La Misericordia para Con El Projimo

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La Misericordia para con el prjimo

segn los Padres de la Iglesia

Capellana Mayor
Gendarmera Nacional Argentina

ntonces uno del pueblo le dijo: Maestro, dile a mi hermano que parta
conmigo la herencia. Jess le respondi: Hombre, quin me ha
constituido sobre vosotros juez o partidor?
Y les dijo: Mirad: preservaos de toda avaricia; porque, la vida del hombre
no consiste en la abundancia de lo que posee. Y les dijo una parbola:
Haba un rico, cuyas tierras haban producido mucho. Y se hizo esta
reflexin: Qu voy a hacer? porque no tengo dnde recoger mis cosechas.
Y dijo: He aqu lo que voy a hacer: derribar mis graneros y construir unos
mayores; all amontonar todo mi trigo y mis bienes. Y dir a mi alma: Alma
ma, tienes cuantiosos bienes en reserva para un gran nmero de aos;
reposa, come, bebe, haz fiesta.
Mas Dios le dijo: Insensato! esta misma noche te van a pedir el alma, y lo
que t has allegado, para quin ser?.
As ocurre con todo aquel que atesora para s mismo, y no es rico ante Dios

Lc 12,13-21
LA SAGRADA BIBLIA
Traduccin directa de los Originales
por Monseor Doctor
JUAN STRAUBINGER

EL RICO NECIO Y SUS GRANEROS


brese esta parbola (Lc 12,13-21) con un suscinto dilogo, reproducido
en los vers. 13-14. Uno de los presentes se dirige al Seor: Maestro,
dile a mi hermano que reparta la herencia conmigo. Segn la Ley, al
primognito le corresponde el doble de la hacienda (Cf. Deut21, 17), y en
caso de que fuesen varios los hijos, por ejemplo cuatro, la herencia se divida
en cinco partes, dos de las cuales tocaban al mayor. Nada ms normal que en
semejantes circunstancias surgiesen rias y conflictos de familia. As, en
nuestro caso, el hijo menor pleitea con el mayor, y reconociendo en Cristo,
si no al Mesas, al menos a alguien con autoridad, se dirige a l para que
zanje la cuestin.

Era, por acaso, injusta la peticin? Algunos as lo han juzgado, pero sin
fundamento. San Agustn es mucho ms comprensivo: "Cierto individuo
interpel al Seor contra un hermano suyo que se haba alzado con todo el
patrimonio y no le daba a su hermano la parte que le corresponda. Ya veis,
pues, cun justa era su causa. No quera alzarse con lo ajeno: slo peda los
bienes que su padre le haba dejado. No otra cosa peda al acudir al Seor
como a un juez 1.
Sin embargo, Cristo se resisti a ser mediador en un asunto de ese gnero:
"Hombre!, quin me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?. Y
agreg una recomendacin general sobre el apego a las riquezas, seguida de
una especie de mxima, que introduce inmediatamente en nuestra parbola,
precisando su sentido: "Mirad y guardaos de toda codicia, porque la vida del
hombre no consiste en la abundancia de lo que posee".
Quien a l se haba dirigido no sera propiamente un "codicioso", pero era
menester que entendiese lo precario que es el dinero y cmo su posesin es
incapaz de dar sentido y plenitud a la existencia humana.
La respuesta de Cristo eleva as el nivel de la pregunta. "Le neg lo que peda
afirma San Agustn, pero es ms lo que le dio que lo que le neg. l le
pidi que juzgase sobre la posesin de la herencia, y Jess le dio un consejo
sobre el despojo de la codicia. Por qu reclamas las fincas? Por qu
reclamas la tierra? Por qu tu parte en la herencia? Si careces de codicia, lo
poseers todo. Ved lo que dijo quien careca de ella: "Como no teniendo nada
S. Agustin, Ser. In Ev. Sin., sermo 107,2, Obras completas de San Agustn, BAC, tomo X, pp 747748.
1

poseyndolo todo (2 Cor6, 10). T, pues, me pides que tu hermano te d


tu parte en la herencia. Yo, respondi, os digo: Guardaos de toda codicia"2.
Y an con ms nfasis: "Reclamaba la mitad de la herencia; peda la mitad,
pero en la tierra, siendo as que el Seor se la ofreca entera en el cielo
(petebat in terra dimidiam: in caelo Dominus offerebat totam). Ms era lo
que el Seor le daba que lo que l peda (plus Dominus dabat, quant ille
postulabat )3.
Cristo haba venido para las cosas grandes, para que levantsemos el corazn
de las preocupaciones puramente temporales. Haba venido para las
realidades permanentes, propias del Reino de los cielos. No quera
inmiscuirse en lo puramente terreno, no deseaba convertirse en rbitro
humano, solucionador de problemas polticos, sociales o econmicos,
"distribuidor" de bienes perecederos. As lo declara San Ambrosio: Bien
hace en eludir lo terrestre, quien haba descendido para cosas divinas Un
espritu aplicado a las cosas grandes no puede dejarse importunar de las
menores,. Lo que debe buscarse es el patrimonio de la inmortalidad, no del
dinero; porque resulta vano acumular riquezas sin saber el uso que se har
de ellas, como aquel que teniendo los graneros repletos hasta el tope con las
ltimas cosechas, preparaba nuevos graneros para dar lugar a tanta
abundancia de productos, sin saber para quin acumulaba4.
Como se ve, San Ambrosio empalma el dilogo inicial con la parbola que
ilustra la sentenciosa respuesta del Seor. Algo semejante encontramos en
San Cirilo de Alejandra, quien tambin considera la ltima frase que
pronunciara Cristo, antes de entrar en la profericin de la parbola:
Es intil la avaricia, porque no consiste en la abundancia la vida del hombre,
esto es, no se alarga la vida del hombre a medida de las riquezas. Y esto se
prueba clara y evidentemente por la parbola aptsima que nos propone el
Salvador. En ella nos da una excelentsima doctrina y nos recomienda como
reina de las virtudes la caridad, cuyo fruto ms hermoso es la limosna. Pero
el aborrecedor de todo bien, el inventor de toda maldad, el sembrador de
cizaa, el enemigo de toda virtud... nos aconseja preocuparnos por las
riquezas, buscar en el mundo los placeres carnales, e induciendo el olvido de
la muerte, no nos deja considerar las cosas futuras, ni siquiera pensar nada

Ibid., sermo 107 A, p.760.


Ibid., sermo 107,2, p.748.
4
S. Ambrosio, Exp. Ev. Sec. Lc., lib. VII, 122-126: SC 52, p.51.
2
3

digno del hombre, Contra todas estas maquinaciones mira el cuadro que te
pone delante el Salvador5.

Entremos ya en la consideracin de la misma parbola, donde tras describirse


la prosperidad ilimitada de un hombre desaprensivo, se hace luego palmaria
su insensatez.

I. LA ANGUSTIA DE LA ABUNDANCIA
Comienza nuestro texto: Los campos de cierto hombre haban producido
mucho; y pensaba dentro de s diciendo: "Qu har, pues no tengo dnde
recoger mis cosechas?".
Trtase, como puede verse, de un hombre rico, no de un mercader, sino de
un estanciero, cuyas tierras eran ubrrimas, probablemente Cristo eligi
como paradigmtica la riqueza del campo, que en las sociedades bien
organizadas es la ms segura, para demostrar que ni aun en ese terreno, el
econmicamente mejor fundado, se encuentra la definitiva estabilidad. Por
lo dems, la principal riqueza palestinense consista en la ganadera y la
agricultura.
Lleno de satisfaccin, nuestro codicioso miraba ondear las mieses en las
incontables hectreas que ocupaban sus tierras, que aun antes de madurar le
auguraban una cosecha extraordinaria, mucho mayor de lo que l se haba
imaginado. San Basilio contrasta la generosidad de Dios, que hizo posible
un rendimiento tan grande, Con la tacaera y avaricia de este hombre, segn
pronto se revelara:
Por qu se mostr tan frtil el campo de aquel hombre que ningn bien haba
de hacer con aquella fertilidad? A fin de que resplandeciera la tolerancia de
Dios, cuya bondad se extiende a semejantes hombres, ya que l llueve sobre
justos e injustos, y hace salir el sol sobre buenos y malos (cf. Mt 5, 45). Pero
esta bondad de Dios acarrea mayor suplicio a los malvados. Derram sus
lluvias sobre la tierra cultivada por las avarientas manos; dio su sol para
fomentar la semilla y multiplicar el fruto con abundancia. Y por cierto que
de Dios proceden todos estos beneficios, la buena tierra, la buena temperatura
del cielo, la abundancia de semillas, la ayuda de los bueyes, todo lo dems
de que se vale la agricultura para producir con abundancia. Y qu es lo que
descubrimos en este hombre? Carcter truculento, odio de los hombres,
espritu tacao. As es como corresponda a la largueza de su bienhechor. No
5

S. Cirilo de Alejandra, Comment. In Lc., cap. 12: PG 72, 733

se acuerda de la comn naturaleza, no se acord de dar lo superfluo a los


pobres6.

El comportamiento de Dios es paradigmtico para el hombre. As como Dios


es generoso, de manera semejante debera haberlo sido el granjero de nuestra
parbola. Pero es un necio, prosigue diciendo San Basilio; mientras ms
reciba, menos dar. Frente a los necesitados, a los que sufren hambre, se
mantendr inflexible e implacable
Ac el rico ha recibido abundantemente de Dios y ni se le ocurrir participar
al prjimo de ello. La razn es sencilla: est polarizado en el dinero, en la
bsqueda insaciable del dinero. O. como le dice urticantemente San Basilio:
"Todo lo ves oro, lo juzgas oro, en el oro sueas mientras duermes, y lo
anhelas cuando ests despierto. As como los que estn locos, no miran las
cosas como son en s, sino como ellos se las figuran, as tu alma, poseda por
la avaricia, todo lo ve oro, todo lo ve plata Miras con ms gusto el oro que el
sol. Deseas vivamente convertir todas las cosas en la naturaleza del oro, y te
abocas a ello decididamente. Qu no maquinas por el oro? para ti el trigo se
vuelve oro, el vino se acrecienta en oro, la lana se te vuelve oro; todo
comercio, todo talento o habilidad te engendra oro. El mismo oro se engendra
a s mismo, cuando se multiplica por el inters"7.
Destaquemos las vigorosas afirmaciones del Santo, de acentos tan actuales,
si pensamos en algunas predominantes corrientes modernas de la economa.
El oro engendra oro, se engendra a s mismo. Por otra parte fcilmente el rico
se deja polarizar por el oro, como si ste lo hubiera encandilado. Y as, el
ansia de lucro se toma insaciable. Ms, siempre ms.
El mismo San Basilio se ha explayado sobre este grave peligro que acecha
al alma:
Hay una doble forma de tentaciones Porque o los corazones prueban sus
molestias en el fuego como el oro (Cf. Sab 3.6), cuando por la paciencia
demuestran irrefutablemente su integridad y bondad, o tambin na rara vez
la misma prosperidad de la vida es para muchsimos una verdadera tentacin.
Porque es igualmente arduo conservar el alma erguida y elevada en las cosas
difciles, que no verse impulsado a obrar contra la justicia en tas cosas
prsperas. Ejemplo del primer gnero de tentacin es ciertamente Job, aquel
atleta grande e invicto, quien enfrentndose a toda aquella fuerza del diablo,
semejante al mpetu de un torrente, con pecho inquebrantable e
6
7

S. Basilio Magno. Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 1: PG 31, 261-264.
Ibid., 4-5: PG 31, 269.

inconmovible, se mantuvo firme y tan superior a las tentaciones, cuanto las


hostilidades del enemigo parecan mayores ms inextricables. En cuanto al
segundo tipo de tentaciones, son muchos los ejemplos, uno de los cuales es
el que se nos ha ledo, el del rico que tena muchas riquezas, y esperaba tener
muchas ms. El Dios benignsimo al principio no lo conden por su ndole
ingrata, permitindole que acrecentase as siempre riquezas sobre riquezas,
por ver si al llegar a la saciedad, pudiese finalmente impulsar a su alma a la
liberalidad y mansedumbre8.

La seduccin de la prosperidad. He ah una tentacin a la que sucumbe casi


ms gente que por el primer gnero de pruebas, el del sufrimiento. Nunca el
rico necio se sentir plenamente satisfecho, como quien ha llegado a la meta.
El ansia de oro que lo acosa sin cesar. "No hay saciedad dice el mismo
Santo Doctor, ni se alcanza el trmino del deseo. Con frecuencia a los
chicos que son golosos les permitimos que se llenen abundantemente de lo
que desean, para que por la mayor saturacin cobren fastidio a aquellas
cosas. No sucede as con el avaro, sino que mientras ms se llena de algo,
ms lo desea"9.
En este sentido se podra decir que la codicia hace del rico un menesteroso
crnico. Siempre juzga que no tiene bastante, siempre est buscando poseer
ms de lo que posee. San Basilio lo ha expresado de manera sublime:
Dices que eres un verdadero pobre, y en esto convengo contigo. Porque es
pobre el que necesita de muchas cosas
Intentas agregar diez talentos a otros diez; una vez que has juntado veinte,
buscas otros tantos, y el hecho de que siempre agregas ms no detiene la
apetencia, sino que por el contrario reanima el apetito. Porque as como pasa
con los ebrios, que la proximidad del vino se vuelve ocasin de beber, as
tambin los nuevos ricos, cuando adquieren muchos bienes, desean ms, y
mientras ms agregan, ms alimentan la enfermedad, de modo que su
esfuerzo resulta contradictorio.
Porque los bienes presentes, siendo tan cuantiosos, tanto los alegran cuanto
los contristan los que faltan; y as desean aquellas cosas que piensan que les
faltan, en tal grado que su alma se agota constantemente en preocupaciones,
por su afn de tener siempre ms, pues si bien los llena de alegra el verse as
favorecidos, al punto de ser ms ricos que muchos, por el contrario sufren
penosamente y se duelen por el hecho de que quizs tal o cual los supera en
riquezas. Y cuando han alcanzado el nivel de ese rico, enseguida intentan
hacerse iguales a otro ms rico, y si lo logran, se esfuerzan por alcanzar a
8
9

Ibid., 1: PG 31, 261.


Ibid., 5: PG 31, 269.

otro. As como los que suben una escalera, no se detienen en ningn escaln
sino que siguen subiendo hasta llegar arriba, as tambin stos no descansan
en sus apetencias hasta que, llegados a lo ms elevado, caen de lo alto y se
destruyen.

El verbo del Santo se transforma por la indignacin y se vuelve poesa,


poesa indignada y estigmatizadora:
Todo lo que el ojo ve, lo desea el avaro. "No se llena el ojo viendo" (Eccle
1,8), ni el avaro se sacia recibiendo... El mar conoce sus confines: la noche
lo traspone los antiguos lmites que se le han prescrito. El avaro, en cambio,
no respeta el tiempo, no reconoce trmino, no cede al orden de la sucesin,
sino que imita la fuerza del fuego, invade todo, todo lo devora. Y as como
los ros que al comienzo surgen de lo pequeo, luego se acrecientan poco a
poco por las aguas que en su transcurso se le agregan, acabando por arrastrar
con su mpetu violento todo lo que encuentran a su paso o se les opone, as
tambin los avaros, elevados a gran poder a partir de aquellos a quienes ya
oprimen con su poder, alcanzan una capacidad mayor de inferir injurias, y
entonces reducen a servidumbre a los dems, juntamente con aquellos a
quienes primero haban oprimido: el acrecentamiento de su poder se vuelve
para ellos ocasin de mayor perversidad 10.

En opinin de San Basilio, el vicio que aqueja al rico de la parbola es el de


los engullidores. Buscando siempre tener ms, prefieren antes reventar de
hartura que dar lo sobrante a los pobres. Tales hombres no conocen el
sosiego11.
El espritu de codicia se ha apoderado de nuestro rico, pero, como bien
observa San Pedro Crislogo, comentando el versculo- "Y pensaba dentro
de s, diciendo: Qu har?" aquel espritu obsesivo y excluyente no es
sino la manifestacin de la presencia en su interior y el seoro de un nuevo
amo, el Espritu maligno:
"Qu har?". Es la voz de alguien que pregunta. Y a quin piensas que
preguntaba? En l haba otro, porque el diablo se haba instalado como
propietario en lo ms ntimo de su ser; el que haba entrado en el corazn de
Judas, ocupaba lo secreto de su mente. "Qu har, pues, porque no tengo?".
Escuchaste cmo el rico no tiene? He aqu que exclama: "No tengo" Es
verdad, nunca tiene el que busca siempre (non habet semper, qui quaerit
semper)12.

10

Ibid., Hom. in divites 5: PG 31, 292-293


Cf. Ibid.,Hom. in illud, Destruam horrea mea 1: PG 31.264
12
S. Pedro Crislogo, Sermones, sermo 104: PL 52,491
11

Los Padres se solazan en la paradoja que nos acaba de insinuar el Crislogo:


la angustia de la exuberancia El rico necio que, al decir de San Cirilo de
Alejandra, "slo quera gozar de su abundancia"13, no saba qu hacer con
sus opparas cosechas. Cun sintomtica resulta su duda: "Qu har?". "Lo
que a otros produce alegra -observa San Basilio, eso mismo consume al
avaro. Porque no se alegra cuando todos sus almacenes estn repletos, sino
que las riquezas sobreabundantes, y que no pueden ser contenidas en sus
almacenes, hieren su nimo; no sea que derramadas hacia afuera, se vuelvan
ocasin de algn alivio para los necesitados" 14.
Algo semejante leemos en San Agustn: "De qu magnitud era la cosecha?
Tan abundante que no tena dnde colocarla. Por la abundancia se convirti
rpidamente en estrecho, siendo ya desde antes avaro (factus est subito per
abundantiam angustus, avarus antiquus). Cuntos aos haban transcurrido
y, no obstante, le haban bastado sus graneros! Pero tanto trigo haba
cosechado que no le haban bastado los graneros que antes eran suficientes.
Y el miserable cavilaba no sobre cmo repartir lo que haba recogido con
exceso, sino sobre cmo guardarlo (non quomodo erogaret quod plus natum
erat, sed quomodo reservaret)15. He ah la causa de su turbacin: "Se
angustia no por la escasez, sino por la abundancia. Qu desdichado era aquel
a quien turbaba la abundancia, no la escasez!"16. Recordemos que la palabra
"angustia" viene de "angustus" estrecho. Su alma se haba "estrechado",
"angostado" como sus graneros.
Tambin en San Gregorio encontramos lucidas reflexiones sobre el extrao
estado de alma de este hombre. Las traza sobre el teln de fondo de un
revelador texto del Antiguo Testamento que dice: "En el colmo de la
saciedad, lo asalta la angustia" (Job 20, 22):
"Primero trabaj con avaricia por allegar todo lo que deseaba, y cuando logr
juntar tantos bienes en el vientre, por as decirlo, de su avaricia, harto de ello,
se sofoca; acongojado de tanto pensar en cmo conservar lo adquirido, Su
misma hartura lo estrecha (ipsa eum sua satietas angustat). Aquel hombre al
que la angustia de la abundancia estrechaba, deca: "Qu har?". Y, como
agobiado por el exceso de alimento, se ahogaba. Pensemos cunto haba
anhelado que su campo le diese frutos abundantes. He aqu que sus deseos se
han cumplido, su campo le ha dado una cosecha superabundante. Pero no hay
13

S. Cirilo de Alejandra, Comment. In Lc., cap. 12: PG 72,736


S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 1: PG 31,264.
15
S. Agustn, Serm. In Ev. Sin., sermo 107,6, en Obras completas de San Agustn, BAC, tomo X, p.751
16
Ibid., sermo 107, pp. 760-761.
14

ya dnde guardar lo cosechado, y este rico, ante le multiplicacin de los


bienes, no sabe qu hacer. Oh angustia hija de la saciedad! (O angustia ex
satietate nata!). La fecundidad del campo angustia el corazn del avaro.
Porque al decir: "Qu har?" muestra a las claras que se halla como
oprimido por los efectos de sus deseos, apenado por la abundancia de sus
riquezas. Qu bien se ha dicho: "En el colmo de la saciedad, lo asalta la
angustia. Aquella alma avara haba buscado primero el reposo en la
abundancia, y ahora, para conservarla, sufra todava ms17.

San Pedro Crislogo lo expres a su modo: "Miserable aquel a quien la


fecundidad de la tierra lo hizo estril; la abundancia, ansioso; los recursos,
inhumano; las riquezas, mendigo. El campo humano sostena a su seor
inhumano; y lo que la tierra produca con largueza, su seor lo encerraba y
lo acopiaba de manera estrecha (angusta)"18.
Apropiado parece recordar aqu aquello que se lee en la Escritura: "T dices:
Soy rico; me he enriquecido; nada me falta. Y no te das cuenta de que eres
un desgraciado, digno de compasin, pobre, ciego y desnudo" (Ap 3, 17).
Por eso, como inteligentemente observa San Cirilo de Alejandra, nuestro
hombre, a pesar de verse colmado, habla el mismo lenguaje que el
menesteroso. "Rodeado de innumerables bienes, el rico se vuelve
pusilnime, y dice palabras propias de un pobre. Qu har, suele decir el
pobre, porque sufro penuria de lo necesario?, y siempre profiere esta voz
digna de lstima. He aqu que el rico usa tambin las mismas palabras,
lamentndose y dolindose en gran manera"19. Idntica reflexin
encontramos en San Basilio: "Acaso no da [el rico] los mismos gemidos
que los que andan estrechos de recursos: Qu har? De dnde sacar el
alimento? De dnde el vestido?"20.
Por eso sera realmente ridculo envidiar a este hombre por prosperidad. En
el fondo es un infeliz, un indigente, un desdichado. "Quin no se
compadecer de un hombre tan obsesionado? dice San Basilio. Es
miserable por la misma fertilidad, miserable por los bienes obtenidos y ms
miserables por los esperados. Porque, al parecer, la tierra no le aporta
17

S. Gregorio Magno, Moral. In Job, lib. XV, 22: SC 221, pp.50-52.


S. Pedro Crisologo, Sermones, sermo 104: PL 52, 490.
19
S. Cirilo de Alejandra, Comment. In Lc., Cap. 12: PG 72, 736
20
S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 1: PG 31, 264.
18

10

provecho y rentas, sino desvelos; no acumula para l abundancia de frutos,


sino preocupaciones, molestias y grave ansiedad" 21. La replecin de sus silos
contrasta con el vaco de su corazn: "Los graneros no podan contener la
abundancia de sus productos, pero el alma avara nunca se llenaba; y no
queriendo, por avaricia, dar los frutos antiguos, ni pudiendo, por su
abundancia, recoger los nuevos, sus proyectos resultaban ineficaces y sus
cuidados estriles"22.

II LOS GRANEROS DEL EGOISMO


Qu har? , se preguntaba el rico perplejo. Derribar mis graneros y
construir otros ms grandes.
He aqu la decisin tomada. Y si tambin llenas stos le dice San Basilio, qu proyectars? De nuevo los destruirs y de nuevo los edificars? Qu
casa ms necia que trabajar indefinidamente, edificar diligentemente, y
diligentemente destruir 23.
Comentando la resolucin de este hombre, San Pedro Crislogo nos ha
dejado una perspicaz observacin. Tras recordar lo que dijo anteriormente,
es a saber, que la pregunta del rico "Qu har?" se diriga a alguien que
moraba en su interior, al demonio, propietario de su corazn, seducido por
el atractivo de la prosperidad y la avaricia, agrega:
Escuchemos lo que le responde el consejero interior. Derribar mis
graneros. Aparece ahora con evidencia lo que se esconda, porque siempre
el enemigo empieza por la destruccin, Obra. obra [el demonio] para que
destruyas lo que tienes, y no levantes lo que deseas24.

Con todo, debe quedar bien claro que en ningn momento afirman los Padres
que la abundancia sea mala en s, ni que necesariamente haya de condenarse
a quienes les va econmicamente bien. Porque alguno podra decir: por qu
nos vamos a irritar contra este hombre tan trabajador, que a fuerza de
sacrificios logr extraer frutos abundantes de la tierra, y que supo prever para
el futuro, proyectando la ereccin de silos ms grandes en orden a depositar
all sus granos? No es acaso una manera de participar del seoro de Dios,
de su providencia, de su realeza sobre el cosmos, tal como el mismo Dios lo
21

Ibid
Ibid
23
Ibid., 6: PG 31, 273
24
S. Pedro Crislogo, Sermones, sermo 104: PL 52, 491.
22

11

determin al Crear al hombre? San Beda sale al paso de dicha objecin


respondiendo que este rico no es reprendido por haber cultivado eficazmente
la tierra, ni por haber juntado los frutos de su trabajo en graneros adecuados,
sino por haber puesto toda la confianza de su vida en la abundancia misma
de sus productos, juzgndolos del todo suyos, y negndose a compartirlos
con los pobres, contrariamente al mandato del Seor: "Lo que sobra, dalo en
limosna" (Lc ll, 41)25.
Es en esto ltimo en lo que insisten principalmente los Padres. Lo censurable
de este hombre no es su prosperidad econmica sino el hecho de que, como
seala San Basilio, no pens en la naturaleza comn, no juzgo que era
menester distribuir entre los pobres lo que sobraba de sus bienes, para nada
tuvo en cuenta el precepto: "No te abstengas de ayudar al necesitado" (Prov
3, 27), ni aquel otro: "La limosna y la fidelidad no te abandonen" (Prov 3, 3),
ni tampoco: "Parte tu pan con el que tiene hambre" (Is58.7). En una palabra,
sumerso en los gozos de la inmanencia, se volvi sordo a la palabra de Dios,
as como al clamor de los profetas y doctores Sus graneros rebosaban y
resultaban estrechos para una cosecha tan suculenta. Haba llegado el
momento de distribuir, y sin embargo, su corazn codicioso, siempre vido
de ms, se negaba a ello tozudamente 26.
Al decir: "Derribar mis graneros y construir otros ms grandes", acota San
Cirilo de Alejandra, no pensaba, como Job, que todo eso haba recibido de
lo alto, ni se comportaba como administrador de Dios respecto de aquellos
productos, sino que persista en la idea de que dichos bienes, siendo fruto de
su trabajo, le pertenecan de manera absoluta. En modo alguno se le ocurra
referir su prosperidad a la benevolencia de Dios, lo que mostr claramente
al decidir que no los iba a compartir Con nadie, sino que los conservara
todos para su deleite. Grave error, por cierto, ya que el que tiene algo de
Dios, debe usar lo que tiene segn el beneplcito de Dios 27.
Coincide en ello San Basilio, quien se dirige a nuestro rico en los siguientes
trminos:
Reconoce, oh hombre, al dador, acurdate de ti mismo, quin eres, cul es el
depsito que se te ha confiado, de quin lo has recibido, por qu has sido
preferido a otros. Has sido puesto por ministro de Dios altsimo,
administrador de tus consiervos; no pienses que todo ha sido preparado para
25

Cf. S. Beda, In Lc. Ev. Expositio, lib IV, cap. 12: PL 92, 491-492.
Cf. S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 1: PG 31, 264
27
Cf. S. Cirilo de Alejandra, Comment. In Lc., cap.12: PG 72, 736
26

12

tu vientre; piensa que lo que tienes en tus manos es como si fuera de los
dems. Un momento te deleitaran las riquezas y luego fluyen y desaparecen,
y de stas se te exigir estrecha cuenta... "Qu har?" A la mano est la
respuesta: Satisfar a los hambrientos, abrir los graneros convocar a todos
los necesitados. Imitar a Jos (Cf. Gen 47, ll ss.) en su declarada y pblica
bondad; dir en voz alta: Todos los que tenis necesidad de pan, venid a m,
seris participes cada uno del beneficio concedido por Dios como de fuentes
comunes. Pero t no eres as, por qu? porque miras con malos ojos que los
dems hombres usen los bienes, y por decisin interior y perversa te
preocupas, no de cmo puedes hacer partcipe a cada uno de lo necesario,
sino de cmo quedndote con todo, privas a todos de su fruto y utilidad28.

Verdaderamente desgraciado este rico, comenta San Juan Crisstomo, que


slo piensa en derribar sus graneros para construir otros mayores. Desde
cierto punto de vista tiene razn ya que, en realidad, tales graneros son
deleznables, dignos de ser destruidos siempre de nuevo; "los graneros que
no pueden ser depredados no son los muros, sino los vientres de los pobres,
que l olvid porque slo se preocupaba de las paredes"29. "Tienes graneros,
si as lo quieres tercia San Basilio, son las casas de los pobres". Y trae
en su apoyo la exhortacin del Seor: "Amontonad ms bien tesoros en el
cielo, donde ni la polilla ni el orn los corroen, y donde los ladrones no
horadan30 ni roban" (Mt 6,20)31.
San Agustn se ha expresado con notable energa al respecto:
No tena sitio para almacenar! pero dnde estaban los pobres? Lo que no
caba ya en los graneros debido a su pequeez, deba haberlo recibido tu
hermano, hubiera debido recibirlo tu Seor que dice: "Cuando hicisteis algo
a uno de mis pequeuelos, a m me lo hicisteis" (Mt 25,40). No lo pierdes
si lo entregas a los almacenes? Y lo pierdes si los transportas al cielo? No
tienes dnde colocar tu cosecha? Entrgala y espera que se te devuelva. La
pones en la mano del pobre y la recibes de la mano del rico. Quin te dio
eso que no tienes dnde colocarlo? Quien te lo dio quiere recibir algo de eso
que te dio. Tiene necesidad de ti quien te hizo.
Si para tu bien necesita de ti, dale lo que tienes.
Posees bienes terrenos, pero acaso posees la vida eterna? Gran posesin
sta! Y cun poco cuesta! Quieres saber lo poco que cuesta? Oh necio, que
haces clculos en la tierra y mientras tanto pierdes el cielo! Esa posesin es
la vida eterna. Cuando llegues a ella, ser tal que ya no podrs emigrar ms
de all, sino que la poseers siempre sin fin. Ves cun grande es. Considera
28

S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 2: PG 31, 264-265
S. Juan Crisstomo, Conciones de Lazaro, concio II, 2: PG 48, 984
30
Horadar: de horado.1. tr. Agujerear algo atravesndolo de parte a parte.
31
S. Basilio, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 6: PG 31, 273.
29

13

lo poco que cuesta slo aquello que no pueden contener tus almacenes, lo que
no cabe entre sus paredes, lo que excede y por causa de lo cual quieres
ampliar sus dimensiones. Qu es pues, esto? Cul es el precio de la
posesin? Si se diese a los pobres, que son los portaequipajes! Sabes y ves
que a quienes das en la tierra: pero lo que das lo llevan al cielo y, despus de
haberlo transportado all. No recibes lo que das. Pues por los bienes terrenos
has de recibir los celestiales, por los caducos los inmortales, por los
temporales los eternos.
Si los dieses a inters y por una cantidad de plata recibieses la misma cantidad
de oro, por ejemplo, por una libra de plata, una libra de oro, qu te sera ms
ganancioso? Cabrias de gozo si se te hubiese permitido llegar a cobrar tanto
inters? Qu ganancia se da en nuestro caso? Considera lo que das y lo que
recibes, Das lo que aqu has de abandonar recibes lo que jams has de perder.
Da, pues, aquello que es superfluo en tu vida para recibir lo que te haga vivir
siempre. Por eso, si os disteis cuenta, en la misma lectura del evangelio dice
el Seor: "No consiste la vida del hombre en la abundancia de las cosas que
se poseen" (Lc 12, 15). Las riquezas de la carne son el oro, la plata, el pan, el
vino, el aceite, las fincas, las posesiones. Estas Son las riquezas de la carne.
Y una vez lleno el vientre, cunto tiene de esto la carne? Ves que todo lo
restante es superfluo. Si te forzasen a comer cuanto tienes, no sera un
forzarte a morir?32.

Volvemos as al gran tema de este anlisis, que est en el teln de fondo de


las parbolas de la misericordia con el prjimo: "Sed misericordiosos como
vuestro Padre celestial es (Lc 6. 36). As como Dios, porque no fue otro que
Dios, hizo que la tierra produjera en tal abundancia, de manera anloga el
hombre enriquecido debe hacerse eco de la generosidad divina, abriendo las
puertas de su corazn a los necesitados. Ellos, y no otros, son sus verdaderos
graneros, nunca llenables del todo. Porque pobres siempre los habr! (Cf.
Mt 26, 11)
Tal debi ser la actitud del rico: anunciar que abrira sus graneros y
convocara a los pobres, dice San Basilio. Nada de eso hizo, porque l no
pensaba en repartir sino en acumular. "Derribar mis graneros y construir
otros ms grandes" afirm. "Haces bien comenta San Basilio, yo mismo
lo dira. Porque son dignos de destruccin las graneros de tu maldad. T
mismo, con tus propias manos, destruye lo que edificaste mal. Destruye tus
graneros, porque de ellos nadie ha obtenido alivio. Destruye la casa entera
S. Agustn, Serm. In Ev. Sin., sermo 107A, en Obras completas de San Agustn, BAC, tomo X, pp.
761-763.
32

14

que custodia tu avaricia, derriba sus techos, desnuda sus paredes, pon al aire
libre el trigo podrido, saca de la crcel las riquezas vencidas, abre las
ventanas de los tenebrosos cuartos donde se guarda la mamona"33.
Y con no disimulada indignacin sigue enrostrando al rico necio: Acaso no
saliste desnudo del seno de tu madre? Acaso no volvers de nuevo desnudo
a la tierra? De dnde has recibido los bienes presentes? Si dijeses que de la
suerte, eres un impo, que no reconoces a tu Creador, ni das gracias a tu
bienhechor; si reconoces que son de Dios, dinos la razn por la que los
recibiste. Acaso Dios es injusto, distribuyndonos de manera desigual las
cosas para la vida? Por qu t eres rico y aqul es pobre? Acaso no es as,
para que t recibas el premio de tu benignidad y de la fiel administracin, y
a aqul se le den los grandes premios de la paciencia?34.
Como se ve, estamos lejos de toda dialctica de tipo clasista
El rico es rico para que d, el pobre es pobre para que por la paciencia y el
agradecimiento se santifique. Lo confirma expresamente San Agustn,
remitindose a aquella notable cita de la Escritura: El rico y el pobre se
encontraron; a los dos los hizo el Seor" (Prov 22, 2). Lo que as comenta:
Dnde se encontraron? En cierto camino. Cul es ese camino? La vida
presente. Aqu se encontraron el rico y el pobre, porque nace el rico y nace
el pobre, Se encontraron, Se vieron en el camino. Ambos van por el mismo
camino, uno cargado, aligerado el otro. Pero el aligerado tiene hambre; el
cargado gime bajo el peso. Aligrese el cargado. D algo de lo que lleva sobre
los hombros al que encontr, y as ni uno gemir ni el otro tendr hambre, y
ambos llegarn al final. De dnde procede tu gemido, oh rico? De que no
tienes donde colocar tu carga? Hay un lugar. No quiero verte gemir. Mira al
hambriento y ya tienes dnde colocarla. Temes perderla? Al contrario, es
entonces cuando no la pierdes35.

III. LA NECEDAD DE IA INMANENCIA


Hemos dejado al rico soando con nuevos graneros para amontonar all el
cuantioso producto de sus cosechas. Y dir a mi alma: Alma ma, tienes
cuantiosos bienes en reserva para muchos aos: descansa, come, bebe
banquetea.

33

S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 6: PG 31, 273.
Cf. Ibid.: PG 31, 276.
35
S. Agustn, Serm. In Ev. Sin., sermo 107, en Obras completas de San Agustn, BAC, tomo X, pp.
765-766
34

15

Ciertamente a este hombre "le ha ido bien", como dice la gente de mundo:
es un empresario "eficiente y exitoso, un verdadero "triunfador". Por algo
se ha sealado que los perversos y corruptos, no preocupndose en modo
alguna de dnde les venga la ganancia con tal de obtenerla, suelen ser ms
ricos que los dems. Y frecuentemente Dios no los castiga en esta tierra, no
los corrige con la prdida de sus bienes, antes al contrario permite que todo
les suceda a la medida de sus deseos.
ste es el escndalo con el que tantos tropiezan: ver cmo tales personas,
que a veces se han enriquecido sbitamente, medran, prosperan, acrecientan
sin cesar su fortuna, sus propiedades son numerosas y estn debidamente
protegidas, pasando sus das en la ms envidiable felicidad. No piensan, por
cierto, en que esta vida tiene un trmino. Viven ac como si sta fuese su
patria definitiva, sumidos en la inmanencia. El haber alejado el fantasma de
la muerte del horizonte de su existencia hace que nada los detenga en su
carrera de placeres, aspirando a comodidades siempre ms refinadas y
deleitosas.
As era nuestro rico. Asegurado previsoramente frente a cualquier coyuntura
desfavorable para ello se haba propuesto la ereccin de nuevos
graneros, Se dijo: Descansa, come, bebe y banquetea. Total, tengo para
muchos aos. Lo que comenta San Cirilo de Alejandra:
Este rico no edifica graneros permanentes sino caducos. y, lo que
es ms necio, se promete una larga vida, como si eso tambin lo
cosechara de la tierra. Porque dice: "Dir a mi alma, tienes
cuantiosos bienes en reserva por muchos aos". Pues bien, oh
rico, te dira alguno, pese a que tengas tan gran cosecha en tus
graneros, pero tantos aos, de dnde te lo prometes? As habla
todava el rico, entregado a la hartura del vientre, teniendo la
glotonera por todo entendimiento, sin pensar de ningn modo en
conformar su vida a imagen del que es suma bondad, Por eso
apacienta su alma con manjares carnales, y no se representa otro
deleite que el que de ellos nace...
Hay que comer en razn de la vida; no vivir para comer, como
hacen los adoradores del vientre que dicen: "Comamos y
bebamos, que maana moriremos".(Is 22, 13; 1 Cor 15, 32),
cuando por el contrario habra que decir: Porque maana
moriremos, limitemos el alimento y la bebida. Qu aprovech a
este rico su mltiple solicitud? Todo l viva en el pensamiento
carnal. Pero mira qu pena va a tener aquel que para nadie ha sido
bueno, sino que slo ha sido rico para s mismo. Se consumi en
desasosiegos: para hacerse rico; se desvel, para poder acumular
muchas cosas; se volc todo l a los negocios terrenos: no acepta
16

a Dios; no le interesa el futuro; no piensa en el Dios que lo va a


juzgar en el tribunal tremendo; no repara en la muerte
prxima...36.

Tales eran los horizontes y las apetencias de este hombre.


Dir a mi alma: Tengo muchos bienes, descanso, como, bebo, banqueteo.
Una vida muy semejante a la del animal, seala San Basilio: Si tuvieras
alma de puerco, qu otra cosa sino esto hubieras podido anunciar a tu alma?
Porque realmente gozas con las cosas terrenas, y tienes por dios a tu vientre,
y eres completamente carnal, esclavo de los antojos y de los vicios37.
As vive el enquistado en esta tierra, el que ha puesto su morada en la
inmanencia. Como quiere permanecer en el mundo manere in,
instalndose all indefinidamente, olvida el autntico futuro, el futuro
definitivo, pensando slo en futuros intraterrenos, en futuros inmediatos o
cercanos. No tiene vista de guila sino miopa espiritual como el hombre de
nuestra parbola. Por eso ste no habr salido de asombro cuando oy que el
Seor le deca: Necio! Esta noche misma te reclamarn el alma; las cosas
que preparaste, para quin sern? Lo haba previsto todo menos eso...
Es del cielo de donde viene el anuncio terrible. Cuando el rico ponderaba sus
logros y proyectaba su vida placentera, hablaba, por cierto, en lo secreto de
su corazn, pero sus palabras eran calibradas en lo alto. Por eso de all
proviene la respuesta38.
En qu forma le habl el Seor? De viva voz o en sueo? Tratndose de
una parbola, no importa demasiado la manera de intimarle la sentencia.
Generalmente, la voluntad divina se suele manifestar por los hechos mismos,
en este caso quizs por los sntomas de la muerte.
Dios lo llam necio. Como seala San Basilio, este calificativo es muy grave,
ya que no proviene de ningn hombre, sino del mismo Dios39 .El vocablo
griego original es "phron", que ya aparece en el Salterio, segn la
traduccin de Setenta: "Dice en su corazn el necio: No hay Dios (Ps 13,
1) Con estas palabras se describe la mentalidad de quien cree posible poder
prescindir totalmente de Dios.
No sin gracejo predica San Agustn: alguno de vosotros diga: Cmo habl
Dios con un necio? iOh hermanos, con cuntos necios no habla ahora cuando
36

S. Cirilo de Alejandra, Comment. In Lc., cap.12:PG72, 736-737.


S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 6: PG 31, 273.
38
Cf. Ibid.: PG 31,272
39
Cf. Ibid.: PG 31, 273
37

17

se lee el Evangelio!, No son necios quienes lo escuchan cuando se lee y no


obran en consecuencia?"40.
Tratbase, por cierto, de un "necio" consumado. "Tienes tantas hectreas de
campo arable le dice San Basilio, tanto terreno plantado con rboles,
montes, campos, bosques, ros, praderas. Y luego de esto qu? Acaso no
te esperan dos metros de tierra? No bastar acaso el peso de pocas piedras
para custodiar al cuerpo msero? En razn de qu trabajas? Por qu motivo
obras inicuamente? Qu cosas infructuosas recoges con tus manos? Y ojal
infructuosas, no materia para el fuego eterno! Qu recibirs por fin de esta
ebriedad? Alguna vez recobrars el juicio? Alguna vez pondrs ante tus
ojos el premio de Cristo que te espera?"41.
Pero lleg la hora de la verdad. Tras la borrachera de tu vida, la conclusin
abrupta "He aqu el fin inesperado comenta San Cirilo que se asigna
para el rico que ha odiado a los pobres; para aquel que preocupndose por la
tarde del alimento que haba de tomar al da siguiente por la maana, no vio
la luz de la aurora.
Oye cmo en un momento su vida ha quedado trunca por decreto de Dios...,
tras haber gozado por un breve y estrecho tiempo de aquellos bienes que se
disipan como el heno, y que pasarn a otros, quizs desconocidos, o incluso
a sus mismos enemigos"42.
Las cosas que preparaste, para quin sern?, lemos en el relato
evanglico. Bien observa San Pedro Crislogo que nuestro hombre,
aparentemente tan precavido, en realidad no lo fue tanto, ya que ms que
para gozar de lo que haba planeado trabaj para perderlo cumplindose en
l lo del profeta: "Sali su espritu y volvi a la tierra, y en ese da perecieran
todos sus proyectos" (Ps 145, 4). "Este pens en lo que iba a dejar detrs de
s, pero no en lo que le espera en el futuro Cuando se despierte del sueo
de la presente vida, en aquella perpetuidad nada encontrar en sus manos,
como dice el salmista: Los hombres durmieron su sueo, y nada
encontraron en sus manos (Ps 75, 6)"43.
Las reflexiones de los Padres traen al recuerdo un texto de la Escritura: "Hay
quien se enriquece a fuerza de privaciones. Con esto ya se cree
recompensado se dice: Encontr el reposo, y ahora voy a comer de mis
bienes. Pero no sabe qu tiempo le queda; morir, dejando a otros lo suyo"
(Eccli 11, 18-20). Necio, indudablemente, el rico de nuestra parbola. Haba
40

S. Agustn, Serm. In Ev. Sin., sermo 107,6, en Obras completas de San Agustn, BAC, tomo X, p.751.
S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in divites 6: PG31, 296
42
S. Cirilo de Alejandra, Comment. in Lc., cap.12: PG 72,377.
43
S. Pedro Crislogo, Sermones, sermo 94: PL 52, 491-492
41

18

trabajado sin tregua, prometindose tanto en esta vida, y no saba que al


trmino del da sera arrebatado, teniendo que dejar a otros lo trabajosamente
acumulado44.
Nuestro texto especifica el momento en que Dios llamara al rico necio: Esta
misma noche te reclamarn el alma. Segn el sentido obvio de la parbola,
lo que se quiere decir es que el rico no tendr tiempo de gozar de sus bienes.
Antes que termine el da ser arrancado de la tierra. Orgenes prefiere
referirse al simbolismo de la noche: "No dijo este da, sino esta noche.
Este hombre perece tambin de noche, al igual que antao los primognitos
de los egipcios. Como l am el mundo y sus tinieblas, comparti la vida de
los prncipes de este mundo de tinieblas (cf. Ef 6. 12). Porque este mundo
se llama tinieblas y noche para aquellos que viven en la ignorancia, y no
reciben la luz de la verdad"45. poco interesa el nmero de aos que haya
vivido el rico aprovechando de sus bienes, su vida misma fue una noche
ininterrumpida. Por eso la muerte lo sorprender de noche. Tal es la
desgracia de los ricos necios, amigos del mundo y sus tinieblas, partcipes de
los demonios, arcontes 46 del cosmos tenebroso.
Tambin San Gregorio se ha referido al dato de la hora, que no es un detalle
meramente cronolgico:
Por la indicacin del momento, la Escritura expresa el fin de un
acontecimiento, as como se dice de Judas, el cual no volvera al
perdn, que sali de noche a realizar su prfida traicin; cuando
sale, el evangelista seala: "Era de noche" (Jn 13.30). Por eso se
dice al mal rico: Esta noche se te pedir tu alma". El alma que es
llevada a las tinieblas, no se dice que es llamada de da sino de
noche. Y cuando se habla de Salomn, que recibi la sabidura
pero no persever en ella, se afirma que la recibi de noche y en
sueos (Cf. 1 Rey 3, 11. 15). De manera semejante se dice que
los ngeles vieron a Abraham a medioda: y cuando se
dispusieron a destruir a Sodoma se escribe que lo hicieron tarde
(Cf. Gen 18, 1 y 19,1)47.

Era, pues, conveniente, como lo confirma San Pedro Crislogo, que el rico
necio fuese llamado "por la noche. Al exhortarse a s mismo: Come, bebe,
banquetea, haba rehuido la luz de la misericordia, abandonndose a las
tinieblas de la avaricia. San Pablo asevera que semejantes bebedores son
44

Cf. S. Beda, In Lc. Ev. Expositio, lib. IV, cap. 12: PL 92, 492.
Origenes, Hom. in Num., 27,7:SC29, p.528.
46
Arconte es una palabra griega que significa "mando" o "dirigencia", utilizado con frecuencia como el
ttulo de un determinado cargo pblico de un gobierno. Es el participio presente masculino del verbo
que deriva de -, que significa "dominar", derivado de la misma raz vienen monarca y jerarqua.
47
Cf. S. Gregorio Magno, Mor. In Job, lib. II, cap. 2: SC32, pp. 181-182
45

19

hijos de la noche y no del da: "Los que se embriagan, de noche se


embriagan" (1 Tes 5, 7) Quien mand poner cerrojos a las reservas de la vida
y edific graneros superfluos es llevado por la oscuridad, asumido por las
sombras de la noche48 De ah la exhortacin del Apstol: Vosotros,
hermanos, no vivis en tinieblas, para que ese da no os sorprenda como
ladrn, porque todos sois hijos de la luz e hijos del da; no lo sois de la noche
ni de las tinieblas" (1 Tes 5, 4-5).
San Ambrosio extrae la debida consecuencia:
Porque nosotros dejarnos en el mundo todo lo que es del mundo,
y vemos cmo nos escapa todo lo que acumularnos para nuestros
herederos, no tenemos como nuestro lo que no podernos llevar
con nosotros. Slo la virtud es la que acompaa a los difuntos,
slo nos sigue la misericordia, que, conducindonos y
precedindonos a las moradas del cielo, adquiere a los difuntos,
al precio de un vil dinero, los tabernculos eternos, as como nos
atestiguan preceptos del Seor que nos dice: "Haceos amigos con
las riquezas de iniquidad, para que, cuando stas falten os acojan
en los tabernculos eternos" (Lc 16,9) He aqu, pues un precepto
bueno, saludable, capaz de animar a los mismos avaros a
preocuparse por cambiar lo perecedero por lo eterno, lo terrestre
por lo divino 49.

Tras las medulosas consideraciones de los Padres, ninguna conclusin ms


adecuada que las palabras con que el mismo Seor introdujo esta parbola.
"Mirad y guardaos de toda codicia, porque la vida del hombre no consiste en
la abundancia de lo que posee".

IV. RICO A LOS OJOS DE DIOS


La parbola concluye con una suerte de moraleja: As ocurre al que atesora
riquezas para s mismo y no es rico a los ojos de Dios.
1 EL QUE ATESORA PARA S
Entremos en el tema con un vigoroso texto de San Agustn:
Qu puede haber ms inicuo que el hombre deseoso de tener muchos
bienes, y que no quiere l mismo ser bueno? Indigno eres de tener bienes,
pues no quieres ser lo que deseas tener (indignus es qui habeas, qui non vis
esse quod vis habere). Acaso quieres una quinta mala? No, por cierto, la
48
49

Cf. S. Pedro Crislogo, Sermones, sermo 94: PL 52, p.491


S. Ambrosio, Exp. Ev. Sec. Lc., lib. VII, 122: SC 52, pp. 51-52

20

quieres buena. Acaso quieres una mujer mala? No, la quieres buena. Acaso
una casa mala? O zapatos malos? Por qu, entonces, slo quieres tener el
alma mala?"50 .
Muchos ricos piensan que estn en su pleno derecho cuando acumulan bienes
y ms bienes. No son stos, al fin y al cabo, el resultado de su esfuerzo? San
Basilio da la palabra a un rico semejante: Pero dirs, A quin ofendo
reteniendo y conservando lo que es mo?. Dime, qu bienes son los tuyos?
De dnde los has tomado para llevarlos en la vida? Los ricos que consideran
suyas las cosas comunes de que se han apoderado, son como un hombre que
llegando primero a un espectculo quisiese prohibir la entrada a los que
vienen despus, apropindose de lo que est destinado al uso de todos.
Porque apoderndose de las cosas comunes, al apoderarse de ellas las toman
para s. Si cada cual tomase para s lo que es suficiente para subvenir a sus
propias necesidades, dejara al necesitado lo que sobra; entonces nadie sera
rico y nadie sera pobre"51.
Comentando San Agustn aquella recomendacin de Cristo:
No alleguis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orn los corroen y
donde los ladrones horadan y roban" (Mt 6, 19) dice que pareciera que
estuviese hablando a nuestro rico, y repitindole lo de la parbola: "Las cosas
que preparaste, para quin sern?". El que atesora sin pausa, dice el Santo,
se agita en vano.
Apenas puede su casa contener sus adquisiciones. Por qu, pues, se agita
tanto? Atesora: y no sabe para quin. No para l, porque va a morir. No para
sus hijos, porque van a morir, "quien ha de morir atesora para quienes van a
morir (thesaurizat moriturus morituris)". O es que quizs atesora para los
ladrones, que una noche vienen y encuentran preparado lo que en tantos das
y noches el infatigable rico haba acumulado? 52.
El rico que se dedica a acumular no hace sino levantar castillos de naipes.
San Basilio trae e recuerdo de aquel joven rico del Evangelio a quien Cristo
invit a seguimiento ms estrecho: "Vende lo que tienes le dijo, dalo a
los pobres y tendrs un tesoro en el cielo" (Mt 19, 21). Aquel joven se fue
triste, desalentado. En cambio, le dice el Santo al rico necio, "Si t oyeses:
"Da dinero a las prostitutas, dalo a los picapedreros, a los carpinteros, a los
albailes, a los pintores [para hacerte un palacio] entonces le alegraras,
50

S. Agustn, Serm. In Ev. Sin., sermo 107,6, en Obras completas de San Agustn, BAC, tomo X,p.752
S. Basilio Magno, Ho. Et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 7: PG 31,276
52
Cf. S. Agustn, Serm. In Ev. Sin., sermo 60, 2-5, en Obras Completas de San Agustn, BAC, tomo X,
pp.164-167
51

21

como si adquirieses algo ms precioso que el dinero. No te das cuenta que


esos muros se derriban con el correr del tiempo, y al fin quedarn sus ruinas
a la vista de todos en la ciudad? ... Acaso estas cosas no pasan y quedan
abolidas, como aquellas que construyen los nios que juegan en la arena?"53
.
A veces el rico tiene alguna corazonada, afirma el mismo Santo en otro lugar:
"Har partcipes a los necesitados, cuando llene el segundo granero". Basilio
lo increpa: Acaso no estn repletos los graneros que ya posees? No tienes
mercadera en abundancia? Mientras tanto, el que siente hambre se consume,
el desnudo se congela, el que tiene deudas est al borde de la desesperacin,
y t difieres tu limosna para maana, para cuando hagas tu tercer granero?
En otras ocasiones dices: No tengo dinero, no dar dinero, al fin y al cabo yo
tambin soy pobre. "Realmente eres pobre, y carente de todo bien: pobre en
amor, pobre en misericordia, pobre de fe en Dios, pobre de esperanza
eterna"54.
2. EL QUE ATESORA PARA DIOS
Desdichada la suerte que le espera al que acumula para s y no es rico en
Dios. Le cuadra cabalmente lo del salmo: "Pasa el hombre como una sombra,
por un soplo solo se afana; amontona sin saber para quin" (Ps 38, 7). Es
necio, recuerda San Beda, y ser arrebatado durante la noche. "El que quiera
ser rico para Dios, no acumule para s, sino que distribuya lo que posee a los
pobres. As ser realmente sabio y merecer ser hijo de la luz55.
San Basilio destaca la enorme diferencia que media entre los honores que
provienen de las riquezas y la gloria que trae consigo el espritu de
desprendimiento. Cunto ms vale que los pobres agradecidos hagan squito
junto al rico generoso, y lo llamen padre de tan numerosos hijos, que tener
una ingente cantidad de dinero y bienes materiales de todo gnero. Estas
ltimas riquezas, el rico las deber dejar contra su voluntad, en cambio la
gloria que proviene de su generosidad "la exportar al Seor", y as, en el da
del juicio, cuando est rodeado por todos aquellos a quienes ayud durante
su vida en la tierra, Dios lo aprobar con alabanza, al tiempo que los ngeles
lo enaltecern, y todos los hombres que existieron desde la creacin del
mundo lo llamarn bienaventurado. De este modo, como premio de aquellas

53

S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom, in divites 4: }pg 31, 289.


Ibid., Hom. in illud, Destruam horrea mea 6: PG 31, 273-276
55
S. Beda, In Lc. Ev. Expositio, lib. IV, cap.12: PL 92,492
54

22

cosas corruptibles que el buen rico dispens en la tierra, recibir la gloria


eterna e incorruptible, la corona de justicia y el reino de los cielos 56.
El que da a los pobres, tendr un tesoro en el cielo, afirma San Agustn. No
se quedar sin tesoro, ms bien tendr seguro en el cielo lo que tan
solcitamente posea en la tierra. Se trata de una transferencia, de un traslado
de lugar. No es dilapidar, es economizar. Si el Seor dice: "Donde est tu
tesoro, all est tu corazn" (Mt 6, 21), ser preciso que el rico levante su
corazn al cielo para que no se corrompa en la tierra57.
San Cirilo de Alejandra, tras recordar las palabras iniciales de Cristo de que
la vida del hombre no consiste en la abundancia de lo que posee", agrega
que lo que en verdad es esencial para la felicidad del hombre, y lo hace vivir
en una esplndida esperanza, es ser rico segn Dios, es decir, ser rico en
virtudes, particularmente en el desprendimiento de los bienes de la tierra58.
El rico que quiera ser sabio y feliz, afirma San Pedro Crislogo, deber imitar
a Dios, de quien el Apstol dijo que era "rico en misericordia" (Ef 2, 4): "S
rico en misericordia, si quieres ser siempre rico (esto ergo dives in
misericordia, si semper esse vis dives)"59.
Refirindose a la generosidad que debe caracterizar al que quiere ser "rico a
los ojos de Dios", San Agustn nos ofrece un relato encantador, que tiene, l
tambin, forma de parbola:
Aconteci aqu algo gratsimo y he de narrarlo a vuestra caridad.
Cierto hombre piadoso, ni rico ni pobre, vendi una moneda de
oro para las necesidades de la casa. Como era piadoso, tom del
total del precio cien folles [moneda de poco valor, unos dos
denarios] y las dio a los pobres, pensando dejar lo restante en casa
para hacer frente a las necesidades. Para ser probado, se le
introdujo un ladrn y perdi todo el valor de su lingote. A ello
contribuy el diablo para que se arrepintiese de haber dado algo
a los pobres y dijese: Oh Seor, a ti slo te agradan los
malhechores! Los hombres que obran inicuamente consiguen
bienes, y yo que hice el bien lo perd todo" Pero no lo dijo. Era
un hombre cuadrado60, y aun puesto patas arriba cav parado
(quadratus enim erat: etiam uersus stetit). Habiendo perdido
todo el valor de su moneda, de la que haba dado a los pobres
cien folles. dijo: "Desdichado de m que no lo di todo a los
pobres! Lo que di no lo perd; slo pude perder lo que no di (quod
56

Cf. S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 3: PG 31, 265-268
Cf. S. Agustn, Serm. In Ev. Sin., 60,6, en Obras completas de San Agustn, BAC, tomo X, PP.169-170.
58
Cf. S. Cirilo de Alejandra, Comment. in Lc., cap. 12:PG 72,737.
59
S. Pedro Crislogo, Sermones, sermo 104: PL 52, 492.
60
Los antiguos calificaban de cuadrado al hombre cabal y virtuoso.
57

23

dedi, non perdidi; hoc perder potui quod non dedi)". Record
lo que oy o ley en el Evangelio y lo crey.
Este mismo es el consejo de Jesucristo nuestro Seor. Recordadlo
y vedlo: "No atesoris para vosotros tesoros en la tierra, donde la
polilla y el orn los destruyen y en donde los ladrones abren
brecha y los roban. Atesorad ms bien un tesoro en el cielo,
donde el ladrn no tiene acceso, ni la polilla lo consume. Pues
donde se halla tu tesoro, estar tambin tu corazn" (Mt 19-21).
El ladrn pudo arrebatarle el dinero, pero no pudo quitarle el
tesoro que tena en el cielo 61.

Destaquemos la logradsima expresin: "Lo que di no lo perd: slo pude


perder lo que no di". La sabidura popular dice an hoy: Al morir dejamos
todo lo que guardamos y nos llevamos slo lo que dimos. San Basilio nos
ofrece una frmula semejante: "Si custodias lo que tienes, no lo conservars:
si lo distribuyes, no lo perders" Y cita el elogio del salmo: "Es generoso y
distribuye a pobres; su justicia permanece para siempre" (Ps 111, 9)62.
Como se ve, hay dos modos de atesorar riquezas, la del que lo hace para s,
y la del que lo hace a los ojos de Dios. "Rico segn Dios dice San Cirilo
de Alejandra, rico ante Dios, es el que est adornado de virtudes. A ste
no lo amarga la muerte ni lo toma desprevenido. El que se agota en los
cuidados terrenos, preanuncia un fin amargo, y es pobre segn Dios. Muy
por el contrario, el que atiende a las cosas de Dios, se ve enriquecido con
buenas obras, y poseer todo su tesoro en el cielo63.
San Basilio nos ha dejado una frmula admirable: "Diste al hambriento, y lo
que diste se hizo tuyo, y volvi a ti con creces. Porque as como el trigo, que
cae en tierra, se convierte en ganancia del que lo sembr, as el pan, ofrecido
al que tiene hambre, ulteriormente te reporta crecida ventaja. Que el fin de
la agricultura sea para ti el comienzo de la simiente celestial" 64.
Quieres ser rico en Dios? , pregunta San Agustn. Da a Dios, no tanto en
cantidad cuanto en buena voluntad. Porque no por dar poco de lo poco que
posees se considerar como poco cuanto dieres. Dios no mide la cantidad,
sino la voluntad. Y enseguida pone el Santo ejemplos diversos de
generosidad. EI de Zaqueo, ante todo, hombre rico, por cierto, quien se
resolvi a darla mitad de sus bienes a los pobres. Dio mucho de lo mucho
que tena y compr la posesin del reino de los cielos a gran precio, segn
61

S. Agustn, Serm. In Ev. Sin., sermo 107 A, en Obras completas de San Agustn, BAC, tomo X, pp.766767
62
S. Basilio Magno, Hom. et Serm., Hom. in divites 2: PG 31, 284
63
S. Cirilo de Alejandra, Comment, in Lc., cap. 12: PG 72, 737.
64
S. Basilio Magno, Hom, et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 3: PG 31, 265

24

las apariencias" Sin embargo, si se considera lo que consigui, se advierte


que todo lo que dio es cosa vil en comparacin con el reino de los cielos.
Est tambin el caso de aquella pobre viuda, que llevaba dos moneditas. Los
que se encontraban en el templo miraban lo mucho que depositaban los ricos
en la alcanca. Entr ella y puso sus dos monedas. "Quin se preocup ni
siquiera de echarle una mirada? Pero el Seor la miro, y de tal manera que
slo la vio a ella y la recomend a los que no la vean, es decir, les recomend
que mirasen a la que ni siquiera vean. Cristo les seal a la mujer y exalt
su gesto: haba depositado en ofrenda a Dios que aquellos ricos que
ofrecieron tanto. Ellos echaron mucho de lo mucho que tenan; sta ech
todo lo que posea. Mucho tena, pues tena a Dios en su corazn. Es ms
tener a Dios en el alma que oro en el arca. Quin ech ms que la viuda que
no reserv nada para s".
Al fin y al cabo, concluye San Agustn, ambos, Zaqueo y la viuda, compraron
la herencia del cielo. Acaso fue su valor lo que por ella dio Zaqueo y no lo
que dio la viuda? El precio del cielo fue tanto lo que dio Zaqueo como las
dos insignificantes monedas de la viuda. Si lo que dieron fue distinto, la
voluntad de ambos fue la misma. No nos aflijamos, pues, cuando demos poco
porque tenemos poco. Lo que es poco para el pobre, es mucho para el que
conoce al pobre y al rico. Dios sabe bien con qu nimo damos, con qu
voluntad. "Hay algo ms insignificante que dos monedas? Un vaso de agua
fra. El que diere, dice el Seor, un vaso de agua fra a uno de mis
pequeuelos, en verdad os digo que no perder su recompensa (Mt 10. 42).
Cunto vale un vaso de agua fra al que ni siquiera se aplica el fuego para
que se caliente? Por eso no dijo simplemente un vaso de agua, sino que
aadi de agua fra"65.
En el mismo sermn, poco antes, haba sealado San Agustn que lo que a la
postre el Seor nos quiere decir es que nos guardemos de buscar bienes
terrenos y I se encargar de llenarnos. De qu me llenar el Seor? Me
llenar acaso de cosas materiales, llenar mi casa de oro? Y pone en boca de
Cristo esta notable frase: "T intentas que llene tu casa. Te llenar si fueres
mi casa (Quaeris ut impleam domum tuam. Te implebo si fueris domus
mea)". En ltima instancia: "Tendrs a Dios. Estars lleno de Dios (Deum
habebis, deo plenus eris) ". Esto es, en verdad, ser rico a los os de Dios Las
riquezas del cuerpo son superfluas, porque nuestro cuerpo necesita poco para
pasar la vida. Las riquezas del alma, en cambio, no son superfluas. "Cuanto
Dios te d, cuanta piedad te conceda, cuanta caridad Dios te otorgue, cuanta
65

S. Agustn, Ser. In Ev. Sin., sermo 107 A, en Obras Completas de San Agustn, BAC, tomo X, pp.
768.769

25

justicia y castidad te proporcione, cuanto te d de s mismo, no puede ser


superfluo. Tus riquezas interiores son grandes. Qu nombre reciben? Dios.
iOh hombre pobre! Teniendo a Dios, no tienes nada? iOh hombre rico!, si
careces de Dios. tienes en verdad algo? (O pauper homo, ergo nihil habes,
si deum habes? O dives homo, ergo aliquid habes si deum non habes?)"66.
Finalicemos este apartado con un esplndido texto del mismo Santo, tomado
de su comentario a los salmos, donde presenta la figura de Cristo cual
paradoja suprema ya que nadie fue tan rico como El, porque lleno de Dios,
ni tan pobre Cmo l, porque anonadado hasta el extremo: "Rico era ante el
Padre, y pobre ante nosotros; rico en el cielo, pobre en la tierra; rico siendo
Dios, pobre siendo hombre (dives erat apud Patrem, et pauper apud nos,
dives in caelo, pauper in terra, dives Deus, pauper homo)67.68
V. "GUARDAOS DE TODA CODICIA"
Podrase decir que la entera parbola se ordena a ilustrar la recomendacin
que el mismo Seor dirigiera a los hermanos que litigaban por la herencia:
Mirad y guardaos de toda codicia.
De ah que los Padres, en sus exgesis, se hayan detenido en esa frase,
comentndola desde diversos ngulos.
As, por ejemplo: San Agustn llama la atencin sobre la seriedad que puso
Cristo en su recomendacin: "No se ha de tener por cosa leve, hermanos
mos, el que nuestro Seor, Redentor y Salvador, que muri por nosotros,
que dio su sangre como precio de nuestro rescate, que es nuestro abogado y
nuestro juez, diga: Guardaos. No es cosa ligera. l sabe de qu inmenso mal
se trata; nosotros, que no lo sabemos, cremosle. Guardaos, dice. De qu?
De toda avaricia. No slo es avaro el que roba lo ajeno, sino que tambin es
avaro el que codiciosamente retiene lo propio. Si de tal modo es acusado el
que codiciosamente retiene lo propio, cunto ms ser condenado el que
roba lo ajeno? Cree a Cristo, que no engaa. Dices t lo contrario: La vida
del hombre consiste en la abundancia de lo que tiene?. l no te engaa; t
te engaas a ti mismo"69.
Poco ms adelante el Santo Doctor se pregunta qu debe entenderse por la
expresin guardarse de toda avaricia" Para responder a ello, ampla la
nocin de "avaricia" hacindola abarcar una amplia gama de tendencias Y
as dice que es avaro, por lo que respecta a la sensualidad, aquel a quien no
66

Ibid., pp. 763-764


Idem, En. In Ps. 40, 1, en Obras completas de San Agustn, BAC. Tomo XIX, Madrid, 1964, pp. 762-763.
68
En. In Ps. Debe leerse como: ENARRATIONES IN PSALMOS, que traducido significa: Exposicin de los
Salmos
69
Idem, Serm. In Ev. Sin., sermo 107, 4, en Obras completas de San Agustn, BAC, tomo X,pp. 749-750
67

26

le basta su propia mujer. Es avaro, asimismo, en 10lo que toca a la religin,


el idlatra, aquel a quien no le basta el nico Dios, ya que es propio del alma
avara procurarse muchos dioses70.
Por eso San Agustn subraya el adjetivo: Guardaos de toda avaricia. Este
adjetivo abarca la multitud de bienes que el avaro busca acaparar. EI
codicioso objeta: Pero si se trata de bienes que son mos. A lo que el Santo
responde que lo importante es el espritu con que se los posee. "Poselos,
pero sin codicia. As los poseers en verdad (Habe sed sine cupiditate. Sic
enim habebis). Si los codicias en lugar de poseerlos, el posedo sers t (Si
autem cupieris, habeberis, non habebis). Si quieres tener dinero, no lo ames.
Si no lo amas, lo tendrs. Si lo amas, te poseer a ti el dinero. No sers seor
del dinero, sino que como siervo y esclavo irs a donde te arrastre (Noli
amare pecuniam, si uis habere pecuniam. Si enim non amaueris, habebis
pecuniam. Si amaueris, habebit te pecunia. Non enim eris dominus pecuniae,
sed seruus, et quoniam seruus. quo traxerit, sequeris) Acaso no eres esclavo
cuando eres arrastrado por la codicia del mismo? No te quita el sueo el
amor por l? Si fueses esclavo de un hombre, quiz te permitira dormir. Si
no tienes dinero y eres avaro, llevado por tu codicia pasas la noche en vela
para conseguirlo. Si lo tienes, velas para no perderlo. Adems, temes perecer
t tambin a causa de l. Creo que cuando tenas poco, dormas ms
tranquilo"71.
Una vez ms, queda en claro que las riquezas no son de por s malas. Lo malo
es adherirse a ellas, polarizarse en ellas, vivir para ellas, soar con ellas.
Clemente de Alejandra lo ha expresado con claridad:
No hay que arrojar las riquezas que ceden en bien del prjimo,
pues se dicen posesiones porque por naturaleza son para ser
posedas, y llmense sustento, porque Dios las destin para servir
a las necesidades humanas. Por lo dems, todas ellas se nos ponen
delante como materia e instrumento que sabrn emplear bien los
que conozcan la fuerza del instrumento. Si procedes conforme a
las reglas del arte, resulta la obra de arte; si careces de arte, t
eres el culpable, siendo ellas inmunes de toda culpa. As son
tambin las riquezas, no son ms que instrumento. Usas de ellas
conforme a justicia? Ellas te sirven de auxiliares. Las empleas
en injusticia? Tambin son auxiliares de la injusticia; pues es
propio de las riquezas el servir, no el mandar o gobernar. Siendo,
pues, las riquezas de suyo ni buenas ni malas. y careciendo por s
mismas de toda culpa, no hay por qu reprenderlas sino el arbitrio
70
71

Cf. Ibid., sermo 107,8, pp. 753-754.


Ibid., sermo 107 A, p. 764

27

propio del cual depende el buen o mal uso, Nadie, pues, destruya
las posesiones y riquezas, sino los afectos y pasiones que nos
estorban el usar de ellas en bien de la virtud"72.

San Juan Crisstomo lo expresa de otra manera. Hay cosas que son buenas,
dice, otras malas, otras neutras. La castidad, por ejemplo, la humildad y
dems virtudes semejantes, son de las primeras; cuando el hombre las elige,
hace el bien. Las opuestas a stas son las malas, y hace el mal el hombre que
las aprueba. Estn, por fin, las neutras, y pone por ejemplo precisamente las
riquezas; las hay que se destinan al bien, como en la limosna, o al mal como
en la avaricia 73.
Frente a la reiterada objecin del rico que ya hemos escuchado: Qu se me
puede objetar si todo lo que tengo lo he ganado a fuerza de trabajo y de
empuje?, San Agustn le responde que aunque ello sea cierto, no debe
desatender la advertencia de Cristo: "Guardaos de toda codicia. Y se
explaya sobre el tema, proponiendo algunos ejemplos de los peligros que
entraa la posesin de dinero vidamente custodiado. He aqu su texto:
Amas tus bienes; no usurpas lo ajeno; son fruto de tu trabajo; los
posees con justicia; resultaste ser heredero; te lo dio alguien
porque lo habas merecido. Navegaste, afrontaste peligros, no
defraudaste a nadie, no juraste en falso, adquiriste lo que Dios
quiso y lo guardas vidamente, al parecer con buena conciencia
porque no lo adquiriste por malos caminos no te preocupan los
bienes ajenos. Pero escucha cuntos males puedes hacer a causa
de tus bienes si no obedeces a quien dijo: Guardaos de toda
avaricia.
Suponte, por ejemplo, que llegas a ser juez. Puesto que no buscas
lo ajeno, no te dejas corromper. Nadie te dar un regalo
dicindote al mismo tiempo: "Juzga contra mi enemigo". "No lo
har", sera tu respuesta. Cmo podra convencerte hacerlo, a ti,
hombre que no buscas lo ajeno? Pero advierte el mal que podras
cometer en defensa de tus bienes. Quien te pide que juzgues mal
y que sentencies a su favor y en contra de sus enemigos, es quizs
un hombre poderoso y con sus calumnias puede hacer que pierdas
tus bienes. Contemplas su poder e influencia; piensas en ella
tambin en tus bienes que guardas y amas; no precisamente en
los que poseste, sino en los que se apoderaron de tu corazn.
Atiendes a esta atadura tuya por la que no tienes libres las alas de
la virtud y dices en tu interior: Si ofendo a este hombre tan
poderoso en este mundo, levantar contra m una calumnia, ser
72
73

Clemente de Alejandra, Quis dives salvetur XIV: PG 9, 617


Cf. S. Juan Crisstomo, cit, en Catena aurea, tomo IV, p. 308.

28

desterrado y perder cuanto tengo". Entonces juzgars mal, no


por buscar lo ajeno, sino por conservar lo tuyo"74.

El mismo Santo Padre trae a colacin otros ejemplos del peligro en que pone
el apego desordenado a los propios bienes, aunque hayan sido bien
adquiridos. Dicho riesgo acecha no slo al rico, dice el Santo, sino tambin
al pobre, siempre tentado por la posesin de bienes que an no tiene y que a
lo mejor podra tener. Lo llama, por ejemplo, un hombre rico y poderoso y
le pide que diga en favor suyo un falso testimonio. El no es un pobre de
solemnidad, ha trabajado, tiene sus ahorros, que ha adquirido y conserva. El
rico le insta: Di en favor mo un falso testimonio te dar tanto". El pobre,
que no codicia lo ajeno, responde: "Lejos de m tal cosa; no busco lo que
Dios no quiso darme, no lo recibo, aprtate de mi. El rico lo conmina: "No
quieres recibir lo que te doy? Entonces te quito lo que tienes".
Pues bien, dice Agustn, dirigindose al pobre: Qu haras si alguien te
amenazase de esa suerte? En esos momentos escucha de nuevo lo que dijo el
Seor; "Guardaos de toda codicia". Y eleva la consideracin a un nivel
mstico: Oh siervo mo, a quien redim e hice libre, te dir el Seor; a quien
siendo siervo adopt por hermano, a quien injert como miembro de mi
cuerpo, escchame: Que te arrebate lo que adquiriste; no te privar de
m"75.
Por eso, sigue diciendo el Santo, poco es guardarse de la avaricia del dinero.
Es menester guardarse de la avaricia de la misma vida. Espantosa y temible
avaricia! Porque a veces el hombre desprecia lo que tiene y dice: No
proferir falso testimonio . Y el tentador le replica: Te atreves a decirme
que no lo proferirs? Te quitar lo que tienes". El pobre responde: "Qutame
lo que tengo, pero no me privars de lo que llevo adentro" Y si te dijese,
prosigue e Santo, "Te dar muerte"? Lo que correspondera contestar es, si
se ha escuchado la enseanza de Cristo acerca de la avaricia: "Darme
muerte? Es preferible que t des muerte a mi carne, antes de que yo la d a
mi alma con la lengua mentirosa. Qu has de hacerme? Matars mi carne,
y mi alma quedar libre, y al fin del mundo recibir la misma carne que
despreci.... Pero quizs no te animes a decir esto. Por qu? Porque quieres
vivir " Quieres vivir ms de lo que Dios ha fijado para ti? Te guardas en
este caso de toda avaricia? Dios ha querido que vivas hasta el momento en
que este hombre se acerc a ti. Quizs te va a dar muerte haciendo de ti un
mrtir. No tengas la avaricia de la vida y no tendrs la eternidad de la muerte.
74

S. Agustn, Serm. In Ev. Sin., sermo 107, 8, en Obras completas de San Agustn, BAC, tomo X, pp. 754756
75
Ibid., sermo 107,9, pp.755-756

29

No veis que la avaricia nos hace pecar cuando deseamos ms de lo


ordinario? Guardmonos de toda avaricia, si queremos gozar de la sabidura
eterna76.
Pero retomando a la codicia del dinero y de los bienes materiales, los Padres
son constantes en afirmar que dicha tendencia hace que el alma se vaya
volviendo cada vez ms mundana, ms olvidada del cielo, al tiempo que
despreciadora de quienes viven en la indigencia. El Crisstomo nos ha
dejado una expresin sugestiva: en medio de las comodidades, dice, "se
avasalla el alma". Transcribamos el texto: "No conviene darse a las delicias
de la vida, engrosar el cuerpo y enflaquecer el alma, cargarla de peso,
envolverla en tinieblas y en un denso velo; porque en las delicias se avasalla
el alma que debe dominar, y, lo que es peor, domina el cuerpo que debe ser
esclavo... El cuerpo necesita de alimento, no de placeres, para que se
sustente, y no se destruya y sucumba; los placeres son nocivos no slo para
el alma, sino tambin para el cuerpo, porque el que es fuerte se hace dbil, el
sano enfermo, el ligero pesado, el hermoso deforme y viejo el joven"77.
San Basilio, por su parte, toma ejemplo del rico de nuestra parbola: Dios lo
llen de bienes, pero l, por no querer escuchar la exhortacin divina de
guardarse de toda codicia, se neg a imitar a su Seor, desprendindose de
aquellos bienes en favor de quienes tenan necesidad. La tierra se le haba
mostrado obsequiosa en llevar frutos, prometindole copiosa mies en los
campos, ofrecindole abundantes racimos en las vides, ponindole ante los
ojos los olivos cuajados de aceitunas, y poblando sus rboles de exquisitas
frutas. A cuntos peligros no se vieron sometidos dichos productos antes de
ser recogidos, porque el granizo los abate, los calores intensos los hacen
madurar antes de tiempo, una lluvia intempestiva que cae del: cielo los puede
inutilizar. Sin embargo, todos esos productos llegaron al rico, a punto de que
no le caban en los almacenes y graneros. Pero l no fue ni corts ni
agradecido, no rog al Seor que acabase lo que comenz, convirtindose en
vicario de su generosidad distribuyendo parte de sus bienes a los
necesitados 78. De ah la exhortacin de San Basilio: "Imita: hombre, a la
tierra: produce fruto como ella, no sea que perezcas peor que lo que es
inanimado. Porque la tierra produce frutos, no para gozar de ellos, sino para
que te sirvan a ti79.

76

Ibid., sermo 107,10, pp.756-757.


S. Juan Crisstomo, In Epist. Ad Cor., hom. 39,8,9: PG 61, 345.
78
Cf. S. Basilio, Hom. et Serm., Hom. in illud, Destruam horrea mea 1: PG 31, 261-262..
79
Ibid., Hom. in divites 3: PG 31, 265.
77

30

El mismo Santo, gran enrostrador de los malos ricos, de los avaros y


codiciosos, vuelve sobre el tema una y otra vez, comentando aquel texto del
salmo: Si afluyen las riquezas, no apegues a ellas tu corazn (Ps 61, 11),
se dirige a los ricos y los exhorta a que venciendo toda tendencia al
acaparamiento y la avaricia, se decidan a abrir las puertas de sus tesoros, den
amplia salida a sus riquezas, aunque hayan sido bien obtenidas.
Porque as como a un gran rio se le da paso por diversos canales para
fertilizar los anchurosos campos, lo mismo hay que hacer con las riquezas:
repartirlas por diversos conductos hasta que lleguen a las casas de los pobres.
Si se saca agua de los pozos, manan con mayor abundancia y claridad, pero,
si se las deja abandonadas, se corrompen. De igual modo, las riquezas que
se estancan, y permanecen quietas en un lugar, se tornan intiles. Mas
cuando se ponen en circulacin y pasan de mano en mano, entonces
producen fruto y utilidad pblica"80. Ser, pues, preciso, contina San
Basilio, que el rico reparta sus riquezas de manera mltiple, mostrndose
dadivoso y esplndido en favor de los necesitados. Que de l se pueda decir
con el salmista: "Es generoso y distribuye a los pobres, su justicia permanece
para siempre" (Ps 111, 9)81.
Por el contrario, el rico que se aferra a sus riquezas, que pone diques a ese
ro que podra ser tan generoso y fertilizante si se le diese el debido cauce,
merece la diatriba del Santo defensor de los pobres:
Cuando entro en la casa de un hombre necio y lleno de riquezas,
y camino por ella, y veo que resplandece con ornatos de todo tipo,
entiendo que su dueo nada tiene por ms importante ms
querido que las cosas visibles, y mientras adorna diligentemente
los objetos inanimados, deja el alma sin cultivo. Qu provecho
mayor ofrecen los lechos y las mesas de plata, los divanes y las
sillas de marfil, al punto de que por causa de tales cosas las
riquezas no pasen a los pobres, aunque pululen stos en las
puertas de dichas casas, no animndose siquiera a musitar su
miseria?.. No te has compadecido, no alcanzars misericordia; no
abriste tu casa, sers excluido del reino; no diste pan, no recibirs
la vida eterna"82.

La solemne afirmacin de Cristo en el da del juicio ser terminante: "Tuve


hambre y no me disteis de comer..." (Mt 25, 42).

80

Ibid., 5: PG 31, 272.


Cf. Ibid., 3: PG 31, 268.
82
Ibid., Hom. in divites 4: PG 31, 289-292
81

31

"Qu responders al juez, t que cubres las paredes, y no vistes al hombre?,


que adornas los caballos, y desdeas al hermano cubierto con andrajos
hechos jirones?, que permites que el trigo se pudra, y no alimentas a los que
tienen hambre? que entierras el oro y desprecias al agobiado?"83.
Pero a pesar de tan duras invectivas, San Basilio distingue muy bien entre
los ricos necios y los ricos generosos. En ltima instancia, nos dice, y lo
hemos tenido en cuenta ms arriba. Dios no se muestra injusto cuando
distribuye sus dones de manera desigual. Obra as, simplemente, para que se
encuentren el que vive en la abundancia y el que pide limosna. "porque
consiga el primero el mrito de la caridad y el ltimo el que se alcanza con
la paciencia"84.

83
84

Ibid., Hom. in divites 4: PG 31, 288


Cf. Ibid., Hom. in illud, Destruam horrea mea 7: PG 31, 276.

32

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