A Través de Los Ojos de Dios - Dale G

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17/3/2016

AtravsdelosojosdeDiosDaleG.Renlund

A travs de los ojos de Dios


Por el lder DaleG. Renlund
Del Curum de los Doce Apstoles
Para servir a los dems de forma e

caz, debemos

verlos a travs de los ojos de un padre, a travs de


los ojos del Padre Celestial.

Mis queridos hermanos y hermanas, gracias por


sostenerme ayer como miembro del Curum de
los Doce Apstoles. Es difcil expresar cunto
signica eso para m. Estaba especialmente
agradecido por el voto de sostenimiento de las
dos extraordinarias mujeres en mi vida: mi
esposa, Ruth, y nuestra querida, querida hija, Ashley.
Mi llamamiento da amplia evidencia de la veracidad de la declaracin del Seor al
principio de esta dispensacin: para que la plenitud de mi evangelio sea
proclamada por los dbiles y sencillos hasta los cabos de la tierra1. Yo soy uno de
esos dbiles y sencillos. Hace dcadas, cuando me llamaron como obispo de un
barrio en el Este de los Estados Unidos, mi hermano, un poco mayor que yo, y
mucho ms sabio que yo, me llam por telfono. Me dijo: Tienes que saber que el
Seor no te ha llamado por lo que hayas hecho. En el caso tuyo, probablemente
sea a pesar de lo que hayas hecho. El Seor te ha llamado por lo que l necesita
hacer a travs de ti; y eso solo suceder si t lo haces a Su manera. Reconozco
que esa sabidura de un hermano mayor se aplica an ms hoy.
Algo maravilloso ocurre en el servicio de un misionero o misionera cuando se da
cuenta de que el llamamiento no tiene que ver con l o ella, sino que tiene que ver
con el Seor, con Su obra y con los hijos de nuestro Padre Celestial. Siento que lo
mismo es verdad para un apstol. Este llamamiento no tiene que ver conmigo;
tiene que ver con el Seor, Su Iglesia y los hijos de nuestro Padre Celestial. No
importa cul sea la asignacin o el llamamiento en la Iglesia, para servir de manera
competente, uno debe servir con el conocimiento de que cada una de las personas
a las que servimos es un amado hijo o hija espiritual de padres celestiales y, como
tal tiene una naturaleza y un destino divinos2.
https://www.lds.org/generalconference/2015/10/throughgodseyes?cid=HP_WE_392016_dPFD_fGC_xLIDyL1C_&lang=spa

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En mi profesin anterior, fui cardilogo, especializndome en fallos cardacos y


trasplantes. Dado que muchos pacientes estaban gravemente enfermos, vi a
mucha gente morir. Mi esposa, en broma, dice que era mal pronstico ser uno de
mis pacientes. Debido a mi experiencia con ese grupo de pacientes, desarroll una
especie de distancia emocional cuando las cosas se ponan mal. De esa manera,
los sentimientos de tristeza y desilusin quedaban controlados.
En 1986, un joven llamado Chad desarroll una insuciencia cardaca y necesit un
trasplante de corazn. Le fue bien durante una dcada y media. Chad hizo todo lo
que pudo para permanecer saludable y vivir una vida lo ms normal posible. Sirvi
en una misin, trabaj y fue un dedicado hijo para con sus padres. Los ltimos
aos de su vida, sin embargo, fueron un desafo, y a menudo tena que ir al
hospital.
Una noche, lo trajeron a la sala de urgencias del hospital con un paro cardaco. Mis
colegas y yo trabajamos durante mucho tiempo para restablecer su circulacin.
Finalmente, qued claro que no se poda revivir a Chad. Desistimos de nuestros
intiles intentos y lo declaramos muerto. Aunque triste y desilusionado, mantuve
una actitud profesional. Pens en mi interior: Chad tuvo buenos cuidados. Ha
tenido ms aos de vida de los que hubiera tenido sin ellos. Sin embargo, esa
distancia emocional qued destrozada cuando sus padres entraron en la sala de
urgencias y vieron a su fallecido hijo tendido en una camilla. En ese momento, vi a
Chad a travs de los ojos de su madre y de su padre. Vi las grandes esperanzas y
expectativas que haban tenido para l, el deseo que tenan de que viviera un poco
ms y un poco mejor. Al verlo de ese modo, empec a llorar. En un irnico cambio
de papeles y en un acto de bondad que jams olvidar, los padres de Chad me
consolaron a m.
Ahora me doy cuenta de que para servir a los dems de forma ecaz, debemos
verlos a travs de los ojos de un padre, a travs de los ojos del Padre Celestial. Solo
entonces podremos empezar a comprender el verdadero valor de un alma; solo
entonces podemos percibir el amor que nuestro Padre Celestial tiene por todos
Sus hijos; solo entonces podemos darnos cuenta de la preocupacin del Salvador
por ellos. No podemos cumplir plenamente nuestra obligacin bajo convenio de
llorar con los que lloran y dar consuelo a aquellos que necesitan de consuelo a
menos que los veamos a travs de los ojos de Dios3. Esta perspectiva ampliada
abrir nuestro corazn a los temores, desilusiones y penas de los dems; pero el
Padre Celestial nos ayudar y consolar, tal como los padres de Chad me
consolaron a m hace aos. Necesitamos tener ojos que ven, odos que oyen y
corazones que saben y sienten si hemos de lograr el rescate del que tan a menudo
nos insta el presidente ThomasS. Monson4.
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Solo cuando vemos a travs de los ojos de nuestro Padre Celestial podemos ser
llenos del amor puro de Cristo5. Todos los das debemos rogarle a Dios por esa
clase de amor. Mormn amonest: Por consiguiente, amados hermanos mos,
pedid al Padre con toda la energa de vuestros corazones, que seis llenos de este
amor que l ha otorgado a todos los que son discpulos verdaderos de su Hijo
Jesucristo6.
Con todo mi corazn quiero ser un verdadero seguidor de Jesucristo7. Lo amo. Lo
adoro. Doy testimonio de Su realidad viviente. Doy testimonio de que l es el
Ungido, el Mesas. Soy testigo de Su incomparable misericordia, compasin y amor.
Agrego mi testimonio a aquellos apstoles que, en el ao 2000, declararon que
Jess es el Cristo Viviente, el inmortal hijo de Dios l es la luz, la vida y la
esperanza del mundo8.
Testico que el Seor resucitado apareci, junto con Dios, nuestro Padre Celestial,
aquel da de 1820 en una arboleda en el norte de Nueva York, tal como dijo Jos
Smith. Las llaves del sacerdocio estn en la tierra en la actualidad para que se
puedan realizar las ordenanzas de salvacin y exaltacin. Lo s; en el nombre de
Jesucristo. Amn.

1.Doctrina y Convenios 1:23.

2.La Familia: Una Proclamacin para el Mundo, Liahona, noviembre de 2010, pg.
129; leda por el presidente Gordon B. Hinckley como parte de su mensaje en la
Reunin General de la Sociedad de Socorro que se llev a cabo el 23de septiembre
de 1995, en Salt Lake City, Utah.

3.Vase Mosah 18:810.

4. Vanse, por ejemplo, Thomas S. Monson, Al rescate, Liahona, julio de 2001;


Nuestra responsabilidad de rescatar, Liahona, noviembre de 2013. El presidente
Monson reiter esos conceptos en su mensaje a las Autoridades Generales el
30 de septiembre de 2015, al recordar a quienes estaban congregados que l
estaba enfatizando de nuevo el mensaje que dio a las Autoridades Generales y
Setentas de rea en las reuniones de capacitacin de la Conferencia General de
abril de 2009.

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5.Moroni 7:47.

6.Moroni 7:48.

7.Vase Doctrina y Convenios 18:2728:


y los Doce sern mis discpulos, y tomarn sobre s mi nombre; y los Doce sern
aquellos que desearen tomar sobre s mi nombre con ntegro propsito de
corazn.
Y si desearen tomar sobre s mi nombre con ntegro propsito de corazn, sern
llamados para ir por todo el mundo a predicar mi evangelio a toda criatura.

8.El Cristo Viviente: El Testimonio de los Apstoles, Liahona, abril de 2000. Al citar
esto aqu, en sentido gurado, agrego mi rma al documento, avalando el mismo
testimonio que dieron esos apstoles.

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