El Pensamiento Educativo en El México Posrevolucionario PDF
El Pensamiento Educativo en El México Posrevolucionario PDF
El Pensamiento Educativo en El México Posrevolucionario PDF
POSREVOLUCIONARIO
El presente artculo es resultado del Seminario de Historia, en la tem
atica de educaci
on, que desarrollan
profesores del
area de Estado y Poltica econ
omica del Departamento de Economa de la UAM-Azcapotzalco.
Lucino Guti
errez Herrera
Profesor-investigador titular de tiempo completo del Depatamento de Economa de la UAM-Azcapotzalco.
Francisco J. Rodrguez Garza
Profesor-investigador titular de tiempo completo del Depatamento de Economa de la UAM-Azcapotzalco.
La educaci
on es una actividad social que ha permitido preservar la cultura, asimilar y desarrollar la ciencia,
ampliar el estado de las artes, afianzar la libertad y socializar al individuo. El intento por transformar
la sociedad a partir de la educaci
on que tuvo lugar en el imperio espa
nol, tanto en America como en la
Pennsula, data del Siglo de las Luces, bajo la dinasta de los Borbones. La ense
nanza, como instrumento
de un proyecto social, tena una intenci
on utilitaria: reintegrar a Espa
na al desarrollo mundial y recuperar
la grandeza imperial. Lograr estos objetivos exiga, entre otras cosas, incrementar el conocimiento tecnicocientfico del pueblo hispano. Sin embargo, circunstancias de diversa ndole propiciaron el fracaso del esfuerzo
educativo realizado por el regimen borb
onico para modernizar la metropoli a partir de una nueva logica de
desarrollo, donde la educaci
on desempe
nara un papel primordial.
En el transcurso del siglo XIX la educaci
on cambio el sentido de la ciencia y la tecnica, y transform
o las
condiciones de desarrollo de los mercados y la vida en el presente siglo, especialmente despues de la Segunda
Guerra Mundial. Es decir, sin instituciones que hagan de la ense
nanza un instrumento para el avance
cientfico y tecnol
ogico resulta imposible plantear el progreso social e integral de las colectividades. Por lo
tanto, la educaci
on tiene un sentido fundamental.
Nuestra condici
on de atraso econ
omico, el cual se manifiesta en la escasez de recursos humanos calificados y
el bajo desarrollo cultural de nuestros pueblos, obliga a regresar al pasado para encontrar en los orgenes un
sentido de utilidad social a la educaci
on. Esto debe permitirnos reintegrarle su funcion como instrumento
de movilidad social en favor del bienestar de la amplia mayora de los mexicanos. En esta empresa, la
construcci
on de un modelo educativo debera remontar las inercias de la masificacion. Este fenomeno, al
afectar negativamente el proceso educativo, ha propiciado que disminuya en gran medida la capacidad
de los educadores en cada nivel de ense
nanza para transmitir conocimientos; asimismo, ha propiciado que
funcionarios sin vocaci
on de servicio ocupen posiciones directivas y que a
un exista un alto ndice de poblaci
on
analfabeta.
El prop
osito de esta secci
on consiste en recuperar historicamente las herramientas teoricas que guiaron los
esfuerzos educativos realizados en el pas desde que culmino la fase armada de nuestra Revolucion. Lucha
que hombres y mujeres realizaron por transformar, a partir de la ense
nanza de la lectura y la escritura, a
este Mexico florido y espinoso; surgiendo desde entonces diversas concepciones educativas, algunas de las
cuales se han desarrollado con amplitud.
A partir de la consideraci
on que en Mexico la educacion siempre ha desempe
nado un papel sustancial en favor
del desarrollo de su sociedad, se ha realizado en este captulo un somero analisis de las tendencias educativas
del Mexico posrevolucionario. La finalidad no es de manera alguna evaluar estrictamente si constituyeron o
no filosofas educativas, sino comprender los propositos de las acciones desarrolladas por el Estado en materia
de educaci
on en la presente centuria.
La raz
on por la que se aborda este tema a partir de los a
nos 1920 y no antes obedece fundamentalmente a que
a lo largo del siglo XIX la tendencia liberal-positivista, con todo el impulso que dio a la estructura educativa
de la epoca, no ofreca los elementos suficientes para acercarse a lo que es una filosofa de la educaci
on.
No fue sino hasta Vasconcelos que los esfuerzos por conceptualizar y eslabonar coherentemente entre s una
visi
on del mundo y del hombre, un conjunto de valores, una teora del conocimiento y una teora educativa
empezaron a estar muy cerca de formar una verdadera filosofa educativa logicamente concatenada.
La estructura de este captulo est
a integrada por siete apartados. A lo largo de los seis primeros, se pretende
exponer las grandes tendencias de la educacion nacional expresadas en las u
ltimas siete decadas por Jose
Vasconcelos, Moises S
aenz, Narciso Bassols, Lazaro Cardenas, Jaime Torres Bodet y Jes
us Reyes Heroles,
en cuyo pensamiento fue construida la base del sistema educativo a nivel basico en Mexico a lo largo del
presente siglo.
1. La cruzada vasconcelista. La educaci
on como recurso fundamental para alcanzar la identidad nacional
Jose Vasconcelos, quien desde su infancia se caracterizo por su intensidad por vivir, cuestiono, enfrent
o
y derrumb
o, ya en su juventud, a la llamada Generacion del Centenario, que impulsaba el gradualismo
positivista y el racionalismo. Esta inquietud la comparta con la Generacion del 15, de la que posteriormente se distanci
o al disentir sobre los ritmos que deba guardar el cambio social y los actores que deban
protagonizarlo.
Vasconcelos estaba convencido de que la educacion constitua un elemento de liberacion humana y que,
a su vez, generaba la libertad de creencias. Pluralista por conviccion, cualquier pensamiento monoltico
le resultaba reduccionista; hiperactivo, conceba al individuo propenso a la accion y, por lo tanto, como
un ente que no requera de estmulos externos utilitaristas para actuar. A partir de estas consideraciones,
para Vasconcelos educar significaba ense
nar los valores humanos con los cuales la actividad conduce a la
superaci
on. Su proyecto educativo rescataba al pueblo de la inaccion intelectual, generada a lo largo de los
a
nos de humillaci
on en los que haban sido obligados a no actuar, y lo redima permitiendole aumentar su
confianza e identidad, mediante el orden y la disciplina.
El planteamiento vasconcelista fue de car
acter universal, porque confrontaba y conciliaba a nuestra Naci
on
con el mundo a partir de su concepci
on iberoamericana. Como muchos de nuestros intelectuales, Vasconcelos
fue amante del libre pensamiento, saba que a partir del libre ejercicio intelectual se recuperaran nuestras
races y se descubrira la esencia de nuestra identidad nacional. Para el, la fuerza del pas estaba en su origen
y no en sus afanes guerreristas, en la cultura y no en las armas, consideraba que la nacion se asemejaba m
as
a una roca que a un aerolito.
La educaci
on deba fomentar los vnculos sociales, en tanto instrumento que fortaleciera la solidaridad entre
los mexicanos; vera a la industrializaci
on solo como un medio para promover el bienestar; hara de la
ciencia, la cultura y la tecnologa una herramienta para consolidar la Nacion; aumentara los conocimientos
geogr
aficos, antropol
ogicos y la complejidad social del pas para acrecentar con ello la conciencia sobre la
importancia de la identidad nacional. Haba que mexicanizar el saber y aprender a ver el mundo desde una
perspectiva propia de los mexicanos.
La escuela como resumen de la humanidad era, para Vasconcelos, la instancia donde la educacion se orientaba
hacia el saber, no tanto para descubrir y ascender al poder, sino un instrumento para que el hombre lo pudiera
hacer. Alcanzar esta meta era posible gracias a que el conocimiento es la conciencia del ser, cada generaci
on
se levantaba en los hombros del conocimiento que le aporta la generacion anterior y el saber enriqueca
conciencias. Sin embargo, lograr esta sntesis humana no poda improvisarse, el ni
no deba aprender con
disciplina e imaginaci
on a partir del conocimiento de las grandes preocupaciones sociales de la humanidad.
Moises S
aenz recuper
o las lecciones de su maestro John Dewey sobre la escuela activa y multiplico tiempos para construir obras que a
un perduran en el presente. Entre ellas, la fisonoma que le imprimi
o a la
antropologa social y la escuela rural experimental, aunque, hasta hace pocos a
nos, estuvieron sujetas a una
mnima atenci
on por parte de los estudiosos de la educacion. De la primera, quiza el peso que guardan
otros dos grandes, Manuel Gamio y Alfonso Reyes opacaron, en el tiempo, la personalidad protestante del
regiomontano S
aenz; de la segunda, probablemente el empe
no por sobrevalorar los alcances de la educaci
on
socialista ensombreci
o las bondades de la educacion social pregonada y practicada por su principal impulsor.
Para S
aenz la educaci
on se enfrentaba al gran reto de incorporar al indgena a la vida nacional sin destruir o
violentar su cultura. Se pretenda revalorar nuestro pasado sin desde
nar el mundo occidental, un Occidente
diferente al de Vasconcelos que no terminaba en la Europa continental, particularmente en Iberoamerica,
sino que tena una frontera m
as amplia.
Asimismo, S
aenz buscaba la integraci
on indgena a partir de la identidad nacional, aunque el medio para
lograrla no era la recuperaci
on de los valores profundos de la humanidad. Se parta de un modelo que el
subsecretario de Educaci
on construy
o y desarrollo, fundamentado en la practica de principios elementales
de solidaridad. En consecuencia, la mexicanidad tena como base la tradicion prehispanica y la continuidad
cultural que haba nacido a partir de la confrontacion con Occidente: ese era nuestro camino.
El proyecto educativo, en tanto identidad, deba romper primero las trabas de la escision interna y desde
ah buscar nuestro significado externo. Integrar al indgena al proyecto nacional, significaba incorporar la
civilizaci
on a nuestra cultura y no al contrario. Es decir, dejar absorber a nuestra poblacion india y mestiza
marginada por los mecanismos perversos de la vida economica en la civilizacion.
A partir de esta percepci
on, S
aenz fue mas alla de la mera atencion a la educacion rural, cuyo concepto
adquiri
o dimensiones muy amplias. Con el tomaron fuerza las escuelas de pintura al aire libre, la protecci
on
de las artesanas y los oficios, y los museos regionales. Su impulso a la investigacion antropologica nos lleva
a considerarlo como el soci
ologo de la educacion de la Revolucion, aunque guardada la debida distancia de
la condici
on filos
ofica que fundament
o la cruzada vasconcelista.
El Mexico posrevolucionario est
a integrado por muchos Mexicos y en la tarea de identificarlos, la educaci
on
ha sido a lo largo del tiempo el instrumento que promueve la solidaridad entre ellos. Socializar para articular
y conjugar nuestra heterogeneidad. Esta es la razon por la cual se explica que los valores humanos sean
un fin mediato, y el compromiso educativo este vinculado con las cuestiones de la vida cotidiana: salud,
economa y ambiente. Para S
aenz, el desarrollo de la comunidad rural era la tarea primordial. Durante
m
as de diez a
nos de labor institucional creo escuelas activas donde experimento la viabilidad de su proyecto
y form
o equipos que realizaban un amplio trabajo de campo para conocer directamente la realidad que se
pretenda transformar.
Su car
acter pragm
atico llev
o a S
aenz a considerar el quehacer educativo como un proyecto de ingeniera.
El Mexico de ese entonces era un pas de pobres comunicaciones y; en esas condiciones, incorporar al indio
implicaba una labor de zapapico y de pala, ya que el asfalto, el camino real y la vereda sintetizaban a los
diferentes mexicos, ilustraban su heterogeneidad social. El esfuerzo por incorporar al indgena se dificultaba
por un problema fisiogr
afico. El indgena es un ser que se desenvuelve en poblaciones aisladas y, por ende,
responde a un individualismo acendrado para defenderse de una civilizacion que lo acecha en lo economico y
cultural. Para S
aenz, la asimilaci
on del indio exiga altos esfuerzos de solidaridad y comunicacion entre los
hombres y las instituciones. Haba que ir al campo para sembrar una semilla: la escuela comunitaria, alma
de la mexicanidad, trinchera que vencera la atomizacion social al conjuntarlo. En tal sentido, la Revoluci
on
era la sntesis social que impulsaba, bajo nuevos valores, la unidad entre todos los mexicanos sin dejar fuera
alguno de sus segmentos.
S
aenz pensaba en el indio y en el mexicano dentro de una acepcion amplia. Consideraba que el hombre
estaba dotado de inteligencia para realizar el cambio, para ser industrioso y generar as su autosuficiencia.
Dentro de esta visi
on, la educaci
on encerraba un papel sustancial en tanto instrumento para combatir la
desintegraci
on social, que deba conducir al conocimiento para el cambio. La educacion tena un car
acter
instrumental, el hombre m
as que un te
orico era un experimentador.
La visi
on de S
aenz, con las reticencias propias que el protestantismo ha causado en el pas, alternaba, por
lo menos en el discurso educativo, con la vision humanista de Vasconcelos. Sin embargo, Saenz tambien
era pluralista, y m
as abierto que Vasconcelos. Crea en la bondad, inteligencia y diligencia del mexicano,
bastaba orientar estas cualidades en su beneficio y el de la sociedad. Ense
nar para modificar el ambiente
ecol
ogico y social inmediato al hombre.
De ah que su filosofa educativa encontraba fundamento en la utilidad y su teora de la educacion estuviera
dominada por la socializaci
on. Conceba la ense
nanza como un instrumento de ayuda indispensable para la
conservaci
on de la vida y la buena salud; para dominar el medio en beneficio del hombre y su comunidad.
Con base en la experimentaci
on cotidiana, el ser humano incrementara su creatividad.
Moises S
aenz se distingui
o por ser un pensador pragmatico, a todo lo que le rodeaba buscaba encontrarle el
sentido de utilidad; su visi
on educativa tena como preocupacion la integracion social de Mexico sin dejar de
respetar lo que tenan de singular sus partes. En esta tarea, llego a darle un estilo al nacionalismo mexicano
contempor
aneo. En suma, Moises S
aenz fue un promotor incansable en la construccion de una escuela vital,
de una entidad que contribuyera al desarrollo de la organizacion social de Mexico, donde el maestro fuera el
centro de la vida comunitaria, una figura educativa sin la utopa y el apostolado vasconceliano, simplemente
un impulsor social de los valores m
as nobles que se desprendan de nuestra Revolucion.
3. Entre el humanismo y el pragmatismo Es posible la sntesis? Vasconcelos y S
aenz
La concepci
on de Vasconcelos se anclaba dentro de una perspectiva cultural amplia y universal, la de S
aenz
optaba por refugiarse en una concepci
on social que retomaba experiencias de otras latitudes. Dos proyectos
distintos aunque, desde el presente, difcilmente pueden verse como antiteticos, mas a
un si afirmamos que
estos tenan como finalidad u
ltima la integracion nacional. Uno, asimilaba culturas en favor del mestizo; el
otro, invitaba al indio a formar parte de la familia mexicana sin violentar su identidad, construida con base
en una sensibilidad diferente a traves de su historia milenaria.
Vasconcelos era un hombre que haca de su conflicto interno un principio de accion; Saenz, libre de contradicciones, avanzaba experimentando en favor de su intencion integradora.
En Vasconcelos la alfabetizaci
on permita ir forjando la identidad nacional. En Saenz, daba oportunidad de
integrar la comunidad a la Naci
on, porque para el el indgena requera de un trato diferente con el af
an de
incorporarlo al desarrollo del pas, para lo cual era necesario fortalecer primero el contexto en que viva.
La educaci
on en Vasconcelos encerraba un aliento mstico, una vehemencia apostolica y un ardor evangelico
que despertaba en el pueblo deseos de superar los siglos de vejacion producida por el hambre, la enfermedad
y la ignorancia. Para S
aenz la escuela era integradora de la comunidad, la escuela y la educacion tenan
una funci
on cotidiana: era un medio para el mejoramiento social y no solo una actividad escolar. M
as que
un ideal la educaci
on era pr
actica, acci
on; era aprender haciendo y su calidad responda a la eficacia para
alcanzar los fines sociales plante
andose en funcion de ciertos principios sociales.
El problema indgena es de naturaleza poltica, social y economica y no de tipo gramatical. Por ello, la escuela activa impulsada por S
aenz naci
o acompa
nada del desarrollo de hospitales, centros materno-infantiles,
campa
nas de saneamiento y bienestar. Se trataba de un sistema integral tendiente a socializar a la comunidad con el resto de la Naci
on, con lo cual coadyuvaba a que esta encontrara su lugar en la vida social de
manera singular (la comunidad) y de manera amplia (el pas).
4. La educaci
on y el realismo socialista. Narciso Bassols y L
azaro C
ardenas
Los orgenes de la educaci
on socialista se remontan a la escuela racionalista, fundada en 1912, en tanto que
combata las ideas religiosas al partir de la premisa que la religion deformaba la mente de los ni
nos y los
inclinaba a admitir dogmas sin fundamento racional alguno. Sin embargo, este tipo de instruccion apenas
manifestaba su preocupaci
on por los aspectos sociales. Ante la inquietud de una educacion que al mismo
5
1979, p. 488.
Morales, 1988, p. 51 Apud. Narciso Bassols a Jaime Torres Bodet, 30 de agosto de 1944.
Para Torres Bodet, regresarle u otorgarle su sentido libertario a la educacion no era tarea facil. Rememorando
a Sim
on Bolvar apuntaba: cuesta m
as mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la
tirana3 . Y aunque el costo y el esfuerzo seran superlativos, haba que emprender esta haza
na: hacer de la
educaci
on una pr
actica de la libertad, la democracia, la justicia y la paz.
Se luchara porque la educaci
on fuera m
as digna y coherente con las necesidades del pas, mas libre y m
as
generosa con el desarrollo del individuo, a fin de que las cifras invertidas en su ejercicio se aprovecharan
en favor de las nuevas generaciones. Por ello, al dilucidar sobre el contenido de la ense
nanza, Torres Bodet
inaugur
o una etapa educativa, donde la calidad de la ense
nanza se convertira en una preocupacion constante
a la par de los problemas de cobertura.
Para ello, haba que fundir la teora con la practica, instruir no solo con la predica, en obvia crtica a la
ideologizaci
on educativa, desprovista de un sentido coherente de la realidad, sino practicando con el alumno
reglas u
tiles y sencillas, con base en f
ormulas faciles de aprender y de retener para elevar el nivel de la
ense
nanza. Una educaci
on equilibrada entre los elementos u
tiles para enfrentar la vida y la motivaci
on al
talento y al dominio de la virtud.
Durante el primer periodo de Torres Bodet al frente de la Secretara de Educacion, 1943-1946, surgio tambien
el interes por desarrollar un sistema educativo articulado entre todos sus niveles, pero con salidas terminales
para aquellos educandos que, por razones extraescolares o por limitaciones personales, no pudieran continuar
con sus estudios.
En efecto, fue con Torres Bodet cuando aparecio por primera vez la intencion poltica de velar porque la
preparaci
on vital del alumno, cualquiera que fuera el grado en que concluyera su ense
nanza, no resultase
trunca en lo concerniente a los conceptos fundamentales de la existencia.
Con esa convicci
on, el ministro se
nalaba que desde la escuela primaria el educando deba poseer una noci
on
firme y austera del mundo en que viva. A partir de este conocimiento, elemental sin duda, se podra edificar
su preparaci
on posterior ya fuera como autodidacta o, con el tiempo, en otras instituciones educativas con
el fin de no incurrir en el analfabetismo funcional.
En ese sentido, Torres Bodet recomendaba que los encargados de dise
nar de planes y programas de estudio
atendieran, sobre todo, la conveniencia de imaginar una sucesion de sistemas abiertos y coordinados. La
intenci
on era evitar que el conjunto del sistema educativo se constituyera en una estructura hermetica e
inflexible, sino que funcionara con escapes de derivacion lateral, esto con la finalidad de que todos aquellos
que no dispusieran de recursos para continuar estudiando recibieran la oportunidad de cursar carreras cortas.
Un problema m
as a resolver, que se adverta por primera vez, era la desercion escolar. Para evitar la
deserci
on e inutilidad de lo aprendido no solo haba que dar respuestas terminales en el sistema educativo,
haba que ir m
as lejos: se deban transformar los planes y programas de estudio de primaria y secundaria.
Era imprescindible elevar la calidad de la ense
nanza en general, pero especialmente en dos materias claves
para el desarrollo social del pas: la historia y el civismo.
En este sentido, Torres Bodet participaba de la necesidad de erradicar las verdades absolutas en la ense
nanza
de la historia. Consideraba que debamos ver nuestro pasado desde una perspectiva mas amplia al articularla
con la historia universal. El objetivo era tener una vision de nuestro pas vinculado con el resto del mundo,
en lugar de concebir a Mexico como un escenario aislado, hermetico y sin contacto con las realidades que le
rodeaban. Asimismo, Torres Bodet expresaba la necesidad de incorporar en la ense
nanza de la historia a los
sectores sociales intencionalmente olvidados, o empolvados por los vencedores; llamaba a la conciliaci
on sin
justificar acciones, a comprender m
as que a juzgar las razones de grupos sociales para disentir y luchar por
sus ideales para enriquecer nuestro legado historico al aceptar la diversidad social, pues como se
nalaba: la
amplitud del alma no es un lujo en el estudio de la historia, sino condicion primordial y deber com
un4 .
3 Torres
4 Torres
En cuanto a la ense
nanza del civismo en secundaria argumentaba en favor de que se adquiriera en el primer
a
no un sentido coherente de lo que era el hombre en la sociedad; en el segundo, se enfocaran los fenomenos
econ
omicos, su repercusi
on en la interdependencia humana y la conveniencia de dar al pueblo una orientaci
on
de progreso productivo, conociendo nuestros recursos y explotandolos para un mayor rendimiento en favor de
todos los mexicanos; y, en el tercero, se enfatizaran los derechos y deberes del ciudadano, las caractersticas
fundamentales de un Estado, que no terminaba por constituirse, y las diferencias que guardaban las distintas
formas de gobierno que haba experimentado el pas y el mundo en general a partir del analisis de sus
constituciones.
Para Torres Bodet la educaci
on coadyuvaba a crear la figura del ciudadano en tanto baluarte de la democracia.
Esta deba construirse rescatando a un individuo leal, honrado, limpio, energico y laborioso; exento de los
complejos de inferioridad que tanto afectaban a los mexicanos. Un tipo de ciudadano que, al margen de
consignas y corporaciones, respondiera en defensa de la soberana, y no abdicara de sus derechos y deberes.
Una aspiraci
on que, en ese tiempo, estaba lejos de cristalizar pero que oriento el camino a seguir para arribar
al Mexico moderno.
En este af
an, Torres Bodet motiv
o la ampliacion de responsabilidades de la educacion trascendiendo los
linderos de la escuela. La familia deba contemplarse como una colaboradora importante del quehacer
educativo gubernamental. Educar a los ni
nos de Mexico para la libertad y la democracia, exiga ense
narles a
ser verdaderamente libres y a gobernarse a s mismos, por lo que se deberan de eliminar los procedimientos
de mecanizaci
on y de ciega obediencia propios del totalitarismo y el dogmatismo.
En lo material Torres Bodet reconoca la necesidad de contar con mas escuelas, pero, a diferencia de su
maestro Vasconcelos, el plan de expansi
on deba hacerse con cautela, buscando acompa
nar la construcci
on
de planteles con la calidad de la ense
nanza. Para ello propona caminar despacio, con pausas y reposos donde
floreciera la reflexi
on. Y en alusi
on a las Misiones Culturales, reimplantadas bajo su gestion, estableci
o la
misma norma, no s
olo en su condici
on de funcionario sino en su vida:
Entre crear -por ejemplo- diez misiones accidentales, carentes de direccion y de material, y establecer un
peque
no centro, modesto pero efectivo, dotado de u
tiles y de libros y administrado por profesores conscientes
de su papel, nuestra elecci
on no vacilar
a un solo momento5 .
Tambien haba que recuperar la escuela activa, pero con otra perspectiva, pues todas las enmiendas a los
planes y programas careceran de sentido si no se ponan en practica. Para ello, se haca indispensable dotar
a las escuelas de laboratorios, bibliotecas y talleres, teniendo la certeza de que con esta infraestructura se
contrarrestara el aprendizaje memorstico y de aceptacion sin comprobacion emprica o documental de lo
apuntado por el maestro. Al recuperar la escuela activa se abran las puertas que separaban la doctrina de la
pr
actica, dos elementos que en apariencia se oponan del humanismo vasconcelista al pragmatismo de S
aenz.
En ella caban la reflexi
on y la pr
actica, el humanismo y la tecnica, la colectividad y el individuo, la naci
on
y el universo.
La concepci
on educativa de Torres Bodet amalgamo entonces, la idea humanista de Vasconcelos y la preocupaci
on por aprender ense
nando de S
aenz. El conocimiento adquirio as un doble papel, era filosofa y ciencia;
no era un fin sino el medio para conquistar la felicidad, con esto se reivindicaba al maestro Vasconcelos.
A
nos m
as tarde, el gobierno de Adolfo L
opez Mateos requerira del talento y experiencia educativa de Torres Bodet, entonces el pas creca demogr
aficamente y los recursos materiales para ampliar la cobertura de
educaci
on primaria eran insuficientes. El analfabetismo y la desercion escolar hacan imperativo redoblar esfuerzos institucionales con el af
an de disminuirlos. En este contexto, Torres Bodet inicio su gestion poniendo
en marcha el Plan de Once a
nos, cuyos objetivos inicialmente se centraron en la atencion a la demanda primaria completa intentando ampliar -particularmente en las zonas rurales- la cobertura; asimismo, hubo un
esfuerzo por incrementar la formaci
on de profesores mediante una mayor desconcentracion de la ense
nanza
normal, y se busc
o fortalecer las campa
nas de alfabetizacion de manera que, al termino del periodo considerado, disminuyeran sensiblemente estas deficiencias.
5 Torres
No haba enga
nos, la deserci
on escolar en el campo responda a la existencia de escuelas de solo tres grados,
as como a factores econ
omicos que impedan continuar el ciclo de ense
nanza primaria. Es decir, en las
deficiencias del sistema educativo nacional existan elementos internos relativos a las limitaciones institucionales de cobertura y restricciones externas que extrapolaban las diferencias de clases. Con una concepci
on
funcional, Torres Bodet desarroll
o la infraestructura y, al mismo tiempo, elaboro una poltica destinada a
contrarrestar las diferencias externas que incidan sobre el proceso educativo. Esta fue la razon fundamental
para poner en marcha el dise
no y publicacion de los primeros libros de texto gratuitos.
Si bien Torres Bodet consideraba la necesidad de cubrir la demanda educativa primaria sin descuidar su
calidad, las polticas de los gobiernos posteriores orientaron sus esfuerzos a dar respuestas cuantitativas a
la educaci
on a partir del incremento de escuelas y maestros, sin reparar en la necesidad de reflexionar en
la calidad de la ense
nanza. Hubo llamadas de atencion s, tambien medidas tendientes a dar respuestas
durante los a
nos setenta, sin embargo, no fue sino con la irrupcion de la crisis que los males educativos
aparecieron con toda su fuerza. Fue m
as notorio que los avances logrados en materia de cobertura estuvieron
acompa
nados de una burocratizaci
on de la ense
nanza que repercuta sensiblemente en su calidad. Para
entonces la educaci
on haba dejado de jugar su papel como mecanismo de movilidad social, por lo que haba
que transformarla empezando por cuestionar la calidad en la formacion de profesores.
6. Jes
us Reyes Heroles. Una nueva concepci
on educativa
Correspondi
o a Jes
us Reyes Heroles emprender una nueva revolucion educativa. Despues de escuchar los
reclamos sociales, los cuales se desprendieron de una amplia consulta en materia educativa, el experimentado
poltico veracruzano expona la necesidad de una ciruga mayor; la homeopata resultaba insuficiente para
atacar los males educativos que se fueron agudizando a lo largo de los a
nos setenta en detrimento de la
calidad de la ense
nanza. La sociedad reclamaba un cambio para regresar a la educacion su utilidad en la
vida y reconstruir los mecanismos de movilidad social que se haban perdido dentro de una sociedad cada
vez m
as compleja, masificada y exigente, donde la ense
nanza mostraba fuerzas insuficientes para sostener su
calidad.
Se impona una revoluci
on educativa que atacara a fondo los males provocados por la masificaci
on, la
burocratizaci
on y el bajo nivel en la formacion magisterial. Una revolucion que diera oportunidad de avanzar
a ritmos acelerados en favor de la descentralizacion del sistema educativo nacional, permitiendo regresarle
paulatinamente a los estados la responsabilidad educativa y de esa manera incrementar la capacidad de
maniobra para resolver el rezago educativo del pas.
Comprender el estado de la educaci
on en los inicios de los ochenta resultaba de lo mas difcil, en el diagn
ostico
de su situaci
on haba m
as pasi
on que cerebro, el dogma se antepona a la razon y al examen cuidadoso y
reflexivo. Era necesario cambiar a la educacion dentro de un amplio proceso de renovacion moral.
Emprender un nuevo camino exiga discutir como la historia del siglo pasado mexicano ense
naba: mientras
los conservadores afirmaban y los socialistas negaban, los liberales discutan. Pero en tiempos de cambio,
contender razones resultaba insuficiente; entre el estudio y la resolucion del problema siempre existe un largo
trecho, el que hay del dicho al hecho. Cu
ales eran los hechos?
Haba que partir de que la educaci
on se encontraba en una profunda crisis a nivel mundial, una crisis que,
retomando a Phillip Coombs responda no solo a los costos extraescolares sino a:
la tendencia de los gastos educativos por estudiante a crecer progresivamente (muy aparte de la inflaci
on),
debido al car
acter intensivo del trabajo de la educacion y la falta de innovaciones que incrementen la productividad6 .
Es decir, se trataba de una crisis econ
omica caracterizada por la carencia de fondos que repercuta practicamente
en todos los pases. No obstante haba que actuar.
6 Reyes
10
Para Reyes Heroles el hilo conductor de la poltica educativa mexicana fue siempre el reconocimiento de una
relaci
on dialectica entre la sociedad y la educacion, en donde la sociedad orienta a la educacion y dicta sus
caractersticas; a su vez la sociedad es guiada por la educacion y es esta la que siembra los proyectos que
demanda el futuro.
Hacia 1982 haba en Mexico cerca de 6 millones de iletrados de 15 y mas a
nos de edad, 15 millones que no
concluyeron la primaria y 7 millones que no terminaron la secundaria; es decir 28 millones de estudiantes
sin los recursos para su desarrollo. Asimismo, el 69% de la educacion que se imparta en el pas tena
financiamiento federal, el 25% lo obtena de los gobiernos estatales y el 6% de particulares, indicadores de
la gravitaci
on y la hipertrofia en la que haba devenido el sistema educativo nacional.
La educaci
on se encontraba ntimamente vinculada con la variable demografica. En efecto, cambios importantes en la pir
amide demogr
afica explican desde los a
nos ochenta la reduccion de la matrcula en el nivel de
la primaria, un incremento sustancial en el secundario y la falta de cobertura en el de preescolar. Ello incida
no s
olo en la infraestructura sino tambien en la formacion de profesores, porque trasformaba las condiciones
que permitan resolver sin presi
on los problemas de las calidad educativa.
Debido a estos cambios, pr
acticamente imperceptibles en esos a
nos, las escuelas normales de educaci
on
primaria se haban convertido en f
abricas de desempleados. Para 1982 el gobierno no tena la facultad de
dar empleo a m
as de 20 mil egresados al haber excedente de profesores del nivel primario. El gobierno tena
a su favor el reconocimiento de esta realidad.
Este panorama invocaba la necesidad de revolucionar y de reestructurar la educacion poniendo nuevos
cimientos. Era imprescindible una revolucion que fuera mas alla de los parches y los remiendos, cuyo primer
paso fuera armonizar el contexto legal de acuerdo con la realidad imperante; entre lo establecido jurdicamente
en las normas y en lo que en la pr
actica se vena realizando. De ah que un primer objetivo fue el de hacer
viable la convergencia entre la instrucci
on legal y la real, as como en otros tiempos ocupo la atenci
on el
vnculo entre ambas instancias para el Estado.
Revolucionar la educaci
on equivala a combatir desigualdades sociales y regionales, sobre todo las existentes entre el sector rural y el urbano; permitiendo que la educacion, mediante una creciente participaci
on
democr
atica, volviera a ser el medio capaz de suprimir o reducir desigualdades de origen.
Se requera una revoluci
on en materia educativa que cambiara los usos y las practicas imperantes de la
actividad educativa; que fuera un movimiento caracterizado polticamente por buscar la participacion de la
comunidad educacional en su conjunto y la solucion de los problemas que afectaban a la propia comunidad.
Un movimiento con profundo contenido moral en tanto que la ense
nanza dara nuevamente oportunidad de
vincular el saber con el deber, al mismo tiempo que permita realizar el sentido y esencia eticos del conocer y
el saber. As, tambien se trataba de un cambio administrativo que iniciaba con la modificacion de metodos
y sistemas, que empez
o por revolucionar conciencias.
Ante obst
aculos ancestrales, como los mitos y los intereses, la revolucion educativa no se detuvo. Hoy
proceso en marcha, atiende y se preocupa por problemas educativos reales, los cuales a
un son muchos y
graves; asimismo, se lleva adelante buscando que la educacion vuelva a ser instrumento de desarrollo y
democratizaci
on.
En estas circunstancias, la revoluci
on comenzara por sembrar reformas que, por su cantidad o por su calidad,
traeran cambios en favor de los aspectos cualitativos de la ense
nanza; resolvera la desarticulacion que se
daba, y se da, entre estos y la masificacion; atacara la dispersion de recursos al racionalizarlos bajo un
criterio de eficiencia y calidad; y reestructurara los centros educativos, esas fabricas de desempleados
semicalificados.
El presente, se
nalaba Reyes Heroles, observa una centralizacion economica, poltica y cultural que constri
ne
muchas posibilidades vitales de la Naci
on. La densidad social y economica del pas, y la hipertrofia educativa
eran elementos suficientes para emprender la revolucion educativa. Un movimiento sustentado en la necesidad
de elevar significativamente la calidad de la ense
nanza a partir de dos criterios rectores: la mejor formaci
on
de los profesores y la descentralizaci
on del sistema educativo.
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Esta nueva figura social educativa deba partir de no confundir instruccion con educacion. La acumulaci
on
de datos, que resulta un peso muerto para el educando, poco le ayuda para aprender a pensar por cuenta
propia. Haba que incitarlo a despertar sus aptitudes para formar o pulir su innata inteligencia.
Cambiar las caractersticas de la docencia implicaba entonces dejar al alumno conocer y expresarse en lugar
de repetir hasta el cansancio y el tedio: derrotar la sagacidad de la flojera.
Haba que ense
nar no s
olo la l
ogica de las matematicas, sino el calor humano que de su ejercicio se desprende;
se
nalar la utilidad de la letra as como su belleza. Haba que adiestrar al alumno en el dominio de la letra,
de la palabra, del n
umero, del dibujo y de la estetica; mostrarle el poder indestructible de las ideas, no
u
nicamente la delicadeza de la educaci
on estetica, sino su utilidad; la emocion de nuestra difcil geografa y
los retos que plantea; la fuerza de la historia en las luchas actuales y su sentido integrador de la nacionalidad;
la pugna de los contrarios en el ayer como parte de este proceso de integracion; el civismo como lecci
on de
cooperaci
on, respeto mutuo y entendimiento, como formula viviente y fuente de inspiracion solidaria.
Es decir, observar la educaci
on m
as que como un proceso de informacion, como un progreso personal y
constante de descubrimiento, exploraci
on, asimilacion y creacion de valores, metodos y lenguajes. Regresarle
su condici
on de utilidad para enfrentar los desafos que trae consigo nuestra realidad inmediata.
En este sentido, Reyes Heroles inaugur
o la construccion y aplicacion de un nuevo concepto de educaci
on
integral, en el que la raz
on, la utilidad, la sensibilidad, la voluntad, las capacidades fsicas, la aptitud para
la relaci
on social se encuentren armoniosamente combinadas respetando la manera de ser de cada quien y
adaptadas a las exigencias temporales y espaciales propias de un mundo en constante y vertiginoso proceso
de cambio.
La educaci
on como un medio para que el hombre se instruya constantemente a s mismo, y en algunos casos
se redescubra ensanchando su conciencia y haciendo mas firmes los vnculos que lo unen a la sociedad y el
valor de la libertad como lazo social y base de la dignidad de la conciencia humana.
La educaci
on, como un constante ir y venir que nunca acaba, que se replantea y revisa, se enriquece permanentemente, no s
olo en la c
atedra y en el hogar, sino en el trabajo y en el ejercicio cotidiano de la
solidaridad. Recuperarla como la actividad con mayor contenido social, en cuanto combate desigualdades y
pretende nivelar puntos de partida econ
omicos o sociales de los educandos.
La educaci
on en tanto desarrollo formativo que, inmersa dentro de un proceso amplio de masificacion de la
ense
nanza en todos sus niveles, permite asumir como propios los valores que la Nacion ha escogido para s
a partir del incremento de la calidad de la ense
nanza. Avocada a la tarea de contribuir a que los hombres
se formen a s mismos dentro de un camino en el que se convenzan de que vale la pena pagar el precio de
la libertad y la justicia. Jes
us Reyes Heroles transformo el caracter de la planeacion educativa en el pas.
Sus alcances responderan en adelante a un mayor equilibrio entre los avances cuantitativos y la b
usqueda
por una mejor calidad de la ense
nanza, los cuales dadas las condiciones del pas adquiriran cada vez una
mayor importancia. Para subsanar, corregir y eliminar las causas de la desigualdad se requera de tareas
sistem
aticas cuidadosas y bien planeadas.
En este marco, dos fueron las u
ltimas preocupaciones del ministro de Educacion, las cuales se tradujeron en
esfuerzos tendientes a buscar una adecuada integracion entre los niveles preescolar, primario y secundario
con el objeto de alcanzar una educaci
on b
asica de diez a
nos.
Por eso, se adverta la desarticulaci
on entre los planes y programas de los tres niveles que constituyen al
sistema educativo b
asico. La falta de congruencia y continuidad pedagogicas que, todava en el presente,
constituyen una de las causas de la alta desercion que se produce en primaria y el abandono de los estudios
de una proporci
on significativa de quienes terminan dicho nivel.
Con esa convicci
on y empe
no Reyes Heroles se
nalo como propositos a mediano plazo los siguientes:
1. Elevar la calidad de la educaci
on en todos los niveles, a partir de la formacion integral de los docentes;
2. Racionalizar el uso de los recursos disponibles y ampliar el acceso a los servicios educativos, con atenci
on
prioritaria a zonas y grupos m
as desfavorecidos;
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3. Vincular la educaci
on y la investigacion cientfica, tecnologica y el desarrollo experimental con los
requerimientos del desarrollo nacional;
4. Descentralizar la educaci
on b
asica y normal, regionalizar y desconcentrar la educacion superior, la
cultura y la investigaci
on;
5. Mejorar y ampliar los servicios en las areas de educacion fsica, deporte y recreacion; y
6. Hacer de la educaci
on un proceso permanente y socialmente participativo y democratico.
Reyes Heroles muri
o sin ver terminada su tarea. Sin embargo, cuando en el presente se cosechan los frutos
de su visi
on educativa, vale la pena recordar a uno de los promotores del cambio social gestado en 1982 que
no puede ser calificado de tecn
ocrata.
Actualmente, con ritmos precisos, se viene transformando a nivel nacional, merced a la descentralizaci
on, la
educaci
on b
asica y normal. Sin duda nuestro liberal mexicano es y sera un punto de referencia obligatorio
como visionario de la necesidad del cambio. Es el quien al sembrar en nuestras conciencias la necesidad
de trascender hacia una educaci
on integralmente u
til, contribuye sustancialmente en la construccion de un
Mexico, m
as justo, libertario, humanista y solidario.
7. Conclusiones
La exposici
on hecha del proceso hist
orico de la educacion nacional permite concebirlo como un proceso cclico
que inicia a raz del nacimiento del Mexico independiente y que tiende a cerrarse siglo y medio despues al
ser cuestionado, reestructurado y retroalimentado al calor de una nueva fase de desarrollo en nuestros das.
Guardada la debida proporci
on, ni entonces ni ahora la educacion ha sido una funcion estatal que simplemente
pretenda realizar una acci
on civilizadora relativamente neutral, por el contrario, en nuestro pas y en especial
a partir de la institucionalizaci
on de la Revolucion ha sido componente esencial de los proyectos del Estado.
Debido a las condiciones de desarrollo del pas en el siglo pasado el triunfo del federalismo organizo al pas
en forma de Rep
ublica representativa, democratica y federal, compuesta por estados libres y soberanos,
pero unidos en una federaci
on. Sin embargo, la necesidad de forjar una identidad y un modelo de vida
nacional deriv
o paulatinamente hacia un proceso centralista, situacion que, con el tiempo, afecto de manera
determinante a la educaci
on, considerada como medio esencial para alcanzar esta meta.
Durante las decadas veinte y treinta de nuestro siglo, bajo una vision humanista primero y radical despues,
paulatinamente se fue configurando un sistema educativo que recogio las demandas sociales de la Revoluci
on,
siempre en la medida de las posibilidades y avances del pas. En este periodo, si bien hubo experimentos
y voluntarismos, es posible reconocer que fue el lapso en que los diversos niveles escolares, incluyendo el
tecnico y la Normal, fueron articulados en un sistema educativo orientado, en lo fundamental, a ampliar
la cobertura educativa y a llevar a todos los rincones del pas las primeras letras para incorporar a toda la
poblaci
on al desarrollo social.
Es posible sostener que hacia la decada de los a
nos 1940 el sistema educativo haba tomado cuerpo, aunque
dio un giro en el contenido de la ense
nanza influido por el ambiente de la guerra mundial, as como por
los valores de libertad, democracia y justicia social en un ambiente motivado por la unidad nacional y la
industrializaci
on. Un proceso donde la educacion adquirio dimensiones importantes para generar identidad
aunque esta tarea, dado bajo el desarrollo social, se realizo con una logica de administracion central. As
transcurrieron las tres decenios posteriores buscando ampliar la demanda educativa en todos sus niveles y en
lo posible atendiendo los requerimientos de calidad. Este modelo de desarrollo educativo observaba signos de
agotamiento a mediados de los setenta, donde arrojo como secuelas una baja calidad educativa y un excesivo
burocratismo y centralismo.
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