Dimención Etica de La Persona Humana
Dimención Etica de La Persona Humana
Dimención Etica de La Persona Humana
AURELlO FERNNDEZ
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AURELI O FERNANDEZ
arte, el juego, la guerra) y est muy por encima del hacer tcnico (oficios
manuales) 5.
La razn de esta supremaca de la tica sobre los dems saberes radica en
el hecho de que la tica es la ciencia que conduce al hombre a la felicidad, pues,
como aade Scrates, vivir dichoso no es vivir segn la ciencia general, ni
segn todas las ciencias reunidas, sino segn la que conoce el bien y el mah> 6.
En efecto, la cota de perfeccin a la que aspira la persona humana resulta siempre insuficiente para alcanzar la felicidad si no va acompaada de la perfeccin
que ofrece el comportamiento tico. Cuando se ha sobrepuesto a las tentaciones del vicio y es consciente de haber cumplido su deber tantas veces amargo,
el hombre que sobre ello reflexiona se siente a s mismo en un estado de paz y
contento, al que cabe sin ningn reparo dar el nombre de felicidad y en el cual
la virtud es su propia recompensa 7. Y, en comn con Aristteles, Kant afirma
que la felicidad de uno mismo es el fin que todos los hombres tienen en virtud de una inclinacin de su naturaleza 8.
Es claro que no se trata de lo que es bueno o malo para las diversas
actividades que el hombre lleva a cabo (es bueno descansar para el que est
cansado; es malo fumar para quien padece una enfermedad bronquial, etc.),
sino de lo que es bueno o malo para s mismo, para su yo como persona,
de forma que le haga justo o injusto y, en consecuencia, desgraciado o feliz.
Un ejemplo paradigmtico de lo que representa la vida moral en relacin
con la felicidad lo ofrecen algunas denuncias de nuestra poca: se dice que los
logros alcanzados por la cultura actual en el mbito fsico, biolgico, tcnico ...
no son capaces de dar respuesta a la demanda de felicidad y de paz que persigue y por lo que lucha cada hombre y la entera sociedad.
Si tal es la situacin de nuestro tiempo, aun se dice ms: en la medida en
que la perfeccin se logra en esos mbitos del saber o de la vida y no crecen al
mismo ritmo las exigencias ticas, la experiencia muestra que se engendran
insatisfacciones tan profundas, que los logros obtenidos en esos campos, en vez
de facilitar la felicidad de los individuos y la paz social, lo dificultan. De ah
la solicitud tan sentida hoy por una urgente recuperacin de los valores morales que se gestiona desde las diversas instancias culturales. Yes preciso subrayar
que la apelacin a la tica se hace actualmente no desde las autoridades religio-
5.
6.
7.
8.
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sas -que eran los plpitos habituales desde los que se ordenaba e! bien y se
condenaba e! mah>-, sino que es la ctedra de los polticos, de los economistas, de los socilogos, de los psiclogos ... la que demanda un suplemento de
vida moral para e! hombre y la sociedad de nuestro tiempo. Parece que la cultura laica quiere presentarse como la abanderada de los programas ticos de
nuestro tiempo. Ya es un dato significativo que la amplia temtica de la Filosofa, en la actualidad y en gran medida, se centra en la reflexin tica.
Frente a estos testimonios favorables al retorno de la vida y de la ciencia
tica, tambin es preciso dejar constancia de que algn sector de la cultura de
nuestro tiempo asume una actitud paradjica, pues, al mismo tiempo que la
demanda, o bien renuncia a una fundamentacin rigurosa o la sita en mbitos conceptuales sobre los que no cabe argumentar seriamente en favor de un
obrar moral digno de! ser humano. De ah la necesidad de investigar su fundamento, especificar su naturaleza y exponer las razones que la justifican como
ciencia tica, la cual, como se constata desde su origen, regula la conducta de!
hombre en orden a alcanzar la felicidad a la que espontneamente aspira 9. Y
como sentenci Albert Einstein, sin cultura tica no hay salvacin para e!
hombre lO.
las que debe acomodarse la conducta del ciudadano para ser ticamente
correcta? 11.
No parece muy convincente que sea la sociedad la que origina en el individuo los conceptos de bien y de mal morales, dado que esta respuesta no hace
ms que retrotraer la pregunta, pues cmo y por qu adquiere la sociedad esa
valoracin tica de las acciones de los ciudadanos? De dnde deriva ese sedimento moral que perdura en las diversas razas y culturas? Los programas ticos son una simple memoria histrica de los pueblos? Cabe tambin inquirir:
Es slo la sociedad la que evala la conducta tica de los ciudadanos?
Adems, an supuesta la estimacin social de ciertos valores ticos, todava quedan para ser juzgadas por cada sujeto singular otra serie de acciones muy
personales. Por ejemplo: Por qu este acto es justo y este otro injusto cuando
no tienen repercusiones sociales? Cul es la causa de que se suscite en m, de
modo espontneo, la condena de una accin ntima a mi ser y, por el contrario, por qu se levanta tambin automticamente la aprobacin incondicional
de otra? Por qu la conciencia personal se inquieta ante actos ocultos que no
tienen eco social alguno? No existir en el individuo una especie de instinto
tico, al modo como en el mbito sensorial se dan impulsos que reclaman la
ejecucin de acciones que los hace eficaces?
Otros autores para explicar el hecho moral acudirn a motivos intelectuales. Segn tales teoras, el comportamiento tico se debera a sistemas filosficos determinados. A estos tales cabe preguntar: Habr que aceptar que es
la razn reflexiva del hombre la que, despus de un proceso ms o menos largo,
juzga que ciertos actos son buenos y otros malos? Cabra afirmar que el carcter inventivo de la razn decide la percepcin tica? En una palabra, el instinto
tico es innato, es decir, brota de un sentido moral subjetivo o es elaborado por
la razn y transmitido por medio de la cultura?
Es cierto, como escribe Kant, que los principios morales son necesarios
segn la razn 12. Pero de ah no cabe deducir que el origen de la moral est
slo en la razn. Tambin aqu se constata que el juicio tico no es una sobreestructura racional a modo de concepcin filosfica, dado que la experiencia
11. Ya el vocabulario griego daba pbulo a la interrelacin entre la moral individual" y la moral colectiva". Parece que, cuando el lengua griega usaba el trmino
thos" con eta, hada referencia a la moral individual; por el contrario, thos son psilon significara la moral del grupo social. Cfr. AruST., Eth Nik I1, 1, 1103a. ToMS DE
AQUINO, S Th 1-11, q. 58, a.lo Todava est sin dilucidar cul de los dos vocablos es el
primitivo.
12. 1. KANT, Kritik der reinen Vemunft III, 543.
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13. As se expresa, por ejemplo, Wilson, el cual profesa que la conducta tica es de
origen gentico. E. O. WILSON, Sociobiologa. La nueva sntesis, Ed. Kairos, Barcelona
1980,580. C. L. CELA CONDE, El naturalismo contempordneo: de Darwin a la sociobiologa, en Historia de la tica, o. c. , III, 601-634. A. FERNNDEZ, Teologa MoralI, Ed.
Aldecoa, 2.a ed., Burgos 1995, 112-114.
14. O gar ejon psyjen ayazen ayazos. PLAT., Rep., 409c.
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de lo que le prescribe. Y as, ste no curar su cuerpo con la Medicina, yaquellos no sanarn su espritu con la Filosofa 15.
En la actualidad, a tantos siglos de distancia y ante la suma de males acumulados en tan amplio trecho de la historia, Jrgen Habermas vuelve a desmentir la tesis platnica y subraya la doctrina del Estagirita: los males de nuestro tiempo, escribe el filsofo de Frankfurt, muestran que la ciencia tica no fue
suficiente para superarlos. l enumera estas cuatro plagas del presente siglo: el
hambre y la miseria del Tercer Mundo, la injusta distribucin de la renta en los
pases industrializados, la conculcacin de los derechos humanos y el riesgo de
una autodestruccin de los pueblos. Estos hechos, segn Habermas, muestran
que la razn y, en consecuencia, la filosofa tica estn incapacitadas para dar
una respuesta coherente a la conducta tica del hombre. Por ello, apela a la
importancia de la poltica que es la que tiene el encargo de llevar a cabo esos
programas ticos 16.
Pero esta respuesta que niega la eficacia de las ideas ticas slo como
enunciados -aunque se presenten como imperativos-, est en la conciencia
de todos los pueblos, pues se admite comnmente que ni la simple elaboracin
de un sistema tico ni la profesin de un programa moral tienen fuerza suficiente para que el individuo lo lleve a la prctica. Ms an, supuesto que el
sujeto posea con la debida percepcin las exigencias de la vida moral, no obstante, confiado en sus propias fuerzas y guiado slo por la razn, le puede faltar el aguante y la coherencia necesarios para cumplir sus deberes morales. Una
vez ms la cultura cristiana ofrece la respuesta coherente cuando repite el dicho
de San Pablo: Realmente no comprendo mi proceder, pues no hago lo que
quiero, sino que hago lo que aborrezco. Y, si hago lo que no quiero, reconozco
que la Leyes buena. Pero entonces ya no soy yo quien obra esto, sino que es el
pecado que habita en m. Pues yo s que no hay en m, esto es, en mi carne,
cosa buena. Porque el querer el bien est en m, pero el hacerlo no. En efecto,
no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Pero si hago lo que no
quiero, yo no soy quien lo hace, sino el pecado que habita en m. Por consiguiente, tengo en m esta ley: que, queriendo hacer el bien, es el mal el que se
me pega (Rom 7, 16-21).
15. AruST., Eth Nik JI, 4, 1105b; X, 9, 1179b. Aristteles defiende en todo momento
que las virtudes no son innatas, sino adquiridas. Eth Nik JI, 1, 1103b.
16. "En vista de hechos tan provocadores como stos, la concepcin restrictiva que
acabo de exponer acerca de lo que puede dar de s una tica filosfica quiz resulte
decepcionante; pero en todo caso tambin representa un aguijn: la filosofa no releva
a nadie de la responsabilidad poltica. J. HABERMAS, Escritos sobre moralidady etieidad,
Ed. Paids, Barcelona 1991, 130.
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17. Aristteles enumera otros hechos abominables. MIST., Eth Nik VII, 5, 1148b1149a.
18. AruST. , Eth Nik 1,7-8, 1097b-1098a. Esta argumentacin responde a la equivalencia que debe darse entre verdad y realidad. Pues bien, el estagirita ensea que la
moralidad consiste en dar preferencia a la verdad. Eth Nik 1, 6, 1096a.
19. As es preciso interpretar el ttulo feliz de dos obras recientes, una en alemn y
otra en espaol. Cfr. M. RHONHEIMER, Natur a/s Grundlage der Mora/' Tyrolia, Innsbruck-Wien 1987,476 pp. A. MILlN-PUELLES, La libre afirmacin de nuestro ser. Una
fundamentacin de la tica realista, Rialp, Madrid 1994, 560 pp.
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20. Baste citar un testimonio: Todo deber ser se funda en el ser. La realidad es el
fundamento de la tica. El bien es lo conforme con la realidad. Quien quiera conocer y
hacer el bien debe dirigir su mirada al mundo objetivo del ser. No al propio "sentimiento", no a la "conciencia', no a los "valores", no a los "ideales" y "modelos" arbitrariamente propuestos. Debe prescindir de su propio acto y mirar a la realidad. J. PIEPER, El descubrimiento de la realidad, Rialp, Madrid 1974, 15. Y comenta la frase de
Goethe: Todas las leyes y normas morales pueden reducirse a una: la verdad, ibid., 18.
21. Es una de las tesis ms repetidas por Juan Pablo I1, que l formula as: Separare
questi momenti -quello etico, quello antropologico, quello metafisico- e un gravissimo errore. E la storia della cultura contemporanea lo ha tragicamente dimostrato.
JUAN PABLO II, Discorso al Congresso Internazionale di Teologa Morale, 4 (l0-IV-1986).
22. 1. KANT, Reflexionen zur Moralphilosophie (Ed. Ak) XIX, 125-126, 6658. Cfr.
Anthropologie (Ed. Cassirer) VIII, 129-133.
23. Baste citar dos autores de nuestro tiempo, un jurista y un filsofo: Pese a las diferencias, hay un denominador comn. Toda concepcin del derecho natural tiende a sustraer del puro arbitrio individual o convencional los criterios bsicos reguladores de las
relaciones de convivencia entre los hombres, buscando la justicia como expresin ontolgico-metafsica del ser, como expresin lgica de la razn o como expresin tica del bien.
El problema del derecho natural no es el meramente teortico de los juristas y los filsofos ... sino el problema, profundamente ontolgico y social, de que, habiendo un derecho prefigurado por la naturaleza o encarnado en el hombre, su realizacin en la prctica es irremisiblemente una cuestin pendiente.
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372.
24. M. HEIDEGGER, Ser y tiempo, Fondo de Culto Econ., Mxico-Buenos Aires 1951,
136-151.
25. A. MACHADO, Juan de Mairena, Alianza, Madrid 1981, 187.
26. As se expresa, por ejemplo, Ortega y Gasset, inscrito a esta teora: Los valores
son un linaje peculiar de objetos irreales que residen en los objetos reales o cosas, como
cualidades "sui generis". No se ven con los ojos, como los colores, ni siquiera se entienden como los nmeros y los conceptos. Ortega sostiene que es la estimativa, funcin
psquica real -como ver, como e! entender- en la que los valores se nos hacen
patentes. J. ORTEGA y GASSET, Introduccin a una estimativa, Obras Completas, Ed.
Rev. Occidente, Madrid 1955, VI, 330. Por eso postula e! valor permanente de ciertos
valores ticos: El bien y la justicia, si son lo que pretenden, habran de ser nicos. Una
justicia que sea slo para un tiempo o una razn que sea justa para cierta poca aniquila
su sentido... Lo justo debe ser cumplido, aunque no le convenga a lo dado. Justicia, verdad, rectitud moral, belleza, son cosas que valen por s mismas y no slo en la medida
en que son tiles a la vida. ID., El tema de nuestro tiempo, ibid., Madrid 1966, III, 167.
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las realidades que le rodean. No es la ciencia fsica, ni la matemtica, ni la medicina, ni la astronoma la que le salva como hombre. Ni siquiera se contenta
con interpretar su propio ser, sino que le interesa sobre todo su vida, el actuar
que lleva a la felicidad o le aleja de la biografa dichosa. Es la ciencia del bien
y del mal la que reclama su atencin como ineludible para su existencia.
Pues bien, lo que es moralmente bueno o malo brota de la misma
experiencia de su vida, en tanto en cuanto le conduce o le separa de la felicidad
a la que aspira. La moralidad es algo practicado, vivido, y que a l slo le es
dado juzgar y examinar en orden a alcanzar una vida feliz. De aqu que Kant
condicione la felicidad al actuar tico: Cada uno tiene motivos para esperar la
dicha en la misma medida en que se haya hecho digno por su conducta y, por
consiguiente, el sistema de la moralidad est ligado inseparablemente al de la
felicidad 27. Por el contrario, constata que algunas acciones le ocasionan la desdicha y el infortunio. Como escribe Aristteles con cierto desenfado: Lo que
est claro es que la felicidad no se encuentra en la diversin ... , pues la vida no
es un juego 28.
Por este motivo, el Estagirita traza una diferencia bien marcada entre el
hombre y el animal: Lo propio del hombre con respecto a los dems animales
es que slo l tiene percepcin de lo bueno y de lo malo, de lo justo y de lo
injusto, y de otras cosas semejantes ... Y as como el hombre, cuando llega a su
perfeccin, es el mejor de los animales, as tambin es el peor de todos cuando
no tiene en cuenta la ley y la justicia... Por eso el hombre sin virtud es el ms
impo de los animales, y el peor en lo que respecta a los placeres sexuales y a la
gula 29.
Slo el hombre es sujeto de valoracin tica. Y, si se pregunta por qu la
tica es ciencia, la respuesta es simple: lo es, porque explica y fundamenta racionalmente qu es bueno y qu es malo y por qu. Y es una ciencia sobre el
hombre, por cuanto da razn y justifica nocionalmente -conforme a principios y de modo sistemtico- por qu el hombre y sus actos son moralmente
buenos y por qu son malos. Esta especificidad es lo que permite diferenciar la
tica de la Psicologa, que estudia en qu medida el actuar bien o mal influye
en la vida de cada individuo.
Adems la moralidad tambin tiene en cuenta otra dimensin esencial
del ser humano: la socialidad, pues la dimensin tica de sus acciones no slo
30. AruST. , Eth Nik I1I, 2, 1113a; cfr. X, 8, 1179a. En este sentido, conviene valorar
la enseanza de Juan Pablo n, tan frecuente al respecto, de interrelacionar moral y verdad, y de ambas con la libertad: El bien de la persona consiste en estar en la verdad y
en hacer la verdad en la caridad. La cultura contempornea parece haber perdido, en
gran parte, este nexo esencial entre "verdad-bien-libertad" y, por tanto, llevar nuevamente al hombre a descubrirlo es hoy una de las exigencias propias de la misin de la
Iglesia, llamada a trabajar por la salvacin del mundo. JUAN PABLO 11, Discurso a la
Congregacin de la Doctrina de la Fe (24.x.1997), [OsserRom 31.X.1997, p. 6. Cfr.
Encclica (Neritatis splendor, 31-34.
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buscarse entre libertad y norma moral, pues, como ensea Kant, apoyado en su
concepto del imperativo categrico: Una voluntad libre y una voluntad bajo
leyes morales son una y la misma cosa 31.
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el mayor de los bienes humanos 33. Por ello la <<norma moral es buena si perfecciona al hombre y es mala si le degrada.
Esta normativa abarca asimismo la moral social. Tambin es Aristteles
el que se constituye en vocero de la necesidad de la norma en la convivencia:
Nos hacemos justos practicando la justicia. y, si nos ejercitamos en la fortaleza
y la templanza, seremos templados y fuertes. Prueba de ello es lo que ocurre en
la sociedad: los legisladores hacen buenos a los ciudadanos hacindoles adquirir costumbres, y si no obran as se equivocan, yen eso se distingue un rgimen
de gobierno bueno, de otro malo 34.
En este sentido, cabra afirmar que la existencia de la tica es algo evidente, dado que en la vida humana se da de modo espontneo: Se dice que lo
moral no necesita explicaciones. Si esto es as, sobra cualquier palabra sobre este
asunto. Lo que es evidente no puede explicarse por algo distinto que sea ms
claro, y tampoco por analogas sacadas del reino animal ... Lo evidente se puede
solamente mostrar, pero, propiamente, no se puede hablar de ello. Por eso dice
Ludwig Wittgenstein: "Es claro que la tica no se puede explicar". Ya Platn
saba que "con palabras acadmicas" no se puede decir qu significa la palabra
"bueno")} 3S.
Es evidente que una poca en la que confluyen instancias sociales, polticas, ideolgicas, religiosas, etc. tan distintas y aun contrapuestas, sea necesa-
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36. C.
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IZQUIERDO,
37. AruST., Eth Nik 1,4, 1095a; cfr. Eth Eudl, 8, 1218a-1218b.
38. Por esta razn ]ulin Maras titula su obra Tratado de lo mejor, Alianza, Madrid
1995. En el mbito de la moralidad de la vida humana-de eso se trata, y no de otra
cosa- es precisamente lo mejor, decisivo en la ordenacin de la conducta y, todava
ms, en la realizacin de esa operacin que es vivir, ibid., 11.
39 . .MIST., EthEudl, 2-8, 1214b-1219a; cfr. EthNikI, 8, 1099b.
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40. MIST., Eth EudI, 3, 1215a; cfr. Eth Nik 1,5, 1096a.
41.
MIST.,
42. 1. KANT, Kritik der reinen Vernunft III, 544-545. De aqu la enseanza de Max
Scheler de que el bien absoluto slo se encuentra referido a Dios: Bueno en sentido
absoluto no es igual que bueno en sentido infinito, un bueno que slo a la idea de Dios
corresponde. Pues nicamente en Dios podemos en cualquier caso ver tambin como
incluido el valor absolutamente supremo. M. SCHELER, Der Formalismus in der Ethik
und die materiale Wertethik, Niemeyer, Halle 1927, 96.
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razn ltima es que -tambin en opinin de Kant- la moral conduce inexorablemente a la religin: (<As, pues, la moral lleva, de una manera ineludible,
a la religin, por la cual se extiende hacia la idea de un legislador moral fuera
del hombre y en cuya voluntad ese ltimo fin (de la creacin del mundo) es lo
que a la vez puede y debe ser el ltimo fin del hombre 43. El hombre, segn
Kant, aceptar y amar el imperativo categrico slo y en la medida en que
recurra a Dios.
Un autor ms cercano a esta temtica, Hans Kng, se aviene a que, dado
que el hombre por s mismo no segrega bondad, precisa del recurso a Dios para
fundamentar una ciencia moral incondicional y salvadora, pues, frente a tanta
frustracin, atona y apata a que han dado lugar las ticas laicas, slo las religiones aportan motivos convincentes de actuacin adaptados a todos los tiempos 44.
En efecto, si en el cristianismo, que profesa un tipo de conducta fundado
sobre exigencias ticas bien precisas y con un mandato moral de amor a todos
como hermanos, la vida moral-tanto a nivel personal como de convivenciano es fcil, casi resulta imposible que la sociedad laica profese un cdigo de conducta que vincule a los ciudadanos, de forma que resulte una vida justa compartida por todos. Cabra concluir que un thos sin Dios oferta una felicidad
siempre precaria. Slo el thos que proclama Dios es capaz de brindar la felicidad a la que aspira todo ser humano.
Aurelio Fernndez
MADRID
43. 1. KANT, Die Religion innerhalb der Grenzen der blossen Vernunft VI, 144-145.
44. H. KONG, Proyecto de una tica mundial, Ed. Trotta, Madrid 1995, 81.
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