Antonio García - Sociología de La Reforma Agraria en América Latina

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Sociologa de la reforma

Agraria en Amrica latina


Ediciones Cruz del Sur

SOLAPA
En la prolfica vida intelectual del colombiano Antonio Garca (ms de treinta libros
publicados desde 1934, director de importantes revistas, profesor de gran nmero
de universidades americanas, consultor de la CEPAL y de los gobiernos de Bolivia
Ecuador, Mxico, Chile, Per y la Repblica Dominicana) descuella un elemento
que atrae por igual a administradores y opositores: la tenacidad doctrinaria,
fortalecida por el estudio y la combativa prdica de un cuarto de siglo. Profesor en
su pas de Economa del Desarrollo, es un reconocido experto continental en reforma agraria.
El ncleo del problema de la reforma agraria en Amrica latina -nos dice en esta
obra- ha consistido en creer que la cuestin del cambio estructural poda
enfrentarse como si se tratase de una simple multiplicacin de propietarios -dar la
tierra a quien la trabaja-, presuponiendo que los problemas de las nuevas formas
de tenencia pueden desarticularse del funcionamiento del sistema de relaciones
internacionales de intercambio o del sistema capitalista de mercado, tal como
existe en un pas atrasado y dependiente.
La ideologa de la modernizacin como sustituto tecnocrtico de los cambios
estructurales inspir los tipos de reforma agraria proyectados de acuerdo con las
normas o fines de la Carta de Punta del Este o la Alianza para el Progreso. Dicha
modernizacin, iniciada luego de la Primera Guerra Mundial, introdujo cambios
significativos en los mtodos de comercializacin, agiliz el mercado rural de
trabajo, etc., pero no modific los elementos que definen toda la estructura
latifundista-minifundista: el monopolio selectivo sobre la tierra, la dominacin social
del campesinado, el control absoluto de los recursos nacionales de tecnologa y
financiamiento, la subocupacin o dilapidacin de la tierra y el agua, el creciente
desempleo de la fuerza de trabajo rural. El porcentaje de familias sin tierras o con
aguda escasez de ellas flucta en Amrica latina entre el 65 y el 80 %. Alrededor
de ocho dcimas partes de las familias rurales viven ancladas en formas
marginales de la llamada economa de subsistencia.
La modernizacin agrcola de Amrica latina revela los rasgos tpicos: de la
cultura de la dependencia: falta casi absoluta de capacidad creadora, prdida o
anquilosamiento de la iniciativa, imitacin servil de los modelos de investigacin
cientfica y tecnolgica consagrados en la nacin: netropolitana.
Esto se sintetiza diciendo que Amrica latina necesita un nuevo objetivo
estratgico, o sea, un propsito que la oriente, articule y motive, y: se objetivo solo
puede definirse en a medida en que se trace el proyecto de una nueva sociedad
latinoamericana.

Sociologa de la Reforma
Agraria en Amrica Latina

Antonio Garca

Ediciones Cruz del Sur


Bogot- Colombia

Sociologa de la reforma agraria en Amrica latina Antonio Garca, 1973


nica edicin en castellano autorizada por el autor y debidamente protegida en
todos los pases. Queda hecho el depsito que previene la ley n 11.723. c) Todos
los derechos de la edicin castellana reservados por Amorrortu editores S.C.A.,
Luca 2223, Buenos Aires.
La reproduccin total o parcial de este libro en forma idntica o modificada, escrita
a mquina por el sistema multigraph, mimegrafo, impreso, etc., no autorizada por
los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilizacin debe ser previamente
solicitada.
Industria Argentina. Made in Argentina
La presente edicin solo podr ser comercializada en el mercado colombiano.

1. Tipologa de las reformas agrarias latinoamericanas

Tipologas econmicas
Una tipologa de las reformas agrarias en Amrica latina debe fundamentarse en
una caracterizacin de la naturaleza del proceso histrico de cambio, no solo
segn los tipos de estructura latifundista, sino tambin con relacin al contexto
nacional, a las fuerzas sociales, las ideologas y los objetivos estratgicos del
desarrollo. Desde esta perspectiva histrica, resultan notablemente insuficientes y
limitados los enfoques sectoriales de la reforma agraria, as como los anlisis de
carcter estrictamente tcnico o pragmtico. No obstante la importancia terica de
los estudios sectoriales sobre la reforma agraria en Amrica latina (desde un punto
de vista agrcola o industrial, econmico o sociolgico, cultural o poltico), ellos no
alcanzan a suministrar los elementos coherentes de juicio indispensables para la
justa comprensin de la naturaleza y dinmica del proceso de cambio. Sin
embargo, el hecho mismo de que cientficos sociales latinoamericanos hayan
emprendido la difcil tarea de la tipificacin expresa un estado de independencia
crtica y una autntica capacidad reflexiva y valorativa frente a la experiencia
histrica de Amrica latina. Esta nueva posicin crtica supone, tambin, un largo y
difcil proceso de desalienacin de la intelectualidad latinoamericana, tan sometida
al absolutismo de los patrones de racionalidad y de cultura caractersticos de los
pases industriales, capitalistas o socialistas.
Desde este ngulo, podran determinarse tres lneas de pensamiento cientfico
social sobre la cuestin agraria y los procesos de reforma agraria en Amrica
latina:
a. La representada por un nuevo pensamiento latinoamericano que encarna la
facultad crtica de teorizar sobre la propia experiencia histrica y de superar los
estados de alienacin caractersticos de los esquemas ideolgicos ritualizados.
b. La expresada por el pensamiento europeo o norteamericano sobre la cuestin
agraria que an no ha logrado superar la -actitud absolutista, intentando analizar
los procesos histricos latinoamericanos sometindolos a sus modelos
conceptuales de racionalidad y a sus posiciones ideolgicas.
c. La representada por un elenco de investigadores sociales no latinoamericanos
que han contribuido notablemente al conocimiento cientfico de ciertos procesos
de conflicto y de cambio, en especial con relacin a las reformas agrarias de
Mxico y de Cuba.
Dentro de este marco de pensamiento, se han enunciado diversas tipologas sobre
las reformas agrarias en Amrica latina, cuya mayor limitacin radica en su
carcter sectorial (econmicas, sociolgicas, antropolgicas, polticas), en la
evaluacin de los procesos de acuerdo con una escala personal de valores y en la
escasa o nula utilizacin de la experiencia histrica latinoamericana. Las ms
logradas tipologas econmicas sobre las reformas agrarias de Amrica latina han
sido enunciadas por los economistas agrcolas Edmundo Flores, Jacques
Chonchol y Ramn Fernndez y Fernndez. En las formulaciones de Flores y
5

Chonchol se han introducido algunas variables sociales y polticas -enriqueciendo


notablemente las perspectivas- y en la de Fernndez y Fernndez se ha
establecido una separacin artificial entre los aspectos polticos y econmicos en
los procesos de reforma agraria, distorsionando o fraccionando la perspectiva
histrica.
El economista Edmundo Flores ha diferenciado tres tipos de reformas, a escala
mundial:1
1. Reformas agrarias para pases altamente industrializados, en los que ocurre,
como en Italia, que el sector industrializado financia la reforma dentro del marco
de las polticas de desarrollo de las regiones atrasadas; o, como en Japn, que la
reforma es un mtodo poltico impuesto por una potencia victoriosa y enderezado
a desarticular o desmontar el antiguo y agresivo sistema de poder.
2. Reformas agrarias para pases que tienen acceso al ahorro y a los subsidios o
la ayuda exterior de la potencia hegemnica, como en los casos de Taiwn y
Puerto Rico; se incluyen -dentro de esta categora los pases atrasados que no
tienen grandes problemas de balanza de pagos, ni de recursos presupuestarios de
financiamiento, ni de presin campesina sobre la tierra, como en el caso, bastante
excepcional, de Venezuela.
3. Reformas agrarias para pases atrasados que sufren grave escasez de capital,
como Mxico, Bolivia y la mayor parte de los pases hispanoamericanos.
Para fundamentar esta tipologa, Flores ha utilizado una serie de variables: la
distribucin del poder poltico y el ingreso entre los diferentes grupos de la
comunidad; la importancia y el desarrollo relativo de los sectores agrcola,
industrial y de servicios; los regmenes de la tenencia de la tierra y del comercio, la
balanza de pagos y las metas generales del crecimiento nacional 2.Sin embargo, el
criterio dominante ha sido el del financiamiento de las reformas agrarias, en el
sentido de fijar quin las costea, con qu recursos de capital y para qu lo hace.
De acuerdo con este enfoque de la reforma agraria como poltica de distribucin
de la riqueza y del poder, su eficacia y profundidad estn determinadas por la
manera como se cumplen una serie de condiciones:
1. Que se afecte la tierra productiva y su ingreso, sin compensacin inmediata,
acentuando el carcter redistributivo de la reforma.
2. Que produzca el cambio en forma rpida y masiva, en una o dos dcadas; de
otro modo, no se generara el impulso necesario para que la economa pudiese
ingresar en la etapa del crecimiento sostenido, corrindose el riesgo de que se
alterase el funcionamiento de la economa agraria y se originase un nocivo
proceso de confusin, incertidumbre y desinversin.
3. Que la reforma sea acompaada de vigorosas polticas de desarrollo global,
dentro y fuera de la agricultura.

Edmundo Flores, La economa de la reforma agraria y el desarrollo agrcola, Via del Mar: FAD,
VIII Congreso Latinoamericano Sobre la Agricultura y la Alimentacin, pg. 16.
2

lbid., pg. 13

El economista social Jacques Chonchol no ha definido explcitamente una


tipologa de las reformas agrarias en Amrica latina, pero puede considerarse que
ella est implcita en su manera de examinar la adecuacin entre reforma y
problemtica del desarrollo latinoamericano: la de reformas estructurales y
reformas aparentes, o sea, aquellas que pueden remover los obstculos que
impiden el desarrollo y aquellas que apenas se orientan hacia objetivos formales y
limitados de cambio. Esta tipologa deriva de que se tomen en cuenta o se
desestimen las condiciones fundamentales de la reforma agraria en Amrica
latina.3
1. La reforma agraria debe ser un proceso masivo, rpido y drstico de
redistribucin de los derechos sobre las tierras y sobre las aguas. La reforma
agraria no es colonizacin, ni pueden emplearse en ella los mtodos propios de la
colonizacin.
2. Para que la reforma agraria pueda tener lugar dentro de cierta estabilidad
institucional, debe contar con un amplio respaldo poltico de las mayoras
populares. Es preciso, pues, crear las condiciones polticas para que la reforma
agraria sea posible. Por otro lado, hay que tener en cuenta que, aun cuando se
respete la institucionalidad vigente, ser fundamental realizar cambios
sustanciales en los probables marcos jurdicos e institucionales existentes.
3. Dada la necesidad de efectuar enormes inversiones en capital social, en capital
fijo y en capital de operacin, para que la reforma agraria tenga xito, y lo limitado
de los recursos disponibles de todos los pases latinoamericanos, cuanto ms se
pague por las tierras, menos posibilidades habr de que la reforma agraria alcance
ese xito.
4. Las inversiones que hay que hacer sobre las tierras redistribuidas deben
efectuarse con gran economicidad.
5. La reforma debe afectar tanto a la tierra como a las aguas de regado.
6. El problema de la redistribucin de la tierra y del agua no puede resolverse con
una sola frmula estndar, dogmtica, nica y aplicable en todas partes. Hay que
contemplar una pluralidad de soluciones adecuadas a las distintas situaciones
concretas que se encuentran.
7. Mientras ms organismos acten en la reforma agraria y en sus distintas tareas
complementarias, menos se va a hacer y ms desorden existir. Es fundamental
concentrar funciones, por un lado, y descentralizar regionalmente la accin, por el
otro.
8. La reforma agraria debe ser parte integrante de un plan de desarrollo de la
agricultura y de un plan general de desarrollo econmico y social.

El economista agrcola Ramn Fernndez y Fernndez clasifica las reformas


latinoamericanas en dos grandes categoras: la que entiende la reforma como una
medida poltico- social y la que ve en ella la raigambre y los propsitos de
3

El desarrollo de Amrica latina y la reforma agraria, Santiago de Chile: ICIRA, 1965. pg. 79.

carcter econmico4. Ahora bien: desde el punto de vista econmico, Fernndez


clasifica las reformas agrarias en progresistas y regresivas.
Una reforma agraria regresiva es aquella en que predominan los mviles
puramente polticos sobre las finalidades econmicas. De acuerdo con este tipo de
reformas, se pone la tierra en manos del mayor nmero posible de campesinos,
con el fin de hacer posible la paz social y la estabilidad de las instituciones, ya que
los campesinos sin tierra constituyen la fuerza subversiva ms importante en un
pas con un dbil desarrollo industrial. Se ignoran objetivos tales como aumentar la
produccin y la productividad, elevar el nivel de vida de los campesinos y crear la
base de una estructura agraria propicia para el mejoramiento de los mtodos
agrcolas.
Una
reforma
agraria
progresista
es
aquella
definida
convencionalmente como instrumento de desarrollo econmico. De acuerdo con
este marco conceptual, el efecto ms importante de una reforma agraria, hasta el
punto en que se pueda generalizar, consiste en la ruptura de una estructura
econmico-social anquilosada, con el fin de favorecer la capilaridad social y
permitir la dedicacin de energas y recursos a diversificar la economa 5. La
excesiva racionalizacin de este punto de vista explica que se enfoquen las
reformas progresistas como si se tratase de operaciones altamente tecnocrticas y
en las que no desempea ningn papel -o apenas lo tiene secundario-- el flujo de
las luchas y presiones sociales. La preocupacin frente a las reformas agrarias
desencadenadas desde abajo, y por medio de movimientos insurreccionales
campesinos, induce al economista Fernndez a desestimar el papel sociolgico de
la subversin y del conflicto en la generacin de procesos que, paulatinamente,
van definiendo sus objetivos estratgicos dentro del marco de los problemas, las
fuerzas antagnicas y las aspiraciones nacionales. Histricamente, no existe
ningn caso de reforma agraria efectuada como una operacin estrictamente
tcnica y desde arriba, de acuerdo con los supuestos altamente racionales de la
llamada reforma progresista6 En trminos histricos, carece de sentido el mtodo
de analizar los procesos sociales sometindolos a los patrones de racionalidad de
un esquema muy sofisticado de pensamiento, ya que esto supone la insercin, en
la trama de las ciencias sociales, de formas ms o menos encubiertas de
absolutismo crtico.

Tipologas sociolgicas
4

Economa agrcola y reforma agraria, Mxico: CEMLA, 1962, pgs. 90-91, 100-01
Ibid., pg. 91.
6
Este prejuicio parece inspirar la definicin que hace el economista Fernndez (op. cit., pgs. 9697) de un modelo neutro de reforma: La reforma agraria a que se debe aspirar, ha de ser pacifica,
constructiva y progresiva. Consistir en la correccin de los defectos que se encuentren en la
vigente estructura de la tenencia de la tierra, pero sin tener un sentido demoledor, antes al
contrario, con preocupacin especial por conservar lo que se considere bueno, por ayudar a la
riqueza creada, por mover lo menos posible el catastro restableciendo cuanto antes un amplio
rgimen de tranquilidad y garantas. No ge trata de desencadenar una revolucin agraria, sino de
hacer una reforma agraria. Este raciocinio tecnocrtico est emparentado con la norma populista
que delimita el campo operacional de la reforma agraria, estableciendo que no hay que quitar la
riqueza a quien la tiene, sino crearla para darla a quien no la tiene (Haya de la Torre).
5

Algunos socilogos latinoamericanos han diseado ciertas tipologas de reforma


agraria de acuerdo con los grados de apertura social y de acceso a la propiedad
de la tierra, o de acuerdo con la naturaleza del conflicto y las modificaciones
introducidas en el sistema de relaciones tradicionales de poder. Desde el primer
ngulo de enfoque, se han establecido tres grandes categoras fundamentales: 7
1. Transformacin agraria, que comprende tanto la revolucin agraria (Cuba),
como la reforma agraria (Mxico, Bolivia).
2. Cambios parciales que se articulan con las polticas de colonizacin-parcelacin
(en gran escala relativa), como en Venezuela y Chile.
3. Conservadorismo agrario, que se subdivide en tres formas: a) colonizacinparcelacin insignificantes (Colombia, Ecuador); b) colonizacin histrica
(Argentina, Uruguay), y c) conservacin rgida de la estructura agraria y
tradicional, en los dems pases de Amrica latina.
De acuerdo con esta tipologa, cuya objetividad histrica no se est examinando,
la transformacin agraria se caracteriza por una convergencia dinmica de las
polticas agrarias y agrcolas, en el sentido de abrir a toda o gran parte de la
poblacin rural las vas de acceso a la tierra y al acervo nacional de recursos
tcnicos, financieros e institucionales. El cambio parcial se refiere a los procesos
originados en una parcelacin en gran escala relativa, resultando afectados solamente ciertos segmentos y funciones de la estructura agraria. La colonizacinparcelacin, si bien permite el acceso a la tierra de una cantidad apreciable de
campesinos sin tierra y de ocupantes precarios, no ataca frontalmente el problema
de la constelacin latifundista, ni la transformacin funda- mental del status social
y poltico de la poblacin campesina. Los tres subtipos de conservadorismo
agrario se caracterizan por una situacin idealmente esttica en las polticas
agrarias, en el sentido de mantener el statu qua en las relaciones sociales.
El socilogo mexicano Martnez Ros 8 diferencia dos grandes categoras,
apoyndose en la hiptesis de que las reformas agrarias pueden originarse
histricamente en acciones conflictivas y no conflictivas:
1. Reformas agrarias originadas en acciones revolucionarias violentas y que han
cambiado realmente la estructura social y originado nuevas formas de
organizacin agraria, enfrentndose estratos y clases sociales por medio del
conflicto y emergiendo de ese enfrentamiento nuevas formas de relaciones
sociales sealadas como ms justas.
2. Reformas que buscan una solucin a los problemas de estructura y
organizacin agraria dentro de marcos consensales, esto es, por medio de
acciones no conflictivas, sin enfrentamiento de estratos y clases, si bien queriendo
obtener nuevas formas de relacin social sealadas como ms justas. En este
tipo de anlisis, se parte del concepto formalista de que las acciones conflictivas
7

Oscar Delgado, Las lites de poder "versus" la reforma agraria, en Reformas agrarias en
Amrica latina, Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1965, pgs. 195-96.
8
Reforma agraria, conflicto y consenso. El caso latinoamericano. Estudio sociolgico sobre la
reforma agraria, Mxico: Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autnoma
de Mxico, 1965, pg. 185.

son, exclusivamente, aquellas que expresan formas de confrontacin violenta. La


experiencia histrica ensea que aun las reformas agrarias obtenidas por
consenso exigen o conllevan una confrontacin dialctica de fuerzas sociales y
una agresiva capacidad de alterar polticamente el sistema tradicional de poder,
como ocurre en el actual proceso de Chile; no expresan, en suma, una eliminacin
del conflicto sino un mtodo racionalizado de enfrentarlo institucionalmente.
El socilogo poltico Andrew Gunder Frank, 9 adopta una tipologa de naturaleza
universalista, en cuanto enfoca las reformas agrarias de Amrica latina segn la
capacidad de modificar la totalidad del sistema. En consecuencia, su tipologa no
resulta comprensiva y dialctica frente al proceso de la reforma agraria tal como
se produce dentro del contexto nacional de cada pas latinoamericano, ya que su
marco de referencia es un esquema ideolgico que valora la profundidad del
cambio en trminos de conservacin o sustitucin de la sociedad capitalista.
De acuerdo con este enfoque, Frank disea tres tipos generales:
1. Reforma agraria conservadora, que excluye cualquier cambio poltico
significativo; se efecta a travs de las leyes y acciones del Parlamento -con
frecuencia controlado por los terratenientes- y se incluyen en esta categora las
donaciones voluntarias de tierras hechas por la Iglesia o por los mismos grupos
latifundistas.
2. Reforma agraria destinada a la integracin del campesino en la comunidad
poltica nacional, como en los casos de Mxico, con Crdenas; de Guatemala, con
Arbenz, o de Egipto con Nasser; la viabilidad de este segundo tipo de reforma es
altamente cuestionable, segn Frank, tanto en el campo terico como en la
evidencia de la experiencia histrica10 el pas se encuentra -dice Frank respecto
de Mxico-- en un callejn sin salida, debido al fracaso en la resolucin de su
problema agrario;11
3. Reforma agraria enderezada a efectuar una rpida y fundamental
transformacin del propio orden existente, comenzando con un cambio de largo
alcance de la sociedad total, como en el caso de Cuba. Esta tipologa carece de
fundamentacin histrica, en cuanto caracteriza reformas agrarias como la
mexicana tomando en cuenta exclusivamente uno de sus ,aspectos polticosociales (el de la integracin del campesinado en la comunidad poltica nacional),
y tambin en cuanto desestima los fenmenos de cambio estructural tal como se
producen dentro de un modelo poltico nacional -revolucionario. La reiterada tesis
del callejn sin salida deja sin explicacin el proceso de industrializacin y
desarrollo logrado por Mxico, aun sin haber resuelto la problemtica de una
estructura agraria dual y desequilibrada (sector de capitalismo privado y sector
ejidal comunitario), sin haber detenido el proceso expansivo de la marginalidad
campesina, y sin haber superado el esquema del capitalismo dependiente. 12
9

Tipos de reformas agrarias, en Reformas agrarias..., op. cit., pg. 184


Ibd., pg. 185.
11
Ibid., pg. 186.
12
El economista polaco Oskar Lange es uno de los que mejor han caracterizado un proceso de
cambio como el mexicano, denominndolo modelo revolucionario nacional de desarrollo. Vase
Planificacin y desarrollo, Buenos Aires: Jorge lvarez, 1963, pg. 24.
10

10

El anlisis de estas formas de pensamiento cientfico-social frente a la cuestin


agraria y a los procesos histricos de reforma agraria en Amrica latina permite
llegar a tres conclusiones fundamentales.
La primera es la de que est emergiendo, integrndose y afinndose una lnea
latinoamericana de pensamiento cientfico-social, cuya mayor importancia consiste
en que constituye una primera forma no enajenada, reflexiva y crtica frente a los
procesos sociales que est afrontando Amrica latina; esa forma reflexiva es
efecto de una nueva actitud comprensiva e interpretativa de la realidad histrica.
La actitud comprensiva consiste en la ausencia de cualquier pretensin absolutista
de sustituir la realidad por los esquemas mentales, no importa el vestuario
-hegeliano, weberiano o marxista- con que esos esquemas se disfracen. La
dialctica abierta, no comprometida con el absolutismo de una verdad instalada a
priori (idealista o falsamente materialista), es la que sirve como mtodo de las
ciencias sociales para aproximarse a una realidad compleja, variable y conflictiva,
definindola en el tiempo y en el espacio y evalundola conforme a las propias
normas valorativas de su contexto histrico.
Es indudable que este pensamiento crtico -que se inicia en la historia
latinoamericana con el ciclo de los filsofos sociales, en el siglo XIX, de los
colombianos Jos M. Samper y Manuel M. Madiedo, al argentino Esteban
Echeverra- constituye un intento de condensacin y superacin de la conciencia
social. El ciclo contemporneo se reabre en la dcada del veinte, como efecto de
las nuevas corrientes de integracin latinoamericana a la historia mundial y de la
exigencia de un conocimiento de Amrica latina desde ella misma. A este ciclo
corresponden valores crticos como Jos Carlos Maritegui, Anbal Ponce o Jos
Ingenieros, en la dcada del veinte, o la generacin de economistas, socilogos,
antroplogos y politiclogos que actualmente descubre los nudos conflictivos de la
realidad agraria y social, expresando una forma superior de la conciencia crtica de
Amrica latina, y sentando las bases para una Teora latinoamericana de las
ciencias sociales.13 La segunda conclusin es la de que las tendencias dominantes
en el pensamiento europeo sobre la cuestin agraria de Amrica latina no han
logrado superar la actitud absolutista que consiste en enfrentarse a la realidad
latinoamericana adoptando los patrones de racionalidad y de cultura
caractersticos de los pases industrializados y desarrollados.
En este sentido, revelan cierta semejanza los esquemas tericos soviticos sobre
la cuestin agraria de Amrica latina (fundamentados, por lo dems, tanto en los
sistemas valorativos europeos como en las formas alienadas de pensamiento de

13

Con relacin a los procesos agrarios, podran mencionarse nombres significativos en las ciencias
sociales latinoamericanas, como Jess Silva Herzog, Pablo Gonzlez Casanova, Alonso Aguilar,
Ramn Fernndez y Fernndez, Jacques Chonchol, Celso Furtado, Henrique Cardoso, Florestn
Fernndez, Jos Matos Mar, Carlos Delgado, Anbal Quijano, Alejandro Marroqum, Gonzalo Aguirre
Beltrn, Rodolfo Stavenhagen, Theotonio Dos Santos, Salom6n Eckstein. Vase Hacia una teora
latinoamericana de las ciencias sociales del desarrollo, en Antonio Garca, Atraso y dependencia
en Amrica la- tina, Buenos Aires: El Ateneo, 1972.

11

los tericos agrarios marxistas latinoamericanos) 14 Y los anlisis excesivamente


racionalistas de los tericos agrarios de la Europa capitalista occidental. 15
La tercera conclusin se refiere al papel constructivo desempeado por un audaz
y notable elenco de cientficos sociales norteamericanos y europeos en la
investigacin metdica y profunda de la cuestin agraria y de los procesos
revolucionarios de reforma agraria en Amrica latina. Si bien es cierto que casi
todos estos estudiosos de vala han orientado sus investigaciones dentro de un
marco de severo pragmatismo, es evidente su influencia en el moderno
pensamiento cientfico-social de Amrica latina y en la actitud comprensiva frente
a los procesos revolucionarios de cambio social. Son clsicos los estudios sobre la
reforma agraria de Mxico --en las dcadas del treinta y del cuarenta- de Frank
Tannem- baum, McBride, Whetten, E. Sympson y Clarence Senior, entre otros, o
las formulaciones contemporneas sobre procesos latinoamericanos de reforma
agraria de Solon Barraclough, Arthur Domike, Albert O. Hirschman, Leo
Huberman, James Petras y Peter Dorner.
Tipologa dialctica de las reformas agrarias latinoamericanas
Una tipologa histrica de las reformas agrarias en Amrica latina debe tener la
capacidad de responder a tres grandes cuestiones: qu se reforma, cmo se
reforma y para qu se reforma. Lo primero tiene que ver con la definicin de los
obstculos estructurales que impiden y definen la naturaleza del cambio. Lo
segundo se relaciona con las fuerzas sociales que se integran y movilizan
polticamente con un sentido de remocin frontal o institucional de los obstculos y
de canalizacin del esfuerzo interno de acuerdo con una ideologa de liberacin y
una estrategia global de desarrollo. Lo tercero se refiere a los objetivos
estratgicos o finalistas de la reforma, en el supuesto de que la problemtica
consiste no solo en modificar o fracturar una estructura sino en sustituirla por otra
de nivel histricamente superior y articulada con el proyecto de una Nueva
14

La ms importante contribuci6n ha sido la expresada en el Intercambio de opiniones entre


tericos agrarios marxistas celebrado en julio-septiembre de 1960 en La Habana y Bucarest,
consignada en el libro documental La cuesti6n agraria y el movimiento de liberaci6n nacional,
Praga: Edic. Paz y Socialismo. Estos materiales fueron revisados por Alexis Rumiatsev, de la
Academia de Ciencias de la URSS, y comentados por el economista sovitico M. Damlievich.
Participaron en el intercambio te6ricos comunistas de Asia, frica, Amrica latina y Europa
occidental.
15

De esta tendencia racionalista no se libran valores de tanta experiencia agraria en Asia y frica
como el economista francs Ren Dumont. Su examen de reformas agrarias en Amrica latina,
como la mexicana, no se inspira en un criterio comprensivo de evaluacin crtica (procesos,
conquistas, frustraciones, dentro de un cierto con texto hist6rico nacional), sino en la prerensi6n de
enjuiciar la realidad de acuerdo con los patrones de racionalidad europea. (Tierras vivas, Mxico:
Era, 1963, pg. 70.) Obviamente, desde este ngulo, todas las reformas agrarias de los pases
atrasados pueden parecer un fracaso o estar cerca de parecerlo. Despus de una lectura de las
observaciones de Dumont sobre la reforma agraria de Mxico, nadie podra explicarse el pujante
proceso de industrializacin, y menos el desarrollo agrcola, sin parang6n en la historia de Amrica
latina, con excepci6n de Cuba.

12

Sociedad. El hecho de que los objetivos estratgicos de la reforma agraria se


hayan definido despus -y no antes- de iniciado el proceso revolucionario no tiene
nada de anormal, si se piensa que en Amrica latina las revoluciones sociales no
han sido producto de las ideologas racionalizadas del sistema de partidos
revolucionarios convencionales sino de las corrientes ideolgicas generadas y
plasmadas en ese proceso de movilizacin y de conflicto.
Desde este punto de vista, la primera cuestin que debe precisarse -en trminos
latinoamericanos- es la relacionada con la naturaleza social e histrica de la
pluralidad de estructuras latifundistas, arcaicas y modernizadas, emergentes del
ciclo hispano-colonial o de los ciclos posteriores de integracin al sistema
capitalista de mercado mundial y a las nuevas relaciones de dependencia. Sin una
estricta definicin de este marco de referencia, no podr precisarse en qu
consiste la profundidad histrica de una reforma agraria, ya que en ciertos casos
-los de Mxico y Bolivia- se aboli la estructura de la hacienda seorial pero no
ciertas formas modernizadas o extensivas de latifundio; en el caso de Cuba, se
fractur y sustituy la totalidad de estructuras latifundistas, pasando de la
hacienda ganadera al sistema neocolonial de la plantation; y, en el reciente
modelo peruano, la reforma se inici en el rea ms moderna de los complejos
agroindustriales, en los valles regados de la Costa.
Desde 1968 se est aplicando en el Per un modelo de reforma agraria que parte
de la afectacin conjunta de las plantaciones modernizadas y tiende a la remo
delacin de las regiones serranas de agricultura tradicional, de tecnologa
extensiva y latifundio arcaico de colonato. Dentro de este modelo nacionalrevolucionario, se tiende a superar el esquema de las reformas agrarias
convencionales (mtodos operacionales fundamentados en el casuismo, la
afectacin fundo por fundo, la dispersin geogrfica de las unidades reformadas,
la fijacin de magnitudes mximas de tenencia, la consagracin del derecho de
reserva en favor de los propietarios latifundistas, el pago diferido de las tierras mal
explotadas), conformndose un modelo de reforma agraria por regiones o reas.
Desde luego, este esquema de reforma agraria slo puede desarrollarse dentro de
un nuevo contexto econmico, social y poltico, ya que supone el cumplimiento de
tres condiciones: participacin campesina en la gestin y en la conduccin
econmica; cambios cualitativos en el Estado; planificacin del desarrollo tanto en
el nivel global como en las estructuras de base.
Estos hechos deben ser analizados y valorados comprensivamente, ya que en
sectores racionalistas, populistas y comunistas del pensamiento cientfico-social
de Amrica latina se ha conservado la imagen hispano-colonial y primaria de
latifundio o se ha propagado el concepto absoluto y pesimista de que las reformas
de Mxico, Per y Bolivia han carecido de alcances revolucionarios por no haber
abolido todas las formas estructurales de latifundio y no haber superado el
esquema capitalista de la revolucin nacional.
El problema de los medios operacionales est estrechamente relacionado con la
composicin, organizacin y niveles ideolgicos de las fuerzas sociales
protagnicas de los cambios, ya que son estos factores los que determinan su
capacidad poltica de modificar las relaciones de poder y de constituir un elenco de
nuevas clases dirigentes.

13

Los tensos y conflictivos procesos de movilizacin de las fuerzas sociales en esta


direccin histrica son los que, al definir un cuadro ideolgico de aspiraciones y
proyectos de vida, condensan y fijan los objetivos estratgicos de la
transformacin nacional y, desde luego, de la reforma agraria. En ltima instancia,
el factor esencial que define la naturaleza revolucionaria, modernizante o
conservadora de una reforma agraria es la movilizacin de fuerzas sociales que
desencadenan el cambio, la confrontacin de clases antagnicas, o la maniobra
tctica de ciertos sectores ms emprendedores de las clases dominantes con el
objeto de cerrar las vas institucionales del proceso. La movilizacin social -dentro
de esta concepcin dialctica de los cambios- comprende tanto el grado de
organizacin y el desarrollo de la conciencia social, como la capacidad de
confrontacin poltica y militar de clases antagnicas, que asedian o que
preservan la estructura. Las nuevas ideologas van sealando los objetivos
finalistas en la medida en que se configura la imagen de la Nueva Sociedad, esto
es, la reiteracin de la antigua figura bblica de la Tierra Prometida. En este
sentido, las reformas agrarias de tipo convencional o marginal deben sustituir el
nuevo proyecto de vida con alguna imagen mitificada de la sociedad tradicional.
En la reforma agraria estructural, la movilizacin social rompe todo compromiso o
toda forma de negociacin entre clases antagnicas -en relacin con el statu qua-,
y prevalece una nueva estructura de poder y un nuevo sistema de reglas
institucionales. Ahora bien: en la experiencia histrica de Amrica latina, esa
nueva estructura puede originarse en una democratizacin tal del poder poltico
que este entra en abierto conflicto con las formas de concentracin del poder
econmico, como en el caso de Chile; o en la accin poltica arbitral de las
Fuerzas Armadas, como en el caso del Per; o en la insurreccin campesina en
aquellas sociedades petrificadas y sin alternativas institucionales y democrticas
de cambio, tal como ocurre en los modelos clsicos de repblica seorial (Mxico
y Bolivia) o en los tipos antillanos de repblica autocrtica (Cuba).
En la reforma agraria convencional, la negociacin se efecta entre clases
sociales antagnicas y por medio del sistema institucionalizado de partidos
polticos, dentro del compromiso implcito de conservacin del statu quo. Este
modelo presupone no solo una democratizacin formal del poder poltico, un
ascenso de las clases medias y una relativa autenticidad de la democracia
parlamentaria, sino una estructuracin y una clara definicin de las lneas
ideolgicas de las fuerzas contendientes. La lnea de conciliacin depende,
entonces, de la correlacin poltica entre las clases que negocian la reforma, de
ah su extrema complejidad: en algunos modelos populistas de reforma agraria
convencional se llega a pactar sobre la validez de la expropiacin como
mecanismo redistributivo de la propiedad, sobre la extensin mxima de las
grandes unidades, sobre el pago diferido de las indemnizaciones, sobre los
nuevos tipos de tenencia y de empresa social, sobre las limitaciones del poder
rural o sobre la apertura a las nuevas formas de organizacin, movilizacin y
participacin del campesinado. El .papel histrico de este modelo de reforma no
puede, pues, subestimarse, no porque sea directamente una puerta de salida sino
porque puede operar como una puerta de entrada que conduzca hacia la salida.
En la reforma agraria de tipo marginal, esta no resulta de una transaccin
circunstancial entre clases antagnicas, sino que es producto de una negociacin
14

exclusiva entre sectores polticos de las propias clases dominantes, ya sea por
intermedio del sistema de partidos de la sociedad tradicional y en cuanto estos
ejercen pleno control hegemnico sobre los aparatos representativos y
operacionales del Estado, como en el caso de Colombia, o con la participacin de
los partidos populistas identificados ideolgicamente con la sociedad tradicional,
como en el caso del APRA peruano antes de 1968. La condicin fundamental de
este modelo de reforma agraria es la convergencia de las lneas de concentracin
del poder econmico y del poder poltico, la hegemona de los partidos que
expresan la estructura oligrquica de la economa y del Estado, la exclusin
poltica de las fuerzas populares, en particular de las articuladas con una posible
movilizacin campesina. Desde luego, el compromiso es arma de doble filo, ya
que por una parte intenta aplazar la explosin de las tensiones y de los conflictos
sociales -desviando la presin campesina sobre la tierra o parcelando los
latifundios marginales-, pero por otra demuestra su incapacidad para remover los
obstculos que impiden el desarrollo. Tarde o temprano -ms temprano que tarde-,
cuando la sociedad tradicional no puede satisfacer las expectativas desatadas por
cualquier proyecto de reforma agraria, se pone al descubierto su juego y el
campesinado descubre que la nica reforma verdadera es la que se hace con su
activa y decisiva 'participacin.16 Esta es, precisamente, la brecha por la cual las
reformas agrarias marginales han desembocado -como en el caso de Colombiaen la radicalizacin poltica de la movilizacin campesina. En esto consiste el
trasfondo dialctico de toda movilizacin de fuerzas sociales oprimidas, cualquiera
que sea el propsito finalista que la inspire.
La reforma agraria es un paso esencial para romper el crculo vicioso
caracterstico de toda constelacin latifundista, se trate de las formas arcaicas del
latifundismo seorial o de las formas modernas de las colonias de plantacin. En
estos casos, se efecta solo una remocin de los obstculos internos, originados
histricamente en la colonizacin espaola y portuguesa. En otros, la reforma
agraria supone una modificacin radical de las formas de existencia o de
funcionamiento de la estructura de dominacin extranjera, articulada con un
sistema de latifundios extensivos como en el Mxico prerrevolucionario, o con un
sistema colonial de plantaciones (plantations) y complejos industriales, como en la
Cuba prerrevolucionaria, en los valles regados y azucareros de la Costa peruana, en las islas antillanas o en Amrica Central.
16

El Primer Mandato Campesino --expedido en Fquena por la Asociacin Nacional de Usuarios


Campesinos, el 22 de agosto de 1971- se fundamenta en la consideracin de que esa Asociacin,
consciente de las limitaciones y de los intereses de la clase de los partidos polticos con asiento
en el Congreso para dar solucin a la cuestin agraria colombiana (...) y convencida de la
inoperancia del llamado Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, y de la falta de decisin
poltica del Gobierno Nacional para adelantar un proceso de reforma democrtico, masivo y rpido,
que transforme radicalmente la actual estructura agraria colombiana y la sustituya por un sistema
justo de propiedad y tenencia y explotacin de la tierra, que al mismo tiempo garantice la justicia
social en el campo y el desarrollo econmico del pas, resuelve aprobar el presente documento (...)
cuyo desarrollo y ejecucin se adscribe a las Asociaciones de Usuarios Campesinos. La
trascendencia histrica de este acto consiste en que da por clausurada la etapa seorial de la
fidelidad campesina al patriciado latifundista e inaugura el nuevo ciclo de la independencia poltica
del campesinado, en el que este asume la responsabilidad de su propia conduccin y formula
nuevas demandas de participacin directa en la conduccin del Estado.

15

Dice Edmundo Flores: La inversin extranjera, lo mismo en las plantaciones que


en otras industrias extractivas, conduce al estancamiento econmico. La colusin
entre la oligarqua local y los intereses extranjeros impide la marcha hacia formas
ms avanzadas de la organizacin social y de la produccin para fines de
consumo interno. De esta manera, las empresas extranjeras explotan los recursos
naturales para la exportacin, y los terratenientes locales explotan la mano de
obra rural. Naturalmente, en tales condiciones la mayor parte de ingreso
corresponde a un grupo mnimo de la poblacin total, en tanto que la gran mayora
vive en el nivel de subsistencia. As se llega a la paradoja de que los pases
subdesarrollados se conviertan en exportadores de capital 17.
La naturaleza de la economa de enclave se modifica al entrelazarse la estructura
de dominacin extranjera con los intereses de la oligarqua local o al ampliarse la
trama de los complejos industriales -como ha ocurrido en el Per- hacia una
segunda lnea de industrias secundarias (fabricacin de plsticos, alcoholes,
papel, etc.) y de fundos satelizados que funcionan integrados al sistema.
La estricta definicin de los trminos y objetivos estratgicos de la reforma agraria
es fundamental para diferenciarla tanto de las frmulas sustitutivas como de las
polticas de modernizacin y crecimiento agrcola adecuadas a un marco colonial
de dependencia.18
La profundidad y alcances histricos de las reformas agrarias se definen segn
cmo apuntan hacia los grandes objetivos estratgicos:
a. La formacin de una nueva estructura social, integrada, abierta, mvil y liberada
de las formas coloniales de la marginalidad campesina, la estratificacin tnica de
las clases, los estados de inmersin y las relaciones sociales fundamentadas en la
dependencia personal o en las condiciones caractersticas del capitalismo
dependiente.
b. La creacin de un nuevo empresariado agrcola, transformando esencialmente
la condicin marginal de colonos, minifundistas, comuneros y pequeos aparceros
y arrendatarios de tierras, configurando una nueva economa de empresa y definiendo un nuevo esquema de uso racional, intensivo y planificado de los recursos
humanos, fsicos, culturales y de inversin tecnolgica, conforme a la naturaleza
del modelo poltico de desarrollo.
c. La integracin a un nuevo tipo de sistema nacional o internacional de mercado,
adoptando normas racionales de cuenta y medida, de comercializacin y
financiamiento de la produccin agropecuaria, as como de distribucin del ingreso
agrcola, conforme a los objetivos de la planificacin global y sectorial.
17

Tratado de economa agrcola, Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1961, pg. 291.

18

Algunas de las llamadas reformas agrarias, diseadas con posterioridad a la Carta de Punta del
Este y a la Alianza para el Progreso tienden, en ltima instancia, a adecuar la estructura agraria de
algunos pases latinoamericanos a las necesidades de alimentos y materias primas (escasos o no
sustituibles) de Estados Unidos. Dentro de ese contexto, las reformas constituiran un mtodo de
incorporacin de esos pases en el cinturn colonial de abastecimiento del mercado metropolitano,
en el que, por 10 dems, se acenta tambin la tendencia de sustitucin industrial de ciertos
productos agropecuarios importados como el caf soluble, las fibras, los cueros, etctera.

16

d. La constitucin de un sistema poltico en el que se defina una nueva imagen de


la sociedad y del Estado, y en el que la democracia nominalista y aparente se
transforme en democracia autntica y con activa participacin del pueblo en las
diversas estructuras de gestin, conduccin y decisin poltica.
Desde un punto de vista dialctico, la reforma agraria no es solo una poltica, un
limitado instrumento de cambio rural, sino tambin un proceso estratgico, en
cuanto supone y comprende tanto la actividad del Estado como la movilizacin
simultnea y conflictiva de las fuerzas sociales motrices y conductoras del
proyecto de cambio, de liberacin y' de creacin de una nueva sociedad. De
acuerdo con este enfoque en profundidad, el proceso de la reforma agraria
comprende una serie de ciclos histricos y una diversidad de fenmenos de
confrontacin y de conflicto:
a. La actividad promotora y creadora de las fuerzas sociales identificadas con una
ideologa y con un propsito fundamental de liberacin y de cambio.
b. La actividad mltiple y motriz del Estado, orientada de acuerdo con las lneas
ideolgicas de las fuerzas sociales movilizadas en el proceso y canalizada de
acuerdo con un nuevo marco institucional.
c. La actividad contrarreformista de las fuerzas sociales que se oponen al cambio,
ya se trate de antiguas o nuevas clases terratenientes, o de burguesas
identificadas con lneas ideolgicas de dominacin social.
El proceso estratgico de cambio puede ser estudiado desde diversos ngulos de
la ciencia social.
Desde el punto de vista econmico, la reforma agraria es un proceso redistributivo
-una exaccin de capital a unos cuantos terratenientes que se distribuye entre
muchos campesinos y el Estado19 que conlleva una modificacin sustancial en la
imagen empresarial y en la economa de uso de los recursos fsicos, humanos,
culturales y financieros. Por medio de la transferencia masiva y drstica de la
propiedad sobre la tierra y sobre los medios de produccin, se reducen o anulan
los ingresos de 108 terratenientes y se eleva la participacin de las masas
campesinas y del Estado en el ingreso agrcola, originndose una serie de
fenmenos: la incorporacin del campesinado en un nuevo sistema de trabajo y de
vida; el financiamiento de una moderna infraestructura fsica y social a travs de
los canales del presupuesto pblico, y la promocin de un cambio revolucionario
en la tecnologa de la produccin agrcola. Estos fenmenos de transferencia
explican el desdoblamiento de la reforma agraria en revolucin agrcola y en
alteracin fundamental del esquema de uso de los recursos fsicos y en cambio
cualitativo de las relaciones sociales.
Desde el punto de vista sociolgico, la reforma agraria es un proceso de apertura
a un nuevo tipo de sociedad, nacionalmente integrada, abierta al ascenso de
clases, inclinada a la extincin radical de las formas tradicionales o modernas de
marginalidad campesina y capaz de provocar un cambio profundo de las
19

Edmundo Flores, op. cit., pg. 11.

17

motivaciones y valores de la masa rural.20 Dentro de estos marcos culturales e


histricos, la sociedad latinoamericana deber enfrentar, simultneamente, los
problemas de 'la revolucin industrial y del desarrollo independiente 21 . Desde un
punto de vista antropolgico-cultural, la reforma agraria es un proceso de
incorporacin de las masas indgenas -especialmente de las aprisionadas en
zonas de refugio y culturas marginales- en el sistema de economa, de
aspiraciones y de valores caractersticos de un nuevo tipo latinoamericano de
sociedad nacional.
Desde un punto de vista poltico, la reforma agraria es un proceso de remocin y
sustitucin de las estructuras e imgenes tradicionales del poder, configurando
nuevas formas sociales de representacin y participacin de las masas
campesinas, y abriendo a estas las vas polticas de acceso a la conduccin del
Estado nacional.
Una tipologa dialctica de las reformas agrarias en Amrica latina es, entonces,
aquella que las enfoca, analiza y valora como procesos histricos, midiendo su
profundidad en trminos de capacidad de modificar y sustituir radicalmente los
diversos tipos de estructura latifundista mediante la alteracin de las relaciones de
poder y de las normas institucionales que las expresan, y en funcin de ciertos
objetivos estratgicos o proyectos de vida.
Desde esta perspectiva de integracin de los procesos sociales se enuncian tres
grandes categoras histricas:
1. Las reformas agrarias estructurales, que integran un proceso nacional y global
de transformaciones revolucionarias liderado por un nuevo elenco de fuerzas
sociales que toman la iniciativa de la conduccin poltica y fundamentado en la
modificacin radical de las relaciones de poder y de las normas institucionales que
las articulan y sustentan.
2. Las reformas agrarias convencionales, que forman parte de una operacin
negociada entre antiguas y nuevas fuerzas sociales -por intermedio del sistema
20

En el fondo -comenta Eduardo Hamuy- se trata de resolver el problema de que la poblacin


rural realice el trnsito de la accin tradicional a la accin racional. El cambio de las motivaciones y
valores (orientacin de la accin) es un lento proceso que ya lleva 40 aos en la URSS y algo ms
en Mxico. <Consideraciones sociolgicas en torno a la reforma agraria En Amrica latina,
Cuadernos del Centro de Estudios Socio-econmicos, Santiago de Chile: Universidad de Chile, n9
1, 1966, pg. 11.) La lentitud o celeridad de este cambio depende del papel que se asigne al
campesinado, por medio de estructuras de participacin democrtica y de gestin social. El lento
proceso es, en la URSS, un efecto del esquema stalinista de planificacin central y de conduccin
autoritaria de la estructura koljosiana; al modificarse el esquema y asignarse al campesinado un
papel activo en la conduccin de la estructura cooperativo- koljosiana, se aceler el proceso de la
nueva conciencia social. El ejemplo chino demuestra que una estrategia de movilizacin
campesina desde abajo y desde adentro es capaz de lograr un cambio profundo, rpido y masivo
en la motivacin y orientacin de la accin del campesinado.

21

Vase Amrica latina: una industrializacin sin revolucin industrial, en Antonio Garca, La
estructura del atraso en Amrica la- tina, Buenos Aires: Pleamar, 1969, pg. 266, e
Industrializacin y dependencia en Amrica latina, en Antonio Garca, Atraso y de- pendencia. . .,
op. cit., pg. 279.

18

institucionalizado de partidos conservadores, reformistas y revolucionarios-,


intentando modificar las reglas de funcionamiento de la estructura latifundista sin
cambiar las normas institucionales de la sociedad tradicional, y enfocando la
reforma como una cuestin aislada y sectorial o como una poltica de
modernizacin social y tecnologa de la estructura.
3. Las reformas agrarias marginales o contrarreformas agrarias, que no apuntan
hacia la ruptura del monopolio seorial sobre la tierra o hacia la transformacin
fundamental de las estructuras latifundistas (relaciones sociales, sistema de poder,
economa de empresa, ideologas), sino hacia la reparacin superficial y hacia la
preservacin histrica de esas estructuras, desviando la presin campesina o la
presin nacional sobre la tierra hacia la colonizacin de tierras baldas, de
propiedad fiscal y localizadas en zonas perifricas; apoyndose polticamente en
las propias fuerzas sociales dominantes, en su sistema de partidos y aplicando,
por consiguiente, las normas institucionales de la sociedad tradicional en materia
de expropiaciones, indemnizaciones, causales de afectacin, tipos de adjudicacin
y asentamiento, mtodos de valorizacin comercial de la tierra, modos de
funcionamiento de los mecanismos judiciales y administrativos. En razn de
orientarse este tipo de reformas -de acuerdo con la ideologa de las fuerzas
sociales que las proyectan y ejecutan- hacia un objetivo estratgico de
conservacin del statu quo, su caracterizacin estricta es la de contrarreformas
agrarias.
El examen crtico de esta tipologa histrica permite una ms profunda y
equilibrada comprensin de sus alcances, desde el punto de vista de las
exigencias de cambio estructural en la sociedad latinoamericana.
Esta formulacin exige una interpretacin dinmica de los tipos histricos, en el
sentido de que estos pueden transformarse -presionados por las fuerzas sociales
en proceso de creciente movilizacin- de marginales en convencionales y de
convencionales en estructurales. Por otra parte, si bien las re formas estructurales
son de naturaleza irreversible -en cuanto estn insertas en un proceso global de
cambios revolucionarios y en cuanto presuponen una nueva correlacin de fuerzas
sociales-, pueden cambiar de contenido o deteriorarse, como ha ocurrido con las
reformas de Mxico y de Bolivia.
Esquema de caracterizacin histrica
de las reformas agrarias en Amrica latina
Reformas agrarias estructurales
a. Integran un proceso nacional de transformaciones revolucionarias en las
esferas de la economa, la cultura, el Estado, la organizacin social y poltica.
b. Son lideradas por un elenco de nuevas fuerzas sociales, asumiendo estas la
responsabilidad de clases motrices y conductoras del proceso.
c. Fundamentan el cambio en una alteracin simultnea del sistema tradicional de
poder y de las normas institucionales que lo preservar) y expresan (propiedad,
renta, trabajo, poder social, distribucin del ingreso, etc.).

19

d. Crean una nueva imagen nacional y orgnica del Estado, como estructura
bsica de la transformacin, la representacin, la integracin y el desarrollo.
e. Las ideologas que las inspiran no son producto del sistema institucionalizado
de partidos, sino creaciones originales del conflicto social y de la hegemona
poltica conquistada por las nuevas fuerzas protagnicas del cambio.
f. Exigen una enrgica movilizacin del ahorro interno en direccin hacia nuevas
formas de desarrollo y drsticas polticas de redistribucin social de los ingresos.
g. Las conquistas relacionadas con la abolicin de las formas arcaicas del
latifundio de colonato (sistema de propiedad, relaciones serviles, ideologa de
encomienda) son irreversibles.
h. No solo persiguen la demolicin de la estructura latifundista, sino tambin la
sustitucin por otra estructura de nivel superior.
Reformas agrarias convencionales
a. Constituyen una operacin negociada entre fuerzas sociales antagnicas de
antigua o reciente formacin.
b. Sus alcances y profundidad histricos dependen de las condiciones de la
confrontacin poltica de esas fuerzas antagnicas, por medio del sistema de
partidos conservadores, reformistas y revolucionarios dentro de los modelos
liberales populistas de democracia representativa.
c. Intentan modificar el monopolio latifundista sobre la tierra y sobre los recursos
tcnico-financieros de crecimiento agrcola, sin cambiar las normas institucionales
de la sociedad tradicional ni las pautas econmicas de sobrevaluacin comercial
de la tierra.22
d. Sus lneas ideolgicas corresponden al sistema de partidos institucionalizados
que negocian la reforma.
8. La transformacin agraria se enfoca como una cuestin en s, relacionada
exclusivamente con la tierra y separada de la problemtica nacional de los
cambios estructurales (econmicos, sociales, culturales y polticos).
f. Exigen una transferencia del ahorro interno desde el Estado y las masas
campesinas hacia los grandes propietarios de la tierra, desviando el giro de los
recursos financieros e impidiendo el indispensable desdoblamiento de la reforma
agraria en una revolucin agrcola y social.
g. No se formula la exigencia de una transformacin estructural y poltica del
Estado, sino una apertura de sus rganos asistenciales y de sus mecanismos de
distribucin social del ingreso agrcola.
Reformas agrarias marginales
o contrarreformas agrarias

22

Sobre la tendencia a la sobrevaluacin comercial de la tierra en Amrica latina --como efecto del
monopolio latifundista sobre las mejores tierras y el mejor acervo de recursos fsicos-, vase
Antonio Garca, Reforma agraria y economa empresarial, Santiago de Chile: Editorial Universitaria,
1967.

20

a. No apuntan hacia la ruptura del monopolio seorial sobre la tierra o hacia la


transformacin de las estructuras latifundistas o hacia la alteracin sustancial de
sus reglas de funcionamiento, sino hacia su preservacin histrica.
b. Operan, exclusivamente, en una .lnea de modernizacin tecnolgica o de
ampliacin de la infraestructura fsica, ya sea por medio de recursos estatales de
inversin o de reformas superficiales o de carcter marginal.
c. Intentan desviar la presin nacional o la presin campesina sobre la estructura
agraria latifundista por medio de operaciones de diversin tctica, como la
colonizacin de tierras baldas en zonas perifricas, la parcelacin marginal de
latifundios, el mejoramiento o readecuacin de tierras, la introduccin segmentada
de innovaciones tecnolgicas, etctera.
d. Se apoyan, polticamente, en la negociacin entre sectores polticos de las
propias clases dominantes, por intermedio del sistema conservador y populista de
partidos y de la aplicacin irrestricta de las normas institucionales de la sociedad
tradicional.
e. Persiguen, como objetivo estratgico, la conservacin del statu quo, no solo
dentro del marco de la estructura agraria, sino tambin en el mbito de la vida
nacional o de las relaciones internacionales de intercambio.
Esquema de las reformas agrarias estructurales
Se ha definido este tipo de reforma como aquel integrado a un proceso nacional
de transformaciones revolucionarias, impulsado por fuerzas sociales identificadas
en la aspiracin a un nuevo orden econmico y social, 23 y dinamizado por una
estrategia de cambio global. La reforma agraria de Mxico, Bolivia y Cuba -o la
ms reciente de Per y Chile- no ha tenido el carcter de una operacin limitada al
problema de la tierra y del campesinado, sino que ha formado parte de un
profundo y vasto proceso de transformaciones nacionales. La revolucin mexicana
-a pesar de sus desgarramientos y frustraciones- modific la estructura y las
relaciones de clase, cre una nueva imagen del Estado nacional, aboli las formas
coloniales de estratificacin tnica y alter el sistema de relaciones con la
estructura de dominacin extranjera, nacionalizando el petrleo y creando un
moderno sector estatal de la economa.
La revolucin boliviana quebr el poder hegemnico de la oligarqua minera y de
la aristocracia terrateniente, modific el esquema tradicional de las clases, inici el
23

Paul Baran insiste en la importancia fundamental de la participacin de las nuevas clases y


grupos sociales en los procesos de desarrollo y cambio estructural. El desarrollo econmico
implica precisamente 10 opuesto a 10 que Marshall colocaba en la primera pgina de sus
principios, dice en la Economa poltica del crecimiento (Mxico: Fondo de Cultura Econmica,
1959, pg. 19). Implica el hecho crudo pero crucial, que se ha descuidado muchas veces, si no es
que siempre, de que el desarrollo econmico, histricamente, siempre ha significado una
transformacin de vasto alcance en la estructura econmica, social y poltica de la sociedad, en la
organizacin dominante de la produccin, en la distribucin del consumo, El desarrollo econmico
siempre ha sido impulsado por clases y grupos interesados en un nuevo orden econmico y social,
encontrando siempre oposicin y obstculos por parte de aquellos que pretenden la preservacin
del statu quo (...) El desarrollo econmico nunca ha sido un proceso suave 'Y armonioso que se
desenvuelva plcidamente en el tiempo 'Y en el espacio.

21

proceso de nacionalizacin de las masas campesinas y estatiz los sectores


estratgicos de la economa nacional.
La revolucin cubana efectu transformaciones mucho ms profundas, ya que
aboli todas las formas estructurales del latifundio, fractur el sistema de
dominacin extranjera y se inspir en una ideologa socialista para construir un
nuevo tipo de Estado popular y disear un esquema nacional-revolucionario de
desarrollo.
Un segundo elemento de caracterizacin es la movilizacin de las fuerzas sociales
ms oprimidas, y en particular del campesinado, que desborda las estructuras
tradicionales de poder y crea las condiciones para imponer nuevas reglas
institucionales de juego. Esas nuevas fuerzas sociales ganan la capacidad de
promocin y conduccin del proceso revolucionario cuando se integran
nacionalmente en estructuras polticas y se identifican con una ideologa de
cambio estructural, esto es, en una lnea coherente en que expresan sus
aspiraciones y su sistema de valores. En el caso de las reformas agrarias de
Mxico, Bolivia y Cuba, esas nuevas fuerzas sociales podran clasificarse en dos
grandes categoras, desde el punto de vista de su papel histrico en el
desencadenamiento y profundizacin del proceso de cambio:
a. Fuerzas bsicas y explosivas: el campesinado y la lite revolucionaria de las
clases medias.
b. Fuerzas de apoyo: movimiento obrero, artesanado, capas medias urbanas,
estudiantado y peonaje.
Desde luego, la existencia y pronunciamiento de nuevas fuerzas sociales no
bastan para que sea viable histricamente un cambio revolucionario. Es necesario
el desencadenamiento de una serie de fenmenos, como la movilizacin
revolucionaria o insurreccional del campesinado -promovida por una lite de las
clases medias en Mxico, en Bolivia y en Cuba- y la integracin nacional de las
fuerzas populares en un sistema poltico de conduccin y aceleracin del proceso
de transformaciones. Ese sistema poltico estuvo constituido por el Partido de la
Revolucin Mexicana en el ciclo cardenista de Mxico, por el Movimiento
Nacionalista Revolucionario en la Bolivia de 1952 y por el Movimiento 26 de Julio
en Cuba. La facultad dinmica y operacional de ese modelo de conduccin poltica
ha dependido de la naturaleza y cohesin de las estructuras de movilizacin del
campesinado (cooperativas, sindicatos, ligas, partidos) y de los grados de
integracin nacional de las fuerzas identificadas con el propsito de cambio. La
mayor integracin orgnica e ideolgica de campesinado, capas medias y
movimiento obrero determin el ciclo de aceleracin revolucionaria en Mxico, en
Bolivia y en Cuba, as como a la alteracin y desgarramiento de este esquema de
Alianzas24 correspondi la desaceleracin del proceso revolucionario y, en
24

Transformacin del Partido de la Revolucin Mexicana en el Partido Revolucionario Institucional,


bajo .la hegemona de la burguesa nacional y de las capas medias, en el ciclo de apertura
industrialista en Mxico; desgarramiento del MNR en Bolivia, al romper se la unidad de las fuerzas
populares, descartarse la participacin de la Central Obrera Boliviana en el gobierno e instalarse la
hegemona de las capas medias y de las ideologas liberal-populista sobre el sistema de
conduccin poltica del proceso.

22

consecuencia, el inevitable estancamiento o desvertebracin de la reforma agraria.


En estos ciclos de alteracin de las correlaciones de clase y de modificaciones
cualitativas en la estructura poltica del movimiento popular se originaron grandes
cambios en las lneas ideolgicas del Estado y en los objetivos estratgicos de la
reforma y del desarrollo global.
El caso de Chile demuestra que -pese a la flexibilidad y autenticidad de sus
instituciones democrticas- los gobierno integrados por partidos reformistas y
revolucionarios en el ciclo del Frente Popular, a partir de 1939, no lograron
identificarse con un proyecto de reforma agraria estructural, bien sea por la
influencia ideolgica de los sectores terrateniente en el movimiento populista o
bien por la falta de una organizacin sindical y poltica del campesinado. Sin la
organizad" y activa participacin campesina en la toma de decisiones polticas,
Chile careci de esa fuerza motora que hubiese acelerado la aplicacin de una
reforma agraria rpida, drstica y masiva. Ni el proletariado industrial y minero, ni
las clases medias, ni la lite revolucionaria de esas clases pudieron sustituir a la
inigualable capacidad de confrontacin y desmantelamiento de la estructura
latifundista de las masas campesinas. Por otra parte, en esa coyuntura histrica
an no se haba intensificado la presin nacional sobre la tierra, originada en los
procesos posteriores de urbanizacin, metropolizacin y definicin de un modelo
nacional-populista de capitalismo de Estado. Estos hechos explican la naturaleza
marginal del esquema de reforma agraria aplicado por el gobierno del Frente
Popular, cuyo centro de gravedad estaba constituido por un partido de clases
medias y en el que fue notable la participacin de los partidos marxistas.
El nuevo ciclo poltico se inicia en 1965, con el reconocimiento prctico de los
derechos del campesinado a la organizacin sindical y poltica, en aplicacin de un
modelo nacional-populista de reforma agraria convencional. La posibilidad de
organizacin y movilizacin del campesinado es una de las condiciones histricas
que explican la coyuntura abierta en 1970, cuando se inicia la integracin poltica
de las fuerzas sociales identificadas con un proceso nacional de cambios
estructurales y con una estrategia global de desarrollo. 25 Este nuevo proceso se
caracteriza por la acelerada expansin del rea social (industria, banca, comercio
exterior, medios de comunicacin de masas, transporte, etc.) y por la integracin
de las fuerzas populares en cohesionadas estructuras de base como los Consejos
Obreros de Fbrica o los Consejos Comunales Campesinos. Se definen as
-dentro de este esquema- las lneas institucionales de una reforma agraria de tipo
estructural en la que la fuerza motora se centra en los Consejos Comunales
Campesinos y los mecanismos de ordenamiento econmico en los Centros de
Reforma Agraria y los Centros Estatales de Produccin. A los Consejos
Comunales Campesinos se asigna la mayor responsabilidad en el
desencadenamiento y ejecucin de la reforma agraria, especialmente en la difcil
etapa que media entre la afectacin y toma de posesin de los latifundios y la
organizacin de las nuevas unidades productivas: los Consejos tienen a su cargo
la iniciativa de inventariar los latifundios afectables -a nivel comunal-, as como de
impedir su desmantelamiento por medio de la extraccin de maquinarias, equipos,
25

Vase La cooperaron agraria y los modelos polticos de desarrollo, en Antonio Garca, La


cooperacin agraria en el desarrollo de Chile, Santiago de Chile: ICIRA, 1972.

23

herramientas, ganado, etc. Esta nueva dinmica social, originada en la


movilizacin del campesinado, explica la aceleracin de la reforma agraria en el
perodo 1965-1972, no obstante aplicarse el mismo instrumento legal: entre 1965 y
1970 se expropi el 30 % de los predios correspondientes al perodo, con el 40 %
de las tierras, mientras entre enero de 1971 y junio de 1972 se expropi el 70 %
de los predios, con el 60 % del total de tierras. Tomando en cuenta las
subdivisiones de predios superiores a 80 hectreas de riego bsico y las reservas
concedidas por la ley a los propietarios latifundistas, se estima que el total de
tierras efectivamente expropiadas representa el 1,9 % del total de predios y cerca
del 40 % de la tierra agrcola. La aceleracin del ritmo de la reforma agraria, como
efecto de la presin campesina y de la creciente exigencia de excedentes
econmicos, permite suponer que en 1974 se habr agotado el primer esquema
de reforma agraria estructural, desapareciendo los grandes predios con ms de 80
HRB e inicindose la reestructuracin fsica de la agricultura chilena, por medio de
complejos agroindustriales y estructuras cooperativas de desarrollo regional.
Una tercera caracterizacin de las reformas agrarias estructurales consiste en que
la operacin del cambio se fundamenta en una alteracin radical del sistema
tradicional de poder y, en consecuencia, de las normas institucionales que lo
expresan, preservan y amparan. La reforma estructural puede, entonces, operar
dentro de las reglas institucionales de juego que la revolucin misma establece. Es
esta la razn de que, no obstante lo establecido en las leyes agrarias de 1917 en
Mxico, 1953 en Bolivia y 1959 en Cuba --expresando aun las doctrinas jurdicas
prerrevolucionarias y las lneas maestras del Estado liberal de derecho--, se haya
adoptado un nuevo comportamiento frente a la problemtica de la expropiacin,
las indemnizaciones y la sobrevaluacin comercial de la tierra. Ninguna reforma
estructural habra podido operar sometindose a las reglas clsicas del derecho
burgus e indemnizando a los propietarios latifundistas por la abolicin del
monopolio sobre la tierra agrcola o por la liberacin de los siervos, colonos,
aparceros, comuneros y peones adscriptos a esa estructura de dominacin. La
fuerza de los hechos -ms que razonamientos de tipo econmico-- impuso una
lnea confiscatoria en las tres reformas agrarias, como mtodo destinado a
asegurar sus objetivos en la redistribucin drstica del ingreso.
Un cuarto elemento caracterstico se refiere a la creacin de una nueva imagen
nacional del Estado, como efecto de la ruptura del sistema tradicional de poder, de
la nacionalizacin de la masa campesina y de la apertura poltica hacia formas
nuevas, abiertas y autnticas, de representacin popular. Con los modelos de
revolucin nacional diseados en Mxico, Bolivia y Cuba se inauguraron con
Amrica latina las formas modernas del Estado nacional, como estructuras
bsicas de integracin, de redistribucin del ingreso, de movilizacin del esfuerzo
interno y de conduccin del proceso de desarrollo econmico y social. Ha sido
este un elemento esencial de diferenciacin de dos estrategias contemporneas
de desarrollo en Amrica latina: la que se inspira en un esquema socialista o
nacional-revolucionario y que atribuye al Estado la plena capacidad de

24

movilizacin del esfuerzo interno, y la que aplica el esquema metropolitano del


Estado liberal, el crecimiento satelizado y el objetivo de la colonia prspera.26
En el caso de la primera estrategia, se supone un cambio sustancial en la
composicin y arquitectura del Estado, como efecto de que las nuevas fuerzas
sociales proyectan en l sus lneas ideolgicas y entran a participar, directa o
indirecta- mente, en sus diversos rganos de decisin poltica; en el segundo
caso, la preservacin histrica de las estructuras de dependencia nacional y de
dominacin social interna exige la aplicacin de una frmula en que se combinen
-en proporciones variables- el liberalismo econmico con el absolutismo poltico.
Lo que no ha sido posible histricamente en Amrica latina es la conformacin de
un modelo en el que coexistan la concentracin del poder econmico y el
liberalismo poltico; en el caso excepcional de Chile, esa coexistencia ha
constituido un ciclo precario y transaccional, promovido y conducido por fuerzas
sociales conciliatorias inspiradas en ideologas liberal-populistas.
La razn fundamental de que no hubiese podido aplicarse en Bolivia, despus de
1953, el esquema nacional revolucionario de desarrollo, consisti en la falta de
claridad ideolgica de las fuerzas conductoras asociadas en el MNR y en su
consiguiente incapacidad de proyectar la revolucin sobre el aparato del Estado.
La experiencia boliviana demostr la absoluta imposibilidad de aplicar
coherentemente un esquema nacional revolucionario con un Estado liberal.
Un quinto elemento de tipificacin de la reforma est relacionado con la cuestin
central de la constitucin del Estado como fuerza motora del desarrollo nacional y
con la exigencia de una enrgica movilizacin del ahorro interno y de los recursos
de tierra, agua, trabajo y tecnologa. Han sido estos mecanismos los que ,han
hecho posible -en un largo trecho histrico en Mxico y en un corto ciclo en Cubaque la reforma agraria haya provocado una inmediata y drstica redistribucin
social del ingreso.
Las guerras de la Independencia no pudieron transformarse en una revolucin
social, precisamente por haber adoptado las mismas reglas institucionales de la
sociedad hispano-colonial en todo lo relacionado con la estructura de la propiedad
y de las relaciones sociales. Mientras que en Europa se aplic el principio
demoliberal del respeto al derecho adquirido con justo ttulo con posterioridad a
la destruccin del feudalismo, en Amrica latina se lo consagr como norma
constitucional del Estado republicano, amparando y legitimando la antigua
estructura econmica y social. La estructura agraria latifundista pudo as apoyarse
en las normas protectoras del nuevo derecho liberal y burgus.
La necesidad de no aceptar las reglas institucionales de la sociedad tradicional (tal
como ocurri en la Revolucin Francesa de 1789 o en la Guerra de Secesin en
Estados Unidos) defini en Mxico, Bolivia y Cuba la ideologa confiscatoria ms
como producto de una praxis que de una reflexin terica.
Una sexta caracterizacin se relaciona con el problema de la originalidad y
autenticidad de las ideologas que motivaron y expresaron los procesos
revolucionarios.

26

Acerca de la confrontacin de estas dos grandes concepciones del desarrollo, vase Hacia una
teora latinoamericana. . ., en Antonio Garca, Atraso y dependencia. . ., op. cit.

25

Ninguna de las ideologas que desataron y que vertebraron las revoluciones en


Mxico, Bolivia y Cuba se origin en el sistema institucionalizado de partidos, sino
en el tenso pro- ceso del conflicto, de la confrontacin violenta y de la sustitucin
de las antiguas formas del poder. En Mxico, no podran buscarse esas fuentes
ideolgicas en el Partido Liberal de Francisco Madero o de los Flores Magn, ni en
los ncleos anarcosindicalistas de la Casa del Obrero Mundial: el presidente
Madero no comprendi que la revolucin era algo ms que la aplicacin de la
frmula libera, sufragio libre, no reeleccin, y la Casa del Obrero Mundial no
penetr el sentido profundo de la movilizacin campesina, ni interpret el mensaje
agrarista de Emiliano Zapata.
Las lneas ideolgicas de la revolucin boliviana se definieron, transitoriamente, al
provocarse la integracin nacional de las fuerzas populares y al constituirse en
fuerzas de control del aparato estatal; no podran atribuirse estas lneas
nacionalistas y populares al sistema institucionalizado de partidos revolucionarios,
ni siquiera a los de profesin marxista, como el Partido de la Izquierda
Revolucionaria, el Partido Comunista o el Partido Obrero Revolucionario (IV
Internacional).
Algn valor debe atribuirse al hecho de que en Amrica latina ninguna revolucin
social ha sido inspirada y conducida por un partido revolucionario convencional,
comunista o socialista. Semejante hecho revela, no la inutilidad u obsolescencia
de las ideologas socialistas o comunistas (ya que ninguna ideologa puede ser
analizada y enjuiciada metafsicamente, como una realidad en s), sino la
alienacin de quienes las adoptan como estructuras misionales y de formacin
escolstica.
Los procesos revolucionarios se iniciaron en Mxico, Bolivia y Cuba como
revoluciones polticas (lucha contra la excesiva presin del aparato represivo,
contra el brutal aniquilamiento de las libertades y contra las formas ms arbitrarias
y groseras de la dictadura militar), desdoblndose luego en revoluciones sociales
al insertarse y desatar la movilizacin insurreccional del campesinado. Al
producirse ese desdoblamiento histrico, el proceso revolucionario defini la
originalidad de su fisonoma, aclar sus lneas ideolgicas y entr a operar
impulsado por las reglas de su propia dinmica. Fue una revolucin social la que
moviliz como un ariete la energa comprimida del campesinado, en la destruccin
fsica de la hacienda de peones acasillados en Mxico o de la hacienda de
pegujaleros en Bolivia, o la que condujo a la expropiacin de los latifundios
ganaderos y de las haciendas de plantacin en Cuba. 27 Las conquistas de la
revolucin social -a diferencia de las conquistas hechas en las revoluciones
27

Ni aun en el caso de Cuba, analistas polticos tradicionales como Jorge Maach <La revolucin
cubana y sus perspectivas, Pars, Revista Cuadernos, 1959, pg. 5) velan la revolucin social que
se desencadenaba en el trasfondo de la revolucin poltica. La revolucin ha sido poltica y no
social -afirmaba-. La inconformidad cubana ha sido sobre todo poltica. Pero poltica en el ms
amplio sentido de la palabra: aquel en que lo poltico es lindero de lo moral. Empezando por una
reaccin de ira contra la usurpacin de derechos pblicos y la supresin de las libertades, esa
inconformidad no tard en intensificarse, evolucionando hacia una especie de furor colectivo contra
una general perversin de las normas ticas en que ha de descansar toda comunidad poltica leal y
tollo orden civilizado.

26

polticas, como lo ha sealado Paul Baran en sus Reflexiones sobre la revolucin


cubana- tienen un carcter irreversible.
Finalmente, es necesario sealar otro elemento de tipificacin de una reforma
agraria estructural: que su objetivo estratgico -definido a corto o largo plazo, de
acuerdo con las condiciones especficas de cada proceso nacional revolucionario-no solo endereza hacia la demolicin de una estructura latifundista (en su totalidad
o en sus formas ms arcaicas) sino tambin hacia la sustitucin de esta por otra
estructura de nivel superior, conforme a la estrategia global de desarrollo o a los
requerimientos y aspiraciones de las fuerzas protagnicas del cambio. La
parcelacin y aniquilamiento de las haciendas de colonato en el altiplano y los
valles interandinos de Bolivia constituan una demolicin estructural pero no
suponan la creacin de una nueva estructura agraria, ya que los antiguos
pegujaleros, convertidos en peones libres con tierra y atados a la economa
indigente del minifundio, no eran sustituto adecuado del sistema de hacienda. Sin
embargo, en el esquema nacional revolucionario se haba sealado la comunidad
campesina y la cooperativa de produccin como ncleos de la nueva estructura de
cambio. Qu pudo conducir a semejante frustracin del proceso de sustitucin de
estructuras? Las mismas razones que explican la frustracin del proceso de
revolucin nacional: el desgarramiento de la alianza de fuerzas populares y la
manipulacin poltica del campesinado como masa de maniobra, sin iniciativa y sin
poder. El debilitamiento progresivo de las nuevas estructuras de participacin
social -cooperativas y sindicatos- fue el costo de la hegemona pequeo burguesa
en el sistema de conduccin poltica del proceso revolucionario, en los niveles del
MNR y del aparato del Estado.
Dentro de este marco histrico, podran definirse cuatro grandes modelos de
reforma agraria como operacin estratgica de cambio estructural:
1. Los modelos mexicanos correspondientes a las tres reformas agrarias:
a: La reforma agraria de tipo campesino que caracteriza el ciclo de la lucha
armada, el aniquilamiento fsico de la hacienda de peones acasillados y la
redistribucin de tierras excedentes en los latifundios, con un limitado criterio de
satisfaccin del hambre campesina de tierra.
b. La reforma agraria de tipo estructural que define el ciclo cardenista, en el que se
sustituye el sistema de hacienda (incluyendo las zonas de agricultura de riego y
las unidades agroindustriales) por una estructura ejidal-cooperativa (ejido
colectivo, ejido mixto, ejido de explotacin individual, comunidades agrarias
cooperativizadas a nivel de rea poltico-territorial o de regin ecolgica).
c. La reforma agraria caracterstica de la apertura industrialista y burguesa
(poscardenismo), en la que el centro de gravedad de la estructura corresponde a
la empresa capitalista de propiedad privada (100 a 300 hectreas de riego), en la
que el sector modernizado se orienta hacia el mercado externo y moviliza la mayor
proporcin de los recursos tecnolgicos y financieros del Estado (entre 1940 y
1960 los grandes propietarios individuales elevan su participacin en el acervo de
recursos de capitalizacin rural del 46 % al 64 %, y en las disponibilidades de
equipo y maquinaria, del 46 % al 67 %), en la que se desmantela la estructura
ejidal-cooperativa (la proporcin de tierra regada cae del 57 % al 41 % entre 1940

27

y 1960), Y en la que las capas minifundistas y el peonaje sin tierra constituyen las
nuevas formas de la marginalidad campesina.
2. El modelo boliviano de reforma agraria de tipo campesino, fundamentado en la
destruccin de la hacienda de pegujaleros en el altiplano y en los valles
interandinos, en la poltica de redistribucin de las tierras asociadas al rgimen de
colonato, en la incorporacin de las comunidades indgenas a la economa de
mercado y en la apertura de un nuevo polo de crecimiento agrcola -dentro del
marco de la economa latifundista de plantacin- en los llanos tropicales del
Oriente. Los pegujaleros dotados de tierra en las regiones tradicionales del
altiplano y los valles interandinos pasan a constituir una capa de minifundistas
marginales, en el nivel de la agricultura de subsistencia.
3. Los modelos cubanos que tipifican las dos reformas agrarias:
a. La primera, en que se destruyen la estructura de dominacin extranjera en la
economa del azcar y el tipo ms arcaico de latifundio extensivo (transfiriendo a
cooperativas de produccin los complejos agroindustriales y las haciendas
ganaderos), se fractura el proceso de concentracin latifundista-pulverizacin
minifundista de la propiedad agraria, se extinguen las diversas formas de
explotacin indirecta (arrendamientos, aparceras o formas de operacin por la va
de las sociedades annimas u otro tipo de sociedad de capital), se transforma la
capa de productores minifundistas en un nuevo elenco de pequeos empresarios
agrcolas, se organiza una estructura agraria de tres sectores (privado,
cooperativo y estatal) y se crea -para abordar el proceso en su totalidad- un
organismo central, el INRA, responsable de las acciones de reforma agraria y
desarrollo agrcola. Dentro de este modelo, no se fraccionan las grandes unidades
de explotacin, se atacan simultneamente los dos polos de la estructura
latifundista-minifundista y se pone el mayor acento ce la poltica agraria en la
cooperativizacin de las grandes unidades agroindustriales y ganaderas, as como
en la organizacin econmica del pequeo empresariado campesino.
b. La segunda reforma agraria, en la cual se eliminan todas las especies de
estructura latifundista-minifundista y las complejas formas de la estructura de
dominacin extranjera, se organiza una economa agraria de dos sectores (el estatal -con el 70 % de la tierra agrcola- y el privado, de pequeos empresarios
asociados en cooperativas de servicio), se define y articula la estatizacin de los
procesos de comercializacin interna y externa (financiamiento agrcola, centros
de acopio, fijacin de normas y precios, control del sistema internacional de
relaciones de intercambio) y, por medio de las Agrupaciones Bsicas de
Produccin Agropecuaria, se emprende la radical modificacin del antiguo
esquema de uso de los recursos fsicos, humanos, tecnolgicos, financieros
institucionales. Dentro de este modelo, la reforma agraria se apoya en las normas
de la organizacin socialista de la agricultura -definidas en la nueva ideologa del
Estado nacional-, poniendo el mayor acento de la poltica agraria en la
configuracin de un sistema planificado de hacienda o granjas estatales y en la
aceleracin del proceso condicionante de la revolucin agrcola (investigacin,
organizacin de los mecanismos de transferencia de modernas tecnologas,
mecanizacin en gran escala de las faenas agropecuarias, particularmente en las
lneas del corte y alza de la caa de azcar, etc.).

28

Esquema de las reformas agrarias convencionales


Dentro del marco de la tipologa de reformas agrarias adoptada, se definen como
elementos caractersticos de la reforma convencionales:
a. Que son producto de una negociacin poltica entre fuerzas sociales
antagnicas por medio del sistema institucionalizado de partidos conservadores,
reformistas y revolucionarios
b. Que los trminos de esa negociacin dependen de la correlacin poltica entre
esas fuerzas sociales, esto es, de las formas coyunturales que adopten los
sistemas contendientes de poder.
c. Que la negociacin se efecta sin romper las reglas institucionales del sistema
de poder establecido, si bien se procura la mxima elasticidad en la interpretacin
y aplicacin de esas reglas de juego.
d. Que la reforma agraria aparece como un fin en s mismo, desvinculado de los
procesos nacionales de cambio, ya sea en las estructuras de comercializacin y
financiamiento agrcolas, en el aparato asistencial del Estado o en las formas de
organizacin poltica orientada hacia una ampliacin de las bases democrticas de
la participacin popular.
e. Que la reforma se disea como una operacin de carcter sectorial y limitada al
mbito de la estructura agraria, y en particular a los procesos de modernizacin
social y tecnolgica.
f. Que los procesos expropiatorios que fundamentan los cambios en la propiedad
de la tierra se ajustan al sistema normativo de las indemnizaciones y se apoyan en
los precios sobrevaluados de la tierra agrcola, si bien se abre la posibilidad de los
pagos diferidos.
g. Que determina un tipo de reforma casuista, lenta, curialesca y que opera
latifundio por latifundio, unidad por unidad, en acciones aisladas y discontinuas,
redistribuyendo las peores tierras o las tierras pertenecientes a las estructuras
ms viciadas, conservando el esquema tradicional de uso de los recursos fsicos y,
en consecuencia, renunciando a la posibilidad de remodelacin conjunta de reas
y de constitucin de modernos polos de crecimiento.
h. Que inicia el proceso de organizacin social y poltica del campesinado, de
acuerdo con los modelos populistas de redistribucin del ingreso y de
condicionamiento poltico de las transferencias de recursos estatales de
financiamiento y tecnologa.
La clave del proceso reside -casi exclusivamente- en la posibilidad de promover un
movimiento organizativo de las masas campesinas (en el sector reformado del
nuevo empresariado agrcola o en el sector tradicional de los campesinos sin
tierra), no solo orientado hacia fines mutualistas o estrictamente agrarios, sino
hacia la configuracin de un nuevo esquema de participacin campesina en la
conduccin poltica o en el sistema nacional de mercado. Sin la definicin de este
nuevo cuadro de relaciones, no sera posible una modificacin profunda en la
balanza del poder social, ni en el acceso del nuevo empresariado a los recursos

29

financieros, tcnicos y asistenciales de crecimiento agrcola. Este es,


precisamente, en el caso ejemplar de Chile, el rasgo diferencial entre la poltica
agraria del Frente Popular posterior a 1939, la reforma agraria marginal operada
por los gobiernos liberales y el tipo de reforma convencional negociada en 1965 e
inspirada en una filosofa antilatifundista. Estas profundas diferencias estn
determinadas por los grados de organizacin y de representatividad de los
partidos reformistas y revolucionarios, por la correlacin poltica de sus fuerzas y
por la gravitacin nacional de la masa campesina. En 1939 se constituy en Chile
el gobierno del Frente Popular, apoyado en los partidos radical, socialista y
comunista y en una poderosa organizacin sindical que comprenda al proletariado
minero, la clase obrera urbana y sectores polticamente muy activos de las capas
medias. Lo singular de este modelo nacional-populista de gobierno -en el que se
sentaron las bases de la modernizacin de Chile- fue el contraste entre la audaz
poltica de capitalismo de Estado y de rpida expansin de las estructuras
asistenciales y la dbil poltica agraria, orientada exclusiva- mente hacia la
reglamentacin de las relaciones de trabajo rural e incapaz de enfrentarse a estas
dos cuestiones bsicas: la sindicalizacin campesina y la reforma agraria.28 El
efecto de semejante esquema fue la preservacin de la estructura latifundistaminifundista y la orientacin de la poltica agraria hacia la colonizacin de tierras
fiscales ms all de la frontera araucana. La posterior ejecucin de una poltica de
re- forma agraria de tipo marginal (recolonizacin de fundas de inquilinaje
pertenecientes a instituciones -pblicas o parcelacin de latifundios abandonados
o mal explotados) no sirve para modificar la estructura latifundista serlo para
aumentar el nmero de unidades de explotacin, aplicando un modelo liberal de
pequeas magnitudes (20-50 hectreas de riego)) transfiriendo a ellas la
organizacin social caracterstica de los fundos de inquilinaje. 29
La radical inocuidad de esta poltica de reforma agraria de tipo marginal se
expresa, cuantitativamente, en la aceleracin del proceso de concentracin
latifundista y pulverizacin minifundista entre 1955 y 1965 (aos censales) : 30 en
1955, se registraron 75.627 unidades menores de 10 hectreas, con 217.600
hectreas de superficie y 3.373 grandes unidades (ms de 1.000 hectreas), con
20,3 millones de hectreas; en 1965, las pequeas unidades minifundistas
aumentaron a 156.708, con una disponibilidad de 437.300 hectreas, y en el otro
ex- tremo de la escala las unidades latifundistas disminuyeron ligeramente, a
28

Sobre el proceso de la sindicalizacin campesina, vanse Almino Affonso, Trayectoria del


movimiento campesino chileno, Cuadernos de la Realidad Nacional, Santiago de Chile:
Universidad Catlica, n1, 1969, pg. 16 y sigs.; Almino Affonso, Sergio Gmez, Emilio Klein,
Movimiento campesino chileno, Santiago de Chile: ICIRA 1970.
29
Pomuyeto, La cooperativa y la colonia agrcola, en Antonio Garca, Santiago de Chile: ICIRA,
1966 (mimeogr.).
30

David Alaluf, Emilio Robles, Ana Mara L6pez, Cambios ocurridos en la agricultura chilena en el
periodo comprendido entre lo! censos agropecuarios 1955 y 1965, Santiago de Chile: ICIRA,
1969, pgs. 96-98 (mimeogr.).
Los datos de los censos de 1955 y 1965 no son enteramente comparables -en trminos
absolutos--, en razn de que en e1 censo de 1965 las tierras trabajadas por las subtenencias se
consideraron explotaciones independientes. Sin embargo, estas cifras demuestran, a grandes
rasgos, que el proceso de concentracin-pulverizacin no haba sido modificado.

30

3.331 explotaciones, con una superficie de 22,3 millones de hectreas. En


trminos relativos, la situacin de la estructura fundara registrada en los dos aos
censales proyecta el proceso correlativo de concentracin y pulverizacin
caracterstico de toda constelacin latifundista: en 1955, el 50 % de las
explotaciones dispona del 1 % de la superficie agrcola, y el 2 % (grandes
unidades) ejerca el control sobre el 73 % de esa superficie; en 1965, las
pequeas unidades de tipo minifundista constituan el 61,8 %, con el 1,4 % de la
superficie, y las grandes unidades, el 1,4 % del total de explotaciones, disponan
del 72,7 % de la tierra.
En la medida en que lleguen a modificarse las relaciones y normas tradicionales
de poder, en que se organice una nueva estructura de participacin campesina y
en que se integren y galvanicen nacionalmente las fuerzas sociales de cambio, la
reforma agraria convencional podra transformarse en una reforma estructural. El
nudo del problema depender, entonces, de la manera como se diluciden estas
dos cuestiones:
a. Cul es la extensin, integracin, profundidad y nivel ideolgico de la
organizacin campesina que se instaure en las zonas reformadas y en aquellas en
que persiste la estructura latifundista.
b. En qu medida el sistema de partidos reformistas y revolucionarios es capaz de
representar la totalidad de fuerzas sociales de la ciudad y del campo, en qu
medida puede comprender y participar dinmicamente en el proceso de
aceleracin de los cambios sociales, modificando el esquema estereotipado y
parlamentario de la lucha poltica.
El problema de la organizacin de un nuevo poder campesino debe enfocarse
como un proceso que adopta una pluralidad de vas pero que se mueve en una
sola direccin poltico-social. La diversidad de vas y formas organizativas
constituye una respuesta a la forma desigual y fraccionada de operar el desarrollo
en un pas con reforma agraria convencional. Dentro de este esquema, el proceso
organizativo comprende tres sectores muy diferenciados:
a. Los campesinos incorporados al dominio de la tierra por medio de la reforma
agraria.
b. El pequeo empresariado campesino con posibilidades de expansin
econmica por medio del acceso a los procesos de redistribucin de la tierra o de
la integracin al sistema nacional de mercado (productos, servicios, recursos
tecnolgicos y financieros).
c. Los obreros, peones y trabajadores agrcolas cuya aspiracin no es la de
transformarse en profesionales de la tierra sino la de mejorar sus ingresos
salariales, sus grados de ocupacin y sus condiciones de vida.
Esta pluralidad de formas organizativas rebasa el marco de la reforma agraria y
supone una readecuacin de las polticas del Estado, para redistribuir los recursos
institucionales de tecnologa y financiamiento, integrar un sistema nacional de
mercado y modificar los patrones consuetudinarios de inequitativa distribucin del
ingreso agrcola. En los trminos de la reforma agraria chilena de tipo
convencional, esas tres lneas estn representadas por los Asentamientos

31

Campesinos, los Comits de Pequeos Agricultores y los sindicatos agrcolas en


consecuencia su papel depender tanto de su capacidad de movilizar la fuerza de
trabajo campesino, como de la posibilidad poltica de modificar sustancialmente el
sistema tradicional de distribucin de los recursos institucionales de tcnica y
financiamiento.
Por su misma naturaleza de proceso negociado entre fuerzas sociales
antagnicas, la reforma agraria convencional tiende a ser una operacin artificial y
contradictoria que, a la larga, puede provocar la desaceleracin o desarticulacin
de los procesos nacionales de cambio. Una de sus ms graves limitaciones
consiste en su carcter restringidamente sectorial, ya que la reforma no constituye
una pieza estratgica dentro de un proceso nacional de cambios sociales,
econmicos y polticos, sino que aparece como una operacin circunscripta y
aislada en un compartimiento rural. Semejante enfoque de la reforma agraria parte
del supuesto racionalista de que la estructura agraria es un universo en s,
desvinculado de los sistemas nacionales de poder y de los mecanismos
comerciales y financieros originados en el ciclo de readecuacin y crecimiento del
sistema capitalista de mercado. Este supuesto ideolgico no tiene
correspondencia alguna en la realidad latinoamericana, ya que la economa
agraria ha ido entrelazndose con el sistema capitalista de mercado, y las clases
terratenientes han ido vinculndose progresivamente a las actividades burguesas
y a las estructuras de financiamiento. Esto no quiere decir que haya desaparecido
el esquema tradicional de las clases, sino que ha sido modificado en su
superestructura. En el Per, por ejemplo, mientras las clases latifundistas de la
Sierra se han transformado en constelaciones de poder local, la oligarqua
azucarera y algodonera de la Costa ha diversificado sus inversiones en la ms
extensa escala, desde los bancos, las compaas de seguros y las industrias de
transformacin hasta el comercio, las compaas inmobiliarias y el alquiler de
viviendas en las barriadas de Lima y El Callao. 31
En Chile o en Colombia, las clases terratenientes ya no corresponden a la antigua
imagen de la aristocracia latifundista, aun cuando prevalezcan las estructuras de
tipo latifundista y la ideologa seorial sobre la tierra. Las clases terratenientes se
han aburguesado -en el sentido de que han penetrado en los campos de la
inversin comercial, industrial o financiera-, y las burguesas se han dejado seducir
por el ancestral espejismo de la inversin en tierras. Este entrelazamiento de
31

Francois Bourricaud, Notas sobre la oligarqua peruana, en Jos Matos Mar, ed., La oligarqua
en el Per, Buenos Aires: Instituto de Estudios Peruanos - Amorrortu editores, 1972, pgs. 27-29;
Henri Fabre, El desarrollo y las formas del poder oligrquico en el Pero, en Jos Matos Mar, ed.,
op. cit., pg. 71 y sigs. La diversidad de actividades e inversiones -as como la articulacin con la
estructura de dominacin extranjera- ha hecho pensar a Jorge Bravo Bresani que no existe una
oligarqua sino un conjunto de intermediarios (una masa sin poder propio) (...) heterognea,
variable y solamente capaz de negociar las "condiciones", a veces casi impuestas y otras veces
casi mendigadas, que permitirn cumplir las decisiones extranjeras, en forma de manufacturas
totalmente "confeccionadas" o de productos semiterminados. Jorge Bravo Bresani, Mito y
realidad de la oligarqua peruana, en Jos Matos Mar, ed., op. cit., pg. 68. En realidad, las
observaciones de Bravo Bresani no demuestran la inexistencia de la oligarqua en el Per, sino la
carencia de un poder efectivo, decisorio y autnomo de los tipos de oligarqua caractersticos de
los pases dependientes.

32

intereses en la Cima de la pirmide social conforma esa peculiar superestructura


de poder en que consiste la oligarqua. Dentro de este marco de anlisis, no
podra hablarse estrictamente de una oligarqua agraria o de una oligarqua
industrial o de una oligarqua financiera -como se lo hace al aceptar una divisin
sectorial de la sociedad latinoamericana en compartimientos-, pues la oligarqua
es un fenmeno de integracin, en la cima, de las antiguas y modernas lites de
poder. La oligarqua no es una lite dirigente sino la cspide de una compleja
estructura de ordenamiento horizontal/vertical: en el sentido lineal u horizontal, se
constituyen las sociedades annimas o las estructuras de carcter primario; en el
sentido vertical, se organizan las corporaciones sectoriales (agricultores,
industriales, comerciantes, banqueros, etc.); y en la cima, los supergrupos32 o la
superestructura de poder (MilIs, Bourricaud, Aguilar, Furtado, Sunkel, Imaz). En
ese nivel, dejan de contar las actividades sectoriales o las ramas de la economa y
se integran los factores econmicos, sociales y polticos que conforman una lnea
de decisin. La estructura oligrquica demuestra la importancia fundamental del
poder monoltico capaz de integrar las ideologas y formas de comportamiento de
los niveles de la sociedad comercial, de la corporacin vertical o del sistema
tradicional de partidos.
Es dentro de este mbito que debe juzgarse la factibilidad de una reforma agraria
convencional, enteramente montada sobre la hiptesis liberal o populista de que la
sociedad puede reformarse por piezas, sectores o compartimientos. En qu
medida puede ser dinmica una reforma agraria sectorializada, que no ataca la
estructura oligrquica de poder Y, fue no est sincronizada con profundas reformas
en la poltica de transferencia de recursos de tecnologa o en el sistema de
financiamiento Y de mercado? En qu medida puede ser dinmica una reforma
agraria que no se apoya en una enrgica movilizacin nacional de fuerzas sociales
de cambio y que es manipulada por un Estado paternalista, de tipo tradicional u
operado con la participacin poltica de las clases medias? Estos dos esquemas
de reforma agraria pueden ser analizados en la experiencia de Chile, con
anterioridad o con posterioridad a 1964, esto es, al ascenso al gobierno de un
movimiento de fuerzas sociales heterogneas y encabezado por una moderna
lite de clase media.
La primera experiencia podra servir para plasmar la imagen de la reforma agraria
marginal, circunscripta a la periferia de la estructura latifundista y cuyo objetivo
estratgico se orient hacia la creacin de un cordn de seguridad de esa
estructura. Las polticas de colonizacin y reforma agraria que conforman ese
modelo expresan la ideologa de las antiguas clases terratenientes asociadas en el
sistema clsico de partidos liberal/conservador o de las nuevas burguesas:
latifundistas formadas en el mbito de las clases medias en ascenso, enroladas en
un partido populista (Partido Radical) y orientadas hacia la manipulacin poltica
de un sistema de coaliciones enderezadas a la conservacin del statu quo33
32

Un modelo de este tipo de construccin piramidal ha sido ex- puesto por Ricardo Lagos, en La
concentracin del poder econmico en Chile, Santiago de Chile: Pacfico, 1960.
33
Durante el gobierno del Frente Popular (radicales, socialistas comunistas), uno de las
presupuestos de la alianza fue la renuncia a promover la sindicalizacin campesina. Ms tarde, en
el gobierno de Jorge Alessandri, se constituy el Frente Democrtico con radicales, liberales y
conservadores.

33

La segunda experiencia histrica dara su fisonoma propia a los problemas e


imgenes de una reforma agraria convencional, en cuya negociacin poltica
intervienen fuerzas ideolgicamente revolucionaria, reformista y tradicional. 34 El
problema esencial que afrontan esas reformas es el de su ambigedad: Qu
funcin desempean, en la prctica histrica? Constituyen el mtodo de una
nueva lite de clase media que procura consolidar su poder en el control del
gobierno por medio de la modernizacin tecnolgica e institucional, Y utilizando
polticamente la contradiccin radical entre las fuerzas que aspiran a la
preservacin o a la abolicin de la estructura latifundista? Si ese es el sentido en
ltima instancia, la reforma estar limitada a cierta redistribucin tctica de la
tierra, sin creacin de estructuras de capacitacin empresarial y de participacin
poltica del campesinato. La masa campesina ser manipulada desde arriba por
medio de una poltica paternalista de transferencia negociada de recursos de
crdito y de tecnologa, que sustituya las antiguas formas de la dominacin rural y
que organice un modernizado sistema de clientelas. Si la masa campesina queda
atrapada en esta nueva estructura de relaciones y de poder, habr enajenado de
nuevo su capacidad de decisin y desaparecer por mucho tiempo del escenario
de las luchas sociales y polticas. Es esto lo que quiere decirse cuando se sostiene
que una reforma agraria convencional puede desacelerar y desarticular un
proceso nacional de cambios estructurales. La reforma agraria, as concebida, se
volver como un bumern contra la reforma agraria entendida como proceso
revolucionario.
Uno de los problemas de fondo de este tipo de reforma negociada es en qu
fuerzas sociales se apoya. Por su mismo carcter convencional, est descartada
la posibilidad de movilizacin nacional de las fuerzas sociales identificadas con
una ideologa revolucionaria de cambio, movilizacin que, histricamente,
supondra la existencia de una poderosa corriente cataltica como la
desencadenada por una revolucin nacional. El nudo del problema radica en el
hecho de que este tipo de reforma se apoya en fuerzas convencionales, cuya
capacidad de presin o decisin depende de la profundidad y coherencia de cada
circunstancia histrica. Se apoya realmente en el campesinado? En qu
campesinado? La apoya el proletariado industrial, el artesanado, el peonaje
urbano La apoyan las antiguas y nuevas clases medias? La apoyan las
burguesas, segn la hiptesis poltica de la izquierda oficial latinoamericana de
que sus intereses son objetivamente antagnicos a los de las clases
terratenientes?
Ninguno de estos problemas puede dilucidarse a la luz de un enfoque terico
sobre el comportamiento racional de las clase (lo que llevara a suponer que la
burguesa industrial este interesada en la reforma agraria en cuanto constituye la
puerta de entrada hacia la profundizacin e integracin del mercado interno o que
las clases medias rurales -como chacareros y tamberos en la Argentina- aspiran
34

Al debatirse en el Congreso chileno el segundo tipo de reforma agraria -durante el gobierno de la


Democracia Cristiana- los partidos Liberal y Conservador se haban integrado en el Partido
Nacional. Vase Antonio Garca, Las clases medias y la frustracin del Estado liberal en Amrica
latina, en Estructura social y desarrollo latinoamericano, Santiago de Chile: ICIRA, 1969.

34

ms a la redistribucin de la propiedad sobre la tierra que a la regulacin de rentas


y aparceras) , sino de acuerdo con las condiciones, motivaciones y niveles
ideolgicos de las fuerzas sociales que, en cada coyuntura histrica y en cada
pas, podran identificarse en la aspiracin y en el objetivo estratgico del cambio.
El hecho de que hasta ahora las reformas agrarias hayan sido promovidas por
movimientos campesinos y por una lite revolucionaria de las clases medias no
quiere decir que en pases de avanzada urbanizacin y relativa industrializacin,
como la Argentina, la reforma no pueda ser liderada por los sectores ms
politizados y organizados de las clases medias y obreras. En definitiva, en este
tipo de pases, que tendrn que llegar a la reforma agraria por va de la
industrializacin, la presin ms intensa desde el punto de vista econmico y
poltico no ha sido la presin campesina sobre la tierra (pese a la sorprendente
magnitud de las economas minifundistas, particularmente en las zonas de
plantaci6n azucarera), sino la presin nacional originada en la confluencia
dinmica de una serie de factores sociales: el crecimiento demogrfico, la
acelerada urbanizacin, la concentracin poblacional en la Ciudad Metropolitana,
la demanda industrial de materias primas, la exigencia estatal de recursos de
financiamiento y la aspiracin de las clases trabajadoras a un ms alto nivel de
vida. En la medida en que esa presin se intensifique y densifique -como efecto de
los cambios internos o de las alteraciones crecientes en la estructura del mercado
mundial-, y en que la crisis de desajuste se profundice y acelere la toma de
conciencia de las fuerzas populares, podr disearse una reforma agraria de
afuera hacia adentro, de las exigencias del desarrollo global hacia la estructura
agraria.
En estas diversas y complejas situaciones que tipifican una reforma agraria
convencional, el problema fundamental ha consistido en que, hasta ahora, no se
ha descubierto un adecuado sustituto de los cambios estructurales y de la
movilizacin de las fuerzas sociales identificadas con el objetivo finalista de
construir una nueva sociedad.
Esquema de las reformas agrarias marginales
(Modelos polticos de contrarreforma agraria)
Las reformas agrarias de tipo marginal son aquellas que expresan una estrategia
de preservacin histrica de la estructura latifundista, por medio de operaciones
de diversin tctica, de colonizacin de tierras baldas en zonas perifricas, de
redistribucin de latifundios marginales, de ampliacin de la infraestructura fsica
por medio de la inversin estatal y de creacin de instituciones a las que puedan
transferirse comercialmente tierras que por su condicin explosiva ya no pueden
operar dentro de las reglas normales de la economa capitalista de mercado.
Dentro de este modelo poltico, son las propias fuerzas sociales dominantes -entre
las que se encuentran las clases terratenientes o las burguesas de carcter
seorial- las que toman la iniciativa de disear y ejecutar este tipo de reformas que
desvan la presin campesina sobre la tierra a las zonas perifricas de
colonizacin -por fuera de los engranajes del sistema nacional de mercado--,
desatan presiones sobre el Estado a fin de inducirlo a la inversin en obras de
35

infraestructura o a la compra de tierras conmocionadas por el conflicto social o


localizadas en zonas de subversin campesina. En este tipo de reforma agraria, la
negociacin poltica se efecta exclusivamente entre sectores de las propias
clases dominantes y por intermedio del sistema de partidos de la sociedad
tradicional, en cuanto estos ejercen una plena hegemona sobre los aparatos
representativos y operacionales del Estado --con absoluta exclusin de las fuerzas
populares y del campesinado, como en el modelo colombiano-- o en cuanto
participan marginalmente partidos populistas y que han sido contaminados
ideolgicamente por el sistema, como en el modelo peruano anterior a 1969.
A diferencia de las reformas convencionales de inspiracin populista, en las
reformas agrarias marginales predomina el sentido de la preservacin histrica de
la estructura; de all que -pese a la denominacin equvoca y a las acciones de
simulacin distribucionista propagadas en el ciclo de la Alianzas para el Progreso-tengan la naturaleza de una operacin estratgica de contrarreforma agraria. El
resultado previsto de la operacin es el de consolidar las posiciones del sistema,
ya sea desviando la presin campesina concentrada en las zonas ms
congestionadas y conflictivas de la estructura, orientando la actividad del Estado
hacia la obras de infraestructura fsica y social (acelerando las corrientes de
sobrevaluacin comercial de las tierras y mejorando los canales de acceso al
sistema capitalista de mercado), o creando los mecanismos institucionales para
transferir al Estado -mediante la aplicacin de las reglas tradicionales sobre
expropiacin y compraventa- las explotaciones ms caracterizada- mente
marginales y ms expuestas a la agresin de la lucha social. 35 En el trasfondo de
estas operaciones est el propsito de afianzamiento econmico de la estructura y
consolidacin del mercado capitalista de tierra agrcola, objetivo comn de las
reformas agrarias de tipo liberal en Amrica latina. Este hecho fundamental explica
que en Chile (antes de 1964), Venezuela, Ecuador o Colombia se observe el
fenmeno de que son los propios terratenientes quienes toman la iniciativa de
ofrecer los latifundios en venta a las instituciones de reforma agraria. 36
En el modelo colombiano de reforma agraria marginal (1962-1971), esta aparece
como producto de una negociacin exclusiva entre sectores polticos de las
propias clases dominantes, por intermedio del sistema de partidos de la sociedad
tradicional (liberales y conservadores, de acuerdo con la imagen clsica de la
historia latinoamericana del siglo XIX), con base en el control hegemnico sobre
los aparatos representativos y operacionales del Estado y en la absoluta exclusin
35

En uno de los distritos de riego ms importantes de Colombia (el de Coello-Saldaa,


administrado por la Caja de Crdito Agrario y luego por el INCORA) , las obras de infraestructura
no solo sirvieron para beneficiar al 80 % del rea en poder de los grandes propietarios latifundistas,
sino que provocaron el desalojo de arrendatarios, aparceros y pequeos propietarios, y el Estado
debi absorber los valores no recuperados de la inversin pblica. Estas constituyen formas de
subvencin estatal a la estructura latifundista. Cf. Mario Surez Melo, Antonio Merchan y Miguel
Iglesias, Informe del CIRA sobre el distrito de riego, El Tiempo, Bogot, 24 de mayo de 1969.
36
En 1963, el gobierno chileno recibi ofertas de venta de 134 fundos con 372.000 hectreas. La
Corporacin de la Reforma Agraria solo pudo adquirir 31 de esos fondos. En el gobierno de
Alessandri -dice Jos Cademartori no se aplic el sistema de expropiaciones: todos los fundos
fueron comprados a sus propietarios. Cf. Jos Cademartori, La economa chilena, Santiago de
Chile: Editorial Universitaria, 1968, pg. 99.

36

de las nuevas fuerzas sociales y del campesinado. El modelo poltico colombiano


es el mismo que caracteriza a la repblica seorial:37 estricta hegemona poltica
de las clases privilegiadas y sofisticada desarticulacin del Estado liberal de
derecho; concentracin, articulada, del poder econmico y del poder poltico,
resolviendo la antinomia creada en los ciclos de repblica liberal y populista;
predominio de ideologas de apaciguamiento social con el fin de aplazar el
estallido de las tensiones o conflictos y de eludir histricamente los cambios
estructurales; aplicacin de metodologas de diversin tctica, orientadas hacia la
retencin de poblacin campesina en ciertas zonas rurales o hacia la conduccin
de las corrientes migratorias a zonas de colonizacin perifrica. Las lneas
ideolgicas de este modelo se insertan en la concepcin tradicional que identifica
desarrollo nacional con simple modernizacin de las condiciones del crecimiento
agrcola, medida en trminos de producto por habitante. Segn esa concepcin -la
misma expresada en el modelo poltico de W. Rostow-, es posible aumentar el
producto por habitante aplicando una serie de polticas convencionales:
a. Incorporacin de nuevas tierras, por medio de la colonizacin de las baldas o
de la expansin de la frontera agrcola.
b. Aumento de la superficie de la tierra irrigada por medio de polticas de
readecuacin e inversin estatal.
c. Explotacin de tierras incultas o abandonadas en latifundios marginales, por
medio de las polticas tradicionales de parcelacin.
d. Incremento de la productividad por medio de la introduccin de ciertas
tecnologas modernas -segn pautas metropolitanas- en el rea de la agricultura
comercial o de ciertas empresas latifundistas.
e. Control neomalthusiano de la natalidad, con el objeto de reducir a corto plazo, y
conforme a los proyectos metropolitanos, las tasas del crecimiento demogrfico.
De acuerdo con estos marcos ideolgicos e institucionales este modelo de reforma
agraria ha tenido los siguientes resultados en diez aos de ejecucin (1962-1971):
a. Ms del 95 % de las operaciones efectuadas por el Instituto Colombiano de
Reforma Agraria (INCORA) se caracterizan como adjudicacin de tierras baldas,
de propiedad fiscal y localizadas en zonas perifricas; no se trata, en suma, de
redistribucin de tierras, sino de legitimacin de posesiones en tierras no
incorporadas anteriormente a la estructura o al sistema nacional de mercado.
b. En un decenio, apenas se han expropiado 33 predios, con una superficie que
solo representa el 0,4 % de las tierras adquiridas por el INCORA, y mediando un
procedimiento legal que condiciona la expropiacin a la negociacin previa con el
propietario.
c. Las tierras expropiadas o negociadas por el INCORA se han asignado a 13.800
familias, comprendiendo a menos del 1 % de las familias campesinas necesitadas
de tierra y menos del 1 % del rea agrcola aprovechable, estimada en 15 millones
de hectreas; para fines del decenio, se ha calculado en 1.300.000 las familias
campesinas necesitadas de tierra, en cerca de 40.000 familias el crecimiento
vegetativo anual y en 3 % la tasa de crecimiento de la poblacin activa.
37

Antonio Garca, en Dialctica de la democracia, Bogot: Edic. Cruz del Sur, 1971.

37

d. La mayora de las compras y expropiaciones se han efectuado en zonas de


adecuacin de tierras, donde se ha concentrado el 30 % de las inversiones del
INCORA; pese al papel estratgico asignado a los Distritos de Riego, a fines del
decenio apenas se encontraban bajo riego 40.800 hectreas, esto es, ello % de
las 425.000 fijadas como meta por las autoridades planificadoras de la reforma.
e. Las unidades de dotacin fluctan entre 18 y 25 hectreas, con costos
superiores a 50.000 pesos colombianos por parcela reformada (cerca de 2.500
dlares, con salarios rurales de menos de un dlar e ingresos anuales inferiores a
150-200 dlares para el 70 % de las familias campesinas), y la instalacin de una
familia colonizadora en tierras baldas exige un desembolso de 200.000 pesos
colombianos (poco menos de 10.000 dlares de 1971). Dentro de los marcos de
estas polticas de parcelacin o de colonizacin de baldos, la poblacin
campesina queda prisionera de los vnculos originados en el desproporcionado
endeudamiento y transformada en clientela poltica de las agencias estatales que
distribuyen recursos de crdito y tecnologa.
Esta evaluacin esquemtica de un modelo poltico de reforma agraria marginal
revela su absoluta incapacidad para modificar siquiera las formas de
funcionamiento de la estructura y para aminorar el carcter explosivo de los
fenmenos que expresan el atraso y la dependencia: el desempleo estructural, el
subempleo del 70 u 80 % de la poblacin campesina, la marginalidad social de la
enorme polvareda minifundista, la polarizada distribucin del ingreso agrcola, as
irreductibles expresiones del colonialismo interno. Este tipo de reforma se aplica
en un pas en el que el latifundio, con cerca de la mitad de la tierra agrcola,
apenas emplea: 1 4 % de la mano de obra rural y no genera sino el 15 % el valor
de la produccin agropecuaria, y en el que el minifundio, con el 5 % de la tierra,
debe ocupar al 58 % de a mano de obra rural y participar en la generacin del 21
% el valor de la produccin agropecuaria.38
Es necesario diferenciar, en la prctica latinoamericana, dos modelos polticos de
reforma agraria marginal:
a. El simplemente conservador, que disean y ejecutan fuerzas sociales
identificadas con un propsito de conservacin el statu qua por medio de la
manipulacin hegemnica del sistema de partidos tradicionales,39 como en los
casos de las formas agrarias de Colombia, Ecuador, Per (1960-62) , 40 Nicaragua
y Honduras.
b. El que opera por medio de alianzas entre el sistema de partidos tradicionales
(fuerzas sociales conservadoras) y los partidos de clases medias e ideologa
populista, como en los pasos de Chile (gobiernos radicales o de coalicin liberal38

Solon Barraclough y Arturo Domike, Evolucin y reforma de la estructura agraria en Amrica


latina, Santiago de Chile: ICIRA, 1965, pg. 14.
39

Oscar Detgado, op. cit., pg. 201.


Ricardo Letts, Breve historia contempornea de la lucha por la reforma agraria en el Per,
Economa y Agricultura, Lima, n 2, febrero de 1964, pg. 126.
40

38

conservadora-radical) o Per (gobierno populista y alianza APRA-Unin Nacional


Odrista).
En el primer modelo, las acciones se orientan ms sistemtica directamente hacia
la consolidacin del statu qua, la preservacin de la tendencia a la sobrevaluacin
comercial de la tierra y la promocin de cualquier tipo de inversin pblica que
implique (como en los casos de la infraestructura de riegos y las vas de
comunicacin) una subvencin estatal a la estructura latifundista. Dentro de este
modelo, las lneas preferentes que lo instrumentan son la colonizacin de tierras
baldas y perifricas, la parcelacin de latifundios marginales 41 Y la construccin
de obras de infraestructura fsica y social.
En el segundo modelo poltico, la base de la transaccin entre viejas y nuevas
fuerzas sociales --o entre el sistema tradicional de partidos y el partido de
connotacin populista- es aquel tipo de acciones que, sin tocar los ncleos de la
estructura, promueven la modernizacin tecnolgica, el retoque de la arquitectura
empresarial y ciertas operaciones de redistribucin en reas estratgicas. La
redistribucin de los latifundios ms desajustados o ms presionados por los
conflictos sociales se gua por los esquemas ortodoxos de la mediana propiedad o
de las pequeas unidades familiares, tendiendo a crear cinturones de seguridad
en zonas latifundistas de elevadas tensiones o intensa lucha poltica.
En la aplicacin de este modelo -en un pas de tan extensa actividad
representativa como Chile- intervienen en el regateo parlamentario los partidos
polticos conservadores y populistas, pero no las fuerzas u organizaciones
sociales directamente interesadas en promover los cambios. En 1964, las
sociedades de personas agrupaban solamente al 0,88 % de la poblacin activa,
mientras que las sociedades de capital incluan el 11 % de esa poblacin,
operando como una barrera defensiva destinada a amparar al 2,99 % de los
predios rurales, que sumaban el 65 % del valor de la tierra. En 35 aos de
gobiernos radicales o tradicionales, la asignacin total de tierras de propiedad
fiscal o privada apenas benefici a 5.845 familias, lo que supone una tasa anual
de 115 familias. Esta es, precisamente, una de las ms notables caractersticas
institucionales de las reformas agrarias marginales: la absoluta desproporcin
entre la intensidad de la presin nacional o de la presin campesina sobre la
tierra42y la magnitud insignificante de los procesos redistributivos. Para este
histrico de Chile, el Comit interamericano de Desarrollo agrcola estim la
41

En Colombia esas parcelaciones fueron producto de las invasiones de tierras que acompaaron
o siguieron al proceso de la violencia poltica, como en el caso de las fincas cafetaleras
expropiadas en 1962 en la regin de Cunday (Tolima). Cf. Albert O. Hirschman, Estudios sobre
poltica econ6mica en Amrica latina, Madrid: Aguilar, 1964, pg. 174.
42

La presin nacional sobre la tierra comprende y articula una serie de variables, como el
crecimiento demogrfico, las demandas del proceso de industrializacin, las presiones desatadas
por la concentracin demogrfica en las grandes ciudades metropolitanas, la expansin orgnica o
burocrtica del Estado o la creciente importacin de alimentos y materias primas para cubrir el
dficit de la inflexible produccin interna. Vase Antonio Garca, Sobre las nociones de presin
campesina y presin nacional sobre la tierra, Reforma agraria y economa empresarial en
Amrica latina, Santiago e Chile: Editorial Universitaria, 1967, pg. 29 y sigs.

39

existencia de 200.000 a 300.000 familias rurales necesitadas de tierra (incluyendo


comuneros y rninifundistas), ms 60.000 familias ancladas en pequeas
explotaciones campesinas al nivel de las economas de subsistencia. Esto
equivale a decir que despus de 35 aos de operaciones le colonizacin y reforma
agraria de acuerdo con el modelo conservador-populista, solamente se ha
beneficiado al 2 % de las familias rurales necesitadas de tierra, y no ha podido
darle ninguna respuesta a las crecientes exigencias de la presin nacional sobre la
estructura agraria.43
Dentro de esta categora poltica deben incluirse algunos proyectos de reformas
agrarias privadas, especialmente la emprendida por la Iglesia Catlica y
promovida por el obispado de Talca. Con una disponibilidad de 50.000 hectreas
en fincas trabajadas por medio de arrendatarios y aparceros, la Iglesia destin a la
parcelacin cinco fundos de inquilinaje con el 11 % de las tierras y 200 familias
campesinas, movilizando 600.000 dlares en donaciones y subvenciones (recursos internacionales para el financiamiento del aparato administrativo) y 2
millones de dlares en prstamos extranjeros (disponibilidad de 670 dlares por
hectrea regada y de 1.000 dlares por familia campesina). Este tipo de reformas
agrarias privadas no constituyen una operacin redistributiva y no tienen como
objetivo fundamental la transformacin dinmica de las comunidades rurales, sino
la organizacin de un proceso comercial de venta de tierras. 44
43

La agricultura chilena -dice Solon Barraclough con relacin este perodo histrico-- vena
retrasndose desde la dcada del veinte, cuando se hundi el mercado del nitrato o salitre
natural. :1 aumento de la poblacin vena sobrepasando al de la produccin e alimentos desde
1945. Las importaciones de productos agrcolas haban duplicado, a pesar de existir tierras
abundantes y condiciones climticas favorables. El ingreso agrcola per cpita representaba menos
de la mitad del promedio nacional. La desocupacin prevaleca en los campos chilenos,
estimndose que no tena empleo productivo un tercio de la mano de obra campesina. Este milln
y cuarto de poblacin campesina ms pobre consuma muy pocos, productos industriales. Ms de
las tres cuartas partes de la tierra cultivable permaneca en forma de grandes haciendas o
latifundios, que empleaban ms de 12 trabajadores como inquilinos o medieros fuchos de los
trabajadores permanentes reciban la mayor parte de 11 salario en especie y, principalmente, en el
derecho de usar una pequea parcela o goce. Los sindicatos estaban casi totalmente prohibidos y
la participacin poltica campesina era mnima.
La creciente poblacin urbana forz a los sucesivos gobiernos tanto como > radicales como
conservadores- a mantener bajos los precios de: sus alimentos y a favorecer las inversiones
urbanas. Entre 1955 y 965 el nmero de inquilinos y trabajadores fijos y con vivienda: disminuy a
la mitad, aumentando en cambio la superficie dada n medias y subiendo verticalmente el nmero
de pequeos propietarios y de trabajadores sin tierra. Cf. Reforma agraria: historia
perspectivas, Cuadernos de la Realidad Nacional, Santiago de: Chile: Universidad Catlica,
marzo de 1971, pg.4.
La absoluta inadecuacin entre los tipos de reforma agraria marginal (1962) y convencional (1964)
y la magnitud del problema estructural desde una perspectiva de desarrollo se expresan en dos
fundamentales variables: el crecimiento del producto agrcola por debajo del ritmo del crecimiento
poblacional (cf. Gonzalo Arroyo Sergio Gmez, La agricultura chilena y el subdesarrollo. Una
etapa conflictiva en la reforma agraria, Mensaje, Santiago de Chile, 1969, nOS. 183-84, pg. 11) y
la transformaci6n de Chile en un importador neto de productos agropecuarios, a partir de 1940. En
1958 ascendieron esas importaciones a 80 millones de dlares, en 1964 a 160 millones, y para
1972 se estiman en ms de 300 millones de dlares (particularmente en trigo, carne y leche), cifra
que representa cerca de una cuarta parte del ingreso ordinario de di- visas de Chile. Cf. Presidente
Salvador Allende, Perspectivas de la reforma agraria, Santiago de Chile: INDAP, 1972, pg. 9.

40

En el Per, la reforma agraria de 1964 fue producto de una negociacin poltica


entre la oligarqua de la Costa, los latifundistas serranos y el sistema de partidos
populistas, que actuaban como control del gobierno o del Parlamento (Accin
Popular-Democracia Cristiana, APRA). Su expresin poltica ms caracterstica fue
la alianza APRA-UNO (Unin Nacional Odrista). De acuerdo con las normas de
procedimiento de este tipo de reforma marginal -morosas, complicadas y
curialescas- era necesario un tiempo promedio de dos aos y nueve meses para
recorrer los dos primeros pasos administrativos, hasta la correspondiente
afectacin. Los estudios de campo efectuados por el Comit Interamericano de
Desarrollo Agropecuario (ama) en el ao 1967 descubrieron que no se haba
llegado al paso de la adjudicacin en ninguna zona estudiada. 45El nmero de
familias campesinas beneficiadas hasta 1968 apenas ascenda a 9.224, o sea, el
0,9 % del total de familias necesitadas de tierra.46
La experiencia latinoamericana en la aplicacin de este modelo poltico demuestra
que los terratenientes conocen, exactamente, las verdaderas distancias existentes
entre las leyes de reforma agraria y los procesos de reforma agraria:47 la prctica
histrica ha demostrado que el ms adecuado camino de la contrarreforma no es
el de la oposicin frontal sino el de la participacin directa en los procesos, las
iniciativas, la elaboracin legal y el control de las instituciones estatales de
colonizacin y reforma agraria, tal como ,ha funcionado en los pases cuyo modelo
de reforma se ha inspirado en las lneas ideolgicas y en los mtodos operacional
es de la Alianza para el Progreso.
2. Teora del latifundio como constelacin social
Qu estructura agraria se reforma
44

Algunos de los fundos parcelados, como el de Siles de Pirque, se vendieron a los campesinos a
un promedio aproximado de 1.000 dlares la hectrea. Las cooperativas organizadas en esas
zonas de reforma (Siles de Pirque o Pataguas) no se orientaron esencialmente hacia la promoci6n
del desarrollo de la comunidad campesina, sino que propugnaron el pago solidario de las deudas a
las instituciones eclesisticas.
45

Gamaliel Carrasco, Jacques Kozub, Arthur Domike, Movilizacin de los recursos financieros y
econmicos para la reforma agraria pe- ruana, Washington: Unin Panamericana, 1969, pg. 17.
46

Informe ante el Consejo de Ministros del general Jorge Barandiaran, ministro de Agricultura del
Per, Lima, 2 de octubre de 1969.
47

En Colombia, los terratenientes participaron en la elaboracin de la ley de reforma social agraria


y obtuvieron representacin directa en los organismos directivos del INCORA. Esto explica lo que,
ingenuamente, considera Hirschman como una revolucin a escondidas (op. cit., pg. 180): A
mediados de 1962, un pas de Amrica latina, cuya oligarqua conservaba an un poder econmico
y poltico considerable, tena listos todos los instrumentos para llevar a la realidad la reforma
agraria. Cmo se pudo producir un fenmeno tan improbable y tan poco natural?. Hirschman
explica esta conversin de los latifundistas a la reforma agraria, inducidos por el descontento
social, la energa reformista de la autoridad pblica y el milagro del ejemplo de lo ocurrido con la
revolucin y la reforma agraria en Cuba (op. cit., pg. 177).

41

El latifundio como constelacin social


Las ms graves e irremediables deformaciones de los esquemas de reforma
agraria en Amrica latina se originan en la falta de claridad --o en el vaco
conceptual- acerca de qu estructura se reforma.
En el reconocimiento de esa estructura se han propagado una serie de
estereotipos que nada tienen que ver con la realidad histrica y social de Amrica
latina sino con las supersticiones ideolgicas dominantes en ella:
a. Que no existe una pluralidad de estructuras latifundistas sino un tipo nico de
latifundio, hermtico, arcaizante e incapaz de cualquier forma de modernizacin
empresaria y tecnolgica; este enfoque supone la plena vigencia de la estructura
agraria de procedencia hispano-colonial.
b. Que las formas modernizadas o racionalizadas de latifundio -como la plantacin
cafetalera paulista o la plantation azucarera o bananera antillana conformada de
acuerdo con los patrones del enclave colonial- ya han dejado de ser latifundio,
ingresando en la categora de gran empresa agrcola de fisonoma y normas
estrictamente capitalistas; este enfoque circunscribe las acciones de reforma
agraria a las zonas de latifundio de colonato --esto es, a las zonas ms atrasadas
de Amrica latina-, eludiendo la afectacin de las modernas estructuras
latifundistas articuladas con los nuevos sistemas de poder o con las estructuras de
dominacin extranjera.
c. Que el latifundio no existe como una estructura nacional sino como una serie de
enclaves aislados, locales, no articulados y de carcter patolgico y excepcional;
segn este enfoque, la reforma agraria es una operacin administrativa limitada a
las zonas o unidades que exhiben esa condicin irregular.
d. Que el latifundio no funciona como una constelacin social (en la que se
integran, como formas satelizadas, las comunidades campesinas, las zonas de
minifundio, las pequeas economas rurales, las rancheras de peonaje, el poblado
de frontera), sino como una serie de partes yuxtapuestas y enteramente
desmontables; en consecuencia, este enfoque conduce a un modelo poltico de
reforma agraria -como el de Colombia- que se apoya en la doctrina de que,
efectundose la concentracin de la propiedad sobre tierras de discutible utilidad
econmica, el nudo del problema que se encara no es de latifundio sino de
minifundio.
e. Que el latifundio existe como una estructura pero que slo puede ser enfrentado
-por medio de las operaciones de reforma agraria- unidad por unidad, fundo por
fundo; este enfoque se caracteriza por desviar o anular el diagnstico sobre la
naturaleza de la estructura y la estrategia de enfrentamiento con esta.
Desde luego, estos estereotipos tienden a desviar o desnaturalizar las
operaciones de reforma agraria, orientndolas por falsas pistas, como la de
enfrentar la problemtica del minifundio como una cuestin per se y desarticulada
de las formas de funcionamiento de la estructura latifundista; la de tomar,
exclusivamente, la problemtica extrema de las zonas ms atrasadas o de las
unidades latifundistas ms anacrnicas y explosivas; o la de excluir de todo
esquema de reforma agraria las zonas y unidades latifundistas que enmascaran la
42

estructura de dominacin con una falsa portada de modernizacin tecnolgica.


Esas distorsiones de los estereotipos dominantes no son, por supuesto, ni
ocasionales ni espontneas: son el producto de una estrategia de preservacin de
las estructuras, inspirada en diversas lneas ideolgicas. La mayor dificultad
consiste en el reconocimiento y definicin de esas diversas ideologas, originadas
en las estructuras de poder de las clases terratenientes -tradicionales o
modernas-, en los rganos representativos de las aspiraciones burguesas, en los
movimientos reformistas de las clases medias o en las estructuras de dominacin
extranjera que operan en la doble direccin de afuera hacia adentro y de adentro
hacia afuera. Sin una estricta definicin de la estructura -totalista y orgnica,
pluralista, dinmica-, el anlisis no podr revelar la problemtica radical del atraso
y la reforma agraria apenas podr ser una operacin dilatoria y diversionista. 1
A grandes rasgos, esa problemtica se relaciona con la triple fenomenologa del
desempleo, la incomunicacin y la incapacidad de responder a la exigencia
latinoamericana de una nueva imagen de la sociedad y de la vida.
El desempleo no es una excrescencia o modalidad patolgica del sistema -tal
como se desprende de los supuestos de la teora convencional- sino una
expresin pura y simple de la economa del sistema, y de all que su dinmica no
se atene con la acelerada emigracin campesina hacia las ciudades, con la
expansin de la frontera agrcola o con la modernizacin tecnolgica y social de
algunos estratos empresariales. El Comit Interamericano de Desarrollo
Agropecuario estima que la mayor parte en los recientes aumentos en la
produccin agrcola se han debido a una parte relativamente pequea de la
poblacin activa agrcola total, a 10 sumo, una cuarta parte, y que el subempleo
y el empleo encubierto afectan de una quinta parte a la mitad de la poblacin
activa rural de varios pases latinoamericanos, no obstante la gravitacin de los
acelerados mecanismos de la emigracin campesina. 2
Porcentaje de la
poblacin total

Porcentaje de la
poblacin rural

Emigracin
(miles
personas)

Argentina

8.6

24.9

1466

Brasil

12.1

19

6301

Colombia

11.9

16.6

1345

Chile

11.9

29

685

neta
de

Vase, del autor, Acerca de la nocin estructural del atraso>, en La estructura del atraso en
Amrica latina, Buenos Aires: Pleamar,
2
Solon Barraclough, Problemas relativos a la ocupaci6n que afectan el desarrollo agrcola
latinoamericano, Boletn Mensual de Economa y Estadstica Agrcolas, Roma 1969, nOS. 7-8,
pg. 3.

43

Ecuador

12.2

17

390

Guatemala

2.7

3.6

75

Per

8.3

13.6

64.9

Fuente: Relacin entre la tenencia de la tierra y el desarrollo socio- econmico del


sector agrcola en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala y Per,
Washington, 1966, y Tenencia de la tierra y desarrollo socioecon6mico del sector
agrcola, Informe regional, Washington: CmA.
1969, as como Atraso y dependencia en Amrica latina, en Hacia una teora
latinoamericana del desarrollo, Buenos Aires: El Ateneo, 1972.
Pese a que estos mecanismos de drenaje operan como amortiguadores del
sistema (en proporciones que fluctan entre la quinta y la cuarta parte de la
poblacin rural), el fenmeno del desempleo absoluto o relativo contina siendo
uno de los determinantes de la desigual distribucin del ingreso agrcola y de la
expansin inexorable de la miseria rural. El desempleo absoluto de la fuerza
laboral ha sido una caracterstica de los tipos modernizados de plantacin en la
Costa peruana o en las islas antillanas con zafras azucareras de tres meses al
ao, y el subempleo ha dado fisonoma propia a las formas arcaicas del latifundio
de colonato, as como los densos cinturones de comunidades indgenas y zonas
tradicionales de minifundio.
La incomunicacin rural es el fenmeno por medio del cual las masas campesinas
no participan ni en la generacin del poder poltico, ni en los procesos de
transmisin de tecnologas y tipos racionales de cultura, ni en las formas
modernizadas que adopta el sistema nacional de mercado (productos, trabajo,
crdito, inversiones). La forma extrema de la incomunicacin rural es la inmersin
campesina -caracterstica del latifundio arcaico de colonato--, en cuanto se
fundamenta en la coercin y la segregacin; en esto consiste la forma
institucionalizada de su violencia. 3 La inmersin campesina se caracteriza, desde
el punto de vista sociolgico, por lo siguiente:
a. No solo expresa una profunda desigualdad social sino una desigualdad
institucionalizada e inamovible, sobre la que no opera eficazmente ningn
mecanismo correctivo.
b. Conserva la ordenacin colonial de estamentos, castas y grupos raciales,
impidiendo el ascenso social y la formacin de un sistema abierto de clases,
caracterstico de la moderna sociedad capitalista.
c. Constituye un sistema de incomunicacin o segregacin de las masas
campesinas, por medio del antiguo mtodo colonial del arraigo.

Vase, del autor, El problema agrario y los medios de comunicacin colectiva, Quito: CIESPAL,
1967, pg. 176; Dominacin y reforma agraria en Amrica latina, Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1970.

44

d. Proyecta la estrategia latifundista de cerrar las vas y posibilidades de


organizacin moderna de la comunidad campesina, impidindole expresarse,
ejercer presiones, negociar y participar; en consecuencia, su objetivo es la
conservacin de la comunidad campesina como una masa aluvional, sin poder y
cautiva dentro de la estructura latifundista.
e. Expresa un tipo de relaciones seoriales, dentro de las cuales la masa
campesina no conoce la negociacin, el regateo, la participacin en las autoritarias
decisiones patronales sobre su destino.
f. Desconoce y repudia --en los pases o regiones de comunidad indgena
monolinge- los vehculos elementales de comunicacin, como la alfabetizacin y
el bilingismo.
Ideologas latinoamericanas y modelos de constelacin latifundista
Se reforma una estructura, no la pieza ms desgastada y desajustada de esa
estructura. De acuerdo con las ideologas predominantes en Amrica latina,
podran definirse tres posiciones polticas:
a. La conservadora, que apunta hacia las zonas localizadas geogrficamente
fuera de la estructura o en su periferia (tierras baldas de propiedad fiscal y no
incorporadas antes al sistema nacional de explotacin y de mercado) o, hacia los
latifundios que afrontan los ms graves problemas de conflicto social,
inoperabilidad econmica o subversin campesina.
b. La populista, que seala las zonas ms atrasadas de latifundio o que se orienta
hacia las posibilidades de modernizacin tecnolgica y empresarial de la
estructura, por medio de polticas de redistribucin del ingreso agrcola o de
regulacin laboral que conlleven mayor participacin del Estado (mecanismos
tributarios), de los arrendatarios y aparceros (regulacin de rentas y aparceras),
de los colonos (regalas de tierra y remuneracin salarial en dinero) y del
proletariado rural.
c. La revolucionaria, que se orienta hacia la demolicin total o parcial de esa
estructura, con un objetivo de sustitucin fragmentaria o global, de acuerdo con la
naturaleza de los esquemas socialista o nacional-revolucionario de desarrollo.
La ideologa conservadora entiende la reforma agraria como una operacin de
preservacin histrica y de modernizacin tecnolgica de la estructura tradicional,
no solo desde el punto de vista de sus reas ms desgastadas, explosivas y
vulnerables, sino desde una perspectiva de desviacin de la presin campesina
sobre la tierra agrcola hacia las zonas baldas y perifricas, localizadas por fuera
del sistema nacional de infraestructura, comunicacin y mercado. Se disea,
entonces, como una verdadera estrategia de preservacin, ampliacin y limpieza
interna de la estructura existente, canalizando en su beneficio las corrientes y
aspiraciones nacionales a la reforma agraria. Esta ideologa inspira operaciones
de reforma como las de Colombia, Ecuador, Nicaragua o Santo Domingo,
orientadas hacia la colonizacin de baldos en zonas perifricas (agotado el
proceso de colonizacin de las tierras interiores de reserva, como el ocurrido en la
pampa hmeda argentina, en la regin chilena de los lagos, en la ceja de selva en
45

el Per, en el cinturn subtropical del Ecuador entre la Costa y la Sierra, o en las


laderas andinas integradas a la sociedad colombiana por medio de la cultura del
caf), hacia la redistribucin de latifundios marginales o hacia la creacin de un
mercado de tierras para los latifundios conmocionados por los procesos de
violencia y conflicto social. Esta caracterizacin explica que en Colombia, Ecuador
o Santo Domingo, las propias clases terratenientes tomen la iniciativa de vender
las tierras a los organismos estatales de reforma agraria. Semejantes operaciones
de negociacin implican, obviamente, no solo ventas al Estado de tierras sin
posibilidades de operar normalmente dentro de un sistema capitalista de mercado,
sino transferencia de problemas sociales (colonos arraigados durante varias
generaciones a la tierra), de conflictos y violencia (latifundios localizados en las
zonas de subversin campesina o de lucha armada) o de situaciones de
inoperabilidad agrcola de deterioradas unidades de explotacin. 4
La ideologa populista define la reforma agraria como una operacin de
modernizacin tecnolgica y empresarial (acarreo de fertilizantes comerciales,
fungicidas, semillas mejoradas o tractores, o apertura social de las instituciones
distribuidoras de recursos de crdito y tecnologa), de ampliacin y articulacin de
la red nacional de obras de infraestructura fsica, de redistribucin del ingreso
agrcola (regulacin de salarios, precios, rentas y aparceras) y de parcelacin de
los latifundios ms atrasados y desajustados. La estrategia que disea no se
endereza a provocar una alteracin significativa en la estructura de la propiedad
de la tierra y del sistema de relaciones sociales que la proyecta, sino a
desencadenar una corriente de operaciones negociadas de modernizacin,
redistribucin del ingreso agrcola y ajuste de las reglas institucionales de
funcionamiento. El anlisis de lneas ideolgicas tpicamente populistas -la aprista
en el Per y la radical en la Argentina- podra definir, con muy estricta objetividad,
no solo la manera de entender el problema sino tambin la de formular las
operaciones de reforma agraria. El aprismo -en la etapa posterior al abandono de
la ideologa revolucionaria y antilatifundista- enuncia la reforma agraria como una
poltica de parcelacin de los latifundios ms atrasados de la Sierra, de
colonizacin de la selva o de la ceja de selva, de construccin de obras de
infraestructura y de redistribucin del ingreso agrcola por medio de la regulacin
de salarios (proletariado rural), del ajuste de rentas (yana- canas en las haciendas
de plantacin de la Costa) o de la modernizacin laboral de los latifundios
serranos anclados en el sistema de peones feudatarios. Semejantes lneas de
modernizacin tecnolgica y social no apuntan hacia la generacin de un cambio
4

En Per se vendieron al Estado -durante el gobierno de Accin Popular- las haciendas ganaderas
de la Sierra Central que haban sido invadidas por las comunidades campesinas, y en Ecuador las
haciendas que eran incapaces de responder a sus obligaciones laborales con los huasipungueros,
allegados, aparceros y peones. En la Costa guayaquilea, se vendi al Instituto Ecuatoriano de
Colonizacin y Reforma Agraria la hacienda Tenguel (33.000 hectreas), cuando la plantacin
bananera estaba gravemente deteriorada por la introduccin del mal de Panam y no le resultaba
rentable a la compaa norteamericana efectuar inversiones de saneamiento o de sustitucin del
cultivo. En Colombia, los terratenientes con mayor capacidad de presin comercial y poltica
vendieron al Instituto de Reforma Agraria latifundios en zonas boscosas que haban sido abiertas al
cultivo por colonos-precaristas, o tierras localizadas en los polgonos de la lucha guerrillera.

46

estructural sino que traducen -pragmticamente-- la frmula cabalstica elaborada


por V. R. Haya de la Torre: No hay que quitar la riqueza a quien la tiene, sino
crearla para darla a quien no la tiene.
En la Argentina, desde la Unin Cvica Radical de Hiplito Yrigoyen hasta el
radicalismo intransigente de Arturo Frondizi, han definido la reforma agraria como
una operacin tctica de colonizacin, modernizacin tecnolgica y redistribucin
de ingresos por medio de polticas de regulacin de rentas y aparceras. 5 El
peronismo profundiz en esta lnea redistributiva, persiguiendo -a travs de
polticas regulado- ras de precios y salarios-- una mayor transferencia del ingreso
rural hacia el mbito del proletariado agrcola y de las pequeas economas
campesinas.
La ideologa revolucionaria -de cualquier carcter- de- fine la reforma agraria como
una operacin estratgica de cambio estructural. Esta operacin tiene una serie de
implicaciones: a) la demolicin total o parcial de la estructura o estructuras
latifundistas; b) la alteracin radical de las reglas institucionales de juego, y c) la
sustitucin parcial o total de las estructuras vigentes por otra capaz de responder a
las exigencias articuladas del desarrollo econmico y social. La cuestin
fundamental del enfoque consiste en la manera como diferencia las acciones de
modernizacin operacional de la estructura y el cambio de estructura. Qu
implica una operacin de cambio de estructura? Primero, una demolicin pura y
simple, no una redistribucin de unidades latifundistas aisladas. No existen
latifundios, sino estructuras latifundistas. Estas estructuras son diversas y
funcionan no solo como constelaciones sociales, sino tambin como sistemas de
economa y de poder articulados con la organizacin poltica del Estado, el
sistema nacional de mercado y las estructuras de transferencia intersectorial de
recursos tecnolgicos y financieros. La constelacin social se fundamenta en un
mecanismo de colonialismo interno; cierto tipo de latifundio opera como ncleo o
centro rector del sistema, y en su periferia -articulada y movilizada por su fuerza
centrfuga- se agrupa la constelacin de zonas, poblaciones y unidades
satelizadas: pequeas economas campesinas, zonas minifundistas, comunidades
indgenas, rancheras de peones sin tierra (los llamados en el Ecuador peones
libres y en Chile afuerinos) y poblados de frontera. 6
5

La posicin de Frondizi, y del Movimiento de Integraci6n y Desarrollo, es fundamentalmente


desarrollista y subestima el problema de la estructura fundiaria y social. Desde este ngulo, centra
la poltica agraria en la acci6n de factores relacionados con la tecnologa y la inversin. En
nuestro pas -dice el Programa Agrario del Mill- el problema comn a la industria y al agro es la
insuficiencia de capital, la falta de industria pesada y la precariedad de los caminos y transportes.
El problema agrario argentino, Buenos Aires: Desarrollo, 1965, pg. 41. El problema agrario se
reduce, entonces, a la mayor participacin del sector en los recursos nacionales de financiamiento,
a la mayor propagacin de las innovaciones tecnolgicas y al consiguiente incremento de la
6

Antonio Garca, Reforma agraria y economa empresarial en Am- rica latina, Santiago de Chile:
Editorial Universitaria, 1967, pg. 141. Se llama poblado de frontera al que se articula con el
sistema de comercializacin del latifundio, sea porque sustituye las funciones tradicionales de la
tienda de raya mexicana, del tambo al peruano o de la pulpera de fundo chilena, sea porque su
poblacin activa depende del acceso a los recursos fsicos de aquellas, por medio de la aparcera,
el arrendamiento de tierras o el peonaje. Vase Antonio Garca Estructura de una hacienda
seorial en la tierra ecuatoriana: hacienda, huasipungo, poblado, Revista de Ciencias Polticas "

47

Como forma de funcionamiento de la estructura latifundista es que no solo se


observa en las zonas ms atrasadas de latifundio de colonato (la sierra
ecuatoriana del Cayambe o del Caar, los valles cuzqueos del Per o el altiplano
de Guatemala), sino en las regiones ms modernizadas de agricultura de
plantacin en la Costa peruana o en las islas antillanas. Este hecho se explica por
la naturaleza o antecedentes coloniales de los tipos dominantes de estructura
latifundista en Amrica latina: la hacienda clsica de colonato -arcaica o moderna-,
que ha conservado los lineamientos generales de la ideologa seorial con
respecto a la tierra y la poblacin campesina encomendada, y la plantation, que ha
introducido en el contexto de las economas tropicales el sistema normativo del
moderno enclave colonial de tipo africano o asitico.
Existiendo una pluralidad de estructuras latifundistas, 7 se define tambin una
pluralidad de constelaciones sociales. Con sentido ms ejemplar que exhaustivo,
podran describirse cuatro modelos: uno chileno, en el Valle Central; otro
ecuatoriano, en los pramos sureos del Caar, y dos peruanos, uno
correspondiente al valle cuzqueo de Anta y otro a los valles regados y de
agricultura de plantacin de la Costa.
En el modelo chileno (vase la figura 2-1), las pequeas explotaciones
campesinas, la zona minifundista y el poblado de frontera establecen un sistema
Sociales, Universidad -Nacional Autnoma de Mxico, n 9 33, 1943, pgs. 359-453.

Antonio Garca, Clasificacin de las estructuras latifundistas, en Antonio Garca, Dinmica de


las reformas agrarias en Amrica latina, Santiago de Chile: ICIRA, 1968.

48

de relaciones con el fundo de inquilinaje, mediante el arrendamiento de tierras, la


aparcera, el acceso a los campos de talaje o el salariado eventual. Algunas de
estas zonas minifundistas fueron pro- ducto de operaciones tcticas de
parcelacin efectuadas por haciendas con el objeto de asentar en su frontera una
masa de trabajadores eventuales -sin costos para la economa patronal- o la
aplicacin de un modelo de reforma agraria marginal que redistribuy tierras de
latifundio asignando a los parceleros 25 o 30 hectreas de riego, y a los huerteros,

menos de una hectrea. Dentro de este esquema de reforma, la parcelacin


reprodujo la estructura del fundo de inquilinaje, al constituir por medio de una
densa capa de huerteros- minifundistas un depsito de mano de obra arraigada en
la zona y articulada con las exigencias laborales de las parceleras. En otras
regiones de Chile -como en la provincia araucana de Cautn- el modelo de
satelizacin (fundo de inquilinaje-comunidades indgenas-poblado de frontera) es
semejante al diseado para el valle cuzqueo de Anta.

49

En el modelo ecuatoriano (vase la figura 2-2), las comunidades indgenas, las


economas minifundistas, las rancheras y el poblado de frontera sobreviven en
simbiosis con la hacienda como elementos satelizados y carentes de vida propia.
El poblado es asiento de peones temporarios, aparceros y pequeos arrendatarios
de tierras de hacienda, as como circuito de comercializacin de la totalidad de la
zona satelizada (huasipungueros, allegados, comuneros, aparceros, pequeos
arrendatarios de tierras, minifundistas y peones). Las comunidades indgenas
proveen a la hacienda de aparceros indigentes que trabajan a medias en las
parcelas de los huasipungueros, de peones eventuales, de aparceros que trabajan
en las tierras marginales, de mano de obra que se intercambia por el acceso a los
campos de pastoreo, a los rastrojales, a los sobrantes de agua o a las leas de
pramo.

50

En las rancheras reside la ltima reserva laboral de este tipo seorial de


constelacin latifundista: el pen libre, el jornalero sin comunidad y sin tierra.
En el primero de los modelos peruanos, el del valle cuzqueo de Anta (vase la
figura 2-4), las comunidades satelizadas (con unidades de explotacin de menos
de dos hectreas) establecen con la hacienda la ms compleja trama le
relaciones: la proveen de trabajadores feudatarios (con arraigo dentro de la
hacienda), de aparceros, de herbajeros : que intercambian trabajo o ganado por
acceso a los campos de pastoreo), de pongos o de mitanis para el servicio
domstico en las casas patronales de la ciudad o de la hacienda, y, finalmente, de
peones eventuales dentro de las normas tradicionales del salariado marginal 8 las
zonas minifundistas se integran al latifundio por medio le las relaciones de
aparcera seorial, de herbajara y de peonaje, 9 constituyendo la principal reserva
8

Se llama salariado marginal al que funciona en las zonas de latifundio arcaico de colonato y que
no se define de acuerdo con las normas de un sistema capitalista de mercado. Of. Antonio Garca,
Dinmica de las reformas agrarias..., op. cit.
9

Antonio Garca, Reforma agraria y economa empresarial..., op. cit.

51

de mano de obra complementando a los peones feudatarios arraigados dentro : la


frontera fsica de los latifundios.

52

53

En el poblado de frontera residen pequeos arrendatarios de tierras y jornaleros


eventuales, y en l comercializan su cosecha -por medio del mecanismo del
trueque y en magnitudes milimtricas-- los trabajadores feudatarios de la
hacienda, los comuneros, los minifundistas y peones con algn tipo de acceso
precario a tierra.
En aplicacin del esquema de reforma agraria marginal, no tuvo modificacin
alguna la estructura de la zona, limitndose la reforma a la asignacin de
pegujales a peones feudatarios en los cinturones marginales de las haciendas y
que dando por fuera del proceso las comunidades indgenas y las zonas de
minifundio, esto es, cerca del 80 % de la fuerza campesina de trabajo localizada
en las laderas erosionadas: la constelacin regional. En el esquema de reforma
agraria estructural posterior a 1969, se ha intentado sustituir el mtodo tradicional
de las afectaciones fundo por fundo por la poltica de reestructuracin planificada
de la zona, sustituyendo la constelacin latifundista por un sistema regional :
empresas campesinas de autogestin -integradas en una estructura cooperativa
de segundo grado--, en las que se incorporan no solo los peones feudatarios sino
tambin los comuneros indgenas, los precaristas, los minifundistas y los
pequeos propietarios. A travs de la estructura cooperativa, s empresas
campesinas asumen la responsabilidad de la planificacin del desarrollo agrcola a
nivel regional y se articulan con los mecanismos e instituciones que instrumentan
la estrategia global.
En el modelo de los valles irrigados de la Costa (vase la figura 2-7), las unidades
satelizadas son fundos con cientos miles de hectreas de riego y cientos de
trabajadores asalariados y feudatarios que habitualmente abastecen de caa los
ingenios y carecen de dinmica propia. De ah que se observen dos niveles de
satelizacin: el correspondiente a los anexos (fundos ya incorporados a la
estructura de propiedad del complejo agroindustrial) y el de los fundos colonos,
que, careciendo de ingenio azucarero, entran en la rbita de creciente
dependencia del complejo. Este modelo es semejante de carcter antillano (que
funcion en Cuba hasta la aplicacin de la primera reforma agraria) 10 o al que
conforma el sistema de latifundios azucareros en el valle del Cauca, en Colombia.

Proceso histrico de las estructuras latifundistas


Desde cualquier ngulo de enfoque, la reforma agraria es una operacin
estratgica de innovacin profunda o de sustitucin radical de la estructura
latifundista; de lo contrario, carecera de sentido y de objeto. Los tipos de
pequeas reformas agrarias --de carcter simplemente ejemplar o de alcances
estrictamente paliativos- desordenan la antigua estructura sin crear las fuerzas
generadoras de una nueva dinmica econmica y social. En consecuencia, las
reformas agrarias deben ser examinadas desde dos perspectivas crticas: una
histrica, en cuanto desencadenan procesos de transformacin acelerada, por
10

El sistema cubano de caas en administracin sirvi para disfrazar u ocultar el grado extremo
de concentracin de la tenencia latifundista en el mbito de la plantation.

54

medio de los cuales es posible que Amrica latina trasponga definitivamente el


ciclo de la sociedad colonial, integre nacionalmente sus dislocadas estructuras y
supere las modernas formas de capitalismo dependiente; y otra socioeconmica,
en cuanto las reformas crean las condiciones y generan las fuerzas impulsoras de
un des- arrollo econmico y social autosostenido.
Este enfoque de la reforma agraria presupone, histricamente, la facultad poltica
de modificacin y sustitucin del sistema tradicional del poder, la capacidad de
movilizacin de las nuevas fuerzas sociales identificadas con aspiraciones de
cambio y con el propsito de construir una nueva sociedad, y la idoneidad para
conducir este proceso revolucionario de trnsito desde las actuales formas
sociales hasta las nuevas formas, culturas e ideologas 11primeros estadios de la
industrializacin y del sistema nacional de mercado 12 y en los pases para los que
la industrializacin es la puerta de entrada a la reforma agraria, ya que en los
,primeros la fuerza motora es la presin campesina sobre la tierra y en los
segundos el ncleo dinmico se transfiere a la presin nacional sobre la tierra, 13
ms exactamente, a las fuerzas sociales articuladas con los procesos de
urbanizacin, metropolizacin, industrializacin y expansin del Estado. En uno u
otro caso -pases con fisonoma eminentemente rural o pases con fisonoma
eminentemente urbana-, el mecanismo del bloqueo de la revolucin industrial est
constituido por la estructura agraria latifundista, en la que se refugian las normas
ideolgicas correspondientes a esa forma histrica de vida llamada sociedad
colonial.

11

Esta enumeracin no establece un sistema de jerarquas o prioridades, pero supone, en primer


trmino, una capacidad poltica de alteracin del sistema tradicional del poder, se modifiquen
radicalmente o no sus reglas institucionales de juego. Dentro de este marco se define la topologa
de las reformas agrarias en Amrica latina. Es indispensable reiterar la trascendencia critica de
este enfoque sobre Amrica latina, utilizado con frecuencia por Toynbee, Myrdal, Galbraith,
Edmundo Flores, Solon Barraclough, etc. De hecho, dice Galbraith --citado por Gunnard Myrdal
en un anlisis de esta problemtica (Solidaridad o desintegracin, Mxico: Fondo de Cultura
Econ6mica, 1956, pg. 244) - una reforma agraria es un paso revolucionario: transmite el poder, la
propiedad y la condicin social.
12

Se entiende por sistema nacional de mercado aquel que se regula por las normas racionales de
una economa capitalista de intercambio (patrones monetarios, clasificaci6n comercial de
productos, unidades de cuenta y medida, sistema de precios, etc.) y se fundamenta en la
integracin de las regiones, las clases y los sectores de la economa, a un nivel nacional, dentro de
las limitaciones caractersticas del capitalismo dependiente. En consecuencia, no se identifica este
concepto con el de mercado de las ciudades metropolitanas (gran- des y pequeas) o con el de
economa de mercado. Una expresin bsica de las estructuras latifundistas es la estratificacin de
los mercados y la naturaleza cerrada y arcaizante del mercado local.
13

Se usa esta expresin para designar la suma de exigencias simultneas y vitales originadas en
los procesos del crecimiento demogrfico, de la urbanizacin y metropolizacin, de la
industrializacin sustitutiva y de la expansin orgnica y funcional del Estado (alimentos, materias
primas, recursos de financiamiento del presupuesto pblico). Pero se entiende que esa suma de
exigencias representa una potencia mayor que la agregacin aritmtica de las partes, por la
incidencia recproca de los mecanismos de aceleracin. Vase Reforma agraria y economa
empresarial..., op. cit., pg. 29.

55

Con la Independencia termina la Colonia, espaola o portuguesa, pero no se


cierra el ciclo histrico de la sociedad colonial. Desde el punto de vista del proceso
poltico-cultural de Amrica latina, la sociedad colonial llega a su apogeo no antes
sino despus de la Independencia, al romperse los vnculos con el Estado espaol
o portugus, desapareciendo los mecanismos de control poltico directo desde los
centros imperiales y transfirindose la totalidad del poder -dentro de los marcos de
la nueva dependencia- al reducido elenco de clases latifundistas y letradas de
Amrica latina.
El mecanismo jurdico por medio del cual el Estado republicano consagra la
intangibilidad del sistema normativo de la sociedad colonial es el principio
romanista y burgus del respeto a los derechos adquiridos con justo ttulo. Este
principio hace posible que -despus del ciclo de las guerras de Independencia, en
el que la revolucin crea y aplica su propia legalidad- se restablezca plenamente el
rgimen institucional de garantas, tanto a la propiedad seorial sobre la tierra
como a la propiedad esclavista14
Dentro de este marco histrico, la estructura agraria latifundista constituye el
sistema bsico de dominacin social, apoyado sobre tres elementos: el monopolio
seorial sobre la tierra agrcola, la ideologa patemalista de la encomienda y el
control hegemnico sobre los mecanismos de intercambio, de transferencia de
recursos y de representatividad poltica. El monopolio seorial sobre la tierra
expresa la ideologa del hombre medieval de Occidente y se fundamenta en la
concepcin del suelo como elemento de poder, de rango y dominacin social. En
consecuencia, se opone a la nocin capitalista o socialista de la tierra como
elemento renovable de produccin y cuyo uso se regula por las reglas del
mercado o por el sistema de planificacin del desarrollo.
La ideologa patemalista de la encomienda -propagada a toda la estructura agraria
aun despus de su desaparicin legal- se inserta en los diversos tipos de
dependencia seorial de los campesinos arraigados a la tierra (dentro o fuera de la
frontera fsica del latifundio), siendo caractersticos el sistema autoritario de
decisiones desde arriba, la inexistencia de mecanismos contractuales de
negociacin
campesina
(condiciones
de
trabajo,
libertad
personal,
remuneraciones, etc.) y el ordenamiento social cerrado, sin vas de acceso,
fundamentado en la inmersin de los trabajadores de la tierra y en la
estratificacin tnica de la poblacin encomendada. El control hegemnico sobre
los mecanismos de intercambio, de transferencia de recursos y de
representatividad configura el complejo sistema de relaciones de la estructura
latifundista con la economa de mercado, con la organizacin poltica (al nivel del

14

En los pases con, economas mineras o de plantacin, como Brasil o Colombia, se conserva
durante mucho tiempo la esclavitud negra con posterioridad a los movimientos de Independencia,
fundndose el Estado en el principio del respeto al derecho adquirido con justo ttulo. En casi
todos los pases latinoamericanos, la esclavitud no se extingui por un acto de anulacin
revolucionaria de un derecho inicuo (como ocurri6 durante las Guerras Libertadoras o en la Guerra
de Secesin en Estados Unidos), sino por aplicacin de las normas tradicionales de manumisin y
mediante el pago de indemnizacin previa y justa a los propietarios de esclavos (fondos pblicos
destinados a la compra de esclavos para su manumisin).

56

Estado, las regiones o los municipios) y con las corrientes externas de


modernizacin tecnolgica y cultural.
Los procesos de modernizacin capitalista -a partir de la primera posguerra y de la
apertura del sector agrario exportador- han introducido significativos cambios en la
economa de empresa, en la tecnologa agrcola, en la trama de las relaciones
sociales y en los sistemas de intercambio, pero no han modificado
sustancialmente las lneas ideolgicas y el sistema normativo de la estructura
latifundista. En algunos pases latinoamericanos han desaparecido las antiguas
formas de hegemona de las clases terratenientes sobre el Estado, se han
implantado ciertas reglas del salariado capitalista y del acceso a la tierra (en la
forma de arrendamientos y aparceras), se han definido las pautas nacionales de
la economa de mercado y han ido disendose las primeras formas de
organizacin campesina orientadas hacia la presin social, la institucionalizacin
de los conflictos y la participacin activa en los nuevos procesos polticos
inherentes a la sociedad nacional. 15
En este nuevo cuadro histrico, debe sealarse la formacin de nuevos tipos de
clases rurales (pequea burguesa chacarera y tambera del Uruguay y la
Argentina, clases medias de plantacin cafetalera en Colombia, burguesa
peruana del algodn y del azcar, nuevas clases terratenientes, proletariado
agrcola de las estancias y las plantaciones) y el pluralismo de las estructuras
latifundistas. En el proceso de diferenciacin, no solo se ha diseado una variada
gama de estructuras latifundistas (ninguna de las cuales puede identificarse con la
empresa agrcola capitalista de produccin en gran escala, tal como funciona en la
nacin metropolitana), sino que se ha definido la naturaleza histrica del latifundio
como constelacin social, esto es, como universo que se estructura de acuerdo
con sus propios ncleos de poder y que determinan sus propias formas, ritmos y
niveles de crecimiento16
En consecuencia, el problema contemporneo del latifundio tiene una complejidad
desconocida en la Colonia o en la estructura agraria anterior al proceso de
modernizacin capitalista, por ejemplo, en la estructura del Mxico
prerrevolucionario, en la peruana anterior a las plantaciones comerciales de la
Costa, en la brasilea anterior a la colonizacin cafetalera de las terraroxas o en la
15

En el caso de Per, la sustitucin de las aristocracias latifundistas de la Sierra --confinadas al


mbito del poder local'-- por la moderna oligarqua cuyo poder se ejerce nacionalmente y se
fundamenta en la plantacin azucarera, ha sido estudiada por Bourricaud y Favre. Vase Henri
Favre, El desarrollo y las formas del poder oligrquico, en Jos Matos Mar, ed., La oligarqua en
1972, pg. 72.
16

Debe enfatizarse la importancia conceptual de este enfoque del latifundio como constelacin
social, en cuanto recoge la experiencia de modernizacin tecnolgica y empresarial en Amrica
latina. Lo que caracteriza al latifundio -aun en sus formas ms puras y arcaicas, como la hacienda
ecuatoriana de huasipungueria o la hacienda peruana de feudatarios y arrendires- no es que
carezca en absoluto de posibilidades de innovacin o de formas de crecimiento. No existe un tipo
de hacienda caracterizado por la absoluta impermeabilidad cultural'. El problema con la estructura
latifundista consiste en que se mueve dentro de su propia rbita, en que no responde a las
exigencias del desarrollo nacional y en que genera un tipo regionalizado o localista de crecimiento.

57

Argentina anterior a la industrializacin de la carne y a la colonizacin cereal era


de la regin pampeana.
El nudo de la problemtica consiste en que el proceso de modernizacin
capitalista no ha modificado los rasgos caractersticos de toda estructura
latifundista en Amrica latina: el sentido del monopolio seorial sobre la tierra; el
predominio del sistema de poder sobre la economa de empresa; la configuracin
de diversas formas y escalas de marginalidad campesina; la hegemona de los
estratos latifundistas sobre los mecanismos nacionales e internacionales de
relacin e intercambio; el control exclusivista sobre los recursos institucionales de
tecnologa y de financiamiento agrcolas; la resistencia poltica al poder integrador
y redistribuidor del Estado.
Las tendencias histricas a la extensividad y a la conservacin de arcaicas pautas
de uso de los recursos fsicos, el carcter formal e incoherente de la
modernizacin tecnolgica (prcticas de fertilizacin, empleo de mquinas
sustitutivas de trabajo, usos extensivos de las tierras de riego, sistema precario de
rotaciones, etc.) o la preocupacin enteramente marginal por los problemas de la
capitalizacin y la productividad, son una simple expresin del fenmeno de
predominio del sistema de poder sobre la economa de empresa, de la nocin
seorial de rentabilidad y de rango sobre la moderna concepcin capitalista o
socialista de productividad y desarrollo.
Las formas sociales que adoptan el colonato, la aparcera, el arrendamiento de
tierras, el salariado marginal,17 el peonaje y la inmersin campesina proyectan y
reactualizan --en medidas variables- las diversas expresiones de la marginalidad
campesina 18 y la antigua ideologa latifundista de dominacin social. La evasin
tributaria de las clases terratenientes es una expresin del status de privilegio
17

La denominacin de salariado marginal la he empleado, desde 1948, para designar ese tipo
peculiar de salariado que subsiste en las regiones de latifundio seorial, que no se fundamenta en
un juego de mercado rural de trabajo, ni se ajusta a patrones racionales de remuneracin (formas
monetarias de pago, perodos de cuenta, duracin de la jornada de trabajo, etc.) , ni supone cierta
equiparacin en la capacidad de regateo de las partes que contratan las condiciones laborales. La
rigidez de esta estructura se explica por las modalidades del arraigo dentro de la hacienda de
colonato o en las zonas minifundistas que asedian la frontera de'!' latifundio. Este tipo arcaico de
salariado tiene cierto parentesco con las formas precapitalistas de la mita. Cf. Regmenes
indgenas de salariado. El salariado natural y el salariado capitalista en la historia de Amrica,
Amrica Indgena, Mxico: Instituto Indigenista Interamericano, n 4.
18
La marginalidad campesina es un concepto bsico en la sociologa del atraso rural, que
comprende una serie de situaciones y nociones diversas: desde las formas particulares y extremas
de la inmersin en las haciendas arcaicas de colonato, hasta las formas generales de la no
participacin en el desarrollo (propiedad sobre la tierra y los medios productivos, gestin
econmica, distribucin de bienes y recursos) o la falta de participacin en la integracin y
conduccin de la sociedad. Sobre estos diversos enfoques de la marginalidad campesina (como
una de las expresiones ms agudas de la marginalidad social en los pases atrasados y
dependientes), pueden consultarse Armand Mattelart y Manuel Garret6n, Integra- ci6n nacional y
marginalidad, Santiago de Chile: Pacfico, 1965, pgs.. 13-16; Joseph Kahl, Sociedad plural y
desarrollo. El caso de Mxico, en La industrializaci6n de Amrica latina, Mxico: Fondo de Cultura
Econmica, 1965, pgs. 262-73; Anbal Quijano, Notas sobre el concepto de margina1idad
social, CEPAL, 1966, pgs. 11-13 (borrador) ; Antonio Garca, El problema agrario en Amrica
latina y los medios de informacin colectiva, en La estructura de la inmersin campesina, Quito:
CIESPAL, 1966, pg. 176.

58

frente a las modernas exigencias de participacin en el financiamiento del


presupuesto pblico, as como una actitud de resistencia al poder integrador del
Estado y a los mecanismos fiscales de redistribucin del ingreso agrcola.
Son estos factores estructurales del latifundio los que bloquean los procesos de
desarrollo latinoamericano y reducen el efecto de la modernizacin capitalista, la
apertura de la frontera agrcola, la introduccin de la agricultura industrial o la
formacin de un nuevo elenco de burguesas rurales. -La pluralidad de estructuras latifundistas
La estructura latifundista constituye un sistema multiforme de dominacin social
-antes que una economa de empresa- cuyo andamiaje descansa tradicionalmente
sobre el monopolio de la tierra. En esa condicin esencial radica su anacronismo y
su naturaleza de forma residual de los antiguos sistemas coloniales de dominacin
espaola y portuguesa.
Histricamente, lo caracterstico del cuadro social de Amrica latina es la
pluralidad de tipos de estructura latifundista y la pluralidad de formas integradas u
originadas en esa constelacin social. Pluralidad de tipos, en cuanto a que en las
di- versas regiones latinoamericanas (la austral, la andina, la amaznica, la
tropical de Amrica Central y el Caribe) coexisten diversas estructuras latifundistas
y se establecen entre ellas corrientes poltico-culturales de comunicacin e
influencia. Ni siquiera en pases caractersticamente rurales (en cuanto a la
ocupacin dominante de su poblacin activa y en cuanto al peso de la actividad
agrcola en la generacin del producto interno), en cuya fisonoma prevalece la
estratificacin tnica de las clases y el arraigo de las poblaciones indgenas en las
comunidades y en las haciendas de colonato, se repite el es- quema agrario del
Mxico de 1910 o de la Bolivia de 1952. Guatemala tiene una estructura dual
-latifundista arcaica y moderna de plantacin-, lo mismo que Ecuador y Per. En el
territorio brasileo se entrelazan y coexisten diversos tipos de estructura
latifundista, desde el tradicional sistema nordestino de plantacin a las
modalidades de la hacienda cafetalera paulista o de las estancias gachas y
cerealeras de Rio Grande do Sul.
Semejante diversidad de tipos se explica por los procesos de colonizacin interior
de las zonas vitales de reserva, como efecto de la apertura del sector agrario
exportador y de los grandes movimientos migratorios (regin pampeana argentina,
Costa y ceja de montaa en el Per, cinturn subtropical en Ecuador, laderas
andinas en Colombia, etc.), as como por la activa formacin de un dinmico
cuadro de economas exportadoras (carnes, lanas, cereales, caf, bananas, etc.),
articula- das quiz no tan exactamente con el sistema mundial de mercado como
con el mercado central de la nacin metropolitana. Dentro de este enfoque
conceptual, una estructura latifundista no se caracteriza solo por la presencia de
latifundios, sino por la existencia de una constelacin social, a la que estn
integradas formas satlites como el minifundio, la comunidad indgena y el
poblado de frontera19. Por otra parte, no solo existen ciertas masas campesinas
que asedian la frontera fsica de los latifundios, sino tambin otras que estn
19

Vase la nota 6

59

recluidas en regiones ecolgicamente marginales, como efecto mediato o


inmediato- del monopolio latifundista sobre la tierra agrcola laborable. Dentro del
marco de hierro de esta estructura y desde el punto de vista de las posibilidades
de desarrollo, los estratos medios de empresa (clases medias rurales) carecen de
significacin histrica, las explotaciones familiares estn conde- nadas a la
frustracin empresarial, y las masas campesinas de colonos, precaristas,
minifundistas, comuneros y peones deben debatirse en condiciones prximas al
estancamiento crnico y a la miseria rural.
En este enfoque de la estructura latifundista no se disocian los conceptos de
unidad de tenencia y de unidad de explotacin, ni tampoco las diversas formas
residuales originadas en esta estructura de monopolio selectivo sobre la tierra. La
disociacin de esos conceptos condujo, con frecuencia, a que las reformas
agrarias regidas por el modelo tradicional o populista distribuyeran tierras
marginales (las ocupadas por los colonos y precaristas en los cinturones de las
haciendas) y dejaran el ncleo de la empresa en poder del antiguo propietario, por
medio de la constitucin de reservas con el mejor activo de tierra agrcola, 20
frustrando as las aspiraciones y expectativas del campesinado.
La fisonoma histrica del latifundio latinoamericano se define mediante las
grandes lneas de caracterizacin siguientes:
a. Como sistema de propiedad sin vas de acceso y conformado, histricamente,
para la dominacin social. Este carcter explica que el sistema de concentracin y
pulverizacin de la tenencia agraria no haya sido modificado por la va capitalista
del mercado de tierras (compra-venta y arrendamientos) , y que los procesos de
multiplicacin de propietarios se hayan efectuado al nivel de las pequeas
unidades familiares y minifundistas, como consecuencia de la presin sucesorial y
de la avidez campesina por la tierra.
b. Como sistema de trabaja campesina sin escalas de ascenso, fundamentado en
la inmersin, las relaciones paternalistas y la obstruccin de las vas de
comunicacin nacional. Este carcter explica que en la mayora de las regiones de
latifundio de Amrica latina no pueda hablarse, estrictamente, de mercado rural de
trabajo, si las haciendas de colonato disponen de una arraigada mano de obra
propia (el elenco estable) y si aun en las haciendas modernizadas es muy dbil el
poder de presin y de negociacin de los sindicatos agrarios. Tambin explica la
naturaleza seorial de las relaciones establecidas entre los latifundios y las
poblaciones minifundistas que asedian sus fronteras, en procura de ingresos
salariales o de intercambio de trabajo por recursos fsicos (aparceras agrcolas y
pecuarias, etc.).
c. Como sistema de empresa sin normas racionales de costos, inversin y
productividad, dentro de los marcos de racionalidad caractersticos del capitalismo,
a nivel de unidad de explotacin. Este carcter explica la existencia de bajos
coeficientes de ocupacin econmica de la tierra (1,2 % en Per, 2,2 % en Brasil,
3,2 % en Venezuela, 7,4 % en Chile, 10,7 % en la Argentina), as como el
predominio de una tecnologa extensiva, ya sea en la forma arcaica de los
20

El derecho de reserva se ha inspirado en el propsito de transformar al propietario latifundista en


un moderno empresario agrcola, con 50, 80, 150 300 hectreas de riego bsicas.

60

latifundios ganaderos altoperuanos, o en la forma modernizada de las economas


de plantacin caera o bananera del Caribe.
d. Como sistema de relaciones nacionales dependiente de la estructura de poder
rural. Este carcter explica la hegemona del latifundio en las relaciones con el
sistema nacional de mercado, de cultura y de organizacin poltica. Explica
tambin los rasgos locales de la estructura de poder y su capacidad de resistencia
a los diversos mecanismos tributarios orientados hacia la regulacin o .la
redistribucin del ingreso agrcola. La hegemona latifundista sobre el sistema de
relaciones nacionales del sector agrario fundamenta el monopolio sobre los
recursos institucionales de crdito y tecnologa, por medio del cual los Estados
latinoamericanos subvencionan y afianzan la estructura latifundista.
Los efectos sociales del monopolio sobre la tierra se expresan en los coeficientes
de concentracin y fragmentacin, caractersticos de toda constelacin latifundista.
Esta fisonoma del latifundio tendr que enmarcarse en una tipologa histrica que
comprenda cuatro grandes categoras:
a. El latifundio arcaico de colonato, articulado con el poder de la antigua
aristocracia latifundista. Tipos representativos: la hacienda ecuatoriana de
huasipunguera, la hacienda peruana de arrendires y feudatarios, la hacienda
boliviana de pegujaleros y sayaeros anterior a la reforma agraria.
b. El latifundio modernizado de colonato, en el que se acentan ciertas formas
salariales y se combinan relaciones sociales arcaicas con normas capitalistas y
tecnolgicas correspondientes a una moderna economa de mercado. Tipo
representativo: el fundo de inquilinaje del Valle Central de Chile.
c. La hacienda de Plantacin, la estancia o la chacra formadas en el proceso de
colonizacin interior de las zonas vitales de reserva, y que dieron origen a nuevas
clases terratenientes o a una nueva burguesa rural. Tipos representativos: la
hacienda paulista de caf, la estancia mecanizada de la 'pampa argentina, la
hacienda caera o algodonera de la Costa peruana.
d. La plantation, caracterizada por el sistema normativo del enclave colonial y la
plena integracin a la economa metropolitana. Este tipo de latifundio emplea
parcialmente tcnicas intensivas y ciertas normas capitalistas de rentabilidad,
inversin y salariado (negociacin contractual), pero conserva los patrones
latifundistas de acaparamiento de la tierra, el bajo coeficiente de ocupacin
econmica de los re- cursos fsicos totales, el monopolio sobre las fuentes
institucionales de financiamiento agrcola y la resistencia al poder redistribuidor e
integrador del Estado.
Esta tipologa histrica tiende a definir las grandes lneas de las estructuras
latifundistas, pero su validez social depende de la relacin que se establezca con
el contexto nacional de cada uno de los pases latinoamericanos. En trminos
estrictos, en cada pas se conforma cierto tipo de estructura latifundista, dado que
los procesos de modernizacin originan condiciones singulares de carcter social,

61

econmico y poltico. Pases tan modernizados como Argentina, Chile y Uruguay,


por ejemplo, exhiben fenmenos como el de la transformacin de la antigua
aristocracia terrateniente en un nuevo tipo de oligarqua agropecuaria,
actualizndose su gravitacin en el sistema de conduccin poltica y
entrelazndose con los intereses econmicos de la burguesa industrial y
bancaria. En consecuencia, cada da tendr que alejarse ms el pensamiento
latinoamericano de los esquemas simplificados de las dcadas de 1920 y 1930 (la
estructura latifundista presentada como un cuadro de relaciones feudales y de
grandes espacios vacos), y acercarse ms a esquemas flexibles y articulados con
la problemtica del crecimiento nacional. Este enfoque dialctico desecha tambin
la idea estereotipada de modelos de reforma agraria que solo tomen en cuenta
una caracterizacin conceptual de las estructuras latifundistas y no se
fundamenten en lo que cada pas es y quiere ser.
El monopolio seorial sobre la tierra
Los efectos sociales del monopolio sobre la tierra se expresan en las modalidades
de la concentracin y la fragmentacin, caractersticos de toda constelacin
latifundista, arcaica o modernizada. Tambin se expresan -aun en el caso de las
haciendas de plantacin- en la desproporcin existente entre la extensin fsica de
la tierra y la magnitud econmica de la empresa, demostrando la diferencia radical
entre la concentracin seorial de la propiedad sobre la tierra y la concentracin
empresarial y capitalista que fundamenta las economas de produccin en gran
escala, en la que la tierra aparece como un elemento de produccin y su uso se
regula por el principio normativo de los costos. En algunas regiones
latinoamericanas de economa intensiva de plantacin (como ocurre en los valles
costeos del Per, en los que la tierra de riego es en extremo limitada), tienden a
aplicarse las normas de la concentracin empresarial y los patrones capitalistas de
la operacin en gran escala.
El examen del problema de la concentracin latifundista o de la pulverizacin
minifundista21 revela la imposibilidad de que se la estudie y caracterice por medio
de la utilizacin exclusiva de indicadores cuantitativos, ya que su naturaleza social
solo puede determinarse por medio de la definicin de su contenido, esto es, de
las relaciones que se articulan y expresan dentro de un cierto contexto nacional.
En este sentido, no solo deben distinguirse las clases de concentracin de
acuerdo con los tipos de estructura latifundista, sino tambin diferenciarse --en su
contenido, significado y efectos- la naturaleza social de la concentracin en los
pases de estructura latifundista o en los que han realizado reformas de carcter
21

En Reforma agraria y economa empresarial... (op. cit.) he intentado tanto una tipificacin social
del minifundio latinoamericano, como una diferenciacin estricta de tres conceptos, con frecuencia
asociados: el de pulverizacin (que se relaciona con la insuficiente magnitud total de la tierra en el
minifundio), el de fragmentacin (que se relaciona con la fractura de la unidad de explotacin en
varios lotes geogrficamente discontinuos) y el de desfibramiento (que se refiere a la configuracin
fsica que toman las parcelas en regiones con insuficientes sistemas de regado y que dificultan
an ms la explotacin de las unidades minifundistas) .

62

estructural, conservando la unidad de los complejos agroindustriales (Cuba, Per,


Mxico de la dcada de 1930) y aplicando un esquema de reforma agraria por
zonas.
No tiene el mismo significado la concentracin latifundista en los pases o regiones
de latifundio de colonato que en los de economa de plantacin; tampoco pueden
compararse los coeficientes de concentracin y pulverizacin en pases con
reforma agraria o sin ella, ni equipararse la naturaleza de la concentracin en las
economas capitalistas y en las socialistas. En este error incurren, por igual, los
economistas europeos, soviticos o norteamericanos que enfocan el problema de
la concentracin como una simple forma desarticulada del contexto social y de su
contenido histrico, mensurable por medio de indicadores estadsticos. El profesor
sovitico M. Danilevich, por ejemplo, 22 al analizar los materiales del intercambio
de opiniones entre tericos agrarios marxistas realizado en julio-septiembre de
1960 en La Habana y Bucarest, llega a la conclusin de que la concentracin de
la propiedad agraria en Mxico es aproximadamente igual a la del Brasil, donde no
se ha realizado ninguna reforma agraria (. . .) La reforma agraria no destruy la
propiedad de los terratenientes, pero coadyuv a que se emprendiera la va de
desarrollo capitalista. De acuerdo con este diagnstico formalista, la
concentracin de la propiedad agraria no solo es equiparable en Mxico y en
Brasil, sino tambin entre el Mxico moderno y el prerrevolucionario de 1910,
desconocindose aquellas conquistas irreversibles (abolicin de la hacienda de
peones acasillados, extincin de las relaciones ser- viles de trabajo, ruptura del
monopolio seorial sobre la tierra y redistribucin social de los recursos fsicos) sin
las cuales no podra comprenderse, dialcticamente, ni el proceso dinmico de la
industrializacin ni el tipo de desarrollo capitalista de Mxico.
En errores de juicio semejantes incurren observadores europeos de Amrica latina
como Ren Dumont, al analizar la concentracin de la propiedad agraria en Chile
o Venezuela.23 El monopolio seorial sobre la tierra no solo consiste en la
concentracin de la propiedad, sino tambin en su carcter funcional y selectivo.
Comprende, por lo general, la mejor tierra agrcola, as como la masa
complementaria de recursos fsicos (agua, bosques, campos de pastoreo, etc.), de
modo que quedan cegadas las vas de acceso a la propiedad sobre la tierra en las
zonas vitales y las escalas de ascenso de la poblacin campesina.
Concentracin latifundista y pulverizacin minifundista son trminos bipolares de la
misma funcin. Hay muchos con poca tierra porque hay pocos con mucha tierra.
Lo que existe, en consecuencia, no es una simple coexistencia casual entre
latifundio y minifundio, sino una dependencia causal y una simbiosis, ya que el
22

Las relaciones agrarias y la lucha por la reforma agraria en los pases de Amrica latina, en La
cuestin agraria .Y el movimiento de liberaci6n nacional, Praga: Edit. Paz y Socialismo, 1964, pg.
500.
23
Grandes propiedades extensivas, subproductividad, feudalismo agrario, codicia de corta visin,
retraso tcnico, es decir, retraso social, es el diagnstico que hace Dumont del latifundio chileno
(cf. Tierras vivas, Mxico: Era, 1963, pg. 52), subestimando los procesos de modernizacin
capitalista en los fundas de inquilinaje. En cuanto a Venezuela, el problema de la concentracin no
se enfoca dentro del marco de la estructura latifundista en un pas cuyas antiguas clases
terratenientes vieron desarticulado su poder durante las guerras federales en el siglo XIX.

63

minifundio es un producto o un componente funcional de la estructura latifundista.


El monopolio sobre la tierra es la piedra angular de la estructura; sobre ella han
ido acumulndose los antiguos y nuevos factores, como el control hegemnico
sobre los recursos y mecanismos institucionales destinados al crecimiento agrcola
(crdito, comercializacin, asistencia tcnica, polticas de extensin y fomento), la
estratificacin regional de los mercados o la conservacin de patrones inflexibles
de distribucin del ingreso rural. Esta caracterizacin social explica la identificacin
ideolgica -en lneas esenciales-- entre antiguas y nuevas clases terratenientes,
entre aristocracia latifundista y oligarqua de plantacin.
La ideologa seorial se compone de una serie de actitudes y creencias sobre la
naturaleza de la tierra como elemento de rango, atesoramiento, poder y
dominacin social y sobre el carcter paternalista de las relaciones entre
haciendas y campesinos dependientes. La ideologa seorial con respecto a la
tierra no solo ha sido ms fuerte que las nociones capitalistas del mercado y de la
economa de costos (implcitas en el proceso de modernizacin empresarial), sino
que ha definido el cuadro bsico de los trabajadores de la tierra: las formas de
colonato, las modalidades de las aparceras y los arrendamientos y los tipos
clsicos del peonaje. La persistencia de esta ideologa la seala como el ncleo
del llamado tradicionalismo ideolgico, que identifica a los antiguos o nuevos
terratenientes en los pases latinoamericanos que han conquistado cierto
empaque de modernidad capitalista pero no han logrado remover la estructura del
latifundio.24
Este enfoque terico permite comprender el sentido funcional del acaparamiento
de la tierra, as como dos fenmenos en apariencia contradictorios: los bajos
coeficientes de ocupacin econmica de la superficie agrcola y la tendencia a la
sobrevaluacin comercial de la tierra. Los bajsimos coeficientes de ocupacin y
los anacrnicos esquemas de uso de los recursos fsicos expresan una antigua
propensin latifundista a la rentabilidad y no a la productividad, y la sobrevaluacin
comercial de la tierra proyecta el desequilibrio radical entre la rigidez del
monopolio y la creciente presin -interna y externa- sobre la tierra cultivable. Pero
tanto la presin campesina como la presin nacional sobre la tierra -como efecto
de los fenmenos de urbanizacin, metropolizacin e industrializacin- son fuerzas
que aceleran los procesos de sobrevaluacin comercial y estimulan an ms la
concentracin latifundista.25
24

La actitud tradicional -dice Jos Luis de Imaz- es una "vivencia" de los propietarios
tradicionales, pero &e convierte en una "actitud adquirida" de los propietarios recientemente
ascendidos. Cf. El poder de las lites terratenientes. El caso argentino, en Reformas agrarias
en Amrica latina, Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1965, pg. m.
25

La correlacin ms importante sera la establecida entre el valor de la tierra agrcola (riego) y el


valor de una jornada de trabajo. En regiones de agricultura capitalista (Valle Central de Chile, valles
interiores de Colombia, plantaciones costeas del Per), esa relacin seria de un dlar el jornal
agrcola y de mil dlares la hectrea de riego, en donde todava no es muy grande la presin
campesina sobre la tierra. Un caso extremo sera el de los valles superpoblados de Tunguragua
(Ecuador), en los que el valor de una hectrea regada es de 3.500 dlares y el de un jornal campesino de 0,50 dlar, aproximadamente. La subocupacin o desperdicio de recursos fsicos
comprende tanto la tierra agrcola como el agua de riego: se calcula que ms de la mitad del agua

64

Esos procesos complementarios de concentracin y fragmentacin pueden ser


descriptos en diversos tipos de pases. En el Mxico prerrevolucionario, el 1 % de
los propietarios era dueo del 97 % de la tierra; por contrapartida, el 96 % apenas
posea el 1 % de ella. En la Bolivia de 1950, el 3,5 % de los propietarios agrcolas
posea alrededor del 95 % de la tierra, y el coeficiente de uso econmico era del
0,8 %.26 El promedio de los latifundios ascenda a 4.490 hectreas y el de los
minifundios slo alcanzaba a 2,2 hectreas. En la Cuba prerrevolucionaria (que
ordinariamente se describe como una economa moderna de plantacin), 22
personas naturales o jurdicas -13 de las cuales eran extranjeras-- controlaban
cerca del 70 % del rea azucarera del pas y aproximadamente el 20 % de la
superficie agrcola en fincas.27 Por otra parte, el 3 % de las fincas ganaderas
posea cerca de la mitad del ganado vacuno (43 %), en tanto que el 83 % de las
fincas apenas tena alrededor del 25 %. En Venezuela, al iniciarse la reforma
agraria de tipo convencional, el 2 % de los propietarios dispona del 80 % de la
tierra productiva.
En dos pases de estructura latifundista dual (arcaica de colonato y moderna de
plantacin) -cuyo sistema de clases se ha regido por las normas coloniales de la
estratificacin tnica- los coeficientes de concentracin latifundista y de
pulverizacin minifundista han registrado fenmenos semejantes de polarizacin,
a causa de la naturaleza tradicional del monopolio sobre la tierra y la nula
significacin histrica de los sectores medios. As, en Per las grandes unidades
latifundistas representaban el 1,1 % de las explotaciones agrcolas y posean el
82,4 % de la tierra; en el extremo opuesto de la escala, las unidades minifundistas
constituan el 88 % de las explotaciones y operaban con el 7,4 % de la tierra,
antes de iniciarse la aplicacin del nuevo modelo poltico de reforma agraria en
1969. Por otra parte, en Guatemala las grandes propiedades latifundistas han
representado el 0,1 % de las explotaciones con el 41 % de la superficie agrcola, y
las unidades minifundistas han ascendido al 88,4 % de las explotaciones, con el
14 % de la tierra.28
No obstante los espectaculares procesos de modernizacin capitalista de la
economa argentina (radicacin urbana de las cuatro quintas partes de la
poblacin activa y participacin superior a un tercio de la industria manufacturera
en la generacin del producto interno), no ha podido superarse esta imagen
agraria de la constelacin latifundio-minifundio.
de riego &e desperdicia en Amrica latina. Clyde Mitchell y Jacobo Schatan, La agricultura en
Amrica latina. Perspectivas para su desarrollo, en F AG, El desarrollo agrcola de Amrica latina
en la prxima d- cada, Washington: BID, 1967, pg. 49.
26

Antonio Garca, Reforma agraria y desarrollo social de Bolivia, en Reforma agraria en Amrica
latina, op. cit., pg. 408.
27

Jacques Chonchot, Cuba. El primer bienio de reforma agraria, 1959-1961, Reformas agrarias
en Amrica latina, op. cit., pg. 470.
28

Solon Barraclough y Arthur Domike, La estructura agraria en siete pases de Amrica latina
(Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guatemala, Per), Santiago de Chile: ICIRA, 1967,
pg. 5.

65

Tres elementos han contribuido a modificar notablemente la fisonoma de la


estructura latifundista argentina, originando la hiptesis --enunciada
simultneamente por idelogos con- servadores, populistas o tecncratas- 29 de
que ya no existe el latifundio sino la gran propiedad, esto es, el soporte material
de la gran explotacin capitalista: la formacin de nuevas clases empresariales
(clases medias de chacareros y tamberos, ligadas a explotaciones intensivas y a
un movimiento cooperativo con cerca de medio milln de personas), el surgimiento
de nuevos focos regionales de crecimiento agrcola (regiones de cultivos
industriales), y la proletarizacin y organizacin sindical del trabajo campesino. En
las ideologas populistas, la reforma agraria ha sido reemplazada por las polticas
redistribucionistas del ingreso agrcola (salarios, precios, rentas, pagos tributarios),
las agencias de comercializacin del Estado o los incentivos a la mayor
productividad. En 1960, de un total de 472.000 explotaciones agropecuarias con
175 millones de hectreas,30 el 38,5 % de las unidades eran de tipo minifundista
(con el 1 % de la superficie), y el 2,4 % de las explotaciones -las de tipo
latifundista, con promedios de 2.500 hectreas- posea el 60 % de la tierra. De
acuerdo con las formulaciones populistas y tecnocrticas del cambio agrario
inducido, la gran propiedad debi ser modificada cualitativamente, acomodndose
a las nuevas condiciones del sistema capitalista de mercado y a las nuevas
aspiraciones de la sociedad argentina. Sin embargo, lo notable de esta
experiencia histrica ha consistido en que, pese a la gravitacin de ese sistema de
mercado sobre la estructura latifundista, esta ha conservado sus normas de poder,
su ideologa, y sus niveles de ineficiencia econmica y social. Recientes
investigaciones del CIDA 31 han demostrado que el minifundio, con el 3 % de la
superficie agrcola, ha debido soportar una carga del 30 % de la mano de obra y
participar en un 12 % del valor de la produccin, y que el gran latifundio, con el 36
% de la tierra agrcola, slo ha empleado el 6 % de la mano de obra rural y apenas
ha participado en el 15 % del valor total de la produccin agropecuaria. Estos
datos configuran una imagen del campo argentino segn la cual una enorme
fuerza de trabajo rural -el 79 %- debe recluirse en el estrecho marco de las
explotaciones minifundistas y familiares (originando el 59 % de la produccin
agropecuaria) y las tasas de crecimiento agrcola no alcanzan siquiera el nivel del
debilsimo crecimiento demogrfico, que resulta inferior al 2 % anual.
29

Expresin de la intelectualidad tecnocrtica han sido las formulaciones hechas por grupos
desarrollistas -como el de Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio- sobre un cambio agrario inducido]>,
como efecto espontneo de la industrializacin y de la apertura nacional a las nuevas formas
culturales del desarrollo. Al antiguo esquema distribucionista de la izquierda oficial]> --de la
reforma agraria hacia la industrializacin]>- Frigerio ha opuesto la lnea de la industrializacin
hacia la reforma agraria]>. Vase Arturo Frondizi, Horacio Giberti, Rodolfo Carrera y Rogelio
Frigerio, El problema agrario argentino, Buenos Aires: Desarrollo, 1965.. En la Argentina -dice
Frondizi (op. cit., pg. 11)- el problema agrario es un problema de incremento de la productividad.
All se encuentra el sentido de cualquier postulacin de reforma agraria]>.
30

Cuarto informacin del Fondo Fiduciario de progreso social, Wash- ington: BID, 1965, pg. 155.

31

CIDA, Evolucin y reforma de la estructura agraria en, Amrica latina, Santiago de Chile: ICIRA,
1965, pg. 14.

66

La experiencia argentina demuestra cul es el grado de versatilidad de una


estructura latifundista y cul la facultad defensiva -frente a la amenaza de las
nuevas fuerzas sociales de cambio-- del sistema dominante de poder rural.
Alcances de la modernizacin capitalista
Dentro de este marco normativo, se explica que la ineficiencia empresarial y la
incoherencia de los procesos fundamentales de modernizacin caractericen aun a
la estructura latifundista. Esa ineficiencia y dilapidacin de recursos eran
comprensibles en las condiciones econmico-sociales del siglo XIX, pero no lo son
ahora que han entrado a actuar las nuevas influencias y fuerzas impulsoras de
cambio: la economa de exportacin, la industria manufacturera, la explosin
demo- grfica, la gran ciudad metropolitana y la expansin orgnica del Estado.
Las exportaciones agropecuarias representaron ms del 80 % del comercio
exterior de Amrica latina (excepto un caso tan excepcional como el de
Venezuela), y para 14 pases que no son grandes exportadores de petrleo o
productos minerales ese porcentaje ha ascendido al 90 %. 32 En las dcadas del
cuarenta y del cincuenta, la tasa de incremento de la productividad 33 fue apenas
de 0,7 % anual, y en el perodo 1957- 1965 la tasa de incremento de la produccin
agropecuaria por habitante no pas del 1 % en las zonas tropicales de Amrica
latina ni lleg al 0,5 % en los pases de la zona templada, pese al ritmo
comparativamente lento del crecimiento demo- grfico. En la dcada del sesenta
-la de la Alianza para el Progreso-- la tasa de crecimiento del producto por
habitante no alcanz al 1 % en toda Amrica latina.
Segn estimaciones del CIDA, la mayora de los recientes aumentos en la
'produccin agrcola se han debido a una parte relativamente pequea de la
poblacin activa agrcola, a lo sumo el 25 %. 34 La CEPAL estima que la produccin
agrcola latinoamericana tendr que aumentar en cerca del 4,3 % anual para
mantenerse a la par del crecimiento demogrfico, mejorar los ingresos por
habitante y satisfacer las necesidades alimenticias. 35 Sin embargo, la produccin
agropecuaria apenas aument en la dcada del sesenta a una tasa del 2,6 %
-inferior a la del decenio anterior y a la del crecimiento demogrfico--,
transformndose Amrica latina en importadora de productos agropecuarios
sustituibles (trigo, tabaco, aceites vegetales, pulpa de madera, cueros y pieles) en
niveles superiores a los 1.500 millones de dlares anuales. 36
32

La Alianza para el Progreso y las perspectivas de desarrollo en Amrica latina, 1961-1965,


Washington: Unin Panamericana, 1967, pg. 46.
33

CEPAL-FAO, Una poltica para acelerar el desarrollo econmico de Amrica latina, estudio sobre
veinticuatro productos, CEPAL- FAO, 1961. En el perodo estudiado, el aumento de la produccin
fue del 60%, correspondiendo 38 % al aumento de la superficie de cultivo y 16% a la elevacin de
la productividad.
34
Solon Barraclough, Problemas relativos a la ocupacin que afectan al desarrollo agrcola
latinoamericano, Boletn FAD, . 7-8, 1969, pg. 2.
35
Estudio econmico de Amrica latina, 1966, Santiago de Chile, 1967.36
Anlisis de la evolucin econmica y social de Amrica latina desde comienzos de la Alianza
para el Progreso, Washington: OEA, VII reunin del CIES, 1971, pg. 10; Clyde Mitchell y Jacobo
Schatan, op. cit., pg. 53.

67

En el perodo 1935-39 a 1955-57, la produccin agropecuaria argentina apenas se


increment en un 26 %, correspondiendo un 58 % a las regiones de nuevos
cultivos industriales y un 15 % a la regin pampeana. En 23 aos de decisiva
importancia en el proceso de industrializacin y de cambios sociales, la
productividad por hectrea en la regin pampeana se elev apenas un 8 %, o sea
que alcanz, aproximadamente, el 0,3 % anual.37
El estancamiento agrcola de uno de los pases latinoamericanos con mayor
potencial en recursos fsicos contrasta con la situacin de un pas como Mxico,
que pese a las severas limitaciones de tierra cultivable y a la desarticulacin de la
reforma agraria en las ltimas dcadas ha logrado la tasa de creo cimiento de la
produccin agropecuaria ms alta de Amrica latina: con relacin al volumen de
produccin obtenida en el perodo 1957-59 (= 100), los ndices mexicanos de
produccin agropecuaria y de produccin agropecuaria por habitante ascendieron
a 138 y 111 respectivamente, mientras que en el resto de Amrica latina -excepto
Cuba- esos ndices solo alcanzaron a 126 y 102, en el mismo orden (105,6 y 92,8
en los pases de la zona templada) . 38 Entre 1950 y 1962, el ndice del PIB en la
agricultura se elev un 66,9 %, o sea, poco ms del 5 % anual, 39 pero, si se
considera un perodo mayor (1934-38 a 1965), ese producto se triplic,
colocndose Mxico en una posicin excepcional, no solo en Amrica latina, sino
tambin en el mundo40
El nudo de esta problemtica consiste en que no pueden coexistir, en esta parte
del hemisferio, industrializacin, urbanizacin acelerada, explosin demogrfica y
transformacin orgnica del Estado con una estructura agraria de tipo latifundista.
Los procesos de modernizacin capitalista -en las ltimas dcadas-- no han
modificado esencialmente los trminos de esta problemtica. Mientras que la
productividad agrcola crece en los pases industriales con mayor rapidez que la
de la industria,41 en Amrica latina ni siquiera puede compararse con las tasas de
37

El desarrollo econ6mico de la Argentina, Mxico: CEPAL, 1959; Horacio C. E. Giberti, El


desarrollo agrario argentino, Buenos Aires, Eudeba, 1964, pgs. 70-71. Los ndices estn
confeccionados sobre pesos argentinos de 1950.
38
Indices of agricultural production for the 20 Latin American countries, Washington: U. S.
Department of Agriculture, enero de 1966, ERS Foreign 44; La Alianza para el Progreso..., op. cit.,
pgs. 41-42, 44.
39
Jorge L. Tamayo, El problema fundamental de la agricultura mexicana, Mxico: Instituto
Mexicano de Investigaciones Econmicas, 1964, pg. 91.
40

Los ndices correspondientes a la: produccin agrcola de algunos pases latinoamericanos, en


perodos de menos de tres dcadas, son los siguientes: Mxico, 324; Argentina, 133; Brasil, 196;
Chile, 166; Colombia, 227; Per, 193, y Uruguay, 135. Cf. Edmundo Flores, Cmo funciona el
sector agropecuario de Mxico, Revista de Comercio Exterior, Mxico, n 9, septiembre de 1967,
pg. 702
41

Ral Prebisch, Nueva poltica comercial para el desarrollo, Mxico: Fondo de Cultura Econmica,
1964, pg. 65. El hecho de que la productividad de la agricultura crezca a tasas ms acelera- das
que la productividad de la industria manufacturera revela el carcter reciente de la revoluci6n
agrcola en los pases capitalistas desarrollados -como Estados Unidos- y el papel desempeado
por las investigaciones cientficas y tecnol6gicas promovidas y financiadas por el Estado.

68

incremento de la productividad industrial, salvo excepciones como Mxico y Cuba.


Este fenmeno tiene un significado ms 'profundo del que corrientemente se le
atribuye en Amrica latina, ya que por una parte expresa un desajuste creciente
entre industrializacin urbana y agricultura latifundista, y por otra proyecta el
creciente distanciamiento entre la lite de los pases industriales y el proletariado
de los pases del Tercer Mundo.
La modernizacin capitalista --en trminos de tecnologa productiva, relaciones
sociales, distribucin del ingreso, empleo y articulacin con los procesos de
industrializacin y racionalizacin del sistema de mercado- no ha mejorado
sustancialmente las condiciones de funcionamiento de la estructura: por una parte,
se ha acentuado el proceso de concentracin latifundista con la transformacin de
la tierra en un bien de inversin en la zona de influencia de las ciudades
metropolitanas y el surgimiento histrico de un nuevo tipo de latifundio de manos
muertas; por otra, la modernizacin tecnolgica -definida de acuerdo con los
modelos metropolitanos- ha ido profundizando la brecha entre la agricultura
comercial, las empresas latifundistas y el enorme aluvin de pequeas
explotaciones campesinas. En uno de los polos del sistema, la concentracin se
acenta con relacin al ms valioso activo de recursos fsicos; en el otro, se
acelera la pulverizacin en las zonas de minifundio, como efecto de la intensa
presin sucesorial y de la creciente de proporcin en la relacin hombre-tierra. La
multiplicacin de unidades de explotacin que se observa en casi todos los pases
latinoamericanos no expresa un cambio en el funcionamiento de la estructura, ya
que no tienden a fraccionarse los latifundios sino a descuartizarse las unidades
ms pequeas, actual o potencialmente minifundistas. Latifundismo y
minifundismo funcionan dentro de un sistema de reaccin en cadena. En Argentina
o Chile, Per o Colombia, el minifundio tiende a estar cada da ms lejos de las
economas de subsistencia y ms cerca de las formas radicales de la marginalidad
campesina. Aun en economas de plantacin -como la cafetalera de Colombia- se
ha registrado una disminucin del tamao promedio de las fincas, de 3,65
hectreas en 1956 a 2,69 hectreas en 1966; segn el Censo Cafetero de 1970,
las explotaciones de menos de 2 hectreas constituyen cerca de seis dcimas
partes del total de explotaciones, con casi la mitad de la poblacin del rea y
apenas el 14 % de la superficie cafetalera productiva.
Desde luego, lo que se plantea no es solo la problemtica de los latifundios, sino
tambin la de la estructura latifundista de la agricultura. Desde el punto de vista de
la economa del desarrollo, esos niveles de irracionalidad e ineficiencia se
expresan en el hecho de que los grandes latifundios, acaparando un exceso de
tierra y una valiosa infraestructura fsica, tienen una bajsima capacidad
ocupacional y una exigua participacin en el valor de la produccin agropecuaria;
y los minifundios, al padecer una aguda escasez de tierra y de recursos
tecnolgicos, deben soportar una intensa sobrecarga de mano de obra y tener una
muy baja participacin en el valor total de la produccin, no obstante que su
productividad por hectrea es, por lo comn, ms elevada que los latifundios.
En un pas de estructura mixta, como es Guatemala, los minifundios, con el 15 %
de la tierra, ocupan el 68 % de la mano de obra agrcola y participan en el 30 %
del valor de la produccin agropecuaria; y las grandes explotaciones latifundistas,
controlando el 40 % de la tierra, solo ocupan el 7 % de la mano de obra y apenas
69

participan en el 21 % del valor de la produccin. En Colombia, 42 las capas


minifundistas, con el 5 % de la tierra agrcola, deben ocupar el 58 % de la mano de
obra y contribuir con el 21 % de la produccin agropecuaria; y los grandes
latifundios, con cerca de la mitad de la tierra agrcola (45 %), apenas ocupan el 4
% de la mano de obra y contribuyen con el 15 % del valor total de la produccin.
Ya hemos mencionado los datos corre9pondientes a la Argentina 43
De recientes investigaciones efectuadas por el CIDA, 44 se deduce que las
explotaciones multifamiliares tradicionales (de tipo latifundista) se asemejan a los
minifundios en cuanto a que la tecnologa, las inversiones de capital y el manejo
de la tierra son rudimentarios, de modo que el nivel de produccin est
determinado esencialmente por los insumos de mano de obra. Se genera as uno
de los fenmenos ms caractersticos de la estructura latifundista latinoamericana:
desocupacin disfrazada de tierra agrcola y subocupacin de mano de obra al
nivel del latifundio; desocupacin disfrazada de poblacin activa y excesiva
presin sobre los recursos fsicos al nivel del minifundio. Si se adoptase como
punto de referencia la relacin tierra/mano de obra existente en las unidades de
escala familiar (posiblemente las menos desequilibradas en la combinacin y uso
de los factores productivos en Amrica latina), solo se necesitaran 700.000 de los
4,4 millones de trabajadores que congestionan los minifundios 45 y podran
emplearse 25 millones de trabajadores adicionales utilizando solo la mitad de las
tierras pertenecientes a los grandes latifundios.
El sistema de dominacin social
La inflexibilidad e intolerancia de la estructura latifundista- minifundista
desencadena un anrquico proceso de emigraciones torrenciales del campesinado
a las ciudades, determinando, sin embargo, el desempleo o subempleo del 33 al
50 % de la fuerza laboral agrcola de Amrica latina. 46 Pese a que las migraciones
movilizan un elevado porcentaje de la poblacin rural -el 17 % en Ecuador y
Colombia, el 19 % en Brasil, el 25 % en la Argentina, el 29 % en Chile, en el
perodo 1950-1960- la tasa de crecimiento de esa poblacin contina siendo del
1,5 % anual.47
42

La superficie dedicada a cultivos agrcolas (alimenticios e industriales) apenas ocupa el 2,6 % de


la superficie del pas, debiendo trabajar en ella la mitad de la poblacin econmicamente activa.
Segn estos datos censales, la tierra cultivada por habitante es inferior a media hectrea. Las
familias campesinas sin tierra o con menos tierra o con menos de dos hectreas constituyen el 70
% de la poblacin agrcola y el 40 % de la poblacin total (1960). Cf. Informe Regional CIDA,
Tierras y hombres en latinoamrica, Santiago de Chile: ICIRA, pg. 422.
43

Vase la pg. 77 de esta obra; cf. tambin Salan Barraclough y Arthur Domike, op. cit., pg. 14.

44

Salan Barraclough y Arthur Domike, o p. cit., pg. 17.


Ibid., pg. 18.
46
C1yde Mitchell y Jacobo Schatan, op. cit., pg. 51
47
Salan Barraclough, Problemas relativos a la ocupacin que afectan al desarrollo agrcola
latinoamericano, Boletn Mensual de Economa y Estadstica, Roma: FAO, nOS. 7-8, julio-agosto
de 1969, pg. 4.
45

70

El sistema de relaciones sociales de la estructura latifundista se caracteriza por un


amplio espectro, que va del salariado capitalista en las estancias argentinas o en
las plantaciones comerciales centroamericanas, a las formas arcaizantes del
colonato, el peonaje, el salariado marginal y las formas seoriales del
arrendamiento y la aparcera. Ha sido usual, en Amrica latina, considerar todas
las formas del arrendamiento y la aparcera como instituciones tpicamente
capitalistas, si bien su naturaleza social solo puede definirse dentro de un contexto
especfico de relaciones agrarias.
En la mayora de los pases,48 las tenencias precarias constituyen una expresin
del monopolio seorial sobre la tierra y estn articuladas con las antiguas y
modernas estructuras de denominacin social. Las aparceras se practican,
habitualmente, dentro de este contexto paternalista; el terrateniente impone las
normas de uso de la tierra, el rgimen de inversiones y el sistema absolutamente
inequitativo (no autnticamente contractual) de distribucin de los costos y del
producto agrcola.
En investigaciones recientes sobre el problema agrario argentino (CEPAL) se han
sealado las tenencias precarias como una de las causas de la erosin de los
recursos fsicos y de la insuficiente capitalizacin rural, en cuanto se han
desalentado las inversiones de aparceros y arrendatarios y, en cambio, se han
estimulado mtodos esquilmatorios de uso del suelo. Aun en zonas hortcolas de
tanta importancia como las del Valle Central de Chile, subsisten modalidades de la
aparcera seorial en tierras regadas de latifundio, con un rgimen de distribucin
de costos de tal naturaleza que la participacin del campesino mediero en el
ingreso neto es del 9 % y la del patrn del 91 %.49 En los pases en los que an
se conservan forman arcaicas o hispano-coloniales del latifundio de colonato, las
aparceras se estratifican con las capas sociales conformando una compleja trama
de relaciones que se extiende a los ms diversos niveles de la fazenda o a las
parcelas minifundistas de colonos, comuneros y pequeos empresarios familiares.
Una caracterizacin social de la estructura latifundista es la correspondiente a la
compleja fenomenologa de la marginalidad campesina. El concepto de
marginalidad abarca una amplsima gama social en el campo latinoamericano, ya
que comprende tanto las formas arcaicas y petrificadas de la inmersin campesina
en las haciendas de colonato, como las condiciones indigentes de una poblacin
de minifundistas, comuneros indgenas y peones que no tienen vas de acceso a
la tierra, a la cultura, a los mecanismos de participacin poltica, a los recursos
asistenciales del Estado o al mercado de recursos de tecnologa y financiamiento.
48

Un caso excepcional en el panorama latinoamericano es el de la Argentina, donde existe un


moderno sistema de regulacin pblica de contratos de arrendamiento y aparceras, como efecto
de las intensas presiones desatadas por los movimientos populistas, las cooperativas de servicios
y las clases medias rurales (plazos, usos, inversiones, etc.). Esta poltica de adopcin de formas
autnticamente contractuales ha logrado rebajar la gravitacin de la renta fundiaria en la estructura
de costos, del 23 % del costo total del trigo, hace 30 aos, al 5 %. Cf. Horacio C. E. Giberti, op. cit.,
pg. 79. 49 Las aparceras en el rea hortcola de Limache, Santiago de Chile: ICIRA, 1966.
Acerca de la estratificacin de las aparceras al nivel de pequeos propietarios, minifundistas,
colonos, comuneros, etc., consltese Antonio Garca, Reforma agraria y economa empresarial...,
op. cit., pg. 97

71

La comunidad indgena, inserta en la constelacin seorial del latifundio o


instalada en las regiones del refugio, 50 revela una forma extrema y anacrnica
de marginalidad social, sin posibles vas de salida o de escape. Las zonas de
minifundio -fundamentadas en el explosivo desequilibrio entre la poblacin
campesina y la tierra- estn compelidas a subsistir en simbiosis con el latifundio o
con una metrpoli urbana -grande o pequea-, o a desaparecer como formas
estabilizadas de explotacin agrcola. El peonaje se define como un tipo de
salariado marginal,51 en cuanto es producto de un mercado rural de trabajo en el
que no rigen las reglas de negociacin y de valores de un autntico mercado
capitalista, y en el que no se aplican las normas protectoras del derecho social en
materia de duracin e intensidad de la jornada de trabajo, remuneraciones,
indemnizaciones, seguridad, etctera.
La inmersin campesina adopta sus formas ms radicales en aquellas estructuras
latifundistas apoyadas en la comunidad indgena y en las normas hispanocoloniales de la estratificacin racial (Guatemala, Ecuador, Per): 52
a. Expresa no solo una profunda desigualdad social sino tambin una desigualdad
inamovible e institucionalizada, en la que no funcionan mecanismos correctivos.
b. Conserva la ordenacin colonial en estamentos, castas y grupos tnicos,
impidiendo o retardando la formacin de un moderno sistema capitalista y abierto
de clases sociales.
c. Constituye una estructura de incomunicacin o segregacin de las masas
campesinas, por medio de los antiguos mtodos seoriales del arraigo o del
colonato.
d. Proyecta la estrategia latifundista de conservar la comunidad campesina como
una masa aluvional y cautiva, que no est en condiciones expresarse, negociar,
participar y ejercer presiones.
e. Expresa un tipo de relaciones sociales fundamentadas en la autoridad
dominical y paternalista del hacendado, impidiendo la formacin o consolidacin
de las relaciones capitalistas de mercado.
f. Repudia las formas o supuestos elementales de la comunicacin, como son la
alfabetizacin y el bilingismo (en los pases de comunidad indgena monolinge),
imposibilitando la conformacin de un moderno tipo de sociedad nacional
coherente e integrada.
La nica va de escape -dentro de esta inflexible estructura de incomunicacin- es
la emigracin como xodo campesino hacia las ciudades de refugio. El xodo
encarna un notable esfuerzo de superacin en las escalas de vida, pero sera
50

El concepto de regiones de refugio corresponde al de zonas ecolgicamente marginales y que,


en consecuencia, ya han dejado de soportar la presin y la apetencia de tierras caractersticas de
la estructura latifundista. Sobre estas formas de marginalidad indgena, vase Gonzalo Aguirre
Beltrn, Las regiones de refugio, Mxico: Instituto Indigenista Interamericano, 1967.
51
El concepto ha sido explicado en Antonio Garca, Regmenes indgenas de salariado... , op. cit.
Con frecuencia, se asimila el peonaje al proletariado agrcola, creando una falsa imagen de este
tipo social y disfrazando una de las formas ms generalizadas de marginalidad en Amrica latina.
5

2 Antonio Garca, El problema agrario y los medios de comunicacin colectiva, op. cit., pg. _177.

72

equivocado interpretarlo como un coeficiente de desarrollo social, ya que, por lo


general, se trata de una poblacin desarraigada y que ha de engrosar la indigente
economa de las actividades marginales que se desarrollan en las ciudades
metropolitanas.
Desde luego, no solo existe un amplio registro de formas y niveles de inmersin
sino que, excepcionalmente, se generan procesos de apertura campesina a la
comunicacin con nuevas esferas de la economa de mercado, de la organizacin
poltica y de los tipos nacionales de cultura. Los canales de penetracin de las
corrientes innovadoras han sido, con frecuencia, la relacin personal y
demostrativa por medio de las emigraciones temporarias a regiones de ms
elevado nivel tecnolgico empresarial, 53 la incorporacin eventual a un tipo de
mercado abierto y las experiencias culturales acumuladas ms all de la frontera
local de la propia comunidad campesina.
Dentro de marcos sociopolticos muy diferentes debe enfocar- se la problemtica
de la marginalidad campesina en pases como Mxico y Bolivia, en los que la
reforma agraria aboli la estructura hispano-colonial de la fazenda de colonato
pero no fractur la totalidad del sistema latifundista, ni cre los mecanismos
institucionales para incorporar al proceso de cambio a tres vastos sectores
sociales: los campesinos minifundistas que fueron dotados con muy poca tierra de
labor, por medio de ttulos individuales o colectivos; los minifundistas, comuneros
indgenas y peones que no fueron dotados de tierra; los campesinos que han
permanecido vinculados a formas contemporneas de latifundio o a estructuras
urbanas de dominacin local.54

53

Un caso de apertura campesina a un proceso activo de cambio es el de las comunidades del


valle de Jauja, en Per, que a travs del mecanismo de las migraciones estacionales a las zonas
de cultivos hortcolas de la Costa, introdujeron la tecnologa asitica de la explotacin intensiva al
marco de la agricultura tradicional de un valle interandino. Esta transferencia cultural produjo una
modificacin en el cuadro local de uso de la tierra y el agua, el paso de la explotacin extensiva a
la intensiva y el salto de las precarias economas de subsistencia a las primeras formas de la
empresa agrcola y de la produccin capitalista de excedentes para el mercado. La dinmica del
cambio est articulada con la definicin de tres elementos, que son: la iniciativa empresarial, la
integracin a una economa monetaria de mercado y la apertura a un proceso de comunicacin
54
Recientemente se ha iniciado el estudio de las formas singulares de marginalidad campesina en
los pases que han efectuado reformas agrarias estructurales, como Mxico y Bolivia, dentro del
marco de modelos polticos nacional-revolucionarios. Vase Las comunidades agrarias y su
desarrollo (un estudio socio-econmico en la Meseta Tarasca), Mxico: Centro de Investigaciones
Agrarias, 1968; Gerrit Huizer, Los movimientos campesinos en Mxico, Mxico, 1968. Pabto
Gonzlez Casanova, Alejandro D. Marroqun, G. Aguirre Beltrn y Ricardo Pozas han examinado el
problema de las comunidades indgenas en Mxico, aisladas en las regiones de refugio, o
transformadas en colonias interiores. En el caso de las zonas de minifundio, su marginalidad no se
origina solo por estar ligadas estructuralmente al latifundio, sino por su integracin a sistemas
regionales de mercado cuyo ncleo dinmico est constituido por un centro urbano o metrpoli
regional y cuya periferia campesina funciona como una colonia interior. Vase Rodolfo
Stavenhagen, Aspectos sociales de la estructura agraria en Mxico, Amrica Latina, Ro de
Janeiro, n. 1, 1966; Pablo Gonzlez Casanova, La democracia en Mxico, en Sociedad plural .Y
colonialismo interno, Mxico: Era, 1965, pg. 72; Alejandro D. Marroqun, Tlaxiaco, ciudadmercado, Mxico: Instituto Nacional Indigenista; Antonio Garca, Las comunidades tejedoras de la
Mixteca Alta, Mxico: Departamento de Asuntos Agrarios y de Colonizacin, 1960.

73

La pluralidad de formas latinoamericanas se explica, entonces, no solo por la


diversidad de estructuras latifundistas, sino tambin por el carcter conflictivo de
las reformas agrarias que han incurrido en la falacia de identificar la redistribucin
de la tierra con la desaparicin automtica y radical de los fenmenos de
marginalidad campesina.
Las relaciones con la economa de mercado
La hegemona latifundista sobre los mecanismos
de capitalizacin rural .
El monopolio latifundista sobre la tierra involucra el control sobre la infraestructura
fsica, sobre las vas de acceso al sistema nacional de mercado y sobre los
mecanismos de la capitalizacin rural. Las formas de organizacin comercial de
las estructuras de financiamiento agrcola 55 han hecho inevitable el que los
grandes propietarios de la tierra ejerzan un virtual monopolio sobre las
disponibilidades institucionales del crdito. Porque hay poca gente con mucha
tierra que controla las ocho o nueve dcimas partes de los recursos institucionales
de financiamiento agrcola, hay mucha gente con poca tierra -o sin tierra- que no
tiene acceso a los recursos de crdito movilizados por medio de los mecanismos
institucionales o que apenas obtiene una masa de crdito residual. La
concentracin del crdito agrcola en manos de los grandes propietarios de la
tierra conforma un doble fenmeno de cierre de posibilidades de capitalizacin y
de ascenso para las ocho o nueve dcimas partes de la poblacin rural
latinoamericana (minifundistas, aparceros, comuneros, colonos de hacienda,
empresarios familiares, pequeos arrendatarios) y de subvencin nacional al
latifundio, movilizando en esa direccin el ahorro de las empresas ms productivas
de las regiones ms atrasadas y de las clases sociales ms pobres. En un pas
modernizado como Chile, el 9 % de las explotaciones (tipo latifundista) posee el 89
% de la tierra (1955), obtiene el 46 % de los ingresos y controla casi las ocho
dcimas partes de los recursos institucionales de crdito agrcola (78 %). En 1965,
el 6,6 % de los deudores del Banco del Estado controla el 62,3 % del monto total
de la cartera agrcola (altos estratos latifundistas), mientras el 66,3 % de los
estratos rurales inferiores apenas obtiene un 6,3 %. De acuerdo con este mtodo
de distribucin de recursos de financiamiento agrcola, el 90 % de la poblacin
rural (305.000 familias) recibe solo un 4 % del total de esos recursos movilizados a
travs del mercado de crdito institucional (1964), quedando un 72 % de la
poblacin agrcola totalmente al margen de ese sistema capitalista de mercado. 56
55

La organizacin comercial de esas estructuras de financiamiento -pblicas y privadas-- se


caracteriza por aplicar las normas ortodoxas de la liquidez de cartera, las garantas reales y el
sistema de clientelas bancarias.
56

Proyecto de Crdito Agrcola al Sector de Bajos Ingresos, Santiago de Chile: Instituto de


Desarrollo Agropecuario, 1965, pg. 27. En 1964 -declar6 el ministro de Agricultura, Hugo Trivelli-,
la totalidad del crdito destinado por instituciones fiscales a la agricultura (Banco Central, Banco
del Estado, CORFO, CORA, etc.) alcanzaba a 500 millones de escudos anuales. En un pas de
250.000 empresarios agrcolas, 2.500 clientes --el 1 %- absorban 400 millones de escudos

74

En Guatemala, en 1962, el 87 % del crdito agrcola se concentra en las grandes


fincas comerciales de caf y algodn, 57 y apenas un 0,9 % se destina a la masa de
cultivadores minifundistas de frijoles y maz. Los nuevos servicios de crdito
asistencial suministran prstamos al 1,2 % de los 340.000 medianos y pequeos
agricultores de subsistencia.
En un pas de pronunciada tendencia a la regionalizacin del crecimiento, como
Per, la distribucin del crdito agrcola institucional 58 no solo acenta la
concentracin de los recursos financieros en el sector de los grandes propietarios
de la tierra, sino que profundiza la distancia econmico-cultural entre la Sierra y la
Costa. El 12 % de prestatarios latifundistas moviliza el 88 % de los recursos de
crdito agrcola institucional y el 88 % de pequeos prestatarios apenas dispone
del 22 % (1960). La regin de la Costa (economa de plantacin y estructura
oligrquica), con el 34: % de las hectreas cultivadas y el 67 % de la tierra de
riego, controla el 81 % del crdito agrcola; la regin de la Sierra (economa de
abastecimiento interno y aristocracias latifundistas locales), con el 63 % de las
hectreas cultivadas y el 16,5 % de la tierra de riego, obtiene un poco ms del
12% de esa masa de recursos crediticios. Dentro de estos marcos institucionales,
se acelera el proceso de la causacin circular acumulativa enunciado por Myrdal,
empobrecindose ms las regiones y las capas campesinas ms pobres y
concentrndose ms los recursos nacionales de tecnologa y financiamiento en las
regiones ms desarrolladas y los estratos latifundistas ms modernos (monopolio
selectivo sobre la tierra de riego, economas comerciales de plantacin,
entrelazamiento de intereses y diversificacin de inversiones de la oligarqua
azucarera). Se aplica as una de las reglas de hierro de las economas sujetas a
estructuras de dominacin y dependencia: la estructura hegemnica se transforma
en un polo de atraccin de los recursos de desarrollo de las naciones, las reas y
las clases satelizadas o dependientes. En virtud de la aplicacin de este principio
histrico, las clases sociales ms pobres y las regiones ms atrasadas operan
como financiadoras de las regiones ms desarrolladas y las clases ms ricas
-transfiriendo a ellas sus ahorros, depsitos bancarios e inversiones-, as como las
naciones atrasadas y dependientes se constituyen en exportadoras netas de
recursos de capital y de una lite cientfico-tcnica a la nacin metropolitana.
Estos factores condicionan otro fenmeno caracterstico de la estructura
latifundista en Amrica latina: la estratificacin del mercado de productos
agrcolas. Mientras los latifundios y medianas explotaciones comercializan en el
(teniendo, adems, acceso a la banca privada) y 100 millones --el 20 % del monto prestado-deban distribuirse entre los 247.500 empresarios restantes, con promedios anuales de 400
escudos. El estudio del CIDA encontr que los propietarios minifundistas y familiares reciban solo
el 7%, del crdito controlado, a pesar de constituir el 76,9%; del total de agricultores, mientras los
grandes y medianos terratenientes perciban el 93,2% del crdito controlado. Cf. Ral Urza, La
demanda campesina, Santiago de Chile: Nueva Universidad, 1969, pg. 95.
57

Guatemala: Tenencia de la tierra y desarrollo socio-econmico del sector agrcola, Washington:


CIDA, 1965, pg. 153.
58
Renta Nacional del Per, Lima: Banco Central de Reserva, 1961. pg. 79. El nico banco que
opera en las lneas de crdito agrcola propiamente dicho es el Banco de Fomento Agropecuario.

75

sistema nacional de mercado -en el que funciona un sistema moderno de valores-,


las pequeas economas campesinas deben permanecer ancladas en las formas
tradicionales del mercado local, en el que persiste el antiguo sistema hispanocolonial de clasificacin de productos, pesas y medidas, calidades y precios. Una
de las expresiones clsicas de este tipo peculiar y tradicionalista de mercado es la
muy desigual y desequilibrada distribucin del precio entre el productor campesino
y la pequea burguesa intermediaria. Los mecanismos estatales de regulacin de
mercados y precios no alcanzan a penetrar en la infraestructura social de este tipo
de mercado, vindose obligados a operar con las fuerzas intermediarias que lo
manipulan.
Estas estructuras de comercializacin y financiamiento podran modificarse, si las
pequeas economas campesinas o las fuerzas nacionales capaces de
enfrentarse a la estructura latifundista iniciasen una accin organizada y
sistemtica. Pero mientras las fuerzas con aspiraciones de cambio carecen de
organizacin y de poder, las fuerzas con organizacin y con poder son,
precisamente, las que impiden el cambio. El modelo de Sociedad Nacional de
Agricultores 59 que asocia a las lites latifundistas (no ms de 1 a 2 % de la
poblacin activa rural) constituye el elenco estable de los partidos tradicionales y
representa, por derecho propio, a todos los sectores campesinos, expresando las
nuevas formas de una antigua estructura de poder. La representatividad rural es,
en consecuencia, un monopolio ejercido por los grandes propietarios de la tierra y
que no solo se ha institucionalizado en pases de latifundio arcaico, como
Guatemala, sino tambin en aquellos con ms apariencia de modernidad, como la
Argentina y Chile. Estas funciones de representatividad no aseguran la plena
hegemona de las lites latifundistas sobre el Estado, pero s la renovada
participacin en el elenco de clases dominantes, la influencia ideolgica sobre
sectores modernos de la burguesa y la consolidacin histrica de su poder. Lo
fundamental en este sistema de poder es que sirve para asegurar la hegemona
59

Ese modelo de estructura de presin y representacin del sector rural, liderado por las lites
latifundistas, ha logrado generalizarse en Amrica latina, integrndose por medio de las
Asociaciones Agro- pecuarias Americanas Amigas (AAAA). La Sociedad Colombiana de
Agricultores est constituida por 9.500 afiliados -bajo el liderazgo de grandes terratenientesrepresentando al sector rural en el Banco Central, la Caja de Crdito Agrario, el Instituto
Colombiano de Reforma Agraria, las Juntas de Control de Cambios Internacionales y de Precios y,
en fin, en los organismos estatales de conduccin econmica. O sea que el 0,1 % de la poblacin
activa rural de cerca de 5 millones de personas asume la representacin, por derecho propio, de
toda aquella poblacin. En la Argentina, la Sociedad Rural tena en 1936 cerca de 2.000 socios, y
en 1961 superaba los 9.000. A lo largo de un cuarto de siglo, se amplia la base de la organizacin
corporativa, pero en el sistema de conduccin, las familias tradicionales (38 sobre 97 dirigentes)
constituyen el elenco estable. Los grandes propietarios bonaerenses representan el grupo
hegemnico dentro del cuadro directivo de la Sociedad Rural (12 sobre 18 en 1936, 14 sobre 19 en
1961). En estas circunstancias -dice el socilogo Jos Luis de Imaz-, la Sociedad Rural asume
hoy la representacin de un sector: el de los grandes propietarios, nica y exclusivamente. En los
cuadros no tienen cabida los medianos y pequeos propietarios locales, ni los chacareros an
subsistentes, ni los arrendatarios ni los colonos de las grandes propiedades. Esta representacin
es la que la entidad asume como funcin manifiesta. Cf. op. cit., pgs. 270-75.
Este mismo esquema de representatividad y de poder inspira a la Sociedad Nacional de Agricultura
de Chile o a la Sociedad Nacional Agraria del Per, disuelta en mayo de 1972 por el Gobierno
Militar Revolucionario.

76

econmica, social y poltica de la estructura latifundista en el cuadro de la vida


rural, no obstante las presiones originadas en los procesos de modernizacin
capitalista.
El monopolio seorial ejercido sobre la tierra, la infraestructura agrcola y los
recursos institucionales de modernizacin y crecimiento define, en ltima
instancia, las pautas de distribucin del ingreso entre las clases sociales, entre las
regiones ecolgicas y entre las categoras de empresa.
No siendo posible una equilibrada distribucin del ingreso agrcola mediante el
acceso a la tierra de labor, el mecanismo de 100 salarios o el mercado de
productos agropecuarios, cabra una redistribucin poltica, por va de los
mecanismos tributarios y del presupuesto pblico, transfiriendo ingresos del sector
latifundista al sector del pequeo empresariado o de los campesinos sin tierra. La
experiencia latinoamericana demuestra que el latifundio es una estructura
amurallada capaz de resistir al poder integrador redistribuidor del Estado,
conservando inmune su situacin de privilegio y consagrando sus facultades
tradicionales de evasin tributaria. Paga impuestos la pequea economa granjera
pero no la gran propiedad latifundista, no solo por reiterada propensin a evadir
las cargas fiscales, sino como expresin de una antigua ideologa seorial de
inmunidad. En pases tan dismiles como Ecuador o Chile, no solo se revela el
fenmeno de la resistencia latifundista a contribuir al financiamiento del
presupuesto pblico, sino tambin la tendencia a una participacin decreciente de
la tributacin agrcola en el cuadro de ingresos ordinarios del Estado.
Entre 1940 y 1962, se define en Chile una tendencia hacia la participacin
decreciente de la agricultura en los ingresos tributarios del Estado -no obstante
corresponder a un ciclo histrico de gobiernos populistas-, descendiendo del 5 7 a!
r, 3,8 % en el perodo.60
En Ecuador, de 1950 a 1958, el producto del impuesto a los predios agrcolas
(recaudado por los municipios y expuesto a la ms directa influencia de las clases
latifundistas) desciende del 2,7 % al 1,2 % en relacin con el presupuesto general
de ingresos del gobierno central.61
Se cierra as la posibilidad de modificar las inflexibles pautas latifundistas de
distribucin de la propiedad y del ingreso, por medio de los mecanismos
econmicos del sistema capita- lista de mercado o por medio de un mecanismo
poltico articulado con el poder estatal. Esas pautas de distribucin siguen las
antiguas lneas ideolgicas, orientando una elevada proporcin de los ingresos
hacia el financiamiento de los consumos suntuarios o hacia la constitucin de
reservas financieras en la nacin metropolitana.

60

En el mismo periodo, la participaci6n de la agricultura en el producto bruto, a precios de


mercado, descendi del 14,9 % en 19% al 9,1 % en 1962. Cf. Cuentas Nacionales de Chile,
CORFO, 1940-1962; Ricardo Lagos, La agricultura chilena. La tributacin agrcola en Chile,
Instituto de Economa, Santiago de Chile: Universidad de Chile, 1965, pg. 64.
61

Productividad de la agricultura ecuatoriana, Boletn Econmico de Amrica Latina, Santiago de


Chile, n" 2, octubre de 1961, pg. 88.

77

Se genera as el fenmeno de que, pese a los procesos de modernizacin


tecnolgica y empresarial, la estructura latifundista cierra el ciclo del crecimiento
latinoamericano, impidiendo la redistribucin social del ingreso agrcola, dejando
sin respuesta las crecientes presiones originadas en el crecimiento demogrfico o
en los procesos de urbanizacin y de industrializacin, cerrando las vas de
movilidad y de ascenso de las enormes capas de pequeas economas
campesinas. Esta problemtica podr examinarse con mayor claridad si se tiene
en cuenta que las familias de rninifundistas y campesinos sin tierra representan
entre seis y nueve dcimas partes del total de familias agrcolas en la mayora de
los pases latinoamericanos,62 y que en ellos el promedio anual del ingreso
campesino (minifundistas, colonos, peones, comuneros indgenas, pequeos
aparceros y arrendatarios de tierras) apenas flucta entre 50 y 100 dlares. 63
Estas cifras revelan un estado de miseria rural, as como tambin la imposibilidad
econmica de que se integre y profundice un verdadero mercado de masas en los
pases que consideran la posibilidad de un modelo capitalista de desarrollo y una
transposicin de los patrones metropolitanos de la sociedad de consumo. Lo
sorprendente de este fenmeno no solo radica en su existencia sino tambin en su
falta de proyeccin en las ideologas y polticas convencionales de desarrollo, ya
que se acepta implcitamente la posibilidad operativa de un esquema de
industrializacin y crecimiento sin haber modificado radicalmente esta imagen del
latifundio y de la mi- seria rural. El estudio de la CEP AL afirma certeramente:
No ha existido una imagen pblica del papel que desempean las masas rurales
en el estancamiento de un pas, y muy a menudo han prevalecido consideraciones
polticas o puramente humanitarias en la mayor parte de las discusiones acerca de
las condiciones en que se desenvuelve la vida en los campos. 64

62

Las familias de insuficientes ingresos (minifundistas y campesinos sin tierra) que podran
comprenderse dentro del amplio espectro de la marginalidad campesina ascienden al 57 % del
total de familias agrcolas en Brasil, al 67 % en Colombia y flucta entre 80 y 90% en Ecuador, El
Salvador y Guatemala. Cf. Thomas F. Carrol, Reflexiones sobre la distribuci6n del ingreso y la
inversin agrcola, Temas del BID, Washington, n" 2, 1964, pg. 28.
63

Cf. CEPAL, El desarrollo social de Amrica latina .en la post guerra, Buenos Aires: SolarHachette, 1963, pg. 38. Se ha estimado en Brasil un ingreso medio anual de sectores agrcolas de
110 dlares, pero en la regin del Nordeste solo ha llegado a 84 dlares, y a 33 dlares para los
obreros azucareros. Una encuesta efectuada en 1956 en Cuba (pas presentado tradicionalmente
como modelo de elevado ingreso por habitante) revel que el promedio campesino fue slo de 92
dlares por ao. En Ecuador \ 1959), el 67 % de la poblacin huasipunguera obtuvo un ingreso
medio diario inferior a 0,20 dlar.
En Chile, el 3 % de las familias rurales (grandes productores) particip en cerca de las cuatro
dcimas partes del ingreso agrcola (el 37 %), mientras el 71% de las familias (trabajadores y
minifundistas) apenas obtuvo menos de una tercera parte (el 33 % de ese ingreso, en 1960).
Chile: Tenencia de la tierra.. ., op. cit.
Aun en los pases ms grandes de Amrica latina, et 60 % de las familias dedicadas a la agricultura
ha recibido ingresos de 210 dlares o menos al ao, y el ingreso medio por familia en este grupo
ha sido de 1175 dlares. De 2 a 4 dlares por persona y por mes, Cf. F AO-BID, La agricultura en
Amrica latina. Perspectivas para su desarrollo, Washington: FAO-BID, 1967, pg. 20.
64
CEPAL, op. cit., pg. 37

78

Lo cierto es que tampoco se ha clarificado el papel de esas masas rurales -las


ms atrasadas, las ms inmersas, las ms dependientes- en la transformacin
revolucionaria de los pases que estn descubriendo su propio camino: Mxico
Bolivia, Cuba, Per, Chile. Estos enunciados permiten definir cul es, desde el
punto de vista de los objetivos de una reforma agraria desde cualquier tipo---, el
nudo de la problemtica en Amrica latina. De lo que ahora se trata no es de
resolver el pequeo problema de la modernizacin empresarial del latifundio (lo
que, evidentemente, se ,ha logrado en la estancia argentina, en la fazenda
paulista, en la hacienda de plantacin de la Costa peruana o en la plantacin
centroamericana), sino de afrontar la sustitucin de las diversas formas histricas
de constelacin latifundista, de acuerdo con los esquemas latinoamericanos de
desarrollo independiente y con el proyecto poltico de construccin de una nueva
sociedad.

Apndice captulo 2

79

80

81

EXPLICACIN DE LAS FIGURAS


Colombia
Tipo I: Ciclo de la estructura tradicional. Hacienda ganadera o cerealera en las
sabanas y valles de altura, comunidades y minifundios de subsistencia, haciendas
ganaderas y cacaoteras en los valles clidos y litorales, minifundios tabacaleros en
las vegas profundas, pequeas economas tropicales de subsistencia (pltano,
yuca, panela).
Tipo II: Ciclo de la ocupacin de las laderas boscosas de la cordillera andina.
Colonizacin fundamentada en plantaciones cafetaleras, fincas medianas y de tipo
familiar, economa de mercado, estructura urbana de fisonoma capitalista.
La colonizacin se inicia en las dos ltimas dcadas del siglo XIX y genera una
corriente migratoria de ocupacin -cultura cafetalera- de los grandes espacios
vacos en los tres ramales andinos.
Tipo III: Ocupacin de las llanuras orientales, en dos ciclos. El primero, desde
comienzos del siglo XX, en forma de hatos y ganadera cimarrona (ganado salvaje
y carencia de linderos, peonaje de conucos o nmade); el segundo, a partir de la
dcada del treinta, en forma de fincas de ganadera extensiva y adjudicacin de
grandes extensiones de tierras fiscales.
Tipo IV: Ciclo de la moderna hacienda de Plantacin (banano de exportacin, caa
de azcar) y de la moderna finca de ganadera, algodn, arroz y cultivos para
abastecimiento del mercado interno. Ocupacin de las tierras del litoral atlntico,
colonizacin del valle del Magdalena y primeras formas de penetracin en la
cuenca amaznica (Caquet, Putumayo).
Ecuador
Tipo 1: Ciclo de la estructura colonial. Hacienda, comunidad indgena, minifundio,
poblado de frontera, ciudad seorial (Quito, Cuenca, Loja, etc.).
Tipo II: a. Ciclo cacaotero. Hacienda de estructura social arcaica articulada al
mercado de exportacin y a la economa capitalista de la metrpoli costea
(Guayaquil). b. Ciclo bananero. Dcada de 1940. Explotaciones grandes (100500 hectreas), con el 75 % de superficie destinada a banano; hacienda de tipo
plantation (United Fruit Co.), con ms de 25.000 hectreas y estructura autrquica.
Tipo III: Ciclo bananero. Explotaciones medianas y colonizacin reciente del
cinturn subtropical, generada por la dinmica del auge del banano y por la
inflexibilidad de la estructura latifundista de tipo seorial en La Sierra y de tipo
comercial y modernizado en la costa del Pacfico.

82

Per
Tipo 1: Ciclo de la estructura hispano-colonial. Hacienda seorial, comunidad
indgena, minifundio, poblado de frontera, ciudad seorial en la Sierra.
Tipo II: Ciclo de la estructura capitalista de la agricultura costea, a partir de las
postrimeras del siglo XIX: Cultura de oasis, regados y haciendas de plantacin
(caa de azcar, algodn, etc.) con influencia social de las haciendas tradicionales
serranas (enganches, yanaconaje).
Tipo III: Ciclo de la reciente colonizacin de la caja de montaa y valles
templados, sobre la base de una estructura tras- plantada de la Sierra del Sur
(arrendires, en el sistema agrario cuzqueo).
3. Reforma agraria y cambio estructural
La reforma agraria como problema latinoamericano
La experiencia latinoamericana de reforma agraria plantea la necesidad y la
posibilidad de una inmediata transformacin o decantacin de esa experiencia
histrica en la teora cientfica social. Resulta notable el hecho de que, pese a la
rica y compleja experiencia de Amrica latina, en medio siglo de historia no se
hayan definido los lineamientos esenciales de esa teora o apenas se est
iniciando el proceso de reflexin crtica y elaboracin primaria de las ciencias
sociales latinoamericanas.1 Se contina operando con esquemas o estereotipos
europeos y norteamericanos de reforma agraria, fundamentados en nociones
tecnocrticas del cambio o en ideologas que proyectan y racionalizan los
intereses, las aspiraciones y el sistema de valores de la nacin metropolitana. Este
fenmeno es particularmente notable en los casos de reformas agrarias de tipo
convencional, en cuanto proyectan las ideologas conflictivas y contradictorias del
sistema institucionalizado de partidos y expresan su alienacin a los modelos de
cambio propagados por los grandes centros mundiales de influencia o de poder:
Estados Unidos o la Unin Sovitica, Inglaterra o China, Francia o Yugoslavia.
Casi todos los esquemas ritualizados se basan en supuestos histricos como el de
que ha sido superado el ciclo de la sociedad colonial y de las relaciones
seoriales, y el de que la estructura latifundista clsica ha sido reemplazada por
una estructura capitalista abierta, coherente, integrada y de grandes espacios. La
preocupacin de los tericos europeos o norteamericanos por asignar al pago de
indemnizaciones el carcter de ncleo esencial de la reforma agraria presupone
varias cosas: la necesaria preservacin del sistema de valores de la sociedad
liberal y burguesa; la desaparicin del escenario latinoamericano de las antiguas
formas del monopolio seorial sobre la propiedad de la tierra, el agua y los
bosques; el funcionamiento real de un mercado capitalista de tierras como
mecanismo re distribuidor de los recursos fsicos de un mercado de trabajo rural o
como mecanismo redistribuidor de los ingresos agrcolas. Por otra parte, los
enfoques tecnocrticos se orientan a disear tipos perfeccionistas de reformas
1

Vase, del autor, Atraso y dependencia en Amrica latina, Buenos Aires: El Ateneo, 1972.

83

agrarias integrales (en las que, al decir de una economista inglesa, parece darse
todo a los campesinos menos la tierra) o a sustituir la reforma agraria por polticas
keynesianas o funcionales de desarrollo agrcola, expresadas en estmulos
fiscales a la inversin, mejoramiento de las tecnologas, manejo de mecanismos
tributarios, subvencin pblica a los propsitos innovadores de la productividad
rural o construccin estatal de una infraestructura fsica.
En el otro extremo de esta lnea de posiciones se encuentra una antigua
formulacin de la intelectualidad latinoamericana ms proclive a los procesos de
radicalizacin formal (socialistas blanquistas del siglo XIX, anarcosindicalistas,
agraristas libertarios y comunistas escolsticos), que atribuye a la reforma agraria
un sentido de reivindicacin campesina de la tierra 2 o un contenido ideolgico de
igualdad social. La lite revolucionaria que acometi, en el curso del siglo XIX o
principios del XX (Mxico, Guatemala, Colombia, Ecuador) las reformas liberales
de desamortizacin de bienes de manos muertas, intent una primera y
parcializada ruptura del monopolio seorial sobre la tierra <desvinculacin de la
propiedad en el lenguaje de la poca), pero fue literal- mente arrollada por los
principios normativos de la sociedad tradicional. Primero, porque se limit a
plantear la nacionalizacin de las tierras vinculadas a las haciendas eclesisticas, 3
segundo, porque afect a las tierras de comunidad indgena, como efecto de una
supersticin individualista y anticomunal; tercero, porque cambi a los propietarios
pero no la estructura latifundista, transfiriendo el enorme patrimonio de tierras
desamortizadas de la Iglesia y las comunidades indgenas a la naciente burguesa
y a la lite intelectual de las clases medias, y cuarto, porque defini como tierras
de manos muertas exclusivamente aquellas que no eran movilizables por medio
de la economa capitalista de mercado.
La elaboracin de una teora cientfica social -partiendo de la propia experiencia
histrica de la sociedad latinoamericana- es, en consecuencia, uno de los puntos
fundamentales de un nuevo enfoque: el que define el contenido, la direccin y los
alcances de la reforma agraria, entendida como operacin estratgica de
2

En el caso de los partidos comunistas ortodoxos, las lneas ideolgicas se han bifurcado,
histricamente, en una direccin agrarista- campesina (derivada de la aplicacin literal del principio
la tierra para quien la trabaja) y en una direccin burguesa, articulada con la doctrina ortodoxa
de la revolucin democrtico-burguesa. Solo excepcionalmente los comunistas latinoamericanos
han planteado la nacionalizacin de la tierra, ms como transcripcin de estereotipos polticos
que como respuestas a cierta problemtica del desarrollo.
3

En Mxico, la reforma juarista tuvo un sentido inequvoco de nacionalizaci6n de las tierras


eclesisticas. En otros pases, se adoptaron distintas formas jurdicas, pero el contenido de la
reforma fue semejante. En Colombia, en 1862, funcion prcticamente la confiscacin de esas
tierras, ya que el Estado slo reconoci a la Iglesia una renta anual (consignada en el presupuesto
pblico) y transfiri los latifundios, no a los cultivadores directos sino a intelectuales, comerciantes
y banqueros asociados a la reforma, a cambio de ttulos desvalorizados de deuda pblica. Otro
tanto ocurri en Ecuador, a principios del siglo XX, transformndose los lideres de la revolucin
liberal alfarista en terratenientes y asignando las haciendas nacionalizadas, en administracin, a
las antiguas y nuevas clases latifundistas.

84

desarrollo econmico y social de las naciones atrasadas, y no solo como


expresin agrarista del hambre campesina de tierras, como aspiracin burguesa a
una economa de mercado o como proyecto tecnocrtico o populista de
reemplazar, artificialmente y sin cambios estructurales, la sociedad tradicional
latinoamericana por una sociedad industrial de modelo norteamericano o europeo.
La cuestin esencial reside, entonces, en definir no solo los medios, los vehculos,
las fuerzas sociales promotoras de los cambios, sino los objetivos estratgicos de
esos cambios. As como podra hacerse una reforma agraria en la que se diese a
los campesinos muchas cosas pero no la tierra, podran hacerse reformas agrarias
en las que la redistribucin administrativa de las tierras afectables se efectuase
aplicando las reglas institucionales de la sociedad tradicional, preservando sus
valores y respetando ciertas formas estructurales de latifundio.
La necesidad terica de elaborar una tipologa de las reformas agrarias
latinoamericanas implica la exigencia de analizarlas crticamente desde tres
amplias perspectivas:
1. Qu se reforma, definiendo la naturaleza histrica de las diversas estructuras
latifundistas en Amrica latina como obligado marco de referencia de cualquier tipo
de reforma agraria.
2. Cmo se reforma, precisando no solo los recursos y medios operacionales sino
tambin, fundamentalmente, las fuerzas sociales promotoras y conductoras del
proceso de cambio.
3. Para qu se reforma, descubriendo los objetivos finalistas o estratgicos, de
acuerdo con los modelos polticos de desarrollo (tradicionales, populistas,
socialistas, nacional-revolucionarios).
Esta es la hiptesis fundamental si se quiere disear una teora cientfica social de
las reformas agrarias en Amrica latina: la profundidad de cualquier clase de
reforma debe medirse por su capacidad de modificar radicalmente los diversos
tipos de estructura latifundista mediante la alteracin, total o parcial, de las
relaciones de poder caractersticas de la sociedad latinoamericana, tradicional o
modernizada, sentando las bases para nuevas formas de desarrollo y
organizacin social. Es este enfoque dialctico el que ha permitido una tipificacin
histrica de las reformas agrarias latinoamericanas en las tres grandes categoras
anteriormente enunciadas:
a. Reformas agrarias estructurales.
b. Reformas agrarias convencionales.
c. Reformas agrarias marginales.

85

Las fuerzas sociales de cambio


La experiencia histrica de las reformas agrarias estructurales en Amrica latina
parece demostrar dos cosas: la primera, que no son el producto de un limitado
juego institucional o de una transaccin negociada entre fuerzas sociales y
partidos polticos antagnicos; la segunda, que no han sido desencadenadas por
la accin de una sola clase o de una lite mesinica, sino por la movilizacin
simultnea de las fuerzas sociales identificadas con un propsito nacional de
cambio e integrada en un arrollador proceso revolucionario.
En la revolucin mexicana, el peso de la lucha armada des- cans sobre el
campesinado insurrecto (zapatista, villista u obregonista) pero su trascendencia
histrica no podra explicarse sin la participacin de las fuerzas sociales
integradas en el movimiento popular, configurando el sentido nacional de la
revolucin y de la reforma agraria. En el proceso de transformacin -esto es, en la
praxis histrica- fue delinendose una ideologa nacional de la reforma agraria, de
acuerdo no solo con las demandas campesinas sino tambin con las comunes
aspiraciones de las fuerzas sociales protagonistas y motoras del cambio. Esa
ideologa se expres y defini en el ciclo cardenista (ms de veinte aos despus
de iniciado el proceso de movilizacin popular), al lograrse la mayor integracin
del movimiento nacional revolucionario (campesinado, artesanado, proletariado de
ferrocarriles e industrias incipientes, clases medias en trance de ampliacin y
ascenso) y al encuadrarse la reforma agraria dentro de un esquema estratgico de
desarrollo industrial independiente. En la dcada del treinta lleg a su apogeo el
proceso de integracin o alianza poltica de clase, de nacionalizacin del petrleo
y los ferrocarriles, de creacin de una infraestructura de comunicacin interior, de
expansin del Estado y de sustitucin de la reforma agraria simplemente
distribucionista por una fundamentada en la abolicin del latifundio y en la
organizacin de una estructura agraria de base ejidal-cooperativa.
En la revolucin boliviana, jug un papel fundamental la irrupcin subversiva del
campesinado (caracterstica de toda sociedad tradicional sin alternativas
institucionales y democrticas de cambio), 4 pero fue la integracin de las grandes
fuerzas sociales del campo, la ciudad y el centro minero lo que configur el
proceso nacional, revolucionario y defini los objetivos estratgicos de ese
proceso de transformaciones surgido de adentro y de abajo. Dentro de este marco
de aspiraciones, la reforma agraria no solo se proyect como una operacin
vindicativa o restitutoria, destinada a satisfacer el hambre campesina de tierras
(pegujaleros, aparceros, minifundistas y comuneros indgenas), sino tambin como
parte de una estrategia nacional de movilizacin del esfuerzo interno hacia una
nueva imagen de la sociedad, la economa y la cultura. En la revolucin
guatemalteca, una de las causas esenciales de frustracin histrica podra
localizarse en la misin paternalista asignada a los sindicatos obreros y a las lites
de clase media (intelectuales, profesionales, estudiantes, funcionarios), como
contrapartida de la subestimacin poltica de las organizaciones orientadas hacia
4

Estructura latifundista seorial, monolingismo indgena, analfabetismo de ms de nueve dcimas


partes de la poblacin campesina, inmersin absoluta y ausencia de formas primarias de
organizacin, de participacin, de comunicacin nacional del campesinado, fueron las
caractersticas dominantes en la Bolivia prerrevolucionaria.

86

la participacin y movilizacin del campesinado. En realidad, la conduccin poltica


del proceso estuvo en manos de una pequea burguesa -ms adicta a una
retrica de cambio que a una estrategia revolucionaria de cambio-- que adopt
como ideologa oficial de la reforma agraria la misma que ha inspirado los modelos
europeos de revolucin democrtico-burguesa. Y si el objetivo de la reforma era el
desarrollo del capitalismo en el campo (tal como lo enunciaron idelogos
comunistas y liberales en Guatemala y en Bolivia) no tena por qu plantearse la
sustitucin de la estructura latifundista sino su modernizacin social y tecnolgica,
ni se explicaba que el proceso se hubiera apoyado en la alianza bsica de
campesinos y proletarios.5 Esta imagen de la revolucin urbana y pequeo
burguesa en un pas rural podra explicar la carencia de integracin nacional de
las fuerzas sociales de cambio, la debilidad defensiva frente al proceso
contrarrevolucionario promovido por un enclave colonial y el predominio ideolgico
de un esquema distribucionista y liberal de reforma agraria.
En estas tres experiencias histricas, el proletariado lleg B. constituir ,la fuerza
social de mayor peso, organizacin y coherencia: en el ciclo cardenista de Mxico,
la Confederacin de Trabajadores Mexicanos (CTM) fue el ms importante ncleo
de poder dentro del sistema de partido nico (Partido de la Revolucin Mexicana) ;
en el ciclo de Jacobo Arbenz en Guatemala, el partido Guatemalteco del Trabajo
--encuadrado en la lnea ideolgica de la hegemona del proletaria- do y de la
revolucin democrtico-burguesa- constituy la ms activa fuerza impulsora; y en
el ciclo del cogobierno sindical6 en Bolivia, la Central Obrera Boliviana (COB)
ejerci control directo sobre los organismos ms operativos del Estado, desde el
punto de vista del proceso nacional revolucionario. Sin embargo, esas
experiencias ensean que, en los pases atrasados, las viejas y nuevas clases
estn por lo general ideolgicamente a la zaga y no comprenden fcilmente el
esquema de la sociedad nacional, ni los procesos revolucionarios que estn ms
all de cierto estereotipo poltico y de cierto cuadro restringido de aspiraciones de
clase. Tanto el movimiento obrero de Mxico como el de Bolivia lograron
convertirse en la fuerza motora de la revolucin nacional en ambos pases, pero a
la larga pudo ms la orientacin salarialista o el pragmatismo sindical que la
capacidad de comprender crticamente el tipo de revolucin nacional popular (ni
democrtico-burguesa ni proletaria) y de liderar el complejo y contradictorio
proceso de transformaciones revolucionarias. En la prctica histrica, existi un
ciclo de hegemona del proletariado en el proceso de las revoluciones de Mxico y
de Bolivia, pero el movimiento obrero no estaba capacitado, ideolgicamente, para
comprender este proceso nacional revolucionario y para proyectarlo sobre el
aparato y el sistema normativo del Estado. La alianza obrero-campesina (que
5

Luis Cardoza y Arag6n, La revoluci6n guatemalteca, Mxico: Cuadernos Americanos, 1955, pg.
141.
6
Este ciclo se extendi desde 1953 hasta 1956, al producirse la ruptura del cogobierno y lanzarse
a la oposicin la Central Obrera Boliviana (COB) , cuyo ms agresivo poder encarnaba la
Confederacin Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia. El gobierno consisti en el control
sindical: de ministerios claves (Minas y Petrleos, Trabajo y Previsin Social, Asuntos
Campesinos), en la participacin decisiva en el poderoso sistema de seguridad social y en el
control obrero con derecho a veto en la Corporaci6n Minera Boliviana (administracin de la minera
nacionalizada). Vase Antonio Garca, Estructura social y desarrollo latinoamericano. Los
sindicatos en el esquema de revolucin nacional, Santiago de Chile: ICIRA, 1969, pg. 89.

87

inspir las organizaciones sindicales y polticas en los ciclos de alta tensin


revolucionaria en Mxico, Guatemala y Bolivia) funcion como parte de la
integracin nacional de las fuerzas sociales de cambio, pero no como resultado de
una deliberada estrategia de movilizacin popular enderezada a crear un nuevo
poder del Estado. La ortodoxia proletaria de la CTM frente a la sindicalizacin
campesina, lo mismo que la de la COB en Bolivia, no pudo compenetrarse con el
sentido popular de la revolucin nacional, ni con el papel reservado a los
campesinos en la formacin de un nuevo tipo de Estado (Estado nacional, no
Estado obrero) y en la transformacin inmediata de la reforma agraria en una
revolucin agrcola, profunda y masiva. 7
Estos elementos, relacionados con la fisonoma y la composicin de las fuerzas
motoras del cambio, explican la precariedad de la integracin nacional de esas
fuerzas en el proceso revolucionario y las causas que originaron la separacin y,
luego, el total desgarramiento de la alianza obrero-campesina. Sin este fenmeno
de escisin radical de los movimientos obreros y campesinos, no podra
comprenderse el auge poltico de la nueva burguesa, la desercin ideolgica de
las clases medias y el cambio de rumbo histrico de los procesos revolucionarios.
La escisin de los movimientos obrero y campesino (o, ms. exactamente, la
fractura del movimiento popular en el que se integraron, espontneamente, clases
medias, artesanado, proletariado urbano y masas campesinas) fue la coyuntura
dialctica que abri el proceso contrarrevolucionario e hizo posible la hegemona
poltica de la nueva burguesa y de las clases medias.
Esa nueva burguesa se hallaba compuesta por muchos sectores distintos en
Mxico, pero su ncleo dinmico era el empresariado industrial formado en el ciclo
de la Segunda Guerra Mundial,8 y en Bolivia comprenda a sectores tradicionales
del comercio y la banca, as como a estratos de clase media enriquecidos en el
desordenado proceso de la revolucin.
La actual composicin de las fuerzas sociales en la estructura agraria de Mxico y
de Bolivia explica la inexistencia de una vigorosa presin campesina capaz de
promover la reactualizacin y dinamizacin de la reforma agraria, orientada a la
abolicin de las formas residuales o modernas del latifundio y a la conformacin
de una estructura pluralista, dinmica, con envergadura suficiente para integrar los
mecanismos del desarrollo econmico y social. A partir de la apertura industrialista
7

En Bolivia, la accin promotora de los sindicatos obreros en la organizacin de las comunidades


campesinas recin liberadas de la hegemona latifundista fue degenerando en una lnea
paternalista de conduccin burocrtica de los sindicatos agrarios desde arriba y desde afuera. El
sindicato agrario, inicialmente capaz de llenar el vaco de poder de las haciendas seoriales, se
incorpor luego a la maquinaria de poder del sistema de partido nico (el MNR), proyectando sus
desgarramientos, cambios ideolgicos y luchas internas; progresivamente fueron desprendindose
del MNR las fuerzas sociales integradas en el proceso revolucionario, organizndose, a partir de
1960, en pequeos partidos independientes como el MNRA y el PRIN. La ruptura de la unidad
poltica del movimiento popular determin la frustracin histrica del proceso revolucionario,
apoyndose el MNR en las Fuerzas Armadas y el campesinado, y constituyndose las primeras, a
partir de 1964, en partido de gobierno.
8

La dinmica de este ciclo se origin en la creacin de un sistema nacional de comunicaciones, la


apertura del mercado rural, la sustitucin industrial de importaciones y la capacidad estatal de
movilizacin de recursos tcnico-financieros.

88

y burguesa, reaparecen en Mxico las formas de la concentracin agraria sobre


tierras de riego, se configuran los modernos tipos de agricultura capitalista y el
Estado proscribe el enorme sector de comunidades campesinas, ejidos,
minifundios y peonaje. En Bolivia aparecen -estimulados y financiados por el
Punto IV de la Misin de Operaciones de Estados Unidos- el latifundio de
plantacin (caa de azcar y algodn, y la plantation, en los llanos tropicales del
Oriente.
Este fenmeno podra explicarse por la gravitacin de dos elementos causales:
primero, que la reforma agraria mantuvo intactas las capas marginales del
campesinado, no abord el problema de las antiguas zonas de minifundio
(articuladas con la constelacin latifundista) y dej languidecer las comunidades
indgenas recluidas en las regiones de refugio;9 segundo, que, al no encarar la
reforma el problema de la abolicin radical del latifundio sino el de dotacin de
tierra a los campesinos arraigados en las ,haciendas, se inclin la redistribucin
hacia las tierras marginales y hacia los tipos tradicionales de tenencia agraria. Las
parcelas asignadas nunca llegaron, en promedio, ni siquiera al mnimo legal (4
hectreas de riego y 8 hectreas de rulo conforme al Cdigo Agrario de 1934 en
Mxico) y, en definitiva, no se sentaron las bases para la organizacin del
campesinado en una nueva estructura.
Estos hechos revelan cmo se produjo la yuxtaposicin del campesinado marginal
que dej como herencia la antigua estructura latifundista y de las capas
marginales que fueron producto de las primeras formas distribucionistas de la
reforma agraria, orientada exclusivamente hacia la satisfaccin del hambre
campesina de tierra.
Esta enorme masa aluvional de minifundistas constituye la categora del
subempresariado agrcola o del peonaje con tierra. Es, por su misma naturaleza,
una masa sin organizacin y sin poder, cuyo futuro est ligado a la capacidad de
utilizar formas superiores e integradas de cooperativas de produccin y empresas
campesinas proyectadas para controlar la propiedad social, operar dentro de las
normas de la autogestin y participar en la planificacin regional del desarrollo a
nivel de zonas de reforma agraria. Semejante esquema exige, por supuesto, una
reapertura del proceso revolucionario, una modificacin sustancial en las lneas
ideolgicas del Estado y un ascenso poltico de las fuerzas sociales motoras y
conducto- ras del cambio. La diferencia esencial entre este minifundismo y el tpico
de los pases sin reforma agraria consiste en que el primero -tanto el mexicano
como el boliviano-- no forma parte de una constelacin latifundista, pese a lo cual,
su problemtica no podr abordarse sino en la medida en que se acepte la
abolicin total de las diversas formas de latifundio y la adopcin de nuevos
modelos polticos de desarrollo. Sin la aceptacin de este nuevo proceso de
cambio, no se resolver el problema social de las poblaciones campesinas
marginales, ni se desatar tampoco el nudo del crecimiento agrcola: las
economas minifundistas de subsistencia, que abarcan, con cultivos de maz y
9

Este concepto ha sido explicado, en profundidad, por Gonzalo Aguirre Beltrn, Las regiones de
refugio, Mxico: Instituto Indigenista Interamericano, 1967.

89

frijoles, el 67,2 % de la superficie sembrada en Mxico (1965) 'Y solo obtienen el


33,9 % del valor de la produccin tota.10
En la revolucin cubana existi un poder integrador que fue articulando el ncleo
originario de la guerra de guerrillas (campesinado e intelectualidad revolucionaria)
a los rganos institucionalizados del movimiento popular (sindicatos industriales y
agrcolas, precario sistema de partidos polticos de clases altas y medias
duramente afectado por una dictadura de guardia pretoriana): el Movimiento
Rebelde 26 de Julio. Por medio de este mecanismo poltico-militar, la represa de
subversin social pudo transformarse en insurreccin armada y esta
desencadenar un enrgico proceso de integracin nacional de las fuerzas motoras
y aceleradoras del cambio. Lo que resalta como rasgo caracterstico de la
revolucin cubana no es la hegemona del proletariado sino la integracin y
soldamiento nacionales de las fuerzas movilizadas en el proceso revolucionario,
por medio de una estructura de sindicatos, cooperativas y organizaciones de base
directa o indirectamente vinculadas al sistema de partido nico (Partido Socialista
de la Revolucin Cubana y posteriormente Partido Comunista de Cuba). Se
advierte en este esquema la preocupacin estratgica por crear un sistema de
poder popular antes que por satisfacer las aspiraciones o metas particulares de las
clases integradas en este proceso, sea cual fuere la ideologa finalista que adopte
el sistema de conduccin poltica.
Resulta notable la falta de conocimientos empricos sobre la composicin y
aspiraciones de las fuerzas sociales que han promovido las ms profundas
transformaciones revolucionarias en la historia de Amrica latina. A ello se debe
que, por 10 general, se aceptara el supuesto lgico de que esas fuerzas
persiguieron fines iguales o semejantes, por lo menos en lo que respecta a la
reforma agraria. La pluralidad y complejidad de lneas ideolgicas en las reformas
agrarias de Mxico, Bolivia y Cuba se explica, precisamente, por el hecho de que
las fuerzas sociales movilizadas en el proceso revolucionario perseguan fines
distintos. La burguesa, mercado de masa, mano de obra y materias primas; el
proletariado, justicia social, salarios altos, solidaridad poltica y alimentos; las
clases medias, igualitarismo formal y modernizacin institucional del Estado; los
obreros agrcolas, mejores salarios y empleo estable; los campesinos, tierra. El
problema esencial de chacareros y tamberos en el Uruguay y la Argentina (los
ms conspicuos representantes de las nuevas clases medias rurales) es de
regulacin de rentas y aparceras, de seguridad de inversiones y de magnitud de
tenencia. La escala de sus aspiraciones es la de un moderno empresario agrcola,
aprisionado en un contexto latifundista. El problema del aparcero hortcola en el
Valle Central de Chile es el de un pequeo empresario frustrado por el monopolio
seorial sobre la tierra. Su demanda es la de una magnitud de tenencia adecuada
a su capacidad empresarial y al poder de trabajo de la familia. La exigencia de
colonos y peones en la hacienda seorial (peones acasillados en Mxico,
pegujaleros en Bolivia, arrendires y feudatarios de la Sierra peruana,
huasipungueros en Ecuador o inquilinos en Chile) es que se les otorgue en forma
exclusiva un pedazo de tierra. Esta exigencia campesina es incondicional y no
est sujeta a ptimos y medidas; de ah que las aspiraciones de las masas
10

La agricultura mexicana, Divisi6n conjunta CEPAL-FAO, 1967, pg. 9.

90

moldeadas psicolgica y culturalmente en las pautas del colonato, se satisfagan


de inmediato con la dotacin de pegujales de dos a cinco hectreas de tierra sin
riego y fraccionadas en multitud de lotes geogrficamente discontinuos.
Estas lneas ideolgicas han confluido en los ciclos de integracin nacional de las
fuerzas de cambio o se han superpuesto o han entrado en abierto conflicto. En los
ciclos de mayor influencia de las ideologas campesinas, en Mxico y en Bolivia, la
reforma agraria ha funcionado como una operacin distribucionista de tierras y de
abolicin revolucionaria de las obligaciones serviles con las haciendas. En los
ciclos de decisiva influencia burguesa o pequeo burguesa, el ncleo de la
problemtica no ha sido la destruccin de las estructuras latifundistas, sino
solamente de las ms arcaicas, funda- mentadas en la inmersin campesina y en
los patrones coloniales del mercado local. De all que, en el perodo poscardenista
en Mxico o en el de ruptura del cogobierno sindical en Bolivia, la poltica del
Estado se haya orientado hacia la creacin (por medio de inversiones pblicas en
infraestructura) de nuevos focos regionales de desarrollo y de nuevos criterios
capitalistas de empresa agrcola, abandonando la problemtica de las grandes
masas minifundistas y de los campesinos sin tierra. Estas lneas ideolgicas
explican no solo las cambiantes preferencias estatales por un nuevo tipo de
estructura agraria, sino tambin las modificaciones operadas en la naturaleza,
condiciones y papel de las estructuras sociales y econmicas diseadas para el
cambio. De la cooperativa de produccin en el ciclo de los ejidos colectivos a la
cooperativa que actualmente formaliza la dependencia de los ejidos caeros con
respecto a los ingenios privados de azcar (Azcar de Matamoros y Los Mochis,
en Mxico) existe una enorme distancia, formal y cualitativa; y lo mismo ocurre con
las formas de participacin del Estado en el marco del cooperativismo agrcola. 11
En el caso de Cuba, la eliminacin de los diversos tipos de latifundio (del
tradicional ganadero a la plantation) hizo posible que la reforma agraria se
aplicase segn un esquema de desarrollo fundamentado en dos sectores: el de
fincas del Estado, con siete dcimas partes de la tierra, y el de los pequeos
empresarios agrcolas, asociados en cooperativas de enlace con los servicios
institucionales y los monopolios comerciales y financieros del Estado. Este
esquema de reforma agraria se apoya en la diferencia de ideologas y
aspiraciones de las fuerzas de cambio: la transformacin de las cooperativas
caeras en fincas del Estado reconoca la existencia de obreros agrcolas ms
interesados en el nivel real de los salarios y en el mejoramiento de su status como
proletariado que en la administracin empresarial o en la tierra; las dotaciones
agrarias a colonos caeros, aparceros y minifundistas, hasta el nivel ptimo de 67
hectreas, haca de ellos empresarios agrcolas que, para desarrollarse, no
necesitaban ms tierra sino mayor integracin con las instituciones estatales de
11

Una de las formas superiores del cooperativismo ha sido la cooperativa de participacin estatal,
como la que asocia a Estado, ejidatarios y obreros en el ingenio azucarero de Zacatepec. La
transformacin en el sistema poltico de conduccin del Estado trajo como consecuencia un cambio
de actitud frente al problema de la participacin democrtica del campesinado en la administracin
de este tipo de empresa agroindustrial. Ren Dumont no ha encontrado diferencias entre esta
cooperativa y una empresa nacionalizada. Cf. Antonio Garca, Las cooperativas en las reformas
agrarias de Amrica latina, Lima: Instituto de Solidaridad Internacional, 1969, pg. 70.

91

mecanizacin (sustitutiva de trabajo), experimentacin de tecnologa,


comercializacin y financiamiento. En este esquema (que rehye la problemtica
de la capacitacin de las masas para la conduccin del proceso poltico de
cambio) lo fundamental es que integra la estructura agraria al objetivo estratgico
de la revolucin nacional. 12
En las reformas agrarias convencionales, la autenticidad y los cambios dependen
de la confrontacin de las fuerzas antagnicas que negocian la reforma -por medio
del sistema institucionalizado de partidos y aplicando las reglas de juego de la
sociedad tradicional- y, desde luego, de la composicin, ideologas y nivel de
organizacin poltica de esas fuerzas. Carece de sentido la concepcin
racionalista (corriente en los partidos de la izquierda oficial latinoamericana) de
que a toda clase o estrato social corresponde cierta ideologa, es decir, cierta
escala definida de aspiraciones, creencias y valores. Uno de los supuestos de esa
concepcin metafsica de la historia es que el proletariado es, per se, una clase de
ideologa revolucionaria, o de que las clases medias, por el hecho esencial
deserIo, son ideolgicamente reformistas. Desde este ngulo, no podra explicarse
por qu en los pases latinoamericanos con ms vigoroso proletariado industrial y
ms amplio espectro de clases medias, como la Argentina, no se ha definido an
la reforma agraria como meta estratgica del movimiento popular y por qu este
limita sus luchas al campo de las regulaciones salariales o al de ampliacin
progresiva de los circuitos de aplicacin del derecho laboral; ni tampoco explicarse
por qu, en los pases tropicales de economa de plantacin, el proletariado
agrcola no ha insertado la reforma agraria en el cuadro de sus preocupaciones
esenciales.13

12

En sentido amplio, lo que caracteriza las revoluciones de Mxico, Bolivia y Cuba es que expresan
las aspiraciones nacionales de las fuerzas sociales integradas en el movimiento popular. Lo que se
define en cada uno de estos pases es el esfuerzo de movilizaci6n hacia una nueva imagen de la
sociedad nacional, burguesa ortodoxa, populista o socialista.
13

Un examen formal de las clases sociales en Amrica latina conduce con frecuencia a una
equivocada imagen de las fuerzas interesadas en la reforma agraria y en los cambios profundos. Si
se considera, por ejemplo (como lo hace el economista sovitico Danile- vich), que en el
proletariado de Amrica latina predominan los obreros agrcolas (constituyendo el 57 %), que en
los pases de economa de plantaci6n -Honduras, Hait, Repblica Dominicana, Nicaragua, Costa
Rica- esa proporcin se eleva del 75 al 90 %, y que la inmensa mayora de esa masa laboral se
concentra en gran- des plantaciones, se llega fcilmente a la conclusin de que son muy grandes
las fuerzas de presin por la reforma agraria. Cf. Danile- vich, Las relaciones agrarias y la lucha
por la reforma agraria en los pases de Amrica latina, en La cuesti6n agraria y el movimiento de
liberaci6n nacional, Praga: Edic. Paz y Socialismo, 1964, pg. 494. Sin embargo, la experiencia del
sindicalismo agrario en las economas de plantacin (especialmente en reas dominadas por el
enclave colonial) demuestra que sus presiones se orientan con un sentido pragmtico salarialista o
de simple mejoramiento del mercado de trabajo.

92

En pases como Chile, el tipo de reforma agraria convenciona 14 fue producto de


gobiernos populistas de clases medias, con participacin de los partidos
revolucionarios institucionalizados (socialistas y comunistas), pero sin ninguna
participacin organizada y directa de las masas campesinas. En este proceso
convencional ni siquiera se promovi la organizacin bsica de inquilinos,
voluntarios, peones, afuerinos, minifundistas y medieros; todo lo que se logr fue
la distribucin de un milln de hectreas entre 5.225 familias (unidades de
explotacin), en un perodo de 34 aos, correspondiendo a colonizacin de tierras
fiscales baldas cerca de medio milln de hectreas (3.884 unidades) y a
redistribucin de fundos fiscales cerca de 580.000 hectreas, fraccionadas en
1.341 unidades.15
En ms de treinta aos de colonizacin y de reforma agraria de tipo convencional,
se estimul la expansin de la frontera agrcola y el uso ms intensivo de las
tierras de riego, pero no se alter la fisonoma de la estructura latifundista ni pudo
evitarse la transferencia de sus instituciones de colonato, de su estratificacin
social, de sus normas de trabajo, de sus relaciones de poder, a las unidades
reformadas, consolidndose as los soportes de la sociedad tradicional.
La formulacin demcrata-cristiana de la reforma agraria se efectu sobre otras
bases: nuevas relaciones de poder dentro del sistema de partidos (desplazndose
el fiel de la balanza del Partido Radical hacia la Democracia Cristiana);
confrontacin entre las modernas formas de concentracin del poder econmico y
las de democratizacin del poder poltico; predominio de las tendencias
reformistas dentro del sofistica- do mecanismo parlamentario; intempestiva
irrupcin de las masas campesinas en el escenario nacional, por medio de
organizacin de base (sindicatos, cooperativas, ligas, comits de pequeos
agricultores), y ruptura del antiguo marco seorial de las clientelas. 16 Sin embargo,
es necesario profundizar en la composicin de estas fuerzas sociales y descubrir
hacia dnde y hasta dnde se orientan sus aspiraciones de cambio. El hecho de
que la organizacin campesina reproduzca la estratificacin social caracterstica
de la estructura latifundista de colonato modernizado 17 supone la agrupacin de
14

Se hace referencia al tipo de reforma agraria anterior al definido en el ciclo 1965-1970 y que
comprende tres 'perodos: uno de colonizacin de tierras fiscales baldas (1928-1958); otro de
redistribucin de fundos fiscales (1960-1962), 'y un tercero orientado hacia la redistribucin de
latifundios mal explotados o con cabidas superiores a 80 hectreas de riego bsicas, utilizando el
mecanismo temporal de los asentamientos campesinos.
15
Joaqun Leiva, Proceso de colonizacin y reforma agraria, Santiago de Chile: ICIRA, 1964, pg.
16

Hasta hace tres o cuatro aos, la organizacin campesina no alcanzaba a comprender el 2 % de


la poblacin activa. Dentro del modelo poltico de la Democracia Cristiana, se organizaron
sindicalmente 100.000 obreros rurales y otros 100.000 pequeos productores y trabajadores
agrcolas formaron cooperativas y comits precooperativos con la asistencia del INDAP, quedando
ms de 100.000 trabajadores enfrentados a graves problemas ocupacionales y a la prdida de los
derechos tradicionales a tierra para chacra y a talaje para los animales en los fundos de inquilinaje
por fuera del proceso de sindicalizacin. Cf. Solon Barraclough, Reforma agraria: historia y
perspectivas, Cuadernos de la Realidad Nacional, Santiago de Chile: Universidad Catlica, n 7,
1971, pg. 8.
17

En las pginas 65-66 se examin la importancia de esta estratificacin social tpica de las
haciendas de colonato. En Chile, esa estratificacin se fundamenta en la siguiente escala de

93

fuerzas heterogneas que aspiran a cosas distintas y se mueven dentro de


diferentes sistemas de valores. Los colonos y aparceros que apoyan sus
embrionarias economas de empresa en las raciones de tierra cedidas por el
latifundio (una o dos hectreas) y en el acceso a los campos de recoleccin y
pastoreo aspiran a la tierra como un medio de satisfacer su iniciativa de
empresarios frustrados. En otro plano, pero en rbita semejante, se mueven
minifundistas y comuneros indgenas cuya insuficiencia de tierras los lleva a
funcionar como economas satlites de los latifundios; trabajan sus tierras en
aparcera, tienen condicionado econmicamente el acceso a sus campos de
pastoreo y constituyen la principal y gratuita reserva de su cuadro laboral de
colonos y allegados.
Con la aplicacin del modelo neocapitalista de la Democracia Cristiana (no la tuvo
el esquema ideolgico de desarrollo no capitalista enunciado en 1964), se
expropiaron 1.364 fundos con un total aproximado de 3,4 millones de hectreas
(de las cuales 282.374 eran de riego), las que constituan el 18 % de la tierra
agrcola y aproximadamente el 12 % de las tierras de riego. Los beneficiarios de la
reforma agraria en este perodo apenas alcanzaron a 25.000 (la cuarta parte de
los 100.000 fijados como meta para el sexenio), quedando por expropiar entre
3.000 y 4.000 latifundios conforme a la ley vigente, Y debindose proporcionar
tierra, empleo productivo, capital, participacin y mercado a cerca de 300.000
familias campesinas pobres.18 Sin embargo, la importancia histrica de este
modelo poltico consisti en que, al desencadenar la capacidad de presin de los
contingentes campesinos organizados, modific la correlacin de fuerzas sociales
e hizo posible la apertura al nuevo proceso de la reforma agraria estructural y de
modelo socialista.
Los obreros agrcolas y peones, 19operan dentro del marco de la proletarizacin
rural, enderezando sus esfuerzos en una doble direccin: la de ganar poder de
negociacin y la de elevar sus ingresos en la forma de salarios o de prestaciones y
asignaciones familiares. Los alcances histricos de la reforma agraria -como
operacin estratgica de abolicin del latifundio o como operacin tctica de
modernizacin del latifundio dependern de la composicin, juego y poder de
estas fuerzas sociales de cambio y de los grados de su integracin nacional, por
dentro y por fuera del sistema de partidos polticos.
La experiencia histrica de pases con sistema pluralista de partidos y tradicin
parlamentaria demuestra que el problema de la integracin nacional de las fuerzas
sociales interesa- das en los cambios estratgicos (reforma agraria, control estatal
de los recursos de financiamiento, nacionalizacin de las industrias bsicas) es
ms complicado de lo que a primera vista parece, ya que no siempre corresponde
jerarquas: inquilinos; voluntarios o reemplazantes de stos, con residencia en el fundo; peones
afuerinos trashumantes o de residencia en la zona minifundista de frontera.
18

Solon Barraclough, op. cit., pgs. 11-15.

19

Desde el punto de vista de este anlisis, se define el peonaje como la categora marginal de
asalariados rurales que se mueven por fuera de los marcos de un verdadero mercado capitalista de
trabajo y por fuera del circuito de aplicacin del derecho social. En este sentido, su status difiere
sustancialmente del que corresponde al obrero agrcola.

94

a procesos de integracin de los partidos en bloques monoplicos de poder 20 y ya


que en los partidos intermedios es notable la ambigedad ideolgica y la
heterogeneidad social. La ley de hierro, en estos procesos sociales, parece ser la
de que no podr destruirse la estructura latifundista sin una modificacin profunda
de las reglas institucionales de la sociedad tradicional, independientemente del
sistema de partidos vigente.
La problemtica es radicalmente diferente en los pases de contrarreforma agraria,
en los que han desaparecido las posibilidades de una autntica confrontacin de
fuerzas sociales por medio del sistema de partidos, como en Per, o en los que
esas posibilidades no han existido nunca, como en Colombia, como efecto de la
hegemona del sistema seorial de dos partidos eclesisticos y del monopolio
instituido por estos constitucionalmente sobre los mecanismos del Estado liberal
representativo (1958-1972). La experiencia peruana de un partido revolucionario
(APRA) liderado por una lite de clases medias -que estimul enrgicamente la
integracin del movimiento popular 21 y amenaz la estabilidad poltica del sistema
tradicional de poder- demuestra la importancia histrica de las modificaciones
operadas en la composicin, aspiraciones e ideologas de las fuerzas sociales
identificadas con un proyecto de cambio. En el curso de treinta a cuarenta aos,
se alter la composicin y orientacin de los partidos reformistas y revolucionarios
liderados por las clases medias en Amrica latina (el APRA, el Partido Radical de
Chile, el radicalismo en la Argentina, el Partido Colorado del Uruguay, Accin
Demcrata de Venezuela), sustituyendo las formulaciones de reforma agraria
como estrategia de cambio estructural por las lneas ideolgicas de la burguesa
rural, de la intelectualidad tecnocrtica o de las nuevas clases terratenientes,
orientadas hacia la colonizacin perifrica, el mejoramiento de tierras, la
modernizacin en la tecnologa empresarial, la regulacin estatal de los salarios y
aparceras, las obras pblicas, o las polticas funcionales de estmulo a la
inversin y la productividad.
Un hecho de particular trascendencia -en Argentina, Chile, Uruguay- ha sido la
penetracin social e ideolgica de las clases terratenientes en los partidos
populistas de clases medias o, a la inversa, el trasbordo de las lites profesionales
de las I clases medias al elenco de clases terratenientes. Ese fenmeno podra
explicar, parcialmente, las reformulaciones hechas por esos partidos sobre
reforma agraria -modificando su sustancia antilatifundista y restringiendo su campo
de actividad a las polticas de colonizacin de baldos, fomento agrcola y
20

Esta tendencia es caracterstica de los pases con democracia parlamentaria y sistema pluralista
de partidos. En Chile, por ejemplo, se expresa en la constitucin del Frente Revolucionario de
Accin Popular y, despus, del Frente de Unidad Popular, o en la integracin de los partidos Liberal
y Conservador en el Partido Nacional. El grado de polarizacin de los partidos y fuerzas sociales y
polticas depende del grado de aceleracin y profundizacin del proceso de cambio.
21

La trascendencia de ese movimiento popular de estructura aprista consisti en que introdujo las
primeras formas de integracin nacional de masas urbanas y rurales, comprendiendo tanto a
colonos, peones feudatarios y yanaconas de hacienda como a proletariado, clases medias e
intelectualidad revolucionaria. Paulatinamente el APRA fue perdiendo su dinmica social y poltica,
en la medida en que se desgajaron y disociaron las fuerzas componentes, en que se atrofia- ron
sus estructuras de base y en que adopt la fisonoma de los movimientos populistas.

95

parcelaciones marginales- y el hecho de que los gobiernos populistas en Chile


(Frente Popular), Argentina (Unin Cvica Radical, Partido Peronista, Unin Cvica
Radical Intransigente, Uni6n Cvica Radical del Pueblo), Uruguay (Partido
Colorado) contemporizaran con la estructura latifundista abstenindose de
movilizar las nuevas fuerzas sociales y de orientarlas en forma inequvoca hacia la
reforma agraria.22 Semejante trasbordo ideo16gico ha encontrado una lnea
expresiva en las nuevas formulaciones programticas del APRA peruano,23 que no
son, en ltima instancia, sino reiteracin de las nuevas ideologas de las clases
terratenientes o de la nueva burguesa rural.
Finalmente, debe enunciarse la problemtica de los pases latinoamericanos en
los que no existe una verdadera alternativa institucional de cambio y en los que la
presi6n campesina, la insatisfacci6n social y el descontento poltico no se
expresan por medio de formas institucionalizadas y convencionales. En estos
pases -Colombia, Ecuador, Guatemala, Per (antes de 1969)-, los movimientos
campesinos se desencadenan por fuera del sistema de partidos y de sindicatos,
expresando y desatando el explosivo potencial de las represas de subversin que
almacenan las estructuras latifundistas ms cerradas o arcaicas. Lo caracterstico
de este tipo de movimientos campesinos es que surgen de adentro, que van
definiendo sus metas sin definir correlativamente los medios institucionales, y que
trasmiten una imagen de la reforma agraria apoyada en dos elementos: la
destruccin fsica de la hacienda y la ocupacin directa de la tierra.
Por lo dems, esta es la misma imagen que se visualiza en el movimiento
zapatista en Mxico, en la ocupacin de hacienda por las comunidades
campesinas en el primer ciclo de la reforma agraria de Bolivia (el reparto de tierras
a la plebe, anterior al proceso de distribucin institucional) o en la toma de tierras
por las Asociaciones Campesinas de Usuarios en Colombia.
Dentro del marco de estos mismos procesos de subversin social deben incluirse
los movimientos campesinos de la Sierra peruana y las intrincadas formas de
lucha social y poltica en los campos de Colombia, en las que todas las
confrontaciones se efectan por medio de la fuerza. La experiencia colombiana
demuestra que el Estado tradicional o liberal es incapaz de enfrentar la subversin
22

En la Argentina, las lites populistas de clases medias han hecho suya la formulacin
tecnocrtica de que la modernizacin agrcola es un proceso enteramente disociado de la cuestin
de la propiedad sobre la tierra y de la naturaleza de la estructura latifundista. En Chile, la oposicin
al proyecto de reforma agraria convencional de la Democracia Cristiana fue encabezada por el
elenco latifundista del Partido Nacional (liberales y conservadores), pero tambin por los nuevos
terratenientes del Partido Radical, el ms caracterizado de los mecanismos polticos de las clases
medias. A principios de la dcada del sesenta, el Partido Radical integr un Frente Democrtico
con los Partidos Liberal y Conservador, en el que se asocian las fuerzas ms conservadoras de la
sociedad chilena.
23
As como Haya de la Torre fue el caudillo e idelogo del ciclo revolucionario del APRA
--enunciando un programa antiimperialista y de abolicin radical del latifundio, en la dcada del
veinte-, tambin lo ha sido en el actual ciclo populista. Su filosofa conformista se resume en el
principio de que no hay que quitar la riqueza a quien la tiene, sino crearla para darla a quien no la
tiene. Dentro de este marco ideolgico, la reforma agraria no es una operacin de enfrentamiento
con el latifundio, sino de colonizacin de tierras fiscales no explotadas, siguiendo las mismas lneas
de orientacin de las antiguas y nuevas clases terratenientes (marcha a la selva y a las periferias
baldas). En suma, al concepto de redistribucin de las tierras con un sentido global y estructural,
se opone el de re-localizacin de tal gente en las tierras baldas.

96

social por medio de la movilizacin exclusiva del aparato de fuerza, ya que el


naufragio de las reglas institucionales de juego tambin lo afecta, y que la
subversin social presionada frontalmente por la maquinaria represiva del Estado
es capaz de desencadenar y armar su propia fuerza irregular y multiforme de
resistencia, operando en forma de estallidos espordicos, insatisfaccin agresiva,
guerra de guerrillas, o de bandolerismo y actos primarios de vindicacin.
Desde el punto de vista del proceso histrico de la reforma agraria, carece de
validez el supuesto racionalista de que todas las fuerzas sociales de cambio estn
identificadas con la abolicin de las estructuras latifundistas (por lo menos de la de
tipo arcaico) y de que es posible efectuar algn cambio estructural sin un enorme
esfuerzo interno y sin la movilizacin e integracin a escala nacional de las fuerzas
sociales identificadas con un nuevo esquema poltico de desarrollo. Carece
igualmente de validez el supuesto de que las clases sociales que acepten alguna
forma sustancial de reforma agraria aceptarn, asimismo, los medios
institucionales adecuados para asegurar el desdoblamiento de esa reforma en
revolucin agrcola: uno de los ejemplos ms significativos es el relacionado con la
actitud de la burguesa industrial -aun en pases de tan densa experiencia histrica
como Mxico o de tan acendrada tradicin parlamentaria como Chile- en cuanto
se refiere a los criterios de distribucin de los recursos financieros Y tecnolgicos
existentes entre los diversos sectores de la economa y entre los diversos tipos de
empresas rurales24. La experiencia de Bolivia demuestra que la reforma agraria
est condenada a la frustracin, si por una parte se intenta romper el monopolio
latifundista sobre la tierra pero por otra se deja intacto el sistema tradicional de
distribucin de los recursos institucionales de desarrollo agrcola (crdito, extensin rural, capacitacin, experimentacin, fomento, etc.), diseado segn las
antiguas exigencias de la aristocrcia latifundista. 25
La problemtica de la marginalidad campesina en pases como Mxico y Bolivia es
mucho ms profunda y compleja, ya que por una parte supone que las reformas
agrarias han con- quistado ciertos objetivos estratgicos, y por otra presume el
funcionamiento de mecanismos de desarrollo de la comunidad campesina desde
abajo y desde adentro. La experiencia latinoamericana en desarrollo de
comunidades demuestra que la marginalidad campesina no puede ser tratada con
xito como si constituyese un problema aislado, desvinculndolo del proceso
24

Ms de ocho dcimas partes de la totalidad de recursos bancarios se destinan en Mxico al


financiamiento de la industria y el comercio, no llegando el crdito agrcola institucional a las zonas
de minifundio y operando apenas con la dcima parte de los campesinos ejidatarios. En Chile, el
6,5 % de los prestatarios del Banco del Estado obtuvo el 57 % de los recursos financieros en 1965,
y el 66,4 %
-la masa de pequeos agricultores- apenas un 7 % de los prstamos.
25
Uno de los ejemplos sorprendentes de conservacin de un aparato institucional hecho a la
medida de la aristocracia latifundista y de sus pautas culturales fue el del Banco Agrcola de
Bolivia. Ocho aos despus de iniciada la revolucin, an no se reconoca la validez de los ttulos
expedidos por el Servicio de Reforma Agraria como garanta de los prstamos.
El modelo norteamericano de Crdito Agrcola Supervisado (que estableci y administr el Punto IV
de la Misin de Operaciones de Estados Unidos, a partir de 1955) no alter en forma sustancial
esos patrones sino solamente la direccin geogrfica de las corrientes crediticias, destinndolas de
manera preferente a proporcionar recursos financieros a los nuevos propietarios latifundistas de los
llanos tropicales del Oriente.

97

general de los cambios globales de estructura ; 26 y tambin demuestra que solo


una enrgica integracin nacional de fuerzas sociales identificadas con un nuevo
modelo poltico de desarrollo puede conducir los procesos de reforma agraria
hacia la eliminacin de las diversas formas de marginalidad campesina. Las
frustraciones sufridas en las reformas agrarias de Mxico y Bolivia estn
relacionadas con los ciclos de desarticulacin del movimiento popular y con el
establecimiento de una hegemona por parte de la burguesa y de las clases
medias en el sistema de conduccin poltica del Estado.
Si es vlida la hiptesis de que Amrica latina no podr resolver la problemtica de
la marginalidad campesina sin reforma agraria, tambin lo es que la reforma
agraria no podr resolver la problemtica de la marginalidad campesina sin
articularse con una estrategia econmica y social de desarrollo, o sea, en ltima
instancia, una estrategia de cambio estructural y de movilizacin de las nuevas
fuerzas sociales hacia un objetivo estratgico: la construccin de una nueva
sociedad, de acuerdo con los perfiles ideolgicos y la voluntad de ser de cada
pueblo.27
Las ideologas de las reformas agrarias
Una caracterstica sorprendente de las ideologas que han inspirado las reformas
agrarias de tipo estructural --en las fases ms coherentes y dinmicas del proceso
revolucionario-- es que no han sido producto de una elaboracin sofisticada y
convencional del sistema institucionalizado de partidos, sino, muy por el contrario,
una expresin de aquellas corrientes ntimas de la sociedad que afloran con el
desgarramiento o el conflicto.

26

De esta falta fundamental adolecen los programas convencionales de desarrollo de la comunidad


que la toman como unidad aislada y que no enfocan los problemas de la estructura social, sino
algunas expresiones particulares de sus desajustes. Otros programas -como el de Vicos, en Perenfocan un problema de estructuras de la comunidad campesina (transformacin de una hacienda
de colonato y peonaje en una cooperativa de produccin), pero aislndola del contexto social de la
estructura agraria de la Sierra peruana.
27
Gf. Hacia una teora latinoamericana de las ciencias sociales, en Antonio Garca, Atraso y
dependencia..., op. cit.

98

La ideologa,28 en este proceso de alteracin violenta del orden tradicional de las


cosas, est inmersa en la praxis y en las primeras y confusas formas de la
conciencia social. Esta fisonoma originaria de las lneas ideolgicas que
desataron y se expresaron en las revoluciones de Mxico, Bolivia y Cuba ha
llevado con frecuencia a definir las como revoluciones sin ideologa (esto es, nada
ms que como praxis histrica) o a clasificarlas como subproducto de ciertas
ideologas revolucionarias de lite. El primer enfoque se ha extendido, por igual, a
tres revoluciones tan diferentes como la mexicana, la boliviana y la cubana,
considerndolas no solo como expresin de la crisis del sistema de partidos, sino
de sus lneas ideolgicas institucionalizadas. El segundo enfoque ha intentado
dilucidar el problema siguiendo una metodologa racionalista de identificacin
formal de ciertos principios o de ciertos enunciados programticos.
Desde luego, el punto de vista de que estas revoluciones crearon sus propias
ideologas -as como crearon su propia legalidad y su propio sistema de valoresno niega las contribuciones ideolgicas de las lites revolucionarias, como ocurri
en Mxico con el libertarismo de los Flores Magn, o en Bolivia con el
reivindicacionismo indigenista de la generacin decantada por la guerra del
Chaco, o en Per con el colectivismo vernculo de Jos Carlos Maritegui e
Hildebrando Castro Pozo. Esta concepcin cientfica social de la ideologa como
representacin y como actitud frente a cierta problemtica vital (la razn vital --en
el sentido que le atribuye Ortega y Gasset- como manifestacin profunda de la
razn histrica) define su naturaleza compleja y variable, as como la posibilidad
de que en un mismo proceso histrico se expresen, superpongan y desplacen
diversas lneas ideolgicas. En el proceso inicial de la revolucin cubana, por
ejemplo, no se manifiesta la influencia ideolgica de las lites revolucionarias
oficiales o institucionalizadas sino la confluencia de dos lneas de aspiraciones y
valores: la de una nueva generacin que rompe con los estereotipos formales
consagrados en la lucha social y poltica (accin de partidos, presin sindical y
huelgustica, confrontacin institucional) y se inspira en los valores de su propio
ethos generacional; y la de una masa campesina que proyecta, simplemente, su
28

Se entiende por ideologa -desde el punto de vista de este anlisis- el repertorio de creencias,
aspiraciones y valores que en un determinado proceso histrico expresan la actitud de una clase,
agregado social o generacin, frente a la problemtica que afecta decisivamente el curso de su
vida. Desde este punto de vista, la ideologa es una forma de la conciencia social que, si bien no
alcanza los ni- veles de la conciencia terica, proyecta la versin del universo desde una
perspectiva de clase, de agregado o de generacin, en cuanto grupos instalados dentro de una
cierta constelacin social de problemas. Este enfoque dialctico no solo precisa las diferencias
esenciales entre ideologa social y teora cientfica social, sino que tiende a evitar dos actitudes
negativas y sectarias: la que entiende la ideologa como tergiversacin del mundo real, y la que,
partiendo de una equivocada imagen del pragmatismo, concibe la existencia de clases o grupos
sociales sin ideologa. Es de suponer que la actitud de las clases, grupos sociales o generaciones
se define con mayor claridad, histricamente, cuando se agudiza el conflicto de intereses y sale a
flote la conciencia social de las clases o grupos antagnicos. Esta nocin supone la clara
diferenciacin entre ideologa social -que no tiene necesariamente una coherencia lgica, un
sistema- y teora cientfica social, que se inspira en principios de conocimiento racional y
sistemtico de la sociedad, con el objeto de descubrir su fisonoma, su estructura y sus leyes
normativas. Vase Relaciones entre la teora cientfica y la ideologa en las ciencias sociales, en
Antonio Garca, Atraso 'Y dependencia..., op. cit., pg. 7.

99

hambre de tierras. Estos son los ingredientes ideolgicos que configuran la


reforma agraria de la Sierra Maestra.
En el trasfondo del movimiento zapatista, en Mxico, lo que constituye el ncleo
ideolgico es la aspiracin reivindicativa de las comunidades campesinas, alzadas
contra el sistema de poder de las haciendas y orientadas hacia la conquista de la
tierra como elemento de seguridad personal. En estas lneas ideolgicas primarias
e insertas en la prctica histrica, no se descubre un proyecto de organizacin
econmica ni se disea una nueva estructura, sino que se expresa la aspiracin
campesina a la tierra y a la emancipacin personal, proyectndose polticamente
en el manifiesto zapatista de lucha por una tierra sin capataces y sin amos. La
importancia histrica de esta ideologa campesina reside en que conform los
elementos para desmontar y desarticular el poder de las haciendas: la
movilizacin poltica del campesinado, la abolicin del sistema seorial de arraigo
y dependencia, as como la ruptura inicial del monopolio latifundista sobre la tierra
por medio de la ocupacin directa y no de la aplicacin de las reglas
institucionales del sistema jurdico tradicional, entre napolenico y romanista. 29La
forma de expresarse la conciencia social de la comunidad campesina en Mxico -a
lo largo de una historia de dominacin hispano-colonial o republicana- es la
ideologa restitutoria.
Otro tanto ocurre con la lnea de aspiraciones de las masas campesinas de
Bolivia, alzadas en 1952 contra el poder de las haciendas, la autoridad paternalista
de los hilacatas y el sistema de obligaciones serviles caractersticas del colonato.
Estas lneas ideolgicas pueden o no identificarse con las ideologas formales que
profesa el sistema institucionalizado de partidos en relacin con la reforma agraria.
En la dcada del veinte, por ejemplo, se inicia en Mxico la constitucin del nuevo
sistema de partidos polticos, expresando lneas simplemente correctivas frente a
la estructura latifundista, orientadas hacia las parcelaciones marginales o hacia la
simple redistribucin de tierras excedentes. En Bolivia, las ideologas de partidos
introducen en la reforma agraria elementos como la restitucin de tierras a las
comunidades indgenas --en cuanto esta constituye una demanda reiterada desde
la revolucin de Tpac Amaru y el ciclo de las guerras libertadoras- o trasponen la
generalizada confusin entre criterios convencionales destinados a la
identificacin de un latifundio y criterios poltico-sociales orientados a la
caracterizacin de una estructura latifundista. La primera insercin reconoce el
principio restitutorio a comunidades indgenas disueltas treinta o cincuenta aos
antes (despus de 1900) pero a costa de negar el derecho de los campesinos
arraigados (pegujaleros y arrimantes) en esas mismas tierras de hacienda. La
confusin entre criterios sociales para caracterizar una estructura latifundista y
criterios legales para definir una propiedad como latifundio afectable condujo
simultneamente a la afectacin de las granjas lecheras del valle de Cochabamba
como latifundios 30 y a la consolidacin jurdica de cierto tipo de latifundio como
mediana propiedad, empresa agrcola o finca ganadera.
29

Contrasta esta lnea de comportamiento social con la ideologa liberal y tradicionalista del
presidente Francisco l. Madero, quien no comprenda los alcances de una reforma agraria en la
transformacin social y poltica de Mxico, y aspiraba a un tipo de distribucin de la tierra bajo las
normas institucionales de la estructura latifundista.

100

Dentro de un enfoque cientfico social de las ideologas presentes en las reformas


agrarias de Amrica latina, es posible estudiarlas y comprenderlas como lneas
emergentes de la prctica histrica, que con frecuencia se entrecruzan,
superponen o entran en conflicto. Nada ms equivocado que el intento de definir
una reforma agraria como un proceso inspirado en una ideologa coherente y
cerrada, cuando la experiencia histrica seala la existencia de una serie de lneas
ideolgicas diferenciadas y contradictorias, tanto en Mxico como en Bolivia, en
Cuba o en Chile. Dialcticamente, una reforma agraria es una operacin conflictiva
de cambio, en la que se modifican con frecuencia los ncleos dinmicos del
proceso (pasando el centro poltico de gravedad de una fuerza social a otra) y en
la que, por supuesto, se desplazan y sustituyen las ideologas.
Las lneas ideolgicas a que aludimos definen, no solo los ciclos histricos de las
reformas agrarias en Mxico, Bolivia y Cuba, en Per y en Chile, sino tambin su
fisonoma y su estilo. Tal fenmeno es apenas una consecuencia del papel
reactivo de la reforma agraria, al desencadenar un proceso nacional de
transformaciones sociales, econmicas y polticas o integrarse a l.
La ruptura de la hacienda de peones acasillados, en Mxico, supona la expansin
de la frontera agrcola y la profunda alteracin en las normas tradicionales de
distribucin social del ingreso.
En ese sentido, la reforma agraria -al integrarse a procesos ms amplios como el
de nacionalizacin del Estado y de los recursos energticos y financieros, en la
dcada del treinta- era la puerta de entrada al proceso de industrializacin. Pero
es obvio que la industrializacin (no siendo un fenmeno aislado de implantacin
de tecnologas mecnicas y racionales dentro de cierto marco de empresa)
generaba nuevas fuerzas sociales, desataba presiones desconocidas sobre el
sector agrcola y defina tambin sus propias lneas ideolgicas frente a la reforma
agraria. Esta diferenciacin de ideologas es lo que generalmente se desestima al
examinar las reformas agrarias como procesos histricos, enfocndolas, en caso
como el de Mxico, a la luz de la ideologa agrarista en el ciclo del ejido o desde la
perspectiva de la ideologa liberal, apoyada en el esquema de la propiedad privada
y la empresa individual en el ciclo de la apertura industrialista y burguesa.

En Mxico, es indispensable distinguir tres grandes ciclos ideolgicos en el


proceso de la reforma agraria:
30

Esta poltica de afectacin de la mediana o pequea propiedad granjera, trabajada por colonos
-independientemente de sus niveles empresarios- se inspir en la doctrina de algunos agraristas
mexicanos que han diferenciado tres tipos de latifundio (natural, econmico y social), definiendo el
latifundio social como aquella unidad, de cualquier tamao, que utilizase las relaciones de trabajo
de las haciendas de colonato. Semejante criterio desconoca la naturaleza de una estructura
latifundista, ya que, en situaciones como la de Bolivia, las relaciones seoriales de las empresas
latifundistas se propagaron a todas las explotaciones campesinas, incluyendo los minifundios y las
comunidades indgenas. Una aplicacin irrestricta del principio habra conducido a la afectacin de
las comunidades indgenas como latifundios, ya que trabajaron en ella no solo comuneros
(originarios y agregados) sino tambin aparceros y hutahuahuas.

101

a. El ciclo de la insurreccin campesina y de la indecisin o indiferenciacin


ideolgica.
b. El ciclo del ejido colectivo y del esquema ideolgico de cambio estructural.
c. El ciclo de la lnea liberal y burguesa de crecimiento.
En el primer ciclo confluyeron dos lneas ideolgicas: una, eminentemente
campesina, reivindicativa y restitutoria (abolicin de las relaciones de dependencia
seorial y restitucin, a las comunidades agrarias, de las tierras de que haban
sido despojadas por las haciendas); otra, eminentemente pequeo burguesa y
simplemente correctiva del sistema de latifundio. Las ideologas correctivas fueron
caractersticas del nuevo sistema caudillista de partidos (expresadas por los
generales Venustiano Carranza, Alvaro Obregn, Francisco Villa, Plutarco Calles)
y se fundamentaron en el respeto a la hacienda como unidad bsica de la
estructura agraria, planteando la distribucin exclusiva de las tierras excedentes o
de los pegujales cultivados por aparceros y colonos dentro de su mbito territorial.
En este perodo histrico de clarificacin y maduracin de la conciencia social, las
aspiraciones dominantes eran la satisfaccin del hambre de tierras, la abolicin del
sistema patemalista de endeudamiento y la limitacin cuantitativa de los
latifundios; no se plante cambio estructural alguno, ni se formul el problema de
las poblaciones campesinas marginales (minifundios y comunidades indgenas en
regiones de refugio), y ni siquiera se defini el derecho a la tierra de los peones
acasillados (lo que apenas se conquist en la dcada del treinta).
En el ciclo cardenista, el proceso histrico lleg a su apogeo y tom una fisonoma
de revolucin nacional. Lo caracterstico de este perodo fue la integracin poltica
de las fuerzas de cambio en un sistema de partido nico y en una estructura
pluralista de organizaciones sociales (sindicatos, cooperativas, ligas campesinas),
la definicin de una ideologa de nacionalizacin de riquezas bsicas y de cambio
estructural y, finalmente, la delineacin de una nueva imagen del Estado como
rgano de promocin y conduccin del crecimiento. En este ciclo se revelaron los
rasgos ms originales de la revolucin y de la reforma agraria, al definirse -por
primera vez en Amrica latina- la fisonoma ideolgica del nacionalismo popular,31
superndose los esquemas restitutorios y correctivos y articulndose una
estructura ejidal-cooperativa. Esta concepcin del ejido como sistema tena un
doble significado: formular como meta de la reforma agraria la abolicin radical de
toda estructura latifundista -arcaica o modernizada-, e idear el ejido no solo como
forma de tenencia agraria sino tambin como nueva y articulada estructura
agraria.32
31

Esta lnea ideolgica corresponde al modelo nacional revolucionario de desarrollo, en la


terminologa de Oskar Lange. af. Planificacin y desarrollo, Buenos Aires: Jorge Alvarez, 1963,
pg. 22; Antonio Garca, La rebeli6n de los pueblos dbiles. Nacionalismo popular y
antiimperialismo, La paz: Juventud, 1955.
32

Ms adelante se examinar la estructura del ejido (vanse pgs. 155-57), pero ahora es
indispensable definir algunas nociones. Una es la de que el ejido mexicano difiere esencialmente
del ejido hispano colonial; otra, la de que existe diversidad de formas ejidales, dentro de la
clasificacin general de ejidos individuales y ejidos colectivos; la tercera, de que todo ejido (excepto
el de economa comercial de plantacin en tierra de riego) se asienta sobre tres elementos: el

102

Semejante cambio ideolgico no poda haberse efectuado como un simple


proceso de ampliacin y refinamiento de las ideas agrarias, sino como expresin
de un cambio, profundo y dinmico, en los diversos circuitos y estructuras de la
sociedad nacional. De ah la amplitud del espectro de factores que condicionaron
e impulsaron el proceso: la alta tensin histrica lograda con la movilizacin de las
fuerzas sociales, la nacionalizacin del petrleo y de los ferrocarriles, la
orientacin ejidal de la estructura agraria, la formacin de una nueva
infraestructura de comunicacin interior, la integracin de las fuerzas populares en
un partido nico de conduccin revolucionaria y la transformacin del Estado en el
mecanismo impulsor y conductor del crecimiento.
Esta ideologa de nacionalizacin y cambio estructural no encontr suficientes
bases de apoyo al debilitarse y fracturarse --en la coyuntura de la Segunda Guerra
Mundial- el sistema poltico de integracin nacional de las fuerzas de cambio
(campesinado, movimiento obrero, clases medias, nueva burguesa) y al
transferirse el ncleo dinmico del proceso a la nueva burguesa y a las clases
medias.
La nueva ideologa dominante no solo implantaba normas burguesas de propiedad
privada y empresa individual, sino que restableca lneas de tolerancia frente a
formas metamorfoseadas o encubiertas de latifundio. La explotacin privada pudo
reconstruirse, tanto por medio de las asignaciones de tierra en los distritos de
riego (financiamiento pblico), como por medio de la reduccin cuantitativa del
latifundio (situndose dentro del marco de la pequea propiedad de 100- 300
hectreas de riego) o del amparo por inafectabilidad en el caso de los latifundios
ganaderos. Lo fundamental, dentro de este esquema caracterstico de la apertura
industrial 'Y burguesa, fue la definicin radical de una lnea ortodoxa y capitalista
del crecimiento, degradando la condicin social y econmica del sector ejidal
comunitario (ejidos colectivos e individuales, comunidades indgenas,
cooperativas) y comprimiendo su participacin en el ingreso agrcola.
Semejante cambio de rumbo de la revolucin mexicana y de la reforma agraria
debe interpretarse dentro del contexto histrico de la Segunda Guerra Mundial,
una vez definidos los perfiles de la nueva burguesa nacional y restablecido el
sistema de relaciones econmico-financieras con la nacin metropolitana. En esta
coyuntura histrica, no se haba formado todava un sector socialista de la
economa mundial y la naturaleza poltica de la Guerra haba creado la ilusin de
un nuevo orden y de una transformacin revolucionaria de la sociedad
capitalista.33
La revolucin guatemalteca se caracteriz por la incapacidad de trasponer el ciclo
de la revolucin poltica, liberal y burguesa, y de desdoblarse en una revolucin
social. Semejante hecho histrico se explica por el carcter incipiente de la
organizacin obrera, la carencia de estructuras bsicas de movilizacin del
campesinado y la hegemona poltica de las clases medias; estas fuerzas sociales
fundo legal, la tierra de cultivo y los campos de recoleccin y pastoreo.
33
En esta concepcin poltica de la naturaleza de la Guerra y de la Posguerra coincidieron
cientficos sociales de la calidad intelectual del profesor Joseph Schumpeter (quien lleg a
considerar que <el capitalismo estaba en cmara de oxgeno) e idelogo del Partido Comunista
norteamericano, como Earl Browder, quien proclam la modificacin o abolicin de la era
imperialista.

103

no pudieron integrarse en un nuevo sistema de poder estructurado. La ideologa


de la reforma agraria -dentro de estos marcos histricos- se orient hacia la
modernizacin y limitacin de la diversificada estructura latifundista (latifundio
arcaico de colonato, plantacin cafetalera y algodonera, sistema neocolonial de la
plantation) por medio de la transformacin de la empresa seorial en empresa
capitalista, de la sustitucin del colonato por el salariado, de la propagacin de
formas ortodoxas de propiedad individual sobre la tierra, de apertura a las
corrientes de inversin y al arrendamiento capitalista de la tierra nacionalizada.
Esta lnea ideolgica inclua la distribucin de tierras excedentes y no explotadas
en el rea moderna de los cultivos industriales, particularmente a la en- clavada en
el sistema de plantation. La ideologa redistribucionista y pequeo burguesa -que
expres la hegemona poltica de las clases medias urbanas-- no pretendi ir ms
all de los esquemas ritualizados de la revolucin democrtica burguesa, pese a la
intensa presin campesina sobre la tierra (el 76 % de los tenedores apenas posea
el 10% de la superficie agraria, y el 57 % de los campesinos no posea tierra ,
alguna), y a la posibilidad de transformar las Fincas Nacionales en cooperativas
de participacin estatal o en empresas campesinas de autogestin. A pesar de
esas limitaciones y al hecho de que los objetivos explcitos de la reforma agraria
apuntaban hacia el desarrollo de la economa capitalista campesina y de la
economa capitalista de la agricultura en general, 34 se desat un acelerado y
artillado proceso contrarrevolucionario en el que se asociaron la aristocracia
latifundista y el sistema neocolonial de la Plantation. Sin movilizacin campesina y
sin estructuracin poltica de las fuerzas sociales de cambio, la reforma agraria no
alcanz a configurarse como una estrategia revolucionaria capaz de expresar una
nueva ideologa y de asegurar el aplastamiento de la contrarrevolucin latifundista.
En Bolivia, la ideologa de la reforma agraria no alcanz a ganar ese estado de
maduracin y afinamiento expresado en la lnea de cambio estructural. En un
primer ciclo -el de la insurreccin campesina y de la participacin sindical en la
conduccin del Estado- se entrecruzaron dos lneas ideolgicas. Una reivindicativa
y restitutoria, orientada hacia la abolicin de las obligaciones serviles en las
haciendas de colonato y hacia la satisfaccin del hambre campesina de tierras, y
otra correctiva y destinada a propiciar la metamorfosis del latifundio seorial en la
empresa agrcola capitalista ;35 una inclinada a centrarse en la comunidad andina,
quechua yaymara (comunidad inmersa en las haciendas, enclavada en sus
fronteras y localizada en las regiones de refugio), restaurando sus valores
comunales e indgenas, y otra liberal y burguesa, inspirada en los modelos
racionaliza- dos de explotacin agrcola de la nacin metropolitana (mecanizacin,
inversin tecnolgica, salariado, propiedad privada). La primera lnea ideolgica
conform la poltica de dotar a los pegujaleros de las mismas fraccionadas
34

Luis Cardoza y Aragn, op. cit., pg. 85.

35

Al parecer, esta lnea fue una insercin ideolgica de la lite marxista, siguiendo el esquema de
Lenin sobre el llamado camino prusiano (transformacin de las antiguas explotaciones feudales de
tipo bunker en empresas capitalistas). La expresin insurreccin campesina se emplea en el
sentido de estado insurreccional, ya que si bien el campesinado no particip directamente en la
lucha armada del 9 de abril de 1952, sus organizaciones paramilitares constituyeron una de las
ms decisivas fuerzas de apoyo del proceso revolucionario en su fase histrica de ascenso.

104

parcelas ocupadas y trabajadas por ellos en los cinturones marginales de las


haciendas, transformndolos en propietarios minifundistas, vale decir, creando la
categora social del peonaje con libertad personal y con tierra.
La ideologa restitutoria tuvo un sorprendente desdoblamiento, ya que por una
parte formul la exigencia de restituir tierras usurpadas a comunidades indgenas
ya disueltas,36 y por otra no traz lnea alguna de reestructuracin esencial y
desde adentro de la comunidad indgena, de tan elevada significacin en la
estructura social y econmica de Bolivia. Se produjo as el fenmeno de que la
comunidad indgena --estratificada internamente y aprisionada en una estructura
minifundista- no encontr en la reforma agraria los incentivos, orientaciones y
recursos para superar un status de marginalidad e indigencia. 37
Por otra parte, la comunidad indgena careci de formas organizativas apropiadas
para ejercer presin social y poltica, y permaneci fuera del proceso integrador de
los sindicatos agrarios, sin lograr transformarse en cooperativa de produccin.
La lnea ideolgica liberal y burguesa sirvi para preservar la estructura latifundista
encubierta en prcticas capitalistas de salariado o para estimular la formacin, en
los llanos del Oriente, de un foco regional de crecimiento agrcola apoyado en los
modernos tipos de latifundio de plantation. Dentro de este marco histrico, se
explica que la reforma agraria se transformarse en un proceso de titulacin de las
parcelas ya ocupadas por los pegujaleros, y que los mecanismos institucionales
de la transformacin agrcola se transfiriesen a la Misin de Operaciones de
Estados Unidos (Punto IV).
Sin embargo, es necesario articular la reforma agraria con el esquema boliviano
de revolucin nacional y con un proceso histrico en el que se integraron
nacionalmente las fuerzas sociales de cambio (campo, centros mineros y
ciudades), se gest una nueva composicin y funcin del Estado y se pro- dujo la
nacionalizacin del petrleo y de la gran minera del estao, hasta abarcar las
ocho dcimas partes de las exportaciones. La incapacidad poltica de proyectar la
36

Segn el censo de 1950, existan 3.779 comunidades indgenas, con 7 millones de hectreas y
un promedio de superficie por comunidad de 1.899 hectreas. La mayor densidad comunitaria se
registr en el altiplano, localizndose nueve dcimas partes de las comunidades indgenas en 10s
departamentos de La Paz, Oruro y Potos (94 % de las tierras comunales). Mientras las grandes
haciendas seoriales (con promedios cercanos a las 5.000 hectreas) apenas explotaban el 0,8 %
de sus tierras, las comunidades altiplnicas del Titicaca cultivaban el 42 % de su patrimonio
territorial. En 1950, ms de la cuarta parte de la superficie cultivada en Bolivia corresponda a
comunidades indgenas. En 1960, el 63 % de la poblacin nacional era indgena (1,2 millones de
quechuas en los valles y 868.000 ayrnaras en el altiplano), ms o menos como en 1950. Si bien
toda la poblacin indgena no ha vivido en el campo ni ha estado integrada en comunidades, estos
datos revelan la importancia de1 problema de la comunidad indgena en el cuadro de la reforma
agraria. Cf. Antonio Garca, La reforma agraria y el desarrollo social de Bolivia, El Trimestre
Econmico, Mxico, n9 123, 1964, pg. 361. Segn el profesor Arturo Urquidi, en un examen de 40
Autos de Vista del Consejo Nacional de Reforma Agraria sobre demandas de restitucin de
tierras, la totalidad se refera a ex-comunidades, esto es, a tierras ex-vinculadas, y ninguno a las
comunidades actualmente constituidas. Cf. El feudalismo en Amrica y la reforma agraria boliviana,
Cochabamba: Imp. Universitaria, 1966, pg. 211.
37
Desde el punto de vista social, la comunidad indgena fue des- garrada, internamente, por tres
influencias: la clasificacin de las familias en originarias y agregadas (segn sus relaciones con el
ayllu o la marca); la concentracin de parcelas en manos de grupos dominantes, y la existencia de
una poblacin miserable no asimilada por la comunidad y carente de derechos sobre la tierra (los
hutahuahuas).

105

revolucin en el aparato del Estado, la ruptura del movimiento popular y la


adopcin de patrones liberales ortodoxos en la conduccin de una economa
estatizada desarticularon el esquema nacional revolucionario de desarrollo y
precipitaron, conjuntamente, la frustracin de la reforma agraria, la desnacionalizacin paulatina de la minera y del petrleo y la inclinacin
contrarrevolucionaria del sistema de conduccin poltica del Estado. Esta
problemtica no solo descubre el carcter y estructura de la frustracin, sino
tambin las insospechadas dimensiones y conflictos de los procesos de cambio en
los pases atrasados y dependientes.
Las fallas sustanciales del proceso revolucionario eran las caractersticas de una
sociedad anclada en los antiguos modelos hispano-coloniales de minera y
latifundio, con estratificaci6n tnica de las clases sociales, extrema rigidez en la
estructura poltica (incapaz de operar conforme a las reglas de la democracia
liberal y burguesa) y absoluta carencia de alternativas institucionales de cambio:
incapacidad poltica de proyectar la revolucin sobre la estructura del Estado,
incapacidad econmica de transformar una minera absoluta en un sistema estatal
de industrias estratgicas, incapacidad social de integrar los propsitos
distribucionistas a los objetivos finales de la revolucin productiva. La intensa
presin de la movilizacin de masas en los perodos iniciales de la revolucin -a
semejanza de lo que ocurri en Cuba o en Chile- acentu las polticas
distribucionistas y los anhelos de justicia social sobre la capacidad prctica de
transformar las fuerzas productivas, precipitando la explosin del consumo y una
desmesurada presin sobre los recursos agropecuarios. 38 Sin embargo, el
problema de la explosin de los consumos ha sido encarado de muy distinta
manera en Bolivia, Cuba y Chile.
Cuba estableci un estricto racionamiento de consumos bsicos y orient el
esfuerzo del Estado hacia la rpida e intensiva transformacin del aparato
productivo, dentro del marco de un modelo poltico de planificacin centralizada y
estatizacin de los mecanismos del mercado. Chile intenta cubrir a la vez los
problemas de la redistribucin social del ingreso y de la reactivacin de la
capacidad interna --agrcola e industrial- de produccin de bienes de consumo,
segn un modelo de planificacin indicativa y de control estatal de las industrias
monoplicas, los Centros de Reforma Agraria, el aparato de financiamiento y las
reas neurlgicas del comercio exterior. En Bolivia, las presiones
redistribucionistas no estuvieron acompaadas por un cambio en la estructura del
Estado y en las polticas de transformacin del aparato productivo -minero,
industrial, agrcola-, y provocaron la aceleracin del proceso inflacionario y la
adopcin del modelo metropolitano de estabilizacin monetaria fundamentado en
la frmula precios libres y salarios Congelados. Este esquema poltico
-caracterstico del Fondo Monetario internacional- introdujo .una de las ms graves
38

El problema consiste en que, en sociedades de muy bajos niveles de consumo, la revolucin se


expresa de inmediato en la exigencia de redistribucin del ingreso nacional y en el estallido de las
demandas insatisfechas de las masas campesinas y obreras. Entre 1970 y 1971, el gobierno
chileno de Unidad Popular utiliz el aumento de la demanda global de bienes de consumo en un
13% como elemento de reactivacin del mercado interno y de la industria liviana.

106

e insalvables contradicciones en el esquema nacional-revolucionario, ya que


habindose estatizado las reas estratgicas de la economa nacional el Estado
adoptaba, en la prctica, una poltica de liberalismo econmico y de transferencia
de los costos de la inflacin a las clases asalariadas. Obviamente la aplicacin de
semejante poltica -financiada por el Fondo Monetario y por la Misin de
Operaciones de Estados Unidos- condujo al desgarramiento de la coalicin de
fuerzas populares y a la ruptura del cogobierno sindical.
La reforma agraria cubana no se inspir en el propsito distribucionista de las
tierras -no obstante la presin campesina en el ciclo de la insurreccin armadasino en una ideologa de nacionalizacin y de cambio estructural. Sus elementos
ideolgicos no fueron producto del sistema institucionalizado de partidos, sino ms
bien expresin de su inoperancia y de su crisis. De all que sus races sociales no
puedan buscarse en los esquemas estereotipados de tales partidos, sino en esa
profunda aspiracin nacional salida de abajo y de adentro, en respuesta a la
cultura colonial de las clases dirigentes. La reforma agraria fue uno de los soportes bsicos de la revolucin nacional; en consecuencia, desde un principio
apareci vinculada .a un movimiento constituido sobre una base social amplsima
y pluralista (desde el campesinado y la clase obrera hasta las clases medias y la
burguesa nacional), y articulada con un proceso revolucionario que fue de la
periferia rural al centro metropolitano. Ni siquiera el proceso de esa revolucin
(que fue capaz de integrar las fuerzas nacionales de cambio, identificndolas en
una aspiracin nacionalista y popular) estuvo inspirado en alguno de los
esquemas tcticos de los partidos revolucionarios oficiales, acostumbrados a
operar segn las frmulas ritualistas de la lucha urbana. Lo sorprendente del caso
de Cuba es que el movimiento popular desbordase el estrecho marco del sistema
de partidos y se canalizase por la nica va capaz de fracturar la esclerosada
estructura de una sociedad sin alternativas institucionales y democrticas de
cambio. Las lneas ideolgicas fueron trazndose de acuerdo con la problemtica
de esa estructura, caracterizada no solo por la dictadura pretoriana (muy bajo nivel
tcnico e institucional de sus aparatos militares) sino tambin por la hegemona
del poder extranjero, la constitucin latifundista de la economa agraria, la injusta y
desequilibrada distribucin social del ingreso y la obturacin o distorsin poltica
de los mecanismos de representacin popular. En Cuba se demostr (lo mismo
que en Mxico y Bolivia) que no hay dictadura capaz de ser adecuado sustituto de
los cambios estructurales en Amrica latina: ni la larga dictadura del general
Porfirio Daz en el Mxico de 1910, ni la dictadura de la Junta Militar en la Bolivia
de 1952, ni la dictadura del general Fulgencio Batista en la Cuba de 1958.
Desde luego, la reforma agraria cubana parti de un contexto nacional
radicalmente diferente al de Mxico y Bolivia, ya que lo caracterstico del sistema
agrario no eran las pequeas explotaciones campesinas y la hacienda de
colonato, sino las grandes plantaciones caeras articuladas con el mercado de
exportacin y la ganadera extensiva vinculada al mercado interno. Las imgenes
dominantes en este sistema eran la plantation -esto es, el ncleo de una
estructura colonial-, las clases intermedias que no cultivaban directamente sus
tierras, el latifundio ganadero de viejo estilo, y el denso aluvin de aparceros,
colonos, peones y propietarios minifundistas.

107

La primera reforma agraria (despus de Sierra Maestra, en 1959) se inspir en


una ideologa de cambio estructural y de nacionalizacin de la tierra en el sector
de latifundios de propiedad extranjera, desarticulando el sistema de poder de la
plantation.
En general, las grandes propiedades -caeras y ganaderas, fundamentalmentepasaron ntegras al Estado, como unidades de explotacin, modelndose una
estructura agraria de tres sectores: el privado (pequeos, medianos y grandes
propietarios cubanos, con un lmite mximo de 402 hectreas); el cooperativo
(cooperativas caeras), y el estatal (Granjas del Pueblo o fincas de administracin
directa) .39 Este esquema ideolgico responda a preocupaciones de desarrollo
econmico y de abolicin de la estructura latifundista, en cualquiera de sus formas
arcaicas o modernizadas, cubanas o extranjeras. De all que la distribucin de
tierras a minifundistas, aparceros, precaristas y colonos (campesinos sin tierra o
con menos de 5 caballeras)40 se orientase en el sentido de crear un pequeo
empresariado agrcola (con magnitudes inferiores a 67 hectreas), que se
entregase a los obreros la administracin de las cooperativas caeras (en
sustitucin de las antiguas unidades agroindustriales) y que se creasen las
condiciones para destruir y sustituir totalmente la estructura social y econmica del
latifundio.
En este esquema ideolgico pueden identificarse dos tipos de preocupaciones
esenciales: una de centralizacin del proceso de reforma agraria en los
organismos o lites conductoras del Estado, y otra de apoyo en la tremenda
energa de las masas, movilizndolas hacia el proceso de cambio. La profunda
transformacin operada en la estructura de las fuerzas sociales abri un nuevo
ciclo de integracin poltica de esas fuerzas en un sistema de partido nico,
desbordando el esquema original del Movimiento 26 de Julio y del Ejrcito
Rebelde. La invasin armada a Cuba origin (probablemente por razones militares
ms que polticas) el control comunista del sistema de partido nico y la adopcin
de sus esquemas polticos de propiedad estatizada y planificacin central, as
como de sus modelos industriales de unidades gigantes organizadas como
fbricas de productos agropecuarios.
La segunda reforma agraria, iniciada en 1963, se inspir en una ideologa de
estatizacin y de reordenamiento de las bases fsicas de la agricultura, ampliando
el proceso de nacionalizacin de la tierra y diseando una estructura de dos
sectores: el estatal (organizado por medio de la planificacin regional de focos de
crecimiento, con el 70 % de la tierra y una intensa concentracin de recursos
39

El sector privado conservaba, en 1961, la propiedad sobre ms del 67 % de la tierra y, dentro de


este sector, el estrato minifundista y de pequeas fincas constituan el 93,6% de las explotaciones
con el 57,6% de la superficie, frente a los medianos y grandes propietarios (Entre 134 y 402
hectreas), que representaban el' 2,8% de las fincas y posean el 27,5% de la tierra. Acerca de la
caracterizacin general de las dos reformas agrarias, vase Una evaluacin de la reforma agraria
en Cuba. Ponencia de la delegacin cubana al seminario latinoamericano sobre reforma agraria,
Chiclayo, Per, 1971.
40

Una caballera = 13,5 hectreas.

108

tcnicos y financieros), y el privado-cooperativo, correspondiente al pequeo


empresariado agrcola, asociado en cooperativas de servicios y en estructuras de
enlace con el sistema estatal de mercado. Dentro del marco de este modelo
estadista y centralizado de desarrollo, el sistema nacional se conform de acuerdo
con el monopolio estatal del comercio exterior e interior y de la estructura de
financiamiento. El modelo fue cerrndose, al depender la explotacin de las
pequeas unidades granjeras (con extensiones sin parangn en la historia agraria
de Am- rica latina, entre el mnimo vital y 67 hectreas) tanto del financiamiento y
los canales de comercializacin del Estado como de los servicios estatales de
experimentacin, mecanizacin y asistencia tcnica.41
La ideologa de la segunda reforma agraria pareca proyectar no solo ciertos
esquemas comunistas sobre la propiedad agraria 42 sino tambin esas actitudes
que tipifican inevitable- mente las economas de guerra. Uno de los puntos claves
consisti en el abandono de las ideas sobre el papel de la cooperacin agrcola en
el proceso de cambio, transformando sbitamente cooperativas caeras en fincas
del Estado (Granjas del Pueblo) y orientando las cooperativas en el sector privado
de pequeos empresarios con un sentido de dependencia y articulacin con las
estructuras estatales, y no como fuerzas autnomas de cambio. Desde luego, en
Cuba no solo desaparecieron todos los componentes de la constelacin latifundio
minifundio sino que las pequeas economas granjeras no pudieron integrarse en
estructuras econmicas superiores a travs de las cuales hubiesen podido
participar en la planificacin de base, al nivel de las zonas o regiones. En este
modelo de cambio estructural desaparecieron los tipos heterodoxos de
cooperativas de participacin estatal, centralizando el Estado no solo todo el poder
revolucionario sino tambin todos los resortes de la revolucin agrcola. La
naturaleza de esta estructura es semejante a la que ha caracterizado las
economas de guerra o los procesos de estatizacin en los pases colectivistas y
de planeacin central, en los que suelen confundirse las nociones de estatizacin
y de colectivizacin agraria. La doctrina de que la propiedad esta- tal es una
propiedad de todo el pueblo y no solo de una parte del pueblo traslada el anlisis
histrico al plano de lo que es realmente el Estado (en su estructura, en su
composicin, en su representatividad y en su sistema de participacin popular en

41

A la inversa de lo ocurrido en las reformas agrarias de Mxico y de Bolivia, en Cuba se pas


directamente de la desocupacin estacional en las zonas caeras al dficit de mano de obra,
obligndose a las granjas privadas no solo a movilizar la fuerza familiar de trabajo sino a recurrir a
los servicios cooperativos de mecanizacin intensiva.
42

Posteriormente se alude a la doctrina que identifica la propiedad del Estado con la propiedad de
todo el pueblo y se considera la pro- piedad cooperativa como una forma limitada de propiedad de
una parte del pueblo. Dentro de este esquema -propagado en la Uni6n Sovitica con anterioridad al
proceso de descentralizaci6n y reforzamiento de la estructura cooperativo-koljosiana-, se supone la
plena identificaci6n entre pueblo y Estado y la desaparici6n de cualquier residuo de propiedad
privada. Sobre este cambio ideolgico, vase Carlos Rafael Rodrguez, La segunda reforma
agraria cubana: causas y derivaciones, en Reformas agrarias en Amrica latina, Mxico: Fondo
de Cultura Econ6mica, 1965, pg. 541. La segunda reforma agraria cubana: causas y
derivaciones, en Reformas agrarias en Amrica latina, Mxico: Fondo de Cultura Econmica,
1965, pg. 541.

109

la conduccin poltica) y, asimismo, del papel que se asigna a las fuerzas sociales
movilizadas en el proceso de cambio.
En todas estas experiencias latinoamericanas de reforma agraria estructural es
posible descubrir, desde el punto de vista ideolgico:
a. Que las ideologas que se insertan en la prctica de las reformas agrarias se
han conformado de acuerdo no tanto con las aspiraciones campesinas como con
las lneas globales de orientacin de las fuerzas sociales promotoras y
conductoras de los procesos de cambio.
b. Que la intensidad y celeridad de las reformas agrarias se han relacionado
estrechamente con los ciclos de integracin poltica -a nivel nacional- de las
fuerzas de cambio y con la adopcin de lneas ideolgicas salidas de adentro y de
abajo.
c. Que ninguna reforma agraria se ha mantenido, histricamente, dentro de los
marcos de una sola y monoltica lnea ideolgica. Los propios cambios originados
en los procesos de industrializacin, nacionalizacin y reforma agraria han
modificado la estructura, naturaleza y composicin de las fuerzas sociales y se
han proyectado en la constante y conflictiva mutacin de las ideologas.
d. Que an no ha podido superarse la tendencia ideolgica hacia la adopcin de
esquemas ortodoxos y orientados radicalmente en una sola direccin (1a de la
finca privada capitalista en Mxico y Bolivia, o la de la empresa estatal en Cuba),
desestimndose la contribucin de diversas estructuras y fuerzas de cambio
social, Las grandes reformas agrarias en el mundo han demostrado que la
pluralidad de estructuras de cambio han sido el producto de la capacidad de
asimilar y racionalizar la propia experiencia histrica y de salvar la limitacin de los
esquemas ideolgicos ritualizados. e. Que en los ciclos de hegemona burguesa y
pequeo burguesa en el sistema poltico de conduccin del Estado, en Mxico y
en Bolivia, se !han alterado los objetivos estratgicos de la reforma agraria,
limitndola progresivamente a un proceso de modernizacin capitalista de los tipos
de estructura latifundista ms atrasados o anacrnicos. En consecuencia, las
lneas ideolgicas expresivas de ese proceso de contrarreforma han amparado la
metamorfosis del latifundio, la formacin de nuevas clases latifundistas y la
expansin de las capas marginales del campesinado.

Las estructuras de cambio social


Sindicatos y cooperativas en la reforma agraria
Como proceso histrico, la reforma agraria de tipo estructural ha sido --en este
mismo orden- efecto y causa de una revolucin. Efecto, por cuanto sin una
revolucin poltica no habran podido fracturarse los soportes y engranajes del
110

sistema tradicional de poder. Causa, por cuanto sin los cambios operados en la
estructura de las fuerzas sociales, en las ideologas, en las reglas institucionales y
en la constitucin poltica del Estado no se habra desencadenado y conformado la
trama de una revolucin social. Carece de objetividad y de perspectiva histricas
el concepto de que en Mxico no se ha efectuado una revolucin social -por el
hecho de que en las ltimas dcadas tom una direccin capitalista y burguesa- y
de que, en consecuencia, los problemas de su estructura agraria seran
equiparables a los de los pases --como Brasil y Ecuador- donde coexisten
estructuras latifundistas arcaicas y modernizadas, esto es, las que se apoyan en
la' hacienda de colonato o en el latifundio de plantacin.
En los procesos revolucionarios de Mxico y Bolivia qued abolido el poder de la
aristocracia latifundista -as como las formas serviles del colonato, la aparcera y el
peonaje- y emergieron en el escenario rural un proletariado, clases medias y
burguesa totalmente desconocidos en el antiguo cuadro de la sociedad
tradicional. En Mxico, el sector intermedio de propietarios medianos y familiares
comprendi el 4,5 % de la poblacin activa agrcola en 1950, y el 6,2 % en 1960,
representando el 17 % y el 30 % de las propiedades privadas, respectivamente,
con el 26 % y el 28 % de la tierra de labor, en esos mismos aos. En el proceso
revolucionario de Cuba, el sector de pequeos propietarios o tenedores
minifundistas adquiri el rango de clase media granjera, y desaparecieron
radicalmente tanto los diversos tipos de clases latifundistas como las diversas
modalidades de latifundio.
Esta diferenciacin induce a pensar que no solo en Cuba se ha efectuado una
revolucin social, sino que han ido definindose -de acuerdo con los caracteres
variables de los pases- diversos tipos de revolucin social, conforme a su
naturaleza y a sus perspectivas. En este hecho radica la clave histrica de que las
conquistas fundamentales de las reformas agrarias en Mxico y Bolivia tengan
carcter irreversible. Ahora bien: es necesario resaltar el hecho de que los
procesos de cambio -en Mxico, Bolivia y Cuba- no se inicia- ron con la naturaleza
explosiva y totalizante de una revolucin social, sino en la forma restringida de una
revolucin poltica contra una estructura desptica de fuerza (dictadura pretoriana,
cesarismo presidencial), que obstrua radicalmente los mecanismos de la
representacin popular e impeda el funcionamiento de reglas de institucionalidad
democrtica. La revolucin poltica fue el mtodo de movilizacin inicial de las
fuerzas sociales ms oprimidas y del establecimiento de nuevas reglas de juego,
desmontando por la fuerza el aparato de fuerza.

Resulta bastante sorprendente que -en los tres pases, pese a sus notables
diferencias- la revolucin poltica se desdoblara en una revolucin social, no como
efecto de las ideologas revolucionarias convencionales, sino como resultado de la
participacin insurreccional de las masas campesinas.43
43

El concepto de participacin insurreccional de las masas campesinas en el proceso de


desdoblamiento de la revolucin poltica en revolucin social no alude slo a una activa e inmediata
incorporacin en la lucha armada, sino a la actitud de emersin violenta frente a la vieja estructura

111

No obstante la importancia de esta movilizacin insurreccional de las masas


campesinas en la apertura histrica del proceso revolucionario, es sorprendente el
hecho de que la reforma agraria --como vasta operacin de cambio y de
redistribucin de la tierra- solo tomase forma poltica en el ciclo de la organizacin
campesina, o sea, cuando los movimientos aluvionales se transformaron en un
sistema coherente de integracin social, de identificacin ideolgica y de voluntad
de poder. En Mxico, la redistribucin masiva y drstica de tierras no comenz
sino en el ciclo de organizacin del campesinado, a partir de la dcada del veinte;
en relacin con el perodo 1915-1962, en este ciclo no alcanz a repartirse ni el 1
% de la tierra. En Bolivia, la temprana frustracin del sindicalismo campesino
(desde el punto de vista de los objetivos estratgicos de la reforma agraria) explica el parsimonioso proceso de distribucin administrativa de la tierra; tres aos
despus de iniciada la reforma agraria, apenas se haban afectado -legalmente107 propiedades, con menos de 100.000 hectreas para 6.672 jefes de familia. En
uno u otro caso, es indispensable recordar que la masa campesina irrumpi en el
escenario nacional desde niveles muy bajos (status de inmersin campesina),
careciendo de formacin organizativa, de conciencia social y de adiestra- miento
poltico para moverse dentro de este nuevo y desconocido escenario.
En los tres pases, diversos tipos de estructuras sindicales y cooperativas
desempearon un papel bsico en el proceso de cambio econmico y social. Pero
es necesario aclarar la imagen de los tipos de cooperativas y sindicatos que
participaron en ese proceso de cambio, ya que no corresponden a los esquemas
occidentales del sindicalismo industrial (inspirado en las funciones de negociacin
colectiva con los sectores patronales) o del cooperativismo de granjeros
independientes, adiestrados en la gestin democrtica, en la administracin
empresarial y en la operacin dentro de los marcos de una economa capitalista
de mercado. En Mxico y en Bolivia, los sindicatos agrarios y las cooperativas
funcionaron como estructuras de integracin social, de ordenamiento econmico,
de comunicacin nacional de ideologas, de movilizacin de masas campesinas
marginales y de reemplazos circunstanciales en las primeras y explosivas fases de
la movilizacin revolucionaria de las antiguas formas latifundistas de economa de
empresas. Tales funciones explican que los sindicatos agrarios operasen -en los
ciclos revolucionarios de ms alta tensin en Mxico y en Bolivia- como
mecanismos de enlace con el Estado (desde luego, con el sistema de conduccin
poltica) y que las cooperativas inspirasen esquemas fundamentales de cambio
social, como los ejidos colectivos, las sociedades colectivas de crdito o la
comunidad campesina y la cooperativa integral.

latifundista de dominacin social. En La estructura de la inmersin campesina examin este


singular problema: La contrapartida del status de inmersin campesina (en la forma de
enajenacin personal) es la subversin: subordinacin pasiva y subversin violenta constituyen,
paradjicamente, el anverso y el reverso de la misma medalla. En trminos estrictos, estas son dos
figuras dominantes en la sociologa de la incomunicacin: ambas expresan incapacidad radical de
comunicarse, de transar o de participar en formas institucionales de negociacin. Of. La
estructura de la inmersin campesina, en Antonio Garca, El problema agrario y los medios de
comunicaci6n colectiva, Quito: OIESPAL, 1966, pg. 176 Y sigs.

112

Un estudio antropolgico sobre, El sindicalismo campesino en Bolivia, 44 ha


analizado el papel desempeado por el sindicato de Curea, en el valle de
Cochabamba, como instrumento local de cambio social, de entrenamiento de un
nuevo liderazgo campesino y de catalizador de actitudes. Estos hechos fueron
posibles debido a los cambios sociales, culturales, econmicos y polticos
ocurridos en la sociedad boliviana y en el valle de Cochabamba con posterioridad
a la Guerra del Chaco (entre 1935 y 1952).
Una de las caractersticas primarias de este tipo original de sindicalismo agrario
(que en manera alguna se parece al sindicalismo obrero en los sectores
industrializados de Amrica latina o en los de economa de plantacin) es la de su
heterogeneidad social, en cuanto recoge y organiza los estratos campesinos
arraigados dentro del marco de las haciendas y movilizados en demanda de tierra.
Aparece as el sindicato como una forma de organizacin indisolublemente
vinculada al proceso de redistribucin de la tierra, as como la cooperativa
adquiere el rango de una forma primaria de integracin social y de solidario
enfrentamiento con los problemas elementales de la operacin econmica. En
consecuencia, sus posibilidades de desarrollo estructural estn articuladas con los
ciclos ideolgicos y operacionales de la reforma agraria. Por otra parte, es
necesario puntualizar que la masa campesina incorporada a este tipo de
organizacin es, de modo exclusivo, aquella reconocida legalmente como
beneficiaria de la reforma agraria. Este hecho ha generado una de las ms
profundas causas de frustracin de la reforma agraria en Mxico y en Bolivia, ya
que las instituciones de reforma se asociaron casi exclusivamente al sector de
colonos, aparceros y campesinos arraigados en las haciendas, abandonando a su
condici6n marginal a las inermes capas del campesinado minifundista, ya sea que
asediase la frontera del latifundio o que de alguna manera integrase su
constelacin social.
Las comunidades indgenas de estructura minifundista, los propietarios o
tenedores con menos de una hectrea, los peones y aparceros vinculados a la
explotacin del pegujal o sayaa del colono arraigado en las haciendas de tipo
hispano-colonial (arrimados ecuatorianos, hutahuahuas bolivianos, allegados
chilenos) quedaron fuera de la organizacin campesina y del proceso redistributivo
de la reforma agraria. La gravitacin de esa densa y explosiva corriente de
marginalidad campesina ha ido en aumento, al engrosar con el aporte de las
dotaciones minifundistas, una vez que la reforma agraria, abandon las normas
originales del cambio estructural y el objetivo finalista de participar en la creacin
de una nueva sociedad.
El anlisis debe centrarse, en suma, en el proceso y experiencias de las
estructuras sindicales y cooperativas, dentro de los marcos escalonados de la
reforma agraria y de la revolucin nacional en Amrica latina. La introduccin de
estas formas modernas de organizacin social -en pases sin tradicin sindical y
cooperativista en el campo, como Mxico y Bolivia- rectific la creencia
mecanicista de que el cambio social y la integracin nacional del campesinado
constituan una simple consecuencia, inducida y espontnea, de la abolicin del
sistema de haciendas. De all que el proceso histrico de estas estructuras de
44

Jorge Dandler H., Edic. Instituto Indigenista Interamericano, Mxico, 1969, pg. 2,

113

comunicacin y de integracin aparezca indisolublemente ligado a los ciclos de


revolucin social y de reforma agraria.
La experiencia mexicana
En Mxico, el ciclo de auge de la reforma agraria coincidi con el de plena
expansin de las nuevas formas organizativas de las masas campesinas, y, desde
luego, con el de su integracin nacional al nivel del Estado: integracin social de
las comunidades campesinas, integracin poltica de los mecanismos de la
representacin popular, integracin econmica en el moderno sistema nacional de
mercado. En el perodo cardenista culmin un proceso de aspiraciones
organizativas que se haba desencadenado desde la dcada del veinte, con
posterioridad a la lucha armada y al esfuerzo institucionalista de la Constituyente
de Quertaro.
El proceso lleg a su culminacin al proyectarse el ejido como una estructura
bsica de cambio, econmico y social, con diversas formas operativas. 45 El ejido
colectivo era, estrictamente, una cooperativa de produccin, emplazada en la lnea
de las grandes unidades agroindustriales (algodoneras, caeras, arroceras,
henequeneras), capaz de operar como una estructura de socializacin, de gestin
democrtica y de participacin del campesinado en el proceso de la revolucin
agrcola y social. El ejido, tal como se proyect con posterioridad a la
Constituyente de Quertaro, no constitua sino el punto de arranque de un nuevo
ordenamiento social y econmico, cuyo mayor peligro consista en no reemplazar
la antigua hacienda sino con una polvareda de productores minifundistas. En la
dcada del treinta, la formacin del ejido colectivo abri para Mxico la posibilidad
de organizar una nueva, coherente y dinmica estructura agraria funda- mentada
en dos sectores: el ejidal cooperativo y el privado capitalista de pequeos
empresarios. En este perodo -en el que se integraron polticamente las fuerzas
sociales de cambio en una estructura partidaria de conduccin del Estado-- se
dise el modelo ejidal-cooperativo de reforma agraria y se definieron las grandes
lneas de caracterizacin del cooperativismo rural mexicano: a) la multiactividad;
b) la tendencia hacia la explotacin colectiva de la tierra (cooperativismo de
produccin, y c) la propensin hacia formas superiores de integracin regional y
de constitucin de complejos agroindustriales.
45

Ejido colectivo, ejido de explotaciones individuales, ejido mixto, uniones locales de crdito,
colectivas de crdito. En 1922, la Comisin Nacional Agraria expidi una circular normativa en la
que se sealaba la cooperativa como la forma de organizacin econmica de la poblacin
campesina, comprobando la necesidad de organizar cooperativas en todos los pueblos,
congregaciones y rancheros con tendencia, naturalmente, a constituir organismos superiores,
con el objeto de acabar con el divorcio existente entre la organizacin de las fuerzas productoras
que tienden a ser colectivas y el rgimen de propiedad individual totalmente anticuado). C.
Salomn Eckstein, El ejido colectivo en, la reforma agraria de Mxico, Mxico: Fondo de Cultura
Econmica, 1966, pgs. 448-55; Antonio Garca, Las reformas agrarias en Amrica latina. La
experiencia de Mxico, Lima: Instituto de Solidaridad Internacional', 1969, pg. 67.

114

Dentro de los marcos histricos de este proceso, surgieron en la Comarca


Lagunera, Michoacn y Los Mochis dos tipos de estructura de integracin regional:
la Sociedad de Inters Colectivo Agrcola (SICA), de carcter regional, y las
Uniones Centrales de Sociedades Locales. En 1939, de 288 sociedades
organizadas en la Comarca Lagunera, 217 estaban afiliadas a 17 sociedades, que
operaban plantas despepitadoras de algodn, instalaciones termoelctricas y
vehculos de transporte de las cosechas. En 1940, la Unin Central de Sociedades
de la Laguna haba absorbido todas las propiedades y se haba encargado de
operar las centrales de maquinaria. Pero es necesario sealar que el ejido
colectivo constitua la pieza maestra -no la nica- de la nueva estructura agraria.
En este acelerado proceso de cambio, proliferaron diversas formas de
organizacin cooperativa y se disearon tanto estructuras superiores de
integracin como mecanismos de enlace con los nuevos organismos
operacionales del Estado (crdito asistencial, transferencia de tecnologas,
inversin pblica orientada hacia la formacin de una nueva infraestructura fsica y
social, instalaciones de racionalizacin del sistema de mercado). La Colectiva de
Crdito no era solo una autntica cooperativa de servicios, sino un vehculo de
canalizacin de los recursos institucionales del Estado, al nivel de una comunidad
ejidal 46.Las dos fuerzas motoras que impulsaron la dinmica de la revolucin
nacional y la condujeron al punto de apogeo fueron estas: a) la integracin poltica
nacional de las fuerzas populares en una doble lnea organizativa, una de tipo
social (cooperativas y sindicatos) y otra de tipo poltico (el sistema de partido
nico: Partido de la Revolucin Mexicana), y b) la adecuacin institucional del
Estado a esta nueva imagen de la conduccin nacional (gestin empresarial,
planificacin econmica indicativa, servicios asistenciales, redistribucin social de
los ingresos, participacin democrtica de las masas en la configuracin del poder
poltico). La integracin de las estructuras de cambio social en el sistema de
partido nico (pluralista y orientado, ideolgicamente, hacia los remotos objetivos
de una sociedad sin clases y no hacia metas prximas y relacionadas con un
modelo mexicano de sociedad socialista) activ la dinmica del proceso pero
revel las fallas esenciales de la lite revolucionaria de las clases medias y del
sindicalismo obrero (CTM), las dos fuerzas dominantes en el sistema de
conduccin poltica. El movimiento obrero constituy la ms organizada y
poderosa fuerza dentro del PRM, pero no estaba capacitado ideolgicamente para
comprender el esquema de la revolucin nacional, 47 ni tampoco para incorporar a
su sistema de conduccin la lcida lite revolucionaria de las clases medias 48
Desde una perspectiva histrica, ese sindicalismo obrero aparece como una gran
fuerza de masas sin poder real de conduccin, contrastando el sectarismo de sus
46

Los investigadores y analistas sociales de este ciclo coincidieron en sealar al ejido como la
nica salida para Mxico. En este sentido se pronunciaron tambin los cientficos sociales
extranjeros F. Tannembaum, E. Sympson, Whetten, McBride, Chevalier, etc. Es comprensible que
en el ciclo posterior a la apertura burguesa se hablase con frecuencia del ejido como de un
callejn sin vida.
47
No podra hablarse, estrictamente, de una formacin marxista del sistema de liderazgo del
movimiento obrero en la CTM, sino de la adopcin de ese repertorio absolutista de dogmas
caracterstico de las formas escolsticas del marxismo. Los modelos vigentes, en toda Amrica
latina fueron los de la revolucin democrtica burguesa, considerndose' la revolucin nacional
como una expresin no solo hertica sino cargada de connotaciones totalitarias.

115

estereotipos marxistas con su funcionamiento caudillista y su raqutica democracia


interna. Sin un examen crtico de los problemas que desgarraron y destruyeron
esas poderosas fuerzas sociales, no sera comprensible ni el proceso de
aceleracin positiva de la revolucin en el ciclo cardenista de integracin y
apogeo, ni el ciclo de desaceleracin o aceleracin negativa en el que se produce
la frustracin o el desmantelamiento de las modernas estructuras de cambio
social.
La adecuacin del sector estatal a las nuevas exigencias de integracin y
desarrollo -al nivel de la sociedad mexicana considerada como un todo-- supona y
exiga no solo la formacin de nuevos organismos o la movilizacin de nuevos
recursos a travs del presupuesto pblico, sino tambin la realizacin de un
profundo cambio estructural en el Estado, que le suministrase la legitimidad, los
instrumentos y la plena capacidad de conduccin del proceso revolucionario, as
como la activa participacin de las masas integradas en el movimiento popular. En
el ciclo cardenista, el Estado asumi un nuevo papel sin haberse modificado
profundamente su estructura y sin haberse definido el nuevo esquema de
desarrollo y el nuevo contexto nacional de la etapa superior del proceso
revolucionario. Este es un marco indispensable para examinar la sorprendente
parbola del sistema ejidal, la ms original e importante conquista de la reforma
agraria mexicana.
En este ciclo histrico se efectu una incorporacin masiva de tierras a la reforma
agraria (la tercera parte del total de tierras repartidas en el perodo 1915-1964) y
cerca de seis dcimas partes -58,1 %- de los suelos regados; 49 se transfirieron al
sector ejidal unidades ntegras de explotacin (dentro del esquema de haciendas
sin hacendados) y se incorpor al dominio de la tierra la ms elevada proporcin
de poblacin campesina, cerca del 35 % del total de beneficiarios en el perodo
1915-1964, el que asciende a 2,25 millones de personas.
Es indispensable precisar bien el concepto de que los ciclos de auge de la reforma
agraria han sido aquellos en los que no solamente se ha efectuado una
redistribucin masiva de la tierra, sino que se han realizado los mayores esfuerzos
-desde arriba y desde abajo, desde el Estado y desde las comunidades
campesinas- por crear una nueva estructura agraria y por acelerar el
desdoblamiento de la reforma en una revolucin agrcola. Un elemento

48

A este ciclo correspondi el florecimiento cultural de Mxico y de su intelectualidad


revolucionaria. Jess Silva Herzog ha recogido --en El agrarismo mexicano .Y la reforma agraria- el
pensamiento de esta generaci6n, a la que estn ligados valol1es tan representativos como Narciso
Bassols, Enrique Gonzlez Aparicio, Vicente Lombardo Toledano y Daniel Cosio Villegas.
El pensamiento agrarista estuvo inspirado en una ideologa de cambio estructural (sustitucin
radical del latifundio por un nuevo sistema ejidal-comunitario de empresa) y de socializacin de la
tierra, como nico mtodo de resolver el problema de distribucin de tierras cultivables escasas
entre una enorme masa campesina y de movilizar los recursos nacionales de tcnica y
financiamiento en un sentido de organizacin moderna de la agricultura mexicana. De esta
ideologa de socializaci6n de la tierra participaron Marco Antonio Durn, Emilio Alanis Pario,
Enrique Gonzlez Aparicio, Ramn Fernndez y Fernndez, Plcido Garca Reynoso y Norberto
Aguirre. Cf. Jess Silva Herzog, El agrarismo mexicano .Y la reforma agraria, Mxico: Fondo de
Cultura Econmica, 1959, cap. XI, pg. 405 Y sigs.
49
La agricultura mexicana, Divisin Agrcola Conjunta CEPAL- FAD, 1967, pg.

116

caracterstico de este ciclo fue la enrgica concentracin de recursos en la


estructura ejidal (coincidiendo la ms intensa actividad del Estado con el mayor
poder organizativo de las masas campesinas), as como en los ciclos posteriores
esa concentracin se efectu, inflexiblemente, en el sector de propiedad privada y
empresa capitalista. De 1930 a 1940, las tierras de riego en poder de los ejidos
pasaron del 13 al 57 %; el monto de la capitalizacin ejidal, con relacin al valor
del capital total en el sector agrcola, ascendi del 4 al 53 %; el valor de la
maquinaria y equipo se increment del 6 al 50 %, y la participacin ejidal
cooperativa en la produccin agrcola pas de una dcima parte a ms de la
mitad, en el menciona- do perodo de integracin y de auge.
Los cambios operados en la integracin nacional de regiones y de clases, en la
expansin institucional y orgnica del Estado o en la movilizacin y redistribucin
del ahorro interno, desencadenaron las fuerzas motoras de un sistema capitalista
de mercado y estimularon las primeras fases de la revolucin industrial. La
Segunda Guerra Mundial y los cambios Ideo- lgicos sobrevenidos en la
conduccin del sindicalismo obrero50 crearon una coyuntura favorable a la
alteracin de la balanza de poder dentro del sistema de partido nico,
transfirindose los centros de decisin a la nueva burguesa51 y a las ms
enrgicas y aburguesadas lites de las clases medias. Este cambio fundamental
de rumbo se expres, de inmediato, en una modificacin profunda del sistema de
partido nico (transformndose el PRM en el Partido Revolucionario Institucional),
en la sustitucin de la lnea ideolgica revolucionaria y socialista por otra
reformista y burguesa, y, finalmente, en el reemplazo del esquema nacionalrevolucionario por otro de ortodoxos o heterodoxos perfiles capitalistas. 52
50

La CTM encabez en Mxico (y en Amrica latina) durante la Segunda Guerra Mundial la lnea
ideolgica de la capitulaci6n en las luchas sociales, propiciando la formaci6n de frentes polticos
entre los trabajadores y las clases patronales. El 6rgano para el desarrollo de esta lnea poltica fue
la Confederacin de Trabajadores de Amrica Latina (CTAL).
51
Con la expresin de nueva burguesa se designa el amplio espectro social que va de sectores de
clases medias enriquecidas en la actividad poltica profesional es, generales, polticos,
funcionarios- a los banqueros e industriales, articulados con el proceso revolucionario. Este
carcter complejo dificulta la caracterizaci6n social de la burguesa mexicana, de la que tambin
forman parte algunos residuos de las antiguas clases opulentas. Pero lo que ms importa sealar,
desde el punto de vista de este anlisis, es ese tipo enrgico y audaz de nueva burguesa -el
empresario capitalista-, posible- mente el que ms se aproxima, en Amrica latina, a la idealizada
imagen de una burguesa nacional.
52
Este cambio fundamental, operado en el ciclo de apertura burguesa -sustituyndose el esquema
nacional revolucionario por un modelo burgus de desarrollo capitalista-, se define por su contenido
histrico y social, y de ninguna manera tiene sentido peyorativo. En consecuencia, este cambio
ideol6gico no puede ser explicado simplemente como resultado de la heterodoxia econmica de la
reforma agraria mexicana, tal como lo hace un analista tan estricto como Edmundo Flores: La
primera explicaci6n a que se acudira -dice con respecto a los presidentes mexicanos de la poca
poscardenista- sera tacharlos de insinceridad y reaccionismo. Sin embargo, suponer que la
mayora de los presidentes mexicanos han abrigado en el subconsciente una ideologa burguesa, o
pretender que han conquistado el poder bajo una bandera en la que no crean, para
desenmascararse ms adelante, no pasa de ser un ingenuo argumento ad hominem. Para hallar la
verdadera razn hay que calar ms hondo.
La reforma agraria de Mxico tuvo que ser un movimiento enteramente heterodoxo desde el punto
de vista econ6mico. Antes de ella no existan ni precedentes ni trabajos de orden te6rico que
pudieran servirle de gua. Nadie, entre los economistas, haba formulado una teora positiva de la

117

Dentro de este nuevo marco poltico-social, la reforma agraria a partir del gobierno
del general Avila Camacho, fue una operacin enteramente contraria a la que
inspir la ideologa del perodo cardenista, orientndose la distribucin de tierras
conforme a los patrones capitalistas de propiedad privada y empresa individual, y
propicindose, desde el gobierno, la sistemtica destruccin del sistema ejidal
cooperativo.53 La poltica de reorientacin agraria se expres en estos
lineamientos principales: la parcelacin territorial de los ejidos, la asfixia
econmica originada en la concentracin de recursos tcnico-financieros en el
sector capitalista privado, y la utilizacin de las organizaciones cooperativas y
sindicales como vehculo de control poltico de las masas campesinas, desde
afuera y desde arriba. A travs del sistema de conduccin del partido nico, la
nueva burguesa y las clases medias transformaron la naturaleza y la funcin de
las estructuras sociales de cambio, eliminando su capacidad de presin, su
autonoma de movimiento y su espontnea democracia interna. Se explica as el
marchitamiento y la existencia puramente formal de sindicatos y cooperativas en
dcadas posteriores a la del cuarenta, el desmoronamiento del sector ejidal y la
amenazadora expansin de las capas marginales del campesinado. 54
El proceso de expansin de las zonas de marginalidad campesina no solo fue
producto del cambio esencial en los objetivos estratgicos de la reforma agraria,
reforma agraria.
Por consiguiente, la reforma agraria debi de ser juzgada sobre todo como una plataforma y un
problema de orden poltico. Como tal, nadie dudaba de su justicia y todos los revolucionarios
mexicanos se pronunciaban en su favor. El problema surga cuando el revolucionario llegaba al
poder y se haca gobernante. Entonces, al hallarse sin normas y sin la autoridad terica de esos
escribas a quienes Keynes, en su famosa frase, atribuye "ms poder que a los generales", es decir,
los economistas, el compromiso poltico de distribuir tierras tena que contraponerse, en la mente
del gobernante, al temor de dislocar la economa y de hundir al pas en el "caos". Cf. Edmundo
Flores, Tratado de economa agrcola, Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1961, pgs. 311-13.
53

Se adopta esta expresi6n por identificar, ms objetivamente, la naturaleza del ejido como
sistema. La denominaci6n de ejido co- lectivo es un tanto fragmentaria y equvoca, ya que por una
parte solo comprende una forma empresaria de la estructura ejidal y, por otra, no alude a la
carencia del contexto propio de una economa colectivista.
54

La Confederacin Nacional: Campesina ha sido un tipo de organizacin sindical sin verdadera


autenticidad representativa, con la funci6n poltica de movilizar al campesinado como masa de
maniobra electoral del PRI.
En trminos reales, en 1960 solo estaba agremiado el 1,95 % de la fuerza de trabajo ocupada en la
agricultura. Cf. Pablo Gonzlez Casanova, La democracia en Mxico, Mxico: Era, pg. 236. En la
medida en que se acentu la dependencia sindical dentro del monoltico partido del gobierno, fue
desapareciendo la democracia interna y la iniciativa de las masas, quedando el aparato vaco y
formal como mecanismo de transmisin de decisiones desde arriba. El propsito de destruccin del
sistema ejidal cooperativo presupona eliminar el ejido colectivo y considerar como unidad de
explotacin a la parcela ejidal y no al ejido. Desde luego, este enfoque no supona la abolicin de
los ejidos fraccionados en tenencias individuales.

118

sino de la absoluta incapacidad de las organizaciones campesinas de participar en


forma activa en la regulacin del mercado rural de trabajo. 55
Se cre as una situacin en la que 15 millones de ejidatarios y minifundistas 56 no,
han podido escapar al crculo vicioso de la miseria rural, ni por va de la mayor
dotacin de tierra o de la integracin en estructuras superiores de explotacin
agropecuaria, ni por va del reclutamiento como jornaleros eventuales, ni por va
del uso ms intensivo y diversificado de sus recursos.
Por otra parte, se ha probado la hiptesis de que el proceso de industrializacin
(incrementado a tasas ms elevadas que las de cualquier otro pas
latinoamericano) no es suficiente por s mismo para modificar las condiciones de
esa estructura agraria y para insertar en ella la dinmica de la revolucin industrial.
Todo lo contrario: la irrefrenable expansin de las zonas de marginalidad
campesina, la frustracin empresarial de ejidos en tierras de riego, el
marchitamiento de las cooperativas agrcolas, las tendencias a la concentracin
abierta o encubierta de la tenencia de la tierra y a la correlativa concentracin del
ingreso rural han estado amenazando con frenar la industrializacin y con
desarticular el proceso de desarrollo.57
En 1960, las propiedades con superficie media de 1.500 hectreas constituan el
0,8 % del total de predios y comprendan el 59,2 % de la superficie total, mientras
ejidatarios y minifundistas, con el 84 % de los predios, disponan solo del 27 % de
la superficie. En el sector de grandes propiedades individuales, el 0,2 % (500
predios) participaban en el 20 % del ingreso, o sea, el equivalente a cerca de 600
veces el promedio del ejido y 1.600 veces el del minifundio privado, 58 mientras que
el 92 % de los predios -en los ms bajos niveles de la escala- apenas reciban un
poco ms de la cuarta parte de ese ingreso (28,6 %). El sector ejidal, que posea
el 57 % de la tierra regada en 1940, slo dispuso del 41 % de ella en 1960,
demostrndose que las nuevas obras hidrulicas financiadas por medio del
presupuesto pblico se orientaron hacia el sector capitalista de medianos y grandes propietarios individuales. A causa de la concentracin de recursos tcnicofinancieros, 'pblicos y privados, en el circuito de grandes propietarios
individuales, la participacin de estos en la capitalizacin total de la agricultura
ascendi del 46 % en 1940 al 64 % en 1960, y en el valor de la maquinaria y
55

En el compendio estadstico de 1962 se consigna que de 15.127 juicios laborales resueltos en


todo el pas, solo 752 se relacionaban con la agricultura. Gf. La agricultura mexicana, op. cit., pg.
54:. En gran medida -dice el estudio-- el escaso desarrollo tecnolgico que subsiste en un sector
de la agricultura mexicana se debe a la abundante oferta de mano de obra, que permite al
empleador eludir los pagos de pensin social y determina salarios inferiores al mnimo legal. Solo
alrededor del 1 % de los trabajadores rurales reciben los beneficios de la previsin, mientras que
un 15 % de la poblacin nacional disfruta de ellos. Op. cit., pg. 50.
56

Los minifundistas con propiedad privada ascienden a 900.000, representando una poblacin de
4:,5 millones de personas y promedios de 1,5 hectreas de tierras de labor, en 1960. Entre los
ejidatarios, se exceptan los instalados en tierras de riego.
57

A la inversa de 10 que ocurre en pases sin reforma agraria, en los que la concentracin de la
propiedad es mayor que la concentracin de la tenencia de la tierra, en Mxico es mayor esta
ltima, por cuanto comprende las diversas formas de acaparamiento de la tierra en ejidos
localizados en los Distritos de Riego.
58
La agricultura mexicana, op. cit., pg. 50

119

equipo se increment del 46 al 67 % en el mismo perodo. Sin embargo, pese a


que los ejidos disponen de tierras inferiores en calidad a las del sector privado, a
que poseen menos del 41 % de tierras de riego y a que emplean solo el 8,6 % del
total de fertilizantes usados en Mxico, 59 han originado el 41 % del valor de la
produccin agrcola y el 34 % del valor total de la produccin agropecuaria,
demostrando la fuerza cohesiva y el carcter pertinaz de este tipo de organizacin
campesina. Las principales consecuencias de este proceso han sido:
a. La crisis del ejido colectivo y la estratificacin social del campesinado ejidatario.
b. La frustracin de la cooperativa como estructura de cambio y desarrollo
comunal.
c. La carencia absoluta de organizacin de las grandes masas aluvionales de
minifundistas, precaristas y peones, por de- bajo del nivel del proletariado agrcola.
La estratificacin social de los ejidatarios, ha sido efecto de las lneas de
orientacin adoptadas en el ciclo capitalista de la reforma agraria, tan intolerable
frente a las formas comunales de propiedad y explotacin de la tierra como lo fue
el ciclo liberal de desamortizacin de bienes de manos muertas en el siglo XIX. A
grandes trazos, podran definirse tres amplios estratos ejidales:
a. El integrado por ejidatarios con posibilidades de capitalizacin, articulacin
empresarial y desarrollo autnomo en tierras de riego o en las de secano
realmente cultivables, en la medida en que se consoliden las estructuras
cooperativas con funciones de produccin o de servicio.
b. El constituido por ejidatarios dependientes, asentados en tierras de riego pero
sin posibilidades econmicas de autonoma empresarial. 60
c. El formado por la indigente categora del peonaje con tierra, en superficies de
rulo o con muy escasas proporciones de suelos irrigados: ejidatarios y
minifundistas que deben recurrir al salario como principal fuente de ingreso
-desempeando un papel complementario la agricultura de subsistencia en la
parcela ejidal- o que deben sumarse a las desordenadas corrientes del bracerismo
que emigra estacionalmente a Estados Unidos.
En el ciclo cardenista de reforma agraria se precis la fisonoma de cuatro tipos
fundamentales de cooperativas agrcolas, articuladas con los proyectos de cambio
estructural:
a. Cooperativas multiactivas de produccin o las cooperativas integrales en los
ejidos colectivos con mayor integracin social y econmica.
b. Cooperativas de servicios, destinadas a la canalizacin de recursos
asistenciales del Estado (Sociedades Locales de Crdito o Colectivas de Crdito,
59

Ibid., pg. 60.


Un ejemplo tpico es el de los ejidos caeros, sin posibilidades de diversificacin agrcola y
destinados al abastecimiento de materia prima a los ingenios azucareros privados. La experiencia
de cooperativas ejidales en Los Mochis o en Atencingo induce a creer que este tipo de
dependencia -la de una periferia agrcola en relacin con un centro industrial o manufacturero de
carcter privado y capitalista- tiende a acrecentarse, convirtiendo a los ejidatarios en jornaleros del
ingenio en su propia tierra ejidal.
60

120

organizadas para la distribucin de recursos financieros de la banca pblica, al


nivel de las comunidades rurales de ejidatarios o de pequeos propietarios
privados).
c. Cooperativas de desarrollo comunal, en las comunidades indgenas localizadas
en las regiones de refugio y cuyo problema ms inmediato y urgente ha consistido
en la promocin y movilizacin del esfuerzo interno.
d.Cooperativas de participacin estatal, que operan grandes unidades
agroindustriales y que requieren elevada inversin pblica.
La trascendencia de estos tipos no radica en su fidelidad ideolgica a los modelos
occidentales de cooperativismo sino en su originalidad social, en cuanto han
exigido un proceso de adecuacin de las estructuras cooperativas a los objetivos
estratgicos de la reforma agraria.61
En el ciclo de la apertura liberal y burguesa, se abolieron sistemticamente las
formas superiores de cooperativismo de produccin (las que estaban diseando
en Mxico un nuevo sistema de economa empresarial) y se mantuvieron,
exclusivamente, las formas de tipo secundario o marginal, vale decir, 1Mdestinadas a la complementacin de la empresa privada e incapaces de generar
una nueva economa social o de promover una profunda dinmica de cambio. A
modo de ejemplo, pueden citarse los casos de las cooperativas ejidales que han
operado como satlites de empresas privadas de procesamiento industrial y
comercializacin de sus productos (azcar, algodn, henequn); de las
cooperativas de procesamiento industrial y comercializacin (especialmente
cooperativas azucareras de participacin estatal) que no se han apoyado en la
explotacin colectiva de las tierras ejidales; de las cooperativas de consumo a las
que se ha asignado la desproporcionada misin de modificar los patrones de vida
de las comunidades indgenas (Centros Coordinadores Indigenistas) sin haber
modificado la estructura de su economa y de su organizacin social.
Algunos tipos excepcionales de cooperativas de desarrollo comunal se han
organizado, experimentalmente, en regiones de comunidad indgena como la
Sierra Tarasca, por medio de programas de crdito agrcola supervisado,
exigiendo una considerable movilizacin de recursos asistenciales de tcnica y
financiamiento y la capacitacin de ejidatarios y comuneros como sujetos
comerciales de crdito.
En este cambio poltico, lo esencial ha sido la imposicin de un modelo rgido y
ortodoxo de la empresa individual y capitalista, eliminando las posibilidades de
funcionamiento de un sector cooperativo o de un sistema ejidal, y al mismo tiempo
algunas de las ms trascendentales conquistas de la reforma agraria, como la
incorporacin del campesinado al sistema nacional de economa, de organizacin
poltica y de cultura. Las dos grandes lneas polticas orientadas en esta direccin
anticomunitaria han sido la sustitucin de la estructura democrtica de
participacin del campesinado por formas cooperativas y sindicales manipuladas
61

Para los efectos de este anlisis, se definen como objetivos estratgicos de la reforma agraria en
Mxico los siguientes: formacin de un moderno sistema de empresa y de empresariado,
asociacin del campesinado en un tipo de comunidad integrada y solidaria, definicin de una
estructura de representacin y de participacin democrticas, creacin de mecanismos de
comunicacin y de enlace con el Estado y con la sociedad nacional.

121

desde arriba y desde afuera, y la transformacin del aparato asistencial del Estado
en un mecanismo de conduccin paternalista de los diversos tipos de organizacin
campesina.
Estos son los datos esenciales del nuevo problema agrario en Mxico. Ellos se
relacionan, no solo con la frustracin de las ms importantes estructuras de
participacin democrtica, de integracin social y de activacin del proceso de
cambio, sino con el debilitamiento -o estrangulamiento-- de las fuerzas sociales
capaces de reactualizar y reactivar una estrategia de reforma agraria dentro del
marco de las modernas condiciones de industrializacin y crecimiento urbano. La
reforma agraria fue la puerta de entrada a la concentracin demogrfica en
grandes ciudades y el primer ciclo de la industrializacin mexicana, pero las
nuevas formas de industrializacin bsica y los nuevos procesos de
metropolizacin no han sido una puerta de entrada semejante que condujera a un
estadio superior de la reforma agraria 62 y hacia una reformulacin del esquema de
desarrollo que se halle en consonancia con los objetivos estratgicos originarios
de la revolucin nacional.
La experiencia boliviana
Bolivia no tena antecedentes de organizacin campesina, con excepcin del
perodo de movilizacin aluvional de las masas indgenas promovida por la lite
militar-nacionalista salida de la Guerra del Chaco, cuya actividad se orient en el
sentido de quebrar el sistema tradicional de poder agrario y minero con el objeto
de crear una nueva imagen de la nacin boliviana. 63 Sin embargo, la carencia de
este tipo de mecanismos institucionales de presin y de negociacin no debe
interpretarse como un estado de absoluto inmovilismo de la comunidad
campesina, inmersa en la constelacin latifundista.
La contrapartida de la inmersin social es la subversin social, puesto que la
confrontacin violenta es el sustituto de la negociacin entre clases antagnicas
por medio de reglas y mecanismos institucionales. Entre 1861 y 1940 hubo en
Bolivia cerca de dos mil levantamientos indgenas, todos ellos centrados en el
problema de la recuperacin de las tierras usurpadas a las comunidades y
articulados con las luchas contra la servidumbre seorial. 64

62

Se considera como estadio superior de la reforma agraria mexicana aquel en que se efecte la
articulacin del sector ejidal comunitario y del sector privado capitalista en una sola estructura
flexible y pluralista, de modo que ambos respondan, adecuadamente, a las mltiples exigencias del
crecimiento demogrfico explosivo, la elevada concentracin urbana, la acelerada industrializacin,
la rpida expansin del Estado y la incorporacin de las masas campesinas en los patrones
nacionales de bienestar, de cultura, de seguridad social, de trabajo y de vida.
63

En esta direccin apuntaron las grandes reformas de los gobiernos militares de Toro, Bush y
Villarroel, como las de nacionalizacin del petrleo, control estatal de las exportaciones mineras y
abolicin del pongueaje (forma de trabajo servil en las haciendas arcaicas). Por supuesto, estas
reformas carecan de base de sustentacin, ya que no tenan carcter de estructurales. Nada poda
significar la abolicin legal del pongueaje sin la abolicin de la estructura latifundista con que
estaba articulada.

122

El sindicato agrario fue la primera forma de organizacin del campesinado que


reclamaba su derecho a la tierra, asignndole una funcin representativa,
promotora y de integracin a un nuevo elenco de estructuras nacionales: el
Estado, la confederacin sindical y el sistema de partido nico (MNR). Los
sindicatos campesinos de antiguos pegujaleros, sayaeros, arrimantes y peones
llenaron el tremendo vaco de poder dejado por la abolicin de la hacienda de
colonato, y en el primer ciclo de la revolucin impidieron la total desorganizacin
del aparato productivo, actuando como enrgico mecanismo de integracin
nacional. La frustracin del sindicato campesino como estructura bsica de cambio
estuvo vinculada con tres procesos histricos articulados: la incorporacin del
sindicalismo en el sistema de partido nico y en el gobierno, con objeto de
compartir el poder (cogobierno sindical), pero no de introducir en el Estado una
ideologa revolucionaria; la orientacin paternalista de las relaciones establecidas
con las masas campesinas, y la sustitucin de las fuerzas de conduccin poltica
de abajo-arriba por las fuerzas de presin y dominacin de arriba-abajo.
La ruptura del cogobierno sindical, en 1956, no modific el cuadro de este
sindicalismo campesino organizado desde afuera y desde arriba, sino que
sustituy el paternalismo de los sindicatos obreros por el paternalismo del Estado.
De este hecho derivaron consecuencias tales como la transformacin de las
centrales campesinas en masas de maniobra electoral del sistema de partido
nico (o, en ltima instancia, de las fuerzas polticas y militares que controlan el
Estado) y el progresivo debilitamiento de las fuerzas de presin sobre la reforma
agraria o sobre los mecanismos institucionales de crecimiento agrcola. Tanto en
Bolivia como en Mxico, el cambio de rumbo del proceso revolucionario no
condujo a la desaparicin fsica del sindicalismo campesino, sino a la eliminacin
de su autenticidad y de su contenido democrtico, as como a la transformacin
del campesinado en una masa sin autonoma y sin poder. En el segundo ciclo de
la reforma agraria, al desgarrarse el movimiento popular (asumiendo la hegemona
de la conduccin poltica un sector dominante de las clases medias y de la
inescrupulosa burguesa enriquecida con la inflacin), no solo abandonaron los
originarios rumbos antilatifundistas sino que la reforma qued anclada en una
mecnica procesal y en el formalismo de la dotacin administrativa de tierras. 65
Por otra parte, la organizacin campesina repiti uno de los ms graves errores de
enfoque de la reforma agraria: sindicatos y cooperativas excluyeron las grandes
capas marginales de propietarios minifundistas, comuneros, peones y
64

Luis Antezana, El movimiento obrero boliviano, La Paz, 1966, pg. 16. Almino Affonso, Papel de
los campesinos en la ejecucin de la reforma agraria, Chiclayo: Seminario Latinoamericano de
Reforma Agraria, 1971, pg. 8.

65

Se adopta esta denominacin para referirse a ciertas formas de operacin de las autoridades de
reforma agraria, consistentes en expedir ttulos legales sobre las tierras ya asignadas y ocupadas
desde el primer ciclo de la reforma, sin tomar en cuenta ni las tierras disponibles en los latifundios,
ni la poblacin campesina total con exigencias de tierra, ni las necesidades globales y estratgicas
del desarrollo econmico y social.

123

hutahuahuas. A su antigua marginalidad, agregaron la de constituir una masa


aluvional y sin ninguna posibilidad representativa o expresiva.
En estas condiciones histricas, la cooperativa no poda desempear, como en
Mxico o en Cuba, una funcin de estructura de integracin y de cambio. No
obstante la ideologa comunitaria de la primera fase de la reforma agraria (en los
aspectos relacionados con las diversas formas de comunidad campesina), las
comunidades de hacienda no pudieron organizarse en cooperativas integrales o
de produccin, ni las comunidades indgenas lograron adoptar las formas
peculiares de las cooperativas de desarrollo comunal, ni las comunidades de
adjudicatarios de tierra -en las zonas de colonizacin de los yungas o de los llanos
del Oriente- alcanzaron las formas de las cooperativas de colonizacin y de
servicios. Las cooperativas nacieron bajo este signo de mltiple dependencia,
originando la frustracin de las ms valiosas posibilidades: transformacin de la
comunidad indgena en moderna cooperativa de produccin, tal como lo haban
enunciado Jos Carlos Maritegui e Hildebrando Castro Pozo; institucionalizacin
de las tradiciones campesinas de ayuda mutua y de servicio comunal;
reestructuracin conjunta de la hacienda arcaica o modernizada, por medio de la
cooperativa integral o la cooperativa multiactiva; creacin de los nuevos focos de
colonizacin en el Oriente, por medio de cooperativas agroindustriales de
participacin estatal (caa de azcar, algodn, arroz). .
Las ms importantes experiencias de organizacin cooperativa se condujeron
paradjicamente, de acuerdo con los esquemas norteamericanos de
cooperativismo de servicios, instrumentados por el Punto IV de la Misin de
Operaciones de Estados Unidos. La recolonizacin cooperativa de 38 haciendas
en el valle de Cochabamba (con cerca de una cuarta parte de la tierra agrcola y
cerca del 6 % de la superficie regada en el valle) pudo convertirse en el ncleo
dinmico de la reforma agraria en la regin ms densamente poblada de Bolivia.
Aun cuando esa reestructuracin de latifundios y de zonas ecolgicas se proyect
como una operacin de asentamiento de trabajadores de las minas (postergando y
atropellando el derecho de los pegujaleros indgenas arraigados en las
haciendas), predomin la orientacin paternalista del poder obrero (COB) y no
estuvo inspirada en una lnea ideolgica de cambio estructural. 66 La modernizacin
de la comunidad indgena por medio de una estructura cooperativa -con el objeto
de promover su desarrollo desde adentro y de integrarla a un sistema nacional de"
economa y de valores-- se condujo como una operacin paternalista y artificial de
cambio, sin tocar ninguno de sus problemas fundamentales. 67 El paternalismo de
66

Las cooperativas de obreros cesantes en las minas nacionalizadas no pudieron funcionar ni


como organizaciones campesinas ni como verdaderos sistemas de empresa. Tres o cuatro aos
despus de iniciado el reasentamiento, se haban destruido las unidades de explotacin,
parcelando las tierras regadas y distribuyendo las instalaciones y el ganado lechero. Cf. La
reforma agraria y el desarrollo social de Bolivia, op. cit., pg. 373.
67

Este tipo de cooperativa no pudo operar como una estructura de desarrollo de comunidades
atrasadas, por cuanto la reforma agraria no se enfrent a los problemas de estructura minifundista
de esas comunidades, al rgimen de distribucin de las tierras comunales o a la adopcin de
ciertos patrones laborales de tipo latifundista. El hutahuahua (mediero o pen vinculado a la
parcela del comunero), por ejemplo, subsisti en las comunidades indgenas despus de haber

124

los lderes sindicales obreros en la conduccin de cooperativas desvi sus


aspiraciones econmicas e introdujo en ellas los principios corruptores de las
luchas caudillistas por el poder o del prebendalismo sindical. 68 Se produjo as el
marchitamiento de las estructuras de integracin social y de cambio, por medio de
las cuales deban canalizarse los recursos asistenciales del Estado al nivel de las
comunidades campesinas y por medio de las cuales podan integrarse las
comunidades campesinas en el sistema nacional de organizacin poltica y en la
economa de mercado. Tres elementos obraron en este proceso de frustracin: la
disociacin y ruptura de las organizaciones campesinas y el sindicalismo obrero
(anulndose las bases del sistema revolucionario de poder), el cambio ideolgico
en el sistema de gobierno y la transferencia de las instituciones de desarrollo
agrcola a una autoridad extranjera. 69
Las nicas cooperativas que lograron movilizar masivamente recursos de
asistencia tcnico-financiera fueron las organizadas segn el esquema
norteamericano de cooperativismo de comercializacin, que presentan tres
caractersticas: el ordenamiento vertical, asociando a los grandes propietarios con
los productores minifundistas (arroz); la limitacin econmica a las operaciones de
mercado, sin tocar la estructura de la propiedad o de la empresa, y la vinculacin a
los procesos de colonizacin y no a los de reforma agraria.
Esta distorsin de los procesos de reforma agraria y organizacin campesina
revela la apertura de un ciclo en el que tambin se observan tres caractersticas: la
reanudacin del proceso de concentracin latifundista de la propiedad sobre la
tierra (si bien no significa un restablecimiento de la hacienda de colonato y de su
constelacin social); la frustracin empresarial de los propietarios minifundistas
emergentes de la reforma agraria, y la expansin de las capas marginales del
campesinado.
Un muestreo agrcola de 1963 seala que el 72 % de las unidades de explotacin
se tipifican como minifundios, con el 8,23 % de la tierra y un promedio de 0,36
desaparecido de las haciendas.
Una encuesta efectuada en 1959-1960, en 25 comunidades indgenas del Altiplano y el valle de
Cochabamba, demostr que el 40% de estas comunidades tenan tierras con arrimantes y
hutahuahuas y el 5 % con aparceros.
En las comunidades indgenas de Gruro pudo fijarse un promedio de 240 agregados por
comunidad. Cf. La reforma agraria y el desarrollo social de Bolivia, op. cit., pg. 423.
68
En los balances de 30 cooperativas agrcolas en la provincia de Ingavi, departamento de La Paz,
en 1956, la cartera se descompona en 14,6 millones de pesos bolivianos en depsitos bancarios y
10,6 millones en deudas de dirigentes sindicales.
69

La transferencia de los servicios de crdito agrcola, crdito supervisado, extensin rural,


experimentacin, propagacin de semillas, mecanizacin educacin fundamental y financiamiento
cooperativo al Servicio Agrcola Interamericano, administrado por el Punto IV, supona no solo una
dicotoma entre reforma agraria y crecimiento agrcola, sino tambin una quiebra del esquema de
revolucin nacional. Inevitablemente, se produjo el desgarramiento de la reforma agraria,
partindose en dos esquemas polticos: uno boliviano, limitado a la dotacin administrativa de
tierras, y otro norteamericano, extendido a la transferencia de recursos de crdito y tecnologa a las
granjas capitalistas y a los latifundios de plantacin en el valle de Cochabamba y en los llanos del
Oriente.

125

hectreas por parcela, y que el 0,43 % son unidades caractersticamente


latifundistas que poseen el 73 % de la tierra y abarcan en promedio 1.737
hectreas. Al nivel del minifundio, se profundiza el problema de la fragmentacin o
discontinuidad geogrfica de las parcelas, habiendo desaparecido el sistema
compensatorio de las aynocas (sistema tradicional de rotaciones) o el acceso a los
campos de pastoreo de las haciendas. En los minifundios con menos de 5
hectreas, el promedio de parcelas por unidad de explotacin es de 2,8 al nivel de
los inferiores a una hectrea, y de 4,2 en la escala de 1 a 5 hectreas. Hasta 1963
-ya iniciado el proceso contrarrevolucionario-- la distribucin de tierras haba
comprendido solo una dcima parte de la superficie censada en 1950, apenas era
cultivable un 16 % de la tierra, 70 y se haba beneficiado a 133.400 jefes de familia,
con una poblacin dependiente de cerca de medio milln de personas.
Este cuadro de factores no podra llevar a la conclusin de que se ha restablecido
la estructura de la hacienda arcaica de colonato, pero s demuestra que no fueron
tocados ciertos tipos de latifundio, que se frustr la aspiracin empresarial de las
masas campesinas (aumentando explosivamente la presin sobre la tierra) y que
solo dbil y precariamente se dio una respuesta a las vitales exigencias del
desarrollo nacional (cambios cuantitativos y cualitativos en la poblacin, demandas
del proceso de industrializacin, exigencias de la expansin del Estado).
La experiencia cubana
En Cuba era dbil el peso de las economas campesinas y muy alto el nivel
organizativo del proletariado de plantaciones e ingenios azucareros, integrado a
un sindicalismo de tipo industrial y a las estructuras polticas de la ciudad
metropolitana. Sin embargo, las fuerzas que lograron el vertiginoso
desdoblamiento de la revolucin poltica en revolucin social no salieron de esas
estructuras cuantitativamente poderosas pero cualitativamente dbiles, sino de
una lite de clases medias y del campesinado raso. 71 La primera reforma agraria
se caracteriz por la transferencia inmediata de las grandes unidades de
produccin (agroindustriales y pecuarias) a las cooperativas caeras o ganaderas
y a las fincas estatales, y por la creacin masiva de un sector de pequeos
empresarios agrcolas, dotando gratuitamente a minifundistas, colonos, aparceros
y pequeos arrendatarios con un mnimo vital de 27 hectreas de tierra cultivable
(2 caballeras). Por este mtodo, la reforma agraria dise una nueva estructura
de cuatro sectores: el cooperativo, el estatal (fincas de administracin directa), el
del pequeo empresariado agrcola (asociado en cooperativas de comercializacin
70

En el informe de Victor paz Estenssoro como jefe del MNR, se da la cifra global de 5,37 millones
de hectreas distribuidas, de las cuales el 16% eran cultivables, 31% de pastoreo y 53%
incultivables; se incluyen las formas de dotacin, restitucin, adjudicacin de tierras fiscales baldas
y consolidacin de propiedades privadas. IX Convencin Nacional, La Paz, La Nuin, 18 de enero
de 1964.
71
Se entiende por campesinado raso al que estuvo directamente vinculado al laboreo de la tierra y
que -dentro o fuera de las constelaciones latifundistas- careci de organizacin social y poltica, as
como de adiestramiento ideolgico, concentrando un elevado potencial subversivo.

126

y de enlace con el Estado) y el privado residual (antiguas fincas con menos de 400
hectreas).
Si bien no se definieron los tipos de estructura cooperativa destinados a articular
los cambios, a capacitar a los obreros y campesinos en las tareas de la gestin
democrtica y a crear las formas adecuadas de la planificacin social, la ideologa
dominante consisti en sustituir el latifundio por la cooperativa de produccin, 72
atribuyendo un carcter secundario a las fincas de Estado y proyectando la
organizacin social y econmica de los pequeos empresarios agrcolas en
cooperativas de servicios. Dentro de este esquema estratgico, era evidente que
se le asignaba a la cooperativa el papel de ncleo dinmico del proceso de
cambio, y al sindicato un papel secundario o marginal, ya que el grueso de los
obreros agrcolas qued incorporado a las cooperativas caeras.
Sin embargo, este slo era un cuadro formal. No hallndose capacitados los
obreros para la conduccin democrtica de un sistema de plantaciones e ingenios
azucareros (incluyendo los proyectos de diversificacin e intensificacin agrcolas),
no poda diferenciarse la cooperativa caera de una finca de Estado o de una
cooperativa de participacin estatal y conduccin centralizada.
La segunda reforma agraria no solo se orient en un sentido de total abolicin de
las estructuras latifundistas, sino de rpida transferencia del centro dinmico del
proceso, de la cooperativa de produccin en gran escala a la empresa estatal
(Granja del Pueblo). La nueva estructura se fundament en el control estatal sobre
siete dcimas partes de la tierra agrcola, en el monopolio del Estado sobre el
aparato de comercializacin y financiamiento -en su doble dimensin, externa e
interna- y en la organizacin del pequeo empresariado (menos de 5 caballeras)
en un doble sistema de estructura: uno de carcter representativo y de enlace
poltico con el Estado (Asociacin Nacional de Pequeos Agricultores), y otro
cooperativo, de integracin econmica con el aparato estatal de comercializacin y
financiamiento o de prestacin de servicios caractersticos de las explotaciones
granjeras, como los relacionados con la obtencin de insumos industriales o con la
mecanizacin sustitutiva de trabajo. Lo esencial de este cambio consisti no solo
en la adopcin de un modelo de desarrollo agrcola por medio de un sistema de
empresas colectivas estatales y de la planificacin regional y por productos, sino
tambin en la eliminacin de la cooperativa como sistema o como estructura con
autonoma sectorial y empresaria. El cooperativismo agrcola limit sus funciones
a las de complementacin del sistema de pequeas empresas privadas en la
operacin de servicios de mecanizacin o a las de integracin al sistema
comercial financiero del Estado y a los mecanismos de planificacin agropecuaria
(poltica de acopios, de precios, de crdito y de asistencia tcnica).
La nica forma remanente de cooperativa de produccin (propiedad, explotacin,
gestin econmica) ha sido la Sociedad Agropecuaria, caracterizada por su
pequea dimensin territorial (no ms de 150 hectreas, frente a las Granjas del
Pueblo de tamao gigante, con 8, 10 o 20.000 hectrea.,) y su falta de gravitacin
dentro de la estructura agraria de dos sectores, ya que apenas representara el 0,3
72

En la Ley de Reforma Agraria de 1959 se estableca, con carcter de norma constitucional, que
la produccin latifundista, extensiva y antieconmica, debe ser sustituida, preferentemente, por la
produccin cooperativa, tcnica e intensiva, que lleva consigo las ventajas de la produccin en
gran escala.

127

% de la superficie incorporada a fincas en 1959-60. Este cooperativismo de tipo


koljosiano ha tenido carcter excepcional, ya que slo ha comprendido el 1,3 % de
las familias campesinas, con el 1,2 % de la tierra.73
Esta variacin radical en el enfoque de las estructuras de cambio y en el esquema
poltico de desarrollo se ha explicado por la ideologa de las lites comunistas de
Cuba, ms inclinadas a los modelos tecnocrticos de empresa industrial en gran
escala (con un proletariado fcilmente movilizable por medio de una estructura
sindical y del sistema de partido nico) que a los modelos cooperativos de
autogestin democrtica, empresariado independiente, pluralidad de estructuras y
descentralizacin social.
Desde luego, estos cambios en los modelos polticos de reforma agraria deben
evaluarse e interpretarse dentro del marco de una economa agrcola en la que
predominan el sistema de plantacin y los complejos agroindustriales. Una de las
caractersticas del proceso revolucionario en el campo cubano -dice Carlos R.
Rodrguez, al definir los alcances de la segunda reforma agraria- 74 ha consistido
en que la revolucin pudo aprovechar el latifundio prerrevolucionario y su
economa tipo plantacin para evitar el perodo de trnsito (hecho inevitable en
otros pases por la existencia de una enorme masa de campesinos trabajadores)
de la fragmentacin de la tierra en pequeas propiedades individuales y pudo
concentrar en la propiedad estatal, socialista, el 40 % de la propiedad. A falta de
un marco definido de planificacin econmica -en este difcil perodo de
transicin-75 la centralizacin estatal permiti a la reforma agraria establecer cierto
grado de disciplina, asegurar abastecimientos indispensables, iniciar la poltica de
acopios estatales y encarar un doble problema: la presin creciente sobre los
alimentos de origen agropecuario (desatada por un incremento del poder
adquisitivo en cerca de 500 millones de pesos anuales como efecto de la
eliminacin del desempleo, la abolicin del pago de la renta fundiaria y la
elevacin de los ingresos) y la crisis de mano de obra, originada en la aceleracin
de los procesos de industrializacin y metropolizacin y en la dotacin de tierras a
los antiguos trabajadores del campo.
Al incorporarse siete dcimas partes de la tierra agrcola al sector de fincas de
Estado, se vertebr un sistema de sindicatos azucareros y de asociaciones
cooperativas de pequeos agricultores. Por medio de estas dos estructuras, se
han integrado polticamente las masas campesinas y obreras al proceso de la
revolucin nacional y a los organismos monopolistas del Estado.
El problema esencial que se ha planteado es el del sentido histrico o la funcin
prctica de esas nuevas estructuras, esto es, si sirven para que obreros y
campesinos participen democrticamente en la conduccin del poder
73

Carlos Rafael Rodrguez, op. cit., pg. 544, Y La revolucin cubana y el campesinado, Nuestra
Epoca, Santiago de Chile, nq 10, 1965, pg. 33; Jacques Chonchol, El primer bienio de reforma
agraria (1959-61) , en Reformas agrarias en Amrica latina, op. cit., pg. 469.
74

Panorama econmico latinoamericano, La Habana: Prensa Latina, vol. IV, 1965, pg. 286.
Solo a partir del cuatrienio 1962-65 se inicia el proceso de formacin de un modelo cubano de
planificacin econmica socialista. Cf. Alban Lataste, Cuba: hacia una nueva economa poltica del
socialismo, Santiago de Chile: Edit. Universitaria, 1968, pg. 24.
75

128

revolucionario o para que el Poder Revolucionario imponga sus decisiones desde


arriba.
Con respecto a la transformacin de la cooperativa caera en hacienda estatal, no
se cuestion la operacin misma, sino que no se haya instituido un sistema de
cogestin obrera o de creciente participacin social en los procesos de
planificacin econmica, al nivel de las organizaciones de base.
La naturaleza histrica de estas estructuras sociales depender de la capacidad
de desempearse como vehculos de integracin, de representacin y de
movilizacin del campesinado y del proletariado agrcola, en direccin a la
conquista de los objetivos finalistas de la revolucin nacional en los pases
atrasados y dependientes: el desarrollo econmico y social como condicin y
fundamento de la construccin de una nueva sociedad latinoamericana.
4. Reforma agraria y modelos polticos de desarrollo
La nueva estructura de la tenencia agraria
La nueva tenencia y los modelos polticos de reforma agraria
La naturaleza de una nueva estructura de tenencia de la tierra -formas, alcances,
profundidad y ritmo del proceso- se define de acuerdo con las lneas ideolgicas
que inspiran y conforman determinado modelo poltico de desarrollo nacional y de
reforma agraria. Solo dentro de este necesario contexto pueden establecerse e
interpretarse el contenido y la razn histrica de una reforma agraria, encuadrada
tanto dentro de las condiciones estructurales especficas de determinada sociedad
latinoamericana como dentro de los marcos globales del sistema de relaciones
internacionales de intercambio. La preferencia ideolgica por un cierto tipo de
propiedad familiar y por un sistema correlativo de empresa que adopta como
arquetipo la economa granjera de la nacin metropolitana, por ejemplo, implica
una toma de posicin frente a la estructura que se reforma y frente a las relaciones
de de- pendencia externa. El sentido y alcances de las lneas ideolgicas que
determinan la naturaleza del cambio en la estructura de la tenencia de la tierra
dependen, entonces, no de la manera como se dilucida la cuestin terica de los
modelos ideales de propiedad y tenencia, sino del carcter histrico de las fuerzas
sociales que protagonizan el cambio, del papel que asignan a la reforma agraria
dentro de una concepcin general del desarrollo y de la imagen que proyectan de
una nueva sociedad. Los modelos polticos de reforma agraria no se han definido
histricamente en Amrica latina por medio de la contribucin terica o tcnica de
los especialistas en tenencia de la tierra, sino por la ideologa, las aspiraciones, los
conflictos y los sistemas de valores de las fuerzas sociales que promueven y
conducen un proceso de cambio.
Es esta, entonces, la perspectiva crtica que debe adoptarse, ya que de lo que se
trata --en esta etapa del proceso de cambio en Amrica latina- no es simplemente
de describir o enumerar, taxonmicamente, ciertas formas que toma el proceso,
sino de sealar sus alcances, analizar sus experiencias y des- cubrir sus objetivos
129

finalistas. Dentro del contexto de la sociedad latinoamericana tal como existe


-desde una perspectiva interna de conflicto entre fuerzas antagnicas o a la luz del
esquema de relaciones centro-periferia, metrpoli-pases satelizados- se explica la
inusitada propagacin de ciertos modelos ritualizados de tenencia agraria, como
los representados por la granja norteamericana, el koljs ruso o el kibutz israel, en
razn de las facultades intrnsecas de transformacin que se atribuyen a esas
formas consagradas histricamente como arquetipos. Pero esos modelos -a travs
de los cuales se expresan los ms diversos tipos de colonialismo ideolgica-- no
han ejercido influencia significativa alguna en el desencadenamiento de cambios
estructurales en Amrica latina, ya que estos procesos se han caracterizado,
precisamente, por su originalidad histrica y por su capacidad de proyectar, en el
plano ideolgico, las aspiraciones de las fuerzas sociales que han tomado bajo su
responsabilidad la conduccin poltica del cambio. Los procesos latinoamericanos
que han apelado a la adopcin de arquetipos -como los inspirados en la filosofa y
en el sistema de valores de la Alianza para el Progreso-- no han pretendido, en
ltima instancia, promover o canalizar verdaderos cambios estructurales en la
tenencia de la tierra, sino preservar sus fundamentos por medio de lneas
convencionales de modernizacin social y tecnolgica. No es posible, pues,
analizar los elementos caractersticos de una nueva estructura de tenencia
-independientemente de su profundidad y de sus alcances- sin relacionarlos con
los grandes modelos polticos de la reforma agraria en Amrica latina 1:
l. El modelo de reforma agraria estructural, comprendida dentro de un proyecto
nacional-revolucionario (Mxico, Bolivia y Per) o articulado con un esquema
socialista de desarrollo (Cuba y Chile).
2. El modelo de reforma agraria convencional, de orientacin neocapitalista y
populista.
3. El modelo de reforma agraria marginal, definido de acuerdo con los esquemas
liberales y tradicionales de modernizacin tecnolgica.

El modelo de reforma agraria estructural -tal como se lo ha analizado-- es aquel


que la define como parte integrante y condicionada de un proceso global de
cambios estructurales en la economa, en la organizacin social y en el Estado;
que es conducida por un nuevo elenco de clases sociales que toman el control del
poder poltico; que crea y aplica sus propias normas institucionales, en materia de
propiedad, afectacin, indemnizacin, adjudicaciones, movilizacin y uso de
recursos, y que se orienta, frontalmente, hacia la abolicin del sistema latifundista
-en sus diversas dimensiones econmicas, sociales, culturales y polticas-, ya sea
que se disee de inmediato una nueva estructura sustitutiva o que la operacin
poltica se limite a desmantelar la estructura existente. Este enunciado supone la
existencia de diversos subtipos latinoamericanos, segn la naturaleza de la
coyuntura histrica en la que se desencadena el proceso de reforma agraria: uno
es el subtipo conformado por los pases que han orientado su actividad poltica en
1

Vase, del autor, Dinmica de las reformas agrarias en Amrica latina, Santiago de Chile: ICIRA,
1968. Una tipologa dialctica de las reformas agrarias

130

el sentido de destruir, exclusivamente, los soportes sociales, institucionales y


polticos del latifundio arcaico de colonato (la hacienda de pegujaleros en el
altiplano y los valles interandinos de Bolivia); otro, el constituido por los pases que
han emprendido la afectacin simultnea de tipos tradicionales y modernizados de
latifundio (haciendas de peones feudatarios en los valles interandinos y complejos
agroindustriales azucareros en los valles re- gados de la Costa, en el Per), y otro,
el subtipo correspondiente a los pases -Cuba y Chile * que estn promoviendo una
sustitucin global de la estructura o estructuras latifundistas, minifundistas por una
nueva y coherente estructura fundamentada en formas estatales, comunales,
cooperativas y familiares de tenencia de la tierra, articuladas con un sistema
socialista de empresa y con marcos de planificacin global y sectorial del
desarrollo. Los diversos modelos polticos de tenencia de la tierra
correspondientes al tipo de reforma agraria estructural, no solo se conforman en el
mbito de diversos pases latinoamericanos, sino que expresan los cambios
cualitativos operados en los diferentes ciclos histricos de un mismo pas: en
Mxico, por ejemplo, se han sucedido tres modelos de tenencia de la tierra, que
tipifican cada perodo en que se descompone o eslabona el proceso
revolucionario: en el primero, no se formula an un cambio estructural, la
sustitucin radical de la hacienda de peones acasillados, sino la afectacin y
redistribucin de las tierras excedentes de las haciendas y el asentamiento de los
campesinos en pegujales minifundistas (nocin de la parcela ejidal como
complemento del salario agrcola); en el segundo, se proyecta la sustitucin de la
estructura latifundista en su conjunto (latifundios de peones acasillados y
modernas formas de economa de plantacin, incluyendo complejos
agrindustriales) por una estructura ejidal-cooperativa, capaz de captar los recursos
asistenciales del Estado y de crear canales propios de acceso al sistema nacional
del mercado (ciclo cardenista en la d- cada del treinta) ; en el tercero, con
posterioridad a la apertura industria lista y burguesa, se abandona el modelo
ejidal- cooperativo y se sustituye por el de la pequea propiedad (100 a 300
hectreas de riego) y el modelo de empresas gran- jeras capitalistas, operando en
los distritos de riego y dentro del contexto de una economa liberal de mercado.
El modelo de reforma agraria convencional es aquel que funciona como una
operacin negociada entre antiguas y nuevas fuerzas sociales, por medio de un
sistema institucionalizado de partidos conservadores, reformistas y revolucionarios
y que no se endereza a cuestionar la estructura misma de la tenencia agraria y de
sus instituciones tutelares (propiedad, tenencias precarias, afectaciones,
indemnizaciones, tipos de adjudicacin, alcances o profundidad del proceso de
cambio), sino a implantar polticas de modernizacin tecnolgica y social,
mejorando las normas de funcionamiento de la estructura, pero tambin
consolidando las relaciones de dependencia que se hallan implcitas en el
esquema de intercambio centro-periferia.
Las lneas ideolgicas de este modelo -tan caracterstico de los ciclos de
democratizacin del poder poltico y de constitucin de gobiernos de clases
medias en la Argentina y Chile-- han sido los esquemas del populismo
*

Con respecto a las referencias a Chile, debe tenerse presente que este volumen entr en prensa
antes del derrocamiento del presidente Allende. (N. del E.)

131

neocapitalista, enderezados a provocar cierta redistribucin del poder, de la


propiedad y del ingreso agrcola, por va de la colonizacin y de las parcelaciones,
de la regulacin de los salarios y de las aparceras, de la abolicin de las formas
anacrnicas del colonato y de la explotacin indirecta de la tierra, de la adopcin
de polticas tributarias de estilo keynesiano o de la promocin de formas
organizativas del campesinado segn los patrones metropolitanos de mercado del
trabajo. En lo poltico, tres elementos definen a este modelo de reforma agraria de
tipo convencional y populista:
a. El proyecto de efectuar una reforma limitada al mbito de la economa de la
tierra y por medio de una poltica casuista y -altamente sofisticada de afectaciones
fundo por fundo, en unidades retaceadas y geogrficamente discontinuas,
poniendo a salvo el derecho de reserva de los propietarios y concibiendo la
afectacin como un mtodo de castigo fiscal a los latifundios abandonados o mal
explotados.
b. El propsito de no modificar los canales de acceso al sistema capitalista de
mercado, multiplicando los mecanismos estatales de transferencia de recursos de
tecnologa, crdito y financiamiento.
c. La iniciativa de conferir a las organizaciones del campesinado --cooperativas de
servicios, sindicatos, asociaciones de usuarios, comits de pequeos agricultorescierta capacidad de negociacin contractual, de presin poltica y de participacin
en la toma de decisiones, a nivel local.
Estas caractersticas explican el fenmeno singular de que la importancia de este
tipo de reformas agrarias convencionales no se evala por su capacidad de
quebrantar directa- mente el control latifundista sobre la propiedad de la tierra y de
generar un nuevo sistema de empresa campesina, sino por sus efectos indirectos
e imprevisibles, en lo que atae a la organizacin del campesinado y a la
incapacidad del Estado populista o liberal de satisfacer las expectativas desatadas
por los esquemas de reforma agraria con enunciados radical- mente
antilatifundistas <la tierra para quien la trabaja). El modelo de reforma agraria
marginal es el que disean las propias clases dominantes en aplicacin de las
normas institucionales de la sociedad tradicional y que se orienta hacia la
preservacin fundamental de la estructura latifundista-minifundista por medio de
un esquema liberal de desarrollo, fundamentado en polticas de modernizacin
agrcola, de colonizacin de tierra de propiedad fiscal y de parcelacin marginal de
latifundios. Cuatro elementos caracterizan este tipo de reforma agraria, uno de los
ms difundidos en Amrica latina en la dcada del sesenta, particularmente en las
zonas subregionales andina, antillana y centroamericana: la preservacin esencial
de la estructura latifundista de poder y la proyeccin de la reforma como una
operacin paternalista del Estado liberal; la falta de participacin del campesinado
o de las fuerzas sociales con capacidad e inters en conducir los procesos de
cambio; las polticas destinadas a promover la transferencia de recursos de
financiamiento y tecnologa o a estimular la formacin de un mercado capitalista
de tierras, consagrando jurdicamente las tendencias a la sobrevaluacin
comercial y asignando a la reforma agraria un sentido de operacin estatal de
compraventa de tierras marginales o localizadas en zonas de conflicto social.

132

Las nuevas formas de tenencia de la tierra


En los modelos de reforma agraria de tipo convencional y marginal, la forma
bsica y casi exclusiva de tenencia agraria ha sido la propiedad familiar, dotada de
ciertos dispositivos jurdicos para impedir su transformacin en propiedad
fragmentada y minifundista (inafectabilidad, inembargabilidad, indivisibilidad).
Histricamente, dos grandes corrientes polticas han enunciado la reforma agraria
como una operacin eminentemente redistributiva, no en el sentido de afectar
estructuralmente el sistema latifundista, sino en el de provocar una multiplicacin
de propietarios: la tendencia populista de los gobiernos de clases medias
instalados en la Argentina y Chile en las dcadas del veinte y del treinta, despus
del proceso expansivo del sector agrario exportador; y las lneas ideolgicas
inspiradas en la filosofa de~arrollista de la Alianza para el Progreso. El modelo de
reforma agraria marginal aplicado en Chile dentro de los marcos de una
concepcin liberal del desarrollo combin, en una misma zona reformada, dos
tipos de unidades de tenencia extrados de la propia estructura latifundista: la
mediana propiedad y el minifundio residencial (que no podra constituir un sistema
de empresa agrcola familiar, desde el punto de vista de su magnitud territorial y
de la posibilidad de movilizar productiva- mente la fuerza familiar de trabajo). Este
complejo parcela- huerta2 tenda a reproducir, en la zona reformada (la llamada
colonia agrcola), la constelacin tpica del fundo de inquilinaje, ya que ni la
parcela de 40 o 50 hectreas de riego poda explotarse sin fuerza asalariada de
trabajo, ni el huerto de una hectrea poda dar ocupacin e ingresos a una familia
campesina. Conforme a este diseo, se reprodujo la imagen de la empresa
patronal, con un espectro de parceleros, huerteros, inquilinos y peones afuerinos
reclutados estacionalmente en las zonas de minifundio.
El esquema de las unidades familiares no solo se conserv en la dcada del
sesenta -ya que la filosofa de la Alianza para el Progreso se fundament en la
tendencia hacia la modernizacin tecnolgica de la estructura capitalista y hacia el
apoyo de las operaciones desarrollistas en la transferencia de recursos
tecnolgico-financieros desde la nacin metropolitana- sino que adopt el carcter
de va nica de la reforma agraria. Obviamente, se origin un agudo conflicto entre
las orientaciones ideolgicas antilatifundistas de la Carta de Punta del Este (que
se reprodujeron en casi todas las leyes de re- forma agraria de este perodo) y los
proyectos de cambio fundamentados en la afectacin casi exclusiva de los
latifundios abandonados o mal explotados y en la dotacin de unidades familiares.
En los pases andinos con grave escasez de tierra agrcola (desde el punto de
vista de la elevada densidad demogrfica de sus comunidades campesinas,
dentro o fuera del marco fsico de los latifundios), se pretendi encubrir esta
insalvable contradiccin por medio de proyectos muy sofisticados de integracin
minifundista o de desarrollo de la comunidad orientados, en ltima instancia, como
sustitutos de los cambios estructurales. En el Per, por ejemplo, con ms de un
milln de familias campesinas necesitadas de tierra 3, haran falta -dado el actual
2

Tanto este como los dems modelos de reforma agraria son estudiados en la obra del autor, La
cooperacin agraria en el desarrollo de Chile, Santiago de Chile: ICIRA, 1972.
3
CIT, Algunos aspectos de la reforma agraria en Amrica latina. Condiciones de vida .Y de trabajo,
Lima: CIT, 1970, pg. 21.

133

estado de relacin riego-secano y suponiendo la posibilidad de afectacin total de


las tierras incorporadas al sistema latifundista- 483.000 hectreas de riego y
2.412.200 de secano para asentar a aquellas familias campesinas nada ms que
en la regin de la Sierra y atribuyendo validez econmico-social a una dotacin
agraria de 3 hectreas de riego o a 6 hectreas de secano.
En el primer ciclo de la reforma agraria mexicana, o en la de aplicacin irrestricta,
en Bolivia, del principio de entregar a los colonos-pegujaleros las mismas parcelas
que estaban cultivando en los cinturones marginales de los latifundios, las
unidades de tenencia no solo tuvieron carcter minifundista y subfamiliar, sino que
--en razn de la manera de aplicar los derechos de reserva de los propietarios o
de funcionar la agricultura tradicional por medio de un rgimen como el boliviano
de las aynocas-4 la dotacin agraria reinstitucionaliz uno de los fenmenos
caractersticos de la estructura del latifundio arcaico de colonato: la extrema
fragmentacin de las tenencias o pegujales, que en el antiguo rgimen agrario
tenda a crear la posibilidad de que el colono participase en diversas calidades de
tierra en las extensas zonas maginales del latifundio. La aguda fragmentacin y la
presin sucesorial han hecho imposible en Bolivia o en Mxico la constitucin de
una empresa campesina de tipo familiar, propagndose esa forma de marginalidad
social que anteriormente se ha caracterizado como el peonaje con tierra.
Dentro de esquemas modernizados de reforma agraria convencional, el proyecto
de unidad familiar fue acompaado de nuevas formas organizativas como la
cooperativa de servicios o el asentamiento campesino, destinados a operar como
mecanismos de captacin de cierto tipo de recursos tecnolgico-financieros del
Estado y a aminorar los efectos traumticos provocados por la relacin establecida
con el sistema nacional o regional de mercado y con los aparatos institucionales
de financiamiento agrcola. La orientacin paternalista del Estado en este tipo de
reforma agraria, as como la insistencia poltica en el modelo individualista de la
unidad familiar, explican que, ni aun en pases como Chile en la dcada del
sesenta, la cooperativa de servicios o el asentamiento campesino pudiesen
transformarse en una nueva estructura empresaria y operar como algo ms que
un ente intermediario entre las agencias estatales y las unidades familiares de
tenencia. Este hecho, desde luego, revela las causas ltimas de frustracin, no
exactamente de las unidades familiares -consideradas a nivel microeconmico-sino de la posibilidad de construir un sistema de empresa agrcola de tipo familiar,
de acuerdo con el modelo metropolitano de la economa granjera. Una
observacin importante es la de que este tipo de unidades familiares no alcanza a
constituir un verdadero sector de la estructura agraria o apenas logra conquistar la
precaria categora de sector marginal de esa estructura. Aqu reside una de las
fallas fundamentales de las reformas agrarias de tipo convencional y marginal. En
la segunda reforma agraria cubana -esto es, la que opera dentro de un esquema
socia- lista y centralizado de desarrollo y se fundamenta en una estructura de dos
sectores- se constituye un autntico sector de pequeos propietarios, organizado
4

El sistema de aynocas, en el altiplano de Bolivia, consisti en el sealamiento de zonas de


cultivo de papas, quinua, etc., en los cinturones marginales de los latifundios de colonato (sin
comprometer, desde luego, las tierras directamente explotadas por la empresa patronal por medio
de la mano de obra enfeudada), a las que tenan acceso los pegujaleros como parte de su
asignacin parcelaria

134

en cooperativas de servicios y en una Asociacin Nacional destinada a manejar


las relaciones con las agencias estatales de comercializacin y financiamiento; a
partir de la aplicacin de este esquema se garantiza la dotacin del mnimo vital y
se fija una pequea propiedad con lmites inferiores a 67 hectreas. Este tipo de
pequea propiedad privada no tiene semejanzas con las establecidas por las otras
reformas agrarias latinoamericanas, ya que ninguna de ellas -ni aun la mexicanaha garantizado en la prctica un mnimo vital, y ha sido frecuente que las
dotaciones familiares no llegasen siquiera a los trminos legales de la pequea
propiedad. En la tercera reforma agraria mexicana, no solo han sido frecuentes las
dotaciones por debajo del mnimo legal, sino que en la extensa y desguarnecida
rea de los ejidos se ha generalizado el fenmeno de los derechos a salvo, esto
es, de los campesinos a quienes se reconoce su derecho a la tierra pero no se les
adjudica realmente tierra, por la desproporcin que existe entre la demanda
campesina y la disponibilidad real de recursos fsicos a nivel de un predio o
latifundio afectable. Este inevitable y grave desajuste es efecto de la formulacin o
ejecucin de la reforma agraria fundo por fundo, y revela la prdida de una
perspectiva realmente estructural y de la posibilidad de operar en el marco propio
de una estrategia global de desarrollo. Los modelos de reforma agraria estructural
son, en verdad, los nicos que se han fundamentado en la creacin de nuevas
formas de tenencia agraria: la estatal, la comunal, la cooperativa, la privada
granjera.
La estatal es aquella que se apoya en una nueva concepcin empresaria del
Estado, atribuyndole un papel decisivo y dinmico en la formacin de una nueva
estructura agraria. Esta concepcin nada tiene que ver con la que no es
exactamente una forma de tenencia agraria, sino el resultado de la no
incorporacin de tierras a la actividad econmica: la propiedad fiscal sobre tierras
baldas. La nocin equivocada y simplista de que las tierras baldas --en la cuenca
amaznica, en las zonas boscosas tropicales, en los desiertos y los pramosconstituyen una forma de tenencia agraria ha servido de soporte a la tesis de que
el Estado es el ms grande latifundista de Amrica latina. Las ms desarrolladas
formas de empresa estatal se observan en pases que planean y ejecutan
proyectos socialistas de desarrollo, como Cuba y Chile.
En Cuba, la transformacin de las cooperativas caeras) ganaderas en haciendas
o empresas del Estado ha revelado tanto una orientacin caracterstica del
proletariado agrco en los complejos agroindustriales azucareros (interesados ms
en los problemas del salario que en la dotacin de tierra), como la poltica de
reservar para la operacin econmica del Estado aquellas unidades, como las
ganaderas, que exigen una cuantiosa inversin y solo ocupan una reducida masa
de poblacin activa. Dentro del modelo poltico de Cuba, la empresa agroindustrial
estatal -que opera siete dcimas partes de la tierra agrcola- es probablemente la
que ms se ajusta a las exigencias de la nueva estrategia de desarrollo,
fundamentada en la rpida expansin de las exportaciones agropecuarias,
particularmente de las azucareras, y a la exigente metodologa de la planificacin
por sectores y productos.
En Chile se proyecta --en el esquema socialista de reforma agraria- combinar la
propiedad cooperativa sobre la tierra y sobre los medios de produccin (en
diversas escalas) con la actividad empresarial del Estado. Los casos ms
135

significativos propuestos son los del complejo forestal (integrado a una industria
primaria y secundaria de transformacin), la empresa ganadero-industrial en Tierra
del Fuego, con 560.000 hectreas, y los casos de planteles reproductores o
centros piloto integrados a cooperativas regionales o empresas campesinas
cooperativas o de autogestin.5
Lo fundamental en este modelo de empresas agrcolas del Estado consiste en la
funcin que se le asigna en la conformacin de la nueva estructura agraria: una
funcin absolutamente bsica y predominante en el esquema cubano (en el que el
Estado ha asumido el control directo sobre la distribucin del ingreso nacional,
sobre la asignacin de recursos y sobre el aparato de comercializacin y
financiamiento) o una funcin estratgica pero no absolutamente predominante en
el esquema chileno.6 El papel asignado a las empresas del Estado se precisa al
caracterizar el esquema cubano como el conformado por una economa de dos
sectores, el estatal y el de pequeos empresarios organizados en cooperativas de
servicios (mecanizacin, abastecimiento de insumos, captacin de recursos
estatales de tecnologa y financiamiento), el esquema chileno de reforma agraria y
desarrollo como el apoyado en una economa de tres sectores: el estatal, el
cooperativo y el privado. Desde luego, en la actual etapa de desarrollo de Chile, el
sector privado ha de estar integrado por dos estratos muy diferenciados: el de los
pequeos propietarios organizados en cooperativas de servicios y el de las medianas unidades de explotacin con promedios de 20 a 80 hectreas de riego
bsico, una vez expropiadas las superficies excedentes a las 80 hectreas de
riego o la totalidad de ciertos fundos con tierras regadas. 7
En razn de que en el Mxico prerrevolucionario se conform una estructura
latifundista clsicamente seorial (no solo desde el punto de vista de la extrema
concentracin de la propiedad sobre la tierra, sino en lo que se refiere a la
inmersin campesina, las relaciones paternalistas y las estructuras de dominacin
social), se aplic irrestrictamente la frmula de absolutismo poltico y liberalismo
econmico, no pudiendo surgir un sistema de empresas del Estado. 8 Ni siquiera
durante la segunda reforma agraria se proyect la hacienda estatal como parte
integrante de la nueva estructura, y en los modernos proyectos de cooperativa de
participacin estatal (complejo agroindustrial azucarero) el Estado no aparece
directamente vinculado a la explotacin agrcola.
En el caso de Mxico, la importancia histrica o el peso institucional de las formas
de tenencia de la tierra han ido variando, de acuerdo con el contexto poltico del
proceso de cambio: durante la primera reforma agraria, esta se limit a la
redistribucin de tierras excedentes en las haciendas y al asentamiento de los
peones acasillados en pegujales minifundistas, segn la concepcin de la parcela
5

Exposicin del ministro de: Agricultura Jacques Chonchol sobre poltica agraria, Seminario de:
PLANDES, Santiago de Chile, 17 de mayo de 1971, pg. 6 (mimeogr.).
6
Mientras en Cuba desempea el azcar el papel de eje en la estrategia de financiamiento del
desarrollo, en Chile se asigna al cobre esa funcin estratgica. .
7
En 1971 este sector de medianos productores ascenda a 37.000, aproximadamente, y dispona
del 33 % del total de la superficie de riego. Esta masa significativa de medianos productores
constituira el ncleo del nuevo sector de empresarios privados, en el primer ciclo operacional del
esquema socialista de desarrollo. Vase Jacques Chonchol, op. cit., pg. 7.
8
Hacia 1910, la participacin del Estado en la inversin total interna no pas del 5 %, mientras la
inversin extranjera lleg a representar, aproximadamente, el 55%

136

ejidal como simple complemento del jornal agrcola; durante la segunda reforma
agraria (casi limitada al ciclo histrico del cardenismo, en el decenio del treinta) la
forma bsica de tenencia fue la ejidal-cooperativa, en cuanto no solo se constituy
como una forma de propiedad comunal sobre tierras, aguas y montes, sino como
una propiedad cooperativa sobre los medios de produccin y los recursos de
desarrollo transferidos desde el Estado; y durante la tercera reforma agraria (a
partir de la apertura industrialista y liberal en la dcada del cuarenta) el primer
rango lo ocup la pequea propiedad privada, de- finida como aquella que flucta
-de acuerdo con ciertas formas de uso de la tierra clasificadas legalmente en
trminos de tipos de cultivo-- entre 100 y 300 hectreas de riego. Esta forma de
tenencia es la que ha correspondido a la concepcin burguesa de la economa
granjera, fundamentada en la propiedad privada y en la orientacin capitalista del
modelo de empresa. En el ciclo cardenista, pareci identificarse la forma
cooperativa de tenencia de la tierra con la comunal indgena, por la tendencia
poltica a incorporar al proceso de reforma agraria a las comunidades tradicionales
por medio de la moderna concepci6n de la estructura ejidal (ejido colectivo, ejido
mixto y ejido de propiedad colectiva sobre la tierra pero de explotaci6n en forma
de tenencias individuales).
En relacin con la forma comunal de tenencia agraria y no obstante el enorme
peso de las comunidades indgenas en la configuraci6n de los antiguos tipos
hispano-coloniales de estructura latifundista (constelacin latifundio-minifundiocomunidad indgena) en Mxico, Bolivia, Per, Ecuador y Guatemala, an no ha
logrado definirse una nueva lnea de transformacin o reestructuracin agraria. La
poltica de restitucin de tierras a la comunidad indgena -definida en el ciclo
cardenista de Mxico y utilizada tericamente en la reforma agraria de Bolivia- no
ha llegado a constituir la base de una correcta aplicaci6n de la reforma agraria en
el mbito de este tipo de comunidades tradicionales. La reestructuracin territorial
de la comunidad andina (Colombia, Ecuador, Per, Bolivia y Chile) supondra y
exigira una ruptura de la constelacin latifundista en el sentido de transferir sus
tierras y recursos a la comunidad extirpando las races de su actual condicin de
comunidad cautiva o de comunidad satelizada. Desde luego, solo estn
contemplndose los aspectos relacionados con la tenencia agraria y no los
vinculados con la reestructuracin social de este tipo singular de comunidad
campesina o con sus formas de organizaci6n econmica como empresa
cooperativa o autogestionaria. El problema de aplicacin de la reforma agraria en
el mbito de la comunidad indgena (independientemente de su situaci6n legal)
debe examinarse sin supersticiones antropolgicas, ya que se parte de un hecho
social: este tipo de comunidad ha sido incorporado violentamente a la hacienda
tradicional, ya sea apropindose de sus recursos humanos, culturales y fsicos, o
integrndola a la constelacin social del latifundio. En el nuevo esquema de
reforma agraria en Chile, la dotacin a la comunidad mapuche parece adoptar la
forma de una propiedad comunal-cooperativa. En la medida en que se ample la
aplicacin del esquema, la forma bsica de tenencia agraria ser la cooperativa, al
lograr la integracin -dentro de los marcos de una empresa campesina regionalde diversas comunidades indgenas.

137

La forma cooperativa de tenencia agraria adquiere la mayor importancia


econmica e institucional en la elaboracin y aplicacin de los actuales esquemas
de reforma agraria en Chile y Per.
En el esquema de Chile, se proyecta aplicar de inmediato una poltica de reforma
agraria por zonas o regiones, cuyo punto de sustentacin es la adjudicacin de la
tierra a empresas campesinas regionales. 9 En Per, el nuevo proceso de reforma
agraria no solo se caracteriza por la afectacin conjunta de unidades
agroindustriales (plantacin-ingenio azucarero-industrias secundarias-fundos
satlites o sembradores), sino por su adjudicacin a cooperativas de produccin. 10
La peculiaridad de este tipo de afectacin y dotacin no solo consiste en que no se
desvertebra la unidad de produccin agroindustrial, sino en que se incorporan a la
reforma agraria las tierras de los llamados fundos satlites o sembradores
(aquellos que participan, regularmente, en el abastecimiento de caa a los
ingenios azucareros), as como ciertos elementos del complejo industrial. La
afectacin y expropiacin de las tierras en la totalidad de complejos
agroindustriales azucareros en la Costa irrigada de Per plantea la inmediata
exigencia de la integracin de las cooperativas de produccin, a nivel regional
(valles integrados por una infraestructura de riego), abrindose la posibilidad de la
planificacin en el uso de los recursos fsicos, humanos, tecnolgicos y de
inversin -planificacin en la base- partiendo de las zonas de reforma agraria. La
aplicacin de este esquema de reforma agraria por regiones o zonas ecolgicas
conlleva no solo la posibilidad de la planificacin agrcola a nivel regional y como
una operacin de abajo-arriba, sino tambin la necesidad de la integracin de las
cooperativas de produccin en una estructura nacional, con capacidad de asumir
la responsabilidad de la planificacin sectorial de la economa azucarera -dentro
de los mar- cos de la planificacin global del Estado--, de organizar la
investigacin cientfico-tcnica y de constituir un sistema nico de reservas
financieras de las cooperativas de base. Dada la valiosa experiencia de Cuba,
Mxico y Chile, este ser el nico mtodo para evitar que una muy diferenciada
dotacin de recursos fsicos, tecnolgicos y financieros, a las cooperativas de
produccin, conduzca a su creciente estratificacin social y a la constitucin de un
sistema dicotmico de cooperativas ricas y cooperativas pobres. La formulacin de
un esquema de reforma agraria por regiones o zonas ecolgicas abre el camino
para que se integren las unidades agroindustriales y el manejo de los sistemas de
riego en los valles costeos por medio de las estructuras regionales; estos pueden
considerarse los soportes institucionales de un moderno sistema de uso
planificado de los recursos fsicos ms caros y es- casos, de tan decisiva
influencia en un pas, como Per, que apenas ha utilizado el 16 % de la tierra apta
para la explotacin intensiva. 11 En el caso de proyectos como el de remodelacin
9

Jacques Chonchol, op. cit., pg. 7, y Reforma a la reforma agraria, Santiago de Chile: CORA,
1970, pg. 5. Consltese tambin Exposicin del jefe de la delegacin de Chile a la Segunda
Sesin de la Comisin General de la VI Conferencia Interamericana de Agricultura, Lima, 1971,
pgs. 6-9.
10
FAO, Informe de la Misin de la FAO para evaluar los requerimientos de asistencia tcnica para
la Reforma Agraria Peruana. Santiago de Chile: FAO, 1970, pgs. 33-34 (mimeogr.).
11
CmA, Tenencia de la tierra y desarrollo socio-econmico del sector agrcola,Washington: CmA,
1966; Am, E. Vigus Roig, La reforma agraria como instrumento para el desarrollo econmico de la
Sierra Central del Per, Lima: Am, Universidad de Iowa, 1967.

138

de la estructura de la tenencia de la tierra en el valle cuzqueo de Anta (de


acuerdo con un sistema de empresas campesinas cooperativas o
autogestionarias), la estructura cooperativa de segundo grado sera la
adjudicataria de las tierras, siendo estas asignadas a las empresas campesinas
con- forme a sus objetivos econmicos y sus necesidades variables de recursos
fsicos.12 En los casos de Per y Chile, esta forma de dotacin de la tierra agrcola
a una estructura regional --en la forma de empresa campesina o de cooperativa de
segundo grado-- hace posible la rpida construccin de un sistema de empresa
que combina la participacin campesina en la gestin econmica, la planificacin
en la base y la significativa escala de operacin. Es dentro de este marco de
tenencia y empresa que puede concebirse la transformacin de la reforma agraria
en revolucin agrcola, sin el escollo de un sistema de propiedad sobre la tierra
constituido por unidades familiares o por pequeas o inadecuadas cooperativas de
produccin. Por otra parte, solo este tipo de adjudicacin de tierras a estructuras
superiores como las cooperativas regionales, las empresas campesinas regionales
o las cooperativas de segundo grado a nivel regional puede hacer posible la
proyeccin de nuevas empresas que no estn encerradas dentro de la frontera de
los latifundios o de las antiguas unidades de tenencia, y que se liberen,
radicalmente, de sus esquemas de uso de los recursos fsicos y humanos. La
dotacin de tierras dentro de los esquemas de reforma agraria convencional en
Chile -por unidades familiares, por asentamientos o por cooperativas de
produccin- apenas logr la sustitucin individual y aislada de algunos latifundios,
quedando los asentamientos aprisionados en las inflexibles fronteras de estos, en
su discontinuidad geogrfica y en las tierras peor acondicionadas desde el punto
de vista de la infraestructura fsica (en los casos en los que el propietario
latifundista haca uso del derecho de reserva a la mejor tierra agrcola). /\dems,
en el nuevo esquema socialista de reforma, la adjudicacin de tierras a empresas
campesinas regionales o cooperativas de segundo grado no excluye la posibilidad
de mantener la propiedad familiar sobre la casa y el huerto. 13
Lo que resulta sorprendente -no tanto en el caso de reformas agrarias marginales
que se fundamentan en la dotacin a colonos y aparceros tradicionales de las
parcelas ocupadas en las zonas marginales de los latifundios, como en el de
ciertas reformas agrarias de tipo estructural- es la insignificancia o la ninguna
validez histrica de las polticas de integracin, ampliacin o remodelacin de
zonas de minifundio. Ni en Mxico ni en Bolivia se ha enfrentado el problema del
minifundio dentro de una concepcin estructural; de all que las zonas
minifundistas (bajo rgimen de propiedad individual o de propiedad comunal o
12

Antonio Garca y G. Gallo Mendoza, Esquema de estructura cooperativa en un proyecto de


reforma agraria en el valle de: Anta
(Cuzco>, Lima, 1970, pg. 5 (mimeogr.).
13
En una agricultura moderna hay que considerar lo que est ocurriendo con la tecnologa, con la
escala de operaciones, con los problemas de organizacin social y hay que operar en funcin de
eso. Por ello decidimos, simultneamente, mantener la propiedad familiar de la casa y del huerto,
porque creemos que es un derecho y una aspiracin legtima del ser humano tener su propia: asa y
un pedacito de terreno donde pueda producir su subsistencia. En todo lo dems no vamos a ir a la
subdivisin sino a la asignacin de la tierra fundamentalmente en forma de cooperativas de
produccin>. Cf. Jacques Chonchol, Exposicin del jefe... 2>, op. ,it., pg. 9.

139

ejidal) se hayan transformado, inevitablemente, en zonas de marginalidad social y


de intensa presin campesina sobre la desajustada estructura agraria. A estas
zonas se han agregado las resultantes de la redistribucin marginal de tierras en
que ha consistido la poltica de dotacin, a los colonos de hacienda, de las
parcelas que ellos ocupaban y explotaban tradicionalmente en los cinturones ms
deteriorados de los latifundios. El efecto de semejante poltica de reforma agraria
--en la forma boliviana de entrega de los pegujales, en la ecuatoriana de dotacin
de los huasipungos o en la colombiana de transferencia de las parcelas
explotadas tradicionalmente por medio de aparceros- ha servido para ampliar las
bases de sustentacin de la estructura latifundista, al crear depsitos de mano de
obra subempleada en las nuevas zonas de minifundio y al disminuir la presin
campesina dentro de la frontera fsica de los latifundios.
Alcances del proceso de cambio en la tenencia agraria
Los alcances del proceso de cambio en la tenencia agraria no solo dependen de la
magnitud de las afectaciones, sino tambin de la manera de realizarse el proceso,
de la naturaleza del esquema de reforma agraria (en cuanto instrumenta una
estrategia de desarrollo econmico y social) y del papel que se asigna al sector
reformado. De all que la definicin de los alcances del proceso suponga el
anlisis crtico de una serie de factores polticos, institucionales y operacionales.
Sentido finalista del proceso de cambio en la tenencia agraria.
El sentido finalista es una expresin fundamental de los objetivos estratgicos que
persigue una reforma agraria. La experiencia histrica de Amrica latina define ese
sentido finalista de acuerdo con las lneas ideolgicas de las fuerzas sociales que
promueven y ejecutan la reforma agraria en lo que se refiere a la estructura misma
de la propiedad sobre la tierra. De ah que puedan reconocerse tres situaciones
generales, segn los tipos polticos de reforma agraria:
1. La de las reformas agrarias marginales, en cuya aplicacin se advierte la
sustitucin de la expropiacin -como mecanismo redistribucionista- por la
negociacin estatal de tierras, dentro de los marcos de la sobrevaluacin
comercial que caracteriza a toda estructura latifundista; en definitiva, la reforma
agraria forma parte de los mecanismos enderezados a mejorar el funcionamiento
de un mercado capitalista de tierra agrcola, fijando el nivel de las indemnizaciones
segn los patrones comerciales o catastrales que en la valorizacin incluyen la
plusvala originada en las obras de infraestructura financiadas con recursos
pblicos de la comunidad o en el proceso expansivo de las ciudades
metropolitanas. En la reforma agraria de Colombia, la negociacin entre la agencia
de reforma y el propietario de la tierra es la condicin previa de cualquier proceso
de expropiacin. No habiendo funcionado un verdadero mercado capitalista de
tierra agrcola en Amrica latina (fenmeno que se explica por la imposibilidad
eco- nmica de comprar tierras sobrevaluadas con trabajo campesino
subvaluado), la fijacin de indemnizaciones segn niveles comerciales ha tenido
140

como efecto -en Colombia, Venezuela o Chile-- que las propias clases
terratenientes hayan tomado la iniciativa de vender al Estado tierras que, en otras
condiciones, no encontraran poder de compra. En el tipo de reforma agraria
convencional vigente en Chile hasta julio de 1967, los acuerdos de expropiacin
se refirieron, preferentemente, a las causales de abandono o de mala explotacin
(segn los niveles regionales), por inspirarse la reforma en una ideologa de
modernizacin tecnolgica.14 Con posterioridad a 1967, las cuatro dcimas partes
de los predios afecta- dos por la agencia de reforma agraria fueron ofrecidos por
sus dueos.15 Este tipo de reformas agrarias plantea el problema de si, por este
mtodo, no se est provocando una notable transferencia de recursos financieros
hacia el sector de latifundistas ms presionado por los desgarramientos y
conflictos sociales. En este contexto, la reforma agraria es una poltica equvoca
de obstruccin del cambio estructural y de refinanciamiento de la propia estructura
latifundista.
2. La segunda situacin es la correspondiente a las reformas agrarias
convencionales, en las que la expropiacin intenta realmente operar como un
mecanismo de redistribucin de la propiedad sobre la tierra, al introducirse
causales como la de exceso de superficie, al establecerse normas para el pago
diferido de la tierra expropiada, al cuestionar la validez de los mtodos de
indemnizacin fundamentados en la sobrevaluacin comercial y al fijar
procedimientos para hacer posible la inmediata toma de posesin de los predios
incorporados al proceso. Casi la mitad de los predios expropiados en aplicacin
del esquema de reforma agraria convencional en Chile (1967-1969) lo fueron por
la nueva causal de exceso de superficie (80 hectreas de riego bsicas) y slo el
20,6 % por mala explotacin.16 Dentro de este esquema, el sentido finalista
consiste en lograr la modernizacin global de la estructura agraria, por medio de la
redistribucin de tierras en las zonas ms atrasadas y de la utilizacin de los
recursos estatales en el financiamiento preferente de las operaciones de cambio
tecnolgico.
3. La tercera situacin es la que corresponde a las reformas agrarias estructurales,
esto es, aquellas que se orientan en el sentido de sustituir, total o parcialmente, las
estructuras latifundistas-minifundistas, dentro de los marcos de un proceso
nacional de cambios sociales, econmicos, culturales y polticos. Es esta
dimensin global la que expresa la participacin poltica de las diversas fuerzas
sociales promotoras e impulsadoras del cambio y la que define los rasgos de la
estrategia de desarrollo. El sentido finalista del proceso de cambio en la tenencia
agraria no se determina como un simple y limitado problema de crecimiento rural,
sino como parte de un proceso general de transformaciones en la economa, en la
organizacin social, en la cultura y en el Estado. De all que, pese a las normas
sobre expropiacin e indemnizacin consagradas en Mxico, Bolivia y Cuba, sus
reformas agrarias han tenido carcter realmente confiscatorio, lo que explica que
se hayan podido efectuar drstica, rpida y masivamente. Aun reformas liberales
14

Las expropiaciones y la organizacin de asentamientos campesinos en el perodo 1965-1970,


en Jorge Echenique, Reforma agraria chilena, Santiago de Chile: ICIRA, 1970, pg. 97.
15
Gf. Jorge Echenique, op. cit., pg. 97 -perodo 1967-diciembre de 1969
16
La declaratoria de mala explotacin, en el tipo de reforma agraria chilena, redujo al 5 % el pago al
contado al propietario del derecho a reserva. Gf. Jorge Echenique, op. cit., pg. 97.

141

como la proyectada con la desamortizacin de bienes de manos muertas en los


siglos XIX y XX en Mxico, Guatemala, Colombia o Ecuador han sido
eminentemente confiscatorias y destinadas a lograr la rpida redistribucin de la
propiedad, los ingresos y el poder.
Desde luego, es en los pases en los que se ha definido con mayor claridad la
imagen de una nueva sociedad -como en el Mxico de la dcada del treinta, en la
Cuba de la dcada del sesenta o en el Chile de la del setenta- donde el proceso
de reforma agraria ha podido o puede ser ms acelerado, ms profundo y ms
coherente.
Extensin del proceso, en el tiempo y en el espacio.
Desde el punto de vista histrico, solo las reformas agrarias de tipo estructural se
han orientado hacia la abolicin de las formas ms arcaicas de la estructura
latifundista o de la totalidad de estructuras latifundistas, tradicionales y
modernizadas. Uno de los problemas esenciales afrontados por la reforma agraria
en Mxico ha consistido en que, en el ciclo precardenista, apenas se plante la
redistribucin de tierras excedentes en las haciendas (lo que en la prctica
supona una simple dotacin de tierras marginales y la constitucin de un peonaje
con tierra), y que en el ciclo correspondiente a la apertura liberal e industrialista se
ha tolerado la coexistencia de un sector de medianas o grandes explotaciones
capitalistas en tierras de riego, con un desajustado e incoherente sector ejidal
(localizado dominantemente en tierras de temporal) y un sector latifundista de
ganadera extensiva. Solo en el sexenio cardenista la reforma agraria se inspir en
una concepcin estructural de sustitucin del latifundio --en cual- quiera de sus
formas, las ms arcaicas en las regiones cerealeras o pulqueras y las ms
modernizadas en las zonas de riego y cultivos industriales- y de incorporacin al
proceso de diversos tipos de comunidades campesinas. En la reforma agraria de
Bolivia fue evidente el propsito de afectar, exclusivamente, el latifundio tradicional
de pegujaleros, permitiendo la conservacin del latifundio modernizado bajo la
forma institucional de empresa capitalista (inversiones suplementarias, salariado,
empleo convencional de ciertos insumos comerciales); la aplicacin de este
esquema explica que, pese a la importancia ideolgica asignada a la comunidad
indgena, no se creara una estructura econmica defensiva de la comunidad, ni se
plasmara un sistema de empresa campesina en el altiplano o en los valles
interandinos, y solo emergiera --en los llanos tropicales del Oriente- un moderno
latifundio de plantacin (azcar, arroz, algodn). Este tipo de moderna agricultura
de plantacin --orientada hacia el abastecimiento del mercado interno- tuvo el
apoyo tecnolgico-financiero del Estado (mediante las agencias de crdito y los
mecanismos puestos en prctica por el Punto IV de la Misin de Operaciones de
Estados Unidos), del cual careca la comunidad campesina quechua y aimara.
La primera y la segunda reforma agraria de Cuba se han orientado hacia la
sustitucin radical de los diversos tipos de estructuras latifundistas,
comprendiendo tanto el complejo agroindustrial azucarero como el latifundio
tradicional de ganadera extensiva (modelo hispano-colonial antillano de los hatos
y corrales), las grandes unidades territoriales y el minifundio de operacin
altamente intensiva (tabaco y caf). Lo ms importante de la experiencia cubana
radica en que ha ido tomando los diversos elementos constituyentes de la
142

estructura y en que no se ha atado a una metodologa de reforma agraria predio


por predio, unidad por unidad, reforma esta que por su misma naturaleza
discriminatoria (causales de afectacin) solo puede operar en zonas
microeconmicas, queda encapsulada en la frontera fsica de los latifundios y por
lo mismo no puede promover la rpida sustitucin del esquema de uso de los
recursos fsicos, humanos, financieros y tecnolgicos disponibles. En el tipo
peruano de reforma agraria estructural, la poltica de afectaciones ha comprendido
tanto los modernos complejos agroindustriales de la Costa como los latifundios
ganaderos de la Sierra central o las haciendas de peones feudatarios de los valles
interandinos; su limitacin consiste en las formas lentas de operacin de los
mecanismos de afectacin y dotacin de tierras, as como en las dbiles acciones
orientadas hacia las densas zonas de minifundio y de comunidad campesina. En
el nuevo modelo pe- ruano, no solo se advierte una notable superacin de
proyectos liberales o populistas de reforma agraria (los que se identificaron en el
propsito de afectar, exclusivamente, el viejo tipo de hacienda seorial de la
Sierra), sino tambin un intento de superar el esquema convencional de las
afectaciones y dotaciones fundo por fundo, configurando un modelo de reforma
agraria por regiones o zonas eco lgicas. Por lo dems, solo por medio de la
aplicacin de este modelo -en los valles inerandinos de la Sierra o en los valles
regados de la Costa- ser posible dotar de tierra a las diversas capas y
organizaciones del campesinado (peones feudatarios, comuneros, minifundistas,
etc., organizados en empresas campesinas cooperativas o autogestionarias o en
las precooperativas llamadas Sociedades Agrcolas de Inters Social) y
transformar la reforma de la tenencia de la tierra en un cambio fundamental en el
sistema social de empresa, en el esquema general de uso de los recursos fsicos y
humanos, as como en el papel y rango asignados al sector agropecuario en la
estrategia del desarrollo econmico y social.
El nudo de la problemtica afrontada por pases como Mxico y Bolivia consiste en
que la reforma agraria -en el nuevo proceso- no ha comprendido los diversos
elementos constitutivos de la estructura latifundista-minifundista. Una elevada
proporcin de los ejidos y comunidades campesinas de Mxico se localizan en
tierras de temporal y exhiben una estructura minifundista; su condicin es,
entonces, la de un campesinado marginal que no encuentro en el campo ninguna
posibilidad de desarrollo, que se ve empujado al peonaje o que debe refugiarse en
los cinturones marginales de las ciudades metropolitanas. Algunos de los ejidos
que operan en tierras de riego y que estn vinculados a una moderna agricultura
de plantacin -en regiones del Noroeste, de Puebla o de Morelos- funcionan como
estructuras satelizadas de ingenios azucareros de propiedad privada o estatal,
replanteando un antiguo problema que ya haba desatado en Mxico los ms
agudos conflictos en el caso de las haciendas henequeneras de Yucatn: el de si
los complejos agroindustriales (azucareros, henequeneros, etc.) deben ser
fracturados, dotando a los campesinos solamente de la tierra y dejando en manos
de los hacendados el aparato de transformacin industrial y de comercializacin.
La solucin, como es obvio, depende de si existe o no una concepcin estructural
de la reforma agraria y si de lo que se trata es de organizar un nuevo sistema de
empresa o solamente de modernizar el sistema latifundista, modificando la
fisonoma y los trminos de la dominacin social. La dependencia campesina de
143

los centros de desfibrado y comercializacin en las haciendas henequeneras de


Yucatn, o de los ingenios privados en Izcar de Matamoros o en Los Mochis,
demuestra que solo la operacin integrada de los complejos agroindustriales por
los ejidos y cooperativas de produccin har posible que estos funcionen como un
nuevo sistema de empresa y que el sector reformado desempee un papel
dinmico en el desarrollo rural. Las nuevas formas de empresa campesina
emergentes de la reforma agraria necesitan integrarse rpidamente en unidades
agroindustriales y regionales, como nico mtodo para que puedan ganan y
superar la capacidad operativa de los tipos modernos de empresa privada
capitalista.
En la reforma agraria de Bolivia, los recursos asistenciales del Estado
(particularmente aquellos administrados por una agencia extranjera de asistencia
tcnica) se canalizaron hacia la economa de plantacin o hacia los tipos
interandinos de economa granjera, desguarnecindose totalmente las vastas
zonas de minifundio y de comunidad indgena. Se configur as el fenmeno de
que las comunidades campesinas cuya presin social y poltica desat el proceso
de reforma agraria, y provoc el desmantelamiento de la vieja hacienda seorial
de pegujaleros, quedaron atadas a las peores tierras y a las condiciones
marginales de toda pulverizacin minifundista. Este hecho revela la carencia de
una perspectiva estructural del sistema agrario o una nocin mecanicista de sus
partes (separando artificialmente latifundio, minifundio y comunidad indgena) o
una concepcin dicotmica del latifundio, de acuerdo con la teora de la existencia
de un latifundio social, un latifundio natural y un latifundio econmico. Esta
concepcin -difundida por los agraristas mexicanos- cre la ilusin de que el
latifundio poda transformarse cualitativa y estructuralmente por medio de polticas
de modernizacin tecnolgica y social, como las relacionadas con la introduccin
de mquinas e insumos industriales, mejoramiento de la infraestructura,
proscripcin de formas de explotacin indirecta de la tierra o adopcin de patrones
capitalistas de salario. Tanto en Mxico como en Bolivia -pases con elevada
densidad de comunidades indgenas-, la poltica de reforma agraria se restringi a
la restitucin limitada de ciertas tierras, con las que no alcanz a transformarse la
condicin minifundista de esas comunidades. La falta de una concepcin
estructural indujo a la poltica de no considerar como objetivo de la reforma agraria
la reestructuracin de las comunidades indgenas y de las zonas de minifundio,
posiblemente por la equivocada nocin antropolgica de no tocar esas
comunidades y de ampararlas de los enrgicos procesos de aculturacin. El
problema ha sido particularmente agudo en Bolivia, donde las comunidades
indgenas se haban incorporado a la constelacin social del latifundio y haban
sido penetradas por sus instituciones de dominacin. 17 El efecto de semejante
17

Slo un reducido grupo de comunidades indgenas (particularmente en el Altiplano del sur, casi
por completo dedicado a una rudimentaria ganadera de ovejas, llamas y alpacas) conserv un
status de independencia. La mayor parte fueron incorporadas, violentamente, a las haciendas;
otras conservaron solo una independencia formal, funcionando como formas satelizadas de los
latifundios. Estas comunidades indgenas --como ha ocurrido con las ecuatorianas de la Sierra
central y de los pramos del Caar, o con las chilenas de las regiones mapuches- han estado
obligadas a entrar en relaci6n de dependencia con los latifundios (aparceras tradicionales

144

poltica proteccionista del Estado ha sido que las comunidades indgenas que han
conservado cierto status de independencia y las zonas tradicionales de minifundio
(dos formas satelizadas y ancestralmente insertas en la constelacin latifundista)
se han constituido en zonas absolutamente marginales e incapaces de participar
en un proceso de cambio. Este mismo problema se ha planteado en las reformas
agrarias de Guatemala, Per y Ecuador, limitndose la poltica del Estado a
preservar las formas tradicionales y ya socialmente estratificadas de la comunidad
indgena. El desconocimiento de la forma de funcionar la estructura latifundista
como una constelacin social ha impedido conocer o comprender los problemas
de la estratificacin interna de la comunidad indgena ( originarios, agregados y
hutahuahuas en el altiplano peruboliviano) as como la penetracin en ella de las
instituciones laborales del latifundio; aun despus de haber desaparecido el
hutahuahua de las haciendas de pegujaleros en el altiplano y los valles
interandinos de Bolivia, se conserv dentro de algunas comunidades indgenas.
En los tipos de reforma agraria marginal o convencional, las causales de
afectacin tienden a dislocar y retardar el proceso, centrando el problema de la
expropiacin en la definicin legal o institucional de las tierras mal explotadas,
ineficientemente explotadas o abandonadas. Conforme a las nociones jurdicas
eminentemente formales imperantes en algunos pases, ha sido casi imposible
declarar abandonado o mal explotado un latifundio, ya que la tala de bosques o la
instalacin de cercos o el simple mejoramiento de la pradera natural se consider
como actividad econmica. De acuerdo con las normas de la reforma agraria
liberal de 1936 en Colombia, no revirti al Estado -por no explotacin- ni una sola
hectrea de tierra balda adjudicada a no cultivadores, no obstante que con
posterioridad a la aplicacin del tipo de reforma agraria marginal de 1962 la mayor
parte de las tierras adjudicadas por la agencia de reforma agraria no haban
perdido la condicin econmica de baldas.
En los pases donde, como en Chile, se han efectuado cambios ms rpidos en
los esquemas de reforma agraria -como efecto de la incorporacin de nuevas
fuerzas sociales en los mecanismos de representacin democrtica del Estado, en
los ltimos decenios- ha sido notable el papel asignado a las causales de
afectacin o expropiacin; en el tipo de reforma agraria marginal, se ha dado la
mayor importancia a la calificacin de abandono y mala explotacin; en el tipo de
reforma agraria convencional, a la negociacin voluntaria (oferta de los
propietarios) y a la fijacin de un tope de 80 hectreas de riego bsico pero
consagrando el derecho de reserva de los propietarios latifundistas y
estableciendo las normas de un proceso lento, disperso y sin coherencia regional
o nacional. Solo dentro del nuevo modelo de reforma agraria estructural la poltica
del Estado se orienta hacia la afectacin total del latifundio, expropiando todos los

agrcolas y pecuarias, arrendamientos, peonaje, etc.), como nico medio de tener acceso a los
recursos fsicos de tierras de cultivo, monte y pastoreo. El sistema de satelizaci6n conllev la
reproduccin ---en el seno de las comunidades o en las parcelas de los colonos de hacienda, como
los huasipungueros ecuatorianos o los pegujaleros de Bolivia- del espectro laboral del latifundio.

145

predios con ms de 80 hectreas de riego bsico sin enredarse en el debate sobre


la deficiente o irregular explotacin.18
Dentro de estos modelos de modernizacin tecnolgica o de preservacin de la
estructura latifundista-minifundista, se ha conferido el mayor rango institucional en
el proceso a la parcelacin de zonas marginales de los latifundios (en especial los
ocupados tradicionalmente por colonos, huasipungueros, peones feudatarios, etc.)
o a la consagracin del derecho de reserva a los propietarios latifundistas en los
casos de afectacin. En el primer tipo de reforma agraria mexicana, los
hacendados de regiones secas, como el Bajo de Guanajuato, se reservaban las
tierras regadas por el sistema de cajas de agua, y las tierras excedentes
-absolutamente marginales- se repartan entre los peones ejidatarios. En Chile, la
aplicacin del derecho de reserva ha imposibilitado prcticamente la afectacin de
predios de superficie no mucho mayor que la reserva, la incorporacin al proceso
de zonas geogrficamente continuas y la expropiacin de la infraestructura fsica,
destruyendo con frecuencia la posibilidad de una explotacin eficiente e inmediata
por parte de los asentamientos campesinos, u obligando al Estado a efectuar
cuantiosas inversiones.19 Si bien este modelo de reforma supuso un avance con
respecto al de carcter enteramente marginal --en cuanto hizo posible la operacin
de los mecanismos de expropiacin, ampli las causales y racionaliz las formas
del pago diferido y a largo plazo (en el caso de Chile, predominio de los pagos con
slo 10 % al contado y el resto a 25 aos)-, sin embargo hizo casi imposible la
expropiacin de la infraestructura o de las instalaciones industriales, al consagrar
la norma de la compra al contado, as como la formacin de nuevas estructuras
empresariales. Por otra parte, dentro de este esquema ideolgico Y operacional se
hizo imposible la aplicacin de la reforma agraria por regiones o zonas, no
obstante la autoridad legal20. Desde el punto de vista del proceso de cambio
estructural y de la constitucin de las nuevas unidades de tenencia agraria
(Mxico, Bolivia, Cuba, Per y Chile), es necesario diferenciar tres esquemas que
han ido configurndose y refinndose en la experiencia histrica de Amrica latina.
1. El esquema de la dispersin territorial de las unidades reformadas, emergentes
de la aplicacin de una reforma agraria predio por predio y respetando por lo
general los lmites fsicos de los latifundios o de los predios expropiados.
2. El esquema de integracin partiendo de la estructura empresarial de los
complejos agroindustriales, ya sea conservando o ampliando los trminos de la
unidad operacional plantacin-industria primaria de transformacin (como en los
18

Se tratar de terminar con el latifundio en un perodo de dos aos a dos aos y medio,
entendindose por latifundio todos aquellos predios que tienen ms de 80 hectreas de riego
bsico. Aqu no va a haber diferencias segn que un predio est bien, malo regularmente
trabajado. Gf. Jacques Ghonchol, Exposicin del ministro de Agricultura... , op. cit., pg. 2.
19
Adems de los factores sealados, Jorge Echenique analiza el efecto perturbador que la
presencia del antiguo patrn tiene en una nueva organizacin campesina, introduciendo
elementos de continuidad en el marco cultural de los campesinos que atentan contra la nueva
estructura a crear y los valores que esta requiere. Gf. op. cit., pg. 103.
20
No cabe la menor duda de que para hacer un proceso ms intenso, ms significativo, tendra
que operarse por zonas; esta facultad estaba contemplada curiosamente en la ley anterior, en la
15.020, pero en esos momentos no tena ninguna significacin, puesto: que no haba realmente la
decisin de aplicar esa facultad. Cf. Jacques Chonchol, Exposicin del ministro de
Agricultura.. .op. cit., pg. 2.

146

:casos de los complejos agroindustriales algodoneros en la Comarca Lagunera o


de la cooperativa de participacin estatal :que opera el complejo azucarero de
Zacatepec en Mxico), o promoviendo formas superiores de integracin tanto a
nivel agrcola (fundos colonos satlites o sembradores en los complejos
azucareros de Cuba y Per) como a nivel industrial (industrias primaria,
secundaria y terciaria).
3. El esquema de la integracin a nivel regional por medio de estructuras como la
empresa campesina regional en Chile, la Central de Cooperativas y de Sais 21 en
un valle interandino de la Sierra peruana o de la Zona de Desarrollo Agropecuario
en Cuba. Por medio de la aplicacin de este modelo poltico, se ha perseguido no
solo la, aceleracin del proceso de reforma agraria -imprimindole el carcter de
operacin rpida, drstica, coherente y masiva- sino tambin la inmediata
superacin del esquema de uso de los recursos caractersticos de una estructura
latifundista-minifundista.
Este ltimo esquema abre una nueva perspectiva al proceso de cambio estructural
en Amrica latina, en cuanto lo hace coherente, continuo, acelerado y masivo, y en
cuanto ajusta o integra tres procesos que se haban producido desarticulada y
desigualmente: el de cambio en la tenencia de la tierra, el de cambio en el
esquema global de utilizacin de los recursos humanos, fsicos, tecnolgicos y
financieros y el de cambio en la estructura de las relaciones sociales, a nivel de
sector agrario o a nivel nacional.

Los sistemas de empresa derivados de la reforma agraria


La concepcin empresarial en las reformas agrarias
El hecho de que las primeras reformas agrarias profundas y drsticas se hayan
efectuado en pases con extrema concentracin de la propiedad sobre la tierra,
intensa presin campesina y predominio de los tipos hispano-coloniales de
hacienda de colonato explica histricamente la orientacin inicial de la reforma
como una operacin eminentemente redistribucionista de la tierra, la concepcin
del cambio agrcola como un proceso de modernizacin social y tecnolgica del
latifundio y la nocin -tpicamente liberal y positivista- de que la simple integracin
de los adjudicatarios minifundistas a una economa de mercado los transformara,
por efecto inducido, en empresarios agrcolas. En la primera reforma agraria
mexicana -as como en la de Bolivia- se advierte la carencia de una concepcin
estructural del sistema de empresa y la orientacin preferente hacia operaciones
de modernizacin del latifundio por va de la distribucin de tierras excedentes, la
proscripcin de las formas seoriales de explotacin indirecta de la tierra, el
establecimiento de un mercado capitalista del trabajo y la apertura hacia nuevas
21

La Sociedad Agrcola de Inters Social es una forma mixta o pre-cooperativa, semejante al


asentamiento campesino chileno o a las empresas comunitarias utilizadas en el modelo
colombiano de reforma agraria marginal.

147

formas de inversin: Este tipo le objetivos hizo posible la inafectabilidad del


latifundio al ser declarado empresa agrcola --en el contradictorio proceso le
Bolivia-, y el nico tipo nuevo de empresa que surgi :como efecto indirecto de la
reforma agraria fue el latifundio le plantacin en los llanos tropicales del Oriente.
La naturaleza revolucionaria de los procesos de cambio en Mxico y en Bolivia
-as como la falta de antecedentes metodolgicos y polticos acerca de la reforma
agraria- explica que esta se haya orientado ms, en sus fases iniciales, hacia la
abolicin le las relaciones serviles de trabajo que hacia la constitucin le una
nueva estructura agraria. En el caso de Mxico, solo en el ciclo de la dcada del
treinta pudo ganarse una perspectiva global de los cambios estructurales y, en
consecuencia, definirse tanto una estrategia nacional de desarrollo como una
estructura sustitutiva del sistema tradicional de latifundio. En este ciclo cuando se
definen -como efecto de la maduracin poltica de las fuerzas sociales movilizadas
y expresadas en el nuevo tipo de Estado nacional- los dos elementos claves en la
estrategia nacional de desarrollo: la reforma agraria fundamentada en la
concepcin de una estructura: ejidal-cooperativa y la nacionalizacin del petrleo
apoyada en una nueva concepcin sobre el uso de los recursos estratgicos. En la
experiencia de Mxico,22 la nacionalizacin del petrleo obr como una fuerza
impulsora y motora del proceso de industrializacin, tanto porque sent las bases
materiales para la creacin e integracin de un verdadero sistema nacional de
mercado (por medio de una infraestructura fsica le comunicacin interior) como
porque asign al Estado la mxima responsabilidad en la conduccin del
crecimiento econmico. La concentracin de cuantiosos recursos de inversin en
manos del Estado estimul su adaptacin institucional y operacional a las nuevas
exigencias de gestin y de conduccin econmicas, operando como una
estructura su- interior de redistribucin de recursos tecnolgicos y financieros en
apoyo de la reforma agraria y de la naciente industria manufacturera. La
nacionalizacin del petrleo llev a una inmediata superacin de la fisonoma
puramente agrarista o campesina de la revolucin mexicana y cre las
condiciones del desarrollo. Es dentro de este contexto que debe analizarse
crticamente la posibilidad de que el cambio en la tenencia de la tierra se
transformase en una operacin estructural (sustitucin no solo de la antigua
hacienda de peones acasilIados sino tambin de los diversos tipos modernizados
de latifundio) y de que el nuevo sistema de empresa se definiese de acuerdo con
los marcos de un nuevo concepto del desarrollo agrcola.
El problema referente a la constitucin de un nuevo sistema de empresa no puede
ser dilucidado como una abstracta cuestin de preferencias tericas o ideolgicas
23
sino como efecto de un proceso de afinamiento, maduracin e integracin de las
22

Antonio Garca, Nacionalizacin y reforma agraria en Amrica atina: un esquema estratgico de


desarrollo, Comercio Exterior, Mxico, n 7, 1971, pg. 609.
23
Puesto que nadie sabe cmo va a ser la sociedad latinoamericana del futuro, las preferencias
sobre el sistema de tenencia "ideal" se basan ms en preferencias doctrinarias, ideolgicas y
emocionales que en consideraciones econmicas. Los sistemas cooperativos, comunal y
corporativo tienen defensores elocuentes en Amrica latina, pero el sistema de tenencia modelo
que los reformistas proponen con mayor frecuencia es la propiedad familiar operada por el
propietario. af. Tierras y hombres en Latinoamrica, Washington: Informe Regional del CIDA, pg.
154. En realidad, este tipo de preferencias no son un simple efecto de inclinaciones ideolgicas o
emocionales, sino expresiones de las estructuras de dominacin y dependencia. El modelo de la

148

fuerzas sociales que protagonizan las grandes transformaciones histricas. De all


que, en el caso de Mxico, la nueva y audaz concepcin de una estructura ejidalcooperativa como nuevo sistema de empresa y como soporte fundamental de la
nueva estructura agraria solo pudiese articularse cuando el proceso de cambios
globales y la conciencia social llegaron a su ms alto nivel histrico y pudieron
proyectarse poltica- mente en el aparato del Estado. Es en este ciclo cuando se
define histricamente el papel del nuevo sistema de empresa como mecanismo de
enlace entre el cambio en la tenencia de la tierra y el desarrollo agrcola. Lo que
ocurre posteriormente es que se rectifica este rumbo estratgico del proceso y la
reforma agraria deja de apoyarse en un sistema ejidal-cooperativo, sustituyndolo
por un modelo capitalista de empresa granjera. El ncleo del moderno problema
agrario mexicano radica no tanto en la apertura liberal hacia una economa
granjera -dentro del contexto general de un sistema capita- lista de mercado-- sino
en el desmantelamiento de la estructura ejidal-cooperativa y en su inevitable
transformacin en un sector marginal o deprimido de la moderna estructura
agraria.
Ha sido necesario, entonces, un largo y difcil proceso de transformacin de la
naturaleza de la reforma agraria -dentro del contexto general de los cambios
globales y de la estrategia de desarrollo-- para explicar cmo se ha producido la
superacin de los esquemas primarios de redistribucin de tierras marginales de
los latifundios o de fraccionamiento de unidades agroindustriales de explotacin
(como ocurri en las haciendas cerealeras del Bajo de Guanajuato o en las
haciendas henequeneras de Yucatn, en Mxico), as como de las concepciones
mecanicistas acerca de la incorporacin automtica de los adjudicatarios de tierras
a la economa de mercado y acerca de la transformacin de los propietarios en
empresarios como efecto inducido y mecnico del proceso. En algunas de las
reformas agrarias estructurales se ha partido de la hiptesis de que el simple
desmantelamiento del latifundio de colonato, y la consiguiente eliminacin de las
relaciones seoriales de dependencia, conllevaba necesariamente una
incorporacin automtica de los campesinos a la economa de mercado y una
inevitable integracin del sector agropecuario al sistema nacional de mercado.
Aun en reformas agrarias como las de Mxico y Bolivia -en sus etapas actualesse concibe el sistema de mercado como el mecanismo por medio del cual podr
lograrse una adecuada distribucin de recursos tecnolgicos y financieros al nivel
de ejidos y comunidades minifundistas. Esta concepcin mecanicista y
estereotipada proyecta la naturaleza del modelo liberal-capitalista adoptado, y
explica los modernos problemas de desempleo, marginalidad social y
concentracin de la propiedad, el poder y los ingresos, as como la dbil o ninguna
preocupacin poltica por constituir un sistema estatal o por reconstruir el sistema
ejidal-cooperativo.
empresa familiar -propiedad familiar operada por el propietario-- es el que corresponde a las lneas
ideolgicas de la Alianza para el Progreso y el que caracteriza a los diversos tipos de reforma
agraria marginal y convencional. El modelo de la empresa familiar o de la economa granjera, no
solo responde a la necesidad de ampliacin de las bases de sustentacin econmica y social de la
estructura latifundista, sino que proyecta una relacin de dependencia, intentando reproducir en
Amrica latina las formas agrarias de la nacin metropolitana adoptadas como arquetpicas.

149

En estos fenmenos se expresa y proyecta el desequilibrio estructural de la


moderna economa agraria mexicana, debilitando las posibilidades de transformar
la reforma agraria en una revolucin agrcola y demostrando que el proceso de
cambios no puede desarticularse de la estrategia general de desarrollo. Dentro de
este contexto, se aplican de nuevo ciertas reglas caractersticas de los pases en
los que la modernizacin tecnolgica se ha utilizado como mtodo de postergacin
del cambio estructural: que los aumentos experimentados en la produccin
-agropecuaria se concentran en un nmero relativamente pequeo de empresas
agrcolas24 o que los modelos tecnolgicos que expresan una creciente
dependencia se orientan -como en la metrpoli- en el sentido de sustituir trabajo
por mquinas y otros insumos industriales.
El grupo de explotaciones privadas mayores de 5 hectreas, que constituye en
Mxico alrededor del 12 % del total de predios, aport el 73 % de todo el
incremento de la produccin agropecuaria, absorbiendo solamente el 7 % del
aumento de la fuerza agrcola de trabajo.25
Desde una perspectiva de desarrollo, un nuevo sistema de empresa no puede
definirse slo como una organizacin para el uso de recursos -dentro de los
conceptos de maximizacin que caracterizan a la economa de mercado-- sino
como una estructura capaz de integrarse a un proceso global de cambios, de
canalizar y administrar recursos asistenciales del Estado, de contribuir al
financiamiento pblico y de responder adecuadamente a las exigencias y
presiones del desarrollo nacional. De ah que la nocin estructural del sistema de
empresa derivado de la reforma agraria implique la integracin progresiva de tres
grandes lneas operacional es:
1. La relacionada con la gestin econmica, la participacin campesina, la
naturaleza de las relaciones sociales, los modelos de tecnologa y de uso de los
recursos fsicos, humanos, culturales y de ahorro disponibles dentro de los marcos
de la estructura.
2. La articulada con las agencias o servicios estatales de planificacin, de
regulacin, de -asignacin de recursos, de redistribucin de la propiedad y de los
ingresos y de transferencia -por medio de los diversos canales de la organizacin
poltica e institucional- de recursos tecnolgicos y financieros originados en la
sociedad nacional o en el sistema de relaciones internacionales de intercambio.
3. La relacionada con la compleja estructura de industrializacin, comercializacin
y financiamiento, correspondiente al sistema nacional o al sistema de relaciones
internacionales de intercambio.
Este enfoque del nuevo sistema de empresa slo ha sido posible dentro de los
modelos ms evolucionados o sofisticados de reforma agraria estructural, en
cuanto no solo comprenden los cambios en la tenencia de la tierra sino que se
extienden a todo el sistema de interrelaciones econmicas dentro del sector
24

Solon Barraclough y Jacobo Schatan, Poltica tecnolgica y desarrollo agrcola, Cuadernos de


la Realidad Nacional, Santiago de Chile: Universidad Catlica, n 5, 1970, pg. 96.
25
Salomn Eckstein, El marco macroecon6mico del problema agrario mexicano, Santiago de Chile:
CIDA, trabajo n 11, 1969.

150

agropecuario o entre el sector agropecuario y el resto de la organizacin poltica y


social.26
Una de las ms graves e insalvables fallas de las reformas agrarias de tipo
convencional o marginal en Amrica latina radica en que no proyectan los modelos
de empresa familiar o de empresa campesina de acuerdo con las condiciones del
sistema de relaciones internacionales de intercambio o con las exigencias globales
de desarrollo. La utilizacin de dichos modelos no conlleva ninguna posibilidad de
modificar las condiciones estructurales de la dependencia externa, ya que ellos no
toman en cuenta el hecho fundamental que caracteriza el sistema de relaciones
centro-periferia: las economas exporta- doras de artculos primarios se mueven
en un mbito internacional absolutamente desfavorable, que les impide convertirse
en fuerzas motoras del desarrollo. Ha dejado de funcionar el esquema clsico de
la divisi6n internacional del trabajo que hizo creer a los pases latinoamericanos
que era una ventaja comparativa exportar productos primarios a cambio de
manufacturas industriales y tecnologas, en razn de que la revolucin agrcola
-efectuada en la segunda posguerra mundial- ha transformado a Estados Unidos y
a los grandes pases industriales en los mayores exportadores de productos
primarios al mercado mundial, sin que los pases atrasados se hayan
transformado en exportadores significativos de manufacturas industriales. Los
tipos de crecimiento agrcola y de industrializacin correspondientes a este
sistema de relaciones internacionales de intercambio no estn conformados para
desencadenar el desarrollo econmico y social de Amrica latina sino para
promover las nuevas formas del capitalismo dependiente. La experiencia -histrica
del Tercer Mundo ha demostrado que los trminos desarrollo y dependencia son
antitticos y excluyentes, aun adoptando el modelo desarrollista de la colonia
prspera.
Si bien las exportaciones latinoamericanas dependen del sector agropecuario y
extractivo, este sector slo se beneficia dbilmente de la importacin de bienes de
capital y tecnologas (ya que la mayor proporcin corresponde a insumos
destinados a la industria manufacturera, caracterizados por su elevada densidad
de valor) y los que importa son aquellos que producen los pases industriales para
su propia agricultura y de acuerdo con sus modelos polticos y tecnolgicos de
desarrollo.27 Por este conducto, la agricultura latinoamericana se ha modernizado
en falso, se ha profundizado la brecha entre las grandes unidades comerciales y el
enorme aluvin de las economas de subsistencia, haciendo ms intolerante y
restrictiva la estructura del empleo rural y ms acentuadas las relaciones de
dependencia entre la metrpoli y las naciones satelizadas. Este tipo de
modernizacin tecnolgica -observable en los ms altos estratos del campo
latinoamericano- no tiende esencialmente a responder a las exigencias
26

En la sociedad moderna y en la agricultura moderna, la reforma agraria no termina en la puerta


de los predios. Cada vez ms, la agricultura depende de lo que recibe del resto de los sectores
nacionales e internacionales, fundamentalmente de los sectores Industriales en materia de
maquinaria, combustibles, fertilizantes, productos qumicos de control de plagas y enfermedades,
etc. Por otro lado, cada vez ms la produccin agrcola tiene que ser vendida en mercados
externos, bien sea de tipo nacional, urbano o bien de tipo internacional:.. Cf. Exposicin del jefe...
, op. cit., pg. 5.
27
Ernest Feder, La crisis agraria del Tercer Mundo, en Investigacin Econmica, Mxico: UNAM,
1967.

151

estratgicas del desarrollo, sino a elevar la tasa de utilidades netas de los grandes
propietarios y a reducir, drsticamente, la presin laboral del campesinado o del
proletariado agrcola. Esa presin ha sido efecto no solo de la aceleracin de las
tasas de incremento de la poblacin activa rural (pese a las emigraciones
torrenciales campesinas hacia las economas urbanas, en procura de empleo y de
escalas de ascenso social), sino tambin de la movilizacin del campesinado
-promovida, directa o indirectamente, por los esquemas populistas del Estado
representativo- y de la equiparacin jurdica de los salarios urbanos y rurales, por
lo menos en pases europeizados del cono sur como Argentina y Chile. A partir de
esta coyuntura histrica, se ha producido un importante cambio cualitativo en la
relacin poltica de fuerzas sociales, al promoverse la ruptura de la inmersin
campesina y del riguroso control latifundista sobre el mercado rural del trabajo
(colonato y aparceras tradicionales) y al estimularse un tipo de movilizacin del
campesinado que ha condicionado, en ltima instancia, las nuevas exigencias de
participacin econmica y poltica.
Este conjunto de fenmenos explica la orientacin de tres modelos de reforma
agraria estructural -Cuba, Chile y Per- en lo que se refiere a la concepcin de un
nuevo sistema de empresa -estatal, cooperativa, autogestionaria, etc.- que
instrumente las exigencias estratgicas del desarrollo, que se fundamente en la
participacin del campesinado en la propiedad social y en la gestin econmica,
que se ajuste a las condiciones del sistema de relaciones internacionales de
intercambio (nocin pluralista del mercado mundial) y que se apoye en una
metodologa de planificacin agrcola a nivel de sector, de regiones y de unidades
de base. Dentro de este esquema, lo fundamental es la concepcin estructural del
sistema de empresa -punto de partida de un nuevo esquema de uso de los
recursos fsicos y humanos-, sea que el papel fundamental se asigne a la empresa
de Estado, como en Cuba, a la empresa campesina regional, como en Chile, o a
las cooperativas de produccin que operan complejos agroindustriales, a las
empresas campesinas o a las estructuras cooperativas de segundo grado, como
en el esquema peruano.
Los sistemas de empresa y la instrumentacin del cambio agrcola
El problema de la constitucin de un nuevo sistema de empresa no se debe
analizar como una cuestin de sustitucin de unidades latifundistas aisladas -a
nivel local o microeconmico-- sino como uno de los temas centrales de la reforma
agraria o, ms exactamente, de una estrategia nacional de desarrollo.
La pretensin de llegar a sustituir la estructura latifundista-minifundista por una
constelacin de unidades reformadas que funcionan insularmente y que carecen
de la vertebracin necesaria para constituirse en un nuevo sistema de economa
empresarial revela el hecho fundamental de que aun en los pases que han
acometido reformas agrarias estructurales, no se ha llegado -como en Bolivia- o se
ha perdido -como en Mxico-- la concepcin estructural acerca del sistema de
empresa capaz de instrumentar el nuevo esquema de desarrollo agrcola.
Obviamente, ese nuevo esquema tiene que apoyarse en un objetivo de plena,
racional e intensiva utilizacin de los recursos disponibles -pero especialmente de
152

los recursos fsicos y humanos-- dentro de los marcos de una estrategia global de
desarrollo. Carece de validez histrica la nocin sobre la que descansan las
reformas agrarias marginales y convencionales: que es posible el cambio de
estructura como una operacin de pequeas adiciones, por medio de una
afectacin parsimoniosa predio por predio, en unidades geogrficamente
discontinuas y encerrando las nuevas unidades en los lmites fsicos de los
antiguos latifundios. En esto consiste la falla insalvable de experiencias tan
valiosas como los asentamientos campesinos, en Chile, o las empresas
comunitarias, en algunos pases de Amrica Central y del Caribe. El caso de los
asentamientos campesinos en Chile ha demostrado que no solo quedan
encerrados en los linderos de los antiguos latifundios -coexistiendo con ellos-- sino
que reproducen su imagen empresarial y patronal (ya que no conocen otro
universo visible) y deben operar en una estructura de comercializacin y
financiamiento que les es adversa y que permanece bajo el control, directo o
indirecto, de los grandes propietarios de la tierra. 28 La elevacin de ingresos en el
tipo de colonias agrcolas organizadas en aplicacin del esquema chileno de
reforma agraria marginal (gobiernos liberales y populistas de la dcada del
cincuenta) no fue consecuencia de su diseo (institucionalizacin del cuadro
caracterstico del fundo de inquilinaje en el Valle Central, fundamentado en
parceleros-huerteros-aparceros y peones afuerinos), sino efecto de la introduccin
de cultivos industriales de elevada productividad, estimulados por la instalacin de
una industria estatal de azcar de remolacha. Esta experiencia no solo revela la
importancia decisiva de la actividad econmica del Estado -en la industrializacin y
comercializacin de la produccin agropecuaria- sino la tendencia, en las zonas
reformadas, a reproducir los tipos tradicionales de empresa agrcola. Lo que se
pretende, en suma, dentro de este modelo, no es crear un nuevo sistema de
empresa de acuerdo con objetivos estratgicos de desarrollo, sino multiplicar y
modernizar el sistema tradicional de empresa agropecuaria. Con este objetivo
simplemente modernizante coinciden los modelos inspirados en la Alianza para el
Progreso. El resultado econmico de las polticas convencionales de reforma
agraria y de cambio agrcola ha sido, en Chile, que la estructura ha resultado cada
vez ms incapaz de responder a la presin nacional sobre la tierra: 29sin haber
aumentado la capacidad exportadora a ms de 30 millones de dlares, deben
importarse 300 millones de dlares en productos agropecuarios para asegurar el
abastecimiento del mercado interno. 30 El asentamiento campesino signific un
paso adelante en relacin a la colonia agrcola (desde el punto de vista del empleo
de recursos fsicos y humanos), pero qued, como todo el modelo de reforma
agraria, absolutamente al margen de los grandes problemas estructurales. La
experiencia de Mxico es, en este sentido, la ms extensa y valiosa, porque
demuestra que --en el ciclo de la apertura industrialista y burguesa iniciado en la
segunda posguerra-, si bien se cre una agricultura moderna apoyada en una
28

Jorge Echenique, op. cit., pg. 108.

29

Reforma agraria, en Antonio Garca, Economa empresarial en Amrica latina, Santiago de


Chile: Editorial Universitaria, 1967, pg. 29.
30
Jacques Chonchol, Exposicin del jefe.. ., op. cit., pg. 3

153

empresa capitalista de tipo granjero (producto de las polticas del Estado en


materia de infraestructura de riego, de transferencia masiva de recursos de
tecnologa y financia- miento, de constitucin de un moderno sistema de canales
de comercializacin interna y externa), permiti la regresin de las comunidades
ejidales a la condicin de marginalidad, no enfrent el enorme problema de las
zonas de minifundio y toler la rpida propagacin del peonaje sin tierra. Esto
quiere decir que para ms de las tres cuartas partes de la poblacin activa rural
mexicana no ha operado la reforma agraria, ni como cambio en la tenencia de la
tierra, ni como cambio en el sistema empresarial, ni como apertura a las modernas
formas del sistema nacional de mercado. Otra vez se ha planteado un problema
de transformacin estructural, no solo en el sentido de eliminacin de las nuevas
formas de concentracin latifundista de tenencia de la tierra (aun dentro de las
comunidades ejidales y aun dentro de los circuitos de riego), sino tambin en el de
formacin de una estructura que integre, enrgicamente, el vasto sector ejidal,
comunal y minifundista. Despus de 50 aos de reparto agrario, en 1960 (en
relacin a la superficie total explotada, privada y ejidal) el 49,4% de los predios
dispona slo del 11,7% de la superficie de labor (extensin media de 2,1
hectreas por predio), y al 0,08 % de los predios -en el otro extremo de la escalacorresponda el 20,4 % de esa superficie, con una extensin media de 2.279
hectreas. En el sector de propiedad privada, el 77,3 % de los predios apenas
operaba el 10,8 % de la superficie de labor, mientras el 0,45 % operaba con ms
del 42 %. En el rea de los Distritos de Riego, en 1961-62, el 3,2 % de los
usuarios controlaba el 33,2 % del total de la superficie regada. Dentro de los
marcos de esta desarticulada estructura agraria, se explica que, si bien entre 1950
y 1960 el producto bruto agropecuario se increment a la elevada tasa de 5,3 % y
la productividad media por hombre ocupado a la de 4 % anual -bastante
excepcionales en trminos latinoamericanos-, fue el grupo de explotaciones
privadas mayores de 5 hectreas -que constituye alrededor del 12 % del total de
predios- el que aport el 73 % de todo el incremento de la produccin
agropecuaria, absorbiendo slo el 7 % del aumento de la fuerza de trabajo
agrcola.31 Pero mientras la productividad por persona ocupada se increment a la
tasa de 7 % en los predios privados mayores de 5 hectreas, entre 1950 y 1960,
en el sector ejidal apenas alcanz a 1,1 % y en el minifundista registr una tasa
negativa, -1,7 %, en el mismo perodo. La participacin de los minifundios privados
(para diferenciarlos de los correspondientes al sector ejidal) en la generacin del
producto agropecuario, descendi del 10 al 7 % entre 1950 y 1960, no obstante
que este sector debi absorber el 40 % del incremento de la fuerza de trabajo.
Este dislocamiento estructural se ha proyectado en el fenmeno de que mientras
en el sector de agricultura privada con mayores recursos de modernizacin
tecnolgica (predios mayores de 5 hectreas, a los que correspondieron dos
tercios del incremento de capital), se ha elevado la ocupacin de 127 a 198
jornadas por persona ocupada, entre 1950 y 1960, en el sector ejidal disminuy de
108 a 104 el nmero de jornadas por persona ocupada y en el rea de minifundios
privados descendi de 48 a 36 jornadas, en el mismo perodo. 32 El efecto de este
proceso de concentracin de recursos en el rea de la economa capitalista
31

Salomn Eckstein, op. cit.; Solon Barraclough y Jacobo Schatan, op. cit., pg. 96.

154

granjera y de atraso creciente en el sector ejidal y minifundista se ha expresado en


el hecho de que, en 1962,33 el 26,4 % de las personas reciba solo el 8,4 % del
ingreso agrcola, en tanto que el 8,4 % participaba en el 34,3 % de ese ingreso.
Este anlisis revela el hecho de que --en la fase de aplicacin de un modelo liberal
y capitalista de reforma agraria- Mxico perdi la perspectiva global del problema y
se limit6 a fortalecer el sistema de empresa correspondiente al nuevo modelo
ideolgico. Ni los ejidos ni las comunidades tradicionales ni las zonas de
minifundio obtuvieron los recursos asistenciales para organizarse como un sistema
cooperativo de empresa; tampoco se logr definir el proyecto poltico de conformar
un sistema de haciendas del Estado.
En lneas tan valiosas y excepcionales como la de la cooperativa de participacin
estatal, no lleg a constituirse un nuevo sistema de empresa agroindustrial
fundamentado en la asociacin de Estado, ejidatarios y obreros -en razn de la
concentracin del poder decisorio en manos de los agentes estatales, de la
carencia de participacin campesina en la gestin econ6mica, de la renuencia a
organizar los ejidos como cooperativas de produccin y de la falta de integracin
obrero-campesina-, conformndose un tipo de constelacin social cuyo centro es
la estructura industrial (ingenio azucarero e industrias secundarias, de propiedad
estatal) y cuyas zonas satelizadas son los ejidos productores de caa. La carencia
de una organizacin empresarial de los ejidos -no solo a nivel de unidades sino de
estructuras locales o regionales- ha impuesto su transformacin en abastecedores
de- pendientes de materias primas a los grandes ingenios priva- dos, en zonas
caeras del Noroeste o de Puebla, desempeando papel semejante al de los
fundos colonos o satlites en la estructura de la economa azucarera de Cuba
antes de 1959, o de Per antes de 1969.
Dentro del marco de las reformas agrarias estructurales, se han definido
histricamente seis sistemas de empresa, que exponemos a continuacin:
1. El sistema de empresa estatal, ya sea que este desempee el papel clave en la
estrategia de desarrollo, como en el modelo cubano, o que se limite a operar cierto
tipo de complejos agroindustriales, forestales o ganaderos, como en el modelo de
Chile.
2. El sistema de empresa ejidal-cooperativa, correspondiente a la segunda
reforma agraria mexicana y que lleg a su apogeo en las zonas de riego, en la
operacin de complejos agroindustriales y en la formacin de estructuras
regionales de integracin del tipo de las Uniones Centrales de Sociedades
Locales o de las Sociedades Regionales de Inters Colectivo Agrcola. 34
3. El sistema de empresa cooperativa de participacin estatal, como en el modelo
peruano de cooperativa de produccin caera-azucarera.
32

Mxico: una hiptesis sobre evolucin del desempleo agrcola entre 1950 y 1960 por tipos de
predio; Salomn Eckstein, op. cit., Solon Barraclough y Jacobo Schatan, op. cit., pg. 98.
33
Carlos Tello, La tenencia de la tierra en Mxico, Mxico: Instituto de Investigaciones Sociales de
la UNAM, 1968.
34
Salomn Eckstein, El ejido colectivo la reforma agraria en Mxico, Mxico: Fondo de Cultura
Econmica, 1966, pg. 122.

155

4. El sistema de empresa campesina regional, como en el modelo socialista


chileno destinado a instrumentar una poltica de reforma agraria por regiones o
zonas de desarrollo.
5. El sistema de empresa capitalista granjera, tal como se configura en la tercera
reforma agraria mexicana y tal como se define en los modelos chileno y
venezolano de reforma agraria convencional.
6. El sistema de pequea empresa agrcola cooperativizada para la operacin de
servicios de mecanizacin o para la captacin de recursos tecnolgico-financieros
del Estado.
En realidad, la empresa familiar que aparece en los primeros ciclos de algunas
reformas agrarias estructurales, o que acompaa a modelos liberales como el
mexicano de la empresa granjera, no alcanza a constituirse en un sistema, ni
siquiera a integrarse a nivel regional, ni a desempear una funcin significativa en
el proceso de cambio agrcola. En ciertos modelos de reformas agrarias
convencionales, la organizacin de empresas familiares en cooperativas de
servicios (crdito, abastecimiento, comercializacin, etc.) no las preserva del
enorme riesgo de la fragmentacin minifundista y, en la mayora de los casos
(como ha ocurrido en los modelos chileno y venezolano de reforma convencional),
su papel se limita a la captacin de recursos asistenciales del Estado. El hecho de
que en la constitucin de ese tipo de empresa se hayan tomado los estereotipos
de la sociedad tradicional o los esquemas ideolgicos exportados por la nacin
metropolitana explica sus ms graves e insalvables limitaciones y su incapacidad
de operar como un sistema de empresa realmente equipada para la movilizacin
productiva de la fuerza fa- miliar de trabajo. Paradjicamente, solo dentro del
modelo socialista de Cuba se conforma como un sistema la pequea empresa
agrcola (entre el mnimo vital y 67 hectreas), operando la cooperativa de
servicios como mecanismo de enlace con las estructuras estatales de
industrializacin, comercializacin y financiamiento.
En el modelo de Cuba, el sistema de empresa estatal opera siete dcimas partes
de la tierra agrcola y sirve de soporte institucional a la estrategia de planificacin
global del des- arrollo. El actual esquema se fundamenta en el acelerado y
sistemtico proceso de utilizacin intensiva y planificada de los recursos
agropecuarios -particularmente del azcar-, con el objeto de utilizar su excedente
econmico en el financiamiento de la industrializacin y los cambios sociales. Se
ha superado as el primer esquema de desarrollo, orientado hacia la promocin de
un crecimiento industrial rpido y autosuficiente. 35
La validez de este sistema de empresa estatal depender tanto del afinamiento de
las tcnicas de planificacin global, sectorial y regional, como de la participacin
que se asigne a los trabajadores en la gestin econmica. Es por medio de esos
procesos de descentralizacin de la planificacin agrcola y de participacin
sindical de los trabajadores como ir aminorndose la rigidez caracterstica de un
sistema de empresa altamente centralizado y que va conformndose de acuerdo
35

Brian H. Pollit, Problemas de empleo y desarrollo econmico en Cuba, Comercio Exterior,


Mxico, n 5, mayo de 1971, pg. 417.

156

con ciertas lneas verticales de autoridad y de operacin. Es evidente que la


transformacin de las cooperativas caeras y ganaderas en granjas o haciendas
de Estado le evit a la reforma agraria cubana el doble riesgo de la estratificacin
social de las cooperativas (cooperativas ricas y cooperativas pobres) y la
concentracin de un desproporcionado potencial de recursos en manos de un
pequeo grupo de trabajadores, retardando el proceso de cambio agrcola y
social. Por otra parte, el proletariado de los complejos agroindustriales ha revelado
mayor inters en la transformacin de sus condiciones de vida como poblacin
asalariada que en la adquisicin de la tierra a travs de cooperativas de
produccin.
La organizacin de una estructura agraria de dos sectores --el estatal y el de
pequeas empresas agrcolas cooperativizadas- le ha asegurado a Cuba la
posibilidad real de planificar su desarrollo, la total o casi total sustitucin del esquema tradicional de uso de los recursos fsicos de tierra y agua (de acuerdo con
unidades regionales y no con el antiguo alinderamiento de los predios) y la
eliminacin absoluta de uno de los problemas caractersticos de las economas de
plantacin sujetas a las normas del enclave colonial: la desocupacin estacional
de cerca del 20 % de la fuerza rural de trabajo. De la desocupacin estacional se
ha pasado rpidamente a la escasez de brazos en el sector agropecuario, como
efecto de la intensa transferencia de mano de obra en la direccin agriculturaservicios-industria manufacturera que caracteriz el primer esquema de desarrollo
y de la emigracin originada en la constante elevacin del nivel cultural de las
nuevas promociones campesinas. La drstica reduccin de mano de obra
campesina, de la especializada en trabajos como el corte de caa, ha impuesto la
necesidad de la mecanizacin de este tipo particular de faenas agrcolas para las
que no existe maquinaria de eficacia comprobada en el ahorro de mano de obra. 36
La crisis de brazos se ha enfrentado por medio de la mecanizacin de ciertas
faenas agropecuarias, de la ampliacin de las inversiones tecnolgicas o de la
utilizacin masiva de una fuerza voluntaria de trabajo, estimulada con incentivos
ideolgicos y morales, pero con una productividad significativamente menor que la
de los asalariados profesionales.37
En el modelo socialista de Chile, el sistema de empresas estatales se proyecta en
una doble lnea operacional: la de control vertical de las actividades de
industrializacin y comercializacin de los productos agropecuarios y la de
operacin de complejos agroindustriales, forestales y ganaderos caracterizados
por una gran magnitud de inversin y una estructura de produccin en gran
escala.
Los casos ms significativos son el complejo forestal de Panguipulli, donde la
CORA ha expropiado 21 fundos forestales con 260.000 hectreas que constituyen
la reserva de bosque natural ms importante de Chile y que ya han sido
36

En el caso de cultivos tropicales como el caf, las frutas, el tabaco, la caa de azcar, los
problemas tcnicos de la mecanizacin son de notable envergadura, especialmente en razn de
que sobre ellos no existe investigacin en los pases socialistas industrializados, cuyos modelos de
mecanizacin se han orientado preferentemente hacia la agricultura cerealera.
37
En 1969, se estim que solo un 10 15 % de la zafra de 1970 sera cortada por macheteros
profesionales, los que haban disminuido a menos de 100.000.

157

traspasados a la CORFO. En ellos va a montarse un gran complejo, inclusive con


una fbrica de celulosa y otra serie de industrias forestales. Tambin est el caso
de las haciendas de la Ganadera de Tierra del Fuego con 560.000 hectreas, que
fueron expropiadas el 31 de diciembre pasado y que van a mantenerse como una
empresa ganadero-industrial en manos del Estado. Finalmente los otros casos de
este tipo son fundamentalmente aquellos predios que hoy da constituyen
planteles reproductores o centros demostrativos y que son importantes como
predios de servicio para un conjunto de campesinos. 38
Estas dos lneas operacionales suponen y exigen un nuevo sistema de relaciones
intersectoriales, una sustitucin paulatina del sistema capitalista de mercado y una
transformacin del Estado como estructura bsica de las operaciones de
desarrollo econmico y social. La estructuracin de empresas verticales tiende
a organizar -por lneas de productos como los cereales, la carne, las frutas, etc.- la
industrializacin y la comercializacin al por mayor de la produccin agropecuaria,
operando, adems, como agencias del Estado en materia de precios, crditos,
distribucin de insumos industriales o de regulacin de los ingresos, al nivel de las
diversas reas empresariales. Nuestra experiencia ha sido la de que el poder
comprador del Estado en Amrica latina, por lo menos en Chile, es una defensa
que tienen los agricultores y que les permite obtener los precios oficiales que fijan
los gobiernos. La extensin de los poderes compradores del Estado a la totalidad
de la produccin agrcola de un pas es una condicin fundamental para asegurar
ciertos niveles de ingreso y de planificacin del desarrollo agropecuario. 39
El tipo de cooperativa mexicana de participacin estatal podra considerarse como
un sistema estatal de empresa, pero no orientado hacia la operacin global de un
complejo agro- industrial azucarero sino ms bien hacia el control y manejo de las
instalaciones industriales.
El sistema de empresa cooperativa de participacin estatal se fundamenta, en el
modelo peruano, en la afectacin con- junta de los complejos agroindustriales de
la Costa y en la transferencia de la propiedad sobre la tierra y sobre las
instalaciones primarias a cooperativas de produccin. La caracterstica de este
sistema de empresa cooperativa radica en la participacin del Estado no solo en la
propiedad sino en la gestin econmica, si bien se ha transferido a los
trabajadores la capacidad de decisin. El sistema afronta un doble tipo de
problemas: por una parte, la estratificacin social muy pronunciada (tcnicos,
empleados, trabajadores de ingenio y de campo) en cuanto es la que corresponde
a la antigua organizacin de los complejos agroindustriales; y por otra, la exigencia
de una estructura de integracin, a nivel de valles regados y a nivel nacional,
como mtodo de poner en prctica a corto plazo la planificacin agrcola regional,
la investigacin cientfica tecnolgica y la constitucin de un sistema nico de
comercializacin del azcar y de reservas financieras.
El sistema nico de reservas financieras tiende a crear un fondo que permita
financiar las operaciones de transformacin tecnolgica en los campos y en las
instalaciones industriales (particularmente en los complejos de ms bajos niveles
38
39

Jacques Chonchol, Exposicin del ministro de Agricultura...~, op. cit., pg. 6.


Jacques Chonchol, Exposicin del jefe.. ,, op. cit., pg. 11.

158

de productividad, como el de Cayalt) , evitar el desnivel creciente de las


cooperativas integradas en el sistema y crear las condiciones sociales y
econmicas para el funcionamiento de una estructura de autogestin. El actual
esquema peruano no solo ha superado los esquemas tradicionales y populistas de
reforma agraria sino que -al afectar la totalidad de complejos agroindustriales de la
Costa, as como los anexos y fundos satlites- ha demostrado inspirarse en una
concepcin estructural del sistema de empresa y ha creado las condiciones para
la formacin de estructuras de segundo grado que puedan, de inmediato, asumir
la responsabilidad de la planificacin en el uso de los recursos fsicos de tierra
yagua al nivel de cada valle regado. 40 Desde luego, este tipo de funciones no conllevan la necesidad del inexorable desplazamiento del Estado con el objeto de
configurar un sistema ortodoxo de cooperativas de produccin, sino la exigencia
de una apertura creciente hacia la participacin campesina y obrera en la toma de
decisiones, y tambin una clarificacin de las reglas de juego que permita -en este
tipo superior de cooperativismo de reforma agraria- la adaptacin cualitativa del
Estado a esta clase de estructuras de autogestin social o de gestin democrtica.
El desarrollo de un esquema latinoamericano de cooperativas de participacin
estatal -una vez eliminadas las pretensiones de conduccin burocrtica o
autoritaria de las cooperativas-- realizara una doble funcin histrica: por una
parte, integrar las cooperativas de reforma agraria a los rganos de planificacin
agrcola regional; por otra, dar forma a los procesos de socializacin del Estado.
Hasta ahora, el problema central en este tipo de cooperativismo -en pases, como
Mxico, sometidos a procesos revolucionarios o en pases orientados por
ideologas evolutivas y populistas, como Uruguay- ha consistido en el
comportamiento autoritario o paternalista del Estado, en cuanto este no ha
aprendido a diferenciar su papel como estructura unilateral de decisiones y como
socio de una empresa en la que las decisiones se toman democrticamente. 41
Lo esencial de una estructura empresarial como la que va configurndose en Per
es que no ha desvertebrado los complejos agroindustriales y est creando las
bases para un activo proceso de integracin y planificacin a nivel regional. La
planificacin en el uso de tierra yagua en los valles de la Costa significa una
notable superacin en el rgimen de tradicional anarqua y dilapidacin de los
recursos hdricos de una regin desrtica, y hace posible el asentamiento de las
poblaciones campesinas emigrantes de la Sierra.
En el esquema chileno de empresa campesina regional, se sustituyen de
inmediato los modelos de asentamiento campesino y de afectacin fundo por
fundo, se establece un sistema de planificacin en la base y se resuelve uno de
los problemas operacionales que ha gravitado ms negativamente en la
organizacin de un nuevo sistema empresario: el irreductible distanciamiento entre
la expropacin de los predios y la toma de posesin, punto de partida de las
nuevas operaciones de cambio agrcola.42
40

Antonio Garca, Per: Una reforma agraria radical, Comercio Exterior, Mxico, 1970. pg. 391.
Estas consideraciones se relacionan especialmente con dos tipos de cooperativas de
participacin estatal: el de Zacatepec, en Mxico, y el de CONAPROLE, en Uruguay.
42
Jacques Chonchol, Exposicin del ministro de Agricultura... , op. cit., pg. 2. La empresa
campesina regional es una denominacin genrica que comprende tanto el concepto de los
Consejos Comunales Campesinos como el de los Centros de Reforma Agraria, analizados
41

159

Dentro de este esquema, se remodelan las unidades de explotacin de acuerdo


con la potencialidad de los recursos fsicos y se proyectan las actividades
agropecuarias, artesanales o industriales de las empresas campesinas en procura
de una maximizacin del empleo de la mano de obra.
No obstante la importancia de la comunidad andina en Ecuador, Per, Bolivia,
Colombia y Chile, no ha podido tener vigencia la antigua aspiracin a constituir un
sistema de empresas comunales campesinas o a convertir las comunidades
indgenas en cooperativas. 43 Tanto el Estatuto de Comunidades Campesinas en
Per como la Ley de Reforma Agraria en Bolivia han consagrado el principio de
organizacin cooperativa de la comunidad andina, partiendo del supuesto de que
el nudo del problema consiste solo en la reactualizacin de las formas comunales
de tenencia de la tierra y en la sustitucin de los antiguos consejos por los nuevos
organismos de gestin democrtica. Es sorprendente la simplicidad de semejante
concepcin formalista de los cambios, la que parece desconocer el fenmeno de
integracin de las comunidades indgenas en la constelacin social del latifundio.
Obviamente, este tipo de comunidades -inmersas dentro de los latifundios o
integradas a su constelacin social como zonas satelizadas-- han sido permeadas
por la estructura circundante y por su sistema seorial de valores. En la
comunidad andina de Ecuador, Per o Bolivia, se ha producido una estratificacin
social que, si no ha roto an los vnculos de cohesin interna, est desgarrando el
sistema de relaciones comunales. La comunidad indgena ha quedado por lo
dems relegada a las zonas marginales de la estructura latifundista -las regiones
de refugio--,44 y ser necesario desatar sus fuerzas internas y estimular la
formacin de un nuevo sistema de valores, no simplemente para que ella adquiera
empaque de modernidad, sino para que gane la capacidad de desarrollarse desde
adentro. Lo que equivale a decir que de lo que verdaderamente se trata no es de
transformar la comunidad indgena en cooperativa (lo que resulta una formulacin
colonialista) sino de reestructurar la comunidad asentndola sobre nuevas bases
territoriales y equipndola con mecanismos de complementacin, como la
cooperativa de produccin o de servicios. En esta compleja tarea consiste la
aplicacin de la reforma agraria en el rea de las comunidades indgenas,
apoyndolas sobre un sistema cooperativo de empresa y desarrollando
plenamente los principios contenidos en sus tradiciones de ayuda mutua y servicio comunal (tequio mexicano, mincca o ayni quechua, mingaco araucana, etc.).
El fracaso de las cooperativas de comunidad indgena organizadas por el Instituto
Nacional Indigenista de Mxico, o por agencias internacionales de asistencia
tcnica en Bolivia, se explica por su orientacin paternalista y su ninguna
comprensin de los problemas estructurales de la comunidad.
En el modelo socialista de Chile, una de las formulaciones ms audaces es la
relacionada con la constitucin de la empresa campesina regional, ya que implica
una nueva concepcin de la reforma agraria y de la inmediata superacin del
anteriormente.
43
Jos Carlos Maritegui, en Siete ensayos sobre la realidad peruana, e Hildebrando Castro Pozo,
en Nuestra comunidad indgena y Del ayllu al cooperativismo socialista, han insistido en la
posibilidad de apoyar la comunidad indgena en una estructura cooperativa, empezando por la
institucionalizacin de las tradiciones de ayuda mutua y de servicio comunal.
44
Gonzalo Aguirre Beltrn, Las regiones de refugio, Mxico: Instituto nacional Indigenista

160

esquema de afectaciones fundo por fundo. La empresa campesina regional se


fundamenta en una aplicacin de la reforma agraria por regiones, en la asignacin
de la tierra a la estructura superior 45 y en la inmediata sustitucin del esquema
tradicional de uso de los recursos fsicos y humanos. Dentro de los marcos de esta
nueva concepcin, el sistema de empresa se proyecta de acuerdo con la
necesidad de utilizar intensivamente los recursos fsicos de tierra yagua y de
asentar la mayor proporcin de poblacin campesina. Se superan as los
obstculos originados en la configuracin de un asentamiento campesino
encapsulado en los lmites del antiguo fundo, limitado a operar con Un pequeo
nmero de asentados y obligado a utilizar los mtodos patronales de contratacin
de mano de obra asalariada en las pocas de siembras y cosechas. 46 Las
relaciones con las empresas verticales de Estado y con las polticas estatales de
precios agrcolas, crditos, abastecimiento de insumos industriales, etc.,
constituyen el mtodo para hacer de la empresa campesina regional la vrtebra de
un nuevo sistema empresario, capaz de asegurar la activa participacin
campesina tanto en la planificacin regional como en la planificacin de la base.
Dentro del marco de los tipos de reforma agraria convencional o marginal, no
podra decirse que la empresa capitalista granjera o la empresa familiar hayan
llegado a constituir un nuevo sistema, sino un sector modernizado del sistema
tradicional, tal como ha ocurrido en los casos de Chile o de Venezuela. El modelo
venezolano de unidad de explotacin comercial con 200 hectreas, acceso casi
ilimitado a capital, tecnologa, gestin y organizacin modernas, es tan
excepcional como la inversin exigida (tierras y bienes de capital) de 750.000
dlares; este modelo se inspira en el esquema de economa granjera de la nacin
metropolitana,47 en el que la productividad se incrementa por medio de la
sustitucin de trabajo por mquinas e insumos industriales. Si bien el problema
campesino no tiene la misma significacin ni el mismo peso que en otros pases
latinoamericanos -los andinos y centroamericanos, por ejemplo-, sin embargo,
pese a la excepcional dotacin de recursos financieros originados en el petrleo,
el modelo venezolano no ha lo- grado modificar la estructura agraria ni aminorar
las amenazadoras corrientes generadoras del desempleo.
45

El ttulo que va a otorgarse corresponde a la propiedad familiar de la casa y del huerto y el resto
de las tierras de produccin, o bien se asignar en propiedad a la cooperativa, lo que va a ser la
cosa ms normal, o en ciertos casos, que se justifiquen, sern propiedad del Estado. Reforma a
la reforma agraria, entrevista concedida por el ministro de Agricultura, Jacques Chonchol,
Santiago de Chile, VEA, 17 de diciembre de 1970.
46
Jorge Echenique, op. cit., pg. 104.
47
Por toda Amrica latina -dice Solon Barraclough- hay muchas haciendas anlogas muy
productivas, gracias a la importacin en bloque de tecnologas agrcolas modernas, que permiten
economizar mano de obra con el empleo intensivo de capital y que han tenido origen en los pases
industrializados. En Puerto Rico, la mano de obra disminuy de 214.000 a 124.000 personas entre
1950 y 1962, perodo durante el cual la produccin agrcola aument en un 27%. Estos cambios
son muy conocidos en Estados Unidos, donde el nmero de obreros agrcolas en el delta del
Mississippi disminuy desde 1940 hasta 1960 cerca del 90%, a la vez que se mantena constante
la produccin, pero las consecuencias son muy diferentes para Amrica latina, donde existen
escasas oportunidades de que los trabajadores desplazados encuentren ocupacin en las
ciudades. Gf. Problemas relativos a la ocupacin que afectan el desarrollo agrcola
latinoamericano, Boletn Mensual de Economa y Estadstica Agrcola, Roma: FAD, nOS. 7-8,
1969, pg. 2.

161

Este anlisis revela en qu medida el problema de la empresa en una reforma


agraria no se resuelve por medio de la simple constitucin y multiplicacin de
cierto tipo de unidades (estatales, cooperativas, comunales, privadas, de cualquier
naturaleza) sino por medio de la creacin de un sistema, articulado con una
estrategia global de desarrollo y capaz de modificar, en trminos inmediatos, el
esquema general de uso de los recursos fsicos y humanos, superando por medio
de la planificacin regional, y en la base, el sistema de alinderamiento fsico y de
ordenamiento institucional correspondientes a los diversos tipos de estructura
latifundista. Solo esta estructura empresarial podr redefinir los trminos de la
economa de mercado e instrumentar una revolucin agrcola (no solo rpida
transferencia de tecnologa moderna, sino capacidad de crear y adaptar tecnologa
por medio de la investigacin cientfica), transformando radicalmente por medio de
la planificacin sistemtica el esquema general y la intensidad de empleo de los
recursos fsicos y humanos. El problema tiene que situarse y definirse de nuevo
-aun para pases como Mxico-- ms all de los niveles microeconmicos y de las
concepciones liberales y formalistas de la economa de mercado, adoptando una
perspectiva global de los cambios estructurales y de la estrategia nacional de desarrollo.
Dentro de esta nueva perspectiva, no solo tendrn que refinarse y desarrollarse
los nuevos sistemas de empresa ya conformados en las reformas agrarias
estructurales, sino proyectarse otros nuevos, en el mbito regional de Amrica
latina. Ser necesario idear -dentro de estas nuevas concepciones del desarrollo-nuevos tipos de empresas multinacionales la- tinoamericanas que proyecten, a
nivel regional y mundial, el proceso de fonnacin de una nueva estructura agraria
pluralista y fundamentada en un sistema de empresas esta- tales, cooperativas,
comunales, autogestionarias y privadas. Los mecanismos por medio de los cuales
el nuevo sistema de empresa podr responder a los requerimientos de una
estrategia de desarrollo tendrn que relacionarse con las siguientes lneas
operacionales:
1. Los modelos de tecnologa.
2. Los tipos de gestin econmica y de participacin del campesinado o de los
diversos trabajadores agrcolas en la conduccin de las nuevas empresas.
3. La nueva estructura laboral, las nuevas relaciones sociales y las nuevas fondas
de distribucin del ingreso agrcola.
4. Las formas y dinmica de los procesos de integracin, al nivel de los complejos
agroindustriales, de las regiones o zonas ecolgicas, de las relaciones
intersectoriales o del sistema nacional de desarrollo.
El funcionamiento de un nuevo sistema de empresa agrcola --en los trminos
anteriormente definidos- no ha podido darse sino en aquellos ciclos de la reforma
agraria estructural caracterizados por la accin innovadora y promotora del
Estado, por la aceleracin de los procesos de integracin horizontal y vertical de
ejidos, cooperativas de produccin, empresas campesinas autogestionarias, etc., y
por el control creciente de estas estructuras de base sobre las instalaciones de
industrializacin y comercializacin de productos agropecuarios. Esto fue lo
ocurrido en Mxico durante la segunda reforma agraria, en la que la estructura
ejidal-cooperativa no solo pudo operar a nivel de complejos agroindustriales, en el
162

plano regional de las instituciones de segundo grado especializadas en el manejo


de sistemas de riego, en la elaboracin industrial y en la comercializacin de los
productos originados en las cooperativas de base (algodn, caa de azcar,
frutas, etc.), sino tambin en la captacin y distribucin regional de recursos
asistenciales del Estado. Desmantelada u hostilizada la estructura ejidalcooperativa, se obturaron sus vas propias de acceso al sistema nacional de
mercado, y aun ejidos localizados en zonas de riego -como en Izucar de
Matamoros o en Los Mochis- fueron transformndose en unidades dependientes
de una estructura privada de industrializacin, comercializacin y financiamiento.
En los modelos peruano y chileno de reforma agraria estructural, la integracin
regional es el factor que determina las nuevas condiciones de funcionamiento de
los complejos agroindustriales en los valles regados de la Costa o de las
cooperativas de produccin en los valles interandinos, as como de las empresas
campesinas regionales, rigiendo la formacin y funcionamiento del nuevo sistema
de empresa.

5. Reforma agraria o modernizacin tecnolgica?


La crisis del modelo tecnocrtico de cambio
El esquema de modernizacin tecnolgica sin cambios estructurales
El ncleo del problema de los tipos ms generalizados de reforma agraria en
Amrica latina ha consistido en la creencia de que poda enfrentarse la cuestin
del cambio estructural como si se tratase de un simple problema de multiplicacin
de propietarios -dar la tierra a quien la trabaja-, como si la creacin de nuevos
propietarios implicase su incorporacin automtica a un modelo abierto de
economa de mercado y como si los problemas de las nuevas formas de tenencia
y empresa pudiesen desarticularse de las condiciones estructurales de
funcionamiento del sistema de relaciones internacionales de intercambio o del
sistema capita- lista de mercado tal como existe en un pas atrasado y dependiente. Este tipo de problemas no poda plantearse en el Mxico de 1910, en el
que la reforma agraria y la nacionalizacin del petrleo constituyeron la puerta de
entrada hacia la industrializacin, sino en los pases en los que la industrializacin
ha debido definir el marco de los nuevos modelos de reforma agraria. El hecho de
que la industria manufacturera haya constituido el sector ms dinmico y de ms
elevada productividad de la economa latinoamericana condujo a sobrestimar la
posibilidad de que, por induccin, pudiese promoverse un proceso tal de
modernizacin tecnolgica de la estructura latifundista-minifundista que esta
pudiese desempear el papel de eficiente sustituto de la reforma agraria. Esta
ideologa de modernizacin sin cambios estructurales -o, ms estrictamente, como
163

sustituto tecnocrtico de los cambios estructurales- fue elaborndose como


expresin de los dos grandes ciclos de expansin del sector agrario exportador, en
las "dos posguerras mundiales: la dinmica originada en esos ciclos gener la
ilusin de que la introduccin regularizada de equipos, mquinas, herramientas,
fertilizantes qumicos, fungicidas, semillas mejoradas, en los ms altos estratos
latifundistas de Amrica latina, transformara cualitativamente su naturaleza y los
convertira en nuevos soportes capitalistas del desarrollo agrcola. Por otra parte,
la movilizacin poltica de las clases medias y la configuracin de ciertos tipos de
gobiernos populistas, en las zonas ms urbanizadas y europeizadas de Amrica
latina, implantaron nuevas polticas de modernizacin social, de redistribucin
limitada del ingreso agrcola y de regulacin de salarios, rentas y aparceras. Esta
ideologa desarrollista y populista formul el problema en trminos de
modernizacin tecnolgica y social de las grandes unidades latifundistas -con el
objeto de transformarlas en empresas modernas de produccin en gran escala-,
partiendo de la hiptesis de que la moderna agricultura norteamericana se
fundamenta en el constante aumento de la magnitud promedio de las unidades de
explotacin,1 as como en la constante reduccin de la fuerza de trabajo, ocupada
en el sector agropecuario. Desde luego, semejante concepcin desarticula el
problema de las magnitudes del contexto general de la estructura agraria
norteamericana, caracterizada por la integracin industria-agricultura, la constante
reestructuracin de unidades de explotacin y la correlativa disminucin del
nmero total de fincas, y por un incremento de la productividad agrcola (por
unidad de trabajo, de superficie y de capital invertido) mucho ms acelerado que el
de la productividad industrial. Esta suma de elementos expresa el carcter de la
revolucin agrcola realizada en Estados Unidos en la segunda posguerra y explica la ruptura del esquema clsico de divisin internacional del trabajo, al
transformarse la gran nacin industrial y metropolitana en la mayor exportadora al
mercado mundial de productos primarios. En los pases atrasados, la
productividad agrcola tiende a crecer a tasas ms bajas y lentas que las
correspondientes a la productividad industrial, pese a los factores que desarticulan
o frenan los procesos de industrializacin dependiente.
La ideologa de la modernizacin tecnolgica ha sido, en consecuencia, una
expresin cultural de los ciclos expansivos del sector agrario exportador y de los
perodos de auge de la industria manufacturera. En la fase ascendente de la
industrializacin argentina -cuando esta poda contribuir con la tercera parte del
producto interno bruto y transformar la imagen de la ciudad metropolitana-, las
lites desarrollistas replantearon el problema agrario como un problema de
incremento de la productividad,2 despojndolo de las connotaciones estructurales
y polticas que haban caracterizado los enunciados de reforma agraria en los
1

En realidad -dice Solon Barraclough- en 1960 menos del 2 % de la produccin agrcola total de
Estados Unidos provino de las granjas grandes, definidas como "multifamiliares", o sea, las que
emplean 10 o ms trabajadores permanentes. En Amrica latina, a menudo se han sacado
conclusiones econmicamente errneas del hecho de que las superficies promedio de las granjas
hubiera aumentado en Estados Unidos. Cf. Notas sobre la tenencia de la tierra, Santiago de Chile:
ICIRA, 1968, pg. 77.
2
En la Argentina -dice Arturo Frondizi-, el problema agrario es un problema de incremento de la
productividad. All se encuentra el sentido de cualquier postulacin de reforma agraria. Of. El
problema agrario argentino, Buenos Aires: Desarrollo, 1965, pg. 11.

164

ciclos de modernizacin institucional del Estado y de profunda influencia


ideolgica de la socialdemocracia. Otro tanto ocurri en la fase de la
industrializacin paulista en Brasil, en la que se definieron las lneas maestras de
la llamada reviso agraria. En definitiva, esta es la misma ideologa que ha
inspirado los tipos de reforma agraria proyectados de acuerdo con las normas -o
propsitos- de la Carta de Punta del Este y de la Alianza para el Progreso, a travs
de los cuales se aplic la estrategia kennedyana de promover y conducir los
cambios estructurales por medio de una asociacin estratgica entre la nacin
dominante y las clases dominantes en Amrica latina. El concepto de
modernizacin tecnolgica qued as encuadrado en una concepcin general del
des- arrollo fundamentado en la ayuda extranjera -tal como se ha expresado en el
modelo de crecimiento de Rostow-, transfiriendo capital y tecnologa desde
Estados Unidos a Amrica latina, dentro de los patrones culturales y polticas
econmicas de la nacin metropolitana.3
Los procesos de modernizacin tecnolgica iniciados a partir del primer ciclo
histrico de expansin del sector agrario exportador introdujeron significativos
cambios en la economa de la empresa, en la tecnologa agrcola, en la trama de
las relaciones sociales, en los mtodos de la comercializacin externa e interna,
en los modos de funcionamiento del mercado rural del trabajo y en las reglas de
funcionamiento poltico de las clases terratenientes, 4 pero no modificaron los
elementos que definen toda estructura latifundista-minifundista: el monopolio
selectivo sobre la tierra agrcola, la estructura de poder, la dominacin social del
campesinado, el absoluto control sobre los recursos nacionales de tecnologa y
financiamiento, la subocupacin o dilapidacin de la tierra y el agua, el creciente
desempleo de la fuerza de trabajo rural, como efecto de la conservacin de las
formas tradicionales de ganadera extensiva o de la introduccin de tcnicas
norteamericanas de mecanizacin de la agricultura. Pese a los cambios polticos y
a la presin campesina sobre la tierra, el porcentaje de familias agrcolas,
econmicamente activas, sin tierra o con aguda escasez de tierra (unidades
inferiores a 5 hectreas) flucta entre 65 % en la Argentina y ms del 80 % en la
mayora de los pases latinoamericanos. 5 Esto equivale a decir que entre siete y
nueve dcimas partes de las familias rurales viven ancladas en formas marginales
de la equvocamente llamada economa de subsistencia, y su poder adquisitivo de
manufacturas industriales no pasa de 15 dlares por ao y por habitante. ..
3

Sobre los modelos polticos de desarrollo, vase Antonio Garca, Atraso y dependencia en
Amrica latina, Buenos Aires: El Ateneo, 1972.
4

En pases como Per, han operado fenmenos polticos como el de sustitucin de las
aristocracias latifundistas de la Sierra confinadas al mbito del poder local- por la moderna
oligarqua, cuyo poder se ejerce nacionalmente y se fundamenta tanto en la plantacin azucarera
como en una diversificada lnea de inversiones comerciales, industriales y financieras. Vase Henri
Favre, El desarrollo y las formas del poder oligrquico en el Per, en Jos Matos 'Mar, ed., La
oligarqua en el Per, Buenos Aires: Instituto de Estudios Peruanos-Amorrortu editores, 1972, pgs.
71-115.
5

Solon Barraclough, op. cit., pgs. 96-97. (Datos correspondientes a 1950-60).

165

Pases

Porcentaje de
tierra agrcola en
exportaciones
menores a 5 has

Porcentaje de
Porcentaje de
familias agrcolas, poblacin rural con
econmicamente
relacin al total
activas, sin tierra o
con menos de 5
has

Argentina

0.1

64.6

32.4

Brasil

0.5

74.9

63.4

Chile

0.3

73.4

34.4

Colombia

3.3

75

52.2

Ecuador

7.2

75.4

65.8

Per

0.9

Guatemala

9.0

84.7

69.2

El Salvador

12.4

89.9

65.4

Rep. Dominicana

13.7

78.9

71.5

59.3

Modernizacin tecnolgica y capitalismo dependiente


La extrema intolerancia de esta estructura -frente a las incitaciones y exigencias
de la presin nacional sobre la tierra- revela uno de los fenmenos ms
caractersticos de las economas satelizadas y dependientes: el sistema capitalista
de mercado es incapaz de modificar las reglas de funcionamiento de esta
estructura y de provocar una redistribucin de la tierra, del ingreso rural o de los
recursos de tecnologa y de financiamiento, de acuerdo con las necesidades del
desarrollo econmico y social.
Las polticas sociales y tributarias del Estado liberal o poltico -inspiradas en las
concepciones de Keynes sobre el empleo y la redistribucin del ingreso-- tampoco
pudieron romper las leyes de hierro de la concentracin latifundista, como efecto
de la gravitacin poltica de los grandes propietarios de la tierra y de la
conservacin de una ideologa seorial acerca de la inmunidad tributaria y del
status de privilegio del latifundio. Ni por va del sistema capitalista "de mercado, ni
por va de las modernas polticas tributarias, ha sido posible el funcionamiento de
un
mecanismo
estatal
autnticamente
redistributivo.
En
pases
semiindustrializados como Chile o Colombia, el sector agropecuario -vale decir, las
estructuras latifundistas- no ha contribuido ni con el 4 % de los ingresos tributarios
del Estado. Por lo dems, no es posible econmicamente el funcionamiento de un
166

mercado capitalista de tierras en Amrica latina, si ocho dcimas partes de la


mano de obra rural tiene ingresos de no ms de 100 dlares anuales por persona
activa, y si el proceso de sobrevaluacin comercial de la tierra agrcola determina
un valor promedio de 1.000 dlares la hectrea de riego. Dentro del marco
latinoamericano de este tipo de capitalismo dependiente, la mayor demanda de
tierra no se origina en los cultivadores y empresarios potenciales -desprovistos de
capacidad compradora y atados a economlas tpicamente marginales- sino en las
sociedades de capitalizacin, constituyndose, por va de la inversin financiera,
un moderno tipo de latifundio de manos muertas. 6 Estas formas modernas de
control financiero sobre la tierra agrcola no han servido para implantar o estimar el
uso intensivo de los recursos fsicos y el rpido incremento de la productividad,
sino para disminuir la superficie realmente utilizable, para acelerar el proceso de
sobrevaluacin comercial y para obturar an ms los canales de acceso de los
campesinos a la tierra. Se unen y amalgaman as dos elementos que tipifican el
carcter de la tierra en una estructura latifundista, antigua o moderna: como
elemento de poder y dominacin social en la estructura clsica y como bien de
inversin financiera en una estructura en la que los fenmenos de urbanizacin
acelerada aportan nuevos ingredientes al proceso histrico de sobrevaluacin
comercial de la tierra agrcola.
En modo alguno tales fenmenos de expansin capitalista en las zonas rurales
podran interpretarse como un aumento de la tasa de inversin en la agricultura, o
como un mejoramiento de las posibilidades de uso intensivo de los recursos
fsicos conforme a una audaz estrategia de desarrollo, ya que precisamente
disminuye la posibilidad de incrementar la corriente de las inversiones
tecnolgicas.
Finalmente, es necesario precisar de qu esquema de modernizacin tecnolgica
se trata, aun aceptando su incidencia positiva en el funcionamiento del sector
agropecuario latino- americano, en ciertas zonas geogrficas y en ciertos estratos
empresariales. El uso de fertilizantes qumicos aument casi ocho veces entre el
quinquenio 1948-52 y 1967, el nmero de tractores agrcolas se increment ms
de cuatro veces, los rendimientos del trigo se triplicaron en algunos pases, como
Mxico; en Chile casi se triplicaron, en el mismo perodo de rendimientos del
maz.7 Estos datos carecen de significacin econmico-cultural si nada dicen
sobre las capas empresariales que se modernizan y sobre la ntima naturaleza de
los esquemas implantados de modernizacin tecnolgica. Los promedios
estadsticos estn dotados de la sofisticada capacidad de encubrir no solo las
condiciones estructurales sino tambin los mismos procesos histricos. La
reciente introduccin de cultivos industriales en Colombia -arroz y caa de azcarha proyectado una falsa imagen de acelerada mecanizacin y agresiva expansin
de la fertilizacin qumica, cuando la importacin de insumos industriales
6

El concepto de manos muertas es utilizado en sentido estrictamente econmico-social y no en el


que le atribuyeron los esquemas liberales de desamortizacin de bienes de manos muertas en el
Siglo XIX. De acuerdo con este esquema individualista, las tierras de manos muertas eran
exclusivamente aquellas que por su naturaleza eclesistica o comunal no podan ingresar
libremente en el mercado capitalista y ser transferidas en propiedad individual.
7
Solon Barraclough y Jacobo Schatan, Poltica tecnolgica y desarrollo agrcola, Cuadernos de
la Realidad Nacional, Santiago de Chile, Universidad Catlica, n9 5, 1970, pg. 95.

167

destinados a la agricultura ha fluctuado entre el 7 y el 2,4 % del valor total de las


importaciones, en el perodo 1960-1970. 8 Las nuevas variedades de trigo y de
maz desarrolladas en Mxico apens han influido en las vidas de la mayora de
los campesinos mexicanos, y mientras tanto la tecnologa moderna que se emplea
en las granjas de tipo comercial ha dejado a ms del 40 % del campesinado
prcticamente desempleado la mayor parte del tiempo. 9
El problema global consiste -desde una perspectiva de des-arrollo- en lo siguiente:
la investigacin cientfica y tecnolgica actualmente existente en Amrica latina no
es una fuerza motora del cambio agrcola; la productividad media contina siendo
muy baja; el producto agropecuario por habitante se ha incrementado a tasas
apenas superiores al 1 % anual; deben importarse ms de 1.500 millones de
dlares en alimentos y materias primas de origen agropecuario; y, por ltimo, en
los latifundios es muy elevada la desocupacin disfrazada. Estos no son
fenmenos circunstanciales o coyunturales, sino caractersticas dominantes de la
estructura agraria latinoamericana, aun en pases que han acometido reformas
agrarias de tipo estructural como Mxico y Bolivia. La difusin de moderna
tecnologa no ha tocado esta estructura de concentracin latifundista y
pulverizacin minifundista de la tenencia agraria, originando una mayor
concentracin del ingreso agrcola y una profundizacin de la brecha que se- para
a las ms grandes de las ms pequeas unidades. El hecho de que la
modernizacin tecnolgica opere como un proceso vinculado exclusivamente a las
grandes unidades latifundistas -particularmente en las zonas de plantacin y en
relacin con productos exportables a la nacin metropolitana- concentra tambin
los aumentos de la produccin agropecuaria en un reducido nmero de grandes
empresas agrcolas,10 no obstante que es en las zonas de minifundio donde se
registra la movilizacin ms intensa de fuerza de trabajo y la ms elevada
productividad por unidad de superficie 11. Tericamente, se ha partido de la
hiptesis de que, dentro del marco del sistema capitalista de relaciones de
intercambio, el sector agropecuario ganara, por medio del mecanismo de las
exportaciones, la constante capacidad de transformarse tecnolgicamente,
articulndose con la dinmica del mercado mundial y efectuando una
importacin selectiva de capital, insumos y tecnologas.

Bienes de
capital

Materias
primas y
productos
intermedios

Total del
sector
agropecuario

Total de
importaciones

Importaciones colombianas de insumos para la agricultura ( millones de dlares)


< Por qu la reforma agraria> en Solon Barraclough, Reforma agraria chilena, Santiago de Chile:
ICIRA 1970, pg. 116.
10
Solon Barraclough y Jacobo Schatan, op. cit., pg. 96.
9

11

Desde luego, es tambin en las zonas de minifundio donde se registra la ms baja productividad
por hombre ocupado en la agricultura, como lo han demostrado las recientes investigaciones del
Comit Interamericano de Desarrollo Agrcola.

168

1960

17

21

38 (7%)

519

1965

11

19

454

1970*

11

12

23 (2.4%)

929

* Registros aprobados INCOMEX Fuente: DANE, informe XLVII, gerente Banco de


la repblica, Bogot 1970, pg.61.

La modernizacin tecnolgica .Y la cultura de La dependencia


Dentro de esta concepcin tradicional de las relaciones internacionales de
intercambio, los fenmenos de la dependencia se han ocultado o disfrazado en las
formas jurdicas de la igualdad formal y de la interdependencia, o sea, ese tipo de
relaciones que se establecen entre partes iguales. En la prctica histrica de
Amrica latina, la estructura de las exportaciones descansa sobre el sector agrario
y extractivo, pero la estructura de las importaciones se orienta hacia el
abastecimiento de bienes de capital, insumos y tecnologas destinadas a la
industria manufacturera. El ncleo del problema no es, desde luego, de carcter
cuantitativo sino cualitativo, ya que los bienes de capital, los insumos industriales y
las tecnologas que importa el sector agropecuario son aquellos que se producen
en la nacin metropolitana de acuerdo con los niveles, patrones y tendencias de
su agricultura y conforme a sus modelos tecnolgicos de desarrollo. La carencia
de investigacin cientfico-tcnica en los pases atrasados los hace ms
vulnerables a la dependencia tecnolgica y les impide resolver el problema de las
tecnologas intermedias, ya que los pases capitalistas industrializados no las
necesitan, y lo que precisamente buscan es la sustitucin de mano de obra 12 Por
este conducto, la agricultura latinoamericana se ha modernizado en falso,
profundizando la brecha entre las grandes unidades comerciales y el enorme
aluvin de economas de subsistencia, haciendo ms intolerante y rgida la
estructura del empleo rural y acentuando todava ms las relaciones de
dependencia que existen entre el centro y la periferia.

12

Solon Barraclough y Jacobo Schatan, op. cit., pg. 108.

169

Pases de tan diversa contextura econmica, cultural y poltica como Argentina,


Colombia y Guatemala exhiben, sin embargo, un comn denominador: la bajsima
capacidad ocupacional de los estratos latifundistas (tanto por el predominio de
tecnologas extensivas como por el empleo de mquinas sustitutivas de trabajo), la
desproporcionada carga laboral que soportan las zonas minifundistas y la escasa
contribucin del latifundio al valor de la produccin agropecuaria:
Argentina
Latif.
Minif.
Tierra disponible
36%
3%
Mano de obra 65
30
rural ocupada
Valor de la proa. 15
20
agrapocuara

Colombia
Latif.
Minif.
45%
5%
4
58

Guatemala
Latif.
Minif.
40%
15%
7
68

15

31

21

30

Por otra parte, las economas primarias o exportadoras se mueven en un mbito


internacional absolutamente desfavorable y que les impide convertirse en fuerzas
motoras del desarrollo, lo cual invalida los supuestos de la teora clsica del
comercio internacional. Se ha producido una desmitificacin de los postulados de
la economa liberal 'acerca de la divisin internacional del trabajo, que hicieron
creer a los pases latinoamericanos que era una ventaja comparativa exportar
productos primarios a cambio de manufacturas industria- les y tecnologas, al
transformarse las naciones industriales en las mayores exportadoras de productos
primarios. La revolucin agrcola -efectuada en la segunda posguerra mundial,
como efecto de un audaz proceso de investigaciones cientficas y tecnolgicas
tuteladas y financiadas por el gobierno-- convirti a Estados Unidos en el ms
poderoso ex- portador de productos primarios en el mercado mundial. El resultado
de ello es que, en Amrica latina, ni los tipos de industrializacin ni los de
modernizacin de la agricultura se han constituido en soportes dinmicos del
desarrollo econmico y social, sino en implacables engranajes de una nueva
dependencia. La experiencia histrica de Amrica la- tina y del Tercer Mundo ha
demostrado que los trminos desarrollo y dependencia son esencialmente
contradictorios y excluyentes, aun cuando se adopte el modelo desarrollista de la
colonia prspera.
El tipo de modernizacin tecnolgica que se observa en los ms altos estratos
empresariales del campo latinoamericano no tiende a responder a las crecientes
exigencias de la presin nacional sobre la tierra, sino a elevar la tasa de utilidades
netas de los grandes propietarios y a reducir la presin, real o potencial, del
campesinado o del proletariado agrcola. 13 Esa presin ha sido efecto de la
13

Algunos hacendados -dice Ernest Feder-, introducen innovaciones a fin de hacer ms efectivas
sus empresas rurales y, por ende, aumentar sus ganancias netas; otras, intencionalmente, para
"resolver sus problemas laborales" reduciendo as la mano de obra empleada. Esto ltimo se hace
ms frecuentemente conforme las tensiones polticas en el campo se acentan. Cf. La crisis

170

tendencia histrica hacia la incorporacin del campesinado dentro de los marcos


liberales o populistas del Estado representativo y hacia la equiparacin cuantitativa
de los salarios urbanos y rurales. A partir de esta coyuntura --en la que afloran los
nuevos tipos de organizacin campesina y las primeras manifestaciones de la
conciencia de clase- se produce un importante cambio cualitativo, pasndose de la
inmersin campesina y del absoluto control latifundista sobre el mercado rural de
trabajo (colonato, aparceras tradicionales, peonaje) a los procesos de
movilizacin y a las exigencias de participacin econmica y poltica. La respuesta
latifundista a estas presiones orientadas hacia la redistribucin del ingreso agrcola
y hacia los cambios en la estructura de poder ha sido el reforzamiento de las
tendencias modernas a la utilizacin de las tecnologas metropolitanas destinadas
a sustituir trabajo. La estructura antigua o modernizada resulta as cada vez ms
incapaz de suministrar empleo a una poblacin campesina que crece a tasas
netas superiores al 1,5 % anual, lo mismo que una Industria manufacturera
orientada de acuerdo con los patrones tecnolgicos de la nacin metropolitana,
debiendo refugiarse las Intensas y desorganizadas migraciones campesinas en las
reas marginales de las economas terciarias. Este tipo de industrializacin
dependiente 14 no sirve entonces para mejorar sustancialmente la situacin de la
estructura agraria, y menos para promover cambios que comprometan el sistema
de propiedad y de mercado, ya que es extremadamente baja y lenta la tasa de
expansin de su capacidad de empleo, y ya que puede apelar a la importacin de
materias primas de origen agropecuario o a la importacin de sustitutos
industriales, como ocurre en la lnea de las fibras sintticas. As, resulta Amrica
latina promoviendo industrias de sustitucin -parcial o absoluta- de su algodn, de
sus lanas, de sus cueros, de su caf, as como ha promovido industrias bsicas de
sustitucin de trabajo por capital intensivo. 15 Un hecho de notable significacin, y
agraria del Tercer Mundo, en Investigacin Econmica, Mxico: UNAM, 1967, pg. 391. Las
polticas de regulacin y de equiparacin de los salarios rurales y urbanos en Chile -dentro del
modelo populista y neocapitalista aplicado por la democracia cristiana- lograron mejorar los
salarios reales de los trabajadores agrcolas, pero su efecto a largo plazo ha sido el de acelerar el
desplazamiento de la mano de obra agrcola, porque los grandes propietarios adoptan una
tecnologa que requiere un uso ms intensivo de capital y, en algunos casos, modalidades de
produccin ms extensivas, para evitar disputas laborales y aumentos de salarios. Cf. Solon
Barraclough, Problemas relativos a la ocupacin que afectan el desarrollo agrcola
latinoamericano, Boletin Mensual de Economa y Estadistica Agricola, Roma: FAO, NOB 7-8,
1969, pg. 2.
14

Antonio Garca, Industrializacin y dependencia en la Amrica latina, El Trimestre Econmico,


Mxico, n 151, 1971, pg. 748.
15

Se estima que desde 1950 hasta 1965 la produccin industrial latinoamericana aument un 140
%, en tanto que el empleo solo se increment un 45%, con una relacin produccin/empleo de ms
de 3:1. Cf. CEPAL, Estudio Econmico de Amrica Latina, CEPAL, E/CN. 12/767, cuadros 1-13.
Entre 1950 y 1960, el empleo industrial en Brasil aument 2,6 % anual, mientras el producto
industrial aument a tasas del 9,8% y la mano de obra urbana lo hizo al 6 % anual. En el mismo
perodo, la produccin industrial de la Argentina aument un 4.4,%, mientras el empleo descendi
sensiblemente, y en Mxico el empleo permaneci constante mientras la produccin aument el

171

que expresa los efectos alienantes de la cultura de la dependencia, es que


Amrica latina no est haciendo nada por disear una estrategia destinada a crear
y defender sus recursos naturales --en el plano de las relaciones internacionales
de intercambio--, neutralizando o dando adecuada respuesta a la estrategia de las
naciones industriales dominantes orientada hacia la sustitucin de las
importaciones de productos naturales (nitratos, fibras, gomas, caf) por
manufacturas sintticas. El nitrato chileno ha sido derrotado como recurso natural,
no obstante el enorme dficit latinoamericano de fertilizantes, y el caf soluble
-como frmula norteamericana- es ms un sustituto qumico del caf que un
mtodo de transformacin del grano, conforme a las condiciones masivas de la
demanda en el mercado de consumidores de la metrpoli. Los pases
productores de materia prima, como los de Amrica latina, se han limitado
simplemente a explotar aquellos recursos que demandan los pases desarrollados
en funcin de su experiencia tecnolgica con determinado tipo de forma de
presentacin de los mismos 16 Estos aspectos del proceso de industrializacin o
de modernizacin agrcola en Amrica latina revelan los rasgos tpicos de la
cultura de la dependencia: falta casi absoluta de capacidad creadora; prdida o
anquilosamiento de la facultad de iniciativa; imitacin servil de los modelos de
investigacin cientfica y tecnolgica consagrados o ritualizados en la nacin
metropolitana; carencia de un objetivo estratgico y finalista, esto es, de un
propsito que la oriente, articule y motiva, lo que equivale a decir que este nuevo
objetivo estratgico slo puede definirse en la medida en que Amrica latina trace
el diseo finalista de una nueva sociedad latinoamericana. Dado el marco real
en que se mueve la industria manufacturera en Amrica latina, no puede hablarse
vlidamente de que este tipo de industrializacin constituya la solucin de ltima
instancia al problema general del desarrollo econmico, o la fuerza modernizadora
y transformadora de la estructura agraria, ni siquiera en pases que, han
acometido cambios estructurales, como Mxico. El fracaso de los recientes
modelos de modernizacin agrcola y de industrializacin dependiente -como
soportes de un desarrollo tutelado por la nacin metropolitana a la manera de la
Alianza para el Progreso-- explica la creciente expansin de los fenmenos de
desempleo del 15 al 20 % de la fuerza nacional de trabajo, de subempleo de siete
u ocho dcimas partes de la poblacin activa rural, 17 de continuo erosionamiento
inflacionario de las monedas y de sus sistemas nacionales de precios, o de
agresiva proliferacin de nuevas y explosivas formas de marginalidad social.

6,5% anual. Cf. Solon Barraclough, Problemas. . .~, op. cit., pg. 3. En Colombia, el ndice de la
capacidad ocupacional de la industria manufacturera apenas se ha incrementado de 100 en 1962 a
102,4 en 1969 (Departamento Nacional de Estadstica).
16

Amlcar O. Herrera, La ciencia en el desarrollo de Amrica latina, Comercio Exterior, n9 9,


1969, pg. 709
17
Tpicamente, alrededor de cuatro quintos (80 %) de las personas econmicamente activas
empleadas en la agricultura son trabajadores sin tierra o que poseen solo una pequea parcela de
subsistencia. La mayora de estos campesinos sin tierra o que poseen muy pequeas unidades
estn atrapados en el sistema latifundio-minifundio. Cf. Solon Barraclough, Notas sobre la
tenencia..., op. cit., pg. 86.

172

Estos fenmenos demuestran la radical inoperancia del esquema metropolitano de


modernizacin tecnolgica sin reforma agraria y sin cambios estructurales, en
cuanto la problemtica que afronta Amrica latina no solo se relaciona con la
naturaleza de las estructuras latifundistas de tipo seorial o modernizado, sino con
el carcter y las formas de funcionamiento de las estructuras de dependencia.

INDICE GENERAL

1. Tipologa de las reformas agrarias latinoamericanas

Tipologas econmicas 12 Tipologas sociolgicas


Tipologa dialctica de las reformas agrarias latinoamericanas
Esquema de caracterizacin histrica de las reformas agrarias en Amrica
latina esquema de las reformas agrarias estructurales
Esquema de las reformas agrarias convencionales
Esquema de las reformas agrarias marginales (modelos polticos de
contrarreforma agraria)

2. Teora del latifundio como constelacin social

Qu estructura agraria se reforma


Proceso histrico de las estructuras latifundistas
Apndice al captulo 2

3. Reforma agraria y cambio estructural


La reforma agraria como problema latinoamericano
Las fuerzas sociales de cambio
Las ideologas de las reformas agrarias
Las estructuras del cambio social

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4. Reforma agraria y modelos polticos de desarrollo


La nueva estructura de la tendencia agraria
Los sistemas de empresa derivados de la reforma agraria
5 Reforma agraria o modernizacin tecnolgica?
La crisis del modelo tecnocrtico de cambio.

174

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