Alighieri Dante - Las Cuatro Edades de La Vida Humana
Alighieri Dante - Las Cuatro Edades de La Vida Humana
Alighieri Dante - Las Cuatro Edades de La Vida Humana
(1265-1321)
JFiORENTINO
J CHOME DICE JLPH ILOSO
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vida un nmero de aos igual a diez, poco ms o menos, y este tiempo se llama
senilidad. Tenemos un ejemplo de esto en Platn, del cual se puede decir que
estaba ptimamente constituido, tanto por su perfeccin como por su fisonoma
(que de l tom Scrates cuando por primera vez le vio), y vivi ochenta y un aos,
como atestigua Tulio en el De senectute 1. Y yo creo que, si Cristo no hubiese sido
crucificado y hubiese vivido en el tiempo que su vida, de acuerdo con su
naturaleza, poda haber tenido, a los ochenta y un aos hubiese pasado de
cuerpo mortal a cuerpo eternal.
En realidad, como hemos dicho antes, estas edades pueden ser ms largas o
ms cortas segn nuestro temperamento y constitucin; pero, sean como fueren, en
esta proporcin que hemos dicho [se encuentran las edades de todos los hombres,
y esto] es lo que en todos me parece procurar, es decir, hacer en cada persona las
edades ms o menos largas segn la integridad del tiempo total de la vida natural.
Durante estas diferentes edades, la nobleza de que hablamos muestra sus efectos
de modo distinto en el alma ennoblecida, y este es el objeto de la parte que ahora
explicamos. Acerca de esto hay que advertir que nuestra buena y recta naturaleza
procede de un modo razonable en el hombre, como vemos que sucede con la
naturaleza de las plantas en las diferentes edades de estas; y por eso son diferentes
las costumbres y el comportamiento que segn razn conviene a unas edades y a
otras; costumbres con las que el alma noble procede ordenadamente por camino
simple, ejercitando sus actos a su edad y a su tiempo conforme la ordenacin de
estos a su ltimo fruto. Y de este parecer es Tulio en su De senectute. Y dejando a un
lado la ficcin de que este diverso proceso de las edades expone Virgilio en la
Eneida2, y dejando tambin lo que el ermitao Gil3 dice en 1a primera parte de su
Regimiento de prncipes, y dejando lo que expone Tulio en el De ios oficios4 y
siguiendo nicamente lo que la razn puede ver por s misma, digo que esta
primera edad es la puerta y el camino por los cuales se entra en nuestra buena
vida. Y esta entrada tiene necesariamente algunas cosas que proporciona la recta
naturaleza, que nunca desfallece en las cosas necesarias; de modo semejante al que
tiene dando hojas a 1a vid para defensa del fruto, y vsta-gos para la defensa y
sostenimiento de su debilidad, manteniendo as el peso de su fruto.
La buena naturaleza da, por tanto, a esta edad cuatro cosas necesarias para
penetrar en la ciudad del buen vivir. La primera es la obediencia; la segunda, la
suavidad; la tercera, el pudor; la cuarta, la belleza corporal, como dice el texto en la
primera parte. Y hay que notar que de la misma manera que el que no ha estado
nunca en una ciudad no sabra seguir el camino si no se lo ensea quien lo ha
recorrido, as tambin el adolescente que entra en la selva engaosa de esta vida no
de len, y vio a Tideo cubierto con una piel de puerco salvaje, y record la
respuesta que Apolo haba dado por sus hijas, qued admirado, y, por lo tanto,
ms reverente y con mayores deseos de saber.
El pudor es un apartamiento del espritu de toda cosa fea, con temor de caer
en ella, como sucede en las vrgenes, en las damas honestas y en los
adolescentes, que son tan pdicos que no solamente cuando son requeridos o
tentados de pecado, sino aun cuando se ven ante la mera imaginacin de una
complacencia pecaminosa, se les pone el rostro plido o encendido. Por eso dice
Estacio en el citado libro primero de Tebas que cuando Aceste, nodriza de Argia y
de Deifile, hijas del rey Adrasto, las llev ante la vista de su santo padre a
la presencia de los dos peregrinos Polnice y Tideo, las vrgenes palidecieron y se
ruborizaron, y sus ojos huyeron de toda ajena mirada y slo se volvieron al rostro
paterno como nico sitio seguro. Oh cuntos pecados refrena ese pudor! Cuntas
cosas y solicitaciones deshonestas acalla! Cuntos deshonestos deseos refrena!
Cuntas malas tentaciones vence no solamente en la persona pdica, sino tambin
en quien la mira! Cuntas palabras feas detiene! Porque, como dice Tulio en el
primero De ios oficios, no hay accin fea que no resulte feo el nombrarla12. Y por
esta razn, el hombre honesto y noble no habla nunca de modo que sus palabras no
resulten honestas a una mujer. Ay, qu mal est que un hombre noble, que anda
buscando honras, mencione cosas que en boca de cualquier mujer sonaran mal!
La verecundia es un temor de la deshonra por el pecado cometido, y de este
temor nace un arrepentimiento por el pecado, que incluye dentro de s una
amargura, que es un castigo para no faltar ms por lo cual dice Es-tacio en e1
mismo lugar citado que, cuanto el rey Adrasto pregunt a Polnice quin era, ste
dud mucho antes de contestar por la vergenza del pecado que contra su padre
haba cometido e incluso por las culpas de Edipo, su padre, que parecan
prolongarse para vergenza del hijo, y no nombr a su padre, sino a sus
antepasados, su tierra y su madre. Por todo lo cual se ve la necesidad de la
vergenza en esta edad.
Pero la naturaleza noble no slo demuestra en esta edad obediencia,
suavidad y vergenza, sino que incluye adems la belleza y la esbeltez del cuerpo,
como dice el texto cuando dice: Y adorna su persona; y este adorna es verbo y no es
nombre; verbo indicativo en tiempo presente y en tercera persona. Porque hay que
advertir que tambin es necesaria esta obra para nuestra vida buena, porque
nuestra alma necesita realizar muchas de sus operaciones con el rgano corporal, y
obra bien cuando el cuerpo esta bien ordenado y dispuesto en todas sus partes. Y
una buena previsin de las cosas futuras. Y as, como dice el Filsofo en el libro
sexto de la tica, es imposible que sea sabio quien no es bueno; no podemos
llamar sabio a aquel que procede con argucias y engaos, sino que
debemos llamarle astuto; porque as como nadie calificara de sabio al hombre que
supiese jugar con la punta de un cuchillo en la pupila del ojo, as no podemos
calificar de sabio al hombre que sabe hacer una cosa mala, pues al hacerla se
ofende siempre a s mismo antes que a los dems.
Si bien lo miramos, de la prudencia proceden los buenos consejos, los cuales
conducen al que los da y al que los recibe a buen fin en las cosas y en las acciones
humanas; y este es aquel don que Salomn, vindose puesto en el gobierno del
pueblo, pidi a Dios, como est escrito en el libro tercero de los Reyes 15. El hombre
prudente no espera [que] le digan aconsjame, sino que, previniendo las cosas
por s mismo, aconseja sin aguardar a la peticin, a la manera de la rosa, que ofrece
su aroma no solo al que va en busca de ella, sino tambin a todo el que se acerca a
ella. Podra decir aqu algn mdico o jurista: As, pues, he de proporcionar y dar
mi consejo sin que nadie me lo pida, y no tendr el fruto de mi
cuidado?. Respondo lo que dice Nuestro Seor: Recibisteis gratuitamente; dad
gratuitamente tambin16. Digo, pues, seor jurista, que los consejos que nada
tienen que ver con tu arte y que proceden slo del buen sentido que Dios te
dio (que es precisamente la prudencia de que hablamos), no debes venderlos a los
hijos de Aquel que te los ha dado; aquellos consejos que, en cambio, se relacionan
con el arte que has adquirido, puedes venderlos, pero de tal forma que siempre es
conveniente alguna vez diezmarlos y dar de ellos a Dios, es decir, a los
desgraciados, que slo poseen el grado divino.
Es, adems, necesario a esta edad ser justo para que los juicios y autoridad
de ella sean una luz y una ley para los dems. Como los antiguos filsofos
observaron que esta singular virtud, es decir la justicia, aparece perfecta en esta
edad, encomendaron el gobierno de las ciudades a los que estaban en esa edad, y
por eso el colegio de los gobernantes recibi el nombre de senado. Oh msera
patria ma! Cunta compasin siento por ti siempre que leo, siempre que escribo
algo referente al gobierno poltico! Pero como de la justicia trataremos en el
penltimo tratado de este volumen, basta por el presente lo poco que aqu hemos
apuntado.
Es necesario tambin a esta edad ser generoso, porque la conveniencia de
una cosa est determinada por la satisfaccin que esta presta a las exigencias de
una naturaleza, y nunca como en esta edad se puede cumplir este deber de
1
Cf. De senectute 513.
2
Vase Eneida IV-VI.
3
Egidio de Roma o Gil de Roma (1247-1316), discpulo, colaborador y
continuador de Santo Tomas. La obra a la cual Dante alude aqu es la Quaestio
metaphisicalis de regimine principum.
4
De officiis: 34, 122ss.
5
Prov. 1,8.
6
Esta sentencia no se halla literalmente expresada en los Proverbios.
Pueden verse, sin embargo, textos muy similares en Prov. 2,1; 15,31.
7
Prov. 1,10.
8
Digesto xxxviii tt. 15,9.
9
Col. 3,20.
10
Prov. 16,2.7
11
Thebaida I 395ss. 428ss.
12
De officiis I 35,127.
13
De senectute 10.
14
Vase LUCANO, Pharsalia II, 283.
15
Cf. 3 Reg 3,7ss.
16
Mt. 10, 8.
17
Cf. De officiis I 3.
18
bid.
19
De senectute 14.
20
Metamorfasis VII 50ss.
le parece salir del mar y volver al puerto. Oh mseros y viles, que con las velas
desplegadas corris a este puerto, y all donde deberais reposar os rompis con el
mpetu del viento, y os perdis precisamente all adonde tanto habis caminado!
Cierto que el caballero
Lanzarote3 no quiso entrar con las velas levantadas, ni nuestro muy noble
latino Guido de Montefeltro4. Por el contrario, estos nobles arriaron las velas de las
obras mundanas porque en su edad avanzada se dieron a la religin, dejando a un
lado todo deleite y toda obra mundana. Y nadie se puede excusar alegando estar
unido desde largo tiempo en el vnculo del matrimonio, porque no se entrega a la
religin, solamente el que se hace en hbito y en vida igual a san Benito, a san
Agustn, a san Francisco y a santo Domingo, sino que tambin puede entrar en una
verdadera y santa religin el que vive en el estado de matrimonio, porque Dios no
pide de nosotros otra cosa sino que seamos religiosos de corazn. Y por eso dice
san Pablo a los romanos: Porque no es judo el que lo es en lo exterior, ni es
circuncisin la circuncisin exterior de la carne, sino que es judo el que lo es en lo
interior y es circuncisin la del corazn, segn el espritu, no segn la letra. La
alabanza de este no es de los hombres, sino de Dios5.
Bendice tambin el alma noble en esta edad los tiempos pasados; y bien los
puede bendecir, porque revolvindolos de nuevo a la memoria, recuerda sus
buenas obras, sin las cuales al puerto a que se dirige no podra llegar con tanta
riqueza ni con tanta ganancia. Y hace como el buen comerciante, que, cuando se
acerca ya a su puerto, examina sus ganancias y dice: Si yo no hubiera pasado por
tal camino, no tendra este tesoro o no tendra de que gozarme en mi ciudad, a la
que me estoy acercando ; y por eso bendice 1a navegacin que ha hecho. Y que
estas dos cosas son convenientes a esta edad, lo manifiesta el gran poeta Lucano en
el libro segundo de su Farsatia6, cuando dice que Marcia volvi a Catn y le pidi y
suplic que la recogiese de nuevo [destrozada]; en esta Marcia est significada el
alma noble. Y podemos acomodar as la figura de la realidad. Marcia fue virgen, y
en ese estado significa la adolescencia; luego se cas con Catn, y en ese estado
significa la juventud; cri despus hijos en los cuales estn significadas las virtudes
que, como ms arriba hemos dicho, son necesarias a los jvenes; se separ ms
tarde de Catn y se cas con Hortensio, con lo cual [se] significa el trmino de la
juventud y el comienzo de la senectud; tuvo tambin hijos de este, en los cuales se
simbolizan las virtudes, que, como ms arriba se dice, son convenientes a la
senectud. Muri Hor-tensio, con lo que significa el trmino de la senectud; y una
vez viuda -viudez que representa la senilidad volvi desde el primer
momento de su viudez a Catn, con lo cual se indica que el alma noble, tan pronto
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De las Virtudes Espirituales
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La Confusin de lo Psquico con lo
Reflexiones sobre la Divina Comedia
Espiritual
de Dante, Expresin de la Sabidura Tradicional
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Budismo Zen
Algunos Principios Metafsicos Pertenecientes a la Naturaleza
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Del Cielo y del Infierno
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El Islam
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Trascendencia y Universalidad del Esoterismo
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Las Cuatro Edades de la
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Para mis Hijos; Enseanzas Espirituales
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MARIO MEUNIER
La Leyenda de Scrates
70.
CUENTOS DE LA INDIA
LIBRERA
1
Cf. De senectute 19.
2
De senectute 23.
3
Caballero de la corte del rey Arturo, enamorado de la reina Ginebra y
protagonista de una de las novelas de caballera ms famosas de la Edad Media.
4
Jefe de los gibelinos de la Romaa a partir del ao 1275. En 1289 guerre
al frente de los pisanos contra Florencia (vase Infierno XXVII).
5
Rom. 2,28-29.
6
Pharsatia II 326ss.