El Reloj, de Bernardo Cappa

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El reloj

Bernardo Cappa.
Personajes: Padre /Madre- Hijo/hija
Bajo un tanque de agua, en la terraza de un edificio el padre y el hijo
estn sentados en el borde con los pies colgando. El hijo arma
cigarrillos con el tabaco que saca de colillas que guarda en el bolsillo
de su sobretodo negro.
Ladridos de perros, el ruido del motor de una moto y un grito de
mujer que se repite.
Padre: tens fro?
Hijo: s.
Padre: tom. (le da un reloj).
Hijo: ahora?
Padre: no?
Hijo: intent llevarte.
Padre: tena importancia.
Hijo: me qued encerrado. Me enamor de una nena, la confund con
una mujer.
Padre: es slo cuestin de tiempo.
Hijo: qu hacer?
Padre: esperar.
Hijo: como llenar la espera sin esperar.
Padre: qu?
Hijo: que no sea esa mujer, que no riegue sus rosas una maana de
sol, con una remera sin mangas y su mano izquierda en el bolsillo de
su pantaln.
Padre: su mano izquierda.
Hijio: en la derecha..., con la derecha sostiene la manguera.
Padre: rosas?
Hijo: s, rosas.
Padre: hay algo de tonto en todo eso de la mujer, la rosa y la
manguera, yo creo que ya ests un poco grande.

Hijo: una nueva desilusin.


Padre: bienvenida sea.

Hijo: guard con una cucharita tus cenizas.


Padre: estoy preocupado.
Hijo: intento explicarte.
Padre: busco, no encuentro ni una mujer ni una rosa, ni agua ni
manguera. Estoy aliviado.
Hijo: entonces...
Padre: nunca.
Hijo: me perdons no haber llegado.
Padre: (golpea el reloj) Irrompible, alguna vez hasta me met en el
mar con l.
Hijo: nunca vimos romper sus olas contra el acantilado.
Padre: s, el agua sobre los prpados, nuestros prpados.
Hijo: no, no puedo por ms que me enfurece. No lo logro.
Padre: compr un baldecito, una palita y un rastrillo, nunca los usaste,
haba pensado ensearte a nadar, la edad justa me haban dicho. El
humo en mi boca. Recorriendo mi garganta, llegando a mis pulmones,
producindome un mareo extrao y placentero.
Ese mismo da te resbalaste y te rompiste una pierna.
Hijo: no, ese da me hablaste de los alvolos y de los murcilagos, de
un juego que jugaba de chico, les dabas de fumar a los murcilagos.
Padre: ese da no pudiste patear la pelota que tir.
Hijo: la tiraste con demasiada fuerza.
Padre: tens fro?
Hijo: s.
Padre: no te va a hacer difcil?
Hijo: est todo escrito y claro en la carta, el amarillo de los bordes fue
tu reto, lo entend. El saco tuve que cortarlo con una tijerita china
que compr en el colectivo.

Padre: podrs con todo?


Hijo: s.
Padre: no lo creo.
Hijo: vrtigo. Miro hacia abajo y siento vrtigo. Es dulce.
Padre: y si no duermen en toda la noche?
Hijo: nos vamos a dar cuenta.
Padre: de qu luz hablamos?
Hijo: de la celeste.
Padre: son seis las luces celestes, si no cuento mal.
Hijo: la de cortinas blancas.
Padre: la que est debajo la naranja.
Hijo: debe ser un living.
Padre: es la cocina.
Hijo: y si no duermen?
Padre: mejor.
Hijo: mejor?
Padre: no queras eso.
Hijo: un pijama, la luz del pasillo entrando por el ventiluz, mi mejilla
derecha apoyada sobre las baldosas fras, trato pero no puedo.
Padre: es la ltima pero no es la primera. Te voy a ayudar para que tu
esfuerzo no sea intil, estaba en el dormitorio con tu madre.
Hijo: llegaba la tristeza, eso es seguro, la reciba solo, de eso tambin
estoy seguro, nadie encenda el automtico, el ventiluz mudo, el
silencio oscuro.
Padre: estaba.
Hijo: tengo tus mismas manos.
Padre: no.
Hijo: dedos largos, el anular casi uno ms largo que los dems,
intiles para acariciar.
Padre: en algo se parecen.
Hijo: moj la cama hasta los catorce, como vos.
Padre: no necesits ser tan cruel.
Hijo: es parte de la verdad.

Padre: siempre termin el libro que empec, as como acomod sobre


la silla la camisa que me saqu antes de dormir.
Hijo: por qu te fuiste?
Padre: no me fui.
Hijo: tus manos sobre cualquier parte posible de mi piel, era un
pensamiento recurrente.
Padre: dej de estar, no me fui.
Hijo: una foto, un hueco, los mismos muebles, tus palabras, vas
brillando bajo el sol.
Padre: puede suceder que no lo entiendas. Al reloj. Las agujas iguales
confunden.
Hijo: apoy mi oreja en tu pecho para escuchar la resonancia de los
gritos, era agradable.
Padre: hago un verdadero esfuerzo y llego a otro lugar, una cancha de
tierra, partido, vos hiciste una buena jugada tengo que reconocerlo
pero cuando tenas que concretarla, ah me di cuenta. Sent
vergenza.
Hijo: jugaban Olimpo y Talleres. El diario. Ludea hizo el gol.
Padre: no fue culpa ma.
Hijo: no, aunque ese da me contaste tu fracaso parecido.
Padre: con un gancho de una puerta querindole alcanzar un
repasador a la abuela de tu mejor amigo, te abriste la oreja, tenas la
cara cubierta de sangre, te llev al hospital, tena miedo que ya
nunca ms pudieras escucharme.
Hijo: sent explotar de angustia, solo, cuando nadie apretaba el
interruptor. Puse el reloj en un bolsillo que evidentemente estaba
roto.
Padre: me voy.
Hijo: ven.
Padre: ac estoy.
Hijo: con las viejas palabras de siempre, llorosas, parabrisas,
hmedas.
Padre: necesits escucharme.
Hijo: habr estado confundido?

Padre: te caste de un tobogn, te abriste el labio, lleno de piedras lo


tenas, estaba yo con mi camisa manchada de sangre.
Hijo: las agujas son iguales, la hora es irreconocible.
Padre: me lo regal mi padre cuando cumpl quince aos.
Hijo: est mal hecho, torpeza de relojes.
Padre: es irrompible, ya no se fabrican.
Hijo: se apag la luz.
Padre: y si no estoy muerto?
Hijo: nunca nos abrazamos cuando pudimos hacerlo.
Padre: tuve vergenza.
Hijo: sedientos parlantes incompatibles.
Padre: tengo miedo.
Hijo: lo s. Siempre es un desafo.

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