Platón - Menón
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Platón - Menón
Ikram Antaki
I. Sócrates
Después de las grandes hazañas realizadas en las guerras médicas, cuando los humildes
griegos desafiaron y vencieron a los orgullosos persas, y tras el esplendor máximo
alcanzado durante el Siglo de Pericles, las polis griegas se enfrascaron en una guerra
intestina, llamada guerra del Peloponeso. Al final, Atenas fue derrotada por Esparta, y
comenzó el declive de la cultura griega. Y entonces apareció Sócrates.
Sócrates no escribió nada. No fundó ninguna escuela. No se hizo rico con sus
conocimientos. Simplemente decía que lo ignoraba todo y preguntaba y preguntaba.
Con este sistema, exhibía la ignorancia de sus interlocutores para así hacerlos
reflexionar, aunque a sus contemporáneos no les gustaba nada de esto. Finalmente,
Sócrates irritó tanto a la sociedad ateniense que terminó condenado a muerte por ella.
Prefirió morir antes que desobedecer el mandato del tribunal: decía que era preferible
sufrir una injusticia a cometerla. Y pagó con su vida.
b) Cuando el interlocutor ofrece respuestas, el filósofo hace varias preguntas con el fin
de profundizar más y más en los conceptos
c) si el interlocutor no ha razonado bien sus respuestas o no las tiene completamente
claras, termina por caer en una serie de contradicciones lógicas, llegando a un tipo de
“reducción al absurdo”.
d) Con lo cual, no le queda más remedio que reconocer su propia ignorancia: creía
saber, pero terminar por descubrir que no sabía. Y que su conocimiento era falso.
e) Es en este momento cuando el interlocutor está listo para reflexionar y ponderar más
sus propias opiniones: está más receptivo y es capaz de aprender nuevos conceptos e
ideas. Pero el filósofo no explica nada: sólo va haciendo preguntas, y a partir de las
respuestas va formulando nuevas preguntas, mostrando a su interlocutor el camino que
él previamente ya ha recorrido, guiándolo a través de él.
Cuando Sócrates acorrala al joven Menón, éste trata de introducir un nuevo tema para
desviar la conversación: ¿cómo saber qué hay que investigar, y por lo tanto qué se
puede y qué no se puede aprender? Si algo ya se sabe, entonces no es necesario
investigarlo (porque ya se sabe). Pero si algo no se sabe, entonces no se puede
investigar (porque no se sabe qué investigar).
Sócrates primero explica cuáles son las consecuencias prácticas de esta idea: si decimos
de antemano que no se puede aprender nada nuevo (o bien porque ya se sabe, o bien
porque no se sabe qué investigar), entonces no hay ninguna sed de conocimiento, lo que
en última instancia lleva al inmovilismo y al escepticismo a ultranza. Por el contrario, el
método Socrático despierta el hambre de conocimiento en el hombre, y en última
instancia debe llevarlo a ser mejor.
Obsérvese que ésta no es una explicación de por qué sí se pueden o no adquirir nuevos
conocimientos, sino que es una exposición de las consecuencias de seguir uno u otro
camino.
Para superar la paradoja planteada por Menón, Sócrates argumenta que el alma es
inmortal, que periódicamente regresa a la Tierra, que mediante este proceso ha llegado a
aprenderlo todo, y que el alma sólo “recuerda” y no “aprende”. En el resto de este
trabajo, me referiré a esta explicación como la “explicación socrática”.
Existe una clara influencia de estas ideas en nuestro lenguaje: “educar” viene del latín
“educere”, que significa “sacar de adentro”, lo que concuerda con las ideas socráticas.
Otra acepción, menos conocida pero que concuerda mejor con el pensamiento actual, es
la de “acompañar en el camino”.
Así, resulta que para esbozar la “explicación socrática”, el filósofo tuvo que introducir
al menos 5 hipótesis: en la época moderna, esa forma de argumentar sería totalmente
inaceptable, porque en vez de fundamentar sólidamente una conclusión, introduce
nuevos problemas.
Segundo problema
Un segundo problema es suponer que el alma, en sus visitas a la Tierra, aprende todo, y
que luego no necesita aprender, sólo recordar. ¿Es que las almas sí podían “aprender” en
épocas pasadas, pero no en las “actuales”? ¿O siguen “aprendiendo” en la actualidad,
pero sólo podrán “recordar” en el futuro? ¿Cuándo “aprendieron” lo que ahora
“recuerdan”? ¿Y en las épocas pasadas también “recordaban” o sólo “aprendían”? Las
respuestas a estas preguntas están ligadas necesariamente a la noción griega de
eternidad. Para los griegos, la materia era inmutable y nunca sufría cambios: por eso el
alma tenía toda una eternidad para “aprender” y luego simplemente “recordar”.
Tercer problema
El tercer problema, y con mucho el más grave desde un punto de vista antropológico, es
la consecuencia final de la “explicación socrática”: o bien no se puede generar nuevo
conocimiento, o bien todo conocimiento (tanto del pasado, como del presente e incluso
el futuro) está previsto desde toda la eternidad. Esta consecuencia final es,
curiosamente, parecida a la paradoja planteada por Menón originalmente, y cuya
refutación era precisamente la “explicación socrática”.
Además de los ejemplos de ética y humildad intelectual que Sócrates demostró durante
su propia vida, su aportación fundamental es la mayéutica, y haber llevado la filosofía a
las alturas a las que la llevó.
Es cuanto.
Bibliografía
Platón. Diálogos. Tomo I. Editorial Porrúa. México.
http://www.geocities.com/diotimaes/menon.htm
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