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s u M A R 1 o

Poemas de Edgarda Cadenazz Concepto de la n-


mortalidad José M Delgado Cabaretino, César M,
Arconada - Campanario Submarino, María Elena Mu-
ñoz -,Poesía, l . Pereda Valdés - Movimiento Riopla-
tense:Reproducciones de Elena Cid, Antonio Berni
y Xul Solar. Estudio de Atalaya Reproduccione s
de Bonome. Estudio de Angel A l l e r Poemas, C i l -
berto Caetano Fabregat - Del Camino, Fernando Ne-
bel- Los Nuevos Poemas de Sarah Bollo - Le Corbu-
s i e r, Ver s ión de M. C. L. P. y N. B. D e T. S u p e r v i e I I e
por H. Cotard - S a i s i r por Senechal - Poemas de Ca-
briela Mistral - M a r i n e t t i , por C l o t i l d e L u i s i - Re-
producciones de Crigoriev - Estudio de H. Díaz Ca-
s a n u e v a E l A r t e y s u C o horA e d e T e o ría por J u n i o
Aguirre - L i b r o s : Notas de Jacques Copeau, Enri-
Que E. Po t r i e , Sara Rey Alvarez. B. Cenovese, Ra-
món M. Díaz. J. Pereira Rodríguez, Alfredo Mario
F e r r e i r o , Jesualdo, Juvenal Ortiz Saralegui. Ca-
milo Barcia T r e l l e s , Casanueva y Julio J. Casal.

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LEGITIMO ITA.LIA.NO

Poemas, de Ec1g'[U'da Cadenazzi. Retrato de Supervielle por H. Gotard.


Concepto de la inmortalidad, .Jo,;" :M." Delgado. SA.ISIR, por Chri,;tian ,~eneehal.

CABARETINO, C'c'"ar J\i. Ar<:onada. Poemas ele Gabriela J\Iistral.


Campanario Submarino, J\laría Elena J\luiíoz. Un aspecto de Marinetti, por Clotilc1e Luisi.
A. B. GardelIa. Poesia. - Ildefon,;o Pereda Yaldé". Aurora Japonesa. La Muerte de la luna. La tarde
lYIovimiento Rioplatense. - HepnHlu\"'ione" dI) Ele-
y la ciudad, Marinetti.
na (·id. Antonio Berni y Xul ~olar.
Reproducciones de Grigoriew. - Estwlio de H.
de Atalaya.
Díaz C'a~anlIe\"tl.
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El Arte y su cohorte de teoría. - Junio .:\guirre.
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25 DE MAYO 549 Poemas del Camino. F(~ntand(l N l']¡l'l. .r(I~{· 'i_)l'n~ira Hodrígul'z, Alfl"cilo :\Iario l·"erreil'o,

Hacia una Nueva ArclllÍtectura, por Le Corbu"sier. .J .,sualdo, .r u\'enal Ortiz ~aralegui, C:llnilo Barcia

Versió~ dl.' l'il. C. L. P. Y N. B. De T. 'j'n.l1e". Díaz ('a"anue\'a ;•.Tulio .T, Casal.

Representa: ABDULLA CI6A RETES


La dirección de esta revista no devuelve los originales ni sostiene correspon-
Casa especial en artículos dencia acerca de ellos. publicando solamente trabajos rigurosamente inéditos.
para fumadores
¡mi boca sin luz!
¡oh: avispa que avanzas!

¡Yo que soy triste porque soy vertiginosa


sentiré en mi CaI11e
tu proa compl ej a y porfiada,
¡oh avispa que asaltas!
y mi boca será como una égloga
"F mis brazos buscadores como las anspas.

p o E M A D E L A A v p A

P O E M A D E' U N ANTIGUO MUELLE

Y,} (¡ue so.v triste porc!ue soy vE'Ttip;inosa:


¡oh avispa sal'i'ac1Ol'a!:
te canto ahora que hay música Como la fina niebla
porque el viento pasa sobre los gm,]CU'l'OS que dá temblor al muelle,
y tú estas en el ancladero siento la aguda imagen
de una flor en sesg'o. de los alucinados mástiles
v dolO1'osa como un velamen
ine acerqué a los musicales desembareaderos.
¡Viento con avispas:
paTea los cuerpos:
para las quillas, Pasó la gaviota eon su ceniza que alivia
para el ve1ámen! y la gris eomplejidad del nubarrón
me buscaba tomo a una lámpara muerta.
j Cuerpo ton audaeia de quilla!
¡Quilla con ,111datia de avispa.!
Velamen suelto de avispa! y yo que un día te sentí luz,
porque mi cuerpo estuvo en los maizales gozosos,
y me aclaré en la dulzura del eje,
Oh aVIspa que avanzas, y me avanzó la avispa con júbilos de antigua miel.
que asaltas, y me avivó el perfil la quilla sonámbula,
que buscas, estoy dolorosa como un velamen
que salvas! sobre la lnadel'a triste de los barcos.

Tú que eres vivaz et)lU() la luz del nlaJZ Los cl'1l(:1fijos de la sal
y sales de la amapola amargan la glieina.
tomo una thispa de la hornalla
y serenas 1as aristas de dios
con 1a füw mi el o que fuí celestísima
y eres antigua y jubi\clsa comc) la gecunetría C01110jarra del mar,
y eonoees la graeia easi hUInarw de la espiga de viviría entre las lonas gTlses~.

de ese cansado bareo.

¡ S.ALVAJ\TE mis brazos donde senmeren los vientos!


¡mi boca sin luz! Edgarda Cadenazzi. Montevideo 1929.
EL CONCEPTO DE LA INMORTALIDAD
CAMPANAR o s U B M A R N O

La inmortalidad es la fórmula espiritual como resultado de su des,::ubrimiento del in-


A CLAUDE DEBUSSY del infinito. Si a este le imagináramos Ull finito, sea como cOl'olario del culto a los
cuerpo y un alma nos veríamos obligados a muertos o de sus exaltacio~les fetichistas, co-
reconocer que todo aquello que se refiere al menzó a crear deidades para explicarse ra-
espacio o al tiempo constituye la parte físi- cionalmente sus enigmas, la inmortalidad ha
c::, materiaL inaniInada, de la noción de lo sido una de sus más agudas obsesiones.
ilimitado. La inmortalid'lc1 es la parte viva, Está probado que el lH'imer sistema reli-
Las campanas se mueven es lo que le da objeto, cabr y movimiento, el gioso pudo recién ser bosqaejado por la men-
En las hondas corrientes del mar. habitante de ese palacio lJavorOSo cuyos mu- te humana en la edad ele piedra, Por le
(¿Es que llaman a orar ... ce) ros el cálculo moe]erno se ha lanzado a bus- menos es en esta era q ~10 se ven aparecel
car en UIl arranque de genial audacia. ciertos hábitos -como el ele sepultar los ca-
A pesar de ser uno de los más viejos mitos dáveres y erigir sobre las tumbas de los hé-
Submarina liturgia que has llevado a tu fondo humanos, la inmortalidad ha ido recorrien- roes dólmenes, menhires \' crol1Iechs- índi-
Voces del más allü. do las edades, fortificando sus prestigios y ces de una veneración que pronto comenzaría
desafiando victoriosamente la voracidad de la a entrar por la vía del ¡'ervor en el círculo
razón cuya hambre, igual a la de Saturno. del misticismo ;,- a iniciar ~u contacto con la
amó siempre saciarse devorando a sus pro- desconocido esta bleciendo las primeras prác-
Adioses transparentes pios hijos. Porque todas las fantasías que ticas rituales.
Que del lecho del 1Ila1' se desprenden el hombre ha forjado para aclal'ar sus sombras La antig"üedad de estO:5 :iempos es. natu-
y suben. oscilantes, fueron en su tiempo frutos de la lógica y el ralmente, mur variable, !.)01"(1ue ellos en ['ea-
En volutas ele aéTeo cristal. raciocinio más rigurosos. Cómo iba un lidad no se refieren a períodos cronológicos
salvaje a explicarse el viento sino su- sino a grados ele civilización alcanzados por
roniéndolo, por senlejanza con el que ha- el hom bre como consecuencia de SU:5 primeras
Onda que se abre desde el campanal'lO, cía brotar de sus entrañas, el soplo de un grandes conquistas: la DÍ(:c1ra, el ¡'uego, ~o~
Que se viene. .. se va ... ser sobrenatural'? ¿ De -lué modo iba a re- metales. Pero no obtante ~,ll falta de isocl"o··
y se apaga a lo lejos sol ver el origen del rayo sino imaginándolo nismo la universalidad ele estas «edades:) es
Como un cantal' del ll,ar. un dardo de fuego arrojado por un brazo absoluta: los pueblos de todas las partes de
fabuloso'? Su ciencia no le ofrecía más ele- la tierra han saliclo del sal.vajismo de idén-
mentos constructivos que los de la analogía tica manera, han iélo ascendienclo los mismos
o los de la imitación y "irviéndose de ellos escalones con matemática csactitud, como obe-
2Oyes la voz c¡ ue tiene la campana ... ? edificaba sus convicciones, sujetándolas a heS deciendo a fatales leyes fisiológicas. ..Aparte
Es más elaro entre el. agua más sensatas normas analíticas que le era de aquellas' que recuerebn acontecimientos
Su profundo cantal'. posible poseer. La fragilidad de sus ficcio- imponentes de la naturaleza, (como ~a «era
l,es alegórieas y sus creencias proviene de de hiel())) con que se denominan los milenios
la ignorancia, pero no de la razón: todas sus en que gran parte del globo, por causas que to~
¡ Alma del campanari0 suposiciones, por más abs urdas y arbitraria" davía uo han sido bien determinadas, estuvo
(~uea su paso nos toca que ahora nos parezcan, I.ueden invocar la cubierto por inmensas caI.la:5 de nieve), 10 que
maternidad de esta grave diosa tan legíti llamamos «edades») tiene, lHles, solo un sen-
Con su al a de eternidad!
lnamente eonlO la más ilu:5[l'e y bien plantea- tido antropológico. No se señalau con ellas tér-
da de las ideas conteInpo;'úneas. Estas tnn- Illinos horarios del reloj de los siglos, sino mo-
bién mañana, cuando el eonocimiento de un mentos o ciclos de la evolución humana,
¡ Cómo lleva a la altUI'a paso más ¡,- halle razones :!C1eVaS, acaso deoal} En algunas regiones del planeta la «edad
Su plegaria, más pUI'~, pa:5ar como ac[uellas a engrosar el acopio de de lJiedra" es todavía aetmd. Esta parte del
Con las voces del agua las fábnlas tradicionales. sur de América recién está a trecientos mlOS
Que le 1m prestado el mar! ])e todos lnodos puede ,lecirse que desde de esa era. Pero, en genel'al, puede decirse que
que el hombre, sea como ,;JIlsecuencia de sus entre el hombre civilizado contemporáneo y
asombros y terrores frente a los episodios dea- el megalítico media un téI',nino de seis a do·
máticos ;,- misteriosos de la naturaleza, sea ce mil años,
María Elena Muñoz. Montevideo, 1929.
por ende, sino inmortales vivos en otro SItio entre la humanic1ad primitiya, Eran sólo
Si a su vez, como muc[ws geólogos y an- rreno metafísico que por Pi industrial. Mu- temidos y temidos naela más que por su po·
y capaces de ejercer repre,salías y venganzas.
tropólogos lo sostienen, la aparición del hom" cho antes supo idear una deidad que cons-
Pero si el hombre meg¿llítico sólo concedió tencia material, por la infinita capacidad
bre sobre la tierra puede c¡llcularse que ha- tnúrse un buen esquife, un pasable albergue que tenían para dañar, ;;omo era también la
a los extintos una supervi í";~ncia más o menos
ya tenido lugar a fines ele la época téi'ciaTia, o un arma eficaz. Sus primeras serias pre-
larga, en la que se conseri"aba la integridad fuerza física 10 ú.nico que yalía -:" se respe-
hace un millón de años, no puede reprimirse ocupaciones no fueron las de buscar en la taba entre las primeras ;Tibus" El Dios del
humana o se seguía cierta parábola de transo
cierto pánico al pensar ,"n la eternidad de manufactura elementos q L1e le facilitaran la mal era el que dominaba. Todos los .\.ñang.
formismo migratorio, no ,'s dudoso que otor-
tiempo que necesitaron 1lUE'stros ascendientes satisfacción de sus necesidades casi reduci- por su constitución atlétiea y por su misma
gó la inmortalidad a los entes fantásticos en
primarios para esbozarse ~m orden religioso, das a las del alimento, logrado, en general idiosincracia iracunda, ¡ltl'abiliaria y pérfi-
que terminara por personalizar primero las
para poner un rudimento de organización en sin ímprobos esfuerzos,i'ueron las inquietu" da, enpezaron a estar colocados por arriba
potencias airadas y desp:I'¿S las benéYolas de
las ideas eonfusas que ;bscle que iniciaron des y sobresaltos que le ~)roducían los des- de los Tupá en la yeneración del hombre,
la naturaleza.
sus pasos debieron tener s()bre la existencie bordes, las tempestades, los terremotos, los Debido a eso también cuando el dogma ina-
l\Lúltiples razones lo drrastraban a sus-
de voluntades sobrenatura1<"s cuyas iras sen- eclilJSeS -:", por debajo de estos episodios ese g-uró su teatro procuró sobretodo conllJIacer
tentar esta hipótesis. D"scle luego la traclí-
tían continuamente explot~n' a sus alrededor, pectaculares, toda la gama de pequeños mis- el bárbaro deleite ele las yoluntades satáni-
t:ión le enseñaba que aqudJas fuerzas habían
Hay algunos episodios ,;in embargo que nos terios con que la naturaleza lo rodeaba. eas, yerdaderas reinas elel uni¡'erso, ol'reci&n-
existido tales como eran de:;de los más remo,
explican esa asombrosa tal'danZH, revelándo- Debía asombrarle más y también origiúar- doles magnos holocaustos de sangre y exter-
tos días, Por otra parte las grandes cóleras
nos hasta que punto era '1e indigente la men- L' mayor recelo, el eco que, de repente, le minio. Como en tantas otras cosas el pro-
([el cosmos, aun hoy que conoeemos la mayor
talidad de nuestros lejallísimos abuelos. Se gritaba en el cajón de un n1l1e, que la pre- greso religioso debía orig-inar profundas an-
parte de sus secretos y ac:!:;o mismo por des-
ha demostrado, por ejemplo, que la arquitec- seneia de una fiera. Esta era un enenllgu titesis, así mientras por :m lado exeitarÍa la
[;ertai'nos vagos terrores milenarios deposi,
tura sobreterránea fué hija inopinada d'c' la concreto, conocido, a quien su brazo podÍ<'. mentalidad del hombre llasta tornarlo en ar-
t,¡clos por la herencia en ,:1 ~'ondo de nuestros
más absurda torpeza. Ellel gran parte del pilralizcu' matándolo o contra C'uya garra quitecto ele sublimes teo;]:onías, por el ono
limos, nos sobrecogen y nos empujan a cami-
género humano había cambiado ya la exis- podía protegerse encerúll'.lose en su caverna lo haría retrogradar hasta ¡le¡"arlo a realizar
lwr por el sendero de las hipérboles extre-
tencia nómade por la secLmlaria. o trepúndose a un árboL aquel era una de::
lilaS, nos llenlll a parang-onarnos y a empe- prácticas que jamás había pjercielo, ni aun
Hecho pastor y agricul1:or el hombre ;,in- las ¡"oees de las potencias inYÍsibles e innl1"
queñecernos tanto como, jJor réplica, nos cE" en la más nebulosa época de su orfandad sal-
tió la necesidad de constrnirse su Yivienc1a nerables contra las cuales se sentía en ah,
Ltan el concepto de la; '11l1ensidad, yaje. Todo concuerda en afirmar que la an-
cerca ele los campos abundantes en yerbas (1 sol uta impotente -:" desarmado. tropofagia, por ejemplo,fué en su nacimien-
,\scenc1iendo en esta forma pronto se llega-
propicios al cultivo. Se e:,lterró entonces en Los charrúas, raza autóctona de nuestro ría a -, oca1' el yértice en I a noción elel pode- to naela mús (lue un acto el', ceremonial litúr-
~uevas fabricadas según El modelo de las suelo o, por lo menos, sus más antiguos habi- río. Las entidades sohrenaturales no tarda gico.
caYernas, su domicilio original. Eran es- tantes conocidos, fueron una ele las estirpes rían en s¡¡ltar la y"dla bastante pequeña que Cuanclo los homhres eOlllenzaron a Hj)l'ec'wI
pecie de grandes pozos CUYcl hoca tapaba eon más atrasadas que encontraron en Amériea separa la ultra de la omnipotencia -:", adqui- las fuerza:; benéficas y a diferenciar lo bdiu,
ramajes y totoras y dentr<) de los cuales de- los conquistadores españOles. Eran toelada 1'i([;1 esta jeran[uía, ciel't;)s atributos, entre em pezaron también a u t ilizar elementos es,
jaba acumularse todos lo'> residuos. Esta nómades. Apenas poseían gruesos rudimen" ellos el de la inmortalidad, tendrían que :;er- téti('os en la fabricación ele II)s dios'.'s -:" s6JO
conducta lo obligaba a cambiar de albergue tos de alfarería ~' principiaban a pulimentar les cOlH'ec1idos como ('ualidac1es específicas e muchos después, con la ini:~iación de las 1"e-
con frecuencia, no porque llegara un mo- la piedra, Estaban, pues, casi en la auror,:. iHlH'I'C'ntes, La muerte represt'nta una yu]- 1JgiOIlC's modernas. habrían ele darles la
mento en que las miasmas y putrefacciones del período neolítico -:", ...!n embargo, ya ha" 1H'ra bil idad, una limita,~ión ahsolutamente peúeeeión lllOl'al. Dios PS hoy el mús ,dto
pudieran conmover la incliterencia glacial de bían encontrado a los dos espíritus esenciales iJ](:®lllpatible con la idea ele lo todopoderoso. de los paradigmas idealistas, el eliYino esp'.'-
sn oIrato, sino sólo por la pérdida mate) ial que han presidido el uni ¡"erso, ya conocían Para traducir con exactitud (,1 rodal' de jo, l,l suma justicia, la completa illlllaenia-
del espacio. Cuando un día se le presentó a Dios y a Satán bajo los nombres de Tupá los at:onlecimientos o, por lo menos, su ,lpa" eión, la infinita sabielurÍ:\. Por este a¡jog('O
el problema de demorar la mudanza aumen- y ~\ñang. Es cierto que "un no sabían cereo l'Pll te yerc1acl, tendrían el tI<' trcH'arse los pa" moral lo amamos mucho m:is quC' por su be-
tando la capacidad de :m ya repleta cueva moniados ;; que ni el adi ¡"ino, ni el hechi- rdes que el génesis judaico asigna a los reyes lleza y lo tememos mucll') más CIue [Jor Sll
110 se le ocurrió la idea elemental y lógica cero, ni el sacerdote, les habían enseñado dc'l cielo -:" de la tiel'l'a" Habría que c1t:cir poder ilimitado. si aelnlltimos sus arbitl'a-
de desembarazarla de los detritus, sino la de el modo ele halagarlos o ele presernu'se de (¡lW lleg'ado a cierta époCJ, a eiert.o séptimo rieelaeles es sólo justificúnelolas por nu~sna
lenmtar la tapa sosteniéndola con fueIte.,; sus designios, Xpena:; si el curandero, pre- (ila de su existencia, cl homhre creó a Dios incapaeidad para juzg-ar vI ¡'l'al objeto c1"
estacadas circulares que al mismo tiempo sir- d, cesar del Iílago, iniciaba un humilde aposto- ;; St'lllejanza suya" Los ,.:en's celestes Lan "Ilus :; siempn' suponiéndolas animadas 1.101'
-,iü'anli' ele parapeto, Resolución mucho más h!do, apenas si algún fetiche o algún signo ea- sido siempre reflejo riel del estado ele 1;, un propósito superior ;)l<'om]JrC'nelido.
complicada que la otra y también menos L,ilístico, l('~; habían rei"elado su potencia mi- ,:iYilizaeión y la conciencid ele los hombres ... Los dioses a('tuales -:"a no hablau utiiizan-
feliz para llenar el ÜH IH'olmesto, a pesar de lagrosa. Pero ya ejeeLFaban eiertos rijo:; no ha-:" método mús segnro para seg-uir las do eomo sus padres en las ('pocas mosúicas la
lo cual tuvo consecuencias tl'ascenc1entale:s ya funerarios, como el de f11utilarse las falall- tnlllsforlllaciOlles SUCPSi¡",lS df' la est1'uctura espantosa lengua del tnkno y del rayo, si¡w
que pronto el hombre descubriría las Yen- jes, el permanecer tristes ,í" solitarios durall- del alma humana que el dp t'studiar la ,'\"0 por intermedio ele parúboias delicadas :-" pro-
tajas de YÍYÍr en chozas y cabañas J" daría un te dos lunas, el cIanU'se astillas de eaúa en 1ución de las eleidac1ps, 1"111](1as. TuYÍeron que t:dmbiar de túdiea
Yigoroso salto hacia la ljvilización abando- las muñecas a la muerte .le los seres fami- Hárbaros fueron los dioses en su princi- para eOllwucer a los hOll¡!)reS cu-:"a di!..midad
ll<mdo para siempre las residencia troglo- liares. Tales prácticas, al parecer paraeló- pio. No Sl' les alllaha ni podía <llnárs('I,·s había anlllzado bastante como para no aclmi,
díticas. jales -:"a que en i"ida poco o nin¡.dm caso se porqup el amor, salyo el ll!aternal quc mano tir otra fórmula de yasallaje que uo fuera
Con todo, a pcsar de su inaudita lentitud hacía de los eonsaguílleos, aseguran la exis- te-nía pI instinto para salnlg·uarelar la eS¡H'eie, l" dl' la l)['rsuaeión. despreciando los argu-
imaginativa, debe reconocerse que el hombre tencia ele un temor a los lJJ nertos. un deseo era un scntimiento absolUtamente ignorac1o Hll'utos del temor -:" elel eastigo"
avanzó con bastante más ligereza por el te- de congraciarse con ello:; a los que supone"
Las generaciones celestes han tenido las más especies de la escala zoológica por temo-
mismas progresiones e idJnticos ataYismos res instintivos, estériles, impotentes para des-
que las humanas. Han sido siempre su pro- pertar el maravilloso mecanismo de la Hna·
pia sombra reflejada en la altura. Ellas por ginación.
el cielo :y las nuestras por la tierra han dado El descubrimiento de los dioses ocurrido
en 18. era megalítica es el suceso más trascen- .
igual número de pasos, ~iguiendo caminos
dental de la estirpe humana, es la iniciación
paralelos. Gemela es nue~tra edad así come
de su propio endiosamiento, la verdadera
es absolutamente idéntica la distancia que
transformación del picantropo en hombre.
existe entre el Dios contemporáneo y las
Fué la primera brecha ;lbierta a la muralla
deidades bárbaras a la que nos separa a
de nuestra animalidad, IJor la cual, come,
nosotros del salvaje.
escuadrón de luminosas é'illazonas, se lanza-
Dejando de lado por f'xtravagantes o im- rían a la conquista' del Ulllverso las faculta-
probables todas las opiniones que se han emi- des espirituales.
tido sobre el florecimiento de grandes civi- i :Mil milenarios para llegar a esta alba!
lizaciones, todas las quiméricas atlántidas El mismo pavoroso núnlf'l'o de siglos y los
que la leyenda supone desaparecidas bajo simple dólmenes que conmemoran el instante
tragedias cataclísmicas, ateniéndonos solo a
lo que la ciencia ha evi~tmciado o presllllH::
elE- su eclosión podemos afirmar que también
señalan el momento en que la hipótesis de la e A B A R E T N o
con algún fundamento, resultaría, pues, que inmortalidad, incluída en la de la omnipo·
desde su génesis hasta la edad de piedra, es tencia y medularmente ligada a ·la de todos
decir durante un millón de años posiblemen- los sistemas religiosos, hace su entrada en
te, la humanidad vivió dentro de la más ri· la historia de las ideas.
gurosa animalidad, sin responder a las exci-
taciones de lo sobrenatunl sino como la.'; de- José 1J1 aría Delgado
Serpentinas de luz: Cahellera de lámparas parejas pasan por la angostura de un cora-
Todos los pechos de las girls encendidos de zón apretado.
abalorios. Cuerpos desnucl:)s -en la playa eh: y El -eabaretino- baila, baila, baila, Ele·
escenario- sobre la arena luminosa de la~ gante. Agil. Pluma ligera. Cuerpo 1"lex1-
haterías. Campos de cisnes. Olas de reflec· ble, modelado en la arcilla de las mú,icas.
toro Formas acosadas por los deseos despe- Destreza de pies. Distinción de ademanes
ñados, en las noches de puertos libres. Prodigioso abanico de mús~ulos. Baila.Bal-
la, Baila.
y El -cabaretino- volando por el tem Banderín de un acorde Jinal: Todas id"~.
blor de las espumas de la sala. Desarticu- bicicletas 1uueren en sus !';Ollfines. Kl tiem-
lado. Desmaterializado. inanca la pechen, po vuelve a su cremallera de segundos.
-plumas de almidones- por los rocl0s eL: (Cabaretino: Es tarde --tarde La HOCIU.
las madrugadas. Smoking negro, hecho C011 está. ya en la cúspide, subiendo hacia las !]a-
palio de la noche. De la noche negra de lo') ledas del alba. Todo el mundo cl/(erme. To-
subterráneos tenebrosos. do el· ml(ndo tiene apag;uh s/( vida. Embo·
Vientos de orquesta agitan frondas: en· zos de silencio IJ de sneiíos. H onestameni e:
ramadas de brazos. IJtlS escalas del saxofón sobre los 1I11l11idos reposos. Cabaretino: B"
se enroscan en los cuellos. Cinta de violín. tarde -iarde-).
telegráfico arruyo. l\lalaiJar del piano. He· Damasco de horinzonh~s sobre paredes ce·
molinos de baile. Desbordamiento. Acele- rradas a los hogares tranquilos. Ampolla
ración. Huracanes de or:;ía con aspas de ru· de luz. Flora de submarinos reverb'~ros
mores golpean los ramajes: floridos de me- Trina el xilofón desde la ,'aUla de una melo-
jillas encamadas. día seca por estío de tumulto. .Jazz - bancl
IJa rigidez del tiempo {'stá interrumpid,~ de negros. Negros: lnUll'.l de las noches in
por las síncopas. Clavan compases en la cendiadas en todos los e<lbarets del mundo
agrimensura del suelo. Los pies trepan -"le- Negros: Cíelopes de las fraguas noetm·
loces- por la escala de los ritmos, buscando nas, rojas de JIamaradas de amor. Negros:
la altura de un cielo sentimental. Proxinu- siluetas recortadas del bloque de todas la.~
dades. Confusiones. })errumbe de planos. sombras fugitivas. Negros: deshollinadores
}~ntrelaces de vidas dih~rentes. Todas las de voleanes, de locomotoras, de chiIneneas de
linos de hojas desgajada,,;. Llegan todos 10:- cean proas de ángulos. Trepidación. Jau-
fábricas. 'Negros: de noche, de calor de Focos espigados de ren"jos. Esquinas de residuos de la noche. Todos los turbios de,)- band: puente de hierro. OJ'ificios de yaces
luces eléctricas, de lejanía,; de destierro, de tornasoles.c\legrías de s~da. Alas de bu- yelos.1 Todos los turbio:> di~sYelos. Todos los Marañas de abrazos. «'1 Mi 1Jecho. ()'I:'1e se
amargura,;, de tristezas. Negros de vagabun, llicios sobre las nubes celestes del pecado. bullicios en ruta de ruta de carayana haste( llevan mi pecho 1»
daje. Negros de melanc,)lías de músicas. y él -cabaretino- hecho de fragilidades el oasis -cristal- del amanecer. Tel'l'aplenes de vino ba,io el desliz de amo-
y El -cabaretino -iJlanco de polvos ele de espuma. Hecho de humo ~- de 1301"0. Fillo. Hombres sin almohada de confines de ho- res. Fosos de orgía. Suavidad de una vo¿
alba. Blanco de resplandores. Blanco d,: Aéreo. Dúctil. Hecho d? las sustancias '::er- gar donde dormir al'l'ullos de horas Ú'ías. delgada de suspiros. SlV.l\'idad de unos ojo:;
reflejos de mujeres desnudas. Perfumado. nielas del salón, en los amaneceres lívidos, , Hombres huídos del aco.-;o de las bocacalle,;. vueltos al infinito. Suavidad ele una c?-l'ni:;
Cuidado. Terso de juv,ontud. Carmín de cuando se desaloja el caJlaret y quedan alu~ Hombres pálidos de la yarse en los charcos dura de temblores. Nada. Nada. '1\~IT¡'-
beso,; en las mejillas pálidas. Brillo de ca- flotando los posos ele todos las desbandadas de agua de la luna. Hombres con séquito de ]llenes.
ricias en la cahellera de esmalte. Y bello. alegrías de la noche. noche siempre a :>u alrededor. Hombres en- (Oabaretino: Es tarde-·tarc/e-. La lUiw
y amable. Y gracioso. l\Iujeres rubias de hma, huídas ele los cam- lodados de sombra en su l)aso por los camí- ha recogido SI[ escala de oro. Se secan las
Tripulación: marinos nocturnos. Tnm- pos de sol. Mujeres lÍ\-idas de inyectable,. nos oscuros. Hombres tristes, con alegría': lilces colgac/as en los ranajes de eordone.'
seuntes por las calles de la horas desiertas de suero eléctrico de lámparas. Mujeres sÍl~ sin objeto. Hombres can:;ados de sus \-iajes eléctricos. La noche se IJulI'cha sobre las rne-
ltitmos de mar agitada. Navegación haelct nombre y sin origen, hechas ayer mismo en sin fin en los yehículos -ligeros- del baile. das e/e las horas. 'Viene el alba -!lU--- aso-
el día. El cabaret esconde su proa en la,.: los alambiques l'rÍ\'olos de las perfumerías. y él -cabaretino- alza entre todos, sc~ . ¡¡/lmdo Sil gar!Juera blanca de almidones. H 0-
agua,; espesas de la noche. Y al rediodor: el Mujeres desnudas, nadaddl'as en g-asas, den- copa de sonrisa: fiel a su noche profesional nes/amente: Toe/as las cosas cííl'piezan a
silencio volando 1)01' las copas de las sombras. tro ele las piscinas ele las alcobas amorosas. y amante. El-sobre los tropeles de deseos- amanecer, Oabaretino: Es tare/e -tunle-.)
_\ll'ededor: la \'ida -cotidiana :; hone.-;Ü\- Llegan de sus desierto:> de días por los alza su vida limpia, ligera, alegre, en medio
repo,;ando sobre lechos de algas. Alrededor' puentes de la noche. Ella;: recamadas de be- de la seda bulliciosa de wdos los cuerpos de CE:'{AR JI. .-lROONA.D.t.
la ciudad dormida bajo ':1 refug-io -bonaCl' so,;, sembradas de amorl'S, maduras de ear- las girls.
ble- del sueño. Tripulación: tumulto de mines. Llegan en \"uelo, sobre hilo:> de aire, Las luce,,; se desatan de sus ramas. Cabe- Madrid 1929.
marineros. Gritos que abanderan las jar- entregando lazos de seda para apretar cara-
cms.. Humo que ensombrece las velas. 1'1'1- zones. l\Iujere:> mullidas de \"ai\'enes ell el
lmlación: locuras, heroísmos de mar. Puer- carrusel -estrepitoso- -le la \'ida. \"ienen
zas que mueven las poleas. 'Vientos que ba- de los interiores ensomb,'ccidos del mundo.
ten la carlinga. Detrás de las persianas de los recato:>. De-
y El -ca baretino- dirigiendo la marcha trás de lo:> muros misteriD:>os de las (·as,,:; eH
desde la popa del escenario, con el timón de silencio.
su sonrisa inconfundible -Sonrisa: estrella y él -cabaretino- las <Jbl'aza, las besa, la~
del volante- Con su son;'isa enarbolada en baila_ c\lrededor ele su sonrisa todas la:> girls
medio de la cubierta. Con su sonrisa -en prenden estrellas de ritmo:>. Centro de mástil
alto- ,gozada, buscada, ll,'splegada. Giros. Su corazón -en medio- disput¡¡ÜO
Colores. Iris de pompa de jabón. Y cuan- por todo:> los tumultos.
do H:nga el soplo de la müñana estailarú, al Hizos ele cánticos. Toboganes de ruido,,;.
fi n. sobre la mano de la elaridad. Undulación de rumores Jesbandados por ,,;:-
(Calwretillo: Es tarele -tarcle- Los m· Hes de reflejos. Cimas de eolor ...
¡¡os rnbios dncrmen jnnto al PO!}O de ll.·s es (, Ca/Jili"etiilU: Es /arde - ta((le-. Los pn i - p E s e A M L A G R o s A
calems azulcs de los sneiíos. Las JÓL'(lle.~ dos dllermen bujo slIs sáli,IIIUS de hierhlls. Lus
¡'ír!Jcnes encienden lámpuras de s/(spi¡'()s pa cuminos tiellen I'Itllus de "olcdad. Los CUíli-
rano hucer tcmerosa SI( soledad. Las íilc'dn,' pos (s/ún refugiados (n 'os colJer/izos de la
ofrecen SIlS pechos -Jlwdl(i'o.~ ele leche- (l 10.\ nochc. Los ríos dllerlllcJI en sus nirio.;; de (e-
hijos clesuelaclus. H onesta¡nente: todas la., íiu/llsOS. HOills/amente: /ocias lus coces dec Sohre el mal' la Yida (~S breve interés de sal v Yiento
cosas callan cien t ro de SI/S e u[¡ iles noci I!" '/1).'. nlllndo /ÍfnIJi Sil 1Júbilo upllg(((lo. Cui)(!- tomo la sa(~ta es la ola e hipoteca COl~ 1Hmf1'ag-i(ls
Cabardillo: Es tarde -{<¡rcle-). ntilio: Es IUi'lle -Iarde-.) en la tÍelTa tiene blanto. vidas de los peseadOl'e;.
Las puertas echan bras:ls de luz a las o,; El \'ient(, el,' las \'ig-ili,ls anastl'a J't',.;ic1llf'ó
cllrielac1es in finitas. Las ventanas hurgan en noetúmbulas por las (·all·>s prol'imelas de' sr,· Pasa el ('ielo tOUlO un baJ'(~o Salió la barea en la tarde
ledad. Ha:,' ecos exl raño.;. de supeJ'\"i\'ienti- azul de vplas azules. salió para 110 Y01Vel';
ellas con sus bisturís flameantes. La noehe
estú allí -alrec1eelor- con sus misterios<ls de, la noche, (lUl' arrastran su c,¡dena de (¡lll- Remolcadores de nubes .'- en la tiprl'a la pSlwrabml
alam hraelas ele sombras. La noehe: hUlIlI} mas por la,,; losas elel cem,~ntl'rio de los S1L: son los Yientos! mache. lliií() .'- la nmje¡'.
de la na \'egación de la tierra. La nocll\': ños. Ha:,' e('o,.; de \-idas ¡:!ucinadas por c'i
sangre l'luída de todos los subterráneos elel ('l\('alltamiento dl' hls estrellas. 1[ay eco,: de Pasó un mal'iuo n~sticlo y la pesta milagrosa
los troqueles subtl'l'1'úlll'OS del peeado. Har (-(m traje de nube ,- tielo. que .J esús les ]Jronwtió
mundo. La noche: robusLi; insinuante, ]wsa-
da. La noche: eelosade las lagunas ch, luz. cco,.; dl' YOC(',; -lilJres- ti'ell(llldo por los mil Pasó el re.'-, pasó l(~ reina en el toral de los m;;u'es
ros de los silencios. y el lnar estaba tranquilo! entl'p algas, se es('ondió.
In\'encible_ ,\eosadora. En\'ohente.
{lpdes bruñidas de oros l'léctricos. ('aba ret. Aquí -l'l't'ugios- lIt"DIll todo,.: lo,.; l'i'1Il(-
El mal' paga Nlll sus olas Ildefonso Perecla Valdés.
J una técnica realística llegaría a ser ,.,u:-; ohras y hasta en las menos signifieatiyas
lllJa aberración, ¿ quién ~e imaginaría la es- al parecer,
l)esa escritura sensual de ~"n Rl1bens en un Claro, si en sus oleas S2 fuese a buscar
cuadro del Greco '? Y para compr-ender, o atmósfera, el consabido eSlJacio de las distan-
más bien sentir la pintura ,1e Elena Cid, hay cias, el eomún elaro - osemo, el que hieiera
que situarse en este punto de Yista: que ella tamaña cosa, erraría el camino, puesto que
deforma, pero por una fatal necesiclad espi- en ellos, diremos, el espacio lo da de sí el
ritual. No podemos suponer otro procedi- eolor en sus \'irtuales y armoniosas (/posil'io-
miento de concepción ~- de ejecución, al es- ·¡"es, y rara yez contrastes, que en esta pintura
tudiar la total fisonomía de su obra, Se jamú:-; podrún ser Yiolentos o e:>tridentes. Todo
guarda muy bien de estili0ar, guiada por un lo contrario, se extienden en la superficie del
cél'tero instinto, y sí, sintetiza, mejor dicho, si cuadro sua\'e :-- casi tiernamente, eomo si elb
esencializaen esquemas jugosos, eomo acaece conYi11iera a la sana terIura de un ideal ele
en algunas de sus i'101'es, es a fin de apresar feminidad,
los grandes acentos totales en eoncordancia Si reeogemo:-; esa al11si611 es llOrq ue
1ntima a la riqueza deeo:'dtiYc\, tenuemente sabemos que hubieron algunos o tal \'(:z m u-
chos que exigían lo que ,-sta pintora ni so-
seíialaela, que jamás se subaltel'lliza con la
ornamental anodino, l1ep'2timos, ~us fran- ñaba lleyar a cabo, No pudieron darse encn-
cas deformaciones, cuando existen, re:>ponden ta que allí también prinl:lba el sabio instinto
absolutamente a un soplo subjctiyo en un de la invención, y e:-; 10 ¡ne más predomina
en eiertas obras de Elena '-.:id, inhmdiéndoles
equilibrio orgánico de toda la composición,
una lógica secreta: no el .le una imitaeión
Nunca obedecen a un preconcepto ni a un
eualquiel'a, ni siquiera lo '!hstracto, sino, in-
cálculo si no a la peculiar calidad de su Yi-
sistimos, las graneles sínt¿::iis de la imagina-
sión; y es dc ahí, que proviene su candorosa
eión :-. ele la fantasía que domeilau las l'e,di-
frescura, su hermosa espo,l+aneidad una sim-
dades lejanamente yisibL~s, Invención til-
plicidad que se sustenta L:e lo complejo, es
clamos a todo lo que SUpel'[lOUe UllCl gT<l1l cau-
decir de elementos anínücos; y de ahí, tam-
tidael ele eseueias imagiilltiyas en lo mú,;
bién, que su eoloraeión se funde en un todo
parnunente real.'i,c, G" 10:-; cuentos ele ha-
sensitiyo, en un proümd0 maridaje de las
das, para haeel' una comparación al)]'oxima-
ELENI\ CiD imúgenes y de los objeto.,;, en una substan-
RETRI\TO t;\,a, Quizás, esto rué lo que cleseonct'rtó a mú:-;
ciosa impregnación, pues ~:i hay una facultad
de un \'e(~dor que se pas2ara por esta PX J10-
que singularice a esta artista, es la de ser :-;ieióu,
una gnm sensitinl para el eolor, Es algo 'i,-éase :-;i no, a ese euadl'o «El Arbol», t'U
innegable, Lo demuestran sus gamas de ex- su o¡'ques!<ll'ión tau simple y por ende lrans-
traordinaria fineza intenla: no externa en fig'Ul'udo por laj!Taeia inefable del espíritn
preciosismo n[('uo, eomo suele aeontecer con ;: niéguese que exi:-;te al'i r) ele im'ell('ión nl
M E N T O R OPLATENSE los pintores lllH' cultiyan la materia en sí :-.
M O V ese juego dramútieo. le\'e!!Iente (lramútieo de
sil! otro fin que ése, Y los hay, La suya, Ja coloraeión, adquiriendo ese muíión úe Úl'-
la de esta artista, e:> rica, por su matización bol, alzase por encima de I¡ls rejas del licildm,
y la sabia distribuc·ión ele sus luees, en una 1111(1 grandez,l inusitada que uos sorl'l'l'nde
unidad indisoluble (lUl' CO''l'eslJ(mL1e a su ar- e11 su al'moniosa soledad, «Niíia en la mon-
La artista Elena e'ieL quien expOlH~ lma mado. a t ra \'és de un ~'spíritu prietamente
monía interior, mús que ,1 eualesquier 01]'OS ti; ííu», di' un carÚdl'l' distinto, es la imagen
l;uella eantidad de oleos:-' otro tanto de acua- 'felllenino. l'on sus l'('em'rdos y ensoíia-
ciones, lHlseedo1' dél supn'lllO don de las lw- faetol'es exteriores, Son muchos los pinto- temblol'osa de un s1lt:íío, ell que las al'lllolli-
relas y dibujo", l'll una de las salas de los
llas armonías dt' uua prt'>;tcllleia delicada .\ t'lr- res que lllluJen eniOllal' UI1 euac!l'o, mas no zaeioll('s ]'l'Yiste la de UH notaJltl' \'('10 inge-
~\mig'os del A., no preteudl' huir eh, la rea-
memos qlll' toda realidad ql1l' sufra un hondo a l'mou izarlo l'n la aee pei-S: 1 easi m usieal de nuo, como cOl'l'e:>pondía u la instinti\'(1 uui-
-lidad. Tampoco se apo:-'a ('n ella de un mo-
})]'oe('so (lP I'spiritualizaeiálJ, forzosamentt' ha ('"te término, alUlql[(' IlH'go l'l'sulten mu,\' lll- dad de la obra, que es de ¡'il prolongado dejo
do di1'eeto. ni en el m uudo demasiado yisilJle ele
de salir dl'fol'luada ('n un sesg'o u otro y no id'esanies ('11 un sentido ,lil'eJ'('nle, .\sí eomo \ agol'OSO e inde rinil¡Je, ¿ y ese óleo «L' Eeu-
la>; formas. Pel'(1 si ll(l la hU:-'l', aquella rea-
habrú de chocamos si 10 es de una lllaJlel'a el poeta naee eon la arllLoniosa euforia que yer('),), de refinado erom1Hismo, no parece un
lidad que todos ('onO('e1110S, se llutre quizús
completanleute annOlJiosa: es su eoudieióu todo lo eon\'ertirú cn íntima o resonante ar- deeol'ado fel'l'ieo :-. titila nOe de las aguas e('-
de ella en una larga alJs~l'aeeión alJstl'adora
yitaL Cuanto mús grandl· PS la exhulw- monía, también Iwy (I\'tiSt;I', pintores que !le- lestiaJes de una luminosa snbco11ei('neia, ,'on
hasta cuando se ha:-'a (llF,daelo eon la subs-
1'aneia ele espíritu igual slrú la >;uma dt' lo van en sí ese don innato, l<:lena Cid es l1no ese COI'l'useantl' paisaje su.;pendido a1'l'ilm ('n
tancia y las eifras esencü¡]es, pongamos por
(l ue , zurdamente llamamos cLeformaeióu. en de ellos. Esta es la (:aliclad recóndita ele su el aire! g:-; uno de los cJadl'os que l'~'neja
ejemplo, ele un rostro, de l:n paisaje, de U1H1
easo, el (ireeo. Entonces el modo de expre- pintura. que ]lO todos su pie'ron penetnu', Y eon mús plplJitud ansias slllltllO:-;as de l'nS1le-
[igura o de UlI Íllll:aro de flores. Toelo ello
sión deberú ajustarse a tal,~s maniIestaeiolll's, puédese C011llH'ohal' e~]l d eonjunto d,' todas ílo, qm~ ha ele' se'l' pI ma:-'<Jr anhelo d(' 1<1 deli-
lueo'o ha de tl'anS\'asa rlo,i ig:enll1LPnte de ro 1'-
'"
Fi\ISF\.JE DE SIClLlF\. ELEi'U\ CID NRTURRLE2R MUE~TA ELEf'IR ClD

{;ac1eza temperamental de esta exc'epc:iol1i11 cree!Ho" que es ahí d01lfk dimana todo sn ;,:istiblemente esta tela, por ¿¡<¡uello de ;a ra- est\,til'os, tomo lo es ah,wa, al adoptar los
artista! poder poétieo ~' expresiYo ~ Pero en elln es zón de' la profunda sinrazóIl. Quizás todos jJl'C'."'l'llte."', obedeciendo a un imperatiYo cate-
i Quién sabe si esta tela, sea la que mús todo de una tan singular finura que se la sepan que al hacer el l'eirato de los otc'os, górico ele su temperamen':o y de su tiempo.
prefiera ella, tal vez por ser tan pura de contempla con honda ~' .serena fruieión 1 A ineoncienteme'nte' nos V¡\1llfJS labrando elnues- Es el espíritu de ('ierta calidad que' ha de
intenciones y pasiones! Pero aun ha:,' mús esta ohra de gran ealic1ad pictórica pare(:e 11'0, _\bre'.-il'mos. Comentadas las obras de l¡¡¡J]al'se siempre por enCilll<1 de todas las mo-
{:le ia misma ealic1ac1. Y creación psíquica, contraponerse la wrtieal cnndidez estática y (-sta artista, IIue a nl1es;'l'O juicio, son de das, La aparente lloyeclad temútiea, les im-
qUE' asimismo no trasgriec1E' las inl1HlllE'Iltes por esto mismo quiétamc·¡]te dinámica, c1el mayor impol'tancia pictóriea y anímic:l, nos pidió a llluchos transponer los umbrales mis-
leyes pietóricas, es el retrato de Fl',lllCisc:o lienzo lphigelliu, t¡ue eX[Hndesc en unn ill- resta por señalar, la ineLI;))e «Niña en tl'aje teriosos ele' un arte ele una inefable canción,
Luis Bernúndez: pintura de graves acordes VüeaClOn de ta1l:s tonalidades que ampli- pUll.z{n. ,,1 ya poroso ," útic:o «Pai~·(l.ip ele \'('r<!aderamente fe'menino y saturado de una
y oposieiones sumarias que concUlTen a la :!'ie'an el cuadro en tenues Yih1'aeiones,Es G-r('c,ia~) : las acuarelas «p¡Ji;;aje de' ~iracus:l», 111l1linosa simplicidad! .\h L la silllplieidad he-
bien dispuesta composició!l para que sea la LUla composición d.· un itic'ratismo aeel'tadí- ¡¡]gunns más, las «Figuras;) N.O :3:2, N," :2:2. Y (·ha espíritu, mu:,' pocos la C0111 prenden o la
múseara tan c:aric:iosament'.' matizada :" 1¡1 simo y de múltiples sugPJ'c'neia.s meditativas princi palmente su dibujo N." GO, 1111 cenati- sif'nten y han de pre ferir eil'n W('l'S lo muy
testa caHaclament\' expr'~si\'a que haya el\' parn t¡niell sepa eS('1'utnr10, HetTuto es de llo nuírhielmnente modelado :" la ma:,'oría cle l11'jllante, un pOl'O hneco y otro poco clara-
erguirsE' sE'ÍÍorilmente, irt"l(liando UIla suave una Illnrayillosn ¡'¡'esc'm'a l,ictóriea y espiri- :',ns ot1'08 dihnjos, '.JlgUllOS muy altamente ('X- mi'nte' eOlllplieado, para d fúcil deletreo de.
luz, Mu.ier lJintanc/o. es ('Ira ele las piezas tuaL de unn grmjn tan ¡\lmda, que el1 ver- pn'siYos, e'n los perfiles 11e SIlS líneas pUl'a.s. eiertas ,.;ensibilidades 'IU(' se rl'godean I:on
eapitalc's de esta exposición. Esta asimetría dad, renunciamos eomentn río. Ha:,' cosas t¡m Hesunwmos, ~i del.H'm,)S admitir, <¡ue la todo lo que sea tl'a<:lllc'nto t No hemos ele
que ¡mn'ee agrandarle, integrada por los éterens, t¡lW no se l'Ul,d(']l ;'c'pre'Sl'lltar por el obra pidól'iea de Elena (.'id, toma la ¡uljeti- (:('nsurarIos quc' obren así. Cada uno eoge
grande.'> planos y las largas gl'aduaciol1l's de mediIJ tosco de In palahrn. Y pareciera 1'0- yación colorista de su época en lo moderno, d pl'lI:.,'r en el estre(:ho (l amplio ¡'adio dI' sus
luz se compenetran de tal 111anera, (IUl' aque- ma si todas las nostalgias dc: una 'Idolescen·, como lo al'írmaran algunos ya anit's <¡nI' nos- a finiclades, aun<¡ue puecla ~'el' el de las hor-
lla mesita inel inada de delicac1a floraeión se cia '\e'l1tUI'OSa del ¡Irtista :mhiese'n alete:ldo otros, con maliciosas palahras, es eminl'ntc- talizas ¡ Po!' qur no? i\o es una ironía la
HIle 1'1.\ UlI aeento invisibL a esa mujer sus- para transl'tllldirsl' ('n ('s;\ p:ntura de intl'rno ]):cnte "isibk, quc' en eualquiern otra {'poca que °
1111estra. Todo lo contl'al'l<l. N intentemos
pendida, coml' si estu"ies,:, a punto de c'lll- resplandor, con la alegría atpl'ciopelada de esta artista huhiese pintado, su hondo :" ori- mús defender, o explica l' lEla pintura, como
l il'endl'r 1,1 yuelo t Puede ser la 1111l'stra una las amapolas, rojos ojos ingenuos d(' los tri- ginal espíritu escncialnH'nTe l"enH'nino. hahda la de Elena Cid, que sah,,:t defenderse "ola
11lP]'¡i oeuneJlc:ia antojadiza, aun euando gales, non's silvestres qne nos e",)Can irn'- pido d('l todo personal eOI1 at¡uf'llos ':an011es 1'11 otms más anchas yel'pdas que no ,.;erán
más estricto Y amplio del término.
las un tanto glaciales de "11 patria; pintura, tasía se alimenta un poco de si misma Y otro
que Yivificándose por una sabiduría instin- tanto en la mitología azteca e hindú, Y
tinl y al mismo tiempo e~üta de verdadf\Ht quizá el taoísmo sea su más gran aspiración.
pintora, vindica también el derecho inaliena- Es decir, el misticismo 11niversal, cósmico,
ble de 'soñar en el reino 1'06rico de la tanta- de todos los tiempos, que únicamente se atis-
sía y de la imaginación er8adora. ba en algunas de sus acuarelas, como esa
del «Rey», un algO, casi inconcebible como
XUL f-l-OLAH.- pintura, de tal manera está tan finamente
lübrada. En otras estorba, para la esen-
Desde, que este lllno t'l11 grandote, equi- cia mística, cierto erotismo cerebral, un ero-
r ado de la más estrambótica cultura -astro- tismo de ensueño, más liue materializado.
logía, música, filología Y naturalmente due·ho 1: Pel'O qué ohra de arte no fluye de un ins-
polígrafo hasta un cierto :puuto Y tocIo ello tinto genésico que se confunde con la crea-
en un re:l'inamiento cultural casi único-, ex- ción artística? Ninguua .
pusiera por primera yez, en 1922, en l'ua y la pintura de Xul Solar, retorna a la
especie de «Salón Libre», en lo de Witcomb, infancia, más bien a la ingenuidad, por es-
le saludábamos con estas palabras: El apor- ceso de sensibilidad y tamlJÍén de cultura en
te más cnrioso y clennal'al'eza e:ciroorclina- lo más hondo de ella: es sabia, :l'inamente
ria, son las obras ele XuL ,Solar, a quien 1iO sabia, con el inherente anúelo, de retozar, ser
conocemos. y añadiamo'3: «Habría que re- juguetona, en fin solazarse ~ y los yerda-
montarse al conele de Lautrement para en- deros sabios jamás fueron ceñudos, ni com-
contrar cierta semejanza que acordase rítmi- panudamente grayes!
camente con este artista argentino. Tendría- Esta es, dicha someraInentl'. la i'isonomh1
mos que remontarnos a las corrientes de los espiritual de Xul Solar.
ríos sagrados ele las civilizaciones que prete-
ritamente esistieron en ~\.sia, para halla l' ANTONIO BERNJ-
algo tan elaborado Y de infantilidac1 tan i11-
genua como esta pintura». y en este tono El muy jOYen pintor, Antonio Berni, quien
continuamos clespac1támelonos, en una tessi- lo es bajo todo concepto y aun más por sn
tura más entusiasta que analítica, sincera- prematuro aplomo, que ha estudiado en París
mentt' prendados por esas acuarela sde ('smal- y :frecuentó la A,cademia de OUon Friesz,
tadas matización. Nos captaban ell ellas la yel'- se presenta en esta singular ocasión un poco
ba imaginatiya Y la gran conciencia con que más homogéneo en su obra pictórica, que
estahan miniadas, quizás mús que pintada,:. otra Yeces. Sus 15 óleos eYideneian ciC'rhl
i Constatar que eqnellas nuestras palabras tue- unic1ad de propósitos. No a~ontecía lo mis-
ron recihida:, con malicios" ~;Ol'na lior quienes mo cuanclo expuso con el grupa que llama-
pret eudían apoclarse pintores, usando una remos de París: Baeli, Basalclua, Buttler Y
gran mayúscula 1 Sería incurrir en un lu- Spilembergo. Ere aquel entonces mecíase,
ue
:-cal' eomún, Era, pues. cld todo lúg:ico (l desde un intento de surr.:;,lismo -«La Gasa
las co,:as acontecieran por un cauce de 01)- del Ahorcado», una hábil pochade- a nn
tusa incomprensión. matisismo muy ele segnnda mano, un poco
Ahora han transcurrido c?rca de ,:iete aLas. del sello de Friesz, en aL!:llnos de sus p¡¡isil-
Se terminaron las pullas ele a([ue! entolle"s: jes ~' una nota fresca, Yigorosa de fHetllra:
:'_ en esta su exposición personaL ('on una una ¡r:enic1a arbolacla, elHc1ro, cuyo nomhre
canda mu,': prolongada de obras, qUé' Tapiza- no recorc1amos. y aquella yez, no pudimo,.;
lJan las cuatro paredes de una salid,\, no oímos a menos que c-avilar, preguntándonos cuando
sino elogios ;.- felicitaciones al pintor :: a era él, cual podía ser su íptimo sentir ~. qUe'
su t'antústica e ideológica pintura: lo es l)equeña partícula ele espíritu su~-o, aporta-
sin duda alguna! Con Utlet ideología ele ,:ím- 1m a las yisiont's prestadas ~)í Desoladora pn'-'
s
holos, de imágenes Y signos, alquitarado de gunta! POl'llUe hay pint'Jres que si!! 11 ei¡ "-
una imaginaclOn e inteligeucia slltilnwntl" talo enal maestro, con quienes sentirún Cicl'-
irónica; es una ironía imgel'ceptible, qne Sé' ta aún idad, ~. asimismo poseyendo algu u :;
'lela a veces, de 'una poe,;ía sabiamente colo- personalidad espiritual, d parecen en nn tC'm-
reac1a, porque Xul Solar, es realmente 1m hlorlmn inico por entre las m"llas de h
miniatuI'iSL<l como eoloristcl, en el

l\NTON10 BE'

DESNUDO
parte formal de sus pinturas en que exis- pies. Por lo demás, si se propusiera seria-
mente resolver los problelUhs que se plantea,
E L ESCULTOR o E SANTIAGO
tir, a un poquito de aquellos mentores. Po-
dríase citar ejemplos, J' :al vez, enh'¡: sus pudiera decirse que entonces sí, habría de
mismos compañeros de estudios. No vale la ser un gran pintor. Y por esto mismo, yarias
de sus telas poseen un sabor mortecina de
pena de dar nombres, pues nos basta con
lo antedicho para aparecer del todo claros.
mera materia pictórica, algo francamente
inerte, pese a su extraordinario brillo.
B O N o M E
Siempre ocupándonos de la faz material Como se comprenderá, lo que hemos seña-
de lo que es en sí el arte de pintar, Berlli, lado, no son más que veniales pecados juye-
parece enfrascarse en la búsqueda del vigor niles, fallas propias de una audacia un poco
por el vigor, sin otro afán que ser lo más inconciente de una juyentud, demasiado jo- lía ,;oñadorCl, anhelo de horizontes lejanos.
COMPOSTELA..
vigorosamente posible, .)11 el ensablamiento Yen. Sin embargo, sus facultades manuales, Estamos ya en el siglo IX, en el X: Sobre
sumarísimo de sus tintas, -le sus grandes pla- creemos, que han de lleya1'1o lejos. En esta ei Libredón -recia palabra céltica -duerme
nos, de sus largas tonalidades - rojos, azu- misma exposición, haJ' paisajes, como el N.~ Lejos de aquí la Yena luminosa del :.\Iedi- su largo sueño el "\póstol.
les y negros forman su registro principal 4, N.O 13 Y N.O 2, de cierto interés pictórico. terráneo. Lejos el oro Y el cobalto. "\lrededor, para cuidarle ele innlsores --
-sin percatarse éle que el talar, o mejor di- Ese desnudo, «Figura en el Mar», es una :\'iebla: Gris de plata, g:ns de acero. llOrllUl1ldos ;' sajones ungidos de rocío, árabes
cho. la tinta de paleta -válganos el térmi- composición loable. Y tal como Antonio Ber- Todo va sumergiéndose en veladuras de de fuego Y bronce - ;'a se ha formado el
no-:..- jamás fué vigoroso, ni tampoco todo lo ni se nos aparece, con sus 15 obras, merece misterio Y lejanía. pueblo.
externo puede serlo. Es lO trabajado ir,te, toda nuestra simpatía, ya que siendo tan La montaña hosca se alza entre cendales. La Yía Láctea -polvareda de luz- guía
jOYen tiene el aspecto ;ltrayente de un ar- t'n pino -rueca Yerdinegra- hila copos al peregrino.
riormente que será vigoroso, pero sin pre-
meditación y sin buscarlo. Hay más.' Tiene busto en marcha de maYal' cl'ecimiento...A.cen· de nube. El sentimiento religioso brota de la tierra
dre más ese ramoso Yig:or Sl1;'O, destacada El ,;ilbo de un mido -reto ;' lágrima- va misma, como el roble, firme y señero.
el defecto, demasiado juvenil, de fabricw'
llOradando el silencio. Nació ya el románico.
cuadros; los suyos, no son ensayos, sino c~ue pecurialidad de ·su temperamento, que quizá
lo conduzca a la decoración monumental: lo En las almas prende el celta ,.;u brío -ala- ('omienza el siglo XII. La piedra es dura,
alardean con una pretensión mUJ' grande de
que tal yez ha de ser lo más adecuado a SttS rido de l.mena que ,;ig-ue aun rodando llar los con durez:l de silex, pero al fin la vence to-
ser cuadros. ¿ Es un mal, es un error esto?
facultades, no comunes, montes- ;' su fantasía candorosa - danzas talmente el esfuerzo genial de Mateo ;' snrj.!C\
i: quién lo sabe? Pero no late ya el peligro de
c1ruídieas, en el hedJizo de la noche. invo- el Pórtico. :\'0 vió el mundo expresión más
yolye1' a las antiguas machines, armatostes de cando los l1umes de E1lCloyellico ;" Blman. :dta de romániro.
At. Buenos Aires, 19:29.
la mala composición, de los difamados pomo La ('alma dórica, la sonrisa de .Tonia, que Pasan los siglos. Nuevos órdenes llegan -
vienen desde lv\'(mte ;" mediodía como una la precisión constructinl del g-ótico. el ,wño-
hrisa rt'lHota. se quiebran en la,.; aristas de río del renacimiento- pero dejan esea,;as
menhil'l's ;" dólmene,.;. Y cuando lleg-an la l1,uestras porque Santiago, el eelta, pI visi-
éilnbición de Cartag-o n l'l fasto Y la sabiduría godo, los soslaya.
de Roma, la tierra de «C+allpcia» lps mira con H(" aquí, por fin, el harroco: Sobre el mis-
hostilidad arisca. tpr'io dpl romáúieo, guardándole, p] ímpetu
He aquí la Buena .:\'uenl: Hombres oscu- de la forma v;l1iente que rompe moldes ;-
ros anelan jlor caminos Y atajos. ell un va· Cl'pa l1wl'avillosas c1rsal'monías. hasta lleg:ar a
g<!r dolorido. loando la rebeldía del :.\Iaestro, la armonía total.
:- su muerte dura en aquella tard(' grávida, Así Santiago. Así. tamhién. HOl1omr. e,.;eul-
también" dp nieblas. tor de Santiago.
Después, .Atanasio ;' Teodoro, j.!uiados por
cc] claro dedo estelar. portan el cuerpo de .J a-
A.. RTE.
coba. apóstol de la paz Y de la gm"rra. Com-
postela alborea.
Ahora son los hombres de Suevia: Yipnen Estmnos lejos de aquel día en (iue Zola
desde su nido germánico. dCITamando por afirmó: Lcelll'l'e cl'ul't pst un ('oin de 111 I/ltÍU-
oteros ;- valles rl ansia nómaela ;- la bronca re, 1'11 lni . f1'11 1'ers (7'lIn telllpel'!lil/l' lit. Lejos
1·lereza. afortunadamente.
Traen un airp de OriPlltp. rudo ;" simple, Ahora ae1-;ertimos ((Up. Clrtt', es la jWjllil'lUll
sin aquella opulencia bizantin"il qne un día, Clerramacla por el artista en su ohra. Inl¡nÍp·
01 Italia -esplendor dp Rá\'Cna- cubrió ele i.ncl engenclradorD. (le illqnit"tlltlrs.
h'illos santuarios la sencillez Y la tristeza de :.\Iás qlH:' el paisa,ir. la figm'a () el enslwiío
Cristo. en sí mismos, interesa la t'moción conqup ha-
La tierra les acoge por fin. ~\cog-e después yan sido concebidos: esa emoción que ¡IÚJl "in
al visig-odo: y así acaba dr modelar su espí- llaturaleza inspiradora, lP.íos. !\1<'1'(1 dt' r11a,
1\. XUL SOLEr; ritu: Fiereza. sacrifirio, ternura. melanco- l'S capar. lIl' crear.
1\CUfi.REL/\
Desconfiemos del arte que solo ye y solo disipar: ¿ A qué linaje de gótico se refiere
copia realidades, sin descubrir en ellas aquel .II1auclair '1
]Junto de culminación que ya Zezanne acon- Ni en España, ni en Italia (ni aún
sejaba exagerar. en algunas tierras de Francia),' pudo
caSI nunca el gótico borrar con su yi-
Por todo esto olyídese lo que significa 130-
yacidac1, con su profusión de formas li,
llame como imitador de figuras gallegas. Ad-
geras, buidas, ni la sumaria sencillez ni la
miremos, en cambio, ese fervor alucinado con-
serenidad austera ~. segura que el alma po-
que el artista nos ya mostrando su raza, ta-
r)lllal~ -simple ,ingenua fe- dejó para siem-
llada en hondos hachazos rítmicos.
pre en los templos románicos.
Pero las dos tendencias se fundieron, ~. de
CA.J.1IINOS. la fusión nació ese g'oticismo herte. sohrio,
dramático de la catedral cn-ilesa, del recio San
Giminiano, de Les Saintes-l\laries.
Imagínese que, en este punto, se nos pierde S ia él se refiere l\lauelair, no desdeñemos
Bonome. 13enedetto eroce hubiera aconseja- la comparación. Reehacémosla en cambio si se
do no buscarle ya más. Poco importa el con- trata en ella del puro, del pleno gótieo: de
sejo. Sigamos los ca¡ninos abiertos, aquellos ¡¡quel que esgrimió sus ojiyas lanza les en
donde el artista pudo haber hundido su plan- Chartres, en 13eauyais, en "\miens.
ta peregrina. El puro, el pleno gótico. es tamhién la fe:
Los caminos son estos: pero la fe ya disciplinada. razonada por el
claro espíritu de Francia.
ROMiLVICO. Amor a la luz anchurosa: Las sombras hu-
~'en lleyándose el misterio. Grandes Yentana-
les abren paso a la gama del iris, y la pro1'un-
Y'igor, castas desnudeces, pura expre:SlOn elidad románica se trueea en plena supert'i~
cristiana -la que yiye en el agro, la inocente eie iluminada.
_ símbolos henchidos de gracia elemental ,-
Todo, hasta el boscaje de complicados 01'-
cándida o de trágica fiereza, sombra; y. su¡'-
l:amentos, es cosa bien medida y racional.
giendo de ella, las masas que pen¡¡(;¡¡eceJl,
.\rte g'uíado por teólogos sutiles, en el que
(!uedan. Eternidad. .
nada se pierde ni se ii·mora.
Se ha dicho que yiYimos de nuestra ino'e- ~
13onome no puede ser ('so. Ni la refina da
lluidad primera. No importa que 13onome destreza le cautiya. ni busca la sahiduría 01'-
ha~'a nacido para el arte cuando ya se grita" denada, sometida a lógica.
))(1 et l\lanifiesto. La ingenuidad priIller~l del
13onome es la emoeión, patética o llena de
artista fué, es, será siempre la románica. la tHlllU'cl, ]lerO siem pl'e aquella que alguil'n de-
de los Yiejos pórticos, la que alumbró a l\Ia- finió llamándole grito. interjeeci6n. Eso es
t(·o, esa cOllmoyedora ingenuidad que late en el arte de BOnOlllP: grito (·()jll11oyedor. No
Lembranza, en Cariátide, en Recordo. ]Ilna disciplina. Sí fuerza plenn. c6smicn.

Gonco. JUHR()('O.

('amille l\lauclair llama a BOllOme neo-gó- Ya el renacimiento pasó. J)(' (,1 q uecl6 -o
tico. Pudo equiyocar al nítico una \"isión rau- de él Hwlye- lo qu(' era puro y limpio, la al-
d,; en excc'So. o bien aquel];1 condic'ión ¡"ran- Lorada prinwra: "\sombraclo amor del Po\"('-
C(,sa -,lIta condición- de bus('ar en toda ¡·('!lo. sobriedad briosa de Giotto, alma niña
cesa genial algún acento e1P nalia. del hermano de Fiésole, para quien el lllli-
Otro ('oÍlwntador -flel'lna in- no hallando. \'('I'SO todo calle en el ciprés que llÍl'nde la
acaso, en Bonome ningún pco franeés. dice: lc.im¡ía plateada.
«No olyidemos que la aS('endencia elel artis- Esto en el principio. Despn('s... Ha i'ad.
te· eneuént¡'ase en Alsaeia. Lo indica pI ape, total renacentista. e1'11 insensible ,1 la exagc-
11 ido». ración. Ello fuÍ' máximo elog·io. .\hol'11 es
Gratitud para la dule'e Franeia. Démosle máxima diatriba. V:yitÉ'mosle.
gratitud. Por fin el harroco: Inquietud. potenC'in sin
Pero hay aquí una duda que no es oeioso Emite ni norl11a, profundidnd donde el mis-
BONOME
SALOMÉ - TALLA DiRECTA
terio, antes ahuyentado, vuelve a cobijarse. 6 color a Sll riqueza llega (/ su plenitud la
Luz: pero no luz tamizada, untuosa, sino la forma.
otril, la que Yiene a estrellarse en las!o~'mas Draque, Picasso, acaban de aventar las ce-
sin forma y corta el claroscuro. nizas con inocentf' furia. Lo absoluto, -el
En este manar de lo informe, en este con- cubismo-, aparece: Honda depuración neo-
traste de superficies ~. oquedades, Yiye aún barroea, audaz oposición de volúmenes, dis-
la esencia mística, la pétrea voluntad del ro- persión de planos que, al fin, se unen en una
mánico. La pasión en los dos. gran sin fonía espacial.
Luego, entre la algarabía de los ismos, la
Estarnos otra vez ante Bonome.
realidad que vuelve. Pero, esta vez, la reali-
dad interior; Naturaleza creada por el espí-
DEP['H.H'ION. ritu: no espíritu plasmado por la naturaleza.
8im plificaciones esenciales. Emoción.
«Oezanne a etait la fleche» - dijo Glezer.
Sí; pero antes 'l'heotocopuli Iué el arco. Goya "VIRTFDES.
la cuerda tf'nsa. Df'spués, la tlecha-Cezannc
- voló pasando eontinentes. l\listerio, fUf'!'za, síntesis; Virtudes de la
Partamos df' Oezanne; El maestro Yence; hora actual, tan nuenl y tan al'caiea.
mas la hoguera polémica se encif'nde y en l\Iisterio, fuerza, síntesis; Virtudes de Bo-
ella comienza a quemarse, a perderse en vo- llome el arcaico. el moderno.
lutas, el verbo impresionista: CHanclo llega A.ngel .Aller.

~
, \ ») t , '; 11/

Cf\RRETERO - TALL/\ DIRE~TA BONonE


en las ondas calmadas y mecidas,
son como los ponientes que vuelcan las nostalgias.

En los claros derroteros


hay una lentitud de geórgiga marina
que acaricia los flancos de los barcos
con reminiscencias ecuatoriales;
lID vértigo de lo desconocido
sellado con la rosa de los vientos
en honclos altos cielos
indefinidos.

Los grandes lebreles trasatlánticos


son bajo la noche
luminosos y fugaces archipiélagos;
CANTO LLANO DE MEDIA NOCHE caídas constelaciones
en los cuadrantes del océano;
insectos verdes y llameantes de las selvas del agua
que atrapan con sus antenas prolong'adas
los radiogramas naturales.
Et des 10rs je me suis baigné dans le poeme
De la mer infusé d'astres et latescent,
Arthur RIlVIBAUD. Delicia reposada de extendenne
como en la cubierta de un vacht
I1 Y a des influences astrales autor de moi. frente a los panoramas tiÚlantes,
Valery LARBAUD. desplazados,
sóbre los buques anchos fondeados en los muelles
cargados de frutas y maderas,
N oche de Enero sobre las terrazas blancas; mientras hay en suspenso una llamada
bóveda trepidante en que un (:rec'iente lluevo de pJ'óxünas Ilartic1as sin retorno.
es el casco afilado ele un esquife
en cuyo palo único,
ingrávido de sombra . . . .." . ... . Lasitud eneantada
el punto de una estrella como .nmal sc' ellC:H~nde; escuchar cónIo, llega dc~ lejos
j Oh la noche nimbada ele la cmc1ad eloTnncla el bOJ'doneo de las glütarras y los banjos
vapoTizaela sobre los altos techos! ele algún café de marineros,
mienfms la noehe (CmI0 un al'eángel mudo
que desplic'g'a sus a las de scnnhnl
Hav una calma tibia, donde brillan 1(lS SigIlOS
un' sileneio mezelaelo de diafanielades, hace más lento el mm' de las miradas.
aromado ele Teeomienzos;
el eeo ele los ritmos sobre los hc}l'Ízontes
eleva haeia el eenit un arco distenc1ido, Ncw1Je tclda nimbada sohre ¡c)s altos teehps!
mientTas eL sueño navegante c:s tiempo dc: eern11' los librc)s que leímos
haee sus singladutas para perderte ¡ alma!,
a tTavés elel desimto ilinütado. aeá sólo se atanlan el sueño y el olvido;
ell las lllayas antír)c)(las
la nave diurna ha ec:1Jado las aneJas de sus rayos;
Allá lejos, es liempc) de eneender allá allajc) las lárnpaJ'as
sobre los muros de las lunadas telTazas
dc)rHle danzan )! danzan los torhel1inos ebrios. , .
flotan estelaTes mutaeiones;
los elesembareaderos elel puerto
ultramarinos, Gilberto Caetano Fabregat.
duermen e01;1O las héliees Montevideo, 1929.
D.E « L o S POEMAS DEL CAMINO»

LOCOMOTORA:

Yo te conocía muy ligeramente, como ese señor rentista que


sale a caminar con el buen sol, conoce al vigilante de la esquina.
Pero hoy, locomotora, te has abierto ante mi, igual que· esas
láminas anatómicas coloreadas de los grandes libros.
LocomotOTa: te me presentas como el viejo rostro amigo, cu-
;yas anugas hemos contado íntegramente.
y te veo como una vida humana, locomotora. Conozco de cer- CI'\51'\ LE COR5U5lER
ca tu grito salvaje y tu fatigoso resoplar' en el esfuerzo gigante.
He palpado el teulblor de cansancio de tus miembros de lue-
no cuando los incontables vagones de caI'ga te abruman en el
repecho próximo a mi vivi pnda.
y te he visto C01Te1' después, con jubilosa ligereza, cuando
te desp1'enden del convoyen una mamob1'a de estación. H A e 1A U N A NUEVA ARQUITECTURA
¡\..hora te conozco, 10comotoI'a. Ayer eras lo que pasa. Hoy
has entTado en mi como un pensamiento vivo.

({ 108 vurreetn y magnít'ica de volúmenes ensambla-


ARBOLITOS arlicnZos sobre urq'litec!/lra pulJlica- clos bajo la luz.
dos en Zu revista «L'Esprit lVO/wcolo> N uestros ojos estún hechos para ver las for-
1D20 - 2924, traducidos .If o(denados mas bajo la luz: la luz ~. las sombras revelan
Hace muy poco tiempo los trajeron a mi jaTClín, envueltas por Ji. C. L. P . .Il N. B. de 1'.) las formas.
sus débiles I'aíces en aI'pilleras; protegidos como niños. Los cubos, los conos, las esferas, los eilin-
bPrenderán en mi tierra? 1 dros y las pirámides son las grandes formas
primarias que la luz re\'('la mejol': la imagen
Todos los días los observo cariñosamente para veI' allí UIla TRES LLAMAMIENTOS A LOS ARQUITECTOS se nos mucstra en ellos. neta y tangible, sin
señal de vida. ;1 m lúgüedad.

Se me dijo que padecen de sed los arbolitos nuevos y les El volumen y la superficie son los elemell- Todo el mundo lo sabe: el niño, el salvaje
tos mediante los elwle:i H' lllani l"ivsta la ar- ~. el metafísieo.
dov de beber ablUldantemente.
~ ~

quitectnra. Las arquitecturas egipcia, griega y rOlnana


¡Qué alegTÍa traerá su primer retoño! i Ya serán ele mi tie- Pil volumen y la supel"fiei{' e:itúll det"l"llli- :ion unas arquitecturas de primas, eubos, eilil1-
na los arbolitos? I:ados 1)01' el p]¡l!lCI. El plano es el gvn('ra- c]¡-os ,\' esferas: las Pirámides, el Templo de
doro Lul-:sor. el Partenón, el Coliseo, la villa
Están ellos en fila, centinelas buenos, con una misión de ¡ Tanto peor para' los que C11l'eeell de ima-
abTigo para el hogar. c\driana.
ginación!
lúl a¡'quiteclura l.!;ótiea, hmdamentalmente,
El sol castiga mucho durante el verano en estos sitios abier- no está heeha. a base de esferas, eonos Y ei-
tos, y ellos me darán la cortina l'ume)l'osa de su sombl'a. • lindros. S610 la nave expresa una forma sim-
Son centinelas de paz mis arbolitos ... ple, pero eon una geometría compleja de se-
¡'rinlll' I/allllllllil nto: EL '-()LCJIEN.
i!'undo orden. Debido a esto una catedral no
arc¡uitectura es la combinación sabia, es una obra tan hermosa en sí misma, y lnls-
Fernando Nebel 1929.
mas compensaciones de orden subjetivo, fue- 4
admirables, los espejos de Saint - Gohain, la
ra de la plástica.
La catedral no es una obra plástica; es un s OBR E L A P L A S T e A navaja Gillete, la Q)ipa inglesa Dunhills, la
,<limousine», el trasatlántico Y el avión. Nues-
drama: la lucha contra la gravedad,'- s~nsa­
La necesidad del orden es la más elevada. tra época marea cada día su estilo.
ción de orden sentimental.
de las necesidades hllll/anas: es la eallsamis- Está ahí bajo nuestras miradas... Pero
Por el contrario, las Pirámides, las '1'0-
rres de Iiabilonia, la:; Puerta:; de Samarkan- ma del aTte. hay ojos que no ven ...
da, el Partenón, el Coliseo, Salita Sofía, la
Torre de Pisa, las cúpulas de Brunelleschi Y
de Miguel Angel, los I1lYálidos, son arquitec-
Los últimos cincuenta años han cambiado
tura.
h' paz del mundo, más que los seis siglos pre-
La estación del Quia d'Orsay, el Grand
Si construyo una pirámide experimentáis eedentes.
Palais y la Samaritana, no son arquitectura.
una sensación de estabilidad. Pinto un rojo
y pI toro que dormita en vosotros se des-
• pierta. Pinto un aZ1Ü y se os vé serenos. Así
los animales fueron domados por la música :Miremos al trasatlántico con OJos nue\'os ;.
de Orfeo. En todos los hombres del mundo, no:; sentiremos ante una manifestación de
Ahí están los silos y las fábricas america- he descubierto la misma sensación. tC'meridad de disciplina, de armonía, de be-
nas, magníficas primicias de los tiempos mo- Todas las artes están hmdadasen estos lleza en calma, neniosa y I'uerte.
derno:;: los ingenieros americanos aplastan «standards». La casa es todayía la expresión de un mun-
con sus cálculos la arquitectura agonizante. do arcaico y de pequeñas dismensiones. El

2
• i ransatlúntico es la primera etapa en la rea-
lización de un mundo organizado según el
Los elementos primarios son la línea recta SILOS: JUEGO ARnONlCO DE LAS LINEAS
nueYO espíritu.
;; la curnl. VERTICALES. TAN liERnoso COMO EL DE
Segundo llamamiento: LIt 8FPERFICIE. Ll\S CO L U MNl\S fA K TEN ÓN IC 1\5

Necesital}los ciudades útilmente trazada:; Y


Cuando están constituídas en tigul'as per-
fectamente definidas y ordenadas, en figuras •
cerradas, eada una con sus propiedades emo- cos, atreYido:; Y sabios, realizan palacios - Para los arquitectos: un muro todo de
cuyo volumen sea atra:vente. Necesitamos ca-
tivas indiYiduales, suscitan una sensación di- al lado de los cuales las catedrales resultan
lles donde la limpieza y la serenidad del con-
, recta de firmeza. pec[ueiías- y los arrojan al mar.
junto alegren el espíritu y procuren la calma
Consecuencia.
de las cosas felizmente realizadas.
Las fábrieas: primicias tranquilizadoras de
los tiempos moderno:;.
Cézanne dijo: «Tocio son esferas y eili11-
dros». •
El l'mpleo de mnros espesos, que antigua-
5 mente era una nece:;idad, ha persistido ahora
3
euando finos tabiques de vidrio o de ladrillos
LOS l'R:1ZAD08 HEUCLADORE8. pueden enccrrar un pi:;o bajo que sostenga
Tercer llallwmiento: EL PLANO.
SO pisos más.
en trazado regulador es Ulla segnridad con-
El plano es la base. Sin plano no hay
.grandeza de intención ni de expresión, ni
ritmo, ni volumen, ni coherencia. Sin plano,
tra lo arbitrario: es la operación que aprue-
ba cualquier trabajo creado ('on entusia:':]llo, •
se produee la sensación insoportable de lo
es la ]Jrueba en limpio del escolar. l~n la:; lwllas épOL1lS dl' la arqllitedura, las
El trazado regulador es nna satisfaceiém fa('hadas eran lisas eon agujeros regulares
jnIorme. del desorden. de la arbitrariedad.
de orden espil'itual encaminada a la húsqm'- y exadas proporeio11es humanas.
El plano necesita la más activa imagina-
da de el e111 entos ingenio:,:os ;.' armonIOSos.
ci6n, la mús seyera disciplina. El plano es la
c1ete¡'minaei6n de todo. es el momento deci-
sivo.

7'11(1 ('asaes 1(/1({ illáqlliila 'l)(lra ¡,in';,: Ba-
lOS O J OS QU •.
e N o VE N
• ilos. so!. agua ealiente, agua fría, temperatu-
ra a voluntad. conser\"(\ci611 de los alimentos,
El cenwnto armado permite ciertas audacias higicne, belleza cn la proporeión. en :;illón es
y, sobre todo, el desarrollo de las faehadas: una máquina para sentarse. Los lavabos
Los arquitectos yiven en la estrechez de son máquinas para lavars('. Nue:;tra vida
gracias a esto todas las yentanas darán al
su ignoraneia respecto a las reglas de pons- moderna ha ereado sus ohjetos: su:,: trajes,
pleno ciplo, en 10 sueesivo y lo:; patios Ijupcla-
truir, pero lo:': construetore:,: de transatlúnti- su estilográfica, su múquina de ('seribir, su f,LGUN05 OBJETOS DiSTRIBUIDOS COi., TI\CTO 'í
rán :;uprimidos. 5IGNIFIC,a,NDO ALGO CKEI\N UN HECliO fOéTICO
aparato telefónico, su:; mUl'bles de escritorio,
ventanas, una sala en plena claridad a que ten las ventanillas de los «sleepings», los El Parthenon y el automóvil son dos pro- atlúnticos se construyen en series, y cada vez
cQntraste con nuestras casas cuyas ventanas ventanales ele los cafés que se abren automá- elutos de selección. "Lno ha llegado, el otro se acercan más a la perfección.
agujerean un muro, deteTlninando a-ea-cla la- ticamente. está en marcha. Confrontemos nuestras ca- ¡. Porqué no construir casas en serie 7
do una zona de sombra, que da dureza a la Pero los arquitectos se enpeñan en practi- sas con el Partenon y veremos que ellas no
luz. car solamente las ventanas ele Yersalles, que han llegado, ni están en marcha hacia la per-
El transatlántico introduce normas nuevas se abren con dificultad y están formadas de fección.
en la arquitectura; elementos adecuados a pequeños yidrios. El standard del moblaje está en vías de
la escala humana; una arquitectura pura. experimentación: en las fábricas de baúles,
nítida, clara, limpia, sana. de relojes, de muebles de .€scritorios.
Contraste; los baldaquinos, los papeles ada- El arte en un país de gran cultura está pn (~ue las casas sean livianas como pabello-

masqllinados, los muebles dorados y esculpi- EX](JID: el cuadro, en el lihro, en la música. El arte nes de exposición, y todas sns partes trans-
dos, los colores Yieja - marquesa o baile ruso; en el campo está. en la decoración de los int¡~. porta bIes ~- ajustables unas a otras.
j trisTczn de este hazar de Occidente! en gran cuai-to de baño con terraza para riores. Que se. construya primero la osatura de
baños de sol. 111ás fuerte que la poesía, es la poesía dc hierro, luego la carpintería, comprendiendo
7 La cocina en la azotea.
los hechos. las puertas, las ventanas, las estanterías pa-
.Algunos objetos distribuídos con tacto y ra libros, las alacenas, y alrededor de ellas,
ena gran sala - en lugar de tantos salo-
L o s A v o N E s nes - con estantes para vuestros libros y
significando algo, crean un hecho poético. las paredes y tabiques. ) ..sí se llegará a una
Ejemplo; los elementos de conducción de un unidad entre la arquitectura exterior e inte-
vuestras colecciones de cuadros.
Nadie lmede negar la estética que se des- automóvil. rior. Que se supriman los antiguos materia-
prellc18 ele hts creaciones de la industria mo- La luz eléctrica difusa en lugar de Hles- El standartd impuesto por una fuerza de les que no responden ahora a las necesidac1f's
derna. tras arañas que pesan 100 kilos ~. dañan la selección debe imperar en la arquitectura. modernas; calefacción, electricidad, cañeríüs.
En la producción gemral es donde se en vista. Si el problema de la habitación fuese es- Que desaparezcan las verjas que sepcuall
eneutra el estilo de una época. En Hlestro comedor; alacenas para la lo- tudiado como un «chassis» veríamos tra:1S- un jardín del jardín vecino y las casas que-
El ;wión es uno de' los productos de más za, la cristalería 0" la platería. Jorlllarse ~- mejorarse rápidamente nuestras darán construídas en medio de grandes 1);1 ('-
ele-rada seelcción. En "Vuestro dormitorio; armarios con d- casas. \-eríamos surgir formas sanas ~- la queso
Pnra perfeccionarlo se necesitaba imagina- tura humana en la pared, para vuestros Yes- estf-tiea se LOl'lnularía con preeisión. Que se construya a la medida del homb"n:.
ción y razón fría; El mismo espíritu que tidos, y que sean práctico:; como nn baúl La recta es la gran adquisición de la <l::-
constitu~-ó el Partenón. «Innoyation». 9 quitectura moderna. Ha~- que eliminar de
El avión no qnería ser un pájaro o 1ihe-
nuestro espíritu las arañas románticas ~- la
lula: quería ser una máquina para volar. E N S E R E
8 G A S A S contusión gótica.
El prohlema del ,wión ha sido bit'n resuel-'
to porque estuyo hien planteado. Los automó\·iles. los aerop1ano~, los tran,.;- u
L OS AUTOMOV L E S e o N T N
Planteemos nosotros el problema de la casa.

La nllsma precisión que tiene la maql1l-


naria moderna de un antomóYiI, la misma
.ST!1.YD.-1N.T8 nitidez de ejecución fué ya sentida por Fi-
dias al construir el Parthenon.
Una casa: un abrigo contra el calor, el frío
y la lhwia. 1'n receptor de luz ~- de sol.
1'n cierto número de piezas para la cocina,
el trabajo, la vida íntima. E:;tablecer un «stallelart» es agotar todas
Entonces ¿ por qué son pequeñas las ven- contrar un tipo reconocido ele rendimiento
tanas, de yuestras casas, por qué esos corti- máximo y de economía de medios, mano de
najes con baldaquinos, esos papeles en las obra, materiaL palabras, formas, colores.
paredes hechos ele mil colores chillones '; El automó\'il es un objeto de funci()n~;,.,
i. Por qué nuestras habitaciones parect'n lrese"
guardamuehles 7 las posibilidades prácticas y razonables, ('n-
Yo vuelvo a mI casa con el cuadro di:' :;imples: rodal'; y de fines complejos; eo:\-
Piecaso que venía a ofreceros, ya que no po- forL resistencia, aspeeto, lo que ha obligado a
dría vérsele adecuadamente en yuestro inte- las grande:; illdustrias a estandarizarse.
rior.
l)e ahí nació su estilo.
Los primei:o~ automóvile:; fueron eonstnü-
Las ventanas sirven para iluminar; eXl";- dos con aspecto . . de carrozas. LE CORBU5!ER
Ci\5i1
p o M A s

HIMNO AL CANTARO DEL AMANECER

Cántaro del amanacer,


en las manos de Dios
se acerca a mis labios
tu labio,
espiga de los rocíos inclinada con el peso de la plll'eza.

l\Ii juyentud ya no gua con lento eje.


Ahora
tu admirable claTidad
despierta sobre el oriente de mi hombro,
lámpara de las aguas, cristalizadas en claros anhelos.
Ya tienes corazón humano para mí.
Madurado en amor
el mal' solitario florece yeleros..

Cántaro del amanecer


donde beben los pájaros de la dicha
anudando sus yaces para que no se pierdan,
purificado en el dolor sin límites
mi canto,
en tu innióYil río, JULE55UFERViELLE roe; ti. GOTf\.RD
agita piedrezuelas, deslumbrant es ele alegría.

Cántaro del amanecer


ya para SIempre, para slempre eres mío.
Yo acerco a tu labio
mis labios, pálidos de ansia, espiga de los rOClOS.
s A s R
HIMNO DE LA NECESARIA ALEGRIA

Desde que "as a mi lado


11eyo pulido y terso el bronce de, mi alegría De esta generaclOn, hereélera clirecta clé'l es posible probar lo que digo'! No ha~' mús
porque lo tengo <l1le compartir simbolismo, UllOS han muer+o, otros hall aban- qlW leer «~aisir».
contigo. donado la poesía, sino del todo, en pal't,> al
menos. En cuanto a los ,jón·Iles. los mejo- ~OlmJl(Jltte ese título nos arranca de la ba-
Si mi dolor C'l'eeierH res se encuentran, imitan, hacell escalas ~ nalidad de las denominaciones que no dicen
como el capullo inmenso de la noche, rno solo se consen'a heL uno :-:0]0 s,~ tl'HllS- nada. Y reH'la en él solo un progreso. Es
como el pol"o de las sandalias de las lunas ['orma, uno :iolo creció, Y:it' profundizó: ,lu- la ma¡'cha esencial del [loeta que define ~'
en las sendas sin arboledas del mar, les Superyille. ExageI'ación! Elogio: No! <[1H' a firma. ~aisil' ¡ .Asir [11 inasible~, es de-
como el nido del pájaro blanco del relámpago es la opinión' de Duc Durtain, es decir, del cir, el lOl'lnento dl'! yerdaclero poeta, que des-
en el árbol estremeeido de la tormenta, único poeta del eual eiertas meditaciolH's ,'i- llllés de ahrir su espíritu a las mús distintas
también sobre tu hombro pesaría. sionarias (en Kong.' Harald o el «Retour des inf1ul'llcias - 1'0lqúntic'as, :;imboJistas, SUl'1'ea-
Hommes) tienen resonancias anúJogas a los listas. francesas y extranjeras, y ya en po-
Desde que "as a mi lado últimos poemas de .J ules 2upel'Yielle i: Y no spsión de un instrumento bien suyo, «s en-
11eyo pulido y terso el bronce ele HIl alegría. t'

Sarah Bollo. 1929.


-1'once voúté dans le celeste mine», es decir, 8ainte Marie prepara los "eligiosos acordes Viennent de leur Ú'ontieres. remedio, y que se encuentra no ya analizado,
de los poemas de amor 'le ¿ :-)aisir Nada ar- Pero lamento en ~eguida no citar: disecado, empobrecido, sino dramatizado vi-
en él mismo.
He aquí la originalidad de Jules Super- tificial, en efecto, en la ordenación de estas Voici qu' elle~ se touchent, gorosamente en tres dísticos y un cuarteto r
vielle : haber participado en el movimiento estrofas. Como en la ,-ida misma, donde na- C'est I'Ombre et la lumiere de una manera _tan sencilla, tan misteriosa,
que entrañaba su generación más allá de los da termina, cada uno de eiJos contiene como Qui se croient illl~lObiles­ tan verdadera, en una melodía tan sobria,
mares, a través de los mares, a través de la piedra de espera donde yendrá a apo~-arse }'jt trel:ublent de ,_:h:mger. tan C'onmovedora, que quisiera cerrar mis
los ,continentes, por el placer de los ojos y un arco nuevo. Por los p-;Ilrs, donde se ter- . Pom ces -doigts penetrés par l' ombre des confidencias (puesto que la crítica de un
el encanto de las aventuras, pero haberlo so- mina, o parece terminarse «Saisir», estamos ] caresses poema no es en el fondo más que una con-
brepasado así en una fu~a a través de los seguros que la fuente no ;se ha agotado: Et qu'un frisson du SOllO 'nellt chercher par- fidencia disimulada) re.::opilando sencilla-
espacios (gTa\-itaciones) :' en fin haberse Le vent pal.pe le sol plein de hcu;tes épines, [dessous, mente estos hermosos venos, estos hermosos
l)erdido cuerpo y alma en ese infinito donde Il fu-it abanelonnant plll~1Curs lambeau.1' ele Pom cet arbre si proche et qui deja re~emhle grito~ :

la inmensidad material y la de la vida inte- ciel.. _A de beaux ~OUWllirS remaunt diIas leurs Saisir, saisir le soir, la ponllne et la statue,
rior se unen y se confunden ~ I-n filósofo ha }'jste Yiento, e~ el poeta: su inquietud, su [cendres, 8aisir l'ombre et le mur et le bout de la rue
dicho que el camino más corto que lleva al huída, los pedazos de cieto que abandona en Pour la Tene profonde on nou~ sommes cou- 8aisir le pied, le cou de la femme couchée
yo, pasa alrededor de la tiena, lo que no su camino. Pero todo esto, no lo encontra- [ehés, Et puis ouvrir les mains. Combien l'oi~eaux
mos de nueyo en «.'iaisin> Encontramos so- y en torno a este tema central, la guirnal- [lanché~,
es verdad sino a medias: en realidad, ese
camino Se prolonga de astro en astro. bre todo un canto de am')r, y es sobre este da de los motivo~ más variados: aprehensio- Combien d'oíseaux perdus qui c1eviennent la
«Lne étoile tire de 1'arc, Gravitations) aspecto esencial del libro t.lue qui.siera insis- nes de la noche, impre~ioiles raras y fugiti- [rue,
hasta que acierta en el illismo corazón que tir antes de terminar. yas de todos los momentos elel día, ~entimien­ 1jombre, le mur, le soir, la pomme et la
Lo que me parece que caracteriza e:-otos to de solédad, regresos al hogar, recuerdos, [statue.
es verdaderamente el gran tema de «Saisir».
«Cw' ;ie vais vers non COelli', COill me vers poemas de amor, lo (lue les asigna un lugar esperas, y sobre todo, sobre todo la obsesión I\lain~, vous, vous userez
ma pati'ie. (PoCines). único en nuestro lirismo, lo que les con riere profunda, permanente, la que ha dado ~u ..\ ce grave jeu - la
El poeta ya no ti'-me necesidad del olvido una belleza verdaderameIlLe nueya, es a la nombre al poema, y que eonstituye el leit TI faudra vous couper
procurado por «d'éternellc:s partances», de la vez l.a cual.idad espiritual. ele este amor U el motiy: saisir, saisir~. l" rerlebnis, diría el l"n jour, vous cóuper ras.
riqueza, «des ciels qn'il a ,..efletés», de la ayu- valor artístico ele la transposición poética. estela alemún. ~i: experiencia e~encial, la del l- No tenemos ahí toda la yida'? l· tocla la
y entiendo por esto por ~ma parte, que aun eterno diyoreio entre el Yo y el r niYer~o, [muerte
da de los muertos, para ','ol"'\er «des horizons
qu'aspirent des len es vel·tigineuses», de ex- cuando este amor tiene eYidentemente por entre el mundo de las fornas y el del cora-
Christian !::iénéchal.
teriorizar el misteri o angustioso de su Yida objeto un ser Yivo, que existe en alguna pa 1'- zón, este c1iyoreio trágico al cual filosofía,
te de la tierra, bajo nUi:stro cielo, bastarí:t cieneia, religión, han Im~(ado en vano un Versíón de .A. H. \~ieira.
profunda en los al)ismos del oceano: está.
lllUY poco para que pudiera confundirse con
preparado para des :ender dentro de si mis-
mo, en su infierno, en su «propre inconnu». el amor fraternal, con la adoración del niño
Apres avoii' eri'f dan~ eZ'eti'anges pays por su madre con la amistclc1 yiriL con la
.fe fennei'ai la pOi'te (¡¡U fOi'mes de la Te- pasión por la naturaleza, con el éxtasis del
hombre perdido en los espacios poblados ele
rre. (Saisir)
}'jI poeta que, en Olol"JIl 8ainle Mai'ie. estrellas. con el sentimiento diyino. con el
~\mor: y por otra IJarte, '¡ue el poeta. o me-
confesaba aún: «Je m'égare dans I\Ion ftme.
ses visages escarpés, et ces ronces de regards», jor dicho el artista. habimelo eliminado el
se sumerge ahonl en «les (paisseurs intel'Cli- contigente, la H!ll"cdótica (,le cherche autOllr
tes», que quiere eon'luistal', «saisir». .. (Co- ele moí plus d'Ombre et ch, clouceur ... Daw;
razón) Heniega él P(\!' aqnd que se embriai-"ó yotre grand silence ... Liyrez YOS maíns aux
de viaj es, que conoóó la magnificencia de miennes. .. "\ pprochez - Y~)LlS. _.!, ~- HO ha-
las escalas, de los «Desembarcaderos», que se hiendo conseryado de la realidad sensible
hizo un alma de gaucho en la pampa No. sino lo estrictamente neef's'Jrio, simple punto
y lo prueba ese poema I.:onsagrado a todos de apo~-o para el yueJo, no vise (si tal Yoea-
(csos «yo, esos compaiíero:-; (Iue fueron y que bulo no es una traición) s:no a sugel'ir su
serún (Moi de ll-Iontevid,v) ... ) emoción por mús sutil que :'-ea, con elellll'1l10S
Nada de renuncias ~ un alargamiento ~ Pues transpuestos. desmaterializados. pero cuyo
110 es de esos yo desvanecidos que ha salido
simbolismo HO tenga jamús nada de flojo ni
el yo de hoy, capaz de una exploración en arbitrario. lh' ac[uí mI '_\kmplo de esta ma-
profundidad de otra m:lllera cOllmovedora '/ gia, ele esta alquimia d,'l -,-er!Jo, ~- sólo ]0
Ese yo que no reniega ni aun ele sus temores dijo entre mudlOs otros por Sil sim¡dieiclad
\. Saisir, p.66) que no'> 10 confiesa aún, pues y brewdad.
no es en la fuente misma del patético que, Liyn'z YOS mains 'Inx m}{clll)('S
después de los «Poemes j·e 1-'JInmour triste», Ecoutez la rumeur
y a travl's ele ese lameuto ['¡!ia1 que es Oloron Nos üme~ attardées
p o E M A s U N A S D E e T o D E M A R N E T T

EL AGT:-ILA --
lida y plateada. La palpa con el pecho, la
arena cruje de dulzura bajo ella, y reshala Al ofrecer a los lector,~s de .i\.LFAH estiJ cia para las pe'lotillas de papel y las flechillas
traducción de algunos poemas de Marinetti. traidoras, ). nos imaginamos con qué frui-
eomo un agua lenta. De:ide la arenilla. <:a-
Dorada y con franjas negras <:on,o su me mueYe la intención de mostrar un aspec- ción las tirarían. aquellos chicos futuristas so-
mina ha"ia un cuadrito de hierha menuda.
pecho. to no vulgarizado aun del poeta futurista. bre las yiejas nucas engoladas.
Lc' es familiar, como la arena, Ijar bajo Es que por lo común se tiene a l\larinetti
Está siempre mal humorada y de cólera, Pero no todo había de ser farsa . .Aún en
contacto de su pecho. Y le parecen estas por el poeta alocado )' trepidante de los au- e,oe gesto de escolar que ridiculiza al maes-
se le han puesto rojos los ojos ¡; la ceja se
dos criaturas, dos dioses muy dulces qUé' la üilnó\"iles y de las maquinarias, de las bocinas tro de palmeta, yibra la sana protesta contra
le ha endurecido.
aman. y de los ruido" discordantes. No se Ye en él un método anticuado e irracional y palpita
La encoleriza la peIia desnuda en la que se "ino al autor de las palahras en libertad; al incoseiente el ansia de una escuela sana y
Bebe, sm rumor, en el charquito cle' a!-ma
le resbalaJ~ los huevos, la aridez del cielo, su que acumuló yocablos sin sujeción gramati- Jeliz, IJa burla de los Juturistas lleyaba en-
que el pilón mantiene pesado. }lira el <:ielo
vecino, sin bestias, y el tener que bajar tanto, cal alguna: al que proscribió sintaxis y pun- yuelta una crítica a lo antiguo )- bosquejaba
sobre esta agua: es una cosa azul que se está tuación de su literatura re\"olucionaria )' el ideal de las formas nueyas.
para hallar en una quebrada unos huesos de quieta. anárquica. Fuera de sus trawsuras anárquicas ).. de
cabrito. 'j Y el hambre de sus aguiluchos!
U)"e el viento en el jazminero, caen unas Ese Marinetti existe, Es, en efecto, el de sus muecas clownescas, l\1arinetti es un poeta
.i\.bren todos a la vez, el pico, y el nido pa- «Palabra" en libertad». Traduzco por vía de
hojas amarillas, que le toean la espalda, y se sutil y sensible, de una sensibilidad algo iró-
reCe la roca agujereada ... ejemplo dos cortos fragmentos escogidos al nica )' por eso mismo melancólica y fina.
le ("ntl'(l fuego frío en los costados, por el aca"o de sus «Batalla de Trípoli» ).. «Tren de
El cielo suele tener nubes de rebaIios de No siempre sus poemas revisten el aspecto
hueeo de su eaparazón. ~e reeoje. "al dados enfermos» :
cabras. Pero todo eso es mayoría de formas: caótico de las «Falabras Ul libertad». Y aún
l"na mano amarilla lc' trae alimentu: otl'a «Sol oro balanza platos plomo cielo seda ca- estos mismos son al fin, y tomados en con-
los chivos, las ovejas, son puro Yiento blan-
nueva. suele clavarle y hace sonar la ('¡¡pa- lor relleno púrpura azul torrefacción 801 junto, un interesante ensayo de liberación,
co ...
I'azón con piedrecitas menudas. La mano ami- yoleán :3000 banderas atmósfera precisión co- no ya de las palabras sino ele las sugestiones
.i\.demás está irritada: allá, abajo, la tierra rrida hu'ia cirugía lámparas ... »
ga se aleja entonces a la loca. que ellas eneiel'l'an. Pero dejemos de lado
hecha un adefesio sobre una columna de ese aspecto y yoli'amos al l\larinetti de la
Brilla mucho la arc'lJa a su \"('ra el agua
hrolll~e, sujetando un escudo leproso. Lo
y
(tUl' «( CONTH.i\.GOLPE VISCERAL DE L.A poesía sutil que se oculta trclS la manera irres-
I'c"plandece.
ella sujeta son sus huevos fétidos. Enla peIia ONCfl\L\TOPEL\. LIRICA DEI..! TREN) petuosa. tosca y donjuanesca con que se em-
cada día más calor. El suelo es de su color. Ella se adorllle<:e peIia en mostrarse ante el hurgués escanda-
tlaetlac
Conoee el mundo. Las demás cosas hacen lizado.
Por todo ésto, se le han puesto rojos los ojos trrr I'1't ITl'lT
algo: el pilón gotea y la hil'rba sube: c'n ella l\luchos de su:;; poemas, a parecidos antes de
y la ceja apretada. tatatatoo-tatatatoo
la guerra, hace cerea de yeinte aIios, tienen
Está muy sola y detesta ese aire de lo alte" no muda nada. Pero su eaparazón engTosa.;
todayía una bella frescura y pareCt?n escritos
sin los buenos olores de los establos, con ea- ella no lo sabe, se inquietaría. ~e le han por un joyen de ha)'. A yeces una eomo in-
baIlas heridos, que empiezan a podrirse ... hedlO UllOS euadrados duros, bien dibujados, cuhnlT dulgente erítiea para los símiles gastados )'
"\1 ¡'in "e ha muerto. l-n día entero !lo sc' su- cuhnlT la" sensibilidades ¡'iejas se transparenta a
po nada: parecía más lenta solamente ... guhnn través de sus imúgenes y de su" símbolos e1<-
LA TORTl'GA- La c'abeza entró en su estuehe eomo una un ohjeti¡"i"mo hH'I'lC ~' original.
(U)('().\lOTOI1:\ ) Estos poemas eU)'a traducción ofrezco lto~"
yellla. No lo supieron las gotas de agua, ni
tur'ur'ufut'u[u a <c\Hal'», tienen una riqueza de colorido,
l'l jazmín sensible. La arena oy6 (iue l'el:o!.!"Ía
úlfaú¡ r'aú¡l'a una graeia en la" imágenes y un acierto en
La ponen los tontos, c'n (·ada discurso su- un p¡)(~o más. La deja ¡'on seea!'s(': después la las expresione" que hacen de algunos n'rda-
han yaciado. zazazazazaza» ... ,. etc" et<.:.
131\; el progreso, para ofender la muy noble deras joyas de la literatura,
lentitud. Ella ha vivido cual'enta m10S en "\hora hay sobre la mesa una ('onc-!w ('spa- Este, l''' el l\fal'indti escandaloso, «enl'ant l\1uchos de ellos. eOll1o «La vida dI' la"
ciosa, dura como un eas(·o guelTero, UIl<l unta terrihle», ilTepetuoso y ImrJón, que se dilató yelas» son ele tal efieaeia deseriptinl qlH' pI
este patieeito cuadrado, que tiene solamente
de hilarante alegría )' de gozo infantil al pai"aje se c1e"arrolla a nuestros ojos, no e011
un jazmín, UlI rosal )- un pilón dl' agua (~asi eomo de \'i('jo hiel'l'o, llena de sil('n(·io.
asustar a los Yiejos literatos, como un ehico e; realismo frío (tUl' hahría realizado un mel'O
cc'g:ado. No conoce más de este mundo de l¡U(' SP diYierte' haciendo muecas al maestro o llanac1or, sino con el se;üido íntimo y eon la
Dios. (:rt1J1'iclr( Jlisti'al.
til'ándo](' pelotillas, de paliel rellenas de tinta Yida que solo una imaginación vinlZ y sensi-
.H an deJTamado en su sitio una anmita pu- 1,ara embadurnarle la calya ).. las l1a1'iees. ble eomo la de l\Iarinetti puede prestar a las
Florencia.
Lit époea de empaque y de prosopope)'a al- ¡iIldanzas y a los gestos de las w]¡¡s, desde
midonada que' precedió a Mal'inetti p1'a propi- qne parten, juvenilps. por las maiiana" hasta
que retornan por las tardes, fatigadas y os-
curecidas,
. cree ingénuamente centro del universo y eje
de concentración de todas las simpatías. La
M A s D E M A R N E T T 1
«temerosas y Yioletas, pueril inmodestia de los románticos llorones
dolorosas y mudas que nos detallaron todas las derrotas de sus
1:01' los hondos senderos del mal'» aIuores y pretendieron escribir con luz de es-
para esconderse en los puertos, donde trellas todas las humillaciones de su sexuali-
(,Bisbisean plegarias y se quejan, las yelas dad contrariada, trae una sonrisa de piedad
[abatidas, burlona a los labios de los jównes poetas, al-
como mendigas cansadas
AURORA JAPONESA
ti,-os para callar su dolor, inteligentes para
desplomadas sobre las gradas polyorosas de comprender que por mu~- poeta que se sea,
[una catedral. no se e,~ sino un grano de ]>01\-0 en la multi-
Las Velas eneryadas de Yiajes, de sueños y tud innúmera de los hombres que trabajan y
[de esperanzas que sufren.
alzan tranquilamente al cielo Esta modalidad tan noble y yiril de las
El alba artificial de ojos de porcelana,
í"U bauprés negro, musculoso de cuerdas, escuelas nueyas, que culmina en el unanimis- el alba de mejillas coloreadas con afeites y barnices,
para implorar la limosna de una estrella». mo y en el simultaneísmo, tiene uno de sus abrió su verde cabaña
Quien reconocería en estos yersos hondos puntos de partida en el futurismo de Thlari- alUl vestida de noche
y en esta pintura de una sensibilidad con- lletti. Pero mientras el poeta italiano abre y la sombra se fué sobre su carro de ébano.
Jr:oyedora, al lVlarinetti pirotécnico ~- fanto- ruidosamente la nueya era con sus serias re- 'El alba tenía lUl vestido florido de japonesa,
chesco de «El tren de soldados» ~- «La bata- noyaciones intrínsecas y con sus baratijas es- adornado con negros dragones y pájaros violetils. , .
]; a de Trípoli» 1 trepitosas -elementos espúreos de su poesía Un vestido pimentado, grá'rido de perfumes,
En «La muerte de la Luna» un suaye ro- yacila, en la forma externa de sus yersos, .Y sus pestañas pintadas con pinceles sutiles,
manticismo se mezcla a la yisión marina que entre el formalismo académico ~- el desorden ponían sobre el cielo tierno varillajes ideales.
tiene algo de esas Yiejas leyendas en que se romántico. Nimbos de raso filigranados de turquesas
habl~ del mar ~- del YÍento como de monstruos Como la distinción entre ambas modalida- acariciaban el rostro inmenso de los ídolos.
misteriosos, llenos de hechizos ~' de brujerías. des me llevaría demasiado lejos, dejo para Senderos pueriles trazaban arabescos en los mames,
En la «A m'ora janonesa» Marinetti derro- otra ocasión el estudio de estos aspectos del allá donde las nubes de labios bermejos
cha la misma gracia para mostrarnos un cua- poeta i'uturista que yergue entre dos épocas mordisquean el sol como un fruto agrio.
dro como de mampara pintada, con toda la de la literatura su figura llamatiya de pre-
fuerza ~. el colorido de una estampa oriental. gonero ele feria, ~- que pose~'ó la rara concli- Las pagodas soberbias pareeian suspenchdas
y así el poeta que ostentó en su yida un ción (rara en la frondosa nmidad literaria) ele las claras mayólicas de un techo irreal
desenfado ruidoso tachado de impudicia, de ocultar sn fina sensibilidad y su discre- como chinos colgados de la trenza.
guarda para sus poemas ese pudor espiri- ción de artista sincero tras una fachada tos- Sobre los techos puntiaguelos
tual tan de la época que había de sucederle (·a ~- estnwl1dosa. v recamados como babuchas orientales
y que él inicia. 80n todos estos poemas de Hasta leerlo para d('syanecer esa persona- inmóviles sobre una pata, con gravedael ele magistrados)
un objetiYÍsmo intencionado, corno si tras el lidad i'ictiria, ereada al amparo del escándalo los ibis ele madeTa Tosada
brillo y el colorido de la imagen se quisiera y q\H' él mismo contribuyó a formar, com- tenían caela lmo una nube en el pico.
ocultar la honda emoción del alma. plaeiéndose en zaherir la gazmoñería hnr-
Esta reserya espiritual caracteriza a casi ¡¡:nesa.
todas las noYísimas escuelas. "\quel contínuo
Nubes ele moscas ele corselete ele ágata,
OIYidemos la leyenda de su r('afismo ('xtel'-
bablar de las propias p'asiones, de los pro-
nimbos ele raso filigTanados ele turquesa,
pios dolores, de los propios amores; aquel
no y falso y g-ustemos la hOllda poesía que se·
acaI'ieiaban el rostJ~o inmenso ele los íelo10s.
ellei('lT<l l'1I la lwl1eza de estos Yersos.
é~traer la atención del lector sobre todas las
Clotilde [Hisi, Los gongs pesados ]'esonaron
incidencias de la propia Yida, está delibera-
damente dejado de lado. El poeta ya no se como una campana ele fuego que cayera
París] 92fL
sobre las pieelras de lma cisterna vacía;
los gongs pesados resonaron
en el fondo de los húmedos patios
con un rum01' de astros multicolon's
y con sonoros temblores de estreJ las Sllllwrgiclas
). con los nitritos de los hipoC'ampos azules.

El aiTe tenía el colo]' del azafrán ~' de las perlas


el campo se anastraba en la 1angilldez del alba
con el crujido
de los juncos sobre la playa,
con los sirgadol'es encOTvados
bajo las serpientes negras de las cuerdas ...
El campo se arrastraba hacia los montes de eSlTlCl'alda sobre el cabrilleo de las olas ...
con el nunor de hojalata y de martillos dorados
que hacen los pies cuacIál.dos de las musmés sob1'e las pi'edri1s~, Luego la Llma subió de cuerda en cuerda
y en la cofa del trinquete cantó
vestido de rayos nueyos y con un olor cálido y bailó por momentos en la concayidad de las velas
el campo estiraba los brazos delantales inmensos, que sus pies desnudos
de sus ríos, hundía en los lagos, parecían .recoser con aguj a veloz.
hundía en los mares, los dedos Cantó :v bailó, la niña. en las velas
de sus arroyos ensortij ados de yíboras, que a veces aplaudían de alegría.
como en un estanque de oro
desbordante de piedras preciosas. Las Estrellas, contentas, acudieron de todas p~lrte&;
temblaban de angustia al verla tan grácil
Luego trotó finamente hacia el gran dosel y enrojecían de amor al verla tan bella
tendido sobre colinas de azúcar fino, bajo los besos furtivos de la brisa lasciva.
donde el sol sentado como un mandarín viejo y 011a, entre tanto, seguía bailando,
velaba sobre el desma,vo monstruoso de las flore~. efundiendo lejos su voz azul
bañada en el silencio
Chales leves de brumas rojas y en el afecto humano ele la noche, . '
acariciaban el rostro inmenso de los ídolos. En los revuelos de la dan7.a
sus frescas sandalias de turquesa rozaban
y en la gloria sonriente de la mañana, con languidez y delicia las mejillas bronceadas
de la panza frondosa de las pagodas opacas de los viejos marineros,
uno a uno goteaban sobre el camino de marfil en éxtasis, adormecidos en las cofas
los bonzos negros, como gotas de laca. bajo el sueño amplificado de las velas anhelantes.
Pero, de pronto, la Luna como una niña,
tropezó en las c1Tizas
y cayó desde arriba, con la cabeza abajo,
hiriéndose, destrozándose, en las cuerdas.
LA MUERTE DE LA LUNA Su cuerpo se aplastó sobre la proa negra,
y su sangre goteó, roja, en la penumbra,
a lo largo del bauprés, manchando las olas.

Los marineros dormidos roncaban al cabeceo


En la alta noche. los me1xineros, ennleltos monótono, ~. las olas charloteaban
en sus capotes cÚ amarg'a nostalgia, pérdidamenl' e, contra la quilla, divirtiéndose
dormían sobre 1a (~ubie1'ta negTa, con mil juegos pueriles ...
cuando apareC'ió la luna en equilibrio
sobre el ondular de las bonlas, vibrando y nadie, nadie consolaba a la Luna
como una cítara al Yiento amplio del mar! ... de rostro puro, extenuado por la lentitud de las lágrimas;
entonces el Yiento desencadenó la jauría
r.codo está transfigu1'ado en su fnlgor carnal ... faméliea de las emTas nubes
Su gTácil cuerpo de levantina de pupilas de lava,.
brilla, anacarado, semidesnudo, bajo el vuelo de los velos que babean relámpagos en el infinito.
entretejidos de perlas ;: de berilos, El Yiento llegl'O, eon un gran gesto,
que en\'ue1vel1 gnl.C'iosalllenü· aferró por los cabellos al veleTo
su figura canS;-l<la ~. sntil. ;: lo golpeÓ. como se golpea a un esclavo,
Lahina blanca mueye sus eadenlS voleando a la I.. . una en pI abismo de los mares ...
sobre la gTan nenia meuina
con la indoleneia de una danzadonl. poseída
por el ritmo vanoroso de las músicaR. Desde entone es, lloc'he a noche, las velas sollozaron
Su loca cabelle1'a rubia, rutilante pOl' habpr \'isto una \'ez a la Luna.
como un clI'royo de a1'enas de 01'0, divina danzadora 1eyantilla. ~
expande lejos sus cálidos pe1'fumes eaer desde 10 alto de la p;'oa negra
en el abismo de los mares.
LA TARDE Y LA CIUDAD

La Ciudad estaba amurallada de orgullo y de sol ...

La Ciudad despreciando el nocturno tenor


que de lejos subía al asalto
de las luces, asió de pronto
con mano rutilante el haz
sonoro de sus campanarios, arriba, arriba, hacia el cielo.
y los campanarios, empuñados como lanzas negra~
hirieron la caTne augusta de la 1'arde.

La Tarde, herida, calló su voz de oro ...


y su carne desgarrada e hinchada de dolor
se abandonó sobre la ciudad, al blando canto de las palomas.
Los campanarios ingenuos tuvieron lágrimas azules
para llorar el delito inconsciente de sus puntas.
y la Ciudad, ebria de orgullo
:-~ de desprecio,
toda angustiada al oiT llorar en lontananza
a la Tarde,
se extendió, la cara contra la tiena, sobTe la llanura,
paTa esperar a la Noche.
y su rostro enlodado de sangre Y de terror
se abrevó en el río que se entristece
i"'lI\TERf'liDAD - LA NIETi\ DE GORK GRIGORIEV
al tranSpOl'taT las gemas de las nubes
,\~ el Teflejo de las lanzas que sus ondas arrastran.

Entonces la Tarde herida, anhelando bajo el peso


de las tiniebla:s ill111en:sas~ alzó su Tostro triste
hacia la Ciudad, pensando que de día,
después del delito, los pobl'(~s llOrrol'izado~ HUMANO EN B O R 15 GR OORJEV
LO
bajarían la voz al ver
su roja sangTe :sobre los muros sublimes ...

Incl]nac1a sobre los torrentes que se descoloran


la Tarde llenó de una agua p:emebunda Es extraño el caso de fuel'za hondÍ:;JjIlc~ nico, para imponerlo con su vitalicLtel dIO 10
su redoma de 01'0; con que este moscovita sostiene su alma cru- profundo en lo humano.
y' layó con 11n ge:sto mnlJ1io las manchas zándola por la vorágine de los ateliers ell1'O~ \\'. Ttarinoft dice sobre lol: «No conoe:ó
(;riminales. Pm'({lw la Tarde perdonaba peas sin que jamás vacile o sucumba. Lln'a la Iiusia de los Zares, ui MO(icou, ni Pestc'l'·'-
a la 'Ciudad nuel ... en si sus propios dominios y ojo adentro tra· burgo, ni menos la llohleza de la .\nti!!Ud
baja con el párpado en celosa clausura para Husia, pt.'J'o conoció Ull1i Rusia :o:utriell t~»>'.
y :se marchó, herida~ \1enos los ojos toda suerte intrusa que pretenda desboCHr'e Cada uno ele sus cuadros es una experit'l!~ia
de una piedad suprema, llac·jenc1o leyes sus pasos Está seguro de su don y de sus poten(~i¡,,; proycctada hacia la expresión, no un dc's',-¡¡-
lJaJ'a no lastüwU' a las estrellas. íntimas. Se labora a sí mismo en un cons- 1'Ío en c:o:pasmos. De este modo, es apasio-
tante ejercicio de su oficio, en que su perso- nado realista, eon ulIa supcrimprC'sióll de b
\~ l·0:" cmnpanal'lOS
,J.~
.1nol'lan
, (·on "ida, quC' lo obliga a regir su inc[uietud'~ii-
nalidad artística se espande desde sus p"O'
Jagl'l1nas azules. pias raíces. Además, todo un pueblo ha ,~11' lística, bajo el impel'io de superiol'C's lllOti\'l)s.
eontrado en él su condueto sonoro. Es utr l) Pero su rea lismo no tiellr nada de servil o
ruso que llega !lasta nosotros trayénd.mos un repreSE'lltati n.. Especialmente en sus retra-
arte distanciado de lo epidérminc. e inon!·í- tos, puede o!Jsc'nal'se la calidad arlllcllliosa
GRIGORléV

piel y la pestaüa. labrar nna al'l'nga,


primordial qw' lo separa de otros pintores torturar las órbitas o dinamizar las manos,
de nuestro tiempo. Gl'igoriev revela antes que con una macstría sensible que llega hasta
crea. Desde aqud muchacho sombrío con la
dislocar el objeto en el espacio. Salvaje o
boca suelta de que ha sufrido las tor-
prima rio, pudieran decirle por el desdén de
turas ele la revolnóón. con las pupilas clila-
lo académico, con su pintura que
tadas, el ceüo hendido, hasta aquel niño al·
GRIGORléV aItera los cánones de composición y color,
flEl.XIMO GORlíl saciano tan sonriente con su mundo de aItos
y dorados que le ondean ~. cantan a la violentado por sus pasiones dominantes que
lo hacen desnudar sus [iguras hasta sorpren-
espalda. Domina la del rostrO.
sin ¡matomías t'aciales Y seguramente desco- der lo espontáneo.
nociendo lns ~. modiheaciones Su obra tiene un prestigioso antecedente
museulares por las que estudian en los primitivos. Como ellos, está dotado de
Dumas o Frappa. Pero esas r'isonomías es- lo místico Y de las propiedades humanizan-
un espacio rítmico, se alía a la lllas pura
de lo real que va más allá de lo unánime Y critas, por atormentados l)ensamientos en que tes de la técnica. El mismo se llama neo-
percepción realística verificándose una trans-
la apariencia. Despierta substancias puras la alueinación Y el vigor colocan su tallado primitivista, juntamente con aquel otro pin-
fusión de sangre a líneas J' volúmenes. Aflu-
entre correspondencias humanas, captando simhólieo, tienen una significación tor ruso, Jackolev. Su téeniea constructiva
ye al dominio artístico expresivo, mediante
las presencias de lo infinito en las cosas. lía!. El artista ha hecho su inlllersión en 01 le da un don1Ínio de los elemcntos
intuiciones primarias de una realidad que
Puede aplicarse a él lo que dice .Jacques lVIa-
pudiéranlos llamar sublimada. Funciona profundo Y sus medios de expresión le han qne ecmeilia ~. realit.a con integridad. Uri-
ritain sobre un poeta»: «Nos da un mundo este ojo ruso atenido a una liheración de 10 obedecoido plemunente. En eualquiera 'de sus diee: (da línea es el más simple
más real que el real ohtenido por los senti- pinturas, ya sea el admirable .vlúximo (iorb.
espiritual entre lo objetivo. Es decir, el en la mano de un pintor». La
dos». Es febril en la percepción animando los el simhólico «i\lilagro de la sopa» o la serie
artista ejecuta sus creaciones de dentro ha- de su línea es admirable. Sus dibujos tienen
secretos contenidos de las cosas, con su pin- de de la tiene igual po- de Dm'er(), «iluminado» de los tra-
cia afuera, sin asustarse de la confrontación
tura que a fuerza de resonancias logra re- der eaptador de lo que está más allá de la
con la realidad. porque sus facultades cog-
velar la delgada esencia de 10 Ctue se escurre
noscitivas están animadas para traducir lo
entre el pincel y el ojo: el alma en lo di-
artístico.
námico. Yo he permanecido horas enteras delante
Las relaciones de 10 plástico Y psicológico
de sus cuadros, turbado Y maravillado ante
«se acentúan fuertemente en toda. su ohra y
esas visiones que muestran 10 recóndito inex-
en cada detalle de su obra. No juega en 10
plorado. En sus niños ha coloeado más in-
abstracto como el cubista melodioso. Esa so-
:úUlcúa que la que han logrado encontrar todos
lidaridad que crea entre los elementos plás--
los psicólogos de los textos. Aquí es donde
ticos -líneas, masas, volúmenes, colores-o
he podido darme cuenta ele la diferencia
ese orden admirable que haee de un cuadro
zas vencedores, que con Holbein, jamás se
sacrificó al color.
dros, en que la factura profunda (no habi- EL ARTE y su COHORTE DE TEORIAS
lidad de factura) puede conseguir su perfecta
El pintor alemán del siglo XV con Sl~ di- unidad.
bujo y colorido en negro, creaba figm;s co-
En este artista como en los primitivos, la
mo «El caballero de la muerte» que poseen pintura está animada por conjuros que le dan
una embrujada y fascinante expresión. Hol-
una 1ll0Yilidad religiosa, un misterio en su
bein y Dm'ero llegaron a sentir el valor de plasticidad o un lirismo impreciso, cuyas re-
la línea, dotándola de todo el vitalismo de «La Cruz del Sur», hace algún tiempo ror- d(~ conveniencia utilitaria; pero estéticamim-
percuciones alcanzan las más distantes zonas
lo interno. La línea fué en ellos un signo, muIó un cuestionario SOh:'8 tópico de arte ... te ... el arte no es una cuestión bursátil o fa,~­
de nuestra sensibilidad. Pintura que posee
mejor dicho un símbolo de las energías espi- ¡ Como si tal cosa pudiera resolverse por consi- hionablc, ni tampoco interesa al equilibrio
secretas correspondencias con la música y
rituales. Es lo que vVorringer llama «la me- derandos ~- otros sí digo ~. " Pero tamaño potencial de las naciones.
los estados poéticos y que crea una atmós-
lodía infinita de. línea nórdica». Pode- absul'Clo tuvo su justa sanción. Curiales y Como la ma~-or aberr,~~ón que el mundo
fera de pureza hierática, que nos liga con
rosa lección que Grigoriev ha sabido desen- ministri!es YÍnieron sobre él, obscureciendo actual infiltra en la conciencia del artista,
sutiles eslabones.
trañar tan sabiamente. o desvirtuando cualquier lucesita que pudo proviene del decantado perfeccionamienb de
El espíritu de Gri,goriev lleya cargas he- allí haber aclarado algo.
El pintor ruso concede al color su jerar- la Illl'cánica, seiialaremos el más nefasto de lo"
roicas que yuelca en la belleza de su expre- ¿ Se habrá oh-idado ya, la aclycrtencia que
quía, pero apenas usa las sombras y las man- males que su influencia ha llevado hasta los
sión, hasta el punto de olvidar querellas dua- Dal'ío hiciera desde el plillto de «Prosas Pro·
chas. La frescura del color recuerda el arte planos emocionales. J
listas, reconciliando al hombre y al arte. Su ranas»! El profesional uniYersitario de Am;:-
flamenco y especialmente a Van Eick, el ad- \~ ed el «raidman», arquetipo del hombre
obra tiene toda la significación de un pacto rica, sigue aún creyéndose patentado de Pe-
mirable Juan de Brujas, o al a!1 óni- de las pistas. Víctima de un bárbaro colap-
fervoroso y abundante.
mo Van del' Goes. En Grigoriev, la trus in cnndis ... Pero, z:lpatero a tus zaja- so, ha transubstanciado su voluntad a la má-
seguridad en el color, unida a la seguridad IJ Díaz Casanll$va. tos ~- abogado al escodadero de las leyes. quina, Luego, medulannente desintegradu,
en el dibujo, dan como resultado sus cua- Bien. Como respuesta a las interrogantes ¿ qué otra cosa podrá experilllc'mar, sino
lVlontevideo, 1929. de aquella encuesta, escribimos entonces esta~ E'mociones desmedradas E' inseguras '?
apostillas, que mucha atingencia tienen COlí Por nuestra pade, jamás hasta ahora he-
lo que allí se indagaba plebiscitariamente. mos hallado motivo dignJ al acercamient;;
En término primero habremos de enfreno ele la hominal entelequia. Si pudo acontecel'-
tarnos al problema tenllJOrario de la Estéti· nos alguna \'CZ, Stirnl'r, más que Nietzchc.
ca. ,. ~. en yez de juzgarlo simple asunto de muy a tiempo nos libró de ello.
almanaque, 'lo magnificaremo:>, concediéndole Todo librl'arbitrismo habrá de naeer de
prestancia de objeto de pura ciencia psicoló- una fuerte personalidad integérrima. ¿ (~ué
gica. sería de la creación artística, sin la gracia
Es imposible el d.esarraigo de lo pretérito. vertieal de la plenitud anímica? Y si hUI-
lYat¡u'anon facit saltns. gáramos con mayor dctenimiento en la etio-
];ergson en su psicología evolutivo - crea- logía de ese fenómeno de adaptación, que
cionista y v\'. ,James en su eélebre teoría quiE're ser impuesto on! r(()lce, con la rigidez
sobre el instinto y la conciencia, han ele una orden masónica, daríamos con quc él
demostrado lo imposible de la discontl- es debido, en máxima parte, al total, estúpi-
nui dad del proceso psicológico. (Las mu- do y zajante sometimiento a que obliga el L~·
taciones de De Y ries, no ,11canzan a los pla- rrible «strllggle 1'01' life».
nos psíquicos). Cada lEleVO estado es:)iri- Desde el labriego que aun con paiillelo:, de
tual, resultará tan ceiiidamente del estado aurora restregándose los ojos, diariamC']JlI;
pru'edente, que jamás, E'lltre ellos, podrá se- torna a uncirse a la bovina yunta, ha:-:ta 1,;
iialal"se un límite preciso de sqJaraeión" Lw'- mús ul'banísillla progenie: curial, galeno, I't-
gu l[Ue E'1 pasado más remoto gé]l('sis ell' riodist<t; ministril, hortr'r<t, dactilógrafa ;,'
nuestra entidad conseiente nc,s habrú ele todos quienes constituyen el pasto de la dinú-
seguir ('omo la somllra al euerpc). Jll iea del sig'lo, mué\"ensC' denÜ'o de la mils
~\hura, en cuanto a la c:onsidc'l'aeióll eíeliea, coel'eitivú e isóC'roma de las normas. Al ladu
lIu \TIlIOS por qué lml.)l·á CIllE' someterse 101'- de é"tos. feliz manumitido era el ergástulo
zosamellte a una époc:a eomo la <I(·tual, que antiguo.
desE'cha y sUpel'l)OHe a los valores del alma Brota la pubertad pata:> de chivo ('H Sll:-:
'..' i!lteleeto - susteHto ~. IJl'O~-ección dc' la muslos viriles: azogne sular la Jll(J('íxlad vit:!'te
}w]"scmalic1ad, - atributos lir: puro objetivis· C'H sus \'C'llaS; la edad dc' ,1 esús orla sus siC'-
mo: clinámic:a, metalurgia, cUl]únt," magia de ncs ('Cm treinta rosas dionisíacas, y, [juaI-
1\lenlo Park, yanqui::mlo, de. etc. mente, se ellC:illJa la \'('jez a sns hombl'Os, sin
ConYÍ\'Ír con la hora CH clue nos loeó c'xis- quc nunca, el sensorio de tales jentes, haya
fUERTO DE fESC¡WORES tir, estú bien fúustieamente y en toclu onLn
GRiGOF.IEV ('staelo atcnto <tI (·a III !lic. del Hluinoci'ií' qw.:
hizo secar o verdecer al árbol, cantal' o en- según el criterio de algún porimate de entre
mudecer al ave... A aldabonazos· pn akor- sus iniciales, no han pretendido otra cosa,
naque, sonó en sus oídos la fonética del «rií10~ que la depuración de la belleza contenida en
varse o morire» dannunzúano. el dintorno de la teoría parnasiana: «poesía
¿ y es este tu tiempo, Estética Yang;nar- en constante acuerdo consigo mismo, perme-
dista de Apollinaire J" de Gocteau, de Blaise nente en !sí y parel sí».
Cendras y de Tristán Tzara '? .•• ..:\.hora bien. Como juzgamos que (lentro
N o; dejadnos con nuestro espíritu, actua- de la IJerifrasi::; (lue antecede, ha enc'Jntrado
lista en el más puro sentido fáustico, de par perfecta ubieación y justo análisis el ¡¡aliris-
en par abierto a todas las pasada::; hipos- mo, modalidad un tanto difundida entre nos·
tasias de belleza, y que, como l\lallarmé, inter- otro::;, Yéunos a sub::;traerl':? algunos Yé'lOl'e::t
pongamos entre realidad circundantc y eon que la in::;uilan ::;us iUJ"iferarios.
nosotros, el humo de los turíbulos antiguos. Desde 1llego, ~- por las razones expuest<'l':',
que al no poder dicha modalidad sustentar::tc L B R o s
Natiuúmo. - Desde que los Impasibles - por original raigambre en el suelo del arte,
rama de la escuela parnasiana, - dieran eon se buscara tl'ansplantarla y nutrirla en el
la concepción inmanentista del arte, la::; eter- humus telúrico.
nas controver::;ías al respecto, de Platón a ¡ Crasísiíno error! Por más nativistas que
los utilitaristas ingleses, se juzgaron resuel- sean los motivos y ambientes que den pábulo
tas. La síntesis mirac·ulosa de «el arte p01' ~- salud a sus ereaeiones, nf) lo serán, ni re-
HERCCLES <n-U.ANDO A LOS DADOS. - món, por sn espíritu inquieto ~- su fino hu-
el arte», obtuvo el unánime contenso. motamente, la emotividad y reaeeiones esté-
tieas que originen. E. Uiménez Caballero. -'- Ediciones La Na- morismo constitu~-e un producto auténtieo de
De modo que, definida específicamente, to-
Precisamente el mayor o menor grado de ve, Madrid. la jo\-en literatura_ Irradia una potente exal-
do módulo y escuela que luego ha pretendido
aeqJtación uniyersal que se dispense a toda tación vital en favor de los deportes en an-
una nueva metafísica de la estética, -y con
obra de arte, es lo que dará la medida exaeta E::;meradamente presentado por l<t editorial gé', a los cuales les asigna una trascellclencÍél
harta frecuencia de índole finalista-, cayó,
'.le su ilH:ontaminación de todo artirieio mo- Atenea, K Giménez Caballero aeaba de pu- gráYida de generosas posibilidadé's, capaz de
de hecho, en el más denso de los absurdos.
dal o regionalista. blicar slÍ última obra, «Hércules jugando .¡ renovar la planta hombre y por ende tran:,;-
En lo que va del siglo, las tendencias que
Luego que elnativisllw ;.;eél. una tenckneia los Dados». El libro luc,: un retrato y autó- formal' el paisaje moral y material de la so-
se ha dado en llamar de vanguardia -refi-
fundamentalmente falsa, '! inferiorizante eel grafo del autor en heliotipia, e interpolados ciedad. «Hércules jugando a los Dados» es
riéndonos a aquellas que han tenido lógita
::;us pro~-ecciones. en el breve texto nue\"C dibujos alusivos al un escaparate donde exhibe Giménez Caba-
envergadura-, siempre hubieron de desarro-
llarse dentro de dicha definición. mismo, que son otras tantas reproducciones llero sus mejores cualidades: su enorme opti-
.Justamente, las que mayor aeeptación y .J¡¡:nio Ay ¡¡irrl'. de pinlores contemporáneos. Extrínsecan{en- mismo y la alegría legítima del que ama r
IJerdurabilidad lograron, ·-cubismo, ultraís- te considerad"o, un librito agradable a la. Yista participa en todos los juegos, de quien salta
mo, ereacionismo, superrealismo, ete., l'tc.- l\lonteYideo de 1929. y aun al tacto, eompnesto eon sumo gusto y <'J 1 césped «elústico de goro» a entregar~e a
ordenación. su deporte predilecto: su rara aptitud pard
Bajo el signo de Hércnle::; -Hcracles fun- enlazar -con su fino lazo de seda de moder-
dador ele los juegos olímpicos- Uiménez Ca- no thug ineruento- las cosas más disímiles,
ballero intenta nada menos qne una ineita- arrancándoles la ehispa irisada que las her-
ción !tar;Ía una meta rísica del deporte en mana armoniosa y repentinamente ante é'I
atención a nuestra époea «atletismo, cinema, asombro del lector, es eualidad [Jersonalísima
eornetl' dl' dados» o ::;l'a::;e «j llego, yelocidacl. de Giménez Caballero. Este jOI'!.:n y ~-a fe-
lez, euhilete y geometría». P<.IJ'<I ello l'eclallla CHuela eseritor hispano -apenas ha cumpli-
preYiamentl' ltll,todo y disciulina a fin (le do seis lllstros- de mentalidad eontinellt<J1,
aboli l' la con fusión ~. super fieilllidad que dé' espíritu ::;uperdiuúmico, de mirada uniYi'r-
existe en la «agl'upación dl' los heehos joeu- sal, no trepida eu ir a buscar por las cuevas
lares», en diarios ~. reyistas.Ba:.:ta ya dl' prehistóricas ejemplos con que equiparar y
«literatura jJrimiti\-a» del deporte, -exela- hermanar las mú::;· altas conqnistas cll'l
ma -~-a es hora ele sustituirla IJOl' una «cu]- homln'e ele hor, cuando diseurre sobre
ta, 11ll1l1aníst ica, erítiea». ¡\ eon tinuación des- los deportes que denomina máyicos. Sa-
arrolla una dasificaeión de los juegos ~'Il be percibir fina menté' -.\- transmitido al es-
tres dil·e(·(,iolles: Horiz(HltaL motorismo: '1'¡'lI!- píritu del 1ector- la belleza mleYé\ que nU~-l'
llOral, atletismo al pi no, y \-ertica 1, hoxeo. dl'! conjunto de los deportes: yéanse IHli' ejé'lll-
Lihro ('serito en una prosa úgil, relllmpa- plo, las brillautes púginas consagTadas al
gueante; lírico por instantes y repleto dI' illlú- boxeo -el de mayor dignidad jerúl'qlliea- ;,
genes, imágenes. a estilo de las del gran Ita- a una «compé'tición motorista en eire·llito~>.
Siélltese el vocerío ensordecedor del circo ro- Ciencia, pues Chménez Caballero estú ente-
mano. La evocación de estas disciplinas - rado de todo cuanto "ale la pena de "aberse, donde el oso marino !iü'>s c?za~·. do, y que nosotros, seguimos infantilmente,
la del músculo y la de la técnica- surge con mas siendo como es un resultado representa- Buendía ha eonseguido la absoluta f:c1eli- desde lo más alto de la colina de nuestra eor-
sns perfiles esenciales delicadamenteést"ili, tiyo de su tiempo, sabe verter sus illlpresio- dad de sus sílabas. Les da un galope a ente- c1ialidad.
zados, extrañamente clesh1lJnanizaclos, o[r~­ Iles con la mayor economía de palabras sin ra eonfianza ahrillantándolas constanteme1lt2
ciendo un pregusto de futuro, merced al an- desdeñar el empleo atinado ele neologismos, En realidad su libro es de un náufrilgo Náu- <<IU!!» - itllJerto Cl"UZ Uanes.
sia impetuosa de poryenir que se obsena en tecnicismos y yoces extranj eras, partieular- trago del canto. Las tres cuerdas clr> gui-
sus páginas, -ansia derivada del culto exul- l¡lente cuando éstos pueden saturar a la frase tarra le cegaron la garganta. Pero SlL ojo y eon todo estamos frente al libro de' un
tante y desbordante- a la Velocidac1. )le- su elima favorable para que rinda así su íntima del corazón ilumina con su mirada purl~:r[ja poeta. Es yerdad que .:\.lberto Cruz Llanes,
diante ella el hombre del pre,,:ente se adies- eficiencia. t-Il ejemplo entre los muchos que os- hasta el frío. recurre a todos los artificios, y disimula le,
tra para edificar una nueya concepción m~­ tfIlta el libro: «Dos flejes de sommier en las. mejor que puede, su afinada calidad lí"iea_
JI. Día;;; CaSaIl1let·(/.
tafísica, yaliéndoseprimariamente del D8~ piernas, este seiíor está tratando de flexibili- Este es el hombre que no (luiere que sepanlP~:
porte, vale decir, orientándolo hacia el mejo- zar las guardas de su honor». El empleo del que es poeta. Y 10 es. En nmo nos entre--
GEOGRAFL\.. Cuadernos
ramiento de la especie hasta culminar en el yocahlo franeés «somlllier» me parece acerta- tiene con su YOZ de falsete de payaso eIt' cii"-
litei"fli"Íos, Ji adr id..
superhombre, y pasando por el maquini,,:mo dísimo. \-eo a cierto tipo de buÍ·gu(.s fran- co. En más de un payaso pese al traje, <! la
hasta llegar al límite cumbre de su seiíorío cés, esmirriado, ateIlto J" muy preYenic10 y harina, a toda la pintura, y a los gritos, a
"\.un estáhamos dC'll1ro de la Yibración de
que es el instrumento matemático con cuyos puntilloso de su honor, eOIl su «charrasca e:: veees hemos descubierto al poeta. Y bien, e:',-
«Narciso» y ~-a otra \"eZ ('n la música del
símbolos ya ultrapasa el universo visible, alLí la mano», efectuando flexiones meticu1c-sas, te es el pa~-aso, que debiera desprenderse de
mástil de otro poema.
donde no alcanzan los tele,;copio,; má,; poten- IJor lo que pudiera acontecer. las groteseas n'stiduras, q'_le tendría que de~­
\" mástil es el libro de Max "\.ub. Mástil
tes, concatena sabias hipótesis. Naturalmente, En suma, «Hércules jugando a los Ihdos~>, nudarse, que dejar, en i'in, de ser payaso. De-
en el mar, en la tierra, en el eido. Yerde.
difícil espreYer qué clase de moral y qué es mI semillero de expresiones de e;c:gant" seamos que en un próxinD libro, Llanes, Si'
oCl'e. azul.
religión emanarán de esa metafbica; se pue- coneisión, que desfilan fulgurantes cual lu- nos presente tal eomo es, sin esas pantomi
Con él recogimos la sombra de las coreli-
de sospechar para el hombre de cerebro lú- minarias ante la mente del lector; la 11.'<1;.:e mas. que, desde luego, regocija al público.
lleras de plata, alllélllec,imos en los cándidos
cido y frío que se perüla, una moral riguro- profunda se entrecruza con la ingell:osa, la ojos de los puertos ~- anelamos en el árbol pero que no dejan Yer al poeta.
se y estrictamente utilitaria,-dura moral de humorística con la formal, i'o..·lllaac1o el con- de J1(1\"idad de todos los horizontes_ J. J. C.
1nsectos- donde cada easo tendrá su solu- junto una zarahanda yertig'inosa, cuya~ in- Este es el libro de un poeta, Islas de
ción inapelable el{ fichas clasificadas científi- cursiones y trasyuelos desde los orígenes de emoci6n, cumbres de 1il'ismo, toda una g'eo- ROND.:\. DE LOS NIÑOS, pOl" A.lltonio SOlO

camente; ahora, en cuanto a religión, el esca- las mitologías hasta el fondo tenebroso de la gra fía de ternur:L Boy - 1929 - Edición: Barreiro y Cía.
;.;0 ;.;entido puro religioso que sobreYiye aún
Rusia boleheYista, dejan una rara impreóún No nos extrañaría que' esta obra motin1l'a Ilu,;traeiones de Macaya Monte\-ideo.
en occidente, tal yez se refugiará en seetas de ubicuidad, de algo euyo dominio es l)l'i"a- el nacimiento de un nueyo paisaje. '{a en <,La
de carácter esotérico. tivo del pensamiento, pero que el homhl'e do Niiía que sabía dibujar el lllundo». Franeis- No IJudo tomarnos de sOl'J)l'esa este librn:
maÍÍana dominará seguramellt~ no tan sólo eo Luis Bernánl'dez_ nos babía dicho, COlllO wníamos siguiendo de cerca al autor en éste
• del punto de "ista espiritud. ante el milagro de los dibujos de Norah
Borg'es, la noche se persignó asombrada ~­
su Wlyegar por mares de ternura. Le wíamos
Enrique E. Potrie_ descender, como a aeroplano de cnsayo, s()-
El humorismo de Giménez Caballero es de 11élCió «La C'ruZj del Sur».
bre el eampo de lo inúllItil. Iba a posarse de
subidos quilates; muy personal y agudo ~u .Ilfax "\ub, espíritu inn'stigaclor, trepa por un momento a otro. Nos lo daban a entender
«modus faciendi», preciosista en el coneep- la canei6n de UIla inquiptuel y no;.: da una sus últimos libros, sus easi cotidianos artícn-
to y a menudo illeisiYo, pero cnn una graf:ia WTLUm,\. - Hoyelio ]Jucudía. «GeogTa fía pmotiva del mundo». "\.ntonio Ma- los. Su terneza, su ironía, su dejo de hom-
siempre operante. Zarandea lindamente :l chado, nos había entregado tmnbiéll, su «Ceo- bre de regreso entremezclúndose, y posando
los deportes en decadeneia -J- con ellos las El último lillro de Buendía se COmp01'.l dIO grafía emotinl de EspaÍÍa». Ueó!!.l'ai"o que ea- sobre tema de niÍÍos, aganando en persona-
épocas que los Yieron triunfar- como ser d dos agudos !H'¡'íodos: «Corporeidad de la Si- balga sobre el YilJl"élllte lomo d,'l "\tlúntic"o ~­ jitos así, dió sus frutos en esta «HOND"\ !)!-}
alpinismo, la esgrima y la tauromaquia. Eh- reml» (qué fino título de neación simbóliea 1) enseña su leeci6n dc' símbolo,; ¡ti eol('g"Íal poP- U ¡:-; NIÑO:-:i» que acabamos de leer.
ciendo abstracción de tiempo y espacio, ba- ~. el ?\ au I"ragio. El hren' libro es de largo ma d.' los Séltros,
raja eon clexteridad de prestimano las figel- No puede, pues, tomarnos de sOl'jJresa el li-
efecto. Tiene un pulso limpio de k~lguaje Con su palabra. el c'arac'ol d(' lo impn'Yi;.to
ras insiglles d(' la Historia. las recorta ües- bro. «Hoy» es su a¡wlati\"() ~. símbolo. <¿uien se
bi¡On lle\"1ldo que adiYina su fenómeno interno, adquiere intensas sonoridml(>s, ~- da ¡iJ oíc1o.
11, PUSI) -el'l'emos que rué Baehini-, harto se-
pués de haberlas despojado de todo su lastr,,,, su heroismo e il uminaci6n. Como su dihujan- la esperanza de nna llll<'\'a isla.
de leyenda, -Yéase C·ap. \']1 L «Xilogral'b guro estll\'o ,'n su del"iniciÓn. Niiio, ~- niñoJ
te :-;alvador Dalí. se Yirginiza constantemen- C'01ll0 en los yersos de "\.lberti. l\fax "\.ub
de Napoleón y el Piquero»- y las ya perfi- «C'apitún de los \-ientos ~- de las golün- sin Ser grande: niüo niiío. ¡ Bienayenturados
te. recl'f'anc1o la naturaleza de primera mano..
lando gradualmente con las de gentes de:ltl- drin:ls», ya ~. yuel\"(, por todos los ambientes. los hombres que llegan él la plenitud de la
pl"eeipitánclose hacia ella eon yelocicLd ele> ni-
ltlildes menf~steres, hasta imprimirles un "\hí pst{¡ en la graeia blanC"a ~- lll'gTa de edad ~. siguen \-iéndolo todo al traYés dI:' jos
iío en tobogán. Posee, además, lUJOS lejaEüs
airecillo de afinidad y de niyelaeión jerúr- lmestra;.: golondrinas_ ,\.lIú \"1l. Yiento zum- ojitos de l\laruja, de la Coca, delP'olo, de
ritmos espaiíoles que le dan una eX]Fésión
quiea realmente eómieas, - y mortificante pa- bador en el Cantúln'ieo, En la llOehe. en el Anita. de .Julito. de ('olocha ~' de los de lodo
adc'C'uada a los resultados de su inteli,?'eneia.
alba. en la tiel'J'a c{¡lida de yerdor. en los nla- (~S(' llIundo de inquietante;.: pers()]Jajes d(' la
ra fjui('nc's y('neran los grandes [igurones histó- Tiene yersos logrados con una eel'teza in..agi-
res de~"nudos, siempre est{¡ pi c<IjJÍtún ... Ca- historia que nos oeupa!
neos. y no solamente la Historia eolabora natin¡ encomiable:
de esta suerte, sí que tamhi(.n pI "",~rte y la «Fastos sef:OS de sol en earrelera pitán lHax "\ ub, a quien deb('ll1os el júhilo de «Bo~-» tiene el bal'ro a llIano -se diee pOI'
una ge,ografía lírica, que él nos ya describicn- ahí-, Ha obsel'Yado su;.: propios hijos.
-Sí; no decimos que no. «Boy» ha obser- hra -al tl"avés de la carta de }Iaruja- un:1 de honda trascendencia y que pueden dar oca- «LOS JCEGOS DE LA FRENTE» por Car-
vado sus propios hijos. lVlás, más aún: «Boy» terrible realidad. «Boy» se dejó ir él. .La sión, a un autor inteligente, para llevarlas ::l
ha escrito este libro para que sus hijos ~,e edad de lII<lruja no podía darnos esa carta. los Sabed Ercasty.
un libro con el éxito del que las llevó a esta
viesen en él como en un espejo. Pero esii- ':ué <d30:n> no ha pintado niños-prodigios; na-
«Ronda» deliciosa.
su idea. Cuando la realizó, nos encontramvs da de cuanto ocurre en su libro está fuera Después de los vastos poemas cósmicos, en
Digamos, para terminar estos ligeros apun-
con que «Boy» había hecho una obra perdura- de la naturalidad pueril. De modo que esa los que, roto el grillete rítmico y la cadena
tes, que Macaya ha interpretado de modo
hle. carta es una carta que «Boy», sin poder COll- métrica, triunfaba un amplio verso libre,
magistral la intención del autor. Los dibu- Carlos Sabat Ercasty publica «Los juegos de
¿Por qué otros autores con hijos no hi- tenerse, le escribe al lector al final de un li-
jos son complemento insustituible del texto. la frente», en prosa ágil, apropiada para tra-
cieron lo mismo? bro ele niños. El mismo nos contó la cuita
Digamos, también, que Barreiro y Cía., ha ducir este juego mental que va desde la idea
Después de leer el libro, uno va a casa de esta muerte horrible. l-no se sobrecoge y
dado una edición impecable. trascendente hasta la «greguería sentimen-
y le parece que las cosas leídas son las que espera, mientras va leyendo, el estamIJido
y estos dos últimos chispazos de elogio, tal». Quizás este «ramonismo» de Sabat Er-
venían ocurriendo desde hace mucho, desde que liquidará para siempre a «Sebas-
echan mús luz sobre el elog'io total de la 0bra cast)", bajo su aparente displicencia, concre-
que los niños empezaron con sus diabluns. tián» en el fondo hondísimo de la quinta.
de «Boy», simpática y artística. te en su íntima esencia el ideario sentimen-
Pero la cuestión está en soportal' las diablu- Pero no nos vayamos, así, tan ele pronto,
ras de los niños y, al mismo tiempo, desentra- A.lfreclo Mario Ferrei¡·,j. tal, la filosofía, digámoslo así, de quien como
al fin del libro. Esperemos un poco. Nunca
el autor de los «Poemas elel hombre» y de los
ñar lo inefable que hay en esas menudellcÍJS hemos podido con nuestra impaciencia. Li-
poemas del mar, constituye una individuali-
infantiles. bros como éste, donde todo el material es Lle V,,\RL\CIONES SOBRE EL CONCCRSO
dad intelectual de vanguardia en el medio
Después de leer lo que «Boy» nos ha con- primera fuerza de interés, nos pican los de- DE 1. PF,BLICA- uruguayo.
tado, a uno le parece que hace sig"los que lo dos y andamos en ellos de una hoja a otra,
sabe; y que ocurrió en su casa, y en la del sin orden, picoteando renglones con las mi- Cierto que si quisiéramos asir una concep-
Poesia.. - Elbio Prunell ,,\lzáibar ha obte-
vecino. y en la del compañero de oficina, y ('n radas y saltando de un lado a otro como pú- ción trascendente de rectilínea dirección
nido el premio de poesía con su libro «Raíz
la de' la Yisita' despavorida que viene, de jaros perdidos. La neniosidad ante el hal"- ideológica, difícil sería poder desentrañarla
Honda». Ya expresamos en un artículo pu-
vez en cuando, contando horrores de los chi- entre la gavilln de pensamientos, observacio-
tazgo excelente nos ha puesto siempre así ante blicado en «El Diario» el concepto que nos
nes, comentarios, frases sueltas y breyes en-
cos. los buenos libros. merece este fuerte poeta, cuyo canto ha sali-
sayos que es «Los juegos de la frente». Pero,
Estamos, pues, en pleno problema estéti- do de la naturaleza. Lo comparamos a José
si sería ardua la tarea de esquematizar la
co; esta vez con niños de por medio. Hay eosas deliciosas. l\Iaruja no quierc ha- Varallanos, otro desbordado lírico del Perú:
idea directriz en este manojo de páginas in-
La belleza ¿falta en alguna parte'? No. La cer un euento porque la Coqllita se va a asUS- U11 mismo grande impulso los hermana.
yer'tebradas, ello se debe a la misma actitud
cuestión está en captarla. La cuestión (~stá tar. El relato es con ladrones. La Coquita, Quizás ho~' nuestra predilección está total-
espectante del propio autor que huye de las
en darle al día de la sensibilidad el golpe de repente, dice : «Si me dan caramelos, 1jJ mente con el «Poema de tu eternidad». Dice:
afirmaciones categóricas, tal vez por causa de
justo para que la atrape. En ningún lado me asusto». «l~ecojo la muerte de la luz en tus ojos»
que -como lo dice- «el espíritu requiere la
falta la belleza. Los talentos, con retazos, ,-~on Palito es partidario de los caballos;. Julito, <<lVIadre noche
contradicción para no dejar de ser y para
desperdicios, con verdaderas liquidaciones de únicamente tolera lo que eon el automovili'i- no aliento por no quebrar el cristal de la
poder acrecentar sus propias fuerzas».
temas, han hecho obras fantásticas, hermo- 1110 tiene atinencia. ,,\mbos riñen ~. gozan por [hora».
Sabat Ercast~·, a medida que avanza en el
sas. imponer su teoría. No sabemos por qué, 'lOS El poeta, no hay duda, se nos presenta en.
desenyolvimiento de su obra va como decan-
«Boy» ha mostrado los niños. Entonces, hemos acordado, y nos hemos reído mue ha, su más recogida intimidad.
tando la «nonchalance», la clo\\"neria. el hu-
todos. mirando su obra, nos quedamos pea- imaginando a los ciue en arte, piensan ésto Norela. - En «Alfar» mismo comentamos
morismo de sus observaciones iniciales para
s¡md¿ en las cosas de nuestra casa. Y se 'liJS ~. los que piensan aquéllo. ,,\mbos bandos ',,; con e] calor nuestro la «Historia de un pe-
explayarse hacia el final del libro en pági-
vienen mil pensamientos que antes no te- complenll'n1an, pero, como en el libro ele quelÍo funcionario» de l\Ianuel de Castro:
nas densas que son verdaderos síntesis de en-
níamos porque, ¡ casualmente!, nos faltaha «Boy», estos .]ulitos y estos Politos alléLUl obra de ambiente, de personajc's chieos, qnc'
sa~-os filosóficos en los que el tema profundo,
la punta del ovillo para eneontrarlos: siempre a los tirones. ]Jara tratarlos ha~' que estar muy maduro.
Nos alegramos de que nuestra impresión haya a ratos neblinado de simbolismo con cierta
y ésto, sencillamente ésto, es la sutilísim'l, Libro pam leer es éste. ~abemos de Im~lla
coincidido COl! los notables jnicios de Clotil- opaea anfibología, ya arropado en una forma
la meritoria, la extraordinaria lahor de :\n- tinta que se leerú en las escuelas por acerta- (1(' contenido poético.
wnio Soto. da disposición de las autoridades escolares. elE- Luisi ~. Eduardo Dieste. La vida lJUnl-
crútica del C rugna~' tif'lll' .nl 11.1 primera de J' así la obra que eomentamos al nIelo.
(~ue un perro se llame «Sebastián» Es necesario, es obligatorio, que a los ni-
sus logradas obras. Démosle tiempo a l\Iamw] traducE' con fidelidad, digna de encomio, esta
nos metió alegría en el alma. A nuestro pe- lÍos se les c'nselÍe a leer cosas de niños. Y cuall-
de ('astro. amigos. aspiraeión. consignada por :-la bat Ercast~· en
rro le llamamos «Nene». Nos gusta aproxi- to mús de por a(luí sean, mejor. Ya pasaron ros
Poesia inédita. - Hamón l\I. Díaz triunfó una dE' sns páginas: «¡ Juegue la frente, jue-
mar los perros a los hombres hasta por ,'1 tiempos en (lue se inflaban las eabecitas in-
con «Proa dE' estrellas». libro que queremos gue entl'e tanto con el dolor y con la alegría,
apelativo. Tienen los perros, para nosotro.;, fantiles eon relatos donde la niew, los osos
mucho que por algo es para nosotros su poe- con la Yida ~- eon la muerte, con la yerdad ~­
una trascendencia inexplicable. Hemos tnl- y la lUlvidad en diciembre llenaban todo el ('on los sueños. mientras formamos una parte
ma-proa.
tado de adivinar sus gestos; hemos estaLl.o ellad !"o. Es menester hablarles a los nilÍus intl'nsa ~. trágica del infinito vuelo!»
Froa de estrellas es mi eorazón! -exclama
ahonados, por mucho tiempo, a una maravi- en niño. l\lostrarles panoramas nuestl"ü..;, Díaz, el frío ~- naciente poeta. Libro donde Carlos Sabat Ercasty traduce, pues, en pú-
llosa publicación inglesa tlue traía única- easas nllestras y chicos del banio. Para que el color es padre del paisaje ~. el aeongojado ginas psencialmente germentalps, la plenitud
mente retratos y caricaturas de perros. EJ\l H'an ellos mismos que sus cosas, esas diabln- corazón E'S frente del camino, lo cruzan las n:Plltál de su hom y, por ello, bien merece
aIgo precioso. ras de la pelota, del trompo, de la muñeca o imúgenes como las banderas al día. congratulaciones.
La mllt'rte de «Sebastiám>, así, rabioso, co- del ('hanchito eomiendo jabón, son aSllntos .1. 0.8. .f osé Pereira Hodrignez.
HISTORIA DE UN PEQUEÑO FUNCIO- sahar a los hombres aquellos, haciéndolos,.
L~\.
JYL\.ISON N.:\.'r ~\.LE, de Jacql!es Copean y el alma del amado eompL3tamente, absoluta-
NARIO. - Jianllel de Castro. han padecido y hasta han muerto con ellos.
EL YIEJO, de Eduarclo Dieste. mente. Ella los sacude corno algo inútil. Ella
Di\"ina expiación! Para realizar la trag8dia
hay que entregarse. y su amante, aislados del mundo en un re-
Nunca había experimentado la notable im-
Respecto a la semejanza de asunto de que tiro bautizado por ellos la casa de la feli-
presión de leer una novela, cuyos personajes El hombre que se entrega es como el que
se ha hablado entre la obm del ilustre escl'i- cidad, intentan realizar la sublime paradoja
me son conocidos al extremo de poder iden- se hunde: ese no perece, se saha ... es dec:r
tal' Jrancés y la de nuestl'o compatriota, edi- de ser simplemente ella y él, es decir, dos
tificarlos de esta manera: Que bien está se sal\"a cuando el espíritu lo acompañ:l.
tada en MonteYicIeo en 1920, la siguiente seres despojados de las 'll'madura social, ca-
Fulano! Y confieso que por un mamen ro Porque a\"eces sueede que el espíritu oh'ida
carta pone las cosas en claro: paces de bastarse UllO a otro, ocupados en
tuve la sensación de haber vivido cada expr~­ cruelmente al hombre y entonces... he dlÍ
sión de esos personajes, de una manera clara la ausencia de tragedia, pues ésta se ha '20ll- «l\lr. Eduardo' Dieste. London. J'ai bien el paciente estudio de reí'elarse uno a otro,
y angustiosa, de la misma manera que vivir, \"Crtido en un simple accidente. Tu pudiste » re~u la brochure de \"otre piece «El Viejo». de identificarse, de poseel'.3e. Sueño inJinito,
cuando cada uno de ellos hacían de mi an- llegar a la realización de tu groteseo D. S;'lll- »Tout el' que je peux dire,pour rassurer cumbre del egoísmo amoroso aplastado mu~'
gustia, su placer. Porque nadie como no'>- tiago, pero tú no creíste en tu personaj8, » \"os esprits, c'est que si «La l\Iaison Natale» pronto por la realidad. ~\. pesar de los es-
otros dos -y, perdón me sea concedido por creíste en tu psicología y he aquí tu error, »n'a été éditée qu'en 19~.j, apres ,1\"oir eté fuerzos de ella para crear a su amante Hii
esta disquisición un tanto sentimental- VI- -que lo \"amos a oh'idar-, pues los pro- »représentée au théatre ,:Iu Vieux - Colom- alma en la que ella pudiei.'<l mirarse como en
vió la simplísima tragedia de esos polichine- blemas del análisis, cuando no llenm la » bier, les deux premiers actes du drame éta- un espejo, la yida social, de la que él no supo
las, personajes menudos e ínfimos de la otl- firma de la fe, que es espíritu puro, pierdml »ient déjú écrits quinze ¡lllS plus tot. n: desarraigarse por compL,to, lo acapara de
cina aquella, en el año aquel ... Mientras yo su Yigor si bien no tanto su interés. P:o','o »sorte qu'il faut attribuer ú une rencontre nue\"o, se lo roba. La Íl'l'8signada se replcgó
apretujaba sus simplezas con mi ternura pa- nosotros hemos de pensar siempre que deb¡3- » dont je me sens tres honoré, les similitude,; en sí misma, yuel\"(' a la soledad de la que
ra que ellos viúeran, tu, hermano poeta, ,les- mos resol\"ernos claramente -en el plano del » que \"ous ,l\"ez bien \"ouln me signaler. Yeui- se imaginó un día poder lescapar en alas del
de tu islita construída en aquel tumultuoso espíritu- como una máquina que depende »llez agréer, .l\lonsieur, l'assllrance de mes amor.
océano de vulgar, los veías danzar, peq u:~ñi­ más ele su fuerza, que de sn belleza. Descle » sentiments confraterneb. Jacques Copeau.>/ «La femme de personne/> es una obra dolo-
luego que el análisis frío y puro ele Fulano, rosa, desesperada. Ni quejas, ni gritos, ni
tos gnomos ,de cartón deleznable, y no '1 ui- París, Junio Hl:29.
para «reconocer» pierde su inter{;s y no lle- desplantes, ni trágicas a í"~nturas; en la mis-
siste comprender el sentido secreto de sns
secretas búsquedas, porque es indudable q ne ga a nada. ma au"encia de todo lo :lue pueda constitull
L\. FE.l\L\iE DE PER~UNNE_ - Claude
In eludablemente que, ofrecióndote poc'o, un sacudimiento. un inc\.'!lti\"o, reside la in-
el hombre busca algo Juera de sus ojos pa:'a C/wíil'¡"ei'c. mensa desolklción de este libro. Ha~' en él
llenar los ojos del corazón. Tú les golpeabas muy poco lJara lo que debe ser tu total aspi-
ración, podría significarte entre otras cosas, la grandeza terrorífica, el silencio monstruo-
con tu indiferencia de adentro aunque iUS ('laude Chau\"iere, la autora de «~\.mour,
tu sobrio y puro estudio de cada uno ..11; so del desierto.
ojos claros, fatigados de no hallarlos, por<['1e mon Ennemi», ha publicado otra nOl"Cla ti-
esos fantoches que se mo\'Ían pesadam;~nte JltIaría Pascal no es una luchadora como
no existían tal vez, se asomaban al hakóll tulada «La femme de pel'sonne». Elena, es una yencida de antemano. Padece
desordenado de tu hombre para expiar sus ell aquel ambiente gris tratando de disipal' Claude Chau\"iere, como Estaunié, es un
pesares de polichinelas sin miel ~. sin ,'eLl- una angustia que los oprimía: el desarrollo una incurable dolencia de .la yoluntad cobar-
poeta de soledad: pero al contrario de éste día moral, la incapacidad de atrontar el pro-
ciÓn. mesurado de la non'la ~. ese fin lógico, ;1"]'(;-
que canta las plácidas mc'lancolías solitarias, pio destino. El drama íntimo de J.V1aría Pas,
He ahí pues la tragedia esbozada: el hOIll- mediable, ese lín necesario para cerl"ar d ella nos pinta las íntimas ll'agedias, la lucha cal es el haber' siempre suspirado que alguien
bre que se asoma a los demás para ellC"Jll- eírculo de la \"ida de D. Santiago. Todo ('sto
de las almas para escap::ll' a esa fatalidad. taladrara su propia eort,,;.;a sin haberlo lw-
trarse ... Cada uno de nosotros que carga- se puede dar con el mismo tono, con el mi';- Somos solitarios sin querer serlo, nuestro en·
mo J(~llgl1<lje, pero «entrando» más. Tú qu,'- liado, sin haber tenido la voluntad de mos-
mos con el espíritu para ser más liYÍanj)s, claustramiento es ley de la naturaleza, más
daste Ul] tanto en la orilla dc sns silenCIOS, trar con una palahra, con cm gesto, su aban-
somos los que hacemos a los demás hombre'>. iuerte que nuestra yoluntad. No nos 130m· dono y su miseria moral. La yida, con :l'ero;~
Ellos no existen en verdael, pero nuestro cs- Jos eallaste, poniéndoles la mano en la bO(,:1 prenlemos los unos a los otros: el hambre
como con ci,'rto temor. Hiciste sombras lllaS tenacidad, sofocó en ella el grito de sus en-
píritu, ('oncediendo gracias especiales, los de afecti\"idad, la necesidud de \"olcar en Ull
bien ,[ue YÍ\"os. No In'eo('upes el espíritu cn trañas sensitinls: Quiel.'o ser amada. Su
crea. y ellos se figuran 'ilIe YÍ\Tn porqne alma eomprensinl lo más intimo de nuestros queja ele niña que reclama el afecto de sus
respiran! Sucede a veces que el poet¡¡ con- nada mientras realices y tendrás en cada :ns- pensamientos es un apetito destinado a que- padres es tímida, torpe, desgraciada. Ellos
cede «todo» su espíritu, apasionadameHt", >. tante la ('anción de fe del espíritu, capaz de dar siempre ins,l('iado. Como tortugas esti· no la oyen ni la quiercn oir ocupados cada
en una entrega generosa desaloja al homlll'i' hac(']' ol\'idal'te ~- consumirte con tus peró>n- ramos los miembros. asomamos la cabeza en 11llO d.. satisfaeer las exigdlcias de su proplO
aquel y se cIueda el poeta en sn lugar. vi- najes. p,lra resurgir después (;on la faz de
lJlUlca d.. aire, de luz, de '~ontaeto con nues- yo. Su alma infantil :;;e consume, se mm·
brando su trúgedia, la más simple o la mús plata de la Iuna del espíritu. _. El poeta por
tros semejantes, más pe¡'dlaneCeremos siem- lana, en amor solitario por la madre siem·
I'antástica, creando el dolor de aquel hombre sobre todo lo demás debe s('r «su canción» y
pre prisioneros de nuestra propia caparazón pre indiferente; distante, ~naccesible.
que encontró dentro de su alma lo que 1]0 en "aela monl('nto d(' realizada. debe ofre'c,'¡·-
He aquí los conceptos que se desprenden de c\sí como huyó de ella el cariño materno,
esperaba: su propia expresión indecible at~­ la del mislllo lllodo que se o[rece a la \'ida la pluma sombrín de esta joven. el amor, todos los interesl.'s, todos los goce",
vaela a la más perfecta resolución. En este caso en1l'e gris y gris: desnudo ~- puro como UIl
.l\lá:,; bien q!le no\"elas, 'iUS obras son anú- de la \"ida, se sustraen a sus manos. áYiúas
tenemos a todos, o c¡¡si todos los rusos, de'óde úl'bo!. Lo demás tú lo sabes tanto COlllO yo:
lisis de almas. El mundo exterior, mientras al principio, y que se \"an yol\"iendo, lángUl-
'Gogol con sus «almas muertas» eH homhres es pesa r y pesar, . _ pero no del que hace po-
no contribuya a poner cn l'elie\"(' los estados das, hasta no tener siquiera el \"alor sufl-
Yi HIS, hasta el Gorki de hoy, de la «moneda liehinelas finos, precisamente, sino del ;¡ ue
de alma, ella los deja en la penumbra. cien te para ejeeutar el gesto supremo, el ges-
¡'alsa» ~. que también eOlTe, unidos por e,.;!, ha(;(' payasos aburridos, de e]rco.
Elena. la heroína de Amour mon ennemi. gesto libertador.
puente de hierro, amargamente dulce que e·s
pretende escapar a la terl'ible ley. La t'anu· ¿ Qué importa que un día inesperadamen..
Doestoye\vski; todos se han entregado para JE8U.1LDO.
rlOres. InÍeriores i ¿. For'lué -¡ ¿ POI' no sa- te que fluye con ritmo personal ele sus ÚW'l- yieile en este libro, junto f!i abanico claro ek
lia, todos los prejuicios de la vida social, son
otros tantos obstáculos que nos impiden poseer ber llorar '1 tes nítidas. Este detalle ,~,; ele sumo int~r{s. los ríos, que son como sOln'isas en el m:];;w:ru
te, sin que ella hubiera tenido tiempo de-eil- La mayoría de nuestros ¿óv6nes artista'), si- de los bosques, bosques que tienen ojos anlle-
tregarse o de resistir, un hombre haya pene- g'llen POl' sendas trilladas: cuando no, se lantes sobre lo::; horizontes; nos va dicienuo
trado en su carne ~ Ella e::;; virgen, virgen LITERXITIL\ l'-L\CIUl\ ALIS1')" - Juan imita a la genial Delmira o a Basso 1\I<J~li<). de todas las cosas que no.., ::;on propias. El
del más leve moYimiento amoroso. Estupe- JI. Filartiuas. uno de los más altos vabres del Río cl~ la insecto de enorme pacienCIa que devora al
facción doloro::;a sin remordimientos, sill el Plata, se va a abrevar en fuentes extranjeras, tiempo con el luto de su silencio, junto al
más fugaz recuerdo de placer, eso sólo ha EL ARTISTA ~- 10 que es más grave, al',:;uien quiso emhau- ágil pájaro salpicado de sol; la muchacha
::;entido. En su alma marchita no hay siq uieru cal' con deslumbrante pe!'~onalidad, cuanclo lenta en una belleza rayadl de yiolencia~: sen·
sitio para lo::; goces mate;:nales. Sin valor El ser que tiene impulso de "ivir de,;te- su obra fluía del espíritu de «Les ~\mours suales, junto al hombre .:le mano fuerte) paí·
para propagar su vida de::;graciada, temiendo nado del sordo rodal' de :os hombres y, ea Jaunes», del «maldito» Tristán Corbiére. D0- ses en donde los días son agresivos d3 luz
ver en sn hijo la resurrección de sí misma y un soplo de corazón puede encender una é~S­ jemos este rasgo poco lnt-:resante y vanmlGs y las noches suaves como las sonrisas de bs
del desconocido, del enemigo, ahoga en su ti'ella SOllura ;.;obre el oído, para ir tejiendu ia al plano donde se lJmeve d autor de «L~ C mz mujeres negra::;. .-\.sí es '381:e libro de paisajes
seno la Yida naciente. Trágica contradic- música de yerdad que mata lentamente los del Sur». y de cosa" de ..América, esLt ~\mérica gaucha
ción, poder al fin escapar al desierto del al sentido;.;, es el inei'ablemente torturado por la Filartigas es un incansable estudioso y ü'a- que no doblan los vientos y que abre su COl'a,
ma por el amor maternal y no atreverse a presencia diáfana del ar1e. Seres de e,;ta bajador. Su lahor como novelista el~ <?oLa zón caliente bajo la Cruz del Sur.
naturaleza, olyidan las pe'.[ueñece" de los hom- ~\.gonía de los Lir.ios», primer obra publich- POI' la juwntud de e::;te poeta, elevado cr~
afrontar el destino!
Sólo una vez un Yislumbre de humana pie- bres, creando, a Juerza ,le anudar lejclIlías, da a los veinte años; m",reció conceptos elo- terio ~- sed nunca saciaeh de explorar lejo.-
dad razgó la envoltura de esta alma h'3rmé- Sll país, para dar a la alul·illada lámpara de giosos de los críticos de valer, por la tn']lleL nía:;, ha de dejarnos la ·):)]'a que lle\'(l laticli.'
tica. En el simbólico gesto del mendigo que bronce y estrella, la cinta llÜ" pulida que ha l!. interesante que anillaba un perfecto latir de propio a trayés del tie1l1[)!).
la recoge un día en la calle inanimada, Clau- labrado las pupilas. Los que se hacen eneeil- \"ida; llar d estilo lujoso que no decrece en Ramón JI. Dia:.
de ChauYiere nos hace lucar lo::; límites de didos de cantos en las cm'va;.; de estus Yiajes momento alguno.
la amargura. Más pobre qne el pordio::;ero ~. florecen de asombro y se anudan de tiempo En IJOesía es intensamente fino. Su lihro P~\L\BlL\ - Josi G. ..:lntuitu
ll ue siempre recogió alguna moneda, ella, la para platicar con Platón o Goethe, \Vilde o «De las mujeres ~- de mis amigo,,» sabe W's-
mendiga de afección, la ll.esterrada de la hu- 1\iallal'lné, saben perfectamente que el art(' e-; lumbru]']]os la,; pupilas ,'on sus joyas tall~­ El azar nos unió una tarde cn Salamanca,
manidad, siente por primera vez ::;obre ese la fuerza única, capaz ;le engrillar al Yiejo das con suma aristocracia. La labor más inii-- Había llegadu a nuestra patria sin ruidos ni
pecho Yelludo y ::;ucloroso el olor del 110m Cronos y hacer al corazón, todayía df' til'- resante de este escritor, .-s la crítica. SU': aspaxientos; silenciusamente sc sumó a nos-
bre, y en su alma desnuda y desierta la ::;e- 1'1'a, palpitar con el corazón de luna de 10'; tres volúmenes últimos, «.Arti"tas del (-ru- otros lus días que la l.-niversic1ac1 de Sala-
xualidad despierta de un sobresalto pan, elegidos. guay», «La Cruz del SUr» y «Literatura l\¡:- manca, sin ilUlllÍnaciones de feria ni trajl~s
apagarse al instante. cionalista del urugua~-», le han valido uno de liClmatlYOS,
'1 • 1
(aba albergue a los que disertaball
JUAN M. FI LARTIGAS
Ella no quiere llegar a ser la agonizante los primeros puestos en la crítiea, cotizándo- suhrc Franeisco de Yitoria. l\us conocimos
el parásito solitario de qu~cn los demás, con "\ l'ti,;ta exeeveional en jlUestrn medio. -;¡l-
se, tanto en "\mériea como en España, una tras de comprendernos preYiamentc, y i.'l1-
tentos de sí mismos, de ,"xistir, de quererse, de las Ül'lllaS más autorizadas de nuestro país, tlc ambos nació la amistad absolutc; ¿le lus
be ser puro, de una deslufnbrante clarielad eje
de creer, de esperar, se ;cpartarán con ha· Filartigas allaliza siempre los valores con quc \"Íycn para el mismo ideal. Ya habló
espíritu: enseiia a todo,; los Yiajerus úyidGS
rro1'. El suicidio es la única medicina. :.\la- lógica. Entra en 10" mundos y l'xplora !l'I~' de sus libros, con "u reeonocida competeneia.
de eserutar lejanías, los cnllvergentcs e:¡mi-
ñana, Dios mío, mañana, dice apartando la su cm'uta. Su pro"a siempre es deslumbnl- Cansinus "\.sens. Nosotros ni queremos com:
nos de su mundo interior uue está cl.unrodo
liberación con sus manos extenuadas. lneu- dora por lo poemútica. Sus púginas. pulieb.., plctar ni inuonlr esas glosas: perseguimu,:
\In;! madura sonoridad ,Je Yinu) una leyen
rabIe indecisión, dolencia ,je la voluntad. má'; facetas donde danza la armonía del color. L l otro propósito: perfilar la siluc,ta literaria de
da nistalina de nauta.
trágica aún que el deseo ,le la muerte. fragmento que transcribo a continuaeión, pe,'- José G. ~\utuüa.
Cada \'ez llue gustam03 una nuen, O\>la
Con «La femme de pers·.)¡llle» Cluude Chau·
suya. más depurado, más intenso se no;.; pre-
teneee al (·,;tudio sobre «Debarcaderes» d? en !lito en el coinillO
viere, hasta ayer poco cO:lOcida, penetra eH Jule,; Supen-il'lle. heeho en «La Cruz dc'l Jos6 G."\tltuüa es como la conjuneión de
senta, es que ya está en d sendero únieo, el
el círculo de las grandes plumas i'ranl'esa" Sur». un tl'ípticu lJOl'o común: buc'ea l'U el alma de
del ell\1ilibrio, el mismo q \le lleya a hm'er in-
de hoy, ~- se coloea juntu a los más despia- las eosas: 10 l'ecío de su pl:nsamiento se ':u-
i ('llsamente lmeno ~- hace perdonar el (laño DE8ARCADERES
dados y profundo::; analistas del alma huma· n¡jl;l c1e una pl'u,;a admirabll'; rt'fkja en l:on-
que pretenden causal' los rnediocres, los 1'1'<1- tadas líneas, sin que lu es('m·ial Sl' extra de.
na. Eserita ('n un estilu \'igoruso, reeOw:en·
('¡¡sados. :-;iempre he ereído que el artistlljlle Estos poemas tienen el ,Irdol' de .\móri('h.
trado. todu médulu ~- nervius, la lednra lié' una personalidad ameI'Íeana. Eu el 1ibl'()
llO oye' el rumo!' de los pe'l'.ll:'ños «::aristarco~'», la áspera alegría de los anchos soles del ,;ur, «Palabra» eneuntramos un capítulu que aiTal'.
esta obra va estrujándonos el corazón Y :;ell
vi VP l,lllbelesado con su 'n~lf!Íca; los intel'~"ses donde junto al lllal' AtlúniJco de canto !\1él- seduce ~. detiene el pensamientu elel ll-ctor.
timos sobre los labios un :;ubor de ceniza al
Illl'zqlli nos no le interescl'l, no le puedeil lle- te, cuyas custas fe:ótonean los e1\Ol'1nes ;¡o.,- Titúlase «La Yerdad de ~\.mériea».
terminar la última frase. ena filoso fía amar-
gar; ,;aben (lue la luz es !:ener la frente alta que,; tropicales donde la ¡ábula e:~ gell',le'~a El l\ue\-o Mundo ha dejadu \'iYir, exagel'Clda
ga se desprende de sus t6tricas páginas; pe-
,;ohl'e ,odas las cosas. CI.temdo se posee PSÜl en ri([ueza de fantasía, ':stú el gaul:}¡o. [¡¡¡bi- y exee,;inlmcnte un tópieo: d dd Hupe-
ro aeaso esa misma umurguru nu la lwee más p
,;en'llic1ad de Yida queda más que «el t1. mpo tador de esta tierra nlll'ya, uel'sonaje de cl.1lU:_ rialismo yauquee. ("nos lu illvu('au ('omo
hondamente humana ¿ Qué otra clase de ¡i-
loso fía puede eonH'nil'lIOS a nosotros, el quie- lll'eesario para dar nares». dura y Yiulenta, el gauellO que ata los ClUl- justifil·ante de dictaduras: otros lOl'llsalz<ilt
Hes el dolor, el dolor moral, es la única fa-
Filartigas entre la juventud pujante, lle- tro vientus con su coraje :.l", pampa. en ¡du- ('uando sine a su medro personal. Y. a"í
va brújula propia: sabe dd sentido de :;u ar- cinado paisaje nos da la .!(llltasía ele Super- delimitada la ('uestión, de la ItlÍ,;ma ,.;e elimi-
cultad (lue nos separa de las especies in fe·
na la wrdad. Ese es el grave mal de ~\lllé­ sólo es de interés destacar su pensamiento, lejos de las sociedades con artículos y regla- las fauces del cocodrilo.
sino reJ'el'irlo al momento en que se produjo, mentos, por donde r.esbalan lastimosamelltG ~\oh! Amame!
rica: el miedo a la verdad. Proclamarla es
ama1:go, ya que su confesión inválida a .Jos día de centenarios, cuando los hijos de Fru- los acentos inquietos de los ql1c' miran a :a Aoh! ~\mame!
que viven apartándolel del camino. La ver- guay se agrupan para situar sus PGnsamien- lejanía. Eres mi desesperación.
dad es que el imperialismo no se impone: se tos en la hora de la emancipación. Evoca- C(pnilo Bacía Trr:ltcs. La mujer clara
adapta; busca terreno propicio para su ex- eión del pasado, reduciendo a su más mínima me odia.
pansión; más no siempre lo prepara; son las exprEsión todo lo que sea mención de lo COll- TRE~ lTENTU~. Luis Giordailo. .Aoh! Te amo!
propias víctimas quienes labran su propia sumado. En América es porvenir el p1'esen- Aoh! Te amo!
desventúra. te, lo es igualmente el pasado; todo lo mono- Acaba de aparecer, en edición numerada :LVIi carne es negra como él remordimiento.
Esta es la gran verdad que Antuña pro- poliza la inquietud del devenir. José G. ~\ll­ (le 1 a :250, finamente impreso, un nuevo Sígueme viento.
clama. Verdad que se abre paso difícilmente tuñ<l habló en el día de la patria y la definió libro de Luis Giordano. ~\oh! ~\oh!

y que suele tropezar con gestos hóstiles. con claridad helénica y con delicadeza de hu- Es una plaqucttc modernísima ilustrada i: No podemos decir de ¡:ste joven escritOl
Los que del otro lado del Atlántico procla- manista. La patria, para el pensador uru- por tres preciosas mad,~ ras ele Castellan{.s que tiene el dón de las palabras plástica"
man la verdad, actúan paralelamente a nos- guayo, no es un lugar de la tierra donde vi- Balparda,Plaquctte en que tanto el escritor lo que al reJ'erirse de Cendrars, dice Coe-
otros. Aquí y allá se quiere hablar con voz vimos cu1tinmdo negaeiones, contraponién- eomo el xilógraJ'o, se mantienen en planos teau '[: «es el que mejor realiza entre nosotro:,.
recia. Esos acentos diáfanos no recogen sim- donos a cuanto es contiguo y no cae dentro muy semejantes de ideaci')n artística, en S11 un n ueyo exotismo: mezda de motore'i ~.
patías fáciles, ni cosechan homenajes baldíos; de ]a órbita, naeional; no tiene ..A ntuña de la modalidad de un subjeti I'ismo intelectualista de fetiches negros».
pero no escribimos para el presente, pensa- lJatria un concepto hunumicida. Leed sus ~. snprarreal.

mos en algo inepisódico: en el desenlace fi- propias palabras, son simbólicas y expre:ci- i: Cómo clasiJ'icaremos a esta realización EL BCEN A?lIOR. - Laura Cortinas.
nal. No 'hemos de presenciarlo . Más ello yas: «Si la patria es el esJ'uerzo común hacía literaria que el autor llama «cuento» '/ ¿, nu
no importa; trabajamos para los que han de una humanidad mejor, debe ser ella la jus- son elementos de algo es':neialmente poemá- Laura Cortinas se busca! Después de la
recoger la antorcha encendida de nuestnul ticia creciente que Yislumbró el filósofo y tico estas imágenes inéditas que en insospe· 1l0\"ela tenta ahora J'ortuna en el teatro. De
illquietudes. que nadie más sabiamente que "\ristóteles la chado film nos traen el ;:;abor de los trópi· »Carmita» a «El Buen -="-mor» hay una apl"e-
.\ntuña mira a la lejanía, y por eso escri- definiera: la utilidad de la mayoría, la fun- cos! i: no actúan corno deri\"ados de una poe ciable diferencia de valores. Se notaba en la
be: «Pensemos que más allá de la máquina ción primordial de la J'e1icidad pública». matización eonstruída a iJase de elemento;; primera una diJ'usión que dejaba en penum-
y de las fuerzas materiales, está el sentido No es un pensamiento aislado el que Yive de poesía pura, esta aceleración que nos tras- bra caracteres y personajes, resultando im-
de la armonía, la medida y la, gracia; que en d eSljritu de José G...\.ntuña; es la con- mite en forma de visiones desbordantes. .,- precisas las escenas: esfumadas, como si la
más allá de los grandes tonelajes y.más alto cepción de los honLbres que integran la nue- esta ensoñación por medio de alusiones des- autora, corriendo tras UIla mariposa, se lm-
que los rascacielos, está la belleza y los infi- va ~\mérica. No lo olvidemos lo sespañoles pojadas, sin nexos, que ;;0:1 el reflejo de la;:; biese dejado arrastrar a la carrera y entre
nitos matices del alma que sutilmente han si queremos ser escuchados y comprendidos impre'óiones simultúneas del contorno! juegos y yueltas el insecto hubiese escapado
Hegado a nosotros». hemos de asimilarnos, su lenguaje y su espí.. En este Yiaje, que se realiza en exten;,:iól' por cansaneio de la perseguidora. En la obra
ritu. ~\.mél"Íca es la tierra de las inquietudes, :r proúmdidad, Giordano sigue siendo UE teatral, en cambio, le encontramos seriedad
Un concepto ele jJatrúlJ sin más límite que el de encerrar toda ellas poeta intrépido ~' nómach, en quien se nta- de escritora. Precisión en muchas escenas, en-
l,ropeneión creadora. Esa es nuestra patria nifie;,:tan H'rtigino;:;amente toclas las incita.. cadenamiento y sobriedad en Jos diálogos, y
:::le ha dicho que la guel'l'ade emancipa- ideal común, no la Amériea de los hombres ciones de las modernas posibilidades estéti· armónico el de;:;arrollo de la eomedia. :::li
ción no fué contienda internacional, sino lu- plebeyos, que nacieron para encornu' la es- algún problema ésta plantea, se nos antoja
caso
cha civil La tesis fué sustentada con reinci- pina dorsal, y (lue sin saber labrar sn gnm.. ~\l entrar en sn libro, ':muos por los cana· que más que en la escena hay que buscarlo
dencia; nosotros, la compartimos. América deza cualitativa, (luien'n iluminarse, a¡Jro- les elt' un archipiélago t~uyas islas nos ofre- en la propia autora. l\1anera especial de wr
{IUería ser libre; no podía encontrar espClcio piándose la elaridad de otras grandezas euan- cen la nora y la [auna {'spléndidas ele una y de sentir alguno de los aspectos del femi ..
1H11'a su espíritu en el área redueida de un titatinls externas y episódicas. Esta otra nismo. Educada, la señorita Laura COI·ti-
natnl'alez¡¡ que despierta .1' ;;t' ofrece. Nues-
absolutismo incomprensivo y laminador de Amél'iea es para nosotros illl¡H'nniable, leja- nas, en el retiro de las escuelas religiosas, la
tras - hmnbres cosmopolita;; haeen SllS soña-
todas las inquietudes. Fué española ~\mé.­ na, inaccesible. No euenta ('11 las inelinaeio- vida múltiple ~- el conoeimiento de las real'-
dos hallazgos en el dibujo geogTáJ'ico de es-
rica en las Cortes de Cádiz, no podía serlo lles de nuestro espíritu: es la ..\.mél"Íca geo- ciones del espíritu I'rente al abismo sociaL
tas islas perdidas y suntuosas de. un mar de
del legitimismo y de los días desplazados de gráfica, fría mezquina, la que ha sepult,do le han inspirado, quizá, su obra. ~\quel pri-
los trópicos, donde «tres hijas nocturnas dc'
la :::lanta ~\lianza. Por eso al trazar la ruta la verdad, para así Yi\"Ír sin inquietudes ele mer acto no es otra eosa. Ingenua, se ha
Africa enYían sus brazos negros ~. empolya-
de su propio destino contrajo una acusada eoneieneia. dicho. Sí, para el eaminante derrotado por
dos hacia un zellit de mil \·oltios». Llegn
J'csponsabilidad. No podía continuar sino Nuestra ~\mérica es la de .\ntuüa, la del hasta nosotros el eeo de los tarn - tam, en- el pol\"o del camino. tal yez: ingenuo, pero
innovar. Debía suceder en la tarea creadora {'spíritu qne un día de Abril vivió ell silcn- yueho el! la (,yaporizaeiólI del «mosto zodia- para el qne sale a la yida las ingenuidades son
a unCl Europa escéptica y tatigada. Fué tiel cio la evocación del huc'rto de Pl'ay Luis de eal de eeuatol'iales yenelimias». Eseuchamo:'i las que' mús profundos ~' a1Jismantes contras-
a su destino, y si pCldeció des\-iaciones, supo León, penlida la mirada en la mansa súbana Jueg'o una ('¡¡lH'ión de nostalgia y ele oh·ido. tes eleparan. Tal es la situaeión de Jiosario:
dujo el pensamiento a una tras{~: América enderezal' la ruta falseada, :::laells Peii.a, re- Es el canto de Toufú «criatura de sueño de Chi('¡i, ella misma, allla a los chieCls por voca-
liara la Humanidad. Disecó así toda la in- del Tormes, con el cielo impecable tomo fon- ¡-iÓn. «porque sin eilos nu podría Yi\'ir», por-
arclla y de palma»:
quietud americana. La tendencia se abre elo', tarde de silelll:Ío y, de eOIH,entraciÓn. que no lw tellido padres ... ~. ¡Jorque sicntp
«:::lobre el río frío
paso y esdetendida por los más generosos \.oh'erá entre nosotros, nos comnnicarlt sus ll(·cl.'siclad ele ahogal' en el amor para todos
mi embarcaeión.
espíritus, y en esa noble cruzada había de inquietudes en lugares donde los atendientos oTl'o amor, Sll~'O, imposible, íntimo. que l'lmw-
}Iajo el río l"río
participar con te José G. ~\ntuña. No tan siellteu lo que hay en ~\mérica de nwÍl¡llltl,
DE AHORROS y DESCUENTOS
Te<~ en el silencio de su vida de 11uérfana ... Adótico Cielo - .Julio Verdié l\lonte,'i-
y luego del bellísimo contraste del jl1ego y deo.
los cantos de los niños en el 2." cuadro, y una
vez más la realidad abismante del despojo de Jledida del Criollismo - Carlos .:\Jberto .(Dependencia del Banco de la República)
los juguetes. El segundo acto es ele construc- Erro - Impresores - Porter Hnos. Bue-
ción también sobria y lógica. Mejor reali-
nos .:\ires. COLONIA ESQUINA CIUDADELA
zado que el primero, puede sufrir sin desme- Gabriel Miró - El libro ele .'úgaenza.
dro la comparación con muchísimos buenos Dos servicios que ofrecen grandes ventajas . I
actos de autores consagrados. El tercer acto ·Julio Verdié - .'1clótico Cielo - Monte-
110 es de la fibra de los antel'Íores. Las esce-
video. AD.YlINISTRACION DE PROPIEDADES: con toda:; sus operaciones derivadaS, por I
las caale.3 5e cobra o las comisiones e intereses más bajos de plaza.
nas se suceden un tanto ilógicas, con sorpresa Carlos "lIberto Erro - Ji eclicla del C I'io-
para el espectador. Se acumulan aconteci- ,CIUDADELA 1384)
llis!llo - Impresores, Forter Hnos. - Bue-
mientos que, con un poco más de estudio, ha- nos .:\ires. COFRES-FORTS (Cajas de seguridad). Resguardo absolqto para valores en g-eneral
brían merecido otra solución, seguramente. y como puede verse, también alquileres mínimos. Además la Institución abo-
Lo que no puede obstar, sin embargo, para Jorge Luis Borges - Cuaderno ,San Mar- na a los locat3.rios de éstos, el importe ae los cupones de sus títulos o cédulas
tín - Biblioteca: Cuadernos del Plata _ sin cobrar comisión alguna.
dejar de reconocer en «El Buen .Amo1'» una
Buenos Aires. (FLORIDA 1419)
obra de valores apreciables. La autora del
TA. R I F 11
primero y segundo aetas de esta obra acredi-
Ricardo Tudela - El Inqailino de la
ta capacidad para el teatro y promete una ,-
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labor de positivo mérito a poco que cultive el res. I
género teatral. Es nuestra sincerísima opi-
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Guayabo 1571
I

Dr, Pedro Escuder N:irrez


Uruguay 1872
Rivera 2033
I
l
Dr. DOMINGO PRAT
Municipio 16 42
Dr. JOSE IRAOLA
Cuareim 1218
Dr. ERASMG ARRARTE 1 1
Dr. Alberto Art2.ga v eytia
Yaguarón 1436
Villa Colón .
Agraciada 2634
o B S T E T R [ e [ A G f .N E e O L O G ! A
Dr. ALBERTO BRIGNOIJE
Dr. JULIO CARRERE
Cufré 1649 Río Branco 1475 1 Dr. ERNESTO TARIGO Dr. ENRIQUE POUEY Dr. CESAR CRISPO ACOSTA

j}f E II f (: () \'
E S P E e f .l L f S T A \'
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I
1
Agraciada r834

Dr. JUAN C. CARLEV ARO Dr.


Unlguay 1205

Francisco Cortabarda
Florida 1475

Dr. JOSE INFANTOZZI


I Lavalleja 1966 Uruguay 1232 Avenida Brasil 2709
Dr. JOSE R. Al\1ARGOS
Joaquín Requena 12 44
Dr. Alfredo Rodríguez Castro I
¡ Dr. Víctor Escardó Anaya I Dr. ALFREDO CANZANI Dr. Héctor García San M2r+.írl Dr. Diego Martínez Olascoaga

I
8 de Octubre 2293
Mercedes, 10 79 General San Martín 2215 18 de julio 2328 Mercedes 1291
i
Dr. JOSE BONABA
Maldonado II69
Dr. SALV ADOR E. BURGHI Dr. MARIO RODELLA I
I
I
1
¡ Dr. Ulises Ferreira Correa Dr. MELCHCR PACHECO Dr. JUAN POU ORFILA

II
Uruguay 1266
I Dante 2252 1 Defensa 1265 Agraciada 2958 Colonia J.270
¡
I Dr. JORGE IBARRA Dr. José Alberto Praderi
Dr. JOSE MARTIRENE Dr. HILARION LORIENTE Dr. Manuel B. Rodríguez LñpC'z Dr. Miguel Becerro de Bengoa
Roque Graceras 68 9 [
Eduardo Acevedo II32

Dr. LUIS MORQUIO


Dr. ALEJANDRO VOLPE
Colonia 1344

Dr. VICTOR ZERBINO


I
¡
1
J
Millán 363 Av. Sayago 13

Dr. CARLOS COLISTRO


Soriano IOI9

Cuareim 133 0 Dr. JAIME NIN Y SILVA


Uruguay 1922 Maldonado II83
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Médanos 1442
I
J. Reql1ena.I455
I Sanatorio: Uruguayana 333 1
E IV R A TOS RADIUM

ITE o
ESPECIA. LISTA.S

Dr. MARIO C. SIrvIETO Dr. PEDRO HORMAECHE


18 de Julio 1455 Soriano II26

E N F E n M E O A O E S .líE.VI' lLES NER VIOSAS

Dr. JOSE M. ESTAPE Dr. ELlO GARCIA AUSTT Dr. SANTIN C. ROSSI
-
Cuareim 1467 Agraciada 2813
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Ibicuy Í2g6
~l W isky
Dr. CAMILO PAYSSE Dr. RAFAEL E. RODRIGUEZ
Camino Millán 290 Av. San Martín 2492
e cali a
E 8 P E e 1 A L I S l' A S E N O l' () - R 1 "7" O L.4 HIiYGOLOGIA

Dr. JUSTO M. ALONSO Dr. FELIPE PUlG


Dr. HECTOR 1. LAGUARDIA .,
nz
Dr. A. Iglesias Castellanos
Mercedes 1233

Dr. Elbio Martínez Pueta


San José 83 2 Yí I2g0
..
Uruguay I3I9
ZABALA l60l MONTEVIDEO
ESPECI A LISTA 8 E .Y LA B O RA TORIOS

Dr.. ENRIQUE CLAVEAUX Dr. Carlos M. Domíngue~ Dr; ALBERTO SCALTRITTI


Paraguay 1222 Boulevard Artigas 1317 8 de Octubre 2g8I

Dr. JULIO E. MOREAU


Ibicuy 1223

E S P E C I .-l L ] 8 l' A S E.V P 1 E L }- S 1 F I LIS


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Dr. PEDRO RAUL ALONSO


Cerro Largo ! I 14
Dr. FRANCISCO IMHOFF
Soriano 840
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automovilistas conocedores pues es
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