Comentario Carlismo
Comentario Carlismo
Comentario Carlismo
Alaveses: Ha llegado por fin aquel día en que la perfidia liberal ha de ser exterminada para siempre
del suelo español.
Sí, magnánimos y esforzados alaveses: no ha terminado aún en nuestra patria la tiranía de los
pérfidas españoles, indignos a la verdad de este nombre; no han desaparecido de nuestro suelo aquéllos que...
han abolido nuestros fueros y libertades patrias.
(...) Su execración contra el Dios Santo; la libertad de pensar; la inmoralidad; las venganzas; los
robos; los asesinatos; la abolición de nuestros fueros y privilegios; en una palabra, la destrucción de los
altares y la ruina de los tronos que el Sumo Hacedor tiene establecidos para bien de la humanidad; tales son
los verdaderos designios de la facción revolucionaria, y tales el estado fatal y el abismo de males en que esta
vil canalla pretende precipitar a nuestra amada patria.
Alaveses todos: vuestro legítimo soberano es quien en este día os habla y llama para defender la
religión y salvar la patria (...).
Elegid, alaveses; españoles, elegid: De vuestra decisión depende la existencia del trono español: en
vuestras manos tenéis la felicidad y la ruina de vuestra patria. Católicos sois, y la causa de Dios os llama
protectores del altar; sois leales y fieles vasallos, y el mejor y más deseado de los reyes espera vuestro auxilio
para exterminar la canalla liberal y consolidar su trono: nada os detenga.
¡Viva Carlos V, viva nuestro Augusto Soberano! (7 de octubre de 1833)
A. PIRALA, Historia de la Guerra Civil, reproducido en D. DOMENÉ SÁNCHEZ y otros, Historia de España, Madrid,
Laberinto, p. 118.
1. Introducción al texto
Este texto es muy ilustrativo porque refleja con claridad muchos aspectos del
movimiento carlista , un movimiento político y social que condicionará la historia
española durante gran parte del siglo XIX (guerras carlistas) y que incluso llegará
al siglo XX (Guerra civil española, Franquismo e incluso Transición).
Otro aspecto del carlismo que podemos analizar a través de este documento
es su implantación geográfica y social . El fenómeno carlista fue más general en las
provincias forales del Norte (País Vasco, Navarra) y en otras zonas antiguamente
forales: Aragón (Maestrazago ), Cataluña, Valencia, Galicia o Castilla (en algunas
comarcas).
Socialmente, el carlismo fue un movimiento tan heterogéneo como el liberalismo. Sus
grupos dirigentes provienen de la Iglesia, en su mayoría antiliberal, y muy perjudicada
por las desamortizaciones de los bienes eclesiásticos que suponían la pérdida de
privilegios en la Iglesia. El apoyo de la pequeña nobleza local, oligarquías rurales y
ciudadanas que habían combinado la propiedad de la tierra y el monopolio del poder
local con diversas situaciones de privilegio y tenían miedo de que el liberalismo pudiera
acabar con los fundamentos tradicionales de su poder (en tema fiscal, vinculaciones
señoriales, control de ayuntamientos). El carlismo contó también con el apoyo de
sectores amplios del artesanado y del campesinado, y en este sentido adoptó la forma de
una protesta popular y campesina. El motivo de su apoyo fue el cambio en las formas en
la propiedad colectiva tradicional impuestas por el liberalismo frente a los privilegios
forales. Muchos campesinos fueron expulsados de las tierras desamortizadas sin recibir
tierras en propiedad, o bien se sintieron perjudicados por el nuevo sistema fiscal e
impositivo liberal.
3. Conclusiones
Respecto al impacto de este documento, Álava, objeto de esta temprana proclama
carlista, cumplía muchas de las condiciones que facilitaron el fuerte y rápido desarrollo
de esta ideología en el territorio: foral, fuertemente influido por la Iglesia, con una
importante nobleza rural, numerosos pequeños propietarios agrícolas y un escaso
desarrollo urbano. Es lógico pensar que muchos alaveses se unieran a la causa carlista,
de allí la pronta creación de grupos armados en la zona que se enfrentaron al ejército
liberal cristino: es el inicio de la denominada Primera Guerra Carlista
La primera guerra carlista (1833-40) se desarrolló en dos escenarios geográficos:
Navarra y el País Vasco, en primer lugar, y el interior de Cataluña, Bajo Aragón y el
Maestrazgo, en el levante peninsular, posteriormente. Presentó también dos fases. En la
primera (1833-35) los triunfos carlistas del general Zumalacárregui en la zona norte
permitieron a don Carlos crear una monarquía alternativa en Navarra, mientras que en
levante la guerra presentó un carácter de lucha de guerrillas con poca conexión entre las
diferentes partidas. En su segunda fase (1836-40) la guerra empezó a decantarse hacia el
bando liberal. Los carlistas, para contrarrestar esta tendencia, iniciaron con poco éxito
una estrategia consistente en realizar largas expediciones fuera de sus territorios para
ampliar su base geográfica. Estas costosas expediciones desgastaron aún más sus
recursos y fomentaron la aparición en sus filas de una corriente de opinión favorable a
pactar con los liberales y poner fin a la guerra. Muerto Zumalacárregui, el general
pactista Rafael Maroto acordó la firma del Convenio de Vergara (1839) con el liberal
Espartero. Las partidas carlistas de levante (General Cabrera) resistieron unos meses
hasta que fueron derrotadas en 1840.
El carlismo no desapareció. De hecho se trata de un fenómeno de larga duración
que continuó en otras dos guerras carlistas menores (década de los cuarenta y de los
setenta en el sexenio progresista), manteniéndose, aunque con cambios, durante el siglo
XX (apoyo a Franco durante la guerra civil, incidente de Montejurra en la Transición ).