Teologia Politica Imperial Indice y Prol
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Notas....................................................................................................
Bibliografa............................................................................................
A. Fuentes......................................................................................
B. Bibliografa secundaria citada.....................................................
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una poltica que tena como referencia la plis griega. Este fue el principal
malentendido, lo que muestra lo difcil que es percibir el presente de forma ntida, aunque los observadores sean cualificados. El nazismo, como es
sabido, fue otra cosa. En todo caso, ambos quedaban al margen de lo que
Weber llamaba religin de salvacin, una de las formas ms poderosas que
tienen los seres humanos para luchar contra el dolor de forma conjunta.
Frente a ellos, Weber siempre pens que all donde los seres humanos dieran a su dolor una dimensin comn, surgiran nuevas formas de religin
de salvacin, de sentimiento comunitario, de ecos de la vieja deificatio,
yde renovacin de las estructuras psquicas capaces de evadir el oscuro destino de especialistas sin espritu y estetas sin corazn. Como
dijo en Economa y sociedad: Pero as como toda accin individual
tiene su dios especial, as tambin toda accin comunitaria, que por otra
parte lo necesita si el proceso de socializacin quiere ser garantizado de
modo duradero. Siempre que una agrupacin no aparezca como cuestin
del poder de un solo dominador, sino como una verdadera unin, tiene
necesidad de un dios particular (Weber,1969,336; el subrayado es mo).
Weber, por tanto, pero un Weber completo que estaba sobre todo
preocupado por el papel de la religin en la evolucin histrica de la
especie humana y la influencia sobre el cosmos social del thos caracterizado por motivos especficamente religiosos. Esta aproximacin permite
explicar el ndice de este libro. Su primer captulo aborda la evolucin poltica, jurdica, econmica y cultural del mundo romano hacia el imperio
de ese solo dominador, y se centra en la categora de patrimonialismo y su
tremenda tensin con la forma de vida urbana, propia del Mediterrneo.
Aborda, por tanto, la genealoga y la lgica de la ratio imperial romana.
Patrimonialismo e imperio van muy unidos hasta el presente, y podemos
decir que hay algo ms que un destino occidental en ello. Lo peculiar de
Roma consisti en vincular de forma sorprendente y azarosa el patrimonialismo y la deificatio. Tal cosa no tiene antecedentes ni siquiera
en Alejandro Magno, l mismo deificado, desde luego, y modelo de la
posterior deificacin de los emperadores romanos. Como es sabido, Alejandro se dej presentar como hijo de Zeus, pero no dio el paso de elevar
a su padre Filipo al estatuto de dios2.Los accidentes que llevaron a este
hallazgo romano dependieron de la victoria concreta de Octavio y
del asesinato de Julio Csar, y fue algo parecido a una obediencia retrospectiva, en el sentido freudiano. La tensin que esto produjo en el seno
del poder imperial determin el intento de pensar las formas jurdicas de
la filiacin para garantizar una adecuada relacin entre patrimonialismo
y deificatio. Esta voluntad inicial fracas y acab conduciendo a los
intentos de la deificacin en vida del emperador, usando para ello el
modelo de Alejandro, que en el inicio no era exactamente el romano. Sin
embargo, ni el derecho, ni la literatura, ni la propaganda, ni la violencia
gubernativa pudieron estabilizar esta deificatio imperial en vida. Este fue
el lmite constitutivo de la teologa poltica imperial. Per se, sin embargo,
esa teologa poltica imperial, por muy elaborada que estuviera, no poda
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constituirse en una religin de salvacin. Poda ser una teodicea de felicidad, y legitimar la fortuna y la gloria del poder imperial, de la gloria
de Roma concentrada en la gloria del nico dominador, pero no poda
ser una teodicea del sufrimiento de las masas, una religin de salvacin
en el sentido que el cristianismo iba a definir.
No hablo de incapacidad de que la Roma imperial encontrase una
religin de salvacin. Hablo de imposibilidad, pues una religin de salvacin es justo aquella que se produce en los mrgenes de la comunidad
poltica oficial. Lo propio de la evolucin imperial romana, en este
sentido, fue la tensin derivada de su origen. Tal origen fue calificado por
Weber como la mayor revolucin liberal de la historia. Su resultado
paradjico fue una extrema concentracin de poder poltico y econmico
y la produccin de masas endmicamente desdichadas. Aqu la divisin
de poderes ancla en las dos formas radicales de la teodicea y se levanta
sobre la diferencia eterna entre el dolor y el gozo estabilizados ms all
de la fortuna personal. Como es natural, esta va imperial romana no
solo choc contra sus propias limitaciones culturales, dominadas por el
carcter elitista y a menudo pardico de su propaganda literaria, sino
con otros muchos obstculos. Estos fueron tanto ms poderosos cuanto
ms enraizada en colectivos estuviera una verdadera teodicea del dolor,
por su naturaleza abierta al proselitismo de masas. Tal cosa ocurri ante
todo en el pueblo judo.
Esta temtica es la que abordamos en el segundo captulo. Pues el
pueblo judo es el nico caso en el que la comunidad de salvacin se extendi hasta configurar la totalidad de un pueblo que se senta refractario
a toda operacin de deificar el poder poltico. Este proceso fue posible
porque el pueblo judo era el portador de una larga historia de racionalizacin tica del dolor basada en la radical trascendencia de la divinidad,
algo que en s no tiene precedentes. Weber se aproxim a este asunto
de forma central y mostr que Nietzsche estaba en parte equivocado al
hablar del resentimiento como el motor exclusivo de la vida cultural y la
tica judas. Aunque respecto de los judos conviene sustituir la nocin
weberiana de pueblo paria por la ms matizada de pueblo husped,
resulta evidente que la genealoga de la divisin de poderes de Europa
procede del monotesmo proftico judo, de la evolucin respecto de su
constitucin ancestral mosaica (pero permitida por ella) que configur
un poder proftico que dej de identificarse con la forma poltica regia.
Esta falta de identificacin proftica con el poder poltico tuvo dos manifestaciones. Una se dio en la dispora, y Alejandra es el caso arquetpico. Por eso estudiaremos a Filn y la elaboracin de su visin de Dios
y de las potencias divinas que cristaliz en su embajada ante Calgula
justo para oponerse a su pretensin de deificacin. La segunda se dio en
Galilea y fue protagonizada por Jess de Nazaret, quien reinterpret el
movimiento proftico predicando un Reino que no era de este mundo,
frente al mesianismo de los esenios, que yuxtapona elementos msticos
y polticos de forma clara. Estos dos caminos, el de Filn y el de Jess,
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Nicea fue ese malentendido por el que Constantino apoy a los trinitaristas porque los arrianos haban militado con Licinio. Pronto se recompuso el partido arriano en la cercana de Constantino y de ah procede el
confuso cosmos que abordamos en el captulo sexto, dedicado a analizar
la alianza entre Alejandra y Roma, ambas unidas contra la pretensin,
primero de Antioqua y luego de Constantinopla, de obtener la primaca
por la cercana a la corte imperial. Esta fue la ltima batalla que Roma
poda dar frente a la nueva capital y la dio porque haba encontrado
en la Trinidad un motivo teolgico, religioso, institucional y cultural capaz de darle sentido a su lucha. Pero Roma como ciudad era ya solo el
punto simblico de todo Occidente y, por eso, la batalla concert las
grandes sedes de la Galia, Miln, Sicilia y frica. Hilario y Ambrosio, tras
el alejandrino Atanasio, fueron los campeones de esta lucha por la divisin de poderes en medio de la compleja dinmica de las relaciones entre
la parte oriental y occidental del Imperio. El resultado fue que Oriente,
ms slido, ms estable, polticamente ms fuerte, ms urbanizado, donde
la forma ciudad haba sobrevivido ms entera, sin embargo, qued atrs
en el esquema evolutivo de Occidente en la medida en que erosion tanto
como pudo la estabilidad de esta divisin de poderes, caminando hacia
una forma cesaropapista sostenida por una teologa del Espritu, que
suprima la funcin patrimonial de Cristo como el fundador de una institucin perfecta como la Iglesia, su heredera, de la que era la verdadera
cabeza de su cuerpo, respecto al cual el emperador era a lo sumo una
parte ms, no su cabeza.
Ambrosio es decisivo para entender la obra de Agustn, sin duda,
porque l define la impronta de la nocin de iglesia que luego asumirel obispo de Hipona. A esta figura excepcional de Agustn dedicamos elcaptulo sptimo. Ante todo, las herramientas retricas, filosficas,
bblicas y experienciales de Agustn no tienen parangn con las de este
alto funcionario romano consagrado al episcopado de Miln de forma
oportunista y dudosa. Agustn enraza de nuevo en la grandeza subjetiva
de Pablo. Lo que para Pablo signific el judasmo especulativo helenizado, al estilo de Filn, para Agustn lo significa la teologa especulativa
de Plotino. Sin embargo, su experiencia del mal es sustantiva, propia,
y contina el argumento de Pablo acerca de la conciencia de culpa, que
de nuevo persigue hasta el final como el centro mismo de su teodicea del
dolor psquico. El combate por la libertad del hombre, respecto de la
pulsin que lo domina, ha llevado a Agustn a ofrecer un esquema del ser
humano empeado, ante todo, en un combate por aclararse acerca de s
mismo, lo que ya para siempre marcar el sentido de la racionalizacin
subjetiva de los europeos. Sin embargo, esta liberacin de la pulsin que
nos domina, el verdadero katchon, est en funcin de un goce de s como
libertad que, sin embargo, se pondr al servicio de una objetividad institucional y recuperar el espritu militante propio de una iglesia combativa que, en el frica natal de Agustn, no ha vencido a la corporacin
rival donatista, pero que ya conoce el callejn sin salida en que vive la
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1. Alejandra..................................................................................
2. Filn reinterpreta a Platn.........................................................
3. Dios y sus potencias: Filn ante Calgula....................................
4. Filn y el nuevo Israel................................................................
5. Josefo y su teocracia..................................................................
6. Resentimiento y gozo: Weber, crtico de Nietzsche....................
7. La racionalizacin tica de Jess................................................
8. La Didaj y el kerigma...............................................................
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1. La emergencia de Pablo.............................................................
2. La promesa universalista............................................................
3. Variaciones sobre la Ley y el origen de la gnosis.........................
4. Katchon....................................................................................
5. La comunidad de Pablo: zonas oscuras.......................................
6. La interioridad como realidad soberana.....................................
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NDICE
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3. Consciente/inconsciente.............................................................
4. El origen del mal........................................................................
5. Sntomas: en el camino hacia la realidad....................................
6. Salvacin e institucin: la iglesia catlica africana......................
7. Civitas dei: una reflexin concreta.............................................
8. El tiempo de los ngeles.............................................................
9. Res permixtae............................................................................
10. Roma, la virtud republicana y la iglesia visible...........................
11. A modo de conclusin: Agustn y los modernos.........................
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Bibliografa............................................................................................
A. Fuentes......................................................................................
B. Bibliografa secundaria citada.....................................................
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