Reclus El Oceano 2
Reclus El Oceano 2
Reclus El Oceano 2
nivel, de calor o de salinidad. As, el Atlntico, ms favorecido que el mar del Sur por lluvias y afluentes, no est
ms elevado, y el Pacifico no contiene cantidad ms considerable de sal que los otros ocanos : en todas las partes
del planeta, los mares que baan las tierras ms diversas de
aspecto y de formacin geolgica, tienden a asemejarse por
la composicin, la salinidad y ja mayor parte de los fenmenos de sus aguas. Las <:orrientes son los grandes agentes
de ese equilibrio de los mares, pero por su misma movilidad, por su dependencia de las estaciones, de los vientos,
de la configuracin de las costas, finalmente, por la parte
submarina de su curso, son muy difciles de observar de una
manera sistemtica, y entre las numerosas corrientes generales y parciales, no hay una, ni siquiera el GuLf-Stream,
cuyo curso normal se pueda trazar con precisin. Multiplicanse afortunadamente las obsenaciones cientficas en todos
los puntos del mar, se aaden y enlazan unas a otras, y
acercan poco a poco a la verdad las aproximaciones que
surgen de la comparacin de los hechos. Cada nuevo sondeo,
cada nueva lectura termomtrica es una adquisicin de la
ciencia y permite ver <:on mayor claridad la compleja circulacin de las aguas en el inmenso laberinto del Ocano.
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CAPITULO lll
De las mareas
I
Oscilaciones
Teorfa de las
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.
ue quedarse bastante atr", )
atra!das que ste y ttenenf q . n cuya cumbre se encuentra
forman asi una nueva turne acct 'u une al planeta con su
en la prolongacin de la linea . q ~o la masa de las aguas.
satlite. Considerada en ~u con~~fpoide cuyo eje mayor se
marinas t oma la forma e un 1 centro
atraccin. R esulta
dirige hacia la Luna, ~u~ ed e ser nula 0 muy dbil en l os
de ello que la marea e e ~iento de revolucin, la Luna ,
polos, puesto que eln s u :r~cuador est en el cenit de las.
al norte o a s ur e . 1
'
Yendo
les 0 s ubtroptca
es.
.
.
. mvil
las d os olas opuesta s
1 ecnones troptca
"'si la Tierra perma~ect~sed tnla m~rcha de la Luna , pero
andarian len~ mente stg:~~no del o-lobo tienen que mov~rse
a consecu<:ncta de la ~~ e e n la re"'dondez t errestre, un?n~ez . ,
. cesar en la parte tlumt
y PersegUirse con rapt
or atracc10n s m
de
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nol'Cio~ de marzo y de septiem_br~. porque hallndose entcnces e1 Sol directamente enctma del Ecuador, tc~restre,
ejdce una atraccin .ms fuerte sobre las masas hqu1das, y
las olas de aguas viva~ se_ yerguen a, mayor altura que de
costumbre. Finalme nte , senala el pen~o de la.~ mareas la
poca en que la Tierra .<:st ms prxtm~ al Sol, Y sufre,
pOr ..::ons 1guiente , atracc10n mayor ~sa epoca -corresponde
a l invierno del hemisferio septentnonal, y entonces las
marea ,ivas se elevan con mayor fuerza sobre la costas
de nuestros continentes.
,
De modo que los fenmeno~ de las mareas c. tan e nlazados con los movimientos celestes, y todo ca mbto e n la p~
sicin relativa de los astros que atrae? a nuestro _planeta
5( manifiesta por un ca mbio correspondtent~ e n el mvel_ del
mar. Conociendo anticipadamente el recornd~ d~ la T1erra
por el espacio pre\n los astrnomos las oscl1ac10nes ~utu
ras de las ola~ y pueden dibujar s us curvas para los ::.1gl?s
venideros. Hay que confesar que la t al curva s~o e n teona
e.., verdadera, porque si las ~~reas son en s u ongen hecho~
de orden astronmico, tamb1en son fenmenos _terres~res,
como los vientos, las corrientes ~ l~s de~s m a mfestac10nes
de la vida planetaria o~rece n ;an~c10nes tncesantes, y estn,
di~moslo as, en continua genes1 .
Il
:r
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lii
Irregularidades apmc11tcs de las mareas. , ln chum extra ordinaria de la ola en ciertas bahfas. I11: c1fert?ncia del flujo y reflujo. Marcas ~iur11<lS. Desi~ualdadcs entre las marca~ sucrs1-;.a.s.
Innumerables son las irregularidades aparente que presentan los fenmenos de la marea a consecuencia de las desigualdades del relieve submarin o, de las mil quebraduras de
l.t orilla, de las alternativas de vientos y corrientes. Aunqut.
h causa del movimiento ea en todas partes la mi ma, no
puede decirse qu~ en ning-n puestv del mar presenten perfecta coincidencia flujo y reflujo en suo; procedimientos;
~ada promontorio, cada islote, cada roca, es baado ptnaguas que tienen un rgimen distinto en la propagacin d ...
sus mareas. Todo obst culo que rompe el cur o regular dL
las oscilaciones modifica el conjunto de las gracio a::. curva-;
que se repliegan a su alrede<lor.
La diferencia que ms llama la atencin de marino-, y
habitantes del litoral es la de la altura de la mareas. Hay
parte d~ la costas del Ocano donde apenas se nota la ola.
ni aun durante las sizigias del equinoccio, y otra dondt.
~ada marea es un verdadero diluvio y se extiende ha::.ta perderse de vista en enormes espacios que a la hora del reflujo vuelven a aparecer. Ese asombroso contraste entre la
amplitud total de las mareas proceae de la diferente rapide
que presenta la marcha rle las oscilaciones en los mare-. )'
babias del litoral. En efecto, la gran tumefaccin .Jevantada
por los astros puede considerarse formada por gran n men>
de olas sucesivas que ocupan una anc-hura considerable en
la superficie del mar. En pleno Ocano, todas e as rugost<iades viajan con gran velocidad, pero seg n se van acerrnndo a las orillas disminuyen en rapidez, y por lo tanto,
crecen en altura. Slo con ver el mapa de las mareas se
puede afirmar anticipadamente que el flujo se ele,a \ario"metros en todos los golfos donde las lneas cotidiales se
agrupan unas contra otras a consecuencia del retraso _.{radual de la ola de tumefaccin.
Los heC'hos confirman en eso la teora. El golfo de B~n
gala, el de Omn, el mar de la China, las escotaduras de la
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guna~ hcra~ dc~pus, pasan los barcos a toda vela por encima del camino. A veces se ve a los marinos pasearse tranquilamente por la arena cerca del buque varado o revolver
el suelo para buscar conchas; pero si se oye el r ugido lejano de la ola, en pocos segundos sube a bordo la tripulacin, se ha~n los preparativos para un nuevo viaje, y levantada la embarcacin por las olas surca rpidaltilente
el mar.
En las costas occidentales de Europa ofrece la marea ascendente el ms grandioso espectculo en la baha del Monte
dl San Mig-uel : en el centro de la baha se yergue negro
peasco grantico, que es a un tiempo abada, claustro, fortalez.l y crcel, y que con sus rocas abruptas y con su tirni co amontonamiento de pea sobre pea, siglo sobre siglo
) siempre crcel sobre crcel, contrasta con l a triste extensin de la playa. En baja mm, la inmensa llanura de arena,
de unoo., 250 kilmetros cuadrados, parece un lecho de ceniza; p~!ro cuand0 la marea, ms 1pida que el galopar de
un caballo, sube llenando de espuma la pendiente casi insensible, le basta con algunas horas para transformar toda
lJ bahta eu una lmina de agua cenicienta y para penetrar
a lo !ej,.s en !a desembocaduras de los ros hasta el pie de
lo muelles de Avranches y de Pontorsn. Durante el reflujo,
las ag"uao., se retiran con igual rapide.c a ms de 10 kilmetros de la orilla y dejan al descubierto la inmensa playa
de;ierta, recorrida por los deltas subterrneos de los arroyos
tributanos, fotmando de trecho en trecho prfidos abismos
de lodo blando, en los cuales corren gran riesgo de hundirse
los YiaJeros. En iempo de las mareas ele aguas vi,vas se
evala la masa lquida que penetra en la baha en ms de
un billn y 345 millones de metros cbicos, y hasta en las
mareas menos fuertes, e l diluvio que recorre dos veces las
playas durante veinticuatro horas no es inferior a 700 millones d.:! metros. No es de extraar que semejantes torrentes
hayan podido en otros tiempos, impulsados por las tormentas, romper la cordillera de dunas protegida al Norte por
los pLao.;cos de Tombelene y de San Miguel y transformar
en estriles art:oales las hermosas campias, los vastos bosques que se extendan al pie de la ,p ennsula coteotina.
Los e<;tudio:. de Beecbey sobre las mareas de la 1\Iancha
y cld mar ele Irlanda pueden dar por cierto que la enorme
amplitud del flujo y reflujo en la desembocadura del Severn
y (;O la ~ baha'> de Caneale y de San i\Ialo provienen, no
slo dd }e,aotamienlo gradual del fondo, si no tambin de
la supt!rposicin de do, olas que chocan entre s. En efecto,
la cresta de marca que penetra en el canal de Irlanda encuentra, a la altura del golfo donde desemboca el Severo,
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o()lra cresta prod ucida doce horas antes, que acaba de dar la
~~,udta a toda Irlanda. Ambas olas, unidas en una sola, toman la direccin comn que resulta de sus primeros. impul-.os y se dirigen jnntas al golfo de Severo. Del m1smo
modo, la mar~a que entra en la Mancha choca en aguas de
]usey contra una ola que en veinticuatro horas ba dado la
vuelta a las islas Britnicas y limitndose las dos tuJ!lefaccioncs precipitan su enorme masa lquida en las rocas y
playas de Bretaa.
.
Si se superponen dos mareas cuando, al ventr de puntos
opuestos, se encuentran a .}a hora del plenilunio, en ca~bio
~ neutralizan y s uprimen cuando el flujo de una tropteza
con el refl ujo de la otra; ocurre e nto~ces ~n fenme.no de
interferencia comparable al de dos vtbractones lummosas
<ue mutuamente se apagan. Fitz Roy fu el primero que seal una regin del Ocano en que las mareas contrarias
equilibran la superficie del agua. J;sa regin es el estua.ri,o
del Plata. Al ,er ese golfo, que no tiene menos de 240 ktlomdros de entrada, hay que inclinarse a creer que la amplitud del flujo y reflujo ha de ser enorme como en la baha de
Fundy o en el golfo de Sao Miguel, y ocurre precisamente
lo contrario : las mareas casi no se notan. Las grandes oscilaciones de nivel que se observan en ese estuario se deben
ca:.i Lxclu<;i\amente a las brisas regulares y a l as tormentas
que ,lepnmen las olas en un lado para levantarlas en otro.
\ como en general los vientos de tierra dominan por la ma
iiana, y son sustituidos a la tarde por la brisa del mar, el
flujo y el reflujo, obedeciendo a l impul so alternativo de la
atmsfera, se suceden de doce en dol'e h oras ; la marea sube
por la tatde para bajar a l a maana siguiente. Esa aparente
anomala se explica con facilidad por el encuentro de la
pleamar y la bajamar en la entrada del estuario. Las olas
d~..: marca <ue se dirigen, al Sur hacia el Brasil y al Norte
hacia la Patag"oma, no l'hoca n con las costas a la misma
h ora del da ; se siguen con un intervalo de varias horas y
la-. corrientes laterales derivadas se suceden a la salida del
<.stuatto del Plata, de modo que conservan casi el mismo
ntn.l en la masa lquida. En el momento en que tiende a
prorlucirsc d reflujo de la marea septentrional, llega el
flujJ meridional, cuya presin, obrando en sentido centrar o, {'\ it.1 qul! bajen las aguas; Jueg-o, al pres(;otarse una
nut:\'a marea procedente de las costas del Brasil, la superti e del mar baja ya en los parajes del ur. Crzanse las
tumefacciones y no sufre el agua ninguna oscilacin en la
lnL-a de interferencia.
P robablemente hay que atribuir a fenmenos de la mtsma
Datunleza !a formacin de esas mareas diurna:., stempre
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escasas, que se 'Presentan en la desembocadura del :Missis ip, en las costas de Nueva Irlanda, en Port Dalrymple de
Tasmania, al sur de la Australia, cerca del golfo del Rey
]01ge, en el golfo de Tonqun, en ija baha de Bahr-el-Benat
del goifo Prsico; finalmente, en el mar Blanco y en muchos
ctro;; sitios del C'ontorno ocenico. Esos cambios lentos de
nivel, cuyo flujo y reflujo duran doce horas cada uno, ofrecen, como las mareas ordinarias, la mayor diversidad en sus
fenmenos, segn la direccin de los vientos y de las corrientes, la posicin respecti\'a del Sol y la Luna y la parte
del mar en que se establece el equilibrio de las aguas. En
la superfi<::ie movible del Ocano, t odas s us ondul aci on~s,
cualquieia que sea su causa, se mezclan y se confunqe n, y
er. esa mezcla, que hace variar sin cesar las olac;, es imposible discernir, sin ijargas y pacientes pesquisas, la parte
correspondiente a cada agente de los que turban la horizontalidad perfecta del nivel martimo. El problema lo puede
ser resuelto de un modo muy general, haciendo caso omiso.
de particularidades mal observadas. Sbese, por ejemplo,
que en el puerto de Veracruz y en el litoral cercano tienen
los vientos marcada preponderan'Cia, porque conserYan a
veces el mismo nivel en la superficie del mar durante da<:.
enteros. En .}as bocas del l\lississip, donde la marea diurna
no uele alcanzar ms que 36 centmetros de a mplitud, e
tambin bastante regulai, y su altura total representa exactamente todos los das la diferencia de nivel entre las dos
olas componentes que se cruzan. Finalmente, la marea de
Tahit, de una altura c.lc 30 centmetros escasos, es la resultante rle o e-ilaciones mucho ms numerosas, pues all se encuentran cuatro fluj os procedentes de los cuatro puntos cardinales, diferentes t odos e n velocidad y en hora de pleamar.
No es de asombrar que en medio de ese cruce general de
mareas del Pacfico, la de Tahit quede neutralizac.la casi
compldamente.
El 'Cana1l de lilanda, tan bien estudiado por Beechey,
cfrece curiossimo e jemplo de equilibrio perfecto del agua,
y eso casi frente al golfo de Bristol, donde el mar s ube y
baja alternativamente 15 metros. Esa parte del canal , cuya
superficie permanece inmvi l, sigue la costa irlanc.lesa, cerca
d e Courtown, al sur c.le Arklow. Nunca e ha obsen ado all
ni subida ni bajada del agua, a unque 1la corriente de la ola
y la del reflujo recorran alternativamente la costa con una
velocidad de ms de s iete kilmetros por hora. El punto
en que las aguas se hallen siempre en equilibrio puede ser
considerado como una especie de eje en el cual se apoyan
~as mare<.~s; su anchura es cada vez ms grande al irse aleJando de esa regin tranquila, al NE. hacia IIolyhead ~-
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....
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Ocano enorme masa lquida, las sostiene la ola que, despus de haber chocado con el cabo de Antifer, ,ha seguido las
orillas del NE. al SO. hasta el cabo de la Hve; despus,
cuando se ha .p erdido la fuerza de esa marea parcial, otra
marea riberea que ha seguido la costa de Normanda,
desde Waart hasta Trouville, sostiene igual al mar durante
cierto tiempo.
En casi todos l os puertos de ro se comprende que aa
marea descendente dure ms que la ascendente, puesto que
la corriente flll'vial neutraliza el flujo durante un perodo
ms o menos largo, y despus, aadindose al reflujo, acrecienta su duracin. Un hecho de ms dificil explicacin es
que hasta la mayor parte de los puertos alejados de toda
boca de ro, sea ms corta la marea que sube que la que
baja : tambin se ven numerosos ejemplos de lo contrario,
especialmente en el .puerto de Holyhead. Segn la hiptesis
adoptada generalmente, esa duracin mayor del reflujo debe
atribuirse a la rotacin de la Tierra de Oeste a Este. Como
la ola de marea se propaga en sentido inverso, o sea de
Este a Oeste, encontrat en las aguas que ante ella se extienden cierta resistencia; se enderezar y se har ms escarpada, ms rpida hacia Occidente, mientras se alargue
hacia Oriente su pendiente de reflujo. A eso se atribuye la
diferencia de duracin entre ambas fases.
Las desigualdades observadas en ciertos paraJles entre
dos mareas sucesivas son tambin un fenmeno extrao y
sin explicar hasta cierto punto. Esas desigualdades diversas que afectan a .Ja duracin o a la altura respectiva de las
mareas de maana y tarde, o a cada oscilacin en todo su
rgimen, proceden en parte de l a declinacin de la Luna,
e5 decir, de su distancia variable al norte o al sur de la
lnea equinoccial, pero en muchos ~asos las diferencias entre
dos mareas sucesivas son relativamente enormes y no basta
con la explicacin anterior. As es que en Puerto Essington,
en la costa septentrional de Australia, se observan diferencias de altura de r'2o metros entre la oscilacin de la tarde
y -la de la maana. En Singapur, donde la marea media durante las aguas vivas no es ms que de 2'10, la diferencia
entre dos olas que se siguen llega a ser de r'8o. En Kuwachee la variacin diaria no es menos grande, y en el golfo
de Cambaya llega hasta 2'ro y 2'40 metros. En Basadore, a
1a entrada del golfo Prsico, la duracin de una oscilacin
del mar excede a veces en dos horas a la de la oscilacin
siguiente, y ha ocurrido en Petropaulowski, en el Pacfico
del Norte, que han faltado por completo mareas que se
aguardaban. No se pueden explicar esas anomalas sino-ulares ms que por el cru~ de varias olas reflejas, diurna1 y
semidiurnas, que se perturban mutuamente y cuyas oscilaciones confusas son producidas por el encuentro de movi-.
mientos diversos en su origen. As, en la superficie de un
estanque, ondas salidas de puntos diferentes forman inmensa red de lneas entrecruzadas que el soplo del viento mezcla
en olillas indecisas.
IV
Los
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gracias al encauzamiento de un banco de arena que dificultaba la entrada de las olas en el lecho del ro, pero el choque
del bore y de la corriente fluvial han vuelto a formar banco
de arena algo ms lejbs. Al herir el nuevo obstculo, la ola
de marea se yergue, se encabrita para vencerlo. Varios trabajos hidrulicos emprendidos en los cauces del Garona y
del Dordoa, ms arriba de l:lee d' Ambez, han modificado
tambin ms de una vez esos fenmenos.
La aparicin brusca de la marea en los estuarios lleva
consigo la elevacin rpida de las aguas fluvia-les desde el
nivel de la bajamar al de la pleamar.
En Tancarville, que es el sitio en que el Sena desemboca
en la baha y donde la marea excede de la amplitud media
de cuatro metros, toda la subida del agua se Yerifica en dos
horas, mientras el descenso de la masa lquida, rechazada
por la ola, dura. diez. El ro, que tiene que verter en el mar
durante el periodo del reflujo, no s6lo lo que el flujo le ha
llevado, sino tambin el agua dulce que viene ro abajo, ha
de seguir su curso normal hacia el mar durante un espacio
de tiempo ms largo q_ue el empleado ~n retroceder ante la
marea que suba. Para cada punto del lecho del ro es en
general la duracin del flujo tanto ms corta cuanto ms
lejano est aqul del mar : agtase poco a poco la fuerza de
}a marea y hacia el fin de su carrera se limita a retrasar un
momento la rapidez de la corriente fluvial.
La amplitud de las mareas disminuye igualmente en proporcin de su progreso hacia la parte alta del ro. La masa
de agua dulce que corre sin cesar por el canal impide a la
marea baja ahuecarse como lo hace junto al mar, y la menor
duracin de la marea alta no permite a sta elevarse a un
nivel muy superior al alcanzado en las playas y costas bravas ocenicas; en el Garona, la diferencia entre el flujo y
reflujo disminuye gradualmente ms arriba de Bec d'Ambez,
y cerca Je Cortets, a ms de 1 50 kilmetros del mar, desaparece del todo. Verdad es que en ciertos lugares se dan
circunstancias particulares que pueden originar excepciones aparentes de esa ley general; promontorio hay, erguido a travs de la ola de marea, .como e-1 de Tancarville, en
b baha del Sena, que cierra el camino a las aguas marinas
y les da, 'POr lo tanto, .m ayor altura relativa sobre el nivel
dE' la bajamar, pero, a pesar de esas bruscas diferencias, la
amplitud de las mareas no dejla. de disminuir desde ro abajo
hacia ro arriba, y a<:aba por no notarse.
Ocano
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97
V
FLujo y reflujo en Lagos y mare~ ~teriorcs: rrientes deL Euripo. - CanbdLS y Sella.
Co-
t:')
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trecho de Mesina atraan a sus cavernas s ubmarinas inmensos torbellinos de agua que vomitaban luego en corrientes tu.riosas, y todos cuantos barcos se acercaban a los antros formid~bles eran tragados i!ldefectiblemente. No hay hoy en el
~led~terrneo estrecho ma~ frecuentado que el de Mesina, y
gractas a ~os sondeos venficados en los supuestos abismo.;,
donde los antiguos vean el ombligo del mar, perdieron los
monstruos s u terrible prestigio. Sbese ya que esos torbellinos no son ms que movimientos laterales producidos por
el flujo y reflujo a su paso por un canal demasiado angosto,
cuya anchura no excede de tres kilmetros, y que atravesaron ms de una vez, nadando a caballo, los conquistadores de
' icilia. Cuando s ube la marea, la corriente se dirige al
.Norte, del mar Jnico at mar Tirreno; en la marea descend~nte, la ola procedente del Norte recobra su preponderancta y r echaza hacia el Sur a la corriente contraria pero hay
lucha entre ambas masas lquidas y el campo de b~talla Yara
!:>in cesar desde .\Iesina a Scila. Er.. los confines de las conie~tes, donde la mezcla de las aguas se ,erifica con viole~cta, se forman remolinos estrechos en que las olas se
agltan ms que ~n otras partes y que se llaman garofali.
Evtanlos las emban:aciones por temor de que las sacudan
demasiado,. pero no corren peligro alguno, como no sea cuando sopla v10lentamente el viento en sentido inverso a la direccin de la ola. Curioso espectculo es el del estrecho visto
desde ~a cumbre de las montaas de Mesina o Rea-aio con
las arr ugas y remolinos qu<: describen las ag uas afiu~har;
a cada momento ~ ~e cambiar de forma a las capas de color
ms os~ill"o, que mdtcan en la superficie el combate del flujo
y reflUJO.
En l0s dcmc; mares cerrados de Europa, las mareas tamb_in son poco perc~ptibles . No son ms que de unos 40 cenhmetros en el ZUlderzee y durante los dfas de equinoccio
y d~ tormenta a'!)Cnas llegan a 1'10 metros. El Bltico mucho
ms angosto y sembrado de islas que el Mediterrne~ sufre
por lo tanto,_ oscilaciones mucho ms flojas : por es~ se 1~
l~amaba n wrzmarusa (mor y marb), es decir, en idioma cltico, l\Iar :viuerto. Los marinos no hacen ninon caso del desniyel causado por el flujb y reflujo; para ellos, vientos, C(rnentes y meteoros de la atmsfera son los nicos fenmenos dignos de observacin. En efecto, e n la costa occidental
df! ~utlandia, la marea ya no suele alcanzar ms que a 30
cenbmetros ; a la entrada del Catteaat pierde ms fuerza y
regu_la;iJad, y en los estrechos det' S~nd y Belt es difci l
p_erct~trla. En el puerto _de _Copenhague todava puede dis~m~uuse a veces una os~Ilactn de algunos centmetros, pero
untcamente cuando e} ttempo est perfectamente tranquilo
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CAPITULO IV
Las riberas y
las islas
Modijicacio11cs illccsant cs de la forma dd litoral. L vs fj01ds de Esca 11dina1Jia y de otras comarcas prximas a los polos.
Ese mar, que e n cada ola encierra tal vez millones de organismos vivientes, parece como si le animara enorme y
poderosa Yida. Reflejos de cambiantes continuos, cenicientos
como la bruma o brillntes como el sol, alumbran s u extensin inmensa; riza n s u s uperficie lar gas ondulaciones o se
yerg-ue en encre::;padas olas ; r oza sus orillas leve ribet e de
es.p uma , las cubre la blanca masa del oleaje que se est rella;
a \'eces deja or como s uave murmullo, a veces junta en el
mis mo tronar los r ugidos de t odas sus olas heridas y deshecha por la tormenta. Es risueo y terrible , gra_sioso y formidable. Su aspecto fas.cina. Al pasear por su s orillas, no
podemos dejar de conte mplarle e interrogarle sin cesar. ~ter
namente movible, simboliza la vida con relacin a la tierra
i mpa::;ible y silenci?sa, a la cua l s i.tia con. s us olas. Adems,
siempre e t trabaJando para modt ficar 'ilD descanso el contorno de los continentes despus de haberlos formado capa
por capa e n lo profundo de s us aguas.
.
, .
La parte ms importante de los trabaJ O<; geologtcos de l
Ocano est oculta a nuestra vista, porque el agua depo ita
en el fondo de s us abismos la cal, la slice, la creta y lo residuos de todas clases que constituirn algn da nue\'aS
tierras, pero a lo menos podemos .as~ stir a las continuas m <~
dificacione!> que el incesante mov1m1~nto de las aguas mar~
timas introduce en las riberas. Cons1derables son esas modlficaciones, y desde lo siglos hi stricos mucha costas han
cambiado ya de forma y aspecto. Han quedado arrasados al-
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...
de aspecto bastante uniforme y parecen enormes zanjas abiertas en el espesor del continente, otras se dividen en varios
fjords laterales, que hacen del conjunto de las aguas interiores un laberinto casi inextrkable de canales, estrechos y
ba has. El desarrollo total de las costas ha crecido tanto con
ese festn, que el litoral occidental de la pennsula, cuya
longitud en linea recta no es ni de 1.900 kilmetros, llega a
cerca de 1 3 .000 con los pliegues y replieg\!es de la ribera,
mh de la distancia entre Pars y el Japn.
Terminando bruscamente las mesetas de Escandinavia
sobre el mar del Norte, las pendientes que dominan los sombros desfiladeros de los fjo1ds son casi todas muy escarpadas algunas se yerguen en murallas perpendiculares que
sirven de pedestal a altas montaas. El Thorsnuten, situado
a 1 sur de Bergen, a la orilla del Hardangerfjord, alcanza una
altura superior a 1.6oo metros a menos de cuatro kilmetros
dt: la orilla. En Yar ias bahas del occidente de Noruega se
vt:n .':>altar las cascadas de lo alto de los acantilados y precipitarse de golpe en el mar, de modo que las embarcaciones
pueden pasar entre la pared de rocas y la parbola de las
aguas estruendosas. Debajo de las aguas continan tambin
las fragosidades de los golfos, de tal m odo, que en ciertos
desfiladeros de rocas, cuya a nchura entre acantilado y acantilado no es ms que de roo a 200 metros, hay que echar la
sonda hasta soo 6oo metros de profundidad antes de alcanzar a la roca. En Los trabajadores deL ntar cita Vctor Hugo
con razn el Lysefjord como la de ms espantoso aspecto
entre esas avenidas siniestras, muchas de las cuales estn
eternamente privadas de un rayo de sol por las altas mura lla::. de sal que las encierran. Ese enorme foso, de casi perfecta regularidad, penetra 43 kilmetros en el continente;
aunque en ciertos sitios apenas presenta 6oo metros de a nchura, sus paredes se levantan hasta r.ooo y 1.100 metros de
ele,acin, y cerca de la orilla la sonda no toca tierra hasta
mh de 400 metros. Indudablemente, el primer marino que
bog:1se por las aguas negras y tranquilas de aquel abismo
dt:bi de n avegar con cierto horror, preguntndose a cada
nut.:YO recodo del camino si veria surgir ante l algn dios
espantoso. Hoy mismo es imposible penetrar sin estremecerse
en d siniestro desfiladero, donde los antiguos habran credo
ver la e ntrada del avern o.
Las islas de Spitzberg, las Feroe, las Shetland, presentan
tambin en s u contorno centenares de fjords semejantes a los
~-cand ina\"os. Las costas de Isla ndia, del Labrador y de
Groenlandia occidental, las de las isl~; del archipilago polar
y d litoral americano del Pacfico, desde la larga pennsula
(le :\.laska hasta el laberinto de las islas de Vancou\er, no
JOS
11
Fjords cegados por los alu-uio11es marftimos y jfu .
-uiales.
El est u..
d.10 comparado de todas la ribl!ras conduce a la
comprobac10n del hecho de que los ffords se encuentran m-
106
107
tn otros climas aluviones fluviales y agujas de arena martima. Sin embargo, valles profundos, ocultos por el banco de
hielo, recortan tambin el litoral de esas costas polares, y
t:n venidero periodo geolgico, cuando hayan desaparecido
los hielos, esas escotaduras del continente sern tambin
jjords semejantes a los escandinavos.
CU.lndo las bahas de Noruega estaban cegadas por los
hielos como ahora lo est la de Groenlandia septentrional,
conservaban su forma primitiva, excepto en las paredes laterales y en las rocas del fondo, que estaban estriadas y bruidas por el roce de la .masa movible y los residuos que arrashaba. Los peascos cados en las neveras y en el campo del
ventisquero, los montones de guijQrros y de tierras arrebatados por las intemperies y el deshielo a las laderas de las
montaas formaban hacinamientos semejantes a los que hoy
se ' 'en en los ventisqueros de los montes escandinavos; pero
esos hacinamientos, en lugar de derrumbarse con los hie los
e n algn valle situado a centenares de metros de e)evactn,
eran llevados hasta la desembocadura de los jjords e n alta
mar y se abismaban en las olas con los pedazos desprendidos
del mismo ventisquero. Los desmoronamientos sucesivos de
rocas y guijarros, necesariamente haban de levantar poco a
poco un hacinamiento frontal s ubmarino, y se encuentran
efectivamente a la e ntrada de todos los jjords escandinavos
bajos fondos de residuos que se alzan como murallas fuera
del ag ua profunda. Los marinos noruegos llaman cpuentes
de roan a esas vallas naturales que sirven de limite a los
a ntiguos ventisqueros y e n donde peces de aguas cercanas
se renen a millones. En aguas de la Escocia occide ntal ,
como a 1~ entrada de los pequeos golfos del Finisterre, se
ven tambtn cordones de bancos submarinos y de arrecifes
1ue .no son ms que antiguos hacinamientos procedentes de
''en tJsq u eros.
~espus del perodo. qu~ precedi .a la edad actual y los
venhsq~eros de ES<;andtnavt.a retrocedteron .poco a poco hacia
(..J mtenor d~ lo~ fJ ords, deJaron de tocar el nivel del mar y
"u extre mo mfenor penetr cada vez ms en los valles abiertos en la ladera de los montes. Entonces empez para los
torr~ntes y el mar el i~menso tra bajo geolgico de cegar Jas
bah.tas. Las aguas flu':'tales llevaban sus aluviones y los depositaban en playas hsas a l pie de las montaas, mientras
d mar extenda en capas de arena o cieno los residuos de
rocas que socavaba con sus olas. Ya en gran nmero de jjords
nor~egos ha hecho grandes progresos esa obra de transformacin del dominio del mar en tierra firme y si se conociera
Ja proporcin sc:cular del crecimiento de as playas podra
calcularse aproxima damente la poca en que qued libre de
108
109
ltO
III
.
. ntilndos - Costas d e la MattDcstntccz6H de Los 11 \ 0 _ Jlcci 611 d e Los cantos y Las
cha. - Paso de C:a l a!ds.
. antes - Po::.os surtidores
arenas. - Jvl arnutas e {[tg
de la s costas.
111
112
25 metros cada
edad_es anteriores el progreso de las erosiOnes
d 1 sl
T~s r palo, de~e de haberse roto por la presin
he as o as e l ~tm ~ que uma a Inglaterra con la tierra firme
ace sesenta mtl ~nos. De tod os modos, es imposible indicar
u?a f~cha cualqutera, puesto _que en aquel l ugar se ha hundid? Y levantado el s uelo varias \eces a nti o-uas pla as s u
penor~s en cuatro o _cinco metros al ~ivel 0 actual d~l ~ar' osques _sumerg tdos, dan testimonio de todas esas osci~
lco~o
ac10nes s ucestvas.
~ lo largo de las costas de Francia, a l este del cabo de
~nttfer, los cantos que han cado de los acantilados, reducios constaote me~te e n s u tamao por el movimiento de las
~la~ que los resnegan a unos contra otros, no dejla.n de andar
acta la dcsembocadur;a del Somme. Parados a diez kilmetros m s ~ll de los ultimos acantilados de pedernal por el
pro ~ontono del H owrde l, e n seguida los vuelve a coo-er la
c?r~tente que va hacia el estrecho; cada vez ms trit~ados
vta]an de banco en ba nco de a re na, y despus de haber fran~
~u~ado E;l estrecho forman depsitos de cieno, ya en Ja s uper~te de tnnumerables bancos del mar del Norte, ya e n las riberas de ~!andes, de Holanda y de la Ing la terra oriental a
fsosl dep~ttos se l_es da el nombre expresivo de ganancias' de
~ ~ a en os J?araJes de la l\Iaocha. Los Io.ooo.ooo de metros
cubtcos de r estd uos arrebatados anualme nte a los acantilados
de Sussex Y de Kent, lo mismo que a las de Calvados y el
pas de Canx, son llevados a l litoral de los pases del Norte
~ expensas de las costas de la Mancha se forman los poldcr~
e Hol~oda y los fens de No7folk y de Lincolshire. A consecuencta de_ ese doble trabaJo de erosin en un punto y
de a lmacenaJe en ot ro, las riberas colocadas a l norte del
estrecho prese~tan un contraste perfecto con las costas de
la l\I~ncha. :\1tentras a orillas dei mar los acantilados de
Francta e Inglaterra se recortan en ba has cncavas las
playas que se !prolongan al norte del Paso de Calais 'afectan un~ forma con vexa uniforme. La ola devuelve en arena
Y en c1eno lo que ha cogido e n peascos y cantos.
. No hay que creer que sea sta la misma fuerza impulSt':'a de} agua m:r~ima q~e dem uele los acantilados de la
onlla. ~a masa hqutda sena casi impotente contra las durac;
~ocas, st al acercarse a la ribera no fuera cargada de resiuuos de todas clases, peas y cantos arena y conchas que
com? proyc~til~s arroja cada ola co~tra los m uros q ~e la
domtnan. S1r v1ndose d~ las piedras que cayeron antes
C?mo de otros t~otos anetes, los arrastra el agua hasta el
pte de los acantilados, choca con los relieves los sacude v
a caba por quebrarlos y reducirlos a polvo. La' arena mism,
!~~1~~ s~den
la~
0
E-
Ocano
113
r~.:stn.:gada sin ce~r por !as roc~s, gasta .poco a poco los
zado por los ~antos ; gran ~arte de los m~smos desppJOS del
promontorio strve para. arr?Jarlo al mar: En todas las c~sta::.
peascosas de Escandmav1a, de Escoc1a, de Irlanda ) de
Bretaa, la muchedumbre de escollos se?Jbrados e~ el ma_r
a o-ran distancia de la costa no son mas que antiguos ctmi~ntos de continente que han sido gr~dualmente arrasados
por los guijarros y la arena basta el mve~ de la ola. De~e
lo alto de 'Una colina, en las costas ~e .Pa1 ~pol de Morlu~~.
del Abewrach, tambin se puede dt~tlnguu a marea baJa
cul era la forma primitiva de la onlla.
.
Las excavaciones profundas y regulares conoc1das c.on
el nombre de marmitas de gtgantes son uno d~ los trabaJOS
o-eolo-icos ms curiosos ejecutados por los penascos espar~idos~ Toda piedra que descansa libremente en una fragos;dad de la roca donde se estrellan las olas, abre, durante
el curso de las edades, una especie de pozo, cuyas paredes
son lisas y es~n como cepi.lladas por el roce. A la larga,
e--as cavidades (donde la ptedra gradual~ente redondeada
no deja de oscilar sobre su base o de g1rar con 1a arena)
adquieren profU?did:Jd y anchura ~e muchos metros: Esas,
s~.:n-n la tradictn eran las marmttas en que los g1gantes
antiguos aderezab~n la comida. Existen exca~acio_nes muy
n,,u\bles de este gnero en las costas de Escandrn.avta, donde
pca~cos de granito arrastrados por un mar funoso quedan
su11~tos por las abruptas rocas en muchas quebradas del
acantilado.
.
.
Fenmeno tan interesante como el gt~ar. de las. ~1cdras
en las marmitas de los gigantes es la sub1ta apar.1c1n de
columnas de agua marina que _:;urgen como surbdores. a
travs de las hendeduras del penasco. Cua_ndo una o~a Inmensa se abisma en una de las cavernas raJadas del hloral,
es a yeces tal su mpetu, que retiembla la roca ~omo c~>n
una descarga de artillera. La masa de agua empuJa al atre
delante de s, y no encontrando ~ las paredes que la rodean y comprimen bastante espac10 para extenderse, brota
tpor las rendijas de la bveda. La mayor parte de s~s, g-radualmente esculpidas de nuevo por las columnas ltqutdas
que de aU se escapan, toman a la larga aspecto de ve:daderos pozos, en los cuales cada ent:ada del agua se senala
con un geiscr de dimensiones vanables. Las hay que .se
eleYan basta muchos metros de altura y se v~n a gran .dtstanda, como el chorro hmedo que desde lejos. denunc1a a
la ballena ; por eso llaman sopladores ~os mannos en ~uchos paises a esos fenmenos de las nbe~as.
.
La presin de la marea es tan perceptible como el 1m-
114
pulso de las olas en lo interior de las peas rajadas del litoral; verdad es que no hace brotar magnficas fuentes por
encima del mar, pero hace subir el nivel del lquido en
todos los pozos cercanos a la orilla, hasta en los que estn
llenos nicamente de agua dulce. Eso podra haberlo indicado anticipadamente la teora; las capas lquidas que 'Penetren a lo lejos en las hendeduras de las rocas detienen el
agua de infiltracin procedentes del interior ; stas, saladas o dulces, permanecen en sus depsitos y se elevan al
mismo tiempo que 1a marea; despus, cuando empieza el
1eflujo, emprenden otra vez el camino del mar y se vierten
de nuevo en l en cuanto cesa la presin de la marea ascendente. Donde las rocas de la costa estn muy hendidas
(lo cual ocurre casi siempre en los acantilados de estratos
calizos) existen pozos de esos que suben y bajan alternativamente con la marea. Debemos cilar principalmente los
de Finlandia, cerca de Wasa, los de los alrededores de
Royn, en la orilla derecha del Gironda, y sobre t odo, los
de las islas Bahama. En varias de esas islas, todos los
pozos, sin excepcin, estn regularizados por el flujo del mar.
Ciertas costas hay tan profundamente abiertas por la
part..: del mar, que las olas penetran basta gran distancia
en lo interior del continente. Hay un ejemplo curioso en
la parte de la Luisiana conocida con el nombre de Attakatpas. All, las praderas del litoral, protegidas contra las tormentas del golfo de ~Ijico por series de bancos de arena
y de largas islas paralelas a la orilla, no han dejado de
ganar terreno al Ocano, pero no son slidas ms que en
la superficie y el revoltijo de sus races est baado por el
agua del mar, ,q ue se interna a lo lejlos en una baha de contornos invisibles. Los pescadores no temen arriesgarse por
esas praderas flotantes, semejantes en todo a las de los pantanos, y perforando el suelo se apoderan de los peces ocultos en aquellos escondrijos.
De todos modos, no pueden existir riberas flotantes ms
que en escaso nmero de costas, cuyas circunstancias fsicas son muy excepcionales; generalmente, las aguas del
Ocano penetran en lo interior de las tierras tpor grutas y
cavernas abiertas en la roca slida. Indudablemente debe.
de haber debajo del nivel del mar muchas de esas galeras
tpeascosas, pero. slo se conocen aquellas que se 3:bren al
mive.l de las olas, como la gruta azulada de Capn ; ms
abajo, la masa lquida cierra la entrada de las cavernas laterales, que no conoceremos en mucho tiempo. Pero si no
se pueden explorar las grutas llenas an con las aguas del
anar, se ven en las costas levantadas, como las de Escandinavia, inmensas cavernas que las olas recorran libremen-
115
116
IV
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1 18
119
120
d la
Cuando s ucede as, los .h acl'Damtentos y gutJtlrros e
atena son los que sirven de baluartes de defensa para garantizar la pared del acantilado contra _nuevos a~aqu.es.
Apoyados en escarpa contra la pared infenor del penasco o
dispersos e n las olas y transformados en escollos, los peascos cados burlan la fuerza de las olas Y ~etrasan el prog reso de las erosiones . En las costa~ d~l Medtterrneo, cerca
de Yentimiglia, acantilados cuyos ctmle_ntos est~n compuest os de arcilla arenosa, que con las 1luv1as se dtluye, ~ defienden eficazmente con escarpas, diques, t orres .Y obehscos
de un slido cong lomerado desprendido ~e las htla~as superi ores. En las speras riberas. de Bretana, l <?s penascos de
u ranito rajados en todos sentidos y con vertidos en canto;;
trados y llevados por el mar, con servan intactas durante
siglos las paredes de las rocas ~e que formaron parte. .
Los acantilados de Norma nd1a, compuestos de matenales
mucho menos duros que los de los promontorios. de_ .Bretaa,
nueden ser atacados ms fcilmente, pero pnnctpalmente
debe atribuirse s u rlpida er osin a la corriente del litoral
q ue se lleva los cantos ac umulados junto a 1~ base de ~as
rocas. La escarpa de peas derrumbadas constituye a l pnncipio una defensa muy s uficie nte contra la furia de las ? las,
pero poco a poco se dis uelve la parte g redosa de_ l a pen~ y
se deposita de trecho en trecho en los bancos de cten o, mte ntras los salientes de pederna l separados d~l espe~r de _la
piedra dejan de ofrecer a las ola:; la su~ ctente res1stenc~a,
y son a rrastrados a las bahas vecmas e n tnmensas procesiOnes paralelas a ~as orillas .. E n las costas meridionales d~ Ino-laterra .Ja corriente del litoral es much o me nos enrgtca y
la-> esca~ pas de residuos pueden resistir por lo tanto mucho
tiempo los ataques del mar. _Hace alg unos aos l~s aguas
minaban con a menazadora rap1dez la base del acantilado que
~ eleva no lejos de Douvres, por la parte del Oeste, y que
han consao-rado a S hakespeare los ingleses e n memoria de
la hermos; descripcin que de l ha hecho en El rey Lear.
Para salvar ese promontorio histrico, las casas que osticne
y el ferrocarril que bajo un tnel l o a traviesa, se tuvo la
idea de hacer saltar una parte de las h iladas superiores.
Ante una multitud inmensa que acudi a contemplar el
nuevo espectculo, se prendi fuego a \"arios cientos de kiloJramos de plvora amontonados en la mina, y enormes
12 1
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. ca, o ras vanas catstrofes poco menos t "bl -, ocurndo en las costas de Holanda F . . Schl err~ es han
la n d"ta. De 1 cord'on de 23 islas que hace
nsta,
, eswtg
qu
. 1 y Juttenda frente a la orilla, no quedan ms :~6s~ os se exy algunos de stos no son ms que diquei de a e ag~en!os,
de Borkun, segn la vemos en los ma s
r hna. ~ 1Sla
muchsimo en menos de un siulo. 1~ dpa se.,. a achtcad.o
d.uo de la antigua tierra de Wa~g~rland e quea~erv?~l resttmente y. se extenda a lo l ejos ~n el 'mar
urua a, conb840 una ~~la floreciente y poblada, visitada' pe;: ~od~v~ en
re de bantstas en verano. Hoy es una la ra d
. uc e urodonada casi .p or completo. La isla de Jordstra~ c~no, ab~n
las once duodcimas partes desd
. . .
d
~ perdtdo
y de las 24 islas que .hace dosci:nf~~n~tc:~sla :loJtgblo XVII,
quedan ms que u . echada 1
d
ea an, no
e: ~ntro de la :igla: seala ~opnr;f:nnd~
dlugdar
que
ocup6
1
La tsla de Silt
1 d .
a
e 14 metros.
tambin han rnln.,.~d~~ s ~erras de la .costa de Schleswig
abri e l mar un ~amino uc o, y es sabtdo que en 1825 se
Jutlandia, abriendo el est:ec~~v: t~!~1~rdl~ pennsula de
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125
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127
128
129
an:na en un terc io de l desarrollo total de las riberas continentalc~. En las cuencas de marea escasa presentan esos
cordones las dimensiones ms considerables. En Francia
t odas las playas del golfo de Lyn, desde Argelez-sur-:Me;
hasta las bocas del Rdano, formando una serie de cordones
litorales nicamente cortados por 1las rocas de Leucate, de
1<! Clape, de Agde y de Cette, y que se desarrollan en vasto
semicrculo de cerca de 200 kil metros. Los numerosos estanques separado::. por esas islas del Mediterrneo, y que
t!ansforman s in cesar en tierra firme la agricultura invasora
l os aluviones de los ros y las arenas marinas ran si n dud~
alguna otras t antas bahas que segtan la ba e de las cdlinas del Langedoc. Ya en la poca histrica ha n dis minuido
n otablemente e n extensin, y a n chos golfos, con vertidos en
pantanos con detrimento de la salubridad pbl ica , han apestado con s us miasmas la atmsfera. Lo que hace poco cont r ibua m::. e ficazmen te a la dis minucin de los estanques.
eran los pasos 'POr los cuales el agua de1 ma r traa montone - de a rena dura nte las tempestades; esas aberturas, temporales unas, permanentes otras, que se ensanchaban y estrechaban ya en un entido, ya e n otro, n o dejan de modific~r el rgimen de estanques y campias ribereas; aqu
<hn paso a masas de agua que s umergen las orillas y ehon<lan el suelo ; all se obstruyen, y delante de los pueblos
de las orillas extienden su cieno infecto hasta perderse de
Yista. Para impedir en adelante la transformacin de estanques en cenagales y pantanos, ha propuesto Regy sustituir
~os antiguos pasos t ortuosos con canales de desage que en
et buen tiempo dejan libre comunicacin a las aguas lacu::.t.res con las del mar, 'Pero cierran las compuertas en las
te mpestades.
Los lidi de Commaebio, los de \ "cnccia Y los de la a ntigua ciudad de Aquilea ~strechan tambin la cuenca del Adriti co, que 'Penetraba mucho ms e n lo interior de las tierras
a1 O. y al NE. En las costas meridionales del Brasil, en qas
orillas de Guinea, l os cordones litorales separan tambi n del
Ocano extensiones considerables, pero e n ninguna parte se
Yen arrecifes de a rena ms numerosos y mej or desarrollados
que alrededor del golfo de 1\Ijico y e n las costas orie ntales
de lo;:; Estados Unidos. Puede decirse que e n una 1ongitu~
d.! unos 4.000 kilmetros, el contorno del contine nte a mencano est formado por d oble orilla, baada una por el mar
) otra por las lagunas interiores. Delante de la antigua
costa de escotaduras irregulares, la nueva playa describe
curvas graciosas de promontorio a promontorio, y sin que
~a detengan las desembocaduras de los ros, se prolonga
debajo de los 'Pasos con barras peligrosas .
130
13 1
VI
Fondos bajns del lito1'a l. - Depsitos de rocas
li:as. - Aspecto de oreHales )' pla)'as.
Ctt-
132
paralelos a la orilla bajo el influjo combinado de las corrientes del litoral v los vientos de alta mar. Al ver los mapas
marinos que indican la forma de esas murallas ocultas bajo
las olas, hay que reconocer que todos esos arrecifes invisibles de arena y cieno tienden a alargarse en Hnea recta trazando curvas graciosas no menos regulares que las de los
cordones litorales. En todos los go1fos y estrechos, en las
costas de California, Carolinas, el Brasil, l a Mancha y el
mar del Norte existe a lo largo de las costas una infinidad
de es0s bancos cuya disposicin indica exactamente la marcha de las corrientes contrarias o paralelas que los han formado al encontrarse. Su profundidad vara; en algunos los
barcos grandes pueden navegar sin tpeligro, pero hay otros,
muy cercanos a la superficie del agua, en los cuales las olas
se deshacen espumosas sin cesar. Esos bancos coloca.dos a
pocos metros debajo del nivel del mar so.n los ms tem1bles ;
por eso los marineros ingleses y amencanos, pensando en
b. suerte que quiz les aguarda en esas arenas o~ultas, les
han dado irnicamente el nombre de sartenes (Frymg pans).
En Jos o-olfos muy abiertos, y a lo largo de las costas rectilneas ef' mar procede a construir las nuevas riberas con
barro. Residuos de algas y animalillos, mezclados con :arena
y arcilla, son depositados en capas profund~s a la on11a Y
hacen adelantar poco a poco el perfil de las nberas. El barro
se ha acumulado p or centenares de ~iliones de metros. cbicos desde la era histrica en el anbguo golfo del P01tou,
eu el de Carentan, situado en la raz de la pennsula ~oten
tina en las bahas de Marquenterre y de Flandes, en c1ertos
estu~rios de los Pases Bajos y de Frisi~ .. Con fndense. en
esos parajes agua y tierra; el mar, cemc1en.to o amanllo,
parece inmenso lodazal y prol~nga la superfi.<;te .cenagosa de
la orilla irrnrase
dnde emp1eza la masa hqu1da y dnde
0
acaba el' ca mpo de cieno, removido siempre por la mar~.
De todos modos, los cenagales que surgen en la m_area baJa
se amontonan y consolidan poco a poco; una espec1e de confena cubre su s uperficie, con le,e alfombra sonrosada;
luego contribuven los salicores herbceos a levantar el terreno con sus "ramas r O'idas que salen del tallo en ngulo
recto. A esa primera v~getacin suceden otras plantas marinas, criccs, plantagos, juncos y ~rboles. rastreros. Ento~
ces h ay que conq uistar para la agnc':lltura la llanura de 1~
gamo y unirla a l continente, defend1ndola con fuertes dlques de Jos asaltos del mar.
En los mares cuyas aguas tienen e~evada tem~ratura
media n o se limitan las olas a constrwr cordones htorales
v a c~gar las bahas ; edifican tamb~n verdader~s murallas
de piedra. A consecuencia de la rp1da evaporac1n que los
133
134
marina, cuyo peso especfico era de 2'63, es decir, algo inferior al del mrmol de Carrara. Esas capas de piedra com
pacta depositadas por el mar encierran cierta cantidad de
sulfato de cal y materias animales que son, sin duda alguna,
el principio colorante de toda la masa. A veces el barniz
translcido que cubre las rocas tiene la lisura, la dureza y
los reflejos de las conchas ; adems, segn prueba el a nlisis qumico, especie de esmalte y las envolturas de moluscos
vivos estn compuestas de las mismas sustancias, modificadas tambin por la presencia de materias orgnicas.
Darwin ha visto depsitos calizos cuya composicin y aspecto nacarado parece que han de atribuirse a excrementos
de aves saturados de agua salada.
Esas construcciones de nuevas orillas, ya por el mar
mismo ya por corales, lo mismo que la formacin gradual
de mdanos, pueden tener por resultado modificar por completo la forma de la costa separando del resto del mar anchas
bahas que la rpida evaporacin del agua transforma en
seguida en tierra firme. Por eso en la costa oriental de Africa, e} lago pequeo de Bahr-el-Arsal, al extremo del golfo
de Tadjura, se ha encontrado separado del mar por un arrecife muy delgado de arena y se ha secado al sol ; siendo escasas la aO'uas lluviosas en aquellos pases y no rccibic.:ndo
la cuenca ningn afluente, sus aguas no han sido sustitudas
y ahora no es ms que una cavidad pantanosa, cuyo ni\'el
est situado a 173 metros qebajo del mar Rojo. Levantando
el plano de las costas de Abisinia durante la ltima guerra,
los ino-enieros ingleses descubrieron otra cuenca, seca ahora
y completamente cubierta de sal, que se encuentra a 58 metros bajo el ni\el del mar; tambin es probable que las
depresiones en las cuales va a perderse el gran ro IIanacb,
al sur de la meseta de Habesch, son inferiores a la supcrfi
cie marina. El istmo de Suez ofreca poco ha un fenmeno
semejante al del arrecife de Tadjura. Tambin all el agua
lacustre que formaba parte en otro tiempo de) mar haba
sido encerrada en las tierras por cordones litorales y se
haba evaporado ca~i del todo. En nuestros das, el gran
canal interocenico hace correr de nuevo el agua del mar a
travs de ese lago seco. Los antiguos arrecifes de las orillas
del Mediterrneo y del mar Rojo, que las fuerzas que trabaj'G.n en lo interior del planeta haban ido ele\'ando ~ la ~ltura
de muchos metros, han sido perforados por los mgenieros,
y pronto un estrecho artificial, mucho ms importante. para
el progreso humano que el ~nti guo brazo de mar, unir el
Medierrneo y el golfo Arbigo.
Si los o-randes trabajos geolgicos del Ocano, como la
erosin de "'tos acantilados, el aplanamiento de los promon-
135
torios, la construccin de nuevas riberas sortprenden el espritu del hombre con su grandeza, y por ot ra parte, las mil
particularidades ele playas y dt- arenales encantan por su
gracia infinita y su asombrosa variedad, esos innumerables
fenmenos del grano de arena y de la gota de agua los producen las mismas causas que determinan las grandes revoluciones de la ribera. Al ver las lneas delicadas que traza
en .Ja orilla la ola moribunda, lo mismo que en presencia
de las costas bravas que el oleaje ataca enfurecido, sintese
llevado el hombre, por impresiones diversas, a la contemplacin de las mismas leyes generales. Cada ola verifica en
una porcin c-hica de la ribera obra semejante a la de alta
mar en el contorno de todos los continentes. En el espacio
de pocos metros pueden verse las curvas regulares de ancones diminutos, la elevacin de cordones litorales, la formacin de lagunas interiores, la erosin de acantilados formados por conchas y fucos . En el fondo de ciertas bahas
bastante abrigadas, como en el ancn de Beaulieu, cerca
de Niza, se ven a la orilla del mar masas negras de tres o
cuatro metros de altura, cortadas verticalmente y agujereadas por cavernas como rocas; son montones de algas marinas.
Ent:e las vanas maravillas de las playas lo que ms
asombra al principio ::;on los dibujos hechos en la arena con
regularidad absoluta a vec-es. Al deshac-erse, trae cada ola
consigo conchas, guijarros, residuos de todas clases y de
distinto tamao. Esos objetos son otros tantos escollos pequeos que di\ideo la ola a su vuelta hacia el mar y le hacen
dibujar en la arena una red de lneas cruzadas entre s. Por
lo tanto, la superficie de la playa presenta un enrejado de
innumerables rombos adornados todos con una concha o un
guijarro en su extremidad superior, puntiaguda o ligeramente redondeada. Todos esos rombos estn dentro de graodes cuadrilteros formados por surcos que tienen por punto
de partida un objeto de dim~nsiooes relativamente considerables. El contraste de los colores auxilia al relieve para
variar ms esa taracea de la playa. Los materiales de di\ersos matices, que son en general de peso especfico diferente,
se han distribuido de un modo regular en las diversas partes
de los rombos; un lado de la figura puede \.Star formado
por cristalilloc; micceos, mientras otro se compone de arena
negra mezclada con turba, olro de conchas sonrosadas o
amarillas y el cuarto de granos de color blanco puro. Impregnada a veces la arena en sustancias orgnicas, brilla
con cambiantes reflejos o estn levemente irisados como .si
se extendiera por el suelo delgada capa de aceite.
Todos sos matices modifican hasta lo infinito el aspecto
de las playas, y la mayor o menor inclinacin del terreno
136
137
VII
en
138
139
que se han levantado lentamente, porque, se<Tn el testimonio de Yule Hind, no hay en los valles grat~'ticos de sus
colinas ni serpientes ni batracios como en las costas del Lab.rado~ y del Canad. Si es as, no ~ue~e suponerse que Anttcostt haya estado nunca en comumcactn con el continente
dt- Amrica ; ha debido de surgir del agua como los islotes
del litoral escandinavo.
No ha ocurrido lo mismo con la Gran Bretaa ni con la
mayor parte de las islas cercanas al contorno de las masas
continentales. Es seguro que Inglaterra form parte de Europa en otro tiempo. Lo demuestra la concordancia perfecta
entre una y otra orilla del Paso de Calais, y tambin son
prueba de ello la fauna y la flora de la g"ran isla britnica
cuyos animales y plantas silvestres son colonos procedente~
d~l mundo vecino; ~i una sola especie pertenece en proptedad como producctn espontnea al suelo de la anti<Tua
Albin. Del mismo modo u separada Irlanda de In~la
0
lerra durante el actual perodo geolgico y alrededor de las
dos islas principales se .han aislado tambin en el agua numerosos fragmentos secundarios, como Wight, Ano-1csey
y
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las Sorlingas.
Muchas islas situadas, como Inglaterra e Irlanda, cerca
~e los continentes, son tambin residuos que las olas, au."\:i
hadas tal vez por el hundimiento <Tradua1 del te1reno han
s~parado de las riberas de tierra fi~me. El magnfico ~rcht
ptl~go de la Sonda, las Molucas y las islas prximas a Austraha presentan el ms notable ejemplo de esa divisin de
las masas continentales. Un canal. de 30 kilmetros de ancho
y una profundidad de 200 metros pasa entre las dos grandes
tslas de Borneo y Clebes y prolongndose e n direccin al
Sur separa ~as dos tierras volcnicas, muy prximas una a
otra, de Bah y de Lombok. Ese canal es el antiguo estrecho
que serva de lmite <:omn al Asia y al continente austral.
Al Oeste, Java, Borneo, Sumatra, la pennsula de l\Ialaria
Y e~ Cambodge descansan en una meseta s ubmarina que se
~.:~hende a 6o metros escasos debajo del nivel del mar. :\.1
Este, Su~bava, Flores, Timor, las l\Iolucas, Nueva Guinea
Y Austraha se encuentran tambin encima de una especie d.:
pedestal que se ha ido hundiendo, y sobre el cual construyen los zofit?s largas barreras de escollos. Segn demuestra el naturaltsta \Vallace con sus investi<Taciones en el arc-~ipilago indio, todas las especies ani~ales y vegetale:i.
dtfieren completamente a cada lado del canal de separacin;
fau~a Y flora ~on asiticas al Oeste, y al Este, presentan
el bpo australtano; hasta las aves para quienes sin embargo no es gr~n. obstculo un estr~cho de pocas leguas de
anchura, son dtsbntas en cada grupo de islas.
140
Por lo tanto, debemos ver en los archipilagos australiauos los residuos de una gran masa continental que se parti
en numerosos fragmentos en poca ms o menos remota.
Lo mismo podemos decir de las islas del mar Egeo, de las
de Dinamarca, del arch ipilago polar del Nuevo Mundo, del
ddalo de las islas magallnicas y de la mayor parte de las
tierras rodeadas de aguas poco profundas cerca de las costas.
Respecto a las grandes islas del Mediterrneo, Chipre, Creta,
Sicilia, Cerdea, Crcega y Baleares, tambin deben de ser
1estos dt- comar~as ms extensas unidas a aquellas parles
del mundo que son hoy Asia, Europa y Africa, porque aunque esas tierras, excepto Sicilia, surjan todas del fondo de
abismos cuya profundidad media es de r.ooo 2.000 metros,
las especies fsiles y vivas de las islas mediterrneas, no
difieren de las de los continentes vecinos y en stos se ha
de buscar, por lo tanto, su origen. Desde el punto de vista
geolgtco, puede de<:irse que las tierras de la cuenca accidenta~ del Mediterrneo, Espaa, Provenza, Italia, Tnez,
.\.rgeha y l\1arruecos forman con las islas vecinas un conjunto ms distintamente determinado que la Europa Central
desde el estrecho. de Gibraltar hasta las orillas del Caspio. A
pesar de los abtsmos que las separan, las costas situadas
unas frente a otras a cada orilla del mar Tirreno han consen ado. una fisot;toma parecida en terreno, fauna y flora.
Las tslas m edtterrneas pueden ser consideradas tambin
ya como dependencias de los continentes vecinos ya com~
restos de a~tigua tierra, . que el mar trag en parte: De todos
modos, extsten en medto del mar masas insulares, en las
~o. ua~es los ~elogos no pueden ver ms que testigos de esp~ctos conttnentales que d.esaparecie:on. l\1adagascar, por
eJemplo, aunqu~ muy prxtma a Afnca, parece una especie
de mu~~o parttcular, con fauna y flora propias, poseedora
de fai_rnltas enteras (sobre todo de monos y de serpientes)
gu~ t~e ne~ ms !epresenta~tes en el planeta. 1 Cosa extra.
na. 1ambtn la 1sla de Cetln, medio reunida <:on d Indostn por ~os escollos, islotes y bancos de arena de Puente de
Rama, dtfiere mucho de la pennsula vecina en la fisonoma
gener~l de sus animales y plantas y quiz, en yez de ser
una stmple dependencia de Asia sea el nico residuo de
algn ~ntiguo continente que se e'."Ytenda en lugar del Ocano In~tco y compre~~a a Madagascar, las Seycheller ,
otras tslas, ahora cas1 tmperceptibles en el mapa.
E~tre los fr~&"mentos de mundos desapare<:idos hay que
menciOnar tarubten la mayor parte de las Antillas y ~ucva
Zelanrla .. Las grandes Antillas presentan con las tierras de
la .Amnca del Norte contraste ms notable an que el de
Cetln y la pennsula del Ganges. Por el relieve y natura-
141
l~za de los c imien~os geol~icos Ha.iti y Jamaica no se parecen nada a las tierras baps del htoral americano .situado
a, otro lado del golfo ; s us especies animales y vegetales difi~ren nota b~emente de la.s . del continente vecino, aunque
V1entos, cornentes, aves VlaJeras y hombres vienen coadyuvando desde hace muchos sig los a llevar de una orilla a otra
a nima les y plantas Respecto a Nueva Zelanda, es se un
mundo completa me nte distinto, cuyas fl ora y fauna tienen
u~ car~ter esen cialmente original, ni . sus especies fsiles,
nt las nvas se p.necen a las de Austraba o Amrica del Sur.
As es que la mayor parte de }os sabios siguen el parecer de
H ochstetter, que ,.e e n N ueva Zelanda y en la isla de Norfolk Jos fragmentos de un continente aislado desde la ms
remota a nligi.iedad geolgica. As como la Gran Bretaa
p uede ser <:onsiderada como tipo de las islas separadas apenas del continente vecino, s u hermosa colonia de los antpodas representa un mundo a ntiguo reducido gradualmente
por las erosiones del mar y los hundimientos a las dimensiones de un simple grupo insular.
La forma actual de las isla permite a \'<:ces conocer cul
era su forma anterior, cuando ocupaban es pacio mucho ms
considerable. Por su relieve y s us ramificaciones, las aristas
montaosas indican de uu modo general su primera configuraclOn; son como fragmentos de un esq ueleto en torno al
c ua l se construyen con el pensamiento los contornos del antiguo cuerpo continental. Adems, muchas de esas islas, de
las cuales no queda ms que la osamenta primitiva, y cuyas
llanuras han desaparecido, estn recortadas de la manera ms
extraa y sus riberas presentan caprichosas sinuosidades.
Por ejemplo, Choa Canzuni, en el ar chipilago de las Comores, es un g rupo de dos islas macizas unidas por una es-pecie de pedculo; Nosi 1\litsi, en los mismos parajes,
pare<:e el tron co de rlos ra mas rotas ; Clebes y Gilolo, notables por e l paralelismo de sus golfos y s us promontorios,
parecen haber sido construidas por el mismo modelo, y lo
que se sabe de la direccin de las montaas de Borneo permite creer que si esa gran isla se s umergiera en las aguas,
s us ribe:as se asemejaran por la forma de s us contornos a
las de sus dos \'ecinas del mar de las 1\lolucas.
Adems de los frag mentos de masas continentales antigu~s o modernas , t odos los relieves que s urgen de la s uperficle del Ocano son islas edificadas por los zofitos o volcanes r~chazados por el fondo del mar; se es sin excepcin
d. ongen de las tierras salientes. Sabemos que unas estn
dtspuestas como arrecifes anulares, formados por otros anillos de men ores dimensiones, mientras los conos de la va que
se yerguen en alta mar elevan altivos fuera de las olas s us
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laderas encorvadas en forma de escarpas y revelan la independencia de su origen con un declive que se prolonga con
regularidad por debajo del agua. Puede verse, segn demuestra el volcn de Stromboli, y m s t odava el de la isla de
Panaria, que las olas no dejan de s uavizar las pendientes
submarinas, distribuyendo en lontananza las lavas y cenizas
a rrojadas por los crteres.
Comparadas con las tierras de origen continental, las
verdaderamente insulares, compuest as de lavas o construdas por los corales, tienen escasa extensin. Parece que,
segn la disposicin general del globo, la separacin debi
d " ser al principio mucho :ms determinada e ntre el mar y
los espacios que surgen. Por una parte, mucha tierra seguida ; por otra, ocanos desiertos ; sa debi de ser la disttibucin natural; pero el trabajo incesante llevado a cabo
en nuestro planeta, como en todos los astros del cielo, ha
modificado hasta lo infinito la forma de los relieves continentales y de las cavidades que los separan . As como con
lluvias y nieves el mar ha sembrado con lagos las regiones
que se alzan sobre su nivel y 1ha trazado los innumerables
valles de las aguas corrientes, del mismo modo las tierras
bao dado al Ocano millares de islas e islotes que con tanta
gracia \'aran su s uperficie. Los aluviones de los ros ; el
poder erosivo de las olas; las fuerzas interiores que levantan o deprimen lentamente vastas comarcas y hacen brotar
bruscamente conos de lava, y los innumerables organismos
que hacen trabajar a las sustancias contenidas en el agua
martima, todos esos agentes geolgicos han obrado de conc ierto para sembrar por el mar islas de formas y tamaos
diYersos, ora amontonadas, ora en grupitos o completamente aisladas. Despus los vientos, las lluvias, las trombas y otros meteoros atmosfricos, las corrientes ocenicas,
el flujo y el reflujo, las ondulaciones de las olas, cuanto se
mueve y flota e n el agua y en el aire (aves y peces, algas y
madera, espuma y polvo), no han dejado de obrar directa
') indirectamente tpara introducir la ,vida en esas islas pobladas de especies animales y vegetales y preparar as resi.dencia para el h ombre.
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CAPITULO V
Los mdanos
Las filas de montecillos de arena llamados mdanos suelen presentarse en las playas arenosas del Ocano; pero el
fenmeno del levantamiento de la arena en colinas movedizas puede verificarse tambin a mucha distancia de la ribera actual de los mares. Frmanse los mdanos en todos los
puntos del globo donde el viento encuentra y empuja leve
material de arena, pero como los materiales no existen en
cantidades considerables ms que en las orillas del mar y
de las grandes cuencas lacustres, en el fondo de los antiguos golfos y estrechos que hoy son desiertos, y a la orilla
de los ros de cauce muy arenoso y expuestos a frecuentes
cambios de nivel por la alternativa de sequas e inundaciones, las aguas, con su accin destructora de los acantilados,
preparan las molculas arenosas necesarias para la construe<:in de los mdanos, y ese origen permite considerar a
los montecillos movibles de arena, sea cual fuere su prcr
x:imidad a las costas, como productos del Ocano.
En todos los grandes desiertos de Asia y Africa se ven
esas olas terrestres que
mue\en con lentitud mediante
el impulso de las corrientes areas. Tambin las hay a orillas del Nilo y de otros muchos ros grandes. Hasta en
Francia hay mdanos de unos ro metros de altura en la
orilla del Gardon, un poco ms abajo del clebre puente rcr
mano el mistral los ha elevado. Al soplar el viento se apodera de las molculas de arena fina dejadas en las playas
se-
ro Ocano
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146
mueven constantemente el fondo movible de la ribera, carcon materias arenosas y las extienden en ligeras capas
sobt e la costa rasa y luego al bajar la marea las mol<:ulas de arena van p e rdiendo la humedad, dejan de adher irse unas a otras y se dejan llevar a tierra por el viento
del mar ; esos son los materiales de los m danos. Si la
playa se le ,anta ra hacia lo interior del continente de una
manera perfecta mente lisa , la arena, rechazada por las olas
por t;ncima del nivel ~ arin o, y llevada a lo lejos por los
sucestvos soplos del v1ento, se extendera por el suelo en
capas d.e ~sp~sor uniforme, pero nas desigualdades de la
superficte 11Up1den .que ocurra as. Guijarros, ramas y troncos de rboles cub1ertos de conchas, plantas y a rbustos de
races te naces forman asperezas en ci ma de la playa y se
opone n a la marcha del viento, que resbala por el s ue lo,
arrastrando los g ra nos de arena <;ecos. Tan leves obstculos
bastan para de terminar el nacimiento de mdanos obli<Yando .a la br isa a dejl.lr caer la leve nube de polvo ~reno~ o
<:ahzo de que <:st cargada. Rmpese as la horizontalidad
d.:: la playa; las hileras de montones de a rena , que sern
ms tarde verdaderas colinas, e mpiezan a perfilarse e n el
::.uelo.
Cuando el \ icnto dd mar sopla con bastante fuerza, no
slo .:.e puede a-;istir al ~recimien lo ele los mdanos s ino
que tambil:n. se .pue~le au.."\:iliar !:>U formacin y comprobar
con la exp.era:ncJa dt~ecta los asertos de la teora. D<::posikse nn obJeto cualqUiera en el suelo o cl,ese ms bien e n
el s~elo una. hilera de estacas perpendicularmente a la diteccton del v1ento, y en seguida la corrie nte de aire que
choca con e l obstculo rdroceder para formar un remolino
cuyo dimetro <:s ~iempre proporcional a la alt ura de la~
estacas. Ddenido~ por e e remolino, los granos de arena
trados por el Yiento se depositan gradualmente ms ac
de la ,a lla hasta que la cima del diminuto mdano est al
nivel ele la lnea ideal que ,a desde la ribera ha::.ta la arista
::.uperior del obstculo. EntonC'-s, la arena, impulsada por
el soplo de1 mar, y .que sube el pl::lno inclinado presentado
pnr la c~ra a~ terior dd m.ontecillu, n o e deja arrastra r por
el remoh no m Yoher hac1a atrs; franquea d barranquillo
que e l g;irar de} aire ha preparado dda nte de la estacada ,
Y ~ae mas a ll para acumularse poco a p_?Co \.n la cara post~nor del obstculo tomando la forma de un vertedero. Graoas al conocimiento de estos hechos, ha podido obligar
a los eleme.ntos a con struir una muralla prot ctora de md~nos en dtversos puntos de las costas amena7..adas de erotones por las olas del mar.
Esos son '>tcmpre los comienzos de los mdanos, sean
~an
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148
su propio peso, se extiende n por e l vertedero y bajan resbalando hasta la base. En las landas del Gironda, la pendiente occidental del .mdano, cuya base no roe el mar es
por trmino medio de 7 a I2. La pendiente oriental, qu~ es
1" del vertedero, es de 29 a J2, es decir, tres veces nuis r pida. Sera de 45 si las lluvias no surcaran las escarpas,
prolongando su inclinaci n.
As ganan incesantemente los mdanos, gracias a las
nuevas capas de arena sumadas a su escarpa variable, pero
la accin del viento dominante n o se limita a hacerlos crecer.
Acaba por moverlos completamente, hacindolos viajar. El
objeto en cuya base haba acumulado los primeros granos
de arena e l remolino del aire, a la larga se descompone; la
intemperie, los insectos, la humedad, los agentes qumicos
lo destruyen , y cuando ha desaparecido, la arena que en l
se paraba vuelve a moverse. El viento que arrebataba las
capas superficiales del mdano para sustituirlas con otras
nue\as, puede llevarse ya toda la parte anterior del m onteCillo ; alarga el tertedero a expensas de la cara martima y
la base de la colina, roda por el viento, cada yez se al~ja
m~s de la ribera. El mdano anda, adelanta a la conquista
del continente. Es tan grande la movilidad de la arena, que
ni aun cuando las olas roen el pie del mdano y le obligan
~i derr umbarse en el mar, deja de avanzar la cima hasta el
tontin~nte. Destruida por un lado in\ade por d otro, como
esos seres \'Orac~..s que, hasta cortados en dos pedazos, sigut:r
h ugando. Los altos mdanos de Lagra\e, al sur de .\.lcachn, son curiossimos desde ese punto de vista ; por abajo,
los obliga el mar a derrumbarse ; por arriba, ahogan a los
pmc.s con sus masas invasoras de arena.
Lus das ms fa\'orablcs para la obs~rvacin d~ la marcha
progresi\a dd mdano son aquellos en que una brisa suate,
pero bastante fuerte para empujar la aren1, .sopla de un
modo perft:ctamente uniforme. Desde lo allo del mdano st:
n~n los innumerables granos de ar\.:na que corren a. escalar
la. I ..:ndicntc; ccntdleando al sol y arremolinndose como
mu-.quito~ en hermosa noche estival, alcanzan la cumbre v
Iucgu se acumulan en forma de cornisa en el rtt'erso de la
ari::.ta; de cuando en cuando determinan pequeos desmor onamientos que se derraman por la superficie de la escarpa
como cascadas de agua por la . pendiente de una roca, y cuyu::.
contornos recuerdan los de hg-eras colgaduras que :-.e tapan
unas a otras. Cuando el Yiento tempestuoso .sopla Yiolentamente en rfagas sucesi,as, las iD\asione del m~lano se
\erifican 1..n forma ms ripida, pero tambin m::. dificil dt:
obs~na r. Las c1mas de los montecillos, envueltas por torbellmos de polvo, parecen volca.nc::. que arrojan humo; la
149
150
151
II
nos. -
En Europa, los montecillos de arena ms a ltos se encuentran e n el litoral de los Pases Bajos, en las costas a tlnticas de F rancia, y e n Escocia a las orillas del F irbh o f
Tay. E n cuanlo a los mdanos del Mediterrneo, son stos
m ucho ms bajos que los del litoral del Ocano. Los golfos
del sur de Europa tienen una marea muy poco perceptible,
y, por lo tanto, las arenas de las orillas no viaja n sin cesar
como las de las playas ocenicas y ofrecen menos obstculos a l viento que impulsa delante de s las molculas arenosas ms tenues. En el sur del Africa, en el contorno de
los golfos de las Sirtes, uonde flujo y reflujo tienen ms importancia y donde son muy extensas las playas arenosas,
los mdanos mediterrneos alcanzan considerable altura. E n
Francia, las olas que se ven desde Port-Vendres hasta las
bocas del Rdano no suelen a lzarse ms que a seis o siete
metros de a ltura, porque las lenguas arenosas e n las cuales
se forman estos montecillos no tienen a nchura bastante, y
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de los mdanos o de los estanques durante la edad histrica. Las aldeas situadas en la base oriental de los mdanos
de Gascua, a la orilla de los estanques, tenan que estable<:erse de cuando en cuando ms hacia el Este, para no ser
tragados por la arena o por el agua. Al acercarse el peliO'ro,
los habitantes amenazados intentaban a veces, pero en v:no,
resistirse. En cuanto los vientos regulares del Oeste sustituan algn tiempo el del Este, pastores y labradores, armados con palas y azadones, se iban a escape a la cima de los
mdanos, y llenos de impotente ardor demolan la cresta
arenosa rpara soltarla al aire. Pero pronto los vientos regulares volvan a llevar la arena tierra adentro, volvan a mo\'erse los mdanos y dispersaban el ejrcito de aldeanos. So
pena de ser tragados, tenan que destruir las cabaas para
lleYarse los materiales y edificar nuevas moradas a cierta
d.i~tancia en lo interior de las landas. Transcurran aos y
stglos, pero mdanos y estanques seguan andando y veanse
de nuevo condenados los habitantes a transportar ms lejos
sus aldeas, entre los brezos. Aquellas desO'racias estaban ya
preYistas, y la crnica omite las emigr:ciones s ucesivas
limtase a mencionar los nombres de algunas iglesias qu~
hubo que abandonar a la arena para reconstruirlas ms lejos
1..n la meseta de las landas. Por eso sabemos que la iO'lesia
d~ Lge fu reconstruda en 148o y en r6so, primero a ;uatro
ktlmetros y luego a tres kilmetros ms adentro pero las
dapas de otras localidades de la zona no se co~ocen con
tanta precisin. Los .ruebl?s desaparecidos h oy de Lisian,
tle Lelos y otros vanos, m se sabe dnde estuvieron . Despus de haber perdido puerto y afueras, el pueblo de 1\Iimizan, que haba sido muy importante, iba a ser absorbido
COJ?pletamente, cuando se logr en el momento supremo
5U,J~tar los mdanos. con .empalizadas y plantaciones. El semlct:culo de las col,tnas mvasoras, semejante a la boca descantillada de un crater, parece que est a punto todava de
devorar las casas.
~luchas veces se ha comparado a los mdanos con gi~antescos reloj~es de arena que midieran el tiempo con el
progreso ~e sus escarpas. Acertada es la comparacin, porque los v1entos del Oeste que llevan a cabo todas esas transio:maciones en el litoral de las landas, obedecen ahora a las
:m::.mas leyes ~ue hace mill!J.res de aos, y probablemente su
tuerza es la mtsma que entonces. Mdanos, estanques y basta
p ueblos ribereos pueden considerarse como verdaderos cronmetros geolgicos, pero desgraciadamente las indicaciones que dan no han sido descifradas de manera cierta, y
ahora que los mdanos estn determinados es demasiado
tarde para e m prender ese estudio. El ilustre Bremontier,
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JII
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u Ocano
16 1
INDICE
Pgs.
CAPTULO PRIMERO.-Las aguas del nwr.-I. Consideraciones generales.-II. Cuencas ocenicas.-Profundidades del mar.-Igualdad de nivel en la s uperficie
del Ocano.-III. Composicin del agua del mar.Peso cspcdfico.-l\1arismas naturales y artificiales.Sustancias uiversas. - Diferencias de salinidad.-Sal
marina.-! V. Di versa coloracin de las aguas del mar.
-Reflejos, transparencia y color propio.-Temperatura de l)as capas profundas.-V . Formacin de los
hielos.-TI!mpanos, bancos y montaas de hielo.Hielos del Bltico y del mar "Xegro.-VJ. Olas del
mar.-Ondas regulares o irregulares.-Altura de las
olas.-Su amplitud y su Yelocidad.-Olas de fondo.
-Olas de las costa e .. .. .. . .. . .. . . . . .. . . . . .. .. ..
CAPTULO II .-Las corrientes.-!. Grandes movimiento~ de las aguas marinas.--Causas genera1
l es de las
corrientes.-Los cinco ros ocenicos.-II. E l GulfStream.-Su influencia en los climas.-Su importancia
comercial.-III. Corrientes del Atlntico meridional
y del mar de las Indias.- Remolino doble del Ocano
Pad:fico.-IV. Remolinos laterales.-Corriente de Rennell.-Contracorriente del mar de 1as Antillas.-Equilibrio de las aguas en el Bltico, en el Bsforo y en
la entrada del :\kditerrneo y del mar Rojo.~Cambio
de agua y de sal entre .los mares ... ... ... ... ... ... ...
CAPTUJ o 111.--Dc la~ marca s.- l. Oscilaciones del nivel del mar.- Teora de las mareas.-II. Teora de
\Vhewell sobre el origen y propagacin de las olas
de marea.-Nacimiento de la marea en cada cuenca
ocenica.-Establecimiento de los puertos.-Lneas
cotidiales.-llJ. Irregularidades aparentes de las
mareas.-.\nchura c:raordinaria de la ola en cierta
bahas.-Interferencia del flujo y reflujo.- :\lareas
diurnas.- Desigualdades entre las mareas sucesivas.
-!V. - Corrientes de marea.-Rasas y t orbellinos.Los bores.-:\larcas fiU\iales.-V. Flujo y reflujo en
sr
Pgs.
lagos y mares interiores.-Corrientes del Euripo.Caribdis y Scila... ... .. . . . . .. . .. . . . . . . . . .. . .. .. . . .. 77
CAPTULO !V.-Las riberas y las islas.-1. Modificaciones incesantes de la forma del litoraL-Los jjords de
Escandinavia y de otras comarcas prximas a los
polos.-11. Fjords cegados por los aluviones martimos y fluviales.-III. Destruccin de los acantilados.
-Costas de la .:\Iancba.-Paso de Calais.-Accin de
los cantos y las arenas.-Marmitas de gigantes.Pozos surtidores de las costas.-IV. Desmoronamiento de las rocas.-Diverso aspecto de los acantilados.
-Plataformas de sus bases.-Resistencia de las costas.-Rompeolas formados por escombros.-Helgoland.--Destruccin de las playas bajas.-V. Forma
normal de las riberas.-Curvas de mayor estabilidad.
-Formacin de riberas nuevas.-Cordones litorales
y agujas de arena.-Babas interiores.-VI. Fondos
bajos del litoraL-Depsitos de rocas calizas.-Aspecto de arenales y playas.-VII. Origen de las islas.
-Islas de origen continental rocas de las riberas
islas de depresin, de levantamiento y de erosin.Islas de origen ocenico arrecifes anu'l ares y volcanes ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. . .. ... ... ... ... 103
CAPTULO V.-Los mdanos.-!. Mdanos procedentes
de la descomposicin de las rocas.-Formacin de mdanos movibles en las riberas del mar.-Disposicin
simtrica de }os montecillos de arena.-II. Altura d(!
los montecillos.-Marcba de los mdanos.-Movimiento de los estanques.-Desaparicin de las a ldeas .
-III. Obstculos que opone l a Naturaleza al andar
de los mdanos.-Sujecin de la arena con los planteles ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. . ... ... ... ... ... ... 145
1
1
1
..