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sombra.
.J.
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XXXII
AO
J U L I O
J.
MONTEVI DEO
RED
91
CASAL
OR
N.O
1954 - 55
NAMENTACION
RAFAEL
BARRA DAS
TORRES
G A R CIA
JOSE
LUIS GAL ICIA
1953
Le monde est devenu fragile
Comme une coupe de cristal,
Les montagnes comme les villes,
L 'ocan meme est mis a mal.
Un roc est aussi vulnrable
Qu 'une rose sur son rosier,
Et le sable, tant de fois sable,
Doute et redoute sous nos pieds.
Tout peut disparaitre si viteQu'on le regarde sans le voir,
La Terre devient insolite
Que ne fait plus tOill'ner l'espoir.
Hommes et femmes de tout age
Regagnons vite nos nuages
Puisqu 'il n'est pas d'asile sur
Dans le solide et dans le dm'.
Pars, 1954.
U P E R V 1 E L L E
Julio Surpervielle
J U L 1 O
SUPERVIELLE
Valry; cuya obra fu tan felizmente definida por Supervielle mismo con estas palabras:
"Poesa rica en versos inolvidables que no
terminan nunca en darse".
Bajo los resplandecientes poemas de
"Charmes" y de "La Jeune Parque" se vuelven a hallar los temas y las difciles conquistas que Supervielle ha traducido con los ojos
verdes del sueo. Por parte de ambos, se
trata de decir lo indecible, esto es, lo que
atraviesa el lenguaje sin poder ser explicado por l. Supervielle, sin embargo, permanece en un plano ms concreto; sin negar el aspecto hlUnano y afectivo, quiere
hacer participar todas las formas del mundo en la recreacin espiritual. Si las maneras de pensar de Valry y Supervielle son
paralelas, su consecuencia es opuesta: Valry se limita voluntariamente al yo ms ntimo, es decir, a la forma de la inteligencia;
Supervielle slo se siente seguro en la extensin de su yo a un grado csmico. Es la
conc-epcin moral de la obra que separa a los
dos poetas y sita al Supervielle csmico en
los antpodas del Valry narcisista. No contento de mirarse, como Valry, en las aguas
de "las bellas fuentes", Supervielle las habita y, desde all, hace grandes gestos para mostrar a los humanos que existe un clima insospechado del otro lado de todo espejo.
"Hroe de la perfecdn adquirida", Valry no es el nico gran seor en el clima
potico de Supervielle. Tambin se encuentran en l los nombres prestigiosos de Larbaud, Fargue, nlilosz y Rilke.
"lVli admiracin por Valry Larbaud nae-e,
sobre todo, del hecho de (Iue este gran artista ha sabido salvaguardar la profundidad, las riquezas y los matices de su simUna tal admiracin,
plicidad natural.
una tal confianza en un escritor no se pueden tener sin recibir alguna influencia que
soy feliz en reconocer aqu".
Lo que Supervielle esc'ribe de Larbaud,
se podra decir tambin de Lon Paul Fargue, cu~ya poesa es toda de matices, de sensaciones imponderables, de armonas entre
el mundo ntimo y la visin del exterior.
Poemas en prosa, a menudo ms brillantes,
de vocabulario ms ric-o, de placer verbal
ms sostenido que los poemas de Super'delle, pero que, como ellos, tienden a captar
10 inasible "detrs del silencio", los '.fantasmas familiares.
NI
Versin
Q
d e
Ju
a n
Tour du Pin, como Claude Roy; J ean Tardieu, como Voronca; Robert Ganzo, como Ren Lacote, Fombeure o Rousselot.
De todos los rincones del mundo. tanto de
Asia, como de Amrica o Europa, los servidores de la poesa tratan de alcanzar, mediante
estudios ms o menos profundizados sobre la
estilstica, la poesa, el teatro y los cuentos,
el espritu de una fuerza que ha lanzado a la
poesa moderna hacia nuevos caminos de verdad.
Por las crticas y los estudios que ha hecho
nacer, por sus obras y por su presencia, Supervielle est por algo en la conciencia potiea de nuestro mundo.
Louis Chaigue ha reconocido bellamente en
l al nadador que dirige con una mano firme
la joven poesa francesa sobre extraos ocanos.
Dirige? S, pero soando con poemas inimitables ...
Pars 1954.
Carlos
R
We
A
g
le
MUCHO
TIEMPO YO
HABlA
VAGADO ...
Traduccin
de
Rolina
Ipuche
s
Ril1a
HALLAZGO DE UNA
DOS
POEMAS
I
HILO DE ADRIADNA
Ciento ochenta y tantos fragmentos de la
obra de Safo.
Algunos, casi atomizados.
Vastas lagunas en el conocimiento de su
vida que le amaneci cuando terminaba el
siglo VII a. J. C.
La ms lejana referencia: Herodoto, y
an as ste escribi siglo y medio despus
de desaparecida la poetisa.
~Iisterio ms profundo: el de su muerte;
enigma que perdura y vela a travs de las
edades sin que roce la posibilidad por todos
admitida de su tragedia en las Rocas Leucadas. Pero. .. concomitantemente importa
desmonetizar la leyenda de Phan.
by en vez de esta leyenda? Por ventura la interpretacin Pithagrica -que a
muchos no defrauda- donde el episodio del
suicidio cobra sentido palingensico bajo especie de ,sacrificio de una vida sensual, en
holocausto a otra ms pura y luminosa,
dando con ello valoracin plena al apotegma
tan caro a la secta de que "el cuerpo es la
tumba del alma"?
En resolucin: ansia incontenible de redimirse!
Ciento ochenta y tantos fragmentos, es todo cuanto hasta hoy se conoce de la obra de
la poetisa de Lesbos!
No hay que poner coto, sin embargo, a
nuestra avidez, ni agravar con pesimismos lo
que parece designio malogrado.
An es posible que el acervo aumente y
enriquezca el caudal .
Habra que hacer el elogio de los Papyrus Oxyrhinchus o del Pergamino de Berln que nos revelaron hace pocas dcadas
'nuevas poesas, ensanchando horizontes de
belleza ?
, Y casi ayer, en 1937, no realiza Medea
Norsa, para su gloria, el ms peregrino descubrimiento al identificar en un "ostrakon"
CLAVE
D E
PARA
S A F O
" ducido; el que quisiere ser juez, pruebe pri"mero qu cosa es traducir poesas elegan"tes de una lengua extraa a la suya sin
" aadir ni quitar sentencia, y guardar cuan"to sea posible las figuras de su original y
'su donaire, y hacer que hablen en caste" llano, y no como extranjeras y advenedi" zas, sino como nacidas en l y natura"les ... " (1).
A. esto aado a modo de colofn, la divisa
que el Marqus de Pezay hizo suya, buena de
retener por quienes padecen cerradas incomprensiones. "Le plus sur moyen de ren"dre U11e traduction infidelle, est de vou"loir la rendre trop littrale"(2).
, Cabe elaborar un criterio ms lcido 7
Ir
LA CLAVE
Vario y de difcil esclarecimiento se nos
presenta el mundo existencial en Safo.
y ms, en la zona tornadiza del sentimiento ertico.
La empresa de ahondar en las reconditeces del amor en Safo, hasta dar en la roca
viva de una verdad, supone ya brega extremada, porque se insinan tantas sendas
ocultas, tantas melodas en sordina, tantas
ansias _conturbadoras que el contorno se esEuma y desvanece.
y es que la poetisa nos libera tan slo
su secreto en parte y l nos llega sin continuidad, como repentino destello.
Siempre con alto potencial de enigma.
Nunca como expresin plenamente reveladora.
Mas apesar de todo, jams elude la marca
de su linaje egregio!
lirio.
Cuando su estro derrota la apata en los
corazones y queda bajo el signo de Afrodita, la poetisa aparece en estado de frenes,
trmula de pasin y por eso mismo, EN
PERM~~ENTE TR~~CE DE REBASAR
LAS NORl\fAS HABITUALES.
(1)
Fray Luis de Len. Poesas. Dedicatoria
a Don Pedro Portocarrero.
(2)
Traduction de Catulle, Tihulle et Ga1us. Le
Marquis de Pezay. T. 1. pg. 13. (Edicin de 1771.
Delalaine. Pars).
(3)
Platn. Faidros. 265.
(4) Unamuno. En torno al casticismo. Citado
<n "Msticos espaoles", Luis SantuIlano. pg. 13
Como milagro de belleza difcoilmente superado, hay que citar este poema del "A.L\"SIA", que segn dicho de Gra0in, es "vi
"virpoco en la fruicin y eternamente en
"el deseo".
Gracias al neoplatnico Longino, nos es
conocido.
Lo consigna en su "Tratado de lo Sublime"
No sabemos quin lo inspir. Ni en qu
momento de su vida, Safo hubo de componerlo. Cuando viaj a Sicila 1 Despus
de su regreso a NIitylene '?
Una vez ms ronda aqu el enigma.
Ni siquiera se le individualiza con un ttulo.
En los textos griegos se le acostumbra a
distinguir con el nmero 2. El nmero 1
se reserva para esa otra composicin maravillosa que es "LA PLEGARIA A AFRO.
DITA", de que me ocupar enseguida.
He aqu la Oda en su original y la versin
que he he0ho:
d.'
,
f t "'CToe; uEOtCTtV
LJ?
":IIaWETa.
fUJt ICrvoe;
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EJLluV wvrp OTne; Evavnoe; TO'
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....
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/CaL\ 'YEA-atCTae;
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ICp~av EV CTT~eECTCTtV 7T'7T'TaCTEv' 2
, \ " '''~ BPOXE , we; JLE ,l.,,/,wvae;
we; 'Yap Ee; T toW,
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,."
~,
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'
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t"
,..,
7l'aVT<a vuv
"'\.
T>O"'JLaTE , E7T'f,
7T'EvrCTa.
En el "David" de NIiguel Angel, (aun siendo obra de preludio y no de madurez de genio, como aquellos conjuntos portentosos que
son la tumba de los lVIedici o la del Pontfice Julio II), la anatoma que reproduce
el mrmol es cosa tan perfecta, que en la
total articulacin del conjunto cada msculo de la escultura toma la justa actitud que
corresponde al preciso instante en que realiza el esfuerzo, y es cuando David arroja
el proyectil con que abati a Goliath.
Tal "sinergia" es juego armnico de todos
los msculos del atleta adolescente, puestos
en mxima tensin fsica.
Pero y la intencin ~
Finamente en el siglo XVII ya aclaraba
bastante la sabia helenista ~\na Dae'ier, insinuando que esta Oda no lleva el tono con
que una amiga escribe a otra amiga, porque "tout y sent l'amour de la ooncupiscence " ...
EIC",UEC;,
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'YEVECT
( l ) Irisado, en el sentido de que aprisiona todos los colores del iris. Figuradame.nte: el culto a Afro.
dita con un carcter de universalidad. Afrodita aprisiona todos los matices del amor.
ahora nos rememora Safo, para dejar as clara constancia de cmo esa "ot.ra vez" Afrodita cedi a la splieoa y -benevolente- intercedi en su favor.
En esta hora, cuando la afligen crueles
torment.os de amor, cuando los mismos padeceres se le antojan t.ort.uras nuevas, , cmo
no confiar en ella?
Por eso la invocacin "act.ual" es 'un ruego
esperanzado, y ste, en rigor, se concret.a
tan slo en la primera y en la ltima estrofa.
DANIEL
e A S T E L L A N o S
L A S
VERDADES
MALAS
"El ala de la imbecilidad" que sinti Baudelaire pasar sobre su frente, roza con su
pico anonadante la frente humana de nuestro
tiempo. Su aleteo arrebatador nos espanta.
Porque, como el poeta, sentimos que nos quiere arrebatar la conciencia. j Cunta mente
captada por la estupefaciente caricia impetuosa de su vuelo, por el roce picudo y entontecedor de su aletazo! j Cunta mentecatez terrible!
O
01
o
Una creencia que no deja lugar a dudas,
no es una creenc-ia, sino, ms bien, una supersticiosa credulidad.
e
Si no hay arte ms que de lo pasado, como pensaba Hegel, y el arte es siempre
"sido", como por ello afirma Heidegger, la
"posibilidad' que hace la obra de arte duradera , ser una esperanza permanente de lo
venidero o su constante desesperacin r
o
Hay una tradicin popular que dice que
<mando canta el gallo -el buen gallo, el que
canta apenas llegada la media noche-- es la
hora en la que Cristo sali de los Infiernos.
Es la hora en punto de escuchar, oyndolo
profundamente, algn Nocturno de Chopin.
Ninguna msica ha deseendido tanto hasta
los Infiernos de la desesperacin humana,
con tanta ansiedad, con tanto ahnco, como
sta, tan terrible y conmovedora, de Chopin.
Por eso hay en ella, como en el verso byroniano, una inconfundible cojera sospechosa:
la del lado derecho; la del pie que apret, por
primera vez, en la msica, descubrindonos
su apocalpsis infernal, el pedal correspondiente del piano. (Los "virtuosos" lo saben;
sobre todo sus intrpretes ms infernales por poco digo canaIIesc'os-: desde H,ubinstein hasta Iturbi, en nuestro tiempo). y
es que en la msica de Chopin, como en la
poesa de Byron (Goethe fu el primero que
lo not -en Byron-), se siente cojear al
Espritu desconocido y sin nombre; al misterioso y sospechoso Angel, o lo que fuera,
que luch toda la noche con Jacob, hasta que
amaneca, y sin decir su nombre, se march
-dice la Escritura- "cojeando de 1m anea". La msica de Chopin como la poesa
de Byron, sabemos que cojea de ese pie -:,nglieo: por eso es tan temible y sublime.
El lenguaje de todo arte vivo -en poesa, msica, escultura, pintura ... - es el
lenguaje humano de la ilusin que nos pone
ante el pensamiento el engao especular de
su angustiosa nada, totalizadora ilusoria de
si misma. La poesa, a cuya especfica determinacin ereadora pueden reducirse todos los lenguajes posibles del Arte, en Msica como en Pintura, afirma esa especfica
determinacin como la substancia misma de
su ser, paradjicamente, por la imposibilidad de ser substancial o substante. La indeterminacin expresiva que hace posible
toda forma, potica, musical o pictrica, la
traspasa de su propio vaco generador, de
su catic'a nada, totalizadora angustiosa de
la viva ilusin que la enmascara. Un ngel
del Greco nos dice la misma ilusoria verdad
angustiada que un bufn de Velzquez o que
una santa de Zurbarn o que un monstruo
de Goya o de Picasso. Y si le preguntamos
a la msica, el ms angustioso vaco de
Dios que nos dice una forma fugada de Bach
con la ilusin de su arabesco arquitectnico,
tiene exacta correspondencia en la ms extrema oposicin a su forma que, con ms
grac'iosa elegancia sensual nos exprp.= una
balada, vals o mazurca caprichosa de Ohopin, un Preludio de Debussy, una danza de
Strawinski o de Falla. Pues b qu ms al~
gustioso vaco divino, qu ms honda sima
de espanto, que la que nos abren al pensamiento ilusoriamente, lo mismo la impasibilidad expresiva del Partenn que la apasionante inquietud inmovilizada, entre juegos
de luces y sombras, poblada de fantasmas
de vidrio o piedra, de la catedral de Chartres?
O
o
Nos parece que en la msica de Bach, como en la poltic'a de Luis XIV, no es la cabeza la que sostiene la peluca sino la peluca la que sostiene la cabeza. Su diiere:lcia salta a los ojos ~y al odo- como una
retrica cuestin de estilo: de poca. Bucles
y rizos naturales, de una parte, elevados artificiosamente en cspide bablica; rulos y
lazos caracoleantes de empolvados arabescos
aconsonantados, en la otra. A.unque en ambas se nos diga con distinto estilo barru~o
una misma cosa: "el Estado -o la Msi0asoy yo". Y ninguna de estas dos afirmaciones rotundas, contundentes, absolutas, se
hubiese atrevido nunca el hombre a hacerlas
-ni a pensarlas, ni a sentirlas- sin peluca.
O
La peluca, todo lo contrario que la mscara o el antifaz, al enmarcar el rostro humano lo transforma para no ocultarlo, dndole una nueva revelacin, que por su redundancia enmarcadora, es como si lo desnudase ms de s mismo para ponerlo en
evidencia.
En poltica nos resulta ms cnico el empelucado Luis XIV que el enmascaradoMaquiavelo. En msica ms ornamental y descarado Bach que Beethoven. Porque esos
rostros que nos ofrecen empelucados nos engaan con la aparicin sobrehumana que nos
revelan eomo una apariencia divinizadora y
escamoteadora de la natural figura del hombre exaltada prodigiosamente por la peluca
en un bablico designio intelectual eXC'lusivo.
O
"
Nos parece que el arriesgado alpinista metafsico Heidegger -la ms profunda y penetrante mente filosfica de nuestra poca- tiene sobrada razn cuando afirma que
la bomba atmica ha explotado ;ya, y que el
hombre sufre actualmente sus espantosas consecuencias: fsica y metafsicamente. Al encararse, entonces, el filsofo -"dejado de la
mano de Dios", como dira Garca Bacoo-,
con los tres "humanismos" de nuestro tiempo: el cristiano-tradicional, el comunista-marxista y el existencialista, creemos que tiene
sobrada razn, -como Pascal, como Nietzsche, sus predecesores fantasmales-, en afirmar la necesidad humana de superarlos.
"El hombre sobrepasa infinitamente al hombre" -pensaba Pascal-o Y Nietzsche: "El
hombre es algo que merece ser superado". L
sobrehumano para Heidegger -si no me equi-
La guerra fra hiela la paz ardiente: heJando la sangre en las venas. 11ata sin efusin de sangre como ia horca y la silla elctrica.
MARIA
EUGENIA
El tema de la noche fu una de las obsesiones de Mara Eugenia. Frente a sus nOilturnos, esta "Elega Crespuscular" es como
un prtico de dulzura y de silencio que
atravesaba su alma al correrse desde la poderosa luz del da a la potente sombra templada de estrellas. Haba en :Mara Eugenia
un desesperado sentimiento de la nocturnidad, una C'omplacencia desgarrada y trgica con el infinito de las tinieblas, que se armonizaba maravillosamente con la calidad
VAZ
FERREIRA
CARLOS
S A B A T
E R C A S T Y
.JlJfI"lla'i()
"AVALA
....................
JUSTINO
ZAVALA
M U N 1Z
LAS
BICCHERNE
En las ciudades italianas se cumpli, callada o tumultuosamente, desde los das lejanos del siglo XI, ese proceso de gestacin
y evolucin que llev luego el espritu occidental europeo hacia el gran cambio que
llamamos, con dudosa exactitud pero con
palabra ilustre, Renacimiento. Dentro de
los muros de la cerchia antica, que eran a
veces los mismos del municipio romano, en-
DE
S lEN A
Sano di Pietro
Historia en que todo tiene la prodigiosa facultad de trasmudarse: no slo todo cuanto
sale de manos de preclaros artistas sino tambin todo cuanto sale de las de ignotos artesanos. Parece como si en esos momentos
aquellas ciudades estuviesen dotadas de la fabulosa facultad del rey lVIidasy trocasen en
oro, oro puro del arte, todo cuanto tuviesen a
su alcance.
Hacan de todo cosa d arte: palacios,
iglesias, calles, plazas, fuentes. Hacan cosa
de arte de los grandes frescos donde perduraban las glorias cvicas y los milagros de los
santos.. Hacan cosa de arte de lID soneto, de
J
y tiranos. Todo esto di origen a ese universo de pequeas y a veces admirables figuraciones que cubren las tablas llamadas hoy
genricamente las bi.ccherne.
La palabra Biccherna no se refiere, en su
sentido ms estricto, a una pintura, se refiere a una oficina de la antigua repblica sienesa y a los asuntos que all se ventilaban. Y
acaso, apretando ms las lindes etimolgicas,
al edificio, o mejor an, a la parte de edificio donde aquella oficina cumpli sus funciones municipales de recaudacin y exactora. La ms antigua mencin se remonta a
1193 y se halla redactada en esta forma: Ba.ccherna senesitm cons-ullm, aludiendo sin
duda al lugar donde residan los administradores del Erario y cumplan su misin.
Pero la oficina exista desde antes que el
emperador Enrique VI reconociese en 1186 a
la Repblica, y estaba encargada ya de cobros y pagos. Absorba buena parte de la
recaudacin cuando se organiz definitivamente como Vfficio di Baccherna, y realizaba
la totalidad de los pagos. l\ls tarde comparti estas ocupaciones con el V fficio di Gabella
que slo cobraba. Ambos servicios comunales Biccherna y Gabella, adoptaron el mismo
proceder para conservar sus legajos, y de
ambos proviene la mayor parte de las tablas
hoy conocidas.
La oficina se compuso de cuatro funcionarios llamador proveditori y de un magistrado, el camarlengo. Este ltimo cargo lo desempe primitivamente un laico, luego un
lrigo, y la comuna prefiri a los frailes del
monasterio cisterciense de San Glgano, acaso por la fama que adquirieron de probidad
y pericia administrativa. Parece sin embargo que San Bernardino, el brioso batallador
de la austeridad monstica, no confiaba demasiado en aquella fama, y as deca a los
ciudadanos de Siena: Voi vi date a creder'e
chei vost1-i ca1narlenghi secolari abbw fu.
rato di qtwllo del comune, e per cO gli volete
fare che s:eno frati. E frati forse non ft(,...'
rano?" ." Pero slo mucho ms tarde el cargo volvi a estar habitualmente en manos de
laicos: quizs porque los sieneses se convencieron de que el santo tena razn. No obstante, y por va de seguridad, los Cnsules
de Mercanca adsc'ribieron a la Biccherna un
cierto fiscal escogido entre tereciari-os, hombres de condicin semi clerical y guardado-
Sano di Pietro
Ya bien entrado el siglo XII los camarlengos regulares discurrieron hac-er pintar, en
la primera tapa de estos registros, la propia efigie, acompandola con los escudos
de armas de sus proveditori, acaso por un.
pnntilloso alarde administrativo, acaso por
una comezn vanidosa y nada monacai.
Agregaron luego inscripciones en latn o en
lengua vulgar, profusas de nombres e importantes por las fechas que consignan.
.A.s nacieron a la vida las biooherne, que
para nada pretendan entonces jerarqua
de remontadas obras de arte. Si se embellecieron y adornaron, a veces con nobilsimos
arreos, fu en virtud de aquel proe'eso general que hizo embellecer anlogamente tantos objetos de destino ms oscmo que estas
tablillas.
Quines fUeron los pintores de las bicclterne? Muchos nos son todava desconocidos y algunos no pasaron de modestos artesanos que cumplan una misin poco ms
que documentaria, aunque a veces la cumplieran posedos ellos tambin de ese estado
de gracia capaz de engendrar siempre una
obra mgna y pulcra. Pese a las obstinadas
indagaciones y a los minuciosos estudios
(Lisini, Heywood, Paoli, Garrison) (1) gran
nmero de piezas permanecen privadas de
atribucin segura.
Pero muehos otros fueron grandes maestros y su recuerdo pervive en esos mismos
registros cuyas tapas ellos cubrieron de
imgenes y bellsimos 0010res. XXVII Zib.
1Mg;tro Sinwn:y Martini, pictori, X ltb.
?nagistro Ambrosius Lorenzi, pictori: as
rezan los asientos de los pagadores, revelando nombres esclarecidos. Indice de la creciente importancia que adquirieron estas ilustraciones es el precio tambin creciente que
se ofreci por ellas. Si algunas biccherne se
retribuyeron con la modesta suma de V soldas, en el siglo XV se dict una ley prohibiendo gastar ms de nn florn de oro en
tales trabajos, y de esta suerte se puso coto a
la largueza de los camarlengos porfiados en
entregar a pinceles ilustres el atavo de sus
libros.
Andando el tiempo y ya muy avanzado el
cuatrocientos, las tablillas perdieron la finalidad prctica para la cual haban nacido,
transformndose en meros cuadros: no fueron usadas ya para proteger los folios y slo
desempearon la misin que desempea hoy la
pintura de caballete. Los volmenes quedaron
desprovistos de sus mejores ornamentos, pe-
Bonaventura di Giovanni
'-
La Circuncisin
1357 (0.41 x 0.29)
--
El Buen Gobierno
1474 (0.53 X 0.34)
Bonaventura di Glovanni
vida pblica o privada. El arte atin a arropar. tantas costumbres, hbitos y laboriosidades del pneblo siens, y no hubo terreno tan
rido como para que los sieneses no pudieran
hacer brotar en l la prodigiosa flor de la
belleza. Hasta una oficina de impuestos pag en Siena tribnto a esa belleza, y, como lo
hace notar Enzo Carli en un breve y jugoso
estudio (3), acaso solamente en Siena fu
donde una pequea musa os penetrar dos
veces por ao en las oficinas en que se maneja el dinero ajeno y se atrevi a sentarse en
el banco del atareadsimo publicano.
Por eso las tablillas de la Bicahel''1l<J, estn
demostrando cmo en tillO de aquellos momentos dichosos de la humanidad, toda accin, toda actividad puede ser fuente de
1 A
poesa. Y cmo pueden, hasta, brotar aquellas flores prodigiosas en una indita euCTucijada del Arte y de la Burocracia.
(1) A. Lisini - Le tavolette dipinte di Rie.
cherna e di Gabella del Reale Archivio a,i. Stato
in Siena. - Siena 1901.
W. Heywood - A Pietorial Chronicle of Sie.
na. Siena, 1902.
C. Paoli - Le tavolette dipinte della Biceherna e della Gabella. nell' Archivio di Stato di
Siena. Siena 1891.
(2) La misma alegora de El Buen Gobierno
vuelve a hallarse en un famoso fresco de Ambrogio
Lorenzetti (Palacio Pblico, 1339) y en unal pintura de Taddeo di Bartolo para una estancia contigua a la sacrista de la catedral.
(3) Enzo Carli: - Le tavolette di Biccherna
e di altri uffici: dello Stato di Siena. (Prlogo
al catlogo de la exposicin) - Florencia 1950.
-En el Uruguay existe un trabajo publicado
;:lor el arquitecto Fernando Garca Esteban en el
suplemento de El Da. Montevideo 1!2153.
FRANCISCO
y
A R
QUEVEDO
DE
ALLEJO
su analtico estudio considera que "una meditacin sobre el tiempo -son sus palabras
- suele acabar en una introspeccin". "A
veces ocurre tambin -agrega- que una
meelita<:oin sobre poesa conduec a una indagacin sobre el tiempo". De este modo,
la estimativa de Guillot ]yIuoz puede ser
aplicada a la comprensin profunda del mismo problema en la poesa de Vallejo. Es
por ello que he trado a colacin criterio tan
acertado y veraz.
Al estudiar el influjo de Quevedo en
nuestro siglo, Emilio Carilla ha olvidado
a Csar Vallejo, en tanto que cita a Dara,
Lugones, Neruela y Borges. Considero que
en quien ms ha calado -idea de muerte,
tiempo y amor- es en la obra del autor de
"Trilce". En sta, como ms tarde en "Poemas Humanos" y "Espaa, aparta de m
este Cliz", es la influencia, unas veces, y
la analoga, otras, demasiado visible. El
rastro ms saltante de Quevedo en Vallejo
es el de carcter conC'eptista.
He encontrado en mis lecturas quevedescas algunas pruebas que creo podran justificar mi aserto. El espritu de Quevedo y
el de VaHejo -salvada con prudencia la distancia que media entre uno y otro-- son
afines en cierto modo y determinada tendencia ms profunda que la letra.
En las conferencias que ofreC' en la
Galera Surea, .Amigos del Arte y Universidad en Diciembre de 1950, Junio y Noviembre de 1952, respectivamente, sobre la
poesa de Vallejo y su inconfundible carcter diafctico, apunt, aunque en forma nada
exhaustiva, por cierto, el eco de Quevedo.
En aquellas ocasiones seal imicamente la
semejanza de conceptos o el parentesco, si
queris, entre el c1siC'o y el moderno, en lo
que atae a la muerte. La idea de tiempo,
implcita en la de la caducidad humana, la
abord muy ligeramente en lo que concierne al contagio quevedista. Esta vez -ms
o menos pleno de hallazgos y comprobaciones- intentar trazar un cuadro :::tlgo ms
completo con referencias especficas y concretas. A tal efeeto, me he permitido trasladar, tanto de Quevedo como de Vallejo,
los fragmentos alusivos al tema del tiempo y
de la muerte.
Veremos en unos el parecido del retrato
y, en otros, las facciones, la manera, tI acento, el desgarro, la intencin, el vocablo. A
veces, la analoga estribar ms en la atmsfera, en la materia huidiza, que en el dibujo ceido 'i cerrado.
VaHejo es el poeta contemporneo que
prolonga a Quevedo en el avatar idiomtico,
en el destino esttico, en el drama dialctico.
Los dos proceden de la mdula y prosperaron consumindose a fondo, ardiendo en
la sangre, hasta quedar insignes personajes
del hueso:
"Alma a quien todo un Dios prisin ha sido:
Venas que humor a tanto fuego han dado;
Mdulas que han gloriosamente ardido;
Su cuerpo dexarn, no su cuidado:
Sern ceniza, mas tendr sentido:
Polvo sern, mas polvo enamorado".
Esa manera de ser -trmula y combusta- es la que genera y determina la aproximacin agonista entre ambos:
"Amada, esta noche t te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso ;"
escribi a principios de siglo el poeta de
nuestro tiempo. El lrico y el librrimo que
alientan en Vallejo estn invictos en Quevedo: en sus versos de amor, de los cuales
basta agregar a los sUJ'os anteriores del inmortal soneto un solo endecaslabo:
"Eterno amante soy de eterna amada.",
cuyo sentido parece haber traspasado, como
los otros, el eros potico de Vallejo.
Recordemos ahora, en otra direccin, el
soneto a Pedro Girn, Duque de Osuna, aqul
de quien dijo sombramente Quevedo:
"Y a tanto vencedor venci 1m proceso,
de su desdicha su valor se preC'ia:
muri en prisin, y muerto estuvo preso".
Quevedo sinti -como pocos- la desdicha
ajena; tal vez por lo mismo que le cupo adverso destino, tuvo conciencia de su suerte:
"Del vientre a la prisin vine en naciendo;
De la prisin ir al sepulcro amando,
y siempre en el sepulcro estar ardiendo.
Cuantos plazos la muerte me va dando,
Prolijidades son, que va cre<:oiendo
Porque no acabe de morir penando".
Don Francisco padeci el trgico destino
de Espaa, cuyo testimonio nos leg en in-
suerte mor-
as como para el segundo el verso que mejor define el carcter de la existencia espaola:
Aunque por distinta causa, Quevedo y Vallejo no slo conocieron la prisin sino que
sufrieron otra an peor entre las rejas del
pas convertido en crcel de uno a otro
confn:
"La red que rompo y la prisin que muerdo,"
dice Quevedo, en tanto que Vallejo gime:
"Amorosa llavera, de innumerables llaves,
si estuvieras aqu, si vieras hasta
qu hora son cuatro estas paredes".
Si Quevedo vi desmoronarse su poca y
pas:
"lv[ir los muros de la patria ma,
Si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
De la carrera de la edad cansados.
Por quien caduca ya su valenta".,
.As tocaron juntas, en el dolor, en la altura, las dos voces. Los poemas de Vallejo
son el remate histrico de idntica agona.
En Quevedo encuntrase el germen de
una actitud moderna: la protesta:
dar sino de un nuevo brote de la savia humana: el mayor que ha producido nuestra
lengua en los ltimo tiempos.
Quizs, no sea posible eneontrar, en realidad, un parecido formal, mtrico y SImetrico entre la obra de Quevedo y la de Vallejo' aunque s esencial en lo que se relaciona con la orientacin y la ideologa que
los embarga y enajena (en verso y prosa),
tratndose de la vida, del amor, del tiempo
y de la muerte, especialmente en estos dos
ltimos aspectos que ofrecen, en extensin
e intensidad, la imagen cabal de UllO y otro.
Los versos de Espaa, an ms que los de
"Poemas Humanos", patticos y transidos de
alto temblor csmico, de presin increble,
corroboran la tesis, a mi parecer, de la autntiC'a tradicin inimitable, biolgica y espiritual. En la propia Espaa -tena que
ser como ha sido voz de doble experiencia
por americana, como en Daro-- no se ha dado en la misma poca de la tragedia que he
seialado, una poesa como la de Vallejo, que
identifica su mensaje con el Destino. Ni la
obra de Antonio Machado, con ser tan grande, -escrita en parecidas circunstanciasse wmpara con la terrible y reveladora
de Vallejo, aunque las viuc:,ule la profundidad. La de Pablo Neruda -tan celebrada sin duda por su carcter periodstico J'
de propaganda epidrmica- es de periferia
y aproximacin. .lVIientras Neruda se dirige
verbalmente a Espaa, como un forastero,
ajeno a sus entraas, Vallejo pro;:.ede de su
humus, del infierno de su pueblo y de su
idioma.
El contraste lo demuestra: en tanto que
Neruda illSulta, rabia y odia, cogido por el
momento fugaz, al que sirve trazando la cr.
nica del suceso en dudosa forma mtrica que
se confunde con la prosa, Vallejo proclama
su amor trgiC'o en las estrofas ms sobrias
de la lengua. Hay, incluso, en la poesa de
Vallejo, cierto eco lejano que viene del fondo del Romancero y que patentiza su tradicin y su vigencia. Od, si no, su propio e
inequvoco acento:
" Mlaga, que estoy llorando!
i :l\laga, que lloro y lloro!"
tiempo, despus compulsaremos el de la muerte que le es afn. As, encontraremos tambin, ms adelante, la coincidencia en otros
motivos: en el concepto, en el enfoque, en
la construccin y hasta en las palabras.
Concepto constante y sntesis de su pensamiento es en Quevedo la asociacin tiempomuerte:
"La mano del reloj es de la muerte".
Vallejo, sin embargo, nos dice con acento
conmovedor y renovada experiencia:
.. !aYi mueren fUera del reloj, la mano agarrada a un zapato solitario".
En el poema titulado "La violencia de
las horas", Vallejo describe una parbola
de desolada muerte:
"Muri doa Antonia, la ronc'a, que haca
pan barato en el burgo. -Muri el cura
Santiago, etc.- JY]uri aquella joven rubia,
etc. :Muri ta Albiua, etc. --'::Muri un viejo tuerto, etc.- Muri RaJO, el perro de
mi altura, etc. -:Muri Lucas, mi cuado
en la paz de las cinturas, etc. -Muri en
mi revlver mi madre, etc. -l\luri mi
eternidad y estoy velndola".
El estribillo, y ms an, el nmero, como
se ver, es casi el mismo de Quevedo:
"Mi infancia mUrIO irrevocablemente;
muri mi niez; muri mi juventud: muri
mi mocedad: ya tambin falleci mi edad
varonil".
En otro lugar el propio Quevedo ha ese-rito sobre la muerte y los mdicos en trminos que han alcanzado en nuestra poesa
a Juan del Valle Caviedes, en la poca colonial, y a Csar Vallejo, en nuestro tiempo.
Escuchad al satrico:
"El clamor del que muere empieza en el
almirez del Boticario, va al pasacalle del
Barbero, pasase por el tableteado de los
guantes del Doctor, y acbase en las campanas de la Iglesia".
y agrega en otro texto de la "Visita de
los Chistes":
"pero lo que es morir, todos mueren de
los :Mdicos que los cUran: y as no habis
de decir, cuando preguntan de qu muri
fulano? de calentura, de dolor de .oostado,
de tabardillo, de peste, de heridas; sino:
iJYDuri de un Doctor tal, que le di de un
Doctor qual".
En parecido tono se expresa Vallejo, a la
23) Dice Quevedo: " ... hombres catedrticos de su ig11Orancia". ("Defensa de Epicuro". T. Y, p. 219).
24) Vallejo dice: "rector de honda ignorancia", (El Libro de la Xaturaleza. "Poemas .l\Iumanos", p. 219). "Oh profesor, de
haber tanto ignorado!"
("Poemas Humanos", p. 220). Insiste Vallejo sobre el mismo tema, esta vez en forma bblica: "Sabrn
los ignorantes, ignorarn los sabios". ("Espaa, aparta de m este Cliz", p. 252).
25) Dice Quevedo: " ... manos nietas".
("Entremes de la ropavegera", T. IX, p.
187).
26) Vallejo dice: " ... dedos hospicios".
("Trilce". XXVI, p. 102).
27) Dice Quevedo:
nos cobraremos con la prdida". ("Tira la piedra y
esc'onde la mano". T. II, p. 444).
28) Vallejo dice: "el que paga con lo que
le falta" ('Poemas Humanos", p. 18&).
29) Apunta Quevedo: "infinitos siglos
de fuego".
("El Sueo de las Calaveras".
T. 1, p. 9).
30) Yallej o dice: " ... los siglos semanales!" ("Poemas Humanos", p. 161).
31) Quevedo ensea: "Junta en sus tesoros deseos de su muerte; no socorros de su
vida".
(Avaricia. Cuarta Peste del Mundo . T. V, p. 142).
32) Vallejo alecciona: "Desgracia al que
edifica con tesoros su lecho de muerte!"
("Poemas Humanos", p. 193).
33) Dice Quevedo: "Ninguno puede vivir sin morir, porque todos vivimos muriendo". ("Carta que declara cmo es loable el
temor de la muerte, y cmo puede ser necio
y reprehensible. Al Doctor l\Ianuel Serrano
del Castillo". T. Y, p. 177).
34) Vallejo exclama: "i Haber nacido para vivir de nuestra muerte !". ("Poemas Humanos", p. 216).
35) Quevedo esc'ribe: " ... dieron muerte
a la misma muerte". ("Ingratitud. Segunda peste del mundo". T. Y, p. 81).
36) Vallejo concluye:
"Slo la muerte
morir 1" ("Espaa, aparta de m este Cliz", p. 252).
Los conceptos, como se puede apreciar, son
los mismos en Quevedo y en Vallejo. Slo
hay, a veces, una ligera variante en el matiz de las palabras que no llega a alterar la
semejanza ideolgica.
II
La segunda parte de este estudio sobre la
tradicin estoica de Vallejo, debo iniciarla
con un pensamiento de Holderlin: " ... difcilmente abandona el lugar lo que habita
cerca del origen".
Si bien es cierto que en los primeros tiem.
pos el estoicismo se atuvo ms a las enseanzas de la vida que a las reflexiones sobre la
mmte, no hay que olvidar, sin embargo, la
evolucin que sufre la doctrina de Zenn de
Citium a Panecio y a Posidonio, estoicos
medios, y de stos a Epicteto. El elemento
mortal aparece con Panecio, para quien "el
alma, nacida en el tiempo, -segn Rohdemuere y perece tambin en el transcurso de
l; siendo como es capaz de sufrimiento y
de semaciones destructoras de dolor, acaba
sueumbiendo a su dolor final". Posidonio,
por el contrario, independiente de toda tutela, negador de la existencia "del alma individual en el tiempo", retom el hilo de la
antigua conc.epcin teolgica de la preexis-
tencia del alma. Con todo, uno y otro, Panecio y Posidonio,- sufrieron la influencia de la duda.
Don Daniel Castellanos en su ensapo sobre Quevedo, refirindose a la filosofa estoica, apunta acertadamente:
"No es sta, de aquellas que nos puedan
consolar de haber nacido, porque en toda su
prdica hay algo as como un ahogo de terrena pesadumbre en que las locas alegras
estn ausentes".
Teognis parece ser el pree'l1rsor del pensamiento agonista y angustiado, (inserto en
el estoicismo,) que ms ha influido en el
entendimiento potico de todos los tiempos y
lenguas. Su sentencia es trgica y lapidaria:
"El no haber nacido
ni mirado los rayos del sol ardiente,
sera para los mortales
la mejor de todas las cosas:
y una vez nacidos
pasar cuanto antes las puertas del Hades
y yacer, de mucha tierra cubiertos".
La traduccin de este poema fu realizada, directamente del griego al espaol, por
el distinguido intelectual y profesor italiano
Juan Meo Zilio.
En una forma u otra, el caso es que el
pensar de Teognis ha sido la fuente donde
han bebido los ingenios griegos, latinos, italianos y castellanos, para no citar a los poe.
tas de otras lenguas que son tambin sus
epgonos.
Caldern, en su Segismundo de "La Vida
es Sueo", ha trastrocado el concepto primigenio:
"pues el delito mayor
del hombre es haber nacido".
Tres siglos despus, Daro y Vallejo, han
convergido en el pensamiento generador de
'l'eognis, quizs no directamente, talvez como secuencia calderoniana.
En un verso correspondiente al clebre
"Nocturno", que tanto amaba y gustaba repetir Vallejo, Daro exclama:
"el pensar que un instante pude no haber
[nacido".
:Ms tarde, Vallejo escribira en su poema
XXXIV de "Trilce":
"y nuestro haber naeido as sin causa".
El estoicismo de Vallejo no slo descubre
posible que la influencia no haya sido directa, sino por intermedio del filsofo de Crdoba o, mejor, de Quevedo. En Vallejo se
da la confluencia de la doctrina estoica con
la cristiana. El pensar de Quevedo me au
la fusin cristiano-estoica.
El verso de Vallejo que motiva el recuerdo vivo de Eurpides ofrece, en verdad, una
indudable comunidad espiritual y estilstica,
en la ideologa y la imagen, con la visin del
trgico. No puede menos que sorprender la
asombrosa continuidad que revela el sentir
de Vanejo respecto de sus remotas races:
"Haber nacido para vivir de nuestra muerte !"
Este es el mismo pensamiento que Quevedo
expone al tratar del fin siniestro de Rodrigo Caldern, degollado en la Plaza Mayor de
Madrid:
"y es cierto que vivi una muerte, y que
muri una vida. La muerte de don Rodrigo
Caldern fu la que vivi, y su vida no fu
ms que su muerte".
Esa manera descarnada y ttrica, corresponde, en la poesa de Vanejo, a la fase fi
nal de su mxima experiencia en que se
clausura su obra y se anuncia, -paralela y
coherente con su presentimiento,- la prxima e irremediable partida. Es verso el
suyo dictado por el alma inmortal al ser perecedero en el espacio y en el tiempo. Est
claro que despus de escribir dicha sentencia, el poeta, el hombre, no poda sobrevivir
a tan conmovedora lucidez.
La moraleja no se desprende del inmediato desencanto que puede acarrear la certidumbre de la hora postrera. La vida toda
de Vallej o fu la experimentacin constante de la Muerte, no slo en la decantacin
potica, imaginativa, sino tambin en el
acaecer vital. Es decir, el hecho en la persona y en el verbo; en el espritu y en la
clula. La poesa de la muerte se concibe
viviendo; la de la vida se escribe muriendo.
Tal Vanejo mismo: sucesor de su muerte.
LA
NIA,
SOLITA,
DE
SALINAS
Escamoteadit.a por su padre (el grisote poeta prestidigitador, que se pasa la vida trashumando, lento pastor tristn)
lamentndose fruncido en conversacin y verso, creo que ni~
camente para guardar el secreto de su nia), Solita no se ve
por este mundo. Su padJ.'e no la lleva ms que en foto, en la
cartera. En foto la vemos prendida al talle de lo ignoto, morenilla macheselva rubia, japonesuela dorada, tiransima sin
duda, desconc'ertada y desconcertante en ngulo abierto de mirada y risa, duea con su natlU'alidad silvestre de las corrientes
de aire y ag11a que tanto molestan a D. PedJ.'o.
De tanto or a Salinas por su nia, todos somos un poco
tos de ella, desconocida por si acaso. En las calles ruidosas
y ocupadas nos extasiamos, no vaya un carromato, taxi, tranva, ciclista a cojer a la nia de Salinas, que casi anda con nosoh'9s. En el cine, procuramos ponernos con la invisible nia
de Salinas cerca de una salida, no rojee un fuego diablo a prenderla. En las epidemias infantiles, nos late dm'o el corazn por
la escarlatina, sarampin, difteria de la nia de Salinas. En
nuestro cuento de estrechos y buques, siempre llevamos un
enorme salvavidas, de miedo, no salte la ola dragona 'y se nos
J U A
MARIA
JIMENEZ
R A M O N
VAZ
EUGENIA
JUVENAL
FERREIRA
O R TI Z
SARALEGUI
EL
PINTOR
NORBERTO
Berda
BERDIA
Berda
---
<Amrica>, mural al fresco en el testero dc la sala de juegos del Hotel San Rafael
Berda
Berda
CELINA
ROLLERI
L O PEZ
LA
R EBELION
DE
LOS
ESPEJOS
Un da volvern
del liquido fondo insondabRe de todos los espeJos.
Vendrn los rostros que los penetraron
e internndose fueron
sin que. el duro cristal indiferente
se resistiese ante su paso etreo.
Entraron sin sus voces,
abrindose camino slo con su reflejo.
Las voces se quedaron detenidas
en su propio rumor desvanecindose
mientras ellos pasaban ostensibles
a vivir desde afuera huspedes all dentro.
Retornarn intactos e inmutables
sin asombrarse de haber vuelto.
.A.vanzarn en una alta marea
de seres extraos, distintos, distantes, de todos los sitios y
[tiempos
y asomarn al mundo C'omo si viniesen
MARIA
EUGENIA
VAZ
FERREIRA
MARYNES
A S A L
o z
URUGUAYA
POESIA
195 2
S A R A L E G U 1
DE EL RIO
Era el da una fruta desmedida
eada al suelo, grvida de muerte.
Era el da de hoy, el mismo da
domingo de verano y hace tiempo.
Un da de tranvas solitarios
bajo el ruido amatista de las hojas
calientes de los pltanos. Un da
como hoy, como ausente, y siempre el mismo,
y el aire ola a gajos de naranja,
a sala fresca, a crema de vainilla.
bAqul~ ~Era as~ ~La luz~ i,El viento'?
~~quel da domstico y extrao,
callado como un beso en la mejilla.
Dibujo
POESIA
t 9 5 3 -5 4
URUGUAYA
ANIVERSARIO IV
Era sencillo.
Buscaba constantemente
mi figura
y peda a la vida
le sustentara en ella.
Pero a las 2 de la tarde
- sobre decidido verano
baj su arquitectura
al crisantemo.
Llor en tallos
24 preguntas
de un paisaj e.
y son
ahora, mis pupilas
el agrandado asombro
asombro
de la noche.
A
SI TU NO ESTAS EN MI
Si t no ests en m, si no te encuentro,
perdido rtseor, lirio extraviado,
en cuyas soledades me concentro;
si t no ests en m, si me es vedado
aquel camino tuyo, alegora
de frondas y palomas, que he soado;
.~ Qu puede ya esperar el alma ma,
bajel entre sargazos prisionero
soando su visin de lejana ~
~ Qu puede 'ya saber mi tesonero
y heroico eorazn, que te aguardaba
venciendo la colina y el otero ~
Si t no ests en m, ~ por quin cantaba
su msica mi grillo desvelado ~
~por quin mi pensamiento se agitaba ~
Si t no ests en m venga el cansado
crensculo que amansa la tristeza,
y ciegue para siempre el ro amado.
Amor que hubo perdido la belleza
ya nunca ms de amor ser nombrado! ...
A
E 'R
GAIBISSO
NOCHE
La noche por el campo se dilata.
Ya no soporta la, prisin del cielo.
Testigo el grillo que ha encendido el suelo'
;con su presencia de caliente plata.
- N,
R'
EL
~mNDO
u'
SUFRE
~~caso
Haee tiempo
aql mismo,
te pregunt tu nombre:
tu recuerdo
(liviano como un ngel
en el aire)
mira pasar mis horas
en silencio.
Por un camino con rboles
vas regresando,
recuerdo,
breve palabra detenida en mis labios.
R
VISIONES
El sol, al morirse, termina un bosque de bronce.
Largas cigeas se inmovilizan en la ribera.
Los nios negros vienen a buscar uvas a la
[isla.
S; pero sta no es hora de busC'ar uvas.
Los nios negros quieren romper el agua, y
[se abrillantan;
qleren ahuyentar a las cigeas; y se alu[cinan.
Las cigeas son los ngeles de mi ribera.
El cielo es un magnolio y da la hma, morada
[y magnolia.
Los nios se trepan; no pueden deshojar la
[hma.
Ay, que nunca podremos deshojar la luna.
Slo si t volvieras.
Slo si se ab'riera la muerte y t volvieras.
Sueo con tus manos.
La noche me hace el sueo de tus manos.
Tus manos que podran deshojar la luna.
A cada nio negro le daras un ptalo de luna.
y ellos se iran con un ptalo de la luna.
N os quedaramos en la isla.
T y yo en la isla.
Mi sueo de la isla.
Rasta que volaran de nuevo las cigeas.
y te volvieras a tu muerte,
y el sol empezara una vez ms para m, otro
[bosque de bronce.
M
NIA DE LLUVI.A
A Mara Luisa
PARA LLEGAR A TI
Para tocar tu tiempo de eeniza,
tu dura flor en que se quema el aire,
tu costado de sombra que se filtra
por la piedra dolida de soarme.
ISBEL
Alguna vez, Isbel, entre las palmas
'y el cangrejal del este, mi decoro
buscaba el aire de mejores almas.
U00' mi voz a las del limpio coro,
librar, hacia el espacio la celeste
vibracin de la tortuga de oro.
La condicin do la poesa es la de
sobrepasar lo cotidiano sin huirle - ex.
presa Uruguay Gonzlez Poggi en Su Arte
Potica. :Elegia, Saeta, Plegaria (1953)
(Cuadernos Julio Herrera y RE'issig), es
fiel a ese pensamiento del autor. Una
breve serie de tercetos y cuartetos est
sujeta a su lucha humana y la sobrepasa
do sus naturales lmites, llasta llegar a
la poesa.
No huye de su visicitud;
ella alimenta la belleza lograda. Pasaje
ro de la tierra. Urulguay Gonzlez Poggi,
va ms all de los caminos del hombre,
con pasos do poeta que busca permanecer.
DEL OLIMAR
No el mayor; el ms bello; el ms vivo y
[cercano;
el de azul ms fugaz, ms 6'ndido y celeste
el que cubre el lugar sinfnico y agreste
con convl.:usin tan honda como el amor
[humano.
Lo veo circular como un ngel ardiente
estas tierras del este; ceir su curvatUl.'a
planetaria en la luz de la azul mordedura
de su fluyente cielo aterrado y presente,
y veo que la tierra de cobres y de aeeros
se abre, roja de amor, en dulces pitangueros
como dos labios pvidos para besar la orilla.
M BAR
DEL
SECRETA DULZURA
Juana de Ibarbourou, que cQn Delmira
Agustini y Mara E,ugenia Vaz Ferreira
integra la trilogia de las grandes lli:icas
uruguayaS, publica Azor (1953. Ed. Lo_
sada, Buenos Aires) y sus Obras Completas en las Ediciones Aguilar, Madrid.
Estas ltimas con palabras preliminares
de Ventura; Garcia Caldern, compilacin, anotaciones y noticia biogrfica de
Dora Isella Russel!.
En Azor contina su linea potica sobre la que ya hay juicio definitivo y en
las Obras Completas agrega algunas pginas no conocidas por sus lectores de
todo el idioma.
Algranos la plena actividad creadora
de la Juana inmortal de Las Lenguas
de Diamante.
IBAR
Instrt~cin
BOUROU
Pbliica, ao 1953
BOSQUE REVELADO
Nocturno viento aterido.
Llega de la hondura misteriosa de un cauce,
ha levantado el llanto de algn pjaro,
que desangra su delicado pecho herido.
Como reseea el tiempo de la espera,
como triza el cielo ayer amado,
qu perfumes tiene su hojarasca,
qu derrotas, el fruto de sus manos.
CALLE DE OTOO
Tarde perdida en juego de sortijas,
en nuestra vieja risa de nios
y en aquel
suave gusto de las manos.
Con tu espada viva,
signo de la tarde,
de tu prisin sin agua ni brocales,
esprcete.
Hazme una mas(:'arilla
todas de hojas, dorada.
EL VIAJE
Abl'i la rosa su perfil austero,
alz la garza su ala abandonada
.Y por el prado -junC'o prisionerocruz el primer pastor con su majada.
La g'aviota marc su derrotero
en el aire, presencia iluminada,
y el cielo, herido por el sol primero,
quebr la palidez de una cascada.
Una clida brisa adolescente
envuelta en los azahares del paisaj e
deshabit las calles de mi frente.
y desvestida ya de antiguo traje,
me desped del lirio transparente,
bes la brisa y comenc mi viaje.
A
VOZ EN LA l\HJERTE
:Ma ser
la tierra en que tus oJos
duermen,
como races olvidadas.
Crecer
por tu sombra
en rbol rojo
donde aniden las lgrimas
quemadas.
Alcanzar tu mano en el sendero
secreto
de las slabas osc'lu'as.
:Mi muerte nueva
brotar un lucero
para tu herida torre de amargura.
Pondr gotas de luz
so1)re tu boca,
como el llanto del tiempo
cuando toca
los lmites eternos de la rosa ...
Cauces
donde el oh"ido desemboca
desnudarn mi sangre:
entre las rocas
el viento beber IlllS marIposas.
A
SO:MBRA
Sombra VIaJera, apenas recobrada,
de nuevo vuelves a dejar el puerto.
La noche alinea su brocal incierto
y tindete a la mar desdibujada.
Desde insegura borda, dispersada,
levantas tu clamor hasta mi huerto
y torna en sombra a tu ademn desierto,
la sombra que dejaste aprisionada.
Sombra sobre la sombra, navegando
voy por desiertos mares desangrando
la pena de tenerte y no tenerte.
OLIVERA
lOS
RAPSODIA BARBARA
ID
Como trova arcaica, con palabra fiel,
volver en mis cantos Nico Coronel!
Contar la hazaa que entonces vi 'yo,
cuando en Entre Ros a Urqlza mat.
Urqlza fu un tigre que hizo grandes cosas
pero fu famoso al vencer a Rosas.
Despus de Caseros gobern a su gusto.
Las provincias feudos eran de Don Justo.
Por muchos estos, no recuerdo cuntos,
Nico sirvi a Urquiza: fu uno de tantos.
Lo llev ante Urquiza Don Lucas Moreno.
Le dijo: protjalo, que es un gaucho bueno.
y triunf el cachorro: la esbelta estatura,
los ojos celestes, la mano segura!
Inspir confianza Nico Coronel.
Como guarda a un gaucho fu valiente y fiel.
Para el entrevero, la boliada, el pial,
siempre estaba pronto aquel oriental.
Fu un gaucho muy lindo
vidalit,
de azulados ojos.
Chirip era el suyo
vidalit
con malvones roj os.
E
e o
E P
ION
SIL
BELINZON
POEMA A TI
~<lmor,
11
Desoyndome estoy para escucharte.
Oh! qu goce de ntimo, de suave
me viene de tu voz. Nada le alabe
como ese olvido que recuerdo imparte.
SIL
YO SOY AQUELLA
Los Delirios). - Ediciones Salaman
ca. - Montevideo.
Frente a su obra Guillermo De Torre
pregunta: De qu hontancs nocturnos
brota esta voz insospechada surcada pOI
vientos de intensa pasin, pero al misJll;J
tiempo, diestra en sofrenarse, tendida
sensualmente hacia la vida, mas tambin
replegada en sombras de meditacin so
bre los misterios ltimos del alma?. Ju
lio Supervielle le escriba: Ud. conoce el
arte de extraer luces del espesor tenebroso y Ud. alcanza la grandeza sin eSfuerzo con un paso de leona.
Obras publicadas: La Cabellera Os
cura, Memoria de la Nada y La So.
breviviente.
Ahora nos da un libro de sonetos, en
donde acogindose a una rigurosa disciplina, y siempre tocando la tierra, va
por COmarcas de poesa entraable.
ELEGIA 1
E.
EL RUISEOR HERIDO
El ro lleva un ruiseor herido.
Ala de espuma y corazn de canto
dormido ya, bajo el enorme espanto.
La n06'he muere hacia un azul de olvido.
El olmo negro en su negror sumido
sorbe una savia de silencio y llanto.
Sopla una angustia fl'anciscana; un santo
dolor despierta y l'ompe en cada nido.
El ro hiere su sombra veta
donde dispersa v la sien al viento,
al hosco olvido la pupila quieta
Biblioteca .Alfar presenta Isla de Gloria Vega de Alba, Premio del Ministerio
de Instruccin Pblica a la obra indita
del ao 1952.. Portada de la autora.
Seala Jos Mara Delgado que sus
poemas son en realidad dignos de figural: en las selecciones antolgicas ms
jerarquizadas por su limpieza tcnica, su
fuerza armnica y su altura emotiva.
La emocin es el sello que d autenticidad a la :Qoesa de Gloria Vega de
Alba, envuelta siempre en humildad y
delicadeza.
FINAL DE FIESTA
La blanca mesa puesta de esperanza
el pan, la fruta, el agua, nuestros sueos,
el dispendioso amor sobre los platos
sern fiesta y temor y hu'bamiento,
seguirn siendo diario don, y deuda
a no sabido plazo, todava '?
Siempre la taza ardiente ante nosotros
y el hambre alegre, enfrente y compaera?
Al fin se nos dir: este es el da,
los frutos de la tierra se acabaron,
para maana encontral'is sustancias
intiles y un pan equivocado,
copas vat'as, donde el tiempo empieza
a arrepentirse de lo que ha pasado,
una insufrible desazn del ocio,
y una menguante nube de palabras
aj enas, }T lloviendo en nuestro polvo.
1
POR
VOLUNTAD
PROPIA
(CUENTO)
Es da lunes y en el despacho de la seccin "Vigilancia Social", hay varias mujeres. Ha entrado en vigencia una nueva reglamentacin de lenocinios y todas vienen,
presurosas, a renovar la libreta, obedeciendo
a una perentoria conminacin de la oficina.
Apenas entran, deslizan una mirada de reconoeimiento, se sientan unas al lado de las
otras con estudiada compostura y cuchichean
en voz baja, temerosas de ser llamadas al
orden.
Al fondo est el escritorio del auxiliar, un
hombre maduro, mulatoide, de cabello erizado y bigotillo ralo medrando sobre el labio
carnoso y fofo. Va de ac para all, orgulloso de su cargo; tosiendo a cada instante por
pura afectacin burocrtica, para sentarse
luego, con aire importante, en lID viejo silln
y analizar los expedientes que tiene ante su
vista.
De vez en cuando frun<:oe el entrecejo y
examina, como desde un trono, a las mujeres
que constituyen para l, un simple material
de sus funciones. Cinco criollas, tres francesas, dos italianas y una polaca, forman
esta vez, el conjunto. La mayora usan tapados de pieles, bajo los cuales asoman vestidos de colores llamativos. Una de ellas, co-
Pero la mujer permane0a en un terco mutismo, con los ojos entornados, como si un
oculto pensamiento se revolviese en su pequeo cerebro, pugnando VOl' encontrar expresin. Solo al cabo de un instante, levant la vista y mirando tmidamente al Auxiliar, en tono franco, naturalsimo, respondi: -Seor, yo no s nada. Creo que nac
para esto ...
El burcrata, al escuchar tan inopinada
declaracin, peg un gran puetazo sobre el
escritorio y repuso airado:
-Eso no puede ser, ignorante! f, Cmo
voy a estampar una declaracin de esa ndole nada menos que en un documento pblco!
-Seor. .. yo no s otra 0Osa. .. -musit la mujer con una expresin medrosa de
animalillo acosado.
El auxiliar qued un momento indeciso.
Aquel tropiezo administrativo le disgustaba.
Diablos! Tena que inventar otra frmula,
pues la declaracin de la mujer, no concordaba C0n las clasificaciones estampadas en el
formulario. Qued un instante perplejo. ya
mirando estpidamente el techo, ya clavando una mirada in0isiva en la interpelada. Al
fin, como si se hubiese inspirado de una ma-
WUTHERING
HEIGHTS
"Las m,ujeres escriben S1 propia
hist01~ia y la bau.tizan literatura".
BENEDETTO CBOCE.
alma -o fatiga de las pasiones- que nuestros ms grandes poetas han transfigllraao a
la mujer amada; que Dante hizo de Beatriz
su compaera sideral; que Petrarca am a
Laura a travs de la muerte; y que Goethe,
Versin
E
de
Juan
v
Carlos
E
Weigle
LA
NUEVA
POESIA
EN
EL
URUGUAY
SE MI HUESPED, SE:&OR
De rodillas arden las rosas
y palpita al sentirse el pulso de la noche.
Permanece conmigo, bien amado:
Ya s lo que es la muerte.
La muerte de buscarte da a da
eon eenizas y escamas en las venas,
con todo un testamento de violencias.
La muerte de buscarte,
eternamente herida por tu flecha,
en imgenes de piedra ..
Ahora no te vayas. " Estoy limpia.
Se sonroja la nieve que velaba tu sangre.
Cierra la puerta, amado. Como las rosas,
mi alma de rodillas, arde.
--:-' . .
POE:MA
Si envuelta en el mar
yo me muriese,
con idntico afn,
con lrica ternura,
alguien me hablara
con palabras nuevas,
me sacudiese el signo del silencio,
levantara en m
las ondas yertas,
fuera,
como los hombros desnudos
de los nios,
levantndome lejana
y tan sonriente,
hasta acallar el puente
del suspiro.
Si alguien me hablara
y me dijera todo,
entre los ojos,
hablando tan despacio,
con las mejillas azules,
C'on las venas,
con los recuerdos apenas hilvanados,
entonces yo sera
lID nio solo,
un nio escondido entre los rboles,
ira olvidndome del mundo,
me amaran con vuelos renovados,
los pjaros noctm'nos de los das,
las mejillas tranquilas de la noche,
y tu cuerpo olvidado en el esto,
con mi plido acento
incontrolado ...
A LUCKY EN SU :MUERTE
S E
V A
cBailecito (Oleo)
lVlalvn, Plmta Ballena o la estancia, y vestu'se con las ropas del pintor hasta plasmar
las "manchit~s" que indicaban al fin los
crecientes sntomas de su entraable vocacin. Tena el novel 'aficionado" dieciocho
aos cuando se acercaba respetuosamente al
grupo de Don Pedro y penetraba ya en las
rl:..~cuciones tericas, en las apasionadas explicaeiones que describan la preocupacin
de aquellos artistas. lVluy cerca de tan sensible como inteligente joven, cantaba sus remolinos un caudaloso mar de ideas, intentos, palabras, esfuerzos y sueos, cuyas orillas ya poda cruzar, para internarse naturalmente en l y pescar en el juego de la
ctedra que se dictaban esos mayores de la
pintura, las noticias, la educacin, el detalle aparentemente minsculo, que fusionado
a acumuladas experiencias, le facilitaran el
modelado definitivo de su engendrado yopintor. Yesos dibujos de Juan Carlos, solo
Estudio (Carbn)
ellos, ofrecen motivo de exaltacin. En precisos y almbrieos impulsos document personajes annimos de su barrio primero, desfilando entre sus ejercicios con el lpiz, rostros de humanidades descubiertas en el mundo callejero o apuntes sabrozos de la intimidad hogarea. Viejas cociendo, cabezas
de "canillitas", pescadores bordados de arrugas, damas de pollera hasta el suelo, donjuanes de esquina... ciervos, gacelas, cebras, gamos de Villa Dolores. .. que en sus
carpetas se iban a entreverar al pasar de
meses y aos, con los candombes y bailes
criollos, llenos de gracia, desbordantes de
humor y plstica. En todas esas hojas tapizadas de arabescos, comunica Juan Carlos
su personalidad, no slo queda presentado
el artista, sino que adems, intuitivamente
impulsado por los latidos de una sensibilidad familiar, describe su preocupacin hu-
manstica, y sus ojos se detienen nicamente para captar en el teatro del mundo, lo
que de la vida se desprende, lo que le dicen
las mscaras de hombres y mujeres sufrientes, todo lo que definitivamente compone la
sinfona de la existencia en su devenir de
amabilidades y dramas, en el sucederse
de nios riendo inocencias o abuelos gesticulando aneclotas. .All, en los apuntes
queda marcada la definitiva dedicacin del
artista ante los temas que le trasmiten emocin y nimo para pintar, y descarta en la
seleccin todo aquello que no le ayuda en
su intencin de dese'ribir lo ambiental. Re~uerda en su bsqueda las inquietudes de
Rafael Barradas, que se instalaba en los cafs cntricos, para capturar en sucedidos
apuntes, aquello que le entregaban a diario los actores del cambiante escenario que
levantbase alrededor de su mesa. Nos hacoe
sos frenticos le llevan a superar lo que podra ser una detencin en su producir, ya
acercndose al horizonte de su recorrido.
Juan Carlos es un artista nuevo, en pleno
remolino de formacin y le vemos libre cuando quiere ser libre y sometido a disciplinas
de tema y procedimientos, cuando su voluntad se lo obliga. Para ello hay que observar
los cartones de las lavanderas, los amaneCBres campestres, algunas escenas ambientales,
en los que se ac'erca a las soluciones de un
Lebasque y sus compaeros, apreciados tempranamente en la coleccin Beretta, se emparenta en las figuras con Blanes Viale, pero
muy poco hace recordar a su tan ntimo
maestro, pues en ellos hay una personalidad
autnticamente definida.
Lo que trasciende del conjunto de trabajos
d,: esos sus tres lustros de pintor, de generoso
entregamiento a su arte, es la intencin de
eregir con el padre, en labor de taller, sin
calcular situaciones dominantes, una historia de hechos y sugestiones infinitas, memorias en color, la iconografa cantante de pocas y costumbres que se se esfuman y que
constituyen para el ternillo elementos me-
v..,
5 A": :...
o
VILARO
ENTREGAS
DE
"LA
LICORNE"
L U 1 S
EDUARDO
P O M B O
Traduce Castellanos:
Gocemos de l.ai'ida y amemos, Lesbia ma,
y blwl.monos j!lmtos
Del m!lrnnlrar de las personas graves.
siempre
Bibliote-
el libro entero. Con cierta clase de lecturas acontece lo mismo que con algcma obras
musicales o plsticas. Nunca se puede asegurar que se conocen definitivamente. Es
menester leerlas, orlas o mirarlas una y otra
vez. A cada paso surgir de ellas algn
nuevo matiz, algn inesperado acento. Son
as todas las cosas destinadas a lozana, a juventud sin trmino. As es "La Comarca y
el :Mundo'.
~rontaigne, en "Les Essais", dice con la
gracia antigua de su idioma: "Je ne cherche aux livres qu'a m'y donner du plaisir
par un honneste amusement; ou si j'estudie
je n'y c,herche que la sciencie qui traicte de
la cognoissance de moy mesme, et qui
m'instruise a bien mourir et a bien vivre".
Montaigne procuraba en el libro, nicamente,
distraccin placentera o instruccin para.
una buena vida y una muerte buena. Slo
eso quera. Pero qu ms puede brindarnos
la mejor lectura? Lo difcil es que ciencia
y placer lleguen a conciliarse, a prodigarse
juntos, como sucede en la obra de Eduardo
Couture, obra euya sazonada, fructuosa belleza, nos admira y conmueve. La primaca
del espritu, el poder de ilusin del arte aludidos en una de las primeras pginas, estn
insertos en todas y, dondequiera, surten como hontanares vivos, con su reflexin y su
deleite. Pensamiento puro. Pura poesa.
El autor nos habla de un ruiseor que
canta en Notre Dame y se oye en L'Etoile.
El hecho no es extrao. La ms delicada resonancia suele ser la de ms ancho ale'ance.
As ocurre en este libro desde cuyas lneas
se levanta un aire que atraviesa el mundo y
torna a la comarca, al Uruguay, 'confn del
~Iar Atlntico apartado del torso ptreo de
los Andes". Ese aire armonioso (vento reisdiol, dira el poeta gallego Celso Emilio
Ferreiro) es el espritu de Eduardo Couture. Este, sabe llevarle mundo avante, en un
vagar henchido de experiencias, rozando seres y paisajes; pero le trae de nuevo a la
pequea patria donde un metro de tierra no ms se necesita- da espacio a sus amores y trabajos, su ilusin y su fe. Esta es
la leccin de bien vivir, el claro camino hacia la buena muerte que peda Montaigne.
Calamandrei, al separarse de Couture en
la Piaza della Signora, djole: "Adesso ti
lascio qui; rimani solo che sarai ben accom-
pagnato'. He aqu "La Comarca y el nUlldo". Cuando este ttulo y el nombre del autor se vayan de la memoria nuestra, nos
dejarn muy noble compaa: la emocin de
una pginas que ensean y deleitan, la
sciencie et le plaisil' unidos armoniosamente.
Adolfo Pastor ilustr el libro. La adecuaeoin entre las letras y las artes ha sido
lograda con fortuna. Pastor, con su acostumbrada maestra, aade al texto unos smbolos mgicos; hitos erguidos al comienzo
de tal o cual captulo como incitacin -graciosa, misteriosa- a la lectura de esta obra
henchida de amor y de sabidura, de grave
dad y de ternura.
Angel AUer.
Angel Aller.
negados a la mayora y concedidos a una pequea minora . Y como detrs de estas pginas, est la vida de Frugoni; que soporta
el ms severo de los anlisis, la obra se cierra
pensando que el privilegio de hablar es" solo
un detalle frente a la responsabilidad de vivir.
Ed'lUL1'do J.
CaUilM"e.
Xavier Abr'u.
La que-
Paulina Mede:ros.
tualidad con las sendas que se iban abriendo a su paso. Surge, as, en la primera jornada, la presencia del mejor compaero de
viaje a que pudo convocar. Lucas, el nio
sufrido, mandadero, pedigeo, msico ambulante, limosnero, falso ciego, pen,
aprendiz de fundidor, de panadero, de albail, el nio que pareca dormir en el pe0ho
del adulto, el de los lejanos das de indigencia, es despertado en cuanto el barco enfila
haia el Atlntico para reanimar todo "lo
que fu" y dialogar con el hombre sobre lo
que empieza "a ser".
E! e nos brinda, de tal suerte, un eurioso
"diario de viaje"anotado por el alma del
maestro, instructor de nios, que repite la
trayectoria de su propia infancia, colocando,
concntricos, en cada singladura, los cr<mlos del recuerdo imperecedero y los nuevos
horizontes.
Va a culminar su ansiada incursin por
el mundo y los ojos del alma viajera buscan los del nio para mirar juntos. En el
preciso instante en que el maestro se propone seguir aprendiendo, toma de la mano a
"su nio", el que tanto le ha enseado y con
quien debe compartir las nuevas enseanzas, puesto que seguir viviendo dentro del
hombre. Lo hace cruzar por las desazones
de su juventud y lo interna, luego, en su
madurez, para que el nio goce tambin del
desquite de hoy y no le deje olvidar el llanto de ayer, el dolor ineluctable, JVIaestro de
maestros.
Qu nuevos elementos podra incorporar
R1~va.
constante tensin ammlCa en los seis captulos que integran el libro. Horas de concentracin, de no turbado silenc"o habr necesitado para este reencuentro consigo misma, harto ms difcil que el captar tipos
extraos corno los que ha tratado en "Arroja tu Pan sobre las Aguas", labor primigenia, y en "El Flanco del Tiempo", sus primeros relatos definitivos. Das de sondeo
perseverante que culmina en estas pginas
donde contorna con religioso respeto su yo
antiguo.
No hay nota frvola ni hay trazo dbil en
"Infancia", pero s hallamos de contnuo la
inquietud de un temperamento pl'ofundo
desde sus albores, agnico en la acepcin
unamunesca; los fantasmas amados, los instantes de luz, arran0ados del olvido en operacin cuidadosa, en actitud --c1iramossacerdotal.
"lVIirada desde aqu, casi en lo alto, mi infancia es un sereno milagro del que me separa algo ms abismal que los aos y al que
me une algo ms esencial que el recouerdo",
dice entre otras cosas la autora en el exordio, indicando con meridiana claridad t:l
grave linaje de esta autobiografa, de esta
confesin que no es posible atender sin in
declinable inters.
Contiene "Infancia" numerosos aiertos,
pero en especial no se nos borra: esa estupenda figuracin de la campaa en que vemos a la nia, jinete en su malacara, "tempranera visitante de los potreros", en la
"hora finsima y efmera en que sol y aire
se disputan el dominio de la hoja" y "sobreviene un temblor de luz sacudida y el rbol
parece llevar alas de pjaro"; o al final la
jOl:llada, "tomando a la derecha del Paso" ...
all donde "se enfontraba el agua del atardecer que los rboles haban protegido con
sus grandes cabezas"; y esa otra evocacin
en que la protagonista "echa en el mar una
mirada larga, avasallante y honda que semeja la red segura de los pescadores". Para
perfeccin, esta alegora --0olmada de la sed
de lo inalcanzable- dedicada est a Oonie
Lobell y J ean Aristeguieta, nmenes de privilegio.
lVlvil y esbelta la forma expresiva de
"Infancia", rico su lxico, sanguneas sus
clusulas que ostentan a menudo gracia de
flor.
No hemos de asombrarnos de que sepa
contar lo subjetivo de su nlllez una narradora de raza como Rolina Ipuche Riva. Pero le debemos celebrar, eso s, la eficacia,
el temblor, el encanto que pone en ello, 8."crregando otra faceta a su producin tan estimable. Pues son poesa, a fe nuestra, "La
Nia y el Sol"', "La Nia y el Mar", "La
Nia y sus Negras", 'La Nia y el Circo",
"La Nia y los Caballos", "La Nia y las
Campanas"; sin que el rigor analtico falle,
no obstante su hondura y complejidad, poseen levedad de belleza, efunden areo lirismo.
Los estudiosos de la psicologa infantil, y
t~mbin los que quieran saber cmo nace
una conciencia de artista, tomen con amor
este libro .pequeo "J' alado que es un gran
libr.
Jttlio Garet Ms.
--
M. de C.
~f..t'... :""{
AUB. :NJxico.
Yo vivo. -
Edit. Tezontle.
"REYES DE ORO". -
Ooncepc5n
Silva
BI~nzon.
}lagnficos "Reyes de Oro", de cien sonetos coronados. No pretendo haber penetrado an, despus de dos lecturas, los ntimos
arC'anos de su corazn sensible defendidos
por rejas doradas de palabras armoniosas y
sabias. La poetisa ha comprendido que el
mensaje del poeta debe trasmitirse velado
de aparente misterio a fin de que slo los
iniciados lo puedan acoger plenamente. As
de cada soneto poco a poco voy tomando medida acariciando sus contornos, como estuche de marfil, antes de abrirlo y joya perfecta me calienta la palma el precioso 1" reluciente metal. O ser fuego interior 7
Max Dmi1eaU X.
--
no te busques en el espejo,
en un extinto dilogo que no te oyes.
Baja, baja despacio y bscate entre los otros.
All estn todos, y t entre ellos.
Oh, desndate y fndete, y reconcete."
uno de sus hijos preclaros. La prosa del fabulista nacional es tersa, difana y -si bien
un tanto salpicada de galicismos a mis ojos
innecesarios- firme y bella. Prosa hecha,
con eco profundo y remoto, para la eternidad. Que lVIontiel espere, eon calma y sencillez socrticas, el trnsito postrero y lo
dems -"ans es la vida"- se le dar por
aadidura.
F. Contreras Pazo.
AR,TURO CUADRADO. - Soledad irnposible. - Ediciones "Botella al mar". Buenos Aires, 1952. - Prlogo de Lorenzo Varela. - Ilustraciones de Luis Seoaneo - 40 pg.
Con el privilegio de haber sido el primer
lector, Lorenzo Varela explica "a los otros",
en un breve y emotivo prlogo, cmo es la
vida "sueo contra sueo" y por qu resulta
imposihle la solElpad que ij;raducen "estos
fuertes y deshojados versos". Tal explicacin preliminar ilumina la poesa que desborda de los diez poemas que integran este
morrioso manojo de pginas, interpretada,
con su habitual pericia, en los fuertes : hondos dibujos de Seoane.
Morria; sentimental evocacin de la lejana de la realidad en la distancia del tiempo; eso que se enraiza en la "saudade", que
es, sin serlo, totalmente, triste, a un mismo
tiempo; soledad y reencuentro... eso que,
como dice el poeta, quizs no alcance la
medida de su propia sombra si desata sus
"formas del misterio", es el alma lrica de
estas canciones viajeras.
Arturo Cuadrado echa al aire su emocin
casi elegaca, sin caer en desfallecimientos,
ni an cuando dice:
Jiad.re
Djame el.eg
t1
rnlerte,
"POESJIA FIEL", por Juvenal Odiz Saralegld. - Cuadernos Julio Herrera y Reissigo
Leo el libro frente a una acacia frondosa,
rica en verdes matinales amanecida en infantiles juegos de oro. Voy del libro al rbol y me pare0e que en uno y en otro hay
el mismo paisaje de clida y escondida ternura. Gracia en el aire, raz que entra, :m. la
tierra enamorada y profunda.
Por lo general, este escritor atrae con los
frisos musicales de sus poemas. Desde luego nace estremecido de sonoridad y probablemente entre nosotros es de los nicos que
ha sabido aduearse de una tcnica clsica
aprendida en grandes lecturas y perfeccionada, andando da y noche entre pjaros al
amanecer.
Porque este amaneCer lrico an en plena
noche del poeta es algo que lo acompaa
siempre.
Con SU canto, mismo aquel en que va en
su ms recndita lglima y en que nos dice
la ms ntima ang'Ustia de su pensamiento,
1ota su pena sostenida en difanas luces en
acendrado y caliente color. Muchos no sienten el llanto, tan escondida est en la arquitectura "La estrella que en su lgrima
aparece" oculta algo en su resplandor.
Vellos las orillas pero no los limos que
"debajo las orillas padecan". Dentro del
verso en donde hay luz "crece entre mieles
va como un ro desnudo" queriendo esconderse entre la iluminacin de su fuente pero
aquella dulce nia o la eternidad -Juan
Ramn- interroga desde lo hondo asomada
a su isla nocturna.
Una nueva ,'vez volvemos a re'Cordrur ,a
Garcilaso, renacido en su aliento, en su ternura. Como al otro gran poeta se le ve ir
por soledad de hojas, por la vieja y querida
"lmina de amores", los dos clsicos, modernos y transparentes.
"en el encuentro de lo nunca hallado"
hermanos en rocos y alientos, yendo los dos
-uno como :Machado- por sus "pltanos de
amor" y el otro por su temblor dorado de
acacia.
Con "Poesa Fiel" el poeta nos ha dado
un libro seguro.
La poesa acompaa al viajero durante
toda la vida. Entra en los barrancos de dolor, va por las claras y alegres romeras de
la luz, perro dcil y querido no lo abandonar nunca y el poeta la eterniza,conYl'tindolo, crendole un ruiseor de msica.
En algunos poemas se viaja hacia el sueo, y es en donde el poeta se encuentra. Ese
sueo que vive en la lejana. Se piensa que
para Ortiz Saralegui, nacen las palabras de
He1~degger definiendo al hombre "ser de la
lejana". ..,ili est para nosotros, lo puro
de todo lo potico. Cuando el creador de
"Castilla" nos cant:
LIBROS RECIBIDOS
"Biografa ele la Gioconda". - Luisa Sofovicoh. - Esa profunda poesa humana de
Leonardo, anda por el libro en cuya estatua
vive la poca y la eternidad del pintor. Leyendo esta obra uno se siente dentro de la
poesa.
"Q1!ien de N osotros". - },fario BenedettL
- Dice de este poeta, Enrique Anderson
Imbert: "Buen observador de las almas de
sus personajes". Uno de nuestros ms originales narradores.
"Cristal 'Y Sonrisa", por Julio R. Jordi.
- Editorial Moret. - La Corua. - Estampa de La Corua, realizada con exactitud y
en donde el gran poeta que es Julio R. J 01'di, ha puesto toda su devocin y ternura.
"Las HUBnas Intenci.()nes". - Max Aub. Despus de "Yo vivo" nos llega esta obra
del extraordinario narrador espaol. La
"Editorial Zezontle", nos ha dado, una de
las mejores novelas del ao.
i\dquiera ttulos de
Deuda Pblica Nacional
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. Yo siempre le pido a mi
mami que me traiga Dulce
de Batata "Armour" 'porque
es el que ms me gusta.
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75.000
75.001 }} 90.000
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ABRIL
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105.000
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106.001 }}
120.000
16 }} 30
1 15
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MAYO
31
135.001 }}
150.000
16
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JUNIO
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1 15 )} JULIO
)} en adelante}}
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DOCUMENTOS
J.
DE
UN
NUEVO
MUNDO
KRISHNAMURTI
El mundo rebosa de ideas pero las ideas no producen llna transformacin radical.
Lo que produce una
transfOrnl2.':in radicai es comprender la verdad de aque_
llo que verdc:.dezoamente es. Para comprenderlo necesitamos
c1arei2d de pcrcepciR. de forma que pedamos ver las
cosas tal cual son y no cmo nos sOjJ presc:ntadas, ya que
cuando 12S vernes. tal COTI10 son y con toda clarr-dad.
Eno no slo
y hemos de abordar estos problemas de un modo verdaderamente nuevo, pues ya hemos visto que el abar-darlos por mtodos viejos y rutinarios no ha producido
,ningn cambio fundamental: slo ha acrcccnt2,do la cpnfusin y la violencia con toda su trayectoria de dolor.
En cada uno de nosotros existe latente el germen de
la sabicuri'a que nos perm;ir5 actuar rc':t.:mente con
su
sig:nificaclcn
porque
responden
a sistemas
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