Los Proscritos y Los Desterrados (2) - La Tormenta de La Bruja - James Clemens
Los Proscritos y Los Desterrados (2) - La Tormenta de La Bruja - James Clemens
Los Proscritos y Los Desterrados (2) - La Tormenta de La Bruja - James Clemens
La tormenta de la bruja
~1 ~
James Clemens
La tormenta de la bruja
JAMES CLEMENS
LA
TORMENTA
DE LA
BRUJA
2 LOS PROSCRITOS Y LOS DESTERRADOS
~2 ~
James Clemens
La tormenta de la bruja
~3 ~
James Clemens
La tormenta de la bruja
NDICE
ARGUMENTO.............................................................................6
PREFACIO................................................................................7
PREFACIO
PROSCRIPTUM AL PREFACIO..........................................10
PREFACIO
LIBRO PRIMERO. CAMINOS SINIESTROS......................15
SINIESTROS
Captulo 1...............................................................................16
1
Captulo 2...............................................................................31
2
Captulo 3...............................................................................46
3
Captulo 4...............................................................................56
4
Captulo 5...............................................................................70
5
Captulo 6...............................................................................80
6
Captulo 7...............................................................................94
7
Captulo 8.............................................................................107
8
Captulo 9.............................................................................118
9
Captulo 10...........................................................................132
10
LIBRO SEGUNDO. MARES Y BRUMAS.........................145
BRUMAS
Captulo 11...........................................................................146
11
Captulo 12...........................................................................166
12
Captulo 13...........................................................................183
13
LIBRO TERCERO. SHADOWBROOK..............................199
SHADOWBROOK
Captulo 14...........................................................................200
14
Captulo 15...........................................................................215
15
Captulo 16...........................................................................234
16
Captulo 17...........................................................................255
17
Captulo 18...........................................................................274
18
Captulo 19...........................................................................290
19
Captulo 20...........................................................................313
20
LIBRO CUARTO. EL RUGIDO DEL DRAGN..............330
DRAGN
Captulo 21...........................................................................331
21
Captulo 22...........................................................................349
22
Captulo 23...........................................................................369
23
~4 ~
James Clemens
La tormenta de la bruja
Captulo 24...........................................................................385
24
LIBRO QUINTO. LA BRUJA DE LOS PANTANOS........399
PANTANOS
Captulo 25...........................................................................400
25
Captulo 26...........................................................................413
26
Captulo 27...........................................................................433
27
Captulo 28...........................................................................459
28
Captulo 29...........................................................................479
29
Captulo 30...........................................................................497
30
Agradecimientos.................................................................505
Agradecimientos
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ARGUMENTO
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PREFACIO
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PROSCRIPTUM AL PREFACIO
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As empez el mundo: ungido con fuego y acosado por el batir de las alas de los
dragones.
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amoratados del invierno el valor para escribir de nuevo. Esta estacin me permite
proseguir con su historia.
No es la misma que la del comienzo del viaje.
Escuchad... os los chasquidos del hielo al romperse en los pasos de las montaas
mientras la primavera se libera por fin del abrazo del invierno en las cimas de la
Dentellada y se abre paso por los valles? Od los lamentos y los quejidos de los
hielos: son como truenos que anuncian el inicio del viaje.
Y como todos los viajes, propicios o funestos, ste tambin se iniciar con un
paso...
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LIBRO PRIMERO
CAMINOS SINIESTROS
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Captulo 1
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cortaba un dedo con un saliente de roca que no haba visto? En un intento por re cobrar la dignidad perdida, Elena se restreg la palma de la mano en los pantalones
grises que llevaba, pero lo nico que encontr ah fue una mancha hmeda en el
trasero.
Los dems hace tiempo que esperan coment Erril tras adelantarla mientras
se encaminaban hacia los trescientos escalones que conducan al paso donde los otros
compaeros estaban reunidos. Seguro que incluso el lobo ya ha regresado.
Aprovechando su aspecto de lobo, Fardale haba partido al amanecer para
examinar las pistas que conducan a los valles lejanos. Entretanto, Neelahn y Meric
se haban encargado de herrar los caballos y preparar el carromato, mientras Tolchuk
y Mogweed cargaban y hacan acopio de las provisiones. Slo Kral continuaba atrs,
despidindose de su clan de las montaas.
Para cruzar el paso con la cada de la noche dijo Erril mientras ascenda,
tenemos que irnos pronto. As que mejor que te concentres ms en el camino y menos
en las nubes.
Como si fuera una burla a lo que acababa de decir, un trozo de hielo traicion el
paso de Erril. El caballero extendi su nico brazo con destreza y tuvo que saltar dos
escalones para conservar el equilibrio. A continuacin, se volvi hacia ella con una
expresin sombra.
Ir con cuidado por donde piso asever Elena mientras bajaba lentamente la
vista al suelo, incapaz de disimular su sonrisa.
Erril mascull algo en voz baja y prosigui hacia adelante.
Ambos ascendieron los restantes escalones con cuidado y en silencio. Elena se dijo
que el pensamiento de ambos giraba en torno a lo mismo: el camino que se abra ante
ellos, el largo trecho que los aguardaba a travs de las tierras de Alasea para alcanzar
la ciudad perdida de Aloa Glen. En algn lugar de aquella ciudad sumergida se
encontraba el Diario Ensangrentado, que Erril haba escondido siglos atrs y del que
se deca que contena la clave para la salvacin de las tierras frente a la corrupcin del
Seor de Gulgotha. La cuestin era si ellos, un grupo de viajeros procedentes de
tierras distintas y con motivos diferentes para emprender aquel camino, lograran
llegar hasta all.
En el transcurso de las ltimas semanas, ajetreadas por los preparativos, los planes
y el acopio de vveres, cada uno de los miembros del grupo haba sentido una mezcla
de alivio por estar por fin en camino y de temor ante la perspectiva de abandonar la
seguridad de aquellos pasos helados. Un silencio denso, como aquel en el que
estaban sumidos, pesaba sobre los hombros de todos excepto de...
Eeo!
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los ojos del hombre las montaas. Creo saber lo que alimenta ese deseo apresurado
que tienes para que nos vayamos.
Veamos, hombre de los llanos, y, qu es, segn t? Kral frunci el entrecejo
levemente mientras la alegra que llevaba prendida en los labios se converta en un
mohn.
Cuando nos conocimos en la taberna de Winterfell repuso Erril, hablaste de
un presagio que auguraba calamidades para tu pueblo con mi llegada. Kral apart
la mirada. Pareca concentrado en el hielo roto que cubra la escalera. Erril prosigui
: No es el viaje lo que te alegra el corazn, es simplemente el alivio al ver que me
alejo de tus gentes y que tu clan todava sobrevive.
Tus palabras me avergenzan musit Kral, mirando hacia la piedra fra.
No lo pretenda. Adems, ste no es el motivo por el cual te he hecho parar aqu.
Y entonces para qu? pregunt Kral con amargura.
Para agradecerte una cosa. Erril se acerc al hombre de las montaas y lo
cogi por el hombro mientras los ojos de Kral se abran con sorpresa. Ya te he dado
las gracias por tu proteccin y por curarme del veneno de los goblins, pero jams te
he agradecido el riesgo que tu tribu corri al acogerme. T conocas la profeca y, aun
as, me aceptaste en tu hogar.
No tienes nada que agradecernos balbuce Kral. No tenamos otra opcin.
Nos debemos a la Roca y no nos amedrentamos ante nuestro deber o su carga
proftica.
Aun as, estoy en deuda contigo. Erril apret por ltima vez el hombro de
Kral y se volvi para reemprender la ascensin hacia el Paso de los Espritus.
Tambin la gente del llano sabe qu es el honor.
Elena sigui a Erril, no sin antes advertir una mirada de respeto en los ojos del
hombre de las montaas.
A medida que ascendan hacia el paso, Erril empez a cojear ligeramente sobre su
pierna derecha; era evidente que el ejercicio afectaba el hueso que el otoo anterior
haba sufrido el ataque del goblin. El veneno de la daga haba convertido al caballero
Standi, el hombre de las llanuras, en una figura esculida. A pesar de que haba
recuperado la musculatura y la forma fsica, todava persistan las huellas de las
heridas, en especial, al hacer ejercicio. Erril no era el nico miembro herido del
grupo. En el transcurso de su primer enfrentamiento con el Seor de las Tinieblas,
todos haban sufrido daos, si bien stos no siempre eran visibles. A cuntas otras
batallas tendran que enfrentarse antes de que el grupo llegara a la ciudad perdida?
Erril lleg a lo alto del camino y se detuvo. Tena la mirada clavada en el paso
abierto.
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Elena tena casi que correr para mantenerse junto a los dos corpulentos hombres.
To Bol nos aconsej que nos mantuviramos unidos dijo resoplando.
Ya lo s, Elena respondi Erril, aminorando un poco el paso para que ella
pudiera seguirlos. No pretendo desacreditar a tu to. Era un hombre muy valiente.
Pero las profecas que l intent descifrar resultan muy difciles de interpretar. Podra
haberse equivocado.
Pero no fue as replic la nia con firmeza. El corazn le deca que era
verdaderamente importante mantener el grupo unido. En parte, es posible que esa
sensacin se debiera a que ya haba perdido a toda su familia: los padres haban
muerto quemados por culpa de ella; su ta y su to, degollados por las bestias de
Gulgotha, y su hermano Joach haba sido arrebatado de su lado por artes de magia
negra. Tantas prdidas habran resultado insuperables sin la ayuda inestimable de
quienes ahora la rodeaban. Las seis lunas que llevaban juntos haban convertido
aquel grupo en su segunda familia, y el vnculo con ella no era de sangre, sino de
lucha. Por eso detestaba la idea de ver dividida aquella familia.
Tenemos que permanecer juntos.
As lo haremos afirm Erril. Sin embargo, en su voz asom una sombra de
duda.
Es un buen plan arguy Kral y, sealando el carro pintado de colores
brillantes aadi: ste es nuestro distintivo. Al viajar como una pequea compaa
circense, una de tantas que pueblan los caminos en primavera y verano, nos
mantendremos ocultos a la vista de todos. Mientras los que nos buscan escudriarn
los caminos secundarios, nosotros viajaremos con el rostro al descubierto, haciendo
ruido y dejndonos ver. Eso no slo mantendr a distancia las miradas indiscretas,
sino que tambin nos permitir ganar algunas monedas y oro para comprar
provisiones. Para m, es un buen plan.
S respondi Erril con sarcasmo. Y pensar que las gentes de las montaas
slo decs la verdad...
Kral hizo una mueca y dio un golpecito amistoso en el hombro de Erril.
Vaya! Ya veo que esta temporada entre los clanes te ha hecho un hombre un
poco ms sabio.
Como ya estaban cerca del carro, el vozarrn de Kral atrajo la atencin de los
dems, que se encargaban de los preparativos de ltima hora. Neelahn, que estaba
ensillando un caballo ruano, levant la mirada. Alz una mano para saludar pero, al
ver a Elena, se qued petrificada. Parpade varias veces, tir al suelo el cepillo que
tena en la otra mano y se acerc a ellos.
Mientras se acercaba, Neelahn se limpi una mancha de barro de la mejilla y dijo:
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Era preciso respondi Erril con frialdad. Es posible que este disfraz haga
que esta preciosa lnea monrquica tuya siga con vida.
Y qu hay de su marca? pregunt Meric tras soltar la barbilla de Elena,
mirando fijamente a Erril. Luego seal la mano de Elena, all donde las sombras de
color rub se agitaban en lentos remolinos. Cmo vas a ocultar este brillo de bruja?
Mi hijo se ganar el sustento en el circo acarreando bultos y barriendo. Y para
esas tareas necesita un par de guantes de trabajo.
Tras decir eso, Erril dio un golpe en su cinturn, del que colgaba un par de
guantes sencillos de piel.
Pretendes que un miembro de la realeza de los elfos barra y acarree basura?
La piel blanca de Meric se ensombreci. Creo que ya la has arruinado bastante con
ese ridculo corte de cabello.
Para entonces, el rostro de Elena estaba tan enrojecido como su mano de color de
rub. Meric se arrodill junto a la nia.
Escucha, Elena, no tienes por qu hacer todo esto. Eres la ltima descendiente de
la lnea monrquica del rey de los elfos. Por tus venas fluye la sangre de dinastas
perdidas. No debes olvidar jams tus derechos de nacimiento. Le tom la mano y
aadi: Abandona esta aventura intil y regresa conmigo hacia los veleros y los
mares de tu verdadero hogar.
Las tierras de Alasea son mi hogar respondi ella mientras se soltaba la mano
. Es posible que sea la descendiente de un rey remoto de tu pueblo, pero tambin
soy hija de estas tierras y no voy a dejarlas ahora a merced del Seor de Gulgotha.
Eres libre de partir, si lo deseas, y regresar a tu hogar, pero yo me quedar aqu.
Meric se incorpor.
Sabes que no puedo regresar si no es contigo. Adems, mi madre, la reina, no
tolerara que sufrieras el menor dao. As pues, si insistes en esta bsqueda sin
sentido, estar a tu lado para ayudarte.
Aquel hombre agotaba a Erril.
La chica est a mi cargo dijo por fin, tirando por el hombro a Elena. No
necesita para nada de tu proteccin.
S, ya he visto cmo la proteges. El delgado elfo lanz una mirada desdeosa a
Erril y luego seal el paso. Basta con mirar el carro en el que te propones llevarla.
Si fuera por ti, ella viajara como un vagabundo.
Internamente Erril se avergonz de or aquellas palabras y reconocer en ellas las
quejas que antes haba proclamado. No le gust nada or la misma opinin de los
labios del elfo.
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Dice que muchos de los caminos estn bloqueados por rpidos explic
Mogweed tras apartarse un poco de Erril y colocarse ms cerca del ogro. No se
puede pasar por ellos. El camino que est ms al norte est despejado, pero presenta
unas pocas corrientes de agua.
Bien asinti Erril. Entonces tenemos una salida al valle y a las llanuras.
Slo que... Mogweed pareca querer replegarse en s mismo.
Qu pasa, hombre?
Dice que el camino... no huele bien.
Qu quiere decir con eso? Elena se acerc a ellos con la mirada preocupada.
Erril se frot la frente para eliminar una punzada que senta en las sienes desde la
dura ascensin hasta ah.
S, qu quiere decir con eso? insisti con tono spero.
No est claro. Es algo... algo respondi Mogweed, contemplando las flores
rotas bajo sus botas. Luego agit la cabeza.
Tolchuk se movi y se aclar la garganta.
El lobo habla con imgenes intent explicar. La mitad silura de mi sangre
tambin ha logrado captar algunas imgenes de Fardale: Un lobo de pelo erizado.
Un camino vaco que huele a carroa podrida.
Qu puede significar eso? pregunt Elena con temor.
Nos avisa que el camino est abierto, pero que hay algo que, como lobo, no le
parece normal. Nos est advirtiendo que tenemos que ser precavidos.
En el silencio que sigui, Fardale volvi del riachuelo y se sent junto a Elena,
acariciando suavemente la mano con el hocico hmedo. Ella lo acarici
despreocupadamente detrs de la oreja mientras el animal se sentaba sobre las patas
traseras.
Al verlo, Erril record la insistencia de la chica en no tratar a Fardale como un
perro, pero no dijo nada. La intimidad compartida entre el lobo y la nia pareci
serenar la creciente preocupacin en el rostro de ella; Erril se dijo que esa jovencita
precisaba todo el valor posible para el viaje que se les avecinaba.
En marcha dijo Erril, pero tened los ojos y los odos en guardia.
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Mientras los dems estaban atareados con los ltimos preparativos, Mogweed
remoloneaba al final del carro. l tena tambin otros quehaceres. En el pequeo
grupo de gentes de Kral que se haba reunido para despedirlos distingui a la arpa
de espaldas curvadas. Tras hacer un gesto con la cabeza a la anciana, se encamin al
lado en sombras del carromato. Baraj tres monedas en la palma de la mano y luego
se coloc una en el bolsillo. Con dos bastara.
Oy que los dems del grupo se intercambiaban rdenes. Estaban ocupados.
Perfecto. Poco despus oy la respiracin sibilante de la anciana mujer de las
montaas, que se diriga pesadamente al socaire del carromato. Mogweed se mordi
el labio inferior mientras se lamentaba por tener que depender de otra persona. Sin
embargo, lo que le haba pedido a aquella vieja arpa era algo que l no poda hacer
solo. Juguete con las monedas y stas tintinearon. Era una suerte que unas monedas
brillantes hicieran que otras manos se encargaran de las tareas que uno no poda
hacer por s mismo.
La anciana mujer de pelo cano, apoyada en una rama curvada de nogal pulido,
avanz tambalendose en las sombras junto a Mogweed. Sin duda, en el pasado la
mujer haba sido ms alta que el mutante, pero el tiempo le haba encorvado la
espalda con tal crueldad que ahora tena que abrir los ojos hacia arriba para mirar
directamente a Mogweed a la cara. Con los ojos de color granito escudri en silencio
al mutante. Con la misma fiereza con que el paso de innumerables inviernos le haba
envejecido el cuerpo a la mujer, l sinti que sta tena un corazn de hielo tan duro
como la nieve eterna sobre las cimas venteadas.
De pronto, Mogweed se arrepinti de haberse procurado un cmplice para esa
tarea.
Apart la mirada de aquellos ojos ptreos y se aclar la garganta.
Conseguiste... lo que te ped?
Ella lo mir, permaneci callada unos segundos, asinti lentamente y hurg en los
pliegues de su maltrecho manto de piel de zorro.
Las gentes de las montaas somos comerciantes, no? respondi con una
risotada gutural. Sac una bolsa pequea de piel curada de cabra y se la acerc. Pero
en el momento en que l iba a tomarla, la mujer la retir.
Qu vas a hacer con eso? pregunt ella.
l ya tena la respuesta preparada para esa pregunta.
Es slo un recuerdo dijo Mogweed con el mayor candor que le fue posible.
La arpa frunci la mirada al orlo.
Eres astuto susurr. Tal vez demasiado para tu propio bien.
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No entiendo lo que...
Ella le escupi en las botas.
Apestas a mentira.
Mogweed retrocedi. Aquella mujer sera capaz de acusarlo? Sin darse cuenta
apenas puso la mano izquierda en la empuadura de una daga que llevaba en la
cintura.
Sin embargo, no soy yo quien tiene que juzgar tu suerte y un trato es un trato
dijo, tirndole la bolsa llena. La Roca se encargar de juzgar tu vala y de labrar tu
camino.
Mogweed, sorprendido, quiso asir la bolsa, pero la revolvi torpemente en los
dedos hasta que la retuvo con l pecho. Incapaz de articular palabra, introdujo la
mano en que sostena las dos monedas en el bolsillo para sacar la tercera. Tena la
impresin de que deba ser generoso al pagar a esa vieja arpa.
Por las molestias musit por fin, ofrecindole todas las monedas con la mano
abierta.
De repente la vieja arpa arremeti con su bastn de nogal y le golpe la mano,
tirando las tres monedas al suelo.
Slo la plata limpiar mis odos de tus mentiras.
Mogweed se frot la mano herida y rpidamente sac una moneda de plata que
llevaba en su monedero. Mientras se la entregaba miraba el bastn con recelo.
La moneda desapareci entre los pliegues de la tnica de la mujer. Ella se volvi
con un gruido, pero antes pronunci una ltima advertencia.
Mucho cuidado con cuanto compres con mentiras, zorro astuto. Podras
descubrir que la recompensa no merece el precio que has pagado por ella.
Dicho esto, sali de las sombras del carro a la luz del sol y desapareci por un
lado.
No merece el precio pagado? Mogweed abri la bolsa de piel de cabra y mir
su contenido. El rostro se le ilumin con un gesto de satisfaccin. La recompensa
vala cualquier precio.
En el interior oscuro haba varios de los mechones cortados del pelo castao rojizo
de Elena.
La prueba de una bruja.
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S, mi amo.
Bes el suelo sucio por su incontinencia. Sus hijas se apartaron de su lado: esas
araas se escondan debajo de las hojas y de los cadveres. Incluso aquel pequeo
grupo de la Horda reconoca la voz de su padre.
Tu regin est segura?
S, mi amo. Mis hijas controlan todo el paso. Si la bruja pasa por este camino, la
Horda me alertar. Yo estar preparada.
Conoces tu deber?
Ella asinti manchndose el rostro en el barro.
Tienen que morir todos.
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Captulo 2
Elena cerr los ojos y dej que el movimiento del caballo la meciera. Los msculos
de las piernas respondan a los movimientos y los vaivenes de su montura con
familiaridad; la lnea divisoria entre animal y jinete se converta en simple ritmo.
Llevaban prcticamente todo el da cabalgando y, aun as, el grupo haba avanzado
poco en el paso. El andar pesado y rechinante del carromato los obligaba a una
marcha no ms rpida que un paseo gil a pie. Adems, por si no haba ya motivos
suficientes para ir despacio, tuvieron que cruzar algunos arroyos crecidos con mucho
cuidado porque las corrientes rpidas resultaban traicioneras tanto para las ruedas
como para los cascos.
Aunque los dems se lamentaban del avance lento del grupo, a Elena no le
importaba; se senta feliz de volver a montar su propio caballo. Su pequea yegua,
Mist, era lo nico de su hogar que haba logrado sobrevivir a los estragos del otoo
pasado. Ahora, mientras galopaba, le pareca que aquellos horribles sucesos eran slo
ecos de una pesadilla. Con un poco de esfuerzo, poda imaginarse que estaba cruzando las tierras y los campos de su valle natal, tal vez para ir de excursin a la colina
Baldy Nob y hacer una comida en el campo. Acarici con la mano la crin oscura de la
yegua y le pein el pelo spero con dedos temblorosos. Una sonrisa leve le levant las
comisuras de los labios. Por un instante le pareci notar en el fuerte olor del sudor de
Mist el aroma de su hogar.
Chiquita, sera mejor que cabalgaras con los ojos abiertos le advirti Erril. Su
voz cansada por el viaje hizo aicos los recuerdos del hogar de Elena.
La muchacha se irgui en su silla y abri los ojos. Su camino estaba surcado por
filas de abedules y abetos. Elena vio delante de ella la parte trasera del carromato,
que avanzaba pesadamente por el terreno irregular.
Mist sigue a los otros. No se despista murmur Elena.
Erril espole su montura, un enorme caballo de los riscos blanco cuya piel se
confunda perfectamente con el hielo y las nieves de las cumbres. El hombre,
miembro de la familia Standi y hombre de los llanos, se coloc junto a ella. Iba
ataviado con unas botas negras que le llegaban hasta las rodillas y un abrigo de
montar marrn oscuro. Aunque una cinta de piel roja le mantena el cabello apartado
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de su severo rostro, los vientos del paso haban logrado soltarle algunos mechones,
que ondeaban como banderas a su espalda. l y su montura se acercaron majestuosos
a la pequea yegua gris y su jinete.
Has practicado un poco estos das? pregunt en voz baja con los ojos
brillantes por la luz del atardecer.
Ella apart la vista y clav los ojos en el borrn de su silla de montar.
Un poquito.
Erril le haba enseado los pocos trucos que conoca acerca del control y el manejo
simple de la magia. Shorkan, el hermano de Erril, haba sido un mago portentoso
antes de sacrificarse para crear el Diario Ensangrentado. Durante los aos que Erril
pas junto a Shorkan haba aprendido un poco de aquellas artes arcanas.
El hombre de los llanos suspir y tendi una mano para agarrar las riendas de la
chica mientras controlaba su propio caballo con leves movimientos de talones y
piernas.
Mira, Elena, entiendo que no te guste utilizar el poder que tienes
No. Te equivocas. La chica se quit el guante de la mano derecha y le mostr
la mancha de color rojo. Ya he aceptado esta responsabilidad y no le tengo miedo.
Elena acerc los dedos hacia la mueca de Erril y, como supuso que pasara, l
evit el contacto. Sois t y los dems quienes temen el poder.
Ella levant el rostro, pero Erril no la mir a los ojos.
No es que... empez a decir.
Elena levant su mano de color rojo para que l no continuara. Era preciso decir
aquello.
Me he dado cuenta de que todos intentis no mirar prosigui, que evitis
que os toque. Temo ms ese miedo que a la magia.
Lo siento, Elena, pero tienes que entenderlo. Hace muchos siglos que no haba
nadie con la seal de la Rosa, y muchos ms de que la ostentaba una mujer.
De todos modos, acaso no veis la chica que hay detrs de la Rosa? Volvi a
colocarse el guante. Soy ms que una mancha en una mano.
Cuando levant la vista, se encontr con los ojos de Erril que la escrutaban con
una expresin pensativa; el rictus severo habitual en su rostro se dulcific.
Bien dicho, Elena admiti. Es posible que haya mirado demasiado a la bruja
y no tanto... a la mujer.
Tal vez debieras tenernos en cuenta a ambas repuso Elena con una seal de
agradecimiento. Sospecho que este viaje nos va a poner a prueba a ambas.
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rdenes unos a otros. Slo Erril y Elena la haban seguido al acercarse rpidamente a
la linde del bosque.
Como ninfa impregnada de la magia elemental de la raz y de la marga, senta los
bosques como su propia responsabilidad. Neelahn no poda permanecer quieta
mientras aquel bosque antiguo sufra. Tena que saber quin o qu haba atacado el
espritu del lugar y vengarlo.
Se acerc cuidadosamente hacia el roble anciano, procurando no aplastar las
bellotas que haban cado junto a la base de su tronco nudoso. Sera contraproducente
ofender a aquel anciano del bosque, sobre todo cuando necesitaba obtener respuestas
a lo que estaba ocurriendo.
Aquel roble solitario, doblado por el paso del tiempo, con la corteza negra pulida
por dcadas de hielos invernales y quemaduras de verano, suscitaba admiracin. Sus
ramas creaban un dosel enmaraado en lo alto, que pareca expresar la rabia del
anciano rbol por lo que les haba ocurrido a sus hermanos de raz. Sin embargo, ni
siquiera aquel superviviente robusto haba escapado del ataque corrupto. Neelahn
distingui varias protuberancias callosas, del tamao de un meln, que brotaban
como furnculos amarillos en el tronco. Tenan un aspecto parecido al de las agallas
parsitas de los avisperos, pero jams haba visto ningunas tan crecidas.
Neelahn extendi con cuidado un dedo para tocar la corteza del anciano, al
tiempo que mantena la mano bien apartada de uno de aquellos tumores que creca
en lo alto. Cerr los ojos, inclin la cabeza y abri su corazn.
Despierta y escchame, anciano. Te pido consejo.
Aguard en espera de un indicio que significara que haba sido escuchada.
Algunos rboles viejos quedaban sumidos en sueos y no les gustaba abandonar el
calilo comn del bosque donde residan. Pero se no era el caso de aquel anciano: no
se oa ningn canto en el bosque, ni haba msica en el claro en que se elevaba el
rbol.
Todo el bosque permaneci callado a su llamada.
Neelahn se estremeci. Slo haba habido otro bosque tan muerto como aqul,
Lokaihera, el suyo, despus de que la Roya lo destruyera por completo.
Neelahn dijo Elena a sus espaldas con una voz que pareca provenir de muy
lejos. Ests llorando. Qu ocurre?
El bosque... no est enfermo. Neelahn tena la voz rota. Est muerto.
Envenenado. Como mi hogar.
Cmo puede ser? pregunt Erril. Mira, los rboles todava tienen brotes.
Parecen estar bien.
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No. El espritu de un rbol canta desde el momento en que germina hasta que
muere. Mir a Erril y a Elena mientras acariciaba con respeto el tronco fro de
aquel anciano. No oigo ningn canto musit. Todos los espritus han
desaparecido.
Pero todava hay brotes en los rboles insisti Erril.
Es para despistar. Algo ha eliminado los espritus verdaderos y se ha apropiado
de los rboles. Lo que tenemos delante no es un bosque, es algo distinto.
Elena se acerc a Erril.
Quin es capaz de hacer algo as? pregunt con los ojos muy abiertos.
Yo no... Neelahn se puso en guardia de repente. Tal vez fuera producto de su
imaginacin o de su deseo, pero por un momento sinti un roce familiar: un
hormigueo detrs de las orejas, un repique leve, como el que hace el viento al pasar
entre cristales. No quera albergar esperanzas vanas pero senta que l, anegado en
venenos, la llamaba. El anciano todava estaba con vida y sufra mucho.
Neelahn? pregunt Elena con cautela.
Sssh. Est muy dbil. Neelahn se volvi de espaldas a sus dos compaeros de
expresin preocupada y apoy las dos palmas de las manos en el tronco nudoso del
roble.
Ven a m, anciano rez. Deja que mi canto te d fuerzas.
Suavemente empez a cantar en su interior una meloda que haba aprendido de
pequea. El espritu del rbol se le acerc, dubitativo, como si tuviera miedo.
Neelahn se abri paso. Mira mi luz y no tengas miedo. Entonces su canto se uni
al de ella, al principio como un suspiro y luego con fervor. Haca tiempo que aquel
rbol no haba hablado con otro de su especie. Su cantar la envolvi como el abrazo
de un amigo perdido desde haca mucho tiempo. No obstante, Neelahn senta que la
fuerza abandonaba esos brazos antao fuertes. A pesar de la belleza y la perfeccin
de aquel canto profundo, que slo se alcanza con el paso de muchos inviernos, el
canto del rbol se apagaba con cada nota. El anciano estaba empleando todo el
espritu que le quedaba para acercarse a ella.
Neelahn no iba a consentir que aquel esfuerzo fuera en vano.
Se uni al canto de dolor y prdida del viejo roble a la vez que le suplicaba:
Anciano, dime qu les ha ocurrido a quienes compartan las races contigo. Tenemos
que saberlo.
El anciano sigui cantando, pero su voz se debilitaba rpidamente. Slo una
palabra lleg con claridad a los odos de la ninfa: Horda. Qu poda significar eso?
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Todo requiere su prctica, pequea. Una espada es tan letal como la habilidad
de quien la blande.
Sin embargo, incluso un nio es capaz de matar por accidente con una espada.
Bien cierto. Mogweed le tom la almohaza. Deja que te ayude.
A continuacin empez a peinar la crin de Mist con ms diligencia que Elena.
Ya lo har yo repuso la nia. Sin embargo, Elena se dio cuenta de que Mist
estaba disfrutando con las atenciones del mutante. De todos modos, claro est, el
trozo de raz dulce curada que ste le haba ofrecido antes al caballo obr maravillas
para congraciar al animal con ese hombre.
Vamos, vamos! la rega. Me gusta hacerlo. Los caballos necesitan un poco
de amabilidad despus de un largo da de marcha. Contempl a la nia con esos
ojos extraos y de pupila rasgada. Pero, basta de caballos. En realidad he venido
por si queras compaa. Parecas muy sola aqu atrs. Por qu no ests con los
dems?
Nadie pareca tener inters alguno por mis ideas sobre maana.
Mmmm..., eso me suena. l le sonri. Yo tambin me mantengo en un
segundo plano. Me temo que no entiendo por completo el proceder de los humanos.
Los silura somos un pueblo aislado que vivimos en las profundidades de los Altos
Occidentales, alejados de los hombres, excepto por el contacto espordico con
cazadores o tramperos. No me siento cmodo con otra gente... Al hablar baj la
voz. Daba la impresin de que las lgrimas estaban a punto de escaprsele...
Especialmente tan lejos de mi hogar.
Elena tom un cepillo y empez a limpiar los flancos de Mist.
S cmo te sientes murmur. Una punzada de dolor la tom por sorpresa.
Mientras limpiaba a Mist, una msica suave se elev por el aire procedente del
campamento; Neelahn estaba tocando el lad. Las notas solitarias se mecan por el
aire, como el agradable calor de la hoguera del campamento, extendindose no slo
en la noche sino tambin en el interior de Elena. Erril le haba dicho una vez que el
lad de Neelahn contena el espritu antiguo del hogar perdido de la ninfa. Mientras
escuchaba aquel sonido melanclico, Elena supo que era cierto. Los acordes hablaban
de hogares y amigos perdidos y aquello la afect profundamente. Ella haba perdido
gran parte de su hogar: la madre, el padre, una ta y un to. Tena la esperanza de que
su hermano Joach, que le haba sido arrebatado por el mago negro en las calles de
Winterfell, todava estuviera con vida en algn lugar de Alasea. En secreto anhelaba
reencontrar a su hermano en el transcurso de aquel largo viaje.
Joach susurr junto al flanco de Mist, prometiste que estaras a mi lado.
Confo en esa promesa.
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No, no. Ella le tom la mano entre las suyas y le quit la bellota. La agarr en
el puo y la apret contra el pecho. Es un detalle muy bonito y delicado. Muchas
gracias, Mogweed. Guardar tu regalo como un tesoro.
Pens que como ambos hemos perdido nuestro hogar, bueno, que tal vez, por lo
menos, podremos devolverle el suyo a alguien. Su voz se rompi cuando dijo las
ltimas palabras. En cierto modo, quiz reencontremos as un poco del nuestro...
Esta vez Elena no ocult su rostro. Una nica lgrima le recorri la mejilla. Quera
que Mogweed viera cunto le haban emocionado sus palabras.
Al principio, l se sorprendi al ver su emocin; luego inclin la cabeza, como si
estuviera incmodo, o se sintiera culpable.
Lo siento... No crea que...
No, Mogweed. Ella le tom por el hombro. Por un instante, le pareci que l se
estremeca al notar su contacto, como si, de repente, no quisiera estar ah. Ella le
apret el hombro.
Antes de que ella pudiera decir algo, una voz son a sus espaldas.
Elena, no deberas estar ya en cama? Era Erril. Maana ser un da
peligroso y quiero que ests bien descansada.
La chica apart la mano del hombro de Mogweed y se gir hacia el hombre de los
llanos.
Slo estaba peinando a Mist.
Erril no le hizo caso.
Mogweed, t no ests en la primera guardia?, no deberas estar ya con Kral?
Ya me iba respondi sumiso, pasando muy cerca de Elena.
Mantn la vista atenta! exclam Erril a sus espaldas, en un tono de voz que
era ms una acusacin que una orden.
Cuando Erril se volvi, Elena frunci el entrecejo.
No tienes por qu ser tan duro con l dijo. No es un guerrero, slo es un
vagabundo, como yo misma.
Erril lanz un resoplido.
Conozco la gente en cuanto la veo. Ese es un gandul. Siempre opta por la va
ms fcil.
Elena coloc de mala gana los cepillos y almohazas en el carromato y verti el
cubo de agua de la yegua mojando ligeramente a Erril.
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Erril estaba de pie vuelto de espaldas a las hogueras del campamento. A lo lejos,
la luz de las llamas lama la linde del bosque, pero el calor apenas llegaba al lugar
donde se encontraba. Hasta entonces, las criaturas de la Horda parecan haberse
contentado con mantenerse dentro del bosque muerto. No obstante, sera poco
inteligente por su parte bajar la guardia. Detrs de Erril, la zona donde estaban los
sacos de dormir se encontraba rodeada por un crculo protector de pequeas
hogueras dispuestas para evitar el ataque de alguna araa merodeadora. Erril, que
se hallaba inmediatamente detrs de aquel crculo, llevaba un abrigo de piel de
gamuza con el cuello forrado que lo protega del fro de la madrugada mientras
estaba de guardia. La maana pareca una promesa falsa a la vista de aquella noche
sin luna. Incluso las estrellas eran slo susurros que atravesaban la fina neblina de
nubes que se haba formado con la cada de la noche.
Escudri el bosque mientras intentaba penetrar en sus misterios. Al atardecer, sus
compaeros haban estado discutiendo el mejor modo de cruzar el bosque.
Rpidamente haban visto que dar la vuelta no era una opcin posible. Segn el lobo,
los dems caminos estaban inundados por el deshielo. Adems, acaso se poda
afirmar con rotundidad que no estaban tambin afectados por esa plaga? No, era
preciso que se arriesgaran a atravesar el bosque. Aun as, la duda atravesaba las venas
de Erril como si fuera hielo. Al fin y al cabo, era responsable de aquella nia.
Tenemos que ir hacia adelante coment de repente Tolchuk, que estaba a su
lado. Pareca haberle ledo el pensamiento. El ogro, como una piedra, permaneca en
guardia tan quieto que Erril casi se haba olvidado de su presencia.
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Captulo 3
Elena se coloc bien el pao hmedo que le tapaba la nariz y la boca. Le daba fro
en las mejillas. Se revolvi en la silla de montar sobre Mist, no se senta capaz de
encontrar su propio ritmo.
Parecemos una banda de ladrones, no crees? dijo Kral al pasar a caballo por
su lado. Elena imagin la sonrisa amplia que esconda el hombre de las montaas
bajo su antifaz humedecido. Los dems compaeros llevaban atuendos similares para
protegerse del humo al que iban a enfrentarse. Iban ataviados con tnicas con
capucha para mantener la ceniza y las araas lejos del pelo y la cara.
Elena dio la razn a Kral con un gesto de cabeza. En cierto modo parecan un
grupo de asalto.
Delante de ella vio que una enorme columna de humo tea ya el cielo azul de la
maana. Proceda de una hoguera enorme que Erril, Neelahn y Meric haban
encendido al amanecer. Se elevaba a un tiro de piedra de la linde del bosque, muy
cerca de donde comenzaba el camino hacia su interior.
Sigui el rastro del humo en el cielo azul mientras se preguntaba por qu todos sus
viajes empezaban siempre con fuego. Record el incendio en el campo que haba
supuesto el inicio de todos los horrores queda haba vivido.
Elena avanz lentamente hacia el fuego y el humo acompaada por el hombre de
las montaas. El carromato iba detrs; el leve taido de sus campanillas contrastaba
con el espantoso bosque que iban a bordear.
A pesar de que el sol de la maana haba eliminado casi por completo la neblina
del amanecer, el bosque pareca sumido todava en las sombras de la noche. Varios
hilos colgantes de telaraa, muchos cargados con los cuerpos rojos de sus autoras,
haban alcanzado la linde del bosque y se ondulaban en direccin a ellos. Se
mantuvieron alejados de aquellas hebras pegajosas y se encaminaron directamente
hacia la hoguera.
Detrs de ellos, Mogweed conduca el carromato que llevaba a Fardale y a
Tolchuk. Erril haba insistido en que nadie deba cruzar aquel camino a pie porque
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el riesgo de sufrir una mordedura de araa era demasiado alto. Incluso haban
cubierto las patas de los caballos con tiras de cuero.
Elena se volvi para mirar los dos caballos de los riscos con sus arreos que tiraban
del carromato. Sinti pena por ellos. Erril haba intentado convencer a Elena para
que fuera en el vehculo con el ogro y con el lobo.
Bajo la lona del carromato irs ms segura haba argido. Pero ella se negaba a
dejar a Mist atada detrs del carromato. Atada por una cuerda e incapaz de moverse
por s misma, la yegua habra sido una presa fcil para aquella plaga de insectos. No
poda permitirlo. Fuera o no peligroso, ella quera ir montada en su caballo.
Hola! voce Kral a Erril al acercarse. Elena tena la vista clavada delante. Si
levantis ms el fuego bram el hombre de las montaas, nos obligaris a
retroceder hasta las cuevas de mi clan.
Erril levant su nica mano para indicarle que lo haba odo, pero mantuvo la
cabeza inclinada junto al elfo de cabellos de plata. El hombre de los llanos tena la
mano y la cara sucias de tizne y ceniza.
Meric hizo un vehemente gesto negativo a algo que Erril le haba dicho. Incluso a
distancia, Elena pudo ver el enfado en los ojos azules del elfo.
Ajena a aquella disputa, Neelahn estaba entre la hoguera y el bosque, oculta con
la tnica y el antifaz y con los hombros apretados contra las orejas. Tena la mirada
clavada en el bosque y los ojos hmedos por algo ms que el hedor del humo. La
ninfa se llev su mano sucia a la mejilla y se sec una lgrima, con lo que le qued un
borrn oscuro de ceniza bajo un ojo.
Cuando se detuvo el tintineo y el traqueteo del carromato conducido por
Mogweed, lograron por fin atraer la atencin de los tres encargados de provocar el
incendio. Erril se levant y se acerc hacia ellos, seguido de Meric y Neelahn.
Estamos listos anunci Erril, contemplando a Elena sobre Mist. En su mirada
haba una mezcla de enojo y preocupacin. Volvi el rostro hacia los dems, que ya
estaban reunidos. Hay antorchas encendidas en el borde de la hoguera. Los que
vamos a caballo tenemos que llevar una cada uno. En cuanto hayamos montado de
nuevo nos dispersaremos a cada uno de los lados de la entrada del camino. Seal
con la mano los puntos donde quera que cada uno se colocara. A continuacin, a
mi seal, nos abriremos paso quemando este maldito bosque.
Todos asintieron con la cabeza y, excepto los que estaban en el carromato, se
acercaron a la hoguera. Erril pos la mano sobre la rodilla de Elena cuando sta se
dispona a desmontar.
T te quedas junto al carromato. Esto no es para ti.
Elena apart la mano del hombre de las llanuras.
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No repuso ella con voz resuelta y salt del lomo del caballo. S es para m.
De hecho, todo esto es para m. Entiendo la necesidad de preservar mi magia hasta
que yo tenga ms formacin, pero si tenemos que quemar un bosque, mi mano
tambin debe tener su antorcha. No puedo quedarme de brazos cruzados.
El rostro de Erril se ensombreci.
Es verdad que todo este viaje es para ti, Elena. Pero quemar un bosque no lo es.
Si creemos en la profeca, t eres nuestra ltima esperanza contra Gulgotha. Me
parece, chiquilla, que no tienes derecho a arriesgar...
Primero, ya me estoy cansando de que me llames chiquilla. Ya hace tiempo que
tuve la primera regla. Hizo un gesto para mecerse los cabellos pero entonces se dio
cuenta, demasiado tarde, de que sus mechones ya no estaban. Baj la cabeza con el
rostro sonrojado. Y segundo, si soy yo quien tiene que salvar estas tierras, entonces
tengo que aprender a hacer frente a las adversidades. No puedo mantenerme oculta
ni ser protegida como si fuera un beb. Durante este viaje tendr que endurecer mi
corazn con acero templado. Como me has enseado, slo el fuego ms caliente es
capaz de forjar el acero ms fuerte.
Erril se qued mirndola boquiabierto. Los dems se haban quedado quietos
contemplndolos, aunque ahora algunos desviaban la mirada.
No voy a abandonar mi responsabilidad en este caso dijo por fin Elena con las
manos en forma de puos. Voy a enfrentarme al fuego.
Erril neg con la cabeza, aunque muy levemente.
Est bien admiti en voz alta; sin embargo, cuando Elena iba a [jasar delante
de l, la par y le puso una mano en el hombro. Pero te quedars cerca de m
susurr con tono feroz. Las lecciones aprendidas no resultan de provecho a quienes
mueren.
Elena asinti y se dirigi hacia la hoguera. Los dems ya haban tomado teas
encendidas. Ella asi un tocn de madera muerta que sobresala de la hoguera y lo
retir con el borde encendido.
Erril hizo lo mismo.
A los caballos! grit a todos.
Elena y los dems volvieron a montar. Al principio, Mist se asust al ver el fuego,
pero con unas pocas palabras tranquilizadoras Elena logr calmar a la yegua y
montar. Acerc a Mist al caballo blanco de Erril. El hombre de los llanos sostena en
alto su antorcha mientras guiaba a su caballo con las piernas.
De repente, se levant una brisa del valle inferior que llev el humo y la ceniza de
la antorcha de Erril contra Elena.
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Entretanto, Tolchuk se haba acercado a ellas. Tena los ojos de color mbar
brillantes. Sin duda, su fino odo le haba permitido or las palabras de Neelahn.
Los espritus del rbol ya no est aqu. Son libres. No es justo que estos bichos
coman sus cadveres. Es un honor para los muertos poder enviar las cenizas de
nuevo al cielo y a la tierra. Con el camino quemado, la vida puede empezar otra vez.
Las palabras de Tolchuk estremecieron a Neelahn.
Vida verde de fuego rojo dijo en voz baja.
Qu es eso? pregunt Elena.
Neelahn suspir, neg con la cabeza y apart la mano de la de Elena.
Tolchuk tiene razn. El ltimo de nuestros mayores profetiz que el bosque de
mi hogar slo podra revivir con el fuego. Ya moribundo dijo: Vida verde de fuego
rojo. Neelahn se sec las lgrimas y extendi un brazo hacia el fuego. Este
fuego no destruye, en realidad es la primera llama de una nueva vida.
Entonces Erril llam a sus compaeros y atrajo de nuevo su atencin.
El incendio ya es suficientemente grande. Ahora es el momento de echar a
andar. Preparaos para marchar y estad dispuestos. Tenemos que seguir de cerca el
avance del fuego. Se volvi hacia Meric. Ests preparado?
Siempre lo estoy.
Meric hizo girar su potra con las riendas y la apart un poco del grupo,
dirigindose hacia el borde del fuego.
En cuanto estuvo apartado del grupo, Meric calm a su caballo e inclin la cabeza
con los brazos firmemente apretados contra el pecho. Al principio no pas nada.
Elena vio que el caballo de Erril se revolva sobre las patas, como si percibiera la
inquietud de su jinete. Lo que iba a ocurrir a continuacin era clave para el xito de
su plan.
Mientras aguardaban, todos se miraban entre s. Slo Meric permaneca sentado y
tranquilo sobre su caballo con la cabeza inclinada.
A continuacin, un silbido agudo retumb desde los picos, como el grito cortante
de un halcn cuando est de caza. Elena contuvo el aliento. Al principio sinti slo
un simple cambio en la direccin del viento. De repente, el humo que hasta el
momento se haba dirigido contra ellos desapareci, apartado por un aire fresco
procedente de las cumbres.
Entonces ocurri.
De pronto, de tal modo que todos los miembros del grupo tuvieron que esforzarse
por mantener tranquilos a sus caballos, una rfaga de aire descendi, envolvi al
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grupo y penetr en el violento frente del fuego. Las llamas se elevaron hacia el cielo,
como en un intento por acabar con el viento, pero la rfaga aument su vigor.
Elena se dobl sobre Mist para ofrecer la mnima resistencia posible a aquella
ventada. Detrs, las campanillas del carromato repicaban con furia, y la cubierta se
agitaba entre chasquidos bajo la ferocidad del viento. Los silbidos de las rfagas
apenas le permitieron or a Erril cuando pidi que todos se prepararan.
Pronto el fuego empez a apartarse del viento y a calar en las profundidades del
bosque, mientras abra un paso amplio a travs de l. El viento, al ver ganada la
batalla, se calm un poco, pero continu soplando desde las altas cumbres, obligando
al fuego a penetrar en la maleza. El plan era quemar una franja del bosque
suficientemente amplia para contener el avance de las araas a ambos lados del camino. Sin embargo, no podan retrasarse mucho.
Adelante! atron Erril. No os separis!
Meric, que avanzaba delante de ellos, se ech atrs la capucha. La luz del fuego en
retirada le iluminaba el rostro, que brillaba en xtasis. Se volvi hacia Erril.
Todava dudas de mis habilidades?
Erril se puso frente al resto del grupo.
No mientras el viento siga as contest, adelantando al elfo.
Meric intent poner mala cara, pero tras activar el poder elemental que corra por
su sangre de elfo, era incapaz de borrar del rostro el asombro y el sobrecogimiento.
Aqulla fue la primera vez que Elena vio el prncipe que habitaba en l.
Tenemos que apresurarnos! grit Erril, esforzndose por hacer or su voz en
el rugido del fuego.
Elena mir los troncos encendidos. El camino, instantes antes lleno de llamas y
humo, los aguardaba ahora como una garganta abierta. Se arrebuj mejor en su
tnica y espole suavemente a Mist para que avanzara.
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Alrededor, los rboles slo eran esqueletos negros cubiertos por velos de telaraas.
Miles de hijas suyas se afanaban por los concurridos caminos y vas que haban
creado y agregaban partes, construan, luchaban y se emparejaban. Sin embargo,
Virani no atenda todo aquello, y aguzaba los sentidos. Igual que los rboles, la
mujer se hallaba en el interior de un nido hecho de telaraas de plata; desde l
partan ocho cuerdas de seda trenzada que apuntaban hacia cada uno de los puntos
cardinales y que la mantenan unida a la obra de sus hijas. Esas hebras vibraban y
sonaban como las cuerdas de un lad bien afinado.
En el nido, Virani escuchaba la msica del instrumento de sus hijas. Para ello no
slo empleaba los odos, sino todo su cuerpo. Algo haba ocurrido desde el amanecer.
El nerviosismo se transmita por las dbiles vibraciones.
Una de sus hijas correte por una cuerda hacia ella. Virani retir una mano de la
tierra y le acerc un dedo.
Qu te ocurre, dulzura?
La araa se le acerc a la palma de la mano.
Me traes noticias?
Su hija se sent en el centro de la mano con las patas peludas dobladas. Estaba
temblando ligeramente.
No temas musit con dulzura.
Levant la araa hasta los labios y se puso la hija en la boca. Qu ser tan delicado!
Sinti que el amor maternal le inundaba la sangre. Not cmo las ocho patitas se le
movan por la lengua y dibuj una sonrisa por la comisura de los labios. Quera
mucho a la pequea, pero no era el momento para entretenerse. Algo estaba
ocurriendo. La vibracin de las cuerdas era cada vez mayor a cada momento.
Virani movi a su hija con la lengua. Dime qu est ocurriendo, pequea, se dijo
mientras aplastaba la araa entre los dientes. Se trag el veneno al instante y pens
que su maestro la haba preparado muy bien.
Virani se desvaneci levemente con las manos de nuevo hundidas en la tierra para
sostenerse. Su visin se hundi en una mirada de colores. Los rboles y las telaraas
se volvieron borrosos, y entonces vio lo que sus hijas vean: un incendio enorme que
se apoderaba del bosque. Se alzaba a varios kilmetros de all, cerca de la linde.
Contempl el fuego de una sola vez desde miles de puntos de vista y con la imagen
dividida de miles de partes.
Unas lgrimas de dolor surcaron sus mejillas mientras era testigo de aquella
desgracia: mares de llamas consumen el bosque y las telaraas...; las nias huyen...;
hay humo procedente de incontables hogueras barridas por el viento; hay araas
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Adems de imposible, era innecesario. Slo tena que proteger una parte del todo,
slo una pequea semilla a partir de la cual la Horda pudiera volver a crecer.
Venid, venidurgi. Rpido.
Sus hijas se le agolpaban en las rodillas y por las piernas finas mientras regresaban
al lugar donde haban visto la luz por vez primera. Se retorcan y contoneaban
mientras se abran camino por entre las piernas. Virani sonrea con orgullo maternal
mientras ellas penetraban y se agolpaban en su tero. Empez a entonar una cancin
de cuna que su madre le haba enseado, mientras miles de araas revueltas le hinchaban el vientre cada vez ms. Al poco tiempo, era tan grande como una madre que
fuera a dar a luz a gemelos. Virani sinti que sus hijas se aposentaban en el vientre y
sonri.
Llevaba mucho ms que gemelos.
Cuando sinti que el vientre estaba totalmente lleno, cerr las piernas. Unas hijas
rezagadas intentaron treparle por las piernas desnudas, pero ella las apart
dulcemente mientras se pona en pie.
Tras acercarse a donde guardaba sus pertenencias, Virani se visti rpidamente y
se carg una bolsa en el hombro. El camino del bosque estaba cerca, pero tena que
apresurarse si quera cruzar el bosque antes de que el fuego la atrapara.
Anduvo a marcha rpida, sosteniendo con una mano la bolsa y con la otra, su
vientre. Aunque estaba rendida, una sonrisa le iluminaba el rostro. Era una buena
madre.
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Elena no entendi las palabras del hombre de las montaas, pero no quiso darle
ms vueltas. No era momento para palabreras y explicaciones. Hizo girar a Mist
hacia el bosque oscuro e inspir profundamente.
Mientras los dems permanecan en silencio detrs, Elena se quit el guante de la
mano derecha. Su mancha refulga con espirales de color rub y carmes. Se enderez
en su silla y dese que la luz de la bruja brillara con ms fuerza. Un ascua de luz
brillante del color de la rosa de luna brill en la palma abierta de su mano y luego fue
extendindosele por los dedos.
Mientras se concentraba, Erril apost su caballo junto a ella.
Deja que fluya en tu interior susurr con voz ronca. No permitas que te
domine. T tienes que controlar el poder.
Elena cerr los ojos, y su mano brill en el bosque sombro. La magia la
embargaba. Aquel poder exceda el tamao de su cuerpo. Cmo contenerlo? Y, si lo
liberaba, cmo iba a controlarlo?
Cuidado le advirti Erril preocupado.
La intranquilidad del hombre encontr campo abonado en el pecho de Elena. Se
acord de sus padres, devorados por una cortina de fuego que haba surgido de ella.
El brillo de la mano se fue desvaneciendo. Ahora no era capaz de controlar mejor su
magia que entonces.
Yo... yo... no puedo gimi.
Erril le coloc una mano en la rodilla.
S, Elena, s puedes. La magia est en tu sangre. Es parte de ti. Contrlate a ti
misma y logrars controlar tu magia.
Pero...
l le apret la rodilla.
Confa en m, Elena. S que eres capaz de hacerlo.
Con un esfuerzo por contener las lgrimas, mir a Erril. Bajo aquel pelo negro
como las tinieblas, los ojos grises del hombre brillaban con la intensidad de su
conviccin. En los duros contornos de su rostro, ella distingui la fuerza del hombre
que la protega. Asinti y tom para s un poco de la entereza de Erril. Inspir
profundamente, se volvi hacia el bosque asolado y apart de su mente todo excepto
los flujos y reflujos de la magia que llevaba en la sangre. Al cabo de unos instantes, el
brillo resurgi con intensidad.
Estaba dispuesta a conseguirlo.
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Aunque tena en los labios una expresin firme, los ojos verdes dejaban entrever
cierta desconfianza.
Muchacha, por qu andas sola por estas colinas?
Virani se estremeci ante aquella mirada y dej que su larga cabellera negra le
tapara los ojos y la cara. No poda hablar. Todava estaba demasiado asustada por su
repentina intrusin en aquel campamento.
Dnde estn tus compaeros? Te...?
La voz del cazador se interrumpi en cuanto una mujer, tan alta como l, lo apart
de un codazo. Tena el pelo rubio muy corto y un ademn severo en la boca y los ojos.
Madre Dulcsima, Josa! No te das cuenta de que est embarazada y
terriblemente asustada? Dio un codazo al cazador. Anda, ve a ocuparte del perro
antes de que se ahogue con la cuerda.
En cuanto Josa se hubo marchado arrastrando los pies hacia el centro del
campamento, la mujer puso los brazos en jarras y mir a Virani de arriba abajo. El
tono de voz era ms clido que el que haba utilizado con el hombre.
Bueno, chiquilla, no te preocupes. Me llamo Betta. Aqu ests a salvo. Slo tienes
que respirar profundamente unas cuantas veces y tranquilizarte.
Virani se enderez y se apart unos mechones negros de la cara.
El fuego... empez a decir. Pero la voz se le quebr.
Me lo he imaginado por el holln y la ceniza que llevas encima. Vienes del
bosque? Viajabas sola?
S... no... mis hijas!
Virani no poda detener las lgrimas que le brotaban de los ojos.
Betta la abraz entre sus brazos enormes justo en el momento en que las piernas
finalmente abandonaron a la chica. Virani se desplom en aquel abrazo y dej que la
mujer la sostuviera durante unos instantes. Era agradable poder desahogarse. Slo
otra mujer era capaz de comprender el dolor que una madre senta al perder un hijo:
llevar una vida en las entraas y ver cmo el mundo la destrua. Solloz
desconsoladamente, reclinada en el pecho de Betta mientras la mujer le acariciaba el
pelo y le susurraba palabras para tranquilizarla.
Betta la llev al campamento y la hizo pasar al interior de una tienda para que
tuviera ms intimidad. En cuanto la mujer coloc a Virani entre cojines y pidi a una
mujer de mirada asustada que le llevara t, Virani empez a retomar el control de
sus emociones. Dej que Betta le limpiara de holln y lgrimas la cara con un pao
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hmedo. Virani quera hablar y decirle lo mucho que valoraba esas atenciones, pero
Betta le puso un dedo en los labios para que callara.
Primero bbete esto, luego ya hablaremos.
Betta le acerc una pequea taza de t de menta caliente. Virani sinti que el
vapor y su aroma se le colaban entre los huesos y la revitalizaban. Sabore el t en
silencio, dejando que le calentara la lengua y las manos. En cuanto hubo terminado,
se sinti suficientemente repuesta para hablar sin romper a llorar. Devolvi la taza a
Betta.
Gracias dijo con timidez.
Betta le arregl las almohadas que tena a un lado.
Y ahora dime qu ha ocurrido. Hay alguien ms de tu grupo que debamos
buscar?
Virani se mir las manos y dese que su voz no se le quebrara de dolor.
No. Slo viajaba con mis... mis hijas.
No han podido escapar del fuego?
Ella neg con la cabeza.
Nos tom de sorpresa. Todo ocurri muy rpidamente! No pude... no pude
salvar a las dems.
Empez a levantar la voz y Betta le pos una mano sobre la suya.
Shhh, no te culpes de ello. Salvaste a quien pudiste dijo haciendo un gesto con
la cabeza hacia el vientre hinchado de Virani. Ahora, lo que tienes que hacer es
descansar. Tienes que estar fuerte para el hijo que va a nacer.
Virani se sorbi las lgrimas que amenazaban con salir y asinti.
Betta se puso de pie e hizo un ademn de marcharse.
El incendio es inmenso dijo Virani antes de que la mujer abandonara la tienda
. Es posible que haya alcanzado la pradera.
No te preocupes por nada. Conocemos esta tierra. Las praderas en primavera
estn empapadas y seguro que detendrn la lnea de fuego del bosque. Vamos a
colocar unos vigas para que controlen las llamas. Si hay algn peligro, levantaremos
el campamento y nos marcharemos a lomo de nuestros caballos en un instante. As
que t duerme. No permitiremos que te ocurra nada a ti ni a tu hijo por nacer.
Sois muy amables susurr Virani. Iba a reclinarse en los cojines cuando un
dolor en el vientre le atenaz la garganta. La visin se le nubl y profiri un grito
entrecortado mientras senta que un fuego la rasgaba por dentro. Por un instante
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La tormenta de la bruja
fugaz fue capaz de ver a travs de los miles de ojos de sus hijas en el bosque: Una
pequea mujer montada en un caballo... tiene la mano derecha levantada, que brilla
como un pequeo sol de rub... La muerte sale de ella y lo consume todo... esa muerte
es peor que la de las llamas.... est hecha con una magia atroz.
La visin y el dolor se desvanecieron con la misma rapidez con que se haban
presentado y le dejaron slo un dolor sordo y un vaco inmenso en el corazn. Betta
estaba inclinada sobre ella con una expresin preocupada.
Qu ocurre, muchacha?
Virani no dijo nada y volvi a imaginar el puo de aquella mujer, encendido con
la magia ms temible. Saba quin se acercaba y se habra paso con fuego entre las
hijas de Virani. Era la bruja! La que su amo quera! Con una mano temblorosa se
toc el mechn de pelo blanco que tena en su cabellera oscura. No haba olvidado su
deber. El amo tena que ser obedecido!
Palideci cuando se dio cuenta de lo cerca que haba estado de fallar al Seor de
las Tinieblas. La bruja la haba apartado de su sitio y haba estado a punto de pasar
por delante de ella sin verla. Pero haba cometido un error. El amo haba instruido a
Virani acerca de las artes .siniestras de la bruja. El primer toque de magia en la
Horda haba hecho que el mismo cuerpo de Virani sintiera el poder de aquel fuego
lacerante y la haba alertado de la presencia de la bruja. Niita estpida! Ahora que
estaba sobre aviso, Virani no fallara una segunda vez a su amo, ni a las hijas que
haba perdido. Esa bruja estaba condenada al sufrimiento y se retorcera de dolor
igual que las araas en sus telaraas incendiadas.
Pero Virani necesitaba ayuda. Levant la cabeza hacia Betta, que la miraba con
ojos preocupados, y reconoci en ella un aliado potencial, .alguien que la ayudara a
cumplir con su deber. Con un poco de persuasin...
Virani dej que las lgrimas acudieran a sus ojos.
Ahora me acuerdo de todo! gimi en voz alta. Mi memoria intenta borrar,
negar esos horrores... pero vuelven como un torrente espantoso. Fuego y muerte!
Se enderez entre las almohadas y agarr el brazo de Betta. Los que han provocado
el incendio y han matado a mis hijas vienen hacia aqu.
Betta abri los ojos con sorpresa y luego frunci el entrecejo con ira.
T sabes quin ha incendiado el bosque?
S... S... Virani mir fijamente el rostro enrojecido de Bella. Ella viene
acompaada de muchos otros. Vi un carromato. Virani
se
estremeci
intencionadamente. Destruyen todo cuanto encuentran a su paso.
Quines son?
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Captulo 5
La magia flua en ros de fuego glido desde la palma abierta de Elena mientras
chispas de llamas azuladas se arremolinaban como vaho alrededor de la mueca. El
sudor le perlaba la frente mientras ella se concentraba por completo en su tarea,
esforzndose por dominar su magia. A pesar de que Erril le haba enseado los
principios bsicos para ello, fruto de lo que haba aprendido cuando fue sirviente en
la Orden, Elena careca de habilidad para utilizar de forma compleja el don que tena.
En cualquier caso, Elena compensaba su falta de habilidad con su enorme poder.
Pocas cosas podan resistirse a aquella magia bruta. En cuanto el flujo de fuego
helado ba la linde del claro cubierto de telaraas, la escarcha y el hielo se
apoderaron de todo cuanto alcanzaba. Los troncos de los rboles reventaron con
estruendo. Las races congeladas rompieron su asidero a la tierra, y robles antiguos y
arces majestuosos se desplomaron. Incluso las slidas telas de seda se transformaron
en formas delicadas de hielo que se quebraban incluso con la brisa ms suave.
Una nube de niebla helada se elev del bosque y se desplaz por el ciclo
humeante, mecido por el fuego de hielo que chisporroteaba en el claro. La magia
devor el bosque y sus habitantes con la misma intensidad con que las llamas
ardientes haban destrozado la otra parte del bosque. Ambos fuegos, que eran como
extremos que se tocan, arrasaban todo a su paso. Cuando Elena observ que la niebla
blanca chocaba con el humo negro del cielo record la dualidad de su propia magia.
En el transcurso de sus estudios con Erril haba aprendido que su magia dependa
de la luz con que renovaba el poder. La luz del sol le daba poder sobre las llamas
rojizas y el calor, mientras que la luz de la luna la acercaba a la quemazn del hielo y
la escarcha. Pareca que su magia reflejara en realidad su propio espritu dividido,
tambin de forma dual, entre la bruja y la mujer.
Ah donde la niebla helada top en el cielo con el humo abrasador, surgieron
remolinos que reflejaban los dos extremos luchando por ganar control. Las hojas
cubiertas de hielo crujan como los huesos de los muertos. Las ramas chasqueaban y
eran mecidas por el aire. El propio cielo ruga conforme la batalla embraveca.
La furia del cielo alcanz el pecho de Elena. Su magia le recorra la sangre, deseosa
de unirse a la guerra que se libraba en lo alto. El corazn aullaba hacia aquel coro de
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destruccin. Ella se debata contra aquella llamada con el mismo furor con que el
humo luchaba contra la niebla. Sin embargo, otra parte de Elena, la bruja que
albergaba en su interior, entonaba el canto de esa magia, encantada ante el chisporroteo de las llamas azuladas y los aullidos de los vientos.
Elena apret con fuerza los ojos para no ver el cielo turbulento y se concentr de
nuevo en s misma, en su respiracin. Fij toda su atencin en el cuerpo: en los
msculos, tendones, ligamentos, huesos, sangre e intestinos. Se dio cuenta de que el
interior estaba resentido por el largo da a caballo, sinti el dolor punzante de un
moretn reciente en el hombro que se haba hecho al golpearse contra una rama baja
e incluso pudo detenerse en la leve blandura de los pechos incipientes. Ella era
mucho ms que una corriente de magia arcana. Era una mujer y aquella magia era
suficiente para ella.
Una voz la interrumpi.
Elena, ya has destruido el claro. Retrate.
Era Erril. Estaba sentado en el caballo de carga junto a ella. Elena inclin un poco
la cabeza con los ojos todava cerrados. No era momento para distraerse ante la
belleza temible de los flujos chispeantes de su magia. Cerr lentamente la mano que
tena alzada. Sinti los dedos helados hasta la mdula de sus pequeos huesos. Por
un instante temi que se le cayeran de la mano al cerrar el puo. Sin embargo,
lentamente, uno a uno, igual que una flor cerrndose en medio de la noche, logr
unirlos en un puo cortando as el flujo de fuego fro. Los restos de magia que
todava le quedaban aullaron ante aquella interrupcin. La mano le temblaba por el
poder reprimido. La sangre le peda ms, quera que sintiera la furia completa de
toda la magia. Empez a extender un dedo.
De nuevo una voz intervino.
No!
Pero esa vez la voz no estaba teida con el acento Standi, propio de Erril. Era la
propia voz de Elena, increpando a la magia interior y exterior. Apret el puo a la
vez que senta los latidos del corazn en la palma apretada. Dese que el ritmo dejara
de ser turbulento para convertirse en un latido controlado. Aunque no haba abierto
todava los ojos, supo que la radiacin brillante de la mano haba desaparecido y sta
haba recobrado su color normal. Pos el puo en el regazo.
Madre Dulcsima, chiquilla! exclam Kral mientras su caballo se agitaba
detrs de ella. Mira eso!
Elena abri los ojos y vio por vez primera el resultado de su magia. La hondonada
boscosa estaba cubierta por hielo de color plateado; todos los troncos, ramas y hojas
estaban sepultados por una capa de escarcha. De los troncos y las ramas principales
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Entonces tal vez sera mejor que agotara los ltimos restos de mi poder. Voy a
sacarlo todo y acto seguido me renovar.
Pareca la opcin ms prudente, pero pensar en desatar de nuevo su magia la
llenaba de pesar.
No. Ni se te ocurra pensarlo. El rostro de Erril se ensombreci de
preocupacin y la voz se le tens. La magia es un don que no puede despilfarrarse
alegremente. Slo tiene que utilizarse para un fin. Djalo. Erril espole su caballo
para que avanzara e hizo un gesto a los otros para que lo siguieran. Vmonos.
Sin embargo, Elena hizo que Mist se mantuviera a la misma altura que el caballo
del hombre de los llanos.
Pero por qu? Qu hay de malo? Acaso no puedo utilizar mi poder del modo
que yo quiera?
Erril no la mir.
Ese es un camino muy peligroso, Elena. En mi poca, el uso frvolo e
irresponsable de la magia corrompi los espritus de muchos magos.
El hombre de los llanos prosigui el camino en silencio y, a medida que fueron
penetrando en aquella hondonada helada, su mirada se perdi muy lejos de aquel
bosque. Elena pens que la conversacin haba concluido y empez a darse la vuelta.
Pero entonces Erril volvi a hablar con voz tensa.
En poco tiempo, esos magos llegaron a emborracharse de poder. Aquello los
pervirti y de ah surgi la Hermandad de los Magos Oscuros. Erril se volvi
hacia Elena y la mir con firmeza. Ests advertida. El uso gratuito de la magia que
posees no slo representa un peligro mortal sino que puede ensombrecer y pervertir
tu propio espritu.
Elena conoca la verdad de aquellas palabras. Haba sentido la llamada seductora
de la magia y era consciente de que una pequea parte de su espritu anhelaba aquel
poder puro. Se estremeci. Cunto tiempo tena que pasar para que aquella parte de
su espritu creciera? Temblando, Elena volvi a ponerse el guante de piel de ciervo en
la mano derecha y decidi que slo utilizara la magia cuando no hubiera otro
remedio. E incluso en aquellas ocasiones, se dijo, pensara dos veces antes de actuar.
Erril mascull algo para s.
Qu ocurre? pregunt Elena mientras se acababa de poner el guante,
insegura de si l le haba dicho algo.
Tras una larga pausa, l le dirigi una mirada dolida.
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fuego la envolvi por completo. Elena empez a toser y Mist aminor notablemente
la marcha en cuanto el aire caliente empez a afectarla.
La distancia entre Elena y Erril era cada vez mayor. A sus espaldas, la chica oa las
campanillas del carromato que se acercaba. Se inclin hacia adelante y acarici con la
mano el cuello mojado de Mist.
Venga, guapa, t puedes! la anim mientras el calor le quemaba la garganta
. Ya falta muy poco.
Aunque el humo y las cenizas le limitaban la visin, Elena rog por estar en lo
cierto. Ya haba perdido el rastro de Meric y Neelahn haca rato, engullidos por la
neblina, y ahora incluso Erril se haba convertido en un fantasma en el camino. Pens
en llamarlo en voz alta pero se dio cuenta de que no tena sentido. No poda hacer
correr ms deprisa a Mist.
Dio un golpecito a un costado de la yegua y le susurr palabras de nimo para que
se diera cuenta de que tena que ir ms rpido. Como respuesta, Mist resopl con
fuerza y los cascos golpearon con ganas en el suelo. Los costados del animal suban y
bajaban bajo el peso de Elena mientras la yegua procuraba abrirse camino en aquel
aire lleno de humo. La silueta de Erril se volva ms ntida a medida que se reduca
la distancia.
Buena chica! susurr Elena al odo de la yegua. Saba que lo lograras!
De repente Mist tropez con una raz y se tambale. Elena quiso mantener el
equilibrio extendiendo los brazos, pero no lo logr y de repente se encontr dando
una voltereta en el aire. Abri los brazos para protegerse del impacto contra el suelo,
pero eso nunca lleg a ocurrir. Unos enormes brazos la recogieron antes de que
cayera.
Elena levant la vista y se encontr con el rostro monstruoso y adornado de
colmillos de Tolchuk. El ogro la llevaba asida por un brazo. Mientras l la sostena
contra a su pecho, su piel desnuda le fregaba las mejillas, como una corteza spera. El
olor a cabra hmeda del cuerpo sudoroso del ogro la envolvi. Con el rabillo del ojo
Elena vio la sombra oscura del lobo que pasaba delante con Mist no muy lejos de l.
Tolchuk, muchas gracias dijo con voz entrecortada. Sin duda me hubiera
roto algn hueso. Pero puedo correr yo sola.
No hay tiempo gru l con una voz como de piedras chirriantes. Las
araas nos persiguen por todos lados.
Elena mir al lado del camino. Haba estado tan concentrada mirando hacia
adelante que no haba advertido la amenaza que los rodeaba. Miles de ojos facetados
la contemplaban fijamente desde la linde humeante del bosque. Riadas de araas
fluan como un solo ser hacia ellos en un oleaje turbulento. El suelo abrasador se
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cobraba la vida de cientos de ellas, pero cientos ms se servan de los cuerpos de las
compaeras cadas como puentes para avanzar. Pareca como si aquel ejrcito tuviera
una sola idea y voluntad. Elena comprendi entonces por qu aquellos seres se
denominaban la Horda.
El ogro corra con grandes zancadas de sus piernas musculosas, pero el cansancio
lo obligaba a doblar la espalda. Mientras avanzaba a toda prisa por el camino, se
apoyaba a menudo con el brazo desocupado en el barro para sostenerse. Tolchuk,
mitad animal, mitad persona, se esforzaba por avanzar a paso rpido por el camino.
De repente oyeron el estruendo de unos cascos. Kral se acerc con su enorme
caballo de batalla.
Tienes buenos reflejos, ogro! Pero a partir de ahora ser yo quien cargue con la
nia.
Rorshaf, el caballo del hombre de las montaas, pareca estar perfectamente; se
agitaba sobre sus cascos protegidos con acero y, cuando Kral lo oblig a mantenerse a
la misma velocidad que el ogro que avanzaba pesadamente, resopl.
Tolchuk no se hizo de rogar. No era el momento de adoptar actitudes heroicas
falsas: era mejor tener sentido comn. Al cabo de unos instantes, Elena fue medio
lanzada sobre el caballo de batalla. Kral coloc a la nia en la silla que tena delante
de l y, con una orden spera pronunciada en el lenguaje gutural de los caballos de
los riscos, orden a Rorshaf Ir a toda velocidad. A fe que el caballo lo hizo! Mientras
huan por el camino, los rboles se convirtieron en una mancha borrosa a ambos
lados. Al cabo de unos instantes Elena ya adelantaba a Mist y se acercaba a Erril.
Eh! exclam Kral acercando su montura a la del hombre de los llanos. La
Horda acecha por todas partes. Si queremos escapar de estos bosques tenemos que
hacerlo ahora.
Erril se apart el antifaz del rostro con los ojos abiertos de sorpresa al ver a Elena
con el hombre de las montaas. Mir hacia atrs y vio la silla de Mist vaca y a la
yegua que se acercaba.
Qu ha ocurrido? empez a musitar y luego agit la cabeza. No importa.
Kral, scala de estos bosques. Yo ayudar a Tolchuk y al carromato.
Kral asinti y, sin decir palabra, se precipit hacia adelante y dej atrs
rpidamente a Erril. Mientras Elena se agarraba con fuerza a las crines negras del
animal, los cascos de Rorshaf corran a toda prisa entre el barro y el humo. Elena
contuvo el aliento de miedo, no por ella, sino por los dems, que todava se
encontraban atrs entre las araas.
Kral se inclin sobre Elena.
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De repente, una flecha pas junto a la oreja de Elena, Kral se desplom y cay
hacia atrs, y estuvo a punto de llevarse consigo a la nia. Elena, sola y erguida sobre
Rorshaf, se volvi a mirar alrededor. Kral yaca sobre sus espaldas tras la grupa del
caballo mientras la pluma de una flecha le sobresala del hombro. Intent apoyarse
sobre un codo y mascull algo en el idioma de los caballos de los riscos.
Rorshaf pareci dudar.
Lrgate ya, pedazo de mierda intil! atron Kral. Rorami destro, Rorshaf,
nom.
De repente, el caballo de batalla profiri un relincho sonoro y se levant sobre sus
talones. Elena se agarr con fuerza a las crines y el caballo parti a toda prisa hacia el
interior de las praderas. Otra descarga de flechas se desplom al paso del caballo.
Elena se aferraba al lomo de Rorshaf con lgrimas en los ojos. El caballo volaba por
colinas y praderas desiertas, como un cfiro negro por encima de los campos verdes.
Pero dnde terminara aquella cabalgada? Elena se arriesg a mirar hacia atrs y vio
cmo la linde del bosque desapareca a sus espaldas. Luego Rorshaf pas la cima de
una colina y el bosque desapareci por completo de la vista. Y con l, todo cuanto ella
conoca y amaba en el mundo.
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Ya all, segura, tarare canciones que su madre le haba enseado entre los barcos
y las redes de la ciudad de pescadores donde vivan, una ciudad situada en la costa
norte y siempre barrida por las tempestades. Se arrebuj entre aquellos estribillos de
amores perdidos y maravillas de la vida. Ah nadie le haca dao, nada poda tocarla.
Se senta a salvo.
De repente, el dolor le atraves su ser: aquello era una tortura temible; jams se
haba sentido as durante los largos inviernos en las mazmorras. Abri los ojos de
golpe, pero la agona que senta la cegaba y vea lo mismo que si todava los tuviera
cerrados. Alrededor todo era oscuridad salpicada de luces rojizas. En cuanto el dolor
mitig, volvi a ver, aunque poco y transida por el dolor, pero s lo suficiente para gemir ante aquella visin.
Tena el cuenco de ebonstone unido a su tero por medio de un cordn umbilical
oscuro, semejante al tentculo negro de una bestia marina, que lata y vibraba, como
si estuviera llenndole el vientre de energas oscuras; sinti un fuego como el de los
hierros de marca candentes que le consuma las entraas. Incapaz de gritar, porque el
dolor le haca contener la respiracin en la garganta, todo cuanto poda hacer era
retorcerse en el extremo de aquella soga ardiente. Slo la magia que el Seor de las
Tinieblas le haba imbuido haca tiempo en las venas impidi que el corazn le
estallara. Sin embargo, aquella proteccin no le result favorable. En aquel instante, la
muerte sera muy bienvenida.
Pero la muerte no lleg, a pesar de que el dolor se convirti en un ascua ardiente
en sus entraas. La voz que le llenaba el cerebro como una sanguijuela y le sorba la
voluntad era algo mucho peor.
Mira, Virani, cmo confo en ti de verdad. Te he concedido otro don. He tomado
la Horda de tu vientre y la he convertido en algo que vas a querer mucho.
Mis hijas! grit al darse cuenta de que las haba perdido. No!
Aquella nueva tortura era mucho peor que el dolor de la carne.
No temas, mujer. Tambin querrs mucho a esta hijita.
Tras agitarse por ltima vez, el siniestro cordn umbilical se retir y regres al
cuenco de ebonstone.
Disfruta de mi nuevo don.
Virani sinti en el vientre que unos gusanos de hielo se arrastraban a travs de la
quemazn que senta en el interior y consuman su dolor. Cuando aquella agona
desapareci, de sus labios brot un suspiro de placer. Ahora su vientre estaba fro y
tranquilo. En cuanto aquel mar de dolor desapareci, la mujer se desplom sobre las
almohadas y se acurruc sobre su vientre hinchado.
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Sinti que algo se agitaba en su interior: algo fuerte, algo preparado con la magia
oscura de su amo. Se abraz el vientre y comprob con orgullo la fuerza de los
movimientos de la hija que todava no haba alumbrado. Cerr los ojos y apret con
fuerza los brazos con una sonrisa en los labios.
Su seor siempre tena razn. Un calor encendido le recorri las venas y de pronto
los ojos se le anegaron de lgrimas. Era cierto. Realmente ella ya amaba a aquella hija.
Se meci adelante y atrs sobre las almohadas y presinti que no tendra que
aguardar mucho.
Su hija, la autntica semilla del Corazn Oscuro, iba a nacer aquella misma noche.
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Con el aliento entrecortado, Tolchuk asinti con su cabeza, grande como una
piedra.
T espera a que ese carromato se aparta de mi camino y ves lo rpido que yo
puede ir.
Erril dio un chasquido con las riendas e hizo avanzar a su caballo hasta la parte
delantera del carromato. En cuanto se hall a su lado comprendi el motivo de
aquella conmocin.
Era Fardale.
El enorme lobo negro corra por detrs de las patas de los caballos, mordindolos
y esquivando algunas patadas. Los ojos de color mbar del lobo relucan en aquella
oscuridad de humo y sombras mientras intentaba conducir hacia adelante el tren de
caballos aterrado y, con l, al carromato.
Tal vez hubiera una oportunidad.
Entre las cenizas y el holln negros que se arremolinaron vieron ante ellos el final
del camino. Aquella visin les habra alegrado el corazn de no ser porque entre ellos
y la libertad, el camino temblaba y se agitaba cubierto por un ejrcito de araas. La
Horda los haba rodeado. Cmo era posible?
Erril vio entonces la corriente de agua del bosque que se encontraba a un
kilmetro y medio aproximadamente del camino, cerca de la linde. Sus bancales
hmedos haban proporcionado a la Horda un camino fcil por los rboles quemados
para cortarles la huida. Erril volvi la cabeza y mir alrededor. Estaban totalmente
rodeados por una capa de araas.
Mogweed tambin pareca haberse dado cuenta de aquel obstculo que tenan
delante y empez a tirar de las riendas.
Fardale, para! Deja los caballos! grit el mutante. Tenemos que detenernos.
Rpido!
El lobo obedeci las rdenes de su hermano y corri hacia la parte delantera del
tren de caballos, esta vez para ayudar a su hermano a detenerlo.
Erril se dio cuenta de inmediato de que el plan de Mogweed era una temeridad. Si
se detenan, no tendran ninguna opcin de escapar a las mordeduras de aquellas
araas. No haba duda de que se abalanzaran sobre ellos en cuanto se quedaran
quietos en el camino. Delante de ellos, el viento corri la cortina de humo y Erril vio
que su salvacin estaba a un tiro ele piedra. Estaban tan cerca! Apret las riendas de
su caballo, decidido a no doblegarse ante la derrota. No. Se dijo que si tena que
morir, prefera que fuera luchando.
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Erril avanz con el caballo para mantenerse a la altura del carromato. Al grupo
slo le quedaba una defensa: la velocidad! Y Mogweed estaba a punto de cargarse
aquella nica ventaja.
Mogweed, no detengas a los caballos! Haz que sigan. Es la nica opcin que
nos queda!
Mogweed tena una mirada aterrorizada. Aparentemente sordo a los gritos de
Erril, todava tiraba de las correas.
El caballero de los llanos se dio cuenta de que no tena tiempo para discutir y
convencer al mutante. Si queran una oportunidad para sobrevivir, l tendra que
tomar el control del carromato. Con la habilidad que le daban los siglos que llevaba
cabalgando, Erril se puso de pie sobre su caballo, que marchaba a gran velocidad, y
salt hacia el carromato por encima del camino. Aunque se dio un golpe en el hombro, Erril logr caer sobre el pescante. No se detuvo a comprobar si se haba hecho
dao en el hombro y se apresur a colocarse junto a Mogweed. El mutante estaba
sentado en el banco con la fusta quieta en las manos y el rostro asustado por la
repentina aparicin de Erril.
Dame las riendas le orden. Luego ve a gatas hacia atrs y dile a Tolchuk
que salte dentro del carromato.
Mogweed, sorprendido, se dispuso a obedecer con una cierta mirada de alivio.
Qu vas...?
Voy a hacer que el carromato las atraviese. Vamos!
Mogweed se encogi y se apresur a ir hacia la parte trasera del vehculo
encaramndose sobre las cajas de provisiones.
Erril dio un chasquido con las riendas, se las coloc debajo de la rodilla y arrebat
la fusta al mutante. Aqul no era un momento para andarse con contemplaciones con
los caballos y propin un latigazo a los caballos de tiro.
Fardale! Deja a los caballos y sube aqu.
El lobo ya estaba en ello; pareca haberse dado cuenta del cambio de planes. Se
volvi sobre una pata y, convertido en un amasijo de pelaje negro, salt al carromato,
para colocarse junto a su hermano debajo del toldo.
Slo faltaba recoger a Tolchuk.
Haced que el ogro...! empez a decir Erril y entonces, de repente, la parte
trasera del carromato se hundi de forma notable. Los maderos del fondo del
vehculo crujieron con fuerza.
Ya est aqu! grit Mogweed a Erril.
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Con el aumento de peso del ogro, los caballos aminoraron la marcha de un modo
notable. Aquello era mala seal.
Deshaceos del equipaje! grit a sus compaeros. Todo! Tiradlo todo!
A sus espaldas, Erril oy cmo las cajas daban contra el suelo del camino. No
poda detenerse a pensar en aquellas prdidas. Atiz con fuerza los caballos; en
silencio se disculpaba por aquella crueldad, aunque era consciente de que no poda
fallar. Delante de l, el caballo de carga con el que l haba cabalgado, se introdujo en
el mar de araas. El caballo penetr en la Horda como una tormenta.
Si aquel caballo lo lograba, entonces tal vez
Entonces el animal profiri un grito y Erril vio cmo se desplomaba sobre las
rodillas. Una ola de araas le cubra los costados. El caballo se debata por levantarse
a bandazos pero finalmente cay derribado por aquella masa de depredadores
minsculos. El caballo no logr siquiera avanzar un cuarto del camino entre las
araas.
Pero la muerte de aquel pobre animal no fue en vano. Su aparicin entre la Horda
desvi la atencin de las araas y la sangre atrajo gran cantidad del ejrcito a un lado
del camino.
Erril hizo pasar el carromato por el otro flanco, por la parte del camino donde
haba menos araas. Restall la fusta contra los lomos sudorosos de los caballos.
Necesitaba toda la velocidad y la fuerza que les quedaran.
Vamos! urgi con los dientes apretados mientras el carromato penetraba en la
zona dominada por las araas.
Ya rodeados por la Horda, los caballos no necesitaban ser espoleados pues
perciban claramente el peligro. Aquellos animales altivos golpeaban como locos el
barro del camino con los labios cubiertos de espuma. En su carrera aplastaban araas
con los cascos, de los cuales se elevaba un humo de color verdoso conforme el veneno
los iba abrasando. En lugar de detener a los animales, el dolor aceler su marcha.
Erril levant la fusta pero, al darse cuenta del escaso efecto que tendra, la baj.
No poda hacer nada ms.
El caballero de los llanos observ que las araas intentaban trepar por las
protecciones de piel que cubran las patas de los animales. Delante de ellos, el camino
finalizaba entre remolinos de humo y luz del sol. Haban cruzado ya la mitad de la
Horda. Erril apret el puo en las correas. Estaban casi ah! Tenan que conseguirlo!
Sin embargo, los caballos marchaban cada vez ms despacio; las fuerzas los iban
abandonando tras aquel terrible da de horrores y carreras. El humo penetr en el
final del camino, borrando as la promesa de escapar. Ahora pareca que el mundo
estaba hecho de araas y cenizas.
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La cabeza de Tolchuk asom detrs del hombro de Erril. El ogro no deca nada.
Las palabras no eran de ninguna ayuda.
Por lo menos la nia ha logrado salir ilesa dijo Erril mientras los caballos
corran cada vez menos.
No todo est perdido repuso el ogro. En tanto que nosotros nos mueve,
habr esperanza.
Pero, en cuanto hubo dicho esas palabras, el caballo de la izquierda expir, cay
sobre el fango y se solt del arns del carromato. El otro caballo corcove al tropezar
con las patas de su compaero muerto tambin se desplom sobre el camino,
totalmente vencido. El animal ni siquiera intent erguirse, se limit a levantar el
cuello una vez y mir hacia el carromato con una expresin de disculpa. Luego la
vida lo abandon.
El bosque qued sumido en el silencio de la muerte.
La salvacin se encontraba a muy poca distancia pero en aquellas circunstancias
bien podra estar a varios miles de kilmetros.
De pronto Erril fue apartado con un golpe y tuvo que agarrarse con su nica
mano a un lado del carromato para mantenerse en el pescante. Con el rabillo del ojo,
vio que Tolchuk se deslizaba hacia el tren de tiro por uno de los lados del carromato.
Qu ests haciendo? pregunt a gritos Erril.
Tolchuk llevaba un cuchillo en las garras. El ogro cort rpidamente las correas y
los arneses de los caballos y clav las uas en los lomos de los cuerpos cubiertos de
araas. Con dos resoplidos puso a un lado los cadveres, como un nio lo hara con
una mueca de trapo sucia, y luego se envolvi a s mismo con los arneses. Ahora las
araas circulaban por la espalda y las piernas del ogro.
Pero, Tolchuk. La voz de Erril se apag en su garganta. Qu poda decir? La
muerte sobrevendra igual dentro del carromato o fuera de ste.
Mientras nosotros nos mueve hay esperanza repuso Tolchuk repitiendo las
palabras que haba dicho antes. El ogro se inclin en los arneses y hundi los pies en
el barro. Dio un paso y luego otro. En cuanto el carromato empez a rodar, el ogro
tir con ms fuerza con las piernas.
Erril se volvi sobre su asiento, buscando nervioso algn modo de ayudarlo, pero
incapaz de saber cmo. Nunca se haba sentido tan intil. Todo lo que poda hacer
era contemplar cmo el ogro arrastraba el carromato con los msculos hinchados.
Aunque avanzaban muy lentamente, al menos avanzaban. En los odos de Erril
resonaban los latidos del corazn y el tiempo se ralentiz hasta acompasarse a aquel
ritmo lento.
~87~
James Clemens
La tormenta de la bruja
El caballero de los llanos observ que Tolchuk estaba cubierto de araas pero, por
suerte, el grueso de la Horda haba quedado atrado por los cuerpos de los caballos:
una comida ms fcil de degustar que aquel ogro de piel gruesa. No obstante, el ogro
tena bastantes araas en las piernas. Y aunque antes haba presumido de la piel
resistente de su raza, la propia corteza de los rboles no haba sido tampoco un obs tculo para la Horda. Desde su asiento, Erril vea emanar hilos de humo verde de los
muslos de Tolchuk; el veneno le roa la carne a fin de debilitarlo por algn punto y
luego abatirlo a mordeduras. En la espalda y el cuello del ogro se dibujaban arrugas
de dolor.
Tolchuk no aguantara mucho tiempo.
De repente una rfaga de aire cruz el camino y despej el humo. Madre
Dulcsima! Las praderas se encontraban a una distancia igual a l tamao de un
caballo. Erril dio un brinco. Estaban tan perdidos entre las cenizas y la oscuridad que
no haba sospechado que estuvieran tan cerca.
Ya casi has llegado! grit para animar al ogro.
Tolchuk levant la cabeza y, al mirar, dio un traspi. Tras recobrar el equilibrio
volvi a inclinarse en los arneses. La visin de la libertad pareci dar bro a las
zancadas del ogro. Las piernas robustas cubrieron por fin el tramo que quedaba y en
unos instantes el carromato circulaba en las praderas abiertas.
En cuanto llegaron a los terrenos de hierba, las araas se apartaron del cuerpo de
Tolchuk y regresaron a sus rboles. Al parecer, la Horda tema abandonar su
proteccin a la sombra. Aun as, Tolchuk continu cargando con el carromato hasta
que los rboles desaparecieron y la hierba verde los rode.
Una vez a salvo, el ogro, se detuvo. Las piernas le temblaban y tir al suelo los
arneses. Intent dirigirse gilmente hacia el carromato, pero las piernas no lo
aguantaron y cay de rodillas sobre la pradera hmeda.
Erril salt del carro y corri hacia el ogro. Tena la piel surcada de lneas blancas y
llagas provocadas por el ataque de las araas. Cuando Erril lo alcanz, el rostro de
Tolchuk todava reflejaba dolor, resollaba y tosa de forma spera. El ogro volvi los
ojos enrojecidos hacia Erril cuando ste se inclin sobre l.
Lo conseguimos, verdad? musit Tolchuk.
Erril apoy su mano en el hombro del ogro. Al hacerlo toc una de las llagas y la
piel de los dedos le doli terriblemente. No poda imaginarse el dolor que el ogro
estaba sufriendo.
Lo has conseguido, amigo. Tu fuerza y tu cuerpo nos han salvado.
Tolchuk asinti.
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James Clemens
La tormenta de la bruja
Virani todava yaca arropada bajo una gruesa manta entre las almohadas cuando
oy los pasos apresurados de varias personas que entraban en el campamento. Oy
entre el grupo gritos de jbilo y algunos de victoria. Cuando alguien se acerc
corriendo a la tienda, Virani se incorpor, llevando un brazo al vientre en actitud
protectora.
La solapa de la tienda se abri de golpe y la sobresalt. Slo era Betta. Aquella
mujer corpulenta, vestida con una capa verde manchada y la capucha retirada de su
cabello rubio corto, entr en la tienda. Tena los ojos brillantes y luca una amplia
sonrisa. Casi sin aliento, se acerc a Virani y se agach sobre una rodilla.
Lo hemos conseguido! exclam, casi temblando por la excitacin. Los
hemos capturado a todos!
Virani no poda haber deseado mejores noticias.
A todos?
La mujer asinti.
Tenas razn. Haba incluso un enorme demonio que arrastraba su carromato.
Tena unas garras y unos colmillos temibles. Por suerte se desplom rpidamente!
Virani no recordaba que en su visin hubiera un demonio, pero era posible que
fuera algn otro truco de la bruja.
Y la nia? Has visto a una pequea mujer montada en un caballo?
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La tormenta de la bruja
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La tormenta de la bruja
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La tormenta de la bruja
La mujer coloc las ollas de agua junto a las almohadas, rebusc unas cuantas
hojas de menta seca en el bolsillo y las desmenuz en el agua.
Me llamo Greddie, pero todos me llaman ta Dee explic mientras haca los
preparativos. T slo tienes que relajarte y permitir que ta Dee se encargue de ti y
de tu jovencito.
De repente, una rfaga de dolor se clav en el interior de Virani como la raz
anudada de un rbol lo hace en la tierra. El grito hizo que ta Dee se colocara
inmediatamente a su lado. Sumida en el dolor, Virani apenas se dio cuenta de que la
anciana colocaba un pao fro en ,su frente caliente y luego la rodeaba y se inclinaba
entre las piernas. Por suerte, aquel dolor agnico desapareci con la misma rapidez
con que haba llegado, por lo menos durante unos instantes. Con la respiracin
entrecortada, Virani se desplom sobre las almohadas.
Ta Dee tom a Virani por detrs de las rodillas y le levant y abri las piernas
mientras iba susurrando para s.
Ahora, hijita, quiero que empujes cuando yo te lo diga. La anciana levant la
cara de entre las piernas. Pero no antes de que te lo diga, de acuerdo?
Virani tena el cabello adherido al rostro sudoroso, y su piel se estremeca de calor
y de fro.
Lo intentar.
Ta Dee la mir ceuda.
No. No vas a intentarlo, lo hars. De acuerdo?
Virani trag saliva.
S, seora.
Buena chica. El rostro de ta Dee dej de verse cuando la anciana se inclin
para examinar mejor a Virani. Qu son todas estas marcas de aqu? pregunt
mientras tocaba.
Virani saba que eran los smbolos tatuados del poder que el Seor de las
Tinieblas haba marcado en la entrada de su tero.
No... no estoy segura.
Entonces el dolor volvi a apoderarse de ella, con violencia y sin aviso previo,
como un rayo en un cielo despejado. Virani se dobl sobre las almohadas mientras el
tero se le desgarraba.
Empuja oy que gritaba ta Dee. Pero el grito sonaba muy lejos. Empuja. Ya
le veo la cabeza. Empuja o perders a tu hijo.
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La tormenta de la bruja
Sus palabras lograron atravesar aquella agona de dolor. No poda perder ese hijo.
Otra vez no! Nunca ms! Con un grito helado en los labios, Virani hundi los
hombros en las almohadas a la vez que empujaba hacia el fuego que senta en las
entraas. Apret los dientes y forz todos los msculos para un nico fin: traer su
hijo al mundo.
Casi... casi deca ta Dee delante de ella. Crea que el nio estara muerto,
pero ya veo el pequeo diablillo esforzndose por salir.
Virani no atendi a las murmuraciones de la anciana. Con un ltimo jadeo, apret
varios almohadones con los puos mientras rasgaba el tejido con las uas y se
arrancaba la carne de las palmas de las manos; luego, con un grito que rasg la
noche, expuls al hijo de su tero.
Finalmente se desplom sobre las almohadas, como si fuera una marioneta a la
que le hubieran cortado los hilos. Durante unos instantes qued tendida entre
estremecimientos y temblando por el esfuerzo antes de que la preocupacin por su
hijo la hiciera apoyarse sobre el codo. Ta Dee todava no haba dicho nada.
Virani se esforz por incorporarse, temerosa de que algo hubiera ido mal;
entonces vio con alivio a ta Dee con su hija. sta cubra el rostro de la anciana con
sus ocho piernecitas articuladas pegadas al crneo. Ta Dee estaba tendida en el suelo
de la tienda y golpeaba con los pies el suelo mientras se debata en espasmos letales.
Virani suspir cuando las cuatro alas de su hija se agitaron en el aire para secar sus
membranas hmedas y luego volar. Lloriqueaba suavemente y chupaba con avidez la
garganta arrugada de la mujer mientras clavaba y penetraba aquel tejido blando con
sus dos juegos de mandbulas. Virani vio que la sangre brotaba de las heridas
formando charcos amplios. Qu descuidados son los nios a la hora de comer!
Aun as, Virani no pudo evitar dirigir una sonrisa clida a su hija. Era bonito ver
cmo un recin nacido es amamantado por primera vez.
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La tormenta de la bruja
Captulo 7
Elena hua en direccin opuesta al sol poniente. Las sombras la perseguan por la
pradera, mientras ella se aferraba a la crin negra de Rorshaf con los dos puos
apretados. El caballo avanzaba a toda velocidad por las lomas verdes, chapoteando
en los campos anegados. Ya haca rato que haba abandonado todo intento por
controlar el avance del caballo: no alcanzaba las riendas y el animal haba hecho caso
omiso a todas las rdenes que le haba gritado. A Elena se le pas por la mente saltar
de la silla, pero pens que una cada desde esa altura y a aquella velocidad podra
romperle algn hueso, si no el cuello. Por eso se mantena agarrada a las crines
sudorosas del caballo, con la esperanza de que Rorshaf tuviera algn destino en
mente.
Por mucho que temiera aquella carrera, su preocupacin era otra. Qu haba sido
de los dems? La ltima vez que haba visto a Kral, el hombre de las montaas yaca
desplomado sobre la pradera con una flecha que le sobresala del cuerpo. Haba
mucha sangre alrededor de su cuerpo. Apret los ojos con fuerza para eliminar
aquella imagen de su recuerdo y se pregunt qu habra sido de los dems.
El rostro de Erril flotaba como un fantasma en su memoria. El haba sido su
guardin, su caballero, su maestro. Aunque ella hubiera logrado escapar de aquella
emboscada, saba que todo estaba perdido si Erril no lograba superar aquel peligro.
Cmo iba a atravesar ella sola las tierras de Alasea? Cmo lograra esquivar a los
secuaces del Seor de las Tinieblas y encontrar la ciudad perdida de Aloa Glen?
Necesitaba a Erril y tambin a los dems.
Elena se irgui sobre la silla y apret con fuerza la crin negra de Rorshaf mientras
tiraba con fuerza de ella.
Para, maldito! Para!
Las lgrimas saltaban de las mejillas mientras el caballo prosegua su carrera.
Elena se debata contra el animal, pero su esfuerzo era tan intil como el de una
pulga molestando a un perro. Tena que detener a Rorshaf antes de que la llevara
demasiado lejos. Sin embargo, lo que ella quisiera no significaba mucho para aquel
caballo de batalla. Mientras el crepsculo suma las colinas en sombras, el caballo
prosegua su carrera estrepitosa por las praderas.
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La tormenta de la bruja
Por favor! gritaba Elena bajo la luz mortecina. Por favor, para!
Desesperada, se inclin y hundi el rostro en la crin de Rorshaf.
No quiero estar sola dijo entre gemidos.
Entonces, como si sus splicas hubieran fundido por fin el corazn de hierro del
caballo, el ritmo de los cascos pas del galope al medio galope y por fin al paso
suave. Elena levant el rostro y vio que el caballo se detena ante una amplia
corriente de agua que le cortaba el paso; bajo los ltimos rayos de luz del atardecer
las aguas brillaban con un color rosa plateado. Un grupo de liblulas de alas
nacaradas revoloteaba entre los juncos de la orilla.
Con los msculos temblndole por el esfuerzo, Rorshaf se detuvo junto a un sauce
solitario cuyas ramas acariciaban las aguas poco profundas. Elena descendi del
lomo del animal y estuvo a punto de caer, traicionada por el cansancio de los
msculos del cuerpo. Una vez recuperada, fue a agarrar la correa que colgaba delante
del caballo. Tena que mantenerlo en movimiento, de lo contrario el animal podra
acalorarse demasiado. Tir de la correa porque crea que un caballo de batalla tan
testarudo como se se resistira. Sin embargo, Rorshaf la sigui mientras ella andaba
junto a la orilla de la corriente.
Mientras Elena andaba, un batalln de ranas salt chapoteando del barro al ro
entre croares enfadados, lanzando a la vez un aviso para las dems. El olor de los
lirios de agua perfumaba el aire del atardecer y los pjaros revoloteaban y se
deslizaban sobre las aguas mientras atrapaban insectos voladores. Elena se dio un
cachete en el brazo cuando un mosquito le pic la piel, que ahora tena muy caliente.
Rorshaf resoplaba y agitaba la cola contra una plaga similar de moscas que se
acercaban a picarlo, atradas por su pelaje sudoroso.
Elena hizo que el caballo anduviera un rato hasta que los costados temblorosos de
Rorshaf empezaron a calmarse. No obstante, lo mantuvo en movimiento hasta que un
remolino muy suave procedente de la corriente de agua principal le cerr el paso,
como un pequeo puerto de aguas plateadas. Dej que el caballo bebiera, aunque
muy poco, de aquellas aguas quietas. Tambin saba que antes de que cayera la noche
por completo tena que frotar la piel del caballo, pero en ese momento el cansancio se
haba apoderado tambin de sus propias piernas. Elena se arrodill sobre una piedra
plana junto a la orilla de las aguas.
Al mirar la corriente quieta vio su rostro reflejado en el agua. Se quit los guantes
y levant una mano hacia su pelo cortado. Quin era esa mujer? Su propio rostro le
pareca el de una extraa, sucio por las cenizas y el holln. Se inclin hacia adelante,
acerc una mano hacia la superficie y se ech agua fresca en la frente y las mejillas
con la esperanza de encontrar el rostro de la nia a la que le gustaba correr por los
campos de su familia. Mientras el agua le goteaba por la nariz, contempl cmo la
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T eres todo lo que cuenta. Tienes que sobrevivir para llegar al Diario
Ensangrentado. La profeca tiene que cumplirse.
Elena no dijo nada. La voz de ta Fila se suaviz.
S que lo que te pido es muy difcil. Pero todos hemos tomado decisiones
difciles para llegar a este momento de la historia y tener la oportunidad de un nuevo
amanecer en esos tiempos tenebrosos. T eres la nica esperanza de esta tierra.
Elena se puso en pie.
Buena chica. La voz de la ta se debilit y la luz de las aguas empez a
oscurecerse. No puedo mantener por ms tiempo el contacto. Utiliza esta noche
para escapar. Las llanuras que hay detrs de las colinas son extensas y estn pobladas
con cientos de pequeas ciudades y pueblos. Ah encontrars cobijo. Para entonces,
la luz de la corriente slo era un resplandor dbil. No se poda ver nada, pero aun as
en el agua todava resonaron unas palabras dbiles. Te quiero, cario.
Elena vio cmo el brillo se desvaneca por completo.
Yo tambin te quiero susurr a las aguas oscuras.
Cuando la luz desapareci, la noche autntica se precipit sobre Elena. Se volvi
para mirar las montaas y las colinas que tena detrs. Las hogueras del campamento
parecan relucir con ms intensidad en la oscuridad ms profunda. El dolor le
agarrotaba los hombros. Sinti una opresin muy grande en el pecho y mir en
direccin opuesta a las hogueras. Las palabras de su ta resonaban en sus odos: T
eres la nica esperanza de esta tierra.
Elena apoy una bota en el estribo de Rorshaf y se sent en la silla del caballo. Esta
vez iba a mantener muy bien asidas las riendas, decidida a no ser llevada en volandas
de nuevo por un caballo asustado. Elena permaneci erguida sobre la silla con las
manos apretadas y la actitud resuelta mientras reflexionaba. Estaba harta de ser
llevada contra su voluntad y a ciegas, bien fuera por un caballo o por poderes des bocados. Haba llegado el momento de elegir su propio camino.
Hizo girar el caballo en direccin a las hogueras distantes del campamento. Tras
disculparse en silencio con ta Fila, Elena espole los costados de Rorshaf. El caballo
retrocedi entre resoplidos sonoros y luego clav los cascos en el barro, protegidos
con hierro, y avanz a medio galope hacia el grupo de hogueras.
Al diablo con las profecas! Aqullos eran sus amigos.
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Erril comprob que los nudos lo ataban con firmeza a la estaca de madera. Las
cintas de cuero eran firmes, y los nudos, fuertes. Intent tirar de la estaca pero el
poste era grueso y estaba bien clavado en el suelo. No poda derribarse.
No merece la pena susurr Kral desde donde se encontraba, atado a un poste
cercano. Llevaba el hombro derecho cubierto por un vendaje manchado de sangre y
tena el rostro demacrado.
Ve con cuidado intervino Meric tambin en voz baja. Si te pillan
retorcindote para liberarte te van a batir a palos.
El elfo, que haba sido apresado antes, estaba atado detrs del hombre de las
montaas y, como prueba de lo dicho, luca un moretn en la mejilla. Seal con la
cabeza a los dos guardias que se apoyaban en unas lanzas a unos pocos pasos. Iban
vestidos con tnicas y capuchas verdes de caza, tenan las espaldas anchas y el
aspecto curtido por aos de campamentos de invierno. Los cantos de victoria
procedentes de las hogueras cercanas distraan a los guardias y disimulaban la
conversacin del grupo de prisioneros.
Erril escudri la zona cercana. Mogweed era el otro miembro del grupo que
tambin estaba atado. El mutante tena una actitud huraa y la cabeza gacha. Erril
dirigi una mirada de preocupacin a Kral.
Dnde estn Elena y Neelahn? pregunt.
Cuando llegaste se llevaron a Neelahn para interrogarla. Kral baj la voz y
una amplia sonrisa brill sobre la barba negra. Pero Elena escap. La hice huir
montada sobre mi caballo. Est a salvo.
Erril suspir con alivio.
Adonde ha ido?
Di rdenes a Rorshaf para que la llevara hasta donde encontrara agua y luego se
detuviera. Le orden apartar a la nia de cualquier problema que surgiera.
Tu caballo entiende todo eso? pregunt Erril, desconfiado.
La sonrisa de Kral todava fue ms amplia.
Yo mismo lo he criado desde que era un potro. Recordar mis rdenes y cuidar
de la muchacha.
Erril dej que las palabras del hombre de las montaas le penetraran en el
corazn, pero no le infundieron tranquilidad. Con caballo o sin l, la nia no lograra
sobrevivir sola mucho tiempo.
Dnde est el ogro? interrumpi Meric, escudriando con los ojos azules las
praderas que los rodeaban. Y el lobo?
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Ellos... creen que tenemos relacin con unos demonios. Alguien les ha dicho que
hemos matado a sus hijas y que hemos destrozado el bosque.
Qu! Quin?
No lo han dicho. Pero o que una de las mujeres que me interrogaba, Betta, la
mujer del jefe, hablaba de una jovencita del bosque que estaba a punto de dar a luz.
Pareca muy nerviosa, como si algo estuviera yendo mal.
Crees que esa chica podra habernos acusado?
Neelahn se encogi de hombros.
No estoy segura. Pero esta Betta se march a atender el parto. Creo que la que
grit fue ella. Hay algo que va muy mal.
Erril frunci el entrecejo.
Si algo va mal en ese parto rezong, adivino quines van a ser los culpables.
Kral, que estaba junto a Erril, habl con su voz cavernosa.
He visto algunos cazadores recogiendo fardos de madera, ms de lo necesario
para sus hogueras. Levant las cejas de un modo expresivo. Si no queremos
morir quemados, lo mejor ser que encontremos un modo de huir.
Eso no te lo discuto, pero cmo?
Nadie respondi.
El cerebro de Erril urda varios planes, pero ninguno pareca realista. Incluso en el
caso de lograr librarse de las ataduras, qu podran hacer con Tolchuk?
Abandonarlo sin ms? Y sus provisiones? El carromato poda reemplazarse con
facilidad, pero uno de los raptores haba arrebatado la guarda de Aloa Glen del
bolsillo de la chaqueta de Erril y se haba marchado con el pequeo puo esculpido
de hierro. Cmo seguir sin la llave que abra la proteccin mgica de la ciudad?
Erril, desesperado, apret los dientes.
Ha vuelto! El grito de Mogweed llam la atencin de todos. Incluso uno de
los guardias los mir por encima del hombro con el entrecejo fruncido; sin embargo,
cuando un segundo grito atron en el campamento volvi a darles la espalda.
Mogweed, silencio! orden Erril.
El mutante, de pie, se debata en sus ataduras.
Ah dijo mientras asenta con la cabeza, detrs del arbusto.
Yo no veo nadarepuso Erril mirando hacia donde Mogweed indicaba.
Pens que tal vez el miedo engaara la vista del mutante. Pero entonces Erril
tambin lo vio: un par de ojos amarillentos brillando entre los arbustos.
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Betta volvi a gritar, pero esta vez su chillido no fue tan penetrante como el
anterior.
Del pecho abierto de la partera brotaron unos escorpiones de alas negras. Tenan la
longitud de un pulgar y se precipitaron contra la aterrada mujer cazadora para
picarla. Mientras agitaba las manos contra los insectos, Betta cay de espaldas fuera
de la tienda, cubierta por los cuerpos agitados de aquellos animales ponzoosos.
Virani, desnuda, la sigui, tras apartar a un lado la silueta tambaleante de la
partera destrozada. Ta Dee, ya vaca y convertida en un amasijo de huesos y piel, se
desplom sobre el suelo cubierto de almohadas. Virani no hizo caso a la anciana y
sali de la tienda. Apart la solapa de la entrada y vio que Betta yaca de espaldas. La
piel de la mujer cazadora haba empezado a oscurecerse y el vientre se le haba hinchado, como ocurre con las vacas muertas que se abandonan durante demasiado
tiempo bajo el sol de verano.
Detrs de Betta, un crculo de cazadores, iluminado por las hogueras del
campamento, permaneca de pie con los rostros horrorizados.
Virani no les hizo caso y habl a la forma quieta de Betta.
Pequeines, no seis egostas y dad besitos a todos.
Al or esas palabras, un enjambre, como una espesa nube negra, sali del vientre
de la fallecida y se dispuso a atacar a los cazadores. La noche se llen de gritos
conforme los aguijones del color del bano extendan sus besos letales entre la gente.
Una nia pequea corri atemorizada entre las piernas que huan y se precipit hacia
Virani con lgrimas en las mejillas. Virani se inclin para tomar entre los brazos a la
nia asustada.
Shhh, mi pequea, no hay nada que temer.
Virani la apret junto a su pecho desnudo. Era una nia preciosa de cabello
ensortijado. Pareca una mueca. Le cubri los odos para que no oyera los gritos del
campamento. Pobrecilla. A los nios siempre les asustan los ruidos fuertes. Virani
permaneci agachada junto a la nia que gimoteaba y esper.
No tuvo que pasar mucho tiempo. Alrededor los cazadores yacan sobre la hierba
aplanada de la pradera en posturas agnicas; poco despus, en cuanto los venenos
surtieron efecto, sus gritos dejaron de orse. Virani suspir y se puso de pie con la
nia todava en brazos. El campamento estaba cubierto de cuerpos tendidos. Haba
un desdichado que, para escapar del beso de los escorpiones, se haba precipitado
contra una hoguera. Mientras las llamas le quemaban los huesos, un espeso humo
aceitoso se alz en el cielo de la noche y el hedor de la carne quemada contamin la
brisa fresca.
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cabello oscuro, la complexin rubicunda... y los ojos! Esos ojos penetrantes del color
de los cielos tempestuosos.
Erril! Lo saba! Saba que no habas muerto!
Los dos se miraron en silencio.
Entonces el enorme hombre de barba negra se aclar la garganta.
Erril... conoces a esta mujer?
Erril asinti. Sus palabras crujieron como las hojas secas al ser pisadas.
S. Hace tiempo. Fuimos amantes.
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Captulo 8
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Elena detuvo a Rorshaf. A lo lejos, cerca del horizonte, un brillo vago y de color
rojo sealaba el lugar en el bosque donde todava ardan miles de ascuas. No muy
lejos del horizonte, las llamas agitadas del campamento arrojaban sombras en las
colinas. Mir las hogueras sin parpadear.
Qu tena que hacer?
Pens en darse la vuelta y obedecer las rdenes de su ta. No era demasiado tarde.
Poda llevarse consigo a Rorshaf, aunque el caballo se encontraba dbil, estaba segura
de que podran llegar a las llanuras lejanas por la maana.
No! Elena apart ese pensamiento. No poda abandonar a sus amigos. Esa no era
una opcin. Pero entonces, qu poda hacer?
Se quit el guante de la mano derecha. Tras utilizar la magia, su mancha de color
rub, que Erril llamaba la marca de la Rosa, se haba convertido en un algo
parecido a una quemadura leve de sol. Por las venas le circulaba muy poca energa
mgica. Por un instante, volvi a considerar la idea de desperdiciar la magia que
tena y renovarse de forma que la Rosa volviera a florecer por completo. Aunque
todava recordaba perfectamente las advertencias de Erril el miedo a endentarse con
un enemigo desconocido contando slo con una parte de su poder la asustaba
todava ms.
Elena desenvain la daga con la otra mano. El filo brillante del arma reflej la
escasa luz y refulgi como una pequea lmpara, obligando a Elena a apartar los
ojos. Estaba segura de que aquel brillo haba podido verse a miles de kilmetros a la
redonda.
El resplandor momentneo de la daga proporcion un motivo de consideracin a
Elena. Si utilizaba la magia, ella se convertira en una baliza mucho ms ostentosa
que un destello brillante en la noche. Si se vaciaba de magia, todas las miradas se
centraran en ella, incluida la del ser maligno que haba en el campamento. Volvi a
guardar la daga en su funda. No quera exponerse a ser vista por lo que la estuviera
esperando entre las hogueras chisporroteantes del campamento.
Mientras consideraba las opciones que le quedaban, empez a trazar un plan.
Aunque no tena mucho poder, s contaba con la ventaja de las sombras y de la
sorpresa. Con suerte y la proteccin de la noche, tendra la oportunidad de liberar a
sus amigos sin necesidad de emplear el poder de la Rosa. Quin poda decir que
fuera realmente preciso enfrentarse a ese ser perverso?
Con esa idea en la mente, descabalg. Rorshaf era demasiado ruidoso y grande
para penetrar con l a hurtadillas en el campamento. Tena que ir a pie. Mientras su
mente se agitaba tramando planes, retir los bultos y la silla del caballo y lo hizo
andar para refrescarle la piel caliente. Cuando el corazn del caballo se calm, le frot
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Erril apenas poda hablar. Cmo era posible? Contempl a la mujer desnuda que
tena ante s, aquellos muslos desnudos cubiertos de sangre oscura. Su semblante, de
belleza dolorosa, era fro como la piedra pulida, y la cabellera del color del bano,
antes una espesa cortina oscura como la noche, estaba salpicada por un mechn
blanco. No obstante, para Erril lo peor era ver la locura en los ojos de aquella mujer.
Mientras permaneca de pie atado a la estaca quiso relacionar la mujer que se
alzaba ahora ante l con la joven de diez inviernos atrs. Record la ocasin en que se
conocieron. Haba sido en la spera costa del norte, en una ciudad envuelta
continuamente con las nieblas del mar, donde el aire siempre tena el sabor de la sal y
del fro. Record aquella mujer joven, la hija de un pescador, que le llam la atencin
mientras l haca malabarismos para obtener algunas monedas en la taberna junto al
mar.
De un modo inexplicable, sinti la necesidad de ganarse la compaa de aquella
chica. Aquel rostro delicado y la cabellera sedosa estaban fuera de sitio entre aquellas
gentes norteas de rostros endurecidos por el viento; le pareci que era como una
rosa de ptalos tiernos creciendo entre las rocas. Mientras haca malabarismos con las
teas encendidas, Erril no poda apartar los ojos de ella.
As, al terminar su ltimo nmero en aquel escenario de cedro, recogi el cuenco
con la recaudacin y las escasas monedas de su interior, se abri paso con los
hombros entre el grupo de hombres barbudos y mujeres demacradas y lleg hasta
aquella mujer, que se encontraba cerca del fondo de la taberna.
Cuando se acerc a su mesa, ella tena la mirada baja y una actitud recatada.
Incluso despus de haberse presentado, la muchacha apenas dio seales de advertir
su presencia. Cuando habl por primera vez, su voz son tan tierna y blanda como
su apariencia.
Me llamo Virani dijo ella. Y su cabellera larga y negra se abri como dos alas
a ambos lados de su rostro levantado. En los ojos azules humedecidos de la mujer, l
adivin una tristeza que encontr su reflejo en el vaco que l senta en su interior.
Entonces, Erril se dio cuenta de que ambos se necesitaban. l tena que salir de los
caminos durante un tiempo y ella necesitaba alguien a quien amar. Y as charlaron
durante toda la noche y hasta la maana siguiente.
Enseguida, la joven le present a su familia, que lo acept como a un hijo. Erril
haba pensado quedarse unos pocos das all, pero encontr cierto gusto en la vida
junto al mar. Ayud a arreglar el barco estropeado de la familia y, antes de que
pudiera darse cuenta, los das se convirtieron en lunas.
El padre de Virani le ense los entresijos y las rarezas del mar y el hermano le
mostr los misterios y las maravillas de la costa y los bosques hmedos que haba
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alrededor. Durante aquel tiempo, l y Virani cada vez se acercaron ms. Incluso el
padre de la muchacha pareca satisfecho de la eleccin de su hija.
Manco o no, tienes unas espaldas fuertes y un buen corazn le dijo una vez a
Erril mientras compartan una pipa sentados frente a una hoguera. Para m sera
un honor poder llamarte hijo.
Fue aquella temporada pasada en la costa del norte, pescando peces y capturando
cangrejos, lo que le record lo que ms echaba de menos de su pasado lejano: el calor
y la tranquilidad de una familia alrededor.
De repente, unas palabras se colaron en aquel mar de recuerdos y lo devolvieron a
la estaca en la que estaba atado. Contempl los grandes ojos azules de Virani.
Por qu me abandonaste? La locura y las tinieblas se agazapaban ahora
detrs de aquellos ojos, que en su momento haban brillado con amor. La voz alcanz
casi el nivel de la histeria; la mujer se apart con la mano el mechn blanco de la
cabellera. Sabas que estaba embarazada. Era tu hijo!
Erril apart la vista de ella.
No quise herirte musit.
Y no lo haba hecho. El tiempo y el calor de la familia de la chica haban curado el
vaco que Erril senta en el corazn. Recuperado ya del malestar que le causaba su
vida errante, se haba dado cuenta de que era preciso marcharse. En la familia de
Virani haba obtenido la paz que necesitaba pero qu precio haba tenido que pagar
por ello? El embarazo de Virani haba obligado por fin a Erril a reconocer el egosmo
que escondan sus acciones. El nunca envejecera, pero Virani y sus hijos s lo haran.
Saba que su camino no era tener un hogar e hijos. Ese camino era para los hombres
que envejecan, que se volvan ancianos junto a sus esposas, no para un hombre que
haba vivido cientos de inviernos y podra vivir cientos ms. No, el camino vaco era
su nico y verdadero hogar.
As pues, a sabiendas de que cualquier otro retraso slo lograra hacer todava ms
dao a Virani plane su propia muerte. Un da se march en una pequea barca
mientras una tormenta se avecinaba y nunca regres de modo que su muerte se
achac al ama cruel de la costa del norte.
No comprendadijo, esforzndose por dar una explicacin. Pens...
Virani lo interrumpi con la mirada perdida en el pasado.
Mi padre me repudi. Tener un hijo... sin tener marido. Tras tu desaparicin en
el mar, mi padre me envi a una vieja bruja de las colinas; esa mujer me dio unas
hojas desmenuzadas que me causaron rampas en el vientre. Hizo una mueca de
dolor al recordar todo aquello. Y la sangre. Haba tanta! Aquella pocin se llev a
tu hijo de mi cuerpo. Mi pobre hijito.
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puso de pie de repente. Estaba clarsimo! Contuvo el aliento y pens que aquello era
posible. Apret con fuerza el hacha y dej que la esperanza apartara a un lado la
desesperacin que haba sentido.
Fardale se acerc a ella con ojos expectantes. Elena se apoy en una rodilla y lo
abraz por segunda vez aquella noche.
Gracias, Fardale le susurr al odo.
l le lami la mejilla en seal de gratitud y luego se apart del abrazo. Le dirigi
una mirada brillante y fluyeron unas imgenes: Un lobo que se rezaga de la manada
puede ser atacado por un gran oso.
Ella asinti. Tenan que apresurarse.
Tras una ltima mirada intensa, con la que Fardale pareca querer medir la
decisin de la muchacha, el lobo se dio la vuelta y tom el camino hacia la orilla.
Elena recogi rpidamente el objeto brillante del barro y sigui al lobo.
Neelahn observaba al monstruo en forma de araa que extenda las alas, cada una
de ellas larga como un brazo. Bajo la luz del fuego se vean unos flujos iridiscentes
negros que recorran las superficies membranosas como manchas de aceite. La bestia
se apart pesadamente de las piernas de Erril con un lamento que slo poda ser de
hambre. Neelahn se dio cuenta de que se trataba de un recin nacido, una crislida
con patas, y que todava no haba mostrado su verdadera forma adulta. Slo la
comida lograra transformarle el cuerpo.
Se esforz con los brazos por encomiar un punto dbil en los nudos que la
retenan, pero las cuerdas eran gruesas y estaban bien atadas. Incluso Kral, con el
rostro rojo por el esfuerzo, no lograba librarse de aquellos lazos fuertes. Los otros dos
hombres, Meric y Mogweed, parecan resignados ante la imposibilidad de intentar
librarse de aquellas ataduras. Meric permaneca de pie con la mirada ceuda,
mientras Mogweed estaba encogido sin ms.
Neelahn dej de retorcerse en las cuerdas cuando se dio cuenta de que con fuerza
bruta no se lograra nada. Pero no estaba dispuesta a dar su brazo a torcer. Todava
no. Tal vez, con algo de ingenio...
Pero de repente todo fue demasiado tarde.
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Aquel ser, que se haba quedado agazapado y quieto con las patas dobladas debajo
de s, se lanz de repente hacia adelante mientras bata las alas y agitaba las patas
contra Erril.
El hombre de los llanos dio un respingo cuando la araa arremeti contra su
pecho. Las ocho patas cubrieron el torso de Erril, y ste se apret an ms contra el
palo de madera. Los extremos en punta de las patas de la bestia se hincaron en la
madera. El rostro de Erril se enrojeci bajo aquella opresin y, por vez primera desde
que lo haba conocido en Winterfell, Neelahn vio miedo en los ojos de aquel hombre.
Entretanto, aquel temible ser llamado Virani se rea con regocijo y en los labios
mostraba una sonrisa salvaje.
Bsalo, cario! animaba a la criatura.
Neelahn se dio cuenta de que su nica oportunidad, si acaso haba alguna, era
actuar de inmediato. Unas palabras le brotaron de los labios:
Para! Aparta a esa bestia de ah!
Virani dirigi una mirada llena de ira a la ninfa.
Neelahn no se detuvo porque no quera perder su determinacin.
El Seor de las Tinieblas no quiere que mates a Erril.
La mujer malvada se acerc a Neelahn.
Y cmo es eso? Acaso conoces t la voluntad de mi amo?
Neelahn observ con el rabillo del ojo que la bestia en forma de araa bajaba sus
dos mandbulas rechinantes hacia la garganta del hombre de los llanos, pero no
apart la vista de Virani.
S que el Corazn Oscuro quiere a la nia sigui diciendo la elfa. Lo que
ms quiere en el mundo es a la bruja.
Pareci que aquellas palabras lograban atravesar la locura de la mujer. La sonrisa
burlona de Virani se desvaneci.
Pues bien, slo Erril sabe dnde se encuentra ella minti Neelahn. Si lo
matas perders la oportunidad de encontrar el lugar donde la ha ocultado.
Virani hizo un chasquido suave y aquel animal de pesadilla se qued quieto,
obediente, con las mandbulas a escasos milmetros del cuello de Erril. Neelahn se
dio cuenta de que la preocupacin y la duda haban debilitado la sed de venganza de
la mujer. Virani pareca haberse replegado en s misma. Dio un paso atrs.
La bruja... S, la bruja. Virani se acerc una mano al pelo y juguete con uno
de los mechones negros. Tengo que conseguir la bruja para mi amo. No puedo
fallarle. Luego dirigi la mirada hacia Erril. Ya jugaremos luego.
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Captulo 9
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sombra oscura que iba desvanecindose. Fardale desapareci delante de ella tras la
esquina de la ltima tienda.
Elena apur el paso detrs de l, pero cuando lleg a la esquina, se detuvo. Al
doblarla, slo encontrara pradera abierta y no tendra ningn lugar donde ocultarse.
Contuvo el aliento y mir por el lado de aquella tienda hecha de piel de ciervo. Lo
que vio le hizo perder el control sobre su magia.
En el suelo haba cinco estacas clavadas, con sus amigos atados a ellas. Una
criatura horripilante se apart de uno de los palos: un ser alado, de escamas negras y
patas articuladas. Y frente a todos ellos, contemplndolo todo con una mirada
intensa, haba una mujer delgada y desnuda cubierta slo por una cabellera negra y
con un nico mechn blanco. La mujer pareci darse cuenta de la mirada de Elena y
se volvi hacia ella. Tena el rostro plido, como el mechn de color de luz de luna, y
su expresin era tan fra como una cueva en la que no ha penetrado el sol. Elena se
apresur a esconderse detrs de la tienda antes de que los ojos de la mujer pudieran
distinguirla.
Se estremeci, no tanto por la visin de aquella mujer y ese monstruo sino por lo
que haba presenciado durante unos breves instantes. Era imposible! Pero Elena
saba que era cierto. Aunque lo que estaba atado al ltimo palo era slo piel suelta y
huesos rotos, haba reconocido el pelo color de miel y el vestido verde que cubra
aquella figura disecada. Era Neelahn.
No pudo contener las lgrimas. Se acurruc detrs de la tienda y se puso el puo
ensangrentado delante de la boca mientras intentaba sofocar los sollozos. Haba
llegado demasiado tarde! Neelahn haba muerto.
Una voz fra se alz desde delante de la tienda. Elena adivin que proceda de
aquella extraa mujer.
Bien, Erril, dnde est la bruja?
No voy a decirte nada, Virani. Ya puedes matarnos a todos.
Erril, nunca entendiste nada. No he matado a esa pequea mujer rubia para
amenazaros. Todos vosotros no significis nada para m. Son slo comida para mi
beb. Mi amo me ha otorgado una herramienta para obtener la informacin que
necesito, con tu consentimiento o sin l... pero ese sistema es algo sucio.
No voy a traicionar a la nia.
Pero, Erril, con lo bueno que eres abandonando nios... Incluso a tu propio
hijo...
La bruja est fuera de tu alcance, Virani. La he escondido muy bien. Est incluso
ms all del alcance del Seor de Gulgotha.
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Elena temblaba desde su escondite. Erril menta, pero por qu? En cuanto se hizo
la pregunta obtuvo la respuesta. Seguramente el caballero saba de su huida con
Rorshaf y la crea ya a medio camino hacia los llanos. Con aquella disputa basada en
mentiras lo nico que pretenda era que la distancia fuera cada vez mayor. Estaba
dispuesto a dar su vida y la de los dems para darle un poco ms de tiempo a ella.
Elena no poda permitir ese sacrificio, sobre todo porque sera un gesto intil pues
no estaba huyendo por los llanos. Ella estaba all. Sus muertes seran intiles.
La mujer continu hablando.
Es posible que digas la verdad, Erril, pero aun as encontrar el lugar donde la
has enviado. De todos modos, primero, mi nia todava tiene hambre. Qu cosas
tienen los nios! Comen hasta hartarse e, inmediatamente, ya estn llorando otra vez
porque quieren comida.
Elena oy un gemido penetrante que se elevaba entre las praderas y se estremeci.
Aquella noche nadie ms se iba a sacrificar. La sangre de los dedos se le col en los
ojos al restregarse las mejillas... Y con aquel toque mgico, el mundo que la rodeaba
se alter. Elena empez a verlo con otros ojos. La magia de su sangre haba hechizado
de algn modo su visin. Ahora era capaz de ver a travs de la piel de la mano y vio
en ella la luz azul que albergaba en su interior; as abri los ojos al fluir de la magia
que circulaba por sus venas.
La voz helada de la mujer interrumpi aquel momento mgico.
Ve a alimentarte, querida. Qu te parece aquel hombretn de ah? Parece muy
fuerte. Seguro que te alimenta bien.
Elena baj la mano encendida y se puso de pie. Tena que detener aquella
carnicera. No era momento para andarse con sigilos y ocultarse tras las sombras.
Tena que hacer algo notorio, algo ms... arriesgado. Haba llegado la hora de adoptar
una postura.
Te lo preguntar de nuevo, Erril, dnde est tu brujita?
Ya te he dicho que...
Con el hacha colgada en un hombro, Elena dio un paso adelante desde detrs de la
tienda.
Aqu estoydijo con tranquilidad. Sus palabras resonaron ntidamente en la
noche silenciosa y mortal. No queras una bruja? Pues aqu me tienes.
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Al parecer, esas voces atrajeron al animal, que dio unos pasos hacia ellos, pero
luego se detuvo, como si estuviera inseguro. Agitaba los ojos de un lado a otro y
empez a estremecerse sobre las patas. Intent dar otro paso, pero cay al suelo. Se
empez a arrastrar por el barro mientras agitaba dbilmente las alas. Luego, tras una
ltima y violenta sacudida, cay inconsciente. El brillo de sus ojos se desvaneci y
desapareci.
Ha muerto dijo Mogweed en una especie de pregunta y afirmacin de alivio.
Pero qu lo ha matado? pregunt Kral.
Erril no atendi ni a la pregunta ni al misterio. Elena era mucho ms importante.
Hizo un gesto a Kral para que se acercara a los dos hombres que todava
permanecan en las estacas e hizo un ademn para marcharse.
Destalos, pero no os confiis de que esta bestia est muerta. Vigiladla de cerca.
Erril se volvi para marcharse pero antes de hacerlo Mogweed habl con la voz
estremecida.
M... mirad.
Erril se volvi. El monstruo estaba quieto y tena los ojos inertes e inexpresivos,
pero en cambio las alas haban empezado a secarse y doblarse como hojas quemadas
por el sol, mientras las ocho patas se introducan en su cuerpo negro. Con estas
transformaciones, la barriga se le hinch y algo en el corazn ponzooso de la
criatura empez a agitarse y a retorcerse.
Desatadme! chill Mogweed.
Kral se acerc a l y cort las ataduras del mutante.
Qu est ocurriendo? pregunt Kral mientras se dispona a liberar al elfo de
las cuerdas.
Erril estaba paralizado, indeciso.
Se est transformando dijo. Est adoptando una nueva forma.
Erril saba que tendra que dejar aquel asunto para Kral. Sin embargo, Mogweed
no iba a ser una gran ayuda para el hombre de las montaas, y Meric estaba
demasiado dbil a causa de la manipulacin de vientos durante todo el da. Erril se
detuvo. Tema ir tras Elena sin ver primero el tipo de monstruo que dejaba atrs.
No tuvo que esperar mucho tiempo.
La piel y las escamas del vientre de la araa se abrieron, y de su corazn surgi
una niebla grasienta de color verde que brill en la noche como una especie de hongo
sobre madera putrefacta. Erril pens que slo oler esa niebla grasienta podra costar
la vida. Los cuatro hombres se apartaron de aquel cuerpo.
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Algo indefinible sali entre vapores de aquella carcasa inerte y rota y se pos en el
fango de la pradera. Tena la piel plida, igual que el vientre de una serpiente muerta,
y se acurruc, como si fuera un fardo hmedo en el barro. En ese momento era muy
vulnerable, pero la niebla lo rodeaba como una barrera protectora.
Los hombres no pudieron apartar la vista mientras la criatura se desperezaba,
estirando los brazos y las rodillas. Se volvi a mirarlos a la vez que iba recuperando
con rapidez su porte y su fuerza. Lo que tenan delante no era un nio recin nacido.
De hecho, en sus ojos se reflejaba ya la astucia. La criatura movi los pies y se irgui
sobre dos piernas desnudas.
Madre Dulcsima mascull Kral con sorpresa junto al hombro de Erril. Baj el
hacha que haba estado a punto de lanzar.
Ante ellos se alz algo prodigioso: una larga cabellera negra enmarcaba un rostro
de piel suave y labios carnosos, unos pechos del tamao de unas manzanas maduras
y una cintura delgada erguida sobre unas piernas largas y bien formadas. Su belleza
refulga entre el horror de su nacimiento. Aquel ser no slo comparta con su madre
la belleza, sino que en realidad era su imagen exacta.
Virani estaba renaciendo.
Madre Dulcsima! volvi a mascullar Kral, mientras retroceda asustado con
el hacha bien apretada.
Detrs de aquella belleza se elevaron unas alas membranosas, todo hueso y piel
dura. Por los enormes vasos sanguneos circulaba sangre oscura. Los labios de la
demonaca criatura dibujaron una sonrisa fiera, que dej entrever varias filas de
dientes afilados. La lengua, roja y ms larga que un brazo, se desliz entre los dientes
y se alz en espiral delante del rostro, como si fuera una vbora enfurecida. Lanz
una especie de bufido contra ellos y luego levant las manos, de las que sobresalieron
unas ganas afiladas en cuyas puntas se derramaba un aceite verdoso y ponzooso. Lo
que se acababa de alzar frente a ellos era un ser totalmente pervertido.
La crea loca... engaada gimi Erril.
Qu es esto? pregunt Kral mientras retrocedan de nuevo y levantaba el
hacha a modo de proteccin.
El Seor de las Tinieblas... El... ha logrado por fin aparear un humano con un
skaltum, es decir, mezclar sangre humana con el linaje de los Seores del Mal. Este
ser, este monstruo, es realmente la hija de Virani.
La horrible criatura se agach y levant los brazos y las alas.
Cuidado! grit Meric detrs de ellos. Todos retrocedieron atropelladamente.
El monstruo los llam con voz sibilante y un tono de sorna.
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Pero por qu osss vaisss? Salt hacia ellos. Venid, dadnosss un besssito.
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proteccin; sin embargo, aquel asalto no iba dirigido hacia ella. Unas llamas oscuras
surgieron de la mano de Virani y se deslizaron por los cuerpos que la rodeaban hasta
encenderlos. El contacto del fuego sobre su piel ennegrecida result como el contacto
de la vida en una semilla. Los cuerpos hinchados de los cazadores muertos
explotaron y soltaron un enjambre de escorpiones negros en la pradera. Algunos se
hundieron en el barro en direccin hacia Elena, mientras que otros, que tenan alas,
emprendieron el vuelo formando unas diminutas nubes negras.
Un escorpin se le acerc a los pies con el aguijn levantado. Elena agit una mano
para protegerse y apartarlo. Entonces una gota de sangre le cay de la punta de un
dedo y dio contra la espalda del animal. El escorpin se resquebraj, se convirti en
un polvo gris y desapareci. Elena se qued mirndolo con los ojos muy abiertos por
la sorpresa durante unos instantes. Madre Dulcsima, era capaz de matar con sangre!
El ataque de los escorpiones la hizo retroceder. Pero, por desgracia, aquel gesto la
acerc ms a Virani.
Ya ves, la Horda tampoco quiere dejarte dijo con regocijo la mujer.
Elena no le hizo caso y, entonces, tuvo una idea. Se apret con la mano izquierda la
mueca derecha. De este modo, la sangre de la mano herida cay con ms rapidez
por un solo dedo. Elena traz un crculo sobre s misma, cubriendo el suelo con unas
finas gotas de sangre.
Qu haces, mi nia?
Virani se acerc y tendi una mano hacia Elena. Pero cuando los dedos de la
mujer atravesaron el crculo de sangre, las uas empezaron a humear. Virani apart
rpidamente la mano y se restreg los dedos.
Bueno, eso no ha sido muy bonito.
Los escorpiones se acercaban a Elena procedentes de todas direcciones, tanto por
el suelo como por el aire. La noche se llen del zumbido de las alas y del castaeo de
sus pinzas. Sin embargo, cuando esos seres venenosos alcanzaban la barrera se
convertan en polvo. Pronto, alrededor de la joven se form una niebla gris y espesa
procedente de los escorpiones desaparecidos.
Elena se estremeci en su pequeo reducto y se pregunt cunto tiempo lograra
contenerlos con su magia.
Cmo has aprendido a crear un anillo mgico? pregunt Virani con la voz
algo irritada.
A continuacin, agit una mano y el asalto de escorpiones termin. Los insectos
dejaron de acercarse y empezaron a agitar las pinzas y a batir las colas con
nerviosismo. Elena vio que un mar convulso de escamas y pinzas la rodeaba a muy
poca distancia de sus pies.
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La tormenta de la bruja
Erril agit el puo de hierro y con toda la fuerza del brazo invisible lo descarg
sobre el rostro lascivo de aquella perversa criatura. La cabeza de la muchacha se
dobl hacia atrs, y la fuerza del golpe la arroj a aproximadamente un brazo de
distancia.
La chica bati las alas con irritacin.
Oye, eso ha dolido protest con irritacin. Pero por lo dems no pareca haber
resultado afectada por el golpe. Al parecer, la magia negra del skaltum protega
tambin a ese ser de sangre mezclada.
Kral fue el siguiente en dar un paso hacia adelante.
Creme, esto s te va a doler.
Entonces le arroj el hacha en direccin al cuello, pero la mujer era rpida como
una serpiente y se zaf. Kral apenas pudo mantener el equilibrio al esquivar el
ataque de la garra de la criatura y tuvo que retroceder.
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Pero por qu...?, cmo es posible...? balbuce Kral, casi sin habla al ver que
su golpe no haba surtido efecto alguno.
Acaso no conoces las reglas? repuso ella con pesar. Soy una recin nacida.
Erril gimi. De repente, comprendi por qu el hacha no haba causado efecto
alguno. Estaban en una situacin muy apurada.
Qu quiere decir con eso? pregunt Kral.
No haba cado en ello... hace tanto tiempo...
En qu?
Dssselo orden la mujer con su voz sibilante. Tiene que sssaber a qu ssse
essst enfrentando.
Erril ech atrs a Kral.
Los skaltum recin nacidos estn dotados de una proteccin ms gruesa de
magia negra, para preservar mejor a los ms jvenes.
Entonces, cmo podemos vencerla?
No podemos. Ni siquiera la luz del sol es capaz de vencer una proteccin como
sa. Slo cuando un recin nacido mata a su primera presa, o sea, cuando es capaz de
demostrar su fuerza, su magia negra pasa a ser vulnerable. Erril seal con la
cabeza a la muchacha. Tiene que comer antes de poder ser herida. Y slo se me
ocurre un modo de lograrlo.
Cul?
Erril ech una mirada sobre su hombro a Meric y Mogweed y luego mir a Kral
con expresin preocupada.
Uno de nosotros debe sacrificarse.
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Yo... yo... En las profundidades de aquella carcasa hueca que era Virani, el
fuego elemental ardi con ms fuerza en el momento en que la sangre intent
recordar su legado autntico.
Virani dio un paso hacia adelante.
Creo que...
La llama plateada brill con fuerza y apag durante unos instantes los fuegos
negros que habitaban en aquella mujer perversa.
Los ojos de Virani se anegaron de lgrimas. Dio otro paso hacia adelante; estaba a
casi un brazo de distancia de Elena. Las piernas le flaqueaban.
Ahora ya lo noto. Est tan claro! Es tan bonito! Una tristeza inmensa penetr
en su voz, ahogada de lgrimas. Ahora me acuerdo!
Durante un momento, Elena vio un destello de la mujer que se ocultaba en aquella
magia negra. Pero no poda esperar mucho. La magia tenebrosa del Seor de las
Tinieblas se agitaba hambrienta y slo poda ser retenida por el brillo de una llama
plateada durante unos pocos instantes.
Tras abrir el puo derecho por completo por primera vez Elena atac. Acerc la
mano hacia Virani; cuando la mano atraves el crculo de sangre y rompi el anillo
mgico protector sinti un estremecimiento de dolor. Entonces toc la piel desnuda
de Virani con los dedos extendidos. Sin esperar un instante, Elena traspas su poder
al pecho de la mujer.
Unas corrientes de magia serpentearon hacia la mujer desde cada una de las
puntas de los dedos. Elena examin su camino mgico y, con la ayuda de su visin
ampliada, descubri que tena mejor control sobre los flujos y reflujos de su poder. Al
acercarse al corazn de la mujer, los bordes de la magia de Elena fueron consumidos
por lengetazos de fuego negro. El fuego de bruja se consuma rpidamente al ser
confrontado con el poder atroz del Seor de las Tinieblas. Aun as, haba una
oportunidad. Si el camino hacia la llama plateada se mantuviera abierto durante
unos instantes ms...
Ahond con ms profundidad en la magia.
Qu ests...? Virani se estaba dando cuenta del asalto.
La magia negra volvi a desplomarse sobre la llama plateada. Tena que aguantar
un instante ms. El trazo mgico de Elena era como un ascua frente a un incendio
furioso, pero la retirada no era posible. Forz sus dedos de magia hacia la llama
plateada desvanecida que haba junto al corazn de Virani. Si pudiera unir su magia
a la de aquella mujer, hacer que aquella pequea llama elemental brillara lo suficiente, tal vez aquel fuego de plata lograra apartar la oscuridad. Atac con fuerza y
envi su magia a la llama elemental a fin de avivarla.
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El poder fluy y, como aceite vertido en una brecha, la llama plateada estall en
una tormenta furiosa.
Las energas negras se apartaron de aquella luz enfurecida.
Elena se permiti un instante de esperanza. Funcionaba!
No... La voz de Virani era dbil y temblorosa. Elena mir los ojos de la mujer.
Ahora la mirada era tan clara y lcida que incluso pareca que los ojos tenan otro
color. Las lgrimas anegaban las pupilas. Duele... No me hagas recordar quin soy.
Es preciso dijo Elena. La llama se agit con esas palabras. Elena aliment con
ms fuego la llamarada. Lucha!
El pnico se apoder de la mirada de Virani.
Para! As no vas a vencerlo. No entiendes lo que ests haciendo.
Como si se tratara de un ejrcito a punto de atacar, la magia negra alrededor de la
llama de plata se volvi ms densa. Ahora la energa crepitaba de forma salvaje en el
cuerpo de la mujer.
Lo ests haciendo ms fuerte! grit.
Elena vacil. Le quedaba muy poca magia.
No lo entiendes! aull la mujer. Se nutre de m!
Elena observ y vio que efectivamente las energas negras crecan y tomaban
sustancia de aquella llama.
De repente, Elena lo comprendi todo. Era increble: esa magia se serva del poder
elemental de Virani. Sus esfuerzos slo haban logrado reforzar la magia negra,
alimentar el fuego. La llama plateada se apag y su energa fue absorbida por la
oscuridad.
De nuevo, el brillo de la locura se apoder de los ojos de Virani. Sin embargo,
antes de ser poseda por completo, la mujer extendi la mano, tom la de Elena y la
apret con firmeza aproximndola a su piel fra.
Todava no es demasiado tarde gimi Virani.
Cmo? grit Elena. No lo entiendo!
Luego s fue demasiado tarde. Elena vio cmo los ojos de la mujer se volvan fros
y su expresin se endureca como el granito. El agarre en la mueca de Elena se
contrajo con un espasmo fuerte. La mujer haba desaparecido, pero su maldad haba
vuelto.
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Todas las miradas, tambin la del ser perverso, se volvieron hacia la izquierda.
Desde el muro de hierbas de la pradera asom de un salto en el claro un enorme
lobo. Era Fardale. Se agazap a la vez que emita gruidos guturales. Tena todos los
pelos de la espalda erizados.
Parece que tenemosss otro voluntario coment la mujer con una sonrisa
marcada.
Mrchate! grit Mogweed a su hermano. No puedes hacerle ningn dao.
Fardale mir a su hermano con los ojos de color mbar brillando como lunas
gemelas en la oscuridad.
Oh! musit Mogweed a la vez que se escabulla sigilosamente a la sombra de
los dems.
Erril se dio cuenta de que ambos haban mantenido una especie de conversacin
silenciosa.
Fardale te ha dicho algo? pregunt en voz baja.
Mogweed tena los ojos clavados en aquella mujer y en su hermano.
Ha liberado el... Hay otro...
La noche silenciosa volvi a rasgarse, esta vez con un bramido sordo procedente
del otro lado del claro. Aquello no era un lobo. Aquel ser empez a alzarse entre las
elevadas hierbas de la pradera y sigui creciendo. Cmo era posible que algo tan
inmenso hubiera logrado avanzar con tanto sigilo hacia ellos?
Erril, sorprendido, necesit unos instantes para reconocer en esa figura a Tolchuk.
El ogro blanda sobre la cabeza un perro que se retorca furiosamente y cuyo hocico
l mantena cerrado con una de sus enormes garras.
La mujer bati las alas y se volvi para enfrentarse al nuevo desafo. Sin embargo,
antes de que pudiera volverse del todo, Tolchuk le lanz el perro. Aquella arma que
se retorca volte por el claro con las patas agitndose por el aire.
Por instinto, la mujer arremeti contra el objeto volante. Cogi el perro con garras
goteantes de veneno y lo golpe. El animal cay al fango convertido en un objeto
inerte, con el pecho desgarrado y muerto por el veneno ya antes de que diera contra
el suelo.
Vaya, vaya dijo la mujer. Parece que andis cortos de armas. Qu ser lo
siguiente? Una oveja? Una cabra?
Tolchuk aprovech la distraccin producida por el perro para dirigirse hacia el
claro.
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La tormenta de la bruja
Erril se dio cuenta de que sus compaeros haban logrado rodear a la mujer. Pero,
se dijo, de qu les iba a servir eso? Ella todava posea magia negra. Meric mir una
vez a Erril, se volvi hacia la bestia alada y se dirigi hacia ella.
Erril tena el corazn destrozado, pero saba que no haba otra opcin.
De repente, Mogweed agarr a Meric por la camisa blanca y lo oblig a detenerse.
Djalo empez a decir Erril.
El perro... el perro tartamude Mogweed con un susurro dbil. Est muerto.
Y?
Pues que ese monstruo lo ha matado dijo Mogweed con voz ms alta. O no
es as?
Erril abri los ojos al darse cuenta de lo que eso significaba.
Al parecer, las palabras del mutante llegaron tambin a los odos de la mujer. Mir
el perro muerto tendido junto a las garras de sus pies. Al darse cuenta, la sonrisa que
dejaba ver todos sus colmillos se le borr del rostro. Haba matado. Haba arrebatado
la vida de esa presa. Ahora su magia era vulnerable. Por un instante, cruz una
mirada con Erril. Este sonri, pero la expresin de los labios era severa.
Por Neelahn dijo entre dientes a los dems. Destrozadla.
Kral desenvain y encabez la carga contra el monstruo, que ahora estaba
rodeado. La bestia intent emprender el vuelo y huir, pero Tolchuk la tom por un
ala y la arroj contra el barro y la hierba. Los dems se abalanzaron sobre ella en
masa, sedientos de venganza. Erril dio la espalda a la lucha. Ah no tena nada que
hacer. Elena, en cambio, llevaba demasiado tiempo con Virani.
A sus espaldas oy un alarido que le puso los pelos de los brazos de punta. Era un
grito de muerte.
Sin mirar atrs, Erril se apart a toda prisa de los gritos agonizantes del monstruo.
No se sentira satisfecho mientras Elena todava estuviera en peligro. Con los dedos
de acero apretados en un puo, corri por la pequea elevacin que lo separaba del
campamento principal mientras rezaba por no llegar demasiado tarde.
Subi la cuesta y atisbo el crculo de tiendas del campamento. Entre las hogueras
humeantes se alzaba un mar de oscuridad que se meca en la tierra pisoteada. Eran
escorpiones! La coraza brillante de los insectos reflejaba la luz de las hogueras con
destellos ponzoosos.
Sin embargo, aquel horror no fue lo que hizo contener el aliento a Erril. Elena
estaba luchando en el centro de aquel mar ponzooso. Virani tena a la nia
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Lo... lo siento mucho, Erril. Las lgrimas brillaban en las mejillas bajo la luz
del fuego. Yo... Lo que he hecho...
El hombre de los llanos le acerc un dedo a los labios y los toc con suavidad.
Shhhh. Esa no eras t.
Virani se estremeci ante aquel contacto; estaba demasiado cansada para hablar.
Levant la mano, y los dedos se agitaron como pjaros cansados, pero estaba
demasiado dbil y la mano se desplom.
Erril saba que la muerte estaba muy cerca. Le sec las lgrimas de la mejilla, le
tom la mano en la suya y entrelaz los dedos con los suyos. Se inclin hacia ella. No
la abandonara de nuevo. Ahora no.
Ella apenas tena los ojos abiertos. Le apret una mejilla contra la suya y le susurr
al odo:
Yo soy quien lo siente, Virani. Nunca deb abandonarte.
Ella habl trabajosamente desde su garganta moribunda.
Yo... yo te amaba.
Erril se inclin ms cerca de ella y le bes los labios con suavidad. Se dio cuenta
de que ella se relajaba.
Yo tambin te amaba le susurr mientras separaba sus labios de los de ella.
Pero Virani ya se haba ido. Durante unos instantes l le sostuvo la mano con las
mejillas hmedas y la cabeza inclinada.
Junto a l, el puo de hierro cay al barro, convertido de nuevo en una escultura
inmvil. Erril no se dio cuenta de la prdida de su brazo invisible mientras rezaba
para que Virani hubiera odo sus ltimas palabras.
En realidad, la haba amado de verdad.
Dos das ms tarde, por la maana, Elena estaba de pie junto a la sepultura de
Neelahn, en la linde del bosque. Enterraron a su compaera a la sombra de los
rboles muertos. Las araas ya haban desaparecido de ah, destruidas igual que los
escorpiones cuando la magia negra hubo desaparecido.
Elena se arrodill junto a la tumba. La tierra recin movida era como una mancha
en la linde de la pradera. El grupo tena que marcharse hacia los llanos ese mismo
da, pero quera hacer una cosa antes de partir.
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Mir la pequea piedra que encabezaba la tumba. A Elena le dola tener que
mirarla: de nuevo, alguien haba perdido la vida por ayudarla en su viaje. Pareca que
su camino estara siempre marcado por sangre y lgrimas. Mientras reprima un
sollozo, hizo un pequeo agujero en la tierra removida de la tumba.
Se puso de rodillas, acerc la mano al bolsillo y sac de l una pequea bellota, la
semilla que Mogweed le haba dado. La coloc en el agujero hueco y tir con
suavidad tierra sobre l.
Si no consigo devolverte tu bosque natal, Neelahn susurr, permteme que
por lo menos te d este nico rbol.
Luego se puso de pie y se limpi la tierra de sus pantalones grises.
Que la vida se abra paso tras la muerte. Que sta sea la verdadera seal del lugar
donde descansas para siempre.
Tras secarse las lgrimas, se volvi de espaldas a la sepultura y mir las praderas
ondulantes en direccin al sol naciente.
Haba llegado el momento.
Los dems la estaban esperando. El carromato ya estaba lleno y enganchado. Se
haban quedado con los caballos de los cazadores para reemplazar los que haban
perdido. El nico momento alegre de los dos ltimos das haba sido cuando Kral fue
a buscar a Rorshaf y encontr a Mist pastoreando en las praderas con l, como si
nada hubiera ocurrido. Elena estuvo muy contenta de tener de nuevo a su pequea
yegua y la abraz con fuerza mientras el animal intentaba alcanzar el cubo lleno de
grano.
Por lo dems, aquellos dos das los dedicaron a cavar las tumbas y a otras
actividades urgentes.
Tenan que enterrar los cuerpos de los cazadores as como a Virani y a la criatura
que haba engendrado. Erril no dej que nadie ms tocara el cuerpo de esa mujer. La
coloc con suavidad en la tumba y, como si remetiera las sbanas a un nio que ha
sufrido una pesadilla, se inclin y le bes la frente. Slo Elena vio las lgrimas del
hombre mientras cubra la tumba con tierra fra.
En medio de ese dolor, el grupo se uni para ayudarse; se crearon unos vnculos
hasta entonces inexistentes. Incluso Mogweed recibi felicitaciones por su ingenio,
que haba ayudado a vencer a la bestia alada. El mutante andaba de un lado a otro
del campamento henchido de orgullo. Meric, que tena en especial gran estima a
Mogweed, le ofreci incluso su potra.
Slo Erril pareca apagado y apartado de los dems. Haba enterrado a Virani con
sus propias manos y desde entonces no haba tenido mucho que hacer en los
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LIBRO SEGUNDO
MARES Y BRUMAS
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Captulo 11
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El maestro dejaba mucho de lado a Joach, y ste, igual que los perros maltratados,
se iba consumiendo a la espera de la siguiente palabra de su amo.
Al pasar junto a un espejo del pasillo pudo atisbar un breve reflejo de s mismo. El
rostro, antes moreno a causa de los trabajos en el campo, haba ido perdiendo color
hasta convertirse en el de una babosa y ahora se le marcaban todos los huesos.
Observ que los pmulos le sobresalan bajo los ojos ojerosos. El cabello rojizo, que le
haba crecido hasta rebasarle los hombros, le colgaba enmaraado y apelmazado. Sus
ojos verdes lo contemplaban: tena una expresin apagada y vidriosa.
Era un muerto andante.
No le extraaba que el chico de la cocina no quisiera verlo. l mismo se sinti
aliviado cuando el cuerpo pas del espejo y su imagen desapareci.
Desde la ltima luna, Joach haba abandonado la lucha que mantena contra aquel
hechizo que lo esclavizaba y se haba resignado a su destino. De vez en cuando,
gritaba desde la prisin de su cuerpo, pero nunca nadie lo haba odo. Ahora la
muerte pareca la nica posibilidad real de huida. Se repleg ms profundamente en
su cerebro. Pens que el hambre finalmente pasara factura a su cuerpo y entonces el
sera libre.
Estaba abatido y no pens ms en su cuerpo cuando ste llev la bandeja a la celda
de su amo. La habitacin careca de todo ornamento o decoracin significativa: haba
dos camas iguales, un armario vetusto y un escritorio carcomido. Una alfombra rada
cubra el suelo, pero no serva de mucho para mantener el fro alejado de los pies. A
pesar de que haba una pequea chimenea siempre llena de ascuas encendidas, el
dbil calor no lograba disipar el fro del ambiente. Pareca que la propia habitacin
saba el mal que albergaba y negaba el calor y la comodidad a sus ocupantes.
Adems del fro omnipresente, la habitacin siempre estaba a oscuras. Fuera de la
nica lmpara de aceite que haba sobre la mesa, el resto de la iluminacin proceda
de una ventana diminuta que daba a uno de los muchos patios pequeos que
formaban la enorme estructura del Edificio. En algn lugar ms all de los muros del
Edificio se abra la ciudad medio hundida de Aloa Glen y, despus, slo estaba el
mar. Desde que haba llegado a aquel lugar, Joach no haba visto ni el mar ni la
ciudad, slo haba estado en los pasillos y las habitaciones del Edificio, que se
encontraba agazapado en el centro de la ciudad, en otros tiempos poderosa. Como si
fuera una segunda crcel, sta le retena el cuerpo con la misma firmeza que su
cabeza retena su espritu.
Pon la bandeja en la mesa orden Greshym. El mago negro estaba ataviado ya
con su tnica blanca con capucha. Eso significaba que la bestia iba a salir a algn
sitio. Cuando estaba solo nunca llevaba la tnica. Al parecer, esa prenda lo irritaba en
la misma medida en que el color blanco inmaculado traicionaba su corazn oscuro.
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Tir de la manga del brazo derecho para ocultar la mueca tullida y luego se coloc
la capucha sobre la cabeza calva con la mano sana. Mir a Joach con los ojos
blanquecinos de quienes casi estn ciegos.
A pesar de que Joach no tena ningn control sobre su cuerpo, la piel todava se
estremeca cuando aquellos ojos se posaban en l. Pareca como si el cuerpo supiera
tambin la amenaza que se esconda, como el veneno, tras aquellas rbitas vidriosas.
Ven orden Greshym. Me han llamado.
Las piernas de Joach se hicieron a un lado para dejar pasar al mago negro, pero
con esta accin estuvo a punto de volcar el caldo de pescado sobre la tnica
inmaculada del mago.
Deja la maldita bandeja, estpido lo reprendi enojado Greshym al pasar por
la puerta. Acaso tengo que decrtelo todo?
Internamente Joach dibuj una sonrisa para s. Tal vez su cuerpo estuviera
experimentando una pequea rebelin. Dej la bandeja y sigui al mago negro de
nuevo por los pasillos.
Durante las lunas que llevaba esclavizado, Joach haba aprendido de su crcel ms
de lo que sus habitantes pudieran sospechar. Las camareras y los sirvientes, e incluso
otros hermanos de la Orden hablaban libremente cuando Joach estaba cerca porque
lo crean un desgraciado de pocas luces, incapaz de repetir sus palabras. As, en su
presencia se decan verdades que nunca habran dicho si lo hubieran considerado
normal.
As haba sabido que la Fraternidad era un grupo de eruditos y hombres sabios
que se haban unido en secreto para proteger Aloa Glen y los rastros de magia
antigua que todava se encontraban en la ciudad sumergida. Mantenan la ciudad en
secreto y protegan de intrusos los caminos que conducan hasta ella. Adems de la
Fraternidad, slo sus sirvientes y otros pocos vagaban por lo que haba quedado de
la antigua ciudad. Para el mundo, Aloa Glen haba desaparecido, era una ciudad
mtica, y se mantena oculta de la vista del Seor de Gulgotha gracias al tiempo y a
la magia. Por lo menos, eso era lo que la Fraternidad crea.
Slo Joach pareca saber de ese mago negro que actuaba como si fuera uno de los
dems. La pregunta, sin embargo, era qu propsito tena ese asesino en aquella
ciudad casi abandonada.
Joach sigui la espalda encorvada del anciano mago tullido. Tras unos cuantos
giros y vueltas, crey adivinar hacia dnde se dirigan: la torre situada ms al oeste,
la que se conoca con el nombre de Lanza del Pretor en honor a su nico ocupante.
Gracias a que su aspecto bobalicn le permita escuchar de forma furtiva, Joach
saba tambin lo que los dems habitantes del Edificio pensaban de la figura solitaria
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que viva sola en la torre oeste. A pesar de que el Pretor estaba al frente de la
Fraternidad, se lo vea en contadas ocasiones y se saba muy poco de su pasado.
Haba quien deca que el Pretor tena ms de quinientos inviernos, mientras que otros
afirmaban que simplemente se trataba de hombres distintos que se sucedan entre s
y adoptaban el nombre de Pretor.
As pues, quin era el hombre de la torre? Qu negocios se traa el mago negro
con la persona al frente de la Fraternidad?
Greshym haba visitado al Pretor en la torre cuatro veces desde que Joach haba
llegado a Aloa Glen, pero no haba logrado saber nada sobre aquel misterioso
personaje. Cada vez, Joach se haba quedado de pie en la escalera que conduca a la
sala lejana mientras Greshym prosegua el camino hasta el lugar de la entrevista.
Jams se le haba permitido acompaar al anciano.
Pareca como si el cuerpo tambin conociera esa costumbre. Las piernas de Joach
empezaron a detenerse cuando el mago negro serpente los pasillos polvorientos y
lleg al tramo bajo de la escalera de la Lanza del Pretor. Joach se dispuso a detenerse
en espera de la seal, pero sta nunca se produjo.
Greshym empez a subir por la escalera de espiral.
Al no recibir la orden para detenerse, el cuerpo de Joach no tuvo ms remedio que
seguir adelante. Aqulla haba sido la ltima orden de su amo.
Subi las escaleras detrs del mago negro. Los escalones se sucedan sin fin,
enroscndose hacia arriba. Pasaron delante de algunas ventanas en hendidura y
Joach vio pedazos de la ciudad derruida que se extenda debajo. Las torres volcadas
yacan esparcidas en pilas desmoronadas de piedra y musgo; unos lagos de salmuera
salpicaban el paisaje donde el mar burbujeaba. En algunos de aquellos lagos verdes y
oscuros, sobresalan las cspides de antiguos edificios, como islas empinadas. Las
brumas del mar se mecan lnguidamente entre los restos de aquella ciudad antao
orgullosa de s misma, como fantasmas de quienes en otro tiempo habitaron sus
calles y vocearon sus mercancas desde las entradas abiertas de las tiendas. Sobre
todo aquello, las gaviotas daban vueltas alrededor de las ruinas en espirales lentas,
igual que buitres oteando un ternero moribundo.
Sin embargo, el efecto visual ms impresionante proceda de algo invisible, algo
que se senta en los huesos: la tremenda melancola por todas las bellezas y
maravillas perdidas para siempre. Todava podan verse rastros de la antigua
majestad de la ciudad en los destellos espordicos de vidrieras de colores, que lucan
como joyas entre las ruinas, o en las enormes esculturas de mrmol, ahora ladeadas o
destruidas, de grandes hombres y mujeres cuyos rostros hablaban de tiempos
mejores e intenciones ms elevadas. A pesar de que la ciudad estaba muerta,
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Maldita muchacha.
Ya sabes que la bruja rebosa de recursos para sobrevivir, Greshym. Acaso te has
olvidado de Winterfell? Adems, est bien protegida por mi hermano.
Entonces, Greshym dio un golpe con la vara en la alfombra e hizo un ruido sordo.
Ahora que hablamos de tu hermano dijo en tono irritado. Por qu Erril
sigue con vida? Nunca me lo has explicado. l carece de magia.
Los ojos del Pretor se ensombrecieron y el rostro se le oscureci.
Es algo que el Corazn Oscuro no haba previsto. El Diario Ensangrentado tom
a Erril bajo su amparo y lo protege de los estragos del tiempo.
Tras un bufido, Greshym prosigui:
Y qu hay del Diario, Shorkan? Has descubierto el modo de abrir el maldito
libro?
Es imposible sin Erril. El es la llave respondi Shorkan tras negar suavemente
con la cabeza.
En el transcurso del tiempo que llevaba esclavizado, Joach haba aprendido a
adivinar los estados de nimo del mago negro. Aquellas palabras parecan herir a
Greshym.
As, no hay modo de acceder .al libro musit con amargura.
Por qu tanta preocupacin por l? repuso Shorkan con enfado. No
necesitamos tenerlo entre las manos. Mientras se encuentre en Aloa Glen, abierto o
cerrado, servir para atraer a la bruja hacia all. Si la chica logra sobrevivir a las
trampas que nuestro amo le ha tendido, tendr que abrirse paso entre luchas
sangrientas para acabar en nuestras manos. El plan de nuestro amo es bueno. Slo
tenemos que esperar.
Greshym no pareca haber escuchado con mucha atencin aquellas palabras; su
voz son vaga y distrada.
Aun as, si pudiera llegar al libro.
El Pretor se acerc al mago negro.
Entonces, qu? Qu haras?
Joach casi poda percibir la amenaza del hombre como el calor del sol en la piel.
Greshym dio un paso atrs y choc contra Joach.
Entonces..., yo lo destruira y eliminara as el peligro de que llegue a caer
alguna vez en las garras de la bruja. Es peligroso permitir que se acerque tanto al
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Greshym renqueaba por los pasillos que conducan hacia la habitacin. La mente
le bulla de pensamientos oscuros. Cmo se atreva Shorkan a darle rdenes como si
fuera un simple sirviente! El haba sido en sus tiempos su maestro. Pero eso, claro
est, haba ocurrido haca mucho tiempo y entonces eran hombres muy distintos: fue
antes de crear el Diario Ensangrentado, por aquel entonces eran hombres completos
porque su espritu todava no haba sido dividido.
Ahora a Greshym le costaba reconocer en aquel hombre a su antiguo alumno.
Acaso l haba cambiado mucho? No lo crea. Tras imbuir la mitad de su espritu en
el Libro para crearlo, l haba seguido siendo el mismo hombre, si bien ahora era
capaz de pensar con mayor claridad y entender los deseos de su corazn de un modo
ms inteligente. Ahora ya no tena dudas fastidiosas al enfrentarse a sus deseos ms
ntimos. En una ocasin, la culpa y el arrepentimiento le haban atado las manos, y la
pena y el dolor le haban guiado los actos. Ahora era libre, se haba desembarazado
de emociones que lo coartaran, y era capaz de dar rienda suelta a sus deseos ms
abyectos y depositar todas sus energas en perseguir sus pasiones. Ahora poda
coquetear libremente con las artes ms negras para ver qu ocurra, sin ms, con los
odos sordos a los gritos y splicas de piedad. La creacin del Libro haba abierto su
espritu a todos los demonios secretos y eso le permita regocijarse con ellos sin la
menor vergenza, seguirlos sin sentir culpa alguna y vivir por fin su vida de un
modo autntico. El Libro lo haba liberado.
Mientras descenda pesadamente por la escalera musit una maldicin. Por qu
haba mentido a Shorkan acerca del verdadero inters que tena por la destruccin
del Diario? No se trataba, como haba afirmado, de evitar que la bruja lo consiguiera.
No. Quera que el libro se destruyera por un motivo egosta propio.
Escupi contra el suelo polvoriento. Haba mentido porque Shorkan no lograra
entenderlo jams. Aquel infeliz pareca resignado a tener el espritu partido. Y por
qu no poda estarlo? Al fin y al cabo, Shorkan lo tena todo: no slo tena un poder
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ilimitado y la libertad de un corazn abierto sino que adems tena algo de lo que
Greshym careca: juventud.
Shorkan nunca envejeca. Tena la misma apariencia que cuando se cre el Libro y
todava conservaba la energa de la juventud. El paso de los inviernos no lo afectaba.
En cambio, por algn motivo mgico, el cuerpo de Greshym envejeca. Las
articulaciones le dolan cada vez ms con el paso del tiempo, tena cataratas en los
ojos y el pelo le caa de la piel arrugada.
Cada vez que Greshym vea a Shorkan tan alto y apuesto en la habitacin de la
torre, el corazn se le encenda de rabia. Aquella injusticia iba haciendo mella en l
conforme su cuerpo iba deteriorndose. Era como agua que caa gota a gota sobre
una roca, creando as un pozo de descontento cada vez ms profundo en su espritu.
Haba sido tratado del modo ms perverso y estaba decidido a vengarse por
aquella injusticia. Durante siglos haba estudiado artes oscuras en secreto, haba ledo
textos en rnico y haba practicado con pequeos animales y nios. Y por fin haba
dado con un mtodo para conseguir de nuevo la juventud. Poda funcionar, pero
antes tena que liberar la otra parte de su espritu y, para ello, tena que destruir el
Libro.
Por esto no estaba dispuesto a permitir que nada se interpusiera en su camino. No
le importaba ni su relacin con el Seor de las Tinieblas ni las promesas hechas a
Shorkan. Su corazn liberado no senta obligacin alguna de obedecer a ninguno de
esos dos que se crean amos suyos. El Libro le haba dado la libertad para actuar de
acuerdo con los deseos de su corazn y en ese asunto tambin hara como su espritu
quisiera.
Greshym prosigui su camino a travs de los pasillos del Edificio mientras daba
golpes al suelo de piedra con la vara de roble.
All murieran quemados todos cuantos se interpusieran en su camino!
Se detuvo en el cruce de dos pasillos y se apoy con fuerza en el bastn mientras
miraba a cada uno de ellos. Mientras permaneca de pie respirando con dificultad por
entre los dientes apretados, recibi un golpe por detrs del hombro que casi le hizo
caer. Se dio la vuelta para ver a su asaltante.
Era slo el maldito muchacho. Levant la vara hacia adelante y dio al nio un
golpe en las costillas.
Aprtate de m susurr.
El chico, imperturbable, ni siquiera parpade; se limit a dar un traspi para
apartarse y permaneci de pie, clavndole una mirada con el brillo omnipresente en
los ojos.
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Greshym se volvi para escudriar los pasillos. Aquel chico era como un
sarpullido: estaba siempre ah, como una irritacin constante. Sacudi la cabeza
mientras intentaba apartar de s el sentimiento de enfado y pens en cul de los
pasillos deba tomar. Le dolan las caderas y pensar en su mullida cama lo tentaba a
regresar a su celda; sin embargo, si quera recuperar la fuerza y el vigor de sus
extremidades, no era el momento para atender los quejidos de sus articulaciones
dolorosas.
Con la bruja de camino, no poda demorarse mucho. Quin poda saber el tiempo
que faltaba antes de que estuviera llamando a la puerta del Edificio? Si quera tener
xito, deba empezar en ese momento. Ya decidido, emprendi el pasillo que
conduca a la derecha.
Sgueme le dijo al nio, pero mantente a un paso de m.
Aquel pasillo se apartaba de su celda y conduca hacia el Patio Principal. Greshym
frunci el entrecejo al pensar que tena que atravesar el parque deteriorado que
albergaban las paredes del patio. Cuando entre los rboles podridos y sus races
resecas brotaba una pequea y espordica mata de hojas verdes o una florescencia
nica y brillante, se acordaba siempre de la grandeza anterior del recinto. Aquellos
recuerdos de glorias pasadas lo irritaban y le opriman el estmago. Sin embargo,
aqul no era el motivo exacto por el que odiaba el Patio Principal. En realidad, una
pequea parte de l tema aquel lugar, porque entre los jardines todava quedaban,
desde haca siglos, leves rastros del poder de Chi, como cienos de veneno.
El Patio Principal, ubicado en el centro del Edificio, haba sido el centro del poder
de Chi de toda la ciudad. Era el punto a partir del cual haba surgido Aloa Glen. A
pesar de que la ciudad haca tiempo que estaba muerta, los ecos de su magia todava
susurraban en los caminos de ese jardn.
Greshym recobr la compostura. Odiaba aquel sitio pero ese da no tena ms
opcin que ir por sus caminos. El nico modo para ir a las catacumbas era a travs
del patio.
Continu por el largo pasillo con el nio detrs. Con los pies doloridos, punzadas
en los tobillos y el corazn latindole como un conejo asustado, lleg por fin a las
puertas doradas y de cristal que conducan al jardn.
Las dos puertas eran el doble de altas que un hombre y estaban adornadas con
una vidriera que representaba un par de las ramas entrelazadas de rosal con las pas
brillando bajo el sol de la tarde. Las rosas estaban hechas de rub y piedra del
corazn, los dos smbolos de la Orden. El precio de aquellas rosas podra comprar
ciudades enteras.
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Apostados a ambos lados del umbral, al lado las puertas, haba dos guardias
pertrechados con espadas largas. Uno dio un paso al frente y se apresur a abrir la
puerta al hermano de tnica blanca.
Nada se le poda negar a un hermano de la Orden.
Greshym inclin la cabeza a modo de agradecimiento y atraves el portal hacia la
luz con el muchacho a la zaga con su andar torpe. Torci la vista al mirar al Patio
Principal y record otro motivo por el que lo odiaba. Como moho blanco sobre un
cadver viejo, otros hermanos ataviados con las tnicas blancas se movan entre la
reliquia del jardn. Haba olvidado lo bullicioso que poda llegar a ser aquel sitio,
especialmente cuando las brumas del mar se levantaban y el sol brillaba con fuerza.
Reprimi un gruido y avanz hacia el jardn.
Hermano Greshym? A su izquierda son una voz. Oy el crujido de la
gravilla. Alguien se acercaba procedente del borde de uno de los caminos. Qu
bien veros por aqu! Al parecer, el sol ha atrado a todo el mundo.
Greshym se volvi hacia su interlocutor con el borde de la capucha bajado hasta
ocultar prcticamente todo su rostro. Cmo haba podido reconocerlo ese imbcil?
Entonces se acord del muchacho. Por supuesto, todos saban de su sirviente bobo.
Vio que el hombre lanzaba una mirada de pena al muchacho hechizado.
Vaya, hermano Treet! respondi Greshym a la vez que procuraba disimular la
irritacin en la voz. Realmente es un da esplendido. Cmo iba yo a resistirme?
Mis viejos huesos pedan a gritos calor y me han arrastrado hasta aqu.
El hombre rechoncho con la capucha bajada sonri. Tena el pelo de color del barro
seco repartido sobre la coronilla y los ojos, demasiado separados entre s. Greshym se
dijo que pareca una vaca sorprendida.
De repente el hombre calvo abri los ojos.
Oh! Todava no lo sabis?
Greshym gru en su interior. Los chismes corran como perros salvajes por los
pasillos del Edificio, derribndolo todo a su paso. No tena tiempo para aquellas
tonteras e hizo ver que no oa las palabras del hombre. A su edad era fcil hacerse el
sordo.
Yo... yo debera irme antes de que las piernas se me doblen bajo el peso de mi
cuerpo. La humedad de este invierno todava me tiene asidas las rodillas.
Se inclin ms sobre el bastn para enfatizar sus palabras.
Bueno, pues en este caso, lo mejor es dar un pequeo paseo por el jardn
sugiri el hermano Treet para animarlo. Os acompaar.
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Dio un paso hacia atrs. De repente sinti un estremecimiento que le atraves toda
la espalda y le puso la carne de gallina. Retrocedi otro paso y dio contra el
muchacho, siempre presente junto a l. Demasiado asombrado para reprenderlo, hizo
que lo siguiera mientras se retiraba. Sin embargo, una sensacin de peligro lo
persegua. Reconoca ese malestar y tambin su origen. Era el poder de Chi, el poder
blanco que proceda de aquella nica flor. Haca muchos aos que no haba sentido
una presencia tan intensa.
Con los ojos asustados y el bastn dando golpes a rodillas y espinillas, retrocedi
entre bandazos mientras la muchedumbre avanzaba hacia adelante. De pronto, las
voces se elevaron con una exclamacin de sorpresa.
Madre Dulcsima! exclam alguien a sus espaldas.
Es un milagro! proclam otra voz sorprendida.
Alrededor todas las voces se hicieron eco de aquellas palabras. En algn lugar
empez a sonar una campana.
El corazn de Greshym le palpitaba con fuerza en el pecho; apenas poda respirar.
Mir horrorizado.
Sobre su cabeza, los ptalos de la flor se estaban abriendo lentamente. Una suave
luz brill en su interior e ilumin los ptalos con una suave luminiscencia azul
celeste.
Greshym conoca aquel brillo suave. Era la luz de Chi.
Joach dio un paso atrs cuando el mago negro lo apart del rbol. De no haber
sido por la presin de los dems hermanos de tnicas blancas, habra cado. Senta
las piernas entumecidas adems de un cosquilleo y pequeos pinchazos agudos.
Alz el brazo y se agarr a la manga de un hermano cercano para tenerse en pie, pero
incluso sus dedos, entumecidos y con aquel hormigueo, le fallaron y la ropa se le
escap de la mano.
Un grito ahogado le trep por la garganta cuando se dio cuenta de lo que estaba
ocurriendo. Por suerte, aquel ruido pas inadvertido en la confusin de las voces
airadas a su alrededor. Nadie lo miraba. Apret los ojos y movi una extremidad y
luego, otra. Dio un paso atrs y a continuacin levant la mano ante s y la apret en
un puo.
Libre! Madre Dulcsima! Estaba libre de su crcel! De nuevo volva a tener
control sobre su cuerpo.
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El hormigueo que senta pronto se desvaneci por los huesos mientras el hechizo
de aquella vinculacin desapareca. Como no estaba seguro de qu lo haba liberado,
Joach continu marchando hacia atrs a travs de la muchedumbre con el mago
negro. Hasta entonces Greshym no se haba dado cuenta del cambio.
Un hermano flaco y con la tnica blanca se volvi en su direccin mientras se
abran paso a codazos. Tena los ojos abiertos por la sorpresa, la voz aturdida y estaba
casi sin aliento.
Es un milagro. No sientes la magia?
Joach no saba de qu estaba hablando aquel estpido. Intent zafarse, pero el
hombre, excitado, lo agarr del brazo.
Mira dijo el hermano mientras sealaba con la otra mano las enormes ramas
del rbol. La flor est naciendo a plena luz. Es una seal!
En respuesta a ello, los ojos de Joach se desviaron hacia donde el hombre estaba
sealando. Entonces vio una flor de color prpura mustia oculta en un grupo de
hojas. Los ptalos parecan brillar bajo la sombra de las amplias hojas, aunque
probablemente era un truco de luz.
Sin embargo, cuando pos los ojos en la flor, la tranquilidad se apoder de su
corazn intranquilo. Lo abrig del mismo modo con que el sol de verano le calentaba
la piel fra tras sumergirse en las aguas glidas del estanque Torcrest. Joach intuy
que all estaba la llave de lo que fuera que lo hubiera liberado de su esclavitud. No
entenda cmo ni por qu, slo que la magia de aquella flor brillante le haba roto las
ataduras.
Tras sobrevenirle ese pensamiento, y como confirmacin de l, los ptalos de la flor
se abrieron y cayeron como copos de nieve de color prpura sobre el suelo. Un
murmullo de lstima se elev como la niebla entre la multitud. Estaba claro que
todos ansiaban que se produjera un acontecimiento memorable y que la cada de los
ptalos indicando el fin del prodigio ti de desilusin las voces.
Ya est dijo el hombre junto a Joach. Solt los dedos del brazo del muchacho.
De repente, la voz de Greshym surgi a sus espaldas.
Dejad a mi chico orden con brusquedad al hermano delgado; no obstante, la
voz del mago negro careca ahora de su fiereza habitual, pareca ms distrada, casi
temerosa.
Contempl la cada de los ptalos durante unos instantes. Finalmente se dio la
vuelta, agit el extremo de su bastn y mir a Joach sin apenas verlo. Cuando el
ltimo de los ptalos se pos en el suelo, recuper el tono cortante de su voz:
Dejad en paz a este desgraciado. No entiende nada de todo esto.
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Incluso en el caso de que no lograra aprender nada, por lo menos podra explorar
modos de huir de aquella isla. Sin embargo, en su corazn, Joach saba que nunca
podra utilizar esa va de escape, desde luego, no solo.
Se imagin el rostro de su hermana Elena: las pecas de la nariz y los ojos que se le
arrugaban cuando se concentraba en algo. No saba en qu lugar de todas las tierras
de Alasea estara ahora su hermana, pero saba que Elena se encaminaba hacia Aloa
Glen. Como Joach no poda encontrarla ni avisarla, por lo menos podra aprender en
secreto las trampas que le tenderan e intentar frustrarlas.
As, Joach continu andando tras la espalda encorvada del mago negro. Saba que
el mejor modo de ayudar a su hermana radicaba en el engao, en actuar como un
esclavo. Se enfrentara al fuego con fuego y a la mentira con otra. Igual que Greshym
y el Pretor se presentaban bajo una falsa apariencia, l tambin lo hara.
Elena susurr para su adentro, no volver a fallarte.
Por un instante, la flor prpura le vino a la cabeza con un brillo ms intenso en su
mente que en la realidad. Aquello que lo haba liberado haba sido casual? O, igual
que haba serpientes negras ocultas en los pliegues blancos de Aloa Glen, haba
tambin aliados de la luz, gentes que quisieran ayudarlo, ocultos detrs de las
sombras oscuras?
Con la espalda de Greshym al frente, Joach lanz miradas furtivas al patio. Las
sombras y la luz bailaban en los caminos de aquel jardn decadente. La luz y la
sombra se confundan entre s.
Si haba otros ah fuera que pudieran ayudarlo, cmo podra reconocerlos entre
tantas luces y sombras?
En quin podra confiar?
En algn lugar ms all de los elevados muros del Edificio, una gaviota profiri
una llamada solitaria por el mar vaco. El grito reson en el pecho de Joach.
En aquel asunto l se supo solo.
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hacia arriba y levant a Sy-wen. Por un instante, slo los pies palmeados de la nia
tocaron el agua. Desde lo alto del lomo de Conch, poda ver el interior de la isla, que
se ergua por encima de la espumeante barrera de arrecifes. Entre la espuma y el
agua entrevi las torres y los edificios de bordes rectos propios de las gentes de la
tierra, de esa parte de su pueblo que se haba marchado del mar haca mucho tiempo.
Levant los brazos y los extendi para atrapar las brisas marinas con las manos
abiertas. Cmo sera la sensacin de nadar a travs del aire entre aquellas torres y
espiar por las ventanas a los que antes haban vivido junto al mar? Realmente
echaban de menos los ocanos y lloraban cada noche por el hogar perdido, como
afirmaba su madre?
Frente a ella, emergi la cabeza de Conch. La nuca escamosa del dragn de mar de
jade brill bajo la luz del sol. El animal resopl con fuerza cuando las vlvulas
escamosas que le obstruan la nariz se abrieron y dejaron escapar aire viejo. Dirigi
un enorme ojo negro hacia su jinete y abri y cerr el prpado transparente.
Aquella mirada estremeci a Sy-wen.
A pesar de que no estaba tan vinculada al dragn como su madre, Sy-wen haba
crecido con aquel gigante y conoca sus estados de nimo. Conch no estaba contento
con ella. No le gustaba nada que ella nadase tan cerca de las islas de roca que
salpicaban la superficie del mar. Adems, por el temblor de alivio en su garganta al
librarse de aquel aire viciado, se dio cuenta de que la enorme bestia estaba
preocupada.
Acarici con la mano el cuello largo y brillante y le rasc las escamas ms sensibles
que tena junto a los orificios del odo. El roce calm la irritacin del animal. Ella
sonri cuando l se volvi. A Conch le preocupaba siempre todo. Incluso cuando ella
era pequea, siempre la vigilaba, como una sombra constante mientras ella se iba
convirtiendo en una jovencita.
Por mucho que a ella le doliera, pronto la vigilancia de Conch terminara. Sy-wen
tena que vincularse con su propio dragn y dejar atrs a Conch. Con la llegada de la
menstruacin, haba dejado de ser una nia. En el transcurso de las diez lunas
pasadas, haban empezado a acercarse a ella varios dragones marinos inmaduros
atrados por el flujo menstrual virginal: un trajn de dragones blancos, varios rojos y
algunos de color de jade como Conch. Pero ella los haba rechazado a todos. Como
hija de un miembro del consejo de su grupo, conoca sus obligaciones y saba que
tena que elegir pronto. Pero ella no se senta preparada. Todava no.
De pronto las lgrimas le anegaron los ojos. No quera separarse de Conch jams,
ni siquiera para unirse a uno de aquellos extraos dragones negros, los dragones de
mar ms poderosos.
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dolor, ella limitaba sus visitas a las islas a excursiones espordicas. Aun as, se dijo
mirando hacia atrs y volviendo a clavar la mirada en la isla una ltima vez antes de
que Conch empezara a dar la vuelta, volvera.
Sy-wen acarici el cuello del dragn para indicarle que estaba lista para partir.
Conch expuls el ltimo resto de aire viciado de los pulmones. Bajo las piernas,
Sy-wen sinti cmo el pecho del dragn de mar creca mientras se embeba de las
brisas marinas y se dispona a sumergirse.
Antes de hacerlo, Sy-wen solt la boquilla de uno de los depsitos de aire que
llevaba en la cintura y mordi el extremo que llevaba pegado. Saba a sal y algas.
Inhal para comprobar que estuviera bien. El aire todava estaba bien. Aunque el
depsito hubiera vencido, no haba peligro. Sy-wen saba que Conch le dejara
utilizar el sifn situado en la base del cuello. A pesar de que la tradicin slo permita
compartir el aire de un dragn con el compaero con el que se estaba vinculado,
Conch jams haba rechazado a la nia.
Sy-wen desliz los pies entre los pliegues situados frente a las patas delanteras del
dragn y ste apret los puntos de apoyo de los pies para que ella no se cayera.
Ya dispuesta, dio tres palmaditas a Conch para indicarle que estaba lista para
partir. Un ruido sordo atraves el cuerpo del enorme animal, y su forma se hundi
debajo de las olas, llevndose a consigo. En el momento en que el agua le dio en el
rostro, los prpados internos de Sy-wen se abrieron para protegerle la vista de la sal.
Adems, sus prpados transparentes le permitan tener una mejor visin en el agua,
que siempre estaba llena de partculas minerales.
En cuanto se aclar el amasijo de burbujas y quedaron slo unas pocas que les
iban a la zaga en el gran Profundo, Sy-wen contempl sobrecogida el ser que
montaba. Del hocico a la cola, Conch era ms largo que seis hombres juntos. El
pueblo merai llamaba dragn a las enormes bestias que compartan su mundo
debajo de las olas y, a pesar de que los dragones marinos tenan un nombre propio, a
Sy-wen le pareca que la palabra empleada por su gente era la ms adecuada. Conch
estir las extremidades delanteras, y las alas se le abrieron a ambos lados. Unos
movimientos suaves pero poderosos atravesaban las alas mientras el dragn surcaba
el agua. La cola serpenteante y las patas traseras acabadas en garra hacan las veces
de timones expertos, conducindolo en una curva suave desde la base de las islas
hasta las aguas abiertas.
Unas ondulaciones lentas circulaban por todo el cuerpo de Conch mientras se
deslizaba hacia las profundidades. Los bancos de peces se volvan al unsono a cada
lado de aquel cuerpo que avanzaba entre brillos de azules y verdes. Por debajo de las
alas del dragn, se deslizaban filas de arrecifes, salpicadas por las florescencias
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brillantes amarillas y rojas de las anmonas. En los bordes del arrecife unas espesuras
crecidas de algas se agitaban a su paso.
Sy-wen contempl el enorme coral que tena debajo. Pens que pareca estar
flotando, planeando sobre algunas cordilleras distantes. Sonri mientras mantena
apretado en la boca el tubo de su depsito de aire. Mientras contemplaba el fondo
marino que tena debajo, su visin se nubl. En lo alto, unas nubes emborronaron el
paisaje con sombras y luz del sol. So en volar por los cielos a lomo de Conch.
De repente, el dragn se agit bruscamente dentro del agua y se sumergi a mayor
profundidad, dirigindose hacia los montes de coral. Sorprendida, Sy-wen estuvo a
punto de soltar el tubo de aire. Mir qu era lo que haba sobresaltado al dragn. En
el Profundo, haba muy pocas cosas que un dragn de mar pudiera temer. Excepto...
Sy-wen levant la vista hacia lo alto. Entonces se dio cuenta de que las formas que
a ella le parecieron nubes que oscurecan el fondo del ocano eran en realidad los
vientres hinchados de unos barcos. Fij la vista en los bajos de las naves de los
pescadores. Eran siete, no, ocho barcos! Sy-wen no necesitaba que nadie le dijera lo
que eso significaba. Un barco suelto normalmente era un mstil con algunos pescadores de red: nada que temer. Pero tantos... slo podan ser cazadores. Sy-wen se
asust.
Mientras Conch bata las alas y el cuerpo de tal modo que rozaba con la barriga en
los picos agudos del arrecife, Sy-wen se aferr al costado del dragn de mar. Aquellas
aguas no eran muy profundas. Los barcos los veran con facilidad. Conch se
esforzaba por encontrar aguas ms profundas. Sy-wen observ en la cola rastros de
sangre flotando; eran del vientre del dragn, que haba sido herido por el coral.
Atrados por la sangre, como por arte de magia, las bandadas de tiburones
aparecieron en aquellas aguas oscuras, en unos instantes, unos tiburones de roca
monstruosos, mayores que tres hombres juntos, se deslizaron procedentes de los
valles oscuros del arrecife.
Sy-wen se dio cuenta de lo que Conch intentaba hacer. Se haba herido a propsito
y haba atrado a aquellos grandes depredadores para que salieran de sus
madrigueras y ellos pudieran pasar inadvertidos entre esos habitantes ms
habituales de los corales.
Conch aminor su marcha por el agua y permiti que otros depredadores
quedaran a su sombra. Sacudi una vez con fuerza las alas y luego las dobl debajo
de su cuerpo para encoger su forma mientras avanzaba por las aguas. Slo las suaves
ondulaciones del cuerpo los hacan avanzar hacia adelante.
Sy-wen se atrevi a mirar hacia arriba. Un enorme tiburn de roca nadaba justo
encima ella, dando golpes bruscos con su larga cola en forma de aleta. Sy-wen se
inclin ms cerca del cuello de Conch. El tiburn no se atrevera a atacar si no tena la
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certeza de que el dragn iba a morir; sin embargo, el verdadero peligro no era ese
enorme tiburn.
Ms all, sobre sus cabezas, pas el ltimo de los barcos. Sy-wen mir hacia atrs y
vio que los vientres de los barcos de aquella flota de cazadores quedaban atrs. Solt
aire de sus pulmones doloridos. Lo haban conseguido!
Se irgui en el lomo de Conch y le pas la mano por el cuello. Unas lgrimas de
alivio mezclaron su sal con la del agua del mar. Su estpida curiosidad haba estado
a punto de matar a aquel gigante tan bondadoso. Interiormente tom una decisin.
Ah donde las palabras haban fracasado, el miedo y el peligro haban logrado por fin
vencer a la testarudez de su corazn.
Nunca ms. Jams regresara a aquellas islas.
Su madre tena razn, y ella, como si fuera una nia pequea, no haba hecho caso
de sus buenos consejos. Apret las manos hasta convertirlas en puos. Tal vez haba
llegado el momento de considerar su mayora de edad con una actitud ms abierta.
Posiblemente era tiempo de crecer y mirar el mundo como un adulto y no con los
ojos soadores de un nio.
Volvi la vista atrs mientras el ltimo de los barcos se apartaba de ellos. Nunca
ms!
De repente, debajo de ellos, el fondo marino explot, engullndolos en una
tormenta de arena y partculas minerales. El cuerpo de Conch se agit con violencia y
los pliegues escamosos que asan los pies de la nia se abrieron de golpe. Sy-wen
sali despedida del lomo del dragn a la vez que soltaba el sifn de aire de la boca
mientras daba volteretas por el agua.
La garganta se le llen de agua porque se vio forzada a tragar bastante agua
salada. En aquella tormenta de arena, Sy-wen se esforzaba por volver a ponerse la
boquilla de aire. No poda perderla. Mientras dejaba de dar volteretas en el agua,
tante por instinto con los dedos el depsito que llevaba atado al cinto hasta que
encontr el tubo. Por suerte, estaba intacto. Lo agarr rpidamente con los dedos y se
lo coloc en la boca.
Respir con ansia el aire, mientras utilizaba las manos palmeadas para mantenerse
en su sitio. Ahora que ya respiraba, poda pensar. Qu haba ocurrido?
Un remolino de arena no le dejaba ver bien. Nad hacia atrs en contra de una
corriente suave y as hizo que el flujo de agua se llevara todas las partculas minerales
que la rodeaban mientras ella agitaba las piernas y daba patadas. Dnde estaba
Conch?
De repente, como el sol al salir en un claro entre las nubes, la tormenta de arena se
aquiet lo suficiente para permitir que Sy-wen echara un vistazo rpido y averiguara
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Sus hombres tendrn que atarlo al palo mayor para evitar que se arranque de
envidia esa barba piojosa de la cara.
Los dos hombres se rieron.
Vamos a morir ricos, Flint. Luego el hombre grit sobre las aguas, de nuevo
con voz brusca: Jeffers! Qu te he dicho antes acerca de esa lanza?
Pero capitn...
Cada gota de sangre derramada significa menos beneficios. Sa-mel, llvate a
Jeffers a la bodega. El prximo que pinche el dragn ser su comida. Luego baj la
voz: Imbciles!
Sy-wen haba dejado de prestarles atencin. Tena la mirada clavada en su amigo
atado en la red y baado por un charco de sangre que se iba extendiendo alrededor
de l. La sangre atrajo algunas aletas de tiburn, pero las lanzas apartaron a los
animales. Para entonces, Conch haba dejado de esforzarse y yaca inconsciente en las
cuerdas. Sy-wen comprob que todava respiraba, pero se pregunt por cunto
tiempo.
A Sy-wen el pecho le dola de tanto reprimir los sollozos. Qu tena que hacer?
Regresar al leviatn y contar a los dems lo ocurrido le llevara por lo menos hasta la
noche. E incluso en el caso de que el consejo decidiera afrontar el riesgo de liberarlo,
habran perdido a Conch entre los cientos de islas del Archipilago.
Cerr los ojos y tom una decisin. No poda abandonar a su amigo. Su vida
dependa de ella.
Tras abrir los ojos, pos una mano en la cintura y desenvain el cuchillo de dientes
afilados. En cuanto se hubo colocado de nuevo el tubo de aire, se sumergi bajo las
olas y se acerc nadando hacia su amigo.
A lo lejos, los tiburones daban vueltas con cautela. Sy-wen vea sus ojos negros que
miraban sin parpadear. Hasta el momento, las lanzas los mantenan a raya.
Sy-wen se acerc por debajo de Conch hasta que el paso de la luz del sol qued
obstaculizado por el dragn en la red. Cubierta por la sombra, alcanz la parte
inferior del dragn y pas una mano por la red. Las cuerdas y los nudos aceitosos se
haban clavado profundamente en la piel de Conch y la sangre le brotaba de los
puntos por donde las cuerdas tensas le haban herido la piel al debatirse. Cerca de su
mano, sangraba un pliegue de un ala. Sy-wen acerc la mano a la herida como para
hacerla desaparecer. Oh, Conch! Qu he hecho?
Antes de que los dedos alcanzaran el dragn, recibi un golpe fuerte en las
costillas. Sy-wen solt un respingo, perdi el tubo para respirar y trag agua de mar.
El golpe la hizo salir de debajo de Conch y la condujo hacia las aguas iluminadas por
el sol. Entre arcadas, Sy-wen se dio la vuelta y se esforz por llegar a la superficie. El
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agua de mar le atravesaba los pulmones. Casi ciega de dolor, vio cmo su atacante se
volva hacia ella: era un tiburn de roca. Su preocupacin ante el amigo herido, le
haba impedido darse cuenta de la presencia del tiburn. Saba que cuando esos
animales huelen sangre en el agua, es preferible no bajar la guardia en ningn
momento.
Agit las piernas para apartarse. Sac la cabeza por encima de la superficie del
mar al mismo tiempo que la aleta del enorme tiburn atravesaba las olas. Era mucho
mayor que ella. Entre toses y medio ahogada, Sy-wen levant su pequeo cuchillo y
fue a agarrar el aturdidor del cinto. Aqulla no era la primera vez que luchaba y no
iba a permitir que un tiburn se interpusiera entre Conch y ella.
Levant el cuchillo, pero jams lleg a utilizarlo. Una enorme lanza atraves el
agua agitada y dio de lleno en la base de la aleta. Un reguero de sangre sali del filo
clavado y el tiburn de roca empez a saltar furibundo en el agua, debatindose
contra su propia muerte.
Sy-wen miraba asombrada aquella enorme boca llena de dientes. Movi los brazos
hacia atrs para apartarse de los espasmos del animal. Un tiburn moribundo
tambin era capaz de matar.
Unas voces se elevaron a sus espaldas.
Buen tiro, Kast!
Vaya brazo!
Sy-wen ,se dio la vuelta. De nuevo estaba a sotavento del barco principal. Levant
la vista hacia al par de rostros barbudos, llenos de cicatrices que la miraban sin
parpadear con sus ojos negros.
Antes de que pudiera reaccionar, una red se desplom desde la borda del barco y
cay sobre Sy-wen. Intent apartarse del lado del barco impulsndose con un
puntapi en el barco, pero los pies le resbalaron en la madera cubierta de algas. La
cuerda y los nudos cayeron sobre ella y la envolvieron como si fuera un animal. El
cuchillo le cay de entre los dedos.
Luch pero, igual que Conch, sus esfuerzos slo sirvieron para enredarla todava
ms. El agua del mar le inund la boca y el cuello. Incapaz de salir a la superficie o de
alcanzar su depsito de aire, se ahogaba y se retorca, pero esta vez no lograra vencer
a la oscuridad. Igual que el propio mar, las tinieblas se cernieron sobre Sy-wen y se la
llevaron consigo.
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pero nada ms. Permaneca inmvil y estirada. Kast dio un suspiro y admiti que
haba fracasado. La nia haba muerto.
Entonces, de repente, la chica empez a toser con fuerza, entre convulsiones. Abri
los ojos y los clav en l.
Pap? musit. Luego tendi una mano hacia donde Kast estaba arrodillado.
Le toc el cuello con los dedos y los dej posados sobre el tatuaje del halcn de mar.
Aquel contacto hizo que Kast saltara como si lo hubieran picado. En el lugar del
tatuaje donde ella lo haba tocado senta una quemazn terrible. Sofoc un grito
mientras la mejilla y la garganta le quemaban con un fuego interior. Los latidos del
corazn le martilleaban la garganta.
Contempl con sorpresa y sin decir palabra cmo los ojos de la nia se cerraban y
el brazo se desplomaba sobre la cubierta. De nuevo se haba desmayado.
Kast se inclin sobre la nia mientras se frotaba el cuello con una mano. La
quemazn ya estaba desapareciendo. Era evidente que la nia sufra un delirio, pero
por lo menos respiraba.
Tenemos que llevarla a un lugar seco y caliente.
Con el despertar de la nia, los hombres se haban quedado mudos. Kast la tom
en brazos y la levant.
Llvala a la cocina sugiri Jarplin. El calor de los fogones la calentar. Pero
en cuanto est repuesta, tengo algunas preguntas que hacerle.
Kast asinti. l tambin tena sus propias preguntas. No aguard ms y se la llev
rpidamente de la cubierta.
A sus espaldas, oy que el capitn se diriga a sus hombres con la voz brusca e
irritada.
Y vosotros, a la borda. Tenemos que llevar el dragn a puerto.
Kast se inclin y baj lentamente la estrecha escalerilla que conduca a las cabinas
inferiores. De golpe lo invadi el hedor a cuerpos sin lavar que se mezclaba con el
olor acre a sal y vinagre procedente de los fogones de la cocina. Acostumbrado al
intenso fulgor del sol, tuvo que emplear unos instantes en adaptar la vista a los
pasillos oscuros de la cubierta baja, que estaba iluminada por lmparas. Tras
parpadear llev su carga por el pasillo hacia la cocina, situada cerca de popa.
La mente le daba vueltas a todos los acontecimientos del da mientras senta el
escozor de la quemadura en la piel. Primero el dragn y luego, esa nia. Qu
significaba todo aquello? Record los ojos verdes de la nia cuando lo mir en una
expresin aturdida y confusa. Acaso era la profeca? Volvi a evocar por un instante
al chamn ciego de los Jinetes Sangrientos; cuando agonizaba en un camastro
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Mientras el cocinero miraba, Kast termin sus cuidados, envolvi a la nia del
cuello hasta los pies con las sbanas y le coloc con suavidad una almohada bajo la
cabeza.
Quin es sta? pregunt Gimli.
Kast no saba la respuesta as que no contest. Tom una silla del lado de la mesa y
se sent. Quera asegurarse de ser el primero en hablar con ella en cuanto se
despertara.
El cocinero se encogi de hombros ante el silencio de Kast y, otra vez armado con
su cucharn, se volvi a dedicar a sus tareas.
Cuando estuvo solo, Kast desliz los dedos por los mechones verdes del pelo de la
nia, que se secaban sobre la mesa. Gimli no haba acertado con la pregunta. No
tendra que haber preguntado quin era la chica sino qu.
Kast lo saba.
Se dirigi hacia la figura cubierta de sbanas y pronunci en voz baja el nombre de
su origen: Merai. Le acarici la mejilla. Aqul era un mito convertido en carne. Y
luego aadi en voz baja:
Jinetes de Dragn.
Los antiguos maestros esclavos de los Jinetes Sangrientos.
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que pareca ms bien como la roca endurecida por los embates del oleaje de invierno.
En aquel rostro destacaba la nobleza orgullosa que dan el tiempo y las hazaas y no
el nacimiento y la posicin. Llevaba el pelo oscuro apartado del rostro y en la mejilla
y el cuello luca un tatuaje de color rojo y negro que presentaba un halcn.
Tambin conoca a ese hombre. Los ojos se sintieron atrados hacia la curva de un
ala que llevaba tatuada en el cuello; el pnico que senta disminuy levemente. El la
haba salvado y la protegera.
Uno de los hombres barbudos habl:
Parece que a la nia le gusta mi voz. La llamo y se despierta.
Dejadnos dijo el hombre tatuado en voz baja. Ni siquiera se haba vuelto para
mirarlos.
Jinete Sangriento, la cocina es una sala comn. Tenemos tanto derecho como t a
estar aqu.
Ya habis cenado, Hort. Largaos de aqu. El hombre tatuado gir el cuello
para mirar a su interlocutor.
S, supongo que te imaginas que puedes con los dos repuso el otro en tono
amenazador. El compaero que tena al lado reforz la amenaza con su actitud.
Sy-wen no quiso hacer caso de la tensin creciente. Todava tena los ojos clavados
en el tatuaje del hombre. No poda apartarlos de all. Contempl la corona de plumas
sobre la cabeza del halcn y las puntas afiladas de sus talones. Aquel extrao tena
girado el cuello de un modo tal que pareca que los ojos rojos del halcn la miraban
directamente y la atravesaban.
Conforme miraba el tatuaje, el corazn empez a latirle con fuerza y sinti que le
resultaba difcil respirar. Incapaz de contenerse, sac un brazo de entre las sbanas y
lo tendi hacia el tatuaje.
Tena una urgencia.
Al sentir el contacto, el hombre le apart la mano con un movimiento brusco,
como si lo hubiera mordido una anguila. Levant una mano y se frot el tatuaje como
si quisiera borrarlo de ah.
No dijo con frialdad y con una mirada sorprendida y cautelosa.
Ella respondi con unas palabras que le salieron del fondo del corazn.
Te necesito dijo acercndose a l mientras l retroceda. Ven insisti.
Uno de los otros hombres se ri.
Parece que a la chica le gustan los Jinetes Sangrientos, Kast. Tal vez, cuando
hayas terminado con ella, podemos ensearle lo que los hombres de verdad...
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Sy-wen no los oa. Tena una necesidad imperiosa, y la visin del tatuaje la haba
hechizado. Senta que poda pedir lo que quisiera a aquel hombre tatuado. Una parte
de ella no quera seguir aquel extrao sentimiento compulsivo, pero era como un
susurro frente a un bramido. No poda resistirse y aquel hombre tampoco.
Kast obedeci la orden de acercarse y, con una mirada furiosa, se aproxim a ella.
Pareca que tampoco l poda resistirse a aquella necesidad, como si ambos bailaran
al ritmo de una antigua msica de la sangre, orquestada por el apremio de ella.
El hombre se inclin hacia ella y le mostr el cuello. Ella acerc la mano y le
acarici el tatuaje. El se estremeci con el contacto y sus ojos azules se volvieron rojos,
igual que los ojos hambrientos del halcn.
Obligada por aquella compulsin interior, ella pronunci su deseo:
Scame de aqu dijo. Tengo que escapar.
Ahora mismo respondi l con la voz llena de fuego. Se inclin y la tom en
brazos.
Los dos hombres barbudos los miraban boquiabiertos. Uno de ellos cometi el
error de hablar:
Kast, t no te vas a ir a ninguna parte con la nia.
A continuacin, al cerrarle el paso al hombre del tatuaje, blandiendo un cuchillo en
seal de amenaza, volvi a equivocarse.
Sy-wen lo observaba todo y, aunque tena los sentidos embotados por esa especie
de hechizo, se dio cuenta de que aquel extrao, Kast, se mova mucho ms rpido de
lo que los ojos le permitan ver, aun cargado con ella.
Con un revuelo de aceros afilados, Kast extrajo un cuchillo. Antes de que ninguno
de los dos hombres barbudos pudiera ni siquiera hablar o dar la voz de alarma, ya
tenan las gargantas abiertas. Sus ojos de cerdo parecan no haberse dado cuenta de
que estaban muertos. La sangre brotaba sobre las camisas sucias. Cayeron al unsono
sobre las rodillas, como si dijeran su ltima oracin. Uno levant la mano ensangrentada en seal de splica hacia el hombre del tatuaje y finalmente ambos
cayeron hacia adelante sobre sus barbas.
Internamente, Sy-wen grit ante aquellas muertes repentinas. Jams haba visto
tanta sangre. Sin embargo, no intent deshacerse de los brazos asesinos de aquel
hombre. En lugar de eso, lo anim.
Tengo que escapar dijo, repitiendo el deseo que senta en el corazn.
l asinti con los ojos rojos encendidos y la levant en sus brazos. Pas por encima
de los cadveres y atraves la puerta con ella.
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La sangre de Kast herva ante la intrusin de la nia. Iba a embestir con el cuchillo,
pero en cuanto la nia se le desplom inconsciente en los brazos sinti como si una
flecha le hubiera atravesado el corazn. De golpe dej de ver el fuego rojo que le
haba cegado el pensamiento y la vista.
Contempl el cuchillo con que apuntaba a la garganta de su primer oficial. Qu
estaba haciendo?
Flint apart el arma con un dedo.
Tok asom detrs de la espalda del pescador.
Qu est ocurriendo?
Flint abri la mano y se la mostr al muchacho.
No crees que huele raro?
El muchacho se inclin y la oli. Los ojos le parpadearon, estornud y luego se
desplom contra los maderos del suelo.
Polvos para dormir explic Flint.
Qu... qu est ocurriendo? pregunt Kast.
El anciano se restreg las manos en los pantalones y sacudi la cabeza.
Quin hubiera dicho que despus de tantos aos las promesas de los Jinetes
Sangrientos os continuaran uniendo a los merai?
De qu ests hablando?
Como toda respuesta, el anciano se sac un pauelo de lana del bolsillo y se lo dio
a Kast.
Tpale el tatuaje. No vaya a ser que vuelva a ocurrir.
Pero qu? Qu ha ocurrido? No lo entiendo. Nervioso, envain el cuchillo y
tom el pauelo. Flint, qu est ocurriendo?
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No tenemos tiempo. El anciano mir a la nia que Kast llevaba en los brazos
. Un rostro demasiado bonito para causar tantos problemas. Suspir y mir a un
lado y a otro de la cubierta. Si quieres escapar, tenemos que apresurarnos. Esta
noche no va a durar para siempre. He despertado al dragn y lo he liberado de las
ataduras, pero est muy herido y cualquier retraso puede significar su muerte.
Kast dio un paso atrs. Ahora ya tena el cuello tapado con el pauelo de lana.
No entiendo qu ests planeando, Flint. Pero esto no me lo trago.
Deja de hacer el idiota, Jinete Sangriento. Ya has matado a dos compaeros. Esto
podra hacer que te colgaran antes de que Skipjack llegue a puerto. Si no vienes
conmigo, morirs.
Kast, indeciso, se qued paralizado. Pero entonces, de repente, un estruendo de
voces muy enojadas se elev desde el interior; entre ellas atronaba la voz del capitn.
Flint levant las cejas en actitud interrogante.
Adonde vamos? pregunt Kast.
Tengo una barca atada cerca de popa. Lleva a la nia contigo. Se volvi y se
dirigi a la parte trasera del barco.
Kast lo sigui. Mir a la nia merai que dorma en sus brazos y se pregunt qu
estaba ocurriendo.
La estela de hombres dormidos marc el paso de Flint por la cubierta. Kast
contempl sus espaldas enjutas y se pregunt quin era ese hombre con quien haba
trabajado durante los ltimos inviernos. Ahora resultaba evidente que era algo ms
que un mero primer oficial. La curiosidad impulsaba a Kast a seguir al anciano. Flint
saba ms que Kast acerca de lo que haba ocurrido aquella noche y ste estaba decidido a averiguar todo lo que saba el pescador acerca del pueblo merai, de sus
dragones y del extrao poder que la nia ejerca sobre l.
Kast alcanz a Flint en la popa, de donde colgaba una escalerilla de cuerdas.
Detrs del barco oscilaba una pequea barca de una sola vela.
Puedes bajar con la nia? pregunt Flint.
Kast asinti. Aquella chica pesaba muy poco. Abajo vio el hocico del dragn de
jade atado a un lado de la barca. Tena las enormes alas desplegadas debajo de las
olas.
Flint advirti que lo miraba.
Es viejo y sus heridas son muy profundas. Tendremos suerte si logramos llegar a
los galenos antes de que muera.
Adonde lo llevars?
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James Clemens
La tormenta de la bruja
Flint subi encima del barco. Mir a Kast directamente a la cara y pronunci un
nombre que dej entrever su locura.
A Aloa Glen.
El rostro del anciano desapareci de la vista y Kast contempl el mar abierto que
se abra detrs del barco. La luz de las estrellas se reflejaba en las aguas de
medianoche. Aloa Glen. La mtica ciudad perdida del Archipilago. Flint, sin duda,
haba perdido la cabeza. Durante siglos los marineros haban buscado aquella ciudad
hundida y jams nadie haba dado con ella.
Kast record a su antiguo maestro, el chamn de los Jinetes Sangrientos, fallecido
haca tiempo a causa de unas fiebres. Antes ya haba seguido las palabras de un loco,
se dijo, por qu no hacerlo de nuevo en esta ocasin? Levant a la nia por encima
de los hombros y tom la escalerilla.
Abajo, vio cmo el dragn marino extenda lentamente las alas.
Por otra parte, pens Kast mientras bajaba por los escalones con la nia de los
antiguos merai al hombro, aquella noche incluso los mitos se haban vuelto de carne
y hueso.
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La tormenta de la bruja
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La tormenta de la bruja
Puedo llevarlo hasta nuestros galenos repuso, sin molestarse en aclarar que
Conch no estaba vinculado a ella. El pueblo merai conoce mejor los dragones que
las gentes de la tierra.
Es posible respondi l mientras el hombre del tatuaje lo observaba todo,
pero me temo que Conch sufri una perforacin grave en el pecho que le atraves el
pulmn posterior. No creo que sea capaz de sumergirse a la profundidad necesaria
para llegar a vuestro leviatn. Su mejor opcin para sobrevivir est en los galenos de
Aloa Glen.
Sy-wen hizo una mueca de desconfianza al or el nombre de esa ciudad. Haba
odo muchos cuentos sobre ese lugar, cuentos fabulosos acerca de magia fabulosa y
seres de todos los lugares. Seguramente aqulla slo era una ciudad imaginaria.
Desde su puesto en el timn, Kast habl con voz amarga:
Flint, Aloa Glen es slo un mito. Qu te hace suponer que t eres capaz de
encontrar un lugar que los marineros llevan buscando desde hace siglos y que no han
encontrado?
Flint seal con la cabeza a Sy-wen.
El mar esconde muchos misterios, no te parece, Kast? Cunto tiempo haca
que un drerendi no haba visto a una merai?
Kast baj la vista.
Hace muchos siglos... antes de la llegada de Gulgotha a nuestras orillas.
Y, dime, acaso no es real? Te parece que slo es un ser mtico?
Kast dirigi una mirada rpida a Sy-wen y luego volvi la vista hacia el anciano.
Tena una expresin dura.
Pero Aloa Glen jams ha sido descubierta. Qu te hace pensar que t puedes
hallarla?
Es fcil respondi Flint encogindose de hombros. Es mi hogar.
Kast levant las cejas en un gesto de sorpresa y luego las baj como si fueran nubes
tempestuosas cernindose en su frente.
Flint, ests loco. T eres de Port Rawl. Yo mismo he estado en tu casa en el
acantilado de Blisterberry.
Ah, bueno, pero se es un lugar para dejar secar mis huesos cuando estoy fuera
del mar.
Sy-wen se aclar la garganta. Aquella conversacin no le importaba en absoluto.
Slo haba algo que le importaba.
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La tormenta de la bruja
Joach se haba retrasado con la cena de Greshym y corra por el pasillo desierto,
levantando nubes de polvo al pisar. Haca aos que nadie haba pasado por aquel
corredor. Agarr con firmeza el mapa que llevaba en la mano. Acaso se haba
pasado una vuelta? Sin aliento, se detuvo en una interseccin de pasillos y despleg
el trozo de pergamino. El corazn le lata con fuerza. Con el dedo recorri las lneas
de carboncillo que dibujaban de forma somera los pasillos y corredores de ese piso
del Edificio.
Maldito sitio se dijo en voz baja al darse cuenta de su error. A continuacin,
dio un golpecito con el dedo en la interseccin donde debera haber girado.
Se sac del bolsillo un trozo fino de carbn y traz un crculo alrededor de ese
punto en el mapa. Con errores o sin ellos, no poda desperdiciar ningn retazo de
informacin que recogiera del lugar. Una vez que hubo terminado, pleg el mapa y
se limpi los dedos en los pantalones.
Joach se dio la vuelta y volvi sobre sus pasos por el camino polvoriento por el que
haba llegado. Al ver sus pisadas, frunci el entrecejo. Se pregunt si tal vez debera
borrar los rastros de su paso por los pasillos. Luego sacudi la cabeza en seal
negativa. Se estaba quedando sin tiempo y todava necesitaba llegar a la cocina para
recoger la cena del mago negro. Por otra parte, haca mucho tiempo que nadie pasaba
por ah y Greshym desconfiara si se retrasaba ms de lo debido. Durante la pasada
luna, Joach haba empleado el breve lapso de tiempo del que dispona al recoger la
comida para hacer exploraciones. Pero siempre tena que ir deprisa. No quera que el
mago negro sospechara algo porque reciba la comida demasiado tarde.
Joach lleg a la interseccin correcta y gir hacia la escalera este. Corra con toda la
prisa que la seguridad le permita y tena los odos atentos a cualquier voz o sonido
procedente de otros escalones. Los habitantes del Edificio que conocan al sirviente
tonto del hermano Greshym eran muchos, y Joach no poda permitirse que alguien lo
viera andando ms rpido de su habitual andar arrastrado, lento y con la mirada
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embotada. Por suerte, los pasillos estaban vacos y lleg a la escalera sin encontrar a
nadie.
Se detuvo en el descansillo del piso con la cabeza inclinada y atento al hueco de la
escalera. sta se doblaba en espiral hacia el interior de la torre situada ms al este,
llamada la Lanza Rota, y apenas se utilizaba. Pareca que esa parte del Edificio haba
sido abandonada. El polvo y los escombros se amontonaban en los pasillos y las
salas. No obstante, Joach conoca el valor de la prudencia y se mantuvo alerta.
A lo lejos oy unos susurros. En la escalera haba alguien. Joach retrocedi, luego
sacudi la cabeza y se detuvo. No poda esperar a que abandonaran la escalera. Ya se
haba retrasado bastante. As pues, baj los hombros y dej que una baba de saliva le
cayera de los labios. Con un suspiro baj con pasos fuertes por la escalera,
tropezando de vez en cuando.
Haba llegado a perfeccionar su ademn de bobalicn y nadie le prestaba ms
atencin que la que se da a uno que pasa. As baj por los escalones, adoptando de
nuevo el papel de sirviente joven con pocas luces. Mientras avanzaba, las voces se
volvieron ms claras. La conversacin pareca airada y algo violenta, pero no poda
distinguir bien las palabras que se decan.
La curiosidad hizo mella en Joach. Los hermanos en Aloa Glen guardaban
siempre una actitud tranquila y pacfica y muy cooperativa entre ellos. Pocas veces se
elevaban voces airadas. De vez en cuando, Joach haba odo discusiones acerca de los
distintos modos de entender la magia o diferencias de opinin en la traduccin de
una lnea concreta de un escrito proftico, pero desde luego las disputas siempre eran
civilizadas y respetuosas.
En cambio, las voces de la escalera eran de todo menos corteses. Poda ser que
fueran slo dos sirvientes enfadados por algn asunto trivial. La jerarqua de clase de
los sirvientes en el Edificio era veleidosa y a menudo llevaba a disputas, incluso a
alguna reyerta.
Joach sigui bajando por la escalera. Empez a or algunas palabras sueltas. Eran
dos voces distintas: una aguda y penetrante y la otra grave y adusta.
Blasfemo! Esto no es modo...
Lo o... Ragnark... verdad en lenguas de fuego.
Ragnark... no hace que un hombre...
Joach sigui bajando los escalones en espiral y tuvo que reprimir una expresin de
sorpresa cuando vio a dos hermanos de tnicas blancas en los escalones inferiores.
Llevaban la capucha bajada, como era costumbre en una conversacin entre
hermanos.
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La tormenta de la bruja
Las dos caras se levantaron para mirarlo. Entonces Joach resbal con el pie
izquierdo y tropez con un escaln. Logr recuperar el equilibrio y mantuvo su
expresin de bobalicn mientras incorporaba aquel paso en falso accidental a su
papel habitual. No conoca a esos dos hermanos y no estaba seguro de que ellos lo
reconocieran, pero no quera arriesgarse.
Uno de los hombres lo seal con la cabeza mientras Joach arrastraba los pies por
los restantes escalones.
Slo es el sirviente de aquel extrao pjaro. Ya sabes, el hermano encorvado.
El otro mir a Joach de arriba abajo.
El hermano Greshym. Ya he odo hablar de ese muchacho tonto que tiene.
Los dos hermanos eran fsicamente opuestos. El ms alto de los dos era ancho de
espaldas, tena un pecho amplio y la piel tan oscura que, envuelto en la tnica,
pareca una sombra. El otro, flaco y joven, tena una piel tan plida que incluso los
ojos y los labios parecan carecer de color. Sin embargo, ambos tenan la cabeza
rapada y lucan una estrella de plata en el lbulo de una oreja.
Joach observ disimuladamente las estrellas de cinco puntas. Era posible que
fueran el smbolo de alguna comunidad de la fraternidad. Nunca haba visto otras
iguales. Mientras prosigui su camino por la escalera, los dos hombres se quedaron
callados. Aquella prudencia de no hablar frente a l slo logr estimular an ms su
imaginacin.
No obstante, Joach no se detuvo al llegar al descansillo en que se encontraban los
dos hombres. No poda perder tiempo y reflexionar sobre ellos. Todava tena que
llegar a las cocinas. Por eso, pas por delante de ellos arrastrando el paso sin mirarlos
siquiera. Sin embargo, en cuanto estuvo varios escalones ms abajo, fuera de la vista
de los hombres, volvi a orlos.
El hombre de piel oscura habl con voz grave y, esta vez, ms aquietada.
La seal del hermano Flint se ha avistado en la torre de vigilancia justo despus
del crepsculo. Llegar a la Gruta maana al amanecer.
Joach se detuvo a escuchar.
Entonces deberamos irnos, Moris. Tenemos muy poco tiempo para actuar.
Crees que el Pretor sospecha algo?
Si lo hace susurr el hermano de menor tamao, estamos perdidos y Aloa
Glen caer.
Joach qued paralizado a medio escaln. Era posible...? Pareca que ellos tambin
conocieran la maldad que acechaba en los muros del Edificio. Pero eran amigos o se
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trataba de una nueva amenaza? Joach se apret el labio inferior. A pesar de que sus
sospechas eran altas, en el transcurso de la luna pasada se haba dado cuenta de que
necesitaba ayuda. Todos los mapas y planos que pudiera crear no podran salvar a su
hermana Elena. Tena que aprovechar la oportunidad. Tena que confiar en alguien.
Se volvi y subi rpidamente al descansillo superior. Pero cuando lleg ah, los
hermanos no estaban. Joach mir los pasillos que conducan a aquel piso del Edificio.
Nada. Escuch atentamente con la intencin de or pasos, tanto en los corredores
como en la parte superior de la escalera pero daba la impresin de que los hermanos
haban desaparecido sin ms.
Permaneci de pie en el descansillo vaco, sin saber qu hacer. No tena ni idea de
hacia dnde haban ido los dos y buscarlos slo lograra retrasarlo ms e impedirle
mantener la farsa con Gershym. Musit una palabrota y continu bajando la escalera
hacia las cocinas.
Tena que intentar encontrar de nuevo a esos hombres.
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La tormenta de la bruja
gusta creer que alguien que lleva el nombre de uno de los videntes dotados de
nuestra secta ha otorgado su corazn a Gulgotha.
Hmmm... Moris reflexion sobre las palabras de su amigo. El no estaba tan
seguro como Geral de la lealtad del muchacho. Haba visto la expresin en su rostro
cuando examinaba el descansillo. Pareca asustado. Aquella expresin no era propia
de un taimado ser del Seor de las Tinieblas. Slo era un muchacho asustado. No
obstante, se reserv sus pensamientos para s mismo. A Geral no le gustaba que le
llevaran la contraria y los dos llevaban discutiendo ya todo el da.
Moris estaba cansado de rechazar las palabras de su compaero. Por ello no dijo
nada acerca de ese asunto menor.
Tenemos que evitar a este muchacho todo lo posible alert Geral.
Moris emiti un gruido evasivo y se toc la estrella de plata de la oreja. Tampoco
estaba de acuerdo con eso. Ese muchacho mereca una atencin especial. Le resultaba
difcil olvidar el temor que haba visto en sus ojos.
Geral sigui hablando mientras se dirigan hacia sus habitaciones secretas.
Nuestra secta ha mantenido su secretismo desde antes de la cada de Alasea.
Tenemos que proceder con mucha cautela en esta poca tan delicada. Una sola
palabra dicha a la ligera puede dar al traste con todo.
Lo s, hermano.
Moris sigui detrs de la espalda esculida de Geral por la escalera en espiral que
conduca a la base de la torre abandonada. La escalera penetraba en el Edificio hasta
alcanzar una gran profundidad. Unas pocas lmparas oscilantes marcaban el camino.
Enseguida, las paredes de la estrecha escalera dejaron de ser bloques de argamasa
para convertirse en simple roca tallada en la piedra de la propia isla. Finalmente, la
escalera termin y se abri ante ellos un laberinto de pasillos.
Geral continu hacia adelante sin detenerse. Alrededor de Moris, los pasillos se
ampliaron lo suficiente para que el hermano pudiera enderezar por fin su corpachn.
El olor a moho y salmuera se colaba por los pasillos. Era el olor del hogar.
Tras doblar una curva pronunciada se abri ante ellos una sala ms grande que la
Sala de Baile Principal del Edificio. A pesar de que haca veinte inviernos que era
miembro de la secta, siempre que entraba en esa sala Moris senta un
estremecimiento que le recorra la sangre.
Las paredes de piedra labrada se extendan como alas a ambos lados. Incrustados
en la piedra haba millones de cristales, algunos del tamao de un ojo de pjaro y
otros ms grandes que el puo de un ogro. Sus facetas reflejaban las llamas que
emitan unas antorchas crepitantes, convirtindolo todo en un cielo subterrneo
cubierto de estrellas.
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La tormenta de la bruja
Los dos hermanos se tocaron los pendientes en forma de estrella de cinco puntas y
se detuvieron en la entrada. Si bien las paredes eran impresionantes, el verdadero
objeto de reverencia de la sala era el cordn de raz nudosa que se bajaba desde el
alto techo y penetraba en el centro del suelo. Aquel vstago abultado y retorcido,
ancho como la espalda de Moris, era la raz principal del vetusto koakona, el
autntico corazn de Aloa Glen, y en ella se alojaban los ltimos restos de la energa
Chi.
En la sala haba tambin un puado de hermanos pertenecientes a su orden
secreta que, con las cabezas inclinadas, permanecan en ntima comunin con el
rbol. Algunos tenan las manos alzadas hacia alguna de las estrellas de cristal de las
paredes y aguardaban la revelacin de visiones profticas.
Su secta, ms antigua que la Fraternidad y formada cuando Chi todava bendeca
con magia a los magos de todo el mundo, no haba abandonado sus actividades, y
sus miembros continuaban intentando desentraar el futuro mediante visiones
profticas. Tiempo atrs haban predicho la desaparicin de Chi de la tierra y el
avance arrasador de Gulgotha. Intentaron avisar a sus compaeros magos, pero sus
palabras se consideraron una blasfemia. Los dems no quisieron creer que el espritu
Chi poda abandonarlos; por ello, la secta fue declarada hereja, y la Orden expuls a
esos miembros, que fueron obligados a salir de Aloa Glen.
Las verdades no siempre resultan fciles de creer.
Sin embargo, como algunos miembros ya haban profetizado el exilio de la secta,
un pequeo grupo de videntes no acat el edicto de la Orden y desapareci entre las
paredes y esquinas secretas del Edificio. Durante los cientos de inviernos que
siguieron, continuaron trabajando en secreto. Con la ayuda de la Fraternidad o sin
ella, estaban listos para preparar el amanecer venidero.
La secta de los Hifai no estaba dispuesta a abandonar sus obligaciones.
Moris dej de tocarse la estrella de plata y entr en la sala. Tiempo atrs, el
visionario ms poderoso de su secta, el mago Greshym, haba profetizado la creacin
del Diario Ensangrentado. Posteriormente, aquel mago tuvo que dar su vida para
crear el Libro y pag con sangre la verdad de su visin. El hermano Moris estaba
dispuesto a pasar por ello si era necesario.
Se acerc a la enorme raz y se arrodill. Acababa de contar la visin que haba
tenido por la noche: Ragnark volvera a moverse y la sangre de un dragn sealara
el inicio de la batalla por Aloa Glen
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LIBRO TERCERO
SHADOWBROOK
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Captulo 14
Intent no moverse mientras los cuchillos le caan encima. Dos filos de acero
afilado voltearon bajo el sol del medioda, emitiendo destellos de luz mientras se
precipitaban por encima de las cabezas del pblico. El lanzador de cuchillos, Erril, se
encontraba al otro lado de la plaza del pueblo con los ojos tapados. A pesar de que
Elena saba que el trozo de ropa que cegaba a Erril tena truco y no le impeda ver, no
poda evitar contener el aliento y entrecerrar los ojos con nerviosismo al ver los
cuchillos.
Entretanto, oa los comentarios de los habitantes del pueblo.
El chico es idiota! Mira que colocarse aqu como un pasmarote mientras alguien
le arroja cuchillos a la cabeza...
Su interlocutor le daba la razn.
Pero quin es ms idiota? El muchacho o su padre? Imagnate: lanzar
cuchillos contra tu propio hijo!
Luego el suplicio termin.
Tang...Tang...
Los dos cuchillos se hendieron en la puerta de roble situada a la espalda de Elena,
cada uno a un lado de la cabeza, muy cerca de las orejas. Suspir aliviada y dio un
paso hacia adelante. Al inclinarse frente al pblico para saludar, una gota de sudor
que no tena nada que ver con el calor de aquel da, le recorri por la nariz y fue a
caer a un madero del escenario. Se levant con un saludo, igual que Erril lo haca al
otro lado de la plaza.
Durante las ltimas tres lunas, el grupo haba viajado como un pequeo circo por
el pas, yendo de pueblo en pueblo. Sin embargo, esa vez, la parada era una ciudad
grande, por lo menos dos veces mayor que Winterfell, la ciudad natal de Elena. Era la
primera ciudad de esa clase en la que se atrevan a actuar. Shadowbrook, cuyo
nombre, que podra traducirse como torrente sombro, se deba al ro que la atravesaba por el centro. Era una de las tres ciudades de las llanuras con transporte fluvial;
cada una de ellas se hallaba junto a uno de los tres ros principales que surcaban la
regin. Las barcazas del ro cargaban en Shadowbrook las mercancas de los llanos
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La tormenta de la bruja
fardos de hojas de tabaco, fanegas de grano de centeno que slo se cultivaba all,
aceites aromticos extrados de unas hierbas propias de aquella regin y las
transportaban hacia las ciudades costeras para trocarlas por otras mercancas. Gracias
a su centro comercial, las gentes acomodadas de los llanos acudan en masa a
Shadowbrook, y Erril confiaba en ganar lo suficiente para pagar un pasaje en un
barco que se dirigiera a la costa.
Aquella decisin haba demostrado ser acertada. Durante los ltimos cuatro das,
las actuaciones haban dado buenos frutos.
Un aplauso seal el final de la actuacin de Elena y Erril. A un lado del
escenario, Mogweed aguardaba vestido con un traje de cazador de color rojo y verde
con Fardale a su lado. Algunos nios sealaban el enorme lobo con los ojos muy
abiertos. En sus susurros se perciban temor y respeto. Mogweed y su lobo
amaestrado eran un nmero muy apreciado y conseguan ms dinero de la multitud
que la actuacin con cuchillos de los supuestos padre e hijo.
Al bajar del escenario de madera, Elena se toc el pelo corto, teido de negro para
parecerse ms a su padre. Algunas jovencitas que estaban contemplando a Fardale
la miraron de soslayo. Aquellas miradas y sonrisas tmidas dejaban entender que
algunas de ellas estaban enamoradas de aquel excitante muchacho del nuevo circo.
Elena, cansada de aquella farsa, suspir
De todos modos, ese engao los mantena a todos a salvo.
Por las amplias llanuras de Standi vagaban cientos de compaas de circo, que se
ganaban la vida aprovechando que la cosecha haba sido buena. En cuanto llegara el
invierno, las monedas disminuiran, a la par que lo hara el calor del sol; sin embargo,
por el momento, las llanuras se mostraban salpicadas de carromatos de colores
alegres y de artistas de todo tipo. Resultaba fcil pasar inadvertidos entre ellos.
De vez en cuando, el grupo haba encontrado patrullas pequeas de soldados
armados de Gulgotha; todo el grupo de Elena saba a quin andaban buscando. Una
noche incluso, la compaa lleg a actuar para un batalln de esos hombres brutos,
pero ninguno haba sospechado de ellos. De hecho, el capitn les haba dado una
moneda de plata a modo de gratificacin. El disfraz, por lo tanto, haba funcionado
bien.
Con el tiempo, el horror que haban vivido en las colinas haba ido
desapareciendo, no as el dolor y las lgrimas por Neelahn. Su lad continuaba entre
ellos, como un recuerdo de la compaera cada y un recordatorio de que no haban
podido ayudarla. Por extrao que pareciera, fue Meric quien ms insisti en
encargarse de aquel delicado instrumento.
En su tiempo fuimos enemigos haba explicado, pero antes de eso, nuestras
gentes haban cooperado entre s. Me gustara devolver esto a los elfos como seal de
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La tormenta de la bruja
la belleza y nobleza del pueblo de las ninfas. Tal vez as las ninfas sigan vivas entre
nosotros a travs de la msica.
Una noche, Meric toc el instrumento, y sus palabras se volvieron ciertas. A travs
de la msica, el espritu de Neelahn se hizo presente. Aquella noche la hoguera del
campamento reflej lgrimas y sonrisas apenadas y, por primera vez, dio la
impresin de que todos eran capaces de cargar con el recuerdo de ella.
As haban transcurrido los das. Al principio todos se haban sentido aliviados de
no experimentar ningn otro ataque y de que nadie les siguiera el rastro. Pero, a
medida que el tiempo pasaba y su carromato iba recorriendo kilmetros, cada uno de
los miembros del grupo se volva a mirar por encima del hombro y se sobresaltaba en
cuanto se produca un ruido repentino. Pareca como si todo el grupo contuviera el
aliento a la espera del siguiente ataque.
La tranquilidad y la calma haban empezado a hacer mella en todos.
Elena, todava nerviosa por la actuacin, corri a un lado la cortina que haba tras
el escenario con un suspiro y estuvo a punto de chocar contra Meric, que se
encontraba entre bastidores, esperando su turno. Estaba ocultando un pequeo
gorrin dentro de una de las mangas con mirada avergonzada. Su crudo nmero de
magia pocas veces era bien acogido. Pareca como si su carcter altivo se reflejara en
el pblico y fuera en contra de ste. Slo en la parte final de la actuacin, cuando
utilizaba sus artes mgicas de elfo para levitar, el pblico responda con entusiasmo.
Meric se hizo a un lado con una leve inclinacin.
Seoradijo con un gesto de honor.
Elena frunci el entrecejo.
Cuidado advirti, sbitamente irritada. Recuerda. Se supone que soy el hijo
de Erril y no un antepasado tuyo.
Meric hizo un ademn con la mueca para indicarle que no haba motivo para
preocuparse. Con el movimiento, le salieron del puo unas pocas plumas de pjaro.
El rostro, plido por lo comn, se le enrojeci.
Tengo que salir musit. Mogweed est a punto de terminar.
Elena asinti y se dirigi hacia el carromato. La cortina protectora iba de la parte
trasera del carromato al fondo del escenario; as Elena no tena que enfrentarse a ms
miradas candorosas. A la derecha haba un almacn vaco, que aguardaba la cosecha
de otoo. Aqul era el lugar idneo para levantar el circo, porque no haba la
posibilidad de encontrar miradas curiosas entre los bastidores.
En cuanto Meric hubo desaparecido detrs de la cortina, Elena por fin pudo tener
un momento para s misma; todos los dems estaban ocupados con la funcin. En el
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escenario oy aullar a Fardale con un grito que elevaba risas nerviosas entre el
pblico. Al otro lado del escenario estaba la otra atraccin del grupo: una barraca con
un solo objeto para ver. Tolchuk permaneca agazapado en una jaula tapada con
cortinas con Kral a su cuidado. La gente pagaba una moneda para ver el ogro
enjaulado. La mayora de los que entraba se rea por la poca calidad de aquel
monstruo falso, que llevaba unos cuernos de cabra postizos en la cabeza y bigotes
pintados. Nadie sospechaba que lo que tenan delante era realmente un ogro. De
hecho, eso era lo que Erril quera. Un ogro real habra dado demasiado de que hablar
y, tal vez, habra atrado atenciones no deseadas. As, los adornos falsos estaban
pensados para disimular la verdadera naturaleza de Tolchuk. No obstante, la
atraccin, con Kral de pie armado con su hacha junto a la jaula con rostro severo y la
advertencia a sus pies de que estaba all por la seguridad del pblico, tena mucho
xito.
As pues, con todos los dems ocupados, Elena tuvo un momento de tranquilidad
para dedicarse a s misma, algo raro al ir siempre tan juntos. Como nica mujer en
compaa de hombres, gustaba mucho de esos momentos para ella sola. Sonri y se
dirigi hacia la parte trasera del carromato a la vez que se rascaba la ropa que le
aplanaba el torso y que llevaba ceida sobre el pecho.
Fue entonces cuando sufri el ataque, aunque tuvieron que pasar algunos minutos
para que se diera cuenta de que aquel encuentro era en realidad un ataque. A Elena
le pareci distinguir con el rabillo del ojo un movimiento y se volvi desde la puerta
del almacn, sumida en las sombras.
Entonces un muchacho pequeo y desnudo sali a toda prisa del lugar donde se
ocultaba. No pareca tener ms de tres aos y la miraba fijamente mientras se
chupaba el pulgar. Iba tan sucio como los ladrillos del almacn, tena el pelo del color
del fango y el rostro manchado de holln. El rostro, igual que el de todos los nios a
esa edad, era redondo y rezumaba inocencia. Sin ser consciente de su desnudez,
traz una sonrisa detrs del pulgar y la seal.
Elena se arrodill cerca de l.
Te has perdido? pregunt como arrimndose a una mueca.
l se sac el dedo de la boca con un sorbetn.
Mi zeora, voz no deberaiz eztar aqu.
Elena sonri. Cmo saba aquel pequeo que ella era una chica? Tal vez la voz la
hubiera delatado.
Es cierto respondi. Pero yo soy del circo.
El zirco? cece el muchacho.
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Una segunda voz, ms brusca, que surgi a sus espaldas, la sobrecogi y la oblig
a girarse de un salto hacia aquella nueva amenaza.
Qu buena funcin!
Era Erril. El hombre de los llanos apartaba el teln y se diriga hacia ella llevando
en las manos la tela falsa que le cubra la vista en la actuacin.
Erril! grit.
El terror de su voz hizo que Erril acudiera de inmediato a su lado.
Qu ocurre? La expresin de sus ojos grises era la de estar resuelto a matar;
de hecho, tena ya uno de los puales en la mano. El hombre escudri el espacio
desocupado que haba entre el teln y el almacn.
Elena no dijo nada. Mir hacia donde estaba el nio instantes atrs. Haba
desaparecido, sin embargo unos dedos fros todava se asan a ella. Aquello no era la
mano de un nio. En la mano llevaba pegado un pedazo de musgo hmedo.
Abrazadas a la palma de la mano, luca unas hebras pegajosas y unas enredaderas.
Qu ocurre? volvi a preguntar Erril mientras bajaba levemente el arma al
verla.
No... no lo s respondi ella, mostrndole el puado de musgo.
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encontraba sentada en el portamaletas del carromato y les mostraba algo que tena en
la mano.
Kral se aclar la garganta y todas las miradas se volvieron hacia el grupo del
hombre de las montaas que avanzaba junto al teln.
Erril frunci el entrecejo al ver una desconocida entre ellos y su desconfianza se
reflej en la expresin.
Sin embargo, fue Elena la primera en hablar al ver a la recin llegada. Lo hizo
primero con la mirada confusa, luego abri los ojos con sorpresa y finalmente estall
de alegra.
Ta Mycelle?
Salt del carromato y fue corriendo hacia la mujer, arrojndose a los brazos de la
supuesta desconocida. A la nia le saltaban lgrimas de los ojos mientras se sumerga
en un abrazo con la mujer.
No puedo creer que ests aqu. Sollozaba y la apretaba con fuerza, como si
precisara ms contacto para cerciorarse. Realmente ests aqu!
La mujer le devolvi el abrazo con igual cario.
Querida, cmo has crecido!
Quin es esta mujer? pregunt Erril con tono sombro.
Mycelle respondi mientras diriga una clida sonrisa a Elena:
No soy realmente ta suya... pero su ta Fila y yo tenamos una especie de
relacin fraternal.
En el silencio de asombro que sigui, Kral pregunt:
Conocas a su ta?
S. Fue la mujer que me encontr y se ocup de m despus de que atraves la
Puerta de los Espritus.
Ah... dijo Kral mientras vea cmo los destinos se iban entrelazando.
El rostro de Erril estaba totalmente ensombrecido de ira.
Alguien podra explicarme de qu estis hablando?
Nadie atendi a su pregunta.
Mycelle tom a Elena de la mueca.
Qu te ocurre en la mano? Al verlo adquiri una expresin de preocupacin.
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Captulo 15
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posaban en aquellos hermanos tan plidos eran pocos, pero el sol no lo haca jams.
Mycof y Ryman no eran conscientes de los rumores que suscitaban, si bien nadie
cuestionaba su herencia ni el derecho a poseer el castillo.
Las gentes de Shadowbrook haban amado profundamente a los padres, que ya
haca tiempo que reposaban en una cripta. La familia Kuradom haba fundado la
ciudad mucho tiempo atrs y, ya en una poca ms reciente, el padre de los gemelos
haba propiciado el florecimiento de Shadowbrook gracias a excelentes contratos y
acuerdos comerciales que haban atrado a las gentes adineradas hacia la ciudad.
Todos los habitantes compartieron ese nuevo bienestar y, por respeto a sus excelentes
padres y a su antiguo linaje, la mayora de la gente se limitaba a sacudir la cabeza
ante las excentricidades de los hijos.
Por ello, nadie dijo una palabra a Mycof y Ryman mientras se dirigieron hacia las
profundidades de las zonas menos transitadas del bastin de los Kuradom. Era su
derecho y, tambin, su hogar.
El bastin, que en Shadowbrook se conoca como la Fortaleza, era mucho ms
antiguo que la ciudad que lo rodeaba. Haba empezado siendo una pequea torre de
sealizacin, una ms de las muchas dispersas por la Planicie Standi. La mayora se
haba convertido en escombros, pero aqulla, situada estratgicamente y, adems,
muy cerca del ro de Shadowbrook, fue la semilla que luego dio origen a toda la
ciudad. Y, a la vez que sta se extenda como las races de un rbol, la torre tambin
haba ido amplindose de forma desordenada: ahora se construa un ala por un lado,
luego una tercera planta por otro, e incluso se aadieron cuatro torres ms para
rodear a la antigua torre de sealizacin. En los ltimos tiempos se haban construido
almenas, murallas e incluso un pequeo foso alrededor, si bien los ltimos trabajos
eran ms decorativos que efectivos. El foso tena en su extremo un parque y unos
cisnes majestuosos blancos y negros nadaban en sus aguas describiendo unos
crculos lnguidos alrededor de la Fortaleza.
La mayora de los habitantes de la ciudad, orgullosos de los jardines y las
hermosas almenas que se levantaban, haba olvidado el verdadero origen de su
ciudad. La antigua torre de seal quedaba oculta detrs de aquella fachada: una
estructura desmoronada de piedras toscas y mal puestas que constituan el corazn
de la Fortaleza. Slo haba un puado de hombres que recordaba su antiguo nombre,
Rashamon, la Pica Ensangrentada, llamada as durante la primera de las batallas
contra Gulgotha cinco siglos antes, cuando mil hombres dieron su vida para
defender los llanos. Sus almenas manchadas de sangre, iluminadas por los cientos de
fuegos de sitio del ejrcito de enanos acampados, brillaron durante toda un luna en
color carmes. Slo tras la muerte del ltimo defensor, la torre logr caer frente a los
enanos.
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Sin embargo, esa historia funesta no era desconocida para los gemelos. En realidad
era su verdadero patrimonio.
Mycof y Ryman se deslizaron silenciosamente desde la sala de gruesas cortinas
situada en el ala occidental de la Fortaleza hacia los pasillos estrechos que conducan
a la torre interior. Mientras avanzaban, los techos eran cada vez ms bajos y las
paredes de ambos lados se estrechaban hasta obligar a la pareja a ir en fila.
Finalmente, cuando el techo ya les rozaba la cabellera albina, llegaron a una puerta
de latn batido y grabado manchado de color verde. Mycof sac una llave de plata
del bolsillo y abri el camino hacia Rashamon.
Al abrir la puerta, notaron una corriente de agua procedente de abajo. Mycof
aspir el agradable olor. El aire ola a moho y a tierra hmeda y tena un leve indicio
de algo ms preciado, un olor a almizcle que le recorri el cuerpo. Ryman tambin se
detuvo en el umbral con los prpados cerrados, como si l tambin se deleitara con el
recuerdo fro y hmedo de lo que haba abajo.
Ven, hermano dijo Ryman con voz resuelta. Se encamin hacia abajo. Ya casi
se ha puesto el sol.
Mycof vio que la mano de su hermano temblaba levemente cuando se apoy en las
piedras mohosas para sostenerse al bajar por la empinada y estrecha escalera. Mycof
tambin sinti en su cuerpo la excitacin previa. Tena que frenarse a s mismo para
no hacer ir ms rpido a su hermano.
No obstante, Ryman notaba la urgencia creciente de su hermano, que acechaba
como una nube a su espalda y aceler el paso.
Con Ryman delante y vuelto de espaldas, Mycof se permiti una sonrisa. Los dos
hermanos se conocan muy bien. Conforme iban descendiendo por la escalera de
espiral, el corredor se volvi ms oscuro. En esa escalera, no haba ningn criado ni
sirvienta que mantuviera encendidas las antorchas. Slo Mycof y Ryman tenan la
llave para abrir la puerta de latn que conduca al interior de Rashamon.
Sin embargo, delante de ellos en la parte baja de la escalera una luz empez a
crecer de forma muy dbil.
Entonces, sin que mediara apremio alguno, los dos hermanos empezaron a bajar
ms aprisa los escalones, despreocupndose por las zapatillas que no les daban un
buen agarre a la piedra hmeda. La luz roja y encendida los llamaba.
La pareja pas por delante de otras puertas, pero aquellas aperturas llevaban
tiempo tapiadas y no hicieron caso de ellas. Siguieron dando vueltas, cada vez ms
abajo. Mycof tena la mirada clavada en la luz. Se humedeci los labios. El hambre
creca en su estmago como una llamarada.
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Cuando los gemelos alcanzaron la parte baja de la escalera estaban corriendo, con
la respiracin entrecortada entre los dientes apretados. En la planta inferior de la Pica
Ensangrentada, una delgada capa de aguas oscuras impregnaba el suelo de piedra,
aceitoso por el moho y brillante por la luz reflejada procedente de la habitacin del
stano que se abra delante.
Tras empaparse sus lujosas zapatillas de seda al chapotear en el agua, Mycof y
Ryman se apresuraron hacia la sala ms profunda de Rashamon y el secreto que
esconda. Entraron a toda prisa en el stano fro y hmedo.
All, el suelo ya no era de piedra; como todos los buenos stanos, ste tena el suelo
de tierra, concretamente, de barro. Con el paso de cientos de inviernos, la torre se
haba ido hundiendo en el nivel fretico de Shadowbrook y el ro ahora baaba el
suelo de tierra.
Ryman fue el primero en alcanzar la habitacin y de inmediato se hundi hasta los
tobillos en aquel fango baado por el ro. Tuvo que sacudirse los dos pies para
apartarse de ah. Con cada paso, a medida que se acercaba a su objetivo, el suelo
emita ruidos de succin. Ya haba perdido las dos zapatillas en el barro, pero ahora
ya no le importaba. Eran fciles de reemplazar. A sus espaldas, Ryman oa que Mycof
se esforzaba por seguirlo.
Ambos tenan la mirada clavada en aquello que se encontraba en el centro de la
sala, medio hundido en el barro.
El objeto de su devocin estaba de cuclillas y desnudo, como si se tratara de un
hongo de stano. Su cuerpo rechoncho era un fardo de huesos y msculos, como
esculpido por un artista cruel que lo hubiera convertido en una aproximacin burda
de los miembros y el torso. Su nariz ganchuda pareca cera fundida sobre sus labios
gruesos, y tena los ojos negros profundamente hundidos en los planos de su rostro.
Frente a la barriga flotaba una bola de ebonstone negro encendida por los recuerdos
ancestrales del Rashamon baado en sangre. Los rasgos gastados y marcados de su
amo estaban iluminados con el fuego de sangre que se reflejaba en aquella bola.
Era el buscador, el que haba descubierto a los gemelos cinco inviernos atrs y los
haba dotado de la Jaura, una recompensa por haber jurado estar al servicio del
Corazn Oscuro.
Mycof y Ryman se arrodillaron sobre el barro espeso mientras se arrancaban los
vestidos de seda del cuerpo. Sus rostros iguales reflejaban espasmos de xtasis y
placer salvaje. Su expresin, normalmente plcida, reflejaba ahora torrentes de
emociones perversas.
Ambos se inclinaron ante su dios y hundieron los rostros en el barro en seal de
lealtad al Seor Torwren, el ltimo de los perversos seores enanos.
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encargos finales antes de que la tormenta estallara. Nadie se molestaba en mirar a los
miembros del circo.
Crees que el Seor de las Tinieblas est implicado en todo esto? pregunt el
elfo, situado detrs de Erril.
No. No percibo magia perversa.
Aun as, Mycelle pareca distrada y tena una expresin de estar concentrada en
algo diferente. A Erril se le contagi el nerviosismo de la mujer. Mir cautelosamente
alrededor.
Tal vez sera mejor proseguir esta conversacin en la posada dijo por fin.
Mycelle asinti.
Erril, stas son las primeras palabras sensatas que te oigo pronunciar.
Con el circo ya cerrado para la noche, Kral y Tolchuk hicieron entrar el carromato
en el interior del almacn. En una pared haba dos camastros. Tolchuk y Fardale
pasaban las noches en el almacn tanto para vigilar las pertenencias como para evitar
habladuras acerca del ogro y el lobo.
Al principio, Tolchuk se haba quejado por haber sido apartado de las discusiones,
pero luego tuvo un intercambio silencioso con Fardale y no dijo ms. Mycelle pos la
mano en el brazo de su hijo.
Pronto hablaremos le dijo.
Tolchuk no respondi. Se limit a darse la vuelta y fue a atender los caballos. Las
monturas tambin estaban en el almacn, en un pequeo huerto que haba detrs de
la slida estructura. Resultaba ms barato darles agua y cuidar a los caballos por su
cuenta que pagar un dinero adicional a la posada por ello. Por otra parte, las
caballerizas de El Caballito Pintado estaban totalmente podridas y por el heno sucio
corran unos ratones del tamao de unos perros pequeos.
Como era de esperar, las habitaciones en la posada no eran mucho mejores. Eran
pequeas, oscuras y apestaban a las frituras de pescado de la cocina de la posada. Al
ser una ciudad con ro, el bacalao de cieno y el pescado de barro eran los platos
principales del men de la cena en la posada y, ciertamente, la palabra variedad no
pareca formar parte del vocabulario del cocinero.
En cuanto el carromato qued a buen recaudo, Erril condujo a los dems a la
posada.
Al entrar en el estrecho saln principal de El Caballito Pintado, Mycelle expres su
opinin acerca de la eleccin que haba tomado Erril en cuanto a alojamiento.
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Bueno dijo mientras observaba las tres mesas manchadas de cerveza ocupadas
por un grupo de trabajadores del muelle de expresin huraa, ciertamente creo
que ha llegado el momento de que empecis a viajar con una mujer.
Dos de aquellos hoscos hombres miraron a Mycelle, y sus ojos se abrieron
sorprendidos al ver aquella alta mujer rubia armada con espadas. En el momento en
que adoptaron una expresin algo lasciva, Mycelle los mir con destellos de hierro.
De repente, los trabajadores del muelle encontraron las copas de cerveza
especialmente deliciosas y volvieron la vista.
Dnde estn vuestras habitaciones? pregunt Mycelle.
Erril mostr el camino y slo se detuvo para encargar una cena fra.
Estn en lo alto de la escalera contest. Los escalones torcidos crujieron con su
peso. He alquilado dos habitaciones.
Qu generosidad la tuya! coment con sarcasmo Mycelle detrs de l junto a
Elena.
Al cabo de unos minutos, los seis se apiaban en la mayor de las dos habitaciones.
El eterno ceo de Mycelle aument al inspeccionar la habitacin, pero logr contener
su lengua afilada. Las dos camas de la habitacin eran unos catres hechos de tablones
con un cut repelado para proteger el cuerpo. La nica ventana daba al patio de la
posada y, aunque estaba abierta, pareca atraer slo el calor del verano en la sala en
lugar de enfriarla. El ambiente sofocante de las habitaciones era reforzado por el
techo bajo, que pareca presionarlos a todos. Kral tuvo que inclinarse para evitar
darse con la cabeza contra las vigas.
Vamos a aclararlo todo dijo Erril. Parece que tenemos muchas cosas que
discutir esta noche.
Mogweed y Meric ocuparon una cama, y Kral y Elena se sentaron en otra. Slo
Mycelle y Erril permanecieron de pie. Los dos estaban frente a frente, como dos
lobos dispuestos a luchar por el liderazgo de una manada.
Mycelle habl primero:
Tras examinar la mano de Elena, no creo que el embrujo represente un riesgo
inmediato; sin embargo, hay otras amenazas ms oscuras que acechan en las calles.
Shadowbrook es un peligro para ella.
Yo soy capaz de ocuparme perfectamente de ella repuso Erril. La he
llevado hasta aqu y la conducir hasta Aloa Glen. Por qu deberamos confiar en ti?
Kral empez a contestar aquella pregunta.
Ella es la madre de Tolchuk y...
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Como buscadora tena que viajar por las tierras de Alasea, descubrir a quienes
estuvieran dotados de poderes elementales y advertirles.
Advertirles de qu? pregunt Erril con aspereza.
Advertirles de que yo no soy la nica buscadora en las tierras. Dej que
aquellas palabras se posaran en ellos antes de proseguir. El Seor de Gulgotha ha
reclutado a sus propios buscadores. Tambin ellos escudrian el campo y buscan
personas jvenes dotadas de poderes elementales. Yo me limito a advertir, pero ellos
obligan. Al estar imbuidos de herramientas del Seor de las Tinieblas, esos buscadores son capaces de corromper el don de esos jvenes y convertirlos en un ejrcito
siniestro, la guardia infame, que es una legin perversa dotada con la magia negra
ms atroz.
Al or eso, Erril abri los ojos. Record el pelo negro como la noche de Virani y su
piel tersa. Aquel recuerdo le ensombreci el rostro. En los ojos de los dems tambin
vio la sorpresa de aquel reconocimiento.
Me parece... farfull. Me parece que ya nos hemos topado con uno de esos
seres elementales perversos.
Entonces la sorprendida fue Mycelle.
Habis encontrado a un miembro de la guardia infame y habis logrado
sobrevivir?
A duras penas respondi Elena en voz baja.
De qu sirven tus advertencias? espet Erril con un acaloramiento repentino
. Cuando una de esas personas con magia elemental es atrapada, no puede
resistirse al Seor de las Tinieblas.
Mycelle se puso la mano en el bolsillo.
No. Hay una manera de resistirse al toque corrupto de Gulgotha. Se sac un
colgante de jade labrado en forma de frasco minsculo.
Elena se enderez en la cama.
Es igual que el que to Bol me dio para hablar con el fantasma de ta Fila.
Sus palabras hicieron que Mycelle frunciera el entrecejo. Estaba claro que la mujer
no entenda lo que Elena deca.
Tu ta Fila me lo dio afirm. Uno de los miembros de la Hermandad tena
una gran habilidad para labrar el jade. En el transcurso de mis viajes fui pasando
estos frascos a las personas con magia elemental que descubr. Les adverta que si
alguna vez era necesario, la ingestin del contenido del frasco evitara que fueran
atrapados por la magia oscura.
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Erril trag saliva sin saber qu responder. Ya no saba quin le daba ms miedo, si
la guardia infame o aquella mujer con el corazn de hielo.
Kral fue el primero en hablar:
Todos hemos tenido que tomar decisiones muy difciles.
S convino Elena con timidez, pero pudimos escoger. En cambio, estas
personas de magia elemental son inocentes y van por el mundo engaadas con un
frasco de veneno en el cuello. No han tenido ninguna otra opcin. Acabarn con su
vida por su propia mano sin ni siquiera saberlo.
Pero qu es mejor pregunt Mogweed: saber o no saber?
Hubo un intercambio de miradas.
Nadie tena una respuesta.
Mycelle fue la primera en romper el silencio.
Es posible que pronto descubris la verdad de mis intuiciones. Aqu, en
Shadowbrook, ya he detectado la presencia de dos elementales corrompidos, un par
de miembros de la guardia infame que rastrean la ciudad. Mientras vosotros debats
acerca de mi moral, ellos pronto asarn vuestros corazones al calor del fuego negro.
Aquellas palabras captaron la atencin del grupo y despertaron el temor que haba
permanecido aletargado desde la batalla contra Virani.
Qu tenemos que hacer? pregunt Kral.
Tenemos que hacer lo que sea para sobrevivir respondi Mycelle con voz
ponzoosa. Se puso en el bolsillo su frasco de veneno. Es lo que llevo haciendo
durante toda mi vida.
Alzaos proclam el seor enano con una voz que penetr spera en los odos
de Mycof y Ryman.
Los gemelos levantaron sus rostros perversos del barro. Mycof senta en los labios
el ro fro y hmedo. Era un nctar muy dulce, pero saba que habra sabores an ms
dulces por probar aquella noche. Ryman, arrodillado junto a l, reflejaba tambin en
los ojos su propia lujuria.
La bola flotante de ebonstone detuvo su giro y se pos sobre las manos plidas del
enano. Por su superficie negra y pulida se deslizaban lenguas de fuego de sangre de
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color carmes, mientras las vetas de plata refulgan en arcos de brillo irregular en la
superficie del talismn de ebonstone.
Ests dispuesto a recibir el Sacramento? pregunt el enano. Les escudri
con una mirada retorcida como una anguila de ro ciega mientras comprobaba su
vala.
S, seor Torwren respondieron ambos. Te otorgamos nuestros cuerpos.
El enano se levant sobre sus piernas retorcidas.
Si es as, acercaos a recibir la recompensa de vuestro amo.
Les acerc la bola de ebonstone.
Arrastrndose a gatas y de rodillas, ambos se acercaron al talismn.
Venid urgi Torwren con voz ruda. Abandonad esa carne fra por el calor
de la caza. Esta noche, el Seor de Gulgotha necesita de vuestro talento. En
Shadowbrook han penetrado otras personas dotadas de magia elemental. Es preciso
hallaras y llevarlas frente a Rashamon para el Sacramento.
Ryman sinti una ola de celos al or las palabras del enano. Le molestaba mucho
compartir los ritos secretos que se llevaban a cabo en las profundidades de la
Fortaleza con nadie que no fuera su hermano. Aun as, tena la mirada perdida en el
fuego de la sangre y la ebonstone. No poda resistirse.
La Jaura estaba hambrienta y dispuesta ya para la caza. Cazar era sangre.
Los dos hermanos alzaron una mano enlodada hacia el talismn. Ryman la apret
contra la piedra fra y supo que estaba tocando el corazn de su seor. Sinti que
perda el control de los intestinos y de la vejiga. No importaba. El fuego de su espritu
haba sido atrado hacia la piedra.
Para terminar el Sacramento, Mycof cerr el crculo. Tendi la mano desocupada
hacia su hermano y entrelaz los dedos de Ryman con los suyos. Ahora los dos
hermanos estaban enlazados, entre s y con la piedra. Con el contacto de la carne con
la carne, el hechizo haba culminado y la Jaura volva a ser llamada para penetrar en
el mundo.
Ryman contempl a su hermano mientras el conjuro se iba apoderando de sus
cuerpos. Era como mirarse en un espejo. Era realmente hermoso! Ryman sonri
mientras el dolor le atravesaba el cuerpo. Vio que la piel de Mycof se ondulaba y
supo que a l le estaba pasando lo mismo. Unos abscesos negros del tamao de un
pulgar hinchado surgieron por debajo de su piel plida. Mycof traz en sus labios
blancos la misma sonrisa que su hermano.
La Jaura estaba a punto de llegar!
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Instantes despus, miles de abscesos asomaban por la piel del rostro, los brazos, el
pecho, el vientre, las nalgas y las piernas. Mycof observ uno especialmente grande
que asomaba en la mejilla derecha de su hermano y se extenda mientras lo que
acechaba dentro del absceso se dispona a iniciar la caza. Al fin, ste se abri y dej
un pequeo reguero de sangre. Mycof sinti una erupcin semejante en la mejilla
derecha, era como el mordisco de una avispa.
Enseguida tuvo la sensacin de que una tormenta de avispas le estaba picando el
cuerpo.
Los hermanos gimieron en el xtasis del Sacramento.
Del absceso en la mejilla de Ryman sali un gusano que se estiraba y retorca
mientras abandonaba su guarida. Poco despus, otros cientos hacan lo mismo.
Mycof mir sobrecogido la belleza de su hermano; al verlo le saltaron las lgrimas. Su
piel desnuda estaba adornada con cientos de tentculos de oscuridad que se retorcan
y buscaban. Mycof saba que su cuerpo tambin haba sido dotado de la misma
belleza oscura.
Ryman y Mycof se miraron y supieron que haba llegado el momento.
Igual que las hojas caen en otoo, los gusanos cayeron de sus nidos y fueron a dar
contra el suelo hmedo con pequeas salpicaduras. All, los dulces seres bebieron las
aguas salobres y engulleron el fango del ro y, mientras consuman la comida, iban
aumentando de tamao. Al cabo de unos instantes, un pelo de punta les cubri las
piernas que se retorcan, y unas pequeas extremidades con garras surgieron de los
lados y los levantaron del barro. Les crecieron unos ojos rojos y hmedos y unos
hocicos bigotudos, mientras las colas, plidas y escamosas, se agitaban hacia adelante
y atrs, ansiosas por iniciar la caza.
Los dos hermanos, con el cuerpo devastado y baado de sangre, miraron con
orgullo el ejrcito de ratas que tenan alrededor de las rodillas. La Jaura estaba
dispuesta.
El seor enano habl.
Ya est. Que comience la caza.
Con aquellas palabras, los dos hermanos se desplomaron de espaldas sobre el
barro mientras sus mentes penetraban en la Jaura. Mycof y Ryman ahora se haban
fundido en un solo ser con su descendencia; eran mil ojos y mil dientes afilados y
sedientos de sangre. Enviaron a la Jaura por los escalones de Rashamon y la
extendieron por los cientos de hendiduras de las piedras antiguas. Tras escabullirse
de la Pica Ensangrentada salieron de la Fortaleza en avalancha, serpenteando en
todas las direcciones hasta alcanzar las calles de la ciudad dormida de Shadowbrook.
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atrapar moscas y polillas. Se rasc una de las muchas cicatrices de las mordeduras ya
curadas de la Horda que le cubran la piel gruesa.
Otro ser maligno? pregunt.
Los ojos de Fardale brillaron. Un lobo percibe muchos olores cerca de un agujero
del que mana agua... hedores entremezclados, demasiados para distinguirlos.
Tolchuk apret el barril de agua. El lobo no estaba seguro de sus gemidos en la
multitud de olores procedentes de la ciudad bulliciosa.
Tal vez sea mejor entrar los caballos. En esta noche tan rara, ser mejor ser
prudente.
La respuesta de Fardale asom en la mente de Tolchuk. Era la imagen de Erril. El
lobo le preguntaba si deban avisar a los dems.
Tolchuk hizo una mueca. Instantes antes habra agradecido tener cualquier excusa
para ir a la posada y unirse a los otros, pero se pregunt si esa vaga sensacin de
incertidumbre de Fardale era razn suficiente para abandonar su puesto. Qu podra
contar a los dems que no fuera que el lobo haba olido algo que su hocico no poda
identificar? Le haba ocurrido lo mismo a l cuando entr por primera vez en
Shadowbrook. La ciudad era una cinaga de hedores y olores poco usuales para l.
Estaba considerando las opciones que le quedaban cuando los caballos del patio
repentinamente empezaron a relinchar y a dar coces. Tolchuk y Fardale, cegados por
la niebla, se quedaron paralizados. Los caballos, ocultos entre la niebla, perciban o
vean algo.
Mientras Tolchuk y Fardale intentaban atravesar con la vista aquella cortina de
brumas, una enorme forma oscura se levant directamente ante ellos. Se hicieron
hacia atrs cuando un caballo cruz a toda prisa entre ellos y penetr en el almacn.
Era Mist, la yegua de la nia. El caballo tena los ojos muy abiertos por el miedo y
echaba espuma por la boca.
Tolchuk retrocedi de la entrada detrs del caballo.
Fardale, ve a la posada y avisa a los dems!
El lobo se retir con el ogro hacia el interior del almacn. Durante un instante
dirigi una mirada brillante a Tolchuk: dos lobos, espalda contra espalda, derrotan
al oso hambriento.
S arguy Tolchuk mientras se diriga hacia una puerta lateral. Pero es
mejor que haya ocho lobos, especialmente si llevan espadas. Peg una patada a la
puerta sin preocuparse por buscar la cerradura para la llave. Los maderos se
rompieron y la puerta se desplom contra el suelo. Necesito ayuda!
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Tolchuk se volvi. Fardale vacil frente a la puerta abierta, pero Tolchuk no quiso
atender ningn otro contacto.
El lobo desapareci en la niebla con una sacudida de las sombras y el pelaje.
Tolchuk advirti que la yegua quera retirarse al rincn ms alejado y oscuro del
almacn y que tena su atencin clavada en la puerta que daba al patio trasero. Unos
dedos de niebla penetraron en el almacn, como tentculos que se deslizaban por el
suelo y se elevaban en remolinos hacia el techo.
Un movimiento furtivo en las vigas llam la atencin de Tolchuk. Al levantar la
cabeza se dio cuenta de que slo era una pequea hilera de ratas que corran por una
viga de roble mientras huan precipitadamente de la entrada con niebla. Algo haba
asustado incluso a esos astutos animales.
Cuando estaba por retirar la mirada de all, una de ellas salt de su percha y se
precipit contra el suelo del almacn. A pesar del crujido de la pelvis, intentaba
arrastrar el cuerpo fuera de la puerta, lejos de la niebla y clavaba las pequeas garras
en el suelo.
Qu estaba ocurriendo? Las ratas que haba en la parte superior estaban
asustadas y se apiaban unas sobre otras, estremecidas de miedo. Otras dos se
desplomaron al suelo. Por suerte la cada les rompi el cuello y su lucha ces.
Aun as, la rata que tena la espalda rota intent huir entre gritos de alarma.
Tolchuk fue hacia ella. Aquellos chillidos asustados lo ponan nervioso. El animal
estaba haciendo demasiado ruido, lo cual le impeda a l or lo que fuera que hubiera
en el patio. Levant la garra del pie para aplastarla pero entonces el animal alz el
hocico hacia el ogro. Sus diminutos ojos negros estaban llenos de dolor y miedo y un
lloriqueo agudo eman de la garganta del animalillo. Tolchuk dud con el pie
suspendido encima del animal. Finalmente, hizo chirriar los dientes y le perdon la
vida a la rata.
Tolchuk se maldijo a s mismo. Llevaba demasiado tiempo entre humanos. Se
inclin y recogi la rata herida. Odiaba las ratas, pero todava detestaba ms ver
sufrir algo tan pequeo y asustado. Como no saba qu hacer con ella, coloc el
animal tembloroso en la bolsa que llevaba en el muslo. Los gritos constantes de la
rata cesaron. Haba buscado un lugar donde esconderse y finalmente lo haba encontrado.
Mientras, en el almacn volva a reinar el silencio, Tolchuk se volvi hacia la
entrada. Los dems caballos estaban fuera. Se acerc hacia ellos con una lmpara de
aceite. En el otro brazo todava llevaba el barril de agua. Su peso y solidez le
proporcionaban cierto anclaje contra la extraa amenaza que esconda aquella niebla.
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Alz la luz y se acerc a la entrada abierta. Se dio cuenta de que los caballos del
patio ahora permanecan en silencio. Incluso las ratas que haba arriba haban huido
del almacn o tal vez haban encontrado un lugar donde esconderse. Era como si la
niebla hubiera amortiguado todos los ruidos igual que haba ocultado la visin.
Su respiracin spera era el nico ruido que perciban sus odos cuando lleg a la
puerta abierta. Sostuvo la lmpara hacia la noche, pero la niebla se volvi mucho ms
densa, como una cueva blanca hinchada alrededor de la luz que l sostena.
Entonces, como si fuera una emisaria de la niebla, una rata surgi en la esfera que
trazaba la luz de Tolchuk. En realidad, la palabra rata no alcanza a describir aquel
ser resbaladizo y fangoso que se irgui frente al ogro. Mientras que el animal que
llevaba en el bolsillo tena el pelaje marrn y el tamao del puo de un ogro, ese ser
era blanco como los estanques de grasa llameante que haba en las profundidades de
su hogar y ms grande que su cabeza. Aun as, el rasgo ms amenazante eran los ojos
rojos. Brillaban en direccin hacia l, no con la luz reflejada de su lmpara, sino con
un fuego interior, como si la misma sangre fuera el combustible de su llama.
La criatura buf hacia l, y a Tolchuk se le erizaron todos los pelos del cuerpo.
Aquella rata demonaca, no poda ser otra cosa, se acerc hacia l con el hocico
levantado, como si percibiera no slo el olor de Tolchuk, sino tambin el mismsimo
espritu del ogro.
Tolchuk retrocedi un paso y luego arroj el barril de agua contra la criatura.
Tena buena puntera y el tonel cay sobre la rata. El agua se derram y se
desparramaron tablillas rotas. La rata surgi de entre los restos del barril, ilesa y con
una actitud ms decidida. Los ojos rojos le brillaban con una profunda intensidad.
Cuando se miraron, Tolchuk oy gritos susurrados y aullidos antiguos de seres
moribundos. Sinti como si aquellos ojos feroces le arrancaran algo de s mismo.
Detrs de los gritos oa risotadas, dos voces regocijndose de forma perversa. La
visin de Tolchuk empez a oscurecerse mientras l se suma en un mundo de torres
manchadas de sangre y gemidos por lo perdido.
Luego una repentina agona se adue del pecho de Tolchuk y sinti unos
ganchos de fuego que le rasgaban el pecho.
Tolchuk tena la respiracin entrecortada pero aquel dolor le resultaba familiar:
era el Corazn de su gente que lo llamaba. Nunca lo haba sentido de un modo tan
intenso. Los dedos entumecidos dejaron caer la lmpara con un chasquido
tintineante. El aceite encendido le salpic los muslos y el marco de la entrada. Aquel
dolor agnico apart a Tolchuk del foso envolvente de los ojos de aquella rata demonaca. Patale y apag con manotadas las llamas de la piel pero senta que un
fuego interno le recorra los huesos.
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La tormenta de la bruja
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James Clemens
La tormenta de la bruja
Captulo 16
Elena mir a Mycelle y olvid por un instante las hebras de musgo que le cubran
la mano izquierda. Contempl los rasgos de la mujer y las fundas de espalda que
llevaba a la espalda. En otros tiempos, Mycelle haba sido para ella como una ta,
pero ahora le pareca una mujer desconocida. Era incapaz de aunar el recuerdo de la
ta Mycelle de su infancia con la revelacin ponzoosa del papel que haba desempeado como buscadora para la Hermandad.
Cuando era pequea, ta Mycelle haba sido una de las pocas mujeres que
comparta con Elena su inters por encontrar caminos secretos y tesoros escondidos
enterrados en los campos de cultivo del valle donde naci. Mientras los dems
intentaban que se interesara por aprender a coser y a cocinar, Mycelle haba paseado
con Elena cogida de la mano por los campos. Haban mantenido largas
conversaciones. A Elena le gustaba que su ta la tratara como a una persona adulta,
sin ocultarle nada, dicindole siempre la verdad, explicndole su vida e incluso
ensendole las cosas que saba del bosque. Le haba enseado a Elena cmo
moverse entre los rboles de forma silenciosa para observar una familia de venados,
cmo hacer una hoguera con una ramita y un poco de cordel, las plantas que podan
comerse, las que eran curativas y... y tambin las que podan ser venenosas.
Elena recordaba y de repente se estremeci. Hoja de cicuta, raz de belladona. Ya
entonces Mycelle saba mucho sobre los venenos naturales que haba en el mundo.
Su ta, que siempre haba sido muy sagaz, se dio cuenta de la desazn de Elena y
pos una mano en el hombro de la nia; cuando Elena intent apartarse, ella la
apret ms fuerte. Sin embargo, lo que dijo era para todos:
Quiero que salgis todos de aqu dijo con sequedad. Los planes para
enfrentarse a la guardia infame tendrn que aguardar unos instantes.
Erril, evidentemente, tena sus reparos.
Si hay peligro, tenemos que marcharnos de inmediato.
Las acciones repentinas slo logran llamar la atencin y ponen en peligro todo.
Ahora mismo, la guardia infame no parece haberse dado cuenta de la presencia de
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Mycelle acerc las dos manos hacia el rostro de Elena y lo tom entre ellas, suspir
y mir fijamente a los ojos de la nia. Luego levant una mano para tocarle los
mechones de pelo cortados y teidos.
Tu cabellera era muy bonita dijo con tristeza.
Ya... ya... crecer respondi Elena con la vista bajada.
Mycelle suspir.
S, pero en los ojos veo otras partes de ti que tambin se han estropeado, y sas
no vuelven a crecer. El dolor le penetr en la voz. Has crecido, Elena. Creo que
ms de lo que piensas. Aunque las lgrimas amenazaban con salir, Elena se negaba
a llorar. Mycelle baj las manos. Yo tena que estar esperndote en Winterfell. Ta
Fila supona que era a ti a quien estbamos esperando, pero no estbamos seguras. La
Hermandad se haba equivocado en otras ocasiones. Cuando supe de la muerte de ta
Fila, intent regresar al valle, pero cuando llegu ah, todos os habais ido. Tendra
que haber estado ah. Debera haber habido alguien.
Joach me ayud respondi Elena con la voz entrecortada al pronunciar el
nombre de su hermano. Pero l... l...
Mycelle le acarici la rodilla.
Ya lo s, Elena. La Hermandad me cont lo ocurrido. Me enviaron a buscarte.
Por qu?
Hay varios motivos. No slo para protegerte, sino tambin para darte lecciones
de lucha, para ensearte cmo manejar una espada y un cuchillo.
Pero yo tengo mi magia.
Algunos problemas se resuelven ms fcilmente con un arma afilada que con un
hechizo. Tienes que estar entrenada para afrontar todo tipo de contienda. Es lo que
podemos ensearte. Pero de lo otro Mycelle levant la mano enguantada de
Elena y le quit el guante de piel de venado que le cubra la mancha de color rub...
no sabemos mucho. Con el paso de los siglos, muchas cosas se han confundido entre
rumores y mitos. Me temo que con la muerte de tu to perdimos mucho. Su tarea
consista en escudriar la academia desmoronada en busca de textos antiguos que
ensearan las complejidades de la magia. l tena que ayudarte. Con su muerte
desapareci lo poco que habamos conseguido y cuando los skaltum quemaron la
granja se perdi el resto.
Extendi los dedos de la mano de color rub; senta el corazn estremecido de
desesperanza.
As pues, en lo que a magia se refiere, estoy sola.
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marcara la diferencia. Pues bien, mi corazn ahora mismo me dice que tenemos que
permanecer juntos.
No podemos arriesgarnos se opuso Mycelle. Eres el amanecer del futuro.
Maldito sea el destino repuso Elena. Si tengo que enfrentarme al Seor de
las Tinieblas, lo har como yo misma, no como un ser proftico. Elena se volvi
para mirar a Mycelle directamente. Lo siento, ta Mycelle, pero no quiero volverme
como t. No voy a endurecer mi espritu contra el mundo. Si tengo que luchar, lo
har con todo mi corazn. Elena se dirigi hacia las escaleras. No voy a
abandonar a Tolchuk.
Ya de rodillas, Tolchuk cay al suelo sobre uno de los brazos, mientras con el otro
sostena todava el Corazn en lo alto, si bien la piedra estaba opaca y muerta. Ante
s, las llamas laman el marco encendido de la puerta y consuman la pared trasera
del almacn. Ni siquiera ese fuego feroz lograba iluminar las facetas de la piedra.
Se pregunt si tena alguna esperanza de resistir el envite de magia negra del lugar
sin el poder que le daba la piedra.
Ms all del umbral consumido por las llamas, cientos de ojos rojos lo miraban
desde el patio trasero. En su cabeza sonaba el cntico de aquellas ratas demonacas,
un estribillo antiguo de tormentos y risas que le minaba la voluntad y la fuerza. No
poda resistir.
Mientras se debata, el fuego interno segua quemndole los huesos. Conoca ese
dolor familiar. Era el Corazn de su gente que haca frente a la magia negra, pero con
poco xito. Apret la piedra en la garra con la ltima gota de energa que le quedaba.
Por qu no brillaba?
Finalmente, el brazo se le derrumb. Estaba demasiado cansado. Aplast en el
suelo el preciado Corazn cuando cay hacia adelante. Antes de que la conciencia lo
abandonara, vio que las ratas se le arremolinaban alrededor y, lo peor, sinti que la
magia del Corazn lo abandonaba.
Kral fue el primero en cruzar la puerta y ver al ogro desplomado en el suelo del
almacn. Al principio, aparte del incendio, no observ nada amenazante. El humo
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haba podido con Tolchuk? Con el hacha en la mano examin el almacn. Todo lo
que vio fue a la yegua de Elena escondida en una esquina.
Fardale se apresur a rebasar los muslos de Kral.
Aqu! exclam Meric, sealando el fuego con uno de sus delgados brazos.
La aguda vista del elfo haba detectado un movimiento furtivo cerca de la puerta
en llamas. Unas enormes ratas negras, docenas de ellas, estaban cruzando el umbral.
De pie junto al ogro, con los pelos erizados, Fardale solt un aullido. Baj la cabeza
al mirar a esos seres. Las ratas detuvieron su avance hacia el ogro y se abrieron en
lnea para enfrentarse al lobo.
Kral no necesitaba ser silura para comprender lo que Fardale quera decir. Su
actitud lo deca todo. Aqul era el peligro que el lobo haba percibido antes.
Pero slo eran ratas.
Kral baj levemente el hacha.
Entonces, los gruidos de Fardale se convirtieron en un plaido agudo. El lobo
empez a temblar y su plaido pas a ser un aullido desesperado que retumbaba por
las vigas. Qu estaba ocurriendo?
Mientras el lobo temblaba y empezaba a tambalearse sobre las piernas, las ratas
que tena delante empezaron a aumentar de tamao. Sus cuerpos, ya grandes,
adquirieron el tamao de perros pequeos. Fardale se desvaneci junto al cuerpo del
ogro.
Meric y Kral se detuvieron en la mitad del almacn.
Qu est ocurriendo?
Magia negra respondi Meric. El elfo estaba junto a Kral. Los mechones de
pelo plateado alrededor del rostro flotaban en direccin opuesta a la brisa nocturna.
Meric haba activado su magia elemental. Ve con cuidado con ellos advirti. Te
roban la vida y la utilizan para su propio provecho.
De nuevo las ratas se aproximaron al ogro.
Meric levant las manos para protegerse y de l surgi una rfaga de viento. Aquel
vendaval oblig a Kral a retirarse a un lado y a dar algunos traspis para mantener el
equilibrio. El viento atraves el almacn en direccin hacia las ratas. La paja y la tierra
suelta se alzaron por el aire y las llamas del fuego aumentaron.
Al ser atrapada por el vendaval, una rata fue arrojada contra el fuego. Al instante,
su cuerpo se encendi como si estuviera baado en aceite. Kral jams haba odo un
grito como el que profiri el animal. El chillido le puso los pelos de punta. La rata,
con los ojos completamente quemados, traz crculos a ciegas durante algunos
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Las cenizas se desprendan de las vigas incendiadas. El humo, que haba dejado de
ser apartado por el viento de Meric, impregnaba ya todo el almacn. Kral se puso de
pie con los ojos escocidos. No iba a abandonar a sus amigos.
Cerca de all, el estrpito de unos cascos de caballo sorprendi a Kral. El hombre
de las montaas se apart cuando la yegua aterrorizada de la nia sali como un rayo
de las sombras y cruz a toda prisa el grupo de ratas que haba entre ella y la salida.
En la huida, uno de los cascos protegidos con hierro aplast una de las ratas, que
qued convertida en una mancha infecta.
El caballo desapareci en la niebla de la noche.
De repente, arriba, una viga cruji por el calor mientras dejaba caer una cortina de
cenizas. Aquello llam la atencin de Kral, y ste cometi el fatal error de levantar la
vista.
Una enorme rata se encontraba en una de las vigas intactas. Los ojos rojos de la
bestia se clavaron en los de l. Kral no pudo apartar la vista. Los ojos rojos se hicieron
cada vez ms grandes en su mente hasta que slo logr ver el fuego de sangre que
prenda del alma de la criatura. Oy en su interior gritos de moribundos, gemidos
lastimeros implorando que se pusiera fin a la agona. La muerte era la nica salida.
Era un canto de desesperacin que se abra paso hacia el corazn de Kral.
No!
El hombre de las montaas se resista. El granito de su hogar en las montaas le
recorri la sangre y le endureci el corazn. Su magia logr repeler la desesperacin
de aquel cntico. No obstante, se senta dbil y cay de rodillas.
En su mente vio una torre antigua asediada por ejrcitos de enanos y piedras
manchadas de sangre enrojecidas por el fuego del sitio.
Se apret las orejas con las manos, pero no logr amortiguar el grito. Vea guardias
asesinados en una torre y sangre derramada sobre las piedras.
Aquel cntico y las imgenes que lo acompaaban parecan querer mostrarle que
ni siquiera la piedra ms fuerte poda soportar la oscuridad. Resistirse slo lograba
prologar el sufrimiento.
Incapaz de apartar la vista de la rata demonaca, Kral no poda sino escuchar. Los
dientes le rechinaban. Escuchar no significaba creer.
El no era una torre, era una montaa!
Kral se arrastr de rodillas por el suelo mientras las cenizas ardientes le quemaban
la piel y le chamuscaban la barba. La rata lo segua desde lo alto de la viga; no estaba
dispuesta a permitir que Kral le retirara la mirada.
La victoria era imposible, le susurraban los antiguos gritos moribundos.
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Haba ms ratas junto a la primera. Tenan rodeado a Kral. Para qu huir? Mejor
echarse al suelo. Escapar era slo un sueo cruel.
Pero Kral se mordi la lengua para que el dolor lo mantuviera concentrado. No!
La yegua haba logrado escapar.
Con sus exiguas fuerzas, Kral emple la ltima arma que le quedaba. Se levant
sobre las rodillas y, con el ltimo aliento, silb. Luego cay al suelo apoyndose en
las manos.
Las ratas se acercaron a l. Se pregunt si haba llegado demasiado tarde.
De repente, una explosin de tableros de madera reson a su espalda. Kral,
embrujado por la magia oscura, no pudo mirar atrs. Las chispas y las ascuas se
arremolinaron alrededor de l cuando una enorme forma surgi precipitadamente
del patio trasero. Era Rorshaf, su caballo de batalla. La enorme silueta negra de su
cuerpo emergi al galope y se interpuso entre Kral y la rata, de forma que rompi la
mirada que los mantena unidos. La repentina ruptura del vnculo mare a Kral.
Todo lo que lo rodeaba era un amasijo confuso de llamas, cascos de caballo y
sombras.
Kral se esforz por apartar de s aquella confusin. Sinti que unos dientes se le
hundan en la mano derecha. El hueso se le rompi y la carne se le desgarr. El dolor
lo ayud a centrar la vista. Una rata enorme le estaba royendo la mano. La apart de
s con una sacudida rpida del brazo, y la rata sali despedida llevndose entre los
dientes afilados uno de los dedos de Kral.
El dolor se apoder de la mano, pero se volvi de piedra y logr apartar de s el
dolor. Kral levant la mano ensangrentada y tom la gruesa cola de Rorshaf
enterrando los dedos entre el spero pelo negro.
Rorami ora, Rorshaf. grit en el idioma de los caballos de batalla.
Rorshaf retrocedi pisoteando dos ratas ms con los cascos y luego avanz
arrastrando a Kral.
El hombre se esforzaba por mantenerse bien asido a la cola del caballo, mientras
sala bruscamente por el suelo del almacn. Mantena los ojos cerrados. No poda
permitirse la debilidad entumecedora que acompaaba las miradas repugnantes de
aquellas ratas.
La madera astillada se rompa a su lado mientras Rorshaf lo arrastraba por la
entrada asolada. Cuando por fin sinti el suelo adoquinado de la plaza de la ciudad
en la cadera y oy el ruido del filo del hacha al dar contra los guijarros del suelo,
abri los ojos. Dej que el caballo lo arrastrara algo ms lejos y luego se solt,
demasiado cansado para sostenerse por ms tiempo.
Se desplom sobre la calle y dio varias vueltas antes de detenerse.
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Kral!
El hombre de las montaas abri los ojos y vio a Erril inclinado sobre l. Elena
estaba a su lado con la yegua gris agarrada por una cuerda. Mycelle llevaba una
espada en cada puo con los ojos brillantes por las llamas crecientes del almacn.
Haba otras gentes del pueblo que se agitaban nerviosas detrs del tro. La noticia del
fuego se haba propagado rpidamente a travs de aquella noche de niebla. En algn
lugar, una campana sonaba con fuerza.
Qu ha pasado? pregunt Erril. Mogweed ha venido corriendo. Ha dicho
algo sobre unas ratas...
Kral se esforz por hablar y, tras levantar la mano herida, dijo: No eran ratas
musit antes de que la inconsciencia de apoderara de l. Eran demonios.
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Obedece!
Con un ltimo golpe malintencionado en el aire lleno de humo, gru de forma
ostentosa y se coloc al hombre delgado bajo un brazo. As cargado atraves
rpidamente el almacn y se dirigi hacia la puerta trasera.
Unas pocas ratas perversas que se haban apostado como guardianes, no haban
podido fundirse para formar el enorme ser. Cuando ste pas junto a ellas, se
estremecieron y de sus dorsos surgieron unas alas membranosas. Emprendieron el
vuelo tras su cabecilla, lo sobrepasaron y se precipitaron en aquella noche de niebla.
Sin embargo, una de ellas se rezag mientras roa algo con sus mandbulas.
Torwren observ con atencin. Era un dedo. La presa que haba huido antes no
haba resultado ilesa. Una chispa de poder elemental marcaba la sangre que sala de
aquel dedo partido. Era otro ser elemental! La rata pareci darse cuenta de que
Torwren se haba fijado en ella. Temerosa de la ira del enano, tir al suelo el dedo y
agit las alas dispuesta a seguir a las dems.
Espera orden a aquella pequea parte de la Jaura. Treme tu comida.
Con dudas, el perverso ser recuper su premio.
Muy bien... Y ahora, sigue a las dems.
Con un pequeo grito y la confianza renovada, la rata extendi las alas y
emprendi el vuelo con el valioso objeto entre las pequeas mandbulas. Un trazo
dbil de fuego elemental marc su camino por la noche.
Torwren contempl el paso de la Jaura a travs de los callejones secundarios y los
caminos apartados de Shadowbrook.
Satisfecho de que sus rdenes fueran obedecidas, Torwren se permiti cerrar los
ojos. Coloc el talismn de ebonstone en el barro del stano de la torre y apart las
manos de la esfera. Al hacerlo, un dedo traz un arco de plata a lo largo de la
superficie lisa.
Si sus gentes no hubieran descubierto jams el filn de ebonstone que transcurra
debajo de las montaas de su hogar en Gulgotha, tal vez...
Torwren sacudi la cabeza. Aquellos pensamientos eran idiotas e intiles. Sus
gentes, igual que l mismo, haban tomado una decisin.
Levant el dedo de la piedra y suspir. De nuevo record el poder mgico del
prisionero de aquella noche. Y el del que haba logrado escapar? Y si fuera igual de
fuerte? Y si Torwren pudiera doblegarlos a ambos a su voluntad?
Torwren se imagin dos guardias infames con la brutalidad de la magia poderosa.
Haba alguna esperanza?
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Elena contemplaba con una mano en el pecho cmo Erril examinaba a Kral.
Erril vend con fuerza el puo ensangrentado del hombre de las montaas.
Sobrevivir afirm mientras se pona de pie. Mir entonces al enorme caballo
de batalla que montaba guardia junto a su amo cado. No tenemos tiempo para
vigilar el hombre, pero Rorshaf se encargar de l.
Erril lanz una moneda a un muchacho que estaba mirando las llamas del
almacn incendiado.
Vigila nuestra yegua le dijo al chico mientras tomaba las riendas de Mist de
Elena y se las pasaba, si lo haces, luego te doy otra moneda.
S... S, seor. El muchacho tena la vista clavada en la moneda brillante sin
apenas mirar la rienda.
En la plaza, los hombres iban de un lado para otro con cubos, y las mujeres se
ocupaban de accionar las dos bombas que haba. Uno tras otro, vertan los cubos de
agua en las tiendas situadas a ambos lados del almacn, una cerera y una zapatera,
para protegerlas de las llamas y las ascuas que se extendan.
Un enorme hombre barbudo se acerc corriendo a su grupo. Era el hombre que les
haba alquilado el almacn.
Qu ha ocurrido? Tena la vista clavada en la estructura incendiada.
Erril se enderez y sac su espada.
Eso es precisamente lo que vamos a descubrir.
Le dio la espalda al hombre y se dirigi corriendo hacia el almacn.
La parte delantera del edificio todava resista el fuego, pero desde el tejado las
llamas se alzaban con fuerza hacia el aire de la noche y el humo sala por la puerta de
entrada, que estaba abierta. El almacn no poda resistir durante mucho tiempo.
Rpido! apremi Erril.
Mycelle lo sigui junto con Elena.
La muchacha, con poco aliento debido tanto al humo como al miedo, jadeaba
mientras corra. El calor que emanaba del edificio creca como una brisa repentina
procedente de una hoguera embravecida. El calor le enrojeca las mejillas y los ojos le
lloraban.
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La lluvia empez a caer con fuerza sobre el suelo. Detrs de Elena, se oyeron
vtores procedentes de las gentes de la ciudad.
Vuelta de espaldas a aquella conmocin, Elena se quit el guante de la mano
derecha y orient su mano de color rub hacia las llamas. Sacar la daga de bruja de la
funda por la empuadura en forma de rosa le llev unos instantes a causa del musgo
que cubra su mano izquierda, en cuanto la tuvo libre, se cort el pulgar y utiliz la
sangre para untarse los ojos.
Mycelle la vio.
Elena, qu ests haciendo?
La sangre me permite ver las tramas de magia que hay alrededor respondi.
Satisfecha con la respuesta, Mycelle asinti, como si su afirmacin fuera algo
normal en una chica joven.
Al alcanzar la puerta destrozada del almacn, Elena busc el origen de su poder en
el corazn. Sinti la oleada familiar de energas y el cosquilleo en la piel. Delante de
ella, Erril entr en el almacn, agachado para evitar lo peor del humo. Elena lo sigui
con Mycelle, que iba a la retaguardia con las dos espadas en la mano.
Elena tosi mientras apartaba el humo del rostro; el calor le sec la piel y le
empez a quemar. Mir alrededor.
El interior del almacn era un campo de batalla incendiado. La sala estaba
iluminada por las llamas del tejado y las vigas, y el humo se elevaba en remolinos
por la sala, como si fuera un ser vivo. Un trozo de la pared trasera haba cado y haba
destrozado el carromato. Lo que no se haba roto se haba quemado.
Sin embargo, la prdida de sus provisiones era lo que menos les preocupaba.
Ah! Erril seal al enorme cuerpo tendido en la parte ms alejada del
edificio. Es Tolchuk. Creo que el que est al lado es el lobo.
Elena dese que la magia aumentara en su puo. Entonces la mano derecha
empez a brillarle con un nimbo de energa. La visin de Elena cambi en cuanto la
magia se apoder de sus ojos. A su lado, Mycelle resplandeca como una vela blanca
en la noche, con su llama de poder elemental intensa y limpia. La habilidad de
buscadora era muy fuerte en ella.
Mir el recinto; al parecer la visin mgica no resultaba afectada por el humo.
Son ellos afirm, dando la razn a Erril, pero no encuentro a Meric.
Dio una vuelta lenta para escudriar todo el almacn.
Cerca de ella vea unas dbiles zonas de fuego rojo, aunque no era un rojo de
llama limpia, sino algo ms complejo. Se acerc a una de esas luces y descubri los
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restos de algo semejante a una rata enorme, con la huella de una pisada de caballo en
su carne oscura. Aquella no era una rata normal. Se acerc. Un fuego perverso
brillaba en ese ser, como un ascua en una chimenea mortecina. Una parte de ella
conoca su nombre.
Fuego de sangre musit.
Aprtate de eso le advirti Mycelle. Enfund una de sus espadas y apart a
Elena mientras arrugaba la nariz de asco. Las habilidades elementales de Mycelle sin
duda le hacan percibir tambin su corrupcin.
Elena se enderez y record las palabras de Kral. No son ratas, son demonios.
Se han marchado dijo Elena mientras miraba la sala humeante y segua a
Erril. La lluvia empez a caer con fuerza a travs de los nuevos orificios que se
haban formado en el tejado. Ah donde la lluvia fra tocaba las llamas, surga un
vapor sibilante procedente de los fuegos que se extinguan. El fuego de sangre
empez a desaparecer tambin de la sala.
Han huido.
Quines? pregunt Erril mientras las conduca con cuidado entre las pilas de
escombros humeantes. Tena la espada levantada, dispuesto para un ataque
inmediato.
Elena lo apart para pasar por delante de l sin hacer caso ni siquiera al agarre con
que Mycelle la retena.
Los seres de la guardia infame. Han huido de aqu. Est despejado.
Ests segura? pregunt Erril.
S.
Tambin yo siento que su presencia se ha desvanecido agreg Mycelle. Han
terminado la caza por esta noche. Pero cuando venga la luz del da tendremos que
estar ya en marcha.
Ya sin temor por la presencia de seres malignos, el tro se apresur hacia Tolchuk
y Fardale. Sus compaeros yacan en el suelo de piedra, con los ojos abiertos pero
inconscientes. Los rpidos intentos por reanimarlos resultaron fallidos.
Erril tom una de las piernas de Tolchuk e hizo un gesto con la cabeza a Mycelle
para que tomara la otra.
Elena, podrs con el lobo t sola?
Elena asinti con actitud despistada. La visin de sangre le permita ver el brillo
resplandeciente procedente de la bolsa que llevaba el ogro en el muslo. Aquella luz
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La tormenta de la bruja
brillaba con rayos penetrantes a travs del pespunte del escondrijo de la bolsa: pens
que era la magia del talismn de piedra de corazn de Tolchuk.
Elena? pregunt Erril al darse cuenta de que se haba detenido, mientras que
l y Mycelle ya tenan las piernas del ogro en las manos.
Elena se incorpor y dio una vuelta sobre s misma. Si la visin de sangre le
permita reconocer todas las formas de magia, desde el fuego elemental de Mycelle
hasta el brillo de la piedra del corazn de Tolchuk, entonces por qu no poda ver el
fuego de Meric? La terrible verdad hizo mella en la chica.
Ha desaparecido dijo con voz temblorosa y rota.
De qu ests hablando?
De Meric. Su magia elemental debera lucir aqu como si fuera una baliza. Y yo
no la veo.
Tal vez est oculto en uno de esos montculos de escombros sugiri Erril.
Los fuegos humeantes pueden ocultarlo.
O puede haber muerto arguyo Mycelle con un sentido comn demasiado
prctico.
Erril le dirigi una mirada reprobadora.
Buscaremos al elfo en cuanto hayamos sacado a los dems de aqu. Empez a
arrastrar el ogro por el suelo.
Aqu no encontraremos a Meric asever Elena de repente. De algn modo, ella
era capaz de adivinar la verdad. Lo han secuestrado.
De repente, un trozo de tejado cay a un lado y todos se sobresaltaron. Aunque el
fuego pareca estar perdiendo la batalla contra la lluvia, las llamas haban logrado
debilitar la estructura del almacn. Los palos crujan y el tejado estaba muy inclinado.
Est o no secuestrado, lo mejor es que salgamos de aqu! dijo Erril con
fiereza.
Elena mir otra vez alrededor, tom las patas traseras de Fardale y tir de l para
arrastrarlo detrs de los dems. El lobo pesaba ms de lo que supona. Entre
gruidos y tirones, logr abrirse paso por el suelo con aquel peso inerte.
Va todo bien? le pregunt Erril.
Lo lograr respondi ella. Por lo menos aquella carga le haca olvidar el
compaero perdido.
Cuando llegaron a la puerta, unos pocos habitantes de la ciudad ya haba logrado
dominar las llamas y haban entrado en el almacn, encabezados por el hombre del
delantal que antes les haba arrojado el agua.
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La tormenta de la bruja
Entonces Mycelle tom a Elena por los hombros y la mir fijamente a los ojos.
No debes utilizar ms tu magia! Promtelo!
Pero por qu?
Mycelle solt a Elena y se volvi. El tono de voz, siempre resuelto, estaba anegado
de lgrimas.
Si continas utilizando la magia, las enredaderas te matarn.
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La tormenta de la bruja
Captulo 17
Erril cargado con dos cajas, entr en la habitacin y vio a Elena, que descansaba a
un lado de la cama junto al cuerpo inerte del lobo. Estaba arrebujada con una manta
y tena los ojos clavados en Fardale. Junto a ella Mycelle estaba inclinada sobre Kral y
le cosa la mano herida. Tena las fundas de sus espadas inclinadas contra la pared.
No he encontrado ninguna seal del elfo dijo Erril a modo de introduccin.
Habis podido reanimar alguno de los otros?
Elena respondi la pregunta negando apesadumbrada con la cabeza.
Erril frunci el entrecejo. Algo estaba pasando.
Qu ocurre? pregunt mientras dejaba caer las dos cajas que haba
recuperado del carromato quemado. Los caballos, sudorosos y asustados, haban
sobrevivido y se encontraban en la granja decrpita de la posada. En el pasillo haba
unas pocas cajas, que haban llevado algunos ciudadanos amables. Todo lo dems se
haba malogrado.
Dnde est Mogweed?
Ha ido a buscar agua caliente respondi Mycelle desde donde curaba a Kral
. Tengo algunas hierbas entre mis provisiones, hojas de frambueso y de otras bayas;
son estimulantes y tal vez logren despertarlos de este extrao adormecimiento. Sus
palabras eran fras, carecan del apasionamiento habitual de la mujer. He enviado a
un hombre a buscar mi caballo y mis bolsas. Mientras hablaba, Mycelle termin de
vendar el puo de Kral. Luego mir directamente a Erril y aadi: Pero todava
hay cosas ms preocupantes. Me temo que no supe valorar correctamente el embrujo
que sufre Elena. El conjuro es mucho peor de lo que pens al principio.
Antes de que terminara de hablar, Erril se encontraba ya al lado de Elena. Se
arrodill junto a la cama donde ella estaba sentada. Sin decir nada, Elena le mostr
los dedos llenos de musgo.
Parece lo mismo... empez a decir. Entonces Elena se apart la manta que
cubra su brazo desnudo. Las enredaderas y las hojas minsculas le trepaban por el
brazo hasta alcanzarle el hombro. Erril no pudo reprimir el espanto en la mirada.
Qu significa esto?
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La tormenta de la bruja
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si l sostena el Corazn en el puo entonces... entonces tiene que ser algo ms.
Seal la cintura cubierta por la manta. En su bolsa tiene que haber algo.
Erril retir la mano de la piedra, tom el extremo de la sbana y retir la cubierta
de lana. La bolsa de piel de cabra todava estaba atada alrededor del enorme muslo
del ogro y estaba llena con algo ms que el venerado objeto.
Tras dirigir una breve mirada a los dems, Erril tom las tiras de piel, tir de ellas
para abrir la bolsa y de repente se revolvi algo en ella. Erril apart los dedos
sorprendido y con el borde de la mano dio por accidente contra la piedra del
corazn.
En cuanto la piedra sali de la palma de la mano del ogro, la apertura de la bolsa
que llevaba en el muslo se ilumin con un brillo intenso. Erril retrocedi un paso,
cegado por un instante. Apart la mirada del resplandor. Inmediatamente, el fulgor
se convirti en una luminosidad roja. Sin embargo, la luz no estaba quieta. La
intensidad del brillo creca y bajaba de forma rtmica, como los latidos de un corazn.
Manteneos alejados advirti Mycelle con desconfianza.
Elena se acerc un paso.
Est a punto de salir algo.
El contenido de la bolsa se acercaba hacia la salida. Mientras miraban, un extrao
objeto logr salir de repente de aquel escondrijo brillante. El hocico bigotudo
olisque el aire y, a continuacin, el cuerpo sali del interior de la bolsa.
Es una rata dijo Erril.
Kral dijo algo sobre las ratas coment Mycelle tras colocar una mano en el
hombro de Elena. Dijo que eran las huevas de la guardia infame.
Elena neg con la cabeza.
sta no lo es. Est herida. Seal el giro de la columna de la rata mientras sta
se esforzaba por salir. El animal no pareca afectado por aquella lesin. De hecho, sus
movimientos lentos eran ms por precaucin que por dolor. Tena una mirada como
si estuviera vindolo todo por primera vez.
El brillo... empez a decir Elena.
Erril tambin se dio cuenta. Al salir la rata, el brillo la sigui.
Bueno, no fue exactamente as. Cuando logr sacar todo el cuerpo, se vio dnde se
encontraba la fuente de aquella luz intensa.
La rata est brillando dijo Mycelle con sorpresa.
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Aquella rata era marrn, como todas las ratas de ro, sin embargo por su piel llena
de piojos iba y vena un brillo rosado, un nimbo de luz que confera al gris animal
cierta belleza, como si el brillo mostrara cuanto tena de bueno y de noble.
Qu significa todo esto? pregunt Elena.
Erril y Mycelle slo miraban.
De pronto la puerta se abri con un golpe a sus espaldas. Los tres dieron un
respingo; la rata, tambin.
Ese asqueroso posadero slo ha querido darme una taza explic Mogweed
malhumorado al entrar en la habitacin.
Silencio! lo reprendieron los tres a la vez, paralizndolo.
Asustada por la intrusin, la rata huy de la cintura de Tolchuk y recorri
desesperada el pecho del ogro para ocultarse debajo de su barbilla prominente. All
permaneci, encogida de miedo, con la luz brillando con ms intensidad a causa del
miedo.
El brillo ilumin el rostro de Tolchuk, marcando cada faccin y arruga del ogro.
Al igual que el brillo haba mejorado la apariencia de aquella rata comn de ro, la
luz pareca resaltar el carcter y la fuerza ocultos en las facciones bastas de Tolchuk.
Se parece tanto a su padre murmur Mycelle con una voz tan suave, tan poco
propia de ella, que por un instante Erril no supo quin haba hablado. Levant la
vista y pudo ver una lgrima reflejada en los ojos de la mujer.
Mientras lo miraban, la ancha nariz de Tolchuk se movi. Como si fuera el humo
de una pipa, el brillo penetraba en el interior del ogro adormecido, mientras l
respiraba profundamente. Los labios empezaron a moverse en silencio, como si el
ogro hablara en sueos. Los ojos abiertos, con los que haba permanecido mirando
las vigas de la habitacin sin verlas, se cerraron.
Qu est pasando? inquiri Mogweed.
Mycelle le hizo un gesto para que callara y luego acerc una mano al hombro de
Tolchuk.
Creo que ahora ha pasado al sueo normal. Parece que el embrujo se ha roto.
Se inclin ms cerca del ogro. Tolchuk, me oyes?
Tolchuk ronc suavemente unos instantes y luego habl entre suspiros guturales.
Madre? Madre? Dnde mi est?
Mycelle le acarici el hombro.
Aqu estoy, hijo mo. Es hora de levantarse.
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todos los espritus de tus muertos, la guardia infame podra haber extrado incluso
estos ltimos restos de espritu vital... y haberte robado tus antepasados para
siempre.
Al orla, Tolchuk abri los ojos con sorpresa.
As pues sigui Mycelle, los espritus y su poder huyeron a otro contenedor
para protegerse, algo ajeno a la mirada de los ojos hechiceros de la guardia infame.
Mycelle seal con la cabeza la rata que Elena tena en los brazos. All permaneci
hasta que pudo regresar a ti y compartir su energa para reanimarte.
Durante unos instantes nadie dijo nada.
Por fin, Erril rompi el silencio y pregunt:
Pero y Kral y Fardale? La piedra podra curarlos tambin?
Mycelle dio un paso atrs y le indic a Tolchuk que se acercara a las otras dos
camas.
Ahora lo averiguaremos.
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dedo cortado que le dej en el regazo. Tena la vista clavada en la carga que la bestia
monstruosa llevaba bajo el brazo.
El prisionero era un hombre muy delgado, todo extremidades y cuello. Tena el
pelo plateado atado en una trenza que se arrastraba por el barro mientras aquel ser
malfico lo haca pasar pesadamente por la sala. La magia del prisionero se apoder
de sus sentidos, igual que un bao de agua fra. En los muchos siglos que llevaba
sirviendo como buscador para el Seor de las Tinieblas, jams haba encontrado a
nadie tan embebido de fuego elemental.
Torwren olisque el aire fro y hmedo. Oli a brisas del ocano y a tormentas de
invierno. Alguien con poderes elementales del viento y el aire! Jams haba tenido la
oportunidad de trabajar con alguien con habilidades en ese elemento. Se pregunt
cmo pervertira la magia negra del ebonstone ese poder nico. Qu tipo de
guardia infame surgira de aquel hombre?
El corazn le lata con una urgencia que no haba sentido en aos. Aqul era
alguien fuerte!
Encadnalo! orden el seor enano tras sealar los grillos sujetos a una de las
paredes del stano.
La bestia volvi su hocico bigotudo hacia Torwren y lanz un bufido; la sed de
sangre le brillaba en los ojos. Ahora la Jaura, incluso con esa forma ms corpulenta,
pareca dbil y pequea comparada con el poder que acababa de percibir en el
prisionero.
Haz lo que te ordeno! Torwren levant la bola de ebonstone y las llamas del
fuego de sangre crecieron. Las llamas perversas se aproximaron al monstruo.
Este se apart asustado, subyugado tambin por la demostracin de poder. Con
los hombros encorvados ante el brillo del talismn, pas por encima de los cuerpos
de Mycof y Ryman. Tras alcanzar la pared ms alejada, tir y movi con brusquedad
la forma inerte de aquel hombre tan delgado hasta que las dos muecas quedaron
sujetas en los anillos de hierro. El monstruo retrocedi.
Ahora el prisionero colgaba agarrado por las muecas, sin que los dedos de los
pies lograran alcanzar el suelo de barro.
Satisfecho con el prisionero a buen recaudo, Torwren mir de hito en hito a la
bestia negra.
La caza ha terminado por esta noche musit. Regresa a tu sueo.
La resistencia a obedecer resultaba clara en los ojos hambrientos. La bestia dio un
paso hacia l y levant las garras.
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Lentamente, los dos hermanos salieron del barro apoyndose el uno en el otro.
Con una leve inclinacin de cabezas, se volvieron y se retiraron hacia la puerta que
llevaba a la escalera de la torre.
En cuanto se hubieron marchado, el seor enano se acerc el dedo cortado a la
nariz y lo oli. Percibi el olor de las cuevas de piedra y el perfume intenso de los
minerales. Magia de roca! Incluso aquella pequea muestra prometa otro ser
elemental con un poder salvaje. Se llev el dedo a los labios, prob la sangre y luego
la emprendi a bocados con la carne. El sabor y el rastro de magia lo ayudaran a
guiarlo la noche siguiente. La prxima caza no poda fallar.
No, si realmente quera tener una oportunidad.
Dos guardias infames para forjarlos a voluntad! Y con tanto poder! Cerr los ojos
mientras imaginaba el poder que tendra. Un poder suficiente para vencer el Corazn
Oscuro y buscar el Trysil.
Apart de s esos pensamientos y levant la mirada hacia el cautivo que colgaba de
los hierros de la pared. Primero tena que romper y moldear un espritu con el fuego
de sangre de su pira de ebonstone. Al igual que sus antepasados enanos, que eran
unos maestros de la forja, lo martilleara y convertira en el filo ms fino y el acero
ms duro.
Alz la bola de ebonstone; la parte hueca se haba llenado con la sangre del ltimo
defensor de Rashamon. Torwren recordaba todava los gritos del soldado mientras le
cortaba el corazn latiente del pecho y utilizaba la sangre caliente para alimentar la
bola de ebonstone.
El seor enano fue a buscar el poder de la piedra y not el espritu vivo del
soldado atrapado en la piedra con su sangre. Durante aos, el espritu brillante del
hombre haba sido pervertido y haba enloquecido ante los horrores para los que
Torwren haba utilizado el fuego del corazn moribundo del soldado. Incapaz de
resistirse, la piedra se encenda con el fuego y la desesperacin del joven soldado,
muerto desde haca tiempo. Mientras el seor enano avanzaba por el barro y se
acercaba a su nuevo prisionero, los gritos del joven continuaban atronando en la
mente de Torwren.
Lo que le haba hecho a aquel joven sera una galantera comparado con los planes
que estaba tramando para el prisionero de la pared. Torwren no titubeara. Haba
aprendido la leccin de sus antepasados.
El acero ms duro tiene que templarse con la llama ms caliente.
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Kral se despert de golpe de una terrible pesadilla y abri los ojos frente a una
llama de color rojo. Asustado, con el corazn agitado, se debati contra aquella
amenaza, pero sinti los brazos enredados en una malla que se cea a su cuerpo.
Kral, chate y qudate quieto
El hombre de las montaas reconoci la voz de Erril y recuper la orientacin. Se
encontraba tendido en una cama de su habitacin, atado por una manta de lana. Le
dola un costado y senta un dolor punzante en la cadera. Gimi al recordar su
desesperada huida a caballo del almacn en llamas.
Tolchuk retir la brillante piedra del corazn de delante del rostro de Kral.
Se est despertando.
Kral levant la vista y vio el rostro preocupado del ogro. La ltima vez que haba
visto a Tolchuk, el ogro yaca en el suelo del almacn. Mir hacia la cama que tena al
lado. Fardale estaba sentado sobre la otra cama, inclinado en los dedos de Elena
mientras sta le acariciaba por detrs de una oreja. Aliviado, Kral se dio cuenta de
que ellos tambin haban logrado escapar.
Al hombre de las montaas todava le costaba hablar.
Qu ha ocurrido?
La guardia infame te ha atacado le explic Erril con poco entusiasmo. Se
han apropiado de tu fuerza con un hechizo de desesperacin, pero la magia de la
piedra del corazn de Tolchuk ha logrado deshacerte de l.
Kral se acord entonces del desvanecimiento de Meric en el almacn y mir
alrededor de la sala, convencido de que estara all.
Y Meric?
Ha desaparecido contest Erril con disgusto. Esperbamos que t nos
dieras alguna pista de lo que puede haberle ocurrido.
Con el pensamiento todava confuso, Kral sac un brazo de debajo de las sbanas
y vio el vendaje ensangrentado que cubra la mano derecha. Le dola mucho.
Entonces se acord de la rata que se haba llevado un dedo. Un estremecimiento le
recorri el cuerpo. Nunca haba sentido tanto fro, ni siquiera entre la nieve de las
montaas.
Mycelle se abri paso con una taza humeante. Al entregrsela mir ceuda a Erril
y lo reprendi:
Todava est dbil. Antes de interrogarlo, dale un momento para que pueda
acabar de reponerse del hechizo de la guardia infame.
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Kral tom temblando la taza caliente con la mano sana, apretando los dedos con
fuerza alrededor del vaso para sentir su calor.
Bbetela toda le orden Mycelle mientras se enderezaba. El t te dar
fuerzas.
Kral no se opuso. Al principio se limit a sorber la dulce infusin, pero conforme
el calor de la bebida fue circulando por su cuerpo hasta llegar a los dedos de las
manos y los pies, empez a bebrsela con avidez. Finalmente se acab la taza, se
reclin en la cama, cerr los ojos y levant el vaso.
Hay ms?
Mycelle tom la taza con una sonrisa.
Haba bayas de ro para un par de caballos. Espera un momento a que te haga
efecto.
Al cabo de unos instantes, las palabras de la mujer resultaron ciertas. Un calor
relajante se extendi por Kral y la manta empez a molestarle. La apart. Incluso el
dolor del costado empez a menguar. Se incorpor mejor en la cama.
Antes de hablar, Erril mir a Kral atentamente.
A ver, qu es lo que recuerdas del almacn?
Kral se aclar la garganta y empez a contar su historia. Mientras lo relataba, los
rostros de los dems se iban ensombreciendo.
... y entonces esos bichos demonacos nos rodearon. Meric, totalmente exhausto
por su magia, se desvaneci. Entonces las ratas cayeron sobre m. Slo las patas
fuertes de Rorshaf lograron evitar que yo sufriera ms daos a causa de los dientes
de esos animales dijo, mostrando el vendaje de la mano.
Mycelle baj el brazo de Kral.
He cosido la carne desgarrada con intestino de oveja y te he aplicado tambin un
blsamo de raz amarga para cure mejor, pero es preciso que no lo muevas.
Las heridas se curan repuso Kral sin hacerle mucho caso. Por experiencia
saba que su magia acelerara su curacin. l era piedra.
Erril habl a continuacin.
As que, despus de caerte al suelo, las ratas te atacaron.
Kral asinti.
Not una sed feroz a sangre dijo mientras se le ensombreca el rostro. Si
Meric ha desaparecido, me temo lo peor.
Mycelle solt un bufido de desdeo.
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No temas eso coment mientras cargaba un cubo que haba junto a la cama.
Meric est vivo.
Cmo puedes estar tan segura? pregunt Erril.
Dejaron a Tolchuk y al lobo. Si slo buscaran comida, no habran abandonado
unos vveres tan suculentos.
Elena se agit en el camastro vecino.
Pero entonces, por qu llevarse a Meric y dejar a los dems? musit.
Porque Meric es rico en magia elemental respondi Mycelle, un forraje
excelente para la guardia infame del Seor de las Tinieblas. Y, con voz grave,
prosigui: Sin embargo, su secuestro me hace temer algo terrible.
Qu? pregunt Erril.
Si nos fijamos en los objetivos que han elegido, sospecho que no soy la nica
buscadora que hay en Shadowbrook. Hay alguien ms que caza en esta ciudad.
Mir a Kral y seal la mano con la cabeza. Han probado un bocado de ti y
vendrn a buscarte. En cuanto el buscador del Seor de las Tinieblas haya percibido
tu olor, no dejar de perseguirte. Posees una energa elemental demasiado fuerte.
Eres una presa excelente para un buscador.
Aquellas palabras provocaron un gran silencio.
Mogweed fue el primero en hablar.
Y qu hay de Elena? Este buscador tambin puede percibir su rastro?
Mogweed contest Mycelle mientras posaba una mano en el hombro del
mutante, eres el nico que piensa con claridad. Es terrible que Meric haya
desaparecido, pero Elena es nuestra prioridad. No creo que el buscador sea
consciente de su presencia. La magia de Elena no es elemental. Su magia es de
sangre. Elena es invisible para m y creo que tambin lo es para los dems. Sin
embargo, Kral atraer a los cachorros del Corazn Oscuro como la sangre de un lobo
herido. Eso es algo que tenemos que tener en cuenta.
Qu sugieres? pregunt Erril.
La mujer dirigi una mirada grave a Kral.
Kral no debe venir con nosotros.
La sala se llen de expresiones de asombro. Sin embargo, el rostro de Kral se
mantuvo impasible.
Tiene razn. Slo lograra llamar la atencin sobre Elena.
Elena se levant de su cama con el rostro enrojecido y a punto de llorar.
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No. Sin tu magia, t no sirves de nada. Kral se dio cuenta de que sus palabras
no agradaban a la nia, pero, como era un hombre de las montaas, saba que la
verdad a menudo cuesta mucho aceptarla. Slo lograras estorbarme. Seras
alguien a quien tendra que proteger.
Tolchuk intervino en aquella situacin tensa y dolorosa.
Hombre de las montaas, a m no tienes que protegerme. Yo me quedo contigo.
Qu?
Kral se volvi de un salto hacia el ogro.
Tolchuk mostr su trozo de piedra del corazn.
El Corazn puede librar del hechizo de sueo de la guardia infame. Si
encuentras a Meric, es posible que precises de mi ayuda.
No, Tolchuk intervino Erril, reflejando a su vez los pensamientos de Kral.
Tus palabras son muy nobles, pero tus brazos fuertes y tu magia sern de ms
utilidad para proteger a Elena.
Kral asinti.
Mycelle intervino tambin en la discusin.
Elena es lo ms importante...
Basta! El grito de Tolchuk hizo estremecer las paredes delgadas de madera.
Se puso la piedra del corazn delante y seal primero a Elena; entonces la piedra se
oscureci, sus facetas brillantes perdieron lucidez. Luego volvi el puo hacia Kral y
la piedra brill de un modo cegador.
El hombre de las montaas tuvo que apartarse ante aquel resplandor.
El brazo de Tolchuk temblaba de fervor.
Como siempre ha hecho, el Corazn me lleva a donde es necesario que vaya.
Tengo que estar con Kral.
La expresin de sus ojos impidi que alguien planteara una objecin a su decisin.
Su demostracin los haba enmudecido.
Entonces, ya est decidido resolvi Mycelle mientras diriga una mirada fra a
su hijo. Kral y Tolchuk se quedan y confunden al enemigo. Es posible que logren
liberar a Meric pero, si no es as, sus muertes no habrn sido en vano. La mujer se
volvi hacia los dems. Pero, antes de que hagamos ms planes, hay alguien ms
aqu que desee quedarse?
Kral vio un brazo que se alzaba y abri la boca, sorprendido.
Mogweed se encontraba detrs de Elena con el brazo alzado.
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Elena procuraba no prestar atencin a las voces airadas que la rodeaban. Tena la
ratita de la cola doblada acurrucada en el calor de su abrazo. Tambin ella deseaba
ocultarse en algn lugar, lejos de ese tumulto. Mir la envoltura de hojas del brazo
izquierdo. Tir de una rama de enredadera para ver el lugar por donde se le
adentraba en la piel. Aquella inflorescencia estaba separando a todo el grupo. Tal
como haba dicho Kral, si no poda utilizar la magia, era como una maleta intil, una
carga para quienes la rodeaban.
Se sec una lgrima.
En una sola noche, todo lo que haba practicado, aprendido y logrado se haba
vuelto intil. La bruja haba desaparecido. De nuevo slo era una nia a la que haba
que vigilar y proteger. Haba credo que el largo viaje hasta all haba transformado
su espritu en algo ms, la haba hecho ms fuerte que aquella nia asustada que
haba huido por los campos quemados de Winterfell. Sin embargo, ahora que todos
sus poderes le haban sido arrebatados, descubra que toda su madurez haba sido
como bruja y que la mujer continuaba siendo la misma nia asustada.
La voz spera de Kral le hizo levantar la vista.
Mogweed, no tienes por qu quedarte. De qu nos serviras?
El mutante estaba en pie con intencin resuelta.
Eso es, exactamente! De qu sirvo? Acaso acompaando a Elena sirvo de
alguna cosa? No soy un guardin que pueda protegerla, pero s tengo ojos y orejas y
creo que en Shadowbrook puedo ser til para algo. Puedo buscar indicios de Meric
tan bien como cualquiera de vosotros... Tal vez incluso mejor que Tolchuk! Vas a
dejar que un ogro monstruoso vague solo por la ciudad haciendo preguntas y buscando pistas sobre el paradero de Meric? No creo que sea una opcin acertada. Si hay
que encontrar rpido a Meric, para que el elfo tenga alguna opcin de evitar la
corrupcin del contacto con el buscador, entonces cuantos ms ojos y orejas en estas
calles, mejor. Vosotros me necesitis, y Elena, no.
Mogweed temblaba levemente aunque Elena no poda saber si era por la
intensidad de sus convicciones o por simple nerviosismo. La nia apart las lgrimas
de los ojos. Tal vez ella no haba cambiado durante aquel viaje, pero ciertamente el
mutante s lo haba hecho. Aquel hombre miedoso como un ratn tena ahora cierto
orgullo y obstinacin, incluso nobleza.
Por qu? pregunt Tolchuk. Por qu arriesgarte?
Los hombros tensos de Mogweed se encogieron levemente y su tono de voz perdi
algo de su firmeza.
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No me tengo por alguien que posee un carcter muy fuerte. De hecho, si hay
que luchar, lo ms probable es que me eche a correr. No soy un guerrero. Fueron
precisamente mi debilidad y mis miedos los que me hicieron abandonar la guardia
en el almacn cuando aquellas ratas perversas aparecieron. De algn modo, creo que
mi cobarda permiti que Meric fuera secuestrado. Me gustara tener por lo menos la
oportunidad de poder enmendar este error. Meric es ms que un compaero para m.
Desde que le salv la vida, l y Elena han sido los nicos que me han demostrado
autntica amistad. Sonri levemente hacia Elena. Y ahora mismo no sirvo de
nada a la bruja. Nunca lo hice.
Elena fue a abrir la boca para protestar. El mutante le haba dirigido palabras
amables en muchas ocasiones y la haba animado en momentos de desnimo.
Mogweed levant una mano hacia ella y prosigui:
Creo que en Shadowbrook puedo ofrecer lo necesario para salvar a Meric: un
par adicional de ojos y odos.
Erril mir a Mogweed con gran respeto.
Has fundamentado muy bien tu decisin dijo. Tal vez lo mejor sea te
quedes, Mogweed.
El mutante inclin levemente la cabeza en direccin hacia Erril.
Elena vio que los ojos de color mbar de Fardale se dirigan hacia Mogweed. Ella
capt una parte del mensaje del lobo: el animal ms pequeo de la carnada se
enfrenta a la serpiente sin temblar. Fardale se senta orgulloso de su hermano.
Mogweed se ruboriz y apart la vista del lobo, avergonzado al parecer por aquel
elogio.
Finalmente, Mycelle habl y puso fin a aquella larga discusin.
Es tarde. El amanecer est cerca. Creo que podramos descansar un poco antes
de lo que nos espera a todos.
Por una vez durante aquella noche, todos estuvieron de acuerdo.
Sumidos cada cual en sus pensamientos, todos se dirigieron a sus camas. Elena se
levant para irse a su habitacin, pero la voz de Mycelle la detuvo. Elena se volvi.
Mycelle estaba delante de Kral con sus alforjas al hombro.
Toma esto. Es posible que lo necesites.
Kral mir severamente lo que la mujer sostena en la palma de la mano. Luego
levant la vista y la mir directamente.
Necesitar dos dijo, por si encuentro a Meric.
~274~
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La tormenta de la bruja
Entrada ya la noche, cuando los dems miembros del grupo se encontraban en sus
camas, Mogweed todava trasteaba con las bolsas en su lecho, mientras comprobaba
que tena cuanto necesitaba para los das que se avecinaban. Mientras revolva el
contenido de su equipaje, sac un bozal de hierro. Lo haba recogido haca tiempo de
los restos del rastreador que haba atacado a Fardale en la regin de la montaa del
ogro. Las cadenas tintinearon cuando Mogweed lo puso a un lado. Levant la vista.
Nadie se volvi hacia l.
Mientras continuaba su bsqueda, toc con los dedos la piedra negra de un cuenco
que llevaba oculto en el fondo de su mochila de efectos personales. Mogweed haba
encontrado aquel utensilio en el campamento de las colinas entre las pertenencias de
Virani y se lo haba quedado. Al tacto, el cuenco se volva fro, casi helado. En
aquella superficie de piedra haba algo extraamente estremecedor.
Aun as, puso a un lado aquel cuenco. No saba si el bozal de hierro o el cuenco
podran resultar tiles, pero l tena espritu de trapero y recoga todo cuanto le
interesaba. Prosigui con su bsqueda.
Revolvi con los ojos el resto de contenidos: una bellota mohosa del bosque
muerto; una cuerda rota del lad de Neelahn; un trozo de piedra del viento de
Meric, que ste le haba regalado por salvarle la vida. Por fin encontr lo que buscaba:
una pequea bolsa oculta en lo ms profundo de su mochila.
Apret con los dedos la bolsa abultada.
No la haba perdido.
Agarr firmemente su trofeo sin atreverse a abrirlo para confirmar lo que contena.
No poda arriesgarse a que alguien lo viera. Se permiti una sonrisa en la oscuridad.
Aquella espera interminable tocaba a su fin. Haba llegado el momento de actuar.
A pesar de que no saba de qu modo los dems objetos podran resultarle tiles,
haba algo all que sera de gran valor. Con la presencia en Shadowbrook de un
buscador, de alguien prximo al amo de aquellas tierras, Mogweed presenta que
tena una extraa oportunidad. Si pudiera conducir aquel buscador hasta Elena y
entregarle la bruja al Seor de las Tinieblas, ahora que la nia no poda valerse de su
magia a causa de las enredaderas, tal vez como recompensa aquel rey de la magia
~275~
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La tormenta de la bruja
negra pudiera romper la maldicin del cuerpo de Mogweed y liberar su espritu para
cambiar de forma, abrazar su origen silura y, finalmente, librarse de aquel hermano
gemelo.
Pens un momento en Fardale. Record el elogio de su hermano ante su decisin
de quedarse. Sinti un poco de vergenza, pero luego se sobrepuso. Fardale estaba
loco. Se estaban quedando sin tiempo. Si no encontraban un modo de
desembarazarse de la maldicin que se cerna sobre ellos, en menos de cuatro lunas
se quedaran para siempre con el cuerpo que tenan.
Mogweed mir su cuerpo esculido. Eso no poda consentirlo.
Dej caer de nuevo la bolsa en el petate. En los das siguientes tendra que ser muy
valiente. Tena que encontrar al buscador que se ocultaba tras aquellas ratas
demonacas y ofrecerle lo que llevaba en la mochila: el pelo cortado de Elena, la
prueba de que ella era la bruja.
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Captulo 18
Desde el extremo del muelle ms largo Elena contemplaba el ro. El amanecer era
demasiado brillante y alegre para una partida tan lgubre, pareca que se burlara de
los corazones apesadumbrados que se haban congregado en los muelles de
Shadowbrook.
Las tormentas de la noche se haban llevado consigo la neblina de la maana
temprana y la luz del sol refulga en la enorme extensin del ro, que ondulaba como
una serpiente verde en direccin al este. Al otro lado del ro, una pareja de grullas del
color del alabastro emprendi el vuelo golpeando el agua con las puntas de sus alas
enormes al volar a ras de la corriente de aguas mansas. Unos juncos altos e inclinados
se mecan con la brisa tranquila del delta de la costa lejana. Elena perciba incluso el
olor de agua marina en aquella maana fra. Se arrebuj en su capa. La maana
todava conservaba un poco del fro de la noche, pero en aquel cielo despejado
pronto el sol del verano barrera el leve frescor que el aire conservaba.
A sus espaldas, la ciudad ya estaba despierta y la algaraba molestaba la paz de
aquella maana junto al ro. Los gritos bruscos de los capitanes mientras se cargaban
los fardos y las cajas en las barcazas rompan las aguas. Como brumas del ro,
emergan retazos de cantos de tarea que los estibadores entonaban mientras alzaban
la carga, y los marineros revisaban las barcazas que iban a zarpar aquel da. Las voces
nerviosas de los pasajeros y sus familias alrededor de Elena parecan piadas de
pjaros.
Sin embargo, una voz interrumpi toda aquella cacofona. Kral estaba hablando
con Erril.
As pues, vais a tomar el ro hasta alcanzar la costa. Vais a ir hacia Fin de la
Tierra?
Mycelle le respondi sin dejar que el hombre de los llanos pudiera decir nada.
Es mejor que dejemos para nosotros nuestros planes concretos. Si os
capturaran... bueno... No hizo falta que terminara su argumentacin. Si los
capturaran, Kral podra dar a conocer al enemigo sus planes obligado por tortura o
por magia.
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La tormenta de la bruja
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que limitaba al este con marismas salobres y estaba cerrada a las tierras ms altas de
Alasea por un anillo de precipicios enormes que reciban el nombre de Resbaln de la
Tierra. Por lo que haba odo durante su vida, slo los insensatos viajaban a esas
tierras inmundas e infestadas de serpientes.
La nica ciudad que haba en aquel territorio era Port Rawl. Tambin Elena haba
odo historias sobre La Cinaga. Su aislamiento natural y el fcil acceso al laberinto
de islas del Archipilago la haban convertido en un refugio de ladrones, asesinos y
gentes que simplemente queran desaparecer del mundo. En realidad, ms que una
ciudad era un lugar de encuentro muy comn entre piratas y otro tipo de
malhechores. Los relatos sangrientos sobre grupos enfrentados que controlaban la
ciudad y sus recompensas haban hecho estremecer ms de una noche de invierno a
Elena y su hermano.
Por qu tenemos que encontrarnos ah? pregunt Kral de mala gana mientras
sostena en el pecho la mano vendada.
En Port Rawl nadie hace preguntas respondi Erril. En La Cinaga la
curiosidad puede costarte la vida.
Aqul era un adagio muy antiguo. Con esas palabras se pona punto final a
muchas historias trgicas que ocurran en la ciudad.
Y dnde nos encontramos? pregunt Tolchuk. Conoces alguna posada?
Ninguna que me atreva a recomendar respondi Erril. Buscad un sitio y
Mycelle os buscar con su habilidad de buscadora. Mir a la mujer para confirmar
esa afirmacin.
Mycelle asinti.
Tambin ver si alguno de vosotros ha resultado corrompido por su estancia en
Shadowbrook. El hedor de la magia negra puede percibirse con facilidad en quienes
se vuelven a ella.
Elena se enderez.
Entonces, ta Mycelle, lo hars?
Si es preciso, s. El plan de Erril es bueno. Si los dems regresan corrompidos, lo
oler de lejos y evitar el contacto. Incluso si cayera en su trampa... Tom el
colgante por la camisa fina... no podrn averiguar nada de m.
Aquellas palabras estremecieron y a la vez alegraron a Elena. Desde que ella y
Joach haban sido perseguidos en su hogar en Winterfell, aquel grupo variopinto
haba sido su familia. No quera separarse de ellos para siempre. No obstante, aunque
el pensamiento de volver a reunirse con los dems le levantaba el nimo, el modo en
que Mycelle haba apretado el veneno revelaba el peligro que se abra ante ellos.
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cada paso que daba y, cuando retroceda alguno, los hombres mascullaban palabras
de frustracin.
Arreadle con el fuste! grit el capitn desde la proa del barco. Era un hombre
rechoncho y bajo de brazos cortos y musculosos que pareca estar siempre
sacudindose las manos en el aire ante su tripulacin. Vamos a perder la luz con
las tonteras de ese idiota!
Un miembro de la tripulacin se acerc corriendo con una vara en el puo.
Si le das a mi caballo le dijo Erril con frialdad voy a ponerte la vara en el
culo hasta tan adentro que podrs notar su sabor en la boca durante aos.
El marinero dud. Al ver la mirada severa en los ojos grises de Erril retrocedi.
Tras volver su atencin al caballo, el hombre de los llanos vio que ste lo miraba. El
animal estuvo un instante contemplndolo, luego lanz un resoplido y sacudi la
cabeza; sin que fuera preciso emplear ms coaccin, la enorme bestia subi al tabln
que conduca a la barcaza.
Erril llev al animal hasta el corral y se asegur de que todos los cubos de agua
estuvieran llenos, que el heno fuera fresco y que los cubos de grano no rebosaran. No
quera que ninguno de los caballos sufriera un clico a bordo. Ya satisfecho, dio una
palmadita a su caballo en el hocico y se reuni con las mujeres.
Ya estamos listos dijo al acercarse al grupo, que se encontraba en la borda.
Mientras Erril se haba encargado de los caballos, el capitn de la barcaza se haba
acercado a Mycelle y Elena. Elena tena una mano en el cuello de Fardale y acariciaba
distradamente el collar con las manos enguantadas.
Entonces, ya podemos partir dijo el capitn. Al marcharse a grandes pasos,
Erril se dio cuenta de que tena el rostro enrojecido. Fuera cual fuera la discusin que
haba tenido con Mycelle, haba quedado contrariado; Erril se dijo que aquella mujer
provocaba ese efecto en la mayora de la gente.
El caballero seal el lugar donde el capitn ordenaba a sus marineros levar
anchas entre bramidos y agitando los brazos contra el cielo.
De qu estabais hablando?
Mycelle hizo un gesto de desdn.
Quera que le pagsemos por adelantado el viaje hasta Fin de la Tierra.
Sacudi la cabeza y se volvi para observar a los trabajadores que iban de un lado a
otro por los muelles. Piensa acaso que soy idiota?
Cuando uno muestra tanta plata repuso Erril, atrae fcilmente la codicia.
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Me ests diciendo que quieres llevar a Elena a las Tierras Anegadas? En esos
pantanos y tremedales no vive nadie, excepto seres infectos. Ni siquiera los
tramperos o los cazadores se aventuran por ah.
Te equivocas repuso Mycelle. En las profundidades de las cinagas vive una
persona: alguien dotado de poder elemental y con una magia muy poderosa. En el
pasado percib su presencia all y estuve en el Resbaln de la Tierra. Un gua de los
pantanos me ayud para intentar contactar con ella, pero es un ser astuto y sus tierras
confunden mucho. Al cabo de siete das, con mi gua al borde de la muerte debido al
veneno de una vbora, me vi forzada a abandonar los cenagales. Pens que si yo no
haba logrado alcanzarla, tal vez los buscadores del Seor de las Tinieblas tampoco lo
haran. As que la dej y cre que no sera preciso buscarla de nuevo.
Mycelle call mientras un par de marineros cargaba y enrollaba una cuerda.
Mientras aguardaban, Erril estuvo pensando en sus palabras. No era tonto y
entenda lo que Mycelle pensaba. En cuanto volvieron a estar solos en el rincn de la
borda, Erril habl:
T crees que esa persona de poderes elementales que se oculta en la cinaga es
la responsable del embrujo de Elena.
Mycelle asinti.
Y es la nica capaz de liberarla del embrujo y dejar que la magia de Elena pueda
fluir. Agarr la manga suelta que ocultaba las enredaderas que le crecan en el
brazo izquierdo. Nos ha enviado este mensaje. O le llevamos a Elena, o la matar.
As pues, no tenemos otra opcin.
Mycelle no dijo nada.
En cambio, Elena respondi. Era la primera vez que hablaba y su voz son huraa
y resignada a su destino.
Odio las serpientes.
Entre las sombras del muelle, Mogweed observaba cmo la barcaza parta con su
hermano y la bruja a bordo. Los remos se alzaban y bajaban conforme el barco parta
hacia la parte ms profunda del ro. Distingui el nombre marcado y pintado en la
popa del barco: Skadowchaser.
Mogweed sali disimuladamente de detrs de un puesto de herrero, satisfecho al
comprobar que no se haba producido ningn cambio de ltima hora. Los martillazos
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Mogweed vacil y sinti algo de temor al tocar el sello. Acaso les haran pagar
por el almacn? Debera esperar a que los dems regresaran para leer la nota? El
brillo de avidez de los ojos del posadero le record la importante leccin que haba
aprendido en Shadowbrook aquella maana. La informacin era una mercanca
esencial.
Abri la nota con el dedo y la despleg. Leerla slo le llev un instante.
Qu dice? pregunt el posadero, babeando casi en el mostrador lleno de
marcas.
Mogweed dobl la nota.
Q... quieren que actuemos para ellos en la Fortaleza, al anochecer.
Una funcin privada! Por todos los dioses, habis llamado la atencin de los
seores. Nunca he odo que esos pajarracos hayan hecho algo parecido jams. Eso es
una oportunidad! Al principio la noticia entusiasm al posadero; luego aquel
hombre frunci los ojos de cerdo. Si pensis marcharos a una posada mejor que
sta, os recuerdo que habis reservado las habitaciones para todo un cuarto de luna y
que tendris que pagarla.
Mogweed asinti y se march con pasos vacilantes. Dio un traspi en la escalera. A
sus espaldas oy que el posadero ya estaba proclamando aquella noticia.
Abri la puerta de la habitacin y entr en ella. Tras cerrarla con el pestillo, se
apoy en la puerta. Por vez primera despus de leer aquella nota respir
profundamente. Contaba con tener algunos das para tramar algn plan. Crea que
descubrir el paradero de la guardia infame y su buscador le iba a tomar algo de
tiempo.
Abri de nuevo la nota y la mir, no las palabras, sino el sello de cera en tinta de
color rojo sangre situado en la parte inferior del papel. Mogweed haba abierto con
tanta rapidez la nota que no se haba dado cuenta de aquella seal en la cera. Sin
embargo, era imposible no ver la estampacin clara del sello en el pergamino.
El emblema de los seores de la Fortaleza eran dos animales, uno de espaldas al
otro, con las colas escamosas enroscadas alrededor, alzados sobre las patas traseras y
mostrando los dientes en seal de amenaza.
Mogweed toc el emblema con dedos temblorosos.
Ratas musit en la habitacin vaca.
De repente adivin la identidad de los dos guardias infames de Shadowbrook.
Sostuvo la invitacin entre las manos. Todava apoyado sobre la puerta, respir
profundamente varias veces. Empez a trazar un plan. Sac un cuchillo del cinto y
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Ests seguro?
Hemos sido muy discretos con nuestras investigaciones. Slo nosotros sabemos
que el prisionero era el mago del circo que alquil el almacn. Sin duda, la otra
persona con poderes elementales que busca el enano se encuentra entre la gente de
esa compaa.
Ryman se incorpor ligeramente en el sof y mir a Mycof. La frente
habitualmente relajada de su hermano mostraba una leve arruga de preocupacin. El
corazn de Ryman sinti compasin por su hermano pequeo. No haba podido
imaginar lo mucho que aquel plan haba inquietado a Mycof. Extendi una mano
hacia el sof vecino y toc la manga de seda de Mycof.
Esto es como una partida de taiman lo consol. Se trata de mover una pieza
aqu y all para lograr obtener la mejor ventaja. Gracias a nuestra excelente caza de
anoche, ahora tendremos que competir con otro que compartir nuestro Sacramento
privado. Ryman no pudo disimular en la voz el asco que senta.
Eso apunt Mycof, que no quera considerar aquella perspectiva terrible, si
ese hombre flacucho logra sobrevivir.
Ryman dio una palmadita en la manga de su hermano.
S, nos ira muy bien que muriera, pero para evitar que otro se inmiscuya en
nuestras cazas nocturnas, tenemos que encargarnos de este asunto personalmente.
Ryman se reclin en su asiento. Antes de que se anuncie la caza de esta noche,
todos los miembros del circo tienen que haber muerto. El enano creer que su presa
se ha asustado y ha huido y entonces volveremos a cazar nosotros solos.
Siempre y cuando el prisionero de la noche pasada muera.
Ryman cerr los ojos con un suspiro.
Esa posibilidad ya la he considerado. No olvides mi talento para el taiman.
Mycof no dijo nada. No quiso expresar en voz alta su preocupacin personal. La
vspera, precisamente, l haba vencido a Ryman en una partida de taiman. As pues,
por qu otro no podra?
El sudor se derramaba como un ro por la piel desnuda del Seor Torwren; era
como una cinaga salobre que le escoca los ojos y se le alojaba en las arrugas de la
piel. En el pecho y el estmago, los dos corazones latan a destiempo mientras la
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esfera de ebonstone giraba por el aire describiendo crculos furiosos. Se limpi con
fiereza los ojos y mascull una palabrota en voz baja.
La tarea de un buscador requera tanto fuerza de voluntad como perseverancia. La
forja de un guerrero de la guardia infame hecho de pura fuerza elemental era una
tarea difcil. Torwren, sin embargo, saba que lamentarse no conduca a nada. Ser un
buscador era mucho mejor que ser un guardia infame. Por lo menos, l tena cierto
grado de voluntad autnoma, no como aquellos que tenan que inclinarse frente a la
piedra.
Torwren examin a su vctima.
Su prisionero estaba pendido en el muro por los grillos. La ropa rada del hombre
yaca en el barro, debajo de los pies, que le colgaban. Con el primer contacto lacerante
de las llamas de ebonstone, el hechizo del sueo desapareci de los ojos del hombre.
Por la mirada del prisionero, el seor enano advirti que el hombre era consciente de
lo que estaba ocurriendo. El prisionero tena el pelo plateado quemado hasta el cuero
cabelludo y el calor le haba hecho crecer ampollas en los labios. Incluso ahora, los
msculos del hombre se contraan y temblaban a causa del ltimo asalto del enano a
sus barreras interiores; no obstante, continuaba mirando con una indiferencia fra al
Seor Torwren. No gritaba y no imploraba clemencia.
Mientras se rascaba la barriga, el enano plane su siguiente ataque.
La delgadez de las extremidades y la piel cetrina del prisionero llamaban a
engao. En los puntos en los que se supona que sera dbil, el enano slo lograba
encontrar fuerza. Aquel hombre tena una fortaleza interior que nada tena que ver
con la riqueza de sus habilidades elementales. Mientras Torwren trabajaba en l, la
fragancia y la profundidad del fuego elemental de aquel hombre eran como un
premio tentador pendido justo fuera de su alcance; sin embargo, para poseer ese don,
tena que llegar al espritu del prisionero y entregarlo a la piedra, donde la magia
oscura lo convertira a su voluntad. A continuacin su magia le permitira poseerlo y
convertirlo en el ms poderoso de todos los miembros de la guardia infame.
Torwren mir al prisionero con el entrecejo fruncido. Aquel hombre lo confunda.
Su espritu obcecado todava se negaba a hundirse en las llamas del fuego de la
sangre. Aun as, el Seor Torwren conoca el valor de la paciencia y la persistencia. El
goteo lento del agua era capaz de atravesar la piedra, y el poder de sus dedos era
muchsimo ms poderoso que el del agua.
Por fin estaba muy cerca del sueo de tantos siglos...
Se imagin el Trysil y dej vagar la imaginacin pensando en lo que hara en
cuanto hubiera obtenido el tesoro perdido de sus antecesores. Sacudi la cabeza.
Tena que apartar de s esos pensamientos dispersos, en especial mientras trabajaba
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tan cerca del talismn de ebonstone. No quera llamar la atencin del Seor de las
Tinieblas.
Control su pensamiento en cuanto fue a agarrar la piedra.
Q quin eres? musit el prisionero. La lengua, resquebrajada y llena de
ampollas, le haca pronunciar las palabras con dificultad.
La voz detuvo los dedos de Torwren. Pocas vctimas eran capaces de hablar tras la
prueba inicial. Intrigado, baj las palmas de la mano de la esfera. Tal vez un poco de
conversacin le revelara algn punto dbil del prisionero. Por otra parte, tena
tiempo y pocas veces tena el placer de enfrentarse a un verdadero adversario.
Inclin levemente la cabeza a modo de saludo hacia el hombre encadenado.
Soy el Seor Torwren dijo, saludando con una mano arrugada. No creo
tener el placer de conoceros.
A pesar de que la cabeza del hombre presentaba todava remolinos de humo, su
mirada era glida.
Lord Meric dijo con voz fuerte y orgullosa, de la Casa de la Estrella de la
Maana.
Mmmmm..., una cuna noble. Torwren sonri y sus labios gruesos dejaron ver
los grandes dientes propios de su gente.
Te conozco dijo Meric. Eres un seor enano.
Torwren volvi a inclinarse.
Eres astuto. Poca gente de mi pueblo sigue con vida y yo soy el ltimo de sus
seores. Cmo es que conoces tan bien a mi gente?
El prisionero empez a flaquear. Por fin el dolor lo haba debilitado.
Hubo un tiempo en que fuimos aliados dijo con un deje de pesar. Hubo un
tiempo en que mi pueblo llamaba amigo al tuyo.
Aquellas palabras hicieron fruncir el entrecejo a Torwren. En el pecho empez a
sentir una leve preocupacin.
Quin eres t?
Los ojos azules del prisionero se levantaron para ver a Torwren.
Acaso ya no tienes honor? Te has olvidado de tus aliados? Soy un elfo.
Un jinete de tormentas! Torwren no pudo evitar pronunciar aquel apelativo.
Sin duda, aquel hombre estaba loco. Los enanos eran muy longevos, tenan fama de
alcanzar una edad de varios siglos y, sin embargo, ninguno de sus antepasados le
haba contado nada de los elfos que no fueran cuentos fantsticos. Eran seres
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Captulo 19
En cuanto el sol roz el horizonte del oeste, Kral se encamin, al frente de los
dems, hacia las enormes puertas de la Fortaleza. Tolchuk lo segua tapado para
ocultar su cuerpo de ogro y cargado con su equipo medio chamuscado. Mogweed iba
detrs.
Conforme se acercaban, los ojos de Kral escrutaron la fortificacin: el foso era
demasiado poco profundo y haba muchos rboles a los lados. Las almenas estaban
muy expuestas al hostigamiento de la arquera. El mortero que mantena las piedras
unidas tena demasiada arena y no aguantara un ataque bien dirigido con
catapultas. El rastrillo de hierro que protega la entrada a la Fortaleza era ms
decorativo que eficaz. Mir la construccin con el entrecejo fruncido. Aquel edificio
no podra resistir un asalto bien planeado.
En cualquier caso se dijo que su grupo no estaba all para sitiar las almenas.
Haban ido con el pretexto del entretenimiento y ganarse as el favor de los seores
de la ciudad. Confiaban en que ellos entendieran el peligro que acechaba y cazaba en
las calles y querran proteger a su gente. De nuevo Kral contempl la fortificacin de
la Fortaleza y pens que tal vez eso no les importaba.
En cualquier caso, se pregunt, qu otra opcin les quedaba?
Kral haba recorrido los bares y tabernas de la zona del muelle acompaado por
Tolchuk, que iba tapado con tnica y capucha, en busca de informacin sobre las
perversas ratas. Entre risotadas y burlas, slo lograron descubrir que la ciudad de
Shadowbrook, al igual que la mayora de las ciudades baadas por ros, siempre
haba estado infestada de ratas. Sin embargo, tras intercambiar algunas monedas,
surgieron historias ms siniestras. En los ltimos tiempos haban aparecido cuerpos
medio carcomidos por esas alimaas. Segn los habitantes de la ciudad, era algo
poco usual pero el invierno anterior haba sido muy duro y tambin largo. Qu
criatura hambrienta no buscara modos imaginativos para llenar su estmago vaco?
Al or aquello, Kral haba apretado la mano herida debajo de la mesa. Saba que
aquellas bestias voraces se movan por algo ms que simple hambre. Kral y Tolchuk
regresaron desanimados a El Caballito Pintado. En la posada, su llegada fue
acompaada de extraos saludos amables y golpecitos en la espalda. Cuando Kral
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principal. Pasaron junto a una amplia puerta lateral abierta hacia la noche. Las rias
familiares y el olor de la cocina les dieron la bienvenida.
Venid, venid insisti su gua mientras los conduca por entre el barullo de la
preparacin de la cena de aquella noche.
Kral mir alrededor y se pregunt por un instante si la cena estara incluida en la
actuacin. El olor delicioso de la ternera asada y las patatas hervidas casi le hicieron
olvidar el verdadero objetivo de aquella noche. Se dijo que si no lograban convencer a
los seores de que les prestaran ayuda, al menos conseguiran comer algo distinto a
la comida habitual de pescado salado.
Tambin Tolchuk pareci rezagarse levemente al pasar por la cocina. Kral vio
cmo el ogro miraba un trozo de cordero que giraba en un asador sobre unas brasas
brillantes. Las miradas de ambos se cruzaron en seal de aprecio por la habilidad del
cocinero. Sin embargo, pronto fueron conducidos a una sala amplia y apartada de los
olores de los fogones de la cocina.
Con el pensamiento en el estmago, Kral sigui a la figura delgada de Rothskilder
por los corredores secundarios de la Fortaleza, los caminos y pasillos de los sirvientes
que atendan el castillo. Los corredores se estrecharon y los techos se inclinaron. Kral
observ la mala construccin de aquellos corredores oscuros. Aparentemente, no se
gastaba mucho dinero en el ala del servicio.
El hombre tarareaba y silbaba mientras los conduca por las profundidades de la
Fortaleza.
Falta mucho? pregunt Mogweed con la respiracin entrecortada por la
nica caja que llevaba.
Slo un poco ms. Slo se permite la entrada por las salas principales a los
invitados nobles y a sus criados, por ello me veo obligado a conduciros hasta la Sala
de Msica por un camino ms largo. Os ruego disculpis esta incomodidad.
Tras doblar una curva en el pasillo, las paredes del lado izquierdo cambiaron
bruscamente y se convirtieron en bloques desiguales de piedra que no estaban
unidos por argamasa sino que estaban labrados y apilados.
El sirviente seguramente se dio cuenta de que Kral se detena ante el muro.
Efectivamente dijo Rothskilder, deteniendo su paso y frunciendo el entrecejo
ante las piedras, sta es la parte ms antigua de la Fortaleza. Es una construccin
muy tosca. Hizo un gesto despectivo hacia la pared. No s por qu los
trabajadores no la derribaron cuando construyeron el castillo.
Kral, sin embargo, no poda apartar los ojos de las piedras y, aunque su gua
continu su avance, l se retras. Al cabo de unos instantes, Tolchuk y Mogweed se
encontraban a algunos pasos de l.
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Levant una mano hacia la pared. Los dedos le temblaban. La sangre se le agitaba
ante aquellas piedras. Perciba una fuerza que emanaba de ellas. Cuando roz con un
solo dedo el muro, su mente estall con voces antiguas de hombres moribundos.
Cuidad el fuego, muchachos!... Los enanos han derribado la pared sur!...
Cuidado con sus seores! Poseen magia negra!... Arqueros al oeste!... La piedra de
sangre! La piedra de sangre!
Kral se tambale y extendi la mano herida en el muro para sostenerse. Fue un
error. Al tocarlo se le fue la mente.
El corredor del castillo desapareci y Kral se encontr solo en lo alto de una torre
elevada. La media luna lo miraba con su escasa luz. Sin embargo, un brillo rojo
iluminaba el horizonte por todos lados mientras Kral giraba. Corri hacia el borde de
la torre y se inclin sobre el adarve. A sus pies, un ro brillaba rojo entre miles de
hogueras de sitio. Kral levant las manos de la piedra del adarve. Estaban cubiertas
de sangre. Toda la torre estaba empapada de la sangre de la matanza.
Tras l oy un ruido, la rozadura de un taln en la piedra.
Kral se volvi, temeroso ante lo que iba a ver, pero incapaz de resistirse.
En el centro de la torre un ser desnudo permaneca agachado. Slo le llegaba a la
altura de la hebilla del cinturn, pero pesaba tanto como el enorme hombre de las
montaas. Kral lo reconoci. All estaba apostado un monstruo del pasado. Record
los relatos repetidos acerca de las sangrientas Guerras contra los Enanos, como la
historia de Mulf, el maestro en el arte del manejo del hacha que haba logrado retener
durante todo un da y una noche en el Paso de las Lgrimas el avance del ejrcito de
los enanos. Se deca que esos seres asquerosos eran quienes haban sacado a los
antepasados de las gentes de las montaas de sus hogares en el norte lejano, los
haban destruido y haban arruinado para siempre su antiguo hogar en las montaas,
obligndolos a ser nmadas entre las tierras de los humanos. En las hogueras de los
clanes la leyenda deca que slo tras la muerte del ltimo enano, la gente de Kral
podra regresar a su verdadero hogar.
Kral fue a tomar el hacha. Saba que aquellos fuegos y gritos haban ocurrido
siglos atrs, que slo se trataba de una pesadilla atrapada en las piedras empapadas
de sangre y que nicamente la magia que lo habitaba le haba permitido acceder a
esa tragedia antigua. Aun as, fuera o no un sueo, estaba decidido a matar a ese
enano.
En la torre, el enano lo mir lascivo.
Cmo ests? espet con una expresin desdeosa.
Una bola negra se mova en el aire por encima de los hombros del enano. Por su
superficie circulaba fuego sangriento. En el resplandor de las llamaradas de la piedra
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vio una escena diferente, vaga y fantasmal, que atraves aquella otra pesadilla. Un
hombre colgaba encadenado en una especie de mazmorra con la piel llena de
ampollas y el cuerpo quemado.
Kral presinti de algn modo que esa escena no formaba parte de la pesadilla del
pasado. Eso estaba ocurriendo en ese instante! Ese enano no era un producto del
pasado; era tan real como l mismo. De repente, Kral adivin quin era el hombre
encadenado.
Meric! musit mientras levantaba el hacha.
La exclamacin de Kral sorprendi al enano. Un momento de incertidumbre se
apoder de esos ojos hundidos.
Dnde estn...?
De repente, la escena desapareci y Kral se vio de nuevo en el corredor. Tolchuk,
inclinado sobre l, lo ayudaba a ponerse en pie. Mogweed estaba cerca, nervioso, con
una mano levantada al cuello.
Rothskilder, el gua, retrocedi un paso.
Tambin est enfermo? Como los dems del grupo? El temor al contagio le
haca temblar la voz.
Kral se aclar la garganta y se libr de los brazos del ogro. Levant una mano
hacia la frente, que le herva.
No dijo Kral. Slo he tropezado y me he dado un golpe en la cabeza.
Rothskilder asinti y se volvi con la mirada llena de suspicacia.
Ya falta muy poco para llegar a la Sala.
Tras dirigir una mirada de preocupacin hacia Kral, Mogweed sigui a su gua.
Tolchuk se mantuvo junto a Kral, temeroso de que pudiera volver a desvanecerse.
Qu ha ocurrido? susurr en la voz ms baja que un ogro es capaz de
utilizar.
Kral mir detenidamente la pared de piedra labrada. Pasaron junto a una puerta
de latn batido que se encontraba en el centro de la parte antigua de la torre. Kral la
seal y pas a su lado sin mirarla.
Meric se encuentra al otro lado de esa puerta.
Tolchuk dio un traspi al or sus palabras, pero continu junto a Kral.
Qu hacemos?
Cuando llegue el momento, la echaremos al suelo gru.
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Un leve golpe en la puerta llam la atencin de los gemelos. Una voz alta habl
con respeto desde el otro lado del umbral. Rothskilder, su sirviente, saba que no
tena que esperar una respuesta por su parte, pero tena prohibido entrar sin ser
invitado a hacerlo.
Seores, como solicitasteis, vuestros invitados se encuentran en la Sala de
Msica.
Mycof mir a su hermano.
Como siempre, hermano, estabas en lo cierto. No han huido de la ciudad.
Mycof se ajust sus ropajes de seda verde. Es una lstima que tengamos que
ensuciarnos los dedos con esta situacin tan desagradable.
Ryman se ci la banda de su cargo sobre uno de los hombros para que el
emblema de la casa le quedara sobre el corazn. Acarici con un dedo los dos
animales enroscados.
Es nuestro deber. La Casa de Kuradom siempre ha tenido que ensuciarse las
manos para mantener Shadowbrook en la familia. De nuevo tenemos que proteger lo
que nos pertenece por derecho.
Y defender la pureza de la caza agreg Mycof con un deje de placer en la voz.
El crepsculo se acercaba y el rito nocturno le llamaba la sangre.
S convino Ryman con orgullo mientras echaba atrs los hombros, tiene que
quedar en familia.
Mycof se complaca al ver a su hermano adoptar un ademn noble. Toc el
emblema con los dos dedos.
Por la Casa de Kuradom.
Por la sangre de nuestra gente concluy Ryman con el mismo gesto que su
hermano. Era una antigua frase familiar.
Mycof sinti la boca seca y un leve temblor le sacudi los hombros.
La sangre de Shadowbrook era suya! Cmo poda atreverse el enano a pedirles
que compartieran la caza con otros!
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Por la sangre de nuestra gente repiti Mycof. Una gota brillante de sudor le
asom en la frente.
Tranquilo, hermano. No permitas que la furia te domine. Los mejores planes se
ejecutan con el corazn fro.
Mycof suspir a la vez que abandonaba su enfado. Ryman, como siempre, tena
razn. Se forz a adoptar una postura relajada.
As pues, todo est listo?
Por supuesto.
Ryman se dirigi a la puerta.
Mycof sali detrs de su hermano. Mientras cruzaban la sala contempl la cada de
la tnica y la capa en los hombros de Ryman. La cabellera blanca de su hermano
destacaba sobre el verde oscuro de la capa, perfecta tanto en la forma como en su
movimiento.
Ryman abri la puerta y vio a Rothskilder inclinado en el umbral.
Seores dijo el sirviente a la espera de rdenes.
Ve delante orden Ryman sin apenas mover los labios.
Mycof saba que a su hermano, igual que a l, no le gustaba hablar con nadie. Sus
voces eran para hablar entre s. Si tenan que hablar, susurraban y compartan su voz
lo menos posible con el servicio.
Rothskilder conoca su comportamiento y no les dio conversacin mientras los
condujo hacia la Sala de Msica. Aun as, el nerviosismo le oblig a agitar la lengua.
Tengo guardianes apostados y las salidas controladas como ordenasteis.
A medida que los gemelos avanzaban hombro a hombro, Ryman mir a su
hermano como queriendo decir Ya te lo dije. Todo iba bien.
Mycof inclin la barbilla muy levemente, en seal de reconocimiento. No obstante,
Mycof pregunt a su sirviente:
No seremos interrumpidos?
No lo seris.
Detrs de Rothskilder, los dos gemelos se desplazaban como dos fantasmas de
seda, con los pies calzados con zapatillas y sus tnicas verdes agitndose al unsono.
Ninguno de los dos habl, pero cada uno conoca los pensamientos del otro.
Mycof y Ryman intercambiaron una mirada muy breve al volver la ltima esquina.
Los dos hermanos acariciaron las empuaduras de las dagas envenenadas ocultas en
las fundas que llevaban en el cinto.
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El Seor Torwren estaba de cuclillas en el barro del stano. Junto a sus pies, el
talismn de ebonstone se encontraba medio hundido en la mugre. Su superficie
pulida ya no mostraba llamas. Tras la intrusin directa del hombre del hacha en el
mbito de la esfera, Torwren haba sido incapaz de mantener la concentracin
necesaria para mantener encendidas las llamas. Quin era ese extrao hombretn?
El enano lo haba reconocido como la persona de poderes elementales que haba
escapado de la trampa la noche anterior, pero, por todos los dioses, cmo haba
podido penetrar en la piedra? El talismn estaba unido slo a Torwren. Nadie debera
poder penetrar en l con libertad.
Cerca de all, el prisionero elfo gimi desde los grilletes.
S, s dijo distrado hacia el hombre destrozado. Volver a ti en un instante.
Slo haba logrado empezar a forjar el espritu del elfo. Todava le quedaba mucho
por hacer, pero la sorpresa por el intruso haba distrado a Torwren.
J... jams lo conseguirs farfull dbilmente el prisionero.
Torwren mir en su direccin. Se le ocurri una cosa.
Meric, no? pregunt acercndose al prisionero.
El rostro del elfo se ensombreci. Su mirada se volvi ms fra y la sangre le cay
de sus labios agrietados.
Parece que este amigo tuyo husmea por donde no debera dijo.
Meric, hurao, baj la cabeza.
No s de qu hablas.
El otro con poderes elementales, ese gigante barbudo. Torwren advirti el
brillo de reconocimiento en el ojo del prisionero. Hblame de l.
No tengo nada que contarte espet Meric en su direccin.
Esta piedra te har hablar minti Torwren, aunque el contacto del fuego no
ser tan agradable como hasta ahora.
En cuanto el elfo se hubiera convertido en un guardia infame, no sera capaz de
guardarle ningn secreto; pero ese proceso le iba a llevar demasiado tiempo. Torwren
quera descubrir inmediatamente los secretos del otro ser elemental. Sonri a Meric
con calidez, contento de que lo dicho hubiera hecho palidecer el rostro del elfo. La
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amenaza del dolor siempre resulta peor que experimentarlo. No dijo nada y dej que
el elfo se recreara en lo que acababa de decir.
Finalmente, con una voz temblorosa carente ya de la ira previa, el prisionero
farfull:
Por m, puedes agarrar esa maldita piedra tuya y...
Bueno, bueno, pero qu modo es se de hablar a tu anfitrin? Torwren pas
un dedo por las costillas desnudas del elfo.
La piel del prisionero se estremeci ante el contacto. El elfo no pudo impedir que
un gemido se le escapara de los labios. Al prisionero no le gustaba demostrar esa
debilidad; Torwren advirti desesperacin en el modo en que le colgaba la cabeza.
Retrocedi y fue a recoger la piedra, que estaba casi hundida en el barro: bastaba
un empujn para que el hombre cantara como un cuervo de lengua partida. Sin
embargo, en cuanto toc la esfera con los dedos, Torwren supo que algo iba mal. Dio
un respingo y apart las manos de golpe. La superficie de la piedra, normalmente
caliente a causa de los fuegos internos, estaba tan fra como el suelo de una tum ba en
invierno. Le pareci tocar su propio corazn helado y muerto. El enano se estremeci
y se apart de la piedra.
Mientras la contemplaba, el barro hmedo alrededor de la esfera empez a helarse
y el hielo y la escarcha brillaron bajo la luz de las antorchas. El barro cruja conforme
se iba helando. A continuacin, el hielo se extendi en una onda desde la piedra.
Qu estaba ocurriendo? Torwren se apart del hielo mientras los enormes pies se
le hundan en la mugre. A los pocos segundos, tena la espalda apretada contra el
muro.
El prisionero, que colgaba del muro junto a l, levant la cabeza y lo mir con
desconfianza y cautela.
Torwren lo mir tambin. Acaso se trataba de algn tipo de magia lfica? Se
haba equivocado al juzgar las habilidades de su poder elemental? O acaso aquello
tena que ver con la intrusin del extrao hombre barbudo en la piedra? Devolvi la
mirada al prisionero.
Qu sabes t de todo esto?
La mirada vidrioso y dolorosa reflej confusin en el elfo.
Qu...?
Torwren apart la vista al darse cuenta de que elfo no saba qu estaba ocurriendo.
La ebonstone permaneca quieta en el centro de la habitacin, mientras de ella flua
un mar de hielo. Cuando finalmente ste alcanz los pies del enano, el barro se hel
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alrededor de los tobillos hundidos, agarrndolo en un abrazo glido, con un fro tan
intenso que casi pareca fuego.
El horror ante ese contacto hizo escapar un gemido en el seor enano.
De repente, entendi lo que ocurra. Por todos los dioses de la Forja! Cay de
rodillas en el barro. El tobillo izquierdo, que estaba ms hundido en el barro, se le
rompi. El terror atenaz su corazn con tanta fuerza que Torwren ni siquiera sinti
dolor en tobillo magullado.
Con los labios retorcidos en una mueca de temor, Torwren vio cmo la ebonstone
se elevaba de donde se encontraba sobre el barro crujiente y helado. Flotaba por el
aire y empez a girar. Por una vez, Torwren no haba intervenido en la magia que
guiaba el vuelo de la piedra.
No... gimi. Ahora que estaba tan cerca! Acerc las manos temblorosas a la
cabeza, como si no quisiera admitir lo que estaba ocurriendo. No despus de tanto
tiempo! Despus de tantos siglos, las lgrimas asomaron a sus pupilas. Se acababa de
dar cuenta de su error, lo senta en el hielo que le apretaba los tobillos. Tras descubrir
el origen lfico de su prisionero, haba activado la piedra sin las precauciones con que
acostumbraba. Se haba confiado tanto en que la aparicin de ese elfo era un signo
del destino, un augurio celestial de que pronto el Trysil sera suyo, que haba bajado
la guardia.
Hundi los puos en la garganta y gimi. Tras una vigilia tan larga, un momento
de esperanza lo haba enviado todo al traste. La desesperacin le circul por las venas
como el hielo del barro.
La bola de ebonstone se acerc lentamente hacia l.
Su superficie negra ya no presentaba fuego de sangre. Se haba vuelto ms oscura
todava; las dbiles lneas impuras de plata desaparecieron hasta que la bola de
piedra se convirti en un orificio dentro del mundo que absorba el calor y la dbil
luz de las antorchas de la sala.
Torwren saba que haba dejado de ser una bola de piedra para convertirse en la
pupila del ojo ms siniestro, un foco por el cual un ser monstruoso miraba desde su
guarida volcnica.
Era el ojo del Seor de las Tinieblas.
Avivado por el corazn traicionero de Torwren, el Corazn Oscuro se dispona a
vengarse. El Trysil, el Martillo del Trueno, era la nica herramienta capaz de romper
el vnculo que mantena subyugado a su pueblo con el Seor de las Tinieblas.
Torwren era la ltima esperanza de sus gentes. Su habilidad elemental para la
bsqueda lo haba mantenido un poco aparte del estrecho lazo que una a los dems
enanos con la voluntad del Corazn Oscuro. Con aquel escaso margen de accin,
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haba aguardado durante siglos mientras haca planes para alcanzar la oportunidad
de reclamar lo que le perteneca.
Proclam su desesperacin hacia el techo de piedra del stano. Al igual que haba
ocurrido con los defensores primeros de Rashamon, nadie le respondi. Sin
embargo, esta vez los papeles eran opuestos. El no era el que manipulaba la magia
negra y miraba sonriente a sus vctimas. No, esta vez l era quien imploraba a los
cielos sordos.
Mir el ojo negro y sucumbi.
Con su muerte, toda esperanza estaba perdida.
Resignado ante su destino, extendi los brazos mientras la ebonstone se le
acercaba. La muerte, por lo menos, pondra fin al dolor. En cuanto estuvo al alcance
de la mano, la piedra detuvo su vuelo y se alz sobre l. Torwren cerr los ojos y
esper.
Durante unos instantes, no ocurri nada. La respiracin de Torwren se volvi
entrecortada y las rodillas empezaron a doblrsele. Record el modo en que haba
jugado con el prisionero: la amenaza del dolor intenso en ocasiones era una tortura
peor que el dolor real.
Torwren abri los ojos con pavor.
La ebonstone todava giraba en el aire, frente a su pecho; de nuevo la superficie
estaba encendida, no con las llamas rojas del fuego de sangre sino con las llamas
siniestras del fuego negro.
Sin tiempo para el asombro, el fuego surgi y lo envolvi. Su contacto hizo que
todos los huesos de su cuerpo arrugado se encendieran. Torwren cay hacia atrs,
alegrndose a la vez por la llegada de su muerte.
A pesar de que el dolor era cada vez ms intenso, sus corazones seguan latiendo.
Quiso que se detuvieran, consciente de que el fro de la muerte se encontraba muy
cerca. Se abandon y solt el espritu para que se dirigiera a la tumba. Justo en el
momento en que se soltaba de ese ltimo y dbil agarre sobre su esencia advirti el
error que haba cometido.
No!
Abri los ojos de golpe. Aunque ciego a todo excepto al fuego negro que lama y le
coronaba el cuerpo, vio claramente lo que ocurra. Su espritu se haba abierto, no a la
muerte sino a la magia retorcida de la ebonstone.
Se retorci y grit. Pero era demasiado tarde.
El Corazn Oscuro no lo estaba destruyendo: lo estaba forjando, le estaba
pervirtiendo el espritu tal como el mismo Torwren haba hecho como muchos otros,
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su seor. Una vez all, revelara el paradero de la bruja y no slo ganara su libertad
sino tambin la gratitud del seor de aquella tierra.
Mogweed vio diversin en los ojos de los gemelos ante la amenaza encubierta.
Aquel par necesitaba ms para convencerse. Tras dar un paso al frente, tom el
cuenco de piedra negra que tena en una caja cercana.
No os engais. Me escap de vosotros cuando tenais la ventaja de la sorpresa.
No pensis que ahora no soy capaz de haceros dao. Estremecido por el tacto de la
repugnante piedra, sostuvo el cuenco igual que un trofeo. Esto se lo rob a uno de
vuestros compaeros de la guardia infame... despus de destruirla y convertir en
polvo sus huesos. Cuidado!
Dicho esto, acerc el cuenco hacia la pareja.
Al ver que el miedo apagaba sus sonrisas heladas, se sinti satisfecho.
Ebonstone susurr un seor al otro al reconocerlo.
Mogweed aprovech aquella ligera ventaja. Necesitaba estar a solas con esos
seores. Su traicin requera una conversacin privada. No saba cmo iba a acabar la
velada y deseaba mantener su lealtad falsa hacia Elena el mximo tiempo posible.
Permitid que los dems se marchen y tendris lo que queris sin ningn bao de
sangre. Os doy mi palabra.
Kral habl sigilosamente a sus espaldas.
No lo hagas susurr. Saldremos de aqu juntos.
Mogweed vio que los seores se inclinaban el uno hacia el otro. Movan los labios,
pero las palabras no llegaban a sus odos. Mogweed tena unos instantes. Igual que
era necesario engaar a los seores para que liberara a los dems, tambin tena que
convencer a Kral y Tolchuk de que se fueran. Si intentaban luchar contra esos seres
perversos, exista la posibilidad de que Mogweed resultara muerto en el
enfrentamiento. Se volvi hacia Kral.
Si esos gemelos son miembros de la guardia infame le susurr, estoy seguro
de que Meric tiene que estar en algn lugar de la Fortaleza.
S dnde est asinti Kral.
Su afirmacin tom por sorpresa a Mogweed. Parpade un par de veces y estuvo a
punto de perderse en su trama de mentiras.
T... cmo? Apret los dientes y se sobrepuso. Entonces, tanto mejor. Yo
los distraigo lo mximo posible y vosotros dos vais a buscar a Meric.
Y qu hay de ti?
Mogweed se permiti una pequea sonrisa. Saba que no poda mentir a Kral.
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el tortuoso camino que lo haba conducido hasta aquella sala. Record al hombre del
bigote vestido con un uniforme rojo y negro. En silencio, pronunci el nombre de su
primer maestro en el arte de las artimaas: Rockingham. Sin embargo, incluso
alguien tan hbil como Rockingham haba sido destruido finalmente por la magia
negra del Seor de las Tinieblas. Para sobrevivir, Mogweed tena que superar a su
maestro.
Cuando las puertas que daban al pasillo se cerraron lentamente, Mogweed coloc
el cuenco de piedra en una caja cercana. En cuanto estuvo solo con los dos perversos
miembros de la guardia infame, revolvi en el bolsillo de su tnica y sac la bolsa
que llevaba oculta. A pesar de que no contena dinero, confi en que el contenido
pudiera comprar el deseo que albergaba en su corazn.
Trag saliva y extrajo por fin la bolsa.
Qu es eso que tienes ah? pregunt uno de los seores.
Lo que busca el Corazn Oscuro dijo tranquilamente. Se haba figurado que la
traicin a Elena iba a serle ms difcil, pero no senta ningn remordimiento en el
corazn. Sonri a los seores de la Fortaleza. Ahora tena toda su atencin. Con la
mencin del Seor de las Tinieblas, los rostros plidos todava lo estaban ms.
Tras abrir la bolsa, sac algunos mechones de su pelo rojo.
Yo os puedo conducir hasta la bruja.
Kral se levant del sitio donde permaneca en cuclillas sobre dos guardias cados.
Vivirn afirm, mientras enganchaba el hacha al cinturn. Haba empleado la
empuadura para dejar inconscientes a los hombres. Dobl la mano vendada. A
pesar de que le dola, haba logrado manejar bien el hacha.
Ahora, vmonos.
Avanz a medio correr por el pasillo, seguido por el ogro. Ambos pasaron por
delante de algunos sirvientes, que los miraron asombrados. Una muchacha cargada
con un montn de ropa blanca plegada grit, tir su trabajo por los aires y corri.
Kral se imagin el efecto que hacan los dos: un hombre de las montaas barbudo
corriendo por los pasillos con un hacha en la mano, seguido de un ogro, que
avanzaba a grandes pasos, con los colmillos desnudos y las garras raspando el suelo
cubierto de juncos.
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Kral no tena tiempo para cuidar las formas o para ser sutil. Tena que llegar a la
puerta de latn que conduca a la torre antigua antes de que...
De repente, un repique intenso reson por los pasillos. A pesar de desconocer los
modos de proceder en la Fortaleza, Kral saba distinguir una alarma en cuanto la oa.
Saben que nos hemos escapado gru Tolchuk a sus espaldas.
Ya falta poco respondi Kral. Rpido!
Para entonces los pasillos se haban estrechado y los techos eran ms bajos.
Estaban cerca. Corrieron medio inclinados por los pasillos.
Tras cruzar un corredor oyeron una voz que gritaba desde la interseccin.
Por aqu! Han huido hacia la torre antigua! Cortadles el paso!
El ruido de las botas atronaba a sus espaldas.
Kral mascull una palabrota en voz baja. No estaban lejos, pero necesitaban
tiempo para atravesar la puerta de latn. Rez para que estuviera abierta, pero saba
que era mejor no confiar en ello, especialmente desde que saba quin y qu ocultaba.
Dudaba que se retuviera a un prisionero detrs de una puerta abierta.
A su espalda, Tolchuk le habl tras doblar una esquina; estaban corriendo a travs
de la piedra desmoronada de la torre antigua.
Vienen por las dos direcciones!
Como si las palabras del ogro le hubieran limpiado repentinamente los odos, Kral
oy el ruido de las botas y las rdenes proclamadas a gritos procedentes tanto de
atrs como de adelante. Los soldados queran atraparlos en el pasillo.
Kral agit el hacha en su mano herida.
Ah est! exclam al ver el brillo del latn. Se apresuraron hacia la puerta
mientras los gritos de los hombres se hacan ms claros a su alrededor. Kral
comprob la puerta. Estaba cerrada. Retrocedi y levant el hacha.
No repuso Tolchuk, djame.
El ogro retrocedi unos pasos. Entonces, con un rugido estremecedor se precipit
hacia la puerta. Las piernas, gruesas como dos troncos de rbol, lanzaron su espalda
ptrea contra la puerta como si se tratara de un ariete. La colisin reson como un
trueno en el estrecho pasillo.
Kral solt un respingo. Jams hubiera credo que un ogro pudiera moverse con
tanta rapidez.
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Mientras l observaba, aquel sol empez a descender hasta que se pos en las
manos levantadas del enano. Las llamas negras descendieron y acariciaron la piel de
aquel ser. Kral vio cmo el rostro del enano se retorca de miedo y dolor. Luego, la
bola se hinch y se volvi ms oscura hasta que descendi sobre aquella figura plida
y la engull.
Kral saba que no era slo magia lo que haba en aquella oscuridad y que
atormentaba al enano; era algo tan perverso que el espritu del hombre de las
montaas temblaba ya en su sombra. Si hubiera podido cerrar los ojos, Kral lo habra
hecho.
Entretanto, la oscuridad se arremolinaba y se apretaba en torno al enano, como si
descendiera en el interior de su cuerpo arrugado. Al cabo de unos instantes, la
oscuridad haba penetrado por completo en aquella figura con forma de sapo y slo
quedaban algunas volutas de fuego negro circulando por su piel repugnante. La bola
haba desaparecido y en su lugar se hallaba el mismo enano rechoncho, cuya piel
haba dejado de ser plida para volverse ms oscura que la noche ms negra, una
estatua siniestra labrada por una mano depravada.
De algn modo, Kral se dio cuenta de que el enano ya no era de carne, sino de
algn tipo de piedra repugnante, del mismo material con que estaba hecho el cuenco
que Mogweed haba robado a Virani. Record el nombre que los seores gemelos le
haban dado.
Los labios de Kral pronunciaron aquella palabra: ebonstone.
Como si hubiera odo aquella palabra queda, los ojos del enano se abrieron de
golpe. Tena una mirada enrojecida, encendida por un fuego interior. Los labios de
piedra se le abrieron y mostraron unos dientes amarillentos.
Es muy amable por tu parte haberte unido a nosotros susurr una voz
procedente de la garganta de aquella estatua. La piedra se movi de nuevo y levant
un brazo para hacerle una sea. Ven a reunirte con tu amigo.
Kral record las escasas palabras que haba intercambiado con el seor enano en lo
alto de la torre del ensueo. Saba que el ser que hablaba a travs de su garganta no
era l. Algo distinto se haba vinculado a aquel ser, igual que la piedra se haba unido
al cuerpo del enano.
Tras levantar el hacha, Kral se oy a s mismo hablando con voz trmula.
Q... quin eres?
Meric pareci haberse dado cuenta por fin de la presencia del hombre de las
montaas.
Huye, Kral, huye! No puedes vencer a este... esta criatura!
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Sin embargo, la voz del elfo liber algo en el interior de Kral. De repente su
corazn, debilitado por el miedo, se endureci para convertirse en una roca. Tena los
puos apretados en la empuadura del hacha con tanta fuerza que los nudillos se le
haban quedado blancos. Un enano, fuera o no negro, era un enano al fin y al cabo. Y,
por supuesto, l era capaz de vencer a uno como se!
Sin aviso previo, Kral se abalanz sobre aquel ser repugnante. El hacha se agit en
un arco mortal. El enano no pudo ni siquiera levantar el brazo de piedra a tiempo
para protegerse del golpe. Mulf le haba enseado bien y Kral saba dnde tena que
golpear.
Blandi el hacha con toda la fuerza del hombro y la espalda contra el cuello del
enano. El impacto le rebot el brazo, se lo dej entumecido y le hizo dar un respingo.
Se hizo a un lado y blandi el hacha dispuesto a propinar otro golpe.
El enano permaneca en el mismo sitio donde se encontraba antes. La piedra le
flua sobre la piel en corrientes oscuras; aquel ser repugnante levant el brazo para
frotarse el cuello.
Gracias. Me ha ido bien. Mi piel de piedra de ebonstone todava se est
endureciendo y unos cuantos golpes como stos pueden ayudar a templarla bien.
Kral levant el hacha, dispuesto a abrirse paso en aquella piedra mgica, pero
cuando el entumecimiento del brazo finalmente desapareci se dio cuenta de que
algo haba cambiado en su arma. Mir el hacha. El filo haba desaparecido. Slo tena
una empuadura vaca. A los pies del enano vio los restos del hacha esparcidos en el
barro. El hierro forjado y el filo afilado eran slo cascos metlicos.
El seor enano sonri al ver el rostro sorprendido de Kral.
Parece que su utilidad en este asunto ha terminado. Bueno, hay que conformarse
con lo que uno tiene.
El brazo del monstruo empez a levantarse.
Kral, huye! grit Meric con voz apagada.
Era demasiado tarde.
El enano seal con su brazo a Kral, y un fuego negro le brot de la mano como
una fuente tenebrosa. La llamarada, como si fuera una mano, rode el cuello de Kral,
lo apret y lo alz por el aire. Su cuerpo fue arrojado contra la pared y sostenido por
encima del barro. Los dedos de fuego se le clavaban en la carne y le alcanzaban los
huesos.
No! aull Meric.
Basta de ruidos! rega el enano.
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Mientras la visin de Kral iba apagndose, vio cmo aquel enano de piedra
levantaba su otro brazo y lo diriga hacia el elfo. El fuego negro emergi para rodear
el cuello de Meric con la misma fuerza que el de Kral.
Y ahora vamos a terminar lo que empec hace un rato dijo el enano con la
mirada encendida de un fuego abrasador. El Corazn Oscuro me ha enseado la
insensatez de abrigar esperanzas y ha apagado mis ridculas resistencias. Yo os voy a
ensear eso mismo. Los dos serviris al Seor de las Tinieblas con la misma fidelidad
que el ms nuevo de los soldados de la guardia infame.
La risa spera se llev la conciencia de Kral.
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Captulo 20
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hombre que se encontraba frente al estrado. Cmo podemos saber que esos pelos
viejos son de la bruja, como t dices?
Haba formulado aquella pregunta con la intencin de disminuir la resolucin
firme de su adversario. No lo consigui. El hombre se limit a mantener su media
sonrisa.
Conducidme a vuestro maestro en la Fortaleza respondi. l podr juzgar
la verdad de mis palabras. Es un buscador, no? Entonces es capaz de percibir la
magia en los dems.
El pual tembl en las manos de Ryman. Qu deseos tena de cortar la sonrisa de
aquella cara repugnante! Aun as, reprimi el movimiento de la mueca. Tal vez
fuera un buen jugador de taiman, pero Ryman era un maestro en el tablero.
Danos unos mechones y los llevaremos al buscador.
Preferira mostrarle yo mismo la prueba. Slo yo s dnde se encuentra la bruja.
Y qu deseas a cambio de dar esta informacin?
Slo mi vida y un favor del Corazn Oscuro: una pequea recompensa de magia
a modo de gratificacin por mi ayuda, una gota msera de la enorme magia de que
dispone. Luego el hombre baj la voz. Una magia muy poderosa, ciertamente.
He visto a quienes han osado ir en contra de los deseos del Seor de las Tinieblas...
incluso en asuntos de escasa importancia! Sacudi la cabeza con tristeza. Slo
puedo imaginarme el modo en que tratara una traicin mayor!
De nuevo Mycof tom el brazo de su hermano.
Tal vez lo mejor sera que lo llevsemos frente al enano susurr.
Ryman apret los dedos en el pual.
Si lo llevamos frente al enano, Torwren sabr que planeamos oponernos a l. En
cualquier caso, nos exponemos a sufrir un castigo.
Ryman sinti que la trampa que haba creado con tanto ingenio se estaba
volviendo contra l.
Yo preferira sufrir la ira del enano replic Mycof con un estremecimiento de
hombros que enfrentarme a la del Corazn Oscuro.
Ryman se revolvi en su asiento. Haba algn otro modo de salir de aquel
embrollo? En el pasado, haba estado en situaciones peores en el tablero de taiman y,
sirvindose de un plan astuto, haba logrado la victoria. Naturalmente, en esas
ocasiones slo arriesgaba piezas. En cambio ahora jugaba con su vida y, por lo tanto,
necesitaba todo su ingenio.
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que no se abrira. Alguien haba solicitado un ariete y otro les haba dicho que
esperaran a que los ladrones salieran fuera, puesto que la puerta no tena otra salida.
El hambre los obligar a sacar el culo fuera o bien los matar en nuestro lugar
haba declarado alguien al fin.
As el asunto qued zanjado. Pareca que ninguno de los soldados estaba muy
ansioso por atrapar a esos hombres armados en aquella torre desmoronada.
Como Tolchuk haba permanecido en guardia de vez en cuando su fino odo haba
percibido algunas murmuraciones o risotadas procedentes del otro lado de la puerta
de latn, pero no hubo ningn otro intento de entrar.
Lentamente, solt las garras del pasador de hierro. No vea ningn motivo por el
que mantenerse en su sitio, y el silencio de abajo lo penetraba como el pico ganchudo
de un buitre de montaa. Tolchuk empez a bajar las escaleras en espiral. Haba
prometido a Elena que cuidara de sus compaeros y no estaba dispuesto a fallarle.
Descendi los escalones rpidamente y en silencio, temeroso de poner sobre aviso
a lo que fuera que hubiera abajo. Cuando lleg al ltimo escaln, sus pies enormes
chapotearon en el agua que cubra el suelo. Se detuvo para escuchar si alguien se
haba dado cuenta de su presencia. Oy un gemido dbil procedente de la sala que
haba delante. Tras armarse de valor para enfrentarse a lo que pudiera hallar,
prosigui hacia adelante. El aire se haba vuelto fro, mucho ms de lo que la
oscuridad y los pasillos tenebrosos podan enfriar.
Se fue acercando hacia la apertura y mir en el interior. Antes de entrar
precipitadamente en la sala era mejor saber con qu se iba a encontrar. Al mirar, abri
los ojos con sorpresa.
Un ser de cuerpo rechoncho cubierto de un aceite negro se encontraba en el centro
de la habitacin con los brazos extendidos hacia arriba. Dos fuentes de llamas negras
emanaban de las manos de aquel ser e inmovilizaban a sus dos compaeros contra la
pared. Meric y Kral se retorcan bajo aquel contacto con la magia negra. Horrorizado,
Tolchuk se retir de nuevo de la esquina. Tena que detener aquello de algn modo.
Eso lo tena claro! Al ver a sus compaeros atrapados en una trampa tan repugnante
no necesit ningn impulso por parte del Corazn de su pueblo para avanzar hacia
all, a pesar de las punzadas terribles que de nuevo inundaban su pecho.
Con una garra tom la bolsa que llevaba en el muslo. El Corazn pareca quemar
en su escondrijo. Qu tena que hacer? La magia de la piedra del corazn volvera a
desaparecer como antes?
De repente, como una reprimenda ante aquellas dudas, una rata le pas por los
pies, medio nadando en las salobres aguas que cubran el suelo. Por instinto se
dispuso a apartarla con una patada cuando vio su cola retorcida. Al observar cmo
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avanzaba hacia la entrada al stano, Tolchuk se dio cuenta que era la misma rata que
haba llevado la magia del corazn durante un corto tiempo. Frunci el entrecejo y se
pregunt si acaso ese bicho lo haba estado siguiendo.
Como si hubiera notado que era observada por el ogro, la rata se volvi a mirarlo.
En aquel pasillo oscuro, sus ojos brillaban con el rojo rub de la piedra del corazn.
Tolchuk, sorprendido, observ que la rata todava albergaba un resto de la magia del
Corazn. El animal profiri un chillido de reprimenda, se dio la vuelta y avanz
lentamente hacia el interior del stano.
Tolchuk aguard un instante. No entenda el significado de la aparicin de la rata,
pero no estaba dispuesto a permitir que ese animal insignificante pusiera en duda su
propia valenta. Se volvi con energa hacia la entrada. La rata, aunque herida, estaba
ya sobre sus pequeas patas y se desplazaba velozmente por el barro, a media
distancia del siniestro demonio.
Cuando Tolchuk entr en la habitacin, el ser en forma de sapo se volvi hacia l.
Lo mir unos instantes con los ojos encendidos y luego se volvi, como si el ogro no
fuera una amenaza para l.
Otro invitado coment el monstruo con una voz que pareca un eco de la
piedra. Ven a unirte a nosotros. Estoy a punto de acabar con este par.
Djalos! atron Tolchuk. Avanz hacia la luz para que el monstruo pudiera
verlo por completo: pocos eran capaces de permanecer impertrritos ante un ogro.
Tolchuk mostr las fauces y dej ver el tamao exacto de sus colmillos.
Sin embargo, lo que llam la atencin de aquella figura negra no fueron los
dientes. La pequea rata de cola rota, que estaba casi junto a las patas del demonio,
empez a gritar de forma salvaje. Al ver el pequeo atacante que se le acercaba por
detrs, la expresin del ser monstruoso fue primero de diversin; luego los ojos se le
encendieron con una furia repentina. Se apart de la rata y las dos fuentes de fuego
negro se replegaron de nuevo en el interior de su manantial repugnante.
Libres del agarre de las llamas, Kral se cay en el barro y Meric se desplom en la
pared, colgado por los grilletes de hierro. Ninguno de los compaeros se mova.
Tolchuk no tena tiempo para acudir en su ayuda. El monstruo levant sus patas
gruesas del barro y se apart de la rata. Tolchuk saba que ese ser minsculo no
poda haber asustado a esa criatura perversa. Tena que ser el rastro de magia que
habitaba en sus ojos redondos y brillantes. El monstruo perverso tema la magia del
Corazn.
Tolchuk tom su bolsa en el muslo, sac el trozo de piedra del corazn y mostr
su fulgor. Incluso Tolchuk qued cegado durante un instante por el resplandor. La
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intensa luz resplandeci en la sala. Comparadas con el brillo de la piedra del corazn,
las antorchas que parpadeaban en las paredes parecan simples lucirnagas.
El demonaco ser levant los brazos negros ante el rostro y se apart de la luz.
Tolchuk prosigui su avance por la habitacin. Se acerc cautelosamente a Kral para
ver si todava estaba vivo. El monstruo no hizo ningn gesto para impedirlo. Sigui el
mismo paso que Tolchuk cuando atraves la sala, pero guard la distancia.
Mantente atrs o te destrozo gru Tolchuk con el tono ms amenazador que
pudo. No tena ni idea de por qu el Corazn intimidaba a aquel ser oscuro o cmo
poda emplearlo, pero el monstruo no era consciente de su ignorancia y Tolchuk
estaba decidido a mantener la situacin as.
Atrs! dijo mientras tiraba la piedra hacia adelante.
No necesit mantener la farsa durante mucho ms tiempo. En cuanto la entrada
qued despejada, el monstruo sali precipitadamente hacia la salida. Para ello tuvo
que acercarse antes a Tolchuk, pero el ogro no hizo ningn gesto por detenerlo.
Mejor que huyera. Tena a unos compaeros heridos de los que tena que ocuparse.
El monstruo se detuvo en la entrada y mir a Tolchuk. Los labios negros se le
abrieron con odio.
No hemos terminado declar.
Tolchuk baj la piedra porque saba que el ser no tena intencin de atacar. Slo
quera huir.
No olvidar esto ni a ti tampoco.
Los ojos airados del monstruo se clavaron el rostro de Tolchuk como si estuvieran
memorizando sus rasgos. Luego el odio que llevaba impreso en su cara negra cambi
como si fuera piedra fundida. Los ojos se le abrieron con sorpresa y miraron al ogro
con una mezcla de horror y sobrecogimiento. Se detuvo y dio un paso hacia l.
T! Imposible. Cmo...?
Nervioso ante la extraa actitud de aquel ser perverso, Tolchuk levant la piedra.
Lrgate! bram.
El monstruo vacilaba.
De repente, la pequea rata se acerc a los pies del demonio y lo acos con
chillidos y chirridos. La intrusin del pequeo animal apart la mirada del monstruo
sobre Tolchuk. Mir a la rata y luego desapareci por el pasillo a toda prisa. Tolchuk
percibi atentamente los chapoteos que provocaron sus pasos al huir y luego esper
para asegurarse de que el monstruo efectivamente haba huido. Al cabo de unos
instantes, se oy una algaraba de gritos. Era evidente que los guardas que se
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Todo ese cuento de las brujas era una farsa. Qu has hecho?
Mogweed pensaba con rapidez. Aquel hombre se haba vuelto loco.
Su locura se mostraba agazapada detrs de su mirada salvaje. Mogweed se apart
del arma. De nuevo estaba entre las cajas del equipo.
No he mentido. Vine para preveniros de la bruja.
Mentiroso!
Mycof se haba levantado de su asiento con los labios temblorosos. De repente, un
temblor violento rompi una de las vigas doradas situadas cerca de la parte posterior
de la sala y cay sobre el suelo de mrmol con un estruendo terrible.
Ryman! Haz que esto pare!
Ya lo har, querido hermano. El brillo asesino en los ojos no dejaba dudas
acerca de la intencin de aquel hombre mientras avanzaba hacia Mogweed. Voy a
matar a este traidor.
Rpido. Tenemos que encontrar al enano. El sabr lo que tenemos que hacer.
Nos dar el Sacramento y liberar la Jaura. As podremos escapar.
Mogweed reflexion sobre las palabras que acababa de decir Mycof. Esa pareja
pareca depender de su buscador para poder liberar las bestias que los habitaban.
Aquello le dio algo de valor. Si tenan atrapados los demonios en su interior, tal vez l
era capaz de luchar contra aquellos dos seoritingos consentidos. O incluso...
Esperad exclam hacia Ryman. Puedo ayudaros a liberar esas ratas
demonacas. No necesitis al seor enano.
Ryman gui un ojo, pero mantuvo en alto su cuchillo. Mogweed ley la lascivia
en sus ojos y el deseo enorme por luchar contra el poder que lo controlaba. Ryman
estaba subyugado por el enano, pero se esforzaba por liberarse, por actuar por su
propia cuenta. Ninguno de esos dos seores vestidos con sedas estaba acostumbrado
a acatar orden alguna.
De qu ests hablando? le espet Ryman.
El cuenco de ebonstone no fue la nica cosa que le rob a aquella mujer de la
guardia infame. Tambin tena unos talismanes que le concedan el Sacramento
siempre que lo deseaba. Mogweed retrocedi hacia una de las cajas que tena
abiertas. Permitidme que os los muestre.
Mycof baj del estrado.
Lo que dice es posible, hermano?
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El cazador de sangre llevaba ya dos das siguiendo el rastro, sin descanso y sin
necesidad de dormir. Su sustento haba sido algn trampero espordico y un
granjero que se encontrara solo a las orillas del ro: la carne de los corazones frescos
le mantena el fuego interno encendido durante todo el da y toda la noche. Por eso
corra cerca del ro, andando trabajosamente entre el barro y los juncos de la orilla
sur. El olor de su presa era ms fuerte en la brisa del delta; eso significaba que estaba
cerca de su origen. No poda perder su rastro.
Torwren se abri paso por un pequeo afluente que abandonaba el ro
Shadowbrook para girar hacia el sur. En cuanto hubo atravesado aquella pequea
corriente, se apresur a continuar junto al Shadowbrook. Nada podra impedir su
caza. Tras recorrer otros cinco kilmetros a toda prisa por la orilla y aplastar los
huevos de un nido de grullas, se dio cuenta de que el olor haba desaparecido de los
vientos del ro. Se detuvo y levant la nariz en direccin hacia la brisa. Nada.
Mir de nuevo hacia el ro. Por qu la bruja haba abandonado el ro? se era el
modo ms rpido de alcanzar la costa. De repente, inseguro ante su nuevo don,
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Torwren levant de nuevo la nariz. Nada. Retrocedi por la orilla hasta encontrarse
de nuevo en el nido de grullas, en medio de las cscaras rotas. Volvi a oler el aire.
Todava nada.
El pnico empez a acelerarle los latidos de su corazn repugnante. Adonde se
haba marchado?
Prosigui remontando el ro hasta que lleg al afluente y volvi a cruzarlo entre
chapoteos. El sol casi haba desaparecido; las sombras del bosque al sur del ro se
deslizaban procedentes de los rboles.
Si el Seor de las Tinieblas supiera de su error...
Entonces volvi a percibirlo; el olor sobrevino como un relmpago de una
tormenta de verano. Era ella! Gir sobre s mismo. Adonde haba ido?
Entonces lo vio. El barro en la orilla de la corriente mostraba una nica pisada de
caballo. El cazador de sangre se arrodill ante la huella y la oli. Una sonrisa asom
en sus labios negros.
Mir hacia el sur por el afluente estrecho.
Te huelo musit mientras la oscuridad iba cayendo. No puedes escaparte de
m. Te perseguir hasta la costa si es preciso.
Se levant y empez a correr junto a la corriente para penetrar en el bosque.
Incluso si alcanzas la costa dijo con regocijo. Tendr una sorpresa preparada
para ti.
Torwren record los dos seres elementales que haba sostenido con su magia negra
contra la pared del stano de la torre. Haba sido interrumpido en su transformacin
como soldados de la guardia infame, pero no haba fracasado por completo.
Aunque uno haba escapado ileso, el otro cautivo no.
Esa noche en el stano se haba creado un guardia infame poderoso y siniestro.
Nadie sospechara la maldad que se esconda bajo el rostro de uno de los guardianes
de la bruja.
En los labios, Torwren pronunci el nuevo nombre del traidor, su nombre como
guardia infame: Legin.
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LIBRO CUARTO
EL RUGIDO DEL DRAGON
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Captulo 21
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Joach mantuvo su mirada perdida a la vez que rogaba que el mago dejara de
mirarlo. Necesitaba algo que convenciera al viejo de su esclavitud, algo que distrajera
su incmoda mirada. Un malestar en el estmago le hizo pensar en un modo de
lograrlo, un modo de degradarse tan bajo que el mago negro no cuestionara su falta
de voluntad. Tendido en la cama, Joach se orin encima y empap as su ropa y la
cama. El hedor acre de las sbanas sucias invadi la pequea celda. Joach permaneci
tendido y quieto, sin moverse en aquella humedad creciente.
La peste alcanz al mago negro.
Maldito seas, muchacho! maldijo Greshym. Eres como un beb! Sal de la
cama y lmpiate.
Joach hizo lo que le haba ordenado. Se levant del camastro y se sac la muda
empapada. Con la boca abierta y desnudo, arrastr los pies lentamente hacia el
lavamanos. A continuacin se limpi con un trapo empapado en agua fra.
Vstete y ve a buscar mi desayuno orden Greshym mientras miraba la
ventana, que todava estaba oscura. Rezong para sus adentros y se volvi a estirar.
Cuando regreses, me despiertas.
Todava con el cuerpo hmedo, Joach tuvo que evitar apresurarse mientras se
pona una muda seca, los pantalones y la camisa marrn. Era pronto, y los pasillos
estaran casi desiertos: una oportunidad magnfica para explorar. Aunque tena el
corazn acelerado, sus movimientos eran desgarbados y titubeantes. Con la camisa
mal abrochada y la camisa parcialmente remetida, avanz con torpeza hacia la
puerta.
Cuando ya tena la mano en el pestillo, Greshym musit algo para s mismo:
Helado en la piedra y tres veces maldito... Ragnark no... no puede moverse...
Slo son profecas muertas.
La mano de Joach qued paralizada en el pestillo de hierro al or mencionar a
Ragnark. Acaso el mago negro era capaz de captar sus pensamientos? Aguz el
odo para or mejor las murmuraciones del mago negro. Qu significaba...?
De pronto, Greshym le grit; estaba claro que se haba dado cuenta de que Joach se
haba detenido.
Vete, muchacho, antes de que vuelvas a ensuciarte.
Joach se sobresalt y estuvo a punto de soltar un respingo ante aquella
intervencin tan repentina. Se esforz por mantener su actitud bobalicona, pero
Greshym ya no le haca caso y volva a mirar las vigas. Joach tir del pestillo y sali
de la habitacin con pasos autnticamente temblorosos. Cerr la puerta y se apoy en
ella con un suspiro de alivio.
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Tuvo que respirar profundamente varias veces para calmar los latidos del corazn.
Se estir el cuello y sigui el camino habitual por los pasillos enrevesados del
Edificio. Haba muy poca gente despierta tan temprano, as que mantuvo el paso casi
apresurado, detenindose slo para recoger el trozo de pergamino y el trozo de
carbn de un escondrijo oculto en una parte algo derruida del muro. Ocult rpidamente sus herramientas de orientacin en los bolsillos y prosigui en direccin a la
torre Lanza Rota.
El misterio de Ragnark lo atraa y, aunque no saba por qu, presenta que resolver
ese misterio era muy importante.
Sin ms retrasos significativos, lleg a la escalera que ascenda en espiral hacia la
torre ms oriental. Aguz el odo por si perciba voces o pisadas. Nada. Satisfecho al
comprobar que estaba solo, subi por la escalera, abarcando dos escalones en cada
paso, y lleg hasta el rellano donde haba encontrado a los dos misteriosos hermanos
hablando.
De nuevo Joach escudri los pasillos que se abran en ese nivel, preguntndose si
los hombres habran tomado esa direccin. La luz primera de la maana mostraba la
suciedad de los pasillos y el polvo que los cubra. Polvo! Joach se inclin para
observar ms detenidamente el suelo. Si los hombres haban tomado esa direccin,
debera haber indicios en la piedra. Agach la cabeza y mir atentamente. Por lo que
poda ver, el polvo era igual en todas partes. Los dos hermanos no haban
abandonado la escalera. Se incorpor y se rasc la cabeza. Saba que no haban
descendido la escalera, as que la nica direccin que quedaba era arriba.
Joach mir la escalera en espiral y tom el mapa que llevaba en el bolsillo. Encima
de ese piso slo haba otro. Era el piso que haba explorado y dibujado el da anterior
en el mapa. Aquel piso, igual que toda aquella ala del Edificio, slo tena piedras
derruidas y araas solitarias. Qu asunto poda llevar a ese par ah arriba?
Slo haba un modo de averiguarlo. Joach subi el tramo de escaleras que conduca
a la ltima planta. Mir los pasillos y luego contempl el suelo. Vio unas pisadas que
conducan hacia fuera y otras hacia dentro. Joach pos el zapato sobre una de
aquellas pisadas. Eran sus huellas. La capa de polvo no mostraba ms.
No vinieron por aqu musit para s mismo con el entrecejo fruncido.
Mientras descenda de nuevo el tramo de escalera se pregunt por dnde se
habran marchado. Descendi los escalones ms lentamente y entretanto intentaba
resolver el misterio: ni arriba, ni abajo, ni en los pasillos. Entonces, por dnde? La
nica respuesta posible era por dentro.
Pos un dedo sobre la pared exterior de la escalera y se pregunt si sera posible.
Entre los sirvientes corra el rumor de que en el Edificio haba pasillos secretos y
habitaciones tapiadas desde haca mucho tiempo. Haba odo decir a las camareras
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que por detrs de los muros se oan voces. Las mujeres decan que eran fantasmas. Se
pregunt si acaso habra otros secretos ocultos entre las piedras del Edificio.
Continu descendiendo los escalones con un dedo apoyado en la pared. Los
ladrillos parecan bien ajustados entre s. Regres al rellano otra vez y coloc las dos
palmas de la mano en el muro de la escalera. Slo haba piedra lisa. Escudri el
suelo del descansillo, se arrodill incluso, pero no vio nada. De no haber restregado
las manos y los dedos por el suelo no lo habra encontrado. La bsqueda
concienzuda y la certeza de que los hombres haban abandonado la escalera a travs
de una puerta oculta permitieron a Joach descubrir una fina hendidura en la
superficie de la piedra. Sigui con el dedo el arco de piedra labrada hasta llegar de
nuevo al muro.
Si una puerta se abriera y frotara levemente el suelo de piedra, seguramente
dejara una marca semejante. Se levant y estudi de nuevo esa parte de la pared.
Ahora saba por lo menos dnde estaba la puerta oculta, pero cmo se abra?
De repente, en la escalera inferior oy una leve friccin de zapatos en la piedra.
Joach se volvi de golpe. Dos personas ascendan por la escalera. Se detuvo,
paralizado, convencido de que se trataba de los dos hermanos, que venan para
capturarlo. Sin embargo, cuando aquellas figuras oscuras se acercaron, la dbil luz de
la nica lmpara del rellano revel sus rostros. No eran los dos hermanos, sino otros
cuya expresin dura y sonrisa cruel significaban problemas para l.
Ves, ya te dije que haba visto al idiota baboso por aqu.
Era Brunt, el muchacho malintencionado que haba atormentado los viajes a la
cocina de Joach durante las ltimas siete lunas. Junto a el haba un muchacho
musculoso que, por lo menos, tena cuatro inviernos ms que Joach. Aunque no le
resultaba conocido, la expresin cruel de los labios y la maldad que le brillaba en los
ojos de cerdo era idntica a la de Brunt. Esa pareja andaba buscando problemas y, por
desgracia, haba encontrado a Joach, un objetivo muy fcil para todas sus crueldades.
Se acercaron a l como dos perros sobre un zorro herido.
Joach mantuvo su postura lacia y el rostro inexpresivo. Si intentaba resistirse o
huir, descubriran su secreto y, con la lengua de Brunt, no pasara mucho tiempo para
que su engao llegara a odos Greshym.
Joach se qued en el rellano. Tendra que aceptar el tormento que le infligieran. No
tena otra opcin. En la cocina, Joach haba aprendido a vigilar a Brunt y, de vez en
cuando, sufra alguna quemadura o un golpe de nudillos. Hasta entonces, las
precauciones que haba tomado le haban evitado sufrir heridas serias, pero con las
emociones de ese da, haba bajado la guardia; tendra que pagar por su error.
Brunt lleg al descansillo junto a Joach.
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Joach supo entonces que ninguno de los dos tena la intencin de permitirle
abandonar la escalera. En el extenso Edificio haba muchos lugares donde abandonar
un cuerpo.
Joach no tena opcin. Tena que sobrevivir.
Brunt se le acerc de nuevo con el arma.
Joach se irgui y le propin un puetazo en la cara. Sinti que el hueso se rompa
bajo los nudillos.
Brunt grit, dej caer el cuchillo y se sujet la nariz con las manos. Snell retrocedi
dos pasos y se qued quieto, agachado, para ver si tena que huir o atacar.
Joach recogi el cuchillo y dijo claramente:
Brunt, si alguna vez vuelves a tocarme, te cortar los huevos y se los har comer
a Snell.
Las repentinas palabras de Joach parecieron sorprender ms a Brunt que su nariz
partida. El muchacho puso cara de sorpresa al darse cuenta de que haba sido
engaado y los ojos se volvieron rojos de rabia.
Vamos a ver cmo lo haces espet. Vamos, Snell, parece que este juego se
est volviendo interesante.
Sin mediar palabra, Snell se lanz corriendo hacia abajo por la escalera y dej a
Brunt solo. Las pisadas apresuradas del muchacho dejaron de orse mientras los dos
combatientes miraban fijamente.
La traicin de su amigo no pareci importar a Brunt. Sacudi la cabeza y mir de
nuevo a Joach. Puso de nuevo la mano en un bolsillo y sac otro cuchillo.
No s a qu juegas, pero estoy decidido a acabarlo. Joach retrocedi algunos
pasos en el descansillo. Brunt prosigui: Voy a hacerte gritar hasta acabar contigo.
Joach segua retrocediendo mientras pensaba el modo de salir airoso de aquella
situacin. Si Brunt desapareca, Snell no dira nada, temeroso de que alguien lo
relacionara con su desaparicin. Joach asi el cuchillo. Si Brunt desapareca, l podra
continuar con su papel de tonto sin temor a ser descubierto.
Con un repentino rugido, Brunt se acerc rpidamente a Joach con el cuchillo
recortado en lo alto. El padre de Joach le haba enseado a manejar la espada y el
cuchillo, y el muchacho advirti que Brunt tena el arma demasiado alta y que dejaba
el vientre descubierto. Aquel muchacho tena ms furia que habilidad.
Joach se inclin con un movimiento rpido, dispuesto a clavar el cuchillo en el
blando estmago de Brunt. En el ltimo momento, Joach dio un golpe de mueca,
cambi el cuchillo por el puo y lo clav en el estmago de su atacante.
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Brunt, sorprendido y sin aliento a causa del golpe, intent dar una cuchillada dbil
a Joach, que le tom con facilidad la mueca con la mano y se la dobl con fuerza. El
color embarg los dedos del muchacho y el arma cay por los escalones de piedra.
Joach hizo girar a Brunt y asi con fuerza al muchacho con el arma apretada contra
su garganta esqueltica. Con Brunt acallado, el engao de Joach poda proseguir.
Mientras sostena el cuchillo, la mano le temblaba.
Vamos, cobarde exclam Brunt con voz ahogada y lgrimas en los ojos.
Su instinto haba hecho que, instantes antes, Joach retirara el cuchillo del vientre
de Brunt. El no era un asesino. Pero ahora tena tiempo para ponderar su bondad. Si
lo dejaba con vida, Brunt dara a conocer su mentira; cualquier esperanza de ayudar
a Elena dependa de la muerte de aquel chico.
Joach cerr los ojos.
No tena otra opcin. Apart a Brunt de l.
No. l no era un asesino a sangre fra, ni siquiera por su hermana.
Lo siento, Elena susurr para s mismo.
El muchacho baj a trompicones la escalera hasta el descansillo inferior y cay de
rodillas. Se volvi hacia Joach.
Se lo dir a todo el mundo! le grit. Todos sabrn que eres un engao.
Joach no respondi.
Te acabas de buscar muchos problemas bramaba Brunt mientras se pona de
pie. Lo contar todo!
Entonces, detrs de Brunt se abri una parte del muro del descansillo. La corriente
de aire que esto provoc debi de poner en alerta al muchacho, que fij su atencin
sobre un hermano de tnica blanca que asom en el pasillo.
El hombre de piel oscura tir un polvo de color gris en el rostro enrojecido de
Brunt.
No se lo dirs a nadie dijo el hombre en tono tranquilo. Y ahora, durmete.
Brunt apart con un ademn la nube de polvo de la cara y luego se desplom
inconsciente. Su cabeza dio contra el suelo con un ruido sordo.
El hermano no hizo ningn caso del chico inconsciente y se acerc a Joach. Lo
mir fijamente. Llevaba un pendiente de plata que brillaba con la luz.
Acrcate aqu abajo, jovencito. Es hora de que charlemos.
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inclin sobre la nia y baj la voz. Pero aquel amor no poda negarse. Se citaban a
medianoche junto al ro y su amor fue cada vez mayor. La nia escuchaba con los
ojos muy abiertos. Pero entonces aquel amor prohibido fue descubierto y volvieron
a ser separados. El padre de Lystra hizo un conjuro para que el mar penetrara y
separara las dos montaas y as apartar a su hija del hijo de la tribu enemiga. La
noche de aquel conjuro, Lystra y Tristan se haban reunido una vez ms junto al ro
para darse el ltimo beso, a espaldas de sus padres. Cuando el hechizo surti efecto,
los amantes no quisieron romper su abrazo y el mar creci entre ellos. Mientras las
aguas del mar intentaban separarlos, ellos se mantenan abrazados. Con los brazos
extendidos el uno hacia el otro, proclamaron su amor sin fin con una cancin.
Aquella msica y el dolor de ambos llegaron a los odos de los dioses, que se
apiadaron de los amantes y los convirtieron en piedra. As, Tristan y Lystra pudieron
estar unidos para siempre, abrazados por encima del canal que se form entre las
islas.
Sy-wen suspir y mir el arco de piedra.
Desde aquel da, el Arco es un lugar especial concluy Flint. Los amantes
vienen aqu en barcas adornadas con flores para recitar sus votos de amor y unirse
bajo el Arco. La antigua cancin de Tristan y Lystra todava se oye en los corazones de
esos amantes jvenes.
Qu bonito musit Sy-wen.
Harto ya de tantas tonteras, Kast se aclar la garganta.
Slo son piedras dijo con amargura. Slo es una roca desgastada por el
viento y la lluvia.
Flint refunfu.
Acaso en el corazn de un Jinete Sangriento no hay lugar para el romanticismo?
Kast no hizo caso a la pregunta y seal hacia adelante.
Ya hemos llegado al Arco, como me has pedido. Y ahora qu?
Pero Flint no quiso pasar por alto el ltimo comentario de Kast.
As que crees que el Arco es slo piedra y nada ms?
Kast mir serio a los ojos de aquel anciano.
Flint le seal el Arco.
En ese caso, atravisalo.
Kral ajust la vela, puso en rumbo el timn y se dirigi hacia el canal que
atravesaba el Arco. Ya haba pasado por ah en otras ocasiones con algunos barcos de
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la flota de pesca. El Arco era el final de la cadena de islas y el principio del Gran
Ocano. Era la salida a mar abierto.
Sy-wen hizo sitio para permitir que Flint se deslizara hacia la proa del barco. Del
interior de una chaqueta de piel de foca extrajo algo semejante a un pual de marfil.
Cuando la sostuvo en lo alto hacia el sol naciente, Kast se dio cuenta de que no era un
arma sino el diente de algn animal enorme. Meda un palmo, estaba levemente
curvada y presentaba un borde astillado y aserrado. Kast no saba a qu animal poda
pertenecer ese diente.
Qu ests haciendo, Flint?
Slo intento quitarte las escamas de los ojos respondi el anciano.
Kast acababa de orientar por completo el barco hacia el centro del Arca. El sol
estaba justo delante de ellos; empezaba a asomar la cabeza por encima del curvo
horizonte azul.
Mirad! exclam de repente Sy-wen mientras sealaba hacia adelante.
Kast ya los haba visto. Pasado el Arco, en aguas abiertas, un grupo de barcos que
conoca rodeaba el acantilado de la Isla de Tristan y se diriga a todo trapo hacia ellos.
Era la flota de caza de Jarplin. Kast haba credo que se haba zafado de esos barcos al
pasar por una red de canales demasiado poco profundos y muy estrechos para los
barcos grandes. Sin embargo, bien por suerte bien por habilidad, la flota haba
logrado dar con ellos.
Deben de haber rodeado los canales ms profundos que hay alrededor de
Archipilago para atraparnos coment Flint.
Kast empuj el timn para dar una vuelta brusca antes de llegar al Arco. Tal vez no
los haban visto.
Pero las esperanzas de Kast pronto se desvanecieron. En las aguas lejanas, unas
voces airadas resonaron hacia ellos. Los haban descubierto.
Flint, en proa, mascull una palabrota. Kast crey que el motivo de su enfado era
el hecho de que la flota les barrara el camino, pero lo que dijo a continuacin le hizo
ver el motivo de su enfado.
Maldita sea, Kast! grit volvindose. Da la vuelta al barco. Tenemos que
cruzar el Arco.
Acabaremos justo en el medio de la flota adujo. Acaso quieres eso? No creo
que robarle un dragn a Jarplin nos convierta en huspedes bienvenidos en esos
barcos.
Limtate a hacer lo que te ordeno, Jinete Sangriento! Flint lo mir con una
mirada severa. Por una vez, confa en m.
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El silencio se apoder del barco. El mar que se abra delante era un muro de proas.
Kast emple toda su experiencia para moverse con el viento y as aliviar la carga del
dragn. Sin embargo, sus esfuerzos parecan minsculos comparados con la fuerza
del animal.
Sy-wen permaneca asustada junto a Flint con los ojos clavados en los otros barcos
que atravesaban las olas para interceptarlos.
Casi... casi... deca Flint en proa.
En el canal de mar ms all del Arco haba tantos barcos que Kast no saba si su
pequea barca podra maniobrar entre ellos.
Cuando el dragn atraves el Arco, Flint se inclin delante del barco sostenindose
con una mano para no caer al mar y extendi el diente blanco enorme, como una
especie de ariete en miniatura por delante de la popa.
Que haya suerte! exclam.
Sin duda, aquel hombre era un perturbado.
Entonces, el barco, arrastrado por el dragn, alcanz el Arco; el tiempo se detuvo
para convertirse en una gelatina espesa. Kast vio que la punta del diente de Flint
atravesaba el espacio que se abra bajo la extensin de piedra. Pero exactamente por
aquel sitio, la visin a travs del arco cambi. La nueva imagen se extenda como una
gota de tinta en el agua desde la punta del diente y se convirti en algo suficientemente grande para engullir el barco conforme penetraba en el Arco.
En cuanto hubieron atravesado el arco de piedra, Kast solt la cuerda, y la vela se
afloj en el mstil. El barco aminor su curso sobre las olas. Kast se puso de pie junto
a la proa del barco. Aquello pareca imposible!
Mir alrededor con los ojos abiertos de sorpresa y la boca abierta. Sin atender al
equilibrio del barco, dio una vuelta sobre s mismo. El Arco no estaba! La flota de
Jarplin haba desaparecido de la vista. Alrededor, muy lejos, se vean las otras islas
del Archipilago. Hubiera jurado que antes al sur se hallaba la Isla de Maunsk, pero
ahora sta se encontraba a miles de leguas de donde estaban ellos.
Kast se dio la vuelta hacia popa. El sol ascenda detrs del barco y no delante. Las
piernas comenzaron a temblarle.
Sintate, Kast le aconsej Flint. Hars que volquemos.
Kast senta las piernas muy dbiles y se sent, notando los ojos de Flint clavados
en l.
Sy-wen estaba sentada en un rincn del barco con sus ojos de color verde enormes
y humedecidos, como si ella tambin escudriara las aguas que los rodeaba. La
manta que llevaba sobre los hombros le haba cado y dejaba ver su torso desnudo.
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Moris mir por encima del hombro a Joach. El hermano se haba quitado la
capucha en el tnel y ahora su calva brillaba bajo la luz oscilante de la lmpara. Su
voz grave reson en el pasillo.
No te preocupes, hijo. Este nio no tiene padres. Todos los sirvientes de aqu son
recogidos de los orfanatos o bien han sido personas olvidadas por el mundo hace
mucho tiempo. El hermano prosigui por el pasillo. Slo escogemos a quienes no
tienen un pasado.
Joach sigui detrs de la ancha espalda del hermano hasta la estrecha escalera que
descenda hacia las entraas del Edificio.
Y qu hay de m?
Esto habr que verlo repuso Moris prosiguiendo la marcha. Por qu
regresaste aqu esta maana?
Joach trag saliva.
Os o en la escalera ayer...
Estabas espiando.
S... s, bueno, tena que hacerlo. No s en quin confiar aqu.
As que buscas la verdad con una mentira?
Joach not un tono de duda en la voz del otro.
Eso parece...
Quin te ha enviado aqu?
Enviado?
S, quin te ha enviado a espiar al hermano Gershym?
Joach dio un traspi y se detuvo. Acaso esos magos de la tnica no saban nada
sobre el mago negro o, peor an, estaban confabulados con l? Si esa ltima
posibilidad era cierta, entonces l estaba perdido.
Moris lo oy detenerse y se dio la vuelta con una expresin de suspicacia en los
ojos.
Eres un sirviente del Seor de las Tinieblas? pregunt con severidad. Has
venido a peticin de esa culebra de la torre, el Pretor?
Joach abri los ojos con sorpresa. Esos hermanos conocan la maldad que su lder
quera ocultar! Cuando quiso hablar le pareci que la lengua se le enredaba.
Aqullos eran unos buenos aliados!
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No... para nada. Es justo al revs. S que est corrupto. Me secuestr de mi hogar
mediante ese que llamas Greshym. Lo que ocurre es que ste, igual que el Pretor, es
un ser malvado, un mago negro. Estn confabulados.
Joach se detuvo en la escalera secreta y cont toda su historia. Las palabras le
brotaban de los labios como un ro crecido. Cont su abduccin, su esclavitud con
respecto a Greshym, las crueldades que haba tenido que soportar y tambin su
liberacin en el Patio Principal. Las lgrimas ahora le recorran las mejillas.
Moris escuch el relato en silencio, como si intuyera que cualquier interrupcin
hara que Joach se derrumbara entre lgrimas. Era una historia que necesitaba ser
contada y el hermano Moris se limit a dejar que el nio la explicara.
... yo no saba quin estaba confabulado con Gulgotha, as que continu
hacindome pasar por un sirviente tonto mientras buscaba un camino por el que
escapar. No saba en quin confiar.
Por fin, las palabras murieron en la garganta.
Moris acerc la mano que tena desocupada al hombro de Joach.
Puedes confiar en m.
Al sentir el contacto del hermano, a Joach le temblaron las piernas. Haca mucho
tiempo que no haba sentido ningn gesto de afecto dirigido hacia l.
Moris se le acerc.
Puedes bajar la escalera? Creo que tienes que compartir esta historia con mis
hermanos.
Joach asinti.
Eres un muchacho muy valiente, Joach dijo Moris, apretndole con ms
fuerza el hombro. Hombres ms valientes se habran venido abajo ante el asalto
que tuviste que soportar. Puedes estar muy orgulloso de ti mismo.
Joach sorbi las lgrimas y enderez la espalda.
Lo hice por mi hermana.
Ah dijo el hermano Moris con una leve sonrisa en los labios. Y dnde est
ahora? Sigue todava en Wintertown?
Winterfell corrigi Joach. Se haba limitado a mencionar a Elena al pasar en
aquella historia. Senta que tena que protegerla y no quera revelar la importancia
que ella tena en la historia; por eso haba obviado en su historia todo cuanto tuviera
que ver con brujas y magia de sangre. Se pregunt si habra sido una decisin
acertada. Poda confiar en ese hombre y, si Elena se encaminaba hacia Aloa Glen,
entonces ella tambin necesitara unos aliados.
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Me ests diciendo que nadie ms puede or eso? pregunt Joach sin poder
controlar el tono de su voz. Todo el Edificio tiene que estar temblando con ese
ruido.
No. Slo quienes nacen con cierta magia elemental, los que nacen con la magia
de la tierra.
Joach record la mano roja y brillante de su hermana.
Pero lo estoy oyendo... Casi me hace dao.
S, eso es porque seguramente tu magia es muy fuerte. Me encantara mirar tu
rbol genealgico en alguna ocasin, pero ahora tenemos que responder a la llamada.
Aviv el paso. Es preciso que nos apresuremos.
Pero todava no has respondido a mi pregunta insisti Joach mientras lo
segua, casi corriendo para mantenerse a su altura. Qu es ese ruido? De dnde
proviene?
Moris volvi de nuevo la vista en su direccin y su respuesta dej sin habla a
Joach.
Es el canto del dragn de la piedra. Es la voz de Ragnark.
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Captulo 22
La llamada!
Greshym se despert con el corazn agitado por segunda vez aquel da. Se
incorpor en la cama. Antes le haba parecido haber odo el nombre de Ragnark
susurrado en el odo y aquello lo haba hecho despertar. Pero en la celda slo estaba
el nio embrujado. Pens que era slo el eco de algn recuerdo antiguo y volvi a
relajarse en la cama. Sin embargo, cuando vuelven a la cabeza, los recuerdos del pasado no pueden dejarse de lado con facilidad.
Nadie excepto los Hifai conocan el nombre antiguo del dragn de piedra; aquella
secta haba desaparecido haca ya mucho tiempo, expulsada por la Fraternidad, y sus
miembros haban fallecido. Greshym debera haber estado entre ellos si su cobarda
no lo hubiera salvado. En las profundidades del Edificio haba tenido sus escarceos
con la adivinacin del futuro, pero sus propias visiones lo haban asustado. Tras
arrancarse la estrella de la oreja, haba huido, temeroso de sus propios
descubrimientos. Aquello result ser un acto de cobarda muy oportuno. Un mes ms
tarde, los miembros del consejo ordenaron la expulsin de los Hifai de Aloa Glen.
Greshym contempl desde los muelles cmo sus compaeros eran expulsados atados
con grilletes.
Nunca volvi a verlos.
Sin embargo, l continuaba vivo y conoca el nombre de Ragnark.
Satisfecho por fin de que aquel susurro slo hubiera sido un trozo de sueo, volvi
a dormirse y descans profundamente hasta que la llamada arremeti contra l
desde las entraas del Edificio.
Se incorpor sobresaltado y esper que aquella antigua sensacin desapareciera,
igual que el nombre fantasmal de Ragnark. Pero no fue as. La llamada lo haba
seguido desde sus pesadillas al mundo real.
Era la llamada del dragn de piedra!
El aullido estremecedor no se desvaneci mientras deslizaba sus pes hacia la
alfombra gastada que cubra las piedras fras.
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Algo estaba pasando. Con el hundimiento de Aloa Glen, las regiones ms bajas
del Edificio se haban inundado tambin. La primera vez que lleg con Shorkan,
haca muchsimo tiempo, la curiosidad lo haba llevado a investigar los pasillos que
conducan al antiguo laberinto de celdas que haba en la parte inferior del castillo. Lo
nico que encontr fueron pasillos inundados con agua salobre y entradas tapiadas.
No haba modo de llegar a las estancias que se encontraban debajo del Edificio.
Greshym crey entonces que los misterios de las regiones inferiores se haban
convertido en secretos perdidos de tiempos pasados.
Pero eso haba sido as hasta entonces.
Qu poda significar todo aquello?
Se levant con las piernas algo temblorosas. Agarr su vara de madera de poi y
not la energa oscura que circulaba en el interior de la madera del bastn. Aquello le
dio confianza. Ignoraba el significado de lo que estaba ocurriendo, pero tena que
informar a Shorkan.
Mientras se vesta con la tnica blanca, pens que el muchacho todava no haba
regresado, pero apart ese pensamiento. Todava era temprano y tal vez la cocina no
tena preparados los desayunos. En las ltimas semanas, andaban algo lentas. Se
imagin a Joach junto a los fogones esperando a que se terminara de hacer la comida
de su amo con la mirada perdida. Si Joach regresaba antes que l, se limitara a
esperarlo en la celda para recibir nuevas rdenes.
Greshym abri la puerta y abandon la habitacin. Tras recorrer pasillos
serpenteantes y corredores llenos de polvo, alcanz la torre de la Lanza del Pretor y
subi hasta el aposento de su compaero en la magia negra. Como siempre, los
guardias no le hicieron caso alguno mientras l suba por las escaleras de la torre.
Aunque tena el corazn agitado con cada estruendo de Ragnark, se vio obligado a
descansar con frecuencia durante el ascenso: el viejo cuerpo se le cansaba muy
fcilmente. Por fin lleg hasta las enormes puertas de roble y hierro y golpe con
fuerza.
Shorkan no lo esperaba y fue preciso dar varios golpes para que la puerta se
abriera finalmente ante l. Greshym entr con urgencia en la estancia, confortado por
el calor y las alfombras gruesas despus del fro de las corrientes de aire de los
pasillos.
Al recibirlo, Shorkan estuvo de todo menos hospitalario.
Por qu molestas mi descanso? pregunt con frialdad. El Pretor llevaba una
bata roja gruesa atada por la cintura. Era evidente que Greshym lo haba despertado.
Tena el pelo negro en su desorden habitual y los ojos grises todava estaban
enrojecidos de cansancio. A travs de las ventanas de la torre, Greshym se dio cuenta
de que el sol ya haba salido por completo.
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Inclin levemente la cabeza, dolido ante la juventud del rostro del otro.
Algo va mal explic Greshym. No oyes los gemidos?
De qu me ests hablando? repuso Shorkan, irritado. No he odo nada,
excepto a alguien que ha golpeado mi puerta demasiado temprano.
Con la llamada todava estremecindole la mdula de los huesos, Greshym se
sorprendi bastante de que el otro, alguien mucho ms diestro en las artes de la
magia negra, no sintiera la llamada del dragn de piedra. De todos modos, se dijo,
Shorkan no era Hifai y jams haba sentido la voz de Ragnark. Careca de magia
elemental y no conoca muchos de los secretos de la secta.
Por un instante consider la posibilidad de no informar a Shorkan de lo que saba,
pero pens que si algo iba realmente mal, era posible que necesitase de su poder.
Shorkan empez a decir, a pesar de que t eres el Pretor hay muchas cosas
en este castillo que no conoces.
Un fuego negro ilumin los ojos del otro. El orgullo pertinaz de la juventud an
discurra intenso por la sangre de Shorkan. A aquel cachorro del Seor de las
Tinieblas no le gustaba que nadie cuestionara sus conocimientos. Las siguientes
palabras que pronunci eran amenazadoras.
S ms de lo que te imaginas, hermano Greshym.
Entonces es posible que puedas decirme por qu se escogi esta isla como
emplazamiento de Aloa Glen y no cualquier otra del Archipilago.
La mirada de Shorkan se volvi confusa.
No lo sabes, verdad? Greshym no esper a recibir respuesta. Tambin hay
muchas cosas que ignoras de m. Ya sabes que en su tiempo pertenec a Hifai. De
hecho, fueron mis escritos profticos los que te indicaron cmo hacer el Diario
Ensangrentado.
No necesito ninguna leccin de historia, Greshym.
Yo creo que s. Por bien que utilizaste mis visiones, jams pensaste seriamente lo
que era Hifai. Por aquel entonces, ya haban sido proscritos y, como eres un pequeo
mago bueno, aceptaste el edicto de los miembros del consejo que deca que eran unos
herejes y que practicaban una magia que no proceda directamente de Chi. Jams te
has preguntado qu haca exactamente mi antigua secta?
S lo suficiente: os dedicabais a adivinar el futuro.
S, Shorkan. Pero cmo?
El otro se encogi de hombros.
Y qu ms da? Los Hifai desaparecieron hace mucho tiempo.
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Slo los tejedores de sueos pueden or la llamada. Ragnark llama para que nos
reunamos.
Quin... quin es ese Ragnark?
El es el motivo por el cual Aloa Glen se ubic en esta isla. De entre todas las
islas, l habita en sta. Ya estaba aqu antes de que se construyera la primera de las
torres.
Quin es esa persona?
No es una persona. Es un ser de poderes elementales puros, un nexo de la
energa tejedora de sueos que se encuentra enterrado en el corazn de la isla. Como
un imn, su energa atrajo a los magos que se dispusieron a construir en esta isla.
Nadie supo de su existencia hasta que convoc a los magos dotados de magia
elemental y los reuni a su alrededor. La secta de los Hifai se cre en las
profundidades de la piedra de esta isla a causa de sus llamadas.
Y qu tipo de ser es ese Ragnark?
No estoy totalmente seguro. Est medio enterrado en la piedra volcnica del
centro de la isla y tiene la forma tosca de un dragn esculpido. Parece que el animal
est enroscado durmiendo y es ms un esbozo tosco que una verdadera
representacin. Hay quien dice que Ragnark es un espritu atrapado en esa estatua, y
otros afirman que en realidad es un dragn durmiente que lleva tantos aos dormido
que ha olvidado su forma propia y ha permitido mostrarse de un modo tan tosco.
Este espritu est siempre dormido y vive en el sueo, fuera del tiempo, fuera del
presente, pero a la vez discurriendo a travs del tiempo. Cuando estamos en
comunin con l, vemos partes del futuro y del pasado remoto.
Shorkan tena los ojos cada vez ms abiertos.
Y no me habas dicho nada hasta ahora?
Estbamos obligados por un juramento de secreto. Despus de la cada de Aloa
Glen cre que Ragnark haba muerto, ahogado en su guarida subterrnea. Qu
importancia tienen las historias antiguas hoy en da?
Por qu me cuentas ahora todo esto?
Porque Ragnark no est muerto. Ha empezado a llamar de nuevo. Su voz invoca
la magia que llevo en la sangre.
Shorkan empez a darse la vuelta.
Entonces vamos a buscar a ese Ragnark. Podra ser una buena arma en las
manos de Gulgotha.
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Greshym agarr la manga de la tnica del Pretor, sorprendido por el asco que
haba sentido al pensarlo. Aquellas emociones lo confundieron. Qu importancia
tena que Ragnark fuera consumido por el Seor de las Tinieblas? Sin embargo,
tampoco poda soltar la manga de Shorkan.
No... No podemos hacer algo as. Los caminos que conducen hacia ah abajo
estn anegados o tapiados. No hay modo de acercarse a l.
Encontraremos el modo. Con tu gua, seguro que podemos crear un nuevo
camino. La energa negra empez a crepitar en los bordes de la tnica roja del
Pretor. El amo me ha concedido unos dones que me permiten tener todo cuanto
quiero.
Greshym solt la tnica y se limpi la mano en la suya, como si quisiera eliminar
aquella maldad pegajosa. Mientras la llamada del dragn de piedra resonaba en su
cabeza, lament haber acudido all. Por algn motivo, no quera que Shorkan se
acercara a Ragnark. Aquella actitud incierta hizo que no le explicara otro asunto
referido al dragn dormido, otra profeca que haba en torno a Ragnark.
De hecho se trataba ms de una promesa que de una visin: se deca que cuando
resultara imprescindible, Ragnark despertara de su sueo eterno, agitara todas las
rocas de la isla y volvera a moverse. Su despertar marcara el inicio de la Gran
Guerra y anunciara el primer conflicto: la batalla de Aloa Glen.
Greshym se estremeci. No. No quera que Shorkan se acercara a Ragnark porque
tema que l pudiera estorbar el sueo del gigante. Sin embargo, la pregunta era si el
dragn realmente estaba dormido y por qu, despus de tanto tiempo, Ragnark
haba empezado a llamar de nuevo.
Por qu detrs de la llamada del dragn de piedra Greshym oa cuernos de
batalla y choques del acero?
Greshym sigui la espalda de Shorkan mientras ste se diriga hacia las puertas de
roble, pero las rodillas le temblaban. En algn lugar ms abajo de los fundamentos de
la torre estaba una bestia de la que Greshym haba huido mucho tiempo atrs.
Y, siglos ms tarde, l no senta ninguna prisa por regresar.
A algunos seres es mejor dejarlos que duerman.
Un bosque de torres de piedra se deslizaba a ambos lados del barco. Era la mtica
ciudad de Aloa Glen. Sy-wen tena que inclinarse mucho para ver la parte superior
de las estructuras destruidas. Estir el cuello para contemplar los antiguos
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monumentos de la ciudad hundida. Las algas y el musgo cubran los ladrillos de los
niveles ms bajos, mientras que los tindos y las gaviotas habitaban con sus nidos la
parte superior. Las ventanas, abiertas por el viento y la lluvia desde haca tiempo, la
miraban con expresin casi acusadora. Cmo se atreva a molestar las tumbas de los
muertos?
Sy-wen se encogi levemente ante aquella visin.
Tuerce un poco a estribor grit Flint desde el extremo de la proa. El anciano
estaba inclinado sobre el borde del barco y estudiaba las aguas para evitar los
obstculos. Tena un remo sobre las rodillas que haba usado antes para conducirlos
lentamente entre los antiguos caminos de la ciudad hundida. Haban bajado la vela
en cuanto el barco penetr en aquel cementerio anegado de torres derruidas, cpulas
rotas y paredes ruinosas. Era demasiado peligroso hacer que el viento los guiara a
travs de aquel laberinto traicionero.
Cerca de la proa, Kast hundi su propio remo al lado opuesto del barco y golpe
suavemente un ladrillo cubierto de algas de un pilar cercano. Unos cangrejos que
estaban aferrados a las piedras antiguas se apartaron rpidamente del borde del
remo. El barco gir un poco hacia la derecha y Kast empez a remar de nuevo.
Conch sac la cabeza con un bufido dbil de aire cerca del codo de Sy-wen. Ella
fue a acariciarle el hocico, pero l se volvi a hundir, demasiado cansado para
mantener la cabeza levantada por encima del agua durante ms tiempo de lo que
duraba un respiro. Mientras avanzaba entre los bancos de algas y los arrecifes de
ladrillos y piedra para mantenerse a la altura del barco, el animal se iba debilitando
rpidamente. Las emociones embargaban el corazn de Sy-wen. Saba que tenan que
apresurarse para que Conch llegara a los galenos todava con vida. Sin embargo, a la
vez, quera detenerse y permitir que Conch repusiera fuerzas. Incluso aquel ritmo tan
lento pareca desgastar mucho el corazn de su querido amigo.
Sy-wen frot la membrana tierna que tena entre los dedos, nerviosa y temerosa
por la suerte del compaero de su madre. Si Conch muriera...
Casi hemos llegado! exclam Flint con un vigor renovado en la voz.
El barco rode una torre inmensa y obtuvo una vista clara de la lnea de la costa
que se extenda ante ellos. La ciudad se levantaba por encima del mar en una serie de
terrazas que conducan hacia las colinas del pico central de la isla. Ahora que estaban
ms cerca de la orilla, Sy-wen observ que lo que pareca ser la cima de la montaa
era en realidad un enorme castillo construido en lo alto. Las ramas esquelticas de un
rbol monstruoso, sin hojas y muero como la propia ciudad, se elevaban en la parte
alta de aquella enorme estructura de torres
Una brisa marina la hizo estremecer y cuando el barco se desliz cada vez ms
cerca de la lnea de la costa sinti un escalofro. A cada lado de la ciudad se elevaban
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unos precipicios altos y escarpados que parecan querer extenderse hacia su pequea
embarcacin. Con los ojos muy abiertos, contempl el mundo de quienes viven en
tierra firme. Excepto en las pocas ocasiones en que se haba tendido a tomar el sol en
algn bajo, jams haba andado en la tierra. Aunque su corazn le lata con fuerza,
una parte de ella estaba encantada de tener la oportunidad de explorar los caminos
de los desterrados. Sigui mirando las incontables ventanas que se abran en los
hogares abandonados.
Jams cre que pudiera haber tantos musit.
Qu tienes? pregunt Flint cerca de ella.
Sy-wen se asust un poco ante aquella mirada, pero los ojos de preocupacin le
destrabaron la lengua. Hablar era bueno.
Me sorprende que haya tanta gente desterrada del mar.
Desterrada?
Sy-wen extendi el brazo para sealar la ciudad que se abra delante y detrs de
ellos.
Todos estos hogares. Jams me hubiera imaginado que tantos merai hubieran
sido forzados a abandonar el mar.
Al principio, los ojos del anciano hicieron una mueca de confusin pero luego la
mirada adquiri un aire divertido.
Querida nia! Quin te ha dicho que las orillas slo estaban pobladas por
merai desterrados?
La risa del hombre la hizo sonrojar. Estaba medio enfadada y medio avergonzada.
El extendi la mano y le acarici la rodilla.
Sy-wen, hace cinco siglos que ningn merai ha andado por las orillas del
Archipilago.
La sorpresa se mostr claramente en el rostro de la chica.
Pero...
Antes de la cada de Alasea, los merai y los pescadores de las costas convivan
en armona y trabajaban juntos en el mar. Eran tiempos de paz y de prosperidad
compartida. Pero cuando Gulgotha lleg, la oscuridad quiso hacerse con la tierra.
Para escapar del alcance del Seor de las Tinieblas, tu gente huy a las profundidades
del ocano, apartndose para siempre de la corrupcin de la tierra. Durante los cinco
siglos del reinado del Seor de las Tinieblas, ningn merai ha regresado a las orillas
de Alasea.
Sy-wen se enderez en su manta, asombrada por aquellas palabras y esa historia.
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resonaron en las aguas tranquilas. Incluso desde el otro lado del lago, Sy-wen vio que
en los brazos cargaban con unos tarros humeantes de color rojo.
Son los galenos explic Flint sealando con la cabeza a los hombres. Hundi
su remo en las profundidades del agua para acelerar la marcha del barco. Llevan
esperando desde el amanecer.
Kast tambin se apresur a desplazar con los brazos el barco hacia el embarcadero.
Al cabo de unos instantes de tensin, unas manos se acercaron a tirar los amarres y el
barco qued atrancado en el extremo del embarcadero.
Sy-wen suspir de alivio. Lo haban conseguido! Dej que la alzaran del barco,
mientras sujetaba la manta de lana alrededor del pecho.
Flint, a su lado, le habl precipitadamente.
No tenemos tiempo que perder. Tienes que hacer que tu compaero se coloque
en la orilla para que los galenos puedan atenderlo.
Sy-wen asinti. Se quit la manta de los hombros y se zambull en las aguas poco
profundas. Ajena al fro de aquella agua que no era calentada por la luz del sol, nad
hacia el lugar junto al barco donde Conch se encontraba con actitud aptica.
Cuando lo toc, l abri uno de sus enormes ojos negros. Tena las escamas muy
fras. Sy-wen palp la cuerda que llevaba atada alrededor de la cruz. El animal tena
que sentirse libre. Busc con los dedos la funda de su cuchillo. Estaba vaco. Haba
olvidado que lo haba perdido cuando la capturaron.
Sali hacia la superficie y se encontr con ocho galenos que la miraban. Flint se
hallaba entre ellos mientras Kast estaba acabando de asegurar el barco.
Cortad esa cuerda exclam ella. No puede llegar a la orilla si est atado al
barco.
Kast! exclam Flint. El hombre del tatuaje ya lo haba odo. Bast con un
destello de plata para que el nudo que mantena al dragn atado al barco se
rompiera.
El hocico de Conch sali a la superficie junto a Sy-wen. Dio un bufido y agit
levemente la cabeza, como si se hubiera dado cuenta de que era libre.
Ven conmigo orden Sy-wen con apremio a su amigo.
Le acerc una mano a la barbilla para ayudarlo a mantener la nariz por encima del
agua y a seguirla mientras nadaba hacia la orilla llena de piedras.
Estos galenos te ayudarn a reponerte.
Conch volvi a resoplar y le dio un golpecito en la mano. Hara lo que ella le
peda.
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Mientras llevaba a su amigo a la orilla, Sy-wen sinti que el suelo se elevaba bajo
los pies hasta que pudo mantenerse de pie. Con un ligero tambaleo retrocedi hasta
que slo le quedaron los tobillos en el agua. Cuando no estaba en el mar, le pareca
que tena el cuerpo atado con anclas. Su equilibrio no era muy bueno tanto a causa de
las rocas resbaladizas como a su propia inexperiencia de andar por tierra.
Conch la sigui con la respiracin agitada hasta que por fin qued tendido,
exhausto, en el borde de la orilla. Intent levantar la cabeza otra vez con el cuello
dirigido hacia Sy-wen. Pero aqul era un esfuerzo excesivo para su cuerpo, y la
cabeza se le hundi en los guijarros lisos.
Ya basta dijo Flint detrs de Sy-wen. Mis galenos pueden atenderlo desde
aqu.
Los hombres de las tnicas blancas chapoteaban ya por la orilla con los bordes de
las tnicas levantados hasta los muslos. Haban dispuesto una hilera de tarros de
piedra con un lquido humeante. A Sy-wen el olor que emanaba de ellos le pareci
caldo de alga, pero en el olor a hierbas not un punto amargo.
Flint se dio cuenta de la mirada de la chica y de su mueca de disgusto.
Blsamo de corteza de sauce y raz amarga. Impedir que las heridas de Conch
se infecten y le calmar el dolor.
Sy-wen asinti sin apenas escucharlo. El corte profundo en el pecho de Conch
ocasionado por un arpn ocupaba toda su atencin. El animal tena las escamas
levantadas en la enorme herida y por ellas se vean los msculos y los huesos. Sy-wen
conoca los peligros que entraaban heridas mucho menores en el mar. Los parsitos
y las infecciones enseguida se encarnizan en las heridas abiertas, y provocaban hedor
y podredumbre de la carne. Mientras miraba, el agua del mar sala del orificio
mellado en forma de gotas con cada respiracin del dragn.
Al ver el alcance de las heridas, Sy-wen se estremeci. Su temor qued confirmado
al observar que uno de los galenos miraba a otro y sacuda la cabeza en un gesto de
desnimo. Ellos tambin saban reconocer la muerte cuando la vean.
Conch! Las lgrimas le cubrieron las mejillas, y las rodillas empezaron a
doblrsele. Flint la sostuvo antes de que cayera. Hizo un gesto a Kast para que
acudiera a su lado.
Aydame. Es mejor que no vea esto.
No. Yo quiero estar aqu y... Pero aquellas palabras acabaron en un sollozo.
Sinti que Kast volva a recogerla con los brazos.
Conozco un lugar ms acogedor dijo Flint. Ella podr descansar mientras
los galenos aplican sus medicinas.
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tamaos. La fuente de aquel brillo era la luz reflejada de una columna retorcida de
madera, cuya superficie resquebrajada y nudosa era recorrida por flujos de luz. Sywen record los bancos de algas brillantes que iluminaban los arrecifes profundos en
las zanjas de los ocanos. La luz no pareca normal en esa tierra, ni siquiera en ese
mundo.
D... d... dnde estamos? pregunt.
En la estancia tambin haba otras personas ataviadas con tnicas blancas, Sy-wen
calcul que seran unas cincuenta. Todas se encontraban en distintos lugares de la
pared con las manos levantadas hacia los cristales brillantes. La nia se pregunt si
tambin seran galenos.
Sy-wen se apart de los brazos de Kast. Tuvo que pasar un rato para
acostumbrarse a que sus piernas la sostuvieran. Se apoy en Kast. Los hombres de las
tnicas, entre las cuales Sy-wen distingui tambin a algunas mujeres, levantaron la
vista cuando entraron en la sala.
Os tengo que mostrar algo. Flint cruz la sala.
Kast y Sy-wen lo siguieron. Sy-wen se agarraba con una mano del brazo de aquel
hombre tan grande para mantener el equilibrio al andar, pero pronto empez a
mover bien las piernas en tierra. Dio algunos pasos sola, pero permaneci junto a
Kast por si acaso. Los hombres de la tnica no les quitaron la vista de encima. Se
oyeron algunos susurros y no todos parecan amistosos.
Flint se detuvo junto al tronco brillante que atravesaba el centro de la sala. Se puso
el pulgar en los labios en seal de respeto.
sta es la raz antigua del koakona les explic. Luego prosigui hacia el otro
lado de la habitacin.
Mientras rodeaba la gruesa raz, Sy-wen mir con cautela aquella superficie
brillante. En cuanto la hubo pasado pos los ojos en la otra pared de la habitacin.
Solt un respingo.
Grabado en la pared haba un relieve enorme de un dragn de mar enroscado
sobre s mismo, como dormido, con las alas plegadas a causa del sueo. La escultura
labrada abarcaba toda la pared de la caverna. El dragn, grabado en una piedra ms
negra que el resto de la roca que la rodeaba, era enorme, tres veces el tamao de
cualquier dragn que hubiera surcado los ocanos. De todos modos, aquella
apreciacin no era muy fiable, porque estaba enroscado sobre s mismo en espiral, de
forma que la punta de la cola le tocara el hocico. La enorme cabeza, con los ojos
cerrados, permaneca oculta en el centro de la espiral. Aunque saltara, ella no sera
capaz, de tocar la cabeza que tena delante.
Ragnark susurr Flint con tono sobrecogido.
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Aquella nica palabra llam la atencin de un pequeo hombre con tnica que
haba cerca. Apart los dedos de un cristal que tena el tamao del ojo de una ballena
y se acerc a ellos. Dirigi una mirada glida a Kast y Sy-wen y luego clav los ojos
en Flint. Se retir la capucha y mostr su cabeza calva. Tambin l llevaba una estrella
de plata.
Hermano Flint, no deberas haberlos trado aqu. La voz del hombre era glida
. No son miembros de Hifai. No han sido llamados.
Hermano Geral respondi Flint con el mismo tono fro que su interlocutor,
me gustara no tener que ser el responsable de esto, pero no es Ragnark el que los ha
llamado aqu, sino la profeca.
T y el hermano Moris sois unos irresponsables repuso enojado el hombre, al
tiempo que miraba con nerviosismo la escultura del dragn. Acabo de estar en
comunin con Ragnark y sus sueos esta maana son confusos, agitados. Ha habido
algo que ha trastornado el descanso del dragn. Mir significativamente a Sy-wen
y Kast. Hoy no se va a profetizar nada. Si Moris responde a la llamada de hoy, no
hallar ayuda a sus afirmaciones.
El hecho de que no compartas la visin de Moris no la convierte en falsa
repuso Flint.
Jams ha sido un buen tejedor de sueos. Poner tanta fe en sus visiones es... es
de locos. El hombre casi temblaba de rabia.
Flint lo cogi de la manga.
Geral, soy consciente de que sus palabras son aterradoras, pero no pueden ser
desodas. En el transcurso del tiempo, otros tejedores de sueos han tenido visiones
similares. Ragnark se despertar. Y por tu expresin veo que sabes que es cierto. Los
sueos del dragn son confusos porque no duerme tan profundamente. Igual que un
dragn de mar sube a la superficie, as se despierta su espritu.
Geral se apart bruscamente la tnica de los dedos de Flint.
T y los dems deberas haber sido expulsados de la secta.
Flint sacudi la cabeza con pesar.
Quieres que la historia se repita, hermano? Los hifai fueron expulsados de
Aloa Glen a causa de premoniciones de sucesos fatales. No estaremos haciendo lo
mismo ahora?
Las palabras de Flint parecieron impresionar al hombre, en cuya voz se desvaneci
la furia.
Pero Moris habla de nuestro fin, del final de nuestra secta.
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Yo no me equivoco.
Todos se volvieron para ver el hombre enorme de piel oscura que vena por detrs.
Se quit la capucha de la cabeza y su calva reflej la luz de la raz.
Ragnark se est despertando. Es cierto. Lo oigo en su voz. Pero la profeca era
precisa. Cuando el dragn de piedra venga, la merai y su compaero tienen que
estar presentes para que el conjuro funcione... o Aloa Glen quedar condenada.
De repente, un muchacho de cabellos rojizos se abri paso detrs del enorme
hombre de piel oscura. Se cubra la cabeza con las manos.
Es muy fuerte grit el nio con la voz tan alta que pareca estar hablando por
encima de una tempestad. Tena el rostro contrado de dolor.
Sy-wen mir atentamente al nio. Pareca que ser de su edad y sus ojos verdes
expresaban una confusin igual a la suya.
Es el chico de la escalera dijo Geral con una ira repentina. Moris, cmo te
has atrevido a traerlo aqu? Es un ser del Seor de las Tinieblas.
No. Es un tejedor de sueos muy poderoso afirm el hombre de piel oscura.
Ragnark tambin lo est llamando a l.
Geral se apart de ellos.
Ests rompiendo nuestra ley, Moris! Flint, has puesto de manifiesto nuestros
ms sagrados secretos a desconocidos! Y por qu? Por una maldita visin
equivocada! Esta profeca no va a hacerse realidad. Seal con el dedo a Sy-wen
con tanta furia que Kast se coloc frente a ella para protegerla. Ella est aqu sin su
dragn compaero. La profeca era equivocada!
Mientras Geral retroceda, otros hombres se arremolinaron alrededor de l. Su
rabia pareca estar soliviantando a quienes se le acercaban. Se oyeron murmuraciones
de asentimiento.
Tienen que ser expulsados! manifest por fin Geral con voz atronadora,
animado por otros y por su propio miedo.
Cada vez eran ms los hombres con tnica que lo apoyaban.
Flint intent discutir con ellos, pero el hombre de piel oscura le puso una mano en
el hombro.
Nos hemos equivocado dijo Moris a Flint con tono tranquilo. La visin era
clara. Sin un dragn compaero, Ragnark morir cuando despierte. Se ahogar en la
misma roca que lo ha preservado durante tantos siglos. No puede salir de la roca sin
la fuerza de una merai y de su compaero.
~370~
James Clemens
La tormenta de la bruja
Lo siento se excus Flint. Yo cre... Ella era una merai y protega al dragn
herido.
De repente, un crujido muy fuerte atron en la sala. Todos los ojos, tambin los de
Geral, se volvieron hacia la escultura del dragn.
Sy-wen saba que, independientemente de sus disputas, todos crean que el dragn
iba a moverse. Pero fue el muchacho quien indic el verdadero origen de aquel ruido.
Ah! Su voz aguda llam la atencin de todos.
A la izquierda del dragn, la piedra de la pared se agit como si estuviera hecha
de piedra fundida. Mientras se arremolinaba y giraba en crculos lentos y pesados, se
fue volviendo cada vez ms oscura, como si fuera un moretn en el muro. Al cabo de
unos instantes, donde antes haba piedra apareci una sombra aceitosa. Mientras
todos miraban, de repente asom una mano en aquella negrura misteriosa y agitada:
una mano que empuaba un bastn largo cubierto de energas negras que crepitaban
por toda ella. Aquel bastn pareca absorber toda la luz y el calor de la caverna.
Al ver aquella fuerza maligna que oscilaba alrededor del bastn, Sy-wen se sinti
mal. Su estmago empez a agitarse del mismo modo que lo hacan aquellas sombras
arremolinadas. Retrocedi y fue a dar contra Kast. Ahora tena al lado a aquel chico
tan extrao. Slo ella oy lo que el chico murmuraba:
Me ha encontrado. Lo he trado hasta aqu. Pronunci cada una de aquellas
palabras con pavor.
De la pared surgi un hombre con una tnica cubierta de sombras oscuras.
Andaba encorvado e inclinado sobre el bastn. Tena el rostro arrugado y lleno de
manchas y los ojos se le haban vuelto casi blancos con la edad. Lo segua otro
hombre, ms alto, totalmente distinto al primero. Andaba con la espalda recta y sus
rasgos eran jvenes. Escudri la sala. Su rostro poda considerarse bello, pero era
una belleza comparable a la de la piedra esculpida: fra, dura y cruel.
Al verlos, Sy-wen se encogi de miedo. Sus entraas se estremecieron.
Es el Pretor! exclam Geral, que se encontraba detrs de Sy-wen. Hemos
sido traicionados.
Esta es nuestra condena declar Flint desanimado.
Sus palabras alcanzaron el interior de Sy-wen, hasta su vientre que se estremeci y
revolvi, y le encendieron las entraas. Con la respiracin entrecortada, la merai de
repente se agarr el estmago y cay de rodillas, incapaz de ver nada a causa del
dolor que senta. Se retorca adelante y atrs y tena los brazos apretados. Nunca se
haba sentido tan mal.
El muchacho fue el nico que se inclin para ayudarla.
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James Clemens
La tormenta de la bruja
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James Clemens
La tormenta de la bruja
Captulo 23
Cuando Joach se agach a los pies del dragn esculpido, en la caverna reinaba el
caos. Se sinti arrojado a un mar de tnicas blancas. Algunos hombres vestidos con
ellas pasaron junto a l con la intencin de huir de los magos negros, en tanto que
otros se alzaban contra esos depravados con puales que sacaban de entre los
pliegues de las tnicas. No todos parecan dispuestos a renunciar al santuario a favor
del Seor de las Tinieblas.
En el otro lado de la cueva, unas llamas negras crepitaban y chisporroteaban entre
las tnicas blancas. Con el revuelo que se haba formado, Joach perdi de vista a
Greshym y al Pretor. Gritos y aullidos resonaban por la sala, pero lo ms
estremecedor, ms an que el crepitar del fuego negro, era la risotada glida que de
vez en cuando surga en la batalla. Era el regocijo de un conquistador de corazn
oscuro, divertido ante la matanza y la sangre que le manchaba las manos.
Como Joach no saba en qu direccin deba huir, se qued agazapado, sin ms,
junto a la nia. La mente le daba muchas vueltas y en el corazn gema agobiado por
un sentimiento de culpa. Cmo haba podido seguirlo Greshym? Sin duda, el mago
negro deba de haber adivinado la farsa de Joach y lo haba utilizado, como a un
gato, para expulsar a todas las ratas del Edificio.
Mientras permaneca quieto en cuclillas, el canto del dragn prosegua
atravesndole la mdula de los huesos. Le cantaba directamente a l un cntico de
libertad y de huida. Joach dese poder responderle.
A su lado, Joach vio que la nia ensangrentada tenda una mano al hombretn de
pelo negro que la protega y acariciaba el cuello tatuado del hombre casi como si
fuera una amante.
Kastmusit con dulzura, te necesito.
El hombre se sobresalt, como si las yemas de los dedos de ella hubieran sido
brasas encendidas. El hombre solt de su garganta una mezcla de respingo y suspiro.
Joach extendi la mano hacia el hombre por si necesitaba ayuda, pero tan pronto
como sus dedos le tocaron la manga, sinti que su mente quedaba inundada por la
cancin de dragn. La sala se desvaneci alrededor y Joach se encontr flotando
~373~
James Clemens
La tormenta de la bruja
sobre un mar de medianoche. A sus pies, vio aguas salpicadas con barcos brillantes
de quillas rojas, cuyas proas tenan forma de dragones feroces. En las jarcias oscilaban miles de faroles que iluminaban los barcos y el mar. Sin embargo, aquella
visin no fue lo que le hizo estremecer. Entre los barcos, surcando las olas igual que
caballos en las praderas, haba una cantidad ingente de dragones de mar, iguales,
aunque de menor tamao que el denominado Ragnark, en cuyos lomos cabalgaban
elegantes jinetes a pecho descubierto. Joach haba odo historias antiguas y supo el
nombre con que se conoca a aquellos jinetes de dragn.
Eran los merai.
De repente, la visin se centr ms; era como si Joach se hubiera convertido en un
halcn que se precipitaba hacia la escena. Aterriz en la cubierta del barco de mayor
tamao. Unos hombres de rostros curtidos y endurecidos por el mar lo rodearon. Sin
embargo, l concentr su atencin en un hombre alto que permaneca en la cubierta
de proa. Tena el pelo negro salpicado de gris y bien podra ser un hermano mayor de
aquel hombre llamado Kast. En cualquier caso, Joach not, sin saber cmo, que no
era el hermano, sino un antepasado de aquel hombre. Saba que lo que estaba viendo
haba ocurrido en un pasado lejano. Todos los participantes haban muerto y el barco
haca mucho tiempo que estaba podrido y hundido.
Una mujer pequea y delgada estaba delante de aquel hombre rudo. El pelo de
color verde plateado se pareca al de la chica que Joach haba visto en la caverna.
Cuando la mujer levant una mano y la coloc en el tatuaje que el hombre llevaba en
el cuello, Joach se dio cuenta de dos cosas: la mujer tena los dedos unidos por
membranas, y el tatuaje, que representaba una especie de halcn, era igual al que
Kast llevaba en el cuello. El hombre, que Joach intuy que era el capitn de los
hombres de mar, se arque y se ech hacia atrs ante el contacto de la pequea mujer
merai. La boca se le abri en xtasis.
Entonces la mujer habl:
Cuando tus hijos varones lleguen a la mayora de edad mrcalos con los tintes
venenosos del pez globo y de los pulpos de los arrecifes tal como te hemos enseado.
Llegar un da en que os llamaremos de nuevo a nuestro lado para que volvis a ser
nuestros tiburones sobre las aguas. Cumplirs esta promesa por propia voluntad y,
con ella, unes tu pueblo con el nuestro?
S respondi el hombre con la respiracin entrecortada. Os entregamos
nuestra sangre para que cacis por la superficie de los mares.
Ella se apart los dedos del cuello.
Entonces, s libre hasta que os volvamos a llamar y reclamemos vuestra herencia
de dragones.
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La tormenta de la bruja
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La tormenta de la bruja
Aunque Joach estaba muy de acuerdo con la ltima propuesta, permaneci callado
al lado de Moris.
No, Flint respondi Moris al fin con tono exultante. Los vientos de la
profeca nos llevan a travs de esta caverna. Nada de lo que hagamos desde aqu har
cambiar el resultado. Seal con el brazo toda la estancia. Todo lo que queda
aqu es estrpito y furia. El objetivo de la Hifai ha terminado. Ha llegado el momento
en que otros guerreros lleven a cabo la batalla por la Luz. Nuestra funcin ha
terminado.
Pero, debemos... No crees que deberamos...? Flint haba doblado los puos.
Joach vio que el hombre se resista a creer las palabras de Moris. No era un hombre
acostumbrado a quedarse cruzado de brazos.
Mirad dijo Moris sin ms. Seal la pared que haba detrs.
El dragn esculpido era el mismo de siempre. Joach no saba qu esperar ahora. El
dragn continuaba llamando, pero desde aquel extrao sueo de los barcos, el canto
no pareca ir dirigido a l.
De repente, un pequeo hombre ataviado con una tnica blanca se acerc
rpidamente al grabado y se puso delante. Joach se sorprendi al ver que era el
hermano que haba estado hablando con Moris en la escalera, Geral.
Nos has destruido a todos grit Geral con la mirada enrojecida clavada en
Joach. Has conducido a los demonios contra nosotros.
Moris pos una mano enorme en el hombro de Joach y se encar con el hermano
enfurecido.
Geral, eso ocurri hace mucho tiempo. Esta maana fue predicha antes de que
Aloa Glen fuera fundada. Tranquilzate.
Entonces en la mano de Geral apareci un pual, procedente de una funda secreta
que llevaba en la mueca.
No hasta que yo haya eliminado esta pestilencia de nuestro hogar.
Geral se abalanz contra Joach.
El muchacho, sorprendido, se qued paralizado. Levant los brazos y se encogi a
la espera que el peso del hombre cayera sobre l. Pero eso no lleg a ocurrir. Al cabo
de unos instantes eternos, Joach levant la vista. Profiri un grito ahogado y
retrocedi.
Geral haba sido detenido a media carrera por una garra humeante que lo sostena
por encima del suelo. El hombre se esforzaba por desasirse y, finalmente, fue lanzado
a un lado. Dio con la cabeza en una pared y cay al suelo como un mueco de trapo.
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Joach levant la cabeza mientras senta punzadas en las sienes incluso ante el
mnimo movimiento. Al otro lado de la sala, a Greshym las cosas no le iban mejor.
Estaba tendido en el suelo, inmvil. Joach dese que estuviera muerto.
Sin embargo, como antes, el Pretor permaneca ileso. Miraba alrededor,
asombrado, porque no saba qu tipo de ataque obligaba a caer sobre las rodillas al
resto de la gente de la sala. Luego vio a los otros dos que permanecan ilesos ante
aquella arremetida. Kast estaba de rodillas cerca de l con la nia todava en los
brazos. Sin embargo...
Madre Dulcsima! El dragn ha huido! espet Joach.
Flint se puso de rodillas.
Adonde ha ido?
El Pretor fue el primero en responder de un modo coherente. Todava sostena la
vara de Greshym, encendida an con magia negra.
No entiendo qu tipo de magia poseis vosotros dijo con frialdad, creyendo
que ellos dos eran la causa del truco del humo, pero mi amo os encontrar
fascinantes a los dos.
Quin eres? pregunt Kast.
Vaya, hablas!
El vnculo entre Kast y Sy-wen se ha roto musit Flint junto a Joach.
La nia vio al mago negro y quiso zafarse de los brazos de Kast, pero l la tena
bien agarrada. Aunque ya no estaba obligado por la magia, l segua protegindola.
Es mejor que nos dejes pasar dijo Kast con un tono amenazador. Todava tena
el cuchillo en la mano.
Greshym gimi y se arrastr hacia el Pretor.
No puedes vencer a Ragnark le advirti. Tenemos que huir.
Shorkan apart de una patada la mano que lo tocaba.
Huir? Han mostrado su magia; es hora de que ahora yo demuestre la ma.
Dicho eso, Shorkan apunt con su vara no a la pareja, sino a la raz brillante. El
fuego surgi y fue a dar contra el enorme pednculo. Al principio, el resplandor de
la raz pareci controlar el fuego oscuro, pero luego unas llamas se abrieron paso
como una garra negra repugnante que agarr el tronco de la raz. La sala se sacudi
con violencia ante aquel contacto.
Mors y Flint se sobresaltaron a la vez.
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La tormenta de la bruja
Desde aquel agarre perverso en el tronco, una corriente de fuego oscuro una
ahora la raz con la vara. Entonces sta empez a absorber la energa de la raz para s
misma, dejando el rbol sin su antigua magia. Tras el asalto, la raz empez a
convertirse en polvo porque su propia esencia dependa de la magia que contena en
su interior.
Por encima de sus cabezas, el suelo gimi como si se estuviera desvaneciendo su
nico soporte. Las piedras empezaron a caer al suelo.
Cuando se consumi la ltima gota de magia de la raz, la abundancia de fuego
negro no poda continuar siendo contenida en la vara. Las llamas negras descendan
en torrentes feroces y baaban el mago negro con una tnica de fuego. Todo su
cuerpo estaba impregnado de poder. El aire se volvi glido mientras el fuego oscuro
consuma el calor de la caverna. Un hielo negro se levant del suelo desde los dedos
de los pies del mago. Cuando tocaba los cuerpos cados de los hifai de tnicas
blancas, les rompa la piel y los haca aicos.
Quin poda hacer frente a un ser as?
Kast permaneci en pie.
Atrs advirti mientras levantaba su pequeo pual. Su voz reflejaba la luz
enfermiza de las llamas negras.
Desde el interior de la torre de llamas negras, resonaron unas risas enfermizas y
aquel sonido absorbi el ltimo rastro de calor de la sala.
El Pretor avanz hacia ellos.
Sy-wen vio que el ser revestido de fuego se les acercaba. Se sacudi la cabeza para
aclararse el hechizo de visin que le cubra los ojos. Cuntas otras pesadillas
abrigaban aquella maldita caverna? Recordaba vagamente al ser perverso y
humeante que los haba amenazado y se pregunt por dnde haba desaparecido. Y
ahora ese demonio de fuego les impeda cualquier posibilidad de huida.
Kast mantena en alto su cuchillo mientras retroceda, pero ella saba que lo que se
avecinaba no poda ser vencido con un movimiento rpido de mueca y un arma
alzada. Bastaba con mirar el suelo de la caverna cubierto de cuerpos chamuscados
para saber el verdadero peligro al que se endentaban. Se revolvi en los brazos de
Kast.
Djame en el suelo le espet. Djame al menos que luche antes de que nos
mate.
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Kast dud un instante, pero luego la dej en el suelo. Las piernas de Sy-wen la
traicionaron, su peso fuera del agua enga a sus extremidades, y cay al suelo con
fuerza.
Eso ha sido muy adecuado gru Kast por lo bajo. A pesar de que se estaba
enfrentando a su propia muerte, todava tena tiempo de criticarla. Ahora llevaba otro
pual en la otra mano.
Sy-wen, con el rostro enrojecido, se puso de pie y, al hacerlo, se tambale hacia
atrs.
Yo... yo s luchar.
Se enderez y tante su cinturn. Aunque careca de pual, no estaba indefensa.
Los dedos encontraron el crustceo en forma de estrella que llevaba atado al
cinturn. El aguijn venenoso del aturdidor poda detener un tiburn de roca adulto
y Sy-wen manejaba muy bien aquella arma. Apunt bien y se sac el aturdidor,
utilizando para ello un dedo con el que abri el caparazn protector del arma.
Con el aturdidor entre las membranas de su mano, tir el brazo hacia atrs y se
coloc delante de Kast.
Maldita sea, nia! Aprtate!
Ella no le hizo caso y mir fijamente al ser mientras le buscaba un punto dbil. Era
ms fcil dar al ojo de un tiburn de roca.
As que la pequea cree que tiene agallas dijo entre siseos el monstruo.
Sy-wen tampoco hizo caso de aquellas palabras. Tras mirar atentamente a la
criatura, comprob que la nica parte de ese demonio que careca de llamas era su
rostro. Tanto mejor! Agit el brazo y, con un movimiento experto de la mueca, el
aturdidor sali disparado de sus dedos membranosos. Gir y vol bien dirigido.
Sy-wen no tena muchas esperanzas de que aquella arma inmovilizara a la
criatura, pero pens que tal vez podra retrasarla lo suficiente para que Kast y ella
escaparan. Aquel extrao ataque tom desprevenido al ser perverso. Intent impedir
el avance del aturdidor con la vara pero fue demasiado lento, y el arco de la estrella
de mar girando lo enga. Le dio justo debajo del ojo y qued agarrado inmediatamente en la carne del monstruo.
Qu es esto...?
Luego, el demonio cay sobre sus rodillas. Tir al suelo la vara y se agarr la cara
con ambas manos.
La sangre de Sy-wen empez a circular con ms rapidez. Lo haba conseguido! Se
volvi hacia Kast con una mirada de orgullo.
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James Clemens
La tormenta de la bruja
Retrocede! le grit l.
Sy-wen se qued sin aliento al volverse de nuevo. La bestia haba logrado
arrancarse el aturdidor de la cara. Era imposible! Los aturdidores siempre clavan los
cinco patas firmemente en el tejido y es imposible quitarlos si no es con un cuchillo.
Entonces entendi el porqu. Por el lugar donde el aturdidor haba golpeado la cara
del demonio ahora surgan llamas negras. Su magia haba apartado al pequeo animal de su carne.
El monstruo se puso de pie pero no se detuvo ah, sino que continu elevndose
sobre un pilar de fuego negro. Tena el rostro labrado por la rabia y los ojos parecan
pozos de energa negra. Extendi los brazos y el fuego brot y sacudi el techo. La
piedra suelta se desprendi y repiquete en el suelo como granizo.
Os matara bram la criatura con una voz tan siniestra como sus asfixiantes
llamas. Pero poneros a los pies de mi amo ser un castigo todava peor.
Kast se inclin para proteger a Sy-wen de las piedras que caan.
Lo siento le susurr, debera haberte mantenido en los barcos de Jarplin.
Sy-wen se acerc ms a l sin oponerse a su abrazo protector. Estaban perdidos,
pero antes de ser destruidos ella por lo menos disfrutara del pequeo consuelo de su
abrazo. Levant l rostro hacia l.
Nada de disculpas, Kast. Sin mi libertad dijo ella, hubiera preferido morir
de todos modos.
Vio que unas lgrimas brotaban en los ojos de l, igual que la lluvia sobre las
rocas. Tena la voz crispada y habl entre susurros ahogados.
S, pero me pregunto si era preciso traerte hasta aqu.
Ella acerc una mano a la mejilla de l. Esta vez no era un conjuro lo que la haca
hacer aquello. Deseaba limpiarle las lgrimas. Un hombre no poda morir con un
sentimiento de culpa as en el corazn. Cuando su mano toc el rostro, abri los ojos
con sorpresa. Por fin se dio cuenta de lo que haba cambiado en la piel del hombre.
Pas los dedos por encima de aquello.
El tatuaje del halcn de mar haba desaparecido y en su lugar haba un dibujo
precioso de un dragn feroz con las alas negras levantadas y dispuestas para la
batalla y los ojos rojos y sedientos de sangre.
Mir los ojos del dragn y lo reconoci, supo quin era, igual que su madre saba
quin era Conch. Su corazn se acerc al dragn mientras extenda la mano hacia l.
Aquel tatuaje era su compaero y, como les ocurre a lodos los merai, ella saba su
nombre: Ragnark.
Cuando los dedos se posaron en l, el mundo desapareci de su vista.
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La tormenta de la bruja
Joach dio un salto atrs que le hizo propinar un golpe a Moris, que estaba situado
detrs de l. Madre Dulcsima! No poda creer lo que estaba ocurriendo ante l.
Crea que el hombre de cabellos negros y la nia estaban perdidos. Shorkan estaba
cubierto por unas olas de fuego y se cerna sobre ellos como una serpiente a punto de
atacar. Sin embargo, ahora...
Haba visto que la nia levantaba el brazo para tocar la mejilla y el cuello del
hombre, tal vez en un gesto de despedida cariosa o de algo ms profundo. Sin
embargo, en cuanto la toc, la piel del hombre se convirti en capas enmaraadas de
escamas negras. Las ropas se le rompieron de un modo tan salvaje que un zapato le
sali despedido y cay a los pies de Joach. Aquel movimiento frentico se convirti
en un amasijo borroso de alas y garras.
Shorkan se apart de aquella vorgine de escalas y msculos y retrocedi sobre su
columna de llamas. Greshym se apart con un giro por el suelo y estuvo a punto de
sufrir una salpicadura del fuego del Pretor.
Te avis de esto musit el anciano al superior de la Fraternidad.
Un rugido atraves las paredes de la caverna y se llev consigo cualquier otra
palabra de Greshym. Todas las miradas estaban vueltas a donde antes haban estado
Kast y la nia. Un segundo bramido rompi la tranquilidad de la caverna.
La nia era la misma, si bien tena una expresin aturdida y ahora iba montada
sobre un dragn monstruoso. ste tena unas patas negras acabadas en unas garras
de color plata que se clavaban en el suelo de piedra. Las alas escamosas, con reflejos
de colores intensos, se alzaron como velas enormes y alcanzaron el techo. Sin
embargo, nada era comparable a la enorme cabeza: unos ojos brillantes, con la
mirada roja y encendida, y unas mandbulas abiertas, que mostraban unos colmillos
curvos ms largos que el brazo de una persona. Volvi a estirar el cuello y rugi
contra los dos magos negros.
Aqul no era un dragn de humo, ni un grito mgico. Aquello era msculo y furia.
La fuerza de su bramido apag las llamas negras de la magia perversa como se apaga
la llama de una vela antes de un vendaval. Mientras Shorkan se encoga, las llamas
que pendan de la tnica del Pretor se apagaron y fueron a dar contra la pared sin
ms. La caverna se estremeca ante el estruendo del dragn y aquel despliegue de
fuerza bruta.
Greshym se arrastraba a gatas y agarr a Shorkan por la manga.
Es demasiado fuerte. No puedes vencer a Ragnark sin una piedra del corazn.
Tenemos que retirarnos a tu torre.
Shorkan apret los puos y agit los hombros. Sus ojos negros miraban con odio
asesino a aquella bestia enorme.
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La tormenta de la bruja
estaba en la piedra en la que Shorkan la haba arrojado. Joach record el grito agnico
de Greshym en el momento en que fue retirado de ah. El mago negro tena la vista
clavada en aquella vara.
Tal vez sera mejor que dejaras esa cosa repugnante aqu sugiri Flint.
No. Es el lugar donde l concentra el poder. La necesita dijo mientras lo
recoga del suelo con cuidado. Pareca un bastn normal de madera, pero su tacto era
algo ms grasiento. Las lgrimas le acudieron a los ojos y empez a sollozar.
Me arrebat mi hogar y mis padres. Ahora me llevo esto de l y un da regresar
para hacrselo pagar. La voz se le endureci. Pero antes tengo que encontrar a mi
hermana antes que ellos.
Qu quieren de tu hermana? pregunt Flint.
Joach pas a su lado de una zancada. Estaba harto de secretos.
Es bruja.
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Captulo 24
Kast iba detrs de los dems. Nadie hablaba. Todos estaban sumidos en sus
propios pensamientos. El todava no se imaginaba lo que haba ocurrido. Se acordaba
del ser demonaco envuelto en llamas que se les echaba encima; luego record que
Sy-wen tenda el brazo hacia su mejilla... y luego, nada ms. Lo siguiente que
recordaba era estar de pie y desnudo delante de los dems, que lo miraban
anonadados.
Mientras avanzaba detrs de Sy-wen por los pasillos, se frot el cuello y la mejilla.
Todava le dola levemente, como una quemadura, como si acabaran de tatuarlo.
Qu tena que ver la chica con todo aquello? En el barco de Jarplin, haban
compartido una especie de embrujo extrao. Recordaba lo ocurrido con mucho
detalle: la muerte de los hermanos Hort, el pual ensangrentado en la mano, la piel
desnuda y fra de Sy-wen en sus brazos mientras la sacaba de la cocina del barco. Se
acordaba de todo aquello con gran claridad, pero esta vez no lograba recordar nada.
Tena una laguna en la memoria.
Y eso le daba mucha rabia.
Qu haba ocurrido en realidad? Por qu la merai lo miraba con cierto temor?
El pasillo tembl de un modo repentino y violento. Kast a duras penas logr
mantenerse en pie. Delante, Sy-wen cay de bruces. Un rugido demoledor retumb
por detrs de l, seguido luego por una ola de polvo de piedras que se precipit por
los pasillos hasta engullir al grupo. Kast, con la respiracin ahogada, dio un tirn a
Sy-wen para que se encogiera hasta que el polvo se aclarara. Quiso continuar sostenindola, pero ella se zaf de su sujecin, avergonzada.
Gracias musit tras tropezar y sin querer mirarlo directamente los ojos.
Flint exclam hacia los que se encontraban atrs:
Parece que la sala del dragn por fin ha cado. Ser mejor que nos apresuremos.
Toda esta planta puede derrumbarse.
Aceleraron el paso. Los miembros del grupo se acercaron ms entre s ante el
apremio, y terminaron casi corriendo por los tortuosos pasillos.
~389~
James Clemens
La tormenta de la bruja
La prisa se llev las cavilaciones siniestras de Kast. Los Jinetes Sangrientos saban
cundo concentrarse en una tarea y, en ese momento, salir del laberinto subterrneo
era una prioridad. Las respuestas a los misterios que haban ocurrido ese da tendran
que esperar.
La visin en los pasillos todava era borrosa a causa del polvo suspendido. Kast
apenas poda distinguir el enorme hombre de piel oscura que los guiaba, pero sus
palabras le llegaban perfectamente.
La Gruta es nuestra nica esperanza dijo Moris sin apenas aliento a causa de
la carrera. Recemos para que el canal de mar est desocupado.
Es posible que tengamos que nadar respondi Flint. Slo hay un barco.
Y qu hay de Conch? pregunt Sy-wen.
Tendremos que esperar a ver cmo est, querida. Despus de todo lo que ha
ocurrido, no s si los galenos... bueno, quiero decir, si habrn tenido tiempo suficiente
para curar al dragn de tu madre.
Kast capt lo que significaba aquella vacilacin en la voz de Flint. El marinero
tema que los galenos hubieran abandonado el dragn para salvar la vida.
El muchacho de pelo rojizo llamado Joach habl en el largo silencio que sigui a la
afirmacin de Flint.
As pues, todava hay otro dragn?
Kast frunci el entrecejo al or las palabras del nio. Por qu deca otro?
Nadie respondi la pregunta del chico. El grupo se volvi silencioso; slo se oa la
respiracin entrecortada y ahogada por el polvo mientras corran.
En el momento en que Kast empezaba a preguntarse si acaso Moris se haba
perdido, doblaron un pasillo y percibi el olor penetrante y acre de las medicinas. Sin
embargo, en aquel olor amargo tambin not el olor del hogar: el olor del mar.
Haban llegado a la Gruta.
El grupo sali en tropel del pasillo y lleg a la orilla de guijarros del lago
subterrneo.
En ella estaban los tarros de color rojo, algunos volcados y otros rotos; era evidente
que haban sido abandonados precipitadamente. Slo uno de los ocho galenos
permaneca con los tobillos hundidos en el agua junto al enorme dragn de escalas
de jade. El hombre era calvo, como los dems, pero tena la piel roja como una ciruela
pelada; al verlos levant los ojos, asustado. Luego, al reconocer a Flint, su expresin
mud en alivio.
Hermano Ewan, dnde estn los otros? pregunt Flint.
~390~
James Clemens
La tormenta de la bruja
Han regresado a los tneles respondi el galeno mientras se pasaba una mano
hmeda por la cabeza. Algunos fueron a ayudar a los dems y otros, simplemente,
huyeron. Hubo uno que intent huir con vuestra barca, pero el filo de mi pual
cambi aquella inclinacin repentina por el robo.
Y el dragn? pregunt Flint con los ojos clavados en la nia, que se
encontraba ya en el agua acariciando el hocico del animal.
El dragn estaba demasiado dbil para levantar la cabeza, pero la salud con un
leve golpecito en los dedos. Joach se haba acercado pero se mantuvo un poco alejado
de la pareja.
Todava respira dijo el galeno y, en voz baja aadi: pero a duras penas. El
blsamo de raz amarga le ha mitigado el dolor y ahora descansa. De todos modos,
me temo que no va a sobrevivir.
Moris se acerc a Flint.
Tenemos que irnos ya. Si el dragn est demasiado enfermo, ser mejor dejarlo
aqu. Si queremos sobrevivir al da, tenemos que movernos rpidamente. Un dragn
enfermo slo puede retrasarnos.
El galeno, Ewan, le dio la razn.
Si se mueve, morir. Dudo que logre ni siquiera atravesar el tnel de mar sin
morir.
Flint se tom aquella amarga noticia con el entrecejo fruncido.
Le he prometido que salvara a su dragn musit.
Moris pos una mano en el hombro de Flint y no dijo nada.
Kast saba que las palabras eran intiles. A veces la vida daba unas alternativas
muy crueles. Los Jinetes Sangrientos lo saban demasiado bien. Aun as, Kast no
poda hacer ojos ciegos a las lgrimas en el rostro de Sy-wen, que estaba arrodillada
junto a Conch mientras le acariciaba la mejilla.
Entonces, no hay ninguna esperanza? pregunt Flint.
El silencio fue la respuesta.
Se lo dir Kast habl sin apenas darse cuenta.
Flint lo mir con una expresin ligeramente sorprendida. Luego adopt una
mirada seria y asinti.
Kast avanz hacia la nia mientras senta pesadas las piernas.
A sus espaldas, Ewan hablaba con los dems:
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Sy-wen mir a Kast. ste frunci el entrecejo. Acaso ella estaba esperando una
respuesta de l? Not que la mirada de la nia pasaba de la cara al cuello. Levant un
dedo y seal el tatuaje del hombre.
Todos los ojos se volvieron hacia l. Sin darse cuenta, l retrocedi un paso.
Qu? farfull. De qu estis hablando?
Los ojos de Flint se abrieron con sorpresa y luego solt una risotada.
As que ah es por donde huy la pequea serpiente?
De qu estis hablando? volvi a preguntar Kast.
Flint lo agarr por la manga.
Ven dijo y lo llev hacia el borde del agua. Seal el reflejo de Kast en las
aguas tranquilas. Mrate el tatuaje.
Kast puso mala cara. Qu pretenda aquel idiota...? Entonces fue l el
sorprendido. Acerc la mano al tatuaje que le haban marcado en la piel durante la
ceremonia de llegada a la edad adulta. El halcn de mar haba desaparecido. En su
lugar ahora haba un dragn. Mir a Flint.
Qu est ocurriendo?
Flint volvi a colocarse junto a la nia y le explic lo que todos haban visto en la
caverna.
Mientras escuchaba, a Kast empez a resultarle difcil respirar el aire hmedo de
aquella caverna.
Me estis diciendo que yo me convert en ese dragn... en Ragnark? No
poda creerlo.
Flint no le hizo caso.
A ver, querida, cmo lograste que se transformara?
Ella no quera mirar el rostro de Kast.
Le toqu... Agit los dedos en una actitud de casi disculpa... el tatuaje.
Entonces Moris intervino.
Todo esto tiene bastante sentido. Estaban unidos por un juramento cuando
Ragnark se uni a ellos. Sin duda su esencia qued prendida en el hechizo.
Exacto! aadi Flint con cara de haberlo comprendido todo de golpe.
Ragnark desapareci en el tatuaje en cuanto la chica desmont. Igual que es
necesario tocarlo para mantener el vnculo original por juramento, seguramente
tambin es necesario para mantener al dragn en su forma fsica. Flint se volvi
hacia Sy-wen. Podras volver a llamarlo?
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promesas de sangre, de palabra y por magia antigua. Vio en los ojos de ella un
antiguo mar a medianoche.
Gracias susurr ella sin poder resistirse.
El le solt la mueca y ella lo toc. Tras un suspiro, l cerr los ojos.
Pos los dedos en su piel y l desapareci.
Sy-wen estaba sentada de nuevo sobre su dragn y senta la piel caliente en las
piernas. Los otros se haban apartado cuando, despus de tocarlo, Ragnark se
despleg y se extendi alrededor y debajo de ella hasta levantara sobre su espalda
escamosa. Mir desde lo alto a los dems y no pudo explicar con claridad las
lgrimas que le recorran las mejillas.
Sy-wen le susurr, casi ronrone, el dragn, como si paladeara su nombre.
Unidos.
Extendi los dedos para acariciarle el cuello hasta encontrar el lugar donde a
Conch le gustaba que lo rascara.
Bien. Dedos bien. El dragn se agit debajo de ella luego.... Hay otros aqu.
El lenguaje de los sueos adquiri un tinte amenazador.
Son amigos.
l pareci aceptar la afirmacin de ella y cambi rpidamente de punto de
atencin.
Hambre. Olor de sangre fuerte. Tras olisquear, el dragn baj el hocico y nad
hacia el lago. La voz de l resonaba en la cabeza de ella. Un dragn pequeo sabr
bien.
Sy-wen advirti con preocupacin que Ragnark se refera a Conch. El canibalismo
entre dragones de mar no era algo desconocido.
No. Ese pequeo dragn tambin es amigo.
Flint se acerc a ellos con Moris a su lado.
Sy-wen, podras contarle a Ragnark lo que queremos? pregunt. Creo que
tendrs que convencerlo.
Sy-wen trag saliva.
Ragnark, este pequeo dragn est herido y necesita ayuda.
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ojos para indicar que haba sentido el pinchazo. Sy-wen se frot el cuello. Al parecer,
comparta con el dragn algo ms que el pensamiento.
Observ cmo la sangre roja y brillante llegaba a travs del tubo de cristal al
cuenco sostenido por Flint. Al cabo de un instante, los dos cuencos estaban llenos.
Es suficiente dijo por fin Ewan mientras sacaba la lanceta de cristal. Apret el
puo en la herida.
Moris y Flint sostenan cada uno un bote con la sangre del dragn.
Qu hacemos con esto? Lo tiramos sobre las heridas de Conch?
No respondi el galeno. Apart la mano del cuello del dragn y se acerc para
observarlo. Dio una palmadita de satisfaccin al dragn y se volvi hacia los dems.
Suspir. Segn los textos antiguos de los merai, el otro dragn de mar tiene que
beberse la sangre.
Perfecto respondi Flint con el entrecejo fruncido.
Moris se encogi de hombros y se encamin el primero hacia la zona poco
profunda. El muchacho lo sigui.
Todo funcion perfectamente. El olor de la sangre reaviv los nimos del dragn
moribundo. Conch levant la cabeza cuando los hombres se acercaron con los dos
cuencos. Sorbi con fruicin la sangre que se espesaba conforme vertan en la boca de
dientes afilados el contenido de los tarros. Flint y el muchacho ayudaron a sostenerle
la cabeza mientras beba. Al poco los dos cuencos quedaron vacos.
Es suficiente? pregunt Sy-wen mientras Conch apuraba con su lengua larga
los restos que haban quedado en cada uno de los cuencos.
Mi sangre es fuerte, le respondi Ragnark.
Sus palabras resultaron ser ciertas. Al cabo de unos segundos, Conch ya era capaz
de levantar por completo el cuello de la orilla. Incluso se debata por colocar las patas
delanteras debajo de l. Agit y extendi las alas heridas, con lo cual tir al
muchacho al agua.
Mira la herida del pecho exclam Ewan. Los bordes se estn uniendo igual
que los ptalos de una flor de verano por la noche.
Vivir? pregunt Sy-wen con el aliento contenido.
Mi sangre es fuerte, repiti Ragnark con cierto desdn ante tanta duda.
Conch sopl con fuerza y as proclam el retorno de su fuerza. Abri los orificios
nasales para respirar profundamente. Luego se desliz hacia el interior del lago hasta
que se qued flotando en la superficie como un barco con la proa de un dragn.
Flint tena la vista clavada en l.
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Sin embargo, las paredes resistieron lo suficiente y ellos pudieron alcanzar el final
del canal y salir del tnel.
Luz, coment Ragnark al ver el sol. Sy-wen contempl la ciudad hundida. Una
enorme escultura inclinada de una mujer con una tnica suelta le dio la bienvenida al
salir a la baha. Aquella escultura pareca mirarla fijamente con ojos tristes. Pareca
como si hubieran pasado das desde que haba entrado en el tnel con Kast y Flint.
Se deslizaron en silencio entre las torres y las cpulas medio sumergidas de Aloa
Glen, serpenteando para marcharse de una ciudad que ahora se enfrentaba a una
amenaza mayor que una tempestad en el mar: una corrupcin que podra hacerse con
toda la isla. Nadie osaba hablar por temor a lanzar a la oscuridad sobre ellos.
En cuanto se hubieron alejado de la ciudad y se encontraban ya en aguas ms
profundas, Moris levant la vela con la ayuda del muchacho y se puso en camino. Sywen slo pudo despedirse un instante de Conch; Ragnark no le permiti siquiera
acercarse lo suficiente para que el dragn le diera una golpecito con el hocico en la
mano extendida. Con una expresin algo ofendida, el dragn de su madre se alej de
ella nadando y se hundi debajo de las olas.
Tena razn. Al unirse, haba perdido una parte de ella que no regresara jams.
Ahora a cazar. El dragn le dirigi un ojo negro.
Seguramente Flint haba odo tambin a Ragnark.
Djale que coma! le grit. An nos queda un buen trecho por delante.
Ella hizo un gesto de asentimiento. Tras abrir el sifn del dragn situado entre las
paletas de los msculos, se lo meti en la boca. Dio tres golpes suaves en el cuello de
Ragnark para indicarle que estaba lista; entonces se dio cuenta de que sa era la vieja
seal que utilizaba con Conch. No obstante, Ragnark entendi el significado de
aquel movimiento y se zambull.
Abri los prpados internos mientras se acercaba al cuello. Observ cmo
Ragnark se deslizaba en toda su extensin y se maravill de su tamao. Seguramente
era tres veces mayor que Conch. Las alas negras parecan sombras inmensas
extendidas a cada lado.
Ah, aguas buenas, buena pesca.
Poco despus, tambin ella qued sumida en los sentidos del dragn. Igual que
haba sentido el pinchazo de Ewan cuando sac sangre de Ragnark, ahora senta
tambin el movimiento del agua en la piel y los distintos olores que haba en el agua:
tinta de calamar, el rastro de un banco de atunes y el olor penetrante a veneno de un
nido de serpientes marinas. Oa los ecos de ballenas en el agua y, ms cerca, el
parloteo ruidoso de las marsopas. Tambin notaba la fuerza del cuerpo de l, las alas
y la elegancia y fuerza con que se mova. Se regocij ante tantas emociones nuevas.
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Joach estaba sentado en la proa del barco. Haca bastante rato que el enorme
dragn y la nia haban desaparecido. Mors mantena las velas flojas, mientras
esperaban a que el dragn comiera. El sol le acariciaba el rostro clidamente. Pareca
que haba pasado mucho tiempo desde la ltima vez que haba disfrutado del calor
del sol.
Flint habl a sus espaldas, cerca del timn.
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LIBRO QUINTO
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Captulo 25
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cada paso con cautela. De vez en cuando, unas hornacinas en la cara del acantilado se
convertan en lugares idneos para descansar y donde los caballos podan apartarse
durante un rato del borde del camino; all el grupo poda sentarse y frotarse las
rodillas y las pantorrillas doloridas.
En una de aquellas pequeas entradas, Erril desliz una mano por el muro de
roca.
Ha sido hecho expresamente coment. Quin construy estas paradas en
el camino?
Los cienos respondi Mycelle. Son una gente larguirucha y fuerte que vive
en las lindes de las Tierras Anegadas. Comercian con bienes que obtienen de los
pantanos: hierbas medicinales que slo crecen en tremedales, pieles escamosas de
animales de los pantanos, plumas de pjaros exticos y una gran variedad de
venenos.
Venenos? pregunt Elena.
S. ste es uno de los motivos por los que al principio vine aqu: para aprender
su arte con el veneno. Fue en el transcurso de mi primer viaje cuando percib una
intensa fuerza elemental, en realidad una bruja astuta y feroz, que acechaba en las
profundidades de la zona de los pantanos. Los cienos contaban muchas historias
sobre ella: decan haber visto unos nios raros y desnudos en las zonas desoladas de
los tremedales, pero que, cuando uno se acercaba a ellos, desaparecan sin ms. En
una ocasin, decan, los nios del pantano haban llegado a entrar en las balsas de
sus campamentos en busca de informacin. Una vez pillaron a uno de esos nios y lo
encerraron, pero al da siguiente, slo encontraron un montn de musgo y
enredaderas.
Al or esas historias, Elena adquiri una expresin preocupada y se rasc el brazo.
Mycelle se dio cuenta de aquel gesto.
Y estas hornacinas? insisti Erril.
Los cienos las construyeron. Esta es una de las rutas comerciales para llegar a las
Tierras Altas.
Erril asinti, aparentemente satisfecho de la explicacin. Por una vez, Elena se
alegr cuando el hombre les orden reiniciar la marcha. Haba tenido suficiente
palabrera por todo el da.
As transcurri la jornada. Al medioda, el sol del verano haba secado la piedra
del camino, y eso les facilit la marcha, pero entonces los rayos del sol caan sin
compasin sobre ellos: al estar expuestos en la cara del acantilado, no haba alivio, ni
sombra, ni corrientes de aire para refrescarse un poco el rostro. Al final de la tarde, se
alegraron con las nieblas procedentes de los pantanos que de vez en cuando cubran
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los caminos bajos. Los rayos intensos del sol por fin eran aplacados y el filo del calor
quedaba algo amortiguado. Sin embargo, la sensacin de alivio pronto se desvaneci.
Mientras prosiguieron el descenso por el camino, la humedad del aire se volvi
opresiva. La ropa se les adhera al cuerpo y el sudor les surcaba el rostro. La niebla
de las profundidades pareca absorber el calor del verano y retenerlo ah abajo. Incluso la respiracin se volvi difcil, no slo a causa del aire hmero sino tambin por
el olor a podredumbre procedente de los pantanos.
Es metano, el gas de los pantanos explic Mycelle al ver que Elena arrugaba la
nariz con asco. Ya te acostumbrars.
Elena arrug la frente y se dijo que posiblemente no lo lograra jams. Durante la
ltima etapa del camino de descenso del Resbaln de la Tierra, respiraba por la boca.
Incluso Fardale pareca molesto con aquel hedor. Le envi una imagen de una
mofeta esparciendo su olor desagradable por el camino. Elena no poda estar ms de
acuerdo.
Cuando alcanzaron el final del acantilado, la tierra se ensanch delante de ellos.
Result un alivio poder separarse finalmente. De hecho, las nieblas daban una
sensacin de agobio, y un poco de espacio libre atenuaba la sensacin de ahogo.
Elena mir alrededor. La luz del atardecer, bloqueada por tanto vapor, pareca ms
un extrao crepsculo de color amarillo que daba a cuanto vea un tono enfermizo.
Delante de ella, la base del acantilado era un amasijo de rocas y tierra. El paisaje
estaba salpicado por unos pocos arbustos descuidados con espinas enormes. Ms
adelante, cubierta por las nieblas, se extenda un muro siniestro de oscuridad, como
una enorme bestia dormida, oculta por la niebla. Unos pjaros extraos cantaban y
unos seres invisibles croaban y chapoteaban. Elena de repente supo lo que haba ah
delante y reconoci la bestia adormecida como lo que era: el pantano.
Detrs de ella, los acantilados enormes del Resbaln de la Tierra desaparecieron
tras la niebla. No haba marcha atrs.
De repente, Fardale empez a gruir de forma grave y gutural. Tras or el aviso del
lobo, Mycelle y Erril desenvainaron las espadas.
De la niebla surgi una figura que pareca desprenderse de la oscuridad mayor
que tenan delante. En cuanto los vapores del pantano se movieron, result claro que
aquella forma oscura era simplemente un hombre. Este, vestido con unas botas
hechas con una piel gris escamosa que le llegaban a la rodilla y pertrechado con una
chaqueta ceida de un extrao material aceitoso, se acerc al grupo. Elena se estremeci. Era un hombre joven con el pelo rapado hasta mostrar una tosca capa
oscura. Los ojos, brillantes sobre la nariz rota, eran algo bizcos. Sin embargo, lo que
realmente le sorprendi y, para decir la verdad, la asust, fue que tena un lado de la
cara completamente cubierto de cicatrices. Careca de una oreja y la parte izquierda
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del labio superior estaba tambin cubierta de cicatrices y se alzaba confirindole una
expresin eternamente desdeosa.
La reaccin de Mycelle fue totalmente opuesta a la de Elena. Envain las espadas y
se apresur a abrazar al hombre.
Jaston! Madre Dulcsima! Qu ests haciendo aqu?
Antes de que l pudiera contestar, la mujer se volvi hacia Elena y Erril con un
brazo alrededor del hombre de las cicatrices.
Este es Jaston, mi anterior gua en el pantano.
Elena recordaba la historia. Era el hombre que haba estado a punto de perder la
vida en el primer intento de Mycelle por cazar a la bruja. Contempl fijamente su
rostro destrozado. Aquella cara pareca advertir del destino que aguardaba a quienes
se aventuraban demasiado en las profundidades de la cinaga.
Mycelle se volvi hacia el hombre.
Qu ests haciendo aqu, Jaston? volvi a preguntar.
El amago de sonrisa produjo un escalofro a Elena. La respuesta del muchacho
tampoco logr disipar sus recelos.
La bruja de los pantanos me ha enviado.
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Para empeorar todava ms las cosas, el efecto de ese letargo era ms acusado si no
coma. La piedra estaba siempre hambrienta de sangre humana y ya haca dos das
que no haba comido un corazn fresco. Sin embargo, el viaje por esas zonas tan
aisladas del sur de Shadowbrook no le daba muchas oportunidades para aplacar
aquella sed voraz. Como castigo, la piel se le endureca a cada parada, en parte como
advertencia de que haba ralentizado la persecucin de la bruja y en parte para
indicarle que no coma.
Torwren se puso de pie con dificultad. Agit las extremidades, dobl las rodillas y
movi los brazos. Lentamente la piedra se deshizo y los movimientos le resultaron
ms sencillos.
Oli el aire. El olor de la bruja provena del este del borde del acantilado. Sigui el
rastro a la vez que perciba el olor fuerte de los caballos, del lobo y de los otros dos
que viajaban con la bruja. Uno ola un poco a veneno, casi como el pantano. El otro
tena un olor que era una mezcla de tierra Standi y hierro forjado. Aquel hedor le
hizo arrugar la nariz: un hierro muy antiguo.
Sacudi la cabeza y prosigui con su persecucin. Al cabo de menos de cinco
kilmetros, el rastro lo condujo hacia un camino que descenda. Se detuvo. Estaba
seguro de que la bruja pretenda seguir el Resbaln de la Tierra hasta alcanzar la
costa. Por qu ahora se introduca en las Tierras Anegadas? Por qu se arriesgaba
entre los animales de largos colmillos y cuerpos deslizantes de los tremedales y
pantanos interminables? Por un instante la duda le atenaz el corazn. Acaso saban
que los segua? Pretendan deshacerse de l entre los miles de olores de las tierras
pantanosas?
Imposible. No podan saber que eran perseguidos.
El enano negro continu siguiendo la pista; cada vez que se detena, luego tena
que forzar sus piernas anquilosadas por un instante. Era preciso comer cuanto antes.
Incluso aquel pensamiento le aceler las piernas por el estrecho camino conforme la
noche caa por completo sobre las Tierras Anegadas que haba abajo.
El cazador de sangre no necesitaba la luz del sol para mover sus piernas de piedra.
Las llamas atroces de los ojos iluminaban su camino. Nada poda impedirle la
persecucin de la bruja.
Todava, en algn lugar escondido de ese armazn de ebonstone, bien envuelto
alrededor de la llama blanca elemental que nutra la magia negra del cazador de
sangre, resonaban unas risotadas. Una parte pequea del antiguo Torwren,
impotente e incapaz de intervenir, espiaba los pensamientos y acciones de aquel ser
creado por el Corazn Oscuro. El seor enano haba intentado crear un grupo de
guardias infames que se doblegara a su propia voluntad; un ejrcito capaz de hacer lo
que Torwren no poda: liberar el Trysil del lugar donde estaba recluido. l se
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Elena estaba sentada con las piernas cruzadas sobre una esterilla roja tejida, en
medio de unos botes encendidos que mantenan a raya los insectos nocturnos,
contemplando la fuente de frutos extraos que tena delante. Erril y Mycelle estaban
sentados a ambos lados de ella, mientras Fardale permaneca un poco ms retirado.
Elena no saba qu pensar de aquel ofrecimiento. Jams haba visto una fruta igual y
no poda ni siquiera imaginar cmo comer algunos de los que tenan la piel rara. Esa
especie de calabaza bulbosa de color verde se pela o simplemente se muerde? Y qu
hacer con aquella fruta en forma de estrella?
Elena mir a su anfitrin. Jaston verta un caldo igualmente extrao en unos
tazones delante de sus invitados. Con la luz de las lmparas, el aspecto de las
cicatrices en el rostro era an peor. Su piel estaba devastada, era una mezcla temible
de piel rosada arrugada surcada por marcas blancas. Elena procur mantener la vista
apartada de l, y Jaston se march en busca de la ltima parte de la comida. Sin
duda, l se haba percatado de la incomodidad que le causaba a ella verlo y se haba
levantado una capucha para ocultar el rostro.
Erril mir fijamente al hombre cuando sali con el ceo ensombrecido. El trayecto
desde el acantilado hasta el hogar de Jaston haba sido muy difcil para Erril. El cieno
no haba querido dar ms detalles sobre su sorprendente afirmacin de que la bruja
de los pantanos lo haba enviado para que los recogiera.
La historia es larga y es mejor que os la cuente despus de cenar haba
respondido l. Luego se volvi para mostrarles el camino.
Slo la insistencia de Mycelle en que Jaston era de fiar, logr convencer por fin a
Erril de la necesidad de seguirlo. Aun as, el hombre de los llanos anduvo todo el
camino con la mano en la empuadura de su espada de plata.
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voz, la nia crey que se trataba de una cancin de cuna, si bien la meloda tena
cierto toque melanclico. La cancin evoc la preocupacin que Elena senta por los
compaeros que haba abandonado en Shadowbrook.
En voz baja, mencion a Erril sus temores:
Crees que los dems habrn encontrado a Meric?
Si el elfo contina con vida, seguro que averiguarn su paradero. Kral es un
excelente rastreador y Tolchuk tiene un olfato muy fino.
Mycelle acarici la rodilla de la nia. Estaba mordisqueando una fruta de piel
gruesa de pulpa roja.
De aqu a una luna, lo sabremos todo. En cuanto hayamos salido de los
pantanos, ir a Port Rawl para buscarlos.
Elena baj el rostro. Dese saber ya lo que haba ocurrido con sus compaeros.
Las planchas de madera se balancearon levemente en cuanto Jaston regres con los
brazos cargados con otra bandeja. Por un instante, el olor a carne asada se llev todas
las preocupaciones de Elena. Jaston se arrodill sobre su propia esterilla y coloc la
bandeja junto a las otras.
Incluso Erril, que haba permanecido en una actitud hosca y cauta con respecto a
Jaston, se enderez un poco.
Qu es esto? pregunt con sus modales habituales.
Jaston sonri y las cicatrices le provocaron un efecto horripilante.
Filete de pitn de pantano.
Los dedos que haban repiqueteado en espera de la comida se detuvieron.
Jaston los mir, perplejo al ver las dudas en los dems.
Es fresco les asegur.
Mycelle fue la primera en extender el brazo y tomar un trozo de aquella pitn
humeante.
Y, si no recuerdo mal, sabes perfectamente el modo de cocinarlo. No muy
picante, con un poco de estragn. El enrojecimiento de Jaston y su sbita
concentracin en servir una raz hervida dejaron a las claras que ese recuerdo tena
un significado especial. Mycelle se volvi hacia los dems con una sonrisa leve.
Probadlo. Est muy bueno. Tiene un sabor parecido a la codorniz.
Erril utiliz el cuchillo para pinchar un pedazo de carne y hacerlo caer en su
propio plato. El hambre oblig a Elena a hacer lo mismo. Observ cmo Erril tomaba
con cautela un bocado y aguard a que l se mostrara satisfecho para probarlo. El
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Me imagino respondi Mycelle que tiene algo que ver con las enredaderas
de tu brazo. Para la bruja, esta magia tiene que ser como una baliza que indica
nuestro avance.
As pues, no hay modo de sorprender a la bruja en su guarida coment Erril
con tono hosco.
Jaston respondi a aquella afirmacin.
Si la bruja no desea que la encuentren, es imposible encontrarla entre los
pantanos, tanto menos sorprenderla.
Erril frunci el entrecejo al reconocer la verdad de esas palabras.
En cualquier caso, eso no tiene mucha importancia afirm Mycelle con tono
resuelto. Me imagino que la bruja no va a ocultarse de nosotros ni querr hacernos
dao durante este viaje. Por alguna razn quiere a Elena y la ha marcado con las
enredaderas para asegurarse de que va a venir.
Y qu hacemos cuando la encontremos? pregunt Erril. Entonces qu?
Nadie respondi. Alrededor, el pantano gema entre croares y gruidos. Al cabo
de unos instantes de silencio, Erril se aclar la garganta.
Si tenemos que marcharnos con el alba, ser mejor que las mujeres descansis
un poco. Jaston y yo nos encargaremos de los preparativos para la salida.
No es necesario afirm Jaston. Tras recibir el mensaje del nio, me prepar
para el viaje, por si acaso. Tengo ya mi barca con prtiga dispuesta para la marcha.
Perfecto dijo Erril ponindose de pie, entonces comprobemos las
provisiones.
Mycelle continuaba sentada en su esterilla.
Erril, no es necesario. Jaston conoce muy bien el pantano. Sabe perfectamente lo
que necesitaremos para este viaje.
Al or esas palabras, las mejillas de Erril se ensombrecieron.
De todos modos, me gustara echar un vistazo. Mir las cicatrices de Jaston:
Incluso un experto en el pantano puede cometer errores.
Ahora fue Jaston quien se enderez, pero se contuvo.
Si el hombre de los llanos quiere ver cmo he equipado mi batea repuso en
tono seco, que sea bienvenido.
Se dispuso a marcharse para mostrarle el camino.
Jaston insisti Mycelle, no hay necesidad de doblegarse ante este... este
bufn.
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Por qu no se marcha?
Mycelle se encogi de hombros.
Me imagino que sus cicatrices tienen algo que ver con ello. Antes era un hombre
muy atractivo. Mycelle se dio cuenta de que la nia dudaba de esa afirmacin.
De verdad, lo era. Seguramente, sus heridas fueron ms all de la piel. Ahora l se
oculta aqu con miedo a partir y miedo a quedarse.
Elena se sorprendi ante aquellas palabras.
Podr conducirnos hasta la bruja? Tal vez un gua con menos problemas nos
ira mejor.
No. La bruja lo ha escogido a l, igual que a ti. Tiene que hacer este viaje. Aun
as, la pregunta de Elena pareca inquietar a Mycelle. Se volvi. Vamos a descansar.
Maana tendremos mucho tiempo para hablar.
Elena no se opuso. Se quit las botas y se meti en su saco. Se tendi sobre la
espalda junto a Mycelle y medit sobre todo lo que haba aprendido ese da. En lo
alto, con la cada de la noche, la niebla se haba levantado y apenas era una capa fina.
La luna y las estrellas se vean como fantasmas desdibujados en el cielo. Al norte, las
estrellas dejaban de verse, interrumpidas por el muro inmenso del Resbaln de la
Tierra. A lo lejos, iluminada por la luz de la luna, la cascada de agua era un ro de
plata desplegado en la cara oscura del acantilado. Elena se pregunt si era el mismo
ro que haban seguido hasta llegar al Resbaln de la Tierra. Mientras observaba en
derredor, el velo de la niebla cambi. De repente, un arco brillante suave de luz
coron las brumas de la cascada.
Mycelle oy el respingo de sorpresa de Elena.
Es un arco iris lunar le explic con tono apagado. Como ya te dije, hay
muchas bellezas ocultas aqu. Tiene una magnificencia interna que ni siquiera los
venenos del pantano pueden ocultar para siempre.
Elena no dijo nada. Saba que las palabras de su ta no se referan nicamente al
arco iris lunar que ahora brillaba.
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Captulo 26
Erril ya estaba levantado cuando los rayos del sol empezaron a teir de rosa los
cielos del este. De hecho, apenas haba dormido. Tras regresar de la barca de Jaston,
se haba arrastrado hacia su saco, satisfecho porque su gua los haba equipado muy
bien. Aun as, el sueo no haba llegado. En su lugar haba permanecido
contemplando las nieblas mientras la luna se pona, a la vez que escuchaba el canto
constante del pantano.
Las preocupaciones le impedan descansar. El viaje que se abra ante ellos era muy
peligroso, y Erril tema haber tomado la decisin equivocada. Por qu haba
aceptado tan fcilmente la afirmacin de Mycelle de que slo aquel pantano poda
curar a Elena? Podra haber llevado a la nia a Aloa Glen y dejar que los hermanos
galenos intentaran eliminar el conjuro. Y ahora, adems, estaba ese hombre cubierto
de cicatrices que haba sido llamado para que los condujera frente a la bruja. Erril
haba estado junto a miles de guerreros antes de ir a una batalla. La vspera de la
contienda amargaba la voluntad y el corazn de los soldados y Erril presenta que en
Jaston haba justamente aquella debilidad. Haba insistido en ver la barca del hombre
no slo para comprobar de nuevo las provisiones sino tambin para examinar ms de
cerca aquel hombre, lejos de Mycelle. Saba que explicarle a la mujer esa
preocupacin no servira de nada, puesto que ella y Jaston compartan una historia
que pareca algo ms que la que pueden tener un rastreador y gua; por ello haba
separado al hombre.
Cuando Erril examin la barca de fondo plano, su preocupacin acerca de Jaston
result fundada. Adems de llenar el barco con mas armas de las que parecan
necesarias, el hombre se volvi un saco de nervios. Cualquier sonido repentino lo
sobresaltaba y cuando Erril le dio un golpe a un lado por descuido, el hombre salt
como si lo hubieran pinchado.
No caba duda de que Jaston era un hombre apocado y no sera un buen gua en
un viaje tan aventurado.
Por ello, tras regresar de la barca, Erril permaneci despierto en su saco,
repasando las decisiones que haba tomado. Poda seguir a ese hombre atemorizado
por los pantanos o irse con Elena por la maana y viajar a caballo por el Resbaln de
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la Tierra hasta la costa. Mientras examinaba las opciones que le quedaban, la luna se
ocult y las estrellas del este empezaron a desaparecer. Por fin sali de su intil saco
y se enfrent a la maana que se acercaba sin haber respondido a ninguna de las
preguntas que se haba estado planteando durante la noche.
Rode con cuidado a sus compaeros dormidos. Fardale, siempre vigilante,
levant la cabeza con los ojos brillantes de la noche, pero Erril le hizo un gesto para
que se quedara quieto y se acerc a la parte oscura de la plataforma. Mientras se
aliviaba la vejiga, alguien se aclar la garganta a sus espaldas, no en un gesto de
amenaza, sino slo para advertir de su presencia. Erril se volvi y vio una pipa
humeante que brillaba en la parte oscura detrs de la vivienda de Jaston.
Slo soy yo dijo el hombre. Erril reconoci la voz del hombre de las cicatrices
. Todava no ha amanecido por completo, hombre de los llanos. Podras haber
dormido un poco ms de tiempo. Te habra despertado con la salida del sol.
Erril termin y se acerc hacia el lugar donde Jaston se encontraba sentado en las
sombras con su pipa. Apoy la mano en la pared; la madera gimi y se lade con el
peso.
Yo tampoco poda dormir respondi Erril con brusquedad.
A juzgar por la ropa y la voz cansada del otro, dudaba que Jaston hubiera
dormido.
El pantano provoca esas cosas. Es una presencia constante. Incluso cuando
cierras los ojos, sigue mostrndose en tu imaginacin con todos sus ruidos.
Un estremecimiento pequeo recorri al hombre.
Erril se desliz por la pared para sentarse junto a Jaston. El hombre le ofreci una
calada de la pipa. Erril la acept y la tom con intensidad. El humo le anid el pecho
como un viejo amigo. Era buen tabaco Standi, una hierba cara, la mejor que haba
probado desde haca mucho tiempo. Al ver el estado de la residencia de Jaston, Erril
supuso que un tabaco de aquella calidad era un gusto raro para aquel hombre de los
pantanos. Le devolvi la pipa y dej salir de mala gana el humo de los pulmones con
un suspiro prolongado y grave.
Una hierba excelente coment.
Un silencio incmodo surgi entre los dos hasta que, por fin, Jaston habl:
S lo que piensas, hombre de los llanos. Antes te he podido leer el rostro. No
creas que soy incapaz de ver cuando un hombre no me valora para nada.
Erril no dijo nada. No poda mentir ni pretender otra cosa. La seguridad de Elena
era demasiado importante para objetar un sentimiento falso.
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a la llamada de la bruja. Se dice que ella es el corazn del pantano. Hace cinco
inviernos que perd mi vida con un veneno. Quiero enfrentarme a esa bruja para que
responda por esto... incluso si eso significa la muerte.
Erril advirti la voluntad decidida en la mirada del hombre y oy la fortaleza de
la voz. Probablemente haba algo del hombre que Jaston haba sido antes. De todos
modos, las palabras valientes no avivan un corazn dbil durante mucho tiempo. Si
tenan que arriesgarse a cruzar los pantanos, necesitaran algn indicio de que ese
hombre no iba a poner en peligro su misin, una prueba ms all de la mera palabra.
Una voz aguda habl por detrs de Erril, sorprendindolo.
Qu hacis?
Erril se volvi y vio a un nio pequeo desnudo, en el borde de la plataforma.
Tena un dedo metido en la nariz.
Tenemos que irnos dijo mientras sacaba el dedo. El sol ya est arriba y hay
un monstruo que viene para comeros a todos.
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Pero antes...
Una anciana se encontraba cerca de una zona de juncos aplastados en la orilla del
pantano. Estaba muy ocupada retirando cajas de cangrejos de la parte poco profunda
del agua. Estaba vuelta de espaldas y l se acerc sigilosamente. Slo en el ltimo
instante la mujer se dio cuenta de que algo ocurra y se volvi rpidamente. Abri los
ojos aterrorizada al ver aquel ser monstruoso y negro, pero antes de que alcanzara
expresar su terror por la boca, uno de los puos de Torwren le agarr la garganta.
Ella lo golpe y le ara su piel dura. El no tena tiempo para andarse con
jueguecitos. Un chasquido puso fin a la batalla. Arrastr el cuerpo de la mujer a la
sombra de un ciprs de ramas bajas.
Tras abrirle el pecho de cuajo, se aliment. Para ser un corazn tan viejo, tena un
gusto especialmente tierno; sin embargo, pens que tal vez su apreciacin era algo
exagerada por el hambre suprema que haba pasado. Devor y luego se relami los
dedos. Vieja o no, aquella comida le calent el corazn y le desentumeci los
miembros. El fuego de su interior qued avivado para el ltimo tramo de la persecucin. Gir el cadver hasta lanzarlo al agua con una pequea salpicadura. As
compartira su recompensa con los habitantes del pantano.
Se puso en pie de nuevo y se limpi las manos en la barriga. Qu bueno era
comer!
De repente, desde lo alto de una rama, una serpiente se abalanz sobre su rostro;
sin embargo, los colmillos venenosos se le rompieron en la piel de piedra del enano.
Tras haber tropezado con alguien ms letal que ella misma, la vbora de colores se
desplom inerte en la orilla fangosa del pantano.
El enano aplast la serpiente contra suelo con los pies al entrar en el pantano.
Incluso en aquellas tierras traicioneras, nada era ms ponzooso que un cazador de
sangre.
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Yo, de ti, si quisiera conservar el brazo, no hara eso le dijo Mycelle. Una de
las primeras reglas que me ense Jaston fue mantener todas las extremidades fuera
de toda agua que no sea transparente.
Erril retir rpidamente el brazo y, de inmediato, la espalda de algo enorme y
escamoso surgi del agua en el lugar donde antes haba tenido el brazo. El animal
volvi a hundirse en el agua, defraudado por haberse quedado sin comida.
Es un krocan coment Jaston. Un ejemplar joven.
Con una mirada de respeto hacia las aguas, Erril se desplom en el banco que
haba detrs de Elena. Se quit la camisa y estruj la manga empapada para quitarle
el agua sucia.
Elena contempl su cuerpo mientras se quitaba la camisa con una mano. Volvi a
sorprenderse ante la perfeccin de la cicatriz que le marcaba el hombro. El arma que
le haba cortado el brazo haba tenido que estar muy afilada. Durante el largo tiempo
que llevaban viajando juntos, l jams le haba contado cmo haba perdido el miembro. Por mucho que aquello la intrigara, clav la mirada en la fina capa de pelo
oscuro y ensortijado que le marcaba el pecho y cruzaba por encima del vientre. Las
mejillas se le encendieron de vergenza al chocar sus ojos con los de Erril.
ste le tendi la camisa.
Tindelo en proa para que se seque le dijo.
Elena tom con indiferencia la prenda mojada y la extendi por la barandilla de
madera junto a Fardale. El lobo olisque la camisa de Erril. Elena se alegr de
encontrar algo que distrajera su atencin.
Pero, de nuevo, tuvo que volver la vista de repente al or el chasquido de un
cachete.
Malditos bichos! Erril se golpe de nuevo el pecho desnudo. Dos gotas de
sangre indicaban en lugar donde haba aplastado a un par de insectos mordedores.
Encended una lmpara sugiri Jaston, de lo contrario pronto nos envolvern
insectos que chupan la sangre. Los enjambres ms fieros se esconden justo detrs del
humo de las lmparas de Drywater.
Mycelle se sirvi de una candela para encender una por una todas las lmparas y
luego encendi la mecha de un pote de cermica que contena cera perfumada. En el
aire se elev un remolino de humo de olor fuerte que record a Elena el producido al
hervir hojas navaja, que se empleaban para calmar dolores. Sinti entonces un
pinchazo en el cuello y se golpe all. Al sacar los dedos encontr una gota de sangre.
Otro insecto invisible la mordi en el brazo. Al poco la barca se llen de gritos
agudos y palmetazos contra la piel. Incluso Fardale aullaba y se rascaba la nariz.
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Slo Jaston pareca inmune mientras avanzaba con la prtiga en las profundidades
del pantano.
He vivido tanto tiempo en Drywater que el humo de sus miles de lmparas no
slo me ha penetrado en la piel sino tambin en la sangre explic. Los insectos
chupadores no se preocupan por picar a un cieno si tienen objetivos frescos.
A Elena le pareci detectar cierto aire divertido en la mirada del hombre.
Con una mueca mat otro bicho. No poda imaginarse cruzar todo el pantano de
ese modo. Sin embargo, al poco tiempo el humo de las lmparas se convirti en una
fina nube alrededor, que desanimaba a todos los insectos y dejaba slo a los ms
insistentes.
Jaston continu navegando con la prtiga lentamente a travs de las aguas
verdosas.
Tambin hay un ungento que se hace con la hierba de las lmparas dijo.
No es muy efectivo pero puede ayudar. En cuanto lleguemos a una de las corrientes
ms rpidas, lo vais a necesitar porque nos desplazaremos ms rpido que el humo.
Elena se reclin en su asiento, aliviada al ver que por el momento la plaga de
picaduras haba amainado. Contempl el pantano alrededor. Drywater haba
desaparecido detrs de una cortina de musgo y ramas de ciprs que acariciaban las
aguas aceitosas. De nuevo la niebla haba bajado con la llegada del sol. La luz se
reflejaba brumosa y amarillenta en el agua hasta que poco despus le hiri la vista.
Cerca, unas ramas se extendan hasta casi rozar la barca, pero Jaston era un excelente
remero y los mantuvo a salvo de las ramas ms bajas por las que, como si fueran
motivos decorativos para las fiestas de Winterfell, colgaban nidos de serpientes
enroscadas en amarillos brillantes y rojos encendidos que se retorcan lentamente
conforme avanzaba la batea. De vez en cuando, pudo ver alguna de esas serpientes
de colores brillantes nadando a golpes de cola por las aguas oscuras.
Jaston se dio cuenta de la atencin con que Elena las miraba.
Son vboras del amor explic. Su mordedura duele como una quemadura
en la piel pero slo te hace sentir mal durante uno o dos das.
Entonces, por qu se llaman del amor?
Porque la mordedura no mata. Para los habitantes del pantano, su mordedura
no es ms que un beso.
Elena se acomod todava ms en el centro de la batea. Mycelle la rode con un
brazo.
No tengas miedo, Elena. No hay que tener miedo a las serpientes. Si no las
molestas, no te hacen nada.
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Pero hay otros animales que no son tan buenos continu Jaston. As que, en
cuanto nos encontremos ms en el interior del pantano, mantn los ojos y los odos
alerta.
Al tomar una curva del canal, un olor agradable llen el aire y apart el olor a
huevos podridos que hasta entonces les haba llenado la nariz. Elena se asombr de
la facilidad con que se haba acostumbrado a ese hedor constante. Los olores de los
narcisos y las lilas fueron como un blsamo para su espritu, un recuerdo de su hogar
en medio de aquellas tierras traicioneras.
La voz de Jaston adquiri un tono lgubre.
Mantened gacha la cabeza.
Mycelle se volvi para mirarlo.
Es una flor de luna?
S, y por el hedor dira que es una muy grande.
Mycelle se puso de cuclillas en la parte baja de la batea y tir de Elena para que
dejara el asiento y se sentara en el piso de la barcaza.
Qudate aqu, dulzura.
Fardale se acerc a ella para protegerla.
Es raro que haya una cazando todava a estas horas de la maana musit
Jaston.
Se deslizaron lentamente por el recodo. Delante de ellos apareci la fuente de
aquel olor tan agradable: una enorme flor de color prpura del tamao de una
ternera pequea sobresala por encima del canal. Tena los ptalos enormes doblados
hacia fuera en actitud de acogida.
El barco tena que pasar por debajo de aquellos ptalos, pero Jaston condujo la
batea lo ms lejos posible. Cuando se acercaron, Elena se dio cuenta del motivo. El
tallo de la enorme flor, grueso como todo el muslo de la nia y enroscado como una
enredadera alrededor de las ramas de un ciprs de gran tamao, estaba cubierto de
cientos de enredaderas con espinas. Sin embargo, aquellas puntas largas y afiladas no
fueron las que le llamaron la atencin, sino los pobres animales que colgaban
empalados en su agarre. Envueltos en aquellas espirales de espinas haba unos pocos
pjaros de plumas blancas y varios animales peludos con colas pobladas. Nada se
mova. Mientras ella contemplaba el espectculo, las enredaderas se arrastraban y se
desenroscaban lentamente, como serpientes que se despertaran con el calor del da.
De todos modos, Elena sospech que no era el calor del sol sino el olor de su sangre
lo que haba despertado a aquella mole.
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Los restos de esqueletos antiguos se soltaron y fueron a caer al agua cuando ese
ser se dispuso a tomar carne fresca. Las enredaderas oscilaron hacia la barcaza, pero
incluso Elena vio que eran demasiado cortas para alcanzarlos. Se relaj un poco.
Entonces, de repente, el tallo de la flor se agit y se tambale por encima de la rama
del ciprs de forma que arrastr la flor y sus enredaderas ms cerca de la batea. A
Elena se le escap un grito pequeo.
Abajo advirti Mycelle a la vez que le empujaba la cabeza con una mano. Aun
as, los lados de la barcaza eran tan bajos que Elena vio cmo la flor que se acercaba
intentaba alcanzarlos. Cientos de enredaderas, algunas ms gruesas que un brazo, se
desplegaron para tocar la embarcacin que cruzaba.
Jaston se sirvi de la prtiga para apartar los dedos extendidos conforme la batea
avanzaba. Cuando las enredaderas tocaban la madera, se enroscaban rpidamente
alrededor, pero la madera lisa y pulida no permita que las espinas se agarraran. Una
enredadera gruesa dej la prtiga e intent enroscarse alrededor del pecho del gua;
pero Erril estaba ah, espada en mano. Su arma de plata lanz un destello y la extremidad de la planta cay al agua, cortada ntidamente con un golpe de filo. Jaston
dio las gracias al hombre de los llanos con un gesto de cabeza. En cuanto hubieron
logrado pasar la ltima de las enredaderas, Jaston quit los restos pegajosos de la flor
de luna de la prtiga y limpi la superficie.
Veneno del sueo explic. No me gustara nada que penetrara en una
herida.
Elena contempl a sus espaldas cmo la flor de luna desapareca por el recodo; las
enredaderas se enroscaban molestas por el fracaso y los ptalos se cerraban para
prepararse para el da siguiente. Con la cada de la noche volvera a florecer y atraera
a cualquier incauto con su olor. Elena se estremeci. Haba algo all que no quisiera
comerla?
Poco despus llegaron a un canal ms ancho; una pequea corriente tom la barca
y la arrastr lnguidamente hacia los tremedales ms profundos. Ahora Jaston
utilizaba la prtiga slo para guiarlos y no para avanzar. Al no tener tanto que hacer,
el hombre se volvi ms parlanchn, si bien Elena pens que lo haca ms para
mantenerse l mismo distrado que para dar compaa. Les mostr plantas que contenan aceites curativos y las frutas que podan matar slo con mordisquearlas. Cont
muchas cosas sobre los krocan, uno de los depredadores ms grandes del pantano,
un carnvoro agresivo y con escamas, que cazaba por las aguas con sus dientes
afilados como cuchillos pero que habitaba en las orillas de barro. Era un animal muy
apreciado por los cazadores. Su piel era excelente y la carne tena un alto contenido
en grasas. Incluso explic las costumbres de apareamiento.
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Cunto tiempo estuvisteis t y Mycelle por aqu la ltima vez que buscasteis a
la bruja?
Siete das dijo en tono sombro bajando la vista. El perodo ms largo que
alguien ha pasado en los pantanos.
Y cunto pantano creis que penetrasteis?
Penetramos durante tres das en el pantano hasta que no nos qued ms
remedio que regresar respondi Mycelle. A pesar de aquella distancia tan difcil
de alcanzar, creo que slo tuvimos un atisbo del corazn negro que oculta. Alcanzar
el centro del pantano puede durar fcilmente el doble de eso.
Erril consider sus palabras con el entrecejo fruncido.
Pero esta vez la bruja quiere que lleguemos dijo Elena mientras se levantaba la
manga y dejaba ver las enredaderas que le cubran el brazo. Me ha grabado en el
cuerpo su llamada. No se ocultar de nosotros.
Mycelle asinti mientras Elena volva a cubrir las enredaderas con la manga.
Es posible musit. Pero quin puede adivinar el pensamiento de alguien
que lleva tanto tiempo viviendo en estos territorios ponzoosos?
Alguno de vosotros sabe cunto tiempo lleva aqu? pregunt Erril.
Jaston respondi:
Los cuentos de la bruja se remontan a varias generaciones atrs. Cientos de aos.
Hay quien dice que desde que se formaron las Tierras Anegadas; otros, en cambio,
dicen que fue la misma bruja quien aneg esta regin hace mucho tiempo.
Elena se enderez en el asiento.
Qu quieres decir con aneg? Acaso no ha sido siempre un pantano?
No dijo Erril en voz baja y dolida mientras miraba aquel territorio ponzooso
. Hubo un tiempo en que form parte de la planicie Standi.
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La noche ya haba cado cuando la batea lleg hasta una pequea isla. Jaston, con
una cuerda en la mano, salt al pequeo embarcadero que sobresala de la orilla
fangosa.
Pasaremos la noche aqu anunci mientras amarraba la barcaza.
En lo alto de una pequea elevacin haba una casucha de piedra. Elena mir con
anhelo aquella construccin. Pareca mucho ms real que su entorno acuoso. Las
piedras apiladas que formaban sus muros tenan que haber sido transportadas hasta
all para construir aquella estructura resistente; en ningn lugar de los pantanos
haba un material de construccin tan slido. Incluso la puerta pareca ser de madera
de carpe, un rbol raro en aquellas tierras.
Erril desembarc despus del gua. Tena la espada en el puo y escudri la isla
por si haba alguna amenaza. Cuando se tranquiliz, hizo una seal para que Elena
saliera. Mycelle la sigui cargando el equipaje. Fardale guardaba la retaguardia.
Jaston avanz el primero y tuvo que apartar a un lado una serpiente que se
interpona en su camino. El animal se escurri entre los juncos. Aun as, Elena
mantuvo la vista clavada en el lugar mientras se acercaba a la casa. Las serpientes
eran seres taimados.
El gua abri la puerta gruesa con un golpe; no haba cerradura. De todos modos,
se dijo Elena, quin iba a robar en ese lugar? Jaston levant una lmpara de mano y
escudri el interior antes de permitir que nadie entrara ah. Alumbr con la luz cada
rincn e incluso las vigas. La inspeccin fue rpida porque no haba ningn mueble.
Aquella habitacin era una celda vaca. Ni siquiera una ventana atravesaba el muro.
Es seguro afirm. Luego permiti que los dems entraran.
Qu es este lugar? pregunt Elena, entrando con cautela.
Fardale pas por delante de ella e hizo su propia inspeccin a fondo en las
esquinas, para la cual se sirvi del olfato.
Es una casa de cazadores explic Jaston, un lugar donde descansar bajo las
piedras, que te protege. En las orillas del pantano hay varias casas como stas y
ninguna est a ms de un da de viaje del Resbaln de la Tierra.
Un da dentro, un da de regreso musit Erril.
Jaston asinti.
Ms all de este punto, los terrenos slo son frecuentados por insensatos.
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haba producido una enorme erupcin volcnica en el norte. Se dijo que el sol haba
desaparecido bajo una capa de holln durante casi una luna entera y que bosques
enteros se haban vuelto de piedra a causa de las cenizas y el calor. Cuando por fin el
humo se extingui, apareci un cono enorme ah donde antes slo haba habido
tierra llana. Era como una ampolla humeante, estril y calcinada, que se extenda por
toda la lnea de la costa.
Qu era?
Fue el nacimiento de Blackhall.
Aquella revelacin fue recibida con gritos ahogados. Blackhall era el lugar de
residencia del Seor de las Tinieblas, una gran montaa que haba sido labrada y
vaciada hasta convertirla en una enorme ciudad subterrnea.
Erril prosigui con su relato.
Cuando las nubes de holln desaparecieron y dejaron de producirse temblores
de tierra, pensamos que lo peor ya haba pasado. Al cabo de un tiempo, se oyeron
rumores de que se haban visto unos seres raros y repugnantes salir de las montaas.
Eran unos seres alados, deformes, horribles y plidos.
Skaltum dijo Elena en un tono apagado.
Erril asinti.
Nuestros jefes investigaron y enviaron soldados exploradores que no regresaron
jams. Cuando nos dimos cuenta de que Alasea haba sido atacada, ya era demasiado
tarde. El Seor de las Tinieblas se haba afianzado con fuerza en su fortaleza
volcnica. Fue por aquella poca cuando su ejrcito Gulgotha lleg en flotas enormes
que se extendan por el horizonte. Primero atacaron Aloa Glen. Durante varias lunas,
los ocanos del Archipilago quedaron teidos de color rojo a causa de la sangre.
Aun as, logramos imponernos. La magia estaba de nuestra parte.
Los ojos del hombre de los llanos se iluminaron al recordar aquella gloria pasada.
Luego, lentamente, el fuego de su mirada fue desapareciendo.
Pero Chi nos abandon. Mientras luchbamos, los magos levantaban la mano
para renovar su poder, pero cuando la retiraban, sta haba desaparecido. Los
ejrcitos de los enanos y los esbirros de Gulgotha llegaron a la costa y empezaron su
marcha hacia la Dentellada ayudados por las bestias del Seor de las Tinieblas y la
magia negra. No pudimos resistir a su poder. Tras diez inviernos de carniceras y baos de sangre, slo Aloa Glen resista contra sus ataques porque dispona de
suficiente magia almacenada para resistir un sitio prolongado. Desde aquel ltimo
bastin, luchamos contra el dominio del Corazn Oscuro sobre nuestra tierra.
Mientras Aloa Glen resistiera, la gente abrigaba esperanzas. Erril se detuvo y mir
el suelo.
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Cerca de ella, Jaston gema en sueos y luchaba contra unos atacantes invisibles.
Por qu se manifestaba una bruja que haba permanecido oculta durante tanto
tiempo asustando y matando a cuantos se acercaban a ella?
En el exterior, el canto de cazadores y presas era un recordatorio constante de los
peligros que se cernan sobre ellos en el camino que les quedaba. Elena se coloc el
borde del saco por encima de la cabeza para amortiguar los gritos agudos y los
graznidos gorjeantes; intent imaginarse que estaba en su hogar, en su propia
habitacin en el campo. No lo consigui. No obstante, al cabo de un rato, el cansancio
por fin hizo mella en la muchacha y el sueo engull todos sus temores.
Durmi profundamente, demasiado cansada incluso para soar hasta que alguien
la tom por el brazo. Ella abri los ojos y profiri un grito de sobresalto.
Shhh... susurr Erril mientras la haca salir del saco.
Elena sali del saco y se puso de pie. No tena ni idea del rato que llevaba
durmiendo, pero presinti que pasaban algunas horas de medianoche, si bien
todava no era de maana.
Erril la hizo colocarse detrs de l mientras se encaraba a la puerta de madera de
carpe. Su ta tena las dos espadas desenvainadas y Jaston apretaba un cuchillo de
desuello muy largo.
Fardale estaba junto a ellos con el pelo del lomo erizado. El silencio del lobo
mientras permaneca mirando la puerta resultaba desconcertante. Ningn sonido
empaaba la noche, ni un croar, ni un aullido, ni un silbido.
Detrs de la puerta, el pantano estaba sumido en un silencio mortal.
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Captulo 27
Una explosin sorda atron a lo lejos por el pantano. Elena no tuvo que volverse
para saber que proceda de la cabaa de piedra que acababan de abandonar.
El nio tena razn susurr Mycelle. Alguien nos acecha.
Elena se agach mientras la extraa barca se desplazaba rpidamente por la
corriente del pantano. Mir fijamente al nio desnudo que se encontraba en la proa
de la embarcacin. Era pelirrojo y tena pecas; era evidente que era uno de los nios
de la bruja de los pantanos. Esta vez no se apart de aquel nio sucio. Si no hubiera
sido por su llegada oportuna, todos habran quedado atrapados en la cabaa de
piedra.
El nio haba golpeado suavemente la puerta poco tiempo antes de que Elena
tuviera que salir del saco donde dorma. Erril haba sacado la cabeza con cautela y
haba descubierto al nio. El jovencito exaltado les susurr que tenan que marcharse
sin siquiera recoger el equipaje.
Dejadlo todo los rega. Los hombres muertos no necesitan sacos de
dormir.
En un primer momento nadie se movi. Por fin, Mycelle dio un suspiro y envain
las dos espadas.
La bruja conoce estas tierras y si dice que huyamos, ser mejor que hagamos
caso de su sirviente.
El nio tom el brazo de la ta de Elena, al parecer aliviado de encontrar un aliado
y tir de ella en direccin a la puerta.
El monstruo se acerca. Rpido!
Erril no estaba tan convencido. Tena todava una mano sobre el hombro de Elena.
Ya en la puerta, el nio dirigi una mirada intensa al hombre de los llanos.
Todo esto se hace para salvar a tu bruja. Si quieres morir, qudate, pero deja que
la nia viva.
Incluso Elena supo que quien hablaba no era simplemente un nio. Era la
mismsima bruja de los pantanos.
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Erril rezong pero finalmente cedi e hizo que Elena saliera rpidamente.
El nio sali por la puerta sin dirigirse al embarcadero.
Por aqu! insisti.
Los condujo a una embarcacin de construccin tosca que estaba escondida entre
los juncos. Era ms pequea que su batea, pero, como no haba provisiones, tena
espacio suficiente para todos. Pareca haber sido fabricada con ramas entretejidas de
algn tipo de enredadera gruesa y estaba recubierta por una capa de musgo amarillo.
Mientras Fardale la olisqueaba, Jaston mir la embarcacin con expresin
dubitativa, se encogi de hombros y finalmente se subi a ella. Los dems siguieron
mientras Jaston buscaba la prtiga para mover el barco. Antes de que la encontrara, la
embarcacin tosca se desliz suavemente de la orilla por su cuenta y se dirigi a las
aguas ms profundas.
Conforme los ecos de la explosin de la canoa dejaban de orse, la pequea barca
aument la velocidad.
Va ms rpido que la corriente observ Jaston con una expresin en la que se
mezclaban el miedo y el asombro.
Como carecan de luz, el pantano se cerni sobre ellos como una cueva oscura.
Incluso las estrellas y la luna estaban tapadas por las nubes y las nieblas de la noche.
Slo un loco atraviesa los tremedales de noche musit Jaston, que estaba cerca
de la popa.
Al or aquellas palabras, el nio lo mir e hizo una mueca de miedo exagerada.
Entonces, ser mejor que me vaya a casa dijo. Luego se lanz por la borda.
Erril fue a extender el brazo para alcanzar al nio, pero se fren mientras sacuda
la cabeza.
Odio que hagan esto dijo por debajo.
Creo que la bruja se cansa coment Mycelle desde el lado de Elena. Crear
uno de esos nios de musgo le exige mucha concentracin y fuerza. Si adems tiene
que mover y conducir el barco, probablemente no puede mantener la figura del nio
por mucho rato. Las capacidades de poder elemental tienen tambin sus lmites.
Deberamos haber sido ms cautos se reprendi Erril. Quin podra haber
credo que el comentario del nio sobre el monstruo iba en serio?
Yo haba notado algo dijo Mycelle. Algo extraamente silencioso, pero
corrompido. No sabra decir qu es, excepto que lo que sea que nos persigue est
imbuido de magia negra.
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Alrededor del grupo, los rboles haban crecido tanto que sus copas se perdan
entre las nubes espesas de la niebla. Los troncos de aquellos gigantes del pantano
tenan un permetro igual al de la cabaa de piedra de la que haban huido, y una
maraa de races inmensas se elevaba de las aguas formando unos arcos retorcidos
por encima del canal. Al pasar por debajo de ellos, descubrieron unos seres de alas
membranosas y garras afiladas que colgaban boca abajo en las races, con las alas
recogidas como tnicas alrededor de sus cuerpos dormidos. Tambin haba paredes
de telaraas, que colgaban de los nudos de las races pesadas, con unas araas del
tamao de un perro pequeo agazapadas en el centro y con los colmillos de los que
goteaba una sustancia de color rojo a su paso.
Elena apart la vista. Aquellas araas le recordaban demasiado el tormento de los
bichos ponzoosos de Virani en primavera y le parecieron un mal augurio. Se volvi
y observ detenidamente el canal del pantano.
Debajo de ellos, las aguas ya no eran verdes sino de un profundo color negro, igual
que un cielo sin estrellas. En aquel canal oscuro, los animales se agitaban y nadaban.
Unos bancos de peces se precipitaron hacia la barca; incluso desde lo alto se les vean
los dientes afilados. Unas estelas amplias mostraban el rastro de otros animales
invisibles, claramente curiosos y atrados por la embarcacin. Durante un instante,
por delante de la embarcacin se alz una enorme aleta blanca que luego desapareci
en el agua.
El gorgoteo de una salpicadura de agua atrajo la atencin de Elena hacia la parte
derecha del barco. Una serpiente pitn de rayas tan gruesa como el pecho de un ogro
se retorci desde su percha en la horqueta de un rbol y se desliz hacia el agua
oscura. Antes de que todo su cuerpo desapareciera en las profundidades, la barca ya
la haba perdido de vista. Sin embargo, haba serpientes por todas partes. Los nidos
de vboras blancas parecan montones de nieve apilada en los bancos de barro,
mientras sus parientes, de colores ms vivos, colgaban en enredos ponzoosos en las
ramas bajas.
Por todos lados, el pantano se retorca y se arrastraba en actitud amenazadora. Sin
embargo, nada se acercaba directamente a la barca ni representaba una amenaza
inmediata.
Nos... nos...estn dejando pasarmusit Jaston.
Es la magia de la bruja coment Mycelle. Seguramente los mantiene
alejados.
Erril habl desde detrs de Elena.
Y qu pasar si esta bruja decide no ser tan agradable tras el encuentro? Cmo
lograremos salir de aqu?
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sido pisoteado. Levant la nariz hacia el cielo y proclam su dolor y su rabia. Su tremendo aullido acall los pantanos en varios kilmetros a la redonda.
En cuanto hubo terminado, volvi junto a su compaera, la acarici y le enrosc la
cola de nuevo y por ltima vez alrededor. Con un tamao tres veces superior a ella, la
sostuvo tiernamente y se la acerc. La abraz hasta que la rabia de su corazn no le
permiti mantenerse quieto por ms tiempo.
Se separ de ella con una sacudida de su cola poderosa que dio contra un rbol
que creca cerca de la orilla y lo parti en dos.
Le oli la boca para confirmar as el olor de quien la haba matado.
Luego se hundi en las aguas.
Su caza letal acababa de empezar.
El sol despert a Elena justo despus del amanecer. Se desenrosc del lado de
Fardale y se estir para saludar a la maana. El lobo se agit al sentir que ella se
mova, pero no se despert. Elena observ al resto del grupo: todos dorman. Era la
nica que estaba despierta. A Jaston se le haba encargado la ltima guardia de la
noche, pero era obvio que no lo haba logrado. Estaba sentado cerca de la popa de la
barcaza con la barbilla apoyada en el pecho. Unos suaves ronquidos surgan de su
cuerpo adormecido.
Elena se desentumeci el cuello y contempl las brumas de la maana que se
extendan alrededor de la embarcacin. No haba nada salvo muros de niebla
arremolinada. Lo primero que se le ocurri fue que la niebla haba ocultado los
rboles y las orillas. Pero cuando logr despejarse por completo del sueo se dio
cuenta de que aquella niebla no era tan densa. Se enderez en el asiento y, con cierto
pnico, mir alrededor.
Aquel movimiento repentino molest a Fardale lo suficiente como para que
levantara la cabeza de entre las patas. Dio un bostezo tan grande que todos sus
dientes relucieron bajo la luz del amanecer. Se puso de pie muy despacio, a la vez que
escrutaba las aguas. Luego olisque el aire. Volvi la vista a Elena. Ella recibi la
siguiente imagen: Un lobo salta desde un risco elevado y se precipita en el aire.
La muchacha adivin lo que quera decir. Sacudi a Mycelle por el hombro y la
despert, asustada. Mycelle se incorpor en actitud de alerta.
Qu ocurre, dulzura? pregunt la ta sobresaltada.
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robustos. El latn estaba verde por el tiempo y unas cuerdas de musgo colgaban de
sus soportes.
Mycelle se dio cuenta de que Elena lo miraba detenidamente.
Los calderos se empleaban para lanzar aceite encendido sobre los atacantes de la
torre. Esta escalera sera una trampa para cualquier ejrcito que quisiera tomar la
torre. Has visto los pequeos orificios que haba en el muro cuando subamos?
Elena asinti. Haba pensado que eran antiguas madrigueras de ratas. Mycelle le
explic su uso real.
Los defensores clavaban unas picas afiladas por esos orificios mientras el
enemigo iba ascendiendo la escalera; los acuchillaban y los apartaban de la escalera
para que tropezaran y murieran.
Elena arrug la nariz y se apart tanto del caldero como de las madrigueras de
ratones mientras Erril intentaba abrir la puerta de hierro. Comprob que estaba muy
bien cerrada.
Y ahora qu? pregunt, mirando a los dems.
Tal vez deberamos llamar sugiri Elena.
Erril la mir como si fuera tonta, pero Mycelle se encogi de hombros y dijo:
Por qu no?
Tras sacudir la cabeza, Erril desenvain la espada y utiliz su empuadura de
plata para dar tres golpes a la puerta. A esa corta distancia, el repiqueteo de la plata
en el hierro haca dao a los odos. La llamada reson incluso en las aguas del lago.
En cuanto el ruido se desvaneci, Erril se volvi hacia los dems.
Alguna otra idea que...?
El chasquido del cerrojo al otro lado de la puerta le impidi hacer ms
comentarios. Todas las miradas se clavaron en la puerta. Con el chirrido tortuoso de
las bisagras oxidadas, la puerta se abri lentamente.
No fue necesario que nadie les ordenara retirarse unos cuantos escalones. Erril se
puso delante de Elena con la espada todava en alto y la punta dirigida hacia la
puerta. A su lado, Fardale grua mientras Mycelle permaneci junto a Elena, con las
dos espadas en la mano.
Desde la puerta, una visin de piernas esbeltas y curvas suaves dio un paso al
frente. La mujer llevaba un vestido blanco de seda bordado con hojas verdes, brotes
amarillos y enredaderas tiernas finamente ensortijadas. Su cabellera, que enmarcaba
un rostro en forma de corazn de labios gruesos y rojos y unos grandes ojos azules, le
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caa hasta la cintura en una cascada de rizos de color caoba. Luca una sonrisa
agradable y acogedora. Sus rasgos no mostraban ni un atisbo de malicia.
Bienvenidos ^dijo con voz suave y tranquila. No pareca ver siquiera la espada
o el cuchillo que le apuntaban; se limit a dar un paso atrs y a sealar la entrada con
una mano que pareca de porcelana. Sed bienvenidos. Mis chicos han preparado
una comida caliente para estos viajeros cansados.
El olor a pan horneado y a miel fluy por la entrada abierta y, desde algn lugar,
les lleg el olor a carne asndose en una hoguera caliente.
Por muy tentadores que fueran los olores, nadie se movi.
Quin eres?
La sonrisa leve se desvaneci y se convirti en una sonrisa abierta.
Pues vaya, la bruja, por supuesto. Por favor, no tengis miedo. No quiero
causaros ningn mal.
Mycelle fue la primera en moverse, si bien la desconfianza se transluci en sus
palabras.
Para ser alguien que no nos quiera mal, embrujar a una pobre criatura con un
nido de ahogo no resulta algo que nos impulse a hacer caso de la sinceridad de tu
corazn.
Las palabras de la mujer parecieron molestar a la mujer. La sonrisa se convirti en
un gesto serio.
Tengo que disculparme por la dureza de mi invitacin. Pero llegar a
Shadowbrook exigi el mximo de mis recursos y era esencial que la bruja viniera
aqu antes de proseguir hasta Aloa Glen.
La mencin de la ciudad sumergida, su destino secreto, impuls a hablar a Erril.
Cmo sabes tanto acerca de nosotros?
Entrad, por favor. Os lo explicar durante la cena.
Aun as nadie se movi.
Libera primero a la nia de tu embrujo dijo Mycelle y luego hablaremos.
La bruja inclin la cabeza e hizo seas a Elena para que se acercara.
Ven aqu, niita. Djame ver las manos.
Elena mir a Mycelle, la cual asinti. Con desconfianza, Elena subi las escaleras
que llevaban al descansillo de la entrada y se quit los guantes. Mycelle y Erril la
siguieron. La ta desenvain una de sus espadas y tom con una mano el hombro de
Elena.
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De nuevo, Elena qued asombrada por aquella figura alta y gil y la cascada de
mechones ensortijados. En su cabeza resonaba la advertencia anterior de Jaston: En
los pantanos y tremedales, la belleza se emplea a menudo para atraer al incauto a su
muerte.
Cuando Elena pas detrs de Mycelle por la puerta de hierro y penetr en la
entrada a la sombra del castillo Drakk, algo ms que el frescor de la piedra le
estremeci la piel. En aquel lugar cerrado, volvi a percibir el olor de la mujer y por
fin reconoci aquella fragancia agradable. Se acord de aquella flor letal de olor tan
agradable y de nuevo se acord de las enredaderas que agarraban a su presa con un
abrazo lleno de espinas.
En silencio, pronunci el origen de aquel olor: flor de luna.
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l confiaba en que ella se mostrara reacia y buscara una excusa, pero, en cambio,
se inclin cerca de una de las velas gruesas de la mesa y volvi su cabellera a un lado.
Se quit los mechones que le caan sobre la oreja derecha y mostr un pequeo
tatuaje de un pual ensangrentado hecho en tinta roja y negra. Desliz una larga ua
pintada sobre la empuadura del arma tatuada siguiendo el dibujo de una enredadera alrededor del arma. Al final de la empuadura haba dibujada una pequea
flor.
Belladona dijo nombrando aquella planta letal. Yo era envenenadora.
Erril no supo disimular el asco que le caus su revelacin y Cassa Dar se dio
cuenta de ello.
El veneno es slo un arma ms dijo, igual que tu espada o la magia de
Elena. Por qu lo juzgas con tanta dureza? Cuesta lo mismo dominar el arte del
envenenamiento que el de manejar la espada. Cunta ortiga matar o dejar
incapacitado a un hombre? Qu venenos matan rpidamente y sin dolor y cules
matan lentamente, como una tortura? Cmo impregnar un arma de forma que el
menor rasguo provoque una herida o mate al instante? Seal con la cabeza la
comida. Cmo preparar venenos que la lengua no note?
Sonri al ver los rostros horrorizados.
No temis dijo. Os dije que no os iba a causar ningn mal y tengo palabra.
Si os quisiera muertos, podra haberlo hecho de miles de maneras. As pues, Erril, si
ya has comprobado la verdad de lo que digo, tal vez podamos pasar a hablar de
temas ms importantes.
Erril no se dej intimidar.
Una pregunta ms: qu ocurri con los dems miembros de ese repugnante
grupo tuyo?
Repugnante? Parece que ests lleno de prejuicios, hombre de los llanos.
Permteme que te informe de que el seor de este castillo tena un alma tan noble
como la tuya. Se preocupaba por los nios abandonados de Alasea y de otras tierras
ms alejadas y pag muy alto el precio por ese honor. Nos aliment, nos dio de
comer, nos cur las heridas y nos ense a sobrevivir y, al final, dio su vida para
liberar a los supervivientes mientras las aguas suban para engullir el castillo. As que
no voy a permitirte que desdees su buena obra.
Buena obra?dijo Erril. Cre asesinos.
Y qu ensean vuestras academias de espada? Acaso os ensean a utilizar una
espada para tejer chaquetas? La muerte es la muerte, y el arte de robar la vida no es
ms noble si se hace con una espada que con un polvo mezclado en la bebida.
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Pero qu me dices de los rumores que decan que los nios ms dbiles eran
utilizados para el entrenamiento?
Slo eran eso, hombre de los llanos, rumores. Aqu, en la biblioteca he ledo
historias del grupo de los asesinos que se remontan a los tiempos de la fundacin del
castillo Drakk. Servimos a sus seores con la misma justicia y lealtad que cualquier
caballero. Los asesinos de aqu estaban vinculados por juramento a los miembros del
consejo. ste valoraba si un encargo era justo o no antes de hacerlo. No matbamos
por el antojo de algn seoritingo descarriado que necesitaba eliminar de su camino
a una persona inconveniente para l.
Erril dio un bufido.
As que apualabais a la gente por la noche, pero lo hacais con nobleza?
Algunas cuestiones se solucionan mejor en silencio. En ocasiones, un batalln de
espadachines a caballo no es el mejor modo de resolver un asunto. A veces, un
cuchillo bien colocado o un veneno oculto basta para eliminar un problema de un
modo tranquilo. Cassa Dar seal a Mycelle con la cabeza. A veces, un veneno
en frascos pequeos evita muchos peligros futuros.
Mycelle abri los ojos con sorpresa.
Sabes a qu me dedico?
La bruja de los pantanos hizo un gesto a uno de sus chicos para que se acercara y
le puso una mano en el hombro.
Estos son mis hijos, unos seres hechos de musgo e ilusin. Son mis ojos y mis
odos en el pantano y en los alrededores. Hay pocas cosas que yo desconozca de lo
que ocurre en mis tierras, la ciudad de Shadowbrook incluida. Cuando la bruja lleg,
yo observ y escuch y sospech que en su magia haba una oportunidad de
salvacin.
De salvacin frente a qu? pregunt Mycelle.
Ella levant una mano.
Todo a su tiempo. Lo que ahora puedo deciros es que los dems compaeros de
Shadowbrook lograron escapar a la destruccin de la Fortaleza y que se encuentran
ya en una barcaza que los conduce hacia la costa.
Elena se puso derecha en su asiento.
Encontraron a Meric?
El elfo? S. Est herido, pero vive. Me temo que no puedo darte ms detalles al
respecto. Llegar tan lejos exige todas mis fuerzas. Pero s puedo deciros algo ms:
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cuando derribaron la Fortaleza algo se escap, algo que desde entonces os ha venido
siguiendo.
Esa cosa que intent atacarnos en la cabaa? pregunt Jaston.
Ella asinti.
No he sido capaz de verla bien. Es algo oscuro y repugnante. Su magia negra no
me deja verlo con claridad. Tras haber sido burlado en la cabaa se ha vuelto ms
cauteloso y se mantiene oculto bajo las aguas. Lo he perdido en algn punto de los
pantanos profundos. Sin embargo, pocas cosas ocurren en esa zona sin que yo lo
sepa.
La historia hizo que Erril sintiera ms respeto por la bruja. Con los siglos haba
perfeccionado su don de magia elemental hasta convertirla en una herramienta
fabulosa. Sin embargo, se pregunt si podra confiar en ella. Dese que Kral estuviera
all para saber si la mujer deca la verdad.
Y, dinos, por qu nos has ayudado?
Para ofrecer un trato a vuestra bruja.
Y en qu consiste? pregunt Erril.
La librar de su hechizo independientemente de lo que decida, pero tambin
puedo ofrecerle una herramienta que resultar de gran valor en su lucha contra el
Corazn Oscuro. Todo lo que pido a cambio es una pequea promesa.
Erril frunci el entrecejo.
Qu promesa es sa?
Que cuando hayas terminado de usarla, la devuelvas a las tierras de donde
procede y la coloques en el lugar que le corresponde.
Dnde est eso? pregunt Elena en tono sumiso.
Cassa Dar se levant de la mesa. Y mir con tristeza a Elena.
Antes de que lleguemos a un acuerdo, estoy obligada a eliminar todas las cosas
que slo son ilusorias. La bruja, que estaba de pie, extendi los brazos y con un
leve estremecimiento del cuerpo, como si se colocara bien un vestido que le quedara
grande, todas las ilusiones se desvanecieron alrededor. Enredaderas y montones de
musgo desaparecieron de su cuerpo hasta revelar su forma real.
Ante ellos apareci la figura encorvada de un ser deforme, con forma de sapo y de
piel plida. Tena la espalda inclinada por el paso de los aos y los pechos le caan
como melones podridos. Mientras se apartaba de la luz, vieron que el rostro era ms
arrugas que rasgos. Slo sus ojos del color del bano brillaban con la inteligencia y la
sagacidad de la que conocan como Cassa Dar.
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Erril conoca con exactitud lo que estaba viendo. Haba luchado contra seres as en
los campos de batalla con la llegada del Seor de las Tinieblas.
Eres una enana!
Elena observ cmo Fardale y Jaston se apartaban de un salto de la bruja que
acababa de tomar forma. El lobo gru y se fue al otro lado de la mesa. Al poco
tiempo, todo el grupo se haba arremolinado en la parte ms opuesta de la sala. La
slida mesa de madera de roble qued en medio de ellos y la enana.
Soy una enana admiti Cassa Dar, manteniendo el rostro oculto en las
sombras. Comparado con el tono dulce que haba empleado hasta el momento, ahora
su voz sonaba a gravilla. Pero, igual que antes has menospreciado a los asesinos,
ahora juzgas mal a mi gente.
La juzgo mal? espet Erril. Tena ya la espada de plata en la mano. Fueron
vuestros ejrcitos los que asolaron nuestras tierras.
Ella baj la cabeza. Pareca que le pesara demasiado.
Lo s. Sin embargo, antes de que eches la culpa a nadie, escucha mi historia. Yo...
No tenemos tiempo para escuchar esas historias tuyas repugnantes afirm
Erril con un tono encendido. Las mejillas se le haban oscurecido y tenan ya un tinte
muy rojo. Elena jams lo haba visto tan enojado. Tu gente y los otros soldados
repugnantes nos degollasteis. Vi cmo un primo mo era convertido en andrajos por
unas bestias atadas a seores enanos. Se rean al orlo gritar. Y t ahora me pides
que oiga tus cuentos? La voz de Erril haba adquirido un tono muy agudo.
Maldita sea tu gente para siempre!
Elena observ el modo en que sus palabras heran a la bruja; la espalda pareca
hundirse ante el ataque. Por fin, levant el rostro hacia l; en la cara le corran arroyos
de lgrimas.
Por si esto te ha de servir de algo, hombre de los llanos, quiero que sepas que ya
recibimos una maldicin. El dolor se poda entrever en su voz gastada.
Estbamos ya malditos antes incluso de que pusiramos un pie en vuestras tierras.
Antes de que Erril pudiera dar rienda suelta a ms furia, Elena apoy una mano
en su brazo. El baj la vista para mirarla con los ojos encendidos por la ira. La nia
tuvo que apretar las rodillas para que aquella mirada no la hiciera retroceder.
Quiero or su historia dijo en voz baja.
El hizo un ademn de no estar de acuerdo.
Ella le apret el brazo.
No. Quiero or todo lo que tiene que decir.
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Erril apart el brazo y slo fue capaz de asentir, temeroso de que decir algo lo
hiciera perder el control.
Elena, contenta de que l hubiera logrado contener la lengua, se volvi hacia la
enana.
Escuchar lo que tienes que decir.
La mujer asinti y no dijo nada mientras ordenaba su pensamiento y volva a
recuperar su compostura. Cuando por fin habl, lo hizo con voz apagada.
Nosotros vivamos en paz en las montaas del sur de Gulgotha. Vendamos las
mercancas que forjbamos a los asentamientos humanos que se encontraban al norte
de Gulgotha e incluso, en ocasiones, allende el mar, a tierras cercanas. As es como
yo recuerdo a mi gente y a mi pas. Todava me acuerdo cmo corra por los tneles
mientras jugaba con mis hermanos a quitar y buscar. Recuerdo las regainas de las
madres y el orgullo de los padres. Todava puedo or el golpeteo de los martillos en
los yunques, que resonaban por los valles y veo an en mi recuerdo las llamas de un
centenar de forjas que brillaban como estrellas en las montaas. Durante unos
instantes se qued sumida en sus recuerdos. Cuando volvi a hablar, su voz se haba
endurecido.
Pero entonces todo cambi. Un grupo de mineros descubri una vena de mineral
precioso debajo de la montaa. Jams haban visto un mineral como aqul: era ms
oscuro que el tnel ms negro y se resista a todas las herramientas. Sin embargo, no
se dejaron intimidar por ello y, decididos a minar aquella veta, utilizaron el martillo
ms fuerte del reino para sacar la piedra. Se sirvieron del Trysil, el Martillo del
Trueno. Se deca que su hierro, forjado con magia, era capaz de romper cualquier
piedra. Y aquel dicho result ser cierto. La piedra se logr minar y sus descubridores
le dieron el nombre de ebonstone. Al principio se preserv como un tesoro; todo
seor enano deseaba de fabricar una pieza para mostrar as su habilidad para
moldear el nuevo mineral. As se crearon cuencos, copas, bandejas, espadas e incluso
estatuas con ese material.
Pero entonces ocurri una cosa. La piedra empez a doblegar y a atar a nuestra
gente de un modo incomprensible e incluso las tierras empezaron a enfermar y a
estropearse. Los volcanes crecieron y el suelo temblaba constantemente. Los gases y
la ceniza ensuciaban el cielo. Unos seres temibles, los mulgothra y los skaltum
empezaron a salir de fosas que haba debajo de las montaas. De algn lugar, el
Seor de las Tinieblas surgi entre nuestra gente, como si hubiera venido de las
entraas de la tierra. Algunos decan que el Corazn Oscuro era un enano que haba
sucumbido a la magia negra de la piedra, mientras que otros afirmaban que proceda
de la propia piedra, que los mineros lo haban sacado de su sepultura de ebonstone.
Nadie saba nada seguro, pero todos eran conscientes de que la corrupcin se estaba
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abriendo paso entre nuestras gentes. Algunos intentaron luchar contra ello, mientras
que otros huyeron. Mis padres me vendieron a los asesinos, no por la plata de la
venta sino para apartarme de esas tierras. Me enviaron fuera de all, a Alasea, antes
de que el dominio del Corazn Oscuro fuera completo.
Cassa Dar mir a Erril. Luego continu.
Tambin yo fui testigo del resultado de la dominacin del Corazn Oscuro en mi
gente. Fue un ejrcito de enanos el que lleg al castillo Drakk y degoll a los maestros
y amigos que yo tena aqu. Vinieron acompaados de bestias y monstruos y sitiaron
nuestro bastin. Pude ver la muerte en sus ojos y supe que eran esclavos del
ebonstone y de su amo. Intentamos conseguir la ayuda de las villas cercanas, pero
nuestros mensajeros fueron insultados y vilipendiados. sa era la nobleza de
vuestros seores Standi! Ahora era la bruja la que estaba enojada. Mir con fiereza
a Erril.
Pero pagaron un precio muy alto por su mezquindad. Un guarda negro vino a
nuestro castillo, el ms feroz de todos los guardias infames. Mientras los guardias
infames estaban obligados a sus talismanes de ebonstone, los guardas negros en
cambio estaban fusionados a la piedra. Su propia piel estaba hecha de ebonstone y
era impenetrable. Atacamos a aquella bestia repugnante con todas las armas y la
magia que haba en el arsenal de castillo, pero nada pudo atravesar su piel de piedra.
Lo que se nos vino encima fue una tormenta imparable que acab con todos nosotros.
Mientras huamos hacia lo alto de la torre, l se dirigi hacia la parte ms baja de
nuestra academia. Slo a m se me ocurri lo que realmente se haba propuesto. Slo
yo entend qu arma llevaba en su puo negro. Haba venido al castillo Drakk con el
Trysil.
Por qu? pregunt Elena al ver que la bruja detena el relato. Por qu vino
aqu?
Cassa Dar se limpi las gotas de sudor que le perlaban la frente, como si estuviera
reviviendo los hechos que narraba.
Llevis un mapa?
Erril asinti con un gesto de extraeza.
Cassa Dar hizo un gesto a sus muchachos para que hicieran sitio en la mesa. Sus
sirvientes, como siempre, fueron rpidos.
Extindelo orden a Erril.
l despleg el mapa y alis el pergamino con la mano. En su mirada poda
advertirse que su inters por la historia iba en aumento: aquella era la historia de sus
propias tierras. Una gran curiosidad haba aplacado su ira anterior.
La bruja se inclin sobre el mapa.
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En el mundo hay unos puntos en los que la magia central de la tierra asciende
cerca de la superficie, unos emplazamientos en los que pueden encontrarse estas
energas. Pas un dedo torcido por el mapa de Erril. Si sigues el acantilado del
norte y del sur del Resbaln de la Tierra hasta donde se encuentran en el oeste, ves
adonde apuntan los dos acantilados?
La Dentellada? pregunt Erril, que no saba muy bien qu quera or la
mujer.
Cassa Dar dio un bufido de exasperacin, como se hace con un nio que dice
tonteras.
Sin embargo, Elena se acerc ms al mapa.
Apunta al Colmillo Sur dijo.
La mujer volvi los ojos hacia Elena.
Exacto, mi nia. Efectivamente.
Pos una ua amarillenta y quebradiza en el mapa.
El Colmillo Sur es uno de esos lugares de magia profunda de la tierra, igual que
el Comillo Norte. No te has preguntado jams por qu los antiguos magos colocaron
su academia a la sombra del Colmillo Norte?
Elena record lo que su to le haba dicho al recibir su amuleto en la cmara oculta
bajo la granja.
Mi to Bol deca que los magos escogieron Winters Eyrie debido a las excelentes
energas elementales de la zona.
Y, por ese motivo, los fundadores del castillo Drakk escogieron este lugar. Como
aguas del deshielo procedentes de otros picos, desde estos dos Comillos brota una
magia potente que forma canales y ros de energa que atraviesan nuestras tierras.
Justo debajo de los stanos del castillo Drakk fluye uno de esos ros, que abastece
toda esta regin en su camino hasta el Archipilago.
Y eso qu tiene que ver con el hundimiento de estas tierras?
A eso iba. Veris, al principio tambin me cost entender qu pretenda aquel
guardia negro merodeando por stanos con el objeto ms preciado por nuestras
gentes en su mano repugnante. As pues, segu a ese monstruo. No me dio ninguna
importancia porque me crey un miembro de su ejrcito de enanos. Sigui hurgando
en las cuevas y en los stanos, en lugares que no creo que ni siquiera los fundadores
supieran de su existencia. Pero aquel guarda negro se mova de forma certera, como
si siguiera la pista de alguna presa. Por fin lleg a una cueva enorme, ms grande que
un saln de baile. El suelo estaba atravesado por una gruesa vena de plata pura.
Levant la vista del mapa.
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Sin embargo, incluso yo era capaz de darme cuenta de que aquello era ms que
un metal precioso. La magia contenida en la veta haca estremecer todos los poderes
elementales de mi sangre. Aunque mi entrenamiento en la magia entonces era muy
bsico, tuve la certeza de que aqulla era una fuente de energa pura. Antes de que yo
pudiera reaccionar, el guardia negro avanz con paso majestuoso hasta aquella veta y
la golpe con el Trysil. El martillo rompi la veta de plata y todo el mundo se
estremeci. La caverna se cubri de magia mientras el canal se reventaba. Me ba en
magia pura y qued totalmente llena de energas muy poderosas. Cuando aquel
temblor de tierra ces, yo sent mi magia. Cmo no iba a hacerlo, si estaba en todas
partes? Las enredaderas y el musgo se doblaban a mi voluntad, brotaron de la tierra
y atacaron al guarda negro. Saba que lo que aquel ser haca era un acto abominable
para la tierra y tena que detenerlo. As que me lanc sobre l; sin embargo, su piel de
piedra era inmune a mi magia. Las enredaderas no pueden ahogar la piedra. As que
el guarda negro, impasible, volvi a levantar el martillo y golpe la veta de plata. Se
produjeron unos terremotos incluso mayores que el primero. Juro que o que la
mismsima tierra se parta con aquel segundo golpe. Entonces me di cuenta de que si
el martillo volva a golpear, la veta resultara totalmente destruida y estas tierras
quedaran perdidas para siempre. As que volv a atacar. Cuando me precipit contra
el guarda negro, las enredaderas descubrieron unos resquicios minsculos en la piel
de piedra; su armadura de ebonestone estaba levemente rota a causa de las
reverberaciones de sus golpes con el Trysil. Lanc la ms pequea de mis
enredaderas y musgos por estos resquicios para poder atacar al enano por el interior.
Tir de l y lo romp por el interior. Cuando, ya moribundo, cay al suelo, el Trysil le
cay de los dedos inertes y le dio en la cabeza. El martillo parti el casco de piedra
del guarda negro y mostr el interior del enano. Ya con la muerte prxima, haba
quedado libre por fin de su sometimiento al Seor de las Tinieblas. Se volvi hacia m
y en su mirada vi que se daba cuenta de todos los horrores que haba cometido.
Cassa Dar abri los ojos y call durante un instante.
Entonces reconoc al enano. Abri los ojos y mir fijamente a Erril, temiendo
que l no la creyera. Era mi propio hermano, aquel con el que jugaba a quitar y
buscar en los tneles del hogar de nuestra infancia. Cuando las aguas crecieron,
fueron sus gracias moribundas lo ltimo que le o decir mientras las enredaderas lo
ahogaban. Estaba terriblemente afectada, as que no pens en llevarme el Trysil. Me
limit a salir corriendo.
Cassa Dar, exhausta por aquel relato, se desplom en su asiento.
El martillo todava est ah, bajo las races del castillo Drakk, esperando a su
prximo amo.
Y el Seor de las Tinieblas nunca ha intentado recuperarlo? pregunt Elena.
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No. Utiliz el Trysil y luego lo dej de lado. Igual que con mi gente. La mujer
mir a Elena. Estoy segura de que tu magia puede hacer emerger el Trysil de su
sepultura marina. Yo te mostrar el modo de hacerlo slo si antes me prometes una
cosa.
Devolvrselo a tu tierra dijo Elena, al recordar la exigencia anterior de la bruja.
Esta asinti.
Utiliza su poder para romper el poder del ebonstone del Corazn Oscuro.
Vngate en nombre de mi gente y luego devulvelo a Gulgotha. La leyenda dice que
nuestro pueblo sobrevivir si el Trysil es devuelto a nuestras tierras. Devulvelo y yo
rezar para que la leyenda se vuelva real.
Elena sinti el dolor que embargaba a la mujer.
Pero por qu no lo devuelves t?
Cassa Dar baj el rostro.
Me gustara poder hacerlo. Pero cuando la veta de plata se rompi y utilic mi
magia para atacar al guardia negro, las magias se mezclaron y una parte de mi
espritu qued enterrado en la propia tierra. As es como he logrado vivir tanto
tiempo. Mir a Elena con una sonrisa cansada. Ya no soy totalmente una enana;
tambin formo parte de esta tierra, del pantano. No puedo irme de aqu.
La mirada de pesar de Elena provoc una pequea sonrisa en la mujer.
No te compadezcas de m, chiquilla dijo. Adoro estas tierras. Cuando digo
que estas piezas de musgo son mis hijos, no miento. Toda esta tierra nace de m
misma y yo lo quiero todo. Es mi hogar. Y, aunque a veces me siento algo sola, estoy
satisfecha.
Al finalizar el relato, el silencio se apoder de la sala. Nadie saba qu decir.
Finalmente Elena habl.
Intentar hacer lo que me pides dijo. Si tengo la ocasin, devolver el Trysil
a tu tierra. Pero... Levant la mano cubierta de musgo... no puedo hacerlo de esta
manera. Vas a librarme de este hechizo?
Cassa Dar se apart de la mesa y se puso de nuevo de pie.
No respondi ante el asombro de los dems. Lo hars t misma. Al fin y al
cabo, siempre has tenido en tus manos el poder para hacerlo desaparecer.
Elena abri los ojos con sorpresa.
Pero si yo activo mi magia, las enredaderas crecern.
Ven dijo la bruja de los pantanos. Te mostrar cmo hacerlo.
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Cassa Dar los condujo por una escalera en espiral hacia lo alto de la torre del
castillo. Cuando Elena sali al aire de la noche, se sorprendi al ver lo despejado que
estaba el cielo por encima del castillo. Las estrellas brillaban con fuerza y la media
luna reluca en el cielo de las primeras horas de la noche. Alrededor del castillo se
extenda un mar de nieblas de pantano, pero la torre en s se elevaba ms alto que las
nubes, clavando sus almenas hasta el interior de aquel cielo nocturno y despejado.
Elena respir profundamente. Libre de los gases del pantano, el aire ola muy bien.
Aqu apesta dijo Jaston con una mueca de disgusto.
Lo nico que te pasa es que jams has olido el aire normal le dijo Mycelle con
una palmadita en el hombro.
Cuando todos los dems terminaron de mirar aquellas vistas magnficas, Cassa
Dar se acerc a Elena, balancendose sobre sus piernas.
Cuando llegaste y te mir las manos le pregunt, qu te dije?
Elena record las palabras que la bruja haba pronunciado en voz muy baja.
Que yo no conoca la mitad del poder que albergo.
La bruja asinti y se arrodill a su lado.
Y as es. Tom las dos manos de Elena. Por qu utilizas slo la mano
derecha para hacer magia?
Elena arrug la frente.
Qu quieres...?
Erril intervino.
Porque un mago slo puede soportar el poder de Chi en una mano.
Cassa Dar lo mir.
Aqu no estamos hablando de Chi, verdad? Ante mi no hay un hombre mago.
Tras la llegada de Elena a Shadowbrook, investigu en libros antiguos y en
pergaminos de la biblioteca del castillo. Algunos escribas decan que Sisakofa tena
las dos formas de magia: el fuego de la bruja del sol y el fuego fro de la luna.
Eso ya lo sabemos repuso Erril. Elena ha experimentado ambas. Si renueva
el poder bajo la luz del sol, tiene el poder del fuego, y si lo hace con la luz de la luna,
tiene el poder del hielo. Eso ya lo sabamos.
S, pero sabas que Sisaofa tena ambos a la vez? Cassa Dar pareca disfrutar
mucho con sus expresiones atnitas. En un texto antiguo deca, literalmente,
Como dos caras de una misma moneda, la Bruja del Espritu y la Piedra disfrutaba
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Captulo 28
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avance por las profundidades del lago. Ahora saba hacia adonde se encaminaba.
Esta vez permanecera oculto en las aguas profundas. As ella no notara su presencia
ni volvera a escaparse.
Mientras avanzaba, algo enorme le pas muy cerca, si bien su forma qued oculta
por la oscuridad de las aguas. Su presencia slo se revel por un breve cambio en las
sombras y el reflejo de un ojo. Luego desapareci.
El sigui sin sentir ningn temor.
Las aguas se volvieron tan profundas que incluso su piel de piedra not la presin
de la profundidad y la oscuridad result completa. No volvi a ver el castillo
sumergido hasta que de repente ste se levant imponente frente a l.
Pronto surgieron de la oscuridad las plantas bajas del castillo cuya torre sobresala
en la superficie del lago. Los primeros pisos estaban medio sumergidos en lgamo y
barro. Unas piedras derrumbadas indicaban el lugar donde antiguos arietes haban
derruido las murallas exteriores. Pas por encima de los escombros apilados y
desmoronados y entr en el patio interior. Delante de l unas puertas enormes estaban abiertas al lago y destruidas por antiguas hachas y picas. Las ventanas rotas
todava mostraban trozos rotos de vidrio, que les daban la apariencia de bocas con
colmillos de los depredadores acuticos.
Torwren entr en las plantas inferiores del castillo sumergido. En el suelo haba
muebles y huesos humanos, que se desmoronaban en el lodo blando al ser pisados.
Unas capas gruesas de algas cubran candelabros de pared, y otras crecan entre los
ladrillos del suelo. En lo alto, una lmpara de araa situada en la gran entrada estaba
cubierta por cortinas de musgo grueso y negro, que se extendan hacia l como dedos
inertes.
El prosigui en direccin hacia la escalera, mientras unos cangrejos se escabulleron
rpidamente y una langosta se escondi a toda prisa detrs de un jarro de porcelana.
Unos bancos de peces se marcharon a toda prisa ante aquella intrusin del hombre
en su hogar. Otro de aquellos seres con tentculos le lanz una nube verde de tinte y
desapareci a su paso.
Torwren, impasible, se detuvo al pie de la gran escalera, cuyos escalones de
mrmol ahora estaban cubiertos de algas. Su intencin era subir la escalera y
ascender, pero en su interior sinti una conmocin, algo que en lugar de hacerle ir
hacia arriba, lo impulsaba a bajar. Por un instante, se imagin que tal vez hubiera un
tesoro aguardndolo en los stanos del castillo.
Con el entrecejo fruncido sacudi la cabeza ante aquella ocurrencia absurda y dej
a un lado ese deseo incontrolado, desoyendo un pequeo grito en su interior. Su
camino estaba arriba, no abajo.
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Elena baj las manos. En el suelo, frente a ella, tena los restos de las enredaderas.
A pesar de que debera sentirse contenta por haber logrado desembarazarse de ellas,
el coste era muy alto. Se mir la mano izquierda. Unos remolinos de color rub oscuro
se mecan en remolinos por la piel.
Levant la vista y vio que Erril tambin tena clavados los ojos en su mano
izquierda. El hombre de los llanos, de carcter flemtico por lo general, tena pintada
en el rostro una expresin de horror. Elena se acord que l evitaba siempre que le
tocara con la mano derecha cuando estaba marcada con la seal. Ahora, con las dos
manos baadas en esa magia funesta, sinti que entre ella y el hombre de los llanos
se alzaba una barrera. Mientras su mano izquierda haba sido normal, ella haba
podido tocar el mundo como una persona normal.
Al ver el rostro admirado de Erril, tuvo la certeza de que una parte de ella haba
muerto con el nido del ahogo. Igual que Cassa Dar se haba desprendido de su
aspecto externo y haba mostrado la enana que era en realidad, Elena estaba forzada
a despojarse tambin de todas sus ilusiones.
No era una mujer sin ms. Era una bruja.
Con lgrimas en los ojos cay de rodillas en lo alto de la torre.
Mycelle se coloc a su lado y la tom en brazos, arrodillndose junto a ella.
Vamos, muchacha le susurr, eres suficientemente fuerte para manejar todo
esto, tienes la inteligencia de tu madre y la tenacidad de tu ta Fila.
Pero... tengo miedo solloz. No se atreva a mirar a su ta a los ojos.
Mycelle apart y limpi las lgrimas de las mejillas de Elena. Luego le levant las
manos sin mostrar ningn temor por aquel color rojizo de la carne.
No son nada malo dijo. Son tus alas. Igual que un polluelo se tambalea en el
borde de su nido y tiene miedo a volar, t vencers tus miedos y aprenders a
remontar el vuelo.
Apret las manos de Elena entre las suyas y se inclin cerca del rostro de la nia,
mirndola fijamente.
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No me gusta esto. Tal vez lo mejor sea que veamos cmo obtener el Trysil y que
luego os marchis. Venid dijo mirando hacia atrs de nuevo antes de volver a
conducirlos por la escalera de la torre. Tenemos que descender hasta donde el lago
se ha apoderado del castillo.
Los condujo de nuevo hacia las cocinas, donde las sobras de la cena ya haban sido
retiradas por los sirvientes. Atraves la sala y luego penetr hacia las profundidades
del interior de la gran torre. Al final de una sala curva llegaron a una gran escalera
que descenda en espiral hacia el corazn del castillo. Unas antorchas recientes
oscilaban en candelabros de bronce, sealando el camino hacia abajo.
Seguidme por aqu dijo Cassa Dar. Es una pendiente prolongada, pero va
hacia abajo.
Al bajar la escalera, Erril se puso junto a Elena. Con su cautela habitual, tena la
mano fuertemente agarrada a la empuadura de su espada envainada.
No tienes que hacer esto, Elena dijo. Ahora que ya ests libre de la
maldicin de la bruja, podemos partir hacia la costa de madrugada.
No. Este Trysil puede ser un arma muy poderosa contra la magia negra del
Seor de las Tinieblas. Es de tontos no aprovechar una herramienta as. Levant la
vista hacia Erril. Adems, he dado mi palabra.
El asinti, como si ella hubiera superado una especie de examen. Por un instante,
ella se sinti muy ofendida ante aquella actitud. El trayecto continu en silencio.
Mycelle y Jaston iban delante de ellos mientras conversaban con Cassa Dar en voz
baja. Fardale andaba en silencio detrs, convertido casi en una sombra oscura de la
escalera. A mitad de camino se toparon con uno de los nios del pantano, que los
esperaba con refrescos y una bandeja de queso. Descansaron durante un rato.
En el transcurso de aquella pausa, Mycelle subi hacia el lugar de la escalera
donde Erril y Elena estaban sentados.
He estado hablando con Cassadijo, colocndose a su lado.
Acaso ha tenido ms presentimientos extraos? pregunt Elena mientras la
preocupacin empezaba a hacer mella en su actitud decidida.
Mycelle acarici la rodilla de la nia.
No. Todo parece tranquilo.
Entonces, de qu habis estado hablando? pregunt Erril.
Yo me preguntaba cmo haba logrado fusionar su espritu con la tierra. Lo
encuentro muy interesante. He viajado por otras zonas pantanosas y tremedales de la
costa, pero jams me haba encontrado con una zona tan ponzoosa como sta. Yo,
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que tengo un buen conocimiento de las sustancias nocivas, os puedo asegurar que la
variedad de venenos de estos pantanos es asombrosa.
Y qu quieres decir con ello? pregunt Erril a la vez que tomaba un trozo de
queso con pimienta.
Mycelle baj la voz.
Tengo una teora. Creo que estas tierras son un reflejo de su espritu. De algn
modo, cuando la tierra le arrebat una parte de su esencia, se llev tambin una parte
de lo que saba de venenos que le haban enseado los asesinos y utiliz su habilidad
como envenenadora para protegerse a s misma.
Es eso posible? pregunt Elena. Crea que la magia elemental de la tierra
era slo poder descontrolado. Creis que hay una especie de inteligencia en esta
magia? Algo capaz de interpretar los recuerdos de la bruja de los pantanos y
utilizarlos?
Mycelle se encogi de hombros.
No lo s, pero me parece intrigante. Seal con la cabeza hacia abajo, en la
escalera, donde Jaston y Cassa Dar seguan sumidos en una profunda conversacin
. Pero parece que no soy la nica que encuentra interesante la compaa de la bruja.
La enana se ri ante algo que Jaston haba dicho. El cieno gesticulaba mientras le
contaba una historia. Tambin l luca una amplia sonrisa. La vergenza que el
hombre senta por su rostro magullado desapareca al hablar con Cassa Dar. Pareca
que, al compararse con el cuerpo decrpito y viejo de la mujer, Jaston no encontraba
tan terribles sus propias cicatrices.
Elena mir a su ta. Mycelle frunca levemente los labios mientras observaba a la
pareja.
Tal vez ya hemos descansado suficiente dijo Mycelle. Me gustara recuperar
el dichoso martillo de los enanos y marcharnos con la salida del sol. Todava nos
queda un buen trecho hasta la costa.
Se puso de pie y los dems la siguieron.
El ltimo tramo del viaje se hizo en silencio, cada cual perdido en sus
pensamientos. El resto del descenso se produjo lentamente. En el momento preciso
en que Elena se pregunt cundo iban a terminar los escalones, la escalera se ampli
lo suficiente para dar cabida a un batalln de hombres y pas a convertirse en una
sala cavernosa. El techo alto estaba decorado con frescos en estado de putrefaccin y
cuatro enormes lmparas de araa, largas y oscuras, colgaban con su superficie
pulida manchada ahora con borrones verdes y negros.
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Erril vio cmo Elena se estremeca en el agua, que le llegaba a las rodillas. Se
haba desvestido hasta quedar en ropa interior y esperaba a que Cassa Dar terminara
los preparativos. Mientras Erril miraba a la nia, not que lo que le haca castaear
los dientes no eran las fras aguas; aun as, sus protestas contra aquel intento no
haban hecho otra cosa que reafirmar a Elena en su decisin de llevarlo a cabo y, ahora, sus palabras haban cado en saco roto.
Al principio tendrs fro le explic la bruja de la cinaga mientras se colocaba
a su lado en el agua, pero en cuanto te sumerjas y la burbuja te envuelva, entrars
en calor. Elena asinti. Cuando desciendas la escalera, mantente cerca del nio y
agrralo bien de la mano, entrelazndole los dedos. Cassa Dar tendi su mano y la
coloc encima de los dedos entrelazados de Elena y el nio. No os separis nunca.
La enana mir detenidamente a Elena durante un instante y luego pas
lentamente las manos por el cuerpo desnudo del nio. Por cada sitio por el que ella lo
tocaba con las palmas de la mano, la piel del nio se encenda con una luz intensa.
Sacudi la cabeza con satisfaccin al ver el resultado.
Ms poder del necesario musit. Y eso con slo unas pocas gotas de sangre.
Se incorpor y retrocedi de las aguas. No me extraa que el Corazn Oscuro te
tema.
Me voy... a... ahora? pregunt Elena mientras Cassa Dar sala del agua.
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Elena levant la cara, los mir desde las profundidades de las aguas y salud.
Erril y Mycelle le devolvieron el saludo.
Tras ello, Elena sigui al nio hacia abajo por la escalera. Poco despus, a medida
que avanzaba por la sala, slo se vio un brillo que se desvaneca en la superficie de
las aguas y luego eso tambin desapareci.
Conforme Elena andaba de la mano del nio, el muro de agua que los rodeaba
distorsionaba el entorno del castillo sumergido. Se dijo que era como ver el mundo a
travs de un espejo de feria. Cuando un pez les pas por delante, sus rasgos se
agrandaron con la curva de la pared de la burbuja. Unos ojos enormes los miraron y
luego, tras agitar la cola, desaparecieron.
Aunque senta algo de temor, aquella maravilla la atraa. Estaba andando por el
fondo de un lago. Quin ms poda tener una oportunidad como aqulla?
Al ver las ruinas del castillo, qued boquiabierta. La escalera estaba cubierta de
musgo y algas y tena que vigilar sus pasos; sin embargo, no poda evitar admirar los
restos del castillo Drakk. En las paredes todava permanecan colgados los tapices,
que se agitaban ligeramente a su paso. Unas lmparas decorativas de aceite todava
colgaban de las cadenas, convertidas ahora en el hogar de pequeos animales que se
ocultaban a su paso. Unas mesas de madera de abeto labradas sealaban los
descansillos; la madera se haba logrado conservar durante siglos en aquellas aguas
salobres. Algunos muebles se rompan a medida que la bolsa de aire avanzaba entre
las aguas, eran tan antiguas que no podan resistir por s solas durante ms tiempo.
Justo en el momento en que sus temores pasaron a ser una preocupacin, encontr
la primera calavera. Haca mucho tiempo que la carne haba sido mordisqueada por
los habitantes del lago, de forma que lo que quedaba ahora era un hueso blanco que
reluca con fuerza entre las algas verdes que cubran la escalera. Elena se sobresalt y
se acerc una mano a la garganta para ahogar un grito.
Me ests haciendo dao en la mano se quej el nio, junto a Elena.
La chica agradeci la intervencin, que la distrajo, y apart los ojos de aquella
temible visin para mirar al nio.
Lo siento le dijo mientras soltaba un poco el agarre de terror.
Habr ms le advirti el nio de los pantanos. Los asesinos lucharon con
fiereza para defender el castillo. De repente el nio seal una anguila tan grande
como cuatro hombres que pasaba por delante de su burbuja. Mira. Es preciosa!
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Aquel entusiasmo infantil sorprendi a Elena. Cassa Dar le haba explicado que
los nios que creaba eran algo ms que zombies hechos de musgo. Aunque estaban
sometidos a la voluntad de la bruja y no podan desobedecerla, tenan tambin una
inteligencia algo burda que les marcaba el comportamiento. La bruja poda darles
rdenes y comunicarse con ellos, pero sus acciones quedaban algo ocultas por la
personalidad propia de sus creaciones.
Cassa, me oyes? Cunto falta?
El nio la mir.
Dice que todava falta bastante. El nio se meti el dedo en la nariz mientras
hablaba. Pronto cambiaremos de escalera. Luego viene una bajada directa hacia los
stanos.
Se mir el dedo para investigar el resultado de sus exploraciones y luego se inclin
para limpiarse el dedo en las aguas que haba debajo del muro de la burbuja.
Elena hizo una mueca al ver que el dedo atravesaba la burbuja. Tema que si la
proteccin se rompa, el encanto se destruira, pero no fue as. La burbuja se mantena
con la magia.
Puso el dedo en la boca para secrselo.
Ahora abandonaremos la escalera de la torre y atravesaremos el castillo hasta
alcanzar la escalera posterior que lleva al stano.
Mientras sigui bajando por las escaleras empez a cantar.
De repente, un cuerpo enorme y oscuro les pas por encima. Tena unos tentculos
ms gruesos que un muslo de Elena. La nia se asust, pero el animal pas dejando
una estela de ventosas y extremidades.
Au! Oye! No seas tan cobardona rezong el nio. Ella no permitir que
ningn bicho nos atrape.
Elena trag saliva y asinti. Tuvo que esforzarse por soltar un poco la mano del
nio.
Por ah dijo el pequeo, mientras sealaba una puerta que haba en el rellano
siguiente. Tenemos que pasar por aqu, cruzar la sala de la servidumbre, atravesar
las cocinas e ir al saln principal, luego seguir la escalera principal. Tengo hambre.
No tienes ningn pastel?
No. Me temo que no dijo Elena cada vez ms insegura acerca de su gua. Tal
vez cuando hayamos terminado.
A m me gustan unos con crema coment como si se tratara de un gran
secreto.
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voces no estaba seguro de ir en la direccin correcta porque aquella nica pista que
tena estaba oculta en aquel maldito laberinto sumergido.
Al poco vio una pequea escalera delante de l y su corazn se estremeci. Tena
que ser la que conduca hacia la torre. Y, para confirmar sus sospechas, volvi a or
voces y palabras sueltas.
Sonri en aquellas aguas negras y de paso asust a una enorme trucha de lago que
se haba acercado demasiado a investigar. Seguro que por fin haba llegado a la torre!
Forz a sus piernas para que se movieran porque de nuevo senta una torpeza
creciente en ellas. Llevaba dos das sin comer y la ebonstone volva a tener hambre y
a volverse rgida. Aun as, no permiti que aquello lo inquietara. Pronto estara
disfrutando del corazn de la bruja y su fuerza se multiplicara por cien.
Empuj la puerta que se abra hacia la escalera con una sonrisa, pero cuando vio
hacia dnde se dirigan los escalones, su sonrisa se desvaneci del rostro. La escalera
estrecha conduca hacia abajo, no hacia arriba. Aqulla no era la escalera de la torre.
El disgusto lo hizo detenerse. Esa direccin era equivocada.
Entonces volvi a or las voces. Volvi la cabeza. En ese espacio tan cerrado no
poda confundirse su procedencia. Los trozos de conversacin procedan de abajo.
Aguz la vista en la pendiente oscura. Ah abajo no haba una luz? Dio un paso
hacia ah, pero luego se detuvo.
No tena tiempo que perder. La bruja se encontraba en lo alto de la torre. No poda
permitirse el lujo de investigar las curiosidades de aquel castillo hundido. Dio un
paso atrs pero en su interior haba algo que volva a luchar con una fuerza renovada.
Abajo... abajo... abajo. Senta el apremio de aquella extraa compulsin. De
nuevo ante sus ojos apareci la imagen de un vago tesoro. Pareca ser un arma, no, un
trofeo. Una oleada de deseo lo inund, animndolo a buscar aquel tesoro.
Sacudi la cabeza. La bruja era su objetivo y no un tesoro escondido. Aun as, no
poda apartarse de la escalera, aunque lo que lo detena no era tanto la ebonstone
como su propia indecisin. Tal vez no tuviera que luchar contra aquella extraa
urgencia. Se dijo que tal vez poda conseguir los dos objetivos. Quien fuera que
estuviera hablando ah abajo, sin duda conoca el modo de llegar a la torre. Y, si no,
su piel necesitaba comida y sera bueno alimentarse antes de enfrentarse a la bruja.
La curiosidad y el hambre podan aliviarse con lo que haba abajo.
El cazador de sangre, con la decisin ya tomada, empez a bajar por la escalera. En
su interior, algo aullaba de jbilo.
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Elena tena que moverse con mucha cautela. Haba dejado de mirar a travs del
muro de la burbuja y tena la vista clavada en los escombros que haba esparcidos
por el suelo del stano. La superficie cubierta de algas intentaba traicionarle el paso
con cada movimiento. No poda arriesgarse a caer y soltarse de la mano del nio.
Presenta que si la burbuja se rompa todo el peso del agua la destrozara de inmediato.
As, ella y el nio se abran paso por aquel revoltijo de piedras y ladrillos. Al poco,
el origen de aquellas ruinas esparcidas fue evidente. La pared situada al otro lado del
stano haba sido reventada por una fuerza antigua. La piedra y el ladrillo
presentaban boquetes que dejaban ver las salas a oscuras del otro lado.
Est aqu mismo explic el nio. Hay que entrar en las cuevas y luego bajar
un piso; all est la sala donde se encuentra el Trysil.
Ella asinti. Ambos se ayudaron a pasar por la pared en la que se haba producido
la explosin. En el momento en que se introducan en las cuevas, el nio de repente
mir atrs y luego de nuevo hacia el stano. Lo que sigui estremeci a Elena.
Algo se acercadijo. Rpido!
El nio aceler el paso entre las cuevas ms profundas. A no ser que quisiera
soltarse del nio, a Elena no le quedaba otra opcin ms que seguir.
Espera! Qu ocurre? le susurr mientras el temor le mantena la voz baja
pero apremiante.
Ella no est segura dijo el nio haciendo referencia a Cassa Dar. A esta
profundidad no puede percibirlo muy bien. Est cansada y necesita toda su
concentracin para mantener activa la magia. Le tir del brazo para hacer que la
nia fuera ms rpida. De todos modos lo que percibe, sea lo que fuere, est muy
cerca de nosotros.
Elena no necesit ms argumentos para ir ms deprisa, si hubiera sabido el camino
incluso habra adelantado al nio. Esquivaron varios salientes de piedra que se
elevaban del suelo mientras otros los sealaban desde el techo de la cueva conforme
corran.
Por ah, por ah! grit el nio con voz aterrada. La arrastr por un resbaladero
de piedra que fue a parar a una cueva muy grande.
Elena mir alrededor a travs del muro de agua. La sala tena su propia luz.
Proceda de un ro brillante que divida en dos el suelo de la sala. Era la veta de plata
que Cassa Dar haba descrito. La magia elemental de la plata brillaba con fuerza,
pero su lustre era ms intenso en el lugar por el que el ro entraba en la sala
procedente de la pared posterior. En cambio, el brillo de la corriente de plata ms
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cercana a ellos slo presentaba mi resplandor dbil. Aquella parte del ro contena
muy poca magia.
Elena atisbo el lugar donde el canal brillante cambiaba de forma sbita y se
transformaba en un hilo dbil. En su mitad, una parte de la plata haba sido
arrancada. El cuerpo destrozado de un enano estaba tendido junto a aquel lugar roto.
El nio la arrastr hacia el desgarro de la veta de plata.
Rpido! la apremi. Toma el Trysil!
Elena se dio cuenta de que la voz del nio haba pasado a ser la de la propia Cassa
Dar, que le hablaba a travs de l. Lo sigui hasta el cuerpo que haba tendido en el
suelo. No era un esqueleto destrozado, sino una estatua de piedra negra. Aunque
estaba tendido en el suelo de la caverna, Elena reconoci la forma rechoncha del
cuerpo y las extremidades gruesas: era un enano.
La cabeza de la estatua estaba totalmente destrozada, convertida en pedazos de
piedra negra que tena esparcidos alrededor de los hombros. Slo en ese punto de la
estatua sobresala un hueso blanco y brillante, una calavera de frente ancha.
Era mi hermano dijo el nio. A pesar del pnico, el dolor de Cassa Dar se hizo
evidente en su voz. El nio de los pantanos seal un objeto que se encontraba junto
a la cabeza destrozada de la estatua. El Trysil.
Elena se arrodill y fue a agarrar el arma. Aqul era, sin duda, el antiguo talismn
de los enanos: el Martillo del Trueno. La empuadura de madera, tan larga como la
del hacha de Kral, y decorada con volutas y caracteres rnicos, estaba acabada con
una cabeza de hierro forjado tan grande como dos puos de ogro. El hierro refulga
en rojo como si para forjarlo se hubiera empleado sangre.
Elena dud. No crea posible levantar aquella arma enorme con un solo brazo y no
se atreva a soltar la mano del nio. Aun as, cubri la empuadura con los dedos de
la mano derecha. Apret los dientes y tir de ella, decidida a llevrsela. Para su
asombro, el martillo se alz como si fuera de plumas.
Lo sostuvo en alto mientras los ojos le brillaban con la luz plateada.
Cuidado, nia! grit de pronto el nio. Detrs!
Con el martillo en la mano, Elena se volvi y vio un monstruo que entraba a
zancadas en la sala procedente de las otras cavernas. En el primer momento, crey
que de algn modo la estatua negra del enano haba resucitado. Una forma negra,
iluminada por la luz plateada de aquella especie de ro, entr en la sala. Elena se
horroriz al ver el cuerpo deforme. Record que Cassa Dar haba dicho que algo
horrible se haba escapado de la Fortaleza de Shadowbrook y los haba estado
persiguiendo. Elena supo que lo que se acercaba era un cazador siniestro.
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La mirada feroz del guardia negro se acerc ante aquella amenaza, como si
estuviera midiendo el peligro. Entonces los ojos se le abrieron con sorpresa y las
llamas repugnantes se apagaron en sus rbitas. Dio un paso torpe hacia adelante y
una pequea voz se elev como un vapor de sus labios repugnantes.
El Trysil balbuce. Por fin...
El nio se puso delante de Elena. Su voz era la de Cassa Dar.
Recuerda de dnde procedes, seor enano, y lucha contra el control del Corazn
Oscuro. Djanos pasar!
Aquella voz pequea se convirti en un silbido.
Esss demasssiado fuerte...
Las llamas de los ojos del demonio empezaron a volverse ms feroces.
Lucha! grit el nio. Por nuestras tierras! Por nuestra gente!
El fuego de los ojos del guardia negro oscil.
No puedo dejar... De repente su mirada se pos en Elena. La voz se convirti
en un gorjeo estrangulado. Cuidado musit con palabras de pesar y culpabilidad
. Cuidado con la Legin!
Entonces las llamas crecieron de forma salvaje. Unas hogueras gemelas de magia
negra se agitaron en las rbitas de aquel ser demonaco que bram contra el techo de
la cueva.
Elena y el nio retrocedieron. Ella se dio cuenta de que el pequeo residuo de
resistencia del demonio haba sido vencido.
Se ha ido musit el nio mientras corra hacia Elena.
La mirada del guarda negro se desplom en aquella pareja aterrorizada. Una
sonrisa perversa despeg sus labios de piedra. Antes de que Elena lograra reaccionar,
el enano de piedra se abalanz sobre ella.
A ciegas, ella blandi el martillo, aunque con la certeza de que era demasiado
tarde. Sin embargo, por algn extrao motivo, el movimiento del enano se volvi
lento, casi como si todava hubiera un poco de resistencia bajo la piel de piedra. Por
alguna razn, el golpe de martillo traz su arco completo y logr un golpe de refiln
en la cabeza del guarda negro en el momento en que se abalanzaba sobre ella.
El nio, con una fuerza sorprendente, tir de Elena para apartarla de la acometida
furiosa del monstruo. De nuevo, la reaccin lenta del ser impidi que una de sus
manos de piedra la agarrara mientras ella y el nio se hacan a un lado. Tras apartarse
desordenadamente, los dos apenas lograron mantenerse en pie, y sus manos slo
estaban unidas por las yemas de los dedos.
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Elena pronto volvi a agarrar con fuerza la mano del nio y el martillo y se
enfrent a la bestia.
El guarda negro se dio la vuelta y se llev una mano a la cabeza. Un pedazo de su
crneo de piedra se desmoron al tocarlo. El Trysil segua fiel a la leyenda. Todava
tena el poder de hacer aicos la ebonstone.
Mientras el monstruo se tocaba su herida, Elena se mordi el pulgar que sostena
el martillo. El monstruo, consciente ahora del poder del arma de ella, iba a ser mucho
ms cauteloso con el siguiente ataque. Elena necesitaba su magia. Mordi con fuerza
hasta sentir el sabor de la sangre y se dispuso a emplear el fuego de bruja.
No, querida! le advirti de repente el nio. No invoques tu magia. Es
demasiado poderosa y podra perturbar mi conjuro mgico. Sin embargo, me has
dado una idea.
El enano se quit otro trozo de ebonstone roto de la cabeza, lo tir a un lado y les
dijo con rabia:
Pagaris por esto. Y sin ms aviso, atac.
Qudate quieta grit el muchacho en cuanto Elena hizo un ademn de huir.
De repente, la burbuja de aire se desplom a su alrededor. La fuerza del agua al
desplomarse sacudi todo el castillo.
Elena grit, pero el desplome de las aguas se produjo a un palmo de ella, y no
result aplastada ni ahogada.
En cambio, el peso repentino del agua aplast al desprevenido enano contra el
suelo de la caverna. El nio tir de Elena.
Corre le apremi. Tenemos que salir de aqu.
Rodearon el cuerpo derribado del monstruo, eludindolo en el preciso instante en
que empezaba a ponerse de rodillas, todava aturdido pero recuperndose
rpidamente.
Intentar retrasarlo dijo Cassa Dar hablando a travs del nio mientras corran
por la caverna. Utilizar el dao causado por el Trysil a mi favor.
Elena no necesitaba que la apremiaran. Huyeron lo ms rpido que les fue posible.
Conforme suba por las escaleras, el aliento de Elena era cada vez menor. Pero ella no
atendi al dolor porque el terror la obligaba a salir adelante.
Desde las profundidades, un alarido de rabia los persegua.
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La tormenta de la bruja
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Captulo 29
Elena cojeaba mientras corra y utilizaba el martillo para apoyarse. Se haba torcido
un tobillo con una piedra suelta de la escalera. Eso la oblig a agarrarse
desesperadamente a la pared y de este modo logr no soltar la mano del nio. Se
esforzaba por seguir con el nio sin atender a las punzadas del pie. El dolor y el
terror estaban haciendo mella en ella. Los pulmones, el dolor en el costado y el tobillo
la detenan, mientras que su corazn asustado la obligaba a avanzar con mayor
rapidez y desesperacin.
Se acerca dijo el nio a su lado. Cassa Dar ya no hablaba a travs del nio.
Toda la atencin de la bruja se centraba en retrasar el enano negro. El nio se
chupaba el pulgar mientras corra con los ojos abiertos y temerosos.
No quiero morir musit con el dedo en la boca.
Elena no se haba figurado que los nios de musgo tuvieran instinto de
supervivencia.
No vamos a morir afirm para l y para s misma.
Ella aument la velocidad, esta vez tirando del nio. Despus de atravesar la parte
principal del castillo y alcanzar la escalera de la torre, ella ya conoca el camino. Subi
la escalera corriendo hacia la lejana superficie del lago. El nio tropezaba para
mantenerse al mismo ritmo que ella, mientras con sus piernas cortas intentaba
seguirla.
No me dejes atrs lloraba.
No lo har.
El nio gimi.
Est justo detrs de nosotros. Est ya en la escalera.
Elena no se molest ni siquiera en volverse a mirarlo. Se inclin y, sirvindose de la
mano que sostena al nio, se lo ech al hombro.
Culgate de m! le grit. l chillaba de miedo, pero con el otro brazo se agarr
al cuello de la chica.
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Elena sigui corriendo mientras se serva del martillo para equilibrar el peso del
nio. Por suerte, ste era menos pesado que un nio de verdad y no representaba una
gran carga. El tobillo le haca mucho dao, pero el fuego del miedo se haba
apoderado de su sangre. Enfil las escaleras corriendo como un gamo. En los campos
de su familia, ella y Joach hacan carreras por entre las filas de manzanos. Aunque su
hermano tena unas zancadas grandes, Elena a menudo le ganaba. Emple todas sus
fuerzas en los msculos a fin de ganar aquella ltima carrera.
Arriba, de repente, las aguas oscuras se iluminaron. Se sinti un poco ms
aliviada. Eran las antorchas de la superficie. Prosigui la marcha hacia arriba.
El nio le grit en el odo mientras intentaba subrsele a la espalda.
Est aqu!
Elena mir hacia atrs. El enorme monstruo negro avanzaba pesadamente por la
escalera. Estaba a cierta distancia, pero con cada zancada l suba tres escalones. Unas
enredaderas se le enganchaban para retenerlo, pero l se las quitaba y apenas
parecan detenerlo. La mir con ojos encendidos y aceler su avance.
Como Elena haba desviado la atencin, resbal con el pie en un alga suelta y ella
y el nio cayeron por los escalones. El nio fue el primero en ponerse en pie.
Vete, nia grit Cassa Dar. Ve nadando hasta la superficie. El nio lo
detendr.
Mientras el muchacho deca aquello, las lgrimas le caan por las mejillas. No
quera quedarse ah. Elena dud por un instante, compadecida por aquel nio
aterrorizado. Entonces los pequeos dedos de l la soltaron.
Vete musit con voz pequea. La bolsa de aire se hizo pequea alrededor de
ella.
El monstruo estaba ya muy cerca de los dos. Para que el sacrificio del nio no fuera
en vano, Elena atraves la burbuja y penetr en el lago. El agua la precipit hacia la
superficie cuando ella tom impulso desde los escalones. Con ella subieron unos
alaridos de rabia.
Antes de que pudiera darse cuenta, tena el brazo de Erril alrededor de su
espalda, que la tom en brazos y la llev hacia los escalones secos. Mycelle la ayud a
mantenerse en pie y el tobillo torcido empez a dolerle menos. Tras dejar caer al
suelo el martillo con sus dedos entumecidos, Elena se volvi hacia donde Cassa Dar
estaba arrodillada librando una batalla contra el monstruo.
Y el nio? pregunt.
El cuerpo tembloroso de Cassa Dar no le respondi.
Al lado de la bruja, Jaston mir a Elena y sacudi la cabeza.
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Cassa Dar tambin se movi del borde del lago. Miraba con ojos admirados el
hielo. La bruja de los pantanos se puso de pie y se tambale por el agotamiento. Con
la ayuda de Jaston se acerc al Trysil, que estaba en el suelo. Jaston levant el
martillo para que ella pudiera verlo de cerca.
Elena, acabas de hacer un milagro musit mientras acariciaba la empuadura
labrada del Trysil con respeto y sobrecogimiento.
Elena no respondi. Todava tena los ojos clavados en el nio helado en el puo
del guardia negro. S, pero a qu precio?, se pregunt en silencio mientras
pensaba en el nio al que le gustaban las pastas de crema.
Fardale fue el primero en darse cuenta de que algo andaba mal. El lobo observaba
el lago y empez a emitir gruidos de cautela.
Mientras Mycelle se apresuraba a ayudar a Elena a vestirse con ropa seca, Erril se
coloc junto a Fardale y escrut el lago. No pareca haber nada extrao; el enano
negro todava permaneca helado en aquel abrazo de hielo. Pos la mano en el lomo
del lobo y se dio cuenta de que ste tena el pelo erizado.
Hueles algo?
Fardale retrocedi un paso del borde del largo en el momento en que en el hielo
estall un crujido.
El ruido repentino los sobresalt a todos. Al instante estaban todos de pie. Al
principio, Erril crey que el sonido era del hielo que se rompa pero pronto se dio
cuenta de que estaba en un error.
No era el hielo el que se estaba haciendo aicos, era la piedra.
El enano de ebonstone se estaba rompiendo en pedazos. Su enorme crneo le cay
de los hombros y repiquete en el hielo para convertirse en piezas todava ms
pequeas. Los brazos se le rompieron por donde sobresalan del lago para caer como
un rbol cortado con un hacha. Cuando las extremidades dieron contra el hielo,
tambin se convirtieron en cientos de trozos de ebonstone. Dentro no haba nada. Era
como si el enano hubiera sido un caparazn hueco. Poco despus, todo cuanto
sobresala del agua helada era su torso, como un huevo negro incrustado en hielo.
Fardale no dejaba de gruir.
Erril no estaba seguro de si quedaba an algn peligro en el lago, pero ya estaba
harto del castillo Drakk.
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Erril tir a Elena contra la pared cuando unos apndices lo agarraron de las
piernas. l blandi la espada y as cort aquellos tentculos gruesos. Erril tena los
pantalones quemados en la parte donde lo haban tocado. Se apart de las botas los
trozos que se retorcan. Aquel monstruo estaba lleno de venenos lacerantes.
En el otro lado de la escalera, Mycelle luchaba contra los tentculos con las dos
espadas. Ella protega la retirada de Cassa Dar y Jaston, que suban lentamente por la
escalera. Delante de ella, sus espadas se agitaban formando una imagen borrosa.
Erril qued impresionado por los estragos que estaba causando. Las salpicaduras de
los venenos le quemaban la piel, pero ella no haca caso de ello.
Erril se apropi del plan de los dems y subi lentamente la escalera conduciendo
a Elena detrs de l. El avance era lento. Los tentculos que se agitaban estaban por
todas partes.
De repente, Mycelle profiri un chillido que atraves toda la sala. Erril mir el mar
de tentculos y vio que uno de ellos envolva la cintura de la mujer. Haba perdido
una de las espadas y la otra haba quedado en el abrazo de tentculos ms pequeos.
Mycelle estaba atrapada.
Erril vio la espada cada de la mujer. Se hallaba cerca de los pies de Jaston.
Toma la espada le grit al cieno. Tienes que liberar a Mycelle.
El hombre se qued paralizado con una expresin de horror en el rostro. No se
movi. Maldiciendo la cobarda del cieno, Erril intent hacer que Elena fuera ms
rpido, pero la nia tropez a su lado y cay unos escalones hacia abajo. Unas llamas
azules circulaban por los dedos de la mano izquierda.
Elena!
Puedo detenerlo grit ella levantando ya la mano. Libera a Mycelle!
Una ola de fuego de hielo brot de los dedos y fue a dar contra aquella bestia en el
momento en que alcanzaba la base de la escalera. La fuerza detuvo su carga contra
los escalones e hizo deslizar su cuerpo por el hielo resbaladizo. Los tentculos se
arrastraron con l, dejando un espacio para que Erril se acercase a Mycelle. El
caballero de los llanos se lanz en su rescate y golpe contra el tentculo grueso que
envolva la cintura de la mujer, cuyo rostro se contraa de dolor. El humo se des prenda de su ropa y, cuando por fin Erril logr cortar el tentculo, se dio cuenta de
que no slo se haba quemado la camisa, sino toda la piel de la cintura.
Mir fijamente a Jaston.
Ayuda a Mycelle a subir las escaleras.
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Por fin Jaston se recuper del espanto, tom a Mycelle por debajo del hombro y
subi la escalera con Cassa Dar a la cabeza.
Fardale, que no llevaba ninguna arma y se haba quedado atrs, empez a ladrar y
corri hacia abajo de las escaleras pasando junto a Erril.
El caballero se dio la vuelta. Elena estaba delante de un muro de tentculos que se
agitaban, lanzando fuego de fro sobre aquellas extremidades, mantenindolas a
distancia; pero la magia no lograba mucho ms. Cuando las llamas azules caan sobre
el monstruo, su piel plida se volva roja y aguantaba el hielo con algn fuego
interior propio.
Elena estaba perdiendo la batalla mientras uno de aquellos apndices se arrastraba
por el techo, encima de su cabeza, sin que ella se diera cuenta. Aquella extremidad
traicionera se diriga hacia la espalda de la nia, que estaba desprotegida. Fardale, sin
embargo, corri para protegerla. El lobo peg un brinco desde los escalones y se
precipit por el aire. Atrap aquel tentculo temible por las fauces y lo apart de
Elena en el momento oportuno.
El lobo cay sobre sus patas y se sac aquel apndice de la boca. Tena la piel
alrededor del hocico chamuscada y la lengua, que le caa entre las mandbulas, estaba
totalmente quemada.
Elena cambi las manos; pens que tal vez el fuego sera eficaz ah donde el hielo
no lo haba sido. Se haba cortado ya la mano derecha y unas llamas de color rojo
oscilaban en la mano. Envi un rayo de fuego de bruja contra aquel ser abominable.
Aunque la llamarada haba logrado atravesar incluso la fabulosa proteccin de un
skaltum, ahora la magia no pareca tener mucho efecto en ese ser horrible. El animal
gimi ante el ataque y se vio arrastrado por el hielo. Pero la piel plida por donde
haba entrado la corriente de fuego mgico se convirti en negra, como si hubiera
sufrido una quemadura del hielo, sofocando as la quemadura de las llamas.
La bestia continuaba indemne.
Fardale corri hacia lo alto de los escalones mientras Erril se apresuraba a bajarlos.
Cargado con su espada, le pidi a Elena que retrocediera.
El Seor de las Tinieblas ya conoce tu magia le dijo. Tenemos que huir
mientras podamos.
Ella no le hizo caso. Tena la piel baada en sudor y el rostro muy plido. Levant
de nuevo la mano derecha. En el puo, las llamas adquirieron un brillo semejante al
del sol mientras converta la magia en un calor feroz.
Erril no adivinaba lo que ella quera hacer.
Elena?
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La nia apunt con el brazo hacia la bestia y solt su magia con una rfaga
poderosa. El fuego fue a parar, no a la bestia, sino al hielo que haba bajo el amasijo
de tentculos. El fuego rasg el hielo y el lago explot debajo del monstruo. La sala se
llen de vapor. En un solo instante, lo que haba sido hielo se convirti de nuevo en
agua.
En la corriente, Errii advirti pedazos de los apndices que se sacudan y el batido
de las alas. El ataque haba tomado desprevenido al monstruo, que se agitaba por el
cambio repentino y por la prdida del lugar donde se apoyaba. La bestia se hundi
en las aguas.
Chica lista! exclam Errii.
Pero Elena todava no haba acabado. Levant la mano izquierda y lanz su fuego
fro. El vapor se volvi una neblina helada y el lago se hel por encima del lugar
donde la bestia se haba hundido. De nuevo la cmara era de hielo.
Elena baj el brazo y se volvi hacia Erril, con los ojos todava encendidos por el
uso de la magia.
Ya podemos irnos dijo. No s cunto tiempo puede aguantar el hielo pero
tal vez sea suficiente para que podamos huir.
Intent ascender las escaleras por su propio pie pero se desvaneci exhausta.
Erril tuvo que tirar la espada para sujetarla. Jaston apareci de nuevo a su lado. El
cieno y el hombre de los llanos se cruzaron una mirada. En el rostro de Jaston
brillaba la vergenza, pero tambin una actitud resuelta.
Sostuvo a Elena hasta que Erril consigui recuperar la espada y envainarla.
Ya la llevar yo dijo Erril con frialdad mientras recoga la nia con su nico
brazo. Se encamin hacia la escalera. Jaston se contuvo un momento y luego sigui.
En el siguiente rellano, los aguardaban Cassa Dar, Mycelle y el lobo.
Por aqu dijo la bruja de los pantanos, dirigindose hacia unas puertas que se
abran por la escalera. Esta sala os conducir directamente hacia la escalera
exterior.
Erril sigui a Fardale por el pasillo. El lobo iba delante, con las orejas levantadas y
atento a cualquier ruido que pudiera producirse. Los pasos de los dems miembros
del grupo resonaban en las piedras detrs de Erril. Este se apresuraba cargando a
Elena en su brazo. Ella tena un brazo alrededor del cuello y se apoyaba en el pecho.
Lo has hecho muy bien susurr l por lo bajo.
Ella levant la cabeza.
Has dicho alguna cosa?
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Elena tuvo que dar por bueno aquello, si bien para ella todava era una noche
oscura y el amanecer resultaba ms bien un sueo irreal.
Mycelle los apremi:
Ser mejor que nos apresuremos. O algo en la sala en el momento en que Jaston
llam.
En ese preciso instante, como para enfatizar ms sus palabras, se oy un bramido a
sus espaldas. No haca falta que nadie dijera qu ser poda haber hecho un ruido
como aqul.
Est cerca susurr Erril. Salid todos fuera para que pueda cerrar la puerta.
Todos se apresuraron por las escaleras; las botas descendieron rpidamente los
escalones. Erril se qued junto a la puerta e intent cerrarla. Incluso con aquella
oscuridad, Elena pudo ver cmo las venas se le hinchaban en las sienes y los
msculos del brazo se ensanchaban. La puerta estaba atrancada.
Erril?
Atrs, Elena.
Mycelle pos una mano en el hombro, indicndole sin hablar que tena que
obedecer.
Necesito tiempo para crear una barca dijo la bruja desde el borde del agua.
Tiene que conseguir cerrar esa puerta.
Un segundo alarido de rabia se oy procedente de la sala; luego, el alarido de la
bestia se convirti en un grito agudo. Haba visto a Erril.
El ataque del hombre de los llanos a la puerta fue mayor. Una neblina roja penetr
en la noche desde el umbral abierto. Elena tena el puo en la garganta. Estaba a
punto de caer sobre l.
De repente, un tentculo sali disparado y tom a Erril por el cuello. El hombre
de las llanuras dio un respingo cuando sinti la quemadura en el cuello. Estaba
desarmado y con la mano tanteaba aquella extremidad que le ahogaba. Antes de que
nadie ms pudiera reaccionar, Jaston se apresur a subir por las escaleras con su
pual de desuello en la mano.
Acudi en un instante junto a Erril y acuchill salvajemente el apndice. La sangre
cida ti el arma y le quem la mano y el brazo. Grit, no por el dolor de la
quemadura del veneno, sino movido por una rabia reprimida durante muchos
inviernos. Cort la extremidad con el cuchillo hasta que Erril qued libre.
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Rpido dijo Erril con voz ahogada, apartando de s el tentculo. Los dos
hombres juntos forzaron la puerta y por fin lograron cerrarla. Apoyados contra ella,
Erril le dio a Jaston una palmadita en el hombro.
Gracias.
Entonces, algo enorme se desplom contra la puerta y el golpe fue tan fuerte que
Erril sali despedido. El hombre de los llanos oscil en el borde de la escalera con el
brazo, pero no fue suficiente. Jaston quiso atraparlo y no lo consigui. Erril cay de
la escalera y se precipit hacia el lago que haba abajo.
Erril! Elena se acerc al borde de la escalera. Incluso con aquella luz de las
estrellas empaada por la niebla, pudo ver unas enormes aletas que se elevaban y
surcaban las olas del lago. Erril sac la cabeza y nadaba con todas sus fuerzas hacia
la escalera inferior. Pero de nuevo, tener un solo brazo lo converta en un mal
nadador. Las aletas se acercaban cada vez ms a l.
No temas dijo la bruja a su lado. Cassa Dar agit un brazo grueso sobre el
agua y las aletas torcieron el rumbo y desaparecieron todas a la vez.
No tengo tiempo para construir una barca musit mientras Erril se acercaba
. Tendr que improvisar.
Dicho esto, Cassa Dar se tir por la escalera y se desplom sobre su vientre en el
lago. En lugar de hundirse, su carne se convirti en un amasijo de enredaderas y
musgo, algunos brillando de forma intensa en la noche.
Ya os dije que era algo ms que una enana.
Luego su cuerpo adquiri otra forma, mientras a su alrededor se formaba una
balsa de enredaderas y musgo. Sin embargo, la voz todava sala de ah.
Rpido. Subid a bordo.
Todos dudaron durante unos instantes; no les gustaba la idea de subirse a una
embarcacin hecha con el cuerpo anciano de una mujer. Pero entonces otro golpe
sacudi la escalera de la torre mientras el animal golpeaba la puerta de nuevo.
Erril lleg nadando al borde de la barca y se subi a ella.
A qu estis esperando?
No fue preciso animar ms a nadie. El grupo subi precipitadamente en aquella
balsa viviente. En cuanto estuvieron todos a bordo, la embarcacin zarp por encima
de las aguas y rpidamente fue ganando velocidad. La voz de Cassa Dar surgi
desde el fondo de la barca.
Pronto no voy a poder hablar ms con vosotros.
Fardale olisque la balsa, levant las orejas y lade la cabeza.
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la sangre brotaba de las palmas de las manos y liberaba su magia. Mientras permita
que el poder le inundara la sangre, las dos manos empezaron a brillar. La Rosa de la
mano derecha adquiri un tono carmes intenso, mientras que la Rosa de la mano
izquierda se encendi con una luz azul y glida.
Tena all las dos caras de su poder y ambas eran intiles. Elena se qued mirando
las manos brillantes. De repente, abri los ojos con sorpresa. Y si...?
Elena se puso de pie de un salto, de un modo tan sbito que la bar ca se movi.
Delante de ella, Erril lanz un gruido e intent recuperar el equilibrio. Se volvi
para mirarla.
Era demasiado tarde para explicaciones. El monstruo los haba alcanzado.
Al sobrevolar la barca, los apndices se retorcan y se enredaban entre s, acosando
la barca y sus ocupantes. Mientras los dems se disponan a luchar contra el
monstruo con sus armas, Elena vio que una de aquellas extremidades agarraba a
Fardale y lo alzaba por el aire.
Jaston corri hacia el lobo con un salto por encima del borde del barco, con el
cuchillo entre los dientes. El cieno atrap el apndice semejante a una enredadera con
ambas manos y luego solt una para tomar la daga que llevaba en la boca. Mientras
las manos le quemaban, empez a cortar la extremidad con un grito paralizado en los
labios, hasta que lo consigui y l y el lobo cayeron al lago.
Elena saba que aquello era slo una prueba de fuerza. Mir hacia el cielo de la
noche. El cuerpo principal del monstruo se deslizaba con unas enormes alas. Los ojos
plidos parecan estar escrutando la barca; entonces pareci que se centraba slo en
ella. El ser que los persegua no era un monstruo de pocas luces. Detrs de los ojos
muertos de ese ser se esconda una inteligencia malvola.
Se dio cuenta de que el Seor de las Tinieblas observaba y guiaba al animal.
Este la contempl unos instantes ms y luego, mientras se precipitaba contra ella,
profiri un grito de victoria con las alas plegadas para ir a ms velocidad.
Todos al suelo! grit Elena sin preocuparse por ver si le obedecan. Saba que,
a partir de ese momento, la batalla le perteneca slo a ella.
Levant los brazos. No slo la mano derecha o la izquierda, sino ambas. Uni las
dos manos y entrelaz los dedos. Aquella vez no una una bruja y una mujer sino el
fuego fro y el fuego de la bruja.
Apunt con los dedos entrelazados al monstruo que se aproximaba y dej que la
magia surgiera con toda su fuerza. El poder sali de ella con tal fuerza que Elena
cay hacia atrs. Tuvo que afirmarse bien con las piernas para mantenerse de pie.
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Jaston se puso de pie junto a la borda y escrut las aguas oscuras. Tena las ropas
empapadas adheridas al cuerpo. Se volvi hacia los otros sin ocultar ms sus
cicatrices.
Conozco estos pantanos y conozco a los krocan. El grito que el macho profiri
antes de atacar era un grito de venganza. Jaston se volvi a mirar el lago. Estos
pantanos son mi hogar dijo con la voz llena de calor y orgullo. Los seres vivos de
aqu fuera saben cmo sobrevivir.
Elena se dio cuenta de que estaba hablando de algo ms que de un simple krocan
macho y, al ver la sonrisa triste de Mycelle al mirar la espalda de Jaston, supo que su
ta sospechaba el significado adicional que se esconda detrs de las palabras del
cieno. Aunque todava estaba marcado por las cicatrices, algo vital haba curado por
fin al hombre.
Con un suspiro, Elena mir las aguas en calma y record las palabras de Mycelle
en El Caballito Pintado de Shadowbrook: No todas las batallas se ganan con espadas
y magia.
Elena se mir sus manos blancas.
De algn modo, aquellas palabras la hicieron sentir feliz.
Al cabo de dos das, decir adis resultaba muy difcil. A pesar de que los pantanos
contenan muchos horrores, Elena iba a echar de menos a sus nuevos amigos, aliados
forjados con fuego. Pero en cuanto se pudieron curar las heridas y se trazaron todos
los planes, ya estaban listos para dirigirse hacia la costa.
As, cuando el sol se levant el da de su partida, el grupo se hallaba en una isla
situada al final del enorme lago del pantano. Erril se afanaba en preparar la barca
mientras Fardale olisqueaba el trabajo del hombre de los llanos. Mycelle y Elena se
dirigieron hacia Jaston y Cassa Dar para terminar de despedirse. Desde all, la bruja
los conducira directamente a la costa.
Podras venir con nosotros dijo Mycelle a Jaston.
El neg con la cabeza.
Tengo que atender a los caballos dijo. Jaston se iba a encargar de que los
caballos, que todava estaban en los establos de Drywater, se unieran a la caravana de
un cieno que fuera a la costa. Elena haba insistido en no abandonar a Mist. Aquella
yegua no iba a poder convertirse en una mula de cieno, cargada con bultos, porque se
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detena cada cinco pasos a comer hierba y no quera moverse hasta tener la barriga
llena. No, Mist no sera un buen caballo para trabajar.
Jaston se apart de Mycelle. Las pruebas que haba pasado en el castillo Drakk lo
haban convertido en un hombre nuevo. Apenas pareca el hombre taciturno que
haban conocido al principio. Ahora andaba con la espalda erguida y hablaba con
buen humor, sin sentir ninguna vergenza por sus cicatrices.
Por otra parte dijo, mi hogar se encuentra en el pantano.
Elena se dio cuenta de que aquellas palabras dolieron a su ta, igual que la breve
mirada que Jaston dirigi a la bruja al hablar de su amor por los pantanos. Con una
expresin triste, Mycelle se volvi y enderez la espalda. Elena not resignacin en la
mirada. Las llamas que se transforman en ceniza no pueden ser reavivadas, ni
siquiera cuando todava queda una pequea chispa.
Entonces, me imagino que lo mejor ser que nos marchemos dijo Mycelle con
una alegra fingida. Mientras se daba la vuelta, la ta se puso una mano en el costado
donde los venenos de los tentculos la haban quemado. Pero Elena imagin que le
dola algo ms que la herida.
As, Mycelle y Jaston se separaron, ms que amigos, menos que amantes, y le lleg
el turno a Elena para despedirse. Abraz a Jaston y se volvi hacia Cassa Dar. La
bruja haba recuperado su figura mgica y de nuevo se mostraba como una belleza de
pelo de color rojizo. Tom con sus manos finas las manos enguantadas de Elena.
Eres la portadora de la herencia de Sisakofa. Estas manos albergan mucho
poder dijo y luego levant una mano y la apoy en el pecho de Elena. Pero tu
autntica fuerza siempre vendr del corazn. Nunca lo olvides.
A Elena se le empaaron los ojos.
Y, por favor, no olvides la promesa que me hiciste prosigui. T eres la
nica salvacin de mi gente.
Cassa Dar sonri y se abrazaron. La imagen de la bruja pareca tan real que,
incluso abrazada a Cassa Dar, Elena no poda adivinar la anciana enana que se
ocultaba en aquella magia de musgo.
Finalmente se separaron.
El grupo de Elena subi al barco y se acomod. Con una leve sacudida, la
embarcacin se apart de la orilla por s sola, tirada por la magia de Cassa Dar.
Elena, sentada en popa, se volvi para mirar por ltima vez a Jaston y Cassa Dar.
La pareja estaba en la orilla, con los brazos en alto para despedirles. Elena vio que la
bruja tomaba la mano de Jaston mientras se despedan. Sonri. Al parecer, no slo
Mycelle estaba interesada en Jaston.
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Captulo 30
Seis das despus de haber abandonado el castillo Drakk, Elena puso por fin pie en
tierra firme despus de un tiempo que se le antoj eterno. Tras tantos das de viajar
por suelos pantanosos y cabecear en barcazas por los canales del pantano, no saba
apoyar bien los pies. Se ajust el equipaje para equilibrarse y comprob cmo estaba
el tobillo que se haba doblado en su huida por la escalera del castillo. Slo le
quedaba una leve punzada, igual que un recuerdo distante de aquel dolor anterior.
A su lado, Fardale extendi dos patas, arque la espalda y sabore el placer de
salir del barco. Era evidente que el lobo disfrutaba del sol tras la niebla constante del
tremedal. Elena examin los pedazos de pelaje cortado del torso del lobo; sus
quemaduras estaban cicatrizando muy bien. El ungento de la bruja de los pantanos
tambin estaba curando las heridas de los dems.
Errl se coloc a su lado con una ligera mueca de dolor cuando su mochila roz el
vendaje del cuello. Mycelle andaba con cuidado detrs de ellos. Sus heridas eran las
ms graves. El anillo envenenado que llevaba alrededor de la cintura todava le dola.
Por suerte, la caminata desde all no era extensa: medio da de camino. Erril
conoca a una persona que tena una granja remota en los riscos, un lugar donde
podran esconderse y descansar mientras sus heridas se curaban.
Fue la promesa de una granja, eso es, de camas verdaderas y comida caliente, lo
que empujaba al grupo a moverse.
Sin embargo, el lujo de una cama limpia no era el nico motivo por el cual
avanzaban a paso ligero. En menos de media luna, Mycelle necesitara todo un da de
viaje para llegar a Port Rawl y buscar a los dems miembros del grupo. Elena estaba
ansiosa por volver a ver a Kral, Tolchuk, Meric y Mogweed. Los echaba mucho de
menos.
Ya con las botas en suelo firme, Erril se puso al frente del ltimo tramo de aquel
largo viaje desde Winters Eyrie hasta la costa. Mientras el sol ascenda en el cielo, las
condujo hacia el este, hacia el ocano y luego tom rumbo hacia el sur.
Cuando abandonaron las tierras pantanosas y entraron en las colinas redondeadas
de la costa, el terreno ascendi suavemente. Tras dejar esos territorios ponzoosos,
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los pjaros cantaban y los conejos huan a saltos de su camino. El aire estaba
perfumado con el olor de la hierba verde de las praderas y de los junquillos de color
prpura, mientras el zumbido de las abejas adornaba las zonas cubiertas de madreselvas. El verano dominaba aquellas colinas, si bien los pericarpios hinchados de
las lechetreznas, que colgaban como cabezas de borrachos, anunciaban que el verano
estaba tocando a su fin.
Por la noche, llegaron a lo alto de la colina ms alta. No muy lejos, delante de ellos,
se despleg el ocano. Elena lo contempl boquiabierta. Era como si el mundo se
acabara en los acantilados. Las aguas azules del gran ocano se extendan de un
extremo al otro del horizonte. Nada interrumpa aquella inmensidad lisa, con
excepcin de alguna isla verde cubierta por las brumas.
Es el extremo del Archipilago explic Erril mientras sealaba las islas
lejanas.
Y nuestro siguiente destino, pens Elena con cansancio. Suspir. Pero, bueno, eso
sera otro da. Por el momento, estaba dispuesta a disfrutar del sol y del olor de la
brisa marina y a olvidar durante un tiempo que era bruja. No quera ni siquiera mirar
el par de guantes que le cubran la piel de color rub.
Con la vista del ocano, Erril anunci la comida y les dio la ltima racin de carne
seca y pan duro. Aquella comida fue aburrida hasta que Mycelle ofreci a Elena unas
bayas que haba recogido en un arbusto de espinas. Elena abri los ojos. Aquellas
bayas eran sus favoritas. Tras aceptarlas de muy buen grado, se las puso en la boca.
Eran cidas y dulces a la vez. En el jardn de su casa, su madre las cultivaba, y con las
pocas que Elena no coma, haca unos pasteles estupendos.
Elena mir las colinas alrededor, salpicadas por esos arbustos de espinas. Sonri
con los dientes teidos de color morado. El trayecto a partir de all no le pareca nada
mal.
Mycelle se dirigi hacia Erril mientras Elena se acababa las bayas.
As pues, ese amigo tuyo de los acantilados dijo. Se puede confiar
realmente en el?
Erril asinti mientras recoga los brtulos; luego se volvi a sentar sobre los
tacones y mir fijamente a Mycelle. Sin darse cuenta, se rasc el mun de su brazo.
Es un hermano de la Orden. Tengo plena confianza en su lealtad y pondra mi
vida en sus manos sin pensarlo dos veces.
Mycelle mir fijamente a Erril antes de hablar.
Pero esta vez se trata de algo ms que de tu propia vida.
Erril mir un instante a Elena y luego volvi a posar su vista en Mycelle.
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James Clemens
La tormenta de la bruja
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James Clemens
La tormenta de la bruja
Quien fuera que haba sufrido esa brusca muestra de afecto del hombre abri por
fin la puerta. Era un hombre un poco ms bajo que Erril. El hombre de los llanos
salud, si bien no reconoci al muchacho de barba rojiza y, durante unos instantes,
tampoco lo hizo Elena. Luego la nia abri mucho los ojos, hizo a un lado a Erril, se
abalanz sobre el hombre y abraz con fuerza al muchacho sorprendido.
Mmm... dijo l con torpeza mientras se deshaca del abrazo.
Elena se retir y mir su rostro. Haba crecido mucho durante el ltimo ao y
ahora le crecan unos pelos de pelo rojizo en la barbilla. Ella le sonrea mientras unas
lgrimas de alegra le surcaban las mejillas.
Joach, acaso no reconoces a tu propia hermana?
l parpade.
Elena? dijo, primero con cautela y luego por fin viendo ms all del pelo
teido y corto. Elena!
La tom entre los brazos y la abraz con tanta fuerza que ella temi que le
rompiera las costillas, pero no se quej ni le pidi que la soltara un poco. Se limit a
abrazarlo. En los brazos de Joach encontr la fuerza de su padre y la calidez del
corazn de su madre. Unidos por el llanto, volvan a ser una familia.
Cmo...?
Ella rea y sollozaba en su pecho, incapaz de decir una palabra y con la mirada
borrosa. Lo apret con ms fuerza. No era el producto de un sueo cruel, ni un
fantasma que desaparecera al levantarse. En el transcurso de las ltimas lunas, haba
soado a menudo con su hermano, pero esta vez era real. Era de carne y hueso. No
poda dejar de llorar.
Cmo has...?
l levant la mano y le toc la mejilla.
Ssss....
Entonces, un hombre entrecano y de barba gris asom por detrs de su hermano.
Llevaba una pipa entre los labios.
Parece que vosotros dos ya os conocaisdijo con brusquedad.
Joach solt a Elena cuando el hombre mayor se acerc, pero no quiso soltarla por
completo. Con un brazo alrededor de los hombros de ella la present al hombre.
sta dijo mientras dibujaba una sonrisa de entusiasmo es mi hermana
Elena.
Ah, s, la bruja. Ya me lo haba figurado.
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Hizo un ademn de saludo con la cabeza a Elena y le pas un pauelo para que se
limpiara las lgrimas. Contempl al resto del grupo y abri mucho los ojos al ver el
enorme lobo. Luego los hizo pasar a todos al interior, como si acabaran de llegar de
alguna granja cercana.
Ya era hora de que llegaras, Erril.
Joach empezaba a volverse cuando Mycelle sali de detrs de Erril. La cabeza del
muchacho se gir bruscamente al ver el rostro de aquella mujer.
Ta Mycelle? pregunt con voz sorprendida. Pero qu... qu ests
haciendo aqu?
Joach solt a Elena y se dirigi a su ta.
Elena sonri. Por unos instantes haba olvidado que haba presente otro miembro
de su familia perdida.
Joach fue a abrazar a Mycelle, pero sta levant una mano.
Quieto ah, Joach. Ya he visto cmo abrazabas a tu hermana. Tengo heridas que
no podran soportar esa expresin de amor. Se inclin, lo abraz suavemente y
luego lo solt. Tena los ojos llenos de lgrimas. Has crecido incluso ms que tu
hermana dijo mientras se secaba los ojos.
Flint irrumpi Erril, siempre brusco, siempre serio, cmo encontraste a ese
chico?
Moris lo encontr en Aloa Glen dijo sin dar mucha importancia a la pregunta
. Pero es una historia muy larga y tengo una olla de caldo hirviendo. Si no voy, se
va a quemar.
Antes de que entraran, un rugido grave atron en las colinas. Todo el mundo se
qued paralizado por el susto.
Erril desenvain la espada.
Mientras todos tenan la vista vuelta hacia all, una forma alada sali de repente
desde la parte baja del acantilado a sus espaldas. Describi un arco y se acerc hacia
la granja.
Un skaltum! grit Elena.
Joach abraz a su hermana.
No, Elena, no hay nada que temer.
Erril, igual que Mycelle, volvi a envainar la espada. Fardale gru.
Flint hizo un gesto de aprobacin hacia todos dios.
Estis un poco nerviosos, no os parece?
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James Clemens
La tormenta de la bruja
El hombre mayor mir el cuerpo de Mycelle de arriba abajo. Luego dirigi una
mirada apreciativa a Erril.
Vamos dijo mientras sealaba con la cabeza el acantilado. Mi caldo tendr
que esperar. He enviado a una mensajera para que congregue algunas fuerzas, pero
viene ms pronto de lo previsto. Y no me gusta nada lo que esto significa.
Erril lo sigui con el entrecejo fruncido y una expresin de desconfianza.
Qu est ocurriendo, Flint?
Elena, que tena los ojos clavados en el cielo, no oy la respuesta del hombre. Con
los ltimos rayos del sol poniente, vio que lo que se deslizaba por los vientos costeros
no era un monstruo del Seor de las Tinieblas, sino un ser fabuloso hecho de escamas
negras iridiscentes y garras de plata. Como el sol se pona a sus espaldas, los ltimos
rayos hicieron brillar las escamas que lo cubran. Cay en barrena sobre la punta de
una de sus enormes alas en direccin al acantilado. Elena abri la boca de admiracin
mientras miraba asombrada con el cuello doblado el vuelo de aquel animal tan
maravilloso que se mova con elegancia y fuerza en el cielo del atardecer.
Elena se coloc detrs del hombre de los llanos con el brazo de su hermano
alrededor de los hombros. Delante de ellos, el animal aterriz en el borde del
acantilado y clav sus garras enormes en el suelo. Pendido encima del oleaje, volvi
su cabeza majestuosa en su direccin mientras se acercaban. Los escrut con ojos de
color cobalto y bano.
Es el dragn Ragnark explic Joach.
Al acercarse, Elena vio que sobre el dragn iba sentada una nia jovencita. El pelo
verde se meca sobre su rostro como las ramas de un sauce. Joach levant una mano
para saludarla. La nia le devolvi el gesto.
Esta es Sy-wen explic Joach a Elena. Una merai.
Elena abri los ojos con sorpresa. Se supona que los merai eran seres mitolgicos,
pero haba visto ya tantas cosas que no dud de la afirmacin de su hermano.
Mientras cruzaban la pradera para acercarse al dragn y a su jinete en el borde del
acantilado, Flint y Erril estaban sumidos en una animada conversacin. Elena se
acerc para or sus palabras. El rostro de Erril se haba ensombrecido con la luz del
crepsculo.
As pues, Aloa Glen est perdida dijo con desnimo. Y mi hermano...
La voz se le rompi y no pudo hablar ms. Tena la mirada perdida. Elena no lo
haba visto jams tan afectado.
Flint mordisque su pipa.
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La tormenta de la bruja
Eso me temo. He odo decir que bandadas de skaltums en tropel han sido vistos
dando vueltas alrededor de las torres de la ciudad. Los barcos tambin me han
informado de que se han visto unos seres muy extraos en las aguas que rodean la
isla y ahora se pierden cinco veces ms barcos en las aguas que antes. Me temo que el
Seor de las Tinieblas se mantiene en su posicin. Para recuperar el Diario
Ensangrentado vamos a necesitar un ejrcito.
Flint se volvi hacia Sy-wen.
Cmo ha ido? Has podido convencer a tu madre para que nos ayude?
Conch ya haba llegado a mi madre dijo Sy-wen y le haba hecho saber tu
solicitud de ayuda. Seal con un gesto amplio del brazo los mares que se agitaban
bajo el acantilado. Aqu tienes su respuesta.
En el oleaje agitado, las aguas azules ondulaban con movimientos lentos y
regulares. Ah no haba nada ms que olas vacas.
Elena vio que el hombre hunda los hombros.
Entonces la pequea merai tendi el brazo y toc el cuello de su dragn. Tras
aquella seal silenciosa, Ragnark extendi su largo cuello y bram por encima de las
olas. Su grito reson por todos lo acantilados.
Con una mueca de disgusto por el ruido, Elena se acerc a Joach.
Cuando el rugido del dragn termin, la superficie lisa del mar bajo la espuma del
oleaje se llen de cientos de cabezas e innumerables seres sumergidos salieron a la
superficie.
Son dragones de mar susurr Elena, sobrecogida.
Como si se tratara de joyas esparcidas en aguas azules, surgieron del mar ms y
ms dragones, de distintos colores y tamaos.
Cada dragn tena un jinete con el brazo levantado en seal de saludo.
Mi madre os enva sus saludos dijo Sy-wen con una leve sonrisa y promete
su ayuda.
A sus espaldas, unos enormes monstruos marinos procedentes del fondo del mar
ascendieron; parecan islas cubiertas de mariscos y despedan fuentes de agua por los
orificios que tenan en la espalda. Aquel roco atraves los rayos del sol y dibuj
varios arcos iris en el horizonte.
Flint emiti un silbido de admiracin. Se acarici un pequeo pendiente en forma
de estrella que llevaba en la oreja.
Lo has conseguido, Sy-wen mascull. Has hecho volver a los merai del
Profundo. Esta noche se estn cumpliendo muchas profecas. No lo notas? le
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Mientras Elena contempla su ejrcito de dragones yo tengo que finalizar esta parte
de su historia. A partir de esa noche, los ocanos se teirn con el rojo de la sangre de
los hroes, los cobardes mostrarn su color verdadero y los hermanos blandirn sus
espadas entre s.
Acaso no es eso lo que ocurre siempre con las guerras?
As que, por el momento, descansemos y no oigamos los tambores de guerra que
resuenan en las aguas agitadas.
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Agradecimientos
La lista de todas las personas que han ayudado a crear estas novelas podra ocupar
un libro entero. Aun as, sera muy descuidado por mi parte si no expresara mi
especial gratitud a algunas de ellas: a mi agente literario, Pescha Rubinstein, quien
me mostr un resquicio por donde colarme en el mundo editorial y que me gui por
l; a mi editora, Vernica Chapman, por dar eco a mis novelas en los pasillos de Del
Rey, y a Eleanor Lang y Christine Levis, por publicar y promocionar el libro por todo
el mundo. Tambin me gustara dejar constancia por escrito de mi afecto por Brom, el
autor de la portada, y por David Stevenson, su diseador, quienes proporcionaron un
rostro imponente al proyecto.
Evidentemente, no puedo dejar de expresar mi gratitud hacia mi grupo de
escritores, porque han constituido una ayuda inestimable para pulir y mejorar esta
historia: Chris Crowe, Dennis Grayson, Dave Meek, Stephen y Judy Prey, Caroline
Williams y, especialmente, Jane O Riva.
Estoy especialmente en deuda con Carolyn McCray, cuyas crticas y amistad han
sido grandes apoyos para m.
Tambin deseo enviar un enorme abrazo a mi animadora especial, Meryl Olah, por
los esfuerzos que ha dedicado y por disfrazarse como Elena en varias convenciones
as como durante la promocin de la primera novela.
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