Textos 2012-13

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La rebelin de Constantino y la invasin del 409

Enva [el usurpador Constantino III] gobernadores de provincia a las Espaas; y aunque las provincias los recibieron con obediencia, dos jvenes hermanos, nobles y ricos, Didymo y Veriniano, tramaron no usurpar el mando en contra del usurpador, sino defenderse a s mismos y su patria contra el usurpador y contra los brbaros en favor de un emperador justo. Esto qued claro por la propia sucesin de los hechos. Efectivamente, nadie [hace] una usurpacin si no es que, tras madurarla rpidamente, la inicia en secreto y la arma en pblico; cuyo factor principal es ser visto con la prpura y la diadema ya tomadas antes de ser conocido. stos, sin embargo, reuniendo durante mucho tiempo slo a jvenes esclavos de sus propias fincas y alimentndolos con dineros de sus casas, se dirigen a los desfiladeros del Pirineo sin ocultar su propsito y sin inquietud para nadie. Contra ellos Constantino envi a las Espaas a su hijo Constante, convertido -(oh dolor!- de monje en Csar, en compaa de algunos brbaros que, aceptados en alianza en otro tiempo y reclutados [luego] como soldados regulares, se les llamaba honoriacos. De aqu [se deriva] el primer azote del mal para las Espaas. Pues, muertos aquellos dos hermanos que pretendan defender con sus fuerzas privadas la cordillera del Pirineo, estos brbaros recibieron en primer lugar, como precio de su victoria, permiso para saquear los campos palentinos, y, en segundo lugar, fueron encargados de la vigilancia del citado monte y de sus desfiladeros, echando de all a la fiel y til guarnicin compuesta de campesinos. As pues, los honoriacos, empapados ya de botn y seducidos por la abundancia, para que su crimen fuera ms impune y tener ms libertad para ese mismo crimen, dejando traidoramente la defensa del Pirineo y abriendo los desfiladeros dejaron entrar en las provincias de las Espaas a todos los pueblos que deambulaban por las Galias, y se unieron ellos mismos a stos. Donde, hechas de vez en cuando grandes y cruentas correras, tras graves devastaciones sobre los bienes y las personas -de lo que ellos mismos en alguna manera se lamentan-, permanecen todava como dueos, tras habrsela distribuido a suertes.

Orosio, Historiarum adversus paganos libri VII, 7, 40, 5-10; publ. Textos y documentos de Historia antigua, media y moderna hasta el s.XVII, "Historia de Espaa", t.XI, Barcelona: Labor, 1984, pp.167-168

El reparto de tierras entre los visigodos e hispanorromanos

Ley Antigua. De la divisin de las tierras hecha entre el godo y el romano. La divisin hecha entre el godo y el romano de una parte de la tierra o de los bosques no se altere por ninguna razn, si se probase que se celebr la divisin, y de las dos partes del godo el romano no pretenda o reclame nada para s, sino acaso lo que por nuestra largueza les fue donado. Pero lo que por los padres o los vecinos se ha dividido, los venideros no traten de cambiarlo.

Ley Antigua. De los bosques dejados indivisos entre el godo y el romano. De los bosques que por acaso quedaren sin dividir, si el godo o el romano los tomare para s e hiciere cultivos, establecemos, que si aun queda bosque donde se deba compensar con una parte de tierra de igual calidad, aquel al que se deba no rechace aceptar el bosque. Pero si no fuere el bosque de igual calidad que la que se compensan, lo que sac para cultivo se divida.

Ley Antigua. Que si los godos tomaren algo de la tercia de los romanos, a instancia del juez lo devuelvan ntegramente a los romanos. Los jueces de cada ciudad, los vlicos y prepsitos, quiten las tercias de los romanos a los que las tienen ocupadas y restituyan a los romanos sin ninguna dilacin lo que se les quit, para que nada se pierda por el fisco; a no ser que los exceptuase el cmputo de cincuenta aos.

GARCA GALLO, Alfonso, Manual de Historia del Derecho Espaol, II, Madrid, 1967, pp.362-365.

La invasin de Hispania por los musulmanes

Dirigise Musa contra las ciudades de la costa del mar, en que haba gobernadores del rey de Espaa que se haban hecho dueos de ellas y de los territorios circunvecinos. La capital de estas ciudades era la llamada Ceuta, y en ella y en las comarcas mandaba un infiel, de nombre Julin. Muri en esto el rey de Espaa, Gaitixa, dejando algunos hijos, entre ellos Oppas y Sisberto, que el pueblo no quiso aceptar y, alterado el pas, tuvieron a bien elegir y confiar el mando a un infiel llamado Rodrigo, hombre resuelto y animoso, que no era de estirpe real sino caudillo y caballero.

Acostumbran los grandes seores de Espaa a mandar sus hijos, varones y hembras, al palacio real de Toledo, a la sazn fortaleza principal de Espaa y capital del reino, a fin de que estuviesen a las rdenes del monarca a quien solo ellos servan. All se educaban hasta que, llegados a la edad nbil, el rey los casaba proveyndoles para ello de todo lo necesario.

Cuando Rodrigo fue declarado rey prendse de la hija de Julin y la forz. Escribironle al padre lo ocurrido y el infiel guard su rencor y exclam: "Por la religin del Mesas, que he de transtornar su reino y he de abrir una fosa bajo sus pies". Mand en seguida su sumisin a Musa, conferenci con l, le entreg las ciudades puestas bajo su mando en virtud de un pacto que concert con ventajosas y seguras condiciones para s y sus compaeros y habindole hecho una descripcin de Espaa le estimul a que
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procurase su conquista.

Mua escribi a al-Walid la nueva de estas conquistas y del proyecto presentado por Julin, a lo que contest (el califa) diciendo: "Manda a ese pas algunos destacamentos que le exploren y tomen informes exactos, y no expongas a los muslimes a los azares de un mar de revueltas olas". Mua le contest que no era un mar, sino un estrecho, que permita al espectador descubrir desde una parte la forma de lo que al opuesto lado pareca; pero al-Walid le replic: "Aunque as sea, infrmate por medio de exploradores". Envi, pues, a uno de sus libertos, llamado Tarif, y de cognombre Abo Zora, con 400 hombres, entre ellos 100 de caballera, el cual pas en cuatro barcos y arrib a una isla llamada Isla de Andalus, que era arsenal de los cristianos y punto desde el cual zarpaban sus embarcaciones. Por haber desembarcado all, tom el nombre de isla de Tarif (Tarifa). Esper a que se le agregasen todos sus compaeros y despus se dirigi en algara contra Algeciras; hizo muchos cautivos, como ni Mua ni sus compaeros los haban visto semejantes, recogi mucho botn, y regres sano y salvo. Esto fue en Ramadhan del ao 91.

Cuando vieron esto (los musulmanes) desearon pasar prontamente all, y Mua nombr a un liberto suyo, jefe de la vanguardia, llamado Trik ben Ziyed, persa de Hamadan, aunque otros dicen que no era liberto suyo, sino de la tribu de Sadif, para que fuese a Espaa con 7.000 muslimes, en su mayor parte berberiscos y libertos, pues haba poqusimos rabes, y pas en el ao 92, en los cuatro barcos mencionados, nicos que tenan, los cuales fueron y vinieron con infantera y caballera, que se iba reuniendo en un monte muy fuerte, situado a la orilla del mar, hasta que estuvo completo todo su ejrcito.

Al saber el rey de Espaa la nueva de la correra de Tarif, consider el asunto como cosa grave. Estaba ausente de la corte, combatiendo a Pamplona, y desde all se dirigi hacia el medioda, cuando ya Trik haba entrado,habiendo reunido contra ste un ejrcito de cien mil hombres o cosa semejante, segn se cuenta. Apenas lleg esto a noticia de Trik, escribi a Mua, pidindole ms tropas y dndole parte de que se haba hecho dueo de Algeciras y del lago, pero que el rey de Espaa vena contra l con un ejrcito que no poda contrarrestar. Mua, que desde la partida de Trik haba mandado construir barcos y tena ya muchos, le mand con ellos 5.000 hombres, de suerte que el ejrcito acaudillado por Trik lleg a 12.000. Haba ya cautivado muchos e importantes personajes, y con ellos estaba Julin, acompaado de bastante gente del pas, la cual les indicaba los puntos indefensos y serva para el espionaje.

Acercse Rodrigo con la flor de la nobleza espaola y los hijos de sus reyes, quienes, al ver el nmero y disposicin de los muslimes, tuvieron una conferencia y dijronse los unos a los otros: "Este hijo de la mala mujer se ha hecho dueo de nuestro reino sin ser de estirpe real, antes bien, uno de nuestros inferiores: aquella gente no pretende establecerse en nuestro pas; lo nico que desea es ganar botn: conseguido esto se marcharn y nos dejarn. Emprendamos la fuga en el momento de la pelea, y el hijo
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de la mala mujer ser derrotado". En esto quedaron convenidos. Haba dado Rodrigo el mando del ala derecha de su ejrcito a Sisberto, y el de la izquierda a Obba, hijos ambos de su antecesor Gaitixa, y cabezas de la conspiracin indicada. Aproximse, pues con un ejrcito de cerca de 100.000 combatientes, y tena este nmero (y no otro mayor) porque haba habido en Espaa un hambre, que principi en el 88, y continu todo este ao y los de 89 y 90, y una peste durante la cual murieron la mitad o ms de los habitantes. Vino despus el ao 91, que fue en Espaa ao que por su abundancia recompens los males pasados y en el cual se efectu la invasin de Tarif.

Encontrronse Rodrigo y Trik, que haba permanecido en Algeciras, en un lugar llamado el Lago, y pelearon encarnizadamente; mas las alas derecha e izquierda, al mando de Sisberto y Obba, hijos de Gaitixa, dieron a huir, y aunque el centro resisti algn tanto, al cabo Rodrigo fue tambin derrotado y los muslimes hicieron una gran matanza en los enemigos. Rodrigo desapareci, sin que se supiese lo que haba acontecido, pues los musulmanes encontraron solamente su caballo blanco, con su silla de oro, guarnecida de rubes y esmeraldas, y un manto tejido de oro y bordado de perlas y rubes. El caballo haba cado en un lodazal y el cristiano que haba cado con l al sacar el pie se haba dejado un botn en el lodo. Slo Dios sabe lo que pas, pues no se tuvo noticia de l, ni se le encontr vivo ni muerto.

March en seguida Trik a la angostura de Algeciras, y despus a la ciudad de cija: sus habitantes, acompaados de los fugitivos del ejrcito grande, salironle al encuentro, y se trab un tenaz combate, en que los musulmanes tuvieron muchos muertos y heridos. Dios les concedi al fin su ayuda, y los politestas fueron derrotados, sin que los musulmanes volviesen a encontrar tan fuerte ressitencia. Trik baj a situarse junto a una fuente que se halla a cuatro millas de cija, a orillas de su ro, y que tom el nombre de fuente de Trik.

Infundi Dios el terror en los corazones de los cristianos cuando vieron que Trik se internaba en el pas, habiendo credo que hara lo mismo que Tarif; y huyendo hacia Toledo, se encerraron en las ciudades de Espaa. Entonces Julin se acerc a Trik y le dijo: "Ya has concluido con Espaa: divide ahora tu ejrcito, al cual servirn de guas estos compaeros mos, y marcha t hacia Toledo". Dividi, en efecto, su ejrcito desde cija, y envi a Moguits ar-Rom, liberto de al-Walid ben Abdo-l-Melic, a Crdoba, que era entonces una de sus mayores ciudades, y es actualmente fortaleza de los muslimes, su principal residencia y capital del reino, con 700 caballeros, sin ningn pen, pues no haba quedado musulmn sin caballo. Mand otro destacamento a Rayya, otro a Granada, capital de Elvira, y se dirigi l hacia Toledo con el grueso de las tropas.

Moguits camin hasta llegar a Crdoba y acamp en la alquera de Xecunda, en un bosque de alerces que haba entre las alqueras de Xecunda y Tarail. Desde aqu mand algunos de sus adalides, quienes cogieron y llevaron a su presencia a un pastor
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que andaba apacentando su ganado en el bosque. Pidile Moguits noticias de Crdoba y dijo que la gente principal haba marchado a Toledo, dejando en la ciudad al gobernador con 400 defensores y la gente de poca importancia. Despus le pregunt por la fortaleza de sus murallas, a lo que contest que eran bastante fuertes, pero que sobre la puerta de la Estatua, que es la del puente, haba una hendidura que les describi. LLegada la noche, se acerc Moguits, y favoreciendo Dios su empresa con un fuerte aguacero, mezclado con granizo, pudo con la oscuridad aproximarse al ro, cuando los centinelas haban descuidado la guardia por temor al fro y a la lluvia, y slo se escuchaban algunas voces de alerta, dadas dbilmente y a largos intervalos. Pas la gente el ro, que slo distaba del muro 30 codos, o menos, y se esforzaron por subir a la muralla, mas como no encontrasen punto de apoyo, volvieron a buscar al pastor, y habindole trado, les indic la hendidura, que si bien no estaba a la haz de la tierra, tena debajo una higuera. Entonces se esforzaron por subir a ella y despus de algunas tentativas un musulmn logr llegar a lo alto. Moguits le arroj la punta de su turbante y por este medio treparon muchos al muro. Mont Moguits a caballo y se coloc delante de la puerta de la Estatua, por la parte de afuera, despus de haber dado orden a los que haban entrado de que sorprendiesen la guardia de esta puerta, que es hoy la del puente: en aquel tiempo estaba destruido y no exista puente ninguno en Crdoba. Los muslimes sorprendieron, en efecto, a los que guardaban la puerta de la Estatua, llamada entonces de Algeciras, mataron a unos y ahuyentaron a otros, y rompiendo los cerrojos dieron entrada a Moguits con todos sus compaeros, espas y adalides. Moguits se dirigi al palacio del rey; mas ste, al saber la entrada de los musulmanes, haba salido por la puerta occidental de la ciudad, llamada puerta de Sevilla, con sus 400 o 500 soldados y algunos otros, y se haba guarecido en una iglesia dedicada a San Acisclo, que estaba situada en esta parte occidental, y era firme, slida y fuerte. Ocup Moguits el palacio de Crdoba, y al siguiente da sali y cerc al cristiano en la iglesia, escribiendo a Tarik la nueva de la conquista [...]

El destacamento que fue hacia Rayya la conquist, y sus habitantes huyeron a lo ms elevado de los montes; march en seguida a unirse con el que haba ido a Elvira, sitiaron y tomaron su capital, y encontraron en ella muchos judos. Cuando tal les aconteca en una comarca reunan todos los judos de la capital, y dejaban con ellos un destacamento de musulmanes continuando su marcha el grueso de las tropas. As lo hicieron en Granada, capital de Elvira, y no en Mlaga, capital de Rayya, porque en sta no encontraron judos ni habitantes, aunque en los primeros momentos del peligro all se haban refugiado.

Fueron despus a Todmir, cuyo verdadero nombre era Orihuela, y se llamaba Todmir del nombre de su seor (Teodomiro), el cual sali al encuentro de los musulmanes con un ejrcito numeroso, que combati flojamente, siendo derrotado en un campo raso, donde los musulmanes hicieron una matanza tal que casi los exterminaron. Los pocos que pudieron escapar huyeron a Orihuela, donde no tenan gente de armas ni medio de defensa; mas su jefe Todmir, que era hombre experto y de mucho ingenio, al ver que no era posible la resistencia con las pocas tropas que tena, orden que las mujeres dejasen sueltos sus cabellos, les di caas, y las coloc sobre la muralla de tal forma que pareciesen un ejrcito, hasta que l ajustase las paces. Sali en seguida a guisa de parlamentario, pidiendo la paz, que le fue otorgada; y no ces de insinuarse en el
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nimo del jefe del ejrcito musulmn hasta conseguir una capitulacin para s y sus sbditos, en virtud de la cual se entreg pacficamente todo el territorio de Todmir, sin que hubiese que conquistar poco ni mucho, y se les dej el dominio de sus bienes. Conseguido esto, descubri su nombre, e hizo entrar en la ciudad a los musulmanes, que no encontraron gente de armas ninguna, por lo cual les pes lo hecho; pero cumplieron lo ya estipulado, y despus de haber puesto en noticia de Trik las conquistas alcanzadas, y de haber dejado all algunas tropas con los habitantes, march el grueso del destacamento hacia Toledo para reunirse con Trik.

Moguits permaneci tres meses sitiando a los cristianos en la iglesia, hasta que una maana vinieron a decirle que el cristiano principal haba salido huyendo a rienda suelta en direccin a la sierra de Crdoba a fin de reunirse con sus compaeros en Toledo, y que haba dejado en la iglesia a sus soldados. Moguits sali en persecucin solo, y le vi que hua en su caballo alazn en direccin a la aldea de Catalavera. Volvise el cristiano y as que vi a Moguits, que aguijaba su caballo para alcanzarle, turbse, y abandonando el camino, lleg a un barranco donde su caballo cay y se desnuc. Cuando lleg Moguits estaba sentado sobre su escudo y se entreg prisionero, siendo el nico de los reyes cristianos que fue aprehendido, pues los restantes, o se entregaron por capitulacin o huyeron a Galicia. Despus volvi Moguits a la iglesia, hizo salir a todos los cristianos y mand se les cortase la cabeza, tomando entonces esta iglesia el nombre de iglesia de los prisioneros. El cristiano principal permaneci preso para ser conducido ante el emir de los creyentes. Reuni [Moguits] en Crdoba a los judos a quienes encomend la guarda de la ciudad, distribuy en ella a sus soldados y se aposent l en el palacio.

Trik lleg a Toledo, y dejando all algunas tropas, continu su marcha hasta Guadalajara, despus se dirigi a la montaa, pasndola por el desfiladero que tom su nombre, y lleg a una ciudad que hay a la otra parte del monte, llamada Almeida (la Mesa), nombre debido a la circunstancia de haberse encontrado en ella la mesa de Salomn, hijo de David, cuyos bordes y pies, en numero de 365, eran de esmeralda verde. Lleg despus a la ciudad de Amaya, donde encontr alhajas y riquezas y... volviendo a Toledo en el ao 93.

Sabedor Mua ben Nosair de las hazaas de Trik, y envidioso de l, vino a Espaa en Ramadhan del ao 93 con buen golpe de gente, pues traa, segn se cuenta, 18.000 hombres. Cuando desembarc en Algeciras, le indicaron que siguiese el mismo camino de Trik y l dijo: "no estoy en nimos de eso". Entonces los cristianos que le servan de guas le dijeron: "Nosotros te conduciremos por un camino mejor que el suyo, en el que hay ciudades de ms importancia que las que l ha conqusitado, y de las cuales, Dios mediante, podrs hacerte dueo". Esta nueva le llen de alegra, porque le pesaba lo que haba hecho Trik. Condujronle, pues, a Medina Sidonia, que conquist por fuerza de armas, y despus a Carmona. Esta era una de las ciudades ms fuertes de Espaa, y cuya conquista poda esperarse menos por asalto ni por asedio, por lo cual, cuando se dirigi a ella, dijronle que nicamente valindose de alguna estratagema podra ser entrada. Entonces mand algunos cristianos de los que haban pedido y obtenido de l carta de seguridad, como Julin, de quien acaso eran camaradas, y se
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presentaron armados, como si fuesen fugitivos, siendo recibidos en la ciudad; mas por la noche abrieron la puerta llamada de Crdoba a la caballera que Mua mand al intento, y sorprendiendo a la guardia se apoderaron los musulmanes de Carmona.

Despus march Mua a Sevilla, que era la mayor y ms importante de las ciudades de Espaa, notabilsima por sus edificios y monumentos. Antes de la invasin de los godos haba sido capital del reino, hasta que, vencedores stos, trasladaron la sede a Toledo, quedando, sin embargo, en Sevilla, la nobleza romana y los jurisconsultos y sabios en letras sagradas y profanas. Despus de algunos meses de sitio fue conquistada por Mua ben Nosair, con la ayuda de Dios, huyendo los cristianos a Beja. Confi Mua la guarda de la ciudad a los judos, y se dirigi a la ciudad de Mrida, donde residan algunos grandes seores de Espaa y que tambin tena monumentos, un puente, alczares e iglesias que exceden a toda ponderacin. Cerc la ciudad y la guarnicin sali contra l, trabndose un fuerte combate a una milla de distancia de las murallas. En tanto descubri Mua una cantera de piedra, en la cual ocult por la noche infantera y caballera, y al da siguiente, al amanecer, cuando fue contra ellos, y salieron a rechazarle, como el anterior, atacronles los musulmanes que estaban emboscados e hicieron en ellos una gran matanza, refugindose los que escaparon en la ciudad, que era muy fuerte, y tena unas murallas como no han hecho otras los hombres. Por espacio de algunos meses continu el cerco hasta que fabricaron los muslimes una mquina para acercarse al muro, y cubiertos con ella, llegaron a una de las torres, de la cual arrancaron un sillar; mas encontraron en el hueco un macizo, que en lengua espaola se llama laxamaxa, que resista a sus barras y picos y mientras se hallaban ocupados en este trabajo cargaron sobre ellos los cristianos, y perecieron los musulmanes bajo la mquina, por lo cual la torre se llam de los mrtires, nombre que an hoy en da conserva, aunque son pocos los que saben esta ancdota. Al cabo fue conquistada la ciudad en Ramadhan del ao 94, el da de la fiesta del Fitr del modo siguiente: cuando sucedi lo de los mrtires dijeron los cristianos: "Ya hemos quebrantado las fuerzas del enemigo; si hemos de concertar la paz, ningn da ms favorable que ste". Salieron con tal intento, y encontraron a Mua con la barba blanca; empezaron a insinursele, exigindole condiciones en que l no convena, y se volvieron. Tornaron a salir la vspera de la fiesta del Fitr, y como se hubiese alheado la barba y la tuviese roja, dijo uno de ellos: "creo que debe ser de los que comen carne humana, o no es s el que vimos ayer". Por ltimo, vinieron a verle el da mismo de la fiesta, cuando ya tena la barba negra, y de regreso a la ciudad dijeron a sus moradores: "(Insensatos! estais combatiendo contra profetas, que se transforman a su albedro y se rejuvenecen. Su rey, que era anciano, se ha vuelto joven. Id y concededle cuanto pida". Ajustaron, en efecto, la paz, a condicin de que los bienes de los que haban muerto el da de la emboscada, y los de aquellos que haban huido a Galicia, fuesen para los muslimes, y los bienes y alhajas de las iglesias para Mua; con lo cual, el da de la fiesta del Fitr del ao 94 le abrieron las puertas de la ciudad.

Los cristianos de Sevilla tramaron en tanto una conjuracin contra los musulmanes que haba en la ciudad, y habiendo acudido desde la ciudad llamada Niebla y la que tiene por nombre Beja, mataron ochenta hombres. Los restantes huyeron a Mrida, donde se hallaba Mua ben Nosair, el cual, dueo ya de esta ciudad, mand a su

hijo Abdo-l-Aziz a Sevilla con tropas y ste la reconquist, regresando en seguida.

A fines de Xawel sali Mua de Mrida para Toledo, y apenas supo Trik su prxima llegada sali a recibirle para ofrecerle sus respetos, y le encontr en el distrito de Talavera, en un lugar llamado [...]. Al divisarle, apese de su caballo y Mua le di con su ltigo un golpe en la cabeza, reprendile griamente por lo que haba hecho contra su parecer, y llegado a Toledo le dijo: "Presntame todo el botn que hayas recogido y la mesa". Presentla, en efecto, falta de un pie, que le haba arrancado, y como le preguntase Mua que dnde estaba respondi: "Nada s, la encontr de esa manera". Mua mand que se le hiciese un pie de oro y una caja de hojas de palma, dentro de la cual fue colocada. Despus march a conquistar a Zaragoza y dems ciudades situadas en esta parte.

En el ao 95 vino un legado del califa al-Walid, que destituy a Mua, y le hizo salir de Espaa con Trik y Moguits, dejando en su lugar, como gobernador de los territorios y ciudades a su hijo Abdo-l-Aziz, a quien estableci en Sevilla, ciudad situada a la orilla de un gran ro, que no puede pasarse a nado, y que quera hacer estacin naval de los musulmanes y puerta de Espaa. All qued, en efecto, Abdo-l-Aziz, partiendo su padre con Trik y Moguits [...]

Ajbar Machma, trad. E. Lafuente, Madrid, 1867, pp.19-31; ed. facsmil, 1984.

La revuelta berber del 740

Los berberiscos espaoles, al saber el triunfo que los de Africa haban alcanzado contra los rabes y dems sbditos del Califa, se sublevaron en las comarcas de Espaa y mataron o ahuyentaron a los rabes de Galicia, Astorga y dems ciudades situadas allende las gargantas de la sierra [de Guadarrama], sin que Ibn Qatan tuviese la menor sospecha de lo que suceda hasta que se le presentaron los fugitivos. Todos los rabes de los extremos del norte de la pennsula fueron impelidos hacia el centro, a excepcin de los que habitaban en Zaragoza y sus distritos, porque eran all ms numerosos que los berberiscos, y no podan stos acometerles.

Ajbar Maymua, trad. E. Lafuente, Madrid, 1867, ed. facsmil, 1984, p.48.

La visin cristiana de la irrupcin musulmana

Quin podr pues narrar tan grandes peligros? Quin podr en numerar desastres tan lamentables?. Pues aunque todos los miembros se convirtiesen en lengua, no podra de ninguna manera, la naturaleza humana referir la ruina de Espaa ni tantos y tan grandes males como sta soport. Pero para contar al lector todo en breves pginas, dejandode lado los innumerables desastres que desde Adn hasta hoy caus, cruel, por innumerables regiones y ciudades, este mundo inmundo, todo cuanto segn la historia soport la conquistada Troya, lo que aguant Jerusalen, segn vaticinio de los profetas, lo que padeci Babilonia, segn el testimonio de las Escrituras, y, en fn, todo cuanto Roma enriquecida por la dignidad de los Apstoles, alcanz por sus mrtires, todo esto y ms lo sinti Espaa, tanto en su honra, como tambin de su deshonra, pues antes era atrayente, y ahora est hecha una desdicha. "Crnica mozrabe de 754", cap. 6. Ed. J.E. LOPEZ PEREIRA

El pacto de Tudmir

En el nombre de Allah, el misericordioso, el compasivo: ste es el escrito de Abd-alAziz ibn Musa para Tudmir ibn Gandaris; ya que se ha sometido a la paz, que tenga el pacto de Allah y su confirmacin, y no se le retrasen sus noticias y sus enviados, y que tiene la proteccin de Allah y de su Profeta, de que no se le impondr a nadie sobre l ni se rebajar a nadie de sus compaeros para mal, que no sern cautivados, y que no se separar entre ellos y sus mujeres y sus hijos; que no se quemarn sus iglesias, y que no se les forzar en su religin, y que su paz es sobre siete ciudades: Auriola, Mula, Lorca, Balantala, Locant, lyih y Elche, y que no deje de cumplir lo pactado, y que no deshaga lo acordado, y que cumpla lo que le hemos impuesto y le hemos obligado a cumplir; que no nos oculte noticia que sepa, y que l y sus compaeros tienen el impuesto de las parias, que son: para el hombre libre un dinar, cuatro almudes de trigo, cuatro de cebada, cuatro medidas de vinagre, una medida de miel y una de aceite; y para todos los esclavos, la mitad de esto.

Atestiguaron esto: Utman ibn Ubayda al-Qurasi, Habib ibn Abi Ubayda al-Quras, Sadun ibn Abd Allah al-Rabii, Sulayman ibn Qays al-Tuyibi, Yahya ibn Yamar alSahm, Bisr ibn Qays al-Lajmi, Yiguis ibn abd Allah al-Azdi y Abu Asim al-Hadli. Se escribi en rayab del ao 94.

Ambrosio HUICI MIRANDA, Historia musulmana de Valencia. Novedades y rectificaciones. Valencia, 1969. 3 vols. En vol. 1, pgs. 86-87. Publicado por J. A. Garca de Cortzar Nueva Historia de Espaa en sus Textos. Edad Media, Pico Sacro, Santiago de Compostela, 1975, p. 138.

Los inicios de la "reconquista": la batalla de Covadonga

Por aquellos tiempos era prefecto de Asturias, con residencia en Gijn, Munuza, compaero de Tariq. Durante su gobierno, cierto espatario de los reyes Vitiza y Rodrigo, llamado Pelayo, oprimido por el seoro de los ismaelitas, entr en Asturias con su hermana. El prefecto Munuza envi a Pelayo a Crdoba con el pretexto de una legacin, pero en verdad, con ocasin de su inters por su hermana. Antes de que regresara el antiguo espatario, Munuza, mediante cierto artificio, se uni en matrimonio con la hermana de Pelayo; mas cuando volvi ste, en modo alguno quiso consentir tal enlace, sino que se apresur a hacer con gran osada lo que ya meditaba acerca de la salvacin de la Iglesia. Entonces, el nefando Tariq envi soldados a Munuza para que apresaran a Pelayo y lo llevasen a Crdoba encadenado. Llegados a Asturias quisieron cogerle por engao y en una aldea llamada Brece supo Pelayo por cierto amigo la decisin de los caldeos. Mas como los sarracenos eran muchos, viendo que no poda ofrecerles resistencia, se apart de ellos despacio, comenz de repente a correr y lleg a orillas del Piloa, que encontr desbordado, pero mediante un adminculo natatorio gan la otra orilla sobre el caballo en que cabalgaba y subi a un cerro con lo que los sarracenos cesaron de perseguirle. Dirigindose hacia la tierra montaosa, arrastr consigo a cuantos encontr camino de una asamblea y con ellos subi a un gran monte llamado Aseuva y se refugi en la ladera de dicha montaa, en una cueva que saba era segura y de la que mana un gran ro por nombre Deva. Desde ella envi mensajeros a todos los astures, que se congregaron en una junta y le eligieron prncipe.

Enterados de lo ocurrido, los soldados que haban venido para prender a Pelayo regresaron a Crdoba y manifestaron a su rey que se haba sublevado el denunciado por Munuza. Cuando el rey oy tal noticia, conmovido por furiosa ira, mand salir contra el rebelde una hueste innumerable, reclutada en toda Espaa; puso al frente del ejrcito a Alqama, su socio, y orden que fuese con ste y sus tropas, Oppas, obispo de Toledo, hijo de Vitiza, por cuya traicin haban perecido los godos. Alqama recibi orden de su compaero de que si Pelayo no quera aceptar la propuesta del obispo, le apresase por la fuerza de las armas y le llevase a Crdoba, y entr en Asturias con un ejrcito de 187.000 soldados.

Pelayo estaba con sus compaeros en el monte Aseuva, y el ejrcito de Alqama lleg hasta l y alz innumerables tiendas frente a la entrada de la cueva. El predicho obispo subi a un montculo situado ante la cueva de la Seora y habl as a Pelayo:
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"Pelayo, Pelayo, )dnde ests?" El interpelado se asom a la ventana y respondi: "Aqu estoy". El obispo dijo entonces: "Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cmo hace poco se hallaba Espaa unida bajo el gobierno de los godos y brillaba ms que los otros pases por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejrcito de los godos, no pudo sostener el mpetu de los ismaelitas, )podrs t defenderte en la cima de este monte? Me parece difcil. Escucha mi consejo: vuelve de tu acuerdo, gozars de muchos bienes y disfrutars de la amistad de los caldeos". Pelayo respondi entonces: )"No leste en las Sagradas Escrituras que la Iglesia del Seor llegar a ser como el grano de mostaza y que de nuevo crecer bajo la misericordia de Dios?" El obispo contest: "Verdaderamente as est escrito". Pelayo dijo: "Cristo es nuestra esperanza; que por este pequeo montculo que ves sea Espaa salvada y reparado el ejrcito de los godos. Confo en que se cumplir en nosotros la promesa del Seor porque David ha dicho: Castigar con mi vara sus iniquidades y con azotes sus pecados, (pero no les faltar mi misericordia! As pues, confiando en la misericordia de Jesucristo, desprecio esa multitud y no temo el combate con que nos amenazas. Tenemos por abogado cerca del Padre a nuestro Seor Jesucristo, que puede librarnos de estos paganos". El obispo, vuelto entonces al ejrcito, dijo: "Acercaos y pelead. Ya habis odo como me ha respondido; a lo que adivino de su intencin, no tendris paz con l, sino por la venganza de la espada".

Alqama mand entonces comenzar el combate y los soldados tomaron las armas. Se levantaron los fundbulos, se prepararon las hondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas e incesantemente lanzaron saetas. Pero al punto se mostraron las maginificencias del Seor: las piedras que salan de los fundbulos y llegaron a la casa de la Virgen Santa Mara, que estaba dentro de la cueva, se volvan contra los que las disparaban y mataban a los caldeos. Y como Dios no necesita las lanzas, sino que da la palma de la victoria a quien quiere, los cristianos salieron de la cueva para luchar contra los caldeos; emprendieron stos la fuga, se dividi en dos su hueste, y all mismo fue, al punto, muerto Alqama y apresado el obispo Oppas. En el mismo lugar murieron 124.000 caldeos, y los 63.000 restantes subieron a la cumbre del monte Asueva y por el lugar llamado Amuesa descendieron a la Libana. Pero ni stos escaparon a la venganza del Seor; cuando atravesaban por la cima del monte, que est a orillas del ro llamado Deva junto al predio de Cosgaya, se cumpli el juicio del Seor: el monte, desgajndose de sus cimientos, arroj al ro los 63.000 caldeos y los aplast todos. Hasta hoy, cuando el ro traspasa los lmites de su cauce muestra muchas seales de aqullos.

A. UBIETO ARTETA (ed.), Crnica de Alfonso III, "Textos Medievales", 3, Valencia, 1961, pp.24-34; Textos comentados de poca medieval (s. V al XII), Barcelona, 1975, pp.448-453; Textos y documentos de historia antigua, media y moderna hasta el s.XVII, Barcelona: Labor, tomo XI, 1993, pp.213-215

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Campaas de Alfonso I

Muerto ste, fue elegido rey por todo el pueblo Alfonso, quien, con la gracia de Dios, tom el cetro del reino y consigui dominar siempre la fuerza de los enemigos. Con su hermano Fruela dirigiendo el ejrcito tom muchas ciudades. Estas son: Lugo, Tuy Oporto, Anegiam, Braga, Viseo, Chaves, Ledesma, Salamanca, Numancia, que ahora llaman Zamora, Avila, Astorga, Len, Simancas, Saldaa, Amaya, Segovia, Osma, Seplveda, Arganza, Clunia, Mave, Oca, Miranda, Revenga, Carbonera, Abalos, Cenicero y Alesanco, con sus castillos, villas y aldeas. Matando a todos los rabes llev consigo a los cristianos a la patria. En ese tiempo se poblaron Asturias, Primorias, Libana, Trasmiera, Sopuerta, Carranza, Bardulias, que ahora llaman Castilla, y la parte martima. Y Galicia, Alava, Vizcaya, Alaon (Ayala?) y Ordua siempre haban sido posedas por sus habitantes, as como Pamplona, Deyo y Berrueza (...) GOMEZ MORENO, M. "Las primeras Crnicas de la Reconquista: el ciclo de Alfonso III", B.R.A.H., T.C., 1952, pp. 615-616.

Al-Andalus: la revuelta del arrabal

En 198 (31 de agosto de 813) tuvo lugar en Crdoba la revuelta llamada del arrabal. Los hechos pasaron de la manera siguiente: el prncipe omeya reinante Al-Hakam ben Hixam casi no se ocupaba ms que en jugar, cazar, beber y otros placeres semejantes y, por otra parte, la ejecucin de muchos de los principales habitantes de la ciudad le hicieron odioso a la poblacin, que era injuriada y maltratada por los mercenarios del emir. El desorden lleg a tal punto que, cuando se convocaba a la plegaria, el populacho gritaba :"Ven a rezar, borracho, ven a rezar!", y cuando alguno lanzaba esta injuria, los otros aplaudan. Entonces, Al-Hakam comenz a rodear Crdoba con un recinto fortificado, guarnecido de zanjas: acuartel la caballera en la puerta de su palacio, donde haba siempre una tropa armada, y aument el nmero de sus mamelucos. Todas estas precauciones no hicieron ms que que acrecentar el odio de la poblacin, que estaba persuadida de que quera vengarse de todas sus afrentas. Enseguida estableci el impuesto del diezmo sobre las mercaderas, impuesto que habra de cobrarse cada ao sin remisin, lo que fue mal visto por el pueblo. Al-Hakam se apoder de diez de los prncipales exaltados y les hizo ejecutar y crucificar, con lo que dio ocasin de clera a las gentes del arrabal. Adase a todo esto que un mameluco del prncipe llev su espada a casa de un bruidor para hacerla limpiar, y como ste la remitiera a su dueo ms tarde de lo convenido, el mameluco tom la
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espada y golpe con ella al obrero hasta dejarle muerto. Ocurri esto en Ramadan (abril-mayo del 814) del ao referido. Las gentes del arrabal meridional empuaron los primeros las armas, y todos los otros arrabales les siguieron. El "chund", los omeyas y los esclavos negros se concentraron en el palacio y Al-Hakam procedi a la reparticin de los caballos y de las armas, as como a la reunin de sus compaeros. Se entabl la lucha y fue favorable a las gentes del arrabal, que cercaron el palacio. Entonces Al-Hakam descendi de la terraza donde se encontraba y fue, a caballo y armado, a reanimar el valor de los suyos, que se batieron a su vista con encarnizamiento (...) Al-Hakam consult con Abd al-Qarim ben Abd al-Wahid ben Abd al-Mugayth, su ltimo confidente, quien le aconsej clemencia. Tal fue el partido que tom el prncipe, a pesar del dictamen contrario emitido por otro, y perdon a los rebeldes, pero con amenaza de muerte y crucifixin para todos los habitantes del arrabal que no hubiesen partido del arrabal en el plazo de tres das. Los sobrevivientes salieron a escondidas, expuestos a toda clase de penas y humillaciones, llevando lejos de Crdoba a sus mujeres, sus hijos, sus riquezas de ms fcil transporte. Los soldados y malhechores estaban en acecho para saquearles y mataban a quienes osaban resistir. Terminado el plazo de tres das, Al-Hakam di orden de respetar a las mujeres, a las que reuni en el mismo lugar, e hizo destruir el arrabal meridional (de Secunda) (...) BEN AL-ATHIR, "Kamil fi-l-Tarif", segn versin francesa de Fagnan, pp. 165-177. Recoge J.L. MARTIN, "Historia de Espaa. Alta Edad Media", Historia 16, Madrid, 1980, p. 50.

La fundacin de Oviedo por Alfonso II

Por lo dems, el rey Alfonso, como fuese de mucha castidad de alma y de cuerpo, mereci obtener del seor un arca conteniendo diversas reliquias de santos. La cual arca, amenazando, por ventura, el terror de los gentiles, en lo antiguo fue transportada en un navo desde Jersalem, permaneci por espacio de algn tiempo en Sevilla, y luego, durante cien aos, en Toledo. Como otra vez oprimiesen los moros cuando ya nadie se les resista, los cristianos arrebataron secretamente el arca de Dios y por sitios excusados llegaron hasta el mar, y puesta all en una nave, guindolos Dios abordaron el puerto de Asturias, cuyo nombre es Subsalas, por aquello de tener cerca y encima la regia ciudad de Gijn. Ms el rey Alfonso, luego que se vi divinamente enriquecido con gran dvida, en lugar de la prdida Toledo, decret fabricar una sede para la venerable arca. Para realizar este plan, dejadas las otras atenciones y ansindolo ms y ms cada da, desde
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entonces por espacio de treinta aos fabric una iglesia en Oviedo de admirable obra, en honor de San Salvador, y en ella, a los lados derecho e izquierdo del altar mayor, construy dos grupos de a seis altares dedicados a los doce Apstoles. No menos llev a efecto un santuario de la bienaventurada madre de Dios y virgen Mara, con pareja estructura y tres cabeceras. Hizo tambin una baslica de Santa Leocadia, cubierta con obra de bveda, sobre la que se hiciese una cmara, donde en el lugar ms excelso fuese adornada por los fieles el arca santa. Y adems fund con bella obra una iglesia del bienaventurado mrtir de Cristo, Tirso, en el mismo recinto. Edific, a distancia de un estadio de la iglesia de San Salvador, un templo de los santos Julin y Basilisa, adjuntndole a uno y otro lado capillas dispuestas en admirable composicin. Por cierto que si llegase a ennumerar uno por uno los ornamentos de dicha cmara, disertacin tan prolija me llevara desviado harto lejos de lo que empec. Ms por la magnitud del milagro, la anglica cruz sea sacada a plaza. Pues como cierto da el susodicho Alfonso, rey casto y piadoso, tuviese por acaso en la mano cantidad de esplenddisimo oro y algunas piedras preciosas, comenz a pensar como poda ser hecha una cruz con ello para servicio del altar del Seor. As, estando en este santo propsito, despus de la participacin del cuerpo y sangre de Cristo, segn costumbre, ya enderezaba sus pasos hacia el palacio real por causa de la comida, llevando el oro en la mano, cuando he aqu que se le aparecieron dos ngeles en figura de peregrinos, fingiendo ser artfices, el cual, al momento, les entreg el oro y las piedras, sealndoles mansin donde sin impedimento de hombres pudiesen trabajar. Lo dems parece cosa maravillosa e inusitada, despus de los Apstoles hasta nuestros tiempos; porque vuelto sobre s el rey en la misma corta espera de la comida, inquiere a qu personas diera el oro, y al punto comenz a enviar un agente tras otro para que observasen qu hacan los desconocidos artfices. Ya los servidores se acercaban a la casa del taller, cuando de improvisto tanta luz hizo resplandecer el interior de toda la casa, que, por decirlo as, no fbrica humana, sino la salida del sol pareca por la extremada claridad. Pero mirando hacia dentro por una ventana los que haban sido enviados, (vieron que) idos los anglicos maestros, la cruz sola, llevada a cabo y puesta en medio, irradiaba como un sol en aquella casa; por donde abiertamente consta entenderse que ella fue hecha por divina y no humana aplicacin. Lo que oyendo el devotsimo rey, dejado el servicio de mesa, corri con incansable paso, y dando gracias a Dios con loores e himnos por tan gran beneficio, segn cumpla, puso reverentemente dicha venerable cruz sobre el altar de San Salvador. Ed. M. GOMEZ MORENO, "Introduccin a la Historia Silense con versin castellana de la misma y de la crnica de Sampiro", Madrid, 1921, pp.82-84.

Concesiones de Fernn Gonzlez, conde de Castilla

Yo, Fernn Gonzalez, por la gracia de Dios conde de toda Castilla, junto con mi mujer la condesa Sancha, para remisin de nuestros pecados y remedio de nuestras almas (...) en honor de San Millan (...) y de ti, padre espiritual abad Fortunio, y de todos los clrigos sujetos a ti, que da y noche sirven all a Cristo. Por tanto,
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ofrecemos, damos y confirmamos en la villa de Salinas la cuarta parte, integra y libre, con salidas y entradas, con comunidad de pasto, con los habitantes de aquella villa, pero libre e ingenua de todo servicio real o de potestad y de entrada de sayn. Y no tengan homicidio ni fonsado segn costumbre, y nadie sea sometido por ningn crimen a la potestad de aquella villa. Y os concedemos las fuentes de sal al tercer da, y de la albara que deben al conde de la tierra, os concedemos que tengas libres III de ellas por semana y que tanto el monasterio como las decanas lleven sal cuando quieran. Y las eras de sal de San Milln sean libres de autoridad del conde. Asimismo, os concedemos tal facultad, que todo lo que adems de esto podis obtener por donacin o por compras los poseis libre y firmemente por todos los siglos, amn. Esta donacin, juntamente con nosotros, la prueban y confirman las villas de : Villanueva, Fuentes, Olisares, Villacn y tambin terrazas y Villambrosa (...) Hecha la carta en la era de DCCCC. LXXX. III, V calendas de febrero. Yo, pues, Fernando, conde, con mi compaera Sancha, que quisimos hacer este testamento, pusimos nuestras seales y presentamos testigos (...) UBIETO ARTETA, A., "Cartulario de San Milln de la Cogolla (759-1076)", Valencia, 1976, n 36, pp. 49-50. .

Abd al-Rahman III se nombra califa (316 H/929)

En este ao orden al-Nasir li-din Allah que se le llamase en las cartas a l dirigidas y se le invocase en los plpitos con el ttulo de "Prncipe de los Creyentes", por cuanto era digno de esta denominacin, que en realidad era slo suya, y en cualquier otro plagiada y postiza. Vistise, pues, dicho ttulo en este momento como tnica adecuada a su dignidad y como herencia .... a l .... [borrado] En este sentido, el sbado da 2 de du-l-hiyya de este ao [= 17 enero 929], fueron despachadas cartas suyas dirigidas a los ummal de sus diferentes provincias, conforme a una redaccin nica. He aqu la copia de una de estas cartas: En el nombre de Dios Clemente y Misericordioso. Bendiga Dios a nuestro honrado profeta Mahoma. Los ms dignos de reivindicar enteramente su derecho y los ms merecedores de completar su fortuna y de revestirse de las mercedes con que Dios Altsimo los ha revestido, somos nosotros, por cuanto Dios Altsimo nos ha favorecido con ello, ha mostrado su preferencia por nosotros, ha elevado nuestra autoridad hasta ese punto, nos ha permitido obtenerlo por nuestro esfuerao, nos ha facilitado lograrlo con nuestro gobierno, ha extendido nuestra fama por el mundo, ha ensalzado nuestra autoridad por las tierras, ha hecho que la esperanza de los mundos estuviera pendiente de nosotros, ha distuesto que los extraviados a nosotros volvieran y que
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nuestros sbditos se regocijaran por verse a la sombra de nuestro gobierno (todo ello por la voluntad de Dios; loado sea Dios, otorgador de los beneficios, por el que nos ha otorgado, pues merece la mxima loa por la gracia que nos ha concedido). En consecuencia, hemos decidido que se nos llame con el ttulo de Prncipe de los Creyentes, y que en las cartas, tanto las que expidamos como las que recibamos, se nos d dicho titulo, puesto que todo el que lo usa, fuera de nosotros, se lo apropia indebidamente, es un intruso en l, y se arroga una denominacin que no merece. Ademas, hemos comprendido que seguir sin usar ese ttulo, que se nos debe, es hacer decaer un derecho que tenemos y dejarse perder una designacion firme. Ordena, por tanto, al predicador de tu jurisdiccin que emplee dicho ttulo, y salo tu de ahora en adelante cuando nos escribas. Si Dios quiere. En consecuencia, y conforme a estas ordenes, el predicador de Crdoba comenz a hacer la invocacion en favor de al-Nasir li-din Allah, dndole el ttulo de los Creyentes, el dia 1 de du-l-hiyya de este ao [= 16 enero 929]. Fu ste el primer sermon en que se le dio ese titulo, que empez a llevar con mejor derecho que los dems que se lo arrogaban, y que luego siguieron usando los Califas descendientes suyos. Dios concede su gracia a quien quiere E Levi Provenal y E.Garca Gmez, Una crnica annima de Abd al-Rahman III alNasir, editada por primera vez y traducida, Madrid, 1950. En Textos y documentos de historia antigua, media y moderna hasta el siglo XVIII, Historia de Espaa,M. Tun De Lara,, dir. tomo XI, Barcelona, 1984

Opiniones de Averroes sobre las mujeres andaluses

Nuestro estado social no deja ver lo que de s pueden dar las mujeres. Parecen destinadas exclusivamente a dar a luz y amamantar a los hijos, y este estado de servidumbre ha destruido en ellas la facultad de las grandes cosas. He aqu por qu no se ve entre nosotros mujer alguna dotada de virtudes morales: su vida transcurre como la de las plantas, al cuidado de sus propios maridos. De aqu proviene la miseria que devora nuestras ciudades porque el nmero de mujeres es doble que el de hombres y no pueden procurarse lo necesario para vivir por medio del trabajo. Trad. Ribera: "Disertaciones y opsculos", Tomo I, p. 348. Recoge J.L. MARTIN, "Historia de Espaa," 3, Alta Eadad Media, Madrid, 1980, p. 78.

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Historia de los jueces de Crdoba

Yo presenci cierto da una audiencia de Amr ibn Abd Allah, en la mezquita que estaba cerca de su domicilio, y le vi sentado haciendo justicia en medio de la gente; llevaba un vestido "mashrikab". Hallbase sentado en un ngulo de la mezquita, rodeado de los que iban a pedirle audiencia (...) En el ngulo opuesto de la mezquita se encontraba Mu'min ibn Sa'id, el cual tena alrededor suyo un corro de jvenes estudiantes que iban a recitar versos y a aprender literatura. Los jvenes que asistan a la clase de Mu'min tuvieron un altercado por no s qu motivo; uno de ellos lanz un zapato contra su compaero y, despus de pegarle a ste, vino a caer el zapato en medio del crculo donde el juez daba audiencia. Los presentes creyeron que el juez, al ver el desacato, se pondra seguramente furioso; sin embargo, no hizo otra cosa que decir: "Estos chicos nos molestan". (...) Jalid ibn Sa'd dice que Abd Allah ibn Qasim le refiri que su padre le haba contado lo siguiente: Me encontr en cierta ocasin con el juez Muhammad ibn Sulma y me pidi que le comprara un alquicel barragn. Y aade Abd Allah: mi padre me mand que bajara a la calle de los Paeros, a buscar el alquicel. Baj y le compr un alquicel por veinticuatro donares y medio; y se lo llev a mi padre, el cual se lo trajo personalmente al juez. A ste le agrad y dijo: "Cunto te ha costado?". "A ti te cuesta contestle diez dinares". El juez, creyendo que ese era el precio que haba costado, le entreg los diez dinares. Pero unos momentos depus vino a ver a mi padre Abu Yahya, el inspector de los habices, y le dijo :"El juez te saluda y te ruega que tomes el alquicel y que le devuelvas los diez dinares, porque necesita ahora ese dinero para otros gastos y no necesita el alquicel". "Yo le dar el dinero que ahora necesita respondi mi padre no queriendo tomar el alquicel y que lo utilice hasta que le sea fcil devolvrmelo". Pero el inspector de habices se neg a aceptar, porque el juez haba dicho: "Yo no puedo aceptar eso": Y al preguntarle mi padre qu es lo que le haba obligado a devolver el alquicel, el juez, que ya haba sabido cul era su verdadero precio, no quiso aceptar y dijo: "Yo crea que el precio del alquicel era de diez dinares, que es la cantidad que yo d; pero cuando he sabido que el alquicel vale ms, ya no lo quiero. Me sabe mal, muy mal, que otros carguen con el gasto que slo a mi corresponde". AL-JUSHANI, "Kitab al-qudat bi-Qurtuba", adaptacin de la trad. castellana de J. RIBERA, "Historia de los jueces de Crdoba por Aljoxan", Madrid, 1914, pp. 148149 y pp. 203-204.

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Al-Andalus: mercado de esclavos

Un hombre de mundo me hizo venir cierto da a su casa para que le redactara el acta de compra de una sierva muy bonita que haba adquirido. Le ped su "istibra" y ni la tena, ni el vendedor saba de qu se trataba. Le dije :"la sierva tendr que permanecer en casa de una mujer digna de toda confianza, sobre la que os pongis de acuerdo, o de un hombre de bien, religioso y creyente, que viva con su esposa, hasta que pueda certificar el efectivo cumplimiento del retiro legal". (...) Fraudes y engaos de estos mercaderes son el vender esclavos de determinada categora como si fuesen de otra y los de una raza por otra. Se ha hablado mucho de las razas, estampas y naturaleza de los esclavos, de lo que conviene a cada clase, haciendo toda suerte de discursos sobre el particular. Dicen que la sierva berber (es la ideal para proporcionar) voluptuosidad, la rumiyya, para el ciudado del dinero y de la alacena,la turca para engendar hijos valerosos, la etope para amamantar, la mequ para el canto, la medinesa por su elegancia y la iraqu por lo incitante y coqueta. En cuanto a los varones, el hind y el nubio (son apreciados) como guardianes de las personas y bienes, el etope y el armenio para el trabajo y el servicio, produciendo beneficios (a su dueo), el turco y el eslavo para la guerra y cuanto requiere valor. Las bereberes son de natural obediente, las ms diligentes (se destinan) al trabajo, las ms sanas para la procreacin y el placer y las ms bonitas para engendrar; les siguen las yemenes a quienes se parecen las rabes. Los nubios suelen ser de natural obedientes a sus amos, como si hubieran sido creados para la esclavitud, pero son ladrones y poco de fiar. Las hindes no soportan la humillacin, cometen los mayores crmenes y se mueren con facilidad. Las etopes tienen la naturaleza ms dura que Allah haya creado y son las ms sufridas para las fatigas, pero les hieden las axilas, lo cual generalmente impide que se las tome. Las armenias son bellas, avaras y poco dciles al hombre. (...) Uno de los fraudes ms famosos y tretas conocidas (de los vendedores de esclavas) estriba en que tienen unas mujeres arteras, de belleza sin par y admirable hermosura que dominan la lengua romance y parecen rumes. Cuando comparece alguien que no es del lugar y les pide una hermosa esclava recin importada de los paises cristianos, (el comerciante) se compromete a encontrrsela pronto (...) Mientras tanto, el comerciante se ha preparado un cmplice (que responda) de la identidad de la esclava, asegurando que es su dueo, quien tiene que recibir su importe y demuestra con documentos que la ha comprado en la Marca Superior. El cliente paga a gusto un elevadsimo precio porque es recin importada y quiere llevarsela (inmediatamente). En cuanto se ha cerrado el trato ambos (cmplices) se reparten el importe con la

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esclava. AL-SAQATI, "Kitab fi adab al-hisba", Adaptacin de la trad. castellana de P. CHALMETA en "Al-Andalus", 1968, XXXIII, fasc. 2, pp. 370-371, 374-375 y 383384.

Los orgenes del reino de Pamplona En la era 943 surgi en Pamplona un rey de nombre Sancho Garcs. Muy unido a la fe de Cristo fue hombre devoto, piadoso entre todos los fieles y misericordioso entre los catlicos. Que ms? En todas las circunstancias consigui ser el mejor. Luchando contra los islamitas, caus muchos estragos entre los sarracenos. Tambin tom bajo su tutela todos los castillos sitos entre Cantabria y la ciudad de Njera. Ciertamente posey la tierra de Deyo, con todas sus fortalezas. Adems puso bajo su autoridad la "Arba" pamplonesa. Tambin tom toda la tierra aragonesa con sus castillos. Finalmente expulsados todos los malvados, en el ao XX de su reinado abandon el mundo. En la era 963 fue sepultado en el prtico de San Esteban. Reina con Cristo en el cielo. Tambin su hijo, el rey Garca, rein treinta y cinco aos. Fue benigno, caus muchas carniceras entre los sarracenos y as muri en la era 1008. Fue enterrado en el castillo de San Esteban. Tambin su hijo el rey Sancho, reino sesenta y cinco aos. Fue benigno con todos, beligerante con los sarracenos y protector y amigo de los monjes. Falleci en la era 1073. Fue sepultado en el monasterio de Oa. Tambin su hijo, el rey Garca, rein veintin aos. En la era 1092 fue muerto en Atapuerca. Fue sepultado en Njera. "Genealogas de Roda". Ed. J.M. LACARRA, "Textos navarros del Cdice de Roda". Recoge, M.RIU, "Textos comentados de poca medieval (siglos V al XII)", Barcelona, 1975, pp.501-503.

La reforma militar de Almanzor (siglo XI)

Abrigaba al-Mansur el temor de que sus tropas regulares, las cuales formaban al principio un grupo homogneo, se pusieran de acuerdo para tratar de arruinar su podero, o se coaligaran para resistirle, cuando les ordenaba algo que habran de cumplir de buena o mala gana. Tras de examinar este hecho con ojos bien despiertos, lleg a la conclusin de que sus tropas deberan estar compuestas de gentes de
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diferentes tribus y de elementos heterogneos, para que, si uno de los grupos intentaba rebelarse, pudiera reducirlo apoyado en los dems. Por otro lado, senta la necesidad de reformar su ejrcito y acrecentarlo con el mayor nmero posible de soldados, para poder penetrar en territorio enemigo y sembrar en l la 20mpez20n20 cuando quisiese. Movido por estas razones, hizo venir a al-Andalus aquellos seores, guerreros y soldados berberes de cuyo espritu militar y valor tenia noticia. Al mismo tiempo, difundida entre las gentes la noticia de la guerra santa, acudieron a reunirse con l desde la Berberia oriental caballeros cuyas hazaas, virtudes y valenta son harto notorias, y con los cuales pudo al-Mansur organizar contra los cristianos campaas en las que ellos formaban el ncleo ms slido del ejrcito; ncleo en el que, llegado el momento del combate y del encarnizamiento de la lid, 20mpez depositar mayor confianza. Entre estos jefes berberes, de los que tenan una inteligencia ms sutil y unas miras mas elevadas eran nuestro to abuelo Zawi ibn Ziri, y, tras l, su sobrino Habus ibn Maksan ( Dios est satisfecho de entrambos ). Ellos daban siempre su opinin, cuando se les consultaba en los asuntos, y, adems, tenan jurisdiccin sobre los dems elementos del ejrcito, que les estaban subordinados. Fue de esta suerte como Ibn Abi Amir llev a cabo su reforma militar, realz el prestigio del Califato, subyug a los politestas y exhort a todos los musulmanes a participar en sus campaas. Los sbditos de las tierras de al-Andalus se declararon, sin embargo, incapaces de participar en ellas, haciendo valer ante Ibn Abi Amir que no se hallaban preparados para combatir y, por otra parte, que su participacin en las campaas les impedira cultivar la tierra. No eran, en efecto, gente de guerra, y, en vista de ello, Ibn Abi Amir los dej emplearse en la 20mpez20n20 del suelo, a cambio de que todos los aos, previo acuerdo y a 20mpez20n20n de todos ellos, le entregasen de sus bienes los subsidios necesarios para equipar tropas mercenarias que los sustituyesen. Les fij, pues, tributos, ingres en las cajas del Tesoro aquellas sumas que le entregaban las gentes, y les sac [todo el dinero que 20mpez darle], con lo cual equip su ejrcito. Dichos tributos continuaron pesando sobre los andaluces [laguna] e Ibn Abi Amir pudo as lograr el fin que se 20mpez propuesto, como ya hemos explicado. Hasta entonces la poblacin haba podido vivir tranquilamente, sin mas que pagar el azaque sobre sus bienes, ya consistiesen en numerario, o en cereales o en ganado; azaque que era distribuido entre los menesterosos de cada localidad, sin que los gobernantes tomasen nada de l, a no ser para el sostenimiento de los ejrcitos y la organizacin del gobierno, sin los cuales nada subsistira en el mundo, porque si los soberanos no protegiesen y defendiesen a sus sbditos, ni fortificasen sus Estados, entonces los sbditos no encontraran gusto a la vida ni les sera agradable vivir fijos sobre un determinado territorio. Todo iba, pues, perfectamente en el pas, donde reinaban el orden y el bienestar. Al-Andalus, tanto en lo antiguo como en lo moderno, ha sido siempre un pas de sabios, 20mpez20n y gentes de religin, que eran a quienes estaban confiados todos los negocios, salvo lo concerniente al squito, esclavos y mili-cias del soberano. Poda ste sacar dinero a los unos y drselo a los otros, con objeto de constituir un ejrcito y elegirlo entre lo mejor para ofrecer a los musulmanes la conveniente defensa, tanto mas cuanto que tales sumas que le entregaban no pesaban sobre los bienes races ni sobre las ganancias de sus sbditos, y estaban destinadas nicamente a velar por el inters de los musulmanes. Las
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injusticias de que stos 21mpez ser victimas, asi como las diferencias que 21mpez surgir, y en general todos los litigios, se 21mpez21n conforme a la Zuna y eran de la competencia del cadi del lugar. Cuando concluy la dinasta 21mpez y la poblacin se quedo sin imam, cada caid se alzo con su ciudad o se hizo fuerte en su castillo, luego de prever sus posibilidades, formarse un ejrcito y constituirse depsitos de vveres. No tardaron estos caides en rivalizar entre si por la 21mpez21n de riquezas, y cada uno 21mpez a codiciar los bienes del otro. Ahora bien: si es difcil de resolver un asunto entre dos personas, cunto ms no haba de serlo entre mltiples soberanos y pasiones contradictorias?... [laguna de tres lneas ilegibles por la humedad] en virtud de un decreto previo establecido por la voluntad de nuestro Seor, que carece de asociado. Abd Allah, El siglo XI en 1 persona, Madrid, 1980, 81-84. En Textos y documentos de historia antigua, media y moderna hasta el siglo XVIII, Historia de Espaa, M. Tun De Lara, dir., tomo XI, Barcelona, 1984

El reparto de los dominios de Sancho III de Navarra

l.- Tambin el rey Sancho III mereci disfrutar largo tiempo y con felicidad de la compaa de sus hijos, a los que en vida, con gran benignidad, reparti entre ellos sus reinos. A su primognito Garca lo puso al frente de los pamploneses; a Fernando, el preferido de su padre le encarg el gobierno de la blica Castilla; a Ramiro, que haba nacido de concubina, le di Aragn, que era el reino ms alejado de todos sus territorios, sin duda para que ante los ojos de los otros hermanos, el ser desigual en el linaje materno, no fuera igual en la herencia de sus estados. 2.- Entonces, unos asesinos, parientes suyos, mataron al infante Garca, pues ste era merecedor de tal venganza. Seguidamente, Sancho III se llev consigo a la infanta Sancha, a la cual devuelve a Castilla, intenta casarla con su hijo primognito Ramiro, el que haba nacido de una noble seora de Ayvar, pero los castellanos se oponen con toda razn. La infanta Sancha, tres aos ms tarde, y con el beneplcito de su hermano Vermudo, cuando ya tena 18 aos, cas con el infante Fernando, hijo menor de Sancho III, nacido de su matrimonio con Urraca. Vermudo entreg a Fernando el condado de Castilla.

(...) El rey Sancho III tuvo una larga vejez, y cuando su hijo, el rey Garca hubo regresado de la ciudad de Roma, muri a consecuencia de una enfermedad en el ao 1073. Su hijo Fernando lo enterr, con todos los honores que le eran debidos, en el
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monasterio de Oa. "Crnica Najerense". Estudio preliminar, edicin crtica e ndices por A., UBIETO ARTETA. Textos medievales, 16, Valencia 1966, p. 91.

Arancel de los portazgos de Jaca y Pamplona otorgado por Sancho Ramrez (segunda mitad del s.XI)

Esta es la carta que yo Sancho rey, hijo de Ramiro, ordeno hacer sobre aquellos portazgos de Jaca y de Pamplona segn acostumbraron mis antecesores. Que los aduaneros [portagerii] tomen: - De trapo de lana, de treinta codos, uno. - De quince capas, una. - De tela de Brujas y de escarlata y de galabrun et de camsil un sueldo y medio. - De tela de constantinopla, sueldo y medio. - De amato, de prpura, de tiraces, ocho dineros. - De pigmento, y metales, y colores, de treinta libras, una. - De treinta espadas, una. De loriga y moro cautivo, doce dineros. - De lino para hilar, y de hierros y cuchillos y lanzas, diez dineros. - De treinta mancusos de oro de Scilla, doce dineros. - De tela de lino, de diez codos, uno. - De asno y yegua y buey, dos dineros. - De carne de cerdo, tres miajas. - De caballo de castilla, doce dineros. Y esto es del mercado. Al peregrino [romero] no le cobren nada. Y de tres capas de romero no cobren nada. Y si fueren tres compaeros que llevan un fardo para su vitico o siete compaeros, los aduaneros no cobren nada. Y si fueran romeros mercaderes que llevan fardos,
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psese a la ida y a la vuelta y de esto no reciban nada. No obstante del resto, que los aduaneros reciban lo que fuere justo. De manto y pellizn vario y pardo y azingab, un sueldo y medio. De las minucias que los mezquinos romeros llevan para su viaje, que los aduaneros no reciban nada. Condes y obispos y abades y buenos hombres no paguen Publica LACARRA Jos M. : "Un arancel de aduanas del siglo XI", Pirineos (Zaragoza, 1952), pgs. 21-36, apndice documental. Traduce Juan F. UTRILLA.

Batalla y victoria de Sagrajas

Permanecimos algunos das en Badajoz hasta saber de cierto que Alfonso vena a nuestro encuentro con su ejrcito y con el pensamiento de que derrotara a nuestras fuerzas, por no tener cabal noticia de su importancia. El destino le impuls a penetrar en territorio musulmn y a alejarse de sus dominios. Nosotros lo aguardbamos delante de la ciudad, porque, si quedbamos victoriosos, todo ira bien, y, si no, tenamos detrs la ciudad como asilo y fortaleza a que acogernos. Todo esto haba sido perfectamente dispuesto por el Emir de los musulmanes, por preferir que el encuentro fuese en aquella comarca, sin necesidad de internarse en tierras cristianas; tanto ms cuanto que los almorvides, acabados de llegar a al-Andalus, ni siquiera distinguan a sus aliados de sus adversarios. Esperaba, adems, el Emir que el rey cristiano, al no encontrar oposicin en el camino, siguiera su avance, y que Dios evitara a los creyentes el combate hasta que "las cosas le mostrasen su verdadera faz". El rumor que corra era que el Emir se estaba quieto por una dolencia que le haba acometido, pues de no ser por eso -se deca- ya estara por tierras enemigas, sometindolas. El rey cristiano, entre tanto, avanzaba, lleno de fatuidad, sin pararse a pensar que poda ser vencido y que, en caso de serlo, se vera lejos de sus tierras, expuesto a ser aniquilado por la espada, y que, en todo caso, siempre tendra el inconveniente del mucho camino y de la larga distancia.

No tard Alfonso, por mediacin de Ibn al-Aftas, en enviar al Emir de los musulmanes el siguiente mensaje: "Aqu me tienes, que he venido para encontrarme contigo, y t, en cambio, te ests quedo y te escondes en las cercanas de la ciudad". No qued, pues, ms remedio que avanzar un tanto, para que nuestras tropas estuvieran ms cerca de l. Los dos soberanos convinieron en fijar el encuentro para un da determinado. Entre uno y otro campament no haba ms que unas tres millas.

Confiados los musulmanes en la fijacin de la fecha, estaban descuidados. Fue lo mejor que pudo ocurrir, porque si los dos bandos hubieran avanzado uno contra el otro,
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se hubieran separado con la prdida de la mayor parte del ejrcito musulmn, como suele ocurrir siempre que se conviene de antemano la fecha del combae. Afortunadamente, el ejrcito cristiano avanz por sorpresa, cuando los musulmanes no estaban preparados. Este ataque imprevisto les permiti imponerse en el primer momento y echar su veneno en nuestro campo, en el que perecieron algunos musulmanes que no pudieron defenderse; pero apenas cundi la alarma por el ejrcito muslim y los musulmanes montaron a caballo para hacer frente a los cristianos, cuando stos se sintieron cansados, por el peso de las armas y por la larga distancia recorrida. Los musulmanes los persiguieron a filo de espada y murieron muchos de sus soldados, que quedaron sembrados en el camino. Entre los muertos en combate o de muerte natural, lo haba que haban cado abrumados por el peso de las armas. Si la batalla hubiese sido como estaba prevista, es decir, ponindose ambos bandos frente a frente y acometindose en un encuentro regular, los dos ejrcitos hubieran perdido la mayor parte de sus soldados, como es fuerza que ocurra; pero Dios se mostr benvolo con sus siervos, y fueron muy pocos los musulmanes que perecieron. El Emir de los musulmanes tom la vuelta de Sevilla, sano, salvo y victorioso.

El siglo XI en primera persona. Las "memorias" de Abd Allah, ltimo rey zir de Granada, destronado por los almorvides (1090), trad. E. LVI-PROVENAL, E. GARCA GMEZ, Madrid: Alianza ed., 1982, pp.202-203

Fuero de Seplveda (1076)

En el nombre de la Santsima Trinidad, en el nombre del padre, del Hijo y del Espritu Santo. Amn. Yo el rey Alfonso y mi esposa Ins. Plgonos a Nos y as lo convenimos, siguiendo nuestra propia voluntad y libres de toda coaccin u obligacin, confirmar a Seplveda el fuero que tuvo en la poca de mi abuelo y en tiempos de los condes Fernn Gonzlez y Garca Fernndez, relativo a sus trminos, a sus procedimientos judiciales, plazos y prendas, a sus pobladores y, en general, a todos los derechos forales que tuvieron en poca de mi abuelo y de los susodichos condes.

Yo, el rey Alfonso y mi esposa Ins, confirmamos el texto foral que aqu hemos odo en la integridad de su letra. 1. Estos son los trminos: desde Pirn hasta Soto de Salcedn y desde Requejo de la Moina hasta Castro de Frades y desde Fuente Tejuela en lnea con Serrezuela hasta El Linar del Conde y, luego, ro Aza arriba en direccin a la sierra hasta Aylln. 2. Bien sean estos cualesquiera quienes les demanden en juicio o bien sean los propios sepulvedanos quienes hagan la demanda, en Ribilla Consejera debern tener
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medianedo, como es tradicin. 3. Yo, rey Alfonso, concedo y otorgo a los hombres de Seplveda este trmino: desde Lozoya hasta aqu cuanto perteneca a Buitrago todo se lo entrego, rubrico y confirmo para siempre. Testigos: Alvar Hernndez, Ferrando Garca, Alvar Daz de Cspedes. 4. Si alguien tuviere pleito con persona alguna de Seplveda, el de Seplveda podr declarar contra infanzones o villanos, excepto en el caso de que fuere vasallo del rey. 5. Y quienes quisieren tomar prenda en Arequa o en otro lugar antes de acudir ante el juez, debern pagar LX sueldos en multa y duplicarn las prendas. 6. Que nadie se atreva a tomar prenda en sus propias aldeas y si tomare prenda bien contra derecho o con derecho deber duplicar la fianza y pagar LX sueldos. 7. Y presten cuatro veces alkazavias, kinneiras, retrovatida y vigilancias, y de sus uintas y de todas sus penas pecuaniarias la sptima parte. 8. Y no paguen portazgo en ningn mercado.

9. Y si alguna persona quisiere ir a Seplveda, nadie ose tocar su casa durante unmes. 10. Y si alguna persona de Seplveda diere muerte a otra de algn lugar de Castilla pague la octava parte. 11. Y si alguna persona de algn otro lugar de Castilla diere muerte a algn hombre de Seplveda pague segn su propio fuero. 12. Quien diere muerte a merino el concejo no deber pagar otra cosa ms que sendas pieles de conejos. 13. Si alguna persona de Seplveda diere muerte a alguno de Castilla y huyere hasta el ro Duero, que nadie lo persiga. 14. La pena por hurto deber ser satisfecha en su totalidad.

15. Quien quisiere hacer registro por hurto vaya ante el juez y solicite al alguacil y haga el registro; y si all no hallare o si no le permitiera el registro, indemnice lo robado y pague la novena al Palacio; y si all no hallare nada los de la casa no sufran ms juicios. 16. Si alguna mujer dejare a su marido pague CCC sueldos; y si el marido dejare a la esposa pague un peso de plata. 17. Si alguien se trajese de otra tierra mujer ajena o hija ajena o cualquier otra cosa obtenida delictivamente y llegare a introducirse en Seplveda que nadie lo toque. 18. Si alguna persona, como aqu sealamos, quisiere perseguir al homicida y antes del Duero le diere muerte, pague CCC sueldos y sea homicida. 19. Todo infanzn que deshonre a alguna persona en Seplveda, fuera del
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rey o del seor, repare su dao y no convirtase en su enemigo. 20. seor. 21. Si el seor forzare a alguien contra derecho y el concejo no le ayudare que reciba satisfaccin y el concejo la pague. 22. Si el seor demandare a algn hombre del concejo que ste no responda a ningn otro que no sea el juez o el excusado del seor. 23. querellante. Que ningn seor testimonie a favor de ninguno de Seplveda ni le d Quien hallare dinero bajo tierra no d nada del mismo ni al rey ni al

24. Que el alcalde, el merino y el arcipreste sean de la villa; y que el juez sea de la villa, por un ao y elegido por parroquias y de cada homicidio reciba V sueldos. 25. Y cuando el seor est en la villa coma el juez en su palacio y no pague; y mientras fuere juez su excusado no pague. 26. Todas las villas que se hallan en el trmino de Seplveda, tanto las de realengo como las de infantazgo, sean pobladas segn el uso de Seplveda y vayan en sus expediciones o en su defensa; y la villa que no fuere pague LX sueldos; y si tuvieren que tomar prenda por los LX sueldos coman la asadura de dos vacas o de 12 corderos y paguen en el tributo del rey. 27. Si alguien quisiere tomar prenda al seor que mandare en Seplveda, estando ste en la villa, duplique las prendas y pague LX sueldos. 28. Que ningn hombre que viva en Seplveda est sujeto a la maera y si no tuviere descendencia para heredarlo que lo hereden el concejo y con ello hagan limosnas por su alma. 29. Y no paguen la fonsadera si no es por voluntad propia.

30. Y a la expedicin real no vayan a no ser los caballeros, siempre que no se trate de auxiliar al rey ante un asedio o de una batalla campal; a esto vayan los caballeros y los vecinos peones. 31. Y los caballeros sean eximidos con dos acmilas; y quien diere a caballero yelmo y loriga sea eximido; y cuatro peones queden exentos con un asno. 32. Y todos los alcaldes que juzgaren en la villa, mientras sean alcaldes, queden exentos de todo servicio de armas. 33. Si viniere alguna potestad a gobernar la ciudad, d antes su yantar.

34. Y cuando el rey viniere a la ciudad no sean forzados a dar posada en sus casas a no ser por su propia voluntad. 35. Todo guerrero que quisiere hallar seor haga segn su fuero y vaya con su casa y herencia al seor que quisiere que no sea nuestro guerrero.

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Yo Alfonso y mi esposa Ins ordenamos copiar esta carta y una vez oda su lectura la concedemos. Si algn rey o conde o alguna persona de nuestro linaje y otra extraa quisiere derogar este texto caiga sobre l la maldicin de Dios omnipotente y sea expulsado del seno de la Iglesia, quede anatematizado y caiga en lo ms profundo del infierno junto con Judas el traidor de Cristo. Yo Alfonso y mi espos Ins presentamos como testigos para firmar: [...]

E. SEZ y otros, Los fueros de Seplveda, Segovia: Diputacin Provincial, 1953, pp.4551; Textos y documentos de historia antigua, media y moderna hasta el s.XVII, Barcelona: Labor, tomo XI, 1993, pp.262-264.

Fueros de Villaespesa y Ro de Cepos concedidos por el abad de San Pedro de Arlanza (25/6/1089)

Bajo el divino imperio de la santa y singular Trinidad... Esta es la carta de libertad que hago yo, Vincencio, abad, conjuntamente con el colegio de los monjes de San Pedro, a vosotros, el concejo de Villa Espesa y Ro de Cepos, de los fueros qu tuvisteis antiguos en tiempos pasados. Es decir, que no tengis sobre vosotros el tributo que acostumbrbais a dar: ni la maera que solais dar, ni la paja de los lechos que debais dar, ni las sernas que tenais que labrar en cualquier poca. Por el contrario, que cada ao nos entreguis, segn los usos, la anubda, igual que hacen en la ciudad de Lara. Y si entre vosotros tuviera lugar un homicidio, que lo paguis segn la costumbre de Lara. Que el montazgo lo dis segn la costumbre. Y todos, todos los aos, tengis por obligacin trabajar seis das en nuestras sernas o all donde tuvieramos necesidad, adems de aquello que nos hacis libremente. Y desde el ms pequeo el mayor, que ninguno se excuse de este trabajo, sino que todos conjuntamente la hagis. Que cade ao nos deis una vez pan y vino donde queramos; y que perpetuamente nos traigis una vez el ao la sal de Aana a medias. Que todo esto sobreescrito tenga estabilidad y vigor. Y si algn hombre, abad o fraile de nuestra congregacin quisiera cambiar algo, que sea maldito y excomulgado de la fe catlica, e incurra en el pecado de prevaricacin. Fue hecha esta carta de libertad el da de la sexta feria, sptimo de las calendas de julio, que corra la era McXXVII; reinando Alfonso, rey, en el reino de Espaa, es decir, en Toledo y en Len. Yo, el citado abad Vincencio, con todo el colegio de monjes, esta carta que mandamos hacer y escuchamos leer, con nuestras manos aadimos el signo y solicitamos testigos para corroborarla. Gundesalvo Nunnez, confirma, Oveco Petrez, confirma, Pedro Aprez, confirma, Velasco Galindo, confirma, Velasco Flagino, confirma, Munnio Galindo, confirma,
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Ovecho Julianez, confirma, Martin Johannes, confirma. Domingo la escribi. Publicado por J. A. GARCA DE CORTZAR, Nueva Historia de Espaa en sus Textos. Edad Media, Pico Sacro, Santiago de Compostela, 1975, pp. 399-400.

La "presura"

En el ao de la era 1102. En el nombre de Dios y con su misericordia. En este ao el rey don Fernando, que tenga un descanso eterno, conquist esta ciudad de Coimbra y la reconquist al pueblo musulmn por medio de su espada, con la ayuda del Seor rey de los Cielos. La reconstruy y di en custodia, oh Dios, a un prncipe fiel suyo, el seor Sisnado, bendecido por Dios. En aquellos dias Sisnando la habit junto con sus barones, sus vasallos y sus fieles. Permiti que cada uno de ellos tomara en presura poblaciones para habitarlas y edificarlas, pudieran heredarlas sus hijos o sobrinos y sus sucesores, con la ayuda de Dios as lo hicieron. En este tiempo, tom en presura este duque, el seor Sisnando, la villa que se llama Horta. Entonces el Seor Dios envi al corazn y al alma de Sisnando temor por todos sus pecados y miedo por el da del Juicio Final, haciendo donacin de esta villa de Horta a favor del cementerio y baslica de San Vicente, situada en la villa, que se llama Vicariza. Esto lo hizo a favor del abad don Alvito que estaba all establecido con sus monjes y hermanos, bajo la orden de la santa regla y confesin. "Portugaliae Monumenta Historica. Diplomata et Chartae", vol. I, doc. 656, pp. 391392. M.Riu , "Textos comentados de poca medieval, siglos V al XII), Barcelona, 1975, pp. 658-660.

El tratado de Tudilln En el nombre de la Santa e Indivisible Trinidad. Esta es la verdadera paz, firme armona y perpetua concordia, que por consejo de la suma deidad y para honor de Dios y de toda la cristiandad, se ha hecho y firmado entre el ilustre Alfonso, emperador de Espaa, y su hijo, el rey Sancho, con el venerable Ramn, conde de Barcelona, la cual se acuerda en los siguientes trminos: En primer lugar todos los agravios, insultos y ofensas existentes entre ellos hasta el da de hoy, cualesquiera que sean, quedan olvidados y perdonados, siempre que fueran hechos de buena fe y estn carentes de mala intencin. Ciertamente stos son los acuerdos y deciden dividir todo el reino y todas las tierras, sean ciudades, castillos, villas, montaas y llanuras, desiertos y poblados, tena o posea el rey Garca en el da de su muerte. As es el acuerdo y la concordia sobre las fronteras: el emperador tena jurisdiccin sobre la tierra llamada Maragno y todo el territorio que el rey Alfonso, su abuelo, tena el da de su muerte, situado ms all del ro Ebro hasta
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el reino de Pamplona. El conde de Barcelona ocupara todo el resto que haba sido del rey Garca y que haba pertenecido con anterioridad al reino de Aragn. Pero toda aquella tierra del reino de Pamplona, por la cual rey Sancho y el rey Pedro haban hecho homenaje a Alfonso, rey de Len, el dicho emperador y el citado conde tienen que dividirla equitativamente en dos mitades y por aquella mitad que el citado conde tuviese, l hara el antedicho emperador Alfonso el mismo homenaje, el cual hicieron el rey Sancho y el rey Pedro al rey Alfonso, abuelo del emperador Alfonso. La ciudad de Estella estar en la parte que le corresponde al emperador y la ciudad de Irua estar en la que le corresponde al conde. Es evidente que lo que est acordado sobre Estella e Irua ser respetado al realizarse la divisin. Igualmente ser dividida por la mitad y de manera justa la ciudad de Tudela con todas sus pertenencias y los castillos con todas sus jurisdicciones que haban sido del rey Garca y que estaban al sur del ro Ebro hacia el monte Gaudio, con excepcin de aquellos castillos que ya fueron del conde. Adems el emperador Alfonso VII y el conde Ramn Berenguer IV acuerdan y dan su beneplcito y aprobacin que de la tierra de Espaa, que ahora tienen los sarracenos, el conde tenga la ciudad de Valencia con todos sus territorios que se extienden desde el ro Jcar hasta los lmites del reino de Tortosa, la ciudad y reino de Denia con los mismos lmites que tuvo en tiempos de los musulmanes. Se acuerda que el conde tenga estas poblaciones en nombre del emperador con igual homenaje, que el rey Sancho y el rey Pedro hicieron con Pamplona al rey Alfonso, abuelo del emperador. Asimismo el emperador Alfonso dona al conde y le concede igualmente la ciudad de Murcia y todo su reino, menos los castillos de Lorca y de Bera con todas sus jurisdicciones, con estas condiciones: que el emperador ayudar al conde de Buena fe y sin fraude a adquirir y conquistar esta ciudad de Murcia con todo su reino. Una vez conquistado y sometido, el conde lo tenga y lo posea en nombre del emperador, del mismo modo que tiene en su nombre la ciudad de Zaragoza y todo su reino. Pero si el emperador, a causa de enfermedad o por justa y conocida causa, sin que existiera ningn engao, no puede ayudar al conde y no le ocasiona ningn perjuicio y el conde la puede conquistar cuando le sea a l posible, todo esto lo tenga por el emperador del mismo modo que tendr la ciudad y reino de Zaragoza. Pero si el emperador no ayuda al conde a conquistar y adquirir, aunque no exista engao, la ciudad y reino de Murcia o no quiera ayudarle y el mismo conde pudiera adquirirlas, sea cualquiera el modo en que lo pudiera hacer y una vez conquistado, lo tenga por el emperador del mismo modo que tiene el reino y ciudad de Valencia. (...) Yo, Ramn, conde, de igual modo acuerdo con vosotros, el emperador y su hijo, con fe confirmamos y firmamos en el lugar, que se dice Tudilln, junto a Aguas Caldas, a seis kalendas de febrero del ao de la Encarnacin del Seor 1150, en presencia de los nobles abajo firmantes, los cuales lo confirmaron con su juramento. Yo, el conde Pon, juro a ti Ramn, conde de Barcelona, que, los dichos acuerdos y convenios hechos y concordados con el emperador Alfonso y su hijo, el rey Sancho, los cuales han sido escritos y ordenados en este documento, as pues el emperador y su hijo Sancho han hecho y concordado con el conde todas estas cosas. Lo juro por Dios y los cuatro Santos Evangelios. De igual modo, yo Gontrriz Fernando lo juro y lo firmo. De igual modo yo, Pon Menerba lo juro y confirmo (...) "Liber Feudorum Maior", ed. F.MIQUEL ROSELL, vol. I, doc. n 29, pp.39-42.

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La revuelta de los campesinos contra el seoro del abad del monasterio de Sahagn

En este tiempo todos los rrusticos e labradores o menuda gente se ayuntaron faciendo conjuracin contra sus sennores que ninguno de ellos diese a sus sennores servicio devido a esta conjuracin llamaban hermandad, e por los mercados e villas andauan los pregoneros pregonando a grandes voces: sepan todos que en tal y en tal lugar, tal da sealado se ayuntara la hermandad, e quien falleciere que non bieniere sepa que su casa se derrocara. Levantaronse entonces a manera de bestias fieras, faciendo grandes asonadas contra sus seores e mayores, e contra sus bicarios mayordomos e facedores, por los valles e collados perseyendolos o afoyentandolos, rrompiendo e quebrantando los palacios de los rreyes, las casas de los nobles, las iglesias de los obispos e las granxas e obediencias de los abbades, e otrosi gastando el pan e vino e todas las cosas necesarias al mantenimiento, matando los judos que fallauan; e negavan los portalgos e tributos e labrancas a sus sennores, e si algunos por abentura se lo mandaua, luego lo matauan, e s alguno(s) de los noble(s) diese fauor e ayuda, a tal como aqueste deseavan que fuesse su rrei e seor e si algunas begadas los parecia facer gran exceso ' ordenavan que diesen a sus sennores las labrancas tan solamente negando e tirandoles todas las otras cosas. Acaescio un da quel abbad fuese a un llano de la villa llamada Grajal adonde estaua ayuntada la dicha hermandad, e como a ellos muchos. se quexase de los moradores de la villa de Sant Andres, los quales le negauan la labranca a el deuida, (e) aquellos rrusticos alli ayuntados, con gran ynpetu e rroido quisieron lo matar, lo qual corno lo sintiese el abbad, apartose de su ayuntamiento, el qual como viniese e fuyese e ya llegase a las puertas de la villa, los burgueses cerraronle las puertas, e seguiendole los dichos rrusticos por le prender, fuyo e acogiose a la ciudad de Leon. e luego de alli se fue al monesterio de Nogal, e asi por tres meses andubo fuyendo Crnica annima de Sahagn primera, cap. 19. Edicin: Julio PUYOL Y ALONSO Crnicas annimas de Sahagn en Boletn de la Real Academia de la Historia LXXVI (1920), 7-25. 111-123, 242-256, 339-356, 395-410, 512-519, y LXXVII (1920), 51-59; concretamente, pg. 245. Publicado por J. A. GARCA DE CORTZAR, Nueva Historia de Espaa en sus Textos. Edad Media, Pico Sacro, Santiago de Compostela, 1975, pp. 560-461

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Descripcin de Vasconia y de sus habitantes hecha por el peregrino francs, Aimery Picaud, en el siglo XII

Navarros y vascos tienen un mismo aspecto y calidad en comidas, vestidos y lengua, pero los vascos presentan un aspecto ms blanquecino que los navarros. Los navarros visten con paos negros y cortos hasta las rodillas solamente, al uso de los escoceses, y los calzados, que llaman "lavarcas", hechas de cuero peludo, no acabado, con correas atadas cerca del pie y con las plantas de los pies slo envueltas; llevan las piernas desnudas. Pero usan capotes de lana oscura, largos hasta los codos a manera de "penule", con bordes, a los que llaman "saias". Si los vieres comer, los consideraras perros o cerdos. Si los oyeres hablar, te acordaras de los perros que ladran, pues tienen una lengua de todo punto brbara: al Seor llaman "Urcia"; a la Madre de Dios, Andrea Mara; al pan, "ogui"; al vino, "ardum"; a la carne, "aragui"; al pescado, "araigu"; a la casa, "echea"; al dueo de la casa "iaona"; a la duea, "andrea"; a la iglesia, "elicera; al prebtero, "belaterra", que se interpreta bella tierra; al trigo, "gari"; al agua, "uric"; al rey, "ereguia"; a Santiago, "Iaona domne Iacue" (...) El navarro o el vasco, cuando camina, suspende del cuello un cuerno, como cazador, y dos o tres dardos, que llaman "auconas". "Liber Sancti Iacobi, Codex Calixtinus", Ed. W.MUIR WHITEHILL, trad. A. Moralejo, C. Torres y J. Feo, Santiago de Compostela, 1951, pp. 519-520.

La Orden de Santiago

1.- Aqui se compiean los establimientos de la orden de la cavaleria de Sancti Iacobi que toda en tres cosas est, avedes a saber en coniugal castidad, en obediencia guardar, en vevir sin propio. Ms en coniugal castidad semeien a los ancianos padres, en vevir sin peccado, que meior cosa es casar que seer quemados en los fuegos del infierno, nos non podemos seer meiores de nuestros antecessores e nos non poduemos complir lo que ellos non podieron sofrir, por la cual cosa se esfueran a plazer al criador de todas las cosas y contienen en perseverar en so serviio . Mas en obediencia guardar quieren merecer la gracia daquel que fue obedient al Padre tro a la muert, ca la vitud de obediencia mays sea acceptable al nuestro Sennor que sacrificio. En vevir sin propio se esfueran a semeiar aquel que todas las cosas avie en poder, non avie do meter sue cabea, e nos maguer que muchas cosas mantengamos segund el dicho apstol, seamos as como que ninguna cosa non avemos. Aquestas trees cosas son establidas a complimento de la perfecta caridad fueras desecha todo el tremor, e los avandichos freyres ponen sus personas e sos cosas en diversos periglos e en muchos martirios e esfueranse a amar a Dios con toda su mient e con todas sus fueras a su prximo as como as mismos. Ende son governadores de la perfecta
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caridad id est Deus. E los establimientos de los freyres assi compiean. 2.- A los prelados de sancta ecclesia den honor e reverencia, a todos los fideles de Christo, monges e calonges, templeros, hospitaleros, e a los ministros del Sancto Sepulcro e a todos los de las rdenes de qual orden que quier que sean segund la providencia del maestre e segund la habundancia de la mesn les fagan aiutorio. 3.- Mas los huspedes con toda alegra sean recibidos e denles las necessarias cosas, segund la facultad de la casa, e si de alguna orden fueren per tres dias mais ornable mientre sean tenidos que los otros freyres, e si de mandado de so maestro andidieren e en nuestra casa quisieren morar, denles las neccesarias cosas asi cuemo a los freyres de la casa. 4.- E los pobres de Christo assi como ermanos sean recibidos, e denles las cosas necessarias segund el poder de la mesn. (...) 14.- Tod aquel que es deffendedor cumple aquellas cosas que Dios dir a los iustos el dia del iudizio. Houi fambre a distes me de comer, houi sed e diestes me a bever. Ass com el deffendedor libra a alguno de captividad que non sea presso, ste da a comer a fambriento, e da a bever al sediento e viste al desnudo e visita aquel que iaze en la crcel. Qui ha ms fambre o ms sed que aquel que es en poder de moros? 15.- Ond si algn frayre fuere medroso e non fuere convenible por yr en cavalgada segunt la providentia de so maestro, faga algunas cosas otras de la mesn, que non sea embalde mas faga aquello quel mandaren, ca, como dize sant Iernimo, faz alguna cosa que el diablo no te falle vagaroso. (...) 33.- De Vestibus. Vesteduras ayan de blanco e de negro e de pardo color e pieles corderins e otras de poco precio e todas estas cosas sobredichas sean guardadas con la providencia del maestro. 34.- La entencin de todos sea en deffender la ecclesia de Dios por Jhesu Christo dar sus nimas e yr contra moros non por cosa de rapina mas por acrescemiento de la fe de Dios. (...) "Constituciones de la Orden de Santiago". Recoge D.W. LOMAX "La Orden de Santiago", Madrid, 1965, pp. 221- 227.

Alfonso VII En el mismo ao en que acontecieron estos sucesos, el conde Ramn de Barcelona, cuado del rey, y su pariente, el conde Alfonso de Tolosa, vinieron a presencia de aqul y le prometieron obedecerle en todo; se hicieron sus vasallos, tocando la diestra
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del prncipe para reconocer solemnemente la fidelidad que le deban, y recibieron del rey leons, el conde de Barcelona, Zaragoza, en "honor" o tenencia, conforme a las costumbres de Len, y el de Tolosa con la "honor", un vaso muy bueno de oro que pesaba 30 marcos, muchos caballos y otros muchos regalos. Despus acudieron unnimes al rey todos los nobles de Gascua y de la tierra vecina hasta el Rdano y Guillermo de Monte Pesulano, recibieron del prncipe plata y oro, diversos, variados y preciosos dones y muchos caballos, y se sometieron a l, obedecindole en todo. Ms tarde llegaron tambin ante el rey muchos hijos de los condes, jefes y potestades de Francia y muchas gentes de Poitou, recibieron de l armas y otros muchos regalos, y as se extendieron los lmites del reino de Alfonso, soberano de Len, desde el gran Oceno, junto a Padrn de Santiago, hasta el Rdano. Ocurridos estos sucesos, en la era de 1173 seal el rey el da cuarto de las nonas de junio, festividad del Espritu Santo, y la ciudad regia de Len, para celebrar un concilio o asamblea plena de su curia con los arzobispos, obispos, abades, condes, prncipes y jefes de su reino. El da establecido llegaron a Len el rey, su mujer la reina doa Berenguela, su hermana la infanta doa Sancha, Garca, soberano de los pamploneses, todos cuantos el monarca leons haba convocado, una gran turba de monjes y de clrigos, y una muchedumbre innumerable de gentes de la plebe que haban acudido a Len para ver, oir y hablar la palabra divina. El primer da del concilio se reunieron con el rey en la iglesia de Santa Mara todos los grandes y quienes no lo eran, para tratar de las cosas que les sugiriese la clemencia de Nuestro Seor Jesucristo y fueran convenientes a la salvacin de las almas de todos los fieles. El segundo da en que se celebraba la venida del Espritu Santo a los apstoles, los arzobispos, obispos, abades, nobles, y no nobles y toda la plebe, se juntaron de nuevo en la iglesia de Santa Mara, y estando con ellos el rey Garca de Navarra y la hermana del soberano de Len, siguiendo el consejo divino, decidieron llamar emperador al rey Alfonso, porque le obedecan en todo el rey Garca, Zafadola rey de los sarracenos, Ramn conde de Barcelona, Alfonso conde de Tolosa, y muchos condes y jefes de Gascua y de Francia. Cubrieron al rey con una capa ptima tejida de modo admirable, le pusieron sobre la cabeza una corona de oro puro y piedras preciosas, le entregaron el cetro, y tenindole del brazo derecho el rey Garca y del izquierdo el obispo Arriano de Len, le llevaron ante el altar de Santa Mara con los obispos y abades que cantaban el "Te Deum laudamus". Se grit viva al emperador, le dieron la bendicin, celebraron despus misa solemne y cada uno regres a sus tiendas. Para solemnizar la ceremonia, di el emperador en los palacios reales un gran convite, que sirvieron condes, prncipes y jefes, y mand repartir grandes sumas a los obispos, a los abades y a todos, y hacer grandes limosnas de vestidos y alimentos a los pobres. El tercer da se juntaron el emperador y todos los otros en los palacios reales como solan hacerlo, y trataron de los asuntos relativos al bien del Reino y de toda Espaa. Di el emperador a todos sus sbditos leyes y costumbres como las de su abuelo el rey Alfonso; mand devolver a todas las iglesias las heredades y colonos que haban perdido injustamente y sin resolucin judicial, y orden que se repoblasen las ciudades y villas destruidas durante las pasadas discordias y que se plantasen vias y todo gnero de rboles. Decret tambin que todos los jueces desarraigasen los vicios
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de aquellos hombres que los tuviesen contra la justicia y los decretos de los reyes, prncipes, potestades y jueces (...) Mand, asimismo, a los alcaides de Toledo y a todos los habitantes de Extremadura, que organizaran sus huestes asiduamente, que hicieran guerra a los infieles sarracenos todos los aos y que no perdonasen las ciudades y castillos, sino que los tomasen todos para Dios y la ley cristiana. Terminadas estas cosas y disuelto el concilio, march cada uno a su casa lleno de gozo, cantando y bendiciendo al emperador y diciendo : "Bendito seas t y bendito sea el reino de tus padres y bendito sea el Dios excelso que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en ellos, el Dios que nos visit y tuvo con nosotros la misericordia prometida a los que esperan en l". "Cronica Adefonsi Imperatoris". Edicin y estudio por L. SANCHEZ BELDA, Madrid, 1950, n 67-72, p. 53.

La revuelta nobiliaria contra Alfonso X Don Fernando: vi la carta que me enviastes, e otrosi las que vos envio el maestre de Calatrava que le enviaron esos que son [estn] en Granada, e entendi otrosi que despues que Gonzalo Ruiz vino de alla, que vos aconsejaron que enviasedes el maestre de calatrava a Granada... E, don Fernando, cuando estas cartas me llegaron era en Avila, que venia de fablar con los concejos de tierra de Leon e de las Extremaduras que fize y [all] ayuntar, e ove enfermedad de romadizo e de calentura poca, e pesme mucho porque en tal tiempo me acaesciera; mas mucho rescibi mayor pesar cuando entendi lo que las cartas decian. E a lo que decides que vos aconsejaron los maestres, bien vos devedes guardar de la maestria del maestre de Ucles en creer tal consejo como este, ca [que] este es uno de los omes del mundo que mas aconsejo a estos ricos omes que ficiesen lo que facen... E, don Ferrando, quiero vos agora fablar deste fecho commo es aqui allegado, e que ha menester de facer fe, e porque sepades mejor y obrar e mostrar a los omes la cose commo es. E estos ricos omes no se movieron contra mi por razon de fuero nin por tuerto que les yo toviese; ca nunca gelo [se lo] yo tolli [quit], mas aunque gelo oviese tollido, pues que gelo daba, mas pagados devian ser e quedar devieran contentos. Otrosi, tuerto nunca gelo fiz [se lo hice]- mas aunque gelo oviese fecho el mayor del mundo, pues gelo queria emendar a su bien viste dellos, non avian porque mas demandar. Otrosi, por pro de la tierra non lo facen, ca esto non lo querria ninguno tanto commo yo cuya es la heredad... Mas la razon porque lo ficieron fue esto: por querer tener siempre los reyes apremi ados e levar dellos lo suyo, pensandoles buscar carrera por do los desheredasen e los deshonrasen... ca asi commo los reyes criaron a ellos, pugnaron ellos de los desheredar ... e asi commo los reyes los apoderaron e los honrraron, ellos pugnaron en los desapoderar e en los deshonrar en tantas maneras

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que serian largas de contar e muy vergonnosas... Crnica de los reyes de Castilla,1, Madrid, 1953, pp. 36-41.

Los privilegios de la Mesta (1273)

Sepan quantos este privillegio vieren como ante nos Don Alfonso, por la gracia de Dios, Rey de Castiella, de Toledo, de Leon, de Galizia, de Sevilla, de Cordova, de Jahen, del Argarve, en uno con la Reyna Donna Violante, mi mujer, et con nuestros fijos, el infante Don Sancho, fijo mayor, et con Don Peidro, et Don Johan, et Don Jaymes, vinieron omnes bonos de los pastores et mostraronnos de como las cartas que de nos tienen, selladas con nuestros sellos de cera, de las mercedes que les aviemos fecho, que se les quebrantaban los sellos, et se les dannaban; et que nos pidien merced, que de todas estas cartas, que les diesemos un privillegio. Et nos, por les facer bien et mercet, tobiemoslo por bien; et las acartas eran fechas en esta guisa:

Don Alfonso, por la gracia de Dios, Rey de Castiella, de Toledo, de Leon, de Galizia, de Sevilla, de Cordova, de Jahen, del Argarve: al Concejo de la Mesta de los pastores de mio regno, salut et gracia. Sepades, que me dixieron que aviades avenenda entre vos, que toda postura que pusiesedes en vuestras mestas, que fuesen a mio servicio et a pro de la tiera, en razn de guarda de nos et de vuestras cabannas et de vuestras mestas, que valiese. Et agora dizen que hay algunos que son revelles, que non quiseran ser en ello; et esto non tengo por bien. Et mando que toda postura et toda avenencia que pusiesedes en vuestras mestas que vos entendades que son mio servicio, et a pro de todos nos, asi como dicho es, que vala. Et qualquiera que non quisere ser en ello, et non quisere dar como los otros en aquellas cosas que pusierdes que vuestros alcaudes gelo fagan dar, et quel peindren por ello, et si peindra anparar a dos alcaldes, mando a los mis entregadores que los ayuden et gelo fagan dar doblado.

Otrosi, me dixeron que los entregadores que non quieren yr a las vuestras mestas do vos les ponedes. Et esto non tengo por bien, onde mando que el entregador que non fuere cada anno una vez a la mesta de Montemoln, primero da de Enero, et en las otras dos mestas do acordaron que sean en los otros logares que pusieren en aquella mesta, que vos peche en pena cient maraveds de los prietos.

Otrosi, que los pastores mayores de las cavannas que vayan alla, et que non enven
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otros omnes de poco recabdo, et all en vuestras mestas que dedes a los entregadores un omne o dos, o los que por bien toviedes de cada villa, que anden en ellas por demandar las entregas por los querellosos. Et ellos que pueden demandar por todos aquellos que personera les diesen; et qualquier que tomaren et non quiseran andar con los entegadores, que pechen en pena treynta carneros, et que tomen otro en su logar si non diere escusa derecha; por que lo entiendan que es assi. Dada en Gualda, sabados, dos das de Septeimbre era de y trezientos et honze annos.

Don Alfonso, por la gracia de Dios, Rey de Castiella, de Toledo, de Leon, cetera,: a todos los concejos de mios regnos et a los comendadores de las ordenes, et a todos quantos esta my carta vieredes, salud et gracia. Sepades, que los pastores de los ganados se me querellaron et dizen que non pueden escusar los montes para cozer pan, et para cortir su calado, et para las otras cosas que han mester para huevos de sus cavannas; et que los prendades por ellos; et pidieronme mercet que yo que les diese que cortasen. Et yo tovelo por bien, et mando que corten de cada rbol una cima et que tornen cortea para cortir su calado et palos para sus redes, et mazos, et tendales, et forcas, et estacas para sus randas et espetos para assar su carne, et entremiso con sus pies para fazer su queso, et otros maderos para fazer ferradas et colondras, aquellas que ovieren mester para bruscar sus ovejas, et para queseras para sus quesos, et lenna para su fuego, et amdera para fazer puentes por do pasen sus ganados: as como dizen sus privillegios que tienen de mi en esta razn. Onde mando et defiendo que ninguno no sea osado de prenderlos, nin de enbargarlos por ninguna destas razones, tanbiem en las sierras como en los estremos.

Otros, mando que ningn pastor non sea prendado por razn ninguna, si non fuere por du debda propia o por fiadura que el mesmo haya fecho. Ca qualquier que contra esto que yo mando fuere, al cuerpo et a todo quanto oviese me tornaria por ello. Et mando a los cavalleros que yo puse para guarda de los pastores, que si alguna cosa les tornaren o les prendaren por razn desto que yo mando, que gelo entreguen todo de aquellos que lo fizieron, asi como mandar las mis cartas abiertas que ellos tienen de mi. Dada en Gualda, sbado, dos de Septiembre, era de mil et trezientos et honze annos.

Don Alfonso, por la gracia de Dios, Rey de Castiella, de Toledo, de Leon, de Galizia, de Sevilla, de Cordova, de Jahen, del Argarve: a todos los consejos et a los jurados, et a los alcaldes, et a los aguacilles, et a los merinos et a los maestres de las ordenes, et a los comendadores, et a los alcaydes de los castiellos, et a todos quantos esta mi carta vierdes, salut et gracia. Sepades que todos los pastores de mis regnos se me enviaron querellar et dizen que quando pasan por nuestras villas o por nuestros castillos o por vuestros trminos con ganados o sin ganados, et salan a ellos en algunos logares
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vuestros omnes, et que les tomavan por fuera sus ganados; et si lo quieren anparar que los mataban et los ferien, et los deshonraban, et que non podian ende aver derecho. Et pidieronme mercet que pusiese et tal escarmiento et tal calonna, porque daqui adelante fuesen mejor guardados que fasta aqu, que non rescibiesen danno nin mal. Et yo tovelo por bien, et sobresto mando que aquellos que han de fazer por my las entregas a los pastores, que todas las muertes, et las feridas, et las deshonras que fallaren que son averiguadas que son fechas sin razn et sin derecho como non debien. Et que perche por la muerte quinientos maravedia; et por la ferida ciento maraveds de la moneda nueva; tal quel non fallaren de que lo penchen, quel recauden el cuerpo por ante mi et que les faga aver complimiento de derecho, assi como dizen las cartas abiertas que de mi tienen.

Otrosi, se me querellaron de los cavalleros et de las ordenes, et de los otros omnes de lsd villas et de las aldeas, et de los castiellos, que fazen mayores defesas cada unos en sus logares, de quanto yo mande a razn de tres aranadas el yugo de bueyes. Et maravillo me porque son osados de lo fazer, onde mando et defiendo firmemente que ninguna non sea osado de fazer mayor defesa de quanto dizen las mis cartas abiertas, que los guardadores de los pastores tienen en esta razn. Et qualquier que fallaren que mayor defesa fizere quel prenden por cient maraveds de pena para mi. Et lo que fallaren los entrenadores que han tomado a los pastores por esta raon, que gela fagan entregar asi como dizen las mis cartas que tienen de mi. Et non fagan ende al sinon a ellos me tornaria por ello. Dada en Gualda, sbado, dos de Septiembre, era de mil trezientos et onze annos.

Don Alfonso, por la gracia de Dios, Rey de Castiella, de Toledo, de Leon, et cetera, a todos los concejos de mis regnos et alcades, jurados, juezes, justiias, aguaziles, merinos, comendadores, aportellados et a todos los otros omnes de mios regnos que esta mi carta vieren, salud et gracia. Sepades que por fazer bien et mercet a todos los pastores de los ganados de mios reynos, tove por bien que non paguen portadgos de los pannos que traxieren para su vestir, nin de la vianda, nin de las otras cosas que levasen para conplimiento de sus cabannas. Et agora los pastores querellaronseme, et dizen que les tomades portadgo de las cosas que lievan, as como sobre dicho es; et dems que gelo tornades por descaminado por razon que lo lievan por los montes, et por las cannadas, et por aquellos logares donde sus ganados van; et que non entran en las villas con ello, por aquellas puertas sealadas donde vos tomades el derecho de portadgo. Et esto non tengo yo por bien, onde von mando que non tomedes portadgo, nin a los pastores por descaminados por razn de las cosas que levaren que han mester para despensa de sus cabannas et non fagades ende al.

Otrosi, se me querellaron, et dizen que quando lievan alguno ganado a vender a los
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mercados de las villas para las cosas que han menester apra sus cabannas, que gelo portadgades; onde vos mando, que a los pastores que levaren a los mercados a vender de cada cabanna fasta sesenta caveas, que non les tomedes dellas por portadgo, ni, otro derecho ninguno; et non fagades ende al. Ca qualesquier que lo fiziesen, al cuerpo et a quanto oviesen me tornaria por ello.

Otrossi: me dixeron que de las yeguas et de los potros, et de las otras bestias que meten a los extremos con los ganados, que les toman por portadgo et servicio et montadgo, et esto que nunca fue en el tiempo del Rey Don Fernando mio padre. Et pedironme mercet que mandase yo lo que toviese por bien. Et yo por les facer bien et mercet, et porque se acrescentasen los caballos et mulas en mi tiera, tengo por bien de gelo quartar ende; mando et defiendo firmemente que ninguno non sea osado de tomarles montadgo, nin servicio, nin portadgo en logar ninguno de mios regnos, de las yeguas nin de los potros, nin de las otras bestias cargadas e vazias que entran con los ganados a los extremos, ca qualquier que lo fiziese, al cuerpo et a quanto oviese me tornaria por ello.

Otrossi: se me querellaron que les tomabades montadgo de sus ganados en aquellas villas que non tenedes privillegios del Rey Don Alfon, mio padre; tambin como en las otras villas que los tenedes. Et esto non tengo por bien, onde vos mando, que sacando en aquellas villas, o en aquellos logares o tovieredes previllegios plomados del Rey Don Fernando, mio padre, que en los otos logares non les tomedes montadgo ninguno de sus ganados, nin asaduras, nin otras cosas ningunas; et non fagades ende al; si non, a los cuerpos et quanto avedes me tornaria por ello.

Otrosi me dixeron que havia frailes et cavalleros que les tomavan sus bestias, et traan sus viandas en ellas, quanto tiempo se queran, et quando gelas tomavan, que valan la meitat. Et esto non lo tengo por bien; onde mando et defendo firmemente, que ninguno non se osado de tomarles bestia ninguna, si non fuere con placer de los pastores. Et qualquier quer por fuerza gela tomare, que el peche en pena por quantos das la traxiere un maraved; et si la bestia se menoscabara, o se perdiere, o se muriere, que gela peche as como las cartas abertas dizen, que los netregadores tienen de mi.

Otrossi: me dixeron que les tomaban por la mitad del diezmo de los muletos, et de los potros quanto queran porque non havia quantia ninguna; onde mando et defendo que ninguno non sea osado de tomarlos por le medio diezmo mas de una quarta de maraved de los dineros de la guerra por el potro o por el muleto.
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Otrosi, me dixeron que los omnes de los sennorios de los ricos omnes que amparaban las prendias estos mis entregadores de los tuertos que fazen los pastores. Et esto non tengo por bien, onde mando que tambin fagan las entregas de los tuertos que fizieren los omnes de los sennorios contra los pastores, como de los pastores contra los omnes de los senorios.

Onde mando que los non tomen portadgo nin algn de las corderinas nin delcalado que traxieren para los omnes de sus cabannas.

Otrossi: tengo por bien, que en aquellos logares que tovieren previllegios plomados que ovieren a montar los ganados, que non tomen mas de dos cabezas al millar.

Otrosi: mando, que en aquellos logares que fallaren los entregadores que fizieren tuerto a los pastores, et non fallaren mueble en que entregar et fallaren rays, tengo por bien que lo fagan comprar a los cinco mas ricos del logar a do fuere morador. Et si comprar non lo quisieren, mando a los entregadores que los prendien por cient maraveds de los prietos a cada uno de ellos, et que gelo faga comprar; et qualquier que lo conprare yo gelo fago sano con esta mi carta. Dada en Gualda, Sabado, dos das de Septienbre, era de mil tresientos et honze annos.

J. Klein, Los privilegios de la Mesta de 1273 y 1276, Boletn de la Real academia de la Historia, tomo LXI, pp.194 -205.

Libro de las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio

TTULO 29 De los cautivos y de sus cosas Ley 1: Cautivos y presos, comoquiera que una cosa sean cuanto en manera de prendimiento, con todo eso gran diferencia hay entre ellos segn las cosas que despus les acaecen; y presos son llamados aquellos que no reciben otro mal en sus cuerpos, sino en cuanto en manera de aquella prisin en que los tienen, o si llevan alguna cosa de ellos por razn de costa que hayan hecho tenindolos presos, o por daos de que ellos hayan recibido queriendo all haber enmienda. Pero con todo esto
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no los deben luego matar despus que los tuvieren en prisin, ni darles pena ni hacer otra cosa por que mueran, fuera de si fuesen presos por razn de justicia. Mas cautivos son llamados por derecho aquellos que caen en prisin de hombres de otra creencia; y estos lo matan despus que los tienen presos por desprecio que tienen a su ley, o los atormentan con muy crudas penas, o se sirven de ellos como siervos metindolos a tales servicios que querran antes la muerte que la vida; y sin todo esto no son seores de lo que tienen pagndolo a aquellos que les hacen todos estos males, o los venden cuando quieren. Por lo que por todas estas cuitas y por otras muchas que sufren, son llamados con derecho cautivos, porque esta es la mayor pena que los hombres pueden tener en este mundo. Ley 3: Sacar los hombres de cautiverio es cosa que place mucho a Dios porque es obra de piedad y de merced, y est bien en este mundo a los que lo hacen. Y los deudos que hallaron los antiguos por los que los hombres quedan obligados a hacer esto son de cinco maneras: la primera, por ayuntamiento de fe; la segunda, por ayuntamiento de linaje; la tercera, por postura; la cuarta, por seoro o por vasallaje; la quinta, por amor de voluntad; y en estas cinco cosas se encierran todos los deudos que tienen los hombres unos con otros para socorrerse cuando fueren cuitados. Pero si cualquiera de la manera de los cautivos que dijimos, por mengua de no haber quien los sacase, muriese en la prisin, debe entonces el rey o el que estuviese en su lugar tomar cuanto tuviere y mandarlo meter en carta a escribano pblico, y venderlo en almoneda con consejo del obispo o del que tuviese sus veces; y el precio que de ello hubieren, darlo para sacar otros cautivos, porque sus bienes no sean heredados de aquellos que los dejaron morir en cautiverio y pudindolos sacar, no quisieron. TTULO 30 Los alfaqueques Ley 1: Alfaqueques tanto quiere decir en lengua arbiga como hombres de buena verdad que son puestos para sacar los cautivos y estos, segn los antiguos mostraron, deben tener en s seis cosas: la primera, que sean verdaderos de donde llevan el nombre; la segunda, sin codicia; la tercera, que sean sabedores tanto del lenguaje de aquella tierra a la que van, como del de la suya; la cuarta, que no sean malqueridos; la quinta, que sean esforzados; la sexta que tengan algo suyo. Y sobre todas estas cosas conviene que sean capaces de conservar el secreto, pues si tales no fuesen, no podran guardar su verdad. Ley 2: Escogidos muy ahincadamente deben ser los alfaqueques; pues que tan piadosa obra han de hacer como sacar los cautivos, y no tan solamente los deben escoger que tengan en s aquellas cosas que dijimos en esta ley, mas aun que vengan de linaje bien afamado. Y esta eleccin ha de ser por doce hombres buenos que tome el rey, o el que estuviere en su lugar, o los principales de aquel concejo donde moraren aquellos que hubieren a ser alfaqueques, y estos han de ser sabedores del hecho de los otros, porque puedan jurar sobre los santos Evangelios en mano del rey o del que fuere puesto en su lugar; que aquellos que escogen para esto tienen en s todas las cosas que dijimos Y despus que de esta manera fuesen escogidos, deben ellos otros jurar que sean leales en hecho de los cautivos, acercando su provecho y alejando su dao cuanto ellos pudieren, y que ni por amor ni malquerencia que hubiesen a alguno no dejasen de hacer esto, ni por don que les diesen ni les prometiesen dar.

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Las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio.

Sentencia dada por el rey Alfonso XI de Castilla contra ciertos vecinos de Palencia por haberse rebelado contra el obispo de la ciudad, su seor (1315)

Don Alffonsso, por la gracia de Dios rey de Castiella [...] Sepades que sobre querella que me ovo dada don Gomez, obispo de Palencia, que estando en el conceio de Palencia, amonestandoles e castigandoles como curassen carrera e manera porque oviesse y en la dicha cibdat escarmiento de quantas muertes e tomas e fuerzas e robos e malfetrias que se fazian en la dicha cibdat de cada dia, e entre las otras cosas de los canbiamientos e encerramientos que avyan fecho al dicho obispo en las sus casa de Palencia, e de los omes qu'el avian muertos e feridos en ellas, que se alborocaron omes en el dicho conceio contra el e contra sus omes e contra sus merinos e contra sus compannas, sacando los cuchiellos, diziendo "Muera, muera". E en esto que recudieron pieca de gentes armadas de la eglesia e de las casas contra el dicho obispo e contra las dichas sus compannas, e que corrieron y por el, e le dieran feridas en el cuerpo e en la cabeca, e lo tovieron preso e retenido por las tiendas una pieca, e que corrieron con el e con dicha su companna por los matar fasta que los encerraron en las dichas sus casas del obispo, e los tovieran y encerrados [...]. E yo, el dicho rey don Alfonsso, con conseio e con otorgamiento de los mios tutores, e con acuerdo de los mios alcalles e omes buenos de mi corthe, judgando por sentencia, do a los dichos Domingo Martin, fijo de Martin Compadre, e a Johan Perez, fijo de doa Bernalda, e a Johan Ferrandez, copetero, e a Domingo Alffonso, ortolano, e a Johan, fijo de la Cara Infante, e a Pero Dormaza, e a Domingo Ferrandez, su pariente, e a Gonzalo de Villalobon, e a Johan Pescador, e a Johan, fijo de Olalla, e a Benito Pescador, e a Yague Gil, e a Johan Royz, e a Gil, fijo de Sancho Gil, e a Johan Rodriguez, fijo de Domingo Rodriguez, e a Johan, fijo de Miguel Perez, pescador, e a Johan Ferrandez de Villaumbrales, e a Lazaro Perez de Pedraza, e a Gil Garcia, e a Martin Sanchez, omes de Gonzalo Royz, e a Ferrand Royz de Valleolmos, e a Pero Ferrandez de Santa Sezilla, e a Martin Sanchez, hermano del maestro, e a don Alffonso, e a Ferran Perez, fijo de doa Bernalda, e a Johan Alffonso, fijo de don Alffonso, capatero, e a Alffonso Garcia de Carrion e a Johan Perez de Runada, e a Gonzalo, fijo de Juan Gonzalez, e a Johan Yuanes de Poblacion, e a Alffonso Ferrandez, criado de Ferran Garcia, duque e cunnado de Domingo Perez Ceverigo, e Domingo Ferrandez de Roa e a Martin Rodrigo por rebeldes e por fechores de la dicha querella que el obispo me dio, e mando que los maten do quier que los falleren en todos mios regnos. E otrossi mando por sentencia que todos los bienes destos sobredichos, assi muebles como rayzes, que sean del dicho obispo e qu'el sean luego entregados porque faga dello lo que quisiere porque fueron contra el dicho obispo, su sennor.

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Textos y documentos de Historia Antigua, Media y Moderna hasta el siglo XVII, en la Historia de Espaa, dir. M. TUN DE LARA, XI, Barcelona, 1984 (se ha regularizado ligeramente la puntuacin).

Muerte de Alfonso XI de Castilla Despues de todas las batallas et conquistas que el noble Prncipe Rey don Alfonso de Castiella et de Leon ovo fecho, fuese dende, et fue cercar la villa et el castiello de Gibraltar ao del Seor de mill et trecientos et quarenta et nueve aos, quando andaba la era de Cesar en mill et trecientos et setenta et siete aos. Et este logar de Gibraltar es villa et castillo muy noble, et muy notable, et muy fuerte, et presciado entre los moros et christianos. Et fue aqu el primer lugar d Tarif Abenzarca en el tiempo del rey don Rodrigo pas, et all pos por non facer dao en Algecira, que era del Conde don Julian el malo, por cuyo consejo venieron los moros en Espaa. Et por esto ha nombre Gibraltar, que llaman los moros Gebel Taref, que quiere decir el monte la sierra de Taref, ca cerca de aquel monte puso su real Tarif Abenzarca. Et teniendo este noble rey don Alfonso los moros que estaban cercados en la villa de Gibraltar tan afincados, que estaban ya para se la dar, ca non avian acorro ninguno, ca el rey Albohacen avia guerra con su fijo Abohanen, en tal manera quel fijo le avia tomado el reino de Fez, et era grand division entre los moros (...) Otrosi el rey de Granada que facia muy grand guerra de todos estos logares del rey de Benamarin, et de los sus logares los chistianos; estando asi el fecho de esta cerca de Gibraltar, fue voluntad de Dios que recresci pestilencia de mortandad en el real del Rey don Alfonso de Castiella muy grande en el ao siguiente que pusiera su real sobre Gibraltar: et esta fue la primera et grande pestilencia que es llamada mortandad grande; como quier que dos aos antes desto fuera ya esta pestilencia en las partes de Francia, et de Inglaterra, et de Italia, et an en Castiella, et en Leon, et en Estremadura, et en otras partidas (...) et maestres et grandes seores, et ricos-omes, et perlados, et caballeros que estaban con el rey don Alfonso en el dicho real sobre Gibraltar, le fue dicho et aconsejado que se partiese de la cerca, por quanto moran muchas compaas de aquella pestilencia, et estaba el su cuerpo en grand peligro; empero por todo esto nunca el rey quiso partirse del dicho real sobre Gibraltar, diciendo a los seores et caballeros que esto le dician et aconsejaban, que les rogaba que le non diesen tal consejo: que pues el tenia aquella villa et tan noble fortaleza en punto de se le rendir (...) Et fue la voluntad de Dios que el rey adolesci, et ovo una landre. Et fino viernes de la semana sancta, que dicen de indulgencias, que fue a veinte et siete dias de Marzo en la semana sancta antes de Pascua en el ao del nascimiento de nuestro Seor Jesu Christo de mill et trecientos et cincuenta aos. Crnica de Alfonso el Onceno, en" Cronicas de los Reyes de Castilla", ed. C. ROSELL, Madrid, 1953, tomo I, pp.390-391.

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Obligaciones contradas por Abu Nasr Sa'd (1455-1464) con Enrique IV de Castilla

(...) Que el rey de Granada fuese vasallo del rey de Castilla, ans como el rey don Mahomad lo haba sido del rey don Pedro y fuese de su consejo, y tener dezmero a la puerta d'Elvira que cogiese el diezmo y medio para el rey de Castilla, y que diese en el ao primero de la paz, mill captivos y que entre los tres aos siguientes, cada un, trescientos y treinta y tres captivos, que avian de ser todos dos mill. E cada vez que el rey don Enrique le llamase, en toda el Andaluza fasta el reino de Toledo, fuese obligado de le servir con dos mill de cavallo un mes a su costa y si del ms se quisiese servir que le pagase el sueldo hasta ser vuelto a su reino, al fuero y costumbre de Castilla. Y le volviese todas las villas y fortalezas que en tiempos del rey don Juan su padre se haban perdido, y con estas condiciones se le dara la paz por diez aos y que en este tienpo se metiese al reino de Granada todas las cosas que en aqul tienpo solan meter. J. TORRES FONTES, "Estudio sobre la``Crnica de Enrique IV'' del doctor Galndez de Carvajal", Murcia, 1946, p. 114.

La farsa de Avila (1465)

Los grandes del reino que en Avila estaban con el prncipe don Alfonso determinaron de deponer al rey don Enrique de la corona y cetro real, y para lo poner en obra eran diversas opiniones, porque algunos decan que deba ser llamado e se deba hacer proceso contra l, otros decan que deba ser acusado ante el Santo Padre de hereja e de otros graves crmenes e delitos que se podran ligeramente contra l probar (...) Ninguna cosa les pareca ser ms conveniente, ni que ms sabiamente se pudiese hacer que la privacin del tirano, al cual falleca vigor del corazn e prudencia e esfuerzo e todas las otras habilidades que a buen prncipe convienen. Ninguna otra cosa le quedaba, salvo nombre de rey, el cual quitado l era todo perdido, lo cual no era cosa nueva en los reinos de Castilla e de Len, los nobles e pueblo de ellos elegir rey e deponello (...) Para lo cual, en un llano que est cerca del muro de la ciudad de Avila se hizo un gran cadahalso (...) e all se puso una silla real con todo el aparato acostumbrado de poner a los reyes, y en la silla una estatua, a la forma del rey don Enrique, con corona en la cabeza e cetro real en la mano, y en su presencia se leyeron muchas querellas que ante l fueron dadas de muy grandes excesos, crmenes e delitos (...) e all se leyeron todos los agravios por l hechos en el reino, e las causas de su deposicin, aunque con gran pesar y mucho contra su voluntad. Las cuales cosas as ledas, el arzobispo de Toledo, don Alonso Carrillo, subi en el cadahalso y quitle la corona de la cabeza, como primado de Castilla, y el Marqus de Villena, don Juan Pacheco, le quit el cetro real de la mano (...) y el conde de Plasencia, don Alvaro de Estiga, le quit la espada, como Justicia Mayor de Castilla, y el Maestre de Alcntara, don Gome Sols (...) y el conde de Benavente, don Rodrigo Pimentel, y el
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Conde de Paredes, don Rodrigo Manrique, le quitaron todos los otros ornamentos reales y con los pies le derribaron del cadahalso en tierra y dijeron: "A tierra, puto". Y a todo esto geman y lloraban la gente que lo vean. E luego, incontinente el prncipe don Alfonso subi en el mismo lugar, donde por todos los grandes que ende estaban le fue besada la mano por rey y seor natural de estos reinos. DIEGO DE VALERA, "Memorial de diversas hazaas", en Crnicas de los reyes de Castilla, ed. C. ROSELL, Madrid, 1953, Tomo III, cap. XXVIII, p. 33.

Entrada de los reyes Catlicos en Granada (1492)

E el Rey e la Reyna, vista la carta e embaxada del rey Baudili, aderezaron de ir tomar el Alhambra, y partieron del lugar real, lunes dos de enero, con sus huestes, muy ordenadas sus batallas; e llegando cerca de la Alhambra, sali el rey Muley Baudili, acompaado de muchos caballeros, con las llaves en las manos encima de un caballo, y qusose apear a besar la mano del rey, y el rey no se lo consisti descabalgar del caballo, ni le quiso dar la mano, e el rey moro le bes en el brazo y le di las llaves, e dijo: "Toma, Seor, las llaves de tu ciudad, que yo y los que estamos dentro somos tuyos", y el Rey don Fernando tom las llaves y diselas a la Reyna, y la Reyna se las di al Prncipe, y el Prncipe se las di al Conde de Tendilla, al qual, con el duque de Escalona, Marqus de Villena, e con otros muchos caballeros e con tres mil de a caballo e dos mil espingarderos, envi entrar en la Alhambra e se apoderar de ella, e fueron, e entraron, e mostraron en la ms alta torre primeramente el estandarte de Cristo, que fue la Santa Cruz, que el Rey traa siempre en la santa conquista consigo; e el Rey e la Reyna e el Prncipe e toda la hueste se humillaron a la Santa Cruz e dieron muchas gracias e loores a Nuestro Seor; e los Arzobispos e clereca dijeron Te Deum Laudamus (...) El rey moro Muley Baudili se fue a vivir y a reinar al Val Purchena, que es en las tierras que el Rey haba ganado cuando gan Vera, que era todo de mudjares, donde el Rey le di seoro e renta en que viviese, e muchos vasallos, e le alz la pensin que de antes le deba, y le di sus rehenes, que le tena desque lo solt sobre rehenes. "Historia de los Reyes Catlicos, don Fernando y doa Isabel", bachiller BERNALDEZ. Cronicas de los Reyes de Castilla, Ed. C. ROSELL, Madrid, 1953, Tomo III, p. 642.

Causas de la cada de Granada segn los musulmanes Es sabido que los cristianos no hubiesen tomado revancha sobre los musulmanes, ni lavado de s mismos mancha alguna, ni destruido vivienda ni casa de al-Andalus, ni
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les hubiesen arrebatado todas sus ciudades y comarcas a no facilitarles todo esto las causas de la discordia interior, su empeo en suscitar entre los muslimes la lucha y divisiones internas, en producir entre sus reyes el dolo y la traicin, y mantener entre sus defensores la perfidia y la doblez en medio de la guerra civil destructora. M.GASPAR Y REMIRO, "Presentimiento y juicio de los moros espaoles sobre la cada inminente de Granada y su reino en poder de los cristianos", Revista de Estudios Histricos de Granada y su Reino, I-1 (1911), p. 151.

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