Las Políticas Públicas - Meny y Thoening
Las Políticas Públicas - Meny y Thoening
Las Políticas Públicas - Meny y Thoening
Maurce Duverger
Sociologa de la poltica
Salvador Giner
Insttuciones polticas
y derecho constitucional
Maurice Duverger
Estructuras sociales
y cuestin nacional en Espaa
Arend Ljphart
El corporatismo en Espaa
Miguel ngel Aparicio
yconstitucional espaol
(edicin puesta aldial
F.lasSa/le
Qu es una Constitucin?
-----------------
M. a
COUlMER
FRANCISCO MORAT A
EDITORIAL ARIEL, S. A.
BARCELONA
:~S!;:.
-2-
Ttulo original:
Politiques publiques
Traduccin de
SALVADOR DEL CARRIl
INTRODUCCIN GENERAL
INTRODUCCJN GENERAL
tomo al tema. Todava en la dcada de 1960 dominaban tres enfoques, ninguno de los cuales permita comprender los hechos de manera satisfactoria:
- La ciencia administrativa, en particular en su versin americana, llamada Public Administration Theorv. Inspirada en un proyecto de tipo tayloriano (en referencia a la organizacin cientfica del trabajo propuesta por
Taylor a sus discpulos, entre ellos el francs Fayol), intentaba, con pretensin normativa y de manera hipottico-deductiva, mejorar la gestin pblica
a travs de estructuras formales de autoridad y de la organizacin especializada de las tareas. La sustancia, el contenido mismo de lo que suministraba
la autoridad pblica, apenas se consideraha un problema. Buenos mtodos y
asunto resuelto.
- La sociografa de los llamados grupos de presin. Las ciencias de lo
poltico subrayaban que, entre la letra de los textos legales y la realidad de
los comportamientos gubernamentales, se inserta un juego a menudo oscuro
de negociaciones, influencias y manipulaciones, en el curso del cual los intereses particulares (partidos, agrupaciones profesionales, lobbies) tratan de influir en lo que hace o quiere hacer la autoridad pblica. Esta clave de lectura,
prxima a la adoptada por cierta prensa escrita, seala que este tipo de poltica politiquera da forma a las decisiones parlamentarias y gubernamentales y,
a travs de sus decisiones, al devenir de la colectividad. Por un lado, la lucha
de influencias polticas; por el otro, el trabajo oficial.
- El determinismo de los grandes sistemas. Esta aproximacin encuentra su expresin erudita en los trabajos inspirados tanto por un marxismo caricaturesco como por un economicismo triunfante. Conduce a mostrar que,
en realidad, la poltica no explica nada, porque las autoridades pblicas no
tienen un espacio de alternativas donde moverse. El trabajo gubernamental
es una variable dependiente de otras variables que la determinan: el desarrollo de ciertas formas de sociedad (por ejemplo, la sociedad de consumo), la
lucha de clases, las aspiraciones del pueblo. El Estado persigue mecnicamente estas exigencias fundamentales y las transforma en ofertas pblicas,
a fuerza de dinero o de represin. Para qu perder el tiempo estudiando la
caja negra de! tr~~ajo gubernamental diario, si el Estado no tiene espacio de
eleccin discrecional? La ciencia poltica se ocupara as de residuos: lo
esencial correspondera a la ciencia econmica.
Para entrar en las polticas pblicas es necesario adoptar un estado de
nimo particular que consiste en no creer ms que 10 que el anlisis permite
verificar. En otros trminos, se desconfiar de postulados tales como toda
poltica o toda institucin. Los postulados deben derivar de las hiptesis
que precisamente se trata de verificar. As, es verdadero o falso que, enfrentadas a un mismo problema, todas las autoridades pblicas reaccionan de
idntica forma? O, para fijamos en otro punto esencial, es verdadero o falso
INTRODUCCIN GENERAL
10
INTRODUCCIN GENERAL
gestin de empresas aplicada a las polticas pblicas experimenta una revolucin silenciosa. Est en camino de descubrir que el conocimiento, el anlisis
de las situaciones concretas, debe preceder a la accin. Lo demuestran el recurso creciente a los auditores y la acogida reservada al concepto de evaluacin como medio de informacin y descubrimiento de los hechos sobre el
terreno. Desde este punto de vista, las ciencias sociales aportan algo ms
que es absolutamente decisivo: de ah nuestra insistencia en los modos de razonamiento (segunda parte). Por otra parte, la gestin del poder pblico no se
reduce a una gestin empresarial aplicada a medios estatutarios tales como
las administraciones: el trabajo pblico tiene su especificidad; exige una gestin pblica de una esencia diferente a la de las empresas: de ah los desarrollos sobre la funcin del Estado (primera parte).
Al mismo tiempo, esta obra no debe confundirse con un tratado sobre el
Estado o la sociedad poltica. Regmenes polticos, partidos, comportamientos electorales, ideologas polticas, etc.: existe otro capital considerable de
conocimientos que no corresponde a la vocacin especfica de las polticas
pblicas. Por lo tanto, estamos convencidos de que el estudio de la accin
gubernamental no concierne a un crculo restringido de especialistas ampliado a algunos gestores pblicos. Nuestra ambicin consiste en ofrecer al lector algo ms general y ms simple a la vez: conocer dos o tres cosas que todo
ciudadano moderno debe saber hoy sobre el Estado de modo concreto.
PRIMERA PARTE
LA TEORA
El anlisis de las polticas pblicas no es en s mismo un fenmeno completamente nuevo. Mucho antes de que se convirtiera en una rama especfica
y cada vez ms desarrollada de la ciencia poltica, estudios concretos, aqu y
all, se haban interesado en los productos de la accin pblica. Sin embargo, este inters tropezaba con un doble lmite: por una parte, el subdesarrollo
de los instrumentos y los mtodos de anlisis e investigacin; y por otra, la
estrechez de las intervenciones pblicas que, hasta el siglo XIX, se reducan
principalmente a los sectores ligados al imperium del Estado: polica, seguridad interna y externa, diplomacia, defensa, expansin militar y colonial. Las
polticas que pueden aparecer, con la perspectiva del tiempo, como los embriones de polticas sociales (sostn de los precios alimentarios, ley sobre la
pobreza, asilos, etc.) estn motivadas en gran medida por razones de orden
pblico. Igualmente, si el nacimiento del We(fare State o del Estado providencia tambin ha tenido en parte como objetivo refrenar a las clases peligrosas, el desarrollo fantstico de las polticas estatales responde a causalidades ms numerosas y complejas que el anlisis de las polticas pblicas ha
procurado dilucidar.
Cmo explicar la explosin del intervencionismo estatal? Por qu y
cmo se pas del Estado regulador y policial al Estado comerciante, productor y redistribuidor?
Durante mucho tiempo. la ciencia poltica, disciplina a decir verdad an
balbuceante, apenas se ha asomado al problema, tan preocupada estaba por
analizar y comprender mejor los fenmenos polticos en su acepcin restringida: elecciones, partidos, parlamentos, gobiernos. Los escasos intentos interpretativos. uniendo la ideologa al sentido comn, establecan un lazo de
causalidad muchas veces vago entre, por ejemplo, la mayora en el poder y
las polticas pblicas perseguidas. No es que tal asercin fuera falsa, pero se
consideraba de antemano como verdad absoluta, ms que demostrada o apoyada con argumentos. Una de las raras polticas pblicas locales que ha sido
objeto de atencin al comienzo del siglo XIX en Francia, el intervencionismo
econmico. calificado de socialismo municipal, no ha sido nunca seria-
14
mente estudiada por ella misma. No se sabe casi nada de las acciones ejecutadas por los ayuntamientos de izquierda en tanto que polticas propias y originales. Slo se ha recordado el intento de traducir la ideologa en actos o el
obstculo jurisprudencial establecido por el Consejo de Estado a partir de
1930. En esta interpretacin -ya que en esa poca no se puede hablar seriamente de investigacin ni de anlisis- aparece, indiscutible, una suerte de
progreso lineal: las polticas son productos de polticos que deciden, cuya
ideologa o cuyas afiliaciones partidistas se derivan a su vez de la opcin de
los electores. A gobierno de izquierda, polticas de izquierda. A gobierno de
derecha, polticas de derecha.
Una versin mucho ms elaborada y compleja de esta interpretacin,
conforme al esquema democrtico representativo, fue adelantada en los
Estados Unidos por Key en su anlisis de la poltica en el seno de los estados
norteamericanos (Key, 1956). El tipo de polticas seguidas y las variaciones
constatadas estaban ligadas a las caractersticas del sistema poltico del estado, a las distorsiones en la representacin tmalapportionment, al grado de
competencia entre partidos y al nivel de participacin electoral. La verdad
desnuda -escribe Key a propsito de la abstencin- es que los polticos y
los administradores no estn de ninguna manera obligados a tener en cuenta
las clases y los grupos de ciudadanos que no votan (Key, 1956, p. 517). En
este tipo de interpretacin, la calidad, las deficiencias o el tenor de las polticas se relacionan con la capacidad del sistema para tener en cuenta y responder a las necesidades de los ciudadanos. Y esta responsiveness depende de las
condiciones polticas electorales y de partido en las que se desarrolla el proceso gubernamental.
Este tipo de anlisis fue ampliamente aceptado por la ciencia poltica debido a su armona con las orientaciones centrales de la disciplina. Adems, el
inters de Key no era prioritariamente el estudio de las polticas pblicas,
sino del sistema poltico, la politics. Las policies no se tomaban en cuenta
ms que como variables dependientes de la poltica. En cuanto a los especialistas de la policy science naciente en la dcada de 1950, sus preocupaciones
no eran en absoluto de orden terico. Sus mtodos eran, ante todo, empricos
y sus objetivos, prcticos: ayudar a quienes decidan.
La cuestin de los factores determinantes de las polticas pblicas
fue planteada esencialmente por la actitud algo imperialista de los economistas que, en su propio terreno o en el de las polticas pblicas, donde cohabitaban con los politlogos, socilogos y especialistas en Puhlic
Administrarion, tendan a considerar desdeable el factor poltico (partidos,
instituciones, elecciones). Tal vez porque la poltica no era su tema o porque
su metodologa se prestaba poco a tomar en cuenta fenmenos menos cuantificables que el crecimiento de los presupuestos pblicos, los economistas se
interesaban exclusivamente en las variables econmicas capaces de explicar
las polticas pblicas. Por aadidura, el crecimiento continuo constatado, tanto en los sistemas capitalistas como en los comunistas, en los pases goberna-
LA TEORA
15
dos por la izquierda y por la derecha, y la agregacin de datos a nivel nacional (ocultando as lo ms esencial de las variaciones potenciales) podan
crear la sensacin de que los factores polticos tenan un impacto nulo o marginal sobre el crecimiento y el contenido de las polticas pblicas (Bird.
1971; Tarschys, 1975).
Eran raros los economistas que tenan en cuenta la variable poltica
(Peacock, Wiseman, 1967). Peor an: toda una corriente de la policv science,
representada en particular por Oye, vea en la variable econmica el determinante esencial de las polticas pblicas (Oye, 1966).
De ah la pregunta hasta cierto punto angustiada: Does politics matter?,
que, a la vez, constituye una cuestin terica de primera importancia (i ... a la
vez que un problema disciplinario y corporativo!). Los veinte aos que siguieron en los inicios de este debate, urdido durante los aos cincuenta, han
sido el teatro de lo que Castles ha calificado de guerra de los paradigmas
(Castles, McKinlay, 1979), es decir, de una abundancia de estudios y de polmicas sobre el papel respectivo de los factores determinantes de las polticas
pblicas: resultaban stas de elecciones polticas, de obligaciones econmicas (recursos, crecimiento, etc.) o ecolgicas (poblacin, geografa... )? Como
sucede a menudo en este tipo de disputas, el debate se ha caracterizado por
los excesos de las distintas escuelas: una proclamaba que todo es econmico; otra, que todo es poltico. Sin embargo, estas polmicas no son estriles porque suscitan la multiplicacin de las investigaciones y el perfeccionamiento creciente de las interpretaciones, es decir, un enriquecimiento a la vez
emprico y terico.
- Emprico? Tornemos, por ejemplo, el estudio de Fried, que en 1972
sintetiza unas quince investigaciones sobre las polticas urbanas. Su conclusin es severa, ya que escrihe: Los imperativos socioeconmicos son tales
que. al parecer, apenas importa saber quin controla el poder local, cules
son sus valores, el porcentaje de participacin electoral, las preferencias de
las lites o de los electores o la organizacin del sistema poltico-administrativo (Fried, 1976, p. 71 ).
El decenio siguiente vio florecer numerosas investigaciones en Blgica
(Aiken, Dupr, 1980). Italia (Martinotti, Aiken, 1977), Gran Bretaa (Newton. Sharpe, 1984), Alemania (Von Beyrne, 1984) y Estados Unidos, que refutaron o, por lo menos, matizaron las conclusiones radicales de Fried. La investigacin se nutre de los nuevos campos que se le ofrecen, pero se ampla y
diferencia de los debates metodolgicos y cientficos que ha suscitado
(Schmidt, 1983).
- Terico? Como se ve, una pregunta de apariencia tcnica, incluso
anodina (la bsqueda de las variables que explican una poltica), se vuelve
rpidamente explosiva. Porque si las obligaciones socioeconmicas constituyen los factores determinantes exclusivos, por no decir fundamentales, de las
polticas pblicas; si la poltica aparece slo como la espuma de los das y de
16
las cosas, la concepcin del Estado se sita inmediatamente en el corazn mismo del debate (Jobert, Muller, 1987). Hay lugar para el voluntarismo poltico,
individual o colectivo? Las polticas son slo el fruto de fuerzas socioeconmicas sobre las que los actores no pueden sino ejercer una accin ilusoria? El
margen de maniobra de los dirigentes es tan insignificante que no deja otra opcin que la del ajuste limitado? Muchas preguntas cruciales que los tericos
del Estado quieren coger al vuelo para alimentar sus propios debates.
Paradjicamente, las polticas pblicas, nacidas del empirismo, del pragmatismo
y de una voluntad de apoyo a la accin gubernamental, se han visto movilizadas
e instrumentalizadas, en beneficio del stock de las teoras del Estado disponibles en el mercado de las ideas: pluralistas, neomarxistas y neocorporativas
descubrirn, a su vez, que las polticas pblicas pueden aportar agua a su molino. La tendencia puede llegar hasta la desviacin cuando el estudio de las polticas pblicas no est dirigido hacia lo que ste es en s mismo, sino hacia una demostracin de conclusiones conocidas de antemano. Esto explica la decadencia
de la investigacin urbana neomarxista en Francia por su propensin a hacer del
anlisis de las polticas pblicas un simple instrumento al servicio de la confirmacin de los postulados de partida.
Pero tanto si los factores determinantes se definen como principalmente
econmicos o polticos, la poltica pblica se sigue considerando en estos
casos paradigmticos como variable dependiente (de la ideologa, los recursos, etc.). Se opera un vuelco radical de perspectiva considerando la misma
poltica pblica como variable independiente, lo que se puede formular de
manera esquemtica con la pregunta: Does policy matter? O: Does policy determine politics? (Tienen importancia las polticas pblicas? Las polticas
pblicas determinan la poltica?)
La transformacin de la pregunta no es slo semntica. Puede parecer, en
efecto, ms fcil y ms lgico a priori considerar la poltica pblica como
un producto: Los partidarios de los cambios marginales la encuentran compatible con su visin del Estado; los liberales clsicos la utilizan para reintroducir los conceptos del mercado en la poltica; los marxistas descubren numerosas posibilidades de unir la clase y el capitalismo a las polticas
(Ashford, 1978, p. 91).
Sin embargo, invertir la pregunta permite modificar las perspectivas, proponer nuevas cuestiones, examinar cmo las polticas definen la poltica, las
instituciones, el Estado. Partir de la poltica pblica permite, en primer lugar,
romper el habitual enfoque jerrquico y lineal que hace de la policy un simple output del sistema poltico: por no tomar ms que un ejemplo del carcter
aproximativo y discutible de tal generalizacin, mencionemos el problema de
la inmigracin en Francia y en otros pases desarrollados. En este caso, el debate y los compromisos polticos y de partido estn ampliamente determinados por la poltica pblica de apertura de fronteras aplicada desde 1974.
En segundo lugar, esta forma de aproximacin permite una reconstitu-
LA TEORA
17
cin de lo que por facilidad se denomina el Estado, las instituciones, la administracin, los que toman las decisiones, etc., calificativos cuya comodidad slo es comparable con la imprecisin y la confusin que suscitan. El
anlisis de una poltica determinada permitir sacar a la luz a actores esenciales (sindicalistas, grupos de presin. agentes locales o internacionales) que
un anlisis en trminos de poltica de partido, parlamentaria o gubernamental
no permitira mostrar. Otra poltica expondr a la luz otra configuracin de
actores que da una imagen especfica y particular del Estado o de talo cual
institucin. Dicho de otro modo, este enfoque constituye una saludable depuracin de los apriorismos ideolgicos o formalistas.
Finalmente, hay que considerar, al menos a ttulo de hiptesis de trabajo,
que las polticas pblicas permiten dirigir una mirada nueva sobre los mtodos e instrumentos del Estado, sobre los cambios que se producen en sus estructuras y sus concepciones. Por ejemplo, Ashford sugiere analizar, a partir
de los conceptos de inercia, de escala y de sustituibilidad, de qu modo las
polticas pblicas traducen la capacidad de los poderes pblicos (aisladamente o, mejor an, comparativamente) para actuar, cambiar y adaptarse. En los
pases occidentales, dice, un prefecto francs carece prcticamente de equivalente. Pero el anlisis de una poltica (por ejemplo, la fusin de municipios) puede poner de manifiesto, a la vez, en cada sistema, los fenmenos de
inercia, los cambios de escala (concebidos como deseables o no) o los instrumentos de sustitucin utilizados aqu o all de manera diversificada para alcanzar objetivos similares.
En resumen, si el debate politics/policies es un problema ms o menos
insoluble cuando se formula en trminos exclusivos, se revela rico en promesas cuando se plantea en trminos de hiptesis, ms que de postulado. El desarrollo del anlisis de las polticas pblicas se encuentra en esta encrucijada:
ni los partidos, ni las elecciones, ni el juego parlamentario son capaces de explicar la prodigiosa explosin de las polticas pblicas del We(f'are State: pero
las polticas pblicas no se producen en el vaco: no slo nos informan del
ambiente socioeconrnico, sino tambin del Estado. Ms que las recetas de
gobierno (como algunos habrn podido creer). son los indicadores de la naturaleza y del funcionamiento de la mquina gubernamental (Rose, 1984).
Bibliografa
Aiken (M.), Dupr (R.), 1980, Policy and Politics in Belgian Cities, Policy and
Politics, vol. 8, n" 1.
Ashford (D.), 1978, Comparing Publie Polieies, New Coneepts and Methods,
Beverly Hills and London, Sage.
Bird (R. M.), 1971, Wagner's Law of Expanding State Activity, Public Finance,
XXVI.
18
CAPTULO
20
LA TEORIA
21
1.1.
Y FISCAL
No hay estudio de las polticas del Welfre State que no insista en la relacin entre el aumento de las intervenciones del Estado y el desarrollo socioeconmico. Sin embargo, Wilensky es tal vez quien ms ha subrayado la relacin entre el crecimiento de la economa y el de las prestaciones sociales.
A largo plazo, el crecimiento econmico est en el origen del Estado protector; sin embargo, su principal efecto ha consistido en modificar las condiciones demogrficas durante el ltimo siglo y cambiar asimismo el ritmo de
los programas sociales en marcha. Con la modernizacin, las tasas de natalidad han disminuido, de ah que haya aumentado la proporcin de ancianos.
Esta importancia creciente de las personas mayores, asociada a la disminucin del valor econmico de los nios, ha creado nuevas presiones para conseguir un aumento de los gastos sociales. Una vez establecidos, en todas partes los programas han evolucionado hacia una cobertura ms extensa y con
prestaciones ms importantes. Al inicio, el desarrollo de la proteccin social
es el complemento natural del crecimiento econmico y de sus efectos demogrficos; despus se ver acelerado por la interaccin de los juicios que emite
la lite poltica, las presiones ejercidas por las masas y el funcionamiento del
aparato administrativo y de los servicios sociales (Wilensky, 1975, p. 24).
22
Estados Unidos
Japn
Alemania
Francia
Gran Bretaa
Italia
Blgica
Suecia
Suiza
Total CEE
TotalOCDE
1960
19613
1975
1980
1985
27,0
n.c.
32,4
34.6
32,3
30,1
30,3
31,0
17,2
32,0
28,6
30.7
18,3
39,1
40,3
39,2
34,7
36,3
42,8
20,7
37,4
31,6
34,6
27.3
48,9
43,5
46,3
43,2
44,5
48,9
28,7
44,4
37,9
33,7
32.6
48,3
46.4
45.1
46,1
50,8
61,6
29,3
46,4
39,5
36,7
32.7
47,2
52.4
n.c.
58,4
54,4
64,5
30,9
52,5
40,6
El crecimiento de las polticas sociales es, por tanto, el fruto de las transformaciones econmicas del capitalismo al mismo tiempo que la exacerbacin de sus contradicciones.
Esta interpretacin neomarxista se sita en la lnea economicista, pero
agregndole una dimensin suplementaria, la instrumentalidad del Estado:
el Welfare State est al servicio del capital. El xito de estos anlisis culmin
en el curso de los aos setenta con las obras de Poulantzas en Francia,
O'Connor (O'Connor, 1973) en Estados Unidos, Offe (Offe, 1984) en
Alemania y Gough (Gough, 1979) en Gran Bretaa. Aglietta y Brender han
presentado una variante, en la lnea de los trabajos de Foucault, subrayando
los procesos de normalizacin aplicados a la clase asalariada (Aglietta,
Brender, 1984).
Si uno se atiene a los argumentos de esta primera tesis, la lgica del desarrollo industrial debera conducir a una convergencia y a un alineamiento
23
LATEORIA
Estados Unidos
Japn
Alemania
Francia
Gran Bretaa
Italia
Blgica
Suecia
Suiza
Total CEE
TotalOCDE
1960-1967
1968-1973
1974-1979
1980-1985
28,3
n.c.
35,7
37,4
34,7
31.9
31.6
34,8
19,0
34,3
30,0
31.0
20.2
39.8
39,0
39,9
36,0
37.5
44,3
22,0
37,9
32,4
32,6
28,4
47,5
43,7
44,4
42,9
45,4
54,4
292
44,0
37,1
35.6
33,3
48,4
50,6
n.c.
54,2
54.5
64,5
30,2
50,0
40,7
progresivo de los diferentes Estados, y a una expansin generalizada de los sistemas de proteccin social. Los resultados del estudio de Flora y Alber sobre la
implantacin de los sistemas de seguridad social contribuyen a matizar esta hiptesis, En efecto, la generalizacin de estos mecanismos de proteccin de los
asalariados se debe, segn ellos, al efecto combinado del desarrollo socioeconmico y de presiones polticas crecientes, sin que sea posible precisar ms la influencia respectiva de ambos factores (Flora, Heidenheimer, 1981, pp. 65-70),
Wildavsky, en su estudio de los procesos presupuestarios, introduce una
perspectiva nueva, oponiendo los pases de gran crecimiento a los pases
de crecimiento dbil o nulo, y adelanta una hiptesis a priori paradjica
(Wildavsky, 1975, p. 232), Donde el crecimiento econmico es grande (Japn
o la Francia de los aos sesenta), las retenciones sociales varan en relacin
inversa a este crecimiento, porque el aumento de las demandas puede ser satisfecho mediante el mantenimiento de un porcentaje constante con respecto a
un pastel ms voluminoso Al contrario, donde el crecimiento es dbil,
como sucede en Gran Bretaa, el aumento de los gastos sociales slo puede
provenir de un crecimiento de las deducciones pblicas sobre la economa,
Esta tesis encuentra una confirmacin en la Francia de 1970-1980 o, a la inversa, en la Gran Bretaa y los Estados Unidos de los aos ochenta, Podemos
preguntamos, no obstante, si las fluctuaciones de las deducciones pblicas no
estn determinadas por factores extraeconmicos, tambin poderosos, El crecimiento de las deducciones en Francia, de 1974 a 1983, es el resultado de la
estagflacin o de la incapacidad del poder poltico para resistir las demandas
sociales (Delorme, Andr, 1983)'1 La disminucin de las deducciones bajo los
gobiernos Thatchcr y Reagan, no es el resultado mecnico de un porcentaje
constante aplicado a un producto nacional bruto en crecimiento?
Alemania
Blgica
Dinamarca
Francia
Grecia
Gran Bretaa
Irlanda
Italia
Japn
Canad
Luxemburgo
Pases Bajos
Noruega
Austria
Portugal
Suecia
Suiza
Espaa
Estados Unidos
RENTE:
NilO
2
14111
24.6
3C),3
45,4
24,2
18.3
30,9
31.6
2Ll
17,6
31,1
25,6
29,9
38,2
25,1
21,6
35.5
20,1
12.5
21,8
24.0
30,5
45,1
24,5
17.6
32,4
33.2
22,8
18,3
31.7
25,9
27A
38,2
26.3
22,6
36.8
19.8
13,2
21,9
Cargas sociales
1982
4
1983
5
N80
N81
7
1982
8
tvss
23.7
32,1
44,0
25,0
17,8
32.8
35,1
23,4
18,4
32,6
25,8
26.6
37,7
24,7
22,9
37,5
20.1
14,2
21,9
23,7
32,2
45,5
25,4
n.c.
28,4
36.1
24.1
18,7
32,0
25,9
25,6
36,6
24,7
n.c.
38,7
20,3
15,1
21,8
15,4
12,6
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18,3
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6,2
5,3
12,3
7.7
3,7
11,0
19,0
1L8
15,4
9,1
14.8
9.0
11.8
7,7
16.0
12,8
LO
18,2
9,0
6,4
5,6
12,5
7,6
4,1
IfU
18.3
11.5
15.8
9,4
15,3
8.7
12.3
8,0
16.S
12.S
L3
18,8
8,6
6,5
5,4
12.5
8.2
4.4
10,4
19,0
12,2
15.3
9,1
14.2
8,8
12.6
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n.c.
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5.3
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10,4
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n.c.
13.9
n.c.
12,8
8,2
1980
lO
40.0
42,9
46,4
42.5
26,9
37,1
36,9
33,4
25.3
34,8
36.6
48,9
50,0
40.5
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24.3
29,5
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JI
12
13
40,0
43.3
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42,1
32,0
52.1
28,5
25.5
29.9
40,2
44,9
45,3
43,8
26,4
39,3
40.5
35.9
26.6
37.0
36,2
45.6
49.9
40.0
32.0
5 ,7
28.9
26.8
30.1
39,8
45.8
47.1
44,5
n.c.
35,3
41,4
38.0
27.0
36.3
36.3
47,7
48,6
40,3
n.c.
52,6
n.c.
27.9
30.0
LA TEORA
25
26
1.2.
Se ha mencionado en la introduccin a este captulo que uno de los problemas ms debatidos en el anlisis de las polticas pblicas se formula, a
menudo, en forma de pregunta: does politics matter? (Sharpe, Newton, 1984;
Castles, 1981, pp. 119-132, importa la poltica?) o, tambin, como una alternativa: politics make policies, ms que policies make politics. La
poltica es la fuente de las polticas pblicas o, al contrario, las polticas
pblicas hacen la poltica. La pregunta no es solamente la versin erudita de
si fue antes el huevo o la gallina: ha constituido un enfoque fructfero que ha
vuelto a poner en tela de juicio el paradigma simplista de la decisin racional
y secuencial, segn el cual las polticas (policies) no podan ser sino el fruto
LA TEORA
27
de la decisin poltica (politics). Sin embargo, se ha exagerado a veces la refutacin del sentido comn, tanto ms cuanto que los primeros anlisis de
polticas pblicas estaban fuertemente marcados por la impronta del behaviorismo triunfante: se fijaba en los inputs (las demandas) y los outputs (los
productos, las polticas) sin preocuparse demasiado de lo que pasaba en la
caja negra; es decir, sin tener en cuenta el impacto de las estructuras, de los
partidos o de la burocracia. Poco a poco, numerosos estudios demostrarn
que, a pesar de todo, esta variable no es desdeable. La influencia de la poltica y de la administracin ha sido analizada bajo aspectos y segn puntos de
vista muy dispares.
- Una primera interpretacin del crecimiento del We(fre State se refiere a lo que constituye el centro de la ciencia poltica clsica, es decir, las elecciones y los partidos (Peltzman, 1980). Cabe afirmar ante todo que en un sistema pluralista el principio mismo de la competencia poltica constituye una
causa potencial de la fluctuacin de las polticas sociales (Hewitt, 1977). En
perodos de crisis, ciertos partidos pueden prometer transferencias suplementarias para asegurar la mejor distribucin de los recursos (cf. la relacin establecida por los socialistas franceses entre impuesto sobre los grandes patrimonios y la renta mnima), mientras que otros ofrecen desgravaciones fiscales (Reagan y Thatcher). En uno u otro caso, sin embargo, los partidos comparten un objetivo comn: convencer a su electorado potencial del aumento
de los ingresos o del bienestar, de los que seran responsables (Castles, 1982).
Esto explica que las elecciones vayan a menudo precedidas o seguidas por
medidas a contracorriente del ciclo econmico, cuya racionalidad consiste
principalmente en satisfacer al electorado.
Uno de los ejemplos recientes ms caractersticos de un ciclo poltico
desconectado del ciclo econmico mundial fue la poltica de reactivacin del
consumo desarrollada en Francia por el gobierno de Mauroy entre 1981 y
1983 (Hoffrnann, Ross, 1957). Pero, en Francia, los especialistas en finanzas y
en fiscalidad local saben muy bien que el fenmeno del ciclo poltico se
manifiesta en todos los ayuntamientos del pas, al margen de las tendencias
polticas: dispuestos a aprovechar un largo mandato (seis aos), los alcaldes
aumentan fuertemente los impuestos locales tras las elecciones, lo que les permite ganar ventajas en dos frentes: estabilizar, y a veces disminuir, dichos impuestos hacia el fin del mandato para preparar las elecciones y, por otra parte,
recoger el beneficio de las realizaciones y de los equipamientos financiados
por el aumento inicial de la fiscalidad. Por el contrario, en Estados Unidos la
frecuencia de las elecciones locales (cada dos o tres aos), la existencia de iniciativas populares o de referndums que permiten limitar la presin fiscal y el
carcter casi exclusivo de un impuesto local poco elstico basado en la propiedad inmobiliaria, constituyen otros tantos obstculos poltico-institucionales al
desarrollo de los servicios pblicos por parte del local government.
28
Otra manera de abordar la cuestin es interrogarse sobre el color poltico de los partidos en el poder (Rose, Peters, 1978, pp.l 06 Y ss.). Por
ejemplo: es indiferente que las polticas sean formuladas por la izquierda o
por la derecha? A menudo se ha tendido a considerar, durante los Treinta
Gloriosos, que el efecto poltico de la etiqueta de un partido estaba limitado
en razn del incrementalismo inherente a la mayor parte de las polticas pblicas (el mejor vaticinador de un presupuesto dado sera el del ao precedente), o bien en razn de los dividendos procurados por el crecimiento. Por
ejemplo, se han subrayado las convergencias de los conservadores y los laboristas durante los aos cincuenta-sesenta, forjando el trmino Butskellism,
contraccin de los nombres de dos lderes, uno conservador y el otro laborista, Butler y Gaitskell. Igualmente, se ha apuntado que las deducciones pblicas en Francia haban aumentado tanto en el septenato de Giscard como en el
de Mitterrand. Sin embargo, los anlisis del proceso presupuestario han mostrado que en Estados Unidos y en Gran Bretaa los cambios del equipo dirigente entraan mutaciones ms marcadas en el seno de un movimiento de
naturaleza incremental (Wildavsky, 1975). El argumento se ha verificado
an ms desde que los republicanos han tomado el control de la Casa Blanca
y los conservadores, el del nmero 10 de Downing Street. Pero se ha desarrollado y documentado con ms vigor an en el anlisis del modelo socialdemcrata.
Shalev, en su presentacin de las investigaciones efectuadas en el marco
de este modelo socialdemcrata, recuerda que el Welfare State resulta de un
movimiento sindical fuertemente centralizado, que se apoya en un reclutamiento de clase y que acta en estrecha coordinacin con un partido socialista-reformista unificado que, sobre la base de un apoyo masivo, ante todo de
la clase obrera, es capaz de adquirir un status hegemnico en el seno del sistema de partidos. Reunidos estos criterios, se puede formular la hiptesis de
que el We(fare State nace ms temprano, crece con mayor rapidez y se estructura de tal manera que favorece sistemticamente los intereses del trabajo
en relacin con los del capital (Shalev, 1983, p. 11). Numerosos estudios,
centrados por lo general en los pases escandinavos y, accesoriamente, en los
perodos de gobierno laborista en Gran Bretaa o socialdemcrata en la RFA,
han sostenido esta tesis mediante el examen de las polticas sociales (Korpi,
1980) o, tambin, de la intensidad de las huelgas (Hibbs, 1978), atenuadas
-se dice- por una poltica social generosa. Esta interpretacin ha sido criticada (Skocpol, Amenta, 1986, pp. 131-157): se le oponen tres objeciones
principales.
i) Es cierto que el modelo socialdemcrata explica muy bien las divergencias que han aparecido entre sistemas de We(fare despus de la segunda
guerra mundial. Se puede oponer, por ejemplo, la fuerza de los sindicatos y
la amplitud de las polticas sociales en Suecia al debilitamiento del Labor
Movement y al Welfare particular de Estados Unidos. Pero el modelo se revela menos adecuado para el final del siglo XIX y hasta la segunda guerra mun.
LATHlRIA
29
30
1.3.
LA TEORA
31
expresadas por las Iglesias protestantes, ms propicias a destacar los deberes del Estado, o por la Iglesia catlica, que insiste en el deber de caridad y
el papel de las comunidades de base (familia, localidades, grupos profesionales). Es verdad que la historia del Welfare State es rica en ejemplos que
ilustran la influencia de las races culturales sobre las formas particulares
de las polticas sociales. La ideologa individualista explica en parte la especificidad del Welfare norteamericano. Hoy en da, an las apelaciones
conservadoras al Self-Help testimonian la fuerza de este valor. La hostilidad de los sindicatos franceses hacia el Estado, a principios del siglo xx,
determin el florecimiento de mltiples organizaciones mutualistas. Los
valores religiosos han impedido el monopolio de la enseanza pblca en
Francia o en Italia, mientras que el localismo, erigido en valor fundamental
y constitucional, prohbe toda nacionalizacin del sistema escolar norteamericano.
Ms recientemente, se ha demostrado que los cambios introducidos en
las polticas sociales tenan sus races en las transformaciones de los valores dominantes. Heclo, por ejemplo, interrogndose sobre un nuevo
Welfare State, sostiene que el perodo de prosperidad que ha seguido a la
guerra ha impedido a los beneficiarios del Welfare State preguntarse sobre
la compatibilidad de valores tales como la libertad, la igualdad y la seguridad. Paradjicamente, cuanto ms dominante se vuelve la poltica social
en la economa y ms absorbe su producto, ms se la percibe como un
simple apndice de la economa (Heclo, 1981, p. 398). De ah la crisis de
los aos 1965-1975, cuando se redescubre, a la vez, la persistencia de las
desigualdades y el agotamiento de las capacidades del Estado. En otro registro, Inglehart (Inglehart, 1987, p. 1289) estima que, ms all de cierto
umbral de riqueza per cpita, los individuos estn menos interesados en defender los intereses econmcos que en promover nuevos valores que l califica de posmaterialistas.
La interpretacin del Welfare State en trminos de valores se presta menos a la crtica que las dos interpretaciones anteriores, porque nunca ha pretendido ser la explicacin principal o dominante, ni del desarrollo del
Welfare State ni de las variaciones comprobables de un sistema a otro.
Frente a esta diversidad de enfoques e interpretaciones, Skocpol (Skocpol,
1988)propone una visin ms global, que califica de polity-centered approach.
Se podra caracterizar este enfoque por tres rasgos. Es ms global porque
ningn factor determinante (socioeconmico, poltico, cultural) es descuidado
ni considerado como la fuerza motriz exclusiva del desarrollo del Welfare
State. Por otra parte, trata de separar y definir mejor las influencias recprocas
de los distintos determinantes entre s, los efectos de interaccin o de feed-back
(por ejemplo, los valores pueden producir efectos organizativos que, a su vez,
retroactan sobre estos valores o sobre los determinantes socioeconmicos),
As pues, el anlisis es dinmico y no lineal. En tercer lugar, el enfoque es histrico y comparativo, buscando restituir y aprehender los movimientos a largo
32
plazo y el impacto diferenciado que producen en contextos nacionales diferentes. La proposicin de Skocpol es a la vez ambiciosa, estimulante y, probablemente, la ms realista, aun cuando la ms difcil.
Sin embargo, este enfoque quiz no sea tan original como parece a primera vista. En efecto, con una nueva etiqueta y con ligeras variantes, retoma
el intento de Rokkan de elaborar un modelo de desarrollo del crecimiento de
los Estados europeos, en el cual analiza las etapas de su desarrollo y establece tipologas empricas para explicar las variaciones advertidas en el curso de
las cuatro etapas principales que ha definido (Rokkan, 1967). Este modelo
rokkaniano ha sido aplicado por Flora y Alber al desarrollo del Welfare State,
reuniendo, de manera sistemtica y coordinada, los datos sobre las polticas
sociales en Europa desde finales del siglo XIX, y construyendo as las bases
cientficas del conocimiento y, ulteriormente, del anlisis (Flora, Alber,
198]). As, despus de las divergencias casi insuperables entre los enfoques
norteamericanos y europeos de las polticas pblicas en general y de las del
Welfare en particular, las estrategias y concepciones se aproximan con el redescubrimiento por la ciencia poltica norteamericana de la historia, del
Estado y de los partidos.
Ashford, que desde hace al menos quince aos, y de una manera relativamente aislada, argumenta en este sentido, resume perfectamente la situacin
cuando escribe: Seguramente, los welfare States han aparecido porque las
fuerzas sociales y econmicas estaban liberadas iunleasheds por la industrializacin, la urbanizacin y la movilizacin obrera, pero existen tambin rasgos polticos de primera importancia en estos acontecimientos. Los Welfare
States, incluidos los Estados socialdemcratas, fueron posibles gracias a gobiernos democrticos que actuaron a travs de administraciones responsables, utilizando el libre proceso electoral, beneficindose de la conviccin
pblica de que los derechos individuales y la razn son reconciliables, y permitiendo as a cada democracia experimentar histricamente caminos distintos. Si tales consideraciones polticas estaban descartadas o, peor an, incluidas de manera fantasiosa, el significado de los Welfare Sta tes se encontrara
deformado. El Welfare es sin nignuna duda un objetivo compartido por los
Estados y las sociedades, pero las metas de los Estados no se limitan al bienestar de la sociedad. No apareceran jams nuevos objetivos sociales sin la
ingenuidad de los lderes democrticos, los estmulos de las nuevas ideas entre los hombres pblicos y entre los ciudadanos, y sin la paciente elaboracin
de soluciones polticas (policy solutionsi en el marco de la tradicin democrtica de cada pas (Ashford, 1988).
2.
LA TEORA
33
p. 383). Por una parte, el descubrimiento, por numerosos sectores de la poblacin (jvenes, mujeres, minoras), de que el We(lare State no ha eliminado
(o. incluso, ha contribuido a crear) las desigualdades que justificaban su creacin y su desarrollo. Por otra parte, la confrontacin con una crisis econmica desatendida que va a frenar. repentinamente, treinta aos de crecimiento
econmico y social ininterrumpidos. El Wellare State encuentra sus lmites a
la vez en los fines que haba perseguido y en los medios disponibles para alcanzarlos (Rosan vallan, 1981).
Esta situacin nueva no ha dejado de suscitar una oleada de estudios y de
planteamientos en dos direcciones principales: por un lado, se ha llevado a
cabo un intento de anlisis y de interpretacin de la crisis; por el otro, se
han avanzado propuestas ms o menos radicales de reforma fundadas en
una nueva filosofa del Estado. Examinaremos este segundo aspecto en el
marco, ms global, de la teora de las polticas pblicas, concentrando el
anlisis en la identificacin de la crisis. Con respecto a sta, se han subrayado especialmente tres aspectos: la dimensin econmica (la separacin
creciente entre demandas y recursos), la dimensin gerencial (la sobrecarga gubernamental) y la dimensin poltico-ideolgica (la conciliacin del
We(lare State y la democracia). Si bien es cierto que estas dimensiones estn generalmente asociadas (totalmente o en parte), para exponerlas las
abordaremos por separado.
2.1.
EL
Al final de los aos setenta, la quiebra del We(lare State pareca ms una
realidad que una eventualidad.
La crisis, para retomar un trmino que se ha usado y del que se ha abusado abundantemente durante los ltimos quince aos, pareca poner en peligro los fundamentos de un sistema de proteccin social que la opinin ligaba
indisolublemente a la prosperidad, por ms que, como se ha visto, su desarrollo resulte de la depresin econmica y de una situacin desastrosa de los
pases beligerantes de la segunda guerra mundial. Ms an: el Welfare State
mismo se converta en el responsable de la crisis, merced a una poltica de
transferencias e incitaciones al consumo muy generosa, por la reduccin
de los beneficios y por la disminucin de las inversiones. La causa primera de la crisis era interna, pese a que los acontecimientos exteriores
(aumento del precio del petrleo) pudieran precipitar o revelar lo que
an no era perceptible.
Esta vehemente acusacin se enraza, paradjicamente, en concepciones
y teoras muy anteriores a la explosin del Welfare State y de la crisis que
atraviesa.
Los ataques ms encendidos provienen de Von Hayek, un economista
para quien el intervencionismo estatal constituye un camino hacia la escla-
34
LA TEORA
35
cia. Pero en ningn lugar el pndulo llegar tan lejos como en Estados
Unidos.
En 1982, Gilder, en una obra que tendr considerable repercusin
(Gilder, 1982), describe los perjuicios que el Welfare ocasiona a sus beneficiarios, los pobres, en particular los negros. Se sita en la lnea de los anlisis de Gans (Gans, 1972) sobre las funciones positivas de la pobreza. La
literatura sobre los efectos perversos de las polticas pblicas crece y se adorna hasta el punto de que las consecuencias negativas de una poltica (siempre
la hay) se convierte en el mejor argumento en favor de la inaccin del
Estado. La retirada de este ltimo (Rolling back the State) es tanto ms deseable cuanto que su accin resultara ms de la velocidad adquirida o de
la presin combinada de las burocracias y sus clientelas, que de necesidades expresadas por los ciudadanos. De ah las revueltas fiscales que expresan el rechazo de las implicaciones del Welfare State, es decir, el apetito
creciente del Estado y su propensin al aumento continuo de los impuestos
(Mny, 1980). Para salir de este atolladero conocemos la receta de los neoconservadores aplicada por Ronald Reagan y Margaret Thatcher: disminuir
los impuestos para estimular las inversiones que, a su vez, crearn empleos
y proveern recursos suplementarios.
La carga ideolgica de las corrientes hostiles al We(fare State no tiene
matices (Murray, 1984). Arroja por un igual el mismo oprobio sobre la Gran
Bretaa en decadencia de la posguerra y sobre la virtuosa Suecia, que
combina crecimiento, pleno empleo y ampla la proteccin social. No establece diferencias entre Estados Unidos, cuyo Welfare embrionario no explica
los bajos rendimientos industriales, y Alemania Federal, cuyos xitos no se
han visto interrumpidos por las pesadas cargas pblicas sobre el PNB. En
otras palabras, parecera que las polticas sociales son las nicas responsables
de las crisis econmicas. Los monetaristas estn familiarizados con estos
anlisis radicales, a menudo demasiado unilaterales: acrrimos detractores de
las teoras keynesianas sobre el dficit presupuestario, se muestran mucho
ms circunspectos a la hora de pronunciarse sobre el dficit (sin precedentes
desde la fundacin de Estados Unidos) acumulado por la aplicacin de la poltica econmica de Reagan (Reaganomics).
2.2.
Las virulentas crticas nacidas al otro lado del Atlntico contra el Welfare
State no se refieren solamente a sus costos y a su impacto negativo en la economa. Se dirigen tambin a su capacidad para dominar las polticas que crea
y dirige. Es a priori asombroso comprobar que los ataques ms brutales provienen de cierto nmero de liberales (en el sentido norteamericano del trmino, partidarios de un Estado intervencionista) desilusionados porque, una
vez pasados al enemigo, han quemado con el ardor de los nefitos lo que
36
haban adorado algn tiempo atrs. El fenmeno no es monopolio norteamericano, y Francia conoce a suficientes intelectuales sesentaiochescos reconvertidos a las delicias de la sociedad burguesa, para que valga la pena arrojar
la primera piedra. Ms aconsejable resulta intentar comprender las razones
de este vuelco radical.
Se ha visto el desencanto de intelectuales lanzados a la poltica (los cabezas de huevo de Harvard y otros) que imputan al sistema el fracaso de las
polticas que, como expertos, han contribuido a poner en marcha. Pero, sobre
todo, el desencanto se experimenta en la misma medida con respecto a la
concepcin de las polticas manejadas y a la constatacin de que la mquina
redistributiva trabaja con rendimientos decrecientes. En gran parte, stas estaban marcadas por una voluntad inconsciente de ingeniera social en la cual
la ciencia y los conocimientos prcticos deban permitir encontrar las soluciones -a veces la solucin- a los problemas expuestos. Esta visin, muy
mecanicista y lineal (una accin A produce un efecto B) es muy clara en
polticas como la de affirmative action (consistente en reservar plazas o empleos a las minoras) o la del busing (poltica de transporte escolar dentro de
un distrito para obtener una mezcla de razas y poner fin a la segregacin en
las escuelas), que han producido, al margen de sus efectos positivos, muchas
consecuencias inesperadas o negativas. La confianza, ms bien ingenua, de
los militantes de la guerra contra la pobreza no poda sino hundirse frente .
a la capacidad de las organizaciones y de las clientelas de recuperar, deformar o transformar las polticas. El riesgo era mayor en Estados Unidos, donde las polticas de We~lare son muy sectoriales, pero sus efectos y su impacto
slo pueden preverse y percibirse tomando en consideracin su entorno. La
irritacin de uno de estos decepcionados del Welfare State, Moynihan,
ilustra muy bien su estado de nimo: El Estado an no ha llegado al extremo de elegir una esposa para cada hombre, pero no est lejos de conseguirlo (Moynihan, 1965). A partir de ah, la constatacin de la ineficacia del
Estado permite a los antiguos liberales unir sus voces a las de los conservadores de siempre para condenar el Weifare State y reclamar su desmantelamiento.
De manera menos polmica y con mayor finura, numerosas investigaciones en Estados Unidos, Gran Bretaa y Alemania han destacado que la falta
de eficacia o la parlisis de las acciones pblicas haba que buscarla en lo
que han calificado de sobrecarga gubernamental (overload; Rose, 1984). Esta
sobrecarga de la mquina estatal est apuntalada por numerosos ndices: crecimiento de los gastos, incremento de los efectivos, multiplicidad de las polticas, mantenimiento de polticas cuyos objetivos no son revisados, aplicacin de polticas demasiado ambiciosas e incapacidad para conciliar demandas contradictorias.
Si bien los problemas y las dificultades inherentes a la gestin de polticas cada vez ms relacionadas y complejas son innegables, el cuadro no es
siempre tan negro como ciertos detractores quieren mostrarlo. Recordemos
LA TEORA
37
de entrada que en las sociedades altamente desarrolladas, como los pases occidentales, la coordinacin es el corolario de los avances y los perfeccionamientos. Las dificultades contemporneas estn ligadas a la complejidad y a
la interdependencia de los problemas y las polticas, pero no se trata de una
cuestin propia del sector pblico. El problema es sistmico ms que burocrtico (Scharpf, 1977). La bella simplicidad de la planificacin burocrtica
no ha demostrado su capacidad. Pero los ejemplos ms completos de xito
econmico (Alemania, Japn) estn lejos de ser prototipos de simplicidad
burocrtica y de coordinacin por obra de la mano invisible del mercado.
Por otra parte, los neoliberales de todo pelaje han olvidado que la complejidad gubernamental y la bsqueda deliberada de su ineficacia han sido
teorizadas en todas partes como el mejor medio para limitar la presencia del
Estado. Los padres fundadores de la democracia norteamericana hablaban de
la separacin de poderes, de checks and balances. Y el juez Bandreis, del
Tribunal Suprema, formul enrgicamente el espritu de las leyes en
Estados Unidos afirmando: El objetivo no es promover la eficacia, sino impedir el ejercicio arbitrario del poder,
2.3.
38
mecanismos del mercado (Bell, 1979). Por medio de las asambleas representativas que sufren el chantaje de los grupos ms dispares, el gobierno no
cesa de extenderse para desembocar en la crisis contempornea. Von Hayek,
es el primero en denunciar esta deriva de la democracia ilimitada que slo
puede detenerse frenando los poderes del gobierno (Hayek, 1983). Los gobiernos democrticos se ven socavados, en cierta forma, por la aplicacin extensiva de los principios que constituyen su base. La presentacin ms sistemtica de este argumento corresponde a un grupo de la Comisin Trilatera1
(Japn, Europa, Estados Unidos) del que forman parte, principalmente,
Crozier y Huntington. Su anlisis pesimista (en 1975 las sociedades occidentales siguen acusando el golpe de las revoluciones sociales posteriores a
1968, y acaban de sufrir el primer impacto de la crisis del petrleo) insiste
sobre la ingobernabilidad de las democracias y vuelve sobre la cuestin
acuciante: la democracia matar la democracia? (Sartori, 1975). Ahora
bien, esta perversin de la democracia resulta de una concepcin errnea:
La idea democrtica segn la cual el gobierno es responsable ante el pueblo,
cre la esperanza de que el gobierno est obligado a responder a las necesidades y a corregir los males que afectan a grupos especficos en la sociedad
(Crozier, Huntington, 1975, p. 16).
Los remedios sugeridos por la Trilateral son mucho menos radicales que
los de Hayek. Pero es necesario instaurar una democracia atemperada en la
que las presiones en favor de la expansin del Welfare State estn limitadas y
controladas. Estas proposiciones tienen su riesgo, ya que los dos trminos de
la alternativa parecen, en definitiva, igualmente perjudiciales para el mantenimiento de la democracia. O bien la democracia limitada significa autoritarismo, o bien implica el Estado mnimo, con todos los riesgos de estallido social que ello comporta. En una obra ms reciente, Crozier no retoma estos temas y se contenta con abogar por un Estado modesto (Crozier, 1987), lo
que no significa pasividad ni limitacin de la democracia. La perspectiva ha
cambiado, porque lo que est en juego no son tanto las demandas sociales (al
contrario, en Francia, Crozier acusa al Estado de ahogar a la sociedad) cuanto el aparato poltico-administrativo, considerado tentacular.
Aunque ningn pas haya seguido al pie de la letra las soluciones sugeridas por Von Hayek o Friedman, el retroceso del Estado se ha hecho sentir sobre todo en Gran Bretaa y Estados Unidos.
Pero este reflujo, adems de contribuir a una disgregacin del tejido social, cuyas consecuencias a medio plazo se desconocen, comienza a considerarse excesivo. La campaa electoral norteamericana de 1988, si bien superficial y sesgada por la voluntad de los candidatos de no comprometerse sobre
polticas especficas, gir, en efecto, en torno a un tema central: cmo salir
de 108 problemas sociales creados por la Administracin Reagan sin recaer
en los defectos de la Great Society de los aos sesenta?
Ms all de las polmicas y las afirmaciones sobre la evolucin, la transformacin y, eventualmente, la degeneracin de la democracia, Ewald propo-
LA TEORA
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CAPTULO
JI
44
parte, anterior al inters por las polticas pblicas (Burnharn, 1984), explica
que la atencin se dirigiera, al principio, hacia las cuestiones metodolgicas,
a la creacin de herramientas que pudieran ponerse al servicio de la
Administracin y de los polticos. El producto ms clebre de esta tentativa algo cientificista y mecanicista es el PPBS en Estados Unidos y su forma afrancesada, la RCB (Rationalisation des Choix Budgtaires). Se comprende tambin que estas perspectivas hayan atrado a todos los que, por
su formacin universitaria, tienden a interesarse por los problemas de la
accin: ingenieros, economistas, estadsticos, a la par que los politlogos,
quienes abran el camino de esta nueva rama de la ciencia poltica. En este
clima de exaltacin, las preocupaciones de orden terico fueron relegadas
a segundo plano. Ni las motivaciones iniciales ni los protagonistas de estos nuevos temas se guiaban por la bsqueda de una teora interpretativa
de la accin y de la naturaleza del Estado. A decir verdad, ste haba desaparecido en el maremoto behaviorista de la posguerra en Estados
Unidos, y no era a priori la policy seience la que poda contribuir a la resurreccin del Ave Fnix. En efecto, implcitamente, los politlogos norteamericanos trabajaban en el marco de un sistema poltico-administrativo
tomado como un dato, cuyos fundamentos no eran discutidos ni puestos
en duda. Los expertos contribuan a la mejora del funcionamiento del sistema, no a su cuestionamiento ni a un conocimiento que no fuera prctico a corto plazo.
Esta concepcin servidora ya-terica de la policy seience slo persisti mientras esta rama de la ciencia poltica fue marginal y dominada por los
expertos, en estrecha interaccin con los medios gubernamentales. Con la expansin de la disciplina y la atraccin ejercida, especialmente entre aquellos
a quienes la revolucin behaviorista dejaba instatisfechos,' renacera un nuevo inters por las cuestiones ms fundamentales. El puente entre prcticos
y tericos haba sido establecido por medio de diversas preocupaciones,
como sucede a menudo: cientficas (se puede analizar sin cuadro terico de
referencia?), disciplinarias (dnde se sita la policy seience en la ciencia poItica"), corporativas (Truman, 1968, p. 280), ideolgicas, etc. Era, por
ejemplo, ms importante para comprender la poltica preocuparse por el anlisis de los comportamientos o interesarse por el contenido de las decisiones
tomadas y puestas en prctica por los poderes pblicos? Era ms til interpretar las ltimas intenciones de voto del electorado y su afiliacin a un partido o analizar el impacto de una poltica gubernamental? Y si no se quiere
optar, cul es, al menos, el determinante esencial? A la pregunta de unos
Does politics determine policies ?, le haca eco la de los otros: Do polices determine politics? En el primer caso, la poltica pblica se concibe
2. Es interesante recordar que, en 1964, el Social Science Research Council norteamericano form un
Committee 00 Governmental and Legal Processes que suceda al Committee on Political Behavior. En la primera conferencia de este comit, en 1965, participaron Dahl, Neustadt, Prothro y Wildavsky.
LA TEORA
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como determinada, en su forma y su contenido, por las instituciones, los actores polticos, la actitud de los gobiernos y los gobernados, etc. En la segunda hiptesis, la poltica pblica se considera como una variante independiente que influye en el contenido y las formas de la poltica (en el sentido de
elecciones, debates, discursos ideolgicos, etc.).
El hecho de plantear estas cuestiones es esencial, porque pone fin a la denva tecnicista y prctica que haba marcado los primeros pasos de la poliey science. Dichas cuestiones permiten ya salir del crculo vicioso que amenaza confinar el anlisis de las polticas pblicas a una funcin de ayuda a la
decisin, de consultor, de auxiliar del prncipe.
Paradjicamente, la policy science, cuyas perspectivas pragmticas constituan a la vez una revolucin contra el formalismo, para retomar el ttulo
del estudio de Morton White (White, 1961), Yuna reaccin contra el racionalismo abstracto del Homo economicus, ira a reinsertarse en los modelos tericos que haba rechazado en un principio. Porque todo anlisis de poltica se
funda, implcitamente o no, en una filosofa poltica y se vincula, en consecuencia, a las teoras disponibles en el mercado del pensamiento. Es decir,
las teoras de las polticas pblicas no son fundamentalmente innovadoras.
Se inscriben en la lnea de (o, como reaccin, contra) las teoras propuestas
por la filosofa poltica o el pensamiento econmico. Pero lo que determina
su originalidad es que se inscriben en un campo hasta el momento poco explorado, se enrazan en las investigaciones empricas y no se desentienden de
sus implicaciones para la accin. En cierta manera, la confusin entre la investigacin y la perspectiva operativa, muy fuerte hacia 1960-1970 en
Estados Unidos, ha dejado lugar a una diferenciacin de funciones: por una
parte, la del cientfico; por otra, la del profesional. El primero se interesa
por el progreso del conocimiento y del saber, mientras que el objetivo del
segundo se organiza en tomo de una combinacin de un objetivo social y de
un cuerpo de saber extrado esencialmente de la ciencia (Price, 1965). No se
puede, por tanto, suscribir plenamente la opinin de Truman, que afirmaba
que cuanto ms compleja se volva una disciplina, ms tenda a transformarse en intil para las polticas pblicas (Truman, 1968, p. 281). Tal apreciacin tiende a confundir utilidad prctica con recetas de gobierno y a
oponer muy radicalmente las perspectivas tericas y sus implicaciones prcticas. Sin embargo, con el avance de la disciplina, el anlisis terico no cesara de ocupar un lugar creciente, utilizando y rehaciendo las contribuciones
ya disponibles.
Los diferentes modelos tericos que contribuyen a conocer mejor las polticas pblicas se pueden reunir en tres grupos principales:
- El primero, centrado en un enfoque social, privilegia al individuo y
el pluralismo social, y slo concibe el Estado, desde una perspectiva funcionalista, como una ventanilla encargada de atender las demandas sociales.
- Un segundo grupo de teoras, al contrario, insiste en atribuir al Estado
46
l.
LA TEORA
47
1.1.
48
slo puede conciliar esta eleccin con la de la organizacin en grupo argumentando la necesidad de acuerdos multiorganizativos, que concilian individualismo y accin colectiva.
En segundo lugar, la teora del Public Choice insiste en la distincin entre los bienes privados, que son producidos por el mercado, y los bienes pblicos, que emanan de los servicios pblicos y de las administraciones. La diferencia esencial reside en que los bienes producidos por el mercado son
mensurables, vendibles y se producen en cantidades determinadas por la
oferta y la demanda, mientras que los bienes pblicos son indivisibles. Si se
ofrecen en un sistema pblico, estn disponibles para todos (por ejemplo, la
escuela o la seguridad). Los tericos del Public Choice tratan de identificar (packageability) los bienes pblicos aplicando el mtodo utilizado con
los bienes privados: midiendo sus costos y la asignacin de stos a los beneficiarios del servicio. De esta manera, esperan controlar al mximo las externalidades (positivas o negativas) producidas por un bien pblico determinado. Uno de los objetivos del Public Choice es transformar las administraciones. En lugar de burocracias que actan obedeciendo rdenes de arriba,
deben ser capaces de satisfacer las preferencias individuales expresadas en
contextos diferentes tresponsive Statei. El xito del Public Choice fue manifiesto sobre todo de 1970 a 1980, y conoci su apogeo con la Reaganomics.
Sin embargo, las implicaciones financieras y administrativas de tales postulados ya haban sido enunciadas muchos aos antes (Tiebout, 1956).
En tercer lugar, la escuela del Public Choice (Me Lean, 1987) se une a la
cuestin fundamental de la asignacin de recursos, por definicin, limitados.
En efecto, como puso de manifiesto Olson, el individuo no tiene reparo alguno en hacer de polizn (jree-rider), al objeto de obtener, sin sufrir los costos, las ventajas de un bien colectivo de cuyos benficios no puede ser excluido por definicin (Olson, 1978). Tal es el caso del trabajador que se niega a
sindicarse, pero que se aprovecha de las ventajas conquistadas por el sindicato. Los bienes colectivos constituyen un caso particular de fenmenos de externalidad (spill over) positivos o negativos, es decir, de efectos que beneficiarn o perjudicarn a un grupo. Por ejemplo: los bosques canadienses sufren la contaminacin provocada por la industria de Estados Unidos; Europa
del Este ha sufrido la contaminacin de Chernobyl; las poblaciones de la desembocadura de un ro se benefician de las luchas contra la contaminacin
emprendidas por las localidadas situadas ro arriba. Esto explica principalmente por qu numerosos estudios inspirados por el Public Choice se preocupan por la forma y la estructura del gobierno (Tullock, 1970). Se subraya
all que las estructuras de organizacin y de decisin contribuyen a dar forma
a los comportamientos de los individuos (Buchanan, Tullison, 1972).
Buscando maximizar las ventajas y los beneficios, los individuos utilizan de
la mejor manera posible las diversas estructuras disponibles para servir sus
intereses. Partiendo de esta constatacin, los partidarios del Public Choice se
interesan casi exclusivamente por los rendimientos de los servicios pblicos
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en el mbito de la autoridad pblica. Por ejemplo, antes que producir servicios, la autoridad pblica distribuir bonos utilizables por el beneficiario
de la manera que mejor le convenga.
Dicho esto, no es menos cierto que la obsesin del mercado que padecen
los tericos del Public Choice termina por destruir la legitimidad misma de
la poltica pblica.
- Otro argumento crtico subraya que la escuela del Public Choice tiende a considerar las instituciones como mecanismos neutros, que slo sirven
para transformar las demandas en polticas pblicas.
Ciertamente, los public choicers no estn ciegos hasta el extremo de ignorar las distorsiones que aparecen en la produccin y el consumo de los bienes pblicos, pero las atribuyen a la diferencia entre el tamao de las organizaciones y las polticas que se encargan de llevar a cabo. Si se restablece una
buena adecuacin, las condiciones para que se adopten buenas polticas
pblicas se darn nuevamente. A quienes ven en el retomo al rompecabezas
municipal y en el desmenuzamiento de los servicios una fuente de desigualdad y un refuerzo de las estratificaciones de clase (Neiman, 1982), los partidarios del Public Choice les responden que el error no hay que buscarlo en la
estructura, sino en la poltica misma. Si la discriminacin en el mercado de
la vivienda es una fuente importante de desigualdades en la distribucin de
bienes y servicios urbanos, que se nos permita identificar dicho problema como un problema de poltica pblica a tener en cuenta, en lugar de consolidarla como el de la fragmentacin municipal (Ostrom, 1983, p. 107). Adems,
si hay desigualdad, un sistema federal la compensar, en parte, con la existencia de varios niveles de gobierno que aseguran cierta distribucin por el
hecho mismo de su diferencia de tamao y de competencias.
Esta respuesta que el Public Choice dirige a sus crticos no es del todo
convincente. Encaja mal, por ejemplo, en semejante sistema, el inters por
una distribucin de los gastos militares entre los ciudadanos pobres dependientes de una autoridad local pobre. Este enfoque optimista sobre la calidad
de organizaciones responsables, atribuye poca importancia a los intereses
propios de la organizacin y de quienes la componen. Es cierto que los fenmenos de corrupcin o de desviacin de las estructuras han sido correctamente aprehendidos y analizados a nivel de las grandes organizaciones. Pero,
a pesar del optimismo y de la confianza puestas en el control de unidades pequeas, subsisten serias dudas sobre la transparencia y la neutralidad de
las estructuras. Small no constituye una garanta sistemtica de democracia
ni de eficacia.
,
- Un tercer tipo de crtica subraya que el postulado del hombre racional
adoptado por el Public Choice sufre serios desvos. Presupone, en principio,
que el individuo es inducido a realizar elecciones racionales, habida cuenta
de su conocimiento de los elementos que permiten evaluar los costos y beneficios. Sobrentiende situaciones .en las que el individuo dispone de muchas
alternativas para elegir, aun en condiciones en las que, en realidad, no padece
52
1.2.
rrera:
que.
estutli
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55
2.
2.1.
56
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58
El proyecto, a la vez terico, ideolgico y estratgico de los neoconservadores de los aos 1970-1980, apuntaba a devolver su autonoma al
Estado desembarazndolo de presiones juzgadas nocivas y de tareas consideradas como extraas a sus funciones fundamentales. Pero, paradjicamente, la idea de que los expertos conservadores pudieran ayudar a la realizacin de este objetivo en detrimento de otros expertos -liberales stoslleva agua al molino de la tesis de la instrumentalizacin del Estado. Por
caminos evidentemente muy diferentes, neomanageristas, conservadores y
neomarxistas llegan a una visin del Estado en la cual ste slo dispone de
una autonoma limitada, ya sea porque es prisionero de su burocracia o
porque se halla al servicio del capital. Pero mientras los conservadores movilizan su teora para construir un Estado mnimo, evidentemente nada de
eso sucede entre los neomarxistas quienes, como los Evangelistas del ltimo da, no cesan de analizar los postreros coletazos y las adaptaciones
finales del Estado capitalista.
2.2.
LA TEORA
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60
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61
construccin de una sociedad no capitalista, descentralizada, igualitaria, fundada en los nuevos movimientos sociales (movimientos pacifistas, feministas, ecologistas).
Pese a estas proposiciones, que reflejan muy bien las preocupaciones de
la izquierda radical alemana, los anlisis de Offe combinan el enfoque sistmico norteamericano y los anlisis neomarxistas contemporneos. Del anlisis sistmico toma prestada la capacidad del sistema para corregir las disfunciones y amortiguar las conmociones. Del marxismo emerge el tema central
de la determinacin del Estado en provecho del capitalismo y de la incapacidad final para superar la crisis estructural que castiga la economa. Tambin
se aproxima, en ciertos aspectos, a los anlisis de Piven y Cloward, cuando
insiste en la funcin de regulacin y control del Weljare State. Al igual que
estos ltimos, quienes vean en las polticas del Welfare State una funcin
esencial -Regulating the poor (Piven, Cloward, 1971)-, Offe insiste en
esta finalidad primordial de las polticas, es decir, en el mantenimiento del
control y de la legitimacin para satisfacer las necesidades del sistema econmico. En este terreno coincide con Habermas, quien insiste en la lealtad
de las masas que el Estado debe obtener para satisfacer las necesidades del
sistema econmico.
Habermas se apoya en la crtica del modelo tecnocientfico del capitalismo contemporneo, que califica de purposive-rational, es decir, orientado a
perseguir las metas fijadas por el sistema econmico. La evolucin del capitalismo implica la transformacin de las relaciones sociales y de la accin del
sistema poltico-administrativo: la organizacin del trabajo y del comercio, la
informacin, la comunicacin, la administracin se van sometiendo totalmente a las leyes de la racionalidad instrumental. Por esto precisamente, la
actividad gubernamental se ver limitada a las cuestiones tcnicas, de forma
que los problemas que afectan a las prcticas sociales desaparecern muy
pronto de sus preocupaciones .
. En consecuencia, esta evolucin presenta, segn Habermas, graves consecuencias para la democracia. Puesto que los problemas se reducen a cuestiones de racionalidad tcnica, la participacin de las masas no solamente no
es necesaria, sino incluso contraproducente. De ello resulta un estrechamiento del espacio pblico, es decir, una esterilizacin del debate y de la comunicacin. Los ciudadanos ya no tienen la funcin de participar en las opciones de sociedad, sino que se limitan a elegir entre grupos de gestores alternativos cuya misin consiste en asegurar la mayor eficacia del sistema.
A causa de esta desviacin creciente entre el sistema poltico y los ciudada- .
nos, se instaura una crisis de legitimidad. El sistema de legitimacin, satisfaciendo los imperativos de regulacin que ha recibido del sistema econmico, ya no consigue mantener en el nivel necesario la lealtad de las masas
(Habermas, 1978, p. 70).
Para remediar este estado de crisis, Habermas afirma que es necesario
restaurar la comunicacin entre los individuos, y entre stos y el Estado, pero
62
una comunicacin que no sea asimtrica, es decir, marcada por una situacin
de dominio. Es necesario restaurar una discusin pblica, sin reservas, libre
de toda dominacin; una discusin sobre la posibilidad y la deseabilidad de
las normas y principios que orientan la accin (...). Dicha comunicacin, a
todos los niveles de los procesos de decisin polticos y repolitizados, constituye el nico medio de devolver la "racionalizacin" al mbito de lo posible
(Habermas, 1979, pp. 118-119).
2.2.2.
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3.
Para una excelente sntesis sobre la cuestin de la sociologa urbana, vase P. Saunders, 1981, Social
and the Urban Question, Nueva York, Holmes and Meier.
66
teoras y el desinters relativo por uno de los dos anillos de la cadena (el
Estado, el individuo) han contribuido a la formacin de nuevas teoras que
tratan de aportar una explicacin y una interpretacin, lo ms completas posible, a las interacciones del Estado y de los otros actores. Dos tendencias
particularmente interesantes han surgido en estos ltimos aos: el neocorporativismo y el neoinstitucionalismo. Pero, a decir verdad, su impacto sobre la
investigacin en Francia ha sido o es relativamente limitado.
3.1.
..
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teora interpretativa, aun cuando -o tal vez, sobre todo-- es objeto de profundas discusiones.
iii) Se reconoce a las organizaciones el monopolio de representacin a
cambio del control del Estado sobre la seleccin de sus lderes y la articulacin de sus demandas.
Esta ltima caracterstica del neocorporativismo conduce al intercambio
entre el Estado y las organizaciones: el primero les asegura jurdicamente un
monopolio; las segundas garantizan que sern aplicadas las polticas a las
que se han adscrito. En cierta manera, la autoridad que el Estado les confiere
por medio del monopolio, permite a las organizaciones asegurar la polica
interna del grupo. Si, por ejemplo, el o los sindicatos, representando sus
sectores especficos, firman un acuerdo con la patronal bajo la tutela del
Estado, se ha convenido que la poltica puesta en marcha ser absolutamente
respetada, y corresponde a las organizaciones hacer respetar la disciplina entre sus tropas.
Sin embargo, esta definicin hace poco caso de la complejidad de los
procesos de interaccin y de la puesta en marcha de las polticas pblicas. Da
a la relacin de los grupos y del Estado una visin formal, institucional, casi
jurdica, que se revela poco conforme con las prcticas sociales, al menos tal
como se observan en los pases occidentales. En primer lugar, la existencia
de monopolios de representacin no implica siempre que el Estado sea su
instigador o su garante. A excepcin de los residuos corporativos de los aos
1930 a 1945 en algunos sectores aislados, los monopolios de representacin
resultan, a menudo, de la accin de los grupos ms que del Estado: el antiguo
podero de los sindicatos britnicos, el de los sindicatos alemanes o de la federacin unificada de la metalurgia en Italia deben poco a la accin propia
del Estado. En cambio, la concesin legal de posiciones monopolsticas, por
ejemplo en Estados Unidos, donde el sindicato vencedor en las elecciones representa l solo el conjunto de los asalariados pertenecientes a la firma, no es
forzosamente sinnimo de corporativismo. Nadie, hasta el momento, ha podido calificar el sistema norteamericano de corporativista, a pesar del reconocimiento de monopolios legales.
Pero, aun cuando el Estado contribuyera a la constituin de monopolios
o casi monopolios --como sucede, por ejemplo, en Francia, con los agricultores (FNSEA), los docentes (FEN) o con la atribucin a los sindicatos-,
por parte del gobierno y del parlamento, de la calidad de sindicato representativo, se hace muy difcil conservar este monopolio en todas las etapas del
desarrollo de una poltica. Un buen ejemplo de estos monopolios bamboleantes puede observarse en la poltica de contratos de programa entre las empresas pblicas, los sindicatos y el Estado en Francia a comienzos de la dcada
de 1970. A pesar de su firma al pie de los contratos, los sindicatos, ante la
presin de fuerzas centrfugas en sus bases, jams fueron capaces de respetar
plenamente los acuerdos. Por lo mismo, la CNPF nunca consigui represen-
70
tar al conjunto de patronos franceses, como tampoco las organizaciones oficiales de pequeos comerciantes no supieron contener las revueltas y la constitucin de grupos competidores (Berger, 1981). Aunque en Francia prospera
el corporativismo, entendido como defensa egosta de intereses sectoriales,
ste no desemboca -salvo excepciones muy raras- en verdaderas polticas
neocorporativas. O bien, si es el caso, los actores de la poltica neocorporativa consiguen raramente mantener el control del desarrollo de esta poltica.
Las transformaciones de la ley llamada Royer sobre el urbanismo comercial,
ilustran bien la manera como una poltica escapa a sus instigadores iniciales
(Tanguy, 1988).
A pesar de las reservas y de las crticas (Theborn, 1988) que se pueden
dirigir a la teora neocorporativa y a su capacidad interpretativa de la evolucin de las sociedades contemporneas-(Chalmers, 1985, pp. 56-79), Y a pesar de las dudas en aceptar en los pases desarrollados occidentales un tercer
modelo entre el pluralismo y el marxismo, la contribucin del modelo neocorporativo no es nada despreciable para la comprensin de las polticas pblicas.
Recordemos, de entrada, que las reservas y las discusiones que ha provocado la teora han suscitado gran nmero de estudios empricos entre sus defensores o sus detractores. Aunque siguen sin aclarar muchas dudas y puntos
oscuros, esta intensa actividad de investigacin ha llevado a un mejor conocimiento de numerosas polticas. El fenmeno recuerda en cierto modo la interminable y abundante controversia entre pluralistas y elitistas en Estados
Unidos durante los aos 1950 y 1960. Si bien el campo de batalla no tuvo
vencedores ni vencidos, los community studies nunca fueron tan ricos y tan
numerosos, ni se analiz tan minuciosamente la sociologa poltica del tejido
local norteamericano.
Ms all de esta incitacin a la verificacin emprica, la teora neocorporativa ha permitido redescubrir las relaciones de los grupos y del Estado a
travs de la complejidad de su configuracin. Esta dimensin, ausente de la
teora pluralista y escamoteada por la teora marxista, que prefiere los conceptos de clase y capital, ocupa el centro de las investigaciones de la escuela
neocorporativista. Aparece as la desigualdad profunda en una sociedad poltica entre los medios profesionales, los sectores econmicos, las regiones y la
importancia vital que tienen para ellos el acceso y la relacin con el Estado.
Este renovado inters permite tambin, a travs del anlisis de las estructuras
de decisin y de colaboracin, medir su impacto sobre el contenido y el desarrollo de las polticas, y tomar en cuenta el elemento voluntarista que ha presidido su adopcin. La teora neocorporativista, al primar la estructuracin
por el Estado de las relaciones que ste mantiene con los grupos, llama la
atencin sobre las opciones de quienes han establecido estas relaciones
(Anderson, 1979, pp. 271-298). Ello permite tambin subrayar la fragmentacin del Estado, sea sta vertical (por ejemplo, entre el centro nacional y la
periferia local) u horizontal (por ejemplo, entre ministerios). A diferencia del
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71
3.2.
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1983, aparece lo que muchos consideran el manifiesto del neoinstitucionalismo: Bringing the State Back In (Evans, 1983). Este alegato en favor de la
reintegracin del Estado de otra forma que como lugar de lucha y de compromisos, corona, de hecho, una serie de estudios muy diversificados que, en
el curso de los dos ltimos decenios, han recordado que la muerte del Estado
y de las instituciones no estaba en la orden del da, al menos en las ciencias
sociales.
4.
74
sas capillas neomarxistas, y se han negado a identificar el poder con la autoridad, el Estado, el orden establecido (Crozier, Friedberg, op. cit., p. 24).
El rechazo del idealismo filosfico-jurdico, lo mismo que de los determinismos econmicos, conduce a los socilogos de las organizaciones a poner en primer plano tres conceptos principales: los actores, los juegos y los
sistemas de accin.
Los actores no son los agentes racionales postulados por la teora econmica. Disponen de una racionalidad limitada, es decir que sus objetivos no
son claros, ni unvocos, ni explcitos. Sus elecciones estn cruzadas por mltiples contradicciones y se inspiran en motivaciones cuya principal virtud no
es siempre la coherencia. Los objetivos no resultan exclusivamente de elecciones racionales, sino que se descubren a posteriori, a travs de las decisiones (Hirschman, 1967; Narch, 1974). El comportamiento de los actores, en
lugar de ser racional en relacin con los objetivos, es racional, por una parte, en relacin con las oportunidades y, a travs de stas, con el contexto que
las define; y por otra parte, en relacin con el comportamiento de los dems
actores (Crozier, Friedberg, op. cit., pp. 47-48). El individuo no se comporta
como si tuviera los ojos fijos en objetivos estables y claramente definidos
de una vez para siempre (Dupuy, Theenig, 1983, p. 13). En la misma lnea,
Padioleau resume el retrato concreto de los actores en tres rasgos:
i) Se identifican con valores e ideologas y son portadores de intereses.
ii) Eligen los intereses o los valores en funcin de apreciaciones subjetivas ms o menos reflexivas. En especial los actores muestran, de manera
espontnea o pensada, una disposicin a evaluar los objetos, los actos y los
individuos, los grupos o las colectividades, en trminos netos o vagos de
ventajas, costos, beneficios.
iii) Son incapaces de prever y, por consiguiente, de controlar todas las
consecuencias de sus propios actos (Padioleau, 1982, p. 18).
Esta definicin insiste tambin en las estrategias de los actores, puesto
que no hay sistemas sociales totalmente reglamentados y controlados
(Crozier, Friedberg, op. cit., p. 25). Cada actor dispone de bazas, de cartas,
de incertidumbres que puede tratar de dominar o controlar. Dicho de otra forma, las relaciones de poder se establecern segn el capricho de la libertad
de actuacin y de los condicionamientos, estructurados en base a los juegos entre actores con estrategias concurrentes o compartidas, pero no unvocas (lo que impide una visin unitaria y mtica de una organizacin, sea una
empresa o el Estado en su majestad).
Sin embargo, estas interacciones no producen los efectos deseados o esperados. Aparecen los que Boudon llama efectos perversos o, tambin, efectos contraintuitivos o efectos de sistema (Boudon, 1977). Nadie ha querido
obtener un determinado resultado con acciones, pero el encadenamiento de
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SEGUNDA PARTE
EL ANLISIS
86
Por policy design cabra entender, en cambio, un enfoque ms comprometido, ms activo. El analista no se contenta con observar; l mismo formula las alternativas. Decisor o consultor de un decisor, ste expresa conscientemente su preferencia por un resultado final esperado, por un efecto concreto
o simblico que se va a inducir. Tras elegir su blanco, modelar los medios y
las soluciones que tengan ms posibilidades de generar el resultado, de alcanzar ese blanco. El anlisis de las polticas pblicas toma, as, la siguiente
forma: Una disciplina aplicada de la ciencia social que usa mltiples mtodos de investigacin y argumentacin para producir y transformar la informacin pertinente para una poltica, informacin que pueda ser empleada en
los contextos polticos a fin de resolver los problemas de la poltica-accin
(Dunn, 1981, p. 115).
A veces se establece una distincin entre el policy analysis y la policy
research. Esta ltima actividad cubrira la investigacin sistemtica conducida por una disciplina cientfica precisa -por ejemplo, la sociologa
poltica- sobre el mismo proceso que lleva a actuar a la autoridad gubernamental. En cambio, el policy ana lisis sera una profesin que se apoya
en mtodos y tcnicas derivados de muchas disciplinas, profesin especializada en describir los contenidos de la poltica pblica y con orientacin
prescriptiva.
Campo especializado de la sociologa y de la ciencia poltica o ciencia
de la accin, arte para la gestin? En todo caso, la ambivalencia del proyecto :
asignado a las polticas pblicas se expresa a travs de un estilo analtico que
ofrece algunas particularidades.
El cajn de herramientas ofrecido por las ciencias sociales se caracteriza
ms por las innovaciones metodolgicas que por las tcnicas. A excepcin de
los aportes enel terreno de la evaluacin de las polticas pblicas (planes experimentales, etc.), el valor aadido en el campo tcnico de la recogida y tratamiento de datos es modesto. Anlisis de contenido, investigacin documental, entrevistas o cuestionarios, observacin participativa: el abanico al
que recurre el analista se parece mucho al de los manuales bsicos de sociologa y de ciencia poltica. La innovacin analtica en la forma de razonar sobre los datos y de desbrozar el campo de las polticas es ms conceptual, ms
intelectual. Ciertamente, incluso a este nivel la aportacin no es siempre
revolucionaria. Los especialistas en polticas pblicas han escarbado extensamente en el stock de la sociologa y de la ciencia poltica: teora de las
organizaciones, estudio de la decisin, sociologa de la comunicacin de
masas, etc. Estos especialistas han sabido perfeccionar y reunir estos aportes en un marco global: el estudio del contenido de las polticas pblicas
como fenmeno poltico (Elkin, 1974).
Una segunda particularidad del cajn de herramientas reside en la sensibilidad del anlisis a otras variables u otros enfoques adems de los que
tratan el fenmeno poltico en el sentido limitado del trmino. As se toman
en cuenta factores econmicos, financieros, jurdicos y tecnolgicos.
EL ANLISIS
87
CAPTULO
III
EL MARCO CONCEPTUAL
Una poltica pblica es el resultado de la actividad de una autoridad investida de poder pblico y de legitimidad gubernamental.
En los pases latinos, el trmino poltica tiene varios usos. El primero
designa los fenmenos de la lucha por el poder, la concurrencia entre partidos, grupos de inters, categoras sociales, personas, para el ejercicio de influencia y la ocupacin de funciones de autoridad en una colectividad, en
un pas, en un mercado electoral, en los procesos de decisin. El lenguaje
corriente distingue, tambin, la gran poltica, propia de los temas esenciales, de la poltica politiquera, que calificara las tcticas y las combinaciones a las cuales se entregan los profesionales tales como los partidos
o los cargos electos. En resumen, poltica significa aqu lo que el idioma
ingls llama politics.
Otro uso del trmino poltica distingue lo que los ingleses designan con
la palabra policy, ya sea un marco de orientacin para la accin, un programa
o una perspectiva de actividad. As, se dice que un gobierno tiene una poltica econmica, o sea que realiza un conjunto de intervenciones, que elige hacer o no hacer ciertas cosas en un campo especfico, en este caso, la economa. Es en este ltimo sentido en el que cabe hablar claramente de poltica
pblica; es decir, de los actos y de los no actos comprometidos de una autoridad pblica frente a un problema o en un sector relevante de su competencia.
l.
Desde el punto de vista del anlisis, una poltica se presenta bajo la forma
de un conjunto de prcticas y de normas que emanan de uno o de varios actores pblicos.
En un momento dado, en un contexto dado, una autoridad adopta prcticas de determinado gnero, acta o no acta. Estas prcticas se pueden sealar concretamente: formas de intervencin, reglamentacin, provisin de
90
EL ANLISIS
91
92
EL ANLISIS
93
94
.. If
Funcin de
produccin 2
(gestin de las
polticas pblicas)
EL ANLISIS
95
que no son los efectos esperados al comienzo: efectos disfuncionales, efectos perjudiciales o, ms simplemente, inducidos, ya que el impacto no es el
que se esperaba sino otro, o acaba siendo, incluso, contrario al deseado.
Las realizaciones efectuadas se muestran inoperantes:
- porque no eran adecuadas,
- porque eran insuficientes,
- porque el comportamiento de los afectados o los ejecutores de la poltica no era el adecuado para al xito del impacto que se pretenda,
- o porque las circunstancias del momento no era las previstas. ""
Advirtase, de paso, dos observaciones metodolgicas importantes.
La primera se refiere a los efectos relacionados entre polticas pblicas.
Una poltica pblica A genera impactos de diveros rdenes, entre los cuales
algunos pueden tener consecuencias sobre otras polticas pblicas B o C.
POLTICA PBLICA
.....,.__ """"
.._ _ _ ..", "'_ _ = d
_-------------r.
=----------_-......
IMPACTOS 1
- - - - - - - - - - - - -..
~ IMPACTOS 2
:- _
IMPACTOS 3
Efecto ligado
POLTICA PBLICA
B
' -.._..."",
...."....
","...."",
", ....."....
",".....""
",... ._..."....
", _
.....J...
_ - - - - - - - - - - - . IMPACTOS 1
- - - - - - - - - - - - - -... IMPACTOS 2
- - - - - - - - - - - - - . . . IMPACTOS 3
96
externas, constituye un mbito abierto por excelencia a los aportes y al conocimiento ofrecidos por las ciencias sociales (sociologa, ciencia poltica,
economa, psicologa), puesto que, en ltima instancia, su objetivo no es
otro que el cambio social.
3.
El cambio social
Para un analista, toda poltica pblica encubre una teora del cambio
social.
Teora significa que una relacin de causa a efecto est contenida en las
disposiciones que rigen y fundamentan la accin pblica considerada. Esta
causalidad es normativa. Se identifica a travs de los objetivos, los contenidos y los instrumentos de accin de que la autoridad gubernamental se dota
para generar, a partir de realizaciones, los efectos o impactos sobre el tejido
social. En otros trminos, cmo el estado del mundo y el curso natural
de los acontecimientos son susceptibles de verse perturbados y modificados? Si la autoridad pblica recurre a dicha accin, qu ser inducido por
ella y por qu? El decisor gubernamental se comporta como un operador
que apuesta que cuando intervenga, se producir una consecuencia. Es portador de una representacin de las razones por las cuales se generar dicha
consecuencia, de una legitimidad de su eficacia que es, tambin, una anticipacin del encadenamiento de acontecimientos entre sus propias realizaciones y los efectos externos.
Identificar esta teora es una tarea esencial del anlisis. Sin embargo, no
resulta nada fcil.
La teora est muy a menudo implcita, se esconde en la simple lectura
de un texto legal o de un acto por el cual la autoridad pblica ha decidido
actuar formalmente. Es verdad que pueden existir informaciones ms explcitas en apariencia. As, los considerandos o el prembulo de una ley contienen, a veces, declaraciones sobre los objetivos que cabe esperar.
Asimismo, los discursos de los responsables pblicos, los debates en el par~
lamento, informan sobre la manera como se supone que una poltica transformar el tejido social al que ser aplicada. Sin embargo, existe el riesgo
de que con tales fuentes no se disponga de un anlisis suficientemente slido. Porque los discursos o prembulos encubren racionalizaciones, cuando
no representaciones. Su relacin con la poltica pblica no es evidente.
Dimanan ms bien del debate ideolgico o de la comunicacin poltica. Por
otra parte, se advierte que los actores pblicos pueden sustentar mltiples
discursos, poco homogneos entre ellos y de orden puramente coyuntural,
que apenas dan cuenta de la poltica pblica.
No obstante, toda poltica pblica testimonia una teora del cambio social. La explicitacin de la teora que el actor pblico expresa, pasa por un
atento estudio del contenido de esta poltica desde dos ngulos. el de los oh-
EL ANLISIS
97
98
Los sujetos afectados por la poltica pblica. Existen, por ejemplo, postulados en cuanto a la forma de adaptacin a la accin pblica, en
cuanto a su comportamiento? Las incitaciones al cambio, son voluntaristas, inexistentes (una simple adhesin intelectual), o, al contrario, son numerosas, obligatorias o, incluso, punitivas (la multa, etc.)?
ii)
iv) Los tipos de polticas pblicas. De qu clase de polticas pblicas dispone una autoridad pblica? Establecer el inventario de las modalidades de accin gubernamental ha sido una preocupacin originaria de los
politlogos y los socilogos. La observacin muestra que, en la prctica,
este abanico es tan extenso que va desde la redaccin de la Constitucin de
un pas hasta las campaas de comunicacin televisivas, pasando por la fijacin de impuestos, la educacin, la fuerza, etc. De ah la necesidad de reagrupar las modalidades segn una tipologa rigurosa.
La literatura cientfica sugiere una gran variedad de clasificaciones posibles. Se puede, por ejemplo, caracterizar las polticas pblicas de acuerdo
con criterios formales o institucionales: polticas nacionales, locales o ntergubernamentales; o en funcin de los grupos de sujetos sobre los que
actan. A la luz de la experiencia, no parece existir una buena tipologa en
abstracto. Todo depende del uso que el analista quiera darle. Las tipologas
ms corrientemente utilizadas son las que clasifican la accin pblica en
99
EL ANLISIS
funcin de la teora del cambio social que la estructura. As, por ejemplo, la
elaborada por Lowi y completada por Salisbury (Lowi, 1964; Salisbury,
1968), y que se acua en un parmetro: la naturaleza de la coercin que una
poltica pblica introduce entre el Estado y el sujeto.
Desde el punto de vista de la coercin, una poltica pblica puede calificarse de dos maneras: por una parte, esta coercin se ejerce directa o coactivamente sobre el sujeto o, al contrario, de una manera indirecta o suave: un
agente de polica multa o da un consejo al automovilista infractor. Por otra
parte, esta coercin alcanza al sujeto como tal, en su comportamiento mismo, cuya autonoma limita, o al contrario se ejerce por medio de una presin sobre su entorno: se puede restringir el consumo de las familias con un
incremento del impuesto sobre la renta o mediante una disminucin de los
gastos pblicos estatales. El crecimiento de ambos parmetros permite distinguir cuatro tipos de polticas pblicas.
Tipologa de las polticas pblicas basadas en la coercin (segn Lowi)
t::
'o
(/)
Q)
(1]
"[2
... directamente
sobre el comportamiento
de los afectados
... indirecta,
lejana
Polticas
distributivas
Polticas
constitutivas
... directa,
inmediata
Polticas
reglamentarias
Polticas
redistributivas
Q)
8,g
(1]:
-Jo..
- Una poltica reglamentaria es una accin pblica que consiste en dictar normas autoritarias que afectan el comportamiento de los subordinados.
El Estado obliga o prohbe: el cdigo de circulacin, por ejemplo, dicta reglas de comportamiento. Aqu, la coercin es mxima. En pocas palabras, se
limitan las libertades individuales de los afectados, y sus intereses se transforman por decreto. La excepcin a esta coercin es un tipo particular de accin reglamentaria llamada autorreglamentaria (Salisbury, 1968) que, a la inversa, acrecienta los privilegios del pblico al que se dirige. Es el caso de las
polticas mediante las cuales el Estado limita el libre acceso a una profesin
(farmacuticos, notarios, etc.), introduciendo una proteccin, cuando no una
renta para los agentes econmicos pertenecientes a dicha profesin.
100
Una poltica distributiva es una accin mediante la cual el poder pblico concede una autorizacin a casos particulares especialmente designados. El ejemplo tipo son los permisos para construir. Est prohibido edificar
sin permiso (poltica reglamentaria). Luego, para construir, hace falta un permiso, un derecho, que la autoridad pblica otorga caso por caso (poltica distributiva). Aqu, el sujeto se siente beneficiario de una accin pblica que le
concede un favor, un privilegio (una renta inmobiliaria e hipotecaria, un precio de terreno en alza), etc., que acompaa al acto administrativo asignado.
El afectado se beneficia con una excepcin a la regla, gracias a un favor unilateral del Estado o porque satisface cierto nmero de condiciones.
- Una poltica redistributiva consiste en que el poder pblico dicta criterios que dan acceso a ventajas, y este acceso no se otorga a casos o sujetos
designados especialmente, sino a clases de casos o de sujetos. El ejemplo tpico es el de la seguridad social. El Estado dicta las condiciones (edad, situacin econmica, etc.) para que las personas se puedan beneficiar de una cobertura social. Pero corresponde a quienes cumplen estas condiciones el
derecho a utilizar o no esta posibilidad si lo desean. El Estado manipula los
criterios generales; no designa individualmente a los beneficiarios o a
los perjudicados.
- Una poltica constitutiva se traduce en que la accin pblica define
las reglas sobre las normas o acerca del poder; por ejemplo: revisando la
Constitucin de un pas, introduciendo reformas institucionales o administrativas. En este caso, la coercin afecta al sujeto de manera dbil e indirecta.
Por ejemplo, la creacin por el gobierno de un Ministerio de Deportes les parece a los deportistas una decisin muy abstracta, que no les afecta directamente en su vida diaria. Y, sin embargo, para la autoridad pblica, esta creacin representa una manera de intervenir en los asuntos deportivos.
Hay que destacar, de paso, una confusin relativa al uso de los instrumentos jurdicos. Leyes, decretos y rdenes no significan ipso Jacto polticas
reglamentarias. Existen polticas de orden distributivo, redistributivo o constitutivo que se apoyan o no sobre textos legales. El recurso a textos con valor
jurdico no es ms que una de las tcnicas de que dispone la autoridad pblica para actuar: puede gravar, edificar, hablar, subvencionar, negociar, etc.
(Para situar el uso del derecho como instrumento de la accin gubernamental, vase en particular Daintith, 1988, en lo relativo a las polticas econmicas.) Por otra parte, una tipologa no da una solucin slida para identificar
automticamente todas las caractersticas de una poltica pblica. Ms modestamente, permite al analista nombrar e identificar ciertos parmetros. Su
uso ms estimulante es de orden comparativo, a travs de la confrontacin
entre muchas polticas diferentes y en tomo a una o diversas variables.
No es casual que la mayor parte de las tipologas que se han elaborado
traten de la relacin que una poltica pblica establece entre el poder pblico
y sus realizaciones, por una parte, y los administrados y los impactos, por
otra. Se trata del cambio social y, por consiguiente, de la anticipacin del
101
EL ANLISIS
Difusos, dbiles
l1l
Ul Q.
Concentrados,
fuertes
.g .~
~
c::
o
Q) Q.
Q)
Cl:l l1l
Difusos,
dbiles
:::::::::~=:::::.:::::::.:::~~:::::::;::::::~:~:::::::::.:..............................................:::.
....... xccc-.:..;.:-:.;;.;.:.:..:.:.:.-:-:.:.:.;.;.: ; 0.':-:':" -:-:<0
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~::::-~.::.::::::::::;.:K.;;:.vf.~::;.:;. ..... :::.::::::.-::~::::::::::::::..'%:=.-::m::(..
"
<......................:=::::::;;:::=:=:=:::::
.
:::(.
102
EL ANLISIS
103
poder legal o legtimo), la organizacin (la disposicin de personal, materiales, equipos), la nodalidad (el Estado se sita en el centro de un
tejido social o de informacin). La combinacin de estos dos mecanismos y de estos cuatro recursos genera los tipos especficos de las polticas pblicas.
4.
El sistema de accin
Una de las reglas de oro del anlisis es considerar una poltica pblica
como un sistema de accin pblica. Desde esta perspectiva, se subrayan la
forma de operar de una autoridad gubernamental (o varias, llegado el caso),
la forma de abordar y tratar una sustancia o un contenido especfico. Se necesitan tres conceptos para realizar correctamente esta tarea: el sistema de actores, el de la actividad y, por ltimo, el del proceso.
- La autoridad gubernamental es el actor central de una poltica pblica. Al mismo tiempo, no es el nico jugador activo, puesto que se mueve en
interdependencia con otros actores: organismos encargados de ejecutar sus
decisiones, sujetos que reaccionan a las realizaciones as producidas, grupos
de intereses u otras instituciones que ejercen influencia sobre la accin proyectada o en curso. Los sujetos no permanecen pasivos, aunque puedan parecerlo a priori. Su forma de respuesta los convierte en algo ms que blancos
inertes (Hirschaman, 1972). Estas relaciones de interdependencia estructuran
un verdadero sistema que el analista debe identificar y cuyo camino ha de
seguir.
Sin embargo, el reparto de los actores tiene muchas posibilidades de
cambiar de una poltica a otra. Incluso para una poltica determinada, su entrada y salida de escena debe ser seguida meticulosamente. Ciertos actores
pueden aparecer intermitentemente, para despus desaparecer, y reaparecer
interpretando otro papel. El sistema de actores es elstico: las variaciones en
su composicin pueden desorientar a un analista que se contente con observar los acontecimientos a travs de la lupa de las instituciones polticas formales. La accin pblica no se limita a los actores formales: polticos y funcionarios. Incorpora a otros actores que, en principio, no tienen nada que ver
con el juego poltico, pero cuyo comportamiento y presencia cuentan en la
medida en que las realizaciones pblicas se transforman en impactos sociales. El analista ha de identificar la influencia social que una poltica pblica
teje en tomo a ella y estudiar de qu modo los actores, manejando sus relaciones de interdependencia dentro de un sistema que esta poltica estructura,
contribuyen al curso de los acontecimientos.
- Si bien la actividad de los actores y su impacto sobre el contenido de
la poltica pblica forman la base emprica de la observacin, el analista
debe, no obstante, mostrarse muy prudente. Ciertamente, se debe prestar
104
EL ANLISIS
105
I
Identificacin
de un problema
Formulacin
de una solucin
o de una accin
Toma
de la decisin
Elaboracin
de respuestas
Creacin
de una coalicin
Estudio
de soluciones
Legitimacin de
la poltica elegida
Apreciacin de
los acontecimientos ..;;
Definicin
de un problema
r i
Aplicacin
de la accin
Evaluacin
de los resultados
Ejecucin
Reacciones
a la accin
Gestin
y administracin
Juicio
sobre los efectos
<
I
"
.,
Organizacin
de las demandas
i I
~
Adecuacin
a los criterios
Agregado
de intereses
l!
~
Produccin
de efectos
li
Expresin
Representacin
"
y acceso ante las
~
autoridades pblicas ~
Demanda
de la accin pblica
~
~
f
Propuesta
, de una respuesta
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .1 . )
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Resolucin
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de un problema
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Poltica efectiva
de accin
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Impacto
sobre el terreno
<,,7.,~,7.'"I='x,.x<;!
Accin poltica
o reajuste
;:r.-m-:............,,..............:
EL ANLISIS
107
108
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CAPTULO
IV
La descripcin llana.
110
Una cosa es cierta: las polticas pblicas no se reducen a accidentes o casualidades, ni a necesidades de las que puedan escapar las autoridades. Por
ello es esencial estudiar su origen.
La gnesis de las polticas pblicas es, sin embargo, un erial apenas cultivado. Tres visiones o cliss estorban nuestros modos de razonar e inducen a
una visin a veces muy limitada del proceso de surgimiento.
\
EL ANLISIS
Jerarqua
poltica
111
La necesidad
condiCioT la oferta
Autoridades
pblicas
Representacin
Intermediarios
consens/
Poblacin
.>
Exprestn
1.2.
LA TIRANA DE LA OFERTA
112
Jerarqua
poltica
Autoridades
pblicas
Poblacin
La oferta
condiciona la necesidad
- + - - - - - - - - - - - - - - - _ . Tiempo
Los conceptos de oferta y demanda son metamorfosis ms o menos fructferas para el anlisis. Saber cul de las dos, oferta o demanda, precede a la
la otra, supone que cada trmino del juego poltico y social est separado y
claramente definido. Sin embargo, no es se el caso. Ms en concreto, la
oferta y la demanda se determinan cada una a travs del poder poltico, de
sus mecanismos concretos y su simbologa.
1.3.
LA ILUSIN NATALISTA
Decir que una poltica pblica nace es, a la vez, correcto y peligroso. El
nacimiento puede significar que existen acontecimientos iniciales, identificables en el tiempo y en el espacio, que impulsarn una secuencia de acciones e
interacciones al trmino de la cual surgir una poltica pblica. En cambio,
nacimiento no significa necesariamente que una poltica pblica, nazca en el
vaco, por t:l simple efecto de las demandas y las ofertas, de necesidades sociales y de respuestas pblicas. Son posibles otros escenarios. 'Una accin
pblica puede nacer porque una poltica pblica ya existente, en el curso de
su fase de ejecucin o aun despus de su terminacin, plantea dificultades,
encuentra obstculos, modifica situaciones que llevan a la autoridad pblica
a intervenir nuevamente en otro aspecto, de otra manera, a travs de fenmenos de efectos ligados. En otras palabras, las polticas pblicas se alimentan
en buena parte de s mismas. No hay necesidad alguna de que se generen de
manera casi espontnea, las unas al margen de las otras, por el nico y exclusivo estmulo inicial de la oferta y la demanda.
El inters manifestado por la fase monte de los procesos de decisin no es reciente. Ha sido, incluso, un tema clsico, en particular en el
enfoque llamado de los grupos de presin (Meynaud, 1960). Segn
ste, la escena poltica es un lugar de enfrentamientos y negociaciones entre grupos de intereses, partidos, sindicatos, rganos econmicos, asociaciones, etc. Fundamentalmente, cada grupo persigue su propio inters, reflejado en sus demandas, declaraciones, alianzas. En sntesis, el enfoque
113
EL ANLISIS
-.
Poltica pblica A
Poltica pblica B
-,
Poltica pblica
- - 1 - - - - - - - - - - - - - - - - _ _ . Tiempo
114
2.
Un aparato conceptual
EL ANLISIS
115
116
El conflicto puede expresarse en trminos de intereses materiales, de privilegios sociales, de influencia poltica, pero se manifiesta tambin en clave
normativa y cognoscitiva. Las representaciones de los fenmenos, el sentido
y el significado que se da a los hechos, varan de un medio a otro, e incluso en el tiempo. El ejemplo evidente es el del sentido dado a las estadsticas
sobre desempleo: cundo el nmero de parados es considerado insostenible
y exige una intervencin pblica? A partir de 2 millones, de 2,5 millones o
de 3 millones? Lo demasiado es demasiado representa un umbralo un intermitente cuyo sentido vara segn los medios sociales y las coyunturas.
Cada uno juzga segn su propia vara si una cuestin es o no un problema.
Frente a un conflicto, nadie es igual a los dems. A este respecto, Cobb y
Elder proponen diferenciar los grupos en trminos de capacidad para movilizarse en tomo a los problemas. Se pueden distinguir as, en materia de incorporacin a la agenda:
i) Los actores propiamente dichos. Se movilizan social y polticamente
a travs de formas de participacin y de organizacin (partidos, asociaciones,
movimientos sociales, etc.). Los ms activos constituyen los grupos de identificacin. Los menos activos se erigen en grupos de atencin en relacin al
problema.
ii) Los pblicos. Son espectadores. Los ms implicados e informados
son los pblicos interesados; los ms alejados o extraos componen el pblico en general.
Todo esfuerzo tipolgico tiene un valor relativo. Ello permite romper con
la divisin tradicional entre hombres polticos, que hacen poltica, y el pblico, que emite sus opiniones. En cada incorporacin a la agenda, el analista
debe aceptar la probabilidad de que la distribucin entre actores y pblicos
sea especfica, no idntica de un problema a otro. Son numerosos los ejemplos que muestran a los profesionales de la poltica, totalmente sobrepasados
por las organizaciones o los movimientos militantes, convertirse en pblico
ms o menos interesado. As sucedi cuando el gobierno francs asumi, en
1974-1975, la liberalizacin del IVG (interrupcin voluntaria del embarazo).
La clase poltica qued fuera de juego. Los actores principales eran el movimiento feminista y sus portavoces, como Gisele Halimi, y Giscard d'Estaing,
nuevo presidente de la Repblica. Pese a lo dicho, no habra que concluir que
todo cambio radical, toda irrupcin de nuevos desafos, sobrepasa a los profesionales de la poltica, gracias a la accin de los movimientos sociales que
atraen a los medios de comunicacin o alteran el orden pblico. El conservadurismo y el cambio no se distribuyen de forma tan esquemtica entre ambos
campos, el de los notables y el de la calle.
El concepto de actor puede llevarse ms adelante. Se llega a hablar incluso de la existencia de una poltica empresarial. A la manera de un empresario que acta sobre el mercado econmico, los individuos, grupos, mov-
EL ANLISIS
117
118
toria para l. Ante ello, decide constituirse en empresario poltico. Su objetivo consistir en conseguir que su situacin sea corregida por la autoridad pblica. El empresario acta para s mismo.
ii) La explotacin. El empresario poltico acta para otros. Cristaliza,
enuncia, amplifica un problema sentido de manera ms o menos manifiesta
por otro medio que no es el suyo. Lo torna a su cargo, lo convierte en su problema y se identifica con l. Su objetivo, en este caso, es sacar provecho para
s mismo en tanto que empresario poltico, por ejemplo, incorporando a su
propio proyecto el reconocimiento de sus defendidos.
iii) La mejora. El empresario poltico no saca ningn beneficio personal del problema del cual se apodera, ni indirectamente (como beneficiario
eventual), ni individualmente (corno portavoz o abogado). Interviene en
nombre del inters pblico. Su objetivo consiste en evitar desequilibrios y
amenazas perjudiciales para toda la colectividad, o hacer triunfar una utopa
por altruismo o por ideologa.
iv) La reaccin circunstancial. Este caso se caracteriza por la ausencia de empresario poltico activo. En cierta manera, la inclusin en la agenda de un desafo se impone por s misma, por accidente. Los acontecimientos exteriores ejercen una presin tal, que el desafo se incorpora
automticamente a la agenda. Una ilustracin de lo anterior es el accidente automovilstico ocurrido en Beaune ene 1984 (cincuenta nios quemados vivos), que llev a los poderes pblicos a inscribir, con carcter de
urgencia, en el orden del da el problema de la seguridad en los transportes
pblicos de pasajeros.
3.
EL ANLISIS
119
120
sociales que fija indicadores de estados normativos (Cazes, 1970). Sin embargo, dichos indicadores son muy abstractos, ya que su traduccin concreta es, a la vez, tcnicamente difcil y delicada, desde el punto de vista normativo. Cmo medir el nivel educativo de una poblacin? Por medio del
analfabetismo? No basta. Con el nmero de diplomas de enseanza secundaria? Tampoco es evidente. En resumen, ningn indicador social suscita el
consenso necesario. Nadie ve los mismos hechos, porque cada cual tiene intereses divergentes. La experiencia muestra que, en la prctica, existen pocos indicadores de estados que sean descriptivamente vlidos.
Otra perspectiva, ms antropolgica, consiste en privilegiar el concepto de problema pblico como palanca para la formulacin de las
agendas. Las acciones pblicas son formas culturales, con su retrica y
sus ritos.
Desde este punto de vista, un problema pblico es una construccin social, un hecho cultural que obedece a una estructura cognoscitiva y moral
(Gusfield, 1981). Por una parte, en una sociedad existen creencias sobre las
situaciones y los acontecimientos que dan nacimiento a un problema. Por
otra, el aspecto moral se traduce en juicios que definen el acontecimiento
como insoportable e inmoral y, por consiguiente, debe conducir a una accin de cambio. Conocimiento y juicio moral se combinan para que un fenmeno se transforme en problema y en desafo.
Un problema pblico es socialmente asumido: se genera un proceso de
responsabilizacin por parte de talo cual segmento de la sociedad.}Un grupo determinado decide que un problema es acreedor a una intervencin pblica porque dicho grupo tiene capacidad, autoridad para promoverlo como
tal.LPuede exigir una accin pblica para que se haga algo al respecto.
Gusfield toma como ejemplo a este respecto el problema de la homosexualidad en Estados Unidos. Los psiquiatras han sido sus propietarios, es
decir, la autoridad a la que recurran los otros grupos para obtener una definicin y soluciones, con lo que la homosexualidad se ha visto psiquiatrizada como problema pblico. Puede ocurrir, no obstante, que un grupo pierda su estatuto de propiedad a favor de otras instituciones o medios. El
problema pblico tiene todas las posibilidades de verse redefinido en su estructura cognoscitiva y moral. De esta manera, la homosexualidad se convirti en una iniciativa cvica en manos de grupos que luchaban por la
igualdad de derechos para las minoras.
Queda por comprender el contenido de la descripcin y de la solucin
que se da al problema. El concepto de responsabilidad abarca dos sentidos.
Uno es casual: el acontecimiento A es responsdable del acontecimiento B?
Cmo es posible el hecho B? Se sita en el universo de la creencia y del
conocimiento. El otro sentido responde a la pregunta qu hacer respecto a
B? Entramos en el mbito de la responsabilidad poltica y moral: alguien
debe hacer algo para que esto cambie, para que B no sea ya lo que era. El
proceso entonces observable es resolver quin debe encargarse. El proce-
EL ANLISIS
121
122
audible para muchas longitudes de onda; facilitar, con su vaguedad, muchas posibilidades de acceso, un rastrillaje ancho, y alianzas amplias.
- Su simplicidad. El problema debe ser enunciado en trminos simples, no complejos.
- Su persistencia en el tiempo. El problema gana si no es definido en
un espacio efmero, demasiado momentneo, sino al contrario, en uno relativamente persistente, inscribindolo en la duracin.
- Su novedad. Un problema nuevo, sin historia, engancha mucho
ms que un tema recurrente, que arrastra una experiencia pasada, en la cual
ya ha sido expuesto el objetivo buscado.
- El carcter imperfecto del problema. Los pblicos se muestran mucho ms sensibles a iniciativas que adolecen de anomalas e imperfecciones, que a causas demasiado bien pulidas y desmenuzadas.
La reformulacin de un conflicto, de un problema, se despliega muy a
menudo en el terreno de los smbolos. Por smbolos entendemos aqu los valores y las normas emocionalmente movilizadoras, porque son compartidas
extensamente por ciertos medios. As, los empresarios polticos saben muy
bien apelar en el momento oportuno a smbolos tales como el inters general
del pas, el porvenir de la economa nacional o la justicia social; temas o problemas tan localistas y particulares como la obtencin de subvenciones pblicas para las estaciones de esqu, en caso de falta de nieve, o la presencia
de un mecnico-piloto en las cabinas de los nuevos Airbus de Air Inter.
Se cometera un error si se rebajaran tales estrategias al nivel de las
prcticas demaggicas, viejos artificios que sirven para racionalizar el corporativismo inconfesable. De hecho, proceden de una reformulacin por
medio de la movilizacin de valores a fin de incluir pblicos ms extensos
en el juego. Hablaremos entonces de estrategia de globalizacin. Cuanto
ms se transforme un problema en un tema de resonancia emocional, ms
se acentuar su credibilidad y ms importantes sern los pblicos que presten su apoyo, La condicin necesaria para que este encadenamiento simblico (<<nosotros es tambin vosotros) consiga cambiar las relaciones de
fuerza, depende del hecho de que amplias fracciones de la poblacin se manifiesten sensibles a los valores invocados. Una muestra viene dada por la
relativa simpata que ha suscitado el movimiento estudiantil durante las manifestaciones de diciembre de 1986 contra el proyecto de ley llamado
Devaquet entre los padres burgueses cuyos hijos desfilaban en las calles.
A la inversa, puede haber prdida de credibilidad; por ejemplo, el argumento del mantenimiento del poder de compra, menos movilizador al final de
la dcada de 1980 que diez aos antes. Por otra parte, un martillo no puede
servir para matar una mosca. Si el referente simblico es demasiado intenso
en relacin con un problema cuya evidencia no ha sido establecida, el capital movilizado se despilfarrar. Igualmente, a una ampliacin fuerte no le
bastan los smbolos dbiles: la ampliacin del pblico no seguir-.
EL ANLISIS
123
Los medios de informacin desempean un papel absolutamente primordial en el proceso de aceleracin o atenuacin de un desafo, de desmovilizacin o ampliacin de los pblicos demandantes. Los empresarios en
busca de accin pblica pueden utilizar los medios de comunicacin de diversas maneras. Una es despertar la sensibilidad de un pblico ms amplio,
llamar su atencin. Otra, ms brutal, consiste en provocar un acontecimiento, por ejemplo, forzando a un grupo a entrar en escena, interpelandolo. Los medios de comunicacin tambin pueden volverse contra las estrategias de los empresarios polticos, induciendo efectos que, al contrario, disuadan a los pblicos potenciales de sentirse afectados.
4. La inclusin en la agenda
El acceso a la agenda no es libre o neutro. El control de este acceso provee un recurso poltico decisivo a quien lo detenta. Se ven aparecer verdaderos guardianes de la agenda. Su funcin consiste en reducir la presin
cuando crece demasiado, negociar una demanda, hacer aceptable la presin,
formalizarla, lograr que se la tome en cuenta segn los cdigos admitidos.
Tratar o no tal informe, el orden mismo de discusin de las cuestiones,
cuando no su formulacin, son otros tantos obstculos posibles a la circulacin de los desafos. En trminos de agenda coyuntural, se imagina fcilmente el potencial de influencia de que puede disponer la prensa, por ejemplo, dedicando la portada a un problema o, al contrario, silenciando el tema
en sus columnas. El control de la agenda ha suscitado una serie de trabajos
sobre el funcionamiento de los rganos legislativos, en particular en
Estados Unidos (Bendor, Moe, 1986; Romer, Rosenthal, 1978). En cambio,
sigue siendo un tema prcticamente virgen en los pases europeos.
4.1.
LAS CONDICIONES
124
EL ANLISIS
125
4.2.
LAS RESPUESTAS
126
EL ANLISIS
127
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128
CAPiTULO
LA DECISIN PBLICA
Actuar es tomar decisiones. La decisin ocupa un lugar esencial en la jerarqua de los actos pblicos, porque en ese preciso momento se juega la partida. Un responsable administrativo resuelve. Se seleccionan las soluciones.
Una serie de acontecimientos derivan de ellas. Los interesados en la poltica
pblica considerada vern afectada su situacin. El porvenir parece comprometido de manera irreversible.
En la vida concreta de la gestin pblica todo concurre a la revaloracin,
cuando no a la sacralizacin, de la toma de decisiones. La Constitucin o el
organigrama precisan, a veces detalladamente, quin tiene derecho a firmar,
en qu circunstancias, al final de qu trmites. El decisor final es la persona
que cuenta, aquella cuyos humores, intereses y gestos se espan. Se le deben
honores. Porque todo, en definitiva, descansa sobre sus espaldas y compromete su responsabilidad. En casa de la poltica, el decisor trabaja en el piso
principal, como el capitn en un barco. Los consejeros o los expertos, si bien
ayudan a decantar el problema y a generar alternativas, permanecen en la
bodega.
En principio, el momento de la decisin representa el apogeo del trabajo
poltico y administrativo. El resto parece secundario. sta es, en parte, la razn por la cual, a los ojos del observador de la cosa pblica, la decisin tiene
valor privilegiado como reveladora del sistema poltico y, en consecuencia,
de la estructura profunda de las comunidades y de las sociedades. Porque
quien tiene la decisin ejerce el verdadero poder.
l.
130
1.1.
UN REVELADOR CONTROVERTIDO
EL ANLISIS
131
I
forma directa: ocurre algo pertinente en materia de poltica pblica en el
momento de la decisin? El decisor es un actor que cuenta?
!
1.2.
Existe una abundante literatura en materia de decisin. Las ciencias sociales han privilegiado el estudio de lo grande, y no es una casualidad: a
decisiones excepcionales, decisores importantes. Por ejemplo, un momento
dramtico, como la crisis de los misiles de Cuba, que en octubre de 1962 enfrent a Estados Unidos y a la Unin Sovitica, llevndoles al borde de la
guerra nuclear (Allison, 1971). O bien la funcin de presidente de Estados
Unidos (Neustadt, 1960; Johnson, 1974). Procediendo as, las ciencias sociales contribuyen a alimentar el fenmeno de la valoracin de la decisin. En
efecto, se entiende, implcitamente, que una decisin nica es una gran decisin, un momento nico de eleccin que marca una discontinuidad en el
tiempo y en el espacio y que viene de arriba. Esta decisin tiene, pues, una
historia. En esto se opone a la pequea decisin, mecanismo de rutina, repetitivo, cuyo aporte es marginal y emana del medio o de la base. La pequea decisin es automtica, sin historia, y por lo tanto sin inters.
No obstante, ciertos resultados no dejan de sorprender y de embrollar las
pistas, poniendo en duda estos prejuicios. As, el presidente de Estados
Unidos, supremo seor de la paz y de la guerra, preside, pero no decide verdaderamente. Casi no controla la accin; ratifica soluciones de las que es prisionero y que resultan de compromisos, de rutinas surgidas de su administracin. El camino que conduce a las grandes decisiones, aunque tenga la apariencia de la racionalidad, est sembrado de acontecimientos imprevistos, de
senderos tortuosos, de luchas intestinas, de mltiples participantes, de consideraciones extravagantes. Por su parte, las pequeas decisiones no son
siempre automticas, simples, ni carentes de historia.
La formulacin de polticas por las autoridades pblicas y la forma en
que se legitiman las opciones de los decisores han provocado la curiosidad
de los socilogos y de los politlogos a travs de numerosos estudios de casos concretos. Uno de ellos, convertido en un clsico, pone de manifiesto el
carcter activo de ciertos actores polticos que se transforman en promotoreselaboradores de decisiones (Bardach, 1972). Tambin disponemos de una
sntesis del estado de los conocimientos relativos a los procesos decisorios a
nivel federal en Estados Unidos (Ripley, Fralklin, 1984).
Algunos estudios detallados realizados en Francia cubren las polticas
pblicas nacionales, postergando el nivel local. Sus resultados sugieren una
observacin de orden general: existe una gran variedad de situaciones concretas a partir del momento en que estn en juego decisiones importantes
(Suleiman, 1976; Zysman, 1977; Grmion, 1979; Padioleau, 1981; Jobert,
Muller, 1987; Thcenig, 1987).
132
As, el 30 de diciembre de 1958, el gobierno dict una ordenanza que reformaba los estudios mdicos y las estructuras hospitalarias (Jamous, 1969).
Esta decisin representaba una ruptura espectacular en el medio sanitario: introduccin de la dedicacin a tiempo completo para los residentes de los hospitales universitarios; institucin de un concurso oposicin para el ingreso,
nacional y annimo, de mdicos internos; e introduccin de la biologa en los
estudios de medicina. Haba un antes; en adelante habr un despus. Entre
ambos, se imponen cambios revolucionarios a los hospitales y mdicos de
los hospitales universitarios.
Jamous caracteriza esta decisin con los rasgos siguientes:
- Es global. En efecto, afecta al funcionamiento cotidiano del hospital,
a las ramificaciones de la enseanza de la medicina, a la investigacin mdica en todos los hospitales clnicos del pas y lo hace de manera uniforme.
- Es poltica. En un sector donde dominaban el corporativismo, el
nepotismo y la referencia a la profesin liberal, la decisin inyecta nuevos
valores, tales como la condicin de funcionario y la igualdad de oportunidades.
- Es autoritaria. El gobierno confi a un gran pediatra, Robert Debr,
padre del primer ministro de la poca, la preparacin de las opciones. Se
apoy en una pequea red personal de especialistas y de jvenes mdicos. La
consulta se redujo al mnimo. La preparacin se llev a cabo con toda discrecin, sin negociar con los intereses establecidos.
Exista desde haca algunos aos un retraso acumulado por el sector mdico y hospitalario universitario francs. Las necesidades de reforma eran
evidentes, pero no se avanzaba en la adopcin de medidas concretas. Pasar
de la necesidad y del problema a un acto pblico que determinara las soluciones y las ratificara oficialmente no constitua un paso evidente y necesario. Faltaba an la cristalizacin de dicha necesidad. Jamous distingue tres
grupos de factores que, ligndose los unos con los otros, provocaran la
reforma:
i) Condiciones sociohistricas. Por ejemplo, se toma conciencia de
un desfase creciente entre las disfunciones del sistema mdico y hospitalario
universitario y las posibilidades tericas de rendimiento de que es capaz la
medicina. Una categora socioprofesional nueva dentro del medio (jvenes
mdicos formados en nuevas tcnicas) se aduea de soluciones de recambio
tcnicamente coherentes y las propone. Estas soluciones se presentan de tal
manera que parecen responder a demandas sociales generalizadas (ms fcil
acceso a los hospitales, etc.). Encuentran una voluntad poltica convergente
en contra de las principales administraciones afectadas que bloquean el
.
cambio.
EL ANLISIS
133
134
otras inspecciones generales. De esta forma, el objetivo general (descentralizar y movilizar nuevos notables) queda ahogado en provecho de ajustes concretos, cuyo criterio de aceptacin se enmarca en los intereses sectoriales, representados por los altos funcionarios. A su manera, la gran
idea da a luz un ratn. La decisin, como innovacin, es inversamente
proporcional a la distancia de los altos funcionarios expertos que participan en el proceso con respecto al sistema administrativo propiamente dicho. Tener ambos pies en el sistema, en trminos de funciones ocupadas y
de carrera individual, vuelve miope ante el cambio y conservador en las
proposiciones.
Los trabajos de Jemous y Grmion ilustran proposiciones ms generales
tales como:
- El decisor poltico sirve de detonador para la elaboracin de nuevas
polticas pblicas.
- Aunque sea l quien firma y resuelve en ltima instancia, se apoya en
soluciones concretas cuya formulacin detallada, tcnicamente constituida,
no es obra suya.
- Terceros grupos proveen estas soluciones, elaboran las opciones y
aseguran su legitimidad operacional.
- En definitiva, las medidas adoptadas no son necesariamente respuestas obligatorias a las exigencias generales de la sociedad y de sus representantes polticos, sino el producto de actividades intermediarias de expertos y
de consejeros.
Por ltimo, se puede preguntar, razonablemente, si quien decide en lo
formal decide de verdad, y tambin si hay una decisin reconocible y adoptada en un momento dado.
La tecnocracia no est lejos. Eso explica la creacin, en 1966-1967, del
Ministerio de Equipamiento (Theenig, 1987). Esta iniciativa mezcla aspectos
constitutivos -fusin de los servicios de construccin y de los de obras pblicas- y redefiniciones de la poltica urbana: nuevas medidas en los mbitos del transporte, la vivienda y la ingeniera civil pblica. El presidente de la
Repblica, De Gaulle, y el ministro de Equipamiento, Pisani, son los mascarones de proa. Sin embargo, la influencia del cuerpo de ingenieros de caminos aparece como primordial desde antes de la decisin poltica formal, y
despus en la elaboracin de las medidas sucesivas que la traducen en programas concretos de accin. El cuerpo se apodera de exigencias sociales,
econmicas y polticas, las frena o las amplifica de acuerdo con sus necesidades, en la medida en que ve en ellas oportunidades compatibles con la extensin de su empresa en el aparato del Estado. Modela las soluciones de las
que tiene el monopolio, aparta las que pueden atacar este monopolio, y transforma en iniciativas tcnicas, tratables bajo la forma de medidas administrati-
EL ANLISIS
135
vas, las necesidades de equipamiento colectivo de una sociedad cuya expresin es, sin embargo, del orden de la accin poltica.
De ah a ver desaparecer completamente el momento de la decisin y el
decisor, no hay ms que un paso. Este paso se da cuando la poltica pblica
compromete, incluso, el destino mismo de la colectividad.
Esto es lo que sugiere la observacin de la poltica nuclear (Simonnot,
1978). Durante ms de 30 aos, desde finales de los cuarenta hasta comienzos de los ochenta, un pequeo grupo cerrado de industriales, de altos funcionarios tcnicos (ingenieros de minas) y de dirigentes de empresas pblicas
(EDF, CEA) agrupados en la comisin PEON (comisin consultiva para la
produccin de electricidad de origen nuclear) elabor las opciones y decidi
las medidas de Estado para la actividad nuclear civil y militar. Lo hizo al
abrigo de toda verdadera interferencia gubernamental y sin ningn debate
pblico. As, se puede preguntar cundo se decidi la fabricacin de la bomba nuclear por Francia. Los hechos muestran, ante la estupefaccin general,
que jams ninguna autoridad pblica lo ha sabido. No hay fechas ni responsables identificables. La bomba atmica francesa no se decidi. Se hizo poco
a poco hasta que, un da, Francia se despert con un arsenal nuclear incipiente a su disposicin.
Este tipo de comprobaciones pueden afectar a la sensibilidad cvica o tica. La responsabilidad poltica y el debate pblico aparecen ocultos, y los gobiernos son vctimas del engao de la tecnocracia, abdicando de su papel. Sin
embargo, el juicio moral no es suficiente. Adems, puede hacer fracasar el
intento de comprensin de las condiciones necesarias para el acto decisional.
Tal vez el problema, si lo hay, reside en parte en la usurpacin de la decisin
pblica por terceros, expertos o tecncratas. Otra pregunta merece ser formulada, no moral ni cvica sino intelectualmente: y si la forma en que razonamos habitualmente sobre la decisin poltica no fuera la adecuada?
2.
136
EL ANLISIS
137
interpretacin entre el contenido y la forma sugiere que si en la accin pblica los valores o las ideologas desempean un papel importante, la factibilidad y el realismo tambin cuentan mucho en la calidad de la formulacin que
adopta el decisor pblico. Una alternativa se presenta, por tanto, como un
clculo social que mezcla la factibilidad poltica -el objetivo y la solucin
son admisibles para terceros, son aceptables para quienes deben decidir?- y
la racionalidad tcnica -el objetivo y la solucin son pertinentes y compatibles entre s?-.
Una caracterstica del proceso de decisin reside en el encadenamiento de las actividades. En efecto, durante el proceso, no slo entran y salen
de escena numerosos actores -ministros, parlamentarios, altos funcionarios de los gabinetes ministeriales y de las administraciones, lobbystas-ssino que el progreso mismo del proceso no es necesariamente lineal. El
anlisis del problema no precede necesariamente a la formulacin de soluciones; la puede seguir. El anlisis o examen del problema puede quedar paralizado durante el camino. Otro problema distinto sustituye al problema de partida, o bien emerge durante el proceso, ligado poco o mucho
al problema inicial. La agenda se transforma, se extiende o se contrae.
O bien aparecen opciones que no tienen demasiado que ver con el dato
considerado, pero que atraen la atencin de los actores. La formulacin
se subcontrata a terceros, que transforman completamente el problema,
tomando el control del proceso en su provecho. En resumen: la fase de
formulacin puede revestir aspectos en apariencia desordenados, diluidos
en el tiempo y no lineales.
- En cambio, la fase de legitimacin parece ms breve y ms identificable. En el sentido estricto del trmino, coincide con que el responsable formal, el individuo o el grupo al que institucionalmente le corresponde el derecho y el deber de resolver, resuelve. Vota, firma, decide. En teora, posee
la autoridad, el monopolio de las opciones. Puede aceptar o rechazar la seleccin inicial, puede actuar discrecionalmente. No est obligado a adoptar la
opinin de los consejeros, los expertos y los otros actores. Tiene la posibilidad de hacer y deshacer.
En la prctica, lo ltimo ocurre raramente. A veces, quien decide ratifica pura y simplemente la actividad de seleccin. O bien modifica slo un detalle de la opcin que ha sido preparada. Quiere decir esto que es prisionero
del proceso anterior? S y no.
Quien decide no tiene tiempo para hacerlo todo. Le falta influencia
para destruir los compromisos que neutralizan o movilizan, hoy o maana, a otros actores que cuentan. Le faltan el conocimiento y la informacin sobre la tecnicidad de las iniciativas y de las opciones posibles. Al
mismo tiempo, en sentido inverso, puede estar convencido de que sus
consejeros o colaboradores han anticipado sus intereses, sus valores, sus
preferencias.
La legitimacin no es un acto protocolario, aun cuando el decisor se con-
138
tenta con ratificar el trabajo elaborado anteriormente. Posee su valor agregado, que es poltica y simblicamente decisivo: por su voto, por su firma, reviste de legitimidad la opcin y la hace oficial, portadora de autoridad e irreversible. El trabajo de legitimacin consiste, pues, en aportar una solucin de
acuerdo con un criterio de eleccin que la haga aceptable a los ojos de terceros. Se trata de conformar la solucin a las normas que comparten los subordinados, los lderes polticos o el pblico. En lo sucesivo, si alguien puede
discutir la opcin, deber exponerse a transgredir las normas compartidas colectivamente, pagando un costo muy alto, discutiendo la constitucionalidad
del sistema poltico, la legalidad de los procedimientos, recurriendo a la amenaza (la calle, la huelga, la guerra civil), etc.
El sistema poltico francs ofrece, a este respecto, oportunidades muy
elaboradas. Los terceros pueden recurrir a las instituciones de apelacin
(Consejo constitucional, tribunales administrativos, Consejo de Estado). El
decisor mismo dispone de la facultad de tomar la decisin en principio -publicacin de leyes en el Journal officiel por ejemplo-, retrasando, no obstante, las modalidades concretas de aplicacin por los servicios administrativos -no publicacin de los decretos de aplicacin-o La historia est llena
de principios que esperan siempre su operatividad instrumental, en una secuencia marcada por dos tiempos decisorios diferentes, sin que uno implique
necesariamente el otro.
En ltima instancia, conviene interrogarse sobre el estatuto mismo de la
decisin pblica. Una visin positivista de las cosas es no considerar como
decisin pertinente ms que la actividad que conduce a una autoridad pblica
a legitimar una opcin. Cuando el proceso llega a su trmino, se vuelve objeto de atencin y de significacin para el comportamiento de las polticas pblicas. Una visin as es manifiestamente errnea. La no decisin existe, y
traduce una actividad al menos igualmente significativa de la actividad pblica (Bachrach, Baratz, 1963). El desafo inscrito en la agenda no se ha traducido ciertamente en una opcin, pero ha sido tratado.
Una no decisin encubre un conjunto de actividades que sirven para sostener la movilizacin de valores, procedimientos, ritos y actores, con el fin
de legitimar la no accin de una autoridad pblica. Todo sucede como si sta
decidiera no decidir, o ms concretamente, como si decidiera enterrar el problema. Su poder, en efecto, no se manifiesta slo en el hecho de resolver los
problemas por medio de la accin positiva. Adopta, igualmente, la actitud de
esquivar el cambio.
Bachrach y Baratz identifican cuatro tipos de estrategias de no decisin:
-
EL ANLISIS
139
3.
3.1.
LA RACIONALIDAD ABSOLUTA
140
Lo mismo debe hacer un ministro o un alcalde en materia de polticas pblicas: el problema y su anlisis preceder a una decisin sobre la base de
criterios racionales y objetivos.
El decisor y el problema
L - _
3.2.
LA RACIONALIDAD LIMITADA
EL ANLISIS
141
El decisor racional se comporta como si se moviera en el mundo de la racionalidad triunfante o absoluta. Ningn condicionamiento cognoscitivo o
poltico pesa sobre l y sobre su situacin. Resumiendo: se sita en el universo de la ilusin, es decir, en el normativo.
En la realidad, quien decide tropieza con mayores apremios. Las obligaciones que administra dependen de diversos factores:
i) La informacin falta y cuesta. No se accede a ella gratuitamente, y
significa un costo de investigacin para quien decide. El precio que paga
puede consistir en el tiempo transcurrido o en la dependencia de terceros que
poseen la informacin y a los que hay que devolverles el favor (poder, contrapartida, etc.). Por otra parte, no es evidente su asimilacin. Por ejemplo:
una informacin puede poner en cuestin la visin del mundo (1os valores)
que, por su experiencia o por prejuicios de su educacin, ha adquirido la persona que debe decidir. En este caso, y con el fin de disminuir las tensiones
que crea en l esta disonancia cognoscitiva (separacin entre valores subjetivos e informacin objetiva), el decisor preferir dejar de lado la informacin
y salvaguardar su visin del mundo.
ii) Los criterios de eleccin son escasos. Los mtodos disponibles
para definir lo ptimo, o toda aproximacin a un arbitraje entre ventajas e inconvenientes, son poco numerosos. As, siempre se recuerdan los mismos
ejemplos en materia de opciones pblicas que pueden apoyarse en una variedad de criterios cientficos que permiten comparar las alternativas entre ellas:
las decisiones en el campo de las grandes infraestructuras de transportes
(construccin de carreteras, extensin de las redes ferroviarias, etc.). No obstante, las reas para las que existen mtodos son escasas. Lo son an ms, los
sectores en los que hay consenso social y poltico para la aplicacin de estos
criterios.
iii) Vara la capacidad para generar un inventario exhaustivo de las alternativas. El decisor racional hace un inventario de todas las alternativas y
de sus mritos respectivos. Pero, aqu tambin, existen importantes limitaciones ligadas a la naturaleza del comportamiento cognoscitivo. As, los individuos varan en su capacidad de administrar la complejidad. Algunos no pueden
pasar a la accin sin disponer de una masa considerable de informaciones.
Cuanto ms complejo parece el problema, ms decantada parece la situacin y
ms dispuestos se muestran stos a actuar. Otros, al contrario, no pueden decidir si las alternativas no han sido reducidas al mnimo: un exceso de opciones y
datos sobre sus mritos evidencia un proceso mal decantado.
iv) La necesidad de elegir desencadena una tensin psicolgica. Un
proceso de decisin traduce a menudo momentos de incertidumbre, presin y
tensin. Est en juego el porvenir, estn en discusin intereses, y se ven afee-
142
tados ciertos administrados. Existen motivos suficientes para que se desestabilicen los egos bajo el peso de las responsabilidades. El presidente Lyndon
Johnson, un poltico ms bien experto, no se levantaba por las noches, abrumado por la angustia, para pasearse ante los retratos de sus predecesores? La
capacidad del decisor para soportar psicolgicamente la eleccin vara de
forma considerable de una persona a otra. Por ejemplo, tal poltico no soporta que la indecisin se prolongue, y pondr lo ms rpidamente posible un
punto final a la incertidumbre. Exagerando, toda decisin es buena, cualquiera que sea, con tal que se acaben las dudas.
Durante la decisin, el actor maneja a la vez:
un contenido, un problema;
un proceso, una situacin.
La racionalidad absoluta no tiene sentido, salvo que se admita que encubre situaciones en las que la persona que decide se comporta como una mquina programada para la tarea pendiente de resolver. Pero ste no es el caso.
Los compromisos ejercen una dura tirana sobre el proceso, sobre la situacin. Lo subjetivo, lo sectorial, lo no consensual o lo no reproducible por
terceros constituye un dato esencial. Es cierto que hay racionalidad, pero se
trata de una racionalidad limitada.
No faltan anlisis que demuestran la utopa de un enfoque racional de la
decisin pblica, aun cuando a la inteligencia de los hombres se sumen los
mtodos llamados modernos o cientficos. Se pueden citar otros ejemplos de
este gnero de fracasos:
- el PERT (Program Evaluation and Review Technique) aplicado al
programa de construccin de cohetes nucleares Polaris para submarinos
(Sapolsky, 1972);
- el anlisis de sistema resultante de la investigacin operacional, y
utilizado por diversos programas federales norteamericanos (Hoos,
1972);
- la teora de la escalada y el recurso a cerebros universitarios en el
caso de la crisis de los misiles de Cuba (Allison, 1971);
- el PPBS (Planning Programming Busgeting System) como instrumento de renovacin del proceso presupuestario en Estados Unidos
(Wildavsky, 1970). Su versin francesa, la RCB (Rationalisation des
Choix Budgtaires), y su uso en los ministerios para la eleccin de las polticas.
El modelo de la racionalidad limitada comprende el comportamiento de
un decisor que gestiona un compromiso entre un problema y los apremios
de la situacin. Hace lo mejor que puede all donde se encuentra.
143
EL ANLISIS
Problema
!_ _-...
Contexto
Preferencias
del decisor
Obligaciones
del decisor
Recurso a un criterio
","""'bl.'!d. opcin..
Seleccin de una solucin
satisfactoria
La actividad del decisor consiste en recordar y explorar el pequeo nmero de alternativas de que dispone, que conoce o que le parecen aceptables
a l y a terceros. Minimiza la bsqueda y el anlisis de las alternativas.
Seguidamente, adopta un criterio de juicio razonable, mezcla de racionalidad
y de intuicin. Finalmente, en el conjunto de alternativas exploradas, se detiene en la primera solucin que les parece satisfactoria a l y a los dems.
No busca lo mejor o lo ptimo; se contenta con evitar lo peor o lo menos razonable. Quien decide concilia factores de dos rdenes diferentes (Cyert,
March, 1976).
Concretamente, este modelo se traduce en estrategias de decisin tales
como:
El decisor adopta, de entrada, una alternativa privilegiada, que prefiere y que revaloriza, oponindole alternativas que la rechazan (la estrategia de
la alternativa pivote).
- El recurso a los antecedentes, a la experiencia, al oficio; es decir, a alternativas ya utilizadas por quien decide o por otros y que han sentado jurisprudencia. Se hace hoy como se haca ayer.
- La referencia a criterios con apariencia de normas, con bases seudocientficas, verdades parcialmente racionales y admitidas en el ambiente (lo
que los ingleses llaman las rules of thumb). Ejemplo tpico de esta estrategia
en poltica pblica es la idea de que una poblacin inmigrada que sobrepase
el 15 % en un territorio desencadena brotes racistas en la colectividad. Una
verdad comprobada ayer en un territorio A se transforma en criterio para maana en un territorio B, si es preciso apoyndose en artculos cientficos o
con la pretensin de serlo.
144
La dualidad racionalidad de sustancia/racionalidad de proceso debe completarse con otra polaridad en el caso del decisor pblico: la formada por la
racionalidad de sustancia y la racionalidad poltica. En efecto, el actor pblico se sita igualmente en un escenario poltico donde el xito (o el fracaso),
juzgado por terceros, se evala a plazo, con un desfase temporal.
La racionalidad de sustancia se caracteriza porque los actores empean
ex ante su posicin, su responsabilidad, su nombre, en una de las opciones,
en el contenido o el encadenamiento metas-soluciones-efectos que sta posee. Frente a terceros, en el mismo momento o al cabo de cierto tiempo, los
actores se muestran o mostrarn partidarios de esa opcin. Cuando sus
efectos se manifiesten, los terceros la considerarn acertada si siguen el
sentido marcado, y errnea si son contrarios. Los actores se comportan
ideolgicamente: su verdad compromete su seguridad o su imagen pblica o poltica.
La racionalidad poltica es diferente. Los actores no se atan de manera
unvoca a una opcin con preferencia a otra. Evitan tomar abiertamente partido sobre el fondo y no se comprometen de manera irreversible. Al contrario,
mantienen muchas opciones abiertas, con el fin de recuperar los efectos a
plazo, cualesquiera sean estos efectos y la opcin elegida. Porque su estrategia para el xito se desarrolla a un nivel distinto del contenido de la decisin.
Para stos se trata de mantenerse en su papel hoy y siempre y, si es posible,
capitalizar los beneficios ex post que encuentren en el fondo del problema.
Las decisiones pasan, los actos quedan: el pragmatismo y el maquiavelismo
permiten volver sobre sus pasos al responsable de la decisin.
)El paradigma elaborado por Simon ofrece la clave para comprender por
que un decisor pblico se comporta como lo hace. Queda por aclarar el proceso mismo de la decisin: cmo progresa la iteracin y conduce a optar por
la solucin.
4.
El proceso decisorio
Esta lista refleja una propiedad estructural importante. En efecto, para los
dos primeros factores, lo que haga o no quien decide cuenta para la eleccin
final; el contexto es slo uno de los principales condicionantes. En los dos l-
EL ANLISIS
145
timos, el decisor desaparece como actor privilegiado: en realidad, el que decide es el contexto; el sistema se impone sobre el responsable de la decisin.
4.1.
Un papel est compuesto por las expectativas y los valores con los que
un medio presiona sobre una jerarqua, una funcin pblica, un mandato
electivo: el jefe, el alcalde, el ministro. La presin social expresa su existencia. El individuo que ocupa esta posicin, esta funcin, este mandato, tiene
que adaptarse necesariamente -y carece de libertad para no hacerlo- a las
esperanzas y a los valores de esa presin, salvo que se arriesgue a perder su
estatuto, su credibilidad o incluso su situacin. La presin social espera del
ministro que se adapte a los hbitos, que se comporte de acuerdo con la imagen que la clase poltica y la opinin pblica tienen de lo que es un ministro.
El mecanismo induce efectos conservadores y compromete poderosamente la
eleccin de las alternativas.
Esto se demuestra en los cuadros dirigentes de las grandes empresas
(Mintzberg, 1980). En teora, es el hombre situado en lo alto de la jerarqua
(el director general y sus colaboradores directos) quien toma las grandes decisiones: la estrategia de la empresa a medio plazo, su presupuesto anual, etc.
Pero, aun en las empresas muy bien conducidas, la teora del cuadro dirigente planificador de lo esencial no corresponde a la realidad de su comportamiento. Al contrario, el cuadro dirigente dedica muy poco tiempo a tomar
decisiones, y menos an sobre asuntos esenciales para la empresa. Su actividad se parece a un frentico script de cine hecho de flashes incoherentes entre ellos, porque se compone de tareas:
- extremadamente variadas: Mintzberg distingue 16 clases diferentes,
que van desde el mascarn de proa y el jefe de protocolo, hasta el decisor y
el comunicador;
- realizadas brevemente: la media de una secuencia consagrada a una
tarea es apenas de nueve minutos;
- yuxtapuestas y fragmentadas: el cuadro dirigente pasa, sin transicin,
de una reunin con un colaborador que se retira, al arbitraje de un conflicto
entre dos servicios.
Peor an: cuando se ocupa de grandes decisiones, lo hace segn un estilo
muy particular:
- intuitivo y no sinptico. Decide antes de tener una visin de conjunto
y sin poseer informacin;
- privilegiando la informacin verbal y concreta sobre la informacin
escrita y sustancial. No lee los informes.
146
4.2.
EL ANLISIS
147
4.3.
Al igual que las empresas y los partidos, los servicios pblicos funcionan
como conjuntos de organizaciones plurales o pluralistas. Los distintos
elementos, oficinas, grupos y profesiones que los componen no obedecen en
sus comportamientos cotidianos a objetivos unvocos comunes que se impondran a todos de la misma manera. Cada uno persigue sus intereses sectoriales, manifiesta su propia visin de lo que es eficaz y racional. No hay racionalidad colectiva nica. Crozier, en sus anlisis de los servicios de cheques postales y de la manufactura de tabacos (Crozier, 1964), da una muestra
espectacular de esta diferenciacin intraorganizacional.
Los ajustes entre actores se practican en tomo a las relaciones de poder
que se tejen entre ellos. Los actores que controlan poderosas incertidumbres
de las que dependen terceros, si no toda la organizacin, hacen que estos terceros y la organizacin dependan de la negociacin de su buena voluntad.
Imponen su propia racionalidad, sus propias reglas de juego. Sin embargo, a
menudo, el poder no est en manos de los escalones ms altos de la jerarqua,
sino en los niveles de base o en la periferia. Quienes deciden formalmente no
tienen informacin y actan de manera abstracta, por principios generales.
Los que ejecutan las decisiones adaptan a las circunstancias locales los principios decididos por la cspide y poseen informacin que ocultan celosamente en la manga. Porque, en definitiva, nadie tiene inters en comunicarse con
el otro; cada uno se reserva un margen de autonoma frente a los dems y se
protege contra las consecuencias de su forma de actuar. De ah un crculo vicioso de desajustes que se refuerzan mutuamente, quedando la decisin cada
vez ms separada de la ejecucin, centralizada en la cspide, mientras el decisor recurre, cada vez ms, a criterios reglamentarios para actuar sobre los
problemas en la base. La Administracin francesa es un ejemplo caracterstico de organizaciones que estallan en mil racionalidades sectoriales yuxtapuestas, que eclosionan entre ellas y que la jerarqua no puede integrar
(Dupuy, Thoenig, 1985).
Frente a universos tan plurales y explosivos la iteracin de la decisin depende del manejo del poder. La cuestin es saber quin tiene el poder para
anticipar el proceso. Sin embargo, el poder, aunque est repartido desigual-
148
mente entre los actores, nunca es acaparado por un solo grupo o actor. Los
otros se reservan sus bazas, que aun siendo dbiles no son menos reales, porque el actor ms poderoso no puede hacerlo todo solo y necesita de la cooperacin ajena. A partir de ah, se desarrollan procesos de intercambio y negociacin que se traducen en compromisos tcitos.
En un universo plural, la decisin depende del orden de los compromisos. El decisor no tendr verdaderamente margen de accin sobre ella si, adems, no ocupa una posicin de poder frente a aquellos cuya adhesin y ayuda
moviliza. Si no es el caso, y esto sucede a menudo, no pasar de mero ratificador pasivo de los compromisos tolerables para la organizacin y que, de
cierta manera, le impone la relacin de fuerzas. El contexto est primero, no
el problema de cuya decisin se trata.
Esta imagen de la decisin como Realpolitik de la influencia y del poder,
es pesimista. Se opone a una estrategia de accin que aqu llamaremos sinptica. Esta ltima postula que, de entrada, hay que poner los problemas sobre
el tapete con toda transparencia y en todas sus dimensiones (preferencias, alternativas, efectos). El decisor debe afrontar la eleccin con las cartas en la
mano, y la norma de eleccin debe ser aspirar a la perfeccin, al ideal. Ahora
bien, frente a un universo plural, dicha estrategia es irrealista y est condenada al fracaso. De ah otra estrategia, denominada incrementalismo disjunto
(Lindblom, 1959 y 1968; Braybrooke, Lindblom, 1970).
Lo posible es la referencia para la accin. Un universo plural se presenta,
en efecto, como una caja negra en la que no existe ningn consenso posible:
ni sobre el problema, ni sobre las preferencias, las alternativas y los criterios
de eleccin. Por tanto, el cambio -o la decisin- slo puede ser inducido
a~ margen, de forma indirecta. Para el decisor, un proceso incremental disjunto se caracteriza por la adopcin de comportamientos tales como:
- no insistir sobre el contenido, no identificarse o encerrarse en el problema o en una alternativa (so pena de parecer que se toma partido y, por lo
tanto, de que uno se erige en portavoz de un punto de vista particular no
aceptado por las dems partes interesadas);
- actuar cada vez que se pueda y que se presente una ocasin (por lo
tanto, no forzar la decisin);
- aceptar el tratamiento de problemas anodinos, aun parcial o lejanamente relacionados con el problema central (un paso cada vez);
- estar dispuesto a intercambiar concesiones con los jugadores con los
cuales se trata de actuar (dos pasos adelante, un paso atrs);
- multiplicar las coaliciones con numerosos jugadores sobre mltiples
puntos (no crear divergencias radicales entre dos campos opuestos);
- gestionar el tiempo como un recurso del juego.
Se trata de una verdadera homeopata del cambio: un sistema complejo,
atravesado por fenmenos de poder, se transforma en pequeas dosis inyec-
EL ANLISIS
149
4.4.
LA ANARQUA ORGANIZADA
150
O - - - - - - - . A - - - - - - - . . S - - - - - -.... p
A - - - - - - - . S - - - - - - + - . P - - - - - -....O
Etctera.
EL ANLISIS
151
Buscan el apoyo de tal ministro o de tales partidos (A). Y crean un acontecimiento para reforzar su demanda: huelga, manifestacin, amenazas de voto
de castigo, etc. (P).
Por otra parte, y esto puede ser an ms importante para comprender las
polticas pblicas, el encadenamiento es diferente segn los actores afectados
por el mismo proceso de eleccin. Lo que es una solucin para uno, constituye un problema para otro. La poltica relativa al transporte de mercancas por
carretera es una muestra de ello. El fraude que practican los camioneros (incumplimiento de la duracin mxima del tiempo de conduccin, exceso de la
velocidad autorizada en carretera, etc.) es un problema para el ministro de
Transportes, porque provoca accidentes que pueden crispar la opinin pblica,
Al contrario, es una solucin para los fletadores porque les permite ofrecer
mejor precio a los cargadores en una situacin de fuerte competencia. Otro
caso clsico: las controversias sobre si una decisin ha sido o no tomada en un
momento dado. En una negociacin social, el Estado patrn considera que se
ha alcanzado el acuerdo cuando los representantes sindicales han aceptado un
compromiso en la mesa de negociacin, pero estos ltimos estiman que el
acuerdo ser definitivo cuando los trabajadores desconvoquen la huelga.
En una anarqua organizada, el encadenamiento se produce entre soluciones, problemas, actores y ocasiones de eleccin, gracias a dos condiciones: el
tiempo y el malentendido. Dicho de otra forma: el proceso de reencuentro y
de confluencia entre estos cuatro factores muestra una lgica casi aleatoria.
Una anarqua organizada se parece, en efecto, en muchos aspectos, a un cubo
de basura. En un cubo de basura, ciertamente, se amontonan desordenadamente toda clase de detritos heterogneos, sin relacin entre s. Lo mismo sucede en un conjunto social complejo, donde se acumula un inventario considerable de soluciones potenciales, de problemas latentes, de actores rituales,
de ocasiones posibles de seleccin. Una decisin es, entonces, el encadenamiento de algunos de estos elementos entre ellos a travs de la duracin y del
malentendido. Es una construccin cuyo devenir no es fatal o necesario, sino
una configuracin entre muchas otras posibles.
Una decisin slo existe porque ciertos actores o terceros la perciben
como tal. En una anarqua organizada, como lo demuestra gran nmero de
estudios empricos realizados a partir del modelo elaborado por March y
Olsen, tienen lugar tres procesos principales de encadenamiento decisional:
- La eleccin final realizada responde a un problema, ya sea el considerado al comienzo u otro que lo haya sustituido sobre la marcha. La observacin de los hechos sugiere que este proceso, estadsticamente, es un caso que
se da con escasa frecuencia. En otros trminos, pocas decisiones pblicas
pueden ser conectadas a problemas claramente identificables.
- La opcin no responde, o ya no responde a un problema. El problema
se ha perdido de vista a lo largo del camino o nadie lo ha evocado nunca. La
eleccin se realiz gracias al descarte de todo problema, en una especie de
152
fuga hacia delante. sta es una situacin mucho ms frecuente que la primera. La ausencia de problema hace posible la eleccin de un acto.
- El problema ha sido descartado y no tuvo lugar una eleccin final. El
proceso se ha detenido por abandono.
Frente a un contexto decisional que funciona siguiendo el modelo del
cubo de basura, toda racionalidad prescriptiva es, en ltima instancia, intil.
Faltan, en efecto, dos condiciones necesarias:
- Los actores, en la escena decisional, modifican sin cesar sus percepciones de los problemas para justificar su accin, sus soluciones, su definicin del momento de eleccin, su forma de considerar las partes interesadas
que se incluirn en el proceso.
- Existen pocas reglas, normas u obligaciones que se impongan a todos
y que estructuren el proceso conducente a la toma de decisin.
Entonces, qu puede hacer quien dirige un cubo de basura? Pueden actuar los jefes de anarquas organizadas? En cualquier caso, no les sirve de
nada tomar, ellos mismos y autoritariamente, las decisiones ni intervenir de
una manera tctica (por incrementalismo disjunto) o aun recurrir a instrumentos cuantificados. El resto del cubo percibira sus decisiones como parciales, retorcidas. Las coaliciones seran muy dbiles y muy frgiles. Los argumentos tcnicos, las cifras y los datos no seran crebles. Al contrario, si
los dirigentes quieren mantener un margen de juego, haran mejor en distanciarse y mantener las manos libres para las cosas esenciales. Delegan, creen
en las virtudes de la competencia interna y de los conflictos (que gane el mejor) y tienen confianza en la capacidad del cubo de basura. Para actuar hay,
sin embargo, dos reas que slo ellos controlan: la eleccin de los dirigentes
intermedios, que convierten en un tema privativo, mediante la cual crean lazos de lealtad personal; y la redefinicin peridica de las estructuras formales
(organigrama, etc.), por la cual pueden remover de tanto en tanto el cubo,
como el bastn en el hormiguero, y hacer pesar la amenaza y la incertidumbre sobre las autonomas fragmentadas.
5.
El estilo decisorio
EL ANLISIS
153
154
muestra que, en realidad, este sistema racional no fue el que se sigui verdaderamente. De hecho, la informacin utilizada a menudo era precaria y a veces escasa: los cohetes eran realmente ofensivos? La aplicacin del bloqueo
naval no fue tan estricta, ya que la marina estadounidense oper a 200 millas
de las costas de Cuba y no a 80 como exiga Kennedy.
- Un enfoque en trminos de sociologa de las organizaciones. Allison
interpreta una parte de los fallos del esquema racional con la ayuda de
conceptos desarrollados por el modelo de la racionalidad limitada. Las soluciones elegidas para responder a los soviticos lo fueron porque estaban determinadas, no por la calidad intelectual de quienes decidieron (Kennedy y
su estado mayor), sino por las caractersticas de las organizaciones a las cuales pertenecan. El gobierno norteamericano es un armazn heterogneo de
ministerios que recelan los unos de los otros y que tienen sus propias rutinas:
el Departamento de Estado, la CIA, la Casa Blanca, el Pentgono, etc. La crisis se convierte en un desafo que cada uno intenta utilizar en su provecho,
algunos contra los soviticos, pero tambin para lograr una ventaja sobre el
vecino: los aviadores norteamericanos quieren desquitarse del ejrcito de tierra, la CIA de los diplomticos, etc.
En cuanto a las formas de actuar, estn condicionadas por la habilidad de
cada servicio. El bloqueo se realiza a 200 millas -lo que deja menos tiempo
a Kruschev para reaccionar sin perder prestigio y acrecienta el riesgo de enfrentamiento militar entre ambas marinas- porque la US Navy dispone, desde hace mucho tiempo, de un plan de bloqueo a 200 millas que saca de sus
cajones para esta ocasin.
- Un enfoque en trminos de mercado poltico. Allison muestra, finalmente, que otros comportamientos norteamericanos se explican porque, al
mismo tiempo que se enfrenta a una crisis internacional que opone a su pas
a la URSS, Kennedy es un operador poltico que se mueve en un mercado
poltico y electoral interior, en su propio pas. Las elecciones estn a la vista,
en otoo, para renovar una parte del Congreso. Hay que tranquilizar y tener
en cuenta a la opinin pblica, tanto ms cuanto que Kennedy debe borrar la
mala imagen producida por el fracaso de Baha de los Cochinos, tentativa de
invasin militar de la isla de Cuba orquestada por la CIA a principios
de 1961, en el momento en que Kennedy asuma la presidencia.
Se ha sugerido una cuarta perspectiva, basada en un enfoque decisional
por objeciones, para explicar esta crisis y su gestin por Estados Unidos. En
otras palabras, la decisin es una secuencia de interacciones cuya dinmica
proviene de las objeciones que los mltiples actores expresan por tumo a las
opciones y a las soluciones que se proponen. Para los actores, lo racional no
es resolver el problema de la presencia de misiles ofensivos en manos de 10&
soviticos y en suelo cubano, sino de solucionar los errores que cada uno
155
EL ANLISIS
considera insoportables desde su punto de vista y que estas opciones acarrean. Para el presidente Kennedy es el riesgo de conflicto armado con
la URSS; para el ejrcito de tierra norteamericano, la influencia de la
aviacin en el tratamiento militar del conflicto; para la diplomacia del
Departamento de Estado, el canje de la retirada de los misiles por el
abandono de Berln Oeste por los aliados (Anderson, 1983).
Resumiendo: abundan modelos de interpretacin que permiten explicar el
resultado de un proceso de decisin, pero tambin su estilo. Las ciencias sociales han tratado de establecer si hay un nexo entre el estilo del proceso y
las propias decisiones en la materia adoptadas en tomo a la mesa. Dos parmetros dejan ms precisamente su huella en el proceso decisional:
- El grado de acuerdo o desacuerdo existente entre los que participan
en la decisin acerca de los objetivos y los valores ligados al problema que
se considera. Hay consenso o, al contrario, divergencia?
- El grado de certeza o incertidumbre que prevalece entre los actores en
cuanto a los medios que deben utilizarse, al conocimiento de los hechos y a
la eficiencia de las soluciones. Los hechos y los mtodos para tratarlas son
claros y evidentes o bien nos hallarnos en una situacin de vaguedad, de conocimiento dbil, de incertidumbre?
Alto
Alto
Grado de certeza
sobre los medios,
los hechos y
el conocimiento
Dbil
Proceso programado
Proceso negociado
Rutinas; automatismos;
no acontecimientos.
Tecnificacin,
burocratizacin
Y planificacin.
Debates ideolgicos;
recurso a la experiencia
ya la tradicin.
Controversias oficiales
y compromisos ocultos.
Proceso pragmtico
Proceso catico
Prevencin;
descentralizacin,
recurso a la autoridad
o al hombre providencial.
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156
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EL ANLISIS
157
CAPTULO
VI
LA IMPLEMENTACIN
La implementacin designa la fase de una poltica pblica durante la cual se
generan actos y efectos a partir de un marco normativo de intenciones, de textos
o de discursos. Poner en prctica, ejecutar, dirigir, administrar: no faltan palabras para identificar lo que, a primera vista, parece evidente a cada uno. Sin embargo, las ciencias sociales adoptan una terminologa particular. En francs es
cuestin de poner en prctica (mettre en Q?uvre); en ingls, de implementation. *
En efecto, la ejecucin de una poltica pblica debe generar necesariamente
efectos? Lo esencial puede estar ah: un trmino especfico como implementar
denota, por parte del analista, la prudencia de no prejuzgar el contenido y el proceso, rompiendo, si es preciso, con el sentido comn.
l.
El enfoque top-down
1.1.
UN RAZONAMIENTO LINEAL
El hecho es que, cultural mente, se subestima el momento de la implementacin. Continuamos transnitiendo representaciones de lo real que quitan importancia al papel que pueden cumplir los ejecutores. Si quienes deciden actan en la escena poltica, los que ejecutan, por su parte, se despliegan en los aparatos administrativos. Las metforas no son inocentes en esta materia. Tres creencias estructuran ms precisamente este razonaniento:
EL ANLISIS
159
160
ciende del centro hacia la periferia. Lo alto gobierna por la definicin del
sentido y de los fines, y por el mantenimiento de la autoridad. La base aplica,
por conformidad a la jerarqua y por apropiacin instrumental.
El enfoque top-down de la ejecucin
Centro
Formulacin
de la decisin
Ejecucin
instrumental
Impacto
sobre el terreno
Periferia
I
I
1.2.
EL DOMINIO DE LA ACCIN
EL ANLISIS
161
soporte de su propio poder interno frente a sus jefes o subordinados y clientes exteriores. En la base se desarrolla una vida compleja que no tiene gran
cosa que ver con la racionalidad a que la cspide pretende atenerse, hecha
de juegos de influencia y de negociaciones en torno a la aplicacin de las
normas y de los procedimientos. La naturaleza de las prestaciones pblicas
est condicionada por los escalones de ejecucin, cuyas particulares lgicas
de accin -nacidas como consecuencia de reacciones psicolgicas, presiones jerrquicas o estrategias de poder- modifican el modo de transformacin como los de los objetivos generales en una realidad para el usuario a
nivel local. A su manera, la base es activa. Escapa a las rdenes y al control de la cumbre. La no ejecucin plantea, por tanto, un problema de capacidad de control y de coordinacin. La ejecucin es una fuente de disfunciones.
El enfoque top-down basa su estatuto en su capacidad de plantear una
perspectiva dirigida hacia la accin, con tonalidad gestionaria. Trata de responder a cuestiones concretas. Por qu se observan tantos errores y tantas
disfunciones en la ejecucin de las polticas pblicas? Es verdaderamente
posible una implementacin perfecta, teniendo en cuenta la complejidad del
mundo moderno?
La solucin pasa por una revisin .de las condiciones de partida que es
necesario satisfacer para que las disfunciones sean mnimas (Hood, 1976;
Fesler, 1980; Gunn, 1987). Algunas de estas precondiciones, requeridas para
aspirar a la perfeccin, se hallan, de entrada, fuera del alcance de los ejecutores. Por ejemplo, un contexto poltico, las disposiciones pblicas, los marcos
institucionales constituyen otros tantos condicionamientos para los ejecutores. En cambio, otras variables dependen de sus atribuciones; los ejecutores
las pueden enmendar o moldear ms o menos (Hogwood, Gunn, 1984). As:
- el horizonte de tiempo disponible, la duracin y el calendario previstos;
- el acceso a los recursos suficientes -ni demasiado ni poco- y la
disponibilidad de recursos adecuados;
- la conformidad de la teora de cambio social sobre la que descansa la
concepcin de la poltica pblica; es decir, el hecho de que exista realmente
una relacin entre las consecuencias esperadas y las intervenciones pblicas;
- la existencia de un circuito lo ms corto posible entre el decisor y el
ejecutor;
- que para una poltica pblica haya un solo ejecutor, claramente designado y con libertad de movimientos;
- la buena comprensin y el acuerdo personal de los ejecutores en
cuanto a los objetivos que se han de promover, condiciones necesarias para
su motivacin;
- la existencia de procedimientos y de tareas bien especificados y organizados segn una secuencia correcta;
162
EL ANLISIS
163
del comercio -nicamente los ferrocarriles-, y sus ejecutores disponan de flexibilidad para aplicarla. En el siglo xx las leyes intentan controlar globalmente el comportamiento humano, en forma de peticiones
de principio llevadas a lo universal -lo que Lowi llama el entorno de
la conducta- al mismo tiempo que endurecen sus modalidades de aplicacin. Tal es el caso de las Civil Right Acts destinadas a combatir, de
manera sinptica, frontalmente y hasta la erradicacin completa, la discriminacin racial y sexual. La consecuencia es una degradacin de criterios de aplicacin de las polticas pblicas y, al mismo tiempo, una
crisis de confianza creciente de la poblacin frente a los poderes pblicos. En efecto, cuanto ms tratan los polticos de temas generales, mayores dificultades experimentan los servicios pblicos para orientar su
ejecucin y mayor espacio se abre para las intervenciones de los grupos
de presin, quienes tratarn de influir en la aplicacin de la ley segn
sus puntos de vista.
Lo mismo se comprueba en las polticas pblicas de Francia. Enseanza superior, poltica industrial, proteccin del medio ambiente, transportes, urbanismo: tanto los gobiernos de izquierda como los de derecha
han dotado los distintos sectores de leyes-marco de carcter exhaustivo.
Sobre el terreno, ya es otra historia. Los servicios ejecutivos no disponen
de la base local ni de los instrumentos tcnico-jurdicos necesarios, por
ejemplo, limitar la contaminacin industrial. Con respecto a la descentralizacin, el desfase entre la teora y la prctica se revela todava ms espectacular. Las grandes polticas de reforma destinadas a fomentar la participacin de las fuerzas vivas y los ciudadanos desembocan en pequeas combinaciones locales que reequilibran los poderes entre los representantes del
Estado -el prefecto- y los funcionarios electos comunales o departamentales: el alcalde, el presidente del Consejo General (Grmion, 1976; Dupuy,
Threnig, 1985).
A partir de la dificultad de los poderes pblicos, no ya para decidir, sino
para hacer, se recomendar al Estado que abandone sus proyectos sinpticos
en provecho de un enfoque ms realista, tomando en cuenta las rigideces burocrticas internas de las administraciones y la fuerza de los acuerdos locales
entre sus representantes y los grupos de intereses: electos, notables econmicos y sociales, etc. (Crozier, 1987). El criterio de eficiencia no es la coherencia de la decisin ni el apoyo que recibe entre las lites, sino su factibilidad,
los efectos de palanca reales que puede generar en el momento de la ejecucin. sta se ve rehabilitada como un problema colectivo mayor. Se convierte, incluso, en un recurso de aprendizaje y de adhesin para los vrtices del
Estado, separados de la informacin concreta y de la comunicacin con los
administrados.
A fin de cuentas, ms que un problema de gestin y control de los aparatos administrativos, no es el propio enfoque top-down, sus postulados mismos, lo que debe ser puesto en duda?
164
2.
Razonamientos alternativos
EL ANLISIS
165
166
ELANLIsrs
167
las situaciones concretas de los interesados prescribe un proceso ascendente de la ejecucin, que aplica especialmente a los pases de economa
mixta (Hull, Hjern, 1983). La frmula bottom up seduce, aun cuando analticamente parece ms crtica que constructiva. En un importante artculo, Elmore propone por su parte un razonamiento de retroceso o backward mapping , que aplica a las polticas de empleo para la juventud
(Elmore, 1987). Hay que abandonar lo que llama la noble mentira de la
ciencia administrativa, o sea, la idea de que quienes deciden controlan o
pueden controlar a los ejecutores. Al contrario, el punto de partida se sita en la formulacin concreta del comportamiento o de la situacin que,
en la prctica, incita a intervenir a una autoridad pblica. Despus, se trata de definir las soluciones organizativas, a travs de las cuales este comportamiento o esta situacin pueden verse afectados o modificados por la
poltica pblica, observando el efecto esperado. Este razonamiento invertido permite determinar el punto de contacto ms inmediato entre el problema y la poltica, en un mundo donde ni los polticos ni los decisores
resuelven los problemas, sino las personas ms prximas al comportamiento o la situacin que se pretende resolver.
La teora de la ejecucin, lanzada a comienzos de los aos setenta por la
ciencia poltica norteamericana a raz de la controversia ideolgica sobre el
proyecto de Gran Sociedad, encuentra un relevo fecundo en Europa occidental desde fines de la dcada de los setenta, en particular en Gran Bretaa
(para un panorama de estos trabajos, vase Hogwood, Gunn, 1984) y en la
RFA (vase especialmente el programa de investigaciones coordinadas por
Mayntz, 1980).
Un avance importante provendr del enfoque sistmico. ste ofrece, en
efecto, dos ventajas. Descubre los efectos de retroaccin que ocasiona el contenido mismo de la poltica pblica; y habilita la ejecucin como una actividad constitutiva del sistema poltico.
Ms que lineal y unidireccional, el proceso de ejecucin aparece movido por un principio de circularidad. Puede definirse como: 1) una declaracin de preferencias gubernamentales, 2) mediatizada por un cierto nmero de actores, y 3) que crean un proceso circular caracterizado por relaciones recprocas de poder y las negociaciones (Rein, Rabinovitz, 1978). En
otras palabras, todo participante en el proceso de ejecucin puede intervenir en cualquier momento en otra parte del mismo proceso, aunque formalmente su turno haya pasado. La decisin jams est definitivamente tomada, incluso cuando est en manos de los ejecutores. Rein y Rabinovitz observan que en el momento de la ejecucin, el juego est dominado, en proporciones variables, por tres imperativos diferentes que pueden ser ms o
menos conflictivos entre s:
- un imperativo legal: el respeto de los actores por la legalidad y por la
subordinacin jerrquica a las autoridades competentes;
168
3.
Un marco analtico
La ejecucin de una poltica pblica se caracteriza por un conjunto de actividades individuales u organizativas que transforman conductas en el marco
de un contexto prescriptivo establecido por una autoridad pblica competente. Esta definicin analtica da cuenta de dos facetas de la ejecucin: una
orientacin normativa que incluye el cambio social y un sistema de accin
compuesto normalmente por muchos actores.
3.1.
EL ANLISIS
169
tambin apuestas sobre aspectos ms precisos, especialmente sobre la capacidad de los ejecutores para apropiarse de las prescripciones y actuar
sobre los interesados. Estos postulados, de orden ms operativo, estipulan,
por ejemplo, en materia de prevencin en carretera, que el miedo al polica -las medidas represivas como las multas, retirada de permisos de
conducir, etc.- bastar para provocar el respeto de las normas entre los
conductores, pero tambin que el polica desear asustar, que establecer
controles, y que asimilar los procedimientos definidos para vigilar y castigar. Tanto como el destinatario, es el ejecutor quien se convierte en un
elemento clave en el proceso de cambio social que encubre una poltica
pblica. Las apuestas que recibe, son correctas y actuar anticipadamente, o son equivocadas y ocurrir algo distinto?
De ah la necesidad imperiosa para el analista de aclarar los principales
postulados tericos que encubre una poltica pblica en materia de cambio
social. Por qu razones se generan en el terreno efectos deducidos de una
cosa a otra? La dificultad consiste en que el paradigma del cambio social, por
lo general, no est especificado abiertamente ni se halla desprovisto de ambigedad. Sin embargo, podemos utilizar una clave que permite descubrir rpidamente algunos parmetros esenciales:
i)
170
EL ANLISIS
3.2.
171
EL SISTEMA DE ACCIN
172
173
EL ANLISIS
Prescripciones
de la ejecucin
Ciudadanos
Autoridades
que conciben
y decisores
Ejecutores
oficiales
y de hecho
Objetivos
y contenido
Otros
participantes
'-"
Proceso de la ejecucin
(prescripciones y objetivos)
,..""
"",.,!
Estructura de la ejecucin
(sistema de accin real)
Por otra parte, el cambio dispuesto por la autoridad pblica, pero tambin
sus efectos sobre el terreno, pueden revestir diversas formas. Los conductores de automviles no viajan tan de prisa como antes, los jvenes desocupados encuentran empleo, las familias con bajos salarios disponen de alojamiento con alquileres moderados. Una visin algo apresurada de la ejecucin
sera revalorizar, tanto en los procesos prescriptivos como en los sistemas de
accin, los nicos ndices de transformacin visibles o materiales: conductas
observables, flujos econmicos, etc. El cambio generado en el momento de
la ejecucin puede ocultar formas menos materiales y en apariencia ms subjetivas: por ejemplo, las modificaciones de actitudes o de capacidades cognoscitivas de un pueblo. Se estar atento a no privilegiar una concepcin activista del cambio, olvidando o minimizando lo psicolgico, lo cultural y lo
social.
En apariencia, ciertas ejecuciones no desembocan en nada, ni sobre el terreno ni tampoco en trminos prescriptivos, como si la poltica pblica se detuviera en la decisin. Las declaraciones gubernamentales no se extienden a
los momentos de la operacin. Los textos rubricados por la autoridad se pierden en la masa de medidas olvidadas. No se trata en este caso de ejecuciones
fracasadas porque obstculos y disfunciones se acumulan en el camino de los
ejecutores. Se puede hablar de no ejecuciones; es decir, que no recurren a
174
3.3.
EL ANLISIS
175
176
y la carretera asegurando, en lneas generales, una relativa proteccin al servicio pblico y a su red ferroviaria frente a la agresividad comercial de los
transportistas privados.
Por otra parte, el Estado se adjudica la funcin de ejecutor privilegiado
de sus medidas. Se siente capaz de provocar l solo el cambio. Depositarios
del inters general, y conforme a las disposiciones dictadas desde Pars, los
servicios de polica -CRS, gendarmes, policas urbanas- y las direcciones
de Equipamiento repartidas por el territorio, se sienten capaces de transformar el estado natural del mercado del transporte. Los poderes pblicos se sitan as, en el centro de ese mercado. A diario, sus agentes actan como los
arquitectos de un orden de cosas diferente.
Por ltimo, un postulado gua la accin pblica, que encontramos en numerosos sectores, y no slo en la poltica de Transportes. Dicho postulado estipula que el mejor camino para gestionar un problema es el ms corto, el
ms directo. Un problema, es decir, una situacin no deseada, se resuelve si
la accin pblica interviene en la fuente, en la causa aparente o real. Este razonamiento lineal --o balstico- se traduce en el sector del transporte por
carretera en que el Ministerio de Transportes administra dos problemas: la
seguridad vial (es decir, el nmero excesivo de accidentes graves en los que
se hallan implicados los camiones pesados) y el fraude (o sea, la importante
proporcin de violaciones de la reglamentacin por parte de estos vehculos).
Para actuar concretamente sobre ambos, el Ministerio dispone de dos respuestas o herramientas de intervencin: multiplicar los controles en las carreteras y reglamentar ms. Todo sucede como si la causa de los problemas es~
tuviera identificada --en este caso, el comportamiento del transportista- y
el blanco al que apuntar fuera esta causa y nada ms que ella: el transportista.
ii) El sistema de accin. Cules son las lgicas que guan efectivamente los comportamientos sobre el terreno de los ejecutores y de los afectados? De qu manera la poltica pblica es objeto de apropiacin?
Una primera comprobacin se impone en cuanto al funcionamiento concreto del transporte por carretera. Efectivamente, el fraude constituye una
prctica muy extendida. Si ste es el caso, la razn obedece a la funcin que
cumple la violacin de las normas pblicas. Paradjicamente, si el fraude
significa un problema grave para el Ministerio de Transportes, representa, en
cambio, una solucin para el camionero. ste viola las reglas porque dicha
prctica le da una buena oportunidad, a veces la nica de que dispone, para
sobrevivir econmicamente frente a la competencia salvaje que mantiene con
los otros camioneros en el acceso al flete. En un mercado dominado por la
demanda, los oferentes de transporte tienen ventaja sobre sus rivales cuando
pueden rebajar los costos. Sin embargo, cualquier fraude, relativo a las tarifas o a la duracin del trabajo, equivale, en definitiva, a ofrecer un precio
ms bajo o a sufrir costos menos elevados para obtener los fletes.
En efecto, la competencia diaria no se ejerce a travs de la rivalidad in-
EL ANLISIS
177
termodal entre el ferrocarril y la carretera. Las posibilidades reales de sustitucin de que dispone el cargador son relativamente dbiles a corto plazo. Las
rivalidades suceden dentro mismo del mundo de la carretera, entre transportistas. El artesano de la carretera no puede conducir su vehculo y buscar
clientes al mismo tiempo. Debe amortizar un vehculo que cuesta muy caro,
y para ello desplazarse fuera de la regin. Entonces, cmo encontrar fletes?
Para ello, el camionero se dirige a terceros, que no son los cargadores, sino
auxiliares. stos, mediante retribuciones y rebajas, destilan selectivamente
los fletes que le confan los cargadores. Prevalece la oferta ms barata. De
ah una segunda paradoja: el camionero, este blanco prioritario de la prescripcin pblica, es de hecho el actor ms dbil del mercado porque es el que
depende ms de terceros. Triunfa el que ofrece las mejores condiciones, lo
que significa, en muchos casos, transgredir los lmites legales de velocidad,
tarifas, duracin del trabajo. Los intermediarios, consignatarios, etc., excluidos de la ejecucin de la poltica de transportes, actan sin embargo como
eje de las transacciones entre empresarios y camioneros. Frente a una reglamentacin compleja, la demanda recurre a los intermediarios, y stos saben
cmo presionar sobre los precios, dejando a los camioneros asumir la responsabilidad del fraude. Resumiendo: el funcionamiento efectivo del mercado
tiene poco que ver con las prescripciones pblicas y con la representacin de
la accin que stas contienen.
En este contexto, la ejecucin de la reglamentacin pblica por los agentes pblicos revela una paradoja. Encargados de hacer respetar la poltica
vial, los funcionarios viven a menudo esta tarea como una obligacin desagradable cuyas consecuencias tienden a minimizar en los niveles que les corresponden. As, en su sector, el gendarme prefiere cerrar los ojos a las infracciones imputables a los camioneros, antes que arriesgarse a sufrir, por
una aplicacin ortodoxa de la reglamentacin y por el establecimiento de
controles rgidos en las carreteras, la impopularidad en su medio local, cuando no la presin que los notables -los profesionales de la carretera por medio de los representantes del sector, o del prefecto-- pudieran ejercer sobre
sus jefes jerrquicos con objeto de moderar su celo. Para l, controlar los camiones pesados se convierte en un trabajo molesto, una tarea de segundo
rango, en tanto quedan muchas tareas ms urgentes por ejecutar, que resolver ms eficazmente si cuenta con el apoyo de la poblacin local: la lucha
contra otras formas de delincuencia, etc. De ah el origen de una prctica de
los ejecutores: con relacin a las normas rgidas y uniformes dictadas por el
Estado -carga de los camiones, velocidad de los vehculos, etc.-, los ejecutores, en este caso los policas, toleran componendas, cuando no las llevan
a cabo ellos mismos. Alientan la flexibilidad, zonas libres ms o menos extensas. No se tolera todo tipo de fraude; simplemente se extienden los lmites
establecidos por la regla. En el departamento A, y para los camioneros dellugar, la gendarmera cierra los ojos si el cargamento sobrepasa las 3 toneladas,
lmite formal establecido por la ley. En el departamento B, la tolerancia se
178
eleva a las 5 toneladas, pero slo la otorga la gendarmera local, no el servicio de Equipamiento.
De ah una inversin completa de la funcin de la reglamentacin entre
las prescripciones y el sistema de accin. La reglamentacin dictada por el
Estado en busca de objetivos tales como la seguridad en carretera o la proteccin econmica de los ferrocarriles sirve, de hecho, para conceder a los actores bazas u obligaciones para negociar sus relaciones y sus transacciones. La
tarifa de precios de transporte es utilizada por el auxiliar como precio base
(por debajo del cual, en principio, est prohibido facturar), como precio de
referencia en relacin al cual los auxiliares negocian con el camionero que
ofrezca la mejor rebaja. El camin ms competitivo es el que mejor sabe esquivar la reglamentacin: de ah la paradoja que los camioneros aprovechen
las complejidades de la reglamentacin para convertirse en expertos de gestin del fraude. El ejecutor mismo usa la reglamentacin como medio de
cambio: flexible con los camioneros locales, el gendarme espera, a cambio,
su cooperacin en otros planos, como el suministro de informacin o la no
intervencin de polticos notables ante sus superiores.
Dupuy y Thoenig demuestran que el mercado concreto del transporte
por carretera funciona como un sistema social fuertemente integrado, a
pesar de la cultura de cada uno para s, la dureza de las transacciones
econmicas y la compartimentacin establecida por los auxiliares entre
clientes y transportistas. Un inters comn rene los tres grupos de actores: que los costos inducidos por las tcticas de fraude (accidentes, desgaste de las carreteras, etc.) representan sobre pagadores ajenos a este
mercado; es decir, en lo esencial, a travs de los seguros y de la seguridad
social, mediante las cotizaciones de los conductores de vehculos ligeros
y de los contribuyentes.
Por su parte, los poderes pblicos aparecen como actores perifricos en
relacin a este sistema, en su calidad de ejecutores y tambin de decisores.
A excepcin de las clulas especializadas de Equipamiento, para las que el
control de los camioneros constituye la nica tarea, ninguna fuerza de polica
asume este trabajo como prioritario. Por otra parte, las situaciones de crisis
nacional debidas a los movimientos sociales por parte de los transportistas,
como el bloqueo de carreteras, subrayan las dificultades del Ministerio de
Transportes para imponer un mnimo de orden. En este conflicto, las soluciones adoptadas por el gobierno han consistido en satisfacer las reivindicaciones de los transportistas relajando los controles e inyectndoles, mediante rebajas del IVA sobre el gasleo, ventajas suplementarias para permitir a los
camioneros hacer recaer el costo de sus actividades sobre terceros (en este
caso, el presupuesto del Estado). Aunque formalmente hay una poltica sectorial de transportes por carretera muy completa, la realidad del poder no est
en manos del Ministerio de Transportes, que tiene la responsabilidad, sino,
sobre todo, en el de Finanzas a travs de los impuestos que gravan el gasleo
y la tutela de los seguros.
179
EL ANLISIS
Coexisten as dos perspectivas muy diferentes de accin pblica en materia de transporte por carretera. Una es prescriptiva y sectorial, de tipo top
down:
::
Ministerio de Transportes
/-Gendarmera
I1
ij
Policas
urbanas
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Camioneros
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Servicios
locales de
Equipamiento
I
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Los sujetos
:.:.:.;"
Ministerio
de Transportes
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Reglamentacin
sobre camiones
~
Clientes ..
Ministerio
de Finanzas
.....,.....,...,w,.., ....[
Auxiliares ..
...,
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"1
Tutela de
la industria pesada
VA
:.:.:.:.:.:.:.:.:-:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:':-:':':':-:'.':':':':':':':':':':':':':'.':':':':':':':.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:..:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:':':':':':':':'.':':':':':':':':':':':':':':-:':':':':':.:.:.:.:-:......:.=.:.:.:.~.~ :
Ministerio
de Educacin
: Camioneros
:..::;.:.:
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:-:.;:~.:.:
, :.:
.; .: .:::
180
zar y reforzar la externalizacin de los costos del fraude sobre terceros ajenos
al sector. Aqu, la ejecucin precede a la concepcin. y determina el contenido de la agenda gubernamental.
En los hechos, esta distincin analtica no es fcil de establecer, porque
ambos fenmenos se interpretan estrechamente a travs de los efectos del sistema. En materia de ejecucin, el reparto institucional no corresponde al reparto de las polticas. El transportista no es el actor clave del transporte; el
control vial no es la tarea prioritaria de las fuerzas de polica; el Ministerio
de Transportes no puede prescindir del apoyo de la profesin que, supuestamente, debe tutelar. El ejecutor sobre el terreno lo es slo parcialmente; se
transforma tambin en creador, sustituyendo, con normas particulares de
aplicacin, las reglas generales elaboradas en el centro. El interesado, por su
parte, se apropia activamente de la reglamentacin, volvindola a su favor y
utilizndola como medio de supervivencia econmica.
3.4.
EL ANLISIS
181
4.
182
EL ANLISIS
183
4.1.
Nueve de cada diez veces, los ejecutores titulares de las decisiones gubernamentales son las burocracias pblicas o semipblicas.
Ahora bien, estas burocracias no son instrumentos inertes. Al contrario,
en su calidad de organizaciones, expresan una libertad de maniobra muy considerable. Lo que surge como producto de las actividades burocrticas no es
el reflejo exacto de las orientaciones fijadas por los decisores pblicos. Hay
un juego, diferencias, fenmenos de contingencia que operan a lo largo del
camino. Todo ello afecta la eficiencia de la accin administrativa, es decir, la
relacin entre los costos o medios movilizados y el nivel de los resultados
concretos. Afecta tambin la eficacia de la poltica pblica, es decir, la resolucin de los problemas o la satisfaccin de los objetivos prescritos por el
decisor.
As, Mayntz enumera las causas propias de la burocracia que engendran
las diferencias y las disfunciones en el momento de la ejecucin (Mayntz,
1979). Son, entre otras:
- La intervencin, en un mismo mbito, de varias polticas diferentes confiadas a otros tantos ejecutores. Se comprueba la dificultad de
coordinacin entre los participantes, debido a la persistencia de las compartimentaciones organizativas. Los objetivos de los diversos programas
estn articulados de forma ms o menos correcta. Una muestra casi caricaturesca es la ayuda social. No es raro que las familias dependan de cinco a seis polticas sectoriales diferentes -ayuda a la infancia inadaptada,
ayuda a las personas invlidas, ayuda a los desocupados de larga duracin, etc.- a travs de asistentes sociales provenientes de organismos
distintos: Direccin de Ayuda Social, cajas de asignaciones familiares,
mutualidad social agrcola, obras privadas de caridad, oficina municipal
de ayuda social, etc. Se constituyen redes interorganizativas que comprenden servicios pblicos funcionalmente diferenciados, por sectores
184
(en sentido vertical) -los diversos ministerios del Estado- y geogrficamente (en sentido horizontal) por territorios -municipios, provincias o
departamentos, regiones y Estado-. Segn Mayntz, en la aplicacin de
una poltica por las redes interorganizativas intervienen tres variables
principales: el posicionamiento de cada organizacin con respecto a las
dems en la red; las relaciones horizontales de interdependencia existentes entre las organizaciones correspondientes al mismo nivel geogrfico;
y las relaciones verticales de tutela existentes entre organismos con distintas competencias territoriales.
- La dbil motivacin de los agentes. Los funcionarios estn encuadrados en un estatuto que les confiere seguridad en el empleo. Su carrera les garantiza siempre algn tipo de promocin. Los salarios son independientes de
las prestaciones individuales, ms an cuando la cuantificacin individual de
las tareas efectivamente cumplidas plantea dificultades tcnicas.
- El carcter pblico de las burocracias. La ausencia de mercado hace
difcil recurrir a criterios objetivos. La meta de una poltica estatal incluye
elementos normativos o cualitativos, tales como el inters general o la calidad de vida. Cuantificar un objetivo en trminos ms econmicos, por ejemplo, es ya tomar partido poltico; de ah el repliegue sobre criterios cualitativos abstractos.
- Los modos de gestin administrativa. Reglamentos estrictos ordenan
la asignacin y el gasto de los recursos financieros y el uso de los recursos
materiales. Por otra parte, una organizacin ministerial depende a menudo de
otras pirmides pblicas para obrar en su rea. Sin embargo, la coordinacin.
interadministrativa es difcil de realizar.
- La naturaleza misma de las tecnologas administrativas, el hecho de
transformar las prescripciones del decisor en tareas operativas confiadas a los
ejecutores en forma de reglas y de procedimientos.
\
La teora de una burocracia ofrece explicaciones elaboradas de los procesos de disfuncionamiento generadas por el recurso a las reglas y a los procedimientos. Se observan tres escenarios posibles:
i) La adaptacin a las circunstancias. El ejecutor administra una tarea inflexible por naturaleza. La regla y el procedimiento son intrnsecamente
rgidos. Toman la forma de disposiciones inmutables, impersonales, sectoriales. Se aplican de la misma manera a todos los afectados, siempre, sea cual
sea el contexto general de la situacin concreta. El ejecutor debe conformarse. Es el caso, por ejemplo, del lmite de velocidad de los vehculos de motor
en las ciudades.
La regla y el procedimiento se aplican a situaciones locales, es decir,
a casos con particularidades propias, en el tiempo y en el espacio. Desde
el punto de vista del problema que la poltica debera regular, lo cierto es
que las situaciones no presentan los mismos riesgos o que las perturba-
EL ANLISIS
185
186
de juegos de poder que no tienen mucho que ver con las finalidades de la poltica, como en el caso del ritualismo jerrquico.
Puesto que la jerarqua le necesita, el ejecutor ejerce un chantaje sobre
ella. Lo demuestra el ejemplo de la huelga de celo. sta consiste en aplicar
estrictamente todo el procedimiento, utilizando como rehenes a los afectados, cuya situacin presionar sobre los decisores, en las aduanas o en materia de control del trfico. El funcionario utiliza al interesado, vctima del rigor y de la incomodidad, como una palanca para dirigir las iras de la opinin
pblica contra un tercero, su propia jerarqua.
En condiciones normales, la jerarqua adopta disposiciones -que son rdenes para los subordinados-, enuncia reglas y procedimientos que son necesariamente generales y abstractos. Sin embargo, la cspide se halla alejada
de la informacin concreta sobre la realidad de las situaciones a las que se
aplican sus disposiciones en la base. Esta ltima dispone de la informacin
concreta, del conocimiento de la aplicacin, as como de las adaptaciones necesarias respecto al tenor literal de las rdenes para que se apliquen. Este papel, esta habilidad de aplicador, de especialista en compromisos entre la letra
de los procedimientos y la no protesta de los afectados, generan ventajas para
el ejecutor, que ste tratar de mantener frente a su jerarqua: autonoma en el
trabajo diario, pequeos privilegios, etc. Resumiendo: para el ejecutor que
puede manejarla, la regla rgida se convierte en una fuente de poder en su organizacin (Crozier, 1964).
An hay ms. El ejecutor se comporta frente a su jerarqua como el representante de los intereses de los afectados. ste es el caso de los fenmenos de territorialidad en las administraciones estatales en Francia (Worms,
1965; Grmion, 1976; Dupuy, Thcenig, 1985). El prefecto es el ejemplo ms
conocido. Hasta muy abajo en los servicios exteriores, los funcionarios llamados de ~jecucin -ingenieros subdivisionarios de Equipamiento, recaudadores de Finanzas, etc.- aprovechan la multiplicacin de las polticas y
los procedimientos puntillosos, complejos, a veces incluso contradictorios,
que inyectan los escalones parisinos, para ofrecer posibilidades de arreglo y
flexibilidad a ciertos grupos locales de afectados. Es el caso de los alcaldes,
los cargos electos y los representantes de intereses socioeconmicos: los llamados notables. El ejecutor dedica su tiempo a buscar una solucin especfica, una derogacin lcita para sus clientes exteriores.
Este papel de suavizador de la rigidez uniforme se explica en un contexto
en el cual la burocracia depende, para alcanzar los que considera sus objetivos, de grupos exteriores que son, a la vez, sus propios administrados. Un
prefecto enfadado con los responsables locales influyentes no tiene la misma
capacidad de accin, porque no puede contar con stos como mediadores con
la poblacin local. Un ingeniero subdivisionario de Equipamiento alejado de
los alcaldes de su circunscripcin, no puede ofrecer servicios facturados a
sus clientes, los municipios. De ah el inters mutuo del ejecutor y de los
afectados por convivir de manera aceptable, so pena de ver toda la cadena
EL ANLISIS
187
Los
MODOS DE INTERVENCIN
Jurdico-legales
Econmicas
Ecolgicas
Pedaggicas
Campo de accin
Fundamentos jurdicos de
las conductas sociales,
por la proteccin y el
ordenamiento de las
relaciones de derecho.
Reparto de posibilidades
espaciales de propiedad,
por la planificacin del
uso del espacio y la
construccin de
infraestructura.
Provisin de bienes
socioculturales
individuales, la influencia
del proceso de
aprendizaje.
Medidas tpicas
Concesin de derechos
de proteccin, de
participacin, etc.; y
distribucin de deberes
de participacin, de
seguridad, de vigilancia,
etctera.
Pago de transferencias,
desgravaciones fiscales.
Planificacin regional
y urbana, social,
renovacin del hbitat,
financiacin de la
construccin y de las
infraestructuras.
Profesionalizacin,
ttulos, oferta de
educacin,
asesoramiento, etc.
Ayuda a las actividades
de la sociedad civil.
Campo de
aplicacin
prescrito
Refuerzo de la posicin
jurdica de personas
socialmente dbiles con
una perspectiva de
posibilidades de
participacin.
Aumento de la renta
disponible de poblaciones
que no tengan una renta
personal y suficiente.
Mejoramiento de las
posibilidades de acceso
y de la calidad de los
elementos del entorno
adecuadas para la vida.
Mejoramiento de la
capacidad de accin de
los individuos en relacin
con sus posibilidades de
participacin.
Jurdico-legales
Econmicas
Ecolgicas
Pedaggicas
Instancias
responsables
Necesariamente
estatales.
Estatales
o paraestatales.
Cooperacin de
instancias estatales
e intermediarias.
Estado, instancias
intermediarias,
asociaciones
y asimilados.
Problema clave
de la ejecucin
Comprobacin de los
derechos. Conformidad
con las normas.
Financiamiento.
Coordinacin
interorganizacional.
Comunicacin
interpersonal como
condicin de eficiencia.
Carcter
generalizable
de los
procedimientos
Alto.
Alto.
Bajo.
Bajo.
Costos pblicos
Bajos.
Altos.
Altos. Independientes
de la forma en que
se adjudiquen.
Variables.
Modo
de ejecucin
Centralizadodescentralizado.
Medianamente difcil.
Centralizado. Dbil.
Centralizadodescentralizado.
Medianamente difcil.
Descentralizado.
Difcil.
Aceptabilidad
Dependiente de intereses
y de competencias.
Selectiva, variable.
Incontrolable.
190
EL ANLISIS
191
deportivos y las federaciones locales. Surge as una especie de tutela invertida, puesto que el Ministerio se apoya en sus interlocutores hasta convertirse en su portavoz, y no ya en su tutor. Es lo que se le reprocha a menudo
al ministro de Agricultura: actuar ms como el primer campesino de Francia
frente al Estado que como representante de ste y de una poltica de inters general, frente a los intereses particulares del sindicato nacional de agricultores.
Kaufmann ha clasificado las polticas pblicas en funcin de lo que denomina sus efectos (Kaufmann, 1982). Ms concretamente, considera las intervenciones sociopolticas bajo cuatro formas: jurdicas, econmicas, ecolgicas y pedaggicas. Desarrolla las dimensiones principales y las cardctersticas que jalonan el proceso de ejecucin.
En Estados Unidos se han comparado los tipos de polticas pblicas federales desde el punto de vista de su ejecucin (Ripley y Franklin, 1986). El estudio muestra que las polticas distributivas son las que provocan menos controversias ideolgicas, y menos conflictos de poder, siendo igualmente las
que originan las rutinas ms estables en el momento de su aplicacin. En
cambio, las polticas redistributivas presentan una gran inestabilidad de procedimientos, generan conflictos de inters y controversias ideolgicas, movilizan la oposicin ms activa contra las iniciativas tomadas por los organismos administrativos responsables y, por ltimo, provocan las mayores presiones para limitar las actividades gubernamentales.
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EL ANLISIS
193
CAPTULO
VII
LA EVALUACIN
En qu resultados desemboca la accin gubernamental? Qu efectos,
qu impactos reales generan las polticas pblicas? Se comprende que el analista pretenda enumerar las transformaciones (o las no transformaciones) originadas. Qu variaciones se pueden registrar, por ejemplo, en materia de
paro juvenil como consecuencia de un programa especfico lanzado por el
gobierno? La ordenacin del territorio, se ha beneficiado o no de la construccin de autopistas?
La evaluacin es un gesto diario. Consiste en identificar y medir los efectos propios de una accin. Pero, como veremos, este reflejo plantea temibles
problemas de fondo. En efecto, existe la tentacin de ir ms all de la simple
descripcin de los acontecimientos, para explicar por qu ha pasado lo que
ha pasado, para saber si la intervencin pblica ha fracasado o ha tenido xito, si el problema ha sido erradicado y resuelto, en definitiva, si se han alcanzado los objetivos.
En materia de evaluacin de las polticas pblicas, las ciencias sociales
oscilan entre dos actitudes.
La primera consiste en estudiar si, en un sistema poltico, hay organismos
o medios que asuman una actividad de evaluacin: la prensa, funcionarios
especializados en el control dentro del sector pblico, grupos de presin,
asociaciones de consumidores, etc.
En otros trminos, existen actores sociales y polticos dedicados a descubrir y explicar el contenido de los resultados generados por las polticas
pblicas?
La segunda actitud, totalmente distinta de la primera, consiste, para el analista, en elaborar los conceptos y los mtodos que permitan, precisamente, describir, explicar y valorar de forma cientfica los resultados de la accin gubernamental (Levine y otros, 1981; Palumbo, 1987; Rossi, Freemann, 1982). Esta
orientacin instrumental, lase gestionaria, suscita muchas esperanzas, especialmente entre los gestores pblicos (Hellstern, Wollman, 1981). Tambin
constituye una destacable herramienta analtica para la investigacin bsica en
materia de ciencias sociales (Kaufmann, Strohmeier, 1981).
EL ANLISIS
l.
195
Los enfoques
1.1.
actitud
actitud
actitud
actitud
descriptiva,
clnica,
normativa,
experimental.
196
La actitud clnica consiste no slo en registrar los resultados, sino en explicar por qu un objetivo propuesto no ha sido alcanzado y por qu otros objetivos, no buscados al principio, s lo han sido. Aqu, al contrario de la actitud descriptiva, el analista privilegia uno o varios parmetros que son los que
corresponden al objetivo buscado por la poltica pblica, y olvida todos los
dems efectos que aqulla hubiera podido generar en otros parmetros. El
evaluador clnico intenta descubrir las diferencias entre la meta perseguida y
la meta alcanzada efectivamente; diferencias cuyas razones explicar a travs
de las condiciones que han presidido la ejecucin de esta poltica pblica.
Establece un diagnstico y explica las diferencias de efectos por los fallos de
la mquina durante el recorrido.
La actitud normativa va ms lejos. En ella el evaluador no enuncia su juicio y su explicacin, haciendo suyos los objetivos propuestos por el decisor o
contenidos en la poltica pblica. Al contrario, los reemplaza por otros valores que habr elegido l mismo, y que le servirn de referencia para medir los
resultados observables. Esta sustitucin puede deberse a diversas razones: los
objetivos iniciales no eran claros y unvocos, el analista no comparte los objetivos de los decisores, etc. En un camino as, como se ve, el evaluador
acepta el riesgo de adoptar una posicin ms externa, si no ms crtica en relacin con la teora del cambio social implicada en la poltica pblica que observa: el evaluador entra en el debate poltico y normativo..
La actitud experimentalista es, tal vez, la ms ambiciosa porque conduce
a dar conformar la accin pblica como una ciencia cuyos criterios establece
el evaluador. Ms concretamente, el experimentalista se dedica a descubrir si
existen relaciones estables de causalidad entre el contenido dado de una poltica pblica y un conjunto dado de efectos sobre el terreno. Si la autoridad
pblica decide que un programa escolar comprenda cierto tipo de matemticas, sus consecuencias determinarn el fracaso o el xito de los alumnos en
el bachillerato. Se postula la existencia de correlaciones explicables entre
causas, o variables independientes (el contenido de un programa), y consecuencias, o variables dependientes (los efectos a plazo sobre la situacin de
la poblacin o el estado del entorno fsico). El evaluador hade sacarlas a la
luz: se vuelve casi un decisor, si es preciso realizando a escala natural, sobre
el terreno y en pequeas muestras, experimentos previos para poner a prueba
las mejores soluciones, generalizables despus al conjunto de la poblacin.
Estas cuatro actitudes, que encaman otras tantas funciones diferentes de
la evaluacin, han impregnado y continan marcando con su huella la relacin tortuosa que mantienen las ciencias sociales con la evaluacin de las polticas pblicas.
Por un lado, las precauciones morales subrayan que la funcin normativa,
de una u otra manera, siempre est presente en la evaluacin. Qu valor elegir, supuesto o real, que sirva de referencia, de criterio para juzgar el xito o
el fracaso? Qu dato medir para calificar el estado en que se encuentran los
interesados o el medio fisico afectado por una poltica pblica? En qu mo-
EL ANLISIS
197
mento conviene hacer balance, comparando los resultados obtenidos con los
objetivos buscados? De hecho, en una sociedad flotan una multitud de valores, de datos, de plazos cuya definicin no comparte todo el mundo.
Evaluar consiste en tomar partido, en entrar en el conflicto. A la inversa,
aunque en teora no haya nada que sea normativamente neutro y si el consenso es utpico, renunciar a la evaluacin equivaldra a dejar de lado la aplicabilidad de las ciencias sociales. De ah la necesidad de afrontar los problemas
abiertamente. Esta apuesta, segn la cual sera posible introducir mayor rigor
en la comprensin de los efectos de la accin pblica, implica las opciones
siguientes para una poltica pblica determinada:
i) Los valores de referencia. Estos valores pueden ser objetivos manifestados por la poltica pblica considerada o criterios seleccionados por el
analista. No obstante, en el caso de la actitud descriptiva, no se considera explcitamente valor alguno.
ii) Los impactos o efectos observables sobre el terreno. Estos impactos pueden ser transformaciones ligadas a la accin gubernamental. Pero,
como se ha precisado anteriormente, si toda poltica pblica contiene una
teora de cambio (porque es un acto de perturbacin del curso natural
de los acontecimientos), estas transformaciones pueden tomar la forma
paradjica de no transformaciones. As, una poltica puede ser preventiva; esto es, proponerse impedir las modificaciones de manera voluntarista
o autoritaria.
Por otra parte, los impactos pueden marcar el cuerpo social, su morfologa, sus actividades, pero tambin en ciertos casos el medio fsico. La proteccin de la fauna y de la flora, por ejemplo, trata de conservar las especies
para evitar su desaparicin.
Por ltimo, el efecto puede ser comprensible concreta y materialmente,
pero tambin de forma simblica y abstracta. En el ltimo caso, los efectos
se refieren, por ejemplo, a las opiniones y a las percepciones de la gente, a
sus formas de creer y de pensar. En este sentido, puede tratarse de la satisfaccin que experimentan, o no, los usuarios o los beneficiarios de una intervencin.
iii) Una secuencia de tiempo (de To a TO+n ) ' Hay polticas pblicas
-pocas, a decir verdad- que se imponen expresamente obligaciones de duracin o plazos concretos. Sin embargo, la mayora de las polticas, en particular en materia de reglamentacin, no especifican el horizonte a partir del
cual deben generarse impactos significativos. De ah la necesidad de decidir,
a veces de forma arbitraria, el momento en que la evaluacin cobra sentido.
Por otra parte, entre To y TO+n ' una poltica puede ser contaminada por
efectos ligados a otras polticas, o por acontecimientos que transforman el
contexto en el que se aplica (cambio de la coyuntura econmica, guerra, et-
198
ctera). De ah el riesgo de que fluctuaciones parasitarias afecten los indicadores usados para medir los objetivos.
1.2.
A partir del primer tercio del siglo xx se producen los primeros intentos
de establecer un enfoque riguroso, aplicndolo a las polticas de educacin.
En 1932, el pedagogo Tyler establece un procedimiento que permite medir
hasta qu punto los contenidos del programa escolar, en el nivel secundario,
significan un progreso para los estudiantes. Dicho procedimiento incorpora
los aspectos esenciales del razonamiento bsico de la evaluacin moderna.
En efecto, los valores de referencia -en cuanto al xito o el fracaso de los
alumnos al proseguir sus estudios universitarios- sirven para comparar
los impactos de las prestaciones pblicas sobre una poblacin concreta.
Pero sobre todo desde finales de los aos sesenta se multiplican los avances y su aplicacin (Monnier, 1987). En este aspecto se puede hablar de una
verdadera explosin de la evaluacin en Estados Unidos. Las ciencias sociales toman las riendas de las polticas pblicas. Las concepciones se diversifican, afirmndose. Pueden contarse centenares de aplicaciones. Cuatro ejes de
trabajo componen la evolucin que sufrir la evaluacin:
el estudio de los efectos;
el juicio sobre los objetivos;
la .innovacin social por la experimentacin;
la funcin de la evaluacin como actividad poltica.
i) El estudio de los efectos. El primer eje de trabajo se caracteriza
por la observacin de los impactos concretos que han generado las intervenciones gubernamentales, en particular desde el ngulo de los efectos
inesperados.
Las situaciones en que los resultados obtenidos en TO+n se revelan manifiestamente diferentes de los que se pretenda provocar en el momento To
atraen la curiosidad del evaluador. La decisin ha producido consecuencias
imprevistas. Es el caso de las medidas adoptadas por el gobierno federal norteamericano para luchar contra los accidentes de carretera y reducir sus vctimas. Esta lucha se centr en mejorar el equipo de seguridad de los automviles: carrocera reforzada, etc. Indudablemente, los resultados lograron una
disminucin del nmero de muertos entre los automovilistas, que era el efecto buscado, pero al mismo tiempo se comprob un aumento de vctimas entre
los peatones. La explicacin es simple: al sentirse ms seguros, los conductores viajan ms rpidamente y matan ms (Peltzman, 1975).
La buena voluntad de las autoridades pblicas se ve traicionada en parte
por la aparicin de efectos contrarios. El Estado otorga ayudas a las empresas
EL ANLISIS
199
industriales en nombre del desarrollo regional, pero stas sirven primeramente a las actividades en declive, como el cuero, el papel o los textiles
(Andrault, 1984). La accin cotidiana del Estado provoca consecuencias
inesperadas por tres razones:
- el entorno ha cambiado con el tiempo (han evolucionado los problemas);
- la estructura causal de la accin no es la buena;
- pequeos efectos han generado consecuencias colectivas incontrolables (Schelling, 1950).
La evaluacin ejerce, as, una funcin de conocimiento. Muestra que la
accin pblica no es una intervencin mecnica en la que, habiendo identificado un problema, es suficiente tratarlo con soluciones especficas, quedando, por otro lado, todo igual. Porque el universo de los problemas es un universo complejo en el cual la autoridad pblica no puede abordar una faceta
sin tener en cuenta el contexto ms global en el que sta se sita. La accin
no es, en esencia, lineal en trminos de causa-efecto. Se desarrolla en un contexto sistemtico:
Una muestra puede encontrarse en las polticas de transporte de mercancas por carretera. Para el Estado, el problema reside en que los camioneros
no respetan los reglamentos que emite en materia de seguridad, velocidad y
horas de trabajo. Porque este fraude origina accidentes y el pblico se indigna. La solucin a la que apela es aumentar los controles de carretera y afinar
los reglamentos. Pero, al propio tiempo, el efecto observable es un crecimiento del fraude registrado por las estadsticas, no su disminucin. En efecto, la trampa est tan extendida que todo aumento de los controles degrada
las estadsticas de fraude. Por otra parte, cuanto ms numerosas son las normas, ms aumentan para los camioneros las ocasiones de violarlas, en un sistema econmico que no les permite sobrevivir si no es ofreciendo a sus
clientes tarifas ms bajas que la competencia. Y quien dice tarifas bajas, dice
fraude: el conductor ir ms rpido, sobrecargar su vehculo, atender menos a su mantenimiento, romper los precios por debajo de las tarifas impuestas por el Estado, etc. Para l, el fraude no es un problema como para el
Estado, sino una solucin para sobrevivir econmicamente (Dupuy, Thcenig,
1985).
La observacin de los efectos negativos va acompaada, as, por una explicacin del analista acerca de las condiciones concretas que rigen el funcionamiento del sistema social o fsico sobre el que se ejerce la accin pblica:
200
el mercado del transporte por carretera en Francia, la conducta de los automovilistas en Estados Unidos. Sin embargo, la evaluacin no juzga especficamente los objetivos del decisor, aun cuando, implcitamente, la impresin
que saca puede llevarle a subrayar el grado de ignorancia o de mala fe que
empapa la poltica pblica considerada. La evaluacin desemboca en un mejor conocimiento del mundo, y la esperanza es que la autoridad pblica lo
aproveche para corregir su poltica.
ii) El juicio de los objetivos. El segundo eje de anlisis se refiere a la
relacin entre los resultados obtenidos y los objetivos buscados. La evaluacin se convierte en un fin en s misma. Esta aproximacin, ms ortodoxa, se
resume en la siguiente definicin: Evaluar una poltica consiste en medir la
parte que le corresponde en la variacin de una situacin en la cual ha ejercido una influencia y la parte imputable a factores exteriores a esta poltica (incluidas las polticas no dirigidas expresamente a la situacin en cuestin)
(Cazes, 1974). En qu medida existe efectivamente una relacin -y de qu
tipo-- entre una accin pblica y los impactos sobre la sociedad o la naturaleza, entre un programa de gobierno y las transformaciones (o no transformaciones) observadas? El razonamiento se centra, por consiguiente, en los lazos
entre dos rdenes de fenmenos: las acciones pblicas X, y o Z, y los indicadores de datos U, V o W. Para proceder en este sentido, el analista acepta
cuatro afirmaciones:
EL ANLISIS
201
202
iii) La innovacin experimental. El tercer eje de anlisis lleva la evaluacin de las polticas pblicas hasta sus lmites, que son las experimentaciones sobre la realidad. Aqu, el analista va ms all de un juicio; es l quien
genera las soluciones.
En Estados Unidos, en particular, centenares de programas se concibieron y realizaron siguiendo el modelo de la comparacin de programas alternativos. Si los poderes adoptan una poltica de tipo A, de ella se derivan
las consecuencias L. Si adoptan un contenido de tipo B, se observan las
consecuencias M. Hayo no diferencias significativas entre las dualidades
poltica A-consecuencias L y poltica B-consecuencias M? Partiendo
generalmente de este esquema se llevarn a cabo experiencias de evaluacin en los sectores de la educacin, la sanidad, el urbanismo o la asistencia social.
El ejemplo ms conocido es el establecimiento de un impuesto negativo en los Estados de Nueva Jersey y Pennsylvania (Rossi, Williams, 1972;
Pechman, Timpane, 1975). Para las autoridades pblicas se trataba de conceder cheques mensuales para ayudar a las familias desprotegidas, como si, en
lugar de pagar un impuesto, tuvieran asegurada una renta anual mnima mediante una suma que representaba la diferencia entre el impuesto y sus medios reales de subsistencia. De 1966 a 1971, la evaluacin consisti en seguir
dos muestras de familias con ingresos muy bajos, elegidas al azar. La primera, compuesta por 632 familias, no recibi ninguna ayuda. La segunda,
formada por 725 familias idnticas a las primeras en grado de pobreza, se beneficiaba de una ayuda consistente en distintas frmulas diferentes de subvenciones. Se observaba con regularidad la evolucin de la situacin de cada :
familia y el trabajo de sus miembros. La pregunta era: la entrega de un cheque del Estado cambia su situacin y el tipo de trabajo?
De hecho, la evaluacin desemboc en un fracaso tcnico porque el 22 %
de los hogares seleccionados abandonaron la experiencia en su transcurso.
Este resultado decepcionante ilustra un fenmeno ms general que reside en
las dificultades que deben superar los partidarios de esta perspectiva (cuyas
intenciones parecen a priori tan loables como rigurosas). Estas dificultades
son de tres rdenes, al menos (Monnier, 1987):
- las condiciones tcnicas que limitan, en la prctica, la factibilidad de
la experiencia;
- una divergencia entre la presin a corto plazo, que lleva a las autoridades pblicas a intervenir con rapidez, y el lapso de tiempo, relativamente
largo, que la realizacin de la experiencia requiere;
- las objeciones de orden tico o moral que puede provocar la experiencia sobre el comportamiento de las personas y la situacin de los ciudadanos: cmo evaluar el mal gusto, la manipulacin o la desigualdad? Por
otra parte, en materia de poltica pblica se sucumbe fcilmente a la tentacin del one best way; es decir, si una solucin funciona aqu, tambin fun-
EL ANLISIS
203
204
2.
La evaluacin en la prctica
La funcin de la evaluacin, realizada por los ciudadanos o por los analistas, constituye el centro del debate poltico en una sociedad. Acta como
un revelador de los procesos de accin, de las iniciativas y de las estructuras
de poder (Wholey, 1972). En materia de polticas sociales, son, paradjicamente, las miradas ajenas a las ciencias polticas strictu sensu las que han
atribuido valor a la importancia que puede revestir el anlisis sociolgico y
poltico: es el caso, en particular, de las ciencias llamadas de la gestin y de
los expertos en materia de ayuda a la decisin.
2.1.
EL ANLISIS
205
nativa ms satisfactoria para el decisor. Una diferencia de principio, esencial entre la evaluacin a posteriori y la evaluacin a priori, es que los
distintos tipos de efectos son enunciados de antemano y que el evaluador
se limita a considerar nicamente los efectos comparables as obtenidos,
dejando de lado los otros efectos que pudieran surgir en el curso de la ejecucin o en otras dimensiones.
En la prctica, la evaluacin a priori prefiere los criterios y, por lo tanto,
los efectos econmico-financieros, abandonando los de orden social y poltico. Se apoya en mtodos de clculo econmico como, por ejemplo, el enfoque costos-ventajas o costos-beneficios. Se ha desarrollado sobre todo con el
movimiento llamado de racionalizacin de las opciones presupuestarias
(RCB), inspirado en el PPBS (planning programming budgeting system, elaborado en la primera mitad de los aos sesenta en Estados Unidos). En lo
esencial, se trata de ayudar al decisor pblico a elegir las grandes inversiones: programas de armamento militar, construccin de autopistas, etc. En
Francia se ha utilizado para decidir la construccin de la red de trenes de alta
velocidad: es rentable o no para la colectividad asignar millones de francos
a dicha red? El capital invertido es mejor destinarlo al TVG o a otro tipo de
medio de comunicacin? Cmo evolucionar el trfico bajo diversas hiptesis de explotacin? Los criterios de rentabilidad conducen al evaluador a descuidar los efectos indirectos ajenos al orden financiero: por ejemplo, impactos sobre el sistema ecolgico o sobre el tejido social.
La evaluacin de las polticas pblicas no tiene mucho que ver con el
control administrativo realizado por los cuerpos de inspeccin general o el
Tribunal de Cuentas. En este caso, el control recae sobre la regularidad de
los actos emprendidos por un servicio pblico y no sobre su eficacia y los
efectos de su accin. En el primer caso, se trata de verificar si los recursos
se han utilizado correctamente y conforme a las normas pblicas (contables, de contratacin de mercados, de remuneracin del personal). El control administrativo se refiere al funcionamiento interno de los servicios
pblicos y no a los aspectos externos o a los efectos de la accin pblica
sobre la sociedad.
Cabe establecer otra distincin entre el control de gestin y la evolucin de las polticas propiamente dicha (Gibert y Andrault, 1984). El
control de gestin pone en relacin los dos trminos de la funcin de
produccin n." 1 (vase captulo 111): los medios y las realizaciones. Por
su parte, la evaluacin de las polticas analiza la funcin de produccin
n." 2, o sea la relacin entre realizaciones pblicas y sus impactos sobre
el entorno social y natural.
El cuadro de la pgina siguiente permite comprender mejor la originalidad de la evaluacin de las polticas pblicas.
El control se ocupa de la eficiencia interna. La evaluacin trata de la eficacia externa de la accin pblica. Al mismo tiempo, y casi paradjicamente,
las ciencias sociales han sido muy moderadas en su pretensin de erigirse en
206
Control de gestin
Evaluacin de polticas
(Funcin de produccin
1). Anlisis de resultados, realizaciones y actuaciones.
(Funcin de produccin
2). Anlisis del resultado del impacto sobre el
entorno.
Especificacin a priori de
manera explcita.
Racionalidad a priori.
Clarificacin ex post de
las intenciones.
Racionalidad a posteriori.
Racionalidad econmica.
Concepcin mecanicista
de la realidad.
Actores de la gestin de la
organizacin.
Racionalidad poltica.
Concepcin ms interaccionista.
Estrategias de quienes intervienen en el curso
del proceso.
Efecto de aprendizaje
(efecto a largo plazo).
Investigacin sistemtica.
Observacin de un estado
en un momento dado.
Enfoque comparativo.
Investigacin puntual.
Observacin de una variacin de un diferencial.
Enfoque evolutivo, din-
En la organizacin.
Fuera de la organizacin.
Internas.
Cuantitativa.
Externas, diversificadas.
Cualitativa.
Tablero de mandos.
Diario de viaje.
Objeto de estudio:
Paradigmas:
Mtodos:
mICO.
Informacin:
Fuentes de informacin.
Naturaleza de la informacin.
Modo de usar la informacin.
EL ANLISIS
207
2.2.
EL APARATO INSTRUMENTAL
La evaluacin moviliza dos tipos de herramientas: las tcnicas de explotacin de la informacin y los planes de investigacin.
La tcnicas de explotacin de la informacin son las que se encuentran
en las ciencias sociales: estudios del caso, anlisis de los datos, tests sobre
pequeas muestras, construccin de modelos, estudio de series estadsticas
longitudinales. En materia de evaluacin, su uso presenta un problema especfico, que es el del valor de la informacin tratada. En efecto, la informacin
necesaria para la evaluacin no es fcil de obtener y constituye un punto crtico para el analista.
Es verdad que las administraciones rebosan de datos, pero stos describen y miden ante todo la asignacin de sus recursos y las realizaciones que
producen: cunto dinero se ha gastado, cuntos actos administrativos se
han ejecutado. Sin embargo, el evaluador se interesa por los efectos y los
impactos de tales actividades. La pobreza de datos disponibles sobre estos
efectos contrasta con la abundancia de las estadsticas internas sobre los
medios. Desgraciadamente, son raras las polticas pblicas que, desde su
208
lanzamiento, se toman la molestia de preparar un dispositivo para recolectar datos sobre sus impactos. De ah la necesidad para el evaluador de elaborar a posteriori los indicadores de efectos, ya sea directamente, ya sea
recurriendo a proxies, es decir, a indicadores indirectos que facilitan una
buena aproximacin; por ejemplo, utilizando las estadsticas extradas de
los censos generales o de otras fuentes. La fiabilidad de los datos es esencial, pero raramente absoluta, a no ser que se recojan ad hoc, pagando los
costes correspondientes.
Los datos cuantitativos son seguramente los ideales. Sin embargo, la medida, cuando es posible calcularla, obliga al evaluador a interrogarse sobre la
validez y la pertinencia de los efectos de los datos utilizados como indicadores. Por ejemplo, cabe preguntarse si el grado de satisfaccin de los ciudadanos con respecto a algo, tal como lo mide un sondeo de opinin, explica correctamente sus comportamientos reales. De ah el recurso tan frecuente a los
indicadores cualitativos, especie de second best, igualmente tiles a veces
para la evaluacin.
La evaluacin choca con dos dificultades. Una, que ya hemos sealado,
es que el indicador elegido refleje fielmente el impacto estudiado: por ejemplo, el nmero de empleos en relacin con la ordenacin del territorio. La
otra, que el impacto estudiado sea imputable a la poltica pblica considerada, no a otra poltica ni a la evolucin natural de las cosas (en este ltimo
caso, la accin pblica no ha aportado nada a dicha evolucin). Esta capacidad para discernir correctamente las imputaciones de los efectos, al igual que
la eleccin de los indicadores adecuados, subraya una vez ms la necesidad
absoluta a la que debe responder la evaluacin: especificar la teora del cambio social que contiene una poltica pblica y, consiguientemente, la necesidad de conocer las leyes que rigen los fenmenos sociales, econmicos o fsicos en una sociedad y en su entorno. El evaluador debe ser un experto en
los problemas que trata.
A fin de cuentas, la evaluacin de las polticas pblicas se reduce a un
anlisis de las diferencias imputables a una accin pblica especfica. Los
progresos instrumentales registrados en materia de evaluacin estn, en principio y ante todo, constituidos por tcnicas que permiten sealar estas diferencias. El procedimiento evaluativo se parece mucho a la investigacin experimental utilizada en medicina: identificar el objeto de evaluacin, medir
las variaciones posibles, comparar lo sucedido con lo que hubiera ocurrido si
la autoridad pblica no hubiese intervenido, explicar el porqu de lo realmente acaecido. En otras palabras, el analista se sirve de planes de investigacin o de experimentos, tratando la accin pblica como una hiptesis de
cambio del tejido social o fsico (para una profundizacin de las herramientas, vase especialmente Mohr, 1988).
Cmo acotar las dimensiones del tiempo y del espacio para aislar este
plan?
Generalmente se distinguen dos tipos de corte:
EL ANLISIS
209
Un experimento como el del impuesto negativo en Nueva Jersey est basado, segn hemos visto, en los dos tipos de corte.
El corte longitudinal es el ms difundido. El antes se compara con el despus. El corte instantneo es ms delicado, aun cuando pueda revelarse igualmente riguroso. Se utiliza, a veces, para experimentos como el realizado en
Francia a mediados de los aos ochenta, cuando se autoriz a conducir coches a los menores de 16 y 17 aos en ciertos departamentos. Los efectos
(accidentes, infracciones, etc.) se compararon con los departamentos en que
la edad mnima era de 18 aos. El xito permiti la generalizacin de la medida a todo el territorio desde 1989.
Se ha desarrollado una abundante literatura que afina el problema de los
planes de experimentacin. Porque en la realidad parece muy difcil establecer cortes claros. As sucede con el horizonte de tiempo. Cundo hay que
admitir que el efecto estudiado marca el fin del impacto de la poltica considerada? La eleccin del momento no es sencilla. El evaluador corre el riesgo
de encerrarse en un tiempo demasiado corto, en un marco cerrado, y establecer, como nica relacin posible, una relacin de causalidad entre la intervencin pblica y el efecto que observa, excluyendo cualquier otro impacto
(Kershaw, 1972). Las dificultades se extienden tambin a las posibilidades de
experimentacin. Es el caso, en particular, del corte que se apoya en una
muestra elegida de manera aleatoria dentro de una misma poblacin, es decir,
respondiendo a los cnones estrictos del procedimiento experimental: cmo
evitar los efectos de contaminacin entre el grupo que sufre la poltica
considerada (llamado grupo objetivo o experimental) y el que no est expuesto a esa poltica (llamado grupo testigo o de control)?
Entendida en el sentido estricto del trmino (constitucin aleatoria de grupos testigo y objetivo equivalentes) la experimentacin es difcil. As, a propsito de la realizada sobre el impuesto negativo de Nueva Jersey, se observ la
aparicin del efecto Hawthorne (del nombre de una experiencia psicosociolgica efectuada entre 1927 y 1932 en las fbricas de un suburbio de Chicago).
Los hogares objeto de observacin saban que eran los nicos beneficiarios del
programa, bajo la vigilancia de los medios de comunicacin. Por ello, daban
buen ejemplo, trabajando tan duramente como antes, a pesar de la asignacin
210
EL ANLISIS
211
La validez de esta evaluacin es medianamente satisfactoria, ya que resulta difcil aislar otras fuentes que han podido influir en la generacin de
efectos oscuros. Al mismo tiempo, este tipo de desarrollo se utiliza muy a
menudo, especialmente para verificar cmo se ha ejecutado la poltica y hacer un recuento de los efectos que ha generado. Lo demuestran aplicaciones
tales como (Deleau, 1986):
la ejecucin de obras de utilidad colectiva;
la eficacia de los prstamos bonificados a la agricultura;
el dispositivo permanente de evaluacin instalado por el Ministerio
de Educacin Nacional para los programas pedaggicos.
ii) Observaciones que comparan un grupo-objetivo afectado por la poltica con un grupo-testigo no afectado por ella. Aqu la informacin es
comparativa. Coinciden dos planos de investigacin:
-
La validez de este enfoque puede ser bastante buena, sobre todo si la evaluacin puede construir ambos grupos controlando sus variaciones en tomo a ciertos parmetros. Si bien no puede calcular siempre relaciones causales muy detalladas, s permite, en cambio, establecer si tales relaciones existen o no entre la
intervencin pblica y los impactos. El rigor de la observacin ser tanto mayor
cuanto el grupo-testigo sea ms equivalente al grupo-objetivo.
Lo demuestran diversos estudios relativos a (Deleau, 1986):
- la oferta de trabajo generada por la asignacin en concepto de progenitor solo, creada en 1976;
- el impacto de las medidas adoptadas en 1982 por el gobierno francs
para insertar en el mercado de trabajo a los jvenes de 16 a 18 aos sin cualificacin profesional, gracias a cursillos de formacin;
- la comparacin Francia-Dinamarca en materia de lucha contra la brucelosis por vacunacin del ganado.
2.3.
212
EL ANLISIS
213
3.
Las polticas pblicas tienen un fin; se terminan. Y, sin embargo, hay que
confesar que las ciencias sociales saben poco de esta fase del trabajo gubernamental. En lo esencial, hasta ahora han reducido el fin de una poltica p-
214
EL ANLISIS
215
Board en 1984, o el National Institute for Education, en 1985), se trata de excepciones. Porque, de 1923 a 1975, de las 421 agencias federales catalogadas, slo 27 haban desaparecido. La tasa de muerte de los organismos est
estimada en el15 % (Kaufmann, 1976).
Planteando de este modo el problema de la terminacin, podra pensarse
que slo existe un pequeo nmero de situaciones rigurosamente definibles.
El analista debera contentarse con la parte visible de un paisaje pblico en el
que, en estratos sucesivos, se acumularan polticas pblicas sin final. De ah
la idea de desplazar un poco el campo del anlisis recurriendo a otros criterios y a otros conceptos. Es la perspectiva abierta por la concepcin llamada
de terminacin parcial (De Lon, 1978).
Una terminacin parcial se define como una inflexin, un cambio de poltica pblica que, sin dar fin formalmente al programa o a sus bases administrativas y organizativas, modifica de forma sustancial la accin pbliea en el
contexto examinado. En consecuencia, una poltica pblica cesa no slo
cuando desaparece, sino tambin cuando se ve alcanzada por una alteracin
significativa. Dicha alteracin puede afectar a:
-
su contenido;
sus ejecutores y sus tutores pblicos;
el problema al que responde;
la poblacin sobre la que interviene.
216
Quin debe perder y quin debe ganar, a sabiendas de que la sustitucin representa poco en cantidad pero mucho para el debate? La terminacin toma
el cariz de un enfrentamiento poltico sobre desafos en apariencia ftiles (De
Lon, 1987).
Las estrategias de los actores polticos son una muestra de ello. Supongamos
que stos desean poner fin a una poltica pblica, con objeto de suprimir todo el
programa o de cerrar la agencia responsable. Sin embargo, no es ste el mtodo
que siguen normalmente. Solicitarn, en cambio, una modificacin de tal o cual
punto en particular, ms vulnerable que otros. El cese se opera por destrucciones
parciales sucesivas. Por ejemplo, quin solicitar que se suprima de hoy para
maana la Seguridad Social? Los actores polticos actuarn de otra manera: excluyendo del sistema ciertas enfermedades o ciertas categoras, rechazando el
aumento de las cotizaciones, etc.
Este enfoque poltico lleva a una visin menos naturalista o ingenua del
trabajo gubernamental.
A propsito de la inclusin en la agenda, hemos visto que cuando en la
sociedad un problema precede a una iniciativa gubernamental y la provoca,
ocurre tambin que esta iniciativa sea tomada sin que preexista un problema
sentido como tal. Una poltica no termina porque el problema se extinga, al
menos en el 99 % de los casos. Cesa o no, independientemente del estado del
problema cuyo aspecto deba modificar y de los efectos cuyo contenido induce. Para el analista, ninguna poltica, o casi ninguna, se extingue porque la
oferta pblica ha satisfecho la demanda social. La rupturas pertenecen a la
esencia de la poltica, que es el enfrentamiento entre valores e intereses.
Porque slo el sistema poltico indica al analista lo que es y lo que no es significativo como alteracin de la accin pblica.
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TERCERA PARTE
COMPARACIONES Y ORIENTACIONES
CAPTULO
VIII
LA DIMENSIN COMPARATIVA
DE LAS POLTICAS PBLICAS
El anlisis comparativo de los fenmenos polticos no es un desarrollo
reciente de la ciencia poltica. Incluso se podra pretender que los lejanos antepasados de la disciplina, Aristteles o Maquiavelo, procedan ante todo-por
comparacin. Encontrar modelos, clasificar, descubrir la frecuencia de las
ocurrencias, comprender las diferencias parecen procedimientos evidentes
para poder evaluar normativamente las instituciones y las prcticas polticas.
y aun cuando los investigadores de la ciencia poltica no utilizan el mtodo
comparativo, siempre se refieren implcitamente a otros modelos. Decir que
los regmenes son democrticos porque proceden de elecciones libres, porque los gobiernos son representativos y obedecen a la norma de la separacin
de poderes, implica que los regmenes que no entran en este esquema no son
democrticos. Por tanto, la comparacin es un fenmeno antiguo muy desarrollado y una herramienta metodolgica preciosa para la ciencia poltica en
general. Como escribe Deutsch, gran parte del conocimiento humano ha resultado siempre de la comparacin (Deutsch, 1987).
Sin embargo, si la evaluacin global del anlisis comparativo era ms
bien positiva en materia de ciencia poltica, hasta hace muy poco, no suceda
lo mismo en el campo especfico de las polticas pblicas. Por ejemplo, en
1975, Anderson escriba que el anlisis comparado de las polticas pblicas
es un campo de estudio que an no existe (Anderson, 1975, pp. 219-241).
Esta situacin se explica, en parte, por las condiciones del nacimiento y por
las orientaciones de una disciplina aparecida en los aos sesenta. Antes de
lanzarse a la comparacin, la exploracin de un nuevo campo conoce ambiciones ms modestas. Por .otra parte, otros dos factores entorpecan un anlisis comparativo cientfico de las polticas pblicas. La insistencia en el carcter utilitario y prctico del policy analysis invitaba a ocuparse primero
de las cuestiones domsticas. Por ende, cuando una comparacin pareca provechosa para la accin, se dejaban de lado las cuestiones metodolgicas en
favor de estudios rpidos, de consumo inmediato, cuya filosofa resume
224
Wildavsky al recordar, irnicamente, que para un decisor vale ms un informe mediocre diez minutos antes de la reunin que un buen estudio diez minutos despus! Dicho de otra manera, la comparacin con fines operativos no
ha faltado -y esto desde hace mucho tiempo- en materia de polticas pblicas, pero ha sido en detrimento de un verdadero anlisis comparativo.
Estos estudios comparativos a la ligera se centran, frecuentemente, en las
instituciones y las estructuras (es decir, en los fenmenos ms fciles de
aprehender), descuidando el entorno o las variables que explican el funcionamiento y, eventualmente, el xito de la poltica seguida. El trfico de importacin-exportacin de instituciones o de polticas pblicas es, desde hace
mucho, un gnero activamente practicado por reformadores de todo pelaje,
pero los desengaos son a menudo tan vivos como las esperanzas provocadas
por una comparacin demasiado apresurada: la importacin por los britnicos de la concertacin econmica francesa fue un fracaso, al igual que, en
Francia, las propuestas de reforma del sistema local inspiradas en otros pases no han dado ningn fruto desde mediados del siglo XIX.
Sin embargo, tras una veintena de aos, el anlisis comparativo se ha
vuelto ms abundante y complejo. Cmo se explica este cambio? Qu problemas plantea un anlisis comparativo? Cules son los resultados obtenidos? stas son las principales preguntas que hoy merecen atencin.
l.
COMPARACIONES Y ORIENTACIONES
225
por el hecho mismo de las hiptesis y de las leyes definidas por la teora
desarrollista, estas investigaciones haban de ser necesariamente comparativas e histricas para comprender, diacrnica y sincrnicamente, la evolucin
de los sistemas polticos hacia la democracia, y la construccin del Estado y
de la nacin. El campo de los estudios polticos comparados sali fortalecido, y la investigacin comparativa conoci un desarrollo sin precedentes gracias al impulso (intelectual) de este movimiento y (financiero) de las instituciones de investigacin norteamericanas. Europa no conoci una efervescencia parecida, pero el modelo de desarrollo de los Estados-nacin en Europa,
elaborado por Rokkan, constituye igualmente una contribucin fundamental
a la poltica comparada primero y, ms tarde, al anlisis de las polticas pblicas (Rokkan, 1969).
Un segundo factor, casi simultneo, concierne al anlisis de las polticas pblicas propiamente dicho. Se vincula a lo que David Easton haba calificado de New Revolution en 1969, analizando la evolucin de los intereses de la ciencia poltica norteamericana y la nueva orientacin de los politlogos hacia las polticas pblicas. 0, por retomar el vocabulario del padre
del anlisis sistmico, mientras que la ciencia poltica se haba preocupado
esencialmente hasta entonces de los inputs (elecciones, partidos, grupos de
inters, lites), descubra la importancia de los outputs, es decir, de las polticas producidas por el sistema. Esta evolucin se vea facilitada, a la vez,
por el agotamiento del behaviorismo (cuyo esfuerzo est totalmente orientado al anlisis de los comportamientos) y por la demanda creciente de
expertos por parte del sistema poltico (las presidencias Kennedy y
Johnson marcan el apogeo de la influencia de los expertos en materia de
polticas pblicas). Heidenheimer invoca incluso la imagen de un maremoto que, en los aos sesenta, sumergi los diques (...) mediante los cuales,
en los cincuenta, pensadores de renombre como Easton lograron contener a
los que trataban de conducir las investigaciones sobre la accin pblica en
la direccin sealada por Lasswell (Heidenheimer, 1986, p. 174).
Al comienzo, la conjuncin de ambos fenmenos, aparentemente desconectados y distintos, era embrionaria, recurriendo, sobre todo, a la acumulacin de conocimientos comparables ms que a un verdadero anlisis comparado. Este desarrollo ha sido facilitado en Estados Unidos por la prctica,
slidamente establecida, de reunir a especialistas nacionales de un problema
para la produccin de un libro en comn, prctica que avanza ms difcilmente en Europa continental, donde el obstculo principal, especialmente en
Francia, reside en la debilidad o la ausencia de mercado para las obras colectivas. El final de las dcadas de 1960 y 1970 permitieron pues la constitucin
de la primera etapa del cohete, es decir, la yuxtaposicin de estudios nacionales. Aunque limitado, el procedimiento no es intil. En primer lugar,
constituye, como se ha subrayado, una base de informaciones que un solo
investigador raramente es capaz de reunir por s solo. Adems, se trata de
un proceso de socializacin y aprendizaje fructfero. La comparacin, aun
226
COMPARACIONES Y ORIENTACIONES
227
228
2.
2.1. Los
ATRACTIVOS
El anlisis comparado de las polticas pblicas posee una primera cualidad: contribuye a corregir la visin incompleta (o desviada por juicios implcitos de valor) que la ciencia poltica o la ciencia administrativa comparadas
tradicionales pueden dar de los sistemas polticos. No es que el anlisis de las
polticas pblicas estuviera en s mismo exento de desviaciones o, por decirlo
como en Estados Unidos, value-free, sino que los valores, desviaciones o
presupuestos que pueden contaminar el anlisis son de naturaleza distinta. El
anlisis de las polticas, por imperfecto que sea, corrige el de la poltica.
Algunos ejemplos nos permitirn aclararlo.
El anlisis comparado de la poltica se centrar, por ejemplo, en los partidos, las elecciones o las asambleas, lo que permitir manejar ciertas clasificaciones o fundamentar los juicios. As se distinguirn elecciones libres competitivas y no competitivas; partidos de cuadros y partidos de masas; asambleas seguidistas y parlamentos soberanos (Blondel, 1973; Rose, Suleiman,
1980; Suleiman, 1984 y 1986). Pero estos anlisis, basados en las demandas
o en el funcionamiento del sistema, no se preocupan prcticamente por los
outputs o por las polticas llevadas a cabo. En el mejor de los casos, prestan
atencin a las decisiones adoptadas, pero sin preocuparse de lo que ocurre
con ellas. Estos estudios permitirn crear las tipologas que oponen los
Estados pluralistas democrticos a los Estados socialistas o a los sistemas de
partido nico en el Tercer Mundo, o, tambin, distinguir entre pases liberales y pases intervencionistas, etc. Como se ve, la comparacin desemboca en
tipologas establecidas a partir de principios (la competencia poltica, la separacin de poderes), valores (la libertad individual, los derechos colectivos) y
acuerdos institucionales y polticos.
Sin discutir estas opciones y estos anlisis, la comparacin de las polticas pblicas arroja otra luz, suscita nuevas cuestiones, pone en duda las tipologas establecidas. Una comparacin de la mortalidad infantil y de la proteccin de la infancia, sita a Estados Unidos ms cerca de los pases subdesarrollados que de los ms avanzados. Los gastos de sanidad norteamericanos
(en porcentajes de PNB) son ms elevados que en Europa, aunque la mayor
parte de los polticos estn convencidos de que los sistemas de seguridad social son la causa del crecimiento de los gastos de seguridad social. Profundas
diferencias separan a Estados Unidos de Europa en sectores tales como la
educacin, el Welfare, el urbanismo, el control de armas y el medio ambiente, aun cuando sus sistemas .polticos pertenezcan a la misma familia.
Obviamente, no se trata de caer en el camino inverso, buscando, a toda
costa, convergencias entre sistemas polticos opuestos y divergencias dentro
de las familias' de sistemas habitualmente reconocidas. Ello equivaldra a
recaer en la visin ms bien utpica de Galbraith sobre la ineluctable conver-
COMPARACIONES Y ORIENTACIONES
229
230
Si se consideran, por ejemplo, los estudios sobre las reformas del sistema
local en Francia, en la mayora de ellos aparece una apreciacin a menudo
crtica del carcter parcial y limitado de los cambios sucedidos en el curso de
los ltimos treinta aos. Implcitamente se hace referencia a las reformas,
bastante ms drsticas, que tuvieron lugar de 1960 a 1980 en Gran Bretaa,
la RFA o los pases escandinavos, por citar slo algunos casos. Cuando las
comparaciones se llevan a cabo de manera ms sistemtica, las apreciaciones
se vuelven ms matizadas, e incluso cambian radicalmente. En contra de lo
que sugerira una visin apresurada del problema, la fusin de los municipios
en 500 unidades de gran tamao en Gran Bretaa, no ha supuesto un reforzamiento frente al poder central (Rhodes, 1981; Ashford, 1982; Weight, 1987).
y la comparacin de la hacienda local francesa con la de otros pases occidentales hace poco crebles las afirmaciones sobre la dependencia de los entes locales o sobre la mayor centralizacin del Estado francs (Ashford,
Thoenig, 1981; Mny, 1985).
El primer beneficio que se puede extraer de los estudios comparativos
ms difundidos es desechar ciertos lugares comunes, tanto ms afirmados
cuanto que no se ha intentado analizarlos ms de cerca. Podemos escribir
hoy que Gran Bretaa es el pas del local government? Podemos afirmar,
sin ms, que el gobierno italiano no tiene polticas? Podemos ignorar que el
intervencionismo ms meticuloso coexiste en Estados Unidos con el laissezfaire ms salvaje?
Pero el aporte del anlisis comparado de las polticas pblicas sera muy
limitado si se redujera a disipar los estereotipos difundidos por la ignorancia.
Los estudios comparativos detallados y sistemticos pueden constituir el mejor antdoto contra las veleidades del social engineering, que han tentado y
seducido muy a menudo a los policy experts y a los gobernantes. Dicho de
otra modo: cuanto ms correcta sea la comprensin de las polticas, menor
ser la tentacin de actuar de forma autoritaria para cambiar la sociedad. Las
desilusiones de la Great Society an se sienten hoy da, y la amarga experiencia de los primeros aos de Mitterrand no ha cado en saco roto, comenzando
por los socialistas espaoles.
2.2.
Los
PROBLEMAS
Si el anlisis comparativo es a priori seductor y benfico, se revela igualmente como una empresa delicada debido a las numerosas trampas y dificultades. Se pueden enumerar al menos seis tipos de dificultades y, seguramente, la lista no es exhaustiva:
i) La ausencia de datos homogneos. Este problema aparece seguramente con mayor evidencia en el terreno estadstico. La recoleccin y la admisin de datos varan de un pas a otro. Por ejemplo, slo desde 1970 en
COMPARACIONES Y ORIENTACIONES
231
232
COMPARACIONES Y ORIENTACIONES
233
234
v) La quinta dificultad radica en la eventual introduccin de desviaciones culturales o polticas nacionales en el enfoque comparativo.
Una poltica pblica, aun cuando se aplique con alcance universal (por
ejemplo, la enseanza primaria), jams surge completamente del cerebro de
un Big Brother: la poltica pblica, en tanto que eleccin (ms o menos deliberada o consciente), est siempre impregnada de los valores delos que la
han modelado, sostenido o ejecutado. Por ello, existe el riesgo de proyectar
en una investigacin comparativa los valores dominantes en un determinado sistema nacional. Esta inclinacin es particularmente fuerte cuando un
proyecto comparativo lo elabora un equipo internacional que subcontrata
despus la investigacin en cada pas, imponiendo un marco metodolgico
y analtico estricto para obtener resultados homogneos y comparables.
Aun siendo una ambicin respetable, los medios para obtenerla son criticables, ya que los resultados pueden ser homogneos, pero falsificados por
un marco de investigacin inadecuado para ciertos pases. El problema se
acenta cuando un equipo nacional se compromete en una investigacin
que cubre 15 o 20 pases. La ignorancia de los idiomas hablados en dichos
Estados incita a refugiarse en la recoleccin de datos estadsticos o apoyarse en la literatura publicada en ingls. Los resultados a menudo son mediocres y a veces cmicos. Este defecto es manifiesto en ciertas investigaciones impulsadas desde Estados Unidos y definidas a partir del modelo de referencia norteamericano.
Para evitar esta trampa, la investigacin comparada debe ser cooperativa, a fin de tener en cuenta los parsitos contenidos en las opciones nacionales ligadas a los valores, a la cultura o a la historia. Por ejemplo, una comparacin de las polticas de la educacin en Francia y en Estados Unidos sera superficial o quedara adulterada si no centrase su atencin en la investigacin de dos fenmenos de primera importancia: el localismo visceral de
los norteamericanos en esta materia y el principio de la centralizacin de la
enseanza en Francia. El anlisis mostrar, a continuacin, los mltiples factores que relativizan esta peticin de principio; pero habr sido fundamental
considerar ambos sistemas de valores para comprender el tipo, el estilo y las
estrategias de las polticas propias de cada pas.
'vi) La ltima cuestin relevante se refiere a la estrategia terica subyacente a las investigaciones empricas.
Dos caminos se abren al investigador: proceder a un anlisis inductivo o
actuar de manera deductiva a partir de un conjunto de conceptos o de postulados que la investigacin se propone verificar. Si bien el anlisis inductivo
suele predominar en el estudio comparativo de las polticas pblicas (sin
duda porque el presupuesto pluralista est implcito), los modos de razonamiento deductivos abrieron una brecha destacable en la dcada de los setenta, debido no slo al xito de las teoras neomarxistas, e incluso de la teora
neocorporativista, sino tambin, en sentido opuesto, a la influencia de la es-
COMPARACIONES Y ORIENTACIONES
235
cuela racionalista (en particular de la teora del public choice) en gran parte
de la investigacin realizada en Estados Unidos y otros lugares.
El atractivo del enfoque deductivo es grande porque permite abordar el
estudio de las polticas armado de un conjunto de conceptos y de un marco
terico slidos. Su principal inconveniente es que los investigadores a veces identifican cuadro terico con biblia ideolgica, lo que modifica completamente la vocacin de la investigacin emprica. Muy a menudo sta
no tiene por misin encontrar, es decir, confirmar o desmentir las hiptesis o los postulados de partida: la investigacin se convierte en un simple
soporte de la teora previamente planteada. Esta desviacin explica la relativa esterilidad de la escuela neomarxista, a pesar de investigaciones empricas a menudo de primera calidad; si bien, en menor grado, las tensiones
entre teora y empirismo no son ajenas a las vicisitudes de la teora neocorporativista.
3.
Como hemos visto, el anlisis comparado an est en los primeros balbuceos, y su aplicacin conlleva numerosas dificultades. A pesar de ello, su
contribucin a la disciplina es fundamental, ya que ha permitido cambiar las
perspectivas, enriquecer el aparato metodolgico y terico, y descubrir aspectos desconocidos por los enfoques nacionales tradicionales.
3.1.
EL REDESCUBRIMIENTO DE LA HISTORIA
Inicialmente, la mayor parte de las investigaciones relativas a las polticas pblicas fueron a-histricas (a menudo descuidaban tambin los aspectos
polticos, burocrticos o ideolgicos). Lo mismo sucedi con los primeros
estudios comparativos.
Una poltica era analizada en un instante T o en un perodo relativamente
breve. Muy pronto se comprendi, especialmente en razn de los resultados
obtenidos, que este enfoque era totalmente insuficiente. Se adverta, por
ejemplo, que para responder a un determinado problema se seleccionaban
distintas soluciones, pero los resultados obtenidos eran sensiblemente idnticos. La diferencia no estaba en el input o el output, sino en los mtodos, los
instrumentos, las formas elegidas para definir y ejecutar la poltica. Por lo
tanto, el verdadero problema consista en el porqu de estas formas o mtodos especficos para conducir una poltica que responde a los mismos problemas y trata de alcanzar idnticos objetivos.
Esta pregunta remite a las tradiciones legales e institucionales, a los
acontecimientos que han dado forma al aparato poltico-administrativo,
etc.; es decir, a la historia. Kncepfel y sus coautores resumen correctamen-
236
3.2.
COMPARACIONES Y ORIENTACIONES
237
dos es que el anlisis de la caja negra carece de inters -salvo el inters intrnseco de estudiarla en s misma- en lo relativo a los outputs o polticas
(Salisbury, 1968, pp. 163-164).
Aunque el anlisis comparativo no haya contribuido por s solo a desmentir una afirmacin tan radical, su influencia ha sido notable. En efecto, la
agregacin de datos, por ejemplo, puede facilitar la deteccin de evoluciones
comparables o distintas en diferentes sistemas, sin explicar, no obstante, las
razones de estas similitudes o diferencias. Incluso la comprobacin de fenmenos cuantitativamente anlogos no arroja luz alguna sobre las mltiples
evoluciones que la han precedido.
Ashford ha sido uno de los primeros politlogos norteamericanos en
reclamar un anlisis estructural que, sin olvidar los aportes de las macro o
microinvestigaciones, reintrodujera el anlisis longitudinal de las instituciones, los actores y los procesos. A propsito de las investigaciones anteriores, ste indica que: Debido a la importancia evidente de los factores
econmicos y sociales, estos anlisis han tendido a ignorar los cambios en
el sistema poltico e ignoran prcticamente diferencias fundamentales en
materia de estabilidad, procedimientos y diferencias de las diversas formas de gestin democrtica. La causalidad tiende a convertirse en un artefacto de la manipulacin estadstica y, por consecuencia, se muestra muy
alejada de las incitaciones, iniciativas y esperanzas de los decisores reales (Ashford, 1984, pp. 369-389). La evolucin hacia el Welfare State
contemporneo se efecta segn modos de relaciones intergubernamentales, I sustancialmente distintos en cada pas, y ello debera incitar a la prudencia cuando se afirma que las consecuencias polticas son uniformes de
un sistema a otro (Ashford, op. cit., p. 378).
La necesidad de tener en cuenta las caractersticas y el desarrollo de cada
sistema ha sido aceptada, cada vez ms ampliamente, por los politlogos
norteamericanos que haban descuidado la caja negra, a la vez por las razones descritas ms arriba, y sin duda tambin porque los primeros estudios
comparativos, a menudo intranorteamericanos, postulaban (sin razn) que,
en un sistema poltico relativamente homogneo como el de Estados Unidos,
la variable poltico-institucional no tena una incidencia fundamental. En
Europa, donde el impacto del sistema poltico ha sido ms bien sobrevalorado que minimizado, y donde la percepcin de las diferencias de outputs de
un sistema a otro es prctica, incluso antes que cientfica, no ha hecho falta
insistir demasiado para subrayar el carcter crucial de esta variable. Sin embargo, al menos un sector permanece cerrado a este enfoque: el del anlisis
de las polticas econmicas, generalmente realizado por economistas. La insistencia en la teora y la doctrina (dominadas por los angloamericanos, en
detrimento de los determinantes polticos, culturales o institucionales, sigue
l. lntergovemmental, en el sentido norteamericano del trmino, designa las relaciones entre diferentes
escalones de gobierno, federal o central, regional y local.
238
EL ENRIQUECIMIENTO TERICO
COMPARACIONES Y ORIENTACIONES
239
3.4.
El estudio de casos concretos posee las virtudes del anlisis en profundidad, pero no permite generalizar las conclusiones de la investigacin; el an-
240
COMPARACIONES Y ORIENTACIONES
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CAPTULO
IX
246
1. La unin de historiadores y politlogos es particularmente fructfera en el anlisis del proceso de construccin institucional o del desarrollo
del Estado. Ms an en otros campos, las polticas institucionales se inscriben, por continuidad o por reaccin, en procesos histricos extensos. La figura del prefecto o del ombudsman, el referndum local o los impuestos
sobre la propiedad, por sealar slo algunos ejemplos, no pueden comprenderse en su configuracin contempornea sin referencia a los procesos anteriores.
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5: Con el creciente desarrollo de la innovacin institucional en el siglo xx, se han abierto nuevos campos al estudio de las polticas institucionales. Ejemplo de ello es la proliferacin de cursos constitucionales, la poltica de regionalizacin, especialmente en Europa, la aparicin y la ex-
COMPARACIONES Y ORIENTACIONES
249
politiqueo
-
250
2.1.
EL MERCADO Y EL ESTADO
COMPARACIONES Y ORIENTACIONES
251
2.2.
LAS INTERACCIONES
Pese a las posiciones extremas sobre el lugar que deben ocupar el mercado y el Estado, una cosa es segura: en los pases occidentales, su convivencia
y su interaccin son inevitables. Actores privados y pblicos estn condenados a colaborar siguiendo procedimientos ms o menos formales ligados a la
estructura poltico-econmica, a la historia o a la ideologa.
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3.
Si bien no son las nicas polticas que constituyen el Welfare State, son
su esencia. Esto explica la gran cantidad de estudios empricos y de reflexiones de carcter terico. Otra explicacin de la amplitud de la literatura sobre
este tema reside en el carcter ambiguo y multiforme del calificativo social. Las polticas sociales abarcan, en efecto, una extensa gama que puede
incluir, strictu sensu, las polticas de seguridad social o a las establecidas entre poblaciones-objetivo (viudas, hurfanos, minusvlidos, etc.), pero tambin polticas tales como la vivienda, la educacin, el ocio popular, etc.
Sobre las investigaciones empricas y los debates tericos o doctrinales se ha
profundizado ms en Estados Unidos, Gran Bretaa y RFA. A pesar de los
numerosos estudios publicados en Francia, stos raramente expresan una
aproximacin en trminos de polticas pblicas. Las investigaciones, con alguna excepcin y a diferencia de lo que sucede en los pases anglosajones, se
sitan muy a menudo en el campo de la sociologa o de la economa, o estn
inspiradas en preocupaciones ms administrativas y polticas que cientficas
(informes, encuestas, etc.).
Ms todava que en otros mbitos, la contribucin americana es, con mucho, la ms importante, sin duda porque en ninguna parte como en Estados
Unidos el Welfare State ha sido tan criticado, aunque no haya alcanzado nunca la amplitud y la universalidad de los regmenes de proteccin social
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Ulteriormente, el estudio de las polticas pblicas, que a menudo era marginal en estas primeras investigaciones se va a reforzar en dos direcciones:
como base de una comparacin interna (en particular en los Estados federales) o internacional, como contribucin especfica a las polticas sectoriales
~
(vivienda, educacin, etc.).
Estos estudios, de carcter comparado, se han desarrollado particularmente en el campo de las polticas locales, ya que stas se revelaban estimulantes y ms fciles de realizar que las comparaciones entre sistemas
polticos diferentes. Dado que ciertos parmetros podan tenerse por constantes (instituciones, partidos, marco jurdico, etc.), las fuentes de variacin
y de diferenciacin podan identificarse mejor. Un cierto dominio de las
tcnicas y la puesta a punto de mtodos de investigacin cada vez ms perfeccionados han permitido, seguidamente, el desarrollo de estudios comparativos a escala internacional.
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COMPARACIONES Y ORIENTACIONES
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- La aportacin de los estudios de polticas locales al anlisis y a la teora de las polticas pblicas es irrelevante.
l. Las corrientes neomarxistas o radicales se apoyan ampliamente en el
anlisis de las polticas locales para sostener su teora de la socializacin creciente del consumo, y subrayar al mismo tiempo los lmites de la autonoma
del espacio local.
Bennington (J.), 1975, Local Government Becomes Big Business, London, CDP
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-
260
2. La teora neocorporativista ha encontrado igualmente una continuacin (hasta el punto, segn arguyen algunos, de perder una parte de sus virtudes interpretativas) en el anlisis de las polticas locales. Muchos estudios, en
Italia y Gran Bretaa, han tratado de poner de manifiesto los fenmenos de
microcorporativismo, suscitando un vigoroso debate.
King (R.), ed., 1983, Capital and Polities, London, Routledge.
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COMPARACIONES Y ORIENTACIONES
261
4. Finalmente, el anlisis de las polticas locales ha aportado una contribucin importante a dos debates principales de la disciplina.
- En primer lugar, ha permitido mostrar la complejidad de las relaciones que mantienen la poltica y las polticas. A la pregunta quin determina qu?, el anlisis de las polticas presupuestarias, por ejemplo, ha demostrado, sobre todo, la dificultad de obtener respuestas claras y ha reclamado
mayor modestia emprica a los tericos, tal vez demasiado inclinados a dar
una solucin rpida al asunto.
262
COMPARACIONES Y ORIENTACIONES
263
CONCLUSIN
Qu nos ensea el estudio de las polticas pblicas?
_
En tanto que instrumento particular para la comprensin de la poltica, el
anlisis de las polticas permite extraer algunas lecciones o sacar a la luz algunos principios que a veces la fragmentacin de las disciplinas o los enfoques haban relegado a la sombra:
266
CONCLUSIN
CONCLUSIN
267
NDICE
Introduccin general
PRIMERA PARTE
LA TEORA
19
21
21
26
30
32
33
35
37
CAPTULO 1.
43
46
CAPTULO
1.
11.
47
52
55
55
58
59
62
65
66
71
73
270
NDICE
SEGUNDA PARTE
EL ANLISIS
CAPTULO
1.
2.
3.
4.
III.
89
El marco conceptual.....
CAPTULO
IV.
89
93
96
103
109
V.
VI.
129
La decisin pblica
110
110
111
112
114
118
123
123
125
,.......
La implementacin
1. El enfoque top-down
1.1. Un razonamiento lineal
1.2. El dominio de la accin
2. Razonamientos alternativos
3. Un marco analtico
3.1. La teora del proceso de cambio
3.2. El sistema de accin
3.3. Un ejemplo: la poltica del transporte de mercancas por carretera
3.4. Las tcnicas de observacin y de estudio
129
130
131
135
139
139
140
144
145
146
147
149
152
158
158
158
160
164
168
168
171
174
180
NDICE
4.
271
181
183
187
La evaluacin..........................................................................
194
Los enfoques
1.1. Una ambicin de rigor
1.2. Un programa de trabajo diferenciado
2. La evaluacin en la prctica
2.1. Ayuda a la decisin, control de gestin, evaluacin
2.2. El aparato instrumental.......................................................................
2.3. Las condiciones de ejercicio
3. La terminacin de las polticas pblicas
195
195
198
204
204
207
211
213
CAPTULO
VII.
l.
TERCERA PARTE
COMPARACIONES Y ORIENTACIONES
CAPTULO
VIII.
223
224
228
228
230
235
235
236
238
239
245
245
249
250
251
254
254
255
256
Conclusin
265
CAPTULO
IX.
ArielCienciaPolitica
Alejandro Nieto
Crisis de la democracia
ngel Latorre
Introduccin al Derecho
H. Portelti y otros
Democracia ydesobediencia
Norberto Bobbio
Las democracias
Antonio Cassese
Qu es la justicia?
Julio GmezPomar