Wolfang Iser y Blanchot-Lector
Wolfang Iser y Blanchot-Lector
Wolfang Iser y Blanchot-Lector
EL LECTOR PARA
WOLFGANG
ISER Y MAURICE
BLANCHOT
Ingrid Solana Vsquez
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CRCULO
Para Heidegger el Dasein no es un sujeto que salga de s para comprender el
mundo, no es una simple presencia que observa, analiza y constituye lo que le rodea
mediante esta relacin autocreada. El Dasein es ya siempre y constitutivamente
relacin con el mundo, antes de toda artificiosa distincin entre sujeto y objeto
(Vattimo, 1987, p. 35). De ah que la idea del conocimiento como articulacin de
una pre-comprensin originaria [sea] la doctrina de aquello que Heidegger llama
(junto con la tradicin de la teora de la interpretacin) el crculo hermenutico.
La comprensin y la interpretacin sern, pues, dos grandes existenciarios que
formarn parte intrnseca del Dasein. Heidegger dice: Lo importante es no salir
fuera del crculo, sino permanecer en l de la manera justa (Heidegger, 2008, p. 35).
El crculo est en el acto de leer, no a manera del mtodo en el que se cumplen
estructuras fijas (expectativas, figuras, consistencia, vacos o negaciones), sino
como el otro que se vuelve un s mismo, un ser que est realizando mltiples
posibilidades y se encuentra inserto en aquello que merece su atencin: la lectura
[debe pensarse] como un proceso de un efecto cambiante, de carcter dinmico,
entre texto y lector (2008, p. 345.). El sentido mismo del proceso de lectura,
funciona de forma circular en lo que Iser nombra como negatividad y constituye
la infraestructura ms acabada que se extrae del texto en la interpretacin.
El proceso iniciado por el punto de visin mvil, la consistencia, la creacin
de sentido y de significado, los espacios vacos y las negaciones forman un
crculo perfecto, siempre reactualizable que tiene su correlato en la teora de
Blanchot, quien afirma:
Leer no es entonces obtener comunicacin de la obra, es hacer que la
obra se comunique y, para emplear una imagen imperfecta, es ser uno
de los dos polos entre los que surge, por mutua atraccin y repulsin,
la violencia esclarecedora de la comunicacin, acontecimiento que los
atraviesa y los constituye en virtud de su propio pasaje. Evidentemente,
esta comparacin es imperfecta. Indica a lo sumo que el antagonismo que
opone en la obra sus dos momentos (o, ms exactamente, que hace de la
obra una tensin en la que sus momentos parecen oponerse dos a dos),
la abre, por esa contradiccin, a la libertad de su comunicacin, pero no
pretende que tal antagonismo sea el de dos polos fijos que responden a un
esquema grosero, definitivamente determinado, de dos poderes llamados
leer y escribir. Habra que agregar, al menos, que esa exaltacin antagnica
que asume finalmente la forma personificada de lector y autor no ha dejado
de actuar mediante la gnesis de la obra. Es all donde, al fin, la obra parece
convertirse en el dilogo de dos personas que encarnan dos exigencias
estables, este dilogo es, ante todo, el combate ms original de exigencias
muy indistintas, la intimidad desgarrada de momentos irreconciliables e
inseparables que llamamos mesura y desmesura, forma e infinito, decisin
e indecisin y que, en sus oposiciones subjetivas, dan realidad a la misma
violencia, tendiendo a abrirse y cerrarse, a captarse en la clara figura que
limita y a errar sin fin hasta perderse en la migracin sin reposo de la otra
noche que nunca llega, pero regresa. Comunicacin donde la oscuridad
debe aparecer, donde la luz debe provenir de la oscuridad, revelacin
donde nada aparece, pero donde la disimulacin se hace apariencia (Iser,
1987, p. 249).
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Estar implicado es el modo por el que nos situamos en presencia del texto, y
mediante el que el texto se convierte para nosotros en presencia. [] No en
ltimo trmino radica aqu una necesidad latente de la crtica literaria, que
en amplios tramos es el intento discursivo de recoger estas implicaciones.
Si la implicacin efecta nuestro estar presentes en un acontecimiento
significa que en tal presencia nos sucede tambin algo a nosotros. Cuanto
ms se nos hace presente el texto tanto ms se convierte en pasado lo que
somos en todo caso mientras dura la lectura (1987, p. 212).
En esta cita es posible advertir el sentido profundo que Blanchot atribuye al acto
de leer: una zona extraa, ajena al mundo, pero que es todo mundo. Es, adems,
una zona de libertad: maravillosa, transparente, que nos sita ante el ahora; y de
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Es importante tomar en cuenta que para Kant, el proceso de sntesis es aquel que
regula todas las actividades entre las diversas facultades para conocer. (Para leer
ms al respecto: Mara Noel Lapoujade. Filosofa de la imaginacin. pp. 63-101).
El papel de la referencia es fundamental cuando un texto de ficcin describe, pues
el lector debe constituir los objetos descritos que no son esos objetos habituales
que se ven en el mundo ordinario. Uno de los principales actos que el lector
realiza, intuitivamente, es la sntesis (un poco a la manera kantiana cuando la
sntesis es el hilo que une los sentidos y el entendimiento) que recorre todos los
instantes del punto de visin mvil:
Consecuentemente, el carcter de objeto del texto no es idntico con
ninguna de las formas de manifestacin en el flujo constante de la lectura
que discurre en el tiempo, puesto que su totalidad slo se adquiere mediante
sntesis. Por su medio el texto se traduce en la conciencia del lector, as que
el carcter de objetividad del texto comienza a construirse como correlato
de la conciencia por medio de la secuencia de las sntesis. [] esta actividad
sinttica se encuentra viva en todos los instantes que recorre el punto de
visin mvil (Iser, 1987, p. 178).
El punto de visin mvil es tal porque se encuentra sujeto a las exigencias concretas
de las frases en conjunto que paralelas a las protensiones y retenciones
hacen que el lector oscile de un sitio a otro en la constitucin de sentido; es
el lector quien debe activar el concierto de los correlatos preestructurados en la
secuencia de la frase (Iser, 1987, p. 180). Por lo anterior, la lectura se sita en un
eje paradigmtico, pues slo al final el lector obtendr un sentido completo. La
comprensin de la frase, aunada a las otras, esboza un determinado horizonte
que a su vez, se transforma en una superficie de proyeccin. A pesar de lo
concreto de la frase se despiertan horizontes que contienen lo que Iser llama
representaciones vacas y generan ciertas expectativas que pueden saturarse
o anularse (1987, pp. 180-181).
Uno de los principales aspectos que Iser desarrolla sobre el punto de visin mvil
es la nocin de hiato nocin descartada por Ingarden por entorpecer el
proceso de lectura, pero que, como veremos, para Blanchot resulta igualmente
fundamental, desarrollada en los trminos de espacio vaco y gozne, por
medio de los cuales, se cifra la actividad vinculatoria del lector:
El hiato tiene una funcin decisiva. Pues por su medio tiene lugar una
demarcacin entre los correlatos de la frase. La interrupcin de la vinculacin
esperada no tiene por qu poseer todava un amplio significado como seal
en el nivel de la frase. Sin embargo, es paradigmtica de los diferentes
procesos de demarcacin que tienen lugar durante la lectura en los textos
de ficcin. La necesidad de la demarcacin slo se produce porque el
objeto del texto de ficcin no posee la autosuficiencia de objetividad de
los objetos de la experiencia y consecuentemente slo puede constituirse
mediante estas demarcaciones (184).
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Asimismo, la nocin del estar implcito se refiere a esta dialctica producida por
el lector y alude a esa experiencia vertida en el texto que aqu compete de ah
que el texto funcione como acontecimiento, pues [] mediante la experiencia
del texto sucede algo con nuestra experiencia (213); a la vez esta nocin es
correlativa a la de consistencia y a la de acontecimiento; se recuerda que todo
en El acto de leer corresponde a un dinamismo y los conceptos se encuentran
imbricados. El trmino ilusin implica, como sucede cuando Blanchot alude a
la participacin libertaria del lector en el texto, que el lector est completamente
involucrado con aquello que lee, ese estar asido a la lectura es producir,
precisamente, el texto, un texto que es inexistente si nadie lo lee. Sin embargo, la
implicacin del lector con aquello que lee tambin produce un distanciamiento,
es decir, un efecto de lejana que lo confronta continuamente con la construccin
y destruccin de las figuras mentales que recrea a la hora de leer. De ah es posible
esa dialctica con la que se van destruyendo las diversas ilusiones proyectadas en
lo escrito, que continuamente nos sitan ante la aceptacin o el rechazo de las
diversas mociones que un texto sugiere.
Una vez revisados estos conceptos que dan inicio a la teora del efecto esttico se
pueden observar las convergencias y proximidades con una posible hermenutica
blanchotiana. Cuando Blanchot habla del tiempo se refiere a ste como ausencia
que representa para el autor, la esencia de la soledad de la obra. La nulificacin
del tiempo responde particularmente, al presupuesto de que la obra contiene
ciertas marcas per se; y la ausencia es expresada de acuerdo con la terminologa
ontolgica del pensador, relacionada tambin con el trmino de consistencia
en tanto la obra es una suerte de realidad dada. El Yo se acerca a la obra,
se abisma en la neutralidad y en un l sin rostro Todos estos vocablos se
encuentran en el apartado La fascinacin de la ausencia del tiempo (pp. 2324). Todo esto resulta familiar al contrastarlo con la nocin de lector implcito
que da por sentado el acceso a un acontecimiento y se vive una experiencia
aparentemente ajena pero propia: re-apropiada, en trminos ricoeurianos.
A diferencia de Iser, Blanchot no percibe esa dialctica del lector con el texto para
apropiarse de la obra cuando habla con exclusividad del proceso de escritura,
procedimiento que entiende como ajeno a la realidad productora de la lectura
porque cuando Blanchot habla del lector y de la comunicacin est consciente
de esa dialctica y los esfuerzos ontolgicos sobre la escritura lo conducen a la
ausencia, a la nada; al discurso ambiguo y paradjico. Sin embargo, hay alguien
que est en la obra; una suerte de consciencia dormida que tiene el lector cuando
se enfrenta a una realidad extraa pero a la vez vvida que le otorga el punto de
visin mvil. Para Blanchot el lector es fundamental y no existe la obra si no se
lee:
Alguien est all, donde estoy solo. Estoy solo porque pertenezco a ese
tiempo muerto que no es mi tiempo, ni el tuyo, ni el tiempo comn, sino el
tiempo de Alguien. Alguien es lo que todava est presente cuando no hay
nadie, pero est lo impersonal: el afuera como lo que previene, precede y
disuelve toda posibilidad de relacin personal. Alguien es el El sin rostro,
el Uno del cual se forma parte, pero, Quin forma parte? Nunca tal o
cual, nunca t y yo. Nadie forma parte del Uno. Uno pertenece a una
regin que no se puede iluminar, no porque oculte un secreto extrao a
toda revelacin, ni siquiera porque sea radicalmente oscura, sino porque
transforma todo lo que tiene acceso a ella, incluso la luz, en el ser annimo,
impersonal, el No-verdadero, el No-real, y sin embargo siempre all. El
Uno es, bajo esta perspectiva, lo que aparece cuando se muere (25).
La muerte, momento culminante del espacio literario, ronda toda la obra del
pensador francs para comunicarnos que las claves se encuentran en las fuerzas
contrarias enunciadas a travs del lenguaje y en la negatividad; es decir, en todo
lo que no se dice en el texto pero que se encuentra implicado en l.
IMGENES Y REPRESENTACIONES
Cuando Iser habla de imgenes les atribuye lo tomado de Husserl: las sntesis
pasivas para referirse a aquello que tiene lugar antes de las sntesis predicativas
o de los juicios. La imagen es el modo central de las sntesis pasivas y pertenece
a la facultad de imaginar. Las imgenes no son idnticas a la realidad dada del
objeto emprico ni al significado de un objeto representado: la pura experiencia
del objeto es superada en la imagen (Iser, 1978, p. 218).
En el captulo concerniente a las sntesis pasivas, Iser habla de cmo se configuran
esas representaciones que se tienen en el texto de ficcin y es aqu justamente,
donde introduce la nocin de esquema que, al igual de la de figuras, cumple
una funcin acumulativa. As se va creando el sentido una vez que los esquemas
fungen como entidades que generan referencias vacas y que contribuyen
a crear el efecto bola de nieve, una especie de ola de sentido. Asimismo,
cuando estos esquemas son configurados como representaciones de lo ledo se
forman tres procesos cruciales en el comprender: el tema, la significatividad y la
interpretacin. De esta manera, tales procedimientos se encuentran fundidos en
la representacin.
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Para Blanchot la imagen produce una fascinacin que nos aleja del sentido:
Alguien est fascinado, puede decirse que no percibe ningn objeto real,
ninguna figura real, porque lo que ve no pertenece al mundo de la realidad
sino al medio indeterminado de la fascinacin. Medio, por as decirlo, absoluto.
La distancia no est all excluida sino que es exorbitante, es la profundidad
ilimitada que est detrs de la imagen [] (Blanchot, 2000, p. 26).
As como Iser se refiere a ese estar implicado, Blanchot alude al doble movimiento
de la imagen que acapara y distancia a la vez en el mismo sentido del efecto de
la representacin, que imbrica tema, significatividad e interpretacin.
Donde Iser dice: la representacin produce un objeto imaginario en el que se
manifiesta lo que el texto calla (Iser,1987, p. 236), Blanchot asegura que la
imagen sustrae el sentido del objeto y lo mantiene en la inmovilidad de una
semejanza que no tiene a qu parecerse (Blanchot, 2000, p. 26), y as: los
objetos imaginarios slo obtienen su sentido si [] comienzan a abrirse hacia
algo (Iser, 1987, p. 237). Sin embargo, para Blanchot, la imagen obedece a
un proceso de experiencia relacionado con el origen; la imagen es anterior a la
percepcin y es fruto de una trascendencia previa (Levinas, 2000, p. 22) Pero
acaso el propio Iser niega esta capacidad primaria de la imagen cuando observa
que la sola representacin de un objeto es una de las pequeas cosas que hace
girar el engranaje totalizador del texto de ficcin, que genera, abre, bifurca y
acumula, en suma, lo global del despus?
Es quizs, en lo que respecta a los espacios vacos como elementos importantes
en la actividad constitutiva entre el texto y el lector, donde todo lo representado
se despliega con fuerza. Aqu el gozne adquiere relevancia, pues esa facultad
permite ensamblar lo que subyace en el interior del texto: los correlatos o la
apropiacin ricoeuriana y el afuera en Blanchot. Contrariamente a lo atribuido
por Ingarden acerca de los espacios de indeterminacin como lo no-dicho, lo que
haba que llenar y por consiguiente, funcionaba como una suerte de defecto en la
narracin, para Iser se convierte esencialmente, en aquello que hace funcionar
al texto de ficcin. Los vnculos con la imaginacin son fundamentales esto
adems, lleva nuevamente a puntualizar el carcter cognitivo de la imaginacin,
en esa irrupcin del espacio vaco que genera el desenvolvimiento de la capacidad
imaginativa del lector.
A diferencia de cmo percibimos el mundo en lo cotidiano, el espacio vaco
implica una transgresin de las representaciones vertidas en la ficcin; y el lector
se obliga a combinar todos los esquemas contrafcticos y opuestos negados a
cada instante en los textos contemporneos. Es interesante que en el proceso
de lectura, el saber obtenido mediante ciertas representaciones es anulado
por el siguiente pasaje, pero es justamente el gozne que logran los lectores, lo
que provoca el dinamismo del texto; gozne que conduce a esa tierra mvil,
horrible, exquisita (Blanchot, 2000, p. 212), que perturba cada instante; nos
afirma y niega. Gracias a los espacios vacos se puede entender la nocin de
campo: el campo es la mnima unidad organizada de todos los procesos de
comprensin (Iser, 1987, p. 300). Aqu, pues, el propio Iser bordea ya el sendero
de la interpretacin; el lector se faculta para crear un campo mediante los goznes
construidos y las proyecciones que el texto le ha lanzado durante su tarea lectora
implicativa. El siguiente fragmento sintetiza y esclarece estos aspectos:
Con ello se puede resumir as la funcin del espacio vaco como condicin
de accin del lector en el texto. La estructura del campo del punto de visin
del lector muestra claramente que el espacio vaco cambia su espacio
en el interior de esta estructura y as es capaz de desencadenar distintas
operaciones. Este desplazamiento del espacio vaco en el campo se muestra
como presupuesto central para las transformaciones que se desarrollan en
el punto de visin del lector. En cuanto el espacio vaco indica conexiones
de espacios blancos de los segmentos dados en el texto, marca as la
necesidad de producir una equivalencia de segmentos heterogneos. La
relacin dejada en blanco transforma respectivamente los segmentos
correspondientes en niveles cambiantes de proyeccin, por lo que el punto
de visin del lector se constituye como un campo cuya tensin se libera en
la relacin cambiante entre tema y horizonte (1987, p. 308).
No se puede obviar tampoco, la distincin que Iser realiza entre sentido y
significado (resultante de la facultad de gozne y del imaginar; proximidad real con
el texto de ficcin; ejercicio acabado y culminacin del estar implcitos en un
acontecimiento como la obra literaria). ste es un aporte importante que dice
mucho del ejercicio interpretativo posterior; donde se tiene un sentido interpretado
del que no es posible extraer un significado seguro, pues el significado del sentido
slo se abre mediante la relacin del sentido con una referencia determinada []
(Levinas, 2000, p. 240). As, el significado es el resultado global que el lector asume
como parte de su existencia; all el yo se constituye a partir de esa experiencia
extraa; es donde el anlisis iseriano trasciende las meras referencias a ciencias
cognoscitivas y el sujeto lector es la figura central del fenmeno literario. Para
Blanchot, el lector es el engarce de su concepcin esencialista cuando afirma que
la literatura es y el vnculo entre sta y el contexto donde se inscribe.
NEGATIVIDAD
Cuando Foucault habla del pensamiento del afuera alude a lo neutro en
Blanchot como ese nuevo espacio que caracteriza la ficcin occidental (Foucault,
2004, p. 13). Levinas, a su vez, dice: Lo neutro, o ese Tercio Excluso, no es
ni afirmacin ni pura negacin del ser. Pues afirmacin y negacin pertenecen
al Orden, forman parte de l. Y an as, la insistencia en eso Neutro comporta
un no s qu de negativo. No se lo frecuenta; ello es <<lo infrecuente>> y
extraordinario por excelencia (Levinas, 2000, p. 68).
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La suposicin de que en la negatividad hay una especie de plano doble nos hace
intuir el dinamismo de la obra literaria, pues donde existe un s tambin hay un
no; y en el descubrimiento de esta polaridad se genera la dialctica de la pregunta
y la respuesta no slo durante la lectura sino en el despus de la misma:
Tratemos primero de reunir alguno de los rasgos que la cercana del espacio
literario nos permiti reconocer. All, el lenguaje no es un poder, no es el
poder de decir. Nunca es el lenguaje que hablo. En l, nunca hablo, nunca
me dirijo a ti y nunca te interpelo. Todos estos rasgos tienen una forma
negativa. Pero esta negacin slo oculta algo ms esencial: que en este
lenguaje todo regresa a la afirmacin, que lo que niega, en l afirma. Porque
habla como ausencia (45).
Se puede concluir, que eso que Iser identific como lo manifiesto a travs de
la negatividad; como fuente de comunicacin y como aquello que no est
expresado a partir de lo dado en el mundo, se relaciona con el afuera; con ese
discurso que vuelve el pensamiento hacia el afuera, [que] es, adems, de una sola
pieza: meticuloso, relato de experiencias, de encuentros, de gestos improbables
(Foucault, 2004, p. 30). Es que acaso el lector implcito en la obra no est tambin
negado en su propia afirmacin?, Se puede pensar entonces en el movimiento
de rechazo de la obra hacia el propio lector (y no slo hacia un autor borrado y
exiliado de su propia creacin)? Si como afirma Blanchot es imposible seguir las
huellas de una persona a ttulo psicolgico y sociolgico en el texto, tampoco un
lector debe buscarse de esa forma como la biografa pesaba por encima de la
artificiosidad del texto, a la manera de la crtica biogrfica literaria del siglo XIX
realizada por Sainte-Beuve. La revisin contextual de una obra implica quiz, la
revisin de cmo se lee en un marco histrico especfico, sin caer en observaciones
simplistas sobre las intenciones de los autores o de los propios lectores.
El discurso del siglo XX hace del lector la figura ms importante de los estudios
literarios, pero como una funcin textual. Es evidente que las teoras de Iser y
Blanchot son distintas y se dan en marcos conceptuales e histricos divergentes;
sin embargo, es posible encontrar puntos en comn. No hay que olvidar que
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REFERENCIAS
Blanchot, M. (2000). El espacio literario. Barcelona: Paids.
Foucault, M. (2004). El pensamiento del afuera. Valencia: Pre-textos.
Heidegger, M. (2008) Caminos de bosque. Madrid: Alianza.
Iser, W. (1987). El acto de leer. Madrid: Taurus.
Lapoujade, M. (1988). Filosofa de la imaginacin. Mxico: Siglo XXI.
Levinas, E. (2000). Sobre Maurice Blanchot. Madrid: Mnima Trotta.
Vattimo, G. (1987). Introduccin a Heidegger. Mxico: Gedisa.