Barthes Apunte de Catedra Rodriguez Montiel

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Rodrguez Montiel Emiliano

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2012
Instancia I
Guion: Roland Barthes y su inscripcin en la Teora Literaria. Paradigma retrico?
Explicacin de cmo es pensado y enseado en la ctedra.
Texto: Roland Barthes fue un flneur solitario que durante toda su vida luch contra los
estereotipos. Si hubo y hay una persistencia, una obstinacin en su produccin terica, esa
es la de nunca rendirse ante los cdigos de la cultura, ante la Ley, ante aquellos
significados que, lejos de promover en el sujeto una actitud liberadora, lo adormecen en el
conformismo subjetivo.
Cmo se inscribe Roland Barthes en la Teora Literaria? O, mejor dicho para ser un poco
ms funcionales a la causa- cmo se circunscribe este autor en la ctedra? Roland Barthes
aqu es abordado desde lo que se a acordado en llamar paradigma retrico. Este modo
de pensar la teora literaria lo pueden encontrar en un texto apunte de la ctedrallamado Ni dioses ni bichos (2006), cuyo autor es la titular de esta ctedra. Ahora bien,
analicemos sus trminos. El concepto de paradigma proviene de las teorizaciones de
Khun. Tomas Khun, historiador y filsofo estadounidense, en el ao 1962 publica La
esctructura de las revoluciones cientficas; all, estudiando la manera de cmo los cientficos
elaboraban sus teoras y realizaban sus experimentos, advirti que el procedimiento
evolutivo de la ciencia no se daba bajo los patrones lineales, normales o consecuentes; sino
que ocurra todo lo contrario: a travs de saltos la ciencia aconteca sus avances
revolucionarios. A este salto, marcador de un quiebre en el conocimiento que obliga(ba)
a los cientficos a cambiar su punto de vista (sus anteojos tericos) Tomas Khun lo llam
paradigma. En este sentido, el concepto de paradigma se define como el acontecer de
un quiebre, cuyo resultado es la construccin de un nuevo anteojo terico para concebir
el objeto de estudio; en nuestro caso, ese objeto de estudio es el objeto literario. Las tesis
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centrales de este paradigma son: (a) revisin de las unidades de texto y autor (b)
explicitacin del carcter discursivo (y por lo tanto retrico, es decir, no cientfico) de
todo objeto de cualquier disciplina y (c) reconocimiento del carcter inestable y autnomo
de la literatura.
Este paradigma, discute con el modelo que ustedes han visto en las primeras clases de esta
materia: el estructuralista. Para que se entienda el cambio paradigmtico que signific
dentro del terreno de la teora la aparicin de la tradicin retrica, tendremos que retomar
brevemente los postulados centrales del estructuralismo, con el contraste quizs- se logre
una mejor comprensin.
El estructuralismo es un proyecto terico que se funda se respalda tericamente- en la
lingstica estructural. El estructuralismo piensa al mundo, a las cosas, a los objetos, a los
textos literarios, al cine, a la ropa, como si fueran una estructura. Todo se termina
condensando, bajo la mirada estructuralista, en una estructura. Ahora bien, qu es una
estructura? O, mejor dicho qu entiende el estructuralismo por estructura?
Esta nocin se define a partir del concepto de signo saussureano. Saussure en su Curso de
lingstica general concibe al signo como una entidad cerrada, cuyos planos (el significante
y el significado) mantienen una correlacin unvoca, indisoluble y arbitraria. La lengua
(langue, objeto de estudio de la lingstica) es definida segn Saussure como un
sistema de signos cuyo sentido (significacin) se alcanza a travs de la relacin que
stos mantienen entre s. A partir de l se comienza a estudiar a la lengua como un
conjunto de elementos solidarios que constituyen una estructura. La estructura es, en
resumen, un sistema de signos (a) autnomo: los signos se relacionan entre s pero siempre
dentro de una misma estructura, las relaciones intertextuales y/o interestructurales con
otras estructuras no tienen lugar bajo este lente terico1; (b) inmanente: relacionado
Si la estructura es un texto literario (por ejemplo una novela) su anlisis no deber responder a la
consigna de la intencionalidad del autor, ni a la que te conduce a recuperar el contexto de
produccin; nada de eso, la lectura estructuralista no puede salirse del texto, trabaja con la escritura
de ste, no con lo que hay afuera.
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ntimamente con el punto anterior, esta caracterstica nos dice que todos los signos
mantienen una relacin de unin inseparable, insoldable, una conexin magntica que no
deja restos: nada queda afuera de la esctructura, todo significa en ella. De ah que se
entienda el objetivo cientfico de los estructuralistas (Propp, Greimas, Jakobson y el mismo
Barthes de los 60): ellos buscan dar cuenta exhaustivamente del sentido de la obra, su
trabajo es analizar todos los rincones de la estructura literaria, nada puede quedar afuera,
todo significa o tiene que significar2. (c) Ahistrico: tiene que ver el carcter autnomo
recin descripto (la Historia, dir Roland Barthes, se haba convertido en ese momento
para los intelectuales en una especie de gran super-yo vaco, a la que se quera y
necesitaba, no digamos negar, pero al menos silenciar provisionalmente. Es la poca
durante la cual escribi los Elementos de semiologa y la Introduccin al Anlisis estructural del
relato). Y (d) Totalidad: sus elementos forman un todo a travs de una relacin de
interdependencia. Este vnculo interdependiente entre los elementos es decisivo ya que la
modificacin de uno de los elementos (signos) modifica tambin a los restantes.
Ahora bien, la pregunta que hay que hacerse ahora es por qu el estructuralismo se
respald tericamente en una ciencia como la lingstica. La respuesta es simple: la
lingstica tena y tiene todo lo que los estructuralistas queran: (a) un objeto de estudio
universal; (b) un mtodo homogneo y (c) un acuerdo unnime en los principios bsicos
de los especialistas. La lingstica era una ciencia y lo que los estructuralistas queran
hacer de la teora literaria era justamente eso: un proyecto que consolide a esta
disciplina como una ciencia. No obstante, y aqu ya nos adentramos a nuestro paradigma
de hoy, este proyecto de consolidacin cientfica de la teora literaria comienza a ser
mirado con desconfianza. Podramos decir que la preocupacin compartida por los
autores que se incluyen dentro de este paradigma (que son, en nuestro caso, solamente
El anlisis estructural es eso: la bsqueda de un sentido, la esperanza de encontrar el tesoro la
verdad- de la obra. Por eso en el ensayo de Roland Barthes (1968) El efecto de lo real, lo que el
francs hace all es llamarles la atencin a los estructuralistas; les dice: ojo, se estn olvidando de
algo, se estn olvidando del detalle intil, de lo que aparentemente no significa nada pero que sin
embargo significa mucho ya que ese signo que para ustedes es slo un relleno es aquel que le da el
efecto de verosimilitud, el efecto de realidad al relato.
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dos: M. Blanchot y R. Barthes) est vinculada a la duda respecto de los alcances de


cientificidad del modelo estructuralista para dar cuenta de un objeto como el texto
literario.
Instancia II
Guin: (a) Roland Barthes y el paradigma retrico. Delimitacin/presentacin del objeto a
ser enseado: Roland Barthes y una posible Teora sobre la lectura. (b) Abordaje de
los resultados de la adscripcin en investigacin: Anlisis de S/Z.
Texto: Ahora bien, por qu se lo incluye a R. Barthes en esta tradicin? O, mejor dicho:
en qu etapa de su produccin terica nosotros podemos reconocer esta desconfianza
al modelo cientificista? La respuesta es, sin duda, en la etapa de los aos 70. Roland
Barthes, lo sabemos, es un autor que se puede pensar a partir de fases: l mismo describe
su produccin terica en Roland Barthes por Roland Barthes (1975) a partir de esta nocin.
Tenemos la fase gideana (una etapa de pre-escritura, en la que todava no escribe, es la
etapa de las ganas de escribir, es el momento en el que l se encuentra internado por su
tuberculosis, un largo momento de tedio y espera en el que comienza a escribir sus
primeros ensayos que luego se convertiran en El grado cero de la escritura); su fase de
mitologa social (una etapa explcitamente de lucha contra los estereotipos de la cultura,
es el momento en el que l escribe El grado cero de la escritura y Mitologas; una etapa
Nietzscheana y Marxista, y tambin a Brecht), la etapa saussureana (la etapa cientificista,
estructural, la que hablbamos recin, la de la pasin por los signos, el tiempo de
Elementos de Semiologa y de Sistema de la moda; la fase que luego iba a ser abjurada y
abandonada) y la de los 70, la etapa textual, la que marca un quiebre en relacin a la etapa
anterior, el momento en el que l, podramos decir, renuncia al paradigma lingusticista y
se inscribe en la tradicin retrica. Es un perodo que Hugo Echague denomin: {Texto,
escritura y placer}: bajo la impronta de Lacan y de Derrida, abarca S/Z (1970); El placer del
texto (1973); Fragmentos de un discurso amoroso (1977) y, en su lmite, la Leccin inaugural
(1978).

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Nosotros nos vamos a detener en los dos primeros textos: S/Z y El placer del texto. Por
qu? Porque all se encuentran los postulados principales que me ayudaron a m a pensar
en lo que fue mi objeto de investigacin: la teora sobre la lectura. Qu es, pues, esta
Teora sobre la lectura? O A qu yo llamo Teora sobre la lectura en Roland Barthes?
Podramos decir que se trata de una serie de postulados, un conjunto de palabras, que
responden a un mismo proyecto: el de definir qu es lectura y qu es lector.

Estos

postulados, como dijimos, los encontramos principalmente no nicamente- en S/Z y El


placer del texto. Ahora bien, si he elegido abordar analticamente los conceptos de lectura y
de lector, este delineamiento del corpus barthesiano no me proteger de instaurar un
recorrido que recupere dos de las categoras principales de su elaboracin, a saber: su
concepto de escritura (construido inicialmente en El grado cero de la escritura (1953) pero
redefinido en su produccin posterior); y su concepto de texto, una categora cuya etapa
de elaboracin abarca toda la produccin de Barthes de los aos 70, pero que podramos
situarla inicialmente en S/Z (1970), encontrando su definicin ltima y ms sustancial un
ao despus, en un artculo llamado De la obra al texto (1971). Si buscamos una
comprensin profunda de lo que Roland Barthes edific en torno a su categora de
lectura, tendremos que indagar por estos dos conceptos fundamentales.
Preparado el terreno vayamos a los textos. Es el momento de S/Z. En este texto se
encuentra edificada una teora del Texto o, ms precisamente, el delineamiento de una
disyuncin ya clebre: el par Obra/Texto. Qu ocurre en S/Z? Aparece un concepto nuevo:
el de texto. Este concepto viene a oponerse a la concepcin que el proyecto
estructuralista -el paradigma linguisticista- tiene sobre la obra literaria. Ahora bien, antes
de estudiar el concepto de texto, que es el que nos importa, tenemos que necesariamente
abordar el concepto de obra, ya que el primero podramos decir, como si uno fuera la
contestacin del otro- no se explica sin el segundo.
El concepto de obra soporta las cualidades con las que el estructuralismo ha pensado
al texto literario: completud, coherencia, orden, comunicabilidad. Su funcionamiento se ve
regulado por el modelo del signo lingstico saussureano, es decir, la correspondencia
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unvoca, indisoluble, cerrada y arbitraria entre un significante y un significado. La idea de


estructura (que no es otra que la idea de un sistema cerrado en lo que todo est
controlado) define, podramos decir, la idea de obra. El plural de sta se lo piensa como
limitado, moderado, finito, parsimonioso; ya que por ms que los sentidos de la obra estn
dispersos, stos estn organizados bajo una moral del recto sentido (bajo una cierta moral
de la verdad). La obra, entonces, al estar organizada de tal manera, no permite que el
sentido se disperse, sino todo lo contrario: el sentido se rene en crculo alrededor de un
centro, un foco, una custodia, una luz de la verdad. La obra, en resumen, sera aquella que
est entregada a ley del Significado, producto de su organizacin centralizada, propia del
discurso cientfico. Aqu nos detenemos porque lo que se est planteando es el problema
del sentido. Este problema es capital para entender la etapa textual en Roland Barthes,
ya que el problema del sentido (si es limitado, si es ilimitado, si es finito, si es infinito) ser
el encargado de marcar, en cierto modo, la diferencia -y el quiebre- entre el paradigma
linguisticista y el retrico. Si en el primer caso se intenta reducir el sentido a una estructura,
en el segundo se acepta la imposibilidad de fijarlo. Podramos decir que es en Crtica y
verdad, un texto publicado en 1966, en donde se empieza a tejer la redefinicin del
concepto de obra y con ello la fundacin de lo que luego se llamara teora del texto. No
obstante, ser en S/Z -un texto publicado cuatro aos ms tarde- en donde la lnea de la
teora del texto adquirir su mximo desarrollo. Es el momento en el que aparece el
intertexto de Lacan -como as tambin el de Derrida- en la escritura de S/Z. Gracias a los
aportes tericos de Lacan, el cual reformula el concepto de signo saussureano y con ello la
concepcin que de lenguaje se tena hasta entonces, Barthes podr redefinir su manera de
pensar la obra literaria. Podramos pensar el siguiente apotegma: si la idea de lenguaje
cambia, la idea de obra tambin lo har. Veamos esto brevemente. Habamos dicho que
Saussure define al signo como una entidad cerrada, cuya unin entre el significado y el
significante es de carcter indisoluble. Lacan, en un escrito llamado la instancia de la letra
en el inconsciente o la razn desde Freud, vendr a destruir el signo saussureano. Los
trminos se invertirn, el significado pasar a ocupar el lugar inferior, mientras que el

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significante pasar a ocupar el lugar superior. Desaparecer el paralelismo y se generar


una primaca del significante. Adems, desaparecer la elipse que garantizaba la unidad
del signo y la correspondencia unvoca entre uno y otro que Saussure llamaba
significacin. Ahora bien, qu significa que el signo ya no sea una entidad cerrada, que
sus paralelismos y su consecuente biunivocidad hayan desaparecido? Significa que la
armona preestablecida que reinaba en el estructuralismo (con el concepto de estructura)
entrar en crisis y se generar una discordancia, un desequilibrio, entre ambos planos del
signo. A partir de Lacan el significante implica que no hay nunca una significacin
completa. La obra ya no podr ser concebida inmanentemente. Esta disimetra
fundamental acabar con el plural limitado, moderado, parsimonioso, y dar lugar a la
pluralidad infinita de sentidos. Roland Barthes sentencia muy bien este quiebre de
paradigma:
Interpretar un texto no es darle un sentido (ms o menos fundado, ms o menos libre),
sino por el contrario apreciar el plural de que est hecho. (BARTHES, R. 1970:3)3
Entonces, preguntmonos qu es, bsicamente, el texto? El texto es una red, cuya
estructura no presenta ni fin ni centro. Se enmarca dentro del orden del significante, no del
significado. Su pluralidad es ilimitada, infinita, sus sentidos se dispersan por todo el
sistema literario, rompiendo as toda ley de clasificacin y logrando sobrepasar los lmites
que la obra literaria, al estar cercada por las reglas del discurso cientfico, no puede. El
texto no intenta fundar verdades y se erige en contra de la Ciencia. En resumen, la
verdad que se intentaba instituir en el anlisis estructural (a travs del encuentro del
sentido singular) ya no podr llevarse a cabo porque la obra perder aquella organizacin
centralizada que le otorgaba cierta armona y equilibrio en el sistema. La obra de ahora en
ms se dispondr a la apertura, al sentido plural. Ya no habr un centro, una totalidad
(una conclusividad de la obra), sino una pura pluralidad, una pura fragmentacin.
Ahora bien, esta disyuncin entre obra y texto que, como vimos, empez a construirse en
Crtica y Verdad (1966) y se desarroll plenamente en S/Z (1970), culminar con el artculo
3

En S/Z (1970), Mxico. Ed. Siglo XXI. 1987.


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De la obra al texto (1971). No nos detendremos en este ensayo para abordar ms


exhaustivamente este par opositivo, simplemente quiero remarcar esta lnea terica para
que ustedes, al ir al texto, tengan una mejor orientacin.
Volvamos ahora a S/Z. Barthes en S/Z postular dos tipos de textos: los textos legibles y los
textos escribibles. En toda la obra de Barthes podemos rastrear oposiciones categoriales:
lengua-estilo/escritura; ecrivant/ecrivain; obra/texto; placer/goce; texto legible/texto escribible. Los
primeros, bsicamente, son aquellos que no permiten la rescritura, es decir, toda la
literatura hasta la fecha. Todos los textos que ustedes han ledo, que yo he ledo, son textos
legibles por qu? porque ya han sido escritos, es decir, ya han sido cortados, detenidos,
plastificados por el sistema de la escritura. Los segundos, esencialmente, son aquellos que
permiten escribir, que no han dejado que el trabajo del escritor (cuya seleccin y recorte
del lenguaje desfunda y responde siempre a una ideologa) frene el continuo torrente de
las palabras. Aqu se hacen presentes las nociones de diseminacin de Derrida y de
metonimia de Lacan. Los textos escribibles seran aquellos que mantienen el curso infinito
del lenguaje, que jams optan por que el sistema de la escritura les delimite un horizonte.
Barthes dir:
El texto escribible somos nosotros en el momento de escribir, antes de que el juego infinito del
mundo () sea atravesado, cortado, detenido, plastificado, por algn sistema singular
(Ideologa, Gnero, Crtica) que ceda en lo referente a la pluralidad de entradas, la
apertura de las redes, el infinito de los lenguajes. Lo escribible es lo novelesco sin la
novela, la poesa sin el poema, el ensayo sin la disertacin, la escritura sin el estilo, la
produccin sin el producto, la estructuracin sin la estructura4
Los textos escribibles, no obstante, no existen an. Podemos entrever aqu ya una relacin
intrnseca entre el concepto de texto y de escritura: los textos se definen por la posibilidad
o no de sta. Ahora bien, Barthes se pregunta: Qu hacer con los textos legibles?
Postulando una respuesta Barthes es contundente:
Es necesaria () una operacin consiguiente a la evaluacin que ha clasificado en un
principio los textos, pero ms precisa que ella, basada en la apreciacin de una cierta
4

p. cit. Pg. 2.
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cantidad, de ms o menos que puede movilizar cada texto. Esta nueva operacin es la
interpretacin. Interpretar un texto no es darle un sentido (ms o menos fundado, ms o
menos libre), sino por el contrario apreciar el plural del que est hecho5
En efecto, el texto, al no pensarse ya como una estructura de significados (es decir,
desde el paradigma lingusticista) sino como una galaxia de significantes como expusimos
anteriormente- ya no puede concebirse como un guardin del sentido nico; entramos en
el paradigma retrico, en la imposibilidad de fijar el sentido del texto. ste deja de ser un
producto (una obra) para pensarse a partir de la nocin de productividad. Y en este
sentido, Barthes postular: La textura plural o demonaca que opone el Texto a la obra
puede llevar consigo retoques profundos de la lectura. Nos acercamos a uno de los
postulados ms importantes en relacin a mi objeto de investigacin, que es la teora sobre
la lectura. Ciertamente, la lectura muda sus ropas para convertirse en una aventura por el
significante. El lector, hasta el momento el hermano mudo del escritor (hipcrita lector,
mi semejante, mi hermano), aquel que slo poda ingresar y salir del texto como un
invitado y no como un propietario (es decir, se le tena prohibido construir su lectura,
apropiarse del texto, era un inquilino, no poda refaccionar el lugar que habitaba),
renuncia a tal condicin de usufructuario para dejarse fluir en la metonimia, en el torrente
incesante de las palabras. Ya no hay hilo de Ariadna para la fundacin de una Verdad,
sino que el lector, para encontrar sus sentidos dentro del texto (su verdad ldica) tiene que
trabajar: encontrar, nombrar, renombrar, pasar, atravesar, articular, olvidar. La lectura se
convierte en un trabajo del lenguaje. Al texto se lo produce, se lo escribe: Escribo mi
lectura dir Barthes. La lectura, en este sentido, se convierte en una buena conductora
del Deseo de escribir. De ah que a partir de estas imbricaciones entendamos la finalidad
del proyecto terico de Roland Barthes en S/Z, un proyecto que se podra describir como la
construccin de un nuevo campo de abordaje terico-crtico que entiende (identifica) a la
escritura y a la lectura bajo un mismo nivel:
De hecho, lo que trat de hacer en S/Z, es una identificacin de las nociones de escritura y
lectura: quise `aplastarlas` una contra la otra. No soy el nico, es un tema que circula en
5

p. cit. Pg. 3.
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toda la vanguardia actual. Una vez ms, el problema no es pasar de la escritura a la


lectura, o de la literatura a la lectura, o del autor al lector: el problema, como se ha dicho,
es un problema de cambio de objeto, de cambio de nivel de percepcin: la escritura y la
lectura deben concebirse, trabajarse, definirse, redefinirse juntas. Porque si se contina
separndolas (y eso a menudo es muy insidioso, muy prfido, constantemente nos llevan
hacia una separacin de la escritura y la lectura), qu ocurre? En ese momento se produce
una teora de la literatura que si asla la lectura de la escritura jams podr ser ms que
una teora de orden sociolgico o fenomenolgico, segn la cual la lectura ser siempre
definida como una proyeccin de la escritura y el lector como un hermano mudo y
pobre del escritor6

Instancia III
Guin: (a) Abordaje de los resultados de la adscripcin en investigacin: Anlisis de El
placer del texto (1973).
Texto: Para finalizar voy a recuperar mi estudio sobre El placer del texto. Como dijimos,
dos fueron los textos en los que yo pude constatar principalmente la construccin de una
teora sobre la lectura barthesiana. Para empezar digamos que El placer del texto es un texto
rarsimo y a la vez muy hermoso. Corren los aos 70 y Barthes continua inmerso en la
esfera de la textualidad pero ahora decidido a pensar el texto a partir de una reflexin
terica sobre el placer. Por qu introduce tal nocin a su proyecto terico? Qu
implicancias tiene tal irrupcin? Cmo debemos pensar esta categora? En una entrevista
concedida en 1972 Barthes ensaya una respuesta:
Yo quera simplemente hacer una reivindicacin, aunque toda la modernidad lo hace
dese Blanchot, a favor de discursos esencialmente reflexivos y que insinan, imitan, el
carcter infinito del lenguaje, no se cierran jams sobre la demostracin de un significado.
Tratando de traer a la luz del da una reflexin sobre el erotismo de la lectura, no hago
ms que oponerme al discurso dogmtico () El discurso dogmtico se apoya sobre un
significado. Tiende a valorizar el lenguaje por la existencia de un significado ltimo: de all
vienen las relaciones bien conocidas entre el discurso dogmtico y el discurso teolgico.
Ese significado toma a menudo la figura de una Causa: poltica, tica, religiosa. Pero a
partir del momento en que el discurso () acepta detenerse en ese tope de un significado,
entonces se convierte en dogmtico (...) Todo es lenguaje, o ms precisamente, el lenguaje
est por todos lados. Atraviesa lo real; no existe realidad sin lenguaje () La nica
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En El grano de la voz. Entrevistas 1962 1980 (1981). Buenos Aires, Siglo XXI, 2005. Pg. 121.
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subversin posible en materia de lenguaje es desplazar las cosas. La cultura burguesa


est en nosotros: en nuestra sintaxis, en nuestra manera en que hablamos, tal vez en una
parte de nuestro placer. No podemos entrar en el no discurso porque el no discurso no
existe () el nico combate que queda no es franco, sino la mayora de las veces ahogado,
insidioso. No siempre es triunfante, pero debe tratar de desplazar los lenguajes. Se trata de
crear con el lenguaje burgus sus figuras de retrica, sus maneras sintcticas, sus valores
de palabras, una nueva tipologa en el lenguaje: un espacio nuevo donde el sujeto de la
escritura y el de la lectura no tienen exactamente el mismo lugar. se es todo el trabajo
de la modernidad.7
De lo que se trata, entonces, es de sustituir el crculo (religioso, dogmtico, cientfico) por
el espiral (dialctico, retrico). Volvemos al paradigma retrico. Todo el proyecto terico de
Roland Barthes se puede pensar a partir de esta intencionalidad porque -como vimos
anteriormente- el texto irrumpe en S/Z para desplazar la categora vigente de obra y,
ahora, con la aparicin de la categora placer, el plan de El Placer del texto pareciera
responder al mismo propsito: esta nocin vino para desplazar en el terreno de la lectura
el crculo religioso del estereotipo. Ahora bien, preguntmonos: Quin es el encargado de
llevar a cabo tal desplazamiento? Quin tiene el poder para ejercer tal subversin en el
mbito textual? Quin es aquel hroe que se anima a combatir contra los conformismos
subjetivos, los estereotipos y/o el discurso dogmtico? Aquel hroe, dice Barthes, no es
otro que el lector del texto:
Ficcin de un individuo () que abolira en s mismo las barreras, las clases, las
exclusiones, no por sincretismo sino por simple desembarazo de ese viejo espectro: la
contradiccin lgica; que mezclara todos los lenguajes aunque fuesen considerados
incompatibles; que soportara mudo todas las acusaciones del ilogicismo, de infidelidad;
que permanecera impasible delante de la irona socrtica () Este hombre sera la
abyeccin de nuestra sociedad: los tribunales, la escuela, el manicomio, la conversacin
haran de l un extranjero: quin sera capaz de soportar la contradiccin sin vergenza?
Sin embargo este contra-hroe existe: es el lector del texto en el momento en que toma su
placer.8
El lector en su lectura se erige en contra de sus cdigos culturales, de todos los discursos
que desde su aparicin en el mundo rigen su lgica. Este escenario de lucha contra los
7
8

En El grano de la voz. Entrevistas 1962 1980 (1981). Buenos Aires, Siglo XXI, 2005. Pgs. 139.
En El placer del texto (1973). Buenos Aires, Siglo XXI. 1986. Pg. 10.
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conformismos subjetivos Roland Barthes lo llamar texto de goce. Como no poda ser de
otra manera, a este concepto se le opondr otro: el texto de placer. Juntos conformarn
una de las parejas categoriales ms importantes de la teora barthesiana.
Con todo, este binomio conceptual podemos entreverlo ya en un temprano ensayo de 1972
llamado Por una teora de la lectura en el que Barthes postula la existencia de lecturas
muertas y lecturas vivas:
hay lecturas muertas (sujetas a los estereotipos, a las repeticiones mentales, a las
consignas) y hay lecturas vivas (que producen un texto interior, semejante a una
escritura virtual del lector). Ahora bien, esa lectura viva, durante la cual el sujeto cree
emocionalmente en lo que lee al tiempo que conoce su irrealidad, es una lectura escindida;
implica siempre, en mi opinin, la escisin del sujeto de la que hablaba Freud; est fundada
en una lgica muy distinta de la del Cogito; y si recordamos que para Freud la escisin del
yo se liga fatalmente a las diferentes formas de la perversin, tendremos que aceptar que
la lectura viva es una actividad perversa, y que la lectura es siempre inmoral.9
Vayamos de a poco. Lecturas muertas: sujetas a los estereotipos; lecturas vivas: fundadas en
una lgica diferente a la de la conciencia; esta pareja, al igual que la operacin en S/Z sobre
los textos legibles, se funda en un valor. Esto es relevante porque esta vara mtrica
(edificada en el terreno movedizo del placer) se aleja de la vara circular del discurso
cientfico.
Ahora bien, como dijimos, este binomio se desarrollar con ms exhaustividad en El placer
del texto (1973), gestando uno de los pares categoriales ms importantes de la teora
barthesiana. Definmoslos brevemente:
Texto de placer: el que contenta, colma, da euforia; proviene de la cultura, no rompe con
ella y est ligado a una prctica confortable de la lectura. Texto de goce: el que pone en
estado de prdida, desacomoda (tal vez incluso hasta una forma de aburrimiento), hace
vacilar los fundamentos histricos, culturales, psicolgicos del lector, la congruencia de
sus gustos, de sus valores y de sus recuerdos, pone en crisis su relacin con el lenguaje.10
El texto de placer conlleva una lectura muerta, porque all el lector no lucha contra los
cdigos de la cultura sino que los reivindica. En cambio, en el texto de goce se genera
9

En Variaciones sobre la escritura (1994). Buenos Aires, Paids. Pgs. 83-85.


En El placer del texto (1973). Buenos Aires, Siglo XXI. 1986. Pg. 25.

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una lectura viva, porque all se acomete, como sealamos antes, contra el crculo religioso
del dogma cultural. Ejemplifiquemos esta cuestin con la propia experiencia lectora del
autor francs:

leo a lo largo de las noches a Zola, a Proust, a Verne, Montecristo, las Memorias de un
turista, e incluso a veces a Julien Green. ste es mi placer pero no mi goce. Mi goce slo
puede llegar con lo nuevo absoluto pues slo lo nuevo trastorna (enferma) la conciencia
(ocurre esto fcilmente?, no lo creo; nueve veces sobre diez lo nuevo no es ms que el
estereotipo de la novedad)11.
An as, esta disyuncin entre placer y goce debe entenderse solamente en trminos
operativos, Barthes plantea al placer del texto como un juego de ir y venir entre la
plenitud y la prdida, construyendo de este modo un lector escindido, anacrnico y
perverso.

En resumen: el texto de placer es la satisfaccin (el placer est unido a la consistencia del
yo, se asegura los valores de plenitud, relajamiento y comodidad; representa todo el
campo de la lectura de los clsicos) y el texto de goce la desaparicin (es atpico, asocial:
el goce es el sistema de lectura, o de enunciacin, a travs del cual el sujeto, en lugar de
constituir, se pierde, vive esa experiencia de gasto que es el goce). En relacin a este
ltimo, se lo puede pensar a partir de dos niveles: (a) nivel psicoanaltico: la lectura se
vuelve una forma de perversin, capaz de levantar en uno mismo cualquier tipo de
censura. Y, a raz de esto, la lectura puede pensarse como un acontecimiento de felicidad:

Ahora [con El placer del texto] irrumpen en escena categoras nuevas: la ms importante
asociada a la lectura es la de perversin. La perversin es la bsqueda de un placer que
no est neutralizado por una finalidad social o de la especie. Es, por ejemplo, el placer
amoroso que no est contabilizado con vistas a una procreacin. Es el orden de los goces
que se ejercen sin ningn fin. El tema del derroche () Y en la medida en que,
psicoanalticamente, la perversin es desprendida de la neurosis, el pensamiento
freudiano pone el acento sobre el hecho de que el perverso es, en suma, alguien feliz (El
grano p. 240). Si retomamos entonces el tema del axioma 2 [leer correctamente es
11

p. Cit. Pg. 66.


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respetar el sentido del texto], diremos que la lectura, en tanto prctica perversa,
acrecienta el placer la felicidad- en la medida en que distorsiona y altera la funcin el
sentido- del rgano el texto-.12.
Por otro lado, el texto de goce habilita a pensarse desde otro orden: (b) nivel
fenomenolgico: la lectura se piensa como una epoch, es decir, una detencin de todos los
valores admitidos [Lo neutro]. El lector entra en una suspensin del juicio que genera la
puesta en parntesis de su yo emprico (natural). La lectura se convierte, de esta forma,
en un arma de combate contra los conformismos subjetivos:
Lo notable, en primer lugar, es la amplitud conceptual que le atribuye. En efecto, confiere
al placer una virtud equivalente a la epoch fenomenolgica. El placer compete entonces,
ante todo, al campo metodolgico, corresponde a la suspensin, la puesta entre parntesis
del yo emprico: el placer es lo que suspende en el sujeto su yo natural, y el ethos del
placer es mtodo subjetivo de conocimiento y existencia. El libro comienza y termina con
ese tema: No decir jams lo suficiente, la fuerza de suspensin del placer: es una verdadera
epoch, una detencin que inmoviliza a lo lejos todos los valores admitidos (admitidos por
uno mismo). El placer es un neutro: la forma ms perversa de lo demonaco, dice el
antepenltimo fragmento. El placer, como se ve, no es un relajamiento: es una detencin,
no es un abandono, es una fuerza. No es una comodidad, una complacencia; es, al
contrario, una fuerza y una detencin, que combate los conformismos subjetivos13.
Sea desde el nivel que sea, lo cierto es que estas dos hiptesis acuerdan en un punto: el
lector, al entrar en el goce de su lectura, sobrepasa las barreras que los cdigos de su
cultura le imponen. Se erige como hroe, vuelve espiral el crculo dogmtico y lucha con la
fuerza de su detencin contra los estereotipos. Estos postulados desembocarn en la
conviccin ms importante de este apartado, quizs la ms relevante de la investigacin:
Ahora bien, tengo la conviccin de que una teora de la lectura (esa lectura que siempre
ha sido la pariente pobre de la creacin literaria) es absolutamente tributaria de una teora
de la escritura: leer es rencontrar en el nivel del cuerpo y no de la conciencia cmo ha sido
escrito eso: es ponerse en la produccin, no en el producto; se puede iniciar ese movimiento
de coincidencia, sea de una manera clsica, reviviendo con placer la potica de la obra, sea
de una manera ms moderna, levantando en uno mismo cualquier tipo de censura y
dejando ir el texto hacia todos sus desbordes semnticos y simblicos; en ese punto, leer es
12
13

En DE DIEGO, Jos Luis (1993) Roland Barthes. Una babel feliz, Buenos Aires, Almagesto, 1993. Pg. 60.
En MARTY, ric. Roland Barthes, el oficio de escribir. Buenos Aires, Manantial, 2007. Pg. 138.
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verdaderamente escribir: escribo o reescribo- el texto que leo, mejor y ms lejos de lo que
su autor lo ha hecho14.
Al levantar las censuras que nos sujetan escribimos el texto que leemos, pero no en la
escripcin (es decir, el modo de existencia de lo escrito), sino en el cuerpo. La lectura, y con
ello la escritura, no se detiene en lo escrito (como ocurra en S/Z) sino en el cuerpo con
deseos del lector.

14

En El grano de la voz. Entrevistas 1962 1980 (1981). Buenos Aires, Siglo XXI, 2005. Pgs. 164.
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