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LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA EN ESPAÑA: MODOS

Y NIVELES EN PERSPECTIVA COMPARADA (*)

MARIANO TORCAL
Universitat Paupeu Fabra
JOSÉ RAMÓN MONTERO
Universidad Autónoma de Madrid
JAN TEORELL
Unviersidad de Göteborg (Suecia)

LAS DEFINICIONES DE LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA.—UN MAPA GENERAL DE LA PARTICIPACIÓN


POLÍTICA. MODOS DE PARTICIPACIÓN POLÍTICA: UNA TIPOLOGÍA.—MODOS DE PARTICIPACIÓN
POLÍTICA: ALGUNOS RESULTADOS EMPÍRICOS.—NIVELES DE PARTICIPACIÓN POLÍTICA.—RELA-
CIONES ENTRE MODOS DE PARTICIPACIÓN.—CONCLUSIONES.—REFERENCIAS.

RESUMEN

Este artículo contiene una nueva tipología de modos de participación política que se
comprueba empíricamente en trece casos de democracias europeas. Esta propuesta su-
pone una superación de las tipologías al uso y se construye desde la discusión de dos di-
mensiones que la afectan de modo importante: el uso de mecanismos tradicionales re-
presentativos o extra-representativos de participación y el uso de mecanismos de parti-
cipación basados en la voz o en la salida. La interacción de estas dos dimensiones nos
permite distinguir cinco tipos de participación política: voto, contacto, actividades de
partido, actividades de protesta y participación de consumo. El resto del trabajo está de-

(*) Este artículo es una versión reducida del capítulo incluido en el libro editado por José
Ramón Montero, Joan Font y Mariano Torcal sobre Ciudadanos, asociaciones y participación
en España, que será publicado próximamente por el Centro de Investigaciones Sociológicas.

Revista de Estudios Políticos (nueva época)


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dicado a contrastar los niveles comparados de estos modos de participación política en


España y en algunas de sus comunidades autónomas.
Palabras clave: Participación política, voto, representación política, protesta,
consumo y partidos políticos.

ABSTRACT

This article proposes a new typology for modalities of political participation. It


gives an empirical comparison of thirteen European democracies and suggests going
beyond most used typologies. This proposal is built upon the discussion of two di-
mensions that have an important impact on such participation: the use of traditional
representative or extra-representative mechanisms and the use of mechanisms based
on ordered debate or on protest demonstrations. The interaction between these two
dimensions enables us to distinguish five types of political participation: voting,
contact, party activities, protest activities and consumer participation. The rest of the
article compares the levels of these modalities in Spain and in some of its Autono-
mous Communities.
Key words: Political participation, voting, political representation, protest, con-
sumers and political parties.

La participación política constituye un elemento esencial de las democra-


cias contemporáneas. Como subrayan Verba, Scholzman y Brady (1995: 1) en
el inicio de su ya clásico libro, «la participación ciudadana es el corazón de la
democracia. De hecho, la democracia es impensable sin la capacidad de los
ciudadanos para participar libremente en el proceso de gobierno». A través de
la participación, los ciudadanos manifiestan sus demandas y hacen oír sus
quejas a una audiencia más amplia; también hacen que gobiernos y políticos
sean más responsables al sentirse más controlados. No obstante, el concepto
de participación es muy amplio: las vías abiertas para participar son múltiples.
Los ciudadanos pueden votar el día de las elecciones, escribir cartas a sus re-
presentantes o hacer campaña por su partido político; pueden apoyar con la
suya una recogida de firmas, poner un adhesivo en sus coches o unirse a una
marcha de protesta. Algunas veces, la expresión de su voluntad es más sutil,
como cuando donan dinero a organizaciones carentes de lucro o boicotean
ciertos productos en el supermercado por motivos políticos o sociales. Como
subrayan Huntington y Nelson (1976: 14), «el concepto de participación polí-
tica no es sino un cajón de sastre que acomoda formas muy diferentes de ac-
ción que constituyen fenómenos diferenciados, por lo que es necesario acudir
a explicaciones de diferente naturaleza». Todos estos modos de participación
política están a disposición de los ciudadanos, pero no todos ellos son utiliza-
dos con la misma frecuencia e intensidad. Las diferencias no sólo son indivi-

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duales; también se dan entre países, lo que marca claramente las relaciones
entre los ciudadanos y el poder político ¿Cómo son esos modos participativos
en España? ¿Cuáles son las diferencias con respecto a otros países europeos?
¿Qué modos son más comunes en España, y cuáles los menos utilizados?
En las siguientes páginas intentaremos responder a estas preguntas.
Nuestras respuestas encierran, desde luego, un cierto nivel de generalidad,
ya que este artículo tiene una naturaleza introductoria, y su contenido es, por
lo tanto, deliberadamente descriptivo. Pese a ello, trataremos cuestiones que
desbordan este marco descriptivo. En primer lugar, realizaremos una discu-
sión de los fundamentos conceptuales del estudio de la participación política
y ofreceremos una perspectiva general de la frecuencia con la que los espa-
ñoles utilizan aquellas múltiples vías participativas. Propondremos después
una nueva tipología de los diferentes modos de participación política, y ex-
ploraremos las interconexiones entre diferentes tipos de actos políticos en al-
gunos países europeos con el doble objetivo de determinar su encaje con la
tipología propuesta y, además, explorar el grado de multidimensionalidad de
las actividades participativas. Compararemos más tarde la intensidad de
cada uno de estos modos en España y en otros países, y analizaremos las re-
laciones existentes entre ellos para conocer el grado de especialización parti-
cipativa de los españoles. En definitiva, se trata de un trabajo básicamente
conceptual y descriptivo. De ahí que nos limitemos a definir la participación
política, determinar algunos de sus modos, examinar sus niveles y explorar
los modelos de acción política en España y en algunas comunidades autóno-
mas en clave comparada con otros países europeos.

LAS DEFINICIONES DE LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA

Según la definición clásica de Verba y Nie (1972: 2), «la participación


política se refiere a aquellas actividades de los ciudadanos que están más o
menos directamente destinadas a influir en la elección de las personas que
gobiernan y/o en las acciones que adoptan». Esta visión ha sido mantenida
por numerosos estudios de participación, incluyendo los más influyentes en
los años setenta (Verba, Nie y Kim, 1978: 46; Kaase y Marsh, 1979: 42) (1).
Esta definición supuso en su momento una importante contribución, ya que
aumentó el abanico de actividades que los ciudadanos podían realizar para
expresar sus deseos. Antes del estudio pionero de Verba y Nie (1972), se ha-

(1) En una definición posterior, NIE y VERBA (1975: 1) añadieron el término legal a las
actividades llevadas a cabo por los ciudadanos, una calificación muy discutida y generalmen-
te no aceptada; véase HUNTINGTON y NELSON (1976: 6).

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bía tenido en cuenta casi exclusivamente la participación electoral, es decir,


«la selección de personal gubernamental» (por ejemplo, Milbrath, 1965;
Milbrath y Goel, 1977). Ahora, el repertorio de acción disponible para los
ciudadanos es explícitamente multidimensional y está también vinculado a
canales participativos no electorales, incluyendo los esfuerzos para influir en
las «acciones» llevadas a cabo por los dirigentes elegidos.
Pero esta definición es todavía, en cierto sentido, limitada. En la visión
clásica subyacía la presunción de que los «resultados políticos» están siem-
pre determinados por la élite política, estuviese ésta constituida por políticos
electos o por funcionarios. Verba y Nie (1972: 2) eran conscientes de que
ello implicaba una noción muy restrictiva de lo que se entendía por política:
«De hecho, estamos interesados más abstractamente en los intentos de in-
fluir en las adjudicaciones jerárquicas [authoritative] de valores para una so-
ciedad, que puede tener o no tener lugar a través de las decisiones guberna-
mentales. Pero, como la mayoría de politólogos que empiezan con una preo-
cupación abstracta, nos concentraremos en las decisiones gubernamentales
como una aproximación cercana a este proceso más general» (2).
La visión de participación política a la que nos adherimos va más allá de
esta «aproximación». Coincidimos con la visión de que lo que hace político
a un acto particular de participación es «la relación del acto con la asigna-
ción jerárquica de valores para una sociedad», según los términos ya clási-
cos de Easton (1953: 134). Sin embargo, las actividades que en nuestra opi-
nión conforman la participación política no están sólo restringidas a las que
incumben a las autoridades políticas. Algunos intentos de los ciudadanos de
a pie para influir en las «decisiones políticas» no están dirigidas a las «perso-
nas que forman el gobierno», ni siquiera a la élite política en su sentido habi-
tual. De forma más importante, esos intentos pueden dirigirse hacia los acto-
res corporativos dentro del sector privado o del no lucrativo (Norris, 2002:
193). Después de todo, tanto España como los demás países que analizare-
mos subscriben obviamente los principios de una economía de mercado ca-
pitalista y moderna. Opuestas a las economías socialistas del antiguo bloque
comunista, la esencia de estos sistemas económicos es que «la adjudicación
jerárquica de valores» no es sólo responsabilidad del Estado o de los actores
de la esfera pública. Como resultado, los ciudadanos pueden dirigir sus in-
tentos de influir en las «decisiones políticas» hacia las instituciones no gu-
bernamentales. Así ocurre, por ejemplo, cuando compran deliberadamente

(2) En este artículo hemos seleccionado el término jerárquico para traducir el de autho-
ritative utilizado aquí por VERBA y NIE y más generalmente por Easton, bien que no recoja
exactamente su significado.

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determinados productos o los boicotean no para expresar su punto de vista al


gobierno, sino para influir directamente en el comportamiento y métodos de
producción empleados por las grandes empresas.
Suscribimos así, más que la visión clásica, la definición de participación
política dada por Brady (1999: 737): «acción del ciudadano ordinario dirigida
a influir en algunos resultados políticos» (cf. también McClosky, 1968: 253).
Esta definición se compone de cuatro elementos cruciales. Primero, la partici-
pación política conlleva acción, un comportamiento observable realizado por
individuos. Segundo, estos individuos no pertenecen a las élites; no tendre-
mos en cuenta, por lo tanto, las acciones realizadas por los políticos profesio-
nales, sean elegidos oficialmente o vivan de la política como asesores, consul-
tores o profesionales de organizaciones políticas. Tercero, la acción está diri-
gida con la intención de influir, es decir, de exigir demandas. Esto excluye de
nuestra definición actividades como discutir de política entre parientes o ami-
gos o estar simplemente informado de los asuntos de actualidad a través de los
medios de comunicación. Para contar como participación, se necesita algo
más: la voluntad de repercutir en las decisiones tomadas por otros. Cuarto, y
finalmente, estos «otros» no necesitan ser personas del gobierno, ni siquiera
agentes del Estado. Lo que se requiere es que el objetivo del acto sea cualquier
resultado político, es decir, cualquier decisión sobre la asignación jerárquica
de valores en una sociedad. Es este cuarto criterio el que más claramente dis-
tingue nuestra concepción de la definición clásica ofrecida por Verba y Nie
(1972) y de la definición revisada de Brady (1999) (3).
Queremos advertir que esta concepción de la participación política resul-
ta más congruente con algunas versiones de la teoría democrática que con
otras (Teorell, 2001). Además, la definición exige un sistema representativo,
donde un grupo de actores políticos (las elites) toma decisiones y otros (los
ciudadanos) intentan influir en esas decisiones. Como resultado, en este ar-
tículo no nos referiremos a la clase de actividad ciudadana principalmente
defendida por el modelo de la democracia participativa, es decir, cuando los
ciudadanos toman directamente parte en la adopción de decisiones (Nagel,
1987: 19). Desde nuestro punto de vista, la participación supone la influen-
cia indirecta sobre las decisiones tomadas por otros. Y tampoco nos referire-

(3) Para BRADY (1999: 738), la asignación autoritativa de valores puede ser sólo llevada
a cabo por el gobierno. Por lo tanto, la actividad política es uno de los intentos para afectar la
acción gubernamental: la «participación política, entonces, debe ser dirigida a algunas activi-
dades o políticas del gobierno». Entre otras definiciones de participación en este sentido,
ROSENTONE y HANSEN (1993: 4) y BOOTH y SELIGSON (1978: 6), por ejemplo, vinculan las ac-
ciones políticas con los intentos de influir en la distribución de los valores o bienes sociales, o
en la distribución de los bienes públicos, respectivamente.

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mos a las peculiares actividades de los demócratas deliberativos, muchas de


las cuales se centran sobre todo en el proceso través del cual se forman las
opiniones de los ciudadanos (cf., por ejemplo, Elster, 1998).
En términos operativos, nuestra aproximación está más cerca de la lista
de actos participativos extraída de la tradición de estudios empíricos inicia-
dos por el proyecto de investigación sobre Political action (Kaase y Marsh,
1979; Jennings, Van Deth y otros, 1990; Marsh, 1990; Parry y otros, 1992;
Topf, 1995; Thomassen y Van Deth, 1998; Dalton, 2002), que de la de Sid-
ney Verba y sus colegas (Verba y Nie, 1972; Nie y Verba, 1975; Verba, Nie y
Kim, 1978; Verba, Schlozman y Brady, 1995). Al considerar también a las
formas participativas que denominaron «no convencionales», la tradición
empírica de los primeros iba más allá de los niveles institucionales, «lega-
les» o al menos «legítimos» de los segundos. Pero, por el motivo que fuese,
el bloque más amplio de modos de acción introducido por el estudio sobre la
Political action no llevó a cabo nunca una reconceptualización de las carac-
terísticas definitorias de la participación política (4). En este trabajo espera-
mos contribuir a ese objetivo. Pese a ello, y por razones que señalaremos
posteriormente, no adoptaremos la distinción habitual entre la participación
convencional y no convencional como medio de diferenciación entre las di-
ferentes formas de participación política.

UN MAPA GENERAL DE LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA

En este artículo hemos utilizado básicamente las encuestas realizadas en


12 países dentro del proyecto sobre Citizenship, Involvement and Democracy
(CID). Dentro de ellas, la encuesta específicamente española es la realizada
por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)-Universidad Autónoma
de Madrid (UAM) en 2002, como parte del proyecto homónimo español, so-
bre Ciudadanía, Implicación y Democracia en Europa (CIDE) (5). En dichas

(4) La única objeción que KAASE y MARSH (1979: 42 ss.) hicieron con respecto a la clásica
definición de VERBA y NIE era metodológica. Sugerían que, cuando se emplean encuestas en el es-
tudio de actos políticos poco comunes, deberían considerarse también las actitudes hacia los actos
participativos, y no sólo el comportamiento, con el fin de incrementar la varianza estadística.
(5) El proyecto CID está integrado por investigadores de 12 países europeos y ha sido finan-
ciado por la European Science Foundation; por su parte, el proyecto CIDE ha estado financiado
por el Ministerio de Ciencia y Tecnología (SEC2000-0758-C02-01) y por la Universidad Autóno-
ma de Madrid y la Comunidad de Madrid (9/SHD/001). Como se detalla en van Deth, Montero y
Westholm (2006) y en Montero, Font y Torcal (2007), que aparecerán próximamente con los re-
sultados de ambos proyectos, respectivamente, ambos han constado de bases de datos novedosas
mediante sendas encuestas aplicadas a ciudadanos, asociaciones y activistas.

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encuestas se incluyeron algunas preguntas novedosas sobre los diferentes ti-


pos de acción política que pueden darse en las democracias contemporáneas.
Las tablas 1 y 2 contienen la batería completa de todos los indicadores utiliza-
dos de participación, así como la frecuencia con la que los ciudadanos euro-
peos y los españoles de algunas comunidades autónomas declaran haber reali-
zado cada una de las actividades (6). Hemos recogido, en primer lugar, el por-
centaje de participación electoral registrado en las últimas elecciones
parlamentarias respecto al momento de aplicación de la encuesta. También se
muestra otra vertiente de la «actividad» utilizando ya los datos de la propia en-
cuesta: si el entrevistado se ha «abstenido alguna vez en unas elecciones gene-
rales como forma de protesta». En segundo lugar, se incluyen indicadores so-
bre la participación en partidos políticos: si el encuestado es miembro de un
partido, participa en actividades realizadas por el partido, le entrega dinero,
y/o trabaja voluntaria y gratuitamente para él. En suma, las tablas 1 y 2 rela-
cionan un buen número de formas de participación llevadas a cabo por los en-
cuestados europeos y españoles en los últimos 12 meses como «maneras de
intentar que las cosas mejoren o, al menos, de evitar que vayan a peor». Para
conocer la incidencia que Internet pueda tener en la participación, hemos in-
cluido asimismo los porcentajes de quienes lo han utilizado en relación a cual-
quiera de esas actividades políticas.
Algunas contribuciones recientes sobre participación política han subra-
yado la importancia tanto de la precisión de sus definiciones, como de la ca-
lidad de sus indicadores empíricos. Para Schlozman (2002: 436), por ejem-
plo, «la falta de claridad de los límites que rodean el campo de actividad
política voluntaria implica que, al margen de la complejidad de su concep-
tualización, lo que importa en realidad son las medidas». En este sentido,
creemos contar con una operacionalización empírica de la participación ra-
zonablemente adecuada. A primera vista, la tabla 1 revela una variación con-
siderable entre países y en cada uno de ellos. Esa variación también se apre-
cia, como muestra la tabla 2, dentro del territorio español, especialmente en
la comunidad autónoma de Madrid. En todos los casos, la participación elec-
toral es obviamente, y con diferencia, la actividad participativa más común;
y, como era de prever, la menos extendida radica en la participación en pro-
testas ilegales. Otros actos de protesta, como tomar parte en huelgas y mani-
festaciones, están también, junto con diferentes formas de activismo de par-
tido, entre los menos frecuentes. El abstencionismo como protesta es algo

(6) La formulación de la pregunta era la siguiente: «Hay muchas maneras de intentar


que las cosas mejoren en España o, al menos, de evitar que vayan a peor. En los últimos 12
meses, ¿ha realizado alguna de las siguientes actividades?».

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TABLA 1. Niveles de participación política en doce países europeos, 1999-2002 (en porcentajes) a
Alemania Alemania Dina-
Tipo de actividad Eslovenia España Holanda Moldavia Noruega Portugal Rumanía Rusia Suecia Suiza Media
Occidental Oriental marca

Voto
Voto en elecciones parlamentarias b . . . . . . . . . . . . . 82,8 80,2 85,9 70,1 68,7 73,3 67,5 78,3 61,8 65,3 61,7 80,1 43,3 70,6
Abstención electoral c . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 14 10 10 8 16 8 17 9 5 16 11 18 12
Participación política
Contactar a políticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 8 14 6 7 11 6 15 5 4 4 13 13 9
Contactar a una organización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16 13 26 11 17 33 5 28 19 4 3 20 18 16
Contactar a funcionarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 11 20 10 17 24 17 29 14 11 7 22 21 16
Colaboración con un partido político . . . . . . . . . . . . . 4 5 3 3 3 3 3 5 4 2 1 3 6 3
Colaboración con grupo de acción ciudadana . . . . . . 7 5 1 3 6 2 3 6 1 1 2 2 6 3
LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA EN ESPAÑA: ...

Colaboración con otra asociación . . . . . . . . . . . . . . . 17 13 21 9 17 34 5 29 11 5 1 14 18 15


Llevar insignias o adhesivos políticos . . . . . . . . . . . . 7 7 5 3 9 7 4 7 2 2 1 5 7 5
Firmar en una recogida de firmas . . . . . . . . . . . . . . . . 31 31 25 16 23 35 7 37 6 6 3 41 36 23
Tomar parte en manifestaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 14 5 5 13 5 7 9 3 6 2 6 7 7
Tomar parte en una huelga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 2 5 2 8 3 8 5 4 5 1 0 2 4
Boicotear ciertos productos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24 11 21 3 6 16 2 30 2 2 1 27 26 13
Comprar ciertos productos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 12 45 10 12 33 3 44 4 3 4 48 39 22
Donar dinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36 32 36 38 26 75 12 66 33 20 10 42 43 36
Recaudar fondos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 4 7 6 9 15 4 13 5 3 2 4 5 6
Contactar/aparecer en los medios . . . . . . . . . . . . . . . 5 6 6 4 4 9 3 10 2 3 2 9 11 6
Contactar con abogados/organismos judiciales . . . . 8 11 9 4 9 13 6 9 10 4 6 5 9 8
Participar en actividades ilegales de protesta . . . . . . 1 1 1 1 1 1 2 0 0 1 0 1 1 1
Participar en mítines o actos de campaña . . . . . . . . . 9 12 11 3 6 7 13 9 4 4 1 7 13 8
Otros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 2 14 1 3 12 4 25 0 3 1 8 7 7
Usar Internet para actividades políticas d . . . . . . . . . 6 6 10 5 7 19 4 21 3 2 n.i. 18 16 10

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Implicación con partidos políticos
Ser miembro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 3 7 3 2 6 2 10 2 4 2 8 9 5
Participar en actividades de partido . . . . . . . . . . . . . . 3 3 5 1 2 3 2 5 2 3 1 4 5 3
Donar dinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 1 2 1 1 1 1 3 1 2 0 2 5 2
Hacer voluntariado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 2 2 1 1 2 1 2 1 1 1 3 2 2

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a Todos los porcentajes han sido ponderados para ajustar las probabilidades desiguales de selección; b La base de los porcentajes para las dos filas sobre participación electoral es la de quienes tienen derecho a
votar. La abstención electoral corresponde a la producida en 1997 en las elecciones de Noruega; 1998 en las de Alemania (tanto Occidental como Oriental, con una abstención total del 82,2 por 100); 1999 en Portu-
gal, Rusia y Suiza; 2000 en Eslovenia, España y Rumanía; 2001 en Moldavia y 2002 en Grecia; c Se trata de la abstención que se declara basada en motivos de protesta; esa pregunta no se formuló en Rusia; d La
base de los porcentajes para la fila relativa a Internet es la de quienes declaran haber realizado alguna de las anteriores actividades participativas, incluyendo la implicación con partidos políticos; esta pregunta no se
formuló en Rusia.
Fuentes: Los datos proceden de las encuestas realizadas entre 1999 y 2002 en el marco del proyecto internacional sobre Citizenship, Involvement, and Democracy (CID). La encuesta española es la realizada en
2000 por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)-Universidad Autónoma de Madrid (UAM) (estudio 2.450) dentro del proyecto español sobre Ciudadanía, Implicación y Democracia en Europa (CIDE).
MARIANO TORCAL, JOSÉ RAMÓN MONTERO Y JAN TEORELL

Los datos electorales han sido tomados de www.essex.ac.ubselections y de distintos números del «Political data yearbook», European Journal of Political Research.
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TABLA 2. Niveles de participación política en las comunidades autónomas de Cataluña,


Madrid y País Vasco y en el resto de España, 2002 (en porcentajes)

Resto
Tipo de actividad Cataluña Madrid País Vasco
de España

Voto
Voto en elecciones parlamentarias a . . . . . . . . . . . . 64,0 72,1 63,8 69,8
Abstención electoral b . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 16 11 6
Participación política
Contactar a políticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 6 5 7
Contactar a una organización . . . . . . . . . . . . . . . . 13 22 17 17
Contactar a funcionarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 22 17 17
Colaboración con un partido político . . . . . . . . . . . 12 3 4 4
Colaboración con grupo de acción ciudadana . . . . . 6 8 7 5
Colaboración con otra asociación . . . . . . . . . . . . . 15 22 14 17
Llevar insignias o adhesivos políticos . . . . . . . . . . 9 14 12 8
Firmar en una recogida de firmas . . . . . . . . . . . . . 25 36 27 20
Tomar parte en manifestaciones . . . . . . . . . . . . . . 11 20 24 11
Tomar parte en una huelga . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 11 8 8
Boicotear ciertos productos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 15 8 4
Comprar ciertos productos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 28 16 9
Donar dinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 37 30 24
Recaudar fondos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 12 6 9
Contactar/aparecer en los medios . . . . . . . . . . . . . 4 5 4 3
Contactar con abogados/organismos judiciales . . . . 6 17 6 8
Participar en actividades ilegales de protesta . . . . . 2 1 0 2
Participar en mítines o actos de campaña . . . . . . . . 5 6 6 6
Otros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 3 4 3
Usar Internet para actividades políticas c . . . . . . . . 5 6 3 3
Implicación con partidos políticos
Ser miembro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 2 2 3
Participar en actividades de partido . . . . . . . . . . . . 2 2 2 2
Donar dinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 0 1 1
Hacer voluntariado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 0 1 1
a La base de los porcentajes para las dos filas sobre participación electoral es la de quienes

tienen derecho a votar; los datos sobre abstención electoral corresponden a los producidos en
las elecciones del 2000 en cada una de las tres comunidades autónomas seleccionadas y al pro-
medio de abstención en las 14 comunidades restantes en la columna relativa al resto de Espa-
ña. La abstención en toda España fue del 68,71 por 100.
b Se trata de la abstención que se declara basada en motivos de protesta.
c La base de los porcentajes para la fila relativa a Internet es la de quienes declaran haber

realizado alguna de las anteriores actividades participativas, incluyendo la implicación con


partidos políticos.
Fuentes: Encuesta CIS-UAM, 2002, Banco de Datos del Centro de Investigaciones Socio-
lógicas (CIS), que contenía sobremuestras representativas para las comunidades selecciona-
das. Los datos electorales han sido tomados del Ministerio del Interior en www.eleccio-
nes.mir.es.

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más común, pero deberíamos tener en cuenta que el intervalo de tiempo para
esta cuestión no se ha restringido a los últimos 12 meses (o a las últimas
elecciones), sino que se preguntaba si el encuestado se había abstenido algu-
na vez. Además del acto institucionalizado de votar, las actividades más fre-
cuentes en los países europeos seleccionados son las donaciones económi-
cas, la firma de peticiones y el acto de «comprar deliberadamente ciertos
productos por razones políticas, éticas o medioambientales». Estas activida-
des, sin embargo, muestran también una amplia variación entre países.
Mientras que son comunes en los escandinavos, en Holanda y en Suiza, son
menos frecuentes en Moldavia, Rusia y Rumanía. Muchos actos participati-
vos muestran un modelo similar de variación entre países, que también se
aplica en el uso de Internet. Con la excepción claramente visible de Alema-
nia, donde la participación por Internet es aún baja, las personas que viven
en los países más desarrollados del norte de Europa son más propensas a la
utilización de Internet como un canal de influencia política que las que lo ha-
cen en el sur y este de Europa.
En este mapa de la participación política, el caso español presenta algu-
nas características destacables (7). Una simple ojeada a la tabla 1 es sufi-
ciente para comprobar su escaso tono participativo en buena parte de las ac-
tividades allí recogidas. Como en todos los países europeos, la participación
electoral es también en España el modo más frecuentemente utilizado, y
apenas existen diferencias con respecto a la media europea (8). El segundo
modo más frecuente es la donación económica, bien que en este caso se en-
cuentre bastante por debajo de la media de los países analizados; sólo nos
superan a la baja algunos países del antiguo bloque soviético y Portugal. La
tercera forma más frecuente de participación consiste en las solicitudes de
firma. El caso español está justo en la media (23 por 100), si bien siempre
por debajo de los países que suelen aparecer como paradigmas de democra-
cias participativas (excepto Dinamarca). A una relativa distancia se encuen-
tran (con un 17 por 100) las actividades de mayor coste, como contactar a
funcionarios o políticos y trabajar en organizaciones de carácter no político.
La compra de ciertos productos (12 por 100) está entre las siguientes activi-
dades en el repertorio utilizado por los españoles, pero en proporciones nue-
vamente por debajo de la media y sólo inferiores a las de Portugal y los paí-

(7) Para distintas comparaciones del caso español con otros países europeos, cf.
MORALES (2005), FERRER (2005) y NEWTON y MONTERO (2006).
(8) Y tampoco existen diferencias en la tendencia general a sobredimensionar la partici-
pación electoral por quienes no acudieron a votar pero declaran luego haberlo hecho, bien que
parezcan apreciarse al respecto distintas intensidades, por así decir, entre los países; cf.
JUSTEL (1995: 53 ss).

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ses del Este europeo. España ocupa la cabeza, sin embargo, junto con la anti-
gua Alemania Oriental y Moldavia, respectivamente, en la participación en
manifestaciones (13 por 100) y huelgas (8 por 100). Pero se encuentra en el
vagón de cola en lo que hace a la implicación general con los partidos políti-
cos y, de otra parte, en la utilización de Internet en relación con alguna de
esas actividades políticas. El creciente acceso de este tipo de tecnología en-
tre los españoles no ha estado, por el momento, acompañado de su uso como
instrumento de expresión de preferencias políticas y de realización de activi-
dades participativas.
El bajo perfil de la participación en España ha parecido difuminarse un
tanto con el paso de las más de dos décadas transcurridas desde la inaugura-
ción del período democrático, bien que sin perder la impresión generalizada
de unos niveles de participación comparativamente reducidos. En los años
ochenta, los estudios comparados señalaban la mayor proximidad de las
pautas participativas españolas con respecto a las europeas en las actividades
más minoritarias y menos convencionales (Maravall, 1984: 117; Montero y
Torcal, 1990). Desde entonces, los niveles de la participación en elecciones
legislativas han fluctuado en márgenes razonablemente elevados, las tasas
de asociacionismo están creciendo de manera paulatina y las formas de ac-
ción de protesta han crecido en casi todas sus manifestaciones (como firmar
peticiones, participar en manifestaciones o secundar huelgas). En cambio,
los distintos indicadores de implicación con la política apenas se han incre-
mentado, las formas más convencionales de participación se han mantenido
estables o han experimentado un cierto declive y las actividades participati-
vas relacionadas con los partidos o los sindicatos continúan en niveles suma-
mente bajos (Morales, 2005).
Dentro de estas pautas generales, las comunidades autónomas seleccio-
nadas presentan en la actualidad algunas diferencias de interés. Como puede
comprobarse en la tabla 2, y frente a lo que normalmente se afirma, los nive-
les de participación política en la de Madrid son algo más elevados, y ligera-
mente menores en la de Cataluña. Se trata de una pauta que se mantiene en
todas las actividades, y que adquiere una cierta significación en las de reco-
gida de firmas (36 por 100), contactar a funcionarios (22 por 100), a organi-
zaciones (22 por 100) y abogados u organismos judiciales (17 por 100), así
como boicotear (15 por 100) y comprar ciertos productos (28 por 100). En la
única actividad en la que no se produce esa superioridad madrileña es en
la participación en manifestaciones, algo más elevada en el País Vasco
(24 por 100). Es probable que esta mayor participación de los madrileños
esté conectada con cierto efecto de capitalidad, especialmente en las activi-
dades de contacto que hemos destacado.

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¿Cómo podríamos ordenar estas variaciones? En las dos secciones si-


guientes pretendemos hallar algunos modelos generales subyacentes a los
distintos niveles mostrados por nuestro conjunto de países. Esta tipología
está relacionada con los modos de participación política, y tiene como obje-
tivo descubrir qué actividades participativas aparecen relacionadas entre sí
hasta formar modos más coherentes de acción, es decir, una suerte de áreas
de especialización ciudadana de la participación.

MODOS DE PARTICIPACIÓN POLÍTICA: UNA TIPOLOGÍA

La cuestión de si la participación política puede agruparse en ciertos


tipos, o modos, ha atraído durante años el interés de los estudiosos. Por su-
puesto, en los niveles más desagregados de análisis, todas y cada una de las
actividades incluidas en la tablas 1 y 2 constituyen formas separadas de ac-
ción. La cuestión más común entre especialistas es la de si existe una pauta
sistemática en la elección por los ciudadanos de cada una de las acciones de
esa lista de actividades. Una posible respuesta es que determinadas clases
específicas de actividades pueden aparecer agrupadas formando una dimen-
sión diferenciada de participación política. Como apunta Dalton (2002: 33),
«una persona que realiza un acto de un grupo particular es probable que rea-
lice otros actos del mismo grupo, pero no necesariamente actividades de otro
grupo».
Nuestras expectativas de cómo las actividades de las tablas 1 y 2 podrían
agruparse están resumidas en el gráfico 1. Está basado en dos distinciones a
lo largo de dos dimensiones: la primera pertenece al canal de expresión, la
segunda al mecanismo de influencia. La primera distinción es directa: la di-
ferencia entre la acción política realizada dentro del marco representativo
democrático y aquellas actividades que se llevan a cabo a través de los cana-
les de expresión extra-representativos. Esta distinción no debería ser enten-
dida sólo como la típica dicotomía electoral/no-electoral. Por supuesto, las
elecciones son los acontecimientos dominantes en la cadena democrática de
la representación. Pero las actividades que ocurren entre elecciones pueden
estar también dirigidas por la «lógica» de la representación; por ejemplo,
cuando los ciudadanos contactan con (e intentan influir a) los representantes
electos, o trabajan en un grupo de acción política con ese objetivo. Los mo-
dos representativos incluyen, por lo tanto, un grupo de actividades más am-
plio, cuya característica principal es que están dirigidas hacia los canales
formales de representación disponibles en los sistemas democráticos: los
partidos políticos y los representantes electos, así como los gobernantes y

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los empleados públicos. Los modos extra-representativos, en cambio, no tie-


nen a los representantes oficiales como sus objetivos principales de influen-
cia. Los ciudadanos pueden asimismo influir políticamente mediante sus fir-
mas, llamando la atención de los medios de comunicación o dirigiéndose di-
rectamente a la opinión pública. Cabe también destacar que la participación
mediante contactos políticos y sociales presenta una doble naturaleza. Por
una parte, tiene carácter representativo, en la medida en que, cuando se
«contacta», se hace con representantes, autoridades, miembros de distintas
Administraciones u otros actores como los partidos, y a través de los canales
institucionales disponibles. En estos casos, el contacto implica la aceptación
de la lógica de la representación y de las reglas del juego que la rigen. Pero,
por otra parte, los contactos políticos y sociales pueden también desarrollar-
se como parte integrante de estrategias de protesta y en el marco de la lógica
de la contestación. Desde esa perspectiva, este modo participativo puede
igualmente ser considerado como extra-representativo.
Con el fin de capturar la segunda dimensión del gráfico 1, que distingue
entre dos mecanismos de influencia, recurriremos a la conocida distinción
de Albert Hirschman (1970) entre «salida» y «voz». Hemos diferenciado así
entre las actividades participativas basadas en «mecanismos anónimos de

GRÁFICO 1. Una tipología de los modos de participación política

Canales de expresión

Representativos Extra-representativos
Mecanismos de influencia

Basados en
mecanismos Participación
Voto de consumo
autorreguladores
anónimos

Basados en
mecanismos de No orientada: No orientada:
participación personal Actividad de partido Actividad de protesta
activa

Orientada:
Contacto

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autorregulación del sistema» (que también hemos denominado «basados en


la salida»), y las fundamentadas en «mecanismos de participación personal
activa» (y que hemos llamado «basados en la voz»). Pero al menos en nues-
tro caso debemos también evitar la aplicación mimética de las categorías de
Hirschman. Para empezar con los modos de representación política, por
ejemplo, existen, como afirma este autor (1970: 70-75), dos maneras de ex-
presar las preferencias de partido: puede votarse a un partido, o se puede tra-
bajar para él. El voto aparecería de ese modo como un mecanismo de in-
fluencia política basado en la salida. Pero con ello no quiere decirse que la
salida se produce al dejar de votar a un partido para elegir a otro o para abs-
tenerse. Lo que pretendemos señalar, de acuerdo con la idea original de
Hirschman, es que los votos, se vote a quien se vote, son en realidad inputs
basados en el mecanismo de salida que se envían al sistema político y que
funcionan con una dinámica similar a la de la de la elección de diferentes
marcas o productos en un mercado competitivo. Debe tenerse en cuenta que
las actividades de participación relacionadas con el «voto» están basadas en
el anonimato y en la confianza en la capacidad autorreguladora de un «mer-
cado electoral competitivo». El depósito de la papeleta es impersonal e in-
cluso anónimo. Las preferencias expresadas nunca se hacen públicas. Por
otro lado, el mensaje enviado es bastante vago: se transmite un pro y un con-
tra, incondicional y sin más precisiones. Finalmente, el proceso a través del
cual se transmiten las preferencias de voto es autorregulador: de forma simi-
lar a los mecanismos de mercado, la presión para el cambio opera mediante
la acumulación de unidades, ya sean cabezas o euros.
En cambio, los ciudadanos que se implican en actividades de partido ac-
túan a través de «mecanismos de participación personal activa» (o mecanis-
mos basados en la voz). Cuando están descontentos con su partido, no suelen
abandonarlo sin más, sino que protestan a través de sus canales internos para
tratar de cambiar aquello que les disgusta. Y si por el contrario están satisfe-
chos con su marcha, pueden decidir ejercer una mayor influencia sobre el
mismo y contribuir más activamente a favorecer los intentos de los candida-
tos de obtener la victoria electoral. En todos estos aspectos, las actividades
basadas en la voz difieren (9). Operan manifestando preferencias o deman-
das al público (o a los otros miembros del partido). Estas demandas contie-

(9) HIRSCHMAN (1970) definió la voz «como un intento de cambiar un estado de cosas
poco satisfactorio, en lugar de abandonarlo, mediante la petición individual o colectiva a los
administradores directamente responsables, mediante la apelación a una autoridad superior
con la intención de forzar un cambio de administración, o mediante diversos tipos de acciones
y protestas, incluyendo las que tratan de movilizar la opinión pública». (Hemos utilizado la
versión española de HIRSCHMAN 1977: 36.)

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nen información específica en mayor o menor grado, y su presión se ejerce


por la intensidad de argumentos o de amenazas.
Cabría hacer una distinción similar a la de los mecanismos basados en la
«salida» y en la «voz» con respecto a los modos de actividad extra-represen-
tativos. Fuera de los confines del sistema de partidos y de la lógica de la re-
presentación, la actividad basada en la «salida» por excelencia sería clara-
mente el boicoteo por motivos políticos a ciertos artículos (Hirschman,
1970: 86). Cuando muchos ciudadanos quisieron mostrar su oposición a la
política nuclear francesa en el sur del Pacífico, por ejemplo, dejaron de com-
prar vinos franceses. Como está demostrando el rápido crecimiento del con-
sumo de productos respetuosos con el medio ambiente, existe otra cara de la
misma moneda: ocurre cuando los ciudadanos eligen deliberadamente cier-
tos productos para mostrar su apoyo, más que su disgusto o su disconformi-
dad. Hay en la actualidad un creciente interés por estas formas de acción po-
lítica, agrupadas bajo el título de «consumismo político» (Micheletti, Fø-
llesdal y Stolle, 2003). Las donaciones económicas con fines políticos
funcionan de manera similar. Utilizan también los mecanismos autorregula-
dores del mercado para enviar mensajes políticos anónimos e imprecisos. Y
comparten asimismo algunas de las características fundamentales de la op-
ción de salida, también utilizada por los consumidores en el mercado. De ahí
que hayamos decidido etiquetar a ese tipo de actividades políticas con el ró-
tulo de participación de consumo (cf. también, por ejemplo, Stolle, Hooghe
y Micheletti, 2005).
Los modos de participación extra-representativos basados en la voz, por el
contrario, se caracterizan por el envío de demandas específicas al público (o a
las elites públicas, sean políticas o no), cuyos resultados se regulan por argu-
mentos o amenazas. Pero, como indica la parte inferior del gráfico 1, debemos
hacer aún una tercera distinción para separar dos formas fundamentalmente
diferentes de acción política extra-representativa y basadas en la voz. Algunas
veces, esas acciones pueden estar dirigidas a instituciones específicas del sis-
tema político: el contacto resume esta clase de actividades (10). Otras veces,
tomar las calles es la única alternativa viable para quienes quieren expresar

(10) Teóricamente hablando, habría dos tipos de contacto. De un lado, el contacto po-
dría estar dirigido a los representantes elegidos o a otros dirigentes públicos, y basarse así en
la lógica representativa. De otro, el contacto podría estar orientado hacia alguna organización
social o económica, y resultar así extra-representativo. Sin embargo, no podemos probar esta
distinción dado que en las encuestas disponibles del proyecto CID los indicadores de estos di-
ferentes mecanismos de contacto resultan insuficientes. De ahí que nos hayamos visto obliga-
dos a dejar el contacto como un modo genérico de participación que incluye mecanismos re-
presentativos y extra-representativos.

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sus quejas: las manifestaciones públicas y otras formas de actividad de protes-


ta apuntan a esa forma no expresamente orientada.
En resumen, planteamos como hipótesis la presencia de cinco modos di-
ferentes de participación política: el voto, la actividad de partido, la partici-
pación de consumo, el contacto y la actividad de protesta. Esta tipología se
asemeja en cierta forma a la clasificación de los modos de participación pro-
puesta por Verba y sus colegas; las dimensiones subyacentes en ambas tipo-
logías son también similares. En su estudio pionero de las pautas de partici-
pación en siete países, establecieron una tipología con cuatro componentes:
voto, actividad de campaña, actividad comunal y contactos particularizados
(o de iniciativa ciudadana) (Verba y Nie, 1972: 73; Nie y Verba, 1975: 9-12;
Verba, Nie, y Kim, 1978: 55). Como resulta obvio, nuestro acto de «votar»
es en todo equivalente al suyo. El término «actividad de campaña» refleja
más bien las características específicas de los partidos políticos americanos,
pero es por otro lado muy parecido a nuestra «actividad de partido»; de he-
cho, en nuestro caso abarca la campaña electoral en sentido estricto, y está
más en consonancia con la realidad de los partidos políticos en los países eu-
ropeos. Los «contactos particularizados», es decir, los contactos sobre asun-
tos personales que conllevan beneficios particulares, están excluidos de
nuestro espacio conceptual debido a la formulación de la pregunta de la en-
cuesta (restringida a los actos realizados para llevar a cabo cambios en la so-
ciedad). Finalmente, su «actividad comunal» es en muchos casos similar a
nuestro «contacto», aunque los distintos términos utilizados puedan en cier-
to modo ocultar esa similitud (11).
Sin embargo, nuestra tipología va más allá de la de Verba e incorpora los
canales extra-representativos de expresión política, incluyendo los modos de
participación de consumo y la actividad de protesta. Por lo demás, creemos
que nuestra tipología aporta una distinción más afinada que la de la dicoto-
mía «convencional/no convencional» introducida por Barnes, Kaase y otros
(1979) en su análisis también pionero de la Political action. Desde el punto
de vista conceptual, tenemos dos argumentos para rechazar esta dicotomía.

(11) VERBA y NIE (1972: 64-71) y VERBA, NIE y KIM (1978: 317-22) rechazaron el modo
de «actividad comunal» por la yuxtaposición de los otros dos conjuntos de actividades. Por
un lado, los «actos cooperativos», que operacionalizaron como varias formas de actividad en
organizaciones o grupos locales; por otro, los «contactos sobre asuntos sociales», con referen-
tes más amplios que el propio encuestado y/o su familia inmediata. Este último es exactamen-
te equivalente a nuestra definición de «contacto». Además, y como quedará claro en el análi-
sis empírico que realizaremos a continuación, un ítem similar a los «actos cooperativos»
(«trabajar en una organización o asociación») aparece en la misma dimensión que las activi-
dades del contacto.

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Primero, oscurece las dos distinciones cruciales que hacemos entre la parti-
cipación basada en la voz y en la salida, por un lado, y entre la participación
representativa y la extra-representativa, por otro. Segundo, resulta histórica-
mente relativa (Brady, 1999: 768; Topf, 1995: 52). Según se comprueba fá-
cilmente en la tabla 1, lo que pudo haber aparecido como «no-convencional»
en los años setenta, como las actividades de boicotear y de comprar ciertos
productos por razones políticas, se ha convertido hoy en uno de los modos
participativos más influyentes utilizados por los ciudadanos de la Europa
occidental.

MODOS DE PARTICIPACIÓN POLÍTICA: ALGUNOS RESULTADOS EMPÍRICOS

Examinemos ahora si las cinco tipologías recogidas en el gráfico 1 so-


breviven la prueba empírica. En la tabla 3 presentamos, para empezar, una
prueba «global», que incluye a todos los encuestados en las 13 sociedades y
12 países estudiados (pero donde los datos han sido transformados y ponde-
rados para que cada encuesta influya por igual en los resultados) (12). La ta-
bla contiene los factores extraídos de un análisis de componentes principa-
les. Como esperamos que nuestros modos de actividad sean diferentes, pero
que pese a ello no carezcan de relación entre sí, hemos utilizado un método
de rotación oblicua (Oblimin). También hemos recurrido al criterio estándar
para la retención de factores (por ejemplo, que los eigenvalues no sean me-
nores que 1). Para mayor claridad, en la tabla sólo se han recogido la matriz
del modelo y las cargas factoriales iguales o superiores a 0,30 (13).
Como puede comprobarse, no todos los indicadores incluidos en la ta-
bla 1 han sido sometidos al análisis dimensional. Hemos excluido la pregun-
ta sobre participación en las últimas elecciones parlamentarias. Como éste es
el único indicador del voto como actividad participativa, presenta una corre-

(12) Para ello, y en primer lugar, todas las variables han sido transformadas de modo
que expresen la desviación de cada encuestado de la media del país. Ello deja las variaciones
entre países como constantes, por lo que sólo las variaciones entre individuos dentro de los
países puede influir en los resultados. En segundo lugar, los datos de encuesta de cada país
han sido ponderados para dar a todos los países el mismo peso. Hemos fijado esta pondera-
ción mediante la suma de los promedios de los tamaños de las muestras después de efectuar
listwise deletion en cada país, es decir, 1.652,5.
(13) Además de los componentes principales, hemos probado la estructura dimensional
mediante, primero, un análisis factorial de ejes principales y, segundo, un análisis confirmato-
rio de máxima verosimilitud (usando LISREL). Los resultados son muy similares a los pre-
sentados aquí.

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TABLA 3. Análisis de componentes principales de los modos de participación en doce


países europeos, 1999-2002 a

Modos de participación
Tipo de actividad Actividad Actividad Participación
Contacto
de partido de protesta de consumo

Ser miembro de un partido político . . . . . . . 0,81


Participar en actividades de partido . . . . . . . 0,86
Donar dinero a un partido . . . . . . . . . . . . . . 0,67
Trabajar voluntariamente para un partido . . . 0,81
Contactar a un político . . . . . . . . . . . . . . . . 0,59
Contactar a una organización. . . . . . . . . . . . 0,69
Contactar a un funcionario . . . . . . . . . . . . . 0,70
Colaborar a un partido político . . . . . . . . . . 0,71
Colaborar con otra asociación . . . . . . . . . . . 0,57
Firmar en una recogida de firmas . . . . . . . . 0,48
Tomar parte en una manifestación pública . . 0,69
Participar en una huelga . . . . . . . . . . . . . . . 0,74
Boicotear ciertos productos . . . . . . . . . . . . . 0,79
Comprar ciertos productos . . . . . . . . . . . . . 0,83
Donar dinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,42
Contactar/aparecer en los medios. . . . . . . . . 0,58
Contactar a un abogado/organismo judicial . 0,53
Participar en actividades de protesta ilegal . . 0,61
Eigenvalue . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4,0 2,3 1,4 1,2
Varianza explicada por factor (en %) . . . . . . 22,3 12,6 7,5 6,8
a Las cifras son las cargas factoriales del análisis de componentes principales, con rotación

Oblimin, de los 21.482 entrevistados que hayan respondido a cada una de las preguntas relativas
a los 18 indicadores de participación política. Todas las variables han sido transformadas para
expresar la desviación de las medias de los países, y cada país ha sido ponderado para darles el
mismo peso; véase nota 12. Sólo se muestran las cargas factoriales iguales o superiores a 0,30.
Fuente: Encuestas CID, 1999-2002.

lación muy baja con otros actos participativos en general, por lo que no en-
contramos razón para estudiar su dimensionalidad al carecer, además, de in-
formación sobre otros actos del mismo tipo. De otra parte, cuatro de los indi-
cadores excluidos del análisis dimensional merecen una especial mención:
llevar insignias, ir a mítines, donar dinero y trabajar en «grupos de acción
política». (14) Cada uno de ellos estaría hipotéticamente dentro de un modo

(14) Los otros valores excluidos son la abstención como protesta, la categoría de «otros»
y el uso de Internet. El marco temporal para el primero de estos valores difiere de todos los
demás, ya que se preguntaba si la acción ha llegado a tomarse alguna vez, lo que se opone al

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particular de actividad. Pero, en los análisis dimensionales por países (y que


no se presentan en este artículo, a excepción del de España), sus cargas fac-
toriales parecían ser muy inconsistentes: se movían entre las distintas dimen-
siones de un modo errático en muchos de los países. No podían, pues, clasi-
ficarse con seguridad como pertenecientes a uno u otro modo de actividad de
forma que fuesen razonablemente comparables. De todos modos, retomare-
mos la relación de esos indicadores con los restantes más adelante.
La tabla 3 confirma el modelo dimensional que hemos propuesto. Junto
con el acto de votar, los cuatro modos de actividad aparecen claramente dife-
renciados: el contacto, la actividad de partido, la actividad de protesta y la
participación de consumo. Cada uno de los 18 tipos de actos incluidos pre-
sentan cargas factoriales significativas en una y sólo en una de las hipotéti-
cas dimensiones. En la mayoría de los casos, estas cargas contienen pocas
sorpresas. Así, todas las actividades que suponen «contactos» de distintos ti-
pos están incluidas en la dimensión de «contacto», mientras que todas las re-
lativas a los partidos pertenecen a la dimensión de «actividad de partido».
Además, la participación en demostraciones públicas, huelgas y actos de
protesta ilegales parece estar interrelacionada en el modo que hipotética-
mente caracterizábamos como «actividades de protesta». Los boicoteos y la
compra de bienes por «razones políticas, éticas o medioambientales», final-
mente, irían junto con las donaciones de dinero, un modo de actividad no
electoral y próxima al mercado que hemos clasificado como «participación
de consumo».
La localización de dos de las actividades, recoger firmas y colaborar con
organizaciones (diferentes de las de los partidos o los grupos de acción polí-
tica), tiene particular interés, puesto que no la habíamos previsto. La firma
de peticiones podría haber sido clasificada, por su naturaleza, en el modo de
la protesta. Después de todo, las recogidas de firmas comparten algunas de
las características basadas en la «voz»: son generalmente más ricas en conte-
nido informativo que el comportamiento de mercado y las donaciones de di-
nero, y son menos anónimas. Pese a ello, tiene sentido que las recogidas de
firmas se agrupen empíricamente con las formas de acción basadas en la
«salida»: son menos explícitas que las actividades de protesta y ejercen pre-
sión en proporción a su cantidad, de manera similar a como lo hacen las do-
naciones monetarias y los boicoteos. De otro lado, también podría justificar-

ámbito temporal de «los últimos 12 meses». Por otra parte, la categoría de «otras actividades»
ha sido excluida dado que por definición mide cosas diferentes en las diferentes sociedades
bajo estudio. Finalmente, el uso de Internet ha sido excluido ya que este indicador se pregun-
taba sólo a quienes declaraban haber realizado alguno de los modos participativos.

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ISSN: 0048-7694, Núm. 132, Madrid, abril-junio (2006), págs. 7-41 25
LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA EN ESPAÑA: ... MARIANO TORCAL, JOSÉ RAMÓN MONTERO Y JAN TEORELL

se teóricamente que la colaboración con asociaciones se agrupe con las acti-


vidades de contacto. Simplemente, refleja el hecho de que esos contactos
están en muchos casos organizados colectivamente y forman parte a la vez
de los canales representativos y extra-representativos de expresión política.
Para ilustrar la pertinencia de este modelo dimensional a través de nuestra
selección de países, la tabla 4 muestra los resultados de un análisis exactamen-
te similar conducido en tres grupos de países. Hemos dividido los países loca-
lizados en la «Europa Continental» (Alemania Occidental, España, Holanda y
Suiza), los de «Escandinavia» (Dinamarca, Noruega y Suecia) y los del anti-
guo bloque comunista de la «Europa del Este» (Alemania Oriental, Eslovenia,
Moldavia, Rumanía y Rusia); Portugal ha sido recogido aparte debido a sus
peculiares resultados. El hecho de que la pauta dimensional sea prácticamente
idéntica en este sumamente variado conjunto de esferas políticas, económicas
y culturales es un sólido argumento de la validez de la medida de nuestros
cuatro modos de actividad política. Este resultado apoya también nuestra hi-
pótesis de que la multidimensionalidad de la participación política está encla-
vada en la naturaleza distintiva de cada modo de participación, y no responde
a situaciones institucionales específicamente nacionales. Debe mencionarse
que en la Europa del Este las donaciones monetarias sufren una cierta desvia-
ción en la dimensión de contacto. Pese a ello, es más relevante el hecho de que
la estructura dimensional del antiguo bloque comunista suponga una réplica
casi exacta de la de los países de la Europa Occidental. La principal anomalía
es la de Portugal. Aunque sea similar en lo que hace al contacto y a la activi-
dad de partido, el caso portugués es claramente diferente en la actividad de
protesta y la participación de consumo. Con los resultados de la tabla 4 es difí-
cil conferir sentido teórico alguno al tercer y cuarto modo de actividad que
aparecen en Portugal. Volveremos sobre esta anomalía más tarde.
Finalmente, hemos considerado interesante conocer hasta qué punto es-
tas pautas se mantienen en el caso español. Para ello hemos repetido el aná-
lisis dimensional, pero utilizando ahora todos los indicadores disponi-
bles (15). La tabla 5 muestra la ausencia de diferencias destacables en las
pautas generales observadas en los países europeos. Los cuatro modos de
participación aparecen con nitidez. Las únicas diferencias, que se refieren
siempre a indicadores con cargas factoriales menos significativas, consisten
en que las actividades relacionadas con las redes asociativas tienen una ma-
yor conexión con el contacto. La utilización de insignias o pegatinas aparece
correctamente entre las actividades de protesta, a diferencia de lo que ocurre
en algunos países europeos. Por último, la firma de una petición se incluye,

(15) Se trata de los indicadores incluidos en la Encuesta CIS-UAM, de 2002.

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26 ISSN: 0048-7694, Núm. 132, Madrid, abril-junio (2006), págs. 7-41
TABLA 4. Análisis de componentes principales de los modos de participación política por grupos de países en Europa, 1999-2002 a

Europa Continental b Escandinavia c Europa del Este d Portugal


Modos de participación e Modos de participación e Modos de participación e Modos de participación
Tipo de actividad
1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3e 4

Ser miembro de un partido político . . . . . . . . . . . . . . 0,79 0,77 0,88 0,91


Participar en actividades de partido . . . . . . . . . . . . . . 0,83 0,83 0,93 0,89
Donar dinero a un partido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,59 0,62 0,81 0,72
Hacer trabajo voluntario para un partido . . . . . . . . . . 0,76 0,80 0,87 0,92
Contactar a un político . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,58 0,26 0,61 0,25 0,57 0,48 0,35
Contactar a una organización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,68 0,68 0,66 0,69
Contactar a un funcionario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,69 0,70 0,69 0,70
LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA EN ESPAÑA: ...

Colaborar con un partido político . . . . . . . . . . . . . . . 0,76 0,80 0,61 0,52 0,25


Colaborar con otra asociación . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,56 0,56 0,56 0,56 0,25
Firmar en una recogida de firmas . . . . . . . . . . . . . . . . 0,53 0,47 0,38
Tomar parte en una manifestación pública . . . . . . . . 0,75 0,64 0,64 0,59
Participar en una huelga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,75 0,66 0,76 0,65
Boicotear ciertos productos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,74 0,79 0,80 0,70
Comprar ciertos productos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,80 0,83 0,82 –0,32 0,75
Donar dinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,56 0,47 0,33 0,51
Contactar/aparecer en los medios . . . . . . . . . . . . . . . 0,61 0,56 0,58 0,69
Contactar a un abogado/organismo judicial . . . . . . . 0,54 0,54 0,53 0,61 –0,25
Tomar parte en actividades ilegales de protesta . . . . 0,55 0,65 0,65 0,52
Eigenvalue . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4,0 2,3 1,4 1,2 1,4 3,8 1,2 2,2 4,3 2,5 1,3 1,1 2,2 4,7 1,1 1,4
Varianza explicada (en %) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22,2 12,5 7,6 6,8 7,7 21,2 6,2 12,3 23,9 13,7 7,1 6,4 12,0 26,1 5,9 8,0

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a Las cifras son cargas factoriales, con rotación Oblimin, de los entrevistados dentro de cada uno de los grupos de países que hayan respondido a cada una de
las preguntas relativas a los 18 indicadores de participación política; el número de casos es 6.610 para Europa Continental, 4.957 para Escandinavia, 8.262 para
el Este de Europa, y 1.652 para Portugal. Todas las variables han sido transformadas para expresar la desviación de las medias de los países, y cada país ha sido
similarmente ponderado. Sólo se muestran las cargas factoriales iguales o superiores a 0,25. Cuando todas las cargas sobre un componente son negativas, se han

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transformado en cargas positivas para facilitar su interpretación.
b Europa Continental incluye Alemania Occidental, España, Holanda y Suiza.
c Escandinavia incluye Dinamarca, Noruega y Suecia.
d Europa del Este incluye Alemania Oriental, Eslovencia, Moldavia, Rumanía y Rusia.
e Los modos son los siguientes: 1. Contacto; 2. Actividad de partido; 3. Actividad de protesta; y 4. Participación de consumo.

27
MARIANO TORCAL, JOSÉ RAMÓN MONTERO Y JAN TEORELL

Fuente: Encuestas CID, 1999-2002.


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TABLA 5. Análisis de componentes principales de los modos de participación política en España y en las comunidades
de Cataluña, Madrid y País Vasco, 2002 a
Toda España Cataluña Madrid País Vasco
Modos de participación Modos de participación Modos de participación Modos de participación
Tipo de actividad
Activida- Participa- Activida- Participa- Participa- Activida- Activida- Participa-
Actividad Actividad Actividad Actividad
Contacto des de ción de Contacto des de ción de ción de des de Contacto des de Contacto ción de
de protesta de protesta de protesta de protesta
partido consumo partido consumo consumo partido partido consumo

Ser miembro de un partido político . . . . . . 0,87 0,86 0,78 0,91


Participar en actividades de partido . . . . . . 0,87 0,79 0,86 0,93
Donar dinero a un partido . . . . . . . . . . . . . 0,73 0,44 –0,27 0,53 0,79
Hacer trabajo voluntario para un partido . 0,82 0,72 0,65 0,75
Contactar a un político . . . . . . . . . . . . . . . . 0,67 0,62 0,71 0,69
LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA EN ESPAÑA: ...

Contactar a una organización . . . . . . . . . . . 0,67 0,62 0,57 0,29 0,59


Contactar a un funcionario . . . . . . . . . . . . . 0,67 0,53 0,31 0,59 0,54
Colaborar con un partido político . . . . . . . 0,72 0,73 0,68 0,29 0,64 0,28
Colaborar con grupo o plataforma de ac-
ción ciudadana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,44 0,27 0,39 0,29 0,39 0,39 0,33 0,50
Colaborar con otra asociación . . . . . . . . . . 0,59 0,62 0,52 0,30 0,45
Dirigirse a (o aparecer) en medios . . . . . . . 0,56
Firmar en una recogida de firmas . . . . . . . 0,29 0,49 0,32 0,59 0,54 0,26 0,57
Llevar insignias o pegatinas de apoyo . . . 0,46 0,43 0,36 0,54 0,62
Tomar parte en una manifestación pública 0,72 0,67 0,74 0,68
Participar en una huelga . . . . . . . . . . . . . . . 0,73 0,73 0,72 0,60
Boicotear ciertos productos . . . . . . . . . . . . 0,72 0,68 0,72 0,57 0,56
Comprar ciertos productos . . . . . . . . . . . . . 0,78 0,72 0,79 0,52 0,43
Donar dinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,51 0,40 0,43 0,60
0,60Recaudar dinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,34 0,37 0,30 0,36 0,42

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Contactar/aparecer en los medios . . . . . . . 0,56 0,46 0,61 0,56
Contactar con abogado/ organismo judi-
cial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,47 0,36 0,68 0,41 0,36
Tomar parte en actividades ilegales de
protesta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,54 0,34 0,55 0,41 0,27 –0,36

ISSN: 0048-7694, Núm. 132, Madrid, abril-junio (2006), págs. 7-41


Eigenvalue . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5,43 2,59 1,44 1,19 5,49 2,38 1,24 1,15 4,91 2,58 1,59 1,26 5,18 2,31 1,54 1,32
Varianza explicada (en %) . . . . . . . . . . . . . 24,7 11,8 6,55 5,39 25,0 10,8 5,7 5,2 22,3 11,7 7,24 5,7 23,5 10,5 7,0 6,01
a Las cifras son cargas factoriales con rotación Oblimin calculadas con las respuestas, de los españoles entrevistados que hayan respondido a cada una de las preguntas relativas a los 18 indicadores de partici-
pación política; el número de casos es 4.252. En cada ámbito territorial, hemos ordenado las columnas relativas a cada modo de participación según su porcentaje de varianza explicada. Todas las variables han sido
transformadas para expresar la desviación de las medias. Sólo se muestran las cargas factoriales iguales o superiores a 0,25. Cuando todas las cargas sobre un componente son negativas, se han transformado en car-
gas positivas para facilitar su interpretación.
MARIANO TORCAL, JOSÉ RAMÓN MONTERO Y JAN TEORELL

Fuente: Encuesta CIS-UAM, Banco de Datos del CIS, 2002.


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como en el resto de Europa, en las actividades de consumo, pero también,


aunque menor medida, en las de protesta. En España, en definitiva, los mo-
dos de participación política parecen mostrarse con una especial nitidez.
Esta misma tabla 5 contiene los resultados del análisis dimensional efec-
tuado con las muestras de las comunidades de Cataluña, Madrid y País Vas-
co. En todas ellas se reproducen las cuatro dimensiones detectadas en el aná-
lisis comparado por países. Existe una pequeña variación en el orden de los
factores extraídos (lo que indica que hay factores con algo más de capacidad
explicativa de la varianza). Existen también diferencias menores con respec-
to a la presencia de ciertos indicadores en algunas de las cuatro dimensiones.
Por ejemplo, la dimensión de la participación de consumo, la más relevante
en Madrid atendiendo a la varianza explicada, recoge en esta comunidad al-
gunos indicadores relativos a actividades tanto de recogida de firmas como
de contactos o colaboraciones con distintos tipos de organizaciones. Parece
así apuntarse la existencia de una cierta relación entre estas actividades y las
de consumo. En el País Vasco, las actividades de protesta forman parte del
factor que posee una mayor capacidad explicativa de la varianza, mientras
que el contacto pasa a un tercer lugar. Cabe también mencionar que, en ge-
neral, las actividades de consumo parecen tener un peso significativo en el
factor de la protesta y que la dimensión de contacto contiene factores rela-
cionados con actividades de colaboración con asociaciones. Pese a estas di-
ferencias, la estructura multidimensional de la participación observada en
los países europeos y en toda España se reproduce en esas tres comunidades.

NIVELES DE PARTICIPACIÓN POLÍTICA

Después de identificar los modos de participación política, procedere-


mos ahora a comparar los diferentes niveles de estas actividades por países
y, dentro de España, por comunidades autónomas. La tabla 6 presenta la par-
ticipación media en cada modelo en una escala aditiva de 0 a 1 (16). Como
puede comprobarse, el orden de los países por niveles de participación co-
rresponde aproximadamente al agrupamiento de países en el análisis dimen-
sional precedente. Aunque hay alguna superposición en los rangos de los
dos primeros grupos, los países escandinavos presentan los niveles más altos

(16) La escala se ha construido para reflejar la proporción de todo tipo de actividades


dentro de cada modo realizadas por el entrevistado, con independencia de la tasa de no res-
puesta. Sólo a los encuestados que no han respondido en todos los casos dentro de un cierto
modo se les ha clasificado como sin respuesta para toda la escala.

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de participación política en muchos de los modos, seguidos por el grupo


continental, entre los que se encuentra España, y los países de Europa del
Este, con Portugal entre ellos. Las excepciones parciales a este orden corres-
ponden a la actividad de protesta, donde el grupo continental y España ante-
ceden a los países escandinavos, y al voto, donde los países de la Europa del
Este exceden en rango al grupo continental. Por otro lado, dentro de España
no se observan grandes diferencias por comunidades autónomas. Como
muestra esta misma tabla 6, el resto de España no se distingue en la frecuen-
cia con la que se realizan ciertos modos de participación cuando la compara-
ción se hace utilizando escalas de participación. De nuevo, y como era de es-

TABLA 6. Niveles de participación política en doce países europeos (1999-2002)


y en las comunidades autónomas de Cataluña, Madrid y País Vasco (2002) a

Actividad Actividad Participación Participación


País Contacto Voto
de partido de protesta de consumo no-electoral

Noruega . . . . . . . . . . . . . 0,20 0,05 0,05 0,44 0,18 0,78


Holanda . . . . . . . . . . . . . 0,21 0,03 0,03 0,40 0,17 0,73
Suecia. . . . . . . . . . . . . . . 0,14 0,04 0,02 0,40 0,15 0,80
Suiza . . . . . . . . . . . . . . . 0,15 0,06 0,03 0,36 0,15 0,43
Dinamarca . . . . . . . . . . . 0,16 0,04 0,04 0,32 0,14 0,86
Alemania Oriental . . . . . . 0,11 0,02 0,05 0,30 0,12 0,83
Alemania Occidental . . . . 0,10 0,03 0,06 0,21 0,10 0,80
España . . . . . . . . . . . . . . 0,12 0,002 0,08 0,17 0,09 0,69
Eslovenia . . . . . . . . . . . . 0,07 0,02 0,03 0,17 0,07 0,70
Portugal . . . . . . . . . . . . . 0,10 0,02 0,03 0,11 0,06 0,62
Moldavia . . . . . . . . . . . . 0,07 0,02 0,05 0,06 0,05 0,68
Rumanía . . . . . . . . . . . . . 0,05 0,02 0,04 0,08 0,05 0,65
Rusia . . . . . . . . . . . . . . . 0,04 0,01 0,01 0,05 0,02 0,62

España
Madrid . . . . . . . . . . . . . . 0,14 0,02 0,11 0,25 0,13 0,84
País Vasco . . . . . . . . . . . 0,10 0,02 0,11 0,17 0,10 0,83
Cataluña . . . . . . . . . . . . . 0,09 0,01 0,07 0,14 0,08 0,79
a Los países (y las comunidades autónomas) están relacionados en orden descendiente del

promedio de participación no electoral. Las cifras son las medias de cada uno de los índices de
participación, en escalas de 0 a 1, exceptuando el voto. En la columna relativa al voto, el índice
de participación se ha confeccionado en base a las cifras oficiales de participación electoral re-
gistradas en las últimas elecciones parlamentarias; puede verse la nota (b) de las tablas 1 y 2.
Las medias han sido ponderadas para ajustar las probabilidades de la selección desigual; véase
nota 12.
Fuentes: Encuestas CID, 1999-2002, y Encuesta CIS-UAM, Banco de Datos del CIS,
2002.

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perar, las únicas diferencias significativas radican en la mayor frecuencia de


las actividades de contacto y de consumo en Madrid, y de las de protesta en
Madrid y en el País Vasco. Aunque escasas (debido en parte al realizarse
mediante escalas que incluyen varios indicadores), estas diferencias reflejan
las ya comentadas diferencias que observábamos con anterioridad con los
indicadores individuales de participación.
Con el objetivo de comprobar la existencia de pautas aún más generales,
hemos calculado para cada país el promedio de todos los modos de partici-
pación no electorales (es decir, de todos ellos excepto el voto). De acuerdo
con este índice de participación no electoral, Noruega es el país más activo
políticamente, seguido de Holanda y Suecia. Moldavia, Rumanía y Rusia
ocupan los últimos lugares de la escala. España se encuentra a medio camino
entre ambos grupos, si bien siempre por debajo de las democracias más
avanzadas. De la pauta general española sólo se apartan Madrid y el País
Vasco para actividades de protesta y algo más para las de consumo. El cua-
dro resultante parecería sugerir que los niveles más altos de participación
política se corresponden con países que llevan más años disfrutando de re-
glas democráticas, y que son menores en los países que han sufrido expe-
riencias recientes de regímenes autoritarios. Como se ha discutido en otro
lugar (Torcal, 2006), la mejor escuela de democracia es la propia democra-
cia, lo que explicaría que los niveles más elevados de desafección y de falta
de implicación política se den en las nuevas democracias, que por lo general
han sufrido una difícil y convulsa historia política.
Hay otra pauta general en la distribución de estas frecuencias que merece
comentarse y que apunta a la dificultad de encontrar entre los distintos países
elementos que favorezcan actividades basadas en la «voz» sobre las de «sali-
da». El orden de los modos participativos es bastante similar para todos ellos:
después del voto, el modo más frecuente es el del consumo (probablemente
por su menor coste), seguido por el contacto (con la excepción de Moldavia) y
la protesta. El modo de participación menos frecuentado en casi todos los paí-
ses es la actividad de partido (con las excepciones de Suecia y Suiza, pero no
por demasiado margen), lo que refleja la reticencia general de los ciudadanos
a utilizar este canal representativo para expresar sus demandas.

RELACIONES ENTRE MODOS DE PARTICIPACIÓN

En general, los modos de participación suelen estar relacionados positi-


vamente. En todos los casos, los niveles más bajos en algunos modos de par-
ticipación no están acompañados de niveles más altos en otros modos. En

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otras palabras, es raro que los ciudadanos decidan rechazar los modos repre-
sentativos de participación en favor de los extra-representativos. Si esto fue-
ra así, cabría esperar la existencia de relaciones significativas de signo nega-
tivo. Pero los datos de la tabla 7, que presenta las correlaciones entre modos
de participación en los tres grupos de países y en Portugal, y la tabla 8, que
hace lo propio para España y las comunidades autónomas seleccionadas,
muestran una relaciones fuertes y positivas para todos los modos de partici-
pación. Las asociaciones entre la actividad de contacto, por un lado, y las de
partido, protesta y participación de consumo, por otro, oscilan de moderadas
a altas, y son similares en todos los países, incluyendo a España y también a
sus tres comunidades. Esto confirma de nuevo, como se apuntaba en el gráfi-
co 1 y observábamos en el anterior análisis dimensional, que el contacto
abarca a la vez las dimensiones representativa y extra-representativa de la
participación. La relación entre la participación de consumo y la actividad
de protesta es también fuerte y positiva en todos los países, subrayando las
interconexiones entre ambos modos extra-representativos de actividad.
Existe una diferencia destacable, sin embargo, con respecto a las correla-
ciones entre la actividad de partido, por un lado, y las de protesta y de consu-
mo, por otro. Da la impresión de que en Europa del Este y en Portugal todas
las actividades extra-representativas están ligadas a la actividad de partido.
Esta asociación también se observa en las tres comunidades seleccionadas y
en el resto de España. Ello podría reflejar el hecho de que en las nuevas de-
mocracias la actividad de partido, a pesar de su baja presencia, supone la
mayor fuerza movilizadora y está relacionada o es causante de otros muchos
tipos de actividad política. Los partidos parecen estar jugando aún el papel
movilizador dominante en las nuevas democracias, pero no en las más vie-
jas. Como resultado, la actividad política en aquellos países está concentrada
fundamentalmente en las manos de unos cuantos activistas de partido. Éste
es especialmente el caso de Portugal, y podría explicar la anomalía portu-
guesa. Una buena parte de la movilización política que tuvo lugar en Portu-
gal durante y después de la transición se canalizó a través de los principales
partidos políticos (Morlino, 1998: cap. 4). En la actualidad, la actividad de
partido es aún la dimensión dominante dentro de la participación política en
Portugal, ocultando algunas de las diferencias entre modelos de participa-
ción que de otra manera hubieran podido presentarse (17). En Escandinavia

(17) Más específicamente, la aparente peculiaridad portuguesa radicaría en el hecho de que


tomar parte en manifestaciones sólo tiene cargas factoriales en la dimensión de actividad de parti-
do (tabla 4). En consecuencia, la dimensión de actividades de protesta sólo viene definida por las
cargas de dos ítems más (los de tomar parte en huelgas y en actividades ilegales de protesta, aun-

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TABLA 7. Correlaciones en el nivel individual entre modos de participación


por grupos de países, 1999-2002 a

Actividad Actividad Participación


Tipo de actividad Contacto Voto
de partido de protesta de consumo

Europa Continental b
Actividad de partido . . . . . . . 0,32**
Actividad de protesta . . . . . . 0,20** 0,09**
Participación de consumo . . . 0,41** 0,15** 0,23**
Voto . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,12** 0,09** 0,04** 0,11**
Abstención como protesta . . . 0,09** 0,01 0,06** 0,15** –0,12**
Uso de Internet . . . . . . . . . . . 0,32** 0,17** 0,07** 0,16** 0,04*
Trabajar en grupos de acción
ciudadana . . . . . . . . . . . . . . . 0,30** 0,20** 0,25** 0,22** 0,07**
Recaudar fondos . . . . . . . . . . 0,27** 0,09** 0,15** 0,24** 0,07**
Llevar insignias o adhesivos . 0,24** 0,20** 0,34** 0,25** 0,05**
Asistir a un mítin . . . . . . . . . 0,37** 0,46** 0,27** 0,24** 0,09**

Escandinavia c
Actividad de partido . . . . . . . 0,31**
Actividad de protesta . . . . . . 0,17** 0,09**
Participación de consumo . . . 0,32** 0,09** 0,19**
Voto . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,08** 0,06** 0,01 0,09**
Abstención como protesta . . . –0,01 –0,06** –0,00 0,04** –0,19**
Uso de Internet . . . . . . . . . . . 0,33** 0,11** 0,09** 0,19** 0,03
Trabajar en grupos de acción
ciudadana . . . . . . . . . . . . . . . 0,24** 0,14** 0,22** 0,17** 0,03*
Recaudar fondos . . . . . . . . . . 0,24** 0,14** 0,11** 0,16** 0,03*
Llevar insignias o adhesivos . 0,29** 0,26** 0,24** 0,20** 0,04**
Asistir a un mítin . . . . . . . . . 0,40** 0,52** 0,21** 0,18** 0,07**

Europa del Este d


Actividad de partido . . . . . . . 0,30**
Actividad de protesta . . . . . . 0,30** 0,18**
Participación de consumo . . . 0,44** 0,18** 0,31**
Voto . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,06** 0,06** 0,02 0,06**
Abstención como protesta . . . 0,06** –0,03* 0,03* 0,07** –0,15**

que este último apenas presenta varianza), lo que significa que esa dimensión de protesta no parti-
dista es prácticamente inexistente en Portugal. Esta interpretación está apoyada por el hecho que,
cuando los tres ítems de protesta no se incluyen en los análisis dimensionales, los otros tres mo-
dos de participación (el contacto, la actividad de partido y la participación de consumo) funcionan
casi perfectamente, arrojando unos resultados sustantivos y claros que además están en consonan-
cia con los de otros países. Por lo tanto, el problema en Portugal parece residir en las actividades
de protesta y en su poco sistemática relación con todas las formas de participación.

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ISSN: 0048-7694, Núm. 132, Madrid, abril-junio (2006), págs. 7-41 33
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TABLA 7. Correlaciones en el nivel individual entre modos de participación


por grupos de países, 1999-2002 a (continuación)

Actividad Actividad Participación


Tipo de actividad Contacto Voto
de partido de protesta de consumo

Uso de Internet . . . . . . . . . . . 0,21** 0,16** 0,09** 0,12** 0,04*


Trabajar en grupos de acción
ciudadana . . . . . . . . . . . . . . . 0,36** 0,29** 0,21** 0,26** 0,04**
Recaudar fondos . . . . . . . . . . 0,25** 0,15** 0,20** 0,23** 0,03**
Llevar insignias o adhesivos . 0,26** 0,29** 0,26** 0,26** 0,04**
Asistir a un mítin . . . . . . . . . 0,39** 0,31** 0,37** 0,28** 0,06**

Portugal
Actividad de partido . . . . . . . 0,34**
Actividad de protesta . . . . . . 0,24** 0,39**
Participación de consumo . . . 0,41** 0,23** 0,27**
Voto . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,08** 0,08** 0,01* 0,04**
Abstención como protesta . . . 0,13** –0,01 0,07** 0,16** –0,13**
Uso de Internet . . . . . . . . . . . 0,29** 0,10** 0,14** 0,19** 0,06
Trabajar en grupos de acción
ciudadana . . . . . . . . . . . . . . . 0,34** 0,30** 0,22** 0,24** 0,06*
Recaudar fondos . . . . . . . . . . 0,34** 0,24** 0,19** 0,22** 0,03*
Llevar insignias o adhesivos . 0,28** 0,50** 0,29** 0,19** 0,05
Asistir a un mítin . . . . . . . . . 0,40** 0,48** 0,37** 0,22** 0,06*

a Las coeficientes de correlaciones son r de Pearson. Cada país ha sido ponderado de ma-

nera igual. Por motivos de conveniencia, hemos fijado el peso de la ponderación en la suma al
tamaño promediado de la muestra en cada país (al margen de variaciones en la no respuesta),
esto es, 1.725,15. Los niveles de significación estadística son **p < 0,05; *p < 0,10.
b Europa Continental incluye Alemania Occidental, España, Holanda y Suiza.
c Escandinavia incluye Dinamarca, Noruega y Suecia.
d Europa del Este incluye Alemania Oriental, Eslovenia, Moldavia, Rumanía y Rusia.

Fuente: Encuestas CID, 1999-2002.

y Europa Continental, la actividad de partido no tiene esta fuerza moviliza-


dora, lo que también significa que en ellos hay menos concentración de acti-
vidad política.
Pese a estas variaciones entre los países, la pauta general en todos ellos
es que los modos de participación están positivamente correlacionados, con
la excepción del voto, que está por lo general asociado de manera débil (pero
nunca de modo significativamente negativo). Ello supone que existe una
tendencia general a participar en asuntos políticos que es subyacente a los
cuatro modos participativos no directamente asociados con el electoral (el
contacto, la actividad de partido, la actividad de protesta y la participación

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TABLA 8. Correlaciones en el nivel individual entre modos de participación


en las comunidades autónomas de Cataluña, Madrid y País Vasco
y en el resto de España, 2002 a

Actividad Actividad Participación


Tipo de actividad Contacto Voto
de partido de protesta de consumo

Resto de España
Actividad de partido . . . . . . . . . 0,45**
Actividad de protesta . . . . . . . . . 0,32*** 0,31***
Participación de consumo. . . . . . 0,53*** 0,24*** 0,42***
Voto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,09*** 0,08*** 0,04 0,10***
Abstención como protesta . . . . . 0,04* 0,03 0,03 0,04* –0,08***
Uso de Internet . . . . . . . . . . . . . 0,07*** 0,05** 0,04 0,07*** –0,02
Trabajar en grupos de acción ciu-
dadana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,59*** 0,34*** 0,34*** 0,39*** 0,05*
Recaudar fondos . . . . . . . . . . . . 0,32*** 0,18*** 0,25*** 0,59*** 0,06**
Llevar insignias o adhesivos. . . . 0,27*** 0,29*** 0,63*** 0,31*** 0,17
Asistir a un mítin. . . . . . . . . . . . 0,47*** 0,72*** 0,37*** 0,29*** 0,07***

Cataluña
Actividad de partido . . . . . . . . . 0,47***
Actividad de protesta . . . . . . . . . 0,45*** 0,26***
Participación de consumo. . . . . . 0,56*** 0,30*** 0,45***
Voto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,08** 0,08*** 0,34 0,06**
Abstención como protesta . . . . . 0,12*** 0,03 0,06** 0,06** –0,12***
Uso de Internet . . . . . . . . . . . . . 0,17*** 0,09*** 0,22*** 0,13*** 0,04
Trabajar en grupos de acción ciu-
dadana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,62*** 0,29*** 0,31*** 0,42*** 0,04
Recaudar fondos . . . . . . . . . . . . 0,35*** 0,23*** 0,27*** 0,56*** –0,00
Llevar insignias o adhesivos. . . . 0,34*** 0,20*** 0,68*** 0,37*** 0,02
Asistir a un mítin. . . . . . . . . . . . 0,46*** 0,76*** 0,35*** 0,35*** 0,09***

Madrid
Actividad de partido . . . . . . . . . 0,27***
Actividad de protesta . . . . . . . . . 0,42*** 0,29***
Participación de consumo. . . . . . 0,59*** 0,18*** 0,40***
Voto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,09* 0,03 0,01 0,10**
Abstención como protesta . . . . . 0,13*** 0,03 0,01 0,17*** –0,03
Uso de Internet . . . . . . . . . . . . . 0,13*** 0,03 0,00 0,10** 0,07
Trabajar en grupos de acción ciu-
dadana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,56*** 0,20*** 0,41*** 0,39*** 0,08*
Recaudar fondos . . . . . . . . . . . . 0,34*** 0,13*** 0,26*** 0,54*** 0,09*
Llevar insignias o adhesivos. . . . 0,40*** 0,22*** 0,72*** 0,37*** 0,10**
Asistir a un mítin. . . . . . . . . . . . 0,36*** 0,74*** 0,47*** 0,26*** 0,00

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TABLA 8. Correlaciones en el nivel individual entre modos de participación


en las comunidades autónomas de Cataluña, Madrid y País Vasco
y en el resto de España, 2002 a (continuación)

Actividad Actividad Participación


Tipo de actividad Contacto Voto
de partido de protesta de consumo
País Vasco
Actividad de partido . . . . . . . . . 0,31***
Actividad de protesta . . . . . . . . . 0,33*** 0,40***
Participación de consumo. . . . . . 0,41*** 0,30*** 0,46***
Voto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,07** 0,05 0,01 –0,02
Abstención como protesta . . . . . 0,04 0,08** 0,11*** 0,12*** –0,07**
Uso de Internet . . . . . . . . . . . . . 0,03 0,05* 0,10*** 0,06* 0,02
Trabajar en grupos de acción ciu-
dadana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,56*** 0,24*** 0,32*** 0,25*** 0,00
Recaudar fondos . . . . . . . . . . . . 0,20*** 0,12*** 0,15*** 0,42*** –0,03
Llevar insignias o adhesivos. . . . 0,26*** 0,38*** 0,74*** 0,35** –0,06*
Asistir a un mítin. . . . . . . . . . . . 0,26*** 0,78*** 0,42*** 0,30*** 0,03
a Las coeficientes de correlaciones son r de Pearson. Los niveles de significación estadísti-

ca son ***p < 0, 001; ** p < 0,05; y *p < 0,10. Debe señalarse que las sobremuestras de Cata-
luña, Madrid y País Vasco hacen mucho más robustas las pruebas de significación de estos
coeficientes.
Fuente: Encuesta CIS-UAM, Banco de Datos del CIS, 2002.

de consumo) (18). Una consecuencia relevante es que en las 13 sociedades


estudiadas los ciudadanos no contemplan la necesidad de optar entre varios a
la hora de seleccionar un modo de participación. Esta misma pauta se obser-
va también en Cataluña, Madrid y País Vasco, así como en el resto de Espa-
ña. No es cierto, por lo tanto, según suele sostenerse, que algunos ciudada-
nos continúen utilizando los canales tradicionales de participación, como los
contactos oficiales y el trabajo en un partido político, mientras que otros
acudan a modos menos convencionales, como la protesta o la participación
de consumo. Por el contrario, los activistas de un modo de participación
tienden a ser asimismo activistas en los otros modos participativos.

(18) Esta tendencia más general puede ser confirmada por el llamado análisis dimensional
de segundo orden, que es un análisis de componentes principales de los cuatro índices de parti-
cipación no electoral presentados en la tabla 5. Con los criterios convencionales de la retención
de factores (valores con eigenvalues propios no menores a 1), dicho análisis proporciona una
solución claramente unidimensional en las 13 sociedades incluidas en nuestra muestra.

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Las tablas 7 y 8 contienen también información sobre cómo los cinco


modos de participación se correlacionan con alguna de las actividades políti-
cas de las tablas 1 y 2 que hasta ahora no hemos discutido. La primera con-
cierne a la abstención electoral por motivos de protesta, una decisión que un
promedio del 10 por 100 de los electores declara haber adoptado alguna vez.
¿Es éste un acto político que los ciudadanos utilizan junto con alguno de los
restantes modos de participación? El hallazgo un tanto sorprendente es que,
al margen de la correlación negativa esperada con el voto (que en ningún
caso es muy fuerte), no hay correlaciones sustanciales con los otros modos.
Una excepción parcial es la participación de consumo en Portugal y Europa
Continental, que tiende a ir de la mano de la abstención como protesta. Pero,
al margen de ello, el acto deliberado de quedarse en casa el día de las elec-
ciones parece ser un fenómeno político aislado.
Un segundo punto destacable afecta a Internet. ¿Qué modo de actividad
está relacionado en primer lugar con el uso de Internet? En contra de lo que
también ha podido afirmarse (Norris, 2002: 207-211), el uso de Internet no
parece intervenir de modo relevante en la actividad de protesta colectiva. El
ámbito en donde su utilización parece más extendida es el de las actividades
de contacto. Esta pauta es consistente en todos los países estudiados y signi-
fica que Internet tiene mayor importancia para fomentar la comunicación
vertical entre los ciudadanos y las elites que para fortalecer las redes hori-
zontales que promueven la acción política entre los propios ciudadanos.
Existe, sin embargo, una correlación moderada entre el uso de Internet y la
participación de consumo, indicadora quizás del potencial de las nuevas tec-
nologías de la información para fomentar este tipo de participación, en don-
de la coordinación horizontal puede resultar un elemento básico. En España,
la generalizada debilidad de la relación entre el uso de Internet y las diversas
formas participativas podría explicarse más sencillamente por su menor im-
plantación relativa.
Finalmente, las tablas 7 y 8 incluyen asimismo las correlaciones entre los
cinco modos de participación y los cuatro actos políticos que, como mencio-
nábamos antes, no se ajustaban a ninguna pauta dimensional. El primero es
trabajar en «grupos de acción política». Aunque este ítem se correlaciona
consistentemente con los modos de contacto y de consumo, su asociación
con los otros modos (en Escandinavia, en Europa Continental y en la comu-
nidad del País Vasco con la actividad de protesta, y en Europa de Este y Por-
tugal con la actividad de partido) es suficientemente fuerte para alterar esta
pauta. La recaudación de fondos parece adaptarse a la misma descripción.
Su correlación más fuerte es con el contacto, pero en Europa Continental, en
Europa del Este y en España está casi a la par con la participación de consu-

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mo; en algunas comunidades llega incluso a superarla. La decisión de colo-


carse una insignia o un adhesivo políticos es un caso aún más claro de ambi-
valencia. Esta actividad muestra su correlación más fuerte con diferentes
modos en diferentes grupos de países: con la protesta en Europa Continental
y en Cataluña, Madrid y País Vasco, así como en el resto de España, con el
contacto en Escandinavia y con la actividad de partido en Portugal; pero
mantiene una correlación más o menos igual con todos los modos no electo-
rales de participación en Europa del Este. De forma similar, la asistencia a
un mitin o a una reunión política está más fuertemente asociada con la acti-
vidad de partido en todos los países excepto en los de Europa del Este, don-
de las mayores correlaciones se producen en los casos del contacto y de la
actividad de protesta. Esto significa que esos cuatro ítems no pueden locali-
zarse en la tipología conceptual de los modos de participación discutida an-
teriormente. Sus conexiones con los otros modos varían de país a país. Por lo
tanto, la actividad en estas formas particulares debe ser analizada separada-
mente, y puede ser explicada sólo en referencia a marcos institucionales es-
pecíficamente nacionales.

CONCLUSIONES

Hemos dibujado en este artículo un mapa comparado de la participación


política en algunos países de Europa Occidental y Oriental, así como en
España y algunas de sus comunidades autónomas. Conceptualmente defini-
da como los actos deliberados de los ciudadanos que tratan de influir en los
resultados políticos, hemos proporcionado datos descriptivos sobre 25 tipos
de actividad política en 13 sociedades. Hemos mostrado que estas activida-
des se agrupan en cinco modos genéricos de participación: el contacto, la ac-
tividad de partido, la actividad de protesta, la participación de consumo y el
voto. Hemos encontrado esta pauta en todos los países menos en Portugal,
donde la movilización de partido parece obstruir la presencia de diferentes
dimensiones de actividad de protesta y de participación de consumo. Estas
pautas parecen estar también presentes en las comunidades españolas.
Al margen de la excepción portuguesa, creemos que la numerosa eviden-
cia presentada en favor de nuestra tipología supone un progreso significativo
en el ámbito de los estudios sobre la participación política. Y pese a las dife-
rencias en los procesos socio-políticos en aquellos países, todos comparten
modos similares de participación. Dicho de otra forma, existe en todos esos
países un grupo de acciones que tienen características similares con indepen-
dencia de su marco institucional, de su edad democrática, de su nivel de mo-
dernización económica y de su contexto político, social y cultural.

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Pero también se producen, sin embargo, diferencias entre nuestros países


y en lo que hace a los niveles de participación en cada uno de los cinco mo-
dos. La descripción comparada de los datos muestra que los escandinavos
son desde luego los más activos políticamente. Cuando se trata de activida-
des no electorales, esto vale también para Holanda y Suiza, El país con los
menores niveles de participación política en todos los modos (excepto el
voto) es Rusia; con respecto al voto, Suiza tiene la menor participación elec-
toral. Con la excepción de Alemania Oriental, existen en general menores
niveles de participación política en los países de la Europa del Este. En ellos,
junto con Portugal, la actividad política está más concentrada en las manos
de un menor número de activistas. Por lo general, España presenta unos ni-
veles comparativamente reducidos de participación, y, dentro de ella, la co-
munidad más participativa en términos relativos es Madrid, especialmente
en los modos de consumo y contacto.
Hemos apuntado también que la edad de la democracia (y, unido a ella,
el nivel de desarrollo económico) podría explicar por qué los ciudadanos de
algunos países son más activos políticamente que los de otros. Pero en todos
ellos, sin embargo, hay una propensión general a participar que subyace so-
bre todos los modos no electorales de actividad, implicando que los activis-
tas políticos no necesitan trade-offs cuando escogen un modo de participa-
ción. De ahí que la diferencia entre las nuevas y las viejas democracias, o en-
tre los países con mayor y menor desarrollo, sea ante todo una cuestión del
número de personas implicadas y del nivel de concentración de la actividad
política. Pero sería equivocado, en nuestra opinión, concluir que, por lo que
hace a la participación política, esos dos conjuntos de países constituyan dos
modelos diferentes de democracia.

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Revista de Estudios Políticos (nueva época)


ISSN: 0048-7694, Núm. 132, Madrid, abril-junio (2006), págs. 7-41 41

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