Metz-Caro Cardo Salutis. para Una Comprensión Cristiana Del Cuerpo (Selecciones de Teología, Vol. 3, Núm. 9, Enero-Marzo 1964)
Metz-Caro Cardo Salutis. para Una Comprensión Cristiana Del Cuerpo (Selecciones de Teología, Vol. 3, Núm. 9, Enero-Marzo 1964)
Metz-Caro Cardo Salutis. para Una Comprensión Cristiana Del Cuerpo (Selecciones de Teología, Vol. 3, Núm. 9, Enero-Marzo 1964)
METZ
IOHANNES B. METZ
Los hebreos pensaban as del Hombre:
a) Unidad del hombre
Unidad del Hombre, no escisin. Si la Revelacin se toma tan en serio nuestro cuerpo se
debe a una imagen peculiar del Hombre; imagen que llamaremos bblico-hebrea.
El rasgo fundamental de esta imagen es su unidad. No existe para los hebreos la
divisin conceptual cuerpo-alma; el hombre no tiene cuerpo: es cuerpo. Todos los
conceptos antropolgicos de la Escritura no son dualistas, sino que parten del nico
hombre total. (La contraposicin de Pablo entre carne y espritu no supone una divisin
fsica del hombre, sino que es la caracterizacin del nico hombre total ante Dios: si se
abre a Dios, este hombre camina en espritu; si se cierra -precisamente con su orgullo
espiritual- camina en carne, es carne). Por eso para el hebreo, el hombre es un ser
corporal que est abierto a Dios; un ser que, cumpliendo su deber para con la Tierra,
cumple su deber para con Dios; y siendo fiel a sus antepasados, a su tradicin, a su
origen, es fiel a Dios.
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a contestar y de esta manera se mantiene abierto para escuchar la palabra salvadora de
Jess, acerca de la resurreccin de la carne.
b) Tentacin de Platonismo
Qu ocurri? Haba gran peligro de aceptar junta al lenguaje, el horizonte; junto al
concepto, la intuicin. Y no era seductora la tesis griega? No fue Platn con sus
pensamientos sobre la inmortalidad del alma el profeta que prepar el terreno al
cristianismo, sealando la inmortalidad del alma en su victoria contra la caducidad de
toda carne? No deba el cristiano considerar el cuerpo como el vestido que se quita
finalmente, como la crcel de la que se libra para volar hacia Dios, ante cuya mirada
aniquiladora toda carne se derrite como lo inconsistente?
IOHANNES B. METZ
La tentacin era grande, e influy poderosamente de un modo subterrneo y oscuro; y
todava sigue influyendo: ,No existen en realidad muchos platnicos actuales para
quienes el dogma de la resurreccin de la carne es algo as como la cubierta para la
inmortalidad del alma?
El Platonismo influy mucho. Pero poco a poco creca la sensacin de la gran amenaza
que el dualismo griego representaba para la doctrina bblica. La reflexin teolgica se
abre a nuevos pensamientos; mira hacia Aristteles; en quien resalta ms la unidad
humana. Y es por fin Toms de Aquino quien, con su mismo lenguaje conceptual, vence
el dualismo griego esclareciendo la unidad bblica del hombre. Y el magisterio
eclesistico se apropia este lenguaje, cuando en el Concilio vienense pone toda su fuerza
en la unidad natural del hombre y en la pertenencia del cuerpo al nico hombre.
IOHANNES B. METZ
b) El cuerpo hace posible la comunidad
Esta observacin puede hacernos atender a otra caracterstica de nuestro ser corporal: en
el cuerpo, un hombre se abre a otro. Cuerpo es conversacin antes de que las primeras
palabras hayan sido intercambiadas. Por el cuerpo nos vemos obligados con exigencia a
vivir juntos. El hombre, como ser corporal, siempre est con los dems, entre los dems,
para los dems. Nosotros, los corporales, no vivimos de reflejos o de monlogos, sino
de conversacin, de intercambio; siempre vemos, sorprendidos, nuestra alma y su
belleza en la ajena. Por eso, porque el ser corporal es ser -con- otros, la felicidad nos
est garantizada como una comunidad nupcial en el nico reino de Dios, terrestre y
celestial. Mientras que la condenacin ser un sordo aislamiento, reflejo de una
existencia cerrada y no participada.
Conclusin
Visto, pues, a la luz de la teologa, el cuerpo no es el lugar donde sucede algo sin
importancia. Cuerpo no es orn que al fin uno se sacude del hierro del alma; ni rgido
andamio que tiene que ser derribado cuando un alma ha ganado ya sus mritos eternos;
no. En el cuerpo se ha elaborado nuestra imagen definitiva; y la tierra misma entra
demasiado en nuestro ser para que nos podamos entender y amar sin ella. Lo que ser
consumado en las horas terrenas corporal y dolorosamente ante el rostro oculto de Dios,
debe ser ingrediente de nuestra eternidad. Nadie pone tanto peso en el cuerpo y en la
tierra como el cristiano; le est prohibido despreciar el cuerpo y su tensin mortal, ya
qu por ella adquiere su consumacin al mismo tiempo que, como pregunta, le abre a la
plenitud con que Dios le responde: "Vi un nuevo cielo y una nueva tierra... y vi la santa
ciudad de Dios como nueva Jerusaln que descenda del cielo adornada como una
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esposa para su esposo. Y o una voz que clamaba desde el trono: Ved la morada de Dios
entre los hombres; habitar entre vosotros... secar toda lgrima de vuestros ojos; y no
habr ya muerte ni dolor ni lamento ni pena. Y el que se sienta en el trono habla y dice:
Mira, yo lo renuevo todo". (Apoc 21,1 y ss.)
Tradujo y condens: FRANCISCO CUERVO-ARANGO
FERNANDO MANRESA