Este documento analiza la relación entre las reformas constitucionales y el progreso social en América Latina. Argumenta que tradicionalmente se ha asumido una perspectiva instrumental en la que se espera que las reformas produzcan cambios sociales de manera directa, pero que es mejor adoptar una perspectiva constitutiva en la que los cambios son más sutiles y matizados. Aplica esta perspectiva al caso de la Constitución colombiana de 1991, señalando que ha habido una "constitucionalización de la vida cotidiana" que ha
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Este documento analiza la relación entre las reformas constitucionales y el progreso social en América Latina. Argumenta que tradicionalmente se ha asumido una perspectiva instrumental en la que se espera que las reformas produzcan cambios sociales de manera directa, pero que es mejor adoptar una perspectiva constitutiva en la que los cambios son más sutiles y matizados. Aplica esta perspectiva al caso de la Constitución colombiana de 1991, señalando que ha habido una "constitucionalización de la vida cotidiana" que ha
Este documento analiza la relación entre las reformas constitucionales y el progreso social en América Latina. Argumenta que tradicionalmente se ha asumido una perspectiva instrumental en la que se espera que las reformas produzcan cambios sociales de manera directa, pero que es mejor adoptar una perspectiva constitutiva en la que los cambios son más sutiles y matizados. Aplica esta perspectiva al caso de la Constitución colombiana de 1991, señalando que ha habido una "constitucionalización de la vida cotidiana" que ha
Este documento analiza la relación entre las reformas constitucionales y el progreso social en América Latina. Argumenta que tradicionalmente se ha asumido una perspectiva instrumental en la que se espera que las reformas produzcan cambios sociales de manera directa, pero que es mejor adoptar una perspectiva constitutiva en la que los cambios son más sutiles y matizados. Aplica esta perspectiva al caso de la Constitución colombiana de 1991, señalando que ha habido una "constitucionalización de la vida cotidiana" que ha
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Reforma Constitucional y Progreso Social: La Constitucionalizacin de la
Vida Cotidiana en Colombia
Esteban Restrepo En las ltimas dcadas, el constitucionalismo se ha expandido en forma espectacular a los ms diversos rincones del mundo. En efecto, las transiciones polticas en Europa Central y del Este, en varias naciones de Amrica Latina y, ms recientemente, en Sudfrica, se han caracterizado por la expedicin de nuevas cartas polticas que constituyen el hito fundamental del proceso de transicin y marcan el paso de regmenes autoritarios, caracterizados por la falta de garanta de los derechos humanos y de principios democrticos mnimos, a regmenes donde la defensa, proteccin y promocin del principio de dignidad humana y de los derechos fundamentales constituyen la piedra de toque del nuevo sistema poltico. En la mayora de los casos, la expedicin de nuevas cartas constitucionales ha estado acompaada por la creacin de cortes o tribunales constitucionales encargados de defender y proteger el orden constitucional recin creado. Para este efecto, la nueva constitucin confiere a las cortes el poder de declarar inconstitucionales aquellas normas legales que contravienen la constitucin y establece, adems, un sistema de acciones y procedimientos constitucionales especficamente dirigidos a una defensa rpida y eficiente de los derechos fundamentales. Los sistemas de control constitucional creados por el nuevo rgimen constitucional tienden a engendrar, usualmente, procesos de activismo judicial exacerbado caracterizados por la extensin de los valores, principios y derechos constitucionales a mbitos insospechados de la vida social y poltica. La premisa fundamental de estas erupciones de activismo judicial consiste en establecer un distanciamiento radical con un pasado autoritario, violento y antidemocrtico y afianzar, de manera igualmente radical, los fundamentos de un rgimen centrado en el respeto de 2 la dignidad humana y los derechos fundamentales. La fuerza y vehemencia que caracterizan a estas erupciones de activismo judicial progresista han determinado que algunos autores las califiquen como formas redentoras de adjudicacin constitucional, toda vez que sus objetivos primordiales consisten en convertir los compromisos plasmados en las nuevas normas constitucionales en una realidad efectiva y en evitar que el sistema poltico vuelva a incurrir en los vicios que caracterizaban al rgimen anterior. 1 Como se mencion ms arriba, varios pases de Amrica Latina han sido envueltos por la ola constitucional de los ltimos aos. Mediante la expedicin de nuevas constituciones o la reforma sustancial de las existentes, las naciones latinoamericanas han buscado marcar y afianzar transiciones hacia sistemas polticos ms justos y democrticos. De igual modo, varias de las transiciones marcadas por reformas constitucionales han estado acompaadas por episodios de activismo judicial de variada intensidad, segn el pas de que se trate. Al igual que en el caso de las transiciones ocurridas en otras regiones del mundo, las transiciones en Amrica Latina parecen estar fundadas en la expresin de una gran fe en el poder del derecho y, en especial, de las constituciones y de los derechos fundamentales all consagrados, de propiciar transformaciones hacia sociedades y regmenes polticos ms democrticos, libres e igualitarios. Sin embargo, tras varios aos de haber sido expedidas o reformadas, ni las constituciones latinoamericanas ni el activismo judicial que, con frecuencia, las ha acompaado, parecen haber cumplido con las transformaciones prometidas, como quiera que la situacin social, poltica y econmica de la regin no ha mejorado o ha empeorado sustancialmente. Una evaluacin de las nuevas cartas constitucionales y de la adjudicacin constitucional a la luz de la situacin actual de Amrica Latina podra llevar a concluir, en forma rpida y fulminante, que, en Latinoamrica,
1 Vase Bruce Ackerman, The Rise of World Constitutionalism, en Virginia Law Review 83 (1997): 771, p. 795. En un sentido similar, vase Ruti Teitel, Transitional Justice (New York: Oxford University Press, 2000), captulo 3 las reformas constitucionales estn destinadas al fracaso y que, por tanto, el cambio social hay que buscarlo por medios distintos al derecho. I. UN CAMBIO DE PERSPECTIVA En este ensayo me propongo sugerir un modo alternativo de evaluar los resultados de las reformas constitucionales en Amrica Latina y, en especial, una aproximacin distinta a la relacin entre adjudicacin constitucional y cambio social. A mi juicio, la relacin entre reforma constitucional y progreso social tiende a establecerse conforme a un modelo de causalidad directa que, a su turno, responde a una concepcin instrumental del derecho. Segn este modelo, las reformas constitucionales y la jurisprudencia de las cortes o tribunales constitucionales son evaluadas a partir de una perspectiva que busca establecer si existen cambios sociales que puedan ser atribuidos, de manera directa, a los objetivos cuyo logro se persigui mediante la expedicin de la reforma o el fallo en cuestin. As, una reforma constitucional o la jurisprudencia de una corte constitucional se estiman exitosas si han cumplido con los objetivos que motivaron su expedicin y produjeron los cambios sociales asociados con los mismos. En este sentido, las normas constitucionales y las decisiones judiciales son concebidas como instrumentos a disposicin de los constituyentes y los jueces, quienes las manejan y dirigen a su antojo, de manera clara y transparente, para producir aquellos resultados sociales claramente predeterminados en sus mentes. En lo que sigue, sugiero la sustitucin de la visin instrumental de la relacin entre reforma constitucional y progreso social por una concepcin ms constitutiva de la misma, conforme a la cual se estima que las reformas constitucionales y los fallos judiciales en materia constitucional producen cambios sociales de manera menos espectacular, ms sutil y
6. 4 ms matizada de lo que presupone el modelo de causalidad directa sobre el que se funda la perspectiva instrumental. En otras palabras, los resultados de las reformas o de la jurisprudencia constitucionales pueden desbordar las intenciones de los constituyentes y de los jueces, producirse en mbitos no previstos por stos y adoptar formas que trascienden el objetivo inicial de las reformas. La aplicacin de esta perspectiva al contexto latinoamericano, puede conducir a modificar la conclusin inicial segn la cual las reformas constitucionales en Amrica Latina han fracasado, como quiera que los males que histricamente la han afectado no han sido erradicados o han empeorado sustancialmente. Ciertamente, la perspectiva constitutiva que aqu propongo permitira encontrar resultados ms positivos y, de este modo, afianzara nuestras esperanzas en las reformas constitucionales como vehculos de progreso social. Para estos efectos, analizar la Constitucin colombiana de 1991 y la jurisprudencia de la Corte Constitucional de Colombia a partir de una perspectiva constitutiva de la relacin entre reforma constitucional y progreso social. En mi opinin, la reforma constitucional colombiana de 1991 constituye un caso paradigmtico del fenmeno al que se haca referencia ms arriba; es decir, el de una reforma constitucional cuyo total fracaso debera ser declarado si se la evala a la luz de la situacin social, poltica y econmica por la que atraviesa Colombia en la actualidad. Por medio de la aplicacin del modelo constitutivo, pretendo mostrar que, en Colombia, se ha producido un fenmeno que denomino constitucionalizacin de la vida cotidiana, el cual induce el progreso social al reconstruir la poltica colombiana por medio del fortalecimiento de la sociedad civil y de los movimientos sociales. Aunque mis conclusiones se limitan al caso colombiano, el modo de anlisis aqu desarrollado puede ser aplicado a otros pases de Amrica Latina en donde se han producido transiciones polticas marcadas por la expedicin de nuevas constituciones o por la reforma de las existentes. 5 II. LA CONSTITUCIONALIZACIN DE LA VIDA COTIDIANA El 4 de julio de 1991, la Asamblea Nacional Constituyente expidi una nueva Constitucin Poltica para Colombia. Ninguna reforma constitucional en la vida republicana de Colombia ha generado tantas expectativas y esperanzas como, en su momento, lo hizo el proceso constitucional de 1991. El aliento inicial de esta reforma lo constituy el asesinato del lder liberal Luis Carlos Galn por sicarios del narcotrfico en agosto de 1989 y el posterior movimiento estudiantil (conocido como el movimiento por la sptima papeleta) que presion al gobierno del presidente Virgilio Barco a expedir las medidas que permitieron la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente. 2 La Asamblea estuvo compuesta por delegatarios que representaban los ms diversos sectores sociales y polticos de Colombia: los trabajadores, los estudiantes, la clase poltica tradicional, los acadmicos, los indgenas (quienes, por primera vez, participaban en un proceso decisorio de estas dimensiones) y representantes del recin desmovilizado grupo guerrillero M-19. De igual forma, en los meses anteriores al inicio de las sesiones de la Asamblea, el gobierno nacional convoc a los colombianos a que participaran en
2 El movimiento por la sptima papeleta fue un movimiento estudiantil conformado por estudiantes de universidades pblicas y privadas que perseguan una reforma radical de las costumbres polticas en Colombia y la expedicin de una nueva constitucin, ms inclusiva y democrtica, que se erigiera en un verdadero tratado de paz y en vehculo de reconciliacin entre los colombianos. Para ello, solicitaban que el pueblo colombiano, en las elecciones de congreso y otras corporaciones de eleccin popular de 1990, pudiera depositar en las urnas una papeleta adicional mediante la cual expresaba su voluntad de convocar una Asamblea Nacional Constituyente. El gobierno accedi al conteo de la denominada sptima papeleta y los colombianos votaron masivamente solicitando la convocatoria de la Asamblea. Esta fue convocada mediante un decreto de estado de sitio expedido por el gobierno del presidente Virgilio Barco, quien se encontraba en los meses finales de su mandato. Como quiera que la constitucionalidad del decreto deba ser controlada en forma automtica por la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia (que, en ese entonces, era la encargada de ejercer el control constitucional en Colombia), se tema que la Corte decretara su inconstitucionalidad, toda vez que la Constitucin de 1886 estableca que slo poda ser reformada mediante acto legislativo expedido por el Congreso de la Repblica. Sin embargo, en un acto de inesperada generosidad democrtica, la Corte no slo declar constitucional el decreto de convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente sino que, adems, le confiri a sta facultades de reforma mucho ms extensas que las previstas en el decreto en cuestin. 6 mesas locales, regionales y nacionales de trabajo a las cuales cualquier ciudadano poda presentar sus propuestas de reforma constitucional. Durante los seis meses de sesiones de la Asamblea Nacional Constituyente, la atencin del pas, esperanzado en que la nueva constitucin pondra fin a todos los males de Colombia, estuvo volcada en los debates del cuerpo constituyente. La constitucin finalmente expedida se caracteriza por su generosidad social y democrtica. En efecto, seala que Colombia es un Estado social de derecho y una repblica democrtica, participativa y pluralista, fundada en el respeto por la dignidad humana y, a continuacin, plasma una extensa carta de derechos fundamentales, sociales, econmicos, culturales, colectivos y ambientales, para cuya proteccin establece mecanismos procesales ordinarios y extraordinarios caracterizados por su rapidez y eficacia. De igual forma, la Constitucin de 1991 consagra mecanismos de participacin democrtica directa (referndum, plebiscito, cabildos abiertos, etc.) y establece un principio sustancial de igualdad que persigue la especial proteccin de los grupos discriminados o marginados y prohbe la discriminacin por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religin [y] opinin poltica o filosfica. Desde un punto de vista ms institucional, la nueva Carta Poltica de Colombia cre una serie de nuevas entidades e instituciones, entre las cuales cabe destacar la Corte Constitucional. A este ltima se confi la guarda de la integridad y supremaca de la Constitucin mediante el cumplimiento de funciones tales como la decisin de las acciones pblicas de inconstitucionalidad que cualquier ciudadano puede interponer contra toda norma de rango legal que, a su juicio, viole la Carta Poltica y la revisin de las acciones de tutela 7 interpuestas por ciudadanos individuales ante cualquier juez para la defensa de sus derechos fundamentales. 3 Desde su primera sentencia, proferida en febrero de 1992, la Corte Constitucional dej claro cual sera el tono general de su jurisprudencia y el papel que pretenda jugar dentro de la institucionalidad recin establecida por la Constitucin de 1991. En efecto, la Corte inici un activismo judicial progresista cuyo objetivo fundamental ha radicado en intentar que las promesas establecidas en la Constitucin de 1991 no se queden en el papel. En este sentido, la clusula del Estado social de derecho, el principio de dignidad humana, el derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad y el principio de igualdad sustancial han constituido los ejes principales de interpretacin en los que se sustenta la jurisprudencia de la Corte. A ttulo meramente ilustrativo, la alta Corporacin ha reconocido, por ejemplo, los derechos fundamentales a una dosis personal de sustancias psicotrpicas, a la eutanasia activa, a definir autnomamente la propia identidad sexual y a determinar la apariencia personal sin intervenciones externas. En relacin con el principio de igualdad sustancial, la Corte ha protegido los derechos e identidades de grupos tradicionalmente discriminados y socialmente subordinados como las mujeres, los homosexuales y otras minoras sexuales, los indgenas, las comunidades afro-colombianas, los nios, los ancianos, los discapacitados, los reclusos y las minoras religiosas. De igual forma, la Corte Constitucional ha estimado que la proteccin del principio de dignidad humana y del derecho a la vida requieren que, en ciertas ocasiones y bajo determinadas circunstancias procesales, los derechos econmicos, sociales y culturales (y, particularmente, derechos tales como el derecho a la salud o a una vivienda digna) sean
3 Valga la pena aclarar que, en Colombia, el control de constitucionalidad y la accin pblica de inconstitucionalidad fueron introducidos por la reforma constitucional de 1910 (una reforma a la Constitucin de 1886). Hasta la expedicin de la Constitucin de 1991, la guarda de la integridad y supremaca de las normas constitucionales era ejercida por la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia. 8 exigibles, en forma directa, por va de la accin de tutela. As mismo, la jurisprudencia constitucional ha extendido, con gran fuerza, la eficacia de los derechos fundamentales al mbito privado y, en especial, a aquellas relaciones entre particulares en donde se detecten formas de subordinacin o indefensin social. Desde otra perspectiva, la Corte ha intentado remover toda traza de autoritarismo de la institucionalidad colombiana mediante un control muy estricto de la utilizacin de los estados de excepcin por parte del Presidente de la Repblica 4 y la reduccin de los privilegios e inmunidades de los miembros de las fuerzas militares y de polica. El activismo judicial progresista y exacerbado de la Corte Constitucional de Colombia se caracteriza, en suma, por la gran fe depositada en el poder de las normas constitucionales de transformar la realidad social y por su carcter decididamente contrahegemnico. Ciertamente, la Corte se ha alineado, en forma clara, con los grupos ms oprimidos de la sociedad colombiana y ha abierto sus puertas y procedimientos a la discusin de los problemas e injusticias que histricamente han afectado al pas. 5 Con pulso seguro y afirmando aguerridamente su independencia a cada paso, la Corte Constitucional no ha dudado en enfrentar al gobierno, a los grupos econmicos, a las fuerzas militares y a los medios de comunicacin cuando la defensa de los valores, principios y derechos constitucionales as lo ha requerido. Tanto la Constitucin de 1991 como la jurisprudencia de la Corte Constitucional han canalizado y articulado gran cantidad de frustraciones, esperanzas y expectativas de los colombianos. Para muchos, la expedicin de la nueva Carta Poltica implicaba, de alguna
4 No sobra recordar aqu que, durante los casi cuarenta aos anteriores a la expedicin de la Constitucin de 1991, fueron muy breves los intervalos en los que Colombia no fue gobernada a travs de medidas expedidas al amparo de las facultades extraordinarias conferidas al Presidente de la Repblica por el Estado de Sitio. 5 Creo que, en la actualidad, esta forma de activismo judicial progresista radicalmente contrahegemnico slo es practicada, adems de la Corte Constitucional colombiana, por la Corte Suprema de la India (calificada por algunos como la Corte ms activista del mundo) y, en alguna medida, por la Corte Constitucional de Sudfrica. Al respecto, vanse, entre otros, Upendra Baxi, The Avatars of Indian Judicial Activism: Explorations in the Geographies of [In]Justice, en S.K. Verma y Kusum (eds.), Fifty Years of the Supreme Court of India: Its Grasp and Reach (New 9 manera, un tratado de paz y contena los fundamentos para la construccin de un pas viable y democrtico. De otra parte, el activismo progresista de la Corte Constitucional alenty sigue alentandolas esperanzas de muchos ciudadanos oprimidos de que la tramitacin de los conflictos grandes y pequeos de la vida cotidiana a travs de las acciones constitucionales no puede traer sino consecuencias positivas. En efecto, en la mente de muchos colombianos reside la idea de que las normas constitucionales, con su mera invocacin, tienen el poder mgico de transformar su realidad opresiva. Empero, si la Constitucin de 1991 y la jurisprudencia de la Corte Constitucional hubiesen de ser evaluadas a la luz de las circunstancias polticas, sociales y econmicas por las que Colombia atraviesa en la actualidad, la nica conclusin razonable que podra alcanzarse sera que ambas han fracasado por completo y han incumplido todas las promesas de paz, igualdad y justicia que las alentaron. Ciertamente, en casi once aos de vigencia del nuevo rgimen constitucional la violencia colombiana no slo no ha cesado sino que se ha extendido y degradado, las posibilidades de un proceso de paz exitoso parecen cada vez ms distantes y, segn datos recientes, la pobreza no ha cedido un pice. Esta es, sin lugar a dudas, la conclusin que se deriva de someter el proceso constitucional colombiano y la jurisprudencia de la Corte Constitucional a una perspectiva analtica que concibe la relacin entre derecho y cambio social en trminos instrumentales. Esta posicin terica se fundamenta en una separacin clara entre derecho y sociedad y estima que el primero es una variable independiente de la segunda. En este sentido, las relaciones y componentes bsicos de la vida cotidiana existen y pueden ser descritos independientemente del derecho, el cual acta sobre situaciones sociales ya constituidas y puede o no producir cambios en las mismas. El objetivo fundamental de la visin instrumental consiste, entonces, en
York: Oxford University Press, 2000); Karl E. Klare, Legal Culture and Transformative Constitutionalism, en South African Journal on Human Rights 14 (1998): 146. 10 establecer qu cambios sociales pueden ser atribuidos a una cierta reforma jurdica conforme a una relacin de causalidad directa. As, se estima que una reforma constitucional, una ley o un fallo judicial son exitosos si su efecto directo consiste en los cambios sociales cuya produccin motiv la expedicin de la reforma, la ley o la decisin judicial de que se trate. 6 Si la Constitucin Poltica de Colombia de 1991 y la jurisprudencia de la Corte Constitucional hubiesen de ser evaluadas en trminos instrumentales habra que decretar su total fracaso, toda vez que la primera no fue el tratado de paz que prometi ser y la segunda no ha contribuido ni a la reconciliacin nacional ni a disminuir las desigualdades e injusticias sociales. Sin embargo, esta conclusin podra variar radicalmente si esa misma Constitucin y esa misma jurisprudencia constitucional fuesen evaluadas conforme a una perspectiva constitutiva de la relacin entre derecho y cambio social. Conforme a esta visin terica, la lnea divisoria entre derecho y sociedad no se encuentra claramente definida. Por el contrario, el derecho y el orden social estn profundamente imbricados, como quiera que lo jurdico es concebido como una forma de organizar el mundo en categoras y conceptos que contribuyen a la formacin de la conciencia y, por tanto, determinan y restringen, a un mismo tiempo, cursos de accin humana. En este sentido, los elementos y relaciones ms esenciales de la vida cotidiana poseen una constitucin jurdica fundamental y, por ello, no pueden ser descritos o evaluados con independencia del derecho. Esta visin constitutiva sustituye la dinmica de causalidad directa
6 El debate entre las perspectivas instrumental y constitutiva de la relacin entre derecho y cambio social es extenso y complejo. En este sentido, las caractersticas que aqu presento de cada una de esas posiciones tericas slo son las esenciales. El lector interesado en estos temas puede recurrir a un sinnmero de fuentes, entre las cuales sugiero: Robert W. Gordon, Critical Legal Histories, en Stanford Law Review 36 (1984): 57; Gerald N. Rosenberg, The Hollow Hope: Can Courts Bring about Social Change? (Chicago: University of Chicago Press, 1991); Alan Hunt, Explorations in Law and Society: Toward a Constitutive Theory of Law (New York; Routledge, 1993), captulos 1 y 13; Austin Sarat y Thomas Kearns, Beyond the Great Divide: Forms of Legal Scholarship and Everyday Life, en Austin Sarat y Thomas Kearns (eds.), Law in Everyday Life (Ann Arbor; University of Michigan Press, 1993); Michael W. McCann, Rights at Work: Pay Equity Reform and the Politics of Legal Mobilization (Chicago: University of Chicago Press, 1994); John Brigham, The Constitution of Interests: Beyond the Politics of Rights 11 propia de la perspectiva instrumental por un modo de anlisis ms complejo que no busca discernir los impactos ocasionales de las reformas jurdicas sobre la sociedad sino, ms bien, persigue determinar, por una parte, qu significado tiene el hecho de enmarcar los problemas y conflictos de la vida cotidiana en trminos jurdicos y, de otra, cmo las reformas jurdicas y los fallos judiciales modifican nuestra manera de pensar acerca de esos problemas y conflictos. Adicionalmente, hay quienes han sugerido que en Amrica Latina la perspectiva constitutiva es mucho ms productiva que la instrumental al momento de analizar las relaciones entre reforma jurdica y cambio social, como quiera que en pases semiperifricos como los latinoamericanos el discurso jurdico ha sido generalmente menos autnomo frente a otros discursos sociales e institucionales que en los pases centrales. 7 Como intentar demostrarlo en lo que sigue, un anlisis de la reforma constitucional colombiana de 1991 y de la jurisprudencia de la Corte Constitucional a la luz de la perspectiva constitutiva de la relacin entre derecho y cambio social permite alcanzar conclusiones ms alentadoras que aquellas que se derivan del anlisis instrumental. Por supuesto, los cambios sociales positivos que es posible detectar por esta va son mucho ms sutiles y tienden a producirse, de manera casi silenciosa, en perodos prolongados de tiempo. Esto no significa, claro est, que ciertas reformas jurdicas y algunos fallos judiciales produzcan efectos en la sociedad susceptibles de ser medidos de manera inmediata conforme a una relacin de causalidad directa. Ms bien, la perspectiva constitutiva insiste en que el rol del derecho trasciende los efectos directos derivados de una reforma jurdica o un fallo judicial, como quiera
(New York: New York University Press, 1996), captulo 1; Bryant Garth y Austin Sarat (eds.), How Does Law Matter? (Evanston: Northwestern University Press, 1998). 7 Vanse, por ejemplo, Alain Touraine, La Parole et le Sang: Politique et Socit en Amrique Latine (Pars: Odile Jacob: 1988), pp. 137 y 308; Boaventura de Sousa Santos, De la Mano de Alicia: Lo Social y lo Poltico en la Postmodernidad (Bogot: Siglo del Hombre/Uniandes, 1998), p. 154. 12 que los jurdico afecta el comportamiento humano e institucional de manera mucho ms matizada y sutil. En mi opinin, las transformaciones producidas por la Constitucin Poltica de Colombia de 1991 y la jurisprudencia de la Corte Constitucional se consolidan en aquello que denomino la constitucionalizacin de la vida cotidiana. De manera breve, este fenmeno consiste en la infusin del lenguaje constitucional articulado por los fallos de la Corte Constitucional a los mbitos donde se desenvuelve la vida cotidiana de los colombianos. Esta infusin tiende a despertar y activar las energas emancipatorias durmientes en lo cotidiano y a sentar las bases de procesos de organizacin y movilizacin colectivas tendentes a la contestacin de los discursos y estructuras sociales que causan subordinacin social. Cuando la Corte, en sus sentencias, reconoce una injusticia histrica o un cierto patrn de opresin social y determina un remedio para confrontarlo, de inmediato genera un discurso constitucional de carcter general que tiende a infiltrarse en la vida cotidiana colombiana. Este discurso permite que aquellos ciudadanos que se encuentran en circunstancias similares a las sealadas en la decisin judicial de que se trate, se reconozcan en su opresin y utilicen ese discurso constitucional comn para fijar cursos colectivos de accin tendentes a controvertir las estructuras sociales subordinantes y a solicitar la reparacin de las injusticias a las que histricamente han estado sometidos. En suma, la infusin del discurso articulado por los fallos de la Corte Constitucional a lo cotidiano contribuye, de manera radical y decisiva, a la formacin o el fortalecimiento de movimientos sociales. Este efecto emancipatorio se explica por dos caractersticas bsicas de la vida cotidiana. En primer lugar, conforme a cierta tradicin crtica, 8 la cotidianeidad se caracteriza por ser ese
8 Al respecto, vanse, entre otros, Henri Lefebvre, Critique of Everyday Life, vol. 1 (Londres: Verso, 1991); Agnes Heller, Everyday Life (Londres: Routledge & Kegan Paul, 1984); Michel de Certeau, The Practice of Everyday Life (Berkeley: University of California Press, 1984). Para una visin general de la tradicin crtica de la vida cotidiana, vase Michael E. Gardiner, Critiques of Everyday Life (New York: Routledge, 2000). 13 mbito de la vida humana, con dimensiones pblicas y privadas, que, pese a ser pasado por alto y dado por descontado, es, sin embargo, el fundamento mismo de la vida, los pensamientos y las actividades humanos. En efecto, es en la vida cotidiana donde se desarrollan nuestras capacidades como personastanto individuales como colectivasy nos integramos a la vida social. Adicionalmente, lo cotidiano es entendido como un mbito de sorprendente dinamismo y gran creatividad donde yacen energas emancipatorias reprimidas que deben ser descubiertas, problematizadas y activadas. Ciertamente, segn esta tradicin crtica, los momentos emancipatorios son endmicos a la vida cotidiana, en el sentido de que toda forma de emancipacin social significativa tiende a surgir de la cotidianeidad. 9 En segundo lugar, esa misma tradicin seala que la vida de los grupos socialmente subordinados discurre al nivel de lo cotidiano y, en este sentido, estima que la opresin no es un ejercicio extraordinario de autoridad sino, ms bien, una red de discursos que causan asimetras de poder profundamente imbricadas en la vida cotidiana. El discurso constitucional articulado por los fallos de la Corte se infiltra entonces en los mbitos que constituyen lo cotidiano (la familia, los lugares de trabajo, las instituciones educativas, las instituciones de seguridad social y de salud, etc.) y produce el efecto emancipatorio arriba anotado al activar las energas de emancipacin all dormidas y al controvertir y neutralizar los discursos causantes de subordinacin social. La extensin y radicalidad del fenmeno de la constitucionalizacin de la vida cotidiana han sido posibles, en gran medida, gracias a dos factores relacionados con el diseo del sistema de procedimiento constitucional colombiano. En primer lugar, las dos acciones por va de las cuales es posible lograr un pronunciamiento de la Corte Constitucional se encuentran al alcance de cualquier ciudadano, no requieren de apoderado para ser impetradas y dan lugar a un procedimiento en extremo rpido y sencillo. La accin pblica de inconstitucionalidad, como su
9 Vase Carmelo Gambacorta, Experiences of Daily Life, en Current Sociology 37 (1989):121. 14 nombre lo indica, puede ser utilizada por cualquier persona para solicitar a la Corte que declare la inconstitucionalidad de leyes o decretos con fuerza de ley. Adems, para iniciar esta accin no se requiere que la ley demandada haya vulnerado de manera individual a quien interpone la demanda de inconstitucionalidad. Por su parte, la accin de tutela permite que toda persona solicite, ante cualquier juez de cualquier jurisdiccin, la proteccin de sus derechos fundamentales siempre que stos hayan sido vulnerados por la accin o la omisin de autoridades pblicas y, en ciertas circunstancias, de particulares. El procedimiento de tutela es breve y sumario (diez das), el demandante puede actuar por s mismo y la interposicin de la accin, as como el proceso que se sigue, estn gobernados por un mnimo de ritualismos. 10 La facilidad con que es posible acceder a la justicia constitucional en Colombia a travs de las dos acciones antes sealadas, ha permitido que la Corte Constitucional no slo se ocupe de los grandes problemas que histricamente han afectado a Colombia sino tambin y, sobretodo, de los pequeos problemas que afectan la cotidianeidad del ciudadano comn. El segundo factor que, a mi juicio, explica la constitucionalizacin de la vida cotidiana colombiana tiene que ver con la extensin de los derechos fundamentales al mbito privado. Aunque la accin de tutela contra particulares slo procede en los casos taxativamente sealados por la Constitucin, la Corte Constitucional ha interpretado esas eventualidades de procedencia de manera lo suficientemente amplia como para permitir una extensin radical de los derechos fundamentales a la rbita privada. En especial, la accin de tutela procede contra individuos u organizaciones privados cuando el juez puede detectar una situacin de subordinacin o indefensin entre
10 Las acciones de tutela son tramitadas y falladas por jueces ordinarios (civiles, penales y laborales) quienes, una vez finalizado el proceso, deben remitirlas a la Corte Constitucional para su eventual revisin. La Corte selecciona, de manera discrecional, slo algunos de los fallos de tutela remitidos por los jueces. Aunque la Corte no est obligada a motivar las providencias por medio de las cuales selecciona los fallos de tutela, los criterios fundamentales de seleccin han sido la unificacin de la jurisprudencia constitucional en materia de derechos fundamentales y la correccin de injusticias graves que requieren una decisin urgente e inmediata. 15 demandante y demandado. Por esta va, la jurisprudencia de la Corte ha podido infiltrarse a infinidad de sectores de la vida cotidiana (la familia, los clubes privados, las instituciones educativas privadas, etc.) que, cubiertos por el manto de lo privado, no se consideraban sujetos al imperio de los derechos fundamentales. Sin embargo, el factor explicativo determinante de la constitucionalizacin de la vida cotidiana en Colombia radica, a mi juicio, en la debilidad del sistema poltico colombiano. En efecto, la Corte Constitucional ha podido afianzarse en la vida institucional del pas y consolidar una legitimidad y un prestigio crecientes gracias a la ineficacia, desprestigio y falta de legitimidad de los cuerpos de eleccin popular, de los partidos polticos y de la sociedad civil. Con respecto a este punto, Colombia no constituye un caso aislado, como quiera que ciertas tendencias dentro de la ciencia poltica contempornea sealan que la debilidad de las instituciones de eleccin popular y de los partidos polticos constituye un factor explicativo central de la globalizacin del poder judicial ocurrida en los ltimos decenios. 11 Bien podra pensarse que la Corte, con su activismo, suplanta a las instituciones dotadas de legitimidad democrtica y, por tanto, contribuye a empeorar la debilidad del sistema poltico. As mismo, podra argumentarse que la concesin y proteccin de derechos fundamentales por va judicial sin que existan movimientos sociales que hayan demandado esa proteccin, es una forma de narcotizar an ms la ya dbil sociedad civil colombiana, caracterizada por una pobre tradicin de movilizacin social. Sin embargo, mi teora es que el afecto de largo plazo de la constitucionalizacin de la vida cotidiana producida por el activismo progresista de la Corte Constitucional consiste en la reactivacin y reconstruccin del sistema poltico colombiano a partir de su base. En efecto, como se explic anteriormente, las decisiones de la Corte fortalecen 16 la sociedad civil al establecer el arsenal lingstico que permite la formacin de movimientos sociales. En pocas palabras, la actividad de la Corte no atenta contra la democracia sino, por el contrario, opera como un factor determinante en su reconstruccin y fortalecimiento. En la siguiente seccin del ensayo explico este fenmeno con mayor detenimiento. III. LA RECONSTRUCCIN DE LA SOCIEDAD CIVIL Y DE LA POLTICA Para entender el efecto reconstructivo de la jurisprudencia de la Corte Constitucional sobre la poltica y la sociedad civil colombianas, se hace necesaria una breve explicacin acerca de la debilidad del sistema poltico en Colombia. Para comenzar, el Congreso de la Repblica y las corporaciones de eleccin popular regionales y locales (asambleas departamentales y concejos municipales) se han caracterizado por ser el dominio de la poltica tradicional, la cual, en Colombia, debe ser entendida como un cmulo de vicios y disfuncionalidades. En efecto, el clientelismo, el amiguismo, el nepotismo, la utilizacin ilegal de recursos pblicos, la celebracin indebida de contratos y otros vicios polticos son constantes en la actividad de las corporaciones elegidas por voto popular que han contribuido a oscurecer su legitimidad y han impedido que stas cumplan, de manera eficiente y oportuna, con sus funciones constitucionales. Aunque el Congreso colombiano ha expedido leyes importantes de desarrollo de la Constitucin de 1991, la ciudadana ha preferido recurrir a los jueces al momento de elevar demandas por el reconocimiento y proteccin de sus derechos, en lugar de dirigirse, para estos mismos efectos, a los congresistas que supuestamente la representan. Por su parte, la situacin de los partidos polticos en Colombia est directamente relacionada con el desprestigio y falta de credibilidad de
11 Vase, por ejemplo, Torbjrn Vallinder, When the Courts Go Marching In, en C. Neal Tate y Torbjrn Vallinder (eds.), The Global Expansion of Judicial Power (New York: New York University Press, 1995), pp. 22- 17 las corporaciones de eleccin popular. Ciertamente, las prcticas clientelistasespecialmente en los niveles regional y localhan sido canalizadas y alimentadas por las actividades de los dos partidos tradicionales (liberal y conservador). Adicionalmente, los partidos polticos colombianos carecen de cohesin y disciplina internas y sus idearios se han ido disolviendo paulatinamente, hasta el punto que, hoy en da, no es fcil distinguir qu posiciones ideolgicas distinguen al partido liberal del conservador. Prueba de la deslegitimacin de los partidos y de la poltica partidista en Colombia son los altos niveles de votacin que suelen obtener aquellos candidatos que se presentan como independientes y establecen distancias radicales frente a los dos partidos tradicionales. Sin embargo, para efectos de este ensayo, el factor que ms me interesa destacar es la debilidad de la sociedad civil colombiana y la pobre tradicin de movilizacin social en el pas. Aunque es posible establecer una distincin conceptual entre sociedad civil y movimientos sociales, en lo que sigue me referir a ambas categoras indistintamente, basado en la teora conforme a la cual los segundos constituyen la expresin ms acabada y organizada de la primera. 12 En este sentido, la sociedad civil colombiana se ha caracterizado histricamente por una precaria organizacin de los actores sociales, la cual se traduce en el desarrollo de protestas sociales en lugar de movimientos sociales ms permanentes y estructurados. Ciertamente, mientras que los movimientos sociales se caracterizan por ser acciones colectivas de carcter permanente, orientadas a enfrentar y controvertir patrones arraigados de subordinacin social, las protestas sociales se distinguen por su carcter temporal y episdico y por constituir acciones dirigidas a la consecucin de beneficios puntuales, no necesariamente relacionados con el
23. 12 Al respecto, vase Jean Cohen y Andrew Arato, Civil Society and Political Theory (Cambridge: MIT Press, 1992). 18 desmantelamiento de las estructuras ms extendidas de opresin social. 13 De igual modo, los estudiosos de la sociedad civil y los movimientos sociales en Colombia tienden a sealar la poca autonoma de stos frente al Estado y a los distintos actores del conflicto armado colombiano. Este factor, aunado a la debilidad de la movilizacin social en el pas, ha contribuido, en forma decisiva, a la extensin y permanencia de la violencia colombiana. En efecto, varios de los denominados violentlogos han avanzado la tesis conforme a la cual el conflicto en Colombia tiende a avanzar, a extenderse y a degradarse en el tiempo debido, en parte, a la precariedad y debilidad de la sociedad civil. A juicio de estos autores, una sociedad civil fuerte, activa y organizada podra contrarrestar ciertas acciones de violencia y operara como una vlvula de escape para energas sociales que adoptan cauces violentos al no existir una red de movilizacin capaz de tramitar y canalizar ciertos conflictos. 14 Lo anterior no quiere decir, por supuesto, que, en Colombia, no se hayan desarrollado ciertos movimientos sociales de carcter permanente, como lo prueba, por ejemplo, la existencia del movimiento sindical y del movimiento indgena. Sin embargo, estos movimientos han carecido de autonoma frente al Estado y, en ciertos momentos de la historia, han sido cooptados por los partidos polticos tradicionales o por actores violentos. El panorama poltico antes descrito opera, entonces, como teatro de operacin de la jurisprudencia de la Corte Constitucional de Colombia, la cual ha podido constitucionalizar la vida cotidiana en la medida en que lo hecho gracias a la debilidad de las instituciones polticas y,
13 Al respecto, vase, entre otros, Mauricio Archila, Vida, Pasin y... De los Movimientos Sociales en Colombia, en Mauricio Archila y Mauricio Pardo (eds.), Movimientos Sociales, Estado y Democracia en Colombia (Bogot: UN/ICANH, 2001), pp. 18 y ss. 14 Vanse, entre otros, Rodrigo Uprimny Yepes, Violencia, Poder y Accin Colectiva: Una Comparacin entre la Dictatorial Bolivia y la Civilista Colombia, en Alejo Vargas (ed.), Constitucin, Gobernabilidad y Poder (Bogot: Universidad Nacional, 1996), pp. 213-27; Comisin de Superacin de la Violencia , Pacificar la Paz: Lo que No se ha Negociado en los Acuerdos de Paz (Bogot: CINEP/CECOIN, 1992), pp. 274-79; Jess Antonio Bejarano, El Papel de la Sociedad Civil en el Proceso de Paz, en Francisco Leal Buitrago (ed.), Los Laberintos de la Guerra: Utopas e Incertidumbres Sobre la Paz (Bogot: Tercer Mundo/Uniandes, 1999). 19 en especial, de la sociedad civil. Sin embargo, como se anot con anterioridad, la constitucionalizacin de la cotidianeidad tiene un efecto reconstructivo sobre el sistema poltico colombiano al permitir la formacin de movimientos sociales. Este efecto ocurre en varios niveles, como paso describirlo a continuacin. En primer lugar, el lenguaje articulado en los fallos de la Corte permite la formacin de los lazos bsicos de solidaridad que operan como fundamento de la movilizacin social colectiva. Ciertamente, el discurso constitucional y, en especial, el discurso de los derechos fundamentales, rompe el aislamiento y el silencio sociales a que han sido confinados quienes viven sujetos a estructuras de subordinacin social, cuya opresin puede ser descrita como la carencia de un lenguaje adecuado para designar las injusticias a las que estn sometidos y para solicitar aquellos remedios y reparaciones que pondran fin a su subordinacin social. 15 Los fallos constitucionales rompen ese silencio al dar nombre a las injusticias, al caracterizarlas en trminos de valores, principios y derechos constitucionales y al imponer los remedios adecuados para confrontarlas. As, el lenguaje constitucional articulado en las decisiones de la Corte Constitucional permite que individuos oprimidos, antes aislados, se reconozcan en su opresin y formen lazos duraderos de solidaridad fundados en ese arsenal lingstico. En segundo lugar, los fallos de la Corte tienden a confrontar y a hacer visibles las grandes estructuras de opresin social presentes en la sociedad colombiana (racismo, sexismo, homofobia, etc.). A mi juicio, esto ltimo contribuye a dar permanencia y direccin a los movimientos sociales en la medida en que deja claro cuales son los patrones que causan subordinacin social, cmo operan y en qu mbitos de la vida cotidiana tienden a desarrollarse. En este sentido, la jurisprudencia de la Corte Constitucional permitira que la movilizacin social en Colombia se produzca bajo la forma de
15 En este sentido, vase, por ejemplo, Patricia J. Williams, The Alchemy of Race and Rights (Cambridge: Harvard University Press, 1991), captulo 8. 20 movimientos sociales ms permanentes, tendentes a la contestacin y desmantelamiento de las estructuras ms extendidas de opresin social, y no de protestas sociales meramente episdicas. En suma, las decisiones de la Corte marcan las lneas de accin a seguir por los movimientos sociales. Por ltimo, el lenguaje constitucional establecido por las sentencias de la Corte tiende a propiciar discusiones sociales en torno a temas que, de no ser por la intervencin del alto tribunal, habran permanecido en el silencio y nunca habran sido objeto de un debate social serio (como, por ejemplo, ha ocurrido con la homosexualidad en Colombia). De esta forma, la jurisprudencia constitucional contribuye a favorecer una discusin poltica sana y articulada en torno a temas de importancia esencial para la vida nacional. Dos ejemplos, entre varios posibles, ilustran cmo las decisiones de la Corte Constitucional se infiltran en la vida cotidiana y permiten la formacin o el fortalecimiento de movimientos sociales que tienden a reconstruir y revitalizar el sistema poltico colombiano. El primer ejemplo, relacionado con el movimiento indgena colombiano, hace referencia al caso de un movimiento social que result fortalecido por la jurisprudencia constitucional. El segundo ejemplo, atinente al movimiento de los deudores hipotecarios, se refiere a un movimiento social que surgi enteramente con ocasin del activismo progresista de la Corte Constitucional. El movimiento indgena colombiano, como se mencion ms arriba, constituye uno de los pocos casos de movilizacin social permanente y articulada en el pas. En efecto, durante ms de treinta aos los indgenas se han organizado y movilizado colectivamente a fin de reivindicar la plenitud de su ciudadana y el reconocimiento de sus derechos. Sin embargo, las luchas indgenas en el perodo anterior a la expedicin de la Constitucin de 1991 y a la jurisprudencia de la Corte Constitucional se distinguieron por su carcter marcadamente econmico, como quiera que sus reivindicaciones principales estaban relacionadas con la recuperacin y 21 redistribucin de tierras. En este sentido, el movimiento indgena en el perodo previo a la reforma constitucional de 1991 no se diferenciaba particularmente de otros movimientos campesinos que operaban en Colombia. La Carta Poltica de 1991 determin que la diversidad tnica y cultural era fundamento del Estado colombiano y consagr protecciones especiales para la autonoma y los derechos de los pueblos indgenas. Con base en estas disposiciones, la Corte Constitucional ha proferido una serie de fallos que, bsicamente, tienden a la proteccin de la diferencia cultural y de la capacidad de autodeterminacin de los pueblos indgenas. El lenguaje constitucional articulado por las decisiones de la Corte en esta materia, ha permitido una reconstitucin radical del movimiento indgena en torno a la nocin de diferencia cultural y a los derechos especiales que ella implica. En efecto, los fallos de la Corte Constitucional han hecho ms visibles las luchas de los pueblos indgenas y han permitido que stos planteen reivindicaciones que no hubieran sido posibles sin el lenguaje de la diferencia cultural contenido en esas decisiones judiciales. Gracias a la jurisprudencia de la Corte, las comunidades indgenas de Colombia han podido movilizarse para exigir el respeto de sus tradiciones y costumbres y el derecho a gobernarse por autoridades y normas propias sin la intervencin de la sociedad hegemnica. Los colombianos que haban contrado deudas hipotecarias para la financiacin de vivienda, resultaron particularmente afectados por la aguda recesin econmica que se inici en Colombia a finales de los aos noventa. Para hacer frente a la crisis y liberalizar el sistema financiero, el gobierno nacional puso fin a la vinculacin de la unidad de clculo del monto de las deudas hipotecarias a la inflacin para atarla a la tasa de inters e inici una poltica monetaria muy restrictiva que elev las tasas de inters. La combinacin de estas dos medidas encareci las deudas hipotecarias en tal medida, que miles de deudores se vieron en la necesidad 22 de cesar sus pagos ante la imposibilidad de cumplir con los mismos. Acosados por las entidades financieras y enfrentados a la posibilidad de perder sus viviendas, los deudores hipotecarios comenzaron a organizarse a fin de solicitar al gobierno y al Congreso que expidieran medidas de alivio a su situacin. La poca receptividad del ejecutivo y del legislativo, determin que los deudores se movilizaran en torno a la Corte Constitucional con el fin de solicitar la declaratoria de inconstitucionalidad de las medidas de liberalizacin del sistema financiero. El alto tribunal, en la serie de decisiones ms polmicas de su historia, protegi a los deudores hipotecarios. Entre otras medidas, la Corte orden la vinculacin de la unidad de clculo del monto de las deudas a la inflacin, prohibi la capitalizacin de intereses y orden la reliquidacin de los crditos hipotecarios a fin de aliviar la situacin de los deudores. Las decisiones proferidas por la Corte Constitucional no slo revistieron de legitimidad al movimiento de los deudores hipotecarios sino que, adems, propiciaron un debate nacional de tales dimensiones que el Congreso se vio obligado a expedir una nueva ley de financiacin de vivienda que incorpor de manera permanente las medidas previamente adoptadas por la Corte. Los deudores hipotecarios fincaron sus esperanzas en torno a las posibilidades emancipatorias ofrecidas por la Corte Constitucional y se organizaron y movilizaron en bsqueda de la proteccin de ese alto tribunal. En este sentido, el movimiento de los deudores hipotecarios surgi y se afianz gracias al activismo progresista de la Corte Constitucional. De igual modo, las decisiones de la Corte en esta materia abrieron un amplio debate en torno a la conveniencia y equidad de la poltica macroeconmica y monetaria del gobierno nacional que concluy con la adopcin de medidas legislativas permanentes en materia de financiacin de vivienda. En pocas palabras, sin la intervencin del alto tribunal no hubiera habido ni movimiento social de los deudores 23 hipotecarios, ni debate poltico, ni medidas definitivas de alivio a la situacin de miles de deudores en Colombia. La Constitucin Poltica de 1991 y la jurisprudencia de la Corte Constitucional ciertamente no han producido la pacificacin definitiva de Colombia ni han acabado con la pobreza y los dems males que histricamente han afectado al pas. Sin embargo, los valores, principios y derechos constitucionales se han infiltrado en la vida cotidiana de los colombianos produciendo transformaciones ms silenciosas y sutiles que, en mi opinin, han sentado las bases para la formacin de procesos de emancipacin social y de movilizacin colectiva que, en el tiempo, pueden impulsar las grandes transformaciones sociales y polticas que Colombia tanto anhela. Por lo pronto, el fortalecimiento de la sociedad civil que la jurisprudencia de la Corte Constitucional tiende a producir a travs de la constitucionalizacin de la vida cotidiana, es un paso decisivo en el establecimiento de un terreno propicio para la construccin de una paz duradera y de la convivencia pacfica entre los colombianos. El anlisis de la constitucionalizacin de la vida cotidiana en Colombia nos ensea que la perspectiva constitutiva de la relacin entre derecho y cambio social permite superar el pesimismo que se desprende de una visin meramente instrumental de esa relacin en punto a la posibilidad de las reformas y la jurisprudencia constitucionales de producir transformaciones sociales positivas y duraderas. Es probable que la aplicacin del anlisis constitutivo a los procesos de reforma constitucional de otros pases latinoamericanos muestre la existencia de cambios positivos similares a los ocurridos en Colombia y ello nos permita recuperar la fe en las constituciones como instrumentos poderosos de progreso social.
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