La Nueva Administracion Publica
La Nueva Administracion Publica
La Nueva Administracion Publica
138 Macroeconoma
Robert J. Barro
139 Sociologa
Anthony Giddens
Alianza
Editorial
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Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegido por la Ley, que establece penas de
prisin y/o multas, adems de las correspondientes indemnizaciones por daos y perjuicios, para quienes
reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren pblicamente, en todo o en parte, una obra literaria,
artstica o cientfica, o su transformacin, interpretacin o ejecucin artstica fijada en cualquier tipo de
soporte o comunicada a travs de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacin.
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Agradecimientos
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ndice
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ndice de autores
337
ndice de materias
345
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Prefacio
tribuciones, todas originales para este libro, tematizan aspectos administrativos inditos en la literatura espaola de Administracin Pblica o enfocan de forma novedosa
alguna dimensin ya tratada de los objetos tradicionales. La presencia de la perspectiva estratgica para el estudio del personal, la planificacin o la prestacin de servicios en el mbito municipal es un ejemplo de nuevo enfoque y el tratamiento de la
re administracin, el marketing y el planeamiento estratgico como funciones pblicas
una ilustracin de la introduccin de nuevos temas en el estudio de la administracin
pblica.
De hecho, lo que se pretende es abordar el cambio de naturaleza poltica y de funcin social y econmica de la administracin pblica en el fin de siglo. Para ello se introduce el libro con una breve sinopsis del pensamiento administrativo y de los enfoques cientficos actuales. sta es la funcin que cumple el captulo de Rafael Ban
Los enfoques para el estudio de la administracin pblica. A continuacin se trata
de las relaciones entre la sociedad, el sistema poltico y las administraciones pblicas
a travs del criterio de la obtencin, prdida o interaccin de la legitimidad de cada
uno de estos elementos. La legitimidad de la administracin pblica, de Rafael Ban y Ernesto Carrillo, distingue entre dos tipos de legitimidad: la legitimidad institucional y la legitimidad por rendimientos. La necesidad de reforzar los apoyos mutuos
entre sistema poltico y sistema administrativo tienen su tratamiento ms concreto en
Modernizacin administrativa y gobierno postburocrtico de Manuel Villoria. Se
proporciona en este captulo noticia cabal de las distintas corrientes de pensamiento
que fundamentan la filosofa de los movimientos contemporneos de reforma y modernizacin administrativa.
Otro bloque temtico lo constituyen los cuatro captulos siguientes. Cambia el
modo de contemplar la administracin pblica. No se busca la visin general de la
disciplina o la construccin de conceptos. Se trata de aplicar conocimientos y conceptos de otras reas de conocimiento a la administracin pblica en su relacin con la
sociedad, mercado, entorno o contexto en sentido lato. La primera contribucin a
la perspectiva relacional con el contexto de las administraciones es la de Isabel Bazaga en El planteamiento estratgico en el mbito pblico. Aqu se conectan los datos de la globalizacin y la escasez de recursos con los conceptos de estrategia y las
tcnicas de la planificacin estratgica. En definitiva, se adopta un tratamiento epistemolgico para las administraciones pblicas igual al de las empresas mercantiles e
industriales que buscan la obtencin de ventaja competitiva en el mercado. Ahora
bien, la autora adapta los conceptos estratgicos y la tcnica de la planificacin al mbito pblico.
Robert Agranoff, con Las relaciones y la gestin intergubernamentales, concreta este mundo de relaciones administrativas en el estudio y conceptualizacin de las
relaciones que se producen entre las administraciones de distintos niveles de gobierno. Este enfoque de relaciones intergubernamentales se emplea por los administrativistas de forma creciente, de tal modo que constituye casi un subcarnpo especfico de
estudio que se superpone a los de gestin y de polticas pblicas. Precisamente la
combinacin del pensamiento estratgico y del enfoque de relaciones intergubernamentales sirve para contemplar la produccin de los servicios en un contexto local.
Curiosamente James Ferris, en Iniciativas locales para la prestacin de servicios
pblicos, muestra, sin ser se el inters principal de su escrito, Cmo la unidad de
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Agradecimientos
RAFAEL BAN MARTNEZ: Catedrtico de Ciencia Poltica y de la Administracin de la Universidad Complutense de Madrid. Director del Departamento de Gobierno y Administracin Pblica del Instituto Universitario Ortega y Gasset. Director del Master en Gestin Pblica del Centro Superior de Estudios de Gestin,
Anlisis y Evolucin de la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido profesor
visitante de las universidades de Syracuse e Indiana. Autor, entre otros trabajos, de
La institucin militar en el Estado contemporneo, publicado por Alianza Universidad n.o 433.
ERNESTO CARRILLO: Profesor Titular de Ciencia Poltica y de la Administracin
de la Universidad Complutense de Madrid. Director de la Divisin de Gestin y Administracin Pblica del Centro de Estudios Superiores Sociales y Jurdicos Ramn
Carande. Investigador del Instituto Universitario Ortega y Gasset. Ha sido profesor
visitante de El Colegio de Mxico. Autor entre otros trabajos de Gestin de recursos
humanos, presupuestacin y hacienda local en Espaa, publicado por el Instituto de
Estudios Fiscales.
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La administracin ... es un componente esencial de cualquier teora social que pretenda ser ms que un elemento decorativo ... No veo cmo se
puede realizar en nuestro tiempo un avance de explicacin razonable de
la vida poltica sin acudir modestamente a la observacin de primera
mano del gobierno en accin, de las funciones que las personas desempean colectivamente a travs de su uso, de cmo estn mejor organizadas
en la comunidad. Una teora de la administracin pblica significa en
nuestro tiempo tambin una teora de la poltica. John Gaus, Trends in
the Teory of Public Administration, Public Administration Review, vol.
10-3,1950, pp. 161-168.
Esta transcripcin nos recuerda que hace casi medio siglo uno de los tericos de la
Administracin Pblica, John Gaus, expresaba de forma clara la relacin que existe
entre la teora de la administracin pblica y la teora poltica. Recientemente una de
las mentes ms lucidas de la disciplina de Administracin Pblica ha realizado un
anlisis comparativo de la Administracin Pblica y de la Ciencia Poltica, titulando
su escrito con la ltima frase de Gaus (Waldo, 1990).
En mi opinin, el contenido del discurso acerca de la Ciencia Poltica y de la Administracin, como campo de estudio, tiene que incluir necesariamente la constatacin de esta dependencia entre decisin y ejecucin. La bsqueda de las relaciones
entre el poder y su ejercicio es en parte el establecimiento de las zonas secantes y tangentes entre la poltica y la administracin. En este sentido, el estudio y la teora de la
administracin son tambin una teora de la poltica. Es decir, la teora de la administracin incorpora conceptos y elementos de teora poltica en su proceso de construccin conceptual y, en todo caso, una teora de la administracin es una teora poltica.
Pero la teora poltica asimismo para ser eficaz en su aplicacin tiene que incorporar
conceptos y elementos de la teora de la administracin. Ahora bien, slo parte de
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Rafael Ban
l.
En sus orgenes, los estudios de Administracin Pblica, del mismo modo que los
de Ciencia Poltica, centraban su principal esfuerzo en cmo establecer la constitucin, es decir, en cmo administrar las organizaciones pblicas eficaz y honestamente
y, presumiblemente, sirviendo al inters pblico. Esta contemplacin era, por tanto,
primordialmente institucional, normativa y esttica. En definitiva, sta es una visin
de la responsabilidad moral y poltica, concebida en trminos jerrquicos, en trminos de la responsabilidad de las organizaciones pblicas con respecto a la autoridad
poltica electa. Otra corriente, dentro de los estudios de Administracin Pblica, se
preocupaba de trasladar los valores empresariales, o al menos los de gestin de los
negocios al interior de las organizaciones pblicas (Denhardt, 1990). Estas dos posiciones de las doctrinas de Administracin Pblica fueron formuladas cuando el objetivo principal de los que diseaban las estructuras de administracin y de gobierno
era construir una burocracia profesional, mientras que ms tarde la cuestin fue
cmo controlar esa burocracia (Kaufman, 1956). Consiguientemente, la validez temporal de estos postulados se asocia al siglo XIX y a la primera parte del siglo xx de
acuerdo a lo que cada sistema poltico-administrativo tarde en construir una administracin pblica profesional.
Pero lo que me interesa resaltar con esta pequea introduccin a los nfasis temticos de la Administracin Pblica, como campo de estudio o disciplina dentro de otra,
en el pasado y en el presente, es la influencia que tienen las dos tradiciones disciplinares que originaron su creacin. La visin institucional, normativa y estructural, est
claramente vinculada a la Ciencia Poltica, la madre de la Administracin Pblica
(Henry, 1990; Roiz, 1980,26-30). El padre putativo de la Administracin Pblica son
las ciencias de gestin empresarial, entre ellas el management, que aportan una vocacin de pragmatismo teraputico, nuevas metodologas y, sobre todo, refuerzan la
identidad disciplinar pues permiten el empleo y la importacin de tcnicas de gestin
al mbito pblico. En la tradicin europea continental hay un segundo padre putativo
de la Administracin Pblica o Ciencia de la Administracin que es el derecho pblico, especialmente el Derecho Administrativo. Esta ltima fuente de influencia es beneficiosa para la formalizacin del conocimiento acerca de la administracin pblica,
pero es en extremo castradora en un doble sentido:'1imita metodolgicamente lo que
se conoce y dificulta el crecimiento independiente de la Administracin Pblica, a
modo de esos padres posesivos a los que repugna la madurez de sus descendientes.
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Las aportaciones de cada una de las visiones a la Administracin Pblica han sido
desiguales en perdurabilidad y en importancia cognitiva. La Ciencia Poltica desgaja
de su cuerpo de conocimiento y formacin disciplinar los estudios de las administraciones pblicas cuando realiza una tajante distincin entre la poltica y la administracin (Wilson, 1887). Impera as la lgica de la construccin doctrinal del Estado liberal que se fundamenta en una consideracin poltica de la administracin, pero
siempre como subordinada a la Ley, al Estado, en definitiva a la poltica. Por supuesto, la poltica queda como objeto de estudio de la Ciencia Poltica y la administracin
pblica no se sabe bajo la tutela de quien reposa 1. A lo sumo se puede decir que la
Administracin Pblica queda como un objeto secundario, que no se estudia sistemticamente hasta ahora en la Ciencia Poltica, a pesar de las buenas razones que se
pueden argir para entender que forma parte de su campo de estudio (Baena, 1985).
La administracin en un sentido funcional se estudia sistemtica y pormenorizadamente por las ciencias empresariales y esa parte del conocimiento de las organizaciones y la gestin se aplica directamente o con ajustes pequeos a la administracin
pblica para complementar las definiciones legales y sociolgicas, entre ellas la weberiana. La pretensin de universalidad de las ciencias empresariales, especialmente del
subcampo de la Teora de la Organizacin, excluye la creacin de un cuerpo privativo
de conocimiento para las organizaciones pblicas, ni siquiera como rea subordinada.
Por ello, la Administracin Pblica tiene un lugar marginal y pequeo en las escuelas
de ciencias empresariales. La otra cara de la moneda es que este desinters por el sector pblico como objeto especfico de conocimiento permite a la Administracin Pblica beneficiarse de los descubrimientos y avances cientficos de las ciencias empresariales sin tener que pagar un tributo de tutela o de abusiva definicin de su campo
de estudio por la comunidad cientfica, ni por las instituciones acadmicas de ciencias
empresariales.
El derecho pblico, en concreto el Derecho Administrativo, trata de modo frontal
la administracin pblica como objeto de estudio, pero en este caso la peculiaridad
del enfoque es la que convierte en insuficiente para el conocimiento de la administracin la aproximacin- del derecho pblico. El enfoque es prescriptivo, resalta la norma y el deber ser de la administracin. La literatura, sin embargo, recoge una serie de
estudios interesantes de metaderecho que podran considerarse precursores de la
Ciencia de la Administracin en los pases de la cuenca mediterrnea (Cataldi, 1960;
Debbasch, 1972; Garca de Enterra, 1972; Gournay, 1970; Nieto, 1967). Es curioso
observar la evolucin de la produccin del Derecho Administrativo con el desarrollo
del Estado de Bienestar. En los pases que no tenan un sistema democrtico y en
aquellos en que el Estado de Bienestar estaba asentado, siempre dentro de los pases
que siguen el modelo continental europeo del derecho, la tendencia de los cultivado-
1 Subyace en esta torna de postura la distincin entre poltica y administracin que trataremos ms adelante con mayor extensin; baste ahora sealar la congruencia de todos los desarrollos cientficos de
ciencias sociales que acuden a la construccin abstracta y prescriptiva de la ideologa liberal. El Derecho,
la Public Administration, o la Ciencia Poltica ignoran conjuntamente la realidad fenomenolgica de las
administraciones pblicas de los estados contemporneos para situarse en un plano seudorreal que coincide con las prescripciones doctrinales del liberalismo poltico, cuando dan por cierta la separacin tajante
entre poltica y administracin.
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Rafael Ban
res del Derecho Administrativo era a traspasar las fronteras del mtodo jurdico para
realizar incursiones diletantes en el anlisis poltico y de gestin, lo que se ha denominado con mucho acierto como il Diritto senra diritto.
La impronta formal del Derecho se puede notar en los autores de Derecho Administrativo que contemplan la nueva Ciencia de la Administracin (Cassese, 1974;
Garca de Enterra, 1972; Garrido Falla, 1961; Meiln Gil, 1972) yen la primera produccin de los autores que, provenientes en su gran mayora de la escuela jurdica, ya
se identifican como pertenecientes a la nueva disciplina (Langrod, 1973; Baena, 1980;
Debbasch, 1972; Gournay y otros, 1967). Los sumarios de los textos de este grupo de
autores desvela la concepcin formal que tienen de la administracin. En efecto, el esquema lineal de la estructura, la funcin y los agentes se reproduce con ligeras variaciones en casi todos ellos. Incluso el libro colectivo que dirige Langrod, con contribuciones de socilogos y politlogos, no va mucho ms all. Podra decirse que se ofrece
a modo de una orografa de la administracin, con detalladas descripciones de los accidentes que se hallan a derecha e izquierda -lanse los departamentos ministeriales,
las divisiones territoriales, las clases de funcionarios-, pero no una explicacin del
porqu de las diferentes alturas y su significado. Los aspectos que se resaltan con mayor insistencia son el de la potestas y el procedimental. Estos dos elementos contribuyen a subrayar con especial fuerza la sumisin de la administracin a la poltica 2. Los
principales libros se organizan como manuales de enseanza reglada y comienzan con
la delimitacin del objeto, la explicitacin del mtodo y la relacin de las fuentes de la
disciplina de Ciencia de la Administracin o Ciencias Administrativas, segn el caso,
en un esfuerzo muy en consonancia con la tradicin de las ciencias normales.
La mezcla de las influencias del derecho, las ciencias polticas y las ciencias empresariales en el nacimiento y consolidacin de la Administracin Pblica, las ciencias administrativas o la Ciencia de la Administracin en Espaa ha sido el factor que
explica la lentitud de la independencia cientfica y de la institucionalizacin de los estudios sobre Administracin Pblica. El derecho en la Europa continental y la Ciencia Poltica en Gran Bretaa y Estados Unidos de Amrica cuidaron del desarrollo
de los estudios administrativos como parte de sus disciplinas, dejando un nulo espacio
para el crecimiento autnomo de los estudios de Administracin Pblica.
En ambos casos, la epistemologa que adoptan es normativa y especfica, es decir,
no pretende el conocimiento de la administracin pblica, sino slo de los aspectos
que son congruentes con las categoras de su enfoque cientfico. As, la Ciencia Poltica no est interesada en la ordenacin y movilizacin de los recursos administrativos
a no ser por su significacin poltica. La gestin de los recursos humanos o la determinacin de las redes de informacin y comunicacin quedan fuera de ese inters. Para
el Derecho todo aquello ajeno a la propia definicin jurdica de la realidad le es ex2 Es de notar que pese a estar estos textos plagados de traducciones de trminos de las ciencias empresariales, del management, y de citas de la literatura de la Public Administration estadounidense no se refleje esta influencia en la concepcin del objeto de estudio. El tratamiento de la organizacin administrativa
es tan formal y escaso que no incluye generalmente ni siquiera la contemplacin de uno de los proceso bsicos de cualquier organizacin: la adopcin de decisiones, salvo en el caso de Debbasch (1972). Pero aun
ms penosos son los contenidos de carcter descriptivo y prescriptivo sin una clara legitimacin en los hechos probados ni en un corpus conceptual distinto del ordenamiento jurdico o de la mera estadstica simple de la suma de los efectivos humanos disponibles en un momento histrico.
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trao, los conceptos que emplea son normativos y no mtricos o topolgicos. De tal
suerte, queda fuera de la contemplacin jurdica el enfoque puramente descriptivo
que da razn de lo que ocurre en el espacio y en el tiempo. Ni siquiera el positivismo
jurdico crea espacio para el conocimiento de la administracin pblica con sus aspectos sociales, polticos y econmicos. En ltima instancia, el enfoque predominante es
el de los que pretenden aprehender toda la realidad administrativa desde el enfoque
especfico, ya sea jurdico, ya sea politolgico.
La infancia de la Administracin Pblica o de la Ciencia de la Administracin ha
estado ocupada en liberarse del yugo de las dos disciplinas que ms intensamente estaban contribuyendo a mostrar la necesidad de su existencia. El proceso de afianzamiento lo ha realizado de la mano de la Ciencia Poltica aunque siempre entre la separacin y la convivencia cordial pero distante. Sin duda, los motivos de esta difcil
relacin hay que buscarlos en la distancia del inters epistemolgico y en cuestiones
relacionadas con la ndole cientfica de la actividad de los estudios administrativos en
sus orgenes. Pero la hostilidad del Derecho y de las Ciencias Polticas' hacia la Administracin Pblica tambin puede tener races en la misma necesidad de su propia
autoafirmacin disciplinar. Ahora bien, hay otros motivos evidentes de tensin que
dificultan la convivencia pacifica y que tienen que ver directamente con el mundo de
los valores y de la cultura.
11.
Uno de los acuerdos ms generales de los estudiosos, los profesionales y los acadmicos de la Ciencia Poltica es paradjico y tremendamente vital y versa sobre la
difcil y frgil identidad de la disciplina (Newton y Valls, 1991; Vallespn, 1994; Pastor, 1993). La influencia del positivismo decimonnico, la desventajosa comparacin
con las ciencias de la naturaleza, y la vertiginosa evolucin de su objeto de estudio y
de los medios de conocimiento han creado a la Ciencia Poltica. como a todas las
ciencias sociales, una duda permanente acerca de lo adecuado del enfoque de estudio, una permanente bsqueda de un mtodo privativo y una constante redefinicin
del alcance de los estudios. La aspiracin a definir un mtodo propio de estudio y establecer una cohesin profesional y acadmica sin fisuras ha encontrado su obstculo
mayor en la misma vitalidad del campo de estudio que ha ido incorporando aspectos
y enfoques de otras disciplinas y madurando a travs de su historia.
El intento de delimitacin de un objeto de estudio especfico con respecto a otras
disciplinas como el Derecho, la Historia, la Filosofa, la Economa o la Sociologa no
ha tenido el xito deseado, al quebrar el establecimiento de su singularidad inequvoca por la falta de depuracin y formalizacin metodolgica. Esta situacin es la que
priva a la Ciencia poltica de su condicin de ciencia normal de acuerdo al lxico de
Kuhn (Colomer, 1988; Kuhn, 1975). Su lugar entre las otras ciencias sociales es de re3 En diversos lugares del texto empleo la denominacin Ciencias Polticas para sealar el momento histrico de un acontecimiento. Aqu, en concreto, el uso de la denominacin, en lugar de la correcta actualmente Ciencia Poltica, quiere ilustrar los tiempos de feble identidad disciplinar y de dbil institucionalizacin de la disciplina.
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Rafael Ban
ciente establecimiento, inestable, de hecho tiene aun problemas de configuracin metodolgica y de configuracin como disciplina autnoma (Cotarelo, 1994).
Con esta situacin de falta de identidad de la Ciencia Poltica, no es sorprendente
que la Ciencia de la Administracin, vinculada a ella cientfica e institucionalmente,
adolezca de la misma debilidad. Recientemente, Guy Peters recordaba un clsico escrito de uno de los ms preclaros maestros vivos, Dwight Waldo, donde ste comparaba a la Administracin Pblica con la vida de los adolescentes (Peters, 1994, 295).
La Administracin Pblica como disciplina, vena a decir, ha sufrido tantas crisis de
identidad que la vida de un adolescente medio parece idlica por comparacin (Waldo, 1968). A continuacin habra que relacionar las causas de esta inestabilidad.
La puesta en cuestin a finales de la dcada de los aos cuarenta de uno de los
dos pilares conceptuales sobre los que se construyeron la Public Administration y,
parcialmente, las Ciencias Administrativas, los principios de administracin, acabaron
con una poca de dominio y seguridad en la disciplina. La crtica a los llamados principios fue demoledora por parte de los nuevos acadmicos de la disciplina; parafraseando a Waldo, su existencia fue dubitable; pero si de verdad existieron, lo dudoso
es que sirvieran para algo (Dahl, 1947; Waldo, 1948; Simon, 1947a), El esplendor de
la profesin y de la disciplina en la dcada de los aos treinta, con la primaca del movimiento de anlisis y teora organizativa (Golembiewski, 1977, 1990; Taylor, 1911;
Gulick y Urwick, 1937), se conoce en el plano intelectual como el periodo de la ortodoxia y en el poltico como el de mayor influencia hasta la dcada de los aos setenta.
En Estados Unidos, esta poca de entreguerras coincide con la transformacin de
la sociedad de eminentemente agraria a urbana y con el desarrollo de la presencia del
Estado en la vida social. La administracin pblica como actividad creci en los aos
veinte y la respuesta del gobierno federal a la gran depresin de los aos treinta consolid el papel de la accin administrativa en la vida estadounidense. Alrededor de
esta realidad se construy la ideologa ortodoxa (Ostrom, 1974; McCurdy, 1972)
de la Administracin Pblica con tres pilares para sostener su estructura. La premisa de partida era que la accin gubernamental se poda dividir netamente en procesos
de adopcin de decisiones y de ejecucin, correspondientes a los gobiernos y las administraciones, respectivamente, consagrando as la artificiosa distincin de los pen- .
sadores clsicos (Weber, 1964; Wilson, 1887). Otro concepto de partida era el de la
equivalencia de la verdadera democracia y la verdadera eficiencia o que, al menos,
son compatibles (Waldo, 1948,206). Por ltimo, el principal apoyo para la expansin
disciplinar se encontr en el convencimiento de que la administracin era una ciencia
que poda identificar unos principios universales de funcionamiento.
En resumen, la dicotoma poltica-administracin, la fuerza del movimiento de
gestin cientfica (Taylor, 1911) 4, y el movimiento de reforma progresiva de la admi-
-Taylor crea claramente que estaba empleando el trmino experimentacin cientficamente y que es4
taba recopilando informacin sistemticamente para desarrollar leyes generales (Brossard y Maurice,
1974). La importancia del taylorismo y del movimiento de la organizacin cientfica del trabajo radica precisamente en esto: su creencia en la posibilidad de experimentacin para el descubrimiento de leyes generales de comportamiento administrativo. La experimentacin como fuente de conocimiento riguroso. poco
importa que los experimentos de Taylor no merecieran esa valoracin, ha tenido una gran influencia en el
campo de estudio y, en la actualidad, vuelve a cobrar importancia. El estudio ...istemtico de las organizaciones debe a Taylor su contribucin de aplicacin explcita de la metodologa cientfica por vez primera.
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Rafael Ban
27-28; Mosher, 1975). Estos cambios sobre el papel de la administracin en la sociedad, respecto a los otros poderes del Estado y a la estructura de gobierno despertaron una viva polmica acerca de la relacin entre los valores y los mecanismos de
funcionamiento del sistema democrtico, por una parte, y la Administracin Pblica,
por otra. La discusin fue tan significativa que an continua abierta y, aunque al efecto que persigo aqu quiero establecer que corresponde a una etapa de afirmacin de
la Administracin Pblica como disciplina, tambin es conveniente contemplar otras
dimensiones del fenmeno: el gran salto adelante en la afirmacin de una administracin profesional moderna y la conciencia de la complejidad de insercin del poder
administrativo en un esquema doctrinal y poltico pensado para tiempos distintos y
Estados ms dbiles.
Desde el punto de vista del juego de equilibrios de los grupos de inters en una
sociedad pluralista, la diserecionalidad administrativa cobra la mxima relevancia. La
accin pblica se ejerce, entre otros cauces, a travs de los parlamentos y con la legislacin. Ahora bien, las leyes son acuerdos, pactos o transacciones de los grupos de inters y por tanto son, con frecuencia, generales y vagas en exceso. La definicin posterior de las leyes se realiza a travs de los reglamentos y de su implantacin material
en la gestin cotidiana. De ah que sea la administracin, en este caso sus burcratas,
los que tengan la responsabilidad de reconciliar las diferencias de los grupos de inters y hacer efectivos y viables los compromisos alcanzados en la fase legislativa parlamentaria (Herring, 1936; Ban, 1978,319).
El ajuste de la administracin al sistema democrtico tambin reside en el control
de su actuacin para asegurar su sumisin al Derecho. Pero los controles pueden ser
externos y, primordialmente, ex post jacto, o internos y garantizar un funcionamiento
correcto 7. Algunos autores mantienen que la responsabilidad administrativa reside/
en la profesionalizacin y en los cdigos de ontolgicos de los burcratas. Los controles internos son necesarios por la ndole de la experiencia y de las destrezas y habilidades de los empleados pblicos; esto mismo es lo que hace improbable la eficacia de
un control poltico externo y del mismo control legislativo (Friedrich, 1940). Por contraste, otros radican la responsabilidad administrativa en un sistema externo de controles y contrapesos. El nico camino de equilibrar el poder administrativo es, para esta
postura, el control legislativo o popular de la accin administrativa, se ejerza este
control en los procesos electorales o a travs de la vida parlamentaria de la legislatura. De otra forma se dejara la va libre para el crecimiento de la discrecionalidad burocrtica o llanamente de la corrupcin (Finer, 1941). La identidad de la Ciencia de la
Administracin se desenvuelve tambin alrededor de esta polmica, que en diferentes pocas tiene distintas manifestaciones, expresadas a lo largo de un continuo con
diferentes puntos de intercambio.
7 Esta postura tiene muchos seguidores. Carl Friedrich la enunci con claridad en su obra sobre Public
Policy, pero posteriormente hay otras variaciones de la misma impronta de autocontrol organizativo y personal de los servidores pblicos. Quiero citar en especial a Samuel P. Hungtington con su teora del control civil objetivo de los soldados profesionales, que subrayara su profesionalizacin y les impedira intervenir en la vida poltica. Vase para todos su libro The Soldiers and the State: The Theory and Politics of
Civil-Military Relations, en especial los captulos 3 y 4 sobre "La mentalidad militar: el realismo conservador de la tica de los militares profesionales y "Poder, profesionalizacin e ideologa: las relaciones civiles-militares en teora.
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blica, cada una tratando de definirla ignorando parcialmente a las otras (Waldo,
1968b).
La etapa de la postguerra mundial se conoce con diversos nombres -la sociedad
postindustrial, el estado profesional, la sociedad organizada (Bell, 1973; Mosher,
1968; Touraine, 1973)-, pero lo que es comn a todas las denominaciones es el crecimiento en complejidad de las relaciones sociales y la tecnologa y la presencia mayor
de la administracin pblica en la vida de los ciudadanos. La paz idlica del Estado liberal clsico ha desaparecido para dar paso al Estado de Bienestar y la poltica de
bloques. Por ello, el modelo hamiltoniano clsico de Estado, el paradigma WilsonWeber, se tambalea. Las lneas de investigacin son un desarrollo de los de la preguerra, como en el caso de los recursos humanos las obras de Likert, McGregor,
Argyris y Bennis; una novedad la constituye la obra de Herbert Simon (Simon, 1946,
1947) que pona en cuestin los principios de administracin y creaba el enfoque de
adopcin de decisiones; y un desafo conceptual se expresa en la proposicin de Lindblom sobre el arte de lo posible frente a la optimizacin; estas obras no confirieron
identidad a la Ciencia de la Administracin, pero s enriquecieron considerablemente
su acervo conceptual 8.
Como quiera que los procesos de adopcin de decisiones en la administracin pblica son poco transparentes adems de informales y los valores de los administradores y las alternativas son difciles de identificar y analizar, no se pudo aplicar a los
procesos y funciones administrativas los mismos mtodos cuantitativos que tenan
tanto xito en la medicin del voto, la opinin pblica y el comportamiento legislativo (Altshuler, 1977). Es verdad que reas enteras de estudio s eran susceptibles de
tratamiento cuantitativo, por ejemplo la presupuestacin o el establecimiento de la
carga de trabajo de un puesto concreto. Pero, en general, no slo es que la cuantificacin es dificultosa en la administracin pblica, sino que, adems, repugna conceptualmente a gran parte de su actividad, que no se ajusta al tipo de decisin racional.
Esta circunstancia salv a la Ciencia de la Administracin de los excesos del cuantitativismo, pero tuvo como consecuencia su transformacin en un subcampo perifrico de la Ciencia Poltica. En el seno de la comunidad acadmica de Ciencia Poltica,
algunos cuestionaron la insercin de los estudios administrativos -la madre abandonaba al hijo maltratndolo por no poder obedecer su metodologa- y otros propugnaron la definitiva independencia de la Ciencia de la Administracin 9.
El replanteamiento general de la disciplina por lo que respecta a su conexin con
la poltica y la sociedad ocurre en la dcada de los aos sesenta y principios de la de
8 Este periodo lo llama Fesler (Mosher, 1974,97-141) de las ciencias sociales. En verdad la psicologa
social, la teora de la organizacin, los estudios de administracin y poltica comparada, adicionalmente a
los mencionados en el texto, irrumpen con una tremenda fuerza en la disciplina. El conductismo de la
Ciencia Poltica tuvo un gran eco en los estudios de administracin, pese a la lejana que se produce entre
los colectivos de politlogos y administrativistas. La Ciencia Poltica en ese momento estaba sufriendo un
profundo cambio, sobre todo por la importancia que confera a los mtodos de medicin de los fenmenos
polticos.
9 La superposicin de las dos corrientes, la de asentamiento disciplinar y la del rechazo de la Ciencia
Poltica, puede verse excelentemente ilustrada en lo que se ha denominado los paradigmas de la Administracin Pblica como Ciencia Poltica (1959-1970) yla Administracin Pblica como Ciencia de la Administracin (1956-1970) (Henry, 1975: 381-382). Para esta parte de la construccin de identidad estoy en
deuda con el texto citado y con los escritos de Mosher, Gordon, Stillman y Waldo.
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vos, como puede ser el de la productividad, los estudios de calidad de los servicios,
cuando tratan de la introduccin de tcnicas de gestin organizativa en el sector pblico establecen la peculiaridad de lo pblico, por su dimensin poltica, y la peculiaridad de los efectos de la innovacin para los ciudadanos-clientes (Halachmi y Bouckaert, 1995).
Consecuentemente, la identidad de la Ciencia de la Administracin, an como
una parte integrante de la Ciencia Poltica, difiere radicalmente de otros subcampos
de la Ciencia Poltica por su enfoque, metodologa y preocupaciones. La mixtura de
preocupaciones por la eficacia y la eficiencia organizativas y por el servicio pblico
aleja a los estudios de Administracin Pblica de los caminos de la burocracia pblica para concederle un peculiar y difuso lugar en los estudios sociales y en las instituciones acadmicas. De ah que exista un difcil equilibrio de los estudios de Administracin Pblica entre la propia identidad y el incmodo alojamiento con otras
disciplinas.
En este fin de siglo queda clara la vocacin aplicada y profesional de la Ciencia de
la Administracin, lo cual le diferencia de la Ciencia Poltica, que tiene fundamentos
filosficos y morales que le orientan ms hacia la abstraccin. De hecho, la Administracin Pblica no es parte de la denominacin de la Ciencia Poltica en Estados Unidos de Amrica y en algunos pases de Europa o Amrica Latina. Hay una historia de
tensin por construir la identidad de la Ciencia Poltica sin la Administracin Pblica
y de sta por hacerlo al margen de la Ciencia Poltica. Sin embargo, es preciso reafirmar que en nuestro tiempo una buena teora de la administracin pblica es tambin
una teora poltica (Gaus, 1950).
111.
Repetidas veces se ha intentado delimitar el objeto de la Ciencia de la Administracin mediante el establecimiento de un criterio de diferenciacin. Con mejor o
peor fortuna cada autor y cada escuela ha instituido un discriminador. El fundamento
es lgico, e incluso un requisito de rigor, desde la perspectiva de la Teora del Conocimiento. Las ciencias se construyen alrededor de una categora de delimitacin del
objeto y del alcance del inters del enfoque. sa es al menos la aspiracin de todas
las ciencias y lo que les permite avanzar en el conocimiento de su objeto, sin dispersar
sus esfuerzos de indagacin. El caso de la Ciencia de la Administracin, cuando ha
tenido suficiente madurez para realizar esta reflexin, sigue la pauta general.
En el periodo ortodoxo, Wilson, Weber o Goodnow se preocupan de delimitar lo
administrativo frente a lo poltico. Verdaderamente, la categora de lo administrativo
es la que debera servir para aislar el inters y el alcance de la Ciencia de la Administracin, de la potencialidad de conocimiento de su objeto: la administracin pblica. Por ello, en la literatura francesa encontramos encomiables esfuerzos para definir lo que se denomina el hecho administrativo y de esta forma delimitar el objeto
de la Ciencia de la Administracin y el carcter cientfico autnomo de los estudios
administrativos (Bandet y Mehl, 1973; Langrod, 1973a; Mehl, 1973). Esta contemplacin de los estudios administrativos, por candorosa que parezca ahora, trata de normalizar el carcter cientfico de los estudios .y explicita su intencin de reconstruir
31
A.
Previamente al establecimiento de las fases de la evolucin del pensamiento administrativo es provechoso recordar que no existe la Ciencia de la Administracin,
como la cultivamos en la actualidad, hasta que se consolidan los sistemas democrticos de gobierno. Dado que la Ciencia de la Administracin est vinculada en su origen y evolucin a la Ciencia Poltica, se cumple para la primera el requisito de existencia de la segunda: la existencia de la democracia 13. Es decir, la Ciencia de la
Administracin, del mismo modo que la Ciencia Poltica de la que es parte, es un saber disciplinar de este siglo. De hecho, en la actualidad no se puede afirmar con propiedad que constituya una disciplina autnoma con su entramado institucional y profesional, salvo en Estados Unidos de Amrica 14. Es verdad que hay precedentes en la
13 Kenneth Newton y Jos Mara Valls como compiladores de un nmero monogrfico de la European Journal of Political Researcb sobre la Ciencia Poltica en Europa 1960-1990, nos recuerdan que la democracia es un requisito para la existencia y desarrollo de la Ciencia Poltica (Newton y Valls, 1991) y citan como argumentos de autoridad las obras de Andrews y de Bellers (Andrews, 1982;Bellers, 1990).
14 En el ao 1989 slo haba un treinta y siete por ciento de los programas de Administracin Pblica
radicados en los departamentos y los programas de Ciencia Poltica segn los datos de la NASPAA (National Association of Schools of Public Affairs and Adrninistration), elaborados por Henry (1992). Este dato
se interpreta como independencia respecto a las escuelas de negocios y a las de Ciencia Poltica. La medida
de la efectividad de los programas residentes en los departamentos de administracin o de asuntos pbli-
32
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historia de estudios administrativos y tambin hay obras de pensamiento que merecen una especial atencin. Pero pensadores dispersos y enseanza fragmentada de la
Administracin no constituyen una disciplina.
El estudio sistemtico de la administracin pblica no se produce hasta que se diferencia el concepto de la hacienda pblica y el de la hacienda personal del rey. En el
siglo XVIII, en Prusia, se desarrollan una serie de estudios y de enseanzas encaminados a preparar a los funcionarios potenciales para su ingreso en la funcin pblica al
servicio del gobierno. Los estudios eran de carcter primordialmente descriptivo
acerca de las instituciones de gobierno y el trabajo de los funcionarios. Eran impartidos por los profesores de las ciencias camerales, bajo cuya rbrica se estudiaban todos
los conocimientos que se estimaban tiles para el gobierno desde el derecho a la ingeniera. Paralelamente, en Francia se cultiva la ciencia de la polica cuya pretensin es
abarcar todo lo que haca entonces el poder pblico (Baena, 1988, 48-49). La influencia de estas dos escuelas en Europa es notable y, a travs de Europa, se expande su
influencia a las colonias de Asia, Africa y Amrica Latina.
Ahora bien, la aparicin del Estado constitucional como forma de organizacin
poltica en el siglo XIX es lo que induce una transformacin radical en los estudios administrativos. Ya con anterioridad, el derecho pblico haba ganado terreno a las
ciencias camerales y a las ciencias de la polica, pero es con el pleno sometimiento del
Estado al derecho, con su despersonalizacin e institucionalizacin, cuando el derecho administrativo pasa a obtener el casi monopolio de los estudios administrativos.
En Europa continental, la primaca del derecho administrativo ha durado hasta que
la evidencia del Estado de Bienestar ha requerido apoyos al gobierno, distintos de la
regulacin de las relaciones, para gestionar organizaciones complejas. Francia ha sido
el pas con mayor produccin de estudios administrativos en las ciencias sociales y el
que ha intentado seriamente instaurar una disciplina autnoma de Ciencia de la Administracin. Los pensadores clsicos del cameralismo y de la ciencia de la polica,
con anterioridad todos los que han escrito sobre Administracin, y, por supuesto, Jos
ius publicistas, con frecuencia se incluyen entre los precursores de la Ciencia de la
Administracin o incluso como administrativistas avant la lettre.
Finalmente conviene realizar una distincin entre lo que constituye el pensamiento y los estudios sobre la administracin pblica y lo que es el saber disciplinar. Para
la Ciencia Poltica se ha realizado la distincin entre la que podemos considerar en su
sentido lato y la de sentido estricto (Cotarelo, 1994, 13). La distancia entre las dos es
la de incluir en la primera rbrica cualquier conocimiento riguroso sobre materias polticas y bajo la segunda slo el conocimiento que se establece con metodologa cientfica. Desde esta visin, la Ciencia Poltica y de la Administracin, por seguir a Cotarelo, en sentido estricto es el fruto de este siglo y ms concretamente del esfuerzo de
los estudiosos norteamericanos que son quienes siempre han representado la avanzadilla del intento de constituir en cientfico el saber politolgico (Cotarelo, 1994, 14).
cos comparada con el resto es claramente favorable a los primeros y tambin hay una diferencia favorable
a los programas que siguen las normas de la NASPAA frente a los que no las siguen, de acuerdo con
J. Norman Baldwin, citado por Henry (Baldwin, 1988).
B.
33
34
Rafael Ban
Es til, sin embargo, la vinculacin que nos proponen entre el tipo de Estado y los
criterios de legitimidad administrativa. En efecto, la concepcin clsica liberal del Estado, el denominado Estado Liberal de Derecho, reduce su tamao a la mnima expresin para ejercer las funciones de soberana, siempre con respeto a las libertades
individuales y al principio de la libre concurrencia econmica. La administracin ejerce vicariamente las prerrogativas extraordinarias del Estado y su tamao y funcin
estn limitadas a las funciones de soberana.
No obstante, como el Estado existe para establecer la primacia de la ley frente a
la arbitrariedad y la igualdad de los ciudadanos ante la ley, la administracin al servir
este fin fundamenta la justificacin de su existencia en la defensa de lo universal y la
garantiza mediante el poder. El ser Poder, aunque vicario, justifica la administracin
frente al mundo del particularismo, de la sociedad. El Estado y, por ser su representante material cotidiano, la administracin representan lo universal, la materializacin del Espritu en la historia para Hegel. Esta idea entronca con el pensamiento
poltico anterior, sita en el gobierno la voluntad general y la superacin de las diferencias de intereses entre la sociedad y el Estado. Desde este punto de vista, lo que
importa para legitimar la administracin es lo que es. En consecuencia, lo que se cuida es la forma de la administracin, los aspectos de aplicacin del ordenamiento jurdico en su diseo y en los procedimientos de actuacin. Su forma de organizacin
es previsible, la de departamentos que dependen del gobierno. Su forma de actuacin es la garantista, de la primacia de la ley y del respeto escrupuloso de los procedimientos legales. La administracin es muy pequea de tamao, muy delgada, y est
centralizada en el ejecutivo que llega mediante rganos unipersonales al territorio, al
menos ste es el modelo continental europeo. La orientacin de valores es hacia dentro, una preocupacin por hacer cumplir en la administracin las formas de la norma abstracta por la que se rige el sistema de gobierno. Ello implica un sesgo reduccionista en el concepto de administracin. La administracin se define materialmente
nicamente de acuerdo a su propia personalidad jurdica, el Estado y la sociedad estn formalmente separados.
El segundo momento de la evolucin del Estado y de la legitimidad administrativa
corresponde al desarrollo organizativo y funcional del Estado Liberal de Derecho
hasta el Estado-Providencia, Estado Social de Derecho o Estado del Bienestar. La
evolucin es paulatina desde ese Estado centrado en las funciones de soberana, a
travs de la construccin de grandes obras pblicas e infraestructuras de comunicacin, como ocurre en el Estado napolenico, de prestacin de servicios asistenciales
para sustituir a los que prestaban las iglesias, de servicios educativos, hasta constituir
el Estado un actor de la mayor importancia en la vida econmica y social. La idea de
la expansin continua del tamao y funciones del Estado acompaa toda su evolucin, junto con la del crecimiento ilimitado del gasto pblico que adopta la estrategia
incremental de hoy ms que ayer, pero menos que maana.
Este crecimiento de la administracin y sus funciones afecta al mismo concepto de
administracin pblica. La administracin pasa de la postura de subordinacin a la
de la administracin (Burlaud y Laufer, 1989,44). El subrayado es mo para ilustrar el argumento de la
dependencia del ejecutivo y quiz tambin sirva para constatar la difcil localizacin de la administracin
pblica en el esquema de Montesquieu.
35
poltica, de ser mera variable dependiente en el plano conceptual y normativo, a tener propia actividad al margen de los mandatos legales. Se convierte de garantista de
legalidad en creadora de legalidad en el plano reglamentario. Pero sobre todo se convierte en productora. La administracin pasa a ser el empresario singular ms importante de cualquier economa nacional en las sociedades industriales y a ser el mayor
consumidor. Su funcin social es redistributiva, de proteccin de los ciudadanos marginales y de prestacin de servicios. Para realizar todos estos papeles se dota a la
administracin de nuevos instrumentos organizativos. Junto a la organizacin tradicional de tipo departamental, aparecen organismos formalmente distintos con personalidad jurdica diferenciada, en ocasiones con forma de sociedad mercantil, cuya justificacin es la prestacin de servicios o la intervencin en la economa. En los
distintos sistemas estos organismos tienen denominaciones diversas, pero su caracterstica comn es escapar al frreo control financiero y jurdico de la organizacin garantista tradicional, en especial por lo que respecta al control del gasto presupuestario y a las cuestiones de personal.
La paulatina consolidacin de estas administraciones, despus de la 11 Guerra
Mundial, obliga a redefinir el alcance del concepto de administracin. Ya queda insuficiente el criterio jurdico para delimitar materialmente la administracin y, desde
luego, es de todo punto inadecuado para ser apoyo eficaz en la funcin de administrar. Habida cuenta que la justificacin social del gasto pblico es la prestacin de
servicios, lo que hace la administracin, la definicin de las formas pierde importancia
para dar paso a las tcnicas organizativas que facilitan la consecucin de fines. El nfasis de la administracin pasa de ser el qu, el criterio del poder, a ser el producto, la
accin hacia fuera. Se puede decir que se pasa de construir el concepto de administracin alrededor de las estructuras y procedimientos a hacerlo sobre los objetivos y los
mtodos de alcanzarlos. De ah la importancia que se confiere a los estudios de teora
de la organizacin y la creacin del subcampo de estudios de anlisis de polticas pblicas en las dcadas de los aos sesenta y setenta.
El concepto de administracin se centra ms en la funcin que en la estructura, al
menos en la formal 16. La legitimacin administrativa viene de ciudadanos cada vez
ms alfabetizados, con mayor bienestar social y poder adquisitivo que demandan
prestaciones pblicas educativas, de salud y de proteccin social. Es decir, el Estado
est en la sociedad, la separacin tajante entre Estado y sociedad pierde su sentido
como premisa normativa de construccin conceptual, si alguna vez la tuvo, aparte de
su funcin histrica de afirmar el fin de la arbitrariedad y los privilegios del sistema
preconstitucional. La administracin pblica, por su parte, rompe con la distincin
formal entre lo pblico y lo privado por la fuerza de su realidad 'material y por sus acciones tan alejadas del ejercicio de la soberana (Waldo, 1972; Baena, 1976a).
La delimitacin del nuevo concepto de administracin pblica se realiza desde va-
16 Aqu es conveniente traer a consideracin dos obras de un autor espafiol que demuestran la perplejidad que creaba al entonces indagador jurdico, pero con sensibilidad politolgica, la evolucin de las formas de organizacin del Estado. Vanse de Mariano Baena la obra monogrfica sobre las nuevas formas
de administracin, Administracin Central y Administracin Institucionalen el derecho espaol y una reflexin sobre lo absurdo del cors jurdico en La estructura administrativa del Estado Contemporneo"
(Baena, 19700 y b).
36
Rafael Ban
rias perspectivas: la econmica, la politolgica y la de la Ciencia de la Administracin; todas ellas de ciencias sociales y alejadas del positivismo jurdico. ste es el momento del verdadero nacimiento de la Ciencia de la Administracin como tambin es
el de la Ciencia Poltica, pues slo entonces confluyen los factores que son necesarios
para que se produzca su florecimiento: vigencia de la democracia, cierta opulencia social y la existencia del Estado de Bienestar (Newton y Valls, 1991,228). El inmediatismo formalista de la legitimacin administrativa por la potestas da lugar a un pragmatismo preocupado de los soportes organizativos, las tcnicas cuantitativas para
fundamentar las decisiones y del diseo de las acciones transformadoras de la realidad social: la formulacin de las polticas pblicas.
En definitiva hay una traslacin del realce dellocus, la naturaleza pblica de las
organizaciones administrativas, al del focus, las funciones administrativas y la formacin de las polticas pblicas; de la estructura a la funcin. La administracin se ve
desde las polticas pblicas y la gestin de los recursos y las organizaciones por contraposicin a la estructura formal. Las redes de organizaciones, el estudio del entorno, las funciones y los procesos directivos y los rasgos corporativos -estrategia, marketing, cultura y tica- se perfilan como los cristales ms atractivos del calidoscopio
que es el objeto de estudio de la Ciencia de la Administracin. El concepto de administracin se define por la metodologa de estudio ms que por el objeto. Ya no hay
en el sentido estructural un objeto identificable (Baena, 1976a), est difuminado entre lo pblico y lo privado porque el criterio de personalidad jurdica no sirve. Se
administra en red con otras organizaciones, el Estado est en la sociedad.
La calidad de actor econmico y social de la administracin le convierten en una
organizacin que se inserta en la estructura social concurriendo con otras y, simultneamente, empleando todo tipo de formas jurdicas y estrategias para lograr sus objetivos; entre estas ltimas utiliza las ms variopintas incluida la del partnership y la del
joint venture con organizaciones privadas y no gubernamentales (Cole, 1993; Zimmerman, 1983). Las tcnicas y las formas de organizacin privadas conviven con las
tradicionales pblicas del tipo burocrtico y en el seno de las propias organizaciones
pblicas se produce una superposicin de lo pblico y privado en segmentos especficos de actividad. El crecimiento y la diversificacin organizativa del sector pblico
significa una mayor flexibilidad, pero tambin una mayor difuminacin de la identidad de lo pblico respecto a lo privado, no slo por sus formas de organizacin, sino
asimismo por sus modos de actuacin. El panorama es de complejidad organizativa.
Desde una perspectiva funcional, las polticas pblicas se implantan por organizaciones formalmente privadas. El caso de la educacin primaria y secundaria en Espaa es manifiestamente ejemplificador. Una orden religiosa que concierte el 100 por
100 de la Enseanza General Bsica con el Ministerio de Educacin puede afirmarse
que es pblica por lo que respecta a esta actividad, aunque su personalidad jurdica,
como organizacin, es privada y los fines de la institucin, evidentemente, permanecen tambin privados. En otro sentido, la Organizacin Nacional de Ciegos de Espaa
o la Cruz Roja Espaola tambin son parapblicas, paraestado, por su financiacin,
privilegios y regulacin de su actividad.
Por ltimo, el tercer estadio de la relacin entre la evolucin del Estado y la legitimidad es el que corresponde al momento actual en los pases que construyeron el Estado del Bienestar y ahora tienen que hacer frente a su mantenimiento en tiempos de
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cial en las administraciones subnacionales, pero su vinculacin a la nueva legitimacin administrativa le confiere una significacin peculiar. De hecho, en mi opinin, la
diferenciacin entre provisin y produccin es el reconocimiento conceptual de la difuminacin entre lo pblico y lo privado, entre el Estado y la sociedad. Tambin es la
prueba de la inutilidad de los instrumentos tradicionales de anlisis jurdico para
acercarse al complejo entramado de organizaciones y polticas pblicas. El concepto
de administracin pblica refleja la menor importancia de los aspectos legales, estructurales y normativos y la mayor significacin de los modos de administrar, en las polticas y en el papel de intermediario, broker, que desempea la administracin.
La legitimacin administrativa centrada en el cmo tiene otra dimensin. Las demandas de eficacia y eficiencia son tambin una demanda de calidad de los servicios
pblicos. La crisis fiscal del Estado de las sociedades industriales y la creciente presin fiscal a los ciudadanos han ocasionado una resistencia abierta al aumento del
gasto pblico, sin una moderacin equivalente de la demanda de servicios. A mayor
abundamiento, la demanda de servicios cambia su naturaleza para pedir mayor calidad en su prestacin y el trato a los ciudadanos como clientes (OCDE, 1980, 1990).
La ecuacin que relaciona los impuestos con los servicios empieza a estar explcita en
la conciencia de los ciudadanos, al menos en los que por sus ingresos contribuyen de
forma abundante al sostenimiento del Estado de Bienestar. Aparece lo que se ha denominado elector cvico, que es un contribuyente de clase media, ilustrado, que participa en todas las consultas electorales, es un usuario pertinaz y aprovechado de los
servicios pblicos, formador y difusor social privilegiado de opinin y cuyo comportamiento electoral se adapta a su percepcin de la calidad de los servicios (Ban y Carrillo, 1995).
La manifestacin de esta nueva figura de elector cvico se debe a un efecto perverso de la satisfaccin de la demanda. En la medida que el Estado de Bienestar cubre las necesidades bsicas de los ciudadanos por lo que se refiere a prestaciones sanitarias, proteccin social y educacin, la demanda de servicios pasa de centrarse en
la creacin de nuevas prestaciones -universalizacin de prestaciones, incorporacin
de servicios especficos, etc.- a la mejora de los existentes. Se pasa de dar respuesta
a las colas de desesperados, por la inexistencia de servicios, a las listas de espera, para
la obtencin de las prestaciones concretas, y, finalmente, a la cita previa con atencin
personalizada. Es decir, el estado de necesidad social que supona, por ejemplo, la carencia de cobertura sanitaria universal desaparece y se crea una situacin en la que el
problema es el orden de acceso a las prestaciones ms demandadas.
Lgicamente, una vez desaparecida la ansiedad y la desesperacin, la inseguridad
personal, que origina la carencia, la falta de oportunidad de acceso a un bien necesario, se evoluciona en la determinacin de la necesidad hasta la prxima en urgencia,
que en nuestro caso es el acceso rpido a los bienes 19. Por ltimo, una vez alcanzada
una cierta fluidez y orden en el acceso a los bienes pblicos, lo que se plantea es la
19 El cambio de la percepcin de necesidades sociales desde las ms inmediatas de seguridad hasta las
de trato personal gratificante tiene un fundamento conceptual, sin duda, en la pirmide de necesidades de
Maslo w. La motivacin para la accin social evoluciona, del mismo modo que la individual, desde las necesidades psicolgicas y de seguridad a las de autorrealizacin o desde los factores de higiene a los motivadores (Maslow, 1943; Herzberg, 1959).
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mejora de los servicios por la calidad de los mismos y por las relaciones personales
que se establecen en su consumo. Si es cierto como nos ensea la psicologa que una
necesidad satisfecha no es un motivador de conducta (Maslow, 1943), entonces la explicacin de la progresin en la demanda es sencilla.
En cada momento, el avance respecto a la situacin anterior es importante, pero
el objetivo de mejora siempre se sita en lo que est por conseguir. Desde otra perspectiva complementaria a la psicolgica, hay que sealar que la construccin del Estado del Bienestar y la consolidacin de sus conquistas significan un paralelo aumento de la riqueza de la poblacin y de su grado de instruccin. Ahora bien, lo que
tambin evoluciona es la presin fiscal sobre las poblaciones, de situaciones en las
que no se contribua con impuestos directos de forma importante - ya sea por no tener ingresos suficientes o por estar en un sistema fiscal de baja presin para un sector
pblico pequeo- se pasa a otras en que los impuestos directos e indirectos son visibles e importantes respecto a la masa salarial. En consecuencia, no tienen sentido las
demandas de servicios de bienes que ya se poseen y adems aumentaran el gasto pblico y surgen las de los modos de prestacin de los servicios y de la calidad.
Pero la calidad de los servicios se refiere no slo al trato personal y a la uniformidad de las materias y de los servicios, tambin incluye una dimensin valorativa que
afecta a la concepcin del servicio. En concreto, se persigue neutralizar dos estereotipos sociales de la administracin pblica para aliviar el gasto y, por tanto, la presin
fiscal. Los estereotipos son la creencia en que toda accin pblica produce despilfarro
y se realiza de forma ineficaz. La consideracin de la eficiencia en las administraciones pblicas es una novedad respecto a los anteriores conceptos de la accin pblica
con la legitimacin de poder y de servicio. De hecho, desde una aproximacin histrica, hay una cierta contradiccin entre la preocupacin por abaratar costos o aumentar la productividad de las organizaciones pblicas y su misin de desenvolvimiento
de la funcin de potestas, fuera de la sociedad y del mercado. Adems, el desarrollo
de las conquistas del Estado del Bienestar se realizaron en pocas de abundancia y
crecimiento econmico, con la mentalidad de progreso ilimitado, que se compaginan
mal con las consideraciones de economa de medios.
La irrupcin de la preocupacin por la eficiencia en el sector pblico ha trastocado el mismo concepto de administracin pblica (Subirats, 1989, 21-26), que ya
estaba confuso como consecuencia de la superposicin de la legitimidad administrativa de potestas y de la de servicios. De igual modo ocurre con el imperativo de eficacia administrativa, vinculado al de eficiencia en este momento, que coadyuva a la
revisin de los conceptos de administracin y accin pblicas en aspectos inditos.
Ni la eficacia ni la eficiencia se refieren a la administracin preexistente, ni al tipo
de accin pblica con el que estamos familiarizados. La confluencia de los requisitos de calidad, eficacia y eficiencia para las organizaciones pblicas choca frontalmente con la concepcin del cuadro administrativo burocrtico weberiano que deba desarrollar sus funciones sine ira et studio (Barzelay y Armajani, 1992; Savoie,
1994). Para establecer calidad y lograr hacerlo con eficiencia y eficacia en un mercado competitivo desde luego se necesita el estudio, pero tambin la pasin y el
tomar riesgos.
La eficacia de las administraciones legitimadas por la potestas nicamente consista en la mera aplicacin del ordenamiento jurdico, pero la eficacia de la calidad pre-
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miz de la especifidad pblica y de los valores que intenta impulsar: equidad, orientacin al mercado/entorno, tica, eficacia, eficiencia y calidad.
C.
La diversidad de enfoques
Es evidente que los diversos enfoques de aproximacin a la administracin pblica responden a la necesidad de resaltar una faceta del objeto, en cada momento de la
historia del pensamiento, y a la acumulacin de saberes disciplinares y formas distintas de aproximacin a la realidad empleadas por las ciencias sociales. La delimitacin
de la administracin pblica como objeto de estudio de la Administracin Pblica no
ha contribuido a aclarar la forma de su estudio. En el momento de instauracin del
Estado-Nacin y hasta el asentamiento del Estado Social de Derecho la administracin pblica se define materialmente de acuerdo a la personalidad jurdica que tiene
y se estudia primordialmente desde una perspectiva jurdica. Con el cambio y ampliacin de las funciones del Estado, la administracin pblica se define por su existencia
material y por las misiones que cumple. Los estudios de administracin se enriquecen
con enfoques diversos. Las perspectivas de gestin, jurdica, econmica, politolgica
y sociolgica se mezclan en un enfoque de Administracin Pblica y despus de forma ms limitada en el de Polticas Pblicas.
De otro lado, la vieja pregunta de si la Administracin Pblica es un arte o una
ciencia an sigue plantendose, aunque la respuesta sea eclctica en el sentido de que
no es ninguna de las dos sino un oficio (Berkley, Rouse y Begovich, 1991). Como disciplina, argumentan los autores, la Administracin Pblica emplea teoras, leyes y datos cientficos, pero carece de la precisin y de la predictibilidad que caracterizan a la
.ciencia. Sin entrar en la consideracin profunda de estas afirmaciones, s se puede, sin
embargo, encontrar un parangn entre el reconocimiento de esta misma insuficiencia
en las ciencias sociales en general y en la Administracin Pblica (Cook, 1994). Pero
lo que tiene la Administracin Pblica de particular es su especial inclinacin a la accin y a proporcionar guas de comportamiento para la gestin.
Esta orientacin profesional y prescriptiva ha ocasionado sesgos metodolgicos en
la historia del pensamiento administrativo. Una de las insuficiencias ms notables,
derivada de la tendencia hacia el pragmatismo y la aplicacin profesional, la constituye el gerencialismo (Pollt, Ch., 1993, 33) que se centr nicamente en algunos aspectos de la gestin ignorando el marco de actuacin pblico y, por tanto, haciendo
dejacin de la construccin de una teora de gestin pblica para la democracia (Villoria, 1996). Asimismo, el positivismo, en todos sus aspectos, se ha manifestado en
los ltimos decenios buscando un ideal inaplicable de ciencia natural para la administracin pblica y mediante la imposicin de una racionalidad tcnica dejando de
lado la reflexin acerca de las estructuras y valores administrativos.
Tambin es verdad que cuestiones mucho menos elevadas que la bsqueda de la
metodologa ms adecuada pueden explicar algunas de las perspectivas que han tenido o tienen vigencia dentro del campo de estudio. La creacin de centros, departamentos, escuelas y facultades de Polticas Pblicas en la dcada de los aos setenta en
universidades prestigiosas -Hubert H. Humphrey en Minnesota, John F. Kennedy
en Harvard, School of Publie Poliey en Berkeley, Lindon B. Johnson School en Te-
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xas- dio lugar a uno de los mayores fiascos de la comunidad acadmica estadounidense en relacin con las expectativas de beneficios. La creacin de estos centros por
acadmicos y profesionales de variadas disciplinas -primordialmente economistas,
politlogos y psiclogos- tena como objetivo realizar una oferta separada de las escuelas tradicionales de Administracin Pblica para captar un mercado de asesoramiento de gobiernos en el que no lograban penetrar desde sus instituciones educativas originarias. No obstante, Las facultades de Polticas Pblicas, policy schools,
comenzaron a reconocer una seria limitacin: haba poca demanda en el sector pblico del anlisis cuantitativo formal o del 'gran diseo' de las polticas, pero haba mucha demanda de gestin. Las facultades de Polticas Pblicas necesitaban algo que
fuera anlogo a la Administracin Pblica, pero que no estuviera identificado con
este 'anticuado' campo orientado a los oficios. Como solucin se invent la Gestin
Pblica, Public Management (Bozeman, 1993,2).
Ahora bien, la aparicin de nuevos subcampos dentro de la Administracin Pblica en ocasiones puede producir el desorden y la fragmentacin en lugar de la diversidad de aproximaciones susceptibles de tratamiento unitario como disciplina con un
cuerpo terico y emprico propio. La interdisciplinaridad, la diversidad metodolgica
y de foco disciplinar se arguyen como escollos para la construccin de una especialidad o disciplina (Subirats, 1992, 13). Las perspectivas tericas modernas abogan por
el empleo de un enfoque nico, pero queda en pie, desde la literatura ms reciente, el
contemplar el empleo de muchos mtodos (Bozeman, 1993, 361; Fisher y Forester,
1994).
La normalidad metodolgica y cientfica ya no coincide con los postulados modernos del positivismo lgico, el postmodernismo (el postestructuralismo de los filsofos franceses Baudrillard, Foucault o Derrida o de los administrativistas estadounidenses Fox y Miller) defiende el interpretativismo, el criticismo y la anarqua
metodolgica. Se pasa de la bsqueda de principios universales al antifundamentalismo, al relativismo; se enfrenta el impulso de unificacin con el del hiperpluralismo
(Fox y Miller, 1995, 45). En definitiva, esta corriente postmoderna busca crticamente
las razones de la construccin del discurso administrativo y tambin quiere establecer
lo que es bueno y lo que es malo y no slo lo que es cierto o lo que es falso 20. Esta
preocupacin moral entronca con la defensa de los valores democrticos que siempre
ha realizado la Administracin Pblica desde sus orgenes y su preocupacin por la
accin hacia fuera.
El compromiso democrtico se ha contrapuesto, en la Administracin Pblica
como disciplina cientfica, a la hipstasis de la neutralidad y la objetividad en la indagacin que priorizan otras disciplinas de las ciencias sociales. De hecho, la conciencia
de esta caracterstica est explcita en la literatura como parte de los fundamentos de
la elaboracin de la teora administrativa y sirve para tender un puente entre la teora
y la prctica. El modo de explicitar este axioma vara, pero la singularidad de la Administracin Pblica como disciplina radica ah, en su militancia por la vigencia de la
democracia 21. La vuelta a la integracin de las distintas aproximaciones al estudio de
Charles T. Goodsell, Prefacio, en Fox y MilIer, op. cit., pg. x.
Singularidad que comparte con la Ciencia Poltica, pero que en la Administracin Pblica es an ms
explcita.
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Los
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construccin de la teora administrativa. Los mtodos de conocimiento de la Administracin Pblica son diversos y, en todo caso, son una mezcla de estudios cuantitativos y cualitativos (Fox, 1990; Cook, 1994; Cozzetto, 1994). El pluralismo y la diversidad epistemolgica son el paradigma emergente en la literatura de teora de la
administracin y quiz este fenmeno sea el mejor indicador de buena salud de la disciplina.
En un escrito clsico en el establecimiento del anlisis de polticas como especialidad, mantena Laswell que los saberes que tienen un acuerdo acerca de su objeto y de
su mtodo de estudio pueden ayudar a desarrollar aspectos parciales de la aplicacin
de los procesos de las polticas -los economistas o los psiclogos elaboran las teoras
de la decisin o el anlisis de sistemas- mientras el resto se pierde en una estril discusin: la Ciencia Poltica y la Administracin Pblica discutan en ese momento sobre qu es la poltica pblica (Laswell, 1951; Aguilar, 1992, 64). Desde esta perspectiva las procelosas disquisiciones acerca del mtodo de la Administracin Pblica no
parecen pertinentes. S hay que evitar, sin embargo, la tendencia a extraer enseanzas prescriptivas de anlisis insuficientes 24. Las tendencias a la accin y a prescribir
que tienen la Administracin Pblica y los subcampos de polticas pblicas y de gestin pblica (Denhart, 1991; Denhart y Hammond, 1992; Bozeman, 1993; Subirats,
1992, 14) son una fuente de tensin para el afianzamiento de una teora administrativa. Este carcter profesional y aplicado de la Administracin Pblica qued perfectamente sealado en el pasado al comparar el campo de estudio con la medicina
(McCurdy, 1972). Y del mismo modo que la medicina se beneficia de distintos saberes disciplinares, la Administracin Pblica tambin lo hace con orientacin profesional y voluntad de desarrollar su vocacin prescriptiva.
Es incorrecto, sin embargo, vincular la diversidad de enfoques a la vocacin profesional y prescriptiva de la Administracin Pblica. La diversidad epistemolgica no
es privativa de la Ciencia de la Administracin, es un rasgo compartido con la Ciencia Poltica y, de hecho, su evolucin discurre paralela excepto en pocas concretas
que ya he sealado ms arriba. El declive del positivismo, la aparicin de la turbulencia y el caos, ha llevado a las ciencias sociales al mismo impulso de vigencia de la
diversidad de enfoques (Balandier, 1989; Cook, 1994; Gmez-Pallete 1995). Verdaderamente lo que est cada da menos clara es la utilidad de las categoras de discriminacin -lo poltico, lo administrativo- para delimitar el objeto de estudio. El objeto tambin aparece como multifactico, calidoscpico, un objeto de objetos. La
delimitacin en la realidad de las organizaciones pblicas resulta complicada, pues no
se sabe muy bien dnde empiezan y dnde acaban por el solapamiento con otras organizaciones complejas (Miller, 1994; Powell, 1990). Las organizaciones pblicas estn en red y trabajan en red y, consecuentemente, esta condicin da pbulo para un
nuevo objeto de estudio que son las relaciones intergubernamentales (entre organizaciones pblicas de distinto nivel) e interorganizativas (entre la administracin pblica
y la sociedad civil) (Wright, 1988; Agranoff, 1991; Fox y Miller, 1995).
2A Es de notar la cantidad de ..debes que se encuentran en los textos de la especialidad y su ahistoricismo. La produccin de estudios empricos, no necesariamente cuantitativos, ayudara a neutralizar la tendencia a las generalizaciones aventuradas con un insuficiente fundamento en un estudio de caso o en la
simple reflexin lgica. La escasez de estudios emprWosen Espaa es dramtica.
45
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I.
A.
El concepto de legitimidad ocupa un lugar central en la sociologa de la dominacin de Weber. Para este autor, quien ejerce la dominacin, o incluso quien se encuentra en una situacin de ventaja en la vida, siente la necesidad de autojustificarse,
de considerar como legtima su situacin de dominio o ventaja. Concretamente afirma que la subsistencia de toda 'dominacin' oo. se manifiesta del modo ms preciso
mediante la autojustificaci6n que apela a principios de legitimidad (Weber, 1979).
>1< Agradecemos las ideas y comentarios realizados por los profesores L. Aguilar, 1. Bazaga, J. M. Montero, J. A. Ramos, M. Tamayo y M. Villoria.
51
52
Asimismo subraya la necesidad de que los dominados acepten como vlida esa justificacin. Caso de que quiebre la legitimidad lo ms probable ser que quiebre tambin
el sistema de dominacin 1.
Posteriormente, establece tres tipos ideales de dominacin legtima, exponiendo
para cada uno de ellos los motivos jurdicos, esto es, los motivos en los que basar la
legitimidad. Por otro lado, hace depender -siempre en su formulacin pura- la estructura administrativa con la que se ejerce en la dominacin -el cuadro administrativo en trminos weberianos- del tipo ideal de dominacin, especificando para
cada uno de ellos las caractersticas de su cuadro administrativo. As, a uno de los tipos ideales, la dominacin legal, le correspondera en su formulacin ideal la estructura administrativa burocrtica. Estas proposiciones seran, segn este autor, vlidas
para la dominacin en cualquier organizacin y, por tanto, susceptibles de ser aplicadas al sistema poltico.
Weber proporciona una buena argumentacin de uno de los planos de anlisis
para comprender el problema de la legitimidad: los motivos jurdicos de la dominacin. Por otra parte, su tipo puro de dominacin legal con cuadro burocrtico nos
permite comprender la cuestin de la legitimidad de la administracin pblica en el
Estado Liberal.
En este sentido, cabra afirmar que las necesidades de legitimidad de la administracin son muy reducidas -casi inexistentes- al menos en comparacin con las de
etapas posteriores de la evolucin del Estado. La legitimidad del cuadro administrativo frente a los ciudadanos y frente al mbito poltico viene dada por los mismos
principios del tipo de dominacin legal. As, siguiendo el razonamiento weberiano, los
funcionarios obedecen a los polticos en virtud de una regla estatuida y cuando los funcionarios, a su vez, ejercen la autoridad sobre los ciudadanos, obedecen tambin a
una norma formalmente abstracta en el marco de una competencia concreta. El funcionario al que se exige una formacin profesional y ejerce un trabajo profesional acta sine ira et studio, de modo estrictamente formal segn reglas racionales y con objetividad, constituyndose en una suerte de representante vicario del Estado.
Al hacer de la administracin una variable dependiente del sistema poltico y basar ste su autoridad en normas racionales estatuidas correctamente en cuanto a su
forma, la necesidad de legitimidad de la administracin es reducida y dependiente.
No obstante, la nocin de cuadro administrativo burocrtico de carcter profesional
genera la ilusin de un espacio propio de la administracin diferenciado de la poltica
-al mismo tiempo respetuoso de las normas y subordinado al gobierno- que tambin requiere de legitimidad y que proporciona legitimidad al sistema poltico.
Por obra y gracia de esta supuesta separacin entre poltica y administracin, el
sistema poltico ser legtimo en la medida en que cuente, entre otras cosas, con una
administracin profesional, que cumpla con las leyes y trate a los ciudadanos de forma objetiva y respete los mandatos de los representantes de los ciudadanos. Una administracin legtima a su vez ser aquella que se ajuste a los principios bsicos del
modelo burocrtico. De hecho, estos valores se han incorporado y han conformado
53
en uno u otro grado el sistema de valores propio de la administracin del Estado democrtico de derecho y la vigencia de formas ms o menos puras del modelo de dominacin legal constituye una suerte de conquista histrica sobre otros modos de
dominacin. La burocracia, a su vez, es tambin una de las formas ms avanzadas que
se han inventado para estructurar las organizaciones, al menos en lo relativo a la administracin de las normas 2.
No obstante, el planteamiento weberiano resulta insuficiente para analizar la
cuestin de la legitimidad del sistema poltico y la administracin pblica en fases
ms avanzadas de la evolucin del Estado. Cuando entramos en el Estado de Bienestar y se produce la ampliacin de las esferas de actividad del Estado, el sistema poltico ha de recurrir a motivos no slo jurdicos de la dominacin -como lo hizo en el
pasado-, sino tambin a motivos econmicos que justifiquen la intervencin. La
Teora Econmica y, en su aspecto ms aplicado, la economa del bienestar ofrecen
un slido cuerpo de argumentos en este terreno. El cuadro administrativo burocrtico del Estado Liberal tambin cambia y con l el problema de la legitimidad de la administracin y la relacin de sta con la legitimidad del sistema poltico.
B.
La mayora de los economistas estn de acuerdo con la afirmacin de que las fuerzas competitivas del mercado generan un elevado grado de eficiencia y en que la
competencia estimula la innovacin. No obstante, ni el ms radical de los defensores
del mercado puede obviar que en determinados supuestos la competencia no es capaz
de generar eficiencia, presentndose entonces los denominados fallos del mercado.
Son precisamente estos fallos los que han ofrecido una oportunidad de justificacin
de la intervencin del Estado en la economa, proporcionando as una base econmica para la legitimacin de las esferas de actividad de los gobiernos en determinadas
situaciones.
Los dos teoremas fundamentales de la economa del bienestar constituyen la base
de partida de esta argumentacin. El primer teorema afirma que la economa competitiva alcanza un punto de la curva de posibilidades de utilidad. El segundo afirma
que es posible alcanzar todos los puntos de la curva de posibilidades de utilidad redistribuyendo los recursos de un individuo a otro, pero dejando actuar en este caso al
mecanismo del mercado (Stiglitz, 1988).
Dicho de otra manera, el primer teorema pone el acento en que los mercados
competitivos asignan los recursos de una forma eficiente en el sentido de Pareto
-esto es, una asignacin de recursos que no puede cambiarse sin que se perjudique
al menos a una persona-o Ahora bien, el que una economa sea eficiente en el sentido de Pareto nada nos dice sobre la bondad de la distribucin de la renta. As, si no
nos gustase la distribucin que genera el mercado competitivo, bastara -de acuerdo
2 De hecho, algunas parcelas de la administracin pblica espaola mejoraran notablemente su funcionamiento si durante una etapa se ajustaran mejor al tipo ideal de burocracia weberiano. Lo mismo podra
afirmar cualquier experto en Administracin Pblica Comparada cuando analiza la administracin de las
naciones en desarrollo.
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Ernesto Carrillo
con el segundo teorema- con que se redistribuyera la riqueza inicial y se dejara posteriormente actuar al mercado competitivo. En ltima instancia, con el segundo teorema se afirma que todas las asignaciones eficientes en el sentido de Pareto pueden
conseguirse mediante un mecanismo de mercado descentralizado o libre.
Qu consecuencias cabe deducir de estos teoremas? En primer lugar, cabra afirmar que en el supuesto de que los mercados competitivos fueran eficientes para asignar recursos en todos los tipos de bienes y servicios no sera necesario que el Estado
interviniera en la economa, excepto en el campo de las operaciones dirigidas a modificar las distribuciones de la renta; bastara, pues, con que desarrollara programas sociales de transferencias. Podramos imaginar entonces un Estado dedicado a organizar la recaudacin de dinero y el posterior reparto de cheques. Su papel sera
meramente re distributivo.
Ahora bien, aunque este papel sea importante -y constituya por s solo una fuente de justificacin del Estado--, tambin se ha de tener en cuenta que hay una serie
de supuestos en los que las fuerzas competitivas no son capaces de realizar una asignacin eficiente de recursos. Y son precisamente estos fallos del mercado los que proporcionan otra fuente aadida de argumentos para justificar la intervencin del Estado en la economa.
Los supuestos en los que el mercado puede no ser eficiente en el sentido de Pareto son bsicamente seis y con frecuencia tienden a interactuar entre s: el fallo de la
competencia, los bienes pblicos, las externalidades, los mercados incompletos, los
fallos de la informacin y, por ltimo, la existencia del paro, la inflacin y el desequilibrio, vistos estos ltimos en sus diversas manifestaciones cclicas como la expresin
misma de la existencia de fallos importantes en el mercado. Para hacer frente a estas
situaciones el Estado ha respondido con una gama amplia de recursos que van desde
las regulaciones, el establecimiento de precios, la gestin directa de bienes y servicios,
la planificacin a gran escala, la difusin de informacin, etc. (vase Stiglitz).
Adems de estos fallos, la intervencin del Estado estara justificada tambin an
cuando el mercado fuera eficiente en el sentido de Pareto para mejorar distribuciones
de la renta muy desiguales generadas por la economa del mercado y para obligar a
consumir bienes preferentes en el supuesto de que los individuos no acten en su propio inters -aunque esto ltimo es un terreno muy delicado que puede conducir de
la mano de una actitud claramente paternalista a que el Estado se introduzca en terrenos que afectan a la intimidad de los individuos, al mbito de lo privado.
Al igual que Weber nos proporcion una buena justificacin del Estado Liberal,
todo el desarrollo de la economa del bienestar nos proporciona un buen apoyo para
justificar el Estado de Bienestar. Sin embargo, desde la perspectiva de la racionalidad
econmica cabe plantear dos cuestiones: primero, hay que demostrar que en principio existe una forma de intervenir en el mercado que mejore el bienestar de todo el
mundo; segundo, hay que demostrar que en el intento de remediar un fallo del mercado no es probable que la propia naturaleza del proceso poltico y la estructura administrativa interfieran en la consecucin de la mejora propuesta. Dicho de otra manera, si bien es cierto que el mercado presenta sus fallos, tambin lo es que l Estado
posee fallos.
En cualquier caso, la economa del bienestar permite en el plano terico definir
con claridad el papel del Estado. De alguna manera acota un espacio propio del mer-
55
cado en el que ni siquiera un gobierno ideal podra mejorar la eficiencia con la que
el mercado asigna los recursos. Por otra parte, cuando ponemos encima de la mesa el
problema de los fallos del Estado, lo que estamos diciendo es que el espacio del Estado es mucho ms elstico -o si se quiere vulnerable- que el del mercado, ya que
hay que demostrar que la intervencin del Estado ante los fallos del mercado proporciona una mejor respuesta que su no intervencin. Dicho en breve, si los fallos del
mercado proporcionan una base de legitimidad econmica al Estado de Bienestar, los
fallos del Estado proporcionan un argumento para poner en cuestin la forma actual
del Estado de Bienestar. Sobre estas cuestiones volveremos ms adelante.
EFICACIA
+
+
LEGITIMIDAD
56
As, aquellos pases que cuentan con una legitimidad y eficacia altas dispondrn de un sistema poltico estable.
Aquellos otros ineficaces e ilegtimos sern inestables y se derrumbarn a menos que sean dictaduras que se mantengan temporalmente por la fuerza.
Un sistema eficaz pero ilegtimo es ms inestable que aquellos que son relativamente bajos en eficacia y altos en legitimidad.
Aquellos sistemas que pasan de la situacin A a la B permanecen estables
mientras que los que pasan de e a D se derrumban.
Una eficacia prolongada durante varias generaciones puede proporcionar legitimidad a un sistema democrtico.
Un derrumbamiento de la eficacia, repetidamente o por un largo perodo, pondr en peligro la estabilidad de un sistema legtimo.
Habermas desde otro enfoque nos avanza tambin hiptesis muy similares cuando aborda los problemas de legitimidad en el capitalismo avanzado. Para este autor
el sistema poltico requiere de un input de lealtad de masas lo ms difuso posible; el
output consiste en decisiones administrativas impuestas con autoridad. Las crisis de
output tienen la forma de crisis de racionalidad: el sistema administrativo no logra hacer compatibles, ni cumplir, los imperativos de autogobierno que recibe del sistema
econmico. La crisis de input tiene la forma de crisis de legitimacin: en el cumplimiento de los imperativos de autogobierno tomados del sistema econmico, el sistema de legitimacin no logra alcanzar el nivel de lealtad de masas requerido (Habermas, 1975).
Dicho en un lenguaje menos crptico, cuando el sistema poltico interviene para lidiar o suavizar las crisis cclicas de la economa capitalista desplaza el problema del
mbito econmico al sistema poltico generando una especie de desorganizacin administrativa a la que denomina crisis de racionalidad. A su vez esta crisis de racionalidad se desplaza dentro del sistema poltico generando una penuria de legitimacin.
En palabras de Habermas: Las tendencias a la crisis econmica son desplazadas, por
medio de la accin de evitacin emprendida por el Estado, al sistema poltico; y lo
son de manera tal que las provisiones de legitimacin pueden compensar los dficit
de racionalidad, y el mejoramiento de la racionalidad organizativa, los dficit de legitimacin (Habermas, 1975).
Si se observan ambos planteamientos tienen un punto en comn: para Lipset el
derrumbamiento de la eficacia en el desempeo de las funciones gubernamentales de
una manera prolongada puede arruinar la legitimidad del sistema poltico, y a su vez
para Habermas la crisis de racionalidad del aparato administrativo puede generar
problemas de legitimidad en el sistema poltico. As pues, la racionalidad o la eficacia
de la administracin es una variable que influye en la legitimidad del sistema poltico.
La administracin pasa pues de ser en trminos weberianos una variable dependiente
de la legitimidad del sistema poltico a una variable que influye decisivamente en la
57
legitimidad del sistema, pues ste requiere para legitimarse, e incluso para sobrevivir,
de la eficacia de sus rendimientos 3.
Un ejemplo extrado del discurso social en Espaa sobre la proteccin social puede ilustrar perfectamente estos razonamientos. Los ciudadanos en Espaa establecen
una asociacin muy fuerte entre el desarrollo del sistema de pensiones y la democracia y, al mismo tiempo, identifican la quiebra del sistema de proteccin social con una
suerte de cataclismo o guerra civil. La quiebra de un output del sistema poltico, las
pensiones, provocara un dficit de input, de apoyo al sistema, rompiendo la legitimidad y estabilidad del sistema poltico".
Ahora bien, la proposicin contraria tambin resulta vlida para estos autores: las
provisiones de legitimacin pueden compensar los dficit de racionalidad (Habermas) o un sistema legtimo puede sobrevivir mientras que la ineficacia no sea particularmente prolongada (Lipset).
Las necesidades de legitimacin de la administracin han aumentado con la expansin funcional del Estado. En primer lugar, porque aumentan las necesidades de
legitimidad del sistema poltico. Desde el momento en que determinados aspectos de
la vida privada dejan de ser responsabilidad exclusiva de los individuos y de las familias -por ejemplo, la procura del ingreso en la vejez- para ser compartidas con el
Estado -sistema nacional de pensiones- se inicia un camino de no retorno que hace
pblicos temas que antes eran asuntos privados frente a los que se exige rendimiento
por parte del Estado. En segundo lugar, la administracin tiene que demostrar al gobierno su capacidad para generar esos rendimientos; en caso de sta que no sea capaz
de generarlos, el gobierno buscar instrumentos alternativos que no pasen por la administracin pblica con objeto de garantizar los rendimiento del sistema poltico antes de tener que enfrentarse a una crisis de legitimidad. Ante la amenaza de supervivencia del sistema poltico se emprendern las reorganizaciones administrativas que
sean necesarias -llmese reforma administrativa o modernizacin- aunque ello suponga abandonar esferas de actividad gestionadas directamente por el Estado o disminuir el tamao de ste. Dicho de otra manera, los rendimientos se convierten as
para la administracin en su principal fuente de legitimidad frente al sistema poltico.
Ya no basta con ser profesional y respetar las reglas del juego del modelo de dominacin legal, sino que adems se ha de ser eficaz".
D.
3 Para Habermas, dicha racionalidad y eficacia, no obstante, se sustentan en instrumentos que, al final,
deslegitiman al sistema.
4 Vase el estudio Evaluacin de impacto de la poltica de proteccin social en Espaa. LU.O.G. 1991.
5 Incluso esa necesidad de eficacia es propia del Estado de Bienestar, pero en fases ms avanzadas el
sistema se hace ms complejo incorporndose otros valores como eficiencia o calidad (Bailn y Carrillo,
1995).
58
res que los del mercado. Ello hace variar las estrategias de legitimacin de la administracin que ya no slo podrn basarse en los rendimientos, sino que tendrn que volver a aspectos de carcter institucional. Pero analicemos ms detenidamente la cuestin de los fallos del Estado, antes de entrar en el problema de la legitimacin de la
administracin.
A diferencia de la teora de los fallos del mercado, que es una teora bien articulada y desarrollada y se ha convertido en un lugar comn aceptado entre los economistas, la teora de los fallos del Estado est todava en una situacin embrionaria, escasamente desarrollada desde un punto de vista cientfico y cargada de fuertes
connotaciones ideolgicas en algunos casos. En este sentido disponemos de muchas
piezas sueltas todava no bien encajadas. No contamos con los instrumentos tericos
equivalentes al tipo ideal de la competencia perfecta, el ptimo paretiano o los teoremas de la economa del bienestar para poder fundar una teora de los fallos del
Estado.
Weimer y Vining (1992) han realizado una buena sntesis del estado de la cuestin. Estos autores distinguen entre problemas inherentes a la democracia directa
-la paradoja del voto, la intensidad de las preferencias-, al gobierno representativo
-la influencia de los grupos de inters, las clientelas territoriales, el limitado horizonte temporal inducido por los ciclos electorales, las agendas restringidas-, a la
oferta burocrtica -el problema de la prdida de recursos, la dificultad de valorar los
productos, la competencia limitada, la inflexibilidad del sistema de funcin pblica, el
fallo burocrtico- y a la descentralizacin -la autoridad difusa, las externalidades
fiscales-, proporcionando una larga lista de trece fallos o limitaciones de la intervencin pblica para los que especifica sus posibles consecuencias.
Desafortunadamente estos fallos son difciles de anticipar, de tal manera que no
disponemos del conocimiento suficiente para saber ante situaciones concretas si se
van a producir o no, con qu intensidad y en qu medida van a perjudicar a los problemas pblicos. Adems, la cuestin de la interaccin entre los diversos fallos del
Estado entre s, y la de stos con los fallos del mercado, an sabiendo que se produce,
no est resuelta tericamente. Por otra parte, la lista de problemas es muy larga y los
posibles mtodos alternativos para abordarlos son todava pocos y a veces inconsistentes. Al mismo tiempo, la correccin de los fallos del Estado introduciendo variaciones en el sistema poltico y administrativo puede generar graves perjuicios, ya que
aunque el proceso poltico y administrativo presente serios inconvenientes, la idea de
democracia, descentralizacin, gobierno representativo o separacin entre poltica y
administracin proporciona ms beneficios sistmicos que costes en fallos del Estado.
Pero lo verdaderamente importante para nuestro tema de investigacin es que la
teora de los fallos del Estado est sobre la mesa. Desde el momento en que alguien
formula la hiptesis de que el Estado puede tener fallos que obedecen a la propia naturaleza del proceso poltico y de la administracin pblica y no a la contingencia de
un poltico corrupto o un funcionario incompetente, la teora de los fallos del mercado deja de ser por s sola una justificacin de la intervencin pblica. As frente a un
fallo del mercado habr que demostrar que la intervencin pblica pueda tener en
principio una solucin al problema y, despus, que el sector pblico tal y como se
comporta en la realidad va a poder solucionar o aminorar el problema.
Por otra parte, la introduccin de los conceptos de provisin y produccin nos
59
hace imaginar frmulas -no slo tericas, sino tambin ya experimentadas- para
proporcionar bienes y servicios pblicos permaneciendo la provisin en manos del
Estado 6 y encargando la produccin al mbito privado. Dicho de otra forma, el sistema poltico puede garantizar rendimiento disminuyendo el peso de la administracin
pblica.
As, desde el momento en que podemos imaginar que la alimentacin de los enfermos de un hospital puede realizarse contratando a una empresa sin que ello afecte
a la salud de los enfermos, tambin podemos imaginar un sistema pblico de salud
para todos sin mdicos de la seguridad social y con un aparato administrativo reducido, o a la compaa Hertz o Teletaxi sustituyendo al Parque Mvil Ministerial, por
poner slo dos ejemplos de una lista muy larga.
El rendimiento se convierte en una de las bases de legitimacin de la administracin. Sin embargo, esto no basta. Los rendimientos son una fuente muy dbil de legitimidad puesto que muchos sectores de la administracin pblica son vulnerables a
una situacin de competencia creciente con el sector privado por la produccin de
bienes y servicios pblicos ya sea en algunos de sus componentes o en la totalidad del
servicio en cuestin. De alguna manera la administracin habr de buscar otras fuentes de legitimidad que den valor aadido a su rendimiento 7. Esto nos conduce nuevamente a aspectos de carcter institucional que entroncan con el sistema de valores sociales que guan el comportamiento de lo pblico. A ello dedicamos el prximo
epgrafe.
De lo expuesto cabe deducir las siguientes conclusiones:
La administracin pblica necesita legitimarse. Cualquier organizacin necesita
justificarse y la administracin no es una excepcin a esta regla. Para ello dispone de
dos lneas argumentales: una relativa a su ubicacin en el sistema de dominacin que
le confiere legitimidad de carcter institucional derivada de la legitimidad del sistema
poltico; y otra referida al papel del Estado en la economa, que le proporciona una
legitimidad vinculada a la generacin de outputs o rendimientos para corregir los fallos del mercado.
La legitimidad del sistema poltico depende en parte de la administracin. Si bien es
cierto que la legitimidad de la administracin depende de la legitimidad del sistema
poltico en su conjunto, tambin es aceptable la proposicin contraria. La idea de separacin entre poltica y administracin hace que para que un sistema poltico democrtico sea legtimo en la actualidad tenga que contar con una administracin profesional cuyo comportamiento y estructura se ajuste a los principios de la dominacin
legal. Al mismo tiempo, se hace necesaria una administracin capaz de dotar de eficacia al sistema poltico en el desempeo de sus funciones 8, ya que en caso contrario
puede contribuir a la crisis de legitimidad del sistema poltico. Adems, la administracin es, desde otra perspectiva, inseparable de la poltica en la medida en que la responsabilidad de su funcionamiento eficaz pertenece a los polticos electos o nombraE incluso esto tambin se puede cuestionar tcnicamente para realizar decisiones colectivas.
En ltima instancia, los rendimientos se vinculan a necesidades y stas son ilimitadas e inasequibles,
pues siempre se generan nuevas.
8 Como dira Holden (1995), la administracin es la sangre que da vida al poder.
6
60
dos. Por ltimo, el proceso de adopcin de decisiones que forman la accin pblica
no se encuentra aislado en un lugar ni en un momento. Es decir, las polticas pblicas
son tambin la poltica, no se puede legitimar el ejercicio del poder sin administrar su
implantacin material.
Las necesidades de legitimidad de la administracin se han multiplicado. Ello es
debido a que se han observado fallos en el comportamiento de la administracin que
no se ajustan al modelo de dominacin legal-la tensin entre burocracia y democracia- y adems se ha puesto en cuestin su capacidad para generar rendimientos que
corrijan los fallos del mercado. Por otra parte, existen soluciones tcnicas alternativas
a la burocracia para la generacin de rendimientos que pasan por la posibilidad de separar la provisin de la produccin de servicios, de tal manera que el sistema poltico
puede proveer servicios producidos a travs de organizaciones distintas a su administracin pblica.
11.
A.
62
..
63
El referente tico -que en un sentido amplio podra agrupar al conjunto del sistema de valores pblicos- aqu va a ser empleado en un sentido restringido, en lo
relativo a cuestiones como la transparencia, honestidad, lucha contra el fraude, la corrupcin, etc.
Por ltimo se hace inevitable incorporar una referencia a los mtodos de gestin
pblica. Para Laufer y Burlaud (1989) los mtodos constituyen el principal criterio de
legitimidad de la administracin pblica actual. Con independencia de que se comparta o no esta afirmacin, los mtodos de gestin entroncan con un valor importante
para el mbito pblico, a saber, la idea de responsabilidad administrativa -o de la
administracin responsable- en el que confluyen valores como: la receptividad -en
el sentido de dar respuesta y anticiparse a las necesidades y demandas de los ciudadanos-, la flexibilidad, la competencia -en el sentido de ser competente manejando
los asuntos pblicos-, la participacin, la responsabilidad -en el sentido de rendir
cuentas- y la honestidad (Starling, 1986).
Estas cuatro dimensiones o factores no son ms que una gua para la indagacin
sobre valores sociales en torno a los cuales se pueda analizar el grado de legitimidad
institucional, que en cualquier caso hay que contrastar empricamente. Por otro lado,
la propia agrupacin de los valores es nicamente a efectos analticos ya que muchos
de ellos estn entrecruzados. Asimismo, no slo es necesario indagar su vigencia en
un sistema social, sino que tambin resulta imprescindible conocer el peso que otorgan los ciudadanos a cada uno de ellos.
Por lo que respecta a la legitimidad por rendimientos, el problema reside en identificar criterios de evaluacin socialmente aceptados. En este caso, el recurso a criterios
empresariales es de mayor relevancia que en el plano institucional. AS, los criterios de
eficacia -se consigue el impacto deseado-, eficiencia -con una ratio razonable entre impactos y recursos empleados- y calidad -satisfaciendo o excediendo las expectativas de beneficio de los consumidores- son tiles tanto para un bien provisto por la
administracin pblica como por una organizacin no gubernamental o una empresa.
No obstante, para el caso de la inmensa mayora de las organizaciones pblicas 13 se
plantean un par de peculiaridades: que se ha de aadir el criterio de equidad y que la
prioridad otorgada a estos criterios es distinta de la empresarial.
El criterio de equidad entra aqu de una forma distinta a como lo hizo en el caso
de la legitimidad institucional. All el problema resida en identificar el modelo general de intervencin del Estado en la economa y la sociedad. Para los rendimientos, el
problema estriba en determinar cul es el modelo de equidad que mejor se ajusta
ante el reparto social de los costes y beneficios de cada poltica o servicio pblico. De
tal manera que es posible imaginar que se defienda un modelo de intervencin basado en la igualdad de oportunidades y que se reclame para determinadas polticas un
modelo compensatorio y para servicios concretos un modelo de mercado.
preguntas en un entorno como el de Estados Unidos de Amrica dara origen a resultados muy diferentes
dadas las diversas tradiciones culturales y polticas, incluida la tradicional desconfianza de este pas hacia el
Estado.
13 En el caso de las empresas pblicas y de determinados organismos autnomos comerciales la situacin es un poco distinta, porque o bien los criterios son estrictamente empresariales, o slo se ven afectados por criterios pblicos en determinadas circunstancias -inters nacional, incluida la defensa, determinados segmentos de negocio, etc.
64
En cuanto a la prioridad de los criterios, cabra argumentar -siempre en el terreno de las hiptesis- que al mbito pblico se le reclama una prioridad inversa a la
empresarial: para una empresa la prioridad sera eficiencia, eficacia y calidad. Para
la mayora de las organizaciones pblicas, ocupara un lugar ms importante la equidad seguida de la calidad, la eficacia y en ltimo lugar la eficiencia (Crompton y
Lamb, 1986). No obstante, la validez de la aceptacin social de estos criterios de evaluacin y su peso es una cuestin a determinar tambin empricamente.
Finalmente, se ha de sealar que la distincin institucional/rendimientos es una
distincin analtica, de tal manera que resulta inevitable el entrecruzamiento entre
criterios de evaluacin de los rendimientos y el sistema de valores que sirve como patrn de referencia para analizar la legitimidad institucional. A modo de ejemplo, las
consideraciones de calidad, eficacia y eficiencia estn muy directamente relacionadas
con valores asociados a los mtodos de gestin pblica, por no hablar del caso mencionado de la interaccin entre modelo de bienestar y equidad.
Ms arriba se apunt cmo los conceptos de legitimidad institucional y por rendimientos entroncaban, respectivamente, con los de legitimidad y eficacia del sistema
poltico. Sin embargo, conviene abundar ms sobre esta idea.
Actualmente las democracias occidentales gozan de una fuerte legitimidad. Mxime despus de la cada del Muro de Berln y de diversas dictaduras. Fuera de la democracia no hay alternativa de gobierno legtimo. En trminos de opinin encontramos un discurso social homogneo que considera a la democracia como la mejor
forma de gobierno posible. Sin embargo, ello no significa que hayan terminado las
necesidades de legitimacin de la democracia. El que no se ponga en cuestin el sistema poltico en lo fundamental, no significa que en trminos de opinin pblica se
perciba la necesidad de introducir reformas en el sistema poltico que profundicen en
la idea de la democracia y de participacin ciudadana. Y es precisamente en este terreno de la profundizacin de la democracia donde las distinciones entre poltica y
administracin se difuminan. Cuando hablbamos del sistema de valores a utilizar
como patrn de referencia para analizar el grado de legitimidad institucional de la
administracin, estamos hablando del marco normativo socialmente aceptado sobre
las formas de comportamiento de los gobiernos democrticos. De tal manera que la
forma de profundizar en la legitimidad de la democracia lleva a innovar en los comportamientos de los gobiernos y las administraciones pblicas y, a su vez, la mejora
de la legitimidad institucional de stos refuerza la legitimidad de la democracia.
En lo que respecta a la interrelacin entre la eficacia del sistema poltico y la legitimidad por rendimientos el problema es ms complejo. Mientras que en el plano institucional es factible -o al menos sta es nuestra hiptesis- identificar un sistema
de valores compartidos y un discurso social homogneo -una cultura poltico-administrativa comn que proporcione estabilidad al sistema y un marco de referencia
para la actuacin compartido por los distintos grupos socales-e-, en el terreno de los
rendimientos la situacin es muy diferente. Cuando los gobiernos producen sus out-
65
puts, a travs entre otras cosas de polticas y bienes y servicios pblicos, se ven obligados a responder a la pregunta de quin gana qu y quin pierde qu, afectando a los
intereses de los grupos sociales, y entonces no es posible encontrar un discurso homogneo, sino varios discursos segmentados e interesados. De tal manera que con un
rendimiento concreto se puede dejar satisfecho a un grupo social e indiferente o contrariado a otro. Afortunadamente, el sistema poltico no hace una sola actividad, sino
que cuenta con mltiples rendimientos, lo que permite dejar parcialmente satisfechos
e insatisfechos a diversos grupos sociales. Adems es frecuente que se siga la poltica
de concentrar los beneficios y dispersar los costes, con lo cual los diversos grupos sociales siempre reciben algn beneficio concentrado, o cuando no, los gobiernos insisten en aquellas polticas sobre las que existe una mayor consenso social. Por otra parte, un mismo ciudadano comparte agregados de intereses distintos al de otro
ciudadano, confluyendo en una poltica y distancindose en otra, lo cual evita la polarizacin de la sociedad en torno a conglomerados de opciones alternativas de polticas pblicas. De tal manera que un sistema poltico ser eficaz en la medida en que
sepa manejar con los recursos fiscales disponibles este juego del quin gana qu y de
quin pierde qu, bajo un esquema pluralista. La necesidad del reconocimiento del
pluralismo es nuevo para las administraciones pblicas. El propio desarrollo de la sociedad civil ha impuesto a su vez un estilo de gobierno democrtico y participativo
que ofrezca juego aunque con distinto peso a los diversos grupos sociales y ha incrementado la necesidad de legitimidad de la administracin. Yana es eficaz para el reparto de los costes y beneficios de los rendimientos del sistema poltico-administrativo cualquier suerte de despotismo ilustrado de polticos y administradores, sino que
se hace necesaria la participacin de los diversos actores sociales. El sistema poltico se har ms legtimo cuantos ms discursos sociales coexistan a la vez, propiciando
a travs de la participacin la articulacin de la sociedad civil.
C.
66
too El precio es su forma de voto -el denominado voto del dlar-. No se preguntan si la forma de comportamiento de la empresa se ajusta o no a su sistema de valores, sino si el producto que adquieren satisface sus deseos, necesidades o demandas.
El producto comprado y consumido es el equivalente econmico de una cantidad de
legitimidad de la organizacin. Su legitimidad, pues, est vinculada al rendimiento, o
el producto, y en una pequea parte a lo institucional, la marca. No obstante, esta
afirmacin ha de ser matizada, pues se da el caso de monopolios -sean naturales o
no- en los que el consumidor no tiene alternativas entre las que optar, y por tanto,
su voto es obligado. Asimismo la marca desempea cada vez ms un papel importante en las economas actuales, a saber, la produccin institucionalizada de diferencias
provocando una diferenciacin entre productos ligada a su significacin (Snchez
Guzmn, 1995). De tal manera que una empresa que goce de una buena imagen de
marca tendr ms facilidades para vender sus productos. Por otra parte, las grandes
empresas intentan asociar a sus marcas propsitos sociales con objeto de mejorar su
relacin con el mercado. Es decir, el aspecto de legitimidad institucional est creciendo en importancia en el mbito empresarial, aunque en ltima instancia el voto del
dlar es su fuente principal de legitmidad.
En el caso de la administracin pblica la situacin es bien distinta. De entrada, no
se dispone de un sistema de revelacin de preferencias tan perfecto como el precio.
Adems, en muchos casos los bienes pblicos se suministran sin competencia alguna,
otras veces se proporcionan gratuitamente o a precios inferiores al coste de produccin, e incluso con frecuencia quien paga no es el mismo que se beneficia del servicio.
De ah que el consumo por s mismo de un servicio no nos ofrezca legitimidad, o una
cantidad de legitimidad perfectamente delimitada. Ante esta situacin, las formas de
comportamiento de lo pblico adquieren especial importancia, pues ese sistema de valores en los que basar la legitimidad institucional constituye una suerte de mecanismo
de control social ante instrumentos poco depurados de revelacin de preferencias.
Ello no quiere decir que los rendimientos no constituyan una fuente de legitimidad,
sino simplemente que su contribucin suele ser menor que la institucional.
Estas diferencias en los nfasis no deben pasar inadvertidas, ya que se da un conjunto de circunstancias adicionales que es necesario tomar en cuenta. As, mientras
que desde el punto de vista de la imagen institucional los ciudadanos suelen atribuir
eficacia a las empresas, en el caso de la administracin se presupone su ineficacia
(Laufer y Burlaud, 1988). La opacidad de la caja negra-administracin hace que se
tienda a valorarla mediante una serie de estereotipos negativos, forjados a travs de
los siglos, incrustados en la cultura de las naciones, relativamente estticos y difciles
de cambiar incluso aunque se tengan experiencias satisfactorias que siempre sern
consideradas como algo excepcional. En el caso de los rendimientos la situacin es
bien distinta, pues a diferencia de la caja negra se trata de aspectos ms visibles y dinmicos cuya percepcin vara con la propia experiencia -satisfactoria o insatisfactoria- cuando se consumen bienes y servicios pblicos. En este caso, la actuacin
pblica puede contribuir en mayor medida a forjar una percepcin -positiva o negativa- sobre las polticas y los servicios pblicos. Dicho de otra manera, la imagen institucional tiende a operar en contra de la administracin mientras que la percepcin
de los rendimientos puede hacerlo a su favor.
Sin embargo, y aunque pueda resultar paradjico, esta debilidad de la administra-
La legitimidad de la administracin
67
cin es al mismo tiempo una de sus grandes fortalezas: pues aunque su imagen institucional sea mala, la legitimidad institucional, y no la de los rendimientos, es la que le
proporciona un valor aadido cuando entra en competencia con el mercado. A modo
de ejemplo, la preocupacin social es un valor que se demanda a la administracin
cuando proporciona determinados servicios pblicos y, frente a este criterio, las administraciones pblicas siempre van a dar una puntuacin mayor que las empresas del
mercado. De hecho, la opinin pblica tolera mejor la privatizacin de una fbrica de
automviles o de la recogida de residuos slidos urbanos que la de un hospital 15.
Llegados a este punto conviene que introduzcamos algunas matizaciones dependiendo del tipo de organizacin pblica de la que hablemos, pues el combinado legitimidad institucional y por rendimientos ser distinto dependiendo de si nos referimos
a unidades generales de gobierno o de organizaciones de misin, e incluso variar
tambin dependiendo del nivel de gobierno que analicemos. Sobre esta cuestin tratar el prximo epgrafe.
D.
Un estudio realizado por la Universidad de Michigan en 1975 en el que se entrevist a 1.431 personas lleg a la conclusin de que a los americanos les gustan los
burcratas con los que les sea fcil tratar. Una investigacin posterior de la Advisory
Commission on Intergovernmental Relations mostr que el gobierno local es el nivel
de gobierno al que prefieren encargar los americanos el manejo de su dinero (Starling, 1986). En Espaa, una encuesta del CIRES (1993) muestra cmo los ciudadanos
expresan ms confianza por el gobierno local que por cualquier otro nivel de gobierno. Dicho de otra manera, opera lo que podramos denominar la ley de hierro de la
visibilidad: los ciudadanos prefieren aquello que se puede tocar y tienden a desconfiar
de aquello que no ven. A la hora de pagar impuestos sucede lo contrario: desconfan de
aquellos impuestos visibles y pagan con menos disgusto los invisibles.
La ley de hierro de la visibilidad es un poderoso argumento a favor de la descentralizacin, pero sobre todo plantea el problema de la legitimidad de los distintos gobiernos en un entorno de integracin internacional y descentralizacin. Aplicada esta
ley hasta sus ltimos extremos lo que viene a afirmar es que los problemas de legitimidad aumentan conforme ascendemos en el nivel de gobierno. Mxime cuando la
15 Sera interesante observar los fenmenos de privatizacin a partir de criterios de las necesidades de
legitimidad institucional de los bienes y servicios pblicos. Una de las interpretaciones para explicar por
qu se tienden a privatizar ms unos servicios u otros est vinculada a los costes de transaccin y la teora
del agente principal (Ferris, 1991). De tal manera que se confa en las empresas para producir servicios pblicos cuyos costes de transaccin son bajos, mientras que se conserva en el mbito pblico y en el no gubernamental cuando los costes de transaccin son altos. Dicho de otra manera, si por la naturaleza del servicio puedes controlar a la empresa que lo produce, no dudes en contratar con una empresa. Y si no
puedes controlarla hazlo t, encrgalo a otro nivel de gobierno o a una organizacin no gubernamental,
que son ms de fiar. Se podra argumentar que en aquellos servicios con altos costes de transaccin el componente institucional prima sobre el de rendimiento, mientras que en los de bajo coste de transaccin prima el rendimiento sobre lo institucional. Garantizar la seguridad de un edificio pblico no precisa de gran
legitimidad institucional, pero para perseguir al crimen organizado hace falta una buena dosis de legitimidad institucional.
68
16 Un caso muy interesante a este respecto es el del gobierno central espaol. Vase en este sentido el
trabajo de Ban y Tamayo (1995).
69
CCAA
Legitimidad
institucional
GGLL
OOMM
+
Legitimidad por rendimientos
UE : Unin Europea, AC : Administracin Central, CCAA : Comunidades autnomas, GGLL : Gobiernos locales,
OOMM: Organismos de misin, EEPP : Empresas pblicas.
E.
70
Legitimidad
institucional
polticas reguladoras
polticas redistributivas
polticas distributivas
+
Legitimidad por rendimientos
Los bienes pblicos puros: posen dos propiedades bsicas. En primer lugar, es
imposible impedir que los consumidores disfruten de sus beneficios. En segundo lugar, no es deseable impedir que disfruten de sus beneficios, ya que el placer que les reportan estos bienes no reduce el qe reportan a otros. Es decir, la
exclusin del servicio es imposible o prohibitivamente cara y suministrar a una
persona adicional la mercanca tiene un bajo coste marginal.
Los bienes privados suministrados pblicamente: son aquellos en los que el
coste marginal de suministrar un bien a un individuo adicional es elevado y
cuya exclusin es prohibitivamente cara o no deseable en mor de un afn redistributivo o por los beneficios que su consumo reportan no slo al individuo,
sino tambin a la sociedad.
Los bienes privados: son aquellos de fcil y deseable exclusin y cuyo coste
marginal de suministrar un bien a un individuo adicional es elevado. Estos bienes en buena lgica deberan ser suministrados por el mercado; sin embargo,
por tradiciones histricas, fallos del mercado o cualquier otra circunstancia
han sido asumidos por el Estado.
En principio cabra argumentar que la provisin de los bienes pblicos puros requiere de una mayor dosis de legitimidad institucional mientras que los bienes privados precisan de un peso mayor de legitimidad por rendimientos. Los bienes privados
suministrados pblicamente ocuparan las posiciones intermedias de la curva. No
obstante, habra que hacer algunas matizaciones en los bienes pblicos dependiendo
de su carcter tangible o no tangible, y en el de los bienes privados suministrados pblicamente dependiendo de que los beneficios estn dispersos entre grandes segmentos de poblacin o concentrados en pequeos grupos sociales. A modo de hiptesis
nuevamente la curva descrita quedara de la siguiente manera:
Legitimidad
institucional
bienes pblicos
bienes privados
proporcionados pblicamente
+
Legitimidad por rendimientos
72
Alta
Legitimidad
por
rendimientos
Baja
B
L-
Alta
Baja
Legitimidad Institucional
73
La tendencia intrnseca a que las instituciones sean peor valoradas que los
rendimientos. Esto, ms que una explicacin, es un dato comprobable empricamente en muy diversos contextos de las naciones desarrolladas (OCDE,
Laufer y Burlaud, 1988). A ello contribuye la propia opacidad de las administraciones pblicas unido a la frecuente ausencia de polticas activas de mejora
de la imagen de las administraciones pblicas por parte de los gobiernos lo
cual a su vez hace ms factible la pervivencia de estereotipos forjados histricamente -las cosas de palacio van despacio-. As como la orientacin ciudadana a preocuparse ms por la parte de salario directo o indirecto vinculada
a la accin del sistema poltico-administrativo que por el propio funcionamiento del gobierno y la administracin,
La aparicin de los primeros sntomas de la crisis del Estado de Bienestar y de
las instituciones polticas y administrativas. Se est produciendo una modificacin lenta y soterrada de los valores respecto de lo pblico. No se cuestiona la
democracia -y por tanto no se pone en cuestin la validez del sistema poltico
pues ste sigue siendo considerado el mejor posible o el menos malo de los conocidos-, pero s el funcionamiento operativo de la democracia. Se empieza a
cuestionar tambin la forma de operar de los gobiernos y los defectos ms sobresalientes de la burocratizacin -esto ltimo tanto en el caso de las empresas como de la administracin pblica-o Es decir, empiezan a adquirir cada
vez mayor relevancia las demandas de profundizacin en la democracia y del
desarrollo de la administracin democrtica.
Las crisis de gobierno. En el espacio de la legitimidad institucional la distincin entre gobierno y administracin -e incluso la distincin entre poltica
y administracin- se hace muy difusa. De tal manera que un gobierno en situacin de prdida de apoyos sociales y en una desafeccin continuada de la
poltica se trasladara hacia una menor legitimidad institucional de la administracin.
74
por rendimientos resulta insuficiente. De hecho es difcil ganar en legitimidad institucional slo a base de mejoras en la legitimidad por rendimientos. Pueden producirse
en este sentido diversos fenmenos -incluso simultneamente-: la contaminacin
de la valoracin positiva de los rendimientos por una mala imagen institucional -el
AVE est muy bien, pero esto lo ha hecho el gobierno para cobrar comisiones- incrementndose la confusin entre poltica y administracin; o la escisin de imgenes
de los rendimientos y lo institucional -el gobierno roba y la atencin hospitalaria es
excelente-, lo que dara paradjicamente origen a una suerte de separacin entre
poltica y administracin.
Todo lo expuesto en este epgrafe podra resumirse en un conjunto de proposiciones:
-
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:v1ANUEL VILLORIA
Centro de Estudios Superiores Sociales y Iuridicos Ramcn Curande.
Instituto Universitario Ortega y Gasset
l.
Introduccin
I En este texto se van a utilizar de manera indistinta los trminos cambio, modernizacin o transformacin, dado que, como ms adelante veremos, se mantiene una opcin eclctica en relacin al elemento desencadenante de la transformacin, el cual puede ser un actor poltico o burocrtico, un cambio
en el entorno que desencadena movimientos de supervivencia competitiva de las poblaciones, un proceso
dominado por el azar o las tendencias a la imitacin institucional, o sobre todo una mezcla indisoluble de
todo ello.
77
78
Manuel Villoria
entender los valores, filosofa e ideologa ocultos tras la pretendida asepsia del modelo. Sin embargo, y a pesar de las mltiples escuelas o enfoques de estudio de la administracin pblica surgidos desde entonces -teora moderna de la organizacin,
Administracin Pblica comparada, anlisis de polticas pblicas, New Public Administration, neoinstitucionalismo...-, no existe consenso en una alternativa para reemplazar el paradigma clsico de gestin pblica (Waldo, 1980). Esta afirmacin de
Waldo, realizada en 1980, sigue siendo vlida hoy en 1996, todo ello a pesar de los
cambios importantsimos que se han producido en el modo de gestionar y entender
los asuntos pblicos desde entonces.
Este conjunto de cambios constituyen lo que en este texto se conceptualiza bajo la
palabra modernizacin. Ahora bien, dada la amplitud y diversidad del fenmeno, no
va a ser posible en un trabajo de estas caractersticas proceder a describir todos los
procesos de cambio en todos los pases desarrollados, de forma que se constituya un
catlogo de actuaciones modernizadoras, catlogo que, adems, sera constantemente
provisional dada la dinmica del proceso. Por ello la peculiaridad de este trabajo estar vinculada al desarrollo de un anlisis en el que van a estar presentes las palabras
de Waldo (1954): el estudio consciente de los valores puede asistir en la reduccin
de confusin y tensin y puede guiar hacia el desarrollo de una "creatividad moral" o
"arquitectura moral" en los asuntos administrativos. As pues, el anlisis de los fenmenos modernizadores se va a realizar desde una consciente bsqueda de los valores
que puedan guiar en la construccin de un nuevo paradigma que sirva al desarrollo
democrtico, al tiempo, se criticar la pretendida asepsia de los fenmenos de modernizacin tal y como se plantean en numerosos pases, dada la indisoluble conexin de
hechos y valores, mxime en un entorno como el de la accin de gobierno.
Rechazada la asepsia de los enfoques de gestin en general, el enfoque tecnocrtico de los fenmenos modernizadores se hace an ms difcil de aceptar dada la radicalizacin en los ltimos aos de un fenmeno que ya empezaba a salir fuertemente a
luz a finales de la dcada de 1970. Dicho fenmeno no es otro que el de la quiebra del
consenso sobre el modelo de sociedad y Estado o, si no se acepta el trmino consenso, la relativa ruptura del apoyo mayoritario al tipo puro de Estado de bienestar que
se configur en Europa al finalizar la Segunda Guerra Mundial (Cotarelo, 1990). La
consecuencia, a nuestros efectos, de esta relativa ruptura es que los fenmenos modernizadores pueden hacer referencia a modelos de Estado y sociedad diferentes. Por
ello, hoy ms que nunca, un planteamiento asptico de los procesos de modernizacin es imposible. Toda actuacin que pretenda ir ms all de la mera descripcin sin
comentarios, choca con la ineludible necesidad de hacer valoraciones y stas slo se
podrn hacer en torno al modelo de Estado y sociedad de referencia. En conclusin,
en este texto se va a realizar un anlisis de algunos fenmenos de modernizacin de
las administraciones de los pases desarrollados -en concreto, los vinculados a la receptividad y la gestin de la calidad- desde un compromiso con los valores de la democracia, entendida, ante todo, como un conjunto de procedimientos en los que la
ciudadana ha de poder participar en condiciones de igualdad.
11.
79
En trminos generales, las transformaciones observadas en los pases desarrollados, desde la perspectiva de l~_ gestin pblica, son bastantes similares. Todo un conjunto de fenmenos como la preocupacin por reducir el dficit fiscal. con las consiguientes privatizaciones y desregulaciones, la bsqueda de calidad en la prestacin de
servicios pblicos con la inevitable orientacin al cliente, fenmenos de desconcentracin funcional- o descentralizacin territorial, la participacin mayor en la gestin
de servicios por parte de las organizaciones no gubernamentales, los intentos de reducir el hiperpositivismo jurdico 3 y, al tiempo, generar instrumentos que protejan
contra la corrupcin, etc.
Si estas transformaciones son comunes o bastante similares, parece lgico pensar
que deben existir unas causas tambin comunes. Estas variables independientes deben ser sacadas a la luz y convenientemente analizadas para poder entender las fuerzas profundas que arrastran al cambio. Sin entender las causas no es posible dar respuestas que tengan coherencia y sistematizacin (Mayntz, 1993). La primera de las
actuaciones a realizar ser, as pues, analizar las causas del cambio y, a travs de ellas,
posteriormente, ver cmo han afectado a la administracin pblica y cmo se ha reaccionado desde los diferentes gobiernos a estas transformaciones. Es lgico pensar
que las actuaciones desarrolladas por las diferentes administraciones sern distintas
en funcin del tratamiento y consideracin que se d a las causas del cambio, a travs
de los sucesivos reduccionismos ideolgicos. As, por ejemplo, si las causas del cambio son reducidas a la crisis del Estado social y a la consiguiente eliminacin del dficit pblico, la poltica de personal coherente con ello ser el neotaylorismo y la reduccin de plantillas. Si, por el contrario, la causa que se eligiese fuera la crisis
democrtica y la necesidad de fortalecer la participacin ciudadana a todos los niveles, la poltica de personal tratara de fortalecer la participacin del empleado en la
toma de decisiones y en su implantacin. Finalmente, si se eligiera todo, sin ningn
tipo de priorizacin o anlisis axiolgico, el resultado sera la confusin de polticas
neotayloristas y participatorias, de desarrollo de la formacin para empleados a los
que despus se despide, etc. Por desgracia ser imposible definir el peso de cada una
de las causas en el conjunto del proceso modernizador, as como detallar las relaciones de causalidad concretas, con su correspondiente prediccin de efectos, mxime
cuando el proceso funciona por acumulacin, sin que exista un claro momento a partir del cual el fenmeno de cambio se produzca. La complejidad del mundo actual y
SO
Manuel Vil/aria
lo borroso de los contornos del fenmeno objeto de estudio nos obligan a expresar
tendencias y fenmenos recurrentes, olvidando la voluntad de configurar perfectas
construcciones lgicas.
No obstante, la voluntad de abrir un panorama amplio de posibles causas pretende descubrir la riqueza de lecturas de la realidad y la importancia que posee la creacin de sentido 4. En cualquier caso, para que dicha creacin de sentido sea democrtica, es preciso que las condiciones de comunicacin sean perfectas, circunstancia que no
sucede en la vida real, donde las limitaciones sociales, econmicas, psicolgicas, etc.,
constituyen un freno profundo a dicha construccin democrtica de sentido. Desde
esa perspectiva, es preciso decir que la modernizacin de la administracin, tal y
como llega a nosotros desde los documentos oficiales, no es el resultado de un descubrimiento puramente racional y democrtico de la verdad objetiva, a la que los gobiernos responden con soluciones infaliblemente deducidas de tal verdad (Fax y Miller, 1995). Los discursos modernizadores son inherentemente polticos e ideolgicos,
y su construccin es el fruto de la conquista poltica de una verdad desde la primaca
comunicativa y de poder, no de la conquista cientfica. Por desgracia, a criterio del
autor de este artculo, la verdad conquistada y en torno a la cual surgen una gran parte de los proyectos modernizadores, es una peligrosa reduccin de la realidad, construida sobre finalidades que pueden no servir al inters colectivo.
Por todo ello, en este artculo se defiende que la modernizacin slo se puede
comprender en el marco de los grandes cambios polticos y sociales que nuestras sociedades estn viviendo, pero sin obviar, en el anlisis, las peculiaridades de cada Estado implicado. Ello implica la aceptacin de tres principios. Primero, que las variables que operan en el proceso de cambio no son slo econmicas; hay variables
econmicas y sociales en el entorno externo y, sin lugar a dudas, factores internos
idiosincrsicos, como la cultura poltica y cvica, el liderazgo o la estructura del sistema poltico (Huntington, 1971), que matizan o adaptan las influencias externas al pas
y circunstancia especfica. Segundo, que la fuente principal de cambio son los cambios
sociales y econmicos que se producen fuera del sistema poltico. Dichos cambios impactan en la estabilidad del sistema y la consecucin de un relativo equilibrio se produce en funcin de la participacin social en la respuesta. Si dicha participacin se logra institucionalizar, es decir, si el sistema consigue procesar de forma coherente la
nueva estructura de demandas, se lograr la nueva y frgil estabilidad (Huntington,
1971). Tercero, que dado que las variables que actan en el proceso son numerosas,
cualquier reduccionismo es altamente peligroso para la adecuada respuesta final; de
ah que, desde una perspectiva cientfica, se tenga que intentar evitar los reduccionismas ideolgicos en la seleccin de las causas.
4 De conformidad con lo expresado por Deborah Stone, en Policy Paradox and Poltical Reason
(Ed. Scott Foresman-Little Brown, Glenview, IL., 1988), es necesario distinguir entre la razn poltica y el
anlisis racional basado en la idea de un individuo que maximiza siempre su inters. En tal sentido, el dilogo sobre polticas a adoptar se produce en una comunidad poltica y no en el mercado. Las polticas son
paradojas, donde varias verdades contradictorias pueden existir, dependiendo del punto de vista de cada
uno. El juego esencial no es sobre la verdad, sino sobre la captura del significado ms atractivo y, para ello,
se utilizan metforas, analogas, argumentaciones construidas estratgcamente y artificios retricos.
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A.
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81
Las causas
Las causas que se estiman como influyentes e incluso determinantes del cambio son:
1. La radicalizacin de los rasgos de la modernidad, con la consiguiente fragilidad de las relaciones causa-efecto en un mundo cada vez ms complejo e interdependiente y la dificultad para los gobiernos de controlar esta maquinaria
tecnolgica y sus efectos no deseados (Giddens, 1994).
2. Procesos sociales y econmicos como la globalizacin de los problemas y soluciones, el cada vez mayor peso de la opinin pblica en el marco de la sociedad meditica y el imparable desarrollo de la sociedad del conocimiento, la
investigacin y la tecnologa, con sus tremendas implicaciones sobre las organizaciones y sus empleados.
3. El desarrollo de las expectativas sociales frente a lo pblico, sobre todo en los
pases desarrollados, fenmeno que unido a los procesos de eleccin democrticos y a su incapacidad para rechazar demandas provoca un exceso de inputs sobre las maquinarias administrativas, las cuales se muestran incapaces
de procesarlos en un entorno de conciencia de la escasez de recursos.
4. El cambio en el pensamiento econmico, con la progresiva retirada del cheque en blanco keynesiano a los gobiernos, los cuales tienen que, cada vez con
mayor rigor, explicar en trminos de eficiencia sus actuaciones.
Como resultado de todo ello, la tradicional referencia a un Estado social, democrtico y de derecho, fruto de un relativo aunque eficaz consenso entre las fuerzas polticas y los grupos con poder en la sociedad, sufre importantes quiebras en sus tres
componentes y en el propio consenso en torno al mismo, si bien con diferencias notables en funcin de los pases y sus circunstancias. El Estado de Bienestar choca con
importantes problemas financieros que le hacen sufrir una crisis de difcil salida. La
democracia se encuentra CDn un continuo y persistente sentimiento de frustracin popular con los partidos polticos, los grupos de inters -sobre todo los sindicatos de
clase- e incluso los medios de comunicacin de masas; las instituciones polticas del
liberalismo democrtico encuentran tremendas dificultades para canalizar las preocupaciones de la ciudadana hacia polticas pblicas legitimadas (Morin, 1995). El Estado de Derecho sufre las consecuencias de la dificultad de articular intereses diversos
y construir un sistema de elaboracin de normas donde prime el dilogo racional sobre el pacto y la componenda partidista; dificultad que influye en la consiguiente deslegitimacin de las leyes y su tendencia al incumplimiento (Habermas, 1991).
Ciertamente, uno de los grandes problemas de los Estados contemporneos y sus
administraciones es el de la prdida de control de la realidad y su dificultad para la
toma de decisiones en un contexto en el que un debate tcnico encubridor de intereses
especficos sustituye a la opcin ideolgica (Heclo, 1992), los distintos grupos de conocimiento se articulan en redes mundiales con acceso casi directo a los centros de decisin polticos y la ciudadana reta continuamente a una administracin a la que exige
respuestas inmediatas y, las ms de las veces, contradictorias (Ramos, 1994), y de la
que requiere, previo a su actuacin, un consentimiento por parte de los afectados.
Este contexto, tremendamente catico y confuso, viene a ser, entre otros factores,
82
Manuel Vil/aria
la consecuencia de los fenmenos globales de desarrollo tecnolgico y de interrelacin de los distintos y cada. vez ms numerosos sistemas y subsistemas. La racionalidad propia del modelo sistmico encuentra en su desarrollo y las constantes autorreferencias (autopoiesis) de los sistemas, el mayor peligro para la adecuada adaptacin
al entorno (Kickert, 1993, p. 198). La complejidad de las interconexiones y su progresin autnoma, cuando se une a la convergencia de movimientos de adaptacin muy
numerosos, genera una realidad de casi imposible control (Giddens, 1994). En ese ene
torno, se exige al gobierno un imposible papel de estratega nico en el complejo
mundo globalizado y sometido a la tremenda explosin de las infinitas relaciones sistmicas, creando con ello un Estado que, obsesionado por las respuestas tcnicas de
nivel internacional, se olvida de su necesaria legitimacin interna y de cubrir el espacio de la ciudadana (Touraine, 1992), as como de mantener y reforzar la participacin ciudadana. En todo ello se fundamenta la constante referencia a los fracasos del
gobierno (Mayntz, 1993) y el cuestionamiento constante de su actuacin. Como dice
Crozier, la creciente complejidad de las actividades humanas, su interdependencia y
la mayor libertad de los actores nos conducen a la decadencia del Estado en provecho
de un gran mercado de regulaciones automticas (1995).
B.
Los efectos
Como consecuencia de las causas a que antes hemos hecho referencia, la administracin est, en primer lugar, fuertemente cuestionada como centro de definicin del
inters general de la sociedad, tambin est cuestionada como organizacin eficiente
y como organizacin eficaz en la prestacin de servicios de calidad a sus clientes. En
segundo lugar, ha perdido sus lmites tradicionales, siendo una organizacin difusa;
as se han desarrollado enormemente sus lneas de colaboracin con las empresas privadas y las organizaciones no gubernamentales -privatizaciones, contracting out,
desregulaciones, etc.-, lo cual hace difcil saber dnde empieza o acaba la Administracin; al tiempo, contina generando agencias autnomas o semiautnomas para la
solucin de problemas novedosos, pero tambin hace desaparecer entes instrumentales propios de la poca de apogeo del welfare state, como las empresas pblicas; finalmente, se enfrenta a procesos de descentralizacin territorial e internacionalizacin, con la consiguiente creacin de nuevos gobiernos intermedios hacia dentro,
mientras, hacia afuera, pierde capacidad de toma de decisiones autnomas con el desarrollo de diferentes rganos internacionales o la revitalizacin de los anteriormente
existentes. Tercero, se encuentra sometida a diversos debates sin que sea sencillo hallar soluciones a los mismos; as, no tiene claro si la gestin pblica zs un proceso tcnico o poltico, si basta con generar respuestas de gestin importadas del sector privado o si es necesario reciclarlas con los valores propios de lo pblico, si es necesario
desarrollar habilidades gerenciales o mayor sensibilidad tica, si hay que dar empowerment a los empleados pblicos o hay que desarrollar polticas neotayloristas centradas en medir rendimientos y en reducir plantillas, o bien si es imprescindible hacer
todo ello a la vez, intentando encontrar en cada caso el equilibrio preciso.
Alrededor de toda esta serie de !.~!2s_se~oIlfig!1ranlas respuestasconocidascon
el nombre de modernizacin. Las polticas tendentes a incrementar los me<;a!!!smos
83
III.
En cualquier caso, tras esta teora esbozada en sus lneas ms generales, late una
concepcin de los procesos de cambio fuertemente voluntarista y centrada en los actores y su poder de cambio, por lo que convendra matizar su radicalidad. Como hemos afirmado previamente, los cambios en el entorno social, econmico y tecnolgico producen cambios en el sistema poltico y, en consecuencia, en la administracin;
84
Manuel Villoria
cada pas o circunstancia una mezcla especfica de las mismas ser la que explique el
fenmeno concreto y sus peculiaridades.
IV.
El nivel de anlisis
Estas transformaciones en el modo de gestionar los asuntos pblicos tienen un doble nivel de anlisis. Por una parte, diferentes organizaciones pblicas de los pases
desarrollados, a travs de su mejor o peor comprensin del contexto en el que actan,
y gracias a liderazgos innovadores y a culturas internas propicias al cambio, han llegado a la conclusin de que era preciso efectuar innovaciones en virtud de su relacin
con el entorno y, adems, que era necesario introducir innovaciones en el nivel de la
gestin interna (Eliassen y Kooiman, 1987). En ltima instancia, procuraban legitimar su actuacin en base a los productos o servicios ofertados. Tambin, por otra
parte, buscaban la supervivencia en un entorno en el que la pervivencia y estabilidad
de las organizaciones dentro de la administracin ya no est asegurada (Peters,
1994b). Dichas organizaciones pertenecen, fundamentalmente, a la denominada Administracin Institucional o funcionalmente descentralizada -agencias, organismos
autnomos...- y, sobre todo, a la Administracin Local (Ingraham y Romzek, 1994;
Os borne y Gaebler, 1994).
Por otra, los gobiernos centrales, a travs de sus maquinarias de legitimacin institucional, han creado amplios programas de actuacin con la misin no de legitimar
sus productos, sino de legitimar la institucin en su conjunto (Ban y Carrillo, 1996).
Estos programas han dado, en ocasiones, forma y conceptualizacin a las mltiples
estrategias de adaptacin y supervivencia que las distintas organizaciones pblicas
-sobre todo locales- estaban siguiendo, aun cuando, en otros casos, fueron programas de contenido claramente ideolgico y lanzados sobre el resto de la administracin con carcter coercitivo y jerrquico.
En cualquier caso, ambos tipos de actuaciones expresan el fenmeno modernizador entendido en sentido amplio.
v.
El comienzo de los procesos de cambio tiene que ver, ante todo, con el desarrollo
de la conciencia de la escasez (Ban, 1993) y la incertidumbre, en ltima instancia
con la percepcin de la crisis del Estado social y la ruptura del consenso en torno al
mismo. No obstante, este elemento catalizador no nos debe hacer olvidar otras causas
que coexistan con la aparentemente ms importante; por ello, ms que las fechas, lo
que interesa son las corrientes histricas y sus tendencias. Lo cual implica aceptar el
carcter acumulativo de los cambios frente a claras relaciones causa-efecto producidas en un momento dado y con variables perfectamente delimitadas.
Dos preguntas que podran intentar contestarse en un texto de estas caractersticas, son las de en qu medida han mejorado los productos tras estos cambios y en qu
medida ha mejorado la imagen de los gobiernos. No es objeto de este artculo exponer tal investigacin emprica, adems de no conocerse la existencia de ningn ejem-
86
Manuel Vil/oria
87
zadores -slo en el supuesto britnico tienen una explicitud suficiente- y, en general, para comprender su dimensin dbil, conviene destacar que aparecen acompaadas de fenmenos de cambio que no se pueden explicar con esta filosofa y sus valores. Quiz, por ello, y porque el modelo de sociedad y Estado que muchos
proyectos modernizadores arrastran aparece bajo la forma de propuestas tcnicas,
envueltas en una pretendida asepsia economicista, se hace ms difcil el debate y la
controversia poltica sobre el mismo. De ah el amplio apoyo que desde la ignorancia
o el consentimiento pragmtico (Pollit, 1993) han obtenido ciertos proyectos en tre las
elites burocrticas; apoyo que no comparten los proyectos que intentaron recuperar
control por parte de la clase poltica sobre la burocracia (Terry, 1995).
88
Manuel Vil/aria
adaptacin e incluso de abandono por parte de ciertas unidades de la propia administracin (Forsthoff, 1958). La respuesta a las presiones sociales vino dada a travs de
la juridificacin de derechos y del constante incremento de los presupuestos; por ello,
cuando la crisis fiscal del Estado de Bienestar se hace explcita y se desarrolla la conciencia de la escasez, en un entorno internacional dominado por la competencia global, un valor hasta entonces secundario, al menos en Europa 9, irrumpe con extraordinaria fuerza; este valor es la eficiencia. La administracin se encuentra enfrentada a
la necesidad de hacer lo mismo con menos dinero. En este contexto nuevamente resurge la vieja distincin entre poltica y administracin, el poder poltico intenta recuperar control sobre una administracin dominada por burcratas maximizadores de
presupuestos y guiados por el propio inters (Niskanen, 1971) y recoge con pasin el
viejo postulado wilsoniano de que la administracin sea menos diferente a la empresa
privada en sus mtodos de gestin (Laufer y Burlaud, 1989). La eficiencia prima sobre la eficacia y sobre la rendicin de cuentas en ese momento histrico, constituyendo el valor mximo en torno al que debe actuar la administracin. El managerialismo
es el instrumento clave en este proceso de cambio poltico y de gestin, sin que la ideologa del partido en el gobierno influya en su adopcin como modelo o no (Halligan,
1994). Pero esta tendencia poltica y de gestin se encuentra con resistencias inesperadas y, sobre todo, con una tendencia social por parte de muy diversos grupos a defender su trozo en el pastel del Estado benefactor. En este momento, que coincide
con el inicio de la dcada de los aos 1990, la vieja distincin entre poltica y administracin comienza a desmoronarse una vez ms y un valor aparentemente secundario
comienza a tomar relevancia. El valor responsabilidad frente a los diversos agentes
crticos implicados agonsticamente en la poltica de cada una de las unidades administrativas ya no puede ser obviado; con ello se abre el camino a la ineludible cooperacin entre administracin y sociedad civil y a la gestin de los balances entre los diferentes intereses en conflicto (Kooiman, 1993). Esta ltima tendencia tiene an un
peso dbil en la configuracin de la administracin del futuro, pero en ella se encuentran signos de esperanza que conviene destacar. Por otra parte, dicho valor siempre
estuvo presente en la gestin diaria de los administradores con mayor xito (Cooper,
1982; 1992), aun cuando la conciencia de dicho valor como elemento inspirador clave
para la administracin es una novedad saludable.
El problema con el que ahora se enfrenta la administracin consiste en la acumulacin de valores a los que servir; esta acumulacin histrica implica que la administracin, hoy, debe rendir cuentas a las instituciones de la democracia, debe ser eficaz
y eficiente, y, last but not least, debe responder polticamente a los diversos actores
implicados, en un entorno de sujetos iguales, Con intereses contradictorios y aptos
para el dilogo. Evidentemente, aunque dichos valores pueden coexistir a nivel moderado, la respuesta excesiva a cualquiera de ellos generar crticas por parte de los
defensores de cualquiera de los otros, pues la maximizacin de uno se hace siempre a
9 La preocupacin por la eficiencia en la administracin pblica estadounidense hunde sus races en el
propio Wilson (1887). No obstante, la eficiencia estuvo vinculada, ante todo, a la fase de implantacin, sin
que dominara obsesivamente la fase de construccin de polticas. Una diferencia fundamental, tras el
triunfo poltico del conservadurismo reaganiano, ha sido la consolidacin de la obsesin por la eficiencia y
el economicismo en la fase inicial de la generacin de la poltica.
89
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expensas de los otros tres (Rosenbloom, 1990), mxime cuando existen siempre redes
de interesados en una opcin (<<issue networks) (Heclo, 1992), para generar la crtica
correspondiente. Esta posible va de deslegitimacin constante debe ser cerrada desde la articulacin coherente e integrada de los diversos valores implicados, aun cuando a nadie se le oculte que las dificultades para ello no dejan de ser tremendas.
VII.
La administracin receptiva
90
Manuel Vil/aria
puestas rpidas y flexibles, calidad en el servicio y ser receptiva a las demandas del
ciudadano.
Para resolver este dilema, las distintas administraciones pblicas, sobre todo en
los pases desarrollados, se encuentran empeadas en la bsqueda de un nuevo paradigma (Osbome y Gaebler, 1994). En su origen, se encuentra el concepto de receptividad, el cual aparece conectado a la construccin de una administracin pblica
fragmentada en unidades ms pequeas, centradas en torno al servicio a sus clientes
especficos con la mxima calidad y entrega o disposicin de nimo (O.C.D.E, 1989).
As, se aceptan como inevitables las tendencias a la fragmentacin y diversidad y se
buscan respuestas a las mismas que no rompan totalmente el modelo de circularidad oficialmente existente.
En principio, el concepto de receptividad, sobre el que despus se han construido
numerosas experiencias, algunas de las cuales han llegado a implantar la gestin de
calidad total (TQM) en alguna organizacin pblica, abarca una pluralidad de actuaciones ciertamente diversas que no se agotan en la mera bsqueda de calidad. En su
origen, es fundamental el relativo alejamiento del concepto de planificacin como reforma social y la adopcin del mismo como aprendizaje social, o dicho de otro modo,
lo esencial va a ser identificar las acciones en lugar de las decisiones como el punto
principal de atencin (Friedman, 1991). Los organismos pblicos y los gestores deben
de aprender a aprender, a observar constantemente su entorno para adaptarse a l
dentro de los lmites establecidos por las normas de la democracia, y con la preocupacin fundamental de mejorar sus resultados sobre el propio terreno (O.C.D.E.,
1989).
La pluralidad de actuaciones que el concepto de receptividad conlleva, segn la
O.C.D.E. (1989) y otros autores, se puede resumir en nueve aspectos: a) La diversificacin de la organizacin de servicios pblicos, creando organismos con fines especiales. Esta difusin y fragmentacin de la administracin tiene efectos importantes en
el concepto de gestin pblica, la cual va a caracterizarse a partir de ahora, a nivel
macro, por la negociacin y coordinacin de redes de organizaciones (Metcalfe,
1993). b) El reforzamiento de la responsabilidad y el compromiso de la administracin para con los ciudadanos, estableciendo los adecuados controles. Esto implica un
cambio de perspectiva importantsimo, pues la administracin debe volcarse hacia el
exterior, reducir los controles burocrticos y reforzar los controles de los clientes,
como los consejos de usuarios, los observatorios de calidad, etc. e) La transformacin
del diseo de polticas, dando mayor participacin a los clientes de la organizacin y
a los directivos de lnea en la elaboracin de las mismas. Ello exige tambin un anlisis de contexto suficientemente amplio (DeLeon, 1988-89), as como una conciencia
del papel de la implantacin y su indiscutible peso-ya en la fase de diseo. d) La conciencia de la importancia de los recursos humanos, con la consiguiente transformacin de las polticas de personal. Habr que dar mayor peso a la formacin por la experiencia, lograr la participacin de los sindicatos y asociaciones profesionales en los
programas de receptividad, quebrar la uniformidad de los estatutos de la funcin pblica para conseguir adecuar el personal a las necesidades de sus clientes, preocuparse mucho ms de la seleccin de los funcionarios de atencin al pblico, etc. e) La
mejora sustancial de los puntos de contacto con el ciudadano, lugar donde el lenguaje y los productos administrativos se traducen al lenguaje de los clientes (O.C.D.E.,
91
as, la evaluacin de las polticas y programas introduciendo instrumentos que permitan conocer la apreciacin de los clientes, como las [ocus groups interviews. Tambin desarrollar instrumentos de anlisis de la opinin del pblico sobre los servicios,
organizar cursos prcticos en el punto de contacto para los ncleos implicados, etc.
g) El adecuado uso de las tecnologas de informacin. stas facilitan el acceso del
ciudadano a la informacin y hacen que la administracin pueda responder ms rpidamente. No obstante, tambin despersonalizan la relacin, introducen el problema
de la proteccin de los datos personales, abren la va a la apropiacin tecnolgica por
parte de ciertas burocracias y empobrecen el trabajo de quien antes interactuaba directamente con el pblico, todo lo cual exige, a su vez, medidas correctoras. h) La
formacin de los clientes, de forma que stos practiquen y se comprometan en la
toma de decisiones. El gran problema del sistema es cmo hacer ver al ciudadano
consumidor de servicios que es tambin propietario y responsable de los mismos. En
la administracin pblica, el servicio es coproducido por el cliente. i) La renovacin
de la gestin pblica, con el consiguiente cambio de cultura y la introduccin de un
espritu de gestin emprendedora (Osborne y Gaebler, 1994). De ah la preocupacin
por los objetivos y su adecuada articulacin en una gestin que sea a la vez filosofa,
proceso y sistemas (Raia, 1985) o el fomento de un liderazgo estratgico (Barzelay y
O'Kean, 1992), capaz de dirigir en un marco de compleja interdependencia como la
que existe en la gestit.I actual (Lax y Sebenius, 1991).
VIII.
En este marco, sealado en los prrafos anteriores, es en el que se sitan las mltiples actuaciones tendentes a introducir en el sector pblico los criterios de calidad,
la preocupacin por el cliente e incluso la gestin integrada de la calidad. No obstante, dado que el enfoque recoge una metfora propia del sector empresarial -servir al
cliente-, cuyo significado est construido dentro de su peculiar sistema conceptual
(Skinner, citado por Barzelay, 1993) lO, la tendencia consiste en recoger tambin de
forma indiscriminada las modalidades de gestin que en el sector privado tal metfora provoca, con la consiguiente confusin, en algn sentido tal vez interesada.
Por otra parte, en los pases anglosajones, el desarrollo de la receptividad surge
acompaado de un cierto cansancio por las polticas de bsqueda de eficiencia en el
sector pblico. stas haban surgido sobre todo a finales de la dcada de 1970 y se haban desarrollado en la de 1980, en pleno xito de las corrientes neoconservadoras y
liberales. El resultado fue un cierto neotaylorismo (Pollit, 1993), con la consiguiente
preocupacin por la gestin del rendimiento. En Gran Bretaa esta preocupacin se
plasm en dos grandes iniciativas: la creacin de la Efficiency U nit y su poltica de escrutinios, por una parte, y el diseo e implantacin de la Financial Management Initiative (Metcalfe y Richards, 1990), por otra. Con carcter general, en dichos pases
10 Conferencia dictada por el Prof. Michael Barzelay en diciembre de 1993, en la Universidad Autnoma de Barcelona con el ttulo de On clients, en el acto de entrega de ttulos de la tercera promocin
deIM.G.P.
92
Manuel Vil/aria
se fueron introduciendo los siguientes mecanismos (Bovaird, 1996): a) Descentralizacin del control presupuestario, bien a travs de los denominados centros de responsabilidad o de otros mecanismos ms complejos. b) El controlo auditora basado
en la relacin calidad-precio. c) Los sistemas de indicadores del rendimiento (P.I.S)
con un propsito de seguimiento y evaluacin. d) La evaluacin de proyectos, polticas y programas realizadas como parte integrante de las polticas y de la planificacin.
e) Los sistemas de sanciones y recompensas basados en la evaluacin del rendimiento, ya sea para individuos concretos, ya para contratos de gestin. f) El uso del mercado como base comparativa de rendimiento.
En cualquier caso, estos mecanismos hard empezaron a encontrar resistencias e
incomprensin interna y externa, adems de hacer demasiado explcitos sus componentes ideolgicos, con lo que se buscaron mecanismos soft que permitieran una
venta mejor del cambio de modelo de gestin, y que cubrieran algunos de los fallos
de los mecanismos anteriores. Estos procesos dan lugar a la introduccin de al menos
tres nuevos conceptos en la gestin pblica: el concepto de calidad, el de cliente y el
de gestin de calidad. Todos ellos con problemas a la hora de hacerse operativos en
el sector pblico.
A comienzos de la dcada de 1990, empieza a hablarse de un nuevo paradigma de
gestin para las organizaciones pblicas. Una autntica revolucin en el modelo de gestin y en la cultura de estas organizaciones. Sus efectos no slo llegan al nivel de las
organizaciones pblicas directamente prestatarias de servicios al exterior y, en concreto, a sus empleados de lnea, sino que se expanden por toda la organizacin. Ello
exige distinguir y matizar implicaciones del concepto segn a qu nivel se produzca
su utilizacin. Con carcter general podemos distinguir entre organ.izaciones de lnea
y organizaciones horizontales (de controlo staf!). Dentro de cada una de ellas podemos separar los rganos en directo contacto con los usuarios del servicio y los rganos de apoyo. Ciertamente, cuando se empieza a distinguir se ve que la teora est en
gran medida por construir, que todava existen lagunas y que se est en el comienzo
de un nuevo modelo de gestin que requiere su especfica formulacin por el sector
pblico.
En cualquier caso, la revolucin est en marcha. La adopcin por el gobierno estadounidense de este nuevo enfoque en su clebre documento National Performance
Review 11 (N.P.R.), fruto de un amplsimo programa de trabajo 12 liderado por el vicepresidente, Al Gore, es un apoyo importantsimo para el cambio. El documento citado define cuatro grandes principios de gestin en torno a los cuales el gobierno federal debe articular sus programas. stos son:
1. Reducir el papeleo y trmites inneeesarios, lo cual lleva a reducir regulaciones, hacer que los empleados rindan cuentas por resultados y no por seguir
reglas, liberar a las organizaciones de sistemas de control innecesarios.
11 National Performance Review. Existen ediciones espaolas del mismo, como: Crear una Administracin Pblica que funcione mejor y cueste menos. Informacin n.OS 24 y 25. Ayuntamiento de Zaragoza, noviembre de 1994. A su vez basada en la edicin del Instituto Vasco de Administracin Pblica.
12 El N.P.R. se construye desde una perspectiva bottom-up, pues Gore y su crculo de asesores buscaron el apoyo de los burcratas para definir las propuestas. As, recurrieron a 250 empleados de la Administracin en un proyecto que dur seis meses (Kettl, 1994).
93
2. Descentralizar autoridad, lo que lleva a dar poder a los empleados para que
tomen decisiones, sobre todo aquellos que estn de cara al pblico, as como
insistir en la formacin de los mismos y en la bsqueda de su cooperacin.
3. Trabajar mejor y a menor coste; para ello es preciso encontrar vas que eliminen lo obsoleto, las duplicaciones y los privilegios, invertir en tecnologa y
buscar vas para mejorar la productividad.
4. Buscar la satisfaccin del cliente; para conseguirlo hay que escuchar al cliente
a travs de muy diversos mtodos y, una vez escuchado, hay que reestructurar
los servicios en funcin de las necesidades expresadas por los clientes. Finalmente, es preciso introducir dinmicas de mercado como la competitividad interna y la posibilidad de eleccin del cliente para crear incentivos que obliguen a los empleados a poner en primer lugar a los clientes.
En todo este informe suenan insistentemente las nuevas teoras sobre gestin de
calidad en el sector pblico; no obstante, dado que el informe ha sido elaborado por
funcionarios, stas aparecen integradas dentro de un cierto espritu de sentido comn
que las hace parecer mucho ms viables. Ello no ha impedido profundas crticas, sobre todo vinculadas a la prdida de mecanismos de rendicin de cuentas y a la introduccin de valores como el desprecio a las normas y al Derecho (Moe y Gilmour,
1995), a la incapacidad para crear incentivos que lleven a los gestores a asumir riesgos
y a la falta de estrategia para conseguir el apoyo del Congreso en la implantacin
(Kettl, 1994), a la errnea asuncin de que tras el papeleo y la regulacin no existen
intereses polticos y capacidad para manipular valores o que ser sencillo introducir
un espritu de tolerancia ante los errores de los empleados, olvidando los efectos que
tales errores producen en los polticos electos y en la imagen de la administracin
(Wilson,1994).
Centrndonos en los aspectos ms vinculados a la gestin de la calidad, el nuevo
paradigma N.P.R!postburocrtico lanza las propuestas siguientes:
1.
II.
III.
IV.
94
Manuel Vl/oria
Centrarse en el proceso para conseguir que los productos sean como podran y deberan ser.
Centrarse en ayudar a los clientes/ciudadanos a resolver sus problemas.
Preocuparse de la poltica pblica correspondiente y de los clientes, en
lugar de las normas y los conocimientos tcnicos.
Centrarse en producir valor neto en relacin a unos costes razonables.
Preocuparse por la gente y las relaciones derivadas del trabajo.
II)
Dar ms poder al empleado recoge una vieja tradicin de pensamiento organizativo consistente en poner el elemento humano en primer lugar; ello
podra recordarnos el esfuerzo intelectual de Marx tendente a descifrar las
condiciones que llevaron a la deshumanizacin del hombre y su correlativo
intento de construir un sistema donde se respetaran los derechos bsicos del
ser humano (Aktouf, 1992) o, ms en la tradicin del pensamiento liberal,
los trabajos de Maslow (1954) o Argyris (1957) o Me Gregor (1960), quienes
defendieron la creacin de un entorno laboral que permitiera al individuo
dar lo mejor de s mismo y cubrir sus necesidades de perfeccionamiento y
autoestima. Este empowerment del empleado tambin fue recomendado
por Peters y Waterman, adems de incorporarse como un elemento esencial
de las teoras de la calidad total (Deming, 1986, 1989; Juran y Gryna, 1988).
En general, un empleado que siente sus necesidades satisfechas por la organizacin es un empleado ms feliz, con mayor entrega y permanencia (Wanous, 1989) y que puede sentir el orgullo del trabajo bien hecho.
La formacin y el desarrollo, as como la participacin del empleado, se
convierten en elementos fundamentales del nuevo paradigma. Esta participacin (Bowen y Lawler, 1992) requiere informacin sobre el funcionamiento de la organizacin, recompensas basadas en el rendimiento global,
conocimiento suficiente como para aportar ideas y mejoras y poder para
contribuir a la adopcin de decisiones. Ciertamente, este poder tiene que
ser relativizado en el sector pblico, a no ser que implique, a la vez, quitar
poder a los representantes del pueblo (Wilson, 1994). En cualquier caso, el
nuevo paradigma exige un esfuerzo incesante por la comunicacin interna
de la visin y misin de la organizacin, una potenciacin del papel de los
grupos en las organizaciones como instrumentos de participacin y mejora
de los procesos de calidad, y una continua bsqueda de cooperacin entre
los superiores y los inferiores, as como de todos los empleados con el pblico y sus suministradores, lo cual, a su vez, requiere simplicidad, autonoma,
nuevos valores y, finalmente, un mayor equilibrio entre las necesidades individuales y las de la organizacin, con la consiguiente mayor preocupacin
por el empleado como ser humano (Coates, Jarrat y Mehaffie, 1990).
III)
Dado que la calidad viene definida por el cliente, uno de los principios bsicos del nuevo paradigma es escuchar la voz del cliente (Osborne y Gaebler, 1994). Para ello, se puede utilizar una enorme cantidad de instrumentos; as: encuestas a los clientes, encuestas a residentes en la comunidad para
comprobar su grado de satisfaccin con la gestin de la ciudad o pueblo,
96
Manuel Vil/oria
IV)
97
racin de Derechos... He aqu un sistema que slo puede describirse en trminos de duplicacin y superposicin, es decir, de una redundancia de conducto, cdigo, clculo y control (Landau, 1993).
Pues bien, esta redundancia que puede servir para reducir riesgos y que en el sistema poltico es, adems, producto del relativismo democrtico -frente a un intento
de racionalidad unvoca economicista-, puede, a la vez, fomentar la competencia y
con ello mejorar la eficacia y eficiencia en la prestacin de servicios pblicos. La ruptura del monopolio pblico a travs de la competencia controlada (Miranda y Lerner, 1995) puede ser, en este sentido, positiva. Sin lugar a dudas, la ruptura del monopolio pblico debe ir acompaada de la ruptura de los monopolios privados,
introduciendo tambin en dicho campo la competencia.
No obstante, la redundancia ha de ser adecuadamente estructurada para evitar los
fallos que ella en s misma, sin control, conlleva. As (Bendor, 1985): la ineficiencia,
por el exceso de recursos aplicados a un determinado problema, mxime cuando es
posible la redundancia sin competencia; los vacos que se producen en un marco presupuestario cerrado, pues algunas actividades quedan sin fondos, al aplicarse los que
le corresponderan a actividades duplicadas; la irresponsabilidad por el funcionamiento del servicio, al no existir un centro nico de imputacin de responsabilidad,
con la consiguiente mutua imputacin de los fallos del sistema. Por ello se necesita
estructurar un sistema de redundancias que reduzca los riesgos y, a la vez, produzcan
eficacia y eficiencia. Las actuaciones en la administracin pblica han tenido dos tipos
de manifestaciones: las duplicaciones y las concurrencias (Miranda y Lerner, 1995). En
las primeras, dos unidades administrativas A y B proveen los mismos servicios a travs
de sistemas idnticos. En las segundas, dos unidades administrativas e y D llevan adelante un conjunto diferente de actividades, pero producen alguno de los mismos servicios. La duplicacin enfatiza el paralelismo y la comparacin (<<benchmarking), la
concurrencia enfatiza la ambigedad (Miranda y Lerner, 1995).
La concurrencia es propia, sobre todo, de las relaciones intergubernamentales, y
sus efectos son positivos en un entorno de cooperacin y juego de suma no-cero. En
general, reduce riesgos y permite llegar a diferentes segmentos de poblacin a los que
de otra forma no se llegara; en general, ilustra opciones democrticas ms que abrir
vas a la competencia en trminos de eficiencia.
La duplicacin, sin embargo, es ms un diseo para mejorar la calidad y eficiencia
de los servicios, adems de ofertar al ciudadano una posibilidad de opcin hasta ahora
no existente (Osborne y Gaebler, 1994). Incluso puede generarse para los rganos
staff de la administracin, dando a las organizaciones pblicas-clientes la posibilidad
de optar entre recibir servicios de la organizacin pblica-sstaff o de una organizacin privada (Barzelay, 1992). Las opciones van desde dividir una agencia nica para
hacerla competir por fondos presupuestarios (Niskanen, 1971), hasta dividir un servicio pblico y contratar cada parte con una empresa privada, para comparar cul de las
dos otorga mejores servicios al cliente al menor precio. Un ejemplo de la primera opcin podra ser dividir, por ejemplo, el INAP 14 en dos unidades que compitieran por el
14
98
Manuel Vil/aria
IX.
Algunas conclusiones
99
100
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..
106
I.
Las relaciones de las variables sociales de este fin de siglo se caracterizan por la
interconexin, la interdependencia y la complejidad. La economa y la poltica tienen
una dimensin planetaria ms que nacional. La integracin de los sistemas econmicos en espacios regionales es un fenmeno que cruza los continentes por encima de
las barreras formales de los Estado-Nacin. Los sistemas de informacin engloban a
la practica totalidad del territorio del planeta y proporcionan comunicacin en tiempo real. De hecho, las acciones locales tienen una significacin global por las razones de su formulacin y por sus consecuencias. No es posible comprender una poltica
de defensa o una poltica financiera nacional sin hacer una referencia a las de su entorno estratgico, sea ste geogrfico o econmico. Ello tiene consecuencias en los tipos de organizacin de los Estados y tambin en el enfoque para su estudio. Para el
estudio de las administraciones pblicas las unidades de anlisis ya no son singularidades organizativas- Estado-Nacin, nivel de gobierno-, sino redes que no tienen
por qu estar formalmente constituidas, que hay que desvelar (Lipnack y Stamps,
1994).
La velocidad de los cambios es otro rasgo a destacar. En efecto, los cambios en el
contexto de la accin pblica se refieren a elementos tan diversos como tecnologa,
actores y posiciones de los actores. No basta permanecer estable para conservar la
posicin, pues si otros actores varan su ubicacin, la nuestra tambin vara. El foco
de inters de la accin pblica pasa, por tanto, de los recursos a emplear y de su propia organizacin a la anticipacin de las acciones de los dems y a tratar de establecer
la situacin que se desea obtener. Es decir, la administracin pblica se ve desde fuera como un elemento que concurre con otros en la definicin de los escenarios de accin. La rapidez de los cambios y el fenmeno de la globalidad introducen en las organizaciones la conciencia de la incertidumbre.
Ahora bien, esta incertidumbre proviene no slo del contexto global. La accin
pblica se desenvuelve en sociedades complejas, diversas y multiculturales (Kooirnan, 1993). Los ciudadanos que se ven afectados o afectan a la accin pblica formulan demandas particulares a las que no se puede dar solucin de manera estandarizada (a.c.O.E., 1989). Ello implica la exigencia de respuestas especficas en lugar de
genricas y de creacin de capacidad tcnica para definir y resolver problemas de
cada segmento de la sociedad que presente una demanda legtima. En consecuencia,
las organizaciones pblicas han optado por una progresiva especializacin que las ha
alejado de la visin global de su accin y ha disminuido su capacidad de influir a la
totalidad del entorno. Las organizaciones pblicas reformulan su modo de abordar
los problemas. La accin pblica se convierte en una relacin de intercambio entre
las organizaciones pblicas y los distintos actores. La gestin de los intercambios se
aleja de la burocracia ilustrada para acercar a los actores al ncleo de la decisin
(Crompton y Lamb, 1990).
107
A todo lo expuesto se une el hechu de que en importantes sectores del pensamiento poltico y econmico se defiende la limitacin de la accin pblica por su incapacidad para guiar democrticamente a la sociedad, especialmente a la hora de revelar sus preferencias, o se denuncia la gestin interesada de las burocracias que
promueven su acceso a mayores recursos pblicos por razones egostas y no de inters general. Los llamados fallos de lo pblico han favorecido la demanda a las organizaciones pblicas de un mayor ejercicio de responsabilidad, profundizando en la democracia a travs de mecanismos que favorezcan el establecimiento de prioridades o
la revelacin de las preferencias sociales (Niskanen, IlJ71; Buchanan y Tullock, 192).
Asimismo, la crisis del Estado de Bienestar, que corre pareja al paso de la gestin
de la expansin a la gestin de la escasez, obliga a garantizar una mayor certeza a la
hora de plantear la distribucin de los recursos, poniendo especial atencin en esa
pluralidad de intereses en torno a la accin pblica y, fundamentalmente, a la cuestin de la equidad. La administracin del Estado de Bienestar en crisis se encuentra
sumida en la tensin entre hacer y no hacer (Ramos, IlJlJ4) una tensin que slo puede ser superada por un ejercicio en el que se incremente la participacin de todos y la
corresponsabilidad en la determinacin de las acciones de distribucin de esos recursos escasos (Villoria, 1996).
Por ltimo, la crisis del Estado Social de Derecho pone sobre la mesa la necesidad
de superar el positivismo jurdico y relegitimar las leyes a travs de la mayor participacin ciudadana en los procesos de regulacin social y, simultneamente, pone una
vez ms de manifiesto la importancia de abordar la accin pblica desde enfoques
que den importancia tanto a los valores como a los mtodos. Todo ello conduce al fin
de la visin del Estado como un todo monopolizador del inters general (Crozier,
1995) otorgando un mayor protagonismo a la sociedad civil (Prez Daz, 11)1)5).
En suma, las organizaciones pblicas desempean su actividad en contextos de
gran turbulencia ambiental y son nicamente uno de los actores que estn actuando
en l; por tanto, y necesariamente, han de enriquecer su informacin sobre la realidad y actualizarla constantemente. Adems, el espacio de actuacin de toda organizacin va ms all del definido por sus fronteras fsicas. En este contexto, la bsqueda
de obtencin de la ventaja comparativa de cualquier organizacin pblica reside en
su capacidad para convertirse en una organizacin dinmica en continuo proceso
de aprendizaje social, introduciendo a la sociedad en la definicin de sus objetivos y
de sus pautas de comportamiento. Las organizaciones de aprendizaje (Sengc, 11)90)
deben generar mecanismos de recogida de informacin de la sociedad, pero de manera preeminente generar ideas que mantengan la fusin de intereses con ella. En la
medida en que esa informacin se convierta en conocimiento fortalecer los procesos
de pensamiento organizativo y el papel de las organizaciones pblicas como integradoras y agregadoras de intereses. Y en esta integracin de intereses sin duda tambin
reside la obtencin de ventaja comparativa de unas organizaciones pblicas respecto
a otras y respecto a las organizaciones privadas.
Lo cierto es que los mtodos que hasta ahora han sido empleados para afrontar la
difcil tarea de la accin pblica estn en cuestin. La conciencia de la desaparicin
de los entornos plcidos y su sustitucin por condiciones ambientales turbulentas ha
contribuido a minar sus bases. Las organizaciones pblicas se ven obligadas a pensar
en el hacia dnde se va para despus definir cmo llegar all, Por tanto, es-e.r.~~iso dar
10S
A.
El pensamiento global
109
variables que las exclusivamente organizativas. La visin y el propsito de las organizaciones se convierten hoy en da en su recurso natural ms valioso (Lipnack y
Stamps, 1994).
B.
El descubrimiento del entorno se produce cuando las organizaciones toman conciencia de que su xito no depende nicamente de la gestin interna de sus recursos.
Las organizaciones no son un sistema cerrado que se alimenta a s mismo y que no
necesita del contacto con otros entes sociales para desarrollar su actividad, para seguir viviendo. Si esto es as para las organizaciones en general, ms lo es para las organizaciones pblicas que gestionan aquello que la sociedad ha acordado como patrimonio de todos. En un contexto de globalizacin, interconexin y complejidad la
forma ms adecuada de gestionar lo pblico es mirando hacia el exterior aunque poniendolo en relacin con lo interno. Derivado de lo anterior, es preciso decir que la
posicin de las organizaciones pblicas puede no ser esttica, ya que las posibilidades
de fracaso o xito se alteran cuando varan las expectativas de los otros actores del
entorno. Esta conciencia influye enormemente en la supervivencia de las organizaciones. En el mbito pblico implica considerar la participacin de distintos actores a la
hora de definir la orientacin de las acciones, incluyendo como participantes en el
proceso de adopcin de decisiones a competidores -otras organizaciones pblicas o
privadas-, clientes -usuarios o no de lo pblico, organizaciones o individuos- y
otros a actores de influencia en el entorno poltico, econmico y social.
En resumen, el pensamiento global y la conciencia del entorno estn en el origen
de la bsqueda de nuevos enfoques para la accin pblica y significan un cambio en
la percepcin de la centralidad de -sus organizaciones. La posicin de la organizacin
y sus acciones pasan de ser observadas desde dentro a realizar una aproximacin prioritariamente desde fuera. Lo esencial para la organizacin ya no es ella misma, sino el
entorno en el que opera, propiciando la conversin de las variables organizativas en
variables dependientes que alteran su comportamiento por la variacin de la variable
independiente que pasa a ser el entorno. Las organizaciones pblicas en este contexto se han de ubicar como la pieza de un puzzle, pero no como cualquiera de ellas,
sino como aquella que lo concluye y, por tanto, lo dota de sentido. El esfuerzo organizativo se centra en incluir algn elemento de certeza en un contexto en el que la incertidumbre se ha introducido de forma predominante en la actividad de las organizaciones pblicas alterando principios e incluso mtodos que parecan inamovibles.
11.
110
podemos olvidar que algunos autores definen la estrategia casi exclusivamente en trminos de los cursos de accin que puede emprender una organizacin para relacionarse con su entorno (Bryson, 1988). Si lo razonable para una organizacin es pensar a largo plazo y con la referencia del entorno, lo importante para definir sus
actuaciones ser la filosofa que las impregna. Por tanto, el pensamiento estratgico,
ms que un conjunto de herramientas de aplicacin a la accin pblica, es una filosofa que busca el origen y el destino de sta en condiciones que permitan el fortalecimiento de la funcin social de la organizacin.
Para que una organizacin alcance el cumplimiento de su funcin social tiene que
otorgar importancia al planteamiento de sus acciones, puesto que ste determinar
los procesos y herramientas que utilice para conseguir el objetivo (Goodstein, Nolan
y Pfeiffer, 1993). El planteamiento estratgico es una manera de integrar la filosofa u
orientacin de las actuaciones con los mtodos que se pueden emplear para llevarlas
a cabo. En definitiva, es una forma de integracin de lo poltico y lo tcnico. Lo
esencial para definir la actuacin de una organizacin es recoger su cultura y sus valores, ponerlos en relacin con las caractersticas del entorno en el que est operando,
para plantear la produccin de decisiones y de acciones que guen lo que es, lo que
hace y por qu lo hace (Bryson, 1988). En consecuencia, el planteamiento estratgico
promueve un proceso de reflexin sobre la misin de las organizaciones y, slo una
vez realizado, sobre los procesos, acciones y mtodos.
Lo sustantivo para la accin pblica es pensar en trminos de futuro y plantearse
su funcin social; en e1efinitiva, es poner horizonte y definir dnde se quiere llegar, es
construir un proyecto de vida de la organizacin que la promociona, siendo lo adjetivo la forma de alcanzarlo. Es aqu donde insertamos el trmino estratgico, estableciendo mecanismos de relacin con el entorno para alcanzar esa visin a travs de la
introduccin de una orientacin hacia la sociedad y una preocupacin por las expectativas de sta respecto de la accin pblica (Kotler, 1978). De este modo, el entorno
deja de ser un dato esttico para desempear un papel cada vez ms activo, pues condiciona la orientacin de la organizacin, el alcance y la definicin de sus polticas y
la forma de abordarlas. El intento por anticiparse a los cambios que se producen en el
entorno pasa a ser una preocupacin preeminente para las organizaciones.
El planteamiento estratgico es el proceso mediante el cual una organizacin define su futuro y los procedimientos necesarios para alcanzarlo (Goodstein y otros,
1993). Esta construccin desde el presente trasciende a la planificacin tradicional a
largo plazo puesto que el nfasis se pone en la construccin del futuro que se quiere
alcanzar. El enfoque estratgico no presume iguales condiciones en el futuro que en
el presente, sino que parte de la construccin de un sueo o visin estratgica y realiza
la aproximacin a ella con la definicin de distintos escenarios de acercamiento. Realizar una aproximacin estratgica es inventarse el futuro y una vez inventado desarrollar las pautas de comportamiento organizativo para llegar a l. Este cambio en la
visin de las organizaciones les otorga un arma decisiva para alcanzar el futuro deseado siempre que el intento de anticiparse a los aconteimientos no.se haga en trminos
estticos, sino dinmicos. Introducir el futuro en el presente de las organizaciones implica aceptar que cualquier decisin que se adopta en el presente tiene consecuencias
futuras; por ello es preciso adelantarse y construir el futuro para poder determinar
qu nos acerca y qu nos aleja de l. La mejor forma de anticiparse al futuro es defi-
111
nirlo; la visin estratgica dota a la accin pblica de sentido y le facilita el descubrimiento de los distintos caminos a seguir para alcanzarlo.
Por otra parte, no hay que olvidar que no hay un nico curso de relacin entre las
organizaciones y el entorno en el que operan; en lneas generales, son al menos tres
las estrategias que una organizacin pblica puede seguir en su relacin con el entorno ambiental (Wechsler y Backoff, 1987) 1:
Anticipativa: se crea un futuro para la organizacin y de l se parte en las acciones
y decisiones a emprender en el presente. La estrategia anticipativa es la que otorga a
las organizaciones la mayor capacidad de influencia sobre el entorno, puesto que no
pretende nicamente conocerlo, sino hacer que evolucione a su favor.
Adaptativa: Los cambios los marca el entorno, pero la organizacin intenta crear
vnculos con l para ir evolucionando al unsono. Se busca una relacin de equilibrio
entre el entorno, a travs de la relacin con los actores que operan en l y la organizacin. No es una estrategia totalmente reactiva, pero se pone el nfasis en la organizacin, no en el entorno.
Reactiva: La organizacin produce respuestas en funcin de los cambios ambientales. Se ubica la centralidad en la organizacin, intentando mantener su actual estatus sin definir nuevos papeles o revisar los hasta el momento desempeados. El
entorno marca el ritmo.
La estrategia anticipativa es, de acuerdo con nuestra definicin, la de mayor contenido estratgico, y por tanto la que el planteamiento estratgico promueve como
orientacin. La estrategia reactiva la emplean organizaciones que, si bien han alcanzado la necesidad de relacionarse con el entorno, lo hacen desde una posicin interna y esttica, de respuesta a las presiones. Es en la adaptativa donde las organizaciones pblicas se han empezado a situar. La denominada modernizacin de las
administraciones pblicas sera un ejemplo de esta opcin estratgica, pues en ella se
observa un intento de determinar las necesidades organizativas en funcin de los requerimientos de la sociedad y de adaptarse a ellos mediante la aplicacin de mtodos
de actuacin de carcter ms gerencial (Subirats, 1994; Ban, 1993). Por otra parte,
de todo ello se deduce que en la medida en que se incremente la capacidad de anticipacin de las organizaciones pblicas a los cambios del entorno, stas se arrogarn
una dimensin nueva de actor que influye en la sucesin de hechos que afectan al
comportamiento, definicin, implantacin e impactos de la accin pblica (Beltrn,
1986). La filosofa de la anticipacin impulsa a las organizaciones pblicas como actores de un entorno dinmico en el que pueden influir, y en el que ya no pueden ser
meras observadoras y receptoras pasivas de los efectos cruzados de la accin de otros
actores. La adopcin del enfoque estratgico en el mbito de lo pblico refuerza el
papel de las organizaciones pblicas como organizaciones influyentes y persigue
definir las estrategias que permitan una mejor y ms rpida adaptacin al entorno,
pero sobre todo que incrementa su anticipacin a la materializacin de los fenmenos
que puedan afectarles.
1 La tipologa establecida por Wechsler y Backoff habla de estrategias de desarrollo, poltica -vinculada a las relaciones con los grupos de apoyo-- y proteccionista.
112
1.0 Permite identificar los factores de xito de las polticas y de los programas que
las componen, facilitando la decisin de la distribucin, ya que permite la concentracin de los recursos en aquellas reas de actividad donde se poseen mayores oportunidades de desempear de forma efectiva la accin pblica, bien en trminos de satisfaccin de las demandas, bien en trminos de la relacin recursos-objetivos (eficacia),
bien de la relacin recursos-impactos (eficiencia).
Asimismo, incluye para lo pblico la nocin de sinergia 2. Promueve el aprovechamiento de las experiencias y redes creadas por otros en aquellas reas de actuacin
que la Administracin no desempea de una manera comparativamente superior la
actividad o no contribuye desde la propia organizacin al enriquecimiento de la funcin social (Ban y Tamayo, 1995). Con ello se limita la tendencia de las organizaciones pblicas al crecimiento desmesurado o al mantenimiento de su propio estatus
por encima de las necesidades sociales (Burkhart y Reuss, 1993).
2. Facilita la revisin de los modos de actuacin tanto en las organizaciones como
en la arena poltica de la que se trate, ya que si se produce un cambio de los modos de
actuacin de una de las organizaciones que operan en ella, por ejemplo introduciendo principios de colaboracin, cooptacin o confrontacin, se posibilita a los otros a
variar sus planteamientos o actos, ya que se trata de entornos competitivos (Thompson, 1990; Porter, 1985).
El deseo de mantener la ventaja competitiva obliga a la bsqueda de nuevas lneas de accin, la creacin de nuevos servicios o el mejoramiento de los existentes.
La competencia estimula la innovacin. En definitiva, en lugar de rechazar la innova-
2 Diccionario de la Lengua Espaola RAE. Sinergia: Accin de dos o ms causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales.
113
cin, se emplea como recurso cualificado de una organizacin pblica. Para ello, se
introduce la ruptura del rechazo a la innovacin puesto que es una herramienta que
permite a las organizaciones pblicas estar en la vanguardia de la lucha contra la incertidumbre, pero sobre todo incrementa su cualificacin para reforzar su influencia
en el entorno (Goodstein, Nolan y Pfeiffer, 1993).
111.
114
pear por ste en la definicin, gestin e implantacin de la accin pblica. Los ciudadanos no pueden seguir siendo el objeto de la accin pblica, puesto que esta concepcin representa el desempeo de un papel pasivo de receptor de acciones que, diseadas desde el ncleo de las organizaciones, se proyectan hacia la sociedad, sin
contemplar dimensiones como la participacin, o en otro orden de cosas la imagen de
las administraciones que, en este contexto, son de una importancia extrema para la
accin pblica. El reconocimiento del ciudadano como sujeto de la accin pblica es
el camino a seguir en esta profundizacin de la administracin responsable (Richards,
1994); de esta manera se le dota de un contenido activo, de una capacidad para influir
directamente en el proceso de adopcin de decisiones, precisamente como ayuda a la
priorizacin de lneas de accin y a la elaboracin de las polticas.
Los nuevos papeles a desempear por los gobiernos en las sociedades de modernidad radical (Giddens, 1994) introducen variaciones en la relacin con los ciudadanos. La nocin de servicio al cliente facilita el tratamiento de los ciudadanos precisamente como clientes de los servicios pblicos. Pero no es esto una paradoja? Los
ciudadanos son algo ms que meros consumidores o clientes de un servicio, puesto
que, por su vinculacin y contribucin a su existencia, son, adems, parte interesada y
propietarios de la organizacin prestataria. Ello obliga a superar la paradoja del cliente para profundizar en la amplitud del concepto de ciudadano.
En este sentido, uno de los pilares del enfoque estratgico es la identificacin de
agentes crticos que colaboren con las organizaciones, precisamente para guiarlas en
la definicin de sus polticas y acciones, y que lo hagan no como meros observadores,
sino como parte activa en los procesos (participacin en los diagnsticos, definicin
de sistemas de priorizacin, de apoyo a la decisin, etc.). Los agentes crticos son los
individuos o grupos sociales que afectan o pueden ser afectados, recibir o generar
efectos o impactos de la accin de las organizaciones pblicas (Carroll, 1989). La organizacin debe definir las estrategias de relacin con estos agentes de manera diferenciada y en funcin de los objetivos a alcanzar.
El pensamiento estratgico proporciona un marco para la profundizacin en la
administracin responsable, puesto que prima la definicin de orientaciones y la generacin de consensos ms que el diseo aislado de actuaciones. Adems, en los procesos de planificacin otorga una importancia decisiva al diseo de la implantacin.
Asimismo, es una filosofa que profundiza en conceptos como la tica pblica, puesto
que la mejor forma de servir con objetividad los intereses generales es generar elementos de enlace con la sociedad que ayuden a conocer y entender la multiplicidad
de intereses a los que se tiene que dar respuesta desde la accin pblica (Villoria,
1996).
Para el desarrollo de este nuevo sistema de relaciones es preceptivo que los gobiernos amplen el nmero y las caractersticas de los papeles que tienen que representar (Osborne y Gaebler, 1994). En la medida de lo posible habrn de conjugar el
desempeo de los siguientes papeles:
El gobierno catalizadJ, que potencie los recursos de las instituciones aprovechando los de otros actores, se trata de buscar la conjuncin entre la demanda de accin,
las necesidades a las que har que responder y la escasez de recursos.
El gobierno competitivoscue introduce una reflexin sobre lo que puede y debe
115
hacer, que parte del principio de que no puede hacerlo todo y bien, por lo que busca
la profundizacin en aquello que hace mejor. En el desempeo de este papel de gobierno competitivo se producen ventajas como la bsqueda de una mayor eficiencia,
con el referente de la equidad, la respuesta a las necesidades de los ciudadanos, el
premio a la innovacin, y gracias a todos estos elementos se favorece el desarrollo or.
ganizativo.
El gobierno previsor, que introduce en su agenda las amenazas y las oportunidades, que orienta su actuacin ms all de la reaccin, un gobierno proactivo y anticipativo a los cambios que se producen, que se ordena antes de que lo ordenen.
El gobierno que sirve al clientesko gobiernos estn para servir a los ciudadanos;
por tanto, deben orientar su actividad a cubrir las necesidades de stos, estableciendo
mecanismos que faciliten la deteccin de la demanda que plantean. A partir de dicha
informacin podrn definir la forma ms adecuada de procurar tal satisfaccin. Todo
ello procurando el engarce entre las demandas individuales y los intereses generales,
teniendo como referencia el principio de equidad.
El gobierno orientado a la sociedad, que acerque a los ciudadanos a los ncleos de
decisin, para que sean stos los que le ayuden a definir su comportamiento y que se
conciba a s mismo como parte de un entorno en el que su posicin no es esttica, no
depende de l mismo en exclusiva, sino tambin de lo que otros realicen.
e> En definitiva, la conciencia de la necesidad de un gobierno que represente estos
papeles responde a la bsqueda de una administracin responsable, que rinde cuenia
de sus actos y responde con ellos a las necesidades y demandas de la sociedad.
En este entorno de crisis del sistema poltico representado por el Estado de Bienestar, la funcin de la administracin es contribuir a la relegitimacin de lo pblico
no slo generando rendimientos, sino tambin dando una imagen institucional de
honradez y transparencia (Ban, 1996). El pensamiento estratgico recoge en sus
planteamientos la concepcin, metodologa y herramientas que facilitan la representacin de los papeles antes citados y la labor de legitimacin que enmarca la actuacin de las organizaciones pblicas.
116
117
118
Un tema estratgico es una tendencia o acontecimiento de dentro o fuera de la organizacin que tiene una gran influencia para alcanzar el futuro deseado (Ansoff,
1984). Gran parte del esfuerzo estratgico se concentra en tomo a la identificacin y
anlisis de estas tendencias, para formar una agenda de temas estratgicos que facilite la anticipacin a los cambios; en definitiva, que aproveche las oportunidades y evite su transformacin en problemas.
El anlisis D.A.FO. (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades) es un
modo de agregacin de la informacin, en este caso tomando como referencia la visin de xito. Se utiliza cualquier herramienta que facilite la produccin de informacin (informes sociodemogrficos, econmicos, geogrficos, tecnolgicos etc.) y sta
se clasifica de acuerdo a las implicaciones que tenga para el xito organizativo. As,
esa informacin se clasifica en cuanto supone debilidad o fortaleza organizativa; o
amenaza u oportunidad del entorno.
El anlisis de los agentes crticos es otro sistema de ordenacin de la informacin,
esta vez tomando como referencia a los distintos actores que afectan o pueden ser
afectados por los efectos e impactos de la accin organizativa. Se trata de producir informacin respecto a los agentes crticos que ayude a la organizacin a definir pautas
de accin para relacionarse con ellos.
Todas estas herramientas encuentran su mxima influencia en un entorno organizativo donde el pensamiento estratgico constituye parte viva de la cultura de la organizacin.
v.
119
120
los valores de la organizacin afectada para que el proceso llegue a su fin cubriendo
los requerimientos y las expectativas generadas. No obstante, existe en la disciplina
un consenso sobre algunas etapas que se suceden en la planificacin estratgica (Bryson, 1988) y que se manifiestan en planificaciones que han alcanzado el xito.
El proceso de la planificacin estratgica contara con las siguientes etapas (vase
cuadro de la pgina siguiente).
La generacin de un consenso sobre la necesidad de utilizar la planificacin estratgica es fundamental para iniciar un proceso que consume gran volumen de recursos
organizativos. En esta etapa hay que poner especial atencin en el anlisis de los estilos de direccin, para poder ir generando bases slidas para el inicio del proceso de
planificacin. Es la etapa en la que se detectan los actores crticos internos y externos
a la organizacin para apoyarse en ellos en la definicin de la misin y para determinar quines y en qu momento del proceso van a participar. El producto de esta etapa es la DEFINICIN DE LA MISIN DE LA ORGANIZACIN.
Los responsables de la organizacin, apoyndose en los actores crticos, y utilizando las tcnicas de investigacin y anlisis sectoriales pertinentes, generan la informacin para abordar la formulacin de lneas estratgicas y de acciones. La informacin
obtenida debe hacer referencia al entorno, a la propia organizacin y a los temas estratgicos a los que tendr que hacer frente en el futuro. La informacin generada
sirve tambin para retroalimentar el proceso estratgico, para afirmar, aclarar o robustecer la definicin de la misin de la organizacin y consolidar el consenso en
torno a la necesidad de planificar.
En esta etapa se procede a la formulacin de las acciones y al diseo de su implantacin. Es importante destacar que tanto la formulacin de las acciones estratgicas como su implantacin son resultado de la reflexin conjunta y posterior priorizacin entre los responsables de la organizacin y los agentes crticos. Esta etapa recoge
el diseo de los mecanismos de evaluacin de las acciones y la produccin de informacin que permita adoptar decisiones sobre los impactos de las mismas. Al mismo
tiempo, este anlisis se convierte en informacin de retroceso que alimenta las etapas
anteriores. El producto final de esta etapa ser alcanzar la visin de xito de la organizacin.
En conclusin, la planificacin estratgica: a) debe producirse despus de la reflexin estratgica y del pensamiento estratgico; b) en el marco de un proceso de gestin estratgica; e) no es un fin en s misma; y d) es un proceso dinmico. Finalmente,
ETAPA 1.
CONSENSO ESTRATETIGO
GENERACIN DE
BASES PARA
INICIO DEL
PROCESO
ANLISIS DE
LOS ESTILOS
DE DIRECCIN
~c
IDENTIFICACIN
DE ACTORES
CRTICOS
.-
EVALUACIN
...,;
Z
~
O
DEFINICIN DE LA MISIN
DE LA ORGANIZACIN
==
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>
~
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O,
.-
I
ANLISIS
ENTORNO
ETAPA 3.
'Z~
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~-O
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ANLISIS
ORGANIZACIN
IDENTIFICACIN
TEMAS
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VISIN DE XITO
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DISEO E IMPLANTACIN DE ESTRATEGIAS Y ACCIONES
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ROBERT AORANOFF
Universidad de Indiana
126
Robert Agranoff
las ramificaciones legales, tcnicas, fiscales y polticas de sus programas. Tienen que
realizar transacciones con empleados pblicos de otros gobiernos que poseen unos
conocimientos y un nivel de responsabilidad similares. Para ello puede que sea necesario llevar a cabo ciertas acciones, tales como la de proporcionar informacin especfica, negociar acuerdos, dirigir programas, preparar informes sobre los programas,
comprobar el cumplimiento de objetivos y valorar resultados; y todo ello a travs de
las delimitaciones entre distintos niveles de gobierno. Tales tareas ya escapan a la
competencia de los generalistas, quienes no podran comprender todos los detalles
que implican los centenares de programas estatales de bienestar social que sobrepasan las fronteras gubernamentales. Actualmente, el papel del generalista se reserva
para los asuntos y problemas de una naturaleza jurisdiccional mucho ms amplia y
general. Cuando los generalistas se involucran en programas especficos, su participacin suele tener un carcter ms secundario, de respaldo o apoyo poltico.
Otra interpretacin errnea muy comn es que las RIG representan nicamente
un fenmeno exclusivo de los pases con sistemas federales, donde el poder est dividido. Elazar (1987a) explica que las RIG no se han impuesto en la mayora de los
otros pases puesto que en los EE. UD. el federalismo est vinculado al autogobierno
y al gobierno compartido, segn lo cual la teora federal sostiene que el pueblo delega poderes en diferentes gobiernos que sirven a diferentes reas a fin de alcanzar distintos propsitos. A menos que el uso norteamericano se haya extendido a otros sistemas federales, la teora del Estado aceptada en Europa considera la soberana
como algo indivisible; entiende al Estado como la fuente exclusiva de poder y al resto
de los rganos de poder como meras autoridades e instrumentos. Por tanto, siguiendo
un criterio estrictamente jurdico, las RIG no pueden darse dentro de los sistemas.
Por el contrario, la prctica de las RIG prevalece en casi todos los sistemas, incluso
en los llamados sistemas unitarios. La experiencia, como sostiene Vincent Ostrom
(1985), muestra que ninguna democracia reserva todas las prerrogativas de gobierno
a una sola entidad. Los procesos de gobierno se realizan mediante mltiples estructuras de decisin, lo cual implica configuraciones multiorganizativas.
Como sugiere Rose (1985), las unidades componentes se convierten en parte de
un sistema nacional de gobierno o en un gobierno a nivel nacional. Estos sistemas
gubernamentales se caracterizan por:
1) Los vnculos que surgen de los imperativos funcionales de la coordinacin de
los programas.
2) Las mltiples instituciones (pblicas y privadas) que intervienen en los mismos programas.
3) La autoridad legal y la responsabilidad financiera del gobierno central, que
necesitan combinarse con la prestacin de servicios locales.
4) La participacin de los gobiernos subnacionales en programas nacionales
promovida por el deseo de permitir que las comunidades intervengan en el
proceso de adopcin y adaptacin de decisiones. Por otra parte, muchos expertos creen que la expansin del proceso de democratizacin, industrializacin y urbanizacin ha contribuido a esta interdependencia en las polticas y
en los programas (Ashford, 1982, 1986; Dente y Kjellberg, 1988; Kjellberg
y Tuene, 1980; Sharpe, 1988). De este modo, al margen de la divisin legal-
127
formal del poder, las mltiples conexiones institucionales que exigen los programas implican la presencia de una dimensin territorial junto a las responsabilidades funcionales. Segn sugiere Rose (1985), Las polticas pblicas
unen lo que las constituciones dividen.
11.
128
Robert Agranoff
129
blemtica de las RIG respecto de las polticas pblicas. Las cuestiones referentes a
qu nivel de gobierno se ocupa de la captacin de los recursos financieros y de su gasto, cul realiza el mayor porcentaje del gasto y quin controla las decisiones relativas
a la financiacin de los programas, resultan bsicas en la consideracin de la actuacin pblica. Otros temas relacionados con las RIG se centran, normalmente, en los
principales objetivos de los programas nacionales de un determinado pas.
El concepto de las RIG trasciende los enfoques constitucional-legales, tanto acerca de las divisiones entre gobiernos como en lo referente a sus respectivas competencias y funciones. No pretende sustituir conceptos histricos, tales como el federalismo
o la estructura de los sistemas unitarios, sino complementarlos, a fin de tener en
cuenta las nuevas realidades polticas y administrativas, fruto de la expansin de los
gobiernos (Elazar, 1987a). El concepto de las RIG tiene una clara orientacin no jurdica. La tradicin investigadora sobre los gobiernos centrales y subnacionales es legalista, al hacer hincapi en las estructuras constitucionales y en las normas del procedimiento. Por el contrario, los enfoques intergubernamentales no son jurdicos y
contemplan una amplia variedad de organizaciones, conductas y pautas. En este sentido, quiz una de las ventajas de las RIG, tal y como ha sugerido Wright (1981), radica en que no ignoran ni infravaloran los anlisis jurdicos/constitucionales, sino que
intentan superar los potenciales lmites de la fuerte tradicin jurdica inherente al federalismo. Este mismo autor (1981) sostiene que, en su calidad de enfoque relativamente nuevo, las RIG no conllevan la carga poltica que ha acompaado en ocasiones
a algunos sistemas de gobierno como el federalismo. Esta connotacin apoltica incrementa su utilidad analtica, contribuye a conservar su precisin y favorece la acumulacin de conocimientos que refuerzan el entendimiento
111.
Los expertos sostienen, cada vez ms, que, a pesar de sus diferencias en el plano
legal, no media una gran distancia entre los sistemas federales y los unitarios. Ambos
modelos muestran tendencias similares en sus pautas de funcionamiento. No obstante, debido a que el marco constitucional supone una diferencia, resulta necesario
mantener algunas distinciones. Los sistemas federales unen entidades menores en un
gran sistema poltico mediante la distribucin y garanta del poder entre los gobiernos constituyentes y generales de una forma diseada para proteger la existencia y
autoridad, tanto de los sistemas nacionales como de los subnacionales (Elazar, 1987).
Por otra parte, los estados unitarios otorgan la autoridad dominante al gobierno nacional o central y las concesiones constitucionales de poder a los gobiernos subnacionales que representan una funcin directa de autoridad nacional. Sin embargo, mltiples prcticas como la eleccin de los rganos subnacionales, la divisin de funciones,
la distribucin de los impuestos y los equilibrios polticos, existen en ambos sistemas.
En cualquier caso, parece conveniente examinar las fuerzas de convergencia que
afectan a las RIG.
Generalmente son los ajustes prcticos, como consecuencia de los compromisos
polticos y administrativos, los que han borrado las diferencias entre los sistemas fe-
130
Robert Agranoff
131
132
Robert Agranoff
IV.
Lo anterior sugiere que las RIG se llevan a cabo de muy diversas formas. Al centrarnos ms en los principales modelos de RIG se ver el carcter internacional de estos instrumentos: las relaciones fiscales intergubernamentales, las ayudas financieras
y subvenciones de los programas, las regulaciones intergubernamentales, las estructuras gubernamentales subnacionales, las fuerzas polticas y acciones gubernamentales.
El anlisis suscitar tambin temas de inters para profesionales a raz de las investigaciones recientes sobre estos instrumentos intergubernamentales.
A.
Algunos expertos contemplan estas relaciones fiscales como la esencia de las RIG
debido, en parte, a que los datos fiscales suelen estar ms disponibles y, en parte, en
funcin de su planteamiento econmico en lo que se refiere al gobierno. Si bien no
cabe duda de que la relacin fiscal es fundamental, se demostrar que las determinaciones polticas y administrativas representan un medio importante para lograr una
mayor comprensin de las RIG. En cualquier caso, las relaciones fiscales intergubernamentales son de gran utilidad en la determinacin de los parmetros que caracterizan a los sistemas interdependientes.
En la prctica totalidad de los pases occidentales, el gobierno central es el mayor
receptor de recursos fiscales, y distribuye esta recaudacin posteriormente mediante
diversos mecanismos. Por otra parte, en la mayora de pases, la asignacin de las
transferencias de los ingresos es una funcin que compete al gobierno central, independientemente de si los pases gestionan los programas de una forma nacional o
subnacional (Page y Goldsmith, 1987). Se han realizado algunos experimentos respecto a la descentralizacin de la recaudacin tributaria, pero los resultados que se
han logrado han sido poco convincentes (Aten, 1990; Groenewegen, 1990; King,
1984). Por consiguiente, la capacidad recaudatoria de las administraciones subnacionales tiene un carcter subordinado, adems de variar de un pas a otro. El anlisis de
Rose (1984) revela que la recaudacin de los gobiernos locales y de nivel intermedio
de Canad y Suiza oscila entre el 46 y el 41 por 100, respectivamente, frente al1 por
100 en Holanda e Italia. En los sistemas federales, los gobiernos subnacionales recaudan a travs de sus impuestos el 32 por 100 del total, mientras que en los sistemas unitarios solamente un 14 por 100 de la recaudacin impositiva global no corresponde a
los gobiernos centrales. Espaa, que es un pas con creciente tendencia hacia el federalismo, supone una excepcin a esta segla. Por ejemplo, excluyendo dos regiones
que gozan de competencias especiales respecto a la tributacin, los gobiernos de las
comunidades autnomas recibieron ms del 86 por 100 de sus ingresos en 1991 a travs de transferencias del Gobierno Central. Rose tambin seala que apenas existe
una correlacin entre el porcentaje del producto" nacional que suponen los impuestos
133
y la cantidad recaudada por los gobiernos estatales y locales. El autor concluye que
no merece la pena examinar las diferencias entre los sistemas federales y unitarios.
Mucho ms importante es el predominio fiscal de los gobiernos centrales y los vnculos intergubernamentales que crean mediante las subvenciones concedidas a otros niveles de gobierno.
En la mayora de los pases, los principales mecanismos fiscales para conceder
ayudas han sido las subvenciones. Las tres principales formas de subvencin son:
1) las transferencias no condicionadas de fondos destinados al funcionamiento de los
gobiernos subnacionales; 2) las subvenciones en bloque o de amplio propsito, dirigidas a actuaciones en reas especficas sin necesidad de desglosar el gasto; y 3) las
subvenciones nacionales con un propsito restringido en las que se especifican las
reas a las que se destinarn, estando sujetas a controles legales estrictos. El aumento
de las subvenciones nacionales para financiar a los gobiernos subnacionales se presenta como un corolario generalizado de la ampliacin del Estado de Bienestar
(King, 1984) y del crecimiento del poder nacional. En los Estados Unidos, por ejemplo, el porcentaje de los recursos de los estados y los gobiernos locales procedentes
de subvenciones federales pas del 10 por 100 en 1955 al 26,5 por 100 en 1978, su nivel ms alto; es decir, esta partida aument de 3.200 a 77.900 millones de dlares durante este periodo. El gasto en 1990 alcanz los 133.800 millones de dlares (ACIR,
1990). El consiguiente poder nacional que ha acompaado a esas subvenciones ha
suscitado que se empiece a cuestionar el fundamento de un crecimiento de los gobiernos centrales a expensas de los gobiernos subnacionales (por ejemplo, en Australia)
(Wiltshire, 1992).
Otra consideracin fiscal importante se refiere a los controles del gasto impuestos
por los niveles superiores del gobierno sobre los niveles inferiores. En los pases unitarios y los que funcionan mediante relaciones unitarias, como es el caso de las relaciones existentes entre los estados de los Estados Unidos y sus gobiernos locales, los
controles pueden establecer lmites directos sobre los niveles de ingreso/gasto. Tambin pueden adquirir la forma de directrices para la ejecucin de programas o normas
fiscales reguladoras del gasto, las cuales estn sujetas a auditoras posteriores. En el
caso de los servicios sociales en Gran Bretaa, por ejemplo, las agencias receptoras
de subvenciones negocian los presupuestos de los programas, lo que les posibilita
participar en la planificacin y en el establecimiento de las prioridades. Otros instrumentos ampliamente empleados son los contactos para la prestacin de servicios
especficos a un precio fijo, o bien la adquisicin de dichos servicios por una cuota
negociada. En algunos pases, las agencias subvencionadoras ofrecen prstamos,
autorizan crditos o anticipan fondos como medidas de transferencia fiscal. Por ltimo, en un gran nmero de pases, llevan a cabo, desde el centro o a travs de los gobiernos de segundo nivel, una supervisin fiscal de las operaciones financieras de
los gobiernos subnacionales, incluyendo el uso de los presupuestos de los gobiernos
regionales y locales, procedentes de fondos recaudados a nivel local y que se gastan
en el mismo mbito. Esta supervisin puede ir desde la comprobacin de la conveniencia de los gastos hasta la formacin de los funcionarios locales que realizan tareas
fiscales.
134
B.
Robert Agranoff
Dos de las tres clases de subvenciones -las de con fines especficos y en bloque- son condicionales y potencian una mayor interdependencia. Se han llevado a
cabo algunos trabajos de anlisis de las distintas subvenciones que se ofrecen a los gobiernos subnacionales y los tipos de programas y vnculos polticos que crean. Pero
dicho estudio tiende a centrarse en un solo pas (Dente y Kjellberg, 1988; Galligan y
Walsh, 1990; Page y Goldsmith, 1987). Otros estudios han examinado de una forma
comparada el impacto presupuestario de las subvenciones intergubernamentales
(Gramlich, 1987). Desafortunadamente, se han realizado ms anlisis transnacionales
respecto a las reas del gasto y crecimiento gubernamentales (Rose, 1984) que respecto a los sistemas de subvenciones.
Existe bibliografa sobre el impacto econmico de las subvenciones intergubernamentales (por ejemplo, Oates, 1972; King, 1984) que afirma que estas ayudas financieras: 1) subvencionan programas que reportan beneficios al margen de la jurisdiccin; 2) actan como un mecanismo de transferencias de fondos eficaces y a veces
equitativos, y 3) pueden equiparar la capacidad fiscal entre distintas jurisdicciones.
Otros autores (lnman, 1989) han cuestionado los beneficios econmicos de las subvenciones, apuntando hacia explicaciones de naturaleza ms bien poltica. Otro asunto es el efecto estimulador de las subvenciones subnacionales: inducen a incrementos en los presupuestos? Una investigacin sobre el efecto-imn (Oates, 1990)
sugiere que los fondos procedentes de las subvenciones sin condiciones no se repercuten generalmente en forma de una disminucin impositiva, sino que se quedan pegados en su destino original. Por otra parte, hay indicios en los EE. UD. de que,
frente a los recortes presupuestarios (Gramlich, 1987; Mirando, 1990), e incluso a la
eliminacin de las subvenciones generales, los gobiernos locales se cubren incrementando los impuestos para sustituir la financiacin perdida, con lo cual parece que este
efecto funciona en un solo sentido.
Existen tambin factores polticos relativos a las subvenciones que los empleados
pblicos han de tener en cuenta, por ejemplo:
1)
C.
135
La regulacin intergubernamental
136
Robert Agranoff
D.
Por qu nos interesan las estructuras gubernamentales? Porque, como mantienen James March y Johan lsen (1984), las instituciones gubernamentales son importantes para la configuracin de las pautas de interaccin social. Por tanto, un considerable nmero de estudios comparativos ha examinado las estructuras de los
departamentos ejecutivos, los modelos de sistemas de gobierno (sistemas de partidos,
ejecutivas, distribucin del poder) y la maquinaria de gobierno (capacidades burocrticas, entorno institucional de planificacin, caractersticas sociales relativas al gobierno). El marco utilizado por Peters (1988) parece ser el de mayor utilidad, ya que se
centra en la extensin, la centralizacin, la jerarqua y la participacin como principales categoras de anlisis. Como se ha comentado previamente, el factor ms importante para las RIG es el nmero creciente de ministerios nacionales envueltos en los
programas que implican a las agencias homlogas de los niveles de gobierno intermedio y local.
Este creciente inters por las estructuras de gobierno como indicadores de su conducta y de la poltica pblica tiene claras implicaciones para las RIG. Uno de los primeros y ms conocidos estudios sobre la estructura gubernamental, Democracies,
de Arend Lijphart (1984), examina veintin sistemas y establece dos grandes tipos: el
modelo mayoritario (Westminister) y el modelo de consenso. Entre otros atributos,
el primero se caracteriza por sus estructuras unitarias y centralizadas, mientras que el
ltimo es generalmente de corte federal y descentralizado. La clasificacin realizada
por Jean Blondell (1982) se basa, por su parte, en dos grandes dimensiones: la de los
gobiernos unificados en contra de gobiernos divididos y la emergente dimensin de
adopcin de decisiones jerrquicas en contra de la toma de decisiones colectivas. El
autor sugiere que a medida que los gobiernos de mltiples niveles territoriales se hacen ms numerosos se est produciendo un desarrollo progresivo de la segunda dimensin. Esto resulta especialmente importante si tomamos en consideracin el creciente nmero de grupos que demandan representacin poltica, particularmente con
la aparicin de una fuerte burocracia, cuyo peso tiende a menudo a dividir a los
gobiernos.
La manifestacin ms clara de gobierno con numerosos niveles territoriales es la
aparicin de gobiernos regionales o de segundo nivel. Blgica, Francia, Italia, Espaa
137
y Japn son ejemplos de pases donde la regionalizacin se ha intensificado en las ltimas dcadas. El cambio de rgimen que ha tenido lugar en Rusia y en Surfrica
conlleva tambin a una consolidacin de las estructuras regionales, posiblemente desembocando en la creacin de una federacin. Suecia se encuentra en un proceso de
fortalecimiento de sus estructuras regionales o de segundo nivel, como es el caso de
sus comarcas consolidadas, particularmente en lo que se refiere a las reas de planificacin y desarrollo. Como proyecto piloto, se han otorgado ms competencias regionales a dos comarcas de forma provisional. En los casos en donde los rganos re-gionales tienen un status constitucional, con rganos representativos electos y
poderes legislativos, como ocurre con Espaa, los gobiernos regionales estn adoptando configuraciones federales (Agranoff, 1993; Agranoff, 1994; Elazar, 1987), y
son considerablemente ms poderosos que meras autoridades descentralizadas. En
realidad, se estn pareciendo a los gobiernos intermedios de los sistemas federales
(Agranoff, 1993; Monreal, 1986). Los estudios sobre los gobiernos intermedios en los
estados unitarios indican que el crecimiento de estas estructuras se atribuye a una serie de factores: la eficacia administrativa y la necesidad de planificacin regional
como mecanismo para tratar las reivindicaciones tnicas subnacionales de la periferia
e incrementar la democratizacin (Rousseau y Zariski, 1987). En todos los pases, las
estructuras regionales emergentes afectan a las pautas de las RIG, introduciendo
nuevos niveles de contacto e interaccin.
Por otra parte, prevalecen tres cambios organizativos: la consolidacin de las organizaciones gubernamentales locales, la creacin de las asociaciones intermunicipa- .
les y la creciente intervencin de las organizaciones no gubernamentales en la gestin
de programas. En muchos pases, al contrario de lo que ocurre en los Estados Unidos, donde el nmero de unidades gubernamentales locales ha ido creciendo constantemente -{Wright, 1988), se han consolidado los gobiernos con objetivos locales generales (municipales y comarcales, o su equivalente), con su subsiguiente reduccin en
nmero. Este fenmeno se ha dado sobre todo en el norte de Europa (Dente y Kjellberg, 1988; Page y Goldsmith, 1987). Dicha consolidacin ha sido motivada por un
afn de conseguir una mayor eficacia administrativa a la hora de gestionar los programas del Estado de Bienestar y as eliminar las pequeas localidades o comarcas rurales que no disponan de los recursos necesarios para llevar a cabo grandes programas
nacionales a nivel local. Otros pases han tenido dificultades para consolidar los gobiernos locales de tamao reducido. Sin embargo, han logrado superar retos en el
mbito de los servicios sociales mediante la creacin de asociaciones de municipios
para ofrecer una gama de servicios. En muchos pases, estas asociaciones intermunicipales son especialmente activas en las reas de recursos hidrolgicos, la proteccin
contra incendios, la sanidad, los servicios de emergencia, los servicios sociales y la salud pblica. Segn un estudio realizado sobre la Comunidad Valenciana, existan en
la regin 394 consorcios de este tipo (FVMP, 1991). El tercer cambio implica un
mayor grado de dependencia de las organizaciones sin nimo de lucro y lucrativas
para la prestacin de programas (vase el apartado de conclusiones). Estas organizaciones generalmente estn vinculadas intergubernamentalmente al sector pblico a
travs de subvenciones, contratos o algn otro tipo de mecanismo de adquisicin/remuneracin de servicios. El aumento de las organizaciones no gubernamentales en la
138
Roben Agranoff
E.
Obviamente, hay muchas fuerzas polticas que influyen en la forma en que los empleados pblicos interactan con los representantes de otros gobiernos. De hecho, las
actuaciones de los funcionarios son tan susceptibles de ser polticas como de ser legales, econmicas o administrativas. Por tanto, factores como son la utilizacin del cargo electo de un poltico, su ideologa poltica, el control del partido poltico, la influencia militar, las intervenciones de los grupos de presin y los movimientos
subnacionales tnicos, podran ser aspectos importantes a la hora de entender las
RIG en un pas concreto. R. A. W. Rhodes y Vincent Wright (1987) proponen un
marco interesante para el anlisis poltico que se refiere a la valoracin poltica de las
RlG como una comparacin de los entornos de gobiernos nacionales. Aunque es
ciertamente difcil generalizar entre los distintos pases, estos autores pudieron identificar tres importantes factores polticos unificadores de inters general: la estructura
institucional o legal, la ideologa de las elites centrales y el sistema de partidos. Parece importante que todos los empleados pblicos tengan en cuenta estos tres factores.
Respecto a las estructuras institucionales, las polticas de las RIG tienen su punto
de partida en un entendimiento de la influencia del marco constitucional, legal y operativo sobre las pautas de interacciones polticas. En algunos pases, como, por ejemplo, los Estados Unidos, la Constitucin contiene pocas disposiciones intergubernamentales. La mayora de las prcticas han surgido a raz de precedentes, sentencias,
actuaciones gubernamentales o polticas informales. En contraste, la Constitucin espaola de 1978 especifica muchos de los poderes y papeles intergubernamentales
utilizados normalmente e incluso especifica ciertos mecanismos de ayuda financiera.
En Australia, una institucin clave para las RIG es la Premiers' Conference, Conferencia de Mandatarios o formalmente-el Consejo del Gobierno de Australia. Esta
reunin de los jefes de los gobiernos estatales con el Gobierno Nacional ha resultado
importante para alcanzar acuerdos fiscales significativos, particularmente en la asig-
139
nacin de fondos generales de ingresos y en la distribucin de subvenciones equitativas entre los estados, as como en la coordinacin de muchas reas de polticas, y en
la discusin y ratificacin de acuerdos internacionales. Otras instituciones australianas son el llamado Consejo de Prstamos, los Consejos Ministeriales, la Secretara
Estatal/de la Commonwea1th y la Comisin de Subvenciones de la Commonwea1th.
Las instituciones de las RIG canadienses son parecidas, siendo los mecanismos institucionales ms importantes de las polticas las diferentes conferencias provinciales-federales: las conferencias de los primeros ministros, las reuniones de ministros provinciales-federales, las reuniones de la administracin pblica provinciales-federales, y la
Oficina de Relaciones Provinciales-Federales. En Alemania se ha creado por ley y
por la prctica una polifactica red de relaciones institucionales, siendo la ms importante el Bundesrat, la segunda cmara del Parlamento, compuesta por representantes
elegidos por los Landers, Se celebran tambin una serie de conferencias regulares entre los lderes del Bund (primera cmara) y de los Lander, adems de numerosas reuniones parlamentarias intergubernamentales, e instituciones especiales como son la
Comisin de Planificacin Financiera y la Comisin de Planificacin para las Tareas
Conjuntas. Cada uno de estos mecanismos institucionales constituye un vehculo importante para generar actividades polticas. Dichos mecanismos ayudan a definir, en
realidad o potencialmente, las pautas de las relaciones polticas (Rhodes y Wright,
1987; Peters, 1988).
El papel clave de los lderes polticos es otro factor determinante en la poltica.
En Espaa, por ejemplo, las posiciones de los lderes nacionalistas catalanes y vascos
sobre el grado de autonoma respecto del gobierno central se articulan polticamente
en dos principales frentes. En primer lugar, hacen declaraciones y demandas pblicas
de contenido general para lograr una mayor autonoma y un menor control central
con la finalidad de posicionar las demandas. En segundo lugar. en unas sesiones de
trabajo rutinarias, los gobiernos de dichas regiones presionan para conseguir concesiones nacionales que les proporcionen una mayor autonoma en la elaboracin de
programas. La respuesta de las elites nacionales ha sido la de mantener una postura
ideolgica que supone un inters y una vigilancia nacionales a la vez que apoyan el
regionalismo de forma general (Brassloff, 1989; Shabbad, 1986).
Utilizando el marco propuesto por Tarrow (1977), Rhodes y Wright identifican la
igualdad normativa, el reformismo tecnocrtico y el bienestar distributivo como las
tres distintas modalidades de respuesta ideolgica por parte del liderazgo poltico.
Francia ha pasado del reformismo tecnolgico, caracterstico de los aos sesenta y setenta, a la democratizacin de los aos ochenta. Esto incluye la ideologa de la descentralizacin. La reforma regional en Italia ha modificado el comportamiento de la
elite, desplazando su nfasis en la igualdad y el bienestar hacia sistemas ms tecnocrticos en los que la coordinacin efectiva se convirti en el reclamo de los aos 80.
El renacimiento del liberalismo del siglo XIX es otra postura ideolgica que ha modificado las RIG a medida que menos gobierno y menos privatizacin se convierten en
el distintivo de la conducta (vase tambin Bennet, 1990). En algunos pases, la ideologa ha llevado a otra descarga o participacin financiera por parte de los gobiernos
locales y del sector no-gubernamental (Walker, 1991).
Los partidos polticos son importantes medios de la poltica de RIG. En Espaa,
140
Robert Agranoff
las principales decisiones intergubernamentales se han producido a travs de las estructuras de partido. Un modelo prevaleciente implica la intervencin de los principales partidos (ya sean los dos principales: el PSOE, de talante de centro izquierda, y
el PP, de centro derecha, o incluyendo tambin los otros partidos con representacin
parlamentaria en las Cortes) que negocian informalmente y consiguen acuerdos bsicos sobre significativos desarrollos intergubernamentales. Este modelo se ha producido
en la adopcin de las principales decisiones relativas a las administraciones autonmicas frente a la Administracin Central, incluyendo la transferencia de competencias y de los principales mecanismos de financiacin (Agranoff, 1994). Un segundo
modelo supone la intervencin del partido que controle los gobiernos regionales en
unas negociaciones bilaterales con la Administracin Central sobre concesiones individuales a su comunidad autnoma. Esta prctica poltica fue iniciada en el perodo
postconstitucional por los partidos nacionalistas que ejercan el poder en el Pas Vasco y Catalua, y que emprendieron un efecto-demostracin para las otras regiones
(Shabbad, 1986).
En el esquema de Rhodes y Wright, los partidos se encuentran entre los principales motores polticos. Los partidos centrales fuertes del Reino Unido estn claramente vinculados a la accin unilateral fomentada por la ejecutiva y la adopcin de un
cdigo de operaciones territoriales por parte del centro. En Alemania, por el contrario, las demandas de mayor participacin y la intensa competencia entre los partidos
han dado lugar a un mayor grado de negociacin y acuerdos desde el gobierno central, reducindose las estrategias centralizadoras. En Italia, el regionalismo viene
siendo desde hace tiempo un producto de las estrategias de los partidos tanto centristas como izquierdistas. Sin embargo, los autores tambin indican otras fuerzas transnacionales de la convergencia de partidos; la expansin del Estado de Bienestar ha
generado un grado sustancial de responsabilidad y discrecin subnacionales; los cortes presupuestarios motivados por la crisis econmica dieron lugar al reparto de costes subnacionales y la privatizacin, socavando en ocasiones los propios cimientos de
las RIG creadas en funcin del Estado de Bienestar; las plataformas de programas
que permiten subvenciones subnacionales estabilizan a su vez las relaciones entre los
gobiernos; y el xito de los conceptos subnacionalistas que ha provocado la politizacin de las relaciones territoriales, como es el caso de los movimientos nacionalistas
(vase tambin a Sharpe 1979, 1986). Por tanto, los sistemas de partidos han moldeado las RIG y stas han hecho lo mismo con los sistemas, configurndose mutuamente
en trminos polticos. Conjuntamente, los tres componentes -instituciones, ideologas y partidos polticos-ofrecen un marco til para reflexionar sobre la poltica de
las RIG.
F.
Puesto que las acciones predominantes de las RIG son las actuaciones de los empleados pblicos que intentan llevar a cabo programas, estos comportamientos se han
convertido en su elemento esencial. Anderson (1960) considera que los seres humanos desempeando sus funciones pblicas son los determinantes reales de cules sern las relaciones entre las unidades de gobierno. Por consiguiente, el concepto de re-
141
laciones intergubernamentales tiene que formularse bsicamente en trminos de relaciones humanas y conducta humana.
Las pautas de acceso de los empleados locales a los gobiernos centrales han sido
estudiadas comparativamente en Europa Occidental (Page y Goldsmith, 1987). Estos
contactos con el nivel del gobierno nacional se canalizan a travs de diversos medios:
las asociaciones de autoridades locales, los partidos polticos (particularmente cuando
los partidos nacionales y locales son los mismos), la intermediacin administrativa
o representacin en nombre de los gobiernos locales, mediante los grupos de profesionales funcionales, utilizando la poltica de conocimientos expertos y, por ltimo, a
travs de los contactos directos entre las elites locales y funcionarios del nivel nacional. La importancia relativa de cada uno de estos medios vara segn el pas; en Europa del Sur -Francia, Italia y Espaa- se suele confiar ms en los contactos entre elites locales y funcionarios y en los canales administrativos directos, mientras que en
los pases del norte de Europa, como Gran Bretaa, Suecia, Noruega y Dinamarca,
existe una tendencia a actuar ms a travs de las asociaciones, los canales profesionales y los partidos polticos (vase tambin a Ashford, 1982; Tarrow, 1977).
Los papeles tcnicos desempeados por los empleados del gobierno central en las
RIG constituyen otro importante elemento de actuacin. Fesler (1962) ha trazado la
evolucin del agente de campo desde el generalista poltico hasta el gestor especialista. Los especialistas aparentemente tienen tres funciones primordiales: la responsabilidad por la poltica global y las directrices generales, la coordinacin de programas y
el control sobre los gastos (Webb y Wistow, 1980). Las llamadas relaciones o lazos
de confianza vinculan burocrticamente a los actores de las RIG (Breton y Wintrobe, 1982; Dupuy, 1985). Estos vnculos funcionales suelen nutrirse de:
1) Los valores y vocabulario comunes.
2) La relativa autonoma departamental a nivel del gobierno central para adoptar decisiones intergubernamentales clave.
3) Las relaciones de confianza producidas a raz de continuos contactos.
4) Los efectos distributivos de las subvenciones que amplan el alcance de los
programas, mejoran las carreras burocrticas y atan los compromisos de recursos u otras consideraciones.
5) La representacin de intereses especiales a travs de los vnculos asociativos
de los empleados pblicos.
Los papeles que suponen la fijacin de directrices para las polticas constituyen un
marco para la clase de controles nacionales que imponen los funcionarios expertos en
muchas ocasiones. El esquema ideal identificado por Webb y Wistrow (1980) en referencia a los servicios sociales britnicos ofrece un ejemplo til para entender estos
papeles:
Los objetivos profesionales y de servicio.
Las teoras y los conocimientos actuales sobre los problemas sociales.
Las implicaciones de estas teoras en la eleccin de productos a ofrecer y en la
prctica profesional.
V.
Centralizacin y descentralizacin
143
permitir y/o albergar diversas polticas, para conseguir una mayor eficacia en la planificacin y administracin, para agrupar demandas en una base ms eficiente, econmicamente hablando, o para fortalecer la responsabilidad poltica, o tambin para
proporcionar terrenos de formacin o laboratorios de democracia.
Wolman (1990) sugiere que existen tres dimensiones de la centralizacin-deseentralizacin: la dimensin poltica, que se refiere a la concentracin y distribucin de la
adopcin de decisiones; la dimensin administrativa, relativa a la concentracin o dispersin de la discrecin administrativa; y la dimensin econmica, que trata de la localizacin de las decisiones econmicas. Parece que las RIG deben tener en cuenta
estos tres componentes (Anton, 1984; Bennet, 1990; Elander y Montin, 1990).
El anlisis de Wolman (1990) sobre la descentralizacin poltica se centra en el
impacto de las estructuras de adopcin de decisiones en los supuestos valores de la
descentralizacin: la eficacia, la diversidad, la innovacin poltica, la participacin y
la distribucin de los beneficios de las polticas. Segn el marco analtico que propone
el autor, los actores intergubernamentales han de tener en cuenta:
1)
2)
3)
4)
Rhodes (1981) fue uno de los primeros en afirmar que las RIG deberan trascender la dicotoma comnmente asumida del agente/colaborador subnacional y contemplar la centralizacin-descentralizacin como un conjunto de interacciones que se dan
en un marco de dependencia de poder. Segn el anlisis organizativo de Thompson
(1967), el autor sugiere que las relaciones central-locales pueden examinarse en el
contexto en el que las organizaciones gubernamentales se necesitan mutuamente
para conseguir recursos, siendo la posesin de stos el elemento clave de poder. Por
tanto, hay que contemplar la centralizacin-descentralizacin como una relacin recproca, la cual depende del control de los recursos, segn afirma Rhodes. Elander y
Montin (1990) concluyen que el aparente progreso actual hacia la descentralizacin
en Suecia est enmascarado por una tendencia contraria hacia la centralizacin de los
asuntos fiscales y particularmente en el terreno del gasto pblico. Los autores lo resumen en una frmula: centralizar el poder financiero - descentralizar las responsabilidades.
Aunque todava deben realizarse estudios comparativos a gran escala, se han formulado algunas cuestiones similares en pases concretos (por ejemplo, Walker, 1991).
El estudio de Lazin (1988) sobre la descentralizacin de la educacin y el bienestar
social en Israel demuestra la interaccin dinmica existente entre estas variables. Algunas de estas fuerzas, como, por ejemplo, la autoridad legal, los partidos centralizados y las funciones designadas nacionalmente, apoyan la centralizacin. Otras,
como un solapamiento de la prestacin de servicios, requisitos generales y provisin
discrecional, las frmulas variables de financiacin, las desigualdades en el personal
144
Roben Agranoff
VI.
La gestin intergubernamental
145
gobiernos que han sido realizados por sus ejecutivos, particularmente por los primeros ministros, otros ministros y profesionales de la administracin pblica encargados
de las relaciones intergubernamentales. La prevalencia de estos comportamientos ha
conducido a los observadores a preguntarse si la presente no es una era de gestin intergubernamental (GIG), una fase nueva de las RIG (Wright, 1984).
La GIG se refiere a las transacciones diarias o relaciones informales entre los elementos gubernamentales componentes de un sistema poltico-administrativo. En su
calidad de funcin de las RIG subraya el proceso de logro de objetivos, puesto que la
gestin constituye un proceso mediante el cual los empleados intervinientes encaminan sus actuaciones hacia objetivos concretos. Deil Wright (1984) atribuye tres cualidades especiales a la GIG:
1)
2)
3)
Roben Agranoff
146
2)
3)
Segn explica Wright. estas condiciones han resaltado el papel de los gestores pblicos. La complejidad. interdependencia. incertidumbre y riesgo crecientes son todos
factores qUe han fortalecido la posicin de los actores con experiencia. cualificacin y
conocimientos. atributos que las personas nombradas para desempear cargos responsables suelen poseer en un elevado grado.
VII.
Los gestores pblicos. tanto los que trabajan en gobiernos locales o regionales
como los empleados en el Gobierno Central, desempean un papel clave en la implantacin de programas intergubernamentales. Este apartado se centrar en el mbito
de actuaciones de los gestores mientras llevan a cabo la GIG. Segn Rosenthal
(1984). la GIG es diferente porque la responsabilidad de realizar un servicio o garantizar su cumplimiento generalmente incumbe a una organizacin, pero su consecucin corre a cargo de otras. El autor sugiere que existerrcuatro condiciones de esta
forma indirecta de gestin:
147
1)
A.
Para lograr modificar de algn modo los contextos de las polticas y los recursos
externos, un gobierno o agencia gubernamental ha de conocer en primer lugar dnde
est y hacia dnde le gustara dirigirse en un futuro. Como mantiene John (\9()\).
cada comunidad (o agencia) tiene sus lderes, pero no todos los lderes poseen las capacidades necesarias para sacar provecho de todas las ideas y recursos que ofrece su
propia comunidad (o agencia) y el entorno exterior. Una exposicin a diferentes
pruebas de capacidad (cmo dirigir una reunin, gestionar un conflicto, aprender sobre diferentes enfoques tcnicos y programas y ayudar a los lderes locales a establecer contactos en las capitales de provincia o de estado, y en la capital del pas) contribuye a desarrollar capacidades importantes.
Hay algn momento determinado en que un gobierno o agencia se encuentra ante
la necesidad de trazar un rumbo de futuro o que contemple alguna forma de regeneracin que incluya planteamientos y actuaciones estratgicas. Como dijo una vez uno
de los grandes jugadores de hockey sobre hielo, Wayne Gretsky, Yo siempre me dirijo hacia donde estar el disco. Bryson (1988) expone un enfoque clsico:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
148
Robert Agranoff
B.
Una fase decisiva que suele venir tras la formulacin de una visin u orientacin
futura supone el establecimiento de las conexiones apropiadas con otros gobiernos, al
buscar asistencia para acometer la visin y planificacin generada internamente. Varios estudios realizados en los Estados Unidos a nivel de gobierno local destacan la
importancia central de trabajar con las agencias estatales (Finsterbach et al., 1990;
Pulver, 1986; Rubin, 1986; Walzer, 1991), y uno de ellos (Finsterbach et al.) sealaba
este enfoque como uno de los de ms xito a la hora de conseguir resultados favorables. El estudio de Tarrow (1977) sobre el liderazgo local en Francia e Italia tambin
resalta la importancia de establecer contactos directos. Los alcaldes con vocacin empresarial, que mantenan contactos regulares con el gobierno central, reciban un porcentaje pcr cpita ms elevado para presupuestos locales de su gobierno nacional. En
Italia, en concreto, los crditos y proyectos financiados por el Estado se consideraban como las recompensas por sus contactos intergubernamentales.
Una parte del proceso de establecer contactos consiste en buscar informacin sobre las opciones disponibles. En muchos pases, la existencia de un gran nmero de
programas diversos hace que la tarea de examinar toda una gama de subvenciones,
crditos y otros programas aada un elemento ms de confusin. En cualquier caso,
can un planteamiento estratgico, los lderes tendrn un", idea ms clara del tipo de
recursos o ajustes que necesitan. Las ciudades ms grandes y los gobiernos regionales
generalmente disponen de especialistas en temas de desarrollo cuya formacin en
programas intergubernamentales les permite elegir los programas adecuados en cada
caso. Las ciudades ms pequeas a menudo contratan consultores externos para superar esta escasez de informacin y elegir las soluciones que ms se adecan a las ne-
149
cesidades locales de entre todas las disponibles. Estas personas pueden tambin ser
tiles a la hora de establecer contactos. Por ltimo, en muchos pases, los organismos
de desarrollo y planificacin regional (en Estados Unidos, las agencias subestatales)
disponen de una plantilla profesional que ayuda a las comunidades ms pequeas.
Sin embargo, la comprensin de todas las posibilidades y perspectivas de soluciones
adecuadas no supone ms que un primer paso.
Otra fase decisiva es la adecuacin entre lo que un gobierno desea y lo que el otro
puede ofrecer. Como ya se ha mencionado anteriormente, los gobiernos de nivel superior tienen propsitos y necesidades que pueden diferir de los de otros gobiernos.
A menudo, lo esencial consiste en mantener los propsitos e integridad del programa.
Los gobiernos que llevan a cabo el proyecto podrn compartir los mismos objetivos
generales, pero los ajustes especficos aplicados a la situacin podrn generar diferencias entre los partidos o, al menos, diferencias potenciales. Dado que un elemento de
la OIO es su naturaleza indirecta, es necesario realizar alguna accin o inaccin para
clarificar las diferencias de entendimiento, o para buscar informacin o asesoramiento operativos (Kettl, 1987; Rosenthal, 1984).
El planteamiento ms comn se da claramente a travs de alguna forma de resolucin o solucin del problema informales. Aunque pueden existir algunas diferencias, la solucin de problemas rene a los representantes en unas circunstancias en las
que los intereses comunes se perciben como ms importantes que los intereses en divergentes. Esto implica el reconocimiento de una preocupacin comn, un asunto comn, un intercambio relativamente abierto de informacin, y una bsqueda y seleccin de alternativas que beneficien a todas las partes (Brown, 1983). Las soluciones
de problemas se dirigen a llegar a compromisos centrados directamente en los asuntos. El estudio de Agranoff (1986) revel que los agentes de OIO podan resolver
muchos problemas multijurisdiccionales al reunirse, identificar y llegar a un acuerdo
sobre la naturaleza de los problemas, buscar y formular soluciones conjuntas, y poner
en prctica las decisiones a travs de actuaciones conjuntas. La mayora de las soluciones se referan a modificaciones bsicas al programa, a tareas recprocas o a ajustes realizados en los programas intergubernamentales, siempre respetando los requisitos y las normas impuestas aunque adaptadas a las necesidades locales. Casi
siempre se trataba de asuntos muy rutinarios que raramente provocaban enfrentamientos una vez los representantes de las jurisdicciones los haban discutido, con tal
que ambas partes no perdieran de vista el tema central de los problemas especficos.
Bardach (1977) se refiere a los arreglos como un tipo de resolucin de problemas,
particularmente cuando los actores utilizan medios que modifican determinados elementos del juego. Este tipo de ajuste implica la idea de echar una mano, imponer
una nueva serie de prioridades, poner fuerzas polticas en marcha e intentar volver a redactar las ordenanzas locales o de la zona.
Otro medio popular es el proceso de presolicitud. Los solicitantes de crditos o
receptores potenciales de subvenciones intentan evitar enfrentamientos ms serios
presentando un borrador informal de su propuesta a los responsables de la financiacin con el objeto de identificar posibles puntos conflictivos y evitar que su peticin
sea denegada. La exencin de una regla o la aprobacin formal para cambiar reglamentos tambin son precedidas muy a menudo de procesos de presolicitud.
150
Roben Agranoff
C.
Las subvenciones directas, los prstamos, los bonos de rentas, las exenciones de
impuestos u otros mecanismos de financiacin concertados por los gobiernos nacionales y regionales han experimentado un fuerte aumento y comportan ms condiciones hoy en da (Eisinger, 1988). Casi siempre requieren que el gobierno receptor disponga de alguna forma de participacin financiera en el proyecto. Como afirman
Ross y Friedman (1990), el concepto de gobierno contemporneo utiliza tcnicas de
intervencin e influencia para atraer recursos del sector privado y combinarlos con
los recursos pblicos. Esto lleva a las agencias gubernamentales nacionales e intermedias a abandonar su papel de suministrador directo en favor de enfoques que estimulen a otras organizaciones a asignar sus recursos para suministrar el bien o servicio
demandado.
Con frecuencia, tales oportunidades de aplicar influencia y conseguir ventajas requieren que los empleados y directivos sean muy creativos al leer, entender y utilizar
su discrecin a la hora de trabajar con programas intergubernamentales. Por ejemplo,
en los Estados Unidos, la Subvencin en Bloque para el Desarrollo de la Comunidad
(CDBG) fue modificada en los aos ochenta para facilitar una mayor influencia. Las
ciudades pueden solicitar recibir de una vez su cuota anual, con la cual pueden establecer un fondo de crdito en una entidad financiera privada. Estos fondos pueden
151
prestarse a tipos de inters inferiores a los del mercado como forma de ofrecer financiacin para la puesta en marcha de un proyecto inicial. La ciudad de Seattle destin
su cuota entera a un promotor privado y gan cerca de un milln de dlares en intereses para su partida presupuestaria. La ciudad de Dayton, en Estados Unidos, convenci a la Oficina de Desarrollo Urbano y Vivienda para que le anticipase los fondos correspondientes a los siguientes tres aos de subvenciones para el desarrollo
urbano. Invirti el dinero en un fondo para disponer de intereses bajos, garantizando
a los promotores intereses inferiores al del mercado y, por tanto, reduciendo el coste
de las promociones urbansticas del centro de la ciudad. Ahora, la subvencin para el
desarrollo comunitario tambin permite a los gobiernos locales emitir garantas u
otras obligaciones que pueden alcanzar tres veces el total de la financiacin asignada
al gobierno receptor. Las cuantas de estas garantas pueden ser utilizadas para financiar la compra de terrenos para su reurbanizacin. Existen cientos de ejemplos como
ste de cmo las unidades de desarrollo pueden trabajar conjuntamente con otros
agentes financieros aprovechando las oportunidades intergubernamentales de una
forma creativa para impulsar la realizacin de los proyectos.
Para conseguir ventajas en los recursos de la GIG, en primer lugar. los directivos
han de poseer un amplio conocimiento del abanico de posibilidades financieras. Una
vez que las oportunidades estratgicas elegidas se concuerdan con la fuente de financiacin potencial, puede que sea necesaria una aclaracin mediante consulta al correspondiente empleado del gobierno para asegurarse de que el responsable va por el
buen camino. Despus hay que establecer las redes horizontales (vase ms adelante). A nivel local, esto puede implicar a la corporacin de desarrollo local, la corporacin de desarrollo comunitario, las empresas privadas u organizaciones sin nimo dc
lucro. Estos contactos pueden conducir a entidades de crdito privadas de la localidad. En este momento habr que emprender la tarea de ejercer influencia a nivel local. Posteriormente, ser necesario entablar relaciones con los empleados del gobierno estatal/intermedio utilizando los mecanismos mencionados en el apartado anterior
para hacer avanzar el proyecto hacia la siguiente fase. Los empleados del gobierno
central se encuentran con frecuencia ante la necesidad de entender y aprobar tales
medidas. La influencia intergubernamental que se desarrolla de esta manera se ha
convertido en una actividad muy importante de la GIG.
D.
Fomento de la capacidad
Es fundamental, en el campo de la RIG, poder crear y aumentar la capacidad gubernamental. El desarrollo de la capacidad implica que un gobierno puede: prever
ejercer influencia sobre los cambios; adoptar decisiones polticas informadas e inteligentes; captar, absorber y gestionar recursos, y evaluar actividades actuales a fin de
orientar la accin futura (Honadle, 1981). Se espera que los gobiernos con mayor capacidad mejoren la gestin de sus programas intergubernamentales. El aumento de la
capacidad es el objetivo de muchos programas de desarrollo del liderazgo y de la gestin gubernamental. Por ejemplo, a nivel local, es habitual ofrecer en la valoracin comunitaria, la planificacin estratgica, el anlisis de datos comunitarios y el desarrollo
152
Robert Agranoff
de las instituciones; es decir, ayudar a crear y apoyar a las agencias de desarrollo econmico y comunitario. A nivel nacional, desde mediados de los aos ochenta, el gobierno del Estado en Espaa interviene en un programa de modernizacin. Este ltimo tiene como objetivo el desarrollo de la capacidad nacional y subnacional en tres
grandes reas: las estrategias y tcnicas administrativas, la renovacin y motivacin de
los recursos humanos y el desarrollo de los principios de la gestin del rea funcional
(Ban, 1992).
Si bien resulta muy difcil enumerar de forma especfica las cualidades que nos
permiten identificar la capacidad, se reconoce de forma generalizada que cuanto mayor sea la capacidad de dirigir el gobierno propio, mayor ser la capacidad de gestin
intergubernamental. Arnold Howitt (1984) muestra, a travs de un anlisis profundo
de varios casos, cmo la gestin interna slida puede conducir a una postura ms contundente a la hora de lograr subvenciones y hacer frente a programas. La ciudad de
Gainsville (Georgia), por ejemplo, se mostr experta en conseguir recursos procedentes de fuentes estatales y nacionales para financiar su desarrollo, sobre todo porque sus directivos fueron capaces de llevar a sus gobiernos hacia el ideal propuesto
por los criterios de capacidad de Honadle. Asimismo, los gestores de los servicios sanitarios y sociales del Estado de Washington pudieron anticipar y aprovechar para
sus propios usos internos un nuevo programa nacional de subvenciones en bloque
gracias a su habilidad para prever el futuro. Demostraron que otras varias capacidades de gestin les dotaban de ventajas significativas. El estudio realizado por Timothy Mead (1981) sobre varias ciudades de los EE. UU. identifica seis procesos asociados a los niveles elevados de capacidad:
1)
2)
3)
4)
5)
6)
Las personas competentes ocupan tanto cargos electos clave como administrativos, y existe una continuidad sustancial entre los ltimos.
Las prcticas de gestin fiscal se utilizan como herramientas de polticas que
permiten planificar y controlar el capital y las operaciones.
Los empleados pblicos reconocen la legitimidad de la preocupacin por la
igualdad en las polticas pblicas y la administracin pblica.
Los procesos abiertos de toma de decisiones facilitan el intercambio de puntos de vista entre los ciudadanos y los funcionarios.
Los servicios pblicos se prestan de manera efectiva y eficiente.
Se utilizan sistemas de gestin de la informacin que faciliten flujos de toma
de decisiones entre los sectores polticos y administrativos, y dentro del sector
pblico.
El trabajo de Mead es uno de los pocos estudios sobre capacidad que identifica y
compara las prcticas gubernamentales especficas (vanse tambin McGuire, Rubin,
Agranoff, Richards, 1994).
Aunque en las ciudades ms grandes vara la capacidad, el fomento de la misma
supone un problema, en todos los pases, mayor para los gobiernos de tamao ms
reducido. A medida que la complejidad de la funcin de un gobierno ha aumentado
en lo que se refiere a la gama de responsabilidades y las tecnologas necesarias para
administrar programas, el problema de la capacidad de los gobiernos ms pequeos
para planificar, organizar y prestar servicios pblicos de forma eficaz se ha agudizado.
Brown y Glasgow (1991) proponen cuatro categoras de actuaciones que los gobiernos pequeos pueden realizar para fortalecer sus capacidades. Primero, pueden aumentar su grado de profesionalizacin mediante la formacin en planificacin estratgica y desarrollar bases de datos que analicen las tendencias econmicas en un rea,
as como ampliar la base del liderazgo, movilizando y trabajando conjuntamente con
diversos grupos comunitarios. En segundo lugar, los gobiernos pequeos pueden modificar su estructura organizativa, al incorporar a un experto en temas intergubernamentales o en desarrollo, o al contratar los servicios de un profesional autnomo a
tiempo parcial o de un consultor. En tercer lugar, los gobiernos pueden formar parte
de una corporacin interlocal mediante acuerdos de servicios conjuntos, contratando
servicios o ampliando su red de operaciones para incluir a comunidades vecinas
(vanse los ejemplos expuestos en el apartado sobre la gestin cooperativa), o solicitando la asistencia de, o trabajando con, los organismos de gobierno regionales. Y en
ltimo lugar, pueden utilizar mtodos organizativos y de gobierno innovadores para
aumentar la eficiencia del servicio, tales como compartir las instalaciones y el personal, consolidaciones organizativas (p. ej., hospitales), el uso de las telecomunicaciones
de fibra ptica para proporcionar servicios, o hacer mejor uso de los voluntarios,
como, por ejemplo, a los planificadores retirados, los mdicos, ingenieros, artesanos,
arquitectos o especialistas financieros.
E.
Este enfoque se basa realmente en varios de los enfoques previos de la GIG, pero
en vez de emplear medios de entre los permitidos, los gobiernos necesitan alguna forma de tratamiento local asimtrico que no se suele ajustar ni tcnica ni aparentemente a las normas, reglas, reglamentos o directrices, pero s que favorece los objetivos de los agentes locales. Estos esfuerzos pueden adoptar muchas formas, aunque en
la GIG generalmente implican la peticin de una exencin oficial para un reglamento
o condicin de un programa, una suspensin o modificacin de los mltiples requisitos/regulaciones de programas, o las alteraciones en las condiciones tributarias mediante la redefinicin del programa como modelo o experimento, as como otras formas de tratamiento fiscal nico. Tales esfuerzos, con frecuencia, son esenciales para
impulsar un programa concreto cuando las normas en s mismas constituyen el obstculo a efectos generales para alcanzar los objetivos de ese programa. Al contrario
de algunas interpretaciones errneas, estos esfuerzos no son ilegales, puesto que se
trata de negociar una aprobacin oficial para eliminar algn obstculo. Tampoco carecen de tica, ya que el terreno de juego est ostensiblemente abierto a todos los
que persigan tales ajustes de gestin para conseguir sus fines. Estos esfuerzos se
articulan en base a los. otros enfoques porque es un liderazgo efectivo y bien orientado, actuando en nombre de gobiernos con un alto grado de capacidad que utiliza y
aprovecha sus contactos intergubernamentales y canales de comunicacin regulares
para reconocer y eliminar los obstculos que se le interpongan.
Algunos sencillos ejemplos ilustran la clase de cambio que se propone aqu. En
primer lugar, en los EE. UU., en el programa de subvenciones en bloque para el
154
Robert Agranoff
155
F.
156
Robert Agranoff
te con un proyecto, de buscar ayuda para superar una norma cuyos efectos potencialmente sean adversos.
A menudo, los gestores subnacionales han negociado las prohibiciones estatales
de zona para abrir reas previamente restringidas a diversas formas de desarrollo.
Por ejemplo, en Columbus, Ohio, hace algunos aos, un proyecto local para encontrar emplazamientos adecuados para minusvlidos incumpla aparentemente los reglamentos estatales concernientes a la dispersin; la decisin final que sigui a una
prolongada batalla local, exclua ciertos tipos de minusvlidos, p. ej., los drogadictos y
los enfermos mentales. Se solicit ayuda para superar las barreras reglamentarias y se
concedi una excepcin para la zona. Otro ejemplo que se podra citar trata de las
normas avanzadas sobre tratamiento de aguas a nivel nacional que pueden ser bastante costosas. Por ejemplo, un incremento del 5 por 100 de mejoras de tratamiento
puede igualar el coste del primer 80 por 100. Las tarifas por el suministro de agua
pueden representar una parte importante del gasto de ciertas plantas industriales,
p. ej., de procesamiento de la madera, hidroelctricas. Por tanto, conseguir una ayuda
para evitar el coste de ese ltimo 5 por 100, o de una parte de ste, puede mantener o
reducir las tarifas de agua, lo que puede suponer un coste decisivo para el emplazamiento empresarial. Otro ejemplo se refiere a una ciudad de Florida que pretenda
lograr una exencin en la aplicacin de la legislacin estatal de construccin que restringa las construcciones subterrneas para fines de almacenamiento, fundamentalmente debido a problemas relacionados con el suelo y el drenaje. Estudios geolgicos
haban indicado que el solar en construccin no afectara al drenaje. Por tanto, la ciudad solicit y logr un permiso excepcional que posibilitara la construccin del stano, permitiendo un ahorro de costes por no tener que construir un almacn independiente.
En algunos casos, la solicitud de ayuda oficial para evitar ciertas regulaciones por
parte de un gobierno conduce, despus de haber sido objeto de revisin por los reguladores, a un cambio favorable para un conjunto de gobiernos regulados. En 1992, un
municipio de Dakota del Sur (a travs de su agencia regional de planificacin) solicit una modificacin de las regulaciones sobre los controles de auditora para la Administracin Agrcola, la FmHA. En este caso, las auditoras fiscales a nivel de toda
la comunidad fueron exigidas por las regulaciones federales. Los empleados de la
FmHA exigan que se realizara otra auditora en la mayora de ciudades con prstamos pendientes en un plazo de noventa das tras el cierre del ejercicio en la ciudad.
Tales auditoras pueden suponer un coste de entre 2.000 y 4.000 dlares cada ao, y a
lo largo del plazo de un crdito los costes de una auditora pueden llegar a igualar la
cantidad del prstamo original. Esto ha supuesto un problema sobre todo para localidades pequeas, donde los prstamos tienden a ser menos cuantiosos. La FmHA modific las condiciones para que la auditora adicional slo fuese un requisito para las
comunidades con ingresos brutos anuales iguales, o superiores, a los 500.000 dlares.
Tambin, se ampli el plazo de noventa a ciento cincuenta das para aquellas comunidades todava sujetas a tal control. Al igual que en el apartado anterior, los regulados
nunca pueden saber cmo se podra modificar el sistema a menos que intenten hacerlo, y aunque es poco probable que se logre un cambio generalizado tal como el de la
FmHA, se dan suficientes casos de xito para alentar a los agentes de desarrollo local
para seguir gestionando intergubemamentalmente.
G.
158
Roben Agranoff
una de las diecisis administraciones regionales participantes promulg su propia legislacin basada en normativas concertadas (Agranoff, 1992).
H.
159
Un enfoque de la GIG cada vez ms relevante es la participacin a nivel de la implantacin en redes horizontales para ayudar a llevar a cabo programas y lograr sus
propsitos. Muchas polticas, afirman Hjern y Porter (1981), se desarrollan a travs
de estructuras horizontales, o grupos de organizaciones o de partes relevantes de las
organizaciones. stas, a pesar de perseguir diversos objetivos individuales, actan de
una forma no-jerrquica siguiendo una cierta racionalidad programtica y motivadas
por un propsito comn que permite que los directivos sean capaces de trabajar conjuntamente. Aqu Hjern y Porter se refieren especficamente a los agentes locales que
implantan programas nacionales, pero otros investigadores han subrayado la eficacia
del trabajo dentro de una estructura de redes a niveles interlocales (Bennett, 1990;
Flora y Flora, 1990; Green et al., 1990). El estudio realizado por Green, por ejemplo,
examin 105 proyectos de autodesarrollo local clasificndolos en tres categoras
-preservacin histrica/turismo, desarrollo comunitario (fondos de crditos, instalaciones sanitarias, etc.) y desarrollo comercial e industrial- y, prcticamente, todos
ellos implicaban redes horizontales con la presencia de empresas locales o intereses
comerciales, el gobierno local y organizaciones de desarrollo local. Otro rasgo destacado era que un nmero muy reducido de estos proyectos aprovechaba tambin sus
conexiones con redes regionales, sobrepasando el mbito de un solo gobierno local.
Se ha escrito mucho sobre la construccin de redes locales (p. ej., Brody, 1982;
Bruyn y Meehan, 1987; Iones, 1990; Bryson, 1992), incluyendo las fases del proceso
as como las ilustraciones de los diversos mecanismos que se utilizan para crear tales
configuraciones dentro del mbito del desarrollo econmico y comunitario incluyendo fundaciones, corporaciones de desarrollo comunitario, cooperativas de consumidores, e instituciones y mecanismos financieros organizados localmente. En cuanto al
160
Roben Agranoff
J.
Este aspecto de la GIG tiene una larga historia y ha recibido ms atencin que
muchas otras tcnicas. Bsicamente, muchos gobiernos locales disponen de la posibilidad de aumentar su grado o escala de eficiencia, y quiz de reducir los costes,
mediante el uso de diversas tcnicas organizativas o enfoques innovadores. stos incluyen, entre otros, la concentracin de ciertos servicios -escuelas, hospitales, transportes, facilidades de refugio/detencin- para conseguir una escala suficiente. En
otros casos, la descentralizacin de los servicios es ms lgica, como es el caso de los
que disponen del apoyo de la tecnologa de las comunicaciones, acuerdos recprocos
de servicios entre distintas jurisdicciones, la compra y contratacin de servicios y una
reorganizacin/consolidacin de las unidades de gobierno. stas son variaciones que
se dan en la GIG cooperativa y es una prctica muy comn en los Estados Unidos,
dada la multiplicidad de jurisdicciones y de tipos de organizaciones gubernamentales
existentes (Henderson, 1984; Shanahan, 1991; Zimmerman, 1973).
Estas transacciones cooperativas implican algn tipo de acuerdo entre las jurisdicciones. Existen varias clases de gestin cooperativa. Al nivel ms bsico, se trata de
intentos informales de cooperacin y acuerdos no escritos elaborados por funcionarios para una actividad. Un contrato de servicio supone la prestacin de un servicio
por parte de una unidad de gobierno para otra, y a cambio de una remuneracin. Los
acuerdos para ofrecer servicios conjuntos o acciones paralelas son acuerdo concertados entre dos o ms gobiernos para planificar, financiar y prestar servicios de una forma conjunta. Un acuerdo cooperativo constituye un compromiso formal seg;; el cual
dos o ms gobiernos asumen ciertas obligaciones recprocas. Las transferencias de
servicios suponen el traspaso permanente de competencias por un servicio desde una
161
unidad gubernamental a otra entidad, que puede ser otro gobierno o una organizacin privada (Henderson, 1984).
Si bien en algunos pases la consolidacin/reorganizacin gubernamental es muy
poco comn, es bastante frecuente en otros (Dente y Kjellberg, 1988; Shanahan,
(991). En los aos ochenta, la provincia de Guangdong organiz sus unidades a nivel
de condado o comarca en una serie de regiones metropolitanas, fundamentalmente a
fin de conseguir ventajas de escala, aprovechando las capacidades de planificacin regional y de abordar el desarrollo de forma coherente. Suecia es uno de los numerosos
pases del norte de Europa que ha consolidado sus estructuras de gobierno municipal
para convertirlas en agentes locales ms eficaces del Estado de Bienestar, de otros
servicios pblicos as como los gobiernos comarcales para hacerlas ms eficientes en
cuanto a la planificacin. Se espera que las comarcas se unan tambin a las estrategias regionales (Wise y Amn, 1992; Elander y Montin, 1990). Muchos otros gobiernos europeos o bien han consolidado sus gobiernos locales o bien han promovido la
creacin de rganos o gobiernos regionales para aumentar la eficiencia de los programas y mejorar la GIG (Dente y Kjellberg, 1988).
VIII.
A.
La primera tendencia es el realineamiento de las estructuras gubernamentales nacionales y subnacionales y la creacin de otras nuevas a fin de facilitar el funcionamiento del Estado de Bienestar y acomodar las nuevas y emergentes demandas polticas. La reorganizacin del gobierno local, y sobre todo la consolidacin de los
pequeos gobiernos locales del norte de Europa, constituye un aspecto a considerar
(Dente y Kjellberg, 1988; Page y Goldsmith, 1987). Como se mencion anteriormente, otro aspecto es la creacin de organismos regionales a efectos de planificacin,
operaciones y representacin. En los EE. Ul.I., la regionalizacin subestatal aument
considerablemente durante los aos sesenta y setenta, antes de disminuir en los
ochenta. Sin embargo, en algunas zonas de Europa -Francia, Alemania, Italia, Espaa- se han fortalecido los gobiernos regionales como una alternativa a la consolidacin de los gobiernos locales (Picard y Zariski, 1987; Sharpe, 1988). Como se ha observado, alguno de estos nuevos gobiernos ha asumido ms responsabilidades que las
de planificacin y coordinacin, ya que les corresponden tambin responsabilidades
162
Robert Agranoff
B.
Esta tendencia es obviamente una consecuencia del principio de descentralizacin. A medida que un gobierno nacional se va extendiendo, y lo hace de una forma
no-ejecutante, impulsa una gran expansin en los niveles inferiores, lanzando los programas sobre las comunidades locales (Peters, 1988; Rose, 1984). Sin embargo, este
movimiento descendente se ha producido por ms motivos que los meramente administrativos. Existe una mayor preocupacin por la diversidad de las polticas pblicas,
permitiendo que el suministro de servicios se ajuste a las demandas locales concretas.
Adems, han surgido crecientes demandas polticas para controlar a nivel subnacional los recursos (recaudacin fiscal) originados en esas comunidades. Existe tambin
una mayor preocupacin por incluir un grado de responsabilidad de los programas
ante los ciudadanos afectados y el electorado local, a fin de conseguir unos objetivos
accesibles, una actuacin local eficaz y una adaptacin local rpida ante las circunstancias cambiantes. Como resultado, el nfasis del gobierno nacional en las RIG ha
ido cambiando de la definicin de los detalles de la prestacin de servicios u operaciones al establecimiento de un entorno legislativo apropiado, siempre posibilitando una mayor flexibilidad en la ejecucin. En muchos pases, estos fenmenos son relativamente nuevos, y los gobiernos centrales no siempre estn dispuestos a renunciar
al control que ejercen, o al menos pretenden mantener para ellos los controles legales
y fiscales a medida que los controles operativos pasan cada vez ms a estar en manos
de los funcionarios subnacionales.
C.
Paralelamente a la delegacin de programas, han aparecido e~ectativas del gobierno nacional para que los gobiernos subnacionales financien una mayor parte de
163
los programas. Esto no ha sido forzosamente un corolario de la devolucin de programas. sino una consecuencia de la crisis financiera global del Estado de Bienestar. A
raz de la creciente demanda poltica de servicios sociales y a la vez que los recursos
han dejado de crecer, se ha visto un intento de traspasar los costes a los gobiernos
subnacionales (Walker, 1991). Los gobiernos centrales no estn solamente reduciendo los niveles de subvenciones y financiacin, sino que estn aumentando las condiciones impuestas a los subnacionales. Algunos programas nuevos, aparecidos como
respuestas polticas a las demandas de algunos grupos de presin, se estn ofreciendo
como experimentales y cuentan con una financiacin disponible en forma de subvenciones de proyectos, reduciendo el alcance nacional de la cobertura. En cualquier
caso, la prctica intergubernamental prevaleciente entre los gobiernos nacionales es
la de exigir determinadas actuaciones a los gobiernos subnacionales sin proporcionarles ayuda financiera. Este mandato sin financiacin, nombre por el que se conoce
en los Estados Unidos, es un fenmeno casi universal (Stenberg, 1992; Zimmerman,
1993).
D.
Un corolario de la crisis financiera global del Estado de Bienestar es la disminucin de los ingresos pblicos y el agravamiento de los dficits presupuestarios. Por
ello, en la mayora de los pases se han producido recortes en el crecimiento del gasto
del sector pblico. Esto ha supuesto la necesidad nacional de gestionar la poltica fiscal a travs del control del gasto de los gobiernos subnacionales. Aunque el caso ms
visible se dio en Gran Bretaa durante la administracin de Thatcher, se han introducidos controles sobre el gasto de los gobiernos locales en varios pases (Elander y
Montin, 1990; Wiltshire, 1992). Otros medios de control central incluyen los instrumentos nacionales para recuperar costes, tales como son la imposicin de tarifas para
el usuario, cuotas a pagar por los servicios en funcin del nivel de salario, las licencias
o cuotas de utilizacin para el uso pblico, precios de alquiler por hacer uso de las
instalaciones pblicas y las tasaciones especiales en caso de realizar mejoras pblicas.
En algunos pases han surgido varias formas de innovacin fiscal autorizadas o legisladas nacionalmente al vincular los beneficios y los impuestos, como, por ejemplo, la
redistribucin de los costes a los usuarios reales de los servicios, cobrando por el uso
de un servicio segn sea la capacidad de pagar del usuario. Estas y otras innovaciones
estn diseadas para trasladar los costes fiscales hacia los beneficiarios (Bennet,
1990). Para muchos observadores, este control nacional sobre las finanzas supone una
tendencia contraria a la descentralizacin de los programas.
E.
Las tendencias enumeradas anteriormente, especialmente las exigencias financieras, han suscitado un inters por reducir el gobierno y buscar mecanismos alternativos de accin. En cierta medida, el inters por desplazar las fronteras de gobierno se
164
Robert Agranoff
extiende ms all de la presin fiscal. Algunos creen que un menor grado de gobierno
reportar ms beneficios, ya que la produccin gubernamental es ineficiente si la
comparamos con las alternativas que ofrece el mercado, y que los programas gubernamentales fomentan la dependencia individual y que la dependencia de los gobiernos subnacionales en las subvenciones y ayudas financieras es una creciente y especial forma de dependencia (Bennet, 1990). Otros simplemente creen que un gobierno
no debera tener el monopolio sobre la prestacin de los programas y de los recursos
(Ross y Friedman, 1990). Por ello se han emprendido muchas innovaciones que afectan a los agentes que prestan servicios. Un experimento interesante ha sido el programa sueco de la comuna libre, donde los gobiernos locales se vean relativamente libres para elegir sus propios mecanismos de distribucin. Despus de algn tiempo,
estos experimentos se convirtieron en universales (Montin, 1992). La Organizacin
para la Cooperacin y Desarrollo Econmico (OCDE) (1987) ha elaborado una lista
de medios alternativos para la provisin gubernamental de servicios:
1) La regulacin de los contratistas del sector privado mediante contratacin,
el desarrollo de contratos, el control sobre las normas, el uso de concursos
pblicos.
2) Cooperativas, fundaciones, asociaciones, organizaciones sin nimo de lucro.
3) Organismos voluntarios y caritativos.
4) Colaboracin entre los sectores pblico y privado.
5) Sectores paraestatales. El grado de utilizacin de estos medios alternativos de
prestacin de servicios aumenta, con la consiguiente introduccin de nuevos
agentes de la GIG.
F.
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JAMES FERRIS
Universidad del Sur de California
l.
Introduccin
La tensin fiscal y la situacin poltica han generado un enorme inters por el rediseo de instituciones sociales clave que es observable a nivel mundial y que est
presente tanto en los pases desarrollados como en los que estn en vas de desarrollo. Este inters no se limita a la esfera de la economa, sino tambin a la de la administracin pblica. La descentralizacin, la competencia y la privatizacin son temas
habituales en las discusiones sobre los nuevos mecanismos institucionales de gobierno inspirados en el mercado.
Si bien estos conceptos son bsicos en el sector privado de algunos pases, tradicionalmente no han sido asociados con el sector pblico. Sin embargo, los ciudadanos
demandan a sus gobiernos una mayor eficacia y eficiencia en la actuacin pblica l.
En respuesta a estas demandas, los gobiernos de todo el mundo estn experimentando con mecanismos alternativos de gestin pblica, que incluyen la contratacin externa de servicios, la descentralizacin fiscal tanto entre niveles de gobierno como
dentro de ellos, o los enfoques contractuales para la financiacin del sector pblico.
En el presente captulo se examinan diversas iniciativas de los gobiernos locales
orientadas a lograr una prestacin ms eficaz de los servicios pblicos en los Estados
Unidos. Afortunadamente, en los Estados Unidos contamos con unos gobiernos locales flexibles que, histricamente, han constituido el fundamento de la gobernabilidad
del pas. Comparados con los de otras naciones, los gobiernos locales en los Estados
Unidos tienen un grado relativamente alto de autonoma fiscal y de responsabilidad
1 La eficiencia es utilizada aqu para referirse a la nocin econmica de eficiencia tcnica (minimizacin
de los costes de produccin para un determinado nivel de producto, u optimizacin de la produccin para
un determinado nivel de insumos. La eficacia es utilizada para referirse a la nocin de eficiencia econmica
o de asignacin (optimizacin de la satisfaccin obtenida con una determinada cantidad de recursos).
171
172
James Ferris
en la toma de decisiones. Este nivel de discrecionalidad local hace de ellos unos interesantes laboratorios para el examen de distintas opciones de prestacin de los servicios pblicos.
Para comenzar, expondr brevemente el papel del gobierno local en el sistema federal estadounidense. Sobre dicha base describir una variedad de mecanismos institucionales para la prestacin de servicios pblicos. A continuacin dirigir mi atencin hacia las especificidades de uno de estos mecanismos -la contratacin externa
de los servicios pblicos-, que nos permitir examinar los temas relativos a la descentralizacin, la competencia y la privatizacin en la prestacin local de servicios. A
partir de este anlisis dilucidar las que considero como las principales consecuencias
para las iniciativas locales de prestacin de servicios pblicos.
A.
Qu es el gobierno local?
Definir los gobiernos locales en el contexto americano resulta bastante complicado, a diferencia de lo que sucede con el gobierno nacional (central) y estatal (regional) que son relativamente claros y similares a los de otros contextos nacionales.
Existen muchas modalidades de gobiernos locales en los Estados Unidos, y con frecuencia se solapan. A pesar de que hay una multitud de unidades de gobierno local
podemos distinguir dos tipos bsicos: las unidades de carcter multifuncional y las
unidades de tipo monofuncional.
Las unidades de gobierno local de carcter multifuncional ostentan una amplia
autoridad fiscal y responsabilidad en el gasto. Las formas predominantes de gobiernos locales de carcter multifuncional son los condados -counties- y las ciudades
-cities-. Cada estado est dividido en condados, lugar de residencia de los ciudadanos 3. A travs de los condados se administran funciones y programas estatales;
Esta nocin es central en la hiptesis de Tiebout (1956) segn la cual los individuos revelan sus preferencias votando con los pies, y en la teora del gobierno local como club de Buchanan (1965).
3 En algunas partes del pas, Nueva Inglaterra, p. ej., no existen ni ciudades ni condados, sino pueblos
-towns- que combinan las funciones de ambos tipos de gobierno local.
2
173
B.
Si la complejidad de las estructuras del gobierno local en los Estados Unidos parece abrumar a menudo a los norteamericanos, con ms razn lo har con los extranjeros. Todo hogar forma parte de un condado y de un distrito escolar, as como de uno o
ms distritos especiales y, adems, es probable que se ubique dentro de una ciudad.
Hay quien contempla la naturaleza fragmentaria y la superposicin de los gobiernos
locales como algo catico y redundante. Ciertamente puede ser as. Sin embargo, hay
otros que creen que este sistema proporciona a los individuos oportunidades para manifestar sus preferencias acerca de las polticas pblicas locales mediante el voto, la
presin poltica o el traslado de residencia -es decir, votando con los pies.
En diferentes pocas se han desarrollado diversos intentos de reorganizacin de
la estructura de los gobiernos locales. As, se han empleado las reas metropolitanas,
pensadas para simplificar y hacer ms fluido el funcionamiento del sistema -tanto en
su dimensin vertical como en la horizontal. Asimismo se han creado nuevas estructuras especficas de administracin para tratar problemas locales especficos. Independientemente de la direccin exacta de estos propsitos, las iniciativas de reestruc-
James Ferris
174
turacin han sido desarrolladas ms por los propios gobiernos locales que por niveles
superiores de gobierno, reforzndose as el principio de autogobierno.
No existe un nico camino correcto para organizar los gobiernos locales. La mejor solucin depender, en gran medida, de factores tales como el alcance de las responsabilidades del gobierno local, las funciones de produccin y coste en la prestacin de los servicios, las posibilidades de utilizar sistemas alternativos de prestacin
de servicios -p. ej., la contratacin privada-, as como la importancia que se conceda a los criterios relacionados con la distribucin de los bienes y servicios o con el
proceso democrtico. Se trata de una cuestin compleja para la que no existe una respuesta nica. La respuesta depende del peso que se conceda a cada uno de los mltiples objetivos que pretende alcanzar un sistema de gobierno: otorgar a los individuos
un papel en los procesos de decisin colectiva, limitar los poderes de los actores pblicos, reducir al mnimo posible los costes de produccin, facilitar el control del gobierno local por parte de otros niveles territoriales de gobierno. De hecho, la estructura de los gobiernos locales no es uniforme para los cincuenta estados.
C.
A pesar de lo confuso del sistema en los Estados Unidos, las unidades locales poseen una capacidad de gobierno que las de pocas naciones pueden igualar. Esta capacidad para gobernar se deriva de tres caractersticas claves:
1) Las competencias jurdicas y la autonoma de estas unidades de gobierno local.
2) Los procesos de toma de decisiones de forma colectiva.
3) Los recursos fiscales para poner en prctica tales decisiones.
1. Independencia de los gobiernos locales
Los gobiernos locales tienen amplia capacidad de toma de decisiones en materia
de gasto, tributos y normativa reguladora. Este es el sello distintivo del papel y responsabilidades de las ciudades. Es tambin un rasgo caracterstico de los condados y distritos escolares, si bien stos actan a menudo en nombre de sus respectivos estados.
La autoridad legal de las ciudades se deriva de las constituciones estatales. La actual autonoma del gobierno local y sus estructuras de gobierno son el reflejo de las
reformas de la Era Progresista -de 1870 hasta la segunda dcada de este siglo-, que
se propuso poner coto a los ataques de los estados contra la independencia de los gobiernos locales. Las constituciones estatales fueron enmendadas para prohibir la accin del estado sobre ninguna comunidad local concreta. Adems, muchos estados
-ms de la mitad- aadieron una clusula de autogobierno, que otorgaba a las comunidades locales capacidad para alterar la estructura de sus gobiernos locales mediante la anexin o la incorporacin sin necesidad de intervencin estatal 5
En otros estados la iniciativa corresponde a los parlamentarios estatales a instancias de los ciudadanos.
175
6 Los efectos de tales cambios han sido examinados a travs de distintos estudios economtricos, que
no han arrojado resultados concluyentes por lo que respecta al xito de las reformas.
176
James Ferris
del 58 por 100 7 , A pesar de la disminucin de su peso respecto de los gobiernos estatales y el nacional, los gobiernos locales an desempean un papel clave en el sistema
federal americano 8. Los gobiernos locales tienen un papel preponderante en mbitos
tan importantes como la seguridad ciudadana o la educacin. Asimismo actan como
socios relevantes de los gobiernos federal y estatales en mbitos como la vivienda o el
urbanismo. Los gobiernos locales son responsables del 50 por 100 del gasto pblico
total en materia de educacin, del 73 por 100 del gasto total para las fuerzas de seguridad y del 50,2 por 100 del gasto total en materia de vivienda y urbanismo.
Sin embargo, estos porcentajes del gasto total no nos indican necesariamente
quin formula la poltica, sino ms bien quin es el responsable de su ejecucin. La
elaboracin de las polticas va en funcin de quien obtiene y asigna los recursos. En
el sistema federal, la responsabilidad de la recaudacin de impuestos y del gasto es
asumida en ciertas ocasiones por diferentes niveles de la administracin. En 1982, los
gobiernos locales obtuvieron el 63 por 100 de sus recursos a travs de ingresos propios y el 37 por 100 restante a travs de transferencias entre administraciones. Los
impuestos sobre la propiedad representaron el 25 por 100 de los ingresos de los gobiernos locales, los precios pblicos y las tasas aportaron el equivalente a un 20 por
100 de los ingresos, y los impuestos sobre las ventas el 5 por 100 mientras que un conjunto de otras fuentes menores, comprendido el impuesto sobre la renta, representa
el 13 por 100 restante 9.
D.
Resumen
Un ingrediente vital para el xito del autogobierno es que los ciudadanos puedan
manifestar sus preferencias a sus representantes y que stos sean responsables ante
ellos. En un sistema federal, el nivel de administracin al que deba adjudicarse la responsabilidad de actuar depender, en gran medida, de la capacidad de los distintos
niveles de administracin para abordar el problema. Ahora bien, qu nivel de administracin tiene la autoridad legal para actuar? Qu nivel est en mejores condiciones para reflejar los intereses de las partes afectadas? Y qu nivel dispone de los re-
7 Los datos y cifras sobre gastos e ingresos utilizadas en esta seccin se han extrado de distintas tablas
que aparecen en Ostrom, Bish, y Ostrom (1988). Su fuente primaria es el Censo de Unidades de Gobierno
de los Estados Unidos, que se elabora quinquenalmente en los aos terminados en 2 y en 7.
M El descenso en trminos relativos del gasto local no refleja tanto la disminucin de su papel como la
expansin de las funciones del gobierno federal a partir de 1900. Las transferencias de riqueza a gran escala y los programas puestos en marcha en la dcada de los aos 1930 fueron los responsables de la mayor
parte de los gastos del gobierno nacional a lo largo del periodo. La participacin del gasto de los estados en
el gasto pblico total ha permanecido entre el 13 y el19 por lOO con ligeras variaciones.
9 Las cifras de los aos posteriores mostraran probablemente un menor peso de las subvenciones intergubernamentales y de los impuestos sobre la propiedad. Se ha producido un descenso en las cantidades
que el gobierno federal dedica a subvenciones intergubernamentales, que podra verse parcialmente compensado por el incremento de las transferencias estatales. Las revueltas fiscales de finales de la dcada de
1970 y principios de la de 1980 en algunos estados han mermado la confianza de los gobiernos locales en
los impuestos sobre la propiedad como medio para la generacin de recursos propios en beneficio de los
precios pblicos y las tasas.
177
IIJ.
A.
178
James Ferris
mos alternativos para la prestacin del servicio pblico derivan la adopcin de las
decisiones, en distintos grados, hacia el sector privado. La contratacin externa del
servicio, el voluntariado, las franquicias, los subsidios, los cheques para usuarios y
los incentivos de tipo fiscal o sobre la regulacin son ejemplos de estos mecanismos
alternativos 10.
La contratacin externa constituye la forma ms sencilla de privatizacin; las decisiones vinculadas a la planificacin y la financiacin se mantienen en el mbito del
sector pblico, si bien la produccin se transfiere a otra organizacin. La administracin puede contratar con una empresa privada, una entidad sin nimo de lucro, una
asociacin de vecinos u otra entidad administrativa. Al transferir al exterior las decisiones de produccin se abre la posibilidad de reducir los costes y, consecuentemente,
la presin sobre los fondos del sector pblico.
Los subsidios y los cheques para usuarios, ms que la contratacin externa, pivotan sobre el sector privado. Mediante los subsidios, la unidad de gobierno paga al
productor privado una parte del coste del servicio. En el caso de los cheques para
usuarios, la unidad de gobierno paga al consumidor una parte del precio del servicio,
tomando as ms en consideracin las preferencias individuales. En ambos casos, el
actor pblico confa lo esencial de la prestacin del servicio al sector privado, si bien
intenta estimularlo a travs de una financiacin parcialmente pblica.
La franquicia y los incentivos sobre la regulacin suponen un grado mayor de
confianza en el mercado. La franquicia implica la concesin, por parte de la unidad
de gobierno, de una licencia a favor de una o ms entidades, generalmente empresas
privadas, para que presten un servicio al pblico, o sea, les permite producir y cobrar
a los consumidores el precio correspondiente. Los incentivos sobre la regulacin representan un intento por parte del actor pblico de influir en la prestacin de servicios en el mercado libre, basndose no en la utilizacin de fondos pblicos, sino en la
relajacin de la regulacin aplicable a la actividad. En ambos casos el papel de la administracin queda bsicamente reducido a la funcin de planificacin.
Las iniciativas basadas en el voluntariado implican a individuos, organizaciones
sin nimo de lucro o a asociaciones de vecinos que trabajan motu proprio en la prestacin de servicios. En este caso, los servicios se suministran de forma colectiva y el
papel del actor pblico, si juega alguno, es mnimo y queda limitado a la fase de planificacin.
Las alternativas de prestacin de servicios descritas anteriormente asumen, en
distintos grados, los atributos caractersticos del sector privado -la descentralizacin, la competencia y la privatizacin-; no obstante, ni se puede clasificarlas utilizando la simple dicotoma pblico/privado ni se pueden valorar los mritos de
cada opcin de forma aislada 11, Para determinar cul de estas alternativas es la ms
adecuada es necesario tomar en cuenta la ndole del servicio considerado (Stein, en
\O Estos mecanismos alternativos pueden emplearse en solitario o en conjuncin con cualquier otro esquema de prestacin del servicio, incluyendo el modo tradicional.
11 Stein, basndose en un anlisis de componentes principales, argumenta que la mera distincin pblico/privado no resulta suficiente para clasificar adecuadamente las distintas opciones de prestacin del servicio. En opinin de este autor, es necesario considerar tanto la aproximacin tradicional (produccin pblica frente a produccin privada) como una aproximacin basada en el r1fodo de reglamentacin y otra
centrada en la financiacin.
179
B.
Pese a la fanfarria, hay que preguntarse en qu medida los gobiernos locales han
adoptado estos sistemas alternativos de gestin y hasta qu punto el debate sobre la
privatizacin que se ha desarrollado a lo largo de los aos ochenta ha afectado a las
pautas de prestacin de los servicios pblicos locales. En 1982 y, de nuevo, en 19X8, la
lnternational City Managers Asociation (lCMA)>> encuest a los cargos de administrador jefe (Chief Administrative Officers) en una muestra nacional de gobiernos locales en los Estados Unidos. La encuesta fue diseada para obtener informacin
acerca de los servicios que tenan asignados y la forma en que los administradores
jefe organizaban la prestacin de estos servicios. El examen de las respuestas arroja
alguna luz acerca del impacto de los nuevos sistemas de prestacin de los servicios locales. A continuacin se examinan los datos obtenidos, la muestra empleada y las
tendencias dominantes en la provisin y prestacin de los servicios.
180
James Ferris
347 restantes a condados. La proporcin de respuesta vari segn el tipo de gobierno local, alcanzando un 46 por 100 en el caso de las ciudades y un 24 por 100 en el
de los condados.
La encuesta de la ICMA peda informacin sobre los mecanismos para la gestin
de un total de 59 funciones, agrupadas en cinco grandes reas: obras pblicas y transporte, seguridad ciudadana, salud y servicios sociales, parques, ocio y deporte, y funciones de apoyo administrativo (p. ej., gestin de nminas, proceso de datos y servicios legales). Se preguntaba al administrador jefe por la prestacin o no de cada uno
de los servicios por parte del gobierno local y, en caso afirmativo, sobre cul era el
mtodo de prestacin del servicio. Entre stos se incluan explcitamente el mtodo
tradicional -es decir, a travs de empleados pblicos-, los acuerdos entre administraciones, la contratacin con empresas privadas, la contratacin con entidades sin
nimo de lucro o con asociaciones de vecinos, las franquicias, los subsidios, los cheques para usuarios, el voluntariado y la autoayuda, y los incentivos sobre la regulacin 12.
La ICMA repiti esta encuesta en 1988. Utilizando los mismos procedimientos de
muestreo, recibi respuesta de un total de 1.681 gobiernos locales, de los que 1.311
eran ciudades y 370 eran condados; la proporcin media de respuesta alcanz el 34,6
por 100. De nuevo aparece una notable diferencia en los ndices de respuesta de ciudades y condados: el 40,2 por 100 de las ciudades respondi al cuestionario mientras
que nicamente lo hizo el 22,9 por 100 de los condados 13.
La encuesta de 1988 peda bsicamente el mismo tipo de informacin bsica que
la de 1982; existen, sin embargo, algunas diferencias. En primer lugar, se aadieron a
la encuesta algunos nuevos servicios 14. En segundo lugar, se elimin la distincin entre contratacin externa con y sin nimo de lucro, limitndose con ello la informacin
disponible sobre la opcin contractual. En tercer lugar, por lo que se refiere a las alternativas de prestacin de los servicios, la categora acuerdos entre administraciones fue sustituida por la categora contratacin con entidades de administracin 15.
Por ltimo, mientras que la primera encuesta estaba en condiciones de recoger los casos en que se utilizaran varias alternativas de gestin simultneamente, tal posibilidad
12 En algunos casos, un mismo gobierno local utiliz dos o ms de estos instrumentos para la prestacin
de un determinado servicio. Si se desea informacin adicional, vase lCMA (1983).
13 El Cuadro 1 muestra la comparacin de los ndices de respuesta en las dos encuestas en funcin de
algunas caractersticas clave de la unidad de gobierno -poblacin o status regional y metropolitano, p. ej.
14 Estos servicios son: crceles, programas de libertad condicional, albergues para transentes, registro
de la propiedad, y eliminacin de residuos txicos y peligrosos. El suministro y el tratamiento de las aguas
aparecen como dos servicios diferenciados en la encuesta de 1988.
15 Esta forma de contemplar las pautas de prestacin de servicios supone que los acuerdos intergubernamentales constituyen una forma de contratacin externa, aunque tal extremo no sea reconocido explcitamente en el cuestionario. Esta categorizacin tiene su base en la ndole de la mayora de los acuerdos entre
unidades de administracin, en lo que se refiere al proceso de produccin de los servicios. As, las pequeas
ciudades, habitualmente, contratarn con el condado el servicio de polica, y lo harn por un plazo indefinido. En otras ocasiones, el acuerdo contemplar la aportacin de apoyo a la prestacin del servicio por un
plazo concreto; tal sera, por ejemplo, el caso de dos gobiernos locales vecinos que asumieran el compromiso de mutuo apoyo en el caso de que uno de ellos se viera afectado por un incendio de grandes proporciones. Tanto en uno como en otro caso, los acuerdos intergubemamentales encaman la esencia del principio
de contratacin externa, o sea, la separacin de las unidades de provisin y produccin del servicio.
...
181
Para obtener informacin adicional sobre la encuesta de 1988 consltese Morley (1989).
Para un examen ms detallado de estas cuestiones vase el Cuadro 2.
18 Dichos servicios son: recogida de residuos slidos urbanos e industriales; eliminacin de residuos slidos; mantenimiento de viales, limpieza viaria, quitanieves; instalacin/mantenimiento de seales de trfico, recaudacin de parqumetros; poda/plantacin de rboles; administracin/mantenimiento de cementerios; inspeccin y aplicacin de la normativa local; aparcamientos; gestin de la red de autobuses urbanos;
gestin de los sistemas de apoyo al trnsito; operaciones aeroportuarias; depuracin y suministro de agua,
gas y electricidad; alcantarillado y depuracin de aguas residuales, eliminacin de fangos; lectura de contadores; facturacin de luz y gas; gestin del sistema de iluminacin viaria; sistemas de comunicacin de polica y bomberos; patrullas policiales/prevencin de la delincuencia; prevencin/extincin de incendios; servicios mdicos de urgencia y ambulancias; retirada y almacenamiento de vehculos; control de la
circulacin y del estacionamiento de vehculos; inspeccin sanitaria; desinsectacin y desratizacin; control
de animales domsticos; gestin de albergues para animales; gestin de centros de da; programas de bienestar para la infancia; programas de atencin a la tercera edad; gestin de los programas de vivienda pblica y de viviendas para la tercera edad; gestin hospitalaria; programas de salud pblica, programas de
tratamiento de alcohlicos y drogadictos, programas y gestin de centros para la atencin a enfermos mentales y discapacitados psquicos; servicios de deporte y ocio y su mantenimiento; parques, auditorios y centros de congresos; programas culturales, bibliotecas y museos. Los servicios de apoyo son: servicio de suelo
y construcciones, seguridad de edificios, flota de vehculos pesados, flota de vehculos de emergencia, resto
de vehculos de flota, nmina, facturacin de impuestos, tasacin fiscal, proceso de datos, cobro ejecutivo
de impuestos, asesora legal, secretara, gestin de personal, relaciones laborales y relaciones pblicas.
16
17
182
James Ferris
CUADRO 1.
CIUDADES
Nm.
Porc.
Nm.
Porc.
Nm.
Porc.
Nm.
Porc.
1.433
46
1.311
40
347
24
370
28
38
217
1.000
178
67
56
47
33
27
203
893
188
46
49
40
35
52
167
110
18
33
28
15
20
54
177
118
21
32
29
16
24
293
430
412
298
32
47
51
59
262
385
382
282
29
42
44
52
140
95
160
52
21
19
23
26
44
101
167
58
24
20
23
29
1.062
371
50
36
945
366
40
38
241
106
39
11
187
183
29
19
Porcentaje
Muestra completa
Tamao de la poblacin
250.000 o mayor
50.000 - 249.999
10.000 - 49.999
Menos de 10.000
Regin
Noreste
Norte Central
Sur
Oeste
Estatuto Metro
EEAM
NoEEAM
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Book, pp. 33-44.
Harry P. Hatry y CarlValente, Alternative Service Delivery Approaches Involving Increased Useof the Private Sector,
ICMA. 1983, Municipal Year Book, pp. 199-217.
C.
Tendencias
2.
183
1988
Porcentaje
Ciudades repetidas
Porcentaje
20,4
30,0
28,8
20,8
20,4
29,4
29,1
21,5
15,5
31,5
30,3
22,9
74,1
25,9
72,1
27,9
75,5
24,5
250.000 o mayor
100.000 - 249.999
50.000 - 99.999
25.000 - 49.999
10.000 - 24.000
Menos de 10.000
2,7
4,3
10,8
22,9
46,9
12,4
2,1
4,1
11,4
22,0
46,1
14,4
2,5
4,4
12,5
27,9
51,3
1,4
46,131
50,503
46,705
Regin
Este
Medioeste
Sur
Oeste
Estatuto EEAM
rea Metropolitana
Area no Metropolitana
Tamao Poblacin 1980
que 172 de ellas (un 27 por 100 del total) incrementaban su nmero. Estos cambios
en la provisin de servicios afectaron tanto a los de tipo directo como a los de apoyo.
La alteracin del nivel de responsabilidad pblica en la prestacin de los servicios
tambin vara dependiendo del servicio. Por ejemplo, ms del 10 por 100 de las ciudades de nuestra muestra redujeron su papel en la prestacin de 38 servicios del total de
64 contemplados en la encuesta. Algunos servicios parecan particularmente afectados por esta tendencia. As, al menos un 20 por 100 de las ciudades redujeron su papel en los siguientes servicios: eliminacin de residuos slidos urbanos y comerciales,
suministro de gas y electricidad y su facturacin, iluminacin viaria, ambulancias, reTABLA
1.
Servic. Directos
1982
1988
1982
1988
44,1
(7,8)
1,2
(2,4)
39,5*
(7,1)
2,0
(2,4)
31,4
(6,6)
1,0
(2,0)
27,1*
(6,1)
1,8*
(2,1)
184
James Ferris
185
"","''''H''''''''''','''''
TABLA
2.
La incidencia del cambio del uso de servicios alternativos. Instituciones distribuidoras: 1982-1988. Porcentaje de Servicios proporcionados empleando un Mtodo Especifico (Desviacin standard entre parntesis).
Todos los Serv.
Servo Directos
1982
1988
1982
1988
Descenso
incremento
30,4
(16,8)
28,5*
(17,1)
32,7
(17,8)
28,4
(18,1)
II
21
FRANQUICIA
3,5
(4,8)
2,1
(3,5)
4,8
(6,6)
2,9
(4,8)
SUBSIDIO
1,7
(3,7)
1,6
(3,4)
2,3
(5,1)
22
(4,8)
CHEQUE
0,2
(1,1)
0,4
(1,4)
0,3
(l,4)
0,5
(1,7 )
VOLUNTARIOS
3,4
(4,7)
4,2*
(5,3)
4,6
(6,3)
6,1*
(7,6)
0,2
(1,2)
0,3
(4,1)
0,3
(1,6)
0,4
(43)
CONTRATACIN
REGULACINI
INCENTIVOS FISCALES
lO
debajo.
186
James Ferris
TABLA
3.
Porcentaje de Servicios
contratados
Porcentaje de Servicios
contratados con org. privadas
Porcentaje de Servicios
contratados con org. pblicas
Servo Directos
1982
1988
1982
1988
Descenso
Incremento
30,4
(16,8)
28,5*
(17,1)
32,7
(17,8)
28,4*
(18,0)
20
21,5
(14,1)
19,8
(13,4)
21,7
(14,6)
17,9
(12,8)
29
11,5
(12,9)
9,9*
(9,3)
13,8
(14,7)
12,0*
(11,9)
30
nes pblicas y un pequeo descenso del porcentaje de servicios contratados con empresas privadas.
Volviendo a la Tabla 2, observamos que, como en el caso de la contratacin externa, se produce una disminucin importante en el uso de franquicias a lo largo del perodo considerado, pasando del 3,5 por 100 de los servicios suministrados en 1982 al
2,1 por 100 en 1988. Durante la dcada de los aos ochenta las ciudades recurrieron
en mayor proporcin al voluntariado y a los grupos de autoayuda. La incidencia de
esta modalidad de prestacin pas del 3,4 por 100 del total de los servicios en 1982 al
4,2 por 100 en 1988. El uso de cheques para usuarios tambin se increment de forma
importante, pasando del 0,2 por 100 de los servicios en 1982 a un 0,4 por 100 en 1988.
TABLA
4.
Porcentaje de contratos
con el sect. pblico
Porcentaje de contratos
con el sect. privado
Servo Directos
1982
1988
1982
1988
Descenso
Incremento
37,2
(28,7)
33,6*
(24,3)
40,1
(30,2)
38,9
(27,5)
11
69,0
(27,8)
69,6
(23,5)
66,4
(29,3)
66,8
(27,0)
13
**
Nmero de servicios con un descenso o incremento en el nivel significativo del 0,01 o inferior.
,0 "'00"'00"0"
'"
187
'O",
Ni los subsidios ni los incentivos normativos y fiscales mostraron tendencias significativas de cambio.
D.
Resumen
188
James Ferris
IV.
21
189
A.
La teora de las relaciones principal/agente, desarrollada para explicar las relaciones contractuales en situaciones que impliquen divergencia de objetivos entre ambos actores, informacin incompleta e incertidumbre, puede ayudarnos a comprender
mejor las estructuras de administracin existentes y cmo stas pueden modificarse
para una mejor prestacin de los servicios pblicos 22. El principal, consciente de
los potenciales problemas en su relacin con los contratistas, aparece especialmente
interesado en defenderse de las eventuales conductas oportunistas de stos mediante
el desarrollo de un proceso adecuado de contratacin. El resultado podra ser un contrato formal, como en el caso de la contratacin de un servicio local o en los subsidios
que van de una administracin a otra, o podra tener un carcter informal (implcito)
como en el caso de la presupuestacin en el sector pblico.
Hay tres factores principales que rigen las decisiones acerca de la forma ms adecuada de estructurar las relaciones con los contratistas, as como el modo de defenderse de conductas oportunistas de los mismos: los costes que implica la obtencin de
la informacin necesaria para seleccionar al contratista, controlar su conducta y hacer
valer lo estipulado en el contrato; la incertidumbre que se asocia al proceso de produccin; y el nivel de riesgo que los actores consideran aceptable.
Los costes de transaccin implcitos en la obtencin de una conducta adecuada
por parte del contratista dependen en gran medida de la actividad objeto del contrato
y del mercado en el que el contrato se realiza. La redaccin del contrato obliga a disponer de informacin sobre la funcin de costes de la actividad, tanto en lo relativo a
la produccin del servicio como al coste de los insumos necesarios. Para elegir al contratista es preciso contar con informacin acerca de las capacidades de los potenciales
agentes. Los costes en que hay que incurrir para hacer valer el contrato dependen
del carcter ms o menos medible de la conducta del agente (su esfuerzo) y de su
rendimiento (el resultado de tal esfuerzo).
Suele haber un alto grado de incertidumbre en cuanto a los resultados que tiene
22 Si bien la teora fue desarrollada para comprender la contratacin en el sector privado, particularmente en el contexto de los mercados de seguros y de las relaciones entre accionistas y gestores dentro
de la empresa, ha sido aplicada ms recientemente a una variedad de situaciones en el sector pblico que
podran calificarse como contractuales.
190
James Ferris
en la poltica la conducta del contratista. Este elevado grado de incertidumbre es lgico si pensamos que los resultados de los programas pblicos dependen con frecuencia
de la conducta de individuos u organizaciones. Por ejemplo, los resultados de los programas en materia de educacin no slo estn influenciados por lo que ocurre en las
aulas, sino tambin por lo que sucede en el hogar. El grado de incertidumbre y la mayor o menor aceptacin del riesgo por parte del principal y del agente influyen a
menudo en el tipo de acuerdo que ambas partes alcanzan. Hechas estas consideraciones, existen varias hiptesis contenidas en los escritos relativos a la estructura de la
relacin contractual.
La eleccin del principal sobre si basar el contrato en la conducta del contratista o en los resultados alcanzados por ste se ver afectada en gran medida por el coste que implique reunir ambos tipos de informacin. Obviamente, sera preferible disponer de informacin acerca de los resultados, al ser stos el objetivo ltimo del
principal. Sin embargo, suele resultar difcil evaluar los resultados. Con los dems
factores constantes, se puede afirmar que cuanto ms caro resulte recabar informacin sobre el rendimiento, mayor probabilidad hay de que los contratos se basen en
la conducta.
La voluntad de asumir los costes vinculados a la medicin del rendimiento de una
actividad depende de los beneficios potenciales derivados de tal medicin. Si existe
un alto grado de certeza acerca de la relacin entre conducta y resultado, entonces
apenas hay motivos para invertir en la obtencin de una mayor informacin. En cambio, en la medida en que exista una menor certeza acerca de la relacin entre conducta y resultado, ms dispuesto estar el actor que desempee el papel de principal a
recabar la informacin necesaria.
Hasta el momento hemos considerado nicamente las posibles preferencias del
principal. Sin embargo, dado que el agente no ser indiferente ante el tipo de
contrato, tambin hay que tomar en consideracin sus preferencias. Por ejemplo, es
difcil que un agente contrario al riesgo acepte un contrato basado en el rendimiento si no est clara la relacin entre esfuerzo y resultados, ya que tal contrato le traslada los costes del riesgo. Un contrato puede consumarse siempre y cuanto exista una
distribucin de la aversin al riesgo entre los agentes potenciales; si no el principal se
ver limitado a la hora de encontrar agentes interesados. Claramente, la naturaleza
del contrato se ve afectada por la oferta del mercado contractual.
Si bien pueden resultar necesarias unas modificaciones en el modelo de
agente/principal ste resulta til para explicar las relaciones contractuales en casos
de informacin asimtrica, objetivos divergentes e incertidumbre que, a menudo, caracterizan las dimensiones de las instituciones del sector pblico y los acuerdos para
la prestacin de los servicios 23.
2.1 Dos preocupaciones comunes que aparecen en la aplicacin del modelo al sector pblico son el grado de competitividad en el proceso contractual y la posibilidad-de mltiples agentes principales. Las relaciones contractuales dentro del sector pblico entre los entes creadores y las organizaciones que prestan
los servicios no son competitivas. Dicho punto es vlido con arreglo al modo en que la mayora de los
acuerdos institucionales se disean en la actualidad. Por ejemplo, los consejos escolares no pueden realmente elegir las escuelas pblicas que se van a crear de acuerdo con el procedimiento competitivo contractual. Igualmente podra resultar imposible para el gobierno central elegir alguna administracin subnacional y otra no. Son los entes creadores los que toman las decisiones de constitucin basndose en criterios
B.
La decisin de contratar 24
Al elegir entre produccin interna y externa, un gobierno local orientado a la eficiencia debe sopesar las eficiencias de la produccin asociadas con la contratacin y
el ahorro de los costes de transaccin asociados a la produccin interna.
Las escalas infraptimas de produccin, unos perversos incentivos de gestin, y la
rigidez del consumo pueden encarecer la produccin interna. La escala de produccin
interna queda limitada por el tamao de la jurisdiccin, y existen escasas razones
para creer que, para cualquier servicio, el tamao de la jurisdiccin se corresponda
con la escala ptima de produccin. Cuanto mayor sea la escala requerida para alcanzar el mnimo coste medio o cuanto menor sea la jurisdiccin, tanto ms probable
ser que la produccin externa permita la consecucin de economas de escala. El poder monopolstico de las agencias pblicas cierra tambin la posibilidad de obtener
incentivos inducidos por la competicin.
La produccin interna est sujeta a los incentivos vinculados al comportamiento
que puedan existir en una organizacin pblica. Se entiende generalmente que la pretensin por parte de los burcratas, de aprovechar una informacin, mayor de la que
pueden manejar los cargos elegidos, para aumentar los presupuestos, va a encarecer
los costes de la produccin. An menos incentivos tienen los burcratas para ser eficaces cuando tomamos en cuenta que ellos no se consideran directamente responsables si hay diferencias entre el coste real de produccin y el presupuesto. El monopolio que tienen las agencias pblicas impide la incentivacin de la competencia.
La misma rigidez del funcionaria do y los procesos de presupuestacin pblica limitan la discrecionalidad de los gestores de las organizaciones pblicas. Las polticas
pblicas y de personal limitan la flexibilidad de los gestores en la seleccin de los insumos laborales debido a los restricciones en la contratacin, el despido y la promocin, as como en los niveles de indemnizacin laboral. Adems, los gestores pblicos
cuyos procesos presupuestarios para el capital y los gastos operativos estn separados, no siempre tienen la flexibilidad necesaria para adquirir el capital deseado, y por
tanto, la posibilidad de seleccionar la combinacin ptima de recursos se ve limitada.
de afinidad, p. ej., cmo asignar fondos entre los posibles receptores. A pesar de que resulta improbable
que el gobierno tenga la voluntad poltica para permitir fracasar a una de sus organizaciones. podra recompensar a aquellas que triunfaran. En cierto modo, muchos de los procedimientos contractuales de creacin en el sector pblico estn caracterizados por la negociacin o cooperacin ms que por la competicin
(DeHoog, 1990). Si existe un nfasis en varias de las reformas en el sentido de exponer las organizaciones
pblicas a las fuerzas actuales del mercado, p. ej., el movimiento de eleccin en la educacin. muchas de las
reformas en el sector pblico enfatizan los contratos negociados y los incentivos internos, p. ej., la creacin
de cuasimercados internos en el sector pblico. Una multitud de agentes principales, ms que ninguno en
particular, caracterizan la mayor parte de los temas del sector pblico. Moe (1984) ha sugerido que el gobierno constituye una serie de conjuntos de relaciones entre agentes principales y que los ciudadanos son
como el agente principal ltimo, p. ej., los ciudadanos y sus representantes; representantes y la divisin directiva; y las relaciones entre superiores y subordinados dentro de la burocracia. Sin embargo, en una democracia pluralista, varios grupos tienen un inters en los resultados de las polticas pblicas y de los programas y pueden influir en el proceso poltico en diferentes momentos. Por ejemplo, los responsables del
gobierno local en un sistema federal tendrn que responder a los deseos del gobierno central y a las demandas de los representantes locales. Tales presiones mltiples pueden dificultar la prediccin de las respuestas de los agentes.
24 Este apartado se basa en Ferris y Graddy (1986, 1991).
192
James Ferris
193
cin de ciertos grupos de inters, o sea, las comunidades con reducidos porcentajes
de ancianos y de hogares con renta baja o baja media.
Estos resultados generales estn apoyados por anlisis especficos de la decisin
de contratar un variado conjunto de servicios locales, p. ej., gastos en residencias, reparacin de calles, deporte yacio, servicios de salud pblica. Los resultados indican
que el papel de los ahorros en los costes es importante en la misma medida en que lo
son las condiciones fiscales y la postura de los actores sociales. Las limitaciones fiscales, la fuerza de los empleados pblicos y el poder de las opciones externas para el
suministro del servicio surten un efecto constante, mientras la importancia de otras
variables cambia segn el servicio. Adems, al comparar las estimaciones para diferentes servicios, se ven indicios de que las condiciones especficas del servicio concuerdan con los impactos de escala percibidos y con las inquietudes en materia de
control en el caso de los servicios difciles de seguir.
Mientras que la motivacin para contratar se basa en el ahorro de costes, subsiste
la cuestin de si la contratacin produce, en efecto, dicho ahorro. Las ciudades con
mayores ndices de incidencia de contratacin muestran niveles ms bajos de gasto y
empleo (Ferris, 1988). Por ejemplo, un aumento del 10 por 100 en la amplitud de la
contratacin provoca un descenso estimado de entre el 0,6 y el 1 por 100 en el gasto
pblico. Esta relacin negativa concuerda con los hallazgos de numerosos estudios de
costes en servicios especficos que demuestran que la produccin privada lleva a unos
costes medios ms bajos (Borcherding el al., 1982). Sin embargo, no podemos descartar la posibilidad de que parte de la reduccin tenga su origen en un descenso en el
nivel del servicio que podra ser consecuencia del reducido poder poltico de los departamentos y sus empleados. Adems, su envergadura es bastante pequea, lo que
sugiere unas repercusiones limitadas del efecto agregado de la contratacin en las finanzas municipales. Esta pequea magnitud podra reflejar el hecho de que la transformacin de Williamson (1986) funciona, o sea, que a lo largo del tiempo la buena
marcha de las relaciones entre el gobierno y el contratista reduce la competitividad
de la contratacin.
C.
194
James Ferris
195
Por consiguiente, el gobierno contratante afronta un abanico de opciones organizativas a la hora de elegir cmo producir los servicios que presta. La ventaja que ofrecen los costes de produccin y de transaccin supone un elemento crtico a la hora de
elegir entre ellas. Los incentivos empresariales en el sector con nimo de lucro llevan
a la disminucin de los costes de produccin, y la discrecionalidad empresarial en las
seleccin de los recursos favorece a estos dos sectores privados, sobre todo aquel con
nimo de lucro. Finalmente, las organizaciones de los sectores ms competitivos probablemente producirn el servicio a un coste ms bajo. Los sectores pblicos y sin
nimo de lucro probablemente sean preferibles por el ahorro de costes de transaccin, particularmente en los supuestos en los que la redaccin y seguimiento del contrato resultan difciles como ocurre en el caso de los servicios intangibles.
El gobierno local no siempre afronta la totalidad de la gama de opciones de produccin. La disponibilidad de ofertantes en las tres opciones externas podra quedar
limitada. Por ejemplo, hay mltiples ofertantes sin nimo de lucro para los servicios
sociales, mientras que para las obras pblicas existe un vaco de stos. Por aadidura,
se podra tratar de un servicio tan especializado que existieran pocas opciones externas, si es que hubiera alguna. Adems, el nmero de los ofertantes del servicio en un
rea de mercado afecta el grado de competicin existente entre los productores potenciales. Aunque las organizaciones pblicas, las organizaciones sin nimo de lucro y
las organizaciones con nimo de lucro se diferencian en cuanto a sus limitaciones e
incentivos, es probable que todas sean ms eficientes cuando estn sujetas a las fuerzas de la competencia.
Es difcil poner a prueba el modelo de eleccin de contratista dada la escasez de
datos sobre las caractersticas del servicio y la oferta a travs de los sectores. Sin embargo, en el servicio local de salud -hospitales, salud mental, tratamiento y prevencin del alcoholismo y la drogodependencia- pueden obtenerse resultados razonables. Los resultados del anlisis (Ferris y Graddy, 1991) indican que los costes de
produccin son vitales en este caso. Los responsables de la toma de decisin en el gobierno local prefieren los incentivos empresariales que tienden a minimizar los costes
de produccin. Esto sugiere que los responsables locales perciben las diferencias en
los costes de produccin que se han postulado (las empresas son ms eficientes y los
departamentos pblicos los menos eficientes). Las diferencias en los costes laborales
tambin afectan a la designacin del contratista, dado que los responsables de la
toma de decisiones prefieren a los contratistas con bajos costes laborales. Adems del
sector especfico de los costes variables de produccin, las caractersticas de jurisdiccin tambin importan 25. Los costes de transaccin tambin afectan a la designacin
25 Los gobiernos locales con la forma de gobierno de un gerente y el consejo prefieren los contratistas
del sector privado, tanto los que tienen nimo de lucro como los que no, sobre los contratistas pblicos. Tal
resultado parece coherente con el argumento esgrimido por el movimiento de la reforma del gobierno local de los aos veinte, de que la administracin profesional de las ciudades producira una prestacin ms
eficiente del servicio. Los efectos de las limitaciones legales sobre los impuestos no se ajustan a las predicciones. Los resultados jurdicos indican que las jurisdicciones con lmites jurdicos a la imposicin prefieren
otras administraciones como contratantes a los sectores con y sin nimo de lucro. Se postul una preferencia por los contratantes privados. Tal resultado podra reflejar la existencia, en zonas fiscalmente conservadoras como California, de eiudades creadas para suministrar los servicios, pero que confan exclusivamente
a los propios condados la produccin del servicio.
196
James Ferris
Resumen
v.
Este examen terico y emprico de la prestacin del servicio local en los Estados
Unidos, y en particular de la prestacin del servicio local, proporciona varias lecturas
importantes en cuanto a las iniciativas en la redefinicin de los acuerdos sobre la
197
prestacin del servicio. Por otra parte, tambin proporciona un marco que puede emplearse para analizar varias de las nuevas definiciones institucionales de temas dirigidos a incrementar el rendimiento del sector pblico.
En primer lugar, existe una variedad de formas mediante las que los gobiernos locales pueden organizar la prestacin de los servicios y los mtodos elegidos deberan
ajustarse a cada servicio y tambin a las propias condiciones de la jurisdiccin -estructura poltica, econmica e industrial.
De hecho, las diferencias existentes entre las pautas explican el hecho de que las
administraciones hagan valoraciones importantes a la hora de organizar sus prestaciones, lo cual resalta el hecho de que no exista una frmula que se pueda considerar
la mejor por s sola. Al contrario, lo que se precisa es un marco en el cual los responsables de las administraciones locales puedan examinar, de forma sistemtica, las distintas alternativas y sus consecuencias.
En segundo lugar, existen acuerdos alternativos que no llegan a transferir la totalidad de la responsabilidad de la prestacin de los servicios al sector privado. La contratacin constituye uno de tales ejemplos. El sector pblico retiene la responsabilidad de la financiacin, pero transfiere la produccin a un agente externo, que podra
ser una empresa con nimo de lucro, una unidad de la administracin o una organizacin sin nimo de lucro. Existe un potencial de descentralizacin y competicin dentro del sector pblico que podra ponerse al servicio de una mejora en el rendimiento,
pues no siempre existe un sector privado vital y competitivo dirigido a la obtencin
de beneficios en muchas de las actividades que han constituido el repertorio tradicional del sector pblico.
En tercer lugar, el modelo del agente principal es til para examinar las decisiones
de las administraciones cuando hay intercambios entre las eficiencias de produccin
derivadas de la delegacin de la autoridad y los costes de transaccin para asegurar la
responsabilidad ante los electores. Aunque el tema haya sido desarrollado en el presente trabajo en el contexto de la contratacin del servicio local, resulta igualmente
aplicable a la descentralizacin tanto dentro de un organismo (Ferris, 1992b) como
entre los diversos niveles de gobierno (Ferris y Winkler, 1991), ya la competencia entre distintas organizaciones dentro de una misma administracin (Ferris, 1992a). En
cada caso, los problemas emanan de la divergencia entre los objetivos del principal y
el agente y los costes de informacin ocasionados para asegurar la responsabilidad
ante los electores. Tales consideraciones son clave en la explicacin de las fuentes de
error en el sector pblico y tambin en el diseo de alternativas a los modelos institucionales para mejorar el funcionamiento del sector pblico.
Referencias bibliogrficas
BaRCHERDING, THaMAs, BURNABY, B, POMMERHNE, W., y SCHNEIDER, F., (1982) Comparing the Efficiency of Private and Public Production: Evidence from Five Countries, Journa! of Economics, 2:127-56.
BasTaN, JONATHAN (1990), The Theoretical Underpinnings of Public Sector Restructuring in
New Zealand, en Boston, Jonathan y otros (eds.), Reshaping the State: New Zealand's Bureacratic Revolution, Auckland, Oxford University Press.
198
James Ferns
I.
Cuentan que un ilustre Premio Nobel de Literatura en una conferencia que pronunci ante un pblico de economistas dijo: Indudablemente la Economa no es una
disciplina seria, pues no conozco a ningn economista que sea verdaderamente rico.
Algo parecido se podra decir del marketing: no debe ser una herramienta tan poderosa y manipuladora como se supone cuando quienes la cultivan no han sido capaces
de eliminar las connotaciones negativas asociadas al trmino. La imagen de marca del
marketing no es muy buena, pero si adems le aadimos el calificativo de pblico,
la reaccin de rechazo es an mayor. Hasta tal punto es as, que se puede afirmar que
el mayor enemigo del marketing en la administracin pblica es el propio trmino
marketing.
Efectivamente, si encargramos un estudio sobre la imagen del marketing entre
los directivos y los estudiosos de la administracin pblica lo ms probable es que encontrramos un discurso social similar al siguiente: el marketing es igual a venta y publicidad -sta sera sin duda la creencia ms reiterada-; el marketing es de inters
para empresas que han de estimular el consumo de productos para obtener beneficios
y no es aplicable para la administracin u otras organizaciones sin nimo de lucro;
cuando se emplea el marketing en el mbito pblico es con la finalidad de mejorar el
rendimiento electoral de las fuerzas polticas; la utilizacin del marketing no es ni tico ni profesional para un directivo pblico; el marketing es un anglicismo que no pertenece a nuestra lengua.
El propsito de este trabajo es proporcionar una introduccin al concepto de marketing pblico y esperamos que el lector no familiarizado con la materia obtenga algunas pistas sobre qu es el marketing y qu oportunidades ofrece para el gobierno y
la administracin pblica. Asimismo esperamos convencerle de que entre las ideas
200
arriba enunciadas slo hay una correcta: el trmino marketing es un anglicismo poco
afortunado.
De momento baste decir con Crompton y Lamb (1986) que el marketing no es ms
que una filosofa y un conjunto de herramientas para implantar esa filosofa. En los
dos primeros epgrafes hablaremos de filosofa y en el siguiente de las herramientas,
considerando en ambos casos las peculiaridades de su aplicacin al mbito pblico.
11. Qu es el marketing?
201
A.
Es ya un lugar comn en cualquier introduccin al marketing analizar la evolucin de las filosofas de gestin de las empresas modernas 4. Una aplicacin de este
enfoque al mbito pblico lo encontramos en Goodrich (1983). Segn este autor podemos ubicar las diversas filosofas de gestin como puntos de un continuo entre filosofas que estn ms orientadas hacia el interior de las organizaciones hasta aquellas
otras que estn orientadas hacia el exterior:
3 De acuerdo con el tipo ideal weberiano la burocracia se caracteriza por: la divisin del trabajo basada
en la especializacin funcional; la existencia de una jerarqua de autoridad bien definida; un sistema de
normas relativas a los derechos y deberes de los empleados; un sistema de procedimientos normalizados;
relaciones impersonales; la promocin y la seleccin basadas en la competencia tcnica (Weber. 1964).
Puesta en marcha una organizacin de estas caractersticas consigue ser cada da ms eficaz al satisfacer las
necesidades de su mercado originario; el problema es que los mercados cambian y la organizacin permanece inmvil e incapaz de captar las necesidades emergentes, es decir, corre el riesgo de procesar de una
manera cada vez ms eficiente demandas que ya han cambiado o que directamente no existen (Kotler,
1978).
4 Nos referimos a la clsica distincin de organizaciones orientadas hacia la produccin, la venta y el
marketing. Para estas cuestiones puede acudirse a los manuales sobre la materia, entre ellos los de Stanton
y otros (1992) o Snchez Guzmn (1995).
202
fases. Comparten una misma filosofa, proporciona lo que sepas hacer -o estimes
conveniente hacer- y ofrcelo a los ciudadanos, porque si eres capaz de hacerlo bien
los ciudadanos utilizarn los servicios. La consolidacin y expansin del Estado de
Bienestar es en buena medida deudora de esta filosofa y del modelo burocrtico,
pues permiti un crecimiento rpido del sector pblico tanto en trminos funcionales
como de aumento en la cobertura de los servicios hacia sectores sociales cada vez ms
amplios. Ahora bien, para mantener este tipo de orientaciones se han de cumplir dos
requisitos: que la demanda exceda a la oferta -ya sea porque sta se realice de forma monopolista o porque se trate de un bien no suficientemente cubierto por otras
organizaciones- y tenga lugar una expansin rpida del gasto pblico que permita
mediante ajustes incrementales el crecimiento del conjunto de las organizaciones
pblicas.
203
radica en que si el programa no satisface las necesidades y demandas de los ciudadanos, por mucha y afortunada promocin que se realice los ciudadanos no utilizarn el
servicio 6.
B.
El concepto de intercambio
205
111.
y la administracin pblica?
Desde nuestro punto de vista hay tres tipos de marketing que son de inters para
el gobierno y la administracin pblica: el marketing social, el marketing pblico y el
marketing poltico.
A.
El marketing social
Resulta evidente que la aplicacin de los instrumentos del marketing vara dependiendo del grado de tangibilidad de lo que intercambia una organizacin con sus
clientes y otros factores crticos como la finalidad lucrativa o no de la organizacin.
Por poner ejemplos extremos, no es lo mismo intercambiar un producto, que un servicio o una idea; o realizar el intercambio persiguiendo una finalidad social o el beneficio empresarial.
Ahora bien, la filosofa de marketing es vlida en cualquiera de estas hiptesis, y
disponemos de adaptaciones tecnolgicas ms o menos afortunadas para operar en
estos terrenos. De hecho, a lo largo del tiempo se han ido aadiendo numerosos adjetivos al trmino marketing para responder a cada desafo. As se habla de marketing
de servicios o de marketing para organizaciones no lucrativas, entre muchos otros. El
gran peso que tiene el sector servicios en las economas de las sociedades postindustriales y la importancia creciente que estn adquiriendo las organizaciones no gubernamentales est detrs de estas transferencias tecnolgicas.
Si entendemos el marketing como un intercambio con la intencin de satisfacer
las necesidades de todos los participantes en dicho intercambio, no cabe la menor
duda de que las organizaciones no lucrativas estn envueltas de lleno en relaciones de
206
intercambio con aquellos que le proporcionan apoyo -mediante recursos, pertenencia a la organizacin, etc.- y los destinatarios de su actuacin social. De ah se deduce que la existencia de una actividad lucrativa no es condicin imprescindible para la
implantacin de herramientas de marketing.
De hecho, a principios de la dcada de 1970 se acu el trmino marketing social
refirindose con ello al uso de principios y tcnicas de marketing para hacer progresar una idea o una conducta social, convirtindose con el tiempo en una tecnologa de
gestin del cambio social. El cambio de una idea o conducta adversas o la adopcin
de nuevas ideas y conductas es el objetivo del marketing social. Las ideas y las conductas son el producto que ha de promoverse (Kotler y Roberto, 1992) 9.
Las administraciones pblicas recurren con frecuencia al marketing social intentando conseguir que los ciudadanos consuman bienes preferentes como el cinturn
de seguridad, cambiar conductas como el abandono del tabaco, promover un acto
nico como la participacin ciudadana en una consulta electoral o incidir en valores
como el de la igualdad entre los sexos.
B.
El marketing pblico
Por otra parte, el concepto de intercambio es tambin vlido para la relacin entre una organizacin pblica y los ciudadanos. Crompton y Lamb escribieron a mediados de la dcada de 1980 el primer libro centrado exclusivamente en las actividades de marketing realizadas por la administracin y las organizaciones dedicadas a los
servicios sociales. En este texto, que es una de las mejores contribuciones al marketing pblico claramente separado del marketing social, los autores intentan definir la
naturaleza del intercambio entre una organizacin pblica y los ciudadanos. As la
administracin a travs de sus programas, bienes y servicios de carcter pblico proporciona a los ciudadanos servicios que satisfagan sus necesidades -que tengan valor
para el ciudadano-. A su vez, los ciudadanos proporcionan a la administracin apoyo a travs de impuestos, precios pblicos, otros instrumentos financieros y aportando diversos tipos de costes -desplazamiento, oportunidad, esfuerzo personal, etc.
Paralelamente, Laufer y Burlaud (1989) distinguen dos niveles del marketing pblico: el marketing de la caja negra y el marketing de producto -distincin similar a
la que se establece entre la firma y el producto-o El primero responde a un esquema
de comunicacin entre la administracin y su pblico, es decir, lo que se suele conocer como marketing institucional o relaciones pblicas, cuyo objetivo es mejorar o
mantener la imagen de una organizacin y la relacin favorable con su pblico (Stanton y otros, 1992). El segundo lo que pretende es facilitar los intercambios entre la
administracin y los ciudadanos.
9 Kotler y Roberto distinguen entre tres tipos de productos sociales: las ideas, entre las que incluyen
creencias -una concepcin que se establece respecto a un asunto de hecho--, actitudes ------evaluaciones
positivas o negativas de personas, objetos, ideas o sucesos- y valores -ideas globales respecto a lo que es
correcto y errneo--; las prcticas ya se trate de un acto nico o del establecimiento de un esquema diferente de conducta; y los objetos tangibles que permitan alcanzar una prctica social.
207
La importancia de esta distincin conceptual y analtica radica en que proporciona dos tipos de legitimidades distintas: una de carcter institucional-la de la caja negra, esto es, la de la administracin- y otra por rendimientos -la del producto, es
decir, la de las polticas y los servicios pblicos.
En otra parte de este libro se ha estudiado con ms detenimiento el problema de
la legitimidad de la administracin pblica, as como la interaccin entre ambos componentes. Baste decir aqu que un adecuado marketing pblico debe operar de ambos lados de la ecuacin, el institucional y el de los rendimientos. Una estrategia de
marketing que se base exclusivamente en mejorar los rendimientos facilitando los intercambios administracin-ciudadano en el terreno de las polticas y los servicios pblicos ser insuficiente. La administracin ha de reforzar tambin su imagen institucional ajustando su comportamiento y su esquema de comunicacin a las normas y
valores socialmente aceptados sobre cmo debe ser el comportamiento del sector pblico. Al mismo tiempo, las estrategias de marketing han de tomar en consideracin
tambin el combinado especfico institucional y de rendimiento que presenta cada nivel de gobierno, arena de poltica pblica y tipo de bien y servicio desde el que se
opere 10.
En sntesis, la importancia del sector pblico en la economa y la sociedad justifica
como se hiciera en el caso de los servicios y las organizaciones no gubernamentales el
desarrollo del marketing en este sector. El marketing proporciona a la administracin
cuatro grandes ventajas: xito (eficacia de los impactos); eficiencia (mejora de la relacin recursos/impactos); calidad (satisfaccin de las expectativas de beneficio de los
ciudadanos clientes) y equidad (Crompton y Lamb, 1986). Por otra parte, es tambin
un poderoso instrumento para mejorar la legitimidad de la administracin pblica
(Laufer y Burlaud, 1989).
C.
10
208
IV.
209
integrada (Crompton y Lamb, 1986). No se puede sostener que no sea tico ni profesional, ya que refuerza valores pblicos y supone nicamente un manejo integrado de
herramientas que la administracin usa habitualmente. Veamos algunas de las herramientas del marketing y se podr comprobar la validez de esta argumentacin.
A.
organizacin; el diseo de las estrategias de marketing; la implantacin; y la evaluacin. En este epgrafe vamos a centrarnos en las tres primeras.
1. La inteligencia de marketing
Como en todo proceso racional de adopcin de decisiones el punto de partida de
un plan de marketing es recabar y analizar informacin de inteligencia. Se trata de informacin bsica necesaria para poder realizar los pasos siguientes: el establecimiento de la misin y el diseo de estrategias de marketing. Dicha informacin debe incluir al menos dos componentes bsicos: el anlisis del entorno y la identificacin de
necesidades. Ambas actividades son tambin conocidas como marketing cognoscitivo
(Morigi, 1988).
El anlisis del entorno implica recabar y analizar datos sobre el entorno general y
el entorno especfico de la organizacin con objeto de definir problemas e identificar
oportunidades y amenazas para la organizacin. Las decisiones de marketing, como
cualquier otra decisin de una organizacin, estn influidas por los cambios del entorno que escapan en la mayora de los casos a su control. Para poder sobrevivir las
organizaciones deben intentar, mediante la construccin de escenarios, anticipar los
cambios y prever su posible impacto sobre la organizacin. Factores del entorno general especialmente relevantes para cualquier organizacin son: las tendencias demogrficas, la evolucin de las condiciones econmicas y sociales, la transformacin de
las pautas culturales, la evolucin legislativa, el entorno poltico, los cambios tecnolgicos, la disponibilidad de recursos naturales y la competencia (Morigi, 1988). El entorno especfico, obviamente, vara de una a otra organizacin. Dicho de otra manera, el marketing, como cualquier otro proceso organizativo, ha de pagar el tributo del
reconocimiento de la teora de sistemas y de la nocin de sistema abierto. El anlisis
DAF o cualquier otra tcnica para anlisis del entorno puede ser de utilidad para
desarrollar esta etapa.
En lo que s resulta original el enfoque de marketing es en lo relativo a la identificacin de necesidades, hasta el punto de que podramos afirmar que todo proceso de
planificacin y de anlisis del entorno organizativo debe estar auxiliado de algn tipo
de investigacin de mercados. Como sealamos anteriormente, una organizacin
orientada hacia el m.ercado lo primero que hace es identificar las necesidades y demandas de sus clientes, para a partir de ese momento disear programas que satisfagan las necesidades y posteriormente comunicar a los ciudadanos la existencia del
210
a.
211
Objetivos
212
213
cado de un servicio pblico los distintos niveles de gobierno y qu huecos quedan libres. No es infrecuente que diversas administraciones acten en una misma arena de
poltica pblica o servicio, pero que lo hagan dirigindose a segmentos de mercado
distintos o que uno solo de los gobiernos no sea capaz de satisfacer la demanda existente. En estos casos la organizacin pblica debe buscar una posicin en el mercado,
esto es, encontrar un hueco en el que su oferta de servicios sea nica, distinta y reconocible para sus clientes.
La utilidad del concepto de posicin de mercado es evidente: sirve para disear la
estrategia de la organizacin a la hora de relacionarse con su entorno. Se puede buscar la competencia, la complementariedad o la innovacin, atendiendo, respectivamente, a si la decisin se orienta a colocar servicios en huecos de mercado ya ocupados por otras organizaciones, a complementar con los servicios la oferta efectuada
por otros, o a ocupar huecos de mercado que estn libres. La famosa duplicidad de
los sistemas de corte federal se produce no por actuar en un mismo servicio o arena
de poltica, sino por la superposicin de organizaciones pblicas ante un mismo segmento de mercado.
c.
Marketing mix
14 El anlisis detallado de cada elemento desborda los propsitos de este trabajo. Para una versin
completa sobre esta cuestin recomendamos el trabajo de Crompton y Larnb, 1986.
214
d.
Producto
Un producto es un paquete de atributos que satisface necesidades. Se ha de disear cuidadosamente con objeto de proporcionar los beneficios perseguidos por el
segmento de mercado seleccionado. Los productos cuentan con una dimensin tangible y otra intangible. Los elementos de la primera incluyen al propio programa o servicio, el punto de distribucin y los recursos humanos con los que cuenta el programa. La dimensin intangible est formada por la imagen del servicio y de la
organizacin que lo proporciona y por el nombre del propio servicio o programa.
Un programa o servicio es todo lo que recibe un cliente al mantener una relacin
de intercambio con la organizacin que ofrece el programa. Se incluye, por tanto, el
servicio que se presta al cliente ms todos los componentes indirectos que acompaan al programa y que no forman parte del diseo central del mismo. Conviene subrayar la importancia de los factores indirectos, ya que pueden contribuir al xito o
fracaso de un programa. Por lo general, la administracin no suele invertir lo suficiente en controlar la calidad de los componentes auxiliares del servicio.
El entorno de distribucin del servicio tampoco debe ser subestimado, ya que las
instalaciones en sus aspectos fsicos y de diseo destilan mensajes -se busque o no
ese propsito- que contribuyen en gran medida a formar la imagen de la organizacin y del propio servicio. Las personas que trabajan en un programa constituyen el
propio programa en s. No slo afectan a la calidad del mismo, sino que tambin, en
su interaccin directa con los clientes, contribuyen a formar la imagen del servicio.
La imagen es, en suma, el conjunto de percepciones, ideas e impresiones que un
individuo tiene sobre una organizacin, sus programas, sus instalaciones y su personal. El nombre del programa contribuye tambin a la imagen y difusin del servicio,
hasta el punto de que un cambio de nombre puede influir en que acudan segmentos
de mercado distintos.
e.
Distribucin
215
su inhibicin trasladndoles a ellos los costes de la distribucin no asumidos por la organizacin -tiempo de desplazamiento, saturacin del servicio, etc.
Precio
Bajo el concepto de precio se alude a lo que el cliente debe ceder a cambio de obtener el servicio ofrecido. En el sector pblico una parte considerable de los servicios
estn subvencionados mediante impuestos, ya sea porque se trate de bienes pblicos
puros en los que es imposible o demasiado costoso cargar un precio, o porque se dan
gratuitamente o mediante precios inferiores a su coste. Esto sin duda facilita los intercambios. No obstante, el ordenamiento legal establece muchas formas de cargar precios y de hecho es cada vez ms frecuente que se recurra a estas frmulas para financiar servicios pblicos por parte del consumidor directo. Se pueden cargar precios
para muchos fines -recabar ingresos es uno de ellos-, pero tambin los precios tienen impacto en otras cuestiones como la distribucin de la renta, la equidad del servicio, la mejora de la eficiencia de las organizaciones, etc. Determinar precios no es una
tarea sencilla, pues implica no slo cuestiones tcnicas -sistemas de determinacin
de costes, establecimiento del precio, establecimiento de precios diferenciales y aspectos psicolgicos-, sino que adems se han de tener en cuenta cuestiones polticas
muy sensibles. De hecho, determinar precios es ms un arte que una ciencia en la que
es necesario conjugar la aproximacin racional y la poltica.
Sin embargo, aunque un servicio se proporcione gratuitamcnte, siempre tiene un
coste para el ciudadano aun en el supuesto de que pudiera evitar pagar impuestos.
El precio directo es slo una forma de pagar un precio. Los ciudadanos cuando consumen un servicio pagan costes monetarios y no monetarios. Estos ltimos son determinantes para el consumo o no del servicio. A qu tipo de costes nos referimos:
costes de oportunidad del tiempo incluido el tiempo de desplazamiento, espera Y
consumo del servicio; costes de dificultad vinculados a la fama del programa y la interaccin personal; y costes de esfuerzo, expresados en costes de energa personal,
de obtencin de informacin y costes psquicos. Cuando una persona hace su declaracin de la renta est pagando ms que impuestos; tambin est asumiendo, dependiendo del segmento de mercado del que hablemos, buena parte de los costes arriha
apuntados.
g.
Promocin
216
privada, y el propio contacto personal entre los empleados pblicos y los ciudadanos.
Cualquier empleado pblico es un informante potencial para el ciudadano.
Se dice que la administracin gasta mucho en publicidad. Es cierto que el conjunto de las administraciones pblicas estn a la cabeza del ranking de contratacin de
soportes publicitarios. Pero si a eso le aadimos su presencia en los medios de comunicacin de todo tipo y las interacciones de ms de dos millones de empleados el esfuerzo de promocin que realiza es muy superior al de cualquier otra organizacin.
Cosa distinta es que ese esfuerzo sea eficiente y que est bien integrado con los restantes elementos del mix de marketing y con los segmentos de mercado seleccionados. Tambin se dice que el esfuerzo de promocin es superfluo. Sin embargo, una
adecuada comunicacin permite sacar mayor rendimiento a los recursos invertidos en
el diseo de programas cuidadosamente elaborados.
B.
La definicin de estrategias de marketing no es slo una cuestin tecnolgica. Antes al contrario tiene un fuerte componente de valores. De acuerdo con el modelo racional puro de adopcin de decisiones el primer punto que hay que esclarecer es la
definicin de los valores. La decisin sobre estrategias en marketing no escapa a esta
regla. No puede ser de otra manera, pues dichas decisiones acarrean la movilizacin
de un importante volumen de recursos y, dependiendo de como se formulen, afectarn en un sentido u otro a la respuesta de quin gana qu y quin pierde qu. Se trata, pues, de decisiones de carcter poltico que implican la asignacin de recursos.
Ahora bien, a partir de qu criterio asignar recursos? Cmo asignar cantidades
de servicio a los distintos segmentos de mercado? Crompton y Lamb (1986) sugieren
que ese criterio es la equidad. Para estos autores es necesario clarificar el modelo de
equidad, ya que segn se opte por la equidad entendida como igualdad de oportunidades, la equidad compensatoria o la equidad de mercado, sern aconsejables unas u
otras estrategias de marketing.
As, por lo que respecta a las estrategias de segmentacin diferenciadas y concentradas slo tienen cabida para modelos de equidad de mercado y compensatoria,
mientras que en el supuesto de igualdad de oportunidades lo mejor es no dar un tratamiento diferenciado a los segmentos de mercado. Para evaluar los sistemas de distribucin de servicios se ha de considerar el modelo de equidad deseado, ya que los
indicadores de recursos, actividades y resultados variarn con la opcin que se
adopte 15.
Lo mismo sucede con la determinacin de precios. En un supuesto de equidad de
mercado lo lgico es hacer pagar al usuario individual los costes ntegros del servicio.
15 Por ejemplo, a la hora de distribuir la polica por barrios podemos utilizar tres indicadores distintos:
policas por habitante, policas por pesetas pagadas en impuestos locales y policas por delito denunciado.
En el primer supuesto potenciaremos un modelo de igualdad de oportunidades, en el segundo de mercado
y en el tercero compensatorio.
Referencias bibliogrficas
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WESLEY E. BJUR
Universidad del Sur de California
GERALD R. CARAVANTES
Universidad Federal de Ro Grande do Sul
l.
Introduccin
Este ensayo trata de la renovacin de los marcos conceptuales que sostienen las
teoras y prcticas de la administracin/gestin contempornea, una renovacin necesaria por los rpidos cambios que se observan en el mercado mundial, un mercado en
el que las organizaciones pblicas y privadas tienen que aprender a funcionar en esta
ltima dcada del presente siglo.
Las fuertes presiones del mercado global para lograr una mejora radical en la eficiencia en la produccin han provocado la introduccin de algunas innovaciones
drsticas llamadas de reingeniera o de reinvencin de la estructura y la gestin de los
sectores pblicos y privados en los Estados Unidos y gran parte de Europa, lo que,
por su alcance, se puede legtimamente calificar como un movimiento.
Estos dos trminos, reingeniera Y reinvencin, han emergido como los nombres
que caracterizan las innovaciones que muchas organizaciones se han visto obligadas a
introducir para salir del paso en el marco de unas condiciones econmicas cambiantes.
Las grandes empresas que producen productos y servicios para un comercio mundial
han estado reingeniando, un vocablo introducido por Hammer y Champy en un libro enormemente popular que lleva por ttulo Reengineering the Corporation (1993) l.
Las organizaciones del sector pblico tambin han sufrido el impacto de cambios
polticos, sociales y econmicos vinculados a la reingeniera de las organizaciones co1
Desde su publicacin en 1993 se han vendido cerca de dos millones de copias de este libro.
219
220
merciales. Otros dos autores, Osborne y Gaebler, han publicado otro libro igualmente popular, con el ttulo Reinventing Government. An habiendo diferencias de enfoque entre estas dos publicaciones a causa de los diferentes pblicos a los que van
dirigidos, hay muchas similitudes en el enfoque y en las recomendaciones que ellos
hacen.
A pesar de la enorme popularidad de la fiebre de la reingenieria/reinvencin entre
consultores, ejecutivos, y los que dirigen las organizaciones, algunos consultores y autores han comenzado a cuestionar la universalidad de las formulaciones propuestas
por los defensores de la reingeniera/reinvencin, especialmente la idea de aplicar un
solo conjunto de recomendaciones para remediar todo problema que se presente en
las organizaciones contemporneas.
Despus de escudriar un creciente volumen de libros y ensayos sobre los xitos y
fracasos del movimiento de la reingeniera/reinvencin, hemos llegado a creer que su
conceptualizacin se ha formado sobre bases demasiado angostas, lo cual limita el valor de los consejos que puede proporcionar a consultores y gestores que sinceramente
deseen introducir mejoras modernizadoras en organizaciones que no quepan en las
mismas categoras que los casos descritos por los autores de la Reingenieria y la Reinvencin. A nuestro juicio, las estrategias de la reingeniera estn limitadas en su capacidad de aplicacin por factores del entorno que incluyen el tiempo (era), el lugar
(entorno fsico), el mercado (entorno comercial) y el milieu de organizacin (entorno
cultural).
A.
La idea de readminstracin
Puesto que existen presiones del mercado que afectan la supervivencia de organizaciones en todo el mundo, hay una tendencia a introducir inocentemente las mismas
innovaciones que se han desarrollado en focos comerciales reconocidos como lderes
mundiales. El propsito de este ensayo es: a) cuestionar la capacidad de aplicacin de
algunas de las medidas propugnadas por los defensores de la reingeniera a los contextos poltico, social, econmico, y legal de muchos pases diferentes cuyas economas tambin han sido afectadas por presiones globales similares, y b) proponer una
reformulacin ms comprensiva y menos radical de las recomendaciones para los administradores y gestores, las cuales resultarn ser ms aplicables, a lo largo del tiempo, por ser una teora o filosofa administrativa renovada adecuadamente.
En un intento de ensanchar la base conceptual para encarar mejor un abanico de
problemas con que luchan los gestores contemporneos en los sectores pblicos y privados, mantendremos que tanto la reingenieria como la reinvencin son en realidad
subespecies de una formulacin ms genrica que gua la administracin y buena gestin, una formulacin que llamaremos la readministracin, es decir, una administracin renovada que incorpora principios bsicos de una administracin que se ha demostrado buena, que tambin incluye algunas de las estrategias novedosas que han
dado buenos resultados en organizaciones que han pasado con xito por la etapa de
la reingeniera o la reinvencin, principios y consideraciones administrativos hechos
de nuevo o rehechos para satisfacer mejor las necesidades de la gestin de hoy.
Nos parece que las formulaciones de reingenieralreinvencin para la reestructu-
221
B.
Algunos de los puntos principales que se destacan en la reingenieria parecen requerirnos un marco conceptual ms mplio, como aquel utilizado en la readministracion, que intentaremos clarificar en la discusin que sigue:
l.
El programa de reingenieria se formula como una respuesta de supervivencia organizativa frente a presiones originadas en el mercado glohal respecto al valor percibido de mercancas, es decir, de la relacin entre precio y calidad tal y como el cliente
o comprador la aprecian. En el mercado mundial de hoy en da, los compradores de
cualquier continente pueden tener acceso a opciones de compra de mercancas producidas en otros continentes. La evaluacin por parte del comprador de la relacin
calidad-precio determina lo que finalmente compra. As. los productores de mercancas y servicios ubicados en cualquier rincn del mundo se encuentran compitiendo
con los precios y la calidad existentes en un mercado mundial, y esto introduce una
inevitable presin de mercado que tiende a rebajar los precios de los productos de
una calidad equiparable.
En este contexto global, la capacidad de poder satisfacer al cliente con buena calidad y bajos precios llega a ser imprescindible para la supervivencia de la organizacin. Para poder competir con xito en estas condiciones del mercado, la reingenieria
se rinde ante las demandas imperiosas del mercado, y recomienda cualquier medida
que sea posible para rebajar costes y mejorar calidad de servicio al comprador o
cliente. Uno de los resultados frecuentemente observados en los programas de reingenieria es el despido de empleados, puesto que los costes de mano de obra de Europa y Amrica son generalmente altos en relacin a los sueldos y salarios del Lejano
Oriente. por ejemplo. donde aquellas naciones pueden sacar provecho de una ventaja
competitiva en los costes de mano de obra.
Ms recientemente, han comenzado a aparecer en los escritos algunas referencias
que muestran ciertas cautelas con respecto a daos a la salud de la organizacin a lar-
222
TABLA 1.
Criterio
Objetivo
Readministracion
Responsabilidad Social
Ausente
Corto plazo
Enfoque
Tcnico
Alcance
Parcial, subsistmico
Sistmico, holstico
Filosofa de gestin
Revolucionario, intenta me- Evolucionario; admite la rejoras drsticas, a veces aisla- volucin dentro de un enfodas del resto de la organiza- que sistemtico y programado
cin
Estrategia
Recursos Humanos
Motivacin
Estructura
Manejo de Recursos
Infonnticos
Un elemento crtico y esen- Un elemento de creciente recial para unas mejoras radi- levancia, segn la etapa de
cales
desarrollo de la organizacin
223
224
Hay que considerar que cuando los empleados no perciben como segura su posicin en la organizacin sufren traumas que, frecuentemente, van acompaados de un
descenso en el rendimiento. El problema se ve agudizado si los ejecutivos introducen
unilateralmente cambios sin explicar plenamente por qu los cambios son necesarios,
y qu se puede esperar de la empresa en el futuro inmediato y a largo plazo.
La readministracin prefiere evolucin a la revolucin para introducir cambios
importantes, tanto los estructurales como los dems. Propugna firmemente la tctica
de involucrar a todos los empleados en las primeras fases de las discusiones sobre lo
que requiere un cambio, y de pedir su participacin en el rediseo del flujo del trabajo y la asignacin de tareas. Cuando los empleados estn plenamente informados de
los motivos de los cambios radicales y de cmo los cambios han de implantarse, los
gestores no slo eliminan una resistencia fundamentada en el temor a lo desconocido,
sino que suelen obtener un alto nivel de motivacin por parte de aquellos que sienten
que han tomado parte en el diseo de la reestructuracin. Se ha comprobado desde
los cincuenta que estos principios, incorporados en una tcnica de desarrollo de organizaciones llamada Investigacin Activa (Action Research) , dan resultados slidos y
beneficiosos en los programas de cambio organizativo.
4.
",','0"''''0'""",,''000'
225
'"
11.
226
Corporation, ha vendido casi dos millones de ejemplares por todo el mundo desde su
publicacin en 1993, llegando a ser el manual semioficial para aquellos gestores
que desean introducir cambios radicales para mejorar la capacidad competitiva de sus
empresas.
Sin embargo, en un segundo libro, Champy (1995) admite con cierta reticencia
que la reingeniera est en apuros (1995). Escribe que, a pesar de las dramticas
historias de xito, las recompensas parecen haber resultado muy inferiores a lo que
se pensaba, e identifica el obstculo de la gestin. Esto resulta interesante e importante, puesto que hasta hace poco el principal enfoque del movimiento de la reingeniera ha sido la mejora de los procesos de productividad dentro de la empresa, y no
de los gestores ni tampoco del personal que ellos dirigen.
Es ms, segn Champy, los ejecutivos y administrativos han sufrido importantes
despidos desde el comienzo de la ejecucin de los proyectos de reingeniera. El nmero de despidos de administradores durante los ltimos cinco aos asciende a la
asombrosa cifra de 1,4 millones de ejecutivos. directivos y administradores profesionales, contra los 782.000 despidos de dirigentes entre 1981 y 1986. Esta cifra (que no
toma en cuenta las numerosas jubilaciones anticipadas, ms o menos forzosas, ni tampoco la prdida de centenares de miles de empleos borrados de los organigramas en
todo el pas) asciende a una media de 23.000 empleos gerenciales por mes, o sea, 133
por cada hora hbil de trabajo (Champy, 1995).
A.
Champy establece las cuatro olas o fases de esta reduccin de personal administrativo a gran escala. La primera ola naci de la necesidad de reducir costes para poder seguir operando; la segunda se present por el hecho de que los administrativos
no aaden valor comercial a los productos ni a las operaciones; la tercera lleg con el
reconocimiento de que la mayora de los directivos en niveles medios hacen poco ms
que juntar y mover datos dentro de la organizacin, y la cuarta ha venido con el mismo movimiento de la reingeniera (Champy, 1995).
Mientras que el libro de Hammer y Champy se dedicaba mayormente a la reingeniera del trabajo -de los procesos en la cadena que aade valor al producto-,
Champy, en su segundo libro, declara que propone dedicarse a la gestin, y dirigirse a
los gestores. Reconoce que la revolucin administrativa ya emprendida requiere una
nueva definicin de quienes pueden considerarse gestores, porque en las organizaciones plenamente reingeniadas, la responsabilidad y la autoridad se reparten tan ampliamente a travs de la organizacin que casi todo empleado puede ser tomado por
un gestor, por lo menos de su propio trabajo. Pero an despus de la reduccin importante de la jerarqua, todava quedan vestigios del sistema de autoridad jerrquica
que se puede desglosar en los siguientes niveles de responsabilidad administrativa:
1)
2)
227
3)
Estas nuevas condiciones, segn Champy, arrojan una nueva luz sobre las ideas de
responsabilidad y la autoridad de los directivos, ideas que, en teoras anteriores, eran
de competencia casi exclusiva de los niveles de direccin. Champy desecha las teoras
antiguas sobre las jerarquas de autoridad basadas en su situacin en el organigrama.
Lo que importa -el poder, la autoridad, la responsabilidad- es la capacidad y la
habilidad propia, lo que uno puede hacer con sus cualidades personales, escribe
Champy (1995).
B.
Hay fuertes crticas al uso de la metfora de la mquina para explicar las acciones
y actividades humanas en estas nuevas formulaciones. Champy escribe que la principal debilidad de la metfora de la mquina est en que promova una cultura de burocracia, es decir, un ambiente moral que se basaba en las actividades antes que en
los resultados (Champy, 1995). Adems de la mquina, Champy menciona otras metforas a veces utilizadas para caracterizar organizaciones. stas incluyen datos de la
contabilidad (<<el fondo de todo), las fuerzas (<<fuerzas del mercado), el poder (<<el
poder del ejecutivo), las cosas (<<el producto), y los recursos humanos <lluestros
empleados). Sin embargo, ninguna de estas metforas ms modernas arroja mucha
luz para explicar la crisis percibida en organizaciones por los directivos, ni tampoco
da pistas respecto a lo que se tiene que hacer para subsanar los problemas que son
cada da ms notables.
C.
Un entorno de miedo
228
D.
...
'".'
...
'"
Champy escribe que es moralmente necesario ofrecer a los empleados algo que
no va a cambiar durante el proceso de reingeniera (1995). Propone que tal vez los
nicos elementos realmente bsicos disponibles para los directivos de la postreingeniera son los de antao, la confianza, la honestidad, la imaginacin, y el espritu de
cooperacin, los mismos que cit Chester Barnard en 1938. Respecto a stos, las reglas
son inflexibles: el ejecutivo tiene que vivirlas cada da para poder comunicarlas a sus
subordinados y a los empleados. Los empleados que tienen miedo se percatan del menor atisbo de hipocresa o de cinismo en sus relaciones con los superiores, lo cual hace
prcticamente imposible la generacin de confianza en la honestidad del ejecutivo.
Desafortunadamente, el paradigma que apoya las prcticas empleadas en la reingeniera no aborda en absoluto estos valores venerables. En su recomendacin a los
directivos implicados en proyectos de reingeniera, Champy describe dos familias de
valores: los del trabajo, y los sociales, que son los mismos valores humanos que los
padres, profesores, amigos y conciudadanos ensean y fomentan. Engloban la sinceridad, la confianza y la lealtad hacia uno mismo y el prjimo, la cooperacin, la responsabilidad, y la disponibilidad de juzgar y ser juzgado (1995). La necesidad de un nuevo paradigma para guiar a los ejecutivos en su navegacin por unos mares que an no
tienen carta de navegacin es ampliamente reconocida.
E.
F.
229
Cmo es posible que dos personas con una percepcin normal puedan tener una
comprensin tan radicalmente diferente de Lo-Que-Est-Ocurriendo (LQEO)? La
forma contempornea de referirse a las maneras radicalmente diferentes de explicar o comprender LQEO consiste en utilizar el concepto del paradigma, un trmino que se utiliza para referirse a unas suposiciones de base sobre el funcionamiento
del mundo fsico, y cmo la conducta, los gestos y el modo el hablar de personas se
deben interpretar y comprender.
A Ken, que ha nacido y estudiado en California, le han enseado desde su infancia la versin occidental de la estructuracin del cosmos. Las categoras lingsticas
que l utiliza cotidianamente se han derivado de esta versin occidental de la llamada
ciencia positiva, y con ellas los seres humanos, el mundo fsico, y los conocimientos
relacionados con este mundo fsico. Cada uno de los objetos fsicos que pueblan su
mundo californiano son comprendidos y utilizados segn esta comprensin cientficos, que le dicta a Ken cmo es el mundo, y por tanto, las reglas adecuadas para el
uso de los objetos fsicos.
Mal, criado en la cultura de su isla, ha recibido una enseanza muy diferente en
cuanto a la organizacin del cosmos y las reglas para vivir sanamente en el mundo.
Las costumbres que desempean funciones religiosas importantes en la vida melanesiana no se
separan claramente de aquellas con injerencia econmica, social, poltica, recreativa o mdica.
Los centros de reuniones son tanto religiosos como sociales; los festejos tienen una finalidad
religiosa y tambin constituyen maneras de competir por el prestigio y el poder poltico. Los ritos de la jardinera, caza, salud y guerra son conducidos por aquellos que conocen las frmulas
y los hechizos por poseer sus derechos de propiedad. No hay oficio ni sacerdote responsable
del liderazgo en los ritos ms importantes. Sin sacerdocio organizado, la cultura melanesiana
tampoco tiene cosmogonas ni cosmologas elaboradas.
Se cree en la existencia de innumerables duendes vagamente antropomrficos, que se ofenden
fcilmente y castigan a los transgresores con la enfermedad y la locura. Sujetos a los hechizos o
a las frmulas mgicas, algunos duendes tambin son capaces de propsitos buenos: proteger a
los jardines de los ladrones, rendir ms mortferas las armas y a los guerreros invencibles, producir o parar las lluvias, curar enfermedades, evocar el cario o amor de los dems, como tambin destruir las cosechas, las fortunas, y la vida del enemigo. Adems, hay espritus de difuntos que se cree que viven entre sus propias comunidades. Frecuentemente el clan tiene su
propia aldea de espritus adonde van los difuntos, y de donde emanan las almas de los recin
nacidos 2.
Enciclopedia Britnica (1969 Edicin), vol. 15, p. 122 (traduccin del autor).
230
A aprender a ver al mundo con otros ojos se le llama cambiar de paradigma, lo que
significara cambios importantes en las suposiciones sobre cmo funciona el mundo y
adems en las respuestas adecuadas a la luz de este nuevo entendimiento de cmo
realmente funcionan las cosas.
G.
Los que abogan por la reingeniera de la empresa, y la re invencin de la administracin pblica, han hecho mucho hincapi en la necesidad de unos cambios radicales en la manera de conceptuar, organizar y administrar las organizaciones comerciales y pblicas. Hammer y Champy, en el libro Reengineering the Corporation,
declaran que la frmula propuesta por Adam Smith para la especializacin y divisin
del trabajo ya carece de vigencia como principio que sostiene el diseo y la organizacin de los procesos productivos. Osborne y Gaebler (1991), en su libro Reinventing
Government, terminan con un llamamiento a un cambio en el modelo bsico de administracin pblica utilizado en los Estados Unidos. Y junto con ellos numerosos
autores de escritos sobre la gestin contempornea declaran la necesidad imperiosa
de desarrollar un conjunto radicalmente nuevo de suposiciones de base sobre a: a) lo
que hay que hacer, y b) cmo hacerlo (Hammer y Champy, 1993; Collins y Porras,
1994; Champy, 1995; Chu, 1992; Senge, 1990; Goldratt y Cox, 1992).
H.
He aqu algunos de los factores que parecen respaldar el argumento de que hay
que desechar las pautas tradicionales de gestin en favor de un marco conceptual revisado para dirigir las organizaciones y su trabajo productivo:
1. La competicin en general, la competicin mundial entre proveedores mltiples, que sustituye a los arreglos de tipo cartel que protegan a los territorios,
y a los proveedores monopolsticos de ciertos productos o servicios prestados
en ciertas regiones o poblaciones.
2. Las reglas del juego empresarial sustituyen a los arreglos burocrticos tradicionales en las estructuras de autoridad en el seno de las organizaciones.
3. Las racionalidades tipo economa/ingeniera sustituyen a las ciencias de conductas (behavioral science), las llamadas ciencias blandas en la contratacin
y gestin de recursos humanos.
4. En el trabajo, los equipos autnomos de trabajo sustituyen a los sistemas jerrquicos de autoridad representados por las relaciones tradicionales entre supervisor y subordinado.
5. La responsabilidad compartida de todos los aspectos operativos sustituye al
cumplimiento de la regla con las tareas y responsabilidades del empleado
especficamente detalladas.
1.
",,,
",,'
"~ce"~ ,ce','
"~ce ,ce,'
"
231
'ce'
Las suposiciones de base que guan el modo de pensar de los que ahogan por la
reingeniera como santo remedio para los problemas organizativos de hoy parecen
surgir de las siguientes afirmaciones:
El mundo en que vivimos es un gran mercado, vasto y competitivo, donde los
empresarios luchan entre s para crear, producir y vender productos y servicios a unos consumidores y clientes cada vez ms sofisticados.
2. Las materias primas disponibles en el mercado de hoy pueden ser transformadas por la ciencia y la tecnologa aplicada en productos que los consumidores
que hacen una valoracin de calidad y precio en relacin a lo que quieren y de
lo que quieren y pueden desembolsar estiman necesarios y tiles.
3. Los mltiples productos y la mayor sofisticacin traen aparejado que los factores de precio y calidad se evalen constantemente por parte del comprador
que decide comprar o no. Estos factores ejercen una presin constante sobre
los productores para mejorar la calidad y rebajar el precio, y sitan al cliente
en una posicin de mucho mayor poder que en dcadas anteriores. Por consiguiente, las empresas estn obligadas a orientarse ms hacia el cliente y sus
deseos si quieren sobrevivir.
4. La produccin de productos de alta calidad se consigue a bajo coste por medio de la especializacin de trabajo, la tecnificacin del personal y la atencin
permanente al uso eficaz de los recursos invertidos en las operaciones.
1.
J.
232
K.
Los promotores tanto de la reingeniera como de la reinvencin abogan enrgicamente por el abandono de las formas burocrticas tradicionales de autoridad jerrquica, con sus niveles de supervisores y gestores, en favor de los equipos de trabajo y
de facultar a todo empleado para tomar decisiones al instante. Una buena parte de
los ahorros de los proyectos de reingeniera se debe al despido de gestores de nivel
medio y de su cuerpo de apoyo, que se hacen innecesarios cuando los miembros de
los equipos de trabajo estn facultados para tomar estas decisiones.
L.
Hemos observado que una buena parte de los ahorros logrados por la reingeniera
provienen de la reduccin de los niveles de gestin, basndose en la nocin de que la
supervisin inmediata no es necesaria ni deseable si se les ha facultado a los mismos
equipos de trabajo para tomar decisiones que rijan su trabajo. Osborne y Gaebler
propugnan de forma activa la autorizacin de los gestores de las organizaciones que
proveen servicios pblicos para actuar como empresarios, con la libertad de forjar
contratos con entes del sector privado u otros entes pblicos.
Esta teora ha suscitado una preocupacin acerca de la posibilidad de conciliar las
decisiones que se toman con este nuevo poder y la responsabilidad pblica, cuando
los nuevos poderes significan que el administrador tiene la libertad de hacer lo que le
parezca oportuno en cada caso. Se teme que esto abra la puerta a la corrupcin. Claro que siempre habr manuales y declaraciones polticas a seguir, pero el mismo objetivo del apoderamiento es ampliar el campo de toma de decisiones del gestor, dando por supuesta la buena fe, la integridad moral y la responsabilidad de su parte.
Como se trata de fondos pblicos, sin embargo, hay que dar garantas a los contribuyentes de que el gestor est actuando conforme a los intereses pblicos. Esto es la
responsabilidad en su sentido ms amplio, y no se debe tirar por la borda en el apuro slo para poder relajar controles burocrticos (Shearer y Fagin, 1994). Claramente, algunas de las recomendaciones de esta nueva filosofa de la reinvencin necesitan
conciliarse con los condicionantes culturales y jurdicos existentes en cada pas.
M.
El debate sobre los productores con monopolio frente a la competicin entre los
proveedores es comn a los sectores pblico y privado, tal vez ms en Europa que en
los Estados Unidos. Para las empresas de los EE. UU., la competicin en el mercado
es un hecho inevitable; no se presenta la opcin del monopolio. En el caso de la administracin pblica como proveedor, los autores Osborne y Gaebler propugnan el
abandono en buena medida de monopolios legalizados a favor de una bsqueda de
economas de eficiencia motivadas por la competicin entre proveedores. As se motiva a ambos sectores para que busquen un nuevo paradigma de gestin con la licita-
233
cin como elemento que fomenta y optimiza la eficiencia y calidad. Ambos presumen
que existe la necesidad de optimizar el uso de la tecnologa disponible en este empuje
sin fin para mejorar la eficiencia productiva.
N.
III.
234
aos como los elementos bsicos para una buena administracin, que son, entre
otros:
1.
2.
3.
4.
5.
Sostenemos que estos elementos forman la espina dorsal de todo sistema administrativo que busque el xito, y por tanto, sern temas que preocupen permanentemente a los administradores. Al igual que la columna vertebral slo es una parte de la
construccin y sostenimiento del cuerpo humano, hay tambin otros elementos a los
que llamaremos estrategias, que son igualmente necesarios para lograr una buena administracin, cosas que no deberamos perder de vista a la hora de la ejecucin, que
son, entre otros:
A.
B.
Casi todo lo que actualmente se escribe sobre el tema hace hincapi en la importancia de la absoluta claridad con respecto a la meta principal de la organizacin, es
decir, su razn de ser. Cuando esta meta queda bien clara, es posible analizar cada tarea para ver si realmente contribuye a lo que se entiende como la razn de ser de la
organizacin.
La ambigedad con respecto a la verdadera meta o metas de una organizacin es,
desgraciadamente, demasiado corriente. A menudo los planes y pronunciamientos
afirman una cosa, mientras un anlisis de las tareas operativas desvela que tienen
poca relacin con los objetivos propuestos. En otras ocasiones, las tareas estarn bien
alineadas con los objetivos, pero se organiza el flujo de trabajo con una secuencia ilgica o redundante, con resultados igualmente desastrosos, pero estos asuntos no son
tan complejos como para que un administrador bien formado en organizacin y metodologa tenga dificultad para resolverlos.
C.
235
.D.
El mundo organizativo de hoy utiliza estructuras en las que la jerarqua y los niveles de mando pierden gradualmente su prestigio y eficacia, porque ya no responden a
la flexibilidad y rapidez que imponen unos mercados dinmicos, y una clientela cada
vez ms exigente. Las estructuras planas -sin ms de tres niveles- tienen un mayor sentido y permiten una comunicacin ms fcil y directa.
E.
236
rantes y adaptativas frente al inicio de los cambios que les afecten. Acaso esto no es
exactamente lo que deseamos en las organizaciones? Ser posible lograr unas organizaciones eficientes, eficaces, y efectivas sin empleados bien formados? Difcil y tal
vez imposible.
G.
IV.
A.
Resumen y conclusiones
El paradigma de la readministracin
A lo largo de este ensayo hemos abordado varios aspectos de la idea de un paradigma para guiar la direccin, algo presente en casi todo que se escribe hoy sobre el
tema. Prcticamente todo libro que trata el tema del nuevo enfoque del management hace hincapi en la necesidad de que los gestores educados en Occidente
aprendan a pensar de otra manera, a reconocer los cambios importantes en la conceptuacin de su trabajo para poder darse cuenta de unas formas creativas para reestructurar la asignacin de personas, recursos y procesos de trabajo como respuesta innovadora a unos cambios radicales.
Para hablar de ello se ha autorizado el trmino cambio de paradigma, cosa que
suele venir acompaada de un ya est! -en el momento en que uno ve de repente lo que est ocurriendo a su alrededor con otros ojos y, por consiguiente, entiende de forma distinta su realidad. Hasta hace poco, se ha credo generalmente que el
paradigma nuevo viene a reemplazar al antiguo, al igual que la revelacin copernicana que afirm que nuestro sistema planetario gira alrededor del Sol suplant la
idea de un cosmos cuyo centro era la Tierra. Es muy posible que algunos gerentes
orientados al futuro estn convencidos de que les gustara contemplar su mundo organizativo con otros ojos, pero cmo lograr tal objetivo?
B.
237
En realidad, muy pocos de los llamados cambios de paradigma resultan ser tan
radicales. Si conllevan unos cambios palpables en la conceptuacin de las ideas sera
ms normal y tal vez ms correcto verlos como unos ajustes en nuestras suposiciones sobre el funcionamiento del mundo, ajustes que se hacen a menudo con la incorporacin de nuevos conocimientos o una nueva comprensin de las propiedades y de
los mecanismos que operan en el mundo fsico.
Empieza a quedar patente la necesidad de un cambio en el modo de pensar de
todo gerente con una cultura cientfica y lgica occidental. Se trata de llegar a trascender las limitaciones de la lgica aristoteliana, aquella forma de pensar que busca
la nica y mejor forma de analizar y resolver los problemas fsicos tan caracterstica
de la forma de pensar de un ingeniero.
Durante los ltimos dos siglos, la cultura occidental nos ha enseado la nocin de
que esta nica y mejor manera es la manera natural de entender el universo, que
existen leyes naturales que rigen la estructura del universo, y por tanto, existe slo
una manera correcta para obrar conforme a estas leyes naturales. Pero esta forma
aristoteliana de lgica exclusiva, que opera excluyendo una alternativa a favor de la
otra, sin permitir ambigedades, nos deja desamparados a la hora de resolver los casos contradictorios. Cmo es posible conciliar simultneamente los elementos contradictorios incorporados en la misin de la empresa visionaria, que debe conservar
su base y fomentar el progreso sin perderse en una disyuntiva? (Collins y Porras,
1994). Cundo hay que conservar la base y cundo hay que fomentar el progreso?
Esta disyuntiva puede conllevar ir en contra de las ideas de la ideologa base.
Una manera posible de conciliacin ha comenzado a aparecer en la ltima dcada, desafiando a la lgica aristoteliana. Se llama lgica difusa (Kosko, 1993; Kosko
e Isaka, 1993) (fuzzy logic) frente a la lgica formal de Aristteles, y se basa en el
concepto de los conjuntos calificados matemticos. Un conjunto es cualesquiera coleccin de objetos calificados como similares en al menos uno de sus aspectos. Los
tericos de los conjuntos difusos manifiestan que:
Los nicos subconjuntos del universo que no son difusos son los de la matemtica clsica. Todos los dems conjuntos -de partculas, clulas, tejidos, personas, ideas. galaxias- contienen
en principio elementos en distintas medidas. Su pertenencia al conjunto es parcial, graduada,
inexacta, ambigua, o incierta... El grado de pertenencia a cualquier conjunto es asunto de las similitudes y los contrastes percibidos (Treadwell, 1995).
238
Las reglas de uso de la lgica aristoteliana presuponen que todo puede ser definido como algo perteneciente a una otra categora. No se admite ningn tono de gris;
nada que sea ni parcialmente ni mayormente -tal cosa- todo se percibe como
algo que existe en categoras mutuamente exclusivas. Sin embargo, la mente humana
puede operar de forma muy natural en esta lgica difusa. Por ejemplo, una manera
muy comn de conciliar elementos contradictorios que confunden una explicacin
lgica es tratarlos con un sentido de humor. Regularmente conciliamos las ambigedades y los fallos de una lgica estricta invocando la incongruencia en un chiste.
Yarwood (1995) escribe:
Un tipo de actividad que ocurre a nivel informal de casi toda organizacin, no obstante, puede
escaparle al gestor tpico, pero es, con todo, importante para el funcionamiento de la organizacin, y me refiero al sentido del humor de los empleados y dirigentes de la organizacin (Yarwood, 1995).
Un tipo de humor administrativo que destaca puede calificarse de incongruente, que se caracteriza por su irona y contradiccin. Asuntos comunes, vistos desde perspectivas nuevas, pueden producir resultados cmicos; ideas y palabras yuxtapuestas pueden recobrar significados
absurdos y provocativos (Yarwood, 1995).
239
dan identidad y carcter a sus organizaciones, y al mismo tiempo a adoptar innovaciones que, en sus inicios, podan haberse visto como un alejamiento de la forma histrica de operar.
En resumen, los tiempos que corren y los retos que encaramos no nos permiten ser
lderes o ejecutivos satisfechos si hemos de sobrevivir. Hay que adoptar ideas nuevas,
maneras nuevas de organizar y operar, y tal vez lo ms importante de todo, nuevas
maneras de conceptuar los elementos que tienen que ser adoptados, valorizados, juzgados e incorporados o si no rechazados para que la vida organizativa pueda progresar.
Desafortunadamente, no podemos concluir este ensayo con una lista de reglas de
estilo de direccin o empresa que garanticen el xito. El conjunto de recomendaciones que constituyen el marco conceptual denominado readministracion es necesariamente difuso. No obstante, creemos que la seleccin de ideas y ejemplos presentados
en este captulo ayudar al lector a descubrir aquel conjunto difuso de ideas y directrices que funcionen en el contexto de su organizacin.
Referencias bibliogrficas
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Business Revolution. Nueva York, Harper-Collins Books.
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SENGE, PETER M. (1990), The Fifth Discipline: The Art & Praetice of the Learning Organization. Nueva York, Doubleday.
SHEARER BETH, y FAGIN, ROBERT F. (1994), Empowerment and Accountability. The Public Manager, vol. 23, n." 1 (Spring).
TREADWELL, WILLIAM A. (1995), Fuzzy Set Theory Movement in the Social Sciences, Public Administration Review, vol. 55 (January/February).
Y ARWOOD, DEAN L. (1995), Humor and Administration: A Serious Inquiry into Unofficial
Organizational Communication, Public Administration Review, vol. 55, n." 1 (Jan./Feb.).
MANUEL VILLORIA
Centro de Estudios Superiores Sociales y Jurdicos Ramn Carande.
Instituto Universitario Ortega y Gasset
l.
Introduccin
Como reseamos en el artculo sobre modernizacin presente en este libro, la sociedad del conocimiento ha transformado enormemente el clima interno de las organizaciones. La educacin y formacin del entorno humano se ha convertido en el
componente esencial de cualquier sociedad u organizacin que quiera desarrollarse.
Como consecuencia, los trabajadores del conocimiento poseen un importante nivel
de autonoma en su trabajo -en cierto modo reflejo del tipo de autonoma que los
ciudadanos de las democracias avanzadas poseen-, ya que atesoran el ms importante bien de las empresas u organizaciones de la tercera ola: el propio conocimiento
(McGregor, 1991).
Desde una perspectiva funcional, el desarrollo de la preocupacin por la gestin
de la calidad en el sector pblico pone en primer lugar al empleado, sobre todo al
empleado de ventanilla, en la construccin de servicios que sean percibidos como
de calidad por los ciudadanos-clientes. La propia obsesin por la productividad y la
eficiencia realza tambin la importancia del empleado, esta vez desde la necesidad de
que asuma valores como la preocupacin por el coste o la imprescindible disciplina
presupuestaria. Todo ello reclama un cambio cultural, y el cambio cultural, elemento
clave para la excelencia de las organizaciones, se debe realizar en el interior de los
individuos, en sus asunciones bsicas (Schein, 1985).
Vinculado a lo expresado en el prrafo anterior, en estas sociedades tan tremendamente voltiles, relativistas y dominadas por la urgencia se hace necesario recuperar valores morales que guen; estos valores tambin han de llegar al escenario interno de las organizaciones, y de ah que se empiece a hablar de una tica del tercer
241
242
Manuelvmona
nivel, aquella que se refiere a cmo se trata a los empleados pblicos por quienes les
dirigen y a los valores que deben guiar la seleccin, el control, el despido de los funcionarios (Bruce, 1995).
Finalmente, la propia democracia tiene como valor el respeto al individuo, y de ah
la necesaria aceptacin de los inevitables conflictos entre ste y la organizacin, conflictos que se deben resolver a travs del equilibrio y la razn (Slater y Bennis, 1991).
Todo este conjunto de circunstancias provocan una persistente tendencia y un llamamiento bastante generalizado a destacar la importancia central de la persona en la
gestin de las organizaciones de la tercera ola o, ms an, a poner al ser humano
como primer elemento a considerar. Esta tendencia se observa en tericos de la organizacin (Mintzberg, 1989; Etzioni, 1989), en analistas de la cultura de las organizaciones (Peters y Waterman, 1982) y, desde luego, en estudiosos de la gestin de la calidad (Deming, 1986, 1989). Las bases en que se fundamenta esta propuesta son, ante
todo, funcionales, centradas en mejorar la eficacia y eficiencia de las organizaciones.
Como dice Slater (1991), la bsqueda de competitividad ha arrastrado a las empresas
estadounidenses a una democratizacin interna que por s sola no se habra producido. No obstante, tambin las obras de Maslow (1954), McGregor (1960) o Argyris
(1957) han influido desde criterios ms humansticos en la configuracin actual del
planteamiento. Aktouf (1992) reclama la tradicin del marxismo, en concreto las
obras de Marx, Fromm y Sartre, como tradiciones a considerar cuando se habla de la
humanizacin del centro de trabajo, especialmente la teora del humanismo radical o
la importancia de considerar al hombre como un fin en s mismo y no como un medio, con la consiguiente bsqueda de vas para superar la alienacin y la llamada de
atencin sobre la importancia de las razones, sentimientos y elecciones para guiar el
comportamiento humano.
Junto a esta tendencia general hacia la consideracin de la persona como elemento esencial de la organizacin, otro importante conjunto de transformaciones sociales, polticas y econmicas han generado un entorno diferente al taylorista en la
gestin de los recursos humanos. Esta gestin ha sido modificada por tres grandes
corrientes de cambio (Douglas, Klein y Hunt, 1985): a) Las corrientes polticas, que
han establecido un freno a la explotacin en el trabajo, especialmente con el desarrollo de los principios del Estado social, y la legislacin protectora correspondiente,
aun cuando hoy empiecen a estar en peligro; b) Las corrientes tecnolgicas, que han
simplificado los trabajos manuales y abierto nuevas formas de empleo; c) Las corrientes sociales, con el desarrollo de las relaciones laborales y el nuevo papel del
empleado en la organizacin.
Por otra parte, en la actualidad, y vinculada a la radicalizacin de las corrientes de
la modernidad, se observa una aceleracin de los cambios en el marco de una dinmica de diversidad, complejidad e impacto cada vez mayor (Kooiman, 1993; Giddens,
1994); una globalizacin del mundo con el consiguiente empequeecimiento del mismo a travs de la interdependencia y la competitividad universal (Giddens, 1994); y
un peso cada vez mayor del sector servicios y, por ello, del conocimiento en las organizaciones (Gasalla, 1993). La conclusin de estas afirmaciones es que toda organizacin que quiera sobrevivir en este entorno globalizado, competitivo y de conocimiento debe (Peters, 1991): a) Invertir en capital humano; b) Formar e instruir a los recin
llegados al puesto o la organizacin; c) Instruir a todos en la resolucin de problemas,
243
para mejorar la calidad; d) capacitar especficamente a los directivos. Todo ello, conectado a la prdida del monopolio del conocimiento por parte de los gobiernos,
obliga a constituir a las organizaciones pblicas como organizaciones aptas para
aprender continuamente, y este aprendizaje, frente al modelo jerrquico vertical, ha
de fluir de afuera hacia dentro y de abajo hacia arriba (Kettl, 1994); en suma, ha de
fluir a travs de las personas que conforman la organizacin.
No obstante, en la propia competitividad global y en la aneja crisis del Estado social se observan tambin componentes que hacen temer por la humanizacin del entorno de trabajo y arrastran hacia un nuevo taylorismo o hacia nuevas formas de explotacin humana. La confusin es, en consecuencia, evidente y depende de cmo se
resuelva para que el lugar de trabajo prosiga en su camino hacia la humanizacin o retorne a viejos usos explotadores. As, junto a la preocupacin por la calidad en el servicio, las nuevas tendencias de la reingeniera urgen a partir de cero en el anlisis de la
organizacin y a eliminar, a travs del uso intensivo de las tecnologas de la informacin, todo lo innecesario, incluidos los empleados cuyo puesto no aada valor al proceso productivo (Halachmi, 1995). Por otra parte, la introduccin prominente de valores de eficiencia en el sector pblico obliga a poner en lugar relevante la lucha contra
el dficit pblico, lo cual est arrastrando a la reduccin de servicios pblicos, a las
mltiples variantes de privatizacin (contratacin externa, cheques y bonos, venta totalo parcial de empresas pblicas, etc.) o a la introduccin de mercados internos y diversos controles contables y productivos; evidentemente, dichas actuaciones tienen
efectos en las polticas de personal a travs de despidos masivos, reducciones de plantillas, precarizacin de la relacin de empleo, introduccin de instrumentos de medicin del rendimiento (individual, grupal o de organizacin) y flexibilizacin en los sistemas retributivos (paga por rendimiento, por competitividad de la titulacin en el
mercado laboral, etc.). Fenmenos vinculados a la globalizacin, como la deslocalizacin de empresas, hacen que en ciertos sectores los derechos sociales estn en tremendo peligro, pues son objetivamente una carga cuando se trata de competir con empresas situadas en pases sin tales sistemas de proteccin social, lo cual, a su vez, favorece
la huida de inversin hacia tales pases. El efecto ms importante sobre los derechos y
condiciones de trabajo propios del sector pblico es que stos aparecen cada vez ms
como privilegios y, en consecuencia, deslegitiman al poder que los consiente.
Precisamente en torno al anlisis de la privilegiada posicin de los empleados del
sector pblico han surgido poderosas argumentaciones favorables a la reduccin del citado sector y a la consiguiente apertura hacia el mercado. Dichos empleados y las conexas elites polticas son instrumentos que manipulan y pervierten la revelacin de
preferencias de los ciudadanos. Segn los tericos de la eleccin pblica, el egosmo funcionarial y la correspondiente defensa de sus intereses provocan su masiva
preferencia por partidos intervencionistas y su cerrado apoyo al crecimiento de la administracin y el gasto pblico (Niskanen, 1971). De ah que la modernizacin o mejora de la administracin tenga que hacerse, hasta cierto punto, contra los funcionarios, en especial contra privilegios tales como la seguridad en el empleo o la ausencia
de control del rendimiento.
En este contexto ambivalente se encuentra la gestin de los recursos humanos en
el sector pblico hoy en da; de ah que las respuestas de los gobiernos en la materia
tengan tambin este carcter contradictorio.
244
ManuelVffloria
11.
Ante esta lectura de la realidad, nos hacemos la pregunta de hacia dnde debe ir
el futuro en la gestin de los recursos humanos en el sector pblico? Con ello se pretende definir un campo de actuacin para la administracin que, adecuadamente cubierto, auxilie a sta a hacer frente a las responsabilidades que el futuro le plantea
desde dentro y desde fuera de las respectivas organizaciones pblicas, pues si, como
estamos comprobando, el personal es el ms importante activo de organizaciones
que, como las pblicas, se encuentran dentro del sector servicios (McGregor, 1991),
una inadecuada gestin de ese activo impedir a sta responder a los retos de legitimacin que el entorno le lanza.
Las tendencias generales y algunas de las implicaciones que para la gestin de recursos humanos se presentan son 1:
1)
Una mayor diversidad de la fuerza de trabajo. Incluso en pases de baja inmigracin como Espaa, la presencia de personas de otras razas se incrementa
inevitablemente. El nmero de mujeres en todos los niveles de la administracin tambin se incrementa constantemente. Al tiempo, la poblacin laboral
envejece y la tendencia es a un nmero altsimo de ancianos en nuestras sociedades. Las implicaciones ms evidentes estn vinculadas a: la edad de retiro, la
creacin y gestin de planes de pensin, la reestructuracin del sistema de promocin, las formas de contratar a inmigrantes y extranjeros, la movilidad previa al retiro (a zonas que permitan una vida ms agradable, por ejemplo), la
posibilidad de reclutar a tiempo parcial o para trabajos concretos a jubilados,
la educacin para el respeto a la diversidad. En resumen, la necesidad de dar
respuestas diversas para pblicos diversos dentro de la organizacin.
2) Buscar el equilibrio entre la responsabilidad en el trabajo y las necesidades
familiares (U.S.M.S.P.B., 1991). Los hogares donde trabajan ambos cnyuges
se incrementan, el cuidado a los ancianos ocupa cada vez ms tiempo a los
trabajadores, un porcentaje importante de las mujeres empleadas son madres
de nios menores de seis aos, todo ello abre a los empleados un conjunto de
responsabilidades para las que las organizaciones pblicas deben preparar
respuestas. Las implicaciones van vinculadas al establecimiento de horarios
flexibles, ayudas al cuidado de ancianos y nios, la creacin de nuevas categoras de trabajadores y nuevas formas de trabajo (trabajadores independientes,
telecommuters, trabajadores free lance, consultores, grupos de trabajo familiar, trabajo en casa, etc...).
3) Globalizacin, con la consiguiente competicin en el marco de una economa
mundial. Las implicaciones van vinculadas a una mayor investigacin en polticas de motivacin y a un mayor desarrollo de la fuerza de trabajo, a una mayor comprensin de los fenmenos globales, a una mayor presencia en orga1 Para este epgrafe se han consultado diversas obras sobre el trabajo del futuro y la gestin de los recursos humanos, adaptndose en la redaccin final a los criterios que se defienden por parte del autor de
este texto. En especial, se ha seguido el libro de Coates, J.; Jarrat, J., y Mehaffie, J., Future Work, Jossey
Bass, San Francisco, 1990.
245
246 ManuelVmona
El eficaz uso del rediseo de puestos con la consiguiente variedad de habilidades y la preocupacin por el enriquecimiento de tareas y responsabilidades (Argyris, 1.957); f) La necesidad de permitir al empleado ver la identidad
de su tarea en el marco de la organizacin, y el significado de la misma (Milkovich y Boudreau, 1991); g) Reforzar la posibilidad de una coherente rotacin en puestos de trabajo que favorezca el mantenimiento de la capacitacin
del empleado; h) Promover la autonoma del empleado, es decir, la libertad
de seleccionar las respuestas propias al entorno (Werther y Davis, 1991) fomentando la presencia de empresarios internos capaces de desarrollar proyectos innovadores; i) Favorecer los sistemas de retroalimentacin, de forma
que el empleado goce de la posibilidad de conocer la eficacia de su esfuerzo;
de ah la necesidad de indicadores del rendimiento y evaluaciones, que no tienen por qu tener efectos remunerativos; j) Desarrollar sistemas de comunicacin internos que transmitan la visin e imagen global de la organizacin
(Gasalla, 1993); k) Desjerarquizar las organizaciones y aplanar las estructuras, favoreciendo la responsabilidad y el dilogo.
6) La naturaleza cambiante del trabajo futuro: formacin y desarrollo para una
fuerza de trabajo basada en el conocimiento, pero que no puede perder de
vista los valores esenciales de lo pblico. Esta tendencia, a la que ya hemos
hecho referencia suficiente, tiene implicaciones en la organizacin del sistema
-como en la necesaria descentralizacin y desconcentracin de competencias- pero, aparte de ello, tambin conviene destacar como implicaciones:
a) La constante vigilancia de las nuevas habilidades requeridas; b) El mantenimiento de presupuestos suficientes para la formacin y con la consideracin
de ser inversiones; e) La necesidad de conectar la formacin universitaria con
las necesidades de las organizaciones; d) El desarrollo de habilidades como la
creatividad, innovacin, capacidad de razonamiento, capacidad para absorber
informacin, capacidad para aprender y comunicarse; e) La potenciacin de
las habilidades directivas, en especial la capacidad para trabajar con otros y
en grupo, las tcnicas para toma de decisiones, las destrezas en comunicacin,
el liderazgo innovador y la capacidad negociadora; f) La fijacin y consolidacin de los valores de lo pblico (as, los estndares de objetividad, eficacia,
imparcialidad y los sistemas de equidad y justicia) (Prats, 1989) y la consolidacin de la formacin en tica pblica (Rodrguez Arana, 1995); g) La generacin de una autntica teora de la gestin pblica con la consiguiente adaptacin de las tcnicas gerenciales privadas a las necesidades de lo pblico, y su
correspondiente enseanza (Metcalfe, 1993); h) La potenciacin de la formacin en nuevas tecnologas, orientacin a la calidad, anlisis de entorno nacional e internacional y gestin del cambio cultural; i) La investigacin, y adopcin de decisiones consecuentes con ella, de los efectos psicolgicos, sociales
y de transparencia producidos por la automatizacin y la inteligencia artificial
(del 60 al 90 por 100 de los puestos de trabajo estn afectados por la llegada
al mercado de dicha tecnologa inteligente); j) La elaboracin e implantacin
de planes de desarrollo estratgico de los recursos humanos (Rothwell y Kazanas, 1989); k) La necesidad de crear nuevos puestos de trabajo en el rea de
recursos humanos y la formacin de sus ocupantes (as debe existir un planifie)
247
248
A4anuelVmoria
111.
249
250
ManuelVmoria
pblicas y la pluralidad de sujetos pblicos de referencia (locales, autonmicos, agencias, organismos de misin, entes diversos) hacen inviable un modelo nico que no
sea de mnimos. La celeridad de los cambios actuales recomiendan tambin sistemas
ms flexibles (Snchez Morn, 1996). Finalmente, la emergencia de los sindicatos en
el sector pblico requiere un sistema de negociacin colectiva no coartado por la necesaria aprobacin parlamentaria de los acuerdos tomados.
Los principios de igualdad y mrito, fruto de una victoria histrica frente al spoil
system y frente a la reserva de cargos pblicos para la nobleza, y base de la neutralidad de la burocracia, se enfrentan, en un contexto de subcontratacin y privatizaciones, con una relativa crisis en relacin a su anterior universalidad. Una gran parte de
los servicios pblicos son producidos por organizaciones privadas y no gubernamentales que no tienen por qu respetar el principio de igualdad en el acceso a sus puestos, y cuyo personal no tiene que superar los exmenes pblicos para el acceso a la
Administracin. Adems, el principio de permanencia, en un entorno de reduccin
de servicios pblicos y bsqueda de eficiencia, queda como reminiscencia del pasado
introducindose sistemas que permitan el despido de funcionarios, su jubilacin anticipada o su pase a situaciones de paro ms o menos subsidiado. Para terminar, la centralizacin previa choca con el managerialismo, pues los directivos pblicos, trabajando en torno a unos objetivos definidos con o sin contrato-programa, exigen una
mayor libertad de gestin de sus recursos humanos para poder cumplir los citados objetivos, bien sea a travs de polticas selectivas propias, bien gestionando las retribuciones de acuerdo al cumplimiento de unas productividades, bien pudiendo definir
sus plantillas dentro de los crditos presupuestarios.
En conjunto, hemos visto cmo el modelo clsico se encuentra sometido a una importante crisis, sin que ello implique que exista un nuevo paradigma de referencia.
Por otra parte, una gestin de los recursos humanos de la administracin como si fueran los de una empresa privada podra colisionar gravemente con el Estado de Derecho e incluso con la propia democracia, que requiere siempre una administracin objetiva, imparcial y garantista de los procedimientos colectivamente establecidos.
En concreto, son factores que determinan la gestin de recursos humanos en la
administracin los siguientes (Ingraham y Rosebloom, 1989; Dresang, 1991): a) Las
ineludibles rigideces para el despido, a efectos de evitar la politizacin; b) El mayor
impacto de las normas; e) Los sistemas de seleccin ms rgidos en funcin de la necesidad de garantizar la igualdad y el mrito; d) El mayor impacto de las decisiones
judiciales; e) La dificultad de medir los rendimientos individuales en zonas de definicin de polticas; f) La permeabilidad de fronteras organizativas entre los diferentes
ministerios e incluso gobiernos, con la consiguiente diversidad, necesidad de coordinacin y gestin de las interdependencias.
Ante todo este conjunto de circunstancias, ciertos rasgos del modelo clsico de
funcin pblica se siguen presentando como un componente que es necesario proteger, y ello desde la conciencia de que valores pblicos que dicho sistema protege deben seguir siendo protegidos. Esto exige, a la vez, en el contexto actual un proceso de
adaptacin ciertamente importante. As, la jerarqua necesita ser reconfigurada para
hacerla compatible con la participacin y el empowerment. De todas formas, en
ningn caso se podr decir que hay que eliminarla, a no ser que pretendamos sustituir
a nuestros polticos y legisladores por funcionarios (Wilson, 1994). La participacin
251
IV.
Sera excesivamente prolijo detallar las actuaciones de las distintas administraciones en materia de modernizacin de la gestin de recursos humanos. Los programas y
actuaciones legislativas son enormes y sujetos a importantes cambios y remodelaciones; en concreto, 23 pases de la OCDE han emprendido estrategias importantes de
reforma de sus sistemas de recursos humanos en el sector pblico (OCDE, 1993).
Si hubiera que buscar unas lneas comunes de actuacin stas seran: a) Mayor
preocupacin por la planificacin de necesidades de personal, en el marco de polticas generales de reduccin de plantillas 2 (as se proponen reducir 2S0.000 empleos en
Estados Unidos; en Francia y Alemania tambin existen propuestas de reduccin; en
Espaa se ha reducido enormemente la oferta de empleo pblico del Estado; en
Gran Bretaa se ha considerado como objetivo prioritario para el civil service estar
por debajo de los SOO.OOO efectivos en 1998; en Suecia se ha despedido a 40.000 empleados en los ltimos aos, etc). b) Un insistente esfuerzo en incrementar las dotaciones dedicadas a formacin, desarrollar directivos, potenciar la formacin continua
y descentralizar, donde estaba centralizada, la formacin de funcionarios (FSP-UGT.
1994; INAP, 1995). e) Una generalizada expansin de los instrumentos para evaluar
el rendimiento individual de los empleados (OCDE, 1988; Dernmke, 1995) conectada
a una tendencia a la flexibilizacin de las retribuciones (paga vinculada al rendimiento, a la residencia, a la profesin, etc.) (Wise, 1995; Ingraham. 1993; Ingraham y Rornzek, 1994); d) Una tendencia a facilitar el equilibrio entre las necesidades personales
y familiares y las responsabilidades en el trabajo, a travs de flexibilidad de horario.
permisos por estudios, trabajos a tiempo parcial, etc. (U.S. M.S.P.B., 1991; FSP-UGT.
1994). e) Un llamamiento generalizado a la desconcentracin de la gestin de recursos humanos, devolviendo competencias desde los rganos horizontales de los gobiernos y organizaciones hacia las distintas unidades de lnea.
2 Vanse, al efecto, propuestas y datos del N.P.R. (op. cit.) para Estados Unidos; para Europa, vanse
Ziller, Administrations compares (op. cit.), y FSP-UGT. Documento de Estudio para la elaboracin del
Estatuto del empleado pblico. Madrid, 16 de diciembre de 1994.
252
ManuelVilioria
Todo ello, como se ve, expresa la doble naturaleza de las polticas de personal
existentes en la actualidad. Intentos de dar poder y de motivar al personal junto a
mecanismos de control y despido de carcter puramente eficientista. En realidad, tras
todo este proceso se observa la confluencia de diversos factores polticos y sociales:
por una parte, la necesidad de competir y sobrevivir en base al conocimiento, as
como el necesario apoyo de los empleados pblicos para todo gobierno que quiera
cumplir sus objetivos programticos, sin olvidar el peso de los funcionarios como votantes y miembros de la elite poltica (Ban, 1993); por otra, la crisis del Estado
social y la globalizacin de la economa. Tambin la bsqueda por parte de los ciudadanos de respuestas eficaces a problemas especficos y peculiares exige unos funcionarios con sensihilidad hacia las demandas sociales y capacitados para responder con
eficiencia, pero al tiempo en un contexto de crisis financiera, ciertas demandas sociales de los sectores menos productivos o con menos capacidad de presin han de rechazarse, lo cual deja sin empleo a los funcionarios antes dedicados a tales tareas.
v.
253
OR( i\NIZ\CION
OPERA SOBRE
RE( '( iRSe lS 1u JM\N( lS
('1 TI iR!\
FIGURA
1'/1
Planificacin estratgica es, ante todo, un proceso. En este proceso, los que loman
decisiones:
l.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
Esta planificacin se basa en una serie de premisas que deben ser situadas en un
adecuado contexto. La primera es que todo proceso de elaboracin de una estrategia
se basa en la clarificacin del propsito esencial de la organizacin. Ahora bien, este
propsito slo puede definirse adecuadamente en base al anlisis de las expectativas
de quienes tienen intereses, ms o menos directos, en el funcionamiento de la organi-
254
ManuelVH0ria
NIVEL
DIRECTIVO
NIVEL
OPERATIVO
FIGURA
2.
255
256
Manuel Villoria
FIGURA
EL NIVEL GLOBAL
EL NIVEL TCTICO
EL NIVEL FUNCIONAL
3.
LA POLTICA DE PERSONAL
En general, existen cuatro aspectos clave que deben darse antes de comenzar el
proceso de planificacin:
257
LA ESTRATEGIA GLOBAL
DE MODERNIZACIN
FiGURA
4.
Los tres niveles del plan estratgico de RR. HH. sirven a estrategias superiores.
1991.
258
Manuel Vil/oria
B.
uto~~a visin, tal y como ha sido definida, es: La gestin de RR. HH. en el Gobierno Federal, a todos los niveles, es tan eficaz permitiendo a las agencias reclutar, desarrollar y retener una fuerza de trabajo de calidady socialmente representativa que:
_
259
C.
260
lV1anuelVffloria
3.
4.
5.
6.
7.
retrotraida hacia el presente, para determinar cmo ese cambio se puede realizar incrementando la productividad y la eficiencia.
Identificar los puestos clave para gestionar el plan estratgico de la organizacin, as como los empleados clave para ocupar dichos puestos (no slo ahora,
sino tambin en el futuro) y cuidar especialmente el inventario del talento de
dicho personal. Con ello se podr definir detalladamente su plan de formacin y controlar el desempeo en los puestos que vayan ocupando.
Definir el personal (clase y nmero) y presupuesto que ser necesario para el
futuro como consecuencia de la implantacin del plan estratgico, estableciendo un programa de reclutamiento y formacin que permita cubrir las demandas en el tiempo y lugar preciso.
Establecer tablas de sustituciones para la organizacin del futuro, de forma
que cada puesto clave en el organigrama futuro tenga dos o tres nombres con
los que ya se empiece a trabajar en el momento presente, no slo en aspectos
de conocimientos y habilidades, sino tambin en su desarrollo desde el punto
de vista de la cultura que necesita tener la futura organizacin.
Garantizar el presupuesto que permitir el funcionamiento del plan o, al menos, de sus elementos prioritarios. Este presupuesto debe contener todos los futuros costes del programa, no slo los gastos de reclutamiento o formacin, sino
tambin las previsiones de espacio, equipamiento, estructuras de apoyo, etc...
Precisar el sistema de prioridades (Zabriskie y Huellmantel, 1989).
VI. Conclusiones
Al comienzo del texto se hizo referencia a la existencia de las dos tendencias sociales, polticas y econmicas de naturaleza contradictoria que enmarcan la gestin de
los recursos humanos en la administracin. Una que llevara a la rehumanizacin del
entorno de trabajo y la otra que arrastrara hacia la introduccin de sistemas de control
y despido que tratan al empleado como un mero factor ms de produccin. Las dos
261
tendencias, llevadas a sus extremos, tendran efectos negativos sobre las organizaciones pblicas. La primera, porque es preciso entender que los empleados pblicos no
son los dueos de la empresa administracin ni deben serlo, y por ello sus niveles de
participacin y de uso y disposicin de los fondos pblicos siempre debe estar sujeta
al control democrtico. La segunda, porque se basa en asunciones no demostradas sobre el egosmo y racionalidad de los empleados pblicos, sobre la naturaleza extrnseca de la motivacin y sobre la no importancia de los valores en la vida cotidiana. Para
empezar, la alineacin del funcionario con el partido en el poder o con aquel que va a
tenerlo, a efectos de proteger su carrera, o su propia ideologa, pesan ms que la defensa de gasto pblico a la hora del voto y de las conductas profesionales (Wise y
Szcs, 1995). Adems, la motivacin del empleado pblico no es siempre extrnseca
(dineraria o de carrera), pues existen datos que confirman la existencia de motivaciones intrnsecas como: el deseo de servir a la nacin o la bsqueda de equidad social,
el orgullo de participar en el proceso de formulacin de polticas, la identificacin
personal y profesional con el programa o el denominado patriotismo de la benevolencia (Perry y Wise, 1990; Ban, 1985). Finalmente, cada vez se comprueba con
ms vigor que todo ser humano necesita una explicacin que haga comprensible cognoscitivamente su modo de actuar y que la explicacin debe hacer aceptable, en el
sentido valorativo del trmino tal modo de actuar (Mardones, 1994).
Todo ello nos lleva a buscar un punto intermedio, a mi entender ms cercano a la
primera de las tendencias citadas, pero sin negar importancia al necesario control del
dficit pblico. En cualquier caso, es tambin cierto que, se elija la opcin que sea, si
sta es coherente con el entorno, se observa que el modelo clsico de funcin pblica
ha de abandonarse en su concepcin original. Es decir, que ya no se pueden gestionar
los recursos humanos de la administracin con un modelo surgido para servir a un
Estado Liberal en un contexto de relativa estabilidad. Ahora bien, esta afirmacin ha
de matizarse con otra. Sea el que sea el nuevo modelo de gestin, no puede olvidar
que la administracin debe servir con objetividad los intereses generales, y ello implica elementos de rigidez en los procesos disciplinarios y de despido, en los procesos de
seleccin y carrera y, en general, en la gestin de los RR. HH. en la administracin.
Dicho esto, la siguiente conclusin a aportar vendr conectada a la filosofa que
debe guiar el sistema de gestin de las personas en la administracin. Pues bien, dicha
filosofa no puede ser otra que la del respeto a la persona y su consideracin como fin
ltimo y no como medio. Ello, por supuesto, dentro de los lmites de toda organizacin que sirve intereses generales. Para desarrollar dicha conclusin de forma resumida, es conveniente partir de un principio: cualquier organizacin que pretenda ser eficaz y eficiente necesita aportar a sus miembros un sentido a su esfuerzo, una razn
que gue el actuar de los mismos. Cuando esta razn es el control productivo y el miedo a la sancin, el empleado no vuelca todo su potencial ni se siente satisfecho. Para
conseguir que el trabajador/a d lo mejor de s mismo, es preciso que el trabajo y el
entorno social interno le satisfagan, que tenga un puesto de trabajo que le permita el
enriquecimiento personal y profesional, y que se le retribuya con lo que l/ella ms
valoran (Lawler, 1973). Si este trabajador es un trabajador con madurez, como son
los trabajadores del conocimiento, su aportacin, cuando se cumplen las condiciones
mencionadas, es mucho ms rica y permanente si, adems, se le da informacin y participacin en la toma de decisiones y en la implantacin de las mismas. Finalmente, si,
262
ManuelVilloria
unido a lo anterior, comprende y asume el sentido ltimo de su esfuerzo en la administracin -el bien comn-, dicha aportacin alcanzar cotas de excelencia (Ventriss, 1989).
Desde una perspectiva ms operativa, ello implica construir un sistema de gestin
de recursos humanos coherente e integrado, el cual apueste por polticas y programas
de participacin, desarrollo y formacin, permanencia en el empleo (dentro de lo posible), profesionalizacin y neutralidad partidista, compatibilizacin de los intereses
personales y los de la organizacin, potenciacin de la comunicacin y el dilogo, y,
finalmente, recuperacin de la motivacin intrnseca del servicio pblico, a travs de
la mejora de la moral y el clima interno y la imagen social de la administracin y sus
empleados.
Dicho sistema de gestin ha de ser estratgico, es decir, al servicio de los objetivos
de mejora y adaptacin de las administraciones, adaptable a los cambios en el entorno y con un claro sentido de las prioridades. El instrumento adecuado para conseguir
un sistema de gestin de recursos humanos estratgico es un adecuado plan. La planificacin estratgica, as pues, constituye la columna vertebral de las polticas de recursos humanos si pretendemos que constituyan un sistema, es decir, que sean coherentes y estn integradas, y que sean estratgicas.
Al final, que toda esta propuesta de un sistema humanista, neutral y estratgico
de gestin de los recursos humanos en la administracin pueda llevarse a efecto, depender de un autntico combate poltico, el combate contra el tpico de la ineficacia, ineficiencia, corrupcin e irresponsabilidad de la administracin, combate que
habr de librarse fuera y dentro de las organizaciones pblicas, fuera y dentro de las
organizaciones sindicales del sector pblico, fuera y dentro de cada empleado pblico, en el da a da y en cada hora del actuar administrativo.
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JAMES
L. GARNETT
Universidad de Rutgers
l.
Introduccin
268
James L. Garnett
cia, distancia fsica y lenguaje. La diferencia de estatus se incluye aqu dentro de las
barreras de jerarqua y marco de referencia. La barrera que los autores denominaron
presin del trabajo aqu se trata como un tipo de distraccin. La autoproteccin del
emisor se convierte en parte de la barrera de la jerarqua al igual que las restricciones
a la comunicacin.
La sobrecarga de informacin, los prejuicios y la comunicacin imperfecta, barreras a las que Simon, Smithburg y Thompson no dieron nfasis, se tratan en este captulo. Las barreras que se analizan aqu pueden ocurrir en cualquiera de las tres fases
principales del proceso de comunicacin: codificacin (conversin de la idea en mensaje), emisin y recepcin. No son stas las nicas barreras que debe superar la comunicacin gubernamental, pero son las que ms cuestionan los esfuerzos de los gestores pblicos de todos los niveles para mejorar la productividad. Primero se analizan
las distintas barreras y despus se reflexiona sobre sus implicaciones.
11.
Las diferencias en el marco de referencia constituyen la barrera ms comn y problemtica. Simon, Smithburg y Thompson (1950) escribieron que los procesos de comunicacin se ven dificultados a menudo porque quienes producen, transmiten o reciben la informacin, mantienen una determinada posicin mental que no les
permite percibir con precisin el problema. Las diferencias en el marco de referencia pueden devenir en importantes barreras en las negociaciones diplomticas, en las
relaciones entre los sindicatos y la patronal, en" los conflictos entre organizaciones y
en las relaciones entre actores con intereses y posiciones diferentes en las polticas
pblicas.
Los titubeos de la administracin norteamericana tras la invasin de Kuwait por
Irak en 1990 se debieron a los diferentes marcos de referencia mantenidos por Sadam
Husein y los responsables de la poltica exterior de los Estados Unidos. Un diplomtico estadounidense admiti que fuimos vctimas de nuestra posicin sobre Irak, de
nuestro marco de referencia sobre ese pas; es posible que esa posicin provenga de
la diferencia cultural. Nadie en Estados Unidos poda imaginar que Irak atravesase la
frontera con cien mil hombres e hiciese lo que hizo, nadie poda imaginar que lo
hara. Hussein fracas al no percibir que los Estados Unidos estaran dispuestos a
proteger, hasta sus ltimas consecuencias, sus intereses econmicos y polticos en el
golfo Prsico. El lder iraqu fue sorprendido absolutamente por la virulencia de la
resistencia norteamericana y la posterior oposicin mundial, a pesar de que esas posiciones se reflejaban con toda claridad en las declaraciones de los representantes
diplomticos y en los mensajes que se le hicieron llegar a travs de enviados especiales. Sadam, que segua creyendo en una respuesta limitada de la comunidad internacional, se decidi a llevar a cabo la invasin. Ambas partes interpretaron sesgada
y errneamente la situacin, a la luz de sus propios marcos de referencia, lo que -y
sta no es la primera vez- condujo finalmente a la guerra. Las diferencias en los
marcos de referencia son elementos de gran importancia en conflictos como el de
Bosnia-Herzegovina, las dos Coreas y muchos otros. La diferencia en los marcos de
269
referencia conduce a una atencin selectiva, a una percepcin selectiva y a una retencin selectiva en cualquier proceso de gobierno.
Atencin selectiva. Los cargos polticos y los empleados de libre designacin tienden en lneas generales a prestar ms atencin a aquellos mensajes que consideran
notorios, coinciden con su sistema de valores o les producen mayor satisfaccin. Los
gestores pblicos profesionales tambin tienden a ignorar o evitar mensajes y contenidos que consideran triviales, conflictivos o crticos. En la accin pblica, la tendencia a la atencin selectiva explica por qu muchos informes nunca se leen, por qu se
evitan determinados contactos o no se asiste a algunas reuniones. El anterior embajador de Estados Unidos en Rumania, David Funderburk, trat de llamar la atencin
de la Casa Blanca sobre las violaciones de los derechos humanos cometidas por el rgimen de Niccolae Ceaucescu. El embajador se dio cuenta de que los altos cargos de
la administracin no estaban preparados o no queran atender sus mensajes, en un
momento en el que el presidente Reagan estaba interesado en apoyar las muestras de
independencia de Rumania respecto de Mosc. El hecho de que Funderburk buscase
el apoyo de Jesse Helms, un crtico dentro del Departamento de Estado, ayud a poner al embajador fuera de onda. La atencin selectiva tiene un papel fundamental
en el proceso de prdida de sensibilidad de la poblacin ante las amenazas de las catstrofes naturales. En determinadas situaciones se envan advertencias y avisos a la
poblacin, con tanta frecuencia que stos dejan de causar efecto. Este fenmeno ha
ocurrido en casos como los desastres en las misiones espaciales (Lewis, 1988; Garnett,
1992), la explosin de minas (Martin, 1948), los terremotos, el terrorismo (Roscnthal,
Charles y 'T Hart, 1989) y otros tipos de crisis.
Segn Garnett (1992): La atencin selectiva tiende a ahondar las diferencias en
el nivel de informacin disponible, puesto que algunos empleados pblicos o ciudadanos predispuestos a un tema determinado buscarn ms informacin sobre l, mientras que otros mostrarn una atencin selectiva ante esa misma informacin. No es
extrao que, quienes ms necesitan conocer sobre un tema, reproduzcan con mayor
intensidad esa tendencia a la atencin selectiva y, por tanto, sea especialmente complejo llegar a ellos. Portadores y enfermos de SIDA, madres adolescentes, drogodependientes, son slo algunos ejemplos. La atencin selectiva se debe, en general, a
que el mensaje se percibe como poco relevante o desagradable, a que el emisor es
irreconocible o poco fiable o a que el receptor no presta atencin. Los gestores y
analistas, para superar las barreras de la atencin selectiva, deben convencer a sus audiencias de que el impacto de un mensaje puede lo mismo beneficiarles que perjudicarles y que, por tanto, necesitan prestar atencin a ese mensaje.
Percepcin selectiva. La recepcin de un mensaje no asegura que ste sea interpretado tal y como los emisores pretenden. Louis D. Brandeis, juez del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, explic muy bien este fenmeno: El 90 por 100 de las
controversias graves que surgen en la vida son consecuencia de malentendidos, del
desconocimiento por unos de hechos que para otros son importantes, o de otro
modo, por no acertar a entender sus puntos de vista.
Un gran nmero de factores pueden producir la percepcin selectiva, destacando:
la cultura nacional y organizativa, los antecedentes personales, la adscripcin social,
religiosa o poltica, la personalidad, la posicin y el papel organizativo, la formacin y
270
James L. Garnett
111.
Distancia tsica
La distancia fsica produce o exacerba los problemas de comunicacin gubernamental. Las grandes distancias a menudo obligan a utilizar canales diferentes y en
ocasiones mensajes distintos y a estos inconvenientes se aade un incremento en los
costes de la comunicacin, a pesar de las nuevas tecnologas para enviar mensajes por
escrito mediante el fax, el cable, el correo electrnico, la mensajera y otros medios y
para hacer llegar mensajes orales telefnicamente o en algunos casos mediante ordenadores. Las grandes distancias obligan a viajar para establecer comunicaciones cara
a cara, lo que es ms costoso y complejo que llamar o escribir. A la vista de los costes
la comunicacin cara a cara se aminora y, a menudo, se reduce a las visitas de los superiores, las inspecciones o los viajes al cuartel general (Kaufman y Couzens, 1973).
En esta era de comunicacin electrnica instantnea, en la que es posible transmi-
IV.
Jerarqua
La barrera de la jerarqua incluye la que Simon, Smithburg y Thompson denominaron como distancia de estatus. Estos autores sealaron algunos problemas generados por esa distancia. Primero, la comunicacin entre individuos de desigual esta tus
se produce a travs de intermediarios o niveles intermedios que pueden bloquear. reducir o distorsionar la comunicacin. Downs (1967) describe cmo en una estructura
de slo cuatro niveles, si se oculta la mitad de un mensaje en cada nivel segn este
viaja hacia la cspide, el directivo recibe tan slo l/64 parte del mensaje original. Esto
reduce la cantidad de informacin del mensaje original en un 98,4 por lOO. Esta ocultacin en el viaje por la estructura jerrquica tambin afecta a la calidad de la informacin, puesto que cada intermediario utiliza sus criterios para seleccionar y resumir
la informacin que recibe, criterios que pueden ser o no compatibles con los de los
otros intermediarios y por supuesto con los de sus superiores. Segundo, la comunicacin descendente desde los niveles superiores a los inferiores se produce con mayor
facilidad que la comunicacin ascendente debido a que los subordinados muestran
mayor deferencia y menor confianza en las relaciones con sus superiores. Tercero, la
informacin positiva asciende con mayor facilidad por la estructura jerrquica que
la informacin negativa, a pesar de que la informacin sobre problemas potenciales
es de la mayor importancia para el futuro de la organizacin y, cmo no, de su lder.
Esta tendencia a evitar la difusin de las malas noticias fue un factor que ayud a que
el Departamento de Defensa de los Estados Unidos infraestimase el podero militar
del enemigo durante la guerra de Vietnam (Adams, 1975).
Asimismo, en la comunicacin descendente, hay procesos de filtracin y bloqueo
272
James L. Garnett
de la informacin que reducen la cantidad y la calidad de los mensajes. Entre las tcticas para superar las barreras que produce la jerarqua se incluyen: la utilizacin de
mltiples fuentes y canales de distribucin, el puenteo de niveles, el uso de mensajes resistentes a las distorsiones y la aplicacin de sistemas que compensen el sesgo de
la informacin. Una descripcin ms profunda de estos sistemas se puede hallar en
las obras de Downs (1967) y Garnett (1992).
La comunicacin intra e interorganizaciones pblicas tiene una relacin directa
con la productividad de stas. Las investigaciones analizadas y resumidas por Hellweg
y Philips (1982) demuestran que, en general, el nivel de desempeo de los empleados
pblicos que buscan activamente informacin y la comparten es superior al de los empleados que ocultan los datos o estn fuera de los principales canales de informacin.
Estos descubrimientos tienen un profundo significado para la productividad del sector
pblico, toda vez que el rendimiento organizativo es la resultante, en gran medida, de
la agregacin de los rendimientos de los individuos que en ellas trabajan.
v.
Sobrecarga de informacin
273
usuarios, la eliminacin de informes innecesarios y el establecimiento de criterios sobre qu es informacin crtica y qu es informacin superflua (Garnett, 1992).
VI.
Distracciones
274
James L. Garnett
tructura de la administracin y los servicios a su disposicin; de este modo los empleados pblicos quedan liberados de la prestacin de ese servicio. La Administracin del
Estado de California, a travs del programa InfoCal y de una red de puestos electrnicos interactivos, distribuye informacin y hace posible que los ciudadanos paguen
sus multas, obtengan un certificado de nacimiento o resuelvan cualquier trmite de su
inters, sin pasar por la oficina pblica, permitiendo que los empleados se concentren
en tareas menos rutinarias. La ampliacin del nmero de trabajadores que tienen el
espaol como lengua materna ayudar a reducir las barreras de comunicacin con los
clientes hispanos, aunque, en buena lgica, puede incrementar los problemas con
otros colectivos.
La presencia de idiomas diferentes no es la nica barrera que proviene del lenguaje. Ms extendida y difcil de detectar y corregir es la barrera que proviene del uso
y abuso de la jerga tcnica y burocrtica. La terminologa empleada por los especialistas en derecho, ingeniera, economa e informtica, que les ayuda a entenderse con
sus colegas, les impide comunicarse con fluidez.
VII.
Lenguaje
VIII.
Prejuicios
Los sesgos o prejuicios -prejuzgar una idea, una persona o grupo, una organizacin, una causa, etctera- es una de las barreras ms problemticas para la comunicacin en las organizaciones pblicas de la mayora de las naciones. Los prejuicios
inhiben o impiden la capacidad para valorar acertadamente a las personas, las ideas.
las propuestas, etctera. Un claro ejemplo son los prejuicios que dominan las relaciones entre los cargos polticos y los gestores profesionales. Los ltimos observan a los
primeros como inexpertos y aficionados, como burcratas diletantes utilizando la expresin que Max Weber inmortaliz. Los polticos, a menudo, piensan que los gestores profesionales son unos incompetentes, impermeables a sus deseos y prioridades e
incluso a las de los ciudadanos. Esta falta de confianza es comn a muchos pases y
puede minar la cooperacin entre los directivos polticos o de libre designacin y los
276
James L Garnett
gestores de carrera. Los prejuicios pueden ocurrir en cualquier nivel de la administracin, y tambin en los ms altos, como se mostr en el caso de la diferencia de criterios entre la Casa Blanca y el Departamento de Estado sobre la credibilidad de David
Funderburk, embajador de los Estados Unidos en Rumania.
El presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, en un informe para su jefe
de Gabinete, Bob Haldeman, escribi: Uno de los departamentos que ms necesita
una limpieza es la CIA. El primer problema de la CIA es que tiene una burocracia
musculosa con el cerebro paralizado y el segundo es que su personal, igual que el personal del Departamento de Estado, proviene principalmente de Georgetown y de la
Ivy League, y no encaja con el tipo de gente que nosotros reclutamos para los dems
departamentos y el FB!. Los prejuicios del presidente Nixon en contra de la Universidad de Georgetown y las Facultades de la Ivy League, le impidieron valorar con
neutralidad al personal de la CIA que quera despedir, para reemplazarlo con su
tipo de gente preferido. Algunos empleados, bien capacitados profesionalmente,
fueron reemplazados debido a los prejuicios y estereotipos del presidente.
La solucin del problema de los prejuicios comienza reconociendo su existencia y
comprendiendo las causas que los motivan. Los prejuicios de Nixon sobre los graduados de la Ivy League y Georgetown provenan, en buena medida, de la postura que
estas universidades mantuvieron en contra de la participacin estadounidense en la
guerra de Vietnam. En el mismo informe, Nixon peda a Haldeman que la CIA dejase de reclutar graduados de esas universidades y de otras que iniciasen acciones en
contra de la guerra. Existen evidencias que demuestran que esos prejuicios obedecan
tambin a la envidia y resentimiento del presidente al no poseer las credenciales acadmicas y las buenas conexiones que los graduados de la Ivy League s tenan.
En otros pases, los prejuicios de los polticos y de los gestores de carrera les orientan en contra de personas con antecedentes aristocrticos. En algunas naciones, los
aristcratas dominan la carrera diplomtica e incluso reas de gestin gubernamental
de mayor amplitud. Este tipo de sesgo, basado en los antecedentes familiares y en criterios de clase, puede dar lugar a cuerpos muy homogneos, lo que facilita la comunicacin entre sus miembros. Por otra parte, esa homogeneidad complica las comunicaciones con ciudadanos de otros estratos sociales, que no tienen los mismos valores ni
el mismo lenguaje que sus servidores pblicos (entrecomillado en el original). En
estos casos, tanto los empleados pblicos como los ciudadanos, pueden mantener estereotipos sobre el otro grupo y prejuzgar sus ideas y acciones.
La comprensin de las razones que producen los estereotipos y los prejuicios puede ayudar, a los gestores pblicos, a convencer a quienes los mantienen o caen en
ellos lo irracional, ilgico y contraproducente de sus posturas. El anlisis -evaluando
cuidadosa y sistemticamente la composicin, los antecedentes, valores, roles y preferencias- de las audiencias es una de las claves para tratar con xito la barrera que
producen los prejuicios (vase Mathes y Stevenson, 1991; Garnett, 1992).
IX.
!i
Las barreras descritas hasta ahora reflejan unas habilidades defectuosas o escasas
para la buena comunicacin, que en s mismas constituyen un obstculo importante.
Esta escasez de habilidad para comunicar puede ocurrir en cualquier fase del proceso
de comunicacin. Una codificacin y emisin pobre puede conducir a la transmisin
y comprensin defectuosa del mensaje. Un mensaje mal estructurado, peor compuesto y con un tono y extensin inapropiado puede generar barreras insuperables para el
receptor. Tales mensajes es poco probable que sean entendidos y generen los comportamientos esperados.
A pesar de que el mensaje est bien diseado, una eleccin inapropiada del canal
para distribuirlo puede limitar su efectividad. Henry Mintzberg, en su estudio clsico
sobre los ejecutivos norteamericanos, pblicos y privados (1973), presenta el siguiente ejemplo:
Un gerente relataba una experiencia que pone de manifiesto la diferencia entre la comunicacin cara a cara y la comunicacin escrita. En la oficina del director varias personas tenan una
mala opinin sobre una empleada, de origen suizo [que tena el francs como lengua materna].
La empleada utilizaba el trmino demandar en vez de pedir en sus memorandos. El problema se resolvi cuando la empleada visit la oficina del director. En el contacto personal
qued muy claro que la empleada utilizaba el trmino que, a su juicio, era el ms adecuado. El
verbo pedir en francs es jdemander!.
En este caso, la comunicacin escrita, que da lugar a menor informacin de retorno que la comunicacin cara a cara, magnific una diferencia de lenguaje, generando
barreras de comunicacin, de gestin y de relaciones personales entre la empleada de
origen suizo y la oficina del director. Los gestores pblicos necesitan conocer medios
y soportes alternativos y las ventajas e inconvenientes que conllevan (vase Lewis,
1981; Garnett, 1992). Los documentos por escrito son los ms apropiados para asegurar la consistencia del mensaje cuando nos dirigimos a varias audiencias situadas a
grandes distancias, para disponer de informacin de manera permanente y para
transmitir contenidos de gran complejidad tcnica (si existe la oportunidad de realizar preguntas y comentarios). La comunicacin oral es la ms adecuada cuando los
mensajes son polticamente sensibles, cuando es importante adecuar el mensaje a las
reacciones de la audiencia y cuando los recursos de la conducta no verbal (el tono de
voz, los gestos, el lenguaje corporal, etc.) son imprescindibles para hacer comprensible el contenido del mensaje. En general, la investigacin muestra el beneficio que
supone el uso de varios medios, que combinen fuerzas y atractivos para audiencias
distintas (Frandsen y Clement, 1984; Tompkins, 1984). Por otra parte, la falta de habilidades de comunicacin genera errores en el proceso de decodificacin -recepcin e interpretacin- del mensaje. En el epgrafe dedicado a diferencias en las percepciones se han expuesto varios ejemplos de estos errores de decodificacin.
En este captulo se han cubierto las barreras ms significativas para la comunicacin efectiva en las administraciones pblicas y simultneamente se han presentado
los conceptos clave que los gestores pblicos deben tener en cuenta. Para una discusin ms pormenorizada sobre la teora de la comunicacin vase Fisher (1978), Littlejohn (1978), Berger y Chafee (1987), Krorie, Jablin y Putnam (1987) y Garnett
(1992).
278
James L. Garnett
x. Conclusiones
La mayora de las barreras a la comunicacin gubernamental descritas por Simon,
Smithburg y Thompson en los aos cincuenta se han intensificado desde entonces.
Las organizaciones pblicas han crecido en tamao y complejidad incrementando
tambin las posibilidades de distorsin en la comunicacin. El aumento del conocimiento experto y especializado y el creciente pluralismo de la sociedad no hacen sino
generar mayores diferencias en los marcos de referencia. La sobrecarga de informacin amenaza cada vez ms a los gobiernos de los pases desarrollados a pesar de los
avances tecnolgicos y en parte gracias a ellos. Los prejuicios acerca de grupos sociales, ideas, polticas y mtodos de gestin sobreviven y en algunos aspectos se han incrementado en Europa y Amrica.
Si los gestores pblicos han de lidiar con stas y otras barreras, son imprescindibles una serie de cambios:
1. Para poder afrontar estos retos es necesario investigar con mayor profundidad
los sistemas internos y externos de comunicacin gubernamental y las relaciones entre rendimiento y comunicacin. La mayor parte de las investigaciones
sobre comunicacin en las organizaciones se refieren al sector privado (vase
Berger y Chafee, 1987; Goldhaber, 1986; McPhee y Tompkins, 1987), al igual
que los estudios que intentan ligar comunicacin y productividad (vase Hellweg y Phillips, 1982). Los estudios sobre la comunicacin en las administraciones pblicas se refieren en su mayora a la informacin al pblico y a la utilizacin de los medios de comunicacin de masas (Heise, 1985; Helm et al.,
1981; Yarwood y Enis, 1982). La funcin gubernamental de informar al pblico es fundamental y digna de toda la atencin. Sin embargo, ha habido una
tendencia que iguala comunicacin gubernamental con informacin al pblico. La comunicacin dentro de y entre organismos pblicos merece, en todo
caso, un mayor esfuerzo de investigacin, toda vez que este tipo de comunicacin es el ncleo central y el flujo principal de informacin gubernamental.
De hecho, la comunicacin gubernamental habr de ser cada da ms intensa
en su vertiente interorganizativa y lateral, como consecuencia de los cambios
acelerados, la globalizacin, la explosin en las comunicaciones y otras tendencias de este gnero como han sealado Drucker (1969), Toffler (1980),
Naisbitt (1984), Naisbitt y Aburdene (1990) y Limerick y Cunnington (1993).
La investigacin de este tipo de comunicacin es insuficiente, especialmente
en las administraciones pblicas.
2. Los gestores pblicos necesitan ms oportunidades de formacin para adquirir
y desarrollar sus habilidades de comunicacin. En Estados Unidos, los cursos
de formacin en habilidades de comunicacin para la gestin son ms frecuentes en el sector privado que en el pblico; esta tendencia es an ms intensa en Europa y en Amrica del Sur. En las organizaciones pblicas, los
cursos sobre habilidades de comunicacin son mucho ms escasos que los programas sobre evaluacin de polticas, presupuestacin, adopcin de decisiones, etc. En todo caso, las agencias pblicas dedican ms atencin a la formacin en habilidades de comunicacin que las universidades que forman a los
279
futuros empleados pblicos. Sin embargo, con demasiada frecuencia, las agencias concentran sus esfuerzos de formacin en comunicacin en los aspectos
ms tcnicos del problema -habilidades para escribir, para hablar y comunicar en pblico, cmo organizar la comunicacin-, dejando a un lado la cuestin principal: cmo abordar estratgicamente el problema de la comunicacin intra e interorganizativa. Finalmente, slo cuando se entienda en sus
justos trminos la conexin entre comunicacin y rendimiento y la importancia de la comunicacin como soporte de la gestin, se dispondr de la fuerza
necesaria para abordar con seriedad las barreras que afronta la comunicacin
gubernamental.
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YARWOOD, D. L., Y ENIS, B. 1. (1982), Advertising and Publicity Programs in The Executive
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Review.
l.
A.
Introduccin
Qu son las polticas pblicas?
Los gobiernos no son ms que conjuntos de organizaciones -ministerios, concejalas, empresas pblicas, juzgados, escuelas, hospitales, etctera- que combinan recursos -normativos, humanos, financieros y tecnolgicos- y los transforman en polticas, en programas pblicos, en servicios, en productos, para atender los problemas
de los ciudadanos, controlar sus comportamientos, satisfacer sus demandas y, en definitiva, lograr unos impactos -objetivos- sociales, polticos y econmicos (Rose,
1984).
Las polticas pblicas son el conjunto de objetivos, decisiones y acciones que lleva
a cabo un gobierno para solucionar los problemas que en un momento determinado
los ciudadanos y el propio gobierno consideran prioritarios.
Desde este punto de vista, las polticas pblicas se pueden entender como un proceso que se inicia cuando un gobierno o un directivo pblico detecta la existencia de
un problema que, por su importancia, merece su atencin y termina con la evaluacin
de los resultados que han tenido las acciones emprendidas para eliminar, mitigar o
variar ese problema. El proceso o ciclo de construccin de las polticas pblicas comprende las siguientes fases:
1.
2.
3.
4.
5.
282
FORMULACIN
DE ALTERNATIVAS
IDENTIFICACIN
Y DEFINICIN
DEL PROBLEMA
EVALUACIN DE
LOS RESULTADOS
OBTENIDOS
FIGURA 1.
ADOPCIN DE
UNA ALTERNATIVA
.:
IMPLANTACIN DE
LA ALTERNATIVA
SELECCIONADA
CUADRO
1.
Un gobierno local puede, por ejemplo, considerar prioritario intervenir en el mercado de la vivienda, al observar que los precios son muy elevados y que buena parte de los ciudadanos no
pueden acceder a una vivienda en propiedad o alquiler -FASE DE IDENTIFICACIN Y
DEFINICIN DEL PROBLEMA-. La intervencin puede seguir muy distintos caminos:
desde construir viviendas y donarlas a las familias con menores ingresos hasta subvencionar los
crditos hipotecarios facilitando el acceso a una vivienda libre -FASE DE FORMULACIN
DE ALTERNATIVAS-. El gobierno opta finalmente por construir, en los prximos cinco
aos, mil viviendas de proteccin oficial en suelo municipal, para familias de bajos ingresos
-FASE DE ADOPCIN DE UNA ALTERNATIVA-. La Empresa Municipal de la Vivienda comienza la construccin, disea un sistema para seleccionar a las familias beneficiarias
y controla el proceso de construccin y adjudicacin -FASE DE IMPLANTACIN DE LA
ALTERNATIV A SELECCIONADA-. Una vez entregadas las viviendas, el Pleno del Ayuntamiento quiere saber a quin se han entregado finalmente, qu coste ha supuesto la operacin
para las arcas municipales, y, si es necesario, continuar con el programa de construccin de viviendas -FASE DE EVALUACIN DE RESULTADOS.
283
B.
El anlisis de polticas es un conjunto de tcnicas, conceptos y estrategias que provienen de distintas disciplinas -la Ciencia Poltica, la Sociologa, la Teora de la Organizacin, la Psicologa y la Antropologa, entre otras- que intentan mejorar la calidad de ese proceso de transformacin de recursos en impactos. El anlisis de
polticas es investigacin para la accin; su objetivo es ayudar al decisor pblico a
responder a preguntas tales como: debera intervenir el gobierno para solucionar un
problema concreto?; cmo se debe orientar esa intervencin?; cunto tiempo ser
necesario actuar sobre l?; qu costes acompaarn a las acciones emprendidas?;
quin se beneficiar de la intervencin y quin resultar perjudicado por ella?; sern o no satisfactorios los resultados de la intervencin?
El anlisis de polticas pblicas implica todo el proceso de la poltica pblica y
puede centrarse en:
*
*
*
*
Los aspectos externos a la administracin pblica, preocupndose por el problema a tratar, sus dimensiones, la gravedad del mismo, el nmero de personas
a las que afecta, etctera.
La implicacin y comportamiento de los actores sociales crticos con intereses
en el proceso de la poltica.
Los objetivos y las metas, interesndose por conocer la adecuacin entre las
previsiones y los logros.
Los medios e instrumentos utilizados -recursos humanos, financieros, organizativos y tecnolgicos- para desarrollar la poltica.
284
mente, es importante siempre tener presente la relacin que exista entre la realidad
y el anlisis, y los analistas y la realidad. De otra forma, podramos atribuir un valor
inapropiado al anlisis.
C.
Hecha abstraccin de la accin del analista, existen dos perspectivas que ponen en
relacin la poltica y su anlisis. En primer lugar, y la ms importante, es la perspectiva del responsable de la poltica en cualquiera de sus fases (formulacin, implantacin, evaluacin y, en su caso, reformulacin). sta es la perspectiva del directivo,
policy maker, en las organizaciones pblicas. La otra es la perspectiva del analista de
polticas pblicas, que es un agente que enriquece el universo de informacin que se
pone a disposicin de los directivos para que puedan tener un criterio de decisin en
cualquiera de las fases de la poltica pblica. Este analista no tiene por qu ser, necesariamente, un agente interno de la organizacin pblica; de hecho, con frecuencia es
un agente externo a la misma de quien se recaba consulta.
Cualquiera que sea la perspectiva adoptada, lo que parece claro es que el proceso
de las polticas pblicas no tiene ningn sentido si no se vincula a la actividad del anlisis. La principal razn de que ello sea as es que todas las fases del proceso de las
polticas publicas estn ntimamente vinculadas con un nexo de dependencia, de tal
forma que un replanteamiento en cualquiera de las fases del proceso afecta a las posteriores y, eventualmente (vase figura 1), a las anteriores.
El anlisis de polticas intenta responder a una serie de cuestiones fundamentales
que se plantean en cada una de las distintas fases del proceso de la poltica pblica. El
papel del analista es aplicar, en la medida de lo posible, sus conocimientos tcnicos y
su visin poltica del problema, para dar respuesta a esas preguntas y producir informaciones cualificadas que sern tenidas en cuenta por los policy makers en las fases
del proceso de las que son responsables.
En todo caso, el proceso de las polticas pblicas es asimilable conceptualmente a
la nocin de sistema. De tal forma que ninguna fase aislada del proceso tiene sentido
en s misma, ni se basta para definir las caractersticas del proceso. Es perfectamente
posible hacer una adecuada definicin del problema determinando a quin afecta la
necesidad de afrontarlo, el momento adecuado para abordarlo y su posible coste, y,
sin embargo, no acertar con el plan de implantacin de las soluciones que se han elegido para neutralizar y responder al problema. Para subrayar esta idea habra que decir que tampoco la implantacin y la adecuada evaluacin de los resultados obtenidos
por la poltica pblica nos da, necesariamente, la llave del acierto en la redefinicin
del problema que se intentaba resolver (vase Cuadro 2) y en la reformulacin de las
alternativas.
Tener presente la unidad de la poltica pblica y, por tanto, del proceso no exime
de la contemplacin especfica y detenida de cada una de las fases y elementos del
proceso. Por el contrario, la realidad de la actuacin administrativa pblica se concentra generalmente en partes del proceso y no en la contemplacin global de la poltica. Se podra argumentar con tranquilidad que la unidad de la poltica pertenece
ms bien al plano conceptual de los analistas de la poltica que al operativo, el de los
2.*
1.
285
2. . LA FORMULACIN DE LAS
ALTERNATIVAS DE SOLUCIN
AL PROBLEMA
CUL ES EL PROBLEMA?
CULES SON SUS DIMENSIONES?
CULES SON LAS CAUSAS DEL
PROBLEMA?
A QUIN AFECTA Y EN QU
MEDIDA?
CMO EVOLUCIONAR EL
PROBLEMA SI NO ACTUAMOS
SOBRE L?
CUL ES NUESTRO PLAN PARA
ATAJAR EL PROBLEMA?
CULES DEBEN SER NUESTROS
OBJETIVOS Y PRIORIDADES?
QU ALTERNATIVAS EXISTEN
PARA ALCANZAR ESAS METAS?
QU RIESGOS, BENEFICIOS Y
COSTES ACOMPAAN A CADA
ALTERNATIVA?
QU ALTERNATIVA PRODUCE LOS
MEJORES RESULTADOS CON LOS
MENORES EFECTOS NEGATIVOS?
3.
LA ELECCIN DE UNA
ALTERNATIVA
ES VIABLE TCNICAMENTE LA
ALTERNATIVA SELECCIONADA?
ES VIABLE POLTICAMENTE LA
ALTERNATIVA SELECCIONADA?
4.
LA IMPLANTACIN DE LA
ALTERNATIVA ELEGIDA
QUIN ES EL R?SPONSABLE DE LA
IMPLANTACION?
QU MEDIOS SE USAN PARA
ASEGURAR QUE LA POLTICA SE
LLEVA A CABO DE ACUERDO AL
PLAN PREVISTO?
5. LA EVALUACIN DE LOS
RESULTADOS OBTENIDOS
286
11.
287
sita servicios sociales, que como un delincuente potencial al que hay que vigilar. Las
definiciones, a pesar de su posible apoyo tcnico y estadstico (a algunos les gusta hablar de fundamento cientfico), no son aspticas ni objetivas. De ah que cuando el directivo pblico opta por una definicin debe preguntarse por sus consecuencias, previendo a quin beneficia o perjudica con ella, y en qu medida. En resumen, la
definicin del problema es una decisin de gran importancia que marca absolutamente el posterior desarrollo de la poltica pblica, al reducir el mbito de posibles alternativas a considerar. Una definicin inadecuada del problema est en la base del fracaso de muchas polticas pblicas.
La preocupacin por la definicin de los problemas pblicos hace insoslayable
considerar la forma en que se produce la informacin, el acceso a la misma y la racionalidad de la eleccin de alternativas. En breve se plantean dos preguntas esenciales
para poder adecuar la accin a la realidad:
Cmo conocen los directivos pblicos la existencia de los problemas? LA DETECCIN DE LOS PROBLEMAS.
Por qu eligen unos problemas y no otros? EL DISEO DE LA AGENDA.
A.
1. La funcin directiva
El principal papel del directivo en cualquier organizacin, pblica o privada, es
mantener a su organizacin en contacto permanente con el entorno. El directivo analiza los cambios del exterior para prever cmo su organizacin deber afrontarlos.
288
B.
289
El diseo de la agenda
INCUBACIN DE PROBLEMAS
_J \1
DEMANDAS Y
PREOCUPACIONES
SOCIALES
PRIORITARIAS
SESGOS
NEGATIVOS
1---:====::::::.... ------AGENDA
SESGOS
POSITIVOS
AGENDA
SISTMICA
~
I
FIGURA
2.
PROBLEMAS
PBLICOS
PRIORITARIOS
INSTITUCIONAL
!l
DISIPACIN DE PROBLEMAS
El diseo de la agenda.
FORMULACIN
DE LA
POLTICA
PBLICA
290
blemas como el del alcantarillado, algunos problemas recurrentes -como la inseguridad ciudadana- y, en menor medida, problemas nuevos. En realidad, esa acumulacin de problemas viejos y recurrentes se debe a que los problemas pblicos en muy
pocas ocasiones tienen una solucin definitiva; ms bien al contrario, el impacto de
las polticas consigue aminorar o eliminar unas dimensiones del problema, poniendo
en evidencia la existencia de otras dimensiones. Los ciudadanos ya no se preocupan
por la escasez de plazas escolares, esa dimensin del problema se ha solucionado, su
demanda se ha transformado: de cantidad a calidad. La calidad es una dimensin
nueva de una demanda antigua. Por ejemplo, en el caso de la educacin la demanda,
en un principio, era la escolarizacin obligatoria. Hoy en da, en cambio, lo que se demanda es la calidad en la prestacin del servicio.
Ambas agendas se pueden medir. Las encuestas y los barmetros de opinin pblica sirven para establecer la importancia de los problemas que componen la agenda
sistmica; el anlisis del presupuesto de una organizacin pblica, y su evolucin en
el tiempo, es el mejor modo de medir con precisin qu temas componen su agenda y
qu orden de prioridad han establecido sus directivos.
No todos los problemas de la agenda sistmica tienen las mismas posibilidades de
acceso a la agenda institucional; unos entran con ms facilidad que otros. Podemos
hablar, por tanto, de la existencia de sesgo en la accesibilidad a la agenda institucional.
Los directivos pblicos tienen que ser conscientes de la existencia de ese sesgo y eliminarlo en lo posible, de modo que los problemas de ciertos colectivos sociales no
queden rutinariamente fuera de las prioridades de las organizaciones pblicas. Por
fortuna, existen contrasesgos, que ayudan a superar las barreras de la desigualdad de
poder, las barreras culturales y las barreras a la innovacin. Entre otros estn: los medios de comunicacin, los deseos de crecer de las organizaciones pblicas, el comportamiento y las actitudes de los decisores y la competencia poltica.
Los sesgos negativos de mayor importancia son:
291
tal, no era un problema culturalmente apreciado y, por tanto, era de menor inters
para los directivos pblicos.
3. El peso de la tradicin
Las administraciones pblicas tienden a incluir en su agenda problemas que conocen bien, que han tratado en el pasado y sobre los que pueden anticipar el impacto de
sus intervenciones. Es ms fcil que se incluya en la agenda un problema conocido, o
parecido a otro ya tratado en el pasado, que un problema desconocido, nuevo, que
genera un alto grado de incertidumbre sobre su desarrollo posterior, los costos de las
acciones para afrontarlo, el compromiso de recursos futuros y los resultados de la intervencin.
4. Las actitudes y valores de los decisores pblicos
La decisin de incluir un problema en la agenda institucional la acaba adoptando
una o varias personas. Los valores de las personas -las actitudes hacia el problema,
la posicin ideolgica, la especialidad profesional- se reflejarn en esa decisin.
La influencia de los valores en la decisin es mayor cuanto ms desconocido es un
problema y cuanto menor es el consenso entre los grupos implicados en el mismo. No
es de extraar que los argumentos para decidir sobre problemas como la eutanasia, el
aborto, la pena de muerte, la experimentacin gentica y otros sean esencialmente
ideolgicos ms que cientficos y racionales, por mucho ropaje cientifista que los
acompae.
Si estos y otros factores que crean un sesgo a la introduccin de problemas actuasen de manera permanente la agenda institucional variara muy poco, dejando fuera
de ella los intereses de individuos y grupos sin poder, problemas culturalmente sin valor y sobre todo problemas nuevos o desconocidos. Afortunadamente existen sesgos
positivos que mitigan la influencia de los anteriores:
a)
Los medios son uno de los elementos ms eficaces en las democracias pluralistas
para ayudar a introducir problemas en la agenda institucional, al llamar la atencin
de los decisores sobre problemas que afectan a personas o a colectivos determinados.
La agenda de los medios se especializa en problemas emotivos, en problemas que enlazan con valores y tendencias de moda y en situaciones que afectan a la legitimidad
del sistema.
b)
La competencia poltica
292
problemas en la agenda y ampliar la oferta de servicios. Los directivos electos escudrian la agenda sistmica en busca de problemas que liderar para adquirir visibilidad poltica, ganar apoyos y mantener vivos los problemas de sus constituencies.
c)
La legitimidad de las administraciones pblicas se basa cada vez ms en su capacidad para responder con eficacia y economa de medios a las necesidades de los ciudadanos. Una agencia pblica legitima su existencia solucionando problemas. La importancia de un organismo pblico se puede medir por el nmero y la significacin social
y poltica de los problemas sobre los que acta. Ampliar la agenda es, en muchas ocasiones, el nico mtodo que tienen los gestores para justificar la necesidad de ampliar
sus recursos, crear oportunidades de desarrollo profesional a sus empleados, defenderse de la competencia de otros organismos y, en ltima instancia, asegurar la supervivencia de su organizacin.
111.
293
A.
El racionalismo intenta sustituir la intuicin, la opinin y la experiencia del decisor por un conjunto de tcnicas y mtodos precisos que le ayuden a encontrar no una
decisin cualquiera, sino la mejor decisin. En ltima instancia propone sustituir un
proceso de decisiones intuitivo por un proceso racional de adopcin de decisiones.
Herbert Simon (1957) hizo la formulacin ms completa del modelo racional de
adopcin de decisiones, modelo que se asemeja mucho al esquema de accin racional respecto a fines de Max Weber. Este modelo divide el proceso de adopcin de la
decisin en una serie de pasos interdependientes y acumulativos, que, de cumplirse,
dan lugar a una eleccin racional. Los pasos son los siguientes:
FIGURA 3.
294
Las alternativas son las distintas opciones, las diferentes polticas y medios disponibles para alcanzar los objetivos. Para ser absolutamente racional, el decisor debe
identificar todas las alternativas posibles para lograr los objetivos. Las alternativas no
tienen por qu ser excluyentes entre s; en ocasiones, la decisin final es una combinacin de alternativas. Las alternativas no son slo las opciones conocidas: en el proceso se inventan y generan alternativas nuevas.
El decisor racional, para optar entre las distintas alternativas, tiene antes que valorar los efectos de cada una de ellas. En definitiva, se trata de saber qu ocurrir si
elegimos una alternativa determinada, en qu medida se alcanzarn los objetivos y
qu costes y beneficios acompaarn la eleccin. El decisor racional calcula todos los
efectos, todos los costes, todos los beneficios de todas las alternativas, incluidos los
impactos de cada alternativa sobre otros objetivos, otros problemas y otras polticas
ya en marcha. En otros trminos prev las externalidades y los costes de oportunidad.
Conocidas las consecuencias de las distintas opciones es necesario ordenar las alternativas de modo que se pueda saber cul es la ms deseable. El decisor racional
tiene que establecer unos criterios que permitan comparar y relacionar los objetivos,
las alternativas y sus efectos, para poder seleccionar la mejor opcin posible.
B.
El propio Simon concluy que la aplicacin del modelo racional puro de adopcin
de decisiones es impracticable en la realidad debido a la presencia de una serie de limitaciones que merman las capacidades del decisor. En ltima instancia, ese modelo
no es ms que un tipo ideal que nos sirve para conocer en qu medida los procesos
reales de adopcin de decisiones se aproximan o desvan del mismo. En la elaboracin cotidiana de las polticas los directivos pblicos no aspiran a encontrar la mejor
poltica -el comportamiento ptimo, en trminos de Simon-, se conforman con
identificar polticas satisfactorias --comportamiento satisfactorio-o Simon se concentr en describir las limitaciones que hacen imposible la aplicacin estricta del modelo racional puro, contrapuso la racionalidad de la economa clsica con la racionali-
295
dad administrativa. Entre otras, las principales limitaciones a la aplicacin de la racionalidad econmica clsica son:
1. De carcter psicolgico
Un comportamiento perfectamente racional necesita de una inteligencia, unos conocimientos y unas habilidades que superan con mucho las capacidades reales de
cualquier persona. La informacin sobre la que se ha de basar la decisin no siempre
es suficiente, o es demasiado amplia como para sistematizarla en el tiempo disponible. Los conocimientos del decisor son limitados y ha de decidir, a menudo, sobre temas y problemas poco conocidos y estructurados; su capacidad de clculo y previsin
de costes y beneficios es mucho menor que la del hombre econmico.
2.
Los valores
El hombre econmico decide en solitario; las consecuencias de su decisin le afectan a l en exclusiva y se orienta por sus propios valores -la soberana del consumidor y la funcin de utilidad individual- y preferencias. Los decisores pblicos no actan en solitario, muchas veces deciden con otros, en presencia de valores que entran
en competencia o conflicto y sus decisiones determinan el bienestar o malestar de terceros. La diferencia de intereses y valores est presente, se reconoce y se admite
como un elemento fundamental de las democracias pluralistas. La resolucin del conflicto de valores no admite un esquema de racionalidad pura; una alternativa satisfactoria para un grupo social es fuente de problemas para otros grupos.
3.
De carcter organizativo
El decisor forma parte de una organizacin y aun cuando supera sus limitaciones
individuales, tropieza con las limitaciones que le impone su organizacin. La excesiva
departamentalizacin, la especializacin funcional, los defectos en el diseo de los
sistemas de informacin para la decisin, la tendencia a eludir o limitar la evaluacin
de los programas y polticas son barreras al comportamiento racional muy difciles de
superar.
4.
Los costes
El modelo racional es intensivo en informacin, en medios tecnolgicos, en recursos humanos de gran cualificacin y, sobre todo, en tiempo. Ser racional es muy caro,
luego, si no parece obvio que del proceso de anlisis se obtendrn resultados de gran
calidad, es preferible ser menos racional y dedicar los recursos a otros fines. La situacin deseable sera poder establecer de antemano cuando merece la pena intentar
296
Hay tiempo para el anlisis y esperamos obtener unos buenos resultados que
justifican los costes de llevarlo a cabo.
El problema y la decisin no estn muy politizados.
El problema es central para la organizacin y afecta a su misin principal.
El problema es complejo y presenta muchas ramificaciones y aspectos desconocidos.
La decisin que se adopta hipoteca, en gran medida, la capacidad de decisin
futura.
Desconocemos los costes de la intervencin, prevemos un salto en los mismos
o tememos no poder dejar de intervenir perjudicando otros programas y polticas.
5. Limitaciones situacionales
El principal punto dbil del modelo racional puro es que parte de cero para elaborar la decisin: antes no haba nada, ahora se decide todo. En muy pocas ocasiones
los decisores pblicos se encuentran en una situacin como sta, lo habitual es que
tengan que continuar las decisiones del equipo de gobierno anterior, tratar problemas
que ya estn tratando otras administraciones y desarrollar polticas que no se han decidido explcitamente. En resumen, pocas veces se decide en el vaco. La presin de
los precedentes, las expectativas y demandas de los usuarios, la bsqueda de las alternativas socialmente deseadas y polticamente viables limitan significativamente la capacidad de eleccin. En otras palabras, buena parte de la agenda de problemas, alternativas y decisiones est escrita antes de que el decisor enfrente su responsabilidad.
La conclusin de Simon es obvia; en las administraciones pblicas el proceso de
adopcin de decisiones se rige por la racionalidad limitada. La limitacin a la racionalidad individual est constituida por todos los factores enumerados ms arriba y por
el concepto del decisor sobre la finalidad de la decisin, que puede ser distinto del de
la organizacin, sus valores y su grado de informacin.
C.
Charles Lindblom revis las tesis de Simon sobre las limitaciones del modelo racional de adopcin de decisiones pblicas, al negar que fuese el mejor modelo para la
elaboracin de las polticas. Segn Lindblom el comportamiento de los decisores pblicos rara vez se adapta a ese modelo, ya que sus decisiones no son ms que ajustes
marginales sobre polticas ya en marcha. El modelo incremental es ms descriptivo
que prescriptivo y se basa, en buena medida, en la observacin del comportamiento
cotidiano de los policy makers.
Lindblom (1990) no admite que el anlisis racional sea el factor principal del proceso de elaboracin de la poltica pblica. Cuando decimos que la poltica ms que
i
297
el anlisis determina las polticas (pblicas), queremos decir que las polticas se elaboran a travs de los distintos mecanismos por los que la gente ejerce control, influencia o poder sobre otros, es la interaccin poltica entre los individuos y los grupos sociales el factor que ms condiciona la elaboracin de las polticas pblicas.
El anlisis cobra as su verdadero significado, pues no es la alternativa al juego
poltico, como se infiere del modelo racional, sino una pieza del mismo. El anlisis
se convierte en un mtodo de ejercer control, en una forma til para la interaccin,
en un instrumento de persuasin para atraer a los participantes hacia una postura determinada. Lindblom concluye que el anlisis de polticas es siempre partisano, los individuos usan los recursos analticos solamente para impulsar sus propios intereses.
El modelo incremental argumenta que las decisiones sobre las polticas son, ante
todo, pragmticas, no se basan en relaciones causales bien estudiadas, ni en clculos
exhaustivos de costes y beneficios, sino en el mtodo de las aproximaciones sucesivas
y limitadas. Dicho con claridad, el decisor slo toma en consideracin aquellas alternativas que difieren muy poco de las polticas que ya se llevan a cabo, rechazando las
dems, y analiza slo los aspectos en que la opcin nueva y sus consecuencias difieren
de la situacin actual, obviando el resto (Aguilar, 1993). De este modo el anlisis se
simplifica sensiblemente, al rechazar cualquier opcin que se aleje de las opciones conocidas, y al no valorar ms que algunas consecuencias de las opciones objeto de anlisis. As se reduce el universo de posibilidades y de consecuencias a tener en cuenta.
La primera idea bsica del incrementalismo es que, cuanto ms se aleje una alternativa de las polticas conocidas, ms difcil es anticipar sus consecuencias e impactos,
ms complejo es ganar apoyos para sustentar su eleccin y, por tanto, es menos viable
polticamente. Adems, Lindblom insiste en la naturaleza permanente de buena parte de los problemas pblicos, de modo que las decisiones casi nunca son inditas; por
el contrario, la decisin de hoy forma parte de una larga cadena de decisiones pasadas, de errores y de logros, de ensayos mediante diferentes medios y de precedentes.
Comparar nicamente las opciones que se parecen a las polticas pasadas permite
anticipar con gran precisin sus impactos, sus costes y sus beneficios. Asimismo se reducen las posibilidades de error y fracaso y se ampla la capacidad para prever el
comportamiento de los individuos y de los grupos con intereses en el problema y su
solucin. La teora causal no es necesaria, puesto que se opta por efectuar cambios
sobre polticas existentes, que muestran, en cierta medida, resultados positivos. La
viabilidad de la decisin queda asegurada al basarse en una larga secuencia de cambios incrementales.
Este estilo de elaboracin de polticas pblicas, que aumenta correctivamente,
vez por vez, el margen de maniobra de un gobierno, fue considerado por l (Lindblom) como el estilo propio y obligado de las democracias pluralistas, 'polirquicas',
en sociedades con grupos de inters poderosos, bien informados, autnomos y capaces de presin efectiva (Aguilar, 1993).
Los crticos de este modelo arguyen que el incrementalismo niega la racionalidad
y enfatiza en exceso el factor de viabilidad poltica como criterio definitorio de lo que
es una poltica adecuada. Cambiar las polticas slo marginalmente reduce el riesgo
del fracaso al limitar el cambio radical, pero imposibilita los superiores beneficios de
iniciativas ms ambiciosas e innovadoras.
El modelo incremental ha sido tachado de conservador por legitimar la estructura
298
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D.
Qu debe hacerse?
La respuesta a cul es la mejor perspectiva a adoptar no es sencilla, pero s se puede arriesgar una recomendacin pragmtica, casi de tautologa incrementalista: seamos racionales cuando sea posible, utilicemos el incrementalismo lgico cuando sea
oportuno. Racionalismo e incrementalismo no son estrategias antagnicas: el incrementalismo es altamente racional, puesto que aboga por actuar slo mediante alternativas cuyos impactos podamos prever. El incrementalismo es la racionalidad de lo
plausible, de lo previsible, de la certidumbre.
El anlisis para la elaboracin de las polticas es valioso, independientemente del
modelo de elaboracin que se considere, bien para orientar la decisin y el futuro,
bien para comprender el funcionamiento de las polticas pasadas, descubrir los puntos de mejora y de resistencia. La utilidad del anlisis de las polticas depende del
problema que se trate, de la poltica evaluada y de los condicionantes presentes. Ahora bien, el incrementalismo no es la mejor estrategia si las polticas precedentes muestran resultados insatisfactorios, si los problemas son nuevos o cambian a gran velocidad y, por aadidura, no sirve para incorporar soluciones nuevas que surgen de
avances tericos y tecnolgicos. Por el contrario, es la mejor estrategia para desenvolverse en un entorno estable, ante problemas con soluciones conocidas y comprobadas
(Dror, 1989).
Una estrategia de elaboracin racional es oportuna en escenarios que, como el actual, presentan un volumen y una intensidad de cambio social, poltico y econmico
de gran magnitud. La orientacin racional puede ser el instrumento de mayor utilidad para acercarse a las variaciones de ese entorno, en el que las soluciones del pasado comienzan a mostrarse inadecuadas e insuficientes. En ltima instancia, se trata
de tener en cuenta conjuntamente razn y poltica y, dependiendo de la situacin,
una tendr ms importancia que la otra para contribuir en el diseo de la poltica pblica. Este tercer enfoque denominado mixed scanning (Etzioni, 1967, en Aguilar,
1992) toma distancia de los dos modelos y los rene proponiendo efectuar una exploracin mixta de la elaboracin de las polticas. La racionalidad, por imperfecta que
sea, debe utilizarse para las grandes decisiones de las polticas, para determinar la
orientacin estratgica que el incrementalismo no permite, y, la adaptacin y el ajuste, para adecuar la decisin a las capacidades organizativas reales y los determinantes
polticos presentes.
En palabras de Etzioni, la exploracin mixta incluye elementos de ambos enfoques empleando dos cmaras por as decir: una cmara de gran angular que cubrira
todo el campo, pero sin gran detalle -la visin estratgica, racional del problema- y
una cmara que se enfocara a aquellas reas que, reveladas por la primera, merecen
299
IV.
A.
La implantacin concebida como maquinaria burocrtica en movimiento cumpliendo con diligencia y sumisin las decisiones es una transposicin del modelo wilsoniano de relacin entre la esfera poltica y la esfera de la administracin. Segn
este modelo, ambas esferas deben permanecer necesariamente separadas, sin lneas
de contacto. La esfera poltica decide, la esfera administrativa pone en marcha las decisiones. Hay una especializacin absoluta de papeles -quien decide no implanta, y
viceversa- y en el reparto al decisor le toca el papel de protagonista (Nakamura
y Smallwood, 1980). La administracin no es ms que una variable dependiente de la
poltica. Esta forma de entender el proceso de formacin de las polticas pblicas se
ha dado en denominar modelo Top-Down o de arriba abajo.
En este contexto, el anlisis de polticas se concentra, en sus primeros aos de vigencia, en el estudio de las decisiones para mejorar su calidad. Se estima que la calidad de la decisin es el factor crtico del xito de las polticas pblicas: si la decisin
es correcta la poltica alcanzar sus objetivos. Con este bagaje conceptual, la meta es
ayudar al decisor a seguir el modelo racional de adopcin de decisiones, y la obsesin
es transformar cualquier decisin en una decisin programable. En aquellos aos, legiones de ingenieros y economistas intentaban resumir la complejidad de las decisiones polticas en modelos lgicos, matemticos, en los que figurasen todas las variables
clave a considerar. El impulso de aquel enfoque ingenieril termina a mediados de los
aos setenta con el fracaso definitivo de su tecnologa ms depurada: la presupuestacin por programas. Esa preocupacin por la decisin se acompaaba de un inters
prioritario por el control del proceso de implantacin, concibiendo mecanismos que
asegurasen una correcta circulacin de la informacin desde los decisores hasta los
300
ltimos escalones de la maquinaria organizativa. La idea subyacente es que si la decisin no se cumple es porque no se conoce, o porque los sistemas de control -sanciones y recompensas a los implantadores- a disposicin de los directivos para asegurar
el cumplimiento de sus decisiones son insuficientes.
El inters por la implantacin comienza en los Estados Unidos en un momento en
el que se acumulan fracasos en sus principales programas de bienestar social. De repente, se pone de manifiesto que el gobierno es mucho ms hbil diseando planes
que sus administraciones ponindolos en marcha. Los pobres resultados obtenidos
por los programas de asistencia social -Guerra contra la pobreza-, de renovacin
urbana -Ciudades Modelo-, y de educacin compensatoria llamaron la atencin
sobre un problema que, hoy da, sigue siendo una preocupacin fundamental: la eficacia de la accin pblica. La incapacidad de estos y otros programas para conseguir
sus objetivos era tan evidente que comenz a pensarse que quiz la calidad de la decisin no era el nico factor determinante del xito de las polticas pblicas.
B.
301
xito final del programa depende de la capacidad de los distintos actores para llegar a
acuerdos e intercambiar recursos. Gestionar intergubernamentalmente es gestionar a
travs de otros, logrando que determinados actores -que pueden estar muy o muy
poco interesados en el proyecto- lo lleven a efecto. Desde este punto de vista, la implantacin no es un mundo perfecto de administradores que cumplen aspticarnente
las decisiones de sus superiores, sino un campo de negociacin poltica en la que actores con la misma legitimidad -un ministro, un presidente regional y un alcalde- establecen las condiciones iniciales que permiten la implantacin de la poltica y, conseguidas stas, mantienen su compromiso durante el desarrollo de la implantacin.
Pressman y Wildavsky hicieron mucho hincapi en esta cuestin tratando de determinar qu son y qu no son problemas de implantacin. En realidad existen dos
casos de polticas fallidas: las polticas que no se implantan y las polticas que dan lugar a una implantacin; defectuosa. En el primer caso no podemos hablar de problemas de implantacin; si la poltica ni siquiera se inicia es que el proceso de formulacin se concluy sin xito, en otras palabras, no se consiguieron las condiciones
iniciales que permitan iniciar la implantacin: el consenso sobre los objetivos del
programa y el acuerdo sobre los instrumentos y los recursos del mismo. En el caso de
que la poltica se implante defectuosamente las causas son de varios tipos. En primer
lugar, puede existir un error en la teora que sostiene el programa, es decir, un defecto de formulacin. En ltima instancia todas las polticas pblicas no son ms que una
hiptesis de relacin causal entre las condiciones iniciales y los resultados esperados.
La implantacin es el conjunto de acciones que hay que emprender para que esa relacin causal ocurra. Buena parte de las polticas que fracasan lo hacen porque esa relacin causal, la teora que soporta la poltica, es una teora incorrecta, es decir, haciendo x no es posible obtener y. En el caso del programa de creacin de empleo para
minoras, la teora interna del programa era incorrecta. La teora vena a decir lo siguiente: si se crean unas condiciones de desarrollo determinadas, creando infraestructuras y empresas, mediante subsidios al capital, se generarn automticamente puestos de trabajo nuevos, que favorecern a las minoras. Esta teora se haba mostrado
cierta en zonas del pas muy poco desarrolladas, en las que inyecciones de capital generaban una fuerte demanda de empleo por parte de las empresas, Sin embargo, aplicada a una ciudad con una economa principalmente de servicios y de empresas con
un alto nivel tecnolgico, no produjo los mismos efectos. En un entorno de estas caractersticas es muy probable que los subsidios den lugar a la creacin de empresas
intensivas en tecnologa, que demandarn personal muy cualificado, penalizando, de
este modo, las posibilidades de empleo de aquellos segmentos del mercado laboral
con menores cualificaciones. En otros trminos, esta teora podra haber generado
efectos completamente contrarios a los deseados.
En segundo lugar, si la implantacin se retrasa, o fracasa en sus objetivos, a pesar
de que se han conseguido las condiciones iniciales y la teora causal es correcta, podemos hablar de problemas de implantacin estrictamente. Las dificultades de implantacin surgen por la complejidad de la accin conjunta y por la complejidad del programa. Como se apunt ms arriba, gestionar con otros supone adaptar el programa
a las capacidades e intereses de los participantes, La regla general es que cuanto ms
elevado sea el nmero de actores en el proceso de la implantacin, menores son las
posibilidades de conseguir una implantacin que se ajuste al diseo inicial. La acin
302
C.
A todos los efectos un programa pblico no es ms que el resultado de la combinacin de determinados elementos. La implantacin puede entenderse, por tanto,
como la sucesin de actividades para ensamblar los distintos elementos del programa.
Esos elementos -recursos financieros, recursos humanos, normas, decisiones y capacidades administrativas- estn en manos de diferentes actores relativamente independientes entre s, con sus propios objetivos e intereses.
La definicin de implantacin como proceso de ensamblaje se la debemos a Eugene Bardach (1980), quien resalta el carcter eminentemente poltico del proceso de
implantacin de las polticas pblicas. La implantacin es una sucesin de movimientos -juegos- entre actores, para decidir en qu condiciones entregarn los recursos
-los elementos que componen el programa- que controlan. Desde este punto de
vista la decisin inicial -el mandato legal- no es ms que el pistoletazo que marca
el inicio del juego; a partir de ese instante los jugadores -los actores participantesintentarn todo tipo de estrategias para conseguir que la poltica a implantar maximice sus propios intereses y minimice el nivel de sus contribuciones, liberando recursos
para otros juegos -otros procesos de implantacin.
Rota la unidad entre provisin y produccin, situacin tpica de sistemas de gobierno multinivel, los actores se especializan en el control de alguno de los recursos
303
clave y en el desarrollo de papeles especficos. Las organizaciones de la administracin central controlan y distribuyen gran parte de los recursos financieros, especializndose en papeles de diseo, supervisin y evaluacin de resultados. Las organizaciones de los gobiernos subnacionales controlan la informacin y las redes de
distribucin de servicios, especializndose en el papel de implantacin. Ningn actor
en solitario puede intentar la aventura de la implantacin, al no tener bajo su control
la totalidad de los elementos que hay que ensamblar.
Como el xito de la poltica depende en buena medida de las acciones emprendidas por los distintos actores, cada uno, por separado, intentar imaginar qu parte del
xito final se debe a sus contribuciones y cul ser imputable al comportamiento y
las contribuciones del resto, intentando llevar a cabo estrategias que les permitan
controlar los elementos de otros actores, sacando provecho de ellos. Estas estrategias
o juegos dan lugar a una serie de efectos negativos en el proceso de implantacin del
programa. Los principales son:
1.
La disipacin de los recursos del programa es producida por los intentos de aprovechamiento de esos recursos para otros fines. Esta situacin es posible por el enorme volumen de recursos que las administraciones intercambian entre s y proporcionan a los actores privados. Este volumen es la razn misma que imposibilita, en
buena medida, el control sobre el destino final de los recursos. La consecuencia ms
grave es el incremento de los costes del programa.
2.
3.
La implantacin mediante redes de expertos y administraciones es posible siempre y cuando los actores que participen obtengan mas beneficios que deseconomas.
Si los controles son muy estrictos algunos actores preferirn no participar en absoluto, escapando a sus responsabilidades o aportando contribuciones simblicas. Si los
recursos se pueden obtener de otros actores el problema no es grave; ahora bien, si el
actor que se retira del proceso de implantacin domina un elemento concreto de manera monopolstica, el programa peligra.
304
4.
La prdida de energas
D.
30S
cas repartidas por el territorio por millares de empleados pblicos del ltimo escaln
de la jerarqua administrativa, en contacto con clientes singulares, con demandas particulares y concretas. Las decisiones ms complejas acaban siendo interpretadas y
adaptadas por una multitud de funcionarios que intermedian entre el cliente y la poltica pblica. Personas que en ningn caso han participado en el proceso de formulacin y que reciben cotidianamente las presiones de los ciudadanos para conseguir servicios pblicos.
Los programas ms complejos, las polticas ms ambiciosas estn en manos del
personal de ventanilla, que debe resolver, en cada caso concreto, los defectos de formulacin de la poltica, la vaguedad de los objetivos y las imprecisiones y rigideces
del diseo de la implantacin de acuerdo a sus propias capacidades y valores y a su
comprensin de los fines y metas de la poltica pblica.
El modelo bottom-up pasa el nfasis del cuartel general a la oficina local, del decisor al burcrata de calle, del control a la capacidad para solucionar los casos singulares. El problema de la implantacin para este modelo no es el ajuste fiel a la decisin
inicial, tal y como fue formulada, sino la adaptacin de la decisin inicial a las caractersticas locales y al contexto en el que se produce.
Siguiendo a Williams (Williams, 1971, en Aguilar, 1993), lo importante a la hora
de implantar una poltica es no olvidar que la atencin a las demandas de los ciudadanos es el objetivo principal, de modo que el diseo de la implantacin debe combinar,
razonablemente, lo mejor de la decisin inicial y lo mejor de la iniciativa local. No
importa tanto la conformance -aquiescencia con la decisin- como la performance
-logro de los objetivos.
En cualquier caso, el modelo bottom-up no aboga por la discrecionalidad absoluta
de los responsables locales, ni por la negacin de la planificacin, muy al contrario, lo
que intenta es mostrar la utilidad de formar la decisin partiendo del contexto local,
de las capacidades reales de las organizaciones que habrn de poner en marcha los
programas, y una vez valoradas sus debilidades y fortalezas, orientar la decisin (Elmore, 1978, en Aguilar, 1993). La implantacin adquiere una dimensin contingente
puesto que las capacidades de las distintas localizaciones en las que ocurrir y las caractersticas y las demandas de los usuarios pueden ser muy variables.
El Programa para la Prestacin de Servicios Sociales Bsicos, que impulsa el Ministerio de Asuntos Sociales, es un claro ejemplo de programa que se implanta de
acuerdo a un modelo de abajo arriba (Agranoff y Tamayo, 1991), son los ayuntamientos los que deciden el tamao del programa en su territorio, el tipo de servicios
que desean prestar y los mecanismos para producirlos, siempre y cuando cumplan
con una serie de requisitos -objetivos generales, orientacin de los servicios y utilizacin de las subvenciones- establecidos desde el Ministerio. La implantacin de
este programa ser correcta si se logra el objetivo de extender sobre el territorio una
red de servicios sociales bsicos -objetivo del Ministerio- adaptados a las caractersticas de la poblacin de los distintos municipios -objetivo de los gobiernos locales.
Berman (Berman, 1978, en Aguilar, 1993) seala que el xito final de una poltica
depende, en gran medida, de la adaptacin mutua entre el plan de accin generado
desde el centro y las condiciones y capacidades de las agencias locales. Por ello propone el concepto de implantacin adaptativa como el concepto contrario al de implantacin programada, que es el que sostiene el modelo top-down.
306
V.
La fase de evaluacin
*
*
307
prcticas de tipo correctivo. La justificacin ltima de la evaluacin es, pues, el ejercicio de la responsabilidad poltica y la bsqueda de lo que se ha denominado la eficacia democrtica (Ban y Carrillo, 1994). Esta finalidad poltica de la evaluacin es
particularmente clara en el caso de pases como el nuestro, en que se observa un aumento del volumen de programas y polticas que se gestionan intergubernamentalmente. La gestin conjunta de polticas por parte de organizaciones pertenecientes a
distintos niveles de gobierno resalta la necesidad del control de las actuaciones y de la
demostracin de los resultados obtenidos. La evaluacin, como el anlisis de polticas, no es una disciplina autnoma, sino que toma de las disciplinas cientfico-sociales
lo que necesita para realizar una aplicacin sistemtica de los procedimientos de la
investigacin social para valorar la conceptualizacin, el diseo, la implantacin y
la utilidad de los programas de intervencin social (Rossi y Freeman, 1989). La meta
general de la evaluacin es producir informacin que sirva para orientar y valorar las
decisiones vinculadas al diseo, la gestin y el futuro de las polticas pblicas.
Existen diversos tipos de evaluacin que, por los objetivos que pretenden, se pueden relacionar en trminos generales con las distintas fases del proceso de la poltica
pblica (Palumbo, 1987). La tipologa de evaluaciones que presentamos no es exhaustiva y la conexin entre los tipos y las fases del proceso se realiza a ttulo orientativo.
A continuacin describimos brevemente los distintos tipos de evaluacin reseados (Palumbo, 1987; Rossi y Freeman, 1989):
CUADRO
1. IDENTIFICACIN Y DEFINICIN
DEL PROBLEMA
TIPOS
DE EVALUACl(m
* EVALUACIN ANTICIPATIVA
* EVALUACIN DE LA
EVALUABILIDAD
* EVALUACIN DE NECESIDADES
2. FORMULACIN Y ADOPCIN DE
UNA ALTERNATIVA
3. IMPLANTACIN DE LA
ALTERNATIVA ADOPTADA
* EVALUACIN DE IMPLANTACIN
* ESTUDIOS DE SEGUIMIENTO DE
PROGRAMAS
4. EVALUACIN DE LOS
RESULTADOS
* EVALUACIN DE IMPACTO
* EVALUACIN DE CALIDAD
30S
A.
Evaluacin anticipativa
Est orientada a la produccin de informacin para alimentar el proceso de definicin del problema y la formulacin de las alternativas. Se centra en el anlisis del
contexto poltico, administrativo, legal, social y econmico en el que se va a desarrollar la poltica pblica y en el estudio del problema al que hay que hacer frente. La informacin que produce es de gran utilidad para conocer las conexiones entre la poltica pblica y los factores crticos del entorno en el que habr de operar.
B.
C.
Evaluacin de necesidades
D.
Este tipo de evaluacin pretende dilucidar si el diseo de la poltica permite lograr las metas y objetivos deseados. Su principal utilidad es conocer y asegurar una
correcta conexin entre la teora que sustenta la poltica y los instrumentos de la intervencin.
E.
Constituye una variante de la evaluacin anticipativa. Se centra en la comprensin del contexto general y el entorno especfico en el que se desarrolla la poltica pblica. Su objetivo es producir informacin para afrontar las amenazas y aprovechar
las oportunidades presentes en ese entorno. Especficamente, se utiliza para identificar a los actores con intereses en el problema, elaborando el mapa de apoyos y resistencias que habr de afrontar la poltica en sus distintas fases.
F.
309
G.
H.
Evaluacin de la eficacia/impacto
1.
Evaluacin de la calidad
310
VI.
Conclusiones
El valor del enfoque de las polticas pblicas radica en su preocupacin por la accin del gobierno y sus administraciones. No se interesa tanto por la estructura y
composicin del sistema poltico-administrativo como por su funcionamiento. El anlisis de polticas es a la vez un arte y una ciencia. Es un arte porque hace referencia a
la labor de los directivos pblicos, que intuitivamente reproducen con sus decisiones
las fases del proceso de las polticas sin dominarlo conceptualmente. Es una ciencia
porque aspira a entender el complejo mundo de la accin pblica y prescribir, en la
medida de lo posible, la mejor forma de aproximarse al proceso de las polticas.
El concepto de poltica pblica es inseparable de la nocin de anlisis de polticas;
la poltica pblica no existe en la realidad, slo la intervencin del analista otorga un
sentido a la multitud de decisiones y comportamientos de los administradores y de los
dems actores sociales involucrados en el proceso. La riqueza del anlisis radica en su
capacidad para integrar y ordenar lgicamente esas decisiones y comportamientos.
El anlisis de polticas pblicas es un campo de especializacin profesional emergente que est cobrando una gran importancia. El anlisis, la evaluacin, la investigacin aplicada al proceso de formacin de las polticas no es un lujo, es una necesidad
que habrn de afrontar las organizaciones pblicas para asegurar su supervivencia.
Slo mediante polticas eficaces -desde el punto de vista del impacto social que generan y de la eficiencia en la utilizacin de los recursos- se puede legitimar, efectivamente, la accin de los gobiernos en una democracia pluralista.
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AGUSTN IZQUIERDO
Instituto Universitario Ortega y Gasset.
l.
Introduccin
Resulta evidente que las relaciones entre la tica y la administracin son, en ocasiones, realmente problemticas. Con el fin de evitar la confusin que puede acarrear
la conexin de estas dos nociones, se impone una reflexin sobre la naturaleza moral
de la actividad administrativa. Lo que sigue es, en consecuencia, un intento de establecer la necesidad de considerar la praxis burocrtica desde una perspectiva moral.
El objeto de la tica es considerado generalmente como el estudio de los principios de la conducta humana que guan y controlan nuestras elecciones (Mackie,
1986). Estos principios, contrariamente a otros que regulan la conducta desde el exterior, suelen ser concebidos como una fuente de obligacin interna, es decir. como
fuerzas nacidas de la subjetividad que impulsan la accin. Al ceirse este estudio exclusivamente al anlisis de la conducta desarrollada en una determinada organizacin, como es la administracin pblica, los problemas ticos a los que se va a hacer
referencia poseen inevitablemente un aspecto social y colectivo. Se trata, en definitiva, de una reflexin sobre los principios de la responsabilidad subjetiva en la conducta de los individuos integrados en organizaciones pblicas. Naturalmente, a alguien le
podr resultar un tanto extrao introducir este tipo de razonamientos en el estudio
de la burocracia, sobre todo si se tiene en cuenta la preeminencia dada a estudiar
otros aspectos de la organizacin pblica, tales como las estructuras organizativas,
anlisis de coste-beneficio, presupuestos, etc. Desde una perspectiva semejante. parece algo superfluo e intil introducir este tipo de reflexiones morales con el objeto de
alcanzar un mejor funcionamiento de las organizaciones pblicas. Los argumentos
que se exponen a continuacin estn dirigidos, en parte, a disolver esta extraeza y
sorpresa, mostrando que una clarificacin de la situacin tica del funcionario no slo
no es un impedimento para el funcionamiento de la organizacin, sino que de alguna
forma el que ste tome conciencia de su responsabilidad contribuye a evitar muchas
patologas comunes de su funcionamiento.
313
314
Agustn Izquierdo
11.
A.
Como afirma T. L. Cooper, la tendencia que existe en la sociedad tecnolgica actual a prescindir de principios y tener en cuenta exclusivamente las teoras que se refieren a los procedimientos, sin considerar la finalidad, hace sospechoso este tipo de
reflexin que incluye la pregunta por los fines (Cooper, 1982). Pero no hay que olvidar que todo el proceso administrativo, por mucho que se introduzcan mejoras de orden organizativo, no se agota en s mismo, sino que todo su movimiento est dirigido
hacia una finalidad, el bien pblico, a travs de la ejecucin y participacin, en algunos casos, de los programas polticos. La administracin, adems de perfeccionar sus
mecanismos de organizacin, ha de responder en ltimo trmino a otras preguntas
ajenas a su propio movimiento interno. Lo que orienta y da sentido al proceso burocrtico son los fines polticos concebidos como medidas para garantizar el bien pblico. Por esto, es necesario. de alguna manera, relacionar los medios organizativos con
los fines, pues de otro modo aqullos quedaran vacos de sentido.
Pero conectar los medios y los fines significa la entrada en escena de los valores y
creencias, aspectos subjetivos que no logran desvelar ni el sistema legal ni la jerarqua. Toda estructura organizativa ha de ser interpretada, en ltima instancia, por sujetos sociales constituidos por sistemas de valores y con unas actitudes determinadas
que dan una cierta orientacin a su conducta. De ah que una organizacin supuestamente perfecta en su diseo pueda no alcanzar sus fines -en este caso, el bien pblico- si los sujetos encargados de interpretarla no sienten de alguna manera su campo de responsabilidad en el proceso. Y esta responsabilidad no puede nacer sino a
partir de una toma de conciencia de su papel en la administracin. Slo mediante una
previa clarificacin de sus obligaciones es posible que el administrador pueda ejecutar con moralidad su trabajo.
B.
Controles internos
tica yadministracin
315
conducta es lo que obliga a pensar en otras vas de estructuracin del comportamiento en una organizacin. Los controles externos son, sin duda, necesarios, pero insuficientes; de aqu la necesidad de promover un control interno por parte de los integrantes de la organizacin.
An ms necesaria se revela la conciencia de los aspectos ticos cuando se producen pretensiones contrarias derivadas de valores que entran en colisin. Por tanto, el
inevitable margen de indeterminacin en la conducta administrativa hace necesaria la
referencia a la responsabilidad como fuente de obligacin interna, lo que permite dar
consistencia y predecibilidad a una conducta que el control externo es incapaz de determinar de una forma totaL
C.
Administracin poltica
316
Agustn Izquierdo
cio ideal que tendera en todo momento a alcanzar el bien pblico. El carcter de los
fines perseguidos por la administracin pblica hace que todo este tipo de decisiones
tenga implicaciones de carcter tico y que los motivos que entran en escena para la
eleccin de las acciones no se puedan reducir slo a conocimientos tcnicos de cualquier clase. Una formacin especficamente burocrtica se revela desde esta perspectiva insuficiente para lograr un trabajo efectivo dentro de organizaciones que tratan
de alcanzar el bien pblico.
D.
Por tanto, si se acepta este argumento, es necesario, para lograr una conducta excelente, referirse a esos principios de los que se hablaba al comienzo del artculo, es
decir, a las normas morales que configuran el comportamiento del hombre.
Ahora bien, la moral ha sido considerada tradicionalmente como la teora que tiene unas implicaciones prcticas inmediatas. Su estudio vena motivado por la necesidad de regular la conducta en relacin a ciertos fines, como puede ser la felicidad. En
la antigedad clsica, Aristteles ya hizo un estudio de la accin voluntaria, as como
de la conexin entre los principios y las acciones. Est claro que las normas morales o
valores que el funcionario ha de considerar cuando tiene que hacer una eleccin deben ser aquellos que se derivan del servicio pblico y de la ciudadana. En este sentido, Rohr desarrolla una teora en la que los valores que han de guiar las acciones del
empleado pblico se derivan de la Constitucin y de su interpretacin llevada a cabo
por las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia, sin llegar a establecer el contenido concreto de estos valores (Rohr, 1989).
La nocin de valor ha sido usada con cierta asiduidad tanto en la filosofa del siglo
pasado como en la del presente. Sin embargo, en los estudios sobre la conducta en la
Administracin este concepto se suele utilizar en su sentido sociolgico, sin duda derivado de la filosofa. As, valor viene a significar un tipo de creencia bsico que
orienta la conducta de un modo determinado. Pero, como seala acertadamente Cooper, es insuficiente que el funcionario acepte las creencias bsicas de la ciudadana;
tambin es necesario que sepa conectar los valores asumidos con las exigencias prcticas de su profesin. Esto no es otra cosa que admitir la necesidad de la virtud de la
prudencia entendida en sentido aristotlico, es decir, como la capacidad de aplicar
principios generales a casos particulares. Considerar necesario que la tica ocupe un
lugar en el proceso administrativo significa que, en el trabajo de la organizacin, es
necesario tener en cuenta principios morales de carcter general -los valores de la
ciudadana- para aplicarlos a casos particulares, de modo que sea el inters general
el que mueva las acciones especficas de sujetos particulares. El carcter discrecional
del trabajo administrativo conduce inevitablemente a la aceptacin y necesidad de introducir la tica en la conducta de los funcionarios como principio organizador de esa
parte de la conducta que queda siempre en la oscuridad para cualquier tipo de control externo, como ya ha quedado mostrado.
Una vez que se ha hecho patente la naturaleza del comportamiento en la administracin, se hace necesario establecer con ms precisin la naturaleza de la responsabi-
tica yadministracin
317
lidad administrativa, haciendo ver cul es la situacin del empleado pblico en una
sociedad de unas caractersticas como la nuestra.
E.
De alguna forma, la moralidad, entendida como una fuente subjetiva de obligacin, se hace necesaria en la administracin, debido a que el conjunto de las fuerzas
externas que tienden a configurar la conducta del funcionario, aunque doten de unos
lmites a su actuacin, no alcanzan a determinar sus actos de un modo completo. Por
ms que se haya intentado organizar la actividad burocrtica como una totalidad que
funcione como un mecanismo perfecto, no se ha conseguido evitar siempre la corrupcin, a causa, sin duda, de que es necesario considerar tambin el carcter subjetivo
de los individuos que trabajan en la organizacin pblica. El impulso subjetivo -que
est de acuerdo con el inters pblico- pone tambin lmites a la actuacin de las
fuerzas exteriores, dotndolas de una orientacin y un sentido propios hacia los cuales deben estar dirigidos los esfuerzos de las instituciones pblicas.
Este fenmeno, el que existan zonas oscuras para la organizacin dentro de la organizacin, justifica por s mismo el hecho de considerar la tica dentro de la administracin como la fuerza subjetiva que mueve al funcionario all donde la propia
organizacin no es capaz de ejercer su influjo. De este modo, el concepto de responsabilidad adquiere carta de ciudadana en el dinamismo organizativo, pues desde la
perspectiva de una conducta absolutamente determinada por unas fuentes externas la
esencia de la responsabilidad acaba por desvanecerse. En efecto, esta antigua y venerable nocin de la filosofa prctica encuentra su atributo principal en el hecho de
que es el propio agente la causa o motivo de que una determinada accin suceda.
Aristteles, en el libro III de la tica a Nicmaco, lleva a cabo un anlisis de las condiciones que debe cumplir una accin para que pueda ser alabada o censurada, que
concluye con la idea de que lo voluntario parece ser aquello cuyo principio se halla
en el agente (Aristteles, 1973).
F.
318
Agustn Izquierdo
en tanto que individuos, sino que son propiedad suya en tanto en cuanto pertenecen
a una colectividad, que no se identifica tampoco con la organizacin, sino con la totalidad de los individuos que pertenecen al Estado. Esto significa que un funcionario,
en su trabajo cotidiano, no orienta sus acciones, as como los recursos que debe gestionar, hacia su propio beneficio, sino hacia objetivos que trascienden tanto al individuo como a la organizacin para la que trabaja, aunque sean marcados por sta.
Pero, al mismo tiempo, el funcionario alcanza tambin, consagrando su fuerza a la
consecucin de fines en principio ajenos a s, bienes que le pertenecen en la medida
que l tambin es parte del conjunto de la sociedad para la que trabaja. Sin olvidar
que, entregando su fuerza a la consecucin de lo pblico, recibe a cambio un salario,
es decir, alcanza un objetivo privado. Por tanto, si el funcionario dirige su voluntad
hacia algo en cierto modo ajeno a s mismo, lo hace por alcanzar un bien que se inscribe dentro de su inters personal, con lo que la negacin de s exigida en su trabajo
encuentra indirectamente un fundamento egosta. En principio se puede resumir as
la dialctica de lo privado y lo pblico, lo individual y lo colectivo en el trabajo del
funcionario; si bien, como se ver ms adelante, tiene aspectos que la hacen ms compleja cuando se desarrolla el concepto de responsabilidad.
Ahora bien, de todo lo expuesto se desprende que el compromiso fundamental
que adquiere el individuo que entra a formar parte de una organizacin pblica es el
de dirigir sus acciones hacia el logro del bien pblico, ya que el ncleo de su actividad
consiste en contribuir a alcanzar los objetivos de la administracin pblica. Sin duda,
a la hora de considerar qu sea lo ms especfico de la administracin hay que referirse a su carcter pblico: En la medida en que exista algo as como un "ethos funcionarial", ste debera apoyarse en la funcin de la administracin como poder ejecutivo estatal, es decir, en el carcter pblico de la misma (Mayntz).
Es posible, por tanto, considerar una conducta dentro de la actividad de la administracin desde el punto de vista de la moralidad, por su relacin con la consecucin
del bien pblico. La desviacin de esta voluntad, cuando es dirigida hacia otros fines
distintos de lo pblico, supone la corrupcin, en el sentido de que el orden adecuado
est trastrocado. El anlisis de la voluntad llevado a cabo por Agustn de Hipona
puede arrojar cierta luz en relacin a nuestro propsito. Este filsofo distingue dos
inclinaciones en el hombre, razn por la que ste se encuentra abocado a elegir, de
alguna forma, entre estas dos tendencias (Hipona, 1957). En esta posibilidad interna
se encuentra el fundamento de la capacidad de elegir del hombre o de la voluntad libre. La desviacin de sta de su fin propio, en opinin del filsofo, es interpretada
como corrupcin o cada, pues antepone lo torcido a lo recto y lo perverso a lo ordenado. En ambos casos se trata de una voluntad que valora y, por tanto, ordena los
objetos del querer; pero la voluntad correctamente ordenada da el valor justo a las
cosas, proporcionando una jerarqua adecuada de los fines, de modo que los menos
valorados se convierten en medios de los que tienen asignados un mayor valor. La
voluntad que ordena de otra manera los fines supone una corrupcin de la voluntad,
pues invierte el orden adecuado de los objetos del querer.
Salvando las distancias, este anlisis, al ser aplicado a nuestro caso particular,
arroja la luz suficiente para pensar que el trabajo en la administracin pblica adquiere su carcter moral cuando la voluntad del individuo asume un orden correcto
en relacin al fin para el que han sido creadas las instituciones, esto es, el bien pbli-
tica yadministracin
319
co, conformando las acciones segn este orden establecido. Por el contrario, los comportamientos que niegan esta ordenacin -la que pone lo pblico como ltima meta
ordenando los dems fines como medios para alcanzarla- quiebran el orden que
configura y provee de sentido y de legitimidad a la actividad organizada de la administracin.
El hecho de que las organizaciones pblicas -como conjunto 1 _ tengan un margen de independencia en su actuacin hace inevitable considerarlas desde el punto de
vista de la responsabilidad, pues esa independencia puede ser aprovechada para alcanzar intereses ajenos a lo pblico, lo que hace invertir el orden adecuado. Si se concluye la necesidad de su libertad, esto es, si se admite la posibilidad de que pueda
orientar su voluntad -en mayor o menor medida- hacia su fin propio, hay que admitir tambin, en consecuencia, la necesidad de eleccin en su comportamiento. Sin
embargo, la conducta de una colectividad organizada, aunque delimitada y en cierto
modo estructurada por las leyes y la jerarqua, recibe el atributo de la responsabilidad
no desde su organizacin objetiva, sino desde la voluntad o disposiciones de los individuos que integran la colectividad. Si bien es cierto que toda responsabilidad se ejerce en funcin del puesto o rango ocupado dentro de la organizacin, el hecho de que
sta tenga un comportamiento responsable depende, en ltimo trmino, de las decisiones tomadas individualmente, que a su vez varan en funcin de la disposicin subjetiva del individuo que hace la eleccin, esto es, si en su subjetividad tiene una ordenacin de los fines adecuados al mandato de la institucin, suponiendo que sta
efectivamente est ordenada hacia lo pblico. En una democracia, la voluntad general se hace a partir del pueblo, que elige a un partido para que forme gobierno, de
modo que el pueblo le entrega a ste el poder de decisin. La administracin est
obligada a ejecutar sin ambages la voluntad general as estructurada.
G.
La corrupcin
Ahora bien, la pregunta por la tica en la administracin se deriva, en ltima instancia, del hecho de la existencia de casos de corrupcin. Si la aspiracin a organizar
el trabajo pblico lograra eliminar por completo este fenmeno, esta pregunta quedara vaciada de su sentido, pero el hecho de que no se logre erradicar por completo y
de que, como sucede en ocasiones, los medios empleados para mantener el orden
tambin puedan ser usados para fines distintos de los que en principio son concebidos
(como se ver ms adelante) hace absolutamente necesario el planteamiento de la
tica dentro de la organizacin pblica con el fin de intentar asegurar, en la medida
de lo posible, las diferentes desviaciones que se puedan producir.
El que la administracin se configure como organizacin reglamentada por leyes
se debe a la necesidad de que su actuacin sea limitada y controlada. Las leyes tienden, en un principio, a limitar las aspiraciones de la administracin, canalizndolas y
conducindolas. Pero, a pesar de todas las normas llamadas a mantener la recta incli1 Mayntz escribe al respecto: La tendencia a la independizacin no se funda en la mala volunta~ personal de los funcionarios de la administracin, sino que es propia de la administracin en su totalidad.
Obra citada, pg. 77.
320
Agustn Izquierdo
nacin, de hecho se producen desviaciones en el comportamiento de las organizaciones pblicas o, lo que es lo mismo, la corrupcin, que distrae de alcanzar el objetivo
propio. Este hecho llega a suceder, en ltima instancia, a causa de una falta de asentimiento a la obligacin moral del individuo, que niega la voluntad general y antepone otro tipo de querer. Es, por tanto, una cierta voluntad individual -aquella que
tiende a coincidir con la general- la que, en definitiva, puede impedir desviaciones
en los actos de la administracin, al poner lmites y estructurar todas las fuerzas que
convergen en su comportamiento. Siempre se puede objetar que poner como fin de la
actividad algo tan abstracto o formal no puede tener la fuerza suficiente para mover la conducta; lejos de mantener semejante debate, es preferible limitarse a sealar
que la consideracin del bien pblico por parte del individuo s se muestra capaz de
evitar las desviaciones en la prctica, siempre que ste sea consciente de ello y lo
sienta como una fuente de obligacin, como el valor supremo que dibuja el lmite
ms amplio para la accin en la administracin, orientando todas las fuerzas que intervienen en la conducta administrativa, ya sean interiores o exteriores, hacia su fin
propio. Debido a su naturaleza, puede suceder a veces que este lmite no sea, en la
prctica ordinaria del trabajo, totalmente visible, debido a la inmediatez de las tareas
concretas. Pero su significado resulta operativo si permite distinguir una accin orientada hacia lo general de una que no lo est, as como provocar una prctica que se deriva como consecuencia de la aplicacin del principio general a los casos concretos.
Herbert A. Simon afirma que si un administrador, cada vez que se enfrentara a
una decisin, forzosamente tuviera que evaluar estas decisiones en relacin con el
mbito total de los valores humanos, la racionalidad en la administracin resultara
imposible. Si, por el contrario, slo necesita considerar la decisin a la luz de los objetivos limitados por la organizacin, su tarea se hace mucho ms cercana al mbito del
poder humano (Simon). Sin duda, esta perspectiva tiene algo de razn al sealar
que el funcionario debe concentrarse en las tareas inmediatas de la organizacin. Sin
embargo, esta posicin, llevada a su extremo, puede llegar a negar la capacidad del
individuo, integrado en la organizacin, de evaluar las prcticas que conducen a esos
objetivos en relacin al fin supremo de la organizacin, lo que provoca que cualquier
desviacin que surja dentro de la organizacin no sea percibida por sus miembros, se
niega as la posibilidad de que la recta voluntad sirva de freno a las desviaciones respecto al bien pblico. Si se niega la facultad de referir las actuaciones, reales o posibles, a los fines, toda desviacin producida en la organizacin slo podra ser contrarrestada mediante el control externo. Y esto supondra una disminucin de la
efectividad en el trabajo, al tener que dejar que se produzca la desviacin que deberser detectada y eliminada posteriormente. Si las fuerzas interiores del individuo evitaran semejantes desrdenes en la conducta todo esto se evitara. Adems, cuando la
corrupcin afecta a sectores amplios de la organizacin, la aplicacin de los controles
externos se hace ms problemtica, pero esto se ver con ms detalle a la hora de
analizar el conflicto moral surgido del enfrentamiento de la fuente de obligacin interna de un individuo que percibe actuaciones desviadas en el seno de la organizacin, de manera que el campo de batalla se traslada de la conciencia al seno de la propia organizacin.
H.
La percepcin moral
Hay que hacer notar que si bien la simple conciencia adecuada del trabajo de uno
mismo, as como una representacin de los valores correctamente ordenados segn
los principios del servicio pblico, son necesarias en el camino que busca una conducta moral en la Administracin, estas dos actitudes resultan, no obstante, insuficientes.
Una adecuada representacin de los valores es la condicin para que el funcionario
inicie el proceso hacia la conducta moral, pero para alcanzar la realizacin moral es
tambin necesario que el funcionario, en cada caso de su actividad, conforme su con-
322
Agustn Izquierdo
Pero el primer paso consiste, sin duda, en hacer conscientes los diversos tipos de
conflictos que pueden llegar a experimentarse en la prctica administrativa, de forma
que la diversidad de las situaciones en que se producen las tensiones puedan ser analizadas segn los principios del servicio pblico, sacando a la luz cules son las fuerzas
contrarias y haciendo ver en qu medida se halla comprometido el valor supremo de
la administracin. El proceso tiene como finalidad, a travs de la representacin de la
lucha entre la tendencia hacia lo pblico y otras inclinaciones que pugnan por imponerse, el que pueda aparecer de la forma ms ntida posible el mbito de lo pblico y
as desestimar toda accin que suponga una transgresin de sus lmites. De esta manera, el concepto de lo pblico alcanza su dimensin prctica, al ser utilizado como
criterio para distinguir lo moral de lo inmoral, poniendo a un lado las acciones que se
conforman a la voluntad general y, a otro, las que van en contra de ella. Este anlisis
slo alcanza su plenitud si efectivamente es posible derivar a partir de l los cursos de
accin.
A.
tica yadministracin
323
viduo que percibe la corrupcin se encuentra situado en un rango inferior del posedo
por los individuos responsables de dicho comportamiento, y, al no estar en su poder
el mover los controles externos de la organizacin, debe someterse a prcticas corruptas por la obligacin que mana de la fuente de la autoridad. Se forma de este
modo un conflicto interno de fuerzas, representadas, de un lado, por la obligacin de
obedecer a los superiores -la lealtad-, y de otro, por la obligacin nacida del valor
supremo de lo pblico.
C.
Conflictos de papel
Sin duda, de los dos tipos que se han sealado ms arriba, el segundo implica un
mayor grado de dificultad en su resolucin ltima, pues no slo es necesario que el individuo acuerde su voluntad con la inclinacin hacia el bien pblico, sino que adems
debe imponer su criterio a algn sector de la organizacin, lo que supone, cuando el
individuo se encuentra en un rango inferior, un escollo muy difcil de superar, pues los
controles externos se mueven en sentido contrario a su voluntad conformada a la general. Pero antes de pasar a exponer este conflicto, vamos a analizar aqullos producidos por fuerzas contrarias que ejercen su influencia en la conciencia del individuo.
T. L. Cooper distingue entre conflictos de papel y conflictos de intereses. En el
primer caso no se trata tanto de un enfrentamiento entre lo pblico y lo privado
como de una oposicin de diferentes tendencias hacia lo pblico que tienen que ser
ordenadas de algn modo, pues la ausencia de limitacin de estas fuerzas tambin
324
Agustn Izquierdo
puede dar lugar a acciones que se dirijan contra el bien pblico. El mismo autor vuelve a distinguir, dentro de los conflictos de papel, entre los de papeles internos contra
externos y los de papeles internos contra internos, derivados estos ltimos de las
diversas obligaciones inherentes a los diversos papeles o subpapeles que implica el
desarrollo de un determinado puesto. En ambos casos, los conflictos de papel pueden
derivarse a veces de las diversas funciones que tiene que llevar a cabo la organizacin
pblica para conseguir el bien pblico. As, entre las tareas tradicionalmente adscritas a la administracin se encuentra, de un lado, la recaudacin de fondos para poder
realizar las otras funciones y, de otro, el mantenimiento de la seguridad tanto interior
como exterior y la prestacin de una serie de servicios, as como unas tareas de planificacin. Se adivina fcilmente que todo este tipo de funciones han de limitarse tambin unas a otras, de modo que su equilibrio pueda, en efecto, lograr una va por la
que se desarrollen las tareas conducentes hacia el bien pblico. Sin duda, desarrollar
un servicio de salud, por ejemplo, es algo que est de acuerdo con la concepcin de lo
pblico, pero invertir slo en este aspecto descuidando los dems no ayudara a mantener un orden donde puede realizarse lo pblico. Pero antes de seguir reflexionando
sobre el significado de lo pblico no estara de ms detenerse en algn caso que ejemplifique tipos de conflicto, lo que dar ocasin para ejercitar el anlisis moral en casos
concretos.
D.
tica yadministracin
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325
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ra que asistan unas 500.000 personas al concierto y que el evento dure unas catorce
horas. Como ya se ha dicho, corresponde al Sr. N* el establecer las normas de seguridad sanitaria apropiadas, y para ello toma como modelo las recomendaciones de una
asociacin de salud pblica no gubernamental. Estas normas resultan ser mucho ms
exigentes de lo que el promotor esperaba. La Asociacin tiene un comit, del que el
Sr. N* es miembro, para estudiar las condiciones de salud pblica en estos acontecimientos y propone una serie de medidas sobre higiene, agua, comida y seguridad
mdica. Despus de varias conversaciones del Sr. N* con el promotor, no llegan a
ningn acuerdo sobre las normas en materia de salud que se deben aplicar en la celebracin del concierto. El jefe del departamento de salud del ayuntamiento pide hablar con el Sr. N*. Le dice que ha mantenido una conversacin con el alcalde de la
ciudad y ste ha sugerido que algunos requisitos no pueden cumplirse con el fin de
que las partes implicadas queden satisfechas y que sera perjudicial para todos enfrentarse al promotor. Al final de la conversacin su jefe le apremia a ser cooperativo
y a actuar de una forma prctica; al fin y a cabo, no hay normas prescritas y se trata
slo de un da. Adems, la celebracin del concierto tiene un gran apoyo por parte de
la poblacin de la ciudad y cualquier accin encaminada a complicar la organizacin
y promocin del acto sera vista con malos ojos por parte de los ciudadanos. Termina
diciendo que l, como miembro de la asociacin de salud pblica, tambin est comprometido en mantener las normas de salud; sin embargo, uno no debe ser demasiado rgido en algunas cosas. Al salir de esta entrevista, el Sr. N* tiene ciertas dudas sobre su responsabilidad en el asunto y siente la necesidad de reflexionar.
En primer lugar, el Sr. N* es responsable hacia su superior en la cadena de mando, que le ha pedido flexibilidad en la aplicacin de las normas para este caso breve y
extraordinario. La integridad personal y profesional del jefe del departamento es conocida por el Sr. N* tras siete aos de trabajo con l. Adems, tiene razn en cuanto
a las normas, cuya autoridad no proviene de la ley, sino del prestigio profesional de la
asociacin de salud. Por otro lado, ser miembro de la asociacin implica estar influido
por una serie de valores, sobre todo si se tiene un papel de lder activo dentro de la
organizacin. Actuar contra sus recomendaciones implicara que pusieran en cuestin
la integridad personal del empleado en cuestin. Qu pasara si por no seguir las recomendaciones de la asociacin se produjera un brote de alguna enfermedad contagiosa, o si hubiera un alboroto y cientos de personas necesitasen asistencia mdica urgente en el lugar apartado en el que se celebrara el concierto? ste es un caso claro
de tensin entre un papel interior a la organizacin pblica y otro exterior. Los valores que configuran ambos papeles motivan en este caso acciones que se excluyen mutuamente.
E.
326
Agustn Izquierdo
Conflicto de intereses
F.
Otro tipo de conflicto de responsabilidad ocurre cuando entran en colisin los deberes derivados de la funcin pblica con los intereses personales; en muchas ocasiones este conflicto aparece cuando se da la circunstancia de que se puede aprovechar
la posicin del trabajo pblico para obtener beneficios personales. La naturaleza del
problema derivado de esta clase de conflicto es diferente a la de los contemplados en
el apartado anterior. Pues ya no se trata de intentar reconciliar distintas obligaciones
derivadas de los diferentes aspectos que conforman una determinada funcin dentro
de la organizacin pblica; ya no es cuestin de armonizar diversos motivos que, por
separado, conducen al logro de lo pblico, pero que en situaciones concretas pueden
colisionar unas contra otras, sino de poner en el lugar de razones legtimas, que tienden hacia lo pblico, intenciones dirigidas hacia intereses de carcter personal o privado. De esta manera, la prctica de las obligaciones oficiales encuentra un impulso
ajeno a ellas mismas, con lo que adquiere una apariencia engaosa, ya que se dice de
ella lo que no es, al afirmar su sentido pblico cuando en realidad las razones son privadas. Este es sin duda el caso ms claro de desviacin de la voluntad pblica, pues es
ms o menos conscientemente sustituida por una voluntad privada, que en s misma
no es condenable, pero que en esta situacin s lo es, evidentemente, pues se dice de
ella que es pblica cuando slo es una forma de enmascarar lo privado. El funcionario, en este tipo de situaciones, ha de tener una conciencia clara de lo pblico y de lo
privado, de tal forma que cuando se d una situacin en la que exista la posibilidad
de la sustitucin de la voluntad pueda hacer un anlisis lo suficientemente claro que
le permita distinguir cundo una accin se est desviando del sentido fundamental
que le da su razn de ser en el ejercicio administrativo. Por esto, es necesario que conozca los diversas maneras en que se puede desviar la voluntad de lo pblico en beneficio de lo privado.
K. Kernaghan 3 distingue las diversas situaciones de conflictos de intereses. En
primer lugar, habla de soborno, que consiste en aceptar dinero ilegal u otras circunstancias ventajosas a cambio de favores que puede dar a travs de su puesto en la administracin. Los motivos de sus decisiones de este modo no estn dirigidos a hacer
una contribucin a lo pblico, sino a obtener dinero para su uso privado.
El trfico de influencias tiene lugar cuando, en una determinada situacin, los motivos que determinan la toma de decisiones estn dirigidos a favorecer a una tercera
parte en la que el empleado tiene determinados intereses. Esta forma de desviacin
incluye casos en que el empleado pblico pueda ser propietario de unas tierras y su
influencia en las decisiones de la organizacin pblica pueda afectar a su valor, o que
tenga hijos en edad escolar e influya para aprobar una ordenanza que permita crear
un establecimiento de enseanza en su barrio. En resumen, se trata de casos en los
que la influencia del empleado pblico en las decisiones puedan ofrecerle oportunidades de obtener ciertos beneficios.
En el trfico de informacin, el factor para lograr beneficios radica en el poder
de cierta clase de informacin o acceso privilegiado a determinados datos. Esta in-
tica y administracin
327
formacin no disponible para el pblico en general puede ser usada para el beneficio
personal.
Otro tipo de conflicto de intereses se da cuando el empleado tiene control sobre
una decisin que le puede dar un beneficio propio. Los intereses financieros pueden
entonces afectar la conducta responsable. Este caso difiere del trfico de influencias
en que en esta ocasin el funcionario controla directamente el resultado de la decisin.
Aceptar regalos y hospitalidad tambin puede influir en el ejercicio imparcial de
las obligaciones de un funcionario. Incluye casos como aceptar descuentos, compras,
entradas de teatros y conciertos, viajes de vacaciones, uso de vehculos... Generalmente estos regalos o ventajas no se dan para obtener ventajas especficas, pero pueden disponer favorablemente al funcionario en cuestin hacia la persona que los da.
Otros empleos o actividades desempeados fuera de la actividad pblica pueden
dar lugar a un conflicto de intereses con las obligaciones oficiales. Aunque no todo
trabajo fuera de la administracin tenga que dar lugar a conflictos de intereses, a veces s puede ser una situacin para crear circunstancias en que se vea amenazado el
ejercicio responsable de las funciones del trabajador pblico. Es el caso de un trabajador de la administracin que busca un empleo futuro en una empresa con la que ha
realizado negocios oficiales, pues puede favorecerla con la intencin de animar a esa
empresa a que le ofrezca el empleo deseado.
Emplear la influencia para favorecer negocios en los que est implicado algn familiar es conocido con el nombre de nepotismo. La influencia no se usa en este caso
para obtener un beneficio directo, sino de una forma indirecta, favoreciendo a algn
familiar.
G.
328
Agustn Izquierdo
decisiones. El resultado es un comportamiento inconsistente con los valores o principios que se toman como orientadores en la prctica administrativa. Sin embargo,
tambin aparece la posibilidad de un desarrollo de la capacidad de construir alternativas que satisfagan las necesidades y deseos sin violar cdigo alguno. Se trata, a fin
de cuentas, de construir soluciones que tengan en cuenta los hechos pertinentes, los
valores implicados por el papel aceptado, las posibles consecuencias de cada alternativa, en funcin de su conexin con los valores que se toman como impulsores de la
accin. Este proceso hace surgir en la conciencia los motivos por los que la accin en
la prctica del trabajo es determinada de una forma clara y distinta, lo que siempre
implica conectar las acciones con los determinados fines.
As, Cooper piensa que, en el caso del funcionario empleado en el departamento
de Salud, ste puede adoptar una actitud ms flexible que le permita negociar para
acercarse a las recomendaciones de la asociacin de salud pblica. Una de las condiciones de semejante flexibilidad sera un acuerdo formal con el ayuntamiento para
que ste adopte una serie de ordenanzas que se aproximaran a lo exigido por la asociacin de salud. Si no hay una legislacin, se podra aprovechar esta circunstancia en
orden a iniciar su creacin. Mediante esta estrategia no se renunciara al papel de un
profesional de la salud pblica que tiende a adoptar acciones conducentes al bien pblico, al tiempo que se mantendra una posicin que no pone en peligro el compromiso con el departamento de salud del ayuntamiento.
En cualquier caso, las soluciones elegidas a estos tipos de conflicto tico de papeles han de mantener una conducta conscientemente responsable y consistente con el
compromiso adquirido, al desempear determinado puesto, de contribuir al bien pblico, lo que implica que esa conducta no ha de ser contraria a la serie de valores asociados a la funcin ejercida. Esto se traduce en una determinada manera de manejar
los dilemas: hacer conscientes y sistematizar los elementos implicados en el conflicto,
desde el punto de vista de los valores que se toman como punto de referencia para dirigir toda accin. La nica solucin a estos problemas se encuentra en un adecuado
tratamiento moral, pues los elementos externos que tratan de configurar la accin
apenas tienen efectividad en estos casos si la responsabilidad no es potenciada. Hay
muchos funcionarios que, al no tener una conciencia clara de la finalidad y de la dimensin tica de su trabajo, no slo no llegan a resolver estos dilemas de un modo satisfactorio, sino que quiebran la confianza pblica de un modo inconsciente.
En cuanto a los conflictos de intereses, hay que decir que resolver este tipo o clase
de situaciones potencialmente conflictivas es algo crucial en vista a mantener una
conducta en armona con los objetivos bsicos de una organizacin consagrada al
bien pblico. Las fuerzas contrarias que intervienen en esta pugna son de carcter interior, esto es, son tendencias contrarias que se debaten en la subjetividad del funcionario. Si, cuando se presenta una situacin de esta clase, el funcionario es capaz de
hacer un anlisis correcto de los elementos que intervienen, de distinguir de una forma clara cundo los motivos pertenecen a la esfera privada y cundo a la pblica, y
conforma su voluntad hacia lo pblico, entonces la desviacin podr ser evitada desde la propia actividad del sujeto. En caso contrario, los mecanismos de control externo para suprimir la corrupcin sern las nicas fuerzas con el poder de devolver a la
actividad administrativa su sentido propio; lo que supone una mayor complejidad
para el funcionamiento correcto de la organizacin.
tica yadministracin
H.
329
330
Agustn Izquierdo
ne su origen en una inadecuada constitucin moral del funcionario, esto es, una forma subjetiva que no est estructurada segn el principio del valor supremo de la Administracin. Slo una adecuada conciencia individual del significado de la Administracin y su aceptacin como la fuerza original que la mueve -el lugar de donde
nace la obligatoriedad- puede evitar estas falsas percepciones, posibilitando un adecuado uso de las reglas y una integracin dentro de una conducta responsable. La
consideracin del principio supremo pone tambin lmites, como a la voluntad particular, al uso de las reglas y procedimientos.
l.
Hasta ahora se han considerado conflictos de carcter interno, donde las fuerzas
en pugna son diversos aspectos de la subjetividad del funcionario. En todo este tipo
de dilemas ticos es determinante la actitud del individuo para evitar cualquier clase
de conducta irresponsable. Desechando en sus decisiones actividades no ticas y la
realizacin inadecuada del trabajo, el funcionario impide desviaciones de los recursos
pblicos del fin al que estn destinados. Este proceso se puede llevar a cabo, como se
ha visto, armonizando las diversas obligaciones que se derivan de las funciones de un
puesto de trabajo, limitando el inters privado y las reglas o procedimientos. Pero
tambin puede darse el caso de que un funcionario consiga equilibrar todas las fuerzas interiores segn los principios derivados de la consecucin del bien pblico y se
encuentre al mismo tiempo en la situacin de que un sector de la administracin cometa desviaciones en relacin a la finalidad pblica. En este caso, ya no se trata de
analizar y luchar contra tendencias internas contrarias a la recta voluntad; la desviacin o posible desviacin ya no reside en la subjetividad del individuo, sino en el exterior. Son casos extremos en que la responsabilidad -la actuacin nacida de fuentes
internas- entra en colisin con la actividad jerrquica, pues sta ha roto su compromiso con la voluntad general. Estos casos toman a veces un cariz pattico, pues el individuo que se rebela contra la desviacin, al tomar partido por el restablecimiento
de la recta voluntad, tiene en contra los controles externos, que, en estas situaciones,
estn al servicio de la desviacin. Si no hubiera una conciencia del fin hacia donde se
dirige la actuacin administrativa y una fuerza sentida como obligacin a partir de
esa conciencia, una organizacin podra llegar a desviarse por completo de su objetivo, vacindose del significado que le da razn de su existencia. La obligacin subjetiva, o fuerza interior en concordancia con el valor supremo de la conducta administrativa, se revela as como el ltimo poder con capacidad para devolver a las acciones
administrativas el carcter primario y fundamental por el que stas se legitiman, por
el que adquieren un significado que dota de sentido a su comportamiento. En el caso
de que el funcionario tenga que oponerse a una conducta exterior desviada, la conciencia de la finalidad de la administracin sirve de contrapeso y de lmite a un valor
como la lealtad o adhesin a la autoridad jerrquica que, cuando es usada dentro de
sus lmites, ha de ser una fuerza, sin duda, que contribuya a los fines de la organizacin. El conflicto externo de un individuo opuesto a la conducta desviada de sus superiores se refleja en su interior como un conflicto entre la lealtad y el bien pblico.
No cabe duda de que oponerse a la corrupcin, derroches y abusos jerrquicos no
tica yadministracin
331
resulta una labor cmoda, pues, en estos casos, la organizacin ejerce su presin
mediante el abuso de poder.
Un caso muy conocido de conflicto con la autoridad es el protagonizado por
A. Ernest Fitzgerald, que tuvo lugar a finales de los aos sesenta. La dramtica historia de este funcionario, destinado a tareas de control financiero, comenz cuando se
decidi a informar a sus superiores del Ministerio de Defensa de que los gastos para
el desarrollo de un avin de transportes -el C-5A- excedan ms del 100 por 100.
Como su informe no obtuvo respuesta, decidi llevar la denuncia ms adelante en la
escala jerrquica, hasta testificar en el Congreso. El resultado de intentar frenar una
conducta contraria al bien pblico como el derroche de dinero fue la represalia, el ostracismo; finalmente fue destituido por los funcionarios de las Fuerzas Areas.
IV.
A.
Lo individual y lo colectivo
332
Agustn Izquierdo
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~ ~ A
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B.
tica y administracin
333
blico, que las rdenes estn encaminadas a servir a fines ajenos a la organizacin
pblica, por lo que el fundamento ltimo de la eleccin radica no en la organizacin,
cuya justificacin no se encuentra en s misma, sino en el cumplimiento de su finalidad. El fundamento ltimo de la eleccin es la libertad del propio individuo. Ahora
bien, la libertad y la eleccin del individuo integrado en una organizacin pblica no
se basa en el individuo en cuanto tal, es decir, en sus intereses como persona particular, sino en el acuerdo de su voluntad con la tendencia asignada a la administracin
pblica. De aqu nace la responsabilidad individual de todo empleado pblico que, en
ningn caso, puede diluirse en la institucin a la que pertenece.
V.
Conclusin
A lo largo de este escrito se ha intentado hacer ver el papel de la tica en una colectividad organizada como es la administracin pblica. La moral se ha definido
como la serie de principios internos al individuo que mueven la conducta: La moral
-segn Barnard- son fuerzas personales o propensiones de un carcter general y
estable en los individuos que tienden a inhibir, controlar o modificar deseos, impulsos
o intereses especficos, inconsistentes e inmediatos y a intensificar los que son consistentes con tales propensiones... Cuando la tendencia es fuerte y estable existe una
condicin de responsabilidad (Barnard, 1954). En el caso de la administracin pblica, hemos identificado esta tendencia con la inclinacin por el bien pblico. Se ha reconocido en este impulso interior a la nica fuerza con el poder de limitar y estructurar todos los factores que intervienen en la organizacin. Slo mediante la
interiorizacin de esta tendencia aparece la posibilidad de que los diversos elementos
implicados en el funcionamiento de la administracin pblica alcancen una congruencia y no se dispersen, desvindose as del fin primordial para el que ha sido concebida. Para que esto sea posible es necesario que los individuos que conforman una organizacin lleguen a armonizar sus tendencias subjetivas, subordinndolas a la
voluntad general dirigida hacia el bien pblico. Esto quiere decir que todos los integrantes de la organizacin deben dar una forma precisa y determinada a su subjetividad o, lo que es lo mismo, han de alcanzar una moralidad apropiada para la colectividad en la que estn integrados, de modo que posean la facultad de juzgar sobre la
moralidad de las acciones. De ah la necesidad de la tica en un programa de formacin para la administracin pblica. Como afirma Aranguren: la tica, como la vida,
es, a la vez, individual y social y se la empobrece y falsea al amputarle una u otra de
ambas dimensiones.
El bien pblico no es algo dado ni algo que haya de ser definido de una manera
meramente terica. Es un concepto prctico que tiene que ir desvelndose, como impulso fundamental de la actividad poltica y administrativa, a travs de las decisiones
cotidianas que posibilitan que los cursos de accin elegidos supongan realmente una
contribucin al bien de la colectividad administrada por un Estado. Para Kant, la idea
de fin no tiene una delimitacin conceptual, sino que posee una funcin reguladora
que posibilita la coherencia y el sentido de las acciones (Kant, 1968). La idea del bien
pblico como el fin regulador de las acciones administrativas tiene que ir llenndose
de contenido y adquiriendo forma mediante una prctica coherente y moral de la ad-
334
Agustn Izquierdo
ministracin; sin esta idea reguladora la prctica administrativa cae en una actividad
sin estructura y sin sentido.
Comparando al hombre con un arquero, los estoicos, que hicieron de la virtud la
propia recompensa, distinguan entre el blanco y el fin. El blanco u objetivo vara segn la situacin, el fin guarda ms constancia. El funcionario, para alcanzar los objetivos de la organizacin, debe acordar su subjetividad al fin pblico para que toda accin particular pueda alcanzar los objetivos concretos cuya suma conforma el bien
social para el que ha sido concebida la administracin pblica.
Referencias bibliogrficas
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336
ndice de autores
ndice de autores
337
Inglehart, R, 27, 47
338
ndice de autores
ndice de autores
339
340
incuce de autores
indice de autores
341
Accountability,83
Actores crticos, 116, 119, 204n., 283
Administracin postburocrtica, 83, 200n.
Administracin Pblica (como disciplina), 18
Ciencia poltica, 36, 44
como campo de estudio, 18, 21
Concepto de, 33
Consenso, 27
Control de su actuacin, 24
Crisis de identidad, 25
democrtica, 28
Discrecionalidad administrativa, 24
Diversidad de enfoques, 41
Eleccin racional, 28
Elector cvico, 38
Evolucin del pensamiento administrativo,
31
Focus,31,36
Fundamentos histricos, 31
Gerencialismo,41
identidad disciplinar, 21
importacin de tcnicas de gestin, 18
Justificacin de la accin administrativa, 37
Justificacin de la utilidad de la accin pblica,37
Legitimidad, 27, 33, 35, 55, 59, 60, 64, 71,
74,207,292
Locus, 31, 36
Management, 18
343
Objeto y metodologa, 30
Oleaje democrtico, 27
Paradigma emergente, 43
Poder administrativo, 25
Politizacin de la, 19, 20, 28
Potestas, 20, 39
Productora, 35
Sumisin, 27
Administracin receptiva, 89
Administracin responsable, 113
Agenda,
Diseo de la, 287, 289
Institucional, 289, 290
Poltica, 289
Sistmica, 289, 290
Arizona Public Service Cornpany, 223
Axiologa social, 63
Benchmarking, 98
Calidad, 38, 90, 92, 241
criterios de, 91
en la administracin, 39, 83, 91
gestin, 91, 92, 98, 242
Total, 90
Clientes, 92, 93, 94, 95, 288
Administracin orientada al, 83
Expectativas, 288
Comunicacin, 267
344
ndice de materias
Nepotismo, 327
Objeto de la tica, 313
Papeles, 323,324,325,328
relaciones entre la tica y la Administracin, 313
Evaluacin, 92, 310
anticipativa, 308
de calidad, 309, 310
de eficacia, 309
de impacto, 288, 309
de implantacin, 288, 309
de la evaluabilidad, 308
de la teora y del diseo de la poltica, 308
de la viabilidad poltica/ de contexto, 308
de necesidades, 308
de polticas, 92
de procesos, 309, 310
de programas, 92
de proyectos, 92
de rendimiento, 92, 288
de resultados, 310
de seguimiento de programas, 309
Excelencia, 115
de las organizaciones, 241
Fallos
de lo pblico, 107
del Estado, 55, 57
del mercado, 53
Focus Group Interviews, 91
Gestin Intergubernamental (GIG), 125,145,
146, 149, 150, 151, 157, 158, 159, 160, 164,
300,301
Condiciones de la, 146
Cualidades especiales de, 145
Desregulacin, 155
Empleados pblicos, 148
Enfoque del grado de eficiencia, 160
Enfoques de la, 153, 164
Era de la (razones), 146, 164
Liderazgo, 147
Planificacin estratgica, 147
Polticas, 157
Recursos intergubernamentales y privados,
150, 151
Redes, 159
ndice de materias
345
Bases de legitimacin. 59
Concepto de, 51
Crisis de legitimacin. 56
Crisis de racionalidad. 56
Criterios de, 63
Cuestin de, 51
de la Administracin Pblica, 27, 33. 35. 55.
59,60,64,71.74,207,292
del Gobierno, 71
del sistema poltico, 51, 53, 56, 59, 60, 64.
65, 74
Distincin analtica, 64
Distincin institucional/rendimientos, 64
Dominacin, 52
Eficacia y, 55, 64
en un entorno intergubernamental, 67
Fundamentos de la, 51
Imagen de la administracin, 61
Institucional, 60, 65, 66, 67, 71, 72, 74, 207
Ley de hierro de la visibilidad, 67,69
Mtodos, 63
Necesidades de legitimacin, 57, 60
Pautas de comportamiento de las administraciones pblicas, 62, 66
Percepcin, 61
Poltica, 69, 70
Referente tico, 63
Rendimiento, 60, 64, 65, 71, 72, 207
Servicios pblicos, 70
Sistema de, 56
Teora de la justicia, 62
Ley de Parkinson, 238
Marketing, 199, 200, 201, 203, 204, 205, 206
Cliente, 200
Concepto, 199,200
Cultura del, 208
de la caja negra, 206
de producto, 206
Distribucin, 203, 204
electoral, 207
Equidad, 216, 217
estrategia de, 204, 207, 210, 216
Filosofas de gestin, 201
Herramientas del, 208
Intercambio, 204
Mercado, 205, 211
Misin de la organizacin, 210
Mix, 212n., 213
346
ndice de materias
ndice de materias
347
35
36
37
38
53
54
39
55
56
40
41 Fundamentos del desarrollo del lenguaje. Compilacin de Eric H. Lenneberg y Elizabeth Lenneberg
58
59
60
44
61
45
62
63
64
65
42
46
47
48
49
68 Mara Cruz Seoane: Hlstoa del perlOdlsmo en Espaa. 11. El alglo XIX
69 Len Grinberg: Culpa y ........n
70
71
72
75
97
98
99
78
79
80
103 L. Rodrguez Saiz, J. Martn Pliego, J. Parejo Gmir y A. Almoguera Gmez: Poltica econmica regional
81
82
83
84
85
86
87
nmica. 1
88
89
90
91
92
93
nmica. 2
94
Politica
140
117
118
141 J. 1. Snchez de Rivera y M.o M. Sainz Jaravo: Aplicaciones estadsticas y matemticas del programa GAUS
119
120
121
122
123
145
124
146
125
147
126
148
149
150
151
152
129
130
Francisco Vinagre Jara y Luis Milln Vzquez de Miguel: Fundamentos Y problemas de qumica
131
132
N. M. Woodhouse: Introduccin a la
mecnica analtica
153
133
154
134
155
135
156
136
157
137
138
139
159
B 1 8 l 1 OT f C A
"ANTONIO CARRILlO FlURES"
FECHA DE DEVOLUCION
U
AU
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L. (.:1
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156 Historia del pensamiento en el mundo islmico 1.
Miguel Cruz Hemndez
157 Historia del pensamiento en el mundo islmico 2.
Miguel Cruz Hemndez
158 Historia del pensamiento en el mundo islmico 3.
Miguel Cruz Hemndez
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