Paul Laurent, Breve Antropología de La Justicia
Paul Laurent, Breve Antropología de La Justicia
Paul Laurent, Breve Antropología de La Justicia
Paul Laurent
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Obviamente, aquella criatura no entraba en las clasificaciones zoolgicas
hasta entonces conocidas. Era un caso
singular, de esos que suelen tener de
todo un poco. He aqu el pretexto de
Umberto Eco para sealar el drama del
habla humana, nuestra tendencia a generalizar. El no ver el particularsimo
fenmeno. En sus trminos: El lenguaje
nombra oscureciendo la insoslayable evidencia de lo individual existente.3 Y a
pesar de ello, somos capaces de conocer
(reconocer) lo que nunca hemos visto. Y
lo podemos hacer a travs de ideogramas
y conceptos. Desde ellos nos aproximaremos. Desde ellos distinguiremos una
liebre de un perro, un gato de un len, sin
que el hecho de que nunca se haya visto
ninguno de esos bichos constituya un
serio obstculo.
Desde tal piso es que logramos saber
de un Alejandro Magno, de un Julio Csar o de un Napolen a pesar de las aosas distancias. De idntica forma es como
conocemos de un Quijote, de un Hamlet o
de un Oliver Twist, as como de un rombo, un tringulo o de la propia raz cuadrada sin frenarnos por su inexistencia.
Multiplicidad de smbolos que construimos para abrirnos paso, como el ciego
despeja las tinieblas con su bastn o con
su perro-lazarillo.
Alegoras, signos, emblemas. De
esos que la justicia tambin forma parte?
Arriesgado adelantar una respuesta. Por
lo pronto, ms real ser cualquiera de las
figuras geomtricas que se nos venga a la
mente. A ellas, como a un ratn o a una
mosca, podemos analizarlas detenidamente. Armarlas y desarmarlas, dividirlas, desentraarlas. Estn a nuestra merced, y no hay quien discuta su esencia.
II
No cito a vates por accidente, sino deliberadamente. No por nada Walt Whitman
afirmaba que slo los poetas estn plenamente dotados para ejercer de igualadores; en nomenclatura progresista (como la de la nueva trova), la voz de los
que no tienen voz. No desbarraba del todo. En su romana mocedad Ovidio fungi
en alguna oportunidad de iudex unicus
(rbitro) antes de dedicarse al servitium
amoris.
Ciertamente, la causa de esa pretensin se encuentra en que la alocucin est
cargada de un alto grado de subjetividad.
Ese factor que deja en ridculo los cimientos de cualquier teora del bienestar,
de esas que buscan hacer felices a la gente incluso ms all de sus voluntades,
pero con su dinero. Al respecto, el imaginativo Rawls vislumbraba que una vez
alcanzadas las condiciones sociales indispensables y el nivel de satisfaccin de los
deseos y las necesidades materiales,4
dicho ptimo servira para proceder a
implementar un esquema redistributivo
justo.
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Pero, cmo se descubre el lmite de
las condiciones sociales indispensables y
el nivel de satisfaccin de los deseos y las
necesidades materiales? Rawls supo de
la pauta para identificarlas? Empero, y si
no hay suficientes condiciones sociales
indispensables saneadas, entonces no
procede teora de la justicia alguna? Por
lo pronto, Fernando Vallespn advierte
que tanto Rawls como Habermas comparten la confianza en poder sustentar una
concepcin pblica de la justicia vlida
para las sociedades avanzadas contemporneas.5
Tal es el drama de involucrarse con
rigideces de hacedor del mundo ah donde el mundo se hace slo. Y desde un
soporte tan gaseoso e inescrutable que
Perelman no tuvo reparos en calificarlo
de coloracin emotiva. Descriptiva denominacin para una luminosa materia,
hechura propia al de un saber pletrico en
espiritualidad (la Geisteswissenschaften
de los germanos). La esencia de las religiones, el objeto secreto de la fe? Ello es
lo que acusaba Proudhon.6
He aqu la ms tangible muestra de
la muy humana propensin de evadir la
ms llana existencia? La base de aquella
mana de quejarse a los cuatro vientos por
la ofensiva realidad? Realidad remendada por el magistratus? Sobre la labor
de estos ltimos el primer prrafo del
Digesto (1, 1, 1) reza as: Somos dignos
de ser llamados Sacerdotes de este arte:
5
David Hume, Tratado de la naturaleza humana, Libro III (Buenos Aires: Orbis, 1984),
p. 691.
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no es igualarse a Dios? Estamos ante el
que no se conforma con lo que dijo Habacuc, justus ex fide vivit (el justo vive
por la fe)?
Como es comprensible, el esperar el
arribo de ese instante de vita terna (luego de un muy necesario y purificador
juicio final) insoslayablemente acarrea
una gama de sacrificios y desprendimientos. Desde entonces, lo que no existe comienza a existir por exigencia de los que
quieren que exista. Ciertamente carece de
presencia, ms todo lo que vive y respira
empuja su asfixiante peso y rigor. As es
como se sucumbe al universo de esa rfica splica, la que tender el puente para
escapar de lo dado.
Por su venia, hacer referencia a derechos y libertades slo ser vlido (justo)
si es que las mismas se circunscriben a
esas huidas o renuncias. El imperium de
la idea. La quimera por sobre lo manifiesto. El celo de los lejanos coros que
han ido cincelando profunda y eficientemente los atvicos cimientos. Ah donde
lo privatum asoma como un suceso por
dems ruin y soez. Toda la antigedad se
rigi bajo ese canon. Ah donde la preeminencia de lo mgico e inexplicable lo
rediseaba todo.
III
No se puede reflexionar y ser modesto,
dira Emil Ciorn. Pensar es en s un
acto egocntrico? El discurso suele ser
ms propio de vosotros, los humanos; la
intuicin, de nosotros los celestiales, rubricaba John Milton en El Paraso perdido.
La verdad de los de arriba versus la
verdad de los de abajo. De dnde surge la justicia? De los que alzan la cerviz
hacia las estrellas y el firmamento o de
los que hurgan entre sus homnidas existencias? Sea el rubro que sea, ambos esquemas emanan del argumentum. De la
exposicin de verdades, del verbum. En
minsculas, como toda pugna de opiniones. Ah donde toda episteme no es ms
que una doxa, pero que a pesar de las
distancias, siempre subyacer un factor
comn, ese factor que le har decir a Derrida que hay que ser justos con la justicia: y la primera justicia que debe ser
hecha es la de escuchar, leer, interpretar,
intentar comprender de dnde viene aquella, qu es lo que quiere de nosotros.8
Elemental. Desde hace mucho la justicia es un ente con vida propia. Como un
fantasma que no podr tener unnime
forma ni complexin, mas de savia perfectamente identificable? No? Intuible?
Asible? Por lo menos intelectivamente
aprehensible desde su arcano historial?
Esto s? Un bagaje de situaciones que
hasta el presente la colocan como una
vigorossima deidad, capaz de reinventar
el orbe y jugar a su entero antojo con los
mortales?
Como lo cant Esquilo (en Las coforas), ningn mortal puede atravesar una
vida libre de dao sin que lo pague. La
justicia todo lo ve, dice el coro en Electra
de Eurpides. Y se la antropomorfiza llamndola Justicia, clara muestra de su
gran poder. Innegablemente, la asuncin
de una opinin o la coligacin de una
multiplicidad de opiniones que ha alcanzado el monopolio e impuesto su ley.
La ley de un guerrero o la de un sacerdote? Comentando la nocin de Iustitia de Aulo Gelio, Kantorowicz recuerda
que para el escritor romano del siglo II
8
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ella era una Idea. Una diosa tanto como
una premisa extralegal. Una mediadora
(Iustitia mediatrix), que actuaba mediando entre las leyes divina y humana, o
entre la Razn y la Equidad.9 Tres siglos
atrs el severo Catn haba corrido raudo
al Senado para pedir la repatriacin de
tres filsofos atenienses que haban arribado a Roma en misin diplomtica. Peda su expulsin porque uno de ellos
(Carnades) afirm en una conferencia
que los dioses no existan y que la justicia
(y la injusticia) no eran ms que meros
convencionalismos.10 Hume lo aprobara,
ya que sin ellos la existencia de la sociedad no sera posible.11
Carnades iba en lnea directa a lo
sostenido por una plyade de pensadores
griegos. Desde ellos se entenda que lo
justo y lo injusto no lo son por naturaleza,
sino por ley. Por lo mismo, que la justicia
(como los dioses) era un invento. Un invento para atemorizar a los hombres, precisara Critias.
El imperio de una mores maiorum, de
la costumbre de los ancestros. Por ello
Platn deca que obedecer sus prescripciones era obedecer a los dioses. Aquellos
que nunca dan razones, que slo se imponen. Igual a como procede la propia naturaleza, que no sabe de miramientos ni
de piedad? Esquilo lo precis en su Prometeo encadenado: No hay nadie realmente libre, excepto Zeus.
9
Es la justicia la resultante de una larga discusin? Sen seala que sin discusin de por medio puede operar la opresin. Curioso, los das de las demandas
democrticas griegas son los mismos de
las tiranas y de las tragedias. Evidente
auge y decadencia. Los buenos tiempos
con los tiranos, el caos y el desarreglo
con el demos. La arbitrariedad, la brutalidad y la ponzoa vienen de los hombres y
hasta de los propios dioses, no de la Justicia.
Esta se desenvuelve al margen de
aquellos venenos. Por algo es el ideal, el
que nos dice que cuando la Dike es violada, se oye un murmullo all donde la
distribuyen los hombres devoradores de
regalos e interpretan las normas con veredictos torcidos (Hesodo, Trabajos y
das, 215-220).
Devoradores de regalos? Quines
son esos tipos? A quines se refera
Hesodo?
IV
Quiz la respuesta nos la brinde un cronista ruso de mediados del siglo XX. l
colocar estas palabras en boca de uno de
los personajes de la mayor de sus novelas: Yo no creo en el bien, creo en la
bondad.12
De la ambicin a la simpleza. La desencantada frase est ambientada en medio del ataque alemn a Stalingrado, entre
agosto de 1942 y febrero de 1943. Estamos a unos veintiocho siglos de distancia
de la expresin de Hesodo. Ya para entonces muchos devoradores de regalos
han hecho historia, aunque el paso de los
12
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aos les obsequi el olvido de sus yerros
y crmenes. Muchos dspotas y genocidas
se beneficiaran de ello. Se esfumarn los
recuerdos, fenecern las sobrevivientes
vctimas junto con los testigos. Los registros de lo espantosamente acaecido mutarn en heroicas, gloriosas o imponentes jornadas. Como muchos pueblos
de la antigedad prolficos en matarifes, a
los primitivos prncipes griegos de la
Ilada tambin les disfrazaron sus fechoras y salvajadas desde cnticos y versos.
As pues, alguien en el futuro recrear
generosamente los latrocinios y matanzas
que los modernos genocidas han llevado
a cabo? Como los de antao, estos igualmente se alzaron sobre sus sbditos y/o
ciudadanos para prescribir rdenes y decretos en nombre del bien. Ese atvico
axioma que persigue empatar las existencias personales con lo social. Una ingenuidad. El ideal clsico que aspira que
los ms elevados anhelos coexistan armnicamente sobre lo mundano.
Ya sin memoria, las nuevas generaciones no imaginaron nunca que ello podra acontecer nuevamente. El desilusionado sovitico de la obra de Grossman
denunciaba los arbitrarios despojos, ajusticiamientos y detenciones que en aras de
ese bien Stalin vena perpetrando desde
antes del inicio de la Guerra Patria (la
Segunda Guerra Mundial para el resto del
planeta). Para l esas afrentas a la humanidad seran una dolorosa revelacin: El
bien no est en la naturaleza, tampoco en
los sermones de los maestros religiosos ni
de los profetas, no est en las doctrinas de
los grandes socilogos y lderes populares, no est en la tica de los filsofos.
Son las personas corrientes las que llevan
en sus corazones el amor por todo cuanto
vive; aman y cuidan de la vida de modo
natural y espontneo. Al final del da prefieren el calor del hogar a encender ho-
Ibid., p. 517.
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otros.14
Para el filsofo absolutista la hechura
antisocial y autodestructiva del ser humano exige un estado altamente poderoso. Pretenda la restauracin de la inveterada justicia de los reyes. No precisamente la de los reyes medievales (siempre
dbiles frente a la nobleza y a los caballeros feudales, pero retricamente inflados
de poder por gentileza de sus publicistas), sino la de los de la ms remota antigedad. Monarcas duchos en afectos a su
pueblo, como los faraones egipcios o los
magnates de los diferentes imperios mesopotmicos. Justicieros natos, el ncleo
duro del ancien rgimen, el autntico
antiguo rgimen. Al respecto, el genial
Gore Vidal reinventa en Creacin a un
ensoberbecido Jerjes y lo hace exclamar:
Soy la retribucin, soy la justicia, soy el
Asia. Ello en la ficcin suena heroico. En
la realidad debi de haber sido terriblemente brutal. Sobre todo si sopesamos
que dichos prncipes no eran unos simples mortales, sino unos todopoderosos
dioses.
Stalin (y compaa) estuvo muy lejos
de divinizacin alguna. Y no por ser ateo,
sino porque sus fuerzas no eran las suficientes. Lo nico que poda alcanzar era
la ms severa de las autocracias. Y lo
logr. Por esa va es como se aproxim a
los mximos jerarcas de la antigedad. A
falta de magia y de sobrenaturales facultades, perfecto le vena disfrazarse con
los igualmente arcanos afanes redistributivos. Los afanes de aquellos que buscan
cambiar las reglas del juego despus del
juego.15
14
Ibid., p. 806.
15
Para que tal acontecimiento sea posible slo haba que tener un fuerte y reluciente trono, un cmodo y lujoso asiento.
Ello es lo que en griego viene a significar
themis, el cetro desde donde el taumatrgico monarca administraba justicia.16
Ahora ya sin dichos dones, aquella silla
donde los modernos devoradores de regalos an ansan mantener las armoniosas relaciones entre la sociedad humana
y la embestida furiosa de las fuerzas del
caos.17
V
Cuando Nozick precisaba que la redistribucin de la riqueza no era otra cosa que
volver a distribuir de forma compulsiva
lo que ya el mercado haba distribuido de
modo pacfico, no haca ms que evocar
una vieja historia. La historia de los devoradores de regalos, de aquellos seres de
veredictos torcidos (de los que nos refera
Hesodo), frente a la historia de los que al
final del da prefieren el calor del hogar
a encender hogueras en las plazas (tal
como nos relataba Grossman).
Mundos antagnicos. El de los simples particulares versus el del colectivo,
sea ste actuando directamente o a travs
de sus representantes. A la verdad, salvo la experiencia comunal del medioevo
y las fugaces acometidas deliberadamente
gregarias (verbi gratia, la Comuna de
Pars de 1871), desde la conclusin de la
prehistoria (es decir, desde la historia)
16
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han sido los representantes los principales actores. Ellos tendrn el papel estelar. Secuestrarn para s el papel de portavoces, pero sobre todo de soberbios
pastores, pastores de hombres. En
suma, los celadores del bien comn, del
nosotros. Los celosos guardianes del que
ms Tambin de ellos mismos?
El orientalista Frankfort noticiaba que
el faran encarnaba la justicia que rige al
estado, respetando la tradicin y los
privilegios de las clases y de las regiones,
pero siempre que l apruebe su legitimidad. As pues, remarcaba, no hay ni
justicia ni ley autnoma fuera de la Corona (sic).18
Si quitamos la palabra corona y la
reemplazamos por la de pueblo (demos)
la situacin no cambia en esencia. Ante
ello, la calidad de la indefensin del individuo depender tanto de la calidad de
continencia y de enajenacin del coronado como del gento. Su libertas ser
una venia, un permiso, jams un derecho.
Y si lo es, por lo menos nominalmente,
deber ir en directa consonancia con lo
previamente dispuesto. Algo as como
cuando Rawls seala que el librecambio
debe estar previamente pautado en el
marco institucional, para regular las tendencias generales de los sucesos econmicos e impedir la acumulacin excesiva de propiedades y de riqueza.19
Si alguien an juzga que las leyes son
un inmediato reflejo del poder econmico, ideogramas como el de Rawls delatan
el yerro. Como acusaba Trasmaco en el
Georgias de Platn, las leyes las hacen
los fuertes para someter a los dbiles.
Siendo que esos fuertes son los que
ostentan el mando (poltico) y esos dbiles los que no lo tienen, por ms riquezas que hayan acopiado. Las leyes de los
devoradores de regalos y de los veredictos torcidos. Dictmenes que se montan
sobre el que ms, sobre los que se desenvuelven a travs de arreglos, convenios y
contratos con el nico fin de saciar sus
singularsimos intereses Ya no los del
comn? El mismo Trasmaco cuando
dejaba de hablar de leyes y se refera a la
justicia indicaba que ella slo es til a los
propios intereses. Sean los intereses
individuales o los del estado, precisaba
Ferrater Mora.20
Uno de los ms altos valores? El
mundo comunal griego lo tuvo muy presente. Como ya hemos visto, incluso como una divinidad. Pasado el tiempo, Trasmaco se lamentaba que los inmortales
no vean las acciones humanas. Con todo,
la Justicia proteger a los griegos contra
los persas. Ella ser la que los haga evocar al nomos que alent a un puado de
guerreros espartanos ante miles de invasores movidos por el fiero ltigo de Jerjes.
Y la justicia que brota de los hombres? Aqu estamos ante una aeja incomprensin. Una incomprensin que
Adam Smith busc ponerle fin a travs de
la metfora de la mano invisible que indica que siguiendo cada particular las miras de su propio inters se promueve el
del comn con ms eficacia que cuando
se piensa fomentarlo directamente.21 La
idea estuvo originalmente en su Teora de
20
18
Ibid., p. 75.
19
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los sentimientos morales (1759), pero
sera su mencin en La riqueza de las
naciones (1776) la que trascienda. Antes
de Smith, Francis Hutcheson (su profesor
en Glasgow) trat del tema en sus lecciones y escritos. Con antelacin a ambos, el
holands afincado en Londres, Bernard
Mandeville, haba parodiado la misma
alegora en su Fbula de las abejas
(1714).
La apuesta tica es evidente. Al respecto, Nisbet sealaba que Vico se refera
a la providencia en el mismo tenor que
Smith lo haca con la mano invisible.22
Se unen los extremos, divinidad con
humanidad? O slo es una ligazn nacida de la limitacin de las palabras? Otros
entenderan que estas ideas tienen su punto de partida en disquisiciones puntualmente tardo-escolsticas (como las de
Vives, Vitoria, De Soto, Alpizcueta, Molina, Mariana, Surez, entre otros).23
En esa lnea, y en simultneo a Smith,
el tambin escocs Adam Ferguson
(1767) precisar que las sociedades se
sustentan en instituciones que son parte
del resultado de la accin, pero no del
designio humano.24 No era una sutileza
22
Robert Nisbet, Historia de la idea de progreso (Barcelona: Gedisa, 1981), pp. 230 y
231.
retrica, sino una auscultacin de un fenmeno cada vez ms creciente: la divisin del trabajo motivada por la expansin del comercio, sustentada a su vez en
la propiedad privada y en el inters personal. La inmensidad de un orden basado en el precepto de un lrico griego (Arquloco) que deca que la zorra sabe muchas cosas, pero el erizo slo sabe una
importante? A todas luces, un orden de
cosas situadas ms all de los lmites materiales y espirituales de los viejos justicieros. Innegablemente, un escenario
inasible y por ende afrentoso que les discute su mando y preeminencia. Inclusive
el propio sentido de comunidad es
puesto en tela de juicio. Realmente ser
el mercado un elemento disociador y
subversivo?
Desde la perspectiva del poder poltico lo es en grado sumo. Y lo es porque
desde ese esquema toda pauta de justicia
redistributiva colisiona con la vida de las
personas.25 Ello es insoslayable. No hay
manera de evitarlo. Necesariamente se
suscita una intromisin. Una agresin,
una violentacin que nos hace recordar
que poseemos derechos. Obviamente,
desde un inicio quedaba en claro que el
mercado no era el reino natural de la redistribucin. Slo se quedaba en la distribucin.
VI
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mos ni mucho menos de ligar sus personalsimos afanes (intereses) a los del
conjunto. Si para alcanzar tal fin era
menester rescatar del bestiario teocrtico
al mismsimo Leviathan, pues lo hara.
Como buen justiciero, entenda que un
inters superior al de los perversos particulares deba imponerse y primar.
Y ello al margen de las novedades de
su tiempo. Sin duda, no pretenda asumirse (en el sentido de Aufhebung) como
ninguna superacin del debate entre las
libertades de los antiguos y de los
modernos. A mucha honra, l era partidario de los antiguos. No tena por qu
travestirse ni negarse con artilugios. Si
mentes como las de Rawls y Habermas
juzgaron que haban logrado resolver la
cuadratura del crculo empatando aquellas libertades (las negativas con las
positivas) para proponer esquemas redistributivos e igualitarios, sin daar
individualidades ni pertenencias, Hobbes
(evocando a los aosos jerarcas de la antigedad) no estaba para darle vueltas al
asunto. Iba al grano.
Uno de esos granos ser el que emocionadamente recoja Sen cuando (con su
sensibilidad de justiciero?) repare en una
memorable observacin anotada en el
Leviathan (1651). As es como califica a
las desagradables, brutales y breves26
vidas que Hobbes observa como causal
para establecer una temprana teora de la
justicia.27 Temprana?
Detalle a tener en cuenta: las palabras
de Hobbes no vienen sbito, ni mucho
menos por una ocurrente digresin. Todo
lo opuesto, son parte de su propuesta di26
27
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asomo de un justiciero de tal envergadura pasaba a ser una total novedad. La
tenan como ajena.
La alegora de un rex todopoderoso y
fulminante nicamente estaba inserta
como un ideal, ese ideal que los tericos
del derecho divino de los reyes pretendieron convertir a toda costa en realidad.
Empero, no pudieron. Los argumentos
que buscaban ligar las humanas existencias de los monarcas europeos con la progenie del mismo Dios (convirtindolos en
hermanos de Cristo, o incluso hasta en
hijos de ste) no pasaron de ser meras
ocurrencias que nunca fueron tomadas
realmente en serio. Por entonces lo que se
buscaba no era necesariamente ganarse
el cielo (fungiendo de Mesas), sino consolidar el poder ganado por el rey ante el
repliegue de la Iglesia, madre y rectora de
una inmensa feligresa comunal.
A pesar de que el grueso de la gente
se mova fuera de los causes de lo poltico (mortales que, a diferencia de los rusos
del siglo XX, ya vivan y gozaban de sus
propias vidas), la sempiterna vocacin de
los victoriosos prncipes fue la de ensearles el camino del bien, su bien. Como recordaba Kantorowicz: Despus de
todo, la idea de un Estado que exista slo
para sus propios fines era extraa a aquella poca.29
Muy extraa. Tan extraa como cuando a los bruscos paganos de las villas y
selvas europeas les costaba comprender
tanto el misterio de la trinidad como el
hecho de que una simple mujer sea madre
de un dios sin siquiera haber perdido la
virginidad. Cuestin de fe, pero trasladada al discurso poltico.
Por ese desplazamiento es que Paul
29
Ibid., p. 145.
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Utopa de Moro, de La Ciudad del Sol de
Campanella y de una infinidad de ocurrencias ms, aquella imaginaria repblica agraria de 1656 (que fue dedicada al
por entonces triunfante Oliver Cromwell)
se dilua como se diluyeron cada una de
las teoras de la justicia que los pensadores renacentistas ensayaban piadosamente en aras de un mundo mejor. Un
orden hecho por el hombre, a su imagen y
semejanza? Esa imagen y semejanza
que puede ser cualquier cosa. Y ello es lo
que comenz a fabricarse, ocurrencias de
todo tipo.
Por lo menos Harrington parta de una
premisa interesante, que sin dar cabida a
dobles interpretaciones rezaba que donde hay desigualdad de poder no puede
haber repblica.31 Una precisin de jure.
Un celo muy anglosajn. Isonmico, para
ms seas. De ah donde parte la nocin
de un gobierno sujeto a los directos intereses de los particulares, donde todos
tengan anlogo nivel de derechos.
Abandonamos la poltica (la revolucin
permanente) para entrar en el campo de
los derechos (la defensa permanente)?
Unos derechos surgidos del librecambio
antes que producto de un principesco
obsequio?
VII
Entramos a los rigores de un nuevo tempo? S, pero an con la vergenza a cuestas del que vive comerciando.
Paradjico? No tanto si no dejamos
de reparar que todo proceso social acarrea
karmas de ese tipo. Tanto as que sin l el
[Mxico: Fondo de Cultura Econmica,
1996], p. 48).
31
Ibid., p. 97.
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caba que la finalidad de la ley no es suprimir o restringir la libertad, sino lo contrario: protegerla y ampliarla.34 Dndose
que esa mencionada lex no es hechura de
hombre en particular ni de legislatura
alguna, sino producto de la sociedad en
su conjunto. Un discurso que abiertamente reclama ausencia de restricciones y de
violencias. Que pretende una libertad
para que el hombre disponga como le
plazca de su persona, de sus actos y pertenencias. En suma, la urgencia de una
legalidad que frene toda arbitrariedad y
ajena intromisin.
He aqu una proclama irreverente y
subversiva. Dnde se han vivido esas
libertades? Qu moral sustenta aquellas
egocntricas soflamas? Qu tipo de derechos se parirn bajo su sombra? Es
desde aqu que brotan los argumentos en
aras de un gobierno de leyes y no de
hombres? Frente a esa ley y a esos derechos, dnde queda la justicia?
estado.
As es como se fue configurando
aquello que tambin se conoci como
totalitarismo. La resultante por insistir en
un mundo rural y campesino (tribal le
dira Hayek) antes que en el urbano y
cosmopolita. En trminos de Sloterdijk,
la apuesta por la paleopoltica. Como
recuerda dicho pensador: Los autnticos
motivos extra-agrarios se abren paso en la
conciencia filosfico-poltica del mundo
sobre todo desde los talleres de artesanos
en concreto, de los herrerosy a partir
de los puertos de mar.37 Una vieja historia. Remota, para ms seas. Pero inconclusa, fallida como la historia de un constante aborto, el que se genera por intentar
negar la multiplicacin de las oportunidades en la divisin del trabajo. Esa negacin que acontece desde el momento
mismo del sometimiento de las libertades
(patrimoniales) a la justicia por obra y
gracia de los justicieros de ayer, hoy y
siempre en su vano anhelo por evitar el
caos. Claro, para ellos todo lo que ocurre
fuera de sus dominios es un caos.
34
37
Ibid., p. 77.
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exigencias (alimento, vestido, sexo y autopreservacin) porque ofenden a los
altos ideales. No es ello lo que diferencia al civilizado del brbaro?
El Jasn de Eurpides (siglo V a.C.) le
recordaba con orgullo patrio a la princesa
Medea: Vives en la Grecia y no en pas
brbaro y has conocido la justicia y sabes vivir segn las leyes, no segn la
fuerza. No en vano Hlade significa: la
ley, la merced divina, la fe en que el derecho vale ms que la fuerza.39 Si para
estos regios mandatarios cualquier expresin de autonoma de sus gobernados les acarrea una rebaja en sus prerrogativas, para stos ltimos ( sus subalternos) esa misma rebaja les brinda la
posibilidad de trascender a sus pequeos
entornos y acaso atreverse a cruzar los
prediseados espacios pblicos y positivizados derechos que el poder poltico les
ha impuesto. No en vano Benjamn Constant manifestaba que el comercio trae a
la propiedad una cualidad nueva, la circulacin.40
Obviamente, no estamos ante una
apuesta que se reduce framente al comercio, a la propiedad y a la circulacin.
De la conjuncin de cada uno de estos y
otros factores acontece un todo capaz de
dar vida a un slido ethos, donde el feeling iusprivatista juega un relevante papel. Capaz de activar una real prctica
ciudadana? Si se ve al mercado como un
orden de cosas propio de la marginalidad
y de lo a-social la respuesta habr de ser
un rotundo no. Pero si suprimen las
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su inmediatez rechaza las fuentes de
valor extremadamente definidas.42
Los pilares de un rgimen de mercado. Justo ah donde los que actan requieren ostentar la categora de sui iuris, el
ser iguales en derechos. Lo que el hombre
llega a ser por la misma necesidad por la
cual se transforma el producto natural en
una mercanca dotada de la enigmtica
propiedad de valor.43 Reglas primarias
de conducta que facilitan la interaccin
voluntaria, ah donde slo hay lmites a
partir de los rigores de lo mo y de lo tuyo.
Estamos ante un consenso, el que durar hasta fines del XIX. Una disposicin a la que un escolstico como Vitoria se resistir a denominarla como natural. A su entender, ser positiva.48 En
esto es fiel a Toms de Aquino, cuando
cataloga al derecho de gentes como parte
de una legalidad dada por convencin
humana.49 El sustrato de un orden que
tendr al individuo como su constitucional punto de referencia, su centro y motor.
42
43
Evgenii Paukanis, Teora general del derecho y marxismo (Barcelona: Labor Universitaria, 1976), p. 55.
44
47
45
George Berkeley, Tratado sobre los principios del conocimiento humano (Madrid:
Alianza, 1992), pp. 117-18.
49
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colectivo (o sus representante) sin aniquilar completamente al individuo? Si en el
comienzo del derecho estatal la costumbre (la mores) an no se distingua de lo
gregario y comunal, con posterioridad
estaremos ante una juridicidad desprovista de rgidos atavismos. Una legalidad
siempre adaptable y susceptible al matiz
de la situacin.50 El comn proceder que
los juristas solan llevar a cabo antes de la
codificacin. Rescataban a la divina y
astuta Equidad? La ninfa mitad ojos
vivos y hermosas mejillas, mitad monstruosa y terrible serpiente, enorme, jaspeada y sanguinaria? (Hesodo, Teogona,
295-300).51
Justamente las caractersticas de un
freirecht que le invite al juez a advertir
creativamente la distancia existente
ente la lex y lo social, lo estanco frente a
lo dinmico. El ars qui et boni que el
pretor desempeaba sin cdigos de por
medio y que algunoscomo Perelman
juzgan que tambin es posible de cumplir
a travs del magistrado contemporneo.
Una riesgosa manera de buscar el derecho viviente. Un drama que los romanos
50
no padecieron, el que tampoco est presente en el common law (desde hace mucho un derecho de comunidad extendida). Perelman no ve mayor peligro:
Permitir al juez decidir respecto de la
regla justa, significa suponer que existen
otras normas, aparte de las del sistema
jurdico dado, en las que el juez debe
inspirarse en sus resoluciones: significa
subordinar el derecho positivo a la conciencia individual del juez, a su filosofa
poltica, a sus convicciones religiosas, a
un Derecho natural cualquiera.52
Summum jus, summa injuria. Stalin
hizo que la judicatura sovitica se moviera bajo ese impulso. Dicha salida la tendra muy presente para superar las rigideces que se le presentaban. Tal es como
la ficcin judicial pas de ser una herramienta para cometer crmenes desde el
estado. No fue necesario encontrar una
vctima de verdad, slo fue suficiente la
mera ocurrencia de acusadores y magistrados (muchos de ellos sin mayor instruccin que la escolar, pero s duchos en
la partidaria). Se dieron delitos artificiales, un modo perverso de resolver las
distancias entre la dogmtica y la prctica jurdica. No en vano era un restaurador, un gran juez, el re-inventor de un
orden, un magno redistribuidor. Predilecto modus operandi de los devoradores de
regalos, los patrones y arquitectos del
bien comn.
Imposible ms arbitrariedad que la de
ellos. Si el gran Akbar era capaz de
legalizar la libertad de culto es porque
estaba en plena capacidad de optar por la
52
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va contraria.53 Posea una capacidad de
hacer y deshacer tan grande (o ms incluso) que el mismo Alejandro Magno, el
alumno de Aristteles. Como recordaba
Hume, ste intent exterminar a toda una
nacin porque haban secuestrado a su
caballo Bucfalo.54
En el plano puramente social, ello es
dable ah donde las fronteras de la justicia se extienden en proporcin a la extensin de las opiniones humanas y a la
fuerza de sus conexiones recprocas?55
Obviamente, estamos refirindonos a una
esfera distinta, donde lo jurdicopatrimonial entra en escena. Ah donde el
solus consensus obligat. Un orden forjado
a partir de una inmensa e inasible cadena
de relaciones humanas que se ampla y
nutre a partir de una mayor variedad de
actos voluntarios que, por motivos personales, esperan han de colaborar con los
suyos.56 Donde el precepto no hagas a
los dems lo que no quieres que te hagan
a ti, se erige tan insoslayable como constitucional.57
53
54
VIII
Si se tiene la sensacin de que me he
apartado de la justicia, no se equivoca
del todo. Lo que sucede es que nos hemos
topado con los derechos, los que la doman y domestican. Esas creaturas igualmente invisibles, que tampoco se pueden
tocar, pero s sentir; sentir ante el asfixio
de lo que no debe ser, de lo injusto.
Ya en su da (siglo VI a. C.), el oscuro
Herclito precis que de la justicia no
sabran ni el nombre si no hubieran estas
cosas. Negacin pura, lo que nicamente
sale a flote ante la necesidad de apartar
obstculos. Ah donde incluso irrumpe la
necesidad de una autoridad suprema, por
sobrehumana, por divina. La apelacin a
normas que se ubican por encima de todas las leyes, convenciones, usanzas y
costumbres. Y todo en aras de salvaguardar los personalsimos intereses.
En puridad, la invocacin de una legalidad ms all de la legalidad. Una justicia ms acorde con lo disidente antes que
con lo comn. Una re-dimensin de los
viejos axiomas con el fin de alzar lo singular sobre lo colectivo. El aserto de
Constant de que la soberana del pueblo
no es ilimitada parte de esa reubicacin.
El circunscribirla a los derechos de los
individuos marca un viraje, pues la voluntad de todo un pueblo no puede hacer
justo lo que es injusto.58
Tremenda novedad. Sobre ella los defensores del estado-constitucional precep1981, p. 135). Ya en la Repblica (Libro II,
358e) de Platn, Glaucn haba dicho que es
por naturaleza bueno el cometer injusticia,
malo el padecerla, y que lo malo del padecer
injusticias supera en mucho a lo bueno del
cometerlas.
58
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tuarn que dentro de ese orden no hay
soberanos, salvo el del poder constituyente. Es decir, s lo hay, pero mediatizado
por la alegora del abate Sieys. Esa alegora que insistir en la tradicin del ancien rgime. La insistencia en un republicanismo inspirado en la vieja usanza, que
slo da cabida a las libertades a partir de
una ciudadana preestablecida y en
sintona con la voluntad general.
Estamos ante el legado de Rousseau y
de Kant. Ms estridente en la obra del
primero que en el segundo, igualmente
ambas directas tributarias del sentir buclico-comunal del medioevo. En trminos
de Michael Walzer, ah donde hay que
advertir las reglas, creencias y valores del
demos o comunitas. No es que antes del
fin de la Edad Media el comunismo imperase, pero lo cierto es que las restricciones al uso de la propiedad provenan de
los propios usufructuarios de la misma,
pues manejaba criterios ms corporativos
y gregario-familiares que personales. Este
comportamiento fue minado de a poco
cuando la fuerza de la economa se desplaza del campo a la ciudad (siglos XII y
XIII). Desde entonces el flujo de bienes y
servicios conmin a aligerar la carga para
que el contractualismo patrimonialista se
explaye lo ms posible.
Ya no era dable seguir movindose
bajo criterios comunales si es que se anhelaba ir por la senda del lucrum, el fundamental sino de una era en estreno. Ese
indito panorama que se apoyaba en la
propiedad privada y en los derechos individuales, herramientas abiertamente emanadas de la negacin. Al respecto,
Adorno sealaba que la libertad va de la
mano de la inseguridad, por ello no es
una afirmacin. En ese sentido, no existe,
no est dada. Y sin embargo, siempre est
amenazada. De tal manera, estamos ante
un instrumento puntualmente operante
erga omnes (contra los dems). Exacta-
Ibid., p. 236.
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injusticia que la justicia no habr de
permitir.61 La ojeriza contra todo lo que
asoma sin el sello oficial. No por ningn accidente se ordena no por ordenar,
sino para conseguir, a travs de la ordenacin, determinados objetivos.62 Objetivos que en este caso no son los de la
legalidad estatal.
En 1606 el afamado juez Edward Coke negaba la posibilidad de que los particulares administren su propia justicia.
Quien ardorosa y valientemente supo
defender al common law (derecho comunal) frente a las arremetidas del derecho
real (derecho positivo), sentenci la
inoperatividad del arbitraje al establecer
que los fallos de los tribunales privados
podan ser revocados por los tribunales
ingleses. As, se subsuma el ius mercatorum dentro del derecho patrio. Ya que
Inglaterra (junto con los Pases Bajos) era
una nacin de mercaderes, el impacto de
la sentencia de Coke no alter el da a da
del trfico martimo. Sobre todo ahora
que los magistrados deban competir con
los tribunales de otros pases por los litigios en comercio internacional, por lo que
() tuvieron que reconocer los usos comerciales, si es que queran tomar parte
en su resolucin.63 Es decir, fue la competencia con otras jurisdicciones lo que
amortigu el celo comunal de Coke.
Claro, esos otros pases eran los del
continente. Al otro lado del Canal de la
Mancha el derecho (civil) todava no haba sido codificado, por lo que an marchaba en directa consonancia con aquella
61
62
Eduardo Garca Maynez, Filosofa del derecho (Mxico: Porra, 1974), p. 30.
63
Bruce L. Benson, Justicia sin estado (Madrid: Unin Editorial, 2000), p. 260.
Elena Cassin, Jean Bottro y Jean Vercoutter (comps.), Los imperios del antiguo
Oriente: I. Del paleoltico a la mitad del segundo milenio, en Historia Universal Siglo
XXI, vol. 2 (Mxico: Siglo Veintiuno, 2006),
p. 126.
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todos). Al descifrar la escritura cuneiforme los sumerlogos encontraron la frase
clave de su razn de ser: instaurar un
orden justo en el pas. Como se estila
hasta el presente, los dems legisladores
(como los clebres Hammurabi y Napolen) repetirn la invocacin. Y la repetirn hasta grabarla en las mentes del que
ms, generaciones de personas que a lo
largo de los siglos asumirn que la justicia y la ley emanan de las ingeniosas
testas y caligrficas plumas (cuas en el
caso del rey babilnico) de esos iluminados.
Tal es como se extrava la certeza de
que el derecho es producto eminentemente privado. Por ello, todo acuerdo que
trascienda a ellos (como el de una legalidad con miras a afectar las vidas de generaciones venideras) pierde sustancia.
Desde dicha parcialidad no se advertir
que tanto dentro como fuera de sus linderos se suscita una realidad dismil a la
suya. Un mundo no previsto, que procede
sin reparar en pautas y reglas oficiales.
Un mundo formado por gente fuera de la
ley, sin mayor amparo que su buena fortuna. Segn Hesodo (Trabajos y das,
40-45), un inmenso favor de los dioses. A
decir de Esquilo (en Las eummides),
Zeus honra al marginal y al proscrito si es
que el azar lo acompaa. Y el azar debi
de estar presente, porque siempre ofreci
ms oportunidades y beneficios que aquella otra legalidad.
IX
Pensando en la legalidad que se genera
en el trato cotidiano entre la inmensa y
variada gama de los mortales, Benson
juzga optimistamente que no ser el polvo de las ctedras lo que convencer a la
gente de las ventajas de un orden de derecho acorde a sus derechos.
As como suena. Aqu una ley producto de una convencin nacida de la concurrencia de opiniones (doxa), all la imposicin de un ucase emanado de un poder que se hace espteme (ciencia) a
partir de su imperium. Ya a inicios del
siglo XVI Guicciardini lamentaba la penosa situacin en la que la ciencia del
derecho se encontraba. Se quejaba de
que si en un pleito haba por un lado una
razn concluyente (en base al anlisis
de un hecho) y por el otro el decir de
una autoridad (sea la de un doctor
travs de un escrito, como la de una norma o decreto), se tomaba ms en cuenta
el parecer de esta ltima.65 Igual reproche
poda hacrsele a otras ciencias, no en
vano la fama del mata sanos en medicina se dio en ese mismo instante. Coincidentemente, son los aos cuando los estados van adquiriendo forma. Y para darse
vigor les fue menester suprimir toda manifestacin de autonoma distinta a la
suya. Por ejemplo, las Leyes de Toro de
1505 rechazaban la accin de fueros que
no sean los que en este nuestro libro se
contienen.
Estamos ante el secuestro de la realidad. Ante la monopolizacin del conocimiento. Acaso ello se dio porque se
juzg que ya todo estaba dado? En trminos redistributivos, tambin la riqueza
estaba dada? Por ese motivo se asumi
que lo justo era no tomar ms de lo necesario para que nadie se quede con las manos vacas? En palabras del poeta Simnides de Ceos (inserta en la Repblica de
Platn), la invocacin por dar a cada
cual lo suyo. Como si los rigores de los
credos de los antiguos todava imperasen
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sobre nosotros. Desde esa lnea, Rawls se
refiere a la pleonexia como el obtener
para uno mismo cierta ventaja apoderndose de lo que pertenece a otro.66 Un
robo? No precisamente. Lucro? Algo
ms que eso. Un intermedio entre ambos? Quizs. No es seguro? Puede ser.
Puede ser qu? A lo mejor no ser una
mera sensacin de injusticia?
No tan mera. Como todo pueblo de
la antigedad, los griegos eran muy susceptibles y exagerados. Motivos tendran.
Sospecho que la descripcin ms certera
sobre la mentalidad pre-moderna nos la
ha brindado Huizinga. l nos refera que
si hoy es incomprensible que una partida
de ajedrez provoque un incidente sangriento y mortal, en el medioevo ello era
por dems frecuente. Sensibilidades diferentes a las nuestras, donde la pasin y las
lgrimas desbordaban al ms pequeo de
los motivos. Cunto de ese pathos de
vidas exaltadas y fronterizas ha contribuido a dar forma a la sensacin de que
algo valioso se nos est quitando por el
slo hecho que alguien se desenvuelva
libremente ejerciendo un derecho?
Innegablemente, el criterio de igualdad material se basa en la milenaria idea
de propiedad de la tierra y de sus riquezas
en cantidades proporcionales a las urgencias de cada quien. Dios as lo ha querido. Bajo un teln de fondo teocrtico, la
definicin de justicia de Ulpiano, firma et
constans voluntas ius suum unicuique
tribuens (la firme y constante voluntad
de dar a cada uno lo suyo), adquiere un
matiz iusnaturalista adscrito al criterio de
necesidad.
En Justicia agraria (1797) Thomas
Paine invocar ese principio. Hablar de
la posesin de la tierra como una herencia
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Ya en el Protgoras (320d-322d) Platn
haba recogido una advertencia de Zeus a
Hermes: aqul que sea incapaz de participar en el respeto y en la justicia de la
ciudad, debe ser exterminado como epidemia. Una ganancia que rompa los
lmites permitidos? Es suficiente con estar motivado para alcanzar riquezas por
encima del resto de los mortales como
para ser tenido como un subversivo. De
la comunidad o del mundo?, podra preguntar un sorprendido cosmopolita (o un
autoexcluido de la polis, un dios o un
brbaro dira Aristteles). Cuestionamiento vlido, incluso trascendental.
Para un aristotlico la febrilidad por
acumular y acumular tesoros muy bien
puede resquebrajar y hasta hacer pedazos
a la polis. Pero para los que moran ms
all de esos linderos dicha locura fcilmente puede tener otro cariz. Medir lo
justo (y lo injusto) desde el pequeo reducto de la provincia no es igual que calibrar ese criterio y sentir desde un mbito
ms amplio. An si se mirase a la humanidad entera como una gran familia (el
ideal estoico), los alcances de dicha
aprehensin sern tan breves que la frustracin ir en directa proporcin con las
distancias entre lo agrario y lo industrial.
Urbe versus campo. Cmo medir lo
pertinente en un escenario tan vasto?
Cmo sopesar lo debido en un mbito
aparentemente impredecible y ruidoso?
Rawls se escudaba en un Aristteles que
slo poda ser aprovechable desde los
parmetros de un mundo de vacas, tierra
fangosa y potreros, pero sin agrotecnologa ni internet.68 Un panorama que
slo es capaz de darse fuera de la moralidad del bazar, como despectivamente
Walzer cataloga a lo que el mercado puede ofrecer. Un mercado que dicho autor
68
70
Ibid., p. 250.
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se juzga que dichas entidades nacen fuera
del mercado.
A propsito, qu se entiende por
mercado? Una plazoleta repleta de viandantes lanzando sus ofertas a voz en cuello? Un pulcro y lustro mall? No es de
extraar que el espritu del pulpero an
resienta, que la vulgaridad de quien
slo pretende ganar y ganar perturbe. Eso
es lo que el pluralismo-aislacionista liberal de Walzer no quiere.
No era Shylock el que expresaba que
el lucro es bendicin si no es con robo?
Pero los justicieros no entienden la ganancia sin la prdida, sin el robo. Por eso
es que les causa repulsin todo el que
trafica. Lo consideran un antisocial, un
vulnerador de lo justo. Un dilapidador de
la riqueza previamente dada, un agresor
de la polis. No se intuye la posibilidad de
que la riqueza pueda ser creada. Que
puede venir alguien a sacar de la manga
algo que nadie tena en mente, que ni
siquiera exista. Que lo inventa, que supera la inicial nocin de ausencia y/o
escasez de recursos. Si ello es as, a
quin se le vulnera en sus derechos?
Quin es el despojado? Cmo se puede
hablar de ganancia ilegtima?
Cuando a mediados de la dcada de
1980 el magistrado Warren Burger dictamin que el acto de sodoma homosexual no estaba protegido como derecho
fundamental, entenda que darle viabilidad equivala a desechar milenios de
enseanza moral.72 Para fundamentar su
sentencia utiliz al poeta Milton. Qu
hubiera pasado si el hoy inubicable texto
De la justicia del risible Crisipo (se cuenta que muri de risa al emborrachar a un
72
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pues tambin a su entender la comunidad
manda. Exactamente como aquella Volksstaat (comunidad popular) de la que no
podan formar parte los seres que moraban ms all de las fronteras. El primitivo antecedente de la ley alemana del 28
de junio de 1935 que estableca que era
punible todo acto que colisionaba con el
sano sentimiento del pueblo? (Del pueblo
ario, se entiende.)
Dramtico hermanamiento. Si ello
alumbr el Volksgeist (espritu del pueblo) que nutri a la escuela histrica (patritica sabidura, a travs del arte, el derecho, la lengua y hasta en la economa),
la de la exgesis (escuela exclusivamente
jurdica) promovi anlogo esoterismo
para descubrir el derecho. En ambos
casos la ley tena que ser directa e indubitable expresin de la rousseauniana voluntad general, pero sobre todo manifiesta
expresin del poder poltico. Obviamente,
en ninguno de los dos campos el derecho
natural era ya un teln de fondo del derecho positivo. ste slo asomar ante la
deficiencia de la norma. Ahora podemos
comprender perfectamente por qu para
Aristteles la justicia es un bien y una
virtud que toca ms a los dems que al
individuo mismo?73
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ideales insisten en mantenerlos. Ya en su
hora el medioevo supo de lo imposible
que era contener este humansimo torrente. As es, todo ese perodo no fue ms
que una frrea pero intil resistencia a
aceptar el influjo y reflujo de lo privado.
Tal es como se recupera una nocin de
derecho (la romana) desde donde se entiende al hombre como ser nico y singular, como individuum.
Como se ve, el ser que aflora desde
aqu se mueve desde una innegable vocacin por lo tangible, lo que en principio lo
aparta de toda quimera. La que se repliega, pero no muere. He aqu la razn de
ser de esa doble careta del modernus?
Como se lamenta el mismsimo Zeus en
la Odisea:
Oh, dioses! De qu modo culpan los
mortales a los nmenes! Dicen que las
cosas malas les vienen de nosotros, y son
ellos quienes las atraen con sus locuras,
infortunios no decretados por el destino.
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