McGrath - El Diablo y La Idolatría en La Comedia Del Nuevo Mundo
McGrath - El Diablo y La Idolatría en La Comedia Del Nuevo Mundo
McGrath - El Diablo y La Idolatría en La Comedia Del Nuevo Mundo
David McGrath
Queen Mary and Westfield College, University of London
El artculo empieza con un repaso de la crtica previa del papel del Diablo y "lo diablico"
en la comedia en general. En el Nuevo Mundo esta presencia se manifiesta principalmente
por el mayor de los engaos, la idolatra, que aparece constantemente como tpico en las
comedias americanas del repertorio establecido por Zugasti. Sigue un breve anlisis estadstico de la presencia del Diablo en el repertorio, con las correspondientes conclusiones.
Se insiste en lo fundamental de la presencia diablica y la idolatra en todas las obras en
las que los indgenas salen a escena, contrastndolo con la ausencia del Diablo cuando las
Indias son mera ubicacin incidental de la accin. El autor indica otros aspectos (posesin
corporal, aspectos fsicos, canibalismo, etc.) que valdr la pena estudiar en el futuro. En
conclusin, se intenta relacionar la necesidad de demonizar al Otro con conceptos de la
transmisin de ideologas a travs del arte y la funcin del poder imperial.
The article begins with a brief survey of previous criticism of the role of the Devil and "all
his works" n the comedia in general. In the New World this presence is mainly apparent
in his arch-deception, idolatry, which appears constantly as a topos in the corpus of
American plays established by Zugasti. TTiere follows a brief statistical analysis of the
Devil's presence in the corpus with conclusions. The author emphasizes how fundamental
diabolic presence and idolatry are in all the works where the Indians take the stage, contrasting this with the absence of the Devil when the Indies are merely an incidental location of the action. McGrath points to other aspects (bodily possession, physical aspects,
cannibalism, etc.) which are worth studying in the future. In conclusin, the author tries to
relate the necessity of demonizing the Other to concepts of mediation in art and the function of imperial power.
Westfield College, Luis Gonzlez Fernndez, me ha autorizado a servirme de la bibliografa de su tesis "The Devil and the Comedia" en apoyo de este artculo, entre otros muchos
consejos en su preparacin. Remito a ella para una lista muy amplia de investigaciones
acerca de dramas ubicados en el Viejo Mundo.
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reja indica claramente que encama a los protestantes revoltosos contra los Estados Papales:
En las islas del Norte
mi palacio funde
A Germania he llegado
inundada del Rin y del Danubio
Por las dos Germanias entro
con tal poder y tal dicha
que he ganado muchas plazas
sin que el gran Cesar me resista (apud Flecniakoska, 1976, pp. 209-210).
Lo que se desprende de estos extractos es la afirmacin del papel de perturbadores y engaadores por parte de las fuerzas del mal. Cualquier ataque contra
la fe catlica significa tambin un ataque contra la propia Espaa. La rebelin en
Europa tiene que interpretarse en trminos religiosos; es una rebelin de herejes.
Concluye Flecniakoska que el propsito de este auto es "confundir las obras de
Satans con las de los [herejes] que as aparecen como despiadados y ponzoosos
enemigos a quienes hay que exterminar para salvaguardar la hegemona de la Casa
de Austria" (1976, p. 213).
Adems, esta amenaza no se limita tan slo a Europa. Tampoco es nicamente contra la hereja que combate la Espaa catlica -el paganismo y el Islam
acechan en las afueras del mundo cristiano. Escribe Flecniakoska que en El erario
y el monte de piedad. Mira de Amescua "presenta a Hereja con dos compaeros.
Gentilidad y Seta de Mahoma [que es frica], formando as un verdadero tro de
Demonios, puesto que, como ya lo hemos dicho. Hereja se asimila a Satans"
(1976, p. 214). Ntese aqu la asimilacin de la gentilidad a una entidad geogrfica, concepto clave con relacin a lo que aqu se propone. Gentilidad, al ser expulsada de Europa, promete seguir la lucha en Amrica:
[...]y ami
en las crceles me encierra
de los montes y de los mares
que aun ios mapas ignoraron
al Poniente se pasaron
mis orculos y altares (apwf Flecniakoska, 1976, p. 215).
Para completar este crculo amenazador, se teme la posibilidad de que el
Nuevo Mundo se evangelice, no por el catolicismo, sino por el protestantismo.
Hereja promete "las indias har temblar" y Gentilidad asegura que el paganismo
prepara el terreno para la hereja:
[...] en los mares del Ocano
abrirn los golfos paso
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The root cause of them all is "idolatry" because idolatry was the means by which
Satn first blinded men to the true shape of God's design for nature. The creation
of idols, "was the beginning of fomication, and the invention of them was the
corruption of life" (p. 178).
El teatro muestra ampliamente una conciencia de las etapas del proceso
que se acaba de describir. San Luis Beltrn, hecho prisionero por indios idlatras,
reza:
Divino manso cordero
por mi comprado y vendido,
Destruya al ydolo vano
vuestro gran poder oculto (Aguilar, p. 84).
En El Nuevo Mundo de Lope, Bartolom Coln, emprende l mismo la tarea:
[...] presume que estos dioses vanos
han de salir del templo y quedar limpio,
porque all dicen las sagradas letras
que Cristo y Belial, Dios y el demonio
no se pueden hallar en el mismo lugar (p. 39).
Y la tercera jomada de La aurora en Copacabana de Caldern se centra en la
reclamacin de lo que fue el templo de Faubro, el Dios-Sol (/.e. el Diablo). En
esta regin el culto satnico prolifer hasta que los esfuerzos de los espaoles,
soldados y curas, rescataron a los nativos. Los indios bautizados elaboran una
estatua de la Virgen que ocupa el lugar que hasta entonces haba sido de los dolos. Comenta un espaol principal:
[...] assi
donde ms la Idolatra
reynaua, puso la fe
su espafola monarqua,
mostrando qun docta siempre
la eterna sabidura
donde ocurre el mayor dao
el mayor remedio aplica (p. 197).
Evidentemente, este tpico tambin avala ciertas posibilidades de espectculo - unos verdaderos coups de thtre. En una refundicin parcial de La aurora,
el capitn espaol Canda destroza un dolo en el escenario mismo. En el momento climtico de El Nuevo Mundo lopiano una acotacin manda que toquen
chirimas y descbrase un altar con muchas velas y una cruz en l, y de arriba
caigan los dolos, y salgan seis demonios[...] (p. 41).
Una de las expresiones ms llamativas del topos del Diablo-doloengaador aparece en la fascinante y originalsima pieza El nuevo rey Gallinato
de Claramonte. Ah un espaol fugitivo, Oa, sale a las tablas "con un vestido de
guadamec dorado" (p. 243) robado de un dolo indio, y dice:
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Mamad
Este indio es moro
Quedito llegad a oillo
Guan, guan
Echadle de ah con el diablo
Vete, brbaro de aqu
Paypajas
Pues a un establo
si son pajas
Payne
S
Satn
Vlgate el vocablo (p. 245).
De este dilogo surgen muchas preguntas que podran plantearse, pero limitmonos a destacar slo las ms relevantes para nuestro propsito. Se combinan varios
otros a la vez: moros, brbaros (con todo un significado aparte) e indios y se ridiculizan las lenguas indias como especie de barboteo sin forma, opinin muy difundida en la poca. Es ms, el sonido de perro ladrando y la referencia a un establo tambin reduce al supuesto indio al nivel de los eptetos despectivos de bestialidad tan amados por los espaoles. Todos estos aspectos se asocian luego, en
dos ocasiones, con el Diablo; una vez por Salcedo con una palabra rutinaria pero
irnica: "Echadle de aqu con el diablo". Y la segunda vez por el propio Oa en un
ejemplo revelador de lo que hoy se calificara como desliz freudiano: "Satn". La
despedida de Olmedo lo confirma: "Vlgate el vocablo".
Este esplndido momento, tan tpico de la pieza, adquiere an ms resonancia si se sigue la pista del enredo que lo precede. Aunque no es reconocido en
la escena, Ofla es enemigo mortal de Gallinato, su antiguo compaero de armas.
Oa se fuga con la novia de ste con promesas de matrimonio y luego la seduce.
Nufrago, llega a la costa de Cambox (Per), tras haber atravesado medio mundo
para escaparse de Gallinato y su novia. Ofla vive en el desierto, explotando a los
indios, aterrados por las explosiones de su arcabuz y su apariencia sobrenatural.
As que antes de aparecer en esta escena, los espectadores saben que es mentiroso,
traidor, timador y engaador, y por lo tanto se describe a s mismo como "Satn".
En cuanto a los orgenes del error mental en que caen los indios, se pinta
de varios modos, ya sea de paso ya muy detalladamente. Un ejemplo retrico de
los ms usados ocurre en Fray Luis Beltrn cuando el santo explica a los indios
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que el sol que adoran "no es criador sino criado" (Aguilar, p. 89). Pero vale examinar ms detenidamente otro ejemplo ms contundente y detallado de cmo se
concibe y se impone tal error, que nos presenta Caldern en La Aurora en Copacabana. El personaje de Idolatra le explica a inga, el emperador hereditario de los
indios, que la manipulacin idlatra del culto al sol es lo nico que sostiene el
dominio de ste. Todo su linaje y derecho de reinar ha sido un truco de Idolatra
elaborado hace 500 aos, y para demostrarlo le presenta a Inga dos visiones del
hijo de Manco Capac, escondido y criado en secreto por Idolatra "hallando el
camino abierto / para que creciesse el culto", todo esto en concierto con el padre
(Caldern, p. 148). En la segunda visin el hijo vuelve a aparecer supuestamente
enviado por el Dios-Sol. Lo que interesa aqu es que el contenido de la segunda
visin es clara parodia del mensaje cristiano de la Encamacin:
Va saliendo por lo alto de un peasco vn sol, y tras l vn trono dorado con rayos,
y en su araceli [el joven] ricamente vestido, con corona y cetro
[Joven]:
Generosos peruanos,
cuya fe, piedad y zelo
en la adoracin del Sol
logra oy sus merecimientos,
(albricias, que ya ha llegado
el felize cumplimiento
de aquellas ya confundidas
noticias que dexo vn tiempo
en la primitiua edad
de vuestros padres y abuelos,
vn Tom o Toms, sembradas
en todo el Per, diziendo
que en los bracos de la aurora
ms pura, el hijo heredero
del gran dios aula venido
luz de luz al universo!
Pero aunque dixo que aua
venido, auis de entenderlo
como invisible criador
de todos los elementos,
hombres,fieras,pezes y aues,
pero no en alma y en cuerpo,
como oy mi padre me emba
a ser el monarca vuestro.
Si me recibs, veris
que deste monte desciendo
a viuir entre vosotros,
regiros y manteneros
en ley, en paz y en justicia [...] (p. 147)^.
* Ntese de paso aqu que, como muestra de legitimidad, el fingido Mesas reclama la
autoridad del mtico evangelio de Santo Toms, supuesto apstol de las Indias segn algunas tradiciones cristianas y portador del mensaje olvidado de la antigedad.
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en el Nuevo Mundo con indios en la escena stos tienen una presencia diablica,
ya sea en persona ("Diablo") o por personaje o concepto diablico, en los siguientes:
Agu lar o Morcto
Annimo
Gaspar de vila
Caldern
Carvajal / Hurtado
Andrs de Claramonte
Gutirrez de Luna
Tirso de Molina
Alonso Remn
F. de la Torre y Sevil
Ricardo de Turia
Lope de Vega
Lope de Vega
Lope de Vega
Zarate / Enrquez Gmez
Diablo
Rengo
Diablo
Idolatra
Diablo
Idolatra
Hongol
Martesia / Menalipe
Diablo
Diablo
Eponamn
Diablo
Diablo
Herega
Diablo
Hay otras cuatro piezas tambin situadas en el Nuevo Mundo con intervencin india, sin presencia diablica, pero en las que los indgenas s actan bajo
la influencia directa de la idolatra:
Luis de Belmonte et al.
F. Gonzlez de Bustos
Tirso de Molina
Vlez de Guevara
Algunas hazaas
Los espaoles en Chile
La lealtad contra la envidia
Las palabras a los reyes
En estas cuatro ya hemos visto, por ejemplo, que en Algunas hazaas se presenta
la ceremonia blasfema e idlatra del cliz de sangre. Igualmente, en La lealtad,
otra figura india, Piurisa, del tipo representado por Idolatra, fomenta el contraataque de los indios acobardados as: "Vosotros al Sol eterno / llamaris progenitor / y a la Luna vuestra madre [?]" (Tirso de Molina, IV, p. 128). Y estas condiciones descritas arriba estn igualmente vigentes en Las Palabras a los reyes, obra
en la que el status de los indios como idlatras es un hecho reconocido: el jefe
indio, Abataliba, responde a Francisco Pizarro con una afirmacin de idolatra que
conduce a la derrota final de los indios (Vlez de Guevara, fol. 15V). (El significado transcendente de este evento lo tratar ms abajo). Tambin Los espaoles en
Chile de Gonzlez de Bustos, nos revela a un Caupolicn desilusionado, renunciando a su deidad solar (aqu llamado Apolo) en estos trminos:
[...] no es nuestro dios,
quien nuestra fama borra;
no es nuestro Dios,
aunque esse globo corra.
quien con viles ensayos
solo a Espaa calienta con sus rayos,
caiga su estatua al suelo.
no deis ofrenda a su tonte ambulo.
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Demonios
Diablo
Slo estos tres dramas del Nuevo Mundo carecen de presencia del Diablo
o tema idlatra, pero es de notar que en ninguno de ellos intervienen los indios:
Andrs de Baeza
Juan Antonio Correa
Prez de Montalbn
Todo lo cual nos deja con una obra situada en Espaa con presencia de
indios en la escena, pero sin presencia diablica: E valeroso espaol de vila.
(Pero ntese que la funcin dramtica de los indios en esta pieza es la de recibir el
bautismo, es decir, salir del estado de idlatras con el que se han estereotipado).
Se puede afirmar que, con el repertorio tal como ha sido establecido por
Zugasti, el teatro del Nuevo Mundo muestra la ms prolfica presencia del Diablo
de todos los subgneros. Otras muchas manifestaciones de las obras del Enemigo
Malo podran ser citadas si se prolongara este estudio: la posesin corporal del
indio^. la voracidad sexual satnica de las brujas indias^ o de las mujeres indgenas
en general'. (Por supuesto, los dramaturgos no tardaron en explotar el tpico del
Nuevo Mundo como refugio de lascivia y libido desenfrenadas)"'. Tambin val-
^ Para un ejemplo de posesin corporal, vase el personaje de Tucapel en la tercera jomada de La Aurora, que acta bajo la influencia directa de Idolatra (p. 209) y luego recupera
su albedro y pide el bautismo (p. 234).
* Como vemos en el primer acto de Amazonas en las Indias, las sacerdotisas Martesia y
Menalipe persiguen descaradamente a los espaoles.
' Entre varios ejemplos, Tacuana en el tercer acto de El Nuevo Mundo y Tucapela en Las
palabras (Acto II).
'" Un ejemplo por excelencia de este recurso se encuentra en El espaol entre todas las
naciones de Remn. En la primera parte tanto los indios como los negros (cimarrones o
esclavos escapados) se enamoran locamente de los blancos como hecho reconocido. Esta
obra se parece en muchos aspectos de su argumento a El nuevo rey Gallinato. En sta se
explota el tema de la sexualidad, incluida la aberrante, seguramente hasta su mximo
punto permisible, no slo por el mero travestismo sino tambin por la descripcin de los
besos intercambiados por dos mujeres (Claramonte, p. 211). En contraste, resulta significativo notar, a propsito de la homosexualidad, que no hay ningima referencia en todo el
repertorio a la sodoma, prctica nefanda y supuestamente muy repartida entre los indios
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dra la pena investigar la indumentaria del Diablo, sus representantes y los dolos
que aqu se han mencionado" Y queda por investigar el tema fundamental de la
salvacin de los indios, bien de manera feliz, como es el caso de conversiones
promovidas por milagros, bien por va macabra, como es la aparicin de Caupolicn empalado pero reconciliado con Cristo (cuyo destino comparte)'^
Al mencionar de paso estos tpicos y temas, quiero inferir que el Diablo
no slo domina el repertorio por sus muchas apariciones en la escena y por el papel clave de la idolatra, sino que hay otros aspectos de la temtica que le ataen y
que merecen ser estudiados.
Si se acepta la casi omnipresencia del Diablo y lo diablico en el repertorio, que aqu se plantea, nos toca preguntar por qu los dramaturgos se empearon
tanto en representar a los indios como criaturas del Malo, entregados a la prctica
de su mximo engao: la idolatra. Para una posible respuesta volvamos a la nocin de Bate, ya citada, de mediacin de ideologas a travs del arte: "works of art
are deeply implicated in the power structures of their time [...] one of the ways in
which power functions is by creating and then demonising aliens, Others, outsiders, inferiors". Quiero destacar tanto el concepto del ejercicio del poder como el
de endemoniar. Tenemos un ejemplo por excelencia que se acaba de comentar en
Las palabras a los reyes, en el que la interdependencia de estas dos ideas resulta
palmaria: Francisco Pizarro, antes de la batalla final contra los Incas, arenga a los
indios con un resumen de la "Ley de Dios verdadera" (fol. 15R), es decir, de la
Creacin, Adn y Eva y la Cada, la Redencin por Jesucristo y el repartimiento
de los territorios del Nuevo Mundo por los Papas a los prncipes cristianos. Es
nada menos que una versin de la notoria autorizacin religiosa-imperial de esclavizar poblaciones y apoderarse de sus territorios y bienes: el Requirimiento. La
respuesta de Abataliba a tal hecho es, por tanto, crucial:
Espaol, yo no conozco
a tu Rey, todas estas tierras...
Yo no se como San Pedro
a tu Rey drselas pueda...
En lo que toca, que vn Dios
vuestro crio el cielo y tierra,
segn los espaoles y bien documentada en las crnicas (vase Ricardo Herrn, La conquista ertica de las Indias, Barcelona, Planeta, 1991, p. MiA, passim).
' ' Flecniakoska lamenta la falta de acotaciones que pudieran dar una mejor idea del aspecto fsico de la figura del Diablo en las tablas. Sin embargo, hace una tentativa de bosquejo general: "Satn est toujours de noir habill, quelle que soit la coupe de ses habits. Ce
qui vane sont les broderies qui peuvent reprsenter des tetes de mort, desflammesou des
serpents" (1964, p. 33). El repertorio del Nuevo Mundo puede aadir ms datos en tomo a
este tpico; por ejemplo, hay una acotacin sabrossima en El gobernador prudente de
Gaspar de vila que reza as: brese la pea, y baje el demonio con tunicela y manto
encarnado, cubierto de soles dorados y uno en la frente (p. 43), lo que indica que el negro
quiz fiera el color de preferencia pero no obligatorio. La tesis ya citada de mi colega Luis
Gonzlez Fernndez, The Devil and the Comedia, contiene un estudio acerca de este tema.
'2 Ruiz Ramn observa que en el auto La Araucana "Caupolicn en su palo es figura de
Cristo en la cruz" (p. 139, n.75).
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no se nada, solo se
que al Sol se deue esta inmensa,
fabrica del Orbe, y que el
es quien todo lo alimenta (fol. 15 V).
Al lector moderno esta respuesta incomprensiva le puede parecer algo
conmovedora. Es imposible medir la reaccin del espectador del siglo XVTI, pero
Vlez hace hincapi ms bien en la ignorancia ("no conozco", "no se", "no se nada") de Abataliba que en su desafo o desprecio de la Fe. Sin embargo, s constituye una reafirmacin de idolatra y por tanto, una declaracin de guerra. Se traba
batalla, los Incas son derrotados y en la escena siguiente volvemos a la metrpoli,
a la corte de Carlos V, pero al entregar el Per a su rey, las palabras de Femando
Pizarro, hermano de Francisco, se refieren casi exclusivamente'^ al aspecto poltico-econmico de la conquista, oneciendo
[...] nueuas coronas y mundos
a tus Cesreos laureles,
en seal de la riqueza,
y el rendimiento solene
de aquellas prouincias ricas
del metal del Sol luziente;
despus de tantos despojos,
de indios rendidos, del frtil
fruto de climas tan nuevos,
de los nuestros diferente:
para tus Cesreas plantas,
deste mundo de oro viene,
que fue rescate del Inga;
y en quatro millones puede
apreciarse sin gran suma
de plata, y perlas que vierte
en ncares la maana
al Sur, que su llanto bebe
crislitos, y diamantes,
de minas mas excelentes (fol. 16R).
Esta tensin entre la supuesta religiosidad del Requerimiento y la realidad
de los estragos y despojos de la conquista contena sus propias ironas. En su anlisis del Requerimiento, compuesto por Martn Fernndez de Enciso en 1513,
Hanke nos recuerda el nfasis que se hizo en precedentes bblicos para justificar
cualquier accin en contra de los indgenas, por draconiana que resultara. Basndose en las matanzas llevadas a cabo por Josu en Canan, la toma de territorios y
la esclavizacin de sus habitantes, Enciso argument que fue, sobre todo, la condicin de idlatras de los cananeos lo que justific su proceder segn la voluntad
'3 Tambin llev caciques indios para ser bautizados, pero es el nico ndice espiritual en
una escena de trunfalismo imperial que contrasta con la que precede a la batalla.
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de Dios. Las acciones del imperio espaol en el Nuevo Mundo eran, por tanto,
meramente anlogas a las ordenadas por Dios para otra Tierra Prometida '''.
Claro est que los abusos de tal concepto no pasaban inadvertidos para los
dramaturgos. Aunque la irona de Vlez de Guevara es implcita, el tpico es explotado descaradamente por Lope: en El Nuevo Mundo confa la tarea de explicar
los misterios de la Fe al rufin Terrazas. El indio Duquanquelln, beneficiario del
dudoso sermn, mata a Terrazas por incitacin directa del Demonio, cuyas observaciones acerca de los espaoles ("codiciando oro [...] se hacen santos", en p. 41)
no carecen de cierta razn.
De esta manera, el topos de la idolatra es lo que permite estas indagaciones por parte de Abataliba y el Demonio mismo sin que se desborde en un rechazo
de los valores religiosos encamados por las santsimas figuras de Coln y los Reyes Catlicos, tal como estn representados por Lope en El Nuevo Mundo.
Es en esta capacidad de la comedia para afirmarse y cuestionarse simultneamente en lo que residen sus mayores potenciales dialcticos. Sin embargo, la
justificacin o interrogacin de la sociedad que la dio a luz exige cierto espacio
para colocar este discurso dentro de los lmites que prevengan cualquier difusin
nociva. En las obras planteadas, son los indios, en su status de otros, quienes lo
avalan. Todos los indios son manipulados por el diablo y son idlatras, y esta calidad es el sine qua non de su representacin en la escena. Todas sus acciones radican en el error en que viven, incluso las atrocidades, los gestos heroicos (que son
muchos) y las protestas lascasianas que caracterizan su dilogo con los invasores.
Por sarcstico que Lope nos parezca en el sermn de Terrazas, resulta significativo que sus duras acusaciones contra los espaoles estn en boca del Demonio
"vestido de indio" (p. 41).
Lo que nos ofrece el uso del Diablo en este subgnero es una visin ms
de cmo se conceban a s mismos los espaoles en trminos de su discurso con
este nuevo Otro. El espectador -el cristiano, el no-idlatra- se define por medio de
su propia diferencia con respecto al Otro endemoniado al que ve en las tablas. La
idolatra del Otro refuerza y justifica su reduccin al imperio, pese a los abusos
que la acompaan y que quedan satirizados por los dramaturgos.
La representacin de los indios y su idolatra en estas obras es la manifestacin de cmo flinciona el poder a travs del arte.
''' Para una discusin de los orgenes y el contenido del Requerimiento vase Lewis Hanke, The Spanish Struggle for Justice in the Conquest of America, Boston, Little, Brown
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