Calígula
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Ttulo original: Caligula
Comentario [LT1]:
Calgula
CAPRI, SE ACAB
Mayo de 36 - abril de 37 d.C.
Capri, mayo del ao 36
En el punto ms elevado de la isla se alzaba la villa de Jpiter, una maciza construccin
de granito gris, nido perfecto para las guilas gigantes al que se acceda por un largo y
serpenteante camino que dejaba exhaustos a los porteadores de literas. Tras franquear la
imponente puerta, dedicando un mudo saludo al centinela que se apresur a cuadrarse,
Macrn se desperez y aspir el acre perfume de los matorrales. Los primeros rayos de
sol disipaban poco a poco los bancos de bruma. A lo lejos, ms all del mar de color vino,
una mancha blanca revelaba la presencia de Npoles.
Alto, bien plantado, con un brillo de autoridad en la mirada, propio de quienes han nacido
para mandar, Macrn era prefecto del pretorio de Roma. La inspeccin de los puestos de
guardia de la isla no figuraba ni por asomo entre sus atribuciones. Lo haca porque haba
sido durante mucho tiempo oficial de la legin y porque, en el desempeo de su
importante cargo, echaba de menos aquel paseo matinal. A cada uno de los centinelas le
repeta el santo y sea elegido por el emperador: amor fati, el amor por el destino.
Qu fcil resulta exhortar a los hombres a amar su destino, cuando uno es el nico que
lo determina! Macrn se encargaba de que se cumpliesen en Roma y en todo el Imperio
las rdenes de Tiberio, que no abandonaba Capri desde haca mucho. Una vez ms,
record que el prefecto Sejano, al que haba sucedido en aquel puesto relevante y
arriesgado, haba terminado su carrera en la escalera de las Gemonas, despedazado por el
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Se detuvo por un instante, rescatado de tan lgubres pensamientos por el esplendor del
paisaje. El mar orlaba la costa con una puntilla de ncar. A lo lejos, dos velas triangulares
escoltaban la sombra masa de un trirreme. Muy cerca, en la villa de Capricornio, una de las
doce que Tiberio haba mandado construir y a las que haba puesto los nombres de los
signos del zodaco, se erguan las resplandecientes columnas de su peristilo.
De all llegaba un confuso rumor de fiesta. Macrn reprimi un juramento. Si hubiera
tenido a sus rdenes a ese intil de Cayo, le habra enseado a proceder con rectitud a
base de correctivos generosos aplicados con la cepa de via, la insignia de los centuriones.
Por desgracia, no poda darle ms que consejos al hijo adoptivo del emperador, consejos
de los que el joven no haca el menor caso. Veinte aos atrs, cuando viva en los
campamentos del ejrcito del Rin con su padre, el gran Germnico, todo el mundo haba
credo que un da llegara a ser un soldado. Lo disfrazaban de legionario, lo que le vali el
sobrenombre de Calgula, bota pequea. Llegado a la edad adulta, no era ms que un
gandul que se pasaba las noches de juerga hasta el alba.
Al tiempo que reanudaba la marcha por el sendero, el prefecto del pretorio pens en la
conversacin que haba mantenido la noche anterior con el emperador. Qu le haba
pasado a Tiberio por la cabeza mientras fijaba en l aquellos grandes ojos azulados
hundidos bajo la maraa gris de las cejas? De forma maquinal, Macrn se puso a
contar los pasos que lo separaban de la villa de Jpiter. Determinados nmeros se
consideraban propicios, otros nefastos. Setenta y siete, setenta y ocho..., la edad de
Tiberio. Escrut el cielo, buscando un presagio. A la izquierda, una golondrina ascenda
hacia los nubarrones del lado malo. En la entrada de la villa, se encontr con Calisto,
madrugador como de costumbre. De mala gana, le devolvi el saludo. El liberto
favorito del emperador, un hombrecillo con ojos de hurn y hocico puntiagudo al que
haban puesto el mote del zorro griego, haba nacido esclavo en una aldea perdida de
Asia. Haba sido portero, portador del nfora de vino y despus cubicular, criado
encargado del dormitorio. Designado para ocuparse de la silla retrete del emperador
se haba manejado tan bien que al cabo de un ao Tiberio le haba dado la bofetada
simblica de la manumisin. Sacando partido de su confianza el favorito haba amasado
una inmensa fortuna, y se decia que una de sus villas estaba adornada con treinta y
dos co-lumnas de nice. Reconcomido de rabia, el oficial pens que para hacer carrera
en Roma la esponja de limpiar culos era ms til que la espada Antes de ir a trabajar con
el emperador, se detuvo a cambiarse el apartamento que ponan a su disposicin en cada
una de sus estancias en la isla. Enia estaba acabando de arreglarse. Una criada le cepillaba la
larga cabellera rubia.
Al menos aqu nos levantamos temprano! exclam con jovialidad. No es como en casa de Cayo; l an no se ha acostado.
Lo veremos aparecer al final de la tarde, en cuanto se despierte.
Qu vida, por Hrcules!
Enia le sonrio desde el espejo de plata.
No te preocupes, que no me dejar seducir.
Cmo haba adivinado su secreto temor? No era sa la forma en que una romana deba
hablarle a su marido. Cuando Tiberio le haba mandado casarse con la hija de su gran
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amigo, el astrlogo griego Trasilo, Macrn se haba sentido halagado por aquella muestra de
estima. Con el tiempo le haba llegado a gustar esa extranjera de cuerpo airoso y andrgino.
Nunca se haba planteado si la quera; los militares no ponen nombres a sus sentimientos.
Cayo se te insina refunfu. Deberas evitarlo.
Quiero saber quin es.
Todos lo sabemos. Es el hijo de Germnico y el hijo adoptivo de Tiberio.
S, pero cmo es en el fondo?
Yo te lo dir. Es un intil. Un joven licencioso tan enemigo "trabajo como un esclavo
corso.
Finge serlo. Es un papel que representa, como en el teatro.
"Por qu te interesa tanto saber de l?
"-Porque un da ser emperador.
Emperador, l? Mi pobre Enia, t desvaras! A la edad en Me todos los dems estn en
el ejrcito, l toca la pandereta y hace
teatro con rameras y afeminados. Emperador! Tiberio nunca lo nombrar!
La mujer call, pero l intuy que su certeza no se haba debilitado en absoluto.
Cuando entr en la gran oficina del primer piso, el emperador se encontraba ya all. A
contraluz, Macrn slo entrevea su fornida espalda. Los cuatro secretarios, inclinados
sobre los pupitres a ambos lados de la puerta, se pusieron precipitadamente de pie como
muestra de respeto. Tras tender al ujier la capa roja y el casco con penacho, avanz hacia
la lustrosa mesa sobre la que un sirviente depositaba un legajo de documentos. Ave,
Caesar.
Por toda respuesta, obtuvo un gruido. Se sent frente al emperador para presentarle su
informe.
Aunque el anciano pareca adormilado, de vez en cuando, en su rostro salpicado de
manchas, los prpados marchitos se levantaban sobre los ojos saltones con igual rapidez
que una lengua de lagarto. Al or ciertas palabras, correga un error o exiga una precisin. Ante ciertos nombres, se rea con actitud socarrona, como si encerrasen un secreto
divertido que slo l conoca. Rechaz en bloque, sin querer examinarlas, las peticiones
de gracia de los condenados a muerte.
Las horas se sucedan. Macrn comenzaba a acusar el cansancio, la sed y el hambre, pero
Tiberio pareca ajeno a estas contingencias humanas. El ordenanza acudi a decir en voz
baja que los jvenes aguardaban para presentar, como cada da, sus respetos al
emperador.
Hazlos pasar. T puedes retirarte, Macrn. Por cierto, no volvers con tu esposa a Roma.
Su padre est enfermo y necesita tenerla cerca.
A tus rdenes, Csar!
Con un gesto, Tiberio anim a los primos a acercarse. Habra resultado difcil encontrar
compaeros ms dispares. Cayo era un joven de veinticuatro aos, flaco, de pelo pajizo y
cara angulosa. Las muecas peludas sobresalan de su toga, en los extremos de unos
brazos demasiado largos con los que, por lo visto, no saba qu hacer. Mantena la mirada
gacha en actitud respetuosa. Gemelo, que llevaba an la toga pretexta de nio, era bajito,
gordezuelo, y bajo los cabellos negros y rizados, su semblante trasluca ingenuidad.
Tena un aire embelesado y aterrorizado a la vez. Tiberio se inclin
para darle un beso y luego correspondi con un cabeceo al saludo del alto papanatas.
Pens que, como siempre, el amante del teatro estaba haciendo comedia, adoptando
delante de l la pose del memo que distaba mucho de ser.
Gemelo pronto ser capaz de recitar cien versos de Hornero.
Espero que no lo hagas subir a escena. Ya tengo bastante con un histrin!
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No, Csar. Slo le pido que se grabe en la cabeza los poemas. Tiene una memoria
excelente.
No soy yo el que tiene memoria lo corrigi el nio, ruborizado de orgullo, es
Hornero quien elige palabras fciles de retener. Cuando hayamos terminado, Cayo me va
a llevar de paseo con l. Conoce los nombres de todos los rboles y todas las flores de la
isla.
As que os paseis juntos? Caminas con pie firme, Gemelo? Nunca tienes vrtigo? Si
vas por un camino que discurre al borde de un acantilado, ests seguro de que no vas a
caer al mar?
Nunca me acerco a los despeaderos. S que debo andar con cuidado y no ir a donde
hay peligro de resbalar.
Haces bien. Si adems eres gil como una cabra, quiz vivas largo tiempo, hijo. No te
pasees mucho con tu primo. Es un ejercicio peligroso. Ya sabes lo que le ocurri al pobre
de Ganmedes. El tambin andaba con pie firme... Bueno, regresad a vuestras ocupaciones. Cayo, volvers a verme a solas para que te muestre cmo trato a los mentirosos.
Mientras tanto, reflexiona. Nunca es tarde para reconocer que uno no ha dicho la verdad.
Como un gato al acecho de un gorrin, el viejo lo escudriaba sin alcanzar a vislumbrar
en l el menor signo de emocin. Su mscara de candor permaneca inalterable. Si el
histrin haba sido el responsable, posea una extraordinaria sangre fra.
Roma, mayo del ao 36
Aqul era uno de los sitios donde se daba cita lo ms selecto de Roma. Desde las amplias
ventanas se dominaba la vasta arena cubierta de ceniza donde se ejercitaban los
gladiadores. Los aficionados a aquel noble deporte intercambiaban comentarios,
cmodamente instalados, pero muchos de los espectadores, y sobre todo las espectadoras,
no frecuentaban el establecimiento por amor al arte de la espada. Se trataba de mujeres
de mundo, fervientes admiradoras del msculo y el sudor, que acudan a elegir all su
amante por una hora, por un mes o incluso por ms tiempo en ocasiones. A ciertos
hombres los atraan los tunicati, esos gladiadores invertidos que despertaban un cordial
desprecio entre sus compaeros.
El dueo del establecimiento, Graco, era el mayor empresario de espectculos de la
ciudad, propietario del primer ludus, donde se concentraban los mejores luchadores
profesionales de Roma. A diferencia de la gran mayora de la gente de su profesin, era de
buena familia. Quienes lo vean por primera vez, con su tnica ceida con un cinturn de
cuero rojizo provisto de una hebilla de oro, lo tomaban por un oficial. En realidad, su
pasin por las armas lo habra llevado a seguir la carrera militar si su gusto por la vida fcil
no lo hubiera inclinado a preferir la profesin de lanista. Esta actividad, al igual que la
del leno o proxeneta, estaba mal vista, porque se basaba en el trfico de carne humana. El
hecho de que le estuviese vedado actuar como testigo de la acusacin en los juicios y de que
lo hubiesen privado de sus derechos cvicos no impeda en modo alguno que Graco fuese un notable bien considerado y adulado. Sus constantes viajes a
travs de todo el Imperio, en busca de nuevos campeones o de animales para el circo, lo
haban convertido en uno de los hombres mejor informados de Roma.
Aquella fresca maana del mes de mayo, no estaba de humor para fiestas. Con una copa
en la mano, observ por un momento la veintena de combates que libraban los duelistas
antes de volverse hacia sus invitados con semblante afligido.
Pero qu lstima! Unos juegos sin escenas de caza, es algo increble!
Sus palabras suscitaron un murmullo de aprobacin entre todos los que se apiaban en los
sencillos bancos de madera, en torno a la gran mesa, pues era de buen tono compartir las
duras costumbres de los atletas.
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pececillos? Dicen que el emperador ordena que le hagan cosas que no puedo nombrar en
honor a la decencia y que...
Me extraara mucho la interrumpi Ahenobarbo. A ese viejo cabrn ya ni se le
levanta! Va a estirar la pata de un momento a otro.
Un aire glacial pareci descender de repente sobre los congregados. Graco saba cmo
comportarse en tales casos...
Labieno, t que eres el ms sabio de todos los presentes en cuestin de juegos,
podras explicarnos de dnde viene la costumbre de la venatio?
El aludido, un anciano de calva reluciente y enormes orejas traslcidas, se aclar la
garganta y adopt una actitud magistral.
Desde tiempos inmemoriales, la pausa de medioda est consagrada a la caza. Es una
tradicin muy antigua. Hace dos siglos, nuestros antepasados libraron por primera vez
combate en el circo con elefantes capturados en Sicilia. Como sabis, ahora ya no quedan.
Los avestruces llegaron ms tarde, pero no son aptos para la lucha y no hacen ms que
patochadas. En la consagracin del templo de Marcelo, se exhibieron treinta y seis
cocodrilos. Me acuerdo muy bien. Tambin vi en persona, yo que os hablo ahora, los ocho
elefantes sabios de Germnico. De todas formas, no se trataba en el sentido estricto de una
venatio, puesto que no los mataban.
Y los condenados a las fieras? inquiri con su atiplada voz el aficionado a los tunicati.
se es un asunto bien distinto, mi joven amigo. Despus de su victoria sobre Perseo,
Paulo Emilio tuvo la ocurrencia de castigar a los trnsfugas de su ejrcito aplastndolos
con elefantes. Entonces descubrieron que la muerte causada por las fieras es la que ms
terror produce a los humanos. Por eso est reservada para los criminales.
Todo eso no explica por qu Tiberio ha prohibido la caza.
Pues yo s s por qu asever Ahenobarbo. Porque est loco.
Graco se estremeci. La ley permita infligir la muerte a todo aquel que cometiese delito
de lesa majestad profiriendo afirmaciones semejantes.
No hablemos de eso!
Yo hablo de lo que me place. Todo el mundo sabe que Tiberio ha perdido la razn; por
eso se ha recluido en Capri. Es esa morada propia para un emperador? Una isla donde no
hay ni anfiteatro ni edificio pblico digno de tal nombre? Y quin nos gobierna en Roma?
Decidme, eh?
Dej transcurrir un instante.
No os atrevis a decirlo, claro! prosigui en tono furibundo. Pues yo s. Es el
prefecto del pretorio, Macrn, un militar que no ve ms all de sus narices. Va a Capri a
contarle al viejo que Roma est tranquila y despus abre la mano para que el viejo cabrn
deposite en ella cagarrutas en forma de edictos y mensajes. A su regreso, el Senado declara
que el olor es exquisito y yo soy el nico que vota en contra.
La diatriba sumi a los presentes en un atemorizado silencio. Todos encontraron una
excusa para marcharse. Ignoraban que en toda tirana siempre se tolera a un oponente
acrrimo que sirve de coartada al rgimen e induce a los descontentos a desenmascararse.
Cuando estaba de buen humor, cosa que suceda en raras ocasiones, Tiberio deca que ya
haba castigado con creces a Ahenobarbo por su insolencia obligndolo a casarse con la
horripilante Agripina.
En aquel opresivo fin de reinado, el porvenir estaba cargado de incertidumbres. Tiberio,
nacido de un anterior matrimonio de Livia, la esposa de Augusto que, aunque no le haba
dado un heredero varn, lo haba convencido de que adoptase a su hijo, no perteneca al
linaje de Julio Csar, fundador de lo que nadie osaba an denominar una dinasta. El
actual emperador se haba granjeado el aborrecimiento de la familia del prohombre, la
gens Julia, a la que haba diezmado alegando conspiraciones contra l, hasta no dejar con
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vida ms que un heredero varn en la persona de Cayo. Result pues una sorpresa para
todos que lo adoptara, pero en lugar de prepararlo como sucesor, lo maltrataba y lo
humillaba. Se arrepenta acaso de haberle perdonado la vida? Quera, antes de morir,
dejarle la va libre a Gemelo, su sobrino carnal? O tal vez el antiguo republicano convertido
en tirano deseaba que tras l el Senado restableciese la Repblica? El viejo de Capri no
confiaba a nadie sus intenciones, y Roma entera se perda en conjeturas.
Capri, mayo del ao 36
Tiberio desliz la mano sobre la larga mesa pulida.
Veamos, Cayo, has reflexionado sobre la conversacin que sostuvimos el otro da?
Afirmas que tu amigo resbal?
S, Csar. l iba muy por detrs de m. Yo no me di cuenta de nada.
Se trata de un accidente, entonces. Como la muerte, el ao pasado, de tu esposa Junia
Claudia, que cay de lo alto de la gran escalinata de tu villa. Se producen muchas cadas
mortales a tu alrededor, hijo. Tu proximidad es igual de peligrosa que la de la roca
Tarpeya. No me ocultas la verdad?
No.
Haces bien. Es peligroso mentirme. Creo que ha llegado la hora de que veas qu les
ocurre a las personas que se arriesgan a hacerlo. Sigeme!
Gui al joven a la estancia contigua a la gran oficina oficial, donde acostumbraba recibir las
visitas privadas. Las paredes estaban enteramente tapizadas con gruesas colgaduras.
Levant una de ellas para abrir la puerta oculta tras el tapiz. Las antorchas de la pared iluminaban dbilmente los primeros peldaos de una escalera de caracol.
Ve t delante, hijo. Si tropiezo amortiguars mi cada.
Bajaron con mucha precaucin los escalones hasta una habitacin subterrnea
alumbrada por dos teas sujetas a la muralla. Dos hombres vestidos con tnica de cuero
que jugaban a los dados en una mesa, se levantaron con celeridad al ver entrar al emperador.
Cmo est mi amigo Capcio? Sigue bebiendo de mi mejor vino?
S, Csar. No bebe otra cosa.
Unas puertas de pesados herrajes daban acceso a las mazmorras. Sosteniendo una antorcha,
uno de los guardianes abri la ms cercana. En el suelo, una forma humana permaneca
encadenada a una anilla fija a la pared.
Y bien, Capcio, es tan bueno mi vino como el de tu amigo Se j ano?
Vers, Cayo explic a Calgula. Cuando le pregunt si haba participado en la
conspiracin, lo neg. Fue durante una comida. Me dijo: Tan cierto como tu vino es el
mejor, yo no he intrigado contra ti. Desde entonces, no bebe ms que mi vino. Tiene
mucha suerte.
A un gesto suyo, el guardin sac de la tnica un pual y se inclin. El hombre emiti un
grito ronco. Sintiendo que le flaqueaban las piernas, Calgula pos las palmas de las
manos en la pared. El contacto fro de la piedra le ayud a serenarse.
Lo oyes, Cayo? Me pide clemencia. Ya no tiene lengua, pero ya no necesita mentir.
Uf, qu hedor! Sin duda nuestro amigo ha perdido la compostura. Y pensar que tena
tan buenos modales cuando lo conoc!
Tras ascender con esfuerzo por la escalera, se dej caer en un divn.
Lo ves, Cayo? Cuando alguien me miente, acaba as. No me gusta que me engaen, y
ese hombre quiso engaarme. T dirs que Capcio era un gran personaje y que fue dos
veces cnsul. Sin embargo, hay que tener en cuenta la calidad de las personas? Sera
justo tratar de modo distinto a un mozo de cuerda y a un senador, si ambos han
conspirado contra el Estado?
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prodigioso ser la causa. Arrasar el mundo con su llama, asolar Roma y despus la
reedificar.
Dnde est?
Se oculta en Oriente, donde naci hace ms de treinta aos. Quiz se te presente la
ocasin de conocerlo. Cmo lo reconocer?
Cmo se reconoce el Sol? Tiberio ha ordenado su bsqueda, pero no lo ha
descubierto. En cuanto a ti, puedes ser el mejor o el peor de los emperadores. Cuando
Zeus cre a Pandora, le ofreci todos los dones del espritu y del cuerpo. Hefesto forj
para ella una caja, en la que el padre de los dioses encerr todos los males que amenazaban
al mundo. Orden a Pandora que no la abriera nunca. Ya sabes lo que ocurri despus.
No imites a Pandora, Cayo! Cundo va a morir Tiberio? He venido a hablarte de
tu destino, no del suyo.
Trasilo se levant y se encamin a la puerta con el paso precavido de los ancianos. Un vez
en el umbral, se detuvo.
No imites a Pandora, Cayo!
Luego subi a su litera e indic a los porteadores que lo llevaran a la villa de Jpiter.
Cuando el ujier le anunci al emperador que su astrlogo le solicitaba audiencia, Tiberio lo
hizo pasar de inmediato.
Pareces agotado, amigo mo. Haca un mes que no salas de tu casa. Por qu lo has
hecho hoy? Yo hubiera venido a verte.
Mi cansancio carece ya de importancia. El gran reposo llegar maana.
Sin embargo me habas hecho concebir esperanzas seal, con voz quebrada, el
emperador.
No poda decrtelo. Perdname.
No tengo nada que perdonarte. Ay, Trasilo, te seguir muy pronto! Aunque yo no
conozco ni el da ni la hora.
Yo tampoco los conozco. Este privilegio no me ha sido concedido ms que para m
mismo. Sin duda con el fin de que pueda despedirme de ti.
Evocaron algunos recuerdos, sobre todo de los siete aos en los que Tiberio haba
permanecido en exilio voluntario en Rodas. Bajo aquel luminoso cielo, haban llevado una
vida de estudio que ambos rememoraban con nostalgia.
Gracias por avisarme. Me habra resultado demasiado doloroso enterarme de la noticia
por boca de otro. Dime, ver yo mismo, antes de morir, al ser extraordinario cuyo
nacimiento en Oriente me anunciaste hace ms de treinta aos? Ver cumplirse la profeca
de Virgilio sobre el nio que traer a los hombres la nueva edad de oro?
No est en mis manos responderte. Ese secreto no me ha sido desvelado.
Sabes, al menos, si es el mago que descubri Agripa?
No lo creo, pero si llegas a toparte con ese ser prodigioso, no te costar reconocerlo...
Contigo pierdo al ltimo de mis viejos amigos. No hace mucho se fue Nerva, y, ahora,
finalmente, se va Trasilo. Livia te haba recomendado, y se fue uno de los pocos favores
que me hizo mi madre. Ahora me quedo solo, aunque no ser por mucho tiempo.
Al advertir que se enterneca, Trasilo lo interrumpi.
Todos somos mortales. Te encomiendo a Enia; los astros le auguran una suerte difcil.
Velar por ella como si fuera mi hija.
Lo saba. Tengo otra peticin an ms importante que hacerte.
Ms importante?
S.
Habla, sabes bien que no te negara nada.
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Tras mi muerte, no volvers a or de boca de nadie lo que voy a decirte. Has sido un gran
general y un gran emperador, pero la ltima etapa de tu reinado no ha sido beneficiosa ni
para ti ni para
Roma.
T puedes decirme lo que sea, Trasilo! La desdicha te ha vuelto cruel. Te ha privado
de aquello sin lo cual no podas vivir, la piedad.
Piedad de quin? gru el emperador, con un encogimiento de hombros.
De Roma, del gnero humano y de ti mismo. Acaso alguien se ha apiadado de m?
Voy a decir unas palabras que pueden pronunciar unos labios que pronto se cerrarn.
Conozco el motivo de tu desdicha. Te reprochas una y otra vez el haber provocado
injustamente la muerte de tu sobrina, a la que amabas como una hija.
Tiberio le lanz una mirada fulminante. De improviso, cambi de expresin y sus grandes
ojos azules se anegaron en lgrimas.
Es cierto. Pienso continuamente en ella. Mat a la hija de mi hermano, Druso, que me
la haba confiado al morir. No quise escuchar los ruegos de Antonia. Y Livila era inocente;
despus obtuve la confirmacin. Ella me quera, Trasilo, me llamaba su to el Oso. Y yo
la mat! Su nico delito consisti en ser la compaera de Sejano. Antonia tiene sobradas
razones para odiarme. Comet el peor de los crmenes.
No es demasiado tarde. Cmo que no es demasiado tarde? Antonia puede dejar
de odiarte.
Tras estas palabras, Trasilo se levant para despedirse. Tiberio lo acompa hasta la
puerta y lo abraz.
Adis, amigo le susurr con voz apenas perceptible. Le escribir.
En cuanto lleg a su casa, el astrlogo se dirigi con gran esfuerzo a la cama. Sonri al
ver acercarse a su hija con su gracioso porte de bailarina. Una vez ms, Trasilo se admir
de lo extraas que eran las leyes de la generacin. Qu tenan en comn l y esa criatura
esbelta y gil, aparte de la aficin a las especulaciones elevadas y las verdades misteriosas?
Ya est. He hablado con ellos. Tiberio escribir a Antonia.
Y Cayo?
No ha parecido sorprenderse. Lo he puesto sobre aviso. Se avecinan tiempos terribles.
Te dejo expuesta a grandes tribulaciones.
Deja de atormentarte, padre. La joven le pos la fresca mano en la frente.
El astrlogo sinti que desfalleca. All abajo, la Parca deba de estar acercando las tijeras
al hilo.
l puede ser el mejor o el peor.
Ser el mejor. Estoy segura.
Trasilo comenz a delirar poco despus. Sus ltimas palabras, las que en latn se califican
de ms nuevas, fueron Astra inclinant non cogunt: los astros predisponen, pero no
determinan.
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ella y supongo que an lo est, pese a que Tiberio los haya separado.
Y ella?
Cmo voy a saberlo? Es una mujer extraa. Fascina a los hombres, pero no les presta
la menor atencin. No se le conocieron amantes hasta que Tiberio concert su matrimonio
con el procurador de Rodas. Se rumorea que ella no quera que nadie sucediera a su
hermano en el goce de sus encantos.
Cayo ser emperador?
Agripa le haba explicado ya varias veces la situacin. Cmo era posible que las mujeres
retuviesen con toda fidelidad los detalles ms nimios y en cambio olvidasen tan fcilmente
lo importante?
En Capri, todo el mundo te respondera que no le explic, armndose de paciencia.
Tiberio lo trata como a un histrin y un intil. A m me parece significativo que, hasta el
da de hoy, no lo haya matado y que incluso lo haya adoptado. Muchos dirn que fue para
aplacar la hostilidad de la familia, la gens Julia. Eso es poco probable, porque a Tiberio no lo
agobia ese tipo de preocupaciones. Si el hijo de Germnico, descendiente directo de Julio
Csar, sigue con vida, es posible que llegue a emperador.
Eso sera estupendo para ti. Tu ex alumno!
Cuando est de buen humor, me llama su venerado maestro, pero no estoy seguro de
que me venere. En realidad, por lo que respecta a Cayo nada es seguro.
Se parece a Julio Csar?
Agripa suspir. Comenzaba a cansarse del interrogatorio. Las mujeres son curiosas como
gatas. Cuanto ms lejos viven del poder, ms suean con conocer sus secretos.
Es tan feo y brillante como su antepasado. Libertino, caprichoso, vicioso, pero dotado
de una inteligencia extraordinaria. Yo estoy en condiciones de afirmarlo, porque l tena
siete aos cuando su madre me pidi que supervisara sus estudios. Los otros dos, Druso y
Nern, eran torpes de espritu. Cayo aprendi el griego jugando. Le fascina el Oriente. A
los diez aos, quera que lo llevara al templo de Isis. Todo despertaba su inters. A que
no adivinas cul fue su primera pregunta, el da en que asum mis funciones como su
mentor?
Y cmo quieres que lo adivine?
Como saba que yo era judo, se empe en averiguar qu aspecto tena un miembro
circunciso. Hube de ensearle el mo a escondidas de su madre. Con eso me gan su
confianza. Le asombr que la piel no pudiese deslizarse hasta cubrir el glande. La mujer
emiti una risita gutural.
De verdad que no se desliza la piel? Qu catstrofe! Veamos.
Enseguida su boca se aplic a la tarea. La noche haba sido tan ardiente que al prncipe le
cost llegar a donde ella quera llevarlo. Debo ir a ver al sumo sacerdote anunci l
cuando la cara de ella estuvo de nuevo a la altura de la suya.
S prudente. Es astuto como un demonio y quiz sospeche que tu historia es una
trampa.
No es una trampa. Se trata de un medio de ganar prestigio a ojos de Tiberio, nada
ms.
Sin duda, pero para eso es preciso que el sumo sacerdote crea lo que le vas a contar. No
olvides mi consejo. Eso debe ocurrir en Samaria y no en Judea. Solt una carcajada. Y
no te dejes seducir. Es muy aficionado a los hermosos donceles como t.
Tras su marcha, Agripa se hizo lavar y perfumar y despus se visti con una tnica de
lino sin adornos. La modestia de un prncipe de la casa real sin duda ablandara al sumo
sacerdote. Para ir al Templo, atraves los magnficos jardines de Herodes sin dirigir ni
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una mirada a las palmeras, naranjos y sicmoros que rodeaban las fuentes, y cruz la
pesada puerta llamada de Gennath. Dejando a la derecha el palacio de los Asmoneos,
borde el muro interior que divida la ciudad de este a oeste. Extendida entre valles y
colinas, Je-rusaln era una ciudad dominada por formidables fortificaciones. Ceida por
la muralla de Nehemas, coronada por trece torres y provista de doce puertas, contaba
como proteccin adicional con los muros de la ciudadela y del ncleo antiguo de Sin, de
cuya superficie el Templo ocupaba la cuarta parte.
Al llegar ante la maravilla construida por Salomn, se detuvo por un instante para
admirarla. Era el doble de imponente que la
Acrpolis de Atenas. Herodes el Grande, su abuelo, la haba ampliado y embellecido de
forma considerable medio siglo atrs. El edificio cuadrangular, un hbrido entre fortaleza y
palacio, era de proporciones colosales. Sus cimientos, de piedras enormes dispuestas unas
junto a otras, parecan obra de meticulosos gigantes. La techumbre estaba erizada de
agujas de oro destinadas a impedir que los pjaros ensuciaran aquel lugar sagrado.
En la entrada del elevado atrio de enlosado multicolor que los judos llamaban la
montaa de la Casa, un levita acudi a su encuentro para servirle de gua ms all de la
estrecha puerta del soreg, una balaustrada de mrmol esculpida a la altura del pecho
humano que circundaba todo el edificio. En ella una inscripcin grabada en griego y en
latn adverta: Cuidado, extranjero: si te sorprenden franquendome, sers el causante de tu
propia muerte.
Una escalera de catorce escalones conduca al primer nivel, el chel, que rodeaba el lugar
santo por tres de sus costados. Tras subir otros cinco escalones, se acceda, por una puerta
de lminas descomunales de bronce de Corinto, al atrio de Israel, desde el que los fieles
presenciaban los sacrificios celebrados en el enorme bloque de piedra sin tallar del altar.
El propio Herodes el Grande haba tenido que detener all sus pasos cuando, el da de la
inauguracin, haba ofrecido trescientos bueyes al cuchillo del sacrificador.
Ans aguardaba a su visitante en una habitacin pequea y austera. Era un hombre alto y
delgado cuyos ojos, profundamente hundidos en las rbitas, destilaban ms recelo y
ambicin que piedad. A su lado se encontraba un joven levita cuyo aspecto pareca
confirmar las inclinaciones que le atribuan sus enemigos. La barba sin recortar por los
lados, tal como lo exiga la minuciosa ley mosaica, se desparramaba sobre el ephod,
distintivo de su dignidad, sujeto por dos broches de oro, y sobre el pectoral cuyas doce
piedras preciosas simbolizaban las tribus de Israel.
Que el Padre eterno te bendiga con su benevolencia salud Agripa haciendo una
reverencia. Como bien sabes, mi larga cautividad me ha mantenido separado de mi
pueblo, pero sigo siendo judo. Por eso vengo a prevenirte de un asunto de extrema importancia.
Te felicito por haber logrado sustraerte a la corrupcin romana- De qu asunto quieres
hablarme?
El otro da, en Cesrea, o por casualidad una conversacin entre oficiales romanos.
Esos insensatos se creen los dueos del mundo y, como yo me cri en sus palacios, no
tienen secretos para m. Quieren instalar altares del emperador en las sinagogas.
En nuestras sinagogas? pregunt el sacerdote. Eso es imposible, estn muy bien
custodiadas.
Hablaban de Samaria.
Ah, eso es distinto! Los samaritanos son tan malos judos que ni siquiera son capaces de
proteger sus sinagogas. Qu astucia, la de esos romanos!
Si no surge un movimiento popular, o si se produce slo una reaccin de escasa
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pregunt al verlo.
De la poetisa Safo respondi, el griego, impasible, la hija de Ciis y de
Escamandrnimo. Sigue as: Eros viene a desanudar de nuevo todo mi cuerpo, y una
turbacin agridulce me invade.
Bravo! La mayora de tus colegas no sabe nada de poesa. De modo que Tiberio te
ha ordenado visitarme? Por qu se interesa por mi salud? Cree que estoy loco, verdad?
No ha insinuado cosa semejante.
Vamos, no me vengas con patraas!
Jenofonte haba dispuesto de mucho tiempo para reflexionar sobre lo que convena
responder en un caso como se.
S, teme que tal vez ests privado de razn. Quiere que establezca un diagnstico.
Se haba formado ya una idea bastante precisa. La anormal palidez y la mirada extraviada
eran seales de insomnio pertinaz y de agotamiento. Su semblante acusaba sin duda los
efectos de un mido permanente. Los cambios de humor, las bromas seguidas de repentinos arrebatos de tristeza podan ser indicativos de mana. Qu hace pensar a
Tiberio que he perdido el juicio? Haba llegado el momento de poner las cartas sobre la
mesa. Tiene la impresin declar Jenofonte, tras un instante de fingida
vacilacin de que sientes por tu hermana Drusila una pasin que te enturbia la razn.
Por un momento le pareci que el joven estaba a punto de abalanzarse sobre l.
Sus espas continu el mdico sin inmutarse le han revelado que pronuncias su
nombre en sueos y que hablas con la Luna. Tambin dice que sufres ataques de furor y que
despeaste a tu amigo en el transcurso de una pelea. No obstante, yo escrib en mi informe
que se trataba de un accidente. Calgula se ech a rer.
Decididamente me agradas, mi querido Jenofonte! Eres ms astuto que Ulises! Ah,
tiene que estar muy cercano el final de Tiberio para que traiciones su confianza viniendo
a contarme esto! Has hecho bien. Ve, no has apostado por el caballo perdedor. Yo no soy
un ingrato, ya lo comprobars a su debido tiempo.
Le reconfortaba que un griego taimado y previsor confirmase el veredicto de los astros.
Al da siguiente, Jenofonte expuso en trminos cultos al emperador que Cayo padeca
nicamente las secuelas de su epilepsia y que no presentaba sntomas de enfermedad
mental alguna.
Sin duda tienes razn. No est loco concluy Tiberio. En eso como en otras
cosas, hace teatro. De todas formas, t tampoco has conseguido arrancarle la mscara.
Rodas, agosto del ao 36
Construida a las puertas de la inmensa Asia, Rodas posea uno de los mercados de esclavos
mejor surtidos del mundo. Graco acuda con regularidad a proveerse de prisioneros de guerra
aptos para convertirse en buenos gladiadores. Oficiaba, sin que nadie lo supiera, de
mensajero entre Cayo y su hermana Drusila, a quien el emperador haba obligado a
casarse con Casio Longino, procurador de aquel reducido territorio, pero no poda
transmitir cartas, pues, a causa de la desconfianza de Tiberio, todos cuantos salan de
Capri eran sometidos a un minucioso registro.
En cuanto la avisaron de su llegada al palacio, Drusila se apresur a salir a su encuentro.
Era de esas raras mujeres que no fascinan tanto por su belleza como por su misterio. Su
porte altivo y sus andares de reina se le habran antojado seales de altanera, de frialdad
incluso, a quien no advirtiera en sus enormes ojos el fuego recubierto por el hielo.
Est bien afirm sin dilacin Graco. Te manda decir que piensa constantemente en
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Tengo miedo.
Pero si todos tenemos miedo, de un extremo a otro del Imperio y puede que incluso
ms all. Hasta los hiperbreos, bajo su helado sol, se mueren de miedo.
Call de improviso, al percatarse de que el nio poda, sin quererlo, repetir algn
comentario comprometedor.
Tiberio nos llev a la gruta azul. Le dijo a Cayo que quera admirar su forma de
nadar y despus lo oblig a quedarse tanto
tiempo debajo del agua que pens que se haba ahogado. Despus
vomit.
Qu dijo?
Dijo: Gracias, Csar, por haberme hecho beber a la salud de
Neptuno.
.Qu chico ms inteligente!
Por qu es tan malo a veces Tiberio? Cre que quera ahogarlo.
Est muy enfermo y sabe que no vivir mucho tiempo ms. Est preocupado por
Roma. Tiene que encontrar un sucesor y eso supone un gran quebradero de cabeza para
l.
No tiene que buscar, puesto que ya cuenta con Cayo.
Claudio exhal un suspiro. Aquel nio era un cordero extraviado entre los lobos.
Tu visita me ha sentado bien. Se me est abriendo el apetito. Que com demasiado!
Menudo asno, ese Jenofonte! Quieres jugar una partidita?
Dio una palmada y un esclavo le llev los latrunculi. Se trataba de un damero de sesenta
casillas sobre el que se desplazaban unos peones de distintos colores y formas. En las
calles de Roma, a menudo se vea a jugadores absortos en una partida, rodeados de mirones.
Claudio, un maestro en el juego, haba mandado construir una litera desde la que poda
entregarse cmodamente a esa aficin. Le gustaba atraer la atencin del pblico por medio
de actividades que demostraban lo poco que le preocupaba la poltica.
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de cosas?
Lesbia tom entre los dedos el borde de su estola y gir sobre s. Te gusta?
Rutilio es el mejor costurero de Roma. Deberas encargarle la ropa a l.
Lo hara si viviera aqu.
Ven ms a menudo! Rodas tampoco es el pas de los seres de ojos rasgados!
Cmo me encuentras?
Estupenda. Tendras que casarte otra vez. Lesbia arrug la nariz. Se encaprichaba
de un hombre tras otro, y su nico matrimonio haba acabado en divorcio al cabo de
medio ao. De quin ests enamorada este mes? La ltima vez era de ese tribuno
militar cuyo nombre no recuerdo. Cmo se llamaba? Rufo? Eso es, Rufo!
Debe de haber regresado a Panonia. Est tan lejos, Panonia! Por suerte, he
conocido a Lucio. Tengo que presentrtelo. No slo es guapo, sino tambin
inteligente. Todava ms que Rufo.
Acompa una carcajada camarina con un discreto gesto, como para disculparse
por su inconstancia. Su vida sentimental semejaba una novela cuyo hroe
cambiaba de un captulo a otro.
Drusila se encamin a la gran abertura del muro y contempl por unos instantes,
desde lo alto, la ciudad dbilmente iluminada por un sol que empezaba a ponerse
detrs del circo Mximo. Estoy muy preocupada por Cayo. Pero por qu?
Est bien.
No. Corre peligro de muerte. He tenido un sueo, en el que Tiberio ordenaba
estrangular a Cayo explic, consciente de que su hermana era demasiado
atolondrada para revelarle sin correr riesgos la funcin desempeada por Graco.
Por eso estoy aqu-Le cont a mi marido que echaba de menos las tiendas y la vida
de Roma, pero no es cierto. Se me ha ocurrido una idea para ayudar
a Cayo.
Quieres ir a ver a Tiberio? exclam Lesbia.
No me recibira, pero hay alguien a quien tal vez se digne escuchar: Antonia. Me
gustara que me acompaaras a visitarla.
Visitarla? Pero si ella no ha querido saber de ti desde que...
Se mordi la lengua.
Ya lo s, pero desde entonces ha corrido mucha agua bajo los puentes del Tber.
Y crees que te va a recibir?
Estoy segura. Me dispensar incluso una buena acogida.
Por qu quieres que te acompae?
Porque Antonia te quiere mucho.
Lesbia sacudi la cabecita ornada de rizos. La anciana le inspiraba un miedo
terrible.
Ir contigo, por supuesto.
Una vez tomada la decisin, pasaron dos largas horas hablando de moda y de afeites.
Sus nicos desacuerdos se haban limitado, desde siempre, a tales cuestiones. A
Lesbia le apasionaba una clase de tnicas que su hermana consideraba demasiado
llamativas.
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agua ensangrentada del Tber se haba llevado su rencor y, desde haca tiempo, ella
haba llegado a la conclusin de que caba atribuir a Cayo la responsabilidad del
incesto, y que Drusila, nubil apenas, haba sido, ms que su cmplice, su vctima.
Slo el orgullo le haba impedido dar el primer paso para la reconciliacin.
Antonia haba recibido, unos das antes, la carta en la que Tibeno le peda que lo
perdonara. La coraza de dureza glacial bajo la que haba tratado de ocultar su
desesperacin tras la muerte de su hija se haba resquebrajado a consecuencia de
aquel inesperado golpe. Por ms que en un primer momento se haba empeado
en ver en aquella peticin un nuevo ultraje, no haba lograd o indignarse. La visita
de Drusila y su solicitud de mediacin le ofrecan la excusa quue necesitaba ante s
misma para llevar a la prctica lo que haba re-suelto ya en secreto.
Ests absolutamente segura de que corre peligro de muerte? pregunt para disipar el
ltimo residuo de vacilacin.
La descripcin de la escena de la mazmorra caus tanto horror a Antonia como el que le
haba producido a Drusila.
Ese desdichado sigue vivo an? En Capri. En los subterrneos de la villa. Y eso dura
desde la conspiracin?
Por nada del mundo habra pronunciado el nombre de Sejano. No transcurra un solo da
en que no lamentara que su hija se hubiera dejado seducir, para desgracia suya, por el
prefecto del pretorio, que la haba arrastrado en su cada.
Le escribir decidi por fin. Debe de haber otros condenados que salvar.
Drusila, ignorante de la iniciativa tomada por Tiberio, la abraz con ardor, convencida de
haber conseguido persuadirla para que intercediera ante el emperador con objeto de salvar a
su nieto y a los ltimos conjurados que an seguan con vida.
Antonia gozaba de un inmenso prestigio en Roma. Se haba recluido en su casa y no asista
ms que en raras ocasiones a las ceremonias pblicas, en las que por su cuna tena derecho a
ocupar uno de los lugares preeminentes. A la muerte de Livia, se convirti en la nica
gran superviviente del reinado de Augusto. Haba seguido, con amargo deleite, la lenta
transformacin de Tiberio, de quien tan prxima haba estado, en un tirano cruel y
detestado.
La anciana dama se levant para acompaar a las visitas a la puerta, haciendo ondear el vuelo
de su amplia tnica de interior con un gesto en el que an se apreciaba cierto donaire.
Despus se retir a su habitacin, donde se detuvo ante el busto de un hombre joven de
facciones enrgicas.
Tienes razn, Druso. No puedo dejar morir desesperado al hermano que tanto
quisiste. Qudate tranquilo, le escribir concedindole mi perdn. Pero no le permitir
que mate a nadie ms. Ni siquiera a ese bribn de Cayo.
Con la sarmentosa mano, acarici los cortos rizos de mrmol. Desde la muerte de Druso,
no haba rozado el cuerpo de un hombre.
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gratificacin esperada. La corona del gran Israel nunca haba estado ms alejada de la
frente del prncipe.
Se apresur a ir en busca de noticias. Claudio no le haba mentido: todos estaban al tanto
de su proeza. Calisto le notific que haba precipitado la cada en desgracia de Pilatos y
de Antipas. El emperador, muy enojado con ellos, tras acusarlos de incuria e imprevisin, los haba convocado en Capri.
Cuando anunciaron la llegada de un navio procedente de Cesa-rea, Agripa, temblando ante
la posibilidad de que Simn no figurase entre los pasajeros, corri hacia el puerto. El primero
en desembarcar fue Antipas, seguido de Herodas, que luca un maquillaje escan-doloso, y
Salom, que, visiblemente enfurecida, descargaba el mal genio contra sus criadas. El
tetrarca estaba plido como un condenado al suplicio. Pilatos apareci poco despus. Con
mala cara tambin, caminaba ayudado por un criado. Agripa salud a los recin llegados
y, entre las frases de cortesa de rigor, Herodas le inform de que Simn iba a bordo.
Despus los altos personajes se acomodaron en las literas que los aguardaban.
El mago fue el ltimo en salir del barco. Era un hombre de gran estatura y apuesto, cuyos
ojos despedan el brillo propio de los adivinos. Llevaba la cabeza rapada y una tnica de lino
blanco como los sacerdotes de Isis. Agripa lo gui a su casa a fin de prepararlo para la
entrevista con el emperador.
Has reflexionado bien sobre lo que vas a decirle?
Hombre de poca fe! exclam Simn, con una piadosa sonrisa. Acaso crees que
tengo necesidad de reflexionar?
Estte atento. Es muy desconfiado. Va a interrogarte sobre un gran nmero de cuestiones
acerca de una eventual destruccin y reconstruccin de Roma. No le digas nada que pueda
ofenderlo. No olvides que tiene un buen concepto del rabino Yeshua.
Todo eso ya me lo advertiste. Pierde cuidado. En cuanto me Vea actuar, sabr quin soy.
Sobre todo, no le hables de Samaria. Podra considerarte amigo de los rebeldes.
Pero por quin me tomas, prncipe? Que no soy un nio...
Agripa le haca las ltimas recomendaciones cuando un domstico del emperador se
present para avisar a Simn que el emperador lo esperaba.
Despus de la entrevista, vuelve aqu a informarme sin demora-le pidi el prncipe.
Pas las horas siguientes atenazado por la inquietud. Cuando Simn regres, ya haba
cado la noche. El mago iba con el pecho henchido.
Y bien? Qu ha dicho Tiberio?
Primero manda que me laven los pies y me den de beber. Despus te explicar todo
cuanto desees saber.
No bien depositaron los esclavos las copas y la jofaina a sus pies, Agripa volvi a la carga.
Entonces, hablars por fin?
Me ha reconocido. Soy la persona que esperaba.
Me quitas un gran peso de encima! Qu te ha dicho exactamente?
Nada.
Cmo, nada?
Ha comprobado de qu soy capaz. No ha reprimido un grito de sorpresa al verme
transformar los bastones en serpientes. Se adue de l tal estupor que se qued sin
habla. Hemos conversado sobre cuestiones diversas. Al final, me ha concedido permiso
para retirarme y ha aseverado que pronto recibir noticias suyas.
Sobre qu habis conversado?
Nada digno de comentarse. Ah, s, ahora recuerdo que me ha preguntado sobre Yeshua.
Y qu le has dicho?
Que era un impostor cuyas mentiras impresionaban a los espritus dbiles.
Desgraciado! Y qu ha respondido?
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Aprtate un poco, te lo ruego. Apestas como si te hubieses acostado con un chivo! Ay,
mi venerado maestro, te crea ms sutil. Cmo has podido imaginar por un instante que
un ilusionista era el prodigioso ser que espera el mundo? Eres un poco corto de entendederas. A propsito, sabes que Tiberio ha destituido a Pilatos y a Antipas? Los enva
exiliados a la Galia.
Les est bien empleado! Quin es el nuevo tetrarca?
An no lo ha nombrado. Quieres que interceda en tu favor, oh mi venerado maestro?
Agripa no sonri. En ocasiones, su ex alumno pona a prueba su
paciencia.
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paso dos guardias germanos. Aquellos rubios brutos deban de haber recibido rdenes de
Tiberio en persona.
Pero qu estar tramando? Acaso se dispone a envenenarnos a todos?
Desde aquella noche que pas sobre la paja del calabozo de Capri, Agripa le guardaba
rencor a Calgula por haberse burlado de su mal trance.
Yo no s nada. Pregntale a Laverna respondi encogindose de hombros.
En el panten latino, en consonancia con el talante utilitario de aquella civilizacin, cada
divinidad desempea una funcin precisa. La diosa Laverna era la especialista en
trapaceras, engaos y mentiras. Puesto que disimulaba lo esencial, la representaban unas
veces como un cuerpo sin cabeza y otras como una cabeza sin cuerpo. Siempre la
invocaban en silencio.
Jenofonte asegura prosigui Calgula que a Tiberio le queda muy poco tiempo.
No es sa la impresin que da. Por lo visto, ha recuperado el apetito.
Tal vez prepare un lectisternio.
Ah, no. Habran colocado estatuas.
En circunstancias excepcionales, acostaban las estatuas de los dioses en camas frente a
mesas guarnecidas de manjares y flores. As agasajados, los divinos comensales
manifestaban su buena disposicin hacia los mortales.
El festn fue servido en el mayor de los cinco comedores de la villa. Aquel santuario de la
gastronoma estaba decorado con un gigantesco cuadro en el que Baco, coronado de
sarmientos, agitaba una cepa de vid en direccin a una mesa rebosante de manjares. Bajo
cada plato estaba inscrita la mejor procedencia: pavos de Samos, faisanes de la ribera del
Phasis, cabritos de Ambracia, atunes de Calcedonia, jade de Galia y salchichones de Iberia.
Calgula interpret como un desaire que el emperador dejase a Gemelo recostarse a su
derecha.
Demos las gracias a los dioses por habernos reunido dijo Tiberio en tono afable.
Estos ltimos tiempos he estado enfermo. Ahora me siento mejor, mucho mejor. Que
comience la fiesta!
Una larga fila de pinches entr en la estancia. Portaban bandejas, como de costumbre,
aunque en esta ocasin no transportaban en ellas jabales asados o pavos con la cola
desplegada. Los sirvientes dispusieron sobre la mesa central varias decenas de platos que
junto con las guarniciones componan una estudiada armona de color que iba del verde
claro al prpura. No faltaba all verdura alguna: rodajas de pepino en salmuera en sus
recipientes de reluciente cermica, acelgas alargadas, apio caballar de raz carnosa, chiriva
silvestre que agasaja el paladar y cebolla albarrana, que, segn se dice, posee propiedades
digestivas. Haba coles que estaban dispuestas en cuadrados como un manpulo de
legionarios: coles de Cumas de cabeza acampanada, coles de Bruttium de enormes hojas,
coles de Alicia de difanas hojas, coles tiernas de Pompeya, de dulce sabor. Los brotes de
orobanca, de lpulo o de fresal alineados como en desfile acompaaban los tallos de
enredaderas y de cardos silvestres, cardos borriqueros fritos, puerros de Tarento
sumergidos en aceite. Unas escudillas de oro contenan humildes gachas de cebada, es-pelta,
espinacas o habas, as como el alioli que se serva en las tabernas de la Suburra. Cada una de
las cincuenta y cinco verduras que enumera Apicio en su tratado estaba presentada en todo
su esplendor. Los comensales se miraban, sin saber qu actitud adoptar. Haba que
tomrselo a broma o no?
Ya sabis en cunta estima os tengo a todos declar Tibe-no, burln. Por eso me
preocupo por vuestra salud. La carne estrie y el vino enturbia las ideas. Las verduras son
saludables. Yo las consumo en abundancia a fin de dejaros lo ms tarde posible. Qu
Piensas t de ello, Cayo? Puedo esperar vivir an mucho tiempo gracas a este rgimen?
Eso es lo que deseamos todos.
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No lo dudo. Agripina, hazme el favor de probar este rbano blanco. Livia, que lo coma
todas las maanas, vivi ochenta y seis aos. Lesbia, cuidado con la malva! Fue la
causante del ltimo coco de Cicern. Los clicos no son buenos para las chicas bonitas!
Se volvi hacia Ahenobarbo, que se haba tomado el men como una afrenta y se negaba de
forma ostentosa a probar bocado.
Ah, no sales nada caro a tus anfitriones! Si todos los invitados de ese pobre Apicio te
hubieran imitado, no se habra suicidado despus de caer en la ruina.
Sin aguardar respuesta, pas a Claudio que, aquejado de una voracidad crnica, estaba
concentrado engullendo unas gachas de avena.
T, como historiador, cul diras que es la verdura ms antigua de nuestra cocina
romana?
El rbano. Se cuenta en los anales que un tal Curio Dentato recibi a los samnitas, que
haban venido a comprar su alianza con oro, sin dejar de saborear un rbano asado.
A Augusto le gustaba mucho el rbano hervido observ Tiberio, a quien pareca
encantar aquel tema de conversacin. Lo acompaaba de queso de cabra. Yo he probado
su receta, pero me produce gases. Por lo visto no tengo nada en comn con la raza cabruna.
Los asistentes se estremecieron al orlo aludir al infamante mote que le aplicaban en Roma.
La misma palabra caprineus designaba, en efecto, al lbrico macho cabro y al habitante
de Capri.
Fijando la mirada en Calgula, Tiberio cambi entonces el tono de guasa por uno de
amenaza.
Maana por la maana, os comunicar las decisiones que he tomado. Os quedaris muy
sorprendidos. Uno solo de entre vosotros tiene motivos para inquietarse.
Se puso en pie rehusando la ayuda de su domstico y sali de la sala, dejando a los
comensales entregados a acalorados comentarios.
Va a reinstaurar la Repblica susurr Ahenobarbo a Agri-pina.
Lesbia, que haba advertido cmo se alteraba el semblante de su hermano, acostado a su
izquierda, se inclin con inquietud hacia l.
Qu debe de significar esto?
Nada. Nada en absoluto contest ste, de nuevo con su habitual mscara de
indiferencia.
En realidad, estaba paralizado por el pnico. Y si Trasilo se haba equivocado? La
insinuacin del emperador quedaba clara. Se propona exiliarlo, matarlo tal vez.
Convena actuar sin demora.
Cuando lleg a su habitacin, Tiberio se senta tan exhausto que apenas le restaban fuerzas
para levantar los brazos a fin de dejarse desvestir por su criado. Un vez solo, suspir,
como quien culmina por fin una pesada tarea.
Al recordar el espectculo que acababa de escenificar, ri por un momento entre dientes.
Haba ofrecido un simulacro de festn a un remedo de familia. Haba terminado con ellos y
no volvera a verlos antes de que la Parca cumpliera con su cometido. Lo que le faltaba por
llevar a cabo en este mundo se reduca a poco.
El pergamino estaba desplegado sobre la pequea mesa. Tras verter las gotas de agua
sobre los oscuros granos que machac con la punta redondeada del clamo, escribi con
mano temblorosa: Recomiendo al Senado y al pueblo de Roma que confen el Imperio a
mi hijo Cayo.
Fue a acostarse en la cama pensando en Augusto. Antao, tambin l haba trazado a
disgusto las irrevocables palabras, con las que sellaba su eleccin del hombre a quien
detestaba. Cayo estaba corrompido por los vicios, pero, como no haba dejado de constatar Jenofonte, su demencia era fingida. Posea una inteligencia aguda, apta para comprender
cualquier cosa, y, por encima de todo, la cualidad imperial por excelencia: el prodigioso
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arte del disimulo. Reinara con dureza sobre un mundo que no mereca la templanza. Su
cuna haca de l un sucesor legtimo y, entre todos esos mediocres, era el nico con madera de
emperador. Un da caera en la cuenta de que el Imperio era un caramelo envenenado, y el
poder supremo, una maldicin. se sera su castigo.
Tiberio se durmi sumido en estas reflexiones. En mitad de la noche, lo despert un
violento dolor en la mano derecha. Intent liberarla de la tenaza que le arrancaba el anillo,
pero no le dio tiempo. Algo blando y pesado a la vez le aplastaba la cara. Se asfixiaba. Para
comprender que lo estaban ahogando con una almohada, hubo de hacer el ltimo esfuerzo
de su vida.
Miseno, 11 de marzo del ao 37
Antonia pidi que la dejaran a solas con el cuerpo del emperador. Envuelto en su manto
prpura, reposaba sobre una espesa capa de nieve trada de las montaas. Al contemplar
aquel rostro desfigurado, lament haber llegado demasiado tarde. Si el destino no le
hubiera deparado un final tan cruel, ella lo habra asistido hasta el ltimo momento;
habra corrido la cortina de los prpados sobre los grandes ojos azules que con tanto
afecto la miraban en otro tiempo. No debi haberse limitado a escribirle. Mejor habra
sido reunir las fuerzas para volver a verlo. Habran llorado juntos. Su odio se rasgaba a
tiras como un vestido gastado. De improviso tom conciencia de que siempre haba temido
la muerte de Tiberio pues, en cierto modo, era l quien la mantena apegada a la vida.
Se dispona a marcharse cuando un detalle le llam la atencin. Al anciano le haban
cruzado las creas manos sobre el pecho de una forma poco natural, como si ms que
juntarlas hubieran querido superponerlas. Se agach y, sin vacilacin, levant la mano
izquierda para dejar al descubierto la diestra. En medio del anular, la piel presentaba una
franja de color distinto al del resto del dedo. Lo rasc con suavidad con la punta de la ua,
recogiendo una pizca de mate-ria blanquecina que reconoci al instante. Era albayalde, que
haban utilizado como maquillaje sobre la piel desgarrada. Le haban arrancado el anillo.
Tiberio haba matado a su hija y ahora alguien lo habia matado a l. No era sino un acto
de justicia.
Avergonzada por haber incurrido en tales pensamientos, le coloc las dos manos en la posicin en que las haba encontrado y retrocedi un paso. No,
no iba a convertirse en cmplice moral del crimen! No quera acordarse ms que de los
lejanos das en que Tiberio no era an emperador. Cuando Druso haba sufrido una herida
de muerte al caer del caballo, en los confines de Germania, l haba cabalgado da y noche
para llegar a tiempo junto al lecho del amado hermano. Le haba prometido velar por su
viuda y su hija, y haba cumplido su palabra. Entre una campaa y otra, haba colmado la
infancia de Livila con su tosca adoracin.
Antonia reconoci para sus adentros que en cierta poca haba estado casi a punto de
enamorarse de l. Luego sobrevino la desgracia: lo haban erigido emperador. Ella lo oy
maldecir la decisin de Augusto al escogerlo como heredero. Y al final haba muerto
asesinado, odiado por todos, como una bestia acorralada! El anillo que simbolizaba el
poder supremo le haba atrado la mala suerte hasta el ltimo instante. El muchacho
vicioso cuyo incesto ella haba descubierto se lo haba robado. Qu uso pretenda darle
antes de que se lo arrancasen a su vez? La recorri un escalofro. Cayo no deba
enterarse de que ella haba descubierto su secreto.
Sin dejar traslucir la menor emocin, regres a los aposentos que le haban asignado.
Decidi, antes de nada, informarse sobre lo sucedido la noche anterior. Pidi a una
doncella que fuera en busca de Gemelo. Tras llegar a la conclusin de que era hijo de
Sejano, no haba querido volver a verlo, pero haba desechado ya esa quimera. Era su nieto
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y corra peligro de muerte. El nio erraba por la villa, donde nadie le prestaba atencin.
Ten valor le exhort, abrazndolo. Recuerda que tu padre fue un hroe.
Al or estas palabras, pensadas para reparar la prolongada injusticia que se haba cometido
contra l, Gemelo se ruboriz de orgullo.
El to Tiberio nunca hablaba de l. Ay, por qu se ha muerto tan de repente? Anoche
pareca encontrarse mejor.
Estaba muy enfermo. Las Parcas no olvidan a nadie, ya lo sabes. Quin lo cuid
durante estos ltimos tiempos?
Jenofonte.
Antonia conoca la fama de ese mdico intrigante, aficionado a las carreras de caballos y
mujeriego, sobre el que pesaba la sospecha de haberse apropiado de la herencia de algunas
de sus dientas.
Me han contado que anoche estuvisteis invitados todos a un banquete. Cuntame cmo
fue.
No haba nada de carne y todos se quedaron muy sorprendidos. Domicio Ahenobarbo
no quera comer nada, porque aborrece las verduras. El to Tiberio le explic que eran
excelentes para la salud y que comindolas se poda vivir ms tiempo. Dijo que Livia
muri muy vieja porque le gustaba mucho el rbano blanco. Brome con el to Claudio y se
fue antes del final porque se senta cansado.
No dijo nada ms?
No, abuela. Ah, s! Que iba a darnos una gran sorpresa maana. Bueno, quiero decir
hoy.
Una sorpresa?
S. Seguramente se refera a que haba elegido a Cayo. Supongo que ya no lo ver
mucho. No s adonde voy a ir.
No te preocupes. Le pedir que te permita vivir cerca de m en Roma.
Con Helena?
S, con tu hermana.
El nio se arroj a sus brazos. No, no se pareca en absoluto a Sejano, el desvergonzado
amante de su hija, concluy, reprochndose lo injusto de su actitud anterior.
Estaba absorta en estas reflexiones cuando Calisto acudi a avisarla de que el emperador la
esperaba. Se sobresalt antes de comprender que se trataba de Calgula. La multitud haba
invadido la villa, por lo que dos guardias germanos tuvieron que abrirle paso. Cuando
entr en la ms espaciosa de las salas del primer piso, Calgula se le acerc, con las manos
tendidas en seal de bienvenida. Puesto que no se le permita vestir la prpura antes de su
uncin por parte del Senado, el nuevo emperador llevaba una de sus togas de joven elegante.
Los ojos de Antonia enseguida se posaron en el anillo. Al recordar el dedo desollado de
Tiberio, hubo de recurrir a todo su temple para reprimir un ademn de repugnancia.
Mi gozo es grande al saberte por fin entre nosotros despus de tan larga ausencia. Por
desgracia no pudiste hacer ms llevaderos los ltimos instantes de Tiberio. Ah, qu
prdida para nosotros y para el Estado!
En el aplomo de la voz y el brillo de los ojos, ella adivin su felicidad.
Yo tambin lo lamento, y te doy las gracias por tu acogida,
Csar.
Llmame Cayo, como antes. Yo no olvido que me brindaste tu hospitalidad cuando
era nio. Tiberio padeca cada vez ms, y este final apacible es el que deseaba.
Te encontrabas cerca de l en el momento de su muerte? Por desgracia, no!
Nos dej anoche despus del banquete que haba ofrecido a la familia y al que habras
asistido de no ser por tu indisposicin. De hecho, no te he preguntado cmo sigues. PerPgina 35 de 164
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devoradora de millas. Calgula viajaba, en esa ocasin, en el dormitorion que haba mandado contruir poco antes de su muerte el gastrnomo millonario. Arrastrada
por cinco muas, la carroza dormitorio rodaba, Como todo vehculo confortable,
sobre unas ruedas no revestidas de hierro que haba que cambiar con frecuencia. El
interior estaba totalmente tapizado de seda trada de la lejana Seres y guarnecido de
cojines de la misma tela, rellenos de ptalos de rosa. Calgula no abandonaba el coche
ms que cuando circulaban ante un pblico nutrido, en las proximidades de una
ciudad o un pueblo. Entonces, iba a pie detrs del carromato fnebre,
ostentosamente encorvado de dolor.
El aspecto del nuevo emperador era una incgnita para todos cuantos aguardaban
su paso a lo largo de la polvorienta ruta que conduca de Miseno a Roma. Todos
devoraban con la mirada a ese joven espigado de piernas y brazos flacos cuyo
crneo comenzaba
a encalvecer. Era el hijo del gran Germnico, el hroe al que el pueblo romano no
haba dejado de idolatrar y a cuya familia haba exterminado el odioso Tiberio. Les
pareci que si bien no haba heredado la belleza de su padre, haba algo de fiereza
y determinacin en su porte, cualidades que convenan al amo del mundo -Para
todos, del mismo modo que la primavera sucede al invierno, Calgula encarnaba la
vida y la renovacin. Admiraban la grandeza de alma que demostraba al seguir con
tanta piedad el cadver del viejo de Capri. Los padres explicaban a los hijos que
Tiberio haba i mandado matar a la madre y a los dos hermanos de aquel que le renda tan inmerecido homenaje. Los legionarios retirados gritaban: Viva nuestro
nio! Viva nuestro Pequea Bota!, como en los tiempos en que de pequeo se
haba granjeado su sobrenombre. Los campesinos aadan un respetuoso:
Loor a nuestro astro! En todas las encrucijadas, se ofrecan en altares
improvisados sacrificios a los dioses, presididos por el humo acre de la carne asada
que compartan haciendo saltar el tapn de cera de las nforas.
En su palacio itinerante, Calgula conceda audiencias. Cuando se cansaba de los
cumplidos de los dignatarios, ordenaba llamar al famoso cmico Apeles para que le
recitase un poema o, si le entraba la vena amorosa, a su favorito, el egipcio Helicn.
Pese al regocijo que le produca la perspectiva de ver pronto a Drusila, su impaciencia se tea de inquietud. Cmo habra vivido ella tan larga separacin? l
no se atreva a compartir sus temores con nadie. Haba autorizado a Enia a
desplazarse directamente a Roma con Macrn, y lo lamentaba. Le haba tomado el
gusto a su admirativa confianza en la misin que los dioses le haban encomendado.
Agripa posea una rara inteligencia, pero no crea ni en su dios ni en los de los
dems. Ese escptico ni siquiera haba reconocido al prodigioso ser anunciado por
Trasilo!
Jenofonte ocupaba la carroza que avanzaba detrs de la del emperador. Tras la
muerte de Tiberio, su prestigio haba llegado a lo ms alto, y sus colegas de las
localidades por las que pasaban solicitaban humildemente el honor de ser presentados
a la gloria de la isla de Cos. A Agripa le haban asignado, para efectuar el viaje en
compaa de Salom, el majestuoso pompaticum que proclamaba su dignidad de
prncipe extranjero. Su compaera estaba alborozada por verse libre del estorbo de
sus padres. Aqulla era su primera estancia en Italia. Como una colegiada en
vacaciones, observaba encantada el espectculo, admirando el porte de los militares
que se relevaban para cabalgar junto a su portezuela, como siguiendo un plan
preconcebido. Un da, si Agripa saba manejarse bien, ella misma sera tambin
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aclamada por aquella multitud de adoradores y pasara bajo esos arcos de triunfo de
follaje mientras las madres sostenan en alto a sus pequeos, a la vista de la pareja
real.
.Cayo nos invita pocas veces a su carruaje coment al concluir el segundo da.
Tiene demasiado quehacer! No te imaginas lo que es la vida de un emperador.
Delante del ludus de una aldea perdida, una decena de gladiadores en atuendo de
combate se haba alineado para saludar al cortejo. Al prncipe se le ocurri de
improviso una idea para salir del apuro. Mand buscar a Graco. El lanista acudi sin
tardanza y subi al pompaticum con la agilidad de un joven.
Ay, prncipe, los dioses nos devuelven la vida! El emperador abroga el edicto de
Tiberio sobre la caza. Podr utilizar mis fieras!
Espero que hagas fortuna bajo este nuevo reinado.
No lo dudes! A los Juegos Fnebres seguirn muchos otros ms. Los negocios
vuelven a animarse. Calgula me est muy agradecido por los servicios prestados.
Crees que es posible contar con la gratitud de los grandes?
T no sabes todos los servicios que le he prestado.
S que lo s. Segn me ha contado has sido un mensajero muy valioso.
Me ha prometido darme el anillo con su efigie que permite ac-ceder a l en todo
instante.
Es un gran honor por el cual te felicito, pero ahora hablemos de dinero. Le
llueven las propuestas para los Juegos Fnebres. Tu pnncipal rival de Capua tiene
bastantes posibilidades. Vers, mi querido Graco, debo hacerte un pequeo
reproche.
Un reproche? Ah, si te refieres a esa cuadriga de los Verdes que di por vencedora
el ao pasado...
-Eso es una bagatela! No, lo que te reprocho, amigo mo, es tu falta de ambicin.
Te contentas con la riqueza, cuando en la posi-cin en que te encuentras, deberas
amasar una inmensa fortuna y llegar a convertirte en un nuevo Creso.
Y cmo?
El emperador me reserva el trono de Israel. Quieres hacer
negocios con un rey?
Sera un gran honor. De qu negocios se trata?
De vender a los judos objetos de gran valor. Yo proporcionar la mercanca y
compartiremos los beneficios a partes iguales.
Ellos no compran nada de valor...
Tienes razn, no compran ni joyas, ni muebles, ni esclavos. S conceden en
cambio una enorme importancia a su religin. Algunos de mis futuros subditos
son muy ricos y estn dispuestos a pagar cuanto se les pida para parecer piadosos.
Nosotros los llamamos fariseos. Les venderemos reliquias de los profetas de Israel,
y te garantizo que pagarn sumas que no alcanzas a imaginar.
Qu entiendes por reliquias? Nunca haba odo esa palabra.
Las reliquias son lo que queda del paso por la tierra de los hombres ilustres.
Por ejemplo, la trompeta de Josu o el bastn de
Moiss.
Un trompeta y un bastn? repiti Graco, atnito.
La trompeta por s sola se vendera fcilmente por mil talentos, tal vez ms. Un
talento equivale a algo ms de treinta mil sestercios.
Treinta millones de sestercios por una trompeta!
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acuda al
encuentro del nuevo emperador, recibi su racin de golpes de cuerda y a duras penas
logr zafarse de la muchedumbre.
En la Curia, adonde llegaron despus de dejar el catafalco bajo la custodia de las vestales,
los senadores dispensaron al emperador una recepcin deferente y cargada de esperanza.
Aquel joven desconocido y plido haba de ser por fuerza preferible al viejo tirano que
tanto los haba aterrorizado. Ahenobarbo lo present con pomposas frmulas. Los
senadores renovaron por unanimidad los poderes excepcionales atribuidos desde el
anuncio de la muerte del emperador y le concedieron su ttulo oficial: Caius Caesar
Germa-nicus Imperator. A continuacin, se traslad a un gabinete prximo donde se
visti con las insignias de la dignidad imperial.
Cuando regres al pleno, anunciado con su nuevo nombre por un nomencltor de voz
sonora, los padres conscriptos haban roto ya la clusula del testamento privado que
divida en dos la cuantiosa fortuna personal de Tiberio de dos mil setecientos millones de
sestercios. Un adulador propuso que se confiriese al nuevo emperador el ttulo de Padre
de la Patria que haba llevado Augusto. l pidi la palabra levantando el brazo y aguard
humildemente a que el presidente se la cediera. Por primera vez, los senadores oyeron el
timbre de voz un poco agrio del nuevo emperador.
Os estoy muy agradecido por el ttulo que queris atribuirme, pero no puedo
aceptarlo. Qu mritos posee un joven sin experiencia como yo para ser el Padre de la
Patria?
Hablaba en el tono, a la vez modesto y digno, con el que convena declinar ese honor
prematuro. En la continuacin de su discurso despleg tambin mucha habilidad. Con
palabras calculadas, asegur a los senadores que tendra muy en cuenta su opinin y
consigui no criticar a Tiberio al tiempo que condenaba con firmeza su actitud con
respecto a la asamblea. Al trmino de la sesin, Domicio Ahenobarbo le present a sus
compaeros. Bajo la mscara de la benevolencia, Calgula pensaba que un mes atrs
aquellos mismos senadores lo habran condenado a muerte por aclamacin si el viejo de
Capri as se lo hubiera sugerido en una de sus temibles cartas. Haban votado a favor de la
muerte de sus familiares, y les pro-fesaba a todos un odio que jams se disipara.
Para desplazarse al Palatino, mand que descorrieran las cortinas de la litera y no dej de
corresponder con gestos de su mano cargada de anillos a la multitud que lo vitoreaba a su paso. Se oan muchos gritos de Viva
nuestro nio! salidos de las gargantas bien regadas de los veteranos entregados a la
celebracin.
En la cima de la colina, la modesta casa que Augusto haba comprado, sesenta y dos aos antes, al
orador Hortensio se haba convertido en un magnfico conjunto de palacios y jardines. Por orden
de Calgula, el cortejo par delante de las puertas recubiertas de oro y marfil y la hilera de
cincuenta estatuas de las Danaides del templo de Apolo, para dirigir una breve pregara al dios.
Luego traspas el umbral de la residencia imperial. En lo alto de la monumental entrada, haba
una corona cvica grabada en el mrmol en recuerdo de la que el Senado haba entregado a
Octavio el da que le haba conferido el nombre de Augusto.
El nuevo amo efectu su solemne entrada en su nueva morada entre dos filas de cientos
de sirvientes inclinados. Unos pasos por delante del grupo integrado por los colaborares
y libertos, las tres hermanas lucan sus ms hermosos atavos. Al ver a Drusila, Cayo se
detuvo en seco, como fulminado por un rayo. Ella pareca igual de conmocionada que l.
Agripina trasladaba la mirada del uno al otro como si asistiera a un espectculo. El
silencio se eternizaba. Lesbia, sin quererlo, salv la situacin.
Qu bien te sienta la prpura, Cayo! exclam con una vo-cecilla aniada que arranc
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Pese a la espesa capa de nieve que los esclavos renovaban sin cesar, el cadver apestaba. Se
haba levantado un viento desapacible que anunciaba tormenta. La madera de la enorme
pira no prenda bien, y el maestro de ceremonias corra de un lado a otro para avi-var el
celo de los esclavos.
El pueblo romano desdeaba los funerales. En la primera fila del escaso pblico, rodeado
por soldados con las armas invertidas en seal de duelo, la familia imperial, vestida de
colores oscuros, aguardaba a que prendiesen las llamas. Tras ella, los esclavos que el difunto
haba manumitido por testamento, se reconocan por sus gorros frigios, smbolos de la
libertad.
Con la cabeza cubierta por el velo blanco de los hurfanos, Ca-lgula pronunci la oracin
fnebre. De vez en cuando se inte-rrumpa, ahogado por un acceso de llanto. El Tiberio a
quien tanto elogiaba pareca haber muerto bajo el reinado de Augusto. Gran ge-neral de
mltiples triunfos, hombre de Estado sagaz, pater familias protector de los suyos, no
presentaba el menor rasgo en comn con el cruel anciano de Capri. Al escuchar a su
alumno, Agripa constato satisfecho que no haba perdido el tiempo cuando en otro tiem-po le ense la retrica.
Cayo encadenaba los periodos a la perfeccin y, despus de un exordio elegante, intercal las citas griegas en los momentos
apropiados. El protocolo haba situado al prncipe, junto con los diplomticos
extranjeros, a la derecha de la familia, lo que le permita observarla con toda comodidad...
Claudio haba buscado en el vino el valor para afrontar la prueba. Su ancho rostro
inclinado, ms enrojecido que de costumbre, reflejaba una pena sincera. Haba por lo
menos un hombre, pens el prncipe, que echaba de menos al difunto. Lesbia bostezaba,
incapaz de mantenerse quieta. Agripina, con aire incmodo, la reprenda de vez en cuando.
Drusila escuchaba y miraba a su hermano con atencin, como si quisiera reconocer bajo la
prpura al adolescente del que la haban separado. Se reanudara su relacin, o por el
contrario sta quedara relegada al pasado como el extravo sin futuro de dos nios?
Agripa reanud el escrutinio. Antonia, erguida pese a su avanzada edad, no realizaba el
menor movimiento. De improviso, l advirti que Enia, separada de su marido, se hallaba
entre las mujeres de la familia. En una ceremonia organizada con tanta minuciosidad,
aquello no poda obedecer ms que a una orden expresa del emperador. La joven, al parecer
incmoda ante semejante privilegio, mantena la cabeza gacha, como si no quisiera que la
reconocieran. A qu jugaba ella? Buscaba, como los otros, dinero y poder?
Enia no sospechaba en absoluto que el prncipe estaba sometindola a examen. Haba
aceptado con pesar la invitacin del maestro de ceremonias. Preocupada por no llamar la
atencin, haba decidido no levantar la cabeza, pero el hermoso discurso de Cayo la haba
conmovido tanto que no fue capaz de reprimir el impulso de compartir su emocin. Al
alzar la vista, repar en la mirada de Antonia. La anciana dama contemplaba al emperador,
que bajaba del estrado. Estupefacta, Enia advirti odio en sus ojos.
Un rumor confuso llegaba de los mrgenes del ro. La guardia reparta golpes entre los
agitadores, cuyos gritos, trados por las rfagas de viento, se oan con claridad: Tiberio al
Tber! De repente, estall una tormenta y el aguacero dispers a la reducida multitud.
Pese a los esfuerzos de los empapados esclavos, las ltimas llamas vacilaban,
moribundas; el fuego no durara lo suficiente para apagarlo con vino, como dictaba el ritual.
El maestro de ceremonias efectu una seal: concluiran la cremacin en otra parte. Acto
seguido, cargaron sobre una litera una informe masa renegrida en la que se adivinaba el
blanco de los huesos y las brillantes entraa desparramadas.
El amo del mundo se despeda de Roma.
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un complot, pero habra podido enviarla a Samos o a Quos, en lugar de a ese sitio
horrible donde muri de pena. A su mirada asom el relumbre que inquietaba a veces a
Enia. Fue un crimen.
Y Tiberio lo pag!
Y Livia? inquiri ella, para cambiar de tema.
Tambin era dura, aunque mucho ms hbil que mi madre-Tena dotes para la poltica;
habra gobernado el Imperio si Augusto la hubiera dejado. Era igual de ambiciosa que
Agripina. A propo-sito, te he dicho que Lesbia te elogia constantemente? Ella siempre
dice lo que piensa. Qu bien te sienta la prpura, Cayo! exclam imitando la voz de
su hermana menor.
Pues estoy de acuerdo! ri Enia. La prpura favorece a los rubios. Estabas
magnfico.
La isla, prxima ya, presentaba un aspecto siniestro. Algunos rboles torcidos por el
viento brotaban de un suelo grisceo. En la cala que haca las veces de puerto, los esperaba
un manpulo de soldados a las rdenes de un centurin. ste salud cuadrndose.
Tal como lo ordenaste, Csar, nadie te molestar. He prohibido a la poblacin que salga
de sus casas.
Seal una plazoleta rodeada de unas cuantas casas de pescadores de un color blanco sucio.
Slo hay esta aldea.
Dnde se aloj aba mi madre ?
En la casa de la izquierda. Las otras estaban ocupadas por los guardias. Unos germanos,
segn me han dicho. En todo caso, no hablaban una palabra de latn. Y ste es el hombre
que se encarg de darle sepultura.
Un viejo de miembros sarmentosos se les acerc, haciendo bocina con la mano en torno a
la oreja derecha.
Conociste a mi madre?
El hombre indic con un ademn que no comprenda.
Te pregunto si conociste a Agripina repiti Calgula levantando la voz.
Claro que la conoc! Fui yo mismo quien la quem! Ay, pobre mujer! No dej ms
cenizas que un haz de lea. Por Jpiter, cuando muri pesaba lo mismo que una nia de
diez aos! Ahora, reposa en mi huerto.
Vayamos all. No habrn cambiado de lugar la urna, espero ?
-Hemos dejado todo como estaba, conforme a tus rdenes.
Vamos, abuelo, condcenos a tu huerto.
Enia admir la devocin filial de Cayo quien, en lugar de dis-poner que llevasen a Roma
las cenizas de su madre, haba querido acudir a participar en aquella dolorosa tarea.
-No pesaba ms que una nia, no! insisti el campesino.
Y no dej ms cenizas que un haz de lea. Ah, los soldados haban preparado su cadver
de una manera...! Tena un ojo reventado que colgaba y
Guanos y manten la boca cerrada, viejo loco! lo interrumpi el centurin.
El pequeo grupo se puso en marcha. Calgula anim a Enia, que por discrecin
avanzaba con los guardaespaldas, a caminar a su
diestra.
No fue una caminata larga. Al final de un sendero, la tosca talla de olivo de un dios
agrario defenda un huerto contra los ladrones de cebollas y tomates. Pasaron junto
a una hilera de colmenas.
Si quieres miel, hijo, te la vender menos cara que en Roma ofreci el viejo,
que todava no haba comprendido ante quin se
encontraba.
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Una silueta femenina, con el rostro velado, descenda por la pasarela en medio de
un grupo de marinos.
~No tendr la osada de imponernos a la intrigante en el mausoleo!
Tras secarse los ojos, Lesbia solt, en un leve tono de desafo:
Pues es muy guapa y muy simptica. Comprendo muy bien a Cayo. Espero que se
case con ella.
Siempre le haba gustado ver la expresin furibunda que adop-taba Agripina
cuando alguien se atreva a llevarle la contraria.
Roma, abril del ao 37
A veces, Calgula tena la impresin de haber soado los interminables aos de
inactividad y angustia transcurridos en Capri, como consecuencia del radical
vuelco que haba experimentado su vida desde su ascensin al trono.
El asno que da vueltas en el molino no est sin duda ms ocupado que yo!
T por lo menos comes mejor y disfrutas de bellas asnas replic Claudio. De
todas formas, no me gustara dedicarme a tu oficio!
Lo ms duro son las palabreras intiles. Qu hipcrita, ese Augusto! Ah, los
reyes s tienen suerte!
Calgula soportaba mal la ficcin sobre la que se asentaba el rgimen. Aunque
todopoderoso, el emperador no dejaba de ser el princeps, el primero de los
romanos, que deba tener en cuenta la opinin de los otros. Pese a que l habra
tomado ya una decisin, estaba obligado a escuchar pacientemente a unos viejos de
facultades mermadas y torpe elocuencia.
El 18 de marzo, el Senado le haba conferido todos los poderes,
de modo que se haba convertido en el amo del mundo. Era el gran
Pontfice, el que tenda un puente entre la ciudad y sus dioses. Las
momedas llevaban su perfil, y los actos oficiales sus ttulos: Cayo
Csar Germnico, Imperator, Gran Pontfice, Augur, investido de
la potencia tribunicia. Se levantaba al alba y, a primera hora del da,
un oficial acuda a pedirle la contrasea. Despus se diriga a la salutatio donde, de acuerdo con las reglas instituidas por Augusto, presentaba sus
respetos a los senadores con un beso, saludaba a los caballeros por su nombre y
pona su mano a disposicin de los plebeyos para que se la besaran. Durante la hora
siguiente, cumpla con sus obligaciones sacerdotales: tender el cuchillo al
victimario pronunciando la oracin prescrita por el ritual, poner a quemar incienso,
presenciar la degollacin, escuchar el augurio derivado del examen de las entraas.
A continuacin reciba a los embajadores llegados de las regiones ms remotas del
Imperio. Los escuchaba con tedio pero se complaca en arengarlos ejercitando sus
dotes innatas de orador.
Todas las maanas, iba a la gran oficina cuya disposicin no haba cambiado en un
solo detalle. Sobre la mesa de Cicern, gruesos fajos aguardaban su firma:
nombramientos de gobernadores, legados de legiones y prefectos de flotas o de
tropas auxiliares, peticiones de clemencia para condenados a muerte, solicitudes
formuladas desde distintas provincias y ciudades. Lo ayudaba una multitud de
libertos. stos eran, en efecto, muy numerosos en la administracin imperial desde
que Mecenas haba recomendado a Augusto recurrir a ellos en lugar de a los
caballeros o aristcratas, puesto que eran ms dciles y manejables.
Para ocupar el puesto de efemride, especie de secretario general del gobierno
encargado de llevar el control de los compromisos del emperador, Calgula haba
elegido a un joven cuestor, Tito Veranio, cuyo padre haba lanzado la acusacin
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Demustrale que eres indispensable. Piensa otra idea tan bue-na como la revuelta de
Samara. -No me sirvi de nada.
Porque Tiberio ha muerto. Si no, te habra recompensado. In-venta algo. Puesto que
Cayo se digna por fin recibirte, aprovecha su
punto dbil. Todos los hombres tienen uno, basta con encontrarlo.
Lo s muy bien. T has encontrado el mo replic l, entre galante y mordaz.
Lo lamentas?
No. Eres la ms dulce de mis debilidades. Bueno, no todo es dulzura! No olvides
de todas maneras que debo ganarme el dinero que gastamos. Mi trato con Graco se
anuncia prspero. Los fariseos compran cuanto se les ofrece.
Por quin me tomas? Me traen sin cuidado tus negocios de tres al cuarto! Yo
quiero ser reina.
En su furor, estrell contra el suelo una copa de gran valor y, consternada, se
detuvo en seco.
Ves? Deberas mantener la calma. La clera es una demencia breve, en palabras
del sabio. Cayo me ha convocado y sin duda va a concederme algn privilegio.
Nada de privilegios! La corona de Israel o nada! Paciencia! Todo llegar.
Cuando el nomencltor anunci a Agripa, Calgula se puso en pie y fue a recibirlo
con un abrazo. Consciente de que la cordialidad desbordante constitua una de las
mscaras del emperador, el prncipe no la interpret como un buen augurio.
S bienvenido, mi venerado maestro! Una vez ms preciso de tu sabidura.
Estoy a tus rdenes, Csar.
Vamos, menos formalidades! Te autorizo a llamarme Cayo siempre que
estemos a solas. Gracias, Cayo.
Y bien, cmo me encuentras esta maana? Te veo buena cara.
Es porque he dormido bien. Me ocurre pocas veces. T en cambio, tienes
ojeras. Es sin duda a causa de la princesita? Que guapa, esa Salom! Por su
aspecto, se dira que no le falta temperamento!
El prncipe alz los ojos al cielo.
En la cama es un volcn, pero tiene un carcter de lo ms dificil! Como todas las
orientales. Pero no es para hablar de ella para lo que te he mandado llamar. Quiero
que me des tu opinin sobre un asunto importante. Un prncipe bueno puede
volver buenos a sus subditos?
.Si es una adivinanza, confieso que no conozco la solucin. Si es un tema de
examen para escolares, no me parece bien elegido por-que todo el mundo sabe la
respuesta.
Pues respndeme como si yo la ignorase.
Es imposible. Por otra parte, tambin considero del todo imposible que un
prncipe sea bueno.
Slo lo imposible me interesa.
A Agripa le cost un gran esfuerzo disimular su irritacin.
.A decir verdad, pensaba que me habas convocado a propsito de algo bien
distinto. No crees que los judos necesitan que alguien tome de nuevo las riendas ?
Ya veremos, ya veremos. Tenemos tiempo de sobra. Como muestra de mi
bondad, voy a quemar en pblico las acusaciones que se presentaron a Tiberio
contra los miembros de mi familia. Hay cientos de ellas. Cartas annimas, pero
tambin muchas denuncias firmadas, puesto que la ley conceda al acusador el
derecho a la mitad de las sumas confiscadas. Qu te parece?
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No sera prudente. Entre esos acusadores, hay sin duda personas que te son o te
sern hostiles. No todos obraron por dinero. Si te ponen trabas, si intrigan contra ti,
no crees que sera bueno disponer de sus cartas? Son armas valiosas. Por qu
desprenderte de ellas?
Tienes razn. Las quemar, pero antes encargar que las transcriban. Se trata de
una precaucin que no me resta bondad.
Agripa se pregunt si su antiguo alumno se burlaba de l. Pese al tenue brillo de
irona en sus ojos, su intencin no quedaba clara.
Despus de la entrevista, Calgula fue a relajarse en los balnea del palacio.
Aquellas termas haban sido objeto de una ampliacin considerable desde la poca
de Augusto, que, poco interesado por los cuidados del cuerpo, se conformaba con
unas rudimentarias instalaciones. Tras la sudacin en el caldarium, se entreg con
beatitud a las benficas fricciones del strigis.
Si me permites un consejo, no deberas permanecer tanto tiem-po en la sala caliente,
Csar. No es sano.
Cayo se sobresalt. No se haba percatado de que Macrn estaba recibiendo un masaje en el banco de al lado.
-Sin duda tienes razn. Cul es, segn t, la manera ms sana de proceder ?
Hay que utilizar muy poco el caldarium y mucho el frgida-rium. A m siempre
me ha dado buen resultado.
Es verdad, te ha sentado admirablemente bien. Veamos, t, el masajista, no me
tapes a mi amigo Macrn. Son raras las ocasiones que se me presentan de verlo
desnudo.
El negro se apresur a retroceder un paso.
Qu cuerpo, por Hrcules! Qu hombros! Qu msculos!
Es que, de nio, frecuentaba la palestra explic el prefecto del pretorio. Y
nunca he dejado de hacer ejercicio. T deberas levantarte una hora antes para salir
a correr. De este modo, endureceras tu cuerpo.
Por desgracia, ni siquiera siguiendo tan excelente consejo, llegara a tener tu
soberbio cuerpo. Tus muslos son una maravilla, por no hablar de lo que la decencia
prohibe nombrar. Un fuste de columna entre dos puos de gigante! Ay, qu
suerte la de tu mujer! Yo no ceso de repetrselo.
Advirti que haba acertado en el blanco. No haba mejor forma de cortar su
retahila de consejos que recordndole su condicin
de cornudo.
Macrn soportaba aquellas humillaciones con filosofa. Finga creer que su mujer
se reuna con el emperador con el inocente objeto de iniciarlo en la astrologa.
Nunca aluda a esta relacin delante de ella. Si hubiera dado muestras de estar
informado de su infortunio, la imposibilidad de vengarse de su rival le habra
exigido repudiar a la infiel para salvar el honor. Como tal perspectiva se le antojaba
insoportable, prefera sufrir en silencio.
Unos das ms tarde, se celebr en el Foro la ceremonia del perdn. Calgula en
persona deposit sobre la hoguera el grueso legajo de denuncias. Cuando las llamas
se elevaron, tom la palabra.
Mirad todos cmo arden las calumnias sobre cuya base mi madre y mis
hermanos sufrieron el exilio o fueron condenados a muerte. Los delatores podrn
dormir en paz, suponiendo que no los atormenten los remordimientos. Yo no
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l levant los brazos hacia la luna llena, ante la cual desfilaban unos jirones de
nubes, e inici la alocucin. Enia se dejaba mecer por las palabras procurando no
comprenderlas, con el fin de no inmiscuirse en su dilogo con los inmortales.
Vamos a acostarnos dijo por fin Calgula, como quien se resigna a lo inevitable.
Temes las pesadillas?
S. Es peor que en Capri. l se yergue ante m, con la cara ennegrecida por el
fuego de la pira y me reclama el anillo imperial. Presenta un aspecto realmente
horrible con esos ojos desorbitados. Cundo me dejar en paz?
Mi madre me deca que cuando uno padece la persecucin en sueos de los
lmures, existe un remedio. Basta con lavarse las manos tres veces y arrojar despus
bien lejos tras s unas habas negras repitiendo nueve veces: Con estas habas me
libero y libero a mi familia!
Creo que, en mi caso, ni las habas negras surtiran efecto repuso, acaricindole la cabeza.
De todas maneras, tus pesadillas van a desaparecer.
Y por qu?
Porque eres bueno. Los dioses conceden un sueo apacible a
los hombres buenos.
Creo que dormira mejor si no viviera en Roma. Esta ciudad me resulta opresiva.
Deseara instalarme fuera de la capital del Im-perio.
No puedes.
S puedo. Existen lugares mucho ms convenientes para m.
Julio Csar quera establecerse en Alejandra con Cleopatra, cuan-do lo asesinaron.
No me digas que te gusta Roma.
No soy infeliz aqu.
Precisamente. Aqu, lo mximo a lo que cabe aspirar es a no ser infeliz. Para ser
feliz, hay que irse a Atenas, a Antioqua, a Pr-gamo. Mi padre adoraba Oriente.
Realiz un magnfico viaje a Egipto.
No es Roma lo que te disgusta, sino los romanos.
Tienes razn, son los romanos. Detesto sus virtudes mezquinas, su cicatera, sus
ardides. Nunca han amado las artes ni la poesa.
Exageras. Hay grandes poetas entre ellos.
Los que han sabido copiar a los griegos sin igualarlos. Virgilio no es Hornero, y
la Eneida no es la llada. Prefieren los duelos de gladiadores al teatro, el ms noble
de los espectculos. Con eso queda todo dicho!
Plauto es muy divertido.
Historias de cornudos y de criados. Dnde est su Aristfanes? Dnde estn su
Sfocles, su Esquilo?
Los romanos son valientes.
Es una cualidad propia de gladiadores. Adems, los brbaros tambin son
valientes. No, su mayor virtud reside en la disciplina. En eso son invencibles. El
secreto de las victorias de Roma radica en la legin.
Y en la voluntad de los dioses.
No de los suyos, en todo caso. La sabia Juno, protectora de las matronas. El
pater familias Jpiter, prncipe de los maridos engaados. Venus no es ms que una
copia desvada de Afrodita.
Quin habras querido ser si hubiera estado en tu mano ele-gir tu destino?
pregunt la joven.
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Alejandro Magno, por supuesto. O Ramss el Grande, rey de los dos reinos,
seor del Junco y de la Abeja. De acuerdo con la religin de Egipto, el faran es el
esposo, el hijo y el hermano de la Gran Diosa. El emperador, por desgracia, no llega a
rey ni a dios. Slo es el princeps, el primero de los romanos.
Posee sin embargo ms poder que los reyes. ' - Del mismo modo que un jabal
posee ms poder que un cachorro de len sin pertenecer por ello a la familia del len. Vers Enia, la realeza
gravitaba por encima de los hombres. No se trata do una forma de gobierno, como lo
creen los romanos, sino del nico poder autntico, el de los dioses. Oriente no
conoce ms que los reyes, y los adora. Julio Csar intent convertirse en rey pero
fracas. Antonio rein como tal durante un tiempo en Alejandra. Augusto, que era
un hipcrita, se arredr ante la corona y cre la falsa Repblica en la que vivimos.
Tiberio, por lo menos, era sincero. Nunca dese ser emperador.
A menudo, despus de hacer el amor, mantenan aquellas largas conversaciones que
no conducan a ninguna parte. Con ella, Cayo hablaba sin mscara ni reticencias.
No era romana, no buscaba privilegios, y no le tentaban la ambicin ni el dinero.
Confidente atenta y discreta, slo ella estaba al corriente de su secreto, y l saba que
no se lo contara a nadie.
Enia se durmi de repente, a la manera de los nios. Con los ojos abiertos, l
escuchaba su suave respiracin. La belleza y el afecto de la joven apenas servan para
moderar la desdicha del emperador. Para l nunca existira ms que una mujer en el
mundo, una felicidad, aquella que haba disfrutado hasta el da en que Antonia los
haba sorprendido. La maldita vieja lo haba mancillado todo, lo haba estropeado
todo! Por culpa de su denuncia, Tiberio los haba separado.
Se volvi de costado, esperando sin mucha fe que le fuera concedido un poco de
sueo. La flauta haba callado. Ahora slo se oan los pasos regulares de los
guardias y, de cuando en cuando, una voz sorda que daba la contrasea al relevo.
Aquellos hombres velaban por l, estaban dispuestos a morir para defenderlo.
Cayo tena la impresin de que los aos de Capri haban quedado a una distancia
infinita, inmersos en el pasado de otro. Su vida no guardaba ya nada en comn con
la que haba llevado en la isla.
Se adormeci por un instante y lo despert el miedo a que el vie~ jo de la cara negra se
le apareciese en sueos. Por una irona del des-tino, Cayo haba credo que deba
precipitar su muerte. De haber esperado unas horas ms, no habra sido necesario
cometer el cri-men cuyo recuerdo lo obsesionaba.
Se durmi en el momento preciso en que tomaba cuerpo en su cerebro la idea de
que su mismo error era la prueba de que haba ac-.
tuado como instrumento de los dioses. Se despert al rayar el alba, sorprendido de
no haber tenido la pesadilla. Enia estaba en lo cierto: los dioses conceden un sueo
apacible a los hombres buenos. La despet con un beso.
Calisto aguardaba en la antesala. Cuando Macrn se ausentaba de Roma, Enia
pasaba la noche en la cama de su imperial amante, y el liberto estaba encargado de
acompaarla de regreso a su casa, en-vuelta en el amplio abrigo que la preservaba de
las miradas ajenas. Estaba orgullosa de ser la nica persona ante la que el emperador
se despojaba de su mscara.
Roma, septiembre del ao 37
Mesalina se arrellan en los cojines de seda de la litera imperial. La de su marido era
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Crees que ignoro hasta qu punto fuiste un precioso apoyo para l en Capri?
Sin ti, no s cmo habra superado ese mal trago. Tu padre y t le habis infundido
valor con vuestras predicciones. Mi padre me ense su arte, pero yo no lo
practico. l profetiz el ascenso al trono de Cayo. Por entonces, nadie lo
consideraba posible. Estoy contenta de que mi hermano te haya elegido como
amiga y confidente. Te tiene en gran aprecio. Casi somos parientes!
Eso me honra.
Cayo dice que t lo comprendes. Lo encuentro muy extrao, entiendes? La
mayora de la gente se equivoca de medio a medio con l. Lo creen frivolo porque
ama las artes. En realidad, ha concebido
objetivos elevados para el Imperio. Hemos pasado separa-dos tanto tiempo que es
como si ya no lo conociera. Veamos, qu es lo que ms te choca de l?
Que no se parece a nadie respondi Enia sin vacilar No se lo puede juzgar
segn los criterios que valen para los dems. Todo lo que l dice y hace posee un
sentido ms elevado.
Drusila
se
contuvo
para
no
ponerse
a
aplaudir.
Es exactamente eso! Ni mis propias hermanas lo entienden.
No te hablo de Lesbia, a la que adoro, pero que es un poco ligera de
cascos. Agripina debera darse cuenta. T eres ms perspicaz que ella.
.Las estrellas me han ayudado.
-Sin duda, pero eso no lo explica todo. Yo he sentido eso desde mi infancia: l es un ser aparte... Despus Tiberio nos separ. Te confieso que,
cuando nos reencontramos, me qued horrorizada. Esos aos terribles que pas
en Capri lo dejaron marcado. Me pareci muy enfermo y me cost reconocerlo. ;
Desde tu llegada, se encuentra mucho mejor.
Drusila baj la mirada, como si se dispusiera a anunciar algo que le resultaba difcil.
Es verdad, pero yo no puedo quedarme en Roma. Ya he retrasado demasiado mi
partida. Pero eso lo destrozar!
Lo s muy bien. Por eso quera verte. Cuento contigo para que e veles por l.
Me gustara que llevara una vida menos agitada y, sobre todo, que se casara y
tuviese un hijo. Es vital para l y para Roma. Debe encontrar una esposa.
Las hijas de buena familia no escasean observ Enia de mala gana.
;
Bah, me importa poco que sea o no de buena familia. El ennoblecer a la
mujer con quien se case. Lo que quiero es que la elegida apacige su fiebre y lo
haga feliz. Me escribirs con regularilad para contarme cmo sigue Cayo?
Desde luego.
Te lo agradezco. Ya te explicar cmo hacerme llegar las cartas. Ms vale que l no est al corriente de esta correspondencia; ser nuesto
secreto. Piensa en lo que te he dicho: es preciso que se case y que engendre un
sucesor. De lo contrario el hijo de Ahenobarbo y de Agripina heredar el Imperio.
Sera bien triste! Al reparar en la mirada inquisitiva de Enia, aadi: No, yo
nunca tendr hijos.
Los dioses me han infligido ese castigo. Lo merezco: he incurrido encolera. - Debo
dejar a Cayo! Y sin embargo, yo tampoco puedo vivir l- Ay, si supieras qu felices
fuimos! Se arroj a los brazos de su nueva amiga, que contempl estupefacta
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con vestido.
De repente ella comprendi y el corazn comenz a latirle a toda prisa. A fin de
valorar su talento para el amor, el emperador pona a su disposicin a aquellos
magnficos varones cuya excitacin se tornaba ms visible a cada instante.
Precipitadamente, se desliz la estola por encima de la cabeza.
Son de tu agrado tus compaeros?
Oh s, Csar!
Por mi parte, yo recitar versos del gran Virgilio y del gran-cioso Ovidio.
Msico, empieza con un ritmo muy lento.
Los atletas estaban ya en escena, poniendo en accin sus msculos como en el
gimnasio. Las primeras notas del instrumento resonaron mientras Mesalina suba
los peldaos de la pequea escalera de madera. - Primer cuadro anunci el
emperador. Al borde de un arroyo, la ninfa Galatea toca tres flautas que
acaba de regalarle Afrodita. Asumiendo la postura del recitador, con el brazo
derecho tendido, elev la voz:
Sirvamos, oh flauta, de preludio a estos cantos!
Estos cantos poseen un mgico poder.
Pueden hacer descender del cielo la Luna.
El gran auriga rubio se haba colocado en el centro de la esce na, de
perfil para que el emperador no se perdiera detalle alguno del
espectculo. Mesalina se arrodill y, como el escultor que re flexiona
delante de su bloque de mrmol, contempl por un instante la lancea medio
erguida. Con unos golpecitos, le separ un poco ms las piernas, despus sopes
los hinchados testculos y a continuacin comenz a frotarle el miembro con tal
habilidad que en un instante ste adquiri gigantescas proporciones. Satisfecha,
se humedeci con una punta de la lengua los carnosos labios antes de abrir bien la
boca para acoger el glande. Siguiendo la lenta cadencia del lad, aspiraba y
regurgitaba, mientras con la palma de las dos manos alisaba con suavidad, desde
el pliegue de las rodillas, las soberbias columnas de los muslos y las duras y
musculosas
Excelente principio! exclam el emperador. Mesalina prosigui la paciente
succin. El alto auriga resoplaba como un fuelle de forja. Bruscamente, ella se
apart y, con los dos dedos, como se sujeta una flor, hizo brotar el primer fogoso
chorro semen. Luego se volvi hacia Calgula y, sonriente, lo salud a la manera de
los histriones.
Magnfico! Venus no lo habra hecho mejor!
Rodeando con el brazo el cuello de su caballo, declam unos versos de
Ovidio:
La mano no ser ni blanda ni torpe,
los dedos saben muy bien qu hacer en esos lugares donde
el amor hunde, en secreto, sus aguijones. As haca Andrmaca al valeroso Hctor.
As haca su cautiva al gran Aquiles.
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tratamiento se divida en fases de tres das, la primera de las cuales estaba consagrada a un
ayuno total. Al trmino de este periodo, el abatimiento del paciente se haba transformado
en letargo, con lo que a duras penas hallaba la fuerza para abrir los prpados. Confiaron en
obtener mejores resultados siguiendo los preceptos de la escuela neumtica de Agatino de
Esparta, pero sta preconizaba una observacin minuciosa del pulso, y el del enfermo lata
demasiado dbil. Claudio aconsej la cura de lechuga, que antao haba sanado a Augusto,
lo que le vali al clebre mdico Musa un anillo de oro y una estatua. El paciente la toler
muy mal y le sobrevinieron violentos ataques de tos que lo dejaban exhausto. Para
calmarla, le ataron en torno al cuello un pao que contena excrementos de cerdo secos.
Al cabo de seis semanas, el enfermo aprovech uno de sus raros momentos de lucidez para
mandar llamar a su secretario particular y, en calidad de testigos, a los dos miembros de
ms edad de la cofrada de los Hermanos Arvales, el club ms exclusivo de Roma, del que
era presidente. Dict su testamento privado, legando todos sus bienes a Drusila. Agripina
hubo de contenerse para disimular su indignacin cuando se enter.
En cuanto supieron que se encontraba a las puertas de la muerte, los miembros de la
familia imperial se reunieron en la antesala del moribundo. Cada cual expuso sus
preocupaciones y sus espe-ranzas. Agripina finga no ver a Enia. Lpida rezumaba orgullo
porr
participar de la intimidad de los grandes. Lesbia llor con lgrimas incontenibles al salir
de la habitacin a la que entraban todos por turnos para despedirse del emperador. Los
esclavos iban y venan con bandejas y nforas como en una recepcin. Calisto, que los diriga, se adelant hacia Agripina a quien, en cuanto hermana mayor del moribundo, le
corresponda un trato diferente.
Qu horrible desgracia! La pobre Drusila est al lmite de sus fuerzas y, sin embargo, se
niega a abandonar la habitacin.
Agripina no pensaba apiadarse de la heredera cuando haba tantas preguntas que la
atormentaban! Qu ocurrira ahora? Quin sera el emperador? Clav una mirada de
desprecio en Claudio. ste, repantingado en un asiento, con la cara colorada y los ojos
lagrimosos, vaciaba una copa para mantener el nimo. Era demasiado contrahecho para
que el Senado se planteara siquiera nombrarlo. El propio Augusto lo haba ya descartado
de los asuntos pblicos. La juventud de Gemelo lo exclua como sucesor, aunque ciertos
espritus perversos quizs acariciaban la idea de una regencia. Ahenobarbo estaba seguro de
que no le sera difcil obtener para s el apoyo del Senado, pero era el nico que crea en sus
posibilidades. Quin iba a elegir a ese candidato colrico y malhablado?
Deja de lloriquear! reprendi Helena a Gemelo en voz baja mientras se apoderaba
de tres pasteles de la bandeja que le presentaba un criado.
Pero Cayo se va a morir!
Es lo mejor que nos puede pasar.
El nio se qued tan estupefacto que su llanto ces de golpe.
Vamos, sunate, bonita! No est muerto consol Claudio a su joven esposa. La
naturaleza posee grandes recursos. De todas maneras, los mdicos son unos asnos. Ven, ya
regresaremos maana y seguramente se encontrar mejor. Es hora de ir a cenar. El
cocinero nos ha preparado un cerdo relleno de menudillos con miel. En estos momentos,
hay que saber reconfortarse.
Crees que se recuperar?
Claro que s, por supuesto. Es joven. Vamos a comer.
Mesalina se enjug los ojos. Claudio tena razn; no haba que Perder la esperanza.
En la habitacin de postigos cerrados, mal iluminada por las vacilantes llamas de las
lmparas, el rostro del enfermo exhiba ya suu ltima mscara.
De improviso, Drusila se puso en pie.
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Salid todos! Que nadie entre aqu hasta maana por la maana! Orden con
tanta autoridad que mdicos y sirvientes retrocedieron hacia la puerta. Slo
Jenofonte os protestar.
Nos necesita.
No. Slo me necesita a m.
Y si muriera?
No morir asegur ella, fulminndolo con la mirada. Dejadnos!
Una vez que estuvieron solos, se quit despacio la ropa. Ya desnuda, se introdujo en
la cama y rode con los brazos a su hermano.
Al da siguiente, el paciente presentaba una mejora notable. Al cabo de unos das,
Jenofonte anunci que el emperador se hallaba fuera de peligro y que su
convalecencia haba comenzado.
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Cuando todo estuvo por fin listo para el espectculo, entre los ensordecedores
vtores de la multitud, la familia imperial ocup su puesto en el pulvinar. Se
trataba de un amplio palco separado por una colgadura de los sitios reservados para
las vestales. Los cojines mitigaban la dureza de las gradas de mrmol. Una
escalerilla, que permita al emperador resguardarse de la vista del pblico, daba acceso a unos cmodos excusados instalados entre dos niveles.
Ante los personajes de elevada condicin, unos criados surtan las mesas bajas de
platos, bebidas y golosinas. En honor de Claudio, Mesalina se haba engalanado
con una carsima estola de color azafrn, bordada con hilos de oro. Agripa, que no
deseaba estar demasiado expuesto a los ojos del pueblo, se haba sentado al fondo
del pulvinar en compaa de Salom y de Graco. Agripina vigilaba a su hermano.
Desde su recuperacin, l haba redoblado las atenciones para con Drusila y, no
contento con situarla a su derecha, le dedicaba de continuo lnguidas miradas de
enamorado. Furiosa, la hermana mayor busc un blanco para sus flechas.
No cruces las piernas tan arriba, Lesbia! A los romanos les gusta ver los juegos
y no tus muslos!
La pequea se mof sin disimulo. Ella saba muy bien qu les gustaba ver a los
romanos.
Tras la estridente seal de las trompetas, los gladiadores, distribuidos en cuadrillas
de treinta, salieron a la arena. Los tracios, prncipes del escudo pequeo, abran la
marcha. Tras ellos avanzaban los giles reciarios, con el tridente en una mano y la
red en la otra, que producan una extraa sensacin de desnudez sin las canilleras ni
las protecciones que llevaban sus eternos adversarios. El rgano de agua comenz a
emitir su meloda sincopada, mientras los luchadores desfilaban ante el palco
dirigiendo, con la cabeza vuelta hacia el amo del mundo, el saludo de los novios de
la muerte subta: Ave Caesar, morituri te salutant! Al final del largo cortejo iban
los representantes de categoras menos conocidas, los dimacheth
que combatan con una espada en cada mano, y los laquanos, que haca girar sus
lazos por encima de la cabeza. Una banda de enanos danzarines cerraba el desfile
con una nota burlesca.
- Los mejores combatientes proceden de mi casa inform con orgullo Graco.
No hemos logrado reunir seiscientos pares de luchadores, como en los juegos de
Augusto, pero hay quinientos cincuenta.
Estoy seguro de que el emperador quedar satisfecho respondi Agripa con
aire distrado.
Ay, y pensar que no ha querido echar a los condenados a las fieras! Yo haba
adiestrado dos osos y tres tigres para que aprendan a apreciar la carne humana.
l siempre ha preferido el teatro.
A m tambin me gusta el teatro. No la palabrera de los griegos, sino el buen
teatro donde se crucifica a los hroes al final de la obra, como Laurelo el bandido.
O como Priscila la impdica, donde un asno en celo viola a la bella herona.
Tienes razn asinti el prncipe, para no contradecirlo. Hace falta accin.
Mira que no paro de decirle al emperador que sustituyan en el ltimo minuto a
los actores por condenados, que eso beneficiara tanto a la justicia como al arte, pero
l no quiere saber nada de eso. Cmo te lo explicas?
Supongo que quiere mostrarse clemente.
Tal vez, pero la clemencia es enemiga del buen espectculo!
Deberas habernos ofrecido esta maana ms batallas entre animales le
reproch Agripa, irritado. Ha quedado un poco justo.
Es muy fcil criticar! Cuando Tiberio prohibi la venatio, interrump todas las
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Su deseo de que Agripa, obsesionado con la corona de Salomn? acabara luciendo la otra, la
corona sin gloria que soportaba Barbato, aumentaba por momentos. Despus de todo,
no le haba comentado l mismo que la muchacha era un volcn? Con la mirada
prendida en su escote, adopt un tono aterciopelado.
Si deseas rendirme una visita de despedida, no tienes ms que pedirle una cita a Calisto.
Me gustara proseguir esta conversacin en otra parte.
A m tambin, Csar. Mi madre me ense que nunca hay que marcharse sin decir adis.
Volvi a pasar delante del prncipe, que bostezaba discretamente al tiempo que finga
escuchar al lanista, y se acomod de nuevo en su puesto, orgullosa de su poder para
conseguir lo que quera de los hombres.
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Introdujo bajo el amplio chai, la mano, que fue directa a los testculos, redondos y duros
como bolas de madera. Sin hacer caso de su sobresalto, los apret con fuerza, los hizo
bailar, los agit y tirone su fino vello. Luego, como disculpndose por la maldad, los
acun y los acarici con detenimiento, tratndolos con mimo, jugando a seguir con los
dedos los valles pequeos y sinuosos de su piel, tirante como la de un tambor. Con las
largas pestaas bajadas, el escolar exhal un profundo suspiro.
Saboreando su emocin, Mesalina se tom un rato de descanso antes de sujetar con
delicadeza por su base, entre el pulgar y el ndice, la rgida columna de carne. Trep por
ella aplicndole golpecitos regulares, como el ladrn que tantea un muro en bsqueda de
un tesoro, para despus descender arrastrando la piel en su descenso. Una vez que hubo
medido la longitud del camino, lo recorri varias veces de un extremo a otro en un
flexible vaivn, muy lento al principio y despus un poco ms rpido, antes de apartar
la mano para la primera pausa. Enseguida, Quinto abri los ojos y los fij en ella con
expresin suplicante. Se hallaban al comienzo del viaje y l se crea ya al final!
Maravillada, comprendi que el chico lo ignoraba todo de aquellas cuestiones. Ella era la
primera mujer de su vida. Se esmerara por dejarle un recuerdo inolvidable!
Le sonri con un tenue aire de reproche y, para castigarlo por su ansia, le hizo
experimentar el duro contacto de sus uas. Las sedosas pestaas bajaron de nuevo. Lo
tena a su merced. Los dos dedos se pusieron de nuevo en marcha por el pendiente
camino, remoloneando, vagando, detenindose bruscamente y avivando luego el ritmo
como para recuperar el tiempo perdido. Cuando la meta le pareca demasiado prxima,
la paseante se iba a vagabundear por las lisas vertientes de los muslos, se aventuraba hasta
las lejanas rodillas, que acariciaba con la palma de la mano y regresaba con toda calma
para estimular las duras bolas envueltas en su vaina de cuero granoso. En el instante en
que el pulgar y el ndice retomaban la tarea, ella notaba que el muchacho se convulsionaba,
presa del xtasis.
Durante un rato largo Mesalina logr prolongar el juego. Por fin, en el segundo en que el
exquisito tormento se convirti en tortura, como el pintor que aplica con la punta del
pincel el ltimo toque a su cuadro, le bast con aplicar una nfima presin para culminar
su obra maestra. Al sentir palpitar en su mano el miembro, ebrio de dicha, ella
experiment un fulminante orgasmo.
Apenas estaba recuperando el aliento cuando oy una pastosa voz adormilada.
No te aburres mucho, bonita?
Gir la cabeza, asustada. Claudio se haba vuelto a dormir.
Roma, febrero del ao 38
Enia crey haber entendido mal cuando Drusila le anunci que pronto iba a abandonar
Roma.
Pero eso es imposible!
No tengo eleccin.
Si ya viste, la ltima vez, como Cayo...
Si espero ms, ya no me ser posible marcharme. Comprndeme, yo no le doy lo que
espera de m. Querra satisfacerlo con toda mi alma, pero no puedo.
A Enia la invadi un gran alivio: su nica rival autntica iba a desaparecer. Enseguida se
avergonz de aquella primera reaccin. No era digna de ella.
Exigir que te quedes.
No. Nunca me forzar a nada; antes preferira morir. Escrbeme con regularidad, Enia.
Eres la nica capaz de informarme de ciertas cosas. Le entregars las cartas al lanista
Graco, que viaja a menudo a Rodas y cuenta con toda mi confianza. Explcame cmo se
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Tiberades, febrero del ao 38
En la azotea del palacio, Agripa tomaba un bao de sol, considerado benfico para
regenerar la potencia viril. Salom, en tnica de interior, estaba arrellanada en un
asiento provisto de un dosel, pues la luz intensa estropeaba el cutis de las mujeres.
Quin hubiera credo que iba a encontrarme aqu hoy?
Agripa se volvi para exponer la espalda a los benficos rayos y oy la voz irnica
de Salom.
No te enorgullezcas tanto! No eres ms que tetrarca de Galilea, y todo gracias a
m!
Tal vez te deba el nombramiento, pero me complicaste la tarea al meterle al
emperador una idea descabellada en la cabeza.
Al contrario, era una idea muy acertada. Puesto que l habla de bondad, al igual
que Yeshua, pens que la secta le interesara.
Tambin Tiberio qued impresionado por ese rabino exaltado, pero nunca
habra credo que Cayo...
Eso es porque le gusta todo lo extravagante. Como aquello de la mejilla derecha y
la izquierda, por ejemplo.
Y pensar que le hiciste creer que esos iluminados iban a socavar el poder del
sumo sacerdote cuando en realidad la secta habr desaparecido en cuestin de
meses!
No va a desaparecer repuso ella.
Porqu?
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Desde que entr a trabajar en casa de los amigos de Yeshua, mi criada Miriam ha
cambiado completamente. Casi no la reconozco! Era atolondrada, descarada, desobediente y ahora no hay nadie ms sumiso
que ella. Esta secta mejora la calidad del servicio. Dos de mis amigas ya han
animado a su personal a ingresar en ella y estn muy contentas.
No son los criados quienes acabarn con el dominio de los sacerdotes.
Miriam dice que los amigos de Yeshua no temen a nada y que
convertirn a todos los judos.
Esa tal Miriam era la doncella de tu madre, no?
S. Una chica perezosa e insolente que se abra de piernas al primero que pasaba.
Pues para que lo sepas, desde que va a la casa de los amigos de Yeshua, se ha vuelto
casta. Me ha propuesto que la acompae a una de sus reuniones. Ser divertido y,
bien mirado, no es imposible que t encuentres el modo de utilizarlos.
Ve disfrazada. No me gustara que creyesen que te has convertido.
Ah, si fuera una sirvienta, me lo pensara! exclam con una carcajada. Me
encantara sentirme a la misma altura que mi seora. Es una religin apropiada para
criados.
Bueno dijo Agripa, desperezndose, he de ir a entrevistarme con ese viejo
zorro del sumo sacerdote. Ay, ojal pudiera imitar a nuestro antepasado
Herodes, que mand castrar a su predecesor para castigarlo por su insolencia! Si
llevara la corona de Salomn, lo hara sin dudarlo, pero a un tetrarca no le est
permitido castrar a nadie!
Ten cuidado. Es ms venenoso que una serpiente.
El sumo sacerdote aguardaba al nuevo tetrarca en una dependencia del templo que,
a diferencia de la austera celda en la que se haba celebrado su encuentro anterior,
estaba provista de asientos. Tras el interminable intercambio de frmulas de
cortesa propias de Oriente, abord el tema ms candente.
T, que gozas de la confianza del emperador, sabes por que todava no ha
nombrado al sucesor de Pilatos?
Se propone reorganizar por completo la regin. Reorganizar? A qu te
refieres con eso? No entr en ms detalles. Te prometo que si me entero de alg>
sers el primero a quien informe. Pero consentiras tal vez en p 0" nerme al da
sobre lo que sucede en Jerusaln?
Anas se llev los brazos a la cabeza.
Es una locura! T estabas en Roma cuando Pilatos mand crucificar a ese falso
profeta. Y ahora, que creamos resuelto el asunto, resulta que ha nacido esa maldita
secta. Aunque no son numerosos, arman mucho ruido. Segn esos iluminados, el tal
Yeshua era el Mesas de Israel. El Mesas crucificado! Con eso basta para formarse
una idea de su demencia!
En efecto! Quin puede creer una cosa as?
Ay, la locura humana nunca dejar de sorprenderme, ni aunque viva tantos aos
como Matusaln! Robaron el cadver de su tumba y desde entonces aseguran sin
rubor que resucit de entre los muertos. Continan muy activos en Galilea y hasta
me extraa que an no hayas tenido que habrtelas con ellos. Es verdad, de todos
modos, que acabas de llegar.
S que su cabecilla se llama Pedro.
Bah, no es el peor! Se trata de un viejo pescador aquejado de una locura pacfica.
Va contando que dej la pesca para hacerse pescador de hombres. Pescador de
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mujeres no asistan a las reuniones de los Amigos para llamar la atencin. Su criada le
mostr a Miriam, la madre de Yeshua. Debi de haber sido un mujer bella en otro
tiempo, pero su rostro, arrugado y ennegrecido por las penalidades, semejaba una
flor arrojada al fuego. Repartieron entre los presentes unos trozos de torta mal
cocida.
Hay que comer? pregunt, con un poco de asco.
T no, ama. Un da quiz, si el Bendito as lo quiere.
La sirventa tom respetuosamente entre dos dedos el pedacito de pasta medio
crudo, lo engull y aparentemente entr en xtasis. Aquella gente era extraa; su
reunin, que ellos designaban con la palabra griega iglesia, se haba iniciado con
el relato de algunas ancdotas relacionadas con el difunto Maestro por parte de un
tal Juan, que debi de conocerlo bien, pues pareca desconsolado por el hecho de
que lo condenasen a muerte.
Lleg despus un hombrecillo moreno con el acento spero de Galilea. Presentaba
el aspecto de aquellos dotados de la pasin por convencer. Su aplomo y el silencio
que se impuso desde que tom la palabra evidenciaron que gozaba de un gran
prestigio en la comunidad.
Salom aguard a que su criada despertara de su trance para darle un golpecito con el
codo.
Quin es?
Santiago, el hermano del Bendito.
Por qu est furioso?
No est furioso. Siempre habla as.
Al advertir que sus cuchicheos molestaban a sus vecinos, call y se puso a
escuchar. El orador, un judo muy religioso, aluda de continuo al Libro y al
Talmud, que por lo visto conoca con asombrosa profundidad. Salom se llev la
impresin de que estaba muy en contra de otros miembros de la secta que haban
propuesto admitir en ella a los no circuncidados.
Es en nuestro pas, en Jerusaln, en la tierra de Israel, donde nos espera la
cosecha, hermanos mos! repeta. No tenemos nada que hacer en otra parte.
Sus palabras suscitaron un murmullo de aprobacin en la concurrencia. Luego un
anciano de anchas espaldas subi al pequeo estrado.
Y se?
Es Pedro el Pescador. Yeshua lo eligi para dirigirnos.
El hombre se expresaba en un tono apacible. Comenz su alocucin narrando, para
quienes no la haban presenciado, la visita al Templo que haba realizado el da
anterior en compaa de Juan para rezar la oracin de la onceava hora. Haban
curado a su paso a un tullido de nacimiento a quien cada maana depositaban a la
puerta denominada la Bella, y el milagro haba provocado una especie de tumulto
entre los asistentes.
Yo les dije: Hombres de Israel, por qu os sorprendis de esto? Por qu nos
miris como si fuera por nuestro propio poder o gracias a nuestra piedad que hemos
hecho caminar a este hombre? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de
nuestros padres ha glorificado a su servidor, Yeshua. Y vosotros, vosotros lo
entregasteis y renegasteis de l ante Pilatos cuando ste estaba decidido a liberarlo.
Acusasteis al Bendito y al Justo, causasteis su muerte mientras pedais la gracia para
un asesino. Pero Dios lo ha resucitado, nosotros somos testigos de ello, y es la fe
en l lo que ha devuelto las piernas a este invlido. Arrepentios y convertios. >>
Eso fue lo que les dije.
De verdad hizo caminar a un tullido? musit Salom.
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El jabal es estupendo, pero te has fijado en los sirvientes? Es Una idea divertida.
Deberamos imitarla en casa.
El personal domstico estrenaba ropa y, gracias a un ingenioso refinamiento, los
que cumplan la misma tarea guardaban cierto parecido fsico. As, los
escanciadores eran muchachos rubios, las camareras eran rollizas morenas y los
portadores de platos, nubios. Uno de stos, un mozo de colosales proporciones,
adornaba con su escultural cuerpo de bano la puerta que conduca a las cocinas.
Como la corte que acompaa al monarca, segua al jabal una
larga procesin de bandejas de plata cargadas de exquisiteces de lo ms diversas:
primero el marisco, que fascinaba a los romanos, erizos de mar, ostras del lago Lucrino,
almejas y moluscos de toda clase. Despus venan los pats y pasteles salados en sus
relucientes terrinas de barro pulido, las aves dispuestas sobre un lecho de esprragos y
las especialidades ms delicadas, como papafigos, ubres y vulvas de cerda. Cada cual
alarg la mano hacia su plato preferido mientras los escanciadores de cortas tnicas
llenaban las copas.
Srvete, bonita! Estoy seguro de que nunca has probado esto. Son pulpejos de
camello, un descubrimiento de Apicio. Regados con vino mezclado con agua de mar
reposada, son una absoluta delicia.
T crees? Resulta un poco correoso para mi gusto.
Y este pastel? Lenguas de pavo y ruiseor confitadas con miel. Muy tiernas.
El jabal, cuya barriga haba descosido con gran habilidad valindose de un pual un
sirviente disfrazado de tracio, estaba relleno de salchichas y tordos. Helena, siempre
dominada por su acuciante apetito, lanzaba entre un bocado y otro miradas inquietas en
direccin a Gemelo.
Alimntate, querida hermana! apostrof de improviso Ca-lgula a Agripina.
Nuestros anfitriones no tienen intencin de envenenarte!
La aludida tendi lnguidamente la mano hacia el plato ms prximo.
Coloca a Gemelo a su derecha murmur, y se imagina que voy a precipitarme
sobre la cena como ese glotn de Claudio.
Cuando pienso que lo cremos al borde de la muerte! suspir Ahenobarbo.
Quin iba a prever que Drusila lo curara metindose en su cama? El juego no ha
acabado. Sin ella, l no resistir mucho tiempo. Ya llegar tu momento.
Para calmar a su marido, Agripina finga confiar en sus posibilidades, aunque para sus
adentros, su ambicin se le antojaba quimrica.
En el otro extremo de la sala, Lesbia se defenda de las maniobras de su joven vecino.
Comprtate como es debido, Lucio! No est bien que metas la mano bajo mi estola.
Pero si slo he tendido el brazo para llamar al sirviente. La he posado a tu lado sin mala
intencin. Lo juro por Jpiter.
La joven se ech a rer, incapaz de interpretar durante mucho tiempo el papel de recatada.
Comiendo con mucha moderacin por temor a engordar, Lpida observaba a Mesalina.
De repente, tir a Barbato de la manga.
Ya te haba dicho que se interesaba por ese negro.
Te aseguro que te equivocas, querida. Deja ya de preocuparte por su conducta. Eso es
asunto de su marido y nada ms. No tiene ms que vigilarla.
Cmo quieres que la vigile? Se pasa la mitad del tiempo atracndose y la otra mitad
durmiendo. Y ella bien que se aprovecha, la muy zorra! Mis amigas me han contado
unas cosas... l es cornudo a ms no poder.
Se trata de una desgracia que afecta a personas de calidad. No hay que concederle
demasiada importancia.
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secta de los Amigos de Yeshua. Cmo era posible que aquella jovencita licenciosa e
impa, que se haba acostado con su padrastro a fin de obtener la cabeza de un
hombre, frecuentara a los visionarios que haban tomado al hijo de un carpintero por
el Mesas de Israel?
Podras explicarme qu es lo que te atrae de esos iluminados ? Nunca haba
conocido a judos como ellos. No se pelean, los pobres no envidian a los ricos,
los ricos no tienen miedo de los pobres. No slo se llaman hermanos unos a otros,
sino que lo son de veras. Se aman.
Quieres decir que se acuestan todos juntos como los roma-nos en las
bacanales?
Por supuesto que no repuso, indignada. Te repito que han recibido algo de
lo que los otros carecen. Si oyeras hablar a Pedro, estoy segura de que pensaras
como yo. -El pescador del lago? S.
.., No debe de ser un gran orador. De todas formas, el arameo no es un idioma
adecuado para la elocuencia. Habla latn y griego. Ests de broma?
No. El asegura que es un don que le concedi el Bendito para convencer a los
incircuncisos.
Pamplinas! Obra milagros. Cuentos!
Es un gran taumaturgo. Est en Tiberades desde hace unos das. Esta noche
viene a palacio.
Lo has invitado aqu? Pero si es una locura! Si alguien se enterase, me
encontrara en un aprieto!
Viene por la pequea Ester, la hija del portero. Para qu? Si tiene los
pulmones destrozados. Mi mdico me ha dicho esta maana que no durar ms de
dos das.
Por eso su madre ha llamado a Pedro. En Jerusaln hace muchos milagros.
Un hombre que aprende el latn y el griego en tres semanas y cura a los
moribundos? Has perdido la cabeza, mi pobre Salom! Por qu no pasas un
momento por casa de nuestro portero esta noche? Al fin y al cabo, le cont a
Calgula que eras amigo de Pedro, y no est de ms que lo conozcas.
Aquello ola a encerrona. Todo encajaba demasiado bien para que ella no hubiera
organizado el encuentro.
Har algo ms que eso: recibir a tu taumaturgo. Me ha entrado curiosidad por
conocer a ese personaje.
Al caer la noche, entr en la caseta del portero. El pescador se encontraba ya all.
Era un hombre de hombros musculosos con una barba casi totalmente blanca cuyo
rostro atezado irradiaba la bondad sin remilgos de los humildes. Responda con
paciencia, en un arameo spero, a las splicas de la madre.
No me pidas nada. Reza a Yeshua, que muri por ti, para que cure a tu hija.
Dnde est?
Agripa los sigui hasta la habitacin. Desde la cama llegaba un estertor indicativo
de que la pequea haba entrado ya en agona. Sus dedos se crispaban ya sobre la
colcha. Pedro se inclin, la tomo en brazos y la levant.
Bendito el que muri por nosotros, acgela en tu piedad! Deposit a la nia en
el suelo y, con una gran carcajada, sta corri a abrazar a su madre.
Dudando de lo que acababa de presenciar, Agripa oy a los asistentes dar gracias al
Bendito. Luego se acerc a Pedro. Sabes quin soy? le pregunt en griego.
Eres el prncipe Agripa le respondi el pescador en esa lengua, sin el menor
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rdenes?
Todava hay tiempo para llamar a nuestro mdico dijo Ma-crn a Enia.
No. Nada de veneno. Quiero morir a tus manos. Macrn se estremeci. Ella lo
mir como si lo viera por primera vez.
Estaba equivocada. Eras t.
En la cara de l se dibuj la radiante sonrisa del enamorado a quien la mujer largo
tiempo cortejada confiesa por fin que lo ama.
Macrn se volvi hacia su asistente.
Querras traerme la espada?
La voz no le habra temblado menos si le hubiera pedido que fuera a buscarle las
sandalias.
Ese mismo mes, Calgula envi a los centuriones a casa de uno de los miembros
ms relevantes del Senado. Marco Julio Silano Tiberio le haba concedido el
privilegio de hablar el primero durante los debates. Era el padre de Junia Claudia,
con quien el futuro emperador se haba casado en Capri y que haba muerto al poco
tiempo vctima de un accidente. Nada se le poda reprochar a Silano. Cal-gula
asegur no obstante que se haba negado a acompaarlo a Pan-dateria cuando haba
ido a recuperar las cenizas de su madre. Aleg adems que el senador planeaba
hacerse con el poder en Roma en caso de naufragio del navio imperial.
Todo el mundo comprendi que el delito de Silano era el mismo que el de
Macrn. Aquel anciano sentencioso se empeaba en prodigar consejos. En Roma
ya no haba lugar para esa clase de personas.
Rodas-Roma, mayo del ao 38
Drusila qued aterrada por la carta de ultratumba. En aquellas palabras afectuosas y
desoladas lea slo su culpa. Cayo haba sucumbido a aquella locura asesina a causa de
ella. Deba regresar urgentemente a Roma, aunque para ello tuviese que violar su solemne juramento. Los dioses nunca le perdonaran aquel desafo. Corra hacia su
perdicin, pero se negaba a asumir el papel de espectadora de una tragedia que slo ella
poda evitar. Obcecada por su ambicin, Agripina no movera un dedo por su hermano.
Claudio tena miedo hasta de su propia sombra. Los cortesanos eran serviles, los
senadores estaban empavorecidos. No exista ms que un medio para devolver la razn a
Cayo, y ella lo conoca por haberlo aplicado.
Su marido puso a su disposicin la liburna rpida de que dispona la isla. No le formul
pregunta alguna, pues haba resuelto de una vez por todas mantenerse a una distancia
prudente de todo lo relativo a la familia imperial.
Durante el viaje, Drusila no sali ni una vez de su camarote, pues se haba apoderado de
ella un abatimiento que provoc temor entre sus sirvientes. Experimentaba una terrible
clera contra su pusilanimidad y sus vacilaciones. Acaso era ella una vestal? Por qu se
conceda tanta importancia a su virtud? Acaso la suerte de Un imperio no justificaba ese
sacrificio de su vida y su felicidad? Por otra parte, Cayo no estaba sometido a las leyes
ordinarias, con lo que ella no cometa falta alguna plegndose a su voluntad.
Una vez hilado ese razonamiento, los argumentos contrarios se agolparon en su mente. En
vano buscaba excusas: el incesto constitua un delito abominable. Los dioses ya la haban
puesto sobre aviso privndola de la maternidad. Fedra, la hija de Minos y de Parsfae, se haba
perdido slo por haberse prendado del hijo de su marido, y ella misma osaba plantearse la
posibilidad de convertirse en concubina de su hermano! La venganza divina sera ms
terrible todava.
La verdad se le presentaba terrible y cegadora. No, ella no era una vctima. Comparta su
parte de responsabilidad en el delito. Profesaba el amor prohibido. De lo contrario, por qu
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desorden las noches de insomnio, la bajeza de los senadores, las conjuras que lo
amenazaban, los celos de J-piter. De ser cierto lo que contaba, nicamente Incitatus lo
haba comprendido y ayudado.
Ella no buscaba sentido a sus palabras, feliz de dejarse mecer por aquella voz que crea
que nunca volvera a or. No, no todo estaba perdido. Su amor lo salvara y los dioses no
le reprocharan aquella obra pa. Cuando Cayo hizo una pausa, ella intent sustraerlo a
su delirio.
Lesbia vino ayer. Esta vez parece seguro que va a casarse.
Yo tambin lo creo concedi l, entrando en el juego-, aunque si fuera el esposo,
no me forjara demasiadas ilusiones. Al final, acabar divorcindose otra vez. Has visto a
Agripina?
S. Estuvo muy amable conmigo.
Amable? Humm! Supongo que te habl sobre todo de su
hijo, no?
No me habl de otra cosa. Nern esto, Nern lo otro.
No lo nombres, por favor, con tanta familiaridad. Olvidas todos sus ttulos: Nern
Imperator, Gran Pontfice, Augur, revestido de la potencia tribuna. As es como ella
quiere que lo llamemos.
Berre con furia para imitar al beb y despus recorri la habitacin simulando que lo
llevaba en los brazos con la misma solemnidad con que se portaban los Libros Sibilinos.
Drusila aplaudi y juntos rieron por aquella complicidad recobrada. Para divertirla an
ms, remed uno a uno a todos los miembros de la familia imperial, lade la cabeza
tartamudeando los bonita! de Claudio, puso los ojos desorbitados de clera de
Ahenobarbo, camin con pasitos cortos arreglndose los pliegues de la toga como Barbato, contone las caderas esbozando el mohn tenue y cautivador
de Mesalina.
Ella me encanta! Qu temperamento! Acta en una obra ma en la que seis aurigas de
los Verdes comparten sus favores. Seis a la vez! Pues bien, al bajar el teln, ella estara ms
que dispuesta a empezar de nuevo.
Padece ninfomana?
No padece nada. Simplemente, el amor le infunde fuerzas en lugar de quitrselas. No se
cansara aunque le pasara por encima una legin. Ha recibido ese don de Venus.
Acudi a sentarse en el divn junto a su hermana y le tom la mano, que cubri de besos.
Qu alegra me das! No alcanzo a creer que te quedars para
siempre.
Quisiera hacerte una peticin.
Para qu? Ya sabes que la tienes concedida de antemano. Habla, pues.
Quiero que Roma alabe de nuevo la bondad de su emperador. S bueno! Ya sufrimos
mucho con la dureza de Tiberio!
Concedido. Aplicar la receta del rabino.
La receta del rabino?
Ah, no lo conoces. Era un maestro judo cuyas enseanzas se resuman en: Amaos los
unos a los otros. Pretenda incluso que uno presentara la mejilla izquierda tras haber
recibido una bofetada en la derecha.
No te pido tanto. S solamente t mismo. T eres bueno.
Yo tambin querra hacerte una peticin.
La mir de soslayo, como el nio que observa con disimulo el efecto de pedir un juguete
que sale de lo normal.
Casmonos, Drusila!
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sent a su esposa. Por las descripciones de Cayo, Drusila esperaba encontrarse con una
desvergonzada. En cambio, descubri con asombro a una guapa muchacha apenas salida de
la infancia que, con las manos cruzadas encima de la estola en ademn juicioso, posaba en
su marido una mirada admirativa, candida y respetuosa. Como una colegiala aplicada, se
humedeca de vez en cuando los labios con la punta de la lengua. Se trataba de la misma
lbrica actriz que actuaba con seis parejas? Tras dispensarle unas cuantas palabras de bienvenida, Mesalina se levant para dejar a solas a su marido con la recin llegada. Tras
dedicarle la reverencia con genuflexin que las madres recomendaban a las nias cuando
se dirigieran a un alto personaje, se encamin a la puerta con un liviano paso de bailarina.
Claudio resplandeca de orgullo.
Qu te parece?
Es muy joven, muy hermosa y muy bien educada. Sin duda eres un hombre feliz, to.
Ms de lo que crees. Posee todas las cualidades deseables menos una.
Cul?
No es ahorradora. Aunque no me importa; merece que uno se arruine por ella. Pone
tanto inters en complacerme! Es tan atenta, tan divertida! Fjate, me llama su
Bibendum! Dice que bebo un poco ms de la cuenta y cree que bibendum es el supino del
verbo bibere. Confundir un gerundio con un supino! No es adorable? Y adems es muy
respetuosa con los usos, muy piadosa. Profesa un culto especial por Venus. Hay que
reconocer que Venus fue prdiga con ella! Si supieras... Se detuvo al borde de las
confidencias de alcoba y cambi de tema. Tu llegada supone un acontecimiento
doblemente feliz, para la familia y para Roma. Desde tu marcha, todo ha ido de mal en peor.
Cayo te echaba mucho de menos.
Por su incomodidad patente, ella dedujo que juzgaba el incesto como una abominacin.
Nadie en la familia imperial ignoraba hasta dnde haba llegado el afecto entre hermano y
hermana.
Slo t continu ejerces cierto ascendiente sobre l. Se comporta de una forma que
nos inquieta a todos. A veces tiene ideas raras.
Lo s. Llevo poco tiempo aqu y ya me ha hablado de ahogar
la voz de Jpiter con una mquina y de nombrar cnsul a su caballo. Sinceramente, to,
crees que ha perdido la razn?
No, no es eso, no est loco. Como dice Mesalina, la personificacin del sentido comn,
es un artista. Cree que todo el mundo est en el teatro. Imagnate: la hace salir a escena, a
ella que es tan tmida! Segn l, ella rebosa talento. Hay que reconocer que Cayo la quiere
mucho, pero quin no querra a Mesalina? Es tan...
Drusila lo interrumpi. Haba cuestiones ms importantes de que hablar.
Qu piensan de l en Roma? Qu comentan en el Senado?
Que est mal de la cabeza, pero eso no demuestra nada. Los senadores tienen una
cuenta pendiente con el rgimen. Ya trataban de loco a Tiberio, que no se entregaba a
ninguna extravagancia.
Pero veamos, por qu orden la muerte del pobre Gemelo?
Drusila advirti la sombra del miedo en el ancho rostro colorado.
La poltica. La razn de Estado. Ay, es bien triste!
Y Macrn? Haba algn motivo para mandarle a los centuriones?
La poltica, la poltica! Pero, volviendo a tu pregunta, Cayo est en su sano juicio. Le
gusta la provocacin. Obliga a los senadores a correr detrs de su litera. Tu hermano
quiere divertirse, Drusila. No es consciente de que, habida cuenta de la posicin que
ocupa, sus bromas resultan peligrosas. Si asevera que su caballo va a ser cnsul, es para
ridiculizar al Senado que nombra a los cnsules. La mquina para imitar la voz de Zeus
constituye una burla de la manera de entender la religin de los romanos. Entre nosotros,
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no le falta razn; nuestros flmines y nuestros augures a menudo mueven a risa, pero
forma parte de nuestro culto.
De nio, l slo rezaba a Isis.
S, prefiere los dioses de Oriente. Quiere cambiarlo todo. Me ha anunciado que quera
proclamar parilia el da del aniversario de su advenimiento, llamarlo por el nombre que
conmemora la fundacin de la ciudad. Cualquiera dira que pretende erigir Roma de
nuevo! En eso se equivoca. Roma es un edificio muy viejo, que se debe tocar con
precaucin. Hay que mostrar un gran respeto por las magistraturas. Tiberio se levantaba
al paso de los cnsules, reciba siempre con talante amistoso a los senadores, despus de
ordenar que los registraran por su temor a los atentados. El Senado se torna tanto ms
peligroso cuanto peor trato recibe.
Habla con l, to. Valorar mucho tus consejos.
Ah, yo no me ocupo de la poltica! declin Claudio, levantando los brazos. A cada
uno su oficio! Adems, Cayo ya sabe todo eso. Es muy inteligente y el mejor orador de
Roma.
Yo crea que ese honor corresponda a Sneca.
Tienes razn, Sneca era el mejor orador, pero no pronuncia discursos desde hace
tiempo. Tu hermano estaba un poco... cmo decirlo? No celoso, pero s susceptible. No le
gusta que lo aventajen en algo.
Se habr granjeado muchas enemistades, no?
Demasiadas. Olvida que los romanos no poseen una inteligencia como la suya. El
romano es valiente como un len, y resistente como un mulo, pero en cuanto le mencionan
una novedad, se vuelve ms necio que un asno.
Satisfecho de su smil, repiti dos veces aquel stultior asino que todos los escolares romanos
aprendan para practicar el comparativo.
Todo se arreglar, ahora que ests aqu prosigui. Me alegro de que Mesalina te
haya causado una buena impresin. Seguro que seris grandes amigas.
Drusila soport de nuevo su beso hmedo. Aunque no caba esperar mucha ayuda de l, su
conversacin la haba reconfortado.
La empresa en la que se haba embarcado se ergua ante ella como una muralla.
Roma-Chipre, junio del ao 38
A fin de que todos compartieran su felicidad, Calgula se haba vuelto a convertir en el
dechado de bondad que haba sido durante los primeros meses de su reinado. De nuevo se
indult a los condenados a muerte. Los juicios se suspendieron, para infundir un nimo
festivo a los acusados. Un edicto prohibi llevar luto para no entristecer a los
viandantes, y se suprimi el periodo de celibato para las viudas con objeto de facilitar
los nuevos casamientos.
La boda de Drusila fue suntuosa. La noche de bodas, el esposo oficial se puso en camino
hacia su villa de Campania, regocijndose de la enorme suma con que el emperador haba
pagado su compromiso de no acercarse jams a su mujer. A partir del da siguiente, sta
pasaba todos los das unas horas en su domicilio romano para honrar a sus nuevos lares,
recibir a sus amigas y guardar las apariencias. Por la noche, se reuna con su hermano en
el apartamiento de Livia. Cayo, feliz, no albergaba la menor sospecha del conflicto que la
desgarraba. Cada noche, el violento placer que hallaba en sus brazos la reafirmaba en su
certidumbre de ser una criminal.
El anuncio de la partida del emperador hacia Oriente no sorprendi a nadie; de hecho
sta ya debera haberse producido. Tras su subida al trono, Augusto y Tiberio se haban
apresurado a ir a recibir el homenaje de los reinos vasallos, pero Egipto, provincia rocana,
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Pedro entr en el palacio despus del anochecer, por la porte zuela reservada para
los proveedores. En el seno de la comunidad, Santiago le haca la vida imposible a
raz de su negativa a obligar a circuncidar a los gentiles que ingresaban en la secta.
Al pescador no le interesaba en absoluto que lo tomasen por un informador del
tetrarca amigo de los romanos.
Debo ir a Chipre; el Csar me ha convocado all le comunic Agripa. Si
an deseas conocerlo, no ser necesario que emprendas el largo viaje hasta Roma.
Roma acude a nosotros.
En Chipre o en otra parte, tanto da. Te acompaar, pero nadie debe saberlo.
Tranquilzate, que no te pido que compartas las comidas ni el camarote conmigo.
Sers un pasajero como los dems.
Embarcaron dos das ms tarde en Cesrea. Pedro pas la travesa en el
entrepuente. All logr convencer a un tintorero judo de Sidn de que Yeshua era el
Mesas anunciado por los profetas. Un sirio de Palmira, que escoltaba un
cargamento de sedas de Seres, condicion su ingreso en la secta al desenlace de la
controversia sobre la circuncisin de los gentiles, pues era reacio a cumplir con
aquella formalidad.
Agripa afrontaba con aprensin la primera entrevista con su antiguo alumno. Cmo
lo recibira ste? Habra hecho bien en ir acom-paado del sucesor de Yeshua ? Se
sinti aliviado cuando en la gran sala del palacio, Calgula acudi a su encuentro con
los brazos abiertos.
S bienvenido, oh mi venerado maestro. Los amigos de Ye-shua han socavado el poder
del sumo sacerdote?
Lo harn, pero se precisa ms tiempo.
Sabes que no me gusta esperar. Podrs instalar mi estatua en el templo, s o no?
Es an pronto para eso. Recuerda lo que sucedi cuando Pi-latos quiso introducir
algunas banderas en el recinto del templo: los sacerdotes ocasionaron un bao de sangre en
el pas.
Nada de sangre! Yo quiero reinar por medio de la bondad. En qu impide mi estatua
a esos malditos judos adorar a su dios nico? No hay pueblo con ms remilgos en todo el
Imperio. Qu fanatismo!
Por eso mismo hay que bajarles los humos a esos beatos obtusos e intolerantes. Los
nuevos judos son diferentes. El gusano roe ya el fruto.
Su secta acepta los dioses de los dems?
No exactamente, pero sigue la va de la tolerancia. Sostiene que su maestro era dios e hijo de
dios. Eso suma dos dioses. Es un avance.
Son numerosos?
No, integran una pequea comunidad, pero todos son muy activos. A bordo de mi
barco, he visto a su jefe, Pedro. Sin duda viene a propagar su doctrina en Chipre. Es un
hombre sorprendente. Habla latn y griego sin que nadie le ensease tales lenguas.
No te consideraba tan crdulo, prncipe.
He sido testigo de dicho prodigio.
No me vengas con eso, vamos!
Lo o hablar yo mismo, en persona.
Deba de tener un amigo cerca, y el hombre se limitaba a mover los labios.
Te aseguro que no. Ese Pedro es una persona asombrosa. No digo que sea el salvador del
mundo que buscaba Tiberio, pues ambos sabemos que ese ser extraordinario no existe.
Calgula esboz una sonrisa.
Quiz no lo buscas all donde est. Una cosa es segura, que no se revelar ante ti. Ah, t
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ya no eres un oriental, prncipe! Te has vuelto ms romano que los romanos. Siento
curiosidad por conocer a un hombre que habla lenguas sin haberlas estudiado. Treme sin
tardanza a esa rara ave.
Agripa no haba dudado de su xito. Conoca la aficin por lo maravilloso de su imperial
amigo. Antao, lo haba hecho memori-zar los versos de las Gergicas en los que Virgilio
enumera los prodigios que siguieron a la muerte de Julio Csar, cuando los bueyes
tomaron la palabra. El poeta no especificaba en qu idioma se haban expresado.
Al da siguiente, el prncipe y Pedro se presentaron por separado en el palacio. Cuando el
viejo pescador compareci ante l, Calgula lo apostrof en griego.
Ya ests aqu, terror de los peces? Qu vienes a venderme? Qu llevas en el cesto?
Un mero? Una merluza? Una anguila? A m me gusta el pescado fresco, y seguro que
el tuyo es del da.
Has de saber que nunca he vendido pescado del da anterior respondi el hombre
en un griego intachable. No obstante, abandon ese oficio desde que camino por la
senda del Seor.
Agripa advirti que la estupefaccin asomaba al semblante del emperador, que formul la
pregunta siguiente en latn.
Dnde aprendiste el griego, amigo?
No lo aprend. La llama del Espritu descendi sobre m y mis hermanos.
Su latn era como el que hablaba el pueblo llano de Roma.
Es increble! exclam Calgula, incapaz de disimular su estupor. No me
engaabas, prncipe. Veamos, Pedro, t que sabes lenguas sin haberlas aprendido,
instruyeme un poco. Quin era Yeshua?
El hijo del Dios vivo que padeci y muri en la cruz a fin de redimir nuestros pecados.
El tercer da, resucit de entre los muertos y descendi a los infiernos antes de subir a los
cielos.
Como Orfeo. Buscaba a su Eurdice?
No, Csar.
Era l mismo un dios?
T lo has dicho.
Y su padre lo dej morir vctima del mismo suplicio que los esclavos? Vuestro dios es
ms cruel que Saturno, que devor a sus hijos. Tenis entonces dos dioses?
Adoramos al nico. Est encarnado en la persona del Bendito.
Zeus haca eso a menudo para gozar de una mortal. No para dejarse martirizar.
Yeshua expi nuestros pecados.
Debis de ser unos grandes criminales. Es cierto que admits a los no circuncidados?
S, Csar. La buena nueva est destinada a todos los hombres.
Por qu rechazis los dioses de los otros pueblos?
Porque observamos la ley de Moiss.
Qu haris t y tus amigos si coloco mi estatua en el templo
de Jerusaln?
Me desgarrar las vestiduras y me rociar de ceniza la cabeza
contest Pedro, sin perder un pice de placidez. Eso es todo? Qu otra
cosa podra hacer?
No te alzars en armas contra los romanos? No capitanears una revuelta?
No. El Bendito nos orden dar al Csar lo que es del Csar y a Dios lo que es de
Dios. Tambin nos dijo, poco antes de morir, que quien desenvainara la espada, por
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Calgula
Calgula
Drusila tena la certeza de que si prosegua aquel viaje, no volvera a ver Roma. De regreso
de la ltima recepcin, una vez que las sirvientas la hubieron desvestido y desmaquillado, se
resign a desvelarle la verdad a su hermano.
Estoy al lmite de mis fuerzas, Cayo. Esta noche, he credo que iba a desmayarme.
El la mir y, de golpe, al descubrir la mortal palidez que disimulaba el colorete, la
delgadez, las profundas ojeras, un profundo espanto se apoder de l.
Ests enferma alcanz a articular, con la boca seca. Seguro que no es grave,
pero me parece que ms valdr esperar al ao prximo para el descenso del Nilo
seal ella con una triste sonrisa de disculpa.
Partiremos hacia Roma maana mismo. Cayo sali, en plena noche, a impartir
las rdenes. Cuando volvi, llevaba puesta, para tranquilizarla, la mscara de la
despreocupacin, pero ella saba que lo torturaba la angustia. No se haca ilusiones;
haba llegado la hora de pagar su deuda con los dioses.
El viaje fue para ambos una cruel representacin. Ella aparentaba encontrarse mejor
y l finga creerla. Por la noche, en el puente, Cayo invocaba a Isis rogando por su
curacin y prometa sacrificios a Neptuno para que abriera la ruta al navio. Luego
regresaba junto a ella, presa de un terror que nunca antes haba experimentado ni
siquiera bajo la mirada de ojos saltones de Tiberio.
Cuando llegaron por fin a Roma, trasladaron a la enferma al apartamento de Livia y
pareci que el retorno a aquel marco familiar le devolva un poco las fuerzas.
Calgula no se apartaba de su cama, escrutando su demacrado rostro en busca del
menor signo favorable. Slo se permiti la entrada a los familiares prximos.
Emilio Lpi-do no franqueaba la puerta, pero acuda todos los das a informarse del
estado de su esposa y mostraba la afliccin pertinente. Lesbia estaba tan afectada
que no lograba cruzar el umbral de la habitacin. Tras besarla con ternura, Calgula
le orden que se quedara en su casa, pues sus lgrimas lo dejaban sin nimos.
Afectada por una pena sincera, como si se arrepintiera de haber querido tan poco a
la moribunda, Agripina buscaba una va de escape en una actividad frentica,
atosigando a Jenofonte, a quien pretenda dictar la cura. Su hermano le llamaba
constantemente la atencin.
Drusila se esforzaba por mostrarse convencida de que no corra peligro de muerte,
pero la noche del dcimo da se quit la mscara. Tengo una ltima cosa que
pedirte, Cayo dijo. Promteme que cuando yo me haya ido, te casars y
tendrs un hijo. El se estremeci de horror. Pero qu dices? Te vas a reponer.
Ella sonri con languidez.
Si me haces esa promesa, me ayudars a curarme. Te lo juro.
Poco despus, entr en agona. En el ltimo momento, inclinado sobre ella, l la
oy murmurar.
Cayo... en las estrellas.
Al ver cmo su mirada se petrificaba, el mundo se vino abajo alrededor de l. Tal
como en otro tiempo ella haba hecho por l, se arranc la ropa y se acost a su
lado, estrechando aquel cuerpo adorado que ya comenzaba a perder el calor. Jams
haba credo que un hombre fuese capaz de sufrir tanto. Era Prometeo en la roca,
con el hgado desgarrado por los buitres. Era el esclavo jadeante en la cruz, con las
manos y pies traspasados. Padeca todos los suplicios, todos los dolores. Sobre l
planeaba una terrible maldicin. Estaba solo.
A QUE JUEGAS, CESAR? 10 de junio de 38 - 24 de enero de 41 d.C.
Roma, julio del ao 38
Calgula
Se haba levantado viento y, sobre el tejado del Palatino, el Zeus mecnico muga como un
toro enfurecido cuando, dos das despus de la muerte de Drusila, Agripina visit a Lesbia.
La benj amina de la familia no quera salir de su habitacin y se negaba a comer, como si
hubiera decidido morir de hambre. Aunque su hermana mayor la consideraba una
descerebrada y la trataba con condescencia, senta afecto por ella. Adems, Agripina, que
no daba un paso sin premeditarlo, saba que su anterior actitud con respecto a la difunta le
haba valido el rencor de Calgula. Slo la pequea Lesbia poda congraciarla con l. En
cuanto la vio, sta se arroj en sus brazos sollozando.
Pobre Drusila! Ay, habra preferido morir yo!
Vamos, no digas tonteras y clmate. Todos somos muy infelices, pero cuando se recibe
un golpe as, conviene sobre todo no dejarse vencer por el desnimo.
Estaba tan contenta cuando regres a vivir aqu...!
Nunca debi abandonar Rodas. Todo el mal vino de ah.
Volvi por Cayo. Pobre Cayo, debe de estar destrozado! Lo has visto?
No. Nadie lo ha visto, y, segn Calisto, se ha marchado de Roma.
Drusila quera curarlo, y ha sacrificado la vida por l.
Agripina not que su compasin ceda a la impaciencia.
Sacrificado la vida? No exageremos.
Sabes muy bien qu le peda l. Ella no quera, porque le horrorizaba. Era tan
pura...
Escchame bien, querida. No le cuentes eso a nadie. Drusila ya no est, y de
nada sirve dar vueltas a la causa de su muerte.
Si estuvieses tan apenada como yo...! se rebel Lesbia.
Ya s lo que piensas. Crees que yo no la quera.
Lesbia se enjug los ojos.
T eras dura con nosotros, siempre te has credo superior. Te consideras la nica
hija autntica de Germnico. Reconcelo, al
menos!
Agripina contuvo la clera que creca en su interior. No haba
ido all para pelear con su hermana, sino lo contrario.
Es verdad, me port mal con ella. Contigo tambin. He sido injusta y dura. Es
mi carcter, qu le voy a hacer! Ahora lo lamento, y mucho. Esboz una sonrisa
afligida. No soy tan mala como parezco, sabes? Yo tambin sufro. Ahora es
preciso que ayudemos a Cayo en lo que podamos. Debemos apoyarnos unos a otros.
Cayo cree que yo lo detesto. Es falso, yo lo quiero, pero soy demasiado orgullosa
para confesrselo. Lesbia la abraz con ardor.
Cunto bien me hacen tus palabras! Esta gran desgracia servir sin duda para
unirnos a los tres. No te preocupes, Cayo sabr lo que no te atreves a decirle. Ay,
ojal no haya cometido una locura, ojal no se haya... Sera demasiado horrible!
No, Calisto no pareca inquieto. En mi opinin, sabe dnde se encuentra su
amo pero ha recibido rdenes de no revelarlo a nadie. La desaparicin del emperador
preocupaba a Roma. Del mismo modo que en el pueblo situado en la falda de un
volcn se observa el humo que anuncia la erupcin, en el Foro los viandantes
elevaban perezosamente la vista hacia el Palatino. Pocos eran los que conocan la
verdad. Calgula, loco de dolor, se haba refugiado con un reducido squito en su
villa de Alba desde donde, falto de fuerzas para asistir a los funerales, haba
enviado al viudo oficial, antes de irse a Sicilia, la orden de pronunciar el
panegrico por la difunta. Circulaban rumores a cual ms extrao: el emperador se
Calgula
dejaba crecer la barba y el cabello, no beba ms que agua, se vesta con harapos y
mendigaba para subsistir. Se haba hecho castrar, como los sacerdotes de Cibeles, y
vagaba a la puerta de los infiernos, a la espera de
ir en busca de su amada a la morada de Proserpina. Quienes estaban al corriente de
su estancia en Sicilia juraban que iba a arrojarse al crter del Etna para imitar a
Empdocles.
Al cabo de quince das, llegaron a Roma los primeros decretos imperiales, que un
cnsul ley en voz alta en el Senado en medio de un silencio sepulcral. Todos los
condenados a muerte deban ser ejecutados. Durante un periodo de duelo de
duracin an imprecisa, quedaban suprimidos todos los festejos y banquetes. Todo
el mundo deba llevar ropas oscuras. Se prohiba rer o incluso sonrer en un lugar
pblico. Los taberneros no deban servir comida caliente. Adems, a los caballeros,
senadores y aristcratas se les vedaba, so pena de muerte, entregarse a los placeres
de Venus.
Cuando su madre lleg de visita, Mesalina acababa de tomar su bao de leche de
burra y dudaba entre una tnica azul de seda de Asira y una de aquellas cuya
tonalidad amarilla les vala el nombre de melosas. Una vez tomada la decisin,
una sirvienta roci el cuello de la joven con perfume de flor de via de Chipre.
Qu horrible sacrilegio!
De qu sacrigilegio hablas, hija ma?
Del que se comete en lo tocante a Venus. La pobre Drusila no peda tanto. Los
criados son peligrosos. Es como si crucificasen a los esclavos que ven a sus amos
haciendo el amor y no los denunciasen. De repente, Claudio ha dejado de tocarme;
tiene demasiado miedo.
Lpida estim llegado el momento de comenzar a mover los peones.
No todo el mundo est asustado. Ahenobarbo se mofa de esa prohibicin y no la
toma en cuenta, aunque se queja de que le cuesta encontrar parejas. Hasta las
sirvientas y las prostitutas temen por su vida. A propsito, me habla a menudo de
ti. En su opinin, t eres la ms deseable de las romanas.
Ah, no, si est claro que me desea! Ya de nia, me persegua por toda la casa,
con los brazos extendidos y la lengua fuera. A ti te enfureca, acurdate.
Bah, todo eso pas. Ahora slo somos amigos. Al final, me agota ba. Qu
fogosidad para un hombre de sus aos!
En todo caso, no se deja amedrentar, es valiente.
Dselo t, le encantara orlo! Siempre pasa por casa despus de la sesin del Senado.
Mesalina se dispona a responder cuando Claudio irrumpi en la habitacin, alterado por
una violenta emocin.
Los bom... los bomberos... el in... el incendio!
Las dos mujeres elevaron los brazos al cielo.
Fuego? Hay fuego en el palacio? pregunt Lpida.
No, por qu?
T has mencionado un incendio.
Aqu no. En el Esquilino.
Y por un incendio en el Esquilino te pones en ese estado?
No, es l. Ha vuelto!
Le llev un buen rato explicar que haba reconocido a Calgula en cabeza de un cuadrilla
de bomberos que combatan el incendio.
Calgula
Pasaba en la litera cuando he visto a un joven alto y delgado en lacerna azul que
imparta rdenes a quienes pugnaban por apagar el fuego. Como me ha dado la impresin
de que se asemejaba mucho a Cayo he mandado parar a los porteadores. Pues en efecto,
era l! Lo he visto como os veo ahora a vosotras.
Pareca enfermo? se interes Mesalina.
No, est igual de atezado que un marinero.
No ha hecho nada raro?
No... Bueno, s. Conoces al edil urbano Vespasiano, bonita? El que cena a veces aqu?
Un moreno alto y muy musculoso?
Ese mismo. Se encontraba all y los bomberos se quejaban de que les dificultaba el
trabajo el barro de la gran cloaca, que no haban limpiado bien. Cayo ha ordenado a un
soldado que embadurnase con ese barro la cara de Vespasiano por su condicin de responsable de tal negligencia.
Y qu ha dicho Vespasiano?
Ha dado las gracias al emperador por la leccin y ha prometido que en adelante se
asegurara de que limpiasen las cloacas con ms cuidado. Es un hombre hbil.
Y el emperador no te ha hablado? se extra Lpida.
Me ha dirigido algunas palabras. Oh, casi nada. Me ha pre-guntado si todo el mundo en
el Palatino observaba de modo riguroso el luto por su hermana. Delante de m inform, mirando a Mesalina, los
guardias han detenido a dos viandantes cuyo aspecto no era lo bastante triste. Lo ves,
bonita? Ya te lo haba dicho yo. En eso no transige. Por lo visto han llevado a las Gemonas
a un comerciante culpable de haber asado una salchicha. Hemos de obrar con cautela.
Tienes razn. Es lo ms prudente.
Al da siguiente, Ahenobarbo no caba en s de gozo cuando Mesalina, que haba llegado
antes que l a casa de su madre, le dispens una amable acogida. Pretextando sus muchos
quehaceres, Lpida los dej solos enseguida.
Por fin te vuelvo a ver. Creme que estoy muy...
Ella, demasiado hambrienta de realidades para entretenerse con discursos, se desliz la
estola por encima de la cabeza. l no daba crdito a sus ojos.
Por Hrcules! Por Jpiter!
Mesalina lo ayud a quitarse la toga con premura. Al cabo de un instante, yacan sobre las
baldosas del suelo. Una vez apaciguado el primer arrebato de pasin, l la llev a la cama.
Ay, si supieras, Mesalina, cunto he soado con este momento!
Lo s..., lo s.
A continuacin emprendi un nuevo asalto. De vez en cuando, ella gema para infundirle
nimos.
Oh, s, Domicio! Otra vez! Oh, qu joven te conservas! Qu vigor!
Con las sienes palpitantes y la respiracin afanosa, Ahenobarbo se acost de espaldas.
Mesalina hubo de desplegar todo su arte para conseguir de l un equus eroticus. En plena
cabalgada, sinti que el hombre dejaba de moverse debajo de ella. Tena los ojos desorbitados y una expresin extraa; no pestaeaba y, de improviso, lade la cabeza, inerte.
Mesalina lanz un alarido.
Lpida acudi a toda prisa. Le bast un ojeada para comprender lo que haba pasado.
Poco propensa a perder la sangre fra y a ceder al pnico, comenz por propinar una
bofetada a su hija, para cortar en seco su ataque de nervios.
Vstete y vuelve a tu casa. Recuerda que no has puesto los pies aqu desde hace varios
das.
Cerr los ojos del muerto y, con esfuerzo, le puso la toga. Despus fue a buscar a su liberto
Calgula
de confianza y a dos esclavos que se lo llevaron sostenindolo por las axilas, como a un
borracho. Ella los sigui hasta la litera.
No deberas beber tanto, Domicio! lo reconvino mientras acomodaban el cadver en
los cojines. No olvides que tienes el corazn dbil!
En la escalera, se encontr con Barbato, que bajaba a enterarse de lo que suceda.
Me ha parecido or gritos. Qu ocurre?
Perdona que te hayamos interrumpido la siesta. He tenido que enfadarme con
Domicio, que estaba borracho como una cuba. A esta hora del da!
La muerte de Ahenobarbo fue atribuida a su tendencia a los excesos. El brutal personaje
haba dejado a demasiados esclavos lisiados para que sus sirvientes se preocuparan por
indagar ms. Por otra parte, el regreso a Roma del emperador suscit tal revelo que el
fallecimiento del senador pas prcticamente inadvertido.
Calgula
Y que lo digas. Roma ha cometido todos los errores posibles, y el primero fue el de
descartar la realeza. Julio Csar lo haba comprendido y por eso mand aadir su estatua a
las seis estatuas de los reyes antiguos del Capitolio. Para gobernar Roma, hace falta un rey.
Es posible concedi con prudencia Claudio, temeroso de que Cayo se enfrascara en
su habitual comparacin entre la mediocridad de Roma y las maravillas de Oriente.
Los romanos se imaginan prosigui el emperador que los dioses son ms
importantes que las diosas; se olvidan de cmo se cre el mundo. La Gran Diosa madre
alumbr a su esposo, que era su hijo y su hermano a la vez, a fin de que engendrara en ella
las Tinieblas, el Da, el Mar y las Estrellas. Por eso las diosas priman sobre los dioses. Atenea
de ojos claros, Afrodita nacida de las olas, Cibeles la Gran Madre de Frigia, Hcate y sus
perros. Y, sobre todo, Isis, que reuni los pedazos dispersos de su hermano. Y finalmente
nuestra Pantea!
Pero es el Senado el que decreta las apoteosis.
La votar por aclamacin. Me han pedido ya permiso para instalar el retrato de Pantea
en la sala de sesiones de la Curia. T sers su primer gran sacerdote.
Yo? Pero...
No protestes, conozco tu modestia, pero est fuera lugar. Nadie merece este honor ms
que t. Claro est que conviene que colabores en la construccin del templo y en el
establecimiento de la cofrada. No le corresponde al Estado correr con tales gastos.
Cuan... cunto?
Un milln de sestercios.
Pero, pero...
Si consideras que puedes aportar ms, yo no me opongo, por supuesto, pero un milln
de sestercios me parece una cantidad razonable. Y ahora me perdonars, to, pero he de
rendirle una visita de condolencia a Agripina. Cudate y saluda de mi parte a Me-salina.
Piensas mantener durante mucho tiempo las prohibiciones relacionadas con el luto?
Las levanto todas. No hay que pensar ya en llorar a la mortal sino en honrar a la diosa.
No presenta el aspecto de un hombre desdichado ni abrumado observ Claudio al
referir la entrevista a Mesalina. Se lo ve ms sosegado que antes. En realidad, ha anulado
las medidas de luto. Es una buena noticia para nosotros, verdad, bonita? Hay que celebrarla sin demora.
La llev a su habitacin donde, escarmentada por el mal trago pasado, ella evit practicar
el equus eroticus. Aquel violento ejercicio no sentaba bien a los hombres de cierta edad.
Desde la reaparicin de Calgula en Roma, Agripina no se haba encontrado con l a
solas. Cuando la visit, ella intent averiguar qu efecto causaba en l. Permaneca
calmado y sereno pero, de vez en cuando, una mirada o un gesto delataban una angustia
insoportable, como si se ahogase bajo la coraza de bronce que se haba impuesto. Tras
escuchar las frmulas de rigor sobre el dolor de perder a una esposa, mand venir a la
nodriza con el nio. El beb pelirrojo, congestionado por la clera, emita alaridos agitando
los puos en el aire. Calgula lo observ con un leve ademn de repugnancia.
Felicidades! Es el vivo retrato de su padre. Se regode al comprobar que Agripina
se estremeca de indignacin, antes de proseguir, meloso: Consuela contemplar a la
generacin futura. Cuando nosotros nos hayamos ido ya, ellos tomarn el relevo. Qu
crees que le depara el destino a este nio?
Cmo voy a saberlo yo?
A juzgar por su vigor, debera emprender una carrera en el ejrcito. Sera un general
excelente. Por otro lado, con el chorro de voz que posee, podra arengar a las multitudes
con menos esfuerzo que Cicern o Demstenes. Qu opinas? Nern soldado o Nern
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Calgula
abogado?
Agripina se parapet tras un desdeoso silencio.
O quizs algo ms elevado, quin sabe? prosigui Cayo. Todas las posibilidades
estn abiertas para el sobrino del emperador.
Se burlaba de ella o se trataba de una alusin a una posible adopcin? Al fin y al cabo,
Nern era su nico heredero varn. Con un gesto, ella indic a la nodriza que se llevara al
pequeo.
El porvenir est en manos de los dioses declar con modestia. Nern ser lo que
ellos decidan. Yo soy slo su madre.
Invit a Calgula a tumbarse en el divn, junto a ella y, como arrastrada por una oleada de
recuerdos, comenz a evocar su infancia. Enseguida, l recobr la seriedad. Agripina se
acordaba de detalles nfimos que haba guardado en la memoria, como la piel de oso que les
serva de manta en la tienda de Germnico, los atuendos de viaje de su madre, el legionario
que les fabricaba juguetes de madera. Y el da en que Drusila perdi la mueca, la que se
haba cado en el caldero de los guardias y haba quedado toda chamuscada? Recuerdas lo
contenta que se puso cuando t la encontraste? Cayo es el ms bueno de los hermanos!,
gritaba.
De repente, anegado en lgrimas, Calgula la abraz por el cuello como el nufrago que se
aferra a un madero flotante. Agripina le susurr palabras de consuelo mientras l se dejaba
caer sobre sus pechos firmes y perfumados. Ella not que aumentaba su turbacin.
Ven, Cayo! Djate consolar por tu hermana que te quiere! Tras hacer el amor con furia,
l se tap la cara con las manos. Al cabo de un buen rato, las baj y la mir con
desencanto.
T no sers nunca ella, no te hagas ilusiones! Nadie puede
remplazara.
Tampoco lo pretendo asegur ella, procurando adoptar un
aire de humildad. Slo quera ayudarte.
Sin responder, Calgula rest importancia al incidente con un
gesto de la mano.
Ella haba jugado su baza sin demasiada fe y, en cierta manera, como un descargo de
conciencia. Puesto que su hermano no adoptara a Nern, ahora tendra que encontrarle un
padre que ocupara un cargo elevado en Roma. Aun cuando tema caer bajo la autoridad
de un nuevo amo, despus de soportar frecuentes violaciones por parte de un patn,
deseaba descubrir la ternura de un hombre.
Durante los das siguientes, repas la lista de posibles candidatos y se decidi finalmente
por Emilio Lpido. Por orden del em~ perador, ste haba pronunciado, a fuer de viudo, el
discurso fnebre de Drusila. Cuando al regresar Calgula le haban enseado el
texto, haba quedado muy satisfecho. No contento con felicitarlo, lo haba obsequiado
con un presente digno de consideracin e incluso lo haba admitido en la cofrada de los
Hermanos Arvales. Por otra parte, Lpido era un hombre de buena presencia, corts y previsor, y no caba esperar de l la menor brutalidad.
Con la primera mirada que ella le dedic, l adivin al instante sus intenciones. Aquella
unin significaba para l el mejor medio de permanecer en el crculo ntimo de la familia
imperial, pero antes de nada, deba cerciorarse de que Calgula no pusiese reparos. Pidi a
Calisto que lo sondeara con discrecin y el liberto le transmiti textualmente su respuesta:
Me alegrar por Agripina porque es mi hermana, y me apenar por Emilio porque es
mi amigo.
Alentado por aquel custico consentimiento, Emilio Lpido se declar. Agripina no tard
en advertir que, aunque ardiente en la cama, su concubino presentaba para todo lo
Calgula
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Calgula
Calgula
Calgula
pareca deseosa de sacar la menor ventaja para s ni sus hijos del prodigioso destino
que se abra ante ella y que, visiblemente, la diverta mucho.
Al emperador le gust aquella actitud. Le satisfaca, asimismo, que la elegida no
fuera hermosa, pues crea que demostrara mayor fidelidad a la memoria de Drusila
casndose con una mujer por la que no senta una gran atraccin sensual. Cuando le
comunic la decisin tomada, ella expres una advertencia.
Espera a saber si es un nio. Si te doy una hija, no estars muy contento!
Y quin te dice que quiero un varn?
Calgula disfrut con la estupefaccin que asom al rostro de la mujer.
Se divorci de Lolia Paulina con todos los miramientos, la cubri de regalos y la nombr
sacerdotisa de Pantea a fin de que propagara el nuevo culto en Macedonia. La repudiada se
alegr de volver con el marido del que la haban separado.
Agripina recibi con consternacin la noticia del embarazo de Cesonia. Su peor pesadilla
se haca realidad: era posible que naciese el hijo de Cayo y que, un da, llegara a considerar
a Nern como un rival. Ella estaba dispuesta a todo por defender a su hijo.
Calgula
Calgula
Calgula
Consciente de que con los militares ms vale no andarse por las ramas, ella lo oblig a
tomar una decisin en el acto.
Como ya habrs notado, mi hermano est muy enfermo. Por el inters de Roma, no
conviene que contine ejerciendo el poder. Mientras mi hijo Nern no alcance la edad
para reinar, el Imperio debe pasar a manos de mi to Claudio. Pese a la deformidad de su
cuerpo, tiene una mente gil. Consigue que lo aclamen tus legiones y yo me ocupo de
Roma. Cuando todo haya acabado, me encargar de que el Senado reconozca la inocencia
de tu hermana. Conviene que Lesbia no sepa nada, porque a veces habla sin medir las consecuencias. Cuento contigo?
S, te lo juro. Pero va a ser preciso...
Lo s. Amo a mi hermano, pero antepongo a ello la salud de Roma.
Antes de regresar a su destino, Getlico slo habl de su plan con Emilio Lpido, el viejo
amigo en quien depositaba toda su confianza.
Roma (Galia)-Germaniay octubre-diciembre del ao 39
Temeroso de haber comprendido mal, Veranio quiso escuchar de nuevo la orden.
Que todo el mundo parte hacia Galia dentro de tres das?
S, y no me digas que es imposible.
Nada es imposible para los dioses.
El efemride del emperador saba cmo conservar su confianza. De todas formas era
bien consciente de la ingente cantidad de problemas por resolver, como la eleccin de las
etapas, la comida y el alojamiento de los hombres o el forraje para los caballos. Se trataba
de una tarea sobrehumana. Aquella precipitacin del todo injustificada iba a salirle muy
cara al tesoro pblico, que ya se hallaba casi vaco.
Has calculado una duracin concreta para este viaje?
Ya veremos eso ms tarde. Las legiones de Italia debern reunirse conmigo en Lyon.
Al completo?
S.
En ms de diecisis cohortes?
Por supuesto.
A tus rdenes.
Qu pretenda hacer con tamao ejrcito? Aquello era mucho ms de lo que se
necesitaba para garantizar su proteccin, y la Galia se encontraba en un periodo de paz
total.
Puedes retirarte. Dile a Calisto que vaya a buscar a Claudio.
El emperador se abstrajo en la contemplacin de la mesa de Cicern.
Unas tosecillas y resoplidos lo movieron a levantar la vista. Vestido con una toga
irreprochable pero pasada de moda, puesto que haca ya tiempo que no se cortaba la tela
en semicrculo, Claudio se alzaba ante l, tan asustado como si lo hubieran arrancado de
un sueo profundo.
Partimos hacia Galia dentro de tres das.
Eso es lo que acaban de decirme. Qu ocurre? De haberlo sabido antes, me habra
preparado. Este viaje resulta inoportuno. No quiero separarme de Mesalina que, como
sabes, va darme
un hijo.
Eso nunca ha impedido viajar a una mujer. Adems, yo llevo
a Cesonia, que est en la misma situacin. Y por qu a Galia?
Quiero conocer Lyon. Tiberio invirti fortunas en la construccin de edificios, y la
ciudad erige un templo a Pantea. Tambin quiero ver en persona los lugares donde
Calgula
Calgula
Calgula
Calgula
una escolta, hasta las islas Pontinas, donde permaneceran como prisioneras de
Estado.
Que se lleven las urnas de Getlico y de Lpido indic al jefe del
destacamento. Pasars por Roma y te encargars de que las tengan sobre las
rodillas mientras atraviesen la ciudad.
Lesbia se haba quedado fulminada. Camino del exilio, solloz da y noche por su
amor terminado en tragedia. Agripina, sostenida por la fuerza del odio, se repeta
que su hermano estaba rodeado de enemigos cuyo nmero no cesaba de aumentar.
Haba sido lo bastante estpido para no decretar su muerte y no atentara, por lo
tanto, contra la vida de Nern. Un da u otro, una conspiracin conseguira
derrocarlo. Hasta entonces, su deber era sobrevivir.
Antes de ir a pasar el invierno en Lyon, Calgula consagr todo el mes de noviembre
a la reorganizacin del ejrcito del Rin. Al frente, puso al senador Galba a quien, en
tiempos de Tiberio, haban nombrado gobernador de Aquitania y despus cnsul,
y que haba destacado por su rigor e integridad. Pese a todas las cualidades del
elegido, el emperador declar que lo haba designado porque, en la poca en que
an no era ms que pretor, haba celebrado los juegos de Flora exhibiendo unos
elefantes que bailaban sobre la cuerda floja. Incluso para justificar las decisiones
atinadas, le gustaba aducir motivos disparatados.
Lyon (Lugdunum), enero-marzo del ao 40
En Lyon la brumosa, los primeros das del ao fueron tan fros que en las aguas del
Rdano y el Saona flotaban tmpanos. En ese clima, la vestimenta del emperador
resultaba ms sorprendente an que en Italia. Los galos de la clase cultivada, orgullosos de
hablar latn y de haber sustituido los calzones por la toga, estaban estupefactos ante
aquellas indumentarias. Calgula tan pronto se disfrazaba de Heracles, con piel de len y
garrote dorado, como se pona dos gorros en la cabeza para figurar a la vez a Castor y a
Plux. Le gustaba encarnar a Dioniso, con hiedra, tirso y piel de corzo. Ataviado con
clmide, calzado con sandalias aladas y con caduceo en la mano, representaba a Hermes.
Unas horas ms tarde, uno se lo encontraba caracterizado de Apolo, con la corona radiada
en la cabeza, y el arco y las flechas en la mano izquierda. Despus se metamorfoseaba en
Ares, empuando la espada y con coraza de bronce.
Hace mal confi Claudio a Mesalina. El emperador romano debe vestir toga. Qu
necesidad tiene de ponerse esas ridiculas prendas de los dioses? Que lo haga en su teatro!
A propsito, a ti tambin te pide que te vistas de diosa?
No, slo llevo un traje en escena.
Me gustara verlo.
Ya sabes que Cayo no quiere.
Estaban alojados en una vivienda esplndida y todos sus sirvientes domsticos los haban
acompaado a la metrpoli de la Galia que, en unos cuantos decenios, se haba convertido
en una de las
ciudades ms prsperas del Imperio, una especie de Prgamo de Occidente. De no
haber echado de menos las libreras de Roma, Claudio habra estado del todo satisfecho
con aquella residencia. Recordaba con frecuencia que debido a los incesantes viajes de sus
padres, haba nacido en Lyon y senta por ello un afecto especial hacia aquella ciudad.
No era se el caso de Antipas. Lejos de las termas y los templos, la casa del tetrarca exiliado
no se semejaba en absoluto al palacio de un dinasta de Oriente. Le sentaba mal el clima,
pues padeca la tortura del reumatismo. Herodas, que buscaba consuelo en los dulces,
haba engordado mucho. Apabullaba a su marido con incesantes reproches. Sus
desdichas, segn ella, derivaban de su incompetencia y su necedad. Si hubiera demostrado
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Calgula
Quince mil.
Adjudicado. Un orinal de hierro para el tetrarca Antipas. Nadie dir ya que meas
caliente y bebes fro.
Aquella expresin coloquial designaba a aquellos que hacan malos negocios. Se produjo
un estallido de risas. A cada instante, el largo brazo peludo surga de la manga y Calgula
pregonaba las virtudes del artculo con el desparpajo de un profesional de las ventas
pblicas. Pasaron a los muebles.
Este asiento perteneci a mi padre. Y aqu est el espejo de oro macizo de mi madre.
Claudio, que es un experto, me indica que lo valora en un milln. Adjudicado!
Claudio, empavorecido, tartamude una negativa, pero la venta ya haba quedado
registrada.
No fue el peor parado. Un vejete riqusimo dorma a pierna suelta, con la cabeza colgando.
Calgula fingi interpretar cada uno de sus cabeceos como una puja: le adjudic trece
esclavos que haban servido a Lesbia, entre los que figuraban dos ancianos y tres nios,
por la vertiginosa suma de trece millones de sestercios.
Antes de retirarse levantando los brazos como un auriga que efecta la vuelta de honor,
anunci que la subasta continuara al da
siguiente.
Me ha llamado tetrarca, es una buena seal coment Antipas a Herodas, camino de
regreso de aquella memorable sesin.
Te ha forzado a comprar por quince mil sestercios un orinal de hierro blanco y no te
das cuenta de que se ha burlado de ti?
Es posible, pero me ha llamado tetrarca.
Quera ponerte en ridculo, imbcil!
Estaban a punto de llegar a las manos cuando les lleg un mensaje del secretario privado
del emperador en el que se les informaba de que deban acoger en su casa al tetrarca
Agripa y a su esposa Salom. Lyon, por su condicin de capital transitoria del Imperio,
reciba un aflujo de dignatarios que originaba graves problemas de alojamiento.
Ha decidido humillarnos hasta el final se lament Herodas. Ahora nos enva a
ese intrigante y a su ramera!
Quiz no sea mala seal. Reconoce nuestro rango al alojarlos
aqu.
Pobre idiota! Ay! Cmo pude casarme contigo?
Sus discusiones acababan siempre de esta guisa.
Agripa no se extra al ver la boleta de alojamiento; se trataba de otra broma pesada ms.
Calgula esperaba provocar un altercado entre judos, pero no pensaba darle ese gusto.
Me complace ser tu husped, tetrarca asever a Antipas tras trasponer el umbral. El
emperador ha querido que aprovechara tu gran experiencia y tus consejos.
Herodas beba con largos tragos amargos la humillacin de exhibir su decadencia ante su ex
amante y la mujer que la haba suplantado. Al sorprenderla lanzndole una de sus miradas
asesinas, Agripa temi que se montara una escena.
Tenemos que hablar de poltica, tetrarca. Dejemos que la madre y la hija disfruten su
reencuentro.
No bien hubieron salido, Herodas dio rienda suelta a su rencor.
No te apresures demasiado en triunfar! Todo se paga tarde o temprano.
Dices la verdad, madre. Pagar mis faltas. Soy una pecadora, pero confo en la
misericordia del Seor.
No aadas la blasfemia a la insolencia, te lo ruego!
Madre, comet grandes injusticias contigo. Me avergenzo de mi comportamiento y te
Calgula
imploro perdn.
Herodas la observ con atencin. Su hija representaba la comedia a la perfeccin.
Aunque tal vez le hablaba as porque la encontraba gorda y avejentada.
No me vengas con compasin.
Madre, necesito tu perdn!
Acaso haba perdido el juicio? Herodas decidi seguirle el juego.
Te lo concedo. Sintate a mi lado. Pedir que te sirvan un refrigerio, debes de tener
hambre.
Tengo hambre de justicia y sed del Reino. Soy tan feliz, madre, desde que s que
Yeshua es el Mesas de Israel anunciado por los profetas...
El Mesas de Israel? Te refieres al hijo del carpintero al que crucificaron?
S. Muri para expiar nuestros pecados y resucit al tercer da. Es la buena nueva que
el mundo entero va a recibir. Ya no habr judos ni romanos.
No caba duda, Salom padeca un trastorno del entendimiento. Un atisbo de ternura
materna se despert en el corazn de Herodas. Mas vala no llevarle la contraria.
Tienes razn, hija, la llegada del Mesas es una buena noticia. As que era ese pobre
rabino?
S. El que anunciaba Juan el Bautista, el hombre santo cuya muerte yo provoqu. Ay,
cmo pude cometer tan horrible crimen?
Tu padrastro es ms culpable que t. Ese viejo cerdo...
Oh, madre, perdnalo, te lo ruego! Si se arrepiente, habr misericordia para l en la
morada del Bendito, Pedro me lo ha prometido. Ven a nuestras reuniones. Hay amigos de
Yeshua en todas partes. Querrs acompaarme a casa de los de Lyon? Si supieras qu dicha
se siente al comer su pan...! Somos todos hermanos. Ya no sers slo mi madre, sino
tambin mi hermana.
La infeliz se hallaba en un estado deplorable.
Voy a reflexionar sobre ello. Qu piensa tu marido de todo esto?
Considera a Yeshua un santo varn, pero le cuesta creer que fuera el hijo del Dios.
Todos rezamos para que vea la luz.
Al da siguiente, Antipas se crey en la obligacin de prevenir a Agripa.
Por qu toleras que tu esposa forme parte de la secta del rabino crucificado?
No lo tolero, me congratulo de ello.
Si est loca de atar...
Y qu mujer no lo est? Su locura supone ciertas ventajas para m. Se ha vuelto ms
mansa que una corderita. Nunca levanta la voz, jams me hace reproches. Si me ve cerca de
otra, junta las manos y reza. Ya no codicia los bienes de este mundo y no conseguiras que
aceptara una joya. Todos los maridos soaran con una mujer as.
Sin duda, pero ella quiere convertirte.
Bah, le dejo creer que, por momentos, oigo la llamada del Bendito. As, todos rezan
por mi conversin en sus reuniones y yo mantengo el control de la secta.
No te fes, puede llegar a ser peligrosa.
Vamos, hombre! Se trata de una moda pasajera. Dentro de unos lustros, quin se
acordar siquiera del nombre de Yeshua?
La convivencia de los dos tetrarcas pronto se torn delicada.
Antipas se haba tomado en serio la peticin de asesoramiento de su sucesor y se extenda
en largas explicaciones sobre el arte de gobernar a los judos. Herodas volva la cabeza con
desprecio cuando se cruzaba con su antiguo amante. Salom se empeaba en convencer a
toda costa a su madre de la divinidad del hijo del carpintero.
Al amanecer del sptimo da, la llegada de los dos centuriones sembr el miedo entre los
Calgula
ocupantes de la casa. Slo venan a buscar a Agripa para conducirlo a la residencia del
emperador. ste lo recibi en la estancia donde elega su indumentaria divina cada maana.
Tras optar por el disfraz de Neptuno, apunt al prncipe con su tridente de plata.
He tomado una decisin, oh mi venerado maestro. Aunque eres ciego para las grandes
cosas, ves muy bien las pequeas. Con eso basta para ser rey de Israel. Partirs maana
mismo hacia tu reino, donde te ceirs la corona de Salomn.
Mi agradecimiento...
Djate de agradecimientos. Los reyes reinan sin rendir cuentas a sus vasallos. La
primera disposicin de tu reinado ser hacer instalar mi estatua de oro en el templo de
Jerusaln.
Pero eso es imposible!
Todo es posible para un rey. Existe la misma diferencia entre un rey y sus subditos que
entre el pastor y sus corderos. Si haces lo que te ordeno, sers pastor. Si no, sers cordero.
Ya sabes cmo terminan los corderos. Adis, rey de Israel!
A su partida, Agripa contempl distrado los honores con los que lo agasajaban en su
nueva calidad de soberano. Estaba obsesionado con una nica idea: l era el rey de los
corderos, destinado a la carnicera.
Islas Pontinas, marzo del ao 40
Sin duda falto de dinero, el propietario de la villa no haba acabado de revestirla del lujo al
que haba aspirado. La vivienda ofreca el espectculo de habitaciones sin muebles, peanas
sin estatuas, un jardn sin plantas y un atrio sin fuente.
A Agripina le preocupaba menos su comodidad que su rango. Deba quejarse y exigir un
alojamiento mejor. La efigie de las hermanas del emperador adornaba las monedas en todo el
Imperio y, hasta una fecha reciente, los juramentos se prestaban en su nombre. Exigi que
el gobernador de las islas Pontinas compareciese ante ella y, menos de una hora despus,
ste solicit ser recibido. Ella no se haba equivocado. Cayo haba sufrido demasiado por el
modo en que Tiberio haba tratado a su madre en la isla de Pandateria como para infligir el
mismo castigo a sus hermanas.
Cuando el oficial se cuadr ante ella en su uniforme de gala, capa roja al hombro y casco
bajo el brazo, a Agripina le bast con una mirada para tomarle la medida. El potente
torso, las musculosas piernas un poco separadas, como las del leador que se dispone a
empuar el hacha, el cabello negro y tupido sobre una frente estrecha, el incipiente
color azulado de la barbilla pese a un meticuloso afeitado, todo delataba en l al
campesino pulido con un ligersimo barniz de refinamiento. En la cara ancha y atezada,
los ojillos pardos de perro fiel contrastaban con la postura marcial, pues revelaban el
temor que le infunda su ilustre prisionera. Deba de estar estupefacto de verla all. Sin
duda era uno de esos
hombres simples para los cuales cada cual debe permanecer en su
sitio.
Casio Querea, gobernador militar de las islas Pontinas. Yo te saludo. En el
cumplimiento de mi misin y de mi deber, me coloco
a tu disposicin.
A Agripina le cost disimular su asombro. Aquel hombre atl-tico hablaba con la voz
aflautada de una nia de diez aos.
Te doy las gracias, Querea. Es normal que un soldado cumpla con su deber y obedezca
a las rdenes. Ello no es sin embargo motivo para obligarnos a vivir en una casucha.
sta es la villa ms hermosa de la isla. Est en obras y los materiales deben llegar de la
Calgula
Calgula
Cesonia llev a trmino su embarazo y alumbr a una nia a quien su padre puso por
nombre Julia Drusila. Cuando Claudio fue a expresarle las condolencias al uso, Calgula
se mof de l.
Soy digno de envidia, no de compasin. Las diosas estn por encima de los dioses.
Roma tendr una gran reina, como Egipto tuvo a Cleopatra.
Una reina en Roma? repiti Claudio, desconcertado ante
aquella nueva broma.
Unos das despus, el emperador present su hija a los inmortales. Una nodriza
encargada del preciado fardo lo acompaaba. Comenzaron por el pequeo templo de
Isis, cuyo culto se practicaba poco en Galia. Los sacerdotes de blancas tnicas se
postraron y besaron el suelo a los pies del sumo pontfice romano, al que oyeron
exclamar: Madre, he aqu tu hija. Hija, he aqu tu madre!
En los otros templos, apret el paso delante de las estatuas de determinados dioses y, sin
detenerse, trat en voz alta a Jpiter de cretino y a Mercurio de crpula. A las diosas, les
deca: He aqu Julia Drusila, mi hija bienamada, que un da se contar entre vosotras.
Despus se diriga a la pequea.
Es la ta Juno. S muy educada con ella, porque tiene mal genio! Saluda a Atenea, la de
ojos claros. Si eres juiciosa como ella, te prestar su casco y su lanza. Aqu est Venus, a
quien en Grecia llaman Afrodita y en Asia, Astart. Dale las gracias por haberte concedido
su belleza.
Los zalameros del squito aseguraban haber visto sonrer a la estatua, o que sta haba
esbozado con el brazo un gesto de bendicin.
No entiendo por qu me prodigan todos tantas atenciones coment esa noche
Cesonia a su imperial esposo cuando se encontraron solos. En realidad, no me parece
nada extraordinario tener un hijo. Este parto ha sido como los otros. Calgula se ech a
rer.
Julia Drusila no es, sin embargo, una nia cualquiera. No, porque es hija tuya. Slo
digo que sus cumplidos me abruman. Calisto me ha tratado como si yo fuera Juno en
persona. Incluso he credo que iba a arrodillarse delante de m.
Ya se ha arrodillado delante de una silla con orinal. Como todos los griegos, es un
adulador y no persigue ms que su propio inters. Por mil dracmas, vendera a su madre.
El liberto estaba cayendo en desgracia. Cada vez se mostraba menos diligente porque en
los sucesos de los ltimos meses detectaba un olor a catstrofe y quera tomar sus
precauciones. De este modo, intent abrir un frente del lado de Claudio, a quien tena por
el nico miembro de la corte que ejerca una influencia, por nimia y vacilante que fuera,
sobre su sobrino.
El zorro griego siempre haba procurado mantener excelentes relaciones con el
contrahecho de la familia imperial y no cometa el error de creerlo excluido de la sucesin.
Dejaba aquel error a los romanos a los que, como buen hijo de la Hlade, consideraba,
segn la expresin latina, de burda Minerva, es decir cortos de entendederas. Se haba
granjeado la simpata de Claudio al organizar bsquedas por todo el Oriente para
procurarle los libros raros que necesitaba. Con ese pretexto solicit ser recibido.
Los galos leen poco se lament el erudito, mostrndole las estanteras vacas de la
biblioteca. Aqu, los libreros no valen nada. Ay, cundo regresaremos por fin a Roma?
Qu has encontrado para comprar?
Mi agente de Prgamo ha descubierto una obra que tal vez te interese. Se trata de una
relacin indita de la guerra de Troya.
Bah, se ha escrito tanto sobre ese tema...!
Calgula
Calgula
Calgula
acumulado las suficientes, les ordenaris que construyan una pirmide en el punto de la
costa ms prximo a Britania. Os doy una semana de plazo. Despus, regresaremos.
Nadie discuta las rdenes del emperador. En las playas y las calas, millares de
legionarios, pretorianos y guardias germnicos llenaban sacos y cascos de piedras
pulidas, ante el pasmo de la poblacin. Los centuriones, cepas de vid en mano, se
ruborizaban
por tener que dirigir aquella actividad. Como para desafiarlos, Calgula acuda con
regularidad a cerciorarse del avance de la pirmide. Abordaba a los soldados para observar
sus hallazgos y lleg a conceder coronas de oro a quienes le presentaban los ms bellos
cantos rodados, como si hubieran demostrado su valenta ante el enemigo.
Una vez edificada la pirmide, los hombres emprendieron el largo camino de regreso.
Cuando el dormitorion del emperador pasaba junto a sus interminables hileras, ya nadie
gritaba: Viva la Pequea Bota! Slo la disciplina contena en sus labios los gritos de ira
y de odio.
En Roma, el Senado, a pesar de su servilismo, no se atrevi a otorgar los honores del
triunfo a los hroes de aquel desatino. ste fue tan doloroso para Claudio que se jur que
nunca volvera a darle un consejo a su sobrino. Le dijo a Mesalina que si Cayo insista en
ofrecer la imagen de un ser odioso y ridculo, lo hara sin su ayuda.
Islas Pondras, mayo del ao 40
La primavera desembarc de repente en la isla. Su perfumada tibieza facilit la
adaptacin de las dos prisioneras a su nueva vida. Como si se hubiese restablecido
de una enfermedad, Lesbia se haba despertado una buena maana alerta y con
apetito. De nuevo se oa el cascabeleo de su risa. Agripina haba mandado traer de
Roma a su ornatrix preferida. Dedicaba largas horas a su aderezo personal, no para
leer la admiracin en las miradas de los guardias, como su hermana, sino por
prurito de preservar su categora.
Querea las visitaba con regularidad. Ella lo reciba a menudo en el jardn, ms
adecuado que los lugares cerrados para las conversaciones distendidas. Se guardaba
mucho de utilizar con l las armas de la seduccin femenina, consciente de que no
eran las apropiadas para vencer a un hombre como l. El soldado campesino no
habra credo ni por un instante que pudiera ejercer un atractivo sobre ella. A
fuerza de escucharlo, Agripina haba deducido que l se consideraba una persona
anormal. La desgracia de albergar una voz infantil en un cuerpo de atleta lo haba
humillado de tal modo que en lugar de permanecer detrs del arado, haba buscado
en el ejrcito la confirmacin de su virilidad. Toda insinuacin que la pusiese en tela
de juicio supona para l una lacerante herida.
En el jardn se haban introducido algunos cambios. Haban instalado estatuas griegas,
burdas copias creadas por artesanos mediocres.
Realmente, Casio se extasi Agripina, a pesar de todo, esta Afrodita es
bellsima.
Me han dicho que reproduce una obra maestra de Praxteles.
No es un original.
Agripina fue a sentarse bajo una prgola. Querea se contoneaba delante de ella, sin saber
qu hacer. Agripina le seal un asiento situado a tres pasos y no otro ms cercano a ella,
para que no se
espantase.
Si te nombran para otro puesto, tribuno, te echaremos de menos. Nos ayudas, tanto a mi
hermana como a m, a sobrellevar este
Calgula
mal trago.
Ruego a los dioses por que se acabe pronto. Ay, seguro que morir en el exilio, lejos
de mi pequeo Nern. Claro que no! Tu hermano te llamar a su lado. Nunca nos
devolver la libertad. Pero por qu?
Ella busc el tono adecuado. Nada resultaba ms ajeno a su temperamento que el papel de
pecadora arrepentida, pero deba interpretarlo.
Ha sido clemente conmigo. Habra debido matarme, puesto que lo merezco con creces.
Yo conspir contra l con Getlico. Yo desvi a ese gran y noble soldado de la senda del
deber. Las palabras salan precipitadamente de sus labios, como si llevaran mucho
tiempo bullendo en su interior. A ti puedo contarte la verdad. Habamos elaborado un
plan: el Senado deba designar a Claudio. Es tartamudo y cojo, pero mi padre, que lo
quera mucho, deca que un defecto fsico nunca ha impedido que quien tiene vala llegue
alto. Claudio deba acoger a Cayo en una de sus villas de Campania. All lo habramos
cuidado y curado tal vez.
El Csar est enfermo? se atrevi a preguntar el soldado. Los ojos de Agripina se
arrasaron en lgrimas. Siempre lo ha estado. Durante su infancia padeca de epilepsia, y
yo ayudaba al mdico a ponerle entre los dientes el pedazo de madera que impeda que se
mordiera la lengua. Despus las crisis fueron disminuyendo y pensamos que haba sanado.
Desde la muerte de Drusila, le pasan ideas extraas por la cabeza. l, que era tan bueno,
tan generoso, tan piadoso, parece a veces... Me da la impresin de que Jpiter lo ha
vuelto...
Call en seco y se levant, como si estuviera furiosa consigo
misma.
No s por qu te hablo de esto. Son secretos de Estado. Jrame que olvidars mi
momento de debilidad.
Olvidar no est en mis manos, pero te juro por Marte que nadie se enterar por m de lo
que me has confiado.
Reanudaron el paseo. Agripina permaneca absorta en sus pensamientos, hasta que Querea
rompi por fin el silencio.
El emperador va a volver a Roma y yo debo ir a presentarle mi informe.
Obsrvalo. Quiero que me digas a tu regreso si existen esperanzas de que recupere la
cordura. Te entregar una carta destinada a l para pedirle el indulto de Lesbia, que no
estaba al corriente de mi plan. En cuanto a m, quiero expiar el crimen que comet.
No eres una criminal, puesto que obraste por el bien de Roma.
No se percat del brillo de triunfo que asom a los ojos de Agripina. Aqulla era la
respuesta que ella estaba esperando.
Calgula
Calgula
de los beneficios. Se frot las manos, como el comerciante que vislumbra una
buena perspectiva de negocio. Ah, si todo sale bien, prometo reservar un dos por
ciento para Mercurio! Necesitaremos un lugar original y lujoso. He pensado en un
trirreme.
Un barco?
Tranquilo, que no te vas a marear: lo erigiremos en los jardines del Palatino. Ser
el trirreme imperial de Venus. Ya vers, to, como las matronas se pelearn por
embarcar en l. Qu te parece, pues, mi idea?
Eh...
Tenemos a Jpiter pillado por los cojones! T sers mi socio. Te lo debo, porque
en Capri me diste dinero muchas veces. T te ocupars de la recaudacin.
De la recaudacin? Yo?
Eres el nico en quien confo. No me apetece que me robe ningn liberto.
Mesalina fijar los precios de los favores de las matronas.
Pero si ella no entiende nada del asunto!
Conoce a todas las mujeres de elevada condicin y sabr a qu precio podemos
ofrecerlas. Su decoro no sufrir el menor menoscabo. Y ahora, bebamos por
nuestro xito en esta empresa!
Cuando Claudio le habl del trirreme, Mesalina pens que se trataba de una
broma.
Se ha burlado de ti! Le encanta tomarle el pelo a la gente.
Te aseguro que hablaba muy en serio. Est decidido a ganar sumas exorbitantes
con ello y quiere que yo sea su socio. No poda negarme. T nos vas a echar una
mano.
Me tomas por una alcahueta?
No te enfades, bonita, que no se trata de eso en absoluto. Tu
funcin ser muy honorable. Cayo dice que nadie conoce mejor a las romanas que t y
que por eso eres la nica capaz de establecer el
precio de sus favores.
Todo esto me huele a una broma.
Cuando Mesalina vio a los carpinteros navales construyendo la embarcacin bajo sus
ventanas, se llen de regocijo. Senta curiosidad por ver en accin a algunas de sus amigas
de la nobleza.
Calgula
Calgula
Calgula
Calgula
Calgula
un sacrificio, asisti a una escena que disip sus ltimos escrpulos. El sacerdote, un
anciano de poblada cabellera blanca, se dispona a sacrificar a una cerda blanca.
Dame. Lo har yo mismo se ofreci Calgula.
El victimario le tendi la pesada maza guarnecida de hierro. El emperador la empu con
las dos manos y pronunci la frmula que acompaaba a toda ofrenda:
Que la pregaria sea escuchada!
Con todas sus fuerzas, descarg un mazazo contra la cabeza del sacrificador, que se quebr
como una nuez, proyentando fragmentos de cerebro sobre los aterrorizados asistentes.
La mayora de ellos huy, e incluso los familiares dieron muestras de espanto.
Lo mereca afirm el asesino al tiempo que bajaba la maza. A quin se le ocurre
tener el pelo ms blanco que su vctima?
Querea, impvido, advirti que Calisto lo observaba. Enseguida el liberto desvi la mirada
y, como los otros, celebr con su risa la broma del Csar.
Calgula
Est bajo custodia, pero qu debemos hacer? Que la lleven a casa de Graco. Sus
gladiadores le ensearn a representar a la casta Lucrecia. Ya la traern cuando la hayan
amansado. Cmo va la recaudacin?
Excelente. Todos los camarotes estn ocupados. Dos hombres maduros entretenan la
espera bebiendo y bromeando con las sirvientas. Dos petimetres jugaban a los dados.
sos han venido por los muchachos. Tenemos cuatro, todos muy guapos y de noble
familia.
Mnester quiso que le especificaran sus nombres. Ah, se, hace mucho que sueo con
l! exclam con un mohn, al or uno de ellos. Inabordable, por desgracia! Una vestal! Me permitiras, Csar?
Desde luego, siempre que pagues.
Claudio consult su tarifa.
Trece aos. Hijo del senador Viniciano. Habla griego. Cien mil
sestercios.
Lo compro.
Puedes subir.
Ese chico nos ha causado algunos problemas coment Helicn. He acompaado a
los guardias que han ido a buscarlo. El padre ha armado un escndalo, acusando al
emperador de corromper a la juventud. He tenido que recordarle que exista el delito de
lesa majestad. Entonces se ha callado en el acto.
Yo no corrompo a la juventud; la vuelvo ms apta para afrontar la existencia. A
propsito, to, no he visto a Mesalina.
Debe de estar en el puente. Dice que all arriba se respira mejor y hay una buena vista.
Mi pierna no me permite subir all. Tuviste una buena idea al encargarle que fijase los
precios. Sabe qu mujeres son realmente virtuosas y cules lo son menos. Hasta adivina
los secretos de los hombres. Mira, ayer la o decirle a un cliente: Dados tus gustos
especiales, sta no es para ti. Qu mujer ms sorprendente! Ah, ya ests aqu, bonita?
Mesalina bajaba por la escalera interior, peripuesta y sonriente, enfundada en una ceida
estola de color de hoja seca.
Todo va bien? pregunt Calgula.
Muy bien. Tenan ganas de jugar a las cortesanas pero no se atrevan a reconocerlo.
Todas suean con ser la ms cara. Claro que algunas estn ms dotadas que otras.
Diles que es un concurso y que recompensar a la ganadora.
Mejor ser que se lo digas t mismo; as se sentirn halagadas.
De acuerdo, pero no subiremos todos. No conviene molestarlas.
Tras elegir a Helicn y Querea como acompaantes, subi la gran escalera.
En el otro piso, un pasillo lateral formaba una especie de cruja tapizada de terciopelo
prpura, alumbrada por grandes portas rectangulares y adornada con una sucesin de
estatuas. Aparte de Venus-Afrodita, en todas las posturas de su airosa desnudez, estaban
representadas Leda entregndose al abrazo del cisne divino y Hrcules, con un sexo en
ereccin casi tan voluminoso como su garrote. El emperador se detuvo para admirarlo.
Querea aguardaba junto a Mesalina para reanudar la marcha, cuando not con estupor que
una mano furtiva se deslizaba bajo la falda de cuero revestido de metal de su uniforme
para retirarse enseguida. Su vecina le dedic una sonrisa radiante. El militar desvi la
vista, horrorizado por su desvergenza.
Mesalina fue directa a una de las puertas de madera noble que flanqueaban el corredor de
estatuas y la abri empujndola con suavidad. Los tres hombres entraron en un amplio
camarote acondicionado como el ms suntuoso de los dormitorios. Encima de la
enorme cama, dominada por un techo de plata bruida, haba un
Calgula
hombre maduro acostado y una mujer arrodillada entre sus piernas. sta se volvi y, al
ver a los recin llegados, se tap la cara con las manos, pero Querea tuvo tiempo de
reconocer a una de las aristcratas ms destacadas de Roma.
Contina, Fulvia, contina! la alent el emperador. La patricia intent reanudar la
labor. Resultaba evidente, sin embargo, que la presencia de espectadores la paralizaba. El
hombre refunfu, descontento.
Aprtate le orden con impaciencia Mesalina. Ya te haba explicado que los dedos
deben subir cuando baja la boca. T haces lo contrario. Mrame bien.
Arremangndose la estola, se subi a la cama y, sin prisa, administr al cliente una
felacin magistral. Ya est! Estoy segura de que con el prximo lo conseguirs. Sobre
todo, ten cuidado con los dientes: el hombre debe sentirlos un poco, pero sin que le hagan
dao. La boca baja cuando los dedos suben, as de fcil.
Te equivocas observ Calgula, todo arte es difcil. El tuyo te parece fcil porque
lo dominas a la perfeccin.
Has estado sublime la alab Helicn. Al observarte yo, que me crea tan hbil, me
he quedado con la sensacin de ser un aprendiz. La ligera torsin de los testculos justo
antes del final,
qu elegancia!
Es cuestin de ejercitarse. A las grandes damas les falta prctica. Por eso les recomiendo
hacerlo a menudo.
Y qu te responden? pregunt el emperador. Que no se les presenta la ocasin.
Su categora les prohibe conceder ese favor a un esclavo. No les falta razn, pero
podran practicar con otros, con un guapo militar, por ejemplo.
Dirigi a Querea tal mirada que ste se percat de que se le suban los colores.
Conversando, llegaron al entrepuente. Claudio levant la cabeza del libro de cuentas.
Hoy ingresaremos unos diez millones. Quizs incluso doce. Se instalaron en el saln
para celebrar la noticia y las bonitas camareras fueron a buscar unas cuantas viejas
nforas a la bodega. Calgula guardaba silencio.
Miradme todos dijo de improviso. No me veis resplandecer?
Las respuestas se superpusieron.
Desde luego, Csar.
No estamos ciegos.
Resplandeces como el carro de Faetn.
Resplandeces como Apolo.
Satisfecho, el emperador expuso sus planes para el templo dedicado a su divinidad que
estaban edificando en el Aventino.
Cada maana, vestirn mi estatua con el mismo atuendo que yo lleve ese da. Para los
sacrificios, no quiero ni bueyes ni cerdas. Slo pavos, pintadas, urogallos y gallinas de
Numidia.
El regreso de Mnester seal el momento de partir. El mimo estaba rebosante de
entusiasmo.
Ay, amigos, qu momento ms divino!
Cuando se tiene la dicha de vivir cerca del emperador, todos los momentos son divinos
afirm Helicn con perfidia.
Por supuesto. Como deca Virgilio a propsito de Augusto, l es el dios que nos procura
estos ratos de solaz. El muchacho es un verdadero encanto. Qu frescura, qu inocencia,
qu estrechez! Incluso ha llorado un poco. Ah, qu diferencia con esos pequeos farsantes
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Calgula
que lo abordan a uno bajo las arcadas. Unas nalgas de joven dios!
El mimo nunca haba hablado tanto. Agotado, efectu unos molinetes con las manos
para culminar su descripcin.
Cuando abandonaban el trirreme, se cruzaron con un liberto famoso por haberse
enriquecido de manera prodigiosa en el sector de la panadera. Al ver al emperador, se
inclin hasta donde se lo permita la prominente barriga.
Es la primera vez que vienes, Porconio? No, Csar, es la dcima.
Por Isis, que no reparas en gastos! Te lo puedes permitir? Oh s! Me ofrezco a
las matronas que me desprecian. Ellas dicen que huelo a harina, y te aseguro que me
propongo enharinarlas a todas. Un placer as no tiene precio.
Te mereces una prima. Dile a Claudio que te d a la esposa del senador Asitico en cuanto
regrese. Y no pongas tanto salvado en el pan, por favor, porque he recibido quejas. Lo
habis odo, amigos mos? Haba hablado alguna vez de ese modo un contribuyente? He
realizado un descubrimiento que llenar las arcas del Estado.
Ni a Augusto ni a Tiberio se les haba ocurrido. Yo soy ms grande que ellos. Se volvi
hacia Querea que, desde el inicio de la visita, se haba mantenido callado. No es cierto,
mi tribuno ruiseor, que yo soy ms grande que Augusto y que Tiberio?
El oficial se puso firme, tal como corresponde cuando un superior le dirige a uno la
palabra.
Es cierto, Csar.
Calgula
Calgula
Calgula
Calgula
las provincias de Asia. La han presentado en Grecia con gran xito. Por la noche,
presenciaremos un espectculo evocador de los Infiernos, interpretado enteramente por
actores negros, etopes y egipcios.
De pronto, reson un grito:
Que la pregara sea escuchada!
El emperador quiso volverse para averiguar quin osaba pronunciar la frmula sacrificial
en un lugar como aqul. No le dio tiempo. Recibi entre los hombros un golpe de una
violencia inaudita. Se desplom de rodillas, medio muerto. Enseguida se produjo una
escena de confusin. La estrechez del pasillo entorpeca los movimientos de los
conjurados.
Aprtate de ah, cretino! vocifer Sabino dirigindose al liberto, que le impeda
avanzar hasta el emperador.
Querea, con un revs de espada, le alcanz el hombro derecho. Calgula se desliz hasta el
suelo y como un gladiador vencido, oy gritar: Habet! l era dios, no poda morir.
Estoy vivo! protest, con la boca llena de sangre.
Como perros frente a su presa, todos se ensaaron con l. De pronto, Cayo vio sonrer a
Drusila. Despus se reuni con ella en las estrellas.
A vuestros puestos! orden Sabino.
Antes de obedecer, uno de los centuriones se demor para escupir sobre el cadver.
Cudate, Pequea Bota!
Aqul era el saludo que, veinte aos antes, dedicaban los veteranos de Germania al nio
adorado de las legiones.
Fuera, los porteadores de la litera imperial acudan corriendo, armados de palos. Al avistar
las espadas, huyeron a toda velocidad.
Junto con una veintena de cmplices, los cabecillas de la conspiracin aguardaban
noticias en los locales de la guardia germnica. Los brutos rubios no conocan ms que a
su jefe, e iran al encuentro de la muerte si Sabino as se lo ordenaba. Algunos hombres
parecan absortos en la meditacin o la oracin. Otros escuchaban a Agripa, que daba el
ejemplo a los dems con su serenidad. A quienes se extraaban de verlo entre ellos, el rey
de Israel les explicaba que la desquiciada poltica aplicada por Calgula en Oriente lo haba obligado, muy a su pesar, a oponerse a su antiguo alumno.
En la puerta se present un soldado jadeante, que anunci: Vi-xit! Ha vivido! La
noticia suscit un gritero alborozado.
Los dioses inmortales han castigado al tirano declar Asitico. Ellos nos muestran
la va tal como guiaron a Eneas, nuestro antepasado. La Repblica...
Ya largars tus discursos ante la Curia, pero aqu no!
El enorme palacio vibraba como un colmena. Lejos, en algn lugar, una estridente voz de
mujer repeta una y otra vez: Lo han matado, lo han matado! Los mensajeros
partieron en todas direcciones. Un liberto acudi a informar de que los cnsules estaban
reunindose y solicitaban instrucciones. Les mandaron a Asitico.
Un centurin traz un resumen de la situacin... Sabino controlaba el Foro. El pueblo
pareca acoger con indiferencia la muerte del emperador. Unos soldados haban invadido
por su cuenta los apartamentos imperiales y haban degollado a Cesonia y a la pequea
Julia Drusila. Clemente se hallaba en dificultades. Las cohortes urbanas vacilaban y
queran saber quin sera el emperador.
Sigeme con dos hombres indic Agripa.
La escolta tuvo que abrirle paso a golpes de lomo de espada entre la servidumbre que hua
por doquier. Los aposentos imperiales parecan devastados por un huracn, y los esclavos
retiraban los cadveres. Agripa vio pasar el de Helicn. Algn bromista haba tenido el
mal gusto de clavarle un cuchillo de cocina en el lugar que haca las delicias de su amo.
Calgula
Calgula
Menta mal. Claudio no deba de hallarse muy lejos. La cuna de Britnico obstrua el acceso
a una pequea puerta. En eso tambin, el engao pecaba de ingenuo. Agripa la apart y
penetr en un trastero en el que se colaba la luz del exterior por un ojo de buey. Haba
tnicas colgadas a lo largo de las paredes; debajo de una de ellas sobresalan los zapatos
con medias lunas rojas del senador.
Te he visto, Claudio! Soy Agripa, tu amigo.
Los zapatos retrocedieron un poco.
Sal de ah, vamos! Estoy solo.
Claudio apart la tnica. Temblaba de pies a cabeza.
A...Agri...?
S, soy yo. Ya te explicar. Ven, no corres ningn peligro.
Los soldados van a matarme!
Nadie quiere matarte. Al contrario.
Ests seguro?
Te lo juro. Por qu iba a engaarte?
Claudio accedi por fin a salir del escondite.
En cuanto los pretorianos lo vieron, corrieron hacia l. Dos de ellos lo levantaron y lo
llevaron a hombros, triunfalmente. Empavorecido, l imploraba clemencia. A los gritos de
Al campamento! Al campamento! Viva Claudio!, el ro humano descendi la
escalinata y sali del Palatino.
Desde la ventana, Agripa contempl el gordo pelele blanco, que se alejaba bailando por
encima de los cascos, y exhal un suspiro. se, por lo menos, no se creera un dios!
Los primeros Viva Csar! se elevaban hacia el cielo invernal.
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