Es Inmoral Defender Como Abogado Causas Inmorales

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Es inmoral defender como abogado causas inmorales?

Eduardo Rivera Lpez


24 de febrero de 2010

SUMARIO:
I. Introduccin.- II. El sistema adversarial y el derecho de defensa.- III. Qu es lo que
estos argumentos muestran.- IV. El deber social de garantizar el derecho a la
representacin legal.- V. El derecho a aceptar clientes con propsitos objetables.- VI.
Por qu es objetable aceptar a un cliente con propsitos objetables.- VII.
Objeciones.- VIII. Conclusin
I. INTRODUCCIN
La pregunta que deseo responder en este trabajo es si es moralmente incorrecto,
para un abogado, representar a un cliente cuyo propsito es moralmente incorrecto
o injusto. Mi respuesta a esta pregunta ser que, prima facie, s lo es. Y sostendr
que lo es aun aceptando ciertos principios tradicionales de la tica profesional de la
abogaca, tales como el derecho de defensa y el llamado principio "adversarial" de
litigacin.
Comienzo por hacer algunas aclaraciones preliminares. En primer lugar, la pregunta
que planteo se refiere solamente al abogado que ejerce la profesin liberal. En este
mbito, la aceptacin de los clientes, desde el punto de vista legal y disciplinario, es
plenamente voluntaria (nota). Excluyo entonces de mi consideracin el caso de una
representacin de oficio o impuesta por alguna autoridad o tribunal (nota).
En segundo lugar, la pregunta (y la respuesta) se refiere especficamente a la
aceptacin (o el rechazo) de un cliente, no a la decisin de acompaar o no
determinado propsito o conducta del cliente una vez que la relacin abogadocliente ya existe (nota). Obviamente, cul sea nuestra posicin respecto de la
primera cuestin (la que me interesa) puede tener influencia en nuestra posicin
respecto de la segunda. Sin embargo, ambas son cuestiones diferentes. En algn
sentido, la pregunta que voy a tratar es ms simple, dado que una vez que se ha
establecido la relacin con un cliente, existe un conjunto de compromisos que
dificultan la decisin autnoma del abogado y la hacen ms compleja (nota).
En tercer lugar, una consideracin preliminar ms fundamental: qu significa que el
caso que acepta (o no) el abogado o el propsito que se propone un potencial
cliente es inmoral, incorrecto, objetable o injusto (trminos que tomo como
aproximadamente sinnimos) (nota). No me refiero a un propsito claramente
ilegal. Asesorar a un cliente para realizar un propsito criminal o simplemente ilegal
suele estar prohibido por los Cdigos de tica, y no me interesa discutir ese caso
(nota). Lo que mi pregunta supone es que tiene sentido decir que el propsito de un
cliente es inmoral o injusto, aun cuando no sea claramente ilegal.
Hay al menos tres razones generales por las cuales es posible que una conducta
legal sea, sin embargo, moralmente incorrecta. La primera es que muchas veces el
legislador decide no regular ciertos mbitos de conducta por razones pragmticas o
tico-jurdicas (nota). La segunda es que el derecho mismo puede ser (parcial o
totalmente) injusto y permitirle a alguien realizar una conducta moralmente
incorrecta. Por ltimo, el derecho es esencialmente interpretable, y no todas las
interpretaciones que puede aceptar un tribunal son igualmente adecuadas desde el
punto de vista moral. Dadas estas razones (que quiz no son las nicas), no resulta
1

sorprendente que frecuentemente juzguemos los propsitos o acciones (no ilegales)


de las personas o de los clientes y reprochemos muchas veces esos propsitos o
acciones. Mi nico supuesto es que hay al menos algunas conductas u objetivos que
un cliente puede tener que son moralmente objetables.
Los ejemplos de este tipo de propsitos pueden ser variados, y abarcan tanto el
mbito del derecho penal como el del derecho civil. Menciono algunas
consideraciones generales que indican las clases de ejemplos en los que estoy
pensando, aunque no pretendo que sean incuestionables. Una persona que ha
cometido claramente un delito penal (ha matado, violado, sobornado, etc.) tiene el
deber moral de aceptar su culpabilidad exigiendo, simplemente, la imposicin de
una pena justa (cualquiera sea la opinin que tengamos acerca de lo que es una
pena justa). Sin embargo, una parte importante de los acusados penales culpables
niega toda responsabilidad (o al menos no la admite). Una persona que ha daado a
otra o ha incumplido un contrato tiene el deber moral de compensar (o restituir,
segn el caso) a la persona damnificada. Nuevamente, no es lo que las personas
que daan o incumplen hacen muchas veces. Ellas buscan evitar o minimizar el
pago de cualquier compensacin. Tampoco es correcto, en un litigio o negociacin,
aprovechar la propia superioridad de recursos (econmicos y jurdicos) para forzar a
la contraparte a un acuerdo desventajoso para ella (es decir, un acuerdo ms
desventajoso que el que alcanzara si la relacin de fuerzas fuera ms equitativa).
Sin embargo, esto es normalmente lo que las partes ms fuertes tienden a hacer.
Ntese que, en los tres casos, no es ilegal lo que se hace habitualmente: tratar de
no ser castigado, tratar de no pagar compensaciones justas, hacer valer el mayor
poder de negociacin. Estas consideraciones son slo tentativas, pero pueden
alcanzar para imaginar algunos ejemplos concretos. Una empresa que ha
contaminado a una pequea poblacin puede intentar, con el patrocinio de un
abogado, no pagar la compensacin justa (o pagar lo menos posible). Un poltico
corrupto, acusado de haber recibido sobornos, puede intentar, con la ayuda de su
abogado defensor, ser absuelto, a pesar de ser culpable. Un asesino o un violador
puede alegar su inocencia y agotar, con ayuda de su abogado, todas las
herramientas procesales para impedir el justo castigo (nota). Un esposo,
econmicamente poderoso, que enfrenta un juicio de divorcio puede, junto con su
abogado, presionar a su mujer, comparativamente ms dbil, para que acepte una
divisin de bienes que lo favorezca, aun cuando no sea una divisin equitativa.
Obviamente, podra ser discutible que en estos casos el propsito del potencial
cliente (no pagar una indemnizacin, eludir el castigo penal, salir favorecido en un
acuerdo de divorcio) sea inmoral o injusto. Insisto en que no es mi propsito afirmar
que se trata de propsitos incuestionablemente inmorales. Lo que los ejemplos
buscan ilustrar es solamente el hecho de que tiene sentido decir que lo que hace (o
se propone hacer) una persona con ayuda de un abogado es inmoral, aun cuando
no implique una clara violacin de la ley. Uno podra ciertamente sostener una
posicin escptica que negara esta posibilidad. Volver sobre esta objecin en la
secc. VII.6, pero quiero adelantar slo un comentario. El interlocutor que yo
imagino, y con el cual esta discusin resulta interesante, no es un escptico en
materia moral. En general se acepta que las personas pueden realizar acciones
objetables (aunque legales) y que un cliente tambin puede querer llevar adelante
propsitos inmorales. El desacuerdo se refiere a la conducta del abogado en
patrocinar a este cliente. La visin tradicional de la abogaca es que esta
inmoralidad no alcanza al abogado que ayuda, con su saber tcnico, al cliente en
sus propsitos, aun cuando stos sean condenables o incluso aberrantes. ste es el
punto bsico que me interesa discutir.
II. EL SISTEMA ADVERSARIAL Y EL DERECHO DE DEFENSA
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Existen dos argumentos fundamentales para sostener que el abogado no es


moralmente objetable por aceptar a un cliente con propsitos inmorales. De
acuerdo con el primer argumento, el abogado no es alcanzado por el juicio moral
que merece el propsito de su cliente (y, por lo tanto, puede aceptarlo como tal)
porque representar los intereses de un cliente cualquiera (independientemente del
contenido de esos intereses) es funcional al sistema de adjudicacin de justicia que
poseemos, que es, en mayor o menor medida, adversarial (nota). Doy a la nocin
de sistema o principio adversarial un significado muy amplio: se trata de un sistema
de adjudicacin en el que las partes del conflicto defienden su posicin o inters de
una manera activa y partisana para que, luego, un juez decida el conflicto
imparcialmente. Este sistema requiere que todos puedan defender eficazmente sus
intereses, y el nico modo de hacerlo (al menos en la gran mayora de los casos) es
con el asesoramiento tcnico de un abogado.
Este argumento depende, obviamente, de suponer que el sistema adversarial es
aceptable. De otro modo, no podran justificarse las acciones que el sistema
requiere para su funcionamiento, especialmente si dichas acciones, desde el punto
de vista de la moral general, son cuestionables (nota). Sin embargo, no voy a
discutir aqu la plausibilidad del sistema adversarial (cuya justificacin, por lo
dems, no es obvia). Aceptar que se trata de un sistema legtimo de adjudicacin.
El segundo argumento a favor de eximir al abogado de todo reproche por aceptar
clientes con propsitos injustos recurre al derecho de defensa: todos tenemos un
derecho a defender legalmente un inters frente a aquellos con los que tenemos un
conflicto legal (sea otro particular o el Estado). Dado que la capacidad de defender
ese inters depende de la habilidad tcnica de hacerlo, dicho derecho implica un
derecho a asesorarse tcnicamente por un abogado. Para evitar discusiones de
detalle, otorgo al derecho de defensa una interpretacin muy amplia, que incluye,
desde ya, el derecho constitucional de defensa en juicios penales, pero tambin
incluye el derecho a defenderse frente a una demanda civil o a iniciarla. Esta
interpretacin amplia busca conceder el mximo mbito de aplicacin a este
derecho. Ahora bien, resulta claro que el alcance del derecho de defensa ser
diferente en diferentes mbitos de aplicacin. Su alcance es amplio en el caso del
derecho penal, razn por la cual el Estado garantiza, a travs de un abogado de
oficio, que el acusado tenga asesoramiento jurdico. Resulta menos claro que su
alcance sea amplio en el derecho civil, salvo en algunos casos (como el derecho de
familia). De cualquier modo, al igual que respecto del argumento del sistema
adversarial, no voy a cuestionar el argumento basado en el derecho de defensa.
Aceptar que se trata de una consideracin vlida.
III. QU ES LO QUE ESTOS ARGUMENTOS MUESTRAN
Tanto en el caso del argumento basado en el sistema adversarial como en el basado
en el derecho de defensa, lo que en primer lugar resulta avalado o justificado por
estos argumentos es el derecho de los ciudadanos (y potenciales clientes) a
defender sus intereses en el sistema judicial y de hacerlo con la ayuda tcnica de
un abogado (nota). Este derecho incluye un derecho a llevar adelante propsitos
injustos o inmorales (dentro de la ley). La industria contaminante tiene un derecho
a defender su inters en no compensar. El poltico corrupto o el asesino serial tienen
derecho a defender sus intereses en no ser castigados. Y tienen un derecho a hacer
todo esto con el asesoramiento de un abogado. Es importante detenernos ms
cuidadosamente en la naturaleza y la justificacin de este derecho.
Cuando sostengo que existe un derecho a defender intereses dentro del sistema
judicial con el asesoramiento de un abogado, no me refiero ahora a un derecho
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legal (que, ciertamente, existe). La naturaleza del derecho al que me refiero es


moral. En trminos generales, que yo poseo el derecho moral a hacer X implica que
los dems tienen un deber moral de no impedir (o intentar impedir) que yo haga X.
Este deber incluye bsicamente dos tipos de acciones: i) no instaurar (o apoyar,
etc.) normas jurdicas (en un sentido amplio, que incluye normas disciplinarias) que
me prohban hacer X; ii) no realizar acciones directas que tiendan a impedir o a
interferir mi hacer X (nota). Si se trata de un derecho parcial o totalmente "positivo"
(es decir, uno que se correlaciona con deberes activos), entonces es necesario
agregar un tercer deber: iii) realizar acciones que tiendan a garantizar la
satisfaccin del derecho a hacer X.
Ahora bien, es fundamental para mi argumento tener en cuenta que tener el
derecho a hacer X no implica que sea correcto hacer X. Podemos tener un derecho
de hacer algo moralmente incorrecto (nota). Que uno tiene un derecho (moralmente
justificado) de hacer X significa solamente que est moralmente justificado que
otros no interfieran o intenten impedir que uno haga X, y que, por lo tanto, se
justifique tambin que exista una norma jurdica que garantice que uno pueda
hacer X sin interferencias coactivas. Sin embargo, tener un derecho a hacer X no
implica que hacer X sea correcto o que no sea moralmente objetable. Los derechos
morales de una persona ofrecen razones morales a otros (para no impedir o, en
algunos casos, para ayudar). Los deberes morales de una persona ofrecen razones
morales a esa persona (para hacer o no hacer algo) (nota).
Para entender por qu esto es posible en el caso que nos ocupa es necesario decir
algo ms acerca de los argumentos presentados en la seccin anterior referidos al
sistema adversarial y al derecho de defensa.
Es discutible cul es la relacin entre el sistema adversarial y el derecho de
defensa. Para algunos autores la justificacin del sistema adversarial es que es el
mejor sistema para garantizar el derecho de defensa (y otros derechos procesales).
Para otros se trata de consideraciones independientes, y la justificacin del sistema
adversarial reside en su mejor capacidad para alcanzar decisiones justas (nota). En
cualquier caso, est claro que tanto el sistema adversarial como el derecho de
defensa son esquemas institucionales pensados para el mundo real. En un mundo
ideal, un juez perfectamente imparcial y omnisciente podra impartir justicia sin
necesidad de estos recursos. En cambio, el mundo real es imperfecto, tanto desde
el punto de vista de la imparcialidad como del conocimiento. Por ello dejamos que
las personas defiendan sus intereses de modo parcial y ofreciendo todo lo que ellos
puedan decir en su favor, aun cuando sabemos que cometern excesos. El derecho
de defensa es especialmente operativo en el derecho penal y nos garantiza (dentro
de lo posible) que ninguna persona inocente sea castigada (aun a riesgo de que
personas culpables sean absueltas). El principio adversarial de litigacin, por su
lado, opera en ambos campos del derecho y contribuye a que todas las voces sean
escuchadas y, de algn modo, controlen y compensen mutuamente sus excesos,
maximizando la probabilidad de que la decisin del juez sea, finalmente, la ms
justa.
Ahora bien, si el sistema de adjudicacin que resulta de la suma del principio
adversarial y del derecho robusto de defensa tiene esta justificacin, resulta claro
que es compatible con que acciones particulares dentro del sistema sean
moralmente incorrectas o injustas. Es un sistema que admite esas conductas
inmorales o las tolera en funcin de un fin superior, que es encontrar una solucin
justa y, en particular en el derecho penal, minimizar la probabilidad de condenar
inocentes. Pero esto no transforma a todas y cada una de las conductas realizadas
en el contexto del sistema en conductas morales o correctas. Lo que hace es
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ofrecernos razones morales a los dems para no impedir (o incluso, en algunos


casos, ayudar a) que las partes puedan realizar esas conductas, es decir, para
otorgarles un derecho a realizarlas.
Por otro lado, para determinar si una accin es moralmente permitida o prohibida
tenemos que analizar las razones morales que tiene el propio agente a favor y en
contra de realizarla. Estas razones son parcialmente independientes de que el
agente posea o no el derecho de realizar la accin. Efectivamente, si no posee el
derecho moral de hacer X, esto constituye una razn moral para no hacer X. Sin
embargo, tal como seala Waldron, la posesin de un derecho a hacer X no
constituye una razn para hacer X (nota). Si alguien nos pide una explicacin moral
de X y nos pregunta: "Por qu hiciste X?" (por ejemplo, por qu no ayudaste a tal
persona, o por qu s ayudaste a tal persona), no tiene sentido responder: "Porque
tengo derecho a hacer X". Tener un derecho a hacer X simplemente significa que los
dems no deben interferir, pero no otorga una razn moral para hacer X (nota).
Existe entonces una suerte de independencia conceptual entre la cuestin de si
alguien tiene un derecho a hacer algo y la cuestin de si hacer ese algo es
moralmente correcto o incorrecto (salvo cuando la persona no tiene el derecho, en
cuyo caso, como vimos, la accin es incorrecta). De hecho, muchas veces
sostenemos que lo que alguien hace es criticable pero, sin embargo, tiene derecho
a hacerlo, incluso un derecho moral a hacerlo. Que es objetable significa que
prevalecen razones morales para no hacerlo. Que tiene un derecho significa que los
dems no tenemos derecho a impedirle que lo haga.
Volviendo a los casos que nos interesan, un acusado que es (y se sabe) culpable de
un delito tiene derecho a alegar su inocencia (o al menos a no reconocerse
culpable). Una empresa que ha contaminado a una poblacin tiene derecho a
buscar (legalmente) no pagar compensacin (o pagar la menor posible). Que estas
personas tienen esos derechos significa que el resto de la sociedad tiene el deber
moral de no impedir y de garantizar (en alguna medida) que legalmente puedan
hacerlo. Sin embargo, esas conductas pueden ser moralmente objetables, dado que
hay razones morales para no llevarlas a cabo. El marido ms poderoso que su mujer
tiene una razn moral para aceptar un acuerdo equitativo en la divisin de bienes o
en la manutencin de los hijos, aunque tenga un derecho a intentar forzar (dentro
de lo legal) un acuerdo que lo favorezca. Nuevamente, que tiene ese derecho
significa que el resto de la sociedad tiene razones morales para no impedirle que lo
haga, o incluso para garantizarle que pueda hacerlo (razones que se fundan en el
valor del sistema adversarial y/o del derecho de defensa). Pero esto no afecta a sus
razones morales para no hacerlo.
IV. EL DEBER SOCIAL DE GARANTIZAR EL DERECHO A LA REPRESENTACIN LEGAL
Hemos concluido entonces que existe un derecho (moral), por parte del potencial
cliente, de defender su inters con ayuda de un abogado, aun cuando ese inters
sea injusto o moralmente objetable. Este derecho se correlaciona con el deber
inespecfico de que algn abogado acepte cada uno de los casos en los que los
ciudadanos quieren defender sus intereses. Llamo "inespecfico" a este deber
porque no implica que cada uno de los abogados tenga el deber de aceptar cada
uno de los casos. Tampoco implica (al menos sin agregar algn supuesto adicional)
que cada uno de los abogados tenga el derecho o (menos an) la permisin moral
de aceptar. Slo implica que, de algn modo, la sociedad debe garantizar, hasta
cierto punto, que las personas no queden sin un abogado que los represente, y
puedan as ejercer el derecho que el sistema de adjudicacin les otorga a defender
sus intereses.

El alcance de este deber social inespecfico depende de cul sea el alcance que le
otorguemos al derecho a defender los propios intereses dentro del sistema de
adjudicacin. Si pensamos que tal derecho implica una garanta efectiva de tener
un abogado para cualquier caso posible (aun cuando no se tengan los recursos para
pagarlo), entonces el deber social correlativo ser ms fuerte: se deber garantizar
que cada ciudadano tenga un abogado, cualquiera sea el propsito. Si, en cambio,
pensamos que ese derecho slo implica una garanta mnima de no ser rechazado
por todos los abogados disponibles, entonces el deber correlativo ser ms dbil.
Otras combinaciones son posibles. No pretendo ahora dirimir el alcance de este
deber, dado que mi argumento no depende de ello. Llamar "deber social de
garantizar la representacin legal" a este deber inespecfico, cualquiera sea el
alcance que consideremos adecuado otorgarle en cada una de las reas del
derecho.
V. EL DERECHO A ACEPTAR CLIENTES CON PROPSITOS OBJETABLES
Existen diversos modos de satisfacer el deber social de garantizar la representacin
legal, y est muy lejos de ser obvio que el modo en el que de hecho se distribuyen
los servicios jurdicos sea mnimamente aceptable (nota). Ahora quisiera ser
nuevamente concesivo y aceptar que el mejor modo de satisfacer el deber social de
garantizar la representacin legal es otorgar un derecho a los abogados a aceptar
los casos, independientemente del propsito que se persiga. Dado que este derecho
no se sigue inmediatamente del deber mencionado, el paso requiere algn
comentario.
El punto fundamental es qu se sigue moralmente, desde el punto de vista de un
abogado individual, del deber social de garantizar la representacin legal. Al
respecto existen las siguientes alternativas. En primer lugar, este deber social
podra generar un deber individual de cada abogado de aceptar (en la medida de lo
posible) todos los casos que les sean propuestos. Esto resulta contrario al principio
de libertad profesional que figura normalmente en los Cdigos de tica profesional y
que he asumido al comienzo (nota).
En segundo lugar, el deber social podra generar una razn para prohibir legalmente
e impedir que un abogado acepte clientes con propsitos inmorales. Esto
equivaldra a quitarle el derecho al abogado a aceptar estos casos. A pesar de que
no es imprescindible para mi argumento excluir esta alternativa (dado que si no
existiera el derecho de aceptar, tampoco existira el permiso y sera, por lo tanto,
incorrecto hacerlo), sin embargo, creo que hay razones para considerarla excesiva y
contraproducente, al menos en la mayora de las circunstancias. En primer lugar,
quitarles a los abogados el derecho a aceptar cualquier caso implicara ejercer un
control estatal sobre la cualidad moral de las causas, lo cual es contrario al espritu
liberal del sistema de adjudicacin. En segundo lugar, el propio sistema adversarial
y el derecho de defensa podran verse afectados cuando una causa es
aparentemente inmoral pero no lo es realmente. As como dejamos que las
personas avancen en sus intereses, aun cuando sean inmorales, debemos dejar
(permitir legalmente) que los abogados representen esos intereses. Ntese, sin
embargo, una vez ms, que esto es enteramente compatible con que avanzar en
estos intereses y representarlos como abogado sea moralmente condenable.
En tercer lugar, el deber social de garantizar la representacin podra generar,
adems de un derecho, un permiso moral individual de aceptar cualquier caso
(incluso casos inmorales). Contra esta alternativa argumento en la seccin
siguiente.

VI. POR QU ES OBJETABLE ACEPTAR A UN CLIENTE CON PROPSITOS OBJETABLES


Por qu no tienen los abogados, adems del derecho, tambin el permiso moral de
aceptar causas inmorales? Por qu es incorrecto hacerlo? Para determinar si la
accin de aceptar representar un inters injusto o inmoral es, ella misma, inmoral
tenemos que realizar el mismo tipo de pregunta que hicimos al referirnos al propio
cliente: cules son las razones que militan a favor y en contra de hacerlo.
Inevitablemente, estas razones sern prima facie, es decir, derrotables en casos
particulares. Como veremos, siempre podemos encontrar situaciones en las cuales
estas razones sean superadas por otras de signo contrario. Sin embargo, en la gran
mayora de los casos no parece haber razones morales para aceptar este tipo de
casos. Puede haberlas en casos excepcionales, que mencionar ms adelante, pero,
en la enorme mayora de los casos, no existe ninguna razn para aceptar. En
cambio, s existen razones fuertes para no aceptar.
La razn fundamental para no aceptar a un cliente que pretende llevar adelante un
propsito inmoral es obvia: no es moralmente correcto ayudar a alguien a hacer
algo incorrecto. Como vimos, el cliente tambin tiene derecho a llevar adelante su
propsito a pesar de no tener un permiso moral para hacerlo. Si la conducta del
cliente es incorrecta, contribuir especficamente y con plena conciencia a que esa
conducta se realice tiene que ser tambin (prima facie) incorrecto.
Debe recordarse que aqu ya no resultan relevantes las consideraciones referidas al
sistema adversarial o al derecho de defensa. Esas consideraciones alcanzan (he
concedido) para otorgar un derecho a aceptar, pero no dan una razn para hacerlo
(nota). Esas consideraciones tampoco anulan las razones morales para no hacerlo.
Supongamos que yo tengo derecho a entrar en cualquier asociacin o club, pero
tengo una razn moral para no hacerlo en la asociacin P (por ejemplo, P es un club
racista). El hecho de tener un derecho a asociarme a P no anula ni disminuye mi
razn en contra de hacerlo (nota). Del mismo modo, el tener un derecho a aceptar
un cliente con un propsito injusto no afecta a la razn moral que tengo de no
aceptarlo (nota).
Existen otras razones adicionales para no aceptar causas inmorales. En primer
lugar, los recursos destinados a la representacin de la causa injusta podran ser
destinados a otras ms loables (o al menos no injustas). Esto es particularmente
importante en un pas en el que los recursos jurdicos distan de estar distribuidos
aceptablemente. En segundo lugar, en muchos casos la representacin de una
causa injusta tpicamente contribuye a que otras causas injustas sean exitosas,
especialmente cuando el caso tiene relevancia institucional (recursos
extraordinarios a la Corte Suprema, causas de inters pblico, etc.). Estas razones
pueden ser consideradas de mayor o menor peso, pero debe tenerse en cuenta que
no son contrarrestadas por ninguna razn moral en sentido opuesto, al menos en la
generalidad de los casos.
Ciertamente, hay situaciones en las cuales se puede argumentar que, a pesar de
tener razones morales para hacer Y no tener razones morales en contra de hacer Y,
sin embargo, no es verdad que deba hacer Y. Aplicado a nuestro caso, podra
argumentarse que a pesar de tener razones morales para rechazar casos inmorales
y no tener ninguna razn moral para aceptarlos, sin embargo, no es verdad que
tengo un deber de rechazarlos. Los casos en los que este tipo de posibilidad se da
ms plausiblemente son los de acciones supererogatorias. Quiz tengo una razn
moral para donar dinero para una causa noble y no tengo ninguna razn moral en
contra de hacerlo. Sin embargo, no se sigue que tengo el deber de donar. Este
argumento es plausible cuando las razones favorables a hacer Y son razones de
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beneficencia. Tal cosa ocurre en el caso de donar para ayudar a los pobres
(suponiendo que consideramos que hacerlo obedece solamente a un deber de
beneficencia). En cambio, no ocurre en el caso de rechazar un caso inmoral. Un
cliente con un propsito inmoral es, tpicamente, uno que pretende llevar a cabo un
tipo de conducta que causa algn tipo de dao a otros o a la sociedad. La empresa
que desea no pagar la indemnizacin o el corrupto que desea evadir el castigo justo
le hacen un mal a otros o a las instituciones, en un sentido bien claro, si consiguen
su propsito. En los casos en los que la razn para realizar Y es evitar un mal, s
puede decirse que si existen razones prima facie para realizar una accin Y y no
existe ninguna razn prima facie en contra de realizarla, debo, prima facie, hacer Y
(nota).
Obviamente, en casos particulares puede haber razones que apoyen la aceptacin.
Puede haber casos en los que defender una causa injusta sea necesario para
defender otro valor ms importante. Tal es el caso de los abogados que, en nombre
de la libertad de expresin, han defendido en los Estados Unidos a miembros del Klu
Klux Klan (nota). Otro caso es el de defender causas injustas que reportan mucho
dinero cuando esto es necesario para defender otras causas que podran, de otro
modo, quedar sin representacin legal adecuada (nota). Un estudio jurdico (o
incluso un abogado individual) podra tomar la defensa de un poltico corrupto y
justificarla diciendo que esto le permite obtener los recursos para defender
perseguidos polticos, o indigentes, o causas ambientales (nota).
Estos argumentos son, ciertamente, atendibles en casos concretos y pueden,
efectivamente, desplazar el deber moral de no aceptar determinados clientes. Sin
embargo, debe tenerse en cuenta que el solo hecho de aceptar que es necesario
tener alguno de estos justificativos para legitimar la aceptacin de una causa
inmoral revela que, en principio, dicha aceptacin no se justifica. Es necesario
derrotar la presuncin moral contraria a hacerlo.
VII. OBJECIONES
1. La objecin que parece a primera vista ms evidente es que el abogado s tiene
una razn moral para aceptar a un cliente, aun cuando su propsito sea inmoral:
satisfacer el derecho de este potencial cliente a la representacin. Si el cliente tiene
el derecho a defender su inters con la ayuda de un abogado, al punto de que el
Estado le garantizar (en mayor o menor medida) que le sea proveda la asistencia
legal, entonces resulta extrao que un abogado cualquiera no tenga un permiso
moral (y no slo un derecho) para aceptar. En otras palabras, es implausible que
sea incorrecto hacer algo que es necesario para satisfacer un derecho de otra
persona.
Sin embargo, la cuestin es un poco ms compleja, y nos obliga a volver una vez
ms a la justificacin del derecho del cliente a defender, dentro de la ley, intereses
injustos. Este derecho, como vimos, se basa en el sistema de adjudicacin que
contiene, bsicamente, el principio adversarial y el derecho de defensa. Este
sistema, hemos supuesto, se justifica sobre la base de las imperfecciones
epistmicas y morales que ocurren en el mundo real. El derecho que surge de este
sistema de adjudicacin es el de defender sin interferencia los intereses dentro del
sistema. El aspecto de derecho positivo (es decir, de un derecho que se correlaciona
con un deber activo de proveer un servicio), que consiste en este caso en garantizar
efectivamente el asesoramiento tcnico legal para poder avanzar ese inters dentro
del sistema de un modo eficiente, slo aparece subsidiariamente, cuando, por
alguna razn (econmica o de otro tipo), ese derecho se encuentra en peligro. Este
riesgo se manifiesta de modo diferente en el derecho penal y civil. En cualquier
8

caso, desde el punto de vista de un abogado profesional (no de oficio), el hecho de


que, en ltima instancia, el potencial cliente tenga un derecho positivo al
asesoramiento legal no le da a l una razn moral para aceptar el caso, salvo que
ese derecho se encuentre en peligro. Ntese que se acepta sin discusin la libertad
del abogado de no aceptar clientes. Esto se debe a que no existe, en principio, una
razn moral para aceptar. La razn moral para aceptar recin aparece cuando el
cliente corre peligro de quedar sin representacin. En este caso es el Estado el que,
mediante mecanismos diversos, garantiza que ello no ocurra. Si esto es as,
entonces el hecho de que el cliente tenga un derecho a defender un inters inmoral
o injusto no otorga un permiso (moral) al abogado a aceptar a ese cliente, en la
medida en que otros abogados ejerzan su derecho a aceptar o, en definitiva, el
Estado ejerza su obligacin de imponerle el caso a un abogado de oficio.
Ntese que cuando el Estado ejerce su obligacin lo hace siguiendo razones
morales diferentes de las que sigue un abogado particular. El Estado (al menos
idealmente) busca, en primer lugar, garantizar que el sistema de adjudicacin
funcione sin excepciones, para todos los casos. En segundo lugar, busca evitar
desigualdades en la satisfaccin del derecho a defender un inters (nota). Por ello
se justifica que un abogado de oficio sea tan celoso en la defensa del caso asignado
como el abogado profesional en la defensa de su cliente. En cambio, el abogado
particular no acta por este tipo de razones. l no es responsable por el
funcionamiento sin excepciones del sistema, ni por la igualdad entre los
ciudadanos. Por lo tanto, el derecho del cliente a avanzar un inters injusto no le
crea a l ninguna razn moral para contribuir a que ese derecho sea debidamente
garantizado.
2. Otra posible objecin a mi argumento es que no es moralmente universalizable.
Si todos los abogados aceptaran mi punto de vista (no aceptar clientes con malos
propsitos), algunos clientes podran quedar sin representacin adecuada, cosa que
viola el derecho de defensa y socava el sistema adversarial (ambas cosas que he
aceptado). En el caso del derecho penal y de familia este riesgo no existe, dado que
hay una garanta efectiva del Estado de proporcionar asesoramiento legal. En otras
ramas del derecho civil el riesgo de que un potencial cliente no encuentre
fcilmente un abogado dispuesto a aceptar llevar adelante un propsito inmoral no
es necesariamente atentatorio del derecho de defensa o del sistema adversarial,
salvo en los casos extremos en los que no es posible encontrar un abogado que
acepte. Sin embargo, estos casos son muy improbables. En estos casos improbables
el Estado es el que debe hacerse cargo de garantizar la satisfaccin del derecho a la
representacin. En la enorme mayora de los casos no existe el menor riesgo de que
se afecte el derecho a tener un asesoramiento adecuado, dado que existen otros
abogados dispuestos a ejercer su derecho a aceptar esos casos.
3. En relacin con este ltimo punto, Michael Bayles argumenta que si otro abogado
aceptar una causa inmoral en caso de que yo no lo haga, no puede ser incorrecto
que yo acepte, ceteris paribus (nota). Si el resultado daoso va a ocurrir de
cualquier modo, no puede ser incorrecto que sea yo el que lo causa en lugar de que
sea otro. Bayles llama a este argumento "argumento de la no diferencia". El
argumento parece atractivo a primera vista pero, sin embargo, es altamente
contraintuitivo. Un sicario no tiene permitido matar por el hecho de saber con
seguridad que si l no acepta el encargo, otro sicario lo har. Por otro lado, debe
tenerse en cuenta que el argumento de la no diferencia es ceteris paribus. Esto
significa que no es incorrecto que yo tome el caso en lugar de otro, siendo todo lo
dems igual. Esta clusula es muy difcil que se cumpla en el mundo real. En el
mundo real (por ejemplo, en nuestro medio) existen innumerables cosas que un
abogado puede hacer en lugar de tomar un caso moralmente objetable: defender
personas cuyo derecho de defensa est comprometido, defender causas
9

moralmente loables, etc. Todas estas acciones de valor moral positivo, alternativas
a defender causas inmorales, no se produciran si uno aceptara esas causas, dado
que los otros abogados (aquellos que s aceptaran las causas inmorales si uno no lo
hiciera) difcilmente las realizaran (si uno s aceptara esas causas inmorales).
4. Otra objecin es la siguiente: supongamos que la posicin que yo defiendo fuera
internalizada por los abogados y, por lo tanto, la defensa de cierto tipo de clientes o
de causas fuera considerada inmoral (a pesar de existir un derecho a aceptarlos).
Esto parece habilitar el reproche moral por parte del resto de los abogados y de la
sociedad en general a los abogados que acepten este tipo de causas. Podra
pensarse que se trata de un escenario peligroso. Personas que son falsamente
sindicadas como pertenecientes a ese tipo de potenciales clientes podran no
obtener una defensa adecuada, y los abogados dispuestos a aceptarlas seran
objeto de condena social injusta. Un poltico aparentemente corrupto podra ser
inocente (o no pretender ms que una condena justa). Una empresa aparentemente
contaminante podra estar en regla (o estar justificada en contaminar). Sin
embargo, si defender polticos corruptos o empresas contaminantes recibe la
condena social que normalmente reciben las conductas consideradas moralmente
condenables, estas personas no podran acceder (o tendran dificultades para
acceder) a una buena defensa, y los (pocos) abogados dispuestos a aceptar seran
injustamente discriminados.
sta es sin duda una objecin fuerte. Sin embargo, depende de realizar una
inferencia errnea a partir de mi tesis. Ella dice que los abogados que aceptan
representar clientes con propsitos moralmente objetables hacen (prima facie) algo
moralmente incorrecto y son, por ello, reprochables. Ahora bien, hay una distancia
(sutil) entre, por un lado, realizar una conducta incorrecta u objetable y ser
moralmente reprochable por ello y, por otro, que las dems personas estn
habilitadas (justificadas, legitimadas) para reprochar a la persona que la realiza.
Que una persona sea reprochable por realizar una conducta incorrecta significa que
merece un reproche, no que los dems pueden, sin ms, reprocharla. Puede haber
razones (morales) que impidan este reproche. Por ejemplo, otros pueden no tener
autoridad moral para reprochar, o hacerlo puede generar un dao a terceros. En el
caso de defender causas injustas existe ciertamente un riesgo de estigmatizacin
de determinados tipos de causas, si se generalizara una prctica de reproche hacia
los abogados que las aceptan. Por ello el resto de la sociedad debera ser muy cauto
antes de lanzar reproches hacia aquellos que aceptan casos que pertenecen a este
tipo. Debera escuchar las razones del abogado en cuestin a favor de aceptar el
caso. Debe notarse que todo esto, o incluso la posicin ms radical que prohibiera
todo tipo de reproche, es totalmente independiente y compatible con mi tesis
fundamental: que los abogados que toman causas para ayudar a un cliente a hacer
algo moralmente incorrecto hacen algo moralmente incorrecto y son, en principio,
reprochables por ello.
Por otro lado, debe notarse tambin que el riesgo de un efecto estigmatizador
existe respecto de cualquier norma moral. Por ejemplo, supongamos que es
moralmente incorrecto ayudar a escapar a personas que estn en la crcel. Sin
embargo, puede haber casos en los que esto se justifique. La persona que lo hace
en uno de estos (pocos) casos corre el riesgo de ser criticada injustamente por
pertenecer su conducta a una clase de conducta sospechada (ayudar a escapar de
la crcel). Sin embargo, esto no nos impide afirmar que, prima facie, no debemos
realizar esa conducta.
5. He argumentado que lo objetable del abogado que representa a un cliente con un
propsito objetable es que, normalmente, es incorrecto ayudar a alguien a hacer
10

algo incorrecto. Sin embargo, esto podra ser cuestionado. Podra pensarse que
existe algo as como una "divisin del trabajo moral", de modo tal que ayudar a
alguien con un servicio que puede utilizarse para algo bueno o para algo malo no
necesariamente afecta al que ayuda cuando ese servicio es usado para hacer algo
malo. Por ejemplo, el vendedor de cuchillos no hace algo incorrecto al venderle un
cuchillo a alguien que tiene el propsito de usarlo para asesinar, aunque el
vendedor sepa que se ser su uso. l cumple con su funcin (vender cuchillos), y
no es criticable por ello. El abogado ofrece un servicio que tambin puede usarse
para algo bueno y para algo malo. El hecho de que el cliente lo use para algo malo
no hace criticable al abogado (nota).
Ntese, sin embargo, que yo no he dicho que es siempre incorrecto ayudar a
realizar una conducta incorrecta. Puede haber casos en que no lo sea. Puede haber
casos en los que, todo considerado, no sea incorrecto que un abogado represente a
alguien que desea llevar adelante un propsito objetable. Mi punto es que hay una
razn moral para no hacerlo, tal que hacerlo se torna, en principio, incorrecto. En
este sentido, estara dispuesto a sostener que si el vendedor sabe que el cuchillo
que l le vende ser usado para matar, l tiene una razn para no vendrselo
(aunque sepa que el asesino lo podr comprar en otro negocio). Por otro lado, y aun
cuando esto sea dudoso, es importante sealar que el caso del vendedor no es
suficientemente anlogo al caso del abogado. El vendedor de cuchillos vende un
objeto que, en s mismo, puede ser utilizado para un fin bueno (cortar comida) y un
fin malo (acuchillar a alguien). El abogado que asesora a un cliente para un fin
determinado no le da algo que el cliente puede usar para cualquier fin, sino que el
asesoramiento est destinado precisamente a ese fin. Un caso ms parecido al del
abogado es el de un editor que le publica a un nazi un libro en defensa del nazismo.
En este caso es defendible que el editor tenga derecho a publicar ese libro (al igual
que el autor a escribirlo y publicarlo), aunque hacerlo sea profundamente objetable.
En este caso el derecho del autor nazi de dar a conocer sus ideas, as como el
derecho del editor de ayudarlo en ese propsito, estn justificados por el principio
de libertad de expresin. Sin embargo, este derecho no excluye que podamos
objetar moralmente al autor y a su editor.
Por otro lado, la posicin de la divisin del trabajo moral lleva a una asimetra que
resulta difcil de sostener. Cuando un abogado ayuda a un cliente para una causa
noble (por ejemplo, ayuda a un perseguido poltico inocente a salir de la crcel),
alabamos su conducta profesional y la consideramos noble. No se entiende por qu
no tendra que ocurrir lo mismo (pero de signo contrario) cuando un abogado ayuda
a un cliente para una causa inmoral.
6. Por ltimo, mi posicin parece suponer que es posible determinar objetivamente
qu causa es justa o injusta y que los abogados tienen acceso a esa determinacin.
Los abogados, de internalizar el criterio defendido en este trabajo, se erigiran en
una suerte de tribunal moral que establecera qu causas son dignas de ser
defendidas y cules no. Esto sera, adems, antidemocrtico, dado que el abogado
estara reemplazando la autoridad del legislador (democrtico), quien ha
establecido lo que el cliente puede o no puede hacer (nota).
Creo que esta objecin parte de un malentendido. A lo largo de mi argumento he
concedido el derecho de los potenciales clientes a defender cualquier causa (dentro
de la ley). Tambin he concedido el derecho de los abogados a aceptar cualquier
causa (dentro de la ley). He incluso concedido que este derecho no es solamente un
derecho jurdico o disciplinario, sino un derecho moral, es decir, una consideracin
moral que prohbe a otros impedir (o intentar impedir) que el abogado acepte este
tipo de casos, y que otorga una razn para que exista un derecho jurdico y
11

disciplinario a aceptar este tipo de casos. Todo esto lo he concedido sobre la base
del valor del sistema adversarial y del derecho de defensa. Sin embargo, he
intentado mostrar que todo esto es independiente de la cuestin de si el propsito
que persigue un potencial cliente es moral o inmoral, correcto o incorrecto, loable o
criticable. Y es compatible con que ese propsito sea inmoral, incorrecto o
criticable. Del mismo modo, el derecho del abogado a representar clientes con
propsitos inmorales es independiente de la cuestin de si la conducta del abogado
de patrocinar a un cliente determinado es correcta o incorrecta, loable o criticable;
y es compatible con que su conducta sea incorrecta y criticable. Desde este punto
de vista, ayudar a alguien a hacer algo objetable, salvo que exista alguna
consideracin en contrario, es objetable. Salvo que el sistema adversarial o el
derecho de defensa estuvieran en peligro, las consideraciones basadas en ellos no
alcanzan para refutar esta afirmacin. Si alguien quiere engaar a otro y necesita
nuestra ayuda, no nos convertimos en tribunales paternalistas o antidemocrticos si
nos negamos a prestar esa ayuda. Tampoco aceptamos el argumento escptico que
rechaza que haya propuestas objetivamente inmorales. Simplemente no nos
prestamos a que nos usen con un fin inmoral. Desde este punto de vista, la
situacin del abogado es la misma: la de alguien a quien se necesita para realizar
algo moralmente objetable. Si hacer esto es (en principio) objetable fuera de la
profesin, no hay ninguna razn para pensar que no lo es dentro de ella (nota).
VIII. CONCLUSIN
La conclusin de mi argumento es, entonces, que, aun cuando existe un derecho
moral a aceptar causas injustas, es en principio moralmente objetable hacerlo.
Quisiera terminar haciendo algunas consideraciones acerca del alcance de esta
tesis.
En primer lugar, se trata de un deber prima facie de no aceptar causas injustas.
Como hemos visto, puede haber razones que desplacen este deber. Puede haber
casos en que aceptar sea necesario, por ejemplo, para preservar un valor superior
(la libertad de expresin u otro), o para mejorar la asistencia legal de otras causas
ms loables. En segundo lugar, la incorreccin de una conducta es una cuestin
gradual: hay conductas ms incorrectas y conductas menos incorrectas. Y existe
una zona gris de casos dudosos, en los que no es claro si se trata realmente de una
conducta incorrecta. Con estas dos aclaraciones, lo que la tesis de este artculo dice
en definitiva es que: i) hay ocasiones en las que existe una razn moral prima facie
para no aceptar a un cliente; ii) una razn de esta clase es la inmoralidad o
injusticia del propsito que tiene el potencial cliente; iii) esa razn debe ser
balanceada con otras razones morales que puedan militar a favor de la aceptacin;
iv) si luego del balance persiste la razn en contra de aceptar, aceptar es
moralmente incorrecto; v) la incorreccin puede ser mayor o menor, de acuerdo con
el peso relativo de las razones en juego.
Puede pensarse que estas consideraciones referidas al balance de razones debilitan
la idea fundamental de que es incorrecto defender causas injustas. Muestran,
ciertamente, que las decisiones morales son complejas. Sin embargo, no habra que
dejarse tentar excesivamente por estas consideraciones. Es muy fcil (y humano)
hacer racionalizaciones para legitimar las propias decisiones ante uno mismo y ante
los dems. Si mi argumento es plausible, debera contribuir a evitar este mal, al
ayudarnos a entender con ms claridad por qu cuando un cliente se propone hacer
algo que es claramente incorrecto o inmoral, el abogado que ayuda a este propsito
tambin hace algo que, prima facie, es moralmente incorrecto o inmoral, a pesar de
que tiene un derecho moralmente justificado a hacerlo. Recurrir, como se hace

12

habitualmente, al derecho de defensa y al sistema adversarial no alcanza para


inmunizar al abogado de la crtica moral (nota).
NOTAS:
Ver, por ejemplo, el art. 20, Cdigo de tica del Colegio Pblico de Abogados de la
Capital Federal.
Adems de los abogados de oficio, los Cdigos de tica suelen imponer obligaciones
de representacin gratuita establecidas por los colegios profesionales. Por ejemplo,
el Cdigo de tica del Colegio de Abogados de la Capital Federal establece en el art.
11 que el abogado "Debe aceptar los nombramientos de oficio o que por sorteo
efecten sus autoridades para asesorar, defender o patrocinar jurdicamente en
forma gratuita a litigantes carentes de suficientes recursos, salvo excusacin
fundada concebida conforme al reglamento respectivo".
Entiendo por aceptacin no solamente aceptar al cliente como tal, sino tambin
hacerlo dispuesto a acompaarlo en su propsito sin restricciones (al menos
relevantes). Puede ocurrir que un abogado acepte a un cliente que quiere realizar
algo incorrecto o inmoral, con el propsito de convencerlo de que no lo haga, o de
"reformarlo". Este caso plantea problemas adicionales, de los que no me ocupar.
Aqu supondr que cuando un abogado acepta un caso es para seguir, en grandes
lneas, el propsito fundamental del cliente.
Entre otras cosas, el abogado no puede renunciar sin tomar precauciones para no
perjudicar al cliente (ver el art. 21, Cdigo de tica del Colegio Pblico de Abogados
de la Capital Federal).
Es importante aclarar que por "propsito inmoral" no me refiero a pretender realizar
un conjunto de acciones con una intencin inmoral, sino a pretender realizar
(conscientemente) un conjunto de acciones que ellas mismas son inmorales
(cualquiera sea la intencin). Debo esta aclaracin a Marcelo Alegre.
Por ejemplo, la regla 1.2.d, Model Rules of Professional Conduct de la American Bar
Association dice que "Un abogado no aconsejar a un cliente o lo representar en
una conducta que el abogado sabe que es delictiva o fraudulenta, aunque el
abogado puede discutir las consecuencias jurdicas de cualquier curso de accin
propuesto con su cliente y puede aconsejar o asistir a un cliente a hacer un
esfuerzo de buena fe de determinar la validez, alcance, significado o aplicacin de
la ley". Ciertamente, uno podra preguntarse si un abogado podra asesorar a un
cliente a llevar a cabo una conducta ilegal pero moralmente justificada (por ej.,
porque el derecho es injusto). Aunque el problema es interesante, simplemente lo
dejo de lado y supongo que el propsito del cliente no es ilegal.
Las razones pragmticas suelen referirse a los costos administrativos de perseguir
ciertas clases de conductas. Las razones de tipo tico-jurdico pueden basarse, por
ejemplo, en evitar una intromisin excesiva del estado en la vida de las personas o
en lograr algn fin moralmente ms importante. Como veremos, las conductas que
me interesa discutir en este artculo caen bajo esta ltima categora.
Por ejemplo, pinsese en un abogado defensor de un acusado de violacin que
(sabiendo fehacientemente de su culpabilidad) solicita una pericia psiquitrica de la
vctima con el objeto de hacer dudar de su cordura o saca a la luz informacin que
puede hacer quedar a la vctima como una "mujer fcil", para hacer dudar al juez o
al jurado de que realmente no haba dado su consentimiento. Richard Wasserstrom
13

menciona el caso de las pericias como un caso en el cual los abogados se


aprovechan de una ley injusta, que permite este tipo de solicitud (cuando no es
permisible respecto de ningn otro delito). Ver Wasserstrom, R., "Lawyers as
Professionals: Some Moral Issues", en Luban, D. (ed.), "The Ethics of Lawyers", New
York University Press, New York, 1994, ps. 6/7.
El trmino "adversarial" (que defino someramente a continuacin) es un anglicismo.
En castellano se suele hablar de "principio acusatorio" (en el derecho penal) y de
"principio de contradiccin" (en el derecho civil), aunque estos trminos no renen
exactamente el significado del trmino "adversarial". Agradezco a Carlos Vliz esta
puntualizacin.
Este punto es realizado lcidamente por David Luban en "The Adversary System
Excuse", en "The Ethics of Lawyers" cit., p. 143.
El sistema adversarial, en un sentido amplio, incluye tambin la actuacin
extrajudicial, como la negociacin. En este mbito, el argumento del principio
adversarial para justificar las conductas de las partes es ms dbil por la ausencia
de un juez imparcial. Para este punto ver Luban, David, "The Adversary System
Excuse" cit., ps. 146/147.
En el caso que nos ocupa (defender jurdicamente un inters) hay obviamente una
excepcin, que se infiere de la propia naturaleza del sistema adversarial: a pesar de
que yo tengo un derecho a defender un inters, la contraparte puede intentar
impedir que yo satisfaga ese inters, pero slo dentro de las reglas del sistema.
Respecto de esta posibilidad sigo, con algunas diferencias, a Jeremy Waldron en su
artculo "The Right to Do Wrong", Ethics, vol. 92, n. 1, 1981. Para un argumento ms
conceptual sobre la posibilidad lgica de tener un derecho de hacer algo incorrecto
ver Enoch, David, "A Right to Violate One's Duty", Law and Philosophy, vol. 21, ns.
4/5, 2002. Es importante que este tipo de derecho (a hacer algo incorrecto) siempre
debe entenderse como un derecho moral. Desde el punto de vista jurdico, acepto
sin cuestionar la idea de que tener un derecho a hacer X implica un permiso para
hacer X.
Debo a Marcelo Ferrante este punto.
Para una discusin acerca de la justificacin del sistema adversarial, que incluye la
presentacin de varios de los argumentos ms habituales, ver Luban, David, "The
Adversary System Excuse" cit.
A lo sumo posee lo que Jonathan Dancy llama una "razn posibilitadora" ("enabling
reason"), pero no una razn a favor ("favouring reason"). Ver Dancy, J. , "Ethics
Without Principles", Oxford University Press, Oxford, 2004, p. 38 y ss.
Waldron, "The Right to Do Wrong" cit., ps. 27/28.
Ver Wertheimer, Alan, "The Equalization of Legal Resources", Ed. Philosophy &
Public Affairs, vol. 17, n. 4, 1988, para la cuestin de la desigualdad entre las partes
en un litigio, y Luban, David, "Lawyers and Justice: An Ethical Study", Princeton
University Press, Princeton, caps. 11 y 12, 1988, para la cuestin del acceso a un
mnimo aceptable de recursos legales.

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Uno podra cuestionar este supuesto de libertad profesional y sostener que existe
un deber moral prima facie de aceptar todos los clientes. No exploro aqu esta
posibilidad que, ciertamente, la visin tradicional que discuto no defiende.
Salvo que quedara sin satisfacerse el derecho del cliente a tener asesoramiento
legal. Ntese que en este caso, adems de justificarse una permisin moral para
aceptar, habra un deber de aceptar. Tratar este punto en la seccin siguiente
(objecin 1).
Ejemplos similares pueden encontrarse en Waldron, "The Right to Do Wrong" cit., p.
21.
Recordemos, adems, que se concede (salvo en casos de patrocinio de oficio o
impuesto) un derecho a no aceptar (ver, por ejemplo, el art. 20, Cdigo de tica del
Colegio Pblico de Abogados de la Capital Federal). Es interesante notar que
respecto de este derecho ocurre algo similar (de signo opuesto) al caso del derecho
de aceptar. Aun concediendo un derecho amplio a no aceptar casos (como el que
concede el art. 20 mencionado), puede haber casos en los cuales sea moralmente
objetable no aceptar. Por ejemplo, puede ser objetable no aceptar un caso de
alguien con un propsito loable o importante, o de una persona sin recursos. Con
todo, las razones morales tendientes a lograr propsitos loables suelen considerarse
ms dbiles que las razones morales tendientes a evitar propsitos objetables.
Utilizo en este prrafo la letra Y para indicar una accin correcta (rechazar un caso
inmoral); antes utilic X para indicar la conducta opuesta, incorrecta (aceptar un
caso inmoral).
El caso es citado con este mismo propsito por Gargarella, Roberto en "A quin
sirve el derecho? La tica profesional del abogado en una sociedad desigual", JA
2009-III-5, p. 34.
No defiendo este argumento consecuencialista. Simplemente digo que es un
argumento posible y no claramente descartable.
Aqu estoy suponiendo que defender perseguidos polticos, indigentes o causas
ambientales es moralmente superior a defender polticos corruptos o empresas
contaminantes. Como siempre, esto es discutible. Nuevamente, el lector puede
reemplazar estos ejemplos por otros.
Agradezco a Marcelo Ferrante este ltimo punto.
Bayles, Michael, "A problem of clean Hands", en M. Davis y F. Elliston (comps.),
"Ethics and the Legal Profession", Ed. Prometheus, Amherst, New York, 1986, ps.
431/432.
En versiones algo diferentes, debo esta crtica a Carlos Vliz y a Marcelo Alegre.
Una objecin de este tipo puede encontrarse en Monroe Freedman, "Personal
Responsibility in a Professional System", en Luban, D., "The Ethics of Lawyers" cit.,
p. 85.
Una posicin diferente de esta objecin es la de Duncan Kennedy, quien tambin
sostiene que no hay que aceptar causas injustas. Sin embargo, l propone que cada
abogado rechace aquellas causas en l considera injustas. Ver Duncan Kennedy,
"The Responsibility of the Lawyers for the Justice of Their Causes", Texas Tech Law
15

Review, vol. 18, 1986, p. 1162. Yo, en cambio, supongo que existe cierto acuerdo
mnimo acerca de la calidad moral de ciertas conductas. Como dije al comienzo,
discuto con quien acepta que hay clientes con propsitos inmorales pero, al mismo
tiempo, rechaza que el abogado que ayuda tenga alguna responsabilidad.
Agradezco los comentarios y crticas de Marcelo Alegre, Marcelo Ferrante, Roberto
Gargarella, Martn Hevia y Carlos Vliz.
Fuente: http://www.lexisnexis.com.ar/Noticias/MostrarNoticiaNew.asp?cod=6858&tipo=2

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