Los Niños Del Plomo
Los Niños Del Plomo
Los Niños Del Plomo
permiti que vivieran las minas a lo largo y a lo ancho de la sierra central del Per,
cuyos minerales necesitaban ser procesados antes de venderse en el mercado
internacional. Por la complejidad de los procesos que all se realizaban
-procesamiento de minerales sucios, con alto contenido de sulfuros -, La Oroya se
transform en un lugar de referencia para ingenieros metalrgicos de todo el
mundo.
A los pocos aos de creada la planta, los agricultores de la zona comenzaron a
quejarse de que el humo secaba sus pastos.
Cuentan los memoriosos que los cerros de La Oroya por ese entonces eran verdes,
y en el Mantaro, uno de los ros ms importantes de Per, se pescaban truchas y
ranas. Hoy las montaas que rodean La Oroya estn peladas y manchadas de
negro, y del Mantaro algunos pobladores dicen que est muerto. En 2003, una ley
nacional declar la emergencia ambiental de su cuenca, de la que son responsables
tambin las minas de la zona de cerro Pasco y las decenas de pueblos andinos
cuyos desechos cloacales van a parar al ro.
Cuando en 1974 el gobierno peruano expropi y nacionaliz el complejo
metalrgico de La Oroya, la contaminacin del suelo, el aire y el agua empeor. Los
pobladores se habituaron a vivir con los ojos rojos, inyectados, y un pauelo
siempre a mano para cubrirse la cara cuando vena el humo. Poco se saba de la
intoxicacin por plomo por aquellos das porque todava no se haban realizado
estudios de sangre en la poblacin.
Una maana de octubre de 1997, un grupo de estadounidenses firm un contrato
con el gobierno del ahora prfugo Alberto Fujimori por 120 millones de dlares. Doe
Run Co., con sede en Missouri, acababa de comprar la planta de fundicin de
metales de La Oroya en condiciones ms que ventajosas. El acuerdo de venta
especificaba que durante diez aos la empresa estatal Centromn Per, que vendi
a Doe Run el complejo, asumira cualquier demanda legal atribuible a la
contaminacin histrica de La Oroya. En ese perodo, los estadounidenses se
comprometieron a desarrollar un programa de control de emisiones y efluentes
industriales, entre otras medidas de mitigacin ambiental.
Doe Run y la compaa neoyorquina a la que pertenece, Renco Group, enfrentan
decenas de juicios en Estados Unidos por supuestos daos al medio ambiente y a la
salud ocasionados por sus empresas. La Agencia estadounidense de Proteccin
Ambiental acaba de demandar a una de las compaas de Renco por la presunta
contaminacin con PCB de los alrededores del Great Salt Lake, en Utah, donde
opera una planta de magnesio.
El accionista mayoritario de Renco es el enigmtico multimillonario Ira Leon Rennert
quien, segn la prensa estadounidense, posee una mansin en Long Island, Nueva
York, que dobla en tamao a la Casa Blanca, con 29 habitaciones y 40 baos. Una
de sus empresas, AM General Corp., es una de las grandes proveedoras de
vehculos militares del Pentgono, incluido el famoso Humvee.
La historia de Doe Run en el pequeo pueblo de Herculaneum, Missouri, donde la
compaa tiene una fundicin de plomo, no es menos controvertida. Cuando en
2001 los valores de plomo en la sangre de los nios comenzaron a subir, el
gobierno orden a Doe Run reducir las emisiones de su chimenea y renovar la tierra
de los jardines de las casas aledaas a su planta, entre otras medidas de proteccin
de la poblacin.
As, en los ltimos dos aos la compaa ha cumplido con los estndares nacionales
de calidad de aire. Un panorama bien diferente al de Per, donde la fundicin de La
Oroya arroja a la atmsfera alrededor de dos toneladas de plomo por da, de
acuerdo con documentos de la empresa. Esto es menos plomo que lo que
respiraban los oroyinos cuando la planta estaba en manos del gobierno peruano,
pero es una cifra 29 veces mayor que la emisin de plomo en la planta de Missouri.
Los oroyinos, entre ellos Paulina Ccanto y su familia, recibieron a Doe Run con los
brazos abiertos. En sus primeros aos de operacin, la compaa plant rboles,
organiz concursos de pintura en las escuelas y abri un comedor para los nios de
las familias ms pobres.
Rpidamente los colores corporativos de Doe Run, blanco y verde, comenzaron a
cubrir los edificios de las escuelas pblicas, el sindicato metalrgico y la estacin de
polica, regalo de la empresa.
Las condiciones de trabajo dentro de la planta mejoraron y la compaa puso en
marcha algunos proyectos ambientales, como la construccin de un depsito para
almacenar trixido de arsnico, sustancia altamente txica. Sin embargo, en 2003
una auditora internacional realizada a pedido del gobierno peruano mostr que la
calidad del aire se haba deteriorado en La Oroya entre 1995 y 2002, mientras que
la produccin de plomo se haba incrementado.
Este fue el inicio de una serie de tira y aflojes entre el gobierno y la compaa que
culmin el ao pasado cuando Doe Run amenaz con retirarse de Per si no se le
ampliaba el plazo para completar el plan de mitigacin ambiental que se vence en
enero de 2007.
Los ejecutivos de la minera argumentan que la competencia de China y los malos
precios del plomo hasta el 2004 -hoy en alza- los dejaron sin recursos para concluir
el proyecto ms importante desde el punto de vista del medio ambiente: la
construccin de una planta de cido sulfrico, valuada en US$100 millones, que
disminuira considerablemente la emisin de gases y metales a la atmsfera. La
planta captara el dixido de azufre -gas altamente irritante y responsable primario
de la llamada lluvia cida que debilita el suelo y las plantas - y a travs de un
proceso qumico lo transformara en cido sulfrico, un producto comercializable.
El rumor de que Doe Run poda irse de La Oroya se propag rpidamente entre los
obreros de la planta y los pobladores, y caus pnico.
En un acto indito en la historia sindical del pas, la unin metalrgica se aline con
la empresa en defensa de la fuente de trabajo. A principios de diciembre pasado
estall una huelga que incluy cortes de rutas y cobr la vida de dos ancianos,
quienes junto a cientos de pasajeros de autos, buses y camiones quedaron
atrapados durante dos das en la Carretera Central, principal va de acceso desde
Lima a la regin centro del pas y a la selva.
La escena contrastaba dramticamente con la realidad de otros pueblos de Per,
donde en aos recientes la poblacin impidi la expansin de la minera. En la
ciudad nortea de Cajamarca, la estadounidense Newmont Co. decidi acabar con
sus planes de expandir la mina de oro de Yanacocha, la ms grande de
Latinoamrica, luego que los pobladores cortaron rutas en septiembre de 2004 para
protestar por la contaminacin del agua.
En La Oroya, las penurias econmicas ganaron la partida.
Nos dijeron que la empresa se iba a ir y que iba a venir otro dueo, me cuenta
Paulina, quien particip de algunas de las marchas de diciembre pasado en apoyo
de Doe Run. La mujer reconoce que la contaminacin que emite la fundicin est
lastimando a su familia, pero dice que sin la planta, La Oroya desaparecera del
mapa en pocos meses.
Cuando mora 2004, el presidente Alejandro Toledo firm el Decreto Supremo 046
que permite que Doe Run y otras mineras en apuros financieros postulen para
obtener extensiones de plazos de hasta cuatro aos en proyectos especficos de sus
programas de mitigacin ambiental.
Luego de varios meses de espera de los resultados, los rumores han empezado a
circular entre los vecinos. El comentario, por lo bajo, es que los valores de plomo
han salido altos. Que nada ha cambiado demasiado para los nios de La Oroya a
pesar de los esfuerzos de la empresa por promover campaas de higiene en la
ciudad. Paulina no se hace eco de los rumores. Ella prefiere hacer en lugar de
especular. Entonces compra pollo cada vez que puede para que la sopa de Mishell
sea ms nutritiva, y manda a la nia cada maana al lavado de manos comunitario
que organiza Doe Run en los barrios para prevenir la ingestin de plomo en los
chicos.
Las encargadas de llevar adelante estas campaas de higiene son las llamadas
delegadas ambientales, un grupo de unas setenta amas de casa voluntarias que,
segn los ms crticos, adems de barrer calles y lavar manos diseminan el
mensaje de la compaa entre los vecinos. Son, dicen, una mquina efectiva de
control social.
La recepcin que me dan las delegadas no es precisamente clida. Una de ellas se
acerca y me interroga en la calle acerca de los motivos de mi visita. En concreto,
me pregunta por qu estoy conversando tanto con Paulina y sus nios.
Cmo cree que nos sentimos cuando nos dicen que nuestros hijos son
monglicos? Muchos nios de aqu van a la universidad, me dice gritando otra
delegada, Elizabeth Canales, cuando me presento. La mujer se refiere a programas
periodsticos de televisin en los que se ha discutido sobre el posible impacto del
plomo en el desarrollo intelectual de los nios de La Oroya.
A los pocos minutos estoy rodeada por siete mujeres que apoyadas en sus escobas
se interrumpen entre s y me dicen que s, que contaminacin hay, pero que antes
era peor y que despus de todo Doe Run da alimentos y ropa para los nios, algo
que jams pas cuando el gobierno manejaba la planta.
Limpien, seoras, limpien. Muvanse como si estuvieran bailando, escucho que
Canales les grita a las otras delegadas mientras me alejo de la Calle 2 de Mayo. Las
seoras hacen bien en limpiar, aunque los expertos dudan que sirva de mucho si la
fuente de contaminacin no disminuye.
Un estudio reciente de la ONG Occupational Knowledge de California y de la
fundacin Labor de Lima mostr que 88% de las muestras de suelo tomadas en
casas, escuelas y comercios de La Oroya tenan valores altos de plomo.
Un tercio de las familias de La Oroya vive en casas de una sola habitacin, sin bao
ni agua corriente. Por eso la vida se extiende a la acera, donde las mujeres cocinan,
lavan y baan a sus hijos pequeos en fuentones de plstico. Pero cuando vienen
los humos, me cuentan, las madres hacen entrar a los chicos en las casas,
apuradas, y cierran tras de ellos puertas y ventanas.
Es en vano vivir ac, me dice Carmen Cndor, una mam soltera que pas varias
noches en vela cuando en 2003 los mdicos le dijeron que su hijo, Brayam Rosas,
tena niveles altos de plomo en el organismo, la verdad es que estamos todos
contaminados.
Aunque no se conocen, Carmen y Paulina comparten la misma angustia: sus nios
no crecen, una caracterstica comn entre los chicos intoxicados con plomo.
Brayam, de siete aos, mide 12 centmetros menos de lo que debera de acuerdo
con su edad y su peso. Estoy chato, me dice el nio apoyando la palma sobre su
cabeza y sonriendo con inocencia. A veces no como mucho, cuenta Brayam.
Carmen asiente con la cabeza. Yo tengo miedo de que se quede chiquitito, de que
ya no crezca, me dice la mujer apretando una mano contra la otra.
Algunos dirigentes polticos, en cambio, no encuentran mayores razones para
angustiarse. Probablemente haya algn nio enfermo por plomo, pero no conozco
a ningn nio hospitalizado por esa causa, dice impasible Clemente Quincho,
intendente de La Oroya, quien lider la huelga de diciembre para presionar al
gobierno peruano en favor de Doe Run. Sentado en su oficina de gobierno, rodeado
de diplomas de mrito y de un trofeo que gan en un torneo de ftbol organizado
por Doe Run, Quincho desmiente a quienes dicen que la compaa manipula al
municipio. Yo rechac viajes que me ofrecieron las ONG [ambientalistas] y el viaje
a Missouri que me ofreci la empresa, aclara. Despus se acomoda en su silla y me
cuenta que sus tres hijos se criaron en La Oroya y que, no obstante, son muy
inteligentes.
Otros padres, sin embargo, quisieran hacer las valijas y llevarse a sus nios de aqu
para siempre. Lucy Echeverra es una de ellas ya que su hija de ocho aos, Diana,
tiene asma. Para chicos con problemas respiratorios, a la amenaza del plomo se
suma la del dixido de azufre.
Hay momentos en que largan demasiado gas. Se pone todo como neblina y la
vista quema. Yo no puedo respirar. Mi hija me dice que ac es feo y que mejor nos
vayamos a otro lado, dice Lucy, quien en las vacaciones manda a Diana a casa de
unos parientes en Huanoco para que la nia descanse de los humos.
La chimenea de la fundicin despide ms de 800 toneladas diarias de dixido de
azufre, sobrepasando cinco veces los lmites mximos permisibles que establecen
las leyes peruanas. Estas son las emisiones que se reduciran con la construccin de
la planta de cido sulfrico que Doe Run quiere postergar hasta 2011.
Lejos de los humos de La Oroya, sentado en una oficina vidriada en el coqueto
barrio limeo de San Isidro, Bruce Neil, presidente de Doe Run Per, asegura que la
compaa aplica en Sudamrica los mismos estndares ambientales que en Estados
Unidos. Dice que las emisiones se han reducido ms de un tercio y que seguirn
mejorando.
Tenemos una planta que tiene 83 aos y que nosotros hemos manejado por 7,5
aos y se la presenta como si fuera una empresa estadounidense. Esa
categorizacin no es correcta, no es justa, agrega Neil. Sentado a su lado,
silencioso, est su mano derecha, Jos Mogrovejo, quien fue director de Asuntos
Ambientales del Ministerio de Energa y Minas de Per, ente de fiscalizacin de Doe
Run, antes de aceptar el puesto de vicepresidente de Asuntos Ambientales de Doe
Run Per.
Soy padre y soy abuelo, me dice Neil en un ingls pausado, el hecho de que haya
nios con altos niveles de plomo es absolutamente inaceptable. Tenemos que bajar
ese nmero a cero. Luego me cuenta la otra parte de la historia: El metal mejora
nuestras vidas. Este edificio est hecho de minerales y de metales, y los autos y tu
grabador tambin. No podemos vivir sin metales.
A sus seis aos, Mishell Barzola no entiende de intereses corporativos, de derechos
ambientales o de protesta social. Juega distrada con la mueca Barbie que le
regal Doe Run para Navidad. Es una novia, con velo y con msica, me cuenta
Mishell arreglndole el pelo rubio y brillante. Cuidamos estos juguetes porque son
los nicos que tenemos, dice con gran seriedad. En mis ltimos das en La Oroya
noto que Paulina est cada vez ms ansiosa por los resultados del anlisis de