Memorias en Montaje. Imagen Tiempo y Pol PDF
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Los recuerdos son mares inabarcables. Tomo fotos como pequeos fragmentos arbitrarios que arrebato al
tiempo. Con esos fragmentos construyo y cuento el tiempo imaginado, creado. Rearmo como en el agua, de a
oleadas, un gran rompecabezas.
Lucila Quieto
I. Encuadre
Las lneas que siguen ensayan un informe parcial acerca del estado actual de las relaciones
entre imagen y memoria en la Argentina. Para ello, nos valemos de tres ensayos
fotogrficos y una propuesta mixta, escultrico-fotogrfica. La seleccin de las obras
respondi al modo en que en ellas se puede plantear una productiva interseccin entre dos
de los debates ms lgidos sobre el pasado reciente en la Argentina. Uno, referido al
itinerario de un cierto estado de la memoria, es decir, a una historia de los momentos
hegemnicos de la memoria en la Argentina de la postdictadura. Otro, ligado al problema
de la imagen, y ms en general, de la representacin visual del pasado dictatorial y su
desmesura de muertes. En ambos registros, las obras seleccionadas ocupan, esa sera
nuestra primera hiptesis, una posicin de avanzada.
Vase, entre otros, Kaufman, Alejandro, Setentismo y memoria, en Pensamiento de los confines, n 16, junio
de 2005; Casullo, Nicols Memoria y revolucin, en Pensamiento de los confines, n 23/24, abril de 2009;
Pittaluga, Roberto, Miradas sobre el pasado reciente argentino. Las escrituras en torno a la militancia
setentista (1983-2005), en Franco, M. y Levn, F., Historia reciente. Perspectivas y desafos para un campo en
construccin, Paids, Bs. As., 2007; Oberti, Alejandra y Pittaluga, R., Memorias en montaje. Escrituras de la militancia
y pensamientos sobre la historia, El cielo por asalto, Bs. As., 2006 (de donde, por otra parte, tom el ttulo del
presente trabajo); intent una articulacin posible de la problemtica en Arqueologas de un presente
poltico-cultural, en Pensamiento de los confines, n 22, junio de 2008..
2 Casullo, N., cit., p. 13.
1
de
las
aporas del
debate
que
opone
de
manera
maniquea
polar
Vase, entre otros, Silvestri, Graciela, Memoria y monumento. El arte en los lmietes de la representacin,
en Afurch, Leonor (comp.), Identidades, sujetos y subjetividades, Prometeo, Bs. As., 2002; Brodsky, Marcelo
(comp.), Memoria en construccin: el debate sobre la ESMA, Bs. As., la marca editora, 2005; Jelin, Elizabeth y
Longoni, Ana (eds.), Escrituras, imgenes y escenarios ante la represin, Siglo XXI, Madrid y Bs. As., 2005;
Lorenzano, S y Buchenhorst. R., Polticas de la memoria. Tensiones en la palabra y la imagen, Buenos Aires, Gorla,
2007.
4 Intent un cruce entre este debate y los debates argentinos en Imgenes de ningn lugar. Para una tica
visual del siglo del horror, en Revista de teora del arte, Universidad de Chile, n 16, noviembre de 2007.
5 Didi-Huberman, Georges, Imgenes pese a todo. Memoria visual del Holocausto, Barcelona, Paids, 2004.
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sus planteos formales nos permiten ubicarlas en la salida sugerida por Didi-Huberman,
Rancire y otros a la aportica de la representacin.
En efecto, por un lado, los cuatro artistas seleccionados nacieron entre mediados de
los 60 y mediados de los 70, es decir, forman parte de la generacin de los hijos de los
protagonistas de aquellos aos, ahora desaparecidos o sobrevivientes, y las obras que
mostraremos fueron realizadas entre 1999 y 2007. Adems, en todos los casos se trata de
biografas marcadas a fuego por un terror que invadi y cercen el crculo de lo familiar.
En algunos casos, estos artistas han militado en organizaciones de derechos humanos,
como H.I.J.O.S. 7 Y como se ver, la marca de lo familiar est presente de manera
apremiante en algunos de las obras. Por mi parte, quisiera recuperar de esta dimensin
biogrfico-familiar aquello que resulta ms generalizable, a saber, los trazos de una voz
generacional. Acaso por formar parte de aquellos que interrogamos el pasado reciente sin el
peso fatdico de una laceracin familiar, me limito aqu a recuperar esa desgarradura slo en
tanto habla de una llaga colectiva, el duelo individual inscripto en las obras en tanto
expresin dramtica de un duelo general. Por tanto, se tratar de la obra de los hijos o
parientes de desaparecidos en tanto expresin de una generacin que intenta aportar una voz
renovadora, y abrir una nueva etapa en los debates sobre la memoria en la Argentina. Una
operacin que si bien deja de lado un problema que tiene un peso propio fundamental (la
problemtica de lo familiar), creo que no traiciona la visible aspiracin de estos artistas de
comunicar el duelo privado con la denuncia pblica, y adems deja ver, para quienes no
vieron rota su historia familiar por el pasado dictatorial, que lo que ese pasado mostr es
que, precisamente, la ideologa de la privacidad no representa ningn resguardo ante la
tragedia de lo pblico. Desplazado el sesgo familiar, nos situamos ms bien en esa zona
genrica de lo que Marienne Hirsch nombr con su conocido concepto de posmemoria, 8
esto es, la memoria de los no protagonistas, una memoria de segunda generacin, de aquellos a
quienes los acontecimientos les llegan a travs de la mediacin de relatos que les preexisten,
y que por tanto guardan una verdad singular, comunicable pero nunca idntica a la verdad
de los participantes sobrevivientes. As, ms que negar la condicin dramtica del hijo del
desaparecido, se intenta ms bien lo contrario: generalizar su condicin. Podremos
entonces utilizar las operaciones de estos familiares como piezas de un rompecabezas
7 Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio, una agrupacin creada en 1995
(compuesta mayoritariamente por hijos e hijas de desaparecidos), cuya causa fundamental ha sido la lucha por
la crcel comn, perpetua y efectiva para todos los genocidas de la ltima dictadura militar, sus cmplices,
instigadores y beneficiarios.
8 Hirsch, Marianne, Family Frames. Photography, Narrative and Postmemory, Harvard University Press,
Massachussets, 1997.
colectivo, que apunta a una intervencin renovadora en las polmicas por la memoria en la
Argentina, con sus rasgos, temas y formas propios.
Lo cual nos lleva ya a las afinidades estticas que permiten justificar este recorte, y
comenzar ya a describirlo. De manera tentativa, podemos comenzar a indicar sus rasgos
sealando cierto gesto modernista de dislocamiento o desdoblamiento reflexivo. En
muchos casos se trata de fotos de fotos, o bien de conjuntos elaborados a partir de fotos,
de las que se explicita, adems, su estatuto fotogrfico. Estas imgenes son
inescindiblemente una reflexin acerca de las imgenes. Como deca Casullo, la memoria
comienza a reflexionar acerca de s misma. Llevado a un registro fotogrfico ello implica
recuperar el viejo gesto vanguardista de la superposicin y de la ostensin de las propias
condiciones de ostensin. Reflexividad de la imagen que, con Didi-Huberman, llamamos
con el viejo nombre del montaje. Y no olvidamos el pasado vanguardista de este concepto,
pues consideramos que el shock, la violencia, que se aloja en la historia del trmino
reaparece en la violencia con que interpelan estas imgenes. En muchos casos, fotos del
pasado entrando en colisin violenta con fotos del presente. Anacronismo de las imgenes
que se transforma inmediatamente en un anacronismo de la historia. En todos estos
trabajos encontramos gestos de desdoblamiento, de duplicacin siniestra o de mediacin,
en los que podemos leer una insistente resistencia a toda aspiracin de falsa unidad,
reconciliacin o identidad, a la vez que una visible ostensin del artificio fotogrfico. Estos
ensayos dicen: en el principio era el dos, no el uno: ni la imagen coincide consigo misma, ni
el presente coincide consigo mismo, y ni siquiera el pasado, supuestamente cerrado,
coincide consigo mismo, una vez que ingresa en el dispositivo disruptivo de estos ensayos.
Negando que haya la imagen del pasado traumtico, exploran la fuerza cinemtica del dos, y
montando la escena dialctica de una imagen mltiple, tensionada al mximo entre pasado
y presente, activan un dispositivo que slo funciona en acto: en el acto del montaje y del
despliegue de la pulsin melanclica del artista, en el acto perceptivo del receptor que lleva
a cabo (si asume el desfo) la accin anamnsica propuesta por el montaje. Son imgenes
inservibles para su mercantilizacin, pues nunca llegan a estabilizarse como cosas. Para
recuperar una vieja conclusin sartreana, estas imgenes no son cosas, sino actos, y remiten
mucho ms a un rgimen constructivista que contemplativo.
Y bien, la singularidad esttico-poltica de estas fotos radica justamente en el modo
en que saben conectar estos trayectos de la memoria y de la imagen. En ellas, una voz
renovadora de la memoria, tan lejos de la memoria del Nunca ms como de la pica
heroica de los ex militantes, se abre gracias al desarreglo de la temporalidad y de la imagen
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operado por sus estrategias de montaje. Del mismo modo que sus estrategias estticas se
amparan en una nueva situacin histrico-generacional que reclama un ms all de las
dicotomas de los 80 y 90, y una actitud de permanente cautela y reflexin acerca de los
relatos recibidos. Estas fotos nos muestran un desarreglo de la estructura lineal del tiempo, crtica
tanto de las miradas victimizadoras de los aos 80 (la historia como el devenir neutro de
una sociedad civil impoluta que busca realizar el eden republicano que le estara destinado),
cuanto de las recuperaciones picas de los 90 (la historia como gesta imparable de una
emancipacin desatendida de sus claroscuros). Ese desarreglo temporal, amparado en la
brecha enunciativa de una postmemoria, y en la estrategia visual del montaje, es el ncleo
ms potente de estas fotos, tanto en lo referido a los estados de la memoria, cuanto en lo
referido a los estados de la representacin. Memorias en montaje. Memorias que se
autoconciben como ensamblaje frgil de retazos de un pasado hecho trizas, pero que no se
quedan con ese fragmentarismo a la moda, mero catlogo melanclico de ruinas. El
montaje es fragmentarismo, s, pero fragmentarismo constructivista. Estas memorias parten de la
destruccin, de la diseminacin de fragmentos, pero interpelando al presente para trazar un
sentido posible a partir de esos restos. Es decir, la memoria como tarea y no como algo
dado, como construccin y no como hecho, como acto y no como cosa. Memorias que se
valen del poder interruptor del instante fotogrfico para desmentir la continuidad y
linealidad de una historia. Y, a su vez, fotografas que se valen del dinamismo e
inestabilidad del montaje para inscribirlas en el espesor de un tiempo histrico desgarrado.
Imgenes dialcticas, dira Benjamin, con las que ingresamos, a la vez, a un nuevo ciclo de
la memoria y a nuevas apuestas de la imagen en la Argentina.
II. Arqueologas
Arqueologa de la ausencia es un ensayo fotogrfico que surge a partir de una falta. Lucila
Quieto, nacida en Buenos Aires en 1977 y cofundadora de la agrupacin H.I.J.O.S., llega a
estas imgenes a partir del deseo de esa foto inexistente e imposible con su padre
desaparecido. 9 Carlos Alberto Quieto, militante montonero en los aos 70, desapareci
Sobre este ensayo en particular se han ofrecido ya varias lecturas de las que me declaro deudor: Blejmar,
Jordana, En las ruinas de la historia. Fotografa, filiacin y desaparicin, en El ro sin orillas. Revista de filosofa,
cultura y poltica, n 2, 2009; Longoni, Ana, Apenas, nada menos, en un libro de Lucila Quieto prximo a
aparecer; Fortuny, Natalia, La foto que le falta al lbum. Memoria familiar, desaparicin y reconstruccin
fotogrfica, publicado en las Memorias de las XII Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicacin:
Nuevos escenarios y lenguajes convergentes. Red Nacional de Investigadores en Comunicacin. En lnea en
http://www.redcomunicacion.org/memorias/index.php; Amado, Ana, La imagen justa. Cine argentino y poltica
(1980-2007), Colihue, Bs. As., 2009; Florencia Battiti, Arte contemporneo y trabajo de memoria en la
9
cinco meses antes de que naciera su hija Lucila. Despus de distintas bsquedas y
experimentos, Lucila lleg al dispositivo anamntico de estas fotos: escane las fotografas
de su padre y las proyect ampliadas sobre la pared, interponiendo su propio cuerpo entre
el proyector y la pared. La fotografa resultante, en blanco y negro, muestra, en una misma
foto imposible, y por primera vez, su imagen junto a la de su padre. Luego, invit a otros
hijos, a travs de carteles que decan, con un dejo de irona publicitaria: ahora pods tener
la foto que siempre quisiste. As, Lucila puso un procedimiento a disposicin de un
proceso ahora ya colectivo, que expande por tanto sus sentidos, pues la fotgrafa deja que
el retratado intervenga activamente en el proceso de construccin de la nueva imagen,
eligiendo la foto que se proyectar, la posicin que adoptarn, los gestos, el juego de las
miradas, etc. Entre 1999 y 2001 produjo un total de 35 historias (as las nombra ella) de
hijos e hijas de desaparecidos fotografiados con sus padres y madres.
Una serie de una extraa y singular belleza, a pesar de ser este un atributo que no se
suele pedir a imgenes de este tipo (e incluso, en algunos casos, se rechazara como
blasfemo). Pues podramos comenzar diciendo que el tono de este poderoso ensayo resulta
potico-ritual. Antes que nada, parece remitirnos a un acto de restitucin. Restitucin de
una imagen inexistente, de un encuentro imposible. Cierto tono de recogimiento, gestos
relajados, por momentos alegres y divertidos, los ojos a veces cerrados, algunos torsos
desnudos que acentan el deseo de contacto con la imagen proyectada, parecen remitir a la
experiencia de una adeudada y esperada reparacin. Se construye un sbito aqu y ahora de
fuerte carga aurtica en el que la superposicin tramada en los propios cuerpos guarda la
promesa materialista de una redencin tctil. Estas imgenes parecen ofrecer no slo el
fugaz encuentro entre un presente en duelo y un pasado perdido, sino que adems, en el
osado gesto de poner el cuerpo como pantalla o soporte de las proyecciones del pasado,
parece cumplirse el complejo ritual de ofrecer el propio cuerpo como inscripcin posible
para una ausencia irreparable, como sustituto de la tumba que no hubo.
Sin embargo, este deseo de reconciliacin no deja de mostrar explcitamente sus
lmites e imposibilidades. Podemos reconocer en estas fotos aquello que enuncibamos al
principio para esta nueva etapa de la memoria: la necesidad del dilogo con la generacin
de los padres convive dramticamente con la expresin de una brecha insalvable. Y esa
oscilacin se expresa en la singular ambigedad crtica de estas imgenes. Dilogo y brecha,
identificacin y dislocacin, estas imgenes rituales y poticas rozan sin embargo el hostil
Argentina de la posdictadura, en: Lorenzano. S. y Buchenhorst, R., cit. Imgenes de este ensayo, como as
tambin de las otras tres obras siguientes, se encuentran con facilidad en Internet.
espacio de lo siniestro. Desde su potica restitutiva, lanzan con violencia crtica un grito
destemplado por una llaga que no cesa, tampoco en el aliento reparador estas fotos. Pues
en ellas no se busca borrar las marcas de la dislocacin. En trminos formales, no se
ocultan las huellas del montaje, del procedimiento, sino que se subraya el carcter artificial,
ficcional, de la imagen resultante. Como lo plantea Ana Amado: El dilogo visual que
propone Quieto, en apariencia sin fisuras y sin testigos ajenos a la intimidad familiar de los
personajes, inscribe en lo formal, sin embargo, la huella de algunas interferencias. La
superposicin de las fotografas de una y otra poca, el encabalgamiento de las imgenes
correspondientes a una y otra generacin no se plasman en una unidad sin fracturas, sino
que exhibe, con distintos recursos, su origen en tiempos y espacios diferentes. En lugar del
simulacro integral que hoy habilita la manipulacin digital de las imgenes, la composicin
artesanal de los encuadres de Lucila Quieto deja percibir, de modo sutil y desplazado, los
materiales que integran la ficcin. 10 La sutileza potica con que se logra esta ostensin del
dispositivo est entre las condiciones de la belleza de estas imgenes. Las marcas de los
documentos de donde fueron extradas las fotos, los bordes irregulares, los dobleces, los
pliegues, las roturas o rajaduras de las viejas fotografas, a veces incluso remendadas con
una brutal cinta adhesiva, todas estas marcas no se limpian, y cumplen una funcin en la
economa de la imagen tan importante como la nitidez de los rostros de padres e hijos.
Adems, hay un trabajo reflexivo de la fotografa sobre su propio estatuto y su puesto en
las luchas por la memoria, reduplicado en aquella foto en la que una foto del famoso collage
de innumerables fotos que desfilan en las marchas por el golpe de estado, se proyecta sobre
una pared donde una mujer interpone su cuerpo para singularizar una de esas fotografas,
seguramente la de su madre. As, no slo se tematiza el pasado, sino tambin, como ya se
dijo, las narrativas (visuales) ya existentes de ese pasado.
Pero no slo en esta reflexividad modernista del procedimiento, sino incluso en los
rostros y su poderossismo montaje, que transita una delgada cornisa entre lo ritual y lo
siniestro, ostentan estas imgenes anomalas dramticas: los padres comparecen con la
misma edad que los hijos, o a veces incluso menor, testimoniando un desarreglo total en las
relaciones de transmisin generacional; las imgenes de padres e hijos no siempre respetan
una escala comn, renunciando as a la pretensin de verosimilitud del encuentro; la
proyeccin de los padres en un haz de luz bidimensional contrasta con el cuerpo del hijo o
la hija, tomado en la voluminosidad de sus tres dimensiones; la sbita e innegable similitud
que aflora en algunas de las fotos, genera, junto a un fugaz reposo clido de identificacin,
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Blejmar, la decisin de recrear una escena como sta expresara el deseo de la artista de,
por un momento, ser una ms entre el montn de familias argentinas cuyos hijos
disfrutaron infancias en todo diferentes a la suya. () adems, exhibe el convencional
retrato familiar, () y se constituye como representacin visual prototpica de un tipo de
linaje ms cercano a la idea de familia burguesa, entendida como ncleo cerrado, que a la
militante, con sus habituales intercambios parentales y su desprecio por valores como el
individualismo y la cerrazn afectiva en nombre de los lazos biolgicos que la primera
alentaba. 13
Nuevamente, el dilogo necesario y la brecha que distancia. Con todo, Bettini, en
este ensayo de montaje de temporalidades, parece preferir acentuar la brecha.
IV. Ausencias
Gustavo Germano, nacido en 1964 en Entre Ros, trabaja hoy en Barcelona. Es hermano
de desaparecido, y entre 2006 y 2007 compuso su ensayo Ausencias: DetenidosDesaparecidos y Asesinados de la Provincia de Entre Ros. 1976-1983. Este trabajo se
conecta con la idea de superponer fotografas del presente y del pasado, con la hiptesis
implcita de que no hay la imagen de ese pasado sino imgenes mltiples, dialcticas. Pero
adems, se liga con esta ltima idea de la fotografa familiar de Bettini de buscar una
fotografa presente que recree una toma del pasado, no para disolver las laceraciones del
trnsito, sino precisamente para mejor subrayarlas. Germano busca el dilogo entre el
presente y el pasado desde el punto de vista de la propia toma (como lo han ensayado ms
exhaustivamente otros trabajos fotogrficos aqu no tematizados). 14
En efecto, tambin aqu tenemos un montaje de tiempos, aunque no hay
estrictamente superposicin de imgenes, sino ms bien un desdoblamiento o
reduplicacin. Se separan las imgenes, pero no para apaciguar la mirada sino para duplicar
la inquietud y la confusin, devolvindolas desde la imagen al propio lugar de quien mira,
testigo involuntario de una pulsin (visual) de repeticin. Presentando dos fotos casi
idnticas, Germano recrea, treinta aos despus, viejas fotos familiares de desaparecidos de
su provincia natal. Los mismos lugares, el mismo encuadre, la misma luz, los mismos
retratados, los mismos gestos, hasta los mismos muebles o decorados. Slo dos diferencias
clave: el blanco y negro de las fotos originales frente al color de las fotos reconstruidas, que
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V. 30.000
Por ltimo, una obra de Nicols Guagnini nos permitir acentuar esta dimensin
constructiva y relacional, en la que el presente es interpelado decisivamente para hacer
posible la imagen del pasado. Guagnini nacin en 1966 en Buenos Aires, y desde 1997 est
radicado en Nueva York. Es hijo de desaparecido, y entre 1998 y 2005 trabaj sobre una
obra en la que vuelve sobre ese drama privado-pblico. Se trata de una obra en la que
trabaja a partir de una foto de su padre desaparecido, pero que se titula 30.000 (el nmero
aproximado de la totalidad de desaparecidos durante la ltima dictadura), planteando desde
el principio una intencin presente en estos cuatro trabajos, esto es, la relacin entre el
drama privado y la tragedia pblica, entre el duelo del artista y la interpelacin directa al
espectador que est fuera del crculo de lo familiar.
Su trabajo obtuvo una mencin especial en el Concurso de esculturas Parque de la
memoria, de 1999, en el que se seleccionaron las obras que se incluiran en el predio de ese
espacio de memoria en Buenos Aires, sobre el margen del Ro de la Plata, y actualmente se
encuentra all emplazado. 16 Aunque el producto es preponderantemente escultrico, parte
de un hecho fotogrfico y reflexiona sobre l, ponindolo en el centro de su propuesta.
Dejemos al propio Guagnini explicitar la gnesis de su trabajo: A partir de la accin de los
organismos de derecho humanos en la va pblica se gest la imagen que considero
emblemtica de la situacin de los desaparecidos y smbolo inequvoco reconocible incluso
por los que no se enteraban de nada: los retratos en blanco y negro, muchas veces fotos
carnet, reproducidos ad infinitum y cargados, pegados y publicados por familiares y
militantes. Rostros de jvenes cuyos peinados y ropas han envejecido, pero que miran
acusadora e indeleblemente desde esas fotografas lo no hablado, lo no esclarecido. 17
En la obra ensaya una aguda reflexin acerca de una de esas emblemticas fotos,
proponiendo condiciones para su ostensin que estn a la altura de la exigencia estticopoltica que ella plantea. La obra consiste en 25 prismas rectos rectangulares, de dos metros
de altura cada uno, palos de metal verticalmente ordenados de manera regular sobre una
grilla, separados en medio metro el uno del otro, que en su conjunto forman un cubo.
Sobre una de las caras las piezas que componen el cubo est pintada, fragmentariamente, la
imagen de un rostro obtenida a partir de una fotografa proyectada diagonalmente sobre un
vrtice. Se trata de un retrato de mi padre, el que mi abuela usara para las manifestaciones.
Para la situacin actual del Parque, vase el volumen Monumento a las vctimas del terrorismo de estado Parque de la
Memoria, Buenos Aires, Gobierno de la Ciudad Autnoma de Buenos Aires, 2010.
17 Concurso de esculturas Parque de la memoria, Eudeba, 1999, p. 50.
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A medida que el espectador se desplaza alrededor del cubo comienza a percibir fragmentos,
e inclusive repeticiones y distorsiones del rostro, que aparece y desaparece
alternativamente en el paisaje del ro. Existe un punto de vista ideal que permite la
reconstruccin del rostro, de la memoria.
Incluimos esta impactante obra, a pesar de distinguirse claramente de las anteriores,
porque se encuentras en ella planteados no slo muchos elementos presentes en los otros
trabajos (el carcter fragmentario y plural de la imagen, la interpenetracin entre presente y
pasado), sino la ocasin para acentuar un rasgo fundamental de las propuestas anteriores: el
carcter constructivo, activo, de la imagen-memoria del pasado.
En primer lugar, si bien no tenemos el montaje de dos imgenes como en los otros
tres ensayos, tenemos expuesta en su dinmica fundamental la estructura formal de este
procedimiento: ms all de la dinmica mimtica de la representacin, tenemos la
produccin de una nueva realidad a partir del doble movimiento de fragmentacin de lo
real y nueva recomposicin de la mano del artista; suspendiendo la pulsin referencialista
de la imagen, se desata ms bien la dialctica de destruccin y construccin. No de otro
modo pens ya hace tiempo Peter Brger el procedimiento del montaje. 18
En segundo lugar, si bien no aparece aqu la dualidad de las imgenes antes tratadas,
s aparece explcitamente la tensin entre pasado y presente. Slo que el presente, de modo
quiz an ms inquietante, es el propio presente del espectador de cada caso. As como
antes la imagen propuesta se completaba slo en el choque entre imagen del pasado e
imagen del presente, ahora la imagen propuesta slo surge del choque entre la imagen del
pasado y la adecuada perspectiva del que en cada caso pone en acto su mirada
rememorante, su memoria visual.
Y entonces, en tercer lugar, toda la dinmica modernista, constructivista destacada
en las imgenes anteriores, llega aqu a su paroxismo: el espectador es interpelado
corporalmente para hacer posible la imagen. l mismo debe poner su cuerpo, buscando
activamente la perspectiva adecuada, caminando alrededor de la obra, para que la imagenmemoria emerja. La imagen es un acto y no una cosa, no slo desde el lado de la
produccin, sino ahora eminentemente desde el lado de la propia recepcin. Metfora
mxima de la fragilidad y la performatividad de la memoria, este trabajo encara la cuestin
de la artificialidad de la imagen del pasado de un modo singular, y si se quiere radical: no
slo construimos activamente imgenes del pasado, como en los ensayos anteriores, sino
18
Vase Brger, P. (1987), Teora de la vanguardia, Barcelona, Pennsula, sobre todo cap. III.
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VI. Montajes
Intentaremos, para concluir, sintetizar los diversos problemas que fueron aqu surgiendo a
partir de un rasgo general compartido por todos estos trabajos, y dos consecuencias
fundamentales de ello, una del orden temporal, otra del orden visual.
Estas imgenes fueron realizadas en los ltimos diez aos, es decir, en una etapa en
la que debemos tramitar ya no slo la relacin con el pasado traumtico (produciendo un
relato, una imagen del horror), sino adems nuestra posicin ante los debates sobre la
memoria de las ltimas tres dcadas (elaborando un relato del relato, una imagen de la
imagen). Mucho ms en el caso de las voces de los miembros de una generacin que no
vivi ese pasado, y que no lo conoci sino a travs de esas polmicas por la memoria.
Quiz pueda sugerirse que la novedad de estos nuevos testigos pase justamente por la
necesidad de dar cuenta a la vez del pasado y de los debates sobre ese pasado. Esta
Sobre esta posible automatizacin, vase Richard, Nelly, Imagen-recuerdo y borraduras, en id. (ed.),
Polticas y estticas de la memoria, Cuarto Propio, Santiago de Chile, 2000.
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tena para Barthes, aunque no utilicen procedimientos digitales, trabajan en estos ensayos
con un material ms sutil que el referente: el material es la fotografa misma, o mejor an,
es el tramado sutil de la memoria. Imgenes de imgenes, son una indagacin autorreflexiva
del estatuto testimonial del documento. Parecen decirnos que si el documento es
fundamental no lo es principalmente por su potencia indicial, sino como elemento en una
construccin que lo excede ampliamente como indicio de un dato emprico. Lo cual no
significa que lo real se diluya en un flujo acelerado de circulacin digital-mercantil de
imgenes post-analgicas, sino que lo real deja de pensarse desde la dimensin semntica
de la relacin imagen-objeto, y pasa a ser pensado desde la estructura sintctica fracturada
de la memoria: mostrar este real traumtico sera, ms que reponer la presencia de una
ausencia, retramar una sintaxis en la que el vaco de la ausencia tenga finalmente su propio
lugar. Este desarreglo de la sintaxis del tiempo y de la imagen sera, entonces, la promesa
esttico-poltica de estas imgenes.
Trastorno del tiempo y de la imagen: estos son los rasgos fundamentales de la
politicidad de estas obras, que slo puede pasarle desapercibida a aquellas lecturas ancladas
en los modos de lo poltico de los 70. Politicidad de la propia forma-montaje: montaje visual
que activa una crtica de la representacin y propone la creacin de acontecimientos
visuales para pensar la historia; montaje histrico que propone un desarreglo temporal
orientado crticamente contra todas las formas de historicismo con que la militancia
tradicional se desentendi de lado oscuro de su propia accin. Una poltica de la imagen y
una poltica del tiempo de una generacin en la que podran alumbrarse las matrices de
nuevas formas de lo poltico. Como ha sealado Ana Amado: Una generacin que marca
las diferencias, elude las frmulas de exaltacin pica de los protagonistas (o de la
insurgencia) de aquella historia y ejercita su pensamiento crtico, su rebelda, con la opcin
de una vanguardia esttica que contina y replica en su terreno () la vanguardia poltica
de la que formaron parte sus padres y su generacin.
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