Duhem-La Teoría Física
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lndice
Il l . Torla Icy flsica ps provisional v re l at iva porquc es
apruximada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 220
IV . Toda l e y dr- Ihici\ cs provisional porql l l ' e s simbol ica. . . . . . . 229
Y. Las l e vcs de l a Iisir-a SOli mas dct al l adas !]IH' l as
l e vcs de l se mido CO[l l I'l J \ 23'~
C IP in I.() V I. L(I teoriaIisica y el e. rpcrirnentu .
237
I. CI cont rol e xpe rime nt al de IIl 1a t e oria not ie ne CII
fisica l a misma simpl iddad l ogica que P H fisiol ogia
IJ . Un e xpe rime n: de fisir-a uuuca pue de conde nar IIIIa
hipot e sis aisl ada, sino t odoun conjunt o t e orico .
III. EI c. iperimrntum crucis es iruposihl e e n ffsica .
TY. Crit ica de l me t odo ne wt oniuno.
Prime r e je mpl o: l a me canir-a ce l e st e .
V . Crit ica de l me t odo ne wt oniano (cont inuacion).
Se gl l ndo e je mpl o: Ia e l e ct rodinarnt ca .
V I. Conse cue ucias re l at ivas a l a e nscnanza de l a Iisica .
V l T. Conse cue nr-Ias rcl at ivas al de sarrol l o mat cmarico
de l a t e ort a fl sica .
V II I. i.Sol l iuacce sibl e s a J os de srne nt idos e l l ' l a e xpe ricnc-ia
al gunos posl ul ados de l a t coria fisica? .
IX . Hipot e sis cuy oe uunciado not ie ne ningun st -nt ido
e xpe rime nt al .
X . EI se nt ido comun cs e l que de cide (Iut ; hipul e sis
hUH de se rabanrl onudas .
241
247
2'30
257
263
270
274
283
C l/' iTL In VII. [. (1 cleccion de lus hipotesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2fHl
I. A q\l (' st ' re duce n l as condicione s impue st as por
l a l <'l gica a l a e l occion doIns hipot e sis. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 280
II. l .as hip6t csis fl O son pi product o e l l ' una crr-acion
re pe nt ina, sino1'1re sul t ado de IIl1a e vnl uciou proun-sivu.
Eje rnpl o cxt raido de l a at raccion unive rsal . . . . . . . . . . . . . . . 20I
Il l . 1:-:1Fisico110 e l ige l as hipot e sis e n l as que l J asara
SII t corfa, sinoql l e I!e rmirl an PIl (\1, sin 1' 1. . . . . . . . . . . . . . .. ')33
IV. La PI't 's(,rl t aci(')[\ de las hip(l t t 'sis e l l l a Pfl scfwnza
de l a fisica ,)3D
u
if/din' X I
\. Las hipot csis Il l ) pucde n de ducirse rip axiomas
prnpnrc-iouadox por l as cnse nanzas de l scnt ido
(,(1I11l '11I .
\1. l mpurt aucia de l rne rodo hist orir ('n fisica . .353
L I l' biCI Ill: 1\ CIII:\I-:\TI.................................... 3:')7
I. Int roril l l 'Cit l l 1........................................ ,359
II. \1i sist e ma fisicocs posit in) por SIl Sori:rl 'n('s........... .361
J [I. vIi siste-ma fisico e s posit ivopor Sl l S conclusiones , . . . . . . .3(jl)
1\. ,vIi sist e -ma disipa las supuestas objecioues de
l a cicnr-ia Il sica cont ra l a me t afisica e spirit ual ist a
) l a I'e cal t )l ica 371
V. Mi sist e ma nie ga al a t e uria Il sica cnal quicr ak-ance
me t at l sico (I apol oge t ico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 377
V I. El me t afisico ha de e onoccr l a t coria Iisica. a fill t ie 110
hace r de e l l a l l l l usoil cgt t irno e l l Sl IS e spe cul acione s . . . . . 182
V l l , La t coria risica t ie uc como forma l imit e l a cl asifl car-iou
nat ural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 385
V l l I. Ell I I' !' In cosmol ogt a y In t cort a fisica e xist e anal ogia. . . . . . 3D2
IX . La anal ogia e nt re l a t corIa Il sica y l a cosmol ogia
pe ripat e t ica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 400
L I. I I L Oll IlE L .I TI:OIli:1FisIC.\. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 409
A proposit o de un l ibro re cie nt e . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4t 1
PRESENTAcrON DE LA EDrCrON
EN CASTELLANO
A Pierre Duhem (1861-1916), fisico, te6rico ehistoriador de
la ciencia y una de las figuras clasicas de la Filosofia de la Cien-
cia, se le asocia habitualmente con el empirismo critico de Mach
oel convencionalismo clasico del matematico Poincare; selecono-
cetambien como critico dela concepci6n newtoniana inductivista
de la ciencia y patrocinador de la funci6n indispensable de las
hip6tesis 0de las estructuras abstractas del conocimiento, as!
como critico en general de la verificaci6n y refutaci6n de teorias
(hip6tesis Duhem-Quine).
Nace en Paris, el 10 de junio de 1882, y conoce de nino los
acontecimientos de la Comuna de Paris. Estudiante brillante, es
admitido alaEcole Normale Superieure, donde tendra como com-
panero, entre otros, al futuro matematico J acques Hadamard (1865-
1963). En 1890 se casa con Marte-Adele Chayet, a la que pierde
en 1892, al nacer su hija Helene, con quien pasara el resto de su
vida. Ensena fisica en Lille y en Rennes y es profesor defisica teo-
rica en Burdeos, donde permanece hasta el afio de su muerte. Sus
obras mas conocidas son: La the6rie physique (1906), Sozein ta
phainomena (1908), y Le systeme du monde (10volumenes, de los
12programados, 1913-1959).
La figura de Duhem cobra un relieve especial cuando se la
situa en el contexto de la controversia acerca del sentido realista
o antirrealista de las teorias cientificas. Karl Popper (en La logi-
ca de la investigaci6n cientifica yen Conjeturas y refutacionesj
ejerci6 una influencia decisiva en la historia de las ideas al cla-
X I V
Presentaciori de Laedicion en castellano
sificar aDuhem junto con Poincare, y declararlos aambos prin-
cipales representantes del convencionalismo 0 tambien filoso-
fos de la ciencia instrumentalista, el convencionalismo y el ins-
trumentalismo, en filosofia de la ciencia, suponen que una teoria
cientifica no es en modo alguno un relata verdadero acerca de
c6mo es el mundo. Popper piensa en el Duhem de Salvar losfeno-
menos (1908), que este concluye con estas palabras: PeseaKepler
y Galileo, hoy dia creemos, con Osiander y Belarmino, que las
hip6tesis de lafisica son meras construcciones matematicas, cuyo
prop6sito es salvar los fen6menos (evocando la consigna que,
segun Simplicio, Plat6n dio los astr6nomos de la Academia).
La verdadera postura sobre que es una teoria cientifica la
plantea Duhem en su obra capital, desde un punto de vista filo-
s6fico, La teoriafisica; su objeto y su estructura. Publicada primero
en forma de articulos en 1904 y 1905 (Revue de Philosophie), apa-
rece luego como libro en una primera edici6n en 1906; en 1914
aparece la segunda edici6n, con dos articulos afiadidos: Lafisi-
ca del creyente y El valor de la teoria flsica. En ellos, Duhem
se defiende de las criticas publicadas en 1905y 1907por Abel Rey.
Esta obra, que nace con los albores del siglo xx, cuando justa-
mente se produce la primera revoluci6n en la fisica con la apa-
rici6n de la teoria especial de la relatividad de Einstein en torno
a 1905, y que, por 10mismo, podria considerarse una obra ya des-
fasada en el tiempo y carente de todo interes que no sea el mera-
mente hist6rico, ha cobrado nueva actualidad en el plano de la
discusi6n te6rica, y no s610porque Quine cuestionara los dos dog-
mas del empirismo y uniera su nombre al de Duhem para una
nueva concepci6n holistica de la experiencia en 10tocante alas
proposiciones que se refieren al mundo.
Desde que apareci6 en 1954 la versi6n inglesa de esta obra
(The Aim and Structure oj Physical Theory) se ha replanteado
de nuevo ellugar que Duhem ha de ocupar en la polernica rea-
lismo/antirrealismo. Nuevos estudios (Paul Needham, Stathis
Psillos, Karen M. Darling) permiten releer sus textos desde una
Presentacioti de Laedicion en castellano xv
nueva perspectiva realista que se desarrollaria desde la concep-
ci6n duhemiana de teoria cientifica entendida como una clasifi-
caci6n natural: Lateoria no es solamente una representaci6n
econ6mica de las leyes experimentales -dice Duhem-; es tam-
bien una clasificacion de estas leyes-; la ley cientifica recoge las
semejanzas y regularidades de los fen6menos, y la teoria cienti-
fica distribuye estas leyes en clases. Esta clasificaci6n represen-
taria, de un modo que por 10menos se aproxima ala verdad, un
fragmento de la realidad. V alga como ilustraci6n la comparaci6n
que establece el mismo autor:
El fisico, que veen toda teoria una explicaci6n, esta con-
vencido de que en la vibraci6n luminosa ha captado el fon-
do autentico e intima de la cualidad que nuestros sentidos
nos manifiestan bajo la forma de luz y de color. Cree en la
existencia deun cuerpo, el eter; cuya diversas particulas estan
dotadas, gracias a esta vibraci6n, de un rapido movimiento
de vaiven.
Ciertamente, no compartimos estas ilusiones. Cuando en
una teoria 6ptica seguimos hablando devibraci6n luminosa,
ya no estamos pensando en un autentico movimiento devai-
yen deun cuerpo real. I maginamos solamente una magnitud
abstracta, una simple expresi6n geometrica cuya longitud,
peri6dicamente variable, nos sirve para enunciar las hip6-
tesis de la 6ptica, para hallar, mediante calculos exactos,
las leyes experimentales por las que serige la luz. Esta vi bra-
ci6n es para nosotros una representacion y no una explicaci6n
(pags.30-31).
Los textos parecen apoyar una lectura de la filosofia de la
ciencia de un Duhem realista y antirrealista a la vez. Karen M.
Darling ha argumentado ultimamente (2000) que las afirmacio-
nes de realismo y antirrealismo se efectuan en pI anos distintos.
Para Duhem, el razonamiento cientifico es por naturaleza anti-
X V I
Presentaci6n de Laedici6n en castellano
rrealista, pero la intuici6n (la razones del coraz6n) suponen un
grado derealismo suficiente para incentivar al te6rico ala inves-
tigaci6n cientifica: realismo motivacional, en terrninos de Dar-
ling. El trasfondo 10llena el analisis de Hume sobre la costum-
bre, guta de la vida humana, que nos lleva a creer -con una
fuerza que recuerda a la de la pasi6n- en el principio de la cau-
salidad, sin que nunca la mente pueda j ustificar racionalmente la
idea de causa.
Lafisica de un creyente, dijo de el Abel Rey en 1905; pero
no, tal como parece que Duhem entendi6 que se decia de el por
ser cat6lico, sino la del fil6sofo Duhem que cree- en una reali-
dad metafisica que la fisica no alcanza.
ANTONI MARTiNEZ-RIU
PREFACIO DE LA
SEGUNDA EDICION ORIGINAL
La primera edici6n de este libro data de 1906; los capitulos
que reune habian sido publicados sucesivamente, en 1904 y 1905,
por la Revue de Philosophie. Desde entonces, son numerosos los
debates promovidos entre los fil6sofos acerca de la teoria fisica,
y muchas las teorias nuevas propuestas pOI ' los fisicos. Pero ni
esas discusiones ni esos hallazgos nos han proporcionado razo-
nes para poner en duda los principios que habiamos planteado.
Mas bien nos hemos reafirmado en la convicci6n de que estos
principios debian ser mantenidos firmemente. Es cierto que algu-
nas escuelas han aparentado menospreciarlos; creyeron que, libe-
radas de las obligaciones que les imponian, podrian ir de descu-
brimiento en descubrimiento con mayor facilidad y rapidez. Pero
esta carrera desenfrenada y desordenada en busca dela idea nue-
va ha alterado todo el ambito de las teorias fisicas y 10ha con-
vertido en un verdadero caos, donde la 16gicayano encuentra su
via y del que huye, aterrorizado, el sentido comun.
De modo que no nos ha parecido ocioso recorda I'las reglas
dela 16gicayreivindicar los derechos del sentido comun, ni tam-
poco nos ha parecido inutil repetir 10que dijimos hace casi diez
afios, Esta segunda edici6n reproduce, pOI ' tanto, textualmente
todas las paginas de la primera.
Pero aunque el paso de los afios no nos ha aportado razones
suficientes para hacernos dudar de nuestros principios, si nos ha
proporcionado ocasiones para precisarlos y desarrollarlos. Estas
X V I I I Prefacio de la segunda edici6n
ocasiones nos han inducido aescribir dos articulos: uno de ellos,
Physique de croyant- ha sido publicado por Annates de philo-
sophie chretienne; y el otro, Lavaleur dela theorie physique, por
la Revue generate des Sciences pures et appliquees. Tal vez sera
de algun provecho para ellector hallar en la presente obra las
aclaraciones y complementos que esos dos articulos aportaban a
nuestro libro; por eso los hemos reproducido en el apendice con
el que se cierra esta nueva edici6n.
LA TEORIA FISICA
INTRODUCCION
Esta obra sera un simple analisis logico del metoda que uti-
liza en su progreso la ciencia fisica. Es posible que algunos lee-
tores deseen extender aotras ciencias las reflexiones que aqui se
exponen, es posible incluso que deseen sacar consecuencias que
trasciendan del objeto propio de la logica. Nosotros, por nuestra
parte, hemos evitado cuidadosamente incurrir en esas generaliza-
ciones y hemos impuesto anuestras investigaciones unos limites
muy estrictos, afin de explorar de la forma mas completa posible
el dominio estricto que les hemos asignado.
Antes de aplicar un instrumento al estudio de un fenomeno,
el experimentador, deseoso de obtener la maxima certeza, des-
monta ese instrumento, examina cada una de sus piezas, estudia
su disposicion y funcionamiento y las somete adivers as pruebas.
De este modo sabe con exactitud 10 que significan las indicacio-
nes del instrumento y el grado deprecision que se puede obtener,
y puede utilizarlo con toda seguridad.
Asi hemos procedido en nuestro analisis dela teoria fisica. En
primer lugar, hemos intentado fijar el objeto con precision. Des-
pues, conociendo el fin al que tiende la teoria, hemos examinado
su estructura, hemos estudiado luego el mecanismo de todas las
operaciones mediante las cuales se constituye, y hemos sefialado
como contribuye cada una de ellas al objeto de la teoria.
Nos hemos esforzado por aclarar todas nuestras afirmacio-
nes mediante ejemplos, en un intento de evitar esos discursos en
los que es imposible captar el contacto inmediato con la realidad.
Por otra parte, la doctrina expuesta en la presente obra no es
2 Introduccioti
un sistema 16gicosurgido delamera contemplaci6n deideas gene-
rales; no ha sido elaborada mediante una meditaci6n que rehu-
ya el detalle concreto, sino que ha nacido y se ha desarrollado a
traves de la practica cotidiana de la ciencia.
Practicamente, no hay rinc6n dela fisica te6rica que no haya-
mos explorado hasta en sus menores detalles, y nos hemos esfor-
zado incesantemente en observar el progreso de cada uno de
ellos. El conjunto de ideas sobre el objeto y la estructura dela teo-
ria fisica que hoy presentamos es el resultado de esta labor, que
se ha prolongado a 10largo de veinte alios. Gracias a esta larga
experimentaci6n, nos hemos asegurado de que son correctas y
fecundas.
Primera parte
EL OBJ ETO DE LA TEORI A FI SI CA
Capitulo I
TEORIA FISICA Y EXPLICACION
METAFISICA
I . LA TEORTA FTSI CA CONSI DERADA UNA EX PLI CACr6N
Laprimera cuesti6n que senos plantea es la siguiente: l Cual
es el objeto de una teoriajisica? V arias son las respuestas que se
han dado a esta pregunta, y todas ellas pueden reducirse a es-
tas dos:
Una teoriajisica, han respondido algunos 16gicos, tiene por
objeto la EX PLI CACl6N de un conjunto de leyes establecidas experi-
mentalmente.
Una teoriajisica, han dicho otros pensadores, es un sistema
abstracto cuyo objetivo es RESUMI R y CLASI FI CAR L6GI CAMENTE un
conjunto de leyes experimentales, sin pretender explicarlas.
V amos a examinar sucesivamente estas dos respuestas y a
sopesar las razones que tenemos para admitir 0 rechazar cada
una de ellas. Empezaremos por la primera, la que contempla la
teoria fisica como una explicaci6n.
Ante todo, lque es una explicaci6n?
Explicar, explicare, es despojar la realidad de las apariencias
que la envuelven como si fueran velos, a fin de contemplar esta
realidad desnuda y cara a cara.
La observaci6n delos fen6menos fisicos no nos pone en rela-
ci6n con la realidad que se oculta bajo las apariencias sensibles,
6 El objeto de la teoria fisica
sino que nos pone en relaci6n precisamente con esas apariencias
sensibles, contempladas deforma particular y concreta. Las leyes
experimentales tampoco tienen pOI ' objeto la realidad material,
sino que tratan de esas mismas apariencias sensibles, aunque de
una forma abstracta y general. AI quitar, al rasgar los velos de esas
apariencias sensibles, la teoria va a buscar, en ellas y bajo ellas,
10que hay realmente en los cuerpos.
POI 'ejemplo, los instrumentos de cuerda 0de viento produ-
cen sonidos que hemos escuchado atentamente, que hemos oido
cobrar fuerza 0 debilitarse, elevarse 0 descender, adquirir mil
matices produciendo en nosotros sensaciones auditivas, emocio-
nes musicales: se trata de hechos acusticos.
Nuestra inteligencia, siguiendo las leyes que rigen su fun-
cionamiento, hace que estas sensaciones particulares y concre-
tas sean elaboradas de tal forma que nos proporcionen nocio-
nes generales y abstractas: intensidad, tono, octava, acorde per-
fecto mayor 0 menor, timbre, etc. Las leyes experimentales de I
a acustica tienen pOI ' objeto enunciar las relaciones fijas entre
estas nociones y otras nociones igualmente abstractas y genera-
les. Una ley, pOI ' ejemplo, nos ensefia la relaci6n que existe en-
tre las dimensiones de dos cuerdas del mismo metal que produ-
cen dos sonidos del mismo tono, 0dos sonidos separados pOI 'una
octava.
Pero estas nociones abstractas -intensidad deun sonido, tono,
timbre- representan para nuestra mente solamente las caracte-
risticas generales de nuestras percepciones sonoras; I e permi-
ten conocer el sonido tal como es en relaci6n con nosotros, no tal
como es en sf mismo, en los cuerpos sonoros. Esta realidad, de la
que nuestras sensaciones no son mas que la envoltura y el velo,
las teorfas acusticas nos la daran a conocer. Nos ensenaran que
alli donde nuestras percepciones solamente captan esta aparien-
cia que llamamos el sonido, hay en realidad un movimiento peri6-
dico, muy pequefio y muy rapido; que la intensidad y el tono no
son mas que los aspectos externos de la amplitud y de la frecuen-
Teoriajisica y ezplicacion metaflsica 7
cia de este movimiento; que el timbre es la manifestaci6n apa-
rente de la estructura real de este movimiento, la sensaci6n com-
pleja que resulta de los diversos movimientos pendulares en los
que seI epuede analizar, Las teorias acusticas son, por tanto, expli-
caciones.
La explicaci6n que las teorias acusticas dan de las leyes expe-
rimentales que rigen los fen6menos sonoros es exacta. En muchos
casos consiguen que veamos con nuestros propios ojos y toque-
mos con nuestras manos los movimientos a los que atribuyen
estos fen6menos.
La teoria fisica casi nunca puede conseguir este grado deper-
fecci6n; no puede considerarse asi misma una explicaci6n cierta
delas apariencias sensibles. Nopuede hacer accesible anuestros
sentidos la realidad que, segun proclama, reside bajo las apa-
riencias, de modo que se contenta con demostrar que todas nues-
tras percepciones seproducen como si la realidad fuera tal como
afirma; una teoria de esta clase es una explicaci6n hipotetica.
Examinemos, por ejemplo, el conjunto de fen6menos obser-
vados por el sentido de lavista. El analisis racional de estos fen6-
menos nos lleva aconcebir ciertas nociones abstractas y genera-
les que expresan las caracteristicas que hallamos en toda
percepci6n luminosa: color simple 0compuesto, brillo, etc. La
leyes experimentales de la 6ptica nos ensefian las relaciones fijas
que existen entre estas nociones abstractas y generales y otras
nociones analogas; pOl' ejemplo, una ley relaciona la intensidad
de la luz amarilla reflejada por una lamina delgada con el espe-
SOl'de esta lamina y con el Angulo de incidencia de los rayos que
la iluminan.
La teoria vibratoria de la luz nos da una explicaci6n hipote-
tica de estas leyes experimentales. Dicha teoria supone que todos
los cuerpos que vemos, percibimos y pesamos estan sumergidos
en un medio, inaccesible anuestros sentidos eimponderable, que
denomina eter. A ese eter le atribuye ciertas propiedades meca-
nicas, admite que toda luz simple es una vibraci6n transversal,
8 El objeto de la teoria ftsica
muy pequefia y muy rapida, de ese eter, y que la frecuencia y la
amplitud de esta vibraci6n caracterizan el color de esta luz y su
brillo. Y aunque no puede hacer que percibamos ese eter, ni pue-
de conseguir que constatemos de visu el vaiven de la vibraci6n
luminosa, seesfuerza por demostrar quelas consecuencias desus
postulados son del todo conformes con las leyes que nos propor-
ciona la 6ptica experimental.
II. SECUN LA OPI NI ON ANTERI OR, LA FI SI CA TEORI CA
ESTA SUBORDI NADA A LA METAFI SI CA
Si una teoria fisica es una explicaci6n, no habra conseguido
su objetivo hasta que haya apartado toda apariencia sensible y
consiga captar la realidad fisica. Por ejemplo, las investigacio-
nes de Newton sobre la dispersi6n de laluz nos han ensefiado a
descomponer la sensaci6n que nos hace percibir una luminosi-
dad como laque emana del sol, nos han ensefiado que esta lumi-
nosidad es compleja, que se descompone en un determinado
numero deluminosidades mas simples, dotada cada una deellas
de un color determinado einvariable. Pero estas luminosidades
simples 0monocromaticas son las representaciones abstractas y
generales deciertas sensaciones: son apariencias sensibles. Noso-
tros hemos disociado una apariencia compleja en otras aparien-
cias mas simples, pero no hemos alcanzado las realidades, no
hemos dado una explicaci6n delos efectos coloreados, no hemos
construido una teoria 6ptica.
Asi pues, para decidir si un conjunto deproposiciones cons-
tituye 0no una teoria fisica hace falta examinar si las nociones
que relacionan estas proposiciones expresan, deuna forma abs-
tracta y general, los elementos que constituyen realmente las
cosas materiales, 0si por el contrario estas nociones represen-
Teoria fisica y explicacion metafisica 9
tan solamente las caracteristicas universales de nuestras per-
cepciones.
Para que ese examen tenga sentido, para que sepueda pro-
poner su realizaci6n, es preciso ante todo considerar cierta la
siguiente afirmaci6n: bajo las apariencias sensibles que nos reve-
I an nuestras percepciones existe una realidad, distinta de estas
apariencias.
Una vez admitido este punto, al margen del cual no se con-
cebiria labusqueda deuna explicaci6n fisica, es imposible reco-
nocer que seha llegado auna explicaci6n adecuada hasta haber
respondido aesta otra pregunta: GcuaI es lanaturaleza delos ele-
mentos que constituyen larealidad material?
Ahora bien, esas dos preguntas: Gexisteuna realidad mate-
rial distinta de las apariencias sensibles?, GcuaI es la naturaleza
de esta realidad?, no son de la competencia del metoda experi-
mental, ya que ese metoda s610conoce las apariencias sensibles
yno podria descubrir nada que las superara. Larespuesta aestas
preguntas trasciende de los metodos de observaci6n que utiliza
lafisica; es objeto delametafisica.
Demodo que si Lasteorias fisicas tienen por objeto explicar Las
leyes experimentales, lafisica teorica no es una ciencia autonoma,
esta subordinada a Lametafisica;
III. SEGUN LA OPI NI ON ANTERI OR, EL V ALOR DE UNA TEORiA
FI SI CA DEPENDE DEL SI STEMA METAFislCO QUE SE ADOPTE
Las proposiciones que componen las ciencias puramente
matematicas son verdades que tienen el grado mas alto de con-
senso universal. La precisi6n dellenguaje y el rigor de los pro-
cedimientos de demostraci6n no permiten que existan divergen-
cias duraderas entre las opiniones de distintos ge6metras. Las
10 El objeto de la teoriajisica
doctrinas tienen un desarrollo continuado a traves de los siglos,
sin que los nuevos hallazgos supongan perdida alguna delos domi-
nios ya conquistados.
No hay ningun pensador que no desee para la ciencia que
estudia un desarrollo tan apacible y tan regular como el de las
matematicas. Pero si hay alguna ciencia para la que ese deseo pue-
de parecer especialmente legitimo esa es la fisica teorica, ya que,
de todas las ramas del conocimiento, es sin duda la que esta mas
cerca del algebra y de la geometria.
Ahora bien, someter las teorias fisicas ala dependencia de la
metafisica no es indudablemente el mejor medio de asegurarles
el beneficio del consenso universal. En efecto, ningun filosofo, por
mucho que confie en el valor de los metodos que sirven para tra-
tar de los problemas metafisicos, pondria en duda esta verdad
de hecho. Revisemos todos los arnbitos donde se ejerce la activi-
dad intelectual del hombre: en ninguno de esos ambitos, ni los
sistemas aparecidos en epocas diferentes, ni los sistemas con-
temporaneos surgidos deescuelas diferentes apareceran mas pro-
fundamente diferenciados, mas rigidamente separados, mas vio-
lentamente opuestos que en el campo de la metafisica.
Si la fisica teorica esta subordinada a la metafisica, las divi-
siones que separan los distintos sistemas metafisicos se prolon-
garan al ambito de la fisica. Una teoria fisica, considerada satis-
factoria por los seguidores de una escuela metafisica, sera
rechazada por los partidarios de otra escuela.
Consideremos, por ejemplo, la teoria de los fenomenos que
produce el iman sobre el hierro, y supongamos por un momento
que somos peripateticos,
lQue nos ensefia sobre la naturaleza real de los cuerpos la
Metafisica de Aristoteles? Toda sustancia, y especialmente toda
sustancia material, resulta de la union de dos elementos, uno per-
manente, la materia, y el otro variable, lajorma. Debido al carac-
ter permanente de su materia, el pedazo de hierro que tengo ante
mis ojos sigue siendo, siempre yen toda circunstancia, el mismo
Teoriajisica y explicaci6n metofisica 11
pedazo de hierro. En virtud de las variaciones que sufre su for-
ma, de las alteraciones que experimenta, las propiedades de ese
mismo pedazo de hierro pueden cambiar segun las circunstan-
cias: puede ser solido 0liquido, caliente 0frio, adoptar una u otra
figura.
Colocado en presencia deun iman, ese pedazo dehierro expe-
rimenta en su forma una alteracion especial, tanto mas intensa
cuanto mas proximo esta el iman, Esa alteraci6n corresponde a
la aparici6n de dos polos; para el pedazo de hierro es un princi-
pio de movimiento, de tal naturaleza que cada polo tiende aapro-
ximarse al polo de signa contrario al del iman y aalejarse del polo
del mismo signo.
Para un fil6sofo peripatetico esa es la realidad que se oculta
tras los fenomenos magneticos. Cuando haya analiza do todos estos
fen6menos hasta reducirlos alas propiedades de la cualidad mag-
netica y de sus dos polos, habra dado una explicaci6n completa,
habra formulado una teoria plenamente satisfactoria. Esta es la
teoria que en 1629 elabor6 Nicolas Cabeo! en su notable obra Phi-
losophia magnetica
Si bien un peripatetico puede considerarse satisfecho con la
teoria delmagnetismo tal como la concibio Cabeo, no ocurrira 10
mismo con un filosofo newtoniano fiel a la cosmologia de Bos-
covich.
Segun la filosofia natural que Boscovich- dedujo de los prin-
cipios deNewton y de sus discipulos, explicar las leyes de los feno-
menos que produce el iman sobre el hierro por una alteraci6n
1. Philosophia magnetica, in qua magnetis natura penitus explicatur et
omnium quae hoc lapide cernuntur causae propriae afTeruntur, multa quo-
que dicuntur de electricis et aliis attractionibus, et eorum causis; auctore
NI COLAOCABEOFERRARI ENSI , Societ. J esu, Coloniae, apud J oannem Kinckium,
anno MDCX X I X .
2. Theoria philosophiae naturalis redacta ad unicam legem uirium in
natura existentium, auctore P. ROGERI OJ OSEPHOBOSCOV I CH, Societatis J esu,
V iennae, MDCCLV I I I .
12 El objeto de la teoriajisica
magnetica delaforma sustancial del hierro es no explicar abso-
lutamente nada; propiamente es disimular nuestra ignorancia de
larealidad con palabras tan sonoras como vacias.
Lasustancia material no secompone demateria y deforma,
sino quesedescompone en un numero inmenso depuntos, caren-
tes deextensi6n y defigura, pero dotados demasa. Entre dos pun-
tos cualesquiera se ejerce una acci6n mutua, de atracci6n 0de
repulsi6n, proporcional al producto delas masas delos dos pun-
tos y a una determinada funci6n de la distancia que los separa.
Entre esos puntos, los hay que forman los cuerpos propiamente
dichos, y entre dichos puntos se ejerce una acci6n mutua. En
cuanto su distancia supera un determinado limite, esta accion se
reduce alagravedad universal estudiada por Newton. Otros pun-
tos, que no poseen esta acci6n de gravedad, componen fluidos
imponderables, como los fluidos electricos y el fluido calorifico.
Hipotesis adecuadas sobre las masas detodos esos puntos mate-
riales, sobre su distribuci6n y sobre la forma de las funciones
de la distancia de la que dependen sus acciones mutuas debe-
ran dar cuenta de todos los fen6menos fisicos.
Por ejemplo, para explicar 10sefectos magneticos imagina-
mos que cada molecula de hierro tiene masas iguales de fluido
magnetico austral y de fluido magnetico boreal; que la distribu-
ci6n delos fluidos en esta rnolecula esta regida por las leyes dela
mecanica, que dos masas magneticas ejercen entre si una acci6n
proporcional al producto de esas masas y al inverso del cuadra-
do desu distancia mutua; finalmente, que esta acci6n es derepul-
si6n 0de atracci6n segun las masas sean de la misma especie 0
deespecies diferentes. Asi sedesarro1l6 lateoria del magnetismo
que, iniciada por Franklin, CEpinus, Tobias Mayer y Coulomb,
alcanzo su total plenitud en las clasicas memorias de Poisson.
lDa esta teoria una explicaci6n de los fen6menos magneti-
cos capaz desatisfacer aun atomista? Seguramente no. Entre las
particulas de fluido magnetico distantes unas de otras admite la
existencia de acciones de atracci6n 0de repulsi6n. Ahora bien,
Teoriajisica y explicacion metafisica 13
para un atomista, esas acciones representan apariencias; no debe-
rian considerarse realidades.
Segun las doctrinas atomistas, lamateria secompone decuer-
pos muy pequefios duros yrigidos, representados configuras diver-
sas y esparcidos profusamente en el vacio. Esos corpusculos, que
estan separados entre si, no pueden influirse deningun modo. Sola-
mente cuando entran en contacto uno con otro sus dos impene-
trabilidades chocan ysus movimientos resultan modificados segun
unas leyes fijas. Los tamafios, figuras y masas de los atomos, y
lasreglas querigen sus choques han deproporcionar launica expli-
caci6n satisfactoria que puedan obtener las leyes fisicas.
Para explicar de forma inteligible los distintos movimientos
que experimenta un pedazo de hierro en presencia de un iman,
habra queimaginar gran cantidad decorpusculos magneticos que
se escapan del iman en efluvios apretados, aunque.invisibles e
impalpables, 0seprecipitan hacia el, En su rapida carrera, esos
corpusculos chocan de maneras diversas con las moleculas de
hierro, y de esos choques nacen las presiones que una filosofia
superficial atribuia a atracciones y repulsiones magneticas. Ese
es el principio de una teoria de la imantaci6n, esbozada ya por
Lucrecio, desarrollada en el siglo X V I I por Gassendi, y retomada
amenudo desde entonces.
lAcaso no hallaremos algunos espiritus, dificiles de conten-
tar, que reprochen aesta teoria el hecho de que no explica nada
y que toma las apariencias por realidades? Efectivamente, esos
espiritus son los cartesianos.
Segun Descartes, la materia es esencialmente identica a la
extensi6n en longitud, anchura y profundidad de la que hablan
los geornetras; no hay que considerar en ella mas que distintas
figuras y distintos movimientos. Lamateria cartesiana es, por asi
decir, una especie defluido inmenso, incompresible y absoluta-
mente homogeneo. Losatomos duros eindivisibles, losvacios que
los separan, no son mas que apariencias eilusiones. Algunas por-
ciones de fluido universal pueden estar animadas de movimien-
14 EL objeto de La teoria ftsica
tos persistentes en forma de remolino; a los ojos burdos del ato-
mista, estos remoI inos I epareceran corpusculos indivisibles. EI
fluido interpuesto entre un remoI ino y otro transmite presiones
que el newtoniano, debido aun analisis insuficiente, tomara por
acciones a distancia. Esos son los principios de una fisica cuyo
primer esbozo traz6 Descartes, en la que profundiz6 Malebran-
che y ala que W. Thomson, ayudado por las investigaciones hidro-
dinamicas de Cauchy y de Helmholtz, proporcion6 la ampI itud
y la precisi6n que impI ican las doctrinas matematicas actuales.
Esta fisica cartesiana no podria prescindir de una teoria del
magnetismo; el propio Descartes habia intentado elaborar una.
Las espirales de materia sutil que, con cierta ingenuidad, susti-
tuian en esta teoria alos corpusculos magneticos de Gassendi die-
ron paso, en los cartesianos del siglo X I X , a los remoI inos mejor
concebidos por Maxwell.
V emos, pues, que cada escuela filos6fica propone una teoria
que reduce los fen6menos magneticos alos elementos que, en su
opini6n, componen la esencia de la materia. Pero las otras escue-
las rechazan esta teoria, 0bien sus principios no les permiten ver
en ella una expI icaci6n satisfactoria de la imantaci6n.
I V . EL DEBATE SOBRE LAS CAUSAS OCULTAS
Los reproches que una escuela cosmol6gica dirige aotra adop-
tan con frecuencia la misma forma: la primera acusa ala segun-
da de recurrir a causas ocultas.
Las grandes escuelas cosmol6gicas, la escuela peripatetica,
la escuela newtoniana, la escuela atomista y la escuela cartesia-
na, pueden ordenarse de tal forma que cada una admite en la
materia un numero de propiedades esenciales menor que el que
I eatribuyen las anteriores.
Teoriajisica y expLicaci6n metafisica 15
La escuela peripatetica sostiene que la sustancia de los cuer-
pos esta compuesta solamente de dos elementos, la materia y la
forma, pero esta forma puede estar afectada de cualidades cuyo
numero no es limitado. Asi pues, cada propiedad fisica podra
ser atribuida a una cualidad especial: cualidad sensible, directa-
mente accesible anuestra percepci6n, como el peso, la solidez, la
fluidez, el calor, la luminosidad; 0 bien cualidad oculta, cuyos
efectos s610se manifestaran de forma indirecta, como la imanta-
ci6n 0la electrificaci6n.
Los newtonianos rechazan esta multiplicidad sin fin de cua-
lidades, y simplifican al maximo la noci6n de sustancia material.
A los elementos de la materia s610les asignan masas, acciones
mutuas y figuras, eincluso llegan areducirlos apuntos inexten-
sos, como hacen Boscovich y muchos de sus sucesores.
La escuela atomista va mas lejos. Para los atomistas, los ele-
mentos materiales conservan la mas a, la figura y la dureza, pero
las fuerzas mediante las que seatraian unas aotras segun la escue-
la newtoniana desaparecen del ambito de las realidades; se con-
templan tan s610como apariencias y ficciones.
Los cartesianos, finalmente, llevan hasta sus ultimas conse-
cuencias esta tendencia adespojar la sustancia material de diver-
sas propiedades. Rechazan la dureza de los atomos, rechazan
incluso la distinci6n entre lleno y vacio, eidentifican la materia,
segun palabras de Leibniz, con laextensi6n y su cambio."
De modo que cada escuela cosmol6gica admite en sus expli-
caciones algunas propiedades delamateria que la escuela siguien-
te se niega a considerar realidades, y se limita a considerarlas
palabras que designan, sin desvelarlas, realidades mas escondi-
das, que asimila, por asi decir, alas cualidades ocultas creadas
con tanta profusi6n por la Escolastica.
No hace falta recordar que todas las escuelas cosmol6gicas
han coincidido en repro char a la escuela peripatetica el arsenal
3. LEI BNI Z, tEuores, edici6n Gerhardt, t. I V , p. 464.
4P----------------------------------
16 EI objeto de La teoriajisica
de cualidades que incluia en la forma sustancial, arsenal que se
enriquecia con una cualidad nueva cada vez que habia que expli-
car un fen6meno nuevo. Ahora bien, la fisica peripatetica no ha
sido la unica que ha tenido que soportar esos reproches.
Las atracciones y repulsiones, ejercidas a distancia, que los
newtonianos atribuyen a los elementos materiales, son, en opi-
ni6n de atomistas y cartesianos, una de esas explicaciones pura-
mente verbales tan habituales en la antigua Escolastica. Apenas
habian salido a la luz los Principia de Newton cuando ya provo-
caban los sarcasmos del clan atomista agrupado en torno aHuy-
gens: Laexplicaci6n dela causa del reflujo que proporciona New-
ton no me satisface en absoluto, escribia Huygens aLeibniz, como
tampoco todas las otras teorias que elabora apartir de su princi-
pio de atracci6n, que me parece absurdo."
Si Descartes hubiera vivido en aquella epoca, habria utili-
zado un lenguaje semejante al de Huygens. En efecto, el P. Mer-
senne habia sometido a su opini6n una obra de Boberval? en la
que este autor admitia, mucho antes que Newton, una gravitaci6n
universal. E120 de abril de 1646, Descartes expresaba su opini6n
en los siguientes terminos:
Nada es mas absurdo que el supuesto afiadido a10que pre-
cede. El autor supone que hay una cierta propiedad inherente a
cada una de las particulas de la materia del mundo y que, debido
aesta propiedad, se dirigen unas hacia las otras y seatraen mutua-
mente. Supone asimismo que una propiedad semejante es inhe-
rente acada una de las particulas terrestres, y que esta propiedad
no estorba para nada ala anterior. Para comprender esto, no s610
hay que suponer que cada una delas particulas materiales es ani-
mada, yposee ademas numerosas almas diversas que no se estor-
4. Huygens a Leibniz, 18 de noviembre de 1690. HUYGENS,(Euures comple-
tes, l. I X , p. 52.
5. ARI STARCHI SAMI I , De mundi systemate, partibus et motibus ejusdem,
liber singularis, Parisiis, 1643. Esta obra fue reproducida en 1647, en el volu-
men I I I de los Cogitata physico-mathematica de MERSENNE.
Teoria fisica y explicacion metafisica 17
ban unas a otras, sino tambien que estas almas de las particulas
materiales estan dotadas de conocimiento, y que son realmente
divinas, a fin de poder conocer sin necesidad de intermediario
alguno 10que sucede en lugares muy alejados de ellas y ejercer
alli sus acciones.s"
Los cartesianos coinciden, pues, con los atomistas cuando se
trata de condenar como cualidad oculta la acci6n adistancia que
los newtonianos invocan en sus teorias. Pero, volviendose inme-
diatamente contra los atomistas, los cartesianos juzgan con la mis-
ma severidad la dureza y la indivisibilidad que aquellos atribu-
yen a sus corpusculos. Otra de las cosas que siento -escribe al
atomista Huygens el cartesiano Denis Papin-, es... que usted crea
que la dureza perfecta forma parte de la esencia de los cuerpos;
me parece que esto implica suponer una cualidad inherente que
nos aleja de los principios matematicos 0mecanicos.r
7
Es cierto
que el atomista Huygens criticaba con la misma dureza la opini6n
cartesiana: La otra dificultad que objetais -responde a Papin-,
es que yo supongo que la dureza forma parte de la esencia de
los cuerpos, mientras que vos, al igua1 que el senor Descartes, no
admitis mas que su extensi6n. De 10que deduzco que todavia
no habeis abandonado esta creencia, que desde hace mucho tiem-
po considero absurda."
Es evidente que si se subordina la fisica te6rica a la metafi-
sica no se contribuira aasegurarle el beneficio del consenso uni-
versal.
6. DESCARTES, Correspondance, edici6n P. TANNERYY Ch. ADAM,n" CLX X X ,
t. I V , p. 396.
7. Denis Papin a Christian Huygens, 18 de junio de 1690. HUYGENS, tEu-
res completes, t. I X , p. 429.
8. Christian Huygens a Denis Papin, 2 de septiembre de 1690. HUYGENS,
(Euores completes, t. I X , p. 484.
18 EL objeto de La teoria flsica
V . NI NGUN SI STEMA METAFisI CO ES SUFI CI ENTE PARA
CONSTRUI R UNA TEORiA FisI CA
Cada una delas escuelas metafisicas reprocha asus rivales que
recurran en sus explicaciones anociones que no estan explicadas,
que son autenticas cualidades ocultas.lNo es cierto que ese mismo
reproche tambien se10podria dirigir casi siempre asi misma?
Para que los filosofos pertenecientes auna determinada escue-
la se declararan plenamente satisfechos con una teoria elabora-
da por los fisicos de la misma escuela, haria falta que todos los
principios utilizados en esta teoria fueran deducidos de la meta-
fisica profesada por esta escuela. Si en la explicaci6n de un fen6-
meno fisico se recurre a alguna ley que esta metafisica es inca-
paz dejustificar, la explicaci6n no tendra ningun valor y la teoria
fisica no habra conseguido su objetivo.
Ahora bien, ninguna metafisica proporciona ensefianzas tan
precisas y detalladas como para extraer de ellas todos los ele-
mentos de una teoria fisica.
En efecto, las ens~fianzas que proporciona una doctrina meta-
fisica acerca de laverdadera naturaleza de los cuerpos consisten
casi siempre en negaciones. Los peripateticos, al igual que los car-
tesianos, niegan la posibilidad de un espacio vacio. Los newto-
nianos rechazan toda cualidad que no se reduzca a una fuerza
ejercida entre puntos materiales. Los atomistas y los cartesia-
nos niegan cualquier acci6n adistancia. Los cartesianos no reco-
nocen entre las diversas particulas de la materia mas distinci6n
que la figura y el movimiento.
Todas estas negaciones son utiles para argumentar cuando
se trata de condenar una teoria propuesta por una escuela con-
traria, pero parecen especialmente esteriles cuando se quieren
extraer de ellas los principios de una teoria fisica.
Descartes, por ejemplo, niega que exista en la materia otra
cosa que no sea la extensi6n en longitud, anchura y profundi-
Teoria fisica y explicacion metafisica 19
dad y sus diversos modos, es decir, figuras y movimientos. Pero
s610con estos datos no puede ni siquiera esbozar la explicacion
de una ley fisica.
Necesitaria al menos, antes de intentar construir una teoria,
conocer las reglas generales que rigen los diversos movimientos.
Asi pues, de sus principios metafisicos, intentara en primer lugar
deducir una dinamica.
La perfecci6n de Dios exige que sea inmutable en sus desig-
nios. De esta inmutabilidad se deriva esta consecuencia: Dios
mantiene invariable en el mundo la cantidad de movimiento que
leha dado al comienzo.
Pero esta constancia dela cantidad demovimiento en el mun-
do no es aun un principio suficientemente preciso y definido como
para que podamos escribir una ecuaci6n de la dinamica; nece-
sitamos enunciarlo de forma cuantitativa, traduciendo median-
te una expresi6n algebraica totalmente determinada la noci6n,
hasta ahora demasiado vaga, de cantidad de movimiento.
lCua! sera, pues, el sentido matematico que el fisico otorga a
la expresion cantidad de movimiento?
Segun Descartes, lacantidad demovimiento decada particula
material sera el producto desu masa -0 desuvolumen, que en lafi-
sica cartesiana es identico asu masa- por lavelocidad de que esta
dotada. Lacantidad demovimiento detodalamateria sera lasuma de
las cantidades de movimiento de sus divers as partes. Esta suma
debera mantener un valor invariable en cualquier cambio fisico.
Sin duda, la combinaci6n de magnitudes algebraicas median-
te la que Descartes se propone traducir la cantidad de movimien-
to satisface las exigencias que nuestros conocimientos instinti-
vos imponian deentrada adicha traducci6n. Nula para un conjunto
inm6vil, es siempre positiva en el caso deun grupo decuerpos que
se agitan con cierto movimiento. Suvalor crece cuando una masa
determinada aumenta lavelocidad desu marcha, y sigue creciendo
cuando una velocidad dada afecta a una masa mas grande. Pero
hay una infinidad de otras expresiones que hubieran satisfecho
20 EI objeto de La teoriajisica
igualmente estas exigencias: habriamos podido sustituir la velo-
cidad por el cuadrado de la velocidad, y la expresi6n algebraica
asi obtenida habria coincidido entonces con la que Leibniz deno-
minarajtzerzc viva. En vez de obtener de la inmutabilidad divina
laconstancia en el mundo delacantidad cartesiana demovimiento,
habriamos deducido la constancia de la fuerza viva de Leibniz.
Demodo que laley que Descartes propone como base deladi-
namica concuerda efectivamente con lametafisica cartesiana, pero
no es una consecuencia obligada deella. Cuando Descartes reduce
ciertos efectos fisicos ameras consecuencias dedicha ley, esta pro-
banda sin duda que estos efectos no secontradicen con sus princi-
pios filos6ficos, pero no los explica apartir deestos principios.
Lo que acabamos de decir del cartesianismo, podriamos apli-
carlo a cualquier doctrina metafisica que pretenda desembocar
en una teoria fisica. En esta teoria se plantean siempre determi-
nadas hip6tesis que no estan fundamentadas en los principios de
la doctrina metafisica. Los seguidores de Boscovich admiten que
todas las atracciones 0 repulsiones que se experimentan a una
distancia sensible varian en raz6n inversa al cuadrado de la dis-
tancia. Esta hip6tesis les permite elaborar una mecanica celes-
te, una mecanica electrica y una mecanica magnetica, pero esta
forma de ley les viene dictada pOI 'el deseo de hacer coincidir sus
explicaciones con los hechos, no pOI 'las exigencias de su filoso-
fia. Los atomistas admiten que hay una ley que regula el choque
de los corpusculos, pero esta ley es una extensi6n, especialmen-
te audaz, al mundo de los atomos de otra ley que s610 permite
estudiar masas suficientemente grandes para ser percibidas pOI '
nuestros sentidos; no se deduce de la filosofia epicurea,
POI 'consiguiente, no podemos extraer de un sistema metafi-
sica todos los elementos necesarios para construir una teoria flsi-
ca. La teoria siempre recurre aproposiciones que ese sistema no
le ha proporcionado y que, pOI ' tanto, siguen siendo un misterio
para los partidarios de ese sistema; en el fonda de las explica-
ciones que pretende proporcionar siernpre yace 10inexplicado.
Capitulo II
TEORI A FI SI CA
Y CLASI FI CACI ON NATURAL
I . CUAL ES LA V ERDADERA NATURALEZA DE UNA
TEORiA FI STCA Y QUE OPERACI ONES LA CONSTLTUYEN
Al considerar una teoria fisica como una explicaci6n hipo-
tetica de la realidad material, la subordinamos a la metafisica.
De este modo, lejos de darle una forma que pueda ser aceptada
pOI ' una mayoria, limitamos su aceptaci6n a quienes estan de
acuerdo con la filosofia ala que se remite. Pero ni siquiera estos
estarian totalmente satisfechos con esta Leoria, ya que no extrae
todos sus principios de la doctrina metafisica de la que pretende
derivar.
Estas reflexiones, que han sido objeto de estudio en el capi-
tulo anterior, nos conducen directamente aplantearnos las siguien-
tes preguntas:
iNo se podria asignar a la teoria fisica un objeto tal que la
haga aut6noma? Si se basara en unos principios que no proce-
dieran de ninguna doctrina metafisica, podria ser juzgada pOI 'si
misma y sin que las opiniones delos distintos fisicos asu respecto
dependieran para nada de las distintas escuelas filos6ficas alas
que puedan adscribirse.
iNo se podria, ala hora de construir una teoria fisica, conce-
bir un metodo que fuera suficientei Consecuente con su propia defi-
22 EI objeto de la teoriajisica
nicion, la teoria no utilizaria ningun principio, ni recurriria anin-
gun procedimiento del que no pudiera servirse legitimamente.
Nos proponemos aqui fijar y estudiar este objeto y este me-
todo.
Propongamos ante todo una definicion de la teorta fisica,
cuyo contenido sera enteramente aclarado y desarrollado acon-
tinuaci6n:
Una teoria fisica no es una explicacion. Es un sistema de pro-
posiciones matematicas, deducidas de un pequetio numero de prin-
cipios cuyo objeto es representar de la manera mas simple, mas com-
pleta y mas exacta posible un conjunto de leyes experimentales.
Para comenzar a precisar un poco esta definicion, caracte-
rizaremos las cuatro operaciones sucesivas mediante las que se
elabora una teoria fisica.
1) Entre las propiedades flsicas que nos proponemos repre-
sentar, elegimos las que consideramos propiedades simples, y las
otras seran consideradas agrupaciones 0combinaciones de esas
propiedades. Mediante los metodos de medici6n apropiados, les
atribuimos simbolos matematicos, numeros y magnitudes, aun-
que esos simbolos matematicos no guardan ninguna relacion natu-
ral con las propiedades que representan, sino que mantienen con
ellas tan s610una relacion de signa y cosa significada. Con los
metodos de medici6n, se puede hacer que a cada estado de una
propiedad flsica I ecorresponda un valor de simbolo representa-
tivo, y ala inversa.
2) Relacionamos entre si las distintas clases de magnitudes
asi introducidas mediante unas pocas proposiciones que serviran
de principios para nuestras deducciones; esos principios pode-
mos denominarlos hip6tesis en el sentido etimol6gico del termi-
no, ya que son realmente los fundamentos sobre los que se cons-
truira la teoria, pero no pretenden en absoluto enunciar relaciones
verdaderas entre las propiedades reales delos cuerpos. Esas hipo-
tesis pueden formularse, por tanto, de una forma arbitraria. La
unica barrera absolutamente infranqueable ante la que se detie-
Teoriajisica y clasificacion natural 25
ne esta arbitrariedad es la contradicci6n logica, tanto entre los ter-
minos de una misma hip6tesis como entre las distintas hipote-
sis de una misma teoria.
3) Los distintos principios 0hipotesis de una teoria se com-
binan segun las reglas del analisis matematico. Las exigencias de
la logica algebraica son las unicas que el te6rico esta obligado a
satisfacer a 10largo de ese desarrollo. Las magnitudes a las que
aplica sus calculos no pretenden en absoluto ser realidades flsi-
cas; los principios a los que apela en sus deducciones no equi-
val en al enunciado de relaciones verdaderas entre estas realida-
des. No importa si las operaciones que ejecuta corresponden 0no
atransformaciones fisicas reales 0ni siquiera concebibles. Lo uni-
co que tenemos derecho aexigirle es que sus silogismos sean con-
cluyentes y sus calculos exactos.
4) Las distintas consecuencias que de este modo sehan obte-
nido de las hip6tesis pueden traducirse en otros tantos juicios
sobre las propiedades fisicas de los cuerpos. Los metodos correc-
tos para definir y medir estas propiedades fisicas son como el voca-
bulario, la clave que permite hacer esta traducci6n. Estos juicios
se comparan con las leyes experimentales que la teorla se propo-
ne representar. Si estan deacuerdo con esas leyes, con el grado de
aproximacion que implican los procedimientos de medici6n uti-
lizados, la teoria ha conseguido su objetivo y se considera buena;
en caso contrario, es mala, y debera ser modificada 0rechazada.
De modo que una teorta verdadera no es una teoria que da
una explicaci6n de las apariencias flsicas conforme ala realidad,
sino una teorla que representa de manera satisfactoria un con-
junto de leyes experimentales. Una teoriajalsa no es un intento
de explicaci6n basado en suposiciones contrarias a la realidad;
es un conjunto de proposiciones que no concuerdan con las leyes
experimentales. El acuerdo con la experiencia es el unico criterio
de verdad para una teoria jisica.
La definicion que acabamos de esbozar distingue cuatro ope-
raciones fundamentales en una teoria flsica:
24 El objeto de Lateoria fisica
1) La definicion y la medida de las magnitudes fisicas;
2) La eleccion de las hipotesis;
3) El desarrollo matematico de la teoria;
4) La comparacion de la teoria con la experiencia.
Estas cuatro operaciones seran tratadas con extension a 10
largo de la presente obra, ya que cada una de ellas presenta difi-
cultades que exigen un analisis minucioso. Pero ya desde ahora
estarnos en condiciones de responder a algunas preguntas y de
rechazar algunas objeciones suscitadas por lapresente definicion
de la teoria fisica.
II. lCuAL ES LA UTI LI DAD DE UNA TEORiA FiS[CA? LA TEORiA
CONSI DERADA UNA ECONOMiA DEL PENSAMI ENTO
Ante todo, lpara que sirve una teoria asi?
Una teoria concebida tal como acabamos de exponer no nos
ensefia, ni pretende ensefiarnos absolutamente nada acerca de la
naturaleza de las cosas ni de las realidades que se ocultan bajo
los fen6menos que estudiamos. lEntonces, para que sirve? lQue
ventaja obtienen los fisicos al sustituir las leyes que proporciona
directamente el metodo experimental por un sistema deproposi-
ciones matematicas que las representan?
Antetodo, lateoria sustituye un gran numero deleyes que para
nosotros son independientes entre si, ydeben ser aprendidas yrete-
nidas una por una, por un reducido numero de proposiciones, las
hipotesis fundamentales. Una vez conocidas las hip6tesis, una de-
ducci6n matematica permite con toda certeza recobrar, sin omisi6n
ni repetici6n, todas las leyes fisicas. Semejante condensacion deuna
multitud deleyes en un reducido numero deprincipios supone un
alivio inmenso para laraz6n humana que, sin este artificio, no po-
dria almacenar las nuevas riquezas que cada dia va conquistando.
Teoria fisica y clasificaciori natural 25
La reduccion de las leyes fisicas ateorias contribuye, pues, a
esta economia intelectual que para E. Mach
1
es el objetivo y el prin-
cipio rector de la ciencia.
La ley experimental ya representaba una primera economia
intelectual. Lamente humana tenia ante si una inmensa cantidad
de hechos concretos, de una enorme complejidad de detalles, di-
ferentes entre sf. Ningun hombre habria podido abarcar yretener
el conocimiento detodos estos hechos, nadie habria podido trans-
mitir este conocimiento a sus semejantes. Entonces intervino la
abstracci6n y acab6 con todo 10que habia departicular y de indi-
vidual en estos hechos. Extrajo deellos 10general, 10que tenian en
cornun, ysustituy6 ese engorroso menton dehechos por una pro-
posicion unica, que ocupaba poco espacio en lamemoria y era fa-
cil de transmitir a traves de la ensefianza: forrnulo una ley fisica.
Por ejemplo, en lugar de anotar uno por uno los casos de
refraccion de laluz, podemos reproducirlos ypreverlos todos des-
de el momento en que sabemos que el rayo incidente, el rayo
refractado y la normal estan en un mismo plano, y que sen i =n
sen r. En vez deconsiderar los innumerables fen6menos derefrac-
cion en diversos medios y bajo angulos diferentes, no tenemos
mas que observar el valor de nteniendo en cuenta las relaciones
antes mencionadas, 10que es infinitamente mas facil, La tenden-
cia ala economia es evidente.s''
La mente humana duplica esa economia que supone la sus-
tituci6n de los hechos concretos por la ley cuando condensa las
leyes experimentales en teorias. La ley de la refracci6n es a los
innumerables hechos derefracci6n 10que la teoria 6ptica es alas
leyes infinitamente variadas de los fen6menos luminosos.
1. E.MACH, Die okonomische Natur der physikalischen Forschung (Popu-
larunssenschaftliche Vorlesungen, 3
1
(' Auflage, Leipzig 1903, X I I /, p. 215). - La
Mecanique; expose historique et critique de son deueloppemeru, Pads 1904,
c. I V , art. 4: La Science comme economie de la pensee, p. 449.
2. E. MACH, La Mecanique; expose historique et critique de son develop-
pement, Paris 1904, p. 453.
26 El objeto de la teoria ftsica
Los Antiguos tan s610redujeron aleyes un numero muy redu-
cido de efectos de la luz. Las unicas leyes 6pticas que conocie-
ron fueron las dela propagaci6n rectilinea dela luz y las leyes de
la reflexi6n. Este escaso bagaje se via aumentado en la epoca
de Descartes con la ley de la refracci6n. Una 6ptica tan reducida
podia prescindir dela teoria: era facil estudiar y ensefiar cada una
de sus leyes.
En cambio, el fisico que desea estudiar la6ptica actual lpodria
sin la ayuda de una teoria adquirir un conocimiento, aunque fuera
superficial, de este inmenso campo? Efectos derefracci6n simple,
derefracci6n doble por cristales monoaxiales 0biaxiales, derefle-
xi6n en medios is6tropos 0 cristalizados, de interferencias, de
difracci6n, de polarizaci6n por reflexi6n, por refracci6n simple 0
doble, de polarizaci6n cromatica, de polarizaci6n rotatoria, etc.:
cada una de esas grandes categorias de fen6menos da lugar al
enunciado de una enorme cantidad deleyes experimentales, cuyo
numero y complejidad causarian espanto alamemoria mas capaz
y mas fiel.
Y de pronto aparece la teoria 6ptica, que se apodera de todas
esas leyes y las condensa en un reducido nurnero de principios.
De esos principios, y mediante un calculo exacto y seguro, siem-
pre se puede extraer la ley que queremos utilizar; de modo que
yano es necesario seguir recordando todas esas leyes: basta cono-
cer los principios en los que se basala teoria.
Este ejemplo nos permite captar del natural c6mo progresan
las ciencias fisicas: el experimentador presenta sin cesar hechos
hasta entonces insospechados y formula leyes nuevas, y el te6ri-
co, afin de que la mente humana pueda almacenar esas riquezas,
imagina sin cesar representaciones mas condensadas, sistemas
mas econ6micos. EI desarrollo de la fisica da lugar a una lucha
continua entre lanaturaleza que no se cansa de proporcionar- y
la raz6n que no quiere cansarse de concebir.
Teoria fisica y clasificacion natural 27
III. LA TEORiA COMO CLASI FI CACI ON
La teoria no es solamente una representaci6n econ6mica de
las leyes experimentales; es tambien una clasificacion deestas leyes.
Lafisica experimental nos proporciona las leyes todas juntas
y, por asi decir, en un mismo plano, sin distribuirlas en grupos
de leyes unidas entre si por algun parentesco. Muchas veces son
causas totalmente accidentales 0analogias completamente super-
ficiales las que llevan alos observadores arelacionar en sus inves-
tigaciones unas leyes con otras. Newton plasm6 en una misma
obra las leyes de la dispersi6n de la luz que atraviesa un prisma
y las leyes de los colores con que se adorna una pompa de jab6n,
simplemente porque en ambos fen6menos nos Haman la atenci6n
los colores brillantes.
En cambio lateoria, al desarrollar las numerosas ramificacio-
nes del razonamiento deductivo que une los principios con las le-
yes experimentales, establece entre ellas un orden yuna clasifica-
ci6n: aunas, estrechamente relacionadas, las reune en un mismo
grupo, aotras las separa ylas coloca en dos grupos muy alejados.
Lateoria nos proporciona, por asi decir, latabla ylos titulos delos
capitulos en los que sedividira deforma met6dica la ciencia obje-
todeestudio: sefiala las leyes que deben situarse en cada capitulo.
Asi, junto alas leyes que rigen el espectro generado por un
prisma, coloca las leyes a que obedecen los colores del arco iris.
En cambio, las leyes por las que se suceden los tintes de los ani-
llos de Newton van a parar a otra regi6n, donde se encuentran
con las leyes de las franjas descubiertas por Young y Fresnel. En
otra categoria, las elegantes coloraciones analizadas por Grimal-
di se consideran parientes de los espectros de difracci6n produ-
cidos por Fraunhofer, Las leyes de todos estos fen6menos, cuyos
brill antes colores hacian que se confundieran unos con otros a
los ojos de un simple observador, quedan clasificadas y ordena-
das gracias a la labor del te6rico.
28 El objeto de la teoria fisica
Los conocimientos asi clasificados sepueden utilizar deuna
manera c6moda y segura. En esos compartimentos ordenados
donde yacen, una junto aotra, las herramientas que tienen lamis-
ma funci6n, y cuyos tabiques separan rigurosamente los instru-
mentos que no sirven para el mismo trabajo, lamana del obrero
cogerapidamente, sin titubeo ni menosprecio, laherramienta que
necesita. Gracias alateoria, el fisico encuentra con toda seguri-
dad, sin omitir nada uti! y sin utilizar nada superfluo, las leyes
que lepueden servir para resolver determinado problema.
All]donde reina el orden reina tambien la belleza. La teoria
no s610hace que el conjunto de leyes fisicas que representa sea
mas facil de manejar, mas c6modo y mas util, sino que tambien
10hace mas bello.
Es imposible seguir el desarrollo de una de las grandes teo-
rias delafisica, vel' como, apartir delas primeras hipotesis, des-
pliega majestuosamente sus deducciones regulares, como sus
consecuencias representan, hasta en el menor detalle, una mul-
titud deleyes experimentales sin dejarse seducir por labelleza de
semejante construccion, sin sentir en 10mas vivo que semejante
creacion del espiritu humano es realmente una obra de arte.
I V . LA TEORiA TlENDE A TRANSFORMARSE EN UNA
CLASI FI CACLON NATURAL"
Esta emocion estetica no es el unico sentimiento que provo-
cauna teoria que ha alcanzado el mas alto grado de perfecci6n.
Nos invita ademas avel' en ella una clasificacion natural.
3. Yaconsideramos la clasificacion natural como la lorrna ideal hacia
la que debe tender J a teorI a fisica en UEcole anglaise et les theories physi-
ques, art 6, Revue des questions scientifiques (octubre de 1893).
Teoriajisica yclasificaciori natural 29
Ante todo, lque es una clasificaci6n natural? lQue pretende
decir un naturalista cuando propone, pOI 'ejemplo, una clasifi-
caci6n natural delos vertebrados?
Laclasificaci6n que el naturalista imagina esun conjunto de
operaciones intelectuales; no se refiere a individuos concretos,
sino aabstracciones -las especies- quelaclasificaci6n ordena en
grupos, donde las mas particulares sesubordinan alas mas gene-
rales. Para formal' estos grupos, el naturalista considera los dis-
tintos 6rganos -columna vertebral, craneo, corazon, tuba diges-
tivo, pulmones, vesicula natatoria- no segun laforma peculiar y
concreta que adoptan en cada individuo, sino segun laforma abs-
tracta, general y esquematica que seadecua atodas las especies
deun mismo grupo. Establece comparaciones y sefiala analogias
y diferencias entre esos 6rganos transfigurados por la abstrac-
cion; pOl'ejemplo, declara que lavesicula natatoria de los peces
es homologa alos pulmones de los vertebrados. Esas homologi-
as son aproximaciones puramente ideales, que no se refieren a
los organos reales, sino alas concepciones generalizadas y sim-
plificadas que sehan formado en lamente del naturalista. La cla-
sificaci6n no es mas que un cuadro sinoptico que resume todas
estas aproximaciones.
Cuando el z0610goafirma quesemejante clasificaci6n esnatu-
ral, 10que quiere decir es que esos vinculos ideales establecidos
pOI 'su mente entre conceptos abstractos corresponden arelacio-
nes reales entre los seres concretos en los que se materializan
estas abstracciones. Quiere decir, pOI 'ejemplo, que las semejan-
zas mas 0menos sorprendentes que ha observado entre diversas
especies son indicio deun parentesco propiamente dicho, mas 0
menos estrecho, entre los individuos que componen esas espe-
cies, quelas llavesconlas querepresenta deforma graficalasubor-
dinacion delas clases, delos ordenes, delas familias y delos gene-
ros reproducen las ramificaciones del arbol genea16gico, decuyo
unico tronco han salido los diversos vertebrados. Esas relaciones
deparentesco real, defiliacion, laanatomia comparada no podria
50 El objeto de la teoria fisica
establecerlas por si sola; corresponde ala fisiologia y ala paleon-
tologia captarlas y ponerlas al descubierto. Sin embargo, cuan-
do contempla el orden que sus metodos de comparaci6n intro-
ducen en la multitud confusa de los animales, el anatomista no
puede dejar de afirmar esas relaciones, cuya comprobaci6n tras-
ciende desus metodos. Y si lafisiologia ylapaleontologia ledemos-
traran un dia que el parentesco imaginado por el no es posible,
que la hip6tesis evolucionista es un invento, seguiria creyen-
do que el plan trazado por su clasificaci6n representa relaciones
reales entre los animales; confesaria que se ha equivocado res-
pecto a la naturaleza de esas relaciones, pero no respecto a su
existencia.
La facilidad con que cada ley experimental halla su lugar
en la clasificaci6n creada por el fisico, la claridad deslumbrante
que se esparce sobre este conjunto ordenado con tanta perfecci6n
nos convencen de forma irrefutable de que semejante clasifica-
ci6n no es puramente artificial, que un orden semejante no es el
resultado de una agrupacion puramente arbitraria impuesta alas
leyes por un organizador ingenioso. Aunque no podemos dar cuen-
ta denuestra convicci6n, pero tampoco podemos librarnos deella,
vemos en la ordenaci6n exacta de este sistema la marca en la que
se reconoce una clasificacion natural. Sin pretender explicar la
realidad que se oculta bajo los fen6menos cuyas leyes agrupamos,
percibimos que las agrupaciones establecidas por nuestra teoria
corresponden a afinidades reales entre las cosas mismas.
El fisico, que ve en toda teoria una explicaci6n, esta conven-
cido de que en la vibraci6n luminosa ha captado el fondo auten-
tieo e intima de la cualidad que nuestros sentidos nos manifies-
tan bajo la forma de luz y de color. Cree en la existencia de un
cuerpo, el eter, cuya diversas particulas estan dotadas, gracias a
esta vibraci6n, de un rapido movimiento de vaiven.
Ciertamente, no compartimos estas ilusiones. Cuando en una
teoria 6ptica seguimos hablando de vibraci6n luminosa, ya no
estamos pensando en un autentico movimiento de vaiven de un
Teoria fisica yclasificacion natural 51
cuerpo real. I maginamos solamente una magnitud abstracta, una
simple expresi6n geornetrica cuya longitud, peri6dicamente varia-
ble, nos sirve para enunciar las hip6tesis de la optica, para hallar,
mediante calculos exactos, las leyes experimentales por las que
se rige la luz. Esta vibraci6n es para nosotros una representa-
cion y no una explicaci6n.
Pero cuando tras largos tanteos hemos llegado a formular,
con la ayuda de esta vibracion, un cuerpo de hip6tesis funda-
mentales; cuando vemos que, gracias al plan trazado por estas
hip6tesis, el inmenso campo de la 6ptica, hasta entonces tan tupi-
do y confuso, se ordena y se organiza, nos resulta imposible creer
que este orden y esta organizacion no sean la imagen de un orden
y de una organizaci6n reales; que los fen6menos que se hallan,
segun la teoria, tan cercanos unos a otros, como las franjas de
interferencia y las coloraciones de las laminas delgadas, no sean
realmente manifestaciones bastante semejantes deun mismo atri-
buto de la luz; que los fen6menos separados por la teoria, como
los espectros de difracci6n y los espectros de dispersi6n, no ten-
gan razones para ser esencialmente diferentes.
Asi pues, la teoria fisica nunca nos proporciona la explica-
ci6n de las leyes experimentales, nunca nos descubre las reali-
dades que se ocultan tras las apariencias sensibles. Pero cuanto
mas se perfecciona, mas presentimos que el orden 16gico con el
que clasifica las leyes experimentales es el reflejo de un orden
onto16gico; mas sospechamos que las relaciones que establece
entre los datos de la observaci6n corresponden arelaciones entre
las cosas;" mas adivinamos que tiende a ser una clasificaci6n
natural.
El fisico no podria explicar esta convicci6n; el metoda que
utiliza esta limitado por los datos de la observacion. Ese metoda
no podria probar que el orden establecido entre las leyes experi-
mentales refleja un orden que trasciende dela experiencia y, con
4. Cr. POI NCARE, La science et l'hypothese; Paris 1903, p. 190.
32 El objeto de la teoria fisica
mayor raz6n, no podria sospechar la naturaleza de las relaciones
reales a las que corresponden las relaciones establecidas por la
teoria.
Pero si bien el fisico se siente incapaz de justificar esta con-
vicci6n, es igualmente incapaz de apartar su mente de ella. Por
mas que se convenza de que sus teorias no tienen ninguna capa-
cidad para captar la realidad, de que s610 sirven para dar una
representaci6n resumida y clasificada de las leyes experirnenta-
les, no puede creer que un sistema capaz de ordenar deforma tan
simple y tan c6moda un enorme mont6n de leyes, en principio
tan inconexas, sea un sistema puramente artificial. En virtud de
una intuici6n en la que Pascal reconoci6 una de esas razones del
coraz6n que la razon no conoce, afirma su feen un orden real
del que sus teorias son una imagen, cada vez mas clara y mas fiel.
Asi pues, el analisis de los metodos con los que se elaboran
las teorias fisicas nos prueba, con total evidencia, que estas teo-
rlas no pueden erigirse en explicaci6n de las leyes experimenta-
les. Y,por otra parte, un acto de feque este analisis es incapaz de
justificar, pero al mismo tiempo es incapaz de refrenar, nos ase-
gura que esas teorias no son un sistema puramente artificial, sino
una clasificaci6n natural. Sepuede aplicar aeste caso este profun-
do pensamiento de Pascal: Tenemos una incapacidad deprobar,
invencible para todo dogmatismo. Tenemos una idea de la ver-
dad, invencible para todo pirronismo,
V . LA TEORiA PRECEDE A LA EX PERI ENCI A
Hay una circunstancia que revela, con especial claridad, nues-
tra creencia en el caracter natural de una clasificaci6n te6rica.
Esta circunstancia sepresenta cuando pedimos ala teoria que nos
anuncie los resultados de una experiencia antes de que esta expe-
'Ieoria fisica y clasificaciori natural 33
riencia haya tenido lugar, cuando ledamos esta audaz orden: Pro-
fetizanos algo.
Los observadores habian establecido un conjunto conside-
rable de leyes experimentales; el te6rico se propuso condensar-
las en un numero muy reducido de hip6tesis, y 10consigui6. Cada
una de las leyes experimentales esta correctamente representa-
da por una consecuencia de estas hip6tesis.
Pero las consecuencias que podemos deducir de estas hipo-
tesis son ilimitadas: de modo que podemos deducir algunas que
no corresponden a ninguna de las leyes experimentales cono-
cidas, que representan simplemente leyes experimentales posi-
bles.
Entre estas consecuencias, hay algunas que tienen relaci6n
con circunstancias practicamente realizables; son especialmen-
te interesantes, porque podran ser sometidas al control de los
hechos. Si representan exactamente las leyes experimentales que
rigen esos hechos, el valor de la teoria se vera acrecentado y el
ambito en el que actua tendra leyes nuevas. Si, por el contrario,
entre estas consecuencias hay una que esta claramente en desa-
cuerdo con los hechos cuya ley debia representar, la teoria pro-
puesta debera ser modificada en mayor 0menor grado, 0 tal vez
totalmente rechazada.
Ahora bien, supongamos que en el momento de confrontar
las previsiones dela teoria con larealidad haya que apostar afavor
o en contra de la teoria, lpor cual de las dos posturas nos incli-
nariamos?
Si la teoria es un sistema puramente artificial, si en las hipo-
tesis en las que se basa vemos enunciados habilmente dispuestos
de tal forma que representen las leyes experimentales ya cono-
cidas, pero si sospechamos que no hay en ella reflejo alguno de
las relaciones verdaderas entre las realidades que se ocultan a
nuestros ojos, pensaremos que esta teoria debe esperar de una ley
nueva mas bien un desmentido que una confirmaci6n. Que en
el espacio que queda libre entre las casillas preparadas para otras
34 El objeto de la teoriajisica
leyes, esa ley, hasta el momenta desconocida, halle una casilla
perfectamente dispuesta donde encaje correctamente, no es mas
que una maravillosa casualidad, por laque seria una locura arries-
gar nuestra apuesta.
Si, por el contrario, reconocemos en la teoria una clasifica-
cion natural, si creemos que sus principios expresan relaciones
profundas y autenticas entre las cosas, no nos sorprendera ver
como sus consecuencias preceden ala experiencia y provocan el
descubrimiento de leyes nuevas; en un gesto atrevido, apostare-
mos a su favor.
Pedir a una clasificaci6n que senale por adelantado ellugar
que corresponde a unos seres que s610 el futuro descubrira es
declarar con la mayor convicci6n que consideramos natural esta
clasificaci6n. Y cuando la experiencia confirma las previsiones
de nuestra teoria, sentimos que nos reafirmamos en esta con-
vicci6n de que las relaciones establecidas por nuestra razon entre
nociones abstractas corresponden realmente a relaciones en-
tre las cosas.
Lamoderna notacion quimica, sirviendose deformulas desa-
rrolladas, establece una clasificaci6n donde se ordenan los dis-
tintos compuestos. El maravilloso orden que esta clasificaci6n
introduce en el formidable arsenal de la quimica nos asegura ya
que no se trata de un sistema puramente artificial. Los vinculos
de analogia y de derivaci6n por sustitucion que establece entre
los distintos compuestos s610tienen sentido en nuestra mente y,
sin embargo, estamos convencidos de que correspond en a rela-
ciones de parentesco entre las propias sustancias cuya naturale-
za permanece para nosotros profundamente oculta, pero cuya
realidad no nos parece dudosa. Sin embargo, para que esta con-
vicci6n se convierta en certeza irreductible, hace falta que vea-
mos como la teoria quimica escribe por adelantado las formulas
de una gran cantidad de cuerpos y como la sintesis, docil a sus
indicaciones, realiza un menton de sustancias, cuya composici6n
y propiedades conocemos aun antes de que existan.
Teoria fisica y clasificacion natural 35
Asi como las sintesis anunciadas por adelantado consagran
lanotaci6n quimica como clasificaci6n natural, asi tarnbien lateo-
ria fisica probara que es el reflejo de un orden real precediendo
ala observaci6n.
La historia de la fisica nos proporciona un menton de ejem-
plos de esta clarividente adivinaci6n. Muchas veces una teoria ha
previsto leyes aun no observadas, es decir, leyes que parecen inve-
rosimiles, incitando con ello al investigador adescubrirlas y guian-
dole hacia ese descubrimiento.
La Academia de las ciencias habia propuesto, para el premio
de fisica que debia otorgar en sesi6n publica en marzo de 1819,
el examen general de los fenomenos de la difracci6n de la luz. El
autor deuna delas dos memorias presentadas, la que gan6 el pre-
mio, era Fresnel. Biot, Arago, Laplace, Gay-Lussac y Poisson for-
maban el jurado.
De los principios expuestos por Fresnel, Poisson, por medio
de un elegante analisis, dedujo esta extrana consecuencia: si una
pequena pantalla opaca y circular intercepta los rayos emitidos
por un punto luminoso, existen detras delapantalla, en el eje mis-
mo de esa pantalla, puntos que no s610estan iluminados, sino que
brillan exactamente como si entre ellos y lafuente deluz no hubie-
ra ninguna pantalla interpuesta.
Semejante corolario, tan contrario, al parecer, alas certezas
experimentales mas obvias, parecia adecuado para hacer recha-
zar la teoria de la difraccion propuesta por Fresnel. Arago con-
fio en el caracter natural, en la clarividencia de esta teoria, ehizo
la prueba. La observaci6n dio unos resultados que concordaban
en todo con las predicciones del calculo, tan poco verosimiles."
Asi pues, la teoria fisica, tal como la hemos definido, da una
representacion condensada, que favorece la economia intelectual,
de un amplio conjunto de leyes experimentales.
Clasifica estas leyes y, al clasificarlas, hace que su utilizaci6n
5. A. FRESNEL, (Euores completes, t. I , pp. 236, 365, 368.
36 El objeto de la teoriajisica
sea mas c6moda y mas segura. Al mismo tiempo, al poner orden
en su conjunto, introduce belleza en el.
La teoria, al perfeccionarse, adquiere las caracteristicas de
una clasificaci6n natural; las agrupaciones que establece per-
miten sospechar las afinidades reales entre las cosas.
Este caracter declasificaci6n natural serevela sobre todo en
lafecundidad dela teoria, que adivina leyes experimentales aun
no observadas y provoca su descubrimiento.
Es suficiente para que labusqueda deteorias fisicas no pue-
da ser tildada de tarea vana y ociosa, aunque no persiga laexpli-
caci6n delos fen6menos.
Capitulo III
LAS TEORI AS REPRESENTATI V AS
Y LA HI STORI A DE LA FI SI CA
I . FUNCI ON DE LAS CLASI FI CACI ONES NATURALES Y DE LAS
EX PLI CACTONES EN LA EV OLUCI ON DE LAS TEORLAS FisI CAS
Creemos que el objetivo de la teoria fisica ha de ser conver-
tirse en una clasificaciori natural y establecer entre las distintas
leyes experimentales una coordinaci6n 16gicaque sea como la
imagen y el reflejo del orden verdadero segun el cual estan orga-
nizadas las realidades que senos escapan. Si es asi, lateoria sera
fecunda y sugerira descubrimientos.
Pero inmediatamente surge una objeci6n en contra denues-
tra propuesta.
Si la teoria ha de ser una clasificaci6n natural, si ha de pro-
curar agrupar las apariencias tal como estan agrupadas las rea-
lidades, lacaso el metoda mas segura para alcanzar este objeti-
vo no es buscar en primer lugar cuales son estas realidades? En
vez deconstruir un sistema 16gicoquerepresente delaforma mas
condensada y exacta posible las leyes experimentales, en laespe-
ranza de que este sistema 16gicoacabe siendo como una imagen
del orden ontol6gico de las cosas, lno seria mas sensato intentar
expI icar estas leyes, desvelar esas cosas ocultas? lAcaso no es
asi como han actuado los maestros de la ciencia? lNo es esfor-
zandose por explicar los fen6menos fisicos como han creado esas
38 EL objeto de La teoriajisica
fecundas teorias cuyas sorprendentes predicciones causan nues-
tro asombro? lPodemos hacer algo mejor que imitar su ejemplo
y regresar alos metodos condenados en nuestro primer capitulo?
Es indudable que muchos de los genios a quienes debemos
la existencia delafisica moderna han construido sus teorias con la
esperanza de dar una explicaci6n de los fen6menos naturales,
eincluso algunos han creido haber logrado esta explicaci6n, pero
esto tampoco resulta concluyente frente ala opinion que hemos
expuesto aprop6sito de las teorias fisicas. Puede que ciertas espe-
ranzas quimericas hayan dado lugar a descubrimientos admi-
rables sin que estos descubrimientos den consistencia alas qui-
meras que los originaron. Muchas audaces exploraciones, que
contribuyeron poderosamente al avance de la geografia, fue-
ron obra de aventureros que buscaban el pais dorado, pero esto
no es una raz6n suficiente para incluir Eldorado en nuestros
mapas.
Si queremos pro bar que la busqueda de explicaciones es un
metodo realmente fecundo en fisica, no basta con mostrar que
muchas teorias fueron creadas por pensadores que buscaban esas
explicaciones; hay que probar que la busqueda de la explicaci6n
es el hilo de Ariadna que les condujo al centro de la confusion de
las leyes fisicas y les permiti6 trazar el plano de ese laberinto.
Ahora bien, no s610no es posible proporcionar esa prueba,
sino que ademas el estudio, aunque sea superficial, de la historia
de la fisica nos proporciona abundantes argumentos en sentido
contrario.
Cuando analizamos una teoria creada por un fisico que se
propone explicar las apariencias sensibles, por 10general no tar-
damos en reconocer que esta teoria consta de dos partes bien dife-
renciadas: una es la parte meramente representativa, que sepro-
pone clasificar las leyes; la otra es la parte explicativa, que se
propone captar la realidad que hay detras de los fen6menos.
Ahora bien, lejos de ser la parte explicativa la razon de ser de
la parte representativa, la semilla de donde ha salido 0la raiz que
Las teorias representativas y La historia de lajisica 39
alimenta su desarrollo, el vinculo entre ambas partes es casi siem-
pre muy debil y artificial. Laparte descriptiva se ha desarrollado
por su cuenta, con los metodos propios y aut6nomos de la fisica
te6rica; aeste organismo plenamente formado se le une como un
parasito la parte explicativa.
No es a esa parte explicativa parasita a la que debe su fuer-
za y fecundidad la teoria, ni mucho menos. Todo 10que tiene de
bueno la teoria, 10que la hace aparecer como una clasificaci6n
natural y le confiere el poder depreceder ala experiencia se halla
en la parte representativa: todo esto 10descubre el fisico cuando
deja de lado la busqueda de la explicaci6n. Por el contrario, todo
10que la teoria tiene de falso, 10que van a contradecir los he-
chos se encuentra sobre todo en la parte explicativa; 10ha intro-
ducido en ella el fisico, guiado por su deseo de captar las rea-
lidades.
Y de todo ello se sigue la siguiente consecuencia: cuando
los avances de la fisica experimental ponen de relieve los fallos
de la teoria, cuando la obligan a modificarse y a transformarse,
casi toda la parte puramente representativa pasa a la nueva teo-
ria aportandole en herencia 10mas valioso de la antigua teoria,
mientras que la parte explicativa se derrumba y deja paso a otra
explicaci6n.
Asi, gracias a una tradici6n continua, cada teoria fisica pasa
ala siguiente la parte de clasificaci6n natural que ha podido cons-
truir, del mismo modo que en los juegos de la Antiguedad cada
corredor traspasaba la antorcha al corredor que le seguia. Esta
tradici6n continua le asegura a la ciencia una vida y un progre-
so perpetuos.
Esta continuidad de la tradici6n resulta enmascarada a los
ojos del observador superficial por el fracaso incesante de expli-
caciones que se derrumban apenas acaban de surgir.
Todo 10que acabamos de decir 10apoyaremos con algunos
ejemplos que nos proporcionan las teorias aque ha dado lugar la
refracci6n de la luz. Los tomaremos de estas teorias no porque
40 El objeto de la teoriajisica
sean especialmente favorables a nuestras tesis, sino al contra-
rio, porque las personas que estudian superficialmente la histo-
ria de la fisica podrian creer que esas teorias deben sus princi-
pales avances ala busqueda de explicaciones.
Descartes formu16 una teoria que representa los fen6menos
de larefracci6n simple, y que constituye el tema principal de los
dos admirables tratados de la Dioptrica y de los Meteoros, cuyo
prefacio es el Discurso del metodo. Basada en la constancia dela
relaci6n entre el seno del Angulodeincidencia yel seno del angu-
10de refracci6n, esta teoria clasifica con gran claridad las pro-
piedades que presentan los cristales tallados de forma diversay
los instrumentos de 6ptica compuestos con estos cristales. Da
cuenta de los fen6menos que acompafian lavisi6n y analiza las
leyes del arco iris.
Descartes tambien dio una explicacion de los efectos lumi-
nosos. La luz no es mas que una apariencia; la realidad es una
presi6n engendrada por losmovimientos rapidos decuerpos incan-
descentes en el seno de una materia sutil que penetra todos los
cuerpos. Lamateria sutil no sepuede comprimir, demodo que la
presi6n que constituye la luz se transmite en ella instantanea-
mente a cualquier distancia; por lejos que se encuentre un pun-
to de una fuente de luz, en el momento mismo en que esta se
enciende el punto seilumina. Esta transmisi6n instantanea dela
luz es una consecuencia absolutamente necesaria del sistema de
explicaciones fisicas creado por Descartes. A Beeckman, que no
queria admitir esta proposici6n y que, aimitaci6n deGalileo, pre-
tendia refutarla por medio de experiencias, por otra parte inge-
nuas, leescribia Descartes: Latengo por tan cierta que, si por un
casual fuera err6nea, estaria dispuesto a confesarle al instante
queno senada defilosofia. Usted tiene tanta confianza en su expe-
riencia que se declara dispuesto a dar por falsa toda su filosofia
si no hay un lapso detiempo que separe el momento en que seve
en el espejo el movimiento de la linterna del momento en que
sepercibe en lamano; yo, por el contrario, declaro que, si eselap-
Las teorias representativas y la historia de lajisica 41
so de tiempo pudiera ser observado, toda mi filosofia sufriria un
vuelco total.'
Si Descartes formu16 por su propia iniciativa la ley funda-
mental delarefracci6n 0, segun insinua Huygens, latom6 deSnell
es una cuesti6n que ha sido objeto deapasionado debate. Es difl-
cil averiguar laverdad, y tampoco nos interesa. Loque si es cier-
to es que esta ley y lateoria representativa alaque sirve de base
no surgieron delaexplicaci6n delos fen6menos luminosos pro-
puesta por Descartes; lacosmologia cartesiana no tuvo nada que
ver. Fueron exclusivamente resultado de la experiencia, de la
inducci6n y dela generalizaci6n.
Es mas, Descartes lamas intent6 relacionar laley delarefrac-
ci6n con su teoria explicativa delaluz.
Es cierto que al comienzo de la Dioptrica desarrolla analo-
gias mecanicas aprop6sito de esta ley; compara el cambio de
direcci6n del rayo que pasa del aire al agua con el cambio detra-
yectoria de una pelota, lanzada con gran fuerza, que pasaria de
un determinado medio a otro medio mas resistente. Pero estas
comparaciones mecanicas, cuyo rigor daria pie amuchas criti-
cas, mas bien relacionarian la teoria de larefracci6n con ladoc-
trina delaemision; segun lacual un rayo deluz es comparado con
una rafaga de pequefios proyectiles lanzados violentamente por
el cuerpo luminoso. Esta explicaci6n, defendida en la epoca de
Descartes por Gassendi, y retomada mas tarde por Newton, no
mantiene ninguna analogia con la teoria cartesiana de laluz; es
inconciliable con ella.
Asi pues, entre la explicaci6n cartesiana de los fen6menos
luminosos ylarepresentaci6n cartesiana delas distintas leyes de
larefracci6n no hay ningun vinculo ni ninguna interrelaci6n, sino
una simple yuxtaposici6n. El dia en que el astr6nomo danes
Romer, al estudiar los eclipses delos satelites deJ upiter, demues-
1. DESCARTES, Correspondance, ed. PAUL TANNERY Y CH. ADAM, n" LV I I ,
22 de agosto de 1634, tI , p. 307.
T
42 EL objeto de La teoria fisica
tra que la luz se propaga en el espacio con una velocidad finita y
mensurable, la explicaci6n cartesiana de los fen6menos lumino-
sos se derrumba enteramente, pero no arrastra en su caida ni un
apice dela doctrina que representa y clasifica las leyes delarefrac-
ci6n, que todavia hoy constituye la mayor parte de nuestra 6ptica
elemental.
Un rayo luminoso unico, que pasa del aire a ciertos medios
cristalinos como el espato de I slandia, produce dos rayos refrac-
tados distintos, uno de los cuales, el rayo ordinario, sigue la ley
de Descartes, mientras que el otro, el rayo extraordinario, esca-
pa a los principios de esa ley. Esta admirable eins6lita refrac-
ci6n del cristal exfoliable de I slandia habia sido descubierta y
estudiada por el danes Erasme Berthelsen 0 Bartholinusf Huy-
gens se prop one formular una teoria que represente a la vez
las leyes de la refracci6n simple, objeto de los trabajos de Des-
cartes, y las leyes de la refracci6n doble. Y obtiene un notable exi-
to. No s610 sus construcciones geometricas, tras haber propor-
cionado, en los medios amorfos 0en los cristales cubicos, el rayo
refractado unico que sigue la ley de Descartes, trazan en los cris-
tales no cubicos dos rayos refractados, sino que ademas determi-
nan enteramente las leyes que rigen esos dos rayos. Esas leyes son
tan complejas que la experiencia no hubiera podido desentra-
fiarlas s610con sus propios recursos. Ahora bien, una vez que la
teoria ha dado su f6rmula, las verifica minuciosamente.
lExtrajo Huygens esta hermosa y fertil teoria de los princi-
pios de la cosmologia atomista, de esas razones de mecanica-
mediante las que, en su opini6n, laverdadera filosofia concibe
la causa de todos los efectos naturales? Deningun modo. La con-
sideraci6n del vacio, de los atomos, de su dureza y de sus movi-
mientos no desempefi6 ningun papel en la construcci6n de esta
representaci6n. El gran fisico holandes adivin6 los principios de
2. Erasmus BARTI -I OLI NUS, Experimenta crystalli IsLandici disdiaclastici,
quibus mira et insolita refractio detegitur, Havniae 1657.
Las teorias representativas y La historia de la fisica 43
su clasificacion gracias ala comparaci6n entre la propagacion del
sonido y de la luz, ala constataci6n experimental de que uno de
los dos rayos refractados seguia la ley de Descartes mientras que
el otro no la obedecia, y auna afortunada y audaz hip6tesis sobre
la forma de la superficie de onda 6ptica en el interior de los cris-
tales.
No solamente Huygens no formu16 la teoria dela doble refrac-
ci6n apartir de los principios de la fisica atomista sino que, una
vez descubierta esta teoria, no intent6 relacionarla con esos prin-
cipios. Para explicar las formas cristalinas, imagina que el espa-
to 0el cristal de roca estan formados por apilamientos regulares
demoleculas esferoidales, preparando asi el camino aHaiiy y Bra-
vais. Pero tras haber desarrollado este supuesto, se limita aescri-
bir: Afiadiria tan solo que estos pequefios esferoides podrian muy
bien contribuir aformar los esferoides de las ondas de luz antes
supuestas, estando situados unos y otros de la misma forma y con
sus ejes paralelos-.I A esta breve frase se reducen todos sus inten-
tos de explicar la forma de la superficie de onda luminosa, atri-
buyendo a los cristales una estructura apropiada.
Asi pues, su teoria se mantendra intacta, mientras que las dis-
tintas explicaciones de los fen6menos luminosos se sucederan
unas aotras, fragiles y caducas, apesar dela confianza en su dura-
ci6n que deposit?ron sus autores.
Bajo la influencia de Newton triunfa la explicaci6n emisio-
nista. Esta explicaci6n es absolutamente contraria a la que Huy-
gens, creador de la teoria ondulatoria, daba de los fen6menos
luminosos. De esta explicaci6n, unida a una cosmologia atrac-
cionista conforme alos principios deBoscovich, y que el gran ato-
mista holandes consider6 absurda, Laplace extrae una justifica-
ci6n de las construcciones de Huygens.
3. HUYGENS, Traite de Lalumiere, ou sont expliquees Lescauses de ce qui
luy arrive dans Lareflexion et dans Larefraction, et particulierement dans l'e-
trange refraction. du cristaLd'Islande. Edici6n W. BURCKHARDT, p. 71.
44 EI objeto de La teoriajisica
No solamente Laplace explica mediante la fisica atraccionis-
tala teoria de larefraccion simple 0doble descubierta por un flsi-
co que defendia ideas totalmente opuestas; no solamente la dedu-
ce de estos principios que debemos a Newton, en virtud de los
cuales todos los fenomenos del movimiento de la luz, a traves
de cualesquiera medios transparentes y en la atmosfera, han sido
sometidos acalculos rigurosos," sino que ademas piensa que esta
deduccion aumenta la certeza y laprecision dela teoria. Sin duda,
la solucion de los problemas de ladoble refraccion que presen-
ta la construccion de Huygens, considerada como un resultado
de la experiencia, puede situarse entre los mas hermosos descu-
brimientos deese raro genio...No debemos dudar en situarla entre
los mas ciertos y hermosos resultados de la flsica. Pero hasta
ahora esta ley no era mas que un resultado dela observacion, que
se aproximaba a la verdad dentro de los limites de error a los
que estan sometidas incluso las experiencias mas precisas. Aho-
ra, la simplicidad de la ley de accion de la que depende hace que
la consideremos una ley rigurosa. Laplace, confiado en el valor
de la explicacion que propone, llega incluso a afirmar que esta
explicacion por si sola podia disipar las inverosimilitudes de la
teoria deHuygens y hacerla aceptable alas mentes agudas, ya que
esta ley ha corrido la misma suerte que las hermosas leyes de
Kepler, que fueron ignoradas durante mucho tiempo por haber
sido asociadas a unas ideas sistematicas con las que, desgracia-
damente, aquel gran hombre lleno todas sus obras.
En el momento mismo en que Laplace habla con ese desden
dela optica delas ondulaciones, esta, promovida por Youngy Fres-
nel, gana de nuevo por la mano a la optica de la emision. Pero,
gracias a Fresnel, la optica ondulatoria ha sufrido una profunda
modificacion: la vibracion luminosa ya no esta dirigida siguien-
do el rayo, sino que es perpendicular ael. Ha desaparecido la ana-
4. LAPLACE, Exposition du systeme du monde, I , I V , c. X V I I I : De l'attrac-
tion moleculaire.
Las teorias representativas y Lahistoria de la fisica 45
logia entre el sonido y la luz, que habia guiado a Huygens. Sin
embargo, la nueva explicacion conduce a los fisicos a adoptar la
construccion de los rayos refractados por un cristal tal como
la habia imaginado Huygens.
Es mas. Al modificar su parte explicativa, la doctrina de Huy-
gens ha enriquecido su parte representativa; ya no representa
solamente las leyes que rigen la trayectoria delos rayos, sino tam-
bien las leyes de las que depende su estado de polarizacion.
Los defensores deesta teona sehaliaban entonces en las mejo-
res condiciones para volver contra Laplace la despreciativa con-
miseracion con que les trataba. Resulta dificil releer sin una son-
risa las frases que el gran matematico escribia en el momento
mismo en que estaba triunfando la optica de Fresnel: Los fe-
nomenos de la doble refraccion y dela aberracion delas estrellas
me parece que otorgan al sistema de la emision de la luz, si no
una certeza absoluta, al menos una probabilidad extrema. Esos
fenomenos son inexplicables mediante la hipotesis de las ondu-
laciones de un fluido etereo. La propiedad singular de un rayo
polarizado por un cristal de no dividirse al pasar a un segundo
cristal paralelo al primero indica evidentemente acciones dife-
rentes de un mismo cristal sobre las divers as caras de una mole-
cula de luz."
La teoria de la refraccion formulada por Huygens no abar-
caba todos los casos posibles: una inmensa categoria de cuerpos
cristalizados, los cristales biaxiales, producia fenornenos que no
podian incluirse en sus marcos. Fresnel se propuso ampliar esos
marcos, deforma que sepudieran clasificar no solo las leyes dela
refraccion simple y las leyes de la doble refraccion uniaxial, sino
tambien las leyes de la doble refraccion biaxial. leomo 10 consi-
guio? lBuscando una explicacion de la forma de propagacion de
la luz en los cristales? De ningun modo. Lo consiguio gracias a
una intuicion de geornetra en la que no habia lugar para ninguna
5. LAPLACE, Exposition du systeme du monde, loc. cit,
46 El objeto de la teoriajisica
hipotesis sobre la naturaleza de laluz 0sobre la constitucion de
los cuerpos transparentes. Observe que todas las superficies
deonda queHuygens habia considerado podian extraerse, median-
teuna construccion geometrica simple, de una determinada su-
perficie de segundo grado, que era una esfera para los medios
unirrefringentes yun elipsoide derevolucion para losmedios birre-
fringentes uniaxiales. I magine que aplicando lamisma construe-
cion aun elipsoide detres ejes desiguales, se obtendria lasuper-
ficiede onda correspondiente alos cristales biaxiales.
Esta audaz intuicion sevia coronada con el mas brillante exi-
to. Nosolamente lateoria propuesta por Fresnel se correspondia
minuciosamente con todas las resoluciones experimentales, sino
que ademas permitio adivinar y descubrir hechos imprevistos y
paradojicos queal experimentador, por si solo, jamas selehubie-
ra ocurrido buscar; hechos como las dos clases derefraccion coni-
ca. El gran matematico Hamilton dedujo delaforma delasuper-
ficie de onda de los cristales biaxiales las leyes de esos extrafios
fenomenos, que el ffsico Lloydinvestigo y descubrio ~as tarde.
Lateoria deladoble refraccion biaxial posee, pues, esafecun-
didad y esepoder deadivinacion en los que reconocemos los sig-
nos de una clasificacion natural; y, sin embargo, no nacio deun
intento de explicacion.
Noes que Fresnel no intentara explicar laforma delasuper-
ficie de onda que habia obtenido; a ese intento se dedico con tal
pasion que no publico el metoda que lehabia conducido al des-
cubrimiento; esemetoda no seconocio hasta despues desumuer-
te, cuando finalmente seentrego alaimpresion suprimera memo-
riasobreladoblerefraccion." En las obras sobreladoblerefraccion
quepublico envida, Fresnel seesforzo constantemente por encon-
trar, por medio de hipotesis sobre las propiedades del eter, las
leyes quehabia descubierto, peroestas hipotesis, delas quehabia
6. V ease la Introduction aux oeuvres d:4ugustin Fresnel, por E. V erdet,
art. 11 y 12 ((Euvres completes d:4ugustin Fresnel, t. I , p. LX X Y p. LX X V I ).
Las teorias representativas y la historia de lajisica 47
sacado sus principios, no resisten un examen riguroso.? Admi-
rable cuando se limita a desempefiar el papel de clasificacion
natural, lateoria deFresnel sevuelve insostenible cuando sepre-
senta como una explicacion.
Lomismo ocurre con lamayoria dedoctrinas ffsicas; 10mas
duradero y fecundo que hay en ellas es el trabajo logico gracias
al que han conseguido clasificar deforma natural un gran mime-
ro deleyes, deduciendolas todas deunos pocos principios. Lomas
esteril y perecedero es lalabor deexplicacion deesos principios,
los esfuerzos hechos para vincularlos asuposiciones que serefie-
ren arealidades ocultas tras las apariencias sensibles.
A menudo se ha comparado el progreso cientffico con una
marea que sube. Aplicada alaevolucion delas teorias fisicas, esa
comparacion nos parece muy correcta ypuede seguirse en todos
sus detalles.
Quien contempla por unos instantes las olas que rompen en
laplaya no vecomo sube lamarea. V ecomo surge una ola, avan-
za, rompe y cubre una estrecha banda de arena; luego se retira
dejando intacto el terreno queparecfa haber conquistado. Lesigue
una nueva ola, que aveces avanza un poco mas que la anterior,
y otras veces no alcanza ni siquiera los guijarros que la anterior
habia bafiado. Pero por debajo deeste movimiento superficial de
vaiven, hay otro movimiento mas profundo, mas lento, imper-
ceptible para el observador momentaneo, que se sucede conti-
nuamente en el mismo sentido y hace que el mar suba sin cesar.
EI vaiven delas olas es una imagen fiel deesos intentos deexpli-
cacion que surgen y se derrumban, avanzan y retroceden; por
debajo, prosigue el avance lento y constante de la clasificacion
natural, cuyo flujo conquista sin cesar nuevos territorios y ase-
gura alas doctrinas fisicas lacontinuidad deuna tradicion.
7. E. V ERDET, lococit., p. 84.
48 El objeto de la teoria ftsica
Las teorias representativas yla historia de la fisica 49
II. LAS OPI NlONES DE LOS FisI COS SOBRE
LA NATURALEZA DE LAS TEORiAS FislCAS
pondientes hoy en dia ala fisica, en las que habian conseguido
cierto grado deperfecci6n -la teoria del equilibrio delapalanca y
laHidrostatica- se basaban en principios sobre cuya naturaleza
no cabia duda alguna. Las preguntas de Arquimedes eran clara-
mente proposiciones de origen experimental, que la generaliza-
ci6n habia transformado; la correspondencia de sus consecuen-
cias con los hechos las resumia yordenaba sin explicarlas.
Los griegos distinguen claramente, en la discusi6n de una
teoria sobre el movimiento delos astros, 10que espropio del flsi-
co -actualmente diriamos del metafisico- y 10que es propio del
astr6nomo. Al fisico lecorresponde decidir, por razones que pro-
ceden delacosmologia, cuales son los movimientos reales delos
astros. El astr6nomo, por el contrario, no debe preocuparse de
si los movimientos que imagina son reales 0ficticios; su unico
objetivo es representar exactamente los desplazamientos relati-
vos de los astros.!"
En sus atractivas investigaciones sobre los sistemas cosmo-
graficos delos griegos, Schiaparelli descubri6 un notable pasaje
referente aestadistinci6n entre laastronomia ylafisica. Estepasa-
jedePosidonio, resumido 0citado por Gemino, nos ha sido trans-
mitido por Simplicio. Es el siguiente: Deningun modo corres-
ponde al astr6nomo saber 10que es fijo por naturaleza y 10que
semueve; pero entre las hip6tesis relativas a10que es inm6vil y
a10que semueve, examina cuales son las que corresponden alos
fen6menos celestes. Para los principios debe recurrir al flsico,
Esas ideas, que expresan la mas pura doctrina peripatetica,
inspiraron amuchos astr6nomos dela antigiiedad, y laEscolas-
tica las adopt6 formalmente. Ala fisica, es decir, alacosmologia,
lecorresponde dar cuenta delas apariencias astron6micas recu-
Uno delos pensadores que mas han insistido en que las teo-
rias fisicas sean consideradas representaciones condensadas yno
explicaciones, Ernst Mach, seha expresado en los siguientes ter-
minos:
Laidea deuna economia del pensamiento ladesarrolle gra-
cias ami experiencia como profesor en la practica de la docen-
cia. Esaideayamerondaba por lacabeza en 1861, cuando comen-
ceaejercer ladocencia como privat-docent, ypor aquel entonces
creia ser el unico en pensar asi, cosa que espero seme perdone.
Hoy en dia, por el contrario, estoy convencido de que todos los
investigadores que han reflexionado sobre la investigaci6n en
general han debido compartir ese presentimiento.s"
En efecto, desde la Antigiiedad, algunos fil6sofos reconocie-
ron deforma bastante precisa quelas teorias fisicas no eran expli-
caciones; quesus hip6tesis no eran juicios acerca delanaturaleza
delas cosas, sino que eran solamente premisas destinadas apro-
porcionar consecuencias conformes alas leyes experimentales.?
Los griegos s610conocian propiamente una teoria fisica: la
teoria de los movimientos celestes. De modo que formularon y
desarrollaron su concepci6n delateoria fisica aprop6sito de los
sistemas cosmograflcos. Por otra parte, las otras teorias, corres-
8. E. MACH, La Mecanique; expose historique et critique de son deuelop-
pement, Paris 1904, p. 360.
9. Desde la primera edici6n de la presente obra, hemos desarrollado
en dos ocasiones las indicaciones que siguen. En primer lugar, en una serie
de articulos titu lados LW~ELV'taCPaLV O!-lEva. Essai sur la notion de theorie
physique de Platon a Galilee, Annales de Philosophie chretienne (1908). En
segundo lugar, en nuestra obra titulada Le systeme du monde, histoire des
doctrines cosmologiques de Platon a Copernic. Primera parte, cap. X y X I , l.
I I , pp. 50-179.
10. Muchas de las informacioncs que siguen proceden de un importante
articulo de P. MANSI ON, Note sur I ecaractere geornetrique de l'ancienne Astro-
nomie-, Abhandlungen zur Geschichte der Mathematik (I X ), B.G. Teubner,
Leipzig. V ease tambien, P. MANSI ON,Sur lesprincipesjondamentaux de la Geo-
metric, de la Mecanique et de t:4stronomie, Gauthier-V illars, Paris 1903.
50 El objeto de la teoriajisica Las teorias representativas y la historia de la fisica 51
rriendo alas causas mismas; la astronomia solo trata de la obser-
vacion de los fenornenos y de las conclusiones que la geometria
puede deducir de ellos: La astronomia -dice santo Tomas al
comentar la Fisica de Aristoteles -, tiene conclusiones comunes
con la fisica. Pero puesto que no es fisica en sentido estricto, las
demuestra con otros medios. Asi, el fisico demuestra que la tierra
es esferica por un procedimiento fisico, por ejemplo, porque sus
partes tienden de todos lados y por igual hacia el centro; el astro-
nomo, por el contrario, 10 demuestra apelando a la figura de la
Luna en los eclipses, 0al hecho de que las estrellas no seyen igual
desde las distintas partes de la tierra.
En virtud de esta concepcion del papel de la astronomia, san-
to Tomas, en su comentario al De ccelo de Aristoteles, se expresa
en los siguientes terminos aproposito del movimiento de los pla-
netas: Los astronornos han intentado por diversos medios expli-
car este movimiento. Pero no es preciso que las suposiciones que
han imaginado sean verdaderas, ya que tal vez las apariencias que
presentan las estrellas podrian ser salvadas por cualquier otra for-
ma de movimiento hasta ahora desconocido por el hombre. Aris-
toteles, sin embargo, utilizo estas suposiciones relativas al movi-
miento como si fueran verdaderas.
En un pasaje de la Suma teol6gica (I , 32), santo Tomas insis-
te con mayor claridad aim en la incapacidad del metoda fisico
para dar una explicacion cierta: Sepuede explicar una cosa de
dos maneras diferentes. La primera consiste en probar de for-
ma suficiente cierto principio; asi la cosmologia (Scientia natu-
ra/is) da una razon suficiente para pro bar que el movimiento
del cielo es uniforme. El segundo procedimiento no aporta nin-
guna razon que pruebe de manera suficiente el principio; pero,
habiendo propuesto el principio con anterioridad, se muestra
que sus consecuencias concuerdan con los hechos; asi, en astro-
nomia se plantea la hipotesis de los epiciclos y de las excentri-
cas, porque, una vez formulada esta hipotesis, las apariencias
sensibles de los movimientos celestes pueden ser salvadas. Pero
no es una razon suficiente, porque podrian ser salvadas por otra
hipotesis,
Esta opinion respecto al papel y ala naturaleza de las hipo-
tesis astronomicas concuerda bastante con numerosos pasajes de
Copernico y de su comentarista Rheticus. Copernico, especial-
mente en su Commentariolus de hypothesibus motuum caelestium
a se constitutis, presenta simplemente la inmovilidad del Sol y la
movilidad de la Tierra como postulados que pide que se le acep-
ten: Si nobis aliquae petitiones ... concedentur. Es justa afiadir que
en algunos pasajes del De revolutionibus caelestibus libri sex, man-
tiene, a proposito de la realidad de sus hipotesis, una opinion
menos reservada que la doctrina heredada de la Escolastica y
expuesta en el Commentariolus.
Esta ultima doctrina esta enunciada formalmente en el cele-
bre prefacio que Osiander escribio para ellibro: De reuolutioni-
bus caelestibus libri sex. Asi seexpresa Osiander: Neque enim neces-
se est eas hyphoteses esse veras, imo, ne verisimiles quidem; sed
sujJicit hoc unum, si calculum observationibus congruentem exhi-
beant. Y acaba su prefacio con estas palabras: Neque quisquam,
quod ad hyphoteses attinet, quicquam certi ab Astronomia expec-
tet, cum nihil tale praestare queat.
Semejante doctrina aproposito delas hipotesis astronomicas
indignaba a Kepler:"! J arnas, afirmo en su obra mas antigua,
he estado de acuerdo con la opinion de esas personas que os citan
el ejemplo de que de alguna demostracion accidental, 0de pre-
misas falsas, un silogismo riguroso extrae conclusiones verda-
11. En 1597 Nicolas Raimarus Ursus publico en Praga una obra titula-
da De hypothesibus astronomicis, donde sostenia exagerandolas las opinio-
nes de Osiander. 'I res afios mas tarde, en 16000 1601, Kepler le responde con
el siguiente escrito: J OANNI SKEPLERI , Apologia Tychonis contra Nicolaum Ray-
marum Ursum. Esta obra, que se conserva en manuscrito y muy incornple-
ta, no fue publicada hasta 1858 por Frisch. (J OANNI SKEPLERI astronomi Ope-
ra omnia, t. I , p. 215, Francfort del Meno y Erlangen.) Esta obra contiene vivas
refutaciones de las ideas de Osiander.
52 El objeto de la teoria fisica
deras, y que, confiadas en ese ejemplo, se esfuerzan por pro bar
que las hipotesis admitidas por Copernico pueden ser falsas y, sin
embargo, se pueden extraer de ellas como de sus propios prin-
cipios <pmv6~Eva verdaderos ... No dudo en declarar que todo 10
que Copernico reuni6 a posteriori, y prob6 mediante la observa-
ci6n, podria haberlo demostrado a priori, sin ningun problema,
por medio de axiomas geometricos, hasta el punto dellegar aobte-
ner el asentimiento de Arist6teles, si viviera.lZ
Esta confianza entusiasta, y algo ingenua, en el poder sin limi-
tes del metodo fisico, es desbordante en los gran des inventores de
principios del siglo X V I I . Galileo distingue muy bien entre el pun-
to de vista de la astronomia, cuyas hip6tesis no tienen otra con-
firmaci6n que el acuerdo con la experiencia, y el punto devista de
la filosofia natural, que capta las realidades. Cuando Galileo de-
fiende el movimiento de la Tierra, pretende hacerlo solamente
como astr6nomo y no tomar sus suposiciones por verdades, pero
estas distinciones no son en su caso mas que subterfugios para
evitar las censuras de la I glesia. Sus jueces no las consideraron
opiniones sinceras; habrian tenido que ser muy poco clarivi-
dentes para juzgarlas sinceras. Si hubieran creido que Galileo
hablaba sinceramente como astr6nomo, y no como fil6sofo de
la naturaleza, comojisico, segun sus palabras; si hubieran con-
siderado sus teorias un sistema apto para representar los movi-
mientos celestes, y no una doctrina de afirmaci6n de la natura-
leza real de los fen6menos astron6micos, no hubieran censurado
sus ideas. Tenemos la certeza gracias a una carta que, el 12de
abril de 1615, el principal adversario deGalileo, el cardenal Bellar-
mino, escribi6 aFoscarini: V uestra Paternidad y el senor Galileo
actuaran con prudencia si se contentan con hablar ex supposi-
12. Prodromus dissertationum cosmographicarum, continens mysterium
cosmographicum ... aM. J OANNE KEPLERO WI RTEMBERGI O, Georgius Gruppen-
bachius, Tubingae MDX CV I ; J OANNI S KEPLERI astronomi, Opera omnia, l. I ,
pp. 112-153.
Las teorias representativas y la historia de la fisica 53
tione, y no en terminos absolutos, como 10hizo siempre Coper-
nico, en mi opini6n. En efecto, decir que suponiendo la tierra m6vil
y el Sol inm6vil, seda cuenta de todas las apariencias mucho mejor
de10que podria hacerse con las excentricas y 10sepiciclos es decir
muy poco; esto no supone ningun peligro y es suficiente para el
matematico-.P En este pasaje, Bellarmino mantiene la distinci6n,
familiar alos escolasticos, entre el metoda fisico y el metoda meta-
fisico, distinci6n que para Galileo no era mas que un subterfugio.
Quien mas contribuy6 aromper la barrera que separa el meto-
do fisico y el metodo metafisico, a confundir los ambitos que la
filosofia peripatetica habia distinguido claramente fue sin duda
Descartes.
El metoda de Descartes pone en duda los principios de todos
nuestros conocimientos y los deja pendientes de esa duda met6-
dica, hasta el momenta en que esa duda consigue demostrar su
legitimidad mediante una larga cadena de deducciones deriva-
das del celebre Cogito, ergo sum. Nada mas contrario a la con-
cepci6n peripatetica, segun la cual una ciencia como la fisica
sebasa en unos principios evidentes por si mismos, en cuya natu-
raleza la metafisica no puede profundizar, pero cuya certeza pue-
de aumentar.
La primera proposici6n de fisica que establece Descartes
siguiendo su metodo capta y expresa la esencia misma dela mate-
ria: Lanaturaleza del cuerpo consiste solamente en ser una sus-
tancia que tiene extensi6n en longitud, anchura y profundidad-."
De este conocimiento de la esencia de la materia se podra dedu-
cir, mediante los procedimientos de la geometria, la explicaci6n
de todos los fen6menos naturales. Noadmito principios en fisi-
ca, dice Descartes resumiendo el metoda con el que pretende
estudiar esa ciencia, que no sean admitidos tambien en mate-
maticas, a fin de poder probar por demostraci6n todo 10que de
13. GRI SAR, Galilei-Studien, BeiJ age, I X , Ratisbona 1882.
14. DESCARTES, Principia philosophiae, pars IIJ , 4.
54 EL objeto de La teoriajisica Las teorias representativas y Lahistoria de la fisica 55
ellos deduzca, y que estos principios bastan, mientras todos los
fen6menos de la Naturaleza pueden ser explicados por su con-
ducto-.
Esta eslaaudaz f6rmula delacosmologia cartesiana. El hom-
bre conoce laesencia misma delamateria, que es laextensi6n, y
de ella puede deducir 16gicamente todas las propiedades de la
materia. La distinci6n entre la flsica, que estudia los fen6menos
y sus leyes, y lametaflsica, que pretende conocer laesencia mis-
ma delamateria en tanto que causa delos fen6menos y raz6n de
ser de las leyes, carece de fundamento. La mente no parte del
conocimiento del fen6meno para pasar despues al conocimien-
to de la materia; 10primero que conoce es lanaturaleza misma
de lamateria y de ella se sigue la explicaci6n de los fen6menos.
Descartes lleva hasta el extrema las consecuencias de este
orgulloso principio; no secontenta con afirmar quelaexplicaci6n
detodos los fenomenos naturales puede extraerse enteramente de
esta unica proposici6n Laesencia delamateria es laextension,
sino queintenta dar los detalles deestaexplicacion, pretende cons-
truir el mundo partiendo de esta definici6n, mediante lafigura y
el movimiento. Y cuando su obra esta acabada, se detiene para
contemplarla y declara que no le falta nada: Que no hay nin-
gun fen6meno natural queno este comprendido en 10queha sido
explicado en ese Tratado, como reza el titulo de uno delos ulti-
mos apartados delos Principios de la Filosojia.
15
Noobstante, parece que por un momento Descartes seasus-
tadelaosadia desu doctrina cosmo16gica y desu aproximaci6n
ala doctrina peripatetica, como se desprende de uno de los ar-
ticulos de los Principios. Reproduciremos todo este articulo, que
trata muy de cerca el tema del que nos ocupamos:
Y aunque acaso secomprenda asi de que modo han podido
formarse las cosas naturales, no ha de concluirse, sin embargo,
por esto, que efectivamente han sido hechas detal manera. Pues,
igual que un habil relojero puede fabricar dos relojes, que por
mas que indiquen igualmente bien las horas, consten por dentro,
no obstante, de muy diferente articulaci6n de sus ruedas, de la
misma manera es indudable que el Dios delas cosas pudo formar
todas las que vemos, deinnumerables modos diversos, sin que a
la mente humana le sea posible distinguir cual de esos modos
hayaquerido emplear para hacerlas. Notengo, enverdad, el menor
inconveniente en reconocerlo. Y me tendre por muy satisfecho,
solamente con que las causas que he explicado sean tales, que
todos los efectos que son capaces de producir seyea son seme-
jantes alos que contemplamos en torno nuestro, sin preguntar-
me si han sido causados por ellas 0por otras. I ncluso creo que
basta para lapractica de lavida conocer las causas asl imagina-
das, ya que la medicina y la mecanica y en general todas las ar-
tes alas que puede ser uti! el conocimiento de la flsica no tie-
nen mas objetivo que aplicar de tal modo, unos aotros, algunos
cuerpos sensibles, quepor laserie delas causas naturales, sepro-
duzcan algunos efectos sensibles. Cosaque podria hacerse igual-
mente considerando lasucesion de algunas causas asi imagina-
das, aunque falsas, como si fueran verdaderas, puesto que esta
sucesi6n es supuestamente parecida en cuanto se refiere alos
efectos sensibles. Y para que no se crea, acaso, que Arist6teles
fuese mas alla de esto, 0pretendiese excederlo, el mismo dice
expresamente, al comienzo del septimo capitulo del primer libro
delos Meteoros, que respecto alas cosas que no son manifiestas a
los sentidos, cree alegar razones y demostraciones suficientes, si
solamente hace ver que pueden realizarse del modo explicado
por eb > . 1 6
Pero esta especie de concesion alas ideas de la Escolastica
esta manifiestamente en desacuerdo con el propio metoda deDes-
cartes; no es mas que una precaucion contra lacensura del San-
toOficioque tomaba el gran filosofo, muy afectado, como sesabe,
15. DESCARTES, Principia philosophiae, pars I V , 199.
16. DESCARTES, ibidem, pars I V , 204.
56 EL objeto de La teoria fisica
por la condena de Galileo. Por 10demas, parece que el propio Des-
cartes temi6 que se tomara demasiado en serio su prudente cir-
cunspeccion, ya que aese articulo que acabamos de citar lesiguie-
ron otros dos, cuyos titulos eran: Que se ve, sin embargo, que
10explicado por mi es al menos moralmente cierto. Yque inclu-
so poseemos una certeza mas que moral..
Las palabras certeza moral no bastaban, en efecto, para ex-
presar la fesin limites que Descartes tenia en su rnetodo; no sola-
mente creia haber dado una explicaci6n satisfactoria de todos los
fen6menos naturales, sino que pensaba que habia proporcionado
launica explicaci6n posible yque podia demostrarlo matematica-
mente: En cuanto alafisica -escribia aMersenne e111 demarzo
de 1640-, creeria que no se nada, si s610pudiera decir como son
las cosas, sin demostrar que no pueden ser deotra manera; yaque
habiendola reducido alas leyes de las matematicas, es posible, y
creo poderlo hacer en 10poco que creo saber, aunque no 10haya
hecho en mis Essais, porque no he querido dar en ellos mis princi-
pios, yno veo nada que me invite adarlos en el futuro. 17
Nada mas adecuado para provocar una desdefiosa sonrisa en
los labios de Pascal que esta soberbia confianza en el poder ili-
mitado del metoda metafisico. Desde el momento mismo en que
se admite que la materia no es mas que la extension en longi-
tud, anchura y profu!ldidad, ique locura querer deducir de ello la
explicaci6n detallada del mundo! Es fuerza decir, en conjunto:
esto se hace por figura y movimiento, porque esto es verdad. Pero
decir de cuales y componer la maquina es ridiculo; porque es inu-
til, incierto y penoso.s-''
El ilustre emulo dePascal, Christian Huygens, no juzga con la
misma severidad el metoda que pretende extraer delos principios
17. D8SCARTES,tEuores, edici6n P . TANNERYY CH. ADAM,Correspondance,
t. 1I l, p. 39.
18. PASCAL, Pensees, edici6n Havet, art. 24. Este pensamiento va prece-
dido de las paJ abras: -Escribir contra aquellos que profundizan demasiado
en las ciencias: Descartes.
Las teorias representativas y Lahistoria de la fisica 57
cosmo16gicos la explicaci6n de los fen6menos naturales. Sin
duda, las explicaciones deDescartes son insostenibles en mas de
un aspecto, pero es que su cosmologia, que reduce lamateria aex-
tension, no es la sana filosofia delanaturaleza; esta es la fisica de
los atomistas, y cabe pensar en deducir deella laexplicaci6n delos
fen6menos naturales, aunque sea con muchas dificultades:
Descartes ha reconocido mejor que sus antecesores que en
fisica nunca comprenderemos nada mas que 10que podamos rela-
cionar con principios que no excedan del alcance denuestra men-
te, como son los que dependen de los cuerpos, considerados sin
cualidades, y de sus movimientos. Pero como la mayor dificul-
tad consiste en hacer ver como cosas tan diversas son producidas
por los mismos principios, Descartes no 10ha logrado en muchas
cuestiones concretas que han sido objeto de su examen, entre
otras, en mi opinion, la de la gravedad. Sepuede juzgar por las
observaciones que hago a algunos pasajes de su obra, a las que
habria podido afiadir otras. Sin embargo, confieso que sus ensa-
yos y sus puntos de vista, aunque falsos, han servido para abrir
el paso a mis propios hallazgos sobre el mismo tema.
No diria que no suscita dudas 0 que no se le pueden formu-
lar objeciones. Es demasiado dificilllegar a ese punto en inves-
tigaciones de tal naturaleza. Sin embargo, creo que si la hip6tesis
principal, en la que yo me baso, no es la verdadera, hay pocas
esperanzas de que pueda encontrarse manteniendose dentro de
10slimites de la verdadera y sana fllosofla.v'"
Entre el momento en que Huygens presentaba ante la Aca-
demia delas Ciencias deParis su Discours de la Cause de la Pesan-
teury el momento en que 10hizo imprimir, apareci6 la inmortal
obra de Newton Philosophiae naturalis principia mathematica. En
esta obra, que transformaba la mecanica celeste, se exponian por
vez primera, a prop6sito de las teorias fisicas, opiniones com-
pletamente opuestas alas de Descartes y Huygens.
19. Christian HUYGEN'S, Discours de la cause de la pesanteur, Leyde, 1690.
58 EL objeto de La teoriajisica
Lo que piensa Newton sobre la construcci6n de las teorias
fisicas 10expresa con claridad en varios pasajes de sus obras.
El estudio atento delos fen6menos y de sus leyes permite al
fisico descubrir, mediante el metoda inductivo que le es propio,
algunos principios muy generales de los que se pueden deducir
todas las leyes experimentales; asi, las leyes de todos los fen6-
menos celestes sehallan condensadas en el principio de la gra-
vitacion universal.
Ahora bien, esa representacion condensada no es una expli-
cacion; laatracci6n mutua que lamecanica celeste imagina entre
dos particulas cualesquiera delamateria permite someter acalcu-
10todos los movimientos celestes, pero no por esto sedescubre la
causa misma deesta atracci6n. iHabra quever en ella una cuali-
dad primera eirreductible de la materia? iHabra que conside-
rarla, cosa que Newton iuzgara probable en algunas epocas desu
vida, el resultado deimpulsos producidos por cierto eter? Sonpre-
guntas dificiles, cuya respuesta no se obtendra hasta mas tarde.
En cualquier caso, esta investigaci6n corresponde al fil6sofo, yno
al fisico: independientemente de cual sea el resultado, la teoria
representativa construida por el fisico conservara todo su valor.
Ladoctrina queaparece formulada deforma breve en el Scho-
lium generale con el que finalizan los Principios de la Filosofia
natural es lasiguiente:
Hastaaqui he expuesto los fen6menos quepresentan los cie-
losynuestros mares conlaayuda delafuerza delagravedad, pero
todavia no he asignado causa a esta gravedad. Ciertamente esta
fuerza nace dealguna causa que penetra hasta el centro del Solo
de los planetas sin que su poder se yea disminuido; que aetna
no en relaci6n con la superficie delas particulas s6lidas sobre las
que ejerce su accion, como 10 hacen habitualmente las causas
mecanicas, sino en relaci6n con su uolumen; y cuya acci6n se
extiende desde todas partes a distancias inmensas, decreciendo
siempre en razon inversa del cuadrado de la distancia. La gra-
vedad hacia el Sol esta compuesta de las gravedades hacia cada
Las teorias representativas y La historia de la fisica 59
una de las particulas del Sol y, al alejarse del Sol, decrece exac-
tamente en raz6n cuadrada de las distancias hasta la 6rbita de
Saturno, como es manifiesto por estar en reposo los afelios delos
planetas, y hasta los mas remotos afelios delos cometas, si es que
esos afelios estan en reposo. Pero hasta ahora no he podido dedu-
cir de los fen6menos la raz6n de estas propiedades de la grave-
dad, yyo no imagino hipotesis. Pues todo 10que no sededuce de
los fen6menos debe ser llamado hipotesis, ylas hip6tesis, yasean
metafisicas 0fisicas, 0de cualidades ocultas 0mecanicas, no tie-
nen cabida en lajilosojia experimental. En esta filosofia las pro-
posiciones se deducen de los fen6menos y se generalizan por
inducci6n. Es asi como se ha conocido la impenetrabilidad, la
movilidad, el impetu delos cuerpos y las leyes de los movimien-
tos y de la gravedad. Y basta con que esta gravedad exista real-
mente y actue segun las leyesquehemos expuesto, y seasuficiente
para explicar todos los movimientos delos cuerpos celestes y de
nuestro mar>
Mas tarde, en la celebre cuesti6n X X X I con que concluye la
segunda edici6n desu Optica; Newton enuncia con gran precision
su opinion respecto alas teorias fisicas, cuya finalidad es, segun
el, lacondensaci6n econ6mica delas leyesexperimentales: Expli-
car cada una de las propiedades de las cosas dotandolas de una
cualidad especifica oculta por la cual serian engendrados y pro-
ducidos los efectos que senos manifiestan es no explicar nada de
nada. En cambio, deducir de los fen6menos dos 0 tres princi-
pios generales del movimiento y explicar luego todas las propie-
dades y las acciones delos cuerpos por medio deestos principios
claros, realmente es un gran progreso en filosofia, aun cuando las
causas deesos principios no sean descubiertas. Es por eso queno
dudo en proponer los principios del movimiento, dejando delado
labusqueda delas causas.
Quienes compartian lasoberbia confianza delos cartesianos
o de los atomistas no podian soportar que se impusieran unos
limites tan humildes alas pretensiones delafisica te6rica. Limi-
60 EL objeto de Lateoria fisica
tarse adar una representaci6n geometrica de los fen6menos era,
en su opini6n, no avanzar nada en el conocimiento de la natu-
raleza. Los que se contentaban con un progreso tan vano no mere-
cian otra cosa que sarcasmos:
Antes de hacer usa de los principios que se acaban de esta-
blecer -dice un cartesiano-, creo que no estara fuera de lugar
examinar los que Newton utiliza como fundamento de su siste-
ma. Este nuevo fil6sofo, ilustre ya pOI 'sus extraordinarios cono-
cimientos de la geometria, no soportaba que una naci6n extran-
jera pudiera jactarse de su posici6n de maestra y modelo de las
demas. I ncitado pOI 'un noble deseo de emulaci6n y guiado pOI 'la
superioridad de su genio, no pens6 mas que en liberal' asu patria
de la necesidad en la que, segun el, se hallaba de tomar de noso-
tros el arte de aclarar los pasos de la naturaleza y seguirla en sus
operaciones. Pero no tuvo bastante con esto. Enemigo de toda
imposici6n, y comprendiendo que la fisica seria para el un estor-
bo constante, la expuls6 de su filosofia. Y pOI 'miedo averse obli-
gada alguna vez arecurrir aella, sepreocup6 deconvertir en leyes
primordiales las causas intimas de cada fen6meno concreto; pOI '
ese sistema todas las dificultades resultaron allanadas, y su tra-
bajo gir6 tan s610en torno a temas tratables que supo someter a
sus calculos: un fen6meno analiza do geometricamente se con-
virti6 para el en un fen6meno explicado. Asi, ese ilustre rival de
Descartes tuvo muy pronto la satisfacci6n singular de ser consi-
derado un gran fil6sofo, cuando en realidad no era mas que un
gran geometra.e'"
... V uelvo ahora a 10que habia expuesto al principio, y con-
cluyo que siguiendo el metoda de ese gran ge6metra, no hay nada
mas facil que desarrollar el mecanismo de la naturaleza. iDesea
explicar un fen6meno de la naturaleza? Exp6ngalo geometries-
20. DE GAMACHES, Principes generaua: de Lanature appliques au meca-
nisme astronomique et compares aux principes de la philosophie de M New-
ton, Paris 1740, p. 67.
Las teorias representativas y la historia de lajisica 61
mente, y asunto concluido. Si queda algo que resulte inc6modo
para el fisico, dependera sin duda alguna de una ley primordial
o de alguna determinaci6n particular.s'"
Los discipulos deNewton no mantuvieron la misma prudente
reserva que su maestro; muchos no pudieron permanecer en
los estrechos limites que les marcaba su metoda de la fisica y,
franqueando esos limites, afirmaron, como metafisicos, que las
atracciones mutuas eran cualidades reales y primeras dela mate-
ria, y que un fen6meno reducido aestas atracciones era realmente
un fen6meno explicado. Asi se expres6 Roger Cotes en el celebre
prefacio a la segunda edici6n de los Principia de Newton, y esta
fue la doctrina desarrollada pOI 'Boscovich, que inspir6 a menu-
do ala metafisica leibniziana.
Sin embargo, muchos seguidores de Newton, y no de los
menos notables, se atuvieron al metoda que tan bien habia defi-
nido su ilustre predecesor.
Laplace mantiene una confianza total en el poder del princi-
pio delaatracci6n; sin embargo, esta confianza no es ciega. En al-
gunos pasajes deL'exposition du systeme du monde, Laplace indi-
ca que esta gravitaci6n universal que, en forma de gravedad 0de
atracci6n molecular, coordina todos los fen6menos naturales, no
es tal vez su ultima explicaci6n; que ella misma puede depender
de una causa superior, aunque esta causa Laplace la relega a
un ambito incognoscible. En cualquier caso, reconoce con New-
ton que labusqueda deesta causa, si es posible, constituye un pro-
blema distinto del que resuelven las teorias astron6micas y flsi-
cas. Este principio -dice Laplace -, ies una ley primordial de la
naturaleza? iO no es mas que un efecto general deuna causa des-
conocida? Nuestra ignorancia de las propiedades intimas de la
materia nos detiene aqui ynos priva de toda esperanza derespon-
der satisfactoriamente a estas preguntas.s-? El principio de la
21. DE GAMACHES, loc. cit., p. 81.
22. LAPLACE, Exposition du systeme du monde, I , I V , C. X V I I .
62 EL objeto de la teoria fisica
gravitacion universal-sigue diciendo-, les una ley primordial de
lanaturaleza, 0no es mas que un efecto general deuna causa des-
conocida? lPodemos reducir I as afinidades aeste principio? New-
ton, mas prudente que muchos desus discipulos, no sepronuncio
sobre cuestiones alas que nuestra ignorancia delos principtos de
la materia no permite responder de una manera satisfactoria.s'"
Filosofo mas profundo que Laplace, Ampere ve con una cla-
ridad meridiana la ventaja que representa hacer que una teoria
fisica sea independiente de toda explicacion metafisica; en efec-
to, de este modo sela mantiene al margen delas disputas que divi-
den alas diferentes escuelas cosmologicas y, al mismo tiempo, se
consigue que sea aceptable para quienes profesan opiniones filo-
soficas incompatibles. Y, no obstante, lejos de obstaculizar las
investigaciones de quienes pretenderian dar una explicacion de
los fenomen os, se facilita su labor; se condensa en un reducido
numero deproposiciones las innumerables leyes delas que deben
dar cuenta, de tal modo que es suficiente explicar esas pocas pro-
posiciones para que ese inmenso conjunto de leyes deje de con-
tener misterio alguno.
Laprincipal ventaja de las formulas que se deducen inme-
diatamente dealgunos hechos generales, dados pOI 'un numero de
observaciones suficiente para que no pueda ser puesta en duda su
certeza, consiste en mantenerse independientes, tanto delas hipo-
tesis que sus autores pudieron utilizar en la busqueda de esas
formulas, como delas que pueden sustituirlas mas tarde. Laexpre-
sion de la atraccion universal, deducida de las leyes de Kepler, no
depende de las hipotesis formuladas pOI 'algunos autores sobre la
causa mecanica que deseaban asignarle. Lateoria del calor sebasa
realmente en hechos generales obtenidos inmediatamente de la
observacion; y la ecuacion deducida de estos hechos, que se hall a
confirmada porI a concordancia entre los resultados que de ella se
obtienen y los que proporciona la experiencia, debe ser conside-
23. LAPLACE, op. cil. I, V , c.V.
Las teorias representativas y Lahistoria de lafisica 63
rada asimismo la expresion de las verdaderas leyes de la propa-
gacion del calor, tanto por parte dequienes la atribuyen a una irra-
diacion de rnoleculas calorificas, como de quienes recurren para
laexplicacion deesteI enomeno alas vibraciones de un fluido espar-
cido en el espacio. Solohace falta que 10sprimeros demuestren que
la ecuacion en cuestion es el resultado de su manera de vel', Y
que 10s segundos la deduzcan de las formulas generales de 10s
movimientos vibratorios; no para aumentar lacerteza deesta ecua-
cion, sino para que puedan mantenerse sus respectivas hipotesis.
El fisico que no tiene opinion formulada aeste respecto admite esta
ecuacion como la representacion exacta de 10shechos, sin preo-
cuparse de la manera como haya podido derivarse de una u otra
de las explicaciones que estamos comentando.s=
Fourier, pOI 'otra parte, comparte la opinion de Ampere apro-
posito de la teoria del calor. V eamos como se expresa en el Dis-
courspreliminaire con el que se inicia su inmortal obra:
Noconocemos I as causas primordiales, pero estan someti-
das aleyes simples y constantes que se pueden descubrir median-
tela observacion, Y de cuyo estudio se ocupa la filosofia natural.
El calor penetra, como la gravedad, en todas las sustancias
del universo; sus rayos ocupan todas las partes del espacio. EI
objetivo de nuestra obra es exponer las (eyes maternaticas pOI 'las
que se rige este elemento. Esta teoria constituira, apartir de aho-
ra, una de las ramas mas importantes de la fisica general.
[...] Los principios de esta teoria se deducen, como 10sde la
mecanica, de un numero muy reducido de hechos primordiales,
que 10sgeornetras no consideran que sean la causa, pero que admi-
ten como resultado de las observaciones comunes y confirmadas
pOI ' todas las experiencias.s "
24. Andre-Marie AMPi':RE, Theorie mathematique des phenomenes elec-
trodynamiques, uniquement deduite de l'experience, cdici6n l lcbbrnann, p. 3.
25. FOLI HI ER, Theorie analytique de la chaleur, edici6n Darboux, p. xv y
p. XXI .
64 El objeto de la teoria fisica
Al igual que Ampere y que Fourier, Fresnel tampoco consi-
dera que el objetivo de la teoria sea la explicacion metafisica de
las apariencias sensibles; veen ellaun poderoso medio deinven-
cion, porque es una representacion resumida y clasificada de
los conocimientos experimentales: Noesinutil reunir los hechos
bajo un mismo punto devista, vinculandolos aun reducido nume-
ro de principios generales. Es el medio para comprender mejor
las leyes, y creo queesa clase deesfuerzos pueden contribuir, tan-
to como las propias observaciones, al avance dela clencia-.P"
El rapido desarrollo de la termodinamica, a mediados del
siglo X I X , dio nueva vigencia alas suposiciones sobre lanatura-
leza del calor que Descartes habia sido el primero en formular.
Las opiniones cartesianas y atomistas recibieron una inyeccion
devitali dad, y laesperanza de construir teorias fisicas explicati-
vas sereavivo en lamente de mas de un fisico.
Sinembargo, algunos creadores delanueva doctrina, yno de
los menos importantes, no sedejaron arrastrar por esta esperan-
za; entre ellos, y en primera fila, hay que mencionar a Robert
Mayer: Yono se nada acerca de la naturaleza intima del calor
-escribia Robert Mayer aGriesinger-, ni tampoco delaelectrici-
dad, etc., como tampoco conozco lanaturaleza intima deuna mate-
ria cualquiera, 0de cualquier cosa que exista-f"
Las primeras contribuciones deMacquorn Rankine alosavan-
ces delateoria mecanica del calor habian sido intentos deexpli-
cacion; pero muy pronto sus ideas evolucionaron y, en una bre-
ve obra muy poco conocida, expone con admirable claridad las
caracteristicas que distinguen lateoria representativa -que el I la-
ma teoria abstracta- de la teoria explicativa -designada con el
nombre de teoria hipotetica:
Citaremos algunos pasajes de esta obra:
Hayque establecer una distincion basica entre las dos fases
26. A. FRESNEL, (Euures completes, t. I , p. 480.
27. Robert MAYER, Kleinere Schrijten und Brieje, Stuttgart 1893, p. 181.
Teoria fisica y explicaci6n metaflsica 65
de que se compone el metoda por el que avanza nuestro conoci-
miento de las leyes fisicas. La primera consisteen observar las
relaciones que existen entre los fenomenos tal como se presen-
tan en el curso ordinaria de la naturaleza, 0tal como se produ-
cen artificialmente en nuestras experiencias, y en expresar las
relaciones asi observadas en proposiciones que denominamos
leyes formales. La segunda fase consiste en reducir en forma de
ciencia las leyesformales detodauna clasedefenomenos, esdecir,
en descubrir el sistema deprincipios mas simple del que sepue-
dan deducir como consecuencias todas las leyes formales deesta
clase defenomenos.
Semejante sistema de principios, acompafiados de las con-
secuencias que deel sededucen metodicamente, constituye la teo-
ria fisica de una clase de fenomenos.
Sepueden distinguir dos metodos aptos para construir una
teoria fisica, y se caracterizan esencialmente por el procedi-
miento que sirve para definir las clases defenomenos, Podemos
denominarlos respectivamente metoda abstracto y metoda hipo-
tetico.
Segun el metoda abstracto, una clase de objetos 0de feno-
menos se define por descripcion; en otras palabras, imaginamos
que un determinado conjunto depropiedades es comun atodos
los objetos 0atodos los fenomenos quecomponen esta clase, con-
siderandolos tal como los sentidos nos los hacen percibir y sin
introducir nada hipotetico. Entonces les asignamos un nombre 0
un simbolo.
Segun el metoda hipotetico, ladefinicion deuna clase deobje-
tos 0defenomenos se obtiene deuna concepcion conjetural res-
pecto a su naturaleza. I maginamos, sin percibirlo por nuestros
sentidos, que estan constituidos por una modificacion deotra cla-
sede objetos 0defenomenos cuyas leyes son ya conocidas. Si las
consecuencias de esa definicion hipotetica concuerdan con los
resultados de la observacion y de la experiencia, esta definicion
puede servir para obtener las leyes de una clase de objetos 0de
66 El objeto de la teoriajisica
fenornenos de las leyes relativas aotra clase.2SDe este modo, de
las leyes de la mecanica se obtendran, por ejemplo, las leyes
de la luz 0 del calor.
Rankine cree que las teorias hipoteticas iran siendo sustitui-
das gradualmente pOI 'las teorias abstractas. Sin embargo, con-
sidera que como primera etapa es necesaria una teoria hipoteti-
ca, para simplificar yponer orden en laexpresi6n delos fenomenos
antes de que sea posible hacer algun progreso en la construcci6n
de una teoria abstracta, Yahemos visto, en el apartado anterior,
que esta afirmaci6n apenas ha sido confirmada por la historia de
las teorias fisicas; tendremos ocasi6n de discutirla de nuevo en el
apartado 9del capitulo I V .
A mediados del siglo X I X , las teorias hipoteticas, las que se
consideraban explicaciones mas 0menos probables de los feno-
menos, se multiplicaron de forma extraordinaria. El ruido de sus
disputas y el estrepito de sus caidas cansaron alos fisicos, y poco
a poco les recondujeron alas sanas doctrinas que Newton habia
expresado con tanta convicci6n. Reanudando la tradici6n inte-
rrumpida, Ernst Mach-? defini6 la fisica te6rica como una repre-
sentacion abstracta y condensada de los fen6menos naturales, y
G. Kirschhoff asign6 a la mecanica el objetivo de describir de
la forma mas simple y completa posible los movimientos que se
producen en la naturaleza-J "
Si bien algunos grandes fisicos se enorgullecieron del pode-
28. .I . MACQUORN RANKI NE, Outlines of the science of energetics, leido en
la Philosophical Society de Glasgow, el2 de mayo de 1855 y publieado en los
Proceedings de dicha soeiedad, vol. I I I , n" 4. cr. RANKI NE, Miscellaneous scien-
tific papers, p. 209.
29. E. MACH, Die Gestalten der Ftussigkeit, Praga 1872; Die okonomische
Natur der physikalischen Forschung, V iena 1882; Die Mechanik in ihrer Ent-
wickelung, historich-kritiscli dargestellt, Leipzig 1883. Esta ultima obra ha sido
tradueida al [ranees por M. Bertrand con el titulo de La Mecanique; expose
historique et critique de son deueloppement, Paris 1904.
30. G. KI RCI HI OFJ ?, Vorlesungen iiber mathematische Physik; Mechanik,
Leipzig 1874, p. 1.
Las teorias representativas y la historia de la fisica 67
roso metodo que utilizaban hasta el punto de exagerar sus posi-
bilidades, y creyeron que sus teorias descubririan la naturaleza
metafisica de las cosas, muchos investigadores por los que sen-
timos una gran admiraci6n fueron mas modestos y mas clarivi-
dentes: reconocieron que la teoria fisica no era una explicaci6n,
sino que vieron en ella una representaci6n simplificada y orde-
nada, que agrupaba las leyes segun una clasificaci6n cada vez mas
perfecta y cada vez mas natural.
Capitulo IV
LAS TEORI AS ABSTRACTAS
Y LOS MODELOS MECANI COS
1
I . Dos CLASES DE EspiRI TUS: LOS ESpjRI TUS AMPLI OS
Y LOS EspiRI TUS PROFUNDOS
La construccion de cualquier teoria fisica es el producto de
un doble trabajo de abstraccion y de generalizacion.
En primer lugar, la mente analiza un numero inmenso de
hechos concretos, diversos, complejos, y10que en ellos vedecomun
y de esenciallo resume en una ley, es decir, en una proposicion
general que relaciona nociones abstractas.
En segundo lugar, contempla todo un conjunto de leyes; ese
conjunto 10 sustituye por un numero muy reducido de juicios
extraordinariamente generales, que sebasan en unas pocas ideas
muy abstractas; elige esas propiedades primeras, formula esas
hip6tesisjundamentales, de tal forma que una deduccion tal vez
muy larga, pero muy segura, pueda extraer de ellas todas las leyes
que pertenecen al conjunto que estudia. Ese sistema de hipotesis
y de consecuencias que de ella derivan, labor de abstraccion, de
generalizacion y de deduccion, constituye la teoria fisica tal como
1. Las ideas expuestas en este capiLulo son el desarrollo de un articulo
Litulado I J Ecole anglaise et les theories physiques, publicado en octubre de
1893 por la Revue des questions scientifiques.
70 El objeto de La teoria fisica
la hemos definido, y merece sin duda el calificativo de teoria abs-
tracta con la que Rankine la designa.
Esa doble labor de abstracci6n y de generalizaci6n median-
te la que se constituye una teoria provoca, como hemos dicho.?
una doble economia intelectual: es econ6mica porque sustituye
una gran cantidad dehechos por una ley unica, y es tarnbien eco-
n6mica porque sustituye un amplio conjunto deleyes por un redu-
cido grupo de hip6tesis.
Este caracter doblemente econ6mico que hemos atribuido a
la teoria abstracta, ise 10atribuiran tarnbien todos los que refle-
xionan sobre los metodos de la fisica?
Representar ante los ojos de la imaginaci6n un numero muy
grande de objetos de tal manera que sean captados todos ala vez,
en su compleja disposici6n, y no uno por uno, arbitrariamente
separados del conjunto al que la realidad los vincula, es para
muchos una operaci6n imposible 0, al menos, muy dificultosa.
Una enorme cantidad de leyes, puestas en el mismo plano, sin
ninguna clasificaci6n que las agrupe ni ningun sistema que las
coordine 0 las subordine unas a otras, les parece un caos que
causa pavor a su imaginaci6n, un laberinto donde su inteligen-
cia se pierde. En cambio, conciben sin esfuerzo una idea que
la abstracci6n ha despojado de todo 10que podria estimular a la
memoria sensible; captan clara y completamente el sentido de
un juicio que vincula esas ideas, y tienen habilidad para seguir
hasta sus ultirnas consecuencias, sin cansancio ni desfalleci-
miento, un razonamiento que utiliza como principio tales juicios.
En estas personas la facultad de concebir ideas abstractas y de
razonar esta mas desarrollada que la facultad de imaginar obje-
tos concretos.
Para esos espiritus abstractos, la reducci6n de los hechos a
leyes y de las leyes a teorias les supone una autentica economia
intelectual; cada una de esas dos operaciones disminuira consi-
2. Cap. I I , apartado 2.
Las teorias abstractas y Los modelos mecanicos 71
derablemente el esfuerzo que debe hacer su mente para adquirir
el conocimiento de la fisica.
Pero no todos los espiritus poderosamente desarrollados son
espiritus abstractos.
Hay algunos que poseen una maravillosa aptitud para repre-
sentar en su imaginaci6n un conjunto complejo de objetos dis-
pares; los captan con una sola mirada, sin necesidad de que su
atenci6n miope se pose primero sobre un objeto y luego sobre
otro. Y sin embargo esta visi6n no es vaga ni confusa, sino pre-
cisa y minuciosa, y cada detalle es percibido claramente en su
lugar y con la importancia que I ecorresponde.
Ahora bien, esta capacidad intelectual esta sometida a una
unica condici6n: es preciso que los objetos sobre los que se ejer-
ce sean perceptibles por los sentidos, sepuedan tocar 0mirar. Las
mentes que poseen esta capacidad necesitan la ayuda dela memo-
ria sensible para poder concebir; la idea abstracta, despojada de
todo 10que esta memoria puede representar seles desvanece como
la niebla; el juicio general resuena en ellas como una f6rmula
hueca y carente de sentido; la larga y rigurosa deducci6n les pa-
rece el zumbido mon6tono de un molino cuyas ruedas giran sin
cesar, pero s610muelen viento. Dotadas de una poderosa capaci-
dad de imaginaci6n, esas mentes estan mal preparadas para abs-
traer y deducir.
A esos espiritus imaginativos, ila constituci6n de una teorla
fisica abstracta les parecera una economia intelectual? I nduda-
blemente no. Mas bien veran en ella una labor cuya dificultad les
pare cera mucho menos discutible que su utilidad y, sin duda,
construiran sus teorias fisicas sobre cualquier otro modelo.
La teoria fisica, tal como la hemos concebido, s610sera acep-
tada de entrada como la verdadera forma con la que la naturale-
za debe ser representada por los espiritus abstractos. Pascal no
deja de observarlo en este fragmento, en el que caracteriza con
gran viveza las dos clases de espiritus que acabamos de distinguir:
Diversas maneras de sentido recto; las unas en cierto orden
72
El objeto de la teoria fisica
de cosas, y no en los otros 6rdenes, donde ellos se extravian. Los
unos sacan bien las consecuencias de pocos principios; esta es
una rectitud de sentido. Los otros sacan bien las consecuencias
delas cosas donde hay muchos principios. Por ejemplo, unos com-
prenden bien los efectos del agua, en la que hay pocos principios;
pero las consecuencias deello son tan finas, que s610una extrema
rectitud podria alI i caminar. Y aquellos no serian por eso, quiza,
grandes ge6metras, porque la geometria contiene un gran mime-
ro de principios, y puede ser talla naturaleza de un espiritu que
penetre bien en pocos principios hasta el fondo, y no puede pene-
trar de ningun modo en las cosas donde hay muchos principios.
Hay, por consiguiente, dos maneras deespiritus: launa, depene-
trar viva y profundamente en las consecuencias de los principios,
es el espiritu dejusteza; la otra, de comprender un gran numero
deprincipios sin confundirlos, es el espiritu de geometria. La una
es fuerza y rectitud de espiritu; la otra es amplitud. Una puede
existir bien sin la otra; el espiritu puede ser fuerte y estrecho: pue-
de ser tarnbien debil y amplio.s"
La teoria fisica abstracta, tal como la hemos definido, segu-
ramente tendra de su parte alos espiritus fuertes pero estrechos;
en cambio, debera contar con el rechazo de los espiritus amplios
pero debiles. Puesto que tendremos que combatir la amplitud de
espiritu, aprendamos ante todo aconocerlo bien.
II. UN E.lEMPLO DE AMPLI TUD DE EspiRI TU: NAPOLEON
Cuando un z0610go se propone estudiar determinado 6rga-
no, I eproduce una gran alegria encontrar un animal en el que
este 6rgano tenga un desarrollo excepcional, ya que I epermite
3. PASCAL, Pensees, edici6n Havet, art. V I I , 2.
J
Las teorias abstractas y Los modelos mecanicos 73
disecar mas facilmente las distintas partes, ver mas claramente
su estructura y comprender mejor su funcionamiento. Asi tam-
bien, el psicologo que pretende analizar una facultad no puede
desear nada mejor que encontrar a un individuo que posea esta
facultad en un grado eminente.
Ahora bien, la historia nos ofrece el caso de un hombre en el
que esta forma intelectual, que Pascal denomina amplitud y debi-
lidad de espiritu, seencuentra desarrollada en un grado casi mons-
truoso: este hombre es Napole6n.
Si releemos el retrato profundamente detallado y curiosa-
mente documentado que del espiritu de Napole6n nos traza Tai-
ne," inmediatamente veremos c6mo destacan, hasta el punto de
no pasar desapercibidas ala mirada menos clarividente, estas dos
caracteristicas esenciales: extraordinaria capacidad para captar
con la inteligencia un conjunto muy complejo de objetos, siem-
pre que esos objetos sean perceptibles, tengan forma y color alos
ojos de la imaginaci6n; incapacidad para la abstracci6n y la gene-
ralizaci6n llevada hasta el extremo de sentir una aversi6n pro-
funda por ese tipo de operaciones intelectuales.
Las ideas puras, despojadas de la envoltura de detalles con-
cretos que las hagan visibles y tangibles, no tienen cabida en la
mente de Napole6n: Desde Brienne," se constataba que no tenia
ninguna disposici6n para las lenguas ni para la literatura. No
solamente I ecuesta concebir nociones abstractas y generales, sino
que las rechaza con horror: Contemplaba las cosas tan s610des-
de el punto devista de su utilidad inmediata -dice Mme. deStael-;
los principios generales I edesagradaban tanto como una necedad
o un enemigo. Quienes se sirven de la abstracci6n, de la gene-
ralizaci6n y de la deducci6n como medios habituales de pensa-
miento I eparecen seres incomprensibles, fallidos eincompletos,
4. H. TAI NE, Les origines de la France contemporaine. Le regime moder-
ne, t. I , 1. I , c. I , art. 2, 3, 4. Paris 189L
5. Todas las citas proceden de la obra de Taine.
74 El objeto de la teoriajisica
y trata a esos ideologos con profundo desprecio: Hay doce 0
quince metafisicos que merecerian ser arrojados al agua, dice
Napoleon; son parasites que llevo encima.
En cambio, si bien su razon se niega a captar los principios
generales; si bien, segun testimonio de Stendhal, ignora la mayo-
ria de las grandes verda des descubiertas hace cien anos, ique
enorme capacidad tiene para ver de golpe, con una mirada que
abarca con claridad todo el conjunto, sin perder por ello ni un
solo detalle, el conjunto mas complejo dehechos y deobjetos con-
cretos! Tenia -dice Bourrienne- poca memoria para los nom-
bres propios, las palabras y las fechas; pero poseia una memo-
ria prodigiosa para los hechos y los lugares. Recuerdo que yendo
de Paris aToulon, me senalo diez lugares adecuados para librar
grandes batallas ... Era un recuerdo de sus primeros viajes de
juventud; me describia la disposicion del terreno y me senalaba
las posiciones que habria ocupado, antes de que llegaramos alos
lugares. Por otra parte, el propio Napoleon se encargo de hacer
notar esa peculiaridad de su memoria, tan prodigiosa para los
hechos y tan debil para todo 10que no es concreto: Siempre ten-
go presentes los informes que recibo. Notengo memoria suficiente
para recordar un verso alejandrino, pero no olvido ni una sola
silaba de los informes. Esta noche los encontrare en mi habita-
cion, y no me acostare sin haberlos leido.
Del mismo modo que le horroriza la abstraccion y la gene-
ralizacion, porque I ecuesta un gran esfuerzo realizar estas ope-
raciones, se siente feliz ejercitando su prodigiosa facultad imagi-
nativa, como el atleta que stente placer comprobando la potencia
de sus musculos, Su curiosidad por los hechos precisos y con-
cretos es insaciable, segun palabras de Mollien. EI buen esta-
do de mis ejercitos -nos dice el propio Napoleon-; se debe aque
todos los dlas les dedico una 0dos horas y, cuando me envian el
informe mensual del estado de mis tropas y de mis flotas -hasta
una veintena de gruesos volumenes-, dejo de lado cualquier otra
ocupacion para leerlos detenidamente y ver la diferencia que hay
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 75
de un mes a otro. Me causa mas placer esta lectura que el que I e
proporciona a una muchacha la lectura de una novela.s
Esta capacidad de imaginacion, que Napoleon ejercita con
tanta facilidad y placer, es un prodigio de agilidad, de amplitud y
de precision. Abundan los ejemplos que nos permiten apreciar
sus maravillosas cualidades. Citaremos dos de ellos, suficiente-
mente caracteristicos para ahorrarnos una larga enumeracion:
M. de Segur, encargado de visitar todos los emplazamien-
tos militares dellitoral del norte, habia remitido su informe. "He
examinado todos vuestros informes, me dijo el Primer Consul, y
son exactos. Sin embargo, habeis olvidado mencionar dos cano-
nes de cuatro en Ostende". Y I eindica el emplazamiento exacto,
"una calzada transversal de la villa". Era cierto. Me quede atoni-
to; entre los miles de canones esparcidos por las baterias fijas 0
moviles a 10largo dellitoral, habia recordado dos canones de
cuatro.
Regresando del campo de Boulogne, Napoleon encuentra a
un peloton de soldados extraviados, les pregunta el numero de su
regimiento, calcula el dia de su partida, la ruta que han tornado y
el camino recorrido, y les dice: "Encontrareis vuestro batallon en
tal etapa". Por aquel entonces el ejercito estaba compuesto de
200.000 hombres..
A traves de hechos, actitudes y gestos visibles, el hombre se
da a conocer a sus semejantes y les revela sus sentimientos, ins-
tintos y pasiones. En esa revelacion, el detalle mas insignificante
ymas fugaz -un rubor imperceptible, un pliegue delabios apenas
esbozado- son a menudo el signo esencial, el que proyecta una
luz viva y repentina sobre una alegria 0una decepcion oculta en
el fondo del alma. Ese minuscule detalle no escapa a la mirada
escrutadora de Napoleon, y su memoria imaginativa la fija para
siempre como 10haria una fotografia. Deahi su profundo conoci-
miento de los hombres con los que se relaciona: Esa fuerza mo-
ral invisible puede constatarse y medirse de forma aproximada
por su manifestacion sensible, por una prueba decisiva como es
76 El objeto de la teoria fisica
una palabra, un acento, un gesto. Y esas palabras, gestos y acen-
tos los recoge; percibe los sentimientos intimos por su expresi6n
externa, seimagina el interior atraves del exterior, deuna fisono-
mia caracteristica, de una actitud expresiva, de una pequefia es-
cena breve y t6pica, de manifestaciones y expresiones concisas
tan bien elegidas y tan detalladas queresumen toda una serie in-
finita decasos analogos. Deestemodo, el objeto vago yhuidizo es
captado repentinamente, reunido y despues juzgado y sopesa-
dO.6La sorprendente psicologia de Napoleon consiste entera-
mente en esta enorme capacidad derepresentarse con precision,
en el conjunto y en los detalles, los objetos visibles y palpables,
los hombres decarne yhueso.
Y esta facultad es tambien la que hace su lenguaje tan fami-
liar, tan vivo y colorista; no hay en el terminos abstractos ni jui-
ciosgenerales, sino imagenes que tanto puede captar lavista como
el oido. Noestoy satisfecho dela administraci6n delas aduanas
de los Alpes, no da signos de vida; no se escucha el sonido de
los escudos que sevierten al tesoro publico.
Todo en la inteligencia de Napoleon -la aversion ala ideo-
logia, lavision del administrador y del tactico, el profundo cono-
cimiento delos medios sociales y delos hombres, el vigor aveces
trivial dellenguaje-, todo sedebe aesamisma caracteristica esen-
cial: la amplitud y debilidad de espiritu.
III. LA AMPLI TUD DE EspiRI TU, EL ESPI RI TU DE FI NURA
Y EL EspiRI TU GEOMETRI CO
Al estudiar lainteligencia deNapoleon, hemos podido obser-
var todas las caracteristicas del espiritu amplio, ylas hemos vis-
6. TAINE, loc. cit., p. 35.
Las teorias abstractas y Los modelos mecanicos
77
toprodigiosamente aumentadas, como en un microscopio. A par-
tir deahora, nos sera facil reconocerlas dondequiera quelas encon-
tremos, distintas segun los distintos objetos alos que seaplica el
espiritu que determinan.
Las reconoceremos ante todo siempre que nos encontre-
mos con el espiritu dejinura; ya que el espiritu de finura que
nos describe Pascal consiste esencialmente en la capacidad de
ver con claridad un numero muy grande de nociones concre-
tas, captando ala vez el conjunto y los detalles. Pero en el espi-
ritu de finura, los principios se encuentran en el uso cornun y
delante de los ojos de todo el mundo. No hay mas que volver
la cabeza, sin hacerse violencia; no hace falta sino tener buena
vista, pero si es preciso tenerla buena; porque los principios son
tan sutiles y en tan gran numero, que es casi imposible que no
haya evasion. Ahora bien, la omisi6n de un principio conduce
al error; asi, es preciso tener la vista bien clara para ver todos
los principios ... Apenas se les ve, se les siente mas bien que se
les ve; cuesta fatigas infinitas hacerlos sentir a los que no los
sienten por si mismos: son cosas tan delicadas y tan numero-
sas, que se necesita un sentido bien delicado y bien neto para
sentirlas, y juzgar recto y justo segun este sentimiento, sin poder
casi nunca demostrarlos ordenadamente, como en geometria,
porque asi no se poseen los principios, y seria cosa sin limites
el emprenderlo. Es preciso, de golpe, ver la cosa de una sola
mirada, y no por continuaci6n, razonamiento, a10menos has-
ta cierto grado.
... Y los espiritus finos, al contrario, habiendose acostum-
brado ajuzgar de un solo golpe de vista, se sorprenden tanto
-cuando seles presentan proposiciones de las que no compren-
den nada, y que para entrar en ellas es preciso pasar por defini-
ciones y principios tan esteriles, alos que no estan acostumbra-
dos aver tan al pormenor-, que 10rehusan yles causa disgusto ...
Y los finos queno son mas quefinos no pueden tener lapaciencia
de descender hasta los primeros principios de las cosas especu-
78
EL objeto de Lateoria fisica
lativas y de imaginacion, que no han visto jarnas en el mundo y
que son del todo inusitadas. 7
Asi pues, la amplitud de espiritu es la que engendra la finu-
ra del diplornatico, capaz de observar los hechos mas insignifi-
cantes, los menores gestos, las menores actitudes del hombre con
el que negocia y cuyas intenciones ocultas pretende adivinar; la
sutileza deun Tayllerand quereune miles deinformaciones insig-
nificantes que lepermitiran adivinar las ambiciones, vanidades,
rencores, celos y odios detodos losplenipotenciarios del Congreso
de V iena, y utilizar a esos hombres como si fueran marionetas
cuyos hilos sujeta.
Esta amplitud deespiritu lahallaremos en el cronista quefija
en sus escritos los detalles delas acciones yactitudes delos hom-
bres; en Saint-Simon, que nos deja en sus Memoires, losretratos
de cuatrocientos tunantes, entre los que no hallariamos dos que
se parezcan. Es la facultad basica del gran novelista, la que le
permitio aBalzac crear lamultitud depersonajes que pueblan la
Comedia humana, colocarlos ante nosotros en carne y hueso,
esculpir en esa carne las arrugas, las imperfecciones, las muecas
que seran los rasgos con los que semanifestaran todas las pasio-
nes, todos los vicios y todo 10grotesco que hay en el alma, vestir
esos cuerpos, dotarlos de actitudes y de gestos, rodearlos de las
cosas que constituiran su entorno; en una palabra: convertirlos
en hombres que viven en un mundo cambiante.
Esa amplitud deespiritu es laque dacolor y calor al estilo de
Rabelais, la que 10 carga de I mageries visibles, palpables, apre-
hensibles, concretas hasta lacaricatura, vivas hasta el hormigueo.
El espiritu amplio tambien seopone aese esprit classique que nos
ha dibujado Taine, a ese espiritu que siente predilecci6n por las
nociones abstractas, por el orden y la simplicidad, que se revela
de forma tan natural en el estilo de Buffon, que siempre elige el
termino mas general para expresar una idea.
7. PASCAL, Pensees, edici6n Havet, art. 7.
""'!'"""
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 79
Sonespiritus amplios todos los que son capaces derepresen-
tar en suimaginaci6n un cuadro claro, preciso ydetallado, donde
sedisponen una multitud deobjetos. Espiritu amplio es el del es-
peculador que, deun menton de telegramas, es capaz dededucir
lasituacion delos mercados degrana 0delana detodo el mundo,
ydecide, con una sola mirada, si debe jugar al alza 0ala baja. Es-
piritu amplio es el del jefe de estado mayor," capaz de pensar el
plan de movilizacion segun el cual millones de hombres ocupa-
ran, sin confusion ni alboroto, el dia preciso laplaza decombate
precisa. Espiritu amplio es tambien el del jugador deajedrez que,
sinmirar ni siquiera el tablero, juega una partida concinco adver-
sarios alavez.
Y es tambien amplitud de espiritu la que constituye el genio
propio demuchos ge6metras y de muchos algebristas. A mas de
un lector lehabra causado sorpresa ver que Pascal situa alos geo-
metras entre los espiritus amplios pero debiles; esa aproximacion
es una buena prueba de su penetracion.
Cualquier rama de las matematicas trata sin duda de con-
ceptos que poseen un grado muy elevado de abstraccion; es la
abstraccion queproporciona las nociones denumero, delinea, de
superficie, de angulo, de masa, defuerza, depresi6n; laabstrac-
cion y el analisis filosofico son los que desentrafian y precisan las
propiedades fundamentales de esas diversas nociones, los que
enuncian los axiomas y los postulados. La deduccion mas rigu-
rosa es la que asegura que estos postulados son compatibles e
independientes, la que pacientemente y con un orden impeca-
bledesarrolla lalarga cadena deteoremas delaqueaquellos cons-
tituyen la parte mas importante. A este metoda matematico le
debemos las obras maestras mas perfectas con que lafinura y la
profundidad de espiritu han obsequiado ala humanidad, desde
8. Cesar poseia una amplitud deespiritu casi tan caractertstica como la
de Napole6n. Serecuerda que dictaba al mismo tiempo, acuatro secretarios,
cartas compuestas en cuatro J enguas diferentes.
80
El objeto de la teoriajisica
los Elementos de Euclides y los tratados de Arquimedes sobre la
palanca 0 sobre los cuerpos flotantes.
Pero precisamente porque este metoda hace que intervengan
casi exclusivamente las facultades 16gicas de la inteligencia, y exi-
ge el mayor grado de fuerza y de exactitud de la mente, resulta
extraordinariamente laborioso y dificultoso para quienes poseen
un espiritu amplio pero debil. Los matematicos tambien han ima-
ginado procedimientos que sustituyen ese metodo puramente abs-
tracto y deductivo por otro metoda en el que la capacidad de ima-
ginaci6n tenga mayor intervenci6n que la capacidad de
razonamiento. En vez de tratar directamente delas nociones abs-
tractas que les ocupan, de considerarlas en si mismas, aprove-
chan sus propiedades mas simples para representarlas por medio
de numeros, para medirlas. Entonces, en lugar de encadenar con
una serie de silogismos las propiedades de esas nociones, some-
ten los numeros proporcionados por las medidas amanipulacio-
nes efectuadas siguiendo reglas fijas, las reglas del algebra; en
vez de deducir, calculan. Ahora bien, este manejo de los sirnbo-
los algebraicos que podemos denominar calculo, tomando el ter-
mino en su acepci6n mas amplia, implica, tanto en quien 10crea
como en quien 10usa, mucha menos capacidad de abstracci6n y
habilidad para dirigir ordenadamente sus pensamientos, que capa-
cidad para representarse las combinaciones diversas y comple-
jas que pueden formarse con ciertos signos visibles y represen-
tables, para ver de entrada las transformaciones que permiten
pasar de una combinaci6n a otra. El autor de ciertos descubri-
mientos algebraicos, J acobi por ejemplo, no tiene nada de meta-
flsico; se parece mas bien al jugador que conduce a la torre 0 al
caballo a un triunfo seguro. En muchas circunstancias, el espi-
ritu geometrico se situa, junto al espiritu definura, entre los espi-
ritus amplios pero debiles,
Las teorias abstractas y Los modelos mecanicos 81
I V . LA AMPLlTUO DE EspiRI TU Y EL EspiRI TU I NGLES
En todas las naciones, se encuentran hombres que poseen un
espiritu amplio; pero hay un pueblo donde la amplitud de espiri-
tu es endemica: se trata del pueblo I ngles.
Busquemos, en primer lugar, entre las obras que ha produ-
cido el genio I ngles, las dos caracteristicas del espiritu amplio y
debil: una extraordinaria facilidad para imaginar conjuntos muy
complejos dehechos concretos y una extrema dificultad para con-
cebir nociones abstractas y para formular principios generales.
lQue es 10que sorprende allector trances cuando abre una
novela inglesa, una obra capital de un maestro del genero, como
Dickens 0 George Elliot, 0 una obra primeriza de una joven
authoress, que aspira ala celebridad literaria? Lo que I esorpren-
de es la extensi6n y la minuciosidad de las descripciones. En un
primer momento despierta su curiosidad el pintoresquismo de
cada objeto, pero muy pronto pierde la visi6n de conjunto; las
numerosas imageries que el autor ha evocado semezclan y se con-
funden unas con otras, mientras nuevas imagenes acuden sin cesar
para aumentar este desorden. Apenas ha leido una cuarta parte de
la descripci6n y ya ha olvidado el comienzo; entonces pasa las
paginas sin leerlas, huyendo de esta enumeraci6n de cosas con-
cretas que desfilan ante sus ojos como en una pesadilla. Lo que
exige este espiritu profundo, pero estrecho, son las descripciones
de un Loti, que abstrae y condensa en tres lineas la idea esencial,
el alma detodo un paisaje. EI I ngles no tiene estas exigencias; todas
esas cosas visibles, palpables y tangibles que I eenumera y des-
cribe minuciosamente el novelista, su compatriota, el las ve todas
juntas sin ninguna dificultad, cadauna en su lugar, con todos los
detalles que las caracterizan; ve un cuadro que I eencanta donde
nosotros no vemos mas que un caos que nos obsesiona.
Esta oposici6n entre el espiritu frances, suficientemente fuer-
te para no temer la abstracci6n y la generalizaci6n, pero dema-
82 EL objeto de Lateoria fisica
Las teorias abstractas y Los modelos mecanicos 83
siado estrecho para imaginar todo 10que sea complejo, sin haber-
10clasificado antes en un orden perfecto, y el espiritu ampI io, pero
debil, del I ngles, la hallamos constantemente si comparamos los
monumentos escritos que han construido esos dos pueblos.
~Queremos constatarla comparando las obras de los dra-
maturgos? Cojamos a un heroe de CorneilI e, Auguste, que duda
entre la venganza y la clemencia, 0 Rodrigo, que se debate entre
la piedad filial y el amor. Dos sentimientos luchan en su corazon,
pero ique perfecto es el orden desu disputa! Toman lapalabra, por
turnos, como 10harian dos abogados en la sala de audiencias, y
exponen en alegatos perfectamente construidos sus razones para
vencer. Y cuando las razones del uno y del otro han sido clara-
mente expuestas, la voluntad pone fin al debate mediante una
decision precis acomo una orden dedetencion 0una conclusion de
geometria.
Y ahora, frente aAuguste 0aRodrigo, situemos a lady Mac-
beth 0al Hamlet de Shakespeare. iQue agitacion de sentimientos
confusos, incompletos, de contornos vagos, incoherentes, aveces
dominantes y aveces dominados! El espectador frances, forma-
do por nuestro teatro clasico, seagota en vanos esfuerzos por com-
prendera esos personajes, es decir, por deducir de un estado defl-
nido con nitidez esta multitud deactitudes y depalabras imprecisas
y contradictorias, Para el espectador I ngles no existe tal esfuerzo;
no pretende comprender a estos personajes, ni clasificar y orde-
nar sus gestos; se contenta con verlos en su viva complejidad.
~Queremos reconocer esta oposicion entre el espiritu frances
y el espiritu I ngles en las obras filosoflcas? Sustituyamos a Cor-
neille y a Shakespeare por Descartes y Bacon.
~CuaI es el prefacio con el que Descartes inicia su obra? Un
Discurso del metoda. ~CuaI es el metoda de este espiritu fuerte
pero estrecho? Consiste en conducir ordenadamente sus pen-
samientos, empezando por los objetos mas simples y faciles de
conocer, para ascender poco a poco, como por grados, hasta el
conocimiento de los mas complejos, y suponiendo incluso un
orden entre los que no se preceden naturalmente los unos a los
otros.
~Ycuales son esos objetos mas faciles de conocer por los
que es preciso empezar-? Descartes 10repiteen varias ocasio-
nes: son los objetos mas simples, y por simples entiende las no-
ciones mas abstractas, mas despojadas de accidentes sensibles,
los principios mas universales, los juicios mas generales que se
refieren a la existencia y al pensamiento, las verdades primeras
de la geometria.
A partir de estas ideas, de estos principios, el metoda deduc-
tivo desarrollara sus silogismos, cuya larga cadena, con eslabo-
nes perfectamente comprobados, unira fuertemente alos funda-
mentos del sistema las consecuencias mas concretas: Esas largas
cadenas de razones, tan simples y faciles, de que acostumbran a
servirse los geometras para llegar asus dernostraciones mas difl-
ciles, me habian dado ocasion de imaginar que las cosas que pue-
den caer bajo el conocimiento de los hombres se siguen unas a
otras de la misma manera, y que solo con abstenerse de recibir
como verdadera ninguna que no 10sea, y con guardar siempre el
orden preciso para deducir unas de otras, no puede haber nin-
guna tan alejada que finalmente no se alcance, ni tan oculta que
no se descubra.
En el uso de este metoda tan preciso y tan riguroso, ~cuaI es
la unica causa de error que teme Descartes? La omision, ya que
es consciente de que posee un espiritu estrecho y tiene dificulta-
des para representarse un conjunto complejo. Es el unico error
que teme y, para evitarlo, prepara una contraprueba, proponien-
dose hacer de vez en cuando recuentos tan completos y revi-
siones tan generales que pueda estar segura de no omitir nada,
Ese es el metoda cartesiano, cuya exacta aplicacion son los
Principios de la Filosojia. En ese metodo, el espiritu fuerte y estre-
cho ha expuesto claramente el mecanismo de su funcionamiento.
Abramos ahora el Novum Organum. No busquemos en el el
metoda de Bacon; no existe. La ordenacion dellibro se reduce a
84 EI objeto de la teoriajisica
una divisi6n deuna simplicidad infantil. En laPars destruens, ata-
ca a Arist6teles, que corrompio la filosofia natural con su dia-
lectica y construy6 el mundo con sus categorias. En la Pars aedi-
jicans, propone la verdadera filosofia, que no tiene por objeto
construir un sistema claro y bien orden ado de verdades, 16gica-
mente deducidas deprincipios seguros. Suobjeto es completamente
practice, hasta me atreveria a decir que completamente indus-
trial: Hay que ver que precepto, que direcci6n deseamos sobre
todo para producir y hacer nacer en un cuerpo dado alguna pro-
piedad nueva, y explicarla en terminos simples y 10mas clara-
mente posible.
Por ejemplo, si queremos dar ala plata el color del oro, 0un
peso mayor (sornetiendose alas leyes de la materia), 0la traspa-
rencia auna piedra no diafana, 0la tenacidad al cristal, 0lavege-
taci6n aun cuerpo no vegetante, hay que ver que precepto y que
direcci6n deseariamos recibir preferentemente,
lNos enseriaran estos preceptos a conducir y ordenar nues-
tras experiencias segun reglas fijas? lNos ensenara esta direcci6n
el medio de clasificar nuestras observaciones? En absoluto. La
experiencia se hara sin ninguna idea preconcebida y la obser-
vaci6n sera obtenida al azar; los resultados seregistraran en bru-
to, a medida que se vayan presentando, en tablas de hechos posi-
tivos, de hechos negativos, de grados 0 de comparaciones, de
exclusiones 0 de rechazos, en las que un espiritu trances no vera
mas que un amasijo desordenado dedocumentos inservibles. Cier-
to es que Bacon permite establecer ciertas categorias de hechos
privilegiados, pero no las clasifica, simplemente las enumera; no
las analiza afin de fundir en una misma especie las que no pue-
den reducirse unas aotras. Enumera veintisiete generos de estas
categorias, y no nos dice por que concluye la lista en el vigesimo
septimo. No busca una f6rmula precisa que caracterice y defina
cada una de las categorias de hechos privilegiados, se contenta
con darles un nombre que evoque una imagen sensible: hechos
aislados, de migraci6n, indicativos, clandestinos, en haz, limitro-
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 85
fes, hostiles, de alianza, de la cruz, del divorcio, de la lampara, de
la puerta, dela corriente de agua. Ese es el caos que algunos -que
nunca han lei do aBacon- oponen al metodo cartesiano y llaman
metoda baconiano. En ninguna otra obra la amplitud del espiri-
tu I ngles ha dejado transparentar mejor la debilidad que recubre.
Si el espiritu de Descartes parece que se halla en toda la filo-
sofia francesa, la capacidad imaginativa de Bacon, su afici6n a10
concreto y a10practice, su ignorancia y desprecio de la abstrac-
ci6n y dela deducci6n parecen haber pasado ala sangre que vivi-
fica la filosofia inglesa. Uno tras otro, Locke, Hume, Bentham y
los dos Mill han expuesto la filosofia de la experiencia y de la
observaci6n. La moral utilitaria, la 16gicade la inducci6n y la psi-
cologia de la asociaci6n son las grandes aportaciones de la filo-
sofia inglesa-? al pensamiento universal. Todos estos pens adores
proceden menos por series de razonamientos que por amonto-
namientos de ejemplos; en vez de encadenar silogismos, acumu-
I an hechos. Darwin 0Spencer no entablan con sus adversarios la
sabia esgrima de la discusi6n, los aplastan lapidandolos.
La oposici6n entre el genio frances y el genio I ngles se obser-
va en todas las obras del espiritu y se deja sentir asimismo en
todas las manifestaciones de la vida social.
lQue puede haber mas diferente, por ejemplo, que nuestro
derecho frances, reunido en c6digos, donde las leyes estan meto-
dicamente ordenadas bajo titulos que enuncian nociones abstrac-
tas claramente definidas, y la legislacion inglesa, un mont6n pro-
digioso deleyes y costumbres, dispares y amenudo contradictorias
que, desde la Carta Magna, se yuxtaponen unas a otras, sin que
las recien llegadas deroguen las que las han precedido? A los jue-
ces ingleses no les molesta este estado caotico de la legislaci6n;
no invocan aun Pothier 0aun Portalis; tampoco les crea ningun
problema el desorden de los textos que deben aplicar. La necesi-
9. A. CHEVRILLON, Sydney Smith et la renaissance des idees liberales en
Angleterre au XIX e steele, Paris 1.894, p. 90.
86 El objeto de la teoria fisica
dad deorden es una manifestaci6n dela estrechez del espiritu que,
no pudiendo abarcar todo un conjunto de una sola mirada, nece-
sita un guia capaz de presentarle, uno tras otro, sin omisi6n ni
repetici6n, cada uno de 10selementos de este conjunto.
El I ngles es esencialmente conservador; conserva todas las
tradiciones, vengan dedonde vengan. Noes extrafio ver un recuer-
do de Cromwell junto aun recuerdo de Carlos I . La historia de su
pais seles presenta tal como es: una sucesi6n de hechos diversos
y opuestos, en la que cada partido politico ha conocido sucesi-
vamente el triunfo y la derrota, ha cometido toda clase de cri-
menes y deactos gloriosos. Semejante tradicionalismo, respetuoso
con todo el pasado, es incompatible con la estrechez del espiritu
frances, El frances quiere una historia clara y simple, que se haya
desarrollado con orden y rnetodo, en la que todos los aconteci-
mientos deriven rigurosamente de los principios politicos a los
que apela, como los corolarios se deducen de un teorema. Y si la
realidad no leproporciona esa historia, peor para larealidad: alte-
rara los hechos, suprimira einventara, prefiriendo encontrarse
con una novela, clara y met6dica, que con una historia verdade-
ra, confusa y compleja.
Esta estrechez de espiritu es la que hace al frances avido de
claridad, deorden ydemetodo; yes eseamor ala claridad, al orden
yal metoda el que, en todos los ambitos, lelleva aderribar yaarra-
sar todo 10que le liga al pasado, para construir el presente de
acuerdo con un plan perfectamente coordinado. Descartes, que ha
sido tal vez el representante mas caracteristico del espiritu frances,
forrnulo los principios que invocan todos los que con tanta frecuen-
cia han roto la cadena de nuestras tradiciones: As!se ve que los
edificios planeados yterminados por un mismo arquitecto son casi
siempre mas bellos y mejor ordenados que los que han intentado
recomponer varios, aprovechando para ello viejos muros que ha-
bian sido construidos para otros fines. Del mismo modo, estas vie-
jas ciudades que, no habiendo sido en un principio mas que aldeas,
seconvirtieron con el tiempo en grandes urbes, estan deordinaria
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 87
tan mal distribuidas, si secomparan con estas plazas regulares que
un ingeniero traza asu antojo en una planicie que, aunque consi-
derando cada uno de sus edificios por separado, se encuentra en
ellos tanto 0mas arte que en estos otros, sin embargo, al ver c6mo
estan dispuestos -aqui uno grande, alla uno pequefio- y cuan si-
nuosas ydesiguales resultan las calles, sediria que ha sido el azar,
mas que la voluntad de hombres dotados de razon, el que los ha
dispuesto ast-.!" En este pasaje, el gran fil6sofo alaba, por adelanta-
do, el vandalismo que, en el siglo deLuis X I V ,derribara tantos mo-
numentos delos siglos pasados; esta profetizando V ersalles.
El frances s610concibe el desarrollo de la vida social y poll-
tica como un perpetuo volver a empezar, una serie indefinida
de revoluciones; en cambio, el I ngles 10ve como una continua
evoluci6n. Taine ha demostrado hasta que punto l'esprit classique,
es decir, el espiritu fuerte pero estrecho que posee la mayoria de
franceses, ha influido en la historia de Francia. Con la misma
exactitud se podria seguir, a 10largo de la historia de I nglaterra,
la huella del espiritu amplio pero debil del pueblo I ngles.'!
Ahora queyahemos aprendido aconocer, en sus diversas mani-
festaciones, lacapacidad para imaginar una gran cantidad dehechos
concretos, junto ala ineptitud para las ideas abstractas y genera-
les, no nos sorprendera que esta amplitud y esta debilidad de espi-
ritu hayan opuesto un nuevo tipo deteorias fisicas al tipo que habia
concebido el espiritu fuerte pero estrecho. Y tampoco nos sor-
prendera ver c6mo ese nuevo tipo de teorias alcanza su plenitud
en las obras de esta gran escuela inglesa de fisica matematioa,
cuyos trabajos constituyen una delas glorias del siglo XIX.12
10. DESCARTES, Discurso del metoda.
11. Ellector hallara un analisis muy profundo, muy agudo y muy docu-
mentado de un esptritu ingles a la vez amplio y debil en la obra de A. CHE-
V RI LLON, Sydney Smith et la renaissance des idees liberates en Angleterre au
XIX e siecle, Paris 1894.
12. O. LODGE, Les theories modernes de l'electricite. Essai d'une theorie
nouvelle, trad. francesa y notas de E. MEYLAN, Paris 1891, p. 5.
88 El objeto de la teoria ftsica
V . LA FislCA I NGLESA Y EL MODELO MECANI CO
Encontramos constantemente, en los tratados defisica publi-
cados en I nglaterra, un elemento que sorprende en gran mane-
ra al estudiante frances. Este elemento, que acompafia casi inva-
riablemente la exposici6n deuna teoria, es el modelo. Nohay nada
que nos permita comprender mejor la forma de actuar del espi-
ritu I ngles en la constituci6n dela ciencia, bien distinta delanues-
tra, como el uso de este modelo.
Tenemos dos cuerpos electrizados; se trata de formular una
teoria de sus atracciones 0repulsiones mutuas. El fisico frances
oaleman, llarnese Poisson 0Gauss, situa mentalmente en el espa-
cio exterior estos cuerpos, esta abstraccion que denominamos un
punto material, acompafiada de esta otra abstraccion que deno-
minamos una carga electrica. I ntenta luego calcular una tercera
abstraccion, lafuerza ala que esta sometido el punto material; da
formulas que, para cada posicion posible de este punta material,
permiten determinar la magnitud y la direcci6n de esta fuerza;
de esas formulas deduce una serie de consecuencias y muestra,
en especial, que en cada pun to del espacio la fuerza esta dirigi-
da siguiendo la tangente de una cierta linea, la linea defuerza;
que todas las lineas defuerza atraviesan perpendicularmente cier-
tas superficies cuya ecuaci6n proporciona, las superficies de igual
nivel potencial; que esas lineas son, concretamente, perpendicu-
lares alas superficies de los dos conductores electrizados, que se
consideran superficies de igual nivel potencial; calcula la fuerza
a la que esta sometido cada elemento de estas dos superficies y,
por ultimo, compone todas estas fuerzas elementales segun las
reglas de la estatica. Entonces conoce las leyes de las acciones
mutuas de los dos cuerpos electrizados.
Toda esta teoria de la electrostatica constituye un conjunto
de nociones abstractas y de proposiciones generales, formuladas
en ellenguaje claro y preciso de la geometria y del algebra, uni-
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 89
das entre si por las reglas de una 16gica rigurosa. Este conjunto
satisface plenamente la mente de un fisico frances, su gusto por
la claridad, por la simplicidad y el orden.
No ocurre 10mismo con un I ngles. Esas nociones abstractas
depunto material, de fuerza, de linea defuerza y de superficie de
igual nivel potencial no satisfacen su necesidad deimaginar cosas
concretas, materiales, visibles y tangibles. Mientras nos aten-
gamos a ese modo de representaci6n -dice un fisico ingles-, no
podemos hacernos una representaci6n mental de los fenorne-
nos que suceden realmente.s '" Para satisfacer esa necesidad, crea-
ra un modelo.
El fisico frances 0aleman imaginaba, en el espacio que sepa-
ra alos dos conductores, lineas de fuerza abstractas, sin espesor
ni existencia real. El fisico I ngles materializara esas lineas, les
dara un grosor delas dimensiones de un tubo, que llenara de cau-
cho vulcanizado; en lugar de un conjunto de lineas de fuerzas
ideales, concebibles solamente por medio de la razon, tendra un
monton de cuerdas elasticas, visibles y tangibles, s6lidamente uni-
das por sus dos extremos alas superficies de los dos conductores,
distendidas, dispuestas a encogerse y a hacerse mas gruesas a
la vez. Cuando los dos conductores se aproximan el uno al otro,
el fisico ve que esas cuerdas elasticas tiran de ellos, y que cada
cuerda se encoge y se ensancha. Este es el celebre modelo de
las acciones electrcstaticas, concebido por Faraday y admirado,
como una obra genial, por Maxwell y por toda la escuela inglesa.
El uso desemejantes modelos mecanicos, que evocan, median-
te ciertas analogias mas 0 menos burdas, las particularidades
delateoria que setrata deexponer, es constante en los tratados de
fisica ingleses. Unos hacen de ellos un uso tan s610moderado;
otros, en cambio, recurren constantemente aesas representacio-
nes mecanicas. Es el caso deun libro14 dedicado aexponer las teo-
13. O. LODGE, op. cit., p. 16.
14. O. LODGE, op. cit., passim.
90 El objeto de la teoria fisica
rias modernas dela electricidad, aexponer una teoria nueva. S610
trata de cuerdas que se mueven sobre poleas, que seenrollan alre-
dedor de cilindros, que atraviesan cuentas, que sostienen pesos;
tubos que bombean agua, otros que se hinchan y se contraen;
ruedas dentadas engranadas unas a otras, que arrastran crema-
lleras. Creemos que vamos a entrar en la mansion apacible y
cuidadosamente ordenada dela razon deductiva y resulta que nos
hallamos en una fabrica.
EI uso desemejantes modelos mecanicos no facilita para nada
la comprension de una teoria allector frances; bien al contrario,
en muchos casos ese lector debera hacer un serio esfuerzo para
comprender el funcionamiento del aparato, en ocasiones muy
complicado, que el autor I ngles le describe, para reconocer las
analogias entre las propiedades de este aparato y las proposicio-
nes de la teoria que pretende ilustrar. Ese esfuerzo es a menudo
mucho mayor que el que I e exige al frances comprender en su
pureza la teoria abstracta que el modelo pretende representar.
Al I ngles, por el contrario, el uso del modelo I e parece tan
necesario para el estudio de la fisica que, para el, la vision del
modelo acaba confundiendose con la comprension misma de la
teoria. Es curiosa observar como esta confusion es formalmente
aceptada y proclamada por quien es en la actualidad el mas alto
representante del genio cientifico I ngles, por quien, conocido
durante mucho tiempo con el nombre de William Thomson, ha
sido elevado ala nobleza con el titulo de lord Kelvin.
Mi objetivo -dice W. Thomson en sus Lectures on molecular
dynamics- es mostrar que, en todas las categorias de fenornenos
fisicos que vayamos a considerar, y sean cuales sean esos feno-
menos, se puede construir un modelo mecanico que reuna las
condiciones exigidas. Cuando consideramos los fen6menos de
elasticidad de los s6lidos, sentimos la necesidad de presentar un
modelo de esos fen6menos. Si, en otro momento, tenemos que
considerar las vibraciones de la luz, necesitamos un modelo de
la acci6n que se manifiesta en estos efectos. Sentimos la necesi-
Las teorias abstractas y Los modelos mecanicos 91
dad de vincular aese modelo nuestra comprensi6n del conjunto.
Creo que lapregunta ~comprendemos 0no comprendemos deter-
minada cuestion de fisica? quiere decir en realidad: ~podemos
construir el modelo mecanico correspondiente? Siento una extra-
ordinaria admiracion por el modelo mecanico de la induccion
electromagnetica de Maxwell, que ha creado un modelo capaz de
ejecutar todas las maravillosas operaciones que la electricidad
efectua mediante las corrientes inducidas, etc.; no hay duda de
que un modelo mecanico de este tipo es sumamente instructivo
y supone un paso hacia una teoria mecanica claramente defini-
da del electromagnetismo. 15
Nunca me siento satisfecho -sigue diciendo W Thomson en
otro pasaje-, hasta que no he podido construir un modelo meca-
nico del objeto que estudio; si puedo hacer un modelo mecanico,
10comprendo. Si no puedo hacer un modelo mecanico, no 10com-
prendo; y es porque no comprendo Lateoria electromagnetica de
la luz. Creo firmemente en una teoria electromagnetica de la luz;
cuando comprendamos la electricidad, el magnetismo y la luz, los
veremos como las partes de un todo; pero yo deseo comprender
la luz 10mejor posible sin introducir cosas que comprendo aun
menos. Por eso dirijo mi atenci6n hacia la dinarnica pura. Pue-
do encontrar un modelo en la dinamica pura, pero no puedo
encontrarlo en el electromagnetismo.!"
Comprender un fen6meno fisico es, por tanto, para los flsi-
cos dela escuela inglesa, construir un modelo que imite este feno-
meno; por consiguiente, comprender la naturaleza de las cosas
materiales consistira en imaginar un mecanismo cuyo funciona-
miento represente y simule las propiedades de los cuerpos. La
15. W. THOMSON, Lectures on molecular dynamics, and the wawe-
theory of light, J ohn Hopkins University, Baltimore 1884, p. 131.. V ease tam-
bien Sir W. THOMSON (lord KELV I N), Conferences scientifiques et allocutions,
trad. por L. Lugol y anotado por M. Brillouin, Constitution de la matiere, Paris
1893.
16. W. THOMSON, Lectures on molecular dynamics, p. 270.
92 EL objeto de La teoria fisica
escuela inglesa esta totalmente dedicada alas explicaciones pura-
mente mecanicas delos fenomenos fisicos.
La teoria puramente abstracta que Newton propuso, y que
hemos estudiado afondo, les parecera muy poco inteligible a
los seguidores de esta escuela.
Ray una clase de teorias -escribe Thomson- que se basan
en un reducido numero de generalizaciones de la experiencia.
Esas teorias son muy utilizadas hoy en dia; en algunos casos han
producido resultados nuevos, quelaexperiencia ha verificado pos-
teriormente. Lateoria dinamica del calor, lateoria ondulatoria de
la luz, etc. pertenecen aesa clase. Laprimera se basa en la con-
clusion delaexperiencia de que el calor es unajorma de energia;
contiene muchas formulas que resultan, por el momento, oscu-
ras eimposibles de interpretar, porque no conocemos los movi-
mientos y deformaciones de las moleculas de los cuerpos ... La
misma dificultad hallamos en la teoria de laluz. Antes de poder
disipar la oscuridad de esta teoria, necesitaremos tener algun
conocimiento acerca delaconstitucion ultima 0molecular delos
cuerpos 0 grupos de moleculas. Hasta el momento, solo conoce-
mos las moleculas como formas de agregados.!?
Esta predileccion por las teorias explicativas ymecanicas no
es, indudablemente, una caracteristica suficiente para distin-
guir las doctrinas inglesas de las tradiciones cientificas que flo-
recen en otros paises; las teorias mecanicas tuvieron su mayor
representante en un genio frances, el genio deDescartes; el holan-
des Huygens ylaescuela suiza delosBernoulli lucharon por man-
tener toda la rigidez de los principios del atomismo. Lo que dis-
tingue alaescuela inglesa no eshaber intentado reducir lamateria
aun mecanismo, sino laforma peculiar que revisten sus intentos
de conseguir esta reduccion.
Esindudable queel nacimiento yprogreso delas teorias meca-
17. W. THOMSON and P .-G. TAIT, Treatise on natural philosophy, vol. 1,
1a parte, art. 385.
Las teorias abstractas y Los modelos mecanicos 93
nicas, sea cual sea su lugar deorigen y de desarrollo, seha debi-
do aun fallo delafacultad deabstraccion, aun triunfo delairna-
ginacion sobre larazon. Si Descartes y sus seguidores senegaron
aatribuir alamateria cualquier cualidad queno fuera puramente
geometrica 0cinernatica es porque una cualidad tal estaba ocul-
ta; porque, concebible solamente por larazon, resultaba inacce-
sible alaimaginacion. Lareduccion delamateria alageometria
por parte de los grandes pensadores del siglo X V I I indica clara-
mente que en aquella epoca el sentido de las profundas abstrac-
ciones metafisicas, agotado por los excesos de la Escolastica en
decadencia, sehabia debilitado.
Pero aunque en los grandes fisicos de Francia, de Rolanda,
de Suiza 0de Alemania el sentido dela abstraccion pueda tener
fallos, nunca esta totalmente adormecido. Es cierto que la hipo-
tesis de que en la naturaleza material todo se reduce ala geo-
metria y alacinematica esun triunfo delaimaginacion. Pero, tras
haber cedido en ese punto esencial, la razon recupera sus dere-
chos, al menos cuando setrata de deducir las consecuencias, de
construir el mecanismo que ha de representar alamateria. Las
propiedades de ese mecanismo deben derivar logicamente de
hipotesis tomadas como fundamentos del sistema cosmologico,
Descartes, por ejemplo, y Malebranche acontinua cion, una vez
admitido el principio deque laextension es laesencia delamate-
ria, tuvieron buen cui dado de deducir de ello que lamateria tie-
ne en todas partes la misma naturaleza; que no puede haber
muchas sustancias materiales diferentes; que tan solo las formas
y los movimientos pueden distinguir entre si las diferentes par-
tesdelamateria; queuna misma cantidad demateria ocupa siern-
pre un mismo volumen. Y pretenden construir logicamente un
sistema que explique los fenornenos naturales sin que interven-
gan en el mas que dos elementos: la figura de las partes movi-
das y el movimiento del que estan animadas.
Nosolamente laconstruccion del mecanismo queservira para
explicar las leyes de la fisica esta sometida a determinadas exi-
94 El objeto de la teoriajisica
gencias 16gicasy obligada arespetar ciertos principios, sino que
ademas los cuerpos que sirven para construir esos mecanismos
no separecen ennada aloscuerpos visibles yconcretos queobser-
vamos y manejamos adiario. Son cuerpos constituidos por una
materia abstracta, ideal, definida por los principios dela cosmo-
logia alaque apela el fisico; materia queno esperceptible por los
sentidos, ques610esvisibleyperceptible por laraz6n; materia car-
tesiana, queno esmas queextensi6n ymovimiento, 0materia ato-
mista, que no posee mas propiedades que lafigura y ladureza.
Cuando un fisico I ngles pretende construir un modelo ade-
cuado para representar un conjunto de leyes fisicas, no se preo-
cupa de ningun principio cosmo16gico ni se siente constrefiido
por ninguna exigencia 16gica. No pretende deducir su modelo
de un sistema filos6fico y ni siquiera pretende que coincida con
dicho sistema. Su unico objetivo es crear una imagen visible y
palpable de las leyes abstractas que su mente no podria com-
prender sin laayuda de este modelo. Con tal de que el mecanis-
mo sea bien concreto, bien visible alos ojos delaimaginaci6n, le
importa poco que la cosmologia atomista se declare satisfecha 0
que los principios del cartesianismo lecondenen.
El fisico I ngles no pide a ningun metafisico que le propor-
cione los elementos con los que compondra su mecanismo; no
pretende saber cuales son las propiedades irreductibles delos ele-
mentos ultimos de la materia. W. Thomson, por ejemplo, no se
plantea iamas preguntas filos6ficas como las siguientes: lLa mate-
ria es continua 0esta formada por elementos individuales? lEI
volumen deuno delos elementos ultimos delamateria esvaria-
ble 0invariable? lDe que naturaleza son las acciones que ejerce
un atomo? lSon eficaces a distancia 0solamente por contacto?
Estas preguntas jamas se las plantea; 0, mejor dicho, cuando se
las plantea, las rechaza por considerarlas ociosas y perjudicia-
les para el progreso de laciencia.
Laidea del atomo -dice Thomson- ha estado siempre aso-
ciada asuposiciones inadmisibles como ladureza infinita, larigi-
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 95
dez absoluta, las acciones misticas a distancia, la indivisibili-
dad. Tambien en nuestra epoca los quimicos ymuchos otros hom-
bres razonables que sienten curiosidad por la naturaleza, tras
haber perdido lapaciencia con ese atomo, 10han relegado al rei-
no de lametafisica y 10convierten en el objeto mas pequetio que
pueda concebirse. Pero si el atomo es de una pequefiez inconce-
bible, lpor que laacci6n quimica no es infinitamente rapida? La
quimica es incapaz deabordar esta cuesti6n y muchos otros pro-
blemas de mayor importancia; se halla paralizada por larigidez
desus suposiciones primeras, queleimpiden contemplar un ato-
mo como una porci6n real demateria, que ocupa un espacio fini-
to, de una pequefiez que no escapa a cualquier medici6n y que
sirve para constituir todo cuerpo palpable.s '"
Loscuerpos conlosqueel fisicoI ngles construye sus modelos
no son conceptos abstractos elaborados por la metafisica, sino
cuerpos concretos, parecidos alos quenos rodean, s6lidos 0liqui-
dos, rigidos 0flexibles, fluidos 0viscosos; ypor solidez, fluidez, rigi-
dez, flexibilidad 0viscosidad nohay queentender propiedades abs-
tractas, cuyadefinici6n podriamos obtener dealguna cosmologia.
Esas propiedades no estan definidas, sino queson imaginadas por
medio deejemplos sensibles: larigidez evocalaimagen deun blo-
quedeacero; laflexibilidad, ladeun hilo degusano deseda; lavis-
cosidad, ladelaglicerina. Para expresar deuna forma mas com-
prensible esecaracter concreto delos cuerpos con los quefabrica
sus mecanismos, ''Y.Thomson no duda en designarlos con los
terminos mas vulgares; los llama sonidos de campanilla, corde-
les, gelatina. No podria indicar con mas claridad que no se trata
decombinaciones destinadas aser concebidas por laraz6n, sino de
mecanismos destinados aser vistos por laimaginaci6n.
Tampoco podria advertirnos con mas claridad de que los
18. W. THOMSON,The size of atoms, en Nature, marzo de 1870, nueva
impresi6n en W. THOMSONand P.-G. TAI T, Treatise on natural philosophy,
2" parte, ap. F.
96 El objeto de la teoriafisica
modelos que nos propone no deben ser considerados explicacio-
nes de las leyes naturales. Quien les atribuya semejante signifi-
cado se expone a encontrarse con extrafias sorpresas.
Navier y Poisson formularon una teoria de la elasticidad de
los cuerpos cristalizados; 18coeficientes, en general distintos unos
de otros, caracterizan acadauno de estos cuerpos.l? W. Thomson
intento ilustrar esta teoria por medio deun modelo mecanico. No
hemos podido declararnos satisfechos hasta que no hemos logra-
do crear un modelo con 18modulos independientes.. Ocho bolas
rigidas situadas en los ocho vertices de un paralelepipedo, y uni-
das entre si por un numero suficiente de muelles en espiral, com-
ponen el modelo propuesto. Al verlo, lcual no sera la decepcion
de quien esperara encontrar una explicaci6n delas leyes dela elas-
ticidad! En efecto, lcomo se explicaria la elasticidad de los mue-
lles en espiral? Para el gran fisico I ngles, este modelo tampoco era
una explicacion. Aunque la constitucion molecular de los solidos
que ha sido supuesta en estas observaciones, y que ha sido ilus-
trada mecanicamente en nuestro modelo, no debe ser considera-
da verdadera en la naturaleza, no obstante la construccion de
un modelo mecanico de este tipo es sin duda muy instructiva.s-"
V I . LA ESCUELA I NGLESA Y LA FisI CA MATEMATI CA
Pascal considero acertadamente que la amplitud de espiritu
es la facultad que se utiliza en muchisimas investigaciones geo-
metricas; mas claro aun, es la cualidad que caracteriza el genio
19. Al menos segun W. Thomson. En realidad, Navier s610trato de los
cuerpos isotropos. Segun J ateoria de Poisson, la eJ asticidad deun cuerpo cris-
talizado depende solamente de 15coeficientes; los principios de la teoria de
Navier, aplicados alos cuerpos cristalizados, conducen a un resultado similar.
20. W. THOMSON, Lectures on molecular dynamics, p. 131.
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 97
del algebrista puro. En el caso del algebrista, no se trata de ana-
lizar nociones abstractas, 0de discutir el alcance exacto de prin-
cipios generales, sino de combinar habilmente, siguiendo reglas
fijas, signos susceptibles de ser trazados con la pluma. Para ser
un gran algebrista no senecesita fuerza de espiritu, basta con una
gran amplitud. La habilidad para el calculo algebraico no es un
don de la razon, sino un patrimonio de la facultad imaginativa.
De modo que no es sorprendente que la habilidad algebrai-
ca este muy difundida entre los matematicos ingleses. Esto se
manifiesta no solo en el elevado numero de algebristas con que
cuenta la ciencia inglesa, sino tarnbien en lapredileccion que sien-
ten los ingleses por las diversas formas del calculo simbolico.
V amos a dar unas breves explicaciones sobre este tema.
A una persona que no posea un espiritu amplio le sera mas
facil jugar alas damas que al ajedrez. En efecto, cuando quiera
hacer una jugada en las damas, los elementos que tendra que com-
binar seran solamente de dos clases, el peon y la dama, que fun-
cionan ambos segun unas reglas muy simples. En cambio, la tac-
tica del ajedrez combina tantas operaciones elementales distintas
como clases depiezas, y algunas de esas operaciones -el salto del
caballo, por ejemplo- son suficientemente complejas como para
desconcertar a una facultad imaginativa debil.
La diferencia que separa el juego de las damas del juego del
ajedrez es la misma que hallamos entre el algebra clasica que
todos utilizamos y las diversas algebras simbolicas que fueron
creadas en el siglo X I X . El algebra clasica solo contiene unas pocas
operaciones elementales, representadas por un simbolo especial,
y cada una de estas operaciones es bastante sencilla; un calculo
algebraico complicado no es mas que una larga serie deestas ope-
raciones elementales poco variadas, una larga manipulacion de
esos pocos signos. El objeto del algebra simb6lica es abreviar la
longitud de estos calculos; para lograrlo, afiade alas operaciones
elementales del algebra clasica otras operaciones que conside-
ra elementales, a las que representa con un simbolo especial, y
98 El objeto de la teoria fisica
cada una delas cuales es una combinacion, una condensacion,
efectuada segun una regI afija, deoperaciones tomadas delaanti-
gua algebra. En el algebra simb6lica, se podra efectuar de una
sola vez todo un calculo que, en la antigua algebra, se descom-
pone enuna larga seriedepasos intermedios; pero para ellohabra
queutilizar un numero muy grande designos diferentes, queobe-
dece cada uno auna regI a muy compleja. En vez dejugal' alas
damas, jugaremos auna especie deajedrez donde una gran can-
tidad depiezas distintas ha defuncionar cada una asu manera.
Esevidente quelaaflcionalas algebras simb6licas esun indi-
cio dela amplitud de espiritu, y que estara muy extendida entre
los ingleses.
Esta predisposicion del caracter I ngles alos calculos alge-
braicos condensados no sereconoceria deuna forma tan clara si
nos limitaramos apasar revista alos maternaticos quehan crea-
dotales sistemas decalculo. Laescuela inglesa citaria con orgu-
110el calculo de cuaterniones, ideado pOI 'Hamilton; pero los fran-
ceses podrian oponerle la teoria de las claves de Cauchy, y los
alemanes laAusdehnungslehre deGrassmann. Nohay queextra-
fiarse; en todos los paises existen espiritus amplios.
Pero tan solo entre los ingleses la amplitud de espiritu se
encuentra de forma tan frecuente, habitual y endemica: y solo
entre los hombres de ciencia ingleses son usuales las algebras
simbolicas, el calculo de cuaterniones, el vector-analysis. A los
matematicos franceses 0alemanes no les resultan comodos esos
lenguajes; nunca llegan ahablarlos decorrido y, sobre todo, nun-
capiensan directamente con las formas quelos componen; para
seguir un calculo realizado pOI 'el metoda delos cuaterniones 0
del vector-analysis, necesitan hacer laversion en algebra clasi-
ca. Un matematico frances que habia estudiado afondo las dis-
tintas clases decalculos simbolicos, Paul Morin, me decia un dia:
Nunca estoy segura deun resultado obtenido pOI 'el metodo de
los cuaterniones si antes no hellegado ael utilizando nuestra vie-
ja algebra cartesiana.
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 99
El uso frecuente que los ingleses hacen delos distintos tipos
dealgebras simbolicas es, pues, una manifestacion de su ampli-
tud deespiritu; pero si bien ese uso impone asu teoria materna-
tica un ropaje peculiar, no otorga al cuerpo mismo dela teoria
una fisonomia especial; podriamos despojar ala teoria de este
ropaje yvestirla facilmente alamoda del algebra clasica.
Ahora bien, en muchos casos, ese cambio devestiduras no
bastaria para disimular el origen I ngles de una teoria de fisica
matematica, y confundirla con una teoria francesa 0alemana,
sino que, pOI 'el contrario, revelaria queen laconstruccion deuna
teoria fisica, los ingleses no siempre atribuyen alas maternaticas
lamisma funcion que los cientificos continentales.
Para un frances 0para un aleman, una teoria fisica es ante
todo un sistema logico; deducciones perfectamente rigurosas
unen las hipotesis en laquesebasa lateoria alas consecuencias
que sepueden extraer de ella y que seproponen comparar con
las leyes experimentales. Si interviene el calculo algebraico es
tan solo para quelacadena desilogismos queha deunir las con-
secuencias alas hipotesis sea menos farragosa ymas manejable.
Pero en una teoria bien construida este papel puramente auxi-
liar del algebra nunca debe olvidarse; es preciso tener en cuen-
ta, a cada instante, la posibilidad de sustituir el calculo pOI 'el
razonamiento puramente logico, del que es la expresion abre-
viada. Ypara queesta sustitucion pueda realizarse deuna mane-
ra precisa y segura, es necesario que se haya establecido una
correspondencia muy exacta y muy rigurosa entre los simbolos,
las letras que combina el calculo algebraico y las propiedades
que mide el fisico, entre las ecuaciones fundamentales que sir-
ven de punto de partida al analista y las hipotesis en las que se
basa lateoria.
Tambien quienes, en Francia 0enAlemania, fundaron laflsi-
ca matematica -Laplace, Cauchy, Ampere, Gauss, Franz Neu-
mann- construyeron con extremo cuidado el puente destinado
aunir el punto departida dela teoria, la definicion de las mag-
100 El objeto de La teoriajisica
nitudes de las que ha de tratar y las justificaciones de las hip6te-
sis que llevaran a sus deducciones, con la via por la que discu-
rrira su desarrollo algebraico. De ahi esos preambulos, modelo
de claridad y de metodo, con los que se inician la mayoria de sus
memorias.
Esos preambulos, consagrados aponer en ecuaciones una teo-
ria fisica, seria casi siempre inutil buscarlos en las obras de los
auto res ingleses.
V eamos un ejemplo sorprendente.
A la electrodinamica de los cuerpos conductores, creada pOI '
Ampere, Maxwell afiadi6 una nueva electrodinamica, la electro-
dinamica de los cuerpos dielectricos; esta rama de la fisica naci6
de la consideraci6n de un elemento, esencialmente nuevo, que
se denomin6, muy impropiamente pOI 'otra parte, la corriente de
desplazamiento. lntroducida para completar en un momento dado
la definici6n de las propiedades de un dielectrico, que el conoci-
miento de la polarizaci6n que se tiene en ese momento no deter-
mina pOI ' completo -del mismo modo que la corriente de con-
ducci6n fue afiadida a la carga electrica para completar la
definici6n del estado variable de un conductor-, la corriente de
desplazamiento presenta estrechas analogias y a la vez profun-
das diferencias con la corriente de conducci6n. Con la interven-
ci6n de ese nuevo elemento, la electrodinarnica da un vuelco; se
anuncian fen6menos que la experiencia ni siquiera habia entre-
visto, y que Hertz tardara veinte afios en descubrir; se asiste al
nacimiento de una teoria nueva de la propagaci6n de las accio-
nes electricas en los medios no conductores, y esta teoria condu-
ce auna interpretaci6n imprevista de los fen6menos 6pticos, ala
teoria electromagnetica de la luz.
Este elemento tan nuevo, tan imprevisto, cuyo estudio sereve-
lara tan fecundo en consecuencias sorprendentes eimportantes,
Maxwell no 10incluira en sus ecuaciones hasta haberlo defini-
do y analizado con las precauciones mas minuciosas. Si abrimos
la memoria donde Maxwell expone su teoria nueva del campo
Las teorias abstractas y Los modelos mecanicos 101
electromagnetico, no encontraremos mas que dos lineas para jus-
tificar la introducci6n delos flujos de desplazamiento en las ecua-
ciones de la electrodinamica:
Lasvariaciones del desplazamiento electrico han de ser ana-
didas alas corrientes para obtener el movimiento total de la elec-
tricidad.
lC6 mo explicar esta ausencia casi completa de definici6n,
incluso cuando setrata delos elementos mas nuevos y mas impor-
tantes, esta falta de interes pOI 'poner en ecuaciones una teoria
fisica? No nos cabe duda de cual es la respuesta: mientras que,
para el fisico frances 0 aleman, la parte algebraica de una teoria
esta destinada a sustituir exactamente la serie de silogismos
mediante la que se desarrollara esta teoria, para el fisico I ngles
hace las veces de modelo. Es una disposici6n de signos, suscepti-
bles de ser captados por la imaginaci6n, cuyo funcionamiento,
que sigue las reglas del algebra, imita con mas 0menos fidelidad
las leyes de los fen6menos objeto de estudio, como las imitaria
una disposici6n de cuerpos diversos que se mueven segun las
leyes de la mecanica.
Asi pues, cuando un fisico frances 0aleman introduce las defi-
niciones que le permitiran sustituir una deducci6n 16gica por
un calculo algebraico, ha de hacerlo con el maximo cuidado, ya
que corre el riesgo de perder el rigor y la exactitud que hubiera
exigido de sus silogismos. En cambio, cuando W Thomson pro-
pone un modelo mecanico de un conjunto de fen6menos, no se
obliga arealizar razonamientos muy minuciosos para establecer
una aproximaci6n entre esta disposici6n de cuerpos concretos y
las leyes fisicas que va arepresentar. La imaginaci6n, launica que
esta interesada en el modelo, sera la unica que juzgue la seme-
janza entre la figura y el objeto representado. Asi actua Maxwell;
deja que sean las intuiciones de lafacultad imaginativa las que se
ocupen de comparar las leyes fisicas y el modelo algebraico que
ha de imitarlas. Sin perder el tiempo en esta comparaci6n, sigue
el funcionamiento del modelo, y combina la ecuaciones dela elec-
102 El objeto de la teoria ftsica
trodinamica sin bus car casi nunca en esas combinaciones una
coordinaci6n con las leyes fisicas.
Al fisico trances 0 aleman ledesconcierta muy a menudo
semejante concepcion de la fisica matematica. No piensa que tie-
ne ante si simplemente un modelo construido para captar su ima-
ginaci6n, y no para satisfacer su razon; insiste en buscar, bajo las
transformaciones algebraicas, una secuencia de deducciones que
conduzcan las hip6tesis claramente formuladas aconsecuencias
verificables a traves de la experiencia. Y , al no encontrarlas, se
pregunta ansioso que puede ser la teoria de Maxwell; y el que
ha comprendido el espiritu de la fisica matematica inglesa leres-
ponde que no hay en ella nada parecido ala teoria que busca, sino
solamente formulas algebraicas que se combinan y se transfor-
man: Ala pregunta de que es la teoria de Maxwell-dice Hertz-,
no podria dar una respuesta mas clara y mas breve que la siguien-
te: la teoria deMaxwell es el sistema de ecuaciones de Maxwell-P!
VII. LA ESClJ ELA INGLESA
Y LA COORDINACI6N L6GICA DE UNA TEORiA
Las teorias creadas pOI'los grandes ge6metras del continen-
te, ya sean franceses 0alemanes, holandeses 0suizos, pueden cla-
sificarse en dos grandes categorias: las teorias explicativas y las
teorias puramente representativas. Ahora bien, estas dos clases
de teorias presentan una caracteristica comun: pretenden ser sis-
temas construidos segun las reglas de una 16gicarigurosa. Obras
de una razon que no teme las profundas abstracciones ni las lar-
gas deducciones, sino que esta avida ante todo de orden y de cla-
21.1-1. HERTZ, Untersuchungen iiber die Ausbreitung der elekirisdien Kraft,
Einleitende Uebersicht, Leipzig J 892, p. 23.
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 103
ridad, pretenden que un metoda impecable marque la secuen-
cia de sus proposiciones, desde la primera hasta la ultima, des-
de las hip6tesis fundamentales hasta las consecuencias compa-
rables con los hechos.
De este metoda nacieron esos majestuosos sistemas de la
naturaleza que pretenden imponer ala fisica la forma perfecta de
lageometria de Euclides; que, tomando como base cierto mime-
1'0 de postulados muy claros, se esfuerzan por elevar un edificio
perfectamente rigido y regular, donde cada ley experimental ten-
ga su ubicaci6n exacta. Desde la epoca en que Descartes cons-
truia sus Principios de lajilosojia hasta el dia en que Laplace y
Poisson elevaron, sobre la hipotesis de la atracci6n, el amplio edi-
ficio de su mecanica fisica, eseha sido el ideal constante de los
espiritus abstractos y, especialmente, del genio frances. Este genio
que, persiguiendo ese ideal, ha levantado monumentos cuyas ll-
neas simples y grandiosas proporciones provocan admiraci6n
todavia hoy, cuando esos edificios se tambalean sobre sus fun-
damentos, minados pOI'todas partes.
Esta unidad de la teoria, este encadenamiento 16gico entre
todas las partes que la constituyen son consecuencias tan natu-
rales y tan necesarias de la idea que el espiritu fuerte tiene deuna
teoria fisica que, para el, trastocar esta unidad 0romper este enca-
denamiento es violar los principios de la logica, es cometer un
absurdo.
No leocurre 10mismo al espiritu amplio, pero debil, del fisi-
co Ingles.
La teoria no es para el una explicacion ni una clasificaci6n
racional delas leyes fisicas, sino un modelo de estas leyes. No esta
construida para dar satisfacci6n a la razon, sino para dar placer
ala imaginaci6n; de ahi que no este sujeta a la 16gica. El fisico
Ingles puede construir un modelo para representar un grupo de
leyes y otro modelo, completamente diferente, para representar
otro grupo de leyes, aun cuando algunas leyes sean comunes a
ambos grupos. Para un ge6metra de la escuela de Laplace 0de
T
104 EI objeto de la teoriajisica
Ampere, seria absurdo dar dos explicaciones teoricas distintas de
una misma ley, y sostener que las dos explicaciones son validas
simultaneamente. Para un fisico de la escuela de Thomson 0 de
Maxwell, no hay contradiccion alguna en el hecho de que una
ley sea representada por dos modelos diferentes. Es mas, la com-
plicacion que eso supone para la ciencia no le causa ningun pro-
blema al Ingles, que mas bien se muestra encantado con esta
variedad, yaque su imaginacion, mucho mas poderosa que lanues-
tra, ignora nuestra necesidad deorden y desimplicidad: seencuen-
tra comoda en una situacion donde la nuestra se perderia.
Por esto tendemos ajuzgar con severidad esas disparidades,
incoherencias y contradicciones que hallamos en las teorias ingle-
sas, ya que buscamos un sistema racional alli donde el autor solo
ha pretendido ofrecernos una obra de la imaginaoion.
Veamos, por ejemplo, una serie de lecciones dedicadas por
Thomson a exponer la dinamica molecular y la teoria ondula-
toria de la luz.
22
Ellector frances que echa una ojeada alas no-
tas de esta doctrina cree que encontrara en ellas un conjunto
de hipotesis claramente formuladas sobre la constitucion del eter
y de la materia ponderable, una serie de calculos realizados me-
todicamente a partir de esas hipotesis, una comparacion exacta
entre las consecuencias de esos calculos y los hechos de expe-
riencia. iGrande sera su decepcion, aunque breve su error! Thom-
son no pretende construir una teoria ordenada; simplemente.P
pretende considerar divers as clases de leyes experimentales y
construir un modelo mecanico para cada una de ellas. A cada
categoria de fenomeno le correspondent un modelo distinto ca-
22. W. THOMSON, Notes of lectures on molecular dynamics, and the wawe
theory of light, Baltimore 1884. EJ lector podra consu!tar asimismo Sir
W. THOMSON (lord KELVIN), Conferences et allocutions, traducci6n y notas de
P. Lugo! sobre la segunda edici6n; con extractos de trabajos recientes de sir
W. THOMSON Y algunas notas de M. Brillouin, vease Constitution de la matie-
re, Gauthier-Villars, Paris 1895.
25. W. THOMSON, lococit., p. 152.
Las teorias abstractas ylos modelos mecanicos 105
paz de representar la funcion que la molecula material desem-
pefia en el,
lSe trata de representar las caracteristicas de la elasticidad
en un cuerpo cristalizado? La rnolecula material esta represen-
tada por ocho bolas macizas situadas en los vertices de un para-
leleplpedo.i" unidas entre si por un numero determinado de mue-
lles en espiral.
lSe trata de imaginar la teoria de la dispersion de la luz? La
molecula material sehalla compuesta'" de cierto numero de envol-
turas esfericas, rigidas y concentricas, que se mantienen en una
posicion parecida gracias a unos muelles en espiral. Y una gran
cantidad de esos pequefios mecanismos se encuentra dispersa en
el eter, que es un cuerpo homogeneo.s" incompresible, rigido para
las vibraciones muy rapidas, perfectamente blando para las accio-
nes de cierta duracion: se parece a la gelatina 0ala glicerina.f?
lQueremos un modelo que imite lapolarizacion rotatoria? Los
miles dernoleculas materiales que sembramos en nuestra gelati-
na ya no estaran construidas tal como acabamos de describir;
seran'" pequefias envolturas rigidas dotadas cada una deun giros-
tato que gira rapidarnente en torno a un eje unido ala envoltura.
Ahora bien, se trata de un mecanismo demasiado basto, una
crude gyrostatic molecule-P? muy pronto sera sustituido por un
mecanismo mas perfecto.I" La envoltura rigida ya no contiene
solamente un girostato, sino dos girostatos que giran en sentido
contrario, unidos entre si y a las paredes de la camara por arti-
culaciones de bolas y cojinetes, que permiten que sus ejes de rota-
cion tengan cierto movimiento.
24. W. THOMSON, loco cit., p. 127.
25. W. THOMSON, loco cit., pp. 10, 105, 118.
26. W. THOMSON, loco cit., p. 9.
27. W. THOMSON, loco cit., p. 118.
28. W. THOMSON, loco cit., pp. 242, 290.
29. W. THOMSON, loco cit., p. 527.
50. W. THOMSON, loco cit., p. 520.
106 El objeto de la teoriajisica
Entre estos distintos modelos, expuestos en sus Lectures on
molecular dynamics, seria muy dificil elegir cual es el que mejor
representa la estructura de la molecula material; pero icuanto
mas dificil sera esa elecci6n si pasamos revista alos otros mode-
los ideados por W. Thomson en sus divers as obras!
Aqui
31
aparece un fluido homogeneo, incompresible y no vis-
coso, que ocupa todo el espacio; algunas porciones de ese fluido
estan dotadas de movimientos arremolinados persistentes; esas
porciones representan los atomos materiales.
Alla
32
vemos que elliquido incompresible esta representa-
do por un ensamblaje de bolas rigidas, unidas entre si por unas
varillas debidamente articuladas.
En otra parte,33 recurre alas teorias cineticas de Maxwell y
de Tait para imaginar las propiedades de los s6lidos, liquidos y
gases.
lNos resultara mas facil definir la constituci6n que W. Thom-
son atribuye al eter?
Cuando Thomson desarrollaba su teoria delos atomos remo-
linos, el eter era una parte de ese fluido homogeneo, incompre-
sible, despojado de toda viscosidad, que llenaba todo el espacio;
estaba representado por laparte de ese fluido que carece demovi-
miento en remolino. Pero muy pronto.i" para representar la gra-
vitaci6n que provoca la atracci6n mutua de las particulas mate-
riales, el gran fisico complic6 esta constituci6n del eter, Retomando
una antigua hip6tesis de Fatio de Duilliers y de Lesage, lanz6 a
31. W. THOMSON,On vortex atoms, Edimburgh Philosophical Society
Proceedings, 18 de lebrero de 1867.
32. W. THOMSON,Cornptes rendus de l'Academie des Sciences, 16 de
septiembre de 1889, Scientific Papers, vol. III, p. 466.
33. W. THOMSON,Molecular constitution of matter, 29-44 Proceedings
oj the Royal Society Qf Edimburgh, 1y 15 de julio de 1889; Scientific Papers,
vol. I II, p. 404; Lectures on molecular dynamics, p. 280.
34. W. THOMSON,On the ultramondane corpuscles of lesage, Philo-
sophical Magazine, vol. XLV, p. 321, 1873.
Las teorias abstractas y Los modelos mecanicos 107
traves del fluido hornogeneo, un enjambre de pequefios cor-
pusculos s6lidos que se movian en todas direcciones a enorme
velocidad.
En otra obra,35 el eter se convierte de nuevo en un cuerpo
hornogeneo e incompresible; pero ese cuerpo se parece ahora
a un fluido muy viscoso, a una gelatina. Esta analogia tambien
es abandonada. Para representar las propiedades del Her,
W. Thomson retoma'" f6rmulas de Mac Cullagh y,37para que
puedan ser captadas por la imaginaci6n, las representa median-
te un modelo mecanico.V Unas cajas rigidas, que contiene cada
una un gir6stato dotado de un movimiento de rotaci6n rapido
alrededor de un eje invariablemente unido alas paredes, estan
unidas entre si mediante unas tiras de tela flexible, pero no exten-
sible.
Esta enumeraci6n, muy incompleta, de los distintos modelos
mecanicos con los que W. Thomson intent6 representar las diver-
sas propiedades del Her 0 de las moleculas ponderables, no nos
da mas que una palida idea de la multitud de imagenes que evo-
can en su mente las palabras constitucion de la materia. Habria
que afiadir todos los modelos creados por otros fisicos, cuyo usa
recomienda; habria que afiadir, por ejemplo, el modelo de las
acciones electricas que cre6 Maxwell.l? y por el que W. Thomson
35. W. THOMSON,Lectures on molecular dynamics, pp. 9, 118.
36. W. THOMSON,Equilibrium or motion of an ideal substance called
for brevity ether, Scientific Papers, vol. III, p. 445.
37. MACCULLAGH,An essay towards a dynamical theory of crystalline
reflexion and refraction, Transactions oj Royal Irish Academy, vol. XXI, 9 de
diciembre de 1839; The collected works ojJames MACCULLAGH,p. 1.45.
38. W. THOMSON,On a gyrostatic adynamic constitution of the ether,
Edimburgh Royal Society Proceedings, 17 de marzo de 1890; Scientific Papers,
vol. III, p. 406; Ether, electricity and ponderable matter, Scientific Pa-
pers, vol. III, p. 505.
39. J . CLERKMAXWELL,On physical lines ojjorce, 3" parte: The theory
of molecular vortices applied to statical electricity, Philosophical Magazine,
enero y febrero de 1882; Scientific Papers, vol. I, p. 491.
108 El objeto de la teoria fisica
siente una constante admiracion. Veriamos el eter y todoslos cuer-
pos malos conductores delaelectricidad representados como un
panal demiel, con las paredes delas celdas formadas no decera,
sino de un cuerpo elastica cuyas deformaciones representan las
acciones electrostaticas, ylamiel sustituida por un fluido perfec-
to dotado de un rapido movimiento en remolino, imagen de las
acciones magneticas.
Esta coleccion deingenios y demecanismos desconcierta al
lector frances, que buscaba una secuencia ordenada de suposi-
ciones sobre laconstitucion delamateria, una explicacion hipo-
tetica de esta constitucion, Pero W. Thomson jarnas tuvo inten-
cion de dar una explicacion de este tipo; incluso ellenguaje que
utiliza advierte constantemente allector contra una interpreta-
cion semejante. Los mecanismos que propone son modelos
burdos-r'" representaciones groseras-;"! son -rnecanicamente
no naturales, unnatural mechanically;42 laconstitucion meca-
nica de los s6lidos supuesta en estas observaciones e ilustrada
por nuestro modelo no debe considerarse verdadera en lanatu-
raleza-r'? nohace falta insistir en que el eter que hemos imagi-
nado esuna sustancia puramente ideal-r'" EI caracter completa-
menteprovisional de todos esos modelos serevel aen laligereza
con que el autor los abandona 0 los retoma segun las necesida-
des del fenorneno que estudia: Atrasquedan nuestras cavidades
esfericas con sus envolturas rigidas y concentricas; recuerden
que no era mas que una ilustraci6n rnecanica burda. Voyapre-
sentar otro modelo mecanico, aunque me parece que esta muy
alejado del mecanismo real de los fenomenos-r'" A 10 sumo, se
abandona aveces ala esperanza deque esos modelos ingeniosa-
40. W THOMSON, Lectures on molecular dynamics, pp. 11, 105.
41. W. THOMSON, op. cit., p. 11.
42. W. THOMSON, op. cit., p. 105.
43. W. THOMSON, op. cit., p. 131.
44. W. THOMSON, Scientific Papers, vol. II, p. 464.
45. W. THOMSON, Lectures on molecular dynamics, p. 280.
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 109
mente imaginados marcan el camino que conducira, en un futu-
ro lejano, auna explicacion fisica del mundo material.t"
La multiplicidad y variedad de los modelos propuestos por
W. Thomson para representar la constituci6n de la materia no
sorprende en exceso allector frances, ya que muy pronto reco-
noce que el gran fisico no pretende proporcionar una explicacion
aceptable para larazon, sino quepretende presentar simplemente
una obra de la imaginacion. Su sorpresa es mucho mas profun-
day duradera cuando observa lamisma falta deorden y demeto-
do, lamisma despreocupaci6n por la logica, no yaen una colec-
cion de modelos mecanicos sino en una serie de teorias
algebraicas. leomo podria concebir la posibilidad de un desa-
rrollo matematico ilogico? Deahi el sentimiento de estupor que
Ieinvade cuando estudia una obra como el Tratado de electrici-
dad de Maxwell:
Laprimera vez que un lector trances abre ellibro de Max-
well -escribe Poincare-," un sentimiento demalestar, y amenu-
do incluso de desconfianza, semezcla con laadmiracion ...
EI sabio Ingles no pretende construir un edificio unico, defi-
nitivo y bien ordenado; mas bien parece que eleva muchos edi-
ficios provisionales eindependientes, entre los que las comuni-
caciones son dificiles y aveces imposibles.
Tomemos como ejemplo el capitulo en el queexplicalas atrac-
ciones electrostaticas por presiones y tensiones existentes en el
medio dielectrico. Estecapitulo podria ser suprimido perfectamente
y el resto del volumen seguiria siendo igual declaro y decomple-
to; pero, por otra parte, contiene una teoria autonoma, que podria
46. W. THOMSON, Scientific Papers, vol. HT, p. 510.
47. H. POINCARE, Electricite et optique, 1,Les theories de Maxwell et la theo-
rie electro-magnetique de la lumiere, lntroducci6n, p. VIII.. EJ lector que desee
conocer hasta que extremo mostraba Maxwell una faJ ta de preocupaci6n por
la 16gica eincJ uso porIa exactitud rnatematica, hallara numerosos ejemplos
en P. DUHEM, Les theories electriques de 1. Clerk Maxwell. Etude historique et
critique, Paris 1902.
110 El objeto de la teoriajisica
comprenderse sin haber leido ni una sola de las lineas preceden-
tes 0siguientes. Ahora bien, no s610es independiente del resin de
la obra, sino que es dificil de conciliar'" con las ideas fundamen-
tales dellibro, tal como 10demostrara mas adelante una discusi6n
profunda. Maxwell tampoco intenta esta conciliaci6n; se limita a
decir: "I have not been able tomake the next step, namely, toaccount
by mechanical considerations for these stress in the dielectric="
Basta con este ejemplo para dar aentender 10que pienso, pero
podria citar otros muchos. Asi, lquien dudaria, alleer las paginas
consagradas alapolarizacion rotatoria magnetica, que existe iden-
tidad entre los fen6menos 6pticos y magneticos?
EI Tratado de electricidad y de magnetismo de Maxwell se
esforz6 en vano pOI'revestirse de una forma matematica; al igual
que las Lectures on molecular dynamics de W. Thomson, tampo-
co es un sistema 16gico. Se compone, como las Lectures, de una
serie demodelos que representan cadauno un grupo deleyes, sin
preocuparse de los otros modelos que ha utilizado para repre-
sentar otras leyes, que a veces han representado estas mismas
leyes 0algunas deellas. Ahora bien, estos modelos, en vez deestar
construidos con gir6statos, muelles en espiral y glicerina, estan
organizados con signos algebraicos. Esas distintas teorias par-
ciales, que se desarrollan aisladamente sin preocuparse de su
antecesora, y que aveces cubren una parte del campo que la ante-
48. En realidad, esta teoria deMaxwell deriva de un desconocimienLo
total delas leyes delaelasLicidad. Y opuse en evidencia este desconocimien-
toy desarrolle la teoria exacta que debia susLituir alos errores de Maxwell
(a); un termino, olvidado por error en mis calculos, fuerepuesto por M. Lie-
nart (b), cuyos resultados he hallado mediante un analisis directo (c).
(a) P.DUI-IEM, Lecons sur l'electricite et te magnetisme, Paris 1892, t. II, I. XII.
(b) LIENART, La lumiere electrique, 1894, t. LII, pp. 7, 67.(c) P.DUI-IEM, Ameri-
can Journal oj Mathematics, 1895, vol. XVII,p. 117.
49. Nohe conseguido dar el segundo paso, explicar mediante consi-
deraciones mecanicas estas tensiones en el dielectrico, MAXWELL, Traite
d'electricite et de magnetisme, trad. franc. t. I, p. 174.
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 111
rior ya ha cubierto, se dirigen mucho mas anuestra imaginaci6n
que anuestra razon. Son cuadros, y el artista, al componerlos, ha
elegido con entera libertad los objetos que va a representar y el
orden en que los agrupara; no Ieimporta que uno de sus perso-
najes haya posada ya, en una actitud diferente, para otro retrato.
El16gico no es la persona mas cualificada para sorprenderse pOI'
esto: una galeria de cuadros no es una cadena de silogismos.
VIII. LA DIFUSI6N DE LOS METODOS INGLESES
El espiritu Ingles esta claramente caracterizado porIa ampli-
tud de la facultad que sirve para imaginal' y porIa debilidad de la
facultad que abstrae y generaliza. Este tipo peculiar de espiritu
engendra una forma peculiar de teoria fisica: las leyes de un mis-
mo grupo no estan coordinadas en un sistema 16gico, sino que
estan representadas pOl' un modelo. Ese modelo, por otra parte,
puede ser tanto un mecanismo construido con cuerpos concretos
como un mecanismo algebraico. En cualquier caso, lateoria ingle-
sa no se somete, en su desarrollo, alas reglas de orden y de uni-
dad que impone la 16gica.
Durante mucho tiempo, esas peculiaridades han sido la mar-
ca de fabrica de las teorias fisicas creadas en Inglaterra, y apenas
se utilizaban en el continente. Desde hace unos alios, las cosas
han cambiado; el tratamiento Ingles de la flsica se ha extendido
por todas partes con una extra ordinaria rapidez, y hoy en dia es
usual tanto en Francia como en Alemania. Vamos a buscar las
causas de esta difusi6n.
En primer lugar, conviene recordar que si bien la forma de
inteligencia denominada por Pascal debilidad de espiritu esta muy
difundida entre los ingleses, no la poseen todos los ingleses ni
es propiedad exclusiva de los ingleses.
112 El objeto de la teoriajisica
En cuanto aaptitud para expresar con una claridad meridiana
las ideas mas abstractas y con una extra ordinaria precision los
principios mas generales, indudablemente Newton no va ala zaga
de Descartes, ni de ningun otro gran pensador clasico; su fuer-
za de espiritu es una de las mas poderosas que ha conocido jarnas
la humanidad.
Pero del mismo modo que sepueden encontrar entre los ingle-
ses espiritus fuertes y estrechos -y Newton es buena prueba de
ello-, tarnbien se pueden encontrar fuera de Inglaterra espiritus
amplios pero debiles.
Uno de ellos fue Gassendi.
El contraste entre las dos formas intelectuales tan nitidamente
diferenciadas por Pascal aparece con extraordinaria fuerza en
la celebre discusi6n que enfrent6 a Gassendi y Descartes+" Con
que pasi6n insiste Gassendi-! en que el espiritu no sea distin-
guido realmente de la facultad imaginative; con que fuerza afir-
ma que laimaginaci6n no se distingue del entendimiento-, que
is610poseemos una facultad mediante la que conocemos gene-
ralmente todas las cosasl-. Con que arrogancia responde Descartes
aGassendi: Lo que he dicho acerca dela imaginaci6n es bastante
claro si se quiere prestar atenci6n, ipero no debe extrafiar si pare-
ce oscuro aquienes no meditan [amas ni reflexionan sobre 10que
plensanl-= Los dos adversarios parecen haber comprendido que
su disputa tiene un cariz distinto del de la mayoria de discusio-
nes tan frecuentes entre fil6sofos, que no se trata de una disputa
entre dos hombres 0dos doctrinas, sino de la lucha entre dos for-
mas de espiritu: el espiritu amplio pero debil frente al espiritu
fuerte pero estrecho. 0anima! 0mens! exclama Gassendi, diri-
giendose al campe6n de la abstracci6n. 0carol replica Descartes,
50. P.GASSEN Dr, Disquisitio metaphysica, seu dubitationes et instantiae
adversus Renati Cartesii Metaphysicam, et responsa.
51. P.GASSEN Dr, Dubitationes in meditationem II am.
52. CARTES!I, Responsum ad Dubitationem V in Meditationem II 11m.
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 113
aplastando con su altivo desprecio la imaginaci6n que se limita a
los objetos concretos.
Secomprende, pues, la predilecci6n de Gassendi por la cos-
mologia epicurea; salvo por su extra ordinaria pequefiez, los ato-
mos que representa separecen mucho alos cuerpos que todos los
dias tiene ocasi6n de ver y de tocar. Este caracter concreto, sus-
ceptible de ser captado por la imaginaci6n, de la fisica de Gas-
sendi se revel a claramente en el siguiente pasaje, donde el fil6-
sofo explica a su manera las atracciones y las repulsiones de la
Escolastica: Hay que comprender que estas acciones son como
las que se ejercen deuna forma mas sensible entre los cuerpos; la
unica diferencia consiste en que los mecanismos que son grandes
en este ultimo caso son muy pequefios en el primero. Doquiera
que la simple vision nos muestra una atracci6n y una union, vemos
ganchos, cuerdas, algo que sujeta y algo que es sujetado; doquie-
ra que nos muestra una repulsion y una separacion, vemos agui-
jones, puas, un cuerpo que explota, etc. Igualmente, para expli-
car las acciones que no pueden percibirse asimple vista, tenemos
que imaginar pequefios ganchos, pequefias cuerdas, pequefios
aguijones, pequefias puas, y otros 6rganos parecidos; esos 6rga-
nos no son sensibles ni palpables, pero no por ello hay que con-
cluir que no existen-F'
En todos los periodos del desarrollo cientifico encontraria-
mos fisicos franceses mas pr6ximos intelectualmente a Gassen-
di y deseosos, como el, de dar explicaciones que la imaginaci6n
pueda captar. Entre los te6ricos que honran nuestra epoca, uno
de los mas ingeniosos y mas productivos, J . Boussinesq, ha expre-
sado con una claridad meridiana esa necesidad que tienen cier-
tos espiritus de representarse los objetos sobre los que reflexio-
nan: -El espiritu humano, dice Boussinesq, cuando observa los
fen6menos naturales, reconoce en ellos, junto amuchos elementos
confusos que no consigue desentrafiar, un elemento claro, sus-
53. GASSEN Dr, Syntagma Philosophicum, I J a pars, 1. VI, c. XIV.
114 EI objeto de la teoriafisica
ceptible por su precision de ser el objeto de conocimientos ver-
daderamente cientificos. Es el elemento geometrico, que esta vin-
culado ala localizacion delos objetos en el espacio, y que permite
representarlos, describirlos 0construirlos de una manera mas 0
menos ideal. Esta constituido por las dimensiones y las formas de
los cuerpos 0 de los sistemas de cuerpos, en una palabra, por 10
que se denomina su configuracion en un momento dado. Estas
formas y configuraciones, cuyas partes mensurables son distan-
cias 0 angulos, unas veces se conservan durante un cierto tiem-
po, al menos de una forma aproximada, y parecen incluso man-
tenerse en las mismas regiones del espacio para constituir 10que
sellama el reposo, yotras veces cambian sin cesar y deforma con-
tinuada, y sus cambios de lugar constituyen 10que se denomina
el movimiento local, 0simplemente el movimiento-.v'
Esas distintas configuraciones de los cuerpos y sus cambios
repentinos son los unicos elementos que el geometra puede descri-
bir; tambien son los unicos que el imaginativo puede representarse
con claridad; son, pOI'tanto, en su opinion, los unicos verdaderos
objetos de la ciencia. Una teoria fisica no estara realmente consti-
tuida hasta que haya logrado conducir el estudio deun grupo dele-
yes aladescripcion deesas figuras y deesos movimientos locales:
Hasta ahora laciencia, considerada en suparte edificada 0suscep-
tible de serlo, ha ido creciendo a10largo del camino que conduce
desde Arist6teles hasta Descartes yNewton, desde las ideas decua-
lidades 0decambios deestado, que no sedescriben, alaidea dejor-
mas 0de movimientos locales que sedescriben 0seven-.'"
Al igual que Gassendi, Boussinesq tampoco quiere que laflsi-
ca te6rica sea una obra de la raz6n donde no haya lugar para la
imaginaci6n, y expresa sus ideas a este respecto con frases cuya
claridad recuerda ciertas palabras de lord Kelvin.
54. J . BOUSSINESQ, Lecons synthetiques de mecanique generale, Paris 1889,
p. 1.
55. .I. BOUSSINESQ, Theone analytique de la chaleur, 1901, t, r, p. xv.
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 115
Pero no nos confundamos. Boussinesq no estaria dispuesto a
seguir hasta el final al gran fisico Ingles. Si bien desea que la ima-
ginacion pueda captar las construcciones de la fisica teorica en
todas sus partes, no pretende de ningun modo prescindir de la
16gicapara trazar el plano de estas construcciones; tampoco per-
mite, como no hubiera permitido Gassendi, que se despoje aestas
construcciones de todo orden y de toda unidad, de modo que se
reduzcan aun mero laberinto de edificios independientes einco-
herentes.
En ningun momento los fisicos franceses 0 alemanes redu-
jeron, pOI' si mismos, la teoria fisica a una simple coleccion de
modelos; esta idea no nacio espontanearnente en el seno de la
ciencia continental: es deimportaci6n inglesa. Seladebemos sobre
todo ala fama dela obra de Maxwell, y fue introducida en la cien-
cia pOI'los comentaristas y seguidores de este gran fisico. Ade-
mas, se difundio en primer J ugal' en laforma que parece mas des-
concertante. Antes de que los fisicos franceses 0 alemanes
utilizaran modelos mecanicos, muchos de ellos se habian acos-
tumbrado ya a considerar la fisica matematica una colecci6n de
modelos algebraicos.
Entre los primeros que contribuyeron apromover semejan-
teforma de tratamiento dela fisica matematica, cabe citar al ilus-
tre Heinrich Hertz, aquien hemos oido pronunciar las siguientes
palabras: Lateoria de Maxwell son las ecuaciones de Maxwell.
De acuerdo con este principio y aun antes de que 10formulara,
Hertz habia desarrol1ado una teoria dela electrodinamica.s" basa-
da en las ecuaciones de Maxwell, que eran aceptadas tal como
eran, sin discusion de ninguna clase ni examen de las definicio-
nes ehip6tesis de las que derivan, y eran tratadas pOI' si mis-
56. H. HERTZ, Ueber die GrundgJ eichungen del' Elektrodynamik fur
ruhende Korper-, Gettinger Nachrichten, 19 de marzo de 1890; Wiedemann's
Annalen der Physik und Chemie, Bd. Xl, p. 577; Gesammelte Werke van H Hertz;
Bd. II, Untersuchungen uber die Ausbreitung der eiektrischen Kraft, 2
c
Aufla-
ge, p. 208.
116 El objeto de Lateoriajisica
mas, sin que las consecuencias obtenidas fueran sometidas al con-
trol de la experiencia.
Secomprenderia semejante forma de proceder por parte de
un algebrista si estuviera estudiando ecuaciones obtenidas
de principios aceptados por todos los fisicos y confirmados total-
mente por la experiencia. No nos sorprenderia que omitiera unas
ecuaciones y una verificaci6n experimental sobre las que nadie
tuviera la menor duda. Pero no es este el caso de las ecuaciones
de electrodinamica estudiadas por Hertz: los razonamientos y los
calculos que Maxwell seesforz6 repetidamente por justificar estan
llenos de contradicciones, de puntos oscuros y errores manifies-
tos; la confirmaci6n que la experiencia puede aportarles forzosa-
mente ha de ser muy parcial y limitada. En efecto, salta a la vis-
ta que la simple existencia de un pedazo de acero imantado es
incompatible con semejante electrodinamica; y esta contradic-
ci6n colosal no escapa al analisis de Hertz.P?
Tal vez cabria pensar que la aceptaci6n deuna teoria tan con-
trovertida se hace necesaria debido a la ausencia de otra doctri-
na susceptible de proporcionar un fundamento mas 16gicoy una
correspondencia mas exacta con los hechos. No es asi. Helmhotz
formu16 una teoria electrodinamica que deriva de forma total-
mente 16gica de los principios mas asentados de la ciencia elec-
trica, cuyas ecuaciones carecen de los paralogismos que tanto
abundan en la obra de Maxwell, y que explica todos los hechos
de los que dan cuenta las ecuaciones de Hertz y de Maxwell, sin
tropezar con los desmentidos que la realidad opone brutalmen-
te a estas ultimas. La raz6n no puede dudar, exige que se prefie-
ra esta teoria. Pero la imaginaci6n prefiere utilizar el elegante
modelo algebraico elaborado por Hertz y, paralelamente, por Hea-
viside y por Cohn. Muy pronto, el uso de este modelo se extendi6
entre los espiritus debiles que no se atrevian con las largas deduc-
57. I l. HEHTZ, Untersuchungen iiber die Ausbreitung der elektrischen Kraft;
2" Auflage, p. 240.
Las teorias abstractas y Los modelos mectinicos 117
ciones. Semultiplicaron las obras donde las ecuaciones de Max-
well eran aceptadas sin discusi6n, como dogmas revelados cuyas
oscuridades se reverencian como si fueran misterios sagrados.
Poincare, con mayor formalidad aun que Hertz, proclam6 el
derecho de la fisica matematica de sacudirse el yugo de una 16gi-
ca excesivamente rigurosa y de cortar los lazos que unian entre
si sus distintas teorias. Nohay que jactarse -escribe- de evitar
toda contradiccion, sino que hay que resignarse a ello. En efec-
to, dos teorias contradictorias, siempre que no se mezclen y que
no sebusque en ellas el fondo de las cosas, pueden ser ambas ins-
trumentos utiles de investigaci6n, y tal vez la lectura de Max-
well seria menos sugestiva si no nos hubiera abierto tantos cami-
nos nuevos divergentes.s'"
Esas palabras, que daban via libre ala practica en Francia de
los metodos de la fisica inglesa, a las ideas profesadas con tanto
escandalo por lord Kelvin, tuvieron un notable eco. Su resonan-
cia grande y prolongada se debi6 a muchas causas.
No quiero hablar aqui de la reconocida autoridad de quien
pronunciaba estas palabras, ni de la importancia de los descu-
brimientos aprop6sito de10scua1es fueron pronunciadas; las cau-
sas que quiero senalar son menos legitimas, aunque no por ello
menos poderosas.
Entre estas causas, hay que mencionar en primer 1ugar la afi-
ci6n a10exotico, e1deseo de imitar 10extranjero, la necesidad de
vestir el espiritu, como el cuerpo, a la moda de Londres. Entre
quienes declaran que la fisica de Maxwell y de Thomson es pre-
ferib1ealaque hasta ahora ha sido clasica en nuestro pais, muchos
s610tienen un motivo que aducir: ies inglesa!
Por otra parte, la admiraci6n encendida por el metoda Ingles
es, para muchos, una forma de hacer olvidar su incapacidad para
practicar el metodo frances, sus dificultades para concebir una
58. H. POINCAHE, Electricite et Optique, J, Les theories de Maxwell et la
theorie electro-magnetique de Lalumiere, Inlroducci6n, p. IX.
118 El objeto de la teoriajisica
idea abstracta y para seguir un razonamiento riguroso. Caren-
tes defuerza deespiritu, con laadopci6n delos metodos propios
delos espiritus amplios pretenden hacer creer que poseen tam-
bien amplitud intelectual.
Sin embargo, estas causas probablemente no habrian sido
suficientes para consolidar lafama deque gozahoy en dialaflsi-
ca inglesa, si no se les hubieran afiadido las exigencias de la
industria.
El industrial es amenudo un espiritu amplio; la necesidad
decombinar mecanismos, dedirigir negocios y detratar conper-
sonas hace que sehabitue enseguida aver con claridad yrapidez
conjuntos complejos de cosas concretas. En cambio, casi siem-
pre es un esplritu muy debil, Sus ocupaciones diarias lemantie-
nen alejado delas ideas abstractas y delos principios generales;
poco apoco, las facultades que constituyen el espiritu fuerte sele
atrofian, como sucede conlos6rganos queno seutilizan. Demodo
que el modelo Ingles forzosamente leha deparecer laforma de
teoria fisica mas adecuada asus aptitudes intelectuales.
Naturalmente, el industrial desea que la fisica sea expuesta
deeste modo alos que tendran que dirigir los talleres y las fabri-
cas. Por otra parte, el futuro ingeniero exige una ensefianza de
corta duraci6n; tiene prisa por ganarse la vida con sus conoci-
mientos; no puede malgastar un tiempo, que para el es dinero.
Ahora bien, lafisicaabstracta, preocupada ante todo por construir
un edificio absolutamente s6lido, ignora esta prisa febril; preten-
deconstruir sobre piedra, ypara ello excavara todo el tiempo que
sea necesario. A quienes pretend en ser sus discipulos les exige
un espiritu curtido en los diversos ejercicios dela16gica,agiliza-
do por la gimnasia delas ciencias matematicas; no les perdona
ningun paso intermedio, ninguna complicaci6n. lC6mo podrian
someterse atal disciplina quienes buscan 10util y no 10verda-
dero? lC6mo no preferir aesa disciplina los procedimientos mas
rapidos delas teorias que sedirigen ala imaginaci6n? Asl pues,
alos que se encargan deimpartir la ensefianza industrial seles
Las teorias abstractas y los modelos mecdnicos 119
fuerza aadoptar los metodos ingleses, aensefiar esta flsica que
incluso en las f6rmulas matematicas s610vemodel os.
Lamayoria no opone ninguna resistencia aesta presi6n; al
contrario, exageran aun mas el desden por el orden y el despre-
cio del rigor 16gicoque habian profesado los fisicos ingleses. En
el momento deadmitir una f6rmula en sus clases 0en sus trata-
dos, no sepreguntan nunca si esta f6rmula es exacta, sino sola-
mente si es c6moda y si se capta con la imaginaci6n. Hasta que
grado llega en muchas obras dedicadas alas aplicaciones de la
flsica este desprecio de cualquier clase de metoda racional, de
cualquier deducci6n exacta, no se 10puede ni imaginar quien
no tiene lapenosa obligaci6n deleer atentamente estas obras. En
ellas aparecen abiertamente los mayores paralogismos, los calcu-
los mas falsos; bajo lainfluencia delas ensefianzas industriales,
laflsicate6rica seha convertido en un constante desafio alarec-
titud deespiritu.
Pero el mal no alcanza solamente alos libros y alos futuros
ingenieros. Hapenetrado en todas partes, propagado por los erro-
res y los prejuicios de la gente, que confunde la ciencia con la
industria, que cuando vepasar un autom6vil polvoriento y ja-
deante 10confunde con el carro triunfal del pensamiento huma-
no. Laensefianza superior esta yacontaminada por el utilitaris-
mo, y la ensefianza secundaria es victima de esa epidemia. En
nombre del utilitarismo, se hace tabla rasa de los metodos que
hasta ahora sehabian utilizado para exponer las ciencias fisicas:
serechazan las teorias abstractas y deductivas; sehacen esfuerzos
por proporcionar alos alumnos visiones inductivas y concretas;
yano seintroducen en los espiritus j6venes ideas ni principios,
sino numeros y hechos.
Deestas formas inferiores y degradadas delas teorias de la
imaginaci6n hablaremos extensamente muy pronto.
Alos snobs les diria que, si bien esfacil imitar los defectos de
un pueblo extranjero, es mas dificil adquirir las cualidades here-
ditarias que10caracterizan; quepodran renunciar alafuerza del
120 El objeto de la teoria fisica
espiritu frances, pero no asu estrechez; querivalizaran facilmente
en debilidad con el espiritu Ingles, pero no en amplitud, y que
deestemodo secondenaran aser espiritus alavez debiles y estre-
chos, es decir, espiritus falsos.
A los industriales queno sepreocupan delaexactitud deuna
formula con tal deque sea c6moda, les recordaremos quelaecua-
cion simple pero falsa se convierte, tarde 0temprano, por una
inesperada revancha de la 16gica, en la empresa que fracasa, en
el dique que se rompe, en el puente que se derrumba: es la rui-
na econ6mica, cuando no el siniestro que siega vidas humanas.
Finalmente, alos utilitarios que creen formar hombres prac-
ticos ensenandoles tan s610cosas concretas, les anunciamos que
sus alumnos seran a 10sumo peones rutinarios, que aplicaran
mecanicamente formulas queno comprenden, yaqueunicamente
los principios abstractos y generales pueden conducir al espiri-
tu aregiones desconocidas y sugerirle lasoluci6n dedificultades
imprevistas.
IX. lEs FERTIL EN DESCUBRIMIENTOS EL usa
DE MODELOS MECANJ cos?
Para apreciar con justicia la teoria fisica imaginativa no la
.examinaremos tal como nos lapresentan quienes pretenden uti-
lizarla sin poseer laamplitud deespiritu necesaria para hacer de
ella un uso digno. La contemplaremos tal como la engendraron
quienes estan dotados de una poderosa imaginaci6n y, especial-
mente, los grandes fisicos ingleses.
Existe hoy en dia una idea superficial acerca delos procedi-
mientos queutilizan los ingleses para el estudio delafisica. Segun
esta opinion, el abandono delapreocupaci6n por launidad logi-
cadominante en las antiguas teorias, ylasustituci6n delas deduc-
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 121
ciones rigurosamente encadenadas, antes en usa, por modelos
independientes entre si garantiza alas investigaciones del fisico
una flexibilidad y una libertad sumamente fecundas en descu-
brimientos.
Nos parece que hay en esta opinion una buena parte de ilu-
si6n.
Quienes lasostienen muchas veces atribuyen al uso demode-
los descubrimientos que se han hecho por procedimientos dis-
tintos.
En muchas ocasiones, deuna teoria yaelaborada seha cons-
truido un modelo, ya sea por parte del propio autor de la teoria
opor cualquier otro fisico; luego, poco apoco el modelo ha rele-
gada al olvido alateoria abstracta que 10habia precedido y sin la
cual el modelo no hubiera podido imaginarse; seconsidera el ins-
trumento del descubrimiento, cuando no ha sido mas un proce-
dimiento deexposici6n. Ellector incauto, el que no tiene oportu-
nidad deinvestigar lahistoria yderemontarse alos origenes puede
ser victima de esta supercheria.
Veamos, por ejemplo, el Rapportdonde Emile Picard traza/"
conpinceladas gruesas y sobrias, el cuadro del estado delas cien-
cias en 1900. Leamos los pasajes consagrados ados teorias impor-
tantes de la fisica actual: la teoria de la continuidad del estado
liquido ydel estado gaseoso ylateoria delapresion osm6tica. Nos
parecera que laparte correspondiente alos modelos mecanicos,
alas hip6tesis imaginativas que se refieren alas moleculas, sus
movimientos y sus choques, ha sido muy importante en la crea-
cion y desarrollo de estas teorias. Al sugerirnos tal suposici6n,
Picard refleja con gran exactitud las opiniones que se emiten a
diario en los patios y laboratorios. Pero estas opiniones carecen
defundamento. El usa de modelos mecanicos practicamente no
59. Emile PICARD, Exposition universelle de1900a Paris. Rapport du
J ury international. Introduction generale. 2" parte, Sciences, Paris 1901,
pp. 55ss.
122 EI objeto de la teoria fisica
ha tenido ninguna intervencion en la creaci6n y desarrollo de las
dos teorias que nos ocupan.
A la idea de la continuidad entre el estado liquido y el estado
gaseoso lleg6 Andrews gracias a una inducci6n experimental.
Y fueron tambien la induccion y la generalizacion las que con-
dujeron aJ ames Thomson aconcebir la isoterma teorica: De una
doctrina del tipo de las teorias abstractas, de la termodinamlca,
deducia Gibbs una exposicion perfectamente encadenada de esta
nueva parte de la fisica, mientras que la propia termodinamlca
proporcionaba a Maxwell la relaci6n fundamental entre la iso-
terma teorica y la isoterma practica.
Mientras que la termodinarnica abstracta daba muestras de
su fecundidad, Van del' Waals abordaba pOI'su parte, pOI'medio
de suposiciones sobre la naturaleza y el movimiento de las mole-
culas, el estudio dela continuidad entre el estado liquido y el esta-
do gaseoso. La aportacion de las hipotesis cineticas aeste estudio
consistia en una ecuacion de la isoterma te6rica, ecuacion de la
que se deducia un corolario, la ley de los estados correspondien-
tes. Pero el contacto con los hechos oblige areconocer que la ecua-
cion de la isoterma era demasiado simple y la ley de los estados
correspondientes demasiado burda para que una fisica deseosa
de cierta exactitud pudiera tenerla en cuenta.
La historia de la presion osmotica no es menos clara. La ter-
modinamica abstracta leproporciono deentrada aGibbs sus ecua-
ciones fundamentales, y tambien fue la termodinamica la unica
guia de J .-H. Van't Hoff en el transcurso de sus primeros trabajos,
mientras que la induccion experimental proporcionaba a Raoult
las leyes necesarias para el progreso de la nueva doctrina, que ya
era adulta y vigorosa cuando los modelos mecanicos y las hipo-
tesis cineticas le aportaron una ayuda que no reclamaba, con la
que -no tenia nada que vel' y de la que no sac6 ningun provecho.
POI'consiguiente, antes de atribuir la invenci6n de una teoria
alos modelos mecanicos que hoy en dia leestorban, conviene ase-
gurarse de que esos modelos realmente han presidido 0 ayudado
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 123
asu nacimiento, y que no han acudido, como una vegetacion para-
sita, a agarrarse a un arbol ya robusto y en plena vitalidad.
Conviene tarnbien, si queremos apreciar con exactitud la
fecundidad que puede tener el uso de modelos, no confundir ese
uso con el de la analogia.
El fisico que pretende reuniry clasificar en una teoria abstracta
las leyes de una cierta categoria de fenomenos, muy amenu do se
deja guiar por laanalogi aquevislumbra entre esos fenomenos ylos
fenomen osdeotra categoria. Si esos ultimos sehall anyaordenados
yorganizados en una teoria satisfactoria, el fisico intentara agrupar
losprimeros en un sistema del mismo tipo ydelamisma forma.
La historia de la fisica nos muestra que la busqueda de ana-
logias entre dos categorias distintas de fenomenos tal vez ha sido,
de todos los procedimientos utilizados para construir teorias fisi-
cas, el metoda mas segura y mas fecundo.
Asi, de la analogia entre los fenomenos producidos poria luz
y los que constituyen el sonido surgio la nocion de onda lumino-
sa, de la que Huygens supo sacar un esplendido partido. Mas tar-
de, fue esa misma analogia la que indujo a Malebranche, y des-
pues aY oung, a representar una luz monocromatica mediante
una formula semejante aIaque representa un sonido simple.
La similitud entre la propagacion del calor y la propagaci6n
dela electricidad en los conductores permitio aOmh utilizar para
la segunda categoria defenomenos todas las ecuaciones que Fou-
rier habia escrito para la primera.
Lahistoria de las teorias del magnetismo y de la polarizaci6n
dielectrica no es mas que el desarrollo de las analogias, vislum-
bradas desde hacia tiempo pOI'los fisicos, entre los imanes y los
cuerpos que aislan la electricidad; gracias a esta analogia cada
una de las dos teorias se beneficio de los avances de la otra.
El uso de la analogia fisica adopta en ocasiones una forma
aun mas precisa.
Supongamos que dos categorias defenomenos muy distintos,
muy diferentes, han sido reducidas ateorias abstractas. Puede su-
124 EL objeto de La teoria fisica
ceder que las ecuaciones con las que seformula una delas teorias
sean algebraicamente identicas alas ecuaciones que expresan ala
otra. Entonces, aunque estas dos teorias sean basicamente hetero-
geneas por lanaturaleza delas leyes que coordinan, el algebra es-
tablece entre ellas una correspondencia exacta; toda proposici6n
de una delas teorias tiene su homologo en la otra; todo problema
resuelto en laprimera plantea y resuelve un problema semejante
en lasegunda. Cada una deestas dos teorias puede, segun lapala-
bra utilizada por los ingleses, servir para ilustrar a la otra: Por
analogia fisica -dice Maxwell- entiendo esta semejanza parcial
entre las leyes de una ciencia y las leyes de otra ciencia, que hace
que una de las dos ciencias pueda servir para ilustrar ala otra.s''?
Veamos un ejemplo, entre otros muchos, de esta ilustracion
mutua de las dos teorias:
Laidea de cuerpo caliente y la idea de cuerpo electrizado son
dos nociones esencialmente heterogeneas: las leyes que rigen la
distribuci6n de las temperaturas estacionarias en un grupo de
cuerpos buenos conductores del calor y las leyes que fijan el esta-
do de equilibrio electrico en un conjunto de cuerpos buenos con-
ductores de la electricidad tienen objetos fisicos completamente
diferentes. Sin embargo, las dos teorias cuya misi6n es clasificar
estas leyes se expresan en dos grupos de ecuaciones que el alge-
brista no sabria distinguir. Ademas, cada vez que resuelve un pro-
blema sobre la distribuci6n de las temperaturas estacionarias,
resuelve tambien un problema de electrostatica, y a la inversa.
Ahora bien, esa correspondencia algebraica entre dos teorias,
esa ilustraci6n de una por medio de la otra es algo infinitamen-
te valioso. No s610supone una notable economia intelectual, ya
que permite trasladar a una de las teorias todo el aparato alge-
braico construido para la otra, sino que ademas constituye un pro-
cedimiento de invenci6n. En efecto, puede ocurrir que, en uno de
esos dos arnbitos en los que es valido el mismo planteamiento
60. J .-Clerk MAXWELL, Scientific Papers, vol. I, p. 156.
~
Las teorias abstractas y Los modelos mecanicos 125
algebraico, la intuici6n experimental plan tee con toda naturali-
dad un problema y sugiera la soluci6n, mientras que en el otro
ambito el fisico no hubiera sido inducido con tanta facilidad afor-
mular esta cuesti6n 0a darle respuesta.
Esas diferentes formas derecurrir ala analogia entre dos gru-
pos de leyes fisicas 0 entre dos teorias distintas son, por tanto,
fecundas en descubrimientos, pero no hay que confundirlas con
el uso demodelos. Consisten en aproximar dos sistemas abstractos,
bien porque uno de ellos, ya conocido, sirve para adivinar la for-
ma del otro, que aun no seconoce; bien porque, formulados ambos,
seilustran mutuamente. Nohay nada en ello que pueda sorprender
al16gico mas riguroso, pero tampoco hay nada que recuerde los
procedimientos preferidos por los espiritus amplios y debiles:
nada que sustituya el uso de la raz6n por el uso de la imagina-
ci6n, nada que rechace la comprensi6n, 16gicamente deducida,
de nociones abstractas y juicios generales para sustituirla por la
visi6n de conjuntos concretos.
Si evitamos atribuir al uso de los modelos descubrimientos
que en realidad se deben ateorias abstractas; si procuramos asi-
mismo no confundir el uso de tales modelos con el uso de la ana-
logia, lcual es la participaci6n exacta de las teorias imaginativas
en los avances de la fisica?
Nos parece que es una participaci6n muy escasa.
El fisico que identific6 con mas formalidad la comprensi6n
deuna teoria y la visi6n de un modelo, lord Kelvin, se hizo famo-
so por sus admirables descubrimientos, pero no parece que nin-
guno de ellos le haya sido sugerido por la fisica imaginativa. Sus
mejores halIazgos -el transporte electrico del calor, las propie-
dades de las corrientes variables, las leyes de la descarga osci-
lante ymucho otros que seria demasiado largo enumerar- se obtu-
vieron por medio de sistemas abstractos de la termodinamica y
de la electrodinamica clasicas, Siempre que recurre alos mode-
los mecanicos, se limita ahacer un trabajo de exposici6n, arepre-
sentar resultados ya obtenidos; no hace un trabajo de invenci6n.
126 El objeto de la teoriajisica
Tampoco parece que el modelo delas acciones electrostaticas y
electromagneticas, que Maxwell construye en lamemoria On phy-
sical lines ojjorce, lehaya ayudado acrear lateoria electromagneti-
cadelaluz. Indudablemente, seesfuerza por obtener deesemode-
10las dos f6rmulas basicas de esta teoria, pero la manera misma
como lleva acabo sus intentos demuestra que losresultados que es-
pera obtener ya los conocia de antemano. En su afan de obtener
esos resultados cueste 10que cueste, Maxwellllega incluso afalsear
una delas f6rmulas fundamentales delaelasticidad."! Nolequed6
otro remedio que crear la teoria que entreveia renunciando al uso
demodelos y extendiendo, por medio delaanalogia, alas corrien-
tes de desplazamiento el sistema abstracto de la electrodinamica.
Asi pues, ni en la obra de lord Kelvin ni en la obra de Max-
well, el uso demodelos mecanicos ha dado muestras de esa fecun-
didad que tan de buen grado se leatribuye hoy en dia.
lQuiere eso decir que este metoda jamas ha sugerido ningun
descubrimiento aningun fisico? Semejante afirmaci6n seria deuna
exageraci6n ridicula. La invenci6n no esta sometida areglas fijas.
No hay doctrina, por absurda que sea, que no haya inspirado una
idea nueva y feliz. Laastrologia predictiva tuvo una parte deinter-
venci6n en el desarrollo delos principios delamecanica celeste.
Por otra parte, al que niega toda fecundidad al uso de mode-
los seIepueden oponer ejemplos muy recientes. Selepuede men-
cionar la teoria electro-6ptica de Lorentz, que preve el des do-
blamiento de los rayos espectrales en un campo magnetico e
induce a Zeemann a observar este fen6meno. Selepueden citar
los mecanismos imaginados por J .-J . Thomson para representar
el transporte de la electricidad en una masa gaseosa, y los curio-
sos experimentos que estan relacionados con ellos.
Aunque indudablemente estos ejemplos tambien se presta-
rian a discusi6n.
61. P.DUHEM, Les theories electriques de f.-Clerk Maxwell. Etude histo-
rique et critique, Paris 1902, p. 212.
Las teorias abstractas ylos modelos mecanicos 127
Sepodria observar que el sistema electro-6ptico de Lorentz,
aunque basado en hip6tesis mecanicas, no es un simple mode-
10,sino una teoria desarrollada, cuyas diversas partes estan logi-
camente unidas y coordinadas; que, por otra parte, el fen6meno
de Zeemann, lejos de confirmar la teoria que sugiri6 su descu-
brimiento, tuvo como primer efecto probar que esta teoria no podia
ser mantenida en los mismos terminos, y demostrar que era pre-
ciso introducir en ella al menos profundas modificaciones.
Tambien se podria observar que el vinculo entre las repre-
sentaciones que Thomson ofrece a nuestra imaginaci6n y los
hechos bien observados de ionizaci6n de los gases es muy debil;
que tal vez los modelos mecanicos, yuxtapuestos a estos hechos,
mas bien oscurecen los descubrimientos ya hechos y no aclaran
los descubrimientos que estan por hacer.
Pero no perdamos el tiempo en estas sutilezas. Admitamos
sin rodeos que el uso de modelos mecanicos ha guiado aalgunos
fisicos en la senda de la invenci6n, y que esa senda podra con-
ducir a otros descubrimientos. Pero 10cierto es que no ha apor-
tado alos avances de la fisica esa rica contribuci6n que tanto se
nos ha elogiado; la parte del botin que ha aportado a la masa de
nuestros conocimientos parece bien magra si se la compara con
las opulentas conquistas de las teorias abstractas.
x. lEL usa DE MODELOS MECANICOS HA DE ACABAR
CON LA BUSQUEDA DE UNA TEORiA ABSTRACTA
Y LOGICAMENTE ORDENADA?
Hemos visto que los fisicos mas ilustres que recomiendan el
uso de modelos mecanicos utilizan esta forma de teoria mucho
mas como procedimiento de exposici6n que como medio deinven-
ci6n. El propio lord Kelvin no proclam6 el poder de adivinaci6n
128 EI objeto de la teoriajisica
de los numerosos mecanismos que construyo, sino que se limito
a declarar que esas representaciones concretas le resultaban tan
imprescindibles que sin ellas no conseguiria percibir claramen-
te una teoria.
Noseria razonable que los espiritus fuertes, los que para con-
cebir una idea abstracta no necesitan encarnarla en una imagen
concreta, negaran alos espiritus amplios pero debiles, alos que
no pueden concebir facilmente 10que no tiene forma ni color, el
derecho a dibujar y pintar a los ojos de la imaginacion los obje-
tos delas teorias fisicas. El mejor medio defavorecer el desarrollo
de la ciencia es permitir que cada forma intelectual se desarro-
lle segun sus propias leyes y realice plenamente su tipo; es dejar
que los espiritus fuertes se alimenten denociones abstractas y de
principios generales, y que los espiritus debiles se alimenten de
cosas visibles ytangibles; en una palabra: es no obligar alos ingle-
ses apensar ala francesa, ni alos franceses apensar ala inglesa.
Helmholtz, que fueun espiritu extraordinariamente justa yfuerte,
formulo el principio de ese liberalismo intelectual, tan raramente
comprendido ypracticado: Losfisicos ingleses, como lord Kelvin
cuando formulo su teoria de los atomos remolino, 0 como Max-
well cuando imagino la hipotesis de un sistema de celdas cuyo
contenido esta dotado de un movimiento de rotacion, hipotesis
que sirve defundamento asu intento deexplicacion mecanica del
electromagnetismo, hallaron en estas explicaciones una satisfac-
cion mayor que si se hubieran contentado con la representacion
general que delos hechos ydesus leyes proporciona el sistema de
ecuaciones diferenciales delafisica. En cambio, yo debo confesar
que hasta el momento me mantengo fiel aeste ultimo metoda de
representacion, y me siento mas segura con el que con cualquier
otro; pero no seria capaz deformular ninguna objecion deprinci-
pio contra un metoda que es utilizado por fisicos tan emmentes.s'"
62. H. VONHELMHOLTZ,Prefacio a la obra de H. Hertz Die Principien
der Mechanik, p. 21.
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 129
Por otra parte, ya no se trata hoy en dia de saber si los espi-
ritus fuertes toleraran que 10simaginativos utilicen representa-
ciones y modelos, sino de saber si ellos mismos conservaran el
derecho aimponer unidad y coordinacion logica alas teorias flsi-
cas. En efecto, los imaginativos no se limitan apretender que el
uso defiguras concretas les es indispensable para comprender las
teorias abstractas, sino que afirman que al crear para cada capi-
tulo de la fisica un modelo mecanico 0 algebraico adecuado, sin
ningun vinculo con el modelo utilizado para ilustrar el capitulo
anterior 0 que servira para representar el capitulo siguiente, se
da satisfaccion atodos los deseos legitimos dela inteligencia; que
los intentos dealgunos fisicos de construir una teoria Iogicamente
encadenada, basada en el menor numero posible dehipotesis inde-
pendientes y formuladas con precision, constituyen una labor que
no responde aninguna necesidad de un espiritu sanamente cons-
tituido y que, por consiguiente, aquellos cuya mision es dirigir los
estudios y orientar la investigacion cientifica deben, en todos
los casos, hacer desistir alos fisicos de esta vanalabor.
A estas afirmaciones, repetidas a cada instante de cien for-
mas diferentes por todos los espiritus debiles y utilitarios, lque
podriamos replicar para mantener la legitimidad, la necesidad y
la preeminencia de las teorias abstractas, logicamente coordi-
nadas? leomo podemos responder a esta pregunta, que hoy en
dia se nos plantea de una forma tan acuciante: Se pueden simbo-
lizar varios grupos distintos de Ieyes experimentales, 0incluso un
unico grupo de leyes, por medio de varias teorias, cada una de
las cuales este basada en hipotesis inconciliables con las hipotesis
en las que se basan las otras?
No dudariamos en responder aesta pregunta en los siguien-
tes terminos: SI SE IMPONE LA OBLIGACI6N DE RECURRIR SOLAMENTE
A RAZONES DE L6GICA PURA, no se puede impedir a un fisico que repre-
sente conjuntos diversos de leyes 0incluso un unico grupo de leyes
mediante diferentes teorias inconciliables; no se puede condenar la
incoherencia en la teoria fisica.
130 EL objeto de Lateoria fisica
Semejante declaracion escandalizara mucho aquienes con-
sideran la teoria fisica una explicacion de las leyes del mundo
lnorganioo. En efecto, seria absurdo pretender que dos explica-
ciones distintas de una misma ley sean a la vez exactas; seria
absurdo explicar un grupo de leyes suponiendo que la materia
esta constituida realmente de una manera, y luego otro grupo
de leyes suponiendola constituida de otra forma distinta. Lateo-
ria explicativa debe necesariamente evitar incluso la apariencia
deuna contradiccion.
Pero si seadmite, como hemos intentado establecer, que una
teoria fisicano es mas queun sistema declasificar un conjunto de
leyes experimentales, Zquecodigo Iogico da derecho acondenar a
un fisico que, para ordenar conjuntos diferentes de leyes, utiliza
procedimientos de clasificacion distintos, 0que propone, para un
mismo conjunto deleyes, distintas clasificaciones procedentes de
metodos distintos? ZAcasolaIogicaimpidealosnaturalistas clasifi-
car aun grupo deanimales por laestructura del sistema nervioso y
a otro grupo por la estructura del sistema circulatorio? ZSeriaab-
surdo que un estudioso delos moluscos expusiera sucesivamente
el sistema deBouvier, queagrupa alosmoluscos segun ladisposi-
ciondesus redes nerviosas, yel deRemyPerrier, quebasa sus com-
paraciones enel estudio del organo deBojanus? Asi unfisicotendra
derecho logicamente aconsiderar enun sitiolamateria como con-
tinua, yaconsiderarla enotroformada por atomos separados; aex-
plicar los efectos capilares mediante fuerzas de atraccion que se
ejercen entre particulas inmoviles, y adotar aestas mismas parti-
culas de movimientos rapidos para explicar los efectos del calor;
ninguna deesas disparidades violara losprincipios delalogica.
Lalogica solo impone al fisico, evidentemente, una obliga-
cion: no confundir entre si los diversos procedimientos de clasi-
ficacion que utiliza, indicar de forma precisa, cuando establece
una cierta aproxirnacion entre dos leyes, cual delos metodos pro-
puestos justifica esta aproximacion, En este sentido se manifes-
taba Poincare cuando escribia estas palabras que ya hemos cita-
Las teorias abstractas y Los modelos mecanicos 131
do: Enefecto, dos teorias contradictorias, siempre que no se mez-
clen y que no sebusque en ellas el fondo delas cosas, pueden ser
ambas instrumentos utiles de lnvestigacion-J "
Por tanto, la logica no proporciona argumentos irrefutables
a quien pretende imponer a la teoria fisica un orden exento de
contradiccion. ZEncontrariamos razones suficientes para impo-
ner eseorden si setomara como principio latendencia delacien-
cia alamayor economia intelectual? Creemos que no.
Al comenzar este capitulo, hemos mostrado como distintos
espiritus podian apreciar demanera muy diferente la economia
depensamiento que resulta de una determinada operacion inte-
lectual. Hemos visto que aquello que para un espiritu fuerte pero
estrecho supone un alivio, para un espiritu amplio y debil supo-
ne un incremento defatiga.
Esta claro que los espiritus adaptados a la concepcion de
ideas abstractas, ala formacion de juicios generales, ala cons-
truccion de deducciones rigurosas, pero que sepierden con faci-
lidad en un conjunto algo mas complicado, hallaran tanto mas
satisfactoria y economica una teoria cuanto mas perfecto sea el
orden y cuanto menos interrumpida resulte su unidad por lagu-
nas 0contradicciones.
Pero una imaginacion suficientemente amplia para captar de
una sola mirada un conjunto complejo decosas dispares, para no
sentir lanecesidad dequeeseconjunto esteordenado, generalmen-
tevaacompafiada deuna razon suficientemente debil como para
temer laabstraccion, lageneralizacion yladeduccion. Losespiritus
queposeen estas dos disposiciones asociadas consideraran que la
notable labor logica que coordina en un sistema unico diversos
fragmentos deteoria les causa mas dificultad que lavision de es-
tosfragmentos por separado; para ellos, el paso delaincoherencia a
launidad nosera enabsoluto una operacion intelectual econornica.
63. H. POINCARE, Electricite et Optique, J, Les theories de Maxwell et la
theorie electro-magnetique de la lumiere, Introducci6n, p. IX.
132 El objeto de la teoriajisica
Ni el principio de contradiccion ni la ley de la economia del
pensamiento nos permiten probar de forma irrefutable que una
teoria fisica deba estar logicamente ordenada; ide donde saca-
remos el argumento afavor de esta opinion?
Esta opinion eslegitima porque nace deun sentimiento innato,
que no es posible justificar mediante consideraciones puramente
logicas, pero que tampoco es posible ahogar del todo. Incluso los
quehan desarrollado teorias cuyas diversas partes no secorrespon-
den unas con otras, y cuyos distintos capitulos describen divers os
modelos mecanicos 0 algebraicos independientes entre si, 10han
hecho a disgusto, de mala gana. Basta leer el prefacio de Maxwell
que encabeza el Traite d'electricite et de magnetisme, donde abun-
dan las contradicciones insolubles, para ver que esas contradiccio-
nes no fueron buscadas ni deseadas, que el autor deseaba obtener
una teoria coordinada del electromagnetismo. Cuando lord Kelvin
construye sus innumerables modelos, tan inconexos, esta esperan-
do que llegue el dia en que sea posible dar una explicaci6n mecani-
cadelamateria, ysejacta deque sus modelos sirven para jalonar la
via que ha deconducir al descubrimiento deesta explicacion.
Todo fisico aspira naturalmente a la unidad de la ciencia;
de ahi que el uso de modelos inconexos e incompatibles no se
haya propuesto hasta hace unos pocos aiios. La razon, que exige
una teoria cuyas partes esten todas logicamente unidas, y la ima-
ginacion, que desea encarnar esas distintas partes de la teoria en
representaciones concretas, hubieran visto como triunfaban sus
tendencias si hubiera sido posible llegar auna explicacion meca-
nica, completa y detallada delas leyes dela fisica; de ahi la pasion
con que los teoricos se esforzaron durante mucho tiempo por
lograr esa explicacion. Cuando la inutilidad de esos esfuerzos
dernostro claramente que semejante explicacion era una qui-
mera.vt Ios fisicos, convencidos de que era imposible satisfacer
64. Para mas detalles sobre ese pun to, vease nuestra obra Lecolution de la
mecanique; Paris 1903. [Reeditada en 1992, enfrances: Vrin (Mathesis). (N delE.)]
Las teorias abstractas y los modelos mecanicos 133
ala vez las exigencias de la razon y las necesidades de la imagi-
nacion, tuvieron que elegir. Los espiritus fuertes y justos, some-
tidos ante todo al imperio de la razon, dejaron de pedirle ala teo-
ria fisica la explicacion de las leyes naturales, a fin de preservar
su unidad y rigor. Los espiritus amplios pero debiles, arrastrados
por la imaginacion, mas poderosa que la razon, renunciaron a
construir un sistema logico, afin de poder dar una forma visible
y tangible alos fragmentos de su teoria. Pero la renuncia de estos
ultimos, al menos de aquellos cuyo pensamiento merece ser teni-
do en cuenta, nunca fue completa ni definitiva; siempre conside-
raron sus construcciones aisladas e inconexas refugios provi-
sionales, meros andamios destinados a desaparecer; nunca
perdieron la esperanza de que un arquitecto genial construyera
un dia un edificio, cuyas partes estarian dispuestas segun un plan
perfectamente unitario. Solamente aquellos que aparentan des-
preciar la fuerza de espiritu para hacer creer que ellos tienen la
amplitud, seengaiian hasta el punto de confundir estos andamios
con un monumento acabado.
Asi pues, todos los que son capaces de reflexionar, de tomar
conciencia desus propios pensamientos, sedan cuenta deque sien-
ten una tendencia irreprimible ala unidad logica de la teoria flsi-
ca. Esa tendencia auna teoria cuyas partes secorrespondan todas
logicamente entre si es, por otra parte, la inseparable compaiiera
de esa otra tendencia, cuyo irresistible poder ya hemos constata-
dO,65auna teoria que sea una clasificaci6n natural delas leyes flsi-
cas. En efecto, sentimos que si las relaciones reales de las cosas,
inaprensibles por los metodos que utiliza el fisico, se reflejan de
alguna manera en nuestras teorias fisicas, esereflejo no puede estar
privado de orden ni deunidad. Probar mediante argumentos con-
vincentes que ese sentimiento es conforme alaverdad es una labor
que sobrepasa las posibilidades delafisica. lComo podriamos asig-
nar las caracteristicas que debe presentar ese reflejo, si los objetos
65. Vease cap. 11,apartado 4.
134 EI objeto de la teoriajisica
delos que procede ese reflejo escapan anuestra percepci6n? Y ,sin
embargo, ese sentimiento surge en nosotros con una fuerza inven-
cible. Quien no quiera ver en el mas que un engafio yuna ilusi6n
no podra ser reducido al silencio por el principio de contradicci6n,
pero sera excomulgado por el sentido comun.
En esta circunstancia, como en todas, la ciencia seria inca-
paz de establecer la legitimidad delos principios mismos que tra-
zan sus metodos ydirigen sus investigaciones, si no recurriera al
sentido comun. En el fondo de nuestras doctrinas enunciadas con
mas claridad ydeducidas con mas rigor encontramos siempre ese
conjunto confuso de tendencias, de aspiraciones, de intuiciones.
Ningun analisis es suficientemente penetrante para separarlas,
para descomponerlas en elementos mas simples; ningun lenguaje
es suficientemente preciso yflexible para definirlas yformular-
las. Y ,sin embargo, las verdades que ese sentido comun nos revel a
son tan claras ytan ciertas que no podemos ignorarlas ni poner-
las en duda; mas aun, toda claridad ytoda certeza cientificas son
un reflejo de su claridad y una prolongaci6n de su certeza.
De modo que la raz6n carece de argumentos 16gicos para
detener una teoria fisica que quiera romper las cadenas del rigor
logico; pero la naturaleza sostiene alaraz6n impotente y leimpi-
de disparatar hasta este punto-.v"
66. PASCAL, Pensees, edici6n Havet, art 8.
Segunda parte
LA ESTRUCTURA DE LA TEORIA FISICA
Capitulo I
CANTIDAD Y CUALIDAD
I. LA FisICA TEORICA ES UNA FislCA MATEMATICA
Las argumentaciones expuestas en la primera parte de esta
obra nos han enseiiado exactamente cual ha deser el objetivo que
debe proponerse el fisico alahora de construir una teoria.
Una teoria fisicasera, pues, un sistema deproposiciones logi-
camente encadenadas, y no una serie incoherente de modelos
rnecanicos 0algebraicos. Y el objetivo deese sistema no sera pro-
porcionar una explicacion, sino una representacion y una clasi-
ficacion natural de un conjunto deleyes experimentales.
Exigir que un numero elevado de proposiciones se encade-
nen en un orden loglco perfecto no es una exigencia menor ni
facil desatisfacer. Laexperiencia desiglosnos muestra conquefaci-
lidad se desliza el paralogismo en laserie de silogismos aparen-
temente mas irreprochable.
Sin embargo, hay una ciencia en la que lalogica alcanza un
grado de perfeccion tal que hace facilmente evitable el error, y
facilmente reconocible cuando se ha cometido: esta ciencia es
la ciencia de Losnumeros, laaritmetica, y su prolongacion que es
el algebra. Esa ciencia debe su perfeccion aun lenguaje simboli-
co extremadamente reducido, en el que cadaidea esta represen-
tada por un signa cuya definicion excluye cualquier ambigiiedad,
en el que cada frase del razonamiento deductivo es sustituida por
138 La estructura de la teoria fisica
una operaci6n que eombina los signos segun reglas rigurosamente
fijas, mediante un calculo euya exaetitud siempre es Iacilmente
verificable. Ese lenguaje rapido y preciso le asegura al algebra un
progreso que ignora, 0practicamente ignora, las doctrinas opues-
tas y las luchas entre escuelas.
Uno de los grandes meritos de los genios mas ilustres de los
siglos XVI Y XVII fue reconocer esta verdad: la fisica no sera una
ciencia clara, precisa, exenta de las perpetuas y esteriles disputas
deque ha sido objeto hasta ahora, capaz de conseguir que sus doc-
trinas obtengan el consenso universal, hasta que no hable la len-
gua de los ge6metras. Ellos fueron los que crearon la verdadera
jisica teorica cuando comprendieron que debia ser unajisica mate-
matico:
Creada en el siglo XVII, la flsica matematica ha demostrado
que era el metoda fisico correcto gracias alos prodigiosos eince-
santes progresos que ha hecho en el estudio de la naturaleza. Hoy
en diaseria imposible negar, sin chocar con el mas elemental sen-
tido comun, que las teorias fisicas han de exponerse en lenguaje
rnatematico.
Para que una teoria fisica pueda exponerse mediante un enca-
denamiento de calculos algebraicos, haee falta que todas las nocio-
nes que utiliza puedan ser representadas por numeros. Esto nos
obliga aplantearnos una cuesti6n: lQue condicion requiere un atri-
butojisico para poder ser representado por un simboLo numericot
II. CANTIDAD Y MEDIDA
Una vez planteada esta pregunta, la primera respuesta que
se nos ocurre es la siguiente: para que un atributo que hallamos
en los cuerpos pueda expresarse mediante un slmbolo numeri-
co, es suficiente y necesario, segun palabras de Arist6teles, que
Cantidad y cualidad 139
este atributo pertenezca ala categoria de Lacantidad yno ala cate-
goria de LacuaLidad; es necesario y suficiente, utilizando un len-
guaje mas comunmente aceptado por el ge6metra moderno, que
este atributo sea una magnitud.
lY cuales son las caracteristicas esenciales deuna magnitud?
lEn virtud de que reconocemos, por ejemplo, que la longitud de
una linea es una magnitud?
Si eomparamos entre si distintas longitudes, eneontraremos
las nociones de longitudes iguales y longitudes desiguales, y esas
nociones presentan dos earaeteristieas fundamentales:
Dos longitudes iguales auna misma longitud son iguales en-
tre si,
Si una primera longitud es mayor que una segunda, y estaes
mayor que una tereera, la primera longitud es mayor que la ter-
cera.
Estas dos earacteristicas nos permiten ya expresar que dos
longitudes A y B son iguales entre si utilizando el simbolo arit-
metico =y escribiendo que A =B; nos permiten expresar que la
longitud A es mayor que la longitud B escribiendo A >B 0bien
B<A. En efeeto, las unicas propiedades de los signos de igualdad
o de desigualdad que se invocan en aritmetica 0 en algebra son
las siguientes:
1) Las dos igualdades A =B, B =C dan lugar a la igualdad
A=C;
2) Las dos desigualdades A> B, B >C dan lugar a la desi-
gualdad A >C.
Estas propiedades tambien las poseen los signos de igualdad
y dedesigualdad cuando seutilizan en el estudio delas longitudes.
Pongamos varias longitudes A, B, C... , una tras otra, y obte-
nemos una nueva longitud S; esta longitud resultante es mayor
que cada una delas longitudes que la componen A, B, C, y no cam-
bia si se altera el orden en el que se sueeden; tampoeo cambia si
se sustituyen algunas de las longitudes que la eomponen B, C, por
la longitud obtenida si las ponemos una tras otra.
I
140 La estructura de Lateoriajisica
Estas pocas caracteristicas nos permiten utilizar el signa arit-
metico de la suma para representar la opera cion que consiste
en poner varias longitudes una tras otra, y escribir S=A +B +
C+...
En efecto, segun 10que acabamos de decir, podremos escribir:
A +B>A, A +B >B,
A+B=B +A,
A +B +C =(A +B +C).
Ahora bien, estas igualdades y estas desigualdades repre-
sentan los unicos postulados fundamentales delaaritmetica; todas
las reglas de calculo imaginadas en aritmetica para combinar los
numeros se extenderan alas longitudes.
La extension mas inmediata es la dela multiplicaci6n; la lon-
gitud obtenida poniendo una tras otra nlongitudes iguales entre
si eiguales aA podra ser representada por el simbolo A X n. Esta
extension es el punto de partida de la medida de las longitudes,
que nos permitira representar cada longitud por un numero acom-
pafiado de la men cion de una cierta longitud-patr6n que se elige
de una vez para siempre.
En efecto, elijamos una longitud-patron, por ejemplo el metro,
es decir, la longitud que presenta, en unas condiciones bien deter-
minadas, una barra metalica depositada en el Centro Internacio-
nal de Pesos y Medidas.
Ciertas longitudes podran ser reproducidas poniendo una tras
otra n longitudes iguales a un metro; el numero n acompafiado
de la men cion del metro representara plenamente esa longitud;
diremos que es una longitud de n metros.
Hay otras longitudes que no podran ser representadas de esa
manera, pero podran ser representadas poniendo uno tras otro p
segmentos iguales, mientras que q de esos mismos segmentos,
puestos uno tras otro, reproduciran la longitud del metro; seme-
jante longitud sera conocida en su totalidad cuando se conozca la
Cantidad ycualidad 141
fraccion p/q acompafiada de la mencion del metro; sera una lon-
gitud de p/q metros.
Un numero inconmensurable, acompafiado siempre de la
mencion del patron, permitira representar igualmente cualquier
longitud que no se incluya en una de las dos categorias que aca-
bamos de definir. En resumen, conoceremos perfectamente cual-
quier longitud cuando digamos que es una longitud de x metros,
siendo x un numero entero, fraccionario 0inconmensurable.
Entonces la suma simb6lica A +B +C +..., mediante la cual
representamos la opera cion que consiste en poner una tras otra
varias longitudes, podra ser reemplazada por una verdadera suma
aritmetica: Bastara medir cada una de las longitudes A, B, C... con
una misma unidad, el metro por ejemplo, y obtendremos mime-
ros de metros a, b, c... La longitud S que forman las longitudes
A, B, C... puestas una tras otra, medida tambien en metros, sera
representada por un numero s, que sera la suma aritmetica delos
numeros a, b, c..., que miden las longitudes A, B, C... La igual-
dad simb6lica
A+B+C+ ... =S
entre las longitudes que la componen y la longitud resultante sera
sustituida por la igualdad aritmetica
a+b+c+ ... =s
entre los ruuneros de metros que representan estas longitudes.
Asi, gracias ala eleccion de una longitud-patron y ala medi-
da, concedemos alos signos dela aritmetica y del algebra, creados
para representar las operaciones efectuadas sobre los numeros, la
capacidad derepresentar las operaciones ejecutadas sobre las lon-
gitudes.
Lo que acabamos de decir acerca de las longitudes podria-
mos repetirlo respecto alas superficies, los volumenes, los angu-
142 La estructura de La teoriajisica
los, los tiempos; todos los atributos fisicos que son magnitudes
presentan caracteristicas analogas. Veriamos que los diversos esta-
dos de una magnitud presentan siempre relaciones de igualdad
ode desigualdad susceptibles de ser representadas por los signos
=, .>, <; podriamos someter siempre esta magnitud a una opera-
ci6n que posee la doble propiedad conmutativa y asociativa, y, por
consiguiente, susceptible de ser representada por el simbolo arit-
metico de la suma, por el signa +. Mediante esta operaci6n, la
medida se introducira en el estudio de esta magnitud y permitira
definirla plenamente por medio dela reuni6n deun numero ente-
ro, fraccionario 0inconmensurable, y de un patron. Esa asocia-
ci6n se conoce con el nombre de numero concreto.
III. CANTIDAD Y CUALIDAD
La caracteristica esencial de todo atributo que pertenece ala
categoria de la cantidad es, por tanto, la siguiente: cualquier esta-
do demagnitud de una cantidad siempre puede formarse, por adi-
ci6n, por medio de otros estados mas pequefios de la misma can-
tidad; cada cantidad, por medio de una operaci6n conmutativa y
asociativa, es la suma de cantidades menores que la primera, pero
de la misma especie que ella, que son sus partes.
Lafilosofia peripatetica expresaba esa caracteristica median-
te una frase, demasiado concisa para dar plena cuenta de todos
los detalles del pensamiento, que decia: La cantidad es 10 que
tiene unas partesfuera de las otras.
Todo atributo que no es cantidad es cualidad.
Cualidad -dice Arist6teles- es una de esas palabras que se
toman en muchos sentidos.. Cualidad es la forma de una figura
de geometria, que hace de ella un circulo 0un triangulo; cuali-
dades son las propiedades sensibles delos cuerpos, como 10calien-
Cantidad y cualidad 143
tey10frio, 10claro y 10oscuro, 10rojo y 10azul; tener buena salud
es una cualidad; ser virtuoso es una cualidad; ser gramatico, ge6-
metra 0musico son cualidades.
Hay cualidades -afiade el Estagirita- que no son suscepti-
bles de mas 0 de menos; un circulo no es mas 0 menos circular;
un triangulo no es mas 0menos triangular. Pero la mayoria de
cualidades son susceptibles de mas 0de menos; son susceptibles
de intensidad: una cosa blanca puede llegar a ser mas blanca.
Ante todo, querriamos establecer una relaci6n entre las diver-
sas intensidades de una misma cualidad y los distintos estados de
magnitud deuna misma cantidad; comparar el aumento de inten-
sidad (intensio) 0el debilitamiento de intensidad (remissio) con
el aumento 0la disminuci6n de una longitud, de una superficie
o de un volumen.
A, B, C... son distintos ge6metras. A puede ser tan buen ge6-
metra como B, 0 mejor que B, 0 peor que B. Si A es tan buen
ge6metra como ByBtan buen ge6metra como C, A es tan buen ge6-
metra como C. Si A es mejor ge6metra que By B mejor ge6metra
que C, A es mejor ge6metra que C.
A, B, C... son telas rojas cuyos matices comparamos. La tela
A puede ser de un rojo tan intenso, menos intenso 0 mas inten-
so que la tela B. Si el matiz de A es tan intenso como el matiz de
B y el matiz de B tan intenso como el matiz de C, el matiz de A
es tan intenso como el matiz de C. Si la tela A es de un rojo mas
vivo que la tela B y esta de un rojo mas vivo que la tela C, la tela
A es de un rojo mas vivo que la tela C.
Asi pues, para expresar que dos cualidades dela misma espe-
cie son 0no de la misma intensidad, sepueden utilizar los signos
=, >,<, que mantendran las mismas propiedades que en aritme-
tica.
Y con esto se acaba la analogia entre la cantidades y las cua-
lidades.
Una gran cantidad, como hemos visto, siempre puede estar
formada por la suma de cierto numero de pequefias cantidades
144 La estructura de la teoriajisica
delamisma especie. Lagran cantidad degranos que contiene un
saco de trigo siempre puede ser obtenida por la suma demonto-
nes detrigo cada uno delos cuales contenga una cantidad menor
de granos. Un siglo es una sucesion de alios; un afio, una suce-
sion de dias, dehoras, deminutos. Un camino demuchas leguas
se recorre poniendo uno tras otro los cortos segmentos que el
caminante supera acada paso. Un campo degran extension pue-
de dividirse en parcelas demenor superficie.
No ocurre nada parecido con la categoria de la cualidad. Si
reunimos en un gran congreso atodos los geornetras mediocres
quepodamos encontrar, no tendremos el equivalente deun Arqui-
medes 0de un Lagrange. Si cosemos varios pedazos de tela de
color rojo oscuro, lapieza resultante no sera deun rojo brillante.
Una cualidad deuna cierta especie y deuna cierta intensidad
no es deningun modo el resultado devarias cualidades delamis-
ma especie y deintensidad menor. Cada intensidad deuna cuali-
dad tiene sus caracteristicas propias, individuales, que lahacen
totalmente distinta de las intensidades menos elevadas 0de las
intensidades mas elevadas. Una cualidad deuna cierta intensidad
no contiene, como parte integrante, la misma cualidad con una
intensidad menor; ytampoco estaincluida, como parte, enlacom-
posicion delamisma cualidad mas intensa. EI agua hirviendo esta
mas caliente que el alcohol hirviendo, y este esta mas caliente
queel eter hirviendo, pero ni el grado decalor del alcohol hirviendo
ni el grado decalor del eter hirviendo son partes del grado decalor
del agua hirviendo. Quien dijera que el calor! del agua hirviendo
es lasumadel calor del alcohol hirviendo y del calor del eter hir-
viendo diriaun desproposito. Diderot preguntaba bromeando cuan-
tas bolas denieve hacian faltapara calentar un homo; lacuestion
solo esproblematica para el que confunde cualidad y cantidad.
1. Por supuesto, utilizamos aqui lapaJ abra calor en el sentido del len-
guaje corriente, sentido que no tiene nada quever con el que los fisicos atri-
buyen alaexpresi6n cantidad de calor.
Cantidad y cualidad 145
Asi pues, en la categoria de la cualidad, no hay nada que se
parezca alaformacion deuna gran cantidad por medio depeque-
lias cantidades que son sus partes; no encontramos ninguna ope-
racion, alavez conmutativa y asociativa, que pueda merecer el
nombre de suma y ser representada con el signa +; demodo que
dela cualidad no sepuede tomar la medida, que surge de lano-
cion de suma.
IV. LA FisICA PURAMENTE CUANTITATIVA
Siempre queun atributo es susceptible demedida, que esuna
cantidad, ellenguaje algebraico es apto para expresar los diver-
sos estados de este atributo. lEsta capacidad de ser expresadas
algebraicamente es exclusiva de las cantidades y las cualidades
carecen totalmente deella? Losfilosofos que en el siglo XVII crea-
ron la fisica matematica asi 10creyeron. Desde entonces, para
practicar lafisica matematica que pretendian, tuvieron que exi-
gir que sus teorias considerasen exclusivamente cantidades y que
toda nocion cualitativa fuera rigurosamente rechazada.
Por otra parte, esos mismos filosofos veian en la teoria fisi-
cano larepresentacion, sino laexplicacion delas leyes delaexpe-
riencia; las nociones que esta teoria combinaba en sus enuncia-
dos no eran para ellos los signos y los simbolos delas propiedades
sensibles, sino la expresion misma de la realidad que se oculta
bajo esas apariencias. El universo fisico, que nuestros sentidos
nos presentan como un inmenso conjunto de cualidades, debia
ofrecerse a10sojos de la razon como un sistema de cantidades.
Esas aspiraciones, comunes a todos los grandes reformado-
res cientificos de principios del siglo XVII, desembocaron en la
creacion delafilosofia cartesiana.
Dejar las cualidades totalmente al margen del estudio de
146 La estructura de la teoria fisica
las cosas materiales es el objetivo y la caracteristica de la fisica
cartesiana.
Entre las ciencias, s610laaritmetica, junto con el algebra, que
es su prolongaci6n, esta exenta de cualquier noci6n que proce-
da de la categoria de la cualidad; s610ella coincide con el ideal
que Descartes propone para toda la ciencia de la naturaleza.
Desde la geometria, el espiritu choca con el elemento cuali-
tativo, ya que esta ciencia permanece tan cefiida a la conside-
raci6n de las figuras que no puede ejercitar el entendimiento
sin fatigar mucho la imaginacion. Las reticencias de los anti-
guos a usar en geometria terminos de la aritmetica, reticencias
que se debian exclusivamente aque no veian suficientemente cla-
ra su relaci6n, causaban gran oscuridad y confusion en su forma
de explicarse.. Esta oscuridad y confusion desapareceran si se
expulsa de la geometria la noci6n cualitativa de forma y de figu-
ra, y s610se conservan la noci6n cuantitativa de distancia y las
ecuaciones que unen entre si las distancias mutuas de los diver-
sos puntos estudiados. Aunque sus objetos sean de naturalezas
distintas, las divers as ramas de las matematicas s610consideran
en esos objetos las distintas relaciones 0proporciones que hay en
ellos, de forma que basta tratar esas proporciones en general por
las vias del algebra, sin preocuparse de los objetos donde se
encuentran, de las figuras donde estan realizadas; de este modo,
todo 10que pertenece al ambito de consideraci6n de los ge6me-
tras se reduce a una misma clase de problemas, que consiste en
buscar el valor de las rakes de alguna ecuacion, Las matemati-
cas se reducen enteramente ala ciencia de los numeros, s610tra-
tan de cantidades; las cualidades ya no tienen cabida en ellas.
Una vez expulsadas las cualidades de la geometria, hay que
arrojarlas fuera dela fisica. Para conseguirlo, basta reducir la flsi-
ca alas matematicas, convertidas exclusivamente en la ciencia
de la cantidad. Es la tarea que intentara llevar a cabo Descartes.
Noadmito en fisica principios no admitidos tambien en mate-
mati cas.s Pues confieso francamente que no conozco otra mate-
Cantidad y cualidad 147
ria delas cosas corp6reas que aquella cuya division, figura 0movi-
miento puede ser de cualquier tipo, es decir, la que los ge6metras
Haman cantidad, y toman por objeto de sus demostraciones; y en
esta materia no considero sino sus divisiones, sus figuras y sus
movimientos; y en fin, referente aesto, no quiero admitir por ver-
dadero nada que no sea tan evidentemente deducido de aque-
llas nociones comunes, de cuya verdad no se puede dudar, que
pueda ser objeto de una demostraci6n maternatica. Y puesto
que de este modo se puede dar raz6n de todos los fen6menos de
la naturaleza, como se vera por 10que sigue, no considero que
deban ser admitidos otros principios en lafisica, ni que haya moti-
vo para desear otros que los explicados.s''
lQue es, ante todo, la materia? Lanaturaleza de la materia
no consiste en ser una cosa dura, 0 pesada, 0 coloreada, 0 que
afecte a nuestros sentidos en cualquier otra forma, sino sola-
mente en ser una sustancia extensa en longitud, anchura y pro-
fundidad-J en 10que los ge6metras Haman cantidad- 0volumen.
De modo que la materia es cantidad; la cantidad de una cierta
materia es el volumen que ocupa, un vasa contiene lamisma mate-
ria, tanto si esta lIeno de mercurio como de aire. Los que dis-
tinguen la sustancia dela extension y la magnitud 0no entienden
nada por la palabra sustancia, 0forman solamente una idea con-
fusa de la sustancia incorporea.v'
lQue es el movimiento? Tambien es una cantidad. Si mul-
tiplicamos la cantidad de materia que contiene cada uno de
los cuerpos de un sistema por lavelocidad de que esta dotado este
cuerpo, y sumamos todos estos productos, tendremos la cantidad
de movimiento del sistema. Mientras el sistema no choque con
ningun cuerpo extrafio, que le quite 0le ceda movimiento, man-
tendra una cantidad de movimiento invariable.
2. DESCARTES, Principia Philosophiae, pars II, art. LXIV.
3. DESCARTES, op. cit.,pars II, art. IV.
4. DESCARTES, Principia Philosophiae, pars II, art. IX.
148 La estructura de la teoria fisica
Asi pues, en todo el universo esta esparcida una materia uni-
ca, homogenea, que no se puede comprimir ni dilatar, de la que
nada sabemos sino que es extensa. Esta materia es divisible en
partes de diversas figuras, y estas partes pueden moverse en rela-
ci6n unas con otras. Estas son las unicas propiedades verdaderas
de 10que forma los cuerpos, y aesas propiedades deben reducir-
se todas las aparentes cualidades que afectan anuestros sentidos.
EI objeto de la fisica cartesiana es explicar c6mo se hace esta
reducci6n.
lQue es la gravedad? EI efecto producido sobre los cuerpos
por remolinos de materia sutil. lQue es un cuerpo caliente? Un
cuerpo compuesto de pequefias partes que se mueven cada una
por separado con un movimiento muy repentino y muy violen-
to". lQue es laluz? Una presi6n ejercida sobre el eter por el movi-
mien todelos cuerpos inflamados y transmitida instantaneamente
a grandes distancias. Todas las cualidades de los cuerpos, sin
excepci6n alguna, quedan explicadas por una teoria que s610con-
sidera la extensi6n geometrica, las distintas figuras que se pue-
den trazar en ella y las distintas construcciones de que son sus-
ceptibles esas figuras. EI universo es una maquina en la que no
hay absolutamente nada que considerar sino las figuras y los movi-
mientos de sus partes." Asi, toda la ciencia se reduce auna espe-
cie de aritmetica universal de la que esta radicalmente desterra-
da la categoria de cualidad.
v. LAS DIVERSAS INTENSI DADES DE UNA MISMA CUALI.DAD SE
PUEDEN EXPRESAR MEDIANTE NUMEROS
La fisica te6rica, tal como la concebimos, no tiene capacidad
para captar, bajo las apariencias sensibles, las propiedades rea-
les de los cuerpos; de modo que no podria, sin exceder el alcan-
Cantidad ycualidad 149
celegitimo de sus metod os, decidir si estas propiedades son cua-
litativas 0cuantitativas. Cuando el cartesianismo aporta una afir-
macion sobre este punto, revela unas pretensiones que ya no nos
parecen sostenibles.
La fisica te6rica no capta la realidad de las cosas, sino que se
limita a representar las apariencias sensibles por medio de sig-
nos, desimbolos. Ahora bien, nosotros queremos que nuestra fisi-
ca te6rica sea una fisica matematica, partiendo de la base de que
esos simbolos sean simbolos algebraicos, combinaciones denume-
ros. Ahora bien, si solamente las magnitudes pueden ser expre-
sadas por numeros, no deberiamos introducir en nuestras teorias
ninguna noci6n que no fuera una magnitud. Sin afirmar que en
el fondo mismo delas cosas materiales todo es cantidad, no admi-
tiriamos nada que no fuera cuantitativo en la imagen que cons-
truimos delas leyes flsicas; la cualidad no tendria cabida en nues-
tro sistema.
Ahora bien, no hay ninguna raz6n para suscribir esta con-
clusi6n. EI caracter puramente cualitativo deuna noci6n no irnpi-
de que los numeros seutilicen para representar sus diversos esta-
dos. Una misma cualidad puede presentar una infinidad de
intensidades distintas, y esas intensidades distintas sepueden fijar
y numerar, poniendo el mismo numero cuando la misma cuali-
dad se presenta con la misma intensidad, y marcando con un
segundo numero mas elevado que el primero en el caso de que la
cualidad considerada sea mas intensa.
Por ejemplo, existe la cualidad de ser ge6metra. Cuando unos
j6venes ge6metras sepresentan aun examen, el examinador que
debe calificarles otorga una nota a cada uno, que sera la misma
para dos ge6metras que Ieparezcan igualmente buenos; en earn-
bio, pondra una nota mejor auno que aotro, si el primero Iepare-
ce mejor ge6metra que el segundo.
Tenemos unas piezas de tela roja, y unas son de un rojo mas
intenso que otras. EI comerciante que las ordena en los estantes
les pone numeros; a cada numero Ie corresponde un matiz rojo
150 La estructura de la teoria fisica
bien definido: cuanto mas elevado es el numero, mas intenso es
el brillo del rojo.
Tenemos unos cuerpos calientes; el primer cuerpo esta tan
caliente, mas caliente 0 menos caliente que el segundo cuerpo.
Un cuerpo esta en este instante mas 0menos caliente que el otro.
Cada parte de un cuerpo, por pequefia que se suponga, parece
dotada de cierta cualidad que denominamos 10caliente, y la inten-
sidad de esta cualidad no es la misma, en el mismo instante, entre
una parte del cuerpo y otra; en un mismo punto del cuerpo varia
de un instante a otro.
Podriamos hablar en nuestros razonamientos de esta cuali-
dad, 10 caliente, y de sus diversas intensidades; pero en nuestro
deseo deutilizar al maximo ellenguaje del algebra, sustituiremos
la consideracion de esta cualidad, 10 caliente, por la de un sim-
bolo numerico, la temperatura.
Latemperatura sera un numero atribuido acada punto de un
cuerpo y en cada instante, y estara vinculado al calor que reina
en este punto y en este instante. Ados calores de igual intensidad
les corresponderan dos temperaturas numericamente iguales. Si
en un punto hace mas calor que en otro, la temperatura del pri-
mer punto se marcara con un numero mas elevado que la tem-
peratura del segundo punto.
Asi pues, si M, M', M" son distintos puntos, y si T, T', T" son
los numeros que expresan su temperatura, la igualdad aritmeti-
ca T =T' tiene el mismo sentido que la siguiente frase: hace tan-
to calor en el punto M' como en el punta M. La desigualdad arit-
metica T' >T" equivale aesta frase: hace menos calor en el punto
M' que en el punta M".
La utilizacion de un numero, la temperatura, para represen-
tar las diversas intensidades de una cualidad, 10caliente, se basa
enteramente en estas dos proposiciones:
Si el cuerpo A esta tan caliente como el cuerpo B y el cuer-
po B tan caliente como el cuerpo C, el cuerpo A esta tan caliente
como el cuerpo C.
Cantidad y cualidad 151
Si el cuerpo A esta mas caliente que el cuerpo B y el cuerpo
Bmas caliente que el cuerpo C, el cuerpo A esta mas caliente que
el cuerpo C.
En efecto, estas dos proposiciones son suficientes para que
los signos =, >, <,puedan representar Ias relaciones que Ias dis-
tintas intensidades decalor pueden tener entre si, del mismo modo
que permiten representar Ias relaciones mutuas de los numeros
o las relaciones mutuas de los distintos estados de magnitud de
una misma cantidad.
Si se me dice que la medida de dos longitudes esta represen-
tada por 5y 10respectivamente, sin darme ningun otro dato, se
me proporciona cierta informacion acerca de estas longitudes: yo
se que la segunda es mas Iarga que la primera, incluso se que es
el doble. No obstante, estas informaciones son bastante incom-
pletas: no me permitiran reproducir una de estas longitudes, ni
siquiera saber si es grande 0pequefia.
Estas informaciones se completaran si, en vez de darme sola-
mente los numeros 5y 10que miden esas longitudes, se me dice
que estas longitudes estan medidas en metros y si se me presen-
ta el metro-patron 0una de sus copias. En ese caso, podre repro-
ducir y realizar esas longitudes cuando me plazca.
Asi pues, los numeros que miden magnitudes de la misma
especie solo nos informan plenamente de estas magnitudes si dis-
ponemos ademas del conocimiento concreto del patron que repre-
senta la unidad.
Unos geometras se presentan a un examen, y me informan
de que las notas que han merecido son 5, 10Y 15. Con eso se me
proporciona cierta informacion que me permitira, por ejemplo,
clasificarlos. Pero esta informacion es incompleta, ya que no me
permite hacerme una idea del talento de cada uno. Desconozco
el valor absoluto de las notas que se les han otorgado, necesito
conocer la escala a la que se refieren esas notas.
Igualmente, si se me dice solamente que las temperaturas de
distintos cuerpos estan representadas por los numeros 10,20 Y
152 La estructura de la teoriajisica
100, seme informa deque el primer cuerpo esta menos caliente
queel segundo, yestemenos caliente queel tercero. Pero, leI pri-
mero esta caliente 0frio? lPodria hacer fundir el hielo? lMe que-
maria el ultimo? lPodria cocer un huevo? No10sabre hasta que
semeproporcione laescala termometrica alaqueserefieren esas
temperaturas de 10, 20Y 100, es decir, un procedimiento queme
permita conocer deuna manera concreta las intensidades decalor
querepresentan esos numeros 10,20 Y100. Si me dan un vasa de
cristal graduado quecontiene mercurio, ymeinforman dequela
temperatura deuna masa deagua debera considerarse igual a10,
a200a100cuando, al sumergir enel vasa el term6metro, el mer-
curio alcance ladecima divisi6n, lavigesima 0lacentesima, enton-
cestodasmis dudas quedaran disipadas. Siemprequesemeindique
el valor numerico deuna temperatura, podre, si quiero, compro-
bar efectivamente que una masadeagua tiene esta temperatu-
ra, puesto que dispongo del term6metro en el que selee.
Asi como una magnitud no se define simplemente por un
numero abstracto, sino por un numero unido al conocimiento
concreto deun patr6n, tampoco laintensidad deuna cualidad esta
totalmente representada por un simbolo numerico; aesesimbo-
10hay queafiadirle un procedimiento concreto quepermita obte-
ner la escala de esas intensidades. Solamente el conocimiento
de esta escala permite dar un sentido fisico alas proposiciones
algebraicas queserefieren alosnumeros querepresentan las dis-
tintas intensidades delacualidad estudiada.
Naturalmente, la escala que sirve para marcar las distintas
intensidades deuna cualidad siempre es algun efecto cuantitati-
vo que tiene por causa esta cualidad. Seelige este efecto detal
modo que su magnitud vaya creciendo al mismo tiempo que la
cualidad que10causa sevuelve mas intensa. Asi, enun recipien-
tedecristal que rodea un cuerpo caliente, el mercurio sufre una
dilataci6n aparente, y esta dilataci6n es tanto mayor cuanto mas
caliente esta el cuerpo. Este es un efecto cuantitativo que pro-
porcionara un term6metro, queperrnitira construir una escala de
Cantidad y cualidad 153
temperaturas aptapara senalar numericamente las distintas inten-
sidades decalor.
Enel ambito delacualidad notiene cabidalanoci6n desuma;
en cambio, laencontramos al estudiar el efecto cuantitativo que
proporciona una escala apta para marcar las distintas intensi-
dades de una cualidad. Nopodriamos sumar entre si distintas
intensidades decalor, pero sepueden sumar las aparentes dila-
taciones deun liquido en un recipiente s6lido; sepuede hacer la
suma devarios numeros que representan las temperaturas.
Asi, la elecci6n deuna escala permite sustituir el estudio de
las distintas intensidades deuna cualidad por la consideraci6n
denumeros, sometidos alas reglas del calculo algebraico. Las
ventajas quelos antiguos fisicos pretendian obtener sustituyendo
por una cantidad hipotetica lapropiedad cualitativa que los sen-
tidosles revelan, ymidiendo lamagnitud deestacantidad, sepue-
den obtener con frecuencia sin necesidad derecurrir aesta can-
tidad supuesta, sino simplemente mediante la elecci6n de una
escala adecuada.
La carga electrica nos ofrece un ejemplo de10 que hemos
dicho.
Loque la experiencia nos muestra en un principio en cuer-
pos muy pequenos electrizados es algo cualitativo; muy pronto,
esta cualidad, la electrizaci6n, deja deparecer simple, y es sus-
ceptible deadoptar dos formas que seoponen entre si y sedes-
truyen mutuamente: puede ser resinosa 0 vitrea.
Tanto si esresinosa como vitrea, laelectrizaci6n deun cuer-
po pequeno puede ser mas 0 menos potente: es susceptible de
diversas intensidades.
Franklin, (Epinus, Coulomb, Laplace, Poisson, todos loscrea-
dores delaciencia electrica, creian quelas cualidades no podian
ser admitidas en la constituci6n deuna teoria fisica; que sola-
mente las cantidades tenian enellacarta deciudadania. Asi pues,
bajo estacualidad deelectrizaci6n quesus sentidos les revelaban,
su razon buscaba una cantidad, la cantidad de electricidad. Para
154 La estructura de la teoria fisica
llegar a concebir esta cantidad, imaginaban que cada una de las
dos electrizaciones era debida alapresencia, en el seno del cuer-
po electrizado, de un determinadofluido electrico, que la electri-
zaci6n de ese cuerpo era tanto mas intensa cuanto mayor era la
masa de fluido electrico que contenia. La magnitud de esa masa
proporcionaba asi la cantidad de electricidad.
La consideraci6n de esta cantidad desempefiaba en la teo-
ria un papel esencial, que derivaba de las dos leyes siguientes:
La suma algebraica de las cantidades de electricidad espar-
cida en un conjunto de cuerpos, suma en laque las cantidades de
electricidad vitrea llevan el signa +y las cantidades de electrici-
dad resinosa el signo -, no cambia mientras ese conjunto no entre
en comunicaci6n con ningun otro cuerpo.
A una distancia determinada, dos cuerpos pequenos electri-
zados se repelen con una fuerza que es proporcional al produc-
to de las cantidades de electricidad de que son portadores.
Pues bien, estos dos enunciados podemos mantenerlos Inte-
gros sin necesidad de recurrir afluidos electricos hipoteticos y
poco verosimiles, sin despojar alaelectrizaci6n del caracter cua-
litativo que le otorgan nuestras observaciones inmediatas; basta
elegir la escala adecuada ala que referimos las intensidades de
la cualidad electrica.
Cojamos un cuerpo pequeno electrizado vitreamente deuna
forma siempre identica a sl misma y, a una distancia elegida
de forma definitiva, hagamos actuar sobre el cada uno de los
pequenos cuerpos cuya electrizaci6n queremos estudiar. Cada
uno de esos cuerpos eiercera sobre el primero una fuerza cuya
magnitud podemos medir, y que marcaremos con el signa +cuan-
do sea repulsiva, y con el signo - en el caso contrario. Entonces,
cada pequeno cuerpo electrizado vitreamente eiercera sobre el
primero una fuerza positiva tanto mayor cuanto mas intensa sea
su electrizacion; cada pequeno cuerpo electrizado resinosamen-
teeiercera una fuerza negativa cuyo valor absoluto crecera amedi-
da que la electrizaci6n sea mas potente.
Cantidad y cualidad 155
Esta fuerza, elemento cuantitativo, susceptible de medida y
desuma, que elegiremos como escala electrometrica; es laque nos
proporcionara los distintos numeros positivos que sirven para
representar las distintas intensidades delaelectrizaci6n vitrea, y
los distintos mimeros negativos con los que semarcaran los dis-
tintos grados de la electrizaci6n resinosa. A esos numeros, alas
indicaciones proporcionadas por estemetoda electrometrico, pode-
mos darles, si queremos, el nombre de cantidades de electricidad.
Y asi los dos enunciados esenciales que formulaba ladoctrina de
los fluidos electricos volveran aser razonables y verdaderos.
Ningun ejemplo nos parece mas adecuado para poner en evi-
dencia esta verdad: para hacer de la fisica, como queria Descar-
tes, una aritmetica universal, no es necesario imitar al gran filo-
sofo y rechazar toda cualidad, ya que el lenguaje del algebra
permite razonar tanto sobre las distintas intensidades deuna cua-
lidad como sobre las distintas magnitudes de una cantidad.
Capitulo II
LAS CUALIDADES PRIMERAS
I. ACERCA DE LA MULTIPLICACION EXCESIVA
DE LAS CUALIDADES PRIMERAS
Del seno del mundo fisico quelaexperiencia nos daacono-
cer, separaremos las propiedades que creemos quehay que con-
siderar primeras. Nointentaremos explicar estas propiedades,
sino reducirlas aotros atributos mas ocultos; las aceptaremos tal
como nuestros medios deobservaci6n nos las dan aconocer, tan-
to si nos las presentan en forma de cantidades, como si nos las
ofrecen bajo el aspecto decualidades. Las consideraremos nocio-
nes irreductibles, como los elementos mismos que han decom-
poner nuestras teorias; pero aesas propiedades, cualitativas 0
cuantitativas, les atribuiremos simbolos matematicos que nos
perrnitiran utilizar ellenguaje del algebra para razonar sobre
ellas.
Ahora bien, lesa forma deproceder no nos conducira aun
abuso que los promotores del Renacimiento cientifico criticaron
duramente alafisicadelaEscolastica ycon el queacabaron defi-
nitivamente?
Indudablemente, los sabios a quienes debemos la fisica
moderna no podian perdonar alosfil6sofosescolasticos surepug-
nancia adiscurrir acerca de las leyes naturales utilizando un
Ienguaje matematico: Si algo sabemos -exclamaba Gassendi-,
158 La estructura de la teoriajisica
es gracias alas matematicas: pero de la verdadera y legitima
ciencia de las cosas, iesas gentes no se ocupan! iS610se preo-
cupan de tonterias!!
Pero no es esta la queja que los reformadores delafisica for-
mulan mas a menudo y lanzan con mas fuerza contra los doc-
tores delaEscolastica, Les acusan, por encima detodo, deinven-
tar una nueva cualidad cada vez que un nuevo fen6meno llama
su atenci6n, de atribuir auna virtud peculiar cada efecto que no
han estudiado ni analiza do, de imaginarse que han dado una
explicaci6n, cuando en realidad no tienen mas que un nom-
bre, y de transformar asi la ciencia en una jerga pretenciosa y
vana.
Estamanera defilosofar -decia Galileo- presenta, en mi opi-
ni6n, una gran semejanza con la manera de pintar de un amigo
mio, que escribia con el carboncillo sobre latela: Aqui quiero una
fuente con Diana y sus ninfas, y tambien algunos lebreles; alla,
un cazador con una cabeza deciervo; mas lejos, un bosquecillo, un
campo, una colina; luego dejaba que el artista seocupara depin-
tar todas esas cosas, y seiba convencido de que habia pintado la
metamorfosis deActe6n, cuando en realidad s610habia puesto los
nombres.s'' Y Leibniz comparaba el metodo utilizado en fisica por
los fil6sofos que, acada momento, introducian nuevas formas y
nuevas cualidades, con el de quien se contentara con decir que
un rel oj tiene la cualidad horodictica, derivada de su forma, sin
considerar en que consiste-f
Pereza de espiritu, que encuentra c6modo contentarse con
palabras, y deshonestidad intelectual, que sebeneficia enganan-
do alos demas, son vicios muy extendidos entre la humanidad.
Seguramente entre los fisicos escolasticos, tan dispuestos adotar
1. GASSENDIExercitationes paradoxicae adversus Aristotelicos.Exercitatio 1.
2. GALILEO, Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo. Gior-
nata terza.
3. LElBNlZ, Oeuvres, cita segun la edici6n francesa de GERHARDT, L. IV,
p.434.
Las cualidades primeras 159
ala forma de cada cuerpo de todas las virtudes que reclamaban
sus sistemas vagos y superficiales, esos vicios eran frecuentes y
arraigados. Pero lafilosofia que admite las propiedades cualitati-
vas no posee el triste monopolio de estos defectos; tambien los
hallamos entre los seguidores de escuelas que presumen deredu-
cirlo todo ala cantidad.
Gassendi, por ejemplo, es un atomista convencido; para el,
cualquier cualidad sensible no es mas que apariencia. En reali-
dad, no existen mas que los atornos, sus figuras, sus agrupacio-
nes y sus movimientos. Pero si nosotros le pedimos que expli-
que segun esos principios las cualidades fisicas esenciales, si le
preguntamos que es el sabor, el olor, el sonido 0laluz, lcua! sera
su respuesta?
Enlacosa misma que llamamos sapida, el sabor parece con-
sistir tan s610en corpusculos deuna configuraci6n tal que, pene-
trando en la lengua 0en el paladar, pasan aformar parte de la
composici6n de este 6rgano y 10ponen en movimiento, de tal
manera que dan lugar ala sensaci6n que denominamos sabor,
En realidad, el olor no parece ser otra cosa que ciertos cor-
pusculos de una configuraci6n tal que, cuando son exhalados y
penetran en los orificios de la nariz, se adaptan a la composi-
ci6n de estos 6rganos de manera que originan la sensaci6n que
denominamos olfacion u olfato.
El sonido no parece ser otra cosa que ciertos corpusculos
que, configurados de determinada forma y transmitidos rapida-
mente lejos del cuerpo sonoro, penetran en la oreja, laponen en
movimiento y provocan la sensaci6n llamada audicion.
Enlos cuerpos luminosos, laluz no parece ser otra cosa que
corpusculos muy tenues, configurados de cierto modo, emitidos
por el cuerpo luminoso con una velocidad indecible, que pene-
tran en el 6rgano de lavisi6n y son capaces de ponerlo en movi-
miento y crear la sensaci6n Hamada vision>"
4. GASSENDI Syntagma philosophicum, 1. V, CC.IX, X Y xi.
160 La estructura de la teoriajisica
Era peripatetico el doctus bachelierus que, alapregunta:
Demandabo causam et rationem quare
Opiumjacit dormire?
respondia:
Quia est in eo
Virtus dormitiva
Cujus est natura
Sensus assoupire.
Si ese bachiller, renegando de Arist6teles, sehubiera hecho
atomista, Moliere 10hubiera encontrado sin duda en las confe-
rencias filos6ficas celebradas en casa de Gassendi, que el gran
c6mico frecuentaba.
Por otra parte, los cartesianos hacen mal en expresar de for-
ma excesivamente ruidosa su satisfacci6n por el ridiculo comun
en el que yen incurrir aperipateticos y atomistas; es en ellos en
quien estaba pensando Pascal cuando escribia: Hay quienes lle-
gan al absurdo de explicar una palabra mediante lapalabra mis-
ma. Sede quienes han definido laluz delasiguiente manera: "La
luz es un movimiento alumbrador de los cuerpos luminosos",
como si se pudieran entender las palabras alumbradory lumi-
noso sin entender lapalabra luz, En efecto, la alusi6n sereferia
al P.Noel, profesor de Descartes en el colegio delaFleche, y con-
vertido mas tarde en su ferviente discipulo, que, en una carta sobre
el vacio dirigida aPascal, habia escrito lasiguiente frase: Laluz,
omas bien lailuminaci6n, es un movimiento alumbrador derayos
compuestos de los cuerpos lucidos que Henan los cuerpos trans-
parentes y que no son movidos iluminadoramente mas que por
otros cuerpos lucidos,?
5. PASCAL, De l'esprit geometrique:
Las cualidades primeras 161
El que atribuye laluz auna virtud iluminadora, acorpusculos
luminosos 0aun movimiento alumbrador sera, respectivamen-
te, peripatetico, atomista 0cartesiano; pero el que sejacta dehaber
aumentado con ello nuestros conocimientos sobre laluz no es un
hombre sensato. En todas las escuelas seencuentran espiritus fal-
sos que creen estar llenando un frasco con un exquisito licor, cuan-
do 10unico que hacen es pegar una pomposa etiqueta. No obs-
tante, todas las doctrinas fisicas, bien interpretadas, coinciden en
condenar esta ilusi6n; por consiguiente, nuestros esfuerzos debe-
ran ir dirigidos aevitarla.
II. UNA CUALIDAD PRIMERA ES UNA CUALIDAD
IRREDUCTlBLE DE HECHO, NO DE DERECHO
Por otra parte, nuestros propios principios nos ponen en guar-
dia contra ese desprop6sito que consiste en poner en los cuerpos
tantas, 0casi tantas, cualidades distintas como efectos distintos hay
que explicar. Nosotros nos proponemos dar una representaci6n
de un conjunto de leyes fisicas 10mas simplificada y resumida
posible; nuestro deseo es conseguir la maxima economia inte-
lectual y, por tanto, para construir nuestra teoria, es evidente que
deberemos utilizar el menor numero posible de nociones que se
consideran primeras y de cualidades que seconsideran simples.
Deberemos forzar hasta ellimite el metodo deanalisis y dereduc-
ci6n que disocia las propiedades complejas, las que los sentidos
captan en primer lugar, y que las reduce aun pequeno numero
de propiedades elementales.
lC6mo sabremos que nuestra disecci6n ha sido forzada has-
taellimite, que las cualidades alas que nos ha conducido nues-
tro analisis no pueden ser, asu vez, reducidas a cualidades mas
simples?
162 La estructura de la teoria fisica
Los fisicos que pretendian construir teorias explicativas saca-
ban, delos preceptos filos6ficos alos que sesometian, las piedras
de toque ylos reactivos capaces dereconocer si el analisis deuna
propiedad habia penetrado hasta los elementos. Por ejemplo, un
atomista sabia que su obra no estaba completa hasta que no habia
reducido un efecto fisico ala magnitud, ala figura, ala disposi-
ci6n de los atomos y alas leyes del choque; mientras un carte-
siano hallara en una cualidad algo que no fuera simplemente la
extensi6n y su cambio-, estaba segura de no haber alcanzado su
verdadera naturaleza.
Ahora bien, nosotros, que no pretendemos explicar las pro-
piedades de los cuerpos, sino solamente ofrecer su representa-
ci6n algebraica condensada; que no apelamos, para construir
nuestras teorias, a ningun principio metafisico, sino que quere-
mos hacer delafisica una ciencia autonorna, led6nde podemos
obtener un criterio que nos permita declarar que una cualidad es
realmente simple eirreductible, y que otra es mas compleja y debe
ser objeto de una diseccion mas penetrante?
Al considerar que una propiedad es primera y elemental no
pretendemos afirmar en absoluto que esta cualidad es, por natu-
raleza, simple eimposible dedescomponer; 10que queremos decir
es que todos nuestros esfuerzos por reducir esta cualidad aotras
han fracasado, que nos ha sido imposible descomponerla.
Cada vez que un fisico constate la existencia de un conjunto
defenomenos hasta entonces no observados, y descubra un gru-
po de leyes que parecen manifestar una propiedad nueva, busca-
ra en primer lugar si esta propiedad no es una combinacion, antes
insospechada, de cualidades ya conocidas y aceptadas en las teo-
rias reconocidas. S610cuando hayan fracasado sus esfuerzos, diri-
gidos en mil direcciones, se decidira a considerar que esta pro-
piedad es una nueva cualidad primera, yaintroducir en sus teorias
un nuevo simbolo matematico.
Siernpre que se descubre un hecho excepcional-escribe H.
Sainte-Claire Deville, exponiendo las dudas que leasaltaron cuan-
Las cualidades primeras 163
do reconocio los primeros fen6menos de disociaci6n-, la prime-
ra tarea del hombre de ciencia, casi diria que la primera obliga-
cion, es consagrar todos sus esfuerzos aincluirlo en laregla comun
mediante una explicaci6n que aveces exige mas esfuerzo y medi-
taci6n que el propio descubrimiento. Cuando seconsigue, seexpe-
rimenta una gran satisfacci6n al ampliar, por asi decir, el ambi-
to de una ley fisica, al aumentar la simplicidad y generalidad de
una gran clasificacion ...
Pero cuando un hecho excepcional escapa atoda explicacion
0, por 10menos, se resiste a todos los esfuerzos hechos a con-
ciencia para someterlo alaley comun, hay quebuscar otros hechos
analogos; y, cuando se encuentran, hay que clasificarlos provi-
sionalmente por medio de la teoria que seha elaborado.s"
Cuando Ampere descubrio las acciones mecanicas que se
ejercen entre dos hilos electricos, cada uno de los cuales une los
dos polos de una pila, se conocian desde hacia tiempo las accio-
nes de atraccion y de repulsion que se ejercen entre los conduc-
tores electrizados. Habia sido analizada la cualidad que mani-
fiestan estas atracciones yrepulsiones, yhabia sido representada
por un simbolo matematico apropiado lacarga positiva 0negati-
va de cada elemento material. El uso de este simbolo habia indu-
cido aPoisson a construir una teoria matematica que represen-
taba de la forma mas afortunada las leyes experimentales
establecidas por Coulomb.
lNo sepodian reducir las leyes recien descubiertas aesta cua-
lidad, cuya introducci6n en fisica era ya un hecho consumado?
lNo se podian explicar las atracciones y las repulsiones que se
ejercen entre dos hilos, cada uno de los cuales cierra una pila,
admitiendo que algunas cargas electricas estan convenientemente
distribuidas en la superficie de esos hilos 0 en su interior, y que
6. H. SAINTE-CLAIRE DEVILLE, Recherches sur la decomposition des corps
par la chaleur et la dissociation. Bibliotheque Universelle, Archives, nouve-
lle periode, 1860, t. IX, p. 59.
164 La estructura de la teoriajisica
esas cargas seatraen 0serechazan en razon inversa al cuadrado
de la distancia, segun la hipotesis fundamental que sostiene la
teoria de Coulomb y de Poisson? Era legitimo que esta pregunta
fuera planteada yfuera examinada por los fisicos. Si alguno hubie-
ra conseguido darle una respuesta afirmativa, si hubiera conse-
guido reducir las leyes de las acciones observadas por Ampere a
las leyes de la electrostatica establecidas por Coulomb, habria
librado alateoria electrica delaconsideracion de cualquier cua-
lidad primera que no fuera la carga electrica.
Los intentos dereducir alas acciones electrostaticas las leyes
de las fuerzas que Ampere habia descubierto semultiplicaron de
inmediato. Faraday, al demostrar que esas fuerzas podian dar ori-
gen amovimientos de rotacion continua, puso fin a estos inten-
tos. En efecto, en cuanto Ampere tuvo conocimiento del feno-
meno descubierto por el gran fisico Ingles, comprendio todo su
alcance. Ese fenomeno, dice, prueba que laaccion que emana de
los conductores voltaicos no puede deberse auna distribucion
especial de ciertos fluidos en reposo dentro de esos conducto-
res, como 10son las repulsiones ylas atracciones electricas ordi-
narias.? En efecto, del principio de la conservacion de la ener-
gia, que es una consecuencia necesaria de las propias leyes del
movimiento, sesigue necesariamente que, cuando las fuerzas ele-
mentales, que serian aqui atracciones yrepulsiones en razon inver-
sa alos cuadrados de las distancias, se expresan mediante sim-
ples funciones de las distancias mutuas de los puntos entre los
que se ejercen, y que una parte de estos puntos estan invariable-
mente unidos entre si y no semueven mas que en virtud de esas
fuerzas mientras que los otros permanecen fijos, los primeros no
pueden regresar alamisma situacion, en relacion con los segun-
dos, con velocidades mayores que las que tenian cuando partie-
7. AMPERE,Expose sommaire des nouvelles experiences electrodyna-
miqucs, 1eido en la Academia el 8 de abril de 1822. Journal de Physique,
t. XCIV, p. 65.
Las cualidades primeras 165
ron de esta misma situacion, Ahora bien, en el movimiento con-
tinuo impreso aun conductor movil por la accion de un conduc-
tor fijo, todos los puntos del primero regresan ala misma situa-
cion con velocidades que aumentan con cada revolucion, hasta
que los rozamientos ylaresistencia del agua acidulada donde esta
sumergida la corona del conductor ponen fin al aumento de la
velocidad de rotacion de ese conductor, que se vuelve entonces
constante, apesar de esos rozamientos y de esta resistencia.
Queda completamente demostrado, por consiguiente, que no
sepodria dar cuenta de los fenomenos producidos por la accion
de dos conductores voltaicos suponiendo que las moleculas elec-
tricas que actuan en razon inversa del cuadrado de la distancia
estuvieran distribuidas sobre los hilos conductores.s"
Es absolutamente necesario atribuir alas diversas partes de
un conductor voltaico una propiedad que no se pueda reducir a
laelectrizacion; hay que reconocer en el una nueva cualidad pri-
mera, cuya existencia se expresara diciendo que el hilo es reco-
rrido por una corriente; esta corriente electrica parece dispuesta
en una cierta direccion, como si tuviera asignado un cierto sen-
tido, y se manifiesta de forma mas 0menos intensa. La eleccion
de una escala permite que aesta mayor 0men or intensidad dela
corriente electrica le corresponda un numero mayor 0menor,
numero para el que seconservo el nombre de intensidad de corrien-
te electrica. Esta intensidad delacorriente electrica, simbolo mate-
matico de una cualidad primera, permitio aAmpere desarrollar
esta teoria de los fenornenos electrodinamicos, que exime alos
franceses de envidiar alos ingleses la gloria de Newton.
El fisico que pide auna doctrina metafisica los principios
segun los cuales desarrollara sus teorias recibe de esta doctrina
las marcas que lepermitiran conocer si una cualidad es simple 0
8. AMPERE,Theorie mathematique des phenomenes electrodynamiques
uniquement deduite de l'experience, Paris 1826. Edici6n Hermann, Paris 1883,
p.96.
166 La estructura de la teoria fisica
compleja: esas dos palabras tienen para el un sentido absoluto.
El fisico que pretende que sus teorias sean autonornas einde-
pendientes decualquier sistema filosofico atribuye alas palabras
cualidad simple y -propiedad primera un sentido muy relati-
yo. Simplemente designan una propiedad que leha sido imposi-
ble descomponer en otras cualidades.
El sentido que los quimicos atribuyen ala expresion cuerpo
simple ha sufrido una transformacion analoga.
Para un peripatetico, solamente los cuatro elementos -fuego,
aire, agua ytierra- merecian el nombre decuerpos simples; cual-
quier otro cuerpo era complejo. Hasta que no 10habia disociado
y separado en el los cuatro elementos que podian entrar en su
cornposicion, el analisis no habia concluido. Un alquimista sabia
asimismo que la ciencia de las descomposiciones, el arte espar-
girico, no habia alcanzado el objetivo ultimo de sus operaciones
hasta que habia separado la sal, el azufre, el mercurio y la terre
damnee; cuya union compone todos los mixtos. El alquimista y el
peripatetico pretendian conocer las marcas que caracterizan de
una forma absoluta al verdadero cuerpo simple.
Laescuela deLavoisier hizo que los quimicos" adoptaran un
concepto de cuerpo simple muy diferente: el cuerpo simple no es
el cuerpo que determinada doctrina filosofica declara que no se
puede descomponer, sino el cuerpo que nosotros no hemos podi-
do descomponer, el cuerpo que ha resistido atodos los medios de
analisis empleados en los laboratorios.
Cuando el alquimista yel peripatetico pronunciaban lapala-
bra elemento, estaban afirmando orgullosamente su pretension
de conocer lanaturaleza misma de los materiales que seutiliza-
ron para construir todos los cuerpos del universo. En boca del
quimico moderno, esa misma palabra supone un acto de modes-
9. Ellector que desee conocer las sucesivas fases delanoci6n decuer-
po simple puede consultar nuestra obra, Le mixte et Lacombinaison chimi-
que. Essai sur l'eoolution d'une idee, Paris 190Z, zaparte, c. I.
Las cualidades primeras 167
tia, una confesion deimpotencia: confiesa que un cuerpo ha resis-
tido victoriosamente atodos los intentos de reducirlo.
A cambio de esta modestia, laquimica ha logrado una fecun-
didad prodigiosa. lNo es legitimo esperar que una modestia seme-
jante reporte alafisica teorica los mismos beneficios?
III. UNA CUALIDAD PRIMERA SIEMPRE LO ES
A TiTULO PROVISIONAL
Nopodemos asegurar, dice Lavoisier, que 10que hoy en dia
consideramos simple 10sea realmente. A 10sumo podemos decir
que tal sustancia es el termino al que llega el analisis quimico
de hoy, y que no puede subdividirse mas teniendo en cuenta el
estado actual de nuestros conocimientos. Cabe presumir que las
tierras dejaran muy pronto de ser contadas entre el numero de
sustancias simples ...10
En efecto, en 1807Humphry Davy convertia enverdad demos-
trada el pronostico deLavoisier, y probaba que lapotasa ylasosa
son los oxides de dos metales que el denominaba potasio y sodio.
A partir de esta epoca, una gran cantidad de cuerpos que duran-
temucho tiempo sehablan mostrado resistentes acualquier inten-
to de analisis fueron descompuestos y se excluyeron del nume-
ro de elementos.
El titulo de elementos que seda aciertos cuerpos es un titu-
lototalmente provisional; depende deun metoda de analisis mas
ingenioso 0mas poderoso que los que se han utilizado hasta el
momento, de un metoda que tal vez disociara en varios cuerpos
distintos la sustancia que se considera simple.
10. LAVOISIER, Traite elemeruaire de chimie, decimotercera edici6n, t. 1,
p.194.
168 La estructura de La teoria fisica
Igualmente provisional es el titulo decualidad primera. La
cualidad quehoy en dianos resulta imposible reducir aotrapro-
piedad fisica tal vez manana cesara deser independiente; tal vez
manana los avances delafisicanos permitiran reconocer en ella
una combinaci6n depropiedades que los efectos, muy diferen-
tes en apariencia, nos habian revelado desde hacia tiempo.
El estudio delosfen6menos luminosos llevaaconsiderar una
cualidad primera, la iluminaci6n. A esta cualidad sele asigna
una direcci6n; su intensidad, en vez deser fija, varia peri6dica-
mente conuna rapidez prodigiosa, volviendo aser denuevo iden-
ticaasi misma varios centenares debillones deveces por segun-
do. Una linea, cuya longitud varia peri6dicamente con esta
extraordinaria frecuencia, proporciona un simbolo geometrico
adecuado para representar lailuminaci6n. Esesimbolo, lavibra-
ci6n luminosa, servira para tratar de esa cualidad por medio de
razonamientos matematicos. Lavibraci6n luminosa sera el ele-
mento esencial con el que se construira lateoria dela luz; sus
componentes serviran para escribir unas ecuaciones para las deri-
vadas parciales, unas condiciones enlasfronteras, donde sehalla-
ran condensadas y clasificadas con un orden y una concisi6n
admirables todas las leyesdelapropagaci6n delaluz, desurefle-
xi6n parcial 0total, desu refracci6n y desu difracci6n.
Por otra parte, el analisis delos fen6menos que manifiestan,
enpresencia decuerpos electrizados, algunas sustancias aislan-
tes como el azufre, laebonita ylaparafina, indujo alos fisicos a
atribuir aesos cuerpos dielectricos una determinada propiedad.
Tras haber intentado en-vane reducir esta propiedad ala carga
electrica, no les qued6 mas remedio que considerarla propiedad
primera, con el nombre depolarizaci6n dielectrica: En cada pun-
to dela sustancia aislante y en cada instante, no s610tiene una
cierta intensidad, sino tambien una cierta direcci6n y un cierto
sentido, detal modo queun segmento derecta proporciona el sim-
bolo matematico que permite hablar delapolarizaci6n dielec-
trica con ellenguaje delos ge6metras.
Las cualidades primeras 169
Una audaz extensi6n dela electrodinamica que habia for-
mulado Ampere proporcion6 aMaxwell una teoria del estado
variable delos dielectricos. Dicha teoria condensa y ordena las
leyes detodos los fen6menos que seproducen en el seno desus-
tancias aislantes, donde la polarizaci6n dielectrica varia deun
instante aotro. Todasesas leyesseresumen enun reducido nume-
ro de ecuaciones que han de ser verificadas, unas en todos los
puntos deun mismo cuerpo aislante, las otras en todos los pun-
tos delasuperficie que separa dos dielectricos distintos.
Lasecuaciones querigen lavibraci6n luminosa han sidotodas
establecidas como si lapolarizaci6n dielectrica no existiera. Las
ecuaciones delas que depende lapolarizaci6n dielectrica fueron
descubiertas mediante una teoria en la que ni siquiera sepro-
nunciaba lapalabra luz.
Pues bien, estas ecuaciones mantienen entre si una seme-
janza sorprendente.
Una polarizaci6n electrica que varia peri6dicamente debe
verificar unas ecuaciones que son semejantes alas ecuaciones
que rigen una vibraci6n luminosa.
Y esas ecuaciones no solamente tienen lamisma forma, sino
queademas sus coeficientes tienen el mimo valor numerico. Asi,
si sepolariza cierta region del vacio 0del aire, que en principio
esta libre decualquier acci6n electrica, lapolarizaci6n electrica
generada sepropaga con una velocidad determinada. Las ecua-
ciones deMaxwell permiten determinar esta velocidad por pro-
cedimientos puramente electricos, sinrecurrir para nada ala6pti-
ca; numerosas mediciones coincidentes nos informan de que el
valor deestavelocidad esde300.000 kil6metros por segundo. Ese
numero es precisamente igual alavelocidad delaluz en el aire
oenel vacio, velocidad quenos han proporcionado cuatro meto-
dos puramente 6pticos, diferentes entre si.
Deesa inesperada semejanza sederiva necesariamente una
conclusi6n: lailuminaci6n no esuna cualidad primera. Lavibra-
cion luminosa no es mas que una polarizaci6n dielectrica que
T
170 La estructura de la teoriajisica
varia periodicamente. La teoria electromagnetica de Laluz; crea-
da por Maxwell, redujo una propiedad que se creta irreductible;
lahizo derivar deuna cualidad con la que, durante afios, parecia
no tener ninguna relacion.
Asi pues, los mismos avances de las teorias pueden llevar a
los fisicos areducir el numero de cualidades que en principio
habian considerado primeras, y aprobar que dos propiedades
consideradas distintas no son sino aspectos distintos de una mis-
ma propiedad.
lHay que concluir que el numero de cualidades admitidas
en nuestras teorias disminuira cada dia, que lamateria objeto de
nuestras especulaciones sera cada vez menos rica en atributos
esenciales, que tendera auna simplicidad comparable ala de la
materia atomista 0ala de la materia cartesiana? Creo que seria
una conclusion temeraria. Sin duda, el desarrollo mismo de la
teoria puede, de vez en cuando, dar lugar alafusion de dos cua-
lidades distintas, parecida a la fusion de la iluminacion y de la
polarizacion dielectrica que determine lateoria electromagnetica
de la luz. Pero, por otra parte, el incesante progreso de la fisi-
caexperimental desemboca frecuentemente en el descubrimien-
todenuevas categorias defenomenos y, para clasificar esos feno-
menos, para agrupar sus leyes, es necesario dotar alamateria de
propiedades nuevas.
Deesos dos movimientos contrarios, el que reduciendo unas
cualidades aotras tiende asimplificar lamateria y el que descu-
briendo nuevas propiedades tiende a complicarla, lcual preva-
lecera? Seria imprudente aventurar una profecia a largo plazo
sobre esta cuestion. Lo que parece segura es que en nuestra epo-
calasegunda corriente, mucho mas potente que laprimera, arras-
tra nuestras teorias hacia una concepcion delamateria cada vez
mas compleja y mas rica en atributos.
Por otra parte, la analogia entre las cualidades primeras de
la fisica y los cuerpos simples de la quimica se observa aun hoy.
Tal vez IIegue un dia en que poderosos metodos deanalisis resuel-
Las cualidades primeras 171
van en un numero reducido de elementos los numerosos cuer-
pos que actualmente IIamamos simples, pero no disponemos de
nmgun signa cierto ni probable que nos permita anunciar laauro-
ra deese dia. En laepoca en que vivimos laquimica avanza y des-
cubre constantemente nuevos cuerpos simples. Desde hace medio
siglo, las tierras raras no se cansan de proporcionar nuevos ele-
mentos que se afiaden a la ya larga lista de metales; el galio, el
germanio, el escandio nos muestran el orgullo que sienten los qui-
micos al inscribir en esta lista el nombre de su patria. En el aire
que respiramos, mezcla de nitrogeno y de oxigeno que creiamos
conocer desde la epoca de Lavoisier, se ha descubierto toda una
familia de gases nuevos: el argon, el helio, el xenon, el cripton.
Finalmente, el estudio delas radiaciones nuevas, que seguramente
obligara ala fisica aampliar el circulo de sus cualidades prime-
ras, proporciona ala quimica cuerpos desconocidos hasta ahora,
el radio y, tal vez, el polonio y el actinio.
Sin duda estamos muy lejos de los cuerpos admirablemente
simples con que sofiaba Descartes, de esos cuerpos que seredu-
cian simplemente alaextension yasu cambio. Laquimica exhi-
be una coleccion de un centenar de sustancias corporales irre-
ductibles unas aotras, y acada una deesas sustancias lafisica le
asocia una forma capaz de una multitud de cualidades distintas.
Ambas ciencias seesfuerzan por reducir todo 10posible el nume-
ro de sus elementos y, sin embargo, amedida que progresan, el
numero va aumentando.
Capitulo III
LA DEDUCCION MATEMATICA
Y LA TEORIA FISICA
I. FtSICA APROXIMADA Y PRECISION MATEMATlCA
Cuando alguien sepropone construir una teoria fisica, en pri-
mer lugar ha de elegir, entre las propiedades que revela laobser-
vacion, las que considerara cualidades primeras, y ha de repre-
sentarlas mediante simbolos algebraicos 0 geometricos.
Una vez concluida esta primera operacion, ala que hemos
dedicado los dos capitulos anteriores, hay que realizar una segun-
da operacion: establecer relaciones entre los simbolos algebrai-
cos 0geometricos que representan las propiedades primeras; rela-
ciones que serviran deprincipios para las deducciones mediante
las que se desarrollara la teoria.
Seria natural, por tanto, que analizararnos ahora esta segun-
da operacion, el enunciado de las hip6tesis. Pero antes de trazar
el plano de los fundamentos que sostendran un edificio y de ele-
gir los materiales con los que seconstruira, esindispensable saber
que clase de edificio sera y conocer las presiones que ejercera
sobre sus cimientos. Demodo que hasta el final denuestro estu-
dio no podremos precisar las condiciones que se imponen ala
eleccion de las hipotesis.
Vamos aabordar, pues, ante todo el examen delatercera ope-
racion constitutiva de cualquier teoria: el desarrollo matematico.
..
174 La estructura de la teoriajisica
Ladeduccion matematica es un intermediario, cuyo objetivo
es ensenarnos que, en virtud de las hipotesis fundamentales de
la teoria, la concurrencia de determinadas circunstancias dara
lugar a determinadas consecuencias; que si se producen unos
hechos determinados, seproducira ese otro hecho. Suobjetivo es
anunciarnos, por ejemplo, en virtud delas hipotesis dela termo-
dinamica, que si sometemos un bloque de hielo a determinada
compresion, ese bloque sefundira cuando el termometro marque
determinado grado.
lLa deduccion matematica introduce directamente en sus
calculos los hechos que denominamos las circunstancias en lafor-
ma concreta con que las observamos? lObtiene el hecho que deno-
minamos la consecuencia en la forma concreta con que 10cons-
tatamos? Seguramente no. Un aparato de compresion, un bloque
de hielo y un termometro son objetos que el fisico manipula en
su laboratorio; no son elementos sobre los que el calculo alge-
braico tenga ninguna influencia. El calculo algebraico solo com-
bina numeros. Asi pues, para que el matematico pueda introducir
en sus formulas las circunstancias concretas deuna experiencia,
hace faltaque esas circunstancias hayan sido traducidas anumeros
por medio demediciones. Por ejemplo, hace falta que las palabras
determinada presion hayan sido sustituidas por un determinado
numero de atmosferas, que el matematico colocara en su ecua-
cion en ellugar de la letra P. Igualmente, 10que obtiene el mate-
matico al final de su calculo es un determinado numero; habra
que recurrir a los metodos de medicion para hacer que a este
numero lecorresponda un hecho concreto y observable. Por ejem-
plo, para hacer que una determinada indicacion del termometro
corresponda al valor numerico delaletra T que contenia laecua-
cion algebraica.
Asi pues, tanto en su punto de partida como en su punto de
llegada, el desarrollo matematico de una teoria fisica solo puede
unirse alos hechos observables mediante una traduccion. Para
introducir en los calculos las circunstancias de una experiencia,
La deduccion matetruuica yla teoria fisica 175
hay que hacer una version que sustituya ellenguaje de la obser-
vacion concreta por ellenguaje delos numeros. Para hacer cons-
tatable el resultado que la teoria predice aesta experiencia, hace
falta que una traduccion transforme un valor numerico en una
indicacion formulada en ellenguaje delaexperiencia. Los meto-
dos de medicion son, como ya hemos visto, el vocabulario que
posibilita esas dos traducciones en senti do inverso.
Pero el que traduce traiciona; traduttore, traditore. Nunca
existe una coincidencia total entre los dos textos que se corres-
ponden entre si por medio de una traduccion. Entre los hechos
concretos, tal como los observa el fisico, y los simbolos numeri-
cos mediante los que esos hechos estan representados en los calcu-
los del teorico hay una enorme diferencia, que tendremos ocasion
deanalizar mas tarde, y cuyas principales caracteristicas senala-
remos. Ahora vamos aocuparnos tan solo de una de estas carac-
teristicas.
Consideremos, en primer lugar, 10que llamaremos un hecho
te6rico, es decir, este conjunto dedatos matematicos mediante los
que un hecho concreto es sustituido en los razonamientos y en
los calculos deun teorico. Consideremos, por ejemplo, el siguien-
te hecho: la temperatura esta distribuida de una determinada
manera en un determinado cuerpo.
En un hecho te6rico como este no hay nada vago ni indeciso;
todo esta determinado de una manera precisa. El cuerpo estu-
diado esta definido geometricamente: sus aristas son autenticas
lineas sin grosor, sus puntas autenticos puntos sin dimensiones;
conocemos perfectamente las distintas longitudes y angulos que
determinan su figura. A cada punta de este cuerpo lecorresponde
una temperatura, yesta temperatura es, para cada punto, un mime-
ro que no se confunde con ningun otro numero.
Frente aeste hecho teorico situemos el hecho practice que tra-
duce. Nohay ni rastro delaprecision que constatabarnos hace un
instante. El euerpo ya no es un solido geometrico, es un bloque
concreto; por muy agudas que sean sus aristas, yano son lainter-
176 La estructura de la teoriajisica
seccion geometrica dedos superficies, sino column as vertebrales
redondeadas 0dentadas en mayor 0menor grado; sus puntas estan
mas 0menos desmochadas y embotadas; el terrnometro yano nos
da la temperatura de cada punto, sino una especie de temperatu-
ra media correspondiente aun cierto volumen, cuya extension ni
siquiera puede ser fijada con exactitud. Ademas, no podriamos
afirmar que esa temperatura corresponde a tal numero y no a
otro; no podriamos declarar, por ejemplo, que esa temperatura es
exactamente igual a tOo. Lo unico que podemos afirmar es que la
diferencia entre esta temperatura y 10 no sobrepasa una cierta
fraccion de grado que depende delaprecision de nuestros meto-
dos termometricos.
Asi, mientras los contornos delaimagen estan fijados por un
rasgo de una dureza precis a, los contornos del objeto son vagos,
velados, difuminados. Es imposible describir el hecho practice
sin atenuar por medio delapalabra aproximadamente 10que cada
proposicion ha determinado de mas. En cambio, todos los ele-
mentos que constituyen el hecho teorico estan definidos con rigu-
rosa exactitud.
De ello se sigue esta consecuencia: Una injinidad de hechos
teoricos diferentes puede ser considerada Latraduccion de un mis-
mo hecho practico.
Decir, por ejemplo, en el enunciado del hecho teorico, que
una linea tiene una longitud de 1centimetro, 0de 0,999 ern, 0de
0,993 em, 0de 1,002ern, 0de 1,003ern es formular proposiciones
que para un matematico son esencialmente diferentes, pero no
supone ningun cambio en el hecho practice que tiene su traduc-
cion en el hecho teorico, si nuestros sistemas demedicion no nos
permiten apreciar longitudes inferiores auna decima de mil i-
metro. Decir que latemperatura deun cuerpo es de tOO, 0 de9,99,
o de 10,01 es formular tres hechos teoricos incompatibles, pero
estos tres hechos teoricos incompatibles corresponden aun uni-
cohecho practice, si laprecision denuestro termometro no llega
auna quincuagesima de grado.
La deducci6n matematica y la teoria fisica 177
De modo que un hecho practice no se traduce mediante un
hecho teorico unico, sino por una especie dehaz que incluye una
infinidad de hechos teoricos diferentes. Cada uno delos elemen-
tos matematicos que seunen para constituir uno de esos hechos
puede variar de un hecho a otro, pero la variacion que es sus-
ceptible de experimentar cada uno de esos elementos no puede
sobrepasar determinado limite. Este limite es el del error que pue-
de comportar la medicion de este elemento. Cuanto mas perfec-
tos son los metodos de medicion, mayor es la aproximacion que
proporcionan y mas estrecho es este limite, aunque nunca llega
adesaparecer del todo.
II. Dsnuccionss MATEMATICAS FislCAMENTE
UTILES 0 INUTILES
Estas observaciones son muy simples, y el fisico esta tan fami-
liarizado con ellas que Ieresultan triviales, pero no por eso dejan
de tener graves consecuencias para el desarrollo maternatico de
una teoria fisica.
Cuando los datos numericos de un calculo se fijan con pre-
cision, esecalculo, por largo ycomplicado quesea, nos daaconocer
con la misma precision el valor numerico exacto del resultado.
Si se cambia el valor de los datos, se cambia, por 10general, el
valor del resultado. Por 10tanto, cuando se representen las con-
diciones de una experiencia mediante un hecho teorico clara-
mente definido, el desarrollo matematico representara, median-
te otro hecho teorico claramente definido, el resultado que ha
deproporcionar esta experiencia. Si secambia el hecho teorico que
traduce las condiciones delaexperiencia, el hecho teorico que tra-
duce el resultado tambien cambiara. Por ejemplo, si en laformula,
deducida de las hipotesis termodinamicas, que vincula el punto
178 La estructura de La teoriafisica
defusi6n del hielo alapresi6n, sustituimos laletra P, que repre-
senta lapresi6n, por un determinado numero, sabremos el mime-
ro por el que hay que sustituir la letra T, simbolo de la tempera-
tura de fusi6n. Si cambiamos el valor numerico atribuido ala
presion, cambiaremos tambien el valor numerico del punto de
fusi6n.
Ahora bien, segun 10que hemos visto en el apartado 1, si se
dan deuna manera concreta las condiciones deuna experiencia,
no sepodran traducir por un hecho te6rico determinado sin que
se produzca cierta ambigiiedad, sino que necesariamente les
correspondera un numero infinito de hechos te6ricos. Por con-
siguiente, los calculos del te6rico no anunciaran el resultado de
laexperiencia bajo laforma deun hecho te6rico unico, sino bajo la
forma de una infinidad de hechos teoricos diferentes.
Para traducir, por ejemplo, las condiciones de nuestra expe-
riencia sobre la fusi6n del hielo, no podremos sustituir el sim-
bolo P de la presi6n por un unico valor numerico, el valor de
10atm6sferas, por ejemplo. Si ellimite de error que comporta el
uso denuestro man6metro es deuna decima deatm6sfera, debe-
remos suponer que P puede adoptar todos los val ores compren-
didos entre 9,95atm, y 10, 05atm. Naturalmente, acada uno deesos
valores delapresi6n lecorrespondera en nuestra f6rmula un valor
diferente del punto de fusi6n del hielo.
Asi pues, las condiciones de una experiencia, dadas de una
manera concreta, setraducen en un haz dehechos te6ricos. A ese
primer haz dehechos te6ricos, en el desarrollo matematico dela
teoria lecorresponde un segundo, destinado arepresentar el resul-
tado de la experiencia.
Esos ultimos hechos te6ricos no podran ser utilizados por
nosotros con lamisma forma con que los obtenemos; deberemos
traducirlos y darles la forma de hechos practices; s610entonces
conoceremos realmente el resultado que lateoria asigna anues-
tra experiencia. POI'ejemplo, no deberemos detenernos cuando
hayamos obtenido de nuestra f6rmula termodinamica diferen-
La deduccion matematica y La teoria fisica 179
tes val ores numericos delaletra T; deberemos buscar aque indi-
caciones realmente observables, susceptibles de ser leidas en la
escala graduada denuestro term6metro, corresponden estas indi-
caciones.
Ahora bien, cuando hayamos hecho esta nueva traducci6n,
inversa de la que haciamos hace un instante, esa version, desti-
nada atransformar los hechos te6ricos en hechos practicos, lque
habremos obtenido?
Puede suceder que el haz dehechos te6ricos, infinitos, median-
teel que la deducci6n matematica asigna anuestra experiencia
el resultado que ha de dar, no nos proporcione, despues delatra-
ducci6n, varios hechos practices diferentes, sino un unico hecho
practice. Puede suceder, por ejemplo, que dos delosvalores nume-
ricos obtenidos para la letra T no difieran nunca en mas de una
centesima de grado, y que la centesima de grado marque la sen-
sibilidad limite de nuestro term6metro, de modo que todos esos
valores te6ricos diferentes correspondan practicamente auna uni-
ca lectura en la escala del term6metro.
En ese caso la deducci6n matematica habra alcanzado su
objetivo; nos habra permitido afirmar que en virtud de las hip6-
tesis en las que se basa la teoria, tal experiencia, hecha en tales
condiciones practicamente dadas, ha de proporcionar tal resul-
tado concreto y observable. Habra hecho posible la comparaci6n
entre las consecuencias de la teoria y los hechos.
Pero no siempre ocurrira asi. Puede suceder que, despues de
ladeducci6n matematica, aparezcan una infinidad dehechos te6-
ricos como consecuencias posibles denuestra experiencia; al tra-
ducir estos hechos te6ricos allenguaje concreto, puede ocurrir
que no obtengamos un hecho practice unico, sino varios hechos
practicos, que la sensibilidad de nuestros instrumentos nos per-
mitira distinguir. Puede ocurrir, pOI' ejemplo, que los distintos
valores numericos dados pOI'nuestra f6rmula termodinamica para
el punto de fusi6n del hielo presenten una diferencia que llega a
una decima degrado, 0incluso aun grado, mientras que nuestro
180 La estructura de la teoria fisica
term6metro nos permite apreciar lacentesima degrado. En este
caso, ladeducci6n maternatica habra perdido su utilidad; dadas
practicarnente las condiciones deuna experiencia, yano podre-
mos anunciar, deuna forma practicarnente determinada, el resul-
tado queha deser observado.
Una deducci6n matematica, surgida delas hip6tesis en las
que sebasa una teoria, puede ser por tanto util 0inutil segun si,
delas condiciones practicamente dadas deuna experiencia, per-
mite 0no obtener laprevisi6n practicamente determinada del
resultado.
Esta apreciaci6n delautilidad deuna deducci6n matemati-
cano siempre es absoluta; depende del grado desensibilidad de
los aparatos que han deservir para observar el resultado dela
experiencia. Supongamos, por ejemplo, que auna presi6n prac-
ticamente dada, nuestra f6rmula terrnodinamica lehace corres-
ponder un haz depuntos defusi6n del hielo; que la diferencia
entre dos deestos puntos defusi6n supera aveces una centesima
de grado, pero nunca llega auna decima de grado. La deduc-
ci6n maternatica quehaproporcionado esta f6rmula sera consi-
derada util por el fisico cuyo term6metro solamente aprecia la
decima degrado, einutil por el fisico cuyo instrumento marca
con fiabilidad una diferencia detemperatura deuna centesima
de grado. Vemos, pues, hasta que punto el juicio sobre lautili-
dad deun desarrollo maternatico puede variar deuna epoca a
otra, deun laboratorio aotro, deun fisico aotro, segun lahabi-
lidad delos constructores, segun laperfecci6n del instrumental
ysegun el uso al quesedestinen losresultados delaexperiencia.
Esta apreciaci6n puede depender tarnbien dela sensibili-
dad delos medios demedici6n quesirven para traducir amime-
ros las condiciones practicamente dadas delaexperiencia.
Retomemos laf6rmula determodinarnica que hasta ahora
nos ha servido deejemplo. Disponemos deun term6metro que
distingue conprecisi6n una diferencia detemperatura deuna cen-
tesima degrado. Paraquenuestra f6rmula nos anuncie, sinambi-
La deducci6n matematica y La teoria fisica 181
giiedad practica, el punto defusi6n del hielo enunas condiciones
determinadas depresi6n, sera necesario y suficiente quenos de
aconocer hasta lacentesima degrado el valor numerico dela
letra T.
Ahorabien, si utilizamos un man6metro poco sensible, inca-
paz de distinguir dos presiones cuando su diferencia no llega a
diez atm6sferas, puede suceder que una presi6n practicarnente
dada corresponda, enlaf6rmula, apuntos defusi6n conuna dife-
rencia entre si demas deuna centesima degrado. Mientras quesi
determinamos lapresi6n con un man6metro mas sensible, que
distingue con toda precisi6n dos presiones cuya diferencia es
deuna atm6sfera, laf6rmula haria corresponder auna presi6n
dadaunpunto defusi6n conocido conuna aproximaci6n superior
alacentesima degrado. Por tanto, laf6rmula, quees inutil en el
casodel primer man6metro, sevuelve util si seutiliza el segundo.
III. EJ EMPLO DE DEDuccrON MATEMATICA
QUE NO SE PUEDE UTiLIZAR NUNCA
En los casos que acabamos detomar como ejemplo, hemos
aumentado laprecisi6n delos procedimientos demedici6n que
servian para traducir ahechos te6ricos las condiciones practi-
camente dadas delaexperiencia. Deestemodo hemos idoestre-
chanda el haz dehechos te6ricos queestatraducci6n hace corres-
ponder aun hecho practice unicoi al mismo tiempo, el haz de
hechos te6ricos mediante el que nuestra deducci6n matematica
representa el resultado anunciado delaexperiencia tambien se
ha estrechado. Y seha estrechado 10suficiente como para que
nuestros procedimientos demedici6n lehagan corresponder un
hecho practice unicoi en esemomento, nuestra deducci6n mate-
matica sehavuelto util,
182 La estructura de la teoria fisica
Parece que deberia ser siempre asi. Si se toma como dato
un hecho te6rico unico, ladeducci6n rnatematica lehace corres-
ponder otro hecho te6rico unico; eso nos lleva de forma natural
aformular esta conclusion: pOI'mas fino que sea el haz dehechos
te6ricos que sedesea obtener como resultado, ladeducci6n mate-
matica podra siempre asegurarle esta delgadez, con tal que se
estreche suficientemente el haz dehechos te6ricos que representa
los datos.
Si esta intuici6n fuera cierta, una deducci6n matematica sur-
gida delas hipotesis en las que sebasa una teoria fisica s610podria
ser inutil de una forma relativa y provisional. POI'muy sensibles
que sean los procedimientos destinados amedir los resultados de
una experiencia, siempre sepodria, dando mas precision y exac-
titud alos medios mediante los que se traducen anurneros las
condiciones de esta experiencia, hacer que, de condiciones prac-
ticamente determinadas, nuestra deducci6n obtenga un resulta-
do practicarnente unico. Una deducci6n hoy inutil, sevolveria util
el dia en que aumentara notablemente la sensibilidad de los ins-
trumentos que sirven para apreciar las condiciones de la expe-
riencia.
El matematico moderno desconfia mucho de estas aparentes
evidencias que muchas veces no son mas que engafios. La que
acabamos demencionar no es mas que una trampa. Podemos citar
casos en que esta en manifiesta contradicci6n con laverdad. Tal
deducci6n, aun hecho te6rico unico tornado como dato le hace
corresponder, como resultado, un hecho te6rico unico. Si el dato
es un haz de hechos te6ricos, el resultado es otro haz de hechos
te6ricos. Pero por mas que seestreche indefinidamente el primer
haz, por mas delgado que 10hagamos, no podemos disminuir a
vol untad laseparaci6n del segundo haz; aunque el primer haz sea
infinitamente estrecho, las ebras que componen el segundo haz
divergen y se separan unas de otras, sin que se puedan reducir
sus mutuas separaciones pOI' debajo de un cierto limite. Seme-
jante deducci6n matematica es y sera siempre inutil para el flsi-
La deducci6n matematica y la teoria fisica 183
co; pOI' muy precisos y minuciosos que sean los instrumentos
mediante los que las condiciones de la experiencia se traduci-
ran anumeros, siempre, aunas condiciones experimentales prac-
ticamente determinadas esta deducci6n hara corresponder una
infinidad deresultados practices diferentes; yano permitira anun-
ciar deantemano 10que ha desuceder en las circunstancias dadas.
Las investigaciones de J . Hadamard nos proporcionan un
ejemplo muy representativo de este tipo de deducci6n, que siem-
pre es inutil. El ejemplo procede de uno de los problemas mas
simples que estudia la menos compleja de las teorias fisicas, la
mecanica.
Una masa material se desliza sobre una superficie, sin que
incida sobre ella ninguna gravedad ni ninguna fuerza, y sin
que ningun rozamiento obstaculice su movimiento. Si la super-
ficie sobre laque permanece es un plano, describe una linea rec-
ta con una velocidad uniforme; si la superficie es una esfera,
describe un arco de gran circulo, tambien con una velocidad
uniforme. Si nuestro punto material se mueve sobre una super-
ficie cualquiera, describe una linea que los ge6metras denomi-
nan linea geodesica de la superficie considerada. Cuando se da
la posicion inicial de nuestro punto material y la direcci6n de
su velocidad inicial, la geodesica que ha de describir esta bien
determinada.
Las investigaciones deH. Hadamard
1
trataban concretamente
de las geodesicas de las superficies de curvaturas opuestas, de
conexiones multiples, que presentan capas infinitas. No vamos
a detenernos ahora adefinir geometricamente estas superficies,
sino que nos limitaremos aponer un ejemplo.
Imaginemos la cabeza de un toro, con las protuberancias de
donde salen los cuernos y las orejas, y las partes hundidas entre
1. J . HADAMARD, Les surfaces acourbures opposees et leurs lignes geo-
desiques-, Journal de mathematiques pures et appliquees, 5" serie, 1898, t, IV,
p.27.
184 La estructura de La teoriajisica
estas protuberancias. Alarguemos indefinidamente esos cuernos
y esas orejas demanera que se extiendan hasta el infinito: ten-
dremos lasuperficie que queremos estudiar.
Sobre una superficie de estas caracteristicas las geodesicas
pueden presentar aspectos muy diferentes.
En primer lugar, hay unas geodeslcas que sedetienen sobre
si mismas. Las hay tambien que, sin volver apasar nunca exac-
tamente por su punto departida, nunca sealejan de el infinita-
mente; unas giran sin cesar alrededor del cuerno derecho, otras
alrededor del cuerno izquierdo, 0delaoreja derecha, 0 delaore-
jaizquierda; otras, mas complejas, van alternando segun ciertas
reglas las vueltas que describen alrededor deun cuerno con las
vueltas que describen alrededor del otro cuerno, 0 deuna oreja.
Finalmente, sobre lafrente denuestro toro de cuernos y orejas
ilimitadas, habra geodesicas que iran al infinito, unas escalando
el cuerno derecho, otras escalando el cuerno izquierdo, y otras
siguiendo laoreja derecha 0laoreja izquierda.
Apesar deesta complejidad, si seconoce con total exactitud
laposicion inicial deun punto material sobre lafrente deestetoro
yladirecci6n delavelocidad inicial, lalinea geodesica quesegui-
ra esepunto en su movimiento estara determinada sin ninguna
ambigiiedad. Sesabra especialmente contoda certeza si el m6vil
permanecera siempre adistancia finita 0si sealejara indefini-
damente para no regresar jamas,
Otracosa seria si las condiciones iniciales no sedieran mate-
maticamente sino practicamente. Laposicion inicial denuestro
punto matematico yano sera un punto determinado sobre una
superficie, sino un punto cualquiera tornado en el interior de
una pequefia mancha; la direcci6n delavelocidad inicial ya no
sera una recta definida sin ambigiiedad, sino una cualquiera de
las rectas quecomprende un estrecho haz cuyaligadura esel con-
torno delapequefia mancha. Anuestros datos iniciales practica-
mente determinados correspondera, para el ge6metra, una infi-
nita multiplicidad dedatos iniciales diferentes.
La deducci6n matematica y la teoriajisica 185
Imaginemos que algunos deestos datos geometricos corres-
ponden auna linea geodesica queno sealeja hasta el infinito, por
ejemplo, auna linea geodesica que gira sin cesar alrededor del
cuerno derecho. Lageometria nos permite afirmar 10siguiente:
entre losinfinitos datos matematicos quecorresponden alosmis-
mos datos practices, los hay que determinan una geodesica que
sealejaindefinidamente desupunto departida; despues dehaber
girado cierto numero deveces en torno al cuerno derecho, esta
geodesics seira al infinito, yaseasobre el cuerno derecho, sobre
el cuerno izquierdo, sobrelaoreja derecha 0sobrelaorejaizquier-
da. Es mas, apesar de los estrechos limites que restringen los
datos geometricos capaces derepresentar nuestros datos practi-
cos, siempre sepueden tomar estos datos geometricos detal mane-
ra que, entre las infinitas capas, lageodesica sealeje sobre aque-
llaque hemos elegido deantemano.
Por mucho que seaumente laprecision con laque sedeter-
minan los datos practices, quesehaga mas pequefia lazona don-
deseencuentra laposicion inicial del punto material, queseestre-
che el haz que comprende ladirecci6n inicial delavelocidad, la
geodesica quesemantiene adistancia finitagirando sincesar alre-
dedor del cuerno derecho [amas podra ser liberada deesas com-
pafieras infieles que, tras haber girado como ellaalrededor del mis-
mo cuerno, sesepararan indefinidamente. El unico efecto deesta
mayor precision enlafijaci6n delos datos iniciales sera obligar a
esas geodesicas adescribir un mayor numero degiros alrededor
del cuerno derecho antes deproducir su rama infinita; pero esta
rama infinita [amas podra ser suprimida.
Demodo quesi un punto material eslanzado sobre lasuper-
ficieestudiada apartir deuna posicion geometricamente dada y
conuna velocidad geometricamente dada, ladeducci6n materna-
ticapuede determinar latrayectoria deeste punto y decir si esta
trayectoria sealeja 0nohacia el infinito. Peroel fisiconunca podra
utilizar esta deducci6n. En efecto, si los datos no seconocen por
procedimientos geometricos, sino que vi enen determinados
186 La estructura de La teoriajisica
por procedimientos fisicos, por muy precisos que sesuponga que
son, lapregunta planteada sigue y seguira siempre sin respuesta.
IV. LAS MATEMATICAS DEL MAs 0 MENOS
EI ejemplo que acabamos de analizar procede, como hemos
dicho, deuno delos problemas mas sencillos que estudia lameca-
nica, 0sea, lateoria fisica menos compleja. Esta simplicidad extre-
ma permiti6 a Hadamard dedicarse al estudio del problema con
laprofundidad suficiente para revelar la inutilidad fisica absolu-
taeirremediable de ciertas deducciones matematicas. lNo llega-
riamos tambien a esta decepcionante conclusi6n si pudieramos
analizar con mas detalle lasoluci6n demuchisimos otros proble-
mas mas complicados? La respuesta a esta pregunta no parece
demasiado dudosa; los avances de las ciencias matematicas nos
prueban de forma irrefutable que muchisimos problemas, bien
definidos para el ge6metra, pierden todo sentido para el fisico.
Veamos un caso muy celebre, cuya semejanza con el proble-
ma estudiado por Hadamard es evidente,"
Para estudiar los movimientos delos astros que componen el
sistema solar, los ge6metras sustituyen todos estos astros -Sol, pla-
netas grandes 0pequefios, satelites- por puntos materiales; supo-
nen que esos puntos se atraen de dos en dos proporcionalmente
al producto de las masas de la pareja yen raz6n inversa al cua-
drado de la distancia que separa alos dos elementos. El estudio
del movimiento de un sistema como este es un problema mucho
mas complicado que el que hemos planteado en las paginas ante-
riores: en ciencia sele conoce con el nombre deproblema de los
n cuerpos. En el momento en que el numero de cuerpos someti-
2. J . HADAMARD, loc. cit, p. 71.
La deducci6n matematica yLateoriajisica 187
dos a sus acciones mutuas se reduce a 3, el problema de los tres
cuerpos seconvierte para los ge6metras en un temible enigma.
Sin embargo, si se conoce en un momenta dado y con una
precisi6n matematica la posici6n y la velocidad de cada uno de
los astros que componen el sistema, se puede afirmar que cada
astro sigue, apartir deeste instante, una trayectoria perfectamente
definida. La determinaci6n efectiva de esta trayectoria presenta
serios obstaculos para el ge6metra; no obstante, cabe suponer que
llegara el dia en que estos obstaculos seran derribados.
EI ge6metra puede plantearse entonces la siguiente pregun-
ta: si las posiciones ylas velocidades delos astros que componen
el sistema solar semantienen en su estado actual, lseguiran estos
astros girando indefinidamente alrededor del Sol? 0, por el con-
trario, lllegara el dia en que uno de estos astros acabe apartan-
dose del grupo desus compafieros para ir aperderse en laInmen-
sidad? Esta cuesti6n constituye el problema de la estabilidad del
sistema solar, que Laplace habia creido resolver, y cuya extraor-
dinaria dificultad han puesto derelieve los ge6metras modernos,
y especialmente Poincare.
Para el matematico, el problema delaestabilidad del sistema
solar tiene sin duda un sentido, ya que conoce con una preci-
si6n matematica las posiciones iniciales de los astros y sus velo-
cidades iniciales. Pero, para el astr6nomo, estos datos s610estan
definidos por procedimientos fisicos, y estos procedimientos com-
portan errores que el perfeccionamiento de los instrumentos y
metodos de observaci6n ha ido reduciendo, pero que nunca anu-
lara. Podria ocurrir entonces que el problema delaestabilidad del
sistema solar fuese para el astr6nomo una cuesti6n carente de
sentido; los datos practicos que proporciona al ge6metra equi-
valen, para este, a una infinidad de datos te6ricos muy proxi-
mos unos aotros, pero sin embargo distintos. Puede ser que, entre
estos datos, haya algunos que mantengan eternamente atodos los
astros auna distancia finita, mientras que otros lanzarian hacia
la inmensidad aalguno de esos cuerpos celestes. Si sepresenta-
188 La estructura de la teoriajisica
ra aqui alguna circunstancia analoga ala que se presenta en el
problema estudiado por Hadamard, cualquier deducci6n mate-
matica referente ala estabilidad del sistema solar seria para el
fisico una deducci6n inutilizable.
No se pueden examinar las numerosas y dificiles deduccio-
nes delamecanica celeste ydelaflsica matematica sin temer que
muchas de estas deducciones esten condenadas ala esterilidad
eterna.
En efecto, una deducci6n matematica no es util al fisico si se
limita aafirmar que una proposici6n, rigurosamente verdadera,
tiene como consecuencia laexactitud rigurosa deotra proposici6n.
Para ser util al fisico, lehace falta probar ademas que la segunda
proposici6n semantiene mas 0menos exacta cuando laprimera
es solamente mas 0menos verdadera. Y ni siquiera esto es sufi-
ciente: necesita delimitar laamplitud deesos dos mas 0menos,
necesita fijar los limites del error que puede cometerse en el resul-
tado, cuando se conoce el grado de precisi6n de los metodos que
se han utilizado para medir los datos; necesita definir el grado
deincertidumbre quesepodra conceder alos datos cuando sequie-
ra conocer el resultado con una aproximaci6n determinada.
Estas son las condiciones rigurosas que es obligado impo-
ner a la deducci6n matematica si queremos que este lenguaje,
deuna precisi6n absoluta, pueda traducir, sin traicionarlo, ellen-
guaje del fisico, ya que los terminos de este ultimo lenguaje son
y seran siempre vagos eimprecisos, como las percepciones que
han de expresar. En estas condiciones, y s610en estas condicio-
nes, tendremos una representaci6n matematica del mas 0menos.
Pero no nos engafiemos. Estas matematicas del mas 0menos
no son una forma mas simple ymas burda delas matematicas, sino
que son, por el contrario, una forma mas completa yrefinada. Exi-
gen la soluci6n de problemas aveces muy dificiles, que en oca-
siones superan incluso losmetodos dequedispone el algebra actual.
Capitulo IV
EL EXPERIMENTO DE FISICA
1
I. UN EXPERIMENTO DE FislCA NO ES SIMPLEMENTE
LA OBSERVACION DE UN FENOMENO, SINO QUE ES, ADEMAs,
LA INTERPRETACION TEORlCA DE ESTE FENOMENO
El objetivo de cualquier teoria flsica es la representaci6n de
las leyes experimentales. Las palabras verdad y certeza no tienen,
enestateoria, mas queun significado: expresan lacoincidencia entre
las conclusiones delateoria ylas reglas establecidas por los obser-
vadores. No podemos, pues, seguir avanzando en la critica de la
teoria fisica sin analizar la naturaleza exacta de las leyes enun-
ciadas por los experimentadores, sin sefialar con precisi6n que
grado de certeza son susceptibles de alcanzar. Por otra parte, la
ley fisica no es mas que el resumen de una infinidad de experi-
1. Estecapitulo ylosdossiguienLesestan dedicados al analisis del meto-
doexperimental tal como 10utiliza el fisico. Aesterespecto, y con el permi-
sodel lector, precisaremos algunas Iechas. Creemos haber sido losprimeros
enformular esteanalisis enunarticulo titulado Quelques reflexions au sujet
delaphysique experlmentale, Revue des questions scientifiques, serie segun-
da, t. Ill, 1894. M.G. Milhaud utilize una parte deesas ideas como tema del
curso que impartio en 1895-96, ypublic6, citando el origen, un resumen de
sus lecciones con el titulo deLascience rationnelle, enRevue de metaphy-
sique et de morale, 4afio, 1896, p. 290. Le Rationnel, Paris 1898. EI mismo
analisis del metodo experimental rueadoptado por Edouard LeRoy en el
2articulo desu obra Scienceet philosophie, Revue de metaphysique et de
190 La estructura de La teoriaftsica
mentos que han sido hechos 0que podran ser hechos. Demane-
ra que es logico que planteemos la siguiente cuestion: lque es
exactamente un experimento de fisica?
Indudablemente, esta pregunta sorprendera amas deun lee-
tor.lEs necesario plantearla? lNo es evidente larespuesta? lAca-
so producir un fenomeno fisico en condiciones tales que pueda
ser observado con exactitud y minuciosidad, por medio de ins-
trumentos apropiados, no es laoperacion que todo el mundo desig-
na con lapalabras: hacer un experimento de fisica?
Entremos en un laboratorio; aproximemonos aesa mesa ocu-
pada por un menton deaparatos: una pila electrica, hilos decobre
envueltos en seda, vasijas llenas demercurio, bobinas, una barra
de hierro que lleva un espejo. Un observador introduce en unos
pequefios agujeros lavarilla metalica de una clavija cuyo extre-
mo es de ebonita: el hierro oscila y, atraves del espejo que lleva,
emite sobre una regIa de celuloide una banda luminosa cuyos
movimientos sigue el observador. Sin duda setrata deun experi-
mento. A traves del vaiven deesa mancha luminosa, el fisico obser-
va minuciosamente las oscilaciones del pedazo de hierro. Pre-
guntemosle ahora que esta haciendo, lacaso nos respondera:
Estudio las oscilaciones delabarra dehierro que lleva ese espe-
jo? No. Nos respondera que esta midiendo laresistencia electri-
ca de una bobina. Si, sorprendidos, lepreguntamos que sentido
tienen estas palabras y que relacion guardan con los fenomenos
morale, 7ano, 1899,p. 503,y enotraobratituladaLasciencepositiveetles
philosophies delaliberte, Congres internationale de philosophie celebrado
enParisen1900.Bibliotheque du Congres, 1.Philosophie generale et metaphy-
sique, p. 313. E. Wilboisexpone tarnbien una doctrina analoga ensuarticu-
loLamethode dessciences physiques, Revue de metaphysique et de mora-
le, 7afio, 1899,p. 579.Deesteanalisls del metodoexperimental utilizadoen
fisica, losdistintos autores queacabamos decitar extraen avecesunas con-
clusiones quesobrepasan los limites delafisica. Novamos aseguirles en
estas conclusiones y nos mantendremos siempre dentro deloslimites dela
ciencia fisica.
La experiencia de fisica 191
que ha constatado, y que nosotros hemos constatado al mismo
tiempo que el, nos respondera que esa pregunta requiere expli-
caciones demasiado largas y nos enviara aestudiar un curso de
electricidad.
En efecto, el experimento que hemos contemplado, como cual-
quier experimento defisica, consta dedos partes. Consiste, en pri-
mer lugar, en la observacion de ciertos hechos; para hacer esta
observacion, es suficiente estar atentos y tener los sentidos bien
agudos: no es necesario saber fisica. El director del laboratorio
puede tener menos habilidad para ello que el mozo. En segundo
lugar, consiste en la interpretaci6n de los hechos observados; y,
para ello, no basta con tener la atencion despierta y la mirada
atenta; hay que conocer las teorias aceptadas, hay que saber apli-
carlas, hay que ser fisico. Cualquier persona, si ve bien, puede
seguir los movimientos deuna mancha luminosa sobre una regla
transparente, vel' si sedirige aladerecha 0alaizquierda y en que
punto sedetiene; no hace falta ser un experto en lamateria. Pero
si no conoce la electrodinamica, no podra realizar este experi-
mento, no podra medir la resistencia de la bobina.
Veamos otro ejemplo. Regnault estudia lacompresibilidad de
los gases. Toma cierta cantidad de gas, la encierra en un tubo
de cristal, mantiene la temperatura constante y mide la presion
que ejerce el gas y el volumen que ocupa.
Asistimos, se dira, ala observacion minuciosa y precisa de
ciertos fenornenos, deciertos hechos. Ciertamente, entre las manos
yante los ojos deRegnault, entre las manos y ante los ojos de sus
ayudantes, sehan producido unos hechos concretos. lEs el rela-
tode estos hechos 10que ha anotado Regnault para contribuir al
avance de la fisica? No. En un visor Regnault ha visto la imagen
deuna determinada superficie demercurio que aflora hasta alcan-
zar una cierta marca: les esto 10que ha anotado en larelacion de
sus experimentos? No. Ha anotado que el gas ocupaba un volu-
men deun determinado valor. Un ayudante ha subido y bajado el
visor deun catetometro hasta que laimagen de otro nivel demer-
192 La estructura de la teoriajisica
curio alcanza el hilo deun reticulo, entonces observa ladisposi-
cion de determinadas marcas en la regIa y en el nonio del ca-
tetornetro. lEs eso 10 que vemos anotado en la memoria de
Regnault? No; 10queleemos es quelapresion que soporta el gas
tiene determinado valor. Otro ayudante veque en el termornetro
elliquido oscila entre dos marcas determinadas. lEs eso 10que
seanota? No; 10 que se anota es que la temperatura del gas ha
variado entre un grado yotro.
Pues bien, lque es el valor del volumen ocupado por un gas,
queesel valor delapresion quesoporta, queesel grado delatem-
peratura que alcanza? lSon tres objetos concretos? No; son tres
simbolos abstractos quesolamente lateoriafisicaescapaz derela-
cionar con los hechos realmente observados.
Para llegar ala primera abstraccion, el valor del volumen
ocupado por el gas, yhacer quesecorresponda conel hecho obser-
vado, es decir, que el mercurio llega auna marca determinada,
hahabido que qforarel tubo, esdecir, recurrir no soloalas nocio-
nes abstractas delaaritmetica ydelageometria, sino tarnbien a
lanocion abstracta demasa, alas hipotesis delamecanica gene-
ral y de la mecanica celeste que justifican el uso dela balanza
para comparar masas; ha sidopreciso saber el peso especifico del
mercurio alatemperatura en que serealiza ese aforamiento y,
para ellosaber cual esesepeso especifico a0,cosaqueno sepue-
dehacer sin recurrir alas leyes delahidrostatica; ha habido que
conocer la ley de dilatacion del mercurio, que se determina
mediante un aparato en el quefigura un visor y, por consiguien-
te, sehan supuesto determinadas leyesopticas. Es decir, quepara
llegar aconcebir esta idea abstracta, el volumen ocupado por el
gas, ha sido necesario conocer deantemano muchisimos aspec-
tos delafisica.
Mucho mas compleja, yvinculada mas estrechamente alas
teorias mas profundas delafisica, es lagenesis deesta otra idea
abstracta: el valor delapresion soportada por el gas. Para definirla
yevaluarla, hahabido querecurrir anociones tan delicadas ytan
La experiencia dejisica 193
dificiles deadquirir como son las nociones depresion ydefuerza
deenlace; hahabido queapelar alaformula delanivelacion baro-
metrica deLaplace, que seobtiene delas leyes delahidrostatica;
hahabido quehacer intervenir laleydecompresibilidad del mer-
curio, cuya determinacion vaunida alas cuestiones mas delica-
das ymas controvertidas delateoria delaelasticidad.
Demodo que, cuando Regnault hacia un experimento, tenia
ante sus ojos unos hechos y observaba unos fenomenos, pero 10
quenos ha transmitido no es el relata delos hechos observados,
sino unos simbolos abstractos quelas teorias aceptadas permiten
que sustituyan alos documentos concretos que habia recogido.
Loque hace Regnault es 10que hace necesariamente cual-
quier fisicoexperimental. Deahi quepodamos enunciar eseprin-
cipio, cuyas consecuencias sedesarrollaran mas adelante: Un
experimentojisico es La obseruacion precisa de un grupo dejen6-
menos acompafiada de LaINTERPRETACION de esosjen6menos. Esta
iruerpretacion sustituye los datos concretos obtenidos realmente de
Laobservaci6n por representaciones abstractas y simbolicas que les
corresponden en virtud de Lasteorias admitidas por el observador.
II. EL RESULTADO DE UN EXPERIMENTO DE F'iSICA
ES UN J UICIO ABSTRACTO Y SIMBOLICO
Las caracteristicas que distinguen con tanta nitidez el expe-
rimento defisica del experimento ordinario, introduciendo en
el primero, como elemento esencial, lainterpretacion teorica que
esta excluida del segundo, marcan asimismo los resultados a
los que llegan estos dos tipos deexperimentos.
El resultado del experimento ordinaria es la constatacion
deuna relacion entre diversos hechos concretos: deun hecho pro-
ducido artificialmente, resulta otro hecho. Por ejemplo, sedeca-
194 La estructura de la teoriajisica
pita auna rana ysepincha lapata derecha con una aguja; lapata
derecha se mueve eintenta desprenderse de la aguja: este es el
resultado deun experimento defisiologia. Setrata deun relata de
hechos concretos, obvios: para comprender ese relato, no hace
falta saber ni una palabra de fisiologia.
El resultado de las operaciones alas que se dedica un fisico
experimental no es de ningun modo la constatacion de un gru-
po de hechos concretos, sino el enunciado de un juicio que rela-
cionaentre si ciertas nociones abstractas ysimbolicas, cuya corres-
pondencia con los hechos realmente observados la establecen
solamente las teorias. Esta verdad resulta evidente para todo aquel
que reflexione un poco. Abramos una memoria cualquiera deflsi-
ca experimental y leamos sus conclusiones, que en ningun caso
son laexposlcion pura y simple de ciertos fenornenos, sino enun-
ciados abstractos, alos que no podemos atribuir ningun sentido
si no conocemos las teorias fisicas admitidas por el autor. Lee-
mos, por ejemplo, que lafuerza electromotriz de una pila de gas
aumenta tantos voltios cuando lapresion aumenta tantas atmos-
feras. iQue significa este enunciado? No podemos atribuirle nin-
gun sentido si no recurrimos a las mas diversas y elevadas teo-
rias de la fisica. Yahemos dicho que la presion era un simbolo
cuantitativo introducido por la mecanica racional, y uno de los
mas sutiles que estudia esta ciencia. Para comprender el signifi-
cado del terminojuerza electromagnetica; hay que apelar alateo-
ria electrocinetica fundada por Ohm y por Kirchhoff. EI voltio es
launidad defuerza electromotriz en el sistema electromagnetico
practice deunidades, yladefinicion de esta unidad sesaca delas
ecuaciones del electromagnetismo y delainduccion establecidas
por Ampere, F.-E. Neumann y W. Weber. Ni una sola de las pala-
bras que sirven para enunciar el resultado de un experimento
semejante expresa directamente un objeto visible ytangible, sino
que cada una tiene un sentido abstracto y simbolico. Este sentido
solo esta vinculado alas realidades concretas atraves de teorias
largas y complicadas.
La experiencia de fisica 195
Insistamos en estas observaciones tan importantes para una
buena cornprension de la fisica y, sin embargo, ignoradas con
mucha frecuencia.
EI que no sabe fisica y, por tanto, el enunciado de un resulta-
doexperimental semejante al que acabamos demencionar es para
el letra muerta, podria sentir latentacion de considerar ese enun-
ciado una simple exposicion, hecha en un lenguaje tecnico, impo-
sible de captar para los profanos, pero clara para los iniciados, de
los hechos que el experimentador ha observado. Seria un error.
Supongamos que estoy en un velero, y oigo que el oficial de
guardia grita lasiguiente orden: -i'Iodos alas bolinas, tiradl- Como
no senada delas cosas del mar, no comprendo esas palabras, pero
veo que los hombres de la tripulacion se dirigen a unos puestos
previamente asignados, agarran unos cabos concretos y tiran
acompasadamente de ellos. Las palabras que el oficial ha pro-
nunciado designan objetos concretos bien determinados, des-
piertan en la mente de los marineros la idea de una maniobra
conocida que hay que realizar. Ese es el efecto que produce en
el iniciado ellenguaje tecnico.
Ellenguaje del fisico es muy diferente. Supongamos que ante
un fisico sepronuncia lasiguiente frase: Si seaumenta lapresion
en tantas atmosferas, seaumenta en tantos voltios lafuerza elec-
tromotriz de una pila determinada, Es cierto que el iniciado, el
que conoce las teorias de la fisica, puede traducir en hechos este
enunciado, puede realizar el experimento cuyo resultado se ha
expresado en esos terminos, Pero hay que destacar que puede rea-
lizarlo deinfinitas maneras distintas. Puede ejercer lapresion ver-
tiendo mercurio en un tubo, haciendo subir un recipiente lleno
deliquido, maniobrando una prensa hidraulica, sumergiendo en
el agua un piston en espiral. Puede medir esta presion con un
manornetro de aire libre, con un manometro de aire cornprimi-
do 0con un manornetro metalico. Para apreciar la variacion de
la fuerza electromotriz, podra utilizar sucesivamente todos los
tipos conocidos de electrometros, de galvanometros, de electro-
y
196 La estructura de la teoriajisica
dinam6metros, de voltimetros. EI uso de cada nuevo aparato Ie
proporcionara nuevos hechos para constatar; podra disponer los
instrumentos de una forma que el primer autor no habia sospe-
chado y vel' fen6menos que ese autor no habia visto jamas. Sin
embargo, todas estas manipulaciones, tan distintas que un pro-
fano no percibiria en ellas ninguna analogia, no son realmente
experimentos diferentes, sino tan s610formas diferentes de un
mismo experimento. Los hechos que realmente se han produci-
do tambien han sido muy diferentes; sin embargo, laconstataci6n
deestos hechos seexpresa mediante ese unico enunciado: lafuer-
za electromotriz de una pila aumenta en tantos voltios cuando
la presi6n aumenta en tantas atm6sferas.
Estel claro, pues, que ellenguaje con el que un fisico expresa
los resultados desus experimentos no esun lenguaje tecnico pare-
cido al que utilizan las distintas artes uoficios. Separece allenguaje
tecnico en que el iniciado puede traducirlo en hechos, pero difie-
re de este en que una frase determinada de un 1enguaje tecnico
expresa una operaci6n determinada realizada sobre objetos con-
cretos bien definidos, mientras que una frase dellenguaje flsico
puede traducirse en hechos deinfinitas maneras diferentes.
A 10sque insisten, con Le Roy, en el importante papel de la
interpretaci6n teorica en el enunciado de un hecho experimen-
tal, H. Poincare- les replica con lamisma tesis que en estos momen-
tos estamos combatiendo: en su opinion, lateoria flsica es un sim-
ple vocabulario que permite traducir los hechos concretos auna
lengua convencional simple y c6moda. E1hecho cientifico, dice
Poincare, no es mas que el simple hecho enunciado en un len-
guaje comodo.! Y prosigue: Todo 10que erea el cientifico en
un hecho es e1lenguaje con el que 10enuncia."
2. )-1.POINCARE, Sur la valeur objective des theories physiques, Revue
de metaphysique et de morale, 10 aiio, 1902, p. 263.
3. I-l. POINCAHE, loc. cit., p. 272.
4. H. POINCAHlt, loc. ciL, p. 273.
La experiencia de flsica 197
Cuando observo un galvanometro.l si Iepregunto aun visi-
tante lego en la materia lpasa la corriente?, mirara el hilo para
vel' si por el pasa alguna cosa. Pero si leliago la misma pregun-
ta ami ayudante, que comprende mi lengua, sabra que esto sig-
niflca lse desplaza el punto luminoso?" y mirara en la escala.
lQue diferencia hay, por tanto, entre el enunciado deun hecho
comun y el enunciado de un hecho cientifico? La misma dife-
rencia que entre el enunciado deun hecho cornun en frances y el
enunciado del mismo hecho en aleman. El enunciado cientifico
es la traduccion del enunciado cornun auna lengua que se dis-
tingue sobre todo del frances vulgar 0del aleman vulgar, porque
es hablada por un numero mucho mas reducido de personas.
No es exacto que las palabras: Lacorriente pasa sean sim-
plemente una forma convencional deexpresar este hecho: la barra
imantada de ese galvanometro esta desviada. En efecto, alapre-
gunta lPasa la corriente?, mi ayudante podra muy bien res-
ponder: Lacorriente pasa, pero el iman no seha desviado; el gal-
vanornetro tiene algun fallo. lPor que, a pesar de que el
galvanometro no 10indica, afirma que pasa la corriente? Porque
ha constatado que en un voltimetro, situado en el mismo circui-
to que el galvanometro, se desprenden burbujas de gas; 0bien
que brilla una Iampara incandescente intercalada en el mismo
hilo; 0que secalienta una bobina en laque esta enroll ado el hilo;
o que la ruptura de un conductor va acompafiada de chispas. Y
porque, envirtud delas teorias admitidas, cada uno deesos hechos,
al igual que la desviacion del galvan6metro, tambien se traduce
por las palabras: Lacorriente pasa. Este conjunto de palabras
no expresa, pues, en un lenguaje tecnico y convencional, un deter-
minado hecho concreto. Es una f6rmula simb6lica, que no tiene
5. H. POINCAHE, lococil., p. 270.
6. Este es el nombre que recibe la mancha luminosa que un espejo, fija-
do al lman del galvan6metro, proyecta sobre una regia graduada transpa-
rente.
'f
198 La estructura de la teoriafisica
ningun sentido para el que ignora las teorias fisicas, pero que,
para el que conoce esas teorias, puede traducirse en hechos con-
cretos de una infinidad demaneras diferentes, porque todos estos
hechos dispares admiten la misma interpretacion teorica.
H. Poincare sabe? que se puede formular esta objeci6n ala
doctrina que defiende. Veamos c6mo la expone y c6mo respon-
de aella:
Ahora bien, no hay que correr demasiado. Para medir una
corriente, yo puedo utilizar un gran numero de galvanometros
distintos 0incluso un electrodinam6metro. Y entonces cuando yo
digo que en este circuito hay una corriente de tantos amperios,
esto quiere decir que, si adapto aese circuito un galvan6metro,
vere que la mancha luminosa alcanza la marca a; pero tarnbien
significa que, si adapto aese circuito un electrodinarnometro, vere
que lamancha luminosa alcanza lamarca b. Y eso significara ade-
mas muchas otras cosas, ya que la corriente puede manifestarse
no s610a traves de efectos mecanicos, sino tambien a traves de
efectos quimicos, termicos, luminosos, etc.
Asi pues, ese enunciado se corresponde con un gran nume-
ro de hechos comunes absolutamente diferentes. ~Por que? Por-
que admito una ley en virtud de la cual cada vez que se produz-
cadeterminado efecto mecanico seproducira determinado efecto
quimico. Nunca he observado ningun falIoen los numerosos expe-
rimentos anteriores y, por tanto, me he dado cuenta deque podria
expresar mediante el mismo enunciado dos hechos tambien inva-
riablemente relacionados el uno con el otro.s"
Poincare reconoce, pues, que esas palabras por ese hilo pasa
una corriente de tantos amperios- no expresan un hecho unico,
7. Nodebesorprendernos si tenemos encuenta queladoctrina anterior
Iapublicamos, en terminos casi identicos, en 1894, mientras que el articulo
dePoincare aparecio en 1902. Si comparamos ambos articulos, nos conven-
ceremos deque en este pasaje H. Poincare ataca nuestro punto devista tan-
tocomo el deLeRoy.
8. Loc. cit., p. 270.
La experiencia de fisica 199
sino una infinidad dehechos posibles, en virtud delas relaciones
constantes entre distintas leyes experimentales. Pero ~noson pre-
cisamente estas relaciones 10que todo el mundo llama la teoria
de la corriente electrical Precisamente porque sesupone esta teo-
ria, las palabras por ese hilo pasa una corriente de tantos ampe-
rios- pueden condensar tantos significados distintos. El cientifi-
co no se ha limitado a crear un lenguaje claro y conciso para
expresar los hechos concretos; 0, mejor dicho, la creaci6n de este
lenguaje suponia la creaci6n de la teoria fisica.
Entre un simbolo abstracto yun hecho concreto puede haber
correspondencia, pero no puede haber igualdad total. El simbo-
10abstracto no puede ser la representaci6n adecuada del hecho
concreto, y el hecho concreto no puede ser la realizacion exacta
del simbolo abstracto. Laf6rmula abstracta y simbolica median-
tela que un fisico expresa los hechos concretos que ha constata-
do en el transcurso de un experimento no puede ser el equiva-
lente exacto, la relacion fiel de estas constataciones.
Esa disparidad entre el hecho practico, realmente observado,
yel hecho teorico, es decir, laformula simb6lica y abstracta enun-
ciada por el fisico semanifiesta en que hechos concretos muy dife-
rentes pueden fundirse unos en otros cuando son interpretados
por la teoria, constituir un mismo experimento y expresarse
mediante un enunciado simb6lico unico: A un mismo hecho teo-
rico pueden corresponderle una infinidad de hechos practices dife-
rentes.
Esa misma disparidad se traduce tambien anuestros ojos a
traves de otra consecuencia: A un mismo hecho practico pueden
corresponderle una injinidad de hechos teoricos 16gicamente incom-
patibles. A un mismo conjunto de hechos concretos le puede
corresponder, en general, no un unico juicio simbolico, sino una
infinidad dejuicios diferentes entre si y que, Iogicamente, secon-
tradicen.
Un experimentador hace ciertas observaciones ylas traduce
mediante este enunciado: Un aumento depresion de 100atrnos-
G f
200 La estructura de la teoria fisica
feras hace que aumente en 0,0845 volt la fuerza electromotriz
deuna piladegas. Podriahaber dicho igualmente queesteaumen-
todepresion supone un aumento delafuerza electromotriz de
0,0844volt, 0de0,0846volt. leomo pueden ser equivalentes para
un fisico estas proposiciones distintas? Yaquepara el matemati-
co son contradictorias: si un numero es 845, no es ni puede ser
844 ni 846.
Eso es 10 que seleobjeta al fisico cuando declara que estas
tres proposiciones son identicas para el: si acepta el valor 0,0845
volt como disminucion de lafuerza electromotriz, calcula, por
medio delas teorias admitidas, ladesviacion que experimentara
la aguja de su galvanornetro cuando envie al instrumento la
corriente proporcionada por esta pila. En efecto, este es el feno-
meno que sus sentidos deberan observar; seencuentra con que
esta desviacion adquiere un valor determinado. Si repite el mis-
mo calculo atribuyendo aladisminucion delafuerza electromo-
triz delapilael valor 0,0844volt 0bien el valor 0,0846volt, obser-
vara que la desviacion del iman adquiere otros valores. Pero la
diferencia entre las tres desviaciones calculadas por este proce-
dimiento sera demasiado pequefia para quepuedan distinguirse
entre si. Deahi que el fisico confunda entre si esas tres evalua-
ciones deladisminucion delafuerza electromotriz -0,0845 volt,
0,0844 volt Y 0,0846volt-, mientras que el matematico las consi-
dera incompatibles.
Entre el hecho teorico, preciso yriguroso, yel hecho practi-
co delimites vagos eimprecisos, como todo 10que nos revelan
nuestras percepciones, no puede haber correspondencia. Deahi
que un mismo hecho practice pueda corresponder auna infini-
dad dehechos teoricos, En el capitulo anterior yahemos insisti-
do suficientemente en esta disparidad y en sus consecuencias, y
no hace falta volver ainsistir en ello en el presente capitulo.
Asi pues, un hecho teorico unico puede traducirse enuna infi-
nidad de hechos practices dispares, y un hecho practice unico
corresponde auna infinidad dehechos teoricos incompatibles.
La experiencia dejisica 201
Esta doble constatacion pone en evidencia laverdad que queria-
mos destacar: entre los fenornenos realmente constatados en el
transcurso deun experimento y el resultado deeste experimen-
to, formulado por el fisico, seintercala una elaboracion intelec-
tual muy compleja, que sustituye una relacion de hechos con-
cretos por un juicio abstracto ysimb6lico.
III. SOLO LA INTERPRETACION TEORICA DE LOS FENOMENOS
HACE POSIBLE EL uso DE LOS INSTRUMENTOS
Laimportancia deestaoperacion intelectual, mediante laque
losfenornenos realmente observados por el flsico son interpreta-
dos segun las teorias admitidas, no solo semanifiesta enlaforma
que adopta el resultado del experimento, sino que semanifiesta
tambien atraves delos medios que utiliza el experimentador.
En efecto, seria imposible utilizar los instrumentos que se
encuentran en los laboratorios defisica, si no sesustituyeran los
objetosconcretos quecomponen estosinstrumentos por una repre-
sentacion abstracta y esquematica que dapie al razonamiento
matematico; si no sesometiera esta combinacion deabstraccio-
nes adeducciones ycalculos queimplican adhesion alas teorias.
Deentrada, puede que esta afirmacion sorprenda allector.
Muchisima gente utiliza la lupa, que es un instrumento de
fisica. Noobstante, para utilizarla, nonecesitan sustituir esepeda-
zo devidrio curvado, liso, brillante, pesado, encastado en cuero
oenun material corneo, por el conjunto dedos superficies esfe-
ricas que limitan un medio dotado deun cierto indice derefrac-
cion, aunque eseconjunto solo seaaccesible alosrazonamientos
deladioptrica. Lagenteno tieneninguna necesidad dehaber estu-
diado la dioptrica, de conocer la teoria delalupa. Lebasta con
mirar un mismo objeto, primero asimple vistayluego conlalupa,
.- 7
202 La estructura de Lateoriajisica
para constatar que este objeto conserva el mismo aspecto en los
doscasos, pero queenel segundo aparece mucho mas grande que
en el primero. Entonces, si lalupa permite ver un objeto que a
simplevistano sepercibia, envirtud deuna generalizaci6n espon-
tanea, nacida del sentido comun, sepuede afirmar que esteobje-
toha sido aumentado por lalupa hasta el punto dehacerlo visi-
ble, pero quenohasidocreado ni deformado porIa lentedecristal.
Losjuicios espontaneos del sentido cornun bastan para justificar
el uso cornun que se hace de la lupa en las observaciones; los
resultados deestas observaciones no dependeran para nada de
las teorias deladi6ptrica.
EI ejemplo elegido serefiere auno delos instrumentos mas
simples yvulgares delafisica. Sinembargo, les cierto quesepue-
deusar este instrumento sin apelar para nada alas teorias dela
di6ptrica? Los objetos contemplados conlalupa aparecen rodea-
dos por una aureola con los colores del arco iris; lacaso no es la
teoria deladispersi6n laquenos ensefia aconsiderar estos colo-
res una creaci6n del instrumento y aprescindir deellos cuando
describimos el objeto observado? iY cuanto mas importante es
esta observaci6n cuando setrata, no yadeuna simple lupa, sino
de un potente microscopio! iA que grandes errores nos expon-
driamos aveces si atribuyeramos ingenuamente alos objetos
observados laforma y el color que el instrumento nos revela; si
los conocimientos obtenidos de las teorias 6pticas no nos per-
mitieran distinguir las apariencias delas realidades!
Sinembargo, conestemicroscopio destinado aladescripci6n
puramente cualitativa deobjetos concretos muy pequefios, esta-
mos aun muy lejos de los instrumentos que utiliza el fisico. EI
objetivo delos experimentos realizados por medio de esos ins-
trumentos no debe ser el relata de hechos reales, ni una des-
cripci6n deobjetos concretos, sino una evaluaci6n numerica de
determinados simbolos creados por las teorias.
Veamos, por ejemplo, el instrumento que sedenomina bru-
jula de tangentes. Sobre un marco circular seenrolla un hilo de
La experiencia de jisica 203
cobre envuelto en seda; enel centro del marco, cuelga deun hilo
deseda una pequefia barra dehierro imantada; una aguja dealu-
minio, sostenida por esa barra, semueve sobre un circulo divi-
dido engrados ypermite determinar conprecisi6n laorientaci6n
dela barra. Si los dos extremos del hilo decobre estan unidos a
los polos de una pila, el iman sufre una desviaci6n que pode-
mos leer en el circulo graduado. Supongamos queesadesviaci6n
sea de30.
Lasimpleconstataci6n deestehecho noimplicaninguna adhe-
si6nalas teorias fisicas,pero tampoco bastapara constituir un expe-
rimento defisica. Enefecto, el fisicono sepropone conocer lades-
viaci6n experimentada por el iman, sino quesepropone medir la
intensidad delacorriente quepasa por el hilo decobre.
Ahora bien, para calcular el valor deestaintensidad segun el
valor 30 deladesviaci6n observada, espreciso traducir esevalor
auna cierta f6rmula, que es una consecuencia de las leyes del
electromagnetismo. Para el queno considere exacta lateoria elec-
tromagnetica deLaplace ydeAmpere, el uso deestaf6rmula yel
calculo quenos dara aconocer laintensidad delacorriente seran
autenticas sinrazones.
Esta f6rmula seaplica atodas las brujulas detangente posi-
bles, atodas las desviaciones, atodas las intensidades decorrien-
te. Para obtener el valor de la intensidad concreta que setrata
demedir, hay que especializarla, no s610introduciendo el valor
especifico deladesviaci6n, 30, queacaba deser observada, sino
aplicandola ademas no acualquier brujula de tangentes, sino a
labnijula concreta quehasidoutilizada. lC6mo sehace estaespe-
cializaci6n? Ciertas letras representan, en la f6rmula, las cons-
tantes caracteristicas del instrumento: el radio del hilo circular
por el que pasalacorriente, el momento magnetico del iman, el
tamafio y la direcci6n del campo magnetioo en el lugar donde
seencuentra el instrumento. Estas letras se sustituyen por los
valores numericos que convienen al instrumento utilizado y al
laboratorio dondeseencuentra.
204
La estructura de La teoria fisica
Ahora bien, lque supone estamanera deexpresar quehemos
utilizado ese instrumento y que hemos trabajado en eselabora-
torio?Supone queel hilo decobre dedeterminado grosor por don-
de hemos introducido la corriente 10 sustituimos por una cir-
cunferencia, linea geometrica que carece deespesor, totalmente
definida pOI'su radio; que lapieza deacero imantada dedeter-
minado tamano, suspendida deun hilo deseda, lasustituimos por
un ejemagnetico horizontal, infinitamente pequeno, quesemue-
vesinrozamiento alrededor deun ejevertical, ydotado deun cierto
momento magnetico; que ellaboratorio donde seha realizado
el experimento 10 sustituimos por un cierto espacio cornpleta-
mente definido por un campo magnetico que tiene una determi-
nada direccion yuna determinada intensidad.
Asi pues, mientras se trata solamente deleer la desviacion
del iman, tocamos y observamos un conjunto decobre, deace-
ro, dealuminio, decristal, deseda, fijado por medio de tres tor-
nillos auna determinada mesa de un determinado laboratorio,
situado en laplanta baja dela Facultad deciencias deBurdeos.
Peroestelaboratorio al quepuede acceder el visitante queno sabe
fisica, ese instrumento que sepuede examinar sin saber ni una
palabra deelectromagnetismo, cuando setratadeconcluir el expe-
rimento interpretando las lecturas hechas yaplicando laformu-
ladelabrujula detangentes, loshemos abandonado, yloshemos
sustituido por el conjunto deun campo magnetico, deun ejemag-
netico, deun momento magnetico, deuna corriente circular dota-
dadeuna cierta intensidad, es decir, pOl'un conjunto desirnbo-
los al que solo las teorias fisicas dan un sentido, y que son
inconcebibles para quienes desconocen el electromagnetismo.
Asi pues, cuando unfisicorealiza un experimento, tienesimul-
taneamente en su mente dos irnagenes bien distintas del instru-
mento con el que opera: una es laimagen del instrumento con-
creto quemanipula enrealidad; laotraesun modelo esquernatico
del mismo instrumento, construido por medio desimbolos pro-
porcionados pOl'las teorias. Y cuando razona, 10hace a traves
La experiencia dejisica 205
de este instrumento ideal y simbolico, yael aplica las leyes y
las formulas delafisica.
Estos principios permiten definir 10 que hay que entender
cuando se dice que se aumenta laprecision deun experimen-
to cuando se eliminan las causas de error mediante las correc-
ciones adecuadas. En efecto, vamos avel' que esas correcciones
no son mas queperfeccionamientos aportados alainterpretacion
teorica del experimento.
Amedida quelafisicaavanza, disminuye laindeterminacion
del grupo dejuicios abstractos que el fisico hace corresponder a
un mismo hecho concreto. Laaproximacion de los resultados
experimentales vaaumentando, no soloporque los constructores
proporcionan instrumentos cada vez mas precisos, sino tam-
bien porque las teorias fisicas, para establecer la corresponden-
ciadeloshechos conlasideas esquematicas quesirvenpara repre-
sentarlos, proporcionan reglas cada vez mas satisfactorias. Es
cierto que este aumento delaprecision seconsigue acambio de
un aumento delacomplejidad, acambio delaobligacion deobser-
var, al mismo tiempo queel hecho principal, una serie dehechos
secundarios, acambio delanecesidad desometer las meras cons-
tataciones del experimento acombinaciones y atransformacio-
nes cada vez mas numerosas ydelicadas. Esas transformaciones
que seintroducen en los datos inmediatos del experimento son
las correcciones.
Si el experimento defisicafuera lasimple constatacion deun
hecho, seria absurdo introducir en el correcciones. Una vez que
el observador hubiera mirado atenta, cuidadosa y minuciosa-
mente, seria ridiculo decirle: 10que ha visto no es 10que debe-
ria haber visto; permitame que haga unos calculos que leense-
naran 10que deberia haber constatado.
Lafuncion Iogica delas correcciones secomprende muy bien,
por el contrario, si serecuerda que un experimento defisica no
essolamente laconstatacion deun conjunto dehechos, sino tam-
bien la traduccion de esos hechos aun lenguaje simb6lico, por
Et i i i W f B
206
La estructura de la teoria fisica
medio de reglas tomadas de las teorias fisicas. Deello deriva que
el fisico compare sin cesar los dos instrumentos, el instrumento
real que manipula, y el instrumento ideal ysimb6lico sobre el que
razona; que, pOI'ejemplo, para Regnault lapalabra manometrr
designe dos cosas esencialmente distintas, aunque indisoluble-
mente unidas entre si: pOI'una parte, una serie de tubos de cris-
tal, solidamente unidos unos aotros, adosados alatorre del Lycee
Henri IV, llenos de un metalliquido muy pesado al que los qui-
micos Haman mercurio; pOI'otra parte, una columna de ese ente
de razon que los mecanicos Haman un fluido perfecto, dotado
en todos sus puntos deuna determinada densidad y deuna deter-
minada temperatura, y definido pOI'una determinada ecuacion
de compresibilidad y dilatacion. El ayudante de Regnault dirige
el anteojo de su catetometro al primero de esos dos manorne-
tros, en cambio el gran flsico aplica las leyes de la hidrostatica
al segundo.
El instrumento esquematico no es ni puede ser el equivalen-
te exacto del instrumento real, pero imaginamos que puede dar
de el una imagen mas 0 menos perfecta; imaginamos que, des-
pues de haber pensado en un instrumento esquematico dema-
siado simple y demasiado alejado de la realidad, el fisico pre-
tenda sustituirlo pOI' un esquema mas complicado, pero mas
parecido. Ese paso deun instrumento esquematico aotro que sim-
boliza mejor el instrumento concreto es basicamente la opera-
cion que se designa, en fisica, con lapalabra correccion.
Un ayudante deRegnault leinforma delaaltura delacolum-
na demercurio contenida en un manometro, y Regnault la corri-
ge. lAcaso sospecha que su ayudante ha observado mal y se ha
equivocado en su lectura? No. Regnault confia plenamente en las
observaciones hechas. Si no confiara, no podria corregir el expe-
rimento, se veria obligado avolver a empezar. De modo que si
cambia la altura que leha dado su ayudante pOI'otra, 10hace en
virtud deoperaciones intelectuales destinadas ahacer menos dis-
pares entre si el manometro ideal, simbollco, que no existe mas
La experiencia de jisica 207
que en su mente y al que aplica sus calculos, y el manometro real,
decrista! ymercurio, que tiene ante sus ojosyen el que el ayudante
hace sus lecturas. Regnault podria representar ese manornetro
real pOI'un manornetro ideal, formado de un fluido incompresi-
ble, que tiene la misma temperatura en todos sus puntos, y que
esta sometido en toda su superficie a una presion atmosferica
independiente delaaltura. Entre ese esquema demasiado simple
y la realidad, la disparidad seria demasiado grande y, pOI'tanto,
la precision del experimento seria insuficiente. Entonces imagi-
na un nuevo manometro ideal, mas complicado que el primero,
pero que representa mejor al manornetro real y concreto. Com-
pone este nuevo manometro con un fluido compresible; admite
quelatemperatura vanedeun punto aotro, yadmite tambien que
la presion barornetrica cambie si nos elevamos en la atmosfera.
Todos estos retoques al esquema primitivo constituyen otras tan-
tas correcciones: correccion relativa ala capacidad de compri-
mirse del mercurio, correccion relativa al calentamiento desigual
dela columna de mercurio, y correcci6n deLaplace relativa ala
altura barometrica. Todas estas correcciones tienen como objeti-
vo aumentar laprecision del experimento.
El flsico que, pOI'medio de correcciones, complica la repre-
sentaci6n teorica deloshechos observados para que esta represen-
tacion se aproxime mas ala realidad es como el artista que, des-
pues de haber terminado un boceto, le afiade sombras para
expresar mejor sobre una superficie plana el relieve del modelo.
El que yea en los experimentos de la fisica meras constata-
ciones de hechos no comprendera el papel que desempefian las
correcciones en estos experimentos, ni tampoco cornprendera
10que sequiere decir cuando sehabla de los errores sistetruiticos
que comporta un experimento.
Dejar que en un experimento subsista una causa deerror sis-
tematico es omitir una correcci6n que podria ser hecha y que
aumentaria laprecision del experimento; es contentarse con una
imagen teorica demasiado simple cuando sepodria sustituir por
'iP----------------------
208 La estructura de la teoriajisica
una imagen mas compleja, pero querepresentaria mejor larea-
lidad; es contentarse con un boceto, cuando sepodria hacer un
dibujo sombreado.
En sus experimentos sobre la capacidad de compresi6n de
los gases, Regnault dej6 que subsistiera una causa deerror siste-
matico, delaque no sehabia apercibido yque fuesefialada mas
tarde. Nohabia tenido en cuenta la acci6n dela gravedad sobre
el gas sometido ala compresi6n. lQue queremos decir cuando
reprochamos aRegnault que no hubiera tenido en cuenta esta
acci6n, quehubiera omitido estacorrecci6n? lQueremos decir que
sus sentidos Ie engafiaron cuando observaba los fen6menos
que ocurrian ante sus ojos? Deningun modo. Loque seIerepro-
cha es haber simplificado demasiado laimagen te6rica deestos
hechos al representarse como un fluido homogeneo el gas some-
tido alacompresi6n, mientras que si 10hubiera considerado un
fluido cuya presi6n varia con la altura segun una determinada
ley, habria obtenido una nueva imagen abstracta, mas complica-
daque laprimera, pero que reproduce mas fielmente laverdad.
IV. LA CRiTICA DE UN EXPERIMENTO DE FisICA;
EN QUE DIFIERE DEL EXAMEN DE UN TESTIMONIO CORRIENTE
Al ser un experimento defisica una cosa distinta delasim-
ple constataci6n deun hecho, podemos imaginar sin dificultad
quelacerteza del resultado deun experimento no tenga nada que
ver con la certeza deun hecho simplemente constatado por los
sentidos. Tarnbien podemos imaginar que esas certezas denatu-
raleza tan distinta seaprecien mediante metodos completamen-
tedistintos.
Cuando un testimonio sincero, conuna mente suficientemente
clara como para no confundir lasfantasias desuimaginaci6n con
La experiencia de fisica 209
percepciones, queconoce suficientemente bien lalengua queuti-
Iizacomopara expresar conclaridad supensamiento, afirmahaber
constatado un hecho, el hecho escierto. Si yodeclaro que tal dia,
atal hora, en tal calle delaciudad, hevisto un caballo blanco, a
menos queexistan razones para considerarme un mentiroso 0un
alucinado, hay quecreer queaquel dia, aaquella hora yen aque-
llacalle delaciudad, habia un caballo blanco.
Laconfianza que hay que otorgar alaproposici6n enuncia-
dapor un fisico como resultado deun experimento no es dela
misma naturaleza. Si el fisicoselimita acontarnos loshechos que
ha visto, es decir, que ha visto con sus ojos, su testimonio debe
ser examinado segun las reglas generales, adecuadas para fijar
el grado decredibilidad que merece el testimonio deuna perso-
na. Si el fisicoesdigno deconfianza -y asi seria, engeneral, segun
creo-, su testimonio tendria que ser aceptado como laexpresi6n
delaverdad.
Pero, una vez mas, 10queel fisicoenuncia como resultado de
un experimento no es el relata deunos hechos constatados, sino
la interpretaci6n de estos hechos, su transposici6n al mundo
ideal, abstracto, simb6lico, creado por las teorias que considera
establecidas.
Demodo que, tras haber sometido el testimonio del fisico a
las reglas que fijan el grado de confianza que merece el relata
deun testigo, no habremos realizado mas queuna parte, ylapar-
temas facil, delacritica quedebe determinar el valor desu expe-
riencia.
En primer lugar, deberemos investigar atentamente las teo-
rias queel fisico considera establecidas yqueIehan servido para
interpretar los hechos que ha constatado. Si no conocemos estas
teorias, nos sera imposible entender el sentido queatribuye asus
propios enunciados. Esefisico seria como un testigo ante un juez
queno entiende su lengua.
Si las teorias admitidas por ese fisico son las que nosotros
admitimos, y estamos convencidos deque seguimos las mismas
210 La estructura de la teoria fisica
reglas para lainterpretaci6n delosmismos fen6menos, entonces
hablamos lamisma lengua ypodemos entendernos. Peronosiem-
pre ocurre asi; no ocurre asi cuando discutimos los experimen-
tosdeun fisico queno pertenece alamisma escuela quenosotros
y, sobre todo, no esasi cuando discutimos losexperimentos deun
fisico del que nos separan cincuenta afios, un siglo 0dos siglos.
En este caso hay que intentar establecer una correspondencia
entre las ideas te6ricas del autor que estudiamos y las nuestras;
hay queinterpretar denuevo, por medio delossimbolos quenoso-
tros utilizamos, 10queel habia interpretado por medio delossim-
bolos queaceptaba. Si 10conseguimos, podremos discutir suexpe-
rimento quesera un testimonio traducido auna lengua extranjera
queno eslanuestra, pero cuyo vocabulario poseemos; podremos
traducirlo y examinarlo.
Newton, por ejemplo, habia hecho ciertas observaciones acer-
cadel fen6meno delos anillos coloreados, ylas habia interpreta-
dosegun lateoria 6ptica que el habia creado: lateoria delaemi-
si6n. Lashabia interpretado dando, para loscorpusculos luminosos
decada color, ladistancia entre un acceso de facil reflexion y.un
acceso de jacil transmisi6n. Cuando Youngy Fresnel establecie-
ron lateoria delas ondulaciones con laque sustituyeron lateo-
riadelaemisi6n, pudieron lograr queciertos elementos delanue-
-va teoria secorrespondieran con ciertos elementos delaantigua.
Concretamente, vieron que la distancia entre un acceso defacil
reflexi6n yun acceso defacil transmisi6n correspondia aun cuar-
to de10que lanueva teoria llamaba longitud de onda. Gracias a
esta observaci6n, los resultados delos experimentos deNewton
pudieron ser traducidos allenguaje delas ondulaciones: losnume-
ros que habia obtenido Newton, multiplicados por 4, dieron las
longitudes deonda delos distintos colores.
Lomismo ocurri6 con los numerosos experimentos hechos
por Biotsobre lapolarizaci6n delaluz, interpretados segun lateo-
ria delaemisi6n. Fresnel pudo traducirlos allenguaje delateoria
delas ondulaciones yutilizarlos para el control dedicha teoria.
La experiencia dejisica 211
En cambio, si no podemos obtener informaci6n suficiente
acerca delas ideas te6ricas del fisico cuyos experimentos discu-
timos, si no logramos establecer una correspondencia entre los
simbolos que ha adoptado ylos simbolos que nos proporcionan
las teorias adoptadas por nosotros, las proposiciones con las que
eseflsicohatraducido losresultados desus experimentos noseran
para nosotros ni verdaderos ni falsos: careceran desentido, seran
letra muerta, seran anuestros ojos 10quelas inscripciones etrus-
cas 0ligures son alos ojos del epigrafista: documentos escritos
enuna lengua queno sabemos leer. iCuantas observaciones acu-
muladas por fisicos de otros tiempos sehan perdido para siem-
pre por esta causa! Sus autores no sepreocuparon deinformar-
nos acerca de los metodos que utilizaban para interpretar los
hechos; encerraron sus ideas bajo signos cuya clavenoposeemos
ynos resulta imposible trasponer sus interpretaciones anuestras
teorias.
Tal vez esas primeras reglas pareceran ingenuas, yresultara
extrafio queinsistamos tanto enellas. Noobstante, si estas reglas
son triviales, mas trivial seria ignorarlas. iCuantas discusiones
cientificas enlas quecada uno delos litigantes pretende aplastar
asu adversario bajo el testimonio irrecusable delos hechos! Se
enfrentan por observaciones contradictorias, pero lacontradic-
ci6n no esta en larealidad, simpre acorde consigo misma, sino
entre las teorias conlas quecadauno expresa estarealidad. iCuan-
tas proposiciones consideradas monstruosos errores enlas obras
denuestros antecesores! Tal vez hoy secelebrarian como grandes
verdades si seinvestigaran las teorias que dan suverdadero sen-
tido aesas proposiciones, si setradujeran alalengua delas teo-
rias hoy celebradas.
Supongamos quehemos constatado el acuerdo entre las teo-
rias admitidas por un experimentador y las que nosotros consi-
deramos exactas. Estamos lejos aun de poder aceptar, de en-
trada, los juicios con los que enuncia los resultados desus expe-
rimentos; es preciso ver si, en la interpretaci6n de los hechos
212 La estructura de La teoriajisica
observados, haaplicado correctamente las reglas establecidas por
las teorias quecompartimos. Aveces constataremos queel expe-
rimentador no ha satisfecho todas las exigencias legitimas 0que,
al aplicar la teoria, ha cometido un error derazonamiento 0de
calculo. En esecaso, habra quevolver aempezar el razonamien-
to0habra que rehacer el calculo: el resultado del experimento
debera ser modificado yel nurnero obtenido debera ser sustitui-
dopor otro numero.
El experimento seha hecho yuxtaponiendo continuamente
dos aparatos, el aparato real que el observador manipulaba, yel
aparato ideal yesquematico con el querazonaba. Hacefaltareto-
mar lacomparaci6n entre esos dos aparatos y, para ello, hace fal-
taconocerlos aambos perfectamente. Del segundo podemos tener
un conocimiento exacto, yaque esta definido mediante simbo-
los matematicos yf6rmulas. Pero no ocurre 10mismo con el pri-
mero, ya que debemos hacernos una idea 10mas exacta posible
s610atraves deladescripci6n que nos proporciona el investiga-
dor. lEs suficiente esta descripci6n? lNos proporciona todas las
informaciones quepueden sernos utiles? lEstan especificados con
todalaminuciosidad exigible el estado deloscuerpos estudiados,
su grado depureza quimica, las condiciones en las que sehalla-
ban, las acciones perturbadoras aque podian estar expuestos y
los mil accidentes que podian influir en el resultado del experi-
mento?
Cuando hayamos dado respuesta atodas estas preguntas,
podremos examinar hasta quepunto el aparato esquematico pre-
sentaba una semejanza con el aparato concreto; podremos inda-
gar si no hubiera sido mejor aumentar esta semejanza compli-
cando ladefinici6n del aparato ideal; podremos preguntarnos si
sehan eliminado todas las causas sistematicas deerror decier-
taimportancia ysi sehan hecho todas las correcciones deseables.
El experimentador ha utilizado, para interpretar sus obser-
vaciones, teorias que nosotros tarnbien aceptamos; ha aplicado
correctamente, enel transcurso deestainterpretaci6n, las reglas
La experiencia de fisica 213
que prescriben esas teorias; ha estudiado y descrito minuciosa-
mente el aparato utilizado, yha eliminado las causas deerror sis-
tematico 0hacorregido sus efectos. Pero aun no essuficiente para
quepodamos aceptar el resultado desu experimento. Las propo-
siciones abstractas ymatematicas quelas teorias ponen encorres-
pondencia conloshechos observados no estan, ya10hemos dicho,
completamente determinadas. Alosmismos hechos puede corres-
ponderle una infinidad deproposiciones diferentes, yalas mismas
mediciones una infinidad deevaluaciones que seexpresan con
numeros diferentes. EI grado deindeterminaci6n delaproposi-
ci6n abstracta, matematica, mediante laque seexpresa el resul-
tado deun experimento, es10quesedenomina el grado deapro-
ximaci6n deeste experimento. Necesitamos conocer el grado de
aproximaci6n del experimento que examinamos. Si el observa-
dor 10haindicado, necesitamos controlar losprocedimientos que
hautilizado para evaluarlo. Si no 10haindicado, debemos deter-
minarlo nosotros mismos. iOperaci6n compleja y extraordina-
riamente delicada! Para apreciar el grado deexactitud deun expe-
rimento es preciso, en primer lugar, apreciar la agudeza delos
sentidos del observador. Los astr6nomos intentan fijar esainfor-
maci6n bajo laforma matematica dela ecuaci6n personal; pero
estaecuaci6n tiene muy poco quever conlaserena constancia de
lageometria, yaquedepende deuna migrafia 0deuna mala diges-
ti6n. En segundo lugar, esta apreciaci6n exigequeseevaluen los
errores sistematicos que no han podido ser corregidos; pero, una
vez enumeradas delaforma mas completa posible las causas de
esos errores, tenemos la certeza dehaber omitido muchos mas
delos que hemos enumerado, yaque lacomplejidad delareali-
dad nos supera. Todos esos errores sistematicos decausas des-
conocidas seagrupan bajo el nombre de errores accidentales. El
desconocimiento delas causas que 10sdeterminan no permite
corregirlos. Los ge6metras seaprovechan delalibertad que les
otorga este desconocimiento para formular hip6tesis acerca de
esos errores, queles permitan atenuar sus efectos mediante cier-
214 La estructura de La teoriajisica
tas operaciones matematicas; pero tanto valor tienen esas hipotesis
como lateoria delos errores accidentales. leomo podriamos saber
10que valen esas hipotesis si 10unico que sabemos delos errores
en los que se basan es que desconocemos su origen?
Laapreciacion del grado deaproximacion deun experimento
es, por tanto, una tarea extraordinariamente compleja. A menu-
do es dificil seguir un orden completamente logico, y entonces
el razonamiento debe ceder el paso a esta cualidad rara y sutil,
a ese especie de instinto 0de olfato que se llama sentido expe-
rimental, atributo del espiritu definura mas que del espiritu geo-
metrico.
Lasimple descripcion delas reglas que rigen el examen deun
experimento defisica, tanto para su aceptacion como para surecha-
zo, basta para poner en evidencia estaverdad fundamental: el resul-
tado deun experimento defisica no tiene lamisma certeza que un
hecho constatado por metodos no cientificos, mediante la simple
vision 0tacto deun hombre sana de cuerpo y demente. Esta cer-
teza, menos inmediata y sometida adiscusiones alas que no esta
sometido el testimonio vulgar, ,semantiene siempre subordinada
ala confianza que inspira todo un conjunto de teorias.
V. EL EXPERIMENTO DE FisICA ES MENOS CIERTO,
PERO MAs PRECISO Y MAs DETALLADO, QUE LA CONSTATACION
NO CIENTiFICA DE UN HECHO
El profano cree que el resultado de un experimento cientifi-
co se distingue de la observacion vulgar por un grado mas ele-
vado de certeza. Seequivoca, ya que el relata de un experimento
fisico no tiene la certeza inmediata y relativamente facil de con-
trolar que posee el testimonio vulgar y no cientifico. Menos cier-
toque este ultimo, leaventaja en cambio en el numero y en lapre-
La experiencia dejisica 215
cision delos detalles que nos da aconocer: en esto reside su ver-
dadera y esencial superioridad.
El testimonio ordinario, el que relata un hecho constatado
sirviendose de su sentido cornun y no de los metodos cientifi-
cos, solo puede ser fiable si no es muy detallado, muy minucio-
so, si capta el hecho de forma global, en sus rasgos mas destaca-
dos. En tal calle delaciudad, aproximadamente atal hora, he visto
un caballo blanco: esto es 10que puedo afirmar con certeza. Tal
vez a esta afirmacion general podria afiadirle alguna peculiari-
dad que, con exclusion de otros detalles, haya llamado mi aten-
cion: una postura extrafia del caballo 0una pieza llamativa de su
arnes. Pero no me pidais mas detalles porque mis recuerdos se
confundirian y mis respuestas serian vagas, hasta verme obliga-
do adecir: no 10se. Salvo excepciones, el testimonio vulgar ofre-
cemuch as mas garantias porque precisa menos, analiza menos
y selimita alas consideraciones mas simples y mas obvias.
Muy diferente es el relata de un experimento de fisica, que
no se contenta con informarnos de un fenomeno globalmente,
sino que pretende analizarlo, informarnos del mas minima deta-
lley delamas pequefia peculiaridad, sefialar exactamente el ran-
goylaimportancia relativa decada detalle, decada peculiaridad.
Ese relata pretende darnos esas informaciones de tal forma que
podamos, si queremos, reproducir con toda exactitud el feno-
meno que describe 0, por 10menos, un fenomeno teoricarnente
equivalente. Esta pretension sobrepasaria la capacidad del expe-
rimento cientifico, como sobrepasa la capacidad de la observa-
cion vulgar, si no fuera porque el uno esta mejor dotado que la
otra. El numero y lacomplejidad delos detalles que componen 0
acompafian acada fenomeno desconcertarian ala imaginacion,
sobrepasarian lamemoria y desafiarian aladescripcion, si el flsi-
cono tuviera asu servicio un maravilloso medio de clasiflcacion
y de expresion, una representacion simbolica admirablemente
clara y concisa, como es lateoria matematica; si, para sefialar la
importancia relativa de cada detalle, no tuviera el exacto y bre-
216 La estructura de la teoriajisica
veprocedimiento de apreciaci6n que leproporciona la evalua-
ci6n nurnerica, la medida. Si alguien, por una apuesta, sepro-
pusiera describir un experimento defisica actual excluyendo el
lenguaje te6rico; si intentara, por ejemplo, exponer los experi-
mentos deRegnault sobre lacompresibilidad delos gases elimi-
nando desu relata todas las expresiones abstractas ysimb6licas
introducidas por las teorias fisicas -las palabras: presi6n, tempe-
ratura, densidad, intensidad delagravedad, eje6ptico deuna len-
te, etc.-, se daria cuenta deque el relata deestos experimentos
bastaria para llenar un volumen entero conlas explicaciones mas
confusas, mas inextricables ymenos comprensibles queuno pue-
daimaginar.
Asi pues, lainterpretaci6n te6rica priva alos resultados del
experimento defisica, delacerteza inmediata queposeen losdatos
delaobservaci6n vulgar; en cambio, eslainterpretaci6n te6rica
laquepermite al experimento cientifico penetrar mucho mas que
el sentido comun en el analisis detallado delos fen6menos, dar
deellos una descripci6n cuyaprecisi6n supera enmucho laexac-
titud dellenguaje ordinario.
Capitulo V
LA LEY rtsrCA
I. LAS LEYES DE LA ststcx SON RELACIONES SIMBOLICAS
Del mismo modo quelas leyes del sentido comun estan basa-
das enlaobservaci6n deloshechos por los medios queson natu-
rales enel hombre, lasleyesdelafisicaestan basadas enlosresul-
tados delos experimentos delafisica. Ni que decir tiene que las
profundas diferencias queseparan laconstataci6n no cientifica de
un hecho del resultado deun experimento defisica separan tam-
bien las leyes del sentido comun delas leyes delafisica. Demodo
que casi todo 10que hemos dicho acerca delos experimentos de
lafisica podra extenderse tambien alas leyes que enuncia esta
ciencia.
Veamos una ley del sentido comun, una delas mas simples y
delas mas ciertas: todo hombre es mortal. Esta ley indudable-
mente asocia entre si dos terminos abstractos: laidea abstracta
dehombre en general, yno laidea concreta deun determinado
hombre enparticular, ylaidea abstracta delamuerte, no laidea
concreta deuna uotraforma demuerte. En efecto, s610puede ser
una ley general si asocia terrninos abstractos. Pero estas abs-
tracciones no son deningun modo simbolos te6ricos, sino que
extraen simplemente 10que hay deuniversal en cada uno delos
casos particulares alos que seaplica la ley. Asimismo, en cada
uno deesos casos particulares alos que aplicamos laley, encon-
218 La estructura de la teoriajisica
traremos objetos concretos en los que secumplen estas ideas abs-
tractas. Cada vez que tengamos que constatar que todo hombre
es mortal, nos encontraremos en presencia de un determinado
hombre concreto que encarna la idea general de hombre, y de
una muerte concreta que implica laidea general de muerte.
Veamos otra ley, citada como ejemplo por G. Milhaud,' cuan-
do expone esas ideas que nosotros habiamos expuesto poco antes.
Setrata deuna ley que por tematica pertenece al ambito delafisi-
ca, pero que conserva la forma que tenian las leyes de la fisica
cuando esta rama del conocimiento no se habia independizado
aun del sentido comun yno habia adquirido la dignidad de cien-
cia racional.
Veamos laley: antes de oir el trueno sevebrillar el relampa-
go. Las ideas de trueno y de relampago que asocia este enuncia-
do son ideas abstractas y generales; pero estas abstracciones se
obtienen de forma tan instintiva ynatural delos datos concretos,
que en cada rayo percibimos un deslumbramiento y un fragor en
los que reconocemos inmediatamente laforma concreta denues-
tras ideas de relampago y de trueno.
No ocurre 10mismo con las leyes de lafisica. Tomemos una
ley, la ley de Mariotte, y examinemos su enunciado, sin preocu-
parnos demomenta por laexactitud deesta ley. A una misma tem-
peratura, los volumenes ocupados por una misma masa de gas
estan en raz6n inversa alas presiones que soporta la masa: ese
es el enunciado delaley deMariotte. Los terminos que utiliza, las
ideas de masa, de temperatura y de presi6n son tambien ideas
abstractas; pero estas ideas no son unicamente abstractas, sino
que ademas son simb6licas, y los simbolos que las constituyen
solo tienen sentido gracias alas teorias fisicas. Situemonos ante
un caso real, concreto, al que queremos aplicar la ley de Mariot-
te. No vamos atratar con una determinada temperatura concre-
1. G. MILHAUD, Lascience rauonnelle-, Revue de rnetaphysique et de
morale, 4afio, 1896, p. 280. Reproducido enRationnel, Paris 1898, p. 44.
La ley jisica 219
taque materializa laidea general detemperatura, sino con un gas
mas 0menos caliente; no tendremos ante nosotros una deter-
minada presi6n concreta que materializa la idea general de pre-
si6n, sino una bomba sobre laque seha ejercido una determina-
dafuerza. Sinduda, aese gas mas 0menos caliente lecorresponde
una determinada temperatura, y a esa fuerza ejercida sobre la
bomba lecorresponde una determinada presi6n. Pero esta corres-
pondencia es laque seestablece entre lacosa significada y el sig-
no que la sustituye, entre una realidad y el simbolo que larepre-
senta. Noesuna correspondencia inmediata, sino que seestablece
por medio deinstrumentos, atraves deprocesos demediciones a
menu do largos y complicados. Para atribuir una temperatura
determinada aeste gas mas 0menos caliente, hay que recurrir al
term6metro; para evaluar en forma de presion la fuerza ejerci-
dapor labomba, hay que utilizar el man6metro. Y el uso del ter-
m6metro y del man6metro implican, como hemos visto en el capi-
tulo anterior, el uso de teorias fisicas.
Puesto que los terminos abstractos en los que sebasa una ley
del sentido comun no son mas que 10 que hay de general en los
objetos concretos sometidos anuestros sentidos, el paso de10con-
creto a10 abstracto se hace mediante una operaci6n tan necesa-
ria y espontanea que resulta inconsciente. En presencia de una
persona, ante un caso concreto de muerte, los asocio inmediata-
mente alaidea general dehombre y ala idea general demuerte.
Esta operaci6n instintiva, irreflexiva, proporciona ideas generales
no analizadas, abstracciones tomadas, por asi decir, en bloque.
Indudablemente, el que reflexiona sobre estas ideas generales y
abstractas puede analizarlas, puede preguntarse que es el hom-
bre, que es la muerte, eintentar penetrar en el sentido profundo
y completo de estas palabras. Esta tarea lellevara acomprender
mejor laraz6n de ser de esta ley, pero no es necesaria para com-
prender laley; para comprenderla, basta tomar en su sentido obvio
los terminos que esa ley asocia; demodo que esta ley es clara para
todos, sean 0no fil6sofos.
220 La estructura de la teoriajisica
Los terminos simb6licos que asocia una ley de fisica ya no
son estas abstracciones que se desprenden espontanearnente de
la realidad concreta, sino abstracciones que son fruto de un tra-
bajo lento, complicado, consciente, fruto del trabajo secular que
ha elaborado las teorias fisicas. Es imposible comprender y apli-
car laley si no seha hecho este trabajo, si no se conocen las teo-
rias fisicas.
Segun se adopte una teoria u otra, las mismas palabras que
figuran en el enunciado deuna ley defisica cambian designifica-
do, demodo que laley puede ser aceptada por un fisico que admi-
teesa teoria, yrechazada por otro fisico que admite otra teoria.
Tomemos un campesino que nunca se ha detenido a anali-
zar lanoci6n de hombre ni la noci6n de muerte, y un metafisico
que seha pasado lavida analizandolas. Tomemos dos fil6sofos que
las han analizado y que han adoptado definiciones diferentes,
inconciliables. El enunciado de la ley Todo hombre es mortal
sera igualmente claro y verdadero para todos. Del mismo modo,
la ley Antes de oir el trueno seve brillar el relampago- tiene la
misma claridad ylamisma certeza para el fisico que conoce afon-
do las leyes deladescarga disruptiva que para el hombre del pue-
blo romano, que veia en el rayo un efecto de la c61era de J upiter
Capitolino.
Consideremos, en cambio, la siguiente ley fisica Todos los
gases se comprimen y se dilatan de la misma manera, y pre-
guntemos a distintos fisicos si el vapor de yodo infringe esta ley.
Un primer fisico profesa las teorias que sostienen que el vapor de
yodo es un gas unico y, por tanto, de la ley anterior extrae esta
consecuencia: la densidad del vapor de yodo en relaci6n con el
aire es una constante; ahora bien, la experiencia demuestra que
la densidad del vapor de yodo en relaci6n con el aire depende
de la temperatura y de la presi6n. Nuestro fisico concluye, pues,
que el vapor de yodo no se somete ala ley enunciada. Segun un
segundo fisico, el vapor deyodo no esun gas unico, sino una mez-
cla dedos gases, polimeros el uno del otro y susceptibles de trans-
La ley jisica 221
formarse uno en el otro. Siendo asi, la ley antes citada ya no exi-
geque la densidad del vapor de yodo en relaci6n con el aire sea
constante, sino que exige que esta densidad varie con la tempe-
ratura y lapresi6n, segun una f6rmula establecida por J . Willard
Gibbs. Esta formula representa efectivamente los resultados de
las determinaciones experimentales. Nuestro segundo fisico con-
cluye de todo ello que el vapor deyodo no constituye una excep-
ci6n ala regIa de que todos los gases se comprimen y dilatan de
la misma man era. De modo que nuestros dos fisicos mantienen
opiniones completamente diferentes respecto auna ley que ambos
enuncian de la misma forma: uno cree que esta ley falIa en un
hecho determinado; el otro cree que esta confirmada por ese mis-
mo hecho. Loque ocurre es que las diferentes teorias alas que se
remiten no atribuyen el mismo sentido alas palabras un gas uni-
co, de manera que, aunque ambos pronuncian la misma frase,
ven en ella dos proposiciones diferentes. Para comparar este enun-
ciado con la realidad, realizan calculos diferentes, de modo que
para el primero esta ley resulta verificada por unos hechos, que,
en opini6n del segundo, la contradicen; 10que constituye una
prueba bien manifiesta de esta verdad: Una leyfisica es un rela-
to simb6lico cuya aplicaci6n a la realidad concreta exige que se
conozca y se acepte todo un conjunto de teorias.
II. UNA LEY FislCA NO ES, PROPIAMENTE HABLANDO,
NI VERDADERA NI FALSA, SINO APROXIMADA
Una ley del sentido comun es un simple juicio general, y ese
juicio es verdadero 0 falso. Consideremos, por ejemplo, esta ley
que procede de la observaci6n vulgar: en Paris, el sol sale todos
los dias por el este, asciende en el cielo, despues desciende y se
pone por el oeste. Es una ley verdadera, sin condiciones ni res-
222 La estructura de La teoriajisica
tricciones. Consideremos, en cambio, este enunciado: siempre es
Luna llena. Esta es una ley falsa. Si sepregunta por laverdad de
una ley del sentido comun, sepodra responder si 0 no.
No ocurre 10mismo con las leyes que la ciencia fisica, una
vez alcanzado su pleno desarrollo, enuncia en forma deproposi-
ciones matematicas: esas leyes son siempre simbolicas. Ahora
bien, un simbolo no es, propiamente hablando, ni verdadero ni
falso, sino que esta mejor 0 peor elegido para significar la reali-
dad que representa, y la representa de una forma mas 0menos
precisa, mas 0 menos detallada. Pero las palabras verdad- 0
error>', aplicadas aun simbolo, carecen desentido. Demodo que,
al que lepregunte si una ley fisica es verdadera 0falsa, el logico
que sepreocupa del sentido estricto de las palabras severa obli-
gada aresponderle: Noentiendo la pregunta, Vamos acomen-
tar esta respuesta, que puede parecer paradojica, pero cuya com-
prension es necesaria para quien pretenda saber que es lafisica.
A un hecho dado, segun el metoda experimental que utiliza
la fisica, no le corresponde un unico juicio simbolico, sino una
infinidad de juicios simb6licos diferentes, y el grado de indeter-
minacion del simbolo es el grado de aproximacion del experi-
mento en cuestion. Consideremos una serie de hechos analo-
gos; para el fisico, hallar laley deestos hechos equivaldra ahallar
una formula que contenga la representacion simbolica de cada
uno deestos hechos. Laindeterminacion del simbolo que corres-
ponde a cada hecho provoca entonces la indeterrninacion de la
formula que ha de reunir todos esos simbolos. A un mismo con-
junto de hechos selepuede hacer corresponder una infinidad de
formulas diferentes, una infinidad deleyes fisicas distintas, y cada
una deesas leyes, para ser aceptada, debe hacer que acada hecho
le corresponda no el simbolo de ese hecho, sino uno cualquiera
delos infinitos simbolos que pueden representar ese hecho. Esto
es 10que significa declarar que las leyes de la fisica no son sino
aproximaciones.
Imaginemos, pOI'ejemplo, que no nos contentamos con las
La ley jisica 223
informaciones que nos proporciona esta ley del sentido comun:
en Paris, el sol sale todos los dias pOI'el este, asciende en el cielo,
despues desciende y sepone pOI'el oeste. Recurrimos alas cien-
cias fisicas para obtener una ley precisa del movimiento del sol
visto desde Paris, una ley que indique al observador parisino cual
es la posicion que ocupa el sol en el cielo en cadainstante. Para
resolver el problema, las ciencias fisicas no recurriran alas rea-
lidades sensibles, al sol tal como 10vemos brillar en el cielo, sino
alos simbolos mediante los que las teorias representan esas rea-
lidades. El sol real, con todas las irregularidades de su superficie
y con las inmensas protuberancias que presenta, 10sustituiran
pOI'una esfera geometricamente perfecta, eintentaran determi-
nar la posicion del centro de esta esfera ideal; 0, mejor dicho,
mtentaran determinar la posicion que ocuparia ese punto si la
refraccion astronomica no desviara los rayos del sol y si la abe-
rracion anual no modificara laposicion aparente delos astros. De
modo que launica realidad sensible que seofrece anuestras cons-
tataciones, el disco brillante que nuestro anteojo puede contem-
plar, la sustituyen pOI' un simbolo. Y, para que este simbolo se
corresponda con la realidad, hay que realizar mediciones com-
plejas, hay que hacer coincidir los bordes del sol con los hilos
deun reticulo provisto de un micrometro, hay que efectuar mul-
tiples lecturas sobre transportadores deangulos, lecturas que han
de ser objeto de numerosas correcciones, y hay que desarrollar
ademas calculos largos y complejos cuya legitimidad deriva de
las teorias admitidas: de la teoria de la aberracion y de la teoria
dela refraccion atmosferica.
Ese pun to, simbolicamente denominado centro del sol, no
10determinaran aun nuestras formulas. Loque haran las formulas
sera determinar las coordenadas de ese punto, pOI'ejemplo su
longitud y su latitud, coordenadas cuyo sentido solo secompren-
desi seconocen lasleyesdelacosmografia, cuyosvalores solodesig-
nan en el cielo un punto que el dedo puede mostrar, 0 que el ante-
ojo puede contemplar, y si se dispone de todo un conjunto de
224 La estructura de la teoriafisica
determinaciones previas: determinaci6n del meridiana del lugar,
de sus coordenadas geograficas, etc.
Ahora bien, suponiendo que se hayan efectuado las correc-
ciones de aberraci6n y de refracci6n, ino es posible lograr que a
una posici6n determinada del disco solar lecorresponda un uni-
covalor para lalongitud y un unico valor para lalatitud del cen-
tro del sol? Tampoco es posible. La capacidad 6ptica del instru-
mento que nos sirve para observar el sol es limitada; las diversas
operaciones que comporta nuestro experimento ylas diversas lee-
turas que exige son de una sensibilidad limitada. Si la diferencia
es muy pequefia, no podremos percibir si el disco solar esta en
una 0en otra posici6n. Supongamos que no podemos conocer las
coordenadas de un punto determinado de la esfera celeste con
una precisi6n superior a 1'.Para determinar laposici6n del sol en
un instante dado, nos bastara conocer lalongitud y la latitud del
centro del sol con l' de aproximaci6n. Entonces, para represen-
tar la trayectoria del sol, aunque el astro s610ocupa en cada ins-
tante una posici6n, podremos dar, para cada instante, no un uni-
co valor de la longitud y un unico valor de la latitud, sino una
infinidad de valores de la longitud y una infinidad de valores de
lalatitud. Ahora bien, para un mismo instante, dos val ores acep-
tables de la longitud 0 dos valores aceptables de la latitud no
podran diferir entre si en mas de 1'.
Busquemos ahora laley del movimiento del sol, es decir, dos
f6rmulas que nos permitan calcular, para cada instante, el valor
de la longitud del centro del sol y el valor de la latitud del mis-
mo punto. iNo es evidente que, para representar el avance de la
longitud en funci6n del tiempo, podremos adoptar no una f6rmula
unica, sino una infinidad def6rmulas diferentes, siempre que para
un mismo instante todas esas f6rmulas nos den valores delaIon-
gitud que no difieran entre si menos de 1'? iNo es evidente que
ocurrira 10mismo con la latitud? Demodo que podremos repre-
sentar perfectamente la trayectoria del sol mediante una inflni-
dad deleyes diferentes. Esas distintas leyes seexpresaran median-
La leyfisica 225
teecuaciones que el algebra considera incompatibles, mediante
ecuaciones tales que, si una esta verificada, laotra no 10esta. Esas
ecuaciones trazaran sobre laesfera celeste curvas distintas, y seria
absurdo decir que un mismo punto describe al mismo tiempo dos
curvas distintas. Sin embargo, para el fisico todas estas leyes son
igualmente aceptables, ya que todas ellas determinan laposici6n
del sol con una aproximaci6n superior a la que proporciona la
observaci6n. El fisico no tiene derecho a decir que una de esas
leyes es verdadera, y las otras no 10son.
Indudablemente, el fisico si tiene derecho aelegir entre esas
leyes y, por 10general, elegira. Pero los motivos que guian su elec-
ci6n no seran de la misma naturaleza, ni se impondran con la
misma necesidad imperiosa que los que obligan apreferir laver-
dad al error.
Elegira una determinada f6rmula porque es mas sencilla que
las otras. La debilidad de nuestro espiritu nos obliga aconceder
gran importancia a este tipo de consideraciones. Hubo un tiem-
po en que los fisicos suponian que lainteligencia del Creador esta-
ba afectada por la misma debilidad; en que la simplicidad de las
leyes de la naturaleza se imponia como un dogma incontesta-
ble, en cuyo nombre se rechazaba toda ley que expresase una
ecuaci6n algebraica demasiado complicada; en que la simplici-
dad, por el contrario, parecia otorgar auna ley una certeza y una
importancia que trascendian del metoda experimental que lahabia
proporcionado. Era el tiempo en que Laplace, hablando de la
ley de la doble refracci6n descubierta por Huygens, decia: Has-
taahora esta ley no era mas que un resultado de la observaci6n,
que se aproximaba alaverdad dentro de los limites de los erro-
res alos que los experimentos mas precisos estan sometidos toda-
via. Ahora, la simplicidad de la ley de acci6n de la que depende
hace que seconsidere una ley rigurosa-f Este tiempo yaha pasa-
2. LAPLACE, Exposition du systeme du monde, I. IV, c. XVIII: De l'attrac-
lion moleculaire-.
226 La estructura de la teoria fisica
do. Yanonos dejamos enganar por el atractivo quesiguen teniendo
para nosotros las f6rmulas simples, ni consideramos que este
atractivo sealaexpresi6n de una mayor certeza.
El fisico preferira una ley aotra sobre todo porque laprime-
raderiva delas teorias queadmite. Por ejemplo, lepedira alateo-
riadelaatracci6n universal quef6rmulas debepreferir entre todas
las quepodrian representar el movimiento del sol. Perolas teorias
fisicas no son mas que un medio para clasificar y unir entre si
lasleyesaproximadas aqueestan sometidos losexperimentos. Por
consiguiente, las teorias nopueden modificar lanaturaleza deesas
leyes experimentales, ni pueden otorgarles laverdad absoluta.
Asi pues, toda ley fisica es una ley aproximada; deahi que,
para el16gico estricto, no pueda ser ni verdadera ni falsa. Cual-
quier otraley querepresente las mismas experiencias conlamis-
ma aproximaci6n puede aspirar, conlamisma legitimidad quela
primera, al titulo deley verdadera 0, hablando con mayor preci-
si6n, al titulo deley aceptable.
III. TODA LEY FisICA ES PROVISIONAL Y RELATIVA
PORQUE ES APROXIMADA
Loquecaracteriza auna leyesqueesfijayabsoluta. Unapro-
posici6n s610es una leyporque, siendo verdadera hoy, 10seguira
siendo manana, porque, siendo verdadera para este, tambien 10es
para aquel. Decir queuna ley es provisional, quepuede ser acep-
tada por uno yrechazada por otro, ino seria enunciar una con-
tradicci6n? Probablemente si, si seentiende por leyes las quenos
revelael sentido comun, aquellas delasquesepuede decir queson
verdaderas, en el sentido autentico delapalabra. Una ley asi no
puede ser verdadera hoy yfalsa manana, no puede ser verdadera
para vosotros yfalsapara mi. Encambio, noescontradictorio si se
La ley jisica 227
entiende por leyeslas quelafisicaenuncia enforma matematica.
Esas leyessonsiempre provisionales. Y conellonohay queenten-
der queunaleyfisicaseaverdadera durante untiempoyfalsainme-
diatamente despues, yaqueenningun momento esfalsa 0verda-
dera. Unaleyfisicaesprovisional porque representa loshechos a
los que seaplica con una aproximaci6n que los fisicos conside-
ran actualmente suficiente, pero que algun dia dejara desatisfa-
cerles. Yuna leyfisicaessiempre relativa, noporque seaverdade-
rapara un fisicoyfalsapara otro, sinoporque laaproximaci6n que
comporta essuficiente para el uso queel primer fisicoquiere dar-
le, einsuficiente para el uso quequiere darle el segundo.
El grado deaproximaci6n deun experimento, como yahemos
observado, no esfijo, sino queaumenta amedida quelos instru-
mentos seperfeccionan, que las causas de error se evitan con
mayor rigor, 0quesepueden evaluar mejor gracias aunas correc-
ciones mas precisas. A medida que los metodos experimentales
progresan, vadisminuyendo laindeterminaci6n del slmbolo abs-
tracto que el experimento defisica hace corresponder al hecho
concreto. Muchos juicios simb6licos que, en una epoca, secon-
sideraba que representaban bien un hecho concreto determina-
do, yano seconsiderara, enotraepoca, querepresentan esehecho
consuficiente precisi6n. Por ejemplo, los astr6nomos deun siglo
aceptaran, para representar laposici6n del centro del sol en un
instante dado, todos losvalores delalongitud queno difieren entre
si mas de 1', ytodos los valores delalatitud que seincluyen en
ese intervalo. Los astr6nomos del siglo siguiente tendran teles-
copios con una capacidad 6ptica mayor, transportadores dean-
gulos mas perfectos y procedimientos de observaci6n mas mi-
nuciosos y mas precisos. Entonces exigiran que las distintas
determinaciones delalongitud del centro del sol en un instante
dado ylas distintas determinaciones delalatitud del mismo pun-
toenel mismo instante concuerden en 10"aproximadamente. Asi
pues, rechazaran una enorme cantidad dedeterminaciones que
sus antecesores hubieran considerado satisfactorias.
228 La estructura de La teoriajisica
A medida que disminuye la indeterminaci6n de los resulta-
dos de un experimento, va disminuyendo tambien la indetermi-
naci6n de las f6rmulas que sirven para condensar esos resulta-
dos. En un siglo se acepta como ley del movimiento del sol todo
un grupo de f6rmulas que proporciona, para cada instante, las
coordenadas del centro del astro con un minuto deaproximaci6n,
yen el siglo siguiente se impone como condici6n a toda ley del
movimiento del sol que proporcione las coordenadas del centro
del astro con una aproximaci6n de 10".De ahi que una infini-
dad de leyes, que eran aceptadas en el primer siglo, sean recha-
zadas en el segundo.
Este caracter provisional de las leyes de la fisica se pone de
manifiesto acada instante si sevasiguiendo el curso delahistoria
deesta ciencia. Para Dulong yArago ysus contemporaneos, laley
deMariotte era una forma aceptable delaley decompresi6n delos
gases, porque representaba los hechos de experiencia con dife-
rencias inferiores alos posibles errores de10sprocedimientos de
observaci6n de que disponian. Cuando Regnault perfeccion6 los
aparatos ylos metodos experimentales, laleydeMariotte tuvo que
ser rechazada, ya que las diferencias entre sus indicaciones ylos
resultados delaobservaci6n eran mucho mas grandes que las in-
certidumbres que afectaban los nuevos aparatos.
Ahora bien, puede suceder que un fisico contemporaneo se
encuentre en las condiciones en que seencontraba Regnault, mien-
tras que otro se encuentra todavia en las condiciones en que se
encontraban Dulong yArago. El primero posee aparatos muy pre-
cisos y sepropone efectuar observaciones muy exactas; el segun-
do s610posee instrumentos simples y, adernas, las investigacio-
nes que se propone no exigen una gran aproximaci6n: este
segundo fisico aceptara laley deMariotte y, en cambio, el primero
la rechazara.
Es mas. Puede ocurrir que una misma ley defisica sea acep-
tada yrechazada simultanearnente por el mismo flsico en el trans-
curso del mismo trabajo. Si pudiera decirse que una ley flsica es
La ley jisica 229
verdadera 0 falsa, nos encontrariamos ante un extraiio paralo-
gismo: una misma proposici6n seria afirmada y negada al mis-
motiempo, cosa que constituye una contradicci6n formal.
Regnault, por ejemplo, realiza investigaciones acerca de la
compresi6n de los gases que tienen como objetivo sustituir laley
deMariotte por una f6rmula mas aproximada. En el curso de sus
experimentos, necesita conocer lapresi6n atmosferica al nivel al
que aflora el mercurio de su man6metro; toma esa presi6n de la
f6rmula deLaplace, pero el establecimiento delaf6rmula deLapla-
cese basa en el uso de la ley de Mariotte. No hay en ello ningun
paralogismo ni ninguna contradicci6n. Regnault sabe que el error
introducido por ese uso especifico de la ley de Mariotte es muy
inferior alafalta de certeza del metoda experimental que utiliza.
Asi pues, toda ley fisica, siendo como es una ley aproximada,
esta amerced deun progreso que, al aumentar laprecisi6n de10s
experimentos, hara.insuficiente el grado de aproximaci6n que
comporta, y es una ley esencialmente provisional. Ademas, es una
ley esencialmente relativa, porque laapreciaci6n desuvalor varia
de un fisico aotro, segun 10smedios de observaci6n de que dis-
ponen y laexactitud que exigen asus investigaciones.
IV. TODA LEY DE rtstcx ES PROVISIONAL
PORQUE ES SIMBOLLCA
Una ley flsica no s610es provisional porque es aproximada,
sino tambien porque es simb6lica. Encontramos continuamente
casos en que 10ssimbolos alos que serefiere laleyyano son capa-
ces de representar la realidad de una manera satisfactoria.
Para estudiar un determinado gas, el oxigeno, por ejemplo,
el fisico crea una representaci6n esquematica, que sepuede cap-
tar mediante el razonamiento matematico y el calculo algebrai-
230 La estructura de la teoriajisica
co: representa el gas como uno de los fluidos perfectos que estu-
dia la mecanica, que tiene una cierta densidad, que alcanza una
determinada temperatura yque soporta una determinada presion.
Entre estos tres elementos, densidad, temperatura ypresion, esta-
blece una determinada relacion, que expresa una determinada
ecuacion: es laley delacompresion y dilatacion del oxigeno. lEs
definitiva esta ley?
Si este fisico coloca el oxigeno entre los dos platos deun con-
densador electrico con una fuerte carga, ydetermina ladensidad,
temperatura y presion del gas, cornprobara que los valores de
estos tres elementos ya no verifican la ley de cornpresion y dila-
tacion del oxigeno. lSe extranara el fisico dever que falla su ley?
lPondra en duda el caracter fijo de las leyes de la naturaleza?
Deningun modo. Simplemente se dira que la relacion defectuo-
sa era una relacion simbolica, que no sereferia al gas real y con-
creto que manipula, sino aun cierto ente derazon, aun cierto gas
esquematico caracterizado por su densidad, temperatura y pre-
sion; dira que indudablemente ese esquema era demasiado sen-
cillo, demasiado incompleto para representar las propiedades del
gas real en las condiciones en que se encuentra actualmente.
Entonces intentara completar ese esquema, hacerlo mas apto para
representar la realidad. Yano se contentara con representar el
oxigeno simbolico por medio de la densidad, temperatura y pre-
sion que soporta, sino que Ieatribuira un poder dielectrico intro-
duciendo en laconstruccion del nuevo esquema laintensidad del
campo electrico donde esta colocado el gas; sometera ese simbo-
10 mas completo anuevos estudios, y obtendra la ley de com-
presion del oxigeno dotado depolarizacion dielectrica, Setrata de
una ley mas complicada que la anterior, que esta comprendida
en ella como caso particular, pero mas comprensiva, y sera veri-
ficada en aquellos casos en que falle la ley primitiva.
Ahora bien, les definitiva esta nueva ley?
Si tomamos el gas al que seaplica y10situamos entre lospolos
de un electroiman, veremos que la nueva ley queda desmentida
La ley fisica 231
asu vez por la experiencia. Pero ese desmentido no sorprende
al fisico, que sabe que esta tratando con una relacion simbolica,
y sabe que el simbolo que ha creado, en algunos casos fiel ima-
gen de la realidad, no puede parecersele en todas las circuns-
tancias. De modo que retoma, sin desanimarse, el esquema con
el que representa el gas con el que esta experimentando y, para
lograr que ese dibujo represente los hechos, Ieafiade nuevos ras-
gos. Yano basta que el gas tenga cierta densidad, cierta tempe-
ratura, que soporte cierta presion y que este colocado en un cam-
po electrico con una intensidad determinada, sino que Ieatribuye
ademas cierto coeficiente deimantacion, Tiene en cuenta el cam-
po magnetico en que se encuentra el gas y, uniendo todos estos
elementos mediante un conjunto de formulas, obtiene la ley de
compresion y dedilatacion del gas polarizado eimantado. Setra-
tadeuna ley mas complicada, pero mas comprensiva que las que
habia obtenido anteriormente: ley que sera verificada en una infi-
nidad de casos en que las otras hubieran sido desmentidas. Y,sin
embargo, tambien es una ley provisional. EI fisico preve que lle-
gara un dia en que sedaran unas condiciones en que esta ley tam-
bien fallara. Ese dia habra que retomar larepresentacion simbo-
lica del gas estudiado, afiadirle nuevos elementos yenunciar una
ley mas comprehensiva. EI simbolo matematico forjado por lateo-
ria se aplica ala realidad como la armadura de hierro al cuerpo
deun caballero; cuanto mas complicada es laarmadura, mas fle-
xibilidad parece adquirir el metal rigido: la multiplicidad de las
piezas que se imbrican como escamas asegura un contacto mas
perfecto entre el acero ylos miembros que protege. Pero, por muy
numerosos que sean los fragmentos que la componen, la arrna-
dura nunca se adaptara perfectamente al cuerpo humano.
Yase que se me objetara que la ley de compresion y dilata-
cion formulada en primer lugar no ha quedado anulada por los
experimentos posteriores, que sigue siendo la ley de compre-
sion y dilatacion del oxigeno, cuando no esta sometido aningu-
na accion electrica 0magnetica. Las investigaciones del fisico tan
232 La estructura de La teoriajisica
solonos han ensefiado queaestaley, cuyovalor semantenia, con-
venia afiadirle laleydecompresion del gas electrizado ylaleyde
compresion del gas imantado.
Esos mismos queinterpretan las cosas deforma sesgada han
dereconocer que laley primitiva nos puede conducir agraves
errores si laenunciamos sin tomar precauciones, yhan dereco-
nocer que el ambito en el que rige debe ser delimitado por esta
doble restriccion: el gas estudiado esta libre decualquier accion
electrica y de cualquier accion magnetica. Ahora bien, la nece-
sidad deesta restriccion no aparecia en un principio, nos lahan
impuesto los experimentos que hemos relatado. C:Sonestas las
unicas restricciones quehay queafiadir asuenunciado? Losexpe-
rimentos que sehagan en el futuro C:noanadiran otras restric-
ciones, tan fundamentales como las primeras? C:Quefisicoseatre-
veria apronunciarse aesterespecto yaafirmar queel enunciado
actual no es provisional, sino definitivo?
Las leyes delafisica son provisionales porque los simbolos
enlosquesebasan sondemasiado simples para representar com-
pletamente larealidad; siempre existiran circunstancias en que
el simbolo deje derepresentar las cosas concretas, en que laley
deje de anunciar exactamente los fenornenos, de modo que el
enunciado delaleydebe ir acompafiado derestricciones queper-
mitan eliminar esas circunstancias, y esas restricciones nos las
dan aconocer los avances delafisica. Nunca sepuede afirmar
quelaenumeracion estacompleta, quelalistaelaborada no sufri-
ra afiadidos ni retoques.
Este trabajo decontinuos retoques, mediante el quelas leyes
delafisica evitan cada vez mas los desmentidos dela experien-
cia, desempefia un papel tan fundamental en el desarrollo dela
ciencia, que senos permitira que insistamos un poco en el yque
estudiemos su funcionamiento con un segundo ejemplo.
Detodas las leyes delafisica, laqueha sido mejor verificada
por sus innumerables consecuencias es seguramente laley de
laatraccion universal. Las observaciones mas precisas del movi-
La ley fisica 233
miento delos astros no han podido, hasta el momento, mostrar
ningun fallo. Noobstante, C:esuna ley definitiva? No10es; es una
ley provisional, que debe ser modificada ycompletada sin cesar
para que concuerde con laexperiencia.
Tenemos agua en un vaso. Laley dela atraccion universal
nos da aconocer lafuerza que aetna sobre cada una delas par-
ticulas deestaagua; estafuerza esel peso delaparticula. Lameca-
nica nos indica que figura debe presentar el agua: independien-
temente de la naturaleza y de laforma del vaso, el agua debe
terminar enun plano horizontal. Si observamos decerca lasuper-
ficiedel agua, veremos que es horizontallejos delos bordes del
vaso, pero que deja de serlo cuando se acerca alas paredes de
cristal, y seeleva por esas paredes. En un tuba estrecho, el agua
sube mucho ysevuelve completamente concava: heaqui un fallo
delaatraccion universal. Para evitar que los fenomenos capila-
res desmientan laley dela gravedad, habra que modificarla. Ya
no deberemos considerar laformula delarazon inversa al cua-
drado deladistancia una formula exacta, sino aproximada. Habra
quesuponer queestaformula nos daaconocer conprecision sufi-
ciente laatraccion dedos particulas materiales alejadas, pero que
setorna muy incorrecta cuando se trata de expresar la accion
mutua dedos elementos poco distantes entre si. Habra queintro-
ducir enlas ecuaciones un termino complementario que, al com-
plicarlas, las haga capaces derepresentar una cIase defenorne-
nos mas extensa y les permita abarcar, en una misma ley, los
movimientos delos astros ylos efectos capilares.
Esta ley sera mas comprehensiva queladeNewton, pero no
estara exenta decontradiccion. Si endospuntos diferentes deuna
masa Iiquida sesumergen, como hizo Draper, unos hilos meta-
licos quesalen delospolos deuna pila, las leyes delacapilaridad
yano concuerdan con laobservacion. Para evitar esta discordan-
cia, habra queretomar laformula delas acciones capilares, modi-
ficarla y completarla teniendo en cuenta las cargas electricas que
llevan las particulas del fluido ylas fuerzas que seejercen entre
234 La estructura de la teoriajisica
esas particulas electrizadas. Y asi seguira indefinidamente esta
lucha entre la realidad y las leyes de la fisica: acualquier ley
que formule lafisica, la realidad opondra, tarde 0temprano, el
brutal desmentido deun hecho. Pero lafisica, infatigable, retoca-
ra, modificara ycomplicara laleydesmentida para sustituirla por
otra ley mas comprehensiva, en laque laexcepci6n descubierta
por laexperiencia hallara, asuvez, su regla.
Asi pues, lafisica avanza luchando incesantemente ytraba-
jando constantemente en latarea decompletar las leyes afinde
incluir enellaslas excepciones. Gracias aqueun pedazo dearnbar
frotado conuna Ianadesmentia laleydelagravedad, lafisicacre6
las leyes delaelectrostatica; gracias aque un iman levantaba el
hierro apesar deesas mismas leyes delagravedad, lafisica for-
mul6 las leyes del magnetismo; gracias aque CErstedt ha1l6una
excepci6n alas leyesdelaelectrostatica ydel magnetismo, Ampe-
re invent61as leyes delaelectrodinamica y del electromagnetis-
mo. Lafisicano avanza como lageometria, quevaafiadiendo nue-
vas proposiciones definitivas eindiscutibles alas proposiciones
definitivas eindiscutibles queyatenia. Lafisicaavanza porque la
experiencia hace surgir constantemente discordancias entre
las leyesyloshechos, yporque losfisicos retocan ymodifican las
leyes constantemente para que representen los hechos con mas
exactitud.
V. LAS LEYES DE LA FisICA SON MAs DETALLADAS
QUE LAS LEYES DEL SENTIDO COMUN
Las leyes que la experiencia comun, no cientifica, nos per-
miteformular sonjuicios generales cuyosenti dosecapta deinme-
diato. Anteuno deesos juicios, cabe preguntarse les verdadero?
A menudo larespuesta es facil; en cualquier caso, siempre es si
La ley jisica 235
ono. Laley que sereconoce como verdadera 10es para siempre
ypara todos; es fijay absoluta.
Las leyes cientificas, basadas enlas experiencias delafisica,
son relaciones simb6licas, cuyo sentido es incomprensible para
el queignora las teorias fisicas. Como son simb6licas, nunca son
verdaderas ni falsas; y, al igual que las experiencias en que se
basan, son aproximadas. Laaproximaci6n deuna ley, suficiente
hoy, sera insuficiente enel futuro, debido al progreso delosmeto-
dos experimentales; suficiente para las exigencias deun fisico, no
satisface en cambio las deotro. Unaleyfisica, por tanto, es siem-
preprovisional yrelativa. Y esprovisional ademas porque no une
realidades, sino simbolos, y porque siempre sepresentan casos
en los que el slmbolo yano corresponde alarealidad. Las leyes
dela fisica s610pueden mantenerse mediante un trabajo ince-
sante deretoques ymodificaciones.
Demodo queel problema del valor delas leyes delafisica se
plantea deuna manera completamente diferente, infinitamente
mas complicada y delicada que el problema delacerteza delas
leyes del sentido comun, Alguien podria sentir la tentaci6n de
sacar laextrafia conclusi6n deque el conocimiento delas leyes
delafisicaconstituye un grado deciencia inferior al simple cono-
cimiento delas leyes del sentido comun. Aquien pretenda dedu-
cir esta conclusi6n parad6jica delas consideraciones anteriores,
melimitare aresponderle, aprop6sito delas leyes delafisica, 10
quehemos dicho acerca delos experimentos cientificos: una ley
fisica posee una certeza mucho menos inmediata ymucho mas
diflcil deapreciar que una ley del sentido comun, pero supera a
esta en laprecisi6n minuciosa y detallada desus predicciones.
Si secompara estaleydel sentido comun EnParis, el sol sale
todos los dias por el este, asciende en el cielo, despues descien-
dey sepone por el oeste, con las f6rmulas que nos dan acono-
cer, encada instante yconun segundo deaproximaci6n, las coor-
denadas del centro del sol, nos convenceremos delaexactitud de
esta proposici6n.
236 La estructura de Lateoria fisica
Las leyes de la fisica solo pueden adquirir esta exactitud en
el detalle sacrificando parte de la certeza fija y absoluta de las
leyes del sentido comun, Entre la precision y la certeza hay una
especie de cornpensacion: una no puede aumentar si no es en
detrimento delaotra. El minero que me ensena una piedra puede
afirmar, sin dudas ni reticencias, que esta piedra contiene oro;
pero el quimico que me muestra un lingote brillante yme dice es
oro puro, debe afiadir esa correccion 0casi puro. El quimico
no puede afirmar que ellingote no conserve restos infimos deuna
materia extrafia.
El hombre puede jural' que dira laverdad, pero no puede afir-
mar que dira toda la verdad y nada mas que la verdad. Laver-
dad es una punta tan sutil, que nuestros instrumentos son dema-
siado romos para tocarla exactamente. Si laalcanzan, aplastan la
punta y seapoyan alrededor, mas sobre 10falso que sobre 10ver-
dadero."
3. PASCAL, Pensees, edici6n Havel, art. HI, n 3.
Capitulo VI
LA TEORIA FISICA Y EL EXPERIMENTO
I. EL CONTROL EXPERI.MENTAL DE UNA TEORiA NO TlENE
EN FislCA LA MISMA SIMPLICIDAD LOGTCA QUE EN FISLOLOGiA
La teoria fisica no tiene mas objetivo que proporcionar una
representacion y una clasificacion delas leyes experimentales; la
(mica prueba que permite juzgar una teoria fisica, declararla bue-
na 0mala, es lacomparacion entre las consecuencias deesta teo-
ria y las leyes experimentales que ha de representar y agrupar.
Tras haber analiza do detalladamente las caracteristicas de un
experimento de fisica y de una ley fisica, podemos fijar los prin-
cipios que deben regir la comparacion entre el experimento y la
teoria; podemos decir como se reconocera si una teoria resulta
confirmada 0refutada por los hechos.
Muchos filosofos, cuando hablan de ciencias experimentales,
estan pensando solamente enlas ciencias quetienen un origen pro-
ximo al suyo, como lafisiologia 0algunas ramas delaquimica, enlas
que el investigador reflexiona directamente sobre los hechos, en
las que el metoda utilizado no es mas que el sentido comun agudi-
zado yenlas quelateoria matematica nohaintroducido aun sus re-
presentaciones simbolicas. En esas ciencias, lacomparacion entre
las deducciones deuna teoria yloshechos experimentales esta so-
metida aunas reglas muy simples, que Claude Bernard formulo de
una manera muy solida ycondenso enel siguiente principio unico:
258 La estructura de la teoria fisica
El experimentador debe dudar, huir delas ideas fijas yman-
tener siempre su libertad de espiritu. La primera condici6n que
debe cumplir un estudioso que se dedique ala investigaci6n de
los fen6menos naturales es conservar una totallibertad de espi-
ritu basada en la duda filosoflca.!
Si la teoria sugiere los experimentos que hay que realizar,
mucho mejor: podemos seguir nuestro sentimiento y nuestra
idea, dar rienda suelta anuestra imaginaci6n, con tal deque todas
nuestras ideas no sean mas que pretextos para realizar nuevos
experimentos que puedan proporcionarnos hechos probatorios,
inesperados yfecundos-f Si, una vez hecho el experimento ycons-
tatados claramente los resultados, la teoria se apodera de ellos
para generalizarlos, coordinarlos y obtener nuevos temas expe-
rimentales, mucho mejor aun: Si seesta bien imbuido delos prin-
cipios del metoda experimental, no hay nada que temer ya que,
mientras la idea sea correcta, se sigue desarrollando; cuando es
err6nea, ahi esta el experimento para rectiflcarla-.> Pero mientras
dure el experimento, lateoria debe esperar alapuerta, rigurosa-
mente cerrada, dellaboratorio; ha deguardar silencio ydejar que
el estudioso se enfrente alos hechos sin molestarle. Los hechos
han de ser observados sin ideas preconcebidas, yhan de ser reco-
gidos con la misma minuciosa imparcialidad, tanto si confir-
man las previsiones dela teoria, como si las contradicen. El rela-
toque el observador haga del experimento ha de ser un calco fiel
y escrupulosamente exacto de los fen6menos: no ha de permitir
que adivinemos en que sistema deposita su confianza el estu-
dioso y de cual desconfia.
Los hombres que tienen una feexcesiva en sus teorias 0en
sus ideas no solamente estan mal dispuestos para hacer descu-
1. Claude BERNARD, Introduction a la medecine experimentale; Paris 1865,
p.65.
2. Claude BERNARD, op. eit., p. 64.
5. Claude BERNARD, op. eit., p. 70.
La teoriajisica y la experiencia 259
brimientos, sino que ademas hacen malas observaciones. Nece-
sariamente observan con una idea preconcebida y, cuando han
realizado un experimento, quieren ver en sus resultados la con-
firmaci6n de su teoria. De modo que desfiguran la observaci6n
y olvidan amenudo hechos muy importantes, porque no contri-
buyen asus objetivos. Por eso hemos dicho otras veces que no hay
que hacer nunca experimentos para confirmar las ideas propias,
sino simplemente para controlarlas ... Pero sucede 16gicamente
que los que creen demasiado en sus teorias no creen suficiente-
mente en las delos demas. En ese caso laidea dominante de esas
personas que desprecian 10ajeno consiste en buscar el fallo en las
teorias de los otros eintentar contradecirlas. El problema para
la ciencia sigue siendo el mismo. Esos investigadores s610reali-
zan experimentos para destruir una teoria, en vez de hacerlos
para buscar laverdad. Y tambien hacen malas observaciones, por-
que delos resultados de sus experimentos s610toman 10que con-
viene asus objetivos, pasan por alto todo cuanto no serelaciona
con ellos y dejan de lado con toda intenci6n 10que podria favo-
recer la idea que pretenden combatir. Llegamos, pues, por dos
vias opuestas, al mismo resultado, es decir, afalsear la ciencia y
los hechos.
Laconclusi6n detodo esto es que, ante losresultados del expe-
rimento, hay que olvidar tanto laopini6n propia como laajena; ...
hay que aceptar los resultados del experimento tal como se pre-
sentan, con sus imprevistos y sus accidentes.s"
Veamos, por ejemplo, 10que ocurre con un fisiologo, que admi-
teque las raices anteriores delamedula espinal contienen los cor-
dones nerviosos motores yque las rafces posteriores contienen los
cordones sensitivos. La teoria que acepta lelIeva aimaginar un
experimento: si corta una raiz anterior, suprimira lamovilidad de
esa parte del cuerpo sin suprimir la sensibilidad. Cuando, tras
haber seccionado esta raiz, observa las consecuencias de la ope-
4. Claude BERNARD, op. cit., p. 67.
v
240
La estructura de la teoriajisica
raci6n y toma conciencia de elIas, ha de olvidarse de todas sus
ideas referentes ala fisiologia delamedula: surelata ha deser una
descripci6n simple de los hechos. No le esta permitido omitir ni
un solo movimiento, ni un solo estremecimiento contrario asus
previsiones, no leesta permitido atribuirlo aninguna causa secun-
daria, amenos que un experimento especial haya puesto en evi-
dencia esta causa. Si no quiere ser acusado de mala fecientifica,
ha deestablecer una separaci6n absoluta, un tabique estanco, entre
las consecuencias de sus deducciones teoricas y la constataci6n
de los hechos que lerevelan sus experimentos.
Esa regla no es nada facil de seguir; exige del estudioso una
separaci6n absoluta de sus propio sentimiento, una total falta de
animosidad frente ala opinion ajena. Ni lavanidad ni la envidia
deben alcanzarle. Como dice Bacon, nunca ha de tener el ojo
humedecido por las pasiones humanas, La libertad de espiritu
que constituye, segun Claude Bernard, el principio unico del meto-
do experimental no depende tan s610de las condiciones intelec-
tuales, sino tambien de las condiciones morales que hacen su
practica aun mas rara y mas meritoria.
Pero si el metoda experimental, tal como acaba de ser des-
crito, es dificil depracticar, su analisis logico es muy sencillo. No
ocurre 10mismo cuando la teoria que setrata de someter al con-
trol de los hechos no es una teoria de fisiologia, sino una teoria
de fisica. En efecto, en este caso ya no se puede dejar ala puer-
ta del laboratorio la teoria que se quiere probar, ya que, sin ella,
es imposible regular un solo instrumento 0 interpretar una sola
lectura. El fisico que experimenta, ya 10hemos visto, tiene cons-
tantemente presentes en su mente dos aparatos: uno es el apara-
to concreto, de cristal 0de metal, que manipula; el otro es el apa-
rato esquematioo y abstracto que la teoria sustituye por el aparato
concreto y sobre el que reflexiona el fisico. Estas dos ideas estan
indisolublemente unidas en su mente: cada una de ellas exige
necesariamente ala otra. El fisico no puede concebir el aparato
concreto sin asociarle lanoci6n del aparato esquematico del mis-
La teoria fisica y Laexperiencia 241
mo modo que un frances no puede concebir una idea sin asociarle
lapalabra francesa que laexpresa. Esta imposibilidad radical, que
impide disociar las teorias delafisica delos procedimientos expe-
rimentales adecuados para controlar esas mismas teorias, com-
plica singularmente ese control y nos obliga aexaminar detalla-
damente su sentido 16gico.
A decir verdad, el fisico no es el unico que recurre alas teo-
rias en el momenta mismo en que las experimenta.:o que relata el
resultado de sus experimentos. Cuando el quimico 0 el fisiologo
utilizan instrumentos de fisica -el term6metro, el man6metro, el
sacarimetro-, admiten implicitamente la exactitud de las teorias
que justifican el uso deesos aparatos, teorias que dan sentido alas
nociones abstractas de temperatura, presion, cantidad de calor,
intensidad de corriente, luz polarizada, mediante las que se tra-
ducen las indicaciones concretas de estos instrumentos. Pero las
teorias que utilizan, asi como los instrumentos que emplean, per-
tenecen al ambito delafisica. Cuando el quimico 0el fisiologo acep-
tan, junto con los instrumentos, las teorias sin las que sus indica-
ciones carecerian desentido, es al fisico al que estan otorgando su
confianza, y es al fisico al que suponen infalible. El fisico, por el
contrario, esta obligado aconfiar en sus propias ideas teoricas 0
en las de sus colegas. Desde el punto devista 16gico, la diferencia
espoco importante; tanto para el fisiologo como para el quimico 0
el fisico el enunciado del resultado deun experimento implica, por
10general, un acto defeen todo un conjunto de teorias.
II. UN EXPERIMENTO DE FISICA NUNCA PUEDE CONDENAR UNA
HIP0TESIS AISLADA, SINO TODO UN CONJ UNTO TE0RlCO
El fisico que realiza un experimento 0 da cuenta de el reco-
noce implicitamente la exactitud de todo un conjunto de teorias.
242 La estructura de la teoriajisica
Admitamos ese principio yveamos que consecuencias sepueden
derivar cuando sepretende apreciar el papel yel alcance logico de
un experimento de fisica.
Para evitar cualquier confusion, distinguiremos dos clases de
experimentos: los experimentos de aplicaci6n, de los que habla-
remos brevemente en primer lugar, y los experimentos de prue-
ba, que son los que ocuparan sobre todo nuestra atencion.
Nos encontramos ante un problema de fisica que queremos
resolver practicarnente. Para producir determinado efecto, que-
remos utilizar los conocimientos adquiridos por los fisicos. POI'
ejemplo, queremos encender una lampara deincandescencia. Las
teorias admitidas nos indican el medio de resolver el problema;
pero para utilizar ese medio, debemos procurarnos ciertas infor-
maciones: debemos determinal' y medir la fuerza electromotriz
delabateria deacumuladores deque disponemos. Este esun expe-
rimento de aplicaci6n, y su objetivo no es reconocer si las teo-
rias admitidas son 0no son exactas, sino que se prop one sim-
plemente sacar provecho de estas teorias. Para llevarlo a cabo,
utilizamos instrumentos que legitiman esas mismas teorias: no
hay nada en ello que vaya en contra de la logica.
Pero los experimentos de aplicacion no son los unicos que ha
de realizar el fisico. Solamente a traves de ellos la ciencia puede
ayudar a la practica, pero no es gracias a ellos que la ciencia se
crea y se desarrolla. J unto a estos experimentos de aplicacion,
existen los experimentos de prueba.
Un fisico discute una determinada ley, pone en dudaun pun-
to dela teoria, lcomo justificara sus dudas? lComo demostrara la
inexactitud delaley? Delaproposicion discutida deducira lapre-
vision de un hecho experimental y dispondra las condiciones en
las que este hecho ha de producirse. Si el hecho anunciado no
seproduce, laproposicion que 10habia predicho sera irremedia-
blemente condenada.
F.-E. Neumann supuso que, en un rayo de luz polarizada, la
vibracion era paralela al plano de polarizacion. Muchos fisicos
La teoriajisica y la experiencia 243
pusieron en duda esta proposicion. lComo selas compuso O. Wie-
ner para transformar esa duda en certeza y condenar asi lapro-
posicion deNeumann? Dedujo deesta proposicion laconsecuencia
siguiente: si hacemos que un haz luminoso, que serefleja con un
Angulo de45 sobre una lamina decristal, interfiera en el haz inci-
dente, polarizado perpendicularmente al plano deincidencia, deben
producirse franjas, alternativamente claras y oscuras, paralelas
alasuperficie reflectora. Dispuso las condiciones en que esas fran-
jas debian producirse y demostro que el fenomeno previsto no se
manifestaba; de ello concluyo que la proposicion de F.-E. Neu-
mann era falsa: que en un rayo polarizado, la vibracion no era
paralela al plano de polarizacion.
Ese metoda de demostracion parece tan convincente eirre-
futable como la reduccion al absurdo tan utilizada por los geo-
metras. POI'otra parte, esta demostracion es un calco delareduc-
cion al absurdo, teniendo en cuenta que la contradiccion
experimental desempefia en la una el mismo papel que la con-
tradiccion logica desempefia en la otra.
En realidad, falta mucho para que el valor demostrativo del
metoda experimental sea tan riguroso y tan absoluto. Las condi-
ciones en las que funciona son mucho mas complicadas de10que
seha supuesto en 10que acabamos dedecir. Laapreciacion delos
resultados esmucho mas delicada ydebe ponerse entela dejuicio.
Un fisico se propone demostrar la inexactitud de una pro-
posicion. Para deducir deesta proposicion laprevision deun feno-
meno, para realizar el experimento que ha de demostrar si ese
fenomeno seproduce 0no, para interpretar los resultados deeste
experimento y constatar que el fenorneno previsto no seha pro-
ducido, no selimita autilizar laproposicion sujeta adudas, sino
que utiliza ademas todo un conjunto de teorias, admitidas por el
sin ninguna discusion. La prevision del fenorneno cuya no pro-
duccion ha de zanjar el debate no deriva de laproposicion cues-
tionada considerada aisladamente, sino delaproposicion cuestio-
nada unida atodo este conjunto deteorias. Si el fenomeno previsto
244 La estructura de La teoriajisica
no seproduce, no es laproposici6n cuestionada la(mica que falla,
sino todos los fundamentos te6ricos que utiliza el fisico. Lo unl-
co que nos ensefia el experimento es que, entre todas las propo-
siciones que han servido para prever este fen6meno y para cons-
tatar que no se producia, hay al menos un error; pero 10que no
nos dice es d6nde esta ese error. GElfisico declara que este error
precisamente esta contenido en laproposici6n que queria refutal'
y no en otra parte? Esto significa que admite implicitamente la
exactitud de todas las otras proposiciones que ha utilizado. Tan-
tovalor tiene esta confianza como su conclusi6n.
Veamos, pOI' ejemplo, el experimento imaginado pOI' Zen-
ker y realizado pOI'O. Wiener. Para prever la formaci6n de Iran-
jas en determinadas circunstancias y demostrar que esas franjas
no se producian, O. Wiener no recurri6 solamente ala celebre
proposici6n de F.-E. Neumann, alaproposici6n que queria refu-
tal'. No admiti6 solamente que, en un rayo polarizado, las vibra-
ciones eran paralelas al plano de polarizaci6n, sino que utiliz6
ademas proposiciones, leyes ehip6tesis que constituyen la 6ptica
comunmente aceptada. Admiti6 que laluz consistia en vibracio-
nes peri6dicas simples, que esas vibraciones eran perpendicu-
lares al rayo luminoso, que en cada punto la energia media del
movimiento vibratorio media la intensidad luminosa y que la
impresi6n mas 0menos completa deuna pelicula fotografica mar-
caba los distintos grados deesa intensidad. Y uniendo aladeNeu-
mann estas distintas proposiciones, y much as otras que seria
demasiado largo enumerar, pudo formula I'una previsi6n yreco-
nocer que el experimento desmentia esta previsi6n. Si, segun Wie-
ner, el desmentido s610afecta alaproposici6n deNeumann, si es
la unica que ha de soportar la responsabilidad del error que ese
desmentido pone en evidencia, es que Wiener considera indiscu-
tibles las otras proposiciones a las que recurre. Pero esa con-
fianza no se impone pOI'necesidad 16gica; nada impide conside-
rar exacta la proposici6n de Neumann y descargar todo el peso
de la contradicci6n experimental en cualquier otra proposici6n
La teoria fisica y Laexperiencia 245
dela6ptica comunmente aceptada. Podemos perfectamente, como
10ha demostrado Poincare, no someter lahip6tesis de Neumann
alas medidas experimentales deO. Wiener, acondici6n de some-
ter a cambio ala experiencia la hip6tesis que considera la ener-
gia media del movimiento vibratorio la medida de la intensidad
luminosa. Podemos, sin ser desmentidos por laexperiencia, dejar
lavibraci6n paralela al plano delapolarizaci6n, con tal de que se
mida la intensidad luminosa por la energia potencial media del
medio que deforma el movimiento vibratorio.
Esos principios son tan importantes que tal vez vale la pena
ilustrarlos con un segundo ejemplo: elegimos un experimento
considerado uno de los mas decisivos de la 6ptica.
Sabemos que Newton concibi6 una teoria de los fen6menos
6pticos: la teoria de la emisi6n. La teoria de la emisi6n supone
que laluz esta formada pOI'proyectiles excesivamente tenues, lan-
zados con extraordinaria velocidad pOI'el sol y las otras fuentes
luminosas, que penetran en todos los cuerpos transparentes. Esos
proyectiles sufren, pOI'parte de los distintos componentes de los
medios en los que se mueven, acciones de atracci6n 0 de repul-
si6n. Esas acciones, muy potentes cuando la distancia que sepa-
ra las particulas activas es muy pequefia, se desvanecen cuando
las mas as entre las que se ejercen se separan considerablemen-
te. Estas hip6tesis fundamentales, unidas amuchas otras que no
mencionamos, conducen aformular una teoria completa de la
reflexi6n y de la refracci6n de la luz; concretamente, de ellas se
deriva esta consecuencia: el indice de refracci6n de la luz que
pasa deun medio aotro es igual alavelocidad del proyectil lumi-
noso en el seno del medio en el que penetra, dividida por Iavelo-
cidad del mismo proyectil en el seno del medio que abandona.
Esta es laconsecuencia que eligi6 Arago para poner lateoria
dela emisi6n en contradicci6n con los hechos. En efecto, de esta
proposici6n deriva esta otra: la luz avanza amayor velocidad en
el agua que en el aire. Ahora bien, Arago habia indicado un pro-
cedimiento para comparar lavelocidad de laluz en el aire con la
246 La estructura de La teoriajisica
velocidad delaluz en el agua. Ciertamente, el procedimiento era
inaplicable, pero Foucault modific6 el experimento de tal modo
que pudo ser realizado, y 10realiz6. Hall6 que la luz sepropaga-
ba amenos velocidad en el agua que en el aire; de ello sepuede
concluir, con Foucault, que el sistema de la emisi6n es incom-
patible con los hechos.
Hablo del sistema delaemisi6n yno dela hip6tesis delaemi-
si6n. En efecto, 10que el experimento declara err6neo es todo el
conjunto de las proposiciones admitidas por Newton y, mas tar-
de, por Laplace yBiot; es toda lateoria delaque sededuce larela-
ci6n entre el indice de refracci6n y la velocidad de la luz en los
distintos medios. Pero al condenar en bloque ese sistema, al decla-
rar que es err6neo, el experimento no nos dice d6nde sehalla el
error: lacaso en la hip6tesis fundamental de que la luz consiste
en proyectiles lanzados a gran velocidad por los cuerpos lumi-
nosos? lEn alguna otra suposici6n que se refiere alas acciones
que los corpusculos luminosos sufren por parte delos medios en
los que semueven? Nosabemos nada. Seria temerario creer, como
parece haber creido Arago, que el experimento de Foucault con-
dena sin remisi6n la hip6tesis misma de la emisi6n, la asimila-
cion de un rayo de luz a una rafaga de proyectiles. Si los fisicos
hubieran concedido algun valor aeste trabajo, sin duda habrian
llegado abasar en esta suposici6n un sistema 6ptico que concor-
dara con el experimento de Foucault.
En resumen, el fisico nunca puede someter al control de la
experiencia una hip6tesis aislada, sino todo un conjunto dehip6-
tesis. Cuando laexperiencia no concuerda con sus previsiones, le
indica que al menos una delas hip6tesis que constituyen este con-
junto es inaceptable yha de ser modificada; pero no leindica cual
es la que debe ser cambiada.
Estamos, pues, muy lejos del metoda experimental tal como
10conciben las personas que desconocen su funcionamiento. Nor-
mal mente secree que cada una delas hip6tesis que utiliza laflsi-
capuede ser tomada aisladamente, sometida al control delaexpe-
La teoria fisica y Laexperiencia 247
riencia y luego, cuando distintas y multiples pruebas han cons-
tatado su validez, situada definitivamente en el sistema de laflsi-
ca. En realidad no es asi. Lafisica no es una maquina que sepue-
da desmontar; no se puede pro bar cada pieza aisladamente y
esperar, para ajustarla, aque su solidez haya sido minuciosamente
controlada. Laciencia fisica esun sistema que hay que tomar ente-
ro; es un organismo del que no sepuede hacer funcionar una par-
tesin que las partes mas alejadas entren tambien en juego, unas
mas y otras menos, pero todas en cierto grado. Si en este funcio-
namiento surge algun problema, alguna dificultad, el fisico debe-
ra adivinar, atraves del efecto producido sobre todo el sistema,
cual es el 6rgano que necesita ser corregido 0modificado, sin que
le sea posible aislar ese 6rgano y examinarlo aparte. El relojero
al que se le entrega un rel oj que no funciona separa todos los
mecanismos y los examina uno por uno hasta encontrar el que
esta desajustado 0roto. El medico al que selepresenta un enfer-
mo no puede diseccionarlo para establecer su diagn6stico, sino
que ha de adivinar ellugar y la causa del mal examinando las
alteraciones que afectan atodo el cuerpo. Es aeste y no aaquel a
quien separece el fisico encargado dereajustar una teoria defec-
tuosa.
III. EL EXPERIMENTUM CRUCIS ES IMPOSIBLE EN FisICA
Insistamos una vez mas, porque estamos tocando uno delos
puntos esenciales del metodo experimental tal como seutiliza en
fisica.
La reducci6n al absurdo, que parece ser tan s610un metoda
derefutaci6n, puede convertirse en un metoda de demostraci6n.
Para demostrar que una proposici6n es verdadera, basta llevar
hasta una consecuencia absurda al que admita laproposici6n con-
248 La estructura de Lateoriafisica
tradictoria de aquella. Sabemos cuanto partido sacaron los geo-
metras griegos de este procedimiento de demostracion.
Los que asimilan la contradiccion experimental ala reduc-
cion al absurdo creen que, en fisica, se puede utilizar un argu-
mento semejante al que utilizo con tanta frecuencia Euclides en
geometria. lQueremos obtener una explicacion teorica, cierta e
incontestable de un grupo defenornenos? Enumeremos todas las
hipotesis que se pueden hacer para dar cuenta de ese grupo de
fenornenos y despues, por medio dela contradiccion experimen-
tal, eliminemoslas todas excepto una: esta dejara deser una hipo-
tesis para convertirse en una certeza.
Supongamos, concretamente, que tenemos tan solo dos hipo-
tesis. Establezcamos unas condiciones experimentales tales que
una de las hipotesis anuncie la produccion de un fenorneno y la
otra laproduccion deun fenorneno completamente diferente. Esta-
blezcamos estas condiciones y observemos 10que ocurre. Segun
observemos el primero 0 el segundo de los fenornenos previs-
tos, condenaremos la segunda hipotesis 0la primera; la que no
sea condenada sera ya indiscutible: el debate quedara zanjado y
la ciencia habra adquirido una verdad nueva. Esta es la prueba
experimental que el autor del Novum Organum denomino fait de
la croix, tomando esta expresion de las cruces que, en los confi-
nes de las carreteras, indican los distintos caminos-.
Tenemos dos hipotesis acerca delanaturaleza delaluz: para
Newton, Laplace y Biot, la luz consiste en proyectiles lanzados a
una extraordinaria velocidad; para Huygens, Young y Fresnel, la
luz consiste en vibraciones cuyas ondas se propagan en el eter,
Estas dos hipotesis son las unicas que se consideran posibles: 0
el movimiento se 10 lleva el cuerpo al que anima y al que per-
manece vinculado, 0 pasadeun cuerpo aotro. Si seguimos lapri-
mera hipotesis, nos anuncia que laluz semueve amayor veloci-
dad en el agua que en al aire; si seguimos lasegunda, nos anuncia
que la luz se mueve amayor velocidad en el aire que en el agua.
Montemos el aparato de Foucault, pongamos en rnovimiento el
La teoria fisica y Laexperiencia 249
espejo giratorio y apareceran ante nuestros ojos dos manchas
luminosas, una incolora y la otra verdosa. lLa mancha verdosa
esta alaizquierda de la banda incolora? Esto significa que la luz
va amayor velocidad en el agua que en el aire, y la hipotesis de
las ondulaciones es falsa. Por el contrario, lla mancha verdosa
esta ala derecha de labanda incolora? Quiere decir que laluz va
amayor velocidad en el aire que en el agua, y la hipotesis de las
ondulaciones es falsa. Situamos el ojo detras de la lupa que sir-
vepara examinar las dos manchas luminosas y constatamos que
la mancha verdosa esta a la derecha de la mancha incolora. EI
debate esta resuelto: la luz no es un cuerpo, sino un movimien-
to vibratorio propagado por el eter, La hipotesis de la ernision
ha muerto y la hipotesis de las ondulaciones no puede ser cues-
tionada: el experimento crucialla ha convertido en un nuevo man-
damiento del Credo cientifico.
Lo que hemos dicho en el parrafo anterior demuestra hasta
que punto nos equivocariamos si atribuyeramos al experimento
deFoucault un significado tan simple yuna importancia tan deci-
siva. EI experimento deFoucault no decide entre dos hipotesis, la
hipotesis de la emision y la hipotesis de las ondulaciones, sino
entre dos conjuntos teoricos que deben ser considerados en blo-
que, entre dos sistemas completos: la optica de Newton y la opti-
ca de Huygens.
Pero admitamos por un instante que en cada uno deestos sis-
temas todo sea obIigado, todo seanecesario con una necesidad logi-
ca, excepto una hipotesis. Admitamos, por consiguiente, que los
hechos, al condenar uno de los dos sistemas, condenan sin lugar
adudas launica suposicion dudosa que contiene. lSe sigue deello
que consideremos el experimentum crucis un procedimiento irre-
futable para transformar enverdad demostrada una delas dos hipo-
tesis que tenemos, del mismo modo que la reduccion al absurdo
de una proposicion geometrica otorga la certeza alaproposicion
contradictoria? Entre dos teoremas de geometria que son contra-
dictorios entre si, no cabe un tercer juicio: si uno es falso, el otro
250 La estructura de La teoria fisica
ha deser necesariamente verdadero. lConstituyen alguna vez dos
hip6tesis defisicaun dilema tanriguroso? lNos atreveriamos aafir-
mar que no esimaginable ninguna otra hip6tesis? Laluz puede ser
una rafaga de proyectiles 0 puede ser un movimiento vibratorio
cuyas ondas propaga un medio elastico, lIe esta prohibido ser cual-
quier otra cosa? Arago asi 10creia sin duda, cuando formulaba esta
rotunda alternativa: lLa luz semueve amayor velocidad en el agua
que en el aire? Laluz es un cuerpo. lSucede 10contrario? Laluz
es una ondulacion. Nos resultaria dificil expresarnos deuna for-
ma tan rotunda. En efecto, Maxwell nos demostr6 que sepodia per-
fectamente atribuir la luz auna perturbaci6n electrica peri6dica
que sepropagaria en el seno de un medio dielectrico,
La contradicci6n experimental no tiene, como la reducci6n
al absurdo utilizada por los geometras, la capacidad de transfor-
mar una hipotesis fisica en una verdad incontestable. Para hacer-
10, seria necesario proceder a una enumeraci6n completa de las
distintas hip6tesis a las que puede dar lugar un grupo determi-
nado de fen6menos. Ahora bien, el flsico nunca esta seguro de
haber agotado todas las suposiciones imaginables; laverdad deuna
teoria fisica nunca se decide acara 0 cruz.
IV. CRiTICA DEL METODO NEWTONIANO.
PRIMER E.lEMPLO: LA MECANICA CELESTE
Es ilusorio pretender construir, por medio de la contradic-
cion experimental, una argumentaci6n imitada de la reducci6n
al absurdo. Pero la geometria dispone de otros medios para obte-
ner la certeza que no son el procedimiento per absurdum. La
demostraci6n directa, que consiste en que laverdad de una pro-
posicion se establece por si misma, y no por la refutaci6n de la
proposici6n contradictoria, Ieparece el razonamiento mas per-
La teorta fisica y Laexperiencia 251
fecto. Tal vez la teoria fisica tendria mas exito en sus intentos si
sededicara aimitar la demostraci6n directa. Entonces, las hipo-
tesis apartir de las cuales la teoria fisica desarrolla sus conclu-
siones deberian ser probadas una por una, y cada una de ellas
s610podria ser aceptada si ofreciera toda la certeza que el meto-
do experimental puede conceder a una proposici6n abstracta y
general; es decir, que necesariamente seria 0bien una ley proce-
dente de la observaci6n por medio de esas dos unicas operacio-
nes intelectuales que se denominan inducci6n y generalizaci6n,
obien un corolario matematicamente deducido de esas leyes. En
una teoria basada en semejantes hip6tesis yano habria nada arbi-
trario ni dudoso; seria digna detoda laconfianza que merecen las
facultades que nos sirven para formular las leyes naturales.
Esta es la teoria fisica que defendia Newton cuando, en el
Scholium generate que corona ellibro de los Principia, desterra-
badecididamente delafilosofianatural toda hipotesis quelaindue-
ci6n no hubiera extraido delaexperiencia, cuando afirrnaba que
en labuena fisica toda proposici6n ha de ser obtenida delos feno-
menos y generalizada por inducci6n.
EI metodo ideal que acabamos de describir merece con toda
justicia ser llama do metodo newtoniano. Por otra parte, lacaso
Newton no sigui6 este metodo cuando estableci6 el sistema de
la gravitaci6n universal, afiadiendo asi a sus preceptos el mas
grandioso de los ejemplos? lAcaso su teoria de la gravitaci6n no
se extrae enteramente de las leyes que la observaci6n revelo a
Kepler, leyes que el razonamiento problematico transforma y cuyas
consecuencias generaliza la inducci6n?
En efecto, la primera ley de Kepler, El radio vector que va
del Sol aun planeta barre un area proporcional al tiempo durante
el que seobserva el movimiento del planeta, leenseno aNewton
que cada planeta esta sometido constantemente auna fuerza diri-
gida hacia el Sol.
La segunda ley de Kepler, La6rbita de cada planeta es una
elipse, delaque el Sol es uno de sus focos, leenseno que lafuer-
252
La estructura de La teoria fisica
za que atrae aun planeta determinado varia segun la distancia de
este planeta al Sol y que esta en raz6n inversa al cuadrado de esta
distancia.
La tercera ley de Kepler, Los cuadrados de los tiempos de
revoluci6n delos diversos planetas son proporcionales alos cubos
de los grandes ejes de sus orbitas-, Ieenseii6 que diversos plane-
tas, puestos a una misma distancia del Sol, sufririan por parte
de este astro atracciones proporcionales asus respectivas masas.
Las leyes experimentales establecidas por Kepler y transfor-
madas por el razonamiento geometrico dan a conocer todas las
caracteristicas que presenta la acci6n ejercida por el Sol sobre un
planeta. Newton generaliza por inducci6n el resultado obtenido;
admite que ese resultado expresa la ley segun la cual cualquier
porci6n de la materia actua sobre cualquier otra porci6n, y for-
mula ese gran principio: Dos cuerpos cualesquiera se atraen
mutuamente por una fuerza que es proporcional al producto de
sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la dis-
tancia que los separa. Es el principio dela gravitaci6n universal;
y se ha obtenido sin hacer uso de ninguna hip6tesis ficticia, por
el metoda inductivo cuyo plan traz6 Newton.
Examinemos mas de cerca esta aplicaci6n del metodo new-
toniano. Veamos si un analisis 16gico mas severo Ie sigue otor-
gando la apariencia derigor y de simplicidad que Ieatribuye este
enunciado tan breve.
Para garantizar a la discusi6n la claridad necesaria, empe-
zaremos apelando a un principio que conocen bien todos cuan-
tos tratan con la rnecanica: no se puede hablar de la fuerza que
atrae aun cuerpo en unas circunstancias determinadas sin haber
designado el termino, supuestamente fijo, al que serefiere el movi-
miento de todos los cuerpos; cuando se cambia ese terrnino de
comparaci6n, la fuerza que representa el efecto producido sobre
el cuerpo observado por los otros cuerpos que Ierodean cambia
dedirecci6n y detamaiio segun unas reglas que lamecanica enun-
cia con precisi6n.
La teoria fisica y Laexperiencia 253
Una vez establecido esto, sigamos los razonamientos de
Newton.
Newton toma en principio al Sol como termino de compara-
ci6n inm6vil, considera los movimientos de los diversos planetas
en relaci6n con ese termino, admite que esos movimientos estan
regidos por las leyes de Kepler y deduce esta proposici6n: si el Sol
es el terrnino de comparaci6n al que se refieren todas las fuerzas,
cada planeta esta sometido auna fuerza dirigida hacia el Sol pro-
porcional a la masa del planeta, einversamente proporcional al
cuadrado de sus distancia respecto al Sol. En cuanto aeste astro,
puesto que se toma como termino de comparaci6n, no esta some-
tido aninguna fuerza.
Newton estudia de forma analoga el movimiento de los sate-
lites, y elige como termino de comparaci6n inm6vil para cada uno
el planeta al que el satelite acompaiia: la Tierra, si setrata de estu-
diar el movimiento de la Luna; J upiter, si se trata de estudiar las
masas perijovianas. Como reglas de esos movimientos se toman
leyes parecidas todas ellas alas leyes de Kepler, y el resultado es
la formulaci6n de esta nueva proposici6n: si se toma como ter-
mino decomparaci6n inm6vil el planeta al que acompaiia un sate-
lite, ese satelite esta sometido a una fuerza dirigida hacia el pla-
neta y en raz6n inversa al cuadrado de la distancia al planeta.
Si, como ocurre en el caso de J upiter, un mismo planeta posee
varios satelites, esos satelites, situados auna misma distancia del
planeta, experimentarian por parte de este fuerzas proporciona-
les asus respectivas masas. En cuanto al planeta, no es objeto de
ninguna acci6n por parte del satelite.
Estas son, expuestas con precisi6n, las proposiciones que las
leyes de Kepler relativas a los movimientos de los planetas, y la
extensi6n de esas leyes alos movimientos de los satelites, permi-
ten formular. Newton sustituye estas proposiciones por otra que
puede enunciarse asi: dos cuerpos celestes cualesquiera ejercen
uno sobre otro una fuerza de atracci6n, que sigue la direcci6n de
la recta que les une, proporcional al producto de su masa y en
254 La estructura de Lateoriajisica
raz6n inversa al cuadrado de la distancia que los separa. Este
enunciado incluye todos los movimientos y todas las fuerzas que
serefieren aun mismo termino de comparaci6n; ese termino es
un punto de referencia ideal que el ge6metra puede imaginal',
pero cuyaposici6n en el cielo ningun cuerpo marca deuna mane-
ra exacta y concreta.
Esteprincipio delagravitaci6n universal les una simple gene-
ralizaci6n de los dos enunciados que han proporcionado las le-
yes de Kepler y su extensi6n a los movimientos de los satelites?
lPuede obtenerlo lainducci6n apartir de estos dos enunciados?
Deningun modo. Este principio no s610es mas general que los
dos enunciados y diferente aellos, sino que ademas esta en con-
tradicci6n con ellos. Si el mecanico admite el principio delaatrac-
ci6n universal, puede calcular la magnitud y la direcci6n de las
fuerzas que atraen alos diversos planetas y al Sol cuando setoma
aesteultimo como termino decomparaci6n, y descubre que estas
fuerzas no son las que exigiria nuestro primer enunciado. Pue-
dedeterminar lamagnitud y ladirecci6n decada una delas fuer-
zas que atraen aJ upiter y a sus satelites cuando relaciona todos
los movimientos con el planeta, supuestamente inm6vil, y cons-
tata que estas fuerzas no son las que exigiria nuestro segundo
enunciado.
No cabe pensar, pues, que el principio de la gravitaci6n uni-
versal pueda obtenerse, por generalizaci6n e inducci6n, de las leyes
de observaci6n quejormul6 Kepler, ya que contradiceformalmen-
te esas leyes. Si la teoria de Newton es exacta, las leyes de Kepler
son necesariamentejalsas.
Noson, por tanto, las leyes obtenidas por Kepler delaobser-
vaci6n delosmovimientos celestes las queotorgan sucerteza expe-
rimental inmediata al principio delagravitaci6n universal, yaque
por el contrario, si seadmite laexactitud absoluta delas leyes de
Kepler, nos vemos obligados arechazar laproposici6n en laque
Newton basa la mecanica celeste. Lejos de valerse de las leyes
de Kepler, el fisico que pretende justificar la teoria dela gravita-
La teoria fisica y Laexperiencia 255
cion universal encuentra de entrada en estas leyes una objeci6n
que ha de resolver. Necesita probar que su teoria, incompatible
conlaexactitud deestas leyes, somete los movimientos delos pla-
netas y delos satelites aotras leyes tan poco diferentes delas pri-
meras que Tycho Brahe, Kepler y sus contemporaneos no hubie-
ran podido determinar las diferencias que distinguen las 6rbitas
keplerianas delas 6rbitas newtonianas; estaprueba seobtiene del
hecho de que lamasa del Sol es muy grande en relaci6n con las
masas delos distintos planetas, y deque lamasa deun planeta es
muy grande en relaci6n con las masas de sus satelites.
Asi pues, si la certeza de la teoria de Newton no deriva de la
certeza delas leyes deKepler, lc6mo podra esta teoria probar que
esvalida? Lohara calculando, con todalaaproximaci6n que com-
portan los metodos algebraicos cada vez mas perfeccionados, las
perturbaciones que separan, en cada instante, a cada uno de los
astros dela6rbita que leasignarian las leyes deKepler; despues,
comparara las perturbaciones calculadas con las perturbaciones
quehan sido observadas por medio delos instrumentos mas pre-
cisos y de los metodos mas minuciosos. Esa comparaci6n no
sebasara solamente en una u otra parte del principio newtonia-
no, sino que apelara a todas las partes alavez, y junto con este
principio, apelara tambien atodos los principios deladinamica,
Ademas, recurrira a todas las proposiciones de la 6ptica, de la
estatica de los gases y de la teoria del calor, que son necesarias
para justificar las propiedades delos telescopios, para construir-
los, para regularlos, para corregirlos y para eliminar los errores
causados pOI'la aberraci6n diurna 0anual y por la refracci6n
atrnosferica. No se trata de tomar, una pOI'una, las leyes justifi-
cadas por la observaci6n y elevarlas, mediante la inducci6n y la
generalizaci6n, al rango de principio; se trata de comparar los
corolarios detodo un conjunto dehip6tesis con todo un conjun-
to de hechos.
Si ahora buscamos las causas que hicieron fracasar el rneto-
donewtoniano en el caso para el que habia sido imaginado y que
,.
256 La estructura de la teoria fisica
parecia su aplicacion mas perfecta, las hallaremos en esta doble
caracteristica de toda ley formulada por lafisica te6rica: esta ley
es simbolica y aproximada.
Sin duda, las leyes de Kepler sebasan deforma muy directa
enlosobjetosmismos delaobservaci6n astron6mica: son10menos
simb6licas posible. Pero con esta forma puramente experimen-
tal, resultan poco aptas para sugerir el principio de la gravedad
universal. Para que sean mas fecundas, hace falta que sean trans-
formadas, que den aconocer las caracteristicas delas fuerzas por
las que el Sol atrae alos distintos planetas.
Ahora bien, esta nueva forma de las leyes de Kepler es una
forma simb6lica; s610la dinarnica da un senti do alas palabras
-fuerza. y masa, que sirven para enunciarla; s610la dinamica
permite sustituir las antiguas f6rmulas realistas por las nuevas
f6rmulas simb6licas, las leyes relativas alas 6rbitas por los enun-
ciados relativos alas fuerzas y alas masas. Lalegitimidad deesa
sustituci6n implica plena confianza en las leyes de la dinamica.
Y,para justificar esta confianza, no vamos apretender que
las leyes de la dinarnica estuvieran fuera de dudaen el momen-
to en que Newton las utilizaba para traducir simb6licamente las
leyes de Kepler, 0que hubieran recibido de la experiencia con-
firmaciones suficientes para provocar laadhesi6n delaraz6n. En
realidad, hasta entonces s610habian sido sometidas ademostra-
ciones muy concretas y simples, y sus propios enunciados eran
muy vagos y muy velados. Fue en los Principia donde fueron for-
muladas por primera vez deuna manera precisa, yfue en lacon-
cordancia delos hechos con lamecanica celeste, fruto delos tra-
bajos de Newton, donde hallaron sus primeras verificaciones
convincentes.
Asi pues, la conversi6n de las leyes de Kepler en leyes sim-
b6licas, utiles tan s610para lateoria, suponia laadhesi6n previa
del fisico atodo un conjunto dehip6tesis. Pero, ademas, como las
leyes deKepler no eran mas que leyes aproximadas, ladinamica
permitia dar de ellas una infinidad deversiones simb6licas dife-
La teoria fisica yla experiencia 257
rentes. Entre esas formas diferentes, cuyo numero esinfinito, hay
una, y s610una, que concuerda con el principio de Newton. Las
observaciones deTychoBrahe, tan felizmente convertidas en leyes
por Kepler, permiten al te6rico elegir esta forma, pero no leobli-
gan ahacerlo; lehabrian permitido igualmente elegir cualquier
otra delas infinitas formas posibles.
Demodo que el te6rico, para justificar su elecci6n, no puede
contentarse con apelar alas leyes deKepler. Si quiere probar que
el principio que ha adoptado es realmente un principio de clasi-
ficaci6n natural para los movimientos celestes, necesita demos-
trar que las perturbaciones observadas concuerdan con las que
habian sido calculadas previamente; necesita concluir, apartir
del movimiento de Urano, la existencia y la posici6n de un pla-
neta nuevo, y encontrar a Neptuno al otro lado de su telescopio,
en ladirecci6n asignada.
V. CRiTICA DEL METODO NEWTONIANO (CONTINUACI6N).
SEGUNDO EJ EMPLO: LA ELECTRODINAMICA
Nadie, despues de Newton, ha declarado con mas claridad
que Ampere que las teorias fisicas deben obtenerse de la expe-
riencia solamente atraves delainducci6n. Ninguna obra ha sido
moldeada tan exactamente sobre los Philosophia naturalis Prin-
cipia mathematica como la Theorie mathematique des phenome-
nes electrodynamiques uniquement deduite de l'experience.
Laepoca que los trabajos de Newton marcaron en lahisto-
ria delas ciencias no s610es laepoca delos mas importantes des-
cubrimientos que ha hecho el hombre sobre las causas de los
grandes fen6menos delanaturaleza, sino tambien laepoca en la
que el espiritu humano abri6 una nueva ruta en las ciencias que
tienen por objeto el estudio deestos fen6menos. Conestas lineas
258 La estructura de la teortafisica
comienza Ampere la exposici6n de su Theorie mathematique, y
prosigue en los siguientes terminos:
Newton no penso ni remotamente. que la ley de la gravita-
cion universal -pudiera ser inventada partiendo de consideracio-
nes abstractas mas 0menos plausibles, sino que estableci6 que
debia ser deducida de los hechos observados 0, mas bien, de esas
leyes empiricas que, como las de Kepler, no son mas que resulta-
dos generalizados de un gran numero de hechos.
Observar primero los hechos, variar sus circunstancias en la
medida de 10posible, acompaiiar ese primer trabajo de medidas
precisas para deducir leyes generales, basadas unicamente en la
experiencia, y deducir de esas leyes, independientemente de cual-
quier hip6tesis sobre lanaturaleza delas fuerzas que producen los
fen6menos, el valor rnatematico de esas fuerzas, es decir, la for-
mula que las representa: ese es el metoda que sigui6 Newton. Y
es el que ha sido adoptado, en general, en Francia por los estu-
diosos aquienes debe lafisica los inmensos progresos que ha hecho
en estos ultimos tiempos, y el que me ha servido de guia en todas
mis investigaciones sobre los fen6menos electrodinamicos. No he
recurrido mas que alaexperiencia para establecer las leyes deestos
fen6menos, y he deducido launica formula que puede representar
las fuerzas alas que sedeben; no he investigado en absoluto lacau-
sa que se puede atribuir a estas fuerzas, convencido de que cual-
quier investigaci6n deesta clase debe ir precedida del conocimiento
puramente experimental delas leyes, y dela determinacion, dedu-
cida unicamente de las leyes, del valor de la fuerza elemental
Nohace falta ser un critico muy agudo ni muy perspicaz para
darse cuenta de que la Theorie mathematique des phenomenes elec-
trodynamiques uniquement deduite de I'experience no sigue el meto-
do que Ampere le atribuye y no se ha deducido unicamente de la
experiencia. Los hechos de experiencia, tornados en su simpleza
original, no podrian servir para el razonamiento matematico. Para
que puedan ser utilizados por este razonamiento, han deser trans-
formados y traducidos asimbolos. Y Ampere efectua esta transfor-
La teoria fisica y Laexperiencia 259
maci6n. No se contenta con reducir los aparatos de metal por
los que circulan las corrientes asimples figuras geornetricas; esa
asimilaci6n se impone de forma demasiado natural para dar pie
a serias dudas. No se contenta tampoco con utilizar la noci6n de
juerza, tomada de la mecanica, y los divers os teoremas que cons-
tituyen esta ciencia: en la epoca en que escribe, esos teoremas
podian considerarse incuestionables. Sino que recurre, ademas,
a todo un conjunto de hipotesis completamente nuevas, com-
pletamente gratuitas, aveces incluso algo sorprendentes. La pri-
mera hip6tesis que conviene mencionar es la operaci6n intelec-
tual mediante la que descompone en elementos infinitamente
pequeiios la corriente electrica que, en realidad, no puede des-
componerse sin dejar de existir; despues, la suposici6n de que
todas las acciones electrodinamicas reales se resuelven en accio-
nes ficticias, atrayendo a los pares que forman de dos en dos los
elementos de la corriente; despues el postulado de que las accio-
nes mutuas de dos elementos se reducen ados fuerzas aplica-
das alos elementos, dirigidas siguiendo la recta que les une, igua-
les entre si y directamente opuestas; finalmente, el postulado de
que la distancia entre dos elementos forma parte dela formula de
su acci6n mutua en razon inversa a una determinada potencia.
Estas distintas suposiciones son tan poco evidentes, tan poco
obvias, que muchas fueron criticadas y rechazadas por los suce-
sores deAmpere. Otras hipotesis, aptas tambien para traducir sim-
b6licamente las experiencias fundamentales de la electrodina-
mica, fueron propuestas por otros fisicos. Pero nadie consigui6
hacer esta traducci6n sin formular un nuevo postulado, y seria
absurdo pretenderlo.
La necesidad que tiene el fisico de traducir simb6licamente
los hechos experimentales antes de introducirlos en sus razona-
mientos hace que leresulte impracticable lavia puramente indue-
tiva trazada por Ampere. Esta via le esta ademas prohibida por-
que ninguna delas leyes consideradas es exacta, sino simplemente
aproximada.
260 La estructura de La teoria fisica
La aproximaci6n de los experimentos de Ampere es de las
mas burdas. Delos hechos observados hace una traducci6n sim-
b6lica que Iesirve para el progreso de su teoria; pero icuanto mas
facil le hubiera sido aprovechar la incertidumbre de las observa-
ciones para traducirlas de una forma completamente diferente!
Veamos 10que dice Wilhem Weber:
Ampere ha querido indicar expresamente, en el titulo de
su Memoria, que su teoria matematica de los fen6menos electro-
dinamicos esta deducida unicamente a partir de Losexperimentos,
y, en efecto, encontramos en ella expuesto con todo detalle el meto-
do, tan simple como ingenioso, que Iepermiti6 alcanzar su obje-
tivo. Encontramos, con toda la extensi6n y precisi6n que cabe
esperar, la exposici6n de sus experimentos, las deducciones que
extrae para la teoria y la descripci6n de los instrumentos que uti-
liza. Pero en experimentos tan fundamentales como los que esta-
mos examinando aqui, no basta indicar el senti do general de un
experimento, describir los instrumentos que han servido para rea-
lizarlo y decir, de una manera general, que ha dado el resultado
que se esperaba. Es indispensable entrar en los detalles del pro-
pia experimento, decir cuantas veces ha sido repetido, c6mo se
han modificado las condiciones y cual ha sido el efecto de estas
modificaciones: en una palabra, hace falta entregar una especie
de relata verbal de todas las circunstancias, para que ellector pue-
da fundamentar un juicio sobre el grado de seguridad y de certe-
za del resultado. Ampere no da ningun detalle concreto sobre sus
experimentos, y la demostraci6n de la ley fundamental de la elec-
trodinamica esta todavia esperando este complemento indispen-
sable. EI hecho de la atracci6n mutua de dos hilos conductores
ha sido verificada muchisimas veces y esta fuera de toda duda;
pero estas verificaciones siempre se han hecho en unas condi-
ciones y con unos medios tales que no es posible ninguna medi-
ci6n cuantitativa, y esas mediciones distan mucho dehaber alcan-
zado el grado deprecisi6n necesario para que sepueda considerar
demostrada la ley de esos fen6menos.
La teorta fisicay Laexperiencia 261
Mas de una vez, Ampere saca de la ausencia de acci6n elec-
rrodfnarnica las mismas consecuencias que de una medici6n que
le hubiera dado un resultado igual a cero y, mediante este artifi-
cio, con una gran sagacidad y una habilidad aun mayor, consigue
reunir los datos necesarios para establecer y demostrar su teoria.
Pero estos experimentos negativos, con los que hay que contentar-
seafalta de mediciones positivas directas, estos experimentos en
que todas las resistencias pasivas, todos los rozamientos, todas
las causas de error tienden precisamente aproducir el efecto que
se desea observar no pueden tener el valor ni la fuerza demos-
trativa de esas mediciones positivas, sobre todo cuando no se han
obtenido con los procedimientos yen las condiciones de verda-
deras mediciones, cosa que, por otra parte, era imposible con
los instrumentos que utilizaba Ampere.?
Esos experimentos tan poco precisos hacen que el fisico deba
elegir entre una infinidad de traducciones simb6licas igualmen-
te posibles; no otorgan ninguna certeza a una elecci6n que no
imponen, y que se deja guiar solamente por la intuici6n, que adi-
vina la forma de la teoria que ha de establecer. Ese papel de la
intuici6n es especialmente importante en la obra de Ampere: bas-
ta mirar las obras de ese gran ge6metra para darse cuenta de que
su f6rmula fundamental de la electrodinamica es fruto de una
especie de adivinaci6n, y de que los experimentos mencionados
por el fueron imaginados despues, y combinados expresamente,
para que pudiera exponer segun el metoda newtoniano una teo-
ria que habia construido mediante una serie de postulados.
Ahora bien, Ampere era demasiado ingenuo para disimular
astutamente 10que su exposici6n enteramente deducida a partir
de Los experimentos tenia de artificial. Al final de su Theorie ma-
5. Wilhelm WEBER,Elektrodynamische Maassbestimmungen, Lcipzig
1846.Traducido en la Collection de memo ires relatifs a Laphysique, publica-
das por la Societe Irancaise de Physique, l. Ill, Memoires sur l'electrodyna-
mique.
262 La estructura de La teoriafisica
thematique des phenomenes electrodynamiques; escribe las siguien-
tes lineas: Creo que, al acabar esta Memoria, debo informar de
que aun no he tenido tiempo dehacer construir los instrumentos
representados en lafigura 4de lalamina primera y en lafigura
20de la segunda lamina. Los experimentos alos que estan des-
tinados todavia no han sido realizados. Ahora bien, el primer
aparato a que se refiere estaba destinado arealizar el ultimo de
los cuatro casos fundamentales de equilibrio, que son como las
column as del edificio construido por Ampere. Con ese aparato
habia de hacerse el experimento que serviria para determinar
la potencia de la distancia segun la cual proceden las acciones
electrodinamicas, Demodo quelateoriaelectrodinamica deAmpe-
re no fue ni mucho menos enteramente deducida a partir de los
experimentos, sino queel experimento tuvo una participaci6n muy
reducida en su creaci6n: fuesimplemente laocasi6n quedespert6
laintuici6n del genial fisico, y esa intuicion hizo el resto.
Gracias a las investigaciones de Wilhelm Weber, la teoria
intuitiva de Ampere fue sometida por primera vez auna compa-
raci6n minuciosa con los hechos, aunque esa cornparacion no se
hizo siguiendo el metodo newtoniano. De la teoria de Ampere
tomada en su conjunto, Weber dedujo ciertos efectos susceptibles
de ser calculados; los teoremas de la estatica y de la dinamica,
incluso algunas proposiciones de la optica lepermitieron ima-
ginar un aparato, el electrodinamometro, mediante el cual esos
mismos efectos pueden ser sometidos amediciones precisas, de
modo que la coincidencia de las previsiones del calculo con los
resultados de las mediciones no confirma una proposicion ais-
lada de la teoria de Ampere, sino todo el conjunto de hipotesis
electrodinamicas, mecanicas y opticas alas que hay que apelar
para interpretar todos los experimentos deWeber.
Asi pues, donde Newton habia fracasado, Ampere tropieza
tarnbien, y de una forma aun mas dura. Es que hay dos escollos
inevitables que impiden al fisico utilizar lavia puramente indue-
tiva. En primer lugar, no hay ninguna ley experimental que pue-
La teoria fisica y Laexperiencia 263
da ser utilizada por el te6rico si antes no ha sido objeto de una
interpretacion que laconvierta en una ley simbolica, y esta inter-
pretaci6n implica la adhesi6n atodo un conjunto de teorias. En
segundo lugar, ninguna ley experimental es exacta, sino sola-
mente aproximada, de modo que es susceptible de una infini-
dad de traducciones simb6licas distintas. Y entre todas estas tra-
ducciones, el fisico ha de elegir la que proporcionara ala teoria
una hipotesis fecunda, sin que sea la experiencia la que guie su
elecci6n.
Esta critica del metodo newtoniano nos lleva alas mismas
conclusiones alas que nos habia llevado la critica de la contra-
dicci6n experimental y del experimentum crucis. Valelapena que
formulemos esas conclusiones con claridad. Son las siguientes:
lntentar separar cada una de las hip6tesis de lafisica te6rica
de las otras suposiciones en las que se basa esta ciencia, ajin de
someterla aisladamente al control de la observaci6n, es perseguir
una quimera, ya que la realizaci6n y la interpretaci6n de cualquier
experimento dejisica implican adhesion a todo un conjunto de pro-
posiciones te6ricas.
El unico control experimental de Lateoriafisica que no es ilo-
gico es el que consiste en comparar tctio EL SISTEMA DE LA TEORiA
rrsrc, CON TODO EL CONJ UNTO DE LAS LEYES EXPERIMENTALES, yen juz-
gar si este esta representado por aquel de una manera satisfactoria:
VI. CONSECUENCIAS RELATIVAS A LA ENSENANZA DE LA FislCA
Contrariamente a10que nos hemos esforzado por establecer,
por 10 general se admite que cada hipotesis de fisica puede ser
separada del conjunto y sometida aisladamente al control expe-
rimental. Naturalmente, deeseprincipio erroneo sededucen con-
secuencias falsas acerca del metodo queha deutilizarse para ense-
264
La estructura de la teoriajisica
fiar la fisica. Lo que sepretende es que el profesor disponga todas
las hip6tesis de la fisica en un cierto orden, que tome la prime-
ra, formule su enunciado, exponga las verificaciones experimen-
tales yluego, cuando se considere que esas verificaciones son sufi-
cientes, declare aceptada lahip6tesis. Mejor arm, 10que sepretende
es que formule esta primera hip6tesis generalizando por indue-
ci6n una ley puramente experimental, que vuelva aefectuar esta
operaci6n con la segunda, con la tercera, y asi sucesivamente has-
ta que la fisica este enteramente constituida. La fisica se ense-
fiaria como se ensefia la geometria: las hip6tesis se sucederian
como se suceden los teoremas, la prueba experimental de cada
suposici6n sustituiria a la demostraci6n de cada proposici6n, y
no se avanzaria nada que no procediera de los hechos 0 que no
estuviera verificado inmediatamente por los hechos.
Ese es el ideal que se prop onen muchos profesores, y que
muchos tal vez creen haber conseguido. No faltan voces autori-
zadas que les animan aperseguir este ideal. Loimportante -dice
H. Poincare- es no multiplicar excesivamente las hip6tesis, y for-
mularlas una tras otra. Si construimos una teoria basada en mul-
tiples hip6tesis yla experiencia la condena, ic6mo sabremos cual
denuestras premisas es necesario cambiar? Sera imposible saber-
10.Y, por el contrario, si el experimento es un exito, icreeremos
haber verificado todas esas hip6tesis ala vez? iCreeremos haber
determinado con una sola ecuaci6n muchas desconooidasj-''
El metoda puramente inductivo con el que Newton formul6
sus leyes es considerado por muchos fisicos el unico metoda que
permite exponer racionalmente la ciencia de la Naturaleza: La
ciencia que haremos -dice Gustave Robin- no sera mas que una
combinaci6n de inducciones simples sugeridas por la experien-
cia. En cuanto a esas inducciones, las formularemos siempre en
enunciados faciles de retener, susceptibles de uerificaciones direc-
tas, sin perder jarnas de vista que una hip6tesis no puede ser veri-
6. H. POINCARE, Science et hypothese, p. 179.
l
La teoria fisica y la experiencia 265
jicada por sus consecuencias-.' Este metoda newtoniano es el que
se recomienda, por no decir que se prescribe, a quienes tienen
la misi6n de exponer la fisica en la ensefianza secundaria. Los
procedimientos de lafisica matematica, seles dice, no sirven para
la ensefianza secundaria; consisten en partir de hip6tesis 0 de
definiciones planteadas a priori para obtener deducciones que
seran sometidas al control experimental. Este metoda puede ser
util para la clase de matematicas especiales; pero actualmente se
comete el error de aplicarlo, en los cursos elementales, ala meca-
nica, ala hidrostatica y ala 6ptica. Sustituyamoslo por el metoda
inductive>"
De10que acabamos de exponer se deduce sobradamente esta
verdad: EI metoda inductivo, cuya utilizaci6n serecomienda al fisi-
co, Ieresulta aeste tan inviable como 10es para el matematico ese
metoda deductivo perfecto que consistiria en definirlo todo yen de-
mostrarlo todo, esemetoda que obstinadamente parecen perseguir
ciertos ge6metras, por mas que Pascal mostrara claramente hace
tiempo todos sus defectos. Es evidente, pues, que quienes preten-
den desarrollar segun ese metoda laserie deprincipios delafisica
forzosamente haran una exposici6n defectuosa en algun pun to.
Entre los fallos que caracterizan una exposici6n de este tipo,
la mas frecuente y al mismo tiempo la mas grave, debido alas
ideas falsas que introduce en la mente de los alumnos, es el expe-
rimento jicticio. EI fisico, obligado a invocar un principio que,
en realidad, no ha extraido de los hechos, y reacio por otra parte
a considerar este principio como 10 que es, 0 sea, un postulado,
imagina un experimento que, si fuera realizado y tuviera exito,
podria conducir al principio que se desea justificar.
Recurrir a ese tipo de experimento ficticio es dar por hecho
7. G. ROBIN, (Euures scientifiques. Thermodynamique generale. Intro-
ducci6n, Paris 1901, p. XII.
8. Nota de una conferencia de M. J OUBERT, inspector general de ense-
nanza secundaria. L'Enseignement secondaire, 15 de abril de 1903.
266 La estructura de la teoriajisica
un experimento que todavia hay que hacer, es justificar un prin-
cipio no pOl' medio de hechos observados, sino de hechos cuya
realizacion sepredice: y esta predicci6n no tiene mas fundamento
que la creencia en el principio en apoyo del cual se invoca. Tal
procedimiento de demostraci6n arrastra al que confia en el aun
circulo vicioso, y el que 10ensefia sin aclarar que el experimento
citado no ha sido realizado aetna de mala fe.
Puede suceder incluso que, si se intentara realizar el expe-
rimento ficticio descrito por el fisico, no diera ningun resultado
preciso. Indudablemente, podria ocurrir que los efectos produ-
cidos, muy vagos y burdos, concordaran con la proposici6n que
se pretende justificar, pero tambien concordarian con otras pro-
posiciones muy diferentes; de modo que el valor demostrativo de
un experimento de tal clase seria muy debil y habria que juz-
garlo con mucha pruden cia. El experimento que imagin6 Ampe-
re para probar que las acciones electrodinamicas actuan segun
el inverso del cuadrado de la distancia, y que nunca lleg6 areali-
zar, es un ejemplo evidente de experimento ficticio.
Pero aun puede ocurrir algo peor. A menudo el experimento
ficticio al que se recurre no s610no se ha realizado, sino que es
irrealizable, ya que supone la existencia de cuerpos que no seen-
cuentran en lanaturaleza y depropiedades fisicas que nunca han
sido observadas. Asi por ejemplo, Gustave Robin," para poder ha-
cer una exposici6n puramente inductiva de los principios de la
mecanica tal como deseaba, crea cuerpos completamente nuevos,
llamados cuerpos testimonios, que con su sola presencia sean ca-
paces de poner en movimiento 0de detener una reacci6n qulmi-
ca: la observaci6n nunca ha revelado alos quimicos la existencia
desemejantes cuerpos.
El experimento no realizado, el experimento que no podria
realizarse con precision y el experimento absolutamente irreali-
9. G. HOBIN, (Euures scientifiques. Thermodynamique generale, Paris 1901,
p. II.
La teoria fisica yla experiencia 267
zable no son las unicas formas que adopta el experimento ficticio
en las obras de los fisicos que pretenden seguir el metodo indue-
tivo. Cabe sefialar la existencia de una forma mas il6gica aun que
todas las demas: el experimento absurdo, que pretende probar una
proposici6n que no se puede considerar enunciado de un hecho
experimental sin incurrir en contradicci6n.
Ni siquiera los fisicos mas perspicaces han sabido evitar que
en sus exposiciones intervenga el experimento absurdo. Citemos,
por ejemplo, unas lineas de J . Bertrand: Si se admite como un
hecho experimental que la electricidad se encuentra en la super-
ficie de los cuerpos, y como un principio necesario que la acci6n
de la electricidad libre sobre los puntos de las masas conducto-
ras ha de ser nula, de estas dos condiciones perfectamente satis-
fechas sepuede deducir que las atracciones y las repulsiones elec-
tricas son inversamente proporcionales al cuadrado de la
distanoia-.!"
Veamos lasiguiente proposici6n: Nohay electricidad en el in-
terior de un cuerpo conductor cuando se ha establecido en el el
equilibrio electrico, y pregunternonos si es posible considerarla
el enunciado de un experimento. Examinemos detalladamente el
sentido de las palabras que contiene y, en especial, el sentido de
la palabra interior. Teniendo en cuenta el sentido estricto que
tiene esta palabra en dicha proposici6n, un punto interior de un
pedazo de cobre electrizado es un punto que esta dentro de la
masa de cobre. Si es asi, lc6mo podriamos constatar si hay 0no
electricidad en ese punto? Para probarlo, habria que situar en el
un cuerpo y, para ello, habria que quitar antes el cobre; pero enton-
ces ese punta ya no estaria dentro de la masa de cobre, sino fue-
ra de esa masa. No se puede tomar nuestra proposici6n como el
resultado de una observaci6n sin incurrir en una contradicci6n
logica.
to. J . BERTRAND, Lecons sur la theorie mathematique de l'electricite; Paris
1890, p. 71.
T
268 La estructura de La teoriajisica
iQue significan, pues, los experimentos con los que se pre-
tende probar esta proposicion? Seguramente, una cosa muy dife-
rente de 10que se pretende que signifiquen. Si ahondamos en la
masa conductora de una cavidad y constatamos que las paredes
deesta cavidad no estan electrizadas, esta observacion no demues-
tra nada respecto ala presencia 0ausencia de electricidad en los
puntos que se hallan en el interior de la masa conductora. Para
pasar de la ley experimentalmente constatada ala ley enunciada,
se juega con el significado de la palabra interior. POI'miedo a
basal' la electrostatica en un postulado, se basa en un equivoco.
Bastaria hojear los tratados y manuales de fisica para encon-
trarnos con un monton de ejemplos deexperimentos ficticios, que
revisten distintas formas, desde el experimento simplemente no
realizado hasta el experimento absurdo. Pero no nos detengamos
mas en esta fastidiosa tarea. Lo que hemos dicho basta para jus-
tificar esta conclusion: la ensefianza de la fisica pOI'el metoda
puramente inductivo, tal como la definio Newton, es una qui-
mera. El que pretende perseguir esta quimera se engafia asi mis-
mo y engafia asus alumnos: les dapOI'comprobados hechos sim-
plemente previstos, pOI'observaciones precisas, constataciones
burdas, pOI'procedimientos realizables, experimentos puramen-
te ideales, por leyes experimentales, proposiciones cuyos termi-
nos no se puede considerar que expresen realidades sin incurrir
en contradiccion, En resumen, la fisica que ensefia es una fisica
adulterada y falsificada.
Que el profesor de fisica renuncie, pOI' tanto, a este metoda
inductivo ideal, que procede de una idea falsa; que rechace esta
forma de concebir la ensefianza de la ciencia experimental, que
disimula y altera su caracteristica esencial. Si la interpretacion
del menor experimento fisico supone la utilizacion de todo un
conjunto de teorias, y si lapropia descripcion de este experimento
exige una gran cantidad de nociones abstractas y simbolicas, cuyo
sentido fijan unicarnente las teorias, que tambien marcan lacorres-
pondencia con los hechos, es necesario que el fisico desarrolle
La teoria fisica y Laexperiencia 269
una larga cadena de hipotesis y de deducciones antes de intentar
la menor comparacion entre el edificio teorico y la realidad con-
creta; y ademas, muchas veces debera anticipar las teorias futu-
ras al describir los experimentos que verifican las teorias ya desa-
rrolladas. POI'ejemplo, antes de intentar la menor verificacion
experimental de los principios de la dinarnica, no solo debera
haber desarrollado la cadena de proposiciones de la mecanica
general, sino que tambien debera haber sentado las bases de la
mecanica celeste; y ademas, al exponer las observaciones que
verifican este conjunto de teorias, debera dar pOI'sabidas las leyes
de la optica, que son las unicas que justifican el uso de los ins-
trumentos astronomicos,
POI'tanto, el profesor debe desarrollar en primer lugar las
teorias fundamentales de la ciencia. Evidentemente, al presentar
las hipotesis en las que se basan las teorias, es necesario que pre-
pare su aceptacion. Conviene ademas que senale los datos del
sentido cornun, los hechos que proceden de la simple observa-
cion, los experimentos sencillos 0poco analizados que han con-
ducido a la formulacion de estas hipotesis. Insistiremos en este
punta en el proximo capitulo. Pero tambien conviene que pro-
clame firmemente que estos hechos, que son suficientes para
sugerir las hipotesis, no 10son para verificarlas. Y solo despues
dehaber constituido un extenso un cuerpo de doctrina, y dehaber
construido una teoria completa, podra comparar las consecuen-
cias de esta teoria con la experiencia.
La miston de la ensefianza es que el alumno capte esta ver-
dad fundamental: las verificaciones experimentales no son la base
de la teoria, sino su coronacion; la fisica no avanza como la geo-
metria, que va creciendo mediante la aportacion constante denue-
vos teoremas definitivamente demostrados, que seafiaden aotros
teoremas ya demostrados. La fisica es un cuadro simbolico, que
va alcanzando mayor extension y unidad gracias alos continuos
retoques, y cuyo conjunto da una imagen cada vez mas parecida
al conjunto de los hechos experimentales, mientras que los deta-
270 La estructura de la teoria fisica
lles de esta imagen, separados y aislados del todo, pierden todo el
significado y ya no representan nada.
Al alumno que no haya comprendido esta verdad, la fisica se
le antojara un monstruoso farrago de peticiones de principios y
de circulos viciosos. Si esta dotado de una mente aguda, recha-
zara con horror esos constantes desafios a la 16gica; si la agude-
za de su mente es menor, se aprendera dememoria esas palabras
de significado vago, esas descripciones de experimentos no rea-
lizados eirrealizables, esos razonamientos que son como juegos
de manos, y perdera en ese ejercicio de memorizaci6n irracional
el poco sentido cornun y espiritu critico que posea.
En cambio, el alumno que comprenda con claridad las ideas
que acabamos de exponer habra hecho mucho mas que aprender
un determinado nurnero de proposiciones de fisica: habra com-
prendido cual es la naturaleza y el verdadero metodo de la cien-
cia experimental.I!
VII. CONSECUENCIASRELATIVAS ALDESARROLLO
MATEMATICODE LATEORiAFisICA
Gracias a10que acabamos de exponer, vemos de forma cada
vez mas clara y precis a cual es la naturaleza exacta de la teoria
fisica y de los vinculos que la unen a la experiencia.
Los materiales con los que se construye la teoria fisica son,
por un lado, los simbolos maternaticos que le sirven para repre-
sentar las distintas cantidades y las distintas cualidades del mun-
11. Puede objetarse que semejante ensefianza de lafisica seria dificil-
mente accesible para las mentes j6venes. Larespuesta es simple: que no se
ensefie lafisica alas mentes que no estan aun preparadas para asimilarla.
Mme. de Sevigne decia, refiriendose a los nifios: Antes de darles comida
decarretero, averiguen si tienen un estornago decarretero,
La teoria fisica y la experiencia 271
do fisico y, por el otro lado, los postulados generales que le sirven
deprincipios. Con estos materiales, la teoria fisica ha de construir
un edificio 16gico; por tanto, al trazar los planos de este edificio,
se ve obligada arespetar escrupulosamente las leyes que la 16gi-
ca impone atodo razonamiento deductivo, las reglas que el alge-
bra impone a cualquier operaci6n matematica.
Los simbolos matematicos que utiliza lateoria s610tienen sen-
tido en unas condiciones bien determinadas: definir esos simbo-
los es enumerar esas condiciones. Si no es con estas condicio-
nes, ala teoria le esta prohibido utilizar estos signos. Asi, por
definici6n, una temperatura absoluta s610puede ser positiva y la
masa deun cuerpo es invariable. Nunca la teoria dara en sus f6r-
mulas ala temperatura absoluta un valor nulo 0negativo; nunca,
en sus calculos, hara variar la mas a de un cuerpo determinado.
La teoria tiene por principio postulados, es decir, proposi-
ciones que le esta permitido enunciar como le plazca, siempre
que no exista contradicci6n ni entre los terminos de un mismo
postulado, ni entre dos postulados distintos. Pero una vez expues-
tos estos postulados, esta obligada amantenerlos con todo rigor.
Por ejemplo, si la teoria establece el principio de la conservaci6n
de la energia como base de su sistema, no puede hacer ninguna
afirmaci6n que este en desacuerdo con este principio.
Estas reglas se imponen con toda su fuerza a cualquier teo-
ria fisica que se construya; un solo fallo convertiria el sistema
en il6gico y nos obligaria adestruirlo para construir otro. Pero se
imponen por si mismas. A LOLARGODESUDESARROLLO, una teoria
fisica es libre de elegir el camino que le plazca, siempre que evite
toda contradiccion l6gica; especialmente, es libre de no tener en
cuenta para nada los hechos experimentales.
No ocurre lo mismo CUANDOLATEORiAHAALCANZADO SUDESA-
RROLLOCOMPLETO. Cuando el edificio 16gico esta terminado, es
necesario comparar el conjunto de las proposiciones matemati-
cas, obtenidas como conclusiones de esas largas deducciones, con
el conjunto de los hechos experimentales. Mediante el uso de los
272
La estructura de la teoriafisica
procedimientos de medici6n adoptados, hay que asegurarse de
que el segundo conjunto halla en el primero una imagen sufl-
cientemente parecida, un simbolo suficientemente preciso y com-
pleto. Si este acuerdo entre las conclusiones de la teoria y los
hechos experimentales no se manifiesta con una aproximaci6n
satisfactoria, es muy posible que la teoria este 16gicamente cons-
truida, pero esto no imp ide que deba ser rechazada, porque la
observaci6n la contradice y porque es fisicamente falsa.
Esta comparaci6n entre las conclusiones de la teoria y las
verdades de experiencia es, pOI'tanto, indispensable, ya que s610
el control de los hechos puede dar ala teoria un valor fisico. Pero
ese control de los hechos ha de afectar exclusivamente alas con-
clusiones de la teoria, porque s610ellas se toman como imagen
de la realidad; los postulados que sirven de punto de partida para
la teoria, los intermediarios mediante los que se pasa de los pos-
tulados alas conclusiones no estan obligados a someterse a ese
control.
Creo que queda suficientemente analizado el error de quie-
nes pretenden someter directamente uno de los postulados fun-
damentales de la fisica ala prueba de los hechos pOI'un procedi-
miento como el experimentum crucis, y, sobre todo, el error de
quienes s610aceptan como principios inducciones que consis-
ten exclusivamente en erigir en leyes generales no la interpreta-
ci6n, sino el propio resultado de muchos experimentos-P
Hay otro error muy parecido aeste, que consiste en exigir que
todas las operaciones hechas pOI'el matematico a10largo de las
deducciones que unen los postulados alas conclusiones tengan
un sentido fisico, en no querer razonar mas que acerca de ope-
raciones realizables, en no introducir mas que magnitudes acce-
sibles a la eaperienciasP
12. G. ROBIN, CEuvresscientifiques. Thermodynamique generate, Intro-
ducci6n, p. XIV.
13. G. ROBIN, loc. ciL
La teoria fisica y la experiencia 273
Segun esta exigencia, toda magnitud introducida pOI'el fisi-
co en sus f6rmulas deberia estar vinculada, pOI'medio de un pro-
cedimiento demedici6n, auna propiedad de un cuerpo; toda ope-
raci6n algebraica efectuada sobre estas magnitudes deberia, por
medio de esos procedimientos de medici6n, traducirse en len-
guaje concreto. Una vez traducida, deberia expresar un hecho real
o posible.
Semejante exigencia, legitima cuando se trata de las forrnu-
las finales alas que llega la teoria, no tiene ninguna raz6n de ser
cuando se trata de las f6rmulas y de las operaciones intermedias
que establecen el paso de los postulados alas conclusiones.
Veamos un ejemplo.
J . Willard Gibbs estudi6 te6ricamente la disociaci6n de un
compuesto gaseoso perfecto en sus elementos, considerados tam-
bien gases perfectos. Se obtuvo una f6rmula, que expresa la ley
del equilibrio quimico en el seno de ese sistema. Yome propon-
go discutir esta f6rmula y, con este objetivo, manteniendo in-
variable la presi6n que soporta la mezcla gaseosa, considero la
temperatura absoluta que figura en la f6rmula y la hago variar
de 0a+00.
Si queremos atribuir un sentido fisico aesta operaci6n mate-
matica, surgiran un mont6n de objeciones y de dificultades. Nin-
gun term6metro puede marcar temperaturas inferiores aun cier-
tolimite, ni puede senalar temperaturas muy elevadas. Ese simbolo
que denominamos temperatura absoluta no puede ser traducido,
mediante los procedimientos de medici6n de que disponemos, a
algo que tenga un sentido concreto, amenos que su valor nume-
rico este comprendido entre un cierto minima y un cierto maxi-
mo. POI'otra parte, a temperaturas muy bajas, ese otro simbolo
que la termodinamica llama gas perfecto ya no es la imagen, ni
siquiera aproximada, de ningun gas real.
Esas dificultades, y muchas otras que seria demasiado largo
enumerar, desaparecen si se tienen en cuenta las observaciones
que hemos expuesto. En la construcci6n de una teoria, la discu-
274 La estructura de Lateoria jisica
si6n de la que acabamos de hablar no es mas que un interme-
diario; no es correcto buscarle un sentido fisico. Tan s610cuando
esta discusi6n nos haya conducido a una serie de proposiciones
deberemos someterlas al control de los hechos; entonces exa-
minaremos si, entre los limites en que la temperatura absoluta
puede traducirse en indicaciones termometricas concretas, y en
que la idea de gas perfecto esta practicamente materializada en
los fluidos que observamos, las conclusiones de nuestra discu-
si6n concuerdan con los resultados de la experiencia.
Al exigir que las operaciones matematicas mediante las que
los postulados dan lugar a sus consecuencias tengan siempre un
sentido fisico, se imponen al ge6metra unas trabas inadmisibles
que paralizan todas sus actuaciones. En el caso de Robin, se lle-
ga hasta a desconfiar del uso del calculo diferencial; en efecto, si
Robin se jactara de satisfacer siempre y escrupulosamente esta
exigencia, no podria desarrollar casi ningun calculo: la deducci6n
te6rica quedaria detenida practicamente desdelos primeros pasos.
Una idea mas exacta del metoda fisicoyuna separaci6n mas correc-
ta entre las proposiciones que han de someterse al control de los
hechos y las que no estan obligadas ahacerlo devolveran al ge6-
metra toda su libertad, y le permitiran utilizar todos los recursos
del algebra, en bien del mayor desarrollo de las teorias fisicas.
VIII. lSON INACCESIBLES A LOS DESMENTIDOS DE LA
EXPERIENCIA ALGUNOS POSTULADOS DE LA TEORiA riSICA?
Se sabe que un principio es exacto por la facilidad con que
resuelve las dificiles situaciones alas que nos conducia el uso de
principios err6neos.
De modo que, si la idea que hemos expuesto es exacta, si se
establece obligadamente la comparaci6n entre el conjunto de la
La teoria fisica y Laexperiencia 275
teoria y el conjunto de los hechos experimentales, veremos que,
alaluz de ese principio, se desvanecen las oscuridades en las que
nos perderiamos si pretendieramos someter aisladamente cada
una de las hip6tesis te6ricas al control de los hechos.
Entre las afirmaciones mas importantes cuya aparente para-
doja intentaremos resolver se situa una que, en estos ultimos
alios, ha sido formulada y comentada con frecuencia. Enunciada
en primer lugar por G. Milhaud 14aprop6sito del cuerpo puro dela
quimica, ha sido extensamente desarrollada por H. Poincare'" a
prop6sito de algunos principios de la mecanica, Edouard Le Roy
tambien laha formulado con gran claridad.!"
Esta afirmaci6n es la siguiente: algunas hip6tesis funda-
mentales de la teoria fisica no pueden ser desmentidas por nin-
guna experiencia porque en realidad constituyen definiciones, y
porque algunas expresiones utilizadas por el fisico s610tienen
sentido gracias a ellas.
Veamos uno delos ejemplos citados por E. LeRoy: cuando un
cuerpo cae libremente, la aceleraci6n de su caida es constante.
lPuede ser desmentida por la experiencia esa ley? No, porque
constituye ladefinici6n misma de10que hay que entender por cai-
da libre. Si, al estudiar la caida deun cuerpo grave, vieramos que
ese cuerpo no cae con un movimiento uniformemente acelerado,
no concluiriamos por ello que laley enunciada es falsa, sino que el
cuerpo no caelibremente, que alguna causa impide su movimien-
to, ylas diferencias entre laley enunciada ylos hechos observados
nos servirian para descubrir esta causa yanalizar sus efectos.
14. G. MILHAUD, La science rationnelle-, Revue de metaphysique et de
morale, 4 afio, 1896, p. 280. Reproducido en Le Rationnel, Paris 1898, p. 45.
15. H. POINCARE, Sur les principes de la mecanique. Bibliotheque du
Congres international de Philosophie, III. Logique et histoire des sciences,Paris
1901, p. 457. Sur la valeur objective des theories physiques, Revue de metaphy-
sique et de morale, 10 afio, 1902, p. 263. La science et l'liypothese; p. 110.
16. Edouard LE RoY, Un positivisme nouveau, Revue de metaphysique
etde morale, 9 afro, 1901, pp.143-144.
276 La estructura de Lateoriafisica
Asi pues, concluye E. Le Roy, las leyes son inverificables, si
consideramos las cosas con todo rigor ..., porque constituyen el cri-
terio mismo con el que se juzgan las apariencias y los metodos
que habria que utilizar para someterlas aun examen cuya preci-
si6n sea susceptible de superar todo limite asignable.
Veamos mas detalladamente, a la luz de los principios ante-
riormente expuestos, esta comparaci6n entre la ley dela caida de
los cuerpos y la experiencia.
Nuestras observaciones diarias nos muestran toda una cate-
goria demovimientos que hemos reunido bajo el nombre demovi-
mientos delos cuerpos graves. Entre estos movimientos seencuen-
tra la caida que experimenta un cuerpo grave cuando no encuentra
ningun obstaculo. De ello deriva que las palabras caida libre de
un cuerpo grave tienen un sentido para el hombre que s610ape-
la a los conocimientos del sentido comun, que no tiene noci6n
alguna de las teorias fisicas.
Por otra parte, para clasificar las leyes de los movimientos, el
fisico ha creado una teoria, la teoria de la gravedad, una aplica-
cion importante de la mecanica racional. En esta teoria, desti-
nada aproporcionar una representaci6n simb6lica dela realidad,
tambien se habla de caida libre de un cuerpo grave; por una
serie dehip6tesis que sostienen todo este esquema, una caida libre
ha de ser necesariamente una caida uniformemente acelerada.
Las palabras caida libre de un cuerpo grave tienen en la
actualidad dos sentidos diferentes. Para el que desconoce las teo-
rias fisicas, tienen su significado real: significan 10que el senti do
cornun entiende cuando las pronuncia; para el flsico, tienen un
sentido simb6lico, significan: caida uniformemente acelerada.
La teoria no hubiera alcanzado su objetivo si el segundo sentido
no fuera el signa del primero, si una caida, considerada libre por
el sentido comun, no fuera tarnbien una caida de aceleraci6n uni-
forme, 0 casi uniforme, teniendo en cuenta, como hemos dicho,
que las constataciones del sentido comun son esencialmente cons-
tataciones carentes de precisi6n.
La teoria fisica y Laexperiencia 277
Esta concordancia, sin la cualla teoria hubiera sido recha-
zada sin mas, se produce; una caida que el senti do cornun cons i-
dera casi libre es tambien una caida de aceleraci6n casi constante.
Pero con la constataci6n de esta concordancia, mas 0menos apro-
ximada, no nos damos por satisfechos; queremos ir mas lejos y
superar el grado de precisi6n al que puede aspirar el sentido
cornun. Con la ayuda de la teoria que hemos imaginado, dispo-
nemos unos aparatos aptos para indicar con precisi6n si la cai-
da de un cuerpo es 0no uniformemente acelerada. Esos aparatos
nos demuestran que una caida, que el sentido comun considera
una caida libre, tiene una aceleraci6n ligeramente variable. La
proposici6n que, en nuestra teoria, da un sentido simb6lico a la
expresi6n calda libre no representa con suficiente exactitud las
propiedades de la caida real y concreta que hemos observado.
Senos ofrecen entonces dos posibilidades.
En primer lugar, podemos declarar que estabamos en 10cier-
to al considerar la caida estudiada como una caida libre y exigir
que la definici6n te6rica de estas palabras concuerde con nues-
tras observaciones. En este caso, puesto que nuestra definici6n
te6rica no satisface esta exigencia, ha de ser rechazada. Necesi-
tamos construir otra mecanica sobre hip6tesis nuevas, una meca-
nica en la que las palabras caida libre ya no significaran caida
uniformemente acelerada, sino caida cuya aceleraci6n varia
segun una cierta ley.
En segundo lugar, podemos declarar que nos equivocamos
al establecer una aproximaci6n entre la caida concreta que obser-
vamos y la caida libre simb6lica definida por nuestra teoria; que
esta era un esquema demasiado simplificado de aquella; que para
representar adecuadamente la caida que ha sido objeto de nues-
tros experimentos, el te6rico ya no ha de imaginar un cuerpo que
cae libremente, sino un cuerpo cuya caida se ve perturbada por
algunos obstaculos como la resistencia del aire; que al repre-
sentar la acci6n de estos obstaculos por medio de hip6tesis apro-
piadas, compondra un esquema mas complicado que en el caso
278 La estructura de La teoria fisica
del grave libre, pero mas adecuado para reproducir los deta-
lles del experimento. En resumen, segun ellenguaje que antes
hemos fijado (cap. IV,apartado 3), podemos intentar eliminar, por
medio de las correcciones oportunas, las causas de error, como
laresistencia del aire, que influian en nuestra experiencia.
LeRoyafirma quenos decantaremos por lasegunda opci6n y
no por laprimera, y seguramente tiene raz6n. Las causas que nos
moveran atomar esta decision son faciles depercibir. Si optamos
por laprimera soluci6n, nos veremos obligados a destruir com-
pletamente un sistema te6ricomuy amplio, querepresenta demane-
ra muy satisfactoria un conjunto muy extenso y muy complejo
deleyes experimentales. En cambio, con lasegunda opci6n no se
pierde nada del terreno yaconquistado por lateoria fisica; ademas,
ha tenido exito en tantos casos que damos por descontado que 10
tendra de nuevo. Pero en esta confianza que otorgamos ala ley
delacaida delos graves, no vemos nada parecido alacerteza que
la definicion geometrica obtiene de su propia esencia, aesa cer-
teza en virtud de la cual seria insensato dudar de que los distin-
tos puntos deuna circunferencia equidistan todos del centro.
Lo unico que encontramos es una aplicaci6n concreta del
principio expuesto en el apartado 2. Un desacuerdo entre los
hechos concretos que componen un experimento, y larepresen-
taci6n simb6lica que sustituye este experimento por lateoria, nos
demuestra que cierta parte de este simbolo debe ser rechazada.
lPero, que parte? Eso es 10que el experimento no nos dice, 10que
deja que adivine nuestra sagacidad. Ahora bien, entre los ele-
mentos te6ricos que intervienen en la composici6n de ese sim-
bolo, siempre hay algunos quelos fisicos deuna determinada epo-
ca coinciden en aceptar sin control, que consideran fuera de
discusi6n. Siendo asi, el fisico que ha de modificar ese simbolo
seguramente introducira lamodificaci6n en otros elementos.
Pero 10que mueve al fisico aactuar asi no es una necesidad
16gica. Si actuara de otra manera, podria decirse que actua tor-
pemente 0que esta mal inspirado, pero no que actua como el que
La teoria fisica yLaexperiencia 279
sigue los pasos del ge6metra insensato que contra dice sus pro-
pias definiciones; no haria nada absurdo. Es mas, si un dia actua
de otra manera, seniega ainvocar las causas del error y arecu-
rrir acorrecciones para restablecer el acuerdo entre el esquema
te6rico y el hecho, y se decide a reformar las proposiciones que
por comun acuerdo se han declarado intangibles, tal vez llevara
acabo una obra genial, que abrira nuevos horizontes alateoria.
En efecto, habria que guardarse mucho de considerar defi-
nitivamente establecidas esas hipotesis que sehan convertido en
convenciones universalmente aceptadas, y cuya certeza parece
superar la contradicci6n experimental desviandola hacia otras
proposiciones mas dudosas. Lahistoria de lafisica nos demues-
tra que muchas veces el espiritu humano se ha visto inducido a
destruir completamente esos principios, considerados por comun
acuerdo durante siglos principios inviolables, y ha tenido que
reconstruir sus teorias fisicas sobre nuevas hipotesis.
lAcaso hubo, durante milenios, principio mas claro y mas
cierto que el que proclama que en un medio homogeneo laluz se
propaga en linea recta? Nosolamente sebasaba en esta hip6tesis
todala6pticaantigua, cat6ptrica y di6ptrica, cuyas elegantes deduc-
ciones geometricas representaban perfectamente un ingente nume-
ro dehechos, sino que ademas sehabia convertido, por asi decir,
en ladefinicion fisica delalinea recta. A esa hip6tesis habian de
recurrir todos aquellos que desearan hacer una recta: el carpin-
tero que comprueba la rectitud de una pieza de madera, el agri-
mensor que jalona una alineaci6n, el top6grafo que marca una
direcci6n mediante las pinulas de su alidada y el astr6nomo que
define la orientaci6n delas estrellas que estudia a traves del eje
6ptico de su anteojo. Sin embargo, llego un dia en que se cansa-
ron de atribuir auna causa de error los efectos de la refracci6n
observados por Grimaldi, y se decidieron arechazar la ley de la
propagaci6n rectilinea de la luz para dar ala 6ptica unas bases
totalmente nuevas. Y esa audaz decision fue la serial que marco
el prodigioso avance de lateoria fisica.
280 La estructura de la teoria fisica
IX. HIPOTESIS CUYO ENUNCIADO NO TIENE NINGUN
SENTlDO EXPERIMENTAL
Este ejemplo, y muchos otros que la historia dela ciencia nos
permitiria afiadir, nos muestran que seria una gran imprudencia
afirmar, aproposito de una hipotesis comunmente aceptada hoy:
-Estamos seguros de que nunca la abandonaremos por un experi-
mento nuevo, por muy precise que sea. Ysin embargo, H. Poincare
no dudo en afirmarlo aproposito delos principios delamecanica.!?
Alas razones ya aducidas para probar que esos principios no
pueden ser desmentidos experimentalmente, H. Poincare afiade
otro que parece mas convincente aun: no s610esos principios
no pueden ser desmentidos por la experiencia, porque son las
reglas, universalmente aceptadas, que nos sirven para descubrir
en nuestras teorias los defectos sefialados por estos desmentidos,
sino que ademas no pueden ser desmentidos por la experiencia
porque la operacion que pretendiera compararlos con los hechos
no tendria ningun sentido.
Expliquemos esto mediante un ejemplo.
El principio de la inercia nos ensefia que un punto material
no sometido a la accion de otro cuerpo se mueve en linea recta
con un movimiento uniforme. Ahora bien, s610se pueden obser-
var movimientos relativos y, por tanto, no se puede dar un senti-
do experimental a este principio mas que dando por supuesto
un terrnino, un solido geometrico que setoma como punto derefe-
rencia del movimiento del punto material. Lafiiacion de este pun-
to de referencia forma parte integrante del enunciado de la ley y,
si se omite esa fijacion, el enunciado carecera de significado. Para
cada punto de referencia, habra una ley diferente. Se enunciara
17. I-I. POINCARE, Sur les principes de la mecanique. Bibliotheque du
Congres international de Philosophie, lIT. Logique et histoire des sciences,Paris
1901, pp. 475, 491.
La teoria ftsica y la experiencia 281
una ley de inercia si se dice que el movimiento de un punto ais-
lado, supuestamente visto desde la Tierra, es rectilineo y unifor-
me; se enunciara otra ley, si se repite la misma frase relacionan-
do el movimiento con el Sol, y una tercera ley, si el punto de
referencia elegido es el conjunto de las estrellas fijas. Ahora bien,
hay una cosa muy cierta y es que, sea cual sea el movimiento de
un punto material considerado desde un primer punto de refe-
rencia, siempre hay una infinidad de posibilidades de elegir un
segundo punto de referencia de tal manera que, considerado des-
dealli, nuestro punto material parezca moverse en linea recta con
un movimiento uniforme. Asi pues, no sepuede intentar una veri-
ficacion experimental del principio de inercia: falso, si se relacio-
nan los movimientos con un determinado punta de referencia, se
convertira en verdadero si se elige otro termino de comparacion,
y siempre seremos libres de elegir ese ultimo. Si la ley dela iner-
cia que se enuncia tomando la Tierra como punto de referencia
es contradicha por la observacion, la sustituiremos por la ley de
la inercia cuyo enunciado relaciona los movimientos con el Sol.
Si, a su vez, esta resulta falsa, se sustituye en el enunciado el Sol
por el sistema de las estrella fijas, y asi sucesivamente. Es impo-
sible acabar con esa posibilidad de escapatoria.
El principio delaigualdad entre la accion y lareaccion, exten-
samente analizado por Polncare.l" da lugar aobservaciones ana-
logas. Ese principio se enuncia asi: El centro de gravedad de
un sistema aislado solo puede tener un movimiento rectilineo
yuniforme.
Nosproponemos verificar mediante laexperiencia esteprinci-
pio. lPodremos llevar acabo esta verificacion? Para lograrlo, haria
falta que existieran sistemas aislados; ahora bien, no existen seme-
jantes sistemas, el unico sistema aislado es el universe entero.
Pero como nosotros solo podemos observar movimientos rela-
tivos, el movimiento absoluto del centro de gravedad del univer-
18. H. POINCARE, loco cit., pp. 472 ss.
282 La estructura de la teoriajisica
so siempre nos resultara desconocido: nunca podremos saber si
es rectilineo y uniforme 0, mejor dicho, la cuesti6n carece de sen-
tido. Sean cuales sean los hechos observados, siempre seremos
libres de suponer que nuestro principio es verdadero..
Asi pues, muchos principios de la rnecanica tienen una for-
ma tal que es absurdo preguntarse: lesta de acuerdo este princi-
pio con la experiencia? Esa peculiaridad no es especifica de los
principios de la mecanica, tambien la poseen algunas hip6tesis
fundamentales de nuestras teorias fisicas 0quimicas.l''
La teoria quimica, por ejemplo, se basa enteramente en la ley
de Lasproporciones multiples. Veamos el enunciado de esta ley:
Unos cuerpos simples A, B, C que se unen en distintas pro-
porciones pueden formar distintos compuestos M, M'... Las masas
de los cuerpos A, B, C que se combinan para formar el compues-
to M son entre si como los tres nurneros a, b, c.Entonces, las masas
de los elementos A, B, C que se combinan para formar el cuerpo
M' seran entre si como los numeros aa, ~b, yc, siendo a, ~, y tres
numeros enteros.
lPuede ser sometida esta ley al control experimental? El anali-
sis quimico nos dara aconocer lacomposici6n quimica del cuerpo
M' no con exactitud, sino con cierta aproximaci6n. Lainseguridad
de los resultados obtenidos podra ser extremadamente pequena,
pero nunca desaparecera del todo. Ahora bien, en algunas relacio-
nes en que se hallan combinados los elementos A, B, C en el seno
del compuesto M', siempre sepodran representar estas relaciones,
con una aproximaci6n tan grande como sequiera, mediante las re-
laciones mutuas de tres productos aa, ~b, yc, donde a, ~, y seran
numeros enteros. En otras palabras, cualesquiera que sean los re-
sultados proporcionados por el analisis quimico del compuesto M',
siempre estaremos seguros de encontrar tres numeros enteros, a,
~,y gracias alos cuales laleydelas proporciones multiples resulta-
19. P. DUHEM, Le mixte et la combinaison chimique. Essai sur l'eoolution
d'une idee, Paris 1902, pp. 159-161.
La teoria fisica yla experiencia 285
ra verificada con una precisi6n superior ala de los experimentos.
Asi pues, ningun analisis quimico, por muy perfecto que sea, podra
[amas refutar laley delas proporciones multiples.
Algo semejante ocurre con la ley de Los indices racionales,
en la que se basa enteramente la cristalografia. Dicha ley se enun-
cia de la siguiente manera: estando formado un triedro por tres
caras de un cristal, si una cuarta cara corta las tres aristas de
ese triedro aunas distancias del vertice que son entre si como tres
numeros a, b, c, los parametres del cristal, otra cara cualquiera
ha de cortar esas mismas aristas aunas distancias del vertice que
sean entre si como aa, ~b, yc, donde a, ~, y son numeros ente-
ros, los indices de la nueva cara cristalina.
El goni6metro mas perfecto s610es capaz de determinar la
orientaci6n deuna cara cristalina con una cierta aproximaci6n; las
relaciones entre los tres segmentos que una tal cara determina sobre
las aristas del triedro fundamental siempre estan sometidas aun
cierto error. Ahora bien, por pequeno que sea ese error, siempre se
pueden elegir los tres numeros a, ~,y, de tal manera que las rela-
ciones mutuas deestos segmentos esten representadas, con un error
menor, por las relaciones mutuas delos tres numeros aa, ~b, yc. El
crista16grafo que pretenda hacer que la ley de los indices raciona-
les dependa de su goni6metro seguramente ni siquiera ha com-
prendido el sentido de las palabras que utiliza.
La ley de las proporciones multiples y la ley de los indices
racionales son enunciados matematicos que carecen de sentido
fisico. Un enunciado matematico s610tiene sentido fisico si con-
serva un significado cuando se le introduce la locucion mas 0
menos-. Y no ocurre asi en los enunciados que acabamos de men-
cionar. En efecto, el objeto de estos enunciados es afirmar que
ciertas relaciones son numeros conmensurables. Degenerarian en
simples perogrulladas si se les hiciera declarar que estas rela-
ciones son mas 0menos conmensurables, ya que cualquier relaci6n
inconmensurable siempre es mas 0menos conmensurable: esta
tan cerca como se quiera de ser conmensurable.
284 La estructura de La teoriajisica
Seria absurdo, por tanto, pretender someter al control directo
experimental ciertos principios delarnecanica. Seriaabsurdo pre-
tender someter a ese control directo la ley de las proporciones
multiples 0 laley de los indices racionales.
lSe sigue deesto que estas hip6tesis, situadas fuera del alcan-
ce del desmentido experimental directo, no tienen ya nada que
temer delaexperiencia? lQue estan seguras depermanecer inmu-
tables independientemente delos descubrimientos que laobser-
vaci6n deIoshechos nos reserve? Pretender esto seria incurrir en
un grave error.
Tomadas aisladamente, esas distintas hip6tesis no tienen nin-
gun sentido experimental: no sepueden confirmar ni contradecir
mediante la experiencia. Pero esas hip6tesis forman parte esen-
cial de la construcci6n de algunas teorias, delarnecanica racio-
nal, de lateoria quimica, de la cristalografia. Y el objeto de estas
teorias es representar leyes experimentales; son esquemas desti-
nados esencialmente aser comparados conloshechos.
Ahora bien, podria ocurrir que un dia esta comparaci6n nos
hiciera comprender que una de nuestras representaciones no se
ajusta bien alas realidades que debe representar; que las correc-
ciones que complican nuestro esquema no bastan para producir
un acuerdo suficiente entre eseesquema ylos hechos; quela teo-
ria, admitida incuestionablemente durante tanto tiempo, ha de
ser rechazada y que se ha de construir una teoria distinta sobre
bases enteramente nuevas. Ese dia, alguna de nuestras hip6te-
sis que, considerada aisladamente, desafiaba el desmentido direc-
todelaexperiencia, sederrumbara, junto con el sistema que sos-
tenia, bajo el peso delas contradicciones que larealidad impone
alas consecuencias de ese sistema tornado en su conjunto.P"
20. En el Congreso Intcrnacional de Filosofia, ceJ ebrado en Paris en
1900, Poincare habia expuesto la siguienle conclusion: As! se cxpJ ica que la
experiencia haya podido edificar (0 sugerir) J os principios dc la rnecanica,
pero que no pueda derribarlos nunca, A esta conclusion Hadamard habra
La teoria fisica y la experiencia 285
En realidad, las hip6tesis que pOI'si mismas no tienen nin-
gun sentido fisico sufren el control experimental exactamente
igual que las otras hip6tesis. Cualquiera que sea la naturaleza
deuna hip6tesis, nunca puede ser desmentida aisladamente pOI'
laexperiencia, tal como hemos visto al comienzo de este capitu-
lo. Lacontradicci6n experimental afecta siempre en bloque atodo
un conjunto te6rico, sin que nada pueda indicar que proposi-
ci6n deeste conjunto es la que ha de ser rechazada.
Desaparece asi 10que podria parecer parad6jico en esta afir-
maci6n: algunas teorias fisicas se basan en hip6tesis que pOI'sf
mismas no tienen ningun sentido fisico.
x. EL SENTIDO COMUN ES EL QUE DECIDE QUr.: I-IIPOTESIS
HAN DE SER ABANDONADAS
Cuando laexperiencia contradice algunas consecuencias de
una teoria, nos ensefia que esta teoria ha deser modificada, pero
no nos dice que es 10que hay que cambial'. Deja que sea la saga-
cidad del fisico la que busque el fallo que convierte en defec-
tuoso todo el sistema. Ningun principio absoluto guia esta bus-
queda, que diferentes fisicos pueden llevar a cabo de maneras
muy distintas, sin tener derecho a acusarse reciprocamente de
falta delogica. POI'ejemplo, uno puede ponerse pOl'objetivo sal-
var ciertas hip6tesis fundamentales, mientras seesfuerza por res-
tablecer el acuerdo entre Ias consecuencias de la teoria y los
hechos, complicando el esquema al que se aplican esas hipote-
opuesto diversas considcraciones, entre otras la siguienlc: .POI' otra parte, de
acuerdo con una observacion de P.Duhem, no es una hipotesis aislada, sino el
conjunto de [as hipotesis de la rnecanica 10que se puede intentar verificar ex-
perimentalmente. Revue de metaphysique et de morale, 8 afio (1900), p. 559.
286 La estructura de la teoriajisica
sis, apelando a distintas causas de errores y multiplicando las
correcciones. El otro, desdefiando esas complejas sutilezas, pue-
dedecidirse acambiar alguna delas suposiciones esenciales que
sostienen todo el sistema. El primero no tiene ningun derecho
a condenar de antemano la audacia del segundo, ni el segundo
tiene derecho atachar de absurda la timidez del primero. Los
metodos que siguen s610dependen de la experiencia y, si am-
bos consiguen satisfacer las exigencias delaexperiencia, aambos
les esta logicamente permitido declararse satisfechos de la obra
realizada.
Eso no significa que no pueda preferirse la obra de uno ala
obra del otro: la16gicapura no es la unica regla que guia nues-
tros juicios. Algunas opiniones, que no incurren para nada en el
principio de contradicci6n, son, sin embargo, perfectamente de-
satinadas. Esos motivos que no derivan dela16gicay que, no obs-
tante, guian nuestra elecci6n, esas razones que laraz6n no cono-
ce, que hablan al espiritu de finura y no al espiritu geometrico,
constituyen 10que sellama propiamente el sentido comun.
Ahora bien, puede ocurrir que el sentido comun nos permi-
ta decidir entre nuestros dos fisicos. Puede ocurrir que no nos
parezca nada sensata laprisa con queel segundo derriba los prin-
cipios deuna teoria amplia yarmoniosamente construida, cuando
bastaria lamodificaci6n deun detalle, una ligera correcci6n, para
lograr que estas teorias concordaran con los hechos. Tambien
puede ocurrir, por el contrario, que nos parezca pueril einsen-
sata laobstinaci6n con laqueel primer fisicomantiene atoda cos-
ta, abase dereparar y deapuntalar continuamente, las columnas
carcomidas deun edificio que setambalea por todas partes, cuan-
do, derribando esas columnas, podria construir sobre nuevas hipo-
tesis un sistema simple, elegante y s6lido.
Pero esas razones del sentido cornun no se imponen con el
mismo rigor implacable que las prescripciones de la 16gica; tie-
nen algo devago eimpreciso, yno semanifiestan al mismo tiem-
po a todos los espiritus con la misma claridad. De ahi la posibi-
La teoriajisica yla experiencia 287
Iidad de largas disputas entre los defensores de un antiguo sis-
tema y los partidarios de una doctrina nueva, ya que cada ban-
dopretende tener el sentido comun desu parte y considera insu-
ficientes las razones de su adversario. Lahistoria delafisica nos
podria proporcionar innumerables ejemplos de disputas de este
tipo, quehan tenido lugar en todas las epocas yen todos los ambi-
tos. Limiternonos arecordar latenacidad eingeniosidad con que
Biot, abase decontinuas aportaciones decorrecciones y dehipo-
tesis accesorias, mantenia en 6ptica ladoctrina emisionista, mien-
tras Fresnel oponia continuamente aesta doctrina nuevos expe-
rimentos afavor de lateoria ondulatoria.
Sin embargo, este estado de indecisi6n s610dura un tiempo.
Llega el dia en que el sentido comtin se decanta con tal claridad
afavor deuno de los dos bandos que el otro renuncia alalucha,
cuando lapura 16gicano leimpediria continuar. Cuando el expe-
rimento de Foucault demostr6 que la luz se propagaba amayor
velocidad en el aire que en el agua, Biot renunci6 aseguir soste-
niendo la hip6tesis de la emisi6n. En rigor, la 16gicano le obli-
gaba aabandonar, ya que el experimento de Foucault no era el
experimentum crucis que Arago creia ver en el; pero si Biot se
hubiera seguido oponiendo ala6ptica vibratoria, habria pecado
defalta de sentido comun.
Puesto que el momento en que una hip6tesis insuficiente ha
de ceder el paso auna suposici6n mas fecunda no esta marcado
por la16gicacon precisi6n rigurosa, sino que corresponde al sen-
tido cornun reconocer ese momento, los fisicos pueden adelantar
ese juicio y aumentar la rapidez del progreso cientifico, esfor-
zandose por lograr que su propio sentido comun sea mas lucido
y atento. Ahora bien, nada contribuye mas aponer trabas al sen-
tido comun y aperturbar su clarividencia que las pasiones y los
intereses. Asi pues, nada retrasara mas ladecisi6n queha dedeter-
minar una afortunada reforma en una teoria fisica que la vani-
dad, que hace al estudioso demasiado indulgente con su propio
sistema y demasiado severo con el sistema del otro. Llegamos,
288 La estructura de la teoriajisica
pues, a la conclusion que tan claramente ha formulado Claude
Bernard: la sana critica experimental de una hipotesis esta subor-
dinada a ciertas condiciones morales; para apreciar exactamen-
te el acuerdo de una teoria fisica con los hechos, no basta ser un
buen geometra y un habil experimentador, hace falta tarnbien ser
un juez imparcial y leal.
Capitulo VII
LA ELECCION DE LAS HIPOTESIS
I. A QUE SE REDUCEN LAS CONDICIONES IMPUESTAS POR LA
LDGICA A LA ELECCIDN DE LAS HIPDTEsrs
Hemos analizado cuidadosamente las distintas operaciones
mediante las que se construye una teoria fisica. Concretamente,
hemos sometido auna severa critica las reglas que permiten com-
parar las conclusiones de la teoria con la leyes experimentales.
Podemos ahora regresar alos fundamentos mismos de la teoria
y, puesto que sabemos que es 10que han de sostener, podemos
decir en que han de consistir. Demodo que vamos adar respuesta
a esta pregunta: lcuaIes son las condiciones que la logica impo-
ne ala elecci6n de las hipotesis en las que ha de basarse una teo-
ria fisica?
Por otra parte, los diversos problemas que hemos estudiado
en los capitulos anteriores y las soluciones que les hemos dado
ya nos dictan practicarnente la respuesta.
lExige la logica que nuestras hipotesis sean las consecuen-
cias de algun sistema cosmologico 0, al menos, que concuerden
con las consecuencias deuno de esos sistemas? Deningun modo.
Nuestras teorias fisicas no presumen de ser explicaciones; nues-
tras hipotesis no son suposiciones sobre la naturaleza misma de
las cosas materiales. EI unico objetivo de nuestras teorias es la
condensaci6n econ6mica y la clasificacion de las leyes experi-
290 La estructura de la teoria flsica
mentales; las teorias son autonomas eindependientes de cual-
quier sistema metafisico. Las hipotesis sobre las que las cons-
truimos no necesitan tomar prestados sus materiales a una doc-
trina fllosofica cualquiera; no apelan a la autoridad de ninguna
escuela metafisica ni temen ninguna de sus criticas.
lExige lalogica que nuestras hipotesis sean simplemente leyes
experimentales generalizadas por induccion? Lalogica no puede
tener exigencias imposibles de satisfacer. Ahora bien, como ya
hemos reconocido, es imposible construir una teoria por el meto-
do puramente inductivo. Newton y Ampere fracasaron y, sin
embargo, estos dos genios se habian jactado de no admitir nada
en sus sistemas que no estuviera enteramente sacado de la expe-
riencia. Nosotros no nos negaremos a aceptar, entre los funda-
mentos en los que se basara nuestra fisica, postulados que no
hayan sido proporcionados por la experiencia.
lNos obliga la logica a introducir nuestras hipotesis una por
una, y asometer cada una de ellas, antes de declararla aceptable,
aun control minucioso que pruebe su solidez? Seria tambien una
exigencia absurda. Cualquier control experimental utiliza las par-
tes mas diversas de la fisica, recurre ainnumerables hipotesis, y
nunca prueba una hipotesis determinada aislandola de todas
las demas, La logica no puede exigir que se prueben por turno
cada una de las hipotesis que se van a emplear, ya que semejan-
te prueba es imposible.
lCuaIes son, por tanto, las condiciones que se imponen logi-
camente a la eleccion de las hipotesis en las que se debe basar
la teoria fisica? Esas condiciones son de tres clases.
En primer lugar, una hipotesis no sera una proposicion con-
tradictoria en si misma, yaque el fisico no debe enunciar absurdos.
En segundo lugar, las distintas hipotesis que deben sostener
la fisica no han de ser contradictorias entre sf. En efecto, la teoria
fisica no debe convertirse en un mouton demodelos dispares ein-
compatibles, sino que debe mantener celosamente launidad logi-
ca, ya que una intuicion que somos incapaces de justificar, pero
La elecci6n de las hip6tesis 291
que nos resulta imposible ocultar, nos muestra que solo con esta
condicion la teoria tendera asu forma ideal, alaforma de clasifl-
cacion natural.
En tercer lugar, las hipotesis seran elegidas de tal manera
que, de su conjunto, la deduccion matematioa pueda extraer las
consecuencias que representen, con una aproximacion suficien-
te, el conjunto de las leyes experimentales. La representacion
esquematica, por medio de simbolos maternaticos, de las leyes
establecidas por el experimentador es, en efecto, el objetivo pro-
pia de la fisica. Toda teoria de la que se extraiga una consecuen-
cia manifiestamente contradictoria con una ley observada debe-
ria ser rechazada sin piedad. Pero no es posible comparar una
consecuencia aislada de la teoria con una ley experimental ais-
lada. Son los dos sistemas tornados en su integridad, el sistema
entero de las representaciones teoricas, por una parte, y el siste-
ma entero delos datos dela observacion, por la otra, los que deben
ser comparados entre si y cuya semejanza ha de ser apreciada.
II. LAs HIPOTESIS NO SON EL PRODUCTO DE UNA CREACION
REPENTINA, SINO EL RESULTADO DE UNA EVOLUCION
PROGRESIVA. EJ EMPLO EXTRAiDO DE LA ATRACCION UNIVERSAL
A esas tres condiciones se reducen las exigencias impuestas
por la logica alas hipotesis que deben sostener una teoria fisica.
Siempre que las respete, el teorico goza de entera libertad; puede
construir como mejor le convenga los fundamentos del sistema
que va a edificar.
lNo sera esa libertad el mas embarazoso de todos los obs-
taculos?
iComo! Ante los ojos del fisico se extiende la turba infinita, el
tropel desordenado de leyes experimentales, que todavia no resu-
292
La estructura de la teoria fisica
me, ni clasifica ni ordena nada. Necesita formular unos principios
cuyas consecuencias den una representacion simple, clara y orde-
nada de este espantoso conjunto de datos de la observaci6n. Pero
antes de apreciar si las consecuencias de sus hipotesis alcanzan
su objetivo, antes devel' si dan una imagen parecida y una clasi-
ficaci6n metodica de las leyes experimentales, necesita construir
todo el sistema de sus suposiciones. Y, cuando le pide a la logica
que le guie en esta dificil tarea, que le indique que hip6tesis ha de
elegir y cuales ha derechazar, la unica norma que sele da es que
evite la contradiccion, norma exasperante porque deja un margen
amplisimo de duda. lPuede utilizar el hombre provechosamente
una libertad tan ilimitada? lEs suficientemente poderosa su inte-
ligencia como para crear una teoria fisica completamente nueva?
Seguramente no. Lahistoria nos demuestra tambien que nun-
ca se ha creado una teoria fisica enteramente nueva. La forma-
cion de cualquier teoria fisica siempre ha ido precedida de una
serie de retoques que, gradualmente, a partir de unos primeros
esbozos casi informes, han conducido el sistema a estadios mas
acabados; y, en cada uno de esos retoques, la libre iniciativa del
fisico ha sido aconsejada, sostenida, guiada, aveces imperiosa-
mente dirigida pOI'las circunstancias mas diversas, pOI'las opi-
niones de los hombres y pOI'las ensenanzas de los hechos. Una
teoria fisica no es el producto repentino de una creaci6n, sino el
resultado lento y progresivo de una evolucion.
Cuando el polluelo golpea y rompe con su pica la cascara del
huevo y sale de su prisi6n, el nino puede imaginal' que esta mas a
rigida einrnovil, parecida alos guijarros blancos que recoge aori-
llas del arroyo, ha cobrado vida repentinamente y ha producido
el pajaro que corre y pia. Pero alli donde su imaginacion infantil
ve una repentina creaci6n, el naturalista reconoce la ultima fase
deun largo proceso dedesarrollo: seremonta con lamente alapri-
mera fusi6n de dos nucleos microsc6picos para seguir con la serie
de divisiones, diferenciaciones y reabsorciones que, celula acelu-
la, han ido construyendo el cuerpo del joven polluelo.
La eleccion de las hipotesis 293
El profano juzga el nacimiento de las teorias fisicas como el
nino juzga la salida del polluelo. Cree que basta con que esa hada
ala que damos el nombre de ciencia toque con su varita magica
la frente del hombre genial, para que la teoria surja inmediata-
mente, viva y acabada, como sali6 Palas Atenea enteramente arma-
da delafrente de Zeus. Cree que basta con que Newton viera caer
una manzana en un prado para que, repentinamente, los efectos
dela caida de los cuerpos graves, los movimientos de la Tierra, de
la Luna, de 10splanetas y sus satelites, 10sviajes de los cometas
y el flujo y reflujo de los oceanos se resumieran y clasificaran
en una unica proposici6n: dos cuerpos cualesquiera seatraen pro-
porcionalmente al producto de sus masas y en raz6n inversa al
cuadrado de su distancia mutua.
Quienes tienen una visi6n mas profunda delanaturaleza yde
la historia de las teorias fisicas saben que, para hallar el germen
de esta doctrina dela gravitaci6n universal, hay que buscarlo en-
tre los sistemas de la ciencia griega; conocen las lentas metamor-
fosis que ha sufrido este germen a10largo desu evoluci6n milena-
ria; enumeran las aportaciones decada siglo ala obra que recibira
de Newton su forma viable; no olvidan las dudas y vacilaciones
que asaltaron aNewton antes deproducir un sistema acabado. Y,
en ningun momento delahistoria delaatraccion universal, perci-
ben un fenomeno que separezca auna creaci6n repentina, un ins-
tante en que el espiritu humano, libre del impulso de cualquier
movil yajeno alos requerimientos delas doctrinas pasadas yalas
contradicciones delas experiencias presentes, haya usado toda la
libertad que leconcede la16gicapara formular sus hip6tesis.
Nopodemos exponer aqui con detalle la historia delos esfuer-
zos que leha costado ala humanidad preparar el memorable des-
cubrimiento de la atraccion universal: necesitariamos un volu-
men entero; pero si queremos esbozarlos a grandes rasgos, a fin
de mostrar por que vicisitudes ha tenido que pasar esta hipotesis
fundamental antes de ser formulada claramente.
En cuanto el hombre penso en estudiar el mundo fisico, una
294
La estructura de la teoriajisica
clase de fen6menos debi6 requerir su atenci6n, por su generali-
dad eimportancia. La gravedad debi6 ser el objeto de las prime-
ras meditaciones de los fisicos.
No nos detendremos en recordar 10que dijeron los fil6sofos
delaantigua Grecia acerca de10pesado y10ligero, sino que toma-
remos como punto de partida de la historia que queremos reco-
rrer la fisica que ensefi6 Arist6teles. Por otra parte, de la evolu-
cion, esbozada desde tiempos remotos, pero que nosotros
seguiremos apartir de este punto, s610examinaremos aquello que
supone una preparaci6n dela teoria newtoniana, dejando de lado
sistematicarnente todo 10que no tiende a ese objetivo.
Para Arist6teles, todos los cuerpos son mixtos que componen,
en proporciones diversas, los cuatro elementos, la tierra, el agua, el
aire y el fuego. Deesos cuatro elementos, los tres primeros son pesa-
dos: la tierra es mas pesada que el agua y esta, asu vez, 10es mas
que el aire; s610el fuego es ligero. Los mixtos son mas 0menos
pesados segun la proporci6n de los elementos que los componen.
lQue quiere decir esto? Un cuerpo pesado es un cuerpo dota-
do deuna determinadajorma sustancial que se mueve, por si mis-
mo, hacia un punto maternatico, el centro del Universo, siempre
que no sea impedido por algo. Y para que algo se 10impida, es
preciso que encuentre por debajo de el un soporte solido 0un flui-
do mas pesado que el. Un fluido menos pesado no impediria su
movimiento, ya que lo mas pesado tiende a desplazarse por deba-
jo de lo menos pesado. Un cuerpo ligero es igualmente un cuerpo
cuya forma sustancial es tal que se mueve por si mismo apartan-
dose del centro del mundo.
Si los cuerpos estan dotados de esas formas sustanciales, es
que cada uno de ellos tiende aocupar su Lugar natural, lugar que
esta tanto mas proximo al centro del mundo cuanto mas rico en
elementos pesados sea el cuerpo, y tanto mas alejado de este pun-
to cuanto mas impregnado de elementos ligeros este el mixto. La
ubicaci6n de cada elemento en su lugar natural produciria en el
mundo un orden, en el que cada elemento habria alcanzado la
La elecci6n de Las hipotesis 295
perfecci6n de su forma. De modo que, si la forma sustancial de
todo elemento y de todo mixto ha sido dotada de una de esas cua-
lidades que llamamos gravedad 0ligereza, es para que el orden
del mundo regrese mediante un movimiento natural asu perfec-
ci6n, cada vez que un movimiento violento 10perturbe momen-
taneamente. En concreto, esta tendencia de todo grave asu lugar
natural, hacia el centro del Universo, es la que explica la redon-
dez de la Tierra y la esfericidad perfecta de la superficie de los
mares. Arist6teles ya esbozo una demostraci6n matematica de
esta teoria, que Adrasto, Plinio el Viejo, Te6n deEsmirna, Simpli-
cio, santo Tomas y toda la Escolastica reprodujeron y desarrolla-
ron. Asi pues, de acuerdo con el gran principio de la metafisica
peripatetica, la causa eficienie del movimiento de los graves es, al
mismo tiempo, su causa final, que se identifica, no con una atrac-
ci6n violenta ejercida por el centro del Universo, sino con una
tendencia natural que experimenta cada cuerpo hacia ellugar
mas favorable para su propia conservaci6n y para la disposici6n
armoniosa del mundo.
Esas son las hip6tesis en las que se basa la teoria de la gra-
vedad que formula Arist6teles, que los comentaristas de la escue-
la de Alejandria, los arabes y los fil6sofos de la Edad Media occi-
dental desarrollan y precis an, que J ulio Cesar Escaligero expone
ampliamente,' y a la que Benedetti da una forma especifica cla-
ra,2retomada por el propio Galileo en sus primeros escritos.I
Esta doctrina, por otra parte, sefue precisando atraves delas
meditaciones de los fil6sofos escolasticos. La gravedad no es la
1. J ulii Caesaris SCALIGERI,Exotericarum exercitationum liber XV: De
subtilitate adversus Cardanum, exercitatio IV, Lutetiae, 1557.
2. J .-Baptistae BENEDICTI,Diversarum speculationum liber. Disputatio-
nes de quibusdam placitis Aristotelis, c. xxxv, p. 191, Taurini MDLXXXV.
3. Le Opere di GALfLEOGALlLEI, reimpresas fielmente sobre la edici6n
nacional, vol. I, Florencia, 1890. De motu, p. 252. (Esta obra, compuesta por
Galileo hacia 1590, ha sido publicada recientemente por M. Favaro.) [Seree-
diL6, en 20 volumenes, en Florencia 1968. (N. del E.))
296 La estructura de La teoria fisica
tendencia de un cuerpo a situarse entero en el centro del Uni-
verso, cosa que seria absurda, ni a situar en el cualquiera de sus
puntos. En todo grave hay un punto bien determinado que desea
unirse con el centro del Universo, y ese punto es el centro de gra-
vedad del cuerpo. No es cualquier punto de la Tierra, sino el cen-
tro de gravedad de toda la masa terrestre, el que ha de hallarse en
el centro del mundo para que la Tierra permanezca inm6vil. La
gravedad se ejerce entre dos puntos, y se parece alas acciones de
polo apolo con las que durante mucho tiempo se han represen-
tado las propiedades de los imanes.
Contenida en germen en un pasaje de Simplicio, que comen-
ta el De Ccelo de Arist6teles, esta doctrina fue formulada extensa-
mente a mediados del siglo XIV por un ilustre doctor de la epoca,
de la escuela nominalista de la Sorbona, Alberto de Sajonia. Des-
pues deAlberto de Sajonia, y siguiendo sus enseiianzas, fue adop-
tada y expuesta por los espiritus mas capacitados de la Escolasti-
ca, Tim6n el J udlo, Marsilio de Inghen, Pierre d'Ailly y Nifo."
Tras haber sugerido aLeonardo da Vinci algunos de sus pen-
samientos mas originales," la doctrina de Alberto de Sajonia pro-
longa mucho mas alla de la Edad Media su poderosa influencia.
Guido Ubaldo del Monte la formula claramente: Cuando deci-
mos que un grave desea por una propensi6n natural, situarse en
el centro del Universo, queremos expresar que el propio centro
de gravedad de este cuerpo pesado desea unirse al centro del Uni-
verso." Esta doctrina de Alberto de Sajonia domina aun, en ple-
no siglo XV!I, en la mente de muchos cientificos. Inspira todos
los razonamientos, sumamente extraiios para quien no conozca
4. Vease la historia detallada de esta doctrina en nuestra obra sobre Les
origines de Lastatique, en el capitulo xv titulado Les proprietes mecaniques du
centre de gravite.- D'ALbert de Saxe a Torricelli.
5. Cf. P. DUHEM, Albert de Saxe et Leonard de Vinci, en Bulletin italien,
t. V, p. 1Y p. 113 (1905).
6. GUIDI UBALDI eMARCHIONIBUS MONTIS, In duos Archimedis aequipon-
derantium libros paraphrasis scholiis illustrata, Pisauri 1588, p. 10.
La eleccion de Las hipotesis 297
esta doctrina, mediante los que Fermat sostiene su proposicion
geostdtica.
7
En 1636, Fermat escribe aRoberval, que pone en cues-
ti6n lalegitimidad de sus argumentos: Laprimera objeci6n con-
siste en que no quereis admitir que el centro deuna linea, que une
dos pesos iguales que descienden libremente, se una al centro del
mundo. Y en eso me parece que perjudicais a la luz natural y a
los primeros principios." Las proposiciones formuladas por Alber-
to de Sajonia habian acabado alcanzando el rango de verda des
evidentes por sl mismas.
La revoluci6n copernicana, al destruir el sistema geocentri-
co, derriba las bases mismas sobre las que descansaba esta teo-
ria de la gravedad.
El cuerpo pesado por excel encia, la tierra, ya no tiende a
situarse en el centro del Universo; los fisicos deben basar en hip6-
tesis nuevas la teoria de la gravedad. lQue consideraciones les
sugeriran estas hip6tesis? Consideraciones de analogia: compa-
raran la caida de los graves hacia la Tierra con el movimiento del
hierro hacia el iman.
El orden exige que un cuerpo homogeneo tienda aconservar
su integridad; por consiguiente, las diversas partes de ese cuerpo
han de estar dotadas de una forma sustancial tal que resistan a
cualquier movimiento que tenga como consecuencia separarlas,
y que tiendan areunirse cuando alguna violencia las ha separa-
do. Lo semejante atrae a10semejante. Esta es la raz6n por la que
el iman atrae al iman.
Por otra parte, el hierro y sus minerales son parientes del
iman, de modo que, si los situamos cerca de un iman, la perfec-
ci6n del Universo exige que vayan a unirse a este cuerpo; de ahi
que su forma sustancial se yea alterada cuando esta cerca del
7. Cf. P. DUHEM, Les origines de La statique, c. XVI: La doctrine d'Albert
de Saxe et les geostaticiens. Este capitulo aparecera proximarnente en la Revue
des questions scientifiques.
8. FERMAT, Oeuvres, editadas par Paul TANNERY y Ch. HENRY, t. II, Corres-
pondance, p. 31.
298 La estructura de la teoria fisica
iman, porque adquieren la virtud magnetica por la que se preci-
pitan hacia el iman,
Esta es la doctrina unanime dela escuela peripatetica y, espe-
cialmente, deAverroes y de santo Tomas, aproposito delas accio-
nes magneticas.
En el siglo xur, estas acciones son estudiadas con mas deta-
lle. Se constata que todo iman posee dos polos, que los polos de
nombres contrarios se atraen, pero que los polos del mismo nom-
bre se repelen. En 1269, Pierre de Maricourt, mas conocido por
el nombre de Petrus Peregrinus, hace una descripcion de estas
acciones que es una maravilla de claridad y de sagacidad expe-
rimental.?
Pero estos nuevos descubrimientos no hacen mas que pre-
cisar y confirmar la doctrina peripatetica. Si se rompe una piedra
de iman, las dos caras resultantes tienen polos de nombre con-
trario; las formas sustanciales de los dos fragmentos son tales que
esos fragmentos van uno al encuentro del otro y tienden a sol-
darse de nuevo. Asi pues, la virtud rnagnetica es tal que tiende a
conservar la integridad del iman 0, en el caso de que ese iman
haya sido roto, a reconstruir un iman unico que tenga sus polos
dispuestos como el iman primltlvo.l?
La gravedad tiene una razon de ser semejante. Los elemen-
tos terrestres estan dotados de una forma sustancial tal que per-
manecen unidos al astro del que forman parte y hacen que con-
serve su figura esferica. Precursor de Copernico, Leonardo da
Vinci proclama yaquelaTierra no esta en el centro del circulo del
Sol, ni en el centro del Mundo, sino en el centro de sus elementos
9. Epistola PETRI PEREGI\lNIMARICURTENSISad Sygerum de Foucaucourt
militem, de magnete; actum in castris, in obsidione Lucerae, anno Domini
MCCLXIX, VIII die Augusti. Impreso por G. Gasser en Augsburgo en 1558.
Reimpreso en Neudrucke von Schriften und Karten iiber Meteorologie und
Erdmagnetismus, herausgegeben von Professor Dr G. Hellmann, n'' 10. Ram
magnetica, Asher, Berlin 1896.
10. PETRUSPEREGRINUS,J oc. cit., 1a parte, c. IX.
La eleccion de Las hipotesis 299
que le acompafian y estan unidos aella.'! Todas las partes de la
Tierra tienden al centro de gravedad de la Tierra y, gracias a ello,
se asegura la forma esferica de la superficie de las aguas, cuya
imagen nos proporciona la gota de rocio.
Copernico, al principio del primer libro sobre las revolucio-
nes celestes, se expresa casi en 10smismos terminos que Leonardo
da Vinci y se sirve de las mismas comparaciones. LaTierra es
esferica, ya que todas sus partes se esfuerzan hacia su centro de
gravedad.v'P El agua y la tierra tienden ambas hacia ese centro,
10que proporciona a la superflcie de las aguas la forma de una
porcion de esfera; la esfera seria perfecta si hubiera una cantidad
suficiente de agua. Por otra parte, el Sol, la Luna y los planetas
tambien tienen forma esferica que, en cada uno de esos cuerpos
celestes, ha de explicarse como se explica en la Tierra:
Creo que lagravedad no es mas que una cierta apetencia natu-
ral dada alas partes delaTierra por ladivina Providencia del Arqui-
tecto del Universo, afin de que sean reconducidas asu unidad y a
su integridad reuniendose bajo la forma de una esfera. Es creible
que esta misma tendencia ala union exista en el Sol, en la Luna y
en los demas astros errantes, afin de que, por la eficacia de esta
apetencia, persistan en laredondez con la que senos presentan.s "
lEs esta gravedad una gravedad universal? Una masa que per-
tenece aun cuerpo celeste les atraida alavez por el centro de gra-
vedad de ese cuerpo y por los centros de gravedad de los otros
astros? No hay nada en los escritos de Copernico que nos indique
que admitiera semejante tendencia; en los escritos de sus disci-
pulos todo parece indicar que la tendencia hacia el centro de un
11. Les Manuscrits de LEONARDDEVINCI,pubJ icados por Ch. RAVAISSON-
MOLLIEN,Ms. F de J a Bibliotheque de I'Institut, Iol, 41, verso. Ese cuaderno
Ileva la anotaci6n Comenzado en Milan, el 12 de septiembre de 1508.
12. Nicolai COPERNICI,De revolutionibus orbium coelestium libri sex, 1,
I, cc. I, II, III, Norimbergae 1543.
13. Nicolai COPERNICI,De revolutionibus orbium coelestium libri sex, 1,
I, c. IX,Norimbergae 1543.
300 La estructura de La teoria fisica
astro es propia delas partes deeste astro. En 1626, Mersenne resu-
mia su doctrina, cuando despues de haber dado esta definici6n:
El centro del Universo es ese punta hacia el que todos los graves
tienden en linea recta y que es el centro cornun de los graves,
afiadia: Se supone, pero no se puede demostrar; ya que existe
probablemente un centro particular de gravedad en cada uno de
los sistemas particulares que forman el Universo 0, en otras pala-
bras, en cada uno de los grandes cuerpos celestes-.!"
Sin embargo, Mersenne expresaba a prop6sito de esta doc-
trina una duda a favor de la hip6tesis de una gravedad univer-
sal. En efecto, un poco mas adelante escribia: -Suponemos que
todos los graves tienden hacia el centro del Mundo y se dirigen
hacia el, en linea recta y con un movimiento natural. Es una pro-
posici6n en la que todo el mundo coincide, aunque no haya sido
nunca demostrada. lQuien sabe si las partes de un astro, arran-
cadas a este astro, gravitan hacia ese astro y regresan a el, como
las piedras arrancadas de la Tierra y llevadas a ese astro regre-
sarian ala Tierra? lQuien sabe si unas piedras terrestres, mas cer-
canas a la Luna que a la Tierra, descenderian hacia la Luna en
vez de hacerlo hacia la Tierra?15 Esta ultima frase parece indi-
car que Mersenne sentia tentaciones, como veremos, de seguir
mas bien la doctrina de Kepler que la de Copernico.
Con mayor fidelidad y rigor, Galileo se inclina por la teoria
copernicana de la gravedad especifica de cada astro. Desde la pri-
mera jornada del celebre Dialogo sabre Losdos sistemas del Mun-
do, defiende, por boca del interlocutor Salviati, que las partes de
la Tierra se mueven, no para ir al centro del Mundo, sino para
reunirse en su todo; es pOI'esto que sienten una inclinaci6n natu-
ral hacia el centro del globo terrestre, inclinaci6n mediante la cual
contribuyen aformarlo y a conservarlo ...
14. MERSENNE, Synopsis mathematica, Lutetiae, ex officina Rob. STE-
PHANI, MDCXXVI. Mechanicorurn libri, p. 7.
15. MERSENNE, loc. cil., p. 8.
La eleccion de Las hipotesis 301
Como las partes de la Tierra contribuyen todas, de comun
acuerdo, aformal' su todo, de ello se sigue que acuden de todas
partes con la misma inclinaci6n. Y, a fin de unirse entre si de la
forma mas estrecha posible, adoptan la figura esferica. Siendo asi,
lno debemos creer que si la Luna, el Sol y los otros grandes cuer-
pos que componen el mundo son tambien de figura redonda, no
es pOI'otra raz6n que por un instinto concordante y por una con-
currencia natural de todas sus partes? De modo que, si una de
esas partes se encontrara separada de su todo por alguna violen-
cia, lno es razonable creer que regresaria espontaneamente ypor
instinto natural?
No hay duda de que entre esa doctrina y la teoria de Arist6-
teles la divergencia es profunda. Arist6teles rechazaba con fuer-
za la doctrina de los antiguos flsiologos que, como Empedocles,
veian en la gravedad una simpatia del semejante por su seme-
jante. En el IV libro del De Caelo, afirmaba que los graves caen no
para unirse a la Tierra, sino para unirse al centro del Universo;
que si la Tierra, arrancada de su lugar, se hallara retenida en la
6rbita dela Luna, las piedras no caerian sobre laTierra, sino hacia
el centro del Mundo.
Y sin embargo, los copernican os conservan dela doctrina de
Arist6teles todo 10que pueden conservar. Para ellos, como para el
Estagirita, lagravedad es una tendencia innata del cuerpo grave, y
no una atracci6n violenta ejercida por un cuerpo extrafio; para
ellos, como para el Estagirita, esta tendencia busca un punto ma-
tematico, centro delaTierra, 0centro del astro al que pertenece el
cuerpo estudiado; para ellos, como para el Estagirita, esta tenden-
cia detodas las partes hacia un punto es la causa delafigura esfe-
rica que presentan todos los cuerpos celestes.
Galileo va aun mas lejos, y traslada al sistema copernicano
la doctrina de Alberto de Sajonia. Cuando en su celebre obra De
Laciencia mecanica define el centro de gravedad de un cuerpo,
dice: Tambien es ese punto el que tiende a unirse al centro uni-
versal de las cosas graves, es decir, al de la Tierra; y este pen-
302 La estructura de la teoria fisica
samiento le guia cuando formula el siguiente principio: un con-
junto de cuerpos pesados se encuentra en equilibrio cuando el
centro de gravedad de este conjunto se halla 10mas cerca posible
del centro de la Tierra.
Lafisica copernicana consistia, pues, esencialmente en negar
latendencia decada elemento asulugar natural yen sustituir esta
tendencia por la simpatia mutua de las partes de un mismo todo,
que bus can reconstruir este todo. En la epoca en que Copernico
apelaba a esta simpatia para explicar la gravedad especifica de
cada astro, Fracastoro formulaba su teoria general." cuando dos
partes de un mismo todo se hallan separadas una de otra, cada
una deellas envia ala otra una emanacion desu forma sustancial,
una species que se propaga en el espacio intermedio; mediante el
contacto de esta species, cada una de las partes tiende hacia a la
otra parte, a fin de reunirse en un solo todo. Asi se explican las
atracciones mutuas delos semejantes, cuyo modelo es lasimpatia
del hierro pOI'el iman.
Al igual que Fracastoro, la mayoria de medicos y astrologos
(era muy raro que no fueran ambas cosas a la vez) apelaban de
buen grado aestas simpatias. POI'otra parte, veremos que el papel
de medicos y astrologos no fue insignificante en el desarrollo de
la doctrina de la atraccion universal.
Nadie ha desarrollado esta doctrina delas simpatias con mayor
extension que William Gilbert. En la obra, fundamental para la
teoria del magnetismo, con la que el concluye la labor cientifica
del siglo XVI, Gilbert expresa, a proposito de la gravedad, ideas
parecidas alas que habia manifestado Copernico: El movimien-
to simple y recto hacia abajo considerado pOI'los peripateticos, el
movimiento del grave -dice Gilbert-, es un movimiento dereunion
(coacervatio) de las partes disjuntas que, a causa de la materia
que las forma, se dirigen hacia el cuerpo de la Tierra en lineas
16. Hieronymi FRACASTORII,De sympathia et antipathia rerum, liber unus
(Hieronymi FRACASTORII,Opera omnia, Venetiis, MDLV).
La eleccion de Las hipotesis 303
rectas, que siempre conducen al centro por el camino mas cor-
to. Los movimientos de las partes magneticas aisladas de la Tie-
rra son, ademas del movimiento que las reline con el todo, los
movimientos que las unen entre si, y los que las hacen girar y las
dirigen hacia el todo, con miras a la sinfonia y a la concordan-
cia dela forma-.!" Ese movimiento rectilineo, que no es mas que
la inclinacion hacia su principio, no 10poseen solamente las par-
tes de la Tierra, sino tarnbien las partes del Sol, de la Luna y de
los otros globos celestes.v'" Nada dice de que esta virtud atracti-
va sea una gravedad universal; es una virtud propia de cada astro,
como el magnetismo 10 es de la Tierra 0 del iman: Demos aho-
ra la razon -dice Gilbert- de esta union y de este movimiento que
conmueve a toda la naturaleza ... Es una forma sustancial espe-
cial, especifica, que pertenece a los globos primarios y principa-
les; es una entidad propia y una esencia de sus partes homoge-
neas y no corrompidas que podemos denominar forma primaria,
radical y astral. No es la forma primera de Aristoteles, sino esta
forma especial por la que el globo conserva y dispone 10que le es
propio. En cada uno de los globos, en el Sol, en la Luna, en los
astros, hay una forma de estas caracteristicas; la hay tarnbien en
la Tierra, y constituye este verdadero poder magnetico que lla-
mamos el vigor primario. Existe, pues, una naturaleza magneti-
ca que es propia dela Tierra y que, por una razon primera y capaz
de provocar nuestra sorpresa, reside en cada una de sus partes
verdaderas ... Hayen Ia Tierra un vigor magnetico que le es pro-
pio, como hay una forma sustancial en el Sol y una en la Luna.
La Luna dispone de una manera lunatica los elementos que de
ella pudieran separarse, de acuerdo con su forma y con los limi-
tes que se le han impuesto; un fragmento del Sol se dirige hacia
17. Guglielmi GILBERTI CoIcestrensis, medici Londinensis, De magnete,
magneticis corporibus, et de magno magnete Tellure, physiologia nova, Lon-
dini 1600, p. 225.
18. GILBERT, op. ciL., p. 227.
. , . - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
304
La estructura de La teoriajisica
el Sol, como el iman a la Tierra 0 a otro iman, por su inclina-
cion natural y como si fuera atraldo-t"
Esos pensamientos se encuentran esparcidos en la obra de
Gilbert sobre el iman; ampliamente desarrollados, adquieren una
importancia capital en la obra sobre el sistema del mundo, que
compuso Gilbert y publico su hermano despues de su muerte.w
La idea principal de este escrito esta condensada en el siguiente
pasaje: Todo 10que es terrestre se reune con el globo de la Tie-
rra; igualmente, todo 10que es homogeneo al Sol tiende hacia el
Sol, todas las cosas lunares hacia la Luna, y 10mismo ocurre con
los otros cuerpos que forman el Universo. Cada una de las partes
de esos cuerpos se adhiere a su todo y no se separa espontanea-
mente. Si es arrancada de el, no solamente se esfuerza por regre-
sar a el, sino que es llamada y atraida por las virtudes del globo.
Si no fuera asi, si las partes pudieran separarse espontaneamen-
te, si no regresaran asu principio, el Mundo entero quedaria muy
pronto disipado y en una gran confusion, No se trata de un deseo
que lleva alas partes hacia un determinado lugar, aun cierto espa-
cio, a un cierto termino, sino de una tendencia hacia el cuerpo,
hacia la fuente comun, hacia la madre de la que han salido, ha-
cia su principio, donde todas estas partes se encontraran uni-
das, conservadas, y donde permaneceran en reposo, salvas detodo
peligro."!
Lajilosojia de la imantacion de Gilbert consigui6 numerosos
adeptos entre los fisicos; limiternonos a citar a Francis Bacon,22
cuyas opiniones son el reflejo confuso de las doctrinas de su doc-
to contemporaneo, y pasemos sin mas prearnbulos al verdadero
creador de la gravitaci6n universal, aKepler.
19. GILBERT,op. ciL.,p. 65.
20. Guglielmi GILBEI\Tl Colcestrensis, medici Regii, De mundo nostro
sublunari philosophia nova. Opus posthumum, ab authoris fratre collecturn
pridem et dispositurn. Amstelodami, MDCLI.Gilbert murio en 1603.
21. GILBERT,op. cit., p. 115.
22. BACON, Novum Organum, 1, II, C. XLVIII, arts. 7, 8, 9.
La eLecci6n de Las hip6tesis 305
A pesar de proclamar muchas veces su admiraci6n por Gil-
bert, y de declararse afavor delafilosofia dela imantaci6n, Kepler
cambiara todos los principios: sustituira las tendencias delas par-
tes deun astro hacia el centro deeste astro por atracciones mutuas
entre las partes; proclamara que esta atracci6n deriva de una uni-
ca y misma propiedad, ya se trate de partes de la Luna 0 de par-
tes de la Tierra; dejara de lado toda consideraci6n relativa alas
causas finales que vinculan esta virtud a la conservaci6n de la
forma decada astro. En una palabra, abrira todos los caminos que
seguira la doctrina de la gravitaci6n universal.
De entrada Kepler niega todo poder de atraccion 0 de repul-
si6n acualquier punta matematico, ya sea el centro de la Tierra,
como consideraba Copernico, ya sea el centro del Universo, como
consideraba Arist6teles: Laacci6n del fuego no consiste en alcan-
zar la superficie que recubre el mundo, sino en huir del centro,
no del centro del Universo, sino del centro dela Tierra; y ese cen-
tro no tanto por su condici6n de punto, sino porque esta en el
centro de un cuerpo muy diferente ala naturaleza del fuego, que
desea dilatarse. Diria mas: la llama no huye, sino que es expul-
sada por el aire mas pesado, como una vejiga hinchada 10seria
por el agua. Si colocaramos una tierra inm6vil en algun lugar y
acercaramos una tierra mas grande, la primera sevolveria grave
respecto a la segunda y seria atraida por ella, como la piedra es
atraida por la Tierra. La gravedad no es una accion, es una pasion
de la piedra que es arrojada-.P
Un punto matematico, ya sea el centro del mundo 0 cual-
quier otro pun to, no podria mover efectivamente alos graves, ni
tampoco podria ser el objeto al que tienden. iQue demuestren los
fisicos que una fuerza asi puede pertenecer a un punto que no
es un cuerpo, y que s610esta concebido de una forma completa-
mente relativa!
23. J oannis KEPLERI,Littera ad Herwartum, 28 de marzo de 1605. J oan-
nis KEPLERIastronomi, Opera omnia, ed. por Ch. FRISCH,t. II, p. 87.
306 La estructura de La teoriajisica
Es imposible que laforma sustancial delapiedra, al poner en
movimiento el cuerpo deesta piedra, busque un punto matemati-
co, por ejemplo, el centro del mundo, sin preocuparse del cuerpo
en el que seencuentra esepunto. iQuedemuestren los fisicos que
las cosas naturales tienen simpatia por 10que no existe!
Esta es la verdadera doctrina de la gravedad: la gravedad
es una atracci6n mutua entre cuerpos semejantes, que tiende a
unirlos y ajuntarlos; lafacultad magnetica esuna propiedad dela
misma clase: es la Tierra la que atrae ala piedra y no la piedra
laque tiende hacia laTierra. Incluso si colocamos el centro dela
Tierra en el centro del mundo, no es hacia ese centro del mun-
do hacia el que se dirigirian los graves, sino hacia el centro del
cuerpo redondo con el que estan emparentados, es decir, hacia el
centro delaTierra. Ademas, si transportaramos laTierra acual-
quier otro lugar, los graves siempre tenderian hacia ella, en vir-
tud delafacultad queposee. Si laTierra no fuera redonda, los gra-
ves no sedirigirian desde todas partes directamente hacia el centro
de la Tierra, sino que, segun ellugar de donde procedieran, se
dirigirian a puntos diferentes. Si en un determinado lugar del
mundo colocaramos dos piedras, cercanas entre si y fuera de la
esfera de influencia de cualquier cuerpo que este emparentado
con ellas, esas piedras, amodo de imanes, irian a unirse en un
punto intermedio, ylos caminos recorridos hasta unirse estarian
en raz6n inversa asus masas.s'"
Esta verdadera doctrina de la gravedad seexpandi6 muy pron-
toenEuropa yfueaceptada por muchos ge6metras. En 1626, Mer-
senne aludia a ella en su Synopsis mathematica. El 16de agosto
de 1636, Etienne Pascal yRoberval escriben aFermat una carta,25
cuyo principal objetivo es poner en cuesti6n el antiguo principio
24. J oannis KEPLER!, De motibus stellae Martis eommentarii, Pragae,
1609. KEPLER!, Opera omnia, t. III, p. 151.
25. FERMAT, Oeuvres,editadas por Paul TANNERY y Ch. HENRY, t. II, Corres-
pondanee, p. 35.
La eleccion de Las hipotesis 307
deAlberto deSajonia, celosamente mantenido por el ge6metra de
Toulouse, que si dos pesos iguales se unen por una linea recta,
firme y sin peso, y, que estando asi dispuestos, pueden bajar de
nuevo libremente, no reposaran hasta que el centro de la linea
(que es el centro de gravedad de los antiguos) se una al centro
oomun delas cosas pesadas. A este principio, objetan 10siguien-
te: puede ocurrir tambien, y es muy verosimil, que la gravedad
sea una atracci6n mutua 0un deseo natural deunirse que tienen
los cuerpos, como es evidente en el caso del hierro y del iman,
que tienen una naturaleza tal que, si el iman es retenido, el hie-
rro, que esta libre, ira abuscarlo; si el hierro es retenido, el iman
ira hacia el; y si ambos estan libres se aproximaran mutuamen-
te, aunque de tal manera que el mas potente hara un recorrido
menor,
Los cuerpos que estan sobre laTierra lno tienen tuss facul-
tad magnetica que laque les conduce al suelo dedonde han sido
lanzados y que constituye su gravedad?
El movimiento quehincha las aguas del mar yproduce el flu-
jo sigue el paso de laLuna al meridiano con tanta precisi6n que
no qued6 mas remedio que considerar que la Luna era la cau-
sante de este fen6meno, en cuanto se conocieron las leyes con
cierta exactitud. Las observaciones'" deErat6stenes, de Seleuco,
deHiparco y, sobre todo, de Posidonio proporcionaron alos filo-
sofos antiguos un conocimiento de estas leyes suficientemente
completo para que Cicer6n, Plinio el Viejo, Estrab6n y Ptolomeo
no dudaran en afirmar que el fen6meno delas mareas dependia
del curso de la Luna. Pero esta dependencia qued6 establecida
sobre todo gracias aladescripci6n detallada delas diversas vici-
situdes del flujo que el astr6nomo arabe Albumasar proporcion6,
en el siglo IX, en su Introductorium magnum ad Astronomiam.
26. Cf. Roberto ALMAGIA, Sulla dottrina delia marea nell'antichita cJ as-
sica enel medio evo- en Atti del Congresso internazionale di Scienze histori-
ehe, Roma, 1-9 de abril de 1903, vol. XII, p. 151.
308 La estructura de la teoria fisica
La Luna determina, por tanto, la subida de las aguas del
Oceano; pero icomo la determina?
Ptolomeo y Albumasar no dudan en invocar una virtud pecu-
liar, una influencia especial de la Luna sobre las aguas del
mar. Esta explicacion no satisfacia alos autenticos discipulos de
Aristoteles. A pesar de cuanto se haya dicho a este respecto, los
peripateticos fieles, ya fuesen arabes 0maestros de la Escolastica
occidental, rechazaban energicamente las explicaciones que recu-
rrian afuerzas ocultas, inaccesibles alos sentidos: la unica virtud
misteriosa que estaban dispuestos aaceptar era laaccion del iman
sobre el hierro: no admitian que los astros pudieran ejercer nin-
guna influencia que no derivara de su movimiento 0desu luz. Por
consiguiente, Avicena, Averroes, Robert Grosse-Teste, Alberto Mag-
no y Roger Bacon buscan la explicacion del flujo y reflujo en la luz
de la Luna, en el calor que esta luz puede originar, en las corrien-
tes que este calor puede producir en la atmosfera y en la ebulli-
cion aque puede dar lugar en el seno de las aguas marinas.
Explicacion bien caduca, y que anulaban de antemano obje-
ciones demasiado evidentes. YaAlbumasar habia observado que
la luz de la Luna no tenia nada que ver con el flujo del Oceano,
ya que ese flujo se producia tanto en Luna nueva como en Luna
lIena, tanto cuando la Luna esta en el zenit como cuando esta
en el nadir. La explicacion, algo pueril, que Robert Grosse-Teste
habia propuesto para anular esta ultima objecion, no podia, a
pesar del entusiasta apoyo de Roger Bacon, destruir la argumen-
tacion de Albumasar. A partir del siglo XJ II, los mas ilustres esco-
lasticos, santo Tomas de Aquino entre otros, admitian la posibi-
lidad deinfluencias astrales distintas delaluz. Desde esemomento,
Guillaume d'Auvergne, en su obra De Universo, comparaba la
accion de la Luna sobre las aguas del mar con la accion del iman
sobre el hierro.
La teoria magnetica de las mareas es conocida por los gran-
des fisicos que, amediados del siglo XIV, dan prestigio ala escue-
la nominalista de la Sorbona. Alberto de Sajonia y Timon el J udio
La elecci6n de Las hip6tesis 309
la exponen en sus Questiones al De Caelo y alos Meteoros de Aris-
t6teles, pero tienen reparos en otorgarle su adhesion plena y total:
conocen demasiado bien la importancia delas objeciones deAlbu-
masar para aceptar sin reservas las explicaciones deAlberto Mag-
no y de Roger Bacon. Y sin embargo, esta atraccion magnetica
oculta, ejercida por la Luna sobre las aguas del mar, choca con
su racionalismo de peripateticos,
Por el contrario, esta virtud que manifiestan las mareas satis-
facia plenamente alos astrologos, que veian en ella laprueba irre-
futable de la influencia que ejercen los astros sobre el mundo
sublunar. Esta hipotesis tambien satisfacia alos medicos, que com-
paraban el papel desempefiado por los astros en el fenomeno de
las mareas con el que ellos le atribuian en las crisis de las enfer-
medades. iAcaso Galeno no relacionaba las fases de la Luna con
los dias criticos de las enj'ermedades pituitarias?
A finales del siglo xv, Pico della Mirandola recupera la tesis
de Avicena y de Averroes sin permitir la men or concesion.F Pico
niega alos astros el mas minimo poder de actuar en la tierra de
otra forma que no sea a traves dela luz; rechaza por ilusoria cual-
quier astrologia predictiva, rechaza la doctrina medica de los dias
criticos y, al mismo tiempo, declara erronea la teoria magnetics
de las mareas.
El desafio lanzado por Pico della Mirandola a los astrologos
y a los medicos halla una inmediata respuesta en un medico de
Siena, Lucius Bellantius, en una obra cuyas ediciones se suceden
ininterrumpidamente. En el tercer libro de esta obra, el autor,
considerando la opinion de Pico sobre las mareas, escribe esas
lineas: Los rayos con los que aetna sobre todo la Luna cuando
atrae ehincha las aguas del mar no son los rayos de la luz lunar,
ya que, en el momento de la conjuncion, no habria flujo ni reflu-
jo; y, sin embargo, constatamos que 10hay. De modo que la Luna
atrae al mar como el iman atrae al hierro mediante unos rayos
27. J oannis PICI MII\ANDULAE, Adversus astroLogos, Bononiae 1.495.
310 La estructura de la teoria ftsica
virtuales. Gracias a esos rayos se resuelven facilmente todas las
objeciones que se puedan presentar sobre este tema-.'"
Ellibro de Lucius Bellantius contribuy6 sin duda a aumen-
tar decisivamente el favor de que gozaba la teoria magnetica de
las mareas. Desde mediados del siglo XVI, esta teoria fue comun-
mente aceptada.
Cardano clasifica entre los siete movimientos simples: ... de
nuevo, otro natural que se debe aalguna obediencia de las cosas,
como el agua por causa de la Luna, como el hierro por causa
del iman, llamada piedra de Hercules."
J ulio Cesar Escaligero adopta la misma opini6n: El hierro
es movido por el iman sin estar en contacto con el; lpor que no
iba a seguir tambien el mar el cuerpo de un astro muy noble?3o
Duret menciona, aunque sin adherirse a ella, la opini6n de
Lucius Bellantius: Este autor asegura que laLuna atrae las aguas
del mar no por los rayos de su luz, sino por la virtud y poder de
algunas propiedades ocultas, del mismo modo que hace el iman
con el hierro."!
Gilbert, por ultimo, sostiene que la Luna no aetna sobre el
mar mediante sus rayos, mediante su luz. lC6mo actua, pues?
Mediante la conspiraci6n de dos cuerpos y, para explicar mejor
mi pensamiento con la ayuda de una analogia, por atracci6n mag-
netica.32
28. Lucii BELLANTIISENENSIS,Liber de astrologica veritate et in disputa-
tiones Joannis Pici adversus astrologos responsiones, Bononiae 1495, Floren-
tiae 1498, Venetiis 1502, Basileae 1504.
29. Les livres d'Hierorne CARDANUS, medico milanes, intitules de la sub-
tilite et subtiles inventions, traducidos dellatin al frances por Richard LE BLANC,
Paris 1556, p. 35.
30. J ulii Caesaris SCALIGERI, Exercitationes exotericae de subtilitate adver-
sus Cardanum, exercitatio LlI.
31. Claude DURET, Discours de la verite des causes et effects de divers
cours, mouvements, flux et reflux de la mer octane, mer Mediterrannee et autres
mers de la Terre,Paris 1600, p. 204.
32. Guglielmi GILBERTI,De mundo nostro philosophia nova, p. 307.
La elecci6n de las hip6tesis 311
Esta acci6n de laLuna sobre las aguas del mar puede incluir-
se, por otra parte, entre esas tendencias simpaticas de semejan-
tehacia 10semejante, que eran para los copernicanos la raz6n de
ser dela gravedad. Todo cuerpo tiene una forma sustancial tal que
tiende a unirse a otro cuerpo de la misma naturaleza; es natu-
ral, por tanto, que el agua del mar seesfuerce por alcanzar laLuna
que, tanto para los astrologos como para los medicos, es el astro
humedo por excelencia.
Ptolomeo, en su Opus quadripartitum y Albumasar, en su
Introductorium magnum, atribuyen a Saturno la propiedad de
engendrar el frio; aJ upiter, 10templado; aMarte, el calor ardien-
te; alaLuna, lahumedad. Demodo que la acci6n dela Luna sobre
las aguas del mar es una simpatia entre dos cuerpos de la misma
familia, una cognata virtus, como dice el autor arabe,
Esas doctrinas las mantuvieron los medicos y los astrologos
de la Edad Media y del Renacimiento: Nocabe dudar -dice Car-
dano- dela influencia ejercida por los astros; es una acci6n ocul-
ta que gobierna todas las cosas perecederas. Y sin embargo, cier-
tos espiritus deshonestos y ambiciosos, mucho mas impios que
Erostato, se atreven a negarla ... lAcaso no vemos que, entre las
sustancias terrestres, hay algunas, como el iman, cuyas cualida-
des ejercen acciones manifiestas? .. lPor que ibamos anegar tales
acciones al cielo, cuerpo eterno y muy noble? .. Por su tamafio,
por la cantidad de luz que desprende, el Sol es el principal domi-
nador de todas las cosas. La Luna viene a continuaci6n, ya que
nos parece el astro mas grandes despues del Sol, aunque no sea
realmente asi. La Luna domina especialmente sobre las cosas
humedas, los peces, las aguas, las medulas y el cerebro de los ani-
males; y entre las raices, sobre el ajo y la cebolla, que contienen
sobre todo 10humedo-J "
El propio Kepler, que eleva su voz con tanta fuerza contra las
33. Hieronymi CARDANI, De rerum varietate libri XVII, 1, II, C. XIII,Basi-
leae 1557.
312 La estructura de la teoriajisica
pretensiones injustificadas dela Astrologia predictiva, no duda en
escribir: La experiencia demuestra que todo 10 que contiene
humedad se hincha cuando la Luna crece y se deshincha cuan-
do la Luna rnengua-P"
Kepler se jacta de ser el primero que ha acabado con la idea
de que el flujo es el esfuerzo de las aguas del mar por unirse alos
humores de la Luna. Del mismo modo que es cierto el flujo y el
reflujo del mar, tarnbien 10es que la humedad lunar es ajena ala
causa de este fen6meno. Que yo sepa, soy el primero que ha des-
velado, en mis proleg6menos alos Comentarios acerca de los movi-
mientos de Marte, el procedimiento mediante el cualla Luna cau-
sa el flujo y el reflujo del mar. Y consiste en 10siguiente: la Luna
no aetna como un astro hurnedo 0que humedece, sino como una
mas a emparentada con la masa de la Tierra; atrae las aguas del
mar por una acci6n magnetica, no porque sean humores, sino
porque estan dotadas de la sustancia terrestre, sustancia ala que
deben tambien su gravedad.v"
El flujo es una tendencia del semejante aunirse con su seme-
jante; pero los cuerpos que tienden a unirse se parecen no por-
que participen ambos de la naturaleza del agua, sino porque par-
ticipan ambos delanaturaleza delas masas que componen nuestro
globo. La atracci6n dela Luna tampoco se ejerce solamente sobre
las aguas que recubren la Tierra, sino tambien sobre las partes
s6lidas y sobre la Tierra entera; y, reciprocamente, la Tierra ejer-
ce una atracci6n magnetica sobre los graves lunares. Si la Tie-
rra y la Luna no estuvieran retenidas cada una en su 6rbita por
una fuerza animal 0por cualquier fuerza equivalente, la Tierra
subiria hacia la Luna y la Luna descenderia hacia la Tierra has-
ta unirse ambos astros. Si la Tierra dejara de atraer hacia si las
34. J oannis KEPLER!,Defundamentis astrologiae, Pragae 1602, thesis XV.
J . KEPLER!,Opera omnia, t. I, p. 422.
35. J oannis KEPLER!,Notae in librum Plutarchi defacie in orbe Lunae,
Francofurti 1634. J . KEPLER!,Opera omnia, t. VIII, p. 118.
La eleccion de Las hipotesis 313
aguas que la recubren, las olas marinas se elevarian y fluirian
hacia el cuerpo de la Luna.s "
Esas ideas sedujeron a mas de un fisico: el 1de septiembre
de 1631, Mersenne escribia a J ean Rey: Yono dudo de que las
piedras que pudiera lanzar un hombre desde la Luna cayeran
sobre la Luna, aunque estuviera cabeza abajo; ya que las piedras
caen sobre la Tierra porque estan mas cerca de ella que de los
otros sistemas.37 Pero J ean Rey no esta nada de acuerdo con esta
opini6n, tomada de Kepler, y el dia 1de enero de 1632 responde
a Mersenne: Vos no dudais, segun decis, de que las piedras que
pudiera lanzar un hombre desde la Luna cayeran de nuevo sobre
la Luna, aunque estuviera cabeza abajo. No me extrafia nada; si
he dehablaros con franqueza, yo opino todo 10contrario; pues yo
presupongo que me estais hablando de piedras cogidas de aqui
(tal vez en la Luna ni siquiera hallaria piedras). Ahora bien, tales
piedras no tienen mas inclinaci6n que dirigirse hacia su centro,
que es el de la Tierra, y se dirlgiran hacia nosotros junto con el
hombre que las lance, si fuera un coterraneo nuestro, justifican-
do asi la verdad de la frase: Nescio qua natale solum dulcedine
cunctos allicit. Y si ocurriera que fueran atraidas por la Luna, como
por un iman (del que debeis dudar tanto como del de la Tierra),
en ese caso veriamos que la Tierra y la Luna, dotadas deuna mis-
ma facultad de imantaci6n, atrayendo un mismo cuerpo y con-
cordando en aquello que hace falta que concuerden entre si, se
atraen mutuamente 0, mejor dicho, se acercan y se unen, como
yo veo acercarse y unirse dos bolas de iman que sumerjo en un
barrefio lleno de agua. No ha lugar a objetar la excesiva distan-
cia que las separa; la influencia que la Luna ejerce sobre la Tie-
36. J oannis KEPLER!,De motibus stellae Martis, 1609. J . KEPLER!,Opera
omnia, t. III, p. 15t.
37. Essays de J ean REY,Doctor en medicina, sur la recherche de Zacau-
se pour Zaquellel'estain et Ieplomb augmenten de poids quand on les calcine.
Nueva edici6n, aumentada con la correspondencia de Mersenne y de J ean
Rey, Paris 1777, p. 109.
514 La estructura de la teoria fisica
rra, y la que laTierra ha de ejercer sobre la Luna, puesto que le
sirve de Luna segun vuestra opinion, nos hacen ver claramente
que cada una esta en la esfera de laactividad de laotra.38
No obstante, es la objeci6n que formula Descartes. Interro-
gada por Mersenne sobre lacuesti6n de saber si un cuerpo pesa
mas 0 menos segun. este mas proximo 0mas alejado del centro de
la Tierra, recurre al siguiente argumento, perfectamente ade-
cuado para probar que los cuerpos alejados de la Tierra pesan
menos que los que estan cerca: Losplanetas que no tienen luz
propia, como laLuna, Venus, Marte etc., siendo, como es proba-
ble, cuerpos delamisma materia que laTierra...parece que estos
planetas deberian ser pesados y caer hacia laTierra, si no fuera
porque su gran distancia les impide lainclinacion-P"
A pesar de las dificultades con que tropezaban los fisicos,
durante laprimera parte del sigloXVII, para explicar como, apesar
de la gravedad mutua, laTierra y la Luna no chocan entre si, la
creencia en dicha gravedad se iba extendiendo y consolidando
cadavez mas. Yahemos visto que Descartes creia quepodia exis-
tir esa gravedad entre laTierra y los otros planetas, como Venus
y Mercurio. Francis Bacon habia ido aun mas lejos: habia ima-
ginado que el Sol podia ejercer sobre los planetas una acci6n
de lamisma naturaleza. En el Novum Organon, el ilustre canci-
ller pone en una categoria especial el movimiento magnetico
que, perteneciendo ala clase de movimientos de union menor,
pero actuando aveces a grandes distancias sobre masas consi-
derables, merece por ello un examen especial, sobre todo cuando
no empieza por un contacto, como la mayoria de movimientos
de union, y se limita a levantar los cuerpos 0a hincharlos, sin
hacer nada mas. Si es cierto que la Luna atrae las aguas y que,
bajo su influencia, la naturaleza ve como se hinchan las masas
58. J ean REY, lac. cit., p. 122.
59. DESCARTES, Correspondance, edicion P. TANNERY y Ch. ADAM, n'' CXXIX,
15 de julio de 1658, t. J I, p. 225.
La elecci6n de Las hip6tesis 515
humedas ...; si el Sol mantiene sujetos alos astros Venus y Mer-
curio y no les permite alejarse mas alla de una cierta distancia,
parece que estos movimientos no pertenecen ni ala especie de
la union mayor, ni alaespecie dela union menor; sino que, como
tienden a una union media eimperfecta, deben constituir una
especie aparte-.t"
Lahip6tesis de que el Sol pudiera ejercer sobre los planetas
una acci6n analoga alaque laTierra y los planetas ejercen sobre
sus propias partes, es decir, ala que laTierra y los planetas pue-
den intercambiar entre si, debia parecer una suposici6n muy atre-
vida. En efecto, implicaba que existia una analogia de naturaleza
entre el Sol y los planetas, y muchos fisicos senegaron aaceptar
estepostulado. En las obras deGassendi encontramos el testimo-
nio delarepugnancia aadmitirlo que sentian muchos espiritus.
Veamos en que circunstancias semanifiesta esta repugnancia de
Gassendi:
Los copernicanos, que detan buen grado habian atribuido la
gravedad auna simpatia mutua de los cuerpos terrestres, y que
habian recurrido a una simpatia analoga entre las diversas par-
tes de un mismo astro para explicar la forma esferica de dicho
astro, se negaban por 10 general a aceptar la atracci6n magneti-
ca ejercida por la Luna sobre las aguas del mar. Sostenian una
teoria de las mareas muy distinta, cuyo origen se hallaba en la
base de su sistema, y que les parecia que era una prueba espe-
cialmente convincente.
En 1544, aparecian en Basilea las obras de Caelio Calca-
gninl."! El autor habia muerto tres aiios antes, en lamisma epo-
caen que J oachim Rethicus, en su Narratio prima, dabaacono-
cer el sistema de Copernico, antes de que el gran astr6nomo
polaco hubiera hecho imprimir sus De revolutionibus orbium
caelestium libri sex. Las obras de Calcagnini contenian una diser-
40. F. BACONIS, Novum Organum, Landini 1620, 1, II, C. XXVIII, art. 9.
41. Caelii CALCAGNINI FERRARENSIS, Opera aliquot, Basileae, MDXLIV.
316 La estructura de Lateoriajisica
tacion, antigua ya,42titulada Quod Caelum stet, Terra vero mo-
veatur, vel de perenni motu Terrae. Sinadmitir aun el movimiento
anual de la Tierra alrededor del Sol, este precursor de Coper-
nico atribuia yael movimiento diurno delos astros ala rotacion
de laTierra. En esta disertacion sepodia leer el siguiente pasa-
je: Necesariamente, cuanto mas lejos del centro se halla una
cosa, mas rapidamente se mueve. Con esto seresuelve una difi-
cultad inmensa, objeto de largas y numerosas investigaciones
y que, segun se dice, desespero a Aristoteles hasta causarle la
muerte. Setrata delacausa que produce, aintervalos detiempo
perfectamente fijos, esta notable oscilacion del mar ... Ladificul-
tad seresuelve facilmente si setienen en cuenta los impulsos en
senti do contrario que posee laTierra, que tan pronto hacen des-
cender una parte como lahacen elevarse, 10que tan pronto pro-
duce una depresion de las aguas, como las proyecta hacia 10
alto.43
Galileo retorno, precise y detallo esta teoria que intenta expli-
car el flujo y el reflujo del oceano pOI'las acciones que origina
larotacion delaTierra.
Laexplicacion era insostenible, yaquepretendia que el inter-
valo entre dos mareas altas fuera igual alamitad deun dia side-
ral, mientras que las observaciones mas obvias demuestran que
es igual auna media jornada lunar. Sinembargo, Galileo insistia
en considerar esta explicacion una de las mejores pruebas del
movimiento delaTierra, y los que admitian, junto con el, larea-
lidad deese movimiento repetian debuen grado este argumento;
como, por ejemplo, Gassendi en su obra De motu impresso a moto-
re translato, que publico en Paris en 1641.
Naturalmente, los adversarios de los copernicanos seguian
42. Esta disertaci6n, dirigida a Bonaventure Pistophile, no esta fecha-
da; va seguida, en las Opera de Calcagnini, de otra disertaci6n, dirigida al
mismo personaje, y fechada en enero de 1525; es verosimil que la primera
disertaci6n sea anterior a esta fecha.
45. CALCAGNINI, Opera, p. 592.
La elecci6n de Las hip6tesis 317
explicando las mareas por laatraccion lunar, explicacion que no
implicaba para nada larotacion terrestre.
Entre los mas encarnizados adversarios del sistema de
Copernico, hay que citar a Morin, que con el mismo ardor pre-
tendia restaurar laAstrologia predictiva y hacer horoscopes. Al
escrito deGassendi, en el que cree vel' un ataque personal, Morin
resporidio con un libelo titulado Alae tell uris fractae. En esta
obra, Morin opone ala teoria de Galileo la teoria magnetica de
las mareas.
Ladiferencia de niveles entre la marea alta y la marea baja
es muy grande en la epoca de la luna llena 0 de la luna nueva,
yes mucho mas debil cuando la luna esta en cuarto creciente 0
en cuarto menguante. Esta alternancia entre las mare as altas y
las mareas bajas habia originado muchos problemas hasta enton-
ces alos filosofos del magnetismo.
La explioacion que da Morin pro cede, segun dice, de los
principios de la Astrologia. Esta alternancia se explica por la
accion conjunta del Sol y dela Luna; tanto en sus conjunciones
como en sus oposiciones, sus fuerzas estan dirigidas siguiendo
una misma recta que pasa por la Tierra, y es un axioma vul-
gar que las virtudes unidas son mas fuertes que las virtudes dis-
persas.
Para afirmar el papel desempefiado pOI'el Sol en las varia-
ciones delas mareas, Morin apelaba alos principios delaAstro-
logia predictiva. En efecto, corresponde alos astrologos el honor
incuestionable de haber preparado la teoria newtoniana de las
mareas, mientras que los defensores de los rnetodos cientificos
racionales -peripateticos, copernicanos, atomistas y cartesianos-
seopusieron acual mas asu advenimiento.
Los principios invocados pOI'Morin eran muy antiguos. Ya
Ptolomeo, en su Opus quadripartitum, admitia quelaposicion del
Sol en relacion con laLuna podia reforzar 0 debilitar las influen-
cias de ese astro. Y esta opinion se habia ido transmitiendo de
generacion en generacion, hasta Gaspar Contarino, que soste-
318 La estructura de la teoriaftsica
nla que el Sol ejerce una acci6n capaz deagitar 0calmar las aguas
del mar;44 hasta Duret, para quien es algo perfectamente visi-
ble que el Sol y la Luna se afanan extremadamente en esta emo-
ci6n y agitaci6n de las olas del mar;45 hasta Gilbert, que recurria
ala Luna las tropas auxiliares del Sol, y declaraba al Sol capaz
deaumentar los poderes lunares en el momento de la luna nue-
va y de la luna llena."
Fieles a su racionalismo, los peripateticos de la Escolastica
se esforzaban por explicar la alternancia de las mare as altas y las
mareas bajas sin necesidad atribuir al Sol ninguna virtud oculta.
Alberto Magno s610aludia'" a la variaci6n de la luz recibida del
Sol por la Luna segun la posici6n relativa de estos dos astros.
En un intento de explicaci6n racional del mismo tipo, Tim6n el
J udi0
48
entreveia, al menos, una gran verdad, ya que admitia la
coexistencia de dos mareas, una marea lunar y una marea solar;
atribuia la primera a una generaci6n de agua provocada por el
frio dela Luna, y la segunda auna ebullici6n causada por el calor
del Sol.
Pero es alos medicos y alos astrologos del siglo XVI aquienes
hay que atribuir la idea concreta y fecunda de descomponer la
mare a total en dos mareas de la misma naturaleza, aunque de
desigual intensidad, producidas la una por la Luna y la otra por
el Sol, y de explicar las divers as vicisitudes del flujo y del reflujo
por el acuerdo 0 el desacuerdo de esas dos mareas.
Esta idea la enuncia formalmente en 1528 un noble dalma-
44. Gasparis CONTARINI,De elementis eorumque mixtionibus libri II, Lute-
tiae, MDXLVIII.
45. Claude DURET, Discours de Laverite..., Paris 1600, p. 236.
46. Guglielmi GILBERTI, De mundo nostro philosophia nova, pp. 309, 313.
47. ALBERTI MAGNI, De causis proprietatum elementorum. liber unus, tract.
II, c. VI. ALBERTI MAGNI, Opera omnia, Lugduni 1651, t. V, p. 306.
48. Quaestiones super quatuor libros meteorum compiiatae per doctis-
simum philosophum professorem THIMONEM, Lutetiae 1515 y 1518, 1, II,
quaest. II.
La elecci6n de Las hip6tesis 319
ta, Federico Grisogone de Zara, aquien Anibal Raimondo nos pre-
senta como un gran medico, fil6sofo y astrologo."
En una obra dedicada alos dias criticos delas enfermedades,
expone este principio: El Sol y la Luna atraen hacia si la hin-
chaz6n del mar, detal manera que, perpendicularmente por deba-
jo de cada uno de ellos, se encuentra la hinchaz6n maxima; hay
pues, para cada uno de ellos, dos maximos dehinchaz6n, uno por
debajo del astro, y el otro en la parte opuesta, que se denomina el
nadir de ese astro, Y Federico Grisogone circunscribe a la esfe-
ra terrestre dos elipsoides de revoluci6n, uno cuyo gran eje se
orienta hacia el Sol, y otro cuyo ejemayor seorienta hacia laLuna;
cada elipsoide representa la forma que adoptaria el mar si estu-
viera sometido a la acci6n de un solo astro. Al componerlos se
explican las divers as peculiaridades de las mareas.
Lateoria deFederico Grisogone de Zara no tarda en extender-
se. En 1557, el ilustre matematico, medico y astrologo J er6nimo
Cardano laexpone resumidamente.P" Por lamisma epoca, Federico
Delfino ensefia en Padua una teoria de las mareas que deriva del
mismo principio.v' Treinta afios mas tarde, Paolo Gallucci reprodu-
celateoria deFederico Grisogone.P mientras que Anibal Raimon-
d0
53
expone ycomenta las dos doctrinas deGrisogone ydeDelfino.
Finalmente, afinales del siglo XVI, Claudio Duretreproduce/" desca-
radamente con supropio nombre ladoctrina deDelfino.
49. Federici CHRISOGONInobilis .J adertini, De artificioso modo collegiandi,
pronosticandi et curandi febres et de prognosticis aegritudinum per dies criti-
cos necnon de humanafelicitate, ac denique defluxu et refluau maris, Vene-
tiis, imp. a .J oan. A. DE SABIO, 1528.
50. Hieronymi CARDANI, De rerum varietate libri XVII, 1, I I, C. XIII, Basi-
leae MDLVII.
51. Federici DELPHINI, Defluxu et refluau. aquae maris, Venetiis MDLlX;
segunda edici6n, Basilea MDLXXVII.
52. Pauli GALLUCII, Theatrum mundi et temp oris, MDLXXXVIII, p. 70.
53. Annibale RAIMONDO, Trattato del flusso e reflusso del mare, in Vene-
tia 1589.
54. Discours de Laverite des causes et effects, des divers cours, mouve-
320 La estructura de La teoria fisica
La hipotesis de una acci6n del Sol sobre las aguas del mar,
acci6n muy parecida ala que ejerce la Luna, yahabia dado mues-
tras de su consistencia: habia proporcionado una teoria muy satis-
factoria del flujo y del reflujo, cuando Morin la mencion6 en su
libelo contra Gassendi.
Gassendi seopone energicamente ala existencia deuna facul-
tad magnetica, en virtud de la cualla Luna atraeria alas aguas
terrestres; pero con mayor violencia aun, rechaza la nueva hipo-
tesis formulada por Morin: Habitualmente, la humedad se con-
sidera el efecto propio de la Luna, y corresponde al Sol no pro-
vocar este efecto, sino detenerlo. Pero aMorin leparece bien que
el Sol secunde la acci6n de la Luna; declara que las acciones del
Sol y de la Luna se corroboran mutuamente; supone, por tanto,
que las acciones del Sol y de la Luna son de la misma condici6n
0, como se dice, de la misma naturaleza especifica. En cuanto al
fen6meno que nos ocupa, si la acci6n de la Luna atrae las aguas,
ha de ocurrir 10mismo con la acci6n del Sol.55
En este mismo ano 1643, en que Gassendi declaraba ins6lita
la hip6tesis deque la Luna y el Sol pudieran ejercer acciones ana-
logas, esa hipotesis era formulada de nuevo, aunque generaliza-
da y ampliada hasta llegar ala suposici6n de una gravedad uni-
versal. Esta extraordinaria suposici6n fue obra deRoberval quien,
no osando presentarla abiertamente con su nombre, afirm6 ser
tan s610el editor y comentarista de un escrito-" supuestamente
atribuido a Aristarco de Samos.
ments, flux, reflux et saleure de Lamer Oceane, mer Mediterrannee et autres
mers de La Terre, par M. Claude DURET, conseiller du Roy, et premier juge
au siege presidial de Moulins en Bourbonnais. A Paris, chez J acques
REZE, MDC.
55. GASSENDl,EpistoLae tres de motu impressa a motore transLato, Epis-
tola HI, art. XVI, Parisiis 1643. Petri GASSENDlDiniensis, Opuscula phiLoso-
phica, t. III, p. 534, Lugduni 1658.
56. ARlSTARCHI SAMll,De Mundi systemate, partibus et motibus cujusdem
liber singularis. Addictae sunt.IE P. DEROBERVALnotae in eundem libeJ lum,
La eleccion de Las hip6tesis 321
A toda la materia fluida que llena el espacio comprendido
entre los astros Y a cada una de sus partes -afirmaba Roberval-
les es inherente una cierta propiedad 0un cierto accidente. Por la
fuerza deesta propiedad, esta materia sehalla reunida en un solo y
iinico cuerpo continuo, cuyas partes, mediante un esfuerzo ince-
sante, sedirigen las unas hacia las otras, y seatraen reciprocamente,
hasta el punto de ser estrechamente coherentes y de no poder ser
separadas mas que por una fuerza mayor. Una vez establecido esto,
si esta materia estuviera aislada, si no se hallara unida al Solo a
otros cuerpos, seconcentraria en un globo perfecto, adoptaria exac-
tamente laforma de una esfera, y no podria mantenerse en equili-
brio si no hubiera adoptado esta figura. En esta figura, el centro
de acci6n coincidiria con el centro de forma, y hacia este cen-
tro tenderian todas las partes de la materia, por su propio esfuer-
zo 0apetito y por la atracci6n reciproca del todo. No seria, como
Parisiis 1644. Esta obra fue reimpresa por Mersenne, en 1647, en el tomo
III de sus Cogitata physico-mathematica. Creo que si se inLerpreta correcta-
mente el pensamiento de Roberval, no debemos vel' en su sistema una teo-
ria de la gravedad universal; las partes deilluidointerplanetario s610 atraen
a las partes del propio fluido; las partes terrestres s610 atraen a las partes
terrestres; las partes del sistema de Venus a las partes del propio sistema, etc.
No obstante, habria atracci6n mutua entre el sistema de la Tierra y el siste-
ma de la Luna, entre el sistema de J upiter y los satelites de este astro. La apli-
caci6n que hace Roberval del principio de Arquimedes al equilibrio de un sis-
tema planetario en el seno del Iluido interplanetario seria, pues, completamente
err6nea; pero semejante error es frecuente en las obras de los ge6metras del
siglo XVIy se encuentra incluso en las primeras obras de Galileo. Descar-
tes (*), en su critica al sistema de Boberval, 10interpreta desde el supuesto
de la gravitaci6n universal: Denique aliam inesse praeterea similem pro-
prietatem in omnibus et singulis terrae, aquae, aerisque partibus, vi cujus ad
se invicem ferantur, et se reciproce attrahant; adeo ut hae (similique etiam
modo aliae omnes quae aliquos planetas componunt vel circumdant) singu-
lae duas ejusmodi habeant vires, unam quae ipsas cum aliis partibus sui pla-
netae, aliarn quae easdem cum reliquis partibus Universi conjungat.
(*) DESCARTES,Correspondance, edici6n P. TANNERYY Ch. ADAM,t. IV,
p. 399, carta de Descartes a Mersenne fechada el 20 de abril de 1646.
322 La estructura de la teoriajisica
creen los ignorantes, por la virtud del propio centro, sino por Ia
virtud de todo el sistema cuyas partes estan asimismo dispuestas
alrededor de este centro ...
Al sistema entero de la Tierra y de los elementos terrestres y
a cada una de las partes de este sistema les es inherente un cier-
to accidente 0 una cierta propiedad parecida a la propiedad que
hemos atribuido al sistema del mundo tornado en su conjunto.
Por la fuerza de esta propiedad, todas las partes de ese sistema se
reunen en una sola masa, se dirigen las unas hacia las otras y
se atraen mutuamente: son estrechamente coherentes y no pue-
den ser separadas pOI'una fuerza mayor. Pero las distintas par-
tes de los cuerpos terrestres participan de forma desigual de esta
propiedad 0 de este accidente, pues una parte participa tanto mas
de este accidente 0de esta propiedad cuanto mas densa es... En
los tres cuerpos denominados tierra, agua y aire, esta propiedad
es la que llamamos habitualmente gravedad 0ligereza, ya que,
para nosotros, laligereza no es otra cosa sino una gravedad menor
comparada con una gravedad mayor.
Roberval repite consideraciones analogas aproposito del Sol
y de los otros cuerpos celestes, de modo que exactamente cien
alios despues de la publicaci6n de los seis libros de Copernico
sobre las revoluciones celestes, se formulaba la hipotesis de la
gravedad universal.
Sin embargo, faltaba algo para que la hip6tesis fuera com-
pleta: len virtud deque ley la atracci6n mutua de dos partes mate-
riales seatenua cuando aumenta la distancia entre esos dos cuer-
pos? Roberval no dio respuesta aesta pregunta. Pero esa respuesta
no podia tardar en llegar 0, mejor dicho, si no habia llegado aun,
es que nadie dudaba de cual era.
Laanalogia entre las acciones emanadas delos astros y la luz
emitida pOI'los mismos era un autentico t6pico para los fisicos y
los astrologos de la Edad Media y del Renacimiento. La mayoria
de los peripateticos de la Escolastica llevaban aun mas alla esa
analogia, hasta convertirla en un vinculo indisoluble 0en una
La eleccion de Las hipotesis 323
identidad. YaEscaligero se habia visto obligado aprotestar con-
tra este exceso: Los astros pueden actual' sin la ayuda de la luz;
el iman aetna sin necesidad alguna deluz, icuanto mejor no actua-
ran los astrosl-'"
Identicas 0no a la luz, todas las virtudes, todas las species
de su forma sustancial que un cuerpo emite a su alrededor en el
espacio han de propagarse 0, como se decia en la Edad Media,
multiplicarse siguiendo las mismas leyes. En el siglo XlII, Roger
Bacon
58
formulo una teoria general de esta propagaci6n: en todo
medio homogeneo se produce mediante rayos rectilineos y,59uti-
lizando una expresi6n moderna, mediante ondas esfericas. Si Bacon
hubiera sido tan buen ge6metra como exigi a que fueran los flsi-
cos, habria deducido facilmente deestos razonamientos lasiguien-
te oonclusionr'? la fuerza de una tal species esta siempre en razon
inversa al cuadrado de la distancia que la separa de la fuente de
la que emana. Esa ley era el corolario natural dela analogia admi-
tida entre la propagaci6n de estas virtu des y la de la luz.
Probablemente ningun astronomo ha insistido tanto en esta
analogia como Kepler. La rotacion del Sol es, para el, la causa de
larevolucion de los planetas; el Sol envia aestos astros cierta cua-
lidad, cierta semejanza desu movimiento, cierta species motus que
ha de arrastrarles hacia su todo. Esta species motus, esta virtus
mavens no es identica ala luz solar,"! pero mantiene con ella cier-
to parentesco; tal vez se sirve de la luz solar como de un instru-
mento 0de un vehiculo.
57. J ulii Caesaris SCALIGERI, De subtilitate adversus Cardanum; exerci-
ratio LXXXV.
58. Rogerii BACCONNIS ANGLI, Specula mathematica in qua de specie-
rum multiplicatione, earumdemque in inferioribus virtute agitur, Francofur-
ti MDCXrv.
59. Roger BACON, loco cit., dist. II, cc, I, II, Ill.
60. Roger BACON, loc. cit., disl. III, c. II.
61. J oannis KEPLERI, De motibus stellae Martis commentarii, c. XXXIV
en J oannis KEPLERI, Opera omnia, t. III, p. 502. Epitome Astronomiae Coper-
nicanae, 1, IV, 2
a
parte, arl. 5, en J oannis KEPLERl, Opera omnia, l. IV, p. 574.
324 La estruetura de La teoriajisiea
Ahora bien, la intensidad de la luz emitida por un astro varia
en razon inversa del cuadrado de la distancia a este astro: es una
proposici6n cuyo conocimiento parece remontarse ala Antigiie-
dad, que se encuentra en una obra de optica atribuida aEuclides,
y cuya demostraci6n proporciono Kepler.'" Laanalogia exigiria que
la virtus movens emanada del Sol variara en razon inversa del cua-
drado deladistancia aesteastro, pero ladinamica que utiliza Kepler
es todavia la antigua dinarnica de Aristoteles: la fuerza que mue-
veaun movil es proporcional alavelocidad de ese movil. En con-
secuencia, la ley de las areas descubierta por Kepler le lleva ala
siguiente proposici6n: la virtus movens ala que esta sometida un
planeta varia en razon inversa ala simple distancia del Sol.
Esa variacion, poco concorde con la analogia entre la species
motus procedente del Sol y la luz emitida por el astro, no deja de
contrariar aKepler, que se esfuerza'" por hacerla concordar con
esta analogia, especialmente mediante esta observaci6n: la luz se
expande en todas direcciones en el espacio, mientras que la vir-
tus motrix sepropaga solamente en el plano del ecuador solar; la
intensidad de la primera es inversa al cuadrado de la distancia a
la fuente, la intensidad de la segunda es inversa ala simple dis-
tancia recorrida. Estas dos leyes distintas expresan, tanto en un
caso como en el otro, la misma verdad: la cantidad total de luz 0
de species motus que se propaga no sufre ninguna mengua en el
curso de esta propagaci6n.
Las propias explicaciones de Kepler nos muestran con que
fuerza la ley de la razon inversa al cuadrado de las distancias se
impone en su mente inmediatamente ala intensidad de una cua-
lidad, cuando un cuerpo emite esa cualidad a su alrededor en
62. J oannis KEPLEHI,Ad Vitellium paralipomena quibus astronomiae
pars optiea traditur, Francolurti 1604, c. 1, prop. IX, en J oannis KEPLEHI,Ope-
ra omnia, L II, p. 133.
63. J oannis KEPLERI,De motibus stellae Martis eommentarii, c. XXXVI, en
J . KEPLEIH,Opera omnia, l. f If, pp. 302, 309. Epitome Astronomiae Coperni-
eanae, 1, IV, 2
a
parLe, art. 3, en J . KEPLEHI,Opera omnia, t. VI, p. 349.
La eleccion de Las hipotesis 325
todas las direcciones. E igualmente evidente debia parecer esa ley
asus contemporaneos. Ismael Boulliauv' la establecio enseguida
para la luz: no dudo en extenderla a la virtus motrix que, segun
Kepler, ejerce el Sol sobre los planetas: Esta virtud, por la que el
Sol prende 0sujeta alos planetas, y que utiliza como manos cor-
poreas, es emitida en linea recta en todo el espacio que ocupa el
mundo; es como una species del Sol, que gira con el cuerpo de este
astro; al ser corp6rea, disminuye y se debilita cuando aumenta la
distancia, y esta disminucion, como en el caso de la luz, esta en
razon inversa del cuadrado de la distancia-J "
Lavirtus motrix dela que habla Boulliau, y que es la deKepler,
no sigue la direcci6n del rayo que va del planeta al Sol, sino que
es perpendicular ael. Laatracci6n dela que hablara Newton no es
semejante ala que admite Roberval, pero vemos claramente que
los fisicos del siglo XVII, cuando tratan dela atracci6n de dos cuer-
pos, de entrada tienden asuponerla inversa al cuadrado de la dis-
tancia mutua entre esos dos cuerpos.
Los trabajos de Athanasius Kircher sobre el iman nos ofre-
cen un segundo ejemplo.f" La analogia entre laluz que emite una
fuente y lavirtud que emana de cada uno delos polos de un iman
le fuerza aadoptar, para la intensidad de ambas cualidades, una
ley de decrecimiento en razon inversa del cuadrado de la distan-
cia. Si no admite esta suposicion ni para el magnetismo ni para la
luz es porque dicha hipotesis asegura la difusion hasta el infinito
deestas dos virtudes, mientras que el admite para toda virtud una
esfera de accion mas alla dela cual queda rigurosamente anulada.
Asi pues, desde la primera mitad del siglo XVII, todos los mate-
64. Ismaelis BULLIALDI, De natura lucis, Parisis 1638, prop. XXXVII, p. 41.
65. Ismaelis BULLIALDI, Astronomia Philo/area, Parisis 1645, p. 28.
66. Athanasii KIRCHEHI,Magnes, sive de arte magnetiea, Homae 1641, 1,
I, prop. XVII, XIX, XX. En la proposici6n XX, Kircher habla de decrecimiento
en raz6n inversa de fa distancia. Se trata de un simple lapsus debido a que Kir-
cher, al razonar sobre las areas esfericas, las ha represenLado por medio de
arcos de circulo. Eso no impide que el pensarniento del autor sea muy claro.
326 La estructura de la teoria fisica
riales que serviran para construir lahipotesis dela atraccion uni-
versal estan reunidos, cortados y dispuestos para ser utilizados,
pero aun no se sospecha todo el alcance que llegara a tener esta
obra. La virtud magnetica por la cuallas diversas partes de la
materia se dirigen las unas hacia las otras seutiliza para dar cuen-
ta de la caida de los graves y del flujo del mar, pero todavia no se
piensa ni remotamente en que de ella pueda derivar la represen-
tacion de los movimientos de los astros; al contrario, cuando los
fisicos abordan el problema dela mecanica celeste, esta fuerza de
atraccion les resulta especialmente molesta.
Es que la ciencia que ha de ayudarles con sus principios, la
dinamica, esta en panales, Siguiendo aun las ensefianzas de Aris-
toteles en De caelo, los fisicos imaginan que la accion que hace
girar aun planeta alrededor del Sol es parecida a la de un caba-
llo adiestrado: dirigida acada instante como lavelocidad del movil,
es proporcional aesta velocidad. En virtud de este principio, Car-
dano'" compara el poder del principio vital que mueve a Satur-
no con el poder del principio vital que mueve a la Luna: calculo
muy ingenuo todavia, pero que es el primer modelo de los razo-
namientos que serviran para crear la mecanica celeste.
Imbuidos de 10sprincipios que guiaron aCardano en sus cal-
culos, los ge6metras del siglo XVI y los de la primera mitad del
siglo XVII ignoran que para que un astro, una vez lanzado, descri-
ba un circulo con un movimiento uniforme, no necesita que se
tire de el en la direcci6n de su movimiento; al contrario, exige que
una atracci6n hacia el centro del circulo 10mantenga en su tra-
yectoria y le impida salir por la tangente.
Estas dos preocupaciones son las que dominan en la meca-
nica celeste: aplicar a cada planeta una fuerza perpendicular al
radio vector salido del Sol, fuerza que vaya uncida, por asi decir,
aese radio vector como el caballo adiestrado al brazo de lapalan-
67. Hieronymi CARDANI,Opus novum de proportionibus, prop. CLXIII,
p. 165, Basileae 1570.
La elecci6n de Las hipotesis 327
ca que 10hace girar; y evitar la atracci6n del Sol sobre el plane-
ta que, al parecer, precipitaria estos dos astros uno contra otro.
Kepler halla la virtus motrix en una cuaJ idad, una species
motus emanada del Sol; en cuanto a la atraccion magnetica, tan
claramente invocada por el para explicar la gravedad y las ma-
reas, la deja de lado cuando estudia el movimiento de los astros.
Descartes sustituye la species motus por la traccion que ejerce el
remolino etereo. Pero Kepler habia preparado tan bien esta mate-
ria que no fue muy dificil que Descartes adaptara la filosofia cor-
puscular ala astronomia de Copernico.s'"
Para evitar que la atracci6n lance alos planetas contra el Sol,
Roberval sumerge todo el sistema del Mundo en un medio etereo,
sometido alas mismas atracciones, y mas 0 men os dilatado por
el calor del Sol. Cada planeta, rodeado de sus elementos, ocupa
en ese medio la posicion de equilibrio que le asigna el principio
deArquimedes; ademas, el movimiento del Sol engendra por roza-
mien to, en el seno de ese Mer, un remolino que arrastra alos pla-
netas, exactamente como la species motus invocada por Kepler.
El sistema de Borelli
69
experimenta a la vez la influencia de
Roberval y la de Kepler. Como Kepler, Borelli busca la fuerza que
arrastra a cada planeta en su trayectoria en una virtud emanada
del Sol, transportada por su luz y cuya intensidad es inversa ala
distancia entre los dos astros. Como Roberval, supone que hay en
cada planeta un instinto natural por el que tiende a aproximarse
al Sol en linea recta. Igualmente vemos que todo grave tiene el
instinto natural de aproximarse a nuestra Tierra, empujado por
la gravedad que 10entronca con la Tierra; igualmente observa-
mos que el hierro se dirige en linea recta hacia el lman-.?"
68. LEIBNIZ,Lettres a Molanus (?), en (Euores de LEIBNIZ,edici6n Ger-
hardt, l. IV, p. 301.
69. Alphonsi BORELLI,Theoriae Mediceorum planetarurn ex causis phy-
sicis deductae, Florentiae 1665. Cf. Ernst GOLDBECK,Die Gravitations-hypo-
these bei Galilei und Borelli, Berlin 1897.
70. BORELLI,op. cit., p. 76.
528 La estructura de La teoriajisica
Esta fuerza que lleva al planeta hacia el Sol, Borelli la com-
para con la gravedad, aunque no parece que la identifique con ella.
En este aspecto su sistema es inferior al de Roberval, y tambien
es inferior en cuanto supone que la atraccion experimentada por
el planeta es independiente dela distancia de este astro al Sol. No
obstante, supera al sistema de Roberval en un punto: para equi-
librar esta fuerza, para impedir que el planeta seprecipite contra
el Sol, no recurre alas presiones de un fluido en cuyo seno el pla-
neta flotaria en virtud del principio deArquimedes, sino que recu-
rre al ejemplo de la honda cuya piedra, que se mueve en circulo,
tensa fuertemente la cuerda; equilibra " el instinto por el que el
planeta tiende hacia el Sol oponiendole la tendencia de todo cuer-
po que gira aalejarse del centro de su revolucion, la vis repellens,
que el supone inversa al radio de la orbita.
La idea de Borelli difiere profundamente de las opiniones en
las que se habian quedado anclados sus predecesores inmedia-
tos. Ahora bien, lse genero la idea espontaneamente? lNo encon-
tro Borelli en sus lecturas alguna semilla que pudiera hacerla
fructificar? Aristotelest'' nos cuenta que Empedocles explicaba el
reposo de la Tierra por la rotacion rapida del Cielo: asi sucede
con el agua contenida en un cuba que sehace girar; incluso cuan-
do el fondo del cuba se encuentra por encima de ella, el agua no
cae: la rotacion se 10impide-. Y Plutarco, en una obra muy cono-
cida por los astronornos antiguos, en una obra que Kepler tra-
dujo y comento, se expresa en los siguientes terminos: Para no
caer sobre la Tierra, la Luna se sirve de su propio movimiento y
de la violencia de su revolucion; igualmente, el propio giro en
circulo impide la caida de los objetos colocados en una honda; el
movimiento segun la naturaleza (la gravedad) arrastra todas las
cosas, con excepcion de aquellas en las que otro movimiento 10
suprime; asi pues, la gravedad no mueve a la Luna, porque el
71. BORELLI, op. cit., p. 74.
72. ARISTOTELES, Ilspi oupavou, B, ay.
La eleccion de Las hipotesis 529
movimiento circular le hace perder su potencia." Plutarco no
podia enunciar con mas claridad la hipotesis que Borelli iba a
adoptar.
No por eso el recurso a lajuerza centrifuga deja de ser una
idea genial. Desgraciadamente, Borelli no pudo sacar provecho
de esa idea, ya que ignoraba las leyes exactas de esta fuerza cen-
trifuga, incluso en el caso de un movil que describiera un circu-
10con un movimiento uniforme; con mayor razon era incapaz de
calcularla en el caso de que ese movil se moviera sobre una elip-
se, segun las leyes de Kepler; de modo que no pudo tampoco,
mediante una deduccion concluyente, deducir esas leyes de las
hipotesis que habia formulado.
En 1674, el secretario delaRoyal Society de Londres es el flsi-
coHooke," que tambien aborda el problema que suscito los esfuer-
zos deKepler, deRoberval y deBorelli. Hooke sabe que todo cuer-
po puesto en movimiento sigue moviendose indefinidamente en
linea recta con un movimiento uniforme, hasta que otras fuerzas
hacen cambiar su ruta para formar un circulo, una elipse 0cual-
quier otra curva mas compleja, Tarnbien sabe que fuerzas deter-
minaran las trayectorias de los distintos cuerpos celestes: Todos
los cuerpos celestes sin excepcion ejercen un poder de atrac-
cion 0de gravedad dirigido hacia su centro, en virtud del cual no
solo retienen sus propias partes y les impiden escapar hacia el
espacio, como vemos que hace la Tierra, sino que ademas atraen
a todos los otros cuerpos celestes que se hallan en la esfera de
su actividad. De ello se sigue, por ejemplo, que no solo el Sol y
laLuna inciden en la trayectoria y en el movimiento de la Tierra,
del mismo modo que la Tierra incide en ellos, sino que Mercurio,
Venus, Marte, J upiter y Saturno tienen tambien, gracias asu poder
deatraccion, una influencia considerable en el movimiento de la
73. PWfARCO, IIepL 1:OU Ef.l<j)aLv6!-1ivovn;poown;ov 1(0KUKNp 1fj~oet..~Vl]~, Z.
74. HOOKE, On attempt to prove to annual motion of the Earth, Londres
1674.
330 La estructura de Lateoria ftsica
Tierra, igual que la Tierra tiene poder sobre el movimiento de
esos cuerpos. Hooke sabe tarnbien que lafuerza de atracci6n se
ejerce con mayor fuerza a medida que los cuerpos sobre los que
actua se aproximan al centro del que emana esta fuerza. Con-
fiesa que aun no ha determinado por experiencia cuales son
los grados sucesivos de este aumento segun las distintas distan-
cias. Pero ya entonces suponia que la intensidad de esa fuerza de
atracci6n estaba en raz6n inversa al cuadrado dela distancia, aun-
que no pudo enunciar esa ley antes de 1678. Su afirmaci6n aeste
respecto es bastante verosimil, si tenemos en cuenta que en la
misma epoca su cornpanero de la Royal Society, Wren, estaba ya
en posesi6n de esta ley, segun el testimonio de Newton y Halley.
Indudablemente, Hooke y Wren la habian obtenido de la com-
paraci6n entre la gravedad y la luz, comparaci6n que, por la mis-
ma epoca, inducia tambien aHalley a sospecharla.
Demodo que Hooke, ya en 1672, sehalla en posesi6n de todos
los postulados que serviran para construir el sistema de la atrac-
ci6n universal, pero no puede sacar provecho de estos postula-
dos. La dificultad que paralizaba aBorelli detiene tambien aHoo-
ke, que no sabe c6mo tratar el movimiento curvilineo que produce
una fuerza variable en tamafio y direcci6n, y se ve obligado a
publicar sus hip6tesis, esteriles aun, en espera de que un ge6-
metra mas habil las haga fructificar: Esuna idea que, si se sigue
como merece seguirse, ayudara mucho alos astr6nomos aredu-
cir todos 10smovimientos celestes a una regla cierta, cosa que,
segun creo, no podra establecerse nunca de otra forma. Quienes
conocen la teoria delas oscilaciones del pendulo y del movimiento
circular comprenderan facilmente cual es el fundamento del prin-
cipio general que enuncio, y sabran hallar en la naturaleza el
medio de establecer su verdadero caracter flsico.
El instrumento indispensable para llevar a cabo semejante
obra es el conocimiento de las leyes generales que relacionan el
movimiento curvilineo con las fuerzas que 10producen; ahora
bien, en el momento en que aparece el ensayo deHooke, esas leyes
La eleccion de Las hip6tesis 331
acaban de ser formuladas, y efectivamente se descubren gracias
al estudio delas oscilaciones del pendulo. En 1673Huygens publi-
ca75 su tratado del reloj dependulo; los teoremas con los que con-
cluye ese tratado proporcionan el medio para resolver, al menos
para las trayectorias circulares, los problemas que no habian podi-
do abordar Borelli ni Hooke.
Las investigaciones sobre la explicaci6n mecanica del movi-
miento delos cuerpos celestes reciben un nuevo y fecundo impul-
so gracias ala publicaci6n de Huygens. En 1689, Leibniz?" expo-
ne una teoria analoga a la de Borelli: cada astro esta sometido a
una fuerza de atracci6n dirigida hacia el Sol, a una fuerza cen-
trifuga dirigida en sentido opuesto y cuya magnitud debera obte-
nerse delos teoremas de Huygens, y final mente aun impulso del
fluido etereo que 10bana, impulso que Leibniz supone perpendi-
cular al radio vector y en raz6n inversa alalongitud de este radio.
Este impulso desempefia exactamente el mismo papel que la vir-
tus motrix invocada por Kepler y por Borelli; es su traducci6n al
sistema de remolinos de Descartes y de Roberval. Por medio de
las reglas formuladas por Huygens, Leibniz calcula la fuerza
por la que el planeta ha de gravitar hacia el Sol, si su movimien-
to esta regido por las leyes de Kepler, y descubre que es recipro-
camente proporcional al cuadrado del radio vector.
Halley, por su parte, aplica en 168410s teoremas de Huygens
alas hip6tesis de Hooke. Suponiendo que las 6rbitas de los dis-
tintos planetas sean circulares, Halley constata que la propor-
cionalidad, descubierta por Kepler, entre los cuadrados de los
tiempos de las revoluciones y los cubos de los diametros supo-
ne que los distintos planetas estan sometidos a fuerzas prop or-
cionales a sus masas y a los cuadrados inversos de sus distan-
cias al Sol.
75. Christiani HUGENII, De horologic oscillatorio, Parisis 1673.
76. LEIBNITII, Tentamen de motuum caelestium causis, Acta Erudito-
rum Lipsiae, anno 1689.
552 La estructura de Lateoriajisica
Peroprecisamente cuando Halley esta escribiendo estos ensa-
yos que no publicara, y antes de que Leibniz haya formulado su
teoria, Newton comunica ala Royal Society de Londres los pri-
meros resultados desus meditaciones acerca delamecanica celes-
te. En 1686presenta sus Philosophiae naturalis principia mathe-
matica, donde se desarrolla en toda su extensi6n la teoria de la
que Hooke, Wren y Halley s610habian entrevisto unos jirones.
Esta teoria, quevenia preparada por los esfuerzos circulares
de los fisicos, no selerevela a Newton de una forma repentina.
En 16650 1666, siete u ocho alios antes de que Huygens presen-
tara su De horologio oscillatorio, Newton habia descubierto por
sus propios medios las leyes del movimiento circular uniforme.
Tal como 10habia hecho Halley en 1684, Newton compar6 esas
leyes con latercera ley deKepler y descubri6, gracias aesta com-
paraci6n, que el Sol atrae masas iguales delos distintos planetas
segun una fuerza inversamente proporcional al cuadrado de las
distancias. Pero Newton queria un control mas preciso, y quiso
asegurarse de que, atenuando en esa misma proporci6n la gra-
vedad que constatamos en la superficie de la Tierra, se obtenia
exactamente la fuerza capaz de equilibrar la vis centrifuga que
tiende a arrastrar ala Luna. Ahora bien, las dimensiones de la
Tierra no se conocian bien, y dieron a Newton, como valor de
la gravedad en ellugar que ocupa la Luna, un valor superior en
1/6 al resultado esperado. Como estricto observador del metodo
experimental, Newton no public6 una teoria que la observaci6n
desmentia: no comunic6 anadie el resultado de sus meditacio-
nes hasta 1682. Fue entonces cuando Newton tuvo conocimien-
to de los resultados de las nuevas mediciones geodesicas efec-
tuadas pOI'Picard, ypudo reanudar su calculo, cuyo resultado fue
en esta ocasi6n plenamente satisfactorio. Las dudas del gran ge6-
metra se disiparon y pudo crear su admirable sistema. Necesit6
veinte alios deintensa meditaci6n para terminar laobra alaque
tantos ge6metras y fisicos, desde Leonardo da Vinci y Coperni-
co, habian aportado su contribuci6n.
La elecci6n de Las hip6tesis 555
Las consideraciones mas diversas y las doctrinas mas dispa-
res aportaron su contribuci6n, una tras otra, alaconstrucci6n de
lamecanica celeste: tanto laexperiencia vulgar que nos revela la
gravedad como las mediciones cientificas deTychoBrahe y Picard
ylas leyes deobservaci6n formuladas por Kepler; tanto los remo-
linos de los cartesianos y los atomistas como la dinamica racio-
nal deHuygens; tanto las doctrinas metafisicas delos peripateti-
cos como los sistemas de los medicos y las ilusiones de los
astrologos; tanto las comparaciones delagravedad con las accio-
nes magneticas como las comparaciones entre laluz y las accio-
nes mutuas delos astros. En estelargo ylaborioso alumbramiento
podemos ir siguiendo las transformaciones lentas y graduales que
dieron lugar a la evoluci6n del sistema te6rico. Pero en ningun
momento percibimos que haya existido una creaci6n repentina y
arbitraria dehip6tesis nuevas.
III. EL FisICO NO ELIGE LAS HIPOTESIS EN LAS QUE
BASARA SU TEORiA, SINO QUE GERMINAN EN EL, SIN EL
La evoluci6n que dio lugar al sistema de la gravedad uni-
versal se desarrollo lentamente a10largo de 10ssiglos. Hemos
podido seguir, paso apaso, los avances que permitieron que la
idea fuera alcanzando poco apoco el grado deperfecci6n que le
otorg6 Newton. En ocasiones, laevoluci6n queha dedesembocar
en la construcci6n de un sistema te6rico se condensa extraordi-
nariamente, y bastan unos alios para quelas hip6tesis quehan de
sustentar estateoria pasen deser un simple esbozo aser una obra
acabada.
Asi por ejemplo, en 1819 CErstedt descubre la acci6n de la
corriente electrica sobre la aguja imantada; en 1820, Arago da a
conocer esta experiencia alaAcademic des Sciencies; el 18desep-
334 La estructura de la teoriajisica
tiembre de 1820 Ampere lee en laAcademie una memoria en la
que presenta las acciones mutuas delas corrientes, que acaba de
descubrir; y el 23 de diciembre de 1823 de nuevo Ampere pre-
senta en lamisma instituci6n otra memoria donde daforma defi-
nitiva alas teorias de la electrodinamica y del electromagnetis-
mo. Median ciento cuarenta ytres alios entre el De revolutionibus
orbium caelestium libri sex y los Philosophiae naturalis princi-
pia mathematica; en cambio, apenas cuatro alios separan lapubli-
caci6n de la experiencia de CErstedt de lamemorable lectura de
Ampere. Pero si el marco de esta obra nos permitiera explicar al
detalle la historia de las doctrinas electrodinamicas?? a 10largo
de esos cuatro alios, hallariamos en ella todas las caracteristicas
que hemos encontrado en la evoluci6n secular de la mecanica
celeste. Veriamos que la mente genial de Ampere no abarca de
una sola mirada un vasto dominio experimental ya constituido
y elige, por una decisi6n libre y creadora, el sistema de hipote-
sis que representara los datos de la observaci6n. Percibiriamos
las dudas, las vacilaciones, los avances graduales conseguidos
mediante una serie de retoques parciales, como hemos podido
constatar tambien en los casi ciento cincuenta alios que separan
aCopernico deNewton. Lahistoria delaelectrodinamica separe-
cemucho alahistoria delaatracci6n universal, con la(mica dife-
rencia de que en laprimera los numerosos esfuerzos y las reite-
radas tentativas que constituyen latrama deestas dos historias se
suceden aintervalos mucho mas breves que en la segunda. Y es
asi gracias ala prodigiosa fecundidad de Ampere, que, durante
cuatro alios, leepracticarnente cada mes sus trabajos ante laAca-
demie des Sciences; gracias tambien ala pleyade de sabios geo-
metras, de habiles fisicos y de mentes geniales que trabajan con
77. El lector que desee reconstruir esta historia hallara los documentos
necesarios en los tomos II y III dela Collection de Memoires relatifs a la phy-
sique, publicadas por la Societe francaise de Physique, Memoires sur l'elec-
trodynamique, 1885 y 1887.
La eleccion de las hipotesis 335
el en laconstrucci6n delanueva teoria. Al nombre deAmpere, la
historia delaelectrodinamica ha deasociar no solamente el nom-
bre de CErstedt, sino tambien los nombres de Arago, Humphry
Davy, Biot, Savart, Babinet, Savary, LaRive, Becquerel, Faraday,
Fresnel y Laplace.
A veces, lahistoria delaevoluci6n gradual que ha dado lugar
aun sistema dehip6tesis nos resulta desconocida, y asi ha de ser
para siempre. Es el caso deuna historia condensada en un nume-
romuy reducido dealiosyconcentrada en una solamente; el inven-
tor no nos daaconocer, como Ampere, las ideas que germinan en
el amedida queselevan ocurriendo, sino que, paciente como New-
ton, espera quesuteoriatengauna forma acabada para darla acono-
cer. Noobstante, estamos completamente seguros dequeesateoria
no ha sido concebida deentrada con estaforma acabada, sino que
ha sido el resultado denumerosos perfeccionamientos yretoques,
yqueen cadauno deesos retoques lalibre elecci6n del inventor ha
sido guiada y condicionada, deuna forma mas 0menos conscien-
te, por una infinidad decircunstancias externas 0internas.
Por otra parte, por rapida y condensada que sea la evolu-
ci6n deuna teoria fisica, siempre sepuede constatar que su apa-
rici6n ha ido precedida deuna larga preparaci6n; es posible que
se nos escapen los pasos intermedios entre el primer esbozo y
laforma definitiva, detal modo quenos parece estar contemplando
una creaci6n libre y repentina. Pero ha habido una labor previa,
que constituye el terreno favorable donde ha caido la primera
semilla, yha permitido estedesarrollo acelerado. Y esta labor pre-
via puede seguirse a10largo de los siglos.
La experiencia de CErstedt fue suficiente para estimular el
trabajo intenso y febril que, en cuatro alios, condujo ala elec-
trodinamlca al estado demadurez; pero es que en el momento en
que la ciencia del siglo XIX acogi6 en su seno la semilla deposi-
tada estaba esplendidarnente preparada para recibirla, alimen-
tarla y desarrollarla. Newton ya habia anunciado que las atrac-
ciones electricas y magneticas debian regirse por leyes analogas
336 La estructura de la teoria fisica
alas delagravitacion universal, yesta suposicion yasehabia con-
vertido en una verdad de experiencia para las atracciones elec-
tricas gracias aCavendish y Coulomb, y para los efectos magne-
ticos gracias aTobias Mayer y aCoulomb. Demodo quelos fisicos
sehabian acostumbrado yaareducir todas las fuerzas queseejer-
cen a distancia a acciones elementales inversamente proporcio-
nales alos cuadrados delas distancias delos elementos entre los
que se ejercen. Por otra parte, el analisis de los diversos proble-
mas queplantea laastronomia habia hecho delos geometras unos
expertos en resolver las dificultades que ofrece lacomposicion de
esas fuerzas. El gigantesco esfuerzo maternatico del sigloXVIll aca-
baba deser resumido enlaMecanique celeste deLaplace; los meto-
dos creados para estudiar los movimientos de los astros busca-
ban por doquier, enlamecanica terrestre, laocasion dedemostrar
su fecundidad, y la fisica matematica avanzaba con una rapidez
sorprendente. Concretamente, Poisson desarrollaba, mediante los
procedimientos analiticos ideados por Laplace, la teoria mate-
matica delaelectricidad estatica y del magnetismo, mientras que
Fourier hallaba esplendidas ocasiones deutilizar los mismos pro-
cedimientos en el estudio de la propagacion del calor. Los feno-
menos electrodinamicos y electromagneticos podian manifestar-
se alos fisicos y alos geometras, ya que disponian de las armas
necesarias para captarlos y reducirlos ateoria.
Asi pues, la contemplacion de un conjunto de leyes expert-
mentales no basta para sugerir al fisico que hipotesis ha de ele-
gir para dar una representacion teorica de esas leyes. Hace falta
ademas que los pensamientos que son habituales en las personas
que comparten su actividad, y las tendencias que todos los estu-
dios anteriores han impreso en su propia mente, leguien ylimi-
ten el excesivo margen de actuacion que le conceden las reglas
delaIogica. iCuantas partes delafisica conservan, hasta el dia de
hoy, una forma puramente empirica, en espera de que las cir-
cunstancias preparen el genio deun fisicopara concebir las hipo-
tesis que las organizaran en teorias!
La eleccion de Las hipotesis 337
Por el contrario, cuando los avances de la ciencia universal
han dispuesto yalas mentes para recibirla, lateoria nace deuna
manera casi obligada y, muy amenudo, fisicos que no se cono-
cen 0que trabajan a gran distancia la alumbran casi al mismo
tiempo. Sediria que la idea flota en el aire, transportada de un
pais a otro por el viento que sopla, dispuesta afecundar a cual-
quier genio que se encuentre en disposicion de acogerla y desa-
rrollarla, como el polen que engendra un fruto alli donde encuen-
tra un caliz maduro.
El historiador de la ciencia tiene ocasion de observar cons-
tantemente, a10largo de sus estudios, este nacimiento simulta-
neo deuna misma doctrina en tierras muy distantes entre si; aho-
ra bien, por frecuente que sea ese fenorneno, nunca deja de
sorprenderle.?" Yahemos tenido ocasion dever como el sistema
de la gravitacion universal germinaba en las mentes de Hooke,
Wren y Halley, al mismo tiempo que se organizaba en el pensa-
miento deNewton. Igualmente veriamos que, amediados del siglo
XIX, el principio de la equivalencia entre el calor y el trabajo era
formulado, con muy poca diferencia detiempo, por Robert Mayer
en Alemania, por J oule en Inglaterra y por Colding en Dinamar-
ca. Sinembargo, ninguno deellos conocia los estudios desus com-
petidores, ni sospechaba que, unos alios antes, lamisma ideahabia
alcanzado una madurez precoz en Francia, en lamente genial de
SadiCarnot.
Podriamos multiplicar los ejemplos de esta extraordinaria
simultaneidad deinvencion; limitemonos amencionar uno, que
nos parece especialmente sorprendente.
El fenorneno dela retlexion total que puede experimentar la
luz en la superficie de separacion de dos medios no es facil de
comprender dentro del edificio teorico que constituye el sistema
de las ondulaciones. Fresnel habia proporcionado en 1823 for-
78. Cf. F. MENTRE,Lasirnultaneite des decouvertes scientifiques-, en
Revue scientijique, 5" serie (1904), L II, p. 555.
558 La estructura de La teoria fisica
mulas adecuadas para representar este fen6meno, pero las habia
obtenido por uno de los actos de adivinacion"? mas extraiios y
mas ilogicos que recuerda la historia de la fisica. Las ingeniosas
verificaciones experimentales que habia presentado de ese feno-
meno no dejaban lugar a dudas sobre la exactitud de las formu-
las, pero hacian cada vez mas deseable la hip6tesis logicamente
admisible que las relacionara con la teoria general de la optica.
Durante trece aiios, los fisicos no pudieron descubrir tal hipote-
sis, hasta que finalmente la consideraci6n muy simple, pero muy
imprevista y original, de la onda evanescente se la proporciono,
Ahora bien, 10notable del caso es que laidea de onda evanescente
aparece casi simultaneamente en la mente de cuatro geometras
diferentes, demasiado alejados entre si para poder comunicarse
los pensamientos que les obsesionaban. Cauchy'? es el primero
que formula la hipotesis dela onda evanescente en una carta diri-
gida aAmpere en 1836; en 1837, Green''! la comunica ala Philo-
sophical Society de Cambridge y, en Alemania, F.-E. Neumann=
lapublica en los Annales dePoggendorf-. Finalmente, entre 1841
y 1845, Mac Cullaghs" la convierte en el tema de tres comunica-
ciones presentadas ala Academia de Dublin.
Este ejemplo nos parece muy adecuado para poner en evi-
dencia la conclusion a la que queriamos llegar: la logica otorga
una libertad casi absoluta al fisico que desee elegir una hipotesis;
pero esta ausencia total de guia y de regIa no Ie supone ningun
inconveniente porque, de hecho, el fisico no elige la hipotesis en
la que basara su teoria, como tampoco la flor elige el grano de
79. Augustin FRESNEL,(Euures completes, t. I, p. 782.
80. CAUCHY, Comptes rendus, 1.856, t. II, p. 364. Poggendorff's Annalen,
Bd. IX, 1836, p. 39.
81. George GREEN, Transactions of the Cambridge Mathematical Society,
vol, VI, 1838, p. 403. Mathematical Papers, p. 321.
82. F.-E. NEUMANN,Poggendorff's Annalen, Bd. X, 1837, p. 510.
83. MAC CULLAGH, Proceedings of the Royal Irish Academy, vols. II y
Ill. Collected Works, pp. 187,21.8,250.
La elecci6n de Las hip6tesis 559
polen que la fecundara. La flor se limita a ofrecer su gran corola
ala brisa 0al insecto que lleva el polvo generador del fruto. Del
mismo modo, el fisico selimita aabrir su mente, mediante la aten-
cion y la meditacion, ala idea que ha de germinar en el, sin el. En
cierta ocasion se Iepregunt6 a Newton que metodo seguia para
hacer un descubrimiento, y esta fue su respuesta: Siempre ten-
go ante mi el tema sobre el que estoy investigando, y espero que
lentamente vayan apareciendo los primeros rayos de luz, hasta
que acaban convirtiendose en una claridad total.B4
Hasta que el fisico no empieza aver claramente la hip6tesis
nueva, recibida, pero no elegida, no debe comenzar su libre y labo-
riosa actividad. Entonces es preciso combinar esta hipotesis con
las que ya estan aceptadas, sacar muchas y variadas consecuen-
cias y compararlas escrupulosamente con las leyes experimen-
tales. Estas tareas debe realizarlas el fisico con rapidez y exacti-
tud, ya que no Iecorresponde a el concebir una idea nueva, pero
si depende de el, en gran parte, desarrollar esta idea y hacerla
fructificar.
IV. LA PRESENTACI6N DE LAS HIP6TES[S EN
LA ENSENANZA DE LA FISICA
Al profesor que ha de exponer las hipotesis en las que estan
basadas las teorias fisicas, la logica no Ieproporciona mas indi-
caciones que al inventor. Solo Ieensefia que el conjunto de hipo-
tesis fisicas constituye un sistema de principios cuyas conse-
cuencias deben representar el conjunto de leyes establecidas por
los experimentadores. Asi pues, para explicar la fisica de una for-
84. Bespuesta citada por Biot en el articulo Newton, que escribi6 para
la Biographie universelle de MICHAUD.
340 La estructura de la teoria fisica
ma realmente logica, habria que empezar por el enunciado de
todas las hlpotesis que utilizaran las diversas teorias, seguir lue-
go con la deduccion de una infinidad de consecuencias de estas
hipotesis y terminar comparando esa enorme cantidad deconse-
cuencias conlaenorme cantidad deleyes experimentales quehan
de representar.
Es evidente que semejante metoda deexposici6n delafisica,
que seria el unico perfectamente 16gico, es del todo impractica-
ble. Demodo queno sepuede ensenar lafisicadeuna forma irre-
prochable desde el punta devista logico: cuaLquier exposici6n de
Las teorias flsicas ha de ser forzosamente un compromiso en-
tre Las exigencias de La l6gica y Las necesidades inteLectuaLes del
estudiante.
El maestro, ya10dijimos antes, debera limitarse aformular
de entrada un grupo mas 0menos extenso de hip6tesis, y dedu-
cir de ellas un numero de consecuencias que sometera, sin mas
tardanza, al control de los hechos. Por supuesto, ese control no
sera plenamente convincente, ya que implica confiar en algunas
proposiciones que derivan deconsecuencias no formuladas toda-
via. El alumno se escandalizara sin duda ante los circulos vicio-
sos, si previamente no se leha advertido de ello, si no sabe que
ese intento de verificaci6n de las f6rmulas es una verificaci6n
apresurada, una anticipaci6n sobre los plazos que la16gicaestric-
taimpone acualquier aplicaci6n dela teoria.
Por ejemplo, un profesor que ha planteado el conjunto delas
hip6tesis en las que se basan la mecanica general y lamecanica
celeste, y que ha deducido de ellas un determinado numero de
capitulos de estas dos ciencias, no esperara ahaber estudiado la
termodinamica, la 6ptica, la teoria de la electricidad y del mag-
netismo, para comparar sus teoremas con las distintas leyes expe-
rimentales. Sin embargo, cuando establezca esa comparaci6n,
debera utilizar un anteojo astron6mico, habra de tener en cuenta
dilataciones y corregir causas de error derivado de la electriza-
ci6n 0delaimantaci6n: debera, por tanto, apelar ateorias queno
La eleccion de Las hipotesis 341
ha expuesto aun. El alumno no prevenido se escandalizara del
paralogismo, amenos que haya comprendido que esas compara-
ciones seleofrecen anticipadamente, afindeaclarar 10mas pron-
toposible mediante ejemplos las proposiciones te6ricas que sele
han expuesto Yque, 16gicamente, deberian aparecer mucho mas
tarde, cuando ya se conozca enteramente el sistema de la fisica
te6rica.
Esta imposibilidad practica de exponer el sistema de laflsi-
catal como 10exigiria el rigor logico, esta necesidad demantener
una especie de equilibrio entre las exigencias de este rigor y la
capacidad de asimilaci6n de la inteligencia del alumno, hacen
especialmente delicada la ensenanza de esta ciencia. En efecto,
el maestro esta en su perfecto derecho de impartir unas ense-
rianzas alas que el16gico puntilloso opondria algunas objecio-
nes, pero esta tolerancia esta subordinada aalgunas condiciones:
el alumno debe saber que lalecci6n recibida contiene Iagunas y
afirmaciones no justificadas aun; debever claramente d6nde estan
esas lagunas y cuales son esas afirmaciones; en una palabra, es
necesario que la ensefianza, forzosamente defectuosa eincom-
pleta, qU,erecibe el alumno no haga germinar en su mente ideas
falsas.
Asi pues, la preocupaci6n constante del maestro ha de ser
luchar contra las ideas falsas, que con tanta facilidad pueden des-
lizarse en una ensenanza de este tipo.
Ninguna hipotesis aislada, ningun grupo dehip6tesis separa-
do del resto delafisica es susceptible deuna verificaci6n experi-
mental absolutamente aut6noma. Ningun experimentum crucis
puede decidir entre dos hip6tesis y solo entre estas dos hip6tesis.
Noobstante, el maestro no puede esperar aque hayan sido enun-
ciadas todas las hip6tesis para someter algunas deellas al control
de la observacion: no puede evitar presentar algunas experien-
cias -la deFoucault 0ladeOttoWiener, por ejemplo-, que supo-
nen laadhesi6n auna determinada suposici6n en perjuicio dela
suposici6n contraria. Perodebera indicar contodo rigor hasta que
342
La estructura de La teoria ftsica
punto el control que describe es una anticipaci6n de las teortas
aun no expuestas, yc6mo el llamado experimento crucial implica
la aceptaci6n previa de un mont6n de proposiciones que se ha
convenido en no cuestionar.
Ningun sistema de hip6tesis puede obtenerse por inducci6n
unicamente de la experiencia; sin embargo, la inducci6n puede
indicar en cierto modo la via que conduce a ciertas hip6tesis.
No esta prohibido sefialarla, ni tampoco esta prohibido, por ejem-
plo, al comienzo de una explicaci6n dela mecanica celeste, tomar
las leyes de Kepler y mostrar que la traducci6n mecanica de esas
leyes conduce a enunciados que parecen apelar a la hip6tesis de
la atracci6n universal. Pero, una vez obtenidos estos enunciados,
habra que observar atentamente hasta que punto difieren de la
hip6tesis por la que se los sustituye.
Siempre que se pida a la inducci6n experimental que sugie-
ra una hip6tesis, habra que guardarse mucho de dar un experi-
mento no realizado por un experimento hecho, un experimento
puramente ficticio por un experimento factible; sobre todo, obvia-
mente, habra que evitar por todos los medios recurrir al experi-
mento absurdo.
v. LAS H[POTESIS NO PUEDEN DEDUCIRSE DE AXlOMAS
PROPORClONADOS POR LAS ENSENANZAS DEL SENTIDO COMON
Por las consideraciones con que amenu do se envuelve lapre-
sentaci6n de una hip6tesis flsica, algunas merecen que les dedi-
quemos nuestra atenci6n. Esas consideraciones, muy bien aco-
gidas por muchos fisicos, son especialmente peligrosas y
especialmente fecundas en ideas falsas. Consisten en justificar la
introducci6n de ciertas hip6tesis por medio de proposiciones,
supuestamente evidentes, obtenidas del sentido comun,
La eleccion de Las hipotesis 343
Puede suceder que una hip6tesis encuentre analogias y ejem-
plos en las ensefianzas del sentido comun; puede suceder inclu-
so que sea una proposici6n de sentido cornun clarificada y preci-
sada por el analisis. En estos casos, el maestro podra, obviamente,
mencionar esa semejanza entre las hip6tesis en las que se basa
la teoria y las leyes que nos revela la experiencia diaria: la elec-
ci6n de esas hip6tesis pare cera muy natural y muy satisfactoria
para la mente.
Pero estas semejanzas exigen que se tomen las mayores pre-
cauciones. Es muy facil dejarse engafiar por el parecido real entre
una proposici6n del sentido comun y un enunciado de flsica teo-
rica; muchas veces la analogia es completamente superficial, se
establece entre las palabras y no entre las ideas. Desapareceria si
se hiciera la traducci6n del enunciado simb6lico que formula la
teorla, si se transformaran los terrninos que utiliza este enun-
ciado sustituyendo, siguiendo el consejo de Pascal, 10definido por
la definici6n. Severia entonces hasta que punto el parecido en-
tre las dos proposiciones que imprudentemente se habian com-
parado es artificial y puramente verbal.
En esas peligrosas vulgarizaciones adonde acuden las men-
tes de nuestros contemporaneos a bus car la ciencia adulterada
con que se embriagan, leemos constantemente razonamientos a
los que la consideraci6n de la energia proporciona premisas
supuestamente intuitivas. Esas premisas casi siempre son auten-
ticos calembours: sejuega con el doble sentido delapalabra ener-
gla; se toman juicios que son verdaderos en el sentido vulgar de
la palabra energia, en el sentido que se utiliza para decir que la
travesia de Africa ha exigido a los compafieros de Marchand un
gran gasto de energia. Y esos juicios se trasladan en bloque a la
energia entendida en el sentido que Ieatribuye la termodinami-
ca, ala funci6n de estado de un sistema cuyo diferencial total es,
en cada modificaci6n elemental, igual al exceso de trabajo exter-
no sobre el calor desprendido.
Nohace mucho, quienes secomplacen en tales trampas deplo-
344 La estructura de La teoria fisica
raban que el principio del aumento de la entropia fuera mucho
mas abstruso y dificil de comprender que el principio de la con-
servaci6n de la energfa. Ambos principios exigen del geometra
calculos muy parecidos, pero el termino entropia solo tiene sen-
tido en la lengua del fisico: ellenguaje vulgar 10 desconoce y no
sepresta aequivocos. Ultimarnente, yano seescuchan estas lamen-
taciones acerca de la oscuridad que envolvia al segundo princi-
pio dela termodinarnica; hoy en dia se considera claro y capaz de
ser divulgado. iPor que? Porque seIeha cambia do el nombre. Aho-
ra se denomina principio de la disipacion 0de la degradaci6n de
la energfa; ahora bien, quienes no son fisicos pero quieren pare-
cerlo tambien entienden asi estas palabras y les prestan un sen-
tido que no es el que los fisicos les atribuyen; pero ique mas les
da? Con ello se abre la puerta amuchos discursos aparentes que
presentan como si fueran razonamientos, pero que no son mas
que juegos de palabras. Es exactamente 10que pretendian.
La utilizacion de la valiosa regIa de Pascal hace desapare-
cer esas engafiosas analogias, como una rafaga de viento disipa
los efectos del espejismo.
Quienes pretenden obtener del fondo del sentido comun las
hipotesis que sostendran sus teorias pueden ser victimas aun de
otra ilusion.
EI sentido comun no es un tesoro enterrado, al que no sepue-
de anadir ninguna otra pieza, sino que es el capital de una socie-
dad inmensa yprodigiosamente activa, formada por lasuma delas
inteligencias humanas, que va transformandose y aumentando de
siglo en siglo. La ciencia teorica, por su parte, contribuye en gran
medida a transformar y a aumentar esta riqueza: se difunde sin
cesar a traves de la ensefianza, de la conversacion, de los libros
y de los periodicos; penetra hasta el fondo del conocimiento vul-
gar, despierta su atencion acerca defenomenos hasta entonces olvi-
dados, le ensefia a analizar nociones que resultaban confusas y
enriquece asi el patrimonio de las verdades comunes atodos los
hombres 0, al menos, atodos los que han alcanzado un cierto gra-
La eleccion de Las hipotesis 345
do decultura intelectual. Asi pues, un maestro deseoso deexponer
una teoria fisica hallara, entre las verdades que leofrece el sentido
comw, proposiciones admirablemente adecuadas para justificar
sus hipotesis, y creera que las ha obtenido de las exigencias pri-
meras y forzadas de nuestra razon, que las ha deducido de auten-
ticos axiomas. En realidad, simplemente ha retomado del fondo del
sentido comun, para devolverlas ala ciencia teorica, las piezas que
lapropia ciencia teorica habia depositado en ese tesoro.
Encontramos un ejemplo sorprendente de este grave error,
de este circulo vicioso, en la explicacion que de los principios de
la mecanica ofrecen muchos autores. Tomaremos el ejemplo
deEuler, pero 10que diremos acerca delos razonamientos expues-
tos por ese gran geometra podriamos aplicarlo auna gran canti-
dad de obras mas recientes.
En el primer capitulo -dice Euler- demuestro las leyes uni-
versales de la naturaleza por las que se rige un cuerpo cuando
se mueve libremente y no es atraido por ninguna fuerza. Si ese
cuerpo esta en reposo en un momento dado, seguira eternamen-
te en su estado de reposo; si esta en movimiento, se movera eter-
namente en linea recta con una velocidad constante. Esas dos leyes
pueden muy bien reunirse bajo el nombre de ley de la conserva-
cion del estado. De ello se sigue que la conservacion del estado es
una propiedad esencial detodos los cuerpos, y que todos los cuer-
pos, en cuanto tales, tienen una fuerza 0facultad de mantenerse
eternamente en su estado, fuerza que no es otra que la fuerza de
inercia ...Puesto que todo cuerpo, por su propia naturaleza, seman-
tiene constantemente en el mismo estado, ya sea de reposo 0de
movimiento, esta claro que habra que atribuir alas fuerzas exter-
nas cualquier circunstancia en que un cuerpo no siga esta ley, 0
en que se mueva con un movimiento no uniforme 0en linea cur-
va... Asi estan establecidos los autenticos principios de la meca-
nica, con los que hay que explicar todo 10que se refiere ala alte-
racion del movimiento. Como hasta ahora estos principios han
sido confirmados de una forma excesivamente superficial, yo
346 La estructura de la teoria fisica
los he demostrado de tal manera que secomprendan no s610como
ciertos, sino tambien como necesariamente verdaderos.a'"
Si seguimos leyendo el tratado de Euler, encontramos, al
comienzo del capitulo II, los siguientes pasajes:
DEFINICION: La potencia es lajuerza que hace que un cuerpo que
esta en reposo se ponga en movimiento. Lagravedad es una fuerza 0
potencia de este tipo; en efecto, si tenemos un cuerpo libre de todo
obstaculo, la gravedad 10saca del reposo para hacerlo caer y le co-
munica un movimiento dedescenso queseacelera constantemente.
COROLARIO: Todo cuerpo libre permanece en reposo 0semue-
vecon un movimiento rectilineo y uniforme. Siempre que un cuer-
po libre, que estaba en reposo, se pone en movimiento, 0bien se
mueve con un movimiento no uniforme 0con un movimiento no
rectilineo, la causa hay que atribuirla auna cierta potencia, pues
todo 10que puede alterar el movimiento de un cuerpo 10llama-
mos potencia..
Euler nos presenta lafrase lapotencia es la fuerza que pone
en movimiento a un cuerpo 0 que altera su movimiento- como
una definicion. lQue tenemos que entender? lAcaso Euler, al des-
pojar a la palabra potencia- de todo el senti do adquirido ante-
riormente, pretende dar simplemente una definici6n s610denom-
bre, cuya arbitrariedad nada limita? En ese caso, la deducci6n que
presenta ante nuestros ojos sera de una 16gica impecable, pero
sera una simple construcci6n de silogismos, sin ningun contacto
con la realidad. No es esto 10que Euler pretendia conseguir. Es
evidente que, al enunciar la frase que acabamos de reproducir,
ha tornado la palabra potencia- 0fuerza- en el sentido que tie-
ne en ellenguaje corriente y no cientifico. El ejemplo citado dela
gravedad nos 10demuestra sin lugar adudas. Por otra parte, pre-
cisamente porque atribuye ala palabra potencia- no un sentido
nuevo y arbitrariamente definido, sino el sentido que todo el mun-
85. LEONHARDI EULEHI,Mechanica sive motus scientia, analytic exposita,
t. 1, Praefatio, Petropoli 1736.
La eleccion de las hipotesis 347
do le atribuye, Euler puede tomar de sus antecesores, sobre todo
deVarignon, los teoremas de la estatica que utiliza.
Demodo que esta definici6n no es una definici6n s610denom-
bre, sino que es una definici6n natural. Al tomar lapalabra poten-
ciaen el sentido en que todo el mundo laentiende, Euler sepropo-
nesenalar lacaracteristica esencial delapotencia, caracteristica de
laqueseextraeran todas las otras propiedades delafuerza. Lafrase
queacabamos decitar no estanto una definici6n como una proposi-
ci6n cuya evidencia postula Euler, un axioma. Este axioma y otros
axiomas analogos lepermitiran por si solos probar que las leyes de
Iamecanica no s610son verdaderas, sino ademas necesarias.
Ahora bien, les tan evidente para el senti do comun que un
cuerpo libre de toda fuerza se mueve eternamente en linea recta,
con una velocidad constante? lQue un cuerpo sometido auna gra-
vedad constante acelera constantemente la velocidad de su cai-
da? Al contrario; esas opiniones estan extraordinariamente ale-
jadas del conocimiento vulgar. Para llegar aellas han hecho falta
los esfuerzos acumulados de todos los genios que, durante dos
mil afios, han estudiado la dlnamica."
Lo que nos muestra la experiencia diaria es que un carrua-
je que no esta enganchado permanece inm6vil; que un caballo
que desarrolla un esfuerzo constante arrastra el vehiculo con una
velocidad constante; que para que el carro vaya a mas velocidad
hace faIta que el caballo desarrolle un esfuerzo mayor, 0 que se
le anada un compafiero. iDe que modo podriamos traducir, por
tanto, 10que estas observaciones nos ensefian acerca de la poten-
cia 0 de lajuerza? Formulariamos los siguientes enunciados:
Un cuerpo que no esta sometido aninguna potencia perma-
nece inm6vil.
86. cr. E. WOHLWILL,Die Entdeckung der Beharrungsgesetzes en
Zeitschriftjur VOlkerpsychologie und Spraduoissenschaft, Bd. XIV Y Bd. XV,
1883-1884. P. DUHEM,De I'accelerationproduite par unejorce constante, Congres
d'Histoire des Sciences, Ginebra 1904.
348 La estructura de La teoriajisica
Un cuerpo que esta sometido a una potencia constante se
mueve a una velocidad constante.
Cuando se aumenta la potencia que mueve a un cuerpo, se
aumenta la velocidad de ese cuerpo.
Estas son las caracteristicas que el sentido comun atribuye a
la fuerza 0 a la potencia; estas son las hip6tesis que habria que
tomar como bases de la dinamica, si quisieramos fundamental'
esta ciencia en las evidencias del sentido comun.
Ahora bien, estas caracteristicas son las que Aristoteles'" atri-
buye a la potencia (MVU!ll) 0fuerza (ioxu). Esta es la dinami-
ca del Estagirita. Cuando en esta dinamica se constata que la cat-
da de los graves es un movimiento acelerado, no se concluye de
ello que los graves esten sometidos a una fuerza constante, sino
que su peso aumenta a medida que descienden.
Los principios deladinamica peripatetica parecian tan ciertos,
sus rakes sehundian atanta profundidad en el suelo resistente de
los conocimientos humanos que, para arrancarlas, para hacer ere-
cer en sulugar esas hip6tesis alas que Euler atribuye una evidencia
inmediata, se necesitaron los esfuerzos mas prolongados y mas
perseverantes que sehayan producido jamas en lahistoria del espi-
ritu humano. Hizo falta que Alejandro deAfrodisia, Temistio, Sim-
plicio, J uan Filop6n, Alberto deSajonia, Nicolas deCusa, Leonardo
daVinci, Cardano, Tartaglia yJ uan Bautista Benedetti despejaran el
camino aGalileo, aDescartes, aBeeckman yaGassendi.
Demodo que las proposiciones que Euler considera axiomas
cuya evidencia senos impone, y en las que quiere basal' una dina-
mica no s610verdadera, sino necesaria, son en realidad propo-
siciones que lapropia dinamica nos ha ensefiado y que lentamente
y con grandes dificultades han ido sustituyendo alas falsas evi-
dencias del sentido comun.
EI circulo vicioso en el que se mueve la deducci6n de Euler
no podria ser evitado pOI'quienes piensan justificar las hip6tesis
87. ARIST6TELES, <PvmKfi<; uKpoaoEw<; H, E. IIEpL Oupcvof r, ~.
La eleccioti de Las hipotesis 349
en las que se basa una teoria flsica pOI'medio de axiomas de con-
senso universal. Los supuestos axiomas alos que recurren pro-
ceden de las mismas leyes que pretenden deducir/"
Asi pues, es del todo ilusorio tomar las ensefianzas del sentido
comun como fundamento delas hip6tesis que seran el sosten dela
fisica te6rica. Si se sigue pOI'este camino, no se llega ala dinami-
ca de Descartes y de Newton, sino ala dinamica de Arist6teles.
Esto no significa quelas ensefianzas del sentido comun no sean
muy verdaderas y ciertas. Es cierto yverdadero que un carruaje no
enganchado no semueve, yque enganchado ados caballos semue-
veamas velocidad que enganchado aun solo caballo. Ya10hemos
dicho muchas veces: esas certezas y esas verdades del senti do co-
mun son, enultimo termino, lafuente dedonde manan todas lasver-
dades ytodas las certezas cientificas. Pero tambien hemos dicho que
las observaciones del sentido comun son mucho mas ciertas por-
queson menos detalladas, porque poseen menos precisi6n. Las leyes
del sentido comun son muy verdaderas, pero con la condici6n ex-
presa deque los terminos generales entre los que establecen un vin-
culo sean esas abstracciones que brotan deforma natural yesponta-
nea de 10concreto, esas abstracciones no analizadas, tomadas en
bloque, como laidea general decarruaje 0laidea general decaballo.
Es un grave error tomar leyes que relacionan ideas tan com-
plejas, tan ricas en contenido, tan poco analizadas, y querer tradu-
cirlas inmediatamente pOI'medio def6rmulas simb6licas, produc-
tos de una simplificaci6n y de un analisis llevados al extremo, que
componen ellenguaje matematico. Es especialmente ilusorio con-
siderar que la idea de potencia motriz constante es equivalente a
laidea decaballo, y que laidea dem6vil absolutamente libre es una
representaci6n dela idea de carruaje. Las leyes del sentido comun
88. Ellector podra relacionar 10que acabamos de decir con Ias criticas
formuladas por E. Mach a la demoslraci6n, propuesta por Daniel Bernoulli,
para justificar Ia regIa del para lelogramo de las fuerzas. Ernst MACH,La meca-
nique, expose historique et critique de son deueloppement, Paris 1904, p. 45.
350 La estructura de la teoria fisica
son juicios que se refieren alas ideas generales, extremadamente
complejas, que concebimos apartir denuestras observaciones dia-
rias; las hipotesis defisica son relaciones entre simbolos materna-
ticos llevados al mas alto grado desimplificacion. Es absurdo igno-
rar la enorme diferencia de naturaleza que existe entre estas dos
clases deproposiciones; es absurdo pensar que las segundas serela-
cionan con las primeras como el corolario con el teorema.
El paso delas hipotesis delafisicaalas leyes del sentido cormin
ha dehacerse en sentido inverso: del conjunto delas hipotesis sim-
ples que sirven de base alas teorias fisicas se sacaran consecuen-
cias mas 0 menos alejadas, y estas proporcionaran una represen-
tacion esquematica delas leyes que nos revela laexperiencia vulgar.
Cuanto mas perfectas sean las teorias, mas complicada sera esta
representacion; y, sin embargo, las observaciones vulgares que ha
derepresentar siempre lasuperaran infinitamente en complejidad.
No solo la dinamica no puede extraer leyes que el sentido comun
obtiene observando la marcha de un carruaje tirado pOI'un caba-
llo, sino que apenas le bastan todos sus recursos para darnos una
imagen muy simplificada del movimiento de ese carruaje.
El proposito de extraer de los conocimientos del sentido
comun la demostracion de las hipotesis en las que se basan las
teorias fisicas se debe al deseo de construir la fisica a imitacion
de la geometria. En efecto, los axiomas de los que se deduce la
geometria con un rigor tan perfecto, las preguntas que formu-
la Euclides al principio de sus Elementos son proposiciones cuya
verdad evidente afirma el sentido comun, Pero ya hemos visto en
muchas ocasiones cuan peligroso es establecer una semejanza
entre el metoda matematico y el metoda que siguen las teorias
fisicas, y cuan profundamente diferentes aparecen estos dos meto-
dos, a pesar de su semejanza puramente externa, debida al uso
que hace la fisica dellenguaje matematico. Debemos insistir de
nuevo en la distincion entre estos dos metod os.
La mayoria deideas abstractas y generales que surgen espon-
taneamente en nosotros apartir denuestras percepciones son con-
La elecci6n de las hip6tesis 351
ceptos complejos y no analizables; no obstante, las hay que, sin
apenas esfuerzo, aparecen claras y simples: son las distintas ideas
que se agrupan en tomo alas nociones de numero y defigura. La
experiencia vulgar nos lleva aunir estas ideas mediante leyes que,
por una parte, poseen la certeza inmediata de los juicios del sen-
tido oomun y, pOI'otra parte, poseen una claridad y una precision
extraordinarias. Esto ha hecho posible que algunos de estos jui-
cios se consideren premisas de deducciones, en las que la incon-
testable verdad del conocimiento cornun se halla inseparable-
mente unida a la perfecta claridad de los encadenamientos de
silogismos. Asi se constituyeron la aritmetica y la geometria.
Pero las ciencias matematicas son ciencias muy excepciona-
les; son las unicas que tienen lafortuna detratar deideas que sur-
gen denuestras percepciones diarias atraves de una labor espon-
tanea de abstraccion y de generalizacion y que, sin embargo,
aparecen nitidas, puras y simples.
Esa fortuna leesta negada alafisica. Las nociones que hadees-
tudiar, proporcionadas pOI'las percepciones, son nociones extraor-
dinariamente confusas y complejas, cuyo estudio exige una labor
deanalisis larga yfatigosa. Los grandes estudiosos que crearon lafl-
sica teorica comprendieron que, para poner orden y claridad en
este trabajo, habia que pedir estas cualidades alas unicas ciencias
que eran por naturaleza claras yordenadas, es decir, alas ciencias
matematicas. Pero 10que no pudieron lograr es que laclaridad y el
orden seafiadieran en lafisica deforma inmediata ala certeza ob-
via, como 10hacen en laaritmetica 0 en lageometria. Lounico que
pudieron hacer es situarse ante lainmensa cantidad deleyes proce-
dentes directamente delaobservacion, leyes confusas, complejas y
desordenadas, pero dotadas de una certeza que se constata inme-
diatamente, ytrazar una representacion sirnbolica deesas leyes, re-
presentacton admirablemente clara y ordenada, pero de la que ni
siquiera puede decirse propiamente que seaverdadera.
En el ambito de las leyes de la observacion reina el sentido
cormin; solo el, atraves de nuestros medios naturales de percibir
352
La estructura de la teorta fisica
y de juzgar nuestras percepciones, decide 10 que es verdadero y
10 que es falso. En el ambito de la representaci6n esquematica,
reina en solitario la deducci6n matematica: todo debe someterse a
las reglas que impone. Pero entre uno y otro dominio se estable-
ce una circulaclon continua, un continuo intercambio de propo-
siciones y de ideas. La teoria pide a la observaci6n que someta
algunas consecuencias al control de los hechos; la observaci6n
sugiere ala teoria que modifique una hipotesis vieja 0 que enun-
cie una hip6tesis nueva. En la zona intermedia, atraves de la que
se efectuan estos intercambios y mediante la que se asegura la
comunicaci6n entre la observaci6n y la teoria, el sentido comun
y la logica maternatica unen sus influencias y mezclan entre si,
de forma inextricable, los procedimientos que les son propios.
Ese doble movimiento, que es el unico que permite ala flsi-
ca unir la certeza de las constataciones del sentido comun con
la claridad de las deducciones matematicas, ha sido descrito por
Edouard Le Roy en los siguientes terminus:
En resumen, necesidad y verdad son los dos polos extremos
dela ciencia. Pero estos dos polos no coinciden: son el rojo y el vio-
leta del espectro. En lacontinuidad intercalada, unica realidad efec-
tivamente vivida, verdad y necesidad varian en sentido inverso
segun el polo al que seorientan y se dirigen ... Si seelige ir hacia 10
necesario, sevuelve la espalda a10verdadero, setiende aeliminar
todo 10 que es experiencia eintuici6n, se tiende al esquematismo,
al discurso puro, alos juegos formales desirnbolos sin significado.
En cambio, para conquistar laverdad, hay que adoptar el otro sen-
tido de la marcha: la imagen, la cualidad y 10 concreto recuperan
asi sus derechos preeminentes. Vemos entonces que la necesidad
discursiva sefunde gradualmente en contingencia vivida. En resu-
men, el caracter necesario y verdadero, riguroso y objetivo que
posee la ciencia procede de fuentes distintas.ss"
89. Edouard LE Roy, Sur quelques objections adressees a 1anouvelle
philosophie-, en Revue de metaphysique et de morale, 1901, p. 319.
La eleccion de Las hipotesis 353
La fuerza de estas palabras excede tal vez en parte el propio
pensamiento del autor; en cualquier caso, para que exprese fiel-
mente el nuestro, basta sustituir las palabras rigor y necesi-
dad, utilizadas por Le Roy, por las palabras orden- y claridad,
Es perfectamente correcto declarar, por tanto, que la cien-
cia fisica nace de dos fuentes: de la certeza, que es el sentido
comtin, y dela claridad, que es la deducci6n matematica, Y lacien-
ciafisica es alavez certeza y claridad, porque los flujos que nacen
de esas dos fuentes coinciden y mezclan intimamente sus aguas.
En geometria, el conocimiento claro que proporciona la logi-
ca deductiva y el conocimiento cierto que surge del senti do comun
seyuxtaponen con tanta exactitud que es dificil percibir esta zona
mixta donde se ejercen simultaneamente, y rivalizando entre si,
todos nuestros medios de conocimiento. De ahi que el georne-
tra, cuando trata de las ciencias fisicas, corra el riesgo de ignorar
la existencia de esta zona, porque quiere construir la fisica, aimi-
taci6n de su ciencia preferida, sobre axiomas sacados directa-
mente del conocimiento vulgar. Al perseguir este ideal, que Ernst
Mach''? denomina muy acertadamentejalso rigor, se arriesga a
no obtener mas que demostraciones cargadas de paralogismos
y llenas de peticiones de principios.
VI. IMPORTANCIA DEL METODO H IST6RICO EN FIsrCA
lC6mo podra el maestro encargado de explicar la fisica pre-
venir a sus alumnos contra los peligros de semejante metodo?
lC6mo podra lograr que abarquen con lamirada la inmensa exten-
sion de territorio que separa el ambito de la experiencia vulgar,
90. Ernst MACH,La Mecanique, expose historique et critique de son deoe-
loppement, Paris 1904, p. 80.
354 La estructura de la teoriajisica
donde imperan las leyes del sentido comun, del ambito te6rico,
que se rige por principios claros? GC6molograra, al mismo tiem-
po, que sigan la doble direcci6n poria que el espiritu establece
una comunicaci6n continua y reciproca entre estos dos arnbi-
tos: entre el conocimiento empirico que, privado de teoria, redu-
ciria la fisica auna materia informe, y la teoria matematica que,
separada de la observaci6n, apartada del testimonio de los sen-
tidos, s610 daria ala ciencia una forma vacia de materia?
Pero GpOI'que hay que inventar de nuevo este metodo? GAca-
so no tenemos ante nuestros ojos aun estudiante que, en la infan-
cia, no sabia nada de teorias fisicas y que, en la edad adulta, ha
alcanzado el pleno conocimiento de todas las hip6tesis en las que
se basan estas teorias? Este estudiante, cuya educaci6n seha pro-
longado durante milenios, es la humanidad. GPOI' que no podemos
imitar, en la formaci6n intelectual de cada individuo, la forma de
progreso de la ciencia human a? GPOI' que no podemos preparar
la introducci6n de cada hip6tesis en la ensefianza mediante una
exposici6n breve, pero fiel, de las vicisitudes que han precedido
su ingreso en la ciencia?
Si queremos lograr que un espiritu este preparado para reci-
bir una hip6tesis fisica, el metoda legitimo, segura y fecundo es
el metoda hist6rico. Trazar de nuevo las transformaciones en vir-
tud de las cuales se ha incrementado la materia empirica, mien-
tras se iba esbozando la forma te6rica; describir la larga colabo-
raci6n, gracias a la cual el senti do cornun y la 16gica deductiva
han analiza do esta materia y modelado esta forma hasta adap-
tarse perfectamente la una ala otra. este es el mejor medio, es
mas, el unico medio de dar a 10s estudiantes de fisica una idea
correcta y una visi6n clara de la organizaci6n tan compleja y tan
viva de esta ciencia.
Obviamente, no es posible ir repitiendo etapa por etapa la
marcha lenta, vacilante y titubeante a traves de Ia que el espiri-
tu humano ha llegado a alcanzar una visi6n clara de todos los
principios fisicos: se necesitaria demasiado tiempo. Para que las
La eleccion de Las hipotesis 355
hip6tesis puedan ser ensefiadas, hace falta que su evoIuci6n se
condense Y abrevie; hace falta que se reduzca proporcionalmen-
tealarelaci6n que existe entre la duraci6n de la educaci6n de un
hombre YIaduraci6n delaformaci6n dela ciencia. Gracias aesta
condensaci6n, Ias metamorfosis por las que un ser pasa del esta-
do de embri6n al estado adulto reproducen, segun los naturalis-
tas, la estirpe, real 0 ideal, poria que este ser sevincula al tronco
primero de Ios seres vivos.
POI'otra parte, esta condensaci6n es casi siempre facil, si se
pasa pOI'alto todo 10que es simplemente un hecho accidental -el
nombre del autor, lafecha del descubrimiento, un episodio 0 anec-
dota- para dedicarse solamente a los hechos hist6ricos que son
esenciales alos ojos del fisico, alas unicas circunstancias en que
lateoria seha enriquecido con un principio nuevo, 0 ha visto c6mo
se disipaba una oscuridad 0 desaparecia una idea err6nea.
Esta importancia que adquiere, en el estudio de la fisica, la
historia de Ios metodos con los que se han realizado los descu-
brimientos marca de nuevo la enorme diferencia que existe entre
la fisica y la geometria.
En geometria, donde la claridad del metoda deductivo se une
directamente alas evidencias del sentido comun, la ensefianza
puede hacerse deuna forma totalmente 16gica. Basta que se enun-
cieun postulado para que el estudiante capte inmediatamente los
datos del conocimiento cornun que condensa dicho juicio; para
ello, no necesita conocer lavia poria que este postulado ha pene-
trado en Ia ciencia. La historia de las matematicas es, no cabe
duda, objeto de una legitima curiosidad, pero no es esencial para
la comprensi6n de Ias matematicas.
No ocurre 10mismo con la fisica. En este caso, como hemos
visto, la ensefianza no puede ser pura y plenamente 16gica. POI'10
tanto, la unica forma de unir los juicios formales de la teoria con
lamateria delos hechos que esos juicios han de representar -evi-
tando siempre la entrada subrepticia de ideas falsas- es justificar
todas las hip6tesis esenciales a traves de su historia.
356 La estructura de la teoriajisica
Explicar la historia de un principio fisico es, al mismo tiern-
po, hacer su analisis logico. La critica de los procedimientos inte-
lectuales que utiliza lafisica sevincula indisolublemente ala expo-
sici6n de la evoluci6n gradual mediante la que la deducci6n
perfecciona ala teoria, la convierte en una imagen cada vez mas
precisa y mas ordenada de las leyes que revela la observaci6n.
Por otra parte, s610 la historia de la ciencia puede apartar al
fisico tanto de las locas ambiciones del dogmatismo como de la
desesperaci6n del pirronismo.
Al trazar de nuevo ante el fisico la larga serie de errores y de
vacilaciones que han precedido al descubrimiento decada princi-
pio, la historia le previene contra las falsas evidencias; al recor-
darle las vicisitudes de las escuelas cosmo16gicas, al desenterrar
del olvido donde yacen doctrinas en otro tiempo triunfantes, lere-
cuerda que los sistemas mas atractivos no son mas que represen-
taciones provisionales yno explicaciones definitivas.
Y,por otra parte, al exponer ante sus ojos latradici6n continua
mediante la que la ciencia de cada epoca se ha alimentado de los
sistemas delos siglos pasados, y seha enriquecido con lafisica del
futuro; al citarle las profecias que la teoria ha formulado y que la
experiencia ha realizado, crea y refuerza en el esta convicci6n de
que la teoria fisica no es un sistema puramente artificial, util hoy
einservible manana, sino que es una clasificaci6n cada vez mas
natural, un reflejo cada vez mas claro delas realidades que el meto-
do experimental no podria contemplar cara acara.
Cada vez que el espiritu del fisico tiende al exceso, el estudio de
la historia le endereza aplicandole el correctivo apropiado; para
definir el papel que desempena respecto al fisico, lahistoria podria
servirse de esta frase dePascal: Si se ensalza, lerebajo; si sereba-
ja, le ensalzos.'" De este modo, la historia lemantiene en ese esta-
do de perfecto equilibrio, desde donde puede apreciar razona-
blemente el objeto y la estructura de la teoria fisica.
91.. PASCAL, Pensees, edici6n Havel, art. 8.
LA FISICA DE UN CREYENTE
1
1. Articulo publicado en Annales de philosophie chretienne, afio 77,
4" serie, t. I, p. 44 Y p. 1.33, octubre y noviembre de 1905.
I. INTRODUCCION
La Revue de Metaphysique et de Morale publicaba, hace apro-
ximadamente un afio, un aruculo? en el que se exponian y discu-
tian las opiniones que he ido ofreciendo, en diversas circunstan-
cias, aproposito delas teorias fisicas. El autor deeste articulo, Abel
Rey, se habia tornado la molestia de informarse puntualmente de
todos los escritos, por menores que fueran, don de yo hubiera
expuesto mi pensamiento, y 10 habia ido siguiendo con todo deta-
lle; ademas, habia ofrecido asus lectores una imagen de mi pen-
samiento, cuya fidelidad me sorprendio vivamente. Ciertamente,
no voy a escatimar a A. Rey el testimonio de mi reconocimiento
como contrapartida de la simpatia con la que su inteligencia ha
asimilado 10 que yo habia publicado.
Sin embargo (dhay algun personaje que no haya puesto repa-
ros asu propio retrato, por muy fiel que sea?), me parecio que Rey
exigi a mas de la cuenta alas premisas que yo habia planteado,
que sacaba conclusiones que no estaban totalmente contenidas
en ellas. Y por esto me gustaria aportar algunas restricciones a
esas conclusiones.
A. Rey termina su articulo con estas palabras: Nuestra unica
intencion ha sido examinar la filosofia cientifica de P. Duhem, y
no su obra cientifica propiamente dicha. Para distinguir y preci-
sar la expresion de esta filosofia ..., creemos que se puede propo-
ner la siguiente frase: en su tendencia auna concepcion cualita-
tiva del universo material, en su desconfianza de una explicacion
2. ABEL REY, La philosophic scientifique de M. Duhern, en Revue de
metaphysique et de morale, afio 12, p. 699, julio de 1904.
360 Lajisica de un creyente
completa deeste universo por si mismo, tal como la sueiia lameca-
nica, en la repugnancia, mas afirmada que real, por un escepti-
cismo cientifico integral, es la filosofia cientifica de un creyente.
Es cierto que creo con toda mi alma en las verdades que Dios
nos ha revelado y que nos enseiia por medio de su Iglesia; nun-
ca he ocultado mi fe, y en los mas profundo de mi corazon con-
fio en que Aquel en quien creo no perrnitira que me averguence
jarnas de esa fe. En este sentido puedo decir que la fisica que pro-
feso es la fisica de un creyente. Pero probablemente no es este el
sentido que Rey Ieda ala frase con la que caracteriza esa flsica;
mas bien quiere decir que las creencias del cristiano han orien-
tado, mas 0 menos conscientemente, la critica del fisico; que han
inclinado su razon aciertas conclusiones; que esas conclusiones
han de despertar sospechas en los espiritus celosos del rigor cien-
tifico, pero ajenos ala filosofia espiritualista 0al dogma catoli-
co; en una palabra, que para adoptar enteramente, tanto en sus
principios como en sus consecuencias, la doctrina que he inten-
tado formular aproposito de las teorias fisicas, hace falta ser ere-
yente.
Si asi fuera, yo habria seguido sin duda el camino erroneo y
habria fracasado en mi objetivo. En efecto, mi proposito constante
ha sido probar que la fisica funcionaba con un metoda autono-
mo, absolutamente independiente de cualquier opinion metafisi-
ca. He analiza do minuciosamente este metodo, a fin de poner
en evidencia, atraves de ese analisis, las caracteristicas propias y
el alcance exacto de las teorias que resumen y clasifican sus des-
cubrimientos. Henegado aesas teorias cualquier poder depenetrar
mas alla de las enseiianzas de la experiencia, cualquier capaci-
dad de adivinar realidades que se ocultan bajo los datos sensibles;
por ello he negado aesas teorias la capacidad de trazar el plan de
cualquier sistema metafisico, del mismo modo que he negado a
las doctrinas metafisicas el derecho atestimoniar afavor 0 en con-
tra de cualquier teoria fisica. Si todos estos esfuerzos han desem-
bocado en una concepcion dela fisica en la que lafereligiosa esta
Lajisica de un creyente 361
postulada demanera implicita y como clandestina, entonces, debo
confesarlo, me he equivocado claramente en el objetivo que me
habia propuesto en la obra.
Antes de reconocer semejante error, permitaseme echar una
nueva mirada de conjunto a la obra; detener la vista sobre todo
en las partes donde se ha creido percibir la huella de la fe cris-
tiana; comprobar si, en contra de mi intencion, esa huella existe
efectivamente 0si, por el contrario, no ha sido una ilusion, facil
dedesvanecer, la que ha inducido aconsiderar signos defecarac-
teristicas que nada tienen que ver con ella. Confio en que este exa-
men, al disipar las confusiones y los equivocos, dejara bien sen-
tada esta conclusion: 10 que he afirmado acerca del metoda de
lafisica, de la naturaleza y alcance que hay que atribuir alas teo-
rias que construye, no prejuzga las doctrinas metafisicas ni las
creencias religiosas del que acepta mi opinion. Tanto el creyen-
tecomo el no creyente pueden trabajar conjuntamente en el pro-
greso de la ciencia fisica, tal como he intentado definirla.
II. MI SISTEMA FiSICO ES POSITIVO POR SUS ORiGENES
Mi objetivo es probar que el sistema de la fisica que prop on-
go esta enteramente sometido alas exigencias mas rigurosas
del metoda positivo; que, siendo positivo por sus origenes, 10 es
tambien por sus conclusiones.
En primer lugar, la que preocupaciones da respuesta la crea-
cion de ese sistema? lEsta concepcion de la teoria fisica es obra
de un creyente que esta preocupado por la disparidad entre las
enseiianzas de la Iglesia y las enseiianzas de la razon? lNace de
un esfuerzo que la feen las cosas divinas hace por aceptar las doc-
trinas de la ciencia humana (fides quaerens intellectum)? Si es asi,
el no creyente puede mostrarse legitimamente receloso ante seme-
362 Lajisica de un creyente
jante sistema; puede temer quealguna proposici6n orientada hacia
las creencias cat6licas sehaya deslizado, aun sin saberlo el pro-
pia autor, a traves de las tupidas mallas de una critica rigurosa.
iEs tan facil que el espiritu humano tome por cierto 10que desea
que sea cierto! En cambio, esos recelos desapareceran si el sis-
tema cientlfico que nos ocupa ha nacido de la experiencia, si su
autor loha adoptado, al margen detoda preocupaci6n metaflsica
o teo16gica, atraves de lapractica cotidiana de la ciencia y dela
ensefianza.
Demodo que voy aexplicar c6mo he llegado auna opini6n,
que se considera nueva, respecto al objeto y ala estructura dela
teoria flsica, Lohare con toda sinceridad, no porque tenga lavani-
dad de creer que el proceso de mi pensamiento es interesante
en si mismo, sino para que el conocimiento del origen deladoc-
trina permita apreciar con mayor exactitud suvalor 16gico,yaque
es ese valor el que sepone en entredicho.
Bemontemonos aunos veinticinco afios atras, alaepoca en
que me iniciaba en el estudio de laflsica, en las clases de mate-
maticas del Colegio Stanislas. Mi profesor era un habil te6rico,
Jules Moutier, cuyo sentido critico, muy clarividente y perpe-
tuamente en alerta, distinguia con gran precisi6n el punto debil
demuchos sistemas que otros aceptaban sin rechistar. Hay abun-
dantes pruebas de su invenci6n, y a el ledebe la mecanica qui-
mica una de sus leyes mas importantes. Fue ese maestro el que
hizo nacer en mi laadmiraci6n por lateorla flsica y el deseo de
contribuir a su progreso. Naturalmente, Moutier gui6 mis pri-
meros pasos en el sentido de sus propias preferencias. Ahora
bien, aunque en sus investigaciones recurria alos metodos mas
diversos, casi siempre regresaba alas explicaciones mecanicas,
por las que sentla predilecci6n. Como la mayoria de te6ricos
de su epoca, consideraba que el ideal de la flsica era una expli-
caci6n del universo material a la manera de los cartesianos y
atomistas. En una de sus obras, Moutier no dudaba en hacer
suyo este pensamiento de Huygens: Omnium effectuurri natura-
Lajisica de un creyente 363
lium causae concipiuntur per rationes mechanicas, nisi velimus
omnem spem abjicere aliquid in physicis intelligendi/'
Como discipulo deMoutier y, por tanto, partidario convenci-
dodel mecanicismo, comence los estudios deflsicaque seimpar-
tian en laEcole Normale. Alll estuve sometido ainfluencias muy
diferentes delas que hasta entonces habia recibido: al escepticis-
mo guas6n deBertin leresultaba facil burlarse delos intentos de
los mecanicistas, que renacian y fracasaban continuamente. Sin
llegar al agnosticismo yal empirismo deBertin, lamayoria demis
profesores compartia sudesconfianza respecto alas hip6tesis sobre
laconstituci6n intima de lamateria. Maestros consumados en el
experimento, veian en el la unica fuente de laverdad y, si acep-
taban lateoria flsica, era a condici6n de que descansara entera-
mente sobre las leyes obtenidas delaobservaci6n.
Mientras flsicos y quimicos ponderaban el merito del meto-
doformuladopor Newton al final dellibro delos Principios, nues-
tros profesores dematematicas y, especialmente, Jules Tannery,
se dedicaban a desarrollar y agudizar nuestro sentido critico, a
procurar que nuestra raz6n fuera sumamente exigente alahora
dejuzgar el rigor de una demostraci6n.
Laorientaci6n impresa en mi mente por los experimentado-
res ylas ensefianzas delos matematicos contribuyeron aque con-
cibiera una teoria flsica muy diferente de la que hasta entonces
habia imaginado. Pretendia que esta teoria ideal, objetivo supre-
mo de todos mis esfuerzos, estuviera s6lidamente basada en las
leyes que laexperiencia ha verificado, y completamente libre de
las hip6tesis sobre laestructura delamateria que Newton habla
condenado en suinmortal Scholium generale. Pero, al mismo tiem-
po, queria que estuviese construida con ese rigor 16gicoque los
algebristas nos habian ensefiado aadmirar. Esefueel modelo flsi-
3. J. MOUTIER, Sur les attractions et les repulsions des corps electrises
au point de vue de la theorie mecanlque de l'electricite-, Annales de chimie
et de physique, 4" serie, t. XVI.
364
La fisica de un creyente
co que me esforce pOI' ensefiar en mis clases, cuando me intcie
en la docencia.
Muy pronto tuve que reconocer la vanidad de mis esfuerzos.
Tuve la suerte de eiercer la ensefianza en la Facultad de Ciencias
de Lille, ante un auditorio de elite. Mis alumnos, muchos de ellos
actualmente colegas mios, tenian un sentido critico muy despier-
to: sus demandas de explicaciones y sus objeciones embarazosas
no cesaban desefialarme los paralogismos 0 los circulos viciosos
que, apesar demis esfuerzos, aparecian una y otra vez en mis en-
sefianzas. Esta prueba, dura aunque saludable, no tard6 en con-
vencerme deque lafisica no podia ser construida 16gicamente se-
gun el plan que me habia propuesto seguir; de que el metodo
inductivo, tal como Newton 10habia definido, no era practicable;
deque laautentica naturaleza yel verdadero objeto delateoria fi-
sica todavia no habian sido revelados con toda claridad; deque no
se podria exponer de forma satisfactoria ninguna doctrina fisica
hasta que esa naturaleza yese objeto no hubieran sido determina-
dos con toda exactitud ydetalle.
Esta necesidad derevisal' hasta los fundamentos el analisis del
metoda con el que sepuede desarrollar lateoria fisica seme revelo
claramente en una circunstancia que recuerdo deforma muy viva.
Insatisfechos con laexposici6n delosprincipios delatermodinami-
caque habian encontrado enlos libros yentre los hombres, algu-
nos alumnos me pidieron que redactara para ellos un breve tratado
sobre los fundamentos de esta ciencia. Mientras me esforzaba pOl'
dar satisfacci6n asus deseos, seme iba haciendo cada vez mas in-
contestable la incapacidad radical de los metodos preconizados
hasta entonces de construir una teoria 16gica. En aquel momento
comence aintuir verdades que desde entonces no he dejado deafir-
mar: comprendi quelateoria fisicano esuna explicaci6n metafisica
ni un conjunto deleyes generales, cuya verdad establezcan laexpe-
riencia y la inducci6n. Comprendi que la teoria fisica es una cons-
truccion artificial, fabricada mediante magnitudes rnatematicas;
que larelaci6n entre esas magnitudes ylas nociones abstractas sur-
Lajisica de un creyente 365
gidas delaexperiencia es simplemente larelaci6n que seestablece
entre 10ssignos ylas cosas representadas; que esa teoria escomo un
cuadro sinoptico, un esquema capaz deresumiry clasificar las leyes
de la observaci6n; que puede ser desarrollada con el mismo rigor
queuna doctrina del algebra, yaque, aimitaci6n deella, esta entera-
mente construida por medio decombinaciones demagnitudes que
nosotros mismos hemos dispuesto anuestro modo; pero quelas exi-
gencias del rigor matematico ya no tienen razon de ser cuando se
trata decomparar la construcci6n te6rica con las leyes experimen-
tales quepretende representar, ydeapreciar el grado desemejanza
entre laimagen yel objeto, yaque esta comparaci6n yesta aprecia-
cion no derivan delafacultad mediante laque podemos desarrollar
una serie de silogismos claros y rigurosos; que, para apreciar esta
semejanza entre lateoria ylos datos delaexperiencia, no esposible
disociar la construcci6n te6rica y someter aisladamente cada una
desus partes alaprueba delos hechos, yaque lamenor verificaci6n
experimental pone enjuego los apartados mas diversos delateoria;
que cualquier comparaci6n entre lafisica te6rica y lafisica experi-
mental consiste en una aproximaci6n dela teoria, tomada en su in-
tegridad, alaensefianza total delaexperiencia.
Asi pues, las necesidades dela ensefianza y su presion urgen-
teeincesante me llevaron acrear una concepcion delateoria fisi-
camuy distinta delaque existia hasta entonces. Esas mismas nece-
sidades me llevaron, con el paso delos afios, adesarrollar, precis ar,
explicar y corregir mis primeros pensamientos. Y esas necesidades
reafirmaron mi confianza en el sistema dela teoria fisica que habia
creado, debido alafacilidad con que me permitia vincular entre si,
en una exposici6n coherente, 10sapartados mas diversos delacien-
cia.Permitaseme insistir aqui y sefialar la autoridad especial que
confiere amis principios esta prueba ala que los he sometido a10
largo de muchos afios. Son muchos los que hoy en dia escriben
sobre 10sprincipios delamecanica y delafisica, pero si seles pro-
pusiera impartir un curso entero defisica que coincidiera siempre
yen todo con su doctrina, lcuantos aceptarian este reto?
' I
I "
366 La jisica de un creyente
De modo que mis ideas sobre la naturaleza de la teoria flsi-
ca nacieron de la practica de la investigaci6n cientifica y de las
exigencias de la ensefianza. Aunque hiciera un profundo examen
de conciencia intelectual, me seria imposible reconocer la exis-
tencia de creencia religiosa alguna que haya influido en la gene-
sis de esas ideas.lCabe pensar que ocurriera deotro modo? lC6mo
podria pensar que mi fe cat6lica estuviera interesada en la evo-
luci6n que experimentaban mis ideas de fisico? lNo habia cono-
cido cristianos, tan sinceros como ilustres, que creian firmemente
en las explicaciones mecanicas del universo material? lNo habia
conocido aotros que sedeclaraban fervientes partidarios del meto-
do inductivo de Newton? lNo era evidente para mi, como 10 era
tambien para cualquier persona dotada de senti do comun, que el
objeto yla naturaleza dela teoria fisica eran cosas completamente
ajenas alas doctrinas religiosas y que nada tenian que ver con
ellas? Y por otra parte, para dejar mas claro hasta que punto
mi opini6n acerca de estas cuestiones no se inspiraba en mis c
reencias, lacaso los ataques mas numerosos y violentos contra
esta opini6n no vinieron de quienes profesan la misma fe reli-
giosa que yo?
Mi interpretaci6n de la teoria fisica es esencialmente positi-
va por sus origenes. No hay nada en las circunstancias que me
sugirieron esta interpretaci6n que pueda justificar la desconfian-
za de quien no comparte ni mis convicciones metafisicas ni mis
creencias religiosas.
III. MI SISTEMA FisICO ES POSITlVO POR SUS CONCLUSIONES
Mis meditaciones acerca del sentido y alcance de las teorias
fisicas fueron provocadas por preocupaciones que nada tenian
que ver con la metafisica 0con la religi6n, y desembocaron en
Lajisica de un creyente 367
unas conclusiones que nada tienen que ver con las doctrinas meta-
fisicas ni con los dogmas religiosos.
Es cierto que he combatido sin descanso las teorias fisicas
que pretenden reducir el estudio del mundo material a Ia meca-
nica, y que he proclamado que el fisico debia admitir en sus sis-
temas la existencia de cualidades primeras. Ahora bien, hay doc-
trinas metafisicas que han proclamado que todo, en el mundo
material, se reduce ala materia y al movimiento; las hay que han
proclamado que toda cualidad es esencialmente compleja, que
puede y debe descomponerse siempre en elementos cuantitati-
vos. Parece que mis conclusiones van en contra de esas doctrinas,
que no se puede admitir mi interpretaci6n sin rechazar al mismo
tiempo esos sistemas metafisicos y que, por consiguiente, mi flsi-
ca, a pesar de sus apariencias positivas, es al fin y al cabo una
metafisica. Y eso es 10 que piensa Rey: Parece que P. Duhem ha
sucumbido ala tentaci6n comun: ha hecho metafisica. Tenia una
idea en su cabeza, una idea preconcebida sobre el valor y el alcan-
ce de la ciencia, y sobre la naturaleza de 10 conocible-."
Si fuera asi, 10 repito en voz bien alta, habria fracasado ple-
namente en la labor ala que he dedicado todos mis esfuerzos. No
habria conseguido definir una fisica te6rica acuyo progreso pudie-
ran colaborar conjuntamente positivistas y metafisicos, mate-
rialistas y espiritualistas, cristianos y no creyentes.
Pero no es asi.
Utilizando metodos esencialmente positivos, me he esforza-
do por distinguir claramente 10conocido de 10desconocido, pero
nunca he pretendido trazar una linea divisoria entre 10 que se
puede conocer y 10que no sepuede conocer. Heanalizado los pro-
cedimientos con los que se construian las teorias fisicas y, apar-
tir deeste analisis, he intentado deducir el sentido exacto y el jus-
to alcance de las proposiciones que formulan estas teorias. Mis
investigaciones acerca de la fisica jamas me han inducido aafir-
4. A. REY,loc. ciL, p. 733.
368 La fisica de un creyente
mar 0 a negar la existencia 0 la legitimidad de los metodos de
investigacion ajenos aesta ciencia, y adecuados para obtener ver-
dades que exceden a sus medios.
Es cierto que he combatido el mecanicismo, pero len que ter-
minos? lAcaso he utilizado como base de un razonamiento, a
modo de axioma, alguna proposicion que no haya proporciona-
do el metoda del fisico? A partir de esos postulados, lhe desa-
rrollado una serie dededucciones cuya conclusion fuera la siguien-
te: el mecanicismo es una imposibilidad; es cierto que nunca podra
construirse una representacion aceptable de los fen6menos flsi-
cos por medio de las masas y de los movimientos sometidos uni-
camente alas leyes de la dinamica? De ningun modo. Lo que yo
he hecho? ha sido someter a un examen minucioso los sistemas
propuestos por las distintas escuelas mecanicistas, y he consta-
tado que ninguno de esos sistemas presentaba las caracteristicas
de una buena teoria fisica, ya que ninguno representaba con una
aproximacion suficiente un conjunto extenso de leyes experi-
mentales.
Veamos 10 que he dicho acerca de la legitimidad 0 ilegitimi-
dad del mecanicismo, considerado en su principio mismo:
Para elfisico, la hip6tesis de que todos losjen6menos natura-
les pueden explicarse mecanicamente no es ni verdadera nijalsa;
simplemente, careee de sentido.
Examinemos esta proposici6n, que podria parecer parad6jica.
Solo hay un criterio en fisica que permite rechazar por falso
un juicio que no implique contradicci6n logica: es la constataci6n
de que existe un desacuerdo flagrante entre ese juicio y los he-
chos del experimento. Cuando un fisico afirma la verdad de una
proposicion, esta afirmando que esta proposicion ha sido com-
parada con los datos del experimento; que entre estos datos habia
5. Rogamos al lector que seremita anuestra obra sobrela Evolution de
Lamecanique, aiaprirnera parte: Les explications mecaniques, y especiaimente
al capitulo XV:Considerations generales sur les explications mecaniques.
La fisica de un creyente 369
algunos, cuyo acuerdo con la proposicion sometida a prueba no
era necesario a priori; que, no obstante, entre estos datos y esta
proposicion las diferencias sehan mantenido inferiores alos erro-
res de experiencia.
En virtud de estos principios, no se enuncia una proposicion
que la fisica pueda considerar erronea, avanzando que todos los
fen6menos del mundo inorganico pueden explicarse mecanica-
mente, ya que la experiencia no puede darnos a conocer ningun
fen6meno que con toda seguridad sea irreductible alas leyes de
la mecanica, Pero tampoco es legitimo decir que esta proposicion
es fisicamente verdadera, ya que la imposibilidad de reducirla a
una contradiccion, formal e insoluble, con los resultados de la
observacion es una consecuencia logica de la indeterminacion
absoluta que se otorga alas masas invisibles y alos movimientos
ocultos.
Asi pues, para el que sigue los procedimientos del metoda
experimental, es imposible declarar verdadera esta proposicion:
todos losjen6menosjisicos se explican mecdnicamente. Igualmen-
te, es imposible declararla falsa. Esta proposici6n trasciende al
metoda fisico
POI'consiguiente, afirmar que todos los fen6menos del mun-
do inorganico son reductibles a la materia y al movimiento es
hacer metafisica; negar que esta reduccion sea posible tambien
es hacer metafisica; pero en mi critica de la teoria fisica me he
abstenido tanto de afirmarlo como de negarlo. Lo que si he afir-
mado y probado es que no existe actualmente ninguna teoria fisi-
ca aceptable que se adecue alas exigencias del mecanicismo; que
actualmente es posible construir una teoria satisfactoria sin some-
terse a esas exigencias. Pero, al formular esas afirmaciones, he
actuado como un fisico y no como un metafisico.
Para construir esta teoria fisica, no reducida al mecanicismo,
he tenido que establecer una correspondencia entre ciertas mag-
nitudes matematicas y ciertas cualidades; y, entre esas cualida-
des, hay algunas que no he descompuesto en cualidades mas sim-
370 La fisica de un creyente
pIes, sino que las he considerado cualidades primeras. ~Heconsi-
derado que una cualidad es primera en virtud deun criterio meta-
fisico? ~Tenia algun medio de reconocer a priori si era 0no reduc-
tible a cualidades mas simples? En absoluto. Lo unico que he
afirmado a proposito de esa cualidad es 10que los procedimien-
tos propios delafisica podian ensefiarme; he afirmado que actual-
mente no sabia descomponerla, pero no he afirmado que fuese
absurdo buscar su resolucion en elementos mas simples:
Lafisica, he manifestado, reducira la teoria de los fenome-
nos que presentala naturaleza inanimada a la consideracion de
un determinado numero de cuaIidades, pero intentara que ese
numero sea 10mas reducido posible. Cada vez que sepresente un
efecto nuevo, procurara por todos los medios reducirlo alas cua-
Iidades ya definidas. Y hasta haber comprobado la imposibili-
dad de esta reduccion no se resignara a introducir en sus teo-
rias una cuaIidad nueva, aintroducir en sus ecuaciones una nueva
especie devariables. Asi, el quimico que descubre un cuerpo nue-
vo se esfuerza por descomponerlo en algunos elementos ya cono-
cidos, y solo cuando ha agotado en vano todos los medios de ana-
lisis deque disponen los laboratorios sedecide aafiadir un nombre
a la Iista de los cuerpos simples.
El nombre de simple no se Ieatribuye auna sustancia qui-
mica en virtud deun razonamiento metafisico que demuestre que
no sepuede descomponer por naturaleza, sino que se Ieatribuye
en virtud de un hecho: porque esa sustancia ha resistido todos los
intentos dedescomposicion, Este epiteto es una confesion deimpo-
tencia, y no es ni definitivo ni irrevocable. Un cuerpo que hoy es
simple puede dejar de serlo mafiana, si un quimico mas afortu-
nado que sus antecesores consigue descomponerlo. El potasio y
el sodio, que para Lavoisier eran cuerpos simples, fueron cuer-
pos compuestos a partir de los trabajos de Davy. Lo mismo ocu-
rre con las cuaIidades primeras que admitimos en fisica. Al lla-
marlas primeras, no prejuzgamos que sean irreductibles por
naturaleza; simplemente confesamos que no sabemos reducirlas
La fisica de un creyente 371
acualidades mas simples. Pero esta reduccion, que hoy no sabe-
mos efectuar, puede ser un hecho el dia de manana>"
De modo que, al rechazar las teorias mecanicas y proponer
en su lugar una teoria cualitativa, no me he dejado guiar por una
idea preconcebida sobre el valor y alcance de la ciencia y sobre
la naturaleza de 10conocible: no he recurrido, ni consciente ni
inconscientemente, al metoda metafisico, sino que he utilizado
exclusivamente procedimientos propios de la fisica. He conde-
nado las teorias que no concordaban con las leyes de observacion,
yhe defendido la que dabade esas leyes una representacion satis-
factoria; en una palabra: he respetado escrupulosamente las reglas
de la ciencia positiva.
IV. MI SISTEMA DISIPA LAS SUPUESTAS OBJECIONES
DE LA CIENCIA FisICA CONTRA LA METAFisICA
ESPIRITUALISTA Y LA FE CATOLICA
Inspirada en el metoda positivo, tal como 10practica el flsi-
co, mi interpretacion del sentido y alcance de las teorias no ha
sido influida ni por las opiniones metafisicas ni por las creencias
reIigiosas. Deningun modo puede decirse que esta interpretacion
sea lafilosofia cientifica de un creyente, ya que el no creyente pue-
de admitir todos sus terminos.
~Sedesprende de ello que el creyente no ha de tener en cuen-
ta para nada esta critica de la ciencia fisica, que los resultados a
que conduce no tienen para el ningun interes?
Desde hace un tiempo, esta de moda enfrentar entre si las
6. Devolution de la mecanique, 2" parte, cap. I, La physique de la quali-
te. cr. La theorie physique, son objet et sa structure, 2" parte, cap. II: Les qua-
lites premieres.
372 Lafisica de un creyente
grandes teorias de lafisica y las doctrinas fundamentales en las
que sebasan lafilosofia espiritualista y lafecat6lica, esperando
ver c6mo esas doctrinas sederrumban ante las embestidas delos
sistemas cientificos. Seguramente, estos enfrentamientos entre la
ciencia y la feapasionan sobre todo alos que conocen bastante
mallas ensefianzas de la ciencia y no conocen en absoluto los
dogmas de la fe, pero tambien preocupan einquietan a perso-
nas quesuperan enmucho en inteligencia y conciencia alosmedi-
cos rurales y alos fisicos de cafe.
Ahora bien, el sistema que he expuesto disipa las supuestas
objeciones que la teoria fisica podria formular contra la metafi-
sica espiritualista y contra el dogma cat6lico; las disipa con tan-
tafacilidad como barre el viento las briznas depaja, yaque, segun
esesistema, estas objeciones no son ni pueden ser nunca mas que
malentendidos.
iQue esuna proposici6n demetafisica yqueesun dogma reli-
gioso? Es un juicio que apunta a una realidad objetiva, que afir-
ma 0niega que determinado ser real posea 0no posea determi-
nado atributo. Juicios como el hombre es libre, el alma es
inmortal-, el papa es infalibre en cuestiones de fe, son propo-
siciones demetafisica 0dogmas religiosos: afirman que determi-
nadas realidades objetivas poseen determinados atributos.
iQue serequiere para que pueda existir acuerdo 0 desacuer-
do entre un determinado juicio y una proposici6n de metafisica
ode teologia? Serequerira forzosamente que esejuicio tenga por
objeto ciertas realidades objetivas y que afirme 0niegue deellas
ciertos atributos. En efecto, entre dos juicios que no tienen los
mismos terminos y que no se refieren a los mismos objetos no
puede haber ni acuerdo ni desacuerdo.
Los hechos experimentales -en el senti do corriente de estas
palabras y no en el sentido complejo que esas mismas palabras
adquieren en fisica-, las leyes experimentales -y entiendo por
tales las leyes delaexperiencia vulgar que el sentido comun for-
mula sin apelar alas teorias cientificas- son afirmaciones que se
Lafisica de un creyente 373
basan en realidades objetivas; demodo que sepuede hablar razo-
nablemente de acuerdo 0 de desacuerdo entre un hecho experi-
mental 0una ley experimental, pOI'una parte, y una proposi-
ci6n de metafisica 0 de teologia, por Ia otra. Por ejemplo, si
constatamos un caso en que un papa, que esta en las condiciones
previstas por el dogma delainfalibilidad, imparte una ensefian-
za que es contraria ala fe, estariamos en presencia de un hecho
que entra en contradicci6n con un dogma religioso. Si la expe-
riencia nos indujera aformular estaley: Losactos humanos estan
siempre determinados, nos encontrariamos con una ley expe-
rimental que niega una proposici6n de metafisica.
Unavez aclarado estepunto, cabepreguntarse ipuede un prin-
cipio defisica te6rica estar de acuerdo 0 en desacuerdo con una
proposici6n de metafisica 0de teologia? iAcaso un principio de
fisica te6rica es un juicio que serefiere auna realidad objetiva?
Para el cartesiano, para el atomista, para todo aquel que con-
sidera quelafisica te6rica depende, 0 es un corolario, delameta-
fisica, un principio defisicate6rica es efectivamente un juicio que
serefiere auna realidad. Cuando el cartesiano afirma quelaesen-
cia dela materia es la extensi6n en longitud, anchura y profun-
didad; cuando el atomista declara queun atomo semueve con un
movimiento rectilineo y uniforme mientras no choque con otro
atomo, tanto el cartesiano como el atomista pretenden afirmar
quelamateria es objetivamente tal como ellos lacontemplan, que
realmente posee las propiedades queleatribuyen, y querealmente
carece de las cualidades que le niegan. En este caso, no es des-
cabellado preguntarse si determinado principio de la fisica car-
tesiana 0 delafisica atomista esta 0 no en desacuerdo con deter-
minada proposici6n delametafisica 0del dogma. Sepuede dudar
razonablemente deque laley impuesta por el atomismo al movi-
miento de los atomos sea compatible con la acci6n que el alma
ejerce sobre el cuerpo, y se puede sostener que la esencia de la
materia cartesiana es inconciliable con el dogma de la presen-
ciareal del cuerpo deJesucristo en laeucaristia.
374
La fisica de un creyente
Incluso un principio defisica te6rica es un juicio que serefie-
re ala realidad objetiva para el newtoniano, para aquel que ve en
ese principio una ley experimental generalizada por inducci6n.
El newtoniano, por ejemplo, vera en las ecuaciones fundamen-
tales de la dinamica una regla universal, cuya verdad ha revela-
do la experiencia, y ala que estan sometidos todos los movimientos
de los cuerpos objetivamente existentes. Asimismo podra, sin
pecar de il6gico, hablar del conflicto entre las ecuaciones de la
dinamica y la posibilidad dellibre albedrio, y podra examinar si
ese conflicto es soluble 0insoluble.
Asi pues, los seguidores delas escuelas defisica que he comba-
tido pueden hablar legitimamente deacuerdo 0 de desacuerdo en-
tre los principios delateoria fisica ylas doctrinas delametafisica 0
de la religi6n. No ocurre 10 mismo con aquellos cuya raz6n haya
aceptado lainterpretaci6n delateoria fisica quehepropuesto. Estos
no hablaran nunca deconflicto entre los principios delateoria fisi-
caylas doctrinas metafisicas 0religiosas, yaque saben que las doc-
trinas metafisicas yreligiosas son juicios que serefieren alareali-
dad objetiva, mientras que los principios de la teoria fisica son
proposiciones relativas a ciertos signos matematicos que carecen
deexistencia objetiva. Esas dos clases dejuicios, al no tener ningun
termino comun, no pueden ni estar deacuerdo ni contradecirse.
lQue es, en realidad, un principio de fisica te6rica? Es una
forma matematica que sirve para resumir y clasificar las leyes
constatadas por la experiencia. Ese principio no es ni verdadero
ni falso por si mismo, sino que simplemente da una imagen mas
omenos satisfactoria de las leyes que pretende representar. Esas
leyes si son afirmaciones que se refieren ala realidad objetiva y,
por tanto, pueden estar de acuerdo 0 en desacuerdo con deter-
minadas proposiciones de la metafisica 0de la teologia. Pero la
clasificaci6n sistematica que de ellas proporciona la teoria no afia-
de ni quita nada a su verdad, a su certeza, a su alcance objetivo.
La intervenci6n del principio te6rico que las resume y las orde-
na no puede destruir el acuerdo entre esas leyes y las doctrinas
La fisica de un creyente 375
metafisicas Y religiosas, si es que este acuerdo existia antes de la
intervenci6n de ese principio, ni restablecerlo si no existia antes.
Ningun principio de lafisica te6rica, por su propia esencia, se pue-
de utuizar en Lasdiscusiones metafisicas 0 teol6gicas.
Apliquemos estas consideraciones generales a un ejemplo:
lEs compatible el principio de la conservaci6n de la energia
con ellibre albedrio? Setrata de una cuesti6n largamente deba-
tida y ala que sehan dado soluciones distintas. Ahora bien, lesta
pregunta tiene sentido por si misma, de modo que un hombre
consciente del valor exacto delas palabras que utiliza pueda razo-
nablemente pensar en responder con un si 0con un no?
Seguramente, esta pregunta tiene sentido para aquellos que
hacen del principio de la conservaci6n de la energia un axioma
aplicable rigurosamente al universo real, tanto si obtienen este
axioma deuna filosofia de la naturaleza, como si llegan ael apar-
tir delos datos experimentales, atraves de un largo eintenso pro-
ceso de deducci6n. Pero yo no comulgo ni con unos ni con otros.
Para mi, el principio de la conservaci6n de la energia no es en
absoluto una afirmaci6n cierta y general que se refiere a objetos
realmente existentes, sino una f6rmula matematica que estable-
ce una libre decisi6n de nuestro entendimiento, afin de que esta
f6rmula, combinada con otras f6rmulas postuladas de manera
analoga, nos permita deducir una serie de consecuencias, y estas
consecuencias nos proporcionen una representaci6n satisfacto-
ria de las leyes constatadas en nuestros laboratorios. Ni esta f6r-
mula de la conservaci6n de la energia ni las f6rmulas que le
asociamos pueden, propiamente hablando, ser consideradas ver-
daderas 0falsas, puesto que no son juicios que se refieran a rea-
lidades. A 10 sumo, podra decirse que la teoria que compone su
conjunto es buena si sus corolarios representan, con una apro-
ximaci6n suficiente, las leyes que nos proponemos clasificar; y
que esta teoria es mala, en el caso contrario. Esta claro ya que la
pregunta lLa ley de la conservaci6n de la energia es compatible
con ellibre albedrio? no puede tener ningun sentido para mi. Si
376
La fisica de un creyente
efectivamente 10 tuviera, seria el siguiente: ila imposibilidad obje-
tiva de actos libres es 0no es la consecuencia del principio dela
conservaci6n de la energia? Ahora bien, el principio de la con-
servaci6n delaenergia no tiene ninguna consecuencia objetiva.
Insistamos en este punto.
~C6mo se conseguiria obtener del principio de la conserva-
ci6n de la energia, 0 de otros principios analogos, el siguiente
corolario: es imposible ellibre albedrio? Seobservaria que esos
distintos principios equivalen a un sistema de ecuaciones dife-
renciales que regulan los cambios de estado de los cuerpos que
estan sometidos a ellas; se sefialaria que, una vez establecidos
el estado ymovimiento deesos cuerpos en un momento dado, ese
estado y ese movimiento resultarian inmediatamente determi-
nados sin ambiguedad para siernpre; y seconcluiria que no cabe
la posibilidad de ningun movimiento libre entre estos cuerpos,
puesto queun movimiento libre seria, por esencia, un movimiento
no determinado por los estados y movimientos anteriores.
Ahora bien, ~deque sirve ese razonamiento?
Las ecuaciones diferenciales 0, 10 que viene aser 10 mismo,
los principios que traducen, las hemos elegido porque quere-
mos construir una representaci6n rnatematica deun conjunto de
fen6menos. Al intentar representar esos fen6menos por medio
deun sistema deecuaciones diferenciales, suponiamos deentra-
daque estaban sometidos aun riguroso determinismo; sabiamos
perfectamente que si el mas minima detalle de un fen6meno no
derivaba delos datos iniciales, esefen6meno no podria ser repre-
sentado por dicho sistema deecuaciones. Demodo que sabiamos
deantemano que, en ladasificaci6n que estableciamos, no habia
lugar reservado para los actos libres. Si, despues de todo esto,
constatamos que en nuestra clasificacion no hay cabida para un
acto libre, seria una gran ingenuidad sorprenderse y una gran
insensatez concluir que ellibre albedrio es imposible.
Imaginemos un coleccionista que qui ere clasiflcar conchas.
Dispone siete cajones que marca con los siete colores del espec-
Lajisica de un creyente 377
tro, y va metiendo las conchas rojas en el caj6n rojo, las amari-
llas en el caj6n amarillo, etc. Pero si se encuentra con una con-
chablanca, no sabra quehacer, yaqueno dispone deningun caj6n
blanco. Si deladificultad que selepresenta saca laconclusion de
que no existen conchas blancas en el mundo, seguramente sen-
tiriamos lastima de su poca inteligencia.
Lamisma compasi6n merece el fisico que, de sus principios
te6ricos, cree poder deducir la imposibilidad dellibre albedrio.
Al construir una dasificaci6n para todos los fen6menos que se
producen en este mundo, iseha olvidado del caj6n de los actos
libres!
v. Mt SISTEMA NIEGA A LA TEORIA rtsicx CUALQUIER
ALCANCE METAFTSICO 0 APOLOGETlCO
iFisica deun creyente, sedira, puesto que niega deforma tan
radical todo valor alas objeciones que proceden delateoria con-
tralametafisica espiritualista y contra lafecat6lica! Perocon igual
raz6n puede hablarse defisicadeun no creyente, yaquedesmonta
con el mismo rigor los argumentos que sepretendan deducir de
la teoria afavor de la metafisica 0del dogma. Es absurdo pre-
tender que un principio de fisica te6rica contradiga una propo-
sici6n formulada por la filosofia espiritualista 0por la doctrina
cat6lica, pero no es menos absurdo pretender que confirme esa
misma proposici6n. Nopuede haber acuerdo ni desacuerdo entre
una proposici6n que es un juicio referente auna realidad objeti-
vay otra proposici6n que no tiene ningun alcance objetivo. Siem-
pre que seciteun principio defisicate6rica para apoyar una doc-
trina metafisica 0 un dogma religioso se estara cometiendo un
error, se estara atribuyendo aese principio un sentido que no es
el suyo, un valor que no lecorresponde.
378 La fisica de un creyente
Aclaremos esta afirmaci6n mediante un ejemplo.
A mediados del siglo XIX, Clausius, tras haber transformado
profundamente el principio de Carnot, dedujo ese celebre coro-
lario: la entropia del Universo tiende aun maximo. De ese teore-
ma, muchos filosofos pretendieron deducir la imposibilidad deun
mundo donde se produjeran eternamente modificaciones fisicas
y quimicas; en su opini6n, esas modificaciones habian tenido un
comienzo y tendrian un final. La creaci6n en el tiempo, si no de
la materia, al menos de su capacidad para el cambio, y el esta-
blecimiento en un futuro mas 0 menos lejano deun estado derepo-
so absoluto y de muerte universal eran para esos pensadores con-
secuencias obligadas de los principios de la termodinamica.
La deducci6n mediante la que se pasa de las premisas aesas
conclusiones adolece de falta de 16gica en muchos puntos. De
entrada, sup one implicitamente la asimilaci6n del Universo
a un conjunto limitado de cuerpos, aislado en un espacio abso-
lutamente vacio de materia; y esta asimilaci6n plantea mu-
chas dudas. Una vez admitida esta asimilaci6n, es cierto que
la termodinamica afirma que la entropia del Universo ha de ere-
cer incesantemente. Pero no impone ningun limite minima ni
maximo a esta entropia; de modo que nada se opone a que esta
magnitud varie de - 00 a+00, mientras que el tiempo variaria tam-
bien de - 00 a+00; entonces desapareceria la imposibilidad que se
ha querido demostrar respecto a una vida eterna del Universo.
Reconozcamos que estas distintas criticas van descaminadas, ya
que prueban que la demostraci6n que se toma como ejemplo no
es concluyente, pero no prueban la imposibilidad radical de cons-
truir una demostraci6n concluyente que tienda aun objetivo ana-
logo. La objecion que voy aformular es de distinta naturaleza y
de distinto alcance: procede dela esencia misma dela teoria fisica
y nos demostrara que es absurdo cuestionar esta teoria aprop6-
sito de hechos que hayan podido producirse en un pasado extra-
ordinariamente remoto, y que es absurdo exigir de ella predic-
ciones a tan largo plazo.
La fisica de un creyente 379
lQue es una teoria fisica? Un conjunto deproposiciones mate-
maticas cuyas consecuencias han de representar los datos del
experimento. El valor de una teoria se mide por el numero de
leyes experimentales que representa y por el grado de precisi6n
con que las representa. Si dos teorias distintas representan los
mismos hechos con la misma aproximacion, el metoda fisico con-
sidera que ambas tienen absolutamente el mismo valor. Entre
estas dos teorias equivalentes, el metoda fisico no tiene derecho
aimponernos una decisi6n, sino que esta obligado adejarnos ele-
gir libremente. No hay duda de que el fisico elegira entre esas teo-
rias 16gicamente equivalentes, pero 10hara guiado por razones
de elegancia, de simplicidad, de comodidad, por razones de con-
veniencia basicamente subjetivas, contingentes, que varian con
el tiempo, con las escuelas y con las personas. Por graves que pue-
dan ser esos motivos en algunos casos, nunca 10seran tanto como
para que de ellos deriven necesariamente la adhesi6n a una 0 el
rechazo de la otra. Tan s610 el descubrimiento de un hecho que
una de estas teorias podria representar y la otra no tendria como
consecuencia una elecci6n forzada.
Asi, por ejemplo, la ley de atraccion en raz6n inversa al cua-
drado dela distancia, propuesta por Newton, representa con admi-
rable precision todos los movimientos celestes que hemos podi-
do observar. Pero podrlamos sustituir por muchos procedimientos
el inverso del cuadrado dela distancia por cualquier otra funci6n
de la distancia, de tal modo que la nueva mecanica celeste repre-
sentara todas nuestras observaciones astron6micas con la mis-
ma precision que la antigua. Los principios del metoda experi-
mental nos obligarian a atribuir a esas dos mecanicas celestes
diferentes exactamente el mismo valor logico. Eso no quiere decir
que los astronomos no pudieran seguir prefiriendo la ley newto-
niana a la ley nueva; pero esa preferencia se deberia alas pro-
piedades matematicas excepcionales que ofrece el inverso del cua-
drado de la distancia, a la simplicidad y elegancia que esas
propiedades confieren a sus calculos. Probablemente, esos moti-
380 Lajisica de un creyente
vos serian faciles decomprender, pero no serian decisivos ni defi-
nitivos. Perderian todo su peso el dia en que se descubriera un
fen6meno que la ley de atracci6n de Newton no pudiera repre-
sentar, y del que otra mecanioa celeste diera una imagen satis-
factoria. Ese dia, los astr6nomos se verian obligados apreferir
lanueva teoria ala antigua.?
Una vez sentado esto, supongamos que tenemos dos meca-
nicas celestes diferentes desde el punta devista matematico, pero
que representan con la misma aproximaci6n todas las observa-
ciones astron6micas hechas hasta ahora. Vayamos mas lejos.
Supongamos que utilizamos estas dos mecanicas celestes para
calcular los movimientos delos astros en el futuro; supongamos
que los resultados de uno de esos calculos esten tan pr6ximos a
los del otro que ladiferencia entre las dos posiciones que asignan
aun mismo astro sea inferior alos errores deexperimento, inclu-
so dentro de mil anos, eincluso dentro de diez mil afios. En este
caso, estamos obligados a considerar esas dos mecanicas celes-
tes 16gicamente equivalentes, y no hay ninguna raz6n que nos
fuerce apreferir una alaotra. Es mas, dentro demil afios, dediez
mil anos, los hombres tendran que seguir cornparandolas yman-
tener en suspenso la elecci6n.
Es evidente que las predicciones de ambas teorias merecen
lamisma confianza, yes evidente que la16gicano nos daningun
derecho aafirmar que las predicciones delaprimera seran con-
formes alarealidad y no las de la segunda, 0 viceversa.
En realidad, esas predicciones concuerdan perfectamente
durante un periodo de tiempo de mil 0 de diez mil afios; pero
los matematicos nos advierten de que seriamos muy temerarios
si sacaramos la conclusi6n de que este acuerdo durara siempre,
y nos demuestran, mediante ejemplos palpables, a que errores
7. Es10 que hicieron enrealidad el dfaen que, mediante laintrodueci6n
del termino deatraeci6n molecular, eomplicaron laf6rmula delaatraeci6n de
Newton para poder representar las Jeyesde laeapilaridad.
Lajisica de un creyente 381
nos podria conducir esta extrapolaci6n Ilegitima." Las prediccio-
nes delas dos mecanicas celestes podrian ser especialmente dis-
cordantes si pedimos aambas teorias que nos describan el esta-
do del cielo dentro de diez millones de anos: una podria afirmar
quelos planetas seguiran describiendo 6rbitas muy semejantes a
las que describen actualmente; la otra, pOI'el contrario, podria
perfectamente pretender que todos los cuerpos del sistema solar
estaran entonces reunidos en una masa unica, 0 que sehallaran
dispersos en el espacio aenormes distancias entre si.
9
Una delas
dos profecias proclama la estabilidad del sistema solar y la otra
afirma su inestabilidad, la cual deberiamos creer? Sin duda ala
que concuerde mejor con nuestras preocupaciones y con nues-
tras prevenciones extracientificas. Pero seguramente la16gicade
las ciencias fisicas no nos proporcionara ningun argumento con-
vincente para defender nuestra elecci6n frente aquien laataque,
ni para imponerla anuestro adversario.
Esto es 10que ocurre con cualquier predicci6n alargo plazo.
Tenemos una termodinamica que representa muy bien una gran
cantidad deleyes experimentales, y que afirma que laentropia de
un sistema aislado crece eternamente. Podriamos facilmente cons-
truir una termodinamica nueva que represente, tan bien como la
termodinamica antigua, las leyes experimentales conocidas has-
taahora, y cuyas previsiones concuerden durante diez mil afios
con las de la termodinamica antigua. Y sin embargo, esta ter-
modinarnica nueva podria afirmar que la entropia del universo,
8. Veaseen nuestra obra La theorie physique, son objet et sa structure, el
cap. I I I delasegunda parte y, espeeialmente, eJ apartado I I I deesecapitulo.
9. ASi,las trayeetorias de los planetas bajo laacci6n simultanea de la
alracci6n newtoniana y de laatracci6n capilar podrian muy bien, durante
diez mil afios, no diferir de manera apreciable de las trayectorias de losmis-
mos astros somelidos solamente alaatraccion newtoniana; y, sin embargo,
sepodria suponer, sin caeI' en el absurdo, que losefectos delaaLracci6ncapi-
lar, acumulados durante cien millones de afios, desviaran sensibJemente a
un planeta del camino que s610la atraccion newtoniana Iehizo seguir.
382 Lajisica de un creyente
despues de haber crecido durante cien millones de afios, decre-
cera durante un nuevo periodo de cien millones de afios, y Iue-
go seguira creciendo y decreciendo alternativamente.
La ciencia experimental, por su propia esencia, es incapaz de
predecir el fin del mundo, asi como es incapaz de afirmar su acti-
vidad perpetua. Tan solo un burdo error acerca de su alcance
podria exigirle la prueba de un dogma que afirma nuestra fe.
VI. EL METAFisICO HA DE CONOCER LA TEORiA FisICA,
A FIN DE NO HACER DE ELLA UN usa ILEGiTIMO
EN SUS ESPECULACIONES
Estamos, pues, ante una fisica teorica que no es ni la teoria
de un creyente ni la teoria de un no creyente, sino pura y sim-
plemente la teoria de un fisico. Admirablemente apta para clasi-
ficar las leyes que el experimentador estudia, es incapaz de opo-
nerse acualquier afirmacion delametafisica 0del dogma religioso,
y es igualmente incapaz de apoyar con eficacia una afirmacion
de este tipo. Cuando el teorico penetra en el territorio de la meta-
flsica 0del dogma, tanto si se propone atacarlos como si quiere
defenderlos, el arma con la que triunfaba en su propio dominio
resulta inutil y carente de fuerza. La logica de la ciencia positiva,
que forjo esa arma, marco tarnbien con precision las fronteras
mas alla de las cuales el temple se debilitaria, mas alla de las cua-
les su filo se embotaria.
Pero del hecho de que la buena logica no confiere ala teoria
ningun poder para confirmar 0 para invalidar una proposicion
metafisica, lcabe deducir que el metafisico tiene derecho a des-
preciar las teorias de la fisica? lSe sigue de ello que puede seguir
construyendo sus sistema cosmologico sin pres tar ninguna aten-
cion al conjunto deformulas matematicas mediante las que el fisi-
Lajisica de un creyente 383
co consigue representar Y clasificar el conjunto de las leyes expe-
rimentales? No 10 creo y, por tanto, intentare demostrar que exis-
te un vinculo entre la teoria fisica y la filosofia de la naturaleza,
eintentare precisar en que consiste este vinculo.
Ante todo, y afin de evitar cualquier malentendido, hare una
observacion. Esta pregunta lDebe el metafisico tener 0 no en
cuenta las opiniones del flsico? solo se plantea de forma absolu-
ta aproposlto de las teorias de la fisica. No tiene sentido que se
plan tee aproposito de los hechos de la experiencia 0 de las leyes
experimentales, ya que la respuesta no sepresta aninguna duda:
es evidente que el filosofo de la naturaleza ha de tener en cuen-
ta esos hechos y esas leyes.
En efecto, las proposiciones que enuncian estos hechos 0 que
formulan estas leyes tienen un alcance objetivo, que no poseen
las proposiciones puramente teoricas. Demodo que pueden estar
deacuerdo 0en desacuerdo con las proposiciones que componen
un sistema cosmologico. EI autor de este sistema no puede mos-
trarse indiferente ante ese acuerdo que aporta a sus intuiciones
una valiosa confirmacion, 0a ese desacuerdo que supone una
condena sin paliativos de sus doctrinas.
La apreciacion de este acuerdo 0 de este desacuerdo es facil,
en general, cuando los hechos considerados son hechos dela expe-
riencia vulgar, cuando las leyes examinadas son leyes del senti-
do comun.!" ya que no es necesario ser un fisico profesional para
captar 10 que hay de objetivo en dieho hecho 0 en dicha ley.
En cambio, esta apreciacion sevuelve infinitamente delicada
y espinosa cuando se trata de un hecho 0 de una ley cientifica. En
efecto, la proposicion que formula este hecho 0esta ley es, por
10 general, una mezcla intima de constatacion experimental, dota-
da de un alcance objetivo, y de interpretacion teorica, un simple
simbolo carente detodo sentido objetivo. Sera preciso que el meta-
10. Vease aestc rcspccto, La theorie physique, son objet et sa structure,
2"parte, cap. IVy V.
?
384 La fisica de un creyente
fisico disocie esa mezcla, a fin de obtener, con la mayor pureza
posible, el primero de los dos elementos que la componen: asi y
s610 asi, su sistema puede hallar una confirmaci6n 0 chocar con
una contradicci6n.
Supongamos, por ejemplo, que se trata de un experimento
sobre los fen6menos de interferencia 6ptica. La explicaci6n de
este experimento contiene afirmaciones que se basan sin duda en
las caracteristicas objetivas de la luz: por ejemplo, la afirmaci6n
de que una iluminaci6n que parece constante es, en realidad, la
manifestaci6n de una propiedad que varia con gran rapidez deun
momento a otro, y de manera peri6dica. Pero en estas afirma-
ciones, debido al propio lenguaje con que seformulan, estan con-
tenidas hip6tesis que sostienen lateoria 6ptica. Para enunciarlas, el
fisico habla de las vibraciones de un eter elastico, 0 de la polari-
zaci6n alternativa deun eter dielectrico. Ahora bien, ni alas vibra-
ciones del eter elastica ni ala polarizaci6n del eter dielectrico hay
que atribuirles de entrada una realidad objetiva plena y total, sino
que son realmente construcciones simb6licas imaginadas por lateo-
ria para resumir y clasificar las leyes experimentales de la 6ptica.
Tenemos yauna primera raz6n para que el metafisico no pase
por alto el estudio de las teorias fisicas. Race falta que conozca la
teoria fisica para poder distinguir, en el relata de un experimen-
to, 10que proviene de esta teoria, y s610 tiene el valor deun medio
de representaci6n 0 de un signo, de 10que constituye el conteni-
do real, la materia objetiva del hecho experimental.
Novayamos acreer, por otra parte, que para lograr este obje-
tivo bastaria con un conocimiento muy superficial de la teoria.
A menudo, en el relata de un experimento de fisica, la mate-
ria, real y objetiva, y la forma, puramente te6rica y simb6lica, se
compenetran tan intima y complejamente que no basta para sepa-
rarlas el espiritu geometrico, con sus procedimientos claros yrigu-
rosos, pero demasiado simples y poco flexibles para ser pene-
trantes. Serequieren las maneras insinuantes y libres del espiritu
de finura; s610 el, deslizandose entre esta materia y esta forma,
Lajisica de un creyente 385
puede distinguirlas; s610 el puede adivinar que una es una cons-
trucci6n artificial, creada enteramente por la teoria y sin ningu-
na utilidad para el metafisico, y la otra, rica deverdad objetiva, es
adecuada para proporcionar informaci6n al cosmologista.
Ahora bien, el espiritu definura, aqui como en todas partes se
agudiza atraves de una larga practica. S610mediante un estudio
profundo y detallado de la teoria se obtiene esta especie de olfa-
to, gracias al cual se distinguira 10que es sirnbolo te6rico en un
experimento defisica, gracias al cual sepodra separar de esta for-
ma, sin valor filos6fico, la verdadera ensefianza de la experien-
cia, la que el fil6sofo ha de tener en cuenta.
Race falta, pues, que el metafisico tenga un conocimiento muy
exacto de la teoria fisica, a fin de reconocerla inmediatamente
cuando franquea los limites desu propio dominio y pretende pene-
trar en el terreno de la cosmologia. Gracias a este conocimiento
preciso, podra detener ala teoria, recordarle que no puede sacar
provecho alguno de su ayuda ni temer sus objeciones. El meta-
fisico ha de estudiar a fonda la teoria fisica si quiere estar segu-
ro de que esa teoria no ejercera ninguna influencia il6gica sobre
sus especulaciones.
VII. LA TEORi.A [<'{SICA TTENE COMO FORMA LiMITE
LA CLASIFICACl6N NATURAL
Tambien por otras razones, y mas graves, el metafisico debe
prestar atenci6n alas ensefianzas de la teoria fisica.
No hay ningun metodo cientifico que contenga en si mismo
toda su justificaci6n, ya que sus principios, por si solos, no le per-
miten dar cuenta de todos esos principios. De modo que no hay
que extrafiarse de que lafisica te6rica descanse en postulados que
s610 hallan su justificaci6n en razones ajenas ala fisica.
386 Lajisica de un creyente
De este tipo es el postulado siguiente:
La teoria fisica ha de esforzarse por representar todo el con-
junto de leyes naturales mediante un sistema unico, cuyas partes
sean todas 16gicamente compatibles entre sf.
Si nos limitamos a invocar razones de pura 16gica, de esta
16gica que permite fijar el objeto y la estructura de la teoria flsi-
ca, es imposible justificar ese postulado.!' es imposible condenar
a un fisico que pretenda representar mediante varias teorlas,
incompatibles 16gicamente, conjuntos diversos de leyes expert-
mentales 0 incluso un grupo unico de leyes. A 10sumo se lepue-
de exigir que no mezcle dos teorias inconciliables, que no com-
bine en sus deducciones, una mayor sacada de una de esas teorias
con una menor proporcionada por la otra.
A esta conclusi6n, al derecho que tiene el flsico adesarrollar
una teoria 16gicamente incoherente, llegan quienes analizan el
metoda fisico sin recurrir a ningun principio ajeno a este meto-
do. Para ellos, las representaciones de la teoria no son mas que
resumenes c6modos, artificios destinados afacilitar el trabajo de
invenci6n. lPor que habria que prohibir al trabajador el usa suce-
sivo de instrumentos dispares, si resulta que unos se adaptan bien
a un determinado trabajo y mal a otro?
Sin embargo, esta conclusi6n escandaliza mucho a quienes
dedican sus esfuerzos al avance de la fisica. Hay quienes quieren
vel' en este desden por la unidad te6rica un prejuicio del creyen-
te, que desea exaltar el dogma aexpensas de la ciencia. Y,en apo-
yo de esta opini6n, observamos que la brillante pleyade de filo-
sofos cristianos que se agrupan en torno a E. Le Roy consideran
de buen grado las teorlas fisicas simples recetas. Al razonar asi,
se olvida que Henri Poincare fue el primero en proclamar yen
ensefiar de una manera formal que el fisico podia utilizar suce-
sivamente tantas teortas incompatibles entre si como quisiera.
11. Vease a este respecLo, La theorie physique, son objet et sa structure,
1
8
parte, cap. IV, apartado X.
Lajisica de un creyente 387
Y,que yo sepa, Henri Poincare no comparte las creencias religio-
sas de E. Le Roy.
Es cierto que Henri Poincare, al igual que E. Le Roy, estaba
plenamente autorizado pOI'el analisis 16gico del metoda flsico a
afirmar 10que dijo; pero no es menos cierto que esta doctrina de
aire esceptico escandaliza a la mayoria de quienes trabajan pOI'
el progreso de la fisica. Aunque el estudio puramente 16gico de
los procedimientos que utilizan no les proporciona ningun argu-
mento convincente que apoye su punto de vista, tienen la sensa-
ci6n de que su opini6n es la buena; tienen la intuici6n de que la
unidad 16gica se impone a la teoria fisica como un ideal al que
debe tender constantemente; sienten que cualquier falta de logi-
ca, cualquier incoherencia es una tara en esta teoria, y que los
avances de la ciencia han de lograr que poco a poco desaparez-
ca esta tara.
Esta convicci6n lacomparten en el fonda desu coraz6n inclu-
soquienes afirman el derecho delateoria alaincoherencia 16gica.
lAcaso alguno dudaria un instante en preferir una teoria flsica ri-
gurosamente coordinada aun revoltijo de teorias inconciliables?
lAcaso no intentaria, alahora decritical' ladoctrina deun adversa-
rio, descubrir en ella proposiciones il6gicas ycontradicciones? De
modo que, aunque defienden el derecho ala incoherencia 16gica,
no 10hacen debuen grado; como todos los fisicos, consideran que
lateoria fisica ideal es laque representa todas las leyes experimen-
tales pOI'medio deun sistema unico, 16gicamente coordinado. Y si
intentan ahogar sus aspiraciones aese ideal es tan s610porque 10
consideran irrealizable, porque desesperan dealcanzarlo.
Ahora bien, les correcto considerar que este ideal es una uto-
pia? Le corresponde ala historia de la fisica responder aesta pre-
gunta, decirnos si, desde que lafisica seconvirti6 en una ciencia, los
hombres se han esforzado inutilmente pOI'reunir en un sistema
coordinado las innumerables leyes que descubrian los experi-
mentadores; 0 si, pOI'el contrario, estos esfuerzos, gracias a un
progreso lento pero continuo, han contribuido aunir entre si los
C C f 2
388 La fisica de un creyente
fragmentos de teoria que en principio estaban sueltos, a fin de
producir un sistema cada vez mas unitario, cada vez mas amplio.
Esta es la gran ensenanza que, en mi opini6n, debemos extraer
cuando recorremos la evoluci6n de las doctrinas fisicas, y Abel
Rey ha entendido perfectamente que era la principallecci6n que
le pediamos al estudio de la historia del pasado.
Ahora bien, si leformulamos esta pregunta ala historia, Gque
nos respondera? No cabe duda de cual sera el sentido de su res-
puesta; veamos c6mo la interpreta Rey: Lafisica te6rica no nos
ofrece un conjunto dehip6tesis divergentes 0 contradictorias. Ofre-
ce, por el contrario, a quien sigue atentamente sus transforma-
ciones, un desarrollo continuo, una verdadera evoluci6n. La teo-
ria que en un momenta dado dela ciencia parece suficiente no se
derrumba integramente cuando se amplia el campo dela ciencia.
Si es valida para explicar un determinado numero dehechos, sigue
siendo valida para estos hechos y deja de serlo para los hechos
nuevos: no esta inva/idada, sino que resulta insuficierue. GPorque?
Porque nuestra mente s610 puede captar 10complejo despues de
10simple, 10mas general despues de 10menos general. Ademas,
para no perderse en detalles demasiado complicados que le ocul-
tan las relaciones exacLas de las cosas, ha olvidado ciertas moda-
lidades, ha restringido las condiciones del examen y ha reducido
el campo de la observaci6n y de la experimentaci6n. El descu-
brimiento cientifico, si se entiende bien, no hace mas que ir
ampliando ese campo, ir levantando poco apoco ciertas restric-
ciones e ir reintegrando las consideraciones que al principio se
consideraban desdefiables.
La diversidad que se basa en una unidad cada vez mas com-
prehensiva, cada vez mas perfecta: este es el gran hecho que resu-
me toda la historia de las doctrinas fisicas. GPorque la evoluci6n
cuya ley nos pone de manifiesto esta historia habria de detener-
se tan bruscamente? GPor que las disparidades que hoy consta-
tamos entre los diversos apartados de la teoria fisica no pueden
fundirse manana en un armonioso acuerdo? GPorque debemos
Lajisica de uti creyente 389
resignarnos aello, como si se tratara devicios irremediables? GPor
que habriamos de renunciar al ideal de una teoria plenamente
unitaria, perfectarnente 16gica, cuando los sistemas realmente
construidos se han ido aproximando cada vez mas, de siglo en
siglo, a este ideal?
Por consiguiente, el fisico aspira deforma irresistible alograr
una teorla fisica que represente todas las leyes experimentales por
medio de un sistema perfectamente unitario desde el punto de
vista 16gico; y cuando busca en el analisis exacto del metoda expe-
rimental cual es el papel de la Leoda fisica, no encuentra con que
justificar esta aspiraci6n. La historia le demuestra que esta aspi-
raci6n es tan antigua como la ciencia misma; que los sistemas
fisicos que se han sucedido han dado satisfacci6n a ese deseo de
una forma cada vez mas plena; y el estudio de los procedimien-
tos mediante los que avanza la ciencia fisica no le descubre toda
la raz6n de esta evoluci6n. Las tendencias que dirigen el desa-
rrollo de la teorla fisica no son, por tanto, plenamente inteligibles
para el fisico, si es que no quiere ser mas que fisico.
Si no quiere ser mas que fisico; si, con una actitud positivis-
ta eintransigente, considera que es incognoscible todo aquello
que no puede ser determinado por el metoda propio de las cien-
cias positivas, constatara esta tendencia que exige con tanta fuer-
za sus propias investigaciones, tras haber orientado las de todos
los tiempos, pero no buscara su origen, que no puede revelarle el
unico procedimiento de descubrimiento del que se fia.
Si, por el contrario, cede a la naturaleza del espiritu huma-
no, al que repugnan las extremas exigencias del positivismo, que-
rra conocer la causa de 10que le arrastra; franqueara la muralla
ante la que se detienen impotentes los procedimientos de la fisi-
ca y planteara una afirmaci6n que esos procedimientos no justi-
fican: hara metafisica.
Geua! es esta proposici6n que afirmara el metafisico, apesar
dela reserva impuesta al metoda que suele usar, y como por fuer-
za? Afirmara que bajo los datos sensibles, los unicos alos que le
390 La fisica de un creyente
permiten acceder sus procedimientos de estudio, se ocultan rea-
lidades cuya esencia es imposible captar por medio de esos mis-
mos procedimientos; que esas realidades estan ordenadas de tal
modo que la ciencia flsica no puede acceder a su contemplaci6n
directa; pero que la teoria fisica, gracias a sus perfeccionamien-
tos sucesivos, tiende a ordenar las leyes experimentales de una
forma cada vez mas parecida al orden trascendente, segun el cual
se clasifican las realidades; que de este modo la teoria flsica tien-
de gradualmente hacia su forma limite que es la de una clasifi-
caci6n natural; finalmente, que la unidad I6gica es una caracte-
ristica al margen de la cualla teoria flsica no puede aspirar aese
rango de clasificaci6n natural.
EI fisico es inducido, por tanto, asobrepasar los poderes que
Ie confiere el analisis 16gico de la ciencia experimental, y ajus-
tificar la tendencia de la teoria a la unidad logica mediante esta
afirmaci6n metafisica: laforma ideal de lateoria fisica es una cla-
sificaci6n natural de las leyes experimentales. Tarnbien existen
consideraciones de otra naturaleza que le empujan a formular
esta afirmaci6n.
A menu do, de una teoria fisica se puede deducir un enun-
ciado que no representa una ley observada, sino una ley obser-
vable. Si se compara este enunciado con los resultados dela expe-
riencia, lque posibilidad existe de hallar un acuerdo entre uno y
otros?
Si la teoria flsica no es mas que 10que nos revel a el analisis
delos procedimientos utilizados por el fisico, no hay ninguna posi-
bilidad de que la ley que predice la teoria concuerde con los
hechos; el enunciado deducido de los principios de la teoria sera,
alos ojos del fisico preocupado por no aventurar nada que no este
probado por su metoda habitual, exactamente como si 10hubie-
ra formulado al azar. Ese flsico puede encontrarse tanto con que
la observaci6n contradiga esta previsi6n como con que la con-
firme; cualquier idea preconcebida aprop6sito de la prueba expe-
rimental a la que este enunciado debe estar sometido, cualquier
La ftsica de un creyente 391
confianza anticipada en el exito de esta prueba serian formal-
mente rechazadas por la I6gica estricta. En efecto, para la logica
lateoria fisica no es mas que un sistema creado por una libre deci-
si6n de nuestro entendimiento, afin de clasificar las leyes expe-
rimentales ya conocidas. Cuando en ese sistema hallamos una
casilla vacia, lpodemos deducir de ello la existencia objetiva de
una ley experimental adaptada expresamente para llenar esa casi-
lla? Nos reiamos del coleccionista que, al no disponer de un cajon
para las conchas blancas, deducia que no habia en el mundo con-
chas blancas.lNos daria menos risa si, basandose en el hecho de
que en su gabinete de experto en conchas tiene un cajon dedica-
do al color azul, aunque vacio aun, afirmara que la naturaleza
posee las conchas azules destinadas allenarlo?
Ahora bien, len que flsico encontramos esta indiferencia per-
fecta respecto al resultado dela prueba, esta falta absoluta depre-
visi6n acerca del sentido de ese resultado, cuando se trata de com-
parar con los hechos una ley predicha por la teoria? El fisico sabe
muy bien que lalogica rigurosa solo Iepermite mantener esa indi-
ferencia, que no permite albergar ninguna esperanza de acuerdo
entre la profecia teorica y los hechos; y, sin embargo, espera que
se produzca este acuerdo, cuenta con el, 10considera mas pro-
bable que el desmentido. La probabilidad que Ieatribuye es tan-
to mayor cuanto mas perfecta es la teoria sometida ala prueba; y
cuando deposita su confianza en una teoria mediante la que
muchas leyes experimentales han sido representadas satisfacto-
riamente, esta probabilidad casi raya en la certeza.
Ninguna de las reglas que rigen el usa del metoda experi-
mental justifica esta confianza en la presciencia de la teoria; y a
pesar de ello, esta confianza no nos parece ridicula. Si senos ocu-
rriera censurar esa presuncion, lahistoria de la flsica no tardaria
mucho en obligarnos a cambiar de opinion: en efecto, sacaria a
colacion muchisimos casos en que la experiencia ha confirmado,
hasta en sus menores detalles, las previsiones mas sorprenden-
tes de la teoria.
392 La fisica de un creyente
lPor que puede afirmar el fisico, sin que ello provoque risa, que
laexperiencia descubrira determinada leyporque su teoria exigela
realidad de esa ley, mientras que el especialista en conchas resul-
taria ridiculo si, delapresencia deuna casilla vacia en sus cajones
destinados alos distintos colores del espectro, dedujera la existen-
cia de conchas azules en el mar? La razon evidente es que la cla-
sificaci6n de este coleccionista es un sistema puramente arbitra-
rio, que no tiene en cuenta para nada las afinidades reales entre los
diversos grupos demoluscos, mientras que en lateoria del fisico se
trasluce como el reflejo de un orden ontologico.
De modo que todo empuja al fisico a formular la siguiente
afirmaci6n: a medida que la teoriajisiea avanza, se pareee eada
vez mas a una clasificacion natural, que es su ideal y su objetivo.
El metoda fisico es incapaz de pro bar que esta afirmaci6n esta
fundamentada; pero, si no 10estuviera, resultaria incomprensi-
ble toda la tendencia que dirige el desarrollo de lafisica. Asi pues,
la teoria fisica ha de buscar en la metafisica las bases que esta-
blezcan su legitimidad.
VIII. ENTRE LA COSMOLOGiA Y LA TEORIA FiS[CA
EXISTE ANALOGiA
Esclavo del metoda positivo, el fisico se parece al prisionero
de la caverna. Los medios de conocimiento de que dispone s610
lepermiten ver una serie desombras que se dibujan sobre lapared
opuesta asu vision; pero adivina que esta teoriade siluetas, cuyos
contornos se difuminan ante sus ojos, no es mas que el simula-
cro de una serie de figuras solidas, y afirma la existencia de esas
figuras invisibles mas alla del muro que no puede franquear.
El fisico afirma, pues, que el orden con el que clasifica los
simbolos matematicos para constituir la teoria fisica es un refle-
La fisica de un creyente 393
jo, cada vez mas nitido, de un orden ontol6gico con el que se cla-
sifican las cosas inanimadas. lC6mo es ese orden cuya existencia
afirma? lPor que clase de afinidad las esencias de los objetos que
aparecen ante nuestros sentidos se parecen las unas alas otras?
Son preguntas que el fisico no esta autorizado aresponder. Cuan-
do afirma que la teoria fisica tiende a una clasificaci6n natural,
segun el orden en el que se clasifican las realidades del mundo
fisico, ya esta sobrepasando los limites del ambito donde su me-
todo puede actuar libremente; con mayor raz6n, ese metoda no
puede descubrir la naturaleza de este orden, ni decir cual es. Pre-
cisar la naturaleza de ese orden es definir la cosmologia; desa-
rrollarlo ante nuestros ojos es exponer un sistema cosmol6gico.
En ambos casos, ya no es estrictamente tarea del fisico, sino del
metafisico.
Los procedimientos con los que el fisico desarrolla sus teo-
rias carecen de valor cuando se trata de probar que una propo-
sici6n de la cosmologia es verdadera 0 falsa. Las proposiciones
de la cosmologia, por una parte, y los teoremas de la fisica te6ri-
ca, por la otra, son juicios que no se basan nunca en los mismos
terminos: son radicalmente heterogeneos entre si, no pueden estar
de acuerdo ni contradecirse.
lSe sigue de ello que el conocimiento de la teoria fisica no
le sirve al que trabaja en pro del progreso de la cosmologia? Esta
es la cuesti6n que querriamos examinar ahora.
No nos preguntamos si el cosrnologo puede ignorar tran-
quilamente la fisica. La respuesta a esa pregunta seria demasia-
do evidente: esta muy claro que un sistema cosmo16gico no esta-
ria razonablemente constituido sin el mas minima conocimiento
de la fisica.
Las meditaciones del cosmologo y del fisico tienen un pun-
to de partida comtin, que son las leyes experimentales que des-
cubre la observaci6n aplicada alos fen6menos del mundo inani-
mado. Solamente el camino que siguen a partir de ese punta
distingue las investigaciones del fisico de las investigaciones del
T
394 La fisica de un creyente
cosmologo: el primero desea adquirir un conocimiento cada vez
mas preciso y detallado de las leyes que ha descubierto; el segun-
do analiza esas mismas leyes a fin de poner al descubierto, si es
posible, las relaciones esenciales que ofrecen anuestra razon,
Por ejemplo, si el fisico y el cosmologo estudian al mismo
tiempo las leyes de la combinacion quimica, el fisico querra saber
con toda exactitud cual es la proporcion entre las masas de los
cuerpos que entran en combinacion, en que condiciones de tem-
peratura y de presion puede producirse la reaccion, que cantidad
de calor utiliza. La preocupacion del cosmologo sera muy distin-
ta; la observacion le muestra que ciertos cuerpos, los elementos
dela combinacion, han dejado de existir, al menos aparentemente;
que ha aparecido un nuevo cuerpo, el compuesto quimico. El filo-
sofo intentara entender en que consiste realmente este cambio en
laforma de existencia: lsiguen existiendo los elementos en lamez-
cla 0solo persisten en ella en potencia? Estas son las preguntas
alas que desea dar respuesta.
lLos detalles que el fisico habra fijado mediante sus expe-
rimentos multiples y precisos le seran utiles al filosofo? Evi-
dentemente, no. La mayoria de esos detalles, descubiertos para
satisfacer un deseo de precision minuciosa, no sirven de nada en
una investigacion que da respuesta a otras necesidades. Ahora
bien, lcarecen de valor para el cosmologo todos esos detalles?
Seria extrafio que asi fuera, y que algunos hechos, observados
por el fisico, no sirvieran para sugerir una respuesta aalguno de
los problemas que preocupan al filosofo. Por ejemplo, cuando el
fil6sofo intenta comprender el misterio que le oculta el verdade-
ro estado de los elementos en una cornbinacion quimica, lno
ha de tener en cuenta para nada, en sus intentos de solucion,
algunas precisiones obtenidas gracias al trabajo de los laborato-
rios? Cuando los analisis de los laboratorios demuestran que
siempre se pueden obtener de una combinacion los elementos
que han servido para formarla, sin que seproduzca la menor per-
dida 0ganancia de materia, lno estan proporcionando una base
La fisica de un creyente 395
valiosa, por su rigor y por su solidez, a la doctrina que el cos-
mologo intenta construir?
No cabe duda, pues, de que el conocimiento de la fisica pue-
de ser util, incluso indispensable, al cosmologo. Pero la ciencia
fisica esta constituida por la mezcla intima de dos clases de ele-
mentos: uno deellos es un conjunto dejuicios que tienen por obje-
to realidades objetivas; el otro es un sistema de signos que sirven
para transformar esos juicios en proposiciones matematicas. El
primer elemento representa la aportacion de la observacion, el
segundo la aportacion de la teoria. Ahora bien, si el primer ele-
mento es manifiestamente util al cosmologo, parece que el segun-
do no lesirve denada; que solo necesita conocerlo, tal como hemos
dicho en el apartado VI,para no confundirlo con el primero y para
no dar nunca por descontada su ayuda.
Esta conclusion seria sin duda exacta si la teoria fisica no fue-
ra mas que un sistema de simbolos arbitrariamente creados afin
de clasificar nuestros conocimientos en un orden completamen-
teartificial; si la clasificacion que la teoria establece entre las leyes
experimentales no tuviera nada en cornun con las afinidades que
unen entre si las realidades del mundo inanimado.
Otra cosa seria si la teoria fisica tuviera como forma limite
una clasiflcacion natural de las leyes experimentales; entre esta
clasificacion natural, que seria la teoria fisica en su mas alto gra-
do de perfeccion, y el orden segun el que una cosmologia com-
pleta clasificaria las realidades del mundo material habria una
correspondencia muy exacta. Por tanto, cuanto mas seaproximan
entre si en su forma perfecta la teoria fisica, por una parte, y el
sistema de la cosmologia, por la otra, mas clara y mas detallada
ha de ser la analogia de estas dos doctrinas.
Asi pues, la teoria fisica nunca puede demostrar ni contra-
decir una aflrmacion de la cosmologia, ya que las proposiciones
que constituyen una de estas doctrinas no se basan nunca en los
mismos terrninos que las proposiciones de las que se compone la
otra, y entre dos proposiciones que no sebasan en los mismos ter-
396 Lajisica de un creyente
minos no puede haber ni acuerdo ni contradiccion; en cambio
puede haber entre ellas anaiogia, yes esa analogia la que ha de
unir la cosmologia y la fisica te6rica.
Gracias a esta analogia, los sistemas de la fisica te6rica pue-
den colaborar en el avance de la cosmologia, esta analogia puede
sugerir al fil6sofo todo un conjunto de interpretaciones; su pre-
sencia, clara y penetrante, puede aumentar la confianza del pen-
sador en una determinada doctrina cosmologica; mientras que su
ausencia puede hacerle desconfiar de otra.
Esa apelacion ala analogia constituye, en muchos casos, un
medio valioso deinvestigaci6n 0 decontrol, pero conviene no exa-
gerar su poder. Si se habla de prueba por anaiogia, conviene fijar
exactamente el sentido, y no confundir esa prueba con una auten-
tica demostraci6n 16gica. La analogia sepercibe, pero no sededu-
ce, no se impone a la mente con toda la fuerza del principio de
contradicci6n. Donde un pensador veuna analogia, puede ser que
otro, mas impresionado por las diferencias entre los terrninos
que se comparan que por sus semejanzas, yea una oposici6n. Para
hacer que este cambie su negaci6n por una afirmaci6n, el primero
no podria utilizar la fuerza irresistible del silogismo; 10unico que
puede hacer es atraer con sus palabras la atencion de su adver-
sario sobre las similitudes que considera importantes y apartarla
de las divergencias que le parecen insigniflcantes; puede desear
persuadir asu interlocutor, pero no puede pretender convencerle.
Hay otro tipo de consideraciones que limitan tarnbien, en cos-
mologia, el alcance de las pruebas que se obtienen de la analogia
con la teoria fisica.
Debe haber analogia, como hemos dicho, entre la explicaci6n
metafisica del mundo inanimado y la teoria fisica perfecta, que
ha alcanzado el estado de clasificaci6n natural. Pero esta teoria
perfecta no la poseemos, ni la humanidad la poseera jarnas, Lo
unico que tenemos, 10unico que la humanidad tendra siempre es
una teoria imperfecta y provisional que, abase de numerosos tan-
teos, vacilaciones y retrocesos, se encamina 1entamente aesa for-
Lajisica de un creyente 397
ma ideal que seria una clasificaci6n natural. Por tanto, no es la
teoria fisica actualla que habria que comparar con la cosmologia
para poner en evidencia la analogia entre ambas doctrinas, sino
la teoria fisica ideal. Ahora bien, la aquel que solamente conoce
10que existe, que dificille resulta adivinar 10que ha de existir!
iCuan dudosas y cautelosas son sus afirmaciones cuando decla-
ra que, en el sistema teorico, una cosa esta definitivamente esta-
blecida y permanecera inquebrantable con el paso del tiempo,
mientras que la otra, fragil y cambiante, sera arrastrada por la
proxima oleada de nuevos descubrimientos! No deberemos sor-
prendernos, por tanto, si los fisicos emiten las opiniones mas dis-
cordantes. Y para elegir entre estas opiniones, no hara falta exi-
gir razones perentorias, sino que habra que contentarse con los
presentimientos inanalizables que sugiera el espiritu de finura,
mientras que el espiritu geometrico se declarara incapaz de jus-
tificarlas.
Estas observaciones son suficientes, anuestro entender, para
recomendar al cosmologo que utilice con extrema prudencia la
analogia entre la doctrina que profesa y la teoria fisica. Nunca
debera olvidar que la analogia mas clara asus ojos puede ser tan
oscura alos ojos de otro que deje de ser percibida; debera temer,
sobre todo, que la analogia invocada afavor de la explicaci6n que
propone s610 relacione esta explicacion con algunos fundamen-
tos te6ricos provision ales y caducos, y no con una parte solida y
definitiva de la flsica; debera pensar, finalmente, que cualquier
argumentaci6n basada en una analogia tan dificil de percibir es
una argumentaci6n infinitamente fragil y delicada, incapaz de
refutar 10que una demostraci6n directa ha probado.
Veamos los dos puntos quepodemos considerar defmitivamente
establecidos: el cosmologo puede recurrir en sus razonamientos
a la analogia entre la teoria fisica y la filosofia de la naturaleza,
pero ha de hacerlo siempre con las maximas precauciones.
La primera precauci6n que ha de tomar el fil6sofo antes de
utilizar en su cosmologia la analogia que puede presentar con
I I
398
La fisica de un creyente
la teoria fisica es conocer esta teorta con toda exactitud, con todo
detalle. Si no tiene mas que un conocimiento vago y superficial de
esa teoria, se dejara engafiar por semejanzas de detalle, pOl'pare-
cidos accidentales, es decir, por asonancias de palabras, que con-
fundira con signos de una analogia real y profunda. S610una cien-
cia capaz de penetrar hasta los mas secretos arcanos de la fisica
te6rica y de poner al descubierto los fundamentos mas intimos
podra prevenirle contra estos capciosos errores.
Pero no le basta al cosmologo conocer, aunque sea con toda
exactitud, las doctrinas actuales delafisica te6rica; necesita cono-
eel' ademas las doctrinas pasadas. En efecto, la cosmologia no
ha de ser analoga ala teorla actual, sino ala teorta ideal hacia la
que la teoria actual tiende con su progreso incesante. POI'tanto,
no se trata de que el fil6sofo compare su cosmologia con la fisica
tal como es, inmovilizando en cierto modo la ciencia en un deter-
minado momento de su evoluci6n, sino que se trata deapreciar la
tendencia dela teoria, de adivinar el objetivo al que sedirige. Aho-
ra bien, 10unico que puede guiarle en ese proceso de adivinaci6n
del camino que seguira la fisica es el conocimiento del camino
que yaha recorrido. Si contemplamos s610un instante laposici6n
aislada de lapelota que lanza el jugador, no podremos adivinar el
blanco que el jugador se ha fijado; pero si nuestra mirada ha ido
siguiendo la pelota desde el momenta en que ha sido lanzada pOI'
la mano, nuestra imaginaci6n, al prolongar la trayectoria, sefiala
de antemano el punto en que golpeara. Del mismo modo, la his-
toria de la fisica nos permite adivinar algunos rasgos de la teoria
ideal ala que tiende el progreso cientifico, dela clasificaci6n natu-
ral que sera como una imagen de la cosmologia.
El que considere la teoria fisica tal como la presentan actual-
mente la mayoria de los que la ensefian, el que preste oidos alas
habladurias depatio y alos rumores de laboratorio sin echar una
mirada hacia atras, sin preocuparse de 10que se profesaba hace
poco, vera que los fisicos apelan constantemente en sus teorias
alas moleculas, alos atomos y alos electrones, que cuentan esos
La jisica de un creyente 399
pequefios cuerpos y determinan su grosor, su masa y su carga
electrica. Teniendo en cuenta el consenso casi universal que sus-
citan estas doctrinas y los descubrimientos que provo can 0 que
seles atribuyen, indudablemente las considerara precursoras pro-
feticas de la teorta destinada a triunfar en el futuro, creera que
nos muestran un primer esbozo de la forma ideal ala que la flsi-
ca se parecera cada dia mas. Y como la analogia entre estas teo-
rias fisicas y la cosmologia de los atomistas se evidencia de una
forma clamorosa, sacara deducciones claramente favorables ala
cosmologia.
iCuan diferente sera su opini6n si no se contenta con cono-
cer lafisica segun el rumor del momento; si profundiza en el estu-
dio de todas sus partes, tanto las que estan de moda como las que
han sido injustamente relegadas al olvido; si el estudio de la His-
toria, al recordarle los errores de los siglos pasados, le previene
contra los entusiasmos irracionales del momenta presente!
Entonces, sedara cuenta deque los intentos deexplicaci6n ba-
sados en el atomismo han acompafiado, desde los tiempos mas re-
motos, alateoria fisica; mientras reconoce en lateoria fisica el re-
sultado dela capacidad de abstracci6n, esos intentos lepareceran
esfuerzos del espiritu que qui ere imaginar 10que tan s610ha deser
concebido; los vera renacer sin cesar y ser condenados siempre al
fracaso. Cada vez que laafortunada audacia deun experimentador
descubra un nuevo conjunto deleyes experimentales, vera que los
atomistas se apoderan con prisa febril de ese dominie apenas ex-
plorado y construyen un mecanismo que represente aproximada-
mente esos nuevos descubrimientos. Luego, amedida que los des-
cubrimientos del experimentador se vuelven mas numerosos y
minuciosos, vera c6mo las combinaciones del atomista secompli-
can, se confunden, se sobrecargan de arbitrarias complicaciones,
sin conseguir dar cuenta exacta delas nuevas leyes, ni vincularlas a
las antiguas leyes. Y mientras tanto, vera que la teoria abstracta,
acrecentada gracias a una paciente labor, toma posesi6n de las
nuevas tierras que los experimentadores han explorado, organiza
<S ----------------------
400 La fisica de un creyente
sus conquistas, las anexiona asus antiguos dominios yhace de su
uni6n un imperio perfectamente coordinado. Veraclaramente que
lafisica del atomismo, condenada aun renacer perpetuo, no tiende
mediante un progreso continuo alaforma ideal dela teoria fisica;
en cambio, podra seguir la realizaci6n cada vez mas completa de
ese ideal cuando contemple el desarrollo que ha experimentado la
teoria abstracta, desde la Escolastica a Galileo y a Descartes, de
Huygens aLeibniz, de Newton a d'Alembert, Euler, Laplace y La-
grange, deSadi Carnoty Clasius aGibbs yHelmholtz.
IX. LA ANALOGiA ENTRE LA TEORIA FIS[CA
Y LA COSMOLOGiA PERIPATETICA
Antes de seguir avanzando, vamos aresumir 10que yahemos
dado por sentado.
Entre la forma ideal ala que tiende lentamente la teoria flsi-
ca y la cosmologia ha de existir analogia. Esta afirmaci6n no es
una consecuencia del metoda positivo; aunque se le impone al
fisico, se trata esencialmente de una afirmaci6n metafisica.
El procedimiento intelectual mediante el que apreciamos la
mayor 0 menor analogia que existe entre una teoria fisica y una
doctrina cosmo16gicaes completamente distinto del metoda median-
te el que se desarrollan las demostraciones convincentes: las con-
clusiones de esa apreciaci6n se proponen, pero no se imponen.
Esta analogia ha de vincular la filosofia natural no al esta-
do que presenta actualmente la teoria fisica, sino al estado ideal
al que tiende. Ahora bien, este estado ideal no esta determinado
de forma manifiesta eincontestable, sino que se intuye por una
especie de adivinaci6n extraordinariamente delicada y aleatoria,
incluso cuando esta guiada por un conocimiento profundo de la
teoria y de su historia.
La fisica de un creyente 401
Las enseiianzas que el fil6sofo puede obtener de la teoria fisi-
ca, tanto afavor como en contra deuna doctrina cosmo16gica, son
por tanto indicaciones apenas esbozadas. iSeria una locura con-
siderarlas demostraciones cientificas comprobadas 0 extraiiarse
de que sean discutidas y cuestionadas!
Tras haber afirmado con precisi6n hasta que pun to cualquier
comparaci6n entre una teoria fisica y una doctrina cosmo16gica
difiere deuna demostraci6n propiamente dicha, y tras haber sena-
lado cuan amplio es el margen de vacilaci6n y de duda que deja,
permitaseme indicar cual es la forma actual de teorla fisica que,
en mi opinion, tiende a la forma ideal, y cual es la doctrina cos-
mo16gica que presenta una mayor analogia con esta teoria. No
pretendo dar esta indicaci6n en nombre del metoda positivo pro-
pio de las ciencias fisicas; despues de 10que he dicho, es del todo
evidente que excede del alcance de este metodo, que no puede
confirmarla ni contradecirla. Al dar esta indicaci6n y penetrar asi
en el dominio propio de la metafisica, soy consciente de que he
abandonado el dominio de la fisica; soy consciente de que el fisi-
co que me haya seguido hasta aqui esta en su perfecto derecho de
negarse apenetrar conmigo en el terreno dela metafisica, sin vio-
lar por ello las reglas que impone la 16gica.
Entre las distintas maneras de abordar la teoria fisica que
actualmente gozan del favor de los hombres de ciencia, lcual es
la que lleva en si el germen de la teoria ideal? lCua! es la que nos
presenta ya, teniendo en cuenta el orden con el que clasifica las
leyes experimentales, una especie de esbozo de clasificaci6n natu-
ral? Yahe repetido varias veces que, en mi opini6n, esta teoria
es la llamada termodinamica general.
Esta opini6n viene dada por lacontemplaci6n del estado actual
de la fisica, del armonioso conjunto que la termodinamica gene-
ral crea por medio de las leyes que los experimentadores han des-
cubierto y precisado; y viene dada sobre todo por la historia de la
evoluci6n que ha conducido la teoria fisica a su estado actual.
En efecto, la evoluci6n de la fisica puede descomponerse en
402 Lajisica de un creyente
dos fases, que se superponen constantemente entre si. Una fase
consiste en una serie de perpetuas alternativas: surge una teoria,
domina por un momento la ciencia, se derrumba y es sustituida
por otra. La otra fase es un continuo progreso; gracias a ese pro-
greso, vemos como se crea con el paso del tiempo una represen-
tacion matematica cada vez mas amplia y mas precisa del mun-
do inanimado que la experiencia nos revela.
Ahora bien, esos triunfos efimeros, seguidos defracasos repen-
tinos, que componen la primera fase son los exitos y los fracasos
que sufren sucesivamente las diversas fisicas mecanicistas, tan-
to la fisica newtoniana como la fisica cartesiana 0 la fisica ato-
mista. En cambio, el continuo progreso que constituye la segun-
da fase ha desembocado en la termodinamica general: en ella han
convergido todas las tendencias legitimas y fecundas delas teorias
anteriores. Es evidente, por tanto, que de ahi ha de partir actual-
mente el camino que conducira ala teoria asu objetivo ideal.
lHay alguna cosmologia que separezca aeste ideal que entre-
veo al final del camino adonde la termodinamica general arras-
tra a la teoria fisica? Con toda probabilidad no es la antigua cos-
mologia delos atomistas, como tampoco lafilosofia natural creada
por Descartes, ni la doctrina de Boscovich, inspirada en las ideas
de Newton. Existe, en cambio, una cosmologia con la que la ter-
modinamica general presenta una analogia no despreciable: esta
cosmologia es la fisica peripatetica. Y esta analogia es mucho mas
impresionante porque no es buscada, y es mucho mas sorpren-
dente porque los creadores de la termodinamica no tenian nin-
guna relacion con la filosofia de Aristoteles,
La analogia entre la termodinamlca general y la fisica de la
escuela peripatetica se manifiesta en muchas caracteristicas que
Haman inmediatamente la atencion.
Entre los atributos de la sustancia, la fisica peripatetica otor-
ga la misma importancia ala categoria de cantidad que ala cate-
goria de calidad; pues bien, la termodinamica general, median-
te sus simbolos numericos, representa del mismo modo las
Lajisica de un creyente 403
diversas magnitudes delas cantidades y las diversas intensidades
de las cualidades.
Para Aristoteles, el movimiento local es tan solo una de las
formas del movimiento general, mientras que las cosmologias
cartesiana, atomista y newtoniana coinciden en que el unico movi-
miento posible es el cambio de lugar en el espacio. La termodi-
namica general trata, en sus formulas, de una gran cantidad de
modificaciones como las variaciones de temperatura, los cambios
de estado electrico 0 de imantacion, sin pretender ni por asomo
reducir esas variaciones al movimiento local.
La fisica aristotelica conoce transformaciones mucho mas
profundas que aquellas a las que concede el nombre de movi-
mientos. EI movimiento solo afecta alos atributos, mientras que
estas transformaciones penetran hasta la sustancia misma: son
la generacion y la corrupcion; que crean una sustancia nueva al
mismo tiempo que destruyen una sustancia preexistente. Igual-
mente, en la mecanica quimica, que constituye una de sus partes
mas importantes, la termodinamioa general representa los dis-
tintos cuerpos mediante masas que una reacci6n quimica puede
crear 0 destruir; en el seno de la masa del cuerpo compuesto,
las masas de los componentes s610subsisten en potencia.
Esos rasgos, y muchos otros que seria demasiado largo enu-
merar, establecen un fuerte vinculo entre la termodinamica gene-
ral y las doctrinas esenciales de la fisica peripatetica,
Hemos dicho textualmente: las doctrinas esenciales de laflsi-
ca peripatetica. Y es preciso insistir en este punto.
En el momento en que Arist6teles estaba construyendo el gran-
dioso monumento, cuyos pIanos nos han conservado la Fisica; el
De generatione et corruptione, el De caeZoy los Meteoros; en la epo-
ca en que Alejandro de Afrodisia, Temistio, Simplicio, Averroes y
los numerosos comentaristas de la Escolastica se esforzaban por
cincelar y pulir hasta el men or detalle de ese inmenso edificio,
la ciencia experimental estaba en paiiales. Los instrumentos que
tanto contribuyen a aumentar la extensi6n, la certeza y la preci-
404 Lajisica de un creyente
si6n de nuestros medios de conocimiento no habian sido inven-
tados para captar la realidad material. El hombre s610disponia de
sus sentidos; los datos sensibles lellegaban tal como sepresentan
anuestra percepcion inmediata; ningun analisis habia reconoci-
do y desenredado aun su temible complejidad; los hechos que una
ciencia mas avanzada habria de considerar los resultados de una
gran cantidad defenornenos simultaneos y enmarafiados un apre-
suramiento ingenuo los consideraba los datos simples y elemen-
tales de la filosofia natural. En la cosmologia que surgi6 de esa
ciencia experimental se reconoce forzosamente la marca de todo
cuanto de inacabado, prematuro y pueril habia en ella. Quien
lee con premura las obras de los peripateticos, quien se limita a
rozar la superficie de las doctrinas expuestas en esas obras no
ve mas que observaciones extrafias, explicaciones sin importan-
cia, discusiones inutiles y fastidiosas; en una palabra: un sistema
envejecido, usado, deteriorado, cuyas diferencias con lafisica actual
saltan alavista, y en el que es muy dificil reconocer la menor ana-
logia con nuestras teorias modernas.
Muy distinta es la impresion que experimenta quien ahon-
da mas. Bajo esa costra superficial donde se conservan, muertas
y fosilizadas, las doctrinas fisicas de la antiguedad, descubre los
pensamientos profundos que constituyen el nucleo mismo de la
cosmologia peripatetica; despojados de la corteza que los ocul-
taba y a la vez los man tenia cautivos, estos pensamientos reco-
bran vida y movimiento. A medida que se animan, vemos como
seva borrando lamascara devetustez que los disimulaba, y entre
su aspecto rejuvenecido y nuestra termodinamica aparece inme-
diatamente un parecido asombroso.
De modo que el que quiera reconocer la analogia que existe
entre la cosmologia peripatetica y la fisica teorica actual no debe
detenerse en la imagen superficial de esa cosmologia, sino que
ha de penetrar hasta su sentido profundo.
Veamos un ejemplo que aclarara y precisara 10que acaba-
mos de exponer.
Lajisica de un creyente 405
Este ejemplo esta sacado de una de las teorias fundamenta-
les de la cosmologia aristotelica, de la teoria del Lugar natural
de Loselementos. Vamos a examinar esta teoria primero superfi-
cialmente, desde fuera.
En todos los cuerpos se encuentran siempre, aunque en
grados diferentes, cuatro cualidades: caliente y frio, seco y hume-
do. Cada una de esas cualidades caracteriza esencialmente a un
elemento: el fuego es el elemento caliente por excelencia, el aire
es el elemento frio, la tierra el elemento seco y el agua el elemento
humedo. Todos los cuerpos que nos rodean son mixtos, y segun
la cantidad de fuego, aire, tierra 0 agua que entre aformar parte
de la cornposicion de un mixto, este sera caliente 0frio, seco 0
humedo. Ademas de los cuatro elementos, susceptibles de trans-
formarse unos en otros por corrupcion y generaci6n, existe una
quinta esencia, ingenerable e incorruptible; esta esencia forma
los orbes celestes y los astros, porciones condensadas de estos
orbes.
Cada elemento tiene un Lugar natural, y permanece en repo-
so mientras se halla en ese lugar; cuando es apartado violenta-
mente de el, regresa por un movimiento natural.
El fuego es esencialmente ligero; su lugar natural es la con-
cavidad del orbe de la Luna; asi pues, por movimiento natural
asciende hasta que es detenido por esa boveda s6lida. La Tierra
es el elemento pesado por excelencia; su movimiento naturalla
lleva al centro del mundo, que es su lugar natural. El aire y el agua
son pesados, pero el aire es menos pesado que el agua, que a su
vez es menos pesada que la tierra. Por movimiento natural, el mas
pesado tiende siempre a situarse debajo del menos pesado; asi
pues, los distintos elementos estaran en su lugar natural cuando
tres superficies esfericas, concentricas al Universo, separen el
agua de la tierra, el aire del agua y el fuego del aire. lQue es 10
que mantiene a cada elemento en su lugar natural, una vez que
esta situado en el? lQue es 10que le lleva a ese lugar, cuando se
le separa de el? Su forma sustancial. lPor que? Porque todo ser
406 Lajisica de un creyente
tiende a su perfecci6n, y en ese lugar naturalla forma sustan-
cial alcanza su perfecci6n; ahi es donde mejor resiste a todo 10
que podria corromperla, ahi es donde experimenta mejor la
influencia delos movimientos celestes y delas luces astrales, fuen-
jes detoda generaci6n y detoda corrupci6n en el seno delos cuer-
pos sublunares.
iQue pueril nos parece toda esta teoria de 10pesado y 10lige-
ro! iC6mo sereconocen en ella los primeros balbuceos dela raz6n
humana que intenta explicar la caida de los cuerpos! lC6mo es
posible establecer la mas minima similitud entre esos balbu-
ceos de una cosmologia en pafiales y el admirable desarrollo de
una ciencia que ha alcanzado su pleno vigor, dela mecanica celes-
te de Copernico y de Kepler, de Newton y de Laplace?
Evidentemente, no hay ninguna analogia entre la fisica actual
y la teoria del lugar natural, si examinamos esta teoria tal como
aparece aprimera vista, con todos los detalles que componen su
imagen externa. Pero apartemos estos detalles, rompamos ese
molde de ciencia envejecida en el que inevitablemente habia de
introducirse la cosmologia peripatetica, vayamos hasta el fonda
de esta doctrina para captar las ideas metafisicas que constituyen
su verdadera alma.lQue es 10autentlcamente esencial en la teo-
ria del lugar natural de los elementos?
Encontramos en ella la afirmaci6n de que puede concebirse
un estado en el que el orden del universo seria perfecto; que, en
el caso del mundo, ese estado seria un estado de equilibrio, es
mas, un estado de equilibrio estable. Si se le aparta de este esta-
do, el mundo tiende aregresar ael, y todos los movimientos natu-
rales, todos los que se producen entre los cuerpos sin ninguna
intervenci6n deun motor animado estan producidos por esta cau-
sa. Todos tienen por objeto conducir el universo a ese estado de
equilibrio ideal, de tal manera que esta causa final es al mismo
tiempo su causa eficiente.
Ahora bien, frente a esta metafisica se erige la teoria fisica,
que nos ensefia 10siguiente.
Lajisica de un creyente 407
Si se concibe un conjunto de cuerpos inanimados y selesupo-
ne libre de la influencia de todo cuerpo extrafio, cada estado de
este conjunto corresponde aun cierto valor de su entropia. En un
estado determinado, esta entropia del conjunto tendria un valor
mayor que en cualquier otro; ese estado de entropia maxima seria
un estado de equilibrio y de equilibrio estable. Todos los movi-
mientos, todos los fen6menos que se producen en el seno de ese
sistema aislado hacen que aumente la entropia; todos tienden, por
tanto, a conducir ese sistema a su estado de equilibrio.
Siendo asi, les posible no reconocer una sorprendente ana-
logia entre la cosmologia de Arist6teles, reducida a sus afirma-
ciones esenciales, y las ensefianzas de la termodinamica?
Podriamos enumerar muchas otras comparaciones de este
tipo, y todas nos llevarian a la siguiente conclusi6n: si despoja-
mos la fisica aristotelica y escolastica del ropaje cientifico usado
ypasado demoda que la recubre, y dejamos al descubierto la car-
ne viva de esta cosmologia con toda su armoniosa yvigorosa des-
nudez, nos sorprendera la similitud que presenta con nuestra
moderna teoria fisica. Reconoceremos en estas dos doctrinas dos
imagenes diferentes del mismo orden ontol6gico porque estan
contempladas desde un punto de vista diferente, pero de ningun
modo dos imagenes discordantes.
Alguien dira que una fisica cuya analogia con la cosmologia
de Arist6teles y de la Escolastica se distingue tan claramente es
una fisica propia de un creyente. lPor que? lHay algo en la cos-
mologia de Arist6teles 0 de la Esoolastica que implique necesa-
riamente adhesi6n al dogma cat6lico? lAcaso un no creyente no
puede abrazar esta doctrina exactamente igual que un creyente?
Y dehecho, lacaso no ha sido ensefiada tanto por paganos, musul-
manes, judios y herejes como por fieles hijos de la Iglesia? lD6n-
de esta esa caracteristica esencialmente cat6lica que al parecer la
distingue? msta en el hecho de que muchos doctores cat6licos,
y los mas eminentes, han colaborado en su progreso? lEn el hecho
de que un papa proclamaba no hace mucho no s610 los servi-
408
Lajisica de un creyente
cios que la filosofia de Tomas de Aquino ha prestado a la cien-
cia, sino tambien los que puede prestarle en el futuro? iSe sigue
de todo ello que el no creyente no puede reconocer la coinciden-
cia entre la cosmologia escolastica y la fisica moderna sin acep-
tar implicitamente una feque no es la suya? Seguramente, no. La
unica conclusion que podemos deducir de estos hechos es que la
Iglesia cat6lica ha contribuido mucho, en muchas circunstancias,
y sigue contribuyendo todavia con gran fuerza amantener laraz6n
humana en el buen camino, incluso cuando esta raz6n se esfuer-
za en el descubrimiento deverdades deorden natural. Ahora bien,
ique espiritu imparcial e ilustrado, aunque sea no creyente, se
atreveria a tachar de falsa esta afirmaci6n?
T
EL VALORDE'LA TEORIA FISICA
A PRop6s1TO DE UN LIBRO REC1ENTE
t
La filosofia, desde las mas antiguas especulaciones de las
que tenemos conocimiento, habia estado indisolublemente liga-
da a la ciencia de la naturaleza, a la ciencia de los numeros y
de las figuras. Race unos cien a:fios, este vinculo tantas veces
milenario, que unia la filosofia primera con la filosofia natural,
pareci6 que se debilitaba hasta el punto de romperse. Al dejar
que el ge6metra y el experimentador sededicaran alalabor, cada
vez mas minuciosa y mas fatigosa, de trabajar para el progreso
de las ciencias particulares, el fil6sofo se dedic6 exclusivamen-
teameditar sobre las ideas mas generales delametafisica, dela
psicologia y de la moral. A partir de entonces, su pensamiento
pareci6 mas ligero, mas apto para elevarse hasta alturas que has-
taaquel momento los sabios no habian podido alcanzar, ya que
arrastraban ellastre de mil conocimientos ajenos asu verdade-
ro y noble estudio.
Tras haberse desembarazado delas matematicas, delaastro-
nomia, delafisica ydelabiologia, ciencias todas ellas demarch a
lenta, de tecnica compleja, de terminologia extra:fia e incom-
prensible para los profanos, la filosofia adopt6 la forma de una
doctrina facil, asequible auna mayoria y capaz de formular sus
ense:fianzas en un lenguaje elocuente, que todos los hombres cul-
tivados pudieran entender.
1. ABELREY,La Theorie de la physique chez les physiciens contempo-
rains, vol. 1in-8 de VI-4t2 p., Felix Alcan, Paris 1907. Este articu 10apare-
ci6 en la Revue generate des sciences pures et appliquees, afio 19, n" t,15 de
enero de 1908, pp. 7-19.
412 El valor de la teoria fisica
La moda de esta filosofia separada de las otras ciencias no
duro mucho. Las mentes clarividentes no tardaron en percibir el
principio vicioso que apenas lograban disimular las apariencias
seductoras de este metodo, que indudablemente parecia mucho
mas ligero que laantigua sabiduria, lastrada con el enorme peso
delas ciencias analiticas; pero, si lafilosofiaparecia elevarse con
menor esfuerzo, no era porque sus alas sehubieran vuelto mas
largas ymas poderosas, sino porque simplemente sehabia vacia-
do del contenido al que debia su solidez, y se habia reducido a
una mera forma carente demateria.
Muy pronto surgieron numerosas voces dealarma. Larefor-
ma iniciada aprincipios del siglo XIX ponia en peligro el futuro
mismo delafilosofia. Para impedir que degenerase en una pala-
breria cuya sonoridad revelaba lafalta decontenido, era preciso
devolverle cuanto antes el alimento con el que sehabia sustenta-
do durante tanto tiempo y del que selahabia pretendido privar;
en vez de separarla de las ciencias particulares, habia que ali-
mentarla con las ensefianzas de estas ciencias, afin de que las
absorbiera y asimilara; era necesario que fuera merecedora de
nuevo del titulo con que sehabia adornado durante tanto tiempo:
Scientia scientiarum.
Era mas facil dar el consejo queseguirlo. Es facil romper una
tradicion, pero no es nada facil recuperarla. Entre las ciencias
particulares ylafilosofiasehabia cavado un abismo; el cable que
en otro tiempo unia estos dos continentes, que mantenian entre
si un continuo intercambio deideas, sehabia roto, y losdos extre-
mos que habia que unir denuevo yacian en el fondo del abismo.
Privados de todo medio de comunicacion, los habitantes de las
dos orillas, filosofos por un lado, hombres deciencia por el otro,
eran incapaces de coordinar sus esfuerzos para conseguir esa
union que todos consideraban necesaria.
Pero tanto por una parte como por laotra, surgieron hombres
osados que dedicaron todos sus esfuerzos aesa tarea. Muchos de
los que sehabian consagrado alas ciencias particulares intenta-
El valor de la teoriajisica 413
ron presentar alos filosofos los resultados mas generales y mas
esenciales de sus minuciosas investigaciones de tal forma que
pudieran entenderlos. Algunos filosofos, por su parte, no duda-
ron en aprender ellenguaje de la matematica, de la fisica y de
labiologia, en familiarizarse con latecnica deestas distintas dis-
ciplinas, afindepoder utilizar para el enriquecimiento delafilo-
sofia los tesoros que esas ciencias habian acumulado.
En 1896, un profesor agregado defilosofia, antiguo alumno
delaSeccion deLetras delaEcole Normale, defendio en laFacul-
tad deLetras deParis una tesis sobre el Infinite matematico. Fue
un acontecimiento justamente celebrado. Couturat indicaba asi
alos mas desconfiados el regreso delafilosofia al estudio delas
ciencias, larecuperacion delatradicion abandonada durante tan-
totiempo. Cuando Abel Reyeligio como tema desu tesis doctoral
en letras la Theorie de la Physique chez les physiciens contempo-
rains, estrecho el vinculo que Couturat habia recuperado. Solo
por esto mereceria el reconocimiento de todos cuantos sepreo-
cupan por el futuro delafilosofia.
Pero su obra no solo es valiosa por estemotivo, sino tambien
por laimportancia del problema queplantea ypor el cuidado con
que prepara la solucion que propone.
I
Veamos ante todo en que terminos (p. III) plantea Reyel pro-
blema:
El movimiento fideista y antiintelectualista de los ultirnos
afios del sigloXIX, al hacer delaciencia una tecnica utilitaria, pre-
tende basarse en un analisis delaciencia fisicamas exacto ymas
profundo que todos los hechos anteriormente. Ese movimiento
expresaria el espiritu general delafisica contemporanea, y resu-
414
El valor de la teoria fisica
miria las conclusiones necesarias de un examen imparcial de sus
proposiciones, de sus metodos y de sus teorias ...
La idea que me ha impulsado a emprender el presente tra-
bajo es verificar si esas afirmaciones estaban fundamentadas..
Veamos cual es lasoluci6n que el autor sepropone dar (p. 363):
Efectivarnente. La ciencia y, en especial, las ciencias flsi-
cas tienen un valor utilitario. Y efectivamente este valor utilitario
es considerable. Pero ese valor es muy reducido si 10compara-
mos con su valor de conocimiento desinteresado. Y sacrificar este
aspecto al otro supone haber olvidado laverdadera naturaleza de
la ciencia fisica. Incluso podria decirse que la ciencia fisica no tie-
ne mas valor, por si y en si, que el valor de conocimiento..
Podemos ir incluso mas lejos (p. 367): No conoceremos en
el sentido estricto de la palabra mas que aquello que la ciencia flsi-
ca sea susceptible de conseguir, y nada mas. No habra otro medio
de conocimiento en el ambito que es el objeto de lafisica. Asi, por
humana que sea lamedida dela ciencia fisica, forzosamente debe-
remos contentarnos con esta ciencia.
El pragmatismo contemporaneo ha afirmado que las teorias
fisicas no tenian ningun valor de conocimiento, que su funci6n
era completamente utilitaria; que, en ultimo termino, no eran mas
que recetas c6modas que nos permiten actuar con exito en el mun-
do exterior. Frente aesta afirmaci6n, se trata dejustificar la anti-
gua concepci6n dela fisica: la teoria fisica no solamente tiene una
utilidad practica, sino que tiene ademas, y sobre todo, un valor
como conocimiento del mundo material. Este valor no 10ha obte-
nido de otro metoda que, aplicado al mismo tiempo alos mismos
objetos, pueda suplir las insuficiencias del metodo fisico y pro-
porcionar asus teorias un valor que trasciende asu propia natu-
raleza. No hay mas metoda que el metodo fisico que pueda servir
para estudiar los objetos que estudia la fisica; el metodo fisico ago-
ta en si mismo la justificaci6n de las teorias fisicas; el y s610 el
marca su valor como conocimiento.
Este es el problema planteado y la soluci6n propuesta. Y para
El valor de la teoria fisica 415
que ninguna incertidumbre perturbe el debate, recordemos que
ese debate no afecta a toda la fisica: los hechos de experiencia
quedan al margen. Nadie, salvo los escepticos cuyos objetivos esca-
pan acualquier discusi6n, cuestiona su valor documental, ni nie-
ga que los consideremos enseiianzas sobre el mundo exterior.
EI unico punto de discusi6n es el valor de la teoria fisica.
Conocemos ya el problema que ha impulsado al autor acom-
poner su obra, y conocemos el objetivo que pretende alcanzar.
lQue camino seguira des de el punto de partida hasta el punta
de llegada?
Hay un camino que aparentemente es el mas directo y el mas
seguro. Consiste en sopesar uno por uno y examinar detallada-
mente los argumentos que utiliza el pragmatismo, y en poner
en evidencia la tara que los vicia, que los hace inadecuados para
justificar la tesis que estan destinados a demostrar.
Este metoda no fue del agrado del autor; tal vez haya que
lamentarlo. Nos hubiera gustado verle atacar la doctrina contra-
ria de frente, cuerpo a cuerpo, y no dando un rodeo. Sobre todo,
nos hubiera gustado que citara y nombrara a los defensores de
esta doctrina; los matematicos y fisicos cuyos nombres mencio-
na constantemente su pluma no se hubieran sentido ofendidos
por aparecer junto aellos. Es posible que los fil6sofos u hombres
de ciencia pura no compartan todas las opiniones de E. Le Roy,
por no mencionar aotros; pero Le Roy ha hecho sus experimen-
tos junto aunos y aotros, y todos Ieconsideran uno de los suyos.
Sea cual sea, no perdamos mas tiempo elogiando el camino
que Roy no quiso seguir, yvayamos con el por el camino elegido;
preguntemosle de entrada que nos indique cual es ese camino
(pp. u-ur):
EI metoda elegido no podia ser otro que hacer una encues-
ta entre los fisicos contemporaneos, Y esa tarea me la facilitaba
especialmente el hecho de que algunos fisicos -y delos mas nota-
bles- se ocupan actualmente de la filosofia de la fisica, atribu-
yendo a esta palabra el sentido, casi positivista, de un punto de
416 El valor de la teoriajisica
El valor de la teoria fisica 417
vista general, sintetico y critico sobre los grandes problemas que
encierra una ciencia, sobre su metoda y su futuro.
Lo unico que me faltaba para lograr mi objetivo era buscar
las opiniones que actualmente sostienen los fisicos acerca de la
naturaleza y la estructura de su ciencia, e intentar presentar su
desarrollo sistematico, siguiendo a quienes se habian dedicado
especialmente a estas cuestiones y me parecia que las habian
expuesto de la forma mas completa y clara posible.
Buscar en las obras de determinados matematicos, mecani-
cistas y fisicos el pensamiento de sus autores acerca del valor
de las teorias fisicas; reunir y formular con claridad las opinio-
nes que en esas obras muchas veces aparecen dispersas 0sobre-
entendidas; constatar que todas estas opiniones, a pesar de las
diferencias aveces muy profundas que las separan, convergen en
una misma proposici6n, y que esta proposicion es, por ultimo,
la afirmaci6n de la creencia en una teoria fisica cuyo valor es
un valor de conocimiento, y no solamente una utilidad practica:
esta es la labor de investigaci6n que ha llevado a buen termino
Rey, con tanto talento que nos hace olvidar hasta que punto ha
debido ser una tarea laboriosa.
lTiene esta encuesta el alcance que su autor le atribuye? lEs
adecuada para dar una solucion convincente al problema plan-
teado? Hay que observar, de entrada, que es una encuesta extra-
ordinariamente parcial, y que no podria ser de otra manera. For-
zosamente, el numero de estudiosos consultados en esta especie
de encuesta es minima respecto a la gran cantidad de estudio-
sos que no han sido escuchados. Aunque esta especie de referen-
dum entre fisicos fuera mas completo, no constituiria aun una
prueba. Las cuestiones de 16gica no se solucionan teniendo en
cuenta la mayoria delos votos emitidos. En efecto, quienes sededi-
can a la practica de la fisica, incluso con el mayor exito, quienes
alcanzan la fama por sus brillantes descubrimientos lno pue-
den equivocarse totalmente respecto al objetivo y al valor de la
ciencia ala que han consagrado su vida? lAcaso Cristobal Co16n
no descubri6 America creyendo que llegaba alas Indias? lY aca-
so uno de los temas favoritos del pragmatismo no es la ilusi6n de
muchos hombres de ciencia sobre la naturaleza exacta delas ver-
dades que descubren? lNo suscribe la frase de Maurice Blondel,
tan energica en su extrafia formulaci6n: Laciencia no conoce 10
que conoce tal como 10conoce-?
Rey, por otra parte, sabe perfectamente que, para conocer el
verdadero valor de la teoria fisica, no basta organizar un plebisci-
to entre fisicos. Dejando de lado la multitud laboriosa que puebla
los laboratorios, solamente ha tenido en cuenta la opinion deaque-
llos que han vivido algo apartados de esa confusion y que, desde
10alto de -pequenas colinas lejanas, han podido contemplar el
movimiento general de esta lucha por la verdad. De modo que
el autor s610ha tenido en cuenta la opinion de los hombres que,
respecto al valor delas teorias fisicas, no han dependido dela con-
fianza ciega del investigador, sino que han sometido este valor a
una severa critica antes de darle credito, Por consiguiente, la opi-
ni6n de esos hombres no tenia para Rey el mismo valor que la
opinion de cualquier cientifico, sino que le otorgaba un peso muy
especial. lDe d6nde podia proceder ese peso sino del analisis logi-
co que habia transformado una tendencia instintiva en una con-
viccion razonada? Es decir, no basta recoger la opinion deun logi-
co de la flsica y constatar que esa opinion es favorable alas tesis
del autor; hace falta ademas examinar detalladamente la serie
de deducciones que han servido para justificar esta opinion, que
tiene tanto valor como esos razonamientos. Rey no ha ignorado la
necesidad de semejante critica, pero lha sido siempre en su obra
tan severa y minuciosa como hubiera podido serlo? La alegria de
recoger una conclusion que coincide con las aspiraciones del autor
lno leha impedido aveces percibir las lagunas que separaban esta
conclusion de las premisas? No nos atreveriamos a afirmarlo.
418 El valor de la teorta fisica
II
Antes de recoger la opini6n de los fisicos 0, mejor dicho, de
los 16gicos de la fisica, Rey los clasifica. El criterio que sirve para
designar la categoria en la que hay que situar acada uno selapro-
porciona la actitud adoptada respecto al mecanicismo.
Tres son las actitudes posibles respecto alas teorias mecani-
cas de la materia: la actitud hostil, la actitud simplemente expec-
tante 0critica y la actitud favorable.
La actitud hostil es la que caracteriza, en primer lugar, aMac-
quorn Rankine, despues aErnst Mach y Ostwald y, finalmente, al
que firma estas paginas.
La actitud simplemente critica y expectante es la de Henri
Poincare.
En cuanto alaactitud favorable al mecanicismo, es mas dificil
encontrar representantes que, antes deadoptarla, hayan analizado
las razones que tienen para preferirla acualquier otra, yen quienes
esa actitud sea consciente y reflexiva y no instintiva y espontanea.
Paraexponer lateoria mecanicista, escasi imposible (p. 233) seguir
el mismo metoda que ha sido utilizado para las otras concepciones
de la fisica. En efecto, esas concepciones habian sido expuestas de
forma explicita por uno 0varios desus seguidores. Mediante el ana-
lisis delos trabajos deesos estudiosos, era posible definir completa-
mente el espiritu general desus escuelas. Pero en el caso del meca-
nicismo, todo es diferente. Deentrada, es una doctrina mas plastica
y es casi imposible recoger todos sus matices, cosa que no debe
asombrarnos si tenemos en cuenta la gran cantidad deseguidores.
Ademas, por 10que se, no hay nadie que sehaya propuesto definir y
exponer enteramente la teoria de la fisica mecanicista. Parece tan
natural, gracias alatradici6n, queno sepiensa en analizarla.s
Y sin embargo, es preciso analizarla, aunque s610sea para
precisar con toda nitidez las lineas de separaci6n que Rey ha tra-
zado entre las distintas escuelas de fisicos.
El valor de la teoria fisica 419
lQue entendemos exactamente por mecanicismo? lPodriamos
definirlo como una doctrina que se prop one representar todos los
fen6menos fisicos por medio de sistemas que se mueven de acuer-
do con los principios de la dinamica 0, para ser mas precisos, de
acuerdo con las ecuaciones de Lagrange? En ese caso sabremos
exactamente 10que hay que entender por fisica mecanicista, aun-
que sepueden establecer dos subapartados. En uno se admite que
los cuerpos separados unos de otros pueden ejercer entre si fuer-
zas de atracci6n 0 de repulsi6n: es la fisica mecanicista de New-
ton, de Boscovich, de Laplace y de Poisson. En el otro, no se admi-
te ninguna fuerza que no sea una fuerza de uni6n entre dos
cuerpos contiguos: es la fisica mecanicista de Heinrich Hertz.
Este sentido tan preciso de la palabra meoanicismo. no es
el que se desprende de la obra de Rey. Este autor situa entre los
mecanicistas a autores como J .-J . Thomson 0 J ean Perrin, para
quienes los sistemas cuyos movimientos deben representar las
leyes de la fisica no estan regidos por las ecuaciones de la dina-
mica sino por las ecuaciones de la electrodinamica. Esos fisicos
no son mecanicistas, al menos en el sentido estricto que acaba-
mos de dar a esa palabra; son mas bien electrodinamistas.
Parece, pues, que para Rey la palabra mecanicismo- tiene
un sentido extraordinariamente amplio. Intentemos delimitarlo
con mas precisi6n.
Si buscamos 10que tienen en comun las teorias, muy nume-
rosas y dispares entre si, que Rey reune bajo el nombre de meca-
nicismo, he aqui 10que nos encontramos: en todas esas teorias,
se intenta representar las leyes fisicas por medio de grupos de
cuerpos s6lidos semejantes por sus dimensiones a los cuerpos
que podemos ver y tocar, que podemos esculpir en madera 0 en
metal; tanto si estan formados de moleculas como de atomos, de
iones 0 de electrones, los sistemas cuyo movimiento describe el
te6rico, apesar de su extrema pequefiez, estan concebidos como
si fueran analogos a los majestuosos sistemas astron6micos. Asi
pues, todas estas especulaciones se parecen en 10siguiente: quie-
420
El valor de la teoriajisica 421
El valor de la teoriajisica
ren reducir todas las propiedades que observamos en lanatura-
leza a combinaciones de formas y de movimientos, sometidas a
lainfluencia denuestra imaginaci6n. Es 10que sedesprende cla-
ramente del titulo que atribuye Reyal cuarto libro desu obra: Les
Continuateurs du Mecanisme: Leshyphotesesjiguratives.
Resulta asi nitidamente caracterizada laclasificaci6n que Rey
establece entre las distintas escuelas defisicos. E inmediatamen-
teanadire, si seme permite, que esta clasificaci6n no me parece
lamas adecuada, teniendo en cuenta el problema para cuya reso-
luci6n el autor ha hecho la encuesta. En efecto, se trata de una
encuesta que puede crear una inextricable confusi6n entre ese
problema y otro que, por ser pr6ximo al primero, no por ello deja
de ser esencialmente distinto. La cuesti6n ala que nos propone-
mos dar respuesta es lasiguiente: ~lasteorias fisicas son simples
medios de actuar sobre lanaturaleza 0bien, ademas de su utili-
dad practica, debemos atribuirles un valor de conocimiento? No
vayamos aconfundir eseproblema con eseotro: ~hadeser meca-
nicista lafisica? 0, hablando con mas precisi6n, con esa otra cues-
ti6n: ~esnecesario que todas las hip6tesis delafisica seresuelvan
en proposiciones relativas alos movimientos de pequefios cuer-
pos susceptibles deser representados eimaginados? 0, por el con-
trario, Wene la fisica el derecho de razonar acerca de propieda-
des capaces de ser concebidas, pero que no se pueden reducir a
movimientos de sistemas que sepuedan dibujar y esculpir?
No cabe duda de que lahistoria del desarrollo cientifico y el
estudio psico16gico delainteligencia delos fisicos permiten esta-
blecer muchas semejanzas entre las soluciones que las distintas
escuelas proponen aestos dosproblemas; pero tampoco cabe duda
de que estos dos problemas no son esencialmente independien-
tes entre si, de que la soluci6n aun problema adoptada por un
fisico no determina en absoluto, por necesidad 16gica, lasoluci6n
que vaya aadoptar para el otro.
Veamos dos ejemplos que establecen con toda claridad esta
independencia entre los dos problemas.
~Hayalguna fisica que tenga menos pretensi6n de saber, que
sea mas pura y claramente utilitaria que esa fisica inglesa en la
que las teorias desempefian un simple papel de modeLos, sin nin-
gun vinculo con larealidad? ~Noes estalafisicaque sedujo inme-
diatamente a Poincare cuando estudiaba la obra de Maxwell, y
que leinspir6 paginas celebres donde las teorias fisicas eran con-
sideradas tan s610instrumentos c6modos para la investigaci6n
experimental? ~Noson estos vibrantes prefacios del ilustre pro-
fesor delaSorbona los que suscitaron en Francia lacritica prag-
matica de la fisica, contra la que Rey clama hoy en dia? Y sin
embargo, esta fisica inglesa es completamente mecanica; utiliza
tan s610las hip6tesis imaginativas.
Por el contrario, de todas las doctrinas fisicas, laque seneg6
con mas rotundidad areducir todas las propiedades delos cuer-
pos a combinaciones de figuras gecmetricas y de movimientos
locales fuesin duda lafisicaperipatetica. Y sin embargo, ~hahabi-
do alguna fisica que haya reivindicado con mas firmeza el titulo
de ciencia de 10real?
De modo que nos parece que estas dos preguntas ~tiene la
teoria fisicavalor deconocimiento? ~debelateoriafisicaser meca-
nicista? constituyen dos problemas 16gicamente independientes.
Hemos insistido en esta independencia, ya que podria ser facil-
mente ignorada pOI'ellector dela Theorie de LaPhysique, si es que
no 10ha sido incluso por el propio autor. Parece, en efecto, que
Rey considera la mecanica una doctrina que tiene como conse-
cuencia necesaria una absoluta confianza en el valor objetivo
delas teorias delafisica. Escuchemosle (p. 237):
Lacuesti6n de probar la objetividad de lafisica ni siquiera
seplantea aqui. Laobjetividad delafisica es el punto departida,
el postulado necesario. Nocabe en el mecanicismo lamenor duda
sobre este punto, la menor incertidumbre, la mas minima posi-
bilidad de contingencia.
Sigue diciendo Rey (pp. 254-256): El gran problema, que ha
habido que resolver para mantener la objetividad de lafisica, el
422 El valor de la teoriajisica El valor de la teoria fisica 423
obstaculo que ha habido que superar con dificultades y sin que la
solucion satisfaga siempre del todo ha sido unir los dos extremos
de la cadena despues de haberla roto.
El mecanicismo no tiene esta preocupacion. No existe para
el ese problema, ya que ha conservado pura y simplemente la tra-
dicion del Renacimiento y el pensamiento de Galileo, de Des-
cartes, de Bacon y de Hobbes.
El mecanicismo se construye sobre el terreno solido dela uni-
dad profunda de 10 inteligible y de la experiencia, de 10pensable
y de 10 representable, de 10 racional y de 10 perceptible.
Ahora bien, esta identidad basica de 10real y de 10inteligible,
esta adaequatio rei et intellectus, lacaso no es el postulado primero
y la formula esencial del peripatetismo, es decir, de la mas rea-
lista y la mas objetiva, pero al mismo tiempo la menos mecani-
cista y la mas cualitativa de las fisicas?
El vinculo indisoluble que Reypiensa establecer entre el meca-
nicismo y la creencia en el valor objetivo de las teorias nos pare-
ce, por tanto, una confusion. Y esta confusion engendra otras.
El mecanicismo plantea (pp. 235-241), Y es la base inque-
brantable de la que pueden deducirse todas las otras caracteris-
ticas, una continuidad directa einmediata entre la experiencia y
la teoria ... Lateoria procede enteramente dela experiencia, y pre-
tende ser el calco del objeto. Es el objeto empirico el que la fun-
damenta, la modela, le da sus principios, su direccion, su desa-
rrollo paso apaso, sus resultados y su confirmacion. Nohay nada
en la fisica teorica que no este basado en la experiencia, que no
proceda directamente de ella y que no este confirmado por ella.
Al menos es 10 que se pretende. Y cualquier hipotesis, por atre-
vida y general que sea, estara basada en la experiencia y sera esen-
cialmente una hip6tesis uerificable ...
AI mecanicismo tambien lerepugna cualquier generalizacion
que sea solamente una impresion del espiritu. Toda generaliza-
cion ha de ser concebida bajo el impulso directo y en cierto modo
necesario de la experiencia. Sedebe generalizar cuando la expe-
riencia no nos permite hacer otra cosa, cuando lanaturaleza prac-
ticamente generaliza por nosotros. Una buena generalizacion, que
no es una ficcion peligrosa de la imaginacion, sera la extension
natural que presenta la propia experiencia cuando se la hace
variar ...
Estas opiniones no han cambiado desde Newton aBerthelot
Y Rey recuerda, aeste respecto, la celebre frase de Newton: Hipo-
theses non fingo.
El metoda que Rey describe es efectivamente el metoda indue-
tivo que Newton defiende en el Scholium generale con el que con-
cluye ellibro delos Principia. Ahora bien leste metoda es, tal como
pretende nuestro autor, labaseinquebrantable del mecanicismo?
lAcaso 10formula Newton en el prefacio de algun tratado de flsi-
ca mecanicista? Al contrario. Newton enuncia las reglas de la fisi-
ca inductiva para oponerlas, como una barrera infranqueable, a
quienes lereprochan que admita la atraccion universal como una
cualidad oculta, y que no la explique mediante combinaciones de
figuras y de movimientos. Las hipotesis que se niega aimaginar
son hipotesis mecanicas sobre la causa de la gravedad, parecidas
alas que imaginan Descartes 0Huygens. Si selee con atencion ese
Scholium generale, no cabra duda; y menos dudacabra aun cuan-
do se constate, con la ayuda dela correspondencia de Huygens, el
escandalo que suscito el metoda deNewton para el tratamiento de
lafisica entre los mecanicistas desu epoca: Huygens, Leibniz, Fatio
de Duilliers. Y las dudas desapareceran del todo si se examina el
prefacio, desarrollo admirable del Scholium generale, con el que
Cotes encabezo la segunda edicion de los Principia.
Hace pocos alios, un geornetra, demasiado tempranamente
arrebatado alaciencia, formulaba denuevo con tanta fuerza como
claridad las reglas del metoda inductivo newtoniano. lEra un tra-
tado de fisica mecanicista 10 que Gustave Robin pretendia com-
poner al seguir este metodo? No. Era un curso de termodinami-
ca del que quedaba rigurosamente excluida cualquier hipotesis
mecanica.
424 El valor de Lateoria fisica
Demos, pues, por verdadero que no existe ningun vinculo
necesario entre el metoda inductivo defendido por Newton y la
concepci6n mecanicista de la fisica. Para los mecanicistas, ese
metoda ha sido mas a menudo un obstaculo que una ayuda. Se
puede criticar (como yahemos hecho) el metodo puramente indue-
tivo y se puede intentar probar que es basicarnente impractica-
ble, pero en cualquier caso esta critica ha de distinguirse clara-
mente de la critica del mecanicismo. Los resultados de una no
interesan demasiado a la otra; el rechazo del metodo newtonia-
no no implica el derrumbamiento de las teorias mecanicistas; la
adopci6n de ese metoda no garantiza el triunfo de estas teorias.
Una confusi6n engendra facilmente otra; dela que acabamos
de aclarar surge una segunda, que intentaremos disipar asu vez:
Enla teoria mecanicista (p. 251), la continuidad entre lafisica
experimental y la fisica te6rica es tan completa como se pueda
imaginar. No existe ni siquiera la posibilidad de distinguirlas:
experiencia y teoria se implican y, finalmente, se identifican.
Sabemos (p. 257) en que consisten integramente los elemen-
tos figurados que el mecanicismo convierte en la base de la fisica
te6rica. De ahi viene el nombre de mecanicismo: son elementos
que ya han sido estudiados por la mecanica y por las ciencias que
la mecanica supone, la ciencia del numero y la geometria. Espa-
cios y tiempos homogeneos, desplazamientos, fuerzas, velocidades,
aceleraciones, masas: esas son las figuras y las representaciones
con las que nos proponemos hacer inteligible el universo fisico.
Acabamos de ver por que la fisica, desde hace tres siglos, desem-
boca siempre en esos elementos, en esos mismos elementos y's610
en esos elementos ... No hay mas conocimiento que el que la expe-
riencia nos impone. Y puesto que hasta ahora la experiencia ha
hecho que nos ocupemos deesos elementos, puesto que cualquier
representaci6n, cualquier percepci6n sensible se puede descom-
poner en estos elementos y recomponer apartir de estos elemen-
tos, puesto que el analisis y la sintesis son objetivamente repre-
sentables gracias aellos yno son objetivamente representables mas
El valor de la teoria fisica 425
que mediante ellos, tenemos el derecho y la obligaci6n de conver-
tirlos en los elementos primordiales de la teoria fisica.
Es cierto que las nociones con las que se construyen las teo-
rias mecanicistas, es decir, lafigura y el movimiento, estan direc-
tamente proporcionadas por la experiencia. Pero no es menos cier-
to que la experiencia tambien nos proporciona directamente otras
nociones: por ejemplo, 10claro y 10oscuro, 10rojo y 10azul, 10
caliente y 10frio. Por ultimo, tambien es cierto que la experiencia,
con sus propios recursos, no establece ninguna relaci6n entre
estas nociones y aquellas, sino que nos hace ver que las ultimas
son radicalmente distintas de las primeras, esencialmente hete-
rogeneas.
El punto de partida de las teorias mecanicistas se encuentra
en esta afirmaci6n: las nociones de la primera categoria corres-
ponden solamente aobjetos simples eirreductibles, las dela segun-
da categoria corresponden arealidades complejas que pueden y
deben reducirse a conjuntos de figuras y de movimientos.
Semejante afirmaci6n evidentemente trasciende a la expe-
riencia; la experiencia por si sola, sin ninguna ayuda extern a,
no puede hacer nada ni afavor ni en contra de esta afirmaci6n.
Para que pueda establecerse un contacto entre esa proposici6n
y la experiencia, hace falta un intermediario. Ese intermediario
es el conjunto delas hip6tesis que sustituyen alas nociones decla-
ridad, de rojo, de azul, de caliente, combinaciones de ideas mas 0
menos complejas que proporcionan la geometria y la meoanica.
Entre los datos inmediatos de la observaci6n y los enunciados de
la teoria mecanicista, no existe pues continuidad inmediata; el
paso de unos aotros s61010garantiza la operaci6n arbitraria que
crea agrupaciones de atornos y de moleculas, que imagina vibra-
ciones, carreras y choques alli dondenuestros ojos no yen mas que
objetos mas 0menos iluminados y diversamente coloreados, alli
dondenuestras manos s610tocan cuerpos mas 0menos calientes.
Una teoria asi esta mucho menos autorizada aconsiderarse una
continuaci6n directa yforzosa delaexperiencia que una teoria como
426 427 El valor de la teoria fisica El valor de la teoria flsica
laenergetica, para laquelaluz siguesiendo luz yel calor siguesien-
docalor, quesigueconsiderando queestas cualidades son distintas
delafigura ydel movimiento, porque laobservacion nos las mues-
tra distintas de lafigura y del movimiento; y que, sin obligarlas a
una reduccion que la experiencia no ha manifestado, se limita
asefialar, por medio deuna escala numerica, las diferentes inten-
sidades deiluminacion 0las diferentes temperaturas.
Esta profunda fisura, que separa las cualidades directamen-
teobservables de las magnitudes geometricas y mecanicas alas
que sepretende reducirlas, otorga alas teorias mecanicistas una
caracteristica tan esencial y tan evidente que todos los adversa-
rios del mecanicismo han visto en ella el punto debil, el defecto
delacoraza adonde debian dirigir sus ataques. El reproche cons-
tante que dirigen ala doctrina que quieren destruir es que, para
llenar esa fisura abierta, hace falta combinar arbitrariamente las
disposiciones mas complejas, acumular las masas ocultas y los
movimientos ocultos. Lafamosa frase de Newton hipotheses non
Jingo significa precisamente que no estaba dispuesto aempren-
der esta labor.
Creemos que hay que aclarar una ultima confusion:
Losespiritus abstractos -dice Rey (p. 379)- estan mejor do-
tados para ordenar 10yaadquirido, los conocimientos bien asenta-
dos; otorgan alaciencia el rigor logicoylaexactitud racional. Los
segundos, los imaginativos estan, por el contrario, mejor dotados
para descubrir; a ellos debemos sobre todo, y la historia de las
ciencias nos 10conflrmara facilmente, lamayor parte delas cosas
que hemos aprendido. Enseguida vemos que las teorias energe-
tistas son obra dequienes poseen el primer tipodeespiritu, y seran
muy utiles para clasificar y utilizar laciencia adquirida. Las teo-
rias mecanicistas son obra deespiritus decaracter concreto y sir-
yen principalmente para la investigacion y el descubrimiento.s
El metodo energetico seria, por tanto, basicamente un meto-
do de exposicion; el metodo mecanico seria propiamente el me-
todo de lainvencion,
Esta hipotesis ha cautivado amuchos de quienes sededican
areflexionar sobre lateoria fisica. Reycree que esfacil justificarla
por medio delahistoria; en efecto, lacuestion desaber que valor
tiene es una cuestion de tipo historico. Yocreo que si se consul-
tara con todo cuidado eimparcialidad la historia, nos encontra-
riamos con que esta hipotesis carece de fundamento.
Noes que pretenda quelas teorias mecanicistas no han suge-
rido nunca un descubrimiento; seriafacil desmentir estapretension
aduciendo ejemplos. Y,por otra parte, lainvencion no permite que
se la someta areglas absolutas. lExiste alguna suposicion, por
extrafia eirracional que nos parezca, delaque pueda decirse que
no ha sugerido ni sugerira jamas un descubrimiento?
Seoyedecir queel mecanicismo no tuvo en el pasado lafecun-
didad brillante que seIeatribuye. Setrata deuna ilusion. Muchi-
simos descubrimientos han sido realizados por fisicos que profe-
saban firmemente los principios de las teorias mecanicistas.
Inmediatamente despues seadmite queson esos principios los que
les han sugerido sus geniales descubrimientos. Un estudio atento
delaobra deesos fisicos muestra casi siempre queesa conclusion
no es valida. Por 10general, no son los metodos mecanicistas los
que les han desvelado las verdades con las que han enriquecido
laciencia, sino el espiritu decomparacion ydegeneralizacion, una
gran cantidad deconsideraciones con las quenada tenian que ver
las doctrinas del mecanicismo. En vez de ser las combinaciones
de figuras y de movimientos las que les facilitaron el trabajo de
invencion, casi siempre fue acosta de grandes dificultades como
consiguieron construir sistemas capaces de adaptarse mal que
bien alas verdades que habian descubierto apesar de su filoso-
fiamecanicista. Nos podria servir de ejemplo laobra, ya bastan-
teremota, deDescartes 0deHuygens, asi como laobra mas recien-
tede Maxwell 0 delord Kelvin.
Demodo que, si se quieren resaltar las ventajas del metodo
mecanicista sobre el metodo energetista, hay querenunciar ainvo-
car tanto una continuidad mas perfecta con los datos dela expe-
428 El valor de Lateoriajisica
riencia, como una capacidad mayor para provo car la invencion.
Hay dos ventajas, y solo dos, que pueden ser tenidas en cuenta
legitimamente.
En primer lugar, y esta ventaja no puede ser cuestionada por
nadie, las nociones, supuestamente primeras e irreductibles
por medio de las que el mecanicismo construye sus teorias, son
muy poco numerosas, menos numerosas que en cualquier doctri-
na energetista. EI mecanicismo cartesiano solo utiliza la figura y
el movimiento; el atomismo admite la figura, el movimiento y la
masa; el dinamismo newtoniano le afiade solamente la fuerza.
En segundo lugar, las combinaciones de pequefios cuerpos
por los que el mecanicismo sustituye las cualidades directamen-
teproporcionadas por laexperiencia difieren delos simbolos pura-
mente numericos, que el energetismo utiliza para sefialar la inten-
sidad de esas mismas cualidades, en que esos edificios sepueden
dibujar y esculpir. Esta ventaja no tiene la misma importancia
para todo el mundo: los espiritus abstractos no la aprecian dema-
siado, pero los espiritus imaginativos, que son los mas numero-
sos, la consideran de enorme importancia.
Con esas nociones tan reducidas, a las que pueden acceder
facilmente los espiritus que, segun Pascal, tienen mas amplitud que
fuerza, el mecanicismo pretende representar las leyes de la fisica
tan bien como pueda hacerlo el energetismo. lEsta justificada esta
pretension? Setrata de una cuestion que deben debatir los fisicos;
la opinion acerca del valor de conocimiento que se puede atribuir
ala teoria fisica no debe intervenir en esta discusion.
III
Dejemos, pues, delado eseexamen del mecanicismo yvayamos
al problema que constituye el objeto esencial delatesis deA.Rey.
El valor de la teoriajisica 429
Empecemos formulando claramente el problema: sera el
medio mas segura de no equivocarnos respecto al alcance exac-
to de los argumentos del autor.
La experiencia, nadie 10 duda, nos ensefia verdades; se bas-
taria por si sola para reunir un conjunto de juicios sobre el uni-
verso, y ese conjunto constituiria el conocimiento empirico.
Lateoria se apodera delas verdades descubiertas por la expe-
riencia y las transforma y organiza en una doctrina nueva, que es
lajisica racional ojisica teorica.
lCua! es exactamente la diferencia entre la fisica teorica y
el conocimiento empirico?
lEs la teoria un simple artificio que hace que las verdades del
conocimiento empirico sean mas faciles demanejar, que nos per-
mite hacer de ellas un uso mas rapido y mas provechoso en nues-
tra accion sobre el mundo exterior, pero que no nos ensefia nada
de este mundo que no nos haya ensefiado ya la experiencia por si
sola?
opor el contrario, lnos ensefia la teoria algo respecto a la
realidad que la experiencia no nos ha ensefiado ni podria ense-
fiarnos, algo que va mas alla del conocimiento puramente empi-
rico?
Si hay que responder afirmativamente a esta ultima pregun-
ta, diremos que la teoria fisica es verdadera, que tiene un valor de
conocimiento. En cambio, si hay que responder afirmativamente
a la primera, deberemos decir tarnbien que la teoria flsica no es
verdadera, sino simplemente comoda, que no tiene ningun valor
de conocimiento, sino solamente un valor practice.
Para zanjar esta cuestion, Rey hizo una encuesta entre los
hombres de ciencia que examinaron atentamente el valor de la
teoria fisica. Veamos el resultado de esta encuesta.
La primera opinion recogida es la de Rankine, que se resu-
me asi (p. 65): Laexperiencia, para proporcionar las bases soli-
das y tangibles de la ciencia, para construir una ciencia que sea
un conocimiento; el matematismo, para que se puedan deducir
430 El valor de la teoriajisica
con rigor todas las consecuencias de la experiencia, afin de pre-
verlas de una forma precisa, para que todos los conocimientos
adquiridos sepuedan utilizar con garantia para el descubrimiento
de conocimientos nuevos, Parece que Rankine afirma de forma
inequivoca que la obra te6rica llevada a cabo por el matematis-
mo s610tiene un valor de comodidad mayor, pero que no afiade
ningun conocimiento a10que la experiencia nos ha ensefiado.
Y sin embargo, hallamos en Rankine (p. 66) unentusias-
mo autentico por la ciencia en cuyo progreso trabaja, y una con-
fianza inquebrantable en los resultados obtenidos y en los que
cabe esperar que obtenga. No hay rastro alguno de escepticis-
mo, ni siquiera de agnosticismo en la obra del flsico Ingles. El
valor objetivo de la fisica esta por encima de la critica. Setrata
de una actitud que contrasta extrafiamente con los resultados de
la critica por la que Rankine asigna un objetivo puramente utili-
tario al matematismo te6rico.
Veamos ahora 10que dice Ernst Mach. La doctrina de Mach,
tan transparente, seresume enteramente en un principio, el prin-
cipio de la economia del pensamiento. El sabio austriaco formu-
la ese principio en los siguientes terminos: El objetivo de toda
ciencia es sustituir laexperiencia por las operaciones intelectuales
mas breves posibles. Es por esta raz6n por laque lafisica condensa
en primer lugar una infinidad de hechos, reales 0posibles, en una
ley unica; por la que, apartir de una gran cantidad de leyes, rea-
liza una sintesis, extraordinariamente concentrada, que denomi-
na teoria. Setrata (p. 103) de disponer en un orden sistematico
los hechos que se presentan y que hay que reconstruir por medio
del pensamiento, de formar un sistema tal que cada uno de esos
hechos pueda ser recuperado y restablecido con el menor gasto
intelectual Es imposible decir con mayor claridad que la obra
sistematica de la teoria no pretende de ningun modo aumentar la
dosis de verdad que la experiencia nos ha proporcionado, sino
que s610 aspira a lograr que el saber empirico nos resulte mas
facil de manejar y de asimilar.
El valor de la teoria fisica 431
Y sin embargo, si bien la critica 16gicaque Ernst Mach ha rea-
lizado con tanta sutileza y certeza le ha llevado a reducir la teo-
ria a un simple instrumento econ6mico, casi un medio mnemo-
tecnico, no parece que qui era contentarse con ese humilde papel
que le otorga. Rey interpreta su pensamiento en los siguientes ter-
minos (p. 105): Lasintesis unitaria de los conocimientos flsicos
ala que tiende la ciencia en su desarrollo formal no tiene un sim-
ple valor de economia y de coordinaci6n arm6nica. No es la coro-
naci6n estetica de la obra cientlfica. En efecto, parece que para
E. Mach la ciencia es mucho mas que esto, cuando proclama: No
se nos puede dar una concepci6n suficiente del mundo, sino que
debemos adquirirla. Y s610 dejando el campo libre a la inteli-
gencia y ala experiencia, cuando han de decidir por si solas, pode-
mos esperar aproximarnos, por el bien de la humanidad, al ideal
de una concepci6n unitaria del mundo, que es la unica compa-
tible con el ordenamiento de un espiritu bien constituido.
Tras haber recogido la opini6n de Rankine y de E. Mach, Rey
me honra recogiendo mi opini6n. No hablare de esa opini6n, que
quedara perfectamente explicada en estas paginas. Melimitare a
agradecer al autor el gran esfuerzo que ha hecho para poner en
orden las ideas que yo habia sembrado alos cuatro vientos. Habria
podido ahorrarse este esfuerzo si, en vez de consultar tan s610los
diversos articulos en los que habia intentado explicar mi doctri-
na, hubiera leido la obra en la que mi opini6n sobre la teoria
jisica, su objeto y su estructura se afirmaba s6lidamente.
Tras haber pasado revista alos adversarios del mecanicismo,
Rey consulta a quienes mantienen una actitud simplemente cri-
tica respecto a esta doctrina. Henri Poincare hablara en nombre
de todos ellos.
Rey se esfuerza con gran talento por establecer una perfecta
continuidad en las afirmaciones acerca del valor de la teoria flsi-
ca que Poincare habia formulado en distintas epocas, Tememos
que esta continuidad sea mas artificial que real. Creemos que, si
se entienden bien, las opiniones del ilustre matematico forman
432 El valor de Lateoria fisica
dos grupos separados por un abismo, y a primera vista las opi-
niones incluidas en cada grupo parecen contradecirse formalmente
entre sf. Pero lejos deconsiderarla una actitud irracional, nos pare-
ceque esta perfectamente justificada por una 16gicasuperior; ten-
dremos ocasi6n de demostrarlo inmediatamente.
El estudio delos fisicos ingleses, deMaxwell en especial, indu-
ce aPoincare acriticar los principios en los que se basan las teo-
rlas fisicas, y esta critica Ielleva aunas conclusiones, que formula
con la claridad que es habitual en el. Laexperiencia es la unica
fuente deverdad; s610ella puede ensefiarnos algo nuevo; s610ella
puede proporcionarnos la certeza Las hip6tesis en las que sebasa
la teoria fisica no son ni verdaderas ni falsas; son simplemente
convenciones comodas-. De modo que seria insensato pretender
que afiaden algun saber al conocimiento puramente empirico.
La critica 16gica que habia realizado con un rigor despiada-
do obligaba a Henri Poincare a llegar a esa conclusion absoluta-
mente pragmatica: la fisica te6rica no es mas que una coleccion
de recetas. Pero luego se revuelve contra esta proposicion y pro-
clama energicamente que la teoria fisica nos proporciona algo
mas que el simple conocimiento de los hechos; afirma que nos
hace descubrir las relaciones reales que existen entre las cosas.
Creo que esta es, en una breve sintesis, la historia de las opi-
niones de H. Poincare acerca del valor de la teoria fisica.
Veamos acontinuaci6n cuales son las opiniones de los segui-
dores del mecanicismo aprop6sito de esta misma cuesti6n.
lC6mo define Rey el espiritu del mecanicismo moderno, espi-
ritu fuertemente opuesto al del mecanicismo dogmatico que pro-
fesaban Descartes, Huygens y Laplace?
El mecanicismo (p. 225) ya no pretende dar una represen-
tacion ne varietur de su objeto, sino que se presenta, por el con-
trario, como un metoda de investigaci6n, de descubrimiento y de
progreso. Lo unico que pretende el mecanicismo es el derecho a
utilizar representaciones figurativas, modificables por supuesto,
amedida que la naturaleza se nos va revelando deuna forma mas
El valor de Lateoria fisica 433
completa ... La fisica mecanicista no exige actualmente la uni-
dad de un esquema mecanico; exige el derecho a utilizar esque-
mas mecanicos para la interpretacion y la sistematizaci6n de
los fen6menos fisico-quimicos.
Asi pues, el mecanicista realmente consciente de los avances
de su propio pensamiento, ya no nos ofrece combinaciones de
figuras y de movimientos para las realidades subyacentes alas
cualidades directamente percibidas; s610ve en ellas, utilizando
el terrnino acufiado por la escuela inglesa, modelos que le per-
miten una comprensi6n mas facil de los conocimientos ernpiri-
cos ya adquiridos, que Iefacilitan el descubrimiento de hechos
nuevos; no los considera mas que construcciones fragiles y pro-
visionales, cimientos sin ningun vinculo esencial con el monu-
mento que pretende terminar.
Y sin embargo, la conclusion que se desprende del analisis
del mecanicismo (p. 268) es el objetivismo deese sistema. El meca-
nicismo es, por asi decir, la creencia en la realidad de la teoria
fisica (cuando esta ha sido controlada), atribuyendo alas pala-
bras creencia y realidad el mismo valor que adquieren en esa otra
frase: la creencia en la realidad del mundo exterior.
El mecanicismo pretende encaminarse, atraves de conjetu-
ras insuficientes y err6neas, hacia la reproducci6n de la expe-
riencia fisica total. Al final, debemos tener la descripcion com-
pleta del universo material desde los fen6menos elementales que
constituyen su trama, hasta los detalles complejos bajo los
que aparece anuestros sentidos.s
La encuesta de Rey se detiene aqui. Podemos prolongarla por
nuestra cuenta einterrogar al propio Rey: la obra realizada le otor-
gasin duda el derecho aser escuchado en este debate. lA que con-
clusiones lehan llevado sus pacientes investigaciones en las obras
de los demas, y sus propias meditaciones?
Rey declara (pp. IV-V) que todos los fisicos admiten un fondo
deverdades necesarias y universales que crece continuamente, y
que ese fondo de verdad es el conjunto de los resultados pura-
434 El valor de la teoriajisica
mente experimentales. Admite que las teorias son tan solo ins-
trumentos de trabajo y de sisternatizacion, cosa que no supone
quitar importancia asu funcion, ya que de este modo resultan ser
el motor de todo descubrimiento y de todo progreso en la ciencia
flsica.
La teorla fisica -sigue diciendo (p. 354)- no tiene un valor
real por si misma, eindependientemente de la experiencia. Tan
solo tiene un valor metodologico ... Es el instrumento necesario
del fisico; un fisico no puede hacer fisica si no dispone deuna teo-
ria, sea cual sea.
Las teorias (p. 355) no pueden aspirar, al menos pOI'ahora,
mas que aun valor tecnico, utilitario, y no aun valor objetivo. La
teoria fisica, 0 mas bien la fisica teorica, conjunto de las teorias
fisicas que tienen una misma forma, es tan solo un organon.
Si las teorias fisicas son basicamente metodos (pp. 357-358),
se entiende muy bien que puedan ser multiples ... La multiplici-
dad, las divergencias no existen ni pueden existir entre los fisicos
mas que en el terreno de la hipotesis ... La hipotesis, asu vez, solo
tiene una funcion de metodo de investigacion. Las teorias fisicas
solo son multiples y divergentes en cuanto tienen ante todo un
valor metodologico y, gracias aesto, proceden de la libre decision
del espiritu, de la eleccion de la hipotesis sea cual sea el nombre
con que se la disfrace.
Nohay en fisica mas verdades que los hechos deexperiencia;
las teorias solo son medios de clasificacion einstrumentos de in-
vestigacion, demodo que lafisica puede utilizar simultaneamente
teorias distintas eincompatibles; lafisica teorica solo tiene un va-
lor tecnico yutilitario: estas son las conclusiones alas que conduce
logicamente lacritica deReydelos procedimientos que utiliza lafl-
sica y su examen de las distintas opiniones de los fisicos. lQue
pragmatista podria desear conclusiones que lefueran mas favora-
bles? lNo da la sensacion de que el autor abunda demasiado en el
sentido dequienes definen las teorias fisicas como recetas que pre-
tenden guiar nuestra accion sobre lanaturaleza, y 10consiguen?
El valor de Lateoriajisica 435
Sin embargo, lque mal interpretariamos el verdadero pensa-
miento del autor si nos limitaramos a recoger esas afirmacio-
nes! Lo convertiriamos en uno de los mas celosos defensores de
la filosofia de la accion, cuando en realidad su libro fue escrito
precisamente para responder al pragmatismo, y cuando la pro-
posicion que pretende justificar se formula en los siguientes ter-
minos (p. 359): Las ciencias flsico-quimicas tienen un valor real
de conocimiento. Por valor de conocimiento 0valor teorico entien-
do su valor en relacion con un conocimiento cada vez mas exten-
so y mas profundo de la naturaleza, y excluyo su valor en rela-
cion con la utilizacion practica de las fuerzas naturales.
Las opiniones de Rey que acabamos de reproducir textual-
mente expresan una parte del pensamiento del autor, pero solo
una parte; formulan las conclusiones que el autor seha visto obli-
gado a enunciar a consecuencia de su encuesta y de su estudio
critico. Setrata tan solo de la superficie de su doctrina, muy cla-
ra y aparente aprimera vista, pero sin ningun vinculo con el fon-
do mismo de su juicio; es un pensamiento adventicio eimpues-
to desde fuera. Por debajo de este pensamiento hay otro, que brota
espontanearnente de 10 mas intimo de su entendimiento. Y ese
pensamiento subyacente soporta impacientemente el peso del que
10recubre; protesta contra las afirmaciones que la critica logica
pretende imponerle, y el tono formal y preciso de estas afirma-
ciones no consigue ahogar los desmentidos que la naturaleza
les opone.
Yaen las primeras paginas (pp. IV-V) desu libro, Rey proclama,
con todos los fisicos, que existe un fondo deverda des necesarias
y universales que crece sin cesar; que este fondo deverda des esta
formado por el conjunto de los resultados experimentales. El
logico que hay en el sabe muy bien, sin embargo, que cualquier
resultado de experiencia es particular y contingente; pero la natu-
raleza protesta contra la logica y le grita que las verdades parti-
culares y contingentes reveladas al fisico por las observaciones
son las formas concretas bajo las que se le manifiestan las ver-
T
436 El valor de Lateoriajisica
dades necesarias y universales, aunque sus metodos no le per-
mitan contemplar cara a cara tales verdades.
La critica 16gicano consigue vel' en las teorias fisicas mas que
herramientas; ahora bien, un obrero utiliza la herramienta que le
conviene, la maneja como leplace yes libre derechazarla ycoger
otra: s610le guia la comodidad. Con tal de que el trabajo este bien
hecho, ique mas da cual ha sido el procedimiento elegido para
realizarlo! Lo mismo ocurre con las teorias fisicas. El fisico pue-
deconstruirlas arbitrariamente, puede cambiarlas cuando leparez-
ca, puede recurrir sucesivamente atodas las escuelas: hoy la ato-
mista, manana la dinamista y pasado manana la energetista. Con
tal de que invente, con tal de que descubra nuevos hechos, nadie
tiene derecho aacusarle deincoherencia, nadie puede reprocharle
sus cambios de opini6n.
Pero la naturaleza se rebela de nuevo contra estas ensenan-
zas dela critica: Lateoria fisica (p. 354) no es la sugerencia pura-
mente individual que cada estudioso puede utilizar 0 rechazar
segun le convenga ... Si existen actualmente muchas formas te6-
ricas, no se oponen entre si como se opone el sueno de un indi-
viduo al sueno de otro individuo; se oponen como la concepci6n
de una escuela a la de otra escuela, es decir, como algo que pre-
tende ser estable, que pretende unir alos espiritus en una misma
direccion.
lCon que derecho un procedimiento puramente tecnico pre-
tende imponerse a toda una escuela? lCon que derecho, sobre
todo, pretende ser adoptado universalmente, de manera que todos
los obreros del mundo esten obligados arealizar la misma tarea
de la misma manera? Y sin embargo, la teoria fisica no duda en
afirmar (p. 375) esta aspiraci6n a la unidad universal, ridicula si
no es mas que una herramienta, un organon: Lafisonomia actual
de la fisica no es la que presentara siempre. Todo induce a pen-
sar, pOI' el contrario, que s610 se debe a contingencias relativa-
mente transitorias. Las divergencias, incluso los enfrentamientos
que se observan entre las teorias fisicas, seiran atenuando amedi-
El valor de Lateoriajisica 437
da que lafisica avance. Nolos causa la naturaleza delaflsica, sino
la fase inicial de su desarrollo.
Ademas, cuando se leen las reflexiones de cualquier fisico
sobre la fisica, jarnas aparece la menor duda sobre la unidad pro-
funda de la ciencia y el acuerdo final de las teorias, al menos en
sus lineas generales. Todos dan pOI' supuesto que las divergen-
cias son solo temporales.
Adrnitamoslo. Supongamos que todas esas divergencias hayan
desaparecido y que se haya llegado finalmente a construir esta
teoria unica, aceptada pOI' todos, a la que aspiran los fisicos. Es-
ta teoria gozara del consenso universal, sin embargo, su esencia
no podra ser cambiada. Ahora bien, la critica logica nos ensena
que la teoria fisica no es basicamente mas que un medio de cla-
siflcacion, que no contiene ni una parcela de verdad que no le
haya sido aportada por la experiencia. Cuando todos los fisicos
hayan adoptado una misma teoria, en la que no falte ninguna ley
experimental, lque sera la fisica te6rica? Sera, y seguira siendo
siempre, tan s610el conocimiento empirico ordenado. El orden
se extendera a todo el conocimiento empirico y la forma de cla-
sificacion de la que procede este orden sera utilizada pOI'todos
los hombres de ciencia; no obstante, la fisica te6rica, mas facil de
manejar, mas practica que el conocimiento empirico, totalmente
bruto einorganico, no tendra mas valor de conocimiento que este.
Asi habla la critica, pero inmediatamente levanta la voz la
naturaleza para desmentirla:
Las teorias (p. v) constituyen el dominio de la hipotesis, es
decir ..., de las aproximaciones sucesivas a Laverdad; 10que supo-
ne una verdad ala que se aproximan cada vez mas ... Es legitimo
hablar de un espiritu homogeneo, ideal de las ciencias positivas:
promete ala vez una futura 16gicapositiva de las ciencias fisicas
y una filosofia humana de la materia y de su conocimiento.
La critica logica del metodo utilizado por la flsica y los testi-
monios delos fisicos ha llevado aRey ala siguiente afirmacion: la
teoria fisica no es mas que un instrumento apto para aumentar el
438
El valor de la teoriafisica
conocimiento empirieo; 10unico verdadero que hay en ella son los
resultados delaexperiencia. Pero lanaturaleza protesta contra este
juieio; declara que existe una verdad universal y necesaria, que la
teoria flsica, gracias a los incesantes progresos que la extienden
continuamente haciendola cada vez mas unitaria, nos da una per-
cepci6n deesta verdad cada vez mas perfecta, detal modo que cons-
tituye una verdadera filosofia del universo material.
IV
Lalectura delaobra deA. Rey nos ha mostrado que este autor
adopta, una tras otra, dos actitudes distintas y opuestas entre si:
una actitud reflexiva y critica, y una actitud instintiva y esponta-
nea. La reflexi6n critica Ie obliga a declarar que la fisica te6rica
s610conoce las verdades, forzosamente contingentes y particu-
lares, reveladas porIa experiencia, y que la teoria, simple instru-
mento de clasificaci6n y dedescubrimiento, no afiade ningun saber
al conocimiento puramente empirico. En cambio, la intuici6n ins-
tintiva y espontanea Ieempuja a declarar que existe una verdad
absoluta y universal y que, pOI' tanto, trasciende a la experien-
cia; que el progreso, en virtud del cualla teoria fisiea se vuelve
cada vez mas amplia y mas unitaria, se orienta hacia una per-
cepci6n de esta verdad, cada vez mas precisa y mas completa.
lVamos a declarar contradictorias y a condenar en nombre
de la logica esas dos opiniones opuestas de A. Rey? Desde luego
que no. No las condenaremos, como tampoco hemos condenado
las dos tendencias opuestas que hemos podido reconocer en el
pensamiento de los continuadores del mecanicismo, ni hemos
tachado de incoherentes las proposiciones de Poincare destina-
das tanto arechazar como aatribuir un valor objetivo ala teoria
fisica. En Mach, en Ostwald, en Rankine, en todos aquellos que
El valor de la teoria fisica 439
han explorado la naturaleza de la fisica teorica, hemos podido
observar esas mismas actitudes, que parecen ser contrarias entre
sf. Serla pueril pretender que en todo esto no hay mas que inco-
herencia y absurdo; por el contrario, es evidente que esta oposi-
cion es un hecho fundamental, esencialmente ligado ala natura-
leza misma de la teoria fisica, hecho que debemos lealmente
constatar y, si es posible, explicar.
Cuando el fisico, que centra su atenci6n en la ciencia que
construye, somete a un examen riguroso los procedimientos
que ha utilizado, descubre que no puede introducir nada en la
estructura del edificio, ni la mas minima parcela deverdad, si no
es la observaci6n experimental. De las proposiciones que pre-
tenden enunciar hechos experimentales, y s610de ellas, puede
decirse es verdadero 0 esjalso. De estas y s610de estas se puede
afirmar que no podrian admitir la falta de 16gica y que, de dos
proposiciones contradictorias, una al menos ha de ser rechaza-
da. En cuanto alas proposiciones introducidas porIa teoria, no
son ni verdaderas nijalsas, son solamente c6modas 0 inc6modas.
Si el fisico considera c6modo construir dos capitulos diferentes
de la fisica por medio de hipotesis que se contradicen, es libre de
hacerlo; el principio de contradieci6n puede servir para juzgar
sin apelacion 10verdadero y 10falso, pero no tiene ningun poder
para decidir 10que es util 0 inutil: De modo que obligar ala teo-
ria fisica a mantener en su desarrollo una unidad logica rigu-
rosa seria ejercer una tirania injusta einsoportable sobre la inte-
ligen cia del fisico.
Cuando, tras haber sometido la ciencia que estudia aese exa-
men minucioso, el fisieo toma conciencia de las tendencias que
dirigen la actuaci6n de su mente, reconoce inmediatamente
que sus mayores y mas profundas aspiraciones se yen decepcio-
nadas pOI'las desesperantes constataciones de su analisis. No. No
puede conformarse con vel' solamente en la teoria fisiea un con-
junto de procedimientos practices, un caj6n lleno de herramien-
tas. No puede creer que la teoria se limite a clasificar los conoci-
T
440
El valor de la teoria fisica
mientos acumulados por laciencia empirica, sintransformar para
nada la naturaleza de esos conocimientos, sin imprimirles un
caracter que laexperiencia por si sola no hubiera grabado. Si no
halIara en la teoria fisica mas que 10que su propia critica Ieha
hecho descubrir en ella, dejaria dededicar su tiempo ysus esfuer-
zos auna obra de tan escasa importancia. El estudio del metoda
jisico es incapaz de revelar aljisico la razon que le lleva a cons-
truir la teoriajisica.
Ningun fisico, por positivista que sea, se negaria a admitir
esta declaraci6n, pero sera preciso que su positivismo sea muy
riguroso, mas riguroso incluso que el que invoca Rey, para no ir
mas alla de esta declaraci6n, para no afirmar que sus esfuerzos
encaminados alograr una teorfa fisica cada vez mas unitaria y
mas perfecta son razonables, aunque la critica del metodo fisico
no haya podido descubrir laraz6n. Y Ieresultara muy dificil no
introducir esta raz6n en la exactitud de las proposiciones que
exponemos acontinuaci6n:
La teorfa fisica nos proporciona un cierto conocimiento del
mundo exterior, que no puede reducirse al conocimiento pura-
mente empirico. Este conocimiento no procede ni de la expe-
riencia, ni delos procedimientos matematicos que utiliza la teo-
ria, de modo que la disecci6n puramente 16gicade la teorfa no
podria descubrir lafisura por donde seha introducido en el edi-
ficio de la fisica. A traves de una via, cuya realidad no puede
negar el fisico, como tampoco puede describir su trayectoria,
este conocimiento deriva de una verdad diferente alas verda-
des que nuestros instrumentos son capaces de captar. EI orden
con el que lateorfa clasifica los resultados de la observaci6n no
halIa su total justificaci6n en sus caracteristicas practicas 0 este-
ticas; adivinamos ademas que es, 0 tiende a ser, una clasifica-
cion natural. En virtud de una analogia cuya naturaleza escapa
a la fisica, pero cuya existencia se impone como cierta al espi-
ritu del fisico, adivinamos que corresponde a un cierto orden
supereminente.
El valor de la teoria fisica 441
En resumidas cuentas, el fisico forzosamente debera reco-
nocer que seria irracional trabajar en pro del progreso de la teo-
riafisica si esta teoria nojuera el reflejo, cada vez mas nitido y mas
preciso, de una rnetafisica; la creencia en un orden, que trascien-
de a la fisica, es la unica razoti de ser de la teoria fisica.
Laactitud, unas veces hostil y otras veces favorable, que todo
fisico adopta ante esta afirmaci6n seresume en esa frase dePas-
cal: Tenemos una incapacidad de probar, invencible para todo
dogmatismo. Tenemos una idea de la verdad, invencible para
todo pirronismo.