Dilemas Éticos en La Sociedad de La Información
Dilemas Éticos en La Sociedad de La Información
Dilemas Éticos en La Sociedad de La Información
DISCUSIN
Javier Bustamante Donas
Universidad Complutense de Madrid
En este artculo pretendo resumir algunas de las cuestiones que han ocupado mi trabajo en los
ltimos aos en relacin a las cuestiones ticas planteadas a partir de la implantacin cada vez
ms profunda y extensa de un conjunto de avances en informtica, matemtica aplicada y
tecnologa de telecomunicaciones que hoy en da se agrupan bajo la etiqueta nuevas
tecnologas de la informacin y la comunicacin (TIC). Ser mi propsito plantear problemas
ms que aportar soluciones, y recorrer un panorama no exhaustivo de las dimensiones humanas
que estas tecnologas presentan. La velocidad que caracteriza su evolucin hace que la
obsolescencia se convierta en un riesgo inminente para cualquier anlisis que pretenda
reflexionar sobre una realidad en continuo movimiento, y este es un anlisis que quiere
simplemente servir de punto de partida de una discusin. Como tal, busca la provocacin antes
que el cierre, con la esperanza de que los interrogantes aqu abiertos encuentren respuestas
tranquilizadoras en los anlisis de mis colegas.
Como todava queda en entredicho la posibilidad de una visin neutra, objetiva y desapasionada
de la realidad, creo que es mi obligacin hacer explcitas las sospechas que guan mi punto de
vista sobre el papel de las nuevas tecnologas de la informacin y la comunicacin. En primer
lugar, el ttulo de mi primer libro Sociedad informatizada, sociedad deshumanizada? expresa
claramente la preocupacin por los efectos perniciosos, deshumanizadores, que la informtica
pueda traer a la sociedad. En segundo lugar, creo que hasta ahora se ha considerado dicha
tecnologa como un conjunto de sofisticados instrumentos. Es decir, como medios que pueden
ser utilizados para diferentes fines, en funcin de los cuales adquieren un valor determinado.
En contra de esta visin instrumentalista, creo que la informtica y, por extensin, las TIC
cobran un poderoso papel como creadoras de metforas y modelos para entender al hombre, a
la sociedad, y para otorgar nuevos significados a su accin social.
En este punto parece necesario distinguir dos niveles de impacto de la tecnologa, segn se
considere la esfera de lo macrosocial o esa intrahistoria que constituye el mbito de lo
microsocial, la vivencia de lo cotidiano. Quiero poner en duda la visin tradicional sobre la
sabidura y capacidad de control que la tecnologa trae a nuestras vidas. Esta capacidad es
innegable cuando se considera en un nivel macrosocial. La tecnologa ms avanzada,
ejemplificada en el armamento y las tecnologas de uso militar, impone la razn de la fuerza en
las disputas internacionales, y en este mismo sentido la humanidad en su conjunto demuestra
un poder imparable de transformacin y adaptacin a su hbitat natural. Como afirma Ortega
en su Meditacin sobre la tcnica, la tcnica es un inmenso aparato ortopdico que necesitamos
para andar por el mundo. Es nuestro mecanismo de avance evolutivo, la victoria de la evolucin
humana, que no se produce como adaptacin de la naturaleza del hombre a su entorno, sino
transformando el mundo a travs de la tcnica.
Sin embargo, si consideramos los trminos de dicha victoria en el nivel de las biografas
particulares de los ciudadanos de las ltimas dcadas, cabe preguntarse si la victoria de la
tecnologa es tan clara y definida. Es cierto que la vida actual, al menos para una parte
significativa de la poblacin en los pases desarrollados, est plagada de una serie de
comodidades por las que el ser humano ha venido luchando durante miles de aos. Sin
embargo, cabra preguntarse si somos ms dueos de nuestra propia existencia de lo que lo
eran los hombre de otras pocas, o los ciudadanos de sociedades menos privilegiadas por la
gracia del progreso. Somos ms sabios que antes, al contar con ms informacin que ninguna
otra generacin precedente? Quiz se da aqu la paradoja de que la avalancha de informacin
no es la solucin para superar la ignorancia, justo lo contrario de lo que ocurre con otras
necesidades humanas, que se sacian con una mayor afluencia de aquello de lo que se carece.
Arthur C. Clarke defenda que cuanto ms complejas y sofisticadas eran la ciencia y la
tecnologa, ms tendan a confundirse con la magia. Con ello expresaba la posibilidad de que
la simple posesin del conocimiento cientfico-tcnico no garantice una dimensin humana ms
profunda, ni una tica que nos recomiende en qu direccin y con qu ritmo debe ser empleado.
TAREAS PENDIENTES DE LA TICA Y LA TECNOLOGA
La primera de las tareas pendientes que an no se han abordado es la definicin de marcos
conceptuales que permitan mejorar la comprensin de los problemas ticos en que la tecnologa
est implicada. La otra tarea es la identificacin de aquellas reas en las que la relacin entre
seres humanos y artefactos es esencialmente problemtica. Cmo identificar estas reas en
las que la intervencin de la tica es posible e incluso deseable? La marca que caracteriza las
reas donde esta interaccin es problemtica aparece en aquellos contextos en que el
ordenador crea nuevas posibilidades de accin, o cuando los modelos y metforas extrados
del mismo perfilan nuestra experiencia del mundo. En ambos casos tendramos que hacer frente
a la emergencia de nuevos valores sociales y nuevos patrones de comportamiento social.
En el primer caso podemos encontrar ejemplos como las biotecnologas, las tecnologas
reproductivas y el Proyecto Genoma Humano en particular, a travs del cual se ampla la
posibilidad de intervencin del ser humano sobre sus propias caractersticas genticas, creando
as un poder de autotransformacin de la especie. Aqu el tratamiento automtico de la
informacin gentica da a la accin humana un extraordinario alcance, para cuyo control
responsable se precisa un nuevo marco tico.
Tambin corremos el riesgo de pasar por alto los verdaderos cambios que las TIC causan en
nuestras vidas, tan inmateriales como el ncleo mismo de la transformacin social: la
informacin. El detonante de estos impactos es la profunda asincrona existente entre un ritmo
de innovacin tecnolgica con una tasa exponencial de crecimiento y la capacidad humana de
asimilacin, de reflexin, de comprensin de las nuevas situaciones y adaptacin a ellas
mediante la creacin de nuevos valores, normas y estilos de vida renovados, que crece en
proporcin aritmtica -- si es que crece. Esta asincrona provoca una divergencia cada vez
mayor entre el entorno de la informacin, que evoluciona tan rpidamente, y la adecuacin de
las respuestas vitales de los individuos, al quedar obsoletos tanto los sistemas normativos como
las estructuras educativas. Estaanomia permanente ser una caracterstica fundamental de la
sociedad de la informacin, acompaada quiz de un nuevo escepticismo. Esta actitud
escptica nacera de dos factores. En primer lugar, la multiplicidad y fragmentacin de las
fuentes de informacin, ofreciendo frecuentemente descripciones o interpretaciones
contrapuestas de un mismo hecho. En segundo lugar, la volatilidad de dichos medios, la
velocidad con que nuevas empresas mediticas nacen y mueren, su carcter meramente
empresarial, los cambios de orientacin en funcin de la titularidad del accionariado. Todo ello
har cada vez ms difcil la creacin de una historia de experiencia en la cual se fundamente la
credibilidad de los medios por parte de los ciudadanos.
En el segundo caso tenemos la aparicin de la llamada realidad virtual, fenmeno tecnolgico
por el cual la vivencia de lo que es originariamente un simple videojuego se hace ms y ms
cercana a los mecanismos de percepcin, de tal manera que el concepto de medio se diluye,
hasta llegar al ideal de una realidad simulada indistinguible de cualquier patrn fsico.
La realidad virtual crea as un nuevo espacio de actuacin y percepcin, una realidad
transformada por el ordenador, que puede hacer que acabemos olvidando cmo digerir la
realidad cruda. De alguna forma, esta tendencia ya se puede observar en las vivencias de la
conciencia pura de los espectadores de telenovelas y culebrones, para muchos de los cuales
las aventuras y desventuras de personajes de cartn piedra generan ms emociones que lo que
le ocurre a la gente de carne y hueso en su vida cotidiana, y se sufre ms la tragedia de opereta
de los protagonistas de turno que la miseria humana que podemos contemplar da a da con
nuestros propios ojos.
Si contemplamos la naturaleza de la tecnologa desde el punto de vista antropolgico, podremos
ver que las mquinas han sido tradicionalmente contempladas como extensiones artificiales de
las capacidades naturales del hombre, como proyecciones de nuestros rganos corporales.
Desde Aristteles, y an en las obras de comienzo de este siglo de Kapp y Lafitte, esta idea se
ha esquematizado en diferentes tipologas de rganos naturales humanos y extensiones no
humanas. En la segunda parte del siglo XX la idea de rgano humano se ha extendido hasta
abarcar, en trminos ya empleados por McLuhan, medios electrnicos como extensiones de
nuestro sistema nervioso. De esta forma, los aparatos que nos rodean quiz nos dicen ms de
lo que somos que otro tipo de textos en sentido ms tradicional. Leer la tecnologa como texto
nos permite descubrir lo que cuenta de nosotros mismos, y a la vez pone en evidencia lo que
oculta, ya que slo se muestra habitualmente el producto tecnolgico acabado, casi siempre sin
referencia alguna a las biografas de aquellos que lo hicieron posible ni a las motivaciones que
los guiaron, ni a los intereses que promueven, ni a los hbitos y modos de actuar que encarnan.
El anlisis del origen del fax que desarrolla Nicholas Negroponte en La sociedad digital es un
buen ejemplo de cmo combatir este olvido de la gnesis social de la tecnologa.
LA TECNOLOGA COMO CREADORA DE AMORES, MIEDOS Y FOBIAS (CIBERFILIAS Y
CIBERFOBIAS)
Como ya he indicado anteriormente, una de mis propuestas de discusin parte de la sospecha
segn la cual el ordenador como instrumento y en su papel de creador de metforas y modelos,
representa un reto peculiar a una serie de valores humanos fundamentales. Esto se manifiesta
no slo en estudios especializados sobre la influencia de la informtica en diferentes reas de
la actividad humana, sino tambin en una actitud aprehensiva por parte de diversos grupos
sociales sobre el papel que la tecnologa puede llegar a jugar en la sociedad. Como vamos a
mostrar en este apartado, esta ansiedad se manifiesta en una variedad de facetas humanas.
El poder intimidatorio del ordenador, causante de estas respuestas fbicas, deriva no slo de
su gran capacidad de memorizacin de datos personales de variado contenido que puedan
componer un perfil informtico de los individuos, sino tambin de su creciente velocidad de
tratamiento de la informacin almacenada. Con la aparicin de la Inteligencia Artificial y los
sistemas expertos, surge una nueva dimensin que aumenta este desasosiego, ya que entre
sus objetivos figura la construccin de ordenadores que aprendan a manejar racionalmente la
informacin que almacenan, y que extraigan consecuencias de dicho conocimiento de manera
que sobrepasen la capacidad intelectual humana.
Esta ansiedad por las mquinas no es, como pudiera parecer a primera vista, un fenmeno
caracterstico de la era informtica. A lo largo de la historia, podemos encontrar testimonios
culturales que atestiguan la existencia de una continua guerra entre el hombre y la mquina o,
digamos, su entorno tcnico. En dichos testimonios la mquina aparece como un agente
deshumanizador que ataca la imagen y la confianza que el ser humano tiene de s mismo, la
libertad en sociedad de la que pretende disfrutar, el desarrollo de su madurez tica. Podemos
retrotraernos hasta los tiempos en que Lao-Ts cuando denunciaba como antinatural la
construccin de puentes y caminos hechos por la mano del hombre, o cuando el poeta Rushkin
lanzaba sus diatribas contra la construccin del ferrocarril, culminando con la figura de Ned
Ludd, el trabajador que destruy durante la Revolucin Industrial un telar mecnico, anticipando
el efecto que la mecanizacin y la automatizacin tendran posteriormente sobre el empleo.
El ordenador pasa de la ciencia a la imaginera popular como una entidad que nunca olvida
hechos, smbolos y nmeros, que puede encontrar conexiones entre datos que pasaran
desapercibidas para ojos humanos, cuya efectividad es extraordinaria cuando se emplea para
labores de monitorizacin y control, pudiendo as espiar las ms ntimas relaciones humanas. A
veces dicha fuerza amenazante se muestra en su imagen en una serie de metforas que
enfocan al hombre desde un punto de vista ms artificial que humano.
Otros autores han defendido que el ordenador no es ms que una herramienta que toma el
carcter y los fines de los usos a los que se dedica, quiz una herramienta universal dada su
versatilidad formal. Sin embargo, esta metfora es demasiado dbil y pasiva para explicar la
ciberfilia y la ciberfobia, pues el ordenador es tambin un diseador de actitudes: afecta a la
disposicin psicolgica de aquellos que los usan, a su autoimagen, creencias, motivaciones,
expectativas, etc. A travs de su influencia en las ciencias cognitivas, est teniendo tambin un
impacto psicolgico, al sugerir formas particulares, divergentes con respecto a la tradicin
humanstica, de concebir al ser humano. La concepcin de la mente como una clase de
dispositivo de procesamiento de informacin va en ese camino. El ordenador es, mucho ms
que una simple herramienta. Esta es una de las razones por las que las distintas fobias
relacionadas con la tecnologa, en general, y los ordenadores, en particular, no deben verse
como patologas individuales, sino procesos culturales y expresin de la forma en que ciertos
modelos y metforas creados en el mbito de la ciencia y la tecnologa pasan a formar parte de
la imaginera popular.
Tambin podemos sealar ejemplos de una dinmica de signo aparentemente opuesto. El
nacimiento de ciberfilias, de actitudes que responden a la necesidad de incorporan el ordenador
u otro tipo de aparatos afines (videojuegos, etc) como elementos integrantes en nuestras vidas.
La identificacin con la mquina caracteriza la cultura de los llamados hackers (piratas o
fanticos de la informtica, segn se mire), haciendo del ordenador extensin insoslayable de
su trabajo intelectual y mediador de su comunicacin y relacin con el mundo exterior. Las
ciberfilias se manifientan adems en un nivel institucional ms paradjico. Por ejemplo, cuando
un ministerio de educacin (no apunto a nadie) piensa que introducir ordenadores en las
escuelas suponer de forma automtica aumentar la calidad de la enseanza. La confianza en
los datos ofrecidos por dispositivos de todo tipo que incorporan microprocesadores supone otro
ejemplo de ciberfilia. Quin se ha parado a pensar alguna vez si el resultado de una operacin
aritmtica realizada por un ordenador es correcto? Confiamos ciegamente en la medicin del
aparato, en el clculo de la calculadora, en la ordenacin del ordenador, sin que nada garantice
que sea oro todo lo que reluce. De hecho, una de las versiones del procesador Pentium 66 Mhz
realizaba clculos errneos por culpa de un fallo de diseo en la unidad de coma flotante. Un
matemtico lo descubri en su casa cuando jugaba con su ordenador. Nadie se haba planteado
seriamente que dicho fallo podra existir. Quiz la propia empresa conoca dicho defecto, pero
no quiso hacerlo pblico por razones de imagen. No sabemos hasta qu punto son frecuentes
estos problemas, pero s sabemos que hay mquinas muy delicadas cuyas funciones de control
estn a delegadas estos dispositivos. Pensemos en los sistemas de control de avin, o en las
mquinas de cobaltoterapia, etc. Cuando dentro de poco tiempo tengamos programas de
dictado y reconocimiento de voz que sean suficientemente fiables y que reconozcan con ms
facilidad los giros, las expresiones y la forma de hablar del usuario, me pregunto cunta gente
conservar en un futuro prximo la capacidad de escribir a mano..., o incluso de te clear en el
ordenador.
TECNOLOGA Y LIBERTAD HUMANA
La descripcin de la informatizacin como bsqueda de una eficacia totalizadora plantea nuevas
cuestiones acerca de la relacin entre la accin tecnolgica-eficiente y la accin plenamente
humana, dada la conexin an por explorar entre eficiencia tcnica y libertad humana. Por
definicin, la bsqueda a ultranza de la eficacia supone una limitacin para la libertad humana.
Cuando una cierta tarea puede definirse de forma algortmica, siempre hay una solucin ptima
obtenible por clculo a partir de una serie de premisas y de unas reglas lgicas. Dicha solucin
sera nica, y marcara los pasos a dar para completar la tarea maximizando el criterio de
eficacia. Por lo tanto, las formas alternativas de ejecucin seran infravaloradas con respecto a
la solucin tcnica, acotando as el mbito de accin racional. No creo que sea preciso
demostrar que los valores humanos no son fcilmente cuantificables, y por tanto no son
susceptibles de actuar como criterio a maximizar dentro de la lgica tecnolgica.
Esta tendencia se ha consolidado a nivel social a travs del modelo burocrtico como metfora
de mente colectiva, en el que la base del comportamiento institucional reside en un proceso
racional de toma de decisiones basado en un conocimiento objetivo y el clculo cientfico de
evaluacin de las alternativas posibles, con el consiguiente aumento de la capacidad de control
social. A nivel terico, este fenmeno se ha plasmado en el florecimiento de las ciencias
del management y la administracin, particularmente la teora de sistemas, la investigacin
operativa y la programacin lineal. Con estas y otras tcnicas de eliminacin de la
indeterminacin en el funcionamiento del sistema, se refuerza la fiabilidad y la eficacia de la
organizacin, aumentando la predictibilidad de los resultados.
Al mismo tiempo existe una supremaca de lo cuantitativo frente a lo cualitativo en tanto que el
ordenador precisa informacin que ser traducida en trminos numricos para poder ajustarse
a su particular forma de almacenamiento y tratamiento, y de esta forma se impone su metfora
como modelo para el correcto funcionamiento social: la sociedad digital. Una tecnologa cada
vez ms sofisticada extiende su tempo y su direccin a ms aspectos de la existencia humana.
Ambas dialcticas caminan en sentidos opuestos, pero en cualquier caso acaban llegando a la
misma conclusin: el desarrollo y uso continuado de herramientas, mecanismos y
cada vez mejor sus predicciones a los fenmenos observables, no venca por ello la infinita
distancia entre su concepcin del cosmos y la realidad.
En una sociedad entendida segn el modelo de una tecnologa ajena a las grandes cuestiones
ticas, donde la sincrona y funcionalidad de todos y cada uno de los componentes son factores
esenciales para su correcto funcionamiento, queda cada vez menos espacio para el ser humano
y sus caractersticas esenciales: la pasin, la esperanza, la falibilidad, el dolor. "Las lgrimas y
las alegras humanas son cadenas para la capacidad de la mquina", escribi J. Ellul en La
Sociedad Tecnolgica.
LA PARTE AMABLE DE LA CUESTIN: INTERNET COMO BASE DE UNA TICA DE LA
SOLIDARIDAD
A pesar de todo, es curioso pensar que nuevos riesgos suponen tambin nuevas oportunidades.
Este es el caso de las as llamadas autopistas de la informacin. En mi opinin, Internet tiene la
potencialidad de convertirse en una de las estructuras sociales ms democrticas y
participativas que las nuevas tecnologas de la comunicacin hayan trado a un mundo que
celebra en estos das el cincuenta aniversario de la Declaracin universal de los Derechos
Humanos. Tambin es posible que en esta nueva esfera de comunicacin y realidad se est
librando una de las batallas fundamentales por la libertad de expresin y, por ende, por algunos
de los derechos contenidos en dicha declaracin.
Regmenes dictatoriales y pases donde las libertades fundamentales quedan frecuentemente
entre parntesis, muestran un creciente celo por restringir e incluso prohibir la libre circulacin
de informacin a travs de la misma. Los regmenes democrticos tambin han percibido que
Internet es uno de los foros pblicos donde el alcance del poder horizontal de los ciudadanos
es mayor, donde los intereses de los actores sociales que han monopolizado habitualmente el
acceso a los medios de comunicacin e informacin (PTTs, empresas, editoriales, televisiones,
etc) pueden quedar ms en entredicho, e intentan actuar en consecuencia. En este caso no nos
encontramos con medidas abiertamente contrarias al derecho a la libre expresin de las ideas,
pero s con campaas de sensibilizacin social sobre una serie de conductas delictivas llevadas
a cabo a travs de Internet (pornografa infantil, propaganda racista, apologa del terrorismo y
la violencia, etc.) que parecen pedir a gritos la censura previa y la catalogacin de los contenidos
de las pginas Web en supuesta defensa de los valores morales. En el fondo, resulta interesante
la influencia de la tecnologa en el mundo de la cultura, y cmo la tecnologa puede dotar de
significado a un conjunto de principios que acabaran siendo poco ms que una buena
declaracin de intenciones. Esta relacin entre tecnologa y valores humanos ser explorada a
continuacin.
Por el hecho de ser Internet una infraestructura tcnica orientada a proporcionar una cobertura
de comunicacin barata, horizontal y de mbito global, las libertades de pensamiento, credo y
expresin no slo deben aplicarse en toda su extensin a las actividades personales que se
llevan a cabo en la red, sino que cobran aqu una relevancia que no aparece en los medios
tradicionales de comunicacin. Tericamente cualquiera puede exponer sus opiniones a travs
de estos medios. En la prctica, slo los grandes grupos de la comunicacin y aquellos que
componen los variados mecanismos del poder social tienen la posibilidad real de hacer or su
voz. Por el contrario, en Internet muy pocos medios son suficientes para comunicar un mensaje,
para hacerlo llegar a todos los rincones del globo. Cualquiera puede crear sus pginas Web,
participar activamente en foros de discusin, enviar y recibir mensajes de correo electrnico a
un coste prcticamente nulo. En la red, cualquier ciudadano se convierte en emisor y receptor
a un tiempo, y la interactividad y la participacin se apan como las reglas bsicas del juego.
Todas estas caracterstica son ajenas a los medios tradicionales. Sin una pluralidad de fuentes
no se puede hablar de libertad de pensamiento, conciencia o religin. Sin acceso a medios de
alcance internacional no tiene sentido hablar de libertad de opinin y de difusin de las mismas
sin limitacin de fronteras.
La red aparece as como uno de los escenarios donde se dirime una de las ms decisivas
batallas por la libertad de expresin y, por ende, por los derechos humanos en general. Veremos
cmo se llevan a cabo polticas restrictivas de las libertades mencionadas que inciden
directamente sobre Internet y los derechos de proveedores y usuarios.
Aqu surge otra nueva dimensin de la relacin entre tica y tecnologa: Cercenando el acceso
y libre uso de la tecnologa se apunta directamente a la libertad de opinin y expresin. Por
ejemplo, en la antigua un Unin Sovitica era preceptivo enviar al ministerio correspondiente
una prueba de impresin de las mquinas de escribir e impresoras que se utilizaran en el pas.
De esta forma el Estado poda identificar fcilmente el origen de un texto subversivo
mecanografiado, o el de un texto fotocopiado. Esta "huella digital" de estas mquinas compona
un fichero tan infame como un catlogo de presos polticos. La prohibicin de antenas
parablicas para la recepcin de emisiones extranjeras de televisin va satlite en algunos
pases islmicos integristas tambin son muestra del miedo a que la tecnologa sea vehculo de
transmisin de ideas que pueden hacer tambalear las conciencias, que pueden poner en
cuestin el credo y las opiniones oficiales.
En los ltimos aos se ha podido ver cmo el inters regulador de la libertad de expresin por
parte de los gobiernos se ha centrado tambin en Internet. En regmenes dictatoriales o de
libertades restringidas se intenta censurar el acceso a la Red con la excusa de la defensa de
los valores culturales frente al modelo de vida occidental. En muchos casos, el envo de correo
electrnico al extranjero o la consulta de pginas Web no autorizadas trae consigo fuertes penas
o crcel. En los regmenes democrticos es decir, aquellos que siguen el modelo de
el cual un arma de muy bajo coste (en este caso, un virus informtico) puede cargarse a otra
mucha ms poderosa (un sistema de deteccin o lanzamiento de misiles). La asimetra de la
globalizacin tambin preocupara a un Aristteles que navegara por los espacios cibernticos.
Cuando las barreras proteccionistas caen, el intercambio es aparentemente libre y total. Sin
embargo, los flujos que componen dichos intercambios no caminan en todas direcciones en la
misma medida. Existe el riesgo de que los colectivos que producen informacin y los que slo
reciben informacin acaben distancindose cada vez ms, de forma nunca se lleve adelante la
promesa de un mundo en el que todos tendramos voz. Las posibilidades son tantas que una
nueva tica reclama una proteccin ms imaginativa de la sociedad y de los derechos de los
individuos. De hecho, la propia tecnologa demanda una proteccin ms global de la libertad de
expresin y una redistribucin del poder que, por una vez en la historia, podra ser a favor del
individuo.
Referencias:
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----- , "Inteligencia artificial", en A. Ortiz-Oss y P. Lanceros (eds.), Diccionario de Hermenutica.
Bilbao: Universidad de Deusto, 1997.
----- , Sociedad informatizada, sociedad deshumanizada? (una visin crtica de la influencia de
la tecnologa sobre la sociedad en la era del computador). Madrid: Gaia, 1993
---- , "El computador como metfora de identidad y control", en Juan Manuel Iranzo et al.
(eds.), Sociologa de la Ciencia: nuevas tendencias, Consejo Superior de Investigaciones
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- DREYFUS, H. L., What Computers Can't Do: A Critique of Artificial Reason. New York: Harper
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- DREYFUS, Hubert L. y Dreyfus, Stuart E., Mind over Machine. New York: Free Press, 1986.
- ELLUL, Jacques, La Technique ou l'enjeu du siecle. Pars: Armand Colin, 1954.
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