Wolfang Iser y Blanchot-Lector

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EL LECTOR PARA
WOLFGANG
ISER Y MAURICE
BLANCHOT
Ingrid Solana Vsquez

Filosofa UIS, Volumen 11, Nmero 1


enero - junio de 2012 pp. 171 - 188
Escuela de Filosofa - UIS

EL LECTOR PARA WOLFGANG ISER


Y MAURICE BLANCHOT
Resumen: el lector es participante (o activo) durante el proceso de lectura. Esto lo demuestran
la teora del efecto esttico propuesta por Wolfgang Iser en su libro capital El acto de leer
y Maurice Blanchot en El espacio literario quien destina numerosas reflexiones en torno
al lector, aunque su postura pueda ser confundida con una suerte de esencialismo. Este
artculo explora las ntimas relaciones entre los postulados de ambos pensadores, a pesar de
que pertenecen a mbitos distintos y sus teoras se inscriben en diferentes contextos. De ah
que se examinen diversos trminos comunes a la luz de sus semejanzas: la figura del crculo
a la hora de leer, retomada de Heidegger, el punto de vista mvil iseriano en relacin
con la soledad esencial de Blanchot, las imgenes y las representaciones y el concepto de
negatividad. Todas estas correlaciones permiten atender las teoras de estos autores como
postulados dinmicos de la reflexin en torno al complejo problema del lector en el mbito
tanto de los estudios literarios como filosficos.
Palabras clave: lector, Blanchot, teora del efecto esttico, Heidegger, Husserl

The reader for wolfgang iser


and maurice blanchot
Abstract: The reader is an active participant in the reading process. This demonstrates the
aesthetic effect theory proposed by Wolfgang Iser in his major book The Act of Reading.
Maurice Blanchot also intended numerous reflections on the reader in The Space of
Literature, but its position can be confused with a kind of essentialism. This article explores
the intimate relationships between the postulates of both thinkers, although belong to
different fields and their theories are enrolled in distinct contexts. Hence it is exploring
various terms in common in the light of the similarities between: the figure of the circle
when reading, taken from Heidegger, and Isers mobile point of view regarding the
essential solitude of Blanchot, images and representations and the concept of negativity.
All these correlations make us attend to the theories of these writers as dynamic postulates
that do not close the reflection around the complex problem of the reader at both of the
literary studies and philosophy.
Key words: Reader, Blanchot, theory of aesthetic effect, Heidegger, Husserl
Fecha de recepcin: agosto 10 de 2011
Fecha de aceptacin: mayo 28 de 2012
Ingrid Solana Vsquez: mxicana. Profesional y magister en letras de la Universidad
Nacional Autnoma de Mxico. Docente en universidades mexicanas entre ellas la UNAM.
En el mbito acadmico se ha especializado en esttica y teora de la literatura sobre todo
en el pensamiento terico francs y espaol.
Correo electrnico: [email protected]

EL LECTOR PARA WOLFGANG ISER Y MAURICE


BLANCHOT
INTRODUCCIN
La teora de Wolfgang Iser en El acto de leer: teora del efecto esttico es una
fenomenologa de la lectura. En ella, el texto aparece como correlato de la
conciencia del lector (Iser, 1987, p. 175). He ah su importancia, en un universo
de estudio ajeno, preestablecido, que se ofrece para su posterior diseccin
(como en el estructuralismo). La fenomenologa propuesta por Iser se postula a
travs del anlisis de una actividad la lectura, que funciona paralelamente a
procesos de conciencia generadores de ese esfuerzo cognoscitivo conocido como
comprensin.
Las influencias de Iser parten principalmente de la fenomenologa de Husserl y de
la teora de la recepcin de Ingarden, pero tambin de: Gadamer, Heidegger y
Ricoeur. Los estudios literarios se convierten entonces en un esfuerzo creativo de
la recepcin que se abre hacia el sentido del texto de ficcin, como una totalidad.
Una labor mutua entre autor y lector; entre lo dicho lo marcado, lo sealado y
la interpretacin. La teora de Iser no slo propone una fenomenologa descriptiva
que desglosa los elementos del texto como si se armara un rompecabezas;
veladamente sugiere tambin la preocupacin por lo otro a partir del s-mismo
como dice Paul Ricoeur.
Se revisarn los puntos medulares de la teora iseriana de El Acto de leer para
realizar un anlisis comparativo con los trabajos crticos de Maurice Blanchot en
El espacio literario. La comparacin no surge de elementos comunes temporales
que hayan compartido ambos pensadores; sino de una serie de correspondencias
y distancias que ayudan a profundizar ambas teoras, semejantes en cuanto
conciben al lector como participante en el proceso de lectura. La relacin sobre
el lector es esclarecedora en las dos reflexiones en lo que respecta a una sucesin

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de procesos y problemas de ndole terico que se vuelve apremiante dilucidar,


debido a que el lector es el elemento fundamental en cualquier mensaje verbal
con fines estticos.
La obra de Maurice Blanchot va contra un orden: el del logos imperante del
discurso filosfico moderno capacitado para denunciarlo todo, incluyendo, su
propio fracaso.
Cuesta Abad afirma que la escritura de Blanchot no puede ni quiere aspirar a un
mtodo de lectura ni persigue la inteligibilidad de una teora crtica, poco tiene que ver
[tambin] con la deconstruccin de la escritura (Levinas, 2000, pp. 66-67). Qu es
lo que Blanchot realiza en sus textos?, Son ensayos literarios, interpretaciones sobre
ciertos fenmenos literarios, crtica literaria, hermenutica? Quiz todo ello. Sus
escritos trascienden fronteras, hacen dialogar la filosofa y la literatura y encuentran
puntos de comunin con ciertas escuelas. El pensamiento blanchotiano es lo
suficientemente flexible, asistemtico y crtico, para soportar las comparaciones
ms sorpresivas, tal es el caso de sus puntos de encuentro con la escuela de la
recepcin.
El pensamiento de Blanchot est muy cercano a la esttica de Heidegger, sombra
que pesa con notoriedad en su obra ya sea para negarla o para partir de ella.
Tambin encuentra resonancias en la obra de Iser porque Blanchot discute con el
espacio del ser relacionado con la literatura e Iser retoma algunos aspectos de la
terminologa heideggeriana.

CRCULO
Para Heidegger el Dasein no es un sujeto que salga de s para comprender el
mundo, no es una simple presencia que observa, analiza y constituye lo que le rodea
mediante esta relacin autocreada. El Dasein es ya siempre y constitutivamente
relacin con el mundo, antes de toda artificiosa distincin entre sujeto y objeto
(Vattimo, 1987, p. 35). De ah que la idea del conocimiento como articulacin de
una pre-comprensin originaria [sea] la doctrina de aquello que Heidegger llama
(junto con la tradicin de la teora de la interpretacin) el crculo hermenutico.
La comprensin y la interpretacin sern, pues, dos grandes existenciarios que
formarn parte intrnseca del Dasein. Heidegger dice: Lo importante es no salir
fuera del crculo, sino permanecer en l de la manera justa (Heidegger, 2008, p. 35).
El crculo est en el acto de leer, no a manera del mtodo en el que se cumplen
estructuras fijas (expectativas, figuras, consistencia, vacos o negaciones), sino
como el otro que se vuelve un s mismo, un ser que est realizando mltiples
posibilidades y se encuentra inserto en aquello que merece su atencin: la lectura
[debe pensarse] como un proceso de un efecto cambiante, de carcter dinmico,

El lector para Wolfgang Iser y Maurice Blanchot

entre texto y lector (2008, p. 345.). El sentido mismo del proceso de lectura,
funciona de forma circular en lo que Iser nombra como negatividad y constituye
la infraestructura ms acabada que se extrae del texto en la interpretacin.
El proceso iniciado por el punto de visin mvil, la consistencia, la creacin
de sentido y de significado, los espacios vacos y las negaciones forman un
crculo perfecto, siempre reactualizable que tiene su correlato en la teora de
Blanchot, quien afirma:
Leer no es entonces obtener comunicacin de la obra, es hacer que la
obra se comunique y, para emplear una imagen imperfecta, es ser uno
de los dos polos entre los que surge, por mutua atraccin y repulsin,
la violencia esclarecedora de la comunicacin, acontecimiento que los
atraviesa y los constituye en virtud de su propio pasaje. Evidentemente,
esta comparacin es imperfecta. Indica a lo sumo que el antagonismo que
opone en la obra sus dos momentos (o, ms exactamente, que hace de la
obra una tensin en la que sus momentos parecen oponerse dos a dos),
la abre, por esa contradiccin, a la libertad de su comunicacin, pero no
pretende que tal antagonismo sea el de dos polos fijos que responden a un
esquema grosero, definitivamente determinado, de dos poderes llamados
leer y escribir. Habra que agregar, al menos, que esa exaltacin antagnica
que asume finalmente la forma personificada de lector y autor no ha dejado
de actuar mediante la gnesis de la obra. Es all donde, al fin, la obra parece
convertirse en el dilogo de dos personas que encarnan dos exigencias
estables, este dilogo es, ante todo, el combate ms original de exigencias
muy indistintas, la intimidad desgarrada de momentos irreconciliables e
inseparables que llamamos mesura y desmesura, forma e infinito, decisin
e indecisin y que, en sus oposiciones subjetivas, dan realidad a la misma
violencia, tendiendo a abrirse y cerrarse, a captarse en la clara figura que
limita y a errar sin fin hasta perderse en la migracin sin reposo de la otra
noche que nunca llega, pero regresa. Comunicacin donde la oscuridad
debe aparecer, donde la luz debe provenir de la oscuridad, revelacin
donde nada aparece, pero donde la disimulacin se hace apariencia (Iser,
1987, p. 249).

Autor y lector se diluyen en la misma figura de combate donde esas exigencias


dicotmicas quedan abolidas y se vuelven indistintas. Heidegger habla de
lucha entre mundo y tierra en El origen de la obra de arte; Blanchot recurre a
los trminos de violencia, combate y lucha para aludir al movimiento y al reposo
de la obra de arte y a la consecuente unidad de la obra de arte. La temtica en
Heidegger y en Blanchot ocasiona el crculo: verdad, obra, tierra y desocultacin.
Por otra parte, la nocin de Iser que da en la mdula de este presupuesto es la de
lector implcito:

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Estar implicado es el modo por el que nos situamos en presencia del texto, y
mediante el que el texto se convierte para nosotros en presencia. [] No en
ltimo trmino radica aqu una necesidad latente de la crtica literaria, que
en amplios tramos es el intento discursivo de recoger estas implicaciones.
Si la implicacin efecta nuestro estar presentes en un acontecimiento
significa que en tal presencia nos sucede tambin algo a nosotros. Cuanto
ms se nos hace presente el texto tanto ms se convierte en pasado lo que
somos en todo caso mientras dura la lectura (1987, p. 212).

Otra nocin importante respecto a la circularidad en los procesos enunciados


es el texto convertido en acontecimiento. Iser observa que en la constitucin de
figuras de sentido por parte del lector se genera una dialctica entre la ilusin y
su ruptura cuando el lector, identificado con aquello que lee, comienza a vivir
otra realidad que presupone independiente de la suya. Este momento, nico y
fluyente en el proceso de lectura anuncia la compenetracin del lector con lo ledo.
De igual manera, Paul Ricoeur haba advertido la importancia del acontecimiento en
la configuracin del sentido, donde el discurso acontece incesante y da paso a un
momento posterior instantneo que sera el comprender en s (Ricoeur, 2006, p. 24).
Para Iser, el acontecimiento tiene que ver con un lector que est captando figuras
acumulativas en un presente retencional y que hace tal como Blanchot tambin
afirma el texto mientras lee:
[] el lector [] experimenta el texto como un acontecimiento. En el
acontecimiento se encuentran vinculadas unas con otras las corrientes
opuestas de la constitucin de las figuras que se hallan guiadas por el texto.
Al mismo tiempo, el acontecimiento adquiere su caracterstica apertura en
la manifestacin de las posibilidades excluidas por las decisiones selectivas,
que a su vez repercuten sobre el encerramiento de las figuras del sentido.
El carcter de acontecimiento es un correlato central de la conciencia del
texto (Iser, 1987, p. 207).

Parece, o al menos as se comprende cuando se estudia El acto de leer, que la


lectura es un proceso lineal cuya acumulacin funge el papel mediador entre el
tiempo y el espacio en el marco de la ficcin. Leemos, mediante la acumulacin de
figuras, la creacin de un sentido, y al dar significado a aquello que se afirma y se
niega en el texto. Sin embargo, el movimiento es enteramente circular: las mismas
nociones de protensin y retencin retomadas de Husserl as lo constatan La
protensin y la retencin son procesos cognitivos retomados de la fenomenologa
e implican una relacin con el tiempo de lectura: al leer se retienen informaciones
que producen en el lector una anticipacin a aquello que ocurre en el texto.
Esta dialctica se mantendr a lo largo del proceso de lectura hasta que todas las
figuras queden constituidas.

El lector para Wolfgang Iser y Maurice Blanchot

De acuerdo con lo anterior, es imposible captar el presente aislado y la frase


extrada del conjunto discursivo (y menos an, en una suerte de ejercicio de
descomposicin estructural), pues todos los eventos pasados ledos actualizan las
representaciones inmediatas y convierten as la lectura en un flujo. La capacidad
anticipatoria del lector implica recurrir a toda la informacin recibida mediante la
lectura hacia el presente de la misma, de manera inconsciente. A partir de aqu, se
puede preguntar entonces por el ser; ese ser que lee, que est siendo modificado
en todos los instantes de ese proceso. Iser nunca habla de cierta existencialidad
durante el proceso de la lectura; sin embargo, se intuye como parte del efecto
final que sera el efecto esttico porque interpretar es ya un movimiento
de existencia e indica que lo ledo ha modificado y transformado al ser que lee,
no aislado ni separado, sino, justamente un ser-ah: un Dasein que comienza
a vivir autnticamente en la medida en que se pregunta por s mismo; ya no
slo a la manera de estar ante el mundo sino en el mundo. Interpretar pues,
adquiere una relevancia importante cuando ms all del yo emprico agente
de la sntesis de la multiplicidad de las representaciones de intuiciones empricas
y consciencia psicolgica de un yo (Lapoujade, 1988, p. 128) , el ser se sabe
en lo otro y forma parte de lo otro.
Para Blanchot ese estar dentro se manifiesta en un S puro que resplandece en lo
inmediato (Blanchot, 2000, p. 184) del proceso de leer:
Leer, en el sentido de la lectura literaria, ni siquiera es un puro movimiento
de comprensin, el conocimiento que mantendra el sentido liberndolo.
Leer se sita ms all o ms ac de la comprensin. Leer tampoco es lanzar
un llamado para que se descubra, detrs de la apariencia de la palabra
comn, detrs del libro de todos, la obra nica que debe revelarse en la
lectura. Sin duda hay un llamado, pero que slo puede provenir de la obra
misma, llamado silencioso, que impone silencio en el ruido general, que
el lector slo oye respondiendo, que lo aparta de las relaciones habituales
y lo vuelve hacia el espacio que, al residir en l, hace que la lectura se
convierta en la cercana, en la aceptacin maravillada de la generosidad
de la obra, aceptacin que eleva el libro a la obra que es, por el mismo
transporte que eleva la obra al ser y que hace de la aceptacin la maravilla
donde la obra se pronuncia. La lectura es esta residencia, y tiene la sencillez
del S ligero y transparente que es esa residencia. An si lo exige al lector
que entre en una zona donde el aire le falta y el suelo vacila; an si, fuera
de estas aproximaciones tormentosas, la lectura parece ser la participacin
en la violencia abierta de la obra, en s misma es presencia tranquila y
silenciosa, el medio pacificado de la desmesura, el S silencioso que se halla
en el centro de toda tormenta. La libertad de ese S presente, maravillado,
transparente, es la esencia de la lectura (2000, p. 184).

En esta cita es posible advertir el sentido profundo que Blanchot atribuye al acto
de leer: una zona extraa, ajena al mundo, pero que es todo mundo. Es, adems,
una zona de libertad: maravillosa, transparente, que nos sita ante el ahora; y de

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modo nietzscheano decimos s en el universo de los textos. La lectura adquiere as


visos ontolgicos, pues no slo es comprender sino ser, all el lector se despoja de
s mismo y se convierte en lo que lee. La obra suspende el ruido para convertirse
en cercana, transita hacia el lector sin condiciones, le recuerda su espacio ms
ntimo: el de la muerte.
Blanchot alude a la circularidad en torno a uno de los grandes tpicos de toda
su obra: la obra misma es una experiencia de la muerte, [] hay que disponer
previamente de esa experiencia para llegar a la obra, y por la obra, a la muerte
(2000, p. 85). Aludir al crculo en este sentido, es un movimiento que toca algo
original de donde parte, y que slo se puede superar para volver a l. Blanchot
habla del crculo para referirse a la escritura: hay que escribir para morir y morir
para escribir; en la tnica heideggeriana de un crculo no vicioso, As Blanchot
rodea el proceso de crear la obra tras una analtica existencialista (Cfr.,85).
Uno de los puntos centrales en la teora iseriana es el concepto de negatividad
que cifra el proceso de manera total. Iser no ejemplifica con suficiencia este
concepto como lo hace cuando habla de figuras o espacios vacos porque la
negatividad resulta el todo de la obra. Blanchot tambin advierte la importancia
de la negatividad pero el trmino le sirve para explicar el proceso creador y no
el de la lectura. En la lectura hay una afirmacin, mientras que la negatividad
ser una de las formas de enunciacin propias del escritor. Aunque los fines son
distintos, los autores llegan a conclusiones parecidas. Iser afirma:
[] el mundo del texto presentado, captado en el lenguaje, aparece extrao
puesto que el sentido slo se deja reducir a una posicin determinada. En
caso de que se inscriba en ella mediante la desfiguracin. Debido a que
no es posible que aparezca en el lenguaje, slo puede llegar por su medio
a la conciencia en la medida en que permita que el mundo presentado
aparezca como problematizado. Por tanto, el sentido constituido coincide
con el cambio de los hechos presentados. As se expresa tambin el
carcter de acontecimiento del texto. El texto queda abierto no porque en
absoluto fuera inclausurable, sino porque su cierre necesario mantiene en
la lectura el cambio dialctico de la problematizacin presentada. En este
sentido, la negatividad misma muestra un doble aspecto: como causa de
la deformacin que es la posibilidad de la supresin y, con ello, la propia
constitucin de la comunicacin. En esta funcin adquiere su validez el
tercer aspecto de la negatividad. La comunicacin sera innecesaria si por
su medio no se transmitiera aquello que es desconocido en distintos grados.
Por tanto, la ficcin se determina como comunicacin porque por su medio
algo surge que no exista (Iser, 1987, pp. 345-346).

Blanchot aborda el problema de la creacin, a travs de la meditacin en la


negatividad como palabra errante y momento inasible, aquello que otorga un
sentido al espacio literario. La preocupacin de Blanchot por el espacio literario

El lector para Wolfgang Iser y Maurice Blanchot

no slo es una exgesis de autores que le interesen. El espacio literario es todo


aquello relacionado con la obra literaria; y todo lo que tiene que ver con ella es
existencial. La primera afirmacin repetida incansablemente en todo el texto
es: La obra es. Es notorio que para Blanchot el momento creativo le ocupa de
manera obsesiva; sin embargo, nunca es desprendido de los otros procesos que
se encuentran unidos en una totalidad armoniosa: la composicin del texto, el
sentido simblico, el origen la gnesis de la obra, el lector, la comunicacin,
en suma el S y el No. En vez de hablar de negatividad Blanchot dice palabra
errante (Blanchot, 2000, p. 45).
Tratemos primero de reunir alguno de los rasgos que la cercana del espacio
literario [en el captulo anterior La cercana del espacio literario Blanchot
trabaja sobre lo que denomina palabra bruta y palabra esencial; all
teoriza sobre el lenguaje, sobre la experiencia original de la obra y sobre
lo que cumple la palabra, justamente, en el espacio literario] nos permiti
reconocer. All, el lenguaje no es un poder, no es el poder de decir. Nunca
es el lenguaje que hablo. En l, nunca hablo, nunca me dirijo a ti y nunca
te interpelo. Todos estos rasgos tienen forma negativa. Pero esta negacin
oculta algo ms esencial: que en este lenguaje todo regresa a la afirmacin,
que lo que niega, en l afirma. Porque habla como ausencia. All donde
no habla, ya habla; cuando cesa, persevera. No es silencioso porque,
precisamente l, el silencio se habla. Lo propio de la palabra habitual es
que la comprensin forma parte de su naturaleza. Pero en este punto del
espacio literario el lenguaje es sin sentido. De all el riesgo de la funcin
potica. El poeta es el que entiende un lenguaje sin sentido (45).

La propuesta de Iser no es ontolgica en la misma medida que la de Blanchot lo


es, as sea para alejarse de ella. Sin embargo, s nos ofrece una teora dinmica y
fluida que empata con algunos presupuestos blanchotianos.

LOS PROCESOS COGNOSCITIVOS EN LA LECTURA Y EL ESPACIO


DE LA OBRA. EL PUNTO DE VISIN MVIL Y LA SOLEDAD
ESENCIAL
Uno de los primeros aspectos que se ponen sobre la mesa cuando Iser desglosa su
fenomenologa del acto de leer es la cuestin de cmo se representan textualmente
los objetos empricamente dados. La inquietud principal es que a diferencia de
cmo percibimos los objetos del mundo, el texto se abre slo al final del proceso
de lectura. Acotaramos igualmente, que la teora de Iser tiene grandes influencias
kantianas. Por un lado, se debe recordar que Kant inaugura una fenomenologa de
los procesos cognitivos universales y necesarios (a priori) humanos; es decir,
una descripcin minuciosa de todos los procesos que competen a la razn y una
crtica de cmo han sido comprendidos, sobre todo, por la metafsica. De igual
manera se toman de all ciertas nociones como la de sntesis y la de esquema.

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Es importante tomar en cuenta que para Kant, el proceso de sntesis es aquel que
regula todas las actividades entre las diversas facultades para conocer. (Para leer
ms al respecto: Mara Noel Lapoujade. Filosofa de la imaginacin. pp. 63-101).
El papel de la referencia es fundamental cuando un texto de ficcin describe, pues
el lector debe constituir los objetos descritos que no son esos objetos habituales
que se ven en el mundo ordinario. Uno de los principales actos que el lector
realiza, intuitivamente, es la sntesis (un poco a la manera kantiana cuando la
sntesis es el hilo que une los sentidos y el entendimiento) que recorre todos los
instantes del punto de visin mvil:
Consecuentemente, el carcter de objeto del texto no es idntico con
ninguna de las formas de manifestacin en el flujo constante de la lectura
que discurre en el tiempo, puesto que su totalidad slo se adquiere mediante
sntesis. Por su medio el texto se traduce en la conciencia del lector, as que
el carcter de objetividad del texto comienza a construirse como correlato
de la conciencia por medio de la secuencia de las sntesis. [] esta actividad
sinttica se encuentra viva en todos los instantes que recorre el punto de
visin mvil (Iser, 1987, p. 178).

El punto de visin mvil es tal porque se encuentra sujeto a las exigencias concretas
de las frases en conjunto que paralelas a las protensiones y retenciones
hacen que el lector oscile de un sitio a otro en la constitucin de sentido; es
el lector quien debe activar el concierto de los correlatos preestructurados en la
secuencia de la frase (Iser, 1987, p. 180). Por lo anterior, la lectura se sita en un
eje paradigmtico, pues slo al final el lector obtendr un sentido completo. La
comprensin de la frase, aunada a las otras, esboza un determinado horizonte
que a su vez, se transforma en una superficie de proyeccin. A pesar de lo
concreto de la frase se despiertan horizontes que contienen lo que Iser llama
representaciones vacas y generan ciertas expectativas que pueden saturarse
o anularse (1987, pp. 180-181).
Uno de los principales aspectos que Iser desarrolla sobre el punto de visin mvil
es la nocin de hiato nocin descartada por Ingarden por entorpecer el
proceso de lectura, pero que, como veremos, para Blanchot resulta igualmente
fundamental, desarrollada en los trminos de espacio vaco y gozne, por
medio de los cuales, se cifra la actividad vinculatoria del lector:
El hiato tiene una funcin decisiva. Pues por su medio tiene lugar una
demarcacin entre los correlatos de la frase. La interrupcin de la vinculacin
esperada no tiene por qu poseer todava un amplio significado como seal
en el nivel de la frase. Sin embargo, es paradigmtica de los diferentes
procesos de demarcacin que tienen lugar durante la lectura en los textos
de ficcin. La necesidad de la demarcacin slo se produce porque el
objeto del texto de ficcin no posee la autosuficiencia de objetividad de
los objetos de la experiencia y consecuentemente slo puede constituirse
mediante estas demarcaciones (184).

El lector para Wolfgang Iser y Maurice Blanchot

Lo que conseguira el hiato, o ms propiamente el espacio vaco, es la


demarcacin recproca entre las perspectivas del texto. La cualidad positiva de
esta creatividad lectora al construir aquello que une lo que no se presenta de
forma explcita, constituye el eje dinmico del proceso enunciado por Iser y la
parte novedosa tambin (sobre todo en lo tocante a la teora de Ingarden). El
espacio vaco no genera esa ambigedad interpretativa posterior, sino que
es paralelo a la demarcacin propia del texto y a la vez a su propio dinamismo
dialctico con el lector.
Cuando Iser desglosa los correlatos del punto de visin mvil se observan tres
momentos cruciales que ayudan a entender el ejercicio metodolgico iseriano;
ste trasciende los lmites de esa pura fenomenologa descriptiva: la consistencia,
el acontecimiento y el estar implicados; en resumen una fenomenologa con
miras hacia la hermenutica. La consistencia es lo que genera interpretaciones
momentneas de ciertas figuras a travs de las cuales, el lector construye cuando
est leyendo. Esas figuras no se encuentran aisladas unas de otras, sino forman
agrupaciones ms complejas que el lector debe desentraar (como las que generan
los signos agrupados cuando se habla de secuencias de frases en un discurso que
ya no es la mera agrupacin sintagmtica de elementos sino la unin global de un
sentido). Resulta interesante la constitucin de estas figuras, pues no se relacionan
con las aptitudes individuales del lector ni con sus contenidos de consciencia
o sus condicionamientos sociales y contextuales; pues ellas estn siempre en
el texto desplegando un abanico de posibilidades de significado, cuestin que
parece enteramente familiar a lo que Iser denomina demarcacin o marca
textual. De igual manera, es importante establecer la conexin con Blanchot
cuando afirma que la obra irradia su significado aunque el lector permanezca
alejado de ella.
La consistencia implica que mediante la capacidad agrupadora del lector se
comprende; sta destaca, a la vez, todos aquellos momentos que se sustraen
a la integracin de las figuras. La consistencia resulta conectada con el
acontecimiento, cuando el lector se enfrenta a una realidad extraa pero tiene
la impresin de haberla vivido. Se configura para Iser una ilusin en la cual
el estar asidos y la consciente perturbacin de estar ante una realidad ajena
la del texto, constituye una dialctica. Blanchot se refiere a la ilusin de
forma semejante al concepto de la soledad esencial, uno de los trminos ms
significativos del espacio literario:
Ilusin significa entonces nuestra participacin en la proyeccin, en lo que
concierne a la constitucin de la figura, en la que nos encontramos asidos,
puesto que la producimos. Pero a la vista de la irritacin de las figuras,
mediante las posibilidades que excluyen pero que a la vez participan,
este hecho de ser asido jams es completo. Por el contrario, la latente
perturbacin de este hecho produce una tensin que hace oscilar al lector

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entre hallarse totalmente asido y el distanciamiento latente. As se produce


una dialctica, animada por el propio lector, de constitucin de la ilusin y
ruptura de la misma. Provoca operaciones de equilibrio aunque slo sea
porque una figura perturbada por el factor extrao de las alien associations
no es inmediatamente rechazada (Blanchot, 2000, p. 206).

Asimismo, la nocin del estar implcito se refiere a esta dialctica producida por
el lector y alude a esa experiencia vertida en el texto que aqu compete de ah
que el texto funcione como acontecimiento, pues [] mediante la experiencia
del texto sucede algo con nuestra experiencia (213); a la vez esta nocin es
correlativa a la de consistencia y a la de acontecimiento; se recuerda que todo
en El acto de leer corresponde a un dinamismo y los conceptos se encuentran
imbricados. El trmino ilusin implica, como sucede cuando Blanchot alude a
la participacin libertaria del lector en el texto, que el lector est completamente
involucrado con aquello que lee, ese estar asido a la lectura es producir,
precisamente, el texto, un texto que es inexistente si nadie lo lee. Sin embargo, la
implicacin del lector con aquello que lee tambin produce un distanciamiento,
es decir, un efecto de lejana que lo confronta continuamente con la construccin
y destruccin de las figuras mentales que recrea a la hora de leer. De ah es posible
esa dialctica con la que se van destruyendo las diversas ilusiones proyectadas en
lo escrito, que continuamente nos sitan ante la aceptacin o el rechazo de las
diversas mociones que un texto sugiere.
Una vez revisados estos conceptos que dan inicio a la teora del efecto esttico se
pueden observar las convergencias y proximidades con una posible hermenutica
blanchotiana. Cuando Blanchot habla del tiempo se refiere a ste como ausencia
que representa para el autor, la esencia de la soledad de la obra. La nulificacin
del tiempo responde particularmente, al presupuesto de que la obra contiene
ciertas marcas per se; y la ausencia es expresada de acuerdo con la terminologa
ontolgica del pensador, relacionada tambin con el trmino de consistencia
en tanto la obra es una suerte de realidad dada. El Yo se acerca a la obra,
se abisma en la neutralidad y en un l sin rostro Todos estos vocablos se
encuentran en el apartado La fascinacin de la ausencia del tiempo (pp. 2324). Todo esto resulta familiar al contrastarlo con la nocin de lector implcito
que da por sentado el acceso a un acontecimiento y se vive una experiencia
aparentemente ajena pero propia: re-apropiada, en trminos ricoeurianos.
A diferencia de Iser, Blanchot no percibe esa dialctica del lector con el texto para
apropiarse de la obra cuando habla con exclusividad del proceso de escritura,
procedimiento que entiende como ajeno a la realidad productora de la lectura
porque cuando Blanchot habla del lector y de la comunicacin est consciente
de esa dialctica y los esfuerzos ontolgicos sobre la escritura lo conducen a la
ausencia, a la nada; al discurso ambiguo y paradjico. Sin embargo, hay alguien
que est en la obra; una suerte de consciencia dormida que tiene el lector cuando

El lector para Wolfgang Iser y Maurice Blanchot

se enfrenta a una realidad extraa pero a la vez vvida que le otorga el punto de
visin mvil. Para Blanchot el lector es fundamental y no existe la obra si no se
lee:
Alguien est all, donde estoy solo. Estoy solo porque pertenezco a ese
tiempo muerto que no es mi tiempo, ni el tuyo, ni el tiempo comn, sino el
tiempo de Alguien. Alguien es lo que todava est presente cuando no hay
nadie, pero est lo impersonal: el afuera como lo que previene, precede y
disuelve toda posibilidad de relacin personal. Alguien es el El sin rostro,
el Uno del cual se forma parte, pero, Quin forma parte? Nunca tal o
cual, nunca t y yo. Nadie forma parte del Uno. Uno pertenece a una
regin que no se puede iluminar, no porque oculte un secreto extrao a
toda revelacin, ni siquiera porque sea radicalmente oscura, sino porque
transforma todo lo que tiene acceso a ella, incluso la luz, en el ser annimo,
impersonal, el No-verdadero, el No-real, y sin embargo siempre all. El
Uno es, bajo esta perspectiva, lo que aparece cuando se muere (25).

La muerte, momento culminante del espacio literario, ronda toda la obra del
pensador francs para comunicarnos que las claves se encuentran en las fuerzas
contrarias enunciadas a travs del lenguaje y en la negatividad; es decir, en todo
lo que no se dice en el texto pero que se encuentra implicado en l.

IMGENES Y REPRESENTACIONES
Cuando Iser habla de imgenes les atribuye lo tomado de Husserl: las sntesis
pasivas para referirse a aquello que tiene lugar antes de las sntesis predicativas
o de los juicios. La imagen es el modo central de las sntesis pasivas y pertenece
a la facultad de imaginar. Las imgenes no son idnticas a la realidad dada del
objeto emprico ni al significado de un objeto representado: la pura experiencia
del objeto es superada en la imagen (Iser, 1978, p. 218).
En el captulo concerniente a las sntesis pasivas, Iser habla de cmo se configuran
esas representaciones que se tienen en el texto de ficcin y es aqu justamente,
donde introduce la nocin de esquema que, al igual de la de figuras, cumple
una funcin acumulativa. As se va creando el sentido una vez que los esquemas
fungen como entidades que generan referencias vacas y que contribuyen
a crear el efecto bola de nieve, una especie de ola de sentido. Asimismo,
cuando estos esquemas son configurados como representaciones de lo ledo se
forman tres procesos cruciales en el comprender: el tema, la significatividad y la
interpretacin. De esta manera, tales procedimientos se encuentran fundidos en
la representacin.

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Ingrid Solana Vsquez

Para Blanchot la imagen produce una fascinacin que nos aleja del sentido:
Alguien est fascinado, puede decirse que no percibe ningn objeto real,
ninguna figura real, porque lo que ve no pertenece al mundo de la realidad
sino al medio indeterminado de la fascinacin. Medio, por as decirlo, absoluto.
La distancia no est all excluida sino que es exorbitante, es la profundidad
ilimitada que est detrs de la imagen [] (Blanchot, 2000, p. 26).

As como Iser se refiere a ese estar implicado, Blanchot alude al doble movimiento
de la imagen que acapara y distancia a la vez en el mismo sentido del efecto de
la representacin, que imbrica tema, significatividad e interpretacin.
Donde Iser dice: la representacin produce un objeto imaginario en el que se
manifiesta lo que el texto calla (Iser,1987, p. 236), Blanchot asegura que la
imagen sustrae el sentido del objeto y lo mantiene en la inmovilidad de una
semejanza que no tiene a qu parecerse (Blanchot, 2000, p. 26), y as: los
objetos imaginarios slo obtienen su sentido si [] comienzan a abrirse hacia
algo (Iser, 1987, p. 237). Sin embargo, para Blanchot, la imagen obedece a
un proceso de experiencia relacionado con el origen; la imagen es anterior a la
percepcin y es fruto de una trascendencia previa (Levinas, 2000, p. 22) Pero
acaso el propio Iser niega esta capacidad primaria de la imagen cuando observa
que la sola representacin de un objeto es una de las pequeas cosas que hace
girar el engranaje totalizador del texto de ficcin, que genera, abre, bifurca y
acumula, en suma, lo global del despus?
Es quizs, en lo que respecta a los espacios vacos como elementos importantes
en la actividad constitutiva entre el texto y el lector, donde todo lo representado
se despliega con fuerza. Aqu el gozne adquiere relevancia, pues esa facultad
permite ensamblar lo que subyace en el interior del texto: los correlatos o la
apropiacin ricoeuriana y el afuera en Blanchot. Contrariamente a lo atribuido
por Ingarden acerca de los espacios de indeterminacin como lo no-dicho, lo que
haba que llenar y por consiguiente, funcionaba como una suerte de defecto en la
narracin, para Iser se convierte esencialmente, en aquello que hace funcionar
al texto de ficcin. Los vnculos con la imaginacin son fundamentales esto
adems, lleva nuevamente a puntualizar el carcter cognitivo de la imaginacin,
en esa irrupcin del espacio vaco que genera el desenvolvimiento de la capacidad
imaginativa del lector.
A diferencia de cmo percibimos el mundo en lo cotidiano, el espacio vaco
implica una transgresin de las representaciones vertidas en la ficcin; y el lector
se obliga a combinar todos los esquemas contrafcticos y opuestos negados a
cada instante en los textos contemporneos. Es interesante que en el proceso
de lectura, el saber obtenido mediante ciertas representaciones es anulado
por el siguiente pasaje, pero es justamente el gozne que logran los lectores, lo
que provoca el dinamismo del texto; gozne que conduce a esa tierra mvil,

El lector para Wolfgang Iser y Maurice Blanchot

horrible, exquisita (Blanchot, 2000, p. 212), que perturba cada instante; nos
afirma y niega. Gracias a los espacios vacos se puede entender la nocin de
campo: el campo es la mnima unidad organizada de todos los procesos de
comprensin (Iser, 1987, p. 300). Aqu, pues, el propio Iser bordea ya el sendero
de la interpretacin; el lector se faculta para crear un campo mediante los goznes
construidos y las proyecciones que el texto le ha lanzado durante su tarea lectora
implicativa. El siguiente fragmento sintetiza y esclarece estos aspectos:
Con ello se puede resumir as la funcin del espacio vaco como condicin
de accin del lector en el texto. La estructura del campo del punto de visin
del lector muestra claramente que el espacio vaco cambia su espacio
en el interior de esta estructura y as es capaz de desencadenar distintas
operaciones. Este desplazamiento del espacio vaco en el campo se muestra
como presupuesto central para las transformaciones que se desarrollan en
el punto de visin del lector. En cuanto el espacio vaco indica conexiones
de espacios blancos de los segmentos dados en el texto, marca as la
necesidad de producir una equivalencia de segmentos heterogneos. La
relacin dejada en blanco transforma respectivamente los segmentos
correspondientes en niveles cambiantes de proyeccin, por lo que el punto
de visin del lector se constituye como un campo cuya tensin se libera en
la relacin cambiante entre tema y horizonte (1987, p. 308).


No se puede obviar tampoco, la distincin que Iser realiza entre sentido y
significado (resultante de la facultad de gozne y del imaginar; proximidad real con
el texto de ficcin; ejercicio acabado y culminacin del estar implcitos en un
acontecimiento como la obra literaria). ste es un aporte importante que dice
mucho del ejercicio interpretativo posterior; donde se tiene un sentido interpretado
del que no es posible extraer un significado seguro, pues el significado del sentido
slo se abre mediante la relacin del sentido con una referencia determinada []
(Levinas, 2000, p. 240). As, el significado es el resultado global que el lector asume
como parte de su existencia; all el yo se constituye a partir de esa experiencia
extraa; es donde el anlisis iseriano trasciende las meras referencias a ciencias
cognoscitivas y el sujeto lector es la figura central del fenmeno literario. Para
Blanchot, el lector es el engarce de su concepcin esencialista cuando afirma que
la literatura es y el vnculo entre sta y el contexto donde se inscribe.

NEGATIVIDAD
Cuando Foucault habla del pensamiento del afuera alude a lo neutro en
Blanchot como ese nuevo espacio que caracteriza la ficcin occidental (Foucault,
2004, p. 13). Levinas, a su vez, dice: Lo neutro, o ese Tercio Excluso, no es
ni afirmacin ni pura negacin del ser. Pues afirmacin y negacin pertenecen
al Orden, forman parte de l. Y an as, la insistencia en eso Neutro comporta
un no s qu de negativo. No se lo frecuenta; ello es <<lo infrecuente>> y
extraordinario por excelencia (Levinas, 2000, p. 68).

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Ya no hay un yo como tal en la obra pues el sujeto desplazado como entidad


psicolgica o histrica en el texto se fusiona con su enunciacin. La desaparicin
del sujeto tiene que ver con la muerte del autor proclamada por Roland Barthes
en 1968. La experiencia ms radical, en ese sentido, del espacio literario es la
anulacin y negacin, tanto en la forma de enunciar como en las profundidades
simblicas del propio texto. El sujeto as, en las teoras de Blanchot, se encuentra
en la obra literaria a manera de un ser borrado al que ya no le pertenece lo escrito.
El discurso de Blanchot discute contra un modo especfico de filosofar, trata de
acercarse a la experiencia ntima de la literatura y se constituye en una forma
paradjica de decir. Ese discurso, dice Foucault, se niega a s mismo, se despoja
de su propio poder al enunciarse. La negacin est, justamente, en ese primer
nivel del discurso, donde hay mltiples paradojas y contradicciones, precisamente
porque, para resaltar las caractersticas propias del discurso literario, Blanchot
tiene que usar esas mismas herramientas en los textos y por ello su discurso es
ambiguo. Iser, por su parte, habla del concepto de negatividad que es lo
contenido en el fondo de los textos y establece el vnculo entre la negatividad y
el smbolo, para expresar la falta de realizacin concreta; la nada que subyace
al interior de la realidad textual a manera de un ocultamiento vnculo, en
nuestra opinin errado, pues parece desvalorizar el smbolo al aludir a su superfluo
convencionalismo y al otorgarle un mero valor representativo, con ello, se le
despoja de su carcter dinmico y transhistrico en el sentido de que el smbolo
no permanece esttico (y tomando en cuenta que un smbolo no es representable
solamente de manera icnica, sino que hay smbolos conceptualizados como
el mal, por ejemplo, al cual se le van adhiriendo significaciones histricas e
interpretativas), creemos que el smbolo es ms que un valor de representacin,
pero no entraremos en esa discusin aqu . A diferencia de las negaciones como
tales primarias y secundarias, la negatividad en Iser es la infraestructura del
texto de ficcin. Es lo que hace funcionar la lgica de la pregunta y la respuesta
entre el texto y el lector. Es aquello, en suma, que hace funcionar la comunicacin.
La relevancia de lo anterior parece incalculable en la teora iseriana. Por un
lado, es sintomtico que Iser no haya definido la negatividad concretamente.
Esto confirma que la nocin dota a la literatura justamente de la extraeza
que otros autores han observado en el texto de ficcin, desde Mallarm quien
llama a la palabra literaria: palabra esencial. De otra parte, es justamente en lo
extraordinario del texto de ficcin donde cobra valor la capacidad interpretativa
de un lector que abre la obra y a la vez la cierra, es gracias a ste como, segn
Blanchot, se activa el sentido.

El lector para Wolfgang Iser y Maurice Blanchot

La terminologa empleada por Blanchot con respecto a la la negatividad es


relevante cuando dice:
Ese es el momento ms oculto de la experiencia. Exigir que la obra sea la
claridad nica de lo que se extingue, y por la cual todo se extingue, que no
sea all donde el extremo de la afirmacin se verifica por el extremo de la
negacin, es algo que podemos comprender aunque sea contrario a nuestra
necesidad de paz, de sencillez, de sueo, pero slo lo comprendemos
ntimamente, como la intimidad de esa decisin que es nosotros mismos,
y que nos da el ser, slo cuando por nuestra cuenta y riesgo desechamos,
sea por fuego, el hierro, o el rechazo silencioso, la permanencia y el favor
(Blanchot, 2000, p. 40).

La suposicin de que en la negatividad hay una especie de plano doble nos hace
intuir el dinamismo de la obra literaria, pues donde existe un s tambin hay un
no; y en el descubrimiento de esta polaridad se genera la dialctica de la pregunta
y la respuesta no slo durante la lectura sino en el despus de la misma:
Tratemos primero de reunir alguno de los rasgos que la cercana del espacio
literario nos permiti reconocer. All, el lenguaje no es un poder, no es el
poder de decir. Nunca es el lenguaje que hablo. En l, nunca hablo, nunca
me dirijo a ti y nunca te interpelo. Todos estos rasgos tienen una forma
negativa. Pero esta negacin slo oculta algo ms esencial: que en este
lenguaje todo regresa a la afirmacin, que lo que niega, en l afirma. Porque
habla como ausencia (45).

Se puede concluir, que eso que Iser identific como lo manifiesto a travs de
la negatividad; como fuente de comunicacin y como aquello que no est
expresado a partir de lo dado en el mundo, se relaciona con el afuera; con ese
discurso que vuelve el pensamiento hacia el afuera, [que] es, adems, de una sola
pieza: meticuloso, relato de experiencias, de encuentros, de gestos improbables
(Foucault, 2004, p. 30). Es que acaso el lector implcito en la obra no est tambin
negado en su propia afirmacin?, Se puede pensar entonces en el movimiento
de rechazo de la obra hacia el propio lector (y no slo hacia un autor borrado y
exiliado de su propia creacin)? Si como afirma Blanchot es imposible seguir las
huellas de una persona a ttulo psicolgico y sociolgico en el texto, tampoco un
lector debe buscarse de esa forma como la biografa pesaba por encima de la
artificiosidad del texto, a la manera de la crtica biogrfica literaria del siglo XIX
realizada por Sainte-Beuve. La revisin contextual de una obra implica quiz, la
revisin de cmo se lee en un marco histrico especfico, sin caer en observaciones
simplistas sobre las intenciones de los autores o de los propios lectores.
El discurso del siglo XX hace del lector la figura ms importante de los estudios
literarios, pero como una funcin textual. Es evidente que las teoras de Iser y
Blanchot son distintas y se dan en marcos conceptuales e histricos divergentes;
sin embargo, es posible encontrar puntos en comn. No hay que olvidar que

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Blanchot concentr su obra en el problema de la escritura literaria, mientras que


Iser aborda los procesos de lectura; y que para el siglo XX, no obstante, el lector
es el constructor principal del texto literario

REFERENCIAS
Blanchot, M. (2000). El espacio literario. Barcelona: Paids.
Foucault, M. (2004). El pensamiento del afuera. Valencia: Pre-textos.
Heidegger, M. (2008) Caminos de bosque. Madrid: Alianza.
Iser, W. (1987). El acto de leer. Madrid: Taurus.
Lapoujade, M. (1988). Filosofa de la imaginacin. Mxico: Siglo XXI.
Levinas, E. (2000). Sobre Maurice Blanchot. Madrid: Mnima Trotta.
Vattimo, G. (1987). Introduccin a Heidegger. Mxico: Gedisa.

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