La Conquista Del Alfabeto-De Castillo Gómez

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 31

Captulo 1

DE LA SUSCRIPCIN A LA NECESIDAD DE ESCRIBIR *

Antonio CASTILLO
GMEZ
En el tiempo de un conflicto blico tan generador de produccin escrita, oficial y privada, como la Gran Guerra, Antonietta Angela Bonatti Procura, nacida
en Verona el 13 de junio de 1888 y operaria desde abril de 1905 en la manufactura de tabacos de Borgo Sacco, se apoder de la escritura y compuso una breve
memoria. Emple para ello la cara interna de un bal, hoy conservado en el Museo
Storico Italiano della Guerra de Rovereto, el que le acompa en su exilio ante la
inminencia de que la regin trentina se convirtiera en un campo de batalla (fig.1).
Entre abril y mayo de 1915 fueron muchos los habitantes evacuados de Riva del
Garda, Rovereto, Levico, Pergine, Tione, Borgo, Ala o Mori, an ms tras la entrada de Italia en la primera guerra mundial el 24 de mayo. Uno de los numerosos testimonios de aquellos prfugos trentinos es el que dej Antonietta Angela,l
escrito a lpiz en un italiano predominantemente dialectal y lleno de incertidumbres lingiisticas .
La terminacin del presente trabajo, cuya primera versin la present como ponencia en el VI Congreso
Internacional de Historia de la Cultura Escrita: Escritura y clases populares (Alcal de Henares, 1999), se ha realizado en el marco del proyecto de investigacin Las escrituras de la gente comn: usos, prcticas y formas de conservacin, concedido por el Vicerrectorado de Investigacin de la Universidad de Alcal (UAH 2002/008). Igualmente
debo sealar la ayuda que el Consejo Social de dicha universidad me concedi para una estancia de dos meses en los
archivos italianos de la escritura popular, desarrollada entre abril y junio de 2000, gracias a la cual pude consultar
parte de la documentacin conservada en ellos y la rica bibliografa italiana sobre el tema, a lo que tanto deben estas pginas.
1 Amn de otras publicaciones, para la extensa nmina de cartas y memorias ligadas a estos episodios deben
verse los nueve volmenes que, por ahora, forman la coleccin Scritture di guerra, publicada por el Museo storico
de Trento y el Museo Storico Italiano della Guerra de Rovereto. A ttulo de inventario sobre las escrituras trentinas de la Gran Guerra, v. Quinto Antonelli: Scritture di confine. GuiJa all'Archivio de/la scrittura popolare, Trento:
Museo Storico in Trento, 1999, pp. 70-112.

[22]

I. ESCRITURA,

ESCRIBIENTES

Y ESCRITORES

Casi sesenta aos despus, otra mujer, Clelia Marchi, escribi el hilo de su autobiografa, con letra apretada, sobre la superficie de una sbana, depositada en
el Archivio Diaristico Nazionale (ADN) de Pieve Santo Stefano (fig. 2). Cuenta que
lleg a la escritura de su vida a raz de la soledad que le sobrevino tras la muerte
de su marido, en 1972. Noches de llanto e insomnio que ella, mujer de campo nacida el 19 de abril de 1912 en Poggio Rusco, trat de remediar acudiendo al blsamo de la escritura. Escribe, pues, a la edad de 60 aos y lo hace mediante un
italiano pleno de reminiscencias orales, bsico y dialectal. Como tantos otros autobigrafos de condicin popular, Clelia se escusa por su desconocimiento de las
reglas gramaticales, por su descuidada caligrafa, y pide a los lectores que lo entiendan, puesto que no curs estudios ms elevados que los de 2. de primaria
[sono andata a scquola, solo in 2." elementare ].2
Ambas mujeres comparten una similar subalternidad social: la una, procede
de un entorno fabril y urbano; la otra, rural. Sus escritos dejan ver notables vecindades, ya sea en el plano lingiistico o en cuanto a la competencia grfica, al
tiempo que apuntan la pluralidad de soportes y de formas que pueden adoptar las
escrituras de la gente comn. De modo tal que, sin negar la puntual observacin
de cuantos historiadores han puesto el dedo en la llaga del arraigado y extenso
analfabetismo de las clases populares, mxime en los siglos anteriores al XIX, tampoco se puede oscurecer la evidencia que entraan tantos otros testimonios, autgrafos y dictados, salidos de las manos de campesinos, trabajadores o miembros de las capas inferiores de la pequea burguesa. Un par de datos vienen a
sealado: por un lado, la cuarentena de libros de familia de payeses catalanes conocidos de la poca moderna;3 y por otro, las cerca de ochocientas autobiografas
de trabajadores escritas en Gran Bretaa entre 1790 y 1900.4
En determinadas circunstancias, el analfabetismo no explica todas las reticencias mostradas hacia la escritura. Al evocar sus experiencias en la Resistencia italiana, Saverio Tutino nos recuerda que los partisanos combatientes no slo no tenan diarios ni llevaban consigo documentos personales, sino que incluso se
vigilaba para que ninguno tuviese un diario o escribiese apuntes pro memoria que,
encontrados por el enemigo, pudiesen desvelar particularidades sobre nuestros
2 Cito a partir de la edicin existente de esta "peculiar autobiografa: Clelia Marchi: Gnanca na busia, Vicenza:
Fondazione Amoldo e Alberto Mondadori, 1992, p. 68.
3 Xavier Torres Sans: Els /libres de familia de pages (segles XVI-XVIII).
Memries de pages, memries de mas,
Gerona: Curbet Comunicaci Grafica, 2000.
4 The Autobiography
of the Working Class: An Annotated, Critical Bibliography, eds. John Burnett, David
Vincent y David Mayall, Brighton: Harvester, 1984-1987,2 vols.

1. DE LA SUSCRIPCIN

A LA NECESIDAD

[23]

DE ESCRIBIR

movimientos o sobre nuestra organizacin y desplazamientos.5 No obstante, los


estudios de Augusta Molinari sobre la difusin de la escritura entre los partisanos ligures han dejado ver una ms que apreciable extensin de su prctica.6
En definitiva, los nubarrones levantados en lo tocante a las condiciones de posibilidad del escrito entre la gente comn, ms que llevamos al desnimo deberan
actuar como acicate para empujamos a su bsqueda. Se ver, entonces, que la escritura, pese a que sea ms habitual entre las clases acomodadas y cultas, no por
ello ha quedado enteramente al margen del avatar histrico de las subalternas.
Estas, por el contrario, son artfices de un importante nmero de testimonios, variados en cuanto a las tipologas textuales y distintos en las motivaciones nutricias.

1. ESCRITURAS

POPULARKS,

ESCRITURAS

DE LA GENTE

COMN

Pero, qu se entiende por escrituras populares? Considero, de partida, que es


importante entrar en la definicin y tratar de sugerir una cierta acotacin del campo donde nos movemos, por ms que pueda ser discutida y discutible. Sobre todo porque el creciente y saludable desarrollo de los estudios sobre las escrituras
personales y ordinarias lleva aparejado tanto la tentacin de mezclar los confines
de unas y de otras como el riesgo de meterlas a todas en el mismo saco, diluyendo as la significacin introducida por la clase social. El hecho, por ejemplo, de
que la escritura auto biogrfica sea uno de los terrenos cultivados por la gente comn, entraa, sin duda, el peligro de suponer que son lo mismo y de que las escrituras populares terminen disueltas en otras empresas de contenido ms interclasista. En trminos similares, el cariz cotidiano de buena parte de ellas tambin
puede llevar a emparentarlas sin ms con los escritos ordinarios, entendiendo
por estos cuantos reflejan la apropiacin y el empleo de una competencia (el
saber escribir) al margen tanto de los lugares que controlan su aprendizaje (la
pequea escuela, la tienda del maestro-escritor, la escuela de caridad) como de
las prcticas institucionalizadas que limitan su ejercicio (delante del cura, del
notario, del juez o del administrador)>>.?

s Saverio Tutino, La storia della Resistenza nelle storie di singole persone, Storia e memoria, 6, 1, 1997, p. 168.
, Augusta Molinari: La Resistenza tra evento e racconto. Storie e memorie inedite del partigianaro ligure,
Storia e memoria, 6,1,1997, pp. 31-60.
7 Roger Chartier: Los secretarios. Modelos y prcticas epistolares [1991], en su obra Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna, Madrid: Alianza Editorial, 1993, p. 286.

[24]

1. ESCRITURA,

ESCRIBIENTES

Y ESCRITORES

Dichos terrenos de escritura, el personal y el cotidiano, participan de la misma desacralizacin e informalidad que tiene la produccin escrita de la gente corriente y, en gran medida, responden a la comn y sencilla funcin dellaisser trace;8 pero tales parentescos no significan que debamos equiparadas en cada ocasin.
Conviene recordar que escrituras ordinarias son igualmente los diarios, agendas,
cuadernos y epistolarios de cualquier aristcrata,9 y, obviamente, a nadie se le ocurrira considerar a dichas personas como exponentes de las clases subalternas. Por
esto me gustara reclamar el pleno valor historiogrfico del concepto clase frente
a ciertas operaciones de maquillaje terminolgico que, a la postre, tratan de eludir la conflictividad y la desigualdad social como uno de los vectores del anlisis
histrico. Comparto enteramente cuantas matizaciones se han formulado respecto a la errnea asimilacin que a veces se ha hecho de las actividades culturales y
de la vida econmica; pero matizar y rectificar algunos vicios del academicismo
marxista no significa que debamos despreciar todo el bagaje de sus herramientas
analticas. Tan desafortunado me parece incurrir en ciertos reduccionismos de antao como eliminar de un plumazo ese vocabulario y la realidad que trata de aprehender, por supuesto sin despreciar los matices aportados por cada poca y cada
contexto. As pues, pese a que las clases sociales se han resentido con los cambios
acontecidos en los sistemas de produccin y con la irrupcin de la cultura de masas, negadas, sin embargo, sera tanto como dar la espalda a las diferencias instaladas en el seno de las respectivas sociedades.
Llevado al terreno de la escritura, esta se resiente de dichas disfunciones, por
lo que el empleo del trmino popular tiene plena validez cuando se trata de designar las actividades de cultura escrita protagonizadas por las clases subalternas.
No obstante, tambin es frecuente que se aluda a ellas con la expresin ms ge, Daniel Fabre: Introduction, en critures ordinaires, ed. D. Fabre, Pars: ditions P.O.L./Centre Georges
Pompidou, Bibliotheque publique d'information, 1993, p. 11. Dirigida tambin por este etnlogo es otra obra no
menos fundamental para el estudio de tales escrituras: Par crit. Ethnologie des critures quotidiennes, Pars: ditions de la Maison des sciences de l'hornme, 1997.
, Por ejemplo, las crnicas y memorias nobiliarias analizadas por Erminia Irace: Le scritture della nobilta.
Forme e pratiche della legittimazione nell'Italia cittadina dei secoli XVIe XVII,en Lesen und Schreiben in Europa,
1500-1900. Vergleichende Perspektiven. Perspectives compares. Perspettive comparate, ed. Alfred Messerli y Roger
Chartier, Basilea: Schwabe & Co AG., 2000, pp. 65-85 ; o las agendas del marqus de Vauban, Sebastin le Prestre
(1633-1707), estudiadas recientemente por Michele Vignot: Les carnets de bord d'un gran serviteur du roi: les agendas de Vauban, Revue d'histoire moderne et contemporaine, 48-4, octubre-diciembre 2001, pp. 50-76. Este artculo completa un dossier dedicado a las prcticas del escrito ordinario, del que tambin forman parte otros dos textos: Jean-Pierre Marby: Le prix des choses ordinaires, du travail et du pch: le livre de raison de Ponce MilIet,
1673-1725, pp. 7-31 (Ponce Millet era un hombre de campo, hijo de jornaleros); y Josef Smets: A la table d'un
seigneur languedocien en 1766: les comptes du cuisinier, pp. 32;49, sobre las cuentas del cocinero del marqus
Fran~ois Henry Jean Antoine de Roquefeuil (t 1766).

1. DE LA SUSCRIPCIN

A LA NECESIDAD

DE ESCRIBIR

[25]

nrica de escrituras de la gente comn o incluso escrituras del margen, considerando que esta marginalidad estara dada por varios motivos: 1) la necesidad de
dar cabida a la voz y el testimonio de muchas personas que, a menudo, se sitan
en los umbrales de la sociedad; 2) las pecualiaridades de una competencia grfica que se suele mover entre lo oral y lo escrito; y 3) la vocacin de punto de confluencia de distintos enfoques disciplinares y metodolgicos.10
De todos modos, lo ms relevante es que las escrituras populares -en plural,
para sugerir toda la diversidad de sus manifestacionesllse distinguen por la
condicin social de sus autores: escribientes antes que escritores, hombres transitivos, segn las palabras de Roland Barthes; personas para quienes la comunicacin escrita representa una actividad y no una funcin.12 Es decir, escribientes adscritos a una clase social medio-baja (barberos, campesinos, carpinteros, panaderos,
albailes, negociantes, trabajadores, serradores, mecnicos, tipgrafos, etc.) que
comparten una cierta proximidad social y una similar experiencia escolar, fuera
de ostentar una posicin subalterna respecto al poder y al control de los medios de
produccin. Gente comn, como tambin tiende a decirse para incluir a los individuos de la clase media poco o escasamente alfabetizados.13 En consecuencia, se
trata de personas que no son profesionales del escribir en ninguna de las posibilidades que ello pueda adoptar: la oficial-administrativa, la cientfico-acadmica
o la propiamente literaria, sino de gentes que se aproximan al mundo de lo escrito por otras razones estrictamente personales.
Descendiendo a la materialidad de los textos, en primer lugar cabe insistir en
la enorme variedad y riqueza que caracteriza este terreno de la escritura. Para advertido sobra con asomarse al contenido de los volmenes donde se recogen las
actas de los ocho seminarios celebrados en Italia sobre el tema;14 a las obras co10 Antonio Gibelli: Pratica della scrittura e mutamento sociale. Orientamenti e ipotesi, en Per un archivio deIIa scrittura popolare (Actas del seminario nacional de estudios, Rovereto, 2-3 octubre, 1987), Materiali di lavoro,
1-2, 1987, pp. 8-9; y, ltimamente, Storie di gente comune nell'Archivio Ligure della Scrittura Popolare, ed. Piero
Conti, Giuliana Franchini y Antonio Gibelli, Gnova: Editrice Impressioni Grafiche, 2002, en la que, amn de los
singulares estudios de caso, la contribucin de Antonio Gibelli, Introduzione. Scritture e storie di gente comune
(pp. 5-13), aborda la cuestin terminolgica y otros pormenores sobre la trayectoria cientfica del archivo.
11 Oante Priore: La scrittura popolare: una realtii plurale, en Per un archivio della scrittura popolare, o. cit.,
pp. 177-181.
12 R. Barthes: "crivains" y "crivants" [1960], en d.: Ensayos crticos [1964], Barcelona: Seix Barral, 1983,
pp. 177-185.
13 Entica Bricchetto: Oal cassetto all'archivio.
Il fondo di scrittura popolare dell'Istituto di Alessandria,
Quaderno di storia contemporanea, 14, 1993, pp. 72-73.
14 1.0 Per un archivio de/la scrittura popo/are, o. cit.; 2. L'Archivio della scrittura popo/are: natura, compiti,
strumenti di lavoro (Trento, 10-11 diciembre 1988), Movimento operaio e socialista, 1-2, 1989; 3. 1luoghi della
scrittura autobiografica popolare (Rovereto, 1-3 diciembre 1989), Materiali di lavoro, 1-2, 1990; 4. Deferenza,

[26]

1. ESCRITURA,

ESCRIBIENTES

Y ESCRITORES

lectivas dirigidas por Daniel Fabre, ya citadas; a la gua de Quinto Antonelli sobre el Archivo de la Escritura Popular de Trento, mencionada tambin; o a las pginas web y catlogos de los acervos de esta naturaleza.15 Una ojeada meramente capilar nos lleva por una tipologa textual integrada, entre otros, por: cartas
(desde el frente, de amor, de emigrantes, etc.), diarios, cancioneros populares, libros de familia, libros de memorias, cuadernos y diarios de la escuela, cuadernos
y diarios de guerra, cuadernos de viaje, album amieorum o libros de cuentas.
Entrando en su contenido, se aprecia, adems, que, lejos de cualquier imputacin
de homogeneidad, la escritura popular presenta, como la literatura burguesa,
una variedad de contenidos y de estilos, conforme al referente de cada situacin .16
Entre los muchos botones que se podran reportar al hilo de este punto est el testimonio de Giuseppe Menotti, del que el Archivio deBa Scrittura Popolare (ASP)
de Trento conserva diversas agendas (1913, 1914), varios diarios anuales (1915,
1916) y un libro zibaldone o de recuerdos (1884-1887); o el del factor ferroviario Danilo Gracci, de quien se conservan, en el ADN, un cuaderno de apuntes varios
y sulibretto sanitario de la guerra (1915-1918), ambos originales, y, fotocopiados, el diario de soldado (1915-1927) y un libro de cuentas (ea. 1919-1928).
En el plano del lenguaje empleado, este huye del artificio literario, como ha sealado Rmy Cazals al ocuparse del cuaderno de guerra del tonelero Louis Barthas.17
Por lo comn, se trata de escrituras poco pendientes de las normas que regulan la
lengua escrita y la institucin literaria, de tal modo que su principal valor no lo
debemos medir por los mismos parmetros que rigen otro tipo de textos cuanto
rivendicazione. supplica. Le lettere ai potenti, ed. Camillo Zadra y Gianluigi Fait, Paese: Pagus, 1991, o. cit. [Actas
del seminario de Rovereto, 6-8 diciembre 1990]; 5. La scrittura bambina. Interventi e ricerche sulle pratiche di
scrittura dell'infanzia e dell'adolescenza (Rovereto, 6-8 diciembre 1991), Materiali di lavoro, 2-3,1992; 6. Documenti,
testi, studi, archivi. Per un bilancio dellavoro sulla scrittura popolare in Italia (Rovereto, 7-8 diciembre 1992), cuyas actas no han llegado a publicarse; 7. Piccoli scrivani. Scritture nel tempo dell'infanzia e dell'adolescenza
(Rovereto, 9-11 diciembre 1993), en Scritture bambine. Testi infantili tra passato e presente, ed. Quinto Antonelli y
Egle Becchi, RomalBari: Laterza, 1995; y 8. Archivi autobiografici in Europa (30-31 enero 1998), en Vite di carta, ed. Quinto Antonelli y Anna Iuso, Npoles: J:Ancona, 2000.
tS Para un acercamiento al panorama europeo de los archivos de la escritura popular, me remito al dossier que
sobre el tema coordinamos Jos Ignacio Monteagudo Robledo y yo mismo en la revista Archivamos. Revistra trimestral de la Asociacin de Archiveros de Castil/a y Len, 38, 2000, pp. 5-25. Ms ampliamente, sobre los acervos
personales: Archives autobiographiques, dir. Philippe Lejeune, Cahiers de Smiotique Textuel/e (Universite de Paris
Xl, 20,1991; Anna Iuso: Les archives du moi ou la pasion autobiographique, Terrain, 28, 1997, pp. 125-138, y
.Archivi autobiografici in Europa, Archivio Trentino di Storia Contemporanea, 2,1996, pp. 121-135; el volumen
Vite di carta, o. cit.; as como Giselle Martins Venancio: Arquivos pessoais: dos vestigios da memria 11 escrita de
histria., Revista Humanas, Universidade Estadual de Londrinas (Brasil), vol. 2, nm. 1,2001. Vase tambin la
relacin que se incluye al final de la presente obra.
16 Marino Biondi, .Narrate,
o uomini, Ventesimo secolo, 1, 1991, p. 72.
17 Rmy Cazals: .Postface 11 I'clition de 1997, en Les carnets de guerre de Louis Barthas, tonnelier, 1914-1918,
ed. Rmy Cazals, Pars: La Dcouvette & Syros, 1997 [1978], p. 557.

1. DE LA SUSCRIPCIN

A LA NECESIDAD

DE ESCRIBIR

[27]

fundamentalmente, por lo que las mismas expresan.18 Evidencian una necesidad


de escribir que rompe las coordenadas diseadas para interpretar otras actividades
ms institucionales o letradas. Sus autores se mueven en una franja imprecisa entre la oralidad y la escritura, entre el alfabetismo y el semianalfabetismo, es decir,
en ese punto en el que se verifica el primer contacto con el escrito y sus complejidades, reglas, lmites y misterios; pero teniendo claro que esto no significa que debamos considerar dichos textos como una simple transposicin de lo hablado.19
Acaso uno de los documentos ms luminosos sea una carta del soldado Emanuele
Calosso, donde la sucesin casi interminable de la letra o parece representar el acto del habla (fig. 3).20
Grficamente, las escrituras populares dejan ver unos rasgos comunes que, incluso, tienden a mantenerse a lo largo de los siglos. Se trata de una competencia
grfica inexperta o inhbil, sealada por elementos tales como la ausencia de un
trazado continuo de las letras, el empleo de un mdulo normalmente grande, la
incapacidad para respetar el pautado mental y seguir una alineacin regular, el
trazo inseguro, las irregularidades en la compaginacin del texto y las letras monolticas sin distincin, aunque comparezcan al principio, en medio o al final de
palabra.21 Y junto a esas peculiaridades grficas, otras de carcter morfo-sintctico que dan a los textos una apariencia de flujo continuo, sin pausa, tpica de la
18 Frente a las posiciones de quienes, como Leo Spitzer o Adolfo Omodeo, calificaron los testimonios de la gente comn de insignificantes por lo reiterativo y elusivo de su contenido, v. Antonio Gibelli: La officina della guerra.
La Grande Guerra e le trasformazioni del mondo mentale, Turn: Bollati Boringhieri, 1991, pp. 57-60. Ntese lo
que al respecto afirm Adolfo Omodeo: nada ms insignificante que aquellas cartas: atestiguan slo el ms banal
instinto de conservacin y nada tienen que decir al historiador. Si poseysemos todos los diarios de los emboscados,
nada nos diran porque carecen de todo valor histrico, A. Omedeo: Momenti della vita di guerra. Dai diari e dalle lettere dei caduti, 1915-1918, Turn: Einaudi, 1968, p. 7.
19 Entre otros acercamientos a esta cuestin, Giorgio R. Cardona, Culturas de la oralidad y culturas de la escritura [1983], en Los lenguajes del saber [1990], Barcelona: Gedisa, 1994, pp. 217-307; Annamaria Rivera:
L'autobiografia di Amelia tra'oralitii e scrittura, tra cultura contadina e modemizzazione, en Vita di Amelia.
Un'autobiografia tra oraliti e scrittura, ed. Annamaria Rivera, con una nota linguistica de Giorgio R. Cardona,
Manduria: Lacaita, 1984, pp. 7-41; Paolo D'Achille: L'italiano dei semicolti, en Storia della lingua italiana, n.
Scritto e parlato, ed. L. Serianni y P. Trifone, Turn: Einaudi, 1994, pp. 41-79; Quinto Antonelli: La scrirtura della
voceo Canzonieri popolari fassani, Mondo ladino, XIX, 1995, pp. 335-403; Patrick Williams: L'criture entre 1'0ral et I'crit. Six sci:nes de la vie tsigane en France, en Par crit, O. cit., pp. 59-78; Andrea Bernardelli y Roberto
Pellerey: Il parlato e lo scritto, Miln: Bompiani, 1999; y Giovanni Rovere, 1 linguisti e la scrittura popolare, en
Vite di carta, O. cit., pp. 177-191.
2. Para el epistolario de este soldado, Fabio Caffarena: Le terre matte e il caro paese. Epistolario di guerra dell'alpino Emanuele ealoso (1915-1918), Finale Ligure: Comune di Finale Ligure, 2001.
21 Rita Marquilhas: A Faculdade das Letras. Leitura e escrita em Portugal no sculo XVII,
Lisboa: Imprensa
Nacional-Casa da Moeda, 2000, pp. 239-240. Sobre las escrituras inexpertas y las interacciones entre lo hablado y
lo escrito, Claire Blanche-Benveniste: Estudios lingiisticos sobre la relacin entre oralidad y escritura, Barcelona:
Gedisa, 1998. En cuanto a la persistencia de ciertos rasgos grficos, Attilio Bartoli Langeli: La scrittura dell'italiano, Bolonia: Il Mulino, 2000.

[28]

I. ESCRITURA,

ESCRIBIENTES

Y ESCRITORES

lengua hablad a; y lxico, en concreto las notables interferencias dialectales y co10quiales.22


Por otro lado, tampoco es de extraar que en las escrituras de la gente comn
se d una cierta conjuncin entre los cdigos escrito e icnico, siendo frecuente
que se incluyan dibujos de la persona que escribe. Puede verse, por ejemplo, en las
cartas del preso Marcelo, de 30 aos, a sor Gervasia, monja del Centro di Prograrnmazione Umana Carcere e Comunita, en el diario (1943-1945) del soldado fascista
Remo Zanchetta, en el diario de la primera guerra mundial del soldado de infantera Otello Ferri (fig. 4) o en buen nmero de los cancioneros de soldados trentinos (fig. 5).23Un caso claro de memoria construida mediante imgenes son los
dibujos con los que el agricultor Vincenzo Palumbo quiso describir la vida como
se viva en los tiempos pasados, utilizando tambin los recuerdos que me contaban
mis abuelos y mis padres. Trata de mostrar cmo se viva la miseria, el mundo
del trabajo, las fiestas, las reuniones familiares; en fin, todo cuanto era el acontecer diario de una pequea comunidad rural, Accadia, en el meridin de Italia. Y lo
hace con dibujos, ingenuos e infantiles, de trazo sencillo, acotados con algunos textos escritos, casi siempre breves (fig. 6).24
A menudo, igualmente, se pone de relieve la percepcin de la escritura popular como una experiencia inusual, por lo que no es extrao que los mismos sujetos que escriben la califiquen como algo impropio y limitativo, como si estuvieran invadiendo un campo no abonado para ellos. Entre otros, el campesino Luigi
Gotero lo expresa as en alguna de las 111 cartas que, entre 1915 y 1916, escribi a su mujer desde el frente: ti vorrei raccontare tante cose della mia vita stanca ma io non ti lo poso spiegar tutto quello che vorrei spiegarti ma se o fortuna
di ri tor na re ti diro qualche cosa.25
22 Sandro Bianconi: Lettura e scrittura nelle classi popolari dell'arco alpino tra Cinquecento e Settecento, en
Lesen und Schreiben, o. cit., pp. 197-198.
23 Los testimonios de Marcelo, Remo Zanchetta y Otello Ferri se conservan en el ADN. Para los cancioneros trentinos, del ASP, vase Quinto Antonelli: Storie da quattro soldi. Camonieri popolari trentini, Trento: Publiprint EditriceJMuseo
del Risorgimento e della Lona per la liberta, 1988. En cuanto a otros cancioneros populares, E. Lantelme: 1 canti de/le valli valdese. Identira e memoria di un popolo alpino, Turn: Claudiana, 1989.
24 Immagini di Accadia nei segni di Vincenzo Palumbo. Figure di vita identiche nei paesi Dauni-Irpini e simili nei siti de/la Spina Dorsale del/'Appennino Italico, Npoles: Generoso Procaccini, 2000. Las citas proceden
del propio testimonio autgrafo de Vicenzo, reproducido parcialmente en la p. [n] y transcrito en el interior de la
contra-cubierta. De este testimonio se ha ocupado Beatrice Barbalato: .Lettera per immagini ai posteri di un contadino dell'Irpinia, en Libros y documentos en la Alta Edad Media. Los libros del Derecho. Los archivos familiares,
Actas del VI Congreso Internacional de Historia de la Cultura Escrita, vol. 2, ed. Carlos Sez, Madrid: Calambur,
2002.
25 Antonio Gibelli: L'officina della guerra, o. cit., p. 53 [me gustara contarte tantas cosas de mi fatigosa vida
pero no te puedo explicar todo lo que quisiera, aunque si tengo la fortuna de volver te dir algunas cosas] .

1. DE LA SUSCRIPCIN

A LA NECESIDAD

DE ESCRIBIR

[29]

Puede verse, en fin, que en esta delimitacin del campo de las escrituras populares (o de la gente comn) he dejado expresamente fuera aquellas prcticas de
cultura escrita orientadas a su consumo por las clases subalternas, pero que no
entraan un acto efectivo de toma de la escritura. Es el terreno, algo ms estudiado, de las estrategias textuales vinculadas con la experiencia lectora de las clases populares, caso de los impresos de larga circulacin: pliegos de cordel, chap
bookso los libros de la bibliotheque bleu. Todos ellos representan distintas materialidades de lo que Rosa M.a Blanco y Carmen Rubalcaba han llamado la escritura recibida,26 es decir, los productos encaminados a una determinada apropiacin entre las clases populares. No dudo que tambin deberan ser contemplados
si se tratara de dilucidar las relaciones con el mundo de lo escrito; pero no cuando lo que se persigue es asentar la genealoga, evolucin y formas que han regido
la adquisicin y uso de la escritura por dichas clases sociales; esto es, sus propias
actividades escritas, preferentemente autgrafas, pero sin desmerecer otras situaciones de escritura vicaria o delegada.27

2. UNA MIRADA DIACRNICA

Obviamente, para que pueda darse esa toma popular de la escritura se requieren
unas determinadas condiciones que la hagan factible. Significa esto que la histrica desigualdad respecto a la difusin social de la capacidad de escribir y de leer
determina la posibilidad o no de esa apropiacin efectiva. Sin entrar ahora en los
pormenores concretos de la historia de la alfabetizacin,28 es evidente que la mayor o menor amplitud y riqueza de las prcticas populares de la escritura est directamente relacionada con la extensin del alfabetismo en cada etapa y con la importancia asignada a la tecnologa escrita en cada momento. Por todo ello, la
conquista popular del alfabeto entraa un ejercicio de subversin, en la medida
26 Rosa M.' Blanco Martnez y Carmen Rubalcaba Prez: "Sueo de una sombra": Escritura y clases populares en Santander en el siglo XIX,en Cultura escrita y clases subalternas: una mirada espaola, ed. Antonio Castillo
Gmez, Oiartzun, Sendoa, 2001, pp. 128-131.
21 Sin embargo, como puede verse ms adelante, dicha ptica s ha sido tenida en cuenta por algunos de los autores que colaboran en este volumen, en concreto Marina Roggero, La escritura de los grupos populares en la Italia
del Antiguo Rgimen, y Francisco de Luis Martn, Alfabetizacin y prcticas de la escritura en los obreros socialistas (1879-1936)>>.
28 Harvey J. Graff: The legacies of Literacy. Continuities and Contradictions in Western Culutre and Society,
BloomingtonlIndianpolis: Indiana University Press, 1987; y, del mismo, The Labyrinths of Literacy. Reflections on
Literacy. Past and Present, Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 19952

[30]

I. ESCRITURA,

ESCRIBIENTES

Y ESCRITORES

en que representa la ruptura del pacto social en sus efectos sobre la alfabetizacin y el uso de la competencia grfica. Augusta Molinari ha insistido precisamente en el hecho de la transgresin al estudiar las lettere ai potenti de los trabajadores de la empresa genovesa Ansaldo.Las cartas de los obreros a los sucesivos
patronos ponen al descubierto una alteracin de las relaciones establecidas en el
microcosmo s industrial, al menos en dos puntos: 1) la apropiacin obrera de un
instrumento de comunicacin por 10 comn ajeno a dicho ambiente social; y 2)
el recurso a una prctica de escritura, la epistolar, que, de algn modo y contando con la distincin expresada por las frmulas de tratamiento, coloca en un mismo plano al emisor y al destinatario.29
Si obviamos los graffiti, donde la huella escrita de las clases populares se
puede rastrear incluso en determinados testimonios de la Antigiiedad clsica,
el comienzo de las escrituras personales de las clases subalternas est asociado
a los cambios socioculturales que se fueron dando en Europa a partir del siglo XII,
destacando, por su mayor proyeccin social, la consolidacin escrita de las lenguas vernculas y la consiguiente alfabetizacin en vulgar. Excepcin hecha de
ciertos ambientes sociales ligados a la tradicin latina, caso, sobre todo, de los
litterati (eclesisticos, universitarios y humanistas), los principales destinatarios y usuarios de la escuelas urbanas de primeras letras fueron los comerciantes y artesanos, quienes, por otra parte, demandaron una alfabetizacin eminentemente prctica. De ah que estos primeros momentos sean tambin los de
una produccin escrita cuya principal manifestacin corresponde a los libros
de cuentas, libros de razn, libros de memoria o libri di famiglia, es decir, cuadernos, en todos los casos, escritos en las distintas lenguas vernculas, algunos por
sus titulares y otros por diversas manos, cuyo fundamento es la memoria econmica, completada, a ratos, con breves apuntes de ndole ms ntimo y familiar.30

En consecuencia, durante los ltimos siglos de la Edad Media la escritura


empez a ocupar unos lugares y espacios que hasta entonces haban permane29 Augusta Molinari: Le lettere al padrone. Lavoro e culture operaie al/'Ansaldo nel primo Novecento, Miln:
FrancoAngeli, 2000, y, ms resumido, Le lettere al "padrone". Prattica della scrittura e culture operaie a Genova
nel primo Novecento, en La correspondencia en la historia. Modelos y prcticas de la escritura epistolar, Actas del
VI Congreso Internacional de Historia de la Cultura Escrita, vol. 1, ed. Carlos Sez y Antonio Castillo Gmez,
Madrid: Calambur, 2002.
30 Para una sntesis de estos puntos y la bibliografa que la desarrolla, me remito a mi trabajo Entre la necesidad y el placer. La formacin de una nueva sociedad del escrito (s. XII'XV)>>, en Historia de la cultura escrita: Del
Prximo Oriente Antiguo a la sociedad informatizada, coord. Antonio Castillo Gmez, Gijn: Trea, 2002, pp. 179270, especialmente pp. 198-203.

1. DE LA SUSCRIPCIN

A LA NECESIDAD

DE ESCRIBIR

[31]

cido casi ajenos a su huella. Es cierto que an eran muchas, como lo fueron en
la Edad Moderna, las situaciones en las que no se requera otra intervencin
que la suscripcin, autgrafa o delegada, al pie de un escrito, fuera este de tipo
notarial o fruto de una razn administrativa cada vez ms burocratizada; pero
a la par se fue ampliando la base social usuaria de la comunicacin escrita, y
esta comenz a ser empleada por un nmero creciente de personas de condicin
popular: artesanos, mercaderes, campesinos y, ms adelante, desde el siglo XVIII,
obreros.31
Contando con dichos antecedentes, la autntica toma popular de la escritura
es, sin duda, un signo especfico de la poca Contempornea y se relaciona, en
particular, con el desarrollo de la escuela pblica y la alfabetizacin de masas.32
A esto se suman una serie de circunstancias de innegable repercusin en la masificacin del escribir, a saber: 1) los avances en las comunicaciones y, en concreto, la creacin de los respectivos sistemas nacionales de correos, sin los cuales
no se podra explicar el vertiginoso incremento de la correspondencia escrita desde mediados del siglo XIX;332) determinadas novedades en los mtodos de enseanza que dieron mayor relevancia a la produccin de textos como forma de aprendizaje, caso de la redaccin de cartas en las ltimas dcadas de dicha centuria;34
y 3) las necesidades de comunicacin escrita suscitadas por los masivos movimientos de gentes que se dieron en los siglos XIXy XX,bien fuera por la emigra-

31 Sobre los avatares de la escritura y el escritor popular entre el otoo del Medievo y los comienzos de la poca Contempornea, vanse en esta obra las colaboraciones de M.' Luz Mandingorra Llavata, La configuracin de
la identidad privada: diarios y libros de memorias en la Baja Edad Media; James S. Amelang, Clases populares y
escritura en la Europa Moderna; y Marina Roggero, La escritura de los grupos populares en la Italia del Antiguo
Rgimen.
32 David Vincent: TheRise of Mass Lliteracy. Reading and Writing in Modern Europe, Cambridge: Polity Press,
2000.
33 Recurdese, por ejemplo, que en 1847 los servicios postales franceses distribuyeron
un total de 126 480 000
cartas y otros 40 000 000 de cartas y paquetes franqueados; en tanto que en 1868 el correo postal espaol llev a
sus destinatarios unas 70 861 705 cartas privadas. Vase respectivamente, Ccile Dauphin, Pierrette Lebrun-Pezerat,
Daniele Poublan y Michel Demonet: Venquete postal de 1847, en La corresponcmce. Les usages de la lettre au
XIX' siecle, dir. Roger Chartier, Pars: Fayard, 1991, p. 35; y Angel Bahamonde Magro: El sistema postal en la
Espaa contempornea, 1833-1936, en Las comunicaciones en la construccin del estado contemporneo en Espaa.
El correo, el telgrafo y el telfono, dir. Angel Bahamonde Magro, Madrid: Ministerio de Obras Pblicas, Transportes
y Medio Ambiente, 1993, p. 82. Con carcter general sobre la relacin entre el avance de las comunicaciones y la
cultura escrita, vase Antonio Viao Frago: Del peridico a Internet. Leer y escribir en los siglos XIX y XX, en
Historia de la cultura escrita: Del Prximo Oriente Antiguo a la sociedad informatizada, coord. Antonio Castillo
Gmez, Gijn, Trea, 2002, pp. 320-324.
34 Jean Hbrard: La lettre reprsente. Les pratiques pistolaires populaires dans les rcits de vie ouvriers et
paysans, en La correspondance, o. cit., pp. 279-365 ; Ccile Dauphin: Prete-moi ta plume ... Les manuels pistolaires au XIxe siecle, Pars: ditions Kim, 2000; y Luisa Tasca: La corrispondenza "per tutti". I manuali epistolari italiani tra atto e Novecento, Passato e presente, xx, 55, 2002, pp. 139-158.

[32]

I.ESCRnuRA,
ESCRIBIENTES
y ESCRITORES

cin, el exilio o la guerra.35 En efecto, en circunstancias as era talla sensacin de


soledad y desarraigo, talla tristeza y la desesperacin, que no pocas personas buscaron su consuelo en la escritura, supieran o no escribir:
Leggevo pOCOma scrivevo tanto perche ero in un reggimento che erano quasi tutti
analfabeti ... scrivevo in genere per quaranta persone perche eravamo sesanta ma tutti
analfabeti.36

Quien protagoniza este recuerdo, sacado de una entrevista oral, es Giovanni


Pistone, un campesino de Roccaverano, al evocar su paso por el frente en la primera guerra mundial. All, segn cuenta, ejerci de escribano para muchos de sus
compaeros, que de ese modo pudieron mantener correspondencia con sus madres y novias; pero tambin ense el alfabeto a uno de ellos. Se trata, a la postre, de un caso que expresa en toda su esencia la extensa nmina de los epistolarios y memorias de los soldados que intervinieron en la Gran Guerra,37 y no solo.
No voy a detenerme ahora en el anlisis pormenorizado de dichas prcticas de escritura, pues constituye el tema de las colaboraciones de Antonio Gibelli y Martyn
Lyons; pero s quiero apuntar, como demostracin del valor reconocido a las cartas en el transcurso de las guerras (fig. 7) -forjas de escritura, segn las llam
Camillo Zadra, o frente de palabras, al decir de Fabio Caffarena-,38 la organizacin de servicios postales especficos, la publicacin de manuales epistolares

35 Vase, ms adelante, Antonio Gibelli: Emigrantes y soldados. La escritura como prctica de masas entre los
siglos XIX y xx; y, en concreto, para el caso de los emigrantes, Miguel ngel Vargas: Comunicacin epistolar entre trabajadores migrantes y sus familias. As mismo: Emilio Franzina: Autobiografas y diarios de la emigracin.
Experiencia y memoria en los escritos auto biogrficos de emigrantes e inmigrados en Amrica entre los siglos XIX y
xx, Historia Social, 14, 1992, pp. 121-142; d.: Merica! Merica! Emigrazione e colonizzazione nelle lettere dei contadini veneti e friuliani in America Latina, 1876-1902, Verona: Cierre Edizioni, 1994; Antonio Gibelli y Fabio
Caffarena: Le lettere degli emigranti, en Storia del/'emigrazione italiana, ed. Piero Bevilacqua, Andreina De Clementi
y Emilio Franzina, Roma: Donzelli, 2001, pp. 563-574; YDe Amrica para a casa: correspondencia familiar de emigrantes galegos no Brasil, Venezuela e Uruguai (1916-1969), ed. crtica e introduccin de Ral Soutelo Vzquez,
Santiago de Compostela: Conselho da Cultura Galega, 2001.
3. [Lea poco pero escriba mucho porque estaba en un regimiento donde casi todos eran analfabetos ... escriba, por trmino medio, para cuarenta personas porque estbamos sesenta pero todos analfabetos], Gino Bogliolo:
Scrittura popolare della Grande Guerra: la memoria inedita di Giovanni Pistone, tesina de licenciatura, Universita
degli Studi di Genova, ao acadmico 1988-1989, p. 18.
37 A las pginas que Martyn Lyons dedica en este volumen a los epistolarios de guerra franceses, podran aadirse las obras, entre otras, que integran la coleccin Le mmoire de 14-18 en Languedoc, dirigida por Rmy Cazals,
publicada por la Fdration Audoise des Oeuvres Laiques.
38 Respectivamente, Camillo Zadra: Quademi di guerra. Diari e memorie autobiografiche di soldati trentini
nella Grande Guerra, Materiali di lavoro, 1-2-3, 1985, p. 210; YFabio Caffarena: Il fronte delle parole. Scritture
della Grande Guerra, en Storie di gente comune, o. cit., pp. 81-111.

1. DE LA SUSCRIPCIN

A LA NECESIDAD

[33]

DE ESCRIBIR

centrados en las cartas a los soldados, o la figura de las madrinas de guerra-,39


con el cometido, entre otros, de escribirles para insuflarles patriotismo y mantenerles la moral en alto. En particular, la segunda guerra mundial, por su carcter
de guerra total, desencaden una autntica multiplicacin de la correspondencia
privada, a la que se incorpor la pequea y media burguesa, las mujeres y los nios, mientras que en la primera fue ms notable el papel de los campesinos.40

3. DE LA SUSCRIPCIN

A LA ESCRITURA

NECESARIA

El devenir de las prcticas populares de la escritura se acompasa al ritmo seguido por esta en cuanto instrumento de comunicacin y al paso llevado por la
conquista social de la alfabetizacin. Observamos as cmo la extensin, la frecuencia y la diversidad de sus usos est conectada a la funcin desempeada por
la escritura en cada sociedad y a la difusin conseguida. Es por eso que Armando
Petrucci sintetiz dicho cuadro como la evolucin desde el pueblo que suscribe
al pueblo que escribe;41 tratando as de significar y representar de forma simblica el paso, desde una alfabetizacin limitada y oligofuncional de los semialfabetizados del medievo, a aquella ms compleja y significativa de los escribientes y lectores de masa, acaecido en Europa en el curso de la edad moderna.42
Los primeros frutos de esa apropiacin limitada de la escritura parten de una requisitoria legal derivada de las tranformaciones experimentadas por el estado, el
mercado o la vida en sociedad, y la incidencia en ellas de la escritura. Sus manifiestaciones pueden verse en una gama extensa de prcticas, aunque, con frecuencia, no
son ms que ejercicios puntuales donde tan solo cabe apreciar la distinta competencia grfica de los individuos que las firman o redactan, caso de algunos textos
que podemos calificar de autgrafos menores. Me refiero, entre otros, a los recibos
emitidos para dejar constancia de cierta transaccin laboral o econmica; a las peticiones y memoriales presentados ante diversas instancias administrativas, judiciales o de cualquier otro signo; a los documentos validados por la intervencin del no-

3' Augusta Molinari: La buona signora e poveri soldati. Lettere a una madrina di guerra (1915-1918), Turn:
Scriptorium, 1998.
'" Antonio Gibelli: "Lettere dalla guerra, Storia e memoria, 2, 2,1993, pp. 11-12.
4! Armando Petrucci: "Para una historia cualitativa del alfabetismo [1989], en su libro Alfabetismo, escritura,
sociedad, Barcelona: Gedisa, 1999, p. 46.
42 Armando Petrucci: "Escrituras marginales y escribientes subalternos [1998], Signo. Revista de Historia de
la Cultura Escrita, 7, 2000, p. 74.

[34]

I. ESCRITURA,

ESCRIBIENTES

Y ESCRITORES

tario; y a los varios formularios generados por la implantacin de la razn burocrtica, en creciente ascenso desde los aos finales de la Edad Media hasta nuestros
das.43 En todas esas situaciones de escritura, el individuo comparece, por l mismo
o a travs de un intermediario, para firmar, completar los espacios dejados en blanco o para redactar algunas lneas; pero las mismas, realmente, no comportan un
ejercicio voluntario de la capacidad de escribir como tampoco una reivindicacin
autntica de la palabra escrita. Se sitan, ms bien, en el mbito de lo que Bartoli
Langeli ha llamado el escribir funcional, que viene a ser la modalidad dominante
dentro del alfabetismo pobre. Sostiene, sobre el particular, que los semicultos disponen de un limitado espacio de autonoma por cuanto aprenden 10 que les ensea
la escuela, leen 10 que el mercado les pone a disposicin y escriben 10 mnimo indispensable.44 Sirven, no obstante, para entender y valorar la dimensin sociolgica de la mentalidad alfabtica y la pluralidad de momentos regulados por la escritura; o para plantear algunas aproximaciones a los niveles de cultura grfica.
Ms all de esas muestras de una apropiacin restringida y episdica, la adquisicin de una plena competencia escrita y el desarrollo de una efectiva necesidad de escribir entre las clases subalternas, cuyo rastro puede seguirse desde los siglos finales del Medievo hasta el tiempo presente, gener una serie de textos
sensiblemente ms ricos. Este es el terreno donde se desenvuelven las llamadas escrituras populares, y, en particular, las personales, es decir, aquellas que emanan
del deseo de articular la memoria de uno mismo (o de la familia), de estrechar el
vnculo con la comunidad de pertenencia o de ir configurando la propia identidad,
cuyo mejor prototipo se halla en el diario ntimo Y En opinin de Bartoli Langeli,
es justamente esta scrittura libera, ajena al carcter meramente instrumental, la que
seala el advenimiento de la escritura popular, representado, en particular, por la
produccin auto biogrfica, incluso ms que la correspondencia, que, segn l, conserva algo de funcional.46 Dichos escritos responderan, entonces, a la voluntad l43 Vase al respecto, en este volumen, Rita Marquilhas: Alfabetizados o funcionarios? Vestigios de la tradicin burocrtica en los actuales niveles de Iiterada" .

Attilio Bartoli Langeli: Un esempio di "scrittura libera", Ventesimo secolo, 1, 1991, p. 68.
A propsito de estos puntos, vanse, entre otros: Augusta Molinari: L'emigrazione ligure: fonti autobiografiche/memorie dell'identita., Cahiers de la Mediterrane, 58, 1999, pp. 7-17; Daniel Fabre: Vivere, scrivere, archiviare, en Vite di carta, o. cit., pp. 261-284; Y M.a Luz Mandingorra L1avata: Conservar las escrituras privadas, configurar las identidades, Valencia: Universitat de Valencia, Seminari Internacional d'Estudis sobre la Cultura Escrita,
2000 (Arch, 7). En lo tocante al diario ntimo, Philippe Lejeune: La pratique du journal personnel. Enqute, en
Cahiers de Smitioque Textue/le, Universite Pars X-Nanterre, 17, 1990; d.: Cher cahier... Temoignages sur le ;ournal personnel, Pars: Gallimard, 1989; Manuel Alberca: La escritura invisible. Testimonios sobre el diario ntimo,
Oiartzun: Sendoa, 2000, y, del mismo, en este volumen: Tres calas en los diarios de las adolescentes.
46 Attilio Bartoli Langeli: .Un esempio di "scrittura libera", arto cit., pp. 68-69.
45

1. DE LA SUSCRIPCIN

A LA NECESIDAD

DE ESCRIBIR

[35]

tima de sellar el pacto autobiogrfico, del que habl Philippe Lejeune, y a una
cierta necesidad de redimirse a travs de la pluma y del pape1.47 Sealan un acto de
escritura y la voluntad de inscribirlo en el registro social con el fin de combatir los
silencios del olvido, segn vemos expresado en el prrafo que sigue, tomado de las
memorias del militante socialista Comunardo Tobia, presentadas a una convocatoria de memorialismo obrero organizada en 1983 por el diario italiano I.:unita:
Molte sono le descrizioni dell'epoca da me lette in varie riviste e giornali, ma nessuna forse e stata scritta da coloro che materialmente vissero tali giorni e quindi nessuna
capace di dare l'esatta spiegazione e il giusto sentimento allettore. Non e questa una critica per i vari scrittori, ma soltanto per precisare che la penna non pu scrivere con matematica esattezza ci che non e stato vissuto dall'uomo medesimo.48

Nada mejor que escribir para suturar las heridas dejadas por momentos de sufrimiento tan intenso como pueden serlo una guerra, la distancia fsica o una experiencia carcelaria. Pinsese, por ejemplo, en lo que para el soldado Giuseppe
Morettini supuso su marcha a Etiopa en 1936 y el consiguiente alejamiento de la
familia, de la novia y de su entorno habitual:
La mia persona divenne tutta diversa. Cambiai di carattere. La mia mente impazziva, non vedevo piu chi mi era davanti, perche le lacrime mi scorrevano dagli occhi.
Non avevo ancora 24 anni. La mia gioventu si era trasformata in un dolore infinitO.49

Arrancan, por lo tanto, de una necesidad ms personal e ntima, y a menudo


estn ligadas a vivencias dolorosas y a las zozobras interiores de la persona, lo que
no significa que dichas escrituras sirvan solo para superar las distancias y para dar
seales de vida. Van mucho ms all y, de facto, como sucede con los epistolarios
.7 Respectivamente, Philippe Lejeune: El pacto autobiogrfico y otros estudios, Madrid: Megazul-Endymion,
1994; y Quinto Antonelli: "lo o comperato questo libro ... ". Lingua estile nei testi autobiografici popolari, en
Pagine di scuola, di famiglia, di memorie. Per un'indagine sul multilinguismo nel Trentino austriaco, Trento: Museo
Storico in Trento, 1996, pp. 209-210 .
, [Muchas son las descripciones de la poca que he ledo en diferentes revistas y peridicos, pero seguramente ninguna ha sido escrita por quienes realmente vivieron esos das y, por lo tanto, ninguna es capaz de transmitir la
exacta explicacin y el justo sentimiento al lector. No se trata de una crtica a los distintos escritores, tan slo de una
precisin para decir que la pluma no puede escribir con matemtica exactitud de cuanto no ha sido vivido por el
hombre mismo 1, Comunardo Tobia: Arbusowka: la valle della morte, en T. Secci y C. Tobia: Scritture di guerra
e contro la guerra, Foligno, Editoriale Umbra, lstituto per la Storia dell'Umbria Contemporanea, 1997 .
[Me convert en otra persona. Cambi de carcter. Mi mente eloqueci, no vea quin tena delante, porque
las lgrimas me caan de los ojos. An no tena 24 aos. Mi juventud se haba transformado en algo infinitamente
doloroso 1, ADN/MP, Giuseppe Morettini: Memorie di vita, pp. 31-32.

[36]

1. ESCRITURA,

ESCRIBIENTES

Y ESCRITORES

de guerra, responden a motivaciones ms hondas, que implican la defensa de la


.. identidad, el refugio frente a un ambiente hostil o la bsqueda de una evasin. 50
Los escritos de la gente comn no deben considerarse como menudencias grficas o simples reflejos de un alfabetismo ms difuso, sino en cuanto autnticos productos de cultura escrita. Es cierto, segn se ha dicho, que sus autores no son escritores ni escribientes de oficio, pero sus testimonios dan fe tanto de la prctica de una
escritura necesaria, sobre todo en algunas circunstancias (<<Mieicarissimi, non sarebbero questi i giorni adatti per dedicarsi alla scrittura, ma siccome non voglio farvi stare in cattivo pensiero, sacrifico l'unico momento di tempo che ho di liberta e
rispondo inmediatamente alla vostra sempre gradita e lunga lettera in data 13 );51
como de una explcita voluntad de producir memoria. Lo vemos, a ttulo de muestra, en el fragmento que sigue, extrado de la autobiografa del artesano Giovanni
Cavallar, cuyo ncipit reza: Proviamo a rimemorare [Probamos a recordar]:
Benche godo poca capacita di scrivere (perche quando era scolara il maestro mi destinava sempre a oqupare il banco delli orecchiutti) pure vorrei provare a mettere assieme in qualche episodio stranno e antico che sucederano nel mio paese; arrivati fino
a noi per tradizione, ma che causa il modernismo rischiano di cadere nel'obblio come
i pecati del Medioevo.52

Es obvio que los textos producidos por las clases subalternas no siempre representan una actividad tan meditada. A menudo, la razn de escribir se circunscribe al hecho de consignar ciertos apuntes para que no caigan en el olvido. Es el
caso, por ejemplo, de los libros de familia, como el algo tardo del entallador
Rinaldo Cosmi (1775-1836), cuyo contenido comprende una serie de registros y
anotaciones, ordenadas alfabticamente y datadas entre 1822 y 1844, que conciernen al trabajo, a la familia y a otros sucesos del lugar. 53 Segn se ha sealado
50 Antonio Gibelli: Dal "grigio" al "rosso"? Appunti su corrispondenza privata e storia degli italiani in tempo di guerra, Storia e memoria, 6, 1, 1997, p. 20l.
51 [Queridos mos, aunque estos das no son los ms oportunos para escribir, como no quiero haceros pensar
mal, sacrifico el nico momento de tiempo libre que tengo y respondo inmediatamente a vuestra carta, siempre grata y extensa, del da 13 l, Epistolario de Achille Salvatore Fontana, carta de 22 de octubre de 1918, ADN, F199.
52 [A pesar de que tengo poca capacidad para escribir (porque cuando era escolar el maestro me mandaba siempre al banco de los burros), sin embargo quisiera reunir algunos episodios raros y antiguos ocurridos en mi pueblo;
llegados hasta nosotros por tradicin, pero que a causa de la modernidad corren el riesgo de caer en el ovido como
los pecados del Medievo l, ASP.
53 Marilisa Cucculelli: La memoria e l'alfabeto. Il .libro di ricordi di Rinaldo Cosmi (Ascoli Piceno, 18221844), Turn: Scriptorium, 1996. De ciertos ejemplares espaoles de libros de cuentas del siglo XIX en los que tambin comparecen algunas breves anotaciones de ndole personal o familar, me he ocupado en: Tras la huella escrita de la gente comn, en Cultura escrita y clases subalternas: una mirada espaola, ed. Antonio Castillo Gmez,
Oiartzun, Sendoa, 2001, pp. 9-34.

1. DE LA SUSCRIPCIN

A LA NECESIDAD

DE ESCRIBIR

[37]

en distintos estudios, la modalidad que representan estos textos, a menudo llamados tambin de memorias o de recuerdos, tiene su rasgo ms sobresaliente en
una textualidad hbrida, compuesta, en proporcin distinta, por los registros de
cuentas, los datos de la vida personal y familiar, y los apuntes alusivos a los acontecimientos conocidos o vividos, mayormente en los de la Edad Moderna.
Algo que destaca al analizados es la dificultad que conlleva vinculados a una
tipologa cerrada, mxime cuando puede tratarse del nico testimonio escrito de
la persona, sobre todo en los siglos previos al XIX; pero esto no obsta para que se
intente perfilar la distincin que puede haber entre unas y otras escrituras, y lo
que al respecto aportan las denominaciones empleadas para referirse a ellas
(agendas, diarios, libros de razn, cuadernos, etc.).54 Ni que decir tiene que el
nombre dado a cada prctica de escritura sugiere toda la pluralidad de comportamientos que las mismas documentan. En el campo de las ordinarias, las personales y auto biogrficas representan verdaderos actos de memoria, desencadenados, en general, por la intensidad de las experiencias vividas y por la voluntad de
no arrojadas al silencio: es el caso de los epistolarios y diarios escritos desde y en
el frente, en una crcel, durante el exilio o desde la emigracin.
Entonces, el hecho de escribir contiene mucho de conjura contra el olvido, as
como una elevada dosis teraputica: escribir, en fin, para no morir y para vivir.55
De esta forma, cuando, en una carta de 1917, el soldado Achille Salvatore Fontana
escribe a su padre y hermana, desde el frente, lo hace siendo consciente de la tragedia que est viviendo y de su participacin en ella: Mi metto a scrivervi, mentre di fronte a me si sta svolgendo il vero e commovente dramma del "Teatro della Guerra" .56Igualmente, la angustia provocada por la separacin forzosa y la
crueldad del conflicto fueron dos mviles fundamentales en muchas de las 198
cartas que el soldado bresciano Francesco Ferrari escribi a sus padres y familiares entre el 23 de mayo de 1915 y el9 de agosto de 1916, al ritmo medio de una
por da.57No menos intensa y continuada fue la prctica epistolar de otro solda54 Sobre esto, Jean Hbrard: Tenir un joumal. L'criture personnelle et ses supports, Rcits de vie et mdias,
Nanterre: Universit Paris X, 1999, pp. 9-50.
55 Sobre la funcin teraputica de las escrituras autobiogrficas, vase Duccio Demetrio: Escribirse: la autobiografa como curacin de uno mismo [1996], Barcelona: Paids, 1999. As mismo, otros estudios han puesto de relieve las posibles aplicaciones formativas de tales escritos, ya sea en el trabajo con drogadictos o con las personas
mayores. Vase Rosanna Cima, Lorenzo Moreni y Maria Grazia Soldati: Dentro le storie. Educacione e cura con le
storie di vita, Miln: FrancoAngeli, 2000.
56 [Me pongo a escribir mientras que ante mi se est dearrollando el verdadero y conmovedor drama del "Teatro
de la Guerra"], Epistolario de Achille Salvatore Fontana (1915-1919), ADN, E/99, carta del 21 de agosto de 1917.
" Federico Croci: Scrivere per non morire. LeUere dalla Grande Guerra del soldato bresciano Francesco Ferrari,
Gnova: Marietti, 1992.

[38]

I. ESCRfI1JRA,

ESCRIBIENTES

y ESCRITORES

do de la Gran Guerra, el tren tino Guerrino Botteri, quien, amn de un diario, lleg a intercambiarse con su mujer la friolera de 1371 cartas entre 1914 y 1920.58
En la medida en que dichas escrituras estn ligadas y desencadenadas por experiencias de fuerte impacto, es muy comn que las mismas transiten entre el recuerdo y el olvido, la verdad oficial y la verdad personal. A ttulo de muestra,
en el cuaderno de guerra de Giuseppe Passerini, escrito entre 1915 y 1919 mientras estuvo prisionero en Rusia, apenas s se entra en las pginas ms turbias de la
contienda, como si quisiera eludir el relato de las miserias y estragos que tiene ante s.59 Testimonia, a la postre, un comportamiento nada excepcional, ms bien harto habitual. Las escrituras de guerra, y dentro de ellas las cartas, explicitan una
constante tensin entre la necesidad de contar y el deseo o no de remover.60
La escritura introduce, de hecho, una posibilidad de comunicacin y de memoria fuera del grupo, fuera de la tradicin y fuera del boca a boca de las sociedades
de cultura esencialmente oral. Desde el momento mismo en que lo vivido se consolida en un determinado texto, es legtimo pensar que el individuo acta llevado
por una cierta intencin de crear memoria, primero en el entorno familiar y luego
en el mbito ms amplio de la comunidad de pertenencia. Cuando Giuseppe Morettini,
de origen campesino, escribe su vida a los 77 aos, firmada con su nombre y el de
su mujer, lo hace pensando en sus nietos, a quienes se dirige con estas palabras:
Termino ne dire che rimanga a lungo nelle vostre memorie il nome dei vostri nonni di Morettini Giuseppe e Bellafante Annunziata.61 Quinto Antonelli ha sealado el mismo propsito respecto a los cancioneros trentinos, y otro tanto puede apreciarse en las siguientes palabras del diario de guerra del peletero Renzo Re:
Prego in caso di morte o fallimento grave, di spedire il mio portafogli, carte o oggeti personali intimo al seguente indirizzo.62

Por otro lado, es innegable que buena parte de este ramillete de testimonios no
se puede entender sin la presencia de un interlocutor, ms o menos explcito, ms
" Rosalba Dondeynaz: Selma e Guerrino. Un episfolario amoroso (1914-1920), Gnova: Marietti, 1992.
" Diego Leoni: I1diario di Giuseppe Passerini (1915-1919)>>, Materiali di lavoro, 1-2, 1986, pp. 135-173.
60 Antonio Gibelli: L'officina della guerra, o. cit., p. 51.
61 [Termino por decir que los nombres de Giuseppe Morettini y Annunziata Bellafante permanezcan en vuestras memorias durante mucho tiempo l, ADN/MP, Giuseppe Morettini: Memorie di vita, p. 81.
62 [Ruego en caso de muerte o de accidente grave de expedir mi cartera, cartas u objetos personales ntimos a
la siguiente direccin l, ADN, DG/96. Igualmente Antonio Mele y su mujer escriben, segn refieren varias veces,
para que el hijo tenga recuerdo de ellos y de sus vivencias. Vase Ci trovammo bene nel futuro. Storia di una vita di
un contadino: Antonio Mele, ed. Maria Miniacci, Lecce: Argo, 1997.

1. DE LA SUSCRIPCIN

A LA NECESIDAD

[39]

DE ESCRIBIR

o menos buscado. Puede, en efecto, que dicha bsqueda

sea menor en el caso del

diario, en tanto que parece ms evidente en la correspondencia

y en las memorias.

A este propsito resultan meridiana mente claras las apelaciones al lector contenidas en las memorias de Comunardo Tobia: La cronaca renda nell'animo del
lettore odio piu pro fondo verso la guerra e verso coloro che l'hanno

scatenata,

questo per lo me no e intento di chi scrive; 63o en las de Giuseppe Morettini:

voi che leggerete queste parole no vi spiego in che condizione

mi venni a trova-

re;64 por no mencionar

dirigida a los res-

ponsables

las que se vierten en la correspondencia

del Archivio Diaristico

Nazionale.65

De todos modos, aunque una historia que rastree los usos populares
critura ha de sacar a flote los testimonios
grafa de los escribientes

inexpertos,

que documentan

de la es-

la produccin

no es menos cierto que tambin

aut-

puede con-

templar aquellas otras situaciones en las que los miembros de las clases subalternas
se han visto atrapados

en la telaraa

hacia atrs, 'procede recordar


que suscribieron

de la escritura,

que sin el concurso

la conocieran

o no. Mirando

de los variopintos

escribientes

sus dbitos y cobros no hubieran sido posibles ni el libro de cuen-

tas de los campesinos

Meo de Massarizia

llejeros de un sastre toledano

del siglo

XVII,

y su hijo Benedett066 ni los versos caque, sin saber leer ni escribir, iba ha-

ciendo coplas hasta por la calle, pidiendo a boticarios, y a otros donde haba tintero
y pluma, se las notasen en papelitos.67 Obviando

la referencia

concreta,

ejemplos indican la persistencia

la delegacin

de escritura,

de un fenmeno,

ambos
del

que, en tiempos ms cercanos, tenemos muestra en una carta de Giuseppe Jeantet


a su padre, escrita en francs el 26 de julio de 1896, estando prisionero

del empe-

rador Menelik 11: je vous ait ecrit cette lettre par le moien de le pere capussien;68

63 [I.a crnica produzca en el nimo del lector el odio ms profundo hacia la guerra y hacia quienes la han desencadenado, este por lo menos es el deseo de quien escribe 1, Comunardo Tobia: -Arbusowka: la valle della morte)), o. cit., p. 17.
64 [-A vosotros que leeris estas palabras no os explico en que condiciones me encontr 1, ADN/MP,
Giuseppe
Morettini: Memorie di vita.
65 Saverio Tutino y Maria Pia Valoti: -Lettere all'Archivio di Pieve Santo Stefano, en De(erenza, rivendicazione, supplic, o. cit., pp. 267-279.
66 Duccio Balestracci: La zappa e la retorica. Memorie familiari di un contadino toscano del Quattrocento,
Florencia: Salimbeni, 1984.
67 Cristbal Surez de Figueroa: El pasaiero (1617), ed. M.' Isabel Lpez Bascuana, Barcelona: PPU, 1988,1,
p.219.
68 [-os he escrito esta carta por medio del padre capuchino 1, ADN, E/85, p. 10. Otras muestras de la escritura vinculada a la emigracin colonial italiana en frica las podemos ver en las obras de Sergio Luzzatto: La strada per Addis Abeba. Lettere di un camionista dall'Impero (1935-1941), Turn: ParavialScriptorium, 2000; y Nicola
Labanca: Posti al sole. Diari e memorie di vita e di /avoro dalle colonie d'Africa, Rovereto: Museo Storico Italiano
della Guerra, 2001.

[40]

I. ESCRITURA,

ESCRIBIENTES

Y ESCRITORES

o en los Recuerdos de un galerino (1999), de Bonifacio Sola Garca, en concreto


cuando el autor evoca sus aos de la escuela y el uso dado a lo aprendido en ella:
CUANDO YA ME DESENVOLVIA BIEN, ESCRIBIA TODAS LAS CARTAS EN MI CASA. A NINGUNO DE MIS HERMANOS LES GUSTABA.
MI VECINA, LA BELMlRA, QUE NO SABIAESCRIBIR, YO LE ESCRIBIA LAS CARTAS DEL NOVIO,
QUE ESTABAHACIENDO LA MILI EN CEUTA, Y CUANDO LE LElA LAS DEL NOVIO, ME HACIA QUE
SE LES REPITIERA DOS O TRES VECES.69

As mismo, la continuidad histrica de la delegacin en muchas prcticas cotidianas demuestra la fragilidad de las fronteras entre las apropiaciones ordinarias
y populares. Como ha destacado Daniel Fabre, aunque la escritura ordinaria excluye por definicin al mundo de los letrados y profesionales del escribir, no por
ello debe pensarse en una divisin uniforme y unnime entre estos y los analfabetos o semicultos. Al contrario, cada situacin de escritura reinventa y reafirma las
diferencias, suscitando, contemporneamente, la presencia de los mediadores grficos, que, aparte, resultan especialmente vlidos cuando se impone la razn burocrtica. Tanto que la misma persona que, en un momento dado, produce una
carta de acuerdo a los criterios instalados en la epistolografa popular, cuando debe afrontar una imposicin administrativa lo hace ajustndose a los protocolos
grficos y textuales establecidos para la misma. Puede que hasta se sienta paralizado por esa constriccin y que acuda para solventada a la competencia de una
persona ms alfabetizada, incluso aunque sepa escribir.70 La escritura delegada establece un pacto o negociacin entre el cliente popular y el escribano que produce
el texto, quien, como se puede ver por los estudios de Judy Kalman, interpreta los
propsitos de aquel y los convierte en una determinada prctica escrita.?!
Hasta aqu se ha aludido a los escritos personales y cotidianos realizados, normalmente,sobre soportes blandos, por lo comn papel; pero la huella escrita de
las clases populares tambin ha tenido y tiene otro de sus lugares en los muros.
Los graffiti y otras escrituras realizadas sobre o difundidas desde las paredes, caso de los libelos o carteles infamantes, constituyen otras tantas de las posibilida69 Bonifacio Sola Garca: Recuerdos de un galerino, p. 3. Reproduzco el texto segn el ejemplar mecanografiado que se conserva en el Arxiu de la Memoria Popular de La Roca del Valles (Barcelona).
70 Daniel Fabre: Introduction. Seize terrains d'criture, arto cit., pp. 7-11; Illettrismes, ed. Beatrice Fraenkel,
Pars: Centre Georges Pompidou, Bibliotheque publique d'information, 1993; e Yvonne Johannot: Illettrisme et raport a /'crit, Grenoble: Presses Universitaires de Grenoble, 1994.
7! Judy Kalman: Writing on me Plaza. Mediated Literacy Practices Among Scribes and Clients in Mexico City,
Creskill, NJ: Hampton Press, 1998 [Escribir en la plaza, Mxico: Fondo de Cultura Econmica, en prensa]; y, ms
adelante, El escribano pblico: mediador deja cultura escrita para la clase popular.

1. DE LA SUSCRIPCIN

A LA NECESIDAD

DE ESCRIBIR

[41]

des de un escribir desde abajo ejercido a lo largo de la historia, segn acredita la


condicin subalterna, social y grfica, de algunas de las manos que dejaron su impronta en los muros de la Roma antigua, sobre todo en la ciudad de Pompeya.72
En cualquiera de las pocas, las escrituras murales han estado motivadas por las
razones ms diversas: unas, de contenido crtico y contestario; otras, ms ligadas
a la manifestacin de un sentimiento personal; algunas, para insultar o difamar;
otras, en fin, seguramente sin ms trascendencia que la de pasar un rato. Pero
cualquiera que sea el motivo, lo destacable es que asumamos la necesidad de mirar las paredes y dar cuenta de lo que en ellas se ha escrito, mxime cuando se trata de sacar a la superficie las maneras, los gestos y los espacios donde se ha manifestado la palabra escrita de las clases subalternas.73

4. EL OLVIDO Y SU CONJURA

Perdidas en el laberinto de los archivos y de las bibliotecas o apartadas en los


desvanes y arcones particulares, las escrituras populares han sido castigadas, a
menudo, con el abandono y la postergacin, cuando no directamente con el rechazo. Algo que cabe vincular, siguiendo a Michel Certeau, con el establecimiento
de aparatos escriturarios de la "disciplina moderna", secundado por el doble
aislamiento del "Pueblo" (con relacin a la "burguesa") y de la "voz" (con relacin a lo escrito)>>.74 Por ello, si algo define, en trminos generales, a este conjunto de prcticas de escritura es, sin duda, su condicin de exiliadas, vctimas de una
doble incomprensin: por un lado, la de sus autores y tenedores, que no siempre
han sabido comprender su valor como testimonios del avatar escrito e histrico;
y por otro, la de los historiadores, lingiiistas, palegrafos, antroplogos y dems
estudiosos de la escritura, que solo muy recientemente han comenzado a rastrear
sus pistas y a escuchar sus voces.
Vistas en la larga duracin, un aspecto no menor que tambin ha repercutido
en la desvalorizacin, desconocimiento y olvido cientfico de dichos escritos concierne a las distintas polticas de la memoria y, en particular, a los criterios que se
Pedro Paulo A. Funari: La cultura popular en la AntigiJedad clsica, Sevilla: Editorial Grficas Sol, 1991.
Sirve de aproximacin al tema en su perspectiva histrica la obra Los muros tienen la palabra. Materiales
para una historia de los graffiti, ed. Francisco M. Gimeno Blay y M.' Luz Mandingorra Llavata, Valencia: Universitat
de Valencia, Departamento de Historia de la Antigiiedad y de la Cultura Escrita, 1997.
74 Michel de Certeau: La invencin de lo cotidiano, 1. Artes de hacer [1990]. Nueva edicin, establecida y presentada por Luce Giard, Mxico: Universidad Iberoamericana, 1996, p. 146.
72
73

[42]

l. ESCRITURA,

ESCRIBIENTES

Y ESCRITORES

han desplegado para justificar la conservacin de unos documentos yel abandono de otros. Es obvio apuntar que los testimonios que han sobrevivido no son,
como algunos creen, una muestra accidental de lo que originalmente exista, sino que han sido escogidos para que prevalecieran normalmente por miembros
de los grupos sociales polticos o instruidos, al suponrseles significativos; de tal
suerte que la memoria escrita preservada es, sin duda, el mejor espejo de la estructura del poder y de los prejuicios establecidos en cada poca.75 Paul Thompson
llega a estas aseveraciones tras reflexionar sobre las presencias y ausencias detectadas en la correspondencia privada conservada en los archivos provinciales ingleses: significativa en cuanto a las cartas cruzadas entre los terratenientes y casi
inexistente respecto a los intercambios epistolares del pueblo comn. Pero sus conclusiones son igualmente vlidas para otros lugares donde el proceso de seleccin
se ha visto lastrado por argumentaciones que siempre han privilegiado la memoria institucional, del poder y de las clases dirigentes.
Tras constatar dicho memoricidio, con permiso de Goytisolo,76 entiendo que
las sociedades democrticas deberan poner todo su empeo en salvar los restos
del naufragio y en restaar las heridas perpetradas por tales actuaciones en la memoria social. Las vas para hacerla deben abarcar desde la creacin y sostenimiento
de centros encaminados a la conservacin y estudio de los escritos de la gente comn hasta el respaldo de las iniciativas encaminadas a propiciar la reconstruccin
de la memoria popular. Ntese, segn ha escrito Nuto Revelli, que, aunque el
campesino nunca ha profesado el culto de los papeles, sin embargo ha salvado
y salva de la dispersin algunos documentos, de tal modo que, en los pequeos
"archivos familiares", en las cajas de lata o de cartn, se conservan los documentos
en "papeles timbrados", los documentos que hablan de pertenencias, de dinero
[... ].77No solo cabe recuperar las escrituras de otrora, sino que tambin debe
Paul Thompson: "La historia oral y el historiador, Debats, 10, diciembre 1984, p. 54.
Juan Goytisolo: "Memoria, olvido, amnesia, recuerdo y memoricidio, en su libro Cogitus interruptus,
Barcelona: Seix Barral, 1999, pp. 41-57.
77 Nuto Revelli: 1/ mondo dei vinti. Testimonianze di vita contadina, Turn: Einaudi, 1977. Ejemplo elocuente
de esto y de los sistemas de conservacin privados nos lo dan las 150 cartas de la familia Fait de Saltaria, de campesinos y albailes, conservadas en un bal de madera. Vase Quinto Antonelli, Diego Leoni y Fabrizio Rasera: La
citta mondo. Rovereto, 1914-1918, Rovereto: Museo Storico Italiano della GuerralEdizioni Osiride, 1998, especialmente -Del baule di Saltaria, pp. 342-347. Respecto al habitual abandono de estos escritos, lo ilustra sobremanera un ramillete de cartas de Ramn Arteaga Calonge, escritas entre 1956 y 1957 mientras estudiaba para piloto de aviacin en la Academia Militar del Aire de San Javier (Murcia). Olvidadas como estaban en su casa de
Campo de Criptana, lugar de nacimiento, fueron recuperadas por un vecino antes de que se demoliera la vivienda.
Vase Laura Fortea Manzanares y Vernica Sierra Bias: La memoria de lo cotidiano. Correspondencia de un estudiante (1956-1957)>>, en La correspondencia en la historia, o. cit.
75

76

1. DE LA SUSCRIPCIN

A LA NECESIDAD

DE ESCRIBIR

[43]

combatirse la eventualidad de nuevos silencios por medio de actividades que, como los talleres de escritura o los talleres de historia popular, conciencien del valor que atesoran los papeles de la gente corriente.
Una vez conservadas, podr comprobarse la variedad de sus aprovechamientos. En un plano ms sesudo y acadmico, es impagable el juego que pueden dar
en el mbito de la historia de los usos sociales de la comunicacin escrita. Por su
cuenta, las investigaciones lingiisticas se enriquecen con otras voces y con otros
registros que no siempre se han tenido en cuenta, integrndose as en el razonable
combate contra la muerte de las lenguas, habladas y escritas/8 La antropologa, a
su vez, tiene en dichos escritos la ventana desde la que asomarse a su acontecer diario, a sus costumbres, sus ritos, sus sentimientos.79 La historia, en fin, dispone de
otras azoteas desde las que otear la aventura humana, ya sea con vistas a la reconstruccin de momentos singulares, ya sea para husmear en los entresijos de la
vida cotidiana. Haciendo extensivo lo que Guilhem Delon ha dicho respecto de los
cuadernos de guerra, las escrituras de la gente comn nos aproximan a ciertos secretos que se le pueden escapar al historiador, como el nfasis, las exageraciones,
la deformacin, lo no-dicho, la reconstruccin, la instrumentacin. De manera que
ninguna memoria puede pretender alcanzar la verdad si no se beneficia de un soporte tan slido y legtimo como los cuadernos de notas cotidianas.8o
En suma, dichos testimonios sacan a la luz otras experiencias, otras visiones,
otras maneras de entender la realidad; otras vidas, que, conformes o no con los
usos oficiales, ayudan a democratizar la historia. Con ellos se hace historia y se hace vida, pues, como sostuvo Teixeira de Carvalho, al socaire de las Notas de um
escrivaa do pavo, escritas en el siglo XVII por Bartolomeu Pereira, cerero de oficio,
tesorero de la cofrada de la Misericordia y nombrado escribano del pueblo en 1636:
Las memorias de la gente sencilla, sin otras preocupaciones que las de anotar los
hechos histricos en los que colaboraron, con patriotismo y con sinceridad, muchas veces son ms interesantes que las de los individuos de cultura ms alta, a quienes mu-

78

Argumentos que desbroza con singular maestra y responsabilidad Claude Hagege: No a la muerte de las len-

gua [2000], Barcelona: Paids, 2002.


7' Lase al respecto Fabrizio Mangiameli: La coscienza degli ultimi: antropologia e racconto di s, en Vite di
carta, o. cit., pp. 249-259; YJos Ignacio Monteaguo Robledo: Escritura popular y etnografa, en Cultura
ta y clases subalternas, o. cit., pp. 207-236.

escri-

80 Guilhem Delon: crire et raconter la Grande Guerre. Tmoignage, culture et rpresentations


populaires a
travers les camets de route des combattants, 1914-1919, en Mmoires ldentits Reprsentations Histoire Comparative
de /'Europe (MIRHCE), 2, 1998, p. 118. Vase, adems, Antonio Gibelli: C'era una volta la storia dal basso, en
Vite di carta, o. cit., pp. 159-175.

[44]

l. ESCRITURA,

ESCRIBIENTES

Y ESCRITORES

chas veces preocupa el cuidado de colocarse ellos o las personas a las que sirven, en la
mejor luz, en la actitud ms ventajosa.sl

Que no se trata de textos sin importancia, sino de autnticos objetos-memoria es algo que podemos confirmar a raz, por ejemplo, de las reacciones que despert la publicacin de los cuadernos de guerra del tonelero Louis Barthas, ya fuera por las cartas enviadas a la editorial por otros protagonistas de la primera guerra
mundial, el juicio formulado por los historiadores que escucharon dicho testimonio o el dato de su inclusin como tal en numerosos manuales de la escuela secundaria, al mismo nivel que los documentos oficiales.82
Por todo ello, este texto quiere ser tambin una intervencin decidida contra
ese cmulo de olvidos, reclamando, desde aqu, la necesidad de retornar a los archivos para buscar los fragmentos de esa memoria escrita, y, por lo que atae al
presente y al futuro, la creacin de centros y acervos que se afanen en estos menesteres de la salvaguarda, conservacin y estudio del legado escrito de las clases
subalternas. Si, como sostuvo Raphael Samuel, <dahistoria popular representa
siempre un intento de ensanchar la base de la historia, de acrecentar su materia
de estudio, de utilizar nuevas materias primas y ofrecer nuevos mapas de conocimiento,83 ese intento requiere inexcusablemente del rastro escrito de las clases
populares o subalternas, del suyo propio. Y en ltima instancia no se olvide que,
cuando se leen estos documentos, escritos con tanta elocuencia, en un lenguaje
tan simple, se siente la nostalgia de que el pueblo haya escrito tan poco y haya dejado la historia de su actividad a los cronistas reales que bien poco la comprendieron y, por oficio, en poco la podran alabar. 84
Asentado esto, llega la hora de terminar y lo har reivindicando la importancia del ancho campo de las escrituras populares y, en consecuencia, su asuncin
plena como fuentes para cuantas exploraciones quieran serl de los sujetos humanos, de sus avatares, de su cultura, de sus pensamientos, de sus sufrimientos,
de sus deseos, de sus costumbres o de su lengua. La historia, la antropologa, la
paleografa, la lingiistica, la sociologa, la psicologa o las ciencias de la educacin tienen razones sobrada s para incorporarlas a su equipaje.
81 J. M. Teixeira de Carvalho: Notas de um escriv'io do povo, Combra: Imprensa da Universidade, 1922, p. 2.
El manuscrito original se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Combra.
82 Remy Cazals: .Postface, o. cit., pp. 555-564.
83 Raphael Samuel: .Historia popular, historia del pueblo, en Historia popular y teora socialista [1981], ed.
Raphael Samuel, Barcelona: Crtica, 1984, p. 17.
84 J. M. Teixeira de Carvalho: Notas de um escriv'io do povo, o. cit., p. 55.

1. DE LA SUSCRIPCN

A LA NECESIDAD

[45]

DE ESCRIBIR

1. El bal de la memoria (1915). Una pgina de la vida de Antonietta


Museo Sto rico Italiano

della Guerra,

Rovereto

Angela Bonatti Procura.


(Italia)

[46]

1. ESCRITURA,

ESCRIBIENTES

2. La vida en una sbana. Autobiografa de Clelia Marchi, escrita en 1972.


ADN, Pieve Santo Stefano (Italia)

Y ESCRITORES

]. DE LA SUSCRIPCIN

A LA NECESIDAD

DE ESCRIBIR

3. La escritura hablada. Indicios de oralidad


en una carta del soldado Emanuele Calosso (1918).
Archivio Ligure della Scrittura Popolare (ALSP),
Universidad de Gnova (Italia)

[47]

148]

1. ESCRITURA. ESCRIBIENTES Y ESCRITORES

1. DE LA SUSCRIPCIN

A LA NECESIDAD

DE ESCRIBIR

[49]

5. Escribir y dibujar. Una pgina del cancionero militar de Isidoro Simonetti (1914-1915). ASP,
Trento (Italia). Reproducido de Quinto Antonelli: Storie da quattro so/di. Canzonieri popo/ari
trentini, Trento: Publiprint Editore/Museo del Risorgimento e della Lotta per la Liberta, 1988

V;
UJ

'"

ofC2

~
r
UJ

V;
UJ

fZ
UJ

C2

~
UJ

..:

'"

=>

fC2

UJ

TYft

~.~( .'''''-.
/1 1/ //1"

0 ~~'.
/1

/'

J~

'/ .I

I\(,\ ~

..

111/1
~. . ~;hw",. i-'J ~

<>-

I.~/ I .'/: 7.1'~~\LM~


..... ~Jf~:~'{iW
.' ~1: J.?7ll//1
1-+"
/1
/// // . ! \ t.-.~ ,: ~,~,~
I /

/,/

\\

\(

I\~~"

<.C~

A"-""""'"

<.L

) ( ~\.. f~?<'~~":'''''''rr ~~'"


".. ,>,/.,,,
<:/'b:vd~.~~
[/
.,..,"'~
'-'>n 4 .."'~

1)

,.~

I 11\.tI..
./..r;,,";"'
No- J:"""".{
:11)-', MI'"'/...
J'd.
~

/J
I

,k

./-.-~
ft'

>

~.(..,

'

.. /'
'~'" /.'i;~~ia
~

6. Un pueblo en imgenes. De los dibujos del agricultor Vincenzo Palumbo. Reproducido de: lmmagini
di Accadia nei segni di Vincenzo Palumbo. Figure di vita identiche nei paesi Dauni-Irpini e simili nei
siti della Spina Dorsale dell'Appennino ltalico, Npoles: Generoso Procaccini, 2000, p. 27

/1

(/

1. DE LA SUSCRIPCIN

A LA NECESIDAD

DE ESCRIBIR

7. La hora del correo. Postal de

[51]

la serie de R. Salvadori: La guerra nostra (Visioni e episodi),


incluida entre los escritos del soldado Renzo Re. ADN, Pieve Santo Stefano (Italia), DG/96

También podría gustarte