Espiritualidad Del Carisma

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ESPIRITUALIDAD DEL CARISMA

P. Jess Castellano Cervera, OCD.

INTRODUCCIN
Carisma y teologa espiritual
Existe hoy una atencin especial de parte de la teologa espiritual a la accin
del Espritu en la Iglesia, en conformidad con la Pneumatologa del Vaticano II en la
LG 4 y 12, y con particular atencin a nuevas propuestas, sntesis, riquezas y actualizaciones en varios sectores de la vida de la Iglesia. La Teologa Espiritual cuenta entre
sus funciones la de la atencin a la experiencia espiritual cristiana con una misin de
escucha a la accin del Espritu Santo y de discernimiento de sus dones. Es deber suyo
escrutar la accin del Espritu y en la historia. Con una reflexin de fe, desde las fuentes de la Teologa espiritual que son la Palabra de Dios y el Magisterio, sobre la historia que es el lugar de su presencia y de su experiencia.
Carisma y espiritualidad
Un primer intento de la importancia de la atencin de la Teologa a los carismas
nos viene de esta reflexin del P. Federico Ruiz, ocd.: "lo que tenemos entre manos es
mas que un simple tema. Es una realidad viva, preciosa, frgil. Es una gracia que
elEspritu Santo suscita y alimenta.Y es a la vez la propia vida con sus experiencias y
proyectos". Una realidad de consagracin y de misin, con su responsabilidad personal y colectiva, con su dimensin de interioridad y de servicio.
La espiritualidad reivindica una mejor comprensin del carisma tras otros tratamientos que son de tipo teolgico, jurdico, sociolgico, psicolgico. En definitiva se
trata de una vida, de una vida espiritual, de un organismo vivo, animado por el Espritu Santo. Desde esta luz del don y de la respuesta explicar el sentido y el alcance del
carisma1.
Una reflexin general
En este momento tratamos de hacer slo una reflexin de tipo general. Pero escuchndola cada uno puede sentirse interpelado en su propio carisma. Sentir la resonancia de cuanto quiero exponer es ya como un criterio de discernimiento para constatar si realmente nos encontramos en est perspectiva, si la palabra encuentra eco en el
Espritu y en la vida de cada uno de los que estn llamados a vivir un carisma.
Se trata en este momento de hablar ante un organismo vivo que representa la
fuerza y la vitalidad de un carisma joven en la Iglesia, con un Fundador en vida. De
aqu la delicadeza de ciertas alusiones de tipo general que podemos encontrar en la espiritualidad del carisma, en lo que se dice a propsito del carisma de fundacin y de la
experiencia de los Fundadores2.
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I. Aspectos de la espiritualidad del carisma


en la perspectiva del Magisterio
A. De la "Mystici Corporis" a la "Lumen gentium"
La fuente de una reflexin moderna acerca del carisma de la vida religiosa lo
encontramos inicialmente en la Mystici Corporis de Po XII en el ao 1943. Nace de la
orientacin del Papa en la consideracin del conjunto de la vida eclesial bajo la perspectiva de comunin en el Cuerpo Mstico. Y supone una relectura del aspecto evanglico y cristocntrico del carisma: una experiencia del misterio de Cristo en su relacin con el Padre y con los hombres, el consagrado y el enviado, como recuerda, citando la fuente de Po XII, el Vaticano II en la Lumen Gentium 46.
Una perspectiva histrico eclesial de lo que es un carisma est subrayada sobre
todo por el Decreto Perfectae Caritatis l. Los carismas histricos de la vida consagrada son dones y gracias del Espritu para la misin universal de la Iglesia. Es el
Evangelio desplegado a travs de los tiempos con sus palabras vivas que son los
diversos carismas del Espritu que dicen siempre Cristo al mundo con diversas
modalidades y en una recproca complementariedad.
La reflexin magisterial prosigue con la Evangelica Testificatio de Pablo VI, II.
El Papa habla del carisma como criterio seguro de renovacin espiritual, fruto del Espritu que siempre acta en la Iglesia.
B. La sntesis espiritual de "Mutuae Relationes" (1978) nn. 11-13
La nueva reflexin se coloca dentro de la perspectiva teolgica de la Iglesia
comunin. Es un don del Espritu dentro de la comunin orgnica, para la misin eclesial, dentro de la complementariedad y reciprocidad de los dones, en la Iglesia local y
en las Iglesias locales.
Y en esta orientacin se subraya la doble perspectiva de la vocacin y del carisma en conformidad con el misterio y misin de la Iglesia, como una llamada a la
santidad y a la misin.
La descripcin del carisma de los Fundadores tiene, pues estos puntos fundamentales y trae estas consecuencias:
Es una experiencia del Espritu, transmitida a sus seguidores y discpulos, para
ser por ellos vivida, conservada, profundizada y constantemente desarrollada en sintona con el Cuerpo mstico de Cristo.
Son funciones y gracias del mismo Espritu: la vida que empieza, la gracia que
se transmite, la capacidad de una nueva experiencia vital, personal y comunitaria, el
conservar y el desarrollar la gracia inicial en sintona con la accin del Espritu en la
Iglesia. Requiere una comunin indispensable con la gracia de los orgenes y un discernimiento constante. Supone una gran responsabilidad de vivencia espiritual, para
proceder adelante, casi por connaturalidad, en la atencin a la accin del Espritu en la
Iglesia.
Lo especifico del carisma es, pues, en este contexto:
- un estilo especifico de santificacin y de apostolado;
2

- una determinada tradicin espiritual que se va convirtiendo en patrimonio de


la familia;
- una identidad que hay que salvaguardar; hay que favorecer su insercin en la
Iglesia universal y en las Iglesias locales que no sea vaga o ambigua, para no privar a
la Iglesia del don del Espritu.
Elementos dinmicos del carisma y de su espiritualidad son:
- una cierta carga de genuina novedad en la vida espiritual, de animosa creatividad en el apostolado, a veces incomprendida y hasta conflictiva, en medio del ambiente;
- una fuerte experiencia espiritual: fidelidad al Seor y docilidad a su Espritu;
- una gran capacidad de discernimiento: atencin a las necesidades, a las circunstancias, a los signos de los tiempos;
- un exquisito sentido de comunin eclesial con el Papa y los Pastores de la
Iglesia que se traduce en insercin activa y subordinacin jerrquica;
- una caracterizadora dimensin apostlica y misionera: audacia en las iniciativas, constancia en el trabajo, humildad en los contratiempos, dimensin pascual del
carisma por una necesaria experiencia de muerte y de resurreccin.
Todo ello conlleva una responsabilidad personal y colectiva para insertar armnicamente los propios carismas y cualidades personales para enriquecer, desarrollar y
rejuvenecer constantemente el don del Espritu, con grande cohesin comunitaria, bajo
el discernimiento de la autoridad y en obediencia a ella.

II. Aspectos espirituales del carisma:


una reflexin desde la experiencia
A. La experiencia espiritual del Fundador
En el origen de un carisma eclesial encontramos siempre una experiencia del
Espritu, vivida por la persona elegida por Dios para realizar una obra suya en la Iglesia. Es pues motivo de estudio y reflexin, de comunin e imitacin: la experiencia
inicial, los textos fundamentales de doctrina y experiencia, los propsitos, los grandes
principios espirituales, la evolucin, sus frutos.
En todos los Fundadores hay siempre una constatacin y es que las obras que
de ellos nacen tienen el sello de Dios, se manifiestan en la superacin de los muchos'
obstculos humanos, en la fe y en la fortaleza con la que se cree que nada es imposible
a Dios.
Dios, adems, enriquece a los Fundadores con una gracia de paternidad espiritual que se manifiesta en el dar la vida por la familia y trasmitir la vida espiritual a la
familia que Dios le ha otorgado. Todo ello comporta un aspecto de sacrificio y una
dimensin positiva de transmisin de la vida y por lo tanto de fecundidad espiritual.
Es importante tambin descubrir en la persona del Fundador ese aspecto
de pedagoga espiritual que lo capacita para atraer a las personas como lder espiritual, educarlas como pedagogo, con la sabidura que sabe encamar los prin3

cipios en normas de vida, a veces con la capacidad de orientar y equilibrar todos los aspectos de una autentica formacin integral de las personas en torno a
un valor clave de la vida cristiana.
B. La gracia de comunin con el carisma
Se trata de una gracia misteriosa, enraizada en la misma vocacin que permite
entrar en comunin con el carisma fundacional, con la persona misma del Fundador
para que las personas que adhieren al carisma se abran, casi instintivamente, por connaturalidad espiritual, a la comprensin y asimilacin de su mensaje, con docilidad.
Esta gracia es algo mas que una simple formalidad jurdica de adhesin externa
a una familia religiosa. Es una misteriosa gracia de comunin con el centro del carisma y con los que lo comparten.
Supone por lo tanto una capacidad interna de identificacin con el espritu y
normas, obras y proyectos, y sobre lodo con las personas que comparten el carisma. La
vocacin se ve como una misteriosa convocacin que crea la cohesin interna, incluso
ante las dificultades, la participacin generosa, el "nosotros" convencido de un Instituto, el sentido de cuerpo y de "familia". De aqu que, al limite, la fidelidad al carisma se
manifiesta en la capacidad de sufrir por la misma familia, porque slo se ama de veras
aquello por lo cual se ha sufrido y se ha dado la vida
Finalmente, toda autentica gracia carismtica se propone como un entusiasmo
por la propia vocacin, un deseo de realizarla en sus exigencias de santidad y de misin, y por lo tanto de extender el propio carisma al servicio de la Iglesia.
C. Notas caractersticas de esta experiencia espiritual
en el hoy de la Iglesia, a la luz de la teologa espiritual
Si tuviramos que hacer ahora una sntesis vital de lo que supone o ha supuesto
en la reflexin y la experiencia de muchos religiosos y religiosas el contacto vivo con
el propio carisma, creo que podramos elaborar una serie de notas como fruto de experiencia viva. Sobre todo si partimos del principio que el redescubrimiento del carisma
fundacional ha sido la clave de renovacin de la vida religiosa en los ltimos aos y su
esperanza para el futuro.
Vamos a intentar enumerar algunos factores aunque slo sea de forma esquemtica y casi alusiva:
a) La novedad y el dinamismo en la comprensin de la propia vida consagrada
en general y en cada uno de sus aspectos, a partir del aspecto "carismtico" de la Iglesia y de ser tambin communio sanctorum.
b) El redescubrimiento de la experiencia inicial y la valorizacin de los propios
orgenes como historia de salvacin con la consecuente revalorizacin de los hechos,
las personas, los escritos y el mensaje fundacional, con su influjo concreto en la propia
legislacin y formacin.
c) En general esto ha acentuado en muchas Congregaciones la necesidad de una
mayor clarificacin carismtica en momentos en que han entrado en crisis, por los necesarios cambios coyunturales, otros factores externos de identificacin, con una con-

secuente acentuacin de la propia espiritualidad y misin en torno a valores sustanciales y a servicios apostlicos mas significativos.
d) Profundo sentido de identificacin y sentido de familia y de comunin en un
momento en que se han podido manifestar aqu y all fuerzas centrifugas y factores de
crisis. Todos tenemos experiencia que la fraternidad y el sentido de familia de un Instituto es una sorpresa gozosa que tiene sus momentos fuertes de experiencia en los gozos y los dolores que se comparten a nivel de todos los que viven el mismo carisma.
e) El carisma es como la sangre espiritual de la familia que nos hace hermanos
y amigos. Por eso una educacin progresiva en la formacin supone una tambin progresiva identificacin con el Instituto, hasta no saberse reconocer si no es a partir de
esa vivencia y de esa historia.
f) La acentuacin del carisma permite tambin ofrecer una propuesta vocacional encarnada a los nuevos candidatos a la vida religiosa de un Instituto, con una constatacin gozosa de la capacidad que el carisma tiene de encarnarse y de extenderse en
toda la Iglesia.
Aqu radica la esperanza para el futuro. La fidelidad a la obra del Espritu con
su dinamismo es garanta de futuro en la medida en que el carisma estar en comunin
con la Iglesia y se pondr al servicio de la Iglesia.
h) Finalmente, hoy se subraya con fuerza la llamada de todos los carismas a la
unidad y a la colaboracin, a la ayuda reciproca, porque en el designio y en la obra del
Espritu todos los carismas son fragmentos de un lodo aunque puedan tener todo lo
necesario "catlico" en cada uno de los fragmentos, pero estn finalizados a la unidad
y a la comunin y tiene que crecer en esta visin de la Iglesia comunin. Y esto exige
atencin a la colaboracin, a la complementariedad, a la reciprocidad de los carismas.

III. Cinco dimensiones espirituales del carisma


Una reflexin de teologa espiritual acerca de un carisma de la vida consagrada
se puede hacer a partir de estas coordenadas que son como cinco grandes dimensiones
de vida, con sus repercusiones en la espiritualidad concreta, en la consagracin y en la
misin.
A. Aspecto cristolgico y evanglico
Si queremos profundizar ahora mas a nivel teolgico acerca de la espiritualidad
de un carisma hemos de ir a la raz de cada uno de ellos en la perspectiva del Magisterio de la Iglesia.
La raz de un carisma se encuentra en la vida misma de Cristo, en la imitacin
de un aspecto de su vida o de su misterio de salvacin que ofrece la sntesis vital del
todo porque es rico, significativo (oracin, pobreza, predicacin, misin...). Tal es la
perspectiva de la Mystici Corporis y de la Lumen Gentium. Pero es necesario puntualizar algunas cosas:
- la perfecta medida del carisma se encuentra mas que en el Fundador en Cristo;
- el Fundador lleva a Jesus y descubre su faceta particular en el corazn de su
misterio.
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En este sentido podemos afirmar que cada carisma, por obra del Espritu Santo,
descubre e intenta realizar una palabra evanglica, una palabra del nico Verbo (C.
Lubich). Cada carisma es como una ventana que se abre por primera vez por la accin
del Espritu e ilumina con su luz de una forma indita el corazn del Evangelio e invita a vivirlo con una nueva y original sntesis de espiritualidad y de apostolado (von
Balthasar).
En torno a un aspecto se entrelazan, por decirlo as, todas las exigencias evanglicas, como un haz de valores esenciales que el carisma recoge, rene y ordena. Y
en el fondo de cada carisma hay que buscar y encontrar la realidad del amor de Dios y
del prjimo que florece de una forma particular e indita, porque la raz de todos los
carismas es el amor. Y en el amor est precisamente la posibilidad de una comunin
de unos con otros, para que todos sean uno. As la Iglesia es como el Jardn donde florecen todas las flores de los carismas, cuyas races tienen todas vida, porque chupan de
la misma savia vital que es el amor.
El aspecto cristocntrico y evanglico fundamental de cada carisma ilumina todos los dems elementos y les confiere fuerza y dinamismo. Siendo imitacin y comunin con Cristo, es siempre una aspecto de santificacin, o cristoconformante, que nos
ayuda a entrar en los sentimientos de Cristo en su forma mas plena.
Por eso es necesario subrayar tambin el hecho que la fuente y la meta de todos
los carismas, la expresin culminante de cada uno se encuentra en el corazn de Cristo
y en particular en el corazn de Cristo Crucificado y Resucitado, en el que cada uno y
todos los carismas encuentra su mxima realizacin y su punto de unidad.
B. Dinamismo de la grada del Espritu Santo
Todo carisma es expresin de la accin renovadora y rejuvenecedora del Espritu Santo en la Iglesia, a la luz de LG 4. Y los Fundadores y Fundadoras, como hombres y mujeres en la vanguardia del Espritu se ponen a su servicio, con su propia
humanidad y carcter, desde su historia concreta.
El Espritu encuentra en ellos intrpretes y traductores de las nuevas necesidades histricas del Reino de Dios; ellos son exegetas de la palabra viva y de aspectos
nuevos o renovados del Evangelio de Cristo y de sus valores humanos y espirituales.
San Juan de la Cruz tiene incluso una teologa del carisma de los Fundadores que pone
de relieve la particular grada del Espritu Santo que llega a suscitar una gracia de paternidad segn la medida del carisma, su importancia eclesial en el plan de Dios, la difusin de su herencia espiritual en la Iglesia3.
Atentos a los signos de los tiempos abren nuevas perspectivas y fronteras a la
accin del Espritu a travs de la Iglesia y son capaces de suscitar nuevas vocaciones.
Por eso, aunque algunas necesidades particulares de un lugar o de un tiempo sean la
base del nacimiento de un carisma, en la medida en que los valores son evanglicos y
las situaciones concretas se encuentran ya inicialmente en el carisma, como palabra
viva del Evangelio, ste tiene un poder que sobrepasa el tiempo y hace que pueda
hacerse presente en toda la Iglesia.
Es pues el Espritu quien abre constantemente en el corazn de la Iglesia, a travs de sus carismas y de su constante renovacin, la capacidad de servicio en la contemplacin, en la acogida de las personas, en la extensin a las iglesias jvenes o ne6

cesitadas de un nuevo impulso, como ahora en los pases del Este de Europa. Medida
de la dimensin carismtica autentica es no el narcisismo sino la extroversin eclesial,
la pro-existencia del carisma, su humilde ponerse al servicio del Reino y ofrecerse a la
Iglesia para colaborar en su misin universa!.
Por ultimo, como signo de esperanza, Hay que recordar que es obra del Espritu, en y con los carismas, su carcter de futuro y de universalidad, unido a la accin
misma del Santo Pneuma para preparar la venida del Reino de Cristo. Ciertamente con
el mismo dinamismo misionero de la Iglesia y en la medida en que se mantenga la
comunin con ella, ya que es la Iglesia, con su centro de comunin que es Papa, el lugar donde florece el Espritu y est llamado un carisma a hacerse presente en el mundo, en los diversos pueblos y en las diversas culturas.
Es signo de esperanza la conviccin que aunque los hombres puedan ser infieles a un carisma, el Espritu, l es capaz de resucitarlo si ha muerto, de fortificarlo si
se ha debilitado, de renovarlo si se ha envejecido, de abrirlo a nuevas riquezas y generosidades si se ha quedado encerrado en s f mismo, manteniendo la continuidad carismtica de los orgenes.
C. Eclesialidad y eclesializacin del carisma
Todo carisma por definicin y por naturaleza est al servicio del bien comn de
la Iglesia; por lo tanto, responde a un proyecto de Dios y a una accin incesante del
Espritu que lleva a la plenitud de comprensin y de vida el Evangelio de Cristo. Se
entiende y se valora, pues, a partir de la visin de la Iglesia y de su misin, tiene en su
entraa misma, como un fragmento del Espritu, una dimensin de la santidad, de la
catolicidad y de la apostolicidad de la Iglesia Es una ayuda del Espritu que sale al encuentro de las necesidades de la Iglesia. Todo carisma tiene que ser capaz de "decirse"
en la Iglesia y de "decirse" a la Iglesia en relacin con su misterio y con su misin.
Aunque la distincin no sea del lodo aceptada y corriente, es conveniente
hablar en este caso de eclesialidad y de eclesializacin del carisma.
La eclesialidad es como una cualidad interna del carisma que lo ayuda a ponerse en sincera, absoluta y cordial comunin con la Iglesia, que le permite confiarse a la
Iglesia para ser juzgado, discernido, aprobado. Es la capacidad que tiene lodo carisma
de mantener una firme y sincera comunin eclesial con el Papa, fundamento y signo
de la comunin universal, con la doctrina del Magisterio, con los Pastores de la Iglesia, con la misin misma de la Iglesia. Podemos aplicar a los carismas el principio del
Card. Ratzinger a propsito de la expansin de los carismas en la edad media, con su
necesario recurso al carisma de Pedro, carisma de universalidad y de unidad, que los
salvaguarda y los lanza con nuevo dinamismo desde el centro de la Iglesia.
La eclesializacin del carisma supone un efectiva vivencia y expcriencia de los
valores de vida y de apostolado al servicio de la Iglesia universal y de la Iglesia local.
Las familias religiosas no deben vivir para si mismas, sino para la Iglesia y para el Reino de Cristo. No es eclesial el narcisismo de la autocomplacencia sino la donacin
servidora. La dimensin del servicio, vivir para Cristo y para su causa, es criterio de
discernimiento y nota de madurez de las personas y de las Instituciones. Vivir en la
comunin y en la misin es la nica forma de mantener viva la vitalidad del carisma,
su creatividad, sus posibilidades de suscitar energas nuevas, posibilidades escondidas,
virtualidad todava inditas, encomendadas a la gracia y dinamismo del Espritu Santo.
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Por eso, una adecuada expansin del carisma ofrece de hecho la posibilidad de
constatar la dimensin de catolicidad que tiene lodo autntico don del Espritu a su
Iglesia. Nacido en un contexto determinado y limitado, va haciendo camino con la
Iglesia, se universaliza, se enriquece con el encuentro de nuevas vocaciones y de nuevas culturas.
D. Una autntica perspectiva humanizadora a la luz del Evangelio
Precisamente porque cada carisma se radica en Cristo, en su persona y en su corazn, no es posible que falten en los Fundadores y en la propuesta de su espiritualidad
una dimensin humanizadora, es decir una sntesis del principio de la Encarnacin que
ofrece en el carisma la posibilidad de equilibrar los valores de una humanidad nueva, a
la luz de Cristo.
Normalmente en los carismas y en los Fundadores hay una concreta atencin a
la vida, a las personas, a los aspectos concretos de lo cotidiano, de su crecimiento, de
sus dificultades. Todo carisma debe ser capaz de engendrar un hombre nuevo a la medida de Cristo.
Un criterio de discernimiento y de su solidez y fuerza est precisamente en la
capacidad de concretar los valores espirituales y hacerlos estilo de vida, interior y exterior, comunitaria y apostlica.
Un autntico carisma no puede dejar en el aire, en su proyecto y en su pedagoga, los aspectos fundamentales del vivir humano a la luz del Evangelio, y teniendo
como modelo la figura de Cristo en su santa humanidad, transida del Espritu, tratando
de cubrir con equilibrio aspectos, necesidades, dimensiones del vivir humano. Al menos como una luz que desde el centro del carisma se difunda y difumine en todas las
dems componentes de la vida, como son la vida espiritual y el trabajo, el orden y estudio, la ascesis y la comunin, el apostolado, la formacin, el gobierno.
E. Dimensin mariana
Por ltimo, aunque sea brevemente, no puedo menos de hacer est sencilla anotacin en la que creo profundamente. No se trata simplemente de afirmar que la devocin a la Virgen Mona ocupa o debe ocupar un puesto de relieve en toda espiritualidad
carismtica de la Iglesia. Es algo que no necesita una particular ilustracin, si la espiritualidad de un carisma tiene que estar en comunin con la espiritualidad eclesial, y la
espiritualidad mariana, como recuerda el Papa Juan Pablo II en su Encclica Redemptoris Mater 48 es connatural a la Iglesia.
Se trata a mi parecer de algo mas sustancial. En la medida que Mara es modelo
de la Iglesia y en ella de todas las vocaciones, en ella podemos ver los carismas realizados y como eclesializados, si es verdad que la Iglesia tiene un perfil ltimamente
mariano (von Balthasar).
Por eso se trata de evidenciar el aspecto de la presencia y de la ejemplaridad de
Mara en cada carisma, no slo como una necesaria expresin de patronazgo y de devocin personal y comunitaria, sino tambin como una dimensin subjetiva, es decir
interior, plasmadora de sentimientos y de actitudes del vivir la consagracin y la misin desde esa perspectiva original que llamamos carisma. Aqu radica, en esta viven-

cia, una autntica espiritualidad mariana que el Fundador intuye y propone. IV. Carisma y espiritualidad
Antes de abordar este ltimo apartado o bloque de consideraciones es oportuno
que pongamos una pregunta y tratemos de dar una respuesta.
Doy la palabra en este caso al P. Federico Ruiz que ha tratado explcitamente
este tema: poseen todos los Institutos una espiritualidad propia? Esta es su respuesta:
Entendiendo por espiritualidad en sentido estricto una experiencia de vida personal y
comunitaria original, definida como actitud y prcticas de vida cristiana integral, incluyendo la reflexin y elaboracin doctrinal, entonces no creo que cada Instituto tenga una espiritualidad completa, original y diversa4.
Es una afirmacin que se constata con los hechos ante determinados anlisis
que se pueden hacer de la espiritualidad de un Instituto. Y a priori se puede pensar que
no pueden existir tantas sntesis de espiritualidad o espiritualidades cristianas cuantos
son los institutos religiosos en la Iglesia.
Todo esto no es un problema de identidad, en cuanto que quien carece de una
espiritualidad propia carecera de un verdadero carisma. En efecto:
a) No es necesario que todo carisma se desarrolle en sntesis doctrinal elaborada. Algunos carismas nacieron como gracias de vida y de accin, como respuesta a determinadas urgencias, y en esa lnea han creado un estilo de vida. De l viven y se alimentan, ayudndose de elementos de vida cristiana y de espiritualidad comn.
b) Hay algunos carismas que tienen en la gracia inicial una mayor originalidad,
una experiencia ms rica y una elaboracin doctrinal mas completa. Es el caso de Institutos que han tenido como Fundador un gran autor espiritual.
c) En otros casos se trata de una especie de constelacin carismtica de institutos en torno a una grande espiritualidad. Nacen as las familias espirituales en la Iglesia o los grandes movimientos.
Carisma y espiritualidad, en el sentido que cada carisma tiene que tener una espiritualidad propia y original, no coinciden. Lo que s que es necesario es que cada carisma desde su propia visin ofrezca una sntesis de la espiritualidad cristiana y eclesial, acentuado aqu y all lo que es propio, ofreciendo su propio estilo de ser, de vivir
y de obrar.
Desde esta aclaracin fundamental, es necesario sin embargo, que cada carisma
posea para su vitalidad propia y desde la propia misin estas condiciones.
1 Una sntesis coherente y vlida de los grandes principios
de la espiritualidad cristiana
Sin pretender que cada carisma tenga su espiritualidad propia, como escuela de
espiritualidad en la Iglesia, es absolutamente necesario que la dimensin espiritual de
la vida consagrada ofrezca todos aquellos elementos que son necesarios a la luz de la
teologa dogmtica con su necesaria repercusin en la teologa espiritual, teniendo en
cuenta que es importante que cada espiritualidad, cada carisma, se pueda definir por
elementos seguros, teolgicos y dogmticos del ser y vivir cristiano, mas que por
acentuaciones perifricas o parciales. Una espiritualidad es ms rica cuanto mas tenga
como punto de referencia los grandes misterios de la fe cristiana, los que le dan fuerza
y originalidad al vivir en Cristo y para la Iglesia

La espiritualidad lo que contempla desde su perspectiva y urge desde su visin


de las cosas, es precisamente la dimensin de experiencia, que no hay que confundir
con el sentimiento o con una participacin vibrante, sino ms bien con el hecho de que
haya una correspondencia entre los contenidos dogmticos o teolgicos de la espiritualidad o de una espiritualidad, el sentido objetivo de sus estructuras, y por otra parte
con la conciencia real y las motivaciones reales con que se viven estos principios o valores. No basta la realidad espiritual afirmada en sus principios si no hay coherencia y
autenticidad. Por eso la espiritualidad reclama su dimensin de experiencia, de asimilacin y de camino progresivo. E invoca una autntica pedagoga espiritual y un estilo
de vida que encarne y concientice continuamente acerca de los valores. Si no con una
gran espiritualidad en el patrimonio de un instituto no se forjan santos porque falta la
coherencia y la encarnacin.
La buena salud de una espiritualidad estriba en el equilibrio entre riqueza de valores objetivos y calidad de la experiencia concreta de quienes viven estos valores.
2 Una iluminacin que alcanza la comunin con Dios,
la vida fraterna, la ascesis, el servicio apostlico
En esta perspectiva no pueden fallar en la sntesis espiritual de un carisma algunos principios y valores que caracterizan la experiencia evanglica. Tales son, como
los recuerda el P. Federico Ruiz5:
1) Mstica: experiencia de Dios en Cristo con sus mediaciones.
2) Ascesis: opcin y proyecto de vida coherente, con sus exigencias.
3) Comunidad: comunin con Dios, comunin de vida y de servicio.
4) Misin: sentido de la Iglesia universal y servicio apostlico concreto.
5) Forma de vida o estilo que unifica la existencia.
Estos factores constituyen el ncleo central de una experiencia religiosa y de su
espiritualidad correspondiente. El acierto est en encontrar el centro unificador y luego
establecer la dosis y proporcin, el temple adecuado. El secreto de los grandes carismas estriba precisamente en este punto. Los Fundadores han recibido para ello una
gracia especial del Espritu, y han trabajado durante muchos anos por definir la dosis
exacta y la aleacin de factores, defendindola de exageraciones y extremismos en una
u otra direccin.
La unidad viene, pues, del centro unificador del carisma y de la luz que proyecta sobre cada uno de los elementos hasta unificarlos y dinamizarlos.
3 Una pedagoga coherente para proponer y hacer asimilar los valores
Todo carisma necesita una sabidura pedaggica, toda espiritualidad tiene que
convertirse en mistagogia: iniciacin coherente, completa, progresiva de las personas
que son los destinatarios de la gracia de la espiritualidad y tienen que convertirse en
servidores del don del Espritu a su Iglesia.
Un carisma sin pedagoga se queda en afirmaciones tericas. Y por eso hoy es
peligroso contentarse con las afirmaciones y los principios de espiritualidad si no hay
capacidad de llevarlos a una coherente asimilacin por parte de las personas. Es mas,

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se pueden crear ilusiones y espejismos, desequilibrios entre la belleza de los principios


y la precariedad de las realizaciones.
No basta la afirmacin cannica de que cada Instituto tenga una Ratio lnstitutionis. Conviene que haya un autntico patrimonio pedaggico, puesto al da, capaz de
plasmar las personas y ofrecerles la sabidura. Cada uno de los que participan en la vida de un Instituto tienen que tener mas all del entusiasmo de una identificacin, la experiencia y el gozo del testimonio personal de quien ve por experiencia que la vida
funciona, que el carisma es real, que el mensaje se encarna en la vida. Y lodo esto supone, como en la mejor pedagoga espiritual:
l ) La propuesta clara de los valores y compromisos.
2) El sentido concreto de encarnacin de los valores en actitudes y estilo de vida.
3) La coherente constatacin personalizada de la asimilacin por parte de los
formadores, con una imprescindible accin mediadora.
4) La paciente obra de acompaamiento espiritual y la perspectiva de un itinerario espiritual, a travs de los senderos de formacin, con una atencin a la persona
desde su libertad y con una gran capacidad de ponerla ante Dios, ante el nico Maestro
Cristo.
En definitiva, la pedagoga espiritual y sus frutos son los que acreditan el valor
vital de una espiritualidad y de un carisma.
4 Una capacidad de dinamismo catlico del carisma
en comunin con la Iglesia
Una breve y ultima reflexin final para recalcar algo que ya est dicho en varias
ocasiones.
Es de la esencia del carisma su proyeccin hacia el futuro, su dependencia del
Espritu, su necesaria comunin con la Iglesia. Iglesia en camino, Iglesia bajo ci poder
del Espritu. El dinamismo catlico al que me refiero es precisamente la capacidad que
cada Instituto tiene de caminar con toda la Iglesia, con lodo lo que es la Iglesia: doctrina, vida, comunin, misin, universalidad. Podemos afirmar lo que von Balthasar
dice: todo est en el fragmento, pero el fragmento es fecundo y significativo en el todo. De aqu la atenta y vigilante actitud de comunin con la Iglesia y de camino con
ella, de constante rejuvenecimiento bajo la accin del Espritu para que la semilla de
todo el fruto, para que crezca en extensin, en profundidad, en dinamismo de servicio.
Conclusin
Hemos hecho una somera exposicin de algunas reflexiones acerca de la Espiritualidad y el carisma, desde una perspectiva general. Reflexiones que invitan a valorar
el carisma y a realizarlo desde su mas genuina esencia que es la de la espiritualidad.
Espiritualidad que es palabra en aquel Espritu que aparece un tanto escondido e impersonal, pero del que hay que desvelar el misterio.
Ya la experiencia del carisma en su nacer y desarrollarse lleva el sello del Espritu!. Lo lleva la gracia de la llamada para vivir de ese carisma en comunin con el
Fundador y la familia del Fundador. Lo autentifica el Espritu al ayudar a realizar un
verdadero patrimonio espiritual de la familia. Lo mantiene en la comunin y lo dinamiza en la misin eclesial.
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La memoria del carisma, la fuerza de su vitalidad, la riqueza de una espiritualidad propia o de una espiritualidad sobre la cual el carisma proyecta una luz meridiana
capaz de hacer brillar como perlas todo los elementos en una nueva sntesis, son motivos de gratitud y son tambin compromisos de fidelidad a algo que misteriosamente ha
nacido del Espritu y est encomendado a su dinamismo y a nuestra fidelidad.

Note
1

En la redaccin de est conferencia me he inspirado en algunas pginas de F.


Ruiz, La espiritualidad de los religiosos: Caractersticas y tendencias ms relevantes
en el momento actual, en AA.VV.. La vida espiritual de los religiosos, Madrid. Instituto teolgico de vida religiosa, 1981, pp. 77-108.
2

Una exposicin del tema del carisma de los Fundadores en mi trabajo: I Fondatori oggi, dono e sfida per il nostro tempo, in Crescere insieme in Cristo. La formazione permanente del religioso, Citt Nuova, Roma 1988, pp. 35-59.
3

Llama de Amor viva, 2, nn. 8-11.

Cf. a.c. pp. 83-90.

Cf. a.c., p. 86.

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