Acercamiento Al Ensayo Literario.
Acercamiento Al Ensayo Literario.
Acercamiento Al Ensayo Literario.
CREADORA
Tal vez valga la pena empezar preguntándose qué es lo posible que devela el ejercicio
reflexivo y creativo del discurso crítico ensayístico en el acercamiento a la obra literaria 1. Para
Martha Robert (1973), el crítico literario debe aportar a su ejercicio reflexivo “en dar cuenta de
insoslayable” (p. 59), tarea que, indudablemente, exige al crítico teorizante, para utilizar el
interpretativas como custodio apasionado de la obra literaria. Creación e interpretación como vías
de acercamiento que sin agotar el análisis y comentario a la obra, sitúa al escritor ensayista en
1
Pregunta que, de cierta manera, orienta el trabajo realizado por Carlos Sushi en los ensayos sobre Sade y
Lautréamont —publicados en 1944. Por otro lado, como el mismo autor lo expresa “es también la pregunta por la
naturaleza de un movimiento dialéctico, en el cual el crítico no solo piensa la posibilidad de lo literario sino que
también se piensa a sí mismo” (pág.73).
2
una comprensión más honda de un universo de sentido plural y englobador que posibilita el
En el ámbito del lenguaje de la obra literaria, definida ésta como un objeto lingüístico,
semiótico y estético, Gadamer (1992) afirma: “… el discurso poético sólo se hace efectivo en el
acto de hablar o de leer; es decir, no existe si no es comprendido” (p. 343), señalando al mismo
tiempo que es preciso oír el texto literario con el oído interior, estableciéndose entre lector y
objeto artístico un diálogo reflexivo – creativo entre texto e interprete, que posibilita la
De otra parte, el concepto de obra literaria al que alude Hernández, et al (2005) es que ésta
se caracteriza por ser “capaz de comunicar a un tiempo códigos nuevos y códigos viejos -pero
reactivados-. Ambos confieren a la vez actualidad y perennidad a la obra” (p. 97), en razón de
que toda lectura que se haga de ella va generando y ensanchando sentidos añadidos. Se trata
entonces de saber - nos dice Steiner (2003)- “que la obra de arte está en una relación compleja,
Según Villanueva (1994), el texto mantiene su existencia latente a través del acto de
leerlo, reclamando una actualización activa por parte del lector, subsanando la falta de algo o de
elementos latentes, potenciales; de ahí que la obra requiera para su plena existencia un proceso de
del lector por develar, completar y descubrir el mundo representado en la obra, la “aportación de
2
Dentro de esta perspectiva se ha excluido todo dominio de la caracterización autónoma del texto literario sin la
mediación del papel fundamental que desarrolla el lector (visión estructuralista).
3
aquellos elementos ausentes o indeterminados sin los cuales la obra no alcanza, empero, plena
existencia” (p. 170). En este mismo sentido, en un ensayo monográfico sobre el libro La obra de
lugares, tiempos, eventos, personajes, etc., no totalmente cualificados, porque es tarea del
su imaginación, las áreas indeterminadas: los objetos representados que existen dentro de la
obra se perciben como si fueran totalmente determinados. Sin embargo, las concretizaciones
que se establece entre texto e intérprete 4, plantea a este sujeto lector, en su tarea de participación
enigmas, los silencios, penetrando en las claves de la obra., en fin, rindiendo cuentas de esta
análisis, conjeturas, esclarecimientos, que sitúan al lector como “una entidad indisociable de la
En cuanto al acto de la lectura establecido, como hemos esbozado antes, entre el papel
activo de un lector reflexivo - creativo 5 y el texto, podemos decir que este acto consiste en un
3
Cfr. Al respecto, Bachelard (1957), en su obra La poética del espacio, los fenómenos de la duplicación de la
palabra - imagen poética: resonancia y repercusión, p. 10
4
Diálogo que se extiende a través de diferentes momentos históricos entre la obra y la recepción de un público, “el
del primer lector y del actual”. Según Iglesias Santos (1994, p. 68 – 69) “… La situación presente del intérprete
pierde su estatuto privilegiado y se convierte en un momento relativo, que es desde luego productivo y revelador,
pero que como otros antes que él, será superado y fusionado con futuros horizontes.
5
La noción creativo se podría definir o constituir a partir de una experiencia estética del lector con la obra, que en
términos de Capdevila “la mirada estética no es equivalente a la mirada de un detective, de un científico perspicaz o
4
diálogo abierto, desprendido de prejuicios que nos ofrece el texto y que viene a determinar, por
un lado, la apropiación del horizonte semántico, crítico y simbólico del texto, advirtiendo que un
de la categoría de un lector intérprete, lector modelo, lector implícito, lector ideal o receptor, para
utilizar diversas denominaciones, que desde variadas teorías y autores, se ha venido concibiendo.
Como señala Capdevila (2007): “la recepción del objeto estético, la obra literaria en este caso, no
intentarlo” (p. 45). Preocupación siempre presente en diversas perspectivas teóricas sobre las
condiciones de sentido, de revisión y estudio que exige el texto literario por parte de su lector.
manifiesto la autorizada voz del destinatario lector7, develando por una parte, los mecanismos de
construcción del texto literario, los rasgos estructurales y ficcionales más sobresalientes, y por
6
Como señala el propio Beguín (1986) “la lectura de un leedor verdadero no es una lectura de diversión, no es algo
aparte de la existencia, no está al margen de las experiencias de la vida, algo que pertenecería a la superficie; no, para
nada: la lectura del leedor se ubica entre los sucesos de su vida, contribuye a crear su persona verdadera, hace de esa
persona lo que antes no era. Lo que somos en la actualidad está compuesto sin duda de encuentros humanos, de
accidentes de todo tipo, de nuestras miserias y de nuestros éxitos, pero también, en un grado inapreciable, en un
grado inmenso, de los libros que hemos leído, de los libros que se han convertido en nuestra propia sustancia” (p.20).
7
Dentro de esta perspectiva, la autorizada voz del destinatario desemboca inevitablemente en un ejercicio de
producción ensayística crítica, que se constituye a partir de una necesaria tarea de interrelación al incorporar
enfoques y planteamientos que vienen a orientar, de cierta forma, el horizonte de reflexión y escritura del ensayo y,
la palabra liberadora y creadora que nace de la postura íntima, ecléctica y antiacademicista del leedor – explorador.
5
invención de libertad y lucidez para el ser pensativo. Lejos de cualquier ingenua aproximación y
introducir singulares actuaciones de lectura, tal como lo expone Pañalver con toda nitidez, al
pueden ejercerse sobre el texto y que no agotan ni se superponen al repertorio de teorías, más
general, respecto al discurso (Nueva Crítica, lingüística del discurso, poética del texto, análisis
aquellos modos de lectura se llega a practicar puramente: cada uno de ellos alimenta la
parcialmente, las de los otros modelos. En grados diferentes, todos ellos están de alguna
manera presentes en todas las teorías contemporáneas sobre el texto (p. 129).
un sujeto lector caracterizada por una reflexión crítica tanto de corpus discursivo del texto
literario como del suyo propio, a través de un proceso intencional de realizar un ejercicio de
lectura, entendido éste como dialogante, exegético y productivo y, por último, del ámbito de lo
experiencial como vivencia y goce íntimo que proporciona la lectura y que lleva al sujeto lector a
una reflexión de tonalidad profunda e interna de la palabra creadora en activa voluntad de crear
con el lenguaje. Se podría decir que a partir de una intraducible intimidad, el sujeto lector, en una
verdadero desafío de la lectura que deviene como escritura ensayística, fusionando un tejido
6
… tiene una existencia que se encuentra entre el poeta y el lector, una realidad que no es
escribir el poema, o de la experiencia del lector o del escritor como lector. (p. 41).
Sobre lo anterior cabe mencionar que en el prólogo de la misma obra, Gil de Biedman
(1968), alude a una experiencia comunicativa que enfrentan “en un flujo emocional de persona
a persona”, autor y lector: “Cada uno por separado, se enfrentan con el poema y entran en
comunicación consigo mismo. El acto de la lectura es también un acto creador” (p. 21).
Bajo esta concepción, la lectura de la obra literaria deviene como la exigente tarea del
crítico -muy alejado de verse como urdidor de azarosas opiniones- cuyas responsabilidades, entre
otras, lo deben llevan a actuar de intermediario y guardián, en razón de que el término guardián
“impele al crítico a constatar, por ejemplo, que un régimen político no puede imponer el olvido o
la distorsión a la obra de un escrito” (George Steiner, 2003, p. 24). Se trata entonces de conservar
la memoria literaria., quizá la palabra guardián puede suscitarnos, también, colegir un nuevo
sentido y es que el crítico – guardián en su prosa reflexiva, creativa y madura recupere la voz
oída en la obra con matices, texturas, descifrándola en la tarea de establecer un vínculo dialógico
para entablar el diálogo con el texto literario; de esta manera, le corresponderá al crítico, en su
tarea voraz de lector lúcido y riguroso, permitir que se mantenga abierta las líneas de contacto
entre las dos singularidades: (la expresada en la obra y la del lector crítico) en un esfuerzo
constante para no sustraerse a la responsabilidad de un ejercicio de escritura de persistencia
profunda que se desliza cauteloso ante el umbral de lo creativo. Oportuno advertir en la reflexión
de Steiner (2003) el advenimiento del impulso creativo en la experiencia de la lectura:
7
entrada, aunque no sin cautela, a nuestra más honda intimidad. Un gran poema, una novela clásica
nos asedian; asaltan y ocupan las fortalezas de nuestra conciencia. Ejercen un extraño,
contundente señorío sobre nuestra imaginación y nuestros deseos, sobre nuestras ambiciones y
nuestros sueños más secretos. Los hombres que queman libros saben lo que hacen. El artista es la
fuerza incontrolable: ningún ojo occidental, después de Van Gogh, puede mirar un ciprés sin
pone en juego la facultad reflexiva y creativa que conlleva toda aproximación a la obra literaria.
De igual manera, cabría señalar cierta vecindad en el pensamiento de Jauss (1986, p. 183) con lo
propuesto por Steiner (2003), cuando el primero le otorga a un público receptor de la obra (lo que
presuponiendo una igualdad de jerarquía entre lo que podríamos denominar el lector – crítico
necesaria tarea de honda inmersión de lectura donde se unan el acto creativo, la reflexión rigurosa
y una aguda inteligencia en la prosa crítica, revelándonos los sentidos ocultos y emociones
presentes en ese imago mundi de la obra ficcional. Parafraseando a Steiner, la obra literaria posee
un devenir histórico que sólo puede conocerse desde el papel activo que desempeña el intérprete
(p. 163). Muy contrario a la fría distancia donde concurren el texto y un lector neutral, como
breve acercamiento, consideramos que en cuanto a la tarea de un lector crítico inmerso en una
suerte de proceso dinámico que rechaza y rompe todo molde convencional, rígido y de postura
unívoca en el acercamiento a la obra literaria, reviste gran interés el estudio riguroso y detallado
que realiza Carlos Surghi (2012) a través del análisis de los ensayos sobre Sade y Lautréamont,
partiendo del enunciado “De qué modo la crítica literaria ha producido una modificación
sustancial en cuanto a nociones tales como juicio, experiencia y creación en el caso del ensayista
Teniendo en cuenta que para Blanchot la literatura como tal se justifica en su destino negativo,
es que podemos observar que la crítica, como escritura y como experiencia, como superación
del juicio y como creación en sí misma, es antes que una mirada objetiva del objeto literario, un
Para Surghi, el papel de la crítica literaria reside, haciendo eco del pensamiento de
similares, Ingarden, citado por Villanueva (1994) le otorga a la obra literaria un origen que opera
“en actos creativos de la conciencia intencional por parte del autor” (p. 35). Del mismo modo
mostrar los valores artísticos y creativos contenidos en ella en cuanto que ésta pretende recuperar
el espíritu vital y racional de la obra a través de sus elementos potenciales con que alcanza su
obra literaria. La crítica, alude Surghi, “no puede desoír el canto de sirenas que marca el abismo
9
entre lo imaginario y su negación, no puede olvidar la voz o la visión que el descenso infernal de
El ensayo crítico debe ser entendido como espacio de y para la creación y al instaurarse
depara para el ensayista una experiencia que se corresponde con la lectura de la obra, la intimidad
con las palabras y con su soledad en un doble juego de pensamiento y creación y el desarrollo de
experiencia de escritura y creación en sí misma: “Sin embargo, la mirada del crítico anhela no
Como bien señala Surghi, en el intento de responder a la tarea que debe afrontar el intérprete
distancia necesaria y su buscada soledad, pueden ser interrogadas siempre y cuando las preguntas
provengan del vacío generado por las constantes ráfagas de tiniebla y lucidez en donde debemos
sumergirnos…” (p. 88). En efecto, el intérprete de ese objeto estético llamado obra literaria sabe
resiste contra las posibilidades de sacar a la luz los vacíos, los enigmas, los aspectos escondidos
del entramado articulado del mensaje estético 8. En su ensayo titulado Las perplejidades del
8
Según Manteiga (1994), para Umberto Eco (1968), el mensaje poético se instala a su vez “como mensaje ambiguo
y autoreflexivo” (p.150).
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lector contemporáneo: semiotizar, interpretar, deconstruir9, Peñalver (s. f.), llama la atención
sobre la importante actividad deconstructiva de la lectura de una obra como un modo de leer
Una lectura lúcida significa decir sí y de algún modo consentir con la ausencia, consentir con
una presencia para siempre diferida, consentir con un origen y un final sólo presentidos, sólo
prometidos, consentir y saber jugar y gozar con el vértigo de la serie abismal de signos de
signos. Una lectura lúcida significa que el consentir sólo se gana desentrañando los
laberintos y las astucias de una razón transida de sueños, amenazada por su propia
suficiencia, exiliada de lo que jamás habitó (…) En la lectura especular, el lector es también
imagen reflejada, es decir, forma parte del lenguaje y sólo puede hablar de ello desde dentro
como un modo de lecturas operantes10, Peñalver constata que sea cual sea el modelo o tratamiento
sobre todo en aquél que inspira al análisis textual y, aún más claramente, en el
9
En su ensayo, Peñalver (s. f.) se ocupa de exponer los tres modos de asumir la actividad y experiencia lectora que
aparecen en el título del ensayo, y que se constituyen como “actuaciones o intervenciones que pueden ejercerse sobre
el texto y que no agotan ni se superponen al repertorio de teorías más o menos sistemáticas o formalizadas” (p. 1).
10
Peñalver divide cuatro tipos de actividad lectora: “lectura descriptiva (paráfrasis, resumen) o en toda lectura
analítica (explicación, deducción o génesis textual). También en una lectura de contacto como la lectura comprensiva
(interpretación, exégesis, glosa, comentario) o en las lecturas operantes (lectura interactiva, productiva o deconstructiva)
(p. 130).
11
Lo que interesa poner de relieve en estos momentos es que, según lo señalado por
Peñalver, los tres modelos guían a los sujetos lectores en la exigente y cuidadosa tarea de
restaurar sentidos, escudriñar y develar pasajes intrincados, echar nueva luz sobre las
desviaciones de camino en la trama, revelar los oscuros horizontes que presenta el texto estético,
dialogar a partir de los interrogantes que el texto va suscitando en el lector y entretejer sentidos
un tercer texto, el texto de la lectura, que no se confunde ni con el texto primero objeto
Se puede entender que desde esta mirada queda integrada la escritura crítica y creativa, lejos
lectura que, a manera de provocación sobre tal experiencia de naturaleza íntima, reflexiva y
11
No podemos perder de vista que el sujeto lector se acerca a la obra literaria a partir de un horizonte de
expectativas, de unas intenciones significativas cuya actividad reflexiva, interpretativa y creativa divergen según las
intenciones trazadas previamente por los sujetos lectores.
12
tiempo y en activas intervenciones lectoras, la generosa vida de la obra literaria. El acto de leer,
intérprete explora y extiende el espacio posible hasta donde se propaga la energía significativa
CONCLUSIONES
distintas generaciones de sus grandes hallazgos e innumerables dilemas, reflexiones que han
trascendido el tiempo y el espacio para unirse con los grandes interrogantes que configuran los
de manera significativa para brindar a otros una forma de ver o leer el mundo que habitamos,
aplicabilidad de normas y medidas propias del método científico, dando como resultado la
constituido la modernidad sino que por el contrario, legitima una única voz en la reflexión
Paz, Borges, Rama, entre otros, identificamos el largo camino que el ensayo se ha forjado en el
conceptos e ideas que inquietan al hombre pensante, al intelectual que se abre pasó en proceso de
ilustración que trae consigo la modernidad y luego es acogido por los grandes círculos
marcos metodológicos de las ciencias exactas que buscan la validez del método (medición,
esquema, veracidad, etc.) para desde allí promover unos criterios generales de lo que debe ser el
ejercicio ensayístico. Sin embargo, es entrado el siglo XIX y casi en la totalidad del XX cuando
como el esquema legítimo de este tipo de escritura cuando irrumpe con la fuerza inclemente que
trajo consigo el derrumbe de los grandes paradigmas del conocimiento y se abren las ciencias
humanas a nuevas formas de interpretar y dialogar con el mundo que habitamos, el ensayo
literario propone volver nuevamente a darle importancia no solo a “lo que decimos” sino como
desde el lenguaje “le damos una multiplicidad de sentidos a aquello que interpretamos en diálogo
con la obra abriéndose el sujeto intérprete a un horizonte de lo extraño, de lo ajeno, del otro”
escritura que interpela los marcos academicistas existentes y el cual posibilita un ejercicio
dialógico, polémico y crítico-reflexivo de los grandes paradigmas teóricos y el cual propone una
transgresión de lo normativo es la propuesta central de los grandes ensayistas del siglo XX.
Significa volver a la esencia misma del ejercicio ensayista y una oportunidad para incentivar
reclama las habilidades del lenguaje y de la reflexión teóricas del autor para interpretar la realidad
y el tiempo en el que vive, sino que propone una correspondencia entre la obra literaria y el lector
conocimiento y la experiencia libertaria que dé como resultado una pluralidad de sentidos sobre
institucionalidad del saber científico, individualista y que objetiva la realidad para entrar en el
desafío de una práctica dialógica, cooperativa y abierta a los sentidos y significados que recrea la
y dilemas más elementales del hombre: la existencia, las contradicciones, los contrastes o lo que
aún no tiene un nombre o una clasificación clara para los grandes círculos académicos. En este
posicionaron sus búsquedas epistemológicas, tratando de encontrar su “voz” o las “voces” que
constituían su escritura. En esta experiencia, se encuentran autores como Borges, Paz y Espinosa,
los cuales persiguieron en la intimidad del acto creativo desbordar los límites impuestos al género
ensayístico, cuestionarse todas las reglas hasta ahora impuestas y desde esta orilla interpelar a la
cultura para inducir la definición de la identidad y la utopía del nuevo mundo, que históricamente
Dicho de otra manera, el autor - escritor que adopta conscientemente el ensayo literario
como un recurso de la escritura, pretende comunicar desde el lenguaje los códigos y sentidos
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nuevos con aquellos tradicionalmente emitido ya sea desde la cultura o desde la teoría para desde
allí conectar al lector, que desde su mirada actualiza y dona de sentido la obra literaria. Se trata
así de una experiencia dialógica entre el autor y el lector que facilita develar los significados
propios del texto y así mismo producir nuevos sentidos que lo posicionen en un tiempo y espacio
determinado.
Es así que el ensayo literario no sólo propone un modelo de escritura, sino que a su vez
oferta múltiples modos de lectura que visibilizan la facultad reflexiva y creativa que contiene
histórico y superar el prejuicio de los resabios academicistas para dar paso a la contemplación del
Y cuando decimos que el ensayo literario profundiza o moviliza esa dimensión artística,
ámbito más próximo. Ejemplo de ello es como autores como Borges o el mismo Octavio Paz
expresan en sus textos la experiencia cotidiana cultural de sus territorios de origen y a la vez tejan
puentes de sentido sobre conceptos como el amor, la marginalidad o el desarraigo con lectores de
contextos sociales diversos y desde allí se consolide una comunidad lectora - critica que dote de
actualidad y sobre todo en los centros de educativos y en las comunidades científicas, como un
cuestionar y revaluar los esquemas academicistas y tradicionales del género ensayístico para
darle cabida al libre ejercicio de la palabra, que no solo expresa la belleza del estético, sino que la
estética también puede comunicar significados y sentires subjetivos de igual manera que un
humana.
Para finalizar, en el ensayo La supersticiosa ética del lector que hace parte del libro
Discusión, del escritor Jorge Luis Borges (1976), se plantea el acto de la lectura como “directa
palabras o frases, que por sí solas llegan a ser “indiferentes a la genuina literatura” (p.49). En esas
experiencias de voces escritas que son leídas no es posible que pensemos que sólo juega un papel
restringiéndola, de esta manera, de una colaboración, para decirlo mejor, de una alianza
incalculable que nace entre dos lenguajes: el de la obra y el del lector como cruce de sentidos, de
No quisiera concluir sin exponer lo expresado por Rangel (2016), sobre la obra de
abordar la obra de Campbell, la escritora de este ensayo da cuenta de la relación que se establece
entre la obra, la recepción de ésta y la escritura como un proceso de creación que se genera por
los actos de lectura. En consecuencia y desde esta perspectiva, se configura un sujeto - lector que
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trabaja en dos direcciones: hacia el universo de sentido de la obra en una reflexión profunda y
crítica que lo empuja hacia la segunda dirección de reflexión, autocrítica y creativa, diferente y
complementaria a la vez: hacia adentro de sí mismo. El ojo del que lee se desplaza a través de esa
construcción compleja que es la obra: textualidad heterogénea, donde operan códigos plurales, de
ahí que podamos también decir que “la obra repercute en el receptor de la misma forma en que
La escritura del ensayo literario no aflora desde el desmonte de la obra como una especie
de operación textual. La escritura entraña los modos de ver y de sentir del sujeto que lee y la obra
leída, anulando distancia; por ello, el ensayo es el mirar del discurrir de la ficción del texto
literario con una voz subversiva que atraviesa los sentidos huidizos confiriéndole a la obra un
nuevo florecimiento.
Para los propósitos de este ensayo se hace necesario, a estas alturas del desarrollo de la
Espinosa La tejedora de coronas (1982). En primer lugar, la escritura de este ensayo tiende a
recuperar los dos componentes sobre los cuales se ha venido trabajando a lo largo de este
ejercicio reflexivo y que confluyen en el enunciado de la tesis central de este trabajo, a saber:
20
El ensayo literario sobre La tejedora de coronas le apuesta a una escritura reflexiva que, a
través del análisis de su texto y del acercamiento a los diversos enunciados de los personajes, se
interpretar la obra literaria sobre lo que la misma obra dice, y nos plantea en su propio universo
(Bajtín, Foucault, Nietzsche) que claramente no se “leen” en principio, pero que al extraerlos de
La tejedora de Coronas desde el corpus bajtiniano alcanza gran importancia, el plano del análisis
del discurso dialógico con los fenómenos artísticos orientados al interior de los discursos o
intencionalidades del discurso que Bajtín elabora, el lenguaje, materia prima e inagotable, puede
21
encontrar una multitud de vías, caminos y senderos para acercarnos al diálogo social e ideológico
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