Entre Culturas y Ciberculturas Jorge Gonzalez PDF
Entre Culturas y Ciberculturas Jorge Gonzalez PDF
Entre Culturas y Ciberculturas Jorge Gonzalez PDF
Comit editorial
Maya Victoria Aguiluz Ibargen
Norma Blazquez Graf
Ana Mara Cetto Kramis
Diana Margarita Favela Gavia
Jos Guadalupe Gandarilla Salgado
Elke Koppen Prubmann
Rogelio Lpez Torres
Mauricio Snchez Menchero
Isauro Uribe Pineda
Jorge A. Gonzlez
(coordinador)
DE
MXICO
NDICE
Prlogo
Ricercare a cuatro voces . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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NDICE
A Mnica
Es el caso del programa Our World realizado el 25 de junio de 1967 que aprovechando la
primicia de la conexin construida en 1966 entre Europa y Asia fue visto por ms de 400 millones
de personas en 31 pases. Ver https://www.youtube.com/watch?v=0H9IhSJ6ZjA
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Social Network Penetration
81%
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PRLOGO
RICERCARE
A CUATRO VOCES
Jess Galindo Cceres
Jos Amozurrutia
Javier Maisterrena
Margarita Maass
N
Jess Galindo*
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JESS GALINDO
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Miremos desde este contexto los textos. Unos son ponencias, otros, un ensayo histrico-crtico, un juego de palabras, un ensayo analtico, una propuesta
terica ambiciosa de corte muy personal, su regreso al concepto de los Frentes
Culturales ms de quince aos despus. En ese ejercicio de editor, de curador
de los cuadros escnicos de la galera de imgenes del libro, el autor decide
ponerlos en este orden, y de ah se deriva una disposicin que s es lineal, pero
que puede alterarse simplemente con una sugerencia a lo Cortzar: decida
usted al azar por cul captulo inicia su lectura, sabiendo que esa decisin ser
clave para su comprensin de todo el libro. As, por ejemplo, puede iniciar por
el texto ms denso, por el ms constructivo o por el ms sinttico. Cul camino le parece ms atractivo? Cul podra ser el hilo conductor? La bsqueda
conceptual de una mirada culturolgica. Tal vez este sea el eje constructor. Si
bien el texto presenta muchas situaciones reconocibles del mundo acadmico,
de la vida social mexicana, de la investigacin y sus condiciones ecolgicas, lo
que es ms claro es la ambicin de nombrar con autoridad, con consistencia,
con orden, con aparato conceptual. Son muchos aos de mirar a la cultura y
de mirar a la mirada que la mira. El autor necesita mostrar el progreso logrado, la evolucin experimentada, la claridad adquirida. Nombrar a la cultura
partiendo de las bases de su propia formacin, editando, montando nuevos
ejercicios analticos.
De ah que el texto ejemplar es el que parte del concepto de hegemona
de los setenta y llega a la perspectiva de complejidad de los noventa. El ensayo
es no dejar fuera lo aprendido, no desaprender en el sentido de renunciar a lo
interiorizado, sino complejizar, mover el aparato constructivo marxista hacia lo
sistmico, lo cognitivo, lo complejo. Como uranio enriquecido, los conceptos
del pasado vuelven con otro rostro y en una nueva matriz de sentido.
Y, por ltimo, una observacin ms. La experiencia de investigacin
no slo alter los enunciados sobre la cultura, tambin alter las condiciones
de enunciacin. La cultura de investigacin es la primera forma cultural que
recibe el impacto del movimiento de estos treinta aos. Se investiga la cultura
en cierta forma cultural y, al enriquecer esa forma, se mira a la cultura distinto, aparecen otras. Y ese es el curso actual de los acontecimientos. Mirar a la
cultura ha cambiado a Jorge Gonzlez, nos ha cambiado a los miembros de su
generacin, nos ha modificado a todos los que hemos llegado hasta aqu, en
nuestra manera de trabajar, de interactuar, de percibir, de emprender, de juzgar.
Qu sigue?, qu efecto tendr en los que ahora nos miran como sus mayores,
sus maestros? Ese, quizs, sea el centro de lo que aparecer en principio en el
cuarto libro recolector de estas historias, el que sigue.
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JOS A. AMOZURRUTIA
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N
Margarita Maass
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MARGARITA MAASS
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l libro que nos comparte Jorge Gonzlez me hace imaginar como un lbum de fotografas que muestra la trayectoria o el andar de quien nos lo
comparte y en l podemos ver el transitar del tiempo, su ruta y sus desafos.
Marca las pocas, sus procesos, sus encuentros, sus discusiones. Al mismo
tiempo es un libro de sueos que nos muestra sus deseos que nos comparte e
invita por construir el mundo de una manera nostrica-cibercultur@l corresponsablemente.
El libro de entrada ofrece muchas libertades como el hecho de poder
escoger el captulo por el que se quiere empezar como propone Chucho Galindo en el primer prlogo. Si bien cada captulo elabora su propio argumento,
atrs de ellos, o posiblemente enfrente de ellos no s, se puede observar
el proyecto, los sueos y las utopas de trabajos horizontales y trabajos en redes
que nuestro autor quiere ver y ha intentado construir transformados en topas.
El libro es bello, inquietante e invitante a compartir eso: proyectos, sueos y
utopas. En mi caso, debo decirlo, entr al aleteo y tuve la fortuna de sentir y
vibrar la grande amistad y afecto que irradia Jorge: vivencia que pueden confirmar todos aquellos que hemos tenido la oportunidad de conocerlo.
Quizs el objetivo es la invitacin hacia esa nueva hegemona que viene
proponiendo en la lucha de Frentes Culturales. Algo semejante y coincidente con
la hegemona que han estado construyendo los zapatistas en Chiapas, Mxico,
en Amrica Latina y en el mundo. Otra coincidencia con los zapatistas es que
ste libro tambin es una especie de espejo donde podemos mirarnos y reconocernos a nosotros mismos en la construccin del conocimiento cultural.
El autor plantea que hay muchas cibercultur@(s) de ah que subraya su
plural.1 En la diversidad est la riqueza. Esta propuesta problematiza y se opone
a la idea de que el mundo, cada vez se organiza y opera ms como si fuera UN
solo mundo, articulado con los flujos de capitales, de personas, de informacin
* El Colegio de San Luis.
1
En adelante omitir las comillas para las citas de ideas y frases que plantea Jorge A. Gonzlez
a lo largo del texto y que retomar para este escrito, una razn es a partir del conocimiento distribuido que sustenta el planteamiento de que el conocimiento es de todos y ya es de nosotros, otro
porque es prlogo del mismo libro que se va a leer y otro para no hacer la lectura engorrosa.
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JAVIER MAISTERRENA
que aquello que hoy experimentamos como obvio, normal, eterno, etc., descubramos que es el resultado de diversas series de confrontaciones.
Por un lado estn la desigualdad que se manifiesta en la exclusin entre
los que saben que sentido tiene y los que ni sentido tiene lo que saben, en relacin con el despojo de la riqueza generada en el pas y las condiciones de su
produccin capitalista de explotacin, despojo, desprecio y represin. Todos y
cada uno de nosotros somos co-responsables de la construccin de futuro del
pas-continente-mundo que, como postula el autor, con la nariz, la cabeza y
el corazn metidos en el fondo del estercolero que hemos ayudado a formar,
jams podremos hacer de la mierda putrefacta, abono fertilizador. Pero lo cierto
es que se puede hacer de la mierda abono, y los que podemos hacerlo somos
nosotros, que como los zapatistas, tenemos que identificar cmo, mediante
la investigacin y el desarrollo de cibercultura@ (con arroba). Una afirmacin
que reitera Jorge es que no se puede separar la forma de organizarnos para generar conocimiento del conocimiento mismo, ni tampoco del uso que le damos
al conocimiento: Si no podemos controlar los usos sociales del conocimiento que
generamos entonces tampoco podemos controlar el conocimiento, reitera. En
su discurso nos invita entonces a redisear la forma en cmo nos organizamos
para construir y distribuir el conocimiento.
La propuesta recomienda la interconexin y la consistencia frente al poder instituido y formula un tipo de relacin directamente proporcional entre
conectividad y consistencia por un lado y autodeterminacin y autonoma, por
el otro, estrechamente articuladas con la construccin del nosotros. Coincidimos
con l, que las universidades son ahora espacios para aprender a distinguir quin
manda. Y, por lo tanto, para saber verse como los que mandan, que desde luego
no es el mandar obedeciendo de los zapatistas como atinadamente precisa. Las
formas de organizacin del conocimiento en las universidades y centros acadmicos de investigacin son muy verticales, conservadoras y autoritarias. En
las universidades muchas veces no sabemos para qu ni para quin sirve lo que
hacemos, precisamente el uso anteriormente aludido. Todo sigue la lgica y los
intereses del capital: plantas de investigadores reducidas y concentradas en las
metrpolis, desconectados por no decir aspticos de su contexto social.
Por otra parte, plantea una apropiacin del biotiempo colectivo e individual de la sociedad, la temporalidad de todos. Invita a ser responsables del
manejo de nuestro propio biotiempo del cual en ocasiones ni siquiera nos damos cuenta que es manejado. La cantidad de biotiempo que las tecnologas de
informacin y comunicacin demandan es alta y al otorgrselo acrticamente,
desorganizados, aislados y dispersos, nos colocamos en una relacin desnivelada
con voluntades y vectores que no vemos, pero que pautan y cuadriculan desde
afuera nuestro acontecer.
Jorge Gonzlez coincide con Bonfil y denuncia el colonizador que llevamos dentro. Nuestra mente es un territorio ocupado que debemos desocupar,
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JAVIER MAISTERRENA
por vnculos fsicos, materiales y digitales de afecto, solidaridad, juego y trabajo, que sean capaces de aprovechar en sus propios trminos esta insolencia de
mundos posibles de las tecnologas inteligentes. Insiste, nunca podr cambiar
el conocimiento que producimos, si no cambiamos las formas en que nos arreglamos para hacerlo y distribuirlo, para discutirlo y compartirlo. Es necesaria,
dice, la formacin histrica de los sistemas de soportes materiales de cmo se fueron formando las coordenadas del imaginario en nuestros pueblos, ciudades,
regiones, pases, continentes y mundo, para no seguir haciendo monografa
tras monografa, reporte tras reporte, tesis tras tesis, aislados unos de otros y
sin el espesor de una mirada suficientemente histrica y estructural que nos
muestre los procesos de estructuracin de nuestras global-localizadas instituciones
(instituidas e instituyentes) que generan y reparten el sentido. Necesitamos
dice recuperar la memoria de cmo hemos cambiado en la vida social y
cultural y cul sentido han tomado esos cambios.
Esa es, a mi ver, la bsqueda y desafo que contina Gonzlez y a aquello a
lo que nos invita vivencialmente. Propone romper con la verticalidad, con una
visin interiorina limitada, cerrada, e invita a pensar y crear con otros para
hacernos un mundo ms ancho y ms humano donde quepan muchos mundos. Un
mundo donde la diversidad no sea una amenaza, sino una oportunidad para
crecer en conjunto. En ese tenor nos comparte su sueo: Quizs por la va de
las redes horizontales, transdisciplinares, rizomticas, afectivas y efectivas, a
lo mejor, como dice el dicho, se nos hace chiquito el mar para echarnos un
buche!.
Necesitamos darnos prisa para relacionarnos horizontalmente con la gente
del campo y de todos lados, campesinos e indgenas, excluidos en general de
estos espacios y tendencialmente despojados de sus tierras e historias. Para
ello propone una reflexividad crtica con quienes producen el conocimiento
en red como investigacin participativa para empoderar y autodeterminar a
los agentes sociales y a los propios investigadores.
Necesitamos una reconstruccin dialgica de nuestra memoria colectiva, de nuestros ms queridos sueos y expectativas, necesitamos construir un
conocimiento reflexivo de nuestro propio sentido comn.
Fundamenta su propuesta de coordinacin de acciones con la experiencia de las comunidades indgenas. El desarrollo de un sistema de relaciones
sociales comunitarias de colaboracin mutua y de alta dialogicidad ha sido la
condicin para poder sobrevivir en condiciones de marginalidad y explotacin
violenta durante ms de cinco siglos. El mundo se apropia por la accin, las
cosas nos significan en funcin de lo que podemos hacer con ellas. Justo en
la misma direccin que nos proponen las comunidades zapatistas del Sureste
mexicano, que cansadas de ser ignoradas y explotadas durante siglos, saben
que slo preguntando, andamos.
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JAVIER MAISTERRENA
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INTRODUCCIN
N
Gustavo Ortiz Milln*
A la memoria dialgica de
Carlos Lenkersdorf y Luis del Valle
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Desde luego que no existe una sola forma de entender a la cibercultura, compuesta de mltiples procesos que, en movimiento constante y
no siempre acumulativo ni de desarrollo lineal, retan de nueva cuenta
la inteligencia y la accin de mltiples formas y estilos (Galindo, 2006;
Piscitelli; 1994, Levy, 2007).
Es ese el sentido en el ttulo del uso de la palabra cibercultur@(s)en
plural, sentido que hereda de su concepto antecesor y componente sealado, la(s) cultura(s) (Gonzlez, 1986; Gonzlez 1994a). La cultura
comienza a tener estatuto de cientificidad a fines del siglo XIX, y sirve
para designar las diferencias entre las costumbres de las metrpolis y
los pueblos primitivos (eufemismo para designar zonas colonizadas
objeto de intensa explotacin), respecto a la sociedad occidental y
moderna. Si bien al principio el concepto tuvo un feliz arranque, los
varios desenlaces que cerraron el siglo XX y abrieron el XXI me dejan
con la sensacin de que los fenmenos de la diversidad de sus modos
de ser y hacer, hace mucho tiempo que se complejizaron de manera
impredecible e inimaginable. Cultura e identidad, como otros
conceptos de las disciplinas decimonnicas, fueron pensados y aplicados para domesticar una serie de realidades emergentes que retaban
al pensamiento y a la accin de ese tiempo (Gimnez, 2006 y 2007).
Sin embargo, aquellas realidades no slo han cambiado en la historia,
sino que la frecuencia, el grado y la intensidad de mutaciones que han
sufrido han venido a mellar poco a poco el poder heurstico que tuvo
el concepto originario. Lo que se esbozaba apenas al inicio del siglo XX,
y que vena de las polvaredas colonialistas del siglo XIX, en estos tiempos ya es una realidad absolutamente contundente. El mundo cada vez
se organiza y opera ms como si fuera un solo mundo, pero en muchos
sentidos, no lo es.
Las conexiones que ahora actan y se viven eran impensables
e improbables en aquellos tiempos. Hoy los flujos de capitales, de
personas, de informacin y de imgenes nos empujan a todos a vivir
un mundo forzadamente globalizante y por supuesto, ms desigual.
El papel y la relevancia de esos flujos en el siglo XXI tienen un lugar
decisivo en la definicin y delimitacin prctica de una realidad altamente compleja que se ha denominado, desde distintas perspectivas,
economa-mundo (Wallerstein, 1979, 1984), cuarto mundo capitalista (Fossaert, 1994: 450-451) o sociedad post-industrial (Bell, 1994:
12-13). Estos flujos transformadores de la historia seran impensables
sin un soporte tecnolgico especializado en informacin y conexiones
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INTRODUCCIN
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INTRODUCCIN
priorizados para darles continuidad, como sucedi en el caso de la avanzada industria aeronutica mexicana de principios del siglo XX.
Al mismo tiempo, sabemos que, para 1928, sobre un total de 600
empresas industriales en los Estados Unidos de Amrica, ms de la mitad tenan la investigacin entre una de sus prioridades. Algunas (7%)
ya tenan laboratorios de pruebas, y ms de cien colaboraban en algn
grado en procesos de investigacin (Serres, 1997: 728).
En estas condiciones, con un pas desgastado y en plena reorganizacin despus de la lucha revolucionaria, resultaba completamente
desbalanceado pactar un tratado de libre acceso y desgravacin de
todas las patentes y las importaciones manufacturadas y, desde luego,
en detrimento del desarrollo de una masa crtica de generadores de
saber y tecnologas locales. Este espritu ventajoso unilateral de los
acuerdos de 1923 sigue presente en el Tratado de Libre Comercio para
Amrica del Norte, firmado en 1994 y como consecuencia, en la reforma
energtica de 2014: en las condiciones estructurales que tenemos, ese
tipo de apertura no presagia mayor autodeterminacin.
Pero dejemos para otro espacio un mejor anlisis de esa historia
ancestral entre tecnologas, poder y saber. Me conformo con sealar
este antecedente binacional que precede a las novedades que tenemos
que enfrentar a casi un siglo de distancia.
50.0
40.0
30.0
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10.0
0.0
Europe
The Americas
CIS**
World
Arab States
Africa
Mxico
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INTRODUCCIN
convergencia divergente de este vector tecnolgico ligado con la informacin, pues por una parte crece el acceso y por la otra se reducen los
costos. Por ejemplo, en el ao de 1995 haba menos de 20 millones de
usuarios de Internet en el mundo. A fines del ao 2000 ya se conectaban ms de 400 millones, para 2006 la cifra de conectados pasa de
los mil millones. Eso equivale a una multiplicacin por cincuenta en
slo 10 aos. En 1970, el costo de transferencia de datos era cercano
a los 150 mil dlares americanos. Treinta aos ms tarde, transmitir la
misma cantidad de informacin costaba un poco ms de diez centavos
de dlar (UNDP, 2001: 32).
Dadas estas velocidades, tenemos obligatoriamente que preguntarnos cmo estn interactuando las ecologas simblicas de las diferentes
regiones y rincones de todo el mundo frente a fuerza de las tecnologas
digitales y la comunicacin mediada por computadoras que cada da estn
ms presentes en todas las esferas de la vida cotidiana?
Las tecnologas que en el pasado reformatearon el mundo conocido
tales como la imprenta que ayuda a terminar con el medioevo, y la
mquina de vapor que potencia la revolucin industrial requeran,
para su control, de un conocimiento tcnico muy poco distribuido socialmente. Debido a su operacin digital (Terceiro y Matas, 2001), con
las computadoras sucede algo muy diferente, pues el saber sobre los
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INTRODUCCIN
Cultura/cultivo de Informacin
Las concepciones, habilidades y destrezas que tenemos para organizar
tcnicamente codificadas, nuestras experiencias del mundo, conforman los lmites de una cultura de informacin sin la cual la vida social
entre humanos no puede existir. Desde el lenguaje hasta las religiones
y los metalenguajes ms complejos, codificar, organizar, sistematizar y
procesar las experiencias de la vida y del mundo son centrales en toda
cultura humana existida o existente. Este libro a lo largo de sus captulos,
sostiene que la explicitacin documentada y reflexiva de las clases de
sistemas de informacin que configuran este tipo bsico de cultura es
progresible, es compartible, construible y aprendible. Se puede cultivar.
Desarrollar cibercultur@ requiere necesariamente que se incrementen de
manera sustantiva estas capacidades para operar creativamente con la
informacin, para poder construir y afirmar las diferencias, las culturas
y las identidades.
Cultura/cultivo de Comunicacin
Los recursos, las capacidades y las herramientas para suscitar, contemplar, establecer, mantener, transformar y transfigurar los vnculos
entre diferentes componentes humanos, con los respectivos sistemas
5
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Cultura/cultivo de Conocimiento
Entre los sistemas de informacin y los sistemas de comunicacin para su
transformacin como realidades operantes como haces de experiencias vivenciadas y la posibilidad de desarrollar ambas las culturas/cultivos
de informacin y comunicacin media la cultura de investigacin y
conocimiento.
Su cultivo nutre la necesidad de conocer en detalle, tanto en los
niveles fenomenolgicos de superficie o de primer orden (intra-objetuales), como en los niveles de las relaciones estructurales de segundo
orden (inter-objetuales). Sin ese doble conocimiento preciso y documentado, cualquier proyecto de transformacin y crecimiento generativo de
nuevas formas sociales de convivencia pierde sustento y condiciones de
factibilidad.
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INTRODUCCIN
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INTRODUCCIN
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4) Pensar la cultura (en tiempo de vacas muy flacas) es un divertimento sobre el concepto de cultura(s) y est deliberadamente escrito
casi como una conversacin que incluyo, en parte, por el estilo en que
fue formateado y, en parte, por la temtica y las ideas que pretenden
abrir y evocar algunas cuestiones y dimensiones que me parecen claves
cuando pensamos en estas novedosas condiciones a la(s) cultura(s).8
5) Convergencias paralelas. Desafos, desamores, desatinos entre
antropologa y comunicacin, planteo algunas preguntas que desde la
comunicacin se podran hacer hacia la antropologa. Presento algunas
propuestas para caracterizar estos procesos emergentes en la historia
y una serie de ideas para entender los procesos de comunicacin de
manera un poco ms compleja, es decir, ms multidimensional, ms en
movimiento, menos desconectada de ecologas igualmente complejas.
El desfase entre las carreras clsicas y legitimadas (como la antropologa) y la emergencia cuasi-oncolgica de la comunicacin, en vez de
marcar un repliegue hacia la anatemizacin de un campo emergente
que necesariamente interconecta las antes separadas disciplinas decimonnicas, bien podra dinamizar la estructura misma del campo de
las ciencias socio-histricas.
6) En Frentes Culturales: para una comprensin dialgica de las
culturas contemporneas, retomo la categora con la que he venido
trabajando desde 1982 en diversos anlisis y estudios de las culturas en
Mxico. Ms que un concepto nuevo, esta perspectiva me ha ayudado
a disear un marco metodolgico y terico para entender algunas de
las dinmicas de la cultura de estos y otros tiempos. Desde su inicio, la
categora fue planteada como un espacio de interfase entre diferentes
culturas en tensin y lucha por la definicin de los sentidos ms elementales de la vida humana. Con el tiempo y las experiencias de trabajo en
red, fuimos descubriendo que la complejidad relativa de la propuesta
persigue, adems, el objetivo de servir como sistema de reflexividad
para empoderar a los colectivos de investigacin que lo desarrollan. El
desarrollo de la categora implica la intervencin en los modos de organizacin para la creacin de conocimientos y un grado de reflexividad
de segundo orden muy importante.
7) Sociociberntica y Cibercultur@: perspectivas, promesas y
retos de dilogos interdisciplinarios es un trabajo que aborda por
8
Cfr. su versin sonora en https://www.youtube.com/watch?v=myVvebEgCR0&list=PLopTLnyHY21Yg_SD9Cf3NkCDwPcccW0I&index=1
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INTRODUCCIN
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INTRODUCCIN
INTRODUCCIN
Parece ser un hecho que el veneno ms efectivo para roer este orden social impuesto que separa, ensordece y enmudece, es conversar.
Conversemos pues.
Jorge A. Gonzlez
Ciudad de Mxico, Enero de 2015
51
o que diremos ahora nos alegra por una parte y nos preocupa por
otra. Es algo que va en sintona con las dos anteriores presentaciones.* De lo que hablaremos es de que no se puede separar la forma de
organizarnos para generar conocimiento, del conocimiento mismo. Sostenemos que no se puede decir: yo solamente descubr la fisin nuclear
(es decir, la forma de romper tomos para liberar una enorme cantidad
de energa), pero no tir la bomba atmica! No s quin la tir. Yo nada
ms hice este descubrimiento.
Desde la perspectiva que proponemos, resulta que, si no podemos
controlar los usos sociales del conocimiento que generamos, entonces
tampoco podemos controlar el conocimiento (Morin, 1995). Haremos
tambin una referencia a los estudiantes que estn en nuestras universidades y que alguna vez parecieron, como nos cantaba el msico
argentino Len Giecco, esperanzas caminantes.
Pero, qu sucede en la Universidad cuando, despus de cuatro
aos de estudios, miramos a los ojos de esas esperanzas caminantes o
comparamos las fotos de la poca de su ingreso con las fotos de su egreso? Es impresionante constatar el deterioro generalizado que ha habido
ah y que no es slo por el paso de los aos. Dnde qued el fuego?
Dnde qued la vida? Dnde quedaron las ideas? Quin sabe dnde?
Parece que asistimos a un proceso de desenergetizacin, de depresin y
desactivacin de los sitios donde se metaboliza profesionalmente la vida
y sus avatares mediante reflexin activa y accin reflexiva.
Sostenemos que, si no cambiamos desde dentro en las universidades
donde generamos (donde deberamos y podramos generar) conocimiento, amplias regiones del pas, vastas zonas del mundo, quedarn
y seguirn quedando para siempre excluidas del bienestar, de los
* Conferencia dentro del Coloquio Comunicacin para el Desarrollo Local, organizado por
el Consello de Cultura de la Xunta de Galicia, en Santiago de Compostela, en mayo de 2001.
53
medios para tener una vida digna y con calidad expansiva, como lo han
estado desde la noche de los tiempos.
Esta es, sin duda, la parte preocupante. Pero tambin creemos
que no todo est perdido y que se pueden hacer todava muchas cosas:
podemos crecer en calidad de conocimientos y, sobre todo, podemos
organizarnos mucho mejor si somos capaces de tocar y redisear la forma
en que nos organizamos para construir el conocimiento.
Hay una constante que nos parece importante en la historia de la
humanidad: mientras menos conectividad es decir, menos vnculos y
menos consistencia es decir, menos coincidencias y pobre elaboracin
sobre el para qu estn vinculados tienen los elementos de un sistema,
ms fcilmente generan (piden!) la intervencin de un poder superior
que les in-forme desde afuera.
Hablo de un tipo de relacin directamente proporcional entre
conectividad y consistencia, por un lado, y autodeterminacin y autonoma, por el otro.
Hay tambin una constante social que hemos convertido en un verdadero mito que tiene efectos inmovilizantes, porque las definiciones que
nos hacemos de nuestra realidad, aunque sean inventadas o infundadas,
mticas pues, son absolutamente reales en sus consecuencias. Y es el mito
de pensar que la estructura o el sistema simple y fatalmente nos
abruma, nos domina sin posibilidad de salida. Sin embargo, el mejor de
los anlisis sociales nos muestra que hombres y mujeres somos diestros
en la generacin y produccin de esas estructuras (Giddens, 1989) que
nos cambian la mirada, que transforman a nuestros estudiantes, de esperanzas caminantes, en deshechos y desazones arrastrantes. Parece ser
que las universidades se volvieron, desde hace mucho tiempo, espacios
no para simplemente aprender, sino para aprender a distinguir quin
manda. Pero los estudiantes, ellos y ellas, no son tontos y se vuelven verdaderos expertos en hacer trabajos a quien corresponda: a este maestro le
gusta mucho la historia, hay que ponerle mucho de historia y le damos
por su lado, o bien, esta maestra es muy dicharachera, le ponemos
entonces algn chistorete y la complacemos.
Pero, me pregunto, cundo vienen sus ideas? Poco a poco constatamos que no hay mucho sitio ni incubadoras para sus ideas, ni en
la sociedad ni en las universidades. En mucho casos, las universidades
ralentan esa energa. Los jvenes llegan (cuando llegan!) con muchas
experiencias e ideas para elaborar y documentar, para evaluar y suscribir o abandonar, pero las universidades, en vez de potenciarles las
54
(EZLN, 1994).
55
56
http://www.ezln.org/.
57
grados de autodeterminacin suelen ser verdaderamente escasos, permanentemente reprimidos o de plano inexistentes en la escena pblica.
Qu genera esto? Exclusiones a toda escala: poverty gap, digital
divide, brecha informacional, brecha tecnolgica que, dentro de las coordenadas normales de su definicin, son como la impagable deuda
externa de las economas de la periferia del sistema-mundo simplemente eternas.
bos casos operan con una gran ineficiencia, ignorancia profunda pero
acorazada de fama (slo fama) y, las ms de las veces, llenas de un tipo
de soberbia e impotencia a la vez. S. Muchas contradicciones que tejen
una relacin que nos parece esquizofrnica con la sociedad. Si los desaparecen, pues que los desaparezcan. Les pagan con los impuestos de
toda la gente y si desaparecen, pues, ni modo. Que los metan a trabajar
en otra cosa. Cotidiana y dolorosamente constatamos que, cuando hay
que recortar presupuestos, en qu se recortan? Fcil: en investigacin,
y especialmente en los parientes pobres de la investigacin, que son las
humanidades y las ciencias sociales. Nos quejamos, gritamos, pero qu
ms sabemos hacer aparte de tirar rollos ex-post-facto, a toro pasado?
Qu ms, aparte de tirar buenos o regulares rollos? Cmo estamos
preparando a nuestra gente para ser rolleros? Qu sabemos hacer?
Leer fotocopias. De repente, ni libros leemos (porque no hay o porque no
tenemos hbito de leer o ambas cosas).
Cultura de fotocopias, meta-meta-meta fotocopias: fotocopia de la
fotocopia de la fotocopia. Y, qu ms sabemos hacer? Hacemos un
uso cnico, pero no un uso clnico de lo que podemos aprender en la
Universidad, y al salir no sabemos hacer muchas cosas que deberamos
saber hacer. Pero s sabemos hacer algo socialmente til: aprendimos
perfectamente a distinguir quin manda. Por supuesto, estamos haciendo
referencia a un libro de metodologa de Lewis Carroll que se llama Alicia
a travs del espejo (Carroll, 1998), que nos muestra un dilogo entre
Humpty Dumpty un huevo humanizado y Alicia. Pero, en ese dilogo, cada vez que interacta con Alicia, este huevo parlante cambia a
su capricho las palabras y sus significados. Alicia, que es muy prctica,
le dice: no te entiendo, no te entiendo. Y Humpty Dumpty, desde su
posicin encima de un muro, le contesta con soberbia: No hace falta
que me entiendas, se trata de que entiendas quin manda.3
Desdichadamente, mucha de la formacin que hacemos en las universidades para generar conocimiento es muy parecida a esta escena:
aprender cmo pasar la asignatura, aprender a darle gusto a quien le
corresponda ejercer poder sobre nosotros y hacer como que hacemos
lo que debemos hacer.
Hace aos as estaba distribuida en el espacio la generacin de
conocimiento en Mxico.
63
2000
Estados
14%
DF
52%
Estados
48%
Esta es la concentracin de investigadores reconocidos oficialmente en dos perodos en el pas. Somos ms de ciento diez millones
de habitantes y en 1995 slo el 14% trabajaba fuera de la ciudad de
Mxico, el 86% estaba en el centro. En cinco aos, ese porcentaje
de megaconcentracin parece disminuir a casi la mitad. La zona metropolitana de la ciudad de Mxico concentra al 20% de la poblacin
total. Si bien la cantidad de investigadores fuera del centro aument,
las nuevas cifras relativas apenas registran un milsimo de punto de
avance.
Lo que definitivamente no ha cambiado es la forma de organizarse
para generar conocimiento.
Los investigadores reconocidos en Mxico alcanzan a la fecha un
nfimo porcentaje de la poblacin nacional, y para la seccin de Ciencias
Sociales y Humanidades ello se reduce a la quinta parte. La relacin
es de poco ms o menos 15 mil profesionales de la reflexividad para
ciento doce millones de habitantes. En los ltimos aos, como podemos
constatarlo, se nmero ha tendido a aumentar, pero estamos todava
muy lejos de lograr una masa crtica significativa para transformar la
estructura de produccin de conocimientos. Una poltica cientfica de
Estado, sigue sin aparecer en el horizonte de los partidos y las instituciones del Estado mexicano.
Aqu hay ms datos: somos muchsimos los mexicanos que no leemos nada y adems no podemos comprar libros, as que las ediciones
son, por tanto, muy pequeas, tienen circulacin restringida, existen
escasas revistas cientficas en el rea, tenemos una cultura acadmica
que ya hemos contado cmo es y, por supuesto, no tenemos una masa
crtica de lectores, un mnimo estimulado de personas que est leyendo
como parte de su vida cotidiana.
64
65
4334
5879
7252
5248
2004
2000
Total
12096
8676
3420
2005
100
73,7
26,3
1995
100
72,4
27,6
2000
% por rea
100
71,8
28,2
2005
1545
1995
0,006
0,005
0,001
1995
0,007
0,005
0,002
2000
0,01
0,007
0,003
2005
% relativo a la Poblacin
68
trabajo por desarrollar conocimientos sobre su propio entorno simblico local. Pero al mismo tiempo ligados con procesos globales de
distribucin de inteligencia. Queremos hacer redes de generacin de
informacin descriptiva, exploratoria, actualizada, histrica y de sentido pblico. Y eso qu quiere decir y para qu lo queremos? Simple:
para aumentar la masa crtica de generadores de informacin cultural
sustantiva. Aumentar significativamente el nmero y la dispersin espacial de personas y grupos suficientemente preparados (es decir, con
las habilidades y las destrezas bsicas adquiridas) y suficientemente
motivados para responsabilizarse en una estructura de red de esta
tarea que de alguna manera ha sido expropiada o nunca se ha asumido
a fondo en las sociedades dominadas en las escalas mundial, nacional
y local. Queremos aumentar el conocimiento fundado sobre la cultura
en Mxico, pero Mxico es, en realidad, muchos Mxicos. La conocida Revolucin mexicana es, en verdad, la integracin compleja
de muchas revolucioncitas locales. Hay muchas cosas que pasaron,
que se taparon y que no estn todava muy claras, sobre todo si todo se
sigue haciendo conocimiento de manera ombliguista, centralizada
y heterodeterminada.
Por otra parte, tenemos otra historia que tampoco aparece en las
estadsticas comunes y es la historia de las disposiciones incorporadas, la
historia de la distribucin, desarrollo y apropiacin de los esquemas
simblicos mnimos para percibir, valorar y escoger determinada prctica cultural y no otra.
Para ser lector o para ser catlico o para ser educando, si no tenemos
esos esquemas, que estn desigualmente desarrollados, distribuidos y
apropiados, simplemente no percibimos ese producto o prctica cultural.
No somos parte de su pblico.
Si alguien nos mostrara la Catedral de Santiago de Compostela, pero
no tuvisemos ni idea de ella ni tampoco trajramos una gua o algo que
nos ayudase a comprender mejor lo que nos muestran, es muy probable
que despus de pasar por el Prtico de Gracia dos fueran nuestras actitudes: una, la de entrar a asolear las muelas: oh, la magnificencia!, entonces compraramos una postal y diramos miren, yo estuve en Santiago.
No entendimos nada, ni sabemos nada, slo que es muy grandota, muy
antigua y muy bonita, porque no tenemos las disposiciones adecuadas
para degustarla e incorporarla a nuestra experiencia vital.
Otra cosa sera si alguien nos llevara y nos proporcionara ms
y mejores elementos que solo nuestro pobre o rico sentido comn,
podramos entender y asimilar lo que vemos y sentimos un poco ms
densamente y menos mensamente.
Cuando hablamos de densidad nos referimos a una visin que
nos permite identificar una pluralidad de relaciones. Sin ella, desarrollamos sin ms la mensidad5 frente a la inmensidad. Entonces, una prctica
cultural puede ser ms provechosamente entendida como el entrecruzamiento de dos historias, de dos trayectorias que en ella convergen: la de los
equipamientos o soportes materiales de la cultura y la de las disposiciones
cognitivas que se han desarrollado y distribuido de manera desigual entre
las personas, los espacios y los tiempos sociales.
Una es la historia de las instituciones, agentes y prcticas especializadas en la produccin, preservacin y difusin profesional de representaciones del mundo. Otra es la historia de cmo nos fuimos haciendo,
paulatinamente, pblico de las instituciones culturales; porque los pblicos no nacen, se construyen, se van haciendo en el curso del tiempo.
5
Un menso es el que, ante un guio, no distingue entre un tic, un ligue o una basurita en
el ojo. Alguien que tiene poca capacidad para discernir y, por lo tanto, aplana su propia visin y
experiencia de las cosas.
70
os anlisis de la cultura de Amrica Latina tienen un variado y mltiple origen, as como tambin un desarrollo plural y desigual. En
casi todos los pases se han desarrollado, en mayor o menor medida,
esfuerzos sobre estas cuestiones; sin embargo, para este trabajo nos sera
imposible dar cuenta, al menos aproximada, del desarrollo de estos
estudios en el rea. Y no nos es posible conocer en detalle la situacin
por tres cuestiones que estn en el centro de toda nuestra reflexin: la
falta de informacin, la falta de difusin y la falta de conexin. Slo
vemos una pequea punta del iceberg, pero hay algo as como un
iceberg? El mundo acadmico conoce una pequesima parte de los
esfuerzos que se hacen en esta regin del mundo por volver inteligible
nuestras sociedades, sus procesos, sus cambios y permanencias desde
el punto de vista de la cultura (Gonzlez, 1994a). Sin embargo, las
carencias atrs mencionadas forman parte sustantiva de la estructura
de estos estudios y uno de los obstculos ms importantes para revertir
la situacin.
* Por fin mucho engaa el Diablo a aquellos que quieren saber cmo estn hechas las cosas
secretas, o aun conocer acaso el secreto de la vida, o acaso las cosas que ocurrirn ms tarde. (De
Olmos, 1990: 18-19)
75
77
78
276.8
241.1
116.3
69.7
88.8
77.2
42.3
26.9
1.3
Licenciatura
Titulados (Lic)*
1990
Maestra
1995
4.5
7.9
Doctorado
1999
mexicana para las ciencias sociales y humanidades son 18, y de ellas slo
dos tratan sistemticamente la problemtica de la cultura.2
Dentro de este marco tambin se puede comprender mejor la
necesidad de los investigadores de vincularse al extranjero para, correlativa y progresivamente, desvincularse de los movimientos y flujos de
las configuraciones culturales que se entretejen en su propia sociedad.3
Es tambin conocido el descuido de los acadmicos respecto a mltiples
procesos culturales que no han sido legitimados por alguien fuerte en
el campo internacional.4 La situacin externa no es mejor. Una com2
Me refiero en especial a Estudios sobre las culturas contemporneas y a Comunicacin y sociedad,
ambas, no por casualidad, realizadas fuera de la Ciudad de Mxico.
3
Los criterios para entrar en el ranking de los investigadores reconocidos exigen tener difusin en el extranjero y apariciones constantes en el Citation Index. Sin embargo, ello logra hacer an
ms pequea la punta de la pirmide; porque ello no depende solamente de la calidad de los trabajos,
sino de las relaciones o capital social de los cientficos con las comunidades internacionales.
4
Este es, por ejemplo, el caso del estudio de la relacin de la sociedad mexicana con las
telenovelas, que despus de casi 40 aos de produccin y construccin de un pblico no haba,
prcticamente, merecido ni un solo estudio documentado. Vase Gonzlez (1998) y los dems
textos sobre telenovelas en Gonzlez (1994c)
79
paracin con los Estados Unidos de Amrica resulta pattica (De los
Santos, 1995). Estamos completamente fuera del mercado cuando en
las compilaciones internacionales slo 3,8% de 1200 referencias y uno
sobre 43 autores son de origen (o al menos su apellido) latinoamericano
(Grossberg, et al., 1992).
81
No fueron los intercambios cientficos, es decir, la propia dinmica del campo, sino una perturbacin externa la represin militar
en Amrica del Sur que mediante redes de amigos y conocidos nos
puso en contacto directo con colegas de slida formacin que vinieron
a refrescar el ya de por s viciado ambiente del campo cientfico mexicano de mediados de los setentas, pleno de certezas de corte positivista
o bien de corte llamado crtico. Con ellos llegaron a Mxico otras
bibliografas, autores, perspectivas y problemticas que influyeron
definitivamente en la reorientacin de los temas de investigacin y, a
su vez, fueron influidos por las diversas tradiciones y corrientes que se
desarrollaban en Mxico.
Fue precisamente en 1982 cuando, al revisar crticamente los anlisis anteriores, nos dimos cuenta de que las categoras que habamos
utilizado desde 1976 especialmente en las perspectivas de Gramsci,
Cirese, Bourdieu y Fossaert (hegemona, subalternidad, desniveles
internos de cultura, habitus de clase, lgicas de produccin) si bien
haban colocado mucho ms precisamente la cuestin del anlisis cultural al tratar de pensar las especificidades de la sociedad mexicana,
mostraban varias lagunas, sobre todo de orden metodolgico.5 De
aqu proviene la propuesta de trabajo de los Frentes Culturales en la
que, desde 1982, nos planteamos para trabajar de modo inicial con
algunos procesos de religiosidad en santuarios, las ferias urbanas y la
vasta experiencia cultural mexicana con el melodrama en los medios
de difusin.6 Todos estos fenmenos tienen el carcter marcadamente
transclasista.7
La categora de los Frentes Culturales sirve como herramienta
metodolgica y terica para ayudarnos a pensar y a investigar empricamente los modos histricos, estructurales y cotidianos en los que se
construye una urdimbre de relaciones de hegemona en una sociedad
5
Es, sin duda, a Gilberto Gimnez a quien hay que reconocerle la difusin pionera en
Mxico del pensamiento de estos autores y su influencia en la formacin de investigadores sobre
estos temas (Gimnez, 1976, 1977 y 1980).
6
Mi texto Ms(+) Cultura(s) (1994), contiene el recorrido de diez aos de los estudios sobre
esta concepcin.
7
El trmino viene de Cirese, quien, al confrontar la visin de Gramsci con la de Croce
sobre lo popular, enriquece la visin vertical y clasista gramsciana, con una perspectiva de cortes
transversales que abre la posibilidad terica de pensar la subjetividad y de no reducir a intereses
de clase procesos como el arte, las perspectivas de gnero, los movimientos ecologistas, etc.
(Cirese, 1983 y 1986).
83
8
En este apartado nos est siendo de gran utilidad el dilogo fecundo con la perspectiva
antropolgica llamada EoE, Ethnography of Empowerment, que, ms centrada en procesos
educativos, ha generado una interesante tradicin en el estudio de los procesos de subordinacin
(disempowerment) de las minoras hispanas y asiticas en los Estados Unidos (Trueba y DelgadoGaytn, 1991; Suarez-Orozco, 1995).
85
El panorama en este caso es bastante deprimente, pues tales configuraciones y bancos de informacin no existen, no estn disponibles
o estn dispersos e inconexos.9 Como pas colonizado, uno de nuestros
rasgos sigue siendo el descuido y el desprecio de los sbditos (o sea,
casi todos) hacia la informacin. En los diferentes estudios empricos
realizados en aquella dcada (1982-1991), esta necesidad cientfica se
fue uniendo cada vez ms a la necesidad estratgica de trabajar en redes horizontales para poder aumentar la masa crtica de generadores
y usuarios de informacin sobre las dinmicas culturales del Mxico
contemporneo. Frente a una cultura profunda y capilarmente autoritaria, concordante con lo que Galindo (1996) llama acertadamente
sociedad de informacin que favorece y premia la concentracin y las
relaciones de autoridad de pocos sobre los muchos, esta nos pareci
una salida plausible. Ese fue el sentido del Programa Cultura y del ms
reciente trabajo de investigacin que como comunidad de investigacin
nos ha ocupado: la formacin de las ofertas culturales y sus pblicos en
Mxico, siglo XX (cartografas, genealogas y prcticas culturales), que
llamamos proyecto FOCYP.10
86
87
El proyecto FOCYP
Nuestro proyecto tiene tres reas de trabajo que giran alrededor de ocho
campos culturales que han sido determinantes en el desarrollo cultural
de Mxico en el presente siglo: la religin, la educacin, la salud, el
arte, la edicin (los medios) y el ocio.15
Completan la lista, la cultura alimentaria y la cultura del consumo
de mercancas que, si bien no tienen el mismo grado de especializacin
que los anteriores, son vitales para comprender los procesos de cambio
de la sociedad mexicana.
Estos ocho campos forman la columna vertebral de la investigacin en sus tres reas.
El concepto como lo usa Bourdieu designa los espacios sociales (instituciones, agentes y
prcticas) que la divisin social del trabajo ha especializado en la creacin, preservacin y difusin
del sentido. Ver Bourdieu, 1995 y Calhoun, et al., 1993.
88
Programa Cultura
Inicio de crisis
1970-1980
Modernizacin
1950-1960
1930-1940
1900-1910
Post-revolucin
Pre-revolucin
Programa Cultura
1990
Tercera Generacin
1970
1950
Segunda Generacin
1930
1910
Primera Generacin
1900
90
91
92
94
aradjico y contrastante. Dos conceptos hechos para pensar realidades de tiempos diferentes una del colonialismo del siglo XIX y
la otra del surgimiento de los modernos medios de difusin en el siglo
XX enfrentan serios problemas para pensar el siglo XXI.
La cultura le pone cercas al sentido por un territorio; la comunicacin las excede y pone precisamente en entredicho. Ambas, cultura y
comunicacin, son (y mediante ellas somos) en el lenguaje, en el universo
de los smbolos. Una de las ms importantes transformaciones sociales
de este fin de siglo se deriva de la aparicin en el mundo de estructuras
socio-histricas especializadas en la edicin organizacional y tecnolgicamente mediada de la dimensin simblica de la realidad.
Meta-campo que nombra, narra, muestra y atraviesa transversalmente todos los campos de produccin cultural, se vuelve la parte ms
activa y poderosa de esa transicin. La comunicacin tecnolgicamente
mediada se convirti, en el correr del siglo XX, en el vector ms importante del terreno simblico, precisamente por su capacidad de editar,
de pegar y despegar, unir y desunir complejos sistemas de signos, y por su
presencia y trabajo transversal. El trabajo de los llamados medios crea
profesiones inditas en prestigio, en poder y en habilidades, remodela
puestos profesionales que confeccionan las formas simblicas con eficacia
productiva, pero a costa de una reflexividad empobrecida.
Una gran parte de la modernidad desigual y chimuela de estos
tiempos, ha sido potenciada por los medios de difusin y, por ello se
convirtieron en los objetos privilegiados de deseo para trabajar, para
estudiar y reflexionar. Con los medios vive el poder, y el poder seduce
con slo mirarlo.
95
96
97
[...] venimos a buscar a la patria. La patria que nos haba olvidado en el ltimo rincn del
pas; el rincn ms solitario, el ms pobre, el ms sucio, el peor. Venimos a preguntarle a la
patria por qu nos dej ah tantos y tantos aos? Por qu nos dej ah con tantas muertes?
98
Y queremos preguntarle otra vez, a travs de ustedes, por qu es necesario matar y morir
para que ustedes, y a travs de ustedes, todo el mundo, escuchen a Ramona que est
aqu decir cosas tan terribles como que las mujeres indgenas quieren vivir, quieren estudiar,
quieren hospitales, quieren medicinas, quieren escuelas, quieren alimento, quieren respeto,
quieren justicia, quieren dignidad? Por qu es necesario matar y morir para que pueda
venir Ramona y puedan ustedes poner atencin a lo que ella dice? (EZLN, 1994:164)
La cuidadosa edicin de los indios dentro de la ideologa del Estado mexicano se comenz a
realizar por los liberales mexicanos desde el siglo XIX. Los nicos indios de los que se podra estar
orgulloso y sobre los que se podra basar la nueva raza son los del pasado. Los indios presentes,
marginados, existentes, deberan desaparecer por ser representantes de una alteridad atrasada a
superar, ni integrables ni racionales. Cfr. Reyes Heroles (1982: 579-581).
4
Por status entendemos la posicin clasificada relativa en trminos de reconocimiento del
prestigio de un agente dentro de una estructura social determinada y jerarquizada (director, gerente, tcnico, secretaria, empleado...). Llamamos situs a una estructura de posiciones otorgadora de
status y delimitada segn el tipo de actividad social especfica que desempea (industria pesada,
gobierno, magisterio, comercio, agricultura, alimentacin). Cfr. Littlejohn, James (1975: 62).
5
Esta definicin meditica de construcciones simblicas transclasistas genera diferentes
espacios de tensiones y luchas histricas permanentes y a la vez intermitentes que hemos llamado
Frentes culturales.
6
Para un acercamiento metodolgico y emprico al estudio de esta actividad social en
Mxico, Cfr. Gonzlez, Jorge A. (1995a: 148-149).
99
100
ellos forman parte de una compleja configuracin de repertorios de elementos culturales transclasistas, sobre los que se ha luchado y se lucha
en mltiples fronteras interconectadas y arenas conflictivas por definir
la orientacin y el sentido de ese vector determinante de la amplitud o
estrechez de la vida en su dimensin simblica.
101
102
103
anglosajones los primeros que hacen estudios empricos sobre el campo de la comunicacin (ya para entonces perfectamente reducido a los
medios) en Mxico.
Por ese mismo efecto, cuando se enseaba o haca investigacin de
la comunicacin, el inters estaba poco diferenciado del mercado: cmo
afecta (mejor) este mundo de la informacin (los contenidos, los colores,
las secuencias, las narraciones) a los receptores-clientes? Cmo saber si
nuestro producto est siendo aceptable por nuestro pblico?
Por el otro lado, esa primera operacin de reduccin condujo a la
institucin progresiva de un pensamiento simplista, es decir, generalmente unidimensional, secuencial, con horizontes muy estrechos y con preguntas poco plausibles para el tipo de complejidad que se enfrentaba.
Algunos intentos de trabajo son tan puntuales que pierden una
perspectiva holstica, menos episdica. Otros ms audaces se esforzaron en interpretar velozmente la comunicacin (ahora reducida a una
semiosis circular), pero sin los rieles de la compleja construccin metodolgica que el fenmeno requera. Una evaluacin reflexiva reciente,
fruto de ms de diez aos de trabajo etnogrfico en todo Mxico, nos
plantea que hoy en da en nuestro pas el comportamiento de los pblicos y las audiencias se funde con el de los electores y los creyentes,
as como consumidores y espectadores. Todo pasa por la informacin;
la poltica y la economa dependen de ella, la religin y el espectculo
tambin. La nueva sociedad est informatizada y Mxico forma parte,
voluntaria e involuntariamente de esa nueva sociedad. Sin embargo,
esta complejidad del mundo social no fue objeto del campo acadmico
ms que en forma selectiva (Galindo y Luna (coords.), 1995: 13-44).
De entre ellos, destaca Carlos Monsivis con todo y su respetable y pblica abominacin
por los comuniclogos y rollos que les acompaan. Su situacin es peculiar en ms de un sentido,
porque su reflexin sobre los medios y el mundo de la comunicacin siempre ha estado ligada con
una prctica militante muy crtica y al mismo tiempo con su participacin activa en los medios,
en dilogo y trabajo productivo junto con los profesionales (caricaturistas, cantantes, bailarinas y
una larga fila de etcteras). Otros intelectuales que reconvirtieron ms tardamente sus intereses y
capitales disciplinares ahora estn en la cima del hit parade de los estudios sobre comunicacin en
Amrica Latina. Poco a poco, el dilogo negado se ha vuelto precisamente la agenda a discutir.
105
423
502
577
1982-1986
1986-1990
1991-1996
273
107
100
35
19
10
3
1
1956-1961
1962-1966
1967-1971
1972-1976
1977-1981
Perodo
Documentos
Fuente: Elaboracin del autor con base en datos de Ral Fuentes Navarro.15
14
Esta feminizacin en trminos duros del propio sistema masculinamente orientado
significa una devaluacin de las carreras y todo lo que les rodea. Para las cifras del crecimiento,
vase Autores Varios, Anuario estadstico. Licenciatura en Universidades e Institutos Tecnolgicos, Mxico,
Asociacin Nacional de Universidades e Instituciones de Educacin Superior, 1994, p. 24.
15
Ral Fuentes Navarro (1988 y 1996). Agradecemos a RFN su ayuda a travs de una comunicacin personal para completar con sus estimaciones fundadas los datos de esta figura para
los aos de 1995 y 1996.
106
107
108
18
El melodrama televisivo mexicano, vivo en diferentes formatos desde 1950, por efectos
de esa sobre ideologizacin, hasta 1985 no haba merecido un solo estudio acadmico. Durante
tres dcadas de hacerse pueblo, las telenovelas no existieron ni para Tirios ni Troyanos. Cfr.
Jorge A. Gonzlez (comp.) (1998).
19
En 1980 se forma el rea de investigacin Comunicacin, hegemona y culturas subalternas en
el Departamento de Educacin y Comunicacin de la UAM-X. Esta Universidad con la migracin
forzada de decenas de valiosos acadmicos sudamericanos que tuvieron la oportunidad de colaborar
en este proyecto acadmico, unida al otro numeroso contingente, en su mayora compuesto por
jvenes egresados de comunicacin de la UIA, quienes fundaron la carrera de comunicacin en la
UAM-X para entonces se haba convertido en un importante centro de difusin del pensamiento
109
Titanic
Considerado in-hundible,
se hundi en su primer viaje en 1912
Hindenburg
Lleno de hidrgeno para flotar, estall
en el aire en 1937
110
112
113
http://www.culturascontemporaneas.com
115
Iberoamericana y con una formacin acadmica trans-disciplinar (comunicacin, antropologa, sociologa, epistemologa, lingstica, filosofa,
ciberntica), manifiestan en su trabajo una explcita inquietud por la
construccin terica y metodolgica de los emergentes objetos de estudio que se recortan en esta relacin entre cultura y comunicacin.28 Los
desarrollos de ambos autores apuntan actualmente a otros derroteros
en curso de exploracin (cibercultura, ciencias cognitivas, especialmente
promocin de cultura de investigacin). Los frutos de toda una nueva
generacin que afina sus miradas en el Mxico de hoy ya comienzan
a verse.29
El nfasis desde la creacin del Programa Cultura en la necesidad
de crear y participar en la promocin de redes de investigadores en que se
relacionen de manera horizontal marca igualmente el compromiso de
la concepcin atrs mencionada: para transformar el conocimiento, hay
que tocar las estructuras verticales que lo organizan y lo generan, que lo
acumulan en lites de iniciados y lo restringen a centros urbanos obesos
por su altsima concentracin de casi todo (bibliotecas, intelectuales,
publicaciones, equipamientos y ofertas culturales, organismos de decisin, poder poltico y econmico). Tambin concentra problemas derivados por la misma hipertrofia de energa (basura, violencia, polucin,
corrupcin...). Ms recientemente, ah se da una alta concentracin de
servidores, nodos de la red de redes, mientras que la hermosa provincia,
el interior del pas (lugar comn muy socorrido que convierte por ese
28
Sobre la formacin del Programa Cultura, Cfr. Jorge A. Gonzlez (1997d). Un ejercicio
reflexivo poco comn puede verse en Jess Galindo (1993: 11-34). En Jess Galindo (1994b: 114)
se muestran de manera sinttica parte de los resultados del trabajo de campo de ms de diez aos
en decenas de ciudades de Mxico, y en l Galindo coloca en un destacado lugar estratgico el
campo de la informacin. Una propuesta de estudio para las industrias culturales, y en especial
para las telenovelas mexicanas como objeto complejo, puede consultarse en Jorge A. Gonzlez
(1994c). Mencionamos tambin a Gabriel Gonzlez Molina, co-fundador del Programa y el primero
en investigar etnogrficamente la produccin de noticias ligada a la cultura de los profesionales de
la prensa televisiva en Mxico. Cfr. sus trabajos en Ral Fuentes, op. cit. Desde luego, este esfuerzo
no fue miel sobre hojuelas ni la panacea que a veces, por el nfasis coyuntural y la propia actitud
irreverente de sus fundadores (Galindo y Gonzlez), parece imponerse de modo soberbio y poco
emptico sobre las otras opciones y vas.
29
Es el caso en Colima de Lupita Chvez (metodologa, msica y telenovelas), Ana Uribe
(telenovelas, carisma y televisin), Karla Covarrubias (telenovelas y cambio religioso), Gely Bautista
(migracin y gnero), Anajose Cuevas (familia, cine y artesanos), Irma Alcaraz (familia, gnero y
migracin), Irma Rodrguez (cultura alimentaria, ofertas culturales y televisin), ngel Carrillo
(tecnologa y educacin).
116
30
Para documentar los niveles de concentracin, Jorge A Gonzlez y Guadalupe Chvez
(1996) y una configuracin visual en el mdulo cartografas del programa informtico FOCyP.
31
La revista de este Centro de investigaciones, Comunicacin y sociedad, se define como especializada en el rea de la comunicacin social, aunque recientemente se nota en ella un deslizamiento
hacia una problematizacin ms amplia ms cercana a los estudios de la cultura de su mismo
campo de especializacin. Debe destacarse a Snchez Ruiz como uno de los pocos investigadores
que con formacin emprica ha intentado diferentes aproximaciones a la complejidad reconocida
de la realidad a estudiar. Este autor mantiene una posicin dura frente al objeto de estudio que
centra en los medios, Enrique Snchez Ruz (1991). El ITESO produce la revista Renglones. Cfr.
Bibliografa en R. Fuentes (1996).
117
118
119
124
37
Nunca antes se vivi una crisis globalocalizada financiera y burstil como las llamadas
por la prensa como efecto Tequila y el ms reciente efecto Dragn. Las informaciones de los
movimientos del capital, los flujos mismos de esa energa social, viajan hoy a la velocidad de la
luz, a lomo de bits.
38
Pardav, Joaqun, Panchita. Cancionero popular mexicano. SEP-DGCP, MXICO, 1987, P.53.
127
128
PENSAR LA CULTURA
(EN TIEMPOS DE VACAS MUY FLACAS)
N
Gustavo Ortiz Milln*
Cultura/saber
La cultura est ligada al conocimiento, al saber, al conocer y por ello tiene
un vnculo ntimo con la informacin, esa configuracin energtica que
reduce nuestro grado de incertidumbre respecto a algn evento cuando
ordena (in-formar) una transmisin de seales. La informacin es algo
que se puede dar y, sin embargo, no se pierde. En esta direccin, la cultura nos aparece como un cmulo sedimentado de interpretaciones y al
mismo tiempo como una capacidad para generarlas y regenerarlas que se
comparte, se acumula, se transmite, se almacena, se difunde, se interpreta
y se reinterpreta sin parar. Pero la informacin no puede generarse y
transmitirse sin un soporte material, sin un vehculo que la canalice y la
haga accesible a otros. La cultura tiene una dimensin sgnica que le da
su especificidad, pero simultnea y necesariamente posee otra condicin
que no se cierra en la pura signicidad; por el contrario, la cultura/saber
est irremediablemente constreida por su dimensin material.
129
Cultura/poder
Todos somos iguales,
pero algunos son ms iguales que otros.
Y si en ese primer caso acusamos su virtualidad para expandirse ilimitadamente urbi et orbi, esta ltima dimensin (no slo de pan vive el hombre, ciertamente, pero sin pan no se vive. Cirese, 1986) la liga y somete
siempre a un entramado de relaciones histricas y sociales que pautan
la generacin, distribucin y acceso de los recursos que hacen posible su
existencia concreta en un lugar y en un tiempo. Por ello, la cultura tiene
otro vnculo indisociable con el poder. Desde luego, la relacin entre
cultura y poder no implica solamente la simple posesin o el acceso a
los soportes y a los productos materiales que atrs mencionamos, sino
tambin a una estructura de reparticin precisamente del saber y de las
habilidades para aprovechar los soportes, los medios y los productos
que nos sirven para que se pueda generar ms saber. Se dice que el que
nace para maceta no pasa del corredor, pero ello no es una condicin
natural, sino ms bien posicional: optar por ser maceta como vocacin
de vida depende menos de la voluntad que de la existencia objetiva de
zonas eminentemente maceteras (para abusar de la metfora con una
perla del argot que deleita a los hombres del poder). El ejercicio del
poder genera disimetras que han sido construidas en el curso de todas
las historias y a lo largo de toda la Historia. Y la cultura, ese universo
convexo de las interpretaciones, no se puede entender separada de los
lugares que rigurosamente delimita y consagra aquel ejercicio.
La otra cara de la inclusin es precisamente la de la construccin social de los otros. En una dialctica constante, hacer un sentido de
pertenencia siempre va acompaado de la elaboracin del sentido de
lo que no somos. En un tiempo, toda la cosmovisin de la humanidad
fue geocntrica: el cosmos con toda evidencia giraba alrededor de
nuestro planeta. Todava hoy, en nuestro lenguaje (que, preocupantemente, no slo es del siglo pasado, sino de otro milenio!) cargamos con
132
reliquias de aquellos polvos (el sol y sus estrellitas salen en la bveda celeste). La tierra como el nico centro del universo. Toda otra posibilidad
quedaba excluida por mandato divino. Pero tambin por efectos de la
distribucin desnivelada de relaciones de poder, la cultura ha tenido (y
a veces sigue teniendo) una definicin etnocntrica que privilegia slo
lo europeo, lo occidental, lo blanco como LA CULTURA.
Todos los otros resultarn (y resaltarn) brbaros, paganos, salvajes, colored, primitivos, hasta que no se asemejen a nosotros. Desde
(y hacia) la posicin anterior, quizs como deslizamientos sociocntricos,
la cultura de una clase o grupo social dominante se ha erigido como la
nica real y verdadera Cultura, que lo sabemos implica una valoracin despreciativa de las otras clases y grupos dominados dentro de
la misma sociedad y de las otras formas (inferiores, menores, atrasadas)
de organizacin social, externas a ella: la puritita justificacin de las
aventuras colonialistas. Otra variante de la exclusin, digamos, tradicional
est ligada a la gestin de las interpretaciones del gnero: durante siglos
y milenios la verdad del sentido de la vida presenta tintes claramente
falocntricos.
La cultura el primer sentido de la vida pblica huele sospechosamente a varn, y con ello se nos condena (a todos y a todas) a una
racionalidad pblica anclada para decirlo de manera apresurada solamente en un hemisferio del cerebro.
La razn (y la interpretacin natural, correcta, normal, justa,
sensata y verdadera) descansa de modo apacible qu es una raya
ms para un tigre! en una exclusin ms.
En tiempos recientes estos de las vacas muy pero muy flacas, las
polticas neoliberales comienzan a disear el escenario del futuro
globalizado y de la economa mundializada: el mundo del maana (que
hace rato empez para millones de excluidos) ser slo de los que
pueden, de los insiders, de los que sepan flotar y enriquecerse dentro
133
de las marejadas y las corrientes de las libres fuerzas del mercado. Los
dems, simplemente, estn afuera. El desdibujamiento de los estados
nacionales por el florecer de nuevas ciudades-Estado, acorazadas y
amuralladas con muros de piedra y passwords members-only para la
mayor seguridad de sus mundializados ciudadanos, interconectadas en
una red virtual de comunicaciones telemticas, autosuficientes, inteligentes y, en suma, globalizadas. Lo que antes vala ahora ya no vale. Y
el que no pueda sobrevivir, que desaparezca!, que se separe!, que se
extinga!, que se joda! (con ayuda, por supuesto). De esta manera, al
panorama de por s variopinto de las modalidades del ejercicio de la
exclusin atrs mencionadas, adjuntamos esta novedosa realidad: sin
ningn asomo de concertacin, las universidades rechazan cientos de
miles de jvenes, las empresas ajustan a millones de empleados, los
fraccionamientos de gente bonita levantan barricadas arquitectnicas con
polica privada, los bancos se le van a la yugular a los deudores. Pero
en la perspectiva de la bella provincia mexicana, la cuestin tambin
sin previa confabulacin no es muy diferente: de repente, el camin
pasajero de Comala, as noms, un da dej de entrar a la ciudad de
Colima; los nmeros telefnicos cambiaron porque se coloc la fibra
ptica para optimizarnos y la gente tuvo que llamar por larga distancia a la misma ciudad con la que est absolutamente integrada en lo
econmico, comercial, social, educativo, etctera. De un da para otro,
los comaltecos (cuntos pueblerinos ms?) se comenzaron a volver
extranjeros en su propia matria, outsiders de segunda. Simplemente,
quedaron afuera.
Son los costos y saldos del ajuste, los residuos de la gran acumulacin.
Todo ello proviene de una forma de organizacin radial, concentrada en un polo nuclear de decisiones verticales sociedad de
informacin, nos previene Galindo, 1994b que gasta una enorme
cantidad de energa y recursos para poderse mantener en su esquema
de exclusin. Este implica un nosotros muy pero muy estrecho (para
muestra, un botoncito de 24 neo-millonarios), frente a un los otros
(40 millones de pobres extremos) vasto, perifrico e incomunicado
entre s.
134
As las cosas, la cultura definida por exclusin y valorada por autoaclamacin de los mismos que son sus jueces y sus partes slo puede ser
irradiada desde el centro hasta las periferias. Los procesos y las estructuras de concentracin de los recursos y los materiales para la creacin
y re-creacin de nuevos sentidos e interpretaciones del mundo y de la
vida (estticas, numinosas, formativas, salutferas, divertidas, alimentarias, mediticas, cientficas y as diciendo) han llegado a un estado
de megaconcentracin inimaginable: tan slo el sur de la ciudad de
Mxico tiene ms infraestructura y equipamiento cultural que todo el
pas en su conjunto. As se cierra un crculo vicioso, pues los cientficos,
los artistas, los creadores que pueden ser apoyados para generar un
trabajo de calidad, son aquellos que tienen un trabajo de calidad, pero
para poderlo tener se requieren equipamientos de calidad, que no se
tienen porque no hay gente de calidad. Claro, fuera del De Efe y
todos los defecitos de petatiux en que se quieren convertir las ciudades
capitales del pas todo es Cuautitln!
El esquema de alta altsima concentracin y ejercicio radial
y vertical de organizacin del sistema en su conjunto se reproduce de
manera fractal, hologrfica, en todos los cuautitlanes y sus respectivos y
polvorientos cuautitlancitos (Gonzlez y Chvez, 1996).
Cuando se le lleva la cultura a la gente, no responde, se duermen, no asisten. Enorme reto y tarea de los promotores culturales y
las instancias de difusin cultural, que al reproducir el esquema radial
y heliocntrico, frustran todo intento y minan la ms frrea y buena
voluntad.
El sol sale (casi) para todos, pero no todos tienen bronceador (o
casi).
135
Una crisis compleja como la que vivimos en el Mxico de nuestros tiempos que corren atropellados tiene muchas facetas. Desde luego, la econmica es muy evidente (inflacin, depauperacin, recesin, desempleo,
suicidios, quiebras, huelgas) y la gente responde sobre-explotndose,
talonendole, dobleteando o dedicndose al jugoso negocio del atraco.
El desarreglo (caos?) del espacio de la poltica (crisis de los partidos, privatizacin del Estado, violencia, narcotrfico, corrupcin) no
est para menos y tambin ha acarreado diferentes respuestas: absten137
Introduccin
ste trabajo pretende delimitar algunos de los desafos que una mirada
con abolengo, la de la antropologa en particular y la de las ciencias
sociales en general, necesita plantearse frente a la realidad cada vez ms
compleja de la comunicacin industrial y tecnolgicamente mediada en
nuestro pas y en el mundo. Esta tarea adquiere especial relevancia dentro del ejercicio de reflexividad social en Mxico, donde la antropologa
tiene una larga tradicin de documentar e interpretar la composicin
multicultural de nuestra sociedad, pero que, sin embargo, muy poco ha
dedicado a construir la inteligibilidad de los procesos de comunicacin
social, y cuando lo hace en parte quizs por carencia de conceptos
especficos se ve obligada a recurrir a tpicos del sentido comn sociolgico que, lejos de ayudar, obstruyen el conocimiento y desde luego
la accin en estos delicados frentes.
Para tal efecto, este texto tiene cuatro secciones. En la primera,
presentamos una revisin de la aparicin histrica de diferentes modulaciones tecnolgicas de la cultura que desembocaron en el surgimiento
de las industrias especializadas en la transportacin y comercializacin
de complejas formas simblicas. Se ver que, si bien comienza a haber
estudios sobre este tema en el mbito mundial, todava carecemos en
Mxico no slo de tales anlisis, sino de la informacin elemental para
* Agradecemos muy especialmente a Enrique (Henry) Trueba (University of Texas, Austin)
toda su hospitalidad, facilidades y apoyo personal e institucional para concluir este trabajo. Sin
su gran generosidad, incluso en tiempos muy difciles para l, no podra haber estado a tiempo.
Gracias a Octavio Islas (ITESM, Estado de Mxico) por su pronta respuesta y constante apoyo para
ubicar materiales en la red. Versiones preliminares de este texto fueron ledas por Anglica Bautista (UT-Austin), Karla Covarrubias (Programa Cultura) y el mismo Henry Trueba. Agradecemos
a todos su tiempo y comentarios crticos. Ver Guillermo de la Pea y Luis Vzquez (coords.), Los
desafos de la antropologa en Mxico. Fondo de Cultura Econmica, 2002.
139
poder hacerlos. En un segundo apartado, nos interesa discutir la especificidad de los llamados medios de comunicacin, as como una
serie de conceptos que han funcionado (y funcionan) como verdaderos
obstculos para comprender su historia y su modo de operar en la vida
social. En el tercer apartado, presentamos una perspectiva conceptual
de la comunicacin que, lejos de privilegiar el estudio de los medios,
propone un acercamiento multidimensional a toda actividad de comunicacin. Con estas herramientas, podemos llegar al cuarto apartado,
en el que presentamos una propuesta esquemtica para el estudio y
el anlisis de los procesos de comunicacin social tecnolgicamente
mediada. Nuestro inters es el de ir sealando en cada apartado los
retos y desafos del pensamiento social frente a este tipo de fenmenos
crecientemente complejos y, por tanto, alejados de cualquier pretensin
unidimensional u obsesin unidisciplinaria para entenderlos.
140
Con la tecnologa de la escritura, se inaugura una primera y trascendente modulacin tecnolgica de las imgenes de la cultura, que
Debray (1991) denomina logsfera, en la que esa modalidad de la
mirada se potencia y se afianza tecnolgicamente.2 Como es sabido, el
acceso, desarrollo y control de dicha tecnologa permaneci durante
siglos bajo estricto control de las lites ilustradas. En Europa medieval,
esa tarea fue cumplida por la Iglesia Catlica.
En esa esfera de la palabra fijada en el espacio y el tiempo, el
poder de la palabra revelada se potencia, se consagra, y al mismo
tiempo abre una va para confeccionar, transportar y preservar ideas
y sentidos diversos, no siempre congruentes con las intenciones de las
instituciones y los agentes que le controlaban con especial celo, oficio
y beneficio.
141
Un texto importante por el rigor de varios aos de historiografa sobre estas novedades
tecnolgicas en Mxico.
4
Ver el crecimiento de las redes de comercio, de relaciones diplomticas y, especficamente,
de comunicacin (correos y transportes, telgrafos, telfonos, telex, fax y computadoras en red),
que son el soporte material de los flujos de personas (trabajadores, migrantes, estudiantes, turistas,
cientficos), de capitales, de informaciones y, posteriormente, de imgenes que conforman el sistemamundo actualmente. Ver John Eade (ed.) (1997). Para un anlisis actualizado ver George Barnett
y Joseph Salisbury (1996).
143
necesidad de reflexin profesionalizada ante la complejidad social percibida en ese tiempo, en ese espacio.
144
145
Los datos vienen del reporte de la 1. Encuesta Nacional sobre Hbitos y Prcticas Culturales publicados en Jorge Gonzlez y Guadalupe Chvez (1996). Digital: https://www.academia.
edu/1761479/La_cultura_en_Mxico_I._Cifras_clave
146
8
Las tecnologas de informacin son complejas. Se sincronizan en cadenas de operacin
metainstrumental (instrumentos hechos con otros instrumentos). Estas integran partes del hardware (botones, teclas, pantalla, cables, telfono y otras) y del software (saber, destrezas y habilidades) ya incorporados, una plataforma de habilidades cognitivas adquiridas en la accin, con
combinaciones de dispositivos tecnolgicos que antes operaban por separado.
148
Cientos de miles
80
70
60
50
40
30
20
10
0
1981
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
Ao
Fuente: Elaboracin del autor sobre datos de la encuesta de usuarios GVUS del
http://www.gvu.gatech.edu/user_surveys
Por ejemplo, debido al incremento sostenido de las transacciones financieras por Internet,
es inminente la ampliacin del horario de las actividades de la bolsa de valores de Wall Street. Para
una relacin entre biotiempo y sociedad, ver Vicente Romano (1998).
149
150
Alto
Medio
Bajo
Equipamiento en el hogar
54.3%
47.9%
54.3%
55.4%
Televisin a color
87.1%
95.8%
91.1%
82.7%
Videocasetera
64.2%
83.4%
70.6%
56.4%
Video juegos
27.0%
44.4%
31.3%
21.0%
Cmara de Video
11.4%
33.9%
12.7%
6.7%
Cmara instantnea
34.6%
58.8%
40.1%
26.7%
Cmara fotogrfica
63.3%
84.0%
72.6%
53.2%
Antena Parablica
3.4%
12.1%
3.2%
2.1%
Radio grabadora
58.1%
77.0%
64.2%
50.6%
68.2%
85.5%
76.3%
59.5%
30.8%
60.6%
34.7%
23.1%
7.7%
29.5%
8.5%
3.6%
Computadora personal
Fax
2.2%
10.2%
2.2%
0.8%
Telfono
51.3%
90.4%
62.6%
36.8%
Total
3,331
648
1,353
1,330
Zacn, 1993.
151
De estas cifras, parece claro que los dispositivos tcnicos para producir y editar son ms costosos y menos tecnolgicamente accesibles
que aquellos que slo sirven para recibir y reproducir.
En parte por el ingreso, pero tambin por la distribucin social de
la competencia tecnolgica, la posesin y el uso cotidiano de tecnologas
hogareas de informacin slo se verifica en ciertas zonas del espacio
social de los hogares mexicanos.12
Las posiciones altas ocupan un lugar privilegiado en el acceso a
los aparatos ms sofisticados, y, a su vez, dos tecnologas baratas pero
de recepcin pasiva la televisin y la radio prcticamente tienen
cubierta a la gran mayora de los hogares del pas.13
Frente a esta contundencia se ha ido tejiendo una de las prenociones
ms amadas y difundidas de la sociologa espontnea (Bourdieu, Chambordredon y Passeron, 1975) y por supuesto de la antropologa del mismo
tipo: los medios de comunicacin. Como verdadera campeona para rellenar
lugares comunes, esta frase siempre aparece pegada a conceptos como
masivo, impacto, influencia, enajenacin, mercantilismo,
entretenimiento, sana diversin y muchos otros. En la produccin
acadmica, frecuentemente aparece como tpico de una serie de presuposiciones cientficas y rara vez construcciones reflexivas. Por otra
parte, en un ejercicio aprendido y eficaz de retrica recursiva, iterativa,
sabemos que son los mismos medios (es decir, principalmente organizaciones profesionales de prensa, televisin y radio) los que en su
operacin diaria se ocupan de decirnos obsesiva y machaconamente lo
importante que es en s misma la comunicacin de los medios.
Ellos son sus propios y ms eficaces promotores (Sartori, 1998).
Dentro de nuestra existencia social cotidiana, esos medios son
tan comunes que se han vuelto parte fija del escenario de las rutinas, de
las conversaciones, de las interacciones de todos los das. En el espacio
simblico general de la interaccin social es casi escandaloso confesar
12
Esta escala fue compuesta de manera multidimensional en nuestra encuesta FOCYP
(Gonzlez y Chvez, 1996) por la estructura y composicin del capital econmico, el capital social
y el capital cultural de 4.000 hogares en 34 ciudades mayores de 100 mil habitantes, en 1994, en
Mxico.
13
Esta relativa homogeneizacin de acceso a la televisin en realidad es aparente, pues de
inmediato sigui un patrn de distincin de las clases medias y altas que se verifica en el acceso
diferencial a los sistemas de televisin de paga (cable y satlite) opuesto a las seales abiertas. Es
decir, aunque todos pueden ver seales abiertas, slo algunos tienen ms opciones para hacer
distinto su propio gusto.
152
tecnolgica es muy baja.14 Este patrn tiene una distribucin social mucho ms amplia. Aparece tambin en los profesores-investigadores que
exigen sofisticados, vistosos y costosos equipos que casi siempre utilizan
cuando mucho como mquina de escribir y recientemente para el correo electrnico. Nuestra comunidad educada y clase-mediera, aquella
que de hecho puede acceder a las tecnologas de informacin, tiene una
bajsima cibercultura.15 Esta implica una total revisin de las maneras en
que nos organizamos para vivir y para operar con ellas, ms que saber
manejar mquinas sofisticadas (Galindo, 1998b).
La cantidad de biotiempo que estas tecnologas demandan es alta, y
al otorgrselo acrticamente, desorganizados, aislados y dispersos, nos
colocamos en una relacin desnivelada con voluntades y vectores que
no vemos, pero que pautan y cuadriculan desde afuera nuestro acontecer.
Ante esta remodelacin dinmica del tiempo y el espacio de la vida diaria, mezclada con representaciones de baja autoestima y sobreestimacin
de los dispositivos tcnicos y su circunstancia, qu tiene que decirnos
la investigacin antropolgica contempornea?
Ya entrados en los mal llamados medios, cuando alguien pregunta
por el impacto sociocultural de los medios de comunicacin masiva,
con lo que hemos visto podemos replantearnos varias preguntas: los
medios, son medios?, impactan la sociedad?, median? (Wertsch, 1998)
Comunican? Cmo se realiza todo ello en la desnivelada sociedad mexicana? Cules pueden ser algunos de los desafos de la antropologa
(de la historia, de la sociologa, de las ciencias sociales) frente a esto?
Nos parece que habr que repensar y renovar sus categoras, expandir
sus ansiedades mono-disciplinares, dialogar con otras miradas y enriquecer sus instrumentos, su lenguaje, y desde luego, sus sistemas de
informacin emprica.
154
dictorio efecto ptico. Por una parte, en tanto que instituciones sociales,
hacen aparecer diversos agentes y acciones en la vida pblica al darles
visibilidad. Por otra parte, en tanto que objetos de estudio estructurables,
desaparecen del campo visual de las corrientes del pensamiento cientfico
de la sociedad.
De modo paradjico, la importancia de su eficacia social y simblica, as como las transformaciones y los procesos que han acarreado al
gatillar mltiples mutaciones y acomodaciones organizacionales en el
tiempo, no tiene ningn correlato balanceado con la muy descuidada
importancia que se le ha dado a su estatuto de inteligibilidad.
Esta condicin de ignorancia efectiva est en mucho generada
por efecto de un lenguaje pleno de lugares comunes que circulan los
mismos medios y comparte la gente comn. Dentro de la eficacia de
la doxa, entendida como espacio de interpretaciones vividas como naturales, de primer orden, no elaboradas, esto sera esperable. Pero del
trabajo especializado de este tipo de comunicacin tecnolgicamente
mediada tambin tenemos una ignorancia ilustrada llena de sentido
comn sociolgico que aportan, plenos de argumentos de autoridad y
abundancia de adjetivos peyorativos, aquellos que se supone que son
los especialistas en hacer entendible el mundo social. Esta ignorancia
o descuido reflexivo frente a estos objetos, as como el tipo de actitud
al respecto, suele ser muy comn dentro de las disciplinas mayores de
edad (historia, antropologa, sociologa) por varias razones. En parte,
por su larga tradicin como paradigmas ya legitimados; en parte, tambin, por las herramientas tericas con las que miran la realidad; y en
parte por su propio oficio epistmico (que, al aislarse, se empobrece) de
construir, analizar e interpretar informaciones que ya se han vuelto rigidez y canon establecido en lugar de exploracin y bsqueda de mejores
configuraciones. Dentro del campo del poder, como llama Bourdieu (1993)
al macrosistema de relaciones de fuerza y de luchas entre los campos
especializados, la batalla entre el campo cientfico y el campo de la edicin
hasta ahora se orienta sin duda alguna en favor de los especialistas del
ltimo. Los cientficos renuncian a su propio capital especfico (oficio de
reflexividad compleja) y actan slo como agentes de otro campo ms
que compite por mejores posiciones en el campo del poder contra el
de la edicin, como lo haran y lo han hecho los sacerdotes, los artistas,
los mdicos, los maestros.
A esto colabora la muy baja cultura de investigacin que se inculca
a los especialistas de la reflexin documentada (Galindo, 1998c). Por
155
156
Licenciatura
1997
Titulados
1999
1996
1998
Antropologa
4237
2259
226
96
Historia
4018
1364
197
166
Sociologa
5567
1583
412
428
37086
40982
3674
3164
Comunicacin
158
Cdigos secundarios, de orden social o de lenguaje, cuyas unidades mnimas son signos que hacen posible convivir y sobrevivir
en sociedad (animal o humana).
Cdigos terciarios, de orden cultural o hiperlinguales, que tienen
como unidades a los textos, que son caractersticos de las sociedades humanas. Estos cdigos son el fundamento de un universo
simblico complejo que va ms all, pero nunca se despega ni se
puede separar, de las determinaciones de los cdigos anteriores.
Su ejercicio y produccin abre lugar al imaginario, a la fantasa,
a las leyendas y a las historias, a los mundos posibles. En este
orden hiperlingual, los otros dos tipos de cdigos siguen operando. Una palabra, un signo, una imagen, una pelcula, una
cancin, una coreografa, una narracin nos afecta no slo como
significado, sino que nos llega al cuerpo al producir (mediante la
activacin de neurotransmisores) emociones, deseo, ansiedad,
ira, atraccin, repulsin, angustia y otras muchas formas de sentir
(Ford, 1994).
Bioqumico
Sgnico
Textual
PB
PS
PT
SB
SS
ST
TB
TS
TT
La tabla 3 nos abre nueve apartados analticos en los que se combinan uno a uno los ordenes de transportacin y los diversos cdigos.
En toda accin de comunicacin operan mezclados y en secuencias variables. Podemos ahora tener una idea de la complejidad de objeto que
de un plumazo se llama medios de comunicacin masiva y al hacerlo
se le aplana por completo la multidimensionalidad de su composicin,
160
161
msica.
19
Al llamarlos medios de comunicacin (y todos sus derivados), estamos usando un
concepto del sentido comn que no facilita la reflexin ni la bsqueda de las condiciones, los
procesos y los productos que otorgan discrecionalmente visibilidad en situaciones histrico-sociales determinadas. Es decir, el propio preconcepto impide la visibilidad cientfica al objeto que
deseamos volver entendible.
162
guste si luego desapareces, sino que son los discos, la televisin y la radio
los medios por los que te vuelves familiar para las personas y para que
comiencen a adoptar tu repertorio (Eugenia Len, en La Jornada, 6-199. El subrayado es nuestro).
Buena parte de esa reelaboracin se origina por diferentes estrategias de anticipacin de las mltiples posibilidades de interpretacin y
lectura social que se verifican infinitesimalmente, a cada instante en
todo lugar (Zermeo, 1998: 312-331). A pesar de todos los recursos que
las empresas destinan a la anticipacin de las posibles interpretaciones
(deseadas) de los pblicos, difcilmente ocurre tal como se planea y
tcnicamente es imposible adelantarse a todas las posibles respuestas
de los interpretantes.
No hay poder que se ejerza sin resistencia, nos deca Foucault, y
as podemos hacer cientficamente visible una gama de acciones que
cuestionan la heteronoma fabulosa de estos instrumentos de tercer
orden. Sin embargo, parece que mientras ms cercada, cerrada y cercenada est la vida simblica de una sociedad, mayor es la eficacia (la
impunidad?) de las anticipaciones de los profesionales.
Podemos entonces proponer una forma de entender los procesos
de comunicacin como procesos de diseo y ajuste constante de diversas
estrategias de anticipacin en los dos polos de la llamada comunicacin
social, el de la organizacin especializada y el de las redes sociales
dentro de las que estn colocados los interpretantes.
En el espacio social de las instituciones, todo el poder y el saber
acumulado se pone al servicio de la edicin, preparacin y transporte
de formas simblicas complejas, orientadas hacia un destinatario organizacionalmente prefigurado, anticipado y no siempre alcanzado.
En ese campo se combate por el monopolio de la meta-elaboracin
(saber, herramientas y capital) o elaboraciones de segundo o ensimo
orden. En la zona no especializada de la sociedad, la formacin de los
pblicos implica la incorporacin diferencial de esquemas perceptivos
ms o menos ricos, en funcin del lugar que se ocupa en un espacio
social multidimensional. Desde ah se ponen en ejecucin estrategias
interpretativas diferentes y a veces contrapuestas entre s. En esta zona
se puede incluso luchar por ganar en reflexividad.
El orden (relativo y tensionalmente producido) y el control (generado, sin embargo, en medio de mltiples resistencias y disrupciones
internas) reinan de un lado. El caos y mltiples fluctuaciones, unas
congruentes y otras aberrantes con las modulaciones realizadas por
los profesionales, son la sustancia viva del otro. En la figura siguiente
presento de modo grfico esta perspectiva (ver figura 2).
164
Especializadas
Estrategias Complejas
No especializadas
Anticipacin interpretativa
Resistencias y luchas dispersas, lecturas aberrantes, contralecturas
20
Esto constituye un tipo de investigacin social de segundo orden como le gustaba nombrarla a Jess Ibez, interesada no slo en el objeto mirado, sino en la inscripcin de la mirada
que mira en lo mirado.
167
Introduccin
169
Primera parte
Hegemona y Frentes Culturales: coincidencias y divergencias
Cuando esa convergencia e integracin simblica de la que hablamos
dependen del trabajo discursivo de un grupo social ms o menos slidamente aliado, tenemos un estado relativo de hegemona (Fossaert, 1983),
que implica el reconocimiento, sea activo o pasivo, de la autoridad y
legitimidad cultural de la propuesta simblica que elabora un cierto
grupo social para los dems. Sin embargo, el concepto tradicional de
hegemona usado por Lenin en Rusia y despus por Gramsci en Italia
(Gonzlez, 1994a) ha sido aplicado de un modo ms bien limitado y
sin una conexin terica y metodolgica con las experiencias de la vida
cotidiana, sin un claro y plausible vnculo con las fuerzas modelantes
efectivas de los sentidos actuales y concretos de nuestras vidas. En general, en el campo de las ciencias sociales, hegemona es un concepto
que ms bien se ha usado a grandes escalas. Ha sido comnmente ubicada en la macro escala del Estado-Nacin o en el sistema mundial: la
direccin y el control de todas las clases sociales bajo las rdenes de un
cierto bloque de grupos dominantes.
El concepto suele a veces ser confundido con el de dominacin
poltica y el de explotacin econmica. Con ello, se desdibuja su especificidad simblica. Desde el estudio de la comunicacin y la cultura,
James Lull (1995), siguiendo a Stuart Hall, ha planteado que la hegemona nunca es una estimulacin directa de pensamiento o accin, sino
un marco de definiciones encontradas de la realidad dentro del rango
de la clase dominante.
El concepto es til pues nos permite considerar el modo en que
ciertos agentes sociales colectivos han establecido relaciones simblicas
especficas e histricas entre s. Asimismo, nos deja preguntarnos e identificar la totalidad de las relaciones sociales de nuestra sociedad desde
una perspectiva cultural, esto es, desde el punto de vista de todas las representaciones del mundo y de la vida elaboradas, bien por instituciones
sociales o por agentes sociales en un modo interminable y dialgico.
Sin embargo, ubicado en las alturas de la teora social, al ignorar
la construccin tensa y dinmica de los significados comunes entre
fuerzas ordenadoras y fuerzas disipativas, este concepto ha sido tambin
mal utilizado y mantenido en desconexin metodolgica con estudios
empricos de la propia produccin antroponmica de los individuos en
sociedad (Bertaux, 1977).
171
172
posibles, no siempre debera ligarse de una manera rgida con los procesos de dominacin o explotacin de clase y, desde luego, la relacin
tiene que ser trabajada en otra perspectiva ms completa.
La relacin social de hegemona, a diferencia de sus parientes dialcticas (la explotacin econmica y la dominacin poltica), implica no
slo un par (explotador/explotado, en un caso, dominador/dominado,
en el otro) sino una trada de elementos. Esto es, el hegemnico o polo
centralizante, el subalterno/subordinado o polo centralizado y otro polo,
que ya no es ms subalterno, pero que tampoco es todava hegemnico,
y que nos abre a una posible accin disipativa dentro de un territorio
simblicamente ocupado.
En cualquier relacin hegemnica siempre existir la posibilidad
para un agente social colectivo de no ser subordinado, y, en tal caso, la
configuracin especfica de los significados comunes no tendra ms
eficacia sobre ese otro polo. Al mismo tiempo, ese estatuto de otro
abre un rango de nuevas configuraciones de sentido posibles, que todava no son hegemnicas (como otra fuerza centralizante) porque
no han articulado la voluntad colectiva de los agentes sociales aliados
o enemigos en torno de su empresa de modelacin simblica (Gramsci,
1981-1984). Podemos pensar la hegemona como un marco de posibilidades, como un espacio expansivo de mltiples convergencias en
permanente juego. Debe ser sealado que la hegemona no depende
solamente del trabajo de anticipacin y elaboracin, sino tambin en
la posibilidad de articular nuevos significados y fuerzas centrfugas
en estrategias histricas de interpretacin social. A diferencia de las
relaciones sociales de explotacin y dominacin, la hegemona debe
ser construida y destruida principalmente a travs de la comunicacin
simblica.
ayuda de los Frentes Culturales puede ser til, no slo en trminos del
conocimiento cientfico, sino en trminos de incorporarse en la activa
reconstruccin de la reflexividad social y personal.
175
Los campos culturales son extensas y complejas estructuras de relaciones que incluyen instituciones, agentes y prcticas que han sido
176
divididas dentro de una variedad de formaciones discursivas especializadas que coinciden con la divisin social del trabajo. Estos campos
culturales estn imbricados dentro de una dinmica crucial con redes
ideolgicas, dentro de las que agentes sociales no especializados en la elaboracin de formas simblicas amigos, familias, gente comn leen,
interpretan, interactan y negocian cualquier produccin discursiva
en una constante dinmica. Los universos simblicos resultantes son
siempre creados de manera dialgica, es decir, en medio de vectores
especializados entreverados con las condiciones discursivas de la vida
cotidiana. Iglesias, escuelas, hospitales, museos, restaurantes, salones
de baile, organizaciones de difusin y muchas otras instituciones juegan
un relevante papel en la conformacin y diseo cultural de nuestros
imaginarios desde que nacemos.
Todas estas instituciones operan no slo como vectores en la construccin del sentido de nosotros mismos, sino tambin en la construccin de nuestras diferencias con los otros. Este crecientemente complejo
mundo de diferencias subjetivas es tambin el escenario donde identidades plurales son perpetuamente constituidas como sistemas de clasificaciones y prcticas sociales. Pero, cmo pueden ser soldados, articulados
y mezclados estos tan diferentes y contradictorios sistemas de clasificacin? Slo pueden ser compartidos a travs del ejercicio de la comunicacin. Desde los inicios del mundo moderno, especialmente a travs
de la comunicacin mediada (Thompson, 1998), los campos culturales
han estado interrelacionados dentro de un muy especfico tipo de trabajo meta-simblico. Este proceso puede ser entendido como una elaboracin especializada, social y discursiva de segundo orden que opera
sobre significados preelaborados.4 Es slo mediante su trabajo de elaboracin simblica que eventos elementales de la vida humana (por ejemplo, nacer, morir, nutrirse, curarse, creer, expresar, divertirse, aprender
y consumir) son etiquetados, narrados, metabolizados. Ms concisamente, esos significados estn simblicamente centralizados mediante una
elaboracin diestra y sociohistrica. Estos son diseados precisamente
para conquistar y ocupar simblicamente el espacio de significacin de
aquellos eventos profundamente humanos. En este proceso de ocupacin creciente, la calidad de la gente es tan importante como la cantidad
4
177
178
181
182
estructuras simblicas. Estos procesos pueden ser entendidos como generndose precisamente en el vrtice de un equilibrio tenso y precario.
Por una parte, los Frentes Culturales son estructurales, hechos sobre
un conjunto de relaciones. Por otra parte, tambin estn en constante
movimiento y ayudan a construir una especie de olla en la que se encuentran en estado de ebullicin conflictos y tensiones culturales.
La estructura tentativa y el orden creado desde flujos no lineales
y trayectorias multidireccionales del sentido son muy similares al caos.
La estabilidad precaria de estos universos simblicos construidos est
constantemente sujeta a las acciones e interacciones variables de muchas fuerzas simblicas y negociaciones. Podemos imaginarla como un
espacio catico de movimientos oscilantes que, una vez que arriban a
una bifurcacin crtica, de repente se cristalizan dentro de estructuras y
proyectos reconocibles y, sin embargo, no completamente fijos que
forman un orden simblico. En este escenario es donde podemos encontrar espacios particulares de luchas, y para ello requeriremos de una
aproximacin metodolgicamente compleja.
Segunda Parte
Frentes Culturales y niveles de anlisis: sub-procesos,
procesos y meta-procesos
En este tipo de objeto complejo podemos encontrar tensiones, inestabilidades y rdenes precarios en diferentes niveles de anlisis. Si seguimos
las sugerencias de Piaget y Garca (1982) para el anlisis de los procesos,
cualquier Frente Cultural puede ser establecido y estudiado de acuerdo
a tres niveles de relaciones y dinmicas de procesos. En el nivel de los
sub-procesos, tenemos que describir las relaciones (intra-objeto) entre
cada uno de sus propios elementos. Normalmente, esta etapa implica
un tipo de descripcin densa y un acercamiento fenomenolgico de la
especificidad de cada componente.
Una descripcin precisa, por ejemplo, de los espacios clave de interaccin durante la feria de Colima (Gonzlez, 1994a: 207-210) puede
satisfacer este nivel lo mismo que una detallada observacin de las rutinas
de un equipo de produccin de telenovelas. Enfrentamos un segundo
nivel de procesos (inter-objeto) cuando identificamos las relaciones que
ligan los componentes o elementos entre s.
183
A) La dimensin estructural
Estudiar los Frentes Culturales significa entender dinmicamente procesos culturales muy complejos, y, por esta razn, todo intento de estudiar
como Frente Cultural algn aspecto de la dinmica de una sociedad determinada debe ser situado dentro de un espectro de relaciones sociales
objetivas. Objetivas, en este sentido, se refiere a la existencia de diferentes relaciones sociales en un amplio rango, independientes de la voluntad
o conocimiento de las personas, es decir, la estructura que est ms all
del agente social. Y por ningn motivo son slo relaciones econmicas,
sino, al mismo tiempo, relaciones polticas y simblicas. Esto recuerda lo
que el etnlogo francs Marcel Mauss (1974) llamaba hecho social total. Y estas relaciones son el principio de la base de la configuracin de
cualquier espacio social en el que podemos encontrar diferentes lugares
o posiciones. Estos lugares son definidos tanto por su distancia relativa
entre ellos como por las luchas entre esas posiciones. Toda actitud, accin, prctica o interaccin depende, en principio, de dicha posicin
social del actor o de la institucin. La observacin y descripcin de cualquier rasgo o caracterstica de un agente social deben ser relacionadas
de un modo no mecanicista con ese tipo de relaciones sociales.
Veamos algunos ejemplos. Es debido a su posicin en el sub-campo
del entretenimiento de la msica popular que, por ejemplo, Los Tigres
185
del Norte cantan ese tipo de canciones rancheras, se visten con ese tipo
de trajes de tipo tradicional, expresan un tipo de pensamiento sencillo
a lo largo de una entrevista televisiva. Desde este punto de vista objetivo, una vez que ellos ocupan una posicin clave dentro del campo, las
fuerzas sociales que se han creado en esos diferentes lugares sociales
hablan, actan y suenan a travs de sus acciones individuales. As,
las caractersticas desarrolladas y reconocidas del grupo (letras, ritmos y
el virtuoso sonido del acorden) estn ms all de cualquier pensamiento
o accin individual de sus miembros.
La fama, esto es, el reconocimiento simblico de dichas propiedades estructurales por audiencias especficas, se debe ms a una posicin
estructural que a una accin voluntaria, libre, o a alguna propiedad
individual. El mismo principio opera en el comportamiento y actuacin
de Ricky Martin. Quizs a l le gusta o no la msica ranchera, pero, por
el lugar objetivo en el que est colocado dentro del campo del espectculo, jams cantar o bailar una cancin ranchera. Incluso la forma de
sus cuerpos y las tcnicas de su auto presentacin no son una eleccin
individual. Si los hermanos Hernndez y su grupo conocido como
Los Tigres del Norte o Enrique Martn Morales (Ricky) nunca hubieran
existido, otro agente social hubiese ocupado la posicin estructural en
la que ellos estn colocados.
Y, por consiguiente, ese agente social habra generado, cultivado
y mostrado las propiedades creadas y requeridas para esa posicin
estructural. El estilo personal o sabor, por tanto, existe solamente si
es reconocido dentro de los lmites estrechos de un mercado simblico
determinado. Este mercado es la estructura objetiva que otorga o retira los
valores relativos a cualquier actividad especfica dentro de su mbito.
Cualquier estructura determinada opera como un conjunto de
constricciones, con o sin la conciencia de los agentes sociales. Necesitamos generar informacin apropiada de la estructura y composicin
del espacio social en el que estamos estudiando un frente cultural. Y
podemos observarla al utilizar diversas tcnicas que nos ayuden a describir e identificar la distribucin social de los recursos vlidos que
operan en un campo especfico.
Para tal efecto, normalmente podemos describir la estructura y
composicin de los capitales econmico, social y cultural que estn
en juego (Bourdieu y Wacquant, 1992). En otras palabras, requerimos
construir las relaciones que conectan los lugares de este espacio social
con la distribucin de tres especies de recursos sociales: los recursos
186
B) La dimensin histrica
La imagen generada por la descripcin estructural del espacio social
debe ser entendida como un punto o un estado momentneo de una
trayectoria de mayor longitud. Esa trayectoria debera ser trazada a
travs de una detallada historiografa cultural a partir de una variedad
de documentos y otras fuentes que incluya, desde luego y cuando sea
posible, testimonios orales (Bertaux y Thompson, 1993). A partir de esas
fuentes, podemos trazar y elaborar los diferentes cambios de posicin en
la longe dure de los elementos, los agentes, los lugares y las relaciones que
observamos. Esa historia construida de ninguna manera debe entenderse
como lineal. La creacin y recreacin histrica de los conjuntos sociales
puede ser esbozada a travs de mltiples hilos de experiencias sociales
y culturales. Al seguir y reconstruir el largo recorrido de la formacin
de los Frentes Culturales, obtenemos la perspectiva necesaria para entender las huellas entrecruzadas, los senderos y caminos de las luchas y
estrategias simblicas que han convergido y se han mezclado dentro del
entendimiento compartido como normal o comn por ciertos grupos
socialmente diferenciados en un determinado espacio y tiempo social.
La propuesta detrs de la perspectiva de los Frentes Culturales
es que aquello que hoy experimentamos como obvio, normal, eterno,
etc., es el resultado de diversas series de confrontaciones conflictivas.
Esas luchas pueden ser localizadas en diferentes trayectorias de agentes
sociales que definen y elaboran a su modo elementos transclasistas
tan bsicos y elementales como las necesidades, las identidades, los valores. Es solamente sobre estas cuestiones necesaria y elementalmente
humanas (Cirese, 1984, Gonzlez, 1994a: 62) porque, precisamente,
pueden ser efectivamente compartidas a travs de las diferentes posiciones y
condiciones sociales que deben ser construidos todos los significados
187
188
suavemente e ir ms all (voz, coreografa, vestuario y apariencia externa) de lo que nunca les sera permitido estructuralmente a Los Tigres
del Norte. Ellos han sido diseados y construidos histrica y estructuralmente para satisfacer otro gusto, difcil de tragar y digerir fuera de
la posicin estructural y de las propiedades que de hecho satisfacen el
gusto esttico y musical de las clases sociales bajas de Mxico y de los
inmigrantes a los Estados Unidos.
Sus canciones han sido formadas siguiendo una muy larga tradicin
narrativa conocida como corridos. En ese gnero, las letras son siempre
en espaol y narran historias de penas, sufrimientos, discriminacin y
orgullo de ser mexicanos en una situacin difcil y fuera de su hogar.
Con muy ligeras transformaciones de su apariencia fsica y sus
habilidades musicales y escnicas, Los Tigres del Norte son, como Ricky Martn, productos de grandes organizaciones. Sony Music9 est
produciendo grandes ganancias en el mercado mundial, y una buena
porcin del total de las ventas de la llamada msica latina est ligada
al crecimiento del poder de compra de la comunidad latina en los
Estados Unidos de Amrica. Al entrar el nuevo siglo, los latinos son la
ms importante minora en ese pas, pero todava son considerados con
poco respeto por grandes instituciones americanas, como la educacin.
Todava tienen que ganar autoestima y reflexividad crtica para poder
cambiar su actual situacin de subalternidad (Trueba, 1998: 31-64).
Por ms de veinte aos, este grupo musical ha funcionado como
un reservorio de memoria para cientos de miles de inmigrantes mexicanos pobres, que son una de las ms bajas posiciones en la economa
americana. Ellos ya eran famosos mucho antes que Ricky Martin, pero
en la zona dominada del campo del entretenimiento.
Estudiar los Frentes Culturales nos impulsa a buscar cmo se han
ido construyendo los cambios y cmo se han transformado los agentes
y sus diferentes estrategias para modular el sentido. Por ello, ponemos
ceremonia de apertura de la Copa del Mundo en Francia. Sus caractersticas y actuacin fueron
bien recibidas (especialmente en ganancias econmicas) y de ah fue invitado a la ceremonia de los
premios Grammy en 1999 (otra combinacin de ritual pblico y emisin electrnica), en donde
su cancin y su estilo de presentarla se recibieron como aire fresco. De repente, Livin la vida
Loca estaba en la cima de las clasificaciones. Luego, Ricky se fue directo a las portadas de diversas
revistas y fue entrevistado en los ms populares programas de la televisin americana.
9
Recordemos que Sony originalmente es un productor de hardware, de cacharros tcnicos,
que, como otras compaas de su tipo, ahora no slo nos vende televisores o aparatos de sonido,
sino tambin sus contenidos.
189
C) La dimensin situacional
Una vez que hemos estudiado la representacin estructural y la trayectoria histrica que configura los procesos que deseamos entender como un
frente cultural, tenemos que enfrentar las circunstancias y negociaciones
cotidianas de una situacin, contexto e interaccin precisos en los que
actores sociales reales se comunican e interactan. Este es el sitio en el
que la accin humana y los actores concretos se encuentran en medio
190
192
D) La dimensin simblica
Hemos visto que el estudio de las dinmicas simblicas como Frentes
Culturales debe siempre ser conectado con las determinaciones histricas y sociales, pero, al mismo tiempo, debe ser resistente a toda clase
de reduccionismos. Como hemos visto, esta dimensin simblica se
verifica porque estamos frente a actores, acciones, relaciones y procesos
significantes; por ello tenemos que ser capaces de describir en algn
193
Debemos entender el campo del poder como el campo de todos los campos, como el espacio social global en el que cada campo es un elemento
que ocupa un lugar en tensin permanente con los otros.
Para conseguir preservarse y operar con eficacia simblica, cada
institucin cultural debe generar y mantener un pblico, unos seguidores, una audiencia o clientela a travs del tiempo.
Todos estn ubicados, aunque en movimiento constante, dentro
de un determinado estado de distribucin y acceso a la energa social
(o capital especfico) propia de ese mismo campo.
Las instituciones especializadas de todo campo cultural deben ser
capaces de captar, obtener y concentrar la atencin de la gente, es decir,
su biotiempo (Romano, 1998).
Estas instituciones deben disear estrategias simblicas mltiples
y flexibles para anticipar el atractivo posible de sus producciones hacia
el pblico (un libro, una cancin, un sermn, una noticia, un ensayo,
etc.). El ncleo de estas estrategias organizacionales debe siempre estar
hecho a partir de una elaboracin discursiva de algn tema o motivo
elementalmente humano.
El pblico debe ser capaz de identificar, seleccionar y ser atrado por
las producciones simblicas de los agentes especializados. As, segn el
campo frente al que nos situemos, nos encontramos interpelados como
cristianos, seguidores, miembros, consumidores o militantes.
Esta eficacia socio-simblica se traduce en un habitus y, desde luego,
en un tipo de personalidad distribuida de forma serial. Claramente,
no existen los gustos aislados ni la individualidad pura. La teora del
habitus (Bourdieu y Wacquant, 1992) nos da los elementos para un entendimiento no subjetivo de la subjetividad y puede ser reforzada con
la nocin de cognicin distribuida (Salomon, 1993) en un productivo
dilogo con los desarrollos neo-Vygotskianos de la mente como accin
(Werscht, 1998).
La convivencia ideolgica de las sociedades modernas implica, por
un lado, la elaboracin discursiva de los significados por un conjunto
preciso de instituciones y agentes, y, por otro, conjuntos de agentes sociales que viven un mundo social preinterpretado (Giddens, 1989). La
persistencia y prevalencia de formaciones discursivas de gran escala se
construyen a travs de un proceso de ganar y perder eficacia simblica.
Cuando una configuracin de este tipo no es capaz de enraizarse en la
subjetividad y en el propio cuerpo fsico de los agentes sociales, comienza un proceso de desgaste y degradacin. Es este el preciso momento
195
11
Un atractor es un punto de concentracin en el que todas las trayectorias se juntan en
equilibrio. As, la relacin social de hegemona puede ser entendida como un atractor complejo, si
opera como un punto en el cual diferentes trayectorias de significados son enmarcadas y atradas hacia un
centro ideolgico o discursivo (ver Coveney y Highfield, 1990).
197
200
CIBERCULTUR@ Y SOCIOCIBERNTICA.
IDEAS PARA UNA REFLEXIN CONJUNTA EN PARALELO
N
Gustavo Ortiz Milln*
joven promesa de la Universidad de Harvard, y posteriormente continuaron trabajando muy de cerca con estancias de trabajo en la Ciudad
de Mxico, donde Wiener concibi, discuti y redact su ahora clsica
y seminal obra Cybernetics: or control and communication in the animal
and the machine (1948), obra de hecho dedicada a Arturo Rosenblueth
(Quintanilla, 2002: 314).
As, tenemos a un matemtico y un neuro-fisilogo conversando de
informacin y comunicacin en un pequeo laboratorio experimental
y en un pas del tercer mundo.
Quizs lo ms importante de esa relacin haya sido que cada uno
haca al otro preguntas que dentro de su propia disciplina difcilmente
podra haberse planteado. Esta es una condicin fundamental de la construccin de una mirada que se proponga como interdisciplinaria.
El radio de nuestras investigaciones continuaba amplindose, y al hacerlo,
cientficos de diversos campos se unieron al grupo. Entre ellos se encontraban los matemticos John Von Newmann del Instituto de Estudios
Superiores (Princeton) y Walter Pitts (MIT), los fisilogos Warren Mc Culloch (Pennsylvania) y Lorente de N (Instituto Rockefeller), el psiclogo
Kurt Lewin (MIT), los antroplogos Gregory Bateson y Margaret Mead,
el economista Oskar Morgenstern (Princeton) y otros investigadores en
psicologa, sociologa, ingeniera, anatoma, neurofisiologa, fsica, etctera. (Wiener, 1976: 49)
As, de un dilogo interdisciplinario entre la neurofisiologa experimental, la teora de la comunicacin y el pensamiento matemtico,
surge una forma de pensar y operar en la realidad que unos aos ms
adelante desembocara en la construccin de las primeras computadoras (Geyer, 2000) y en una serie de desarrollos altamente estimulantes
en el pensamiento cientfico contemporneo. Por estas y otras razones,
algunos autores han considerado a la ciberntica, no slo como una
nueva disciplina, sino como un nuevo paradigma del conocimiento (Rosenblueth, Wiener and Bigelow, 1943: 18-24; Rizo, 2004).
El problema de la teora y el anlisis de la informacin y la comunicacin entre animales y mquinas da inicio a lo que llaman pensamiento
ciberntico, y, debido al nfasis que pone en las relaciones ms que en
los elementos del proceso, muy pronto la recin bautizada ciberntica comenz a dialogar y a fertilizarse mutuamente con la teora general de
sistemas (Bertalanffy, 1979: 143).
202
CIBERCULTUR@ Y SOCIOCIBERNTICA
De la Ciberntica a la Sociociberntica
Ms o menos 30 aos despus de la fundacin de la primera ciberntica, Heinz Von Foerster (1991) prueba la versatilidad y potencia de la
ciberntica cuando la aplica sobre ella misma (ciberntica de la ciberntica), y con ello fija la atencin no tanto en el objeto de control o de
204
CIBERCULTUR@ Y SOCIOCIBERNTICA
los sistemas observados, sino en el sujeto que observa los sistemas observados. Al hacer esto, Von Foerster desplaza el foco de la atencin justo
sobre los sistemas observantes. A ello, sabemos, le pone por nombre
ciberntica de segundo orden, que incluye algunas diferencias importantes
con la de primer orden, como el nfasis en procesos emergentes con
mayor grado de incertidumbre pero organizados en torno a la vida y
la supervivencia, la auto-referencia, la autoorganizacin, la resiliencia
(Geyer, 1995).
En el campo de la sociologa, esta nueva clase de ciberntica modific el foco de inters desde el intento de explicar la estructura y la
estabilidad de los sistemas sociales hacia el anlisis de los procesos que
los causan y evolucionan hacia mayores grados de complejidad, desde
el intento de lograr homestasis de arriba hacia abajo, a explicar su
morfognesis como resultado de la interpenetracin de procesos de
abajo hacia arriba. (Geyer, 1995: 4)
Con este nfasis, la segunda fundacin de la ciberntica y el dilogo
que sigue potenciando entre los intersticios descuidados de las ciencias
y las disciplinas, tiene interesantes potencialidades para ayudarnos a
comprender y a operar mejor en algunos dominios del mundo contemporneo.
Con la sociociberntica, el sujeto y su subjetividad reflexiva, que
desde siglos atrs haba prcticamente quedado fuera del paradigma
dominante en las ciencias, retorna como deca Jess Ibez (1991)
con una mirada ms fundada en la biologa que en la ingeniera, ms
interesada en las formas flexibles de adaptacin inteligente, que en el
control de los procesos (Holland, 2004). Pero, en la rgida estructura
del campo cientfico, la aceptacin de estas perspectivas no ha sido miel
sobre hojuelas. La misma historia reciente de las ciencias sociales nos
puede documentar la resistencia que durante muchos aos las asociaciones de cientficos tradicionales igual que con la primera han
tenido contra esta segunda ciberntica. De hecho, los desarrollos de la
segunda ciberntica y su dilogo con las ciencias sociales han sido publicados en revistas de ciberntica, no de sociologa, como bien apunta
Geyer (1995).
Esta perspectiva tampoco ha estado exenta de charlatanes, versiones light y posmodernas de quienes, con ms entusiasmo que rigor,
vean y ven en la ciencia un poderoso aparato de control social y tecnolgico y han encontrado en un lenguaje cercano a esta perspectiva
sociociberntica una moda que tiene buen mercado en algunas edito205
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CIBERCULTUR@ Y SOCIOCIBERNTICA
De la Cultura la Cibercultura
Conviene internarnos ahora en el espacio conceptual que delimita lo
que entendemos por cibercultura. En la red de Internet existe una muy
grande cantidad de sitios y textos en varios idiomas con predominancia del ingls que caracterizan la cibercultura como todo aquello que
sucede en el ciberespacio o en el entorno que se crea entre las tecnologas
de comunicacin e informacin y la comunicacin mediada por computadoras (Galindo y Arvizu, 2004).
William Gibson, en su Neuromante, describe en 1984 el ciberespacio
como:
[...] una alucinacin consensual experimentada diariamente por billones
de operadores legtimos, en cada nacin, por nios a los que se ensean
conceptos matemticos... Una representacin de datos abstrados de los
bancos de cada computadora del sistema humano. Complejidad impensable. Lneas de luz clasificada en el no-espacio de la mente, racimos
y constelaciones de datos. Como luces de una ciudad, que se aleja [...]
(Gibson, 2001: 69-70)
Pierre Levy seala enfticamente que, lejos de ser una subcultura de los fanticos de la Red, la cibercultura expresa una mutacin
mayor de la esencia misma de la cultura (1998: 8). En eso estamos de
acuerdo, incluso en que en una ecologa mucho ms horizontal de la
que generaron la escritura, la radio y la televisin, las computadoras
personales y las redes digitales reponen efectivamente entre las manos
de los individuos los principales medios de la actividad econmica
(1998: 7), pero vamos por partes.
Cibercultura o Cibercultur@?
La concepcin de la cibercultura que presentamos aqu es un poco
diferente, pues, al menos en principio, no necesariamente est ligada al
mundo de las computadoras o a las redes de Internet, como ya se entiende en todas partes, sino que resalta las tres direcciones de sentido
de los elementos que la componen: el prefijo griego kyber (ciber), la
palabra latina cultur y el signo tipogrfico @ (Gonzlez, 2003). En
primer lugar, tomamos literalmente el sentido de director y timonel
del vocablo kyber, pues desarrollar cibercultura tiene que ver con
generar, incrementar, perfeccionar, mejorar y compartir las habilidades
para conducir, dirigir y pilotear relaciones sociales, en un ejercicio de
autogestin colectiva, horizontal y participativa.
Por otra parte, tomamos el sentido original de cultivo, cuidado,
atencin y desarrollo de la palabra cultura. La habilidad para pilotearse y dirigirse con otros hacia soluciones ms inteligentes frente a
los enormes retos de la sociedad del siglo XXI no es un don del cielo: se
puede aprender, compartir y cultivar con otros y para otros.
El signo @, que hoy se ha vuelto familiar entre quienes utilizan
cotidianamente los mensajes por medio de la red, fue introducido por
Tomlinson (1971) para usarse en las direcciones de correo electrnico
(por el significado en ingls de la preposicin at, que en espaol significa en) e indicar que el destinatario no estaba dentro de la red local
desde la que se enviaba el mensaje. Algunos siglos atrs, en Andaluca, el
mismo signo @ se us para expresar medidas de carga o particiones de
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La onceava tesis sobre Feuerbach, con la que Marx y Engels (1974: 668)
explicitan una toma de posicin crtica frente a la filosofa materialista
de su tiempo en Alemania, nos sirve de punto de partida y simultneamente de horizonte utpico para apuntar la dimensin de desarrollo
que entraa la nocin de cibercultur@, esto es, como una elaboracin
que prefigura un escenario futuro deseable, que no es alcanzable in toto,
pero que orienta la accin de los actores sociales hacia ese derrotero,
pues lo posible slo es visualizado al someter lo imposible al criterio
de la factibilidad (Hinkelamert, 1984: 11). La utopa es la actividad
inteligida del presentimiento de la esperanza, nos dice Bloch (Sierra,
1998).
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Sistemas Modernos
Con ms estudios en ms partes (Rogers y Svenning, 1973) cabalgando en una actitud soberbia y manipulatoria (haya sido naive o bien,
cnica), esta perspectiva haca pasar como descripciones y teorizaciones de alcance medio lo que en realidad eran prescripciones e
ideologas colonizadoras.
Los campesinos descritos por Rogers no eran desde luego irracionales, sino que tenan otro tipo de racionalidad que no era precisamente
la que se quera imponer como la nica y verdaderamente racional.
Las consecuencias de la docilidad de la mayora de los gobiernos de
Amrica Latina al adoptar esta perspectiva desde el exterior fueron,
y siguen siendo, desastrosas.
Rolando Garca, en un muy importante estudio de los sistemas
alimentarios y la sociedad en el Bajo mexicano (Guanajuato, Jalisco,
Michoacn), muestra empricamente cmo con la adopcin de los cultivos comerciales (es decir, con la modernizacin) tales como el sorgo,
con lo que se prepara alimento industrial para puercos, en detrimento
de la produccin de cultivos de subsistencia (maz, frijol, chile), gener
una serie de consecuencias casi irreversibles en la calidad de vida de
esas poblaciones campesinas: el sorgo, para producirse racionalmente,
requiere de grandes cantidades de agua, que fue garantizada mediante
la perforacin indiscriminada de pozos profundos en toda la zona; con
ello, en unas dcadas, los mantos freticos que se encontraban a principios de los aos cincuenta a menos de diez metros bajaron a cerca de
trescientos metros. Al descender tanto ese nivel, el agua de lluvia no
alcanzaba a remojar la tierra y, especialmente para los irracionales
campesinos de supervivencia, eso se convirti en la ruina de los cultivos
de temporal. Sin poder subsistir con la tierra, se increment el proceso
de abandono y migracin hacia el norte.
Pero, ms an, Garca (1993) nos muestra cmo las poblaciones
aisladas que lograron mantenerse en su irracionalidad tenan mejores
niveles de nutricin que los modernizados a contrapelo. Lo irracional
result ms sustentable, o menos malo, para los campesinos, a la larga.
Fuera de las cuestiones de dominacin e imposicin ideolgico-poltica
de estas tradiciones, las argumentaciones y generalizaciones empricas
que elabora detalladamente Rogers con aspiraciones y reconocimiento cientfico, as como muchos otros de los impulsores de este tipo de
desarrollo desde afuera y desde arriba con que se impone la eficacia del
vector tecnolgico, dentro de toda su posible buena voluntad para
ayudar a los pobres, se quedan en calidad de pseudo-hechos, pues
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La lgica del valor de desarrollo hace posible asignar a la produccin valores socialmente deliberados, e implica la generacin de otras
formas de control de ese desarrollo socialmente orientado:
Tal control no se pude analizar slo en trminos de propiedad, mezcla
necesariamente la propiedad con el poder [...] cuando los medios de
desarrollo son socializados y cuando una coordinacin social rige su
empleo (Ibidem).
Es aqu donde retoma su sentido ms literal el vocablo kyber, entendido como la capacidad de pilotear, de controlar, opuesto al sentido
que la versin periodstica ms difundida le otorga como sinnimo de
computadoras. Hay, de hecho, muchas formas de control existentes;
la centralizacin estatal ejercida por las sociedades del socialismo realmente existente es la forma ms simplista y ms burda de la coordinacin social.
No es la nica ni tampoco es la mejor, pero el Estado existe, est
ah, mientras que las otras formas de la coordinacin social estn por
construirse, al lado de l y contra l (Fossaert, 1977: 250-251).
Fossaert siempre ha estado interesado en desarrollar lo que l
llama macro-sociologa. Toda su teora de la sociedad se plantea a gran
escala y merece una lectura mucho ms detallada y puntual para no
219
forzar sus ideas, pero las luces que abre con su hiptesis sobre la lgica
del valor de desarrollo nos permite ubicar mejor el sentido de proponer
a la cibercultur@ como un valor de desarrollo social. Como sealamos
en otra parte:
Desarrollar Cibercultur@ significa redisear colectivamente y de abajo
hacia arriba (bottom-up) una diferente actitud y al mismo tiempo aprehender una serie de habilidades transmisibles que nos permitan operar
diestramente con las tecnologas al alcance frente a necesidades de
informacin, para generar y valorar el conocimiento y para coordinar
acciones de comunicacin que permitan romper el crculo vicioso de la
dependencia tecnolgica. Ocuparnos colectivamente de retejer nuestros
aejos y desbalanceados vnculos sociales. (Gonzlez, 2004)
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Para conseguir esa forma deliberadamente ms compleja de organizacin, la interaccin debe ocuparse en desarrollar, mantener y mejorar
permanentemente tres procesos interrelacionados de re-organizacin
colectiva para desarrollar una cultura de comunicacin horizontal. Y
debe ocuparse, porque en la vida cotidiana, por efecto de la Doxa (Luft,
3
El subrayado es nuestro.
223
1998), no nos damos cuenta de que no nos damos cuenta, y la falta de reflexividad nos constrie en una relacin empobrecida y estereotipada
de comunicacin (Wacquant, 2004).
Procusto o Procrusto, bandido del tica que, no contento con despojar a sus viajeros, les
haca tenderse sobre una cama de hierro, les cortaba los pies cuando superaban su longitud o les
haca estirar por medio de cuerdas cuando no la alcanzaban (Pequeo Larrouse Ilustrado).
224
CIBERCULTUR@ Y SOCIOCIBERNTICA
Jurij Lotman y la escuela de Tartu plantean que el lenguaje opera como sistema modelante
primario, es decir, como matriz de una cultura compuesta por un sistema de reglas que se actualizan
en sus meta-lenguajes derivados que forman los sistemas modelantes secundarios (1979: 69-70).
226
CIBERCULTUR@ Y SOCIOCIBERNTICA
Agradecemos a Antonio Paoli el descubrimiento de esta concepcin del -tik en una conversacin personal, y al propio Carlos Lenkersdorf por la generosidad de sus posteriores comentarios
y aclaraciones en conversacin con los miembros del Labcomplex, el 5 de mayo de 2005.
227
CIBERCULTUR@ Y SOCIOCIBERNTICA
Cibercultur@ y tecnologa
El desarrollo de cibercultur@ implica un ajuste particular sobre la
forma corriente en que se ha entendido a la tecnologa. Antes que un
229
CIBERCULTUR@ Y SOCIOCIBERNTICA
CIBERCULTUR@ Y SOCIOCIBERNTICA
233
7
La primera reunin oficial como Comit RC-51 de ese grupo de acadmicos, profesionistas,
consultores y algunos socilogos ocupados en la sociociberntica, con mayora de participantes de
pases e instituciones del centro del sistema-mundo, especialmente Europa y Norteamrica (Espaa, Holanda, Alemania, Gran Bretaa, Francia, Estados Unidos, Canad, Japn, Italia y algunos
del antiguo bloque comunista como Rusia, Hungra, Eslovaquia, Rumania, etc.) con una mnima
presencia de pases latinoamericanos, asiticos y africanos, se llev a cabo en Kolimbori, Grecia
(1999). La segunda se realiz en Panticosa, Espaa (2000), la tercera en Len, Mxico (2001), la
cuarta en Brisbane, Australia (2002), la quinta en Corfu, Grecia (2003), la sexta en Lisboa, Portugal
(2004), la sptima en Maribor, Eslovaquia (2005), la octava en Durban, Sudfrica (2006), la novena
en Murcia, Espaa (2007) y la dcima en Ciudad de Mxico, Mxico (2008).
234
CIBERCULTUR@ Y SOCIOCIBERNTICA
235
CIBERCULTUR@ Y DISEO
DE POLTICAS CULTURALES*
N
237
la cultura hay muy pocas respuestas especficas a eso. Parece que hay
un divorcio o una esquizofrenia entre la gente que toma las decisiones
sobre cultura y la gente que hace (o debera hacer!) el conocimiento
sobre cultura. Cmo acercarlas? Esa es otra de las preguntas que aqu
necesitamos hacernos. Y, por ltimo, veremos una parte fundamental
que toca la siguiente cuestin: es muy difcil, si no prcticamente imposible, tratar de llevar adelante un tipo de polticas pblicas incluyentes
de arriba para abajo, que escuchen y respeten y no slo que toleren,
sino que atiendan y susciten la diversidad cultural en toda su variedad
y riqueza, cuando dentro del propio grupo de trabajo, es decir, entre
ustedes y los que con el tiempo seguirn llegando a su institucin, se
tienen diferentes y desiguales niveles de estimulacin, de conectividad
y de consistencia.
Eso es lo que quiero presentar para conversar un poco lo que ustedes quieran con ideas y preguntas, y voy a hablar del ejemplo concreto
de cmo estamos enfrentando especficamente ese divorcio, esa esquizofrenia entre lo que pasa en las universidades y lo que pasa en la toma de
decisiones de polticas pblicas. Para nosotros, los investigadores, no
es fcil ni es comn tener este tipo de encuentros con los profesionales
de las polticas culturales. Por lo general, nos encontramos con nuestros
pares y colegas con los que infinidad de veces slo jugamos a los espadazos retricos: no, hombre, es que mi teora es mejor que la tuya. Pero la
diferencia es que ustedes toman y ejecutan decisiones hora tras hora, da
tras da, peso tras peso, y para todos el reto es precisamente cmo poder
aterrizar este lado de la cuestin. De su lado, existe igualmente un severo
prejuicio, debo decir que en muchos casos bastante bien ganado, sobre
la tarea de investigacin cuando hablo con gente que toma decisiones
muy prcticas y suele confundir lo terico (y eso es bastante grave)
con lo intil o inservible: Eso es terico, pero deja que vengas a
sentarte aqu y tengas que tomar este tipo de decisiones, con el tiempo
escaso, con tan bajos recursos y con casi nada de elementos, para que
veas qu bonita resulta tu elegante teora.
Desde luego, aqu tenemos un profundo malentendido sobre cmo
la teora puede funcionar y sobre lo que la accin de la investigacin
puede generar a partir de ella. Por otra parte, hay una creencia muy
comn y acrticamente aceptada de que para hacer algo tenemos que
tener muchos porcentajes, cantidades y cifras a como de lugar. Eso parece ser lo importante, muchos porcentajes, muchos datos, tales como
estos: el 30 por ciento de la poblacin adulta va al cine una vez por mes,
241
quisiramos generar o podramos generar informacin de acceso colectivo, una cultura de informacin general, diseada para su acceso y
uso colectivo, informacin pblica, informacin precisa, informacin
multidimensional, informacin clara. Para qu? Para tomar decisiones
menos ciegas y menos necias. Requerimos informacin clara para crear
memoria, para recrearnos aquello que hemos sido, para recrear a lo
Carpentier nuestros pasos perdidos.
Y eso lo hace muy bien la literatura, pero no podemos tomar decisiones muy fcilmente en funcin de alguna inspiracin de la literatura.
Se puede, pero el riesgo es muy amplio. Cmo lograr eso? Hay algo
que la ciencia, la investigacin, pueda hacer? S, seor. S se puede, y es
generar cultura de informacin para la toma de decisiones, para recrear
la memoria y para poder inventarnos mundos posibles, ms anchos,
ms abiertos, ms diversos, otros mundos posibles. Suponer que todos
los colombianos estn ligados con las drogas es estpido. Lo mismo que
decir que todos los hombres son iguales.
Cmo queremos construirnos un mundo diferente si estamos
etiquetados as? Podemos? S se puede, y se puede con mejor informacin. Bueno, pero no slo esto; hablando de cultura de investigacin, la
investigacin que tenemos muchas veces suele ser rollera, no s si aqu
se entiende lo que es rollera, que tira rollos bla, bla, bla, rimbombantes,
sonoros elegantes, pero sin modo de concretarse.
Melatismos y Cientificismos
Dentro de esa actitud soberbia que a veces desarrollamos los profesionales de la investigacin, una modalidad es el melatismo, que viene de es
que a m me late que es por aqu. El melatismo es, a mi juicio, uno de los
grandes errores de la investigacin cientfica. El investigador melatista se
refugia a veces en decir que su trabajo es cualitativo: yo voy a entrevistar
a la gente; por favor, hganme sensible a su esencia cultural, yo soy el
instrumento de investigacin y voy a comprenderlos. Melatismo total.
Frente a ellos est el cientificismo, que se distingue por su afn de contar
con datos cuantitativos, o sea, verdaderos. No, no, seor, usted es
un rollero brutal, aqu est la ciencia verdadera, los hechos no mienten,
aqu est el porcentaje: 42 por ciento ley esa novela, 43.3 por ciento
de la gente fue a esa obra de teatro. Pero, si preguntamos qu le pas
a esa gente con eso que hizo en tan distinguidos porcentajes? Bueno,
246
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
2010
Fuente: Direccin de Informacin Estadstica de Mercados, COFETEL , con informacin proporcionada por los concesionarios.
los que orientamos ese vector. Ms bien estamos y hemos estado histricamente a la cola de la tecnologa. Seguimos en la pura periferia.
Y, buenamente, alguien, en algn lado, disea objetos y los sistemas para que los usemos ms o menos y a medias. En nuestros pases,
el nivel de sub-utilizacin de la infraestructura instalada, actualmente
conectada de tecnologas digitales y de computadoras, es enorme. Djenme preguntarles algo: quines tienen en su casa una videocasetera,
videoregistradora para ver o grabar videos? Pueden levantar la mano?
(muchas manos alzadas). Gracias. De esos que s, quines no tienen su
videocasetera permanentemente centelleando con el nmero 12:00
haciendo tic... tic... tic... tic? (muy pocas manos alzadas). Como podemos ver, son bastante menos manos en alto. Un aparato de estos se
puede programar, se pueden hacer diversas cosas con l: como grabar
la telenovela cuando no llegamos al episodio! Es ms inteligente que un
televisor comn. Un televisor convencional nada ms se puede encender y apagar.
Hablbamos hace un momento de vectores que estn orientados,
recuerdan? Pues djenme decirles que en los aos treintas, cuando ya
haba la tecnologa suficiente para desarrollar el televisor, haba tambin
suficiente tecnologa para disear otro tipo de dispositivo que fuera ms
dialgico, ms horizontal. Sin embargo, se opt por el modelo ms bien
vertical y que deja en la oscuridad y en el silencio a los que miran y a
los que emiten. La televisin es un medio tonto, pero no as la gente
que la mira o que la hace. Tonto en el sentido ciberntico, porque no
puedes hacer prcticamente nada con ella ms all de aquello para lo
que fue programada.
Es un conducto de uno (muy poderoso y pleno de recursos) para
muchos, y, al menos en los ms conocidos sistemas, no hay forma de que
haya dilogo, rebote. En esa tesitura, los presentadores dicen por pura
retrica: bueno, si nos permiten, nos vamos a unos mensajes comerciales... Pero si t no quieres cambiar de concentracin, puedes decirle: no,
no, no, no le permito. Sin embargo, a l (en realidad, a la televisora) no
le importa, ni te oy (ni te puede or), y el flujo de imgenes se superpone a tu deseo sin posibilidad ms que de apagar o cambiar de canal.
En un esquema parecido, a veces as se hacen las polticas culturales.
Se hacen y disean sobre imgenes que se tienen de la gente, de la
cultura en abstracto del pas y del mundo. Sin referentes claros y sin
una infraestructura que permita que los otros (los beneficiarios de la
poltica) hablen, se expresen, se escuchen. En ambos casos, la relacin
253
es vertical, descendente, sorda y ciega. Todas estas resultan ser condiciones para no tener la flexibilidad ni la sensibilidad requeridas por el
momento mundial y la complejidad del tejido socio-simblico sobre el
que se quiere intervenir.1 La cibercultura como objeto de conocimiento
se concentra en volver inteligible las complejas formas de relacin entre
el vector tecnolgico y nuestras ecologas simblicas. Un rea que tiene
muchas posibilidades de desarrollo y que adems es crucial para entender algunas de las transformaciones ms importantes de la sociedad
del siglo XXI. Pero tambin queremos entender la cibercultura como
un valor de desarrollo social. Lo que queremos hacer con ello es cultivar,
reconfigurar, estimular, facilitar un desarrollo en tres dimensiones entrelazadas, plenamente interrelacionadas y convergentes: cultura/cultivo de
informacin ligada con cultura/cultivo de investigacin y cultura/cultivo
de comunicacin. Para qu? Para reutilizar las poderosas herramientas
tecnolgicas en un sentido que nos permita ganar autodeterminacin
y potenciar nuestra capacidad de resolver problemas concretos. Para
tener posibilidades reales de someter la tecnologa al espritu. Exactamente en la direccin contraria a la que nos fuerza con toda su crudeza
el vector tecnolgico. Bueno, espero que pueda ser algo razonable esto
que quiero decir y se entienda el sentido de este laboratorio distribuido
que es el LabCOMplex. En el LabCOMplex tenemos una serie de cuatro
subsistemas de trabajo especfico (informacin, formacin, difusin,
produccin) que estn orientados hacia el quinto subsistema del diseo
cultural e intervencin.
Pensamos que es posible cambiar y redisear el modo (irracional,
heternomo, distal, sobre-ideologizado casi siempre en nuestra contra)
en que nos representamos nuestra relacin con las tecnologas de este
vector. Y eso es perfectamente posible.
El LabCOMplex opera con una estructura de red de vnculos y de
nodos en varios niveles. Al interior de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, en algunas ciudades de Mxico y estamos comenzando
a tejernos con otros grupos de Amrica Latina y Europa. El objetivo es
operar con procesos de inteligencia distribuida para todos los procesos
de investigacin y desarrollo de cibercultura que se emprendan.
Un ejemplo de lo que hacemos es la propuesta de investigacin
que organizamos con el equivalente de ustedes al Ministerio de Cultura
1
Nuevos escenarios de interaccin se abren con la llamada televisin digital, que permite
un rango mucho mayor de acciones sobre los contenidos transmitidos.
254
en mi pas, a travs del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, FONCA. Entonces, lo que hicimos fue tratar de hacer investigacin y diseo
de tecnologa taylor made, a la medida. Qu necesita saber? Qu tipo
de informacin requiere para operar ms eficientemente? Qu tipo de
investigacin es precisa para nutrir ese sistema de informacin bsico y
permanente? Qu tipo de sistemas de comunicacin requieres para que
tu accin sea concertada, tenga consistencia y no sea nada ms la suma
de muchas direcciones, donde cada quien tira para su propio lado? El
reto es cmo construimos consistencia, tanto dentro como afuera.
Respecto a los sistemas de informacin, me gustara decir que la
diferencia entre un montn de papeles y libros metidos en un cuarto
con una biblioteca es, precisamente, un sistema de informacin. Muchos
libros no hacen biblioteca. La biblioteca es posible solamente a travs
de un sistema de informacin. Muchos reportes de cada quien sobre su
actividad no hace un sistema de informacin. Lo hace cuando hay una
inteligencia colectiva, la de ustedes, trabajando en interfase con otras
personas experimentadas que logra hacer que esto se vuelva una herramienta permanente de trabajo, de consulta y anlisis. En funcin de
toda esta reflexin y prctica, qu es lo que proponemos para investigar
nuevas formas de evaluar la poltica cultural? Para nosotros, evaluar una
poltica cultural no se limita a ver si se gan dinero o no, si entr mucha
gente o si fue poquita en tal espectculo, sino tratar de establecer una
relacin balanceada entre tres elementos fundamentales (ver Cuadro
1): los creadores, los productos y, por supuesto, el gran ausente de las
polticas pblicas, los pblicos, es decir, sus usuarios, la gente que es la
beneficiaria de las acciones de los creadores.
El gran boquete, la Atlntida, el continente perdido de la investigacin pero tambin de las polticas pblicas es la gente, a la cual
los ministerios estn obligados a conocer y son responsables de servir.
Productores
Pblicos
Puntos
Trayectorias
Escenarios
255
La idea del modelo propuesto es que cada uno de esos tres elementos puede ser trabajado como puntos (informacin sincrnica),
como trayectorias (informacin diacrnica) o desplegados en escenarios
(informacin contextual).
La informacin puntual es referencial y descriptiva de un momento
determinado en el tiempo y en el espacio. Con ella tenemos, por ejemplo, fichas y clasificaciones tcnicas, obras o repertorios, directorios de
productores de cine, estadsticas de asistencia a una biblioteca. La informacin trayectorial es un poco ms compleja, pues relaciona conexiones
entre puntos a lo largo del tiempo. Se escribe igual en Colombia hoy
que hace cuarenta o cincuenta aos? Se produce el mismo tipo de
pinturas? Ese es el tipo de preguntas que el nivel trayectorial te permite
pensar. Pero, lo ms importante, el nivel ms complejo es el nivel de
los escenarios, es decir, cuando tenemos la informacin suficiente para
relacionar los escenarios y configuraciones de un campo de produccin
especfico que permitieron la aparicin de esa obra, de ese productor,
de esos pblicos especializados.
La informacin de los puntos puede ser histrica, presente o
futura.
El segundo nivel de trayectorias es cuando establecemos los vnculos
en el tiempo, la relacin que hay entre ellos. Cmo sucede que haya
familias completas de artistas o de msicos? Si ustedes se asoman alguna
vez a la genealoga de Johann Sebastin Bach, van a ver que en su familia
es uno (el ms brillante) entre decenas de msicos. Para que eso suceda,
tuvo que haber un proceso de acumulacin y transmisin de capital cultural
especfico (habilidades) y de capital social (redes de relaciones movilizantes)
de los que no sabemos casi nada, y, desde luego, tal y como se disean las
encuestas generales, estas dimensiones no pueden aparecer, y a pesar de
su relevancia clave, simplemente son cientficamente invisibles o se les
intuye de maneras a veces brillantes, pero sin posibilidad de sistematizar
la experiencia para poder incorporar ese saber complejo al diseo de
acciones que estimulen la creacin artstica en su conjunto.
Por eso, sabemos que no hay nada ms equvoco que un porcentaje para representar una prctica cultural. Cada prctica cultural es el
resultado de al menos dos historias. Por un lado, la historia de los soportes
materiales que posibilitan la aparicin dentro de una ecologa simblica
particular de esa prctica. Y, por otro lado, la historia de las disposiciones cognitivas, de los esquemas incorporados para distinguir, percibir,
aprobar, valorar y degustar un tipo de producto.
256
en el mundo. Qu obras tan buenas! Pero van a verlas tres gatos, que
suelen ser siempre los mismos. Hay un teatro que pega de repente.
Por qu pega? Porque es chabacano, porque dice albures, porque hace
chorradas, pero ha creado un pblico. Entonces hay funcionarios de
cultura que dicen, No, eso no es cultura. Eso es basura. La cultura es
lo que sublima el espritu. Pues s, pero estamos adoptando una concepcin de cultura de pases que ya tienen una elevada masa crtica. La
masa crtica de gente de teatro en Nueva York es mucho ms densa que
la de casi todo el mundo, ya sean turistas o locales. La masa crtica de
escritores, de guionistas, de actores, de cantantes, escengrafos debe
ser bastante significativa.
Entonces, preguntmonos, qu tanto sus polticas culturales estn
colaborando a crear una masa crtica de productores, una masa crtica
de productos, una masa crtica de pblicos? Es que yo soy autor y yo
produzco para la eternidad, no para el pblico, dicen algunos como
una toma de posicin frente a la comercializacin banal del arte.
Pero hay un pblico potencial. Cmo hacemos para que ese pblico
vaya a verte y no ests permanentemente becado, que puedas vivir de
tu arte de manera digna y con perspectivas de crecimiento?
A veces se suscitan situaciones absurdas, porque si no hay una
poltica de Estado y con recursos para el apoyo a la creacin artstica,
muchas veces con las becas, lo que hacemos con eso es solamente fomentar productores bricos (de ubre), y el mismo esquema opera para
los investigadores. Si hay ubre, produzco, y si no, pos no. Y la ubre
permtanme decirlo son ustedes, el Ministerio de Cultura, eso s,
aunque con dos pesos de presupuesto. Es en verdad una ubre escasa, las
vacas estn bastante flacas, pero las becas le van a tocar a alguien. Y qu
va a hacer el creador con eso? Ese apoyo ayud a crear algn tipo de
red de multiplicacin? Cundi en algo ms o simplemente se lo comi
solito el autor y sus amigos del alma? Cmo hacer para establecer eso?
No lo sabemos bien a bien.
Necesitaramos mejores sistemas de seguimiento y, desde luego,
de comunicacin para saberlo. No es nada fcil. Qu hacer para poder generar una investigacin de este tipo? Habra que detectar a los
agentes involucrables, a los usuarios y a los generadores. Ustedes tienen
que encontrar, como Ministerio que son, quien pueda desarrollar la investigacin y ponerse a conversar con ellos. Quines pueden proveer la
informacin que se requiere. Y esto no es como en una escalera vertical.
Se hace posible si estn conectados. Quines son, dnde estn los que
259
pas en las nuevas condiciones de la sociedad del siglo XXI; cuando eso
comience a suceder (y es tcnicamente posible hacerlo), les aseguro
que sus presupuestos no sern tan exiguos. Es una labor que tenemos
que hacer en conjunto, tanto los investigadores como los funcionarios
y la sociedad civil. Y esto se trabaja con redes de comunicacin. En esto
consiste una perspectiva cibercultural de las polticas culturales, es decir, que opere conjuntamente con sistemas de informacin, sistemas de
investigacin y sistemas de comunicacin, construidos dialgicamente
entre investigadores y funcionarios y diseados especialmente para la
evaluacin, el diseo, el conocimiento y la aplicacin de nuevas acciones
para estimular la creacin artstica en una sociedad con tantas carencias
y con tantas urgencias.
La labor de la investigacin, me parece, est en cmo convertir
los objetos, la realidad que abruma, los problemas prcticos de hoy y
de siempre, en dimensiones observables y relacionables para con ellas;
poder generar sistemas de informacin especiales que permitan canalizar adecuada y documentadamente las energas y recursos.
Cada vez ms las empresas, las organizaciones, las instituciones
estn entendiendo estratgicamente la importancia del conocimiento
que se genera. Que la inteligencia que se genera para resolver problemas en su institucin no debe perderse cuando cambia el gobierno, no
debe perderse cuando se cambia el equipo a otra empresa. Porque, si
cambi el gobierno, cambi la Ministra, cambi el director y, con ellos,
todo lo que haba hecho antes termina en borrn y cuenta nueva. Y otra
vez hay que volver a empezar a hacer las cosas de cero, o ms bien de
menos cero. Porque esto es profunda e irresponsablemente ineficiente.
Las grandes empresas, grandes instituciones, estn entendiendo cada
vez ms que el valor del saber que ustedes los empleados tienen es
el ms importante valor de los activos de una organizacin.
El saber que todos ustedes tienen es el valor ms importante del
Ministerio de Cultura. Pero, me pregunto, ustedes de verdad conocen
lo que saben como institucin? En Mxico no lo sabemos. Los sistemas
de informacin son las herramientas para ver, ordenar, preservar y
potenciar ese saber no conocido. Sistemas de informacin hechos a la
medida, donde ese saber, ese capital especfico, ese saber fundamental
de la sensibilidad que los propios funcionarios tienen se acumula y se
muestra. Se va esta Ministra, o se va el director, y se acab todo. Pues
igual pasa en un pas. Lo que nuestra gente sabe, lo que sabe hacer, se
pierde, pero podra, desde luego, no perderse. Las polticas culturales
261
tipo difusionistas (yo les llamo heliocntricas) que dicen algo como les
vamos a difundir la cultura, o sea, pnganse bronceador cultural porque
ah les va la orquesta sinfnica a interpretar a Mahler en la punta de los
Andes. Y se toca a Mahler y la gente dice: qu interesante, qu bonito
y la prensa lo cubre: poltica cultural interesante. Pero qu sucedi ah?
No digo que la gente no haya sentido nada, pero ser la va construir
auditorios enormes para que se rellenen de no s cuntas cosas, con
escolapios obligados a asistir? Y por qu la gente no lee ms? La gente
lee mucho, pero qu cosas lee? Anuncios, cmics, folletos. Y por qu
la gente se duerme cuando le pones una sinfona? Porque no tiene las
enzimas culturales suficientes y desarrolladas para degustar eso.
Porque su rango de sensibilidad es ms estrecho o va hacia otra
parte. Se podr recuperar el saber de nuestra sociedad? Esa es una labor
que no le toca slo al Ministerio de Cultura: le toca al Ministerio junto
con toda la gente que dice que hace investigacin o que deberamos
hacerla. Pero no basta hacerla separados, tenemos que hacerla conjuntamente, en dilogo permanente. Mi conviccin es que intentemos
establecer vnculos cada vez ms orgnicos y cercanos de generacin de
cibercultura para polticas culturales, que, como ya vimos, no es que todos
tengamos muchas computadoras muy potentes conectadas a internet
de alta velocidad. No es eso, sino que quiere decir que desarrollemos
una actitud personal, colectiva y organizacional que contemple como
prioritario el desarrollo de esas tres culturas/cultivos: informacin para
poder ver y poder mostrar, investigacin para poder saber y poder explicar y comunicacin para poder escuchar y poder relacionar.
Bueno, creo que me extend de ms. Muchas gracias.
262
Introduccin
n este texto sostenemos que las sociedades que han sido histricamente desplazadas de los beneficios de la globalizacin tienen
la necesidad estratgica de conocer las formas concretas en que sus
poblaciones se relacionan con las tecnologas, con la informacin, con
la comunicacin y con el conocimiento. Mediante este proceso de apropiacin, es posible disear y desplegar una estrategia crtica y a la vez
propositiva, que les permita no slo disminuir sino reorientar los efectos
perniciosos (desplazamiento, incomunicacin, desconocimiento, desinformacin) debidos a la fuerza y direccin del vector tecnolgico que se
imponen en la densidad de la vida cotidiana de dichas sociedades. Para
mostrar nuestro argumento, revisaremos cuatro efectos de sentido cuyo
origen es particular y localizado en los centros dominantes del sistema
mundial, pero que con el tiempo han sido promovidos y visibilizados
como si fueran universales. A partir de las propias contradicciones del saber
necesario para interaccionar creativamente con el vector tecnolgico,
proponemos utilizar estos complejos dispositivos no slo como auxiliares,
sino como verdaderas plataformas generativas de gestin de informacin
y conocimiento local e inteligencia distribuida.
La inversin para conocer y desarrollar cibercultur@ puede convertirse en una efectiva forma de empoderamiento para conquistar grados
de autodeterminacin en medio de las desiguales condiciones sociohistricas que convergen en las muy perceptibles y enormes distancias
que separan las sociedades de su capacidad para movilizar de manera
autodeterminante la energa social. Para tal fin, creamos el LabCOMplex
cuya propuesta presentamos en la parte final de este texto.
263
264
Ver http://www.pbs.org/digitaldivide/themes.html.
Ver Qu es la Sociedad de la Informacin?, en http://www.e-mexico.gob.mx/.
Invenciones globales
(donde lo muy particular se vuelve muy general)
La globalizacin que conocemos viene de arriba (lase, del centro
del sistema mundo) y es impuesta por las fuerzas mundiales que dominan los mercados tanto econmicos como culturales y a escala local por
los propios Estados nacionales (o lo que queda de ellos) bajo la forma
de configuraciones etno-cntricas, en las que solamente lo definido en
Occidente (en estas pocas, lase, los Estados Unidos de Amrica y
Europa: los blancos, los cultos, los modernos) tiene valor global
o universal, mientras que en la mayora de esas sociedades perviven
en la resistencia pasiva y a veces activa civilizaciones completas (Bonfil,
1990) o fragmentarias que han sido forzadas desde hace mucho tiempo a la exclusin, a la muerte, al silencio y a la discriminacin (Araujo,
2000) o la folklorizacin.
Im Afro-Brazilian, and in Brazil we have a serious problem with self-esteem,
and TV and the telenovela play a major part in it. Theyre not the origin of
the problem, but they help maintain it. What happens is that the industry
reproduces an ideology of whitening. Most models and actors are white,
and whiteness defines beauty. Theres a collective desire to be a European
country, and a collective denial of our black and Indian ancestry.3
3
An Interview with Joel Zito Arajo, director of Denying Brazil, By Michelle Chase, in Cinema
Tropical, http://www.cinematropical.com/newsletter/200201/araujo.html.
265
Desde las culturas superiores, se definen los comportamientos nacos o de mal gusto que en realidad son conductas usuales en amplios sectores de la poblacin mexicana. http://
mx.geocities.com/gunnm_dream/naco.html
266
criticized the song had never heard it! The song reached #57 on the
charts, rather indicative of the fact that it was largely ignored.5
Finalmente, otra de las componentes ideolgicas de la globalizacin contempornea impuesta ms recientemente (pero difundida del
mismo modo desde arriba) por el mercado de la moda y los canales
audiovisuales es una especial valoracin de la frescura y lozana de la
juventud, y, en particular, de la ostensiva muestra de sus marcados cuerpos y cualidades fsicas, por lo que tambin identificamos una cuarta
componente global que podra ser llamada con justicia lozano-cntrica (freshness-centrism):
Keep young and beautiful/
Its your duty to be beautiful/
Keep young and beautiful/
If you want to be loved
(Annie Lennox, Young and beautiful, 1992).
267
nuestro planeta (Verd, 1996). Sin embargo, nada de fatal hay en esto.
La globalizacin que conocemos es el efecto de una poltica econmica
de alcance mundial, es decir, es una decisin impuesta por la fuerza de
la repeticin meditica o, ms crudamente, por la razn del ms fuerte
(Bourdieu, 2001).
Tecnologa y desigualdad
El desarrollo de tecnologa en la historia nunca ha sido neutral frente
a las tensiones de las relaciones sociales, por eso mismo, su concepcin
no debe slo limitarse a los instrumentos o a los aparatos que comnmente suelen incluirse dentro de ese trmino.
Saber y poder, socialmente situados, siempre han acompasado el
avance o el retroceso de la ciencia y la tecnologa (Silvers, 1995). Con los
instrumentos tecnolgicos es posible hacer otros instrumentos y muchas
otras cosas, pero, al mismo tiempo, dichos dispositivos tambin permiten hacer que otros hagan cosas. Por esta razn, siempre ha operado
como un verdadero vector de energa social, es decir, como una fuerza
con orientacin, direccin y eficacia especficas, tanto en la produccin
econmica como en la organizacin social y en las elaboraciones discursivas de cualquier sociedad.
Por todo ello, de forma similar a la globalizacin, el acceso diferencial y los desarrollos desiguales a la tecnologa son efecto de una accin
poltica que no vemos ni conocemos, pero que opera al desplazar de
facto a enormes contingentes sociales.
En estos tiempos de globalizaciones forzadas, dicha condicin
es especialmente aguda cuando se trata de acceder, manejar, pilotear,
dirigir las tecnologas para procesar informacin, para comunicarse y,
especialmente, para generar conocimiento.
Como una de las mltiples consecuencias de este proceso de relacin desnivelada entre algunas poco numerosas sociedades plenamente
desarrolladas y muchas otras con desarrollos desiguales y disparejos
entre las que se encuentran, en mayor o menor medida, las sociedades
latinoamericanas, observamos que estas no han definido adecuadamente una poltica estratgica de Estado (ni de partidos, ni cientfica,
ni educativa, ni social) que precise para quines, cmo y hacia dnde
re-orientar el sentido de las transformaciones de ese vector tecnolgico
con el fin de empoderar y elevar la calidad de vida de sus ancestralmente
268
Cibercultur@: ms ac de mquinas,
circuitos, chips y fibras pticas
Frente a esta situacin, una estrategia de comunicacin compleja desde
la periferia es investigar y desarrollar cibercultur@.
269
272
273
274
Cibercultur@ y sociociberntica
Esta es un rea de frontera cercana en algunos rasgos a la ingeniera
social (Podgorecki, Alexander y Shields, 1996), en donde el desarrollo de sistemas informticos relacionados con la especificidad de las
culturas de informacin, investigacin y comunicacin es el propsito
fundamental. Los modelos de los sistemas toman en cuenta principios
no slo de las ciencias sociales, matemticas, informticas o cibernticas,
sino de reas como la fsica, la biologa y las ciencias cognitivas, todas
ellas bajo la perspectiva de la lgica difusa, los sistemas complejos y
la inteligencia como actividad emergente y reflexiva. Todo sistema de
informacin est vinculado con un proceso de anlisis e investigacin
del entorno en donde se instaura, as como con las habilidades de los
usuarios que los disean y utilizan, de tal modo que su implantacin
est ntimamente ligada a procesos de transformacin e intervencin
en las organizaciones, disciplinas y reas de aplicacin (Amozurrutia,
2002 y 2003; Geyer, 1995; Kosko, 2000).
Por medio de la investigacin en estas reas de concentracin prioritaria, iniciamos el proceso de trabajo reflexivo y propositivo de nuestra
estrategia. Los objetivos que perseguimos requieren, a su vez, de una
forma de organizacin que haga posible un cambio en nuestra propia
concepcin del conocimiento requerido. Por esta razn, todos los proyectos del LabCOMplex son asumidos como proyectos de investigacin
y desarrollo (I+D) de cibercultur@ y estn orgnicamente vinculados a
cinco subsistemas de operacin (ver figura 1).
275
SUBSISTEMA DE
FORMACIN
SUBSISTEMA DE
DIFUSIN
SUBSISTEMA DE
INFORMACIN
SUBSISTEMA DE
PRODUCCIN
276
El LabCOMplex es un esfuerzo por construir conocimientos cientficos y desarrollos empoderantes de cibercultur@ desde Amrica Latina, la
semiperiferia del sistema-mundo entre los grupos y contingentes que han
sido desplazados social, cultural y tecnolgicamente en la historia.
Por eso mismo, la forma de organizacin de nuestro LabCOMplex
es precisamente como una red de nodos en permanente estimulacin,
con alta conectividad y con creciente inversin de energa para generar
zonas de convergencia sobre el sentido de seguir estimulados y conectados para construirnos, como colectivo de inteligencia distribuida (Cole,
1995), un lugar menos desplazado en un mundo, que posiblemente como
nunca antes tiene todos los grmenes, las semillas y las herramientas
para luchar por un futuro menos excluyente, ms humano y con mucha
mayor calidad de vida.
Un esfuerzo, en fin, por dialogar la tecnologa con la reflexividad
entrenada para que ayude a redisearnos colectivamente un nuevo rostro
y un nuevo corazn8 a la altura de los retos de este milenio marcado
por la informacin, la tecnologa, la comunicacin, pero, sobre todo,
por el conocimiento.
277
Introduccin:
qu bonito es lo bonito! (y qu bonito es casi todo)
281
el mundo de habla hispana. Tomar un ejemplo de su aplicacin gubernamental en Mxico y en la segunda parte voy a plantear una estrategia
para desarrollar Cibercultur@ que ha sido diseada para operar justo
al revs de como se ha ido dando el proceso de expansin y difusin del
acceso a la Internet en las regiones no centrales de la sociedad a escala
mundial. La informacin, la comunicacin y en particular, el conocimiento
local, son tres reas estratgicas de cultivo para modular de manera ms
autodeterminante la re-organizacin contempornea de las relaciones
sociales en las que el la produccin de conocimiento juega y jugar un
papel determinante. Ubicar algunas caractersticas de la regin de
Amrica Latina y particularmente en el pas con ms habitantes de habla
hispana: Mxico. Este y otros pases, internamente dependen de flujos
financieros internacionales, tienen grandes deudas externas y altibajos
en sus procesos democrticos internos en su historia. Para ellos se ha
diseado una poltica de inclusin que sostiene como premisa central que
mientras ms acceso haya a las computadoras y a la Internet, mejor
desarrollo se tendr.
En el caso de Mxico, este aserto no solo es completamente falso,
sino que adems, al ser aceptado, credo y tcnicamente comprado por
su gobierno y aplicado con toda docilidad como poltica local de inclusin digital, resulta que solo favorece a algunos sectores ya previamente
favorecidos en esta sociedad (Robinson, 2006). Con algunas variantes,
este es tambin el caso de casi toda la Amrica Latina donde, adems,
el espaol es el lenguaje ms hablado.4
Nos mean y los peridicos dicen: llueve5
Frente a la expansin de la red de Internet del norte al sur y frente a las
polticas de adopcin dcil y sobreideologizada que de ella realizan los
4
En 2006 ms de 400 millones hablan espaol en el mundo. Por el volumen de la emigracin de los pases de Latin Amrica hacia los Estados Unidos, se formaron amplas comunidades
de hispanohablantes que constituyen una minora de ms de 24 millones, la ms grande y la que
ms progresa econmicamente. En muchos de esos pases las remesas enviadas por estos trabajadores, son imprescindibles para el equilibrio de sus economas internas. En Mxico, cuyo PIB est
dentro de las 10 economas ms grandes del mundo, las remesas de sus migrantes representan
la segunda fuente de divisas despus de las exportaciones petroleras. Millones de trabajadores
de esta enorme fuerza productiva se reconocen a s mismos como Hispanos o tambin como
Latinos (Trueba, 1999).
5
Vase Eduardo Galeano: http://www.rodelu.net/galeano/galeano32.htm (Julio 2007)
282
es.html
283
La imagen (A) muestra la estructura jerrquica del Internet, basada en las conexiones
entre nodos individuales. Tres regiones distintas aparecen: un ncleo interno de nodos
altamente conectados, una periferia externa de redes aisladas, y una masa tipo manto
de nodos de conexin entre pares. Mientras ms grande es el nodo, ms conexiones
tiene. Los nodos ms cercanos al centro, estn conectados a ms nodos major conectados que los de la periferia.
El ncleo (B): En el centro de la Internet estn como 80 nodos centrales a travs de los
cules fluye el mayor trfico. Si removemos el ncleo, el 70% de los otros nodos son
todava capaces de funcionar a travs de las conexiones entre pares.
La periferia (C): En los confines de la Internet estn 5,000 o ms nodos aislados que son
los ms dependientes del ncleo central y se desconectan si dicho ncleo se remueve o
se apaga. Sin embargo, esos nodos dentro de esta periferia son capaces de mantenerse
en conexin debido a sus conexiones entre pares.
Fuente: Technology review, MIT http://www.technologyreview.com/player/07/06/
19Rowe/1.aspx (07-2007)
Se invoca sin cesar esta palabra, pero con mnimas o equvocas concepciones del proceso
que implica. Para una formulacin rigurosa del conocimiento ver la obra de Rolando Garca
(2000: 39-63).
285
Matrimonio de conveniencia:
procesos complejos, nociones simplistas.
Parece entonces claro que frente a una simplificacin cuantitativista, la
invencin y posterior difusin de las tecnologas que desarrollan la red
de Internet debe ser entendida como parte de un proceso sociohistrico
complejo (Garca, 2006: 21) que no se puede reducir simplemente a los
fenmenos cuantificables de acceso y usos de tecnologa en diferentes
286
Fuente: Yook et al. Modeling the Internets large-scale topology, PNAS, 99 (21):
13382. (2002)
287
En el cuadro 1, podemos ver un cuadro comparativo entre los dos pases ms grandes de Amrica Latina con los Estados Unidos y Nigeria.
Las diferencias cuantitativas no necesariamente se traducen en
diferencias de calidad, pero pueden dar testimonio provisional de las
similitudes y diferencias entre los pases de LA y las desigualdades con
otras zonas del mundo.
millones)
Mxico
106.32
Brasil
186.40
768.3
797.4
USA
301.03
12455.8
Nigeria
14.42
3.02
(2005)
Lneas telefnicas
fijas 100 hab.
18.33
21.38
58.74
0.17
Suscriptores a tel.
celulares 100 hab.
52.63
46.25
77.40
2.15
Computadoras 100
hab. (2005)
13.08
16.09
76.22
0.07
Usuarios de Internet
100 hab. (2005)
16.90
21.00
69.10
0.28
Suscriptores Internet
banda ancha 100
hab.
3.44
2.35
19.31
0.00
Radiorreceptores
100 hab. (1997)
32.48
42.69
207.87
6.64
Televisores 100
hab. (2004)
27.64
35.83
88.20
1.22
% poblacin cubierta
por seal celular
(2005)
99.90
88.35
99.00
15.00
El cuadro 2 nos da una idea de las disparidades absolutas y relativas de los usuarios de Internet en las regiones del mundo a fines del
ao 2002.
Cuadro 2. Usuarios de Internet en el mundo 2002
Regin
frica
Usuarios
Penetracin
7.9
0.9%
35.4
6.7%
170.2
53.3%
Asia
201.1
5.6%
Europa
166.4
20.8%
Oceana
10.5
33.3%
591.6
9.7%
Amrica Latina/Caribe
Total
Usuarios*
Penetracin
Crecimiento
2000-2005
Espaol
439
89
20.2%
260%
Mundo
6575
1117
17%
209%
9
En 1998 demostr que esta autodescalificacin suceda con profesores capacitados por
Programa Nacional de Educacin a Distancia, que despus se volvi el sistema e-Mxico. (Gonzlez, 1999: 163)
10
En esta ideologa naturalizadora de las relaciones sociales, los pobres abundan como si
fueran recursos naturales del tipo de selvas o desiertos, verduras o petrleo.
291
calificadas como el instrumento privilegiado para acceder a la informacin y a los conocimientos organizados y creados para todos, por otros
que estn del otro lado de la brecha.
Teniendo en cuenta que cuanto mejor conocimiento se produzca mayor
valor agregado tendr lo producido, entonces es el conocimiento puesto
en relacin con el instrumento de tecnologa Internet- quienes se constituyen en el par clave de la transformacin. De esta manera, las ventajas
comparativas no dependen de la suerte de la naturaleza sobre el territorio
sino de la estrategia sobre el patrn de desarrollo y de la produccin de
conocimiento que se realice (Sar, 2004).
La ansiedad poltica y tambin mercantil por alcanzar los prometidos beneficios de la sociedad de la informacin no permiten muchas
veces entender que es un falso dilema pensar que slo pueden los pueblos pobres estar dentro o fuera sin ms.
El problema no se reduce slo al acceso mediante las TICs a LA informacin y a EL conocimiento, ni tampoco, una vez conectados, el de dotar
y llenar de contenidos adecuados para el aprendizaje en la Red.
Ni inclusin forzada para desarrollarse, ni aislamiento eterno.
Diversas evaluaciones regionales nos quieren dar una lectura cauta,
pero a la vez esperanzadora de la marcha de Amrica Latina hacia la
Sociedad de la Informacin:
En el caso peruano, el uso de Internet est creciendo gracias a la instalacin de cabinas pblicas y cafs. Por su parte, en Brasil, Costa Rica,
Mxico y Chile, el incremento en el nmero de usuarios es atribuible a la
expansin de las redes disponibles en las escuelas. En Chile, la instalacin
de computadores en las escuelas est reduciendo las diferencias en el acceso a Internet entre colegios pblicos y privados, y en Per, las Cabinas
Pblicas han proporcionado una alternativa de desarrollo econmico para
pequeos emprendedores. Existen experiencias interesantes de aplicacin
de las TIC para el mejoramiento de los procesos de enseanza, que han
generado cambios culturales en las modalidades de abordaje pedaggico
utilizadas por los profesores, as como han institucionalizado en las aulas
prcticas de aprendizaje colaborativo y por proyectos utilizando las nuevas
TIC. (Villatoro y Silva, 2005:76)
http://www.e-mexico.gob.mx/wb2/eMex/Home
. http://linux.mty.itesm.mx/~ddiaz/directo/emexico.txt (Clusula tercera)
12
293
Para Chile:
Considerando El instructivo Presidencial que crea el Comit de Ministros
para el Desarrollo Digital, N 001 de Fecha 2 de Febrero de 2007.
La evidencia que demuestra que la adopcin de tecnologas de informacin es responsable directa del crecimiento econmico. La conveniencia
manifiesta de potenciar y masificar el uso de tecnologas de informacin,
especialmente en los Sectores y personas ms postergadas, de forma de
otorgarles herramientas de productividad personal que les permitan aumentar sus posibilidades de bienestar y realizacin. El inters de Microsoft
Corporation y Microsoft Chile, manifestado permanentemente a travs
de sus personeros, en el sentido de contribuir al desarrollo econmico
local a travs de diversos programas sociales y herramientas tecnolgicas
que se ponen al servicio de la ciudadana.
294
Sin conocer todava este convenio, en 2006 tuvimos una desconcertante experiencia durante los talleres de formacin de una comunidad
emergente de conocimiento local en la sierra de Oaxaca, Mxico.14
para el trabajo colectivo con estudiantes de educacin media y
algunos profesores de la localidad, utilizamos las instalaciones del
Centro Comunitario Digital instalado en la parte alta de la biblioteca
municipal, tuvimos que instalar en las computadoras algunos programas de comunicacin y de navegacin en la red como Skype, Yahoo
Messenger, Netscape, Firefox que nos sirvieron para lograr algunos
de los objetivos de esa CECL. Al terminar, despus de que se realizaron
relatos biogrficos colectivos de su historia con la tecnologa y con el
agua, el responsable de ese CCD nos coment que tendra que borrar
todo lo que instalamos, pues estaba sujeto a revisiones peridicas que
prohben el uso de cualquier programa que no sea de Microsoft. Todo
lo que no fuera de esa marca, no obstante que sirviera mejor para los
fines de esa CECL, fue borrado.
(Diario de campo de Jorge A. Gonzlez en Ixtln, Oaxaca, 2006).
295
296
Cibercultura y cibercultur@
La concepcin de la cibercultur@ que presento aqu no necesariamente
est ligada con el mundo de las computadoras o a las redes de Internet, como ya se le entiende en todas partes, sino que resalta las tres
direcciones de sentido de los elementos que la componen: el prefijo
griego kyber (ciber), la palabra latina cultur y el signo tipogrfico
@ (Gonzlez, 2003).
Tomo literalmente el sentido de director y timonel del vocablo
Kyber, pues desarrollar cibercultur@ implica generar, incrementar, perfeccionar, mejorar y compartir las habilidades para
conducir, dirigir y pilotear relaciones sociales, en un ejercicio
de autogestin colectiva, horizontal y participativa.
Tomo el sentido original de cultivo, cuidado, atencin y desarrollo de la palabra cultura. La habilidad para pilotearse
y dirigirse con otros hacia soluciones ms inteligentes frente a
los enormes retos del siglo XXI, se puede aprender, se puede
compartir y se puede cultivar con otros y para otros.
El signo de la arroba @, que hoy se ha vuelto familiar entre
quienes utilizan la red, y precisamente por su semejanza grfica
a una espiral, utilizo @ por su semejanza para representar un
bucle de retroalimentacin positivo, un proceso abierto y adaptable
que genera una respuesta emergente que surge de la densidad
de las relaciones del sistema y no se reduce a la suma de sus
componentes.
Propongo el neologismo cibercultur@ (con la arroba @ incluida)
para designar una serie de procesos especficos que implican una doble
cualidad complementaria y simultnea: cibercultur@ entendida como
un objeto de estudio y cibercultur@ entendida como un valor de desarrollo
y empoderamiento social.
298
malos del centro: una vez que despeg histricamente, el desarrollo tecnolgico ha adquirido sus propias leyes, su propia autonoma
e impulso, con costos y beneficios, que desde luego nunca y menos
ahora se han gozado aquellos, ni pagado stos, de manera equitativa
en el mundo moderno.
Esta primera delimitacin de la cibercultur@ como objeto de estudio,
comporta varios supuestos y antecedentes.
Por un lado, partimos de un complejo cognoscitivo caracterizado
por la desigualdad de la estructura de relaciones del sistema
mundial, en el que observamos vastas y mltiples zonas pluridistribuidas del planeta, histricamente colonizadas y depauperadas por relaciones sociales de explotacin, dominacin y
exclusin, que proveen y nutren de energa social (capital) a
diferentes ciudades/nodos atractores de enormes e intensos flujos
de personas principalmente, pero no solo a travs de la migracin
y los consiguientes flujos de capitales financieros.
Estas ciudades/nodo (ciudades Alpha) del sistema-mundo adems de ser concentradoras de volmenes inmensos de capitales,
tambin concentran crecientemente a millones de miserables (y
otros no tan miserables)15 que se desplazan para vivir mejor hacia
tales ciudades/nodo. Estos centros globales que capturan crecientemente los flujos de personas y capitales, operan tambin como
generadores y difusores masivos de flujos permanentes y globales
de informacin e imgenes mediados tecnolgicamente y que sirven
como materia prima bsica para metabolizar y representarse de
diversas formas el mundo, quin es cada uno y cada cul de los
actores sociales y de qu forma se hacen visibles o invisibles en el
escenario de la vida pblica.
Estos procesos de elaboracin discursiva y simblica son indispensables para poder narrar los hilos y editar el valor y el significado de los hitos de la memoria social, las definiciones de la
situacin presente, as como la factibilidad y densidad de otros
mundos tambin posibles.
15
El exceso inicial de la mano de obra barata e inexperta con escaso cosmopolitismo
que se ha desplazado en los flujos migratorios por causa de la globalizacin forzada, ha sido
enriquecido por el de profesionales calificados tambin desempleados o con expectativas de
bienestar ms altas, segn lo documenta nueva la migracin educada de Ecuador y de otros pases
latinoamericanos a Espaa y en general a la Comunidad Europea (Pellegrino, 2004: 12+).
300
Con y desde estos procesos simblicos se establecen en la historia diversas relaciones sociales de hegemona, subalternidad,
alteridad, resistencia y en algunos casos y perodos determinados, se establecen tambin relaciones de contra-hegemona que
requieren y generan formas emergentes para la organizacin
de diversas estrategias simblicas que buscan atraer y modular el
discurso social para la direccin intelectual y moral de toda la
sociedad, como bien lo seal Gramsci en el siglo pasado.
Nuestro concepto de cibercultur@ y su estudio desembocan en el
diagnstico preciso de las formas de interaccin entre el vector tecnolgico y las ecologas simblicas de sociedades concretas. Sostenemos
que ese vector a lo largo del tiempo y potenciado por polticas errticas
o serviles de los Estados al respecto, ha generado una serie de modificaciones y modulaciones selectivas de las ecologas de informacin,
de comunicacin y de conocimiento. Esta caracterstica nos empuja a
asumir procesos de investigacin/accin participativa para facilitar que
determinadas colectivos se autoorganicen como comunidades emergentes
de conocimiento local (Gonzlez, Amozurrutia y Maass, 2007).
No tenemos mucho ms espacio para exponer este punto con ms
detalle, pero los procesos de facilitacin se concentran en el cultivo y
desarrollo especfico de las capacidades de informacin, comunicacin
y conocimiento de un equipo plural de participantes que generan sus
propios sistemas de informacin, de comunicacin y de conocimiento
frente a problemas relevantes de su propia comunidad.
302
17
303
As parece ser el diseo realizado para incluir digitalmente el vasto, sobrepoblado y hambriento mundo menos desarrollado donde
ubicamos a nuestra Amrica Latina.
Y ahora qu? Y luego, hacia dnde?
Apenas estamos en los procesos de cierre y evaluacin de las primeras
experiencias concretas para elaborar una forma diferente de decidir y
304
disear la inclusin digital desde abajo (desde los pobres), hacia afuera
(hacia el centro) y hacia los lados (con los otros pases pobres). No tenemos
una solucin mgica, sino una ms dialgica y participativa.
En todas ellas, los reportes de los cambios en los participantes son
positivos, en parte por la emocin compartida que aparece al dominar
artefactos culturales que siempre fueron considerados como fuera del
alcance normal, y en parte por la sinergia colectiva que se genera
con la participacin de muy diversas categoras sociales en los talleres
de cibercultur@.
Nos falta mucho por andar, especialmente en la evaluacin y sistematizacin y anlisis ms fino de las experiencias. Estamos profundizando
poco a poco, pero decididamente, en este proceso de investigacin/accin
donde el objetivo no es que usen las TICs para acceder a la Sociedad de
la Informacin, sino transformar sus modos de organizarse y de concebir
esas tecnologas para apropirselas como verdaderas plataformas para
desarrollar conocimiento local, que no se ahoga en localismos, pues siempre
tiene como teln de fondo la claridad de que se est creciendo junto con
otras comunidades emergentes en pleno proceso de formacin de sus propios sistemas y redes de conocimiento para enfrentar problemas comunitarios
significativos junto con otras partes de Mxico y de Amrica Latina.
Si no asumimos que todas las tecnologas de informacin y comunicacin son por ello mismo tecnologas de conocimiento, dichas herramientas culturales se convierten y operan activamente como tecnologas de
desconocimiento (Ver Captulo 7).
Pensamos que otro mundo interconectado es tambin posible, y que las
redes son de quienes las tejen, de quienes se siguen organizando para
tejerse en una comunidad que, escuchando y acompandose, crece y
aprende a narrarse de otra forma, crece para y con otros que son nosotros
como nos muestra la estructura social y lingstica de los Tojolabales
(Lenkersdorf, 1999). Claramente, nuestro proyecto opta por las redes sociales y humanas, con sentido de comunidad no solamente virtual y
de un nosotros (Lenkersdorf, 2007) incluyente y expansivo que permita
que muchos diferentes otros nosotros quepan dentro (Ver captulo 7).
Ms conectividad y procesamiento ms veloz? A cada nio una
laptop XO?18 Est bien, pero acompaado con el desarrollo de comuni18
La XO es una potente herramienta creada expresamente para los nios ms pobres del
mundo, que viven en los ambientes ms alejados. http://www.laptop.org/en/laptop/hardware/index.
shtml (08-2007).
305
19
En informtica se llaman terminales tontas porque solo tienen poder computacional
suficiente para desplegar, enviar y recibir texto. No se puede ejecutar ningn programa en ellas.
Es la computadora a la cual se conectan la que tiene todo el poder para correr editores de texto,
compiladores, correo electrnico, juegos, y dems herramientas. Ver http://www.freebsd.org.mx/
handbook/term.html (08-2007).
306
307
parece ser que si los pases de la Unin Europea (UE) quisieran apenas
conservar el nivel de calidad de vida que tienen en la actualidad, en el
curso de los prximos 20 aos deberan aceptar la incursin de decenas
de millones de personas para que mantengan y soporten diversas zonas
de sus economas globalizadas. Esto significa un amplio volumen de
personas. De dnde provendr este flujo?
Estos millones de trabajadores no pueden provenir ms que de afuera de la UE, principalmente del frica mediterrnea y sub-saharariana,
de la Europa ex-comunista, de Iberoamrica y de algunos pases del Asia
rural. Algo parecido sucede con los trabajadores llamados latinos en
los Estados Unidos y Canad: hoy son completamente imprescindibles
para el sostenimiento de la economa.1
Y con estos movimientos, tambin llegan a esas zonas sus vestidos,
sus colores sus olores y sus costumbres, sus alimentos, sus creencias,
sus rituales, sus fantasas, sus sueos, sus hablas con sus acentos, sus
necesidades, sus manas, sus memorias y desmemorias, sus temores y
sus mltiples y variopintos afanes.
All, en la tierra de los sueos, pueden mezclarse, algunos aprendern una o ms lenguas, otros se mantendrn con absoluta fidelidad
a su lengua madre y a sus costumbres, pero ms temprano que tarde,
todos cambiarn.
No me critiquen porque vivo al otro lado,
no soy un desarraigado, vine por necesidad
ya muchos aos que me vine de mojado
mis costumbres no han cambiado
ni mi nacionalidad
(Los Tigres del Norte, corrido El otro Mxico, Fonovisa, 1991)
309
310
tiene un pisito mediante un crdito que paga, a la que comienzan a llegar personas y familias que visten, hablan, comen, piensan, conversan
y juegan diferente?
Quien pueda, ms pronto que tarde, se cambia de domicilio, pero
quien no, tendr que aguantar este aluvin de extraos que bajar,
adems de todas las otras molestias, el valor de su nico patrimonio.
Enfrentamos as un problema bastante complicado: cmo sugerir,
entonces, la aceptacin de los otros, si stos daan los intereses de
los de casa?
Por otro lado, muchos pueblos rurales, casi fantasmales debido a la
migracin interna hacia los grandes polos industriales, ahora parecen
repoblarse por decenas de familias rumanas, bosnias, marroques, nigerianas, senegaleses. Lo mismo est ocurriendo en los espacios pblicos
como las plazas y los parques. Aumentan asimismo las parejas biculturales, de hombres maduros con jovencitas extranjeras, hasta antes del
matrimonio, indocumentadas, as como otros casos en los que la propia
vida cotidiana de las parejas mixtas hacen ms variado el escenario (Guyaux, Delcroix, Rodrguez, Randane, 1992).
Ante estas condiciones y cuando los gobiernos carecen de una poltica migratoria y cultural abierta e inteligente, la mecha de los conflictos
xenfobos se puede comenzar a encender por todas partes.
Desde los aos veintes, una situacin similar ya suceda en algunas
ciudades en los Estados Unidos (Gamio, 1969:15). All se dise una
poltica abierta de segregacin territorial precisamente para evitar la
convivencia y el contacto entre los diferentes, es decir, los negros (niggers)
y los mexicanos (tejanos) (sic) con los anglos.
During the 1920s, black schoolchildren were more likely to miss school
than white students, black teachers received less pay and training than
their white counterparts, and teaching accommodations ordinarily
amounted to one-room buildings generally under the tutelage of a single
teacher. The same circumstances applied to Hispanic students, who were
segregated because some whites thought them dirty and because some
white employers desired an uneducated, inexpensive labor pool.
http://www.tsha.utexas.edu/handbook/online/articles/SS/pks1.html (08.
2006)
que, de ser posible, sean capaces de ayudar a desactivar o dar alternativas, a tiempo, a los desencuentros culturales y sociales que cuando se
violentan, atentan contra los derechos y la dignidad de todos, tanto de
aquellos que reciben a los indeseables, como de aquellos que llegaron para quedarse.
313
4
Que no tienen acceso ni al mercado formal, ni a los beneficios de la ciudadana en los
Estados y a veces ni a la electricidad (Solar-Powered WiFi Grid Networks: Helping to Bridge the
Digital Divide (http://www.green-wifi.org/projects/gw/Green-WiFi-1-Pager.pdf) (08-2006). Sabemos
tambin de toda la tecnologa que se desarrolla con fuentes humanas para que esas zonas oscuras
del mundo puedan participar del desarrollo plenamente digital.
5
En Mxico con la llegada del gobierno de Vicente Fox en el ao 2000, la inversin en este
tipo de tecnologas y planes autnomos se canaliz dentro del llamado Sistema Nacional e-Mxico
(http://www.e-mexico.gob.mx/wb2/eMex/Home), que se propona instalar, en al menos cada uno
de los ms de 2800 municipios, un centro comunitario digital para reducir la brecha digital. La
Fundacin Bill & Melinda Gates don una gran cantidad de dinero para los equipos del sistema,
con al parecer la obligacin de no instalarles ningn otro software que no fuera marca Microsoft,
como detect nuestro propio trabajo de campo en la sierra de Oaxaca. En otras palabras, si no es
esto una estrategia de mercado cautivo bajo la apariencia de donaciones altruistas, por lo menos
se parece mucho. La misma estrategia sugerida y apoyada por el Banco Mundial parece ser una
especie de patrn comn para los pases, por as decirlo, desbrechados.
314
315
316
317
319
hacer cuando la vieron a la guacamaya y entonces la agarraron y le empezaron a poner encima todos los colores y le alargaron las plumas para
que cupieran todos. Y as fue como la guacamaya se agarr color y ah lo
anda paseando, por si a los hombres y mujeres se les olvida que muchos
son los colores y los pensamientos, y que el mundo ser alegre si todos
los colores y todos los pensamientos tienen su lugar.
Sub-Comandante Marcos (1994)
Estamos parejos en lengua tojolabal, es decir, somos distintos, pero somos iguales
porque somos sujetos en la interaccin lingstica y cultural. La comunicacin, nos dice el autor,
o es intersubjetiva, o no es comunicacin. (Lenkersdorff, 1996: 32 y 77).
321
323
La Universidad Nacional Autnoma de Mxico financia desde 2005 la primera fase del
proyecto que denominamos Desde e-Mxico hasta e- Conocimiento: de los centros comunitarios
digitales a las comunidades emergentes de conocimiento local, Proyecto PAPIIT .IN-312605.
324
PANTALLAS VEMOS,
SOCIEDADES NO SABEMOS
Introduccin
326
Figura 2
La salida de la Fbrica,
Hermanos Lumiere, 1895
Georges Mlis
Viaje a la Luna, 1902
330
nuestra capacidad para relacionar experiencias con cdigos? A nuestra capacidad para pensar relacionalmente? No tenemos ni la menor
idea. La forma en que nuestra ecologa de informacin se ha modulado,
amoldado y se sigue adaptando a esta apantallizacin del mundo no ha
recibido la atencin conceptual y emprica necesaria a pesar de que est
sucediendo y avanzando. Lo mismo sucede cuando nos preguntamos
qu le ha hecho este proceso global a nuestra capacidad para coordinar
acciones con otros? Cmo ha afectado y est afectando nuestra ecologa
de comunicacin?
Una de las ms socorridas nociones que se usan en gran cantidad
de estudios contemporneos en estos menesteres es el de tecnologas de
informacin y comunicacin: las famosas tics que ya forman un lugar
comn utilizado recurrentemente en lugar de conceptos ms precisos
para describir aspectos el mundo globalizado. Desde el punto de
vista de la investigacin y desarrollo de cibercultur@, sostengo que toda
tecnologa de informacin y de comunicacin es al mismo tiempo una tecnologa
de conocimiento. Si no reconocemos y detallamos en el anlisis preciso,
1. Cultura de Informacin
La primera se hace efectiva cuando enormes sectores de la poblacin
(justo como sucede en Mxico) tienen una directa aversin y grandes
dificultades para desarrollar pensamiento matricial y relacional. Un
obstculo formidable para poder representarse los procesos.
Es decir, una incapacidad para pensar relaciones de transformacin
temporal y gentica de estructuras de relaciones donde se pueden entender
las acciones, las interacciones y los fenmenos.
Los bajsimos resultados de las escuelas primarias y secundarias en
materias como las matemticas, as como el incremento exponencial de
la matrcula en carreras de humanidades que suelen basar su vocacin,
no en el cultivo disciplinado del pensamiento mismo, sino en el terror
331
y la aversin a las matemticas, son solo una expresin del subdesarrollo de nuestras culturas de informacin y mediante esta seria carencia,
perpetuamos nuestra una percepcin menos simplista del mundo (Ver
captulo 11).
2. Cultura de Comunicacin
La segunda reside en nuestra capacidad para coordinar acciones cuando no
somos concientes de que las formas sociales en que nos organizamos (que
suelen ser altamente verticales y autoritarias) estn inscritas en el producto
mismo de la comunicacin. Sufrimos con pasin el complejo de Procusto
(Ver captulo 7). Por el contrario, mientras ms convivencia y esfuerzos
por horizontalizar reflexivamente las relaciones, menos necesidad individual de sobresalir o dejarse apabullar por los dems.
3. Cultura de Conocimiento
La tercera: con serias carencias en estas dos culturas en nuestra formacin
temprana y tarda, sin la apropiacin de las herramientas para desarrollar sistemas de informacin y comunicacin autodeterminantes, a
pesar de que la construccin de conceptualizaciones es elementalmente
humana, la posibilidad de desarrollar una nueva y expansiva cultura
de conocimiento, est poco ms que desactivada o de plano, cancelada
mientras no se perciba este problema.
Muchos otros pases de la llamada periferia del sistema mundial han sufrido adaptaciones similares a este invisible, pero eficaz
proceso.
Dicho de otra manera, todava no tenemos cabal cuenta de qu
es lo que est pasando con esta tripleta de procesos interligados que
conforman nuestras ecologas simblicas al relacionarse, de maneras no
inocentes con una fuerza con direccin, con un vector que adems, tiene y
genera, a ttulo personal del que la domina, una clase de reconocimiento
pblico (Bourdieu, 2001: 152) o capital simblico descomunal. sta forma
especial de capital es de tal magnitud, que hace, por ejemplo, que en el
caso de la capacitacin tecnolgica que realiz el Estado mexicano con
cientos de docentes del Programa Nacional de Educacin a Distancia, los
profesores ya capacitados se sientan menos que las computadoras y los
decodificadores satelitales (Gonzlez, 1999: 160). Un poco ms recientemente verificamos rasgos de esa misma percepcin y valoracin en el no
uso que los habitantes de todo el pas hacen de los centros comunitarios
digitales del Sistema e-Mxico, que fueron diseados e instalados para
la inclusin forzada de todos los pobres digitales, miserables comunes y
corrientes que siguen todava sin percibir las bondades que tendran
de accesar4 ahora que ya todo est dispuesto por el e-gobierno, a la
Sociedad de la Informacin. (Ver captulo 10)
Parte de los efectos colaterales de esta interaccin heternoma
del vector tecnolgico con nuestras ecologas simblicas (informacin,
comunicacin y conocimiento) estriba en que poco a poco el rea de lo
que no somos capaces ni de entender, ni de producir, ni por lo tanto de
controlar, se hace ms amplia y ms lacerante. Procesados por otros,
como bien dice Anbal Ford (2000).
La capacidad colectiva de organizarse para utilizar las tecnologas
como plataformas generativas de conocimiento es vista como utpica y prcticamente imposible.
Como dice el dicho popular: esas pulgas no brincan en nuestras
camas.
En la cresta de esa ola se monta tambin la trampa de la transparencia y la amigabilidad de los dispositivos, de entre los cules, las
pantallas son probablemente la interfaz ms importante por su capacidad de interactuar con la visin, para que slo apretemos un botn o
4
Flamante anglicismo tecnolgico (accsessing) para sustituir con tecno-glamour al simpln
verbo espaol acceder.
333
B
Ingreso per Capita
$20,000
16,500 Corea
2.6 Corea
12,600 Espaa
1.0 Espaa
6,100 Brasil
0.9 Brasil
5,800 Mxico
0.4 Mxico
1970
1980
1990
2000
1970
1980
1990
2000
Gran orgullo para los mexicanos, sin embargo, todas esas marcas
vienen de patentes de firmas extranjeras. El origen del vector tecnolgico sigue siendo japons o chino, norteamericano o europeo. El destino
consumidor y desplazador de dicha fuerza somos (con muchos otros de
la periferia) nosotros.
Parece que desempeamos con celo inaudito dos papeles en esta
tragicomedia de la globalizacin forzada: somos los ensambladores con
mano de obra barata que nos sobra y por eso la exportamos en forma de
flujos de trabajadores indocumentados que son uno de los dos pilares
en que descansa la economa mexicana:
los recursos de mexicanos que migraron al extranjero en busca de mejores condiciones de vida para ellos y sus familias se convirtieron en la
principal fuente neta de divisas de la economa mexicana. Incluso, ya
son superiores al saldo de la balanza comercial de hidrocarburos, cuyo
ingreso neto (una vez descontado el gasto realizado por la importacin
de derivados del petrleo) fue en 2004 de 13 mil 439 millones de dlares,
revel la informacin oportuna sobre la Balanza Comercial de Mxico
durante diciembre del ao pasado. (Ziga y Cardoso, 2005)
335
Cibercultur@ y conocimiento
As como se manifiesta este desnivel en el mercado, mutatis mutandis
sucede lo mismo con la capacidad colectiva de dar respuestas de conocimiento a los problemas prcticos que enfrentamos como sociedad.
Pese a toda la parafernalia y la difusin machacona y abrumante del
aserto, es completamente falso que tener ms y mejores computadoras
genera mejor educacin. Si no se cultiva y desarrolla esta triple hlice
entre informacin, comunicacin y conocimiento que llamamos cibercultur@, por la manera en que histricamente nos hemos relacionado con
la investigacin y desarrollo de tecnologa, seguiremos encerrados en
un callejn sin otra salida que el mercado para consumidores siempre
dependientes.
Menudo reto el de desentraar los resortes que muestren y expliquen cmo y a qu costos nos estamos relacionando con las millones de
pantallas omnipresentes y su brillante circunstancia.
Desde la investigacin y desarrollo de comunidades emergentes
de conocimiento local6 estamos intentando dar algunas pistas y aprovisionarnos conceptualmente ms densos para la confrontacin de la
pseudo teora de las sociedades globalizadas por las TICs.
Estas comunidades emergentes se ocupan en desarrollar sus propios sistemas de informacin y de comunicacin para generar respuestas de
conocimiento frente a problemas concretos y significativos de su localidad
(que paulatinamente podrn vincular con otras comunidades que padecen los mismos procesos de explotacin, exclusin y desconocimiento):
migracin, pobreza, desempleo, contaminacin, violencia, hambre,
deterioro ambiental, agua y tantos ms. No encontramos en la literatura
corriente que trabaja la relacin entre los pobres (digitales y no digitales) y las tecnologas de la sociedad de la informacin referencias
5
Mxico rebasa los 100 millones de celulares en El Economista, http://eleconomista.com.
mx/tecnociencia/2013/07/02/mexico-rebasa-100-millones-celulares
6
Ver el proyecto Desde e-Mxico hasta e-conocimiento. De los centros comunitarios digitales a las
comunidades emergentes de conocimiento local en www.labcomplex.net
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