La Trama 07
La Trama 07
La Trama 07
Volumen 7
Una nueva etapa del Anuario se inicia con la presente edicin.
Tanto la asignacin de un nombre como la inclusin de nuevas secciones
temticas implicaron desplegar una reflexin acerca de la necesidad de disear una
estrategia editorial ms clara.
Ello incluy, asimismo, la bsqueda de nuevos parmetros grficos que
otorgaran a la publicacin un perfil ms definido. En tal sentido, se convoc a
alumnos de nuestra carrera cuyos conocimientos y experiencia posibilitaron un rediseo integral.
De todos modos, dicha etapa de redefinicin se encuentra apenas en sus inicios.
Los obstculos derivados de la profunda crisis por la que atraviesan el pas y la
Universidad nos plantean la necesidad de una continua reconsideracin del Anuario
como proyecto.
Ser tarea de todos, en los prximos aos, mantener este desafo.
staff
u m a r i o
investigaciones
13
19
39
47
55
67
77
89
99
p
l
115
Periodismo y literatura
Vanguardias, periodismo y literatura en Argentina de 1920
y 1930
123
133
141
149
157
165
175
La comunicaci n estratgica
Por: Marisa Guisasola
Infancia / Adolescencia en riesgo vital
Por:Eugenia M. Ruiz Bry
Un recorrido por la obra de Hannah Arendt
Por: Sergio Sklarevich
Prensa, identidades pol ticas y golpe militar (1955)
Por: Mirta Marengo
Entre dudas, certezas e iron a
Por: Carmen Cacciatore
Alumnos
311
317
323
331
a
Docentes
191
197
205
225
235
247
253
265
269
275
281
295
301
Traducciones
363
2
Arendt Dossier.
Un coraz n inteligente
Traducci n: Jimena Cutruneo
investigaciones
i
Comunicacin y derechos en
la constitucin de la ciudadana
Por Susana Frutos
Docente-Investigadora de la Escuela de Comunicacin Social
1.
Asistimos en la actualidad a cambios producidos
en los modos de accin colectiva, en especial a
una crisis de los movimientos sociales (o la existencia de nuevas expresiones) y tambin crisis de
representacin, enmarcadas en la consolidacin
del neoliberalismo en sus expresiones econmica
y poltica. En particular, las sociedades actuales
presentan una crisis manifiesta de las corporaciones ms ligadas a la expresin de demandas y canalizacin de intereses, crisis de legitimidad que
atraviesa tambin a las corporaciones vinculadas a
la representacin poltica (manifiesta en la cambiante composicin de las identidades).
En este marco, se puede constatar en los estudios
sociales una fuerte relevancia asignada a la comunicacin -en la constitucin de los sujetos- as como la incorporacin de la dimensin cultural a los
estudios polticos. Desde esta perspectiva, es posible afirmar que la importancia de la cultura meditica (acceso a mayor informacin, globalizacin, mayor segmentacin de pblicos, video poltica) potencia la complejidad y heterogeneidad
del material simblico que circula en la sociedad.
La formulacin de demandas por parte de los sujetos reviste en la actualidad nuevas expresiones:
algunas enmarcadas en lmites reivindicativos estrechos, de corto plazo, y con caractersticas grupales (clientes, usuarios de servicios); otras planteadas en tematizaciones ligadas a los derechos
desde lo individual (derechos del consumidor, intereses difusos, derechos frente al abuso estatal).
Relacionado con este segundo tipo de demandas,
se ha dado el surgimiento de mbitos, en la esfera
pblica y privada, especialmente dedicados a funciones de contralor, fiscalizacin y regulacin.
Atendiendo a estos hechos y vinculndolos con
las caractersticas de la democracia en Argentina,
le atribuyo relevancia a estas instituciones de conPassage Vivienne, construido en 1832, Par s
13
estado y sociedad, que se instalan hoy en el marco de las transformaciones polticas, sociales, culturales, econmicas y tecnolgicas.
2.
Dentro del amplio espectro de la produccin terica sobre esta problemtica, me parece oportuno
considerar, para estas reflexiones, dos vertientes.
En primer lugar, los aportes de autores que se
plantean el estudio de los nuevos movimientos y
la pluralidad de elementos que confluyen en la
constitucin de los mismos. Melucci (1990) plantea que lo que est puesto en discusin es la coexistencia de (a) un agotamiento de los universos
tericos; (b) una transicin que va de los viejos
modelos de accin colectiva a un cambio de los
mismos y (c) una creciente posibilidad de control
por parte de la accin individual. Es interesante la
apertura de su propuesta por cuanto lo liga con la
cotidianeidad y resalta los procesos de individualizacin, en tanto que atribucin de un sentido de
accin a todo individuo, potencialmente.
Este tipo de enfoque se diferencia de las perspectivas que vinculan la constitucin de la ciudadana
a las caractersticas de las sociedades que estn
entrando en la etapa post-industrial: la constatacin emprica de la importancia que adquiere la
informacin y la interdependencia forma parte de
la mayora de estos estudios (Benjamin. 1991).
Estos, en general, son trabajos que atribuyen relevancia a la opinin pblica, sobre todo en cuanto
refleja la desconfianza y apata de la poblacin
frente a las instituciones polticas tradicionales. Se
trata de enfoques sistmicos que pretenden dar
cuenta de las demandas sobre la calidad de los servicios. Una vez alcanzado un cierto umbral econmico por parte de los individuos, son estudios
que enfrentan -desde nuestra perspectiva- el escollo terico de presentar los aspectos culturales y
comunicacionales como una dimensin inabordable o -simplemente- no plantersela como interviniente en la formulacin de estos problemas. Por
otra parte, se ubican en una ptica que ignora las
consecuencias del desplazamiento creciente de lo
poltico por parte de los mercados, discusin central de hoy en el marco de la teora poltica. (Born. 2000:104)
En segundo trmino, dos aportes tericos que
dentro de la amplia gama de enfoques sobre esta
problemtica de los intereses y demandas de los
sujetos, muestran el estado de desarrollo terico
en relacin con este problema y le asignan al estudio de la comunicacin y la cultura un lugar preponderante.
La perspectiva de Habermas acerca de la construccin de la ciudadana, de acuerdo a la cual, la
ciudadana tiene (adems de la pertenencia a un
Estado) un estatuto vinculado a derechos y deberes. Habermas ubica su enfoque en la tradicin re-
publicana (en oposicin a la tradicin liberal), segn la cual la ciudadana es un proceso activo, especialmente caracterizado por la participacin y la
comunicacin. En estos procesos, los dilogos y
sus lgicas pertinentes estn en la base de la constitucin ciudadana. Adems de la necesidad de
una visin histrica de los diferentes procesos
constitutivos de los derechos ciudadanos, en esta
perspectiva ocupa un importante lugar el conocimiento de los factores que favorecen la plasmacin en el sistema jurdico de las nuevas relaciones de inclusin. (Habermas.1992a,1992b,1998).
Este enfoque es relevante para nuestra perspectiva
ya que, en este modelo de participacin al que alude Habermas, intervienen redes de discursos entrelazados que configuran un marco general para
la ciudadana.
Los aportes de Walzer, que desde la teora de las
esferas de la justicia, indaga acerca de las causas
que influyen en el hecho de que los ciudadanos se
preocupen ms por lo econmico que por lo poltico. En el marco del carcter actual de la vida asociativa de los sujetos (relaciones con el trabajo,
vnculos frente al mercado, relaciones generales
en la precarizacin laboral, etc.), Walzer seala
que, aunque estemos en presencia de una fuerte
potenciacin de las asociaciones civiles, no podemos prescindir del Estado. (Walzer. 1992, 1997).
Plantea as la necesidad de que los ciudadanos se
responsabilicen de otras actividades, aprovechando la multiplicidad de estrategias de organizacin
en la sociedad civil y las nuevas formas de accin
estatal. En este aprovechamiento surgira buena
parte de la revalorizacin de los pequeos detalles
de la cotidianeidad y con ella de la interaccin comunicativa.
3.
Por otra parte, es importante sealar que, desde
hace tiempo dentro del campo de los estudios sociales, suele enunciarse insistentemente la insuficiencia de los anlisis. Especficamente los temas
de la constitucin de la ciudadana en relacin con
la discursividad y la democracia participativa renen a su alrededor aportes tericos en el sentido de
la necesidad de revisin de las categoras que hasta hace pocos aos se consideraban para dar cuenta de estos procesos. Es verdad que los distintos
actores sociales y su recomposicin identitaria no
pueden ser concebidos como grupos homogneos
o sectores de poblacin claramente delimitados.
En su lugar, encontramos individuos en situaciones no tan fcilmente clasificables. La insuficiencia de las categoras y enfoques estadsticos frente a los casos y problemas que se presentan hoy,
est planteando la necesidad de buscar variables
explicativas que excedan el marco de los tradicionales indicadores sociolgicos. Se hace necesaria
la comprensin de los procesos en un nivel ms
15
Notas y referencias
BAjTin, M., 1974, La cultura popular en la Edad Media
y el Renacimiento, Barral, Barcelona
BEnjAMin, R., 1991, Los lmites de la poltica,
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Debats n 39, valencia.
17
indagar en torno al lugar que la fotografa ocup en las pginas de Sur durante los aos 30 -en
tanto que tecnologa comunicacional y grfica, en
tanto que arte todava por entonces (en la Argentina especialmente) en vas de canonizacin, en tanto que prctica expresiva decididamente moderna
y en tanto que objeto de una teorizacin esttica
modernizadora- impone dos tareas esenciales: por
un lado, identificar los usos que hizo Sur de la fotografa como entidad grfica especfica y construir un marco explicativo tanto de dichos usos como de los no-usos que aqullos, de manera implcita, tornan evidentes; por otro, dilucidar en los
diversos artculos y notas en los que -de manera
central o marginal- aparecieron en la revista reflexiones tericas, crticas o ensaysticas sobre fotografa, posiciones convergentes y divergentes en
torno a sus potencialidades estticas y expresivas,
que pudieran ser puestas en correlacin con teoras y estticas fotogrficas contemporneas, con
otros proyectos estticos, culturales e ideolgicos
que fueron concretizndose en las pginas de la
revista durante aquella dcada, y con aspectos especficos del entramado cultural argentino de
aquellos aos. impone en segundo lugar, por supuesto, pensar nexos entre dichos usos y dichas
posiciones tericas y estticas.
Es en tal sentido que deben leerse las notas que
siguen:
1. La presencia de fotografas en las pginas de
Sur durante su primera dcada va a depender del
entrecruzamiento inextricable de tres factores determinantes: una decidida valoracin positiva de
la fotografa tanto en su condicin de tecnologa
documental con aptitudes propias, como en su carcter de prctica artstica de pleno derecho2, el
explcito proyecto de publicar una revista de calidad de acuerdo a los estndares de las mejores
revistas estadounidenses y europeas3, y las limitaciones financieras que fueron acompaando el devenir de Sur casi desde sus inicios 4.
Si los dos primeros factores llevaron a que,
desde el primer nmero, las fotografas delimitaran en Sur un territorio discursivo mucho ms diversificado que el de la mera ilustracin y a que
el soporte de las mismas (inclusive en las publicidades, la mayora de las veces) fuera exclusivamente un papel satinado -sin dudas ms costoso
que aqul en que se impriman los artculos- apto
para satisfacer una buena visibilidad tanto de detalles como de matices tonales, el ltimo hizo que
el nmero de fotografas publicadas fuera disminuyendo de manera ostensible hasta llegar a un
n 6 del otoo del 32 -aparecido en plena crisis
financiera de la revista- que ya no contendr absolutamente ninguna lmina fotogrfica. A partir
de all, y hasta el fin de la dcada -ms all de algunas publicidades ilustradas que seguirn teniendo cierta continuidad-, la aparicin de fotografas
en Sur -que, recordemos, es ahora una publicacin
mensual- no slo ser ocasional5 , sino que su ausencia se har evidente frente a la temtica de ciertos artculos6.
El anlisis de las prcticas editoriales de la Sur
de los 30 concernientes a la publicacin de fotografas debe centrarse, pues, casi de manera exclusiva, en sus cinco primeros nmeros. Se trata, por
cierto, de un episodio muy breve en la dilatada
historia de la revista y debera verse en l no la
realizacin acabada de una poltica editorial, sino
ms bien el planteamiento de un curso de accin,
la obertura de un proyecto inconcluso, que la falta de recursos econmicos impidi profundizar.
Sin embargo, aun en su misma brevedad, implic,
en alguna de las modalidades que supo adoptar,
una intervencin decididamente innovadora en el
campo cultural de su poca.
19
2. Al contrario de lo que una lectura apresurada pueda hacer suponer, o de lo que algunos crticos de la poca apreciaron7 , las fotos de los primeros nmeros de Sur no tienen en absoluto una
mera funcin decorativa. Ms all de la uniformidad impuesta tanto por su soporte de edicin -el
papel satinado al cual ya hemos hecho referenciacomo por el hecho de aparecer reunidas, muchas
veces, en una especie de cuasi-separata, se hacen
cargo, en realidad, de funciones discursivas claramente diferenciadas: la ilustracin de artculos
y notas de la revista; la difusin de las artes
plsticas y, algunas veces, de la naturaleza (geogrfica, botnica) argentinas y -en menor medidalatinoamericanas; la promocin de la fotografa
misma como prctica artstica moderna de pleno
derecho. Toda foto aparecida en Sur durante este
perodo ejercer alguna -o varias simultneamente- de estas funciones especficas: una pequea tipologa de tres clases, fundamentada, insistimos,
no en diferencias genricas o temticas sino en estrictas funciones discursivas desempeadas en el
espacio textual de la revista, queda delimitada, as,
pues, con una cierta precisin.
3. Lafotografacomoilustracindeartculos
ynotas ser el ms clsico, editorialmente hablando, de entre los usos de las fotos en Sur, y ser
tambin el nico que sobreviva a la crisis financiera del n 6. Caracteriza a este uso discursivo de la
fotografa, exclusivamente, el hecho de que las
mismas plantean algntipoderelacin con artculos de la revista. no interesan para caracterizar
el mismo, pues, ni la modalidad especfica de la
relacin, ni el gnero fotogrfico ni el carcter
annimo o firmado de la foto en cuestin. S sirven estos criterios para pensar dominancias y
elecciones ligadas a proyectos editoriales especficos.
La gran mayora de estas fotos tienen que ver
con plantear una representacin icnica precisa de
algn fenmeno natural o cultural del que trate el
artculo, all cuando la naturaleza misma de dicho
fenmeno se vea clarificada, especificada, o ejemplificada por la imagen fotogrfica en cuestin.
nada ms lejos de la foto-adorno: Sur est convencida de las insustituibles aptitudes cognoscitivas de la fotografa en lo referido, fundamentalmente, a la reproduccin del aspecto general y de
detalles especficos de la apariencia visual de las
cosas, y se sirve de ella para complementar algunos de sus artculos cuando lo tratado aluda necesariamente a dicha apariencia. As, la mayora de
estas fotos acompaarn8 a artculos y notas referidos a pintura, arquitectura o a las artes plsticas
en general y heredarn las constricciones formales
y materiales -otras de las razones de la apuesta por
la reproduccin de primersima calidad9 - de las
ilustraciones fotogrficas que circulan por los li-
bros de arte y los tratados o las historias arquitectnicos; algn trabajo antropolgico y algn ensayo de alusiones geogrficas tambin recurrir a
este tipo de foto postulando un uso afn.
Muy escasos en cambio sern -lo cual revela,
en negativo, la misma poltica editorial- los usos
ilustrativos donde lo cognoscitivo ocupe un lugar
anecdtico: tan slo, algunas pocas veces, puede
encontrarse la foto -o la reproduccin de alguna
pintura- de algn escritor o artista del que trate un
artculo, o del espacio fsico en el que desarrolla o
hubo desarrollado su tarea.
De igual manera, la casi totalidad de las fotos
que entran dentro de esta categora son annimas:
el nombre de autor queda reservado en Surpara
las fotos consideradas artsticas.
Este anonimato es un sntoma ms de la escisin que Sur no cesa de marcar entre lo que en sus
ndices nombra como lminas fotogrficas documentales y lminas fotogrficas artsticas -escisin que remite a su vez al ambiguo estatuto semiolgico e institucional de la imagen fotogrfica- y refuerza el enigma en torno al origen de estas fotos: cmo llegaron a Sur?, cules fueron
producidas para Sur y cules reproducidas en
ella?. De hecho no caben dudas sobre el origen
privado de algunas, sobre el carcter de protocolo
cientfico de otras, pero la incerteza en torno al
origen se cierne sobre muchas: esas fotos que ilustran textos cuasi geogrficos, fueron tomadas por
los viajeros o sacadas de algn archivo de imgenes?, las reproducciones de cuadros de pintores
argentinos sobre los que se escribe -y lo mismo
suceder con aquellos sobre los que no se escribefueron producidas para la ilustracin de las notas,
sacadas de catlogos, extradas de archivos de los
propios pintores?. nada cierto puede decirse al
respecto
Lo nico que puede constatarse es que slo
aparecen firmadas cuatro lminas fotogrficas
relacionadas con algn artculo publicado en la revista. Y sin dudas sucede porque ocupan un lugar
ambiguo en nuestra clasificacin o, para ser ms
precisos, entran en una y otra categora a la vez
-difunden la obra de un fotgrafo, peroalmismo
tiempo, ilustran un determinado artculo- o bien,
porque, por diferentes motivos, son excepcionales
en el contexto mismo de las fotos de Sur. o por
ambas cuestiones a la vez. Se trata de dos fotomontajes de vctor Delhez, uno de los fotgrafos
cuya obra Sur difundir en los primeros nmeros,
producido a partir de fotos de inscripciones de carros para ilustrar, en el n1, Sneca en las orillas
de Borges (que analiza dicho gnero discursivo
popular, ya en vas de desaparicin por aquellos
aos) y que constituye la nica foto-ilustracin
-ms bien se trata aqu de un trabajo de orden fotogrfico- que aparece como explcitamente producida para ilustrar un artculo de la revista; de
una foto nocturna de Buenos Aires firmada Gmez que parecera invertir en el n 7 de abril del
33 -paradojalmente cuando Surabandona la publicacin sistemtica de fotos- la relacin texto/
imagen del resto de las ilustraciones: un texto de
Wladimiro Acosta ,que analiza y explica las potencialidades de la fotografa para suplementar la
visin humana y crear mundos visuales alternativos, ocupa con letra diminuta el espacio de una de
las pginas satinadas destinadas a las fotos, rodea
a la pequea fotografa bajo un ttulo comn:El
mundo de los hombres invisibles, y como generndose a partir de ella, adquiere casi el estatuto
-no existe otro ejemplo en Sur- de un breve y modesto comentario de la misma; de un fotomontaje
de valentine Hugo: Retratos (del grupo surrealista) que integra la contribucin surrealista especial para Sur del n 19 de abril del 36 cuya excepcionalidad, en Sur, radica en que figura en el
ndice de dicho nmero -y se postula por lo tanto
una lectura en ese sentido- como uno ms de los
artculos surrealistas que integran el dossier,
con su respectivo nombre de autor; y, por ltimo,
de un fotomontaje de Horacio Coppola -el otro de
los fotgrafos argentinos cuya obra fuera divulgada por los primeros nmeros de Sur- Fotografa
presentado en el ii Saln de Artistas decoradores y que la revista publica para acompaar una
nota sobre dicha exposicin en el n 34 de julio
del 37, nota que, tal como lo hemos explicado en
la nota 8, es la nica referida a alguna muestra artstica que fue acompaada de ilustraciones. Por
su doble estatuto funcional deberemos volver, ms
adelante, sobre algunas de estas fotos.
4. Desde el primer nmero, Sur publica en sus
pginas fotografas que no plantean ninguna relacin de tipo ilustrativo con artculos especficos de
la revista pero que, lejos de aparecer como mero
adorno10 deben ser ledas en el marco de sus designios editoriales. Se trata de fotografasquefuncionancomoinstrumentodedifusindelanaturalezaydelarteargentinosylatinoamericanos
As, en el n 1 una serie de fotos aluden al paisaje argentino o algn ejemplar de su flora ms representativa, sin que estos temas sean materia de
ningn artculo especfico. Son en general fotos
convencionales de vistas argentinas acompaadas de leyendas que las indentifican geogrficamente: Paisaje de las pampas o Paisaje andino por ejemplo, aunque aparecen tambin un par
de fotos de un palo borracho firmadas por Delhez
que constituyen decididos estudios de orden casi
abstracto -sobre texturas, formas y juegos lumnicos- y que por cierto escapan a dicha convencionalidad.
Qu hacen esas fotos en Sur, sobre todo las
no-artsticas, carentes de todo valor plstico, dotadas inclusive de un potencial informacional du-
21
Tambin desde el n 1, otras fotos que no refieren al paisaje o a la flora argentina aparecen en
Sur desprovistas de relacin con artculos de la revista y destinadas a cierta poltica de difusin. Se
trata de lminas fotogrficas que reproducen obras
plsticas -pinturas, grabados, dibujos- argentinas
y latinoamericanas o de tema argentino o latinoamericano14 . Hay dos que reproducen una pintura y un grabado que tematizan la Argentina del
s. XiX -aunque seleccionados por cierto desde el
gusto esttico del XX- pero la gran mayora son
fotos de trabajos de plsticos latinoamericanos del
s. XX que adhieren a estticas vanguardistas o
modernistas: Guttero, Tarsila de Amaral, Rivera,
por ejemplo. Esta opcin por la difusin de este tipo de arte como imagen de la Argentina y de
Amrica Latina tampoco es casual y nuevamente
aqu las opiniones de ocampo parecen haber sido
decisivas: si para la directora de Sur cierta dimensin y calidad de su naturaleza dotaba a Amrica
de una superioridad sobre Europa, la juventud de
este continente en el marco de la cultura occidental y el desarraigo constitutivo de sus habitantes de
origen europeo, lo destinara -a diferencia, nuevamente, de Europa- a la implantacin y el desarrollo de la cultura moderna15. Y es precisamente en
esta encrucijada donde confluyen arte y modernidad -que la tecnologa potenciara- donde hay
que buscar los fundamentos para el tercer grupo
de nuestra pequea tipologa: el constituido por
aquellas fotografas que delimitan en Sur un espacio propio para un arte moderno en vas de consolidacin.
5. Un ltimo grupo de las fotografas publicadas en Sur, que en varios casos abarca a fotografas que tambin cumplen con funciones discursivas propias de los otros dos grupos que integran
nuestra tipologa, est constituido por fotosofotomontajes artsticos -firmados o de evidente
atribucinaunautor-,publicadosconlaclara
intencindedifundirlaobradealgnfotgrafo
especficoy,sobretodo,depromoveralafotografa -a cierta fotografa, para ser precisos- como
artemodernoinsoslayable.
La primera obra fotogrfica que Sur difunde
pertenece a vctor Delhez. Algunos de sus trabajos, como ya dijimos, constituyen los nicos indubitablemente realizados para ser publicados en
Sur. Los publicados en el n 1 -los fotomontajes
en torno a las inscripciones de carros y el palo borracho fotografiado desde ngulos diversos-, a los
que ya nos hemos referido, son radicalmente diferentes pero ambos remiten a tendencias renovadoras de la fotografa estadounidenses y europeas:
especficamente el movimiento de los straight
photographers, la fotografa alemana de entreguerras ligada directa o indirectamente a la Bauhaus, y la prctica europea del fotomontaje que
abarca un amplio espectro que va desde la fotogafa surrealista a los trabajos antinazis de john
Heartfield. Precisamente, los fotomontajes (usamos este trmino, por cierto ambiguo desde el
punto de vista tcnico, en su acepcin ms general) aparecidos en el n 2 constituyen la mayor
produccin editorial de Sur destinada a la difusin
de la fotografa artstica o ms bien de trabajos artsticos producidos a partir de material fotogrfico. Se trata de una serie, que se extiende a lo largo de la revista, de lo que podramos denominar
paralelismos fotogrficos que, en el interior de
una pgina o en pginas enfrentadas, pone en relacin comparativa, atendiendo a la equivalencia
de estructuras formales, productos culturales (arquitectnicos -por lo general no-occidentales:
amerindios, orientales-, industriales, etc.) con formas naturales amplificadas muchas veces o producciones culturales provenientes de culturas radicalmente diferentes. Por ejemplo: Pagoda del
templo Sung-Yeh-sen en el Sung-shan, China y
el Equisetum Hiemale: planta invernal, ampliada
20 veces; Engranaje expuesto en la exposicin
de Artes industrias Britnicas, 1931 (en Buenos
Aires) y un corte de raz ampliado 20 veces; Callejn de Loreto (en el Cuzco) y Pasaje de Baier
(gran puente de acero). Estos paralelismos no
llevan firma, pero como tambin aparecen varias
fotografas firmadas por Delhez de productos expuestos en la exposicin mencionada en el segundo ejemplo, es dable suponer que este fotgrafo
fue el responsable de los mismos. nuevamente,
como en el caso de la foto del palo borracho, es
una bsqueda formal claramente ligada a la abstraccin lo que est detrs del trabajo fotogrfico,
aunque aqu se pone en evidencia el impacto no de
la straight photography sino de la fotografa alemana de la Repblica de Weimar, tanto en la aficin a fotagrafiar productos industriales en busca
de parmetros formales inditos como en la vindicacin de la fotografa cientfica (microscpica,
infrarroja, macroscpica, estroboscpica) en tanto
que reveladora de un inusitado universo de formas
y texturas que desplegaran cierta modalidad de la
belleza literalmente oculta al ojo humano y que
slo la cmara puede hacer accesible16 .
La otra obra publicada fue la de Horacio
Coppola, de quien nos ocuparemos en el prximo
apartado. no hay ms obra publicada, pero s dos
fotos aisladas que aparecen firmadas y que ya han
sido comentadas porque entran, aunque de manera singular y conflictiva -ya lo explicamos-, en el
grupo de las fotos ilustrativas. Ambas entablan
tambin, sin embargo, continuidades formales,
genricas y hasta temticas con las obras que acabamos de nombrar. La foto nocturna de Buenos
Aires firmada Gomez, vuelve sobre una ciudad inslita y secreta y tanto ella como la nota que la
complementa y la comenta, aluden a los procedi-
23
parte, el texto de Romero Brest puede considerarse en los marcos del perodo de la revista que estamos
estudiando- el ltimo eslabn -y el ms elaboradode una cadena de artculos y notas que toman a la fotografa moderna -precisemos: a la fotografa surgida de las transformaciones artsticas y tcnicas de las
dos primeras dcadas del siglo XX- como objeto de
reflexin central o lateral.
Dicha cadena comienza en una larga nota que la
directora escribe en el n 1, La aventura del mueble, en la que la defensa de la fotografa como arte
se inscribe en el marco del relato de una visita a la
galera del fotgrafo estadounidense Stieglitz ,An
american place, y de un encendido elogio de los valores estticos de sus fotos y contina en el n 3 del
invierno del 31 con el artculo de Lewis Mumford
El arte en los Estados Unidos, donde un apartado
entero es dedicado a la obra de Stieglitz, para completarse con las digresiones en torno a las potencialidades cientficas y ficcionales de cierto cine y de
cierta fotografa que en El mundo de los hombres
invisibles -n 7, de abril del 33- hace Wladimiro
Acosta.
Muy diferentes entre s, estos artculos comparten algo ms que un obvio inters por la fotografa:
todos reflexionan,de alguna manera, sobre lo especficamente fotogrfico; todos relacionan, en algn
modo, fotografa con modernidad; todos se detienen,
inevitablemente, en los vnculos entre tecnologa y
arte. no hay que ver en ello, sin embargo, una coherente sucesin de artculos que se responden unos
a otros. Se trata, ms bien, de una suerte de consecuencia inevitable del encuentro de ciertos intereses
personales (de la directora, por ejemplo) y del poder
persuasivo de algunos intelectuales en el universoSur (Waldo Frank, Le Corbusier, o los grandes arquitectos de la Bauhaus, por ejemplo) con una transformacin tal -desde fines de la segunda dcada del
siglo- de la fotografa artstica europea y estadounidense (con sus adyacencias publicitaria y periodstica) que, al mismo tiempo que hace imposible la supervivencia del pictorialismo epigonal de la fotografa argentina autoconsiderada de arte, impone una
agenda terico-especulativa casi ineludible.
8. A diferencia de la poltica habitual respecto a
la literatura, donde la difusin de la obra de autores
de ficcin o poetas suele ser acompaada de ensayos
crticos, y a diferencia incluso de la atencin plural
que pintores y msicos contemporneos consagrados reciben en la revista, Alfred Stieglitz fue el nico fotgrafo de reconocimiento internacional consolidado del que se ocupa Sur a lo largo de esta dcada -como ya expresamos- en la nota de ocampo y
en el artculo de Mumford. Es Waldo Frank -uno de
los mentores extranjeros de Sur- quien media entre
estos trabajos y la revista: es sin dudas quien patrocina la publicacin del texto de Mumford y es quien
pone en contacto a ocampo con Stieglitz, tanto inte-
definitiva, ninguno de los artculos, aun defendiendo las potencialidades estticas de la fotografa, deja de responder -central o marginalmente,
con mayor o menor conciencia- ciertas preguntas
recurrentes: puede una obra fotogrfica llegar a
ser considerada arte?, en qu condiciones?, qu
la caracterizara como un arte autnomo?.
En realidad esta cuestin resuena en La aventura del mueble, y en todos los artculos dedicados a la fotografa en Sur, porque est instalada en
la agenda cultural internacional de los veinte y de
los treinta. no slo por la instucionalizacin todava incipiente de la fotografa artstica, sino porque impugnada la solucin pictorialista -en sentido amplio- del problema (la fotografa devendr
arte parecindose a la pintura, ya sea interviniendo sobre el referente, sobre las condiciones pticas apropiadas de la cmara, sobre el negativo, sobre la impresin) por las ms exitosas de las revoluciones fotogrficas que se sucedieron desde
fines de los aos 10, la cuestin, ya presente en
los debates del origen, resurge con virulencia (aun
cuando algunos trminos cambien: muchos eludirn o rechazarn el trmino arte; de hecho, las
cosas no cambiaron demasiado porque los debates
fueran en torno a la especificidad de un medio de
expresin o lexemas afines: el debate sigui siendo sobre esttica y sobre potencialidades semiticas) y no cesa de circular por un par dcadas, con
no poco dogmatismo, por los escritos de fotgrafos, tericos y crticos. nadie parece estar en territorio asegurado, al respecto, por esos aos; nadie
tampoco parece poder obviar la cuestin.
9. En el n3 del invierno de 1931 aparece en
Sur un largo artculo de Lewis Mumford, El arte
en los Estados Unidos cuya segunda parte est
dedicado a la poca contempornea; su Apartado 5, de un par de pginas, analiza, como ya
anticipamos, la obra de Alfred Stieglitz31.
Al igual que en el texto de ocampo, la obra de
Stieglitz es pensada y valorizada en tanto que arte
esencialmente moderno, pero insistiendo en este
caso en su contigidad con otras producciones de
orden tcnico y tecnolgico, en su idiosincrasia
netamente norteamericana y en su valor especfico en la historia de la fotografa.
En tanto que una de las dos fuentes de placer
que la mquina nos ha proporcionado (la otra la
conformaran los grandes monumentos de la
ciencia fsica y de la exacta tecnologa), no caben
dudas que para Mumford la fotografa en s, toda
fotografa, es esencial e intrnsicamente moderna
no slo en su naturaleza tcnica sino tambin en
sus potencialidades estticas. El mrito de Stieglitz es haber concretizado como nadie dichas potencialidades, no slo por haber hecho de la materia moderna la materia misma de su arte:
La fotografa es para Stieglitz un elemento princi-
25
pal de la experiencia moderna: significa realidad, significa color, significa luz, significa personalidad humana reaccionando ante todo aspecto del mundo circundante32
sino por haber sido el ms brillante en demostrar que la fotografa encontrara su destino esttico y desarrollara sus mltiples posibilidades
slo en el respeto irrestricto de sus peculiaridades
como medio, como soporte, como tecnologa comunicacional.
Es en este sentido que ha devenido el modelo
de lo mejor de la fotografa norteamericana
(Mumford slo cita a Strand y a Sheeler), que sera la nica (y nuevamente la oposicin Europa /
Amrica y la discusin sobre la autntica modernidad est aqu) que ha encontrado un lugar esttico propio para la fotografa al rechazar la sumisin a la pintura y al explotar sus propias potencialidades:
Contrastando con el fotgrafo europeo, que ha empleado todas las dudosas tretas de la doble posicin (sic)
y del montaje fotogrfico, la fotografa norteamericana
ms calificada respeta completamente el medio33
10. Tambin la fotografa como tecnologa especfica de produccin de imgenes ocupa a Wladimiro Acosta en su pequea nota El mundo de
los hombres invisibles que, como ya explicamos, se publica en el n 7 de abril del 33, acompaando, rodeando ms bien , una foto nocturna
de Buenos Aires, hecha por Gmez.
Ya explicamos en el Apartado 3 por qu la foto de Gmez era singular en el contexto del grupo
de fotos al que perteneca en nuestra pequea tipologa; no menor es la singularidad de la nota que
la acoge en el contexto de los escritos sobre fotografa aparecidos en Sur. Es el nico que se detiene en la descripcin, ms o menos minuciosa, del
funcionamiento del dispositivo fotogrfico, del cinematogrfico (en tanto que tecnologas de la
imagen) y de tcnicas especficas, relativamente
marginales de ambos; es el nico que explicita
usos cientficos de la fotografa -ms precisamente: transformaciones del saber que la tecnologa
fotogrfica habilit- (de los que derivan, por otra
parte, algunas de las fotos que Sur public), cuando los otros se ocupan de la fotografa artstica; es
el nico que entrev las virtualidades fantsticas
de la imagen fotogrfica all donde los otros slo
insisten en modalidades del realismo y es el nico
que, de hecho, piensa la fotografa por fuera de un
destino de representacin humanista o social.
Sin dudas, como otros de los escritos fotogrficos de Sur, como muchas de las fotos que Sur
public, los manifiestos y las teorizaciones de la
Bauhaus estn detrs de esta nota de Acosta. Ya
hemos hecho referencia, por ejemplo, a la vindicacin que Moholy-nagy no ces de hacer en sus
escritos de esas imgenes de la fotografa cientfica que desarticulaban los parmetros de la repre-
mulas caducas de sentido y hacia lo terico41 , no se llaman artistas, ni califican a la fotografa como arte.
27
Segundo: las voces que autorizan la voz propia, es decir los crticos y tericos de arte europeos. La omnipresencia de citas de Roh y la cita
aleatoria de algn otro autor -siempre contemporneos que publican en lugares prestigiosos, desde
Foto-Auge a la NouvelleRevue Franaise-, puede leerse como un gesto de modernizacin y profesionalizacin de la crtica de arte en un intento
explcito de distanciarla del diletantismo causeur
y del mero reparto de halagos y condenas sin fundamento. Sin dudas lo es. Pero tambin debe leerse en ello un intento por afianzar un lugar enunciativo de autoridad de la palabra propia en el pantanoso terreno de la fotografa como arte. De all el
epgrafe de Roh que la introduccin no hace sino
desarrollar:
Si on entend para art des formes ayant leur propre
fin, produites par lhomme et pleines dexpressions, on
doit ranger aussi les bonnes photos sous cette rubrique43
de all la siguiente cita de ozenfat, por ejemplo, cuya nica funcin consiste en garantizar una
opinin propia sobre las relaciones entre tcnica y
arte en fotografa:
Hay que tener en cuenta que los medios de realizacin tcnica que usa el pintor no son los que se postulan
para valorar intrnsecamente su obra, interesa si con esa
plenitud de medios consigue llegar a la expresin plena
de los objetos; de la misma manera que no basta que un
fotgrafo conozca precisamente lo que se refiere a su
tcnica (exposicin, diafragma, distancia, revelacin y
copia) sino que con esos elementos sea capaz de expresar de manera fiel la verdad de esa realidad que traspone a la imagen. La tcnica, con el progreso, va quedando reducida a labor servil. Se puede considerar como
valor la correccin fotogrfica en la produccin de un
film?. Sera como elogiar la sintaxis en una obra literaria. Lart nest pas dans le moyen technique qui nest
quun interprete (ozenfat)44
Tercero: la voz de esa especie de doxa constituida por las objeciones tradicionales a la fotografa como arte, a la cual tampoco dejaban de aludir
de manera implcita los artculos de ocampo y de
Mumford.
Esta tercera voz es esencial, porque va pautando el desarrollo tpico especfico de la introduccin, que deviene, de esta manera, una suerte de
hilvanado de respuestas precisas y detalladas a cada una de dichas objeciones presentadas como
preguntas especficas: Tiene la fotografa una
realidad que le sea especfica?, Es una copia de
la naturaleza?, Hay creacin en fotografa?,
En la segunda parte, donde esa crtica se despliega, la obra expuesta ser analizada -e incluso
evaluada: La obra de estos dos artistas presenta
una extraordinaria unidad de concepcin y de realizacin46 - como una entidad unitaria, y valorada -en parte- a partir de la concepcin de arte fotogrfico defendida en la introduccin terica. Si
lo segundo es lgico, lo primero no se impone como una obviedad. Hay sin dudas una eleccin en
no diferenciar las fotos de Coppola de las de Stern
y la hay tambin -aunque aqu el problema es ms
complejo: lo veremos- en no trabajar ninguna foto como obra singular, sino gneros (cuyos nombres se toman de la pintura, lo que en algunos casos es discutible: naturalezas muertas, paisajes, retratos) y series especficas (el reportaje de Londres, por ejemplo).
Es probablemente la afinidad del crtico con
los autores, el rol asumido con esta nota de teorizador y divulgador de obras y principios estticos
propios de un grupo que lo incluye, lo que lo lleva a aceptar acrticamente el colectivo indisociable que los fotgrafos proponen por estos aos al
privilegiar una esttica compartida por sobre idiosincrasias especficas47. Pero es tambin en otros
lugares, en otros factores -en su cruce, ms bienen donde deben buscarse razones tanto para ello
como para la eleccin de comentar gneros y series y no fotos individuales: en un grado de cano-
La segunda cuestin se refiere al hecho que esta obra aparece para Romero Brest, en su totalidad
y a partir de su adscripcin al realismo, como
ejemplo de una determinada posicin del artista
en la sociedad, la de los que asumen un compromiso poltico y social a favor de la transformacin
de dicha sociedad:
El hecho de que el arte, especialmente esta fotografa, se acople de manera tan fiel a la vida, est indicando
una posicin distinta a la de los artistas idealistas y utpicos. (...) Este movimiento verista no es un simple movimiento de carcter esttico, sino que responde a una
moderna concepcin del mundo. Coppola y Stern, como
los veristas pintores buscan dar la verdad esencial y
prctica de las cosas, quieren que los hombres se compenetren con ella, porque saben que esa es la tarea esencial del momento: librar al espritu humano de viejos
prejuicios idealistas, para que aparezca la verdad de la
existencia cotidiana, la verdad poltica y la verdad social. (...)52
Es este compromiso social el que permitir establecer distinciones en el marco de una obra unnimente adscripta al concepto de fotografa pura,
de fotografa que slo busca ser fotografa a partir del ejercicio de una tcnica impecable. Distinciones que no separarn fotos aisladas entre s, sino que se articularn con las distinciones de gneros:
(Ms all de la coherencia esencial y la unidad intrnseca de esta obra) es posible distinguir una gradacin
del inters social que va desde las naturalezas muertas
hasta el reportaje sobre Londres pasando por los retratos
y los pasajes
29
autntico valor cultural de la obra de CoppolaStern, como el principio teleolgico que ha regido
la evolucin de su obra:
Pero, si Coppola y Stern no hubieran hecho otra cosa que esto (fotos de una rara calidad tcnica y expresiva que significa(n) la consecucin paralela de la obra en
su especfico carcter de fotografa) no sera posible
vertebrar su obra en este intento de cultura universal de
cuyos comienzos hay suficientes atisbos como para poder afirmar que est naciendo.Su solo objetivismo ya est demostrando su modernidad y su vigencia social, pero si fuera esto tan slo, sera un eslabn perdido de la
cadena que van formando muchos hombres de este mundo actual con realidades de especie cultural y social. Pero ellos mismos nos muestran con ejemplos indudables
la aplicacin de su arte: las foto-reclame en este momento con marcado carcter capitalista, el reportaje sobre
Londres que muestra dialcticamente la realidad social
(...) Hay en esta exposicin el proceso de una formacin
artstica: en el reportaje sobre Londres se percibe finamente el objetivo fundamental de este arte, el eslabn de
la cadena que frreamente se une a todas las dems actividades de la cultura social53
Notas y referencias
1. Este trabajo se realiz en el marco del Proyecto de
investigacin grupal "Tecnologas y Prcticas culturales:
la experiencia moderna de las vanguardias", que se centr en el estudio de las relaciones entre tecnologas
comunicacionales y procesos culturales modernizadores
en la Argentina durante las dcadas del '20 y del '30. Fue
por la importancia de Sur en el campo cultural argentino durante esta ltima dcada y por su explcita intervencin modernizadora en el mismo, que decidimos, en
el marco de dicho proyecto, investigar en torno al lugar
que la fotografa ocup en los nmeros de la revista
aparecidos durante esos aos.
Dada la dificultad existente en este pas para acceder a
material bibliogrfico, sobre todo cuando se trata de
material histrico, o de imposible o costosa adquisicin
en libreras, este trabajo no habra sido posible sin la
generosa colaboracin de quienes nos acercaron una
buena parte de la bibliografa utilizada en esta investigacin. Quiero agradecer profundamente en este sentido
a Adriana Astutti, Gabriela Muzzio, judith Podlubne y
Adrin Radicci.
2. La valoracin fuertemente positiva que la Sur de los
primeros aos -y, en particular, su directora- hizo de la
fotografa en tanto que arte y en tanto que documento,
queda netamente evidenciada no slo en los artculos de
ocampo y de diversos colaboradores publicados en Sur
que de manera central o tangencial se refieren a la
fotografa o en el patrocinio de cierta muestra clebre
-en ambas cuestiones nos detendremos ms adelantesino tambin en referencias y testimonios de diversa
ndole.
As, la misma revista, en su propio cuerpo, se encarg de
poner de relieve explcitamente la presencia de fotos: en
el ndice del n 2, por ejemplo, puede leerse, al final del
mismo y con letras destacadas, "20 lminas de
fotografas documentales y artsticas". En el mismo sentido, mucho aos despus, recordando los das fundacionales de Sur, ocampo se detendr con orgullo en la
enumeracin minuciosa y completa de todas las
fotografas impresas en el primer nmero de la revista
(en Sur n 356 - 357 "Pginas dispersas de victoria
ocampo", enero - diciembre, Buenos Aires, 1980, p.25).
3. La preocupacin de Sur por lograr los mejores estndares grficos llevaron a que la revista fuera confeccionada en un papel elaborado en Argentina especialmente para ella y a que, incluso, se imprimiera -segn
consta en su primer nmero- una edicin de lujo de cien
ejemplares. Cfr. a este respecto: viLLoRDo, oscar H.,
ElgrupoSur (especialmente los captulos 4 y 5). Buenos
Aires, Planeta, 1994. Segn este autor (p.39), el formato mismo de Sur debe ser considerado un "formato de
lujo", similar al de destacadas revistas europeas como
Commerce o Bifur.
4. En la imposibilidad de sostenerse financieramente,
Sur suspendi su publicacin con el n6 del otoo del
'32 (habiendo fracasado el proyecto de reducir costos
mediante su impresin en la editorial Espasa-Calpe de
Espaa), para reaparecer , con frecuencia mensual, a
partir de abril de 1933. john King (SUR(Estudiodela
revistaliterariaargentinaydesupapeleneldesarrollo
deunacultura). Mxico, FCE, 1989, p. 69) resume la
crisis y su resolucin de la siguiente manera: "Sur
comenz, pues, como lujosa revista trimestral. Los cinco
primeros nmeros contuvieron ms de 150 pginas, con
fotografas, pero pronto se vio que no era econmicamente viable producir ediciones tan extensas y costosas.
Los gastos de publicacin eran sumamente altos, y la
circulacin, limitada. Desaparecieron las fotografas, y
hubo largos perodos entre la aparicin de los nmeros 7
y 8 (5 meses), 8 y 9 (9 meses) y 9 y 10 (1 ao). El
nmero 10 apareci como publicacin mensual, en julio
de 1935, y durante casi dos dcadas la revista apareci
regularmente cada mes. Sus dimensiones variaban, pero
con un promedio de entre 90 y 100 pginas, y fue dividida en una seccin para los artculos de fondo y otra
para notas, que inclua principalmente crticas de libros,
pero tambin de cine, pintura y teatro. Un factor importante que contribuy a la estabilidad de la revista fue la
fundacin de la editorial Sur, en septiembre de 1933 (...).
Cfr., tambin, a este respecto, viLLoRDo, oscar H.:
op. cit., ps.239/243.
5. En el n 7 (Abril del '33) una nota de Wladimiro
Acosta, que analizaremos ms adelante, se conjuga con
una fotografa nocturna de Buenos Aires firmada por
Gmez; en el n 19 (Abril del '36) se reproduce el
fotomontaje de valentine Hugo "Retratos (del grupo surrealista)" integrando una "contribucin surrealista especial para Sur"; en el n 26 (noviembre del '36) se publica una reproduccin de un "dibujo-mapa" de Pierre
Louys "El departamento de Mallarm en la rue de
Rome" para ilustrar "Canto a Mallarm" de Alfonso
Reyes; en el n 34 (julio del '37), para ilustrar una nota
sobre el "ii Saln de Artistas decoradores" se publican
algunas reproducciones fotogrficas entre las que se
destacan el fotomontaje de Coppola llamado
"Fotografa"; en el n 47 (Agosto del '38), dedicado a
Sarmiento, se publica un daguerrotipo de ste, autografiado, y una reproduccin fotogrfica del grabado de
Goya "El ahorcado"; finalmente, en el n 53 (Febrero
del '39), para ilustrar la nota "integracin del fondo y la
forma en las artes Plsticas" que integra la Seccin de
31
tivos.
9. Puede observarse aqu otro ejemplo de la conflictiva
relacin de Sur con Martn Fierro. La revista vanguardista de los '20 no encontr obstculos en una calidad no "excelente" de edicin para publicar sus
numerosas reproducciones fotogrficas de cuadros ni las
fotos que acompaaron sus artculos, realmente pioneros
en una revista cultural argentina, referidos a arquitectura: la apuesta por la promocin del arte y la arquitectura contempornea iba sin dudas para los martinfierristas mucho ms lejos que la necesidad de atenerse a
estndares de edicin propio de libros especializados.
La comparacin resulta interesante porque los puentes
entre las dos revistas en estos rubros son evidentes: se
vindica la misma pintura argentina contempornea y la
misma arquitectura moderna, y el arquitecto Alberto
Prebisch, por ejemplo, se ocupa de ambos temas en las
dos revistas.
Un corrimiento de la actualidad ms circunstancial, el
fin del patoterismo y la publicidad vanguardista, la
apuesta del Sur de los inicios por un "nivel internacional", explicaran otras diferencias en el uso de
fotografas: la desaparicin de esa mezcla de foto autocelebratoria de grupo y foto de actualidad que fueron las
famosas fotos de banquetes y recepciones de Martn
Fierro y la ausencia, casi absoluta, en Sur de cierto
gnero fotogrfico de "actualidad artstica": fotos de
cuadros de exposiciones recientes o en vas de realizacin y los "contrasalones" a los que nos referamos en
la nota 5. Son estas ltimas fotos, como explicbamos
en parte en dicha nota, las que verdaderamente aparecern como ausencia cuando la revista, retomando
paradojalmente de otra forma y, muchos aos despus,
el relevo de MartnFierro, se involucre mucho ms activamente, y en numerosos casos, polmicamente, en la
actualidad cultural (y tambin poltica) internacional y
argentina. Es en esta etapa, precisamente, en la que
aparecen las nicas fotos con las que Sur ilustrar una
exposicin reciente: son las que acompaan la resea
que se hace del "ii Saln de Artistas decoradores" en el
n 34 de julio del '37.
10. ver al respecto, supra, nota 6.
11. Curiosamente, estas fotos seran objeto de uno de los
clsicos "arrebatos" de ocampo, esta vez dirigido contra
Borges y formulado por escrito. En 1964 aparece un
nmero monogrfico de la revista francesa LHerne
dedicado ntegramente al anlisis de la obra de Borges
(uno de los hechos que afianz, junto con el premio
Formentor su incipiente consagracin internacional). En
una entrevista publicada all, Borges se refiere despectivamente a las fotos de paisajes del primer nmero de Sur
y atribuye su existencia al deseo de ocampo de exhibir
la Argentina a sus amigos extranjeros. ocampo responde
con una "carta abierta" en la que minuciosamente
descarga su ira contra Borges y contra Bianco (el ex-secretario de redaccin de su revista por dcadas, que haba
renunciado -tras una disputa poltico-personal con
ocampo- un par de aos antes) y en la que da una versin del porqu de las fotos: "vamos a las aclaraciones.
33
35
37
Planteo General
El presente proyecto Estrategias de delimitacin de espacios discursivos especficos en la
prensaargentinadecirculacindiaria radicado
en la Secretara de Ciencia y Tecnologa de la
UnR y acreditado como PiD, est conformado
por docentes-investigadores de distintas ctedras
del Departamento de Ciencias de la Comunicacin y por un grupo de adscriptos y pasantes*.
El propsito inicial del proyecto fue precisar las
diferentes estrategias discursivas de constitucin
de las diversas secciones temticas de la prensa
escrita de circulacin diaria en espacios discursivos tensionales dotados, por una parte, de caractersticas propias y de funcionamiento relativamente autnomo y sostenidos, por otra, en regularidades inherentes tanto al peridico que las acoge como al texto de prensa en general. A partir de este
anlisis, se busca evaluar si la constitucin de estos espacios, segn modalidades especficas, participa o no en alguna medida- en la tarea de construccin de imaginarios y representaciones sociales propia de la prensa escrita en sociedades mediatizadas.
Objetivos
El objetivo general del proyecto es analizar las
estrategias discursivas actuantes en la constitucin
de las diferentes secciones temticas de la prensa escrita de circulacin diaria en nuestro pas.
En funcin de ello, los objetivos especficos que
se delimitaron son los siguientes:
Realizar una actualizacin crtica de categoras
39
41
Metodologa
A los fines de realizar la investigacin, se construir, en primera instancia, un corpus conformado a partir de los ejemplares aparecidos durante el
segundo trimestre del ao 2001 de tres diarios argentinos de tirada nacional: La nacin, Clarn y
Pgina 12. Conformado dicho corpus, se trabajar
fundamentalmente, en vistas de su anlisis, a partir de los parmetros metodolgicos forjados en el
marco del anlisis del discurso. En este sentido, se
dar especial importancia a los aportes de la teora
de la enunciacin en lo referido a la delimitacin
de diferentes tipos de subjetividad en el espacio
discursivo de las secciones temticas, a la teora
bajtiniana de los gneros discursivos en vista de
los aportes potenciales para una especificacin de
la genericidad medial, a las diferentes teoras de la
Notas y referencias
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43
45
Este artculo trata sobre la experiencia del diseo didctico y tecnolgico de Redaccin i, material multimedia en formato CDRom para el cursado de la materia homnima, en su doble oferta,
presencial y a distancia, editado por el Centro de
Produccin, Area de Desarrollo Multimedia de la
Escuela de Comunicacin Social, en abril de
2001.
La experiencia est incluida en el proyecto PiD
Enseanza de Redaccin a distancia, reacreditado en el corriente ao.
Si en 1998 hicimos nuestra experiencia inicitica con el diseo y aplicacin en modalidad a distancia de una unidad de trabajo, en soporte papel,
breve, modesta, puesta en uso con pocos participantes y obtuvimos resultados ms que esperanzadores; si en 1999 redoblamos la apuesta al diseo
del segmento curricular ms importante del programa y nos involucramos en la interaccin toda
la ctedra del taller y ms de 200 alumnos, esta
vez con resultados ptimos para la calidad del diseo y relativamente buenos para la puesta con los
alumnos, en el 2000 seguimos ese mismo recorrido aunque dando un salto tecnolgico que va desde el papel impreso al diseo multimedia en formato disco compacto y superando las experiencias de diseo didctico sobre una porcin de la
asignatura para marchar hacia un material totalizador y completo de la currcula de Redaccin
Uno.
Experiencias, creencias, compromiso
Las bases de sustentacin de este proyecto estn
directamente relacionadas a esta historia investigativa nuestra en el rea de las tecnologas educativas, especficamente de la educacin a distancia.
La experiencia del 98, experiencia con el susto
del novato, con la pasin de construirnos como
docentes cada da, con un entusiasmo irrefrenable
por lo que vendr, con la libertad del no compromiso de alcanzar incentivos ni de rendir el PiD ante nadie evaluador, con la colaboracin de nuestros primeros alumnos a distancia -casi una hinchada futbolera- nos enraiz en lo que consideramos un elemento importante para investigar y producir: creemos en esto, estamos convencidos de
que es un buen trabajo para nuestra escuela y por
eso, comprometidos con l, logramos convencer a
otros que se nos unen para trabajar y nos creen. Y
tenemos evidencias de que nuestra creencia es
compartida por muchos de nuestros pares con
igual conviccin.
Las metodologas y los profesores
investigadores en dilogo
La metodologa que rige el proyecto actual, es
una combinacin de mtodos cualitativos y cuantitativos, en la que se articulan conceptos y saberes propios de las ciencias sociales, de la comunicacin, de las teoras lingsticas y el anlisis del
discurso, de las teoras de la cognicin, de la pedagoga y la didctica.
En este desarrollo de enseanza de Redaccin
Uno a distancia se articulan problemticas relativas a la escritura en s misma, a las vinculaciones
entre escribir, leer y comprender, y estos problemas, que necesitan plantearse a los alumnos porque constituyen su aprendizaje son, en alguna medida, los problemas de los profesores, que permanentemente tratan de encontrar el modo de cmo
ensear la escritura en el nivel universitario, y en
el caso de los diseos para modalidad a distancia,
encontrar el registro de cmo comunicar la enseanza de la escritura a partir de la expresin escrita de los materiales. De modo que el campo de trabajo en el aula y el campo de la investigacin tienen zonas de interseccin bien visibles, en las que
las teoras promueven la reflexin sobre el hacer,
47
transforman finalmente el hacer y generan un nuevo ciclo donde a cada momento, algo nuevo empieza con nuevo sentido.
Son las teoras de sustento del desarrollo curricular las que preguntan sobre la enseanza y la prctica de la escritura, son aquellos profesores sensitivos a las preguntas los que tratan de responder
con su reflexin y, al hacerlo, transforman su prctica docente concreta y construyen sentido para
entenderla.
visto desde esta perspectiva, los mtodos cualicuantitativos orientan el curso de la investigacin
general, las teoras propias de las disciplinas que
convergen en la materia y en el mtodo de trabajo
del aula taller ofrecen a cada paso cristales para
mirar aportando perspectivas de indagacin permanente y la investigacin en la accin ilumina
sectores del campo a investigar y compromete firmemente a los participantes.
Por cierto que el mbito del taller de escritura es
un espacio de trabajo concreto de produccin intelectual, donde el hacer tiene un peso muy fuerte,
el hacer entendido como hacer el texto, el hacer
entendido como realizar efectivamente todos los
procesos cognitivos de la comprensin y la produccin y el reciclado reflexivo de la produccin
en un aprendizaje con sentido.
no consideramos que sea casual que la investigacin y el diseo de materiales para educacin a
distancia hayan surgido con mpetu por lo menos
en nuestra facultad- en el mbito acadmico del
Taller de Redaccin Uno. Consideramos ms bien
que es causal, que procesos compartidos de ensear y aprender que vivencian nuestros alumnos y
profesores generan este tipo de proyectos, los potencian hacia el futuro con el desarrollo de nuevos
diseos en nuevos soportes tecnolgicos y los metabolizan como aprendizajes sociales, ya que, como consta en conclusiones de nuestras investigaciones anteriores, lo que obtenemos en las investigaciones sobre educacin a distancia no son resultados puntuales y ms o menos eficaces sobre algunas acciones didcticas, sino mejoramiento de
la calidad educativa, sea en el ambiente presencial
o sea en la distancia.
Investigacin en la accin
Por todo esto, surge en el grupo de investigacin
una impronta metodolgica de la investigacin en
la accin que rescata el rol del profesor como investigador de su propia prctica educativa.
Consideramos con jos Gimeno Sacristn que
amerita conceptualizar al profesor como un profesional crtico y en alguna medida autnomo que
ejerce su profesin como un investigador en el aula y que se adjudica a ellos un papel de activos
definidores de la calidad de la enseanza.
Segn este autor, el profesor tiene la misin no
slo en la determinacin del cmo desarrollar la
de cmo favorecer el pensamiento en el aula, cmo se pueden orientar distintas vas para ensear
a pensar y cul es el lenguaje para identificar, referir y promover las tareas del pensar.
Estos aportes significaron para la investigacin
instrumentos tericos muy prcticos para volver a
considerar el lenguaje que utilizamos en la redaccin de instrucciones para la realizacin de las actividades y trabajos de escritura, primero con una
autocrtica reflexiva y luego con la reescritura directa de muchos de esos textos.
El estudio de Emilio Snchez Miguel sobre Los
textos expositivos, si bien nos situ en una perspectiva conocida, ya que investiga la problemtica de la comprensin desde las teoras de van
Dijk, nos dej la inquietud y la conciencia acerca
de las diferencias entre el novato y el experto y
los modos en que el profesor, los materiales y el
lenguaje de los materiales que se utilizan en el aula pueden acortar esa brecha.
Estudiar a estos autores nos llev a poner bajo la
lupa nuestras producciones y as empezamos a
considerar la complejidad de algunos trabajos de
escritura, la insercin de las actividades de escritura en el desarrollo temtico de la unidad, la extensin en el tiempo que insumen las tareas de
leer, comprender, planificar, escribir y editar un
texto.
Y para verificarlo, los profesores de la ctedra,
reunidos en jornada de experimentacin, nos dimos la tarea de resolver uno de los trabajos que les
pedimos a los alumnos, con el objetivo de controlar la interpretacin y adecuacin de instructivos,
control del tiempo real en que un usuario realiza la
produccin escrita, desempeo del escritor respecto a tema conocido o desconocido, entre otros
tems.
El diseo multimedia
La razn principal del pasaje del papel impreso
al CDRom se debi, en rigor, a una oportunidad
de la institucin que tom la decisin de impulsar
este desarrollo, ofreci apoyo de personal y apoyo
tcnico del Centro de Producciones de la Facultad, especficamente del Area de Desarrollo Multimedia y confiri la necesaria dosis de confianza
en la gente de Redaccin Uno para materializarlo.
La cuestin del diseo de aplicacin multimedia
para el curso de Redaccin Uno comenz con la
decisin de hacer un nico material con doble uso:
dictado a distancia y dictado presencial. Un material que contiene la totalidad de los contenidos y
actividades del curso anual.
Esta estrategia de diseo contempla los posibles
ambientes y situaciones de aprendizaje, por consiguiente, todo el esfuerzo est puesto en ajustar los
mecanismos orientados a entablar desde el texto
un dilogo con el alumno, que si bien es un dilogo simulado, lo proponemos como una instancia
49
el humor, la creatividad, la ficcin. Por consiguiente, implican una lectura ms relajada, si los
comparamos con los textos fuente.
Con temticas variadas, se incluyen autores contemporneos, autores que consideramos cercanos
a los potenciales usuarios del multimedia. Dichos
autores sostienen en textos de diferentes gneros y
registros lingsticos diversos algunos conceptos
que los autores de fuentes sostienen desde el texto cientfico. En esta categora de lecturas complementarias conviven textos de premios nobel de literatura con textos de alumnos del taller de Redaccin Uno que resolvieron creativamente un trabajo de escritura determinado. A diferencia de los
anteriores, son de lectura optativa. Esto implica
que los alumnos deciden su lectura para profundizar sobre el tema. o tal vez, no.
Actividades: Reconocidas en el desarrollo presencial como Talleres de Lectura, las actividades
son principalmente tareas de comprensin, en general, previas a la resolucin del trabajo de escritura. orientan tareas de lector, estrategias de comprensin y de apropiacin de saberes. Son producciones individuales y grupales. Son material de
evaluacin curricular.
TrabajosPrcticos: Son planteos de produccin
textual de carcter individual. Constituyen material de evaluacin curricular.
Las preguntas son el timn
Desde un comienzo fueron tomando forma los
siguientes interrogantes, cuyas respuestas, nunca
unvocas, van configurando la estrategia del diseo:
qu grado de estructuracin tendr el material?
qu grado de interaccin?
qu secuenciacin?
De entrada no tuvimos las respuestas precisas
para estas preguntas. Slo las formulamos como
seales orientadoras del hacer y durante la etapa
de diseo siempre estuvieron presentes, iguales y
nuevas a cada momento. Son estos interrogantes
que hicieron de timn los que nos condujeron a indagar en las respuestas posibles originadas en el
deber ser y mientras progresbamos y lo bamos
haciendo, construimos las respuestas del poder
ser.
Bsicamente, el material propone una navegacin estructurada y organizada en el programa de
la asignatura, que a la vez, se estructura sobre lgicas vinculadas a progresin de la dificultad, ir
desde lo global a lo local, desde lo general a lo
particular.
Pero el aspecto estructurado de la aplicacin es
slo una propuesta: el alumno podr entrar en
cualquier momento a la unidad de trabajo que ms
le interese, adelantarse o volver hacia atrs en el
desarrollo temtico, elegir la entrada o salida a la
lectura o al trabajo de produccin que l decida.
La experiencia en este diseo nos indica que estas respuestas o intentos de respuestas valen para
la resolucin de diseo de ste material, con las
condiciones de uso, el contexto de aplicacin y la
definicin de usuarios que ya se explicit precedentemente.
En cambio, las preguntas que hicieron de timn
creemos que son valiosas para iniciar el diseo de
cualquier material educativo multimedia.
Este multimedia contiene todos los materiales de
la teora y la prctica que el alumno necesita para
cursar la asignatura. no por esto constituye una
obra cerrada ni mucho menos autosuficiente.
no es un material cerrado porque en las actividades y los trabajos prcticos hay sealamientos de
bsquedas textuales en otros mbitos fuera del CD
y porque la inclusin de los textos complementarios fomenta permanentemente la bsqueda de
lecturas, conectadas o no, y el gusto de leer.
no es autosuficiente porque necesita de un tutor
para el desarrollo semipresencial y un profesor para el presencial, considerando -insistimos- que se
trata de una materia curricular con promocin por
trabajos. La puesta en uso del disco necesita la
formalizacin de acuerdos con los estudiantes para la progresin de la currcula, encuentros presenciales, tutoras, entrega y devolucin de trabajos.
Y ms que nada, la puesta en uso promueve la pregunta, la consulta, la interaccin con el tutor, el intercambio entre pares, todo lo cual constituyen
instancias concretas de comunicacin educativa.
Evidentemente en nuestro material hay mucho
texto, en parte porque es la materia bsica con que
se ensea y aprende la redaccin: la propuesta del
taller es eminentemente textual, se estudian textos
y con ellos se desarrollan procesos de comprensin y de produccin de nuevos textos.
Los procesos a que aludimos apuntan ms que a
conseguir resultados de textos perfectos, a desarrollar conciencia cognitiva y metacognitiva de las
tareas que incluyen la lectura y la escritura entendiendo que si los alumnos lo logran estarn construyendo conocimientos basados en aprendizajes
significativos.
Mirado desde otro plano, esta superabundancia
de textos fue, probablemente, el mayor desafo para los diseadores multimedia, el obstculo que
los estimul hacia resoluciones creativas en las
que se incluyeron videos, msica, voces en off,
cuadros que se arman con movimiento y otros recursos que aligeraron el peso de tanta textualidad.
Conclusiones y proyecciones
La principal actividad investigativa de este perodo consisti en el diseo y produccin del multimedia. Por consiguiente, no ameritan conclusiones definitivas hasta que la aplicacin se encuentre con sus usuarios lo que est ahora mismo
ocurriendo- y los profesores investigadores esta-
51
blezcan se encuentro como el campo de observacin y de recoleccin de datos para su interpretacin, el objeto a investigar en el perodo de reacreditacin de este proyecto.
Ahora el disco est en contacto con los estudiantes, los estudiantes luchando con sus mediaciones
tecnolgicas, los estudiantes en contacto con sus
tutores y todo y todos en contactos entre s. Ahora, los canales de comunicacin que demanda la
enseanza estn abiertos y en esta nueva geografa humana el material circula. Este es el mbito
genuino donde se transparentarn las fortalezas y
debilidades del multimedia y es, a la vez, la oportunidad para que los profesores investigadores releven datos para la investigacin cualitativa y
posteriormente los interpreten a la luz de las teoras y disciplinas que sostienen el proyecto de investigacin.
La actividad de escribir la asignatura entera, disear itinerarios posibles, tomar decisiones sobre
la estructuracin del material, ensayar y descartar
estticas del diseo en pantalla , de la imagen y el
sonido, combinar lenguajes mltiples, result una
tarea compleja y trabajosa, tambin creativa y gratificante.
Aquel equipo de trabajo que inici la experiencia de diseo y produccin definiendo prolijamente los roles, delimitando sus fronteras y repartiendo el trabajo acorde con los saberes especiales de
cada grupo fue estrechando vnculos a medida que
avanzaba el trabajo, vnculos forjados en el respeto por el trabajo del otro y la colaboracin sin condicionamientos en las dificultades.
Y an as, el esfuerzo conjunto puesto en la
produccin de este material no asegura sus logros, sino ms bien abre ms preguntas e inquietudes que las que tuvo en su gnesis.
PREz GMEz, Angel i., Comprender la enseanza en la escuela. Modelos metodolgicos de investigacin educativa, en Comprenderytransformarlaenseanza, Moreta, Madrid, 1993.
SnCHEz MiGUEl, Emilio, Lostextosexpositivos
CuadernosdePedagoga, nmero 180, Abril 1990.
CuadernosdePedagoga, nmero 224, Abril 1994.
TiSHMAn, S., PERKinS D., jAY, E., Unaulapara
pensar
53
Notas y referencias
Bibliografa:
GiMEno SACRiSTn, jos, El profesor como investigador en el aula, en Educacinysociedad, Madrid, 1992
MERCER, neil, La construccin guiada del conocimiento,
La enseanza de redaccin
a distancia
1.- El proyecto
La investigacin accin, de la misma manera
que ha ocurrido hasta hace poco con la educacin a distancia, no tiene buena prensa. Quiero decir: no tiene jerarqua entre los investigadores, parece vrsela como la hermana pobre y sin
destino.
Sin embargo, lentamente cobra impulso esta
perspectiva de investigacin que es de suma utilidad en el mbito educativo.
La investigacin accin est basada en la reflexin sobre las actividades realizadas, la bsqueda de soluciones a problemticas puntuales con
las que uno se enfrenta a diario, la reflexin sobre las posibles soluciones y el accionar para
aplicar esas soluciones y nueva reflexin para
determinar si, realmente, alcanzan para superar
el problema. Todo ello enmarcado con un fuerte soporte torico-metodolgico que garantiza la
seriedad y profundidad de las actividades.
Esta investigacin supone la idea de mejoramiento de lo existente a travs de una transformacin que se alcanza por medio de la reflexin
y la puesta en prctica de actividades que tienden a la solucin. Hablamos de reflexin y accin en el sentido comn de los trminos pero
no debemos perder de vista que la reflexin es
un accionar del pensamiento, por lo tanto, la reflexin tambin es un proceso de accin.
Para ello, desde un comienzo debe quedar claro qu es lo que debe transformarse, qu consideraciones merece el proceso de cambio y al
servicio de quin estar la mejora.
La intencionalidad de constante bsqueda que
mueve nuestro trabajo diario como docentes,
unida a nuestra permanente formacin como investigadores son fuertes argumentos que nos
55
Es decir, esta investigacin, desde una perspectiva cualitativa, pretende unir saberes de las
distintas disciplinas para alcanzar un conocimiento ms integral del objeto de estudio con la
conciencia de que de esa forma llegaremos a
conclusiones ms acabadas. Sin embargo, como
tambin deben considerarse las evaluaciones de
los trabajos prcticos y el estudio de los rendimientos alcanzados se hace necesaria, tambin,
una mirada cuantitativa en la investigacin.
Por lo tanto, en este proceso de indagacin y
exploracin, intentamos acercarnos mediante interpretaciones sucesivas a un nuevo conocimiento y a la configuracin de una nueva teora
sobre nuestro objeto de estudio.
El proyecto de la ctedra Taller de Redaccin
Uno, Enseanza de redaccin a distancia, tiene como objetivo principal la capacitacin de
los docentes en el rea de educacin a distancia
y su resultado final consiste en ofrecer al alumnado de primer ao de la carrera, la alternativa
de cursado a distancia de esta asignatura.
Durante el ao 1999, los alumnos de seis comisiones de primer ao realizaron la experiencia
de desarrollar una unidad del programa en la
modalidad a distancia.
La oferta de la agenda de tutoras cubri una
amplia gama de fechas y horarios para que los
alumnos tuvieran oportunidad de vincularse con
su docente, de modo presencial o telefnico, a lo
que se agreg otra agenda con horarios extras
para ponerse en contacto con un profesor disponible para todas las comisiones.
La experiencia permiti a los docentes y ayudantes alumnos tomar contacto con nuevas tcnicas de comunicacin aplicadas a la educacin.
Durante el ao 2000, entre otras actividades,
el equipo de investigacin se aboc al trabajo de
diseo y construccin de un CD que ser utilizado durante el 2001 para el dictado de la materia en las modalidades presencial y semipresencial.
2. La experiencia
En este marco result pertinente la puesta en
marcha de una experiencia de trabajo a distancia
para los alumnos que cursaban la materia en la
modalidad presencial durante el ao 2000. La
misma se llev a cabo en dos comisiones, las n
5 y 6, que estaban a mi cargo desde el comienzo de ao.
Se les propuso la posibilidad, para aquellos
que contaran con los medios necesarios, que
presentaran su trabajo final de cursada va correo electrnico. Mientras tanto, de acuerdo a lo
pautado por el calendario acadmico, continuaron desarrollndose las consultas presenciales.
De tal manera que de las dos comisiones, una
con una con una poblacin de 49 alumnos y la
teniendo en cuenta sus competencias, los docentes debemos reconocer que ha tenido que
aparecer esta nueva figura didctica porque no
somos capaces de llevar adelante el aprendizaje
de nuestros alumnos? Le damos la culpa a la
gran cantidad de alumnos que debe atender un
docente?
Qu relacin de comparacin podemos establecer entre la figura del tutor y la de nuestros
tradicionales jTP?
El jTP, debe cumplir la funcin de acompaar
al alumno en su proceso de aprendizaje, ayudarlo a bajar lo terico a lo concreto, hacer reflexin de la teora a partir de la prctica, acompaarlo en su camino hacia la autonoma.
no es la funcin del tutor?
Cules son las diferencias?
Dnde est el lmite entre unos y otros?
Lo que no funcion con un nombre en un sistema educativo se lo reemplaza por otro nombre
en otro sistema educativo, que tambin lleva
otro nombre, pero sigue siendo lo mismo?
- A medida que el docente experimentado se
dedique slo al diseo pedaggico, a la redaccin del material didctico, a la funcin de contenidista, no perder, lentamente, la magia que
supone la relacin constante con los alumnos?
El trabajo en equipo resuelve la situacin?
Un buen trabajo mancomunado entre todos,
soportar los cambios?
Por qu no se pudo dar con los jTP?
Porque el sistema los us como variable de
ajuste de un cambio econmico que puso en
bancarrota al sistema educativo universitario?.
Quin garantiza que no ocurra lo mismo con
los tutores? o slo sirven para sistemas privados?
Qu cantidad de alumnos debe tener a su cargo un tutor? Algunas corrientes hablan de 200
alumnos. Se pueden cumplir la tareas eficazmente con esa cantidad de alumnos? Se los conoce? o ya estamos introduciendo viejos vicios en roles nuevos?
Esta es una batera de preguntas para las que
no tenemos respuestas formalizadas an. Para
hacerlo, primero debemos fijar claramente las
tareas del tutor. Esa es la primera etapa de nuestro trabajo para poder avanzar luego en la resolucin de las preguntas planteadas.
Desde luego que, adems, servirn de disparadores para que todos los interesados en el tema
reflexionen e intenten, por su parte, encontrar algn otro camino, desde otra mirada quiz, para
responder.
Luego de realizar nuestra experiencia hemos
sacado algunas conclusiones sobre lo que nosotros entendemos que debe ser el rol del tutor en
la modalidad de educacin a distancia, especficamente en un curso de grado, que es el que nos
ocupa.
Las mismas se exponen conceptualmente y se
dan algunos ejemplos de los registrados durante
la experiencia.
Entre otras cuestiones, el tutor debe intervenir
en los siguientes aspectos:
1) Motivar a los alumnos a realizar su
trabajo,
2) Realizar el seguimiento del trabajo
del alumno,
3) Ayudarlo a estudiar,
4) Fortalecer la relacin afectiva,
5) Corregir sus trabajos,
6) Ayudarlo con problemas operativos.
1) Motivar a los alumnos a realizar
su trabajo
El tutor debe realizar un trabajo permanente
de tutora durante todo el proceso pautado. Ello
no significa que el tutor deba estar sobre el
alumno en todo momento.
El tutor debe presentarse, hacerse conocer, luego, el alumno decidir si lo necesita o no.
La no realizacin de este paso puede resultar
traumtico para el alumno quien al no conocer la
modalidad puede encontrarse perdido.
El material didctico aportado para los cursados a distancia se extienden abundantemente sobre la relacin entre el tutor y el alumno pero,
curiosamente, se deja a criterio del alumno el
primer contacto. Esta situacin hace que el
alumno no sepa con seguridad cundo y cmo
comenzar la relacin con el tutor. Por ello, a
nuestro juicio es necesario que el tutor d el primer paso para entablar la relacin.
En nuestro caso, an cuando los alumnos haban establecido ya un lazo de conocimiento, e
incluso de orden afectivo, con la docente, por
cuanto haban transitado la asignatura de manera presencial, se les envi mail ofreciendo los
servicios y explicando qu era lo que se esperaba de ellos y qu era lo que podan esperar de la
tutora.
El texto del mail expresaba:
Cuando Uds. optaron por entregar sus trabajos finales va correo electrnico les expliqu,
personalmente, que pueden enviar cuantas preguntas necesiten para solucionar las dudas que
se vayan planteando. Quiero reiterar lo expresado a esa oportunidad, mi tarea es no slo realizar la correccin sino ayudarlos a solucionar sus
dudas, dar sugerencias para avanzar en el trabajo y pistas para que piensen por qu motivos
surgen los errores o problemas determinados.
no sientan que molestan ni pidan disculpas. sta es una consulta ms y debe ser tomada con toda naturalidad. Los espero, cuando me necesiten no duden en pedir ayuda. Carios
Luego, en el transcurso de la interactividad, es
57
59
de clase.
Por extensin, hubo comunicacn con hijos,
padres, hermanos, amigos. Todo el contexto social de los alumnos se vio involucrado por la necesidad de ayuda en prestar un correo, de ensear a usar la computadora, de recibir mails cuando el alumno no se encontraba. Una cadena solidaria nos cubra con buenas ondas y deseos de
que los chicos se superaran. El colmo: uno de
los chicos fue a la casa de una amiga a las dos de
la maana para hacer la ltima entrega del trabajo.
Algunos testimonios sobre este tema:
En esta modalidad me sent ms guiado y
contenido que en las clases presenciales, tal vez
porque entre tantos alumnos es muy difcil conocerse. Mi experiencia fue muy buena ya que
en los pocos meils que nos mandamos nos conocimos mucho ms que durante el ao. Por este
medio le pude contar a la profesora que estudiaba cine y como influa en mi trabajo final y hasta hablamos de mi primo que haba escrito algunos de los recortes que yo haba conseguido para mi archivo.
Geraldine (hija de una alumna): Te felicito!
Sos brbara. Espero que no aflojes con tu madre
y la sigas ayudando. Un beso grande para las
dos.
Daniel (padre de una alumna): Agradezco tu
atencin infinitamente. Decile a Gaby que mande la resolucin del cuestionario cuando regrese
de su viaje. De cualquier manera, a los fines del
trabajo de investigacin que estamos haciendo,
tu gesto fue brbaro. Uno de nuestros objetivos
es poder medir el grado de interactividad que se
da a travs de la correccin de los trabajos va
correo electrnico. Pero no es slo la correccin.
Precisamente, la cuestin es que la relacin que
se logra va ms all.
Esta actitud tuya reafirma cuestiones que se
han suscitado durante el mes de diciembre: madres, hermanos/as y novios que me enviaban trabajos, excusas, comentarios, sobre diferentes
circunstancias por las que atravesaban mis
alumnos. La interactividad se ampla al ncleo
ms cercano de los chicos y la red, realmente, se
va extendiendo. Con todo lo que esto supone de
incremento de la solidaridad y la preocupacin
por el otro, por aqul en quien tenemos volcados
nuestros afectos.
En general, soy optimista por naturaleza y tengo mucha fe en que podamos usar esta herramienta para avanzar, no slo en la apropiacin
de los saberes sino, y fundamentalmente, en un
mayor crecimiento de nuestros chicos. Con gratitud, Male.
51
cuando comprendimos, por cada prrafo marcaba los errores, desde ortografa hasta cuando estaba mal cohesionado o no era muy coherente.
Alejandro.
6)Ayudar con problemas operativos
no creo, en realidad, que esta sea una funcin
que debe cumplir el tutor, pero, dadas las caractersticas germinales que tiene nuestro trabajo
actual en ese sentido, debe acompaarse al
alumno en el uso de esta herramienta.
Pudimos constatar reiteradamente desconocimientos sobre el manejo de la computadora y
honda preocupacin por el problema virus.
Es conveniente, entonces, la redaccin de un
instructivo donde se den indicaciones precisas
sobre cmo operar, por ejemplo, cmo debe archivarse los trabajos y cmo mandar archivos
adjuntos.
Por otra parte, tambin es conveniente asesorar
a los alumnos sobre el uso de antivirus o de conductas preventivas para que el fantasma no se
entrometa y obstaculice la actividad acadmica.
Algunos testimonios sobre el tema:
Te lleg mi final?tenes problemas al recibir
por el virus de mi computadora? avisame si no
te lleg que lo mando de nuevo desde otra computadora Guillermina
Ah! me olvidaba algo importante ojo!!!! si
te llega algun archivo mio que diga ..... TiEnE
viRUS!!!!!! y si te llega algun mail con .TXT o
que diga Budweisser o Buddy o algo asi o California no LoS ABRAS!!!!!!!!!!!!!!!! TiEnEn
viRUS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!.Gilda
Hola, Fede: tratar de explicarte lo que tens
que hacer. Si vos escribs en el adjunto que te
mando, no se graba. Tens que guardar ese archivo adjunto en tu disco rgido, ponele un nombre (por ej. Cuest. Redac.doc) y escrib en ese
archivo. Luego, volv a escribir un mail, clicke
el cono de adjunto, saldr una ventana donde
tens que ir buscando hasta que aparezca el
nombre del archivo nuevo (Cuest.Redac.doc),
clicke dos veces sobre l y ya estar adjuntado.
Por ltimo marc enviar como siempre. Ya est.
Suerte.
no s que pas pero en vez de adjuntar el
cuestionario respondido, mand el tuyo nuevamente. Patricia
4. El tiempo y el dinero. Dos cuestiones de
peso.
Con respecto al tema del tiempo nos hemos
planteado si, en realidad, se aprovech mejor el
tiempo o se lo aprovech de manera diferente.
Creo que esta metodologa ayuda a la organizacin del tiempo tanto para el docente cuanto para los alumnos. La posibilidad para ellos de no
trasladarse hasta la Facultad les permite usar ese
tiempo en otras actividades o dar ms tiempo en
la realizacin de sus tareas especficas.
En este aspecto se vieron muy favorecidos los
alumnos de otros lugares: San Pedro, Pergamino, Caada de Gmez.
Al respecto, una ancdota: La experiencia
coincidi con el aluvin que sufri esta ltima
ciudad y las tres alumnas de esa localidad se vieron beneficiadas por cuanto no tuvieron que dejar sus familias ni hacer gastos en un momento
dramtico como el que vivieron.
Hablando del tema gastos, nada menor en estos tiempos que nos toca sufrir, la mayora de los
alumnos enviaron sus mails desde computadoras personales por lo que no se ocasionaron
gastos diferentes. Pero s es notoria la ventaja en
el caso de los alumnos de otros pueblos que asisten a cursar sus estudios en nuestra Casa.
Entendemos que la variable econmica debe
observarse con detenimiento por cuanto implica
un gran desafo para la educacin a distancia.
no todas las personas estn en condiciones de
acceder a una computadora ni a internet. Sabemos que en las investigaciones llevadas a cabo
por el grupo que organizaba el ingreso a nuestra
Escuela hasta el ao pasado, dirigido por la Lic.
Mercedes Pallavicini, se cuentan con interesantes datos al respecto pero, los mismos, debern
actualizarse. La preocupacin por este aspecto
es otra rama que se puede desprender de nuestro
tronco investigativo.
Con respecto a la docente, el gasto telefnico
aument en un y treinta por ciento por el uso de
internet. Se supone que tambin el gasto de
electricidad pero no puede ser cuantificado. Es
un aspecto que podra ser investigado durante la
prxima puesta en prctica.
Algunos testimonios sobre el tema:
La posibilidad de comunicarme con el profesor en periodos de no cursada o fuera de horarios, para as poder resolver cualquier duda que
presentara durante la realizacin de un actividad. no slo resolvieron mis dudas en un perodo ms corto de tiempo que el que me hubiese
tardado con el mtodo clsico de comunicacin, sino que en algunos casos me proporcionaron ms material de estudio. Carolina D.
Se cumplieron todas las expectativas que tenamos. Desde que comenzamos a realizar el
trabajo e inclusive antes, preguntamos y aclaramos nuestras dudas sobre el trabajo y otras cuestiones allegadas. Fue mucho ms cmodo todo
el proceso que implicaba realizar el trabajo por
Notas y referencias
1 Nmeros
Dos comisiones: 43 y 49 alumnos
Telefnica y presencial: 4
Electrnica y presencial: 5
Presencial: 59
Electrnica: 33
Telefnica: 8
nmero de mails recibidos y contestados: 221
Tiempo de realizacin de la experiencia: cuatro semanas.
2 Cuestionario
1.- Qu expectativas tenas cuando comenzamos la
experiencia?
2.- Se cumplieron esas expectativas? Explic.
3.- Explicit cul fue, a tu entender, la funcin que
cumpli la docente durante el perodo de correccin
del trabajo final por medio de los mails.
4.- Te sentiste contenido, guiado, presionado, ayudado? Cules fueron tus vivencias? Si tens ganas cont
lo que sentiste y alguna ancdota relacionada con la
situacin.
5.- Con respecto al trabajo final en s mismo:
aprendiste algo nuevo? fijaste conocimientos? fue
slo repeticin de lo ya aprendido?
6.- La distancia supone un impedimento para la formulacin de dudas o problemas? Pods mencionar
algunos?
7.- Tuviste muchos gastos por el envo de los mail?
viste incrementados tus gastos a causa del trabajo en
esta modalidad? Para los alumnos que no viven en
Rosario signific un gasto mayor o una solucin por
no tener que viajar?
8.- Qu evaluacin realizs de la experiencia en general?
3 Formulario para control de consulta presencial y
telefnica
Apellido y nombre del alumno:
Comisin:
Fecha de consulta:
Consulta n:
Tema:
Desarrollo de la consulta:
Sugerencias dadas:
Reflexin sobre los motivos de duda o error:
51
51
Introduccin
Este artculo1 pretende, aunque ms no sea
fragmentariamente, aportar a la construccin del
marco conceptual de una investigacin que realizamos2 , algunas de cuyas decisiones epistemolgicas (metodolgicas y conceptuales) intentaremos justificar en parte aqu. El objetivo,
queremos aclarar, es el de asumir la defensa del
punto de vista en nuestra investigacin, ms all
de la mera toma de posicin en un debate, y desligarnos as de la suposicin de una continuacin natural por contaminacin a travs del objeto en comn. Sin duda, ha sido Pierre Bourdieu quien realiz los trabajos ms reconocidos
en torno al juiciodegusto, lo que hace insoslayable la referencia tanto a sus aportes tericos
como a sus investigaciones de carcter emprico. nuestro trabajo plantea un abordaje que toma elementos de la visin bourdieana pero le
imprime una perspectiva que pretende profundizar en las cuestiones de la produccinsocialde
sentido. Retomando la contribucin de Bourdieu
en la construccin del gusto como un problema
a ser tenido en consideracin por las disciplinas
sociales, sustentamos nuestras bases en un abordaje con especial atencin a la dimensin significante de lo social, cuya fuente es la teora de
la discursividad social, pronunciada en La SemiosisSocial y comprendida entre varios otros
textos de Eliseo vern.
Es en ese sentido que este artculo se propone
explorar, desde la perspectiva de la teoradela
discursividad, dos propuestas epistemolgicas
pasibles de ser tratadas desde nuestro inters: la
de Peter Winch, relacionada con la filosofa del
lenguaje ordinario, y una posterior en el tiempo, la de Charles Taylor, quien relee a Wittgenstein desde un lugar diferente que Winch y en-
67
doseasmismohipotticamenteenlasituacin
decumplirlas. [PW, 34]
Consideremos ahora qu est involucrado en
elcometidodeunerror(locualimplicaconsiderarquestinvolucradoenelhaceralgocorrectamente).Unerroresunacontravencinde
loquesehaestablecidocomocorrecto,y,porlo
tanto,debeserreconociblecomotal.()Elhechodeestablecerunanormanoesunaactividadquesepuedaadscribiracualquierindividuocompletamenteaisladodeotros,yaqueslo el contacto con estos ltimos posibilita el
controldelaspropiasacciones,controlinseparabledeunapautaestablecida.[PW, 35]
En este punto, debemos decidir qu lugar tiene
en esto el lenguaje (recordemos que Winch llega hasta aqu al retornar a Wittgenstein y su intento de anlisis de lo que es seguirunaregla a
fin de abordar la naturaleza del lenguaje, desde
el problema de la mismidad). En Winch el
lenguaje aparece como una manifestacin del
mundo de lo social: el anlisis de las palabras,
de los enunciados, y de los conceptos que un
grupo construye daran como resultado un reflejo de la vida particular del grupo. El propio lenguaje y las relaciones sociales son dos caras de
la misma moneda [PW, 114]. El autor considera que el significado de una palabra es su uso, tal
como reza el slogan de la escuela de oxford, y
esta descripcin implica la del intercambio del
cual forma parte [PW, 114].
La importancia que Winch le da al estudio de
los conceptos que una sociedad construye se separa de dos cuestiones: por un lado, y en esto seala a Durkheim y a von Wiese, considera que
no es posible un estudio que no contemple las
nociones de los participantes de los grupos
sociales a cambio de focalizar en causas ms
profundas e inconscientes. Analizar las categoras de los sujetos de una comunidad da como
resultado el conocimiento que esa comunidad
tiene de la realidad. [cf. PW, 28]
Por otra parte, Winch se ve muy preocupado en
diferenciar ello de un cierto materialismo o
fisiquismo, al punto de asimilar a todas las
conductas (las que expresan ideas discursivas y
aquella[s] que no lo hace[n]) a una categora
general que se distingue de la de interaccin de
fuerzas fsicas [PW119]. Pero lo que hace en
ese movimiento es suponer: (a) que algunas conductas pueden reducirse a ideas discursivas
(lo cual no explica en qu trminos pueda ser
eso realizado: tal vez que puedan traducirse a
un enunciado lgico?); (b) que hay una distincin entre conductas reducibles a ideas discursivas y conductas que no (cmo se da esa diferenciacin?); (c) que, finalmente, si alguna idea
de sentido o de simblico en la conducta asoma
en el planteo de Winch, lo hace involucrando
69
71
d cuenta del conocimiento y la relacin que tienen (o establecen) los agentes con la realidad.
La descripcin que Taylor hace del habitus
bourdieano es el de una estructura encarnada de
reglas (no necesariamente formuladas) que, segn su lectura, no opera como causalde las acciones de los agentes, sino como norma que
anima las prcticas. no es nuestra intencin
entrar en un debate sobre cmo interpretar esto
en Bourdieu en torno a si el habitus como principio explicativo aparece o no por momentos como una reificacin de la regla, y si guarda o no
una relacin causal con las prcticas6 . S, sin
embargo, nos interesa sealar una cuestin.
nuestra lectura nos condujo a enfrentarnos a una
suerte de constante en torno a la descripcin de
las reglas, y es la siguiente: en las visiones de
corte ms sociologista (como la bourdieana, y
defendida tambin en este caso por Taylor) las
reglas suelen aparecer descriptas como normatizadoras de las prcticas7 . Por el contrario, en la
visin de teoras de raz semitica (como es el
caso de la propuesta por vern), las reglas aparecen siempre como productivas: son reglas que,
en su conjunto, describen cmo se producesentido en la sociedad (y no cmo se prescribe que
debe producirse el sentido).
Sobre esta distincin a la que nos condujeron
las lecturas de los textos, sustentamos nuestra
investigacin de las condiciones de reconocimiento en los discursos de televidentes, con una
vocacin de describir all, a partir de juegos de
regularidades y desvos, los sentidos producidos
por esos discursos y esas prcticas, antes que ver
en ellas el reflejo de coerciones estructurales.8
Notas y referencias
Bibliografa
BoURDiEU, Pierre. Ladistincin. Criteriosybases
socialesdelgusto, Madrid, Taurus, 1988. (La distinction, Pars, Minuit, 1979).
BoURDiEU, Pierre. Cosas Dichas, Buenos Aires,
Gedisa, 1988 (Choses dites, Pars, Minuit, 1987).
BoURDiEU, Pierre. Sociologa y Cultura, Mxico,
Grijalbo, 1990. (Questions de sociologie, Pars, Minuit, 1984).
BoURDiEU, Pierre y LoC Wacquant. Respuestas.
Por una antropologa reflexiva, Mxico, Grijalbo,
1995. (Reponses: pour une Anthropologie Reflexive).
73
mas del habitus, devienen sistemas de signos socialmente calificados (como distinguidos, vulgares,
etc.). [LD, 171-172].
7. Este planteo no desconoce la elogiosa lectura que
hace Taylor sobre Bourdieu en la que las reglas del habitus aparecen como descripcin y no como causantes.
Sin embargo, no planteamos esto a pesar de sino alentados por nuestra lectura de ambos.
8. Esto se relaciona directamente con la postura de la
teora veroniana, que se pretende como ms all y
por fuera de la oposicin clsica entre las posturas
internalistas (como la de Winch) y las externalistas (como la bourdiana) [cf. SS, 127-128].
75
Lectura y autocontrol en
la ortopedia de las pasiones
Elmatrimoniodequehabloeselmo,
ynoestoycompletamentesegurode
desligarmedelsistemaideolgicoque
tendraquedesmitificar.
Meconcierne...
GeorgesDuby,
LosmatrimoniosdelreyFelipe.
Estas notas constituyen una arista del estudio
de la textualidad y de la produccin de sentido
en los manuales de buenas maneras, buenas
costumbres o buenos hbitos, como eran denominados durante las primeras dcadas del siglo XX, momento en que comenz a proliferar
el discurso de autores argentinos codificando las
buenas formas en la prctica social y compitiendo con los importados, textos stos ltimos que
haban guiado y cultivado los gestos sociales de
generaciones de argentinos. En ocasiones, los
manuales de produccin local fueron traductores, en el sentido de adaptar los dictados dominantes en el extranjero a nuestra cultura de sociabilidad. Pero tambin, los manuales, cdigos
o eptomes2 producidos en otras latitudes, principalmente -pero no nicamente3- espaoles y
franceses, entre los cuales, algunos se remontaban a los siglos Xvii y Xviii4, sirvieron directamente de modelo pedaggico5 a una cultura
nativa cuya aspiracin fue mimetizarse con la
europea occidental.
En todo caso, auscultando hoy el fenmeno
que este tipo de lectura representa para nosotros,
los cdigos sociales y/o los manuales de urbanidad de autores argentimos y extranjeros en la bisagra de los siglos XiX-XX y hasta los aos 50,
se constituyeron, por diferentes razones6, en dispositivos de lenguaje icnico para los sectores
medios y altos de la sociedad argentina; discur-
so que, por la vitalidad de las sucesivas re-ediciones en nuestro pas, su circulacin material la entrega sola ser gratuita- y su expansin hasta las aulas, denota el inters socio-cultural de su
produccin-lectura para un pblico por dems
de heterogneo. El lector entenda que estos autores, desprovistos de renombre en cualquier nivel intelectual7, revelaban y legislaban la verdad
sobre un saber, el del comportamiento social,
con la autoridad que otorga el conocimiento en
un campo especfico, y dcilmente someta las
prcticas a sus cnones, estableciendo de por s
un contrato fiduciario8 con el autor.
Larelacinentreunsoporteusulecturareposasobreloquellamaremoselcontratodelectura.Eldiscursodelsoporteporunaparte,ysus
lectores,porlaotra.Ellassonlasdospartes,
entrelascualesseestablece,comotodocontrato,unnexo,eldelalectura.Enelcasodelas
comunicacionesdemasa,eselmedioelqueproponeelcontrato9.
Con todo, este entendimiento entre autor y lector referido a la norma del cdigo social y, por
ende, la obediencia para con lo reglado, presenta para nosotros una fase lingstica respecto de
la importancia de la palabra como el episodio
principal en la realizacin del acto y cuya realizacin es tambin la finalidad que persigue la
expresin, en el marco de las circunstancias
apropiadas y acompaadas, a su vez, por la accin de otras personas; vale decir:
Tienequeexistirunprocedimientoconvencional aceptado, que posea cierto efecto convencional,yquedebeincluirlaexpresindeciertas
palabras por ciertas personas en ciertas circunstancias10.
Entonces, en los parmetros de la SpeechAct
Theory, la palabra cobra sentido de accin, desde la recepcin lectora en el proceso de produc-
77
Tenerencuentalascondicionesdeemisiny
losefectosdelecturadelostextos,situarlaproduccinylacirculacindelosenunciadosdentrodedeterminadosespacioshistrico-discursivos, significa aprehender la materialidad textualentodasuriqueza16.
va de suyo, que el presente expediente -tal vez,
ensayo de laboratorio histrico- rene algunas
conclusiones parciales y, por sobre todo, la
oportunidad de interrogar explcitamente un
universo de la informacin instructivo, curioso,
complejo y polismico.
CULTURA Y TIEMPOS SOCIALES
Ahora bien, para el anlisis de los sentidos semiticos que se desprenden de las prcticas en
torno de la vida marital que aqu nos ocupa, partiremos de nociones sugerentes para su estudio
social: la de equilibrio de poder entre los sexos, propuesta de norbert Elias17, la de borde
social, aporte de Peter Gay18 y la de generacin desarrollada en LesLieuxdeMmoire de
Pierre nora19. obviamente, el material heurstico de base proviene casi exclusivamente de los
textos de los manuales20, pero tambin de la
discursividad de publicistas, cientficos y poetas21, literatura de divulgacin a horcajadas de
los dos ltimos siglos, que despierta el dolor de
muelas22 al escuchar la sutileza que encierra
esta invitacin:
Pasadmentalrevistaaloshombreseminentes
queconocis,ymsdeunavez,penetrandoen
elsecretodesuvida,descubririsunamujer
queinfluyeensuconductaeinspirasuaccin...
Msdeunaexistenciavivilesdoble,pordecirloas,puestoquerepresetnalosdossexos,yun
hombrenocompletaquizsupersonalidadsin
elconcursodeunamujer.Puesbien:elmatrimonioeslonicoquepuededaresaaccinfemenina un carcter de continuidad y de pureza23.
Asimismo, consideramos tanto las pautas y
criterios de la maternidad como la composicin
ideolgica-imaginaria del matrimonio, en su carcter de expresiones eminentemente culturales,
en permanente conflicto interior y exterior y en
su contacto con el resto de la relaciones intersociales, tensin responsable de impulsar y sostener los cambios multidireccionales que se producen a la larga duracin24; y que supone consenso sobre la materia en colisin. nuestro objeto aqu se reduce nicamente a la discursividad
del matrimonio-familia catlicos, aun cuando
nos hemos topado con textos que exponen, para
el mismo perodo, una gama de matices en los
hogares protestantes25.
En este registro, si tomamos las guerras mundiales como disparadores de cambios sociales
en el nivel internacional y el acelerado proceso
79
Purgatorio.Vosotrashabrisdecogerdelamanoloscompaerosdevuestravida,paraconducirlos,travsdelassombrasydelossufrimientos,alParasoceleste...Debissertiles
lasalmas,lasinteligencias,loscorazonesy
lavidamaterial...35
Debido a esta responsabilidad de articuladora
de la vida privada con la vida social, o en opinin de Himmelfarb, de pequeas morales y
grandes morales, la madre se constitua en
liaison entre una generacin y otra, era la encargada de conservar, transmitir y reproducir la
memoria de las tradiciones de sus mayores y
de sus ancestros a la generacin ms joven36.
Por esta razn, las condiciones morales de una
madre, que tena bajo su vista esta panormica
tan perturbadora y sobre su culpa esta carga moral-histrica-cultural tan pesada, no eran equiparables con aquellas de la joven que recin comenzaba a atesorar dicho legado socio-cultural,
diferencia que sobre la que se elevaba el respeto, la admiracin y la obediencia sociales hacia
la mujer mayor.
En otros trminos, el matrimonio era para la
mujer-madre una profesin tanto material como
de fe y de obediencia porque en su persona se
conjugaban la verdad, la moral y la regeneracin
salvadora, trada de poder que legitimaba su espacio de ejercicio: la familia en el hogar. En el
seno de la familia, la madre, representante la
empata naturaleza-maternidad, se aplicaba a la
educacin de sus hijos con el firme propsito de
formar el carcter del alma, del corazn, de la
voluntad y de los buenos modales37, elaboradora, en fin, de un conjunto de sentidos insertado en la dinmica del sistema capitalista.
Entendemos, entonces, la disparidad de sentidos entre la educacin (en el ms amplio sentido de la palabra), propia del mbito familiar y
la instruccin considerada como formacin y
esclarecimiento de la inteligencia. A pesar que
en lo especfico los manuales de buenas maneras eran literatura obligada tambin en la escuela38, en esta distincin resida una de las ambivalencias ms notables. Contradicciones entre
un modelo femenino que se fracturaba frente a
los desafos provenientes del afuera de la atmsfera familiar, o sea, la necesidad para la joven de
una instruccin ms formal y sistemtica para
una insercin eficaz en el mercado laboral en
expansin; y por otra parte, las condenas conservadoras que vean en la instruccin el peligro
del desorden que desafiaba el statu quo imperante: mujeres presuntuosas, muy penetradas
de sus derechos y muy poco de sus deberes. El
poeta no es ajeno a estos conflictos culturales...
Eltremendoproblemadelaguerraquehamodificadoalmundo...hasidoacasobenficoparalamujer...quierecontodassushermanasdel
esttico (fuerza superior de todas las malas inclinaciones). Compaera abnegada y luminosa de
su esposo, en discursos de la poca aparece figurativamente como la salvadora de los males de
la modernidad. En esta lnea, era prerrogativa de
la madre dominar los sentimientos, o sea, que
se eriga en mediadora entre la naturaleza (divinidad) y el orden (interno de las pasiones). Asimismo, se constituy en intermediaria legtima
entre lo privado y lo pblico porque la maternidad -que se ejerca en el hogar entrenando a sus
hijos y parientes de sangre, y de los otros (ahijados/das)-, se proyectaba en el autocrontrol y las
buenas maneras de la correcta disposicin en sociedad. orden ordinario de las cosas en el
mundo, que segregaba a la vulgaridad del comportamiento y del lenguaje al rincn de lo no civilizado, de la barbarie43.
Pues bien, al concepto de privado no lo circunscribimos en refencia al espacio fsico, sino
al proceso mayor de privatizacin del individuo
extensivo a determinadas actividades, por eso
hablamos de lo privado. El espacio privado,
como hoy lo entendemos, da cuenta del resultado de cambios diacrnicos en la larga duracin
temporal, un aislamiento gradual y socialmente codificado con bastante precisin de las actividades y del sentir de cada hombre respecto a
muchos, a veces incluso a todos los dems hombres. Asimismo, las connotaciones de espacio
pblico y de vida pblica -de hegemona
masculina- no se comprendern de no insertarlas
en el marco de prcticas que vienen moldendose, y continan en formacin, es decir, como un
aspecto de un proceso de civilizacin ms amplio44. En registro ms potico de irona psicoanaltica, Gay caracteriza la vida privada en
trminos de guarida oculta donde hombres y
mujeres atendan sus heridas, recuperaban sus
fuerzas y representaban sus pasiones con riesgos
que podan controlar45, especialmente la mujer
en su mundo privado. En cambio, Michel de
Certeau gira hacia la territorialidad en nombre
de la temporalidad de los espacios privados, en
los que los modos de operar se repiten da a
da. Paz y seguridad caracterizaban estos
espacios y la persona vuelva al propio, mbito
que, por definicin, no puede ser de otro, por
cuanto, toda visita es intrusiva e inoportuna si es
que su presencia no ha sido explctamente requerida46. En la rutina de la casa burguesa argentina, slo algunos ambientes como el comedor eran compartidos por los miembros de la familia en conjunto si no hombres, mujeres y nios se desplazaban o descansaban en sus propios territorios: la mujer en la habitacin de costura o en el recibidor; el fumoir y la biblioteca o
el escritorio, para el hombre; y la sala de juegos
para los infantes.. Esta distribucin viene a dar
81
83
Notas y referencias
1. El texto que sigue es uno de los resultados que se
desprende del PiD: Textualidad y representacin: los
tratados de buenos usos en la cultura de la Argentina
de masas. Directora: Cristina Godoy. Ciencia y
Tcnica. UnR, 2000 y 2001.Radicacin del Proyecto:
instituto de investigaciones de la Facultad de
Humanidades y Artes, UnR.
2. nombre con el se los conoca en las escuelas primarias. Manuel Antonio CARREo, Compendio del
Manual de Urbanidad y Buenas Maneras. [Arreglado
por l mismo, para el uso de las escuelas de ambos
sexos y adoptado en las escuelas pblicas de Buenos
Aires], Garnier Hermanos, Libreros Editores, Paris,
s/f. Agradezco a Ana virgina Persello haberme acercado este volumen perteneciente a la biblioteca de la
familia en la ciudad de Armstrong.
3. Un ejemplo es el manual del venezolano Carreo de
1854, que ha sido editado reiteradamente a partir del
siglo XiX. Manuel Antonio CARREo, Manual de
urbanidad y buenas maneras; trabajado por Beatriz
Gonzlez Stephan, Modernizacin y disciplinamiento. La formacin del ciudadano: el espacio pblico y
privado, en Cuadernos CiESAL, Rosario, ler. Y 2do.
Semestre 1994.
4. Sin ir ms lejos, en una biblioteca local se encontr:
Barn de Holbach, Del amor conyugal. Los esposos
en la vida privada sus deberes, sus placeres legtimos,
Librera espaola, Barcelona, s/f. En este caso, e
interesante los datos de que Paul-Henri Holbach vivi
entre 1723 y 1789; y que su traduccin al espaol
seguramente se debi al mercado de lectores demandante en dicho idioma. Asimismo tanto norbert Eias
como Peter Gay han utilizado manuales de antigedad
considerable en sus respectivos estudios: ELiAS, La
Sociedad Cortesana, FCE, Mxico, 1982 [1969]. id.,
El proceso de civilizacin, FCE, Mxico, 1993.
[1977]. GAY, La experiencia burguesa. De victoria a
Freud i. La Educacin de los Sentidos, ii Tiernas
pasiones, FCE, Mxico, 1992.
5. BEnSo CALvo, Carmen. ControlaryDistinguir.
La enseanza de la urbanidad en las escuelas del
siglo XiX, Servicio de Publicacins Universidade de
vigo, vigo, 1997.
6. Los ms evidentes: del lado de los sectores dominante, la preservacin y reproduccin de las formas
sociales tradicionales, y la enseanza de comportamientos adecuados como parte del proyecto de disciplinamiento poltico-moral de las fuerzas productivas, es decir, los sectores medios, bajos e inmigrantes.
7. RoMERo, Luis Alberto. Buenos Aires en la
entreguerra: libros baratos y cultura de los sectores
populares en Diego Armus (comp.), Mundourbanoy
culturapopular, Sudamericana, Buenos Aires, 1990.
8. Esta caracterizacin de la accin de verosimilitud
pertenece a jorge LozAno, El discurso histrico,
Alianza, Madrid, 1987. Sealamos que consideraciones tericas respecto de las nociones de discurso
y autor (FoUCAULT, Michel. El orden del discurso/Qu es un autor? son trabajadas en Cristina
GoDoY, Anala GARCA, Roxana MAURi niSCASTRo, Los manuales de buenas maneras. La
memoria discursiva de la sociabilidad rioplatense de
principio de siglo, en GoDoY, (Comp.), Tiemposy
territoriosdelamemoriacolectiva. [En preparacin,
edicin 2001].
9. vERn, Eliseo. El anlisis del Contrato de
Lectura, un nuevo mtodo para los estudios del posicionamiento de los soportes de los media en Les
Medias: Experiences, recherches actuelles, aplications, iREP, Paris, 1985, p. 183.
10. AUSTin, j. L. Cmo hacer cosas con las palabras, Paids, Barcelona, 1998, pp. 49 y 67.
11. jAY, Martin. Should intellectual History Take a
Linguistic Turn, en Dominick Lacapra, Stephen
Kaplan, Modern European Intellectual History.
Reappraisals and New Perspectives, Cornell
University Press, ithaca, 1982, p. 88.
12. WHiTE, Hayden. The Fiction of Factual
Representationt, en id., TropicsofDiscourse.Essays
of Cultural Criticism, The john Hopkins University
Press, Baltimore, 1985. [1978]. El artculo de White es
de 1974 y est traducido al espaol en Cristina
GoDoY, Mara ins LABoRAnTi, (comps.),
Historia & Ficcin. Ankersmit, Chartier, LaCapra,
White, Universidad de Rosario Editora, 2001. [En
prensa].
13. La nociones de campo de experiencia y de horizonte de expectativa son un aporte de Reinhart
KoSELLECK. Futuro pasado. Para una semntica
delostiemposhistricos, Paids, Barcelona 1993.
14. vERon, Lasimbiosissocial, Gedisa, Barcelona,
1996.
15. Las novelas por entregas semanales sera otro caso
de popularidad equivalente. SARLo, Beatriz. El
imperio de los sentimientos. narraciones de circulacin peridica en la Argentina (1917-1927),
Catlogos editora, Bs. As., 1985.
16. GoLDMAn, noem. Eldiscursocomoobjetode
la historia, Hachette, Buenos Aires, 1989, p 21. ver
tambin, Pierre BoURDiEU, El mercado lingstico, en id., CuestionesdeSociologa, istmo, Madrid,
2000. [1984].
17. ELiAS, El equilibrio de poder entre los sexos. Un
estudio procesual: el estudio del antiguo Estado
romano, en id., Lacivilizacindelospadresyotros
ensayos, Grupo editorial norma, Bogot, 1998.
18. GAY, i, cit.
19. noRA (dir.), LesLieuxdeMmoire, 3, Gallimard,
Paris, 1997.
20. Entre el cmulo de suposiciones que debemos
inferir en cuanto a las prcticas y predilecciones en
una historia de la lectura, encontrar un determinado
texto importado en la Biblioteca del Consejo de
Mujeres, representa una indicacin de lo que la mujer
argentina pudo haber ledo en las primeras dcadas del
siglo XX, a ms de considerar el sugestivo nombre de
85
Edicin].
43. En trminos barranianos. BARRn, cit.
44. ELiAS, LEspace priv, Privatraum o espacio
privado? en id., Lacivilizacin..., cit.
45. GAY, cit.
46. DE CERTEAU, Michel and GiARD, Luce,
Private Spaces, en Michel de CERTEAU, Luce
GiARD, Pierre MAYoL, The Practice of Everyday
Life, Volume 2: Living & Cooking, University of
Minnesota Press, Minneapolis, 1998.
47. indiscreet, the home openly confesses the income
level and social ambitions of its occupants, ib., p.
146.
48. GAY, cit.
49. MARQUESA DE LiSLE, Lavidasocial, Bs. As.,
s/f, p. 94. Consultar la implicancias pblicas y psicolgicas de la moda en Georg SiMMEL, Sobrela
aventura. Ensayos filosficos, Ediciones Pennsula,
Barcelona, 1988. [1908].
50. La correlacin entre autodisciplina, automejoramiento y respeto corresponde a HiMMELFARB, cit.
51. El tema de la hipocresa es tratado por GAY, cit.,
pero es de inters el proceso de desarrollo de esta actitud personal para con los dems, o sea, eminentemente
social: Agnes HELLER, ElhombredelRenacimiento,
Ediciones Pennsula, Barcelona, 1980.
52. MARQUESA DE LiSLE, cit., p. 96.
53. HiMMELFARB, cit.
54. BARRAnCoS, cit., p. 210.
55. Liberales y catlicos estuvieron de acuerdo en
que el lugar natural donde deba hallarse una mujer era
su casa y que all le correspondan o las tareas domsticas o su direccin. BARRn, cit. p. 165.
56. SARLo, Lamquina..., cit.
57. ARCADE, Nuevas normas sociales, Editorial
Sopena Argentina, S.R.L., Bs. As., 1945, p. 56.
[1938].
58. ELiAS destaca a que el equilibrio de poder entre
los sexos presenta variaciones culturales que lo hace
ms equilibrado y muy poco equilibrado, cit.
59. La Condesa de A*, cit., pp. 273-277
60. ib.
61. GAY, cit., p. 404.
62. ib.
63. FoUCAULT, La arqueologa del saber, Siglo
XXi, Mxico, 1970. nociones trabajadas en GoDoY
y LABoRAnTi, Historia&..., cit. Tambin consultar
GoLDMAn, cit.
64. noRA, cit. Tambin C. GoDoY, Memorias
pblicas e Historia: un dilogo en claroscuro, en C.
KAUFMAnn (dir.), Educacin y Dictadura. T. I:
Universidad y grupos acadmicos argentinos 19761983, Ed. Mio y Dvila, Madrid, 2001.
65. FoUCAULT, Curso del 7 de enero de 1976, en
id., Microfsicadelpoder, La Piqueta, Madrid, 1980.
66. niETzSCHE, Aurora, Aguilar Editor, Bs. As.,
1948, p. 159. [1881].
67. HiMMELFARB, cit.: values brought with it the
assumptions that all moral ideas are subjective and rel-
87
Conflictos comunitarios y
accin comunicativa
Por Jos Osvaldo Dalonso
Docente-Investigador de la Escuela de Comunicacin Social
cin comunicativa, en tanto teora social mediada por el lenguaje, es tomar al sentido como
concepto sociolgico bsico. Este autor entiende
al sentido, en primer trmino, como el significado de una oracin o palabra, aunque tambin reconoce que puede remitir a lo extraverbal.
Luego, explica que el sentido es una expresin
simblica que se encuentra en el contexto situacional de los hablantes y, por lo tanto, es de carcter sociolgico, ya que segn seala Garca
valencia en un artculo sobre los planteos habermasianos "se rige por unas normas que se estructuran en las acciones de los hablantes, en los
smbolos que reproducen la cultura y en las vivencias del actor2" .
As, el sentido aparece en las reglas que orientan las acciones y que hablan de un sujeto que
las conoce ms all de que las aplique o no.
Por lo tanto, a diferencia del comportamiento,
Habermas entiende que la accin es intencional
y, por eso, apunta a comprender su sentido.
"Las ciencias del comportamiento definen su
mbito objetual de suerte que slo se permiten
descripciones de regularidades empricas observables e hiptesis nomolgicas para la explicacin de tales plexos observables, mientras que
las ciencias de la accin se ven ante la tarea de
describir objetivaciones dotadas de sentido y
analizar conforme a caractersticas internas de
las reglas conforme a las que han sido producidas", afirma Habermas3.
El acceso a ese sentido no se puede dar a partir de la observacin de las acciones, sino a travs de los enunciados, entendidos estos como
realizaciones particulares de los sujetos, referidos a esas acciones. Por eso, tomo a Ducrot ,
quien diferencia entre "oracin (entidad abstracta susceptible de infinidad de realizaciones particulares) y el enunciado al que define como "cada una de las apariciones de la oracin (as la
oracin remite a lo que los ingleses llaman type,
y el enunciado al token)". Luego, explica que
89
91
93
mundo subjetivo, que es la pretensin de que est expresando su intencin, a diferencia de la accin dramatrgica donde representa para otros.
En la accin comunicativa "los hablantes integran un sistema los tres conceptos de mundo que
en los otros tipos de accin aparecen en solitario
o en parejas, y presuponen ese sistema como un
marco de interpretacin que todos comparten,
dentro del cual pueden llegar a entenderse"15.
En ese sentido, cabe preguntarse si los sujetos
involucrados en conflictos comunitarios integran esos tres conceptos de mundo, o bien estn
ms vinculado a sus fines (el mundo objetivo) o
a sus normas.
Una buena manera de indagar al respecto es
observar si reconocen las pretensiones de validez de los argumentos ajenos, o bien si se apegan a sus presupuestos entre ellos la imagen
que tienen del "otro", entendidos esto como lo
que est fuera de discusin y limitan las posibilidades de entendimiento.
Adems, suele suceder que ante el planteo del
conflicto que hace una de las partes, la otra lo
niega, lo que representa un rechazo tcito a la
primera condicin de validez establecida por
Habermas, respecto a los enunciados.
Esto se da, por ejemplo, en el caso de disputas
generadas a partir de la actividad de los locales
de diversin nocturna, cuyos propietarios no
responden a los reclamos que se les hacen por
los ruidos y otras molestias que ocasionan, lo
que deriva en incidentes o en denuncias policiales.
Con esas "soluciones" es imposible construir
relaciones estables, condicin necesaria para las
acciones comunicativas, y los sujetos no son capaces de interpretar las acciones del otro.
Para Habermas, "la tarea de interpretacin
consiste en incluir en la propia interpretacin
que se hace de la situacin al otro, de suerte que
en la versin revisada de su mundo externo y
mi mundo externo, sobre el transfundo de
nuestro mundo de vida, queden relativizados
en funcin de el mundo y las definiciones de
la situacin antes dispares se puedan hacer coincidir suficientemente".
no obstante, aclara que eso "no significa que
las interpretaciones tengan que conducir en todo
caso e incluso normalmente a una asignacin estable y unvocamente diferenciada. La estabilidad y la univocidad son ms bien la excepcin
en la prctica comunicativa cotidiana".
La bsqueda de un garante
Con referencia a la poca estabilidad de acuerdos, presuntamente logrados en base al dilogo,
es comn que se reclame a alguien que garantice el cumplimiento de un posible pacto, para
95
Siempre segn el razonamiento del autor alemn, as se contribuye a la socializacin del individuo con la ampliacin de los lmites de una
comunidad de intereses.
"Queremos que el intendente venga y vea esto?", dicen vecinos, en los conflictos comunitarios que se dan entre habitantes de un barrio y
alguna agencia estatal, en este caso municipal.
Qu subyace en esta expresin? Una de las posibilidades es que se la necesidad de que el intendente o funcionarios competentes se sienten a conversar y de este modo cumplan con el
primer requisito para el dilogo: reconocer las
pretensiones de validez de los enunciados del
otro.
En estos casos, lo vemos por la televisin concurre un funcionario (responsable de controlar la
prestacin de un servicio, o de la asignacin de
la ayuda social, o de garantizar la seguridad)
quien explica las razones por las cuales la administracin no puede dar respuesta, casi siempre
presupuestarias, con lo cual se impone su criterio de eficacia que es lo que impera en el Estado, que minimiza las pretensiones de validez
de los enunciados de una de las partes. Como ya
dije, a veces hacen concesiones para calmar los
nimos (una accin estratgica por donde la mire), que no resuelven el conflicto, sino que lo deja latente.
En rigor, lo que se evidencia en estas intervenciones es la ya mencionada asimetra entre las
partes involucrada y el ejercicio del poder de
una de ellas orientado por criterios de eficacia
administrativa y no la bsqueda de soluciones
legitimadas a travs del consenso.
Los terceros
Una lectura algo escptica de la decisin de
acudir a terceros podra consistir en considerar
que los propios sujetos reclaman la mencionada
colonizacin del mundo de la vida. Esto se da
cuando las partes asumen su imposibilidad de
sentarse con el otro y eligen a la justicia como
institucin que de una solucin al problema.
Pese a ello, algunos involucrados en disputas
comunitarias consideran que ir a los tribunales
(es decir, ir en busca de esa "colonizacin") representa caer en una trama de trmites complejos y costos, mxime si se trata de disputas menores, las que tambin son desatendidas las dependencias policiales. "no hay patrulleros, no
tengo efectivos", es lo que dicen que le dicen los
policas a quienes van a pedir la intervencin.
As, tanto como se les pide intervencin, se
niega capacidad a estas instituciones para resolver sus problemas, con lo que se refuerza lo
planteado en el ya citado trabajo anterior sobre
conflictos comunitarios "la intervencin de terceros en los conflictos no es garanta de solucin
y, en algunos casos, puede conducir a un agravamiento de la rivalidad"16, ya sea por accin (generalmente una sancin a una de las partes) o
por omisin, al dejar librado a quien reclama a
buscar soluciones por sus propios medios.
Voluntad, comprensin y unin
"Existe una voluntad de los vecinos de resolver
pacficamente sus controversias", seala un vecinalista que admite las limitaciones de su vecinal: falta de poder para garantizar acuerdos, creciente falta de participacin de la gente, entre
otros.
"Si la gente fuera ms unida", dice otra entrevistada, pese a que en esta expresin subyace la
idea de que hay quienes buscan la unidad y quienes no. "Yo pienso que si estn todos viviendo
en la misma comunidad o en el mismo barrio,
tienen que ser todos iguales, y no tirar para uno",
agrega.
Finalmente, la comprensin: "Lo que pasa es
que con el ritmo de vida que llevan los dos (los
de su barrio y los del otro con el que existe una
rivalidad) son iguales. Yo a lo mejor digo, los de
mi barrio son brbaros. no, pero tambin, cuando le buscan de hacer problemas reacciones como cualquier otra persona".
Estos tres valores expresados en el subttulo y
en las frases que le siguen pueden considerarse
las bases de posibles relaciones basadas en la
cooperacin y la solidaridad, y cuyo fin sea la
construccin del consenso. Pese a que cada una
de ellas incluye una contradiccin que inclina la
balanza hacia el otro lado.
Qu problema.
Notas y referencias
Bibliografa
DALonSo, jos osvaldo. identidades barriales y
conflictos comunitarios en AnuariodelDepartamento de Ciencias de la Comunicacin, volumen 5, ao
1999/2000
DUCRoT, oswald. Decirynodecir.Presupuestosy
sobreentendidos (re-examen). Editorial Anagrama,
Barcelona, 1982
GARCA vALEnCiA, Alejandro David. Un acercamiento pragmtico a la teora de la accin comunicativa. Revista de Ciencias Humanas, nro. 19, marzo
1999, Pereyra, Colombia. En internet.
97
Comunicacin visual y
contratos de lectura
Un aporte desde el Diseo Grfico
al desarrollo de materiales para EAD*
1. Introduccin
(Antecedentes y planteo del problema)
nuestro encuentro con la problemtica del desarrollo de material didctico para la educacin
a distancia fue tangencial. Cuando comenzamos
a trabajar en el diseo de los primeros materiales en nuestra calidad de Diseadoras Grficas
y docentes de la Ctedra de Artes Grficas, Diagramacin e ilustracin- no tenamos un desarrollo conceptual especfico para abordar estas
piezas. Lo hicimos basndonos en premisas de
oficio, fundamentalmente apelando a los saberes vinculados al diseo editorial.
Al abordar esta problemtica, en la bsqueda
de respaldos que sustentaran nuestras prcticas,
nos encontramos con que no disponamos, porque no lo encontrabamos, de un desarrollo terico especfico sobre el diseo grfico de materiales educativo y menos an sobre materiales
usados en educacin a distancia. Las causas
pueden ser mltiples. Las dos ms importantes
que podemos reconocer son:
la dependencia del diseo grfico como
disciplina de las demandas del mercado publicitario e institucional.
la concepcin instrumentalista predominante en la teora del diseo.
En esta ltima observacin encontramos un
punto de partida para nuestras reflexiones, en
tanto la consideramos una de las razones fundamentales de la ausencia de ciertos desarrollos,
en tanto la mayora de las teorizaciones acerca
del diseo grfico se apuntalan sobre cierta concepcin funcionalista del modelo comunicacional.
De esta manera conciben al propio diseo como un medio-elgrfico,oseaelqueserepro-
duce a travs de la impresin de soportes varios- que permite transmitir mensajes a un receptoroaungrupodeellosutilizandocdigos
queestimulenelsentidodelavista. En casi todas ellas permanecen vigentes los conceptos de
emisor, receptor, mensaje y por sobre todas las
cosas la supremaca del concepto de eficacia
como sinnimo de cierta unicidad en la recepcin del mensaje y como valor supremo que
evaluara la correcta codificacin de los contenidos.
Por otra parte encontramos una convivencia
entre el pensamiento proyectual propio del movimiento moderno que subyuga la forma a la
funcin, y una especie de sujecin a ciertas modas donde prevalece lo esttico por sobre la claridad del mensaje y la facilidad de lectura. Las
producciones actuales, atravesadas por estas
tensiones oscilan entre un minimalismo racionalista, que se traduce en diseos fros y aspticos
y un barroquismo que produce ruido y dificultad
de lectura.
Parados en la interseccin de estos paradigmas, el diseo grfico aplicado a la educacin
no poda sino centrarse en la preponderancia de
premisas como:
la claridad (para transmitir informacin),
la economa de recursos (para facilitar el acceso a los contenidos y a los materiales y para
eliminar la redundancia),
la retcula, (que hiciera visible una estructura)
la composicin de pgina (que reforzara la
regularidad de la linealidad del texto) y
la forma libro (que organizara los contenidos
de acuerdo a una lgica: captulo, ttulo, tems,
sub- tems, llamados, notas al pie, ndice, biblio-
99
grafa).
o, por el contrario, en una composicin caracterizada por la profusin exagerada de estmulos. Un buen ejemplo de esto ltimo lo constituyen algunos manuales y libros de lectura para
nios que interpretan por diseo un despliegue
de dibujos.
A raz de estas afirmaciones podemos decir
que la no teorizacin y la no problematizacin
del diseo grfico en la produccin de materiales educativos encuentran su explicacin en la
aceptacin sin mayores cuestionamientos de un
cierto modelo del proceso enseanza-aprendizaje: el tradicional, expositivo, bancario, enciclopedista.
Si de lo que se trata es de transmitir informacin, no hay demasiadas reflexiones que hacer
acerca del diseo, ms all de utilizar una letra
legible, unificar los estilos textuales e ilustrar
cuando corresponda con imgenes pertinentes y
representacionales. Siempre pretendiendo la
mayor cuota posible de objetividad.
2. Definicin del Problema desde la Comunicacin Visual.
Utilizaremos el concepto de Comunicacin
Visual antes que el de Diseo Grfico porque
entendemos que:
transformaciones tecnolgicas ubican al Diseo Grfico en un momento de redefinicin como disciplina, en tanto se mueven (se pierde la
especificidad de) sus soportes y se cuestionan
sus umbrales y sus techos.
el concepto de Comunicacin es un concepto ms abarcador y menos instrumental que el de
Diseo. Supone un proceso de produccin de
sentido. Nosotros concebimos la Comunicacin como un proceso que resignificacin
constante, infinito donde se intercambian los
roles discursivos.
Cmo leer-comprender, percibir, experimentar-delamismamanera?Cmootorgar
aunmensajeelmismosentidoqueloinspir?
Porque el sentido no es algo inequvoco, que
vienedadoenlaformadelmensaje,verbalovisual.Msbienesalgoquesenegocia,producto de una tensin entre la significacin que el
texto(laimagen)proponeylaapropiacinque
realiza el destinatario o receptor. Esta tensin
eslaquellevaaotrodesplazamiento:eldela
posicincentraldelenunciador.Laideadenegociacin(intercambio,interaccin)suponela
existencia de partenaires, copartcipes de un
procesoactivoycontinuodesignificacindondeenverdadnoesposiblesepararunprimero
(el enunciador) de un segundo (el destinatario):sloporqueexisteesteltimo,otrocapaz
decomprender,tienelugarelmensaje,aunque
esteotronoseamsqueunafiguraimaginaria,
undesdoblamiento,otroyo1
En sntesis, definimos Comunicacin visual
como un dispositivo conceptual y formal que
pone en relacin a diferentes actores a partir
de la articulacin estratgica de cdigos visuales, lingsticos, recursos estticos, modos de
representacin, inscriptos en la complejidad de
un momento socio histrico particular que
define los lmites y los alcances de ese contrato.
El concepto de Contrato remite a un mecanismo socio-psicolgico y cultural que, mediante
la interaccin de elementos mltiples, permite
establecer un pacto o convenio entre partes.
Lanocindecontratofuedefinidaenelmarcodelasemiticagreimasianacomounadistincinintuitivaparaaludiraunarelacinintersubjetiva que se establece en todo proceso comunicativo, al intercambio que, segn ciertas
reglas, se da entre los participantes, estableciendo una especie de obligacin mutua(...)
Lanocindecontratodelecturaremiteaciertaspautasque,enelmarcodeungnerodiscursivo determinado se proponen para establecer
una particular relacin con sus destinatarios/receptores,quesuponeciertoverosmilyciertosrecorridosdeinterpretacin2
Por otra parte, entendemos la dinmica enseanza aprendizaje como un proceso de produccin conceptual y material donde el rol del enseante debera residir en proponer situaciones
problemticas tendientes a promover un aprendizaje significativo.
Aprendersignificativamentesuponelaposibilidaddeatribuirsignificadoaloquesedebe
aprenderapartirdeloqueyaseconoce.Este
procesodesembocaenlarealizacindeaprendizajesquepuedenserefectivamenteintegrados
en la estructura cognitiva de la persona que
aprende, con lo que se asegura su memorizacincomprensivaysufuncionalidad3
Esta concepcin del proceso enseanzaaprendizaje como un proceso constructivo, participativo en el cual el docente se plantea no como depositario del saber sino como un Tutor
que acompaa el/los recorridos diferentes de los
alumnos, presenta nuevos desafos para pensar
esta problemtica.
A manera de pequea hiptesis podramos
enunciar que:
Las mltiples articulaciones de los elementos constitutivos del lenguaje visual al proponer ciertos recorridos de lectura despliegan
las diferentes estrategias didcticas hacindolas visibles*.
*Al decir visibles aludimos tanto a la nocin de ser
capaces de ser vistas como de hacerlas explcitas.
Son textos en los cuales el Diseo Grfico trabajara interdisciplinariamente con estructuras discursivas diversas -provenientes de la publicidad,
la poltica, el derecho, la salud, etc.- y se corporizara en la forma de campaas de opinin y difusin de todo tipo. La observacin ms interesante que realiza Ledesma sobre estas producciones reside en situarlas dentro de una red de
significaciones que desbordan los alcances de la
pieza en s. Entantosetratadeopinionessin
relacinconloverdaderoolofalso-dice-lavaloracindependedecadasectorsocial,producindose,enelconjuntodeestostextos,unaida
y vuelta de significaciones sociales lanzadas a
competirentres....lasproduccionesdeestetipodediseoconstituyenunaespeciedesntesis
delosdiscursossocialesopinables.Nosonlos
nicosquehablandeestostemassinoqueconstituyenunpuntoenunared.
Retomamos estas reflexiones para incorporarlas a nuestra indagacin sobre la problemtica
educativa. En el proceso de diseo de materiales
vinculados a la dinmica enseanza aprendizaje
estas tres dimensiones se articulan de manera
compleja. Las piezas de comunicacin visual
deben al mismo tiempo hacer-leer (es decir
atraer la atencin hacia diferentes informaciones jerarquizndolas y organizndolas de determinadas maneras); hacer-saber (exponer la informacin necesaria para el desarrollo de conductas de aprendizaje, desde las ms mecnicas
y operativas como fechas, plazos, caractersticas
de consignas, hasta otras ms complejas como
el desarrollo de contenidos conceptuales) y hacer-hacer (suponemos que toda estrategia de
enseanza aprendizaje pretende modificaciones
de los comportamientos: que los alumnos generen nuevas conceptualizaciones, nuevos conocimientos, ms all de la actividad concreta que se
le solicite).
En las estrategias no presenciales, aparecen
adems otras encrucijadas, como la tensin entre la necesidad de ser claros a la hora de explicitar una informacin que no puede ser
aclarada en la instancia de dilogo directo e
inmediato y la intencin de no banalizar esa
misma informacin transformndola en un relato unvoco. nuestra voluntad de hacer-hacer
(Como ya dijimos utilizamos el concepto de hacer-hacer no como sinnimo de produccin
prctica de aplicacin de contenidos sino en un
sentido ms amplio, como es el de producir conceptualizaciones propias) se enfrenta con el reclamo de los alumnos que pugnan por una mayor dosis de hacer-saber que los libre de la
incertidumbre.
3. La proyeccin del Contrato. (O qu elementos tener en cuenta para proyectar un di-
101
seo educativo)
Como decamos anteriormente, los contratos
de lectura son propuestas de recorridos posibles.
Los elementos que constituyen los cdigos que
permiten suscribir esos contratos son los elementos constitutivos del lenguaje visual (tipografa, imgenes, espacios en blanco, etc.) que
en este momento se complejizan y multiplican a
partir del advenimiento de las piezas multimediales e interactivas.
Consideramos interesante para pensar proyectos de Diseo de Material de Educacin a Distancia adaptar un dispositivo que norberto Chaves propone como herramienta para analizar afiches5 retomando las categoras que jacobson
utiliza para definir el modelo comunicacional
del lenguaje. Segn esta herramienta en un mensaje se superponen seis diferentes dimensiones,
que nos resultan de utilidad para delimitar algunas de las condiciones que deberan reunir los
materiales diseados para intervenir en el proceso enseanza-aprendizaje.
La Dimensin Informativa: (Que corresponde segn el autor a la Funcin Referencial
del esquema de jacobson). Capacidaddelmensaje para suscitar representaciones, ideas e
imgenes pertinentes al tema de la comunicacinconcreta.(referencialidad,semntica,significacin,denotacin,connotacin).
En los materiales educativos -tanto en piezas
impresas, como en producciones interactivasreferira a los contenidos conceptuales especficos de la asignatura. Retrotrayndonos a algunas pginas anteriores abarcara aquello que se
pretende hacer-saber. El grado de coherencia,
totalidad, de estos contenidos responde al recorte didctico pedaggico determinado por el enseante, e implica, adems de un conocimiento
del objeto de estudio, una conceptualizacin
acerca del saber.
Contacto: (Correspondiente a la Funcin
Ftica) Capacidad del mensaje para captar la
atencin,incitarasulecturayfacilitarla,mantener vivo el inters. (Visibilidad, legibilidad,
prestancia, autosealizacin, ordenamiento de
lalectura,adecuacinalascondicionesestticasy/odinmicasdelalectura)
En este punto definimos la seleccin de tipografa adecuada, de conos sealadores de actividades, de variables diferenciadoras de texto
especfico, textos secundarios, bibliografa, etc.
En los materiales interactivos, especialmente la
red, el desafo es hacer que un navegante llegue
y permanezca, facilitando el acceso a partir de la
liviandad, velocidad, claridad, etc. Dentro de este aspecto es de vital importancia la implementacin de dispositivos de navegacin que permi-
Convencionalidad. (Correspondiente a la
Funcin Metalingstica) Capacidaddelmensajeparacomunicarsuspropiasclavesdedecodificacin,citndolassisonpreexistentesoexplicitndolassisonnuevas...(cdigovisualcompartido; tensin entre respeto - transgresin;
equilibrioentrecontactoyconvencin)
Esta convencionalidad presenta desafos particulares cuando abordamos la problemtica de
los textos hipermediales, en tanto debiera facilitar la capacidad de entender su carcter superestructural, es decir, a la formaglobalquearticulaointerrelacionalasideasdeuntexto.8
volviendo sobre nuestra hiptesis, debemos
recordar que en la etapa de proyeccin del diseo de materiales es condicin inicial formular
una concepcin de la dinmica enseanzaaprendizaje y una narrativa de la disciplina en
cuestin para recin all proponer una lgica de
la navegacin traducida en el diseo de interfases- que contenga las claves que dicen a los
navegantes alumnos de ahora en ms alumnautas- esto es vnculo, esto habilita ciertas
funciones, esto comunica con, esto abre un nuevo tipo de texto....
vale tener en cuenta que
...Hayartefactosdelaescrituratalescomo
lalista,lareceta,latablaque,segnlohademostradoelantroplogoJackGoodynotienen
unaequivalenciaoral9.
Por lo tanto la utilizacin de estos recursos, como otros, permiten traducir los tintes, tonos, expresiones y estrategias explicativas que se dan
en el espacio ulico presencial, a otro idioma,
posibilitando la traduccin, visualizndola, de
la polifona del discurso docente.
103
Notas y referencias
*Trabajo de investigacin realizado en el marco del
PiD Educacin a Distancia: experiencias en la Escuela de Comunicacin Social de la UnR
Este trabajo forma parte de la investigacin que sustenta el desarrollo de un proyecto de Ctedra para el
dictado semipresencial del Taller utilizando como dispositivo didctico-pedaggico un CD multimedia hipertextual.
1. ARFUCH, Leonor. El diseo en la trama de la cultura: desafos contemporneos en DiseoyComunicacin. Teora y enfoques crticos.Ed. Paids.1999.
Pg. 144
2. ARFUCH, Leonor.El diseo en la trama de la cultura: desafos contemporneos en DiseoyComunicacin.Teorayenfoquescrticos. Ed. Paids. 1999.
Pg. 180
3. CoLL, C Psicologaycurriculum Paids, Barcelona, 1991. Citado en Aprendizaje significativo y enseanaza en los niveles medio y superior, Sanjurjo liliana y vera Mara Teresita, Homo Sapiens Ediciones,
1994.
4. LEDESMA, Mara del valle Diseo grfico un
orden necesario? en DiseoyComunicacin.Teora
yenfoquescrticos. Ed. Paids. 1999. Pg. 61 a 67
5. CHAvES, norberto. Pequea teora del cartel.
RevistasTipogrficaN7,8y9. 1989
6. BonSiEPPE,Gui. El papel de la visualidad RevistaTipogrficaN25. 1995
7. CoSTA, joan. IdentidadCorporativa.
8. SnCHEz MiGUEL, E., Los textos expositivos.
Ed. Santillana. 1995. Cap. 3, pg. 68-69
9. BonSiEPPE, Gui. El papel de la visualidad RevistaTipogrficaN25.1995
10. BonSiEPPE, Gui. Diseo & Cognicin RevistaTipogrficaN47. 2001
11. LEDESMA, Mara del valle Diseo grfico un
orden necesario? en DiseoyComunicacin.Teora
yenfoquescrticos. Ed. Paids. 1999. Pg. 87
105
a
S
Notas
periodismoyliteratura
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Que el Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicacin haya decidido incorporar una seccin destinada a trabajos sobre (o en todo caso de) Periodismo y Literatura
es algo realmente significativo, pero no sorprendente, ya que desde hace cinco aos, cuando el seminario sobre Periodismo y Literatura comenzara a dictarse como materia optativa en la Escuela de Comunicacin Social, un nmero importante de trabajos producidos
por sus alumnos se han publicado en distintos nmeros de este medio.
Ello revela, nos parece, el inters que existe en un sector considerable de los estudiantes
de Comunicacin por los temas y cuestiones inherentes a este campo de estudio y produccin. Pero adems revela, al menos desde nuestra perspectiva, lo fructfero de una
propuesta que apunta a trabajar las mltiples intersecciones que ligan el campo del
periodismo con el campo de la literatura, a partir de una problemtica comn como es la
problemtica de la escritura.
Y acaso por ello, el Seminario se ha constituido en una instancia que promueve ao a
ao la realizacin de valiosos trabajos, cuyos autores generan en el doble registro de la
textualidad leda y la textualidad efectivamente practicada. As, uno de los rasgos que
caracteriza a esos trabajos es su preocupacin por el orden de lo escrito, seguramente que
como consecuencia de todo lo que previamente se ha ledo, tanto a nivel del seminario
como a nivel del conjunto de la carrera.
En tal sentido, el Seminario se ha propuesto como uno de sus objetivos fundamentales,
desde sus comienzos, el estudio de determinados espacios culturales y mediticos donde
la prctica de autores tan relevantes y dismiles como Rodolfo Walsh, Roberto Arlt y Jorge
Luis Borges pudo plasmar una escritura modulada literariamente en el contexto de los
medios grficos de su poca. Por su insercin en tales medios se trataba, obviamente, de
una escritura periodstica, pero que recoga de la literatura una serie de procedimientos y
recursos discursivos que posibilitaban un decir tan persuasivo como bello desde el punto
de vista retrico y potico.
As, podra decirse que en sus trabajos periodsticos los alumnos del Seminario han
hallado los mejores ejemplos, en el mbito del periodismo argentino, de textos bien
escritos, cuyos contenidos, fines y estilos son tan heterogneos como lo es la literatura de
Borges, Arlt y Walsh. Porque en definitiva, de lo que se trata es de promover una experiencia de lectura que trascienda la indiferencia caracterstica del aprendizaje de muchos
saberes acadmicos, para promover el contacto con un universo textual que nunca cesa de
instigar, como lo quera Roland Barthes, el deseo de escribir: en ello consiste, justamente,
la re-escritura que promueve el Seminario.
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que dibujan una suerte de friso donde pueden reconocerse mltiples aspectos de la cultura urbana de la poca.6
A lo largo de ese perodo, las crnicas de Arlt
iran modificando su temtica, sus aspectos genricos y, como se ha indicado, su mismo nombre. Esas modificaciones generalmente se hallan
ligadas a los itinerarios que el propio Arlt realizaba, y que constituyen el sustento emprico
donde recoge los materiales que nutren sus notas. As, las primeras crnicas se escriben a partir de las recorridas que realiza por la ciudad de
Buenos Aires, registrando diversos aspectos de
la cultura urbana, particularmente de sus estratos populares. De ese modo, un conjunto de costumbres, actitudes, creencias, y sobre todo personajes de extraccin popular, como asimismo
su particular lenguaje, le brindan el material para desarrollar sus notas costumbristas, donde
con irona y sarcasmo pero tambin con una clara indulgencia compone las plsticas imgenes
que los representan.
Las primeras aguafuertes se llamarn, en consecuencia, porteas, por referir, como es obvio, a la ciudad de Buenos Aires. Pero Arlt se
transformar prontamente en un cronista viajero, que ampliar significativamente su horizonte. Por ello, las aguafuertes irn variando su adjetivacin para dar cuenta de los nuevos itinerarios que Arlt realiza: as, en 1930 se denominarn aguafuertes uruguayas, en 1934 aguafuertes patagnicas y en 1935 aguafuertes espaolas, con sus especificaciones como aguafuertes madrileas, africanas, asturianas o
gallegas. Por otra parte, los cambios de nombre, que claramente dan cuenta de la temtica
abordada en cada caso, no se limitan a esas variaciones en su adjetivacin, dado que en 1933
la columna se denominar Hospitales en la miseria y en 1934 Buenos Aires se queja, cuando su autor realiza autnticas campaas de denuncia de las carencias y necesidades insatisfechas que padecen los habitantes de la ciudad; de
igual manera, en 1936 la columna se titular
Tiempos presentes o Al margen del cable,
cuando se aparta de la temtica local para abordar cuestiones inherentes a la problemtica
mundial de la poca.
Como lo indican tales ttulos, las crnicas de
Roberto Arlt no se limitaban a esa especie de registro antropolgico del mundo en que viva,
sino que suponan, adems, verdaderas intervenciones en el orden de lo social y poltico. Se trataba, por cierto, de intervenciones crticas, que
tambin se practicaban en el campo de la crtica
de arte y de literatura: por tal razn, la redaccin
de esas notas vara asimismo su configuracin
discursiva y genrica, dado que, segn los casos,
se constituyen como relatos de viaje, crtica lite-
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Notas y referencias
1. Si bien ha escrito numerosos trabajos sobre este
asunto, su libro Una modernidad perifrica: Buenos
Aires 1920 y 1930 constituye un texto fundamental
para acceder a su visin acerca de el fenmeno de las
vanguardias en el contexto de la cultura argentina. Cfr.
SARLo, Beatriz : Una modernidad perifrica: BuenosAires1920y1930. Buenos Aires, nueva visin,
1988.
2. Cfr. SARLo, Beatriz: BuenosAires,ciudadmoderna, en Unamodernidadperifrica..., op. cit.
3. Sobre este asunto, cfr. SARLo, Beatriz, Elimperio de los sentimientos. Buenos Aires, Catlogos,
1985.
4. Entre las revistas de vanguardia de los aos veinte,
deben mencionarse especialmente Martn Fierro,
Prisma, Proa, Claridad e Inicial. Acerca
de sus orientaciones y significacin, cfr.: Francine
Masiello, Lenguaje e Ideologa, Buenos Aires, Hachette, 1986, y Beatriz Sarlo: Una modernidad perifrica... op. Cit.
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5. Sobre esta cuestin, adems del libro de Sarlo, debe verse especialmente Silvia, Satta : Regueros de
Tinta. Buenos Aires, Sudamericana, 1998.
6. Sobre las crnicas periodsticas de Arlt pueden consultarse los siguientes trabajos de Silvia Satta:
PrlogoaAguafuertesPorteas.CulturayPoltica.
Buenos Aires, Losada, 1992; Prlogoa Aguafuertes
Porteas. BuenosAires, vida cotidiana. Buenos Aires, Alianza, 1993; Roberto Arlt y las nuevas formas
periodsticas, en Cuadernos Hispanoamericanos
Los complementarios 11 junio 1993; Prlogo a
Tratado de delincuencia. Buenos Aires, Biblioteca
Pgina 12, 1996; Prlogo a En el pas del viento.
Buenos Aires, Simurg, 1997.
7. Cfr. Enrique Sacerio-Gar y Emir Rodrguez Monegal compiladores: Textos Cautivos, Barcelona, Tusquets, 1990, e irma zngara compiladora: Borgesen
RevistaMulticolor, Buenos Aires, Atlntida, 1995.
8. La relacin entre vanguardia y criollismo en Borges
y los autores nucleados en la revista Martn Fierro
ha sido estudiada por Beatriz Sarlo. Al respecto, cfr.
Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano: vanguardia y
criollismo: la aventura de Martn Fierro, en Ensayos
argentinos. Buenos Aires, C.E.D.A.L., 1983.
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vio escribir (1920 /1940), en la cual el desarrollo tecnolgico que hoy conocemos, era todava
una tendencia incipiente.
Con elementos muy cercanos al habla popular
de la poca, Arlt construy un estilo y una tcnica que se ubicaban en la vereda de enfrente de
las costumbres estilsticas literarias de la poca.
Arlt era consciente de esto, y en el prlogo a Los
Lanzallamas, en 1931, disparaba: Se dice de m
que escribo mal. Es posible. De cualquier modo
no tendra dificultad en citar a numerosa gente
que escribe bien y a quienes nicamente leen
correctos miembros de su familia. As de atorrante se expresaba, as responda a quienes lo
atacaban por falta de estilo y as se acercaba a
su pblico lector.
Bajar lnea, era para Arlt una forma de defenderse de quienes menospreciaban su trabajo y de
ubicarse en los mrgenes del oficio. En El
idiomadelosArgentinos3, se despega del seor
Monner Sans, un intelectualoide de turno que
postula en una entrevista publicada en un diario
chileno que el idioma en la Argentina atraviesa
por momentos crticos... La moda del gauchesco pas; pero ahora se cierne otra amenaza,
est en formacin el lunfardo, lxico de origen
espurio, que se ha introducido en muchas capas
sociales (...). Felizmente, se realiza una eficaz
obra depuradora, en la que se hallan empeados
altos valores intelectuales argentinos. irnico,
punzante y sobrador, Arlt arrremete: Quiere
usted dejarse de macanear? Cmo son ustedes
los gramticos! Cuando yo he llegado al final de
su reportaje (...), me he echado a reir de buensima gana, porque me acord que a esos valores
intelectuales ni la familia los lee, tan aburridores son.
Briguet tambin transita por lugares fronterizos y marginales y se hace cargo. En la introduccin de Prohibir la noche, intenta despegarse de los energmenos de siempre: no
quisiera cerrar esta breve introduccin sin recordar ahora a los energmenos que nunca faltan en
los mbitos de este bendito oficio. Para ser precisos: los mediocres encaramados en puestos de
poder, los arribistas de la primera y ltima hora,
los que creen que el periodismo es un medio de
autopromocin social, los que se llenan la boca
-y la pluma- de discursos bonitos aunque no
dejen de transar ni para ir al bao.4
Arlt acu eso de que para l las palabras
escritas deben golpear como un cross en la
mandbula. Briguet se encarg de vociferar su
adherencia a esta frase. no por casualidad se
confiesa un boxeador frustrado.5
El mundo de Arlt y los medios de Briguet
Como es sabido, las Aguafuertes Porteas de
Roberto Arlt constituyen una serie de notas que
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Notas y referencias
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Notas y referencias
1. Se denominan as, en esta parte del trabajo a la zaga
constituida por Lossietelocos y Loslanzallamas.
2. De acuerdo a los esquemas de construccin de la
noticia, en un primer momento se responde a las preguntas WH del ingls, que en espaol son: Qu,
Quin, Cundo, cmo, dnde, por qu, y a veces para
qu.
3. En la primera enumeracin que realiza Erdosain,
cuenta siete locos, sin contarse a si mismos: el
Capitn, Elsa, Barsut, el Hombre de la cabeza de
jabal, el Astrlogo, el Rufin melanclico y Ergueta.
Por su parte, un estudio realizado por Diana Guerrero
cuenta como locos a: Erdosain, el Astrlogo, Barsut,
Ergueta, Haffner, el Buscador de oro e Hiplita.
4. De acuerdo a la caracterizacin de Hanna Arendt
acerca de las ideologas totalitarias, lejos de ser ilegales, las mismas se remontan a una ley mayor, a las
fuentes de la autoridad de la que las leyes positivas
reciben su legitimacin ltima: las leyes de la
naturaleza o de la Historia . En: AREnDT, Hannah,
Losorgenesdeltotalitarismo.
5. Remite al concepto de ideologa de Hannah Arendt:
Una ideologa es muy literalmente lo que su nombre
indica, la lgica de una idea.
6. CoRREAS, Carlos: Arlt literato. Buenos Aires,
Atuel, 1995.
7. op.Cit.
8. PiGLiA, Ricardo: La Argentina en Pedazos.
Ediciones de la Urraca, Buenos Aires, Marzo de 1993.
9. Po DEL CoRRo, Gaspar: Lazonanovelsticade
RobertoArlt.
10. A fines de acomodar la realidad a la ficcin fue
inevitable la utilizacin del humor negro.
Bibliografa
ARLT , Roberto : Los siete locos. Buenos Aires,
Losada, 1973.
ARLT, Roberto : Los lanzallamas. Buenos Aires,
Losada, 1999.
PiGLiA, Ricardo: La Argentina en pedazos. Buenos
Aires, La Urraca, 1993.
CoRREAS, Carlos: Arltliterato. Buenos Aires, Atuel,
1995
Po DEL CoRRo, Gaspar: La zona novelstica de
RobertoArlt. Buenos Aires, UnC, 1971.
AMCoLA, jos: AstrologayFascismoenlaobrade
Arlt. Buenos Aires, Weimar, 1984.
GUERRERo, Diana: El habitante solitario. Buenos
Aires, Granica, 1972.
p
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139
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l
PARTE PRIMERA
1- Arlt, cronista del 30
Buenos Aires, 6 de septiembre de 1930. Uriburu de halla instalado en la Casa Rosada por un
golpe de Estado que sera el primero de una larga serie que llegar hasta los comienzos de los
aos 80. Hacia atrs de este da podemos ver
que, ya desde 1929, la belle epoque argentina
llegaba a su fin. Hacia delante veremos instalarse un orden conservador que dio lugar a una dcada infame (que no tardar en repetirse) en
nuestro pas.
Presagiando lo que pasara en ese trgico da
de la historia Argentina, Roberto Arlt le haca
decir al Mayor dos aos antes: El ejrcito es
un estado superior dentro de una sociedad inferior, ya que nosotros somos la fuerza especfica
de un pas.1 Es por estos dichos del personaje
de Lossietelocosque el autor se ve obligado a
aclarar al pie de la pgina que: Esta novela fue
escrita en los aos 28 y 29 editada por editorial
Rosso en el mes de octubre de 1929. indudablemente, resulta curioso que las declaraciones de
los revolucionarios del 6 de Septiembre coincidan con tanta exactitud con aquellas que hace el
Mayor y cuyo desarrollo confirman numerosos
sucesos acaecidos despus del 6 de septiembre.2
Sin embargo, no son los sucesos polticos y
econmicos los que se constituyeron en objeto
de descripcin y anlisis de las obras de Roberto Arlt. Si Arlt es considerado cronista de una
poca, la del 30, se parte del momento en que
sus escritos dejen de tomar la crisis como una
abstraccin y comienzan a centrarse en la realidad cotidiana. Arlt, en su literatura, no pint
la crisis argentina de 1930 sino la crisis ms general que est vinculada a ella: la de un estilo de
vida.3
Son sus personajes los que nos presentan el es-
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gina/12, ha afirmado que Arlt aparece ms apropiado para los 90 que para los 70 cuando se lo
ideologiz como escritor popular8. Esto es porque, segn Modelo su utopa no es social sino
tcnica: gira sobre el crecimiento de las mquinas creadas por una legin de inventores pobres
y anrquicos (...) Muy acorde con la utopa ideolgica noventista, que aparece bajo la forma del
desorden y el crecimiento anrquico de las tecnologas.9 A partir de esta idea del periodista de
Pgina/12 podramos encontrar un paralelismo
entre, por ejemplo, las esperanzas que Erdosain
induca a los Espila dicindoles que con sus inventos iban a salir de esta horrible miseria10 ,
y los diseadores de pginas web que suean en
convertirse en millonarios de la noche a la maana.
otro sntoma de vigencia arltiana: la aguafuerte Quiere ser usted diputado? El discurso propuesto por Arlt para que cualquier candidato a
diputado tenga xito, es la letra chica de muchas plataformas polticas actuales.
Son muchas ms las pginas de Arlt que dan
cuenta de su vigencia, pero para concluir quiero
resaltar otra de ellas que resulta interesante para
pensar desde esta poca. Hoy, muchos programas de televisin nos proponen que, para llevarnos millones de pesos, tengamos que mostrar
nuestras miserias humanas en pantalla o bien irnos a una isla desierta a eliminarnos unos a otros
como si se tratara de la supervivencia del ms
apto. Estas imgenes terrorficas de la contemporaneidad, muestran continuamente nuestra necesidad de ser humillados como participantes y
espectadores. Tal vez Erdosain sea quien mejor
entenda el asunto: los hombres estn tan tristes
que tienen la necesidad de ser humillados por alguien....11
PARTE SEGUNDA:
En una historia de la denuncia y del periodismo de investigacin, Carlos Del Frade nos cuenta que en el ao 1779 qued marcado el camino de la construccin del presente a travs del
discurso del poder.12 Es en ese momento en
que surge una poca de falsificacin histrica
caracterizada por la censura, el autoritarismo y
el poder restrictivo. nos cuenta tambin Del
Frade que las urracas eran unas hojas volantes que eran colocadas en las puertas por personas annimas con el fin de criticar el monopolio espaol.13 Esos personajes, esas voces disidentes no tardaron en ser descubiertos y censurados. Slo poda tener lugar lo oficial, el orden establecido. De esas rebeldas surgi un
cdigo que se repetira en las distintas etapas de
la censura: la irona.14
Al respecto Mijail Bajtin ha escrito mucho. En
sus estudios sobre la cultura popular en la Edad
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Notas y referencias
Obras analizadas:
Fray Mocho:
- instantneas metropolitanas
- Siluetas metropolitanas
- El caf de Coussoulet
- Ellas
- La hora del t
- Mundo lunfardo
Roberto Arlt (Aguafuertes Porteas):
- Molinos de viento en Flores
- Amor en el Parque Rivadavia
- El espritu de la calle Corrientes no cambiar con el
ensanche
- La muchacha del atado
- La mujer que juega a la quiniela
- La seora del mdico
- Atenti, nena, que el tiempo pasa!
- Silla en la vereda
- Divertido origen de la palabra squenun
- El hombre de la camiseta calada
Alejandro Dolina (Crnicas del Angel Gris):
- El reparto de sueos en Flores
- Las payadas en Flores
- La conspiracin de las mujeres hermosas
- Tctica y estrategia de la escondida
- La decadencia de la bolita
- Apuntes de ftbol en Flores
Media.
16. CAn, Miguel: Alvarez ntimo. Bs. As., 24 de
agosto de 1906.
17. SoLERo, F. j.: Perfil de luces para Fray mocho
en ObrasCompletas deJ.S.Alvarez. Ed. Argentina,
Bs. As., 1954.
18. ibdem.
19. RETAMoSo, Roberto: Crnicas de la ciudad.
Apuntes de ctedra.
20. LinDSToM, n.: La elaboracin de un discurso
contracultural en las Aguafuertes porteas de Arlt en
HispanicJournal, indiana University of Pennsylvania.
Marzo de 1980. vol. 2, n 1.
21. oRGAMBiDE, Pedro: Estudi preliminar, op. cit.
22. DoRio, jorge: Prlogo en el Angel Gris. Ed.
Colihue. Bs. As. , 1998.
23. FERRER, Horacio: Prlogo en el AngelGris, op.
cit.
24. ibdem.
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Enlavidatodoesir
aloqueeltiempodeshace
sabeelhombredondenace
ynodondevaamorir
Cuando alguien se encuentra frente a la
responsabilidad de tener que proyectar una
mirada crtica sobre algunas caractersticas de la
obra de un autor como en este caso se har con
la de Roberto Arlt, existe la posibilidad cierta
del surgimiento, entre otros, de un riesgo doble:
puede ocurrir, por un lado, que la capacidad
analtica de quien lleva a cabo el trabajo no sea
suficientemente amplia como para abarcar con
claridad conceptual el objeto de anlisis y con
l, las nociones incluidas en dicho objeto
sumadas a las que de l se desprenden. Esta
sera la problemtica que a prior se presentara
una complejidad ms importante y cuyas soluciones resultarn difciles de conocer. La segunda dificultad que encierra dicha responsabilidad
est relacionada con la ligereza, con la fascinacin que se produce a la hora de tener que elegir las terminologas para la composicin de un
discurso. Son incluidas as, palabras, oraciones
y tambin enunciados que rpidamente podran
calificarse como comunes, para ser ms precisos, estoy haciendo referencia a expresiones
vulgarmente denominadas: lugares comunes.
Puede suceder que, quien se dedique a la elaboracin de trabajos como este, encuentre, an
desde el comienzo mismo de su tarea, sus pasos
encaminados en el recorrido de un paseo por
ciertos suburbios discursivos demuestran, tanto
desde una vereda como desde la de enfrente,
fachadas de casas vacas cuyas paredes de frente
se encuentran escritas con alabanzas y halagos,
adulaciones y cosas as por el estilo que no
hacen sino formar un extendido encadenamien-
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diferenciado de especialistas de la comunicacin cultural o tambin puede haber un destinatario absolutamente indefinido, un otro no
concretizado (en toda clase de enunciado
monolgico de tipo emocional)- y todos tipos de
destinatarios con sus conceptos se determinan
por la esfera de la praxis humana y de la vida
cotidiana a la que se refiere el enunciado5, De
acuerdo con estas palabras de Bajtin, puede considerarse que no toda la responsabilidad del
enunciado propuesto como ejemplo puede
atribuirse a un solo sujeto hablante sino que s
esta en presencia de distintos sujetos discursivos, diferentes otros no concretizados que
expresan, a su tiempo tanto la admiracin como
la interrogacin. vale la pena aclarar que este
enunciado tratado como ejemplo se incluye dentro de un contexto que es la novela Los siete
locos y que este enunciado tiene un responsable:
Roberto Arlt. El es quien se encarga de proponer como locutor del enunciado del ejemplo
(descontextualizado) al personaje Erdosain que
es quien se hace cargo el mismo, Frente a esta
responsabilidad discursiva inherentes al locutor,
aparecen otras que se encargan de expresar, cada
una a su tiempo, tanto la admiracin como la
interrogacin. Analicemos el enunciado del
ejemplo en cada una de las partes: la expresin
cuando hay un gran deseo, aun durmiendo se
desea se refiere, obviamente a una afirmacin
del locutor que la enuncia con una expresividad
determinada. Esta expresividad (rasgo constituido del enunciado), no puede ser la misma que
puede reconocerse en la expresin de
admiracin: que he dicho!.
Mas all de los limites gramaticales (los signos
de admiracin) se produce, por la entonacin
expresiva, una demarcacin que distingue la
presencia de dos sujetos discursivos distintos y
con responsabilidad diferente: uno, el locutor
instala frente a s un otro, en este caso no concretizado de acuerdo a la situacin monolgica
de discurso, que expresa su admiracin por lo
que el locutor ha estado diciendo, Un proceso
similar se da en el caso de la aparicin del interrogante qu digo? aunque en esta oportunidad se presentan algunas diferencias con el
anlisis anterior y estas tienen que ver con los
dos tipos de expresiones aparecidas en el enunciado del ejemplo. Por un lado aparece una
expresin de admiracin que esta relacionada no
con elementos concretos sino con factores emocionales. La expresividad emocional no puede
ser colocada en el territorio de lo observable, del
enunciado. no est dirigida sino dentro de una
realidad que le es externa y no puede tampoco
ser respondida o cuestionada sino desde lo exterior. La interrogacin en cambio tiene la
propiedad de estar, puede ser respondida y pro-
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pone en si misma un cambio de sujetos discursivos, es un Constatativo6, es decir, un enunciado, Quien interrogo es entonces un otro no
concretizado que hace or su voz hacindose
cargo de la duda que encierra la pregunta.
vemos as, que ms all del otro concreto que
Roberto Arlt instala en tanto responsable, dentro
del mismo aparecen distintos personajes mas
all de los propios de la novela o el cuento a los
que se les deben atribuir distintas responsabilidades de acuerdo a las distintas situaciones de
discurso.
Podramos en este punto, y siguiendo las palabras del prrafo citado al comienzo, ir hacia el
pasado (aunque ms no sea con la imaginacin)
y no digo volver ya que considero que volver
tambin es ir. Deca, podramos ir al pasado en
busca de Roberto Arlt para que sea el mismo nos
oriente sobre el significado de indicacin
escnica.
Y en efecto vamos y lo encontramos sentado a
un antiguo escritorio del diario ElMundo: protestando porque aun no se lo han cambiado por
uno mucho ms moderno, nos recibe intuyendo
para que lo reclamamos y as, de uno de los
cajones saca un sobre que contiene una carta
fechada el da 3 de Septiembre de 1929. En ella,
que curiosamente tiene titulo7, le contesto a un
lector que protestaba por el hecho de haber
incluido en uno de sus artculos, distintos trminos considerados parte de un vocabulario que
puede denominarse popular o vulgar. Arlt le
respondi diciendo: Tengo la debilidad de creer
que el idioma de nuestra gente, el idioma que
conversamos usted y yo en el caf, en la oficina,
en nuestro trato intimo es el verdadero. Yo soy
un hombre de la calle, como usted y como tantos que andan por ah. Yo he andado por esas
calles de Buenos Aires, y las quiero mucho, y le
juro que no creo que nadie pueda rebajarse ni
rebajar el idioma usando el lenguaje de la
calle8. Terminamos de tener estas lneas sin la
menor idea absoluta de lo que significa la
nocin de indicacin escnica. Se lo hacemos
saber y l, nuevamente a los gritos pero ahora en
contra de nosotros, vuelve a buscar en sus
archivos y nos alcanza nuevamente un sobre
(otro) dentro del cual hay un escrito que dice:
y de pronto la calle, la calle lisa y que parece
destinada a ser una arteria de trafico con veredas
para los hombres y calzada para las bestias y los
carros, se convierte en un escaparate, mejor
dicho, un escenario grotesco y espantoso donde,
como en los cartones de Goya, en los endemoniados, los ahorcados, los embrujados, los enloquecidos, danzan su zarabanda infernal9.
Luego de prestar nuestra atencin a los dos
escritos de Arlt el nico elemento que se presen-
ca) de los mismo. Puede notarse que Arit considera el lugar y sobre todo el espacio pblico
como un elemento que no puede definirse como
minsculo. Sin tratarlo como tema, la importancia otorgada por el autor a este elemento
sobresale en cada una de las obras elegidas para
realizar el anlisis presente, En donde mejor
puede apreciarse este detalle es en la serie del
diario El Mundo denominada Aguafuertes
Porteas en donde el lugar aparece con mayor
preponderancia que en las novelas o relatos. Sin
ser didctico, haciendo uso de un idioma que
mezcla vocabularios pero que sin embargo es
claro y entendible, Arlt logra hacer del lugar su
escaparate, su escenario natural en donde indicar que lugar ocupar cada demente y en que
determinado momento habr de aparecer sea
este un personaje, un barrio, un cuento, etc. As,
los recursos arltianos encuentran un espacio en
donde llevar a cabo la representacin de los
delirios del escritor, Ese espacio, la calle, es
trasladada al papel y tambin al teatro clsico en
donde, a la manera de un director, aprovechar
para hacer aparecer la indicacin escnica, es
decir, la accin de dirigir, aun desde la tinta,
como se ha de desarrollar su obra en trminos de
temporalidad.
Ha dicho alguien de Arlt que posea la extraa
capacidad de inaugurar el oficio de mirar como
se mira por primera vez aquello que todo el
tiempo esta delante de los ojos. La noticia,
recurso perteneciente al gnero periodstico, es
introducida por el autor dentro de su produccin
literaria. Sin embargo el tratamiento de la noticia no es aquel al que estamos acostumbrados en
nuestra vida cotidiana. La novedad es tratada
por Arit como la resultante de acontecimientos
que nos suceden a todos y que nos pasan
increblemente desapercibidos. Un ejemplo
claro al respecto se encuentra contenido en el
siguiente prrafo: que grandes, que llenas de
novedades estn las calles de la cuidad para un
soador irnico y un poco despierto! Cuantos
dramas escondidos en las siniestras casas de
departamentos! Cuntas historias crueles en
los semblantes de ciertas mujeres que pasan!
Cuanta canallada en otras caras!. Porque hay
semblantes que son como el mapa de infierno
humano... Sobre cada uno se puede construir un
mundo....10, Pueden resultar numerosas las
consideraciones que se desprendan del prrafo
citado y que pueden aportar elementos valiosos
a la hora de hacer una proyeccin sobre las caractersticas planteadas como eje temtico. Por
ejemplo, la segunda expresin delimitada por
los signos gramaticales de admiracin bien
puede remitir al monlogo llevado a cabo por el
personaje del relato noche Terrible. Situado
este dentro de un cuarto de pensin, dedica toda
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situacin particular de discurso cuando recurrimos a expresiones tales como el lenguaje. que
tiene como principales caractersticas diversas
formas y tipos de vocabulario familiar y grosero
(insulto, juramento, lemas populares, etc.)11.
Es este lenguaje que Arlt utiliza para hacernos
saber sus novedades y sus trabajos (periodsticos y literarios) en general. Este tipo de manifestaciones pueden llegar a oponerse a la otra
cultura y en muchas oportunidades no nos percatamos que las estamos empleando como
forma de expresin subjetiva. Arlt ve en ello
algo novedoso, una noticia que puede ser tomada incluso de quien la esta creando sin darse
cuenta, Traslada luego esa informacin a un
escenario que s sita en los mismos lugares que
recorremos y habitamos todos los dias. A partir
de este conjunto de hechos, personajes y escenarios, el autor nos presenta un tipo de discurso
al que se lo puede denominar como popular
y desde el cual se lleva a cabo un proceso en el
que intervienen la indicacin escnica, la noticia
y las distintas voces entre otras varias nociones
que conforman una obra que abreva en fuentes
que son claramente populares,
As, y para concluir, puede apreciarse que, mas
all de las separaciones que se presentan en este
trabajo y que no significan un tratamiento desarticulado de las distintas nociones sino de un procedimiento metodolgico a fin de posibilitar una
mejor comprensin del mismo, los elementos
conceptuales elegidos a partir de las tres
nociones que se incluyen en el eje temtico
encuentran distintos puntos de articulacin dentro de las distintas categoras de relato literario.
Cules son esas tres categoras?. Dice
Todorov: el tiempo del relato, en el que se
expresa la relacin entre el tiempo de la historia
y el tiempo del discurso (el tiempo del discurso
lineal y los acontecimientos son contados sucesivamente; el tiempo de la historia es pluridimensional y distintos acontecimiento pueden
suceder al mismo tiempo); los aspectos del
relato o la manera en que la historia es
percibido por el narrador y los modos del relato que dependen del tipo de discurso utilizado
por el narrador para hacernos conocer la historia12.
Teniendo en cuenta lo expresado anteriormente puede apreciarse que tanto la indicacin
escnica, elemento que se vincula con la temporalidad as como l monologo y l dialogo se
incluyen dentro del tipo de discurso utilizado
por Arlt para darnos a conocer sus historias.
Tambin en la obra arltiana, la impronta teatral
luego un papel importantsimo a la hora de
poner a relacin los tiempos de la historia y el
discurso que, como ya sabemos, no pueden
medirse al mismo nivel. As Arlt por ejemplo
nos ofrece una novela Los Lanzallamas, enunciado de un gnero discursivo secundario y por
lo tanto complejo y extenso, para darnos a conocer una historia de unos pocos das. Por el contrario otros autores resumen en pocas paginas
los acontecimientos que quizs sucedieron en
aos.
Creo que seria reiterativo hablar del tipo de
discurso que Arlt utiliza para hacernos conocer
la historia; resultara un trabajo que, considero,
se extendera sin motivo. Bastara con decir que
desde la perspectiva de las categoras del relato
literario se puede apreciar como las distintas
nociones que se incluyen en las mismas encuentran distintas puntos de articulacin con la obra
de Roberto Arlt. vemos as como los monlogos pueden presentar dos enfoques: unos a nivel
del sentido desde donde se pretende caracterizar
a un personaje y otro al nivel de la interpretacin
que est queriendo expresar, desde el mismo
monologo, un cuestionamiento del orden existente o de la condicin humana. Estos dos tipos
de expresiones monolgicas aparecen casi permanentemente en las novelas de Arlt as como
en su relato noche Terrible en donde el personaje lleva a cabo durante toda una noche un
soliloquio que no es sino un cuestionamiento
sobre una decisin que ha tomado respecto de su
matrimonio inminente. El mismo Erdosain
pone en tela de juicio la condicin humana en
LosSieteLocos y tambin se propone cambiar el
orden llevando a cabo una revolucin financiada con la instalacin de prostbulos. Los dilogos son tambin elementos importantes que
hacen que la obra aritiana no sea una simple
crnica (recurso periodstico que tambin es utilizado por el autor) sino que presenta adems
matices de una representacin, hecho este que
esta vinculado al nivel dramtico de la historia
que nos es contada. Los personajes arltianos
tanto en Los Siete Locos como en Los
Lanzallamas logran que la historia no aparezca
solamente narrada sino que se desarrolle delante
de nuestros ojos.
Y esto seria todo. En todo caso que cada quien
saque sus propias conclusiones y para aparecer
como un maldito a la manera en que sola hacerlo el escritor parafraseare sus propias palabras: este trabajo se presenta de esta forma, no
tendr ttulo y ser publicado el da 20 de
diciembre del ao 2000. Y que el futuro diga.
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Notas y referencias
notas
1. SAiTTA, Sylvia El escritor en el bosque de
ladrillos.
2. ARLT., Roberto Eljugueterabioso.
3. ARLT., Roberto LosSieteLocos.
4. ARLT., Roberto LosLanzallamas.
5. BAjTin, Mijail Laestticadelacreacinverbal.
6. AUSTin, john ,Comohacercosasconpalabras.
7. ARLT., Roberto, Como quieren que les escriba en
AguafuertesPorteas
8. ARLT., Roberto AguafuertesPorteas
9. ARLT., Roberto. AguafuertesPorteas
10. ARLT., Roberto. AguafuertesPorteas
11. BAjTin, Mijail La cultura popular en la edad
media
12. ToDoRov, Tzvetan. Las categoras del relato
literario
Bibliografa:
ARLT., Roberto Eljugueterabioso
ARLT., Roberto LosSieteLocos
ARLT., Roberto LosLanzallamas.
ARLT., Roberto AguafuertesPorteas
ARLT., Roberto NocheTerrible
BAjTin, Mijail Laculturapopularenlaedadmedia
BAjTin, Mijail Laestticadelacreacinverbal..
ToDoRov, Tzvetan. Lascategorasdelrelatoliterario
AUSTin, john ,Comohacercosasconpalabras
SAiTTA, Sylvia Elescritorenelbosquedeladrillos
GEnETTE, Gerard . Teoradelosgnerosliterarios
oRGAMBiDE, Pedro ,Art. de la revista Viva (Supl.
Clarin) 16-04-00
SARLo, Beatriz y otros.
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tendidas por mujeres hipcritas y poco escrupulosas, angustiadas ante al posibilidad de una
soltera que representa el seguro estado de la
estrechez econmica.8
Adems, sus personajes reflejaban la otra realidad de una Buenos Aires moderna: la realidad
de los suburbios, de los marginales, de los
nuevos tipos que una cultura de mezcla e inmigrantes fue configurando.
Al mismo tiempo, desde sus columnas denunciaba las desigualdades sociales. Por esto, no
slo se constitua en un pensador crtico sino
que adems encontraba un lugar para auto
biografiarse. Tanto su obras literarias como las
Aguafuertes pueden leerse como instancias
enunciatarias de su propia biografa. As, por
ejemplo, evoc acontecimientos de su infancia
como cuando a los nueve aos en el cinematgrafo El Palacio de la Alegra se enamor de
Lidia Bonelli, o coment la vez en que un
bergante se le acerc para tirarle la manga a
los diecisiete aos cuando ya gozaba de una
bien ganada fama de irresponsable.9
Tambin se present as mismo en su presente,
en el tiempo en que escriba las Aguafuertes. Por
ejemplo, se mostr como un gran conocedor de
filologa lunfarda o como un soador irnico y
un poco despierto. o se autobiografi cuando
mencion que el material que recoga para
escribir sus columnas era a travs del vagabundeo por las calles de Buenos Aires, las cuales les
proporcionaban la escuela ms til para el
entendimiento. o cuando nos deca que se
necesitaban excepcionales condiciones de
soador para poder hacerlo, mostrndose
entonces as mismo como un soador.10
Y del mismo modo que Arlt se evocaba a s
mismo en sus Aguafuertes o a travs de los personajes que componan sus obras literarias,
Baudelaire tambin se ubic -desde sus poesascomo un sujeto enunciador de su propia vida.
Baudelaire se present ante sus lectores como
un poeta pobre11, un crpula invulnerable
que nunca conoci el verdadero amor12 y
como un hipcrita13. Tambin demostr que
recorra la ciudad por todos sus rincones, de lo
que se deduce que el material de sus poesas fue
recogido en su andar y observar. En sus obras
verti la experiencia dolorosa de su vida, pero
no directamente, como lo habra hecho un lrico
puro. La traspuso en sus poemas, muchas veces
simblicos14.
Por otra parte, el rol de las multitudes y de la
masa juega un papel importante en el anlisis
que realiza Benjamn sobre el flneur. Si la masa
-segn Benjamn- aparece como el asilo que
protege al asocial, qu podemos decir con
respecto a Roberto Arlt?, qu papel cumplen
las masas en su persona?.
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161
Notas y referencias
Bibliografa
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de Amrica Latina, 1981, Buenos Aires.
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Losada, Buenos Aires, 1990.
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Inditasen Biblioteca Pgina/12, Editorial La Pgina
SA, Buenos Aires, Agosto, 1996.
ARLT, Roberto, TratadodelaDelincuencia.
AguafuertesInditas en Biblioteca Pgina/12,
Editorial La Pgina SA, Buenos Aires, junio, 1996.
Notas
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nueva visin, 1997
2. SARLo, Beatriz, pgina 44, dem. en La
ImaginacinTcnica,
3. SARLo, Beatriz, pgina 95 en Una Modernidad
Perifrica, Ediciones nueva visin, Buenos Aires,
1988.
4. BAUDELAiRE, Charles , Al lector, pgina 24 en
Las Flores del Mal, Editora Edicomunicacin,
Espaa, 1998.
5. ARLT, Roberto en Los siete locos que habitaban a
Roberto Arlt, en RevistaVIVAde Clarn, 16 de abril
de 2000.
6. ARLT, Roberto,El Placer de vagabundear, en
Aguafuertes Porteas, Editorial Losada, Buenos
Aires, 1990.
7. WiASKi, Miguel en Los siete locos que habitaban a Roberto Arlt, en RevistaVIVAde Clarn, 16 de
abril de 2000.
8. Las citas corresponden a las Aguafuertes tituladas
Filosofa del hombre que necesita ladrillos,
Quiere ser usted diputado?, y a Beatriz Sarlo en
UnaModernidadPerifrica, pgina 24, dem.
9. Corresponde a las Aguafuertes tituladas Molinos
de viento en Flores y El inefable deporte de la
manga.
10. El origen de algunas palabras de nuestro lxico
popular y El placer de vagabundear respectivamente en Aguafuertes Porteas, Editorial Losada,
Buenos Aires, 1990.
11. BAUDELAiRE, Charles , A una Mendiga
Pelirroja, pgina 115 en LasFloresdelMal, , dem
12. BAUDELAiRE, Charles, El vino del Asesino,
pgina 146, en LasFloresdelMal, dem.
13. BAUDELAiRE, Charles, Al Lector, pgina 24
en LasFloresdelMal, dem.
14. CARDonA, Francesc en Estudio Preliminar,
pgina 10, en LasFloresdelMal, dem.
15. Autobiografa, Crtica, 28 de febrero de 1927
citado en Beatriz Sarlo, Una modernidad Perifrica,
pgina 52, dem.
16. Los Siete Locos que Habitaban a Roberto Arlt,
RevistaVIVA, dem
17. BEnjAMin, Walter , El Flneur, pgina 71 en
Iluminaciones II. Poesa y Capitalismo, Editorial
Taurus, Madrid, 1998.
18. Mirta Arlt en Los Siete Locos que Habitaban a
Roberto Arlt, Revista viva, dem.
19. CARDonA, Francesc en Estudio Preliminar,
pgina 12, en LasFloresdelMal, dem.
20. BAUDELAiRE, Charles, El Cisne, pgina 118
en LasFloresdelMal, dem
21. BAUDELAiRE, Charles, El sueo parisiense,
pgina 138 en LasFloresdelMal, dem
22. BAUDELAiRE, Charles, Las Flores del Mal,
dem. Estos personajes son abordados en las poesas
Los siete viejos y Los Ciegos respectivamente.
23. BAUDELAiRE, Charles, El Crepsculo de la
Tarde, pgina 130, en LasFloresdelMal, dem.
24. BAUDELAiRE, Charles, El vino, pgina 143,
en LasFloresdelMal, dem
25. BAUDELAiRE, Charle, Mujeres Condenadas,
pgina 187, en LasFloresdelMal, dem
26. RoMERo, Luis Alberto , pgina 61 en Breve
Historia Contempornea de la Argentina, Editora
Fondo de Cultura Econmica, Buenos Aires, 1994.
27. SARLo, Beatriz , pgina 43, en La Invencin
Tcnica, Editorial nueva visin, 1997.
28. ARLT, Roberto , Cmo quieren que les escriba?
en AguafuertesPorteas
29. ARLT, Roberto, Prlogo, pgina 7, en LoslanzallamasEditorial Losada, Buenos Aires, 1999.
30. ARLT, Roberto, Cmo quieren que les escriba?
en AguafuertesPorteas
31. ARLT, Roberto, Psicologas simple del latero en
Tratado de la Delincuencia. Aguafuertes Inditas,
Biblioteca Pgina/12, Editorial La Pgina SA, Buenos
Aires, 1996.
32. ARLT, Roberto, Atenti, nena, que el tiempo
pasa! en Secretos Femeninos. Aguafuertes Inditas,
Biblioteca Pgina/12, Editorial La Pgina SA, Buenos
Aires, 1996.
33. ARLT, Roberto, El inefable deporte de la manga
en TratadodelaDelincuencia.AguafuertesInditas,
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34. ARLT, Roberto, Reducidores en Tratado de la
Delincuencia.AguafuertesInditas, dem.
35. ARLT, Roberto, El hombre corcho, en
AguafuertesPorteas, dem.
36. BEnjAMin, Walter , Lo Moderno, pgina 85,
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37. BEnjAMin, Walter, Lo Moderno, pgina 92, en
IluminacionesII.PoesayCapitalismo, dem
38. Entrevista publicada en Literatura Argentina en
1929. Fragmento citado en Los siete locos que habitan a Roberto Arlt en RevistaViva, , dem.
p
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163
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Introduccin:
En primer lugar corresponde ubicar el tema
desde una perspectiva histrica, es decir relevando las caractersticas de la Argentina en general y de la Buenos Aires del perodo de entreguerras en particular, para llegar a las distintas
unidades conceptuales que delinean el marco
terico de este trabajo. Los conceptos centrales,
campo cultural y espacio urbano, se articularn con otras categoras como poder, modernidad, vanguardia, lenguaje, lo popular. En verdad, se toma a la literatura y al periodismo como
sistemas (o subcampos) que a partir de lo urbano se entrecruzan, haciendo hincapi en la vinculacin ciudad-modernidad como relacin generadora de fenmenos sociales, individuales,
polticos y perceptivos. La idea es construir un
contexto conceptual que sirva para el anlisis de
los textos seleccionados.
En trminos particulares, el rastreo histrico
de las peculiaridades de La Argentina de entreguerras, permite darle forma al concepto de espacio urbano. En ese sentido, la sociedad se caracteriza por una gran presencia de sectores populares imbuidos por el progreso general y por
tanto ideolgicamente conformistas y reformistas. Recordemos que las ideologas predominantes en ese perodo son el radicalismo y el socialismo. La incipiente democracia, con la llegada
de Hiplito Yrigoyen a la presidencia en 1916,
marca el rumbo de una nueva sociedad, opuesta
a la de principio de siglo -con sectores populares hacinados en conventillos, marginados y excluidos social y polticamente, y por ello ms
orientados al anarquismo y a lo contestatario. Es
decir, nos encontramos ante un espacio social
mvil y abierto, en plena expansin y constitu-
cin, con los lgicos procesos de (des)integracin que de estos fenmenos se desprenden.
Destacan en ese contexto una serie de instituciones barriales, adems de los comits y los centros socialistas que acompaaron la expansin
barrial, como los clubes, las sociedades de fomento, las bibliotecas populares y hasta la esquina y el caf para la muchachada.
Los trabajadores inmigrantes se trasladan a
los barrios perifricos, que comienzan a formarse gracias a la influencia de la red de transporte
pblico (en muchos casos alrededor de estaciones de trenes). El tranva permite a los obreros
llegar a su trabajo y favorece la urbanizacin,
que no slo implica construccin de unidades
habitacionales sino extensin de servicios, como
luz y pavimento. La vivienda deja de ser colectiva para tornarse individual: los salarios permiten ahorrar y por medio del sistema de loteo de
baldos los sectores populares pueden adquirir
terrenos y concretar el sueo de la casa propia.
Tras esta introduccin, el concepto de espacio
urbano que regir el trabajo se esboza con mayor claridad. La ciudad es multitnica y multiforme. Se desborda, crece, se multiplica: aunque
pretende ordenarse lleva en s el germen de lo
catico. Buenos Aires es una gran ciudad que se
agranda al ritmo de intensos cambios: las olas
inmigratorias que acogi en las dos primeras dcadas del siglo comienzan a circular por el espacio urbano gracias al tranva y el tren. As, ese
espacio es reapropiado, resignificado y hasta
mirado por las multitudes que lo recorren desde
otros puntos de vista, como son la velocidad y el
vrtigo. Buenos Aires se fragmenta, se superpone, se completa siempre ausente e incompleta.
Mientras se forman identidades fuertes, la ciu-
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dad no termina de constituirse. De todas maneras, se observan dos polos: el suburbio o el arrabal, por contraposicin al centro. Esta barrera de
la que darn cuenta Borges, Arlt y otros autores
modernos no es slo topogrfica sino tambin
cultural, lingstica, social y poltica. De esa sociedad y de esa ciudad escindida surgir en pocos aos un movimiento nacional que trascender las diferencias y posicionar el margen en el
centro de la escena.
De esta ciudad tambin son parte los poetas y
autores modernos, es decir aquellos que viven y
narran el perodo desde la perspectiva de la modernidad. Tomando el paradigma de Walter
Benjamin respecto de Charles Baudelaire, primer poeta moderno desde su ptica, estos autores cumplen con los requisitos de recrear el
mundo urbano contemporneo, las experiencias
de las multitudes y los modos perceptivos tpicos de entonces (por ejemplo el shock). En ese
registro ubicamos a Borges y a Arlt, pero tambin a oliverio Girondo y a los hermanos Gonzlez Tun. Todos comparten una preferencia
por lo ldico por sobre lo solemne, lo serio, lo
grave. incluyen la parodia, el humor, la burla y
la mirada cinematogrfica con todo lo que de
fragmentacin conlleva. Sus transgresiones generan nuevas formas perceptivas, otras retricas. Estas miradas, a la sazn diferentes a pesar
de las similitudes, no slo vienen a hablar de las
transformaciones polticas, sociales, urbanas, sino tambin a definir un campo cultural.
Por campo se entiende un espacio social estructurado de posiciones, con leyes generales
como por ejemplo la lucha interna por el capital
especfico acumulado durante luchas anteriores.
El campo se define por lo que est en juego y
una tipologa de intereses que fija, dentro del
campo, lo que es vlido. La posesin del capital
especfico es detentada por los llamados conservadores u ortodoxos, quienes bregan por continuar monopolizando ese conjunto de creencias,
habilidades y conocimientos que funda su autoridad. En contraposicin, se ubican los recin
llegados, quienes critican la distribucin del capital y tienden a subvertir la estructura, aunque
comparten con sus antagonistas la valoracin
acerca de aquello sobre lo que vale la pena luchar.
Y lo que hacen los poetas modernos, de vanguardia, es levantarse contra ciertos cnones
dominantes del sistema literario argentino de la
poca, campo cultural donde sobresalen el modernismo de Rubn Daro, el decadentismo, el
tardo romanticismo, el realismo y el sencillismo. Es en este campo, o mejor subcampo, basado en la emotividad, la sensorialidad y el psicologismo de los mencionados movimientos pero
tambin en la intencionalidad poltica del nacio-
nalismo cultural tanto de derechas como de izquierdas -con todos sus objetivos instrumentales
a corto y largo plazo, tales como el higienismo o
el pedagogismo- que las vanguardias se rebelan.
Estticamente, no ideolgicamente. Se vuelven
herejes a sabiendas al imponer otros temas,
otros lenguajes, otros procedimientos1. Y todo
organizado a propsito del espacio urbano como
un elemento nuevo de la experiencia humana del
momento. La idea es generar una ruptura, un
quiebre que subvierta las posiciones prefijadas
del campo cultural como espacio social estructurado. Hay pues, una resistencia de la opresin
simblica que se materializa en prcticas destinadas a refundar lo literario modernizndolo.2
Para Sarlo, la nueva coyuntura esttica se legitima por lo nuevo. La modernidad urbana es
uno de los ejes de eso nuevo que explota por todos lados en la Buenos Aires de 1920-1930.
El objetivo de este trabajo es analizar semejantes implicancias en la produccin periodstica y literaria de Borges y Arlt. A pesar del denominador comn que tienen respecto del registro
de una ciudad que parece nacer gracias a su pluma (al menos no haba aparecido antes por iniciativa de los ortodoxos del campo cultural vigente) existen entre ambos diferencias reconocibles. Borges trabaja con rastros literarios y
afectivos del pasado anuncia Sarlo, para quien
el fervoroso autor de Buenos Aires reconstruye
la ciudad perdida desde la literatura, situndose
entre un tiempo pretrito y un eje vanguardista
que l mismo impulsa, es decir lo nuevo. En
cuanto al lenguaje, que es aqu otra categora
trascendente, se filtran tendencias europeas como el ultrasmo3 -precisamente Borges es uno
de quienes lo importan al Ro de la Plata desde
Espaa- y el uso del verso libre versus la metfora. Sobre lo temtico, es el arrabal el que inunda el centro del campo cultural argentino de la
mano de las imgenes y los personajes borgeanos.
Arlt, en cambio, no mira al pasado ni un segundo. no parece tener tiempo para ello. Su
tiempo es el futuro, y es nuestro, y por prepotencia de trabajo. El lenguaje es coloquial, prosaico, tiene ruidos y matices que ni por asomo se le
haban representado a popes como Rubn Daro
y Lugones. Arlt tiene en cuenta la dimensin excluyente de la ciudad de Buenos Aires y refleja
desde la esttica esa divisin consignada ms
arriba. He aqu una actitud prepotente que desnuda a un recin llegado a la incipiente industria
cultural. Se trata a las claras de una posicin poltica, una estrategia en trminos de pulsin de
fuerzas dentro del campo cultural argentino. Arlt
mira de afuera a las vanguardias, en el sentido
de que no tiene una posicin tan activa como la
de Borges en los movimientos y revistas ms re-
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fuerte arltiana6, tanto porque resume la capacidad del autor de retratar una escena barrial como
por la exhibicin del modo de trabajo del escritor-periodista, quien fuera de las imposiciones
de la agenda se posa sobre algo que aparentemente no tiene importancia y gracias a la revelacin de los detalles consigue dar cuenta de toda una formacin cultural. Qu manera ms clara de expresar todas las disquisiciones sobre la
estructuracin del campo cultural argentino de
la poca, con la implosin de lo popular, lo cotidiano y hasta lo lunfardo en la produccin periodstica. Esta aguafuertes, breve por su carcter
de formato periodstico, condensa el cambalache barrial con el acento puesto en sus personajes. Texto que provoca la identificacin, en el
mero registro del presente. nada de lastimeras
rememoraciones: la ciudad es todo lo que en el
cuadro se resume y a la vez ese cuadro ejemplifica a Buenos Aires toda (estos barrios porteos, largos, todos cortados con la misma tijera,
todos semejantes con sus casitas atorrantas. (...)
Este es otro pedazo del barrio nuestro. Est sonando Cuando llora la milonga o la Pattica,
importa poco. Los corazones son los mismos,
las pasiones las mismas, los odios los mismos,
las esperanzas las mismas).
Aqu no se cuenta una historia, sino miles, y
eso da la idea de algo que bulle multiforme. Ms
especficamente, no hay una cabeza o lid con
sus obligadas cinco preguntas y menos una introduccin, un nudo y un desenlace. Ms bien
podra decirse que el texto sigue el hilo de un
guin cinematogrfico7, en el sentido de que
primero se sita al espectador en el terreno (exterior, noche), luego se lo describe minuciosamente (plano general) y por fin el ojo de la cmara, o del flneur porteo, hace detalle en diferentes situaciones con la excusa de un objeto
mundano como es la silla. Y que se entrona en
toda una modalidad ciudadana segn desnuda
Arlt, parapetndose en un sinfn de escenas cotidianas y simples, quizs por eso nunca merecedoras de un anlisis fecundo, pero tan caras al
ser y hacer del vecino. De cada lector, en definitiva.
En El placer de vagabundear nos topamos
nuevamente y con ms fuerza con ese flaneur
porteo que recorre la ciudad cual si sta fuera
un teatro. Esta aguafuerte es una declaracin de
principios, la reivindicacin de un mtodo desde
la prepotencia. ntese sino la reiteracin del lugar comn: la escuela ms til para el entendimiento es la escuela de la calle, escuela agria,
que deja en el paladar un placer agridulce y que
ensea todo aquello que los libros no dicen jams. Porque, desgraciadamente, los libros los
escriben los poetas o los locos.8 En trminos
bourdieanos, tpica estrategia de recin llegado
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que necesita criticar los espacios sociales estructurados y ser o lucir subversivo de modo de resistir la opresin simblica. Como se ver, Arlt
es mucho ms crudo, obvio y evidente que Borges a la hora de cuestionar la distribucin del capital especfico que constituye el campo y proponer -veladamente o no- una reorganizacin de
las jerarquas.9
Personajes y personas que deambulan por las
calles o son presos de sus casas y cosas, con historias no siempre simpticas y muy probablemente srdidas, son descargadas por la pluma de
Arlt, cual un Baudelaire vernculo. Modelo moderno que se verifica sobre todo cuando afirma
que la ciudad desaparece. Este gesto surrealista, de iluminacin, de shock -siguiendo a Benjamin- es una invitacin, casi en tono proselitista,
al vagabundeo. La verdad revelada est en darse unos baos de multitud y callejeo, ya que as
se llega a comprender que lo que se ve esconde
una visin ms, absolutamente imprescindible
para comprender el momento que se vive y acaso el que otros hombres como nosotros vivieron,
hasta el mismsimo hijo de un Dios. otra vez se
manifiesta la intencionalidad de acercarse tanto
al lector de modo de generar efectos perlocutivos, en este caso de adhesin, en un contexto de
incremento descomunal de la poblacin urbana.
B. 2.- En el episodio Haffner cae, la ciudad
aparece retratada de un modo explcito durante
pasajes ms o menos extensos del captulo. Aunque los personajes son tpicamente urbanos, al
igual que la escenografa en la que se mueven
durante toda la saga, surge Buenos Aires en trance ecolgico con la historia. Condiciona a los
que participan de la novela y a la vez tiene un
estatuto propio, preciso. Es tan srdida esa ciudad, tan artificial con sus hombres que se vuelven de goma en las fbricas, que penetra en
Haffner (La ciudad entra en su corazn y se
vuelca por sus arterias en fuerza de negacin).
As, la voz del personaje es la de muchos: Qu
hago aqu, en esta ciudad? (...) Mi vida no tiene
objeto, cualquier da me matan, dice.
Los soliloquios de Haffner se combinan con
imgenes urbanas, donde el autor incorpora elementos de la vanguardia futurista10, con su exacerbacin de la mquina, la sociedad industrial y
un hincapi en formas de vida superadoras asociadas al desarrollo de la tecnologa. Adems de
un vocabulario que rescata lo artificial, lo nuevo, la desorganizacin que es germen de un diferente (des)ordenamiento, tambin se nota una
descomposicin cubista (dada por la desarticulacin y el desmembramiento) y una irrupcin
de sonidos, olores y colores que conforman un
cuadro de nuevo tipo. obstruan el trfico hileras de automviles y observ encuriosado las fa-
chadas de los rascacielos en construccin. Perpendiculares a la calle asfaltada cortaban la altura con majestuoso avance de transatlnticos de
cemento y hierro rojo. Las torres de los edificios
enfocadas desde las crestas de los octavos pisos,
por proyectores, recortan la noche, con una claridad azulada de blindaje de aluminio. Metforas de una experiencia distinta a la de la tpica
aldea, ahora gran ciudad que es parida por s
misma y que se ofrece como un espectculo, generalmente desolador para el hombre que la mira como algo enorme, gigantesco, poderoso, ajeno. Suspendidas de cables negros, centenares
de lmparas elctricas proyectan claridad de
agua incandescente sobre empolvados checoslovacos, giles entre las cadenas engrasadas de los
guinches que elevan cubos de greda amarilla.
En ninguno de estos dos fragmentos aparece el
hombre: las mquinas y su majestuosidad tienen
vida propia y le dan vida a la ciudad. Los letreros de gases de aire lquido reptan las columnatas de los edificios. Tuberas de gases amarillos
fijadas entre armazones de acero rojo. Avisos de
azul de metileno, rayas verdes de sulfato de cobre. Una pintura! Y despus est la gente, que
no es gente sino encorvados cuerpos entre remachadoras elctricas que semejan ametralladoras. Toda una alegora.
Como en un collage, y haciendo juego con este paisaje abrumador, se insertan las patticas reflexiones de Haffner, flneuraqu. Deambulante de una ciudad que no se detiene: la noche es
momento de suma actividad en Los Lanzallamas: obreros explotados, ascensores que caen
junto a potreros baldos estilo Far West, fruteros
vendiendo mercadera, mujeres que circulan en
presuntuosos autos y guardianes cojos o mancos
que las custodian, letreros luminosos y vidrieras
que nunca se apagan con el fin de hacer desear a
los transentes por su contenido .
Arlt, en su carcter de autor moderno que incorpora e impone a la ciudad como un tpico
privilegiado, comenta la modernizacin socieconmica de la Buenos Aires de entreguerras,
ms all de todo canon dominante. otra arquitectura que explota hacia arriba, nuevos medios
de transporte y comunicacin, mquinas prepotentes y transformadoras inundan la narracin.
Haffnercae es un texto denso e identitario, porque releva situaciones de la vida diaria del hombre comn desde un punto de vista transgresor.
Tal como su autor, encolumnado a la tendencia
de decir cosas nuevas y distintas desde un discurso ms acorde con la realidad. Y esa realidad
est llena de formas perceptivas extraas por lo
novedosas, de un proceso de apropiacin de lo
tecnolgico como herramienta11, de un acostumbramiento (o no) a vivir en la ciudad de masas, de unos ritmos y unas velocidades antes im-
pensadas.
Aunque Arlt quisiera pasar por anarquista y
conservar su independencia ante las intencionalidades de derechas e izquierdas traducidas a la
literatura, esta eleccin de tema y discurso (lenguaje prosaico) implica un claro posicionamiento, como ms arriba sealbamos con respecto a
Borges. Un posicionamiento del lado de la gente, con la que Arlt se identifica por no ser un
miembro de la clase alta. En Haffnercae el que
habla es un excludo que slo tiene opciones desesperadas, que desdea a los intelectuales [Erdosain est loco con su teora de la castidad. (...)
Es un intelectual que sintoniza mal. (...) Y yo
soy un hombre lgico, positivo. Plata en mano
en mano y culo en tierra.] y que da cuenta de
otros marginales, de otros desesperados.
B.3.- En el episodio Los sueos del inventor la ciudad aparece como disparador privilegiado para desarrollar los temas que le interesan
a Arlt. Resulta impactante en ese sentido el fragmento que casi se dira abre el episodio: Tena
necesidad de estar solo, de olvidarse las voces
humanas y de sentirse tan desligado de lo que lo
rodeaba como un forastero en cuya estacin perdi el tren. Genial y sinttica expresin de esa
sensacin que comienza a experimentar el ciudadano de cualquier urbe moderna y que an
hoy percibimos. Este personaje, ejemplo de una
nueva forma perceptiva colectiva, siente esa
contradiccin de amar y a la vez rechazar a la
geografa que lo cobija. Como en Haffnercae, el
personaje-protagonista del episodio, esta vez Erdosain, se inmiscuye en la ciudad, ejerce la prctica del vagabundeo en combinacin e interpenetracin con esa urbanidad llena de posibilidades, la mayora vedadas por su condicin de ser
que en primer lugar se siente profundamente
malo y repugnante. Automarginacin en lo personal como producto de otras barreras culturales, sociales, econmicas.12 Anduvo, (...) apeteciendo el espectculo de esas calles magnficas en arquitectura, y negadas para siempre a los
desdichados. (...) Aqul era otro mundo dentro
de la ciudad canalla que l conoca, otro mundo
para el que ahora su corazn lata con palpitaciones lentas y pesadas. Explcita revelacin de
la necesidad del sujeto de deambular para explorarse a s mismo, de mirar a los otros y sus cosas para poder autobuscarse y encontrarse, a tal
punto que puede llegar a convertirse en un fantasma. Qu haba hecho de su vida? Era sa
o no hora de preguntrselo? Y cmo poda caminar si su cuerpo pesaba setenta kilos? o era
un fantasma que recordaba sucesos de la tierra?. As como en la aguafuerte Elplacerdevagabundear es la ciudad la que desaparece, aqu
es el propio personaje el que se volatiliza en su
Notas y referencias
Notas:
1. La transformacin profunda se produce, entre otras
cosas, por la incorporacin de las propuestas de las
vanguardias europeas. El simbolismo, el cubismo, el
expresionismo, el surrealismo y el futurismo, entre
otros, desplazan el eje de referencia hacia el escenario
de las ciudades modernas.
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Laberintos de tiempo
Por Dardo Ceballos
Trabajo final presentado a la ctedra de Periodismo y Literatura
Aproximacin al tiempo
Comienzo a escribir sobre Borges, y de alguna
manera soy Borges, escribo sobre el tiempo
vagando fatigado a travs de segundos, horas,
minutos, das, y otros falaces disfraces que me
hacen inasible siquiera vislumbrar esa desnudez
imposible, la desnudez del tiempo.
Los hombres suelen desnudarse frente a los
espejos, recuerdo que Borges deca que los espejos son abominables como la cpula, porque
multiplican el nmero de los hombres. Me gustara intentar llevar al tiempo frente a un espejo
especialmente construido para tiempos que se
vean tentados a develarse y contemplar su
desnudez, descubrirse a s mismos.
Creo que Borges conoca a ms de un tiempo,
y que ms de una vez intent esta misma
esquizofrnica empresa. Supongo que el tiempo
frente a un espejo es el laberinto del tiempo en
el que se pierden los demonios de la memoria, es
la confirmacin de la muerte que nos da la
fuerza, es la muerte de la inmortalidad que nos
diferencia del resto de los animales, y la
revelacin consciente de otra inmortalidad posible para aquellos que sean capaces de verla.
Entonces pienso en esa capacidad que solo
poseen algunos elegidos, y en que quiz Borges
si llev adelante la empresa, la tradujo en forma
de cuentos, ensayos, poesas, y hasta artculos
periodsticos que a veces se nos tornan tan complicados de descubrir como aquel nombre de
Dios que est escrito en el pelaje de los tigres...
Cuando intento descifrar al tiempo a travs de
Borges, adems de la suya repito infinidad de
otras voces que siento como mas, comienzo a
descubrir esa otra manera de la eternidad que
quiz no desnuda al tiempo pero conoce una
finta para apartarlo de su camino... La escritura
se hace fuerte por su presencia material opuesta
a lo efmero de la voz, jacques Derrida dice que
la escritura es la primera tecnologa comunicacional porque ofrece un medio para superar al
tiempo, ayudar a la memoria y simular la
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Ahora Borges presenta un Tiempo, con maysculas, como la eternidad, la inmortalidad fatigable, el destino insondable que jams alcanzaremos a ver, y del cual apenas formamos
micropartculas ocupando su espacio, manteniendo la misma idea del tiempo divisible, que
pareca primar en sus primeras incursiones
poticas.
Lacausaverdadera
eslasospechageneralyborrosa
delenigmadelTiempo;
eselasombroanteelmilagro
dequeadespechodeinfinitosazares,
dequeadespechodequesomos
lasgotasdelrodeHerclito,
perdureennosotros:
inmvil.
El enigma del tiempo, y la cara nocin del destino en la metfora del ro del Herclito es una
de las claves para abordar al tiempo, al igual que
el filsofo griego, Borges incorpor a la nocin
de "ser" de sus predecesores el concepto de
"devenir" o fluir, al que considera una realidad
bsica subyacente en todas las cosas, incluso en
las ms estables en apariencia. Si Herclito
afirmaba que una persona no poda baarse dos
veces en el mismo ro, Borges va mas all y dice
que somos las mimas gotas del ro arrastradas
por la corriente del tiempo.
Pero, lo que parece ser una visin unvoca del
devenir irrevocable del tiempo encuentra una
salida apenas unas pginas ms all en el poema
inscripcin en cualquier sepulcro. Aqu
podramos aventurarnos a decir que Borges
pone por primera vez en juego una nueva manera de inmortalidad, una burla del Tiempo, la
completa banalizacin de la muerte y de la
misma tradicional esperanza de una inmortalidad inservible e inadvertidamente dolorosa...
Ciegamentereclamaduracinelalmaarbitraria
cuandolatieneaseguradaenvidasajenas
cuandotmismoereselespejoylarplica
dequienesnoalcanzarontutiempo
yotrossern(yson)tu
inmortalidadenlatierra
Pero no debemos confundirnos, la inmortalidad genrica no cambia el tiempo (con minsculas) de los hombres (que no es igual al Tiempo
de los Hombres). En Una Despedida, el poema
de Luna de Enfrente, Borges nos devuelve a
nuestro tiempo...
Eltiempoinevitablesedesbordaba
sobreelabrazointil
... al tiempo de los amantes que intentan perdurar en el goce intilmente, quiz sin llegar a
comprender (o angustiados aunque lo hicieren)
que lo nico que perdurar en el Tiempo son los
rastros del amor, rasgo esencial al Hombre.
Este repaso a los ejemplos de los dos primeros
libros de poesa de Borges, nos ha permitido
alcanzar una diferencia fundamental en la categorizacin de raigambre metafsica que diferenciara el tiempo del Tiempo, si se quiere
perteneciente al mundo de lo sensible el
primero, y al esencial mundo de lo inteligible el
segundo. Pero esto es apenas un primer paso,
los tiempos de Borges, no se agotan aqu ni
mucho menos, resta un paso fundamental que se
incorpora mucho ms tarde a la poesa borgeana,
y que est brillantemente desarrollado en sus
narraciones.
An no hemos mencionado la idea de lo
impredecible; porque en sus primeras incursiones poticas Borges tampoco se aboca a ella.
Esta nocin, bsica en la obra narrativa
borgeana, reaparece en alucinantes textos de
senectud del autor, como el poema Doomsday,
donde Borges habla de las mltiples posibilidades contenidas en cada instante del tiempo,
rompiendo la linealidad y abriendo la puerta a la
multiplicidad posibilista y a la ambigedad:
Serinmortalesbalad;menoselhombre,todas
lascriaturasloson,puesignoranlamuerte;lo
divino,loterrible,essaberseinmortal
Tiempos de Narracin
El plural no es un descuido ni un mero capricho, el Borges narrador convive con sus tiempos
y ya ni siquiera el Tiempo es uno solo, sino que
est sujeto a mltiples posibilidades en cada uno
"Negarlasucesintemporal,negarelyo,negarel
universoastronmico,sondesesperaciones
aparentesyconsuelossecretos.Nuestrodestino(a
diferenciadelinfiernodeSwedenborgydelinfierno
delamitologatibetana)noesespantosopor
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irreal;esespantosoporqueesirreversibleyde
hierro.Eltiempoeslasustanciadequeestoy
hecho.Eltiempoesunroquemearrebata,pero
yosoyelro;esuntigrequemedestroza,peroyo
soyeltigre;esunfuegoquemeconsume,peroyo
soyelfuego.Elmundo,desgraciadamente,esreal;
yo,desgraciadamente,soyBorges".
Borges, hizo suya en mltiples textos y poemas la famosa sentencia del todo fluye de
Herclito, adems de establecer constantemente
la identificacin entre el tiempo, el propio ser
humano y el fluyente ro del filsofo presocrtico. El Borges ms heraclitiano es consciente de
la inestabilidad del Ser, y se enfrenta a la
paradoja de encontrarse con una condicin
humana que es al mismo tiempo mutable (es
clsica la idea borgeana de que somos muchos
hombres en el transcurrir temporal) y, al mismo
tiempo, permanente (lo que proporciona el sustrato para la identidad humana). El dislate de
aquellos que bebieron del ro cuyas aguas dan la
eternidad ha sido querer equipararse al Tiempo,
y luego quedar atrapados en su inexpugnable
laberinto, por eso en el Tiempo de los inmortales
cada acto y cada pensamiento no son ms que el
eco de otros actos y pensamientos que lo antecedieron, sin principio visible, o el fiel presagio
de que sern repetidos hasta el vrtigo en el porvenir. Cuando lo que hace preciosos y patticos
a los hombres, es la muerte que termina con su
tiempo...
...estosconmuevenporsucondicindefantasmas,
cadaactoqueejecutanpuedeserelltimo,nohay
rostroquenoestpordesdibujarsecomoelrostrode
unsueo.Todoentrelosmortales,tieneelvalorde
loirrecuperableyloazaroso.
enotros,losdos
Ahora bien, dnde estn todos estos universos? Una respuesta es que pueden estar "aqu",
donde est "nuestro" universo. Segn la teora
estos universos no interactan, de manera que
no hay razn para excluir la posibilidad de que
estn ocupando el mismo espacio. otra respuesta es que los universos estn "apilados" en una
dimensin adicional de la que nada sabemos.
Esta posibilidad debe distinguirse de las "infinitas dimensiones de tiempo" de las que habla
Borges en su ensayo sobre j. W. Dunne, en
Otras Inquisiciones. Segn Dunne, cuyos
escritos son acaso la inspiracin de la idea de
que el tiempo se bifurca, esas dimensiones son
espaciales e incluso llega a hablar de un tiempo
perpendicular a otro. Esa "geometrizacin" no
tiene cabida en la teora de los muchos mundos,
y es por cierto distinta del tiempo ramificado de
Ts'ui Pn.
Borges parece ser entonces el primero en formular esta alternativa al tiempo lineal. La otra
posibilidad, la de un tiempo cclico, tiene
numerosos antecedentes en culturas arcaicas y
en literaturas a las que Borges hace detallada
salvados,entonceshayunaarquitectura.
La "novela catica" de Tsui Pn es, hasta cierto punto, infinita (como infinito es un laberinto
del que no podemos encontrar salida), y, en la
dinmica del tiempo consustancial postula "varios porvenires": el tiempo se ramifica. Un juego
de bifurcaciones que, a diferencia de los laberintos fsicos, no se desarrolla en el espacio, sino
en el acontecer temporal. Como en un sistema
dinmico no-lineal, "el tiempo se bifurca perpetuamente hacia innumerables futuros". La reiteracin del adjetivo innumerable en el relato no
es casual: los innumerables futuros posibles, los
innumerables hombres en la historia, los innumerables antepasados confluyendo sobre Yu
Tsun, el innumerable cansancio que el chino
siente tras matar a Albert... todo va introducindonos en un laberinto intrincado, tan enrevesado
como el recurso que el espa emplea para transmitir la informacin (el "secreto") a sus superiores. El mundo del "cobarde" Yu Tsun es frgil
y oscuro; transita por laberintos tanto en su
mente como en el espacio:
Algoentiendodelaberintos:noenvanosoybisnietodeaquelTsuiPn,quefuegobernadorde
Yunnanyquerenuncialpodertemporalpara
escribirunanovelaquefueratodavamspopulosaqueelHungLuMengyparaedificarun
laberintoenelqueseperdierantodosloshombres.
Treceaosdedicaesasheterogneasfatigas,pero
lamanodeunforasteroloasesinysunovelaera
insensataynadieencontrellaberinto
Enellaberintohayuncentro,aunqueesecentro
seaterribleyseaelMinotauro.Encambio,no
sabemossieluniversotieneuncentro.
Posiblementenoseaunlaberinto,seasimplemente
uncaos,yentoncessestamosperdidos.Perosi
hayuncentrosecretodelmundo,esecentropuede
serdivino,puedeserdemonaco;entoncesestamos
Fang,digamos,tieneunsecreto;undesconocido
llamaasupuerta;Fangresuelvematarlo.
Naturalmente,hayvariosdesenlacesposibles:
Fangpuedemataralintruso,elintrusopuede
mataraFang,ambospuedensalvarse,ambos
puedenmorir,etctera.EnlaobradeTsuiPn,
todoslosdesenlacesocurren.
p
l
179
Pero la labor ms reconocida del Borges periodista fue sin dudas, su participacin el diario
Crtica donde ingresa en 1933, a instancias de
Ulises Petit de Murat. Borges comienza a codirigir el suplemento cultural de ese diario, la
Revista Multicolor, donde pone en juego un
interesante mtodo de redaccin sobre el que
ms adelante ahondaremos, y que por la relevancia que merecen los textos all publicados y
luego compilados en la Historia Universal de la
infamia, sern el ejemplo de redaccin periodstica borgeana a trabajar en este ensayo.
Es sumamente interesante como El nuevo
periodismo y la nueva literatura se intersectaron
de las maneras menos previsibles: los enigmticos experimentos narrativos de Historiauniversaldelainfamiafueron publicados primero en
un suplemento de Crtica, el diario ms popular
de Buenos Aires. Este encuentro, que no es fortuito, marca el carcter expansivo de una
poca, comenta al respecto Beatriz Sarlo.
p
l
181
Notas y referencias
PALABRAS INMORTALES EN:
BoRGES, jorge Luis . Obrascompletas. volmenes i,
ii y iii. Emec Editores. Buenos Aires . Argentina.
1989.
SARLo, Beatriz . Borges, un escritor en las orillas.
Borges Studies on Line. Online.J.L.BorgesCenter
for Studies & Documentation. Internet: 13/01/00
(http://www.hum.au.dk/romansk/borges/bsol/bse2.ht
m)
RoMERo, Pedro jorge La casa de Borges. notas
parciales sobre los laberintos en dos cuentos de jorge
Luis Borges. Revista on Line: ElArchivoDeNessus.
MARTn, jos Mara . Ahumada. Breve refutacin
de la realidad, Estigma3 (1999) pp. 29-35.
jiMnEz MARQUEz, Alfonso . Borges o el tiempo. , Estigma3 (1999) pp. 75-79.
CACHERo,
Antonio
Pineda
Literatura,
Comunicacin y Caos: Una lectura de Jorge Luis
Borges (1 Parte). en www.cica.es
FoUCAULT, Michel . La arqueologa del saber.
Mxico. Ed. Siglo XXi. 1979.
Sito Web de la ciudad autnoma de Buenos Aires:
www.buenosaires.gov.ar/cultura/biblioteca
p
l
183
a
S
Notas
p
l
p
l
p
l
p
l
docentes
d
Fragmentacin urbana y
globalizacin
Por Sandra Valdettaro
Docente-Investigadora de la carrera de Comunicacin Social
La complejidad de lo urbano se manifiesta cotidianamente en una multiplicidad de usos no reglamentados, huidizos, que parecieran sustraerse a cualquier tipo de historia. La velocidad de
los cambios imprime una cierta fugacidad en las
prcticas que sin embargo se consolida alrededor de un sinnmero de rituales en continuo estado de negociacin. Es que las ciudades imaginarias que componen la ciudad real se resisten a
la marcacin simblica de una identidad pretendidamente unvoca. no pudo la Modernidad, ni
siquiera en sus comienzos, realizar con xito esta operacin de marcacin de su propio destino. Siempre quebrada, nunca reconciliada, esta
realidad fascinada de s misma de lo urbano-moderno inscribe en la experiencia un distanciamiento subjetivo cercano, se nos ocurre, al xtasis esttico.
Qu otra cosa pueden sugerirnos los interminables sollozos baudelairianos de sus amores a ltima vista en la ondulante multitud parisina; o
aquella mirada distante, vidriada, del hombre de
la multitud de Poe; o el pnico de Engels ante un
Londres ya en su tiempo exageradamente moderno. Tampoco las utopas urbanas de owen,
de Fourier, o incluso de Le Corbusier, logran suturar una realidad que desde su determinacin
material contesta, y desmarca, todo proyecto
alternativo. Es que la experiencia urbana se
constituye y se despliega como un estado agnico que no se resuelve. La enfermedad que supone esa ciudad real parece no tener cura. Todo
proyecto urbanstico supone esta tensin, solo
resuelta, ocasionalmente, e idealmente, por y a
travs de la tecnologa. Parece sta, por momentos, llamada a ejercer una tarea ejemplar: consumar, por fin, aquella promesa incumplida.
Pero la tecnologa produce una serie de efectos
cuya efectividad no resulta fcil de prever. Los
hombres parecen disear mundos que escapan a
la estrategia planificadora, aunque sus usos s
191
sidencial, de esparcimiento o consumo de sectores medios y medios-altos) imponen no slo novedosos patrones estticos, sino tambin nuevas
morfologas y trazados urbanos. Que los efectos
de tales intervenciones sean visualizados simplemente como modelos de extranjerizacin de
nuestras realidades urbanas es un argumento,
aunque polticamente correcto, demasiado
simplista. Es verdad que la lgica de las decisiones sobre las intervenciones urbanas depende
cada vez ms de esferas supranacionales, y que
las tradicionales formas de exclusin de la etapa
fordista tienden a profundizarse (por ejemplo,
aumento de asentamientos precarios y agravamiento del deterioro de reas centrales tradicionales), pero es simplista reducir estos problemas
a un simple efecto de la lgica de la globalizacin. En realidad, como decamos ms arriba, lo
que constituye el centro de la cuestin parece ser
la articulacin entre la lgica de lo global y la de
lo local. no es que las decisiones, entonces, por
tener un origen externo a la propia ciudad generen esos efectos, sino que el problema est en visualizar como externas decisiones cuyo color
local aparece claramente ante una mirada ms
atenta. En esta especial imbricacin, en esta
complicidad entre lo local y lo global parece residir la lgica de lo actual. Y lo mismo podemos
decir con respecto a los principales actores sociales involucrados en estos modelos. Que en la
etapa fordista, caracterizada por los procesos de
industrializacin y por polticas intervencionistas por parte del Estado, el sujeto social involucrado haya sido el de los sectores populares, y
que en el actual modelo post-fordista de acumulacin flexible y de poltica neo-liberal lo sean
los sectores medios, medios-altos y altos, no es
algo que pueda derivarse directamente de las
tendencias globalizantes y la extranjerizacin de
las polticas, sino, en todo caso, de las modalidades de decisin que los agentes locales disean.
En tal sentido, la aorada prdida de referencias
identitarias locales por la emergencia de un escenario urbano con caractersticas similares a
cualquier otro del planeta, no parece ser pura
responsabilidad de los procesos de globalizacin. Habra que preguntarse, en relacin con
ello, sobre el complejo proceso de constitucin
y conformacin de identidades. nuestra argumentacin nos sita en un punto en el cual sostenemos que la Modernidad, como proyecto general, no pudo resolver, en lo que va de su experiencia, este problema. La dualidad entre globalizacin y fragmentacin es constitutiva, estructural a ella, y estos ltimos procesos parecen
simplemente exacerbar esa tensin de origen.
varias ciudades residuales y emergentes cohabitan en la ciudad real, y la hegemona de alguna de ellas no termina de resolverse; la hegemo-
193
195
Notas y referencias
Bibliografa General:
CiCCoLELLA, P., Grandes inversiones y Dinmicas
Metropolitanas. Buenos Aires: Ciudad global o
Ciudad dual del siglo XXi?, presentado en el
Seminario de investigacin Urbana El nuevo
Milenio y lo Urbano, UBA, UnQ, UnGS,
noviembre de 1998. Tomado de la seleccin de textos
del Mdulo 2 ConstruccinyGestindelaciudad, a
cargo de nora Clichevsky de la Maestra en Hbitat y
vivienda edicin 2000-2001, UnMdelP y UnR.
HARvEY, D., Urbanismoydesigualdadsocial, Siglo
XXi, Madrid, 1977.
GARCA CAnCLini, n., Imaginarios Urbanos,
Introduccin:
El ascenso del radicalismo al gobierno inaugura
nuevas reglas de juego centradas en la ampliacin de las bases de participacin social y poltica. Este hecho marc una cesura con respecto
al perodo anterior en relacin al tratamiento de
cuestiones de ndole laboral.
Los radicales tratarn que los trabajadores y
tambin la oposicin comprendan la importancia del cambio operado a partir de entonces. As
lo expresaba el diputado radical oyhanarte:
Hoycomonuncasabenlasclasestrabajadorasdel
pas-yyoselorepitoratificadopormisinceridadjamsdesmentida-queunagranjusticiayunagranserenidad se ciernen en nuestro ambiente, y que pasaron, los espectculos bochornosos a que nos tena
acostumbrados el rgimen, cuando crea desarmar
conelpararrayosdelafuerzalasmslegtimasreivindicacionessociales.1
197
199
elobrerodesamparado(...)siduranteesteao
la Liga consigui que no salieran del hampa,
nosprometemoselaoentrantelimpiarelhampa13, si bien dejaban en claro que ello era una
excepcin, una forma de defensa nacional violencia inteligente, de guerreros, no de malhechores.... En la prctica, sabemos, la liga fue
un grupo sectario y poco tolerante con los que
pensaban de manera diferente a ellos y por ello
se fijaron como meta combatir a todos los que
atentaran contralamoraldelafamiliafundada
enelmatrimonio,contralaconstitucinfundadaenelrespetoalaautoridad,enlainviolabilidaddelapropiedadyenelejerciciodelarepblica. Muy pocos quedaban a salvo de su accionar ya que consideraban enemigos de la sociedad y de la institucin:
...alanarquismooescueladelterrorquenadaproponeytodoloaniquila,(...)alsindicalismorevolucionarioquesuprimeelEstado(...)alsocialismomaximalista que niega la Constitucin y no la reemplaza
conalgoquedefiendaalosdbilescontralavoracidaddelosfuertes(...)losindiferentes,losanormales,
losenvidiososyharaganes,losinmoralessinpatria,
losagitadoressinoficioylosenemigossinideas(...)la
runflahumanasinDios,patrianiley.14
y como observamos en la cita anterior, se instaba a los vecinos a efectuar denuncias sobre
probables actividades subversivas en el barrio, claro que previamente los orientaban acerca de quines eran los enemigos: ...los que no
fueran capaces de sacrificarse por la patria y
los que no respetaran a los smbolos..., pero
tambin haba que denunciar a los cmplicesinconscientes que eran los que renegaban de ser
argentinos o los que no estaban listos para defender la patria.17
En un principio, los encuentros entre las brigadas y los vecinos se realizaban en las comisaras
de los distintos barrios que prestaban sus instalaciones para que all se realizaran tales reuniones informativas. Posteriormente, frente a las
significativas y manifiestas adhesiones por parte de los miembros de la polica y del ejrcito
hacia la liga y, ante las advertencias que representantes del socialismo, de la Revista ideas o
de la Federacin Universitaria Argentina sobre
la peligrosidad que este hecho encerraba, Yrigoyen les prohibi la participacin. Esta medida
impidi que tal colaboracin se siguiera efectuando, por lo menos en forma tan abierta.18
Ahora bien, la difusin del nacionalismo era
propiciada en todas las expresiones culturales y
para ello, la Liga, consider adecuado el uso del
cinematgrafo. Las pelculas sugeridas deban
tener contenidos que apuntaran a motivar a los
trabajadores en las labores del campo, que divulgaran el conocimiento de nuestro suelo y de
sus riquezas, o que contuvieran escenas relacionadas con la historia argentina. Para estimular a
quienes quisieran hacer este tipo de pelculas,
proponan la exencin de impuestos.19 La estrategia, de utilizar el cine con fines partidarios, fue
novedosa para el momento y tambin la pusieron en prctica los militantes socialistas. Asimismo, los liguistas proponan la creacin de
teatros populares que permitieran a todo el pueblo acceder a las grandes obras del teatro universal; en cuanto a la msica, plantearon la necesidad de favorecer la divulgacin de la msica argentina
Las instalacin de bibliotecas en los barrios, en
los centros cercanos a las fbricas o en zonas rurales que tuvieran como destinatarios exclusivos
a los obreros era sugerida como una de las maneras de alejarlos del peligro que representaban
las ideologas peligrosas. Esta propuesta tampoco result innovadora ya que desde otra vertiente ideolgica, la labor poltica de los socialistas y de los anarquistas se iniciaba con la instalacin de una biblioteca.20
Si bien haba un reconocimiento de la labor
realizada por la institucin oficial encargada del
fomento y la proteccin de las Bibliotecas Populares, para el liguista jos ibaez era evidente
201
elmtodoempleado,adesarrollareficazmente
enlosnios,aquienessedestina,elcultoyel
carioporlascosasdelaPatria.
El texto fue aceptado por la junta Central de
la Liga y enviado a travs de las brigadas de todo el pas a las distintas delegaciones, con una
circular que recomendaba la utilidad de su difusin:
Propagarelsusodicholibroesunaobraquedebe
interesarnosatodolosqueluchamosconahncopor
tonificarelalmaargentinaafindequeellanovaya
perdiendo sus coloridos propios ante el avance del
exotismoque,inculcandoenlasmentesideassubversivas,haceolvidarlobelloypuroquenuestropasado
gloriososimboliza,alextremodequeseleenlibrosde
literatura extranjera desechando la copiosa y sana
produccindenuestrosautoresnacionales...28
Notas y referencias
* Trabajo realizado como material de consulta para los
alumnos de Historia Argentina y Latinoamericana de
Comunicacin Social.
1. Congreso nacional, DiariodesesionesdelaCmaradeDiputados, Tomo v, 1919, p. 67
2. Esta institucin fue fundada en 1918 ante los rumores del inicio de una huelga general. nucleaba a los
exponentes mas destacados de la industria, el comercio y el transporte, que se unieron para resistir en forma activa a la poltica obrerista de Yrigoyen.
3. Diario LaNacin 18-1-1919
4. Primer Congreso Liga Patritica Argentina. 1920, p.
37.
5. Definicin de la Liga Patritica Argentina, op. cit.
p. 22
6. Diario LaNacin 21-1-1919.
7. RoCK David, LaArgentinaautoritaria.Losnacionalistas,suhistoriaysuinfluenciaenlavidapblica,
Buenos Aires, Ariel, 1993, p. 84
8. Diario LaNacin 15-4-1919
9. CATERinA Luis Mara. LaLigaPatriticaArgentina.Ungrupodepresinfrentealasconvulsionessocialesdeladcadadel20, Buenos Aires, Corregidor,
1995, p. 208
10. Este planteo no era para nada original ya a comienzos del siglo XX, figuras como joaqun v. Gonzlez
plantearon la necesidad de establecer mtodos adecuados la controlar la afluencia del inmigrante.
11. Diario LaNacin 17-5-1919
12. Diario LaNacin 2-1-1919.
13. Discurso pronunciado por Manuel Carls a fines
del ao 1919 en una reunin de brigadas de la LPA.
203
Resumen*
Las tecnologas de comunicacin digitales
constituyen hoy un aspecto esencial de nuestras sociedades, a la vez que hacen explcitos
los cambios de paradigmas que estamos viviendo. El uso de estas tecnologas, cada vez
ms intensivo y diversificado -en los mbitos
del trabajo, la educacin, la diversin, el ocio,
las relaciones con amigos, colegas y familiares- y las transformaciones que impulsan en
las maneras de hacer nos interpelan a los
comunicadores a estudiar el fenmeno. En este trabajo abordamos el problema de los usos
sociales de la computadora y los modos de conocer con este artefacto que hoy est mediando los procesos cognitivos y, en consecuencia,
las mismas prcticas. Quisimos enfatizar, a lo
largo de toda la investigacin, que tanto el
uso como los modos de conocer que los profesionales ponen de manifiesto en sus prcticas
cotidianas son fenmenos sociales, situados
siempre en contextos histrico-culturales
particulares. Es no perdiendo de vista la dinmica sociocultural, siempre operante, que
nos adentramos en conceptos como interfaz
grfica, manipulacin de objetos computacionales, relacin hombre-mquina, narraciones
interactivas, simulacin, exploracin de las
superficies, etc. En fin, un conjunto de categoras que, a la manera de lentes de distintas
graduaciones y colores, nos ayudan a mirar.
A comprender esta verdadera mutacin antropolgica que est viviendo el hombre. Cmo, con las mquinas que crea -ayer, la palanca, la rueda, la imprenta; hoy el telfono
celular, la televisin digital, la computadora,
la web-, a la vez se rehace a s mismo y recrea
socialidades (modos de estar juntos y compartir un espacio-tiempo distintos), modos de
conocer y, por consiguiente, modos de hacer y
de ser en el mundo.
Introduccin
Estamos viviendo una poca de cambios acelerados a la que se hace referencia, en distintos
mbitos -econmico, poltico, acadmico, etc.como sociedad de la informacin, sociedad
del conocimiento y otra infinidad de trminos
(capitalismo tardo, postindustrialismo, postmodernismo, sobremodernidad, etc.), segn la procedencia de los discursos. En todos ellos, la denominada revolucin de las tecnologas digitales de informacin y comunicacin (TiCs) ocupa un lugar preponderante. Si bien hay mucha
confusin y ambigedad con respecto a la terminologa, lo que surge con peso es el papel clave
que est jugando en nuestras sociedades la dupla conocimiento/tecnologas digitales,
aunque todava no podamos conceptualizarlos y
no nos pongamos de acuerdo sobre de qu estamos hablando cuando nos referimos a esas dos
palabras mgicas que estaran transformndolo todo. Y esto es as an en pases como los
nuestros, en los cuales necesidades estructurales
consideradas bsicas como la salud y la vivienda estn muy lejos de resolverse. Esa es la trgica peculiaridad de estos pases, en los que al
mismo tiempo que la divisin social se agranda,
y la precaria clase media sufre una fuerte crisis,
las transformaciones de la comunicacin y la informacin los atraviesan afectando su sistema
productivo, tanto como su sistema poltico y
educativo.1
Hoy en da los usuarios de TiCs estamos
aprendiendo sobre y con tecnologas digitales crendolas, reconfigurando las redes en las
que participamos, encontrando nuevas aplicaciones y usos no previstos por sus diseadores.
Estamos participando activamente en nuevos
procesos sociales de creacin y manipulacin de
205
smbolos (cultura), y por consiguiente, transformando nuestras capacidades de producir y distribuir bienes y servicios. El trabajo se va transformado cada vez ms en una actividad de documentacin y manejo de smbolos y las tendencias apuntan hacia una valoracin creciente de la
comunicacin que permite coordinar el trabajo
en red y construir, de este modo, nuevas realidades para compartir el conocimiento e integrar el
pensamiento y la ejecucin de manera flexible.
As, la lgica del aprendizaje se aproxima cada
vez ms a la lgica de la comunicacin.
Si quisiramos sintetizar en qu consiste el
cambio actual de paradigma -con todos los riesgos que siempre conllevan las sntesis- podramos decir que estamos pasando de una tecnologa basada principalmente en insumos baratos
de energa a otra basada fundamentalmente en
insumos de informacin/conocimiento que estn
disponibles, y a la vez pueden ser procesados y
producir innovacin, gracias a los avances en la
microelectrnica y las TiCs consideradas como
sistemas sociotcnicos.
La comunicacin, por ser una red de relaciones, entramado que articula lo social en todas
sus dimensiones est modificando sus modos,
formas y soportes. Con la invencin sociotcnica de la produccin y circulacin de mensajes en
forma digital se produce una nueva organizacin
perceptiva. Ahora ya no slo manipulamos tomos sino tambin bits. Esto trajo aparejado no
slo una innovacin en las mquinas sino fundamentalmente un cambio, y con fuerza, en la forma de hacer las cosas, en las prcticas sociales y
su discursividad (los nuevos regmenes de visibilidad); lo que tiene una especial importancia
en nuestro campo. Ya que seguir pensando que
la dimensin tcnica es exterior y accesoria a la
comunicacin es desconocer la materialidad histrica de las mediaciones. Esto es, la comunicacin en todas sus dimensiones lleva adelante innovaciones sociales y transformaciones discursivas dando forma permanentemente a nuevas
socialidades (en palabras de Maffesoli los nuevos modos de estar juntos). El hombre crea artefactos que a su vez recrean al hombre. Primero damos forma a nuestras computadoras, luego
ellas nos dan forma a nosotros 2
El hombre, a medida que va resolviendo los
problemas cada vez ms complejos de su entorno, construye herramientas para el pensamiento
y disea nuevas prcticas. Por eso cuando hablamos de las tecnologas digitales ms que a instrumentos nos referimos a dimensiones constitutivas de toda sociedad en tanto que son lenguajes, organizadores perceptivos que favorecen
nuevos modos de accin. Hoy, el artefacto paradigmtico de las tecnologas digitales es la computadora personal -y ms an actualmente por la
207
actividades mentales como la memoria, el razonamiento, etc. separadas de los artefactos mediadores empleados en el conocer. De este modo, la computadora deja de ser una tecnologa
externa al hombre -como s lo es una mquina
industrial- para convertirse en algo interno -en
palabras de Barbero una aleacin de cerebro e
informacin.
Cuando hablamos de modos de conocer nos
estamos refiriendo a los esquemas de operaciones mediante los cuales los sujetos activan sus
competencias culturales y construyen sentido.
Las competencias culturales no slo incluyen la
educacin formal en sus distintas modalidades los saberes especializados- sino tambin otros
saberes y memorias narrativas, gestuales y los
imaginarios que alimentan al sujeto.
En los ltimos aos las computadoras se han
convertido para los profesionales en objetos con
los que pensar/conocer/hacer (Sherry Turkle,
1996). Por eso, dentro de esos esquemas de operaciones a los que nos referamos nos centraremos en:
la narracin y la simulacin entendidas como
gramticas a partir de las cuales los profesionales construyen su conocimiento (por ejemplo, el
uso de distintos tipos de software donde la fuerza narrativa se ve potenciada mediante la explotacin de recursos audiovisuales interactivos).
la relacin de los profesionales con los objetos computacionales (softwares de simulacin,
interfaces, conexin a internet, comunidades
virtuales) que estn en el lmite entre la idea abstracta y el objeto fsico y, al ser casi tangibles,
dan la sensacin de manipulacin directa.
la exploracin que realizan de las superficies
cambiantes de la pantalla de su computadora,
mediante diferentes recorridos: maneras de navegar, manipular conos, guardar documentos,
organizar el desktop (escritotio), etc.
las maneras en que se acercan a la computadora; la preferencia por guiarse por la intuicin,
la impresin visual, la prueba y error, el juego,
el ordenar y reordenar en la interaccin; o la inclinacin a seguir reglas, procedimientos divididos en etapas para llegar a la tarea deseada.
las relaciones que establecen con otros sujetos mediante las cuales van construyendo colaborativamente el conocimiento a travs de distintos recursos (correo electrnico, participacin
en listas, foros de discusin, etc.)
Los hallazgos de la investigacin
Los unos y los otros
Las narraciones que los entrevistados fueron
construyendo y nuestras observaciones nos condujeron a advertir la presencia de lo que podramos denominar:
Una episteme naturalista, que ca-
209
que miramos pasivamente, pero ellos se convierten en lo que nosotros hacemos con ellos.9
Un lugar poco confiable donde guardar todo.
Los profesionales atesoran cosas muy valiosas
en su computadora, guardan sus producciones,
la informacin que les interesa, sus ideas, los datos para operar sobre las acciones que estn llevando a cabo, en definitiva, la computadora es
depositaria de sus esfuerzos. Sienten miedo (la
mquina es poco confiable, tiene un alto grado de vulnerabilidad, es previsible que se tilde) y fascinacin a la vez. A todos le produce
una sensacin de inseguridad. Todos tienen muchos reparos con respecto a la fiabilidad de la
mquina -estn haciendo constantemente copias
de seguridad por temor a que se les borre la informacin. Pero a la vez la siguen usando. Los
factores sociotcnicos actan, sin lugar a dudas,
como condicionantes. Entre ellos podemos mencionar las prcticas y las normativas de las instituciones donde trabajan, la competitividad en el
mercado, las ventajas de la digitalizacin para el
traslado de la informacin, la estandarizacin
bajo formatos digitales y, por sobre todo, el hecho de que la computadora es, hasta el momento, la nica mquina que transforma tomos en
bits (por ejemplo, al scanear textos, fotos, etc.) y
bits en tomos (al imprimir).
Una herramienta muy particular
Martina y Alegra son los nombres que un mdico y una profesora de comunicacin le pusieron a sus respectivas computadoras. Representan dos visiones que aparecieron con fuerza en
el conjunto de los profesionales (las que se sintetizan en el cuadro). ningn nombre es casual,
y stos tienen su historia. El mdico nos relat
que le haba puesto ese nombre porque era el
que portaba el perro de la familia. ...yo creo
que esta herramienta es un animal, porque no sabe pensar...el nombre de Martina viene por ah,
porque no tiene coco, es una herramienta que
responde a rdenes. La mquina no piensa, obedece rdenes. Y la profesora, desde otro lugar,
explic: Luca (la hija) y yo a esta mquina le
pusimos Alegra y Alegra siempre tuvo una cosa como de estar viva. Y me decan no, pero la
mquina no va a borrar nada si vos no quers
porque necesita que vos le des la orden de borrar y para m haba algo de mgico en donde
no, haca lo que se le cantaba la gana...S la sentimos como alguien ms en la casa, como una
ayuda. Se percibe como presencia. De hecho haba que hacerle un lugar en el living donde ya no
entrbamos. Buscarle un lugar. Y adems se percibe como una compaa. Cuando yo me voy a
trabajar y Luca se queda sola, se queda en la
computadora... Los dos profesionales le pusieron nombre a su computadora atribuyndole,
evidentemente, lugares distintos. Pero lo interesante es que aqu queda de manifiesta la relacin
pasional que los vincula a ambos con su computadora; a ninguno le es indiferente y esa carga
simblica queda sintetizada en esos nombres y
su historia. Y no es un detalle menor que uno
provenga de las ciencias exactas y el otro de las
ciencias humanas.
Los profesionales que se ubican en la columna
izquierda del cuadro parecen relacionarse con la
computadora de un modo similar a la relacin
ComPutadoRa maRtiNa
ComPutadoRa alegRa
Objeto inanimado.
Externo al hombre.
Relacin de competencia.
con una mquina industrial, es decir, una herramienta con una funcin especfica, acotada, cuyo output va a ser estrictamente proporcional al
input que el hombre le ingresa. La mquina depende totalmente del hombre que le ordena funciones.
Por su parte, los profesionales que se ubican en
la columna derecha describen su relacin con la
computadora de manera muy similar al modo en
que uno habla de las relaciones que entabla con
otras personas. Podramos establecer algunas
analogas sugestivas entre la relacin hombre/mquina y las relaciones humanas dado que
ambas:
aparentemente son simples (no se necesita
de un aprendizaje formal, son intuitivas, etc.)
pero al poco tiempo se revelan complejas.
son bastante imprevisibles, a pesar de que
existen convenciones (el lenguaje).
se configuran, en gran parte, en base a sensaciones como confianza o desconfianza, temor,
aproximaciones sucesivas en donde se va ganando intensidad y conocimiento del otro.
generan emociones encontradas (amor/odio,
perplejidad, confusin, esperanza, etc.).
Estos profesionales interactan con la mquina
a travs de conversaciones. El hecho de que
para operar la computadora el usuario no necesite saber el lenguaje lgico (el que se usa para
programar) ya que los programas proponen una
relacin en lenguaje natural, abona nuestra concepcin de las tecnologas digitales como lenguaje. Los profesionales hacen referencia a hablar el mismo idioma que la mquina, tener el
mismo lenguaje, dialogar con la mquina,
hablarle para pedirle cosas, etc. Con el uso del
lenguaje natural, la relacin se hace fluida y
adopta algunas caractersticas particulares. En
primer lugar, el usuario que responde al dilogo
iniciado por la mquina espera una respuesta
que le haga sentir que fue comprendido para lograr la tarea que se propuso. Esta conversacin
est siempre limitada por la gama finita de respuestas con que opera la mquina. De todos modos, esta accin la diferencia de otras mquinas
y herramientas.
La seduccin de las superficies: la interfaz
grfica y sus recursos
Al interactuar con sus computadoras en lenguaje natural, los profesionales se guan por la
intuicin, la asociacin, la curiosidad y la experimentacin para ir avanzando en la ejecucin
de las distintas actividades. La interface grfica
es lo que hace posible la comunicacin en lenguaje natural.Yo agradezco que exista el entorno grfico porque antes la computadora era slo
para entendidos..., nos deca un videasta que
actualmente hace ediciones digitales (no linea-
211
recordar gran cantidad de datos ya que los pueden actualizar rpidamente cuando los requieren. Tampoco necesitan seleccionar demasiado
qu guardar y qu desechar; la mquina tiene
gran capacidad de almacenamiento y les permite guardar todo.
Para la mayora de los profesionales no existe
un modo privilegiado de operar la computadora,
una frmula para su uso -llama la atencin la poca utilizacin de los manuales y las ayudas. A todos les gusta explorar, ensayar posibles soluciones; por eso realizan distintas operaciones para
llegar a un mismo resultado. Muy pocos hicieron referencia a la existencia de una forma correcta de usar la computadora. En el acto de
operar la computadora, estos profesionales hacan referencia a que les resultaba sencillo lograr
los objetivos propuestos, ya que con un simple
accionar de una tecla o los conos colocados en
la pantalla podan concretar su labor. Esto nos
lleva a pensar que los profesionales van descubriendo las funciones (en la combinacin de teclas o la representacin grfica) y creando un
modelo para la comprensin de los objetos computacionales a la vez que construyen una lgica
de procedimiento (ausente en los manuales) que
est alojada en la imaginacin de cada uno de
ellos. A partir de ah, proponen recorridos que
son casi del orden de lo personal.
Por lo tanto nos encontramos con mltiples
maneras de conocer y de pensar que quedan
plasmadas a la hora de utilizar la computadora
bajo la forma de los diferentes estilos de aproxi-
Estas dimensiones que separamos, para fines analticos,funcionan siempre juntas en las prcticas cotidianas
de los profesionales
213
tre el modo particular en que el bricoleur construye su obra de arte y el modo en que los profesionales construyen sus saberes cuando trabajan con la computadora. Cuando los profesionales describan sus maneras de hacer con la
computadora sealaban como significativas las
siguientes prcticas:
Volver a usar lo producido (textos,
grficos, plantillas, clculos) en contextos diferentes, lo que podramos denominar versioneo. Esta es una prctica ampliamente difundida entre los profesionales, el guardar como y
esperar el momento oportuno para hacer emerger en la pantalla esos trozos, restos, construcciones y destrucciones. Todo se aprovecha. Un
periodista que trabaja para varios medios grficos nos comentaba vos te llevs todo tu trabajo
y lo pods usar en infinidad de cosas, en infinidad de lugares, un diario, una revista....
Trabajar con el conjunto finito de opciones/elementos que les ofrecen los programas que, aunque desplieguen un abanico amplio de herramientas, siempre son repertorios
cerrados. no obstante, deben valerse de ellos,
cualquiera sea la tarea proyectada, porque no
hay otros a los que echar mano y hay funciones
que no pueden modificar. As es como van recombinando elementos de aqu y de all, jugando y tratando de potenciar cada una de las funciones que ofrecen los programas. El ingeniero
qumico lo explicaba: lo que te permite despus
de tener cargado es jugar con los datos, o sea,
vos hacs un clculo, che, bueno y si cambiamos esto? Al tenerlo en la pantalla te permite jugar un poquito, y a lo mejor incluso hasta pods
copiar los resultados y presentar, a lo mejor, dos
o tres opciones alternativas que hiciste y jugar
con los numeritos. Estas mismas operaciones
son las que, con la escritura, realiza el periodista cuando usa su procesador de textos: La escritura en papel, en mquina de escribir te obligaba a hacer una recomposicin de esto en la cabeza. Ahora, (con el Word) lo pods ver, lo pods probar, lo pods ensayar, lo pods poner entero, sacarlo. Es ms, pods recuperar si borraste todo y quers volver a ponerlo. Con la computadora, la escritura ya no es lo que era. Es en
este sentido que, siguiendo a Pierre Levy, concebimos a la herramienta como virtualizacin de
la accin. visualizar una porcin de texto que
podemos ir llevando de un lugar a otro de la pgina sustituye el esfuerzo por imaginar la posible ubicacin de un prrafo cuando no era posible cortar y pegar. Por eso disear herramientas es, por sobre todo, disear nuevas prcticas.
La posibilidad de elegir distintas alternativas para realizar una tarea con la computadora. Para acceder a la dinmica de este
modo de conocer volvamos por un momento a
215
un determinado resultado, con una actitud perspectivista -tal como ocurre en las narracionesque cuando se enfrentan con otros modos ms
lgico-proposicionales de construir la realidad.
La mayora de los profesionales reconoce que
una de las formas ms eficaces de ir despejando
dudas en el uso de los programas es la consulta
con colegas o amigos. Esas consultas adoptan la
forma de relatos de cmo uno y otro hacen determinadas funciones, sus motivos, sus expectativas de conseguir tal resultado. Cmo hacs
vos para colocarle un fondo a una tabla? o, como nos comentaba un docente de informtica
que comenz con el D.o.S. mis alumnos me
preguntan, por qu vas a Control i para imprimir, si pods picar en la impresora? Y la realidad
es que cada uno resuelve las funciones como
mejor le cabe, no? Y no est ni mal, ni bien.
Por eso es que las narraciones son tan apropiadas para la negociacin social y cultural. Y por
qu no pensar que esta flexibilidad, apertura,
perspectivismo, predisposicin para aceptar las
versiones de los otros que adoptamos cuando
trabajamos con la computadora podran hacerse
extensivos a nuestra actitud integral hacia la
construccin de modos de conocer que involucran al otro. Pareciera que en el conocer con la
computadora se evidencian algunos de los
principios bsicos que propone la visin constructivista del conocimiento: el conocimiento es
construido activamente por el sujeto cognoscente y la funcin de la cognicin es adaptativa y
sirve a la organizacin del mundo experiencial
del sujeto. Si la viabilidad depende de las metas
que uno ha elegido -metas que necesariamente
se encuentran dentro del propio mundo de la experiencia- y de los mtodos particulares adoptados para alcanzarlos, es claro que siempre habr
ms de un camino. Y cuando se ha alcanzado
una meta, este xito nunca debe interpretarse como el haber descubierto el camino. Las soluciones, desde la perspectiva constructivista, son
siempre relativas y esto, a su vez, deja en claro
que los problemas no son entidades que estn
por all en el universo, independientes de cualquier experimentador. Y, adems, conocer es
siempre una prctica social y distribuida (en los
colegas que consultamos, en los libros a los que
recurrimos, en los programas que usamos, la informacin que elegimos conservar, las pginas
web que nos gusta visitar, etc.).
Los ritmos de la escritura
Harnad, en su ensayo La galaxia post-Gutenberg: la cuarta revolucin de los medios de produccin de conocimiento, reconoce como revolucionarios, dentro del panorama de transformaciones de los medios que han moldeado la forma
en que nos comunicamos, solamente a la pala-
mediadores
Algunos profesionales sienten que los programas les organizan el pensamiento para escribir.
Los diseos predeterminados que ofrece, por
ejemplo, el Power Point les ayudan a realizar
sntesis. Cuando la creativa publicitaria necesita
hacer una presentacin a un cliente para transmitirle los ejes de una campaa publicitaria, la
hace en Power Point. Esta misma tarea, asegura,
no la podra hacer en Word (ms all de la carencia de herramientas de diseo de este procesador
en comparacin con el Power Point) porque terminara explicando ms de lo necesario cuando
lo que busca en ese primer contacto con el cliente es seducirlo con frases contundentes para que
acepte la propuesta. Esto nos lleva a reflexionar
sobre la importancia de las herramientas cognitivas como mediadoras de las prcticas de conocer, supuesto esencial que funcion como punto
de partida para abordar el problema que nos propusimos investigar.
A diferencia de muchos de sus contemporneos que al analizar el lenguaje ponan el acento en la estructura de los sistemas de signos (con
independencia de cualquier funcin mediadora
que pudiesen cumplir), vygotski abord el lenguaje y otros sistemas de signos como parte y
como mediadores de la accin humana. Como
seala james Wertsch en Vocesdelamente,un
enfoquesocioculturalparaelestudiodelaaccinmediada, esta idea general de que el agente de la accin mediada se concibe como el individuo o los individuos que actan en conjuncin
con instrumentos mediadores ha sido reconocida por varios estudiosos. Uno de ellos es Gregory Bateson, investigador americano formado
en una tradicin terica muy distinta de la de
vygotski. Bateson dice supongamos que soy
ciego, y uso un bastn. voy, tap, tap, tap... Dnde comienzo yo? Se encuentra mi sistema mental limitado por el mango del bastn? Est limitado por mi piel? Comienza en la mitad superior del bastn? Comienza en la punta del bastn? Pero stas son preguntas sin sentido. El
bastn es un trayecto a lo largo del cual se transmiten conversiones de diferencias. La manera
de demarcar el sistema es dibujar la lnea del lmite de tal forma que uno no corte ninguno de
estos trayectos, lo que volvera inexplicables las
cosas.16 Algo similar parece ocurrirle a los profesionales dado que no les resulta sencillo establecer una lnea divisoria clara entre la computadora (los programas) y ellos mismos, por
ejemplo, en el proceso de la escritura.
otro fenmeno interesante cuando los profesionales trabajan/conocen con la computadora
es lo que sucede con la memoria, que aparece en
dos sentidos:
Los profesionales recurren a su memoria pa-
217
no como algo que se examina, con lo que se experimenta. La idea es dejar de conceptualizar a
la informacin como contenido (como sucede
actualmente) para comenzar a pensarla como
experiencia. Este cambio de punto de vista
pondra el nfasis en un dominio totalmente diferente: la accin involucrada en percibir, interpretar y experimentar la informacin. La informacin, en lugar de un contenido, pasara a ser
una serie de acciones que se van desenvolviendo en el tiempo. Los usuarios, de este modo,
realmente podran sentir que estn creando un
relato junto con otros personajes (por ejemplo,
los agentes de bsqueda u otros dispositivos).
La gente no navega hacia la informacin; antes bien la informacin les viene desde una variedad de fuentes 20
Todos los profesionales coinciden en sealar la
lentitud de la conexin como una caracterstica
que les molesta mucho y, en algunos casos, les
hace abandonar la bsqueda (y no solamente por
motivos de costo, que no son menores). A pesar
de las miles de promesas de experiencias fascinantes que anuncian los proveedores de internet,
lo cierto es que no existe esa continuidad de simulacin que los haga permanecer. ninguno se
siente maravillado con internet, s la valoran positivamente en cuanto a que ampla las posibilidades de acceder a informacin que, de otro modo, les estara vedada.
otra percepcin de los profesionales estuvo relacionada con el hecho de que en internet muchas veces hay informacin liviana. La creativa publicitaria nos deca ...no le tengo paciencia, me parece que es lento, tarda mucho en
abrir, los primeros buscadores estn mal hechos... Siempre aparecen cosas que no necesits
y en algn punto, a lo mejor porque yo no s
buscar, me parece un fiasco en un montn de cosas. Me parece que es mucho por arriba, mucho
por arribita, que es muy difcil encontrar cosas
para profundizar...me llevara un tiempo que yo
no estoy dispuesta a invertir. Probablemente soy
ms tradicional en el sentido de que uso ms la
biblioteca y fijmonos si est en algn libro viste?... Mir, el otro da estaba buscando odisea, por una cuestin de mis clases de mitologa, entonces puse odisea, me sali: odisea
2001, odisea en el espacio!!! Y qu mierda!;
puse Homero: Homero Simpson !!! me entends? para qu busco, viste, si me aparece cualquier cosa , no?
Parecera que no existe una manera sencilla de
corroborar la seriedad, confiabilidad de los materiales que circulan por la red (a menos que estn en el sitio de alguna organizacin prestigiosa). A menudo, los libros impresos, al menos,
portan la autoridad institucional del editor. La
inversin realizada para editar un libro, o el
219
tamos construyendo y nuestros modos de ser humanos. jean-Louis Gasse dice: nosotros, los
humanos nos enamoramos de nuestras herramientas porque nos ayudan a convertirnos en
ms de lo que somos, a superar nuestras limitaciones y extender las fronteras de lo que es posible hacer con nuestros cerebros y nuestros
cuerpos.23
Las mquinas han cambiado sensiblemente el
modo de realizar las cosas y tambin el modo de
comunicarnos, permitiendo desarrollar numerosas actividades creativas y profesionales a partir
de su capacidad de interconexin en red. En la
dcada del 90, la versatilidad creciente y la capacidad de aadir memoria y velocidad de procesamiento, compartiendo la potencia informtica en una red electrnica, cambiaron en forma
decisiva la era de la computadora. Esta transformacin se dio no slo en los sistemas informticos, sino principalmente en las interacciones sociales, las formas organizativas y las configuraciones culturales.
A principios del siglo XX la aparicin del automvil y su aceptacin en forma masiva dej
sin trabajo al herrero, al cochero, quienes debieron reconvertirse. Pero a la vez cre nuevas
fuentes de ocupacin, desde el mecnico hasta
el gomero o el vendedor de combustible. no
obstante, debieron pasar varios aos hasta que
estas profesiones se definieran claramente. Tal
vez hoy estemos asistiendo a un nuevo estadio
donde la digitalizacin del trabajo, adems de
mezclar viejas y nuevas formas de hacer las cosas, est generando otras profesiones como los
expertos en diseo de interactividad, los profesionales de la bsqueda y seleccin de informacin para la accin o los peritos en comercio digital. Estamos transitando un momento de gran
tensin histrica donde lo nuevo y lo viejo convergen constantemente dando lugar a otras formas de trabajar, pero tambin de hacer negocios,
de divertirnos, de conocer y de relacionarnos.
Comprender la tecnologa es a la vez comprender al hombre y sus prcticas. Las herramientas
tienen un efecto psicolgico importante, le dicen
al hombre que puede rehacerse a s mismo. Como bien seala Weizenbaum, ...son parte del
conjunto de smbolos que el hombre utiliza para
recrear su pasado, esto es, para construir su historia, y para crear su futuro.24 Los procesos de
cambio han sido una constante en la historia del
hombre. En nuestros das, la tecnologa digital
est produciendo un impacto crtico sobre la sociedad en un tiempo mucho ms corto que los
anteriores. Por eso, y quiz ms que nunca, los
profesionales de la comunicacin tenemos la necesidad de investigar cmo nos relacionamos
con las mquinas que inventamos para transformar nuestro mundo y, al mismo tiempo, nuestra
Notas y referencias
*En este trabajo se presentan algunos de los hallazgos ms relevantes de las investigaciones exploratorias realizadas por los autores para sus tesis de
posgrado: Del clculo a la comunicacin. Usos sociales de la computadora en la era de la comunicacin digital (Edgardo Toledo) y Modos de conocer con tecnologas digitales (Silvana Comba).
Citas bibliogrficas
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computadoras y despus ellas nos redisean a nosotros: el impacto intelectual ms general del paralelismo, pg. 2, en Daedalus, vol. 121, n 1, 1992.
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5. BARBERo, jesus M., Retos culturales de la comunicacin a la educacin. Elementos para una reflexin que est por comenzar en Revista Reflexiones
Acadmicas n 12, Universidad Diego Portales, Santiago, 2000.
6. Las dos posturas estn ampliamente desarrolladas
en el Captulo 5 correspondiente a Resultados y anlisis.
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11. LAUREL, Brenda, ComputersasTheatre, pgs. 7
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12. SHnEiDERMAn, The Future of interactive Systems and the Emergence of Direct Manipulation,
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13. TURKLE, Sherry y PAPERT, Seymour, voces y
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14. LEvi STRAUSS, Claude, Elpensamientosalvaje,
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15. LEvi STRAUSS, Claude, op.cit., pg. 38.
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18. LEvY, Pierre, op.cit., pg. 47.
19. LAUREL, Brenda, op.cit., pgs. 139 y 140.
20. LAUREL, Brenda, op.cit., pgs. 182 y 183.
21. SEELY BRoWn, john Y DUGUiD, Paul, La vida social de la informacin, HarvardBusinessSchool
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22. LAUREL, Brenda, op.cit., pg. 214.
23. GASSE, jean-Louis, citado por LAUREL,
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221
223
Juegos cruzados:
comunicacin y transdisciplina
Por Sandra Massoni
Docente-Investigadora de la carrera de Comunicacin Social
225
y nudos conceptuales:
La mirada etnogrfica en tanto validacin,
operacionalizacin y legitimacin de un enfoque fenomenolgico en la ciencia social.
La perspectiva hermenutica de las teoras de
las relaciones intertnicas a partir de su preocupacin por incorporar la diversidad como elemento constitutivo de la complejidad sociocultural que nos interpela como espacio de articulacin/construccin/deconstruccin.
El debate hacia el interior de la antropologa
a partir de la revisin crtica de su vinculacin
con los procesos de dominacin (colonialismo)
y cmo -a partir de esta autocrtica- la antropologa instala un espacio nuevo en la retrica de
la ciencia (especialmente en el quiebre de la
conceptualizacin de la relacin Sujeto /objeto y sus derivaciones en la conceptualizacin de
la investigacin/intervencin)
En este dilogo entre las teoras de las relaciones intertnicas y las teoras de la comunicacin
buscaremos demarcar espacios vacos en la
comprensin de la complejidad sociocultural. Y
claro est, ms que ofrecer soluciones a esta
problemtica tarea que rebasa ampliamente
nuestras posibilidades, nos proponemos examinar estos aspectos y sugerirlos como espacios de
discusin que podran inaugurar caminos nuevos.
Cuando hablamos de habilitaciones estamos
reconociendo los aportes de distintos debates
tericos en cuanto despliegan posibilidades de
reconceptualizacin de la comunicacin. Estos
nfasis se constituyen como mediaciones, espacios generativos que proponen rupturas y desplazamientos en la manera de abordar lo social:
1- Lo etno, lo plural, lo diverso, lo heterogneo, que deviene en el debate sobre la diferencia.
2- La observacin etnogrfica, como posibilidad de indagar tambin la oralidad, la visin del
propio participante cultural, la cotidianeidad, la
cultura material a partir de una tensin con la
fuente escrita y la observacin controlada. Es
decir un enfoque que rebasa la representacin y
que deviene en el debate sobre lo social como
fenmeno complejo.
3- El inters por indagar la transformacin a
partir de lo relacional que habilita una interrogacin y una bsqueda por lo fluido.
4- El antroplogo como autor, una autocrtica a
la tarea cientfica que aporta en la direccin de
una retrica de la ciencia.
1 - Lo etno, lo plural, lo diverso, lo heterogneo, que deviene en el debate sobre la diferencia.
En este desplazamiento interesa abordar el
concepto antropolgico de cultura.
227
229
las dificultades cada da ms explcitas- en delimitar qu cuestiones son objeto de un determinado campo de especializacin del saber y cules no. Es decir, dificultades de delimitacin que
ponen en tela de juicio el sentido mismo de las
disciplinas entendidas como cotos de conocimiento y de poder. (Foucault, 1980; Sinaceur,
1983, en Martnez de Aguirre, E: 1999: pp. 27)
Michael Foucault ha planteado que el discurso
de las ciencias sociales no conforman simplemente un conjunto de teoras y hallazgos, es decir, un conjunto de disciplinas sobre un objeto
dado. Al contrario, los conceptos y generalizaciones que en esos mbitos se desarrollan han
llegado a constituir nuevos espacios de comunicacin y operacin del poder: el mantenimiento
de registros escritos como, por ejemplo, el registro de las actas de los tribunales o de las historias clnicas psiquitricas- es esencial para las
formas de organizacin disciplinar (Foucault,
1980; 1993).
Ciertos enfoques parecen superar la nocin de
dispositivo de Foucault especialmente cuando
de lo que se trata es de incorporar la capacidad
constructiva de los sujetos sociales en su devenir9. Desde distintos paradigmas de la ciencia
se reconocen actualmente limitaciones para
abordar desde la academia las problemticas
emergentes de los nuevos actores sociales. Al
respecto nos parece oportuno el ejemplo de Toms Abraham en "La empresa de vivir": He interrogado al maestro Foucault, acerca de la operatividad de sus conceptos, el de sociedad disciplinaria, esttica de la existencia y cuidado de s.
Al estudiar a la empresa moderna y a la imagen
que se da de ella en el mundo del management,
compar su esquema de poder con las instituciones de la sociedad disciplinaria y su funcionamiento panptico.
Foucault analiz a la sociedad disciplinaria siguiendo la utopa de Bentham y su crcel ejemplar. Un espacio cerrado y transparente. Preparado para la vigilancia, es decir para la prevencin
y el control. Hoy la empresa ocupa aquel lugar
benthamiano, slo que la empresa no es la fbrica. no tiene puertas ni paredes ni horario fijo ni
escritorios definidos: puede tenerlos o no. Hay
empresa en donde hay negocio, y los negocios
se hacen en los aeropuertos, en los ascensores,
en los almuerzos, en las notebooks, en el celular,
esperando a los chicos a la salida del colegio, en
los countries. La empresa no es un sitio, es una
trayectoria; no es un espacio compartimentado
sino un continuo cuyos lmites son nudos o torsiones de una lnea no segmentada.
no podemos descomponer el mundo en pequeos subsistemas independientes, porque cada pequeo subsistema adquirir propiedades
muy diferentes en relacin al sistema considera-
do como un todo.
Tampoco podemos tomar interacciones aisladas. El mundo parece ms como un continuo,
como una entidad global. Esto convoca a un
desplazamiento tambin para la investigacin y
el trabajo acadmico: nuestra propuesta aborda
problemticas (situaciones) por sobre temas y
busca aprender a pensar lo social tambin desde lo fluido. Las prcticas socioculturales cambiantes, complejas, fluidas, crean y son creadas
por las identidades sociales en un juego continuo de interaccin- representacin- accin.
Consideramos que la dificultad para dejar de
pensar la teora por un lado y la realidad por el
otro puede zanjarse a partir de generar la posibilidad de apertura hacia lo situacional como forma de incorporar la recursividad que subyace
en todo proceso humano.
Consideramos que la transdiciplina es una bsqueda por anteponer la intencionalidad de la
transformacin que pretende la investigacin en
la operacin de incorporacin de la multidimensionalidad del fenmeno bajo anlisis.
Tercer movimiento: La comunicacin estratgica
Cuando los lmites se diluyen quizs sea tiempo de explorar nuevos caminos y por que no de
iniciar nuevos juegos. Slo por un momento
pienso en la ciencia como un juego. Y juego a
encontrar/interpelar un paralelo.
El juego responde a una oscura aspiracin de
aorada unidad, o intuida, al primigenio afn
por integrarse a una totalidad otorgadora de sentido, al entraable deseo de superar la condicin
de fragmento, separado o desgajado de lo Uno,
llmese dios, universo, naturaleza o comunidad.
Dicho de otro modo: el jugador vaca la realidad de las determinaciones acostumbradas, de
los significados y rtulos tradicionales. Si bien
gasta en el juego un tiempo histrico e impone
el campo de juego sobre el espacio real, slo en
tierra incgnita y durante un tiempo sin historia
puede jugar. no hay juego sin el previo vaciamiento de un tiempo-espacio cualquiera. El vaciamiento es la actitud fundante, la patada inicial que inaugura todo juego.
Cada jugador repite la odisea del coronel Aldrin en su paseo inaugural por la Luna: las cosas
se muestran vacas de tradicin y significado.
Son pura apariencia, son lo que parecen. Slo se
juega con apariencias.
Hay pues en el juego dos momentos igualmente esenciales que se suceden uno al otro: la instauracin del caos o vaco y la fundacin de un
nuevo orden, el orden ldico 10
Dice Scheines que hay quienes sienten vrtigo
frente al tiempo y al espacio no estructurados y
no pueden interrumpir la rutina de responsabi-
Notas y referencias
231
Notas
1. Al respecto trabajaremos en el marco de la epistemologa de la complejidad: MoRn, E: 1990,
BATESon, G :1979, MATURAnA,H y vARELA,
F:1985, LAToUR, B:1979.
2. Para un desarrollo de la investigacin sociocultural
en casos locales ver vzQUEz, H 1994.
Para desarrollos clsicos HEiDEGGER, M ;
MERLEAU-PonTY, M., entre otros .
3. WoLF, E: 1993: pp17
4. DAz PoLAnCo, H: 1988: pp. 22.
5. TRiGGER, B: 1987; BECHiS, M:1992 y 1995
6. FABBRi, P, 1992.
233
Identidad y Ciudadana
Las transformaciones propias de la globalizacin han puesto en crisis, no solamente al estado keynesiano, sino tambin las instituciones y
las formas organizativas que de l se derivaban.
Esto llev, consecuentemente, a que se quebraran las estructuras simblicas e imaginarias que
permitan, entre otras cosas, conformar la identidad comn que defina la unidad sobre la cual
se articulaba la legitimidad. Se produjo as una
crispacin identitaria, producto de la modificacin de los referentes negativos3 , liberndose as otras identidades hasta ese momento negadas o, al menos, disimuladas por el modelo imperante de agregacin. Pero si bien ello nos permite reconocer el carcter altamente complejo
de las sociedades presentes, esta multiplicidad
de identidades emergentes no dejan de presentar
riesgos en relacin a la construccin del espacio
comn que presupone por definicin la poltica.
La construccin de todo rgimen poltico presupone siempre una articulacin contradictoria entre un momento de unidad a partir del cual se
construye lo comn y otro de diferencia que reconoce las particularidades existentes en el seno
de la sociedad. oscilando siempre entre ambos
extremos que, en ltima instancia, no son en s
mismos ms que negacin lisa y llana de la poltica, sta se define siempre como el mbito en
el cual se concilian de alguna manera estos dos
momentos en principio antagnicos. Es en este
contexto que la identidad cobra sentido en su dimensin poltica.
Construida desde el estado, es la que, a partir
de la Modernidad, ha permitido homogeneizar
la sociedad en torno al concepto de ciudadano
que se planteaba as como una instancia de unificacin de las diferencias reales existentes. Sin
embargo, ambos extremos siempre se encuentran al menos tendencialmente presentes. Como
seala Bobbio, tradicionalmente esta problemtica se ha manifestado a lo largo de la historia de
235
vamente intolerable. Es a partir de estos conceptos, cuyos contenidos concretos debern ser
precisados en cada caso particular, que, en un
sentido general, se realizan los reagrupamientos
y se resuelven los posicionamientos en relacin
al estado y al poder.
vemos as que el lenguaje juega un rol fundamental, tanto en lo que hace a la recuperacin de
los elementos comunes que definen la identidad
como en la misma instancia de diferenciacin.
Como seala Wellmer, la lgica de la identidad
que el lenguaje posee es irrebasable, pues de
otro modo no podra-mos hablar, si bien al
mismo tiempo queda ya sobrepasada en la vida
del significado lingstico (WELLMER:345).
Sin embargo, tanto la relativa imprecisin que
siempre existe en la relacin entre la palabra
es decir, el signo - y las cosas que pretende nombrar, como los cambios, muchas veces sutiles,
que los significados sufren a lo largo del tiempo
y del espacio, incorporan, a veces subrepticiamente, otras formas de visualizacin.
Cuando hablamos de significado, del significado
deunaexpre-sinlingstica,estaidentidaddesignificadotienequeserpro-vistadeunndicedenoidentidad-nosolamenteenloquerespectaalarelacin
entrelenguajeyrealidad,sinotambinenloquerespecta a la relacin entre hablante y hablante.
(WELLMER:340/1)
lidad conceptos que, sin ser en s mismos inmutables, establecen una diferenciacin que se superpone al presupuesto moderno de igualdad natural, introduciendo de esta forma una fuerte
contradiccin. Pero entonces el problema, como
podemos apreciar, se encuentra en el centro mismo de toda relacin especficamente poltica. En
primer lugar, porque la poltica se refiere a lo
comn a todos, por lo que siempre se hace necesario definir el contenido con el cual se articula
la unidad - es decir, el reconocimiento - a partir
de la cual la vida en sociedad se resuelve, determinando as el grado de homogeneidad exigible
en la construccin del orden poltico. En segundo lugar, porque el objeto de la poltica no es
otro que el poder, por lo que la constitucin del
otro permite definir la alteridad que da sentido
a la identidad del nosotros y que legitima la puja concreta por el poder del estado. El problema
entonces podra quizs resumirse en dos cuestiones perfectamente relacionadas entre s: por
un lado, determinar qu es lo compartido, es decir, aquello que da identidad al grupo poltico, y,
por el otro decidir qu sucede con lo distinto,
con lo discordante, es decir, definir en qu medida la alteridad llega a cuestionar la politicidad
y, en tal caso, cmo lo hace. Responder estas
cuestiones, tanto desde un punto de vista terico
como prctico, supone establecer las caractersticas primordiales que adquirir el orden poltico, ya que a partir de ellas se definirn, entre
otras cosas, las correspondientes estrategias de
resolucin de conflictos, la constitucin de mayoras y minoras y el espacio que a estas ltimas les cabe en el marco de la sociedad y en la
distribucin general de poder.
Desde el punto de vista de la construccin
identitaria, es la diferencia la que instituye en ltima instancia las exclusiones e inclusiones que
definen la identidad. Se establece as una frontera imaginaria y simblica que marca el universo
del nosotros, frontera que no necesariamente
debe guardar relacin directa con la geogrfica
que define el lmite territorial del estado. Y esto
se mantuvo, traducindose en trminos de lenguaje en la diferenciacin que se produca entre
nacin y patria. Sin embargo, a partir del romanticismo decimonnico, el concepto geogrfico
de frontera tambin contribuy a definir las
identidades nacionales, contribuyendo as a delimitar desde el estado ese orden de lo simblico. Es decir que a partir de entonces la referencia, ya sea directa o indirecta, al estado se instal necesariamente en el orden de lo imaginario.
Por eso, y desde un punto de vista ms estrictamente poltico, la cuestin primordial a determinar cuando se estudian las identidades colectivas
siempre es cmo se produce concretamente desde el poder una construccin identitaria en par-
237
239
241
Notas y referencias
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LosEstadosUnidosdesdeunaperspectivahistricay
243
Notas
1. El presente trabajo fue expuesto en el iii Congreso
Anual de la Asociacin Argentina de Estudios
Canadienses, realizado en la Universidad nacional de
Rosario, los das 3, 4 y 5 de mayo de 2001.
2. Prof. Titular de Teora Poltica i de la Escuela de
Ciencia Poltica, investigadora del Consejo de
investigaciones (Facultad de Ciencia Poltica y
Relaciones internacionales, U.n.R.).
3. AMSELLE, jean-Loup. "Quelques rflexions sur la
question des identits collectives en France aujourd'hui", en jEWSiEWiCKi et LEToURnEAU:8.
4. Sin ser por cierto el nico caso, la Argentina ha
brindado a lo largo de su historia una serie de ejemplos en los que podemos percibir el rol protagnico
desempeado por el estado en la constitucin y modificacin, entre otras, de la identidad nacional. Baste
simplemente recordar, a ttulo de ejemplo, el ya clsico texto de Halpern Donghi, Una nacin para el
desierto argentino para comprender el alcance de
nuestras palabras. Si bien por cierto no el nico, esta
invencin de la Argentina, planteada primero por los
intelectuales del siglo XiX, culmin en la prctica con
lo que se conoce como el "proyecto del '80", que a partir de la "Gran inmigracin" desarrolla en el pas el
modelo agro-exportador. En ese contexto, el cambio
en la composicin social de la Argentina, as como la
necesidad de asegurar bases ms slidas de legitimidad, obligaron a que, desde el estado, se buscara constituir una nueva identidad que permitiera integrar en
la nacin - concepto, por lo dems, construido adems de los nativos no-incluidos en el rgimen
poltico, a la primera generacin argentina de hijos de
inmigrantes.
5. As, categoras tales como nacin, pueblo o clase, se
constituyeron en "identidades predominantes en distintos momentos del desarrollo de la poltica moderna"
(novARo: 208), brindando de esta forma el fundamento necesario para la articulacin de un espacio
reconocido como comn.
6. "Esquemticamente, veremos que mientras en la
democracia de partidos predominaron 'identidades por
alteridad', en las que era fundamental el antagonismo
con otras identidades, hoy tienden a predominar 'identidades por escenificacin', porque esos antagonismos
ocupan un lugar menos relevante y, en cambio, es
decisiva la identificacin con un referente comn. En
las identidades por alteridad la identificacin es un
principio activo en s mismo, que opera por la determinacin de un alter intersubjetivo, un adversario en
el campo social y poltico: sobre la base de una distincin entre amigos y enemigos (que implica, no est de
ms decirlo, una decisin representativa), se produce
un agrupamiento que involucra existencialmente a los
sujetos en forma simultnea en distintas dimensiones,
dando un sustrato muy slido a los alineamientos y
comportamientos polticos" (novARo:243).
7. Pensemos si no, por ejemplo, en cmo las identidades de clase, por ejemplo, terminaron siendo dilu-
245
Ciudadana e dentidad
Por Alicia Acquarone
Silvina Caleri
Docentes-Investigadoras de la Facultad de Ciencia Poltica
247
separacin entre lo pblico y lo privado le reserva al ciudadano una jerarqua jurdica basada en
un universalismo formal, negando cualquier
sustancialidad posible en la determinacin de la
identidad pblica. Las personas desarrollan diferentes concepciones del bien pero la condicin
de ciudadano se apoya en principios universales
que refieren a los derechos fundamentales, como la libertad individual y la igualdad ante la
ley garantizadas por la organizacin poltica.
La otra tradicin, sobre la que descansa el comunitarismo en su crtica al neocontractualismo,
es la del republicanismo cvico el cual tiene cierta inspiracin en el aristotelismo. Esta tradicin
se inscribe en una perspectiva comunitaria tica,
entendiendo la ciudadana definida en trminos
de esta perspectiva y cobrando esta identidad
una preeminencia sobre otras identidades.
Contrariamente a la tradicin contractualista, el
republicanismo pone el nfasis en el bien pblico y la definicin de identidad de los sujetos se
concreta en el horizonte colectivo como autodeterminacin. Los ciudadanos son parte de la comunidad, no externos a ella, y su definicin estara dada por la participacin en la prctica comn, en el proceso de la formacin de la voluntad poltica, o en trminos de Taylor, en el autogobierno que implica una bsqueda en el inters
de todos.
Para esta perspectiva la posicin jurdica del
ciudadano se constituye en la participacin poltica, es decir, en el reconocimiento recproco
que exige tomar la perspectiva de participante
en la comunidad en funcin de un nosotros.
En efecto, Taylor encuentra en el reconocimiento las posibilidades para la integracin social y para los procesos de formacin de identidad los cuales se constituyen en su relacin dialgica con otros. As plantea: En el plano social, la comprensin de que las identidades se
forman en dialogo abierto, no configurado por
un guin social previamente definido, ha convertido la poltica del reconocimiento en un plano de igualdad en algo ms central y acentuado.
De hecho, ha elevado considerablemente sus intereses. El reconocimiento en un plano de igualdad no es solamente la forma apropiada de una
forma democrtica saludable. Su rechazo puede
causar perjuicio a aquellos a quienes se les niega3
Por va del reconocimiento se puede replantear
en las sociedades modernas una instancia pblica que tenga en cuenta la igualdad moderna pero que a la vez contemple las particularidades
histrico culturales. Esta sera una postura distinta al planteo de la neutralidad pues estara rescatando una dimensin tico poltica significada
en la cultura. Los principios universalistas, o la
dignidad de los ciudadanos en trminos de Tay-
lor, tienen valor en la medida en que estn insertos en una cultura poltica que jerarquice dichos
principios: Unirse en el mutuo reconocimiento
de la diferencia es decir, del valor igual de
identidades diferentes- requiere que compartamos algo ms que la creencia en este principio;
hemos de compartir tambin ciertas normas de
valor en las que las identidades en cuestin se
muestran iguales.
Debe existir cierto acuerdo fundamental sobre
el valor, o de otro modo el principio formal de la
igualdad estar vaco y constituir una impostura. Podemos alabar el reconocimiento en un plano de igualdad de puertas afuera, pero no compartiremos la comprensin de la igualdad a menos que compartamos algo ms. Reconocer la
diferencia, al igual que la eleccin de uno mismo, requiere de un horizonte de significacin,
en este caso compartido. Y agrega para dejar
en claro que el argumento de la diferencia tiene
exigencias que conducen ms all de la justicia
procedimental: cmo desarrollar y preservar
los rasgos de valores comunes a nosotros se convierte en algo importante, y una forma de llevar
a cabo esto consiste en compartir una vida poltica participativa4.
A nuestro entender ambas propuestas presentan
flancos dbiles respecto de lo que puede ser la
capacidad de la ciudadana como una instancia
de identificacin en funcin de la cual articular
planteos democrticos, materializar formas de
expresar la soberana popular.
La tradicin liberal parece reducir demasiado
el papel de la ciudadana a su funcin instrumental, asignndole como nico rol la defensa
de los derechos de los ciudadanos y la prosecucin de sus intereses privados. Asimismo ubica
a los individuos enfrentados a la organizacin
estatal sin ningn tipo de lazos que los una ms
all de la motivacin de llevar a cabo tales intereses privados y contrapuestos.
En el caso particular de Rawls, el marco que le
da a la perspectiva colectiva es el de la concepcin pblica de la justicia, en cuanto fundamento neutral (independiente de cualquier concepcin del bien) y producto de elecciones razonables de los individuos motivado por sus propios
intereses. As al despojar a la poltica de su aspecto conflictivo (y por lo tanto plural), reduce
la misma a una lgica transaccional asimilable a
la lgica del mercado, haciendo derivar lo colectivo de procesos de transaccin entre intereses
privados.
Creemos que este argumento debilita la relacin de pertenencia del ciudadano al colectivo
social, distancia sus motivos particulares del
conjunto de los ciudadanos y, al empobrecer el
concepto de lo poltico, tampoco promueve mecanismos para su solucin; a la vez que pasa por
alto aspectos de gran potencialidad en las relaciones colectivas como lo son la cooperacin social y la solidaridad.
Contrariamente el comunitarismo presenta una
visin ms enriquecedora de lo poltico al visualizrselo como el mbito en que los sujetos se
reconocen como participantes de la comunidad
poltica. De hecho, se le otorga al ciudadano un
rol activo en el proceso inclusivo de formacin
de voluntad comn, con una lgica que trasciende lo transaccional en lo que slo importa el inters individual, pues implica un proceso dialgico, de entendimiento, en pos de la determinacin del nosotros.
Sin embargo, al plantear la necesidad de la comunidad cuyo referente es el bien comn definido por valores morales compartidos, al enfatizar
la nocin de bien pblico, esta tradicin no jerarquiza el aporte del liberalismo en lo que hace
a la pluralidad y a la libertad individual. La crtica a la neutralidad decide a comunitaristas por
cierto sustancialismo que a veces pareciera dejar
al pluralismo en segundo lugar. Esto es evidente
en autores como Macintyre y Sandel en los que,
como ya hemos visto, no hay separacin entre
moral y poltica.
no pareciera ser el caso en autores como Walzer y Taylor, que si bien critican ciertos presupuestos liberales, jerarquizan las libertades individuales y el pluralismo. Ya hemos visto en Taylor que el argumento del reconocimiento y la
perspectiva histrico cultural, no van en detrimento ni de los principios universalistas ni de la
pluralidad. En el caso de Walzer, la revalorizacin de la comunidad y su crtica al individualismo apuntan a la radicalizacin de la democracia.
A pesar de que la justicia no tiene un referente
racional universal, sino que est anclada en los
valores de cada sociedad, Walzer subraya la
prioridad de institucionalizar los valores de la libertad e igualdad. Para esto seala la necesidad
de concebir la igualdad como igualdad compleja que, como se ha sealado, demanda una distribucin de los bienes sociales segn principios
de autonoma en la distribucin de justicia. Esto
apuntara a evitar la concentracin del poder y la
riqueza ya que intentara marcar los lmites entre las diferentes esferas, aunque reconozca que
se puedan ir generando una gran variedad de
monopolios locales. La igualdad no implicara
entonces la eliminacin de la diferencia y el pluralismo sino un complejo y elaborado principio
de diferenciacin para la distribucin de los bienes sociales en una sociedad justa y libre de dominacin. La democracia dependera por un lado, de ciertas configuraciones pblicas, pero
tambin, de la capacidad participativa de los individuos:
Podemos reconocer derechos, podemos dis-
tribuir poder o al menos las oportunidades de tener acceso al poder, mas no podemos garantizar
la enaltecedora actividad que de los derechos y
las oportunidades hacen posible. La actividad
poltica democrtica, una vez que hemos desechado todo predominio injusto, es una invitacin imperiosa a actuar en pblico y a conocerse a si mismo como ciudadano capaz de escoger
destinos y aceptar riesgos para s y para otros, y
capaz tambin de vigilar el respeto a las fronteras distributivas y de mantener una sociedad justa. Pero no hay manera de asegurar que usted o
yo o quin sea aprovechar la oportunidad.5
indudablemente en ambas tradiciones podemos
encontrar aspectos que aportan al problema de
cmo pensar la articulacin de formas democrticas. Es cierto que el liberalismo ha contribuido
en el pensamiento moderno a lo que hace a la
defensa de la libertad de los individuos frente a
la opresin y de la pluralidad frente a la tolerancia. Pero tambin es importante sealar que el
comunitarismo considera el valor de la participacin poltica en la comunidad que le permita a
los ciudadanos definir su horizonte comn. Lo
que sigue a esto es una pregunta que preocupa a
numerosos pensadores sobre si es posible la
conciliacin entre dos tipos de libertades, las llamadas libertades de los antiguos y las libertades de los modernos.
Explcitamente Rawls intenta resolver un supuesto conflicto entre estos dos tipos de libertades delimitando las libertades de los antiguos,
esto es las libertades polticas iguales y los valores de la vida pblica, en un mbito propio, el
pblico, segn principios de su concepcin poltica de la justicia. Esto implica, como ya se ha
sealado, un recorte de lo poltico en aras de una
neutralidad que lo despoja de la diversidad y el
conflicto. Al quitar el pluralismo de la esfera pblica y llevarlo a lo privado, le est quitando a la
poltica la posibilidad de la resolucin misma
del conflicto social en trminos polticos. Si en
la esfera pblica slo existe un consenso racional basado en el inters propio, difcilmente se
puede avanzar en la superacin del conflicto (
inherente a la sociedad capitalista) cuando se lo
niega y cuando se le quita a la poltica su papel
de instancia superior de decisin que determina
el sentido del orden como resultante de la expresin de la soberana popular.
Taylor por su parte propone un equilibrio entre
la idea de igualdad y la de reconocimiento que
implicara una conciliacin entre comunidad y
derechos, valorizando de la tradicin liberal la
idea de lo justo y la igual dignidad pero rescatando alguna aproximacin sustantiva de valor,
planteando la necesidad de recuperar formas de
reconocimiento comunitario.
Desde el planteo de la construccin de la de-
249
mocracia radical y plural Mouffe niega la incompatibilidad forzosa de esta forma de entender la libertad y sostiene que para avanzar en la
contruccin de la identidad ciudadana no se trata de reemplazar una tradicin por otra, sino de
combinar ambas en un nuevo criterio de ciudadana; un nuevo criterio que no considere a la
ciudadana como una identidad entre otras (como en el liberalismo), ni la considere como la
identidad dominante que est por encima de las
otras (como en el republicanismo cvico). Segn
la autora se trata de concebir un criterio de ciudadana como un principio de articulacin que
afecta a diferentes posiciones del agente social
pero permitiendo una pluralidad de lealtades especficas y el respeto a la libertad individual. Para esto propone una concepcin de comunidad
poltica especificada en la concepcin de respublica que indica Michael oakeshott. Se trata de
una comunidad poltica cuyos lazos no estn establecidos por una idea sustancialista del bien,
sino por una preocupacin pblica que es una
prctica de civilidad que no especifica comportamientos sino condiciones a satisfacer en la
eleccin de comportamientos.
Para Mouffe la comunidad es una multiplicidad
de exigencias en la que se constituye el
nosotros cuya idea de bien comn es entendida como un punto de fuga algo jams a alcanzar6. De hecho, a diferencia de oakeshott, la poltica no estara concebida slo como lenguaje
compartido ya que Mouffe introduce una dimensin conflictiva y antagnica a la propuesta de la
respublica que no sera otra cosa que el producto de las relaciones de poder en las relaciones
sociales. La autora nos dice: En gran medida la
poltica versa sobre las reglas de la respublica y
sus mltiples interpretaciones posibles; versa
sobre la constitucin de la comunidad poltica,
no sobre algo que tenga lugar en el interior de la
comunidad poltica, como querran algunos comunitarios. La vida poltica concierne a la accin colectiva, pblica; apunta a la reconstruccin de un nosotros en un contexto de diversidad y de conflicto. Pero para construir un nosotros hay que distinguirlo del ellos y eso significa establecer una frontera, definir un enemigo.7 Consecuentemente, si la poltica apunta
a la construccin de la unidad, ser irrealizable
la comunidad poltica en cuanto tal, en cuanto
inclusiva y final, ya que siempre habr un exterior constitutivo que la hace posible. no ser
inclusiva ya que el consenso implica necesariamente actos de exclusin, no ser final ya que el
consenso tambin es parcial y provisional al ser
el conflicto y la divisin propios de la poltica.
Slo en una comunidad concebida de esta manera, cree Mouffe, es que puede ser entendida la
libertad en su sentido negativo (y moderno), es
251
Notas y referencias
1. RAWLS, john, Ideasfundamentalesdelliberalismo
poltico, Agora, invierno 1994, Ao 1, pg. 14
2. RAWLS,john, Liberalismo Poltico, Fondo de
Cultura Econmico, Mexico,1995, pg. 252
3. TAYLoR, Charles, Laticadelaautenticidad, pg.
84
4. ibidem, pg. 86
5. Walzer, Michael, Lasesferasdelajusticia, pg. 321
6. Mouffe, Chantal, Elretorno..., pg. 139
7. ibidem, pg. 100
8. ibidem, pg. 93
9. BARBER, Benjamn, op. Cit., pg. 69
Empleo y pobreza
en el
segundo aglomerado del interior de la Argentina
durante el segundo semestre de 1998*
Por Silvia Robin
Carlos Crucella
Docentes-Investigadores de la carrera de Ciencia Poltica
1. Introduccin.
El Gran Rosario es, junto con el Gran Crdoba, una de las dos aglomeraciones urbanas de
mayor tamao del interior del pas. El mismo se
halla constituido por la localidad del mismo
nombre -la principal ciudad de la Provincia de
Santa Fe- y un conjunto de municipios ms pequeos localizados en torno de la misma1 , cuya
poblacin se estimaba para la segunda mitad de
1998 en alrededor de 1.250.000 personas.
A diferencia del Gran Crdoba, que incluye a
la capital de la Provincia del mismo nombre y,
por lo tanto, concentra un fuerte componente de
empleo vinculado directa o indirectamente al
aparato estatal, el Gran Rosario carece de esa
particularidad que autonomiza -relativamenteel nivel de demanda agregada del aglomerado de
los efectos de las fases recesivas del ciclo econmico, morigerando el impacto negativo de las
mismas sobre la demanda de mano de obra y,
consecuentemente, las condiciones materiales
de vida de sus habitantes.
Por el contrario, en ausencia de una dinmica
asociada a las funciones de un centro polticoadministrativo, el desarrollo que exhibi este
rea hasta mediados de la dcada del 70 remite
bsicamente a su capacidad de insertarse exitosamente en los distintos modelos de acumulacin que tuvieron lugar en el pas hasta esa fecha2.
As, su estructura productiva se fue conformando al influjo del impulso agroexportador,
consolidndose en las primeras dcadas del siglo cuando se construy el puerto, se termin de
extender la red ferroviaria colectora de la produccin exportable y arribaron a la ciudad oleadas de inmigrantes extranjeros que encontraron
en la misma una escala intermedia hacia su radi-
cacin definitiva en el rea rural, as como la posibilidad de integrarse a la fuerza de trabajo que
crecientemente demandaban las actividades de
este centro urbano.
Ya en los aos 20 despuntaba la actividad industrial que, a partir de la dcada siguiente, se
constituira en el motor del crecimiento econmico regional. La instalacin de establecimientos manufactureros pequeos y medianos que se
inicia en esa poca se generaliz durante la etapa de industrializacin por sustitucin de importaciones, que impuls el crecimiento econmico
de la regin, posibilitando que a fines de la dcada del 30 y comienzos de la siguiente el Gran
Rosario se constituyera en el segundo aglomerado industrial del pas.
Con la finalizacin de la etapa "fcil" de la iSi
y el comienzo del proceso de industrializacin
compleja, la radicacin de importantes inversiones de origen nacional y extranjero permiti una
diversificacin de la estructura econmica del
rea, cuya produccin ya no se destinaba solamente al mercado interno sino tambin, aunque
en menor medida, a satisfacer la demanda externa.
En los aos inmediatamente anteriores al golpe de estado de 1976, el tejido industrial de la
regin se caracterizaba por el predominio de un
sector manufacturero de marcada orientacin
"mercadointernista", con la presencia de algunas
actividades dedicadas a la exportacin. En esa
poca el rol dinamizador del nivel de actividad
estaba concentrado en la industria pesada y semi-pesada, dedicada a la produccin de insumos
intermedios, y en la fabricacin de bienes de capital y de consumo duradero. A partir de esa fecha, en el marco de la evolucin francamente insatisfactoria registrada por la economa nacional
253
GRAFICO N 1
Gran Rosario
Tasas de actividad y empleo 1974-1998. (En %)
social".
Tal aproximacin no puede menos que obscurecer la comprensin de los orgenes y mecanismos de reproduccin de la pobreza, con efectos
claramente negativos tanto en el diseo como
en los resultados de las medidas adoptadas para
paliar sus efectos.
"En rigor -concluye un experto en el tema, luego de pasar revista a diversas hiptesis explicativas del origen de este fenmeno- el problema
[de la pobreza] se origina en que los miembros
activos no consiguen trabajo, o bien se desempean en ocupaciones que por sus caractersticas no los pueden proveer de otro ingreso que
no sea el muy bajo que los sume en una situacin de pobreza". Por lo tanto, seala " ... la pobreza slo puede ser erradicada si se corrigen
las distorsiones y dficits que presenta el estado
de la ocupacin en el pas" y "...pretender actuar
sobre la cuestin social en forma independiente
de una accin sobre la situacin del empleo
equivale a operar en el vaco y puede asimilarse a un ejercicio voluntarista que habra de encontrar muy pronto sus propios lmites"4.
3. La evolucin reciente de la pobreza.
En el segundo semestre de 1998 ms de un tercio de los hogares y un 45% de la poblacin del
Gran Rosario se hallaba afectada por alguna de
las modalidades en que se manifiesta la pobreza5, frente al 31 y 42% que representaban tres
aos atrs, cuando la economa se hallaba en
medio de otro proceso recesivo -si bien ms
breve que el actual-, (Cuadros n 1 y n 4), lo
cual muestra claramente el deterioro experimentado por la situacin social en ese perodo,
no obstante la evolucin positiva del nivel de
actividad econmica6 que tuvo lugar durante la
mayor parte del mismo.
En efecto, se comprueba que en ese lapso la
cantidad total de familias que padecan de alguna de estas formas de carencia absoluta aumenCUADRO N 1
Gran Rosario
Hogares pobres y no pobres
(Como % de los hogares totales)
Fuente: Elaboracin propia en base a la onda octubre de la EPH, inDEC, Base de Usuarios.
CUADRO N 2
Gran Rosario
Hogares pobres y no pobres
(valores absolutos)
Fuente: Elaboracin propia en base a la onda octubre de la EPH, inDEC, Base de Usuarios y javier Lindenboim, La poblacin urbana argentina
1960-1991. Revisin Metodolgica y resultados
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Buenos Aires, Mayo de 1997.
t una cuarta parte, en tanto las unidades domsticas que no se encontraban en esa situacin slo lo hicieron un 4%. Como consecuencia de
ello, se constata que apenas uno de cada cuatro
hogares constituidos en el aglomerado entre
1995 y 1998 no se encontraba afectado por ninguna forma de privacin material, en tanto los
tres restantes sufran algn tipo de ellas.
Paralelamente, se advierte un cambio en la
composicin del conjunto de unidades familiares alcanzadas por alguna manifestacin de pobreza, aumentando en forma particularmente
acentuada el peso relativo de las correspondiente a los pobres recientes y, en forma mucho ms
moderada la de aquellas cuya situacin las ubica dentro del subconjunto de pobres inerciales.
En efecto, mientras el nmero de las primeras
aument un 50% y el de las segundas lo hizo en
poco menos de una tercera parte, la cantidad de
hogares cuyas privaciones se relacionaban tanto
con la insatisfacin de necesidades bsicas como con la insuficiencia del ingreso registr una
reduccin neta relativamente moderada, plausiblemente asociada a los efectos de la implementacin de dos instrumentos de poltica pblica de
distinta ndole. Por un lado, un programa de
erradicacin de asentamientos irregulares7 que,
al eliminar la carencia asociada al tipo de vivienda, habra dado lugar al trnsito de una parte de las familias en condicin de pobreza cronica a una de privacin por insuficiencia de ingresos exclusivamente. Por el otro, los programas
de empleo temporario8 -que no obstante el escaso monto de la ayuda econmica que brindan a
sus beneficiarios- podran haber permitido que
algn segmento de los hogares en condiciones
255
CUADRo n 3
Gran Rosario
Hogares pobres segn tipo de pobreza
(Como % de los hogares pobres)
Fuente: Elaboracin propia en base a la onda octubre de la EPH, inDEC, Base de Usuarios.
de pobreza por nBi as como por privaciones relacionadas con su incapacidad de acceder a una
canasta de satisfactores elementales, hubiesen
pasado a formar parte del contingente de unidades domsticas en situacin de pobreza inercial.
Como los respectivos grupos objetivos de estas medidas estn constituidos por los segmentos ms vulnerados de la sociedad, cabe asumir
que, a pesar de las prcticas clientelares a las
cuales su implementacin seguramente no ha sido ajena, una proporcin no desdeable de las
familias beneficiadas por las mismas hayan sido
aquellas que calificaban como pobres crnicas.
En consecuencia, entre los extremos del trienio, dentro del conjunto de los hogares que presentaban alguno de los tipos de privacin analizados se acentu ligeramente el predominio de
los inerciales, en tanto se oper una sustitucin
-absoluta y relativa- de las familias que presentaban simultneamente nBi e insuficiencia de
ingresos por aquellas en condiciones de pobreza
reciente.
Paralelamente, como ya se sealara, entre
1995 y 1998 tuvo lugar una significativa expan-
CUADRO N 4
Gran Rosario
Poblacin en hogares pobres y no pobres
(Como % de la poblacin total)
CUADRO N 6
Gran Rosario
Poblacin en hogares pobres segn tipo de
pobreza
(Como % de la poblacin pobre)
CUADRO N 7
Gran Rosario
jefes de hogares pobres y no pobres
segn sexo
(Como % de los respectivos totales)
Fuente: Elaboracin propia en base a la onda octubre de la EPH, inDEC, Base de Usuarios.
Fuente: Elaboracin propia en base a la onda octubre de la EPH, inDEC, Base de Usuarios.
sin del nmero de habitantes de la regin afectados por alguna forma de privacin absoluta, de
resultas de la cual su magnitud en el ltimo de
estos aos superaba ampliamente la poblacin
de la capital de la Provincia (estimado en alrededor de 395.000 personas), convirtiendo, de hecho, a los pobres del Gran Rosario en la segunda concentracin urbana de Santa Fe.
En efecto, como se advierte en el Cuadro n 5,
durante ese perodo el volumen total de la poblacin que se encontraba en esa situacin se increment en un 12%, mientras que aquella parte de
la misma que no se hallaba alcanzada por ninguna forma de carencia material se redujo levemente. De esta forma se comprueba que no slo
la totalidad del crecimiento poblacional del
aglomerado en el trienio corresponde a miembros de hogares pobres sino que, adems, el aumento de este ltimo se explica parcialmente
(10%) por un desplazamiento a condiciones de
privacin de residentes del mismo que tres aos
atrs no pertenecan a ese universo.
CUADRO N 5
Gran Rosario
Poblacin en hogares pobres y no pobres
(valores absolutos)
Fuente: Elaboracin propia en base a la onda octubre de la EPH, inDEC, Base de Usuarios y javier Lindenboim,
La poblacin urbana argentina 1960-1991. Revisin Metodolgica y resultados estadsticos, Cuadernos del CEPED
n 1, Centro de Estudios sobre Poblacin, Empleo y Desarrollo, Buenos Aires, Mayo de 1997.
Asimismo, en correspondencia con lo observado respecto a los hogares, se comprueba la existencia de un cambio en la composicin del conjunto de la poblacin afectada por las distintas
formas en que se expresa la pobreza, de anlogo
sentido pero diferente magnitud al registrado
por las unidades domsticas de las que forman
parte. De este modo se constata el significativo
incremento de la participacin porcentual de los
pobres recientes, cuyo volumen se expandi en
un 60% entre 1995 y 1998, y la ligera declinacin de la proporcin de los inerciales, cuyo nmero creci en un porcentaje similar al de la poblacin total. Los habitantes en situacin de pobreza crnica, por su parte, fueron los nicos
que experimentaron una contraccin de su magnitud en trminos absolutos (-12%), con la consecuente prdida de importancia relativa dentro
del conjunto de la poblacin carenciada.
De tal suerte, estos ltimos, que en 1995 superaban ligeramente al 40% del total de los habitantes del Gran Rosario que sufran algn tipo
de privacin, tres aos despus slo daban cuenta de algo menos de un tercio de los mismos, en
tanto aquella parte de la poblacin cuyas carencias se relacionaban exclusivamente con la insuficiencia de sus ingresos corrientes pasaron de
representar la proporcin minoritaria del conjunto de personas afectadas por algn tipo de
pobreza (25%) a constituir su componente principal (36%).
4. Caractersticas de los hogares pobres.
En este apartado se abordar la descripcin de
las principales caractersticas que presentaban
en el segundo semestre de 1998 las unidades domsticas afectadas por las diferentes formas en
que se manifiestan las situaciones de carencia
material absoluta relacionndolas con las de
aquellas que no se encontraban en esa situacin9.
En primer lugar se comprueba, en todos los casos, un claro predominio de jefes varones, mucho ms acentuado para el conjunto de los hoga-
257
CUADRo n 8
Gran Rosario
jefes de hogares pobres y no
pobres segn edad
(Como % de los respectivos totales)
CUADRO N 10
Gran Rosario
Tasas de actividad, empleo y
desocupacin abierta de los jefes de
hogares pobres y no pobres.
(En %)
Fuente: Elaboracin propia en base a la onda octubre de la EPH, inDEC, Base de Usuarios.
miembros que ejercan la jefatura de las unidades domsticas muestra notorias diferencias,
que no por esperables resultan menos llamativas, entre aquellas que se encontraban afectadas
por algn tipo de carencia material absoluta y
las que no se encontraban en esa situacin.
Como surge del cuadro siguiente, el peso relativo del conjunto de los jefes de hogares en condiciones de pobreza que carecan del nivel de
instruccin elemental -sea porque nunca haban
asistido a la escuela o porque, de haberlo hecho,
no haban completado el ciclo bsico-, duplicaba el correspondiente a las personas que se encontraban al frente de los restantes grupos familiares (28,7 y 14,3% respectivamente), proporcin que trepa al 45% en el caso de aquellos pertenecientes a unidades domsticas con necesidades Bsicas insatisfechas y con un nivel de ingreso insuficiente para adquirir una canasta de
satisfactores elementales.
En el otro extremo, el porcentaje los jefes de
hogares no pobres que contaban con estudios superiores completos quintuplicaba el correspondiente al de aquellos que ejercan el mismo rol
en familias que padecan algn tipo de privacin
que ejercen la jefatura de las unidades domsticas que se inscriben en la categora de pobreza
reciente (27,8 y 12,9% respectivamente).
Como puede observarse en el Cuadro n 10, la
proporcin de jefes econmicamente activos era
significativamente ms elevada entre los pertenecientes al conjunto de unidades domsticas
carenciadas que entre los restantes -ms del 70%
en el primer caso y un 60% en el ltimo-, fenmeno atribuible, por una parte, a la mayor presencia de varones y de miembros del estrato de
edades centrales al frente de estas unidades domsticas, grupos que, como es sabido, se caracterizan por una mayor tasa de participacin econmica10 y, por la otra, a su ineludible necesidad
de incorporarse al mercado de trabajo en procura de mejorar el ingreso familiar, situacin que
torna desdeable -si no directamente inexistente- la eventual presencia de desempleo oculto
entre los mismos.
Avanzando un poco ms en el anlisis puede
observarse, sin embargo, que paralelamente
tambin era superior la importancia relativa de
los desocupados entre el conjunto de los jefes de
hogares pobres que entre aquellos pertenecientes a unidades domsticas que no se encontraban
Fuente: Elaboracin propia en base a la onda octubre de la EPH, inDEC, Base de Usuarios.
Fuente: Elaboracin propia en base a la onda octubre de la EPH, inDEC, Base de Usuarios.
259
CUADRO N 12
Gran Rosario
Promedio de miembros por hogar segn
edad (en n de personas)
CUADRO N 13
Gran Rosario
Poblacin en hogares pobres y no pobres
segn edad
(Como % de la poblacin total de la
misma edad)
Fuente: Elaboracin propia en base a la onda octubre de la EPH, inDEC, Base de Usuarios.
dro n 12).
Como consecuencia de este fenmeno, cuya
intensidad va decreciendo a medida que aumenta la edad de la poblacin, el nmero medio de
componentes menores de 14 aos entre las familias carenciadas triplicaba al de las restantes -llegando a quintuplicarlo en el caso de aquellas
que se encontraban en situacin de pobreza crnica-, de resultas de lo cual puede comprobarse
que prcticamente dos de cada tres habitantes
del aglomerado pertenecientes a este estrato etario padecan algn tipo de privacin material (y
ms de una cuarta parte de los mismos pertenecan a unidades domsticas cuyas privaciones se
relacionaban tanto con la insatisfaccin de necesidades bsicas como con la insuficiencia de los
ingresos familiares).
Como se observa en el cuadro siguiente, esta
proporcin descenda al 47% para aquellos cuyas edades se encontraban en el tramo de 14 y
24 aos, y segua disminuyendo a medida que
iba envejeciendo la poblacin, de donde las probabilidades de pertenecer al grupo de personas
carenciadas aumentaban a medida que disminua la edad del individuo. De este modo, mientras las chances de que un menor de 14 aos no
viviera en el seno de un hogar pobre no alcanza-
Fuente: Elaboracin propia en base a la onda octubre de la EPH, inDEC, Base de Usuarios.
CUADRO N 14
Gran Rosario
Promedio de miembros inactivos, activos,
ocupados y desocupados por hogar
(en n de personas).
CUADRO N 15
Gran Rosario
Composicin etaria de la poblacin en
hogares pobres y no pobres
(Como % de las respectivas poblaciones)
261
CUADRO N 16
Gran Rosario
Relacin media inactivos/activos e
inactivos/ocupados en hogares pobres
y no pobres (en n de personas).
Notas y referencias
*. Una versin preliminar de este trabajo fue presentada al Congreso internacional sobre Polticas Sociales,
Universidad del Bo-Bo, Concepcin, Chile; noviembre de 2000.
1. villa Gdor Glvez, Granadero Baigorria, Prez,
Funes, Soldini, San Lorenzo, Capitn Bermdez, Fray
L. Beltrn, Roldn y Pto San Martn.
2. Los prrafos siguientes resumen el anlisis realizado por RoFMAn, Alejandro B. ConvertibilidadydesocupacinenlaArgentinadelos'90.Anlisisdeuna
relacin inseparable; pgs. 86-91, Coleccin CEACBC; Universidad de Buenos Aires; Buenos Aires,
1997.
3. Al respecto, ver de AzPiAzU, Daniel y
noCHTEFF, Hugo Subdesarrollo y hegemona neoconservadora. veinte aos no es nada? enEldesarrollo ausente, FLACSo/Tesis-norma, Buenos Aires,
1994.
4. MonzA, Alfredo. La situacin del empleo en la
Argentina, pgs. 1, 2 y 7. Proyecto Gobierno
Argentino /PnUD/oiT-ARG/92/009, informe/3,
Buenos Aires, 1992.
5. ver Anexo Metodolgico.
6. Dada la inexistencia de estimaciones del PBi de la
regin, la mencin corresponde a la evolucin del
valor agregado a nivel nacional, bajo el supuesto fuerte- de que de ambos varan en anlogo sentido y
con igual intensidad y perfil temporal.
7. La residencia en villas de emergencia comprende,
en promedio, a ms del 30% de las unidades domsticas con nBi y es el unico indicador cuya cobertura ha
disminuido entre 1995 y 1998, hacindolo en una
magnitud absoluta equivalente a ms de las tres cuartas partes de la contraccin experimentada por las
familias en condiciones de pobreza crnica.
263
265
gros saltando en el carnaval, la vida de los jangadeiros y Bonito) queden excluidos del gran
circuito hollywoodense.
Deleuze habla de cierto nietzschesmo autntico o espontneo en Wells. Al elevar la fuerza a la potencia, la vida se libera de las apariencias tanto como la verdad: ni verdadero ni falso,
alternativa indecible, sino potencia de lo falso,
voluntad decisoria.
Metamorfosis de la verdad. Eso es lo que es el
artista, creador de la verdad, pues la verdad no
tiene que ser alcanzada, hallada ni reproducida,
debe ser creada. no hay otra verdad que la creacin de lo nuevo...
El arte es la incesante produccin de shapes, relieves y proyecciones. El hombre verdico y el
falsario forman parte de la misma cadena...
Entonces todo es verdad: lo filmado como documental y lo filmado como construccin. Cabe
sealar que en la traduccin al espaol: Es cierto se encontrara cierta reduccin porque podra haber algo que es cierto y algo que es falso.
En todo es verdad, lo cierto, la verdad y la falsedad; son verdad.
Tambin, todo es verdad es un proyecto truncado, nace en la poltica de buenos vecinos
(para el gobierno norteamericano y para un gran
estudio) y termina con el empecinamiento de
orson Wells. En el medio aparece cruzado por
una aguja e hilo rojo vud.3
Lo de buenos vecinos funciona hasta que se
ven los negros saltando. Esos no son buenos vecinos. Antes de eso hasta el ejrcito brasileo
prest sus luces para la filmacin.
Wells dice: Filmar el carnaval es como tratar
de capturar un huracn. Comenta que pas de
la queja a la fascinacin por el samba.
En este proceso de captacin del huracn se
une a la protesta popular por la destruccin de la
Plaza once (terreno naturalizado de samba en
Ro).
Luego su inters por la historia de los jangadeiros, comienza a levantar sospechas. Pinsese en
el clima anticomunista que circulaba en E.U.A.
En este momento se va perfilando para orson
Wells su triloga:
1 parte - Bonito
2 parte - carnaval
3 parte - cuatro hombres y una balsa
Pero cuando se inicia la filmacin de la 3 parte ocurre lo imposible: jacar4 muere representando su propio papel en una escena que haba sido triunfal. A partir de ah la determinacin
de Wells por continuar su filmacin convierte a
la misma en una odisea, en un viaje homrico, al
estilo de lo que pretende narrar.
Los pescadores ubican al film como su nica
herencia, su nico tesoro. Cmo filma orson
Wells esta tercera parte?
Reconstruyendo creativamente el viaje, con actores no actores, con msica brasilea de fondo,
marcando puntos a travs de distintos puertos
del nordeste brasileo, inventando lo que era necesario tcnicamente para filmar (agujeros en la
arena, tarimas para elevar a los actores, etc.) Detenindose en cada detalle pequeo de las costumbres y prcticas de los jangadeiros y fundamentalmente recordando y centralizando los
rostros. Ya Benjamn vea en el rostro humano
una ltima trinchera como resistencia a la masificacin, en donde todava vibraba por vez
postrera el aura.
Recordemos el rostro de la anciana que representa a la madre de jacar, parece concentrar y
cristalizar el sufrimiento y a la vez la resistencia
de los nordestinos. Esto quizs era lo que pretenda el director: mostrar el sistema feudal que
todava funciona en esta zona de Brasil, pero a
travs de los surcos de los rostros de la gente
que ah vive.
Dice Deleuze: Dadme, pues, un cuerpo: esta
es la forma de la invencin filosfica. El cuerpo
ya no es el obstculo que separa el pensar de s,
lo que ste debe superar para conseguir pensar;
por el contrario, es aquello en lo cual el pensar
se sumerge o debe sumergirse, para alcanzar lo
impensado, es decir, la vida.
orson Wells alcanza la vida de los nordestinos.
Para ir finalizando agrego dos breves comentarios:
1- En el Diario de Getulio vargas (1995), ste
anota en el da 15 de noviembre de 1941: A la
tarde en Guanabara, recibo a los jangadeiros
cearenses y asisto al desfile de los trabajadores
en homenaje a ellos. Y en pie de pgina se
aclara lo siguiente: Los cuatro pescadores,
luego de navegar 61 das de Fortaleza a Rio en
una jangada, fueron a reivindicar a vargas la
extensin de sus derechos como trabajadores,
incluyendo jubilacin. Seran atendidos con el
Decreto-ley 3832 de 18 de diciembre.
Ahora bien, revis todo el perodo de estada de
orson Wells en Brasil y no hay ninguna mencin al mismo, pese a que varios de los das de
Getulio terminan (al menos, en la descripcin
del diario) con: Luego de cenar, cine.
2- El dilogo final con Carmen Miranda cuando orson Wells dice: Hay mucho ms en el
samba de lo que pueda identificar una oreja virgen.
Creo que la oreja de orson Wells, as como sus
ojos fueron perforados por ciertos brillos minsculos de la msica, del da a da brasileos y eso
permiti que las clavara en la pantalla, as como
el vud haba clavado su aguja sobre su guin.
Notas y referencias
1. Comentario presentado en el Ciclo de Cine Debate
sobre exclusin social organizado por el
Departamento Social (EPSS) de la Facultad de
Psicologa de la UnR. (26/08/96).
2. Cinema novo en Tropiclia 2. La traduccin es
ma. He tomado como criterio respetar en lo posible
los ttulos de libros, films que aparecen injertados en
la trama de la cancin.
3. Relato de Wells en el que haba encontrado su guin
clavado por agujas vud.
4. jacar: jangadeiro nordestino que viaja a Rio por el
mar con sus compaeros a hacer reivindicaciones laborales a Getulio vargas.
267
La comunicacin estratgica
Una experiencia ulica para compartir y
una intervencin profesional para analizar
Presentacin
Este trabajo refleja el recorrido de la ctedra
Publicidad y Propaganda en los ltimos tres
aos. Los contenidos vertidos son la sistematizacin de esta experiencia ulica y de la prctica que los alumnos realizan en distintas empresas de la regin -de acuerdo a sus posibilidadesy que permiten orientar a los futuros profesionales sobre otra alternativa laboral.
Los docentes supervisamos el relevamiento,
diagnstico y asesoramiento que se le hicieron a
ms de ciento cincuenta intituciones locales, Pymes y microemprendimientos regionales.
En algunas oportunidades las presentaciones
realizadas fueron de carcter interdisciplinario y
la orientacin sugerida a modo de asesoramiento- tuvo alcances relativos que pueden medirse desde la evaluacin, hasta el acatamiento
una parcial.
Sin embargo, en el ltimo ao, las empresas relevadas apreciaron de modo especial la intervencin de los alumnos que, por extensin, representa un avance profesional en el mbito empresarial y/o institucional.
Por otra parte, una ponencia de comunicacin
integral para empresas2 acompaada por metodologa de trabajo de nuestra ctedra despert
un inters insospechado entre los docentes de la
Universidad nacional de Buenos Aires, Cuyo y
La Plata reconociendo la importancia profesional y acadmica que reviste la comunicacin estratgica.
Comunicacin ausente de entidad
Unacargaigualdeimportantealasacciones
demarketinglallevalacomunicacin.Todaaccinnocomunicadaomalcomunicadaesuna
accinnorealizada.
El aporte que la comunicacin puede brindar a
269
271
tos deben abrazar a la organizacin en su totalidad y funcionar unidos para producir resultados
concretos. Esto es vlido siempre que las comunicaciones muestren los cambios que emprendi
la empresa en su estructura de funcionamiento y
que el departamento de marketing debe haber
logrado satisfactoriamente.
Por eso, en esta ponencia hice hincapi en que
la comunicacin debe expresar al marketing, ya
que no se debe limitar la tarea a mostrar aspectos diferenciales del producto. Eso slo permite
una comunicacin de apoyo a las ventas. Tambin la cadena de distribucin que acerca al productor con los mayoristas y a los mayoristas
con minoristas tienen que ser canales de comunicacin. Esos espacios permiten una circulacin de informacin y un retorno importante en
cuanto al transporte fsico del producto. Dentro
del plan integral de comunicaciones los canales
merecern un tratamiento especial que permita
organizar, relevar y controlar la llegada del producto al consumidor.
En ese sentido el nivel de ventas puede decaer
cuando el distribuidor desatiende los pedidos y
reclamos de los eslabones de la cadena que
aportan datos propios de las distintas zonas geogrficas. Y que slo pueden ser conocidos si no
se descuidan esos espacios capilares de una organizacin.
Los aspectos externos del producto son un tradicional diferenciador respecto de los segmentos a los que ese bien se dirige: el fraccionamiento y el envase permiten captar distintos segmentos del mercado. De igual manera la profundidad y ancho de la lnea de productos ofrecidos
acerca a distintos grupos objetivos y, si se lo
asocia, al precio es an mayor la variedad.
Cuando la comunicacin est atenta a la informacin que brindan los consumidores y la dinmica de la empresa opera en consecuencia se
consigue un mercado activo con consumidores
fieles.
El mix promocional debe resultar coherente
para lo cual debe planificarse y evaluarse. La
variedad de elementos que lo integra debe servir
de apoyo y de complemento, sin redundar, sin
descuidar el llamado de atencin y dirigindolo
hacia el aspecto significativo, manteniendo la
atencin durante un tiempo, sabiendo transmitir
la informacin adecuada, reconociendo el posible consumidor, y logrando una asociacin positiva en el momento de la eleccin de alternativas. Si se analizan las promociones a las que estn expuestos los consumidores se puede ver
que: siempre lo mismo aburre; creativo y solo se
pierde; demasiado satura; mal organizado no resulta; sin resaltar lo debido confunde. Entonces,
cmo hay que estructurarlas?
Siempre igual, planificando desde el principio,
cacin facilita la tarea de los distintos departamentos que la componen. Saber cul es la informacin til a transmitir de un rea a otra asegura a la empresa tomas de decisiones a tiempo.
Un buen empleado que no sabe procesar la informacin que genera para la toma de decisiones
no sabe trabajar en equipo y dilata la dinmica
de la organizacin.
El personal tambin debe estar preparado para
atender al pblico, a los proveedores de la empresa, est en condiciones de responder a cualquier pregunta y tiene fundamentos para sostener una venta hasta concretarla, puede desempearse en varios puesto de la empresa sin que el
sentido de la multifuncin lo degrade.
La comunicacin interna es un objetivo que se
logra cuando se resolvieron los conflictos entre
el personal y los puestos medios de la empresa.
Los comunicadores podemos actuar en estas situaciones articulando acuerdos que permitan un
funcionamiento armnico.
La comunicacin interna garantiza la efectividad de la comunicacin externa. Si el personal
de la organizacin no puede satisfacer las demandas de informacin de los pblicos, si los
potenciales compradores escuchan charlas personales entre los empleados en lugar de que estos los atiendan, si la msica del telfono dur
demasiado tiempo, la empresa no est construyendo una buena imagen.
Porquelacomunicacininternaeslaquesostiene a la externa, torna gil y eficiente todos
los departamentos y reas que conforman una
organizacin,yestablecelasfuncionesdecada
miembro y las optimiza. Por eso, la capacitacindelpersonalsobrelosaspectoscomunicativoscomunesdelaempresaconsuspblicosy
delasdistintasreasentresidinamizanelfuncionamientodelasorganizaciones.
La comunicacin externa retoma parte de los
aspectos internos y los reelabora en mensajes
comunicables a los pblicos. Su funcin es mostrar las innovaciones y las acciones emprendidas
para lograr competitividad en el mercado, bajar
costos, y optimizar la calidad de los productos y
servicios. Por eso, decimos que debe haber una
estrategia que sustente esa comunicacin, que le
de sentido, respaldo y coherencia. Su funcin no
es fundamentalmente creativa, ante todo es clara y precisa.
Tampoco es necesario que esa comunicacin
represente fortunas, ocupe gran cantidad de segundos en televisin o centmetros de grfica. Si
est bien planificada puede tener un costo insignificante comparada con los beneficios que genera.
Las comunicaciones pblicas de las acciones
emprendidasporelreademarketingtienencomo funcin: a) llegar al consumidor real y al
Notas y referencias
1. Docente titular de la ctedra de publicidad y propaganda de la escuela de Comunicacin Social (1996 a
la fecha).
2. Segundo congreso de RED CoM realizado en
setiembre de 2000 en la Universidad nacional de
Lomas de zamora
3. CoSTA, joan. RevistaTarget, Ao 2 n 14. Agosto
1998.
273
tuacin de extrema pobreza4. Se toman indicadores como: pertenencia social, normas y valores. Para ayudar a la comprensin citamos algunos atributos:
En relacin a su conformacin familiar:
ausencia de uno de los progenitores, con ms
frecuencia la figura paterna, por causas como
insercin laboral tipo golondrina, muerte,
abandono del hogar.
Hurfano.
Figura materna fuerte5, es vivenciada como el nexo de unin entre hijos de distintas vinculaciones amorosas, opera como referente familiar.
Concubinato de los progenitores de corta duracin, frecuente cambio de compaero/ a.
En relacin con la sociedad:
Residencias en zonas urbano-rural marginales, viviendas precarias, falta de servicios (luz,
agua, etc.)
inaccesibilidad a la atencin sanitaria (controles mdicos, odontolgicos, vacunacin), alteracin de los ciclos sueo-vigilia, alimentacin deficiente.
Precocidad en la insercin laboral (trabajador espontneo)6, incremento del riesgo fsicopsquico.
Adulto-precoz7.
En relacin a su socializacin:
Escolaridad incompleta.
Analfabetismo.
Ausencia de documento de identidad.
Paso por institucin policial.
La enumeracin de estos atributos no pretende abarcar la totalidad de los elementos que les
son conferidos a los nios/ jvenes en virtud de
275
una identidad social que amerita el encierro como instrumento correctivo. Slo intentan dar
cuenta de un perfil, concatenado a una lectura
social que es ... interpretada como un patrn estable de comportamiento desviado (H. Becker
1977:34) desde una perspectiva estigmtica,
que configura a un sujeto, por fuera del ideal
societario clasado: nio / adolescente. Se abre
as un proceso de objetivacin que hemos dado
en llamar criminalizacin social8, sostenido
por espacios hegemnicos de poder y productores de opinin.
Al acuarse la categora menor, se produce
una estigmatizacin, que opera desdibujando la
niez9, lo infantil y produciendo un efecto concreto sobre quin recibe ste rtulo. Como cuerpo social, cabe la pregunta por qu hay nios
con derechos y menores como sujetos del derecho?.
Quisiera reflexionar sobre el proceso de construccin y prdida que se da en el sujeto que recibe el rtulo menor, es en esta circunstancia
donde s operacionaliza un quiebre en su
identidad de origen, dando paso a una identidad
jurdico/ estatal que se gesta en una relacin especular con la sociedad.
Se produce un nuevo sujeto cultural desde un
socio centrismo de clase, y se pierde la condicin de la infancia/ adolescencia, como etapa
evolutiva/ formativa del crecimiento. Esta nueva rotulacin de menor, advierte la judicializacin y criminalizacin social, esta forma de denominacin, impacta en las actitudes: est dentro de la gida jurdico estatal y por fuera de los
lmites sociales ordinarios, se instaura una visibilidad social, dicho esto en trminos de Foucault.10
Deseo contrastar aqu el imaginario colectivo
que evoca la palabra nio (alguien pequeo,
proteccin, juego, escolaridad, inocencia, etc.),
menor, judicializacin, criminalizacin, en el
nuevo campo simblico que se opera; estas caracterizaciones impiden pensarlo y verlo como
tal. Everett C. Hughes (1945)11 observa que la
mayora de los status atribuidos tienen una caracterstica clave que sirve para sealar aquellos
que pertenecen de aquellos que no pertenecen a
l. As, si consideramos menor como status
principal, en nuestros sujetos, al ser judicializados, son tambin transgresores, de los cuales la
sociedad espera ciertas conductas acordes a su
status principal y ciertas caractersticas que los
distingan socialmente, (residente en zonas marginales, vagabundo, pendenciero, peligroso,
etc.) Al respecto Everett C. Hughes aclara:
...A posse de uma caracterstica desviante pode ter um valor simblico generalizado, de tal
forma que as pessoas supem automaticamente
que seu portador possui outras caractersticas in-
Notas y referencias
Notas:
1. Trabajo presentado en. la i ConFEREnCiA DE
LA RED LATinoAMERiCAnA DE AnTRoPoLoGiA jURDiCA. SECCin PER- AnTRoPoLoGA Y DERECHo: RUTAS DE EnCUEnTRo Y
REFLEXin Lima, 7, 8 y 9 de febrero de 2001Local: instituto Riva-Agero Pontificia Universidad
Catlica del Per Caman 459, Lima
2. ...El trmino menor de larga utilizacin en el
sentido comn, en la prensa y as mismo en la investigacin cientfica, tiene un origen poco noble. Acuado
en Brasil por la medicina legal y reconocido por el
derecho pblico para dividir la poblacin entre
responsables e irresponsables, con un segundo criterio
de discernimiento moral y desenvolvimiento psicolgico, su empleo se generaliz para designar, un
tipo especfico de nio/joven (sumamos nuestra
perspectiva) procedente de las clases populares, en
situacin de miseria absoluta, expulsada de la escuela
desde la tierna edad, que hace de la calle su habitat, y
lugar privilegiado de reproduccin cotidiana e inmediata de su existencia. se trata de un nio/joven cuya
existencia social y personal es reducida a la condicin
de minoridad, pasible por consiguiente de intervencin saneadora de las instituciones policiales de
represin y de las instituciones de asistencia y de
reparacin social. Para un conocimiento de la historia
del concepto, ver Correa (1982) Una crtica a la utilizacin del concepto en la investigacin en Ciencias
Sociales, en Alvin & valladares (1989),en Adorno,
S.1993, p. 184. (nuestra traduccin del portugus)
para ampliar. Eugenia Ruiz Bry Xii Congreso
internacional Derecho consuetudinario y Pluralismo
legal desafos en el Tercer Milenio Simposio iv:
Estado, Leyes del Estado, y Constitucin del Estado
El laudo antropolgico, la pertinencia de su inclusin
en el tratamiento de la minoridad en riesgo vitalArica- Chile 13/17 marzo 20003. En muchos sentidos la etnografa/antropologa es
la forma ms bsica de investigacin social.(negrita
nuestra, como sinnimos) no solo tiene una larga
Historia (Wax, 1971) sino que tambin guarda una
estrecha semejanza con la manera cmo la gente otorga sentido a las cosas de la vida cotidiana. Algunos
autores ven en ello su fuerza bsica, mientras otros lo
ven como una importante debilidad. La etnografa a
sido a veces descalificada como impropia para las
ciencias sociales porque los datos e informacin que
ella produce son subjetivos, meras impresiones
idiosincrsicas que no pueden proporcionar un fundamento slido para el anlisis cientfico riguroso (...)
Realmente, debe rechazarse la nocin de una ciencia
de la vida social que explica el comportamiento
humano en trminos causales.
Todas las investigaciones sociales sienten la tensin
entre, de un lado, concepciones modeladas por las
prcticas de las ciencias naturales, y, de otro, por ideas
277
sobre la especificidad del mundo social y sus implicaciones respecto a la forma como ste debera ser estudiado. A menudo esta tensin se presenta como una
eleccin entre dos paradigmas en conflicto... adems
de que, con frecuencia, son varios los nombres dados
a estos paradigmas, existe una considerable superposicin de contenidos entre los diferentes estudios sobre
el tema. Siguiendo la mayora de los estudios precedentes llamaremos a estos paradigmas de positivismo y naturalismo, el primero privilegiando los
mtodos cuantitativos, el segundo promocionando la
etnografa como el mtodo central, si no el nico legtimo de investigacin social. Hammersley, M y
Atkinson, P ; pgs 15 y16; citado por Eugenia Ruiz
Bry en Mezclando Tcnicas: la investigacin interventiva; en prensa- mayo de 19994. ...la ley Argentina contempla desde la visin de lo
jurdico tres instancias para calificar el tipo de guarda
que debe recibir el menor: menores de diecisis aos,
absolutamente inimputables, pero deben ser sometidos
a ciertas mediadas de proteccin. Mayores de diecisis
aos y menores de dieciocho aos, no son responsables al tratarse de infracciones privadas pero si de
accin pblica. Menores entre dieciocho y veintin
aos son totalmente imputables, pero deben ser recluidos en establecimientos especiales ... (Rico, j.M.,
1985:274)
5. El caso ms comn de las familias incompletas es
de las familias matrifocales, esto es, formadas bsicamente por madres e hijos, en las cuales la presencia de
un cnyuge tiende a ser temporaria e inestable.
Sabemos que este tipo de familia es muy comn en las
clases pobres de la poblacin. (trad. del portugus de
Perspectivas antropolgicas da mulher 3, de Durham
E. R., 1983:30)
6. nos referimos a la niez adolescencia pobre, (comprendidas entre los tres a diecisiete aos), propia de la
vida urbana; que ofrecen su fuerza de trabajo en
actividades laborales, haciendo uso de la posibilidad
que el medio le permite y en la que lo ubica; en una
precaria y espontnea organizacin, por la que recibe
a cambio una recompensa pecuniaria a voluntad de
quin acepta el servicio- categora de produccin
propia
7. Categora de produccin propia.
8. Subyace en este posicionamiento una intencionalidad de asociar parmetros antropomrficos en una
recuperacin de la teora Lombrosiana: ...el criminal
pertenece a una clase de individuos predestinados para
el crimen y reconocible por sus caractersticas fsicas
anormales... y un dejo de evolucionismo social que
califica al individuo por su desarrollo evolutivo en la
sociedad, infiriendo a nivel particular el alcance o no
de parmetros signados en grados de aptitud, en
relacin a una norma establecida por un grupo que
legifera y dictamina la normalidad, descontextualizada de los procesos econmico- sociales que a nivel
macro coadyuban en la socializacin, produccin y
reproduccin del sujeto.
9. Uso niez por oposicin a menor, intentando reconstruir la pertinencia de la niez que queda desdibujada
en un proceso de construccin de identidad social,
propio de la vida urbana que se trastoca en marginalidad. Eugenia Ruiz Bry en Espacio urbano y nios en
la calle- Revista de Estudios Sociales y Polticos n 3Editada por la Casa de Estudios Sociales y PolticosRosario- 1998
10. Para ampliar FoUCAULT; VigilaryCastigar
11. EvERETT, C. Hughes Dilemmas and
Contradictions of status en American journal of
Sociology. L. Marzo, 1995; citado por Howard Becker
en Eugenia Ruiz Bry -Tesisdelic.AntropologaFac.
humanidadesyArtes- UnR- Rosario- Argentina- 1996
12. EvERETT C. Hughes idem op. cit. ...El poseer
una caracterstica desviada puede tener un valor simblico generalizado, de tal forma que las personas
suponen automticamente que su portador posee otras
caractersticas indeseables asociadas a ella... (nuestra traduccin)
13. Para ampliar ver: MoRn, G: Introduccin al
Pensamiento Complejo. Ed. Gedisa- BarcelonaEspaa- 1994
14. ...ciertamente, no hay una correlacin mecnica e
inmediata entre pobreza y delincuencia. Se sabe que la
mayor parte de los chicos pobres presionados a asegurar la propia existencia y la de sus padres, en el mercado de trabajo, no toman por esos caminos. Apenas
una pequea porcin, en circunstancias tan fortuitas
como fortuitas son las fronteras que diferencian el
orden pblico de las ilegalidades. A diferencia de sus
iguales esos chicos encuentran delante de si una multiplicidad de contactos, de personas e instituciones que
abren para ellos la oportunidad de convertirse en
menores., de inscribir su historia a la par de la historia de las instituciones de control pblico. Sobre esa
ptica se cruzan dos historias: de un lado la historia
biogrfica de nios y jvenes que optan por la construccin de una identidad y carrera delincuente; de
otro, la historia de lo punitorio, vale decir la historia de
las instituciones policiales, de los tribunales de justicia
y de las instituciones de bien estar del menor. El
problema del menor, en la sociedad brasilea, es
tanto el resultado del funcionamiento de esas instituciones, del modo por el cual el poder pblico operacionaliza sus funciones represivas y de reparacin
social, como el modo por el cual se establecen las relaciones y los vnculos de dependencia entre ese segmento de la poblacin joven y aquellas instancias
polticas... Adorno,Sergio-1991 (nuestra traduccin)
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279
281
dad, respectivamente.14
En respuesta a la falta de prediccin de la
accin -porque la accin se realiza en un mundo
donde los otros tambin actan y porque nadie
puede garantizar quin ser en el futuro-, la facultad de hacer y mantener promesas permite establecer islas de seguridad a partir de las cuales los hombres pueden seguir permaneciendo
juntos y disponer del futuro como si fuera el
presente.15 Asimismo, la facultad de perdonar
permite remediar el carcter irreversible de los
procesos desatados por la accin, interrumpiendo de esta forma el sufrimiento que estos mismos pueden suscitar.
Al igual que la accin, estas dos facultades requieren de la pluralidad. Ellas, como la accin,
carecen de realidad sin la presencia de los otros:
nadie puede perdonarse ni sentirse ligado por
una promesa hecha nicamente a s mismo.16
Hay, por ltimo, una tercera caracterstica frustrante de la accin: su futilidad. Para la cual
Arendt destaca la solucin creada por los griegos: la misma polis (por polis, no se refiere al
mbito fsico de la ciudad-estado ya que su verdadero espacio se extiende entre las personas
que viven juntas... , sin importar dnde estn).
Cuya organizacin considera como una suerte
de recuerdo organizado,17 en tanto permite
que la accin y las historias que resultan de ella
se vuelvan imperecederas.
Cul es la relacin entre accin y libertad?
En oposicin a la identificacin entre libertad
y libre albedro, propia de la tradicin de pensamiento occidental, Arendt plantea que la libertad
no se basa en la eleccin entre alternativas ya
dadas sino en el inicio de algo nuevo.18 Pero la
libertad circunscripta al comienzo de algo nuevo
(que se corresponde con la nocin Kantiana de
espontaneidad) es an prepoltica. Esta libertad
puede persistir incluso bajo condiciones de aislamiento (como en el caso de una tirana, no as
en un rgimen totalitario, que tiende a eliminarla de todos los mbitos de la existencia humana), hallndose presente en la produccin de objetos mundanos (includos los objetos artsticos),19 aunque no slo en ellos. Arendt tambin
afirma que en todas las actividades humanas podemos encontrar signos y huellas de libertad.20
En otras palabras: un elemento de accin, y por
tanto de natalidad, es inherente a todas las actividades humanas21. Se trata, como bien dice la
frase, de un elemento de accin y no de la accin en s misma (falta la presencia de los otros
que concurren para ayudar a realizar lo que alguien ha comenzado), como tampoco se trata de
la libertad sino de la libertad en tanto comienzo.
La libertad, en cambio, requiere para aparecer
de un espacio pblico polticamente garantiza-
do.
Al situar la libertad en el espacio poltico,
Arendt se opone a la tradicin filosfica que
considera a la interioridad como su lugar y a la
creencia derivada de la teora poltica de los siglos Xvii y Xviii, reforzada por la experiencia
totalitaria de que la libertad comienza donde
termina la poltica.22
Para Arendt, la libertad no es el fin de la poltica como se concibe en la Epoca Moderna, sino que constituye el sentido de la misma.23
Arendt aclara que, a diferencia del fin de una actividad que slo puede aparecer cuando sta ha
culminado, el sentido es inherente a la accin,
manifestndose slo mientras ella dura.24
Con la irrupcin de la sociedad que acontece en la poca Moderna, el espacio pblico
llega a ser ocupado por la esfera de la vida y de
la propiedad, relegando la poltica a la funcin
de un mero medio para garantizar una libertad
que se considera situada en dicha esfera. Por el
contrario, en tiempos de la polis la liberacin
de los imperativos de la necesidad, localizados
en la esfera privada, era la condicin necesaria
para acceder al espacio poltico en donde se
ejerca la libertad. Esta consista para los griegos, a diferencia de la relacin de subordinacin
existente en la esfera privada, en el trato que poda establecerse entre iguales, sin dominar ni
ser dominados, ni servirse de la coaccin y de la
violencia. Medios que aunque pudieran ser utilizados para defender y mantener el espacio poltico no eran considerados en s mismos como
polticos.25
Por otra parte, dicha libertad era para los griegos la condicin necesaria para la libertad de
hablar, la cual se conceba no como el derecho a
decir lo que se quisiera, sino como la posibilidad
de hacer visible la objetividad del mundo, a partir de la multiplicidad de perspectivas que ofrecen quienes se encuentran en un espacio pblico.26
Arendt explora otro aspecto del significado de
la libertad, utilizando una analoga que proviene
de las artes interpretativas -sin por ello dejar de
tener como referencia la experiencia de la polis.
Se trata de la nocin de virtuosismo (que, segn
Arendt permite expresar mejor el significado del
concepto de virtu, de Maquiavelo -que denota la
excelencia con que se responde a las oportunidades del mundo), cuyo significado ilustra la libertad como elemento inherente a la accin.
Evidentemente, a diferencia del trato entre
iguales, cuyo significado se establece negativamente, por oposicin al trato asimtrico propio
de la dominacin, la nocin de virtuosismo permite transitar un aspecto ms positivo del significado de la libertad.
Arendt afirma que el objetivo de la poltica es
283
trabajo y la labor, se basa en la opinin prefilosfica caracterstica de la polis. Para dicha opinin, la accin ocupa el rango ms elevado por
ser la condicin de la vida poltica.34 Conforme
a esta concepcin, Arendt afirma que el uso que
ella efecta de la expresin vitaactiva contradice la propia tradicin de pensamiento filosfico
y religioso, ya que en sta dicho concepto adquiere su significado de una experiencia que en
la misma se juzgaba ms elevada: la vita contemplativa(cuya invencin se remonta a la escuela socrtica, siendo luego reformulada por el
cristianismo).35 Desde el punto de vista de la vitacontemplativa, las distintas actividades que se
dan en el interior de la vitaactivaaparecen como los requerimientos que la hacen posible; por
consiguiente, son situadas a nivel de la necesidad, perdindose con ello las distinciones y articulaciones que existen entre las mismas. indiferenciacin que persiste en la poca Moderna,
pese a la inversin que se da en ella de la jerarqua tradicional entre vita contemplativa y vita
activa,36 y el posterior ascenso de la labor a la
posicin ms elevada en el interior de esta ltima. Dicha actividad era la ms despreciada en
tiempos de la polis, y Arendt, en concordancia
con esta valoracin, denomina animal laborans al sujeto de la misma.
Este anlisis histrico de la valoracin que fueron adquiriendo, en distintos perodos las diferentes actividades de la vita activa tiene como
presupuesto que cada actividad posee un determinado mbito para realizarse que puede ser
pblico o privado, segn requiera mostrarse u
ocultarse respectivamente fuera del cual las
mismas pierden un sentido que le sera propio.
Lo que por cierto ocurre con las diferentes valoraciones que han acontecido en los momentos
histricos citados (predominio de la vita comtemplativa; ascenso de la labor), que contradicen el orden jerrquico prefilosfico, que
Arendt, segn vimos, ha tomado como referente.
Ya hemos visto que la accin para Arendt se
corresponde con la condicin humana de pluralidad. En el caso de la labor y del trabajo se trata de la condicin humana de la vida y de la
mundanidad, respectivamente. A diferencia del
trabajo, que produce objetos de uso, que se caracterizan por su durabilidad, la labor produce
objetos de consumo para satisfacer las necesidades de la vida del individuo y de la especie. Por
ende, la labor no posee un comienzo y un fin como el trabajo, que culmina una vez terminado el
objeto fabricado, ya que se trata de una actividad repetitiva, que se corresponde con la circularidad propia de los ciclos de la naturaleza. Dada su inmutable e inmortal repeticin,37 a dichos ciclos les son ajenos el sentido del naci-
miento y de la muerte, tal como pueden concebirse desde la perspectiva del mundo, para la
cual la vida no sigue un movimiento circular sino lineal. Slo desde este punto de vista los procesos naturales pueden considerarse como crecimiento y decadencia, y se hace perceptible el aspecto destructivo y devorador de la labor y del
consumo.38 Consumo que, en tanto es parte de
dicho movimiento cclico, constituye tambin
una etapa de la labor. Pero desde el punto de vista de la naturaleza, es el trabajo el que ejerce
violencia al impedir que la materia que le arranca a sta vuelva a fundirse en su propio metabolismo.39
Asimismo, slo el fabricante el homofaber
es dueo de s mismo y de sus actos. A diferencia de la labor, el trabajo no est sujeto a las necesidades de la vida. En contraste con la accin,
esta actividad no depende de la presencia de los
otros, ya que puede ser realizada en aislamiento.40 Por lo tanto, el trabajo aparece como
opuesto a las caractersticas frustrantes de la accin ms arriba mencionadas: es previsible, posee un autor, y es reversible (es posible destruir
los objetos producidos). Este contraste respecto
de las caractersticas referidas lo ha hecho susceptible de ser utilizado como modelo de gobierno desde el mismo surgimiento de la filosofa poltica, pese al desprecio de que era objeto
en la antigedad (aunque no en la misma medida que la labor). Las formas de gobierno que se
basan en la sustitucin del actuar por el hacer
(que, segn Arendt, pueden ir de la tirana a las
democracias donde la mayora se transforma en
monarca) pueden obtener ventajas en el corto
plazo: la estabilidad, seguridad, y productividad pero, a la larga, estn condenadas a una
prdida de poder, ya que ste deriva nicamente
de la esfera de la accin, la cual tiende a ser abolida en este tipo de gobiernos. La violencia, que
como hemos visto es una categora propia de la
fabricacin, puede destruir el poder pero no puede crearlo, ni puede existir por consiguiente, una
violencia que sea legtima.41
Por otra parte, Arendt plantea la inadecuacin
de las categoras de medios y fines propias de la
fabricacin para regir la esfera poltica, ya que
una vez que estas categoras son aceptadas nada
puede impedir que se use cualquier medio para
lograr los fines buscados.42 Pero, adems, el fin
-al ser un objeto de uso- nunca es un fin en s
mismo sino que, a su vez, se convierte por su
utilidad en un medio para otro fin. Por ello, no
existe un principio ltimo que pueda justificar
esta cadena de medios y fines regidas por la utilidad.43
En oposicin a esta intromisin de la fabricacin en la esfera pblica, Arendt propone como
respuesta a las calamidades de la accin, re-
medios que se sitan a nivel de la accin (la facultad de perdonar y la de mantener promesas,
que ya hemos visto). no obstante, considera que
lmites y fronteras, cuya construccin deriva de
la experiencia de la fabricacin, contribuyen a la
constitucin de la esfera pblica al ofrecer una
relativa proteccin al carcter ilimitado de la
accin.44 Asimismo, seala que la accin y el
discurso, no podran trascender su propia futilidad si no fuera por los productos ms duraderos
e intiles que produce el homofaber: las obras
de arte. Las proezas humanas, luego de ser vista
y oda por quienes pueden recordarlas, deben
materializarse, transformarse en cosas mundanas, para perdurar en el tiempo. no obstante, la
autora distingue el carcter pblico de los objetos producidos, que requieren para destacarse de
la luz de dicha esfera, del carcter privado de la
actividad que los ha producido, cuya realizacin
se debe efectuar en aislamiento.45 Por otra parte, el fabricante, aunque de forma indirecta, no
deja de estar junto a los dems a partir de los objetos que aade al mundo. En cambio, el animal
laborans se halla solo con su cuerpo frente a la
necesidad de mantenerse vivo. La reduccin del
hombre a este estado es caracterizada por
Arendt como la experiencia de soledad, a la cual
relaciona con la situacin de desarraigamiento
y superfluidad46 en la que, se encuentran las
masas a partir de la revolucin industrial. Para
Arendt, el totalitarismo se basa en esta experiencia vivida por las masas modernas, logrando
profundizarla y generalizarla en un grado extremo. En este rgimen no se trata slo del aislamiento que hasta puede llegar ser propicio para la fabricacin al que conducen las tiranas
cuando en ellas se devasta el espacio pblico sino que tambin se da la destruccin de la esfera
privada y, con ella, de la capacidad de aadir
algo propio al mundo.47
Cabe agregar, que an si el animallaborans se
encuentra acompaado, no constituye entre sus
pares una pluralidad, ya que en ese caso, todos
trabajaran como si fueran uno y, por consiguiente, nadie podra mostrar su individualidad.
De all que, para Arendt, la labor no es simplemente no poltica como el trabajo, sino que se
trata de una actividad antipoltica.48
El carcter antipoltico de la labor tambin se
manifiesta cuando, segn Arendt, dicha actividad irrumpe en la esfera pblica, con el mencionado ascenso de labor en el orden jerrquico de
la vitaactiva, durante la Epoca Moderna. A partir de la emergencia de la sociedad esta actividad
pasa del pasa del mbito familiar y privado a ser
el objeto de una administracin pblica que encuentra en la burocracia su forma ms representativa.49 La Sociedad, por consiguiente, excluye
la posibilidad de la accin esperando de los in-
285
De manera similar a lo dicho ms arriba, respecto de la visibilidad que slo los dems tienen
del quien, Arendt plantea que el pleno significado de la accin slo se revela al narrador,
permaneciendo oculto para el propio actor.53
Pero dicho significado slo puede revelarse
cuando la accin ha culminado. Conforme a
ello, la autora sostiene que la esencia de este
quien slo se manifiesta cuando el propio actor ha muerto. nicamente si la accin fuese
previsible podramos comprender su significado
antes que la misma pudiera terminar.
Respecto de la comprensin de asuntos polticos e histricos, Arendt considera que estos, por
ser profunda y fundamentalmente humanos,
tienen algo en comn con la comprensin de
individuos.54 Sostiene, adems, que un acontecimiento no puede ser deducido de su propio pasado; por el contrario, es l mismo el que le otorga inteligibilidad a lo acaecido, al permitir que
emerja un relato de la masa catica de sucesos
transcurridos.55 Por ello, el acontecimiento revela un comienzo y un final que sin l no hubieran podido aparecer. En otras palabras, los hechos se tornan significativos en tanto pueden integrarse en un relato, y, de esta forma, pierden
su carcter contingente y adquieren cierto significado humanamente captable.56
La posicin del narrador como intrprete del
significado de la accin es tambin desarrollada
por Arendt bajo la figura del espectador.57 Respecto de una parbola atribuida a Pitgoras
donde se compara la vida con un festival, la
autora plantea que slo el espectador est en
condiciones de comprender el sentido del juego,
por hallarse libre de las presiones de la fama y
de los intereses. Consiguientemente, puede ser
imparcial, aunque no independiente de las opiniones de los otros (lo que luego desarrollaremos al abordar el concepto de mentalidad ampliada de Kant).58 El actor, en cambio, depende del espectador en tanto que lo que a l le
preocupa es la doxa, palabra que significaba para los griegos tanto fama como opinin.
Ya hemos referido ms arriba que la polis
multiplicaba las ocasiones de ganar fama inmortal al impedir que las acciones y los discursos cayeran en el olvido, e incrementar las
oportunidades en que los hombres pudieran revelar su unicidad.
Esta preocupacin por la inmortalidad deriva,
para Arendt, de la experiencia que tenan los
griegos de un mundo en donde la naturaleza y
los dioses eran considerados inmortales. Los
hombres, en tanto son individuos y no meramente miembros de una especie (como los animales, obviamente), son los nicos mortales; ya
hemos mencionado la oposicin entre la lnea
recta que describe la vida humana y la circulari-
existencia de un poeta, como les era posible advertir a los griegos a travs del ejemplo de Homero.69
La decadencia de la polis, y las consiguientes
dudas respecto de su permanencia, contribuyeron a la actitud antipoltica de los filsofos. Actitud que se manifiesta en el desprecio de los
mismos hacia las aspiraciones de fama inmortal.
A estas aspiraciones los filsofos contraponan
su experiencia de lo eterno: la contemplacin,
que por oposicin a la pretensin de fama inmortal, requiere de un alejamiento del mundo.70
Si bien para el cristianismo slo los hombres
individuales eran inmortales, la conviccin del
carcter perecedero de las realizaciones humanas nicamente logr triunfar, y no ser simplemente una creencia religiosa, despus de la cada el imperio Romano. En ninguna poca posterir se volver a creer en que las realizaciones
de los hombres pueden durar para siempre.71 incluso en la poca Moderna, cuando, a partir de
la secularizacin, los hombres llegan a considerarse nuevamente mortales que es la condicin
para que estos deseen inmortalizarse, y se redescubre la antigedad, tampoco se podr recuperar la confianza en el mundo,72 afirma Arendt.
El concepto actual de historia surgi en cierto
perodo de transicin cuando, en los comienzos
de la poca Moderna, la visin religiosa sobre la
inmortalidad perdi su influencia en el mundo
secular sin que la preocupacin por la misma
hubiera an desaparecido.73 En este perodo de
transicin, los hombres descubrieron la inmortalidad de la humanidad, con lo cual, si bien comienzan a concebir una permanencia sin lmites
(como se expresa en las reformas del calendario
de dicho perodo), sta se subsume a un proceso
que es independiente de cualquier estructura poltica estable y que abarca a toda la humanidad.
Por consiguiente, en oposicin a las definiciones
tradicionales, termina siendo la vida lo que lo
distingue al hombre de los dems animales.74
Segn nuestra autora, a diferencia de lo que
ocurra en la antigedad, cuando se consideraba
que cada acontecimiento se revelaba en s mismo y por s mismo poseyendo un significado
general a partir de su individualidad, en la poca Moderna todo lo acaecido comienza a ser significativo en tanto forma parte de un proceso,con lo cual se da una separacin entre el
acontecimiento particular y el significado general, pasando a ser ste un atributo exclusivo del
mencionado proceso.75 De all que la secuencia
temporal haya alcanzado en dicha poca una relevancia anteriormente ignorada.76 Si bien la
historia, en su sentido moderno, logr conferirle
inmortalidad al relato sobre el pasado, los hombres ya no osaron pedir gloria inmortal para la
posteridad.77
Por otra parte, la concepcin de la historia como proceso pierde el sentido global al que aspira cuando, a partir de la ciencia y la tecnologa
moderna, dichos procesos se revelan como fabricados o potencialmente fabricados por el
hombre, minndose con ello la objetividad del
mundo.78
Retomando la pregunta inicial, habra que diferenciar dos aspectos de las relaciones que plantea Arendt entre historia e inmortalidad. Por un
lado, la perspectiva del actor, su bsqueda de inmortalidad como principio de accin o como
meta.79 Y por el otro, la tarea del narrador, de
cuya funcin depende la perennidad de las acciones humanas y el significado que es posible
atribuirles a las mismas. Dichos aspectos remitena a la pregunta que Arendt plantea como tpicamente griega : quin depende de quin? El
actor del poeta que le proporciona la fama, o el
poeta del actor, que antes debe realizar hazaas
que merezcan ser recordadas?.80
Es fcil reconocer los dos aspectos mencionados en el recorrido que hemos realizado. Del lado del actor, la bsqueda de fama inmortal aparece relacionada con la confianza en la perennidad de un cuerpo poltico particular, la polis
griega (como contra-ejemplo, puede mencionarse el vinculo planteado por Arendt entre la actitud antipoltica de los filsofos y la decadencia
de la polis). Pero, tambin, segn vimos, la concepcin de la historia como proceso, aparece como un obstculo para que los hombres procuren
gloria inmortal.
Desde el punto de vista del narrador, esta historia concebida como proceso no permite inmortalizar en tanto vaca a los hechos de su significado. Podramos agregar, que la narracin tambin se torna vana cuando la conducta reemplaza a la accin, como dice Arendt que sucede en
la poca Moderna con el advenimiento de la sociedad.81
Qu relacin se establece entre nacimiento o
comienzo y sentido?
La ya referida capacidad de inicio inherente la
accin, la posibilidad de comenzar algo nuevo
infinitamente improbable que le es propia, se
corresponde para Arendt con la condicin humana de la natalidad; es decir, con el hecho de
que el hombre, por su nacimiento, es l mismo
un nuevo comienzo82. Segn Arendt, la accin
que por definicin es incondicionada tiene en
la natalidad el origen de su propio impulso, en
tanto la respuesta al mundo de los recin llegados es iniciar algo nuevo por propia iniciativa. A
su vez, la insercin en el mundo que logra el
hombre a partir del discurso y de la accin, es
considerada por Arendt como un segundo nacimiento que le permite confirmar y asumir el he-
287
el pleno significado de la accin -como hemos visto- slo se revela cuando la misma ha
culminado dado el carcter imprevisible de la
accin.
Esta revelacin aposteriori del significado de
la accin nos lleva a preguntarnos, en el contexto de este tem, si es posible que el comienzo pudiera tener un sentido que le fuese propio, que
no tuviera que esperar a la finalizacin de la
accin, o a la aparicin de un acontecimiento
para revelarse.
Hemos mencionado una definicin de sentido:
la que Arendt plantea cuando se interroga por el
sentido de la poltica. En ella el mismo es concebido como inherente a la accin, y su manifestacin se da slo mientras dura la accin. Pero
en tanto el sentido de la poltica remite a la experiencia de la polis, puede decirse tambin que
todo sentido se vincula con un comienzo que le
dio origen.
no hemos encontrado un lugar en donde
Arendt prosiga con el desarrollo de esta definicin de sentido. Ms adelante veremos cmo
nuestra autora, en LavidadelEspritu, aborda la
nocin de sentido (Arendt se suele referir en dicho libro de forma indistinta a las nociones de
sentido y significado), pero no desde la perspectiva de la accin, sino como propio del pensar.
no obstante, creemos que podemos hallar una
conexin entre el comienzo y el sentido cuando
Arendt aborda la cuestin de la validacin de un
orden poltico nuevo. nos referimos a su nocin
de principio.
Arendt sostiene que todo origen supone arbitrariedad en tanto no puede ser integrado en una
cadena de causas y efectos ni posee un fundamento exterior que lo justifique (como habra
pretendido la tradicin poltica occidental).94 El
nico absoluto que puede para nuestra autora
otorgarle validez a dicho origen , y por ende salvarlo de su propia arbitrariedad, es el principio que el mismo conlleva. Arendt entiende la
aparicin de este principio en los trminos de su
descripcin de la accin: alguien toma la iniciativa; la forma en que realiza el comienzo inspira
a los que se juntan para terminar lo que el primero ha empezado.95
Al igual que el sentido de la accin, tal como
lo vimos en la mentada definicin, Arendt sostiene que los principios slo pueden manifestarse mientras se realiza la accin.96 La validez de
dichos principios no pierde fuerza ni se agotan
con su ejecucin. Por otra parte, esta validez tiene para Arendt un carcter universal al no estar
sujeta a grupos o personas como pueden estarlo
las motivaciones.97
Por otra parte, estos principios poseen un carcter persuasivo. Carcter que comparte con la
opinin, a la cual Arendt opone al carcter coac-
adems, al igual que la accin, incondicionadas.106 Pero por ser parte , junto con la voluntad,
de lo que la autora denomina: la vida del espritu, poseen caractersticas comunes. Ambas
precisan (al igual que la voluntad) de una deliberada retirada para hacerse presentes en el
mundo de los fenmenos. Esta retirada requiere
de una facultad comn a todas las actividades
mentales, la cual Arendt, siguiendo a Kant, denomina imaginacin, cuya tarea consiste en representar, es decir, hacer presente lo que est ausente para los sentidos.107
Pero slo en el pensar, por su tendencia a la generalizacin, hay una retirada del mundo de los
fenmenos. En el caso del juzgar, que se ocupa
de lo particular, se trata de una retirada de la
parcialidad y participacin de los intereses inmediatos. Este desinters es la precondicin de
la mentalidad ampliada necesaria para que los
hombres puedan juzgar.108 Esta nocin planteada por Kant en la CrticadelJuicio consiste en
la capacidad de pensar desde el punto de vista
de los dems.109
En La Crisis en la Cultura, Arendt sostiene
que la validez del juicio depende de la presencia
de los otros con los que se espera acordar, en
tanto la misma posibilita la consideracin de sus
perspectivas, para lo cual se requiere trascender
las propias limitaciones subjetivas. no obstante,
se tratara de una validez que se considera ...especfica, pero de ningn modo es universal.110
Las exigencias de validez no podran ir ms
all de aquellos otros en cuyo lugar la persona
que juzga se ha puesto a s misma....111
Respecto de la necesidad de la presencia de los
otros inherente al juzgar, Arendt sostiene, adems, que a partir de la facultad de la imaginacin es posible hacer presentes a los otros an
estando en aislamiento.
Por otra parte, en La Crisis en la Cultura
Arendt no se plantea los vnculos entre el pensar
y el juzgar (como en los prrafos ms arriba citados, donde el juzgar apareca como la realizacin del pensamiento) sino su oposicin. Arendt
contrapone el pensar, entendido como el dilogo
entre el yo y el m mismo, al juzgar de la referida mentalidad ampliada, cuyas races considera
que se encuentran en el sentido comn.112
Para Arendt, cada una de las actividades mentales obtiene sus metforas de distintos sentidos
corporales. As como el pensamiento se apoya
en la visin, y la voluntad en la audicin y en el
deseo (aunque ste es propiedad de todos los
sentidos), el juicio extrae sus metforas del sentido del gusto. Arendt tambin aqu se basa en la
CrticadelJuicio, cuyo su mayor problema habra sido saber cmo las proposiciones de juicio pueden... aspirar a un acuerdo general.113
Del desarrollo que hace Arendt de este proble-
289
Arendt afirma que el gusto slo puede discriminar cualidades cuando los criterios de calidad
cuya evidencia es coercitiva se encuentran difundidos125).
Por otra parte, cabe mencionar, que Arendt
tambin seala que, en oposicin al pensar, tanto el sentido comn como el juzgar manifiestan
el compartir-el mundo-con-otros,126 y, por
consiguiente, se basan en un mismo tipo de experiencia.
volviendo los Extractos de las lecciones...,
Arendt concluye este texto mencionando lo que
entiende como la mayor dificultad del juicio: el
deber pensar lo particular siendo que pensar
significa generalizar. Por consiguiente, el juicio sera la facultad de combinar misteriosamente lo particular y lo general.127 Evidentemente, slo un juzgar que no subsuma a los particulares en reglas generales puede abordar de
forma adecuada a la accin, dada la capacidad
para lo nuevo propio de la misma.
La solucin de Kant que Arendt considera como la ms adecuada es la de la validezejemplar. A parir del mejor ejemplo, se hace referencia a un particular que en su misma particularidad revela una generalidad que si no podra
ser definida (sic).128
Esta solucin puede conectarse con el carcter
modlico que para Arendt tienen determinados
casos histricos129 (Respecto de la experiencia
de la polis, Arendt sosteiene que su carcter modlico no se debe a que la misma pueda imitarse, sino porque en ella se han hecho realidad
ciertas nociones que sern determinantes para
pocas en que las que se carece de la experiencia de la poltica130).
Notas
Notas y referencias
1. AREnDT, H. LaCondicinHumana, Paidos, 1993,
Barcelona, p. 19.
2. ibid., p. 237.
3. ibid., p. 234
4. ibid.
5. ibid., p. 236.
6. ibid., p.237.
7. ibid., p. 239.
8. ibid., p. 83.
9. ibid., p. 263.
10. ibid., p. 263.
11. BEnHABiB, Sheyla. "La paria y su sombra" en
R.I.F.P, n2, Madrid, nov de 1993, p. 31.
12. AREnDT, H. La condicin humana, op. cit, p.
250. Platn, en el Estadista, abre para Arendt la brecha
entre estos dos modos de accin, archeim y prattein
(comienzo y actuacin), introduciendo por vez
primera la divisin entre "quienes saben y no actan y
los que actan y no saben, en lugar de la antigua articulacin en comienzo y realizacin". (ibid., p.293).
13. AREnDT, H. Delahistoriaalaaccin, Paidos,
Barcelona, 1995, p. 141.
14. ibid., p.311.
15. ibid., p. 321.
16. ibid., p. 312.
17. ibid., p. 261.
18. AREnDT, H. Qu es la poltica?, Paidos,
Barcelona, 1997, p. 66.
19. AREnDT, H. ibid. , p. 78.
20. AREnDT, H. Qu es la libertad op. cit., p. 182.
21. AREnDT, H. Lacondicinhumana, op. cit, p. 21.
22. AREnDT, H. QueslaPoltica?, op. cit., p.63.
23.ibid. 61-99.
24.ibid., p. 133.
25.ibid., p.69.
26.ibid., p.79.
27. AREnDT, H. QueslaPoltica?, op. cit, p. 167.
28.ibid., p. 66.
29. ibid.
30. ibid.
31. ibid.
32. ibid. , p.165.
33. AREnDT, H.La condicin humana, op. cit, p. 263.
34. AREnDT, H. "Labor, trabajo, accin" en De la
historiaalaaccin, op. cit., p. 91.
35. AREnDT, H. Lacondicinhumana, op. cit, p.31.
36. ibid., p.31-32.
37. ibid., p.133.
38. ibid., p.137.
39. ibid., p.137-38.
40. AREnDT, H. "Labor, trabajo, accin" en De la
historiaalaaccin, op. cit., p. 99.
41. AREnDT, H. Crisis de la Repblica, Taurus,
Madrid, 1973. p.154
42. AREnDT, H. La condicin humana, op. cit, p.
302.
43. AREnDT, H. "Labor, trabajo, accin" en De la
historiaalaaccin, op. cit., p. 101.
291
Barcelona, 1995.
CrisisdelaRepblica, Taurus, Madrid, 1973.
EichmannenJerusaln, Lumen, Barcelona, 1967.
Entreelpasadoyelfuturo, Pennsula, Barcelona.
Lacondicinhumana, Paids, Barcelona, 1993.
Losorgenesdeltotalitarismo, Planeta-Agostini, Bs.
As., 1994.
Queslapoltica?, Paids, Barcelona, 1997.
Sobre la revolucin, Alianza Universidad, Bs. As.,
1992.
BEnHABiB, Sheyla: La paria y su sombra en Revista Internacional de Filosofa N2, Madrid, nov.
1993.
CRUz, Manuel y BiRULEz, Fina. EntornoaHannah
Arendt, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid,
1994.
LAFER, Celso. Lareconstruccindelosderechoshumanos, FCE, Mxico, 1994.
YoUnG-BRUEHL, Elisabeth. Hannah Arendt, Alfons el Magnnim, valencia, 1993.
293
295
Pero en 1955 aquel instante histrico de abundancia haba pasado, sin que Pern hubiera
sabido aprovecharlo para poner en marcha un
efectivo proceso de crecimiento nacional.
Lo que conmovi definitivamente los fundamentos del rgimen fue el conflicto de Pern
con la iglesia catlica que vena producindose
desde fines de 1954.
El conflicto con la iglesia fue visto como una
agresin hacia los sentimientos religiosos del
pueblo argentino catlico, entre los que se
encontraban la mayora de los hombres de
armas.
El diario rosarino LaCapital titulaba el 13 de
junio "El sentir popular condena con indignacin los vandlicos desbordes oligarcoclericales"
Era inevitable pues, que las Fuerzas Armadas
vivieran como una incongruencia intolerable el
hecho de que Pern, pretendiera apoyarse en
ellas para enfrentarse despiadadamente a lo que
haba sido hasta ese momento el otro pilar fundamental: la iglesia.
As entonces, se lleg al 16 de junio de 1955
y se produjo el bombardeo a la Casa Rosada y a
otros sectores de la ciudad, que provoc cientos
de vctimas inocentes, la mayora simples
transentes, con la intencin de conformar una
junta de gobierno provisoria. A la sublevacin
militar se le contest con la quema de iglesias.
Ambos episodios reflejaban la profunda grieta
que divida a la sociedad.
"MovilizadoporlaC.G.T.elpueblodeRosario
gan la calle en magnfica prueba de lealtad"
deca el titular a ocho columnas del diario
rosarino al da siguiente. Las crnicas no
escapaban de los sentimientos instalados en la
calle como "un inmenso colector de la indignacinciudadana" y con el grito callejero de
miles de rosarinos que emergan de la nueva
clase obrera: "LavidaporPern!" Como resultado de las migraciones internas, se haba constituido alrededor de la ciudad un conjunto social
de caracteres muy diferentes a los del suburbio
tradicional. Poblaban los suburbios los nuevos
obreros industriales, que provenan de las
provincias del interior y que haban cambiado
su miseria rural por los mejores jornales que le
ofreca la naciente industria. Ellos, en su gran
mayora, eran los que estaban en la calle: "La
vida por Pern!".
El contrato de lectura
Todo soporte de prensa contiene su dispositivo
de enunciacin. En el caso de la prensa escrita,
Eliseo vern denomina a este dispositivo como:
contratodelectura.
El hecho de que un mismo contenido, en un
mismo campo temtico pueda ser tomado a
297
modernoyanopermitesemejanteretroceso,de
lamismamaneralosquepiensanquevolvemos
a un demo-liberalismo capitalista y burgus,
que ha sido superado por los tiempos"(La
Nacin, 26/11/1972)
Regresa a Madrid un mes despus dejando
orquestado el acuerdo multipartidario y habiendo formado el Frente justicialista de Liberacin
que populariza el lema "Cmpora al gobierno,
Pernalpoder".
Notas y referencias
1. LUnA, F. "Historia integral de la Argentina".
Buenos Aires. Planeta. 1995.
2. BEnvEniSTE, E. "Problemas de Lingstica general" Mxico .1977 Siglo XXi
3. SiGAL, S, vern. E.,"Pern o Muerte" Buenos
Aires. Legasa .1995
4. MAinGUEnEAU, D. "introd. a los mtodos de
Anlisis de Discurso" Bs.As. Hachette 1976
5. vERn,E." Cuando leer es hacer: La enunciacin
en el discurso de la prensa escrita" Trad. Lic. Lucrecia
Escudero, Pars 1985
6. vERn, E. "El anlisis del Contrato de Lectura: un
nuevo mtodo para los estudios de posicionamiento en
los soportes de los media " Trad. Lucrecia Escudero,
Pars 1985.
7. SiGAL, S. vern, E. "Pern o Muerte" op-Cit.
8. DEL FRADE, C. "La Resistencia, , Crnica de una
pasin rosarina." Texto y video. Rosario 1998.
299
Estos simples disparadores, fragmentos siempre inconclusos aunque provocadoramente conclusivos algunos de ellos, son un intento ms
por recuperar la idea de producir construcciones
propias (de todos y cada uno) hacia el destierro
de las actitudes reproductivistas y adhesiones
ciegas a tal o cual escuela, tal o cual autor...
Todo fragmento es destructible en tanto tal, y
porsupuesto mutable. Espero que este humilde
aporte pueda seguirse de otros, cruzarse, atravesarse...convertirse en multiplicador de voces,
pues las voces nos son imprescindibles para llamarnos trabajadores de las ciencias sociales, sea
cual fuere nuestro lugar de insercin.
La sociedad de mercado
En una sociedad donde el mercado es ms
mercado (marcado) que nunca, la tradicional divisin operada por la economa: BiEnES/SERviCioS, ha llegado a tener poca razn de ser, o
al menos merece ser reconceptualizada.
Acaso en esta poca los servicios no hayan sido revestidos de las viejas propiedades de los
bienes?
En cierta forma los servicios se han transmutado en bienes sin objetualidad, al menos son tan
tctiles como intangibles.
Antes era la preocupacin por el desplazamiento del hombre por la mquina (preocupacin que hoy, en ciertos medios laborales, an
subsiste). Ahora todo un mundo de servicios, un
mundo de soluciones al instante(no siempre
soluciones ni con demasiada celeridad), de mediaciones a la vez concretas y etreas, nos seducen.
El mundo actual ha logrado instalar la percepcin del hombre como herramienta en procura
de bienes-servicio o de bienes-objeto. El hombre para, en lugar del hombre con, en la metfora citada por L. Sfez. El hombre del cual no tenemos registro. El hombre instrumental, del que
ni siquiera intentamos conocer el nombre, pues
301
Estetizacin.
De qu tipo?
Esttica de la muerte que sacude las calles,
pantallas y espacios privados. Estetizacin poltica y estetizacin de la poltica. Paisaje des-humano producido por hombres para los hombres
(no s por qu esta frase me
recuerda a otra muy escuchada).
Marginalidad funcional, pobreza funcional,
violencia funcional, distraccin funcional, virtualidad funcional...lucha funcional.
Recuerdo alguna vez haber escuchado a uno de
los denominados burcratas sindicales, agradecer a su oposicin (de izquierda) el arduo empeo en denunciar y generar actos de repudio
hacia las acciones constrictivas de la empresa.
ni siquiera el espejo puede ser medio de reconocimiento. Ms all, o ms ac, el otro espejo
construye imgenes a nuestra imagen y semejanza, nos duplica, nos suplanta. Ya no necesitamos opinar de nada. no tenemos que molestarnos en tomar decisiones.
Ahora que el Boullevard ya no es el mismo,
y an mediando cierta nostalgia, buena dosis de
impotencia y molesta confusin, entre la sensacin de alivio producida por el desmantelamiento de varios mitos, ritos y linealidades, parecen brotar nuevos mitos. Es como si vivir sin
ellos fuera insoportable.
Es cierto, ya no tenemos de nuestro lado el
progreso, ya nada es tan fcilmente medible, delimitable ni previsible, pero, aunque la cuestin
de la verdad sea an cuestionable, tenemos un
manojo de certezas, algunas hiptesis, cierta dosis de deseo y un gran cmulo de preguntas. Tal
vez ahora, en algn sentido, podamos sentirnos
ms vivos...a pesar de la nostalgia.
Pues bien, no es tan nocivo un poco de insomnio.
Pies descalzos,
escalando montaas de cartn y latas vacas
mezclados con tridimensin virtual
ESC
303
Notas y referencias
En este conjunto de fragmentos no puede obviarse
mencionar algunos autores de lugares diferentes como
lo son: Marshall Mc Luhan, Michel Foucault, j. Baudrillard, Edgard Morin, Marshall Berman, iain Chambers, j. Martn Barbero... entre los ya mencionados.
a
S
Notas
alumnos
a
"Encuantoalmotivoquemeimpuls,fue
biensimple.Esperoque,alosojosdealgunos,
puedabastarporsmismo.Setratadelacuriosidad,esanicaespeciedecuriosidad,por
lodems,quevalelapenadepracticarcon
ciertaobstinacin:nolaquebuscaasimilarlo
queconvieneconocer,sinolaquepermitealejarsedeunomismo".Michel Foucault 2
El e-mail, no es simplemente un nuevo medio,
sino que genera un modo nuevo de comunicacin, con sus propios cdigos y maneras de
apropiacin. ste, se retroalimenta de sus predecesores (fax, telfono, correo convencional): llega con la inmediatez de una llamada telefnica,
y reproduce la informacin como un fax; adems tiene ventajas sobre sus precursores, su costo inferior, puede utilizarse a cualquier hora del
da, en cualquier momento, ms all que el destinatario se encuentre conectado o no.
Las universidades, de un tiempo a esta parte,
han sumado la opcin de que tanto su cuerpo docente como estudiantil tengan acceso a la red de
redes, lo cual a su vez implica la posibilidad de
la comunicacin va e-mail. Ante esto nos preguntamos: Qu usos hacen los docentes de su
casilla de correo institucional y cmo la utilizan
en relacin con los alumnos?
A partir de los interrogantes mencionados, nos
interesamos en comprender de qu manera se articulan, dentro de la Escuela de Comunicacin
Social, el e-mail con el uso y apropiacin que de
l hace el cuerpo docente.3
De ah, que nuestra atencin se centr en cmo
este cambio interviene en la relacin y comunicacin del docente y el alumno, especialmente
en las consultas. Muchas veces, stas se ven interferidas por paros, asuetos o ausencia de los
profesores, o hasta la imposibilidad de parte del
alumno de asistir en el horario de la consulta.
Cabe aclarar que nos posicionamos en un concepto de tecnologa, no slo entendido como
aquellos objetos que podemos adquirir, o una
actividad en la que algunas personas son competentes y otras no. Portecnologa,entendemos
todas aquellas conversaciones que ocurren a
nuestro alrededor, en las cuales inventamos
nuevasprcticasyherramientasparaconducir
lasorganizacionesylavidahumana4 .
Definiendo el hacer investigativo
La metodologa diseada a los fines de esta investigacin, cuenta con tcnicas de ndole cuantitativas y cualitativas.
Por un lado, la indagacin emprica consisti
en la realizacin de una encuesta que en primera instancia se pens para ser distribuida a los
docentes va e-mail. El objetivo era: comprobar
cul es el uso concreto que se hace de este medio; es decir, intenta ser un primer acercamiento
a la relacin que establece el docente con el email. Sin embargo, no todos los docentes de la
Escuela posean una casilla de correo electrnico5, por lo cual, una parte de los encuestados
fueron abordados personalmente con un nuevo
cuestionario.
En una segunda etapa, la tcnica cualitativa
utilizada fue la entrevista abierta, realizada a casos testigos que respondan a categoras surgidas
de las encuestas.
311
sino al que se le suma el docente. La experiencia con ctedras que pusieron en marcha dicha
metodologa, confirma la factibilidad de la proposicin.
Esto nos ayuda a pensar en la transformacin
del papel de los profesores, quienes dejaran de
ser un sujeto transmisor de un conocimiento
acumulado para pasar a ser un orientador, un
gua, que va indicando al estudiante el camino a
seguir para llegar a sus objetivos y a sus preferencias personales. Es decir, supone del docente,
la capacidad de encontrar, consultar, seleccionar
y analizar fuentes de conocimiento y transmitir
a cada alumno aquello pertinente a lo que necesita para desarrollar su perfil profesional.
Cabe aclarar que las tecnologas potencian distintas relaciones, pero que esto depende del uso
y del hbito, es decir, de la manera, en este caso,
en que los docentes se apropian del CCE9. Lo
cual implica una transformacin, y el desarrollo
de nuevas capacidades. Se debe afrontar, por lo
tanto, que como todo cambio, provoca en quienes participan de l, dudas e incertidumbres que
muchas veces devienen en obstculos.
otra de las cuestiones que entran en juego en
el debate actual, es el presupuesto de que tal vez,
frente a la horizontalidad de las relaciones que
plantea el uso pedaggico del e-mail, el docente
se sienta "disminuido". A esto, Miguel ngel
Prats Fernndez10, responde que generalmente:
"creemosqueelmaestronosesientenidisminuido ni engrandecido. El docente tiene como
finalidad velar por la formacin de sus alumnos. Las nuevas tecnologas pueden complementaryayudar".
Analizando los datos recogidos
De los datos recogidos llegamos a conclusiones relacionadas con dos ejes principales: uno
vinculado con los recursos humanos, o potencialidades del uso del e-mail por parte de los docentes, como herramienta pedaggica; y otro
que remite a los recursos tecnolgicos disponibles en la Escuela de Comunicacin Social.
El primer factor, refiere a los recursos humanos (entendiendo por ello a los docentes de la
Escuela de Comunicacin Social) y a la predisposicin de los mismos sobre el tema.
La Escuela cuenta con 123 docentes de los
cuales el 72,4 % (89 personas) son de dedicacin simple11 , por lo cual deben otorgarle a la
institucin 11 horas semanales. Sin embargo, es
necesario rescatar, que fueron los docentes de
carga simple los que en mayor promedio respondieron la encuesta realizada por e-mail, y los
que no respondieron son en general de carga exclusiva o semiexclusiva, titulares de ctedra (es
decir, con capacidad de decisin en la Facultad).
Las caractersticas del fenmeno analizado
Notas y referencias
1. El siguiente informe es producto de una investigacin realizada dentro del marco de la ctedra
"Tecnologas Comunicacionales" de la Licenciatura
en Comunicacin Social.
Su objetivo general apunta a dilucidar las relaciones
que se establecen entre los docentes de la Escuela y el
uso del e-mail como herramienta pedaggica.
2. FoUCAULT, Michel. "El uso de los placeres" en
Historia de la Sexualidad, Tomo 2 , veintiuno
Ediciones, 1986, Espaa.
3. El e-mail forma parte de las tecnologas de informacin y comunicacin, que son consideradas como
un espacio de encuentro; en el campo de la educacin,
posibilitan que el docente, "seamsunentrenadorque
unconferenciante,queseamsuncompaeromayor
yconmsexperienciaqueunlderreconocido" (DE
RoSnAY, jol. El hombre simbitico, introduccin:
"La Historia y la naturaleza", pg. 22, pp. 3).
4. Citado por Alejandro Piscitelli; Ciberculturas,enla
era de las mquinas inteligentes, Cap.2 , 1995
Editorial Paids.
5. Sobre 123 docentes, el 79,7% posee CCE, mientras
que el 20,3% restante, no.
6. Miguel ngel Prats Fernndez (en lnea) ,
http://www.contenidos.com
7. Por TiCs se entiende aquellas que conjugan el uso
de la informtica, las telecomunicaciones y la tecnologa audiovisual: sistemas informticos, servicios
telemticos, soportes pticos, soportes multimediales,
entre otros.
313
315
Posmodernidad:
El fantasma de la Razn
Por Viviana Sandra Here
Trabajo final presentado a la ctedra de Seminario I de la carrera de Comunicacin Social.
LA APERTURA
El ingreso a este foro de discusin: Modernidad Posmodernidad, implica no slo escuchar
lo que los otros debatientes expresan como postura, sino conocer los cimientos sobre los cuales
cada uno de estos conceptos se muestran en pblico.
La Sociedad, an las primitivas, gestaron (necesitaron) de voces pblicas que generaran, con
autoridad, los mitos que le dieran sentido y existencia. Desde los profetas hasta los trovadores,
desde los sofistas hasta los monjes; el diseo fue
el mismo: Portadores y transmisores del saber,
por lo tanto, generadores de moral social. El fin
es el mismo: el orden.
Elordeneslasublimacindelpoder.Gozamoselordennoporloqueofrecesinoporlo
quepromete.()Esbuenoquetodoesteenorden.Elordenesbuenoporqueesunhechoycomo tal suceso, es un xito. Tiene la virtud del
xito(delgorrinenlamano).Buenotambin
porquereproduceelcosmos;mimesisconelorden divino. La omnipresencia de la naturaleza
esasumidaenelpoderdelorden.1
La diferencia que hace a la Modernidad despegarse de las pocas anteriores, es la nueva Legitimacin de sus preceptos, que ella misma gesta.
Antes, la Palabra de Dios era la que obraba de
juez sobre todas las acciones y sentires del hombre. A ste slo le quedaba vivir en armona con
su entorno (la naturaleza) y ser digno de los premios que su obediencia exiga. Siempre estaba
latente la imposibilidaddeservirsedesuinteligenciasinlaguadeotro. 2
Dentro de este esquema (de orden) el sujeto no
exista. Sus inclinaciones y deseos tenan explicaciones naturales; sus proyectos y expectativas eran espacios de realizacin establecidos a
priori.
Esta realidad fue sostenible mientras los hombres slo mantuvieron contacto material con sus
propios proyectos de vida. Aunque hubo pueblos que eran nmades o expansionista, no permitan que las culturas ajenas los contaminaran (existen excepciones, ejemplo el imperio
Romano, pero no hace a la regla).
El primer antecedente de ruptura es la interaccin del hombre con su producto. El hombre
artesano, que no se contenta con crear artefactos
slo para satisfacer sus necesidades inmediatas;
o el artista que deja de representar dioses para
perpetuar las imgenes de sus contemporneos.
Es la referencia necesaria para que el hombre
reconozca que su capacidad puede ser infinita.
Era el despertar de las potencialidades.
El segundo antecedente es la movilidad. Los
viajes y relatos de viajes de aquellos que se
aventuraban a ms que slo la bsqueda de nuevos puertos donde comerciar. Aquellos que a la
manera de Marco Polo, idealizaron culturas,
enaltecieron costumbre y llenaron de fantasas a
lo desconocido.
Aquello extrao a m, ya no deba ser temido.
Era el despertar de la curiosidad.
otro campo perceptual se estaba gestando en
la humanidad. Largo sera el recorrido a hacer
para mostrar como sto fue aconteciendo y mellando siglos de sumisin y contentamiento; sin
embargo prefiero resumirlo en la relacin sujeto-objeto, y la relacin sujeto-entorno. Considero a estos dos factores determinantes de todo lo
acontecido despus y de todo lo que acontece
ahora.
La consecuencia directa de estas nuevas percepciones fue un revelarse a aquello que impeda al hombre re-conocerse. Esto implic la negacin del absolutismo teocrtico y por ende a
todo el diseo que ste sostena.
nuevamente, sintetizando los hechos, me referir a la Revolucin Francesa como el gran
acontecimiento que marca esta rebelin.
Hecho, acto, relato que deja su impronta para
317
siempre.
Libertad, igualdad y Fraternidad, son las consignas sobre la que elev su baluarte, y son stos los que desencadenan toda una nueva Racionalidad constituyente de un nuevo orden.
La Modernidad es el desplegase de una
escritura civilizatoria que conquista y fascina
por sus certezas y profecas. Que propone la
ideademaduracindelabiografahumana,a
partirdeunpresentequepasaasentirsecomo
radiante.Queinscribeporlotantolanarracin
deotraHistoriacomosucifraclave,quepostularelpensamientocomovanguardiayelacontecerdesdesusleyes.3
Ya no era Dios el centro, sino el hombre por lo
que la Ley. no es la Biblia sino la Constitucin.
Pero, todo lo anteriormente aceptado se fundaba en el hecho de que Dios es omnipresente, Todopoderoso, Eterno y Sabio. Si ahora el centro
es el hombre, ste deber mostrarse de la misma
forma. Cmo reemplazar a esas nociones por
otras que tenga la misma fuerza de sostn?
Es as como la omnipresencia se permutar en
universalidad; lo Eterno en Historia; lo Sabio en
Razn y; lo Todopoderoso en el afianzamiento y
promocin de la tecnologa. Todo esto ser convalidado por el progreso, destino de este nuevo
Hombre. Hombre nuevo que no se ha podido
despegar de sus mitos fundadores, que no ha sabido generar nuevos referentes, y como el minotauro, por ms que intente, sigue dando vueltas
en crculos en el mismo Laberinto.
Medianteunarevolucinacasoselogrederrocar el despotismo personal y acabar con la
opresin econmica o poltica, pero nunca se
consiguelaverdaderareformadelamanerade
pensar;sinoque,nuevosprejuicios,enlugarde
losantiguos,servirnderiendasparaconducir
elgrantropel.4
Lo novedoso de todo esto son los sinnimos
que ha generado este Hombre nuevo: Caja de
Pandora que lo enfrentan con sus propios miedos. Con el principal de todos: la levedad de la
vida, su finitud; la supremaca de la muerte.
LA CONDENA DEL PRESENTE:
El Laberinto de Creta
La dialctica progreso-historia.
En la bsqueda de lo Eterno, se hizo necesario
un despegue de lo Divino Eterno. Se necesito
demarcar el lmite, para ello se invent un pasado5, al cual nunca se deba volver. Lo que
involucr parir un futuro; donde el hombre se
convertira en civilizado (perfecto?, la recuperacin del Edn?). Esto sera progresivo. Cada
acto de aqu en ms sera una forma de acercarse al objetivo. Por lo cual el sujeto sera generador de historia, constructor de historia; ella sera
el referente imprescindible.
doresdeloperdido.
lalenguadelaraznCompromisoomnipotente de la palabra, soberbia casi religiosa
conquesecondenaraserloquemodernamente ambiciona: el espacio de todo, tambin del
caos,deloimpronunciable,delosinsentido.10
Lo que trgicamente expondr la Modernidad
es que la crnica del hombre no encontrar su
resolucin en esta discursividad legitimadora,
sino que ser precisamente y sobre todo desde
esta nueva potestad de la palabra moderna que
comenzar la infinita batalla consigo misma: entre sus ensueos, sus textos y sus verificaciones
histricas.
Esta generacin de nuevas lgicas se sostiene
en La Razn, instrumento que habilita al hombre como tal y posee la grandeza de llevarlo a la
plenitud.
laModernidadesunmundoderepresentacionesque,desdelatitnicaluchadelaRaznordenadora,refundovalores,saberesycertezas. Estableci paradigmas para la accin y
la reflexin, para la crtica y la utopa. Fij
identidadesparalamultiplicidaddeloreal,denominadorescomunesparaelaccesoalconocimientoycdigosdealcanceuniversalparainterrogarsesobrelascosasylosfenmenos.11
El hombre progresa en tanto y en cuanto logre
acercarse ms de lleno a la Razn, y para ello
necesita ms herramientas explicativas, que por
lgica, cuestionaran a aquellas que no sean
exactas. Por lo cual nunca existir la certeza de
La Razn, ya que siempre existe el margen del
error. La palabra enmascara y devela. Emancipa
y rebela. En resumen, siempre est descentrada.
La polmica entre los que pregonan la transparencia de la palabra y entre los que los que hablan de la irreverencia de la misma, pueden explicarse del mismo modo que en el cierre del
punto anterior.
LA CONDENA DEL ARTIFICIO:
El aprendiz de Mago
La dialctica progreso-naturaleza
Cmo mostrar que se puede ser Dios? En la
transformacin de su entorno, en el alejamiento,
distanciamiento con la naturaleza; desdeando
al referente, desdibujando la materialidad.
Desde el querer volar, hasta llegar a la Luna, lo
nico que el hombre ha buscado es demostrar
que todo lo puede. Cualquier obstculo de La
naturaleza puede ser vencido por la Tecnologa.
Afn de alejarse de su corporalidad, principal limitador de su grandeza. La distancia y el tiempo se han vuelto vulnerables. Todo esta traspuesto. nada impide al hombre progresar hacia
la instalacin de su magnificencia.
Sin embargo hoy La naturaleza se ha rebelado
al hombre, y no hay que ser un erudito para en-
319
ia
Notas y referencias
1. LECHnER, norbert. Poder y orden. La estrategia
de la minora consistente. "Los nuevos Perfiles de la
Poltica. Un bosquejo" en Revista NuevaSociedad n
128 noviembre - diciembre 1993
2. KAnT, Emmanuel. Qu es la ilustracin? en
FilosofadelaHistoria, Fondo de Cultura Econmica,
1987, Mxico.
3. CASULLo, nicols. El Debate modernidadPosmodernidad, Punto Sur, Bs. As., 1990.
4. KAnT, Emmanuel. op. Cit.
5. "La nueva razn enunciativa de un mundo, asumir
el doloroso parto de fundar un pasado, para sentir que
lo concluye." CASULLo, nicols. op. Cit.
6. "La condicin posmoderna quedara expuesta en
un presente vivido como inmodificable, saturado de
espectculos, escenografas y simulacros sobre s
mismo. En esta definitiva e irreversible reiteracin de
los mismo, en esta nocin de la historia como cumplida, en esta imposibilidad de lo verdaderamente
nuevo, a excepcin del consumarse de la lgica tcnica, se da la crisis de las representaciones con que la
modernidad pens afirmativamente el desarrollo
humano y social." , ibdem
7. vATTiMo, Gianni y otros, Posmoderno: Una
Sociedad Transparente? en En torno a la
Posmodernidad, Anthropos, Bogot, 1994.
8. "Es indudable que el romanticismo alemn intent
recobrar su historia, es una desgarrada desesperacin del presente, Su discursividad parte de
entender la modernidad como crisis de la historia del
hombre, y por lo tanto asume la crtica de esa modernidad, no su negacin. Para lo romntico, reponerle a la historia sus filosofas, desde la razn y el sentimiento, desde el logos y el mito, es recobrar la religiosidad en el hombre." CASULLo, nicols op. Cit.
9. "De este modo vemos que para el filsofo plantear
la cuestin de su pertenencia a este presente ya no consistir en absoluto en reclamarse de una doctrina o de
una tradicin, ni tampoco de una comunidad humana
en general, sino plantearse su pertenencia a un determinado 'nosotros', a un nosotros que se enraza en un
conjunto cultural caracterstico de su propia actualidad." FoUCAULT, Michel. Qu es la ilustracin?,
en SaberyVerdad, La Piqueta, Madrid, 1991.
Lo que pareciera negar Foucault en esta apreciacin es
toda su produccin literaria, aquella genealoga a
travs de la cual mostr como en diferentes pocas la
burguesa 'coloniz' para s, prcticas, hbitos,
visiones, mitos, supersticiones y las disfraz de
saberes para justificar el modo de vida que garantizaba su existencia. Una negacin de la Historia o mejor,
de una genealoga de la Historia no puede ser justificada si se quiere entender los tiempos a los que hemos
arribado. Se podra discutir que esto no es lo que l
quiere decir aqu, sin embargo toda la construccin del
texto del cual forma parte esta frase, arriba a ello.
10. CASULLo, nicols op. Cit.
11. ibdem
12. FoRD, Anbal. Delaaldeaglobalalconventillo
global
13. jAMESon, Frederic. ElGiroCultural Cap. i El
posmodernismo y la Sociedad de consumo.
14. Gianni vattimo, op. Cit.
15. "nietzsche, en efecto, ha mostrado que la imagen de una realidad ordenada racionalmente sobre la
base de un fundamento () es slo un mito 'tranquilizador' propio de una humanidad todava brbara y
primitiva" ibdem
16. CASULLo, nicols op. Cit.
17. vATTiMo, Gianni op. Cit.
18. "el discurso debe tener en cuenta su propia actualidad para encontrar, por parte, en ella su propio lugar
y, por otra, para desvelar el sentido, en fin, para
especificar el modo de accin que es capaz de ejercer
en el interior de esta actualidad." FoUCAULT, Michel
op. Cit.
ia
321
51
Momento metodolgico de la
construccin del dato
Por Constanza Robert
Valeria Santoro
Trabajo final de la Ctedra de Anlisis de Datos Cuantitativos
Ttular de Ctedra: Nora Moscoloni1
La encuesta constituye una herramienta sumamente til y de gran difusin para la investigacin en las ciencias sociales, sin embargo no resulta sencillo llevar a cabo su aplicacin respetando los objetivos de la indagacin, teniendo
siempre una correspondencia con el marco terico y las hiptesis definidas por el investigador
al iniciar el estudio. Adems su empleo debe ser
responsable y en ningn momento indiscriminado, evitando siempre todo tipo de manipulacin
de los datos.
Uno de los inconvenientes que presenta este
instrumento de recoleccin de datos es la envergadura del trabajo a priori que el investigador
debe realizar al elaborar las preguntas ya que corre el riesgo de sugerir las respuestas disminuyendo as la precisin de los indicadores. Este
inconveniente se soslaya a travs de una adecuada desagregacin de las variables tericas en dimensiones e indicadores, que se derivan de las
hiptesis mismas. De esta manera la encuesta
permite obtener datos que otras tcnicas no proporcionan, tales como las caractersticas de una
poblacin numerosa, donde interesa reconocer
cmo varan y se interrelacionan determinadas
variables.
La tarea que se suele denominar como construccin del dato implica una serie de elecciones relativas al diseo, que debieran ser justificadas a la luz del marco terico y que conducen
a la realizacin de un instrumento que permita
obtener la informacin realmente significativa
que buscamos, por oposicin a la prctica usual
que consiste en aplicar un instrumento prediseado que se considera en s mismo el objetivo
del trabajo.
Sobre la base de tales consideraciones y siguiendo con la consigna planteada por la ctedra, elegimos el tema turismo imaginando una
hipottica demanda del Ente Turstico Rosario
(ETUR) de generar ideas y estrategias para pro-
323
nocer en forma explcita a la o las variables tericas definindose a sta ltima como: un concepto capaz de asumir distintas posiciones o valores, es una propiedad predicada de las unidades de anlisis4. Dicha variable se caracteriza
por variar a lo largo de los distintos individuos.
Por turismo entendemos una actividad que tiene lugar dentro del tiempo libre, que constituye
una actividad ms, dentro de las integradas por
las denominadas actividades del ocio, entre las
cuales tambin se encuentran el deporte, las actividades recreativas, los hobbies, etc.
Es decir, el turismo es, como actividad econmica, el negocio de proveer y comercializar
servicios y facilidades para el placer de los viajeros. El concepto de turismo est directamente
relacionado con los gobiernos, transportes, alojamientos, restaurantes e industrias del entretenimiento5.
El tipo de turismo que abarca dicho concepto
puede clasificarse en:
Receptivo: aquel turismo que llega al destino donde la empresa est afincada, independientemente del punto de origen del visitante, el mismo puede provenir tanto del exterior, como de
cualquier otro punto localizado en el propio territorio nacional.
itinerante: caracterstico del turismo que se
ha desarrollado en Rosario, con la llegada de turistas que permanecen por poco tiempo en el lugar de destino.
otra de las variables tericas es la motivacin,
es decir, las necesidades, los deseos o las expectativas que orientan a una persona a tomar la decisin de viajar y elegir la ciudad de Rosario como lugar para satisfacerlas.
En la presente hiptesis consideramos que las
motivaciones que inducen a las personas a visitar Rosario estn relacionadas con lo cultural y
con el bajo costo que implica elegir como lugar
turstico a la ciudad. Es por tal motivo que resulta pertinente clarificar dichos conceptos.
En el caso puntual del turismo que se origina
por la motivacin cultural, consideramos dentro
de este concepto a las siguientes dimensiones:
El turismo se origina por el deseo del individuo de conocer otros pases y/o ciudades por sus
producciones artsticas y literarias, su msica, el
folklore y el patrimonio histrico.
Todos aquellos motivos de viaje relacionados con el deseo de recreacin, esparcimiento y
entretenimiento, ya ms vinculado con un turismo orientado a cubrir el tiempo de ocio.
Por ltimo, tambin consideramos por motivacin cultural, la de aquellas personas que arriban a la ciudad para llevar adelante sus estudios
(Congresos, Seminario, Postgrados) que implican una estada corta en la ciudad.
En cuanto a la variable costo, la misma tiene
Monumento a la
Bandera
ETUR
Pcia. de Santa Fe
otras Pcias.
Extranjero
Total
28%
57%
15%
100%
52%
36%
12%
100%
Adems, sabemos que sobre un total de 53 turistas encuestados en el Monumento a la Bandera el promedio de edad es de 41 aos. El 56,6%
son mujeres, en su mayora tienen estudios uni-
325
nota: los porcentajes fueron calculados sobre 53 turistas en el Monumento a la Bandera y 33 en el ETUR.
Cuadro N2
Monumento a la
Bandera
43%
42%
6%
9%
100%
ETUR
39%
46%
15%
0%
100%
Grafico N 2
sultados obtenidos.
Podemos hablar de un tipo de turista que llega
a Rosario caracterizado por permanecer poco
tiempo en la ciudad (un da o un fin de semana
largo), perodo en que visita, preferentemente, el
Monumento a la Bandera.
Tambin existe aquel turista que llega a la ciudad para participar en un evento en particular, en
este caso la Fiesta de las Colectividades, que se
presenta como una alternativa atractiva para cubrir el tiempo de ocio.
A partir de lo anterior, proponemos elegir una
fecha ms relevante como, por ejemplo, un fin
de semana largo; una colaboracin ms estrecha
con los lugares en que se dejan las encuestas;
dejar cuestionarios en ms museos, apart hoteles, hoteles, camping, entre otros y modificar
ciertas cuestiones referidas a la confeccin del
cuestionario.
Sera fundamental para Rosario realizar un relevamiento ms representativo. Permitira reconocer cuestiones importantes para el desarrollo
de una estrategia de promocin de la ciudad como espacio turstico.
El turismo es una actividad de la que forman
parte muchos actores, lo primero es que cada
uno de ellos se involucre en esta problemtica y
llegar a trabajar de manera conjunta.
Consideraciones finales
A modo de resumen presentamos las caractersticas ms relevantes encontradas en nuestro
trabajo.
La mayora de los turistas encuestados provienen del mbito nacional.
Los porcentajes ms altos en la variable Estudios Completos se registran en Universitarios
y Secundarios.
La mayora de los turistas permanece en la
ciudad menos de 24 hs. o ms de 4 das.
Alojamiento: los turistas eligen para pernoctar el hotel y la casa de familia.
327
Notas y referencias
1. Mi participacin en esta presentacin, que es una
reelaboracin del trabajo final presentado para la
aprobacin de la materia en el ao 2000, consisti en
colaborar con el diseo y la correccin general. En
esta ltima realic slo correcciones de redaccin,
esforzndome en mantener el vocabulario original de
las autoras. El tema elegido, turismo, present considerables inconvenientes en la construccin del dato,
especialmente debido a las dificultades en la bsqueda
de bibliografa especfica en nuestra ciudad.
2. BARAnGER, Denis. Construccin y anlisis de
datos:unaintroduccinalusodetcnicascuantitativasenlainvestigacinsocial. Editorial Universitaria.
Posadas. 1992. Pg. 1, prrafo 1.
3. SAMPiERi y otros. La metodologa de investigacin. Mc Graw Hill. Mxico. Pg. 77
4. ARnAL, j. Y otros. Investigacin Educativa. Ed.
Labor, Barcelona. 1992. Pg. 54
5. Miguel ngel Acerenza. Administracin del turismo.
6. Miguel ngel Acerenza. Administracin del turismo.
329
Introduccin
La democracia ha recorrido un largo camino
desde su creacin en Atenas. no es ahora, sin
embargo, la misma democracia. Durante los
muchos momentos en los que fue aplicada, conserv sin duda su principal caracterstica, la
posibilidad de que el pueblo (dejando de lado el
verdadero alcance del concepto) se expresara
libremente para decidir asuntos de gran importancia para toda la sociedad.
En toda democracia, la capacidad de construccin de una opinin pblica que apoyara determinada sancin, ley o gobierno fue algo primordial para la perpetuacin del poder poltico. Esto
fue puesto en evidencia hace ya muchos aos:
Aristteles ya lo sealaba en su poca.
Las que han cambiado sin duda son las reglas
del juego: cmo el pueblo puede expresarse. Las
diferencias son tan radicales que muchos consideran que en realidad no se puede hablar de
democracia en la actualidad. De la opinin lgica y la retrica antigua se ha pasado a un discurso vaco de palabras lgicas, pero lleno de
imgenes manipuladoras. De la opinin cara a
cara, del consenso, se ha pasado a la opinin
unidireccional y autoritaria, con poco o nulo
poder de refutacin.
Fueron los medios de comunicacin, surgidos
primero de la imprenta y luego de la electrnica,
los que cambiaron a lo largo de ya muchas generaciones las reglas de este juego poltico que
todava hoy llamamos democracia.
La opinin pblica ha dejado de ser patrimonio
de seres humanos independientes, para comenzar a ser construida por unos pocos para la masa.
En la sociedad de masas, ms que nunca, se
necesita un gran consenso, y all aparecen los
medios como un gran instrumento. Como apunta Roland Cayrol1, la prensa diremos los
medios, para abarcar el escrito y el audiovisual constituye evidentemente el medio ms
331
333
biente.
no acontece lo mismo con la realidad de
segunda mano del mbito militar. En tiempos de
paz, las noticias sobre el tema no son realmente
noticias, pues a la mayora de la poblacin no le
interesan ms que desfiles o cambios de comandantes o de capitanes de barcos famosos. Son en
definitiva detalles anecdticos que llenan un
recuadro en los diarios o unos pocos minutos
sobrantes en un noticiero televisivo.
Sin embargo, en tiempos de guerra todo cambia. Los medios nacionales (incluso internacionales si el conflicto es importante) deben
apresuradamente construir esa realidad de
segunda mano, de la que hablan McCombs y
Shaw, para llenar el nuevo espacio de inters de
la gente. En muy pocos das deben comenzar a
informar sobre antecedentes histricos, disputas
territoriales, arreglos diplomticos, relaciones
internacionales, poder militar de las potencias
beligerantes, etc. Esta realidad construida por
los medios mientras se desarrollan los acontecimientos, llevaba a cabo apresuradamente, puede
contener grandes fallas. Pueden fallar las
fuentes por falta de datos, o pueden estar influenciadas por uno u otro lado. Pueden fallar las
apreciaciones sobre los datos, desestimando por
inexperiencia algunos importantes y resaltando
otros que no lo son. Pero adems de los fallos
puede suceder algo mucho peor: la manipulacin.
Muy lejos de lo que Lasswell menciona anteriormente o de su idea de que los medios de
comunicacin deberan lograr una gran equivalencia entre el conocimiento entre el profano, el
experto y el dirigente, aparece aqu la sombra de
la Gap Hipothesis. sta postula no solamente
que la sentencia el conocimiento es poder
atribuida a Bacon es cierta, sino que adems de
preocuparse de quien tiene el poder, hay que
preocuparse por cmolodistribuye. Y es que el
conocimiento no es una cosa ms que pueda
guardarse en una caja fuerte, asegurando as el
poder del propietario: el conocimiento puede ser
racionado, copiado, invertido, distorsionado,
inventado, etc.
Los medios, al intentar llenar esa brecha informacional entre el Estado (representado ahora
tanto por su cpula poltica como militar) y la
sociedad, puede convertirse en un puente dbil,
pero principalmente en un puente traicionero,
que nos deja ver lo que algunos quieren y nos
impide el acceso a otras partes menos atractivas.
Es el objetivo de este trabajo mostrar como el
Estado puede aprovecharse de las prioridades
construidas por los mismos medios de comunicacin para llevar a cabo un cierto control social
en situaciones de mucha gravedad. Los tiempos
de un Estado facista que se enorgullece de serlo
335
337
339
341
343
albanesa comenzaron a manifestar a la comunidad internacional que eran vctimas de saqueos, asesinatos y violaciones por parte de efectivos de seguridad serbios.
El gobierno de Serbia, encabezado por el presidente nacionalista serbio Slobodan Milosevich,
no reconoci las operaciones de limpieza tnica de las que se le acusaba constantemente.
Luego de muchos tirar y aflojar, la oTAn
decidi intervenir en el conflicto bombardeando
objetivos en toda Serbia, incluido Kosovo.
Si la guerra del Golfo fue un espejismo, tal vez
podramos comparar a la guerra de los Balcanes
con una foto trucada: dice muchas cosas, pero
no todas son verdaderas. Sin embargo, el resultado salta a la vista y todo el mundo sabe que la
foto est trucada. Por lo tanto, no sirve ni para
mentir ni para decir la verdad.
La construccin de la guerra comenz por esa
fecha, lenta pero decisivamente. Como anota
David north en un excelente trabajo sobre el
imperialismo de fin de siglo53, la sofisticacin
tecnolgica y todo lo que puede lograr supera el
alcance que tuvo la propaganda facista en la
Segunda Guerra Mundial, en la que la reina fue
la radio. Ahora lo es la televisin, y todas las
tcnicas para anestesiar el pensamiento, que usa
la propaganda comercial y de la industria de
espectculos, florecen en la comercializacin
de la guerra a las masas54.
Al igual que los slogans para los polticos,
ahora esta forma de anestesiar el pensamiento
necesita un slogan. Cada producto tiene uno
para su publicidad, y cada pelcula tiene un subttulo sugestivo, y los medios son los encargados
de darlos a conocer. Esa srdida empresa
depende del uso efectivo de emotivas frases para
desorientar al pblico. En el bombardeo de 1998
y 1999 contra iraq, la contrasea fue armas de
destruccin masiva. Para movilizar a la
opinin pblica contra Yugoslavia, se escogi la
expresin limpieza tnica. En esas palabras se
disuelven todas las complejidades, contradicciones y ambigedades de los Balcanes55.
Es fcilmente constatable que la frase
limpieza tnica aparece prcticamente en
todos los artculos periodsticos sobre el tema,
incluso en pases neutrales, no involucrados en
el conflicto. De tanto repetirla pierde fuerza y
nadie la corrobora. De esta manera, la guerra se
convirti rpidamente en una manera de evitar
matanzas civiles. Todas las imgenes previas al
conflicto mostraban a los albanokosovares
huyendo para evitar ser rehenes fsicos; pero
como lo anota Baudrillard, eran rehenes de los
medios, de las polticas. Eran justificaciones
vivientes que deban ser mostradas como pruebas. Mientras tanto el contexto sociohistrico y
poltico era totalmente ignorado. La prensa no
345
cin de su ejrcito, una derrota militar demasiado llamativa, la prdida de territorio y de mucha
ms infraestructura de la que perdera con los
ataques de misiles.
Y precisamente los misiles, junto con el tema
de la ofensiva terrestre, lo que marc la guerra de Kosovo. La increble cantidad de
errores y de dao colateral que sufrieron
los civiles de Serbia, fueran serbios o
albanokosovares, quedar marcada a fuego en la
historia de las atrocidades de las guerras del
siglo XX. Una y otra vez, los misiles
inteligentes de la oTAn, lanzados supuestamente sobre objetivos militares, destruyeron
miles de vidas inocentes. Fueron alcanzados
varios convoyes de refugiados que huan a
Albania, hubo puentes que fueron volados con
trfico circulando por encima de ellos, entre
algunos casos. Se destruyeron refineras de
petrleo y otros objetivos que afectaban tanto a
civiles como a militares (y que eran militarmente aceptables), pero a pocos pareci importarle que las ciudades serbias fueran campos de
pruebas gigantescos para las nuevas bombas de
grafito que dejaban sin luz a miles de personas
por das enteros.
La oTAn tardaba varios das en reconocer sus
errores, y siempre remarcaba el hecho de que
eran inevitables. Pero no eran las armas
inteligentes infalibles? Acaso no permitan una
guerra limpia? Como apunt un comentarista
televisivo en EEUU a causa de unas declaraciones del senador Don nickles, de oklahoma,
las masacres medianas, son, presumiblemente,
aceptables (Clarn, 27/03/99). nickles se
opona a cualquier tipo de intervencin estadounidense en los Balcanes a menos y hasta
que los serbios comiencen realmente una muy
significativa masacre contra la gente en
Kosovo67.
north apunta que lejos de suscitar fervor
patritico, la manera totalmente desigual del
conflicto y el impacto del bombardeo yanqui,
ayudaron a crear una atmsfera inquietante en el
pblico en general68. Algunos slogans de los
pacifistas fueron: Clinton, cuntos nios
mataste hoy? o Clinton miente, est muriendo
gente inocente. no era para menos: los
errores destruyeron escuelas e incluso una
crcel con presos polticos de Milosevich,
cayendo las bombas sobre refugiados, ambulancias y aldeas, matando de maneras ms horribles
de las que se les imputaba a los serbios. La figura presidencial, ya muy deteriorada por el escndalo sexual que lo arriesgaba a una vergonzosa
retirada en su propio territorio, no poda soportar ese bombardeo. Y nuevamente la prensa le
sac las papas del fuego. north lo explica perfectamente: confirmacin de esta evaluacin
347
12 de mayo algunas autoridades militares europeas tuvieron que cuestionar los informes aliados sobre que se haban destruido el 20% de la
artillera y los tanques (los blancos ms atacados), sustituyndolo por un 6%. Los seuelos
eran especialmente funcionales en Kosovo. En
palabras de Timothy Garton Ash, historiador y
politlogo de la Universidad de oxford en un
artculo de Clarn del 12 de julio de 2000, las
armas de alta tecnologa y costo multimillonario
tuvieron un rendimiento brillante en la eliminacin de maquetas plsticas que simulaban
puentes y estufas de lea con chimeneas que
pasaban por caones de tanques. Pero, segn
una investigacin estadounidense que se ocult
al pblico mas dada a conocer por newsweek,
slo se verific la destruccin de catorce tanques serbios71.
La guerra de Kosovo fue una excelente
tapadera para algunos de los problemas de
Clinton y le permiti mostrar otro lado en la
televisin y los diarios, mientras era acusado de
mentiroso en otras pginas.
Sera largo enumerar todas las atrocidades que
se cometieron en esa guerra, tanto en el aspecto
puramente militar como en el poltico y peor, el
moral. Para sintetizar es preferible citar un prrafo del excelente trabajo de David north. no
podemos an dar cuenta de toda la devastacin
que los misiles y las bombas yanquis causaron
en Serbia y Kosovo. Hubo al menos diez mil
bajas militares. De esas, murieron cinco mil. La
misma suerte le toc a 1.500 civiles. Con la
ayuda de sus cmplices europeos, Estados
Unidos condujo 35.000 bombardeos que
arrasaron una gran parte de la infraestructura
social e industrial yugoslava. La oTAn estima
haber daado o destrozado el 57 por ciento de
las reservas petroleras de ese pas72. La
economa qued arrasada de tal manera que se
dice que sin ayuda externa se tardaran 45 aos
en volver a Yugoslavia a la economa pobre pero
estable de 1989. EEUU pag por la destruccin,
pero exigi que Europa pagara los crditos de la
reconstruccin.
Como dice north, el ataque contra
Yugoslavia debe ser definido ms apropiadamente como masacre que como guerra. Una
guerra implica que para los dos bandos existe al
menos algn mdico de riesgo significativo.
nunca en la historia humana ha habido un conflicto militar ms unilateral que entre estos contrincantes (...). Para los Estados Unidos no existi ningn riesgo militar73.
Ese riesgo militar fue fabricado nuevamente
por la prensa, aunque no con tanto xito.
Estados Unidos se fue de Serbia con las manos
manchadas de sangre, de una manera que nadie
olvidar. north lo explica de esta manera: la
349
saje.
Por todo esto la pregunta de Baudrillard resulta tan importante: tuvo lugar la guerra del
golfo? Evidentemente existi, pero ocup
algn espacio, ms all de las arenas de Medio
oriente? Parece que no, o por lo menos no en el
sentido comn del trmino; y es que el espacio
de la guerra se ha vuelto definitivamente no
euclidiano78. Ahora lo virtual toma una importancia cada vez mayor. Y lo virtual, lamentablemente, se puede inventar: no hay pruebas de que
lo que se dice en la televisin, en internet o en
los diarios sea realmente verdad.
Claro que todo esto puede parecer algo paranoico. Las maravillas de la tcnica nos ensean
que no hay que creer todo lo que se ve. Pero en
Estados Unidos hay gente que todava piensa
que el alunizaje fue filmado en un estudio y que
el hombre no lleg a la Luna! La extrema
credulidad y la extrema paranoia no son buenas
posturas. Pero si los medios pueden mentir,
pueden manipular, pueden encender y apagar
pasiones... Pueden inventar una guerra? La
pelcula Wag the Dog79 (aqu conocida como
Mentiras que matan) parece decir que s.
Con gran irona y cinismo la trama se desarrolla en una actualidad ficticia. El presidente
intenta abusar de una joven y dentro del gobierno todo el mundo intenta que no se realice la
denuncia correspondiente. Pero no pueden presionar a la vctima directamente porque el desastre sera mayor, y por lo tanto deben pensar en
otra cosa. Un astuto consejero presidencial concibe entonces una audaz idea para quitar de la
primera plana de los diarios al escndalo sexual
que puede derribar al gobierno... inventar una
guerra contra Albania. El cinismo es totalmente
premeditado: en pocas en donde los conflictos
en los Balcanes todava no estaban olvidados, la
eleccin de un enemigo casi desvalido; el paralelismo del comportamiento sexual del presidente ficticio con el de ese momento; la decisin
de comenzar una guerra para tapar la primera
plana de los diarios con algo ms importante80.
En la pelcula la estratagema tambin funciona: el escndalo sexual del presidente retrocede a las pginas interiores de los diarios y deja
de ser un gran titular para convertirse en un
pequeo recuadro. Mientras tanto la atencin de
toda la opinin pblica se centra en un conflicto
enteramente fabricado en estudios de televisin,
con hroes inventados incluidos. Y aunque algunas de las cosas se van de control al final, la
gente no parece darse por aludida. Solamente les
importa que se gan una guerra justa contra
un enemigo que casi es el demonio personificado81.
Y exactamente ese es el punto de la nueva
guerra muerta: la justificacin. Los gobiernos
del pblico que necesita urgentemente simulacros, incluso de la guerra. Una necesidad
mucho ms apremiante que de leche o de mermelada o de libertad, y poseemos la intuicin
inmediata de los medios para conseguirlo.
Constituye incluso la conquista fundamental de
nuestra democracia: la funcin-imagen, la funcin-chantaje, la funcin-informacin, la funcin-especulacin. Funcin afrodisaca, obscena, la del timo del acontecimiento, la del timo de
la guerra. Funcin-droga85.
El drama real, la guerra real, ni nos apetecen
ya, ni falta que nos hacen86. A donde han ido
a parar todas esas pelculas de la Segunda
Guerra Mundial? Todava se producen y se filman, pero no hay casi pelculas de la guerra del
Golfo, y seguramente no habr ms que un par
de la guerra de Kosovo. Para qu hacerlas, si
todo el mundo las ha visto por televisin? Ya no
son necesarias las pelculas en el cine, lo que
necesitamos es el sabor afrodisaco de las multiplicaciones de las falsificaciones, de la alucinacin de la violencia, es obtener de todas las
cosas el goce alucingeno, que es tambin el
goce, como en el caso de la droga, de nuestra
indiferencia y de nuestra irresponsabilidad, por
lo tanto de nuestra autntica libertad. En esto
radica la forma superior de la democracia87.
Sin embargo, la propaganda oficial tiene fallas,
y hay errores en su construccin apresurada. La
nica ventaja de la televisin es que pueden ser
borradas ms fcilmente por la emisin siguiente, lo que no sucede con un diario, por ejemplo.
Como dice Baudrillard sobre la guerra del
Golfo: hay que decir que esta guerra constituye
un test despiadado. Felizmente, nadie va a exigirle cuentas a tal o cual (experto o general, o
intelectual de turno) por las tonteras o las
sandeces que haya proferido el da antes, puesto
que quedarn borradas por las del da siguiente.
De este modo, todo el mundo queda amnistiado
gracias a la sucesin ultrarrpida de acontecimientos falsos y de discursos falsos. Un lavado
de la estupidez mediante la escalada de la estupidez, que restaura una inocencia total, la de los
cerebros lavados, limpiados, atontados no por la
violencia sino por la siniestra insignificancia de
las imgenes88.
Afortunadamente, los errores a veces no
pueden borrarse eficazmente y muchos pueden
darse cuenta de ellos. As, puede suceder lo de
vietnam, en donde los medios al final de la
guerra volvieron a su funcin natural de mediadores y se volvieron independientes, al menos
en las cosas importantes, haciendo eco de la
opinin pblica que estaba contra la guerra y no
desestimndola. Sin embargo, tampoco hay que
desestimar el poder de estos medios que, al ligarse al Estado para justificar una guerra,
351
na vez se encara.
Pero sin duda alguna las semillas de otras soluciones mucho ms accesibles estn creciendo
rpidamente. Una de las que ha crecido ms
rpido ha sido internet, que como bien seala
north es una conquista extraordinaria que permite mucho ms de lo que exige. El monopolio
de los medios capitalistas de comunicacin
sobre la diseminacin de informacin ha sido
seriamente debilitado. Ahora es posible alcanzar
a un pblico enorme90. Solamente hace falta
algo de ingenio, una computadora y pocas cosas
ms para que todo el mundo pueda tener un
acceso potencial a la informacin no oficial que
el gobierno pretenda censurar o distorsionar. De
uno y otro lado de la frontera los interesados
pueden mostrar las atrocidades que otros intentan esconder.
Es algo irnico que un medio de comunicacin
surgido de una idea para un sistema de comunicacin militar de la Guerra Fra sea ahora la que
puede llegar a salvar al mundo de los espejismos
armados del siglo XXi. Porque, justo como lo
quisieron sus abuelos militares, internet es indestructible: la red est tan interconectada que el
asedio es imposible. Aunque se bombardeen
centrales de radio y televisin o incluso los diarios de un pas, sus ciudadanos y su gobierno
podrn seguir transmitiendo lo que crean importante, y nadie podr detenerlos y censurarlos. Es
un medio realmente democrtico, o por lo
menos mucho ms democrtico que otros, en
donde todos pueden ser escuchados.
Lo mejor de todo esto es que ni siquiera hay
que esperar un desarrollo ms grande: los
primeros cambios ya se estn viendo. La guerra yugoslava revel las enormes posibilidades y
el enorme significado de esa red mundial. An
despus del bombardeo de la televisin yugoslava, un pblico internacional pudo seguir enterado del impacto de los ataques de la oTAn mediante el internet. Mucha de la informacin clave,
como la clusula secreta del acuerdo de
Rambouillet, fue esparcida por todo el mundo a
travs de esta notable tecnologa91.
no hay duda que las prximas guerras se vern
por internet, gracias a los avances cada vez ms
rpidos en el campo de las transmisiones.
incluso durante los choques armados entre
fuerzas israeles y palestinas en la reciente crisis
de independencia de Palestina, las primeras imgenes se vieron en internet. Hasta los mismos
periodistas de la televisin coinciden en esta
tendencia.
Es curioso sin embargo que esto se produzca
justo cuando la burbuja de las empresas .com
comience a desinflarse. numerosos medios muy
importantes de EEUU, como CNN o NewYork
Times han comenzado a recortar sus recursos en
sus reas de internet, ofreciendo menos servicios y achicando sus gastos. Con este panorama
no es demasiado descabellado pensar en nuevos
cazadores de noticias independientes que, armados de una cmara digital y un sitio en internet,
puedan ir sin ms por todo el mundo comunicando las atroces verdades de las guerras
inteligentes que otros intentan borrar. Porque,
parafraseando a Baudrillard, si pensar en eso es
absurdo, ms absurdo sera ni siquiera pensar en
la alternativa.
Notas
y referencias
1. CAYRoL,
Roland. Responsabilidad de los
medios en AnuariodelDepartamentodeCienciasde
la Comunicacin volumen 3, Editorial de la
Universidad nacional de Rosario, pgina 163.
2. LASSWELL, Harold. Estructura y funcin de la
comunicacin en la sociedad, Equivalencias ms
detalladas, pgina 56.
3. Uno de los afiches de propaganda ms conocidos de
la poca muestra a una bandera estadounidense medio
deshecha flameando contra el cielo lleno de humo; la
frase de un discurso de Roosevelt lo dice todo:
...decidimos firmemente que estos muertos no han
fallecido en vano. Debajo en letras rojas, se lee
Recuerden el 7 de diciembre (fecha del ataque a
Pearl Harbor).
4. EASTon, David. Esquemasparaelanlisispoltico, captulo 8, subttulo Tipos de respuestas reguladoras frente a la tensin derivada del apoyo.
5. oDonnELL, Guillermo. Apuntesparaunateora
delEstado.
6. ADoRno, Theodor y HoRKHEiMER, Max.
Dialctica del Iluminismo, La industria cultural,
pgina 161.
7. ibidem, pgina 147.
8. YAnUzzi, Mara de los ngeles. Los presupuestos polticos de la crtica adorniana, en
Anuario del Departamento de Ciencias de la
Comunicacinvolumen4, Editorial de la Universidad
nacional de Rosario, pgina 102.
9. Citado en ibidem, pgina 100.
10. Mc CoMBS, Maxwell y SHAW, Donald. Elpoder
delosmediosenlapoltica, Captulo 5, Qu agenda cumple la prensa?, subttulo Efectos cognoscitivos de la comunicacin masiva.
353
decepcionados por la derrota. As EE.UU. habra permitido que en iraq continuara todo como estaba para
asegurarse algo de control extra en la regin.
45. BAUDRiLLARD, jean. LaguerradelGolfonoha
tenido lugar, Editorial Anagrama, Barcelona, pgina
35.
46. ibidem, pginas 35 y 36.
47. ibidem, pgina 68.
48. ibidem, pgina 95.
49. ibidem, pgina 95.
50. ibidem, pgina 85.
51. ibidem, pgina 84.
52. ibidem, pginas 75 y 76.
53. El artculo en cuestin, llamado After the
Slaughter: Political Lessons of the Balkan War
(Despus de la matanza: lecciones polticas de la
guerra de los Balcanes) es un muy buen texto para
analizar ese conflicto enmarcado en otros acontecimientos similares del siglo pasado.
54. noRTH, David. Despusdelamatanza..., subttulo La prensa y la guerra contra Yugoslavia, primer
prrafo.
55. ibidem.
56. ibidem, tercer prrafo.
57. En Kosovo: laguerraderramada, por oscar Ral
CARDoSo.
58. noRTH, David. Despusdelamatanza..., subttulo La prensa y la guerra contra Yugoslavia, tercer
prrafo.
59. ibidem, cuarto prrafo.
60. ibidem, primer prrafo.
61. ibidem, segundo prrafo.
62. En Eslafuerzacontraelsufrimientodemuchos
inocentes, por Henry KiSSinGER.
63. En Controversia sobre los informes de Kosovo.
64. noRTH, David. Despusdelamatanza..., subttulo La prensa y la guerra contra Yugoslavia, segundo prrafo.
65. noRTH, David. Despusdelamatanza..., subttulo El imperialismo en la regin balcnica, primer
prrafo.
66. En Hey, hey, To Sam, Kosovo es Vietnam,
protestanenEE.UU., por Marina AizEn.
67. En Kosovo: laguerraderramada, por oscar Ral
CARDoSo.
68. noRTH, David. Despusdelamatanza..., subttulo La guerra balcnica y la opinin pblica americana, primer prrafo.
69. ibidem.
70. Las bombas de fragmentacin no pueden ser
usadas para atacar ciudades ya que al estallar diseminan cargas que, si no detonan, se convierten en minas,
lo que entraa gran riesgo para los civiles.
71. En Las lecciones que dej la guerra de Kosovo,
por Timothy GARTon ASH.
72. noRTH, David. Despusdelamatanza..., subttulo En vsperas del nuevo siglo, segundo prrafo.
73. ibidem, subttulo En vsperas del nuevo siglo,
quinto prrafo.
Bibliografa:
EnCiCLoPEDiA viSUAL DE LAS GRAnDES
BATALLAS DE LA GUERRA DE viETnAM,
TomosIalIV, Editorial Rombo, Barcelona, 1995.
WoLF, Mauro. La investigacin de la comunicacin
En Internet:
www.clarin.com (referencias de archivo)
www.wsws.org (World Socialist Web Site): After the
Slaughter: Political Lessons of the Balkan War, de
David north, publicado el 14 de junio de 1999 (traduccin al castellano de www.europa1939.com)
355
a
S
Notas
traducciones
t
Un corazn inteligente*
Por Myriam Revault**
Traduccin del Dossier publicado en Magazine Literaire, nov. 1995, 30 F., Paris; a cargo de
Jimena Cutruneo. Ctedra de Sociologa de Comunicacin, Carrera de Comunicacin Social.
Arendt Dossier
HannahArendtfilsofadelapolticaydela
historia,desdelosaos30hastalos80?
Msqueunatestigo,unaanalistainvolucrada
pasionalmentealoshechos.EstudiantedeHeidelberghacia1925,fuediscpulaymaestrade
Heidegger, a quien quedar ligada despus de
laguerra,apesardelDiscursodelRectorado.
"Mujer, juda, pero no alemana", toma parte
enmovimientossionistasdeloscualesseseparacuando,segnsuopinin,elEstadojudose
hundeenelfangodela"Realpolitik".Enviada
delNewYorkerparaelprocesoEichmann,retomaralgunosanlisisquecausarnescndalo:
selereprochaelquerer"disculpar"yenmendar
aEichmann,yacusaralosjudosdehabersedirigidoasimismoshaciaelmatadero;deestoes
quesedefender.
Tericadeltotalitarismo,endilogocontodo eso que involucraba el mundo intelectual
desde Walter Benjamin hasta Raymond Aron,
pasando por infinidad de filsofos, amiga de
MaryMc.Carthy,HannahArendtesunadelas
figuras intelectuales ms importantes de nuestrostiempos.
Un Corazn Inteligente
Uno no comenta a Hannah Arendt, uno sostiene con ella una conversacin infinita, porque
con ella "el mundo toma la palabra". Elogio de
un pensador que tena como inestimable don la
capacidad de imaginar.
Loquelosubleva,subleva,
loquelegusta,gusta
Sudichosogustoeselgustodelmundo
Lessing
Por qu apreciamos a Hannah Arendt? Yo
creo que la respuesta se encuentra completa-
363
Notas y referencias
*Par Myriam Revault Dllonnes (Traduccin de jimena Cutruneo, tomado de Magazine Literaire, n 337,
noviembre 1995, 30 F., Paris).
**Myriam Revault es profesora de Filosofa de la Universidad de Strasburgo, ha traducido y comentado el
ensayo de Hannah Arendt Fuger sobre filosofa poltica de Kant, Ed. Seuil, 1991. Acaba de publicar aquello que el hombre le hace al hombre. Ensayo sobre el
mal de la poltica. (Ed. Seuil, Cf. P.24)
1. Dit dans de sombres temps, in Vies politiques,
nlle edit., coll. Tel, Gallimard, 1986.
2. Martn Heidegger a quatre-vingts ans, in ViesPolitiques, op.cit.
3. Comprhension et politique in Lanaturedutotalitarisme, d. Payot, 1990.
4. Sur la violence in Dumensongelaviolence, d.
Calmann- Lvi, 1972.
5. Kant dice precisamente: la imaginacin (facultas
imaginandi) es la facultad de intuir fuera de la presencia del objeto.
365
a
S
Notas
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S
Notas