Raimundo Romero Ferrer PDF
Raimundo Romero Ferrer PDF
Raimundo Romero Ferrer PDF
1. Introducción
2. José de Acosta
5. Acosta expone el modo que Santo Tomás emplea para no caer en omi-
sión, al reenviar al artículo correspondiente al «Salvador» todo lo que se re-
fiere a estos tres puntos de la fe, pero sigue pensando que «la cosa queda
tan oscura que bajo el término 'Salvador' el pueblo no puede sospechar nada
de esos otros misterios, salvo que lo instruya un doctor» (cir. ibidem).
6. Cfr. DPIS 5, 5, 3.
7. Se tiene buen cuidado de aclarar este extremo, porque según Armas
Medina, quizá refiriéndose al comienzo de la conquista, se tendía a identifi-
car lo español con lo católico, fruto del providencialismo en que el descubri-
miento y anuncio de la fe a los indios se había envuelto; Acosta, aunque es
providencialista, pone interés, no obstante, en que no se confundan los cató-
licos con los españoles (cfr. DPIS 5, 7, 4; cfr. F. ARMAS MEDINA, Cristiani-
zación del Perú (1532-1600), CSIC, Sevilla 1953, pp. 5-7). Uno de los motivos
de confusión era obligar al indio a aprender la doctrina nueva en la lengua
del conquistador, lo que hacía asociar el evangelio a la raza dominadora, lo
que hacía exclamar a Acosta y al Catecismo de indios, que aprendían los in-
dios las cosas «como papagayos»: no era un principio muy claro de misiono-
logía (cfr. V. RODRIGUEZ VALENCIA, Santo Toribio de Mogrovejo, orgamza·
dor y apóstol de Sur·América, CSIC, Madrid 1956, 1, p. 346).
1280 RAIMUNDO ROMERO FERRER
8. Cfr. DPIS 5, 7, 4.
9. Precisamente, el cap. cuarto de la acción segunda del III Concilio Li-
mense se titula: «Lo que se ha de enseñar a cada uno de la doctrina cristia-
na» (I1I Concilio Limense, acción 2, capítulo 4, en R. VARGAS, Concilios Li-
menses 1551-1772, CIDOC, Lima 1951-1954, 1, pp. 323-324; E. BARTRA,
Tercer Concilio Limense 1582-1583, Eds. Fac. Pont. y Civil de Teología de Li-
ma, Lima 1982, pp. 61-62). Citaremos con la sigla I1ICL con los números
de la acción y capítulo, y dando las páginas de las ediciones de Vargas y
Bartra.
10. Daremos las citas de los diversos documentos del corpus catequético
limense en el propio texto de la comunicación y no a pie de página, acu-
diendo a las páginas de la edición facsimilar del CSIC (<<Corpus Hispanorum
de Pace», 26-2), Madrid 1985, dirigida por L. PEREÑA.
LA ECLESIOLOGÍA DE LOS CATECISMOS LIMENSES 1281
11. «Ecclesia una tantum esse, non duas, et illam unam et veram esse:
coetum hominum eiusdem christianae fidei professione et eorumdem sacra-
mentorum communione colligatum sub regimine legitimorum pastorum ac
praecipue unius Christi in terris vicarii Romani Pontificis» (Controversias de
Conciliis, Lib. I1I, cap. 2: De definitione Ecclesiae). Cfr. también, SAN Ro-
BERTO BELARMINO, Opera Oratoria Postuma, ed. de San TROMP, Pont.
Univ. Gregorianae, Roma 1968, tomo X, pp. 142-147.
1282 RAIMUNDO ROMERO FERRER
4. La Iglesia Romana
16. Cfr. Conc. Trident., ses. VI; decr. de iustificatione, cap. 12 (DS 1540).
17. CR 1, 10, 7. Nos parece que los autores de este párrafo del Catecismo
Romano tienen delante, para oponerse a él, el nuevo concepto de Iglesia ela-
borado por Lutero; en efecto, para el Reformador, la Iglesia es invisible, es-
piritual y sin ninguna jerarquía o sacerdocio que no sea de institución huma-
na. Su única cabeza, aun en la tierra, es Cristo. El alma de la Iglesia es la
fe. Se distingue la Iglesia externamente en el mundo por el bautismo, el sa-
cramento (eucarístico) y el Evangelio. Hasta aquí Lutero (cfr. R. GARCIA-
VILLOSLADA, Martín Lutero, BAC, Madrid 1973, 1, p. 449). A propósito de
la afirmación luterana de que el alma de la Iglesia es la fe, en el desarrollo
eclesiológico del Concilio Vaticano 11 se ha llegado a un equilibrio doctrinal
acerca de la función del Espíritu Santo como alma de la Iglesia, afirmación
analógica que, no entendida correctamente, podría conducir a decir que el
Espíritu Santo entra en composición con la Iglesia, Cuerpo de Cristo. El Es-
píritu Santo no es la «forma sustancial» de la Iglesia, Dios no entra en com-
posición con la criatura. Por eso, como se dice en la Constitución sobre la
Iglesia del último Concilio, el oficio del Espíritu Santo es comparable al del
alma en el cuerpo humano (cfr. Consto Dogm. Lumen gentium, n. 7, en Con-
cilio Vaticano IL Constituciones. Decretos. Declaraciones. Legislación posconci-
liar, BAC, Madrid 1975, p. 50).
1284 RAIMUNDO ROMERO FERRER
21. Se está refiriendo, sin duda, a la incursión del pirata Francis Drake,
quien, tras pasar al Pacífico, repitiendo la hazaña de Magallanes, apresó un
navío mercante en aguas chilenas y, en febrero de 1579 se presentó furtiva-
mente en la rada del puerto del Callao; allí capturó un barco con una reme-
sa de barras de plata en sus bodegas antes de ser rechazado en su agresión.
Muy poco después de publicarse el Catecismo hubo otra incursión, esta vez
de Thomas Cavendish, en 1587 (cfr. G. LOHMANN VILLENA, El Virreinato
del Perú, en Historia General de España y América, Rialp, Madrid 1982, VII,
pp. 538-540; P. E. HOFFMAN, La defensa de las Indias, en Historia General
de España y América, cit. VII, p. 739).
1286 RAIMUNDO ROMERO FERRER
6. El Romano Pontífice
R. Romero Ferrer
Colegio Retamar
Somosaguas
28023 Madrid. España
36. Acosta compagina una auténtica devoción por el Papa, al que acude
cuando lo cree necesario, con una plena lealtad al rey (cfr. L. LOPETEGUI,
Notas sobre la actividad teológica del P. José de Acosta, S.L, en «Gregorianum»
21 (1940) 544).
37. Sobre la autonomía de las realidades terrenas, también el último Con-
cilio Ecuménico se ha ocupado, tratándolo detenidamente en la Constitución
Pastoral Gaudium et Spes (cfr. idem, n. 36, en Concilio Vaticano IL Constitu·
ciones. Decretos. Declaraciones. Legislación posconciliar, BAC, Madrid 1975, pp.
308-309).
38. Porque el Papa tiene poder espiritual y en él «nulla est potestas mere
temporalis»; si alguna vez puede mandar en lo temporal es porque se ventila
el bien de las almas de modo directo, etc. (cfr. V. CARRO, La teología y los
teólogos-juristas españoles ante la Conquista de América, CSIC, Madrid 1944, 11,
pp. 15-32).