Patrick Harpur - Realidad Daimonica

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Los

fenmenos paranormales nunca han sido temas respetables para los portavoces
oficiales de nuestra cultura, ya sean cientficos, acadmicos, prensa seria o representantes
de la Iglesia. El trato que siempre han recibido por parte de la cultura oficial contrasta
vivamente con la continua atencin obtenida en la cultura popular, que ha tratado de
explicarlos con todo tipo de teoras extravagantes, sensacionalistas y pseudocientficas.
Patrick Harpur reprueba estas dos actitudes. La primera, por esquiva, al eludir las preguntas
que, a su juicio, deberan suscitar tales fenmenos sobre la naturaleza de la realidad y de la
mente: la segunda, por ingenua, al tomar estas apariciones en su sentido literal. Para Harpur
se trata de fenmenos puramente psquicos; pero la psique es el mundo, no slo nuestras
mentes individuales. De esta manera, todos los seres fantsticos que han aparecido a lo
largo de la historia hadas, dimones, divinidades, animales, fantasmas, damas blancas,
gnomos, Yetis, ovnis, etc. pertenecen a la esfera de la Imaginacin o, como denominaron
los neoplatnicos, Alma del Mundo. El error, dice Harpur, es negar y reprimir estas
manifestaciones, pues cuanto ms se reprimen, ms patolgicamente retornan.
Patrick Harpur

Realidad daimnica
ePub r1.0
RLull 16.11.15
Ttulo original: Daimonic Reality. A Field Guide to the Otherworld
Patrick Harpur, 1995
Traduccin: Isabel Margel
Ilustracin de cubierta: Cabezas dobles de Giuseppe. Italia, circa. 1700

Editor digital: RLull


ePub base r1.2
Todo aquello en lo que es posible creer es una imagen de la verdad.

William Blake

No es posible hablar adecuadamente de los Dioses sin los Dioses.

Jmblico

con el antiguo filsofo, la deidad es una fuente inmensa y en perpetua exuberancia, cuya corriente
llen en origen y vuelve a llenar continuamente el mundo de vida. Por ello el universo contiene en su
amplio seno todas las naturalezas genricas, divinidades visibles e invisibles, la ilustre raza de los
dimones, el noble ejrcito de las almas exaltadas y el hombre que ha llegado a ser feliz mediante la
sabidura y la virtud.

Thomas Taylor
Introduccin
Un libro sobre apariciones y visiones siempre est rodeado por cierto clima de incomodidad. No son
temas respetables. Apenas son mencionados por lo que podramos llamar representantes oficiales de
nuestra cultura, como los acadmicos, las iglesias o la prensa de prestigio. Y si los cientficos llegan
a mencionarlos, suele ser para denunciarlos. Se considera que las apariciones y similares son
imposibles, y si hay personas que aseguran haber visto cosas raras, se las toma por ilusas. El
problema est en que, si es una ilusin, ha persistido a travs de toda la historia y parece estar tan
extendida ahora como lo ha estado siempre, a juzgar por el nmero de avistamientos registrados de
toda clase de entidades anmalas, desde fantasmas hasta platillos volantes y misteriosos gatos
grandes y negros, desde monstruos de lagos a Vrgenes y extraos extraterrestres. Tal vez no haya
nada especialmente importante en tales avistamientos, salvo por las preguntas que suscitan sobre la
naturaleza de la realidad, de la mente o de ambas. Puede ser, para citar a C. S. Lewis, que su propia
falta de importancia sea su importancia.[1]
Por cada persona que est segura de haber visto algo que no pertenece a este mundo, hay muchas
otras que creen que es posible ver tales cosas y conocen a alguien que lo ha hecho. No existen
estadsticas inequvocas para esta afirmacin, tan slo me baso en conversaciones que he mantenido a
lo largo de los aos con todo tipo de personas. Pero mi suposicin de que hay al menos tantos
creyentes como personas que no creen en la realidad de ningn tipo de aparicin se ve
parcialmente confirmada por la enorme cantidad de libros y pequeas publicaciones consagrados a
este tema. stos reciben poca o ninguna atencin por parte de los representantes de la cultura oficial;
leyendo las reseas de libros, por ejemplo, ni nos enteraramos de que existen. Y as parece que no
slo haya un abismo profundo entre creyentes y no creyentes, sino tambin entre la cultura oficial y
respetable y una buena parte de la cultura popular.
Tales abismos siempre me han inquietado; de hecho, me empujaron a buscar algn libro que
pudiera salvarlos. Se tratara de la clase de libro que, en lugar de denunciar experiencias visionarias
con un estilo prepotente, se las tomara en serio. Tendera a creer que, en general, la gente sabe lo que
est viendo. Al mismo tiempo, no buscara una aclaracin de las cosas que ven, ni explicarlas con
teoras extravagantes y sensacionalistas. Sin embargo, no temera ofender al sentido comn si
hacerlo fuera inevitable. Y, desde luego, no empleara una densa jerga pseudocientfica para dar
cierto aire de respetabilidad a la empresa. Despus de fracasar en la bsqueda de un libro que
cumpliera estos requisitos, decid escribirlo yo mismo. Llegu a la conclusin de que era necesario
algn marco en el que fuera posible contemplar lo imposible y pensar lo impensable.
Afortunadamente, no tuve que inventarme dicho marco, pues ya exista uno en forma de una
tradicin intelectual sobre la que este libro espera llamar la atencin. No se trata de un sistema de
pensamiento, ni tampoco es una disciplina, ni una filosofa, religin, psicologa, ciencia, etc., aunque
toca todo eso. Es ms como una manera de ver, una perspectiva del mundo. (No es necesario conocer
el cuerpo de esa tradicin para entender este libro adems, se ir esclareciendo a medida que
avancemos, pero he trazado sus lneas generales en el eplogo). En nuestra cultura me refiero a
la cultura occidental moderna esta perspectiva se ha visto asediada, aunque se ha ido reafirmando
de vez en cuando. Un ejemplo es la idea de Imaginacin que, expresada en la obra de poetas
romnticos como Coleridge, Keats, Shelley y Blake, revoca nuestra nocin comn de lo imaginativo
como algo irreal, algo imaginario, concedindole una vida autnoma que incluye apariciones
espontneas.
Es mediante ideas como sta que empezaremos a entender la clase de experiencia que sorprendi
al agente de polica Alan Godfrey la noche del 28 de noviembre de 1980, mientras estaba
conduciendo por Todmorden, en West Yorkshire. Una luz que brillaba delante de l en la carretera
llam su atencin. Al principio pens que se trataba de un autobs, pero, cuando se acerc a treinta
metros de distancia, vio que era un objeto abovedado, como la peonza de un nio, de unos cuatro
metros de altura y unos seis de ancho. Estaba levitando a un metro y medio del suelo. Haba una
hilera de cinco ventanas a unos dos tercios desde abajo, huecos oscuros en el cuerpo de aquel objeto
luminoso que, por la manera en que reflejaba los faros del coche, pareca metlico. El agente
Godfrey trat de llamar a su base por radio, pero sta no funcionaba. Aunque estaba muy asustado,
tuvo la presencia de nimo suficiente para hacer un dibujo rpido del objeto. An estaba calculando el
tamao de las ventanas (cerca de un metro por medio metro) cuando hubo un desajuste en la
continuidad de su percepcin y se encontr, todava en su coche, cien metros ms abajo en la misma
carretera. El objeto haba desaparecido.[2]
Sera muy cmodo creer que el agente Godfrey era propenso a los delirios o a las alucinaciones.
Pero rigurosos test psicolgicos, y ms de un psiquiatra, concluyeron posteriormente que no era as.
Adems, lo que vio no era nada destacable en comparacin con los miles de objetos similares de los
que se da parte en todo el mundo. Por lo visto, las personas ven cosas bastante raras; cosas que las
dejan profundamente afectadas, atnitas, atemorizadas, desconcertadas o extticas, pero, por encima
de todo, convencidas de la realidad de una visin que queda fuera de todo aquello con que se han
topado anteriormente. Muchas de ellas ansan conocer el origen y el propsito de tales objetos,
comprender la naturaleza de algo que puede cambiar sus vidas en un instante. Pero a quin pueden
recurrir?
Cabra pensar que los cientficos sienten curiosidad por estos informes de fenmenos tan
anmalos. Se dan pocos casos. Ms bien tienden a ignorar o a ridiculizar experiencias como la del
agente Godfrey; en el mejor de los casos afirmaran insensiblemente que ste ha identificado mal un
planeta, un avin, un globo sonda o algo as. Cabra pensar que interesa a los psiclogos, pero,
curiosamente, interesa a muy pocos, Tal vez admitan que personas corrientes y sanas ven cosas raras,
como le pas al agente Godfrey; pero se encuentran perdidos a la hora de dar una explicacin. No le
sirven de nada al agente Godfrey, que quiere saber qu demonios ocurri. Cabra pensar que quiz la
Iglesia, cuyas doctrinas centrales se fundamentan en hechos sobrenaturales, muestra un cierto inters
por un encuentro que guarda un parecido ms que razonable con lo sobrenatural y que, adems, a
menudo infunde un sobrecogimiento religioso. Para nada, la Iglesia (casi cualquier iglesia) suele
mostrar ms prisa que nadie por desvincularse de visiones de cualquier tipo. Incluso las presuntas
visiones de la Santa Virgen Mara se reciben con hostilidad en el seno del catolicismo.
Al final, el agente Godfrey acab con un grupo de personas que las distintas ortodoxias
menosprecian tanto como su avistamiento: los uflogos. stos se interesaron por l. Y, mejor an, se
lo tomaron en serio. Pero, en cierto sentido, las cosas se pusieron peor: accedi a someterse a
hipnosis y a una regresin al incidente para descubrir lo que haba pasado entre el momento de
acabar su boceto y el momento en que se encontr aparcado en otro punto de la carretera. Se revel
que haba visto lo que los uflogos llaman entidades aliengenas.
Los avistamientos de tales entidades son razonablemente comunes. A menudo entran en una de
dos categoras: benvolos o malvolos, supra o infrahumanos, hermosos o feos. Por ejemplo:
Despert y vi a las personas ms encantadoras que haya visto nunca. Un chico y una chica
vestidos con prendas verde oliva estaban de pie junto a mi cama. La mir a ella y me di cuenta de que
llevaba el vestido fruncido alrededor del cuello en una especie de cadena, o tal vez un bordado rgido
(). Pero lo que me maravill fue la milagrosa bondad de su rostro. No se ven rostros as (). Era
sereno como los rostros de los animales, o como los lagos de montaa al atardecer; tan sereno que
era un poco triste.[3]
O bien:
Mir con seriedad un rincn de la habitacin y dijo: Ah est! Alcnzame mis cosas Tendr
que vigilarle. Ah viene! Agitando su lengua impaciente fuera de la boca, con una copa en la mano
para llevar la sangre y cubierto por una piel escamosa de color verde y dorado; y tal como lo
describa lo dibuj (); una figura desnuda de cuerpo robusto y cuello corto () con ojos ardientes
() y un rostro digno de un asesino[4]
La pareja joven se le apareci al poeta W. B. Yeats; la criatura escamosa, al poeta y artista
romntico William Blake, que la llam el fantasma de una pulga. Las entidades del agente Godfrey
mezclaban lo agradable y lo desagradable. Bajo hipnosis revivi el encuentro con una luz brillante,
seguida de oscuridad y la sensacin de flotar. Se vea a s mismo en una habitacin en presencia de
alguien que era como un hombre, de un metro ochenta de estatura, vestido con una sbana blanca y
con un casquete en la cabeza, con barba y una nariz larga y delgada. El hombre le sonrea y Alan
Godfrey se tranquilizaba. Pero el hombre no estaba solo. Haba unas ocho entidades horribles,
bajitas como nios de cinco aos, a las que el agente Godfrey tomaba por robots, puesto que no
llevaban ninguna ropa distintiva, parecan ser metlicas y sus cabezas eran como lmparas, con
unos ojos como lneas verticales. Parecan enchufarse a un brazalete que el hombre alto haba
colocado en la mueca del agente Godfrey, causndole una profunda angustia.[5]
Es evidente que las visiones no son una prerrogativa de los poetas, igual que las experiencias
msticas no se limitan a los santos. Ni las apariciones estn reservadas a los lunticos. Si el agente
Godfrey hubiera sido un Yeats o un Blake tal vez habra usado su experiencia para crear poesa o
arte; pero, como la mayora de nosotros, no lo era. Era un agente de polica y quera investigar el
asunto. Pero la ayuda que proporcionan los uflogos tiene sus pros y sus contras.
En trminos generales, se dividen en dos bandos. El primero sostiene que Alan Godfrey vio una
nave espacial extraterrestre habitada por aliengenas de otro planeta. Es sta una hiptesis tan popular,
sobre todo en los Estados Unidos, que el acrnimo ovni (objeto volador no identificado) ha venido a
significar, bastante errneamente, un platillo volante del espacio exterior. Los defensores ms
extremistas de esta hiptesis crean una cierta incomodidad. Atribuiran sin dudarlo el poema mstico
de Henry Vaughan Vi la eternidad la otra noche / como un gran Anillo de luz pura e infinita a
un encuentro con ovnis. No obstante, en varios sentidos su teora hace ms justicia que muchas otras a
lo que audazmente llamar los hechos. Este bando es anlogo, muy curiosamente, a los creyentes
de la Iglesia Catlica que aseguran que las visiones de una dama grcil y sobrenatural pueden
identificarse con la Virgen Mara a pesar del hecho de que las damas en s raramente son
inequvocas.
El agente Godfrey tuvo (tal vez) la suerte de unirse al segundo bando de uflogos, aquellos que
contemplan una amplia variedad de teoras sobre la naturaleza de los ovnis. Se trata de un grupo de
mente abierta y a menudo ingenioso que, al parecer, tiene como principal objetivo persuadir a los
cientficos para que los tomen en serio, a ellos y a su tema de estudio. En esto son como los
investigadores fsicos de hace ms o menos un siglo, que pretendieron, sin conseguirlo, convencer a
la ciencia de las verdades del espiritismo. Puede que uno o dos cientficos un Conan Doyle o un
Oliver Lodge se conviertan (tambin los uflogos le echan la red a alguno para exponerlo como
un trofeo), pero nunca se convencern. Las razones de ello difieren segn los cientficos a los que se
dirijan. stos, como los uflogos, se dividen a grandes rasgos en dos bandos.
El primero incluye a los devotos del cientificismo, que se aferran, como los viejos estalinistas, a
un anticuado culto al aburrido materialismo mecnico. La teora lleva mucho tiempo enquistada en
forma de dogma, conservada con tanta rigidez como la de cualquier extraterrestrista convencido.
(Hay una elocuente pelcula sobre tipos as interviniendo en un culto rival: un puado de nios
herejes de Medjugorje, antigua Yugoslavia, que afirman haber visto a la Virgen Mara. Al primer
signo de xtasis, los conectan a unas mquinas inquisitoriales, los hostigan con instrumentos
cortantes y los agreden con ruidos fuertes en los odos y fogonazos de bombillas en la cara). Por qu
alguien en nuestro tiempo sigue deseando ganarse a este tipo de cientficos es todo un enigma.
El motivo por el que el segundo grupo de cientficos honestos, abiertos y razonables
desestiman las pruebas que apoyan lo paranormal es otro misterio. Los uflogos tienden a ver su
silencio como una conspiracin o como miedo a lo desconocido. Pero yo pienso que la respuesta es
ms sencilla. Seguramente, nadie que se pase una hora revisando pruebas de ovnis, por ejemplo,
negar que est viendo algo extrao. El problema es que pocas personas que se hayan educado segn
principios racionales estrictos pueden concentrarse en fenmenos anormales durante una hora. Son
como msicos de formacin clsica, que no pueden escuchar canciones pop. Un terrible hasto se
instala en ellos de inmediato. Los mensajes del Otro Mundo, ya los enven los espritus, los ovnis o la
Virgen Mara, les suelen resultar triviales o banales. Adems, a cualquier cientfico respetable le
repugnar el extremo disparate de muchas visiones. Puede que se alegre de conceder que la unin
mstica de un santo con el Altsimo es algo serio e importante (aunque quede fuera de sus referentes);
pero qu har ante el testimonio de las adolescentes que vieron una criatura gigante y con plumas en
Mawnan, Cornwall, en julio de 1976?
Era como un gran bho de orejas puntiagudas, grande como un hombre. Tena los ojos rojos y
brillantes. Al principio pens que era alguien disfrazado que intentaba asustarnos. Me re de l, las
dos nos remos, y entonces se elev por el aire y nos pusimos a gritar. Cuando se elev, podas verle
los pies como tenazas.[6]
Voy a exponer que la propia trivialidad y el disparate de muchas visiones y apariciones forman
parte esencial de ellas, apuntando hacia una reestructuracin radical de lo que comnmente
contemplamos como realidad. Y al hacerlo quiero sugerir que lo irracional no es necesariamente
insensato, ni lo inconmensurable incomprensible. No quiero convencer ni convertir, sino tan slo
persuadir a la gente para que recuerde sus propias experiencias extraas que, faltas de autorizacin
oficial, han sido olvidadas, como lo son los sueos. Me gustara defender a las personas que, tras ver
cosas raras, las han desterrado de sus vidas, por lo dems ordinarias, porque tales cosas han sido
proscritas por el ortodoxo y respetable mundo de la ciencia o la literatura, de las iglesias o incluso de
sus propias familias. Consciente del desconcierto del agente Godfrey nadie me convencer de que
no vi lo que vi,[7] me gustara recordarte a la gente que en el pasado hubo caminos para dar
sentido a extraas apariciones y visiones inslitas e inesperadas; caminos que nuestra poca ya no
comprende. De hecho, propondr que, si estas extraas visitas tienen algn propsito, es el de
subvertir la misma cosmovisin moderna que las desacredita.
Ahora, con el fin de establecer un criterio aproximado para los tipos de avistamientos anormales
que abordar, les pedir que consideren las tres historias siguientes, a cul ms representativa de su
gnero.
Una mujer de veinticinco aos que acababa de romper su compromiso estaba caminando con su
madre sobre un puente que atraviesa el Rin en Basilea. De repente vi un grueso rayo de luz que caa
del cielo, encima del Rin; mi prometido vena hacia m en l, mirndome fijamente. Yo lo observ
maravillada, y o las palabras: ste es tu camino. La visin se desvaneci y o decir a mi madre:
Qu te ocurre?. Dos aos ms tarde se cas con su novio y nunca se arrepinti.[8]
El 1 de julio de 1965, Maurice Masse, de cuarenta y un aos de edad, estaba a punto de ponerse a
trabajar en sus campos de lavanda cerca de Vallensole, en el sur de Francia, cuando oy un extrao
silbido. Investig y encontr una mquina en forma de baln de rugby con una cpula encima y del
tamao aproximado de un coche pequeo. Se sostena sobre seis patas delgadas. Junto al objeto
haba dos figuras pequeas vestidas con trajes de una pieza de color gris verdoso. Sus cabezas calvas
y desnudas tenan forma de calabaza y triplicaban el tamao normal de la de un humano, con las
mejillas altas y carnosas, grandes ojos oblicuos, la boca sin labios y la barbilla pronunciada. Parecan
estar examinando las plantas de lavanda del seor Masse, pero, alertadas por su presencia, una de
ellas sac un cilindro de su cinturn y le dispar un rayo. El seor Masse qued petrificado al
instante, incapaz de moverse, cosa que no le asust especialmente. Observ lo que pareca ser una
conversacin con sonidos guturales antes de que volvieran a su nave, que despeg, levit mientras
las seis patas empezaban a rotar y sali disparada a una velocidad increble. Tras un breve vuelo
desapareci en el azul del cielo. Lo estaba viendo con toda claridad, dijo d seor Masse, y al cabo
de un momento ya no estaba.[9]
Vi cinco rayos de color rojo sangre cayendo sobre m, dirigidos hacia mis manos, mis pies y mi
corazn. Por lo que, al darme cuenta del milagro, enseguida exclam: Oh! Seor, Dios mo, te
suplico que no dejes marcas externas en mi cuerpo. Entonces, mientras estaba hablando, antes de que
los rayos me alcanzaran, su color rojo sangre se transform en esplendor, y con apariencia de pura
luz, llegaron a los cinco puntos de mi cuerpo[10]
Aunque hay algunas similitudes entre estos tres encuentros sobrenaturales, el primero es
manifiestamente personal y el ltimo, si bien es la descripcin de santa Catalina de Siena de cmo
recibi los estigmas de un Cristo personal, es tambin impersonal en su adecuacin al arquetipo
cristiano de la experiencia mstica del Cristo universal. La primera es una autntica historia de
fantasmas (aunque ste todava est vivo), pero no incluir tales historias porque implican encuentros
privados e individuales en que el observador conoce a la aparicin. Sin embargo, existen fantasmas
desconocidos que, como si fueran pblicos, parecen sujetos a lugares ms que a personas (las
damas blancas son un ejemplo tpico) y puede que mencione estas formas de vez en cuando.
Tampoco me concierne la experiencia mstica de santa Catalina, que es, por as decirlo, el
equivalente religioso del high art. Esto no quiere decir, como veremos, que el tipo de visiones que he
seleccionado no tenga implicaciones religiosas. Pero, a pesar del hecho o debido a l de que es
absurdo y casi cmico, me centrar en encuentros como el del segundo ejemplo: visitaciones que,
como la del seor Masse, son una curiosa mezcla de lo personal y lo impersonal; que se hallan entre
la aparicin privada y la visin espiritual trascendente. Tambin me centrar, por cierto, en visitas
modernas, ocurridas ms o menos en el ltimo siglo, refirindome al pasado slo cuando la
comparacin parezca esclarecedora. Las prximas tres historias son ejemplos de las que voy a
manejar. Mientras que las tres anteriores eran similares en el tipo pero diferentes en el grado, creo
que las siguientes son del mismo grado y aparentemente del mismo tipo.
Dentro del campo, a slo treinta metros de distancia, haba () un enorme cigarro gris. De
detrs del cigarro sali caminando la figura de un hombre (). [Su] altura era slo de un metro
setenta como mucho. Pero era tan delgado y anguloso que pareca ms alto. Tena unas articulaciones
peculiares, con los codos puntiagudos y una rodilla a tres cuartos de la pierna (). Iba vestido con un
traje delgado de plata que se le ajustaba casi como la piel (). Llevaba la cabeza cubierta por una
especie de pasamontaas que le ocultaba las orejas y todo el pelo, excepto unos cuantos mechones
rubios. [Su] rostro era largo y delgado, de barbilla chata y extremadamente plido (), casi
fantasmal. Los rasgos ms destacados eran los ojos, redondos y grandes, con slo un puntito como
pupila, rosa y no mayor que una cabeza de cerilla. Casi no tena boca, slo una lnea fina, y su nariz
era ancha y chata.[11]
Al pasar por delante de la iglesia, vio varias figuras extraas en el campo adyacente, junto con
algo de forma parecida a un altar, con una luz blanca. Prosigui su camino llova con fuerza,
pero regres con la seora Margaret Beirne. Vieron a tres personas, vestidas de un blanco
deslumbrante con adornos como de plata, de pie sobre la hierba del prado sin cortar. Estaban
rodeadas por una luz extraordinariamente brillante, una visin como no haba visto jams en la
vida. En cuestin de minutos se haban reunido dieciocho curiosos ante las apariciones.[12]
De repente lo vi de pie bajo las ramas encorvadas de un gran rbol. Se encontraba erguido. Su
garrote estaba apuntalado en el suelo, a su lado, y su mano () en la empuadura. Era alto y de piel
clara, y el pelo casi le llegaba al suelo por la espalda. Llevaba todo el cuerpo pintado, y en la parte
exterior de las piernas tena franjas rojas y anchas. Sus ojos eran exactamente como dos estrellas (.);
entonces me abandon el valor. Se me puso el pelo de punta y () fui incapaz de emitir ni un sonido
porque l me estaba mirando de forma inalterable (). Segu largo rato ah de pie despus de que
desapareciera.[13]
Estos tres encuentros con tipos similares de entidades aliengenas no son atpicos. De hecho, slo
el primero de ellos fue atribuido a una actividad ovni; el hombre aliengena fue visto por Gaynor
Sunderland, de nueve aos, en el norte de Gales en julio de 1976. El segundo pasaje describe la
experiencia de una tal Mary McLoughlin, quien, junto con otros, identific la figura central como la
Virgen Mara, de pie frente a un altar, con San Jos a su derecha y, posiblemente, San Juan
Evangelista a su izquierda. La visin tuvo lugar en 1879 en Knock, en el condado de Mayo, Irlanda,
que desde entonces es un lugar sagrado de peregrinaje. El tercer relato pertenece a un jefe de la tribu
apinay, del este de Brasil. Identific su figura fabulosa como el dios sol o padre de los hombres.
As, aunque las figuras fabulosas se ajustan a expectativas culturales y, dentro de una misma
cultura, ninguna de ellas es nunca idntica a otra, existe un parecido familiar entre todas, como
sugieren estos tres ejemplos. Por lo general, me centrar en visiones y apariciones en nuestra cultura
occidental porque es ah donde menos se tienen en cuenta. Tendemos a ubicarlas en otros lugares, en
nuestro propio pasado no ilustrado o entre pueblerinos crdulos o msticos orientales; an
tendemos a menospreciar como primitivas aquellas culturas en que lo fantstico se da por sentado.
Debera mencionar entre parntesis que, hacia el final del libro, contemplar un tipo de aparicin
que, a diferencia de las dems, no es en absoluto elusiva, salvo por lo que se refiere a su origen y
significado: Eran perfectos, como si los hubieran hecho de un tirn. Quiero decir que era imposible
que un humano hiciera eso, era demasiado preciso geomtricamente.[14]
Mary Killen, de Huish, Wiltshire, estaba describiendo una serie de seis crculos entrelazados, de
80 metros de longitud, que haban aparecido durante la noche en un campo de maz, en junio de 1990.
Mi anlisis del misterioso fenmeno de los crculos de las cosechas brindar tambin la ocasin de
examinar la fenomenologa de las apariciones en general: los cuentos, historias, teoras e hiptesis
que rodean los avistamientos anmalos y sus interrelaciones estructurales.
Por ltimo, debera mencionar algunos de los mtodos que no emplear para indagar en estas
visiones y apariciones. En primer lugar, no voy a presentar un acopio de investigacin original y
material nuevo. Ms bien utilizar casos que se encuentran a mano, ya bien conocidos y
adecuadamente investigados. En segundo lugar, no voy a emprender una clasificacin elaborada del
material, cosa que slo impondra delimitaciones que no existen estrictamente. Puede resultar
conveniente distinguir una visin de una alucinacin, por ejemplo, pero a m me interesa ms el
terreno comn subyacente bajo las dos. En tercer lugar, no voy a perseguir ninguna fantasa
cientificista de claridad y racionalismo a toda costa, un mtodo que no es posible en este campo, y yo
dira que tampoco es deseable. En cualquier caso, al principio voy a complicar el problema para que
luego quede ms claro, en otro nivel. En cuarto lugar, no aspirar a explicarlo todo porque, como
seal el gran filsofo de las anomalas, Charles Fort: Nunca hubo una explicacin que no tuviera
que ser explicada a su vez. La pasin por la explicacin el explicacionismo es un disparate
tpicamente moderno. Hemos llegado a esperar explicaciones siempre que ocurre algo misterioso, y
siempre hay un experto dispuesto a ofrecerlas. Y no importa lo ridcula que sea la explicacin del
experto: normalmente nos quedamos satisfechos, porque preferimos asegurarnos de que el misterio
est resuelto a pensar en ello ni un momento. (Tambin yo cre una vez que los fuegos fatuos podan
explicarse mediante gas metano de ignicin espontnea).
En vez de eso voy a bosquejar una manera de percibir el mundo que, si bien no explica la
aparicin de imgenes extraas, las hace inteligibles. Es un camino que requiere, antes que nada, no
que creamos, sino que dejemos la incredulidad en suspenso, como si disfrutramos de una
representacin teatral; un camino que pide que alimentemos lo que Keats llamaba la capacidad
negativa, cuando uno es capaz de instalarse en la incertidumbre, el misterio y la duda, sin andar
quisquillosamente tras el hecho y la razn.[15] En este marco mental, podemos afrontar las
apariciones en su propio terreno, en su propio crepsculo, en lugar de arrastrarlas a la engaosa luz
del da. Podemos comprobar adnde conducen, siempre y cuando seamos tan elusivos y alusivos, tan
taimados y tan contradictorios como ellas y siempre que deseemos ser conducidos adonde no
hacemos pie, donde, con suerte, no nos ahogaremos sino que nos dejaremos mecer.
Me temo que la verdad que hay tras las apariciones se asemeja menos a un problema que resolver
que a una iniciacin al misterio; menos a una investigacin que a una bsqueda en la que no debemos
despreciar los consejos de una vieja bruja, ni dejar de hablar con los animales, si lo que queremos es
arrebatar de la cueva del dragn el tesoro que transforma el mundo. Puede que incluso debamos
abandonar por completo nuestra idea de la verdad para encontrarlo.
PRIMERA PARTE
A PARICIONES

No existen argumentos concluyentes contra la hiptesis de que estas figuras arquetpicas estn
dotadas de personalidad desde el principio y no sean slo personalizaciones secundarias. En la
medida en que los arquetipos no representan meras relaciones funcionales, se manifiestan como
dimones, como agentes personales. Con esta forma se perciben como experiencias reales y no son
producto de la imaginacin, tal y como nos hara creer el racionalismo.

C. G. Jung, Obra completa, vol. 5, 388.


I
LUCES

Ovnis y luces fericas[*]


A excepcin de los fantasmas, la aparicin ms comn es una luz anmala en el cielo. Ivan
Sanderson, distinguido bilogo que adems era una autoridad en fenmenos anmalos, iba con un
colega en coche por Nueva Jersey el 25 de septiembre de 1965. Era justo despus de la puesta de sol y
el cielo estaba despejado. Les llam la atencin una luz roja a la derecha de Venus. Era mucho ms
brillante que el planeta, estaba ms baja y se encenda y apagaba. Mientras la observaban, se dividi
en dos partes que continuaron brillando intermitentemente, unas dos veces por segundo. Una luz
desapareci detrs de unos rboles; la otra realiz una serie de maniobras complicadas, incluyendo
giros bruscos y cerrados, a una velocidad que ellos estimaron de miles de kilmetros por hora.[16]
Si llamamos a esta luz ovni objeto volador no identificado, es dando por entendido que no se
trata necesariamente de un objeto. Muchas veces se compara a estas luces con insectos, debido a sus
movimientos, o con organismos, a causa de su amorfismo. Las lucecitas llamadas foo fighters
que asediaban a los pilotos de la Segunda Guerra Mundial solan ser demasiado pequeas para ser
consideradas seriamente como objetos. Al mismo tiempo, su aparente astucia, a juzgar por el modo
en que se arrimaban al avin y lo seguan, hizo pensar a los pilotos aliados que era algn tipo de
arma enemiga inteligente, hasta que se descubri que el enemigo pensaba exactamente lo mismo.
El 17 de julio de 1957, una versin ms grande de esas luces fue descrita como enorme
acompa a un bombardero estadounidense RB-47 en un vuelo de entrenamiento durante ms de 450
kilmetros. Los seis miembros de la tripulacin vieron en distintos momentos cmo se lanzaba de un
lado al otro del avin en una serie de movimientos imposibles desde el punto de vista aerodinmico.
Aunque haba surgido de la nada y desapareci con la misma brusquedad, el comandante tuvo la
impresin de que, de hecho, la luz emanaba de lo alto de un objeto oculto, impresin tal vez
fortalecida por la deteccin de un objeto tanto en el radar terrestre como en el equipo de control
electrnico de a bordo.[17] Crnicas como sta han hecho que por el acrnimo ovni, bastante
errneamente, se entienda nave espacial extraterrestre.
Dermot MacManus nos habla de un avistamiento habitual no slo en su Irlanda natal sino en todo
el mundo. El testigo fue una amiga suya a la que llama seorita Patricia. Cuando sta tena dieciocho
aos, en algn momento del siglo diecinueve, una noche, hacia las nueve, vio que una llamarada de
luz cruzaba el lago junto al que estaba situada su granja. Asombrada, se qued mirando cmo se
iluminaba el pequeo fuerte de la otra orilla con cientos de lucecillas blancas. Las vio elevarse todas
como una sola y, manteniendo su formacin, surcar el aire con paso seguro y cruzar el lago hacia el
otro fuerte, no lejos de la granja. No las vio descender all, pero se retir a toda prisa a la
seguridad de su hogar.[18]
Los dos fuertes a los lados opuestos del lago eran fuertes fericos, tambin llamados raths,
lisses o forths. Puede tratarse de antiguos tmulos, aunque suelen ser afloramientos naturales de tierra
a los que normalmente se ha dado forma artificialmente o rodeado por un terrapln y una zanja, y
cuya procedencia y propsito se han perdido entre la historia y el mito. Se dice que en esos fuertes
viva la gente del reino ferico. En ellos se han visto y odo sbitos estallidos de luz o de msica, y en
ocasiones se ve entrar a una cabalgata de jinetes a travs de una abertura hasta entonces invisible. Las
luces son hadas. stas siguen el camino ms recto entre sus lugares predilectos, como los dos fuertes
de la seorita Patricia, y pobre de cualquiera que construya en esos caminos u obstaculice su
circulacin. As pues, vemos que las luces extraas sienten predileccin por ciertos lugares y
construcciones. Han sido vistas sobre crculos de piedra o colinas legendarias o incluso
determinados rboles. Sus apariciones son favorecidas por ciertos momentos del da, o bien ciertos
das. La seorita Patricia vio las suyas en Halloween, cuando tanto las hadas paganas como las almas
cristianas de los muertos se encuentran especialmente activas. Puede que su lago tambin jugara un
papel: luces, llammoslas ovnis o hadas, como cuerpos de agua.
En junio de 1973, un joven se despert de golpe a las tres de la madrugada y se sinti impulsado a
salir al rellano. A travs de la gran ventana panormica que daba al lago Ryan (en Escocia), vio tres
esferas de un color amarillo anaranjado suspendidas encima del agua. De repente salieron disparadas
hacia arriba a una velocidad increble, y l volvi en s como si despertara de un trance. Se
encontr con que sus padres estaban a su lado. Tambin ellos se haban despertado sin ningn motivo
aparente y se haban sentido obligados a mirar las luces por la misma ventana.[19]

Brujas
Est ampliamente aceptado que, puesto que las luces anmalas en el cielo se interpretan como ovnis
suponga eso lo que suponga en todas las zonas occidentalizadas del mundo, sta es la
interpretacin ms extendida. Pero la interpretacin natural de esas luces en la mayor parte de las
sociedades tribales est en la brujera. Costara encontrar una sociedad que no crea, o no haya credo
alguna vez, en las brujas. El eminente antroplogo Rodney Needham se tom la molestia de elaborar
un retrato robot de las brujas. Dos de los rasgos que se les puede atribuir universalmente son,
primero, la capacidad de volar (sobre todo por la noche) y, segundo, la emisin de un resplandor o
de un rastro de fuego mientras viajan surcando el aire. Needham seala tambin que los antroplogos
muestran, respecto a la brujera, la clase de prejuicios que se esfuerzan por evitar respecto a otras
instituciones msticas. Aceptan, y hacen bien, que la idea de la brujera debe relacionarse con algo
real de la experiencia humana, pero piensan que la realidad en cuestin consiste en tensiones
sociales y psicolgicas ante las cuales la postulacin de la brujera es una respuesta social.[20]
No es que yo est en contra de las lecturas psicosociales de creencias extraas (nada ms lejos,
como veremos). Pero s estoy en contra del tipo de prejuicio que impide a un antroplogo dar crdito
a sus informantes, especialmente cuando el antroplogo se enorgullece de tener una mente
absolutamente abierta y cientfica. De hecho, su mente no es ninguna de estas dos cosas que en
realidad pueden contradecirse mutuamente porque, cuando escucha un cuento sobre una bruja que
se abre paso ardiente a travs del cielo nocturno, simplemente no puede creerlo. Es algo imposible. Y
es imposible porque su ideologa cientificista as se lo dicta. Pero eso no hace que la tribu
seleccionada deje de ver luces raras en el cielo ni que las llame brujas. Y, lo que es peor, no impide
que las vean otros antroplogos: en su clsica obra Brujera, magia y orculos entre los azande, el
padre de los estudios sobre brujera, E. E. Evans-Pritchard, admita haber visto, y ser incapaz de
explicarlas, el tipo de luces misteriosas descritas por sus informantes. Y no es el nico. Philip Mayer
reconoce:

Como Evans-Pritchard (), yo he visto entre los gusii [de Kenia occidental], luces que se
aproximaban a mi campamento por la noche, luces que se extinguan y resplandecan otra vez
exactamente como afirma el mito de las brujas. Los gusii dicen que las brujas causan este
efecto alzando y bajando las tapas de unas vasijas de fuego que llevan consigo.[21]

Los antroplogos frente a los gusii


El problema de la realidad o no de las brujas es el que acecha a la interpretacin de todas las
apariciones (o supuestas apariciones). Los uflogos, por ejemplo, pueden dividirse a grandes rasgos
en dos bandos: aquellos que, como los antroplogos, adoptan una postura cientfica ante los ovnis, y
aquellos que, como los gusii, no lo hacen. El primer bando trata de explicar los ovnis como
fenmenos naturales (espejismos, bolas de fuego, efectos atmosfricos desconocidos, etc.), como
objetos realizados por la mano del hombre (globos sonda, aviones, etc.), o bien como anomalas
psicolgicas (delirios, alucinaciones, etc.). Incluso se les ha odo alegar tensiones psicosociales. El
segundo bando opta en su gran mayora por el parecer de que los ovnis son naves espaciales
procedentes de otros planetas (llamar a estas personas extraterrestristas). ste es el equivalente de
la creencia gusii de que las luces extraas realmente aparecen y son causa das por seres reales. Otros
miembros del segundo bando modifican el parecer extraterrestre afirmando que los ovnis proceden
de bases secretas en la Tierra o del interior de la Tierra, que est hueca; o proponen que los ovnis
vienen del futuro (cuando ya se han inventado los viajes en el tiempo), o bien de otras dimensiones.
El comportamiento extraordinario de los ovnis, que desafan las leyes fsicas conocidas, se explica,
bien por la avanzada pericia tecnolgica de sus autores, bien recurriendo a la idea de que no son
fsicos sino espirituales. Incluso se han dado intentos de conciliar ambos bandos con teoras pseudo
cientficas tales como la hiptesis de las luces de tierra, que, a grandes rasgos, asegura que las
fallas geolgicas de la Tierra producen luces areas de forma natural. stas, a su vez, afectan
psicolgicamente a quienes las perciben de modo que ven las luces como naves estructuradas.
Curiosamente, pocos (si hay alguno) uflogos designan a las brujas como culpables. Pero de vez en
cuando llaman la atencin sobre la similitud entre la tradicin ferica y los ovnis. Aunque las hadas,
por supuesto, estn sujetas a la misma controversia. Por una parte, los folcloristas, que aqu
sustituyen a los antroplogos, atribuyen la creencia en las hadas a una especie de vaga memoria
racial de (a) los druidas, (b) los dioses celtas o (C) una sociedad secreta de brujas. Su equivalente de
la teora extraterrestrista es que las hadas formaban una raza de gente enana, los pictos, que fueron
obligados a vivir bajo tierra tras ver invadido su territorio. No obstante, esta idea fue desacreditada
hace mucho y los folcloristas volvieron a caer, s, en las tensiones psicosociales[22].
Por otro lado, las teoras sobrenaturalistas, por as decirlo, han seguido el ejemplo de los testigos
originales y los que creen en las hadas, que en su mayora estn divididos entre los pareceres de que
son espritus de la naturaleza, espritus de los muertos, ngeles cados o simplemente una raza aparte
de seres ms o menos espirituales que resulta que comparten el planeta con nosotros.
Yo no me alinear, por cierto, con ninguno de los bandos. Es decir, que no descartar, como
hacen los antroplogos, ninguna teora aduciendo que es imposible. Ni, como los gusii, atribuir las
luces extraas a un nico agente como las brujas.

Espritus ancestrales
Hemos visto hasta ahora que desde el instante mismo de su aparicin las luces anmalas estn sujetas
a distintas interpretaciones. Nunca se contemplan de forma neutral, sino que siempre se deduce
alguna causa o agente, con independencia de si ste se ve realmente. La gente de una cultura dir que
son manifestaciones alternativas de espritus o hadas; la gente de otra dir que emanan de brujas u
ovnis. En cualquiera de estos casos podemos decir que a menudo las luces vienen acompaadas por
personificaciones (a falta de una palabra mejor). Volvamos un momento a frica, por ejemplo. En
1981, en una gran finca llamada La Rochelle, a la salida de Mutare, en Zimbabwe, varios nativos
vieron una gran bola de luz naranja y, poco despus, a tres o cuatro personajes altos vestidos con
tnicas metlicas y brillantes. Proyectaban demasiada luz para poder verles los rostros. El incidente
no fue investigado por un antroplogo, que quiz hubiera visto en las apariciones indicios de
brujera, sino por una ufloga, Cynthia Hind. sta, naturalmente, le pregunt al testigo principal,
Clifford Muchena, si haba odo hablar de pueblos y naves procedentes del espacio exterior. l se
mostr dubitativo. Se refera a astro nautas? Junto con los dems testigos, se inclinaba a identificar a
los visitantes como fantasmas o espritus de los ancestros. La seora Hind pregunt si las tnicas
plateadas eran un atuendo propio de los ancestros; no llevaban ms bien pieles y collares con dientes
de cocodrilo? Los tiempos cambian, contest el seor Muchena.[23]
Si su identificacin era correcta, los espritus ancestrales seran una descripcin ms adecuada de
la aparicin que los fantasmas. La fe en ellos est tan extendida como la fe en las brujas, y se
consideran tanto benignos como malignos, en funcin de si se les ha ofendido o no de alguna
manera. Quedan lejos de la vida personal, pues llevan muertos mucho tiempo y pertenecen ms a la
tribu que al individuo. Los fantasmas, en cambio, pueden ser personales, muertos desde hace poco e
ntimamente relacionados con el individuo. Una de las formas de aparicin ms comunes es la de un
pariente que surge junto a la cama de alguien en mitad de la noche. Siempre los acompaa una luz y,
en ocasiones, slo se ve dicha luz, mientras que la presencia del pariente se intuye. Un herrero de
Tarbes, en Francia, explicaba:
En mitad de la noche me despert una luz cegadora. Alc la vista y a la izquierda de mi cama vi
un disco brillante con una luz que pareca como la llama regular de un candil. No vi ninguna figura
ni o ningn sonido. Hasta aqu, nada distingue esta experiencia de muchsimas otras a las que los
uflogos llaman visitantes de dormitorio. Los ovnis y/o las entidades desconocidas, a menudo con
aspecto aliengena, siempre se estn apareciendo exactamente bajo estas circunstancias. Pero el
herrero continu as:
Tuve la sensacin de que una prima ma, que viva en Langon y estaba muy enferma, estaba
conmigo en la habitacin. La visin se esfum en cuestin de segundos y yo me volv a tumbar,
dicindome que era un idiota. A la maana siguiente a las 8:30 recib un telegrama con la noticia de
que mi prima haba muerto a la una de la madrugada.[24] As que sta es una historia de fantasmas,
no un relato de ovnis; y, para ser coherentes, debemos incluir las almas de los muertos entre los
posibles agentes que se esconden detrs de las luces anmalas.

El contexto cultural
Y, lo que es ms: cmo clasificamos las siguientes tres historias de luces personificadas?
En 1910, un alumno de Oxford y su amigo volvan a su casa a caballo desde Limerick, a travs
del condado de Kerry, en Irlanda. Era medianoche y estaba muy oscuro. Cuando se acercaban a
Listowel vieron una luz medio kilmetro ms adelante. Al principio pensaron que era una casa
iluminada, pero al aproximarse notaron que se mova arriba y abajo, adelante y atrs, reducindose a
una chispa y expandindose luego en una luminosa llama amarilla. Dos luces ms aparecieron a unos
100 metros a la derecha. En medio de cada una vimos un ser radiante que tena forma humana. En
ese momento las luces se desplazaron una hacia la otra y se tocaron, con lo que se vea a los dos
seres de dentro caminar juntos El resplandor era tan deslumbrante, como un halo alrededor de sus
cabezas, que no pudimos distinguir el semblante de aquellos seres.[25]
En 1846, dos nios arreaban el ganado una tarde en una zona remota de Francia, cerca de La
Salette, cuando uno de ellos, Mlanie Mathieu, de catorce aos de edad, mir al fondo de un barranco
y vio un gran crculo de luz brillante y titilante que eclipsaba el sol. Llam a su compaero,
Maximin Giraud, de once aos, que tambin vio el crculo de luz. ste empez a abrirse de manera
que pudieron distinguir la figura de una mujer, sentada en actitud dolorosa, llorando.[26]
En 1969, cuatro personas se encontraban en la cocina de un caf de Pontejos, Espaa, cuando
vieron un rectngulo naranja suspendido en el aire contra el cielo nocturno, a unos treinta metros.
Meda unos cinco metros de largo. Dentro, se vean perfiladas las figuras de cinco hombres.
Parecieron entrar en la zona iluminada por los costados y desplazarse hacia el centro, donde se
desvanecieron.[27]
A menudo se dice que las visiones y las apariciones se experimentan en funcin de la cultura en
que aparecen. Para trazar un paralelismo religioso, es un tpico decir que ningn budista ha tenido
nunca una visin de Cristo, y que ningn cristiano ha tenido nunca una visin de Buda. Pero me
pregunto si los testigos de mis tres ejemplos estuvieron inmediatamente seguros de lo que estaban
viendo. En cuanto a los seres radiantes del primero, sera razonable llamarlos ngeles, pero
aparecen en un libro sobre hadas. Los nios del segundo sugirieron al principio que la mujer que
lloraba era una santa. Con posteriores avistamientos fue ascendida a la Santa Virgen Mara. Los
cuatro espaoles del tercero simplemente podran haberse quedado perplejos si su historia acabara
ah. Pero el hecho es que, cuando la luz naranja se apag, vieron un gran objeto gris, como un
cuenco puesto boca abajo sobre un plato, que parti con una llamarada de luz. Seguramente lo
llamaron un ovni. En todo caso, independientemente de cmo se hayan experimentado en su
origen, es inevitable que las apariciones y las visiones se interpreten, al pensar en ellas una segunda
vez, en funcin de sus contextos culturales. Incluso pueden coexistir distintas interpretaciones en una
misma sociedad, como, por ejemplo, cuando un cristiano etiqueta como diablo lo que un uflogo
considera un aliengena.
Las culturas orales, tribales, no occidentalizadas a las que llamar culturas tradicionales,
pueden reaccionar con miedo o alegra ante el avistamiento de luces anmalas, acompaadas o no de
personificaciones, pero en cualquier caso no les perturban. Gracias a su cosmovisin, tienen a mano
la opcin de los seres sobrenaturales para explicarlas: dioses, brujas, fantasmas, hadas (o su
equivalente) y espritus. Y stos no son un elemento secundario en su cultura, sino que forman parte
esencial de ella. Ellos viven su vida conscientes de la proximidad de seres poderosos que a veces se
dejan vislumbrar. Nuestra cultura se limita a negarlos oficialmente, claro. A un nivel popular, hay
una gran cantidad de personas que creen en toda suerte de seres sobrenaturales, y no son pocos los
que afirman haberlos visto (no es necesario creer en ellos para verlos). Sin embargo, no nos
quedamos satisfechos con las explicaciones tradicionales de las luces anmalas. Queremos, a su vez,
explicar las explicaciones; queremos saber qu son las brujas y los espritus. Y, por encima de todo,
queremos saber si son reales.
Nuestra propia cultura ha producido un cuerpo genuino de lo que en otras culturas llamamos
folclore. Me refiero a los ovnis. stos son un poco inusuales porque no se manifiestan directamente
como personificaciones. Se manifiestan sobre todo como naves estructuradas, y toda entidad asociada
con ellas se considera ocupante. Una serie de encuestas de opinin en los Estados Unidos indica que
ms del cincuenta por ciento de la poblacin cree en los ovnis y que una proporcin elevada de esas
personas asegura haber visto uno,[28] Creer en los ovnis implica normalmente creer que son naves
espaciales que nos visitan desde otro planeta. Menos europeos que americanos parecen albergar tales
creencias. Los europeos que creen en los ovnis tienden a pensar que estn viendo cosas muy raras,
pero no necesariamente una nave espacial aliengena.
Llegado aqu, lo nico que puedo decir sobre las luces anmalas en el cielo es que son la
aparicin ms culturalmente indiferenciada de todas. Son ms bien como un teln universal que se
levanta para iniciar una representacin en que los actores pueden ser una gran variedad de seres
extraos. Algunos testigos ven hadas; otros, naves espaciales. Algunos se encuentran con que la luz
les ha conferido una sbita oleada de conocimiento; otros desarrollan poderes psquicos. Y aun hay
otros que regresan a su casa para encontrrsela ocupada por espritus. Estas luces son como signos o
augurios que anuncian una experiencia singular, un mundo diferente, una nueva forma de vida.
Fijmonos, por ejemplo, en los miembros de la familia Avis, que una noche volvan a casa en coche
cuando vieron una luz extraa siguiendo su vehculo. Al principio pensaron que deba de ser un
avin, pero tena forma ovalada y era de color azul claro. Desapareci detrs de unos rboles. Dieron
el incidente por terminado, pero en realidad no haba hecho ms que empezar. Dejaron de or el ruido
del motor, se metieron en un banco de niebla verde, la radio del vehculo crepit y sac humo, el
motor se par y, pero guardar su extraordinaria historia para luego.
2
OVNIS

Un mito moderno
A las 2:30 de la madrugada del t9 de mayo de 1979, Mike Sacks se encontraba en las colinas que hay
cerca de Bacup esperando avistar ovnis con su hermano, Ray, y otro amigo. Todos ellos oyeron una
especie de aullido apagado y quejumbroso y vieron una luz blanquecina que descenda del cielo
como una propulsin fuera de control. La luz se descompuso rpidamente en una forma
estructurada y () el aullido se transform en un zumbido suave. La cosa se detuvo prcticamente
encima de ellos, extendindose sobre un riachuelo de orillas empinadas. En la parte superior tena
una cpula que despeda chispas con una especie de luz azul elctrico. Por debajo haba un aro como
de aluminio que pareca translcido y tena un brillo interior. Se inclin del otro lado de los testigos,
mostrando detalles de su cncava parte inferior, incluida una hilera de luces alrededor del borde y
aadidos triangulares y rectangulares. Entonces, el objeto aceler de pronto ro arriba y desapareci
por una colina.[29]
Al describir este encuentro, Mike Sacks expres la frustracin habitual en muchos testigos de
avistamientos de ovnis:

Ojal pudiera hacer que crean lo que digo. Yo estaba all. Lo s. No hay en absoluto ni el
menor atisbo de duda. Los ovnis son reales. Los ovnis son naves slidas, fsicas. Nadie
conseguira convencerme de lo contrario despus de lo que vi aquella noche. Slo que es
terrible saber esto y aun as ser incapaz de demostrarlo.[30]

En efecto, para acentuar su frustracin, las fotografas del ovni que tom esa noche no salieron,
aunque el resto de la pelcula estaba bien.
A pesar de la certeza de Mike Sacks, la realidad de los ovnis y de todas las apariciones sigue
siendo un tema polmico, pues nos incitan a preguntarnos qu entendemos por realidad, lo cual es un
problema filosfico muy antiguo y espinoso. En especial, nos piden que decidamos si nuestros
encuentros con apariciones son subjetivos u objetivos; es decir, si un ovni, por ejemplo, es de alguna
manera producto de nuestra mente o existe realmente en algn lugar del universo. Si es objetivamente
real, entonces debemos decidir si es fsicamente real o slo lo es en apariencia, es decir, si es
material o inmaterial (aunque visible).
A Mike Sacks no le cabe ninguna duda de que su ovni era objetivo y fsico. Lo mismo podra
decirse de los siete objetos, uno grande y seis pequeos, que acompaaron a un BOAC Stratocruiser en
un vuelo de Nueva York a Londres el 29 de junio de 1954. Los objetos, vistos tanto por la tripulacin
como por los pasajeros, fueron descritos como grises, opacos, muy afilados y sin luces. Sin
embargo, la naturaleza fsica, al menos del objeto grande, no era tan definida como cabra. Pareca
cambiar de forma con gran volubilidad, apareciendo a veces como un aparato bien definido, y otras
como bastante amorfo.[31] Por si fuera poco, los ovnis muestran una irritante tendencia a
desvanecerse sin ms en el aire.
Voy a ir tocando el problema del carcter fsico de las apariciones a lo largo de todo el libro.
Pero, por ahora, comenzar tratando la cuestin de su subjetividad u objetividad. Y el mejor punto
para empezar es el gran psiclogo analtico suizo C. G. Jung, que, en 1965, escribi un largo ensayo
titulado Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo.[32] ste sigue siendo uno de los ms
agudos anlisis de apariciones areas, aunque no le hizo mucho bien a la reputacin cientfica de
Jung. La mayor parte de los cientficos respetables evitan siempre las anomalas, y los platillos
volantes no son una excepcin. Sin embargo, Jung se puso del lado de la vida real y por encima de
la respetabilidad, arguyendo que ningn cientfico verdadero podra ignorar los miles de informes
que surgan en todas las partes del mundo refirindose a esas extraas luces y objetos.
Si bien stos se han visto desde siempre Jung reproduce, por ejemplo, dos publicaciones del
siglo XVI donde se muestran apariciones areas en Nuremberg (1561) y Basilea (1566), los
uflogos coinciden en que el mito moderno de los ovnis fue lanzado el 24 de junio de 1947 por un tal
Kenneth Arnold, que vio nueve objetos plateados desde su avin ultraligero mientras volaba por los
alrededores del monte Rainier, en el estado de Washington. Alertado de su presencia por dos destellos
de luz tremendamente brillantes, Arnold los describi volando Como lo hara un platillo si se
lanzara sobre el agua.[33] De ah la expresin platillo volante. Utilizo la palabra mito, por
cierto, como la emplea Jung en el ttulo de su ensayo: no se refera, como hoy en da se usa tan a
menudo de manera informal, a una invencin o a una historia que no es cierta. Al contrario, se
refera a una historia que es cierta. La naturaleza exacta de esta certeza, como la naturaleza de la
realidad, se ir descubriendo a medida que avancemos. Por el momento, lo que dijo Jung de los
platillos volantes es tan cierto hoy como lo era entonces. Se ve algo, dice, pero uno no sabe qu
(); una cosa es segura: se han convertido en un mito viviente.[34]

El inconsciente colectivo
Antes de poder decidir si los ovnis estn o no dentro de la mente, tenemos que decidir qu
entendemos por mente. El modelo de psique de Jung proporciona el mejor tal vez el nico
marco para entender las experiencias visionarias. Como seguidor de Freud, entenda que, aparte de
nuestras vidas conscientes (que, bastante errneamente, consideramos nuestro yo), hay una vida
inconsciente que en general ignoramos. El inconsciente es el depositario de nuestra experiencia
pasada, parte de la cual se puede recordar conscientemente a voluntad (memoria); pero con otras
partes no ocurre as, puesto que estn reprimidas. No obstante, un contenido reprimido no desaparece
sin ms, sino que contina ejerciendo una influencia soterrada en nuestras vidas, reapareciendo de
forma indirecta como neurosis. A grandes rasgos, la tarea del psicoanlisis es alentar al paciente para
que saque a la luz esta experiencia olvidada o reprimida a menudo radica en la infancia, para as
deshacer el nudo psicolgico que est provocando la neurosis y sus poco deseables sntomas.
Pero, a diferencia de Freud, Jung trataba con pacientes que sufran perturbaciones ms serias,
psicosis ms que neurosis, y en sus delirios y fantasas percibi gran cantidad de imgenes y motivos
que no era posible explicar recurriendo a sus vidas personales. Por ejemplo, un paciente poda
albergar ideas y creencias fantsticas que no hallaran ninguna analoga ms que en algn esotrico
mito gnstico. As que Jung se vio obligado a reconocer un nivel ms profundo de la psique que
contena la experiencia pasada no slo de nuestras vidas personales, sino de toda la especie. Llam a
este nivel de la psique el inconsciente colectivo, para distinguirlo del subconsciente de Freud (al
que, a su vez, rebautiz como inconsciente personal).
Si Jung describa el inconsciente en trminos de estratos o niveles, era slo una manera de hablar.
El inconsciente en s no puede describirse; slo puede representarse mediante metforas. No se divide
en niveles de forma ntida, por ejemplo. Ms bien es ocenico, cambiante, un hervidero en constante
fluctuacin. En efecto, el ocano era la metfora preferida de Jung, segn la cual la conciencia es,
por supuesto, tan slo una pequea isla que emerge y est rodeada de la vasta fluidez del inconsciente.
El contenido del inconsciente es un mar de imgenes. Normalmente son visuales, pero no
exclusivamente, ya que pueden ser abstracciones, modelos, ideas, inspiraciones e incluso humores.
Las imgenes del inconsciente colectivo son representaciones de lo que Jung llamaba arquetipos.
No era una idea nueva se remonta a Platn, que postulaba un universo ideal de formas, del que todo
lo que hay en este mundo sera una simple copia, pero s era una nueva idea aplicada a la
psicologa. Los arquetipos son paradjicos. No pueden conocerse en s mismos, pero pueden
conocerse de manera indirecta a travs de sus imgenes. Son impersonales por definicin, pero se
pueden manifestar personalmente. Por ejemplo, el arquetipo que se encuentra, por as decirlo, ms
cerca de la superficie se denomina sombra. A un nivel personal, encarna nuestro lado inferior, todos
nuestros rasgos reprimidos. Podra aparecer en sueos y fantasas, por lo tanto, como un gemelo
secreto o un conocido al que se desprecia o un hermanastro idiota. Al mismo tiempo, nuestras
sombras personales estn enraizadas en una sombra colectiva impersonal, el arquetipo del mal, como
el que representa el Diablo cristiano.
Es ms comn encontrar una imagen arquetpica indirecta (es decir, en proyeccin) que
directamente. Aqu se hace evidente lo acertado del trmino sombra. Y es que el arquetipo se salta
totalmente la conciencia y proyecta una sombra sobre el mundo exterior. Entonces nos encontramos
con lo que est dentro de nosotros como si estuviera fuera. Un objeto o una persona del mundo
pueden recibir una proyeccin y cargarse de repente de un significado arquetpico. Cuando nos
enamoramos locamente de alguien de quien sabemos muy poca cosa, lo ms comn es que hayamos
cado presa de una proyeccin del anima, que recubre a la persona real y la imbuye de un
significado casi sagrado. El anima (o, en una mujer, el animus) es el segundo arquetipo importante
descubierto por Jung. Es el principio femenino en el hombre, la personificacin del inconsciente en
s. Como tal, son infinitas las imgenes con las que se representa: virgen, bruja, esposa, chica-del-
montn, diosa, ninfa, lamia, etc.
El arquetipo que ms nos concierne es el que Jung denomin s-mismo, el objetivo de toda vida
psquica, de todo desarrollo personal, que l llamaba individuacin. Este proceso constituye la tarea
ms importante de nuestras vidas, en el transcurso de las cuales se supone que debemos hacer
conscientes, en la medida de lo posible, los contenidos de nuestro inconsciente, por ejemplo, dejando
de proyectar en el mundo. El resultado es la expansin de la personalidad y, finalmente, un estado de
completud que abraza incluso los aspectos ms oscuros y contradictorios de nosotros mismos. El
arquetipo del smismo est prefigurado en la imagen del Anciano Sabio y se consuma en su
matrimonio mstico con el anima. Pero tales personificaciones no son las nicas imgenes del s
mismo. stas tambin se dan en formas abstractas, particularmente en patrones circulares, a menudo
divididos en cuatro, que las religiones orientales interpretan desde hace mucho y a los que
denominan mandalas. Estas imgenes pueden darse espontneamente hacia el principio del proceso
de individuacin, o en una crisis en nuestra vida psquica, como gua hacia y como muestra de el
objetivo final. Jung crea que los platillos volantes eran como mandalas; en otras palabras, que los
ovnis son proyecciones del inconsciente colectivo. (No obstante, ms adelante tendr ms cosas que
decir, y ms crticas, sobre la proyeccin).

El alma
La afirmacin de Jung era tradicional en muchos sentidos. Despus de todo, en las pocas antigua y
medieval, la totalidad de la psique o alma, como se sola llamar se imaginaba de numerosas
maneras: como un cuerpo voltil y etreo, como un homnculo (una persona pequea o un nio),
como un pjaro (en las tradiciones celta e islmica) y como una esfera brillante o ardiente. De
acuerdo con Cesreo de Heisterbach[35] (c. 1170-1240), el abad de Morimond tuvo una visin en que
su propia alma tena la forma de una vasija esfrica de vidrio, con ojos delante y detrs, que todo lo
saba y lo vea todo de una vez. Este aura de omnisciencia es una marca distintiva de muchos
encuentros con ovnis. Otro visionario citado por Cesreo vio que su alma era una sustancia
espiritual, de naturaleza esfrica, como el globo de la luna (la luna es en s misma un smbolo
tradicional del alma). Cesreo lo resume con una distincin interesante: a los ojos mortales el alma
aparenta tener una forma corprea, pero para aquellos que estn liberados de la carne el alma
aparece como la describen los dos visionarios: como una esfera luminosa.[36]
En su tratado La inmortalidad del alma, el gran platnico de Cambridge del siglo XVII, Henry
More, inspirndose quiz en la misma tradicin neoplatnica que Cesreo, describe cmo el alma,
despus de la muerte, adopta un cuerpo voltil con la misma forma que nuestro cuerpo terrenal.
Sin embargo, ste ha sido cambiado por un cuerpo luminoso o etreo que, inmortal, vive, en su
condicin verdadera, una vida inimaginable y a veces es descrito como una figura redonda u
ovalada y siempre orbitando entre dioses y estrellas, y a veces con ms dimensiones de las que
nuestra miseria puede comprender.[37] Es interesante observar que tanto Cesreo como More
consideran la imagen abstracta del alma una forma ms elevada que la imagen personificada.
As pues, una manera de considerar las apariciones luminosas es como imgenes del alma
proyectadas por el alma misma. Jung tambin se fij en la frecuencia con que aparecan muchas de
esas apariciones, representando una desintegracin y fragmentacin de la psique. Pueden verse como
almas parciales que llegan a aparecer en circunstancias bastante corrientes. Una paciente suya So
que varias esferas luminosas colgaban de las cortinas de su habitacin. Jung lo interpret como
fragmentos escindidos de psique que buscan ser reintegrados en la personalidad con el fin de
alcanzar o restablecer la completud psquica. Es ms, saba que, mientras estos fragmentos
permanezcan en un estado de proyeccin o exterioriza dos, pueden causar todo tipo de fenmenos
parapsicolgicos. En efecto, cuando su paciente despert oy un fuerte estallido: la parte superior del
vaso que tena en la mesita de noche se haba roto en una forma circular perfecta y su borde estaba
completamente liso.[38]
Experiencias como sta no son inusuales entre los llamados contactados por ovnis. Muchos de
ellos, incluido Mike Sacks, al que hemos conocido al principio de este captulo, recuerdan haber
jugado siendo nios con unas bolas de luz numinosas y semiinteligentes, como se describen los
fragmentos de psique proyectados o almas parciales de Jung. Gaynor Sunderland, que en mi
introduccin afirmaba haber visto dos aliengenas junto a una nave espacial en un campo,
recuerda que, siendo nia, luces de slo unos centmetros de dimetro solan atravesar las paredes y
ventanas y jugar con ella, pero se desvanecan justo antes de que alguien entrara en la habitacin.
[39] Adems, tales personas parecen marcadas por las experiencias parapsicolgicas, como

pronostica Jung. Mike Sacks ya haba visto dos ovnis cuando tuvo el encuentro cercano que he
mencionado; y el hecho de que viera un ovni una noche en que haba salido especialmente para verlos
lo convierte en un tipo poco comn, por decir algo. El largo historial de sucesos paranormales de
Gaynor ocupaba todo un libro.
Jung sostiene que la aparicin de bolas grandes de luz a gran escala refleja una tensin que ya no
se limita a la psique individual, sino a la colectiva. Hay una ruptura en el mundo psicolgico, entre lo
consciente y lo inconsciente, y tambin en el mundo poltico, entre Oriente y Occidente. En una poca
en que la humanidad estaba considerando los viajes al espacio y se preocupaba por la superpoblacin
y la bomba atmica, era natural que aparecieran seales en los cielos como ovnis con formas que
reflejan nuestra propia fantasa tecnolgica.
Los ovnis son ambiguos. Por una parte simbolizan la desintegracin de la unidad psquica,
llegando en gran nmero y con multitud de formas, no tan slo de disco o circular, sino enormes o
minsculas, lenticulares o cnicas, aladas o sin alas, con o sin alerones, etc. (a duras penas son
idnticos dos avistamientos, lo que juega en contra de la hiptesis de las naves espaciales). Por otra
parte, simbolizan el potencial de reintegracin la completud, el smismo apareciendo tambin
por separado y con formas como los mndalas. No tienen un propsito, declarara Jung, como
tampoco lo tienen los mitos. Son fenmenos naturales producidos por la necesidad de un equilibrio
psquico; y a nosotros nos toca reflexionar sobre ellos, mientras ellos nos reflejan a nosotros, con la
esperanza de cicatrizar cualquier fisura psquica que nos hostigue.
Como psiclogo, Jung no trat la cuestin de la naturaleza fsica de los ovnis. Observ que
muchos avistamientos parecan ser de objetos slidos (que, adems, quedaban registrados en
pantallas de radares). Pero insista en que, aunque los ovnis tuvieran algn tipo de realidad fsica, esto
no alteraba su tesis en modo alguno. Y es que o las proyecciones fsicas envan un eco al radar, o
bien la aparicin de objetos reales proporciona la posibilidad de proyecciones mitolgicas[40] En
otras palabras, crea posible que las proyecciones del inconsciente colectivo pudieran tener una
apariencia fsica; o bien, aunque los ovnis podan ser fsicos, no eran necesariamente naves
espaciales extraterrestres. Proyectamos esta interpretacin sobre ellos por una necesidad inconsciente
de un mito que encarne, digamos, el concepto de intervencin celeste mediante poderes
sobrenaturales.
La autntica contribucin de Jung al debate, sin embargo, radica en su descubrimiento de una
parte de la psique el inconsciente colectivo que es objetiva. De este modo acaba con la pregunta
sobre si los ovnis son subjetivos (dentro de la mente) u objetivos (realmente estn ah), y afirma
que siempre son objetivos, pero que derivan del reino interno de la psique. Sabemos que pueden
aparecer a la vista, como proyecciones, pero para ser consecuentes tambin cabra esperar que
apareciesen internamente, como fantasas y, sobre todo, como sueos. Y eso es lo que hacen.

Sueos
Hay que subrayar que, aunque los sueos son experiencias internas, no son subjetivos. Es decir, que
no son nuestras mentes conscientes quienes los crean. No nos pertenecen, sino que son algo que nos
sucede. Los antiguos griegos hacan bien en no decir nunca que haban tenido un sueo, sino que
haban visto un sueo. Tambin hacan una distincin fundamental entre los sueos significativos y
los que no lo son.[41] Jung, que analiz miles de sueos en el transcurso de su larga vida, coincida
con ellos. Los sueos ordinarios, cuyo contenido remite a acontecimientos de nuestras vidas, eran
producto del inconsciente personal. Pero tambin estn los sueos arquetpicos, que derivan del
inconsciente colectivo, llamados significativos por los griegos y grandes sueos por las
sociedades tribales. El ambiente de stos es bastante distinto al de los sueos ordinarios. Se distinguen
por su intensidad y su claridad y, por encima de todo, por su sentido de la realidad. Se perciben como
sagrados y, en ocasiones, profticos. Un ejemplo tpico, citado por Jung, es el de una mujer que so
que bajaba por los Campos Elseos en autobs. Son la alarma antiarea. Los pasajeros del bus se
bajaron y desaparecieron en las casas de los alrededores. La mujer, que fue la ltima en dejar el
vehculo, intent meterse en una casa, pero las puertas estaban cerradas. La calle estaba absolutamente
vaca. Se apoy en una pared y alz la vista al cielo. En lugar de las esperadas bombas vio una
especie de platillo volante, una esfera metlica con forma de gota. Iba volando bastante despacio de
norte a este, y [ella] tuvo la impresin de que la estaban observando. En medio del silencio, oy los
tacones de una mujer que bajaba caminando por la calle vaca. El ambiente era de lo ms raro.[42]
Vemos aqu la transicin del inconsciente personal, por decirlo as, al colectivo: la mujer est
viajando con bastante normalidad cuando suena la alarma antiarea. La dejan sola frente a la
dramtica aunque bastante habitual situacin de un ataque enemigo. Pero en lugar de eso aparece algo
completamente externo a este mundo, una epifana, acompaada del aura de rareza que rodea a los
avistamientos de ovnis.
Un mes ms tarde, la mujer tuvo otro sueo:

Estaba caminando de noche por las calles de una ciudad. Unas mquinas interplanetarias
aparecieron en el cielo y todo el mundo huy. Las mquinas parecan grandes puros de
acero. Yo no hu. Fui detectada por una de las mquinas, que vino directa hacia m en ngulo
oblicuo. Yo pienso: el profesor Jung dice que no hay que escapar, as que me quedo ah quieta
y miro la mquina. Vista de cerca y por delante era como un ojo circular, medio azul y medio
blanco.[43]

Aqu, el sentido de la epifana de un dios o de Dios mismo manifestndose se intensifica. El


ojo nico es como el alma con varios ojos que todo lo ven mencionada por Cesreo. Pero, aunque
puede que el consejo de Jung a su paciente sea sensato, hay que tener en cuenta que el contacto directo
con poderes espirituales es equvoco tan peligroso como beneficioso, tal y como muestra la
segunda parte de este mismo sueo. La mujer se encuentra en una habitacin de hospital. Entran mis
dos jefes, muy preocupados, y le preguntan a mi hermana cmo estoy. Ella contesta que la sola visin
de la mquina me ha quemado todo el rostro. Slo entonces me doy cuenta de que estn hablando de
m, y de que tengo toda la cabeza vendada, aunque no puedo verla.[44]
Se trata de un efecto referido a menudo por testigos de ovnis. Se les quema la cara, les salen
erupciones, irritaciones en la piel, conjuntivitis Los extraterrestristas atribuyen estos sntomas a la
radiacin. Pero lo que vemos es que no todas las radiaciones tienen que ser literales. Las
abrasadoras imgenes arquetpicas dejan su marca en un sentido psquico y simblico, adems de en
un sentido fsico y literal. Moiss tuvo que cubrirse el rostro despus de ver la zarza ardiente, no
porque ardiera por radiacin, sino porque, irradiada por la gloria del Seor, no poda ser mirada.
As, los ovnis pueden aparecer en sueos con una lucidez muy vvida, e incluso ms que eso.
Pero, a la inversa, las visiones de ovnis en vigilia suelen estar rodeadas por un ambiente extrao y
onrico, la misma calma y rareza que se presentan en sueos. Hacia las cinco de la tarde del 26 de
mayo de 1981, por ejemplo, una pareja acababa de salir de su casa en Pitsea, Essex, cuando un
enorme objeto ovalado surgi de junto a una refinera. Tena una luz roja en la parte de atrs y cuatro
faros blancos. Volaba muy bajo, y tan despacio que tard siglos en pasar. El tiempo
prcticamente se detuvo, les pareci, y ms tarde los testigos se dieron cuenta de que, a menos que el
objeto hubiera tardado una media hora en pasar sobre esa concurrida calle en hora punta, no saban
qu haba ocurrido en un lapso de tiempo tan amplio. No hubo otros testigos.[45]
Una y otra vez, en los informes sobre ovnis omos que el tiempo s detiene, que hay un silencio
extrao a pesar del trfico intenso, pongamos. Los testigos describen una sensacin de aislamiento y
ensimismamiento, como si (igual que en el ejemplo del sueo) todos los dems se hubieran
desvanecido de repente; una sensacin de unidad con el objeto percibido en que la aprensin o el
temor iniciales pueden ser reemplazados por una sensacin de tranquilidad apagada.
Otra rareza de los avistamientos de ovnis queda demostrada por el caso de Nigel Mortimer, de
West Yorkshire, que una noche se despert sin ningn motivo aparente y sinti la urgente
necesidad de mirar por la ventana de su dormitorio. Vio una estrella brillante que se desplazaba
por el cielo rumbo al este. Pens que era un meteorito hasta que ste aminor y qued suspendido
sobre un campo cercano. Ahora pareca un objeto ovalado, metlico y gris azulado. Nigel dijo ms
tarde que se sinti muy despierto y ms bien eufrico al verlo. Cuando el objeto despeg a una
velocidad impresionante, l se entristeci. Al volver a la cama, not de pronto que estaba abrumado
por el cansancio y sin ganas de creer lo que haba visto, casi como si algo estuviera intentando
hacrselo olvidar. Como precaucin, redact una descripcin completa del avistamiento. Y menos
mal que lo hizo, porque a la maana siguiente lo haba olvidado todo hasta que se lo record su
informe escrito.[46]
As como a veces, sorprendentemente, olvidamos grandes sueos hasta que un leve
recordatorio nos los vuelve a traer a la memoria, parece ser que las personas que han visto ovnis en
estado de vigilia, tal vez conduciendo una motocicleta, pueden olvidarse tambin de todo el incidente
hasta que leen un informe al respecto de otro testigo. Pero no estoy llamando la atencin sobre la
similitud entre el sueo y los encuentros con ovnis en vigilia para reducir los segundos al primero
(para decir, como hace mucha gente, que slo fue un sueo). Al contrario, lo que quiero es
subrayar la importancia de los sueos e insistir en su realidad, si bien es un orden de realidad
diferente del que nos complacemos en considerar normal. Es una excentricidad de nuestra cultura
subestimar los sueos si tenemos en cuenta el importante papel que desempean, y han desempeado
siempre, no slo en las culturas tradicionales, sino tambin, por ejemplo, en las grandes religiones
del mundo.
Jung, como Freud, consideraba los sueos la via regia al inconsciente y, por tanto, al
autoconocimiento. Nunca dej de prestar atencin a sus sueos, muchos de los cuales fueron
decisivos para dar forma al curso de su vida, tanto la interior como la exterior. Comprenda la
paradoja del inconsciente: que es inconsciente slo desde el punto de vista de la conciencia en vigilia
ordinaria. Cuando sta duerme o se encuentra en suspenso, el inconsciente revela una asombrosa
conciencia propia que a menudo ve y sabe ms que nosotros. Sueo y vigilia no tienen por qu ser
tratados como contrarios. Uno puede invadir al otro. Se pueden considerar los sueos como visiones
del durmiente, y las visiones como sueos en vigilia. Los primeros tienen lugar interiormente y los
segundos, exteriormente. Pero son de la misma especie, como lo entenda el jefe apinay del que he
hablado en la introduccin. Recordarn que, estando de cacera, se top con su dios sol, que estaba de
pie con su garrote junto a un rbol, con el cuerpo pintado, franjas rojas en las piernas y los ojos
como dos estrellas. Aquella misma noche se volvi a aparecer en sueos a nuestro jefe:

Me dirig a l, y dijo que me haba estado esperando en la estepa para hablarme, pero
como yo no me haba acercado l se haba ido. Me llev a cierta distancia de la parte de atrs
de la casa y all me mostr un punto en el suelo donde, dijo, haba algo guardado para m.
Entonces se desvaneci.
A la maana siguiente, fui all enseguida y toqu el suelo con la punta del pie, y not que
haba algo duro enterrado. Pero vinieron a llamarme otros para ir a cazar Cuando
regresamos, volv de inmediato al sitio que l me haba enseado, pero ya no encontr nada.
Ahora s que fui un estpido.[47]

Ah, s, el cuento del tesoro perdido es conocido en todo el mundo, como la vajilla de oro que la
gente del reino ferico seala a los irlandeses. La condicin visionaria es algo muy frgil. Una vez se
ha roto el encantamiento por la llamada al orden y el sentido comn, el tesoro se evapora y el gran
secreto queda olvidado, como el resto del poema de Coleridge Kubla Khan, del que fue apartado
por el desafortunado individuo procedente de Porlock.
3
ALIENGENAS Y HADAS

Avistamientos preliminares
Tras echar un vistazo a las luces anmalas y los supuestos ovnis, es hora de ver ms de cerca las
entidades asociadas con ellos. Los dos avistamientos siguientes pueden catalogarse como clsicos o
arquetpicos. Estn elegidos al azar entre docenas de casos similares.
Cuando era joven, el seor T. C. Kermode, miembro del parlamento de la Isla de Man, se diriga
caminando con un amigo a una fiesta en Cronk-a-Voddy, una noche de octubre, cuando su amigo
mir por casualidad al otro lado de un pequeo ro y dijo: Oh, mira, ah estn las hadas. Las habas
visto alguna vez?. El seor Kermode mir obedientemente y vio un crculo de luz sobrenatural que
ahora considero luz astral o luz de la naturaleza, como la llaman los msticos y en la que se
hacen visibles los espritus. El lugar donde apareci la luz era un espacio llano rodeado por colinas
bajas. En el interior de este espacia y del crculo de luz vi llegar en parejas y tros una gran multitud
de pequeos seres () que pare can como soldados () vestidos de rojo. Se movan de un lado a
otro en medio del crculo de luz, mientras formaban en orden como tropas de instruccin. Todos
ellos se esfumaron cuando su amigo golpe una pared con su bastn y grit.[48]
Un hombre de negocios de cuarenta aos, el seor Angelu, conduca su motocicleta cerca de
Figueres, Espaa, una tarde de octubre de 1958, cuando vio caer algo del cielo como si se estrellara
en un bosque cercano. Fue all a ofrecer ayuda, pero se encontr con que el objeto no se haba
estrellado, sino que haba aterrizado. Tena la forma del clsico ovni, como un plato invertido encima
de otro, unos ocho metros de dimetro y se sostena sobre unas patas. En la cabina transparente de
arriba se vislumbraba una figura, y haba otras dos afuera, en el suelo, atareadas recogiendo algo.
Tenan un aspecto humano, salvo que sus cabezas eran demasiado grandes y su altura de slo un
metro aproximadamente. Volvieron a meterse en su nave, que se elev por el aire y aceler
rpidamente hasta perderse de vista.[49]
Por el momento llamar aliengena al tipo de entidad de este segundo ejemplo, para
distinguirlo de los seres fericos del primero. Se trata en buena parte de una cuestin de
conveniencia, como ilustrarn los siguientes ejemplos, que invito al lector a clasificar.
La noche del 9 de junio de 1960, una mujer que conduca rumbo a California alcanz a una
pequea figura con sus faros. sta se volvi a mirarla y despus sali corriendo. Meda noventa
centmetros de alto y era ancha de hombros, larga de brazos y de color oscuro; tena la cabeza en
forma de calabaza y un par de ojos resplandecientes y de color amarillo anaranjado. A la mujer le dio
la impresin de que tena el cuerpo peludo.[50]
Conduciendo por Stockton, Georgia, el 3 de julio de 1955, la seora Wesley Symonds vio a
cuatro criaturas de ojos saltones cerca de la carretera. La que estaba de cara a ella tena los ojos
grandes y prominentes, una cosa parecida a una taza en la cabeza, una boca que no se vea, la nariz
larga y puntiaguda y una barbilla que acababa en punta afilada. Sus brazos largos y delgados
terminaban en unos apndices como garras.[51]
El 20 de octubre de 1954, cerca de Como, Italia, un hombre acababa de aparcar su coche en el
garaje cuando vio a un extrao ser de alrededor de un metro treinta de altura. Llevaba un traje
luminoso y se encontraba de pie junto a un rbol. Apunt hacia l el rayo de una especie de linterna y
el testigo qued paralizado hasta que apret el puo sobre sus llaves del garaje, movimiento que
pareci liberarlo. Avanz hacia el ser, que al instante se elev en el aire y desapareci con un
zumbido.[52]
La presidenta del Instituto de Mujeres de Wellington pasaba las vacaciones en Cornualles con su
hija cuando, bajando por un camino de curvas, se toparon con un hombrecillo junto a una verja.
Vesta todo de verde, llevaba una capucha puntiaguda como sus orejas y las estaba observando.
Ambas lo vieron y la nia grit; estaban las dos heladas de terror. Corrieron tan deprisa como
pudieron hacia el transbordador que haba ms abajo.[53]
A pesar de la ausencia de cualquier ovni, los tres primeros avistamientos aparecieron en la
literatura sobre el tema, quiz porque ahora representa el principal, o incluso el nico, depositario de
apariciones no humanas. Sin embargo, poca cosa los distingue del cuarto ejemplo, que sale citado en
un libro sobre seres fericos. De hecho, el tercer encuentro tiene un toque clsico: los seres fericos
son famosos por temer cualquier cosa hecha de hierro, y fueron las llaves del hombre lo que rompi
el hechizo del rayo del aliengena.
Debo decir que, si estoy empleando ejemplos de avistamientos de hadas para compararlos con los
de aliengenas ms modernos y actuales, es slo porque aqullas me quedan ms cerca histrica y
geogrficamente (y personalmente, pues miembros de mi familia las han visto) que cualquier otra
especie de seres anmalos. Pero de ningn modo son excepcionales. Simplemente es el nombre que
recibieron en las culturas celtas sobre todo en Irlanda unos seres que tienen sus anlogos en
todas las culturas, ya sean los elfos de la anglosajona, por ejemplo, o los trols de Escandinavia. La
cultura moderna, a la que llamamos occidental, ha acabado con todos ellos, relegndolos al
pasado supersticioso. Pero las sociedades tribales modernas an ven y creen en sus propios
equivalentes. Y quiz, despus de todo, nosotros tambin, si hay que guiarse por los ejemplos
anteriores. Algunos uflogos afirman que las apariciones de aliengenas son tan slo las de las
antiguas hadas, o lo que sea, reapareciendo con un nuevo disfraz.
Yo no estoy muy seguro de que el disfraz sea en realidad tan nuevo. La extrema diversidad de los
aliengenas resulta ms plausible si se compara con la pltora de entidades folclricas que con miles
de especies distintas de extraterrestres. Supongo que los dos rasgos que se esgrimen ms a menudo
para diferenciar a los aliengenas son sus ropas y sus naves espaciales. Pero incluso stos
encuentran paralelismos histricos o antropolgicos, si uno se preocupa por buscarlos. Cuando
omos hablar de las pieles o los trajes brillantes y metlicos de los aliengenas, pensamos de forma
natural en nuestros astronautas. Pero tambin podramos recordar a los brillantes hombrecillos de
metal espritus de la tierra o kobolds que frecuentaban las minas y montaas.[54] O a aquellos
hombrecillos llamados Cabiros, que figuran logradamente en el Fausto de Goethe. O los pequeos
pero poderosos Dctilos, dioses de la inventiva, bien conocidos por los antiguos griegos.[55] Ya
hemos visto que las hadas y similares pueden viajar por el cielo como luces semejantes a los ovnis.
Pero los ihkal de los indios tzeltal de Mxico vuelan por ah con una especie de cohete sujeto a la
espalda. Se los describe como unos seres de noventa centmetros de altura, humanoides peludos que
de vez en cuando utilizan sus dotes de propulsin para llevarse a personas.[56] Los vehculos
voladores con una tecnologa adecuada a la cultura en la que aparecen no son inusuales. Un mito de
unos nativos americanos habla de Algon, un cazador chippewa que se tropez con un camino circular
alisado por muchas pisadas sobre la hierba. Para averiguar quin lo haba hecho, se escondi y
aguard, y finalmente oy una msica. A medida que se oa ms alta, vio en el aire un carro de
mimbre (sauce) que transportaba a cuatro bonitas mujeres que aterrizaron y bailaron
maravillosamente en crculo. Cuando Algon se aproxim, huyeron a su carro y remontaron el vuelo.
[57] Es ste un relato muy interesante, que combina elementos de las hadas (msica y baile) con la

tradicin de los ovnis e incluso la mitologa de los crculos de las cosechas.


Es curioso que incluso los investigadores de ovnis que no se comprometen con las hiptesis
extraterrestres parezcan no querer informarse nunca sobre la tradicin local de la zona donde ha
tenido lugar un avistamiento aliengena. No podra resultar que se hubieran visto antes bichos
similares, quiz durante cientos de aos? Sera algo especialmente til en los pases de Sudamrica,
donde los informes de aliengenas son tan extravagantes en muchos casos, y tan distintos de cualquier
cosa que podamos asociar a un astronauta, que cabe sospechar una transicin desde las entidades
tradicionales a los modernos ovninautas occidentales.

Clasificacin aliengena
En 1987, Walt Andrus, director de la americana Mutual UFO Network, anunci que, tras estudiar
miles de casos, la organizacin haba concluido que haba slo cuatro tipos de aliengenas que
visitaban la Tierra: las entidades con aspecto humano, los humanoides pequeos, los animales
experimentales y los robots.[58] Esta clasificacin refleja un compromiso con el extraterrestrismo: en
realidad hay dos especies de aliengenas responsables de crear artificialmente a otras dos. En general,
entre el caos de aliengenas de los cincuenta hubo una especie con aspecto humano, bella, de cabello
largo y suelto y carcter benevolente que mostr una cierta preponderancia. Tambin es cierto que
estas entidades se vieron suplantadas a partir de mediados de los sesenta mediante un contacto
sistemtico con un tipo de aliengena pequeo, cabezudo y de color gris (me fijar especialmente en
ellos ms adelante). Pero ninguna de estas afirmaciones es absoluta, pues abundaban las excepciones.
Otro estudio aseguraba que cerca de una quinta parte de los aliengenas detectados tenan un
aspecto ms o menos humano; algo ms de un tercio eran pequeos bpedos con grandes cabezas;
algo menos de un tercio no se podan ver debido a la ropa o a un casco. El cinco por ciento eran
bpedos peludos. El restante once por ciento ms o menos era un puado heterogneo de absolutos
bichos raros.[59]
El animoso intento por parte de Peter Hough de clasificarlos segn sus rasgos demuestra que son
tan variados como las naves en las que parecen viajar. Los informes describen a los aliengenas como
altos o bajos, con aspecto humano o sin cabeza, de apariencia slida o capaces de atravesar paredes o
levitar; amistosos u hostiles o simplemente indiferentes.[60] Por una parte, tal catlogo de
contradicciones lo desespera a uno de clasificar a los aliengenas satisfactoriamente; por otra,
proporciona una clave real respecto a su naturaleza, que ha de ser esencialmente contradictoria. Es
casi como si su variedad estuviera especficamente diseada para refutar cualquier teora que
pudiramos elaborar sobre ellos.
Para seguir demostrando la dificultad de la clasificacin (y como excusa para dar ms indicios
del sabor de los encuentros con aliengenas), tratar brevemente una de las formas predilectas
(aunque algo desesperada) de etiquetarlos; esto es, por el tamao. Los ejemplos ya citados pueden
llevarnos a creer que tanto los aliengenas como los seres fericos tienden a ser pequeos, de entre
unos noventa centmetros y un metro y medio de altura. No es ste el caso.
El 12 de septiembre de 1952, en Flatwoods, Virginia Occidental, un grupo de jvenes vio
aterrizar un meteorito en la cima de una colina cercana. Fueron all a investigar y, por el camino,
recogieron a la seora Kathleen Hill, a sus dos hijos y al soldado de la Guardia Nacional Gae Lemon,
de diecisiete aos. En la cima de la colina, todos vieron un gran globo grande como una casa,
segn uno de los chicos. En aquel momento, otro miembro del grupo vio lo que pens que era un par
de ojos de animal en las ramas de un rbol. Los enfoc con su linterna, con lo que todos vieron una
figura enorme debajo de la rama ms baja del rbol. Pareca medir unos tres o cuatro metros de
altura, tena una cara de color rojo sangre y unos ojos brillantes naranjaverdosos La
aparicin flot lentamente hacia los observadores, que huyeron histricos colina abajo. Al da
siguiente, unos investigadores encontraron marcas paralelas de derrape, una gran zona circular de
hierba aplastada y un olor extrao y desagradable a ras de suelo.[61]
En noviembre de 1958, dos soldados del ejrcito de tierra estaban vigilando una pequea cima
cerca de Braemar, en la regin de Aberdeen, Escocia, cuando, al alba, oyeron un ruido como un
gorjeo detrs de unos rboles. Cuando fueron a investigar, dos figuras enormes de ms de dos
metros de altura salieron a su encuentro de entre los rboles. Los soldados se dieron la vuelta y
echaron a correr. Mientras huan, oyeron un sonido susurrante y, al mirar hacia atrs, vieron un
objeto brillante con forma de disco que descenda sobre sus cabezas, al tiempo que palpitaba y
arrastraba una lluvia de chispas. Los dos jvenes se encontraban en estado de conmocin cuando,
poco despus, los trabajadores de una oficina de correos les dieron refugio en una cabaa aislada
cerca de la escena del incidente.[62]
Aunque los aliengenas suelen ser de estatura infrahumana o sobrehumana, tambin los hay, por
as decirlo, de tamao natural.
A las seis en punto de una maana de mayo de 1957, la seorita Frances Stichler se encontraba
atareada en el establo de su granja, en Milford, Pensilvania, cuando un sonido quejumbroso la alert
sobre un objeto con reborde y forma de cuenco, de unos seis metros de dimetro, que apareci ante
su vista, se par y se sostuvo en el aire a unos cuatro metros y medio del suelo. Un hombre con un
traje gris holgado y un casco ceido se sent encaramado al reborde del objeto. Pareca ser de
mediana edad. Su rostro, ligeramente bronceado, mostraba unos ojos hundidos y una expresin
burlona. La seorita Stichler an no haba superado su impacto inicial cuando el objeto sali de su
vista como un rayo y con un sonido de hlice.[63]
En noviembre de 1976, Joyce Bowles y Ted Pratt circulaban en coche cerca de Winchester,
Inglaterra, cuando, al ver un resplandor anaranjado en el cielo, perdieron el control del vehculo, que
vir bruscamente hacia la hierba del arcn de la estrecha carretera rural. Delante de ellos, suspendido
un poco por encima del suelo, haba un objeto naranja con forma de puro, de cuatro metros y medio
de tamao. Un hombre avanz por un costado del puro y se aproxim al coche. Meda
alrededor de un metro ochenta, era esbelto y llevaba un traje de una pieza, que pareca de aluminio,
abrochado hasta la barbilla. Su cabello era largo y rubio, pero su barba era oscura. Tena la tez
plida. Cuando alcanz el coche, coloc una mano encima del techo y se asom al interior,
permitiendo a Joyce y a Ted ver que su nariz era larga y puntiaguda, y sus ojos, completamente rosas,
sin iris ni pupila. Tal vez fueran incluso luminiscentes, porque, cuando Joyce volvi la cabeza, una
imagen retroactiva permaneci en su retina, con un efecto similar a cuando se mira fijamente una
bombilla elctrica.[64]
El intrpido e incansable investigador de ovnis John Keel seal que los uflogos como los
astrnomos que deliberadamente ignoran los objetos areos anmalos tampoco dejan de ignorar
determinados datos si no les convienen. Entre la gran cantidad de datos sobre ovnis omitidos e
ignorados, dice, encontramos cientos de informes sobre minipersonas. stos se publican muy
raramente porque son increbles, la mayora son idnticos a las historias de hadas y gnomos de
antao. Las minipersonas slo miden unos centmetros de altura. Algunos visten como astronautas,
incluidos cascos transparentes, mientras que otros son descritos de forma muy parecida a los duendes
irlandeses.[65]
Contina relatando el ejemplo que le proporcion una mujer de Seattle, Washington, que despert
a las dos de una madrugada de agosto de 1965 y se encontr con que no poda mover ni un msculo.
La ventana estaba abierta, y de pronto un objeto mate y del tamao de un baln de ftbol entr
flotando en el aire y se detuvo cerca de su cama. Se desplegaron tres patas de trpode y el objeto se
asent en el suelo. Una pequea rampa descendi de este miniovni y cinco o seis personas minsculas
salieron y se pusieron a trabajar ante su nave, como si la estuvieran reparando. Llevaban ropa ceida.
Cuando hubieron terminado, volvieron a subir la rampa y el objeto despeg y se alej por la ventana.
Entonces, la testigo pudo moverse. Estaba completamente segura de que haba estado despierta.
Keel tiene razn acerca de la similitud con los seres fericos. Existe una escuela de pensamiento
entre los folcloristas segn la cual la creencia en una raza de diminutas hadas inglesas deriva de las
fantasas literarias de Shakespeare y sus contemporneos. No es ste el caso; para hablar slo de
algunas de las hadas ms tempranas mencionaremos a las Portunes, que fueron descritas por
Gervasio de Tilbury (c. 1211) como unos seres de slo medio centmetro de altura.[66] Al mismo
tiempo, la concepcin popular de las hadas moldeada por tardas ilustraciones victorianas como
pequeas criaturas aladas que revolotean entre las flores, etc., es errnea. Las hadas, como los
aliengenas, vienen en todos los tamaos. En los manuscritos medievales apenas se las menciona,
pero, cuando aparecen, estn presentes todos los tipos que se describirn luego, desde las de medio
centmetro de Gervasio hasta las del tamao de un nio, del tamao humano e incluso gigantes.[67]
Clasificacin ferica
Puede que est condicionado, pero entre todos los seres fericos celtas, mis favoritos son los
irlandeses. Son menos oscuros que sus homlogos escoceses, ms hermosos incluso que las galesas
Tylwyth Teg (Buena Familia), ms nobles que los piskies (pisgies, pixies) de Cornualles y no tan
asociados con los muertos como los corrigans bretones. No me estoy refiriendo a las hadas
diminutas o del tamao de un nio que ya he mencionado, sino a esa raza de seres fericos que
reciben nombres diversos, como Tuatha de Danann, Sidhe, Buena Gente o, segn un campesino
vidente de Sligo, la Pequea Nobleza:

Son la gente ms magnfica que he visto nunca. Son muy superiores a nosotros, y por eso se
llaman la Pequea Nobleza. Son () una aristocracia militar, alta y de aspecto noble. Son una
raza diferenciada entre la nuestra y la de los espritus, segn me han dicho. Tienen unas
capacidades tremendas. Podramos erradicar a la mitad de la raza humana, pero no lo
haremos, dijeron, porque estamos esperando la salvacin. Y conoc a un hombre hace tres
o cuatro aos al que dejaron afectado de parlisis. Su vista es tan penetrante que creo que ven
a travs de la tierra. Tienen una voz argentina, dulce y viva. La msica que tocan es bellsima.
Se apoderan en cuerpo y alma de la gente joven e intelectual que les interesa, trasmutando el
cuerpo en otro como el suyo.[68]

Hubo una poca en que tales seres eran vistos con frecuencia, y tal vez an sera as de no ser
porque hoy se considera risible creer en ellos. Tal vez an se siguen viendo, slo que ya no se
informa de ello por el mismo motivo. Desde luego, ni Lady Gregory ni Dermot MacManus, que
coleccionaban relatos de testigos oculares, tuvieron que buscar demasiado lejos. De hecho, slo les
hizo falta preguntar por los alrededores de sus fincas y en la zona circundante para hallar testigos en
abundancia. Por ejemplo, la seora Sheridan le explic a Lady Gregory:

Nunca vi fuego elevarse en el aire [luces fericas, se supone], pero en el bosque ms all
del rbol de Raheen vi a menudo como una puerta abierta por la noche, y la luz que brillaba a
travs de ella, como podra brillar a travs de la puerta de una casa con velas y fuego dentro
He visto a muchos de ellos; son igual que nosotros, slo que llevan ropa moteada y sus
cuerpos no son tan fuertes o tan gruesos como los nuestros, y sus ojos son mas brillantes que
nuestros ojos[69]

Cuando MacManus era nio, hacia finales de siglo, supongo, el jardinero jefe le habl de un
avistamiento en Lis Ard, el famoso fuerte ferico en el terreno de Mac Manus. Haba estado
trabajando en el campo de abajo cuando alz la mirada y vio en el terrapln toda una hilera con
una veintena o ms de seres fericos, todos de tamao natural; las mujeres eran en su mayora
jvenes y con buen aspecto y con mantones sobre la cabeza. Los hombres llevaban abrigos rojos o
marrones y algunos iban con la cabeza desnuda (), mientras que otros llevaban unos sombreros
cnicos (); todos tenan una mirada fija y penetrante que () pareca traspasarlo.[70]
Por supuesto, hay toda una variedad de seres fericos que se han resistido a la clasificacin de los
folcloristas, al igual que les ocurre a los uflogos con los aliengenas. Mencionar solamente un
valiente intento por parte de una informante de Evans-Wentz, porque al menos ella asegur haber
visto todas las categoras de hadas y porque, adems, su intento es tan legtimo como cualquier otro.
La testigo aparece descrita como una mujer irlandesa y culta que vive [en 1910] en el condado de
Dubln.
Ella llama la Buena Gente a los seres fericos de los que acabamos de hablar; son seres altos y
hermosos, tan altos como nosotros. Se distinguen, por una parte, de los dioses, que en realidad son
los Tuatha de Danann y son ms altos que nosotros, y, por otra, de la Gente Pequea, que son
bastante atractivos y, como es natural, muy menudos. stos, a su vez, son diferentes de los
gnomos y los duendes. Los gnomos que vio en la ladera de Ben Bulben (una conocida montaa de
Sligo) tenan cabezas ms bien redondas, cuerpos morenos y gruesos y medan alrededor de
setenta y cinco centmetros. Los llamaba espritus de la tierra. Los duendes tambin son pequeos y
muy traviesos. Sigui a uno desde el pueblo de Wicklow hasta el Carraig Sidhe (Roca de las
Hadas), donde lo vio desaparecer. Tena una cara muy divertida, y me hizo una sea con el dedo.
[71]
Si stos son slo algunos de los seres fericos de una cultura, el problema de la clasificacin se
complica cuando consideramos que cada cultura tiene, o tena, su equivalente, cuyas caractersticas en
ocasiones coinciden y otras difieren de una cultura a otra, de una tribu a otra e incluso, quiz, de un
individuo a otro. Las hadas inglesas reciben distintos nombres en funcin del condado. Hay danes
(Somerset), derricks (Devon/Hees), farisses (Suffolk), feeorin (Lancashire), piskies (Cornualles),
por no mencionar el surtido de duendes, elfos, gnomos, trasgos, genios, diablillos, y una hueste de
animales fericos, desde caballos acuticos a gatos fericos.[72]
No obstante, puede que esta gran variedad de seres fericos sea slo aparente. El campesino
vidente de Evans-Wentz subray que la Pequea Nobleza era capaz de aparecerse bajo distintas
formas. Una vez se me apareci uno y aparentaba slo un metro veinte de altura y una complexin
robusta. Dijo: Soy mayor de lo que ves ahora. Podemos volver jvenes a los viejos, grandes a los
pequeos y pequeos a los grandes.[73] Es sta una antigua y respetable opinin. Proclo (412-485)
viene a decir lo mismo en su comentario a la Repblica de Platn: En todas las iniciaciones y
misterios, en otra parte aade sueos y visiones verdaderas,[74] dos dioses se exhiben de
numerosas formas y se aparecen en gran variedad de figuras, y a veces, en efecto, presentan una
irradiacin informe de s mismos; a veces, esta luz se configura segn la forma humana y, a veces,
prosigue hacia una figura distinta.[75]

La visin cristianocientfica
Resulta divertido e interesante establecer distinciones entre diferentes tipos de seres fericos y entre,
pongamos, seres fericos y aliengenas. Pero una clasificacin formal no es posible ni, creo yo,
deseable. La clasificacin presupone un tipo de pensamiento que no es aplicable al mundo visionario
o de las apariciones. Y, adems, las propias apariciones se resisten a ello. En cuanto se les atribuye
una caracterstica, viene otra a contradecirla. As pues, en lugar de constreir las apariciones a una u
otra categora, es ms sensato dejar que tomen ellas la iniciativa para saber cmo debemos verlas.
Esto significa modificar nuestro punto de vista, que, explcita o implcitamente, ha sido modelado por
el cristianismo y, ms recientemente, por la ciencia.
El cristianismo no consiente las hadas, ni los aliengenas o similares. Sus dirigentes apenas
pueden tolerar las visiones acreditadas de la Virgen Mara. En conjunto, el cristianismo deseara que
las apariciones se esfumaran. Si no lo hacen, se ve inducido a afirmar que son obra del diablo. La
ciencia las ignora por completo. Las apariciones y las visiones, contrariamente a lo que creen, por
ejemplo, la mayora de los uflogos, tienen poco que ver con la ciencia. A pesar de todos los
esfuerzos de pseudocientficos como los parapsiclogos para demostrar su existencia, seguirn
siendo (como casi todas las cosas en la vida) rumores, habladuras, ancdotas, historias y
experiencias privadas. Siempre habr abundantes historias sobre pruebas afirmaciones de que
hadas y aliengenas han sido atrapados, disparados, fotografiados o lo que sea, pero nunca existir
una prueba inequvoca en s misma. Y, aun as, la prueba no demuestra nada. Nadie que haya visto o
sentido toda la fuerza de una aparicin pide pruebas, y si trata de demostrrselo a otros es slo
porque se siente obligado a hacerlo, al tenor cientfico de nuestro tiempo.
Si la ciencia se conformara con ignorar las apariciones, todo estara bien. Por desgracia, ha
alimentado una ideologa, el cientificismo (a grandes rasgos, una mezcla de positivismo lgico y
materialismo filosfico), que cree apropiado pronunciarse sobre cuestiones que no le conciernen,
como la experiencia visionaria. Puesto que estas cuestiones no se adecuan a su esquema de cosas, el
cientificismo las condena con todo el celo de un cristiano converso. En el mejor de los casos, adopta
una postura de superioridad, como si perteneciera a un terreno moral ms elevado, y recurre a la
psicologa (con lo cual quiere decir dentro de la ment) o, s, a tensiones psicosociales. Ni en
sueos dara crdito al testimonio de personas corrientes. Forma parte intrnseca del cristianismo
oficial y del cientificismo proyectarse como superiores (el cristianismo y el cientificismo
verdaderos sufren la duda y la humildad).
Para entender las apariciones tenemos que cultivar una visin del mundo distinta de la que se basa
en el cristianismo, la ciencia y sus legados ideolgicos. Como ya hemos visto en Jung, que sostena
tal visin, una parte considerable de ello implica dar la vuelta a presuposiciones, reexaminar la
realidad y reinstaurar la importancia de los sueos, los contenidos inconscientes y las imgenes del
alma. Afortunadamente, no es algo tan difcil como sugiere la complicada y a menudo ampulosa
psicologa de Jung. Y es que la misma visin exista en todas partes en la era precristiana, y existe
todava en las culturas no monotestas. Incluso existe, contra todo pronstico, extraoficialmente
instintivamente entre grupos e individuos de nuestra cultura. Tales personas carecen a menudo de
un precedente de su visin, de un contexto histrico para las pruebas que ven con sus propios ojos; es
eso lo que este libro espera proporcionar en parte.
Realidad psquica
Ms que nadie en el siglo XX, Jung sostena una cosmovisin que haca inteligibles las apariciones.
La descubri empricamente examinando los sueos y fantasas de sus pacientes, que le llevaron a
desvelar un profundo nivel colectivo del inconsciente con un contenido de imgenes arquetpicas que
vivan una vida objetiva independiente. Como es natural, busc algn equivalente de su idea, y fue a
encontrarlo, quin iba a decirlo, en la alquimia. Lejos de ser tan slo una forma primitiva de la
qumica, la alquimia result un complejo sistema ritual de autoiniciacin; toda una ciencia del
alma, de hecho.
Podemos imaginarnos su excitacin cuando, por ejemplo, ley en un texto alqumico la siguiente
observacin, hecha de pasada, que deca que el alma slo est confinada al cuerpo parcialmente, al
igual que Dios est slo parcialmente confinado al cuerpo del mundo.[76] Esto confirmaba su propia
conclusin, segn la cual la psique es slo parcialmente idntica a nuestro ser emprico consciente;
en cuanto al resto, se proyecta y en este estado imagina o representa las cosas que el cuerpo no puede
captar.[77] Aqu, la naturaleza objetiva de la psique queda firmemente establecida. Pero Jung se
sigue aferrando a la interioridad fundamental de la psique, cuyas manifestaciones externas slo
seran proyecciones. Para cuando sale su obra magna Mysterium Coniunctionis (1955-1956)
incluso esta conviccin se ha visto sacudida. Puede que sea un prejuicio, reflexiona Jung,
restringir la psique a estar en el interior del cuerpo. En la medida en que la psique tiene un aspecto
no espacial, puede haber psique fuera-del-cuerpo, en una regin tan absolutamente distinta de la
esfera de mi psique que uno tenga que salir de s mismo () para llegar all.[78]
Jung se imaginaba esta regin como un territorio ajeno exterior al ego, como aquellos en los
que creen los pueblos tribales; todo un mundo, invisible pero presente en ste, que estaba habitado
por los espritus de los ancestros y por espritus que pertenecan a ese mundo (y que nunca se haban
encarnado). Por supuesto, tambin poda percibirse como un mundo psquico interior, como un
mundo en miniatura. En otras palabras, Jung ya no pensaba tanto en trminos de dos mundos, uno
interior y otro exterior, sino en trminos de dos aspectos del mismo mundo: un microcosmos y un
macrocosmos. Jung llam a este mundo realidad psquica.
Para nosotros es difcil captar la realidad psquica porque nuestra cosmovisin ha sido
obstinadamente dualista durante largo tiempo. El dualismo cuaj a principios del siglo XVII con el
nuevo empirismo de Francis Bacon y la filosofa de Ren Descartes, que dividi firmemente el
mundo entre mente (sujeto) y extensin (objeto). Pero el trabajo de base para tal distincin se haba
establecido, siglos antes, en el Concilio Eclesistico de 86g, que decretaba dogmticamente que el
hombre est compuesto de dos partes, cuerpo y espritu. El tercer componente alma estaba
contenido en el espritu, y as se perdi una distincin esencial. Pues es precisamente al alma (psykh
en griego, anima en latn) a lo que se remite la realidad psquica: un mundo intermedio, entre lo
fsico y lo espiritual, que participa de ambos.
Jung comprenda la realidad psquica porque se top directamente con ella, en un sueo. En l se
le apareci un ser alado surcando el cielo. Vi que era un anciano con los cuernos de un toro.
Sostena un manojo de cuatro llaves, y tena cogida una de ellas como si se dispusiera a abrir un
cerrojo. Esta figura misteriosa se present a s misma como Filemn; y aqul fue el principio de
una bella amistad. Visit a Jung a menudo, no slo en sueos, sino tambin estando despierto: En
ocasiones me pare ca muy real, como si fuera una personalidad viviente. Paseaba con l de un lado a
otro del jardn, y para m era lo que los indios llaman un gur Filemn me aport la nocin
crucial de que hay cosas en la psique que no produzco yo, pero que tienen su propia vida Mantuve
conversaciones con l y dijo cosas que yo no haba pensado conscientemente Dijo que yo trataba
los pensamientos codo si los hubiera generado por m mismo, pero, segn su parecer, los
pensamientos eran como animales en el bosque, o como personas en una habitacin Fue l quien
me ense la objetividad psquica, la realidad de la psique.[79]
Uno de los detalles que nos da Jung de Filemn es que traa consigo una atmsfera egipcio
helenstica de tintes gnsticos. En otras palabras, proceda de la cultura de habla griega que se
extendi por el Mediterrneo oriental en los primeros siglos posteriores al nacimiento de Cristo. En
esa poca el cristianismo no era ms que un conjunto de creencias que competa por la soberana con
muchas otras, como el gnosticismo, el hermetismo y, sobre todo, el neoplatonismo. Finalmente stos
fueron declarados herejes o bien absorbidos en parte por el cristianismo, que se convirti en la
religin oficial del Sacro Imperio Romano. Junto con ellos se expuls una creencia que daban por
sentada: la creencia en lo que Jung llamaba realidad psquica. As que Filemn, que tanto hizo por
iniciar a Jung en ese mundo, era verdaderamente su antepasado espiritual.

Los dimones de Platn


Las grandes autoridades en el mundo intermedio de la realidad psquica fueron los neoplatnicos,
que florecieron desde mediados del siglo III a. C. hasta mediados del VI. Siguiendo el dilogo ms
mstico de Platn, el Timeo, llamaron a la regin intermedia el Alma del Mundo, comnmente
conocida en latn como Anima Mundi. As como el alma humana mediaba entre el cuerpo y el
espritu, el alma del mundo mediaba entre el Uno (que, como Dios, era el origen trascendente de
todas las cosas) y el mundo material y sensorial. Los agentes de esta mediacin reciban el nombre de
dimones (a veces escrito daemones); stos, se deca, poblaban el Alma del Mundo y proporcionaban
la conexin entre los dioses y los hombres.
Ms tarde, la cristiandad declar injustamente a los dimones demonios. Pero originariamente
eran slo los seres que abundaban en los mitos y el folclore, desde las ninfas, los stiros, los faunos
o las dradas de los griegos hasta los elfos, gnomos, trols, jinn, etc. Por ello propongo, en aras de la
comodidad, denominar a todas las figuras de las apariciones, incluidos nuestros aliengenas y seres
fericos, con el nombre genrico de dimones.
Los dimones eran esenciales para la tradicin de la filosofa gnstico-hermtico-neoplatnica,
que era ms como una psicologa (en el sentido junguiano) o una disciplina mstica que como los
ejercicios de lgica en que se convirti la filosofa. Pero los dimones del mito evolucionaron hacia
un tipo ms ajustado a estas filosofas, ya fueran ngeles, almas, arcontes, tronos o potestades,
muchos de los cuales se infiltraron luego en el cristianismo. Siempre flexibles, los dimones
cambiaban de forma para adaptarse a los tiempos, transformndose incluso en abstracciones si era
necesario (las hnadas neoplatnicas, por ejemplo), aunque prefiriendo, dentro de lo posible,
permanecer como personificaciones. El elenco de personajes arquetpicos de Jung sombra,
anima/animus, Gran Madre, Anciano Sabio lo coloca slidamente en esta tradicin.
Nunca del todo divinos ni del todo humanos, los dimones emergieron del Alma del Mundo. No
eran espirituales ni fsicos, sino las dos cosas. Tampoco eran, tal como Jung descubri, enteramente
internos ni externos, sino ambos. Eran seres paradjicos, buenos y malos, benficos y temibles, guas
y censores, protectores y exasperantes. La Diotima de Platn los describe en El banquete, un dilogo
consagrado al ms ignorado de todos los temas por la filosofa moderna: el amor.
Todo lo daimnico es un intermedio entre dios y mortal. Interpretando y transmitiendo los
deseos de los hombres a los dioses y los deseos de los dioses a los hombres, permanece entre ambos
y llena el vaco (). Un dios no tiene contacto con los hombres; slo a travs de lo daimnico se dan
el trato y la conversacin entre hombres y dioses, ya sea en estado de vigilia o durante el sueo. Y el
hombre experto en semejante relacin es un hombre daimnico[80]
Jung lo era a todas luces. En trminos suyos, los dimones son imgenes arquetpicas que, en el
proceso de individuacin, nos conducen hacia los arquetipos (dioses) mismos. No necesitan
transmitir mensajes, pues ellos en s son el mensaje. Los griegos comprendieron desde una poca
temprana que los dimones podan ser psicolgicos, en el sentido junguiano. Atribuan a los
dimones esos impulsos irracionales que se alzan en un hombre contra su voluntad para tentarlo,
como la esperanza o el miedo.[81] Los dimones de la pasin o los celos y el odio todava nos
poseen, como han hecho siempre, haciendo que nos lamentemos tristemente: No s lo que me pas.
Estaba fuera de m. Pero, aunque la actividad daimnica sea ms fcil de detectar en el
comportamiento obsesivo e irracional, siempre est trabajando silenciosamente entre bastidores.
Nuestra tarea es identificar los dimones que hay detrs de nuestras necesidades y deseos ms
profundos, de nuestros proyectos e ideologas, pues, como hemos visto, stos siempre tienen una
implicacin religiosa, yendo y viniendo del territorio del ser divino y arquetpico. Lo que no
debemos hacer es ignorarlos, porque, como adverta Plutarco (46-120?), aquel que niega a los
dimones rompe la cadena que une al mundo con Dios.[82]
4
Dimones

ngeles de la guarda
La seora Hope MacDonald, cristiana devota y esposa de un misionero, compil un libro encantador
titulado When Angels Appear [Cuando aparecen los ngeles], en el que narra ancdotas de visitaciones
angelicales recogidas entre amigos y conocidos, presumiblemente tambin cristianos. No son
historias especialmente memorables. Muchas de las que ella llama historias de ngeles podran
llamarse de alguna otra manera. Algunas son dudosas (por ejemplo, cita una pieza clsica de folclore
moderno, conocida como el autoestopista desaparecido, como un encuentro angelical). Pero llama
la atencin la gran cantidad de personas que han experimentado algo que piensan que es milagroso.
La seora MacDonald se encontr con que la mayora de sus informantes tenan tres cosas en comn:
nunca antes haban contado su historia, la experiencia haba marcado una gran diferencia en sus vidas
y estaban agradecidos por la oportunidad de describirla. John Keel habla de reacciones similares
cuando interroga al amplio cuerpo de contactados silenciosos cuyas experiencias con ovnis nunca
se han hecho pblicas. Tambin yo he odo notables historias de las personas ms improbables, slo
porque se me ocurri preguntar y pareca dispuesto a tomrmelo en serio. Por supuesto, todas esas
historias seran ridiculizadas por la sabidura convencional, que no toma en cuenta la importancia y
la frecuencia de las intervenciones paranormales en nuestras vidas ordinarias.
Una de las historias ms sensacionales que relata la seora MacDonald es la de una joven madre
que se dio cuenta de que su hija de tres aos, Lisa, se haba escapado del jardn y estaba sentada en la
va de ferrocarril que haba ms all. En aquel momento asom un tren por la curva, haciendo sonar
su silbato con insistencia. Al salir de la casa corriendo y gritando el nombre de su hija, de repente
vio a una figura asombrosa, vestida de blanco puro, que sacaba a Lisa de las vas. Mientras el tren
pasaba de largo con un rugido, aquel ser glorioso permaneci junto a la va con un brazo alrededor
de la nia Cuando la madre lleg al lado de su hija, Lisa se encontraba sola.[83]
Con todo, es ms habitual que los ngeles permanezcan sin ser vistos y se limiten a alertar o
detener a alguien en el curso de una accin con una sola palabra o frase, o en silencio, con un toque
en el hombro. Ms intangibles an son los presentimientos e intuiciones repentinas, obra tambin de
ngeles de la guarda que aparecen de pronto para hacernos perder el avin que est condenado a
estrellarse o simplemente buscar un objeto perdido en un lugar improbable. Como seala la seora
MacDonald, en general la gente tiene pocas ganas de hablar de sus experiencias daimnicas, no
digamos ya de demostrrselas a los dems. Instintivamente saben que stas pertenecen a una realidad
frgil y aparte que hay que conservar en silencio ms que irla largando por ah. Y sta es una de las
razones por las que omos hablar tan poco de ellas.

Dimones personales
Los ngeles de la guarda derivaron del neoplatonismo y, junto con otras clases de ngeles, entraron a
formar parte del dogma cristiano en el Concilio de Nicea (325 d. C.). Pero, mucho antes, los antiguos
griegos crean que a cada individuo se le asignaba al nacer un daimon que determinaba, por completo
o en parte, su destino.[84] Filemn era claramente el daimon de Jung, quien enfatiz el papel crucial
que aquella extraa figura gnstica desempeaba en su vida y en su trabajo.[85] El mentor de Platn,
Scrates, tena un daimon que era famoso por decir siempre que no. No entraba en un discurso
racional con Scrates, sino que se limitaba a avisarle cuando ste estaba a punto de hacer algo mal
(en especial, algo que desagradaba a los dioses),[86] como un despertar de la conciencia o, de hecho,
como los crpticos ngeles de la guarda de la seora MacDonald.
No obstante, en el Timeo de Platn se identifica el daimon individual con el elemento de razn
pura en el hombre, convirtindose as en una especie de noble espritugua o superego freudiano.
[87] Eso puede ser cierto en algunos individuos tal vez excepcionales, pero tambin lo es como

veremos que los dimones tienden igualmente a representar la sinrazn o, al menos, a ser
equvocos. En cualquier caso, resultar instructivo considerar el caso de Napolen. ste tena un
espritu familiar que lo protega y lo guiaba como un daimon, y que en momentos determinados
adoptaba la forma de una esfera brillante a la que l llamaba su estrella, o que lo visitaba con la
figura de un enano vestido de rojo que lo adverta.[88]
Esto nos recuerda que los dimones personales se manifiestan preferentemente bajo dos formas:
la luz abstracta, globo, valo y (como aqu) esfera brillante, o bien la personificacin (angelical,
como hombrecillo o cualquier otra). Lo que confirma, en otras palabras, mi especulacin del primer
captulo: que las dos formas son diferentes manifestaciones una de la otra, con (en el caso de
Napolen) funciones diferentes: la estrella gua y el enano avisa. Ambas son imgenes del alma, que
es otra manera de entender el daimon.
En realidad parece que, despus de la personificacin, los dimones prefieren las apariciones
luminosas o phasmata, como las llamaba el neoplatnico sirio Jmblico (muerto en 326). ste fue
todo un experto en dimones, y los uflogos no haran mal en estudiar las distinciones que establece
entre los phasmata. Por ejemplo, mientras que los phasmata de arcngeles son a la vez terribles y
benignos, y sus imgenes, llenas de luz sobrenatural, los phasmata de los dimones son
diversos y temibles. Se aparecen en momentos diferentes (.) bajo formas distintas, y una vez
aparecen grandes y la otra pequeos, y aun as se reconoce que son phasmata de dimones. Como ya
hemos visto, esto tambin podra describir las personificaciones. Curiosamente, sus operaciones
aparentan ser ms rpidas de lo que son en realidad (observacin que tal vez podran tener en cuenta
los uflogos). Sus imgenes son oscuras, y se presentan en un fuego turbio que es inestable.
[89]
El primer gran neoplatnico, Plotino (204-270 a. C.), mantena que el daimon individual era no
un daimon antropomorfo, sino un principio psicolgico interno, a saber: el nivel por encima de
aquel en que vivimos conscientemente, y por lo tanto est dentro de nosotros y al mismo tiempo es
trascendente.[90] Igual que Jung, da por hecho que los dimones son fenmenos objetivos y subraya
que, paradjicamente, se manifiestan tanto en un nivel interior (sueos, inspiraciones, pensamientos y
fantasas) como exterior o trascendental (visiones y apariciones). Nos damos cuenta de que Plotino
no habla, como el primer Jung, de unos dimones ante todo interiores y vistos exteriormente slo
en proyeccin. Parece estar de acuerdo con el Jung posterior en que hay una psique fuera del
cuerpo. Sin embargo, el uso que hace de la palabra trascendente sugiere tambin que la autntica
distincin no es entre lo interior y lo exterior, sino entre lo personal y lo impersonal. Hay un sentido,
parece decir, en que los dimones pueden ser ambos a la vez.
Existe una historia contada por el propio Plotino que viene a ilustrar esto.[91] Unos colegas lo
invitaron a realizar una invocacin a su daimon personal. Aunque l no estaba de acuerdo con este
tipo de prcticas tergicas, accedi. Sin embargo, los invocadores se quedaron de piedra cuando
apareci el daimon y result ser un dios. Esto es ms que una historia entretenida, pues un dios (a
diferencia de Dios Padre) es por definicin no humano e impersonal, pero en cambio puede ser un
daimon personal. Adems, esta historia da a entender que los dimones personales no son fijos, sino
que pueden desarrollarse o desvelarse de acuerdo con nuestro propio desarrollo espiritual. Jung
podra decir: en el curso de la individuacin, nos desplazamos ms all del inconsciente personal
hacia el inconsciente impersonal y colectivo, a travs de lo daimnico hacia lo divino. Segn
Jmblico, desde el nacimiento tenemos asignado un daimon que gobierna y dirige nuestras vidas,
pero es tarea nuestra obtener un dios en su lugar.[92]
Como poeta, W. B. Yeats experiment su daimon de otra manera: Creo que fue Herclito quien
dijo: el Daimon es nuestro destino. Cuando pienso en la vida como una lucha contra el Daimon que
eternamente nos enfrentar al ms duro trabajo entre los que no son imposibles, entiendo por qu hay
esa profunda animadversin entre un hombre y su destino, y por qu el hombre no ama nada ms que
su destino (). Estoy convencido de que el Daimon nos libera y nos engaa, y de que teji sus mallas
desde las estrellas y lanz la red desde su horrlbro.[93]
He aqu un retrato del daimon personal desalentador y hermoso a un tiempo. Impone una ardua
disciplina, pues nos infunde el deseo de realizar los actos ms difciles para nosotros, llevndonos al
lmite. As, la relacin es ambivalente: sentimos al mismo tiempo animadversin y amor por nuestro
daimon, que, observemos, nos libera y nos engaa. Que el engao sea un atributo daimnico es
ms difcil de aceptar, pues poco o nada se oye al respecto en relacin con los ngeles de la guarda,
por ejemplo; pero seguiremos escuchando.
Hacia el final de su vida, Jung se lamentaba con melancola de haber pasado todos sus das en
manos de un daimon que, aunque lo condujo hacia la realizacin de su obra y de su smismo,
tambin lo alej de la compaa de los dems. El daimon de la creatividad dispona de m sin
piedad, afirmaba;[94] y la inmisericordia es tambin otra desagradable caracterstica de los
dimones con la que tendremos que tragar. Y no se trata simplemente de una forma de hablar, pues
para Jung, como para Plotino, el daimon era una personalidad viviente y poderosa.
Espritus que ayudan
No todos los dimones son tan nobles y singulares como los filosficos y los poticos. Forma parte
de la vocacin de todo hombre de medicina tribal o chamn obtener la ayuda de sus dimones. A
stos, que al principio suelen ser hostiles, hay que ganrselos. Nunca se les puede controlar tan
plenamente como ellos pueden llegar a controlar al individuo al que acompaan, pero, despus de
rigurosos ritos de iniciacin, se puede obtener su ayuda a voluntad. Knud Rasmussen cita a un
chamn esquimal:

Mi primer espritu ayudante se convirti en mi nombre, un pequeo aua. Cuando vino a m,


fue como si la puerta y el tejado se alzaran y recib tal poder de visin que poda ver a travs
de la casa, dentro de la tierra y en lo alto del cielo. Fue el pequeo aua quien me trajo toda esa
luz interior, planeando sobre m todo el tiempo mientras yo cantaba. Entonces se qued en una
esquina del umbral, invisible para todos pero siempre dispuesto cuando yo lo llamaba.[95]

Aqu tenemos la visin superior que puede aportar la conciencia del propio daimon. Es de
suponer que un ser tan poderoso y revelador debe de tener un aspecto igualmente impactante y as
es, en efecto, aunque quiz no de la forma que imaginamos:

Un aua es un pequeo espritu, una mujer, que vive abajo, en la orilla. Hay muchos de estos
espritus de la orilla. Andan por ah con gorras puntiagudas de piel en la cabeza, y sus
pantalones son extraamente cortos y de piel de oso. Llevan botas altas con estampados
negros y pieles de foca. Sus pies estn vueltos hacia arriba y parece que anden slo sobre los
talones. Siempre tienen las manos con los pulgares apretados contra las palmas Son alegres
y joviales cuando los llamas y parecen unas muequitas vivientes y encantadoras, pues cuando
estn de pie y erguidas no son ms altas que la longitud de un brazo.[96]

El aspecto cmico y ms que idiosincrsico del pequeo aua es digno de cualquier hada o
aliengena. Es evidente que no se trata de un daimon individual en el sentido anterior de destino o,
como era Filemn para Jung, en el sentido de gur. Aun as, su efecto transformador sobre el chamn
no queda muy lejos de la importancia de estas funciones. Un rasgo sorprendente del relato del
chamn es la naturalidad con que describe la existencia independiente de los espritus de la orilla y, al
mismo tiempo, su voluntad de acompaar a individuos como l. Lo mismo podra decirse de las
siguientes entidades, que se aparecieron a personas no versadas en la tradicin chamnica:

Nunca he visto un fantasma, pero s vi un hada. Fue en los Berkshire Downs, y nos habamos
perdido y no sabamos qu camino tomar. Cuando mir a mi alrededor, haba un hombrecillo
de verde de pie en mi codo. Tena una cara redonda y sonriente y dijo: Coged se; todo
saldr bien. Entonces no es que desapareciera, pero ya no estaba ah. Yo lo vea, o no lo
vea?.
Esta historia se la cont a R. L. Tongue la mujer de un granjero de cerca de Timberscombe,
Somerset, en 1962.[97] Se trataba de un hada tan benigna como aterradora era la que se apareci a la
madre y a la hija de Cornualles. Un caso similar pero an ms asombroso se le present a la clebre
folclorista Katharine Briggs de la mano de una amiga suya, la viuda de un clrigo. sta, habindose
herido un pie, se encontraba sentada un da en un banco del Regents Park de Londres, preguntndose
de dnde sacara fuerzas para volver a casa renqueando, cuando de pronto vio a un hombre diminuto
vestido de verde que la mir muy amablemente y le dijo: Vete a casa. Te prometemos que esta
noche no te va a doler el pie. Y luego desapareci. Pero el intenso dolor del pie se haba ido.
Camin tranquilamente hasta su casa y durmi sin que le doliera en toda la noche.[98]
Estos hombrecillos verdes tradicionales merecen seguramente el nombre de dimones
individuales, y cumplen las funciones de gua, consuelo y curacin, tal como hacen los ms
familiares ngeles de la guarda cristianos. Igual que ocurre con los pequeos aua, su tamao
minsculo y su aspecto pintoresco tambin resulta engaoso. Se los puede comparar con los Cabiros
enanos de la mitologa griega, que tambin eran conocidos como megaloi theoi (grandes dioses); o
con los hombrecillos que aparecan en los recipientes de los alquimistas (como aliengenas en ovnis)
y a los que Jung consideraba manifestaciones del Anciano Sabio, uno de los arquetipos ms
poderosos y profundos. Llama especialmente la atencin su falta de dramatismo y alboroto y su
ayuda prctica, a diferencia de tantos encuentros con ovninautas, de los que ste es un ejemplo
tpico:
El profesor de Derecho Joo de Freitas Guimares estaba sentado junto a la orilla del mar en So
Sebastio, Brasil, una tarde de julio de 1957, cuando vio una nave luminosa con forma de sombrero
que se aproximaba desde el mar hacia tierra y aterrizaba al borde del agua. La nave, panzuda como
una tetera, se abri y dos hombres, de ms de metro y medio de altura, con el cabello largo y rubio
que les llegaba a los hombros, descendieron por una escalera metlica. Eran jvenes, de tez clara y
con una mirada sabia y comprensiva. Llevaban trajes verdosos de una pieza, bien ajustados al
cuello, muecas y tobillos. Invitaron al profesor por telepata a subir a su nave y l acept. Tras
ocupar su puesto junto con tres o cuatro miembros de la tripulacin en un asiento circular de un
compartimento iluminado, volaron durante cerca de media hora (no poda estar seguro, pues a su
regreso se le haba parado el reloj). Explic a los peridicos que pensaba que sus anfitriones eran
seres avanzados que deseaban advertir a los terrcolas sobre los peligros que los amenazaban.[99]
La tradicin del viaje visionario es algo en lo que me fijar con detalle ms adelante. Por el
momento, basta con observar que, por un lado, los aliengenas se corresponden en parte con el
concepto de dimones individuales (definitivamente, tienen que ver con el profesor, ya que, despus
de todo, fue l y nadie ms quien los vio). Para l tienen un significado; son incluso como el Filemn
de Jung, con su apariencia de sabidura y comprensin, aunque bastante ms banales. Muchos
contactados de este tipo informan de cambios revolucionarios en sus vidas como resultado de tales
encuentros, que son imborrables y representan un obstculo a su anterior y cmoda percepcin del
mundo, abrindoles posibilidades extraordinarias.
Por otro lado, su experiencia no tena nada que ver con l; de hecho, fue verdaderamente
aliengena. El testigo siente que los mismos hechos habran ocurrido sin su presencia, que le habran
sucedido a cualquiera que resultara estar sentado en la misma orilla. Comparada con los anteriores
encuentros con hadas, esta experiencia se desva hacia el lado de lo impersonal.
Al final, todas las apariciones son ambiguas, tanto las personales como las impersonales. Como
veamos antes, incluso las ms obviamente personales los fantasmas de parientes conocidos por
nosotros contienen a menudo elementos impersonales, como cuando parecen representar a los ms
genricos ancestros, o cuando se aparecen como un disco brillante abstracto, un globo de luz o
un alma amorfa. A la inversa, ningn encuentro es tan impersonal como para quedar libre de todo
significado personal, incluso a falta de alpn mensaje ntimo. As pues, los dimones merecen el
calificativo de paradjicos ms que ninguna otra realidad; y vale la pena lidiar ahora con esta idea si
queremos entender algo despus.

Dos horrores
Nos gustara pensar que todos los dimones son, al menos potencialmente, amables y protectores. No
es ste el caso. Hay dimones a los que, francamente, es difcil atribuir algn sentido. Lejos de ser
comunicativos, sabios o sobrehumanos, se muestran brutales e infrahumanos. Nos gustara pensar
que no tienen nada que ver con nosotros, pero eso es algo de lo que no podemos estar seguros. Sin
embargo, parecen ser tan impersonales, si no ms, como esos dimones de la cima de la escala
espiritual (por as decirlo) que se funden con los dioses. Puede que slo parezcan especialmente
ajenos y aterradores porque no podemos, por definicin, establecer ninguna relacin personal con
ellos. En cualquier caso, ninguna descripcin de la realidad psquica est completa sin ellos, as que
ofrecer dos ejemplos al azar. El primero resultara gracioso si no fuera tan monstruoso; el segundo
es un daimon que no slo se muestra desagradable al principio, para revelar atributos positivos ms
adelante, sino que parece una personificacin de la malignidad, un verdadero demonio.
El 16 de noviembre de 1963, cuatro jvenes caminaban por una carretera rural cerca de Sanding
Park, en Hythe, Kent. John Flaxton, de diecisiete aos, fue el primero en fijarse en una estrella
brillante que pareca desplazarse por encima de los bosques hacia el lado de Slaybrook. El grupo se
asust cada vez ms cuando la estrella empez a descender hacia ellos. Mientras corran para
ponerse a salvo, se percataron de que haba una luz dorada de forma ovalada flotando a unos tres
metros por encima de un campo adyacente. Dejaron de correr y la luz dej de moverse. Sintieron que
los estaban observando
Hasta aqu, es un encuentro tpico: la luz anmala anuncia la llegada de alguna aparicin; un
crculo de hadas, tal vez, o un astronauta rubio con un conmovedor mensaje para la humanidad. En
lugar de eso, el resplandor desapareci detrs de los rboles, y lo siguiente que supieron los
jvenes fue que una figura oscura avanzaba hacia ellos arrastrndose campo a travs. Pareca un ser q
completamente negro, de tamao humano pero sin cabeza y con alas como las de los
murcilagos Los jvenes estn convencidos de que vieron un fantasma. Mervyn Hutchinson, de
dieciocho aos, dijo que era como un murcilago, con los pies palmeados y sin cabeza.[100]
Dermot MacManus nos cuenta que su padre, cuando tena unos catorce aos, estaba jugando al
escondite con su hermano a ltima hora de la tarde, cuando an no haba oscurecido. Se encontraba
caminando de puntillas por el granero cuando oy a los caballos del establo de abajo resoplar y
pisotear. Abri una trampilla del suelo y mir el establo, donde dos caballos, locos de terror,
intentaban alejarse todo lo posible de algo que haba en el comedero.
Mir hacia all y vio, a menos de cuatro metros de su cabeza, algo que no olvidara en todos los
das de su vida. Ah, agazapada, haba una figura del mal con unos ojos siniestros, de un rojo
encendido como ascuas brillantes. Estaba acurrucada formando una bola compacta, con el aspecto
que podra tener un chico de su misma edad puesto en cuclillas. Mi padre slo recuerda esos ojos
horribles, el bulto de aquel cuerpo encorvado en un rincn oscuro del comedero, y una mano
espantosa, una mano humana, pero qu diferente! Los dedos eran todo hueso y nervios y acababan
no en uas humanas, sino en garras curvas y puntiagudas.[101]

Complejos, arquetipos y mitos


En su obra ms temprana Jung habra llamado a los dimones personales complejos, esa parte del
inconsciente de sus pacientes que, habiendo sido negada o reprimida, tiende a escindirse y adquiere
una semiautonoma, como nos encontramos en los casos de desorden de personalidad mltiple.
Estos fragmentos psquicos son como personalidades por derecho propio, con su propia voz. El
objetivo de la psicoterapia era (a grandes rasgos) rastrear la causa de la escisin en el historial del
paciente y traerla a la conciencia para que el fragmento o complejo pudiera reintegrarse y as dejar
de hacerse notar a travs de sntomas indeseables. Estrictamente hablando, nosotros no tenemos
complejos, sino que ellos nos tienen a nosotros. Nosotros somos impotentes en manos de las
obsesiones, compulsiones, fijaciones, aversiones y dems.
Pero incluso cuando los complejos se han desenredado muestran contenidos que no pertenecen a
la historia personal, contenidos que apuntan hacia abajo, por as decirlo, hacia el mundo
impersonal de los arquetipos. Aqu encontramos dimones en cuyas manos somos igualmente
impotentes, ya no en el sentido neurtico, sino en el de estar empujados por el destino, llamados por
un dios.
El gran logro de Jung fue no seguir la tradicin filosfica occidental al uso traduciendo siempre
imgenes y personificaciones en conceptos y abstracciones del pensamiento. En lugar de eso,
permaneci fiel a las imgenes mismas, reteniendo su naturaleza personificada como, por ejemplo,
Sombra, Hroe, Anima, Gran Madre, etc. (Y aqu debo subrayar que no empleo la palabra
personificacin en el sentido antropomrfico habitual, implicando que creamos a los dioses y
dimones a nuestra propia imagen o que son nuestras proyecciones. Al contrario, la aparicin de
dioses y dimones precede al concepto de personificacin. Nosotros no personificamos; ms bien, los
dimones llegan como personas.)[102]
Adems, Jung reconoci en la naturaleza del ego el sentido del yo lo que nos engaa
inducindonos a creer que somos una sola personalidad unificada. Porque, en realidad, la psique se
compone de varias personalidades diferentes, cada una con sus propias demandas, que el ego se ve
conducido a ignorar, subordinar o aniquilar. Por eso Jung quera desplazar el centro de la
personalidad desde el ego hacia el smismo, que l conceba como un complexio oppositorum, un
complejo de opuestos en el que nuestras personalidades distintas y opuestas podran acomodarse
armnicamente, alcanzando una coinherencia como una especie de paradjica multiplicidad-en-la-
unidad.
Jung otorg una relativa autonoma a los complejos llamndolos Gente Pequea. Vio que
remitan a los arquetipos como los dimones remitan a (y derivaban hacia) los dioses. No es sta una
relacin esttica sino dinmica, que forma modelos arquetpicos: acciones narrativas a las que
llamamos mitos.
Freud reconoci que nuestras ideas y acciones se ajustan a determinados arquetipos y motivos
mitolgicos, pero tenda a reducir stos a slo unos pocos, como el mito de Edipo. Jung, por su
parte, vio que, en lo hondo del inconsciente colectivo, todos los mitos gozaban de buena salud,
viviendo sus propias vidas. La influencia encubierta que ejercen sobre nosotros sale a veces a la
superficie espontneamente, como en los pacientes psicticos a los que se descubri representando
algn mito arcano del que no podan tener ningn conocimiento consciente. O bien hombres y
mujeres de visin y autoconocimiento excepcional pueden adquirir conciencia del mito que estn
viviendo, al igual que Jung era consciente de estar reproduciendo en su obra el antiguo proceso de la
alquimia, no qumica sino psicolgicamente.
En otras palabras, la mitologa es psicologa antigua, y la psicologa es mitologa reciente.[103]
Y para la cultura occidental desde el Renacimiento, mitologa significa la mitologa griega o
grecorromana. No es que Jung ignorase otras mitologas; de hecho, la recurrencia de motivos
perturbadores, sacados de los mitos germnicos, que detect en las psiques inconscientes de sus
pacientes alemanes le permiti vaticinar, ya en los aos veinte, el estallido de la Segunda Guerra
Mundial. Pero, en su mayor parte, es la incomparablemente sutil, detallada y elaborada mitologa de
los antiguos griegos la que proporciona la gua ms solvente de la vida profunda de la psique
colectiva.
Y as es como debemos revisar, o incluso invertir, nuestra visin de los mitos, igual que tuvimos
que revisar nuestra visin de los sueos. En lugar de verlos como relatos arcaicos e invenciones
primitivas, debemos verlos como la encarnacin de verdades psicolgicas, historias arquetpicas que
nos hablan de una forma simblica y potica sobre cmo somos realmente. Incluso hay mitos, como
veremos, que prefiguran la negacin del mito en s. Son historias verdaderas, que describen
acontecimientos que nunca ocurrieron en la historia pero que tuvieron lugar, igual que lo siguen
teniendo, en el reino intemporal del inconsciente colectivo. Si sus protagonistas, los dioses y
dimones, cambian de forma apareciendo, pongamos, como aliengenas de otros planetas, es
slo que se han hecho un nuevo traje para adaptarse a los tiempos.
El Alma del Mundo
Como ya he mencionado al final del captulo anterior, los neoplatnicos describan el mundo
intermedio de dioses y dimones como Anima Mundi, el Alma del Mundo. Lo infirieron de Platn,
que imagin un alma del mundo difundida por el Demiurgo (su dioscreador) a lo largo del cuerpo
del mundo, convirtindolo en una criatura viviente.[104] As pervive este modelo mtico o metfora
raz detrs de las modernas inquietudes ecolgicas, que dibujan el mundo como un organismo o lo
personifican como una diosa semejante a Gaia.
Tambin es directamente anloga al inconsciente colectivo de Jung, y parte l mismo de la
tradicin filosfica que pretende explicar. Jung visti el Alma del Mundo con un nuevo atuendo, ms
cientfico. Puesto que ni el Alma del Mundo ni el inconsciente colectivo pueden ser conocidos en s
mismos, tal vez sera mejor decir que son metforas el uno del otro. Son como un espejo, vaco en s
pero que lo refleja todo. Son como vastos almacenes de imgenes que no existen al margen de las
imgenes que contienen.
De hecho, las imgenes no estn en ellos, sino que son ellos. La imagen es la psique, dijo Jung;
[105] y por eso no podemos decir qu es el Alma del Mundo, sino slo cmo es, pues entre sus

imgenes hay imgenes de s misma, que incluyen conceptos como los de Anima Mundi e
inconsciente colectivo. En muchos aspectos, estos conceptos abstractos hacen menos justicia a la
realidad que imgenes concretas como la de un espejo o la de un almacn. W. B. Yeats pensaba en el
Anima Mundi como un gran estanque o jardn donde agita el don de sus brotes como una gran planta
acutica o con frecuencia echa ramas en el aire.[106] Pero sta es tal vez una imagen demasiado dcil
para el Anima Mundi. Jung la sola comparar con el mar, una imagen que aparece por igual en sueos
individuales y mitos primitivos, donde el ocano es representado a menudo como un universoespejo
que contiene rplicas o reflejos de cuanto hay en la Tierra. Lo cierto es que, al final de su
autobiografa, reconoci que inconsciente tal vez fuera un trmino demasiado neutral y racional,
que podra sustituirse por mana, daimon o Dios.[107]
En la alquimia encontr quiz la representacin ms sofisticada del alma del mundo: Mercurio,
que personificaba tanto un dinmico espritu inmanente en la materia como el propio inconsciente
colectivo. La figura mitolgica de Proteo, una imagen predilecta del Renacimiento, representaba una
combinacin de la imagen del mar y la personificacin: como vstago daimnico del dios del mar
Poseidn, Proteo es el que cambia de forma par excellence: siempre es l mismo, pero siempre
aparece como otra cosa.
Cuando Jung hablaba de imgenes, es obvio que se refera sobre todo a las imgenes
arquetpicas que nos encontramos como dimones y dioses. No debemos dejarnos engaar por la
palabra imagen y considerarlas como algo irreal. Al contrario, deberamos abordarlas del modo
en que Jung abordaba a dimones como su Filemn: como si fueran personas reales a quienes l
escuchaba atentamente[108] Observemos que no las trataba como reales literalmente, como
nosotros tratamos (equivocadamente) las alucinaciones o (correctamente) a las personas de la calle.
No las trataba como extraterrestres. Ni las trataba como partes de s mismo, ilusiones o meras
proyecciones. Las trataba como seres metafricos, como si fueran personas reales. Y es esta realidad
metafrica, tan real (si no ms) como la realidad literal tan real como Filemn, lo que l
llamaba realidad psquica. Con el fin de suprimir el matiz de subjetividad que se otorga
popularmente a la palabra psquica, la llamar realidad daimnica.
La ventaja del Anima Mundi frente al inconsciente colectivo como metfora raz para la realidad
daimnica es que nos devuelve a la idea de alma, con todas sus connotaciones religiosas, en lugar de
psique, que ha perdido dichas connotaciones en manos de casi todo el mundo excepto Jung. Adems,
no sugiere, como hace el inconsciente, un mundo dentro de nosotros fcilmente reducido a mera
psicologa, sino que reintroduce la idea de un mundo objetivo y dotado de alma ah fuera.
Si todas nuestras imgenes mentales, no menos que las apariciones (y no veo ningn motivo
para diferenciarlas), escribi Yeats, son formas que existen en el vehculo general del Anima
Mundi, reflejadas en nuestro vehculo particular, muchas cosas torcidas se enderezan[109] Desde
nuestro punto de vista, el alma es un microcosmos, un pequeo mundo en s mismo que incluye un
nivel colectivo profundo o alma del mundo donde se renen las almas de todos los individuos. Desde
el punto de vista del alma del mundo, es un macrocosmos, un mundo impersonal completo, que
paradjicamente puede manifestarse de una manera personal: como almas humanas individuales.
Jung entenda que si penetramos lo bastante hondo en nosotros mismos, por as decirlo, el
inconsciente se vuelve hacia fuera: En el fondo, la psique es simplemente el mundo.[110]

Animismo
Todas las sociedades tradicionales reconocen el Anima Mundi. Puede que no tengan un concepto para
ello (el mana que menciona Jung es la excepcin ms que la regla), pero lo conocen directamente a
travs de cada gran sueo, encuentro daimnico y epifana. Este sentido de anima en la naturaleza,
vibrante de vida, se denomina peyorativamente animismo en la cultura occidental, que desde hace
mucho tiempo ha vaciado a la naturaleza de alma y la ha reducido a una materia muerta que obedece
leyes mecnicas. La palabra animismo, en efecto, desacredita lo que pretende describir. Pero, para
las culturas que describimos como animistas, no existe tal cosa como el animismo; slo existe una
naturaleza que se presenta en toda su inmediatez preada de dimones. Hay genios de bosque y de
montaa, nmenes de rboles y arroyos, demonios en cuevas y espritus junto al mar. Todos estos
pobladores de lo salvaje cuentan con sus homlogos dentro de los lmites de lo habitado, desde los
ancestros a los ms ntimos dioses domsticos. Ningn aspecto de la vida cotidiana carece de su
daimon soberano, al que hay que conceder su parte y racin si se quieren evitar los problemas.
Todas las cosas, como sealaba Proclo, estn llenas de dioses.
Fuera del recinto sagrado el temenos del pueblo, los lugares sagrados albergaban a
dimones que, como es natural, prefieren unos sitios a otros, un cierto rbol por aqu o una roca por
all. Dentro, santuarios realizados por el hombre hogares, tumbas, templos hospedaban a
dioses domsticos y espritus ancestrales. Y es que los dimones necesitan atenciones. Las luces
suspendidas sobre los tmulos o crculos de piedra, las que se elevan de las tumbas sagradas o los
pozos santos, son seales de lugares daimnicos. Los ovnis levitan sobre bases militares, centrales
elctricas y embalses porque stos son los santuarios de nuestra moderna cultura secular, cuyas
inquietudes tecnolgicas quedan reflejadas en la misteriosa exhibicin de una nave espacial
aliengena de alta tecnologa.
Los lugares donde se registra una alta incidencia de ovnis se llaman ventanas. No es un mal
nombre para un lugar sagrado, pues sugiere una mayor transparencia entre la realidad daimnica y la
ordinaria. Los dimones prefieren especialmente los lmites, o lo que el antroplogo Victor Turner
llamaba zonas liminales (umbrales). stas pueden estar dentro de nosotros (entre la vigilia y el
sueo o la conciencia y la inconsciencia) o fuera (cruces de caminos, puentes y orillas). O pueden
referirse a momentos determinados, entre el da y la noche, a medianoche, en el cambio de ao
Campings de caravanas o aparcamientos de camiones a menudo son especialmente frecuentados por
ovnis o por criaturas extraas, tal vez porque estn liminalmente situados entre el campo y la ciudad,
entre lo habitado y lo salvaje. En cualquier caso, todo el mundo conoce algn lugar hechizado, ya sea
designado pblicamente o slo en privado. En ellos, las leyes de tiempo y espacio, de materia y
causalidad, parecen atenuadas; y por un instante alcanzamos a vislumbrar un orden de cosas oculto.
5
PEQUEA HISTORIA DE LOS DIMONES
En las religiones politestas, muchos dioses tienen como mediadores a multitud de dimones, que a
menudo se perciben virtualmente como dioses o, al menos, como dioses menores (la continuidad sin
fisuras entre dioses y dimones es origen de infinitas confusiones para la mente clasificadora). Las
religiones monotestas no toleran a los dimones. En el caso del cristianismo, deben ser eliminados
por la sencilla razn de que slo se puede permitir un solo mediador entre la humanidad y el Dios
nico: Jesucristo.

Demonios
El principal mtodo del cristianismo para deshacerse de los dimones fue demonizarlos. Este proceso
se inici con los ms tempranos textos del Nuevo Testamento, las epstolas de San Pablo: Las cosas
que sacrifican los gentiles, deca San Pablo en tono de reproche, las sacrifican a los diablos, y no a
Dios.[111] La palabra griega empleada para referirse a los diablos era daimonia: dimones. De golpe,
los mltiples seres intermedios reconocidos por los pueblos paganos de todo el mundo fueron
estigmatizados como demonios al servicio de Satn (diabolos). En el mejor de los casos, el complejo
reino daimnico, como el reverenciado por el politesmo grecorromano, qued subsumido bajo el
reino de los ngeles cristianos; y todos los viejos dimones fueron, por supuesto, considerados como
ngeles demonacos que haban sido expulsados del cielo junto con Satans.
La idea cristiana de los ngeles deriv de los dimones de doctrinas vecinas y competidoras
como el gnosticismo o el neoplatonismo, que fueron declaradas herejes. Al principio, puesto que el
cristianismo imaginaba a sus ngeles con cuerpos de aire y de luz, atribua a sus demonios unos
cuerpos igualmente etreos, que, segn San Agustn, les daban unos poderes extraordinarios de
percepcin y les permitan desplazarse por el aire a velocidades extraordinarias.[112] Sin embargo,
con el transcurso de los siglos, mudaron sus cuerpos y se volvieron puramente espirituales. Cmo si
no se preguntaban en el siglo XII poda una legin de demonios un total de 6666 estar
contenida dentro de un hombre?
El mayor responsable de este proceso de espiritualizacin fue el mstico annimo del siglo V
conocido como Dionisio Areopagita, que era enteramente neoplatnico en su obra se refleja, e
incluso se cita, a Proclo, que estaba enseando en Atenas alrededor del 430 d. C., pero tambin
cristiano. As, cuando, en el siglo VI, la escuela neoplatnica de Atenas cerr y la de Alejandra pas
a manos cristianas, la influencia de Dionisio garantiz la asimilacin de los dimones al
cristianismo, no en su forma original, en parte fsica y en parte espiritual, sino puramente
espiritual.
Codo a codo con la progresiva espiritualizacin de los dimones, avanz una tendencia contraria.
Ya en el siglo V, San Jernimo daba a entender que los demonios podan adoptar formas grotescas y
ser vistos, odos o sentidos por los seres humanos. La primitiva fe de la cristiandad en su poder para
vencer a los demonios dej paso a la duda, pues stos empezaban a verse como seres ms
contundentes y amenazadores para las almas cristianas de lo que nadie haba esperado. En la poca de
la Edad Media, los demonios ya eran considerados capaces de aparecerse fsicamente en la tierra. En
el siglo XIII, Cesreo de Heisterbach contaba historias de demonios con aspecto de hombres grandes
y feos vestidos de negro o, cuando quieren seducir a una mujer, como un muchacho bien vestido y
elegante;[113] o incluso como caballos, perros, gatos, osos y otros animales. Hacia 1270 se crey
conveniente recoger en forma de libro los discursos de Richelmus, abad de Schnthal, con el
propsito de advertir a los monjes novicios sobre la peligrosa y altamente organizada jerarqua de
los demonios. Los primeros y ms astutos demonios, afirmaba, moran en el aire y () dan
instrucciones a demonios de un tipo ms vulgar, que patrullan por la tierra.[114]
En todo ello vemos la tendencia polarizante de la cristiandad, que arrebata la categora de
intermediarios a los dimones y los convierte en puramente espirituales o fsicos, forzndolos a la
vez a ser en ambos casos seres literales. Este instinto literalizante es el mismo que encontramos entre
los modernos estudiosos de apariciones, sobre todo entre los uflogos. Para ellos no existe ninguna
alternativa a la proposicin de que los aliengenas y sus semejantes son literalmente reales o bien
espritus y fantasmas. Salvo que hoy en da, por supuesto, incluso la categora de espritu ha quedado
casi abolida, dejando la eleccin entre literalmente real y puramente ilusorio, dentro de la mente.
As, aunque a menudo se ha visto a los aliengenas como versiones actualizadas de entidades fericas,
sus verdaderos ancestros ms bien seran ngeles y demonios cristianos que tambin habitan el aire
inferior y se dividen bruscamente en buenos y malos, al igual que parece ocurrir con los
aliengenas. Los seres fericos no se dividen de una manera tan ntida. Fieles a su naturaleza
daimnica, representan una tercera realidad, mantenindose espirituales tanto como fsicos. Pueden
habitar en el aire, pero tienen una mayor tendencia a ser terrestres, adoptando en ocasiones la forma
area. Son ambiguos en todo momento, benvolos y malignos, pero jams simplemente demonacos
o simplemente angelicales.
Sin embargo, en la poca medieval, los seres fericos fueron despachados por las autoridades
con pocas contemplaciones. La mujer de Bath, de Chaucer, ofrece una irnica pero involuntariamente
inquietante descripcin de cmo las hadas fueron borradas de escena. En los viejos tiempos, dice, la
tierra estaba llena de ellas, pero ahora ya no se ve ningn elfo. El motivo es la accin de los santos
frailes y mendicantes, frailes que obtenan un permiso para mendigar dentro de determinados
lmites. Tan abundantes como motas en un rayo de sol, estos hombres santos fueron por ah
bendicindolo todo: salones, cocinas y alcobas; ciudades, burgos y castillos; bosques, arroyos y
lecheras; y eso hizo que ya no hubiera ms hadas.

Pues all por donde antes se paseaba un elfo ahora no se pasea nadie ms que el mendicante.
[115]

Estas lneas evocan imgenes de ejrcitos de cristianos encapuchados y cargados de incienso que
marchaban a travs de toda Europa, ahuyentando a los dimones nativos a sitios cada vez ms
remotos. Esta expulsin de los dimones equivala a demonizarlos. No tena nada que ver con el
segundo mtodo importante para manejarlos, a saber, cristianizarlos. Y es que, al igual que
misioneros cristianos moderados procuraron adaptar las creencias tribales al cristianismo, en los
primeros tiempos de la cristiandad algunas culturas fueron convertidas con relativa suavidad. Los
celtas en general, y los irlandeses en particular, parecen haber encontrado el cristianismo compatible
con sus creencias existentes. Sea como fuere, por lo visto se convirtieron sin resentimiento y sin
derramar sangre (cuenta la leyenda que San Patricio convirti a los irlandeses retando a los druidas a
una competicin espiritual que gano l por superioridad tergica).
Los dimones de tales culturas fueron, por as decirlo, convertidos junto con los humanos,
adaptndose al cristianismo, o bien siguieron viviendo en su forma original, mal vistos pero ms o
menos tolerados por los sacerdotes. Fue en su mayor parte en los pases catlicos donde los
dimones fueron acogidos como imprecisos ngeles cados, o bien rebautizados con el nombre de
un santo local que continuaba mediando entre lo humano y Dios. Sobre todo, sobrevivieron en cultos
a la Virgen Mara, que era, y sigue sindolo, especialmente venerada en manantiales y fuentes santas,
donde fue adoptada en lugar de las ninfas y los genios de antao. Ella realiza la funcin daimnica
par excellence: como madre de Cristo, ocupa un lugar inmejorable entre nosotros y Dios, mitigando
la severidad del juicio divino.

Los longaevi
En su libro La imagen del mundo, C. S. Lewis intenta representar el universo a travs de los ojos de
una persona de la Edad Media. Describe su visin de los cielos, con su preciso sistema de esferas
cristalinas, proyectndose como una catedral formidable a travs del espacio. Y es al disponerse a
describir su visin de la Tierra y sus habitantes, que ocupan el extremo ms bajo de la Gran Cadena
del Ser que se extiende desde Dios y los ngeles hasta el hombre, los animales, los vegetales e
incluso las piedras, cuando se ve obligado a detenerse y considerar una clase de seres anmalos.
stos no slo le resultan extraos, como historiador literario y apologista cristiano que es, sino que
no concuerdan con la cosmologa que est bosquejando, un mundo an ms preciso y ordenado que
nuestra propia visin. Siguiendo al escritor romano Marciano Capella, llama a estos seres longaevi
(presumiblemente, los de larga vida), cuyas congregaciones danzarinas rondan por bosques,
claros, y cuevas y lagos, y fuentes y arroyos; cuyos nombres son Silfos, Faunos Stiros, Silvanos,
Ninfas. Son, por supuesto, nuestros dimones.
En cierto sentido, dice Lewis, en su poca importancia est su importancia. Son criaturas
marginales y fugitivas. Tal vez sean las nicas criaturas a quienes el Modelo [esto es, el cosmos
medieval] no asigna, como si dijramos, una posicin oficial.[116] Y esto es tan cierto en nuestro
modelo de cosmos como lo era en aqul. Est en la naturaleza de los dimones ser siempre
extraoficiales, constituyendo un escollo para las estructuras ordenadas mediante las que concebimos
la Creacin. Hay que decir a favor de Lewis que no est en contra de ellos. Aqu radica su valor
imaginativo, dice. Introducen un grato matiz salvaje e incierto en el universo, que corre el peligro
de ser un poco demasiado autoexplicativo, demasiado luminoso.[117] El particular intento de Lewis
de reconciliar a los dimones con un cosmos cristiano tom la forma de sus famosos libros de
Narnia para nios de todas las edades.
Tambin en la Edad Media los dimones de los mitos empezaron a infiltrarse en el arte. Es decir,
que salen de la cultura colectiva oral para entrar en las novelas medievales, escritas por individuos.
En Sir Orfeo (c. 1330), por ejemplo, la historia deriva del eterno motivo de un humano abducido por
las hadas. stas no son figuras oscuras, sino que se aparecen cubiertas de riqueza, lujo y gran
esplendor material. El Rey de las Hadas, que ha amenazado con llevarse a la esposa de Orfeo, llega
con ms de cien caballeros y cien damas sobre caballos blancos. En su pas tiene cien ciudades y un
castillo de cristal con un foso y contrafuertes de oro. Pero, aun as, se mantiene tan escurridizo como
siempre: a pesar de las precauciones de Orfeo, que rodea a su mujer con mil caballeros, se la lleva de
todos modos. La impresin que causan las hadas es la de una vida violentamente apasionada. Son a un
tiempo bellas y peligrosas, como las damiselas de las novelas tardas del Grial, cuyo revestimiento
cristiano a duras penas oculta sus antiguas races paganas.
Sir Orfeo tambin es un ensayo sobre nuestra actual visin de los seres fericos, que resulta ser
tan desigual como las visiones tradicionales. Por ejemplo, el autor no logra decidir si el lugar al que
es abducida la esposa de Orfeo es la tierra de los muertos o no. Es cierto que est lleno de personas a
las que se supona muertas y sin embargo no lo estn (versos 389-390), pero tambin hay muchas
otras que han muerto realmente (391-400). Paralelamente a tales debates, se desarrollaban los puntos
de vista habituales: que los seres fericos eran una especie racional aparte, distinta de los ngeles y de
los hombres; o que eran ngeles no del todo cados (no se unieron a la rebelin de Satans, aunque
eran, por as decirlo, sus compaeros de viaje). Por ltimo, desde luego, se les crea verdaderos
ngeles cados y, como tales, demonios.
Por desgracia, fue este ltimo punto de vista el que lleg a prevalecer en Inglaterra. El proceso de
demonizacin tom nuevo mpetu con la Reforma. Los protestantes no estaban de humor para
hospedar a los dimones; ni lo estaban sus equivalentes catlicos, la nueva generacin de intolerantes
contrarreformistas. Ambos bandos citaban a los antiguos Padres de la Iglesia, que haban identificado
a los dioses paganos con diablos, para respaldar su propia identificacin de los seres fericos con
demonios. Hacia 1584, Reginald Scot poda quejarse en voz alta, en su Descubrimiento de la brujera
(VII, XV), de que das sirvientas de nuestras madres nos han aterrorizado con espritus, brujas,
duendes, elfos, hadas, stiros, silfos, faunos, enanos, gigantes, ninfas, ncubos, Robin Goodfellow[*]
() y otros bichos parecidos. Aqu vemos el temor y la exasperacin de una mentalidad que ha
dejado de distinguir entre dimones y, abrumada, simplemente los agrupa a todos bajo un solo
cuerpo demonaco. Con el ascenso de Jacobo I al trono en 1603, junto con el auge del puritanismo, la
demonizacin de los seres fericos fue casi absoluta en los crculos cultos. Jacobo se opona a todo
tipo de dimones, como ya haba dejado claro en su libro Demonologa. Para empezar, los llama
diablos: Ese tipo de diablos que convergen en la Tierra pueden dividirse en cuatro clases la cuarta
es aquel tipo de espritus a los que vulgarmente se denomina Hadas. (III, I).[118]
Lo realmente definitivo para los seres fericos, sin embargo, fue su asociacin con las brujas.
Por ms que el poeta Edmund Spenser agasajara a Isabel I identificndola con la Reina de las Hadas,
en el Edimburgo de 1576 poda quemarse a una mujer por frecuentar a las hadas y a la Reina del
Pas de la Hadas.[119] An en 1662, la encantadora y pelirroja bruja escocesa Isobel Gowdie una
joven culta y de buena familia deca, en la primera de sus famosas cuatro confesiones: Yo estaba
en las colinas de Downie y all encontr ms carne de la que poda comer. La Reina de las Hadas va
vestida magnficamente con lino blanco () y el Rey de las Hadas es un hombre esplndido, bien
parecido y de cara ancha.[120]
La historia de la brujera en Europa es de una complejidad extrema (ms adelante tratar este
tema). Basta con decir aqu que, a medida que el siglo XVI se acercaba a su fin, se obsesionaba cada
vez ms con las brujas. Los dimones, y los seres fericos en especial, se vieron incluidos en la
histeria, la fobia y la paranoia que rodearon a la brujera y la persecucin de sus supuestos
practicantes. Fue tambin un perodo, desde luego, que vio el auge del empirismo que conducira
finalmente a la visin moderna y esencialmente cientfica del mundo. A primera vista, esta visin
podra considerarse responsable de la posterior decadencia de las creencias daimnicas. Pero yo
tiendo a secundar a C. S. Lewis cuando dice: Cabra esperar que a las Hadas las hubiera expulsado la
ciencia; creo que en realidad las expuls un oscurecimiento de la supersticin.[121]

La razn y el declive de los dimones


A menudo me enredo en discusiones acerca de la verdadera naturaleza de las apariciones.
Pero otras veces digo lo que deca Scrates cuando le daban una opinin erudita respecto a
una ninfa del Iliso: La opinin general es suficiente para m, y creo que toda la naturaleza
est llena de gente invisible, y que algunos de ellos son grotescos y feos, otros malvados y
estpidos, muchos de una belleza ms all de lo que hayamos visto nunca (.); sin duda estn
ah, ese pueblo divino, pues slo los que no tienen ni sencillez ni sabidura los han negado, y
los hombres sencillos de todos los tiempos y los sabios de la poca antigua los han visto e
incluso han hablado con ellos. (W. B. Yeats).[122]

En el siglo XVII quedaban unos cuantos sabios, como el filsofo hermtico Robert Fludd, por
ejemplo, uno o dos platnicos de Cambridge e incluso Isaac Newton, que dedic veinte aos al
estudio de la alquimia. Pero, en su mayor parte, la lite culta, igual que ahora, no llegaba a sabia.
Abrazaron la nueva y emergente visin del mundo cientfica, escptica y secular que, aun tres
siglos y medio despus, sigue ms o menos intacta. Una visin que no demoniz a los dimones (por
no hablar de cristianizarlos) sino que simplemente se neg a reconocerlos. stos eran imposibles, as
que no existan.
Fundamental en este enfoque era la filosofa dualista de Descartes, que, como ya he comentado,
dividi el mundo en mente y extensin, esto es, una conciencia subjetiva y un mundo externo y
objetivo. La naturaleza ya no era una entidad viviente de la que participbamos, sino un reino aparte
lleno de objetos sin alma. Y, as, expulsados de la naturaleza, los dimones se vieron obligados, por
as decirlo, a buscar refugio en la otra mitad del mundo permitido: en el reino subjetivo de la mente.
Pero la mente estaba ms o menos identificada con la conciencia y, en una palabra, con la razn.
Tampoco ella tena espacio para el reino daimnico, que fue condenado a la clandestinidad, a la
regin inconsciente de la mente. De hecho, podra decirse que el inconsciente se form durante
aquel perodo; que el Alma del Mundo fue extrada de fuera y reubicada dentro, como
inconsciente colectivo, para ser redescubierta finalmente por la psicologa profunda.
Mientras tanto, los humanistas del siglo XVIII, que no tenan ningn concepto de inconsciente,
atribuyeron lo daimnico a la facultad de la imaginacin. La primera entrega de The Gentlemans
Magazine, el smmum de la cultura refinada de aquel siglo, enton una nota de modernidad al
anunciar: Apariciones, genios, demonios, duendes, hechiceros y magos, hoy en da se consideran
patraas.[123] Es decir, que se consideraban imaginarios e inofensivos. Pero, al mismo tiempo, la
imaginacin era temida como una amenaza a la razn, como una fuente de irracional entusiasmo.
Fue demonizada, al igual que lo haba sido la naturaleza por parte de los puritanos y al igual que iba a
serlo ms tarde el inconsciente por parte de los psiclogos que lo tacharon de jungla peligrosa, de
pozo negro, de caldero bullente de deseos desenfrenados. La imaginacin fue caracterizada de un
modo muy similar en el siglo XVIII. Slo se aprobaba mientras se mantuviera moderada, voluntaria y
controlada. No obstante, a finales del siglo XIX, una visin ms amplia de la imaginacin floreci
como veremos a travs de los poetas romnticos, y los dimones encarcelados emergieron una vez
ms a la vida.
Pero este resumen de la suerte que corrieron los dimones con las clases cultas no tiene en cuenta
su suerte entre los no cultos. Qu les ocurri entre los hombres sencillos de todas las pocas,
como deca Yeats? En primer lugar, habra que sealar que, aunque los intelectuales siempre haban
desdeado la supersticin popular, la aparicin a mediados del siglo XVII de recolectores de
folclore popular procedentes de buena familia, como Sir Thomas Browne en su Sobre los errores
vulgares o John Aubrey en su Remains of Gentilism and Judaism,[124] abri una brecha sin
precedentes entre la creencia popular y la culta, una brecha que an hoy persiste. No es que Browne y
Aubrey fueran contrarios a las creencias tradicionales, sino ms bien que eran plenamente
conscientes de pertenecer a un universo mental diferente.[125] Desde el punto de vista de la alta
cultura, la baja cultura apenas era cultura en absoluto y se la llamaba peyorativamente
supersticin y folk lore.[*]
Desde esta elevada perspectiva, la creencia popular en los dimones se vea cada vez ms asediada
por cambios desfavorables. Sus hbitats vrgenes se convertan en cultivos y los grandes bosques
donde las apariciones siempre estaban a la vuelta de la esquina, donde los caballeros del Grial se
extraviaban para ir a caer en un hechizo estaban siendo talados. Al igual que antes los celtas, los
dimones fueron marginados y enviados de vuelta a sus escondrijos de las montaas. El triste
comentario de John Dunbar, habitante de las Highlands de Escocia al trmino del siglo XIX, se haca
eco de las generaciones anteriores: Yo creo que la gente vea hadas, le explic a Evans-Wentz,
pero me parece que un motivo por el que ya nadie las ve es que todos los lugares de esta zona donde
solan aparecer se han destinado a las ovejas, y al venado, y al urogallo, y a la caza.[126]
En el declive de la cultura oral tambin se vea un factor del declive de la creencia daimnica. La
prosaica palabra impresa era ms contundente y ms concentrada que las historias que se alimentaban
de los gestos y expresiones del narrador, y disipaba el elenco de sombras que hay junto a la luz de
una hoguera, de la que depende el poder de los cuentos daimnicos. En poca reciente, un hombre
que vio un monstruo daimnico en el lago Aylmer de Canad opt realmente por contradecir lo que
vean sus ojos y creer que haba sido un esturin gigante, como consecuencia de la lectura de un libro
del Gobierno sobre el tema, libro, sin embargo, que se haba inspirado en su propia visin![127] Los
libros se empean en ser realidad o ficcin. Pero los dimones, al igual que las historias sobre ellos,
no son tan fciles de clasificar. Tienen un pie a cada lado, como hacen con tantos otros aspectos. (La
cultura oral fue debilitada desde el siglo XVIII en adelante por la creciente brecha entre clases; los
pobres fueron desarraigados de la tierra y enviados a una vida de trabajo en las ciudades, donde, sin
tiempo para el ocio, su propia cultura folk agoniz, pero sa es otra historia).
Aunque hay muchas cosas que decir sobre el declive de la creencia daimnica, dudo que haya
habido un declive de las manifestaciones daimnicas en s. Los dimones han seguido apareciendo, y
nunca tanto como ahora, con la pltora de avistamientos de ovnis, animales fantasma, visiones de
la Virgen Mara, visitaciones angelicales, comunicaciones con espritus y dems. Dudo incluso que
los dimones tradicionales, tales como en nuestra cultura las hadas, hayan sido reemplazados o
se hayan extinguido. Pues forma parte de la creencia en las hadas afirmar que stas ya no se ven,
como hizo John Dunbar. Pero esta polmica sobre su extincin tiene muchos precedentes (Aubrey,
por ejemplo, pens que la creencia en las hadas haba cesado durante la guerra civil inglesa) y
muchos ecos posteriores: los seres fericos siempre se han atribuido a una poca antigua, a pesar de
que siguen asomndose (ms tarde me extender sobre este punto). En consecuencia, yo mismo
estaba a punto de asegurar que realmente haban desaparecido hoy en da, hasta que me cruc, por
casualidad, con dos personas que me contaron sus recientes avistamientos, y ni siquiera en el viejo
bastin celta, sino en Dorset y Wiltshire. En el primer caso, Dominic French vio a un tropel de seres
fericos bailando en un bosque conocido entre los lugareos como el bosque de las hadas
cercano a Winterbourne Stickland.[128] No haba credo en ellas hasta ese momento (fueron descritas,
por cierto, como seres de un metro veinte de altura, de colores vistosos y semitransparentes).
Tambin quisiera poner en duda que la sabidura general est en lo cierto al afirmar que el
declive de la cultura oral ha conducido al declive de la creencia popular en los dimones. No se
tratar ms bien de un mero cambio en su difusin? El mundo impreso, antes tan hostil a tales
creencias, ahora las propaga a travs de montones de libros populares e historias en peridicos
sensacionalistas, ayudados por el cine y la televisin. Adems, la gente an cuenta historias de
apariciones, y los folcloristas han detectado incluso una nueva especie de moderno folclore
urbano.
Por otra parte, no estoy de acuerdo en que el cultivo y el subsiguiente desencanto del paisaje
hayan acabado con los dimones que tenan en ste su hbitat natural. Podran regresar perfectamente
bajo formas nuevas e inesperadas, como los gatos grandes y misteriosos que merodean por los
suburbios o los curiosos diseos circulares grabados en los campos de maz. Si hubo alguna vez un
tiempo en que el cultivo de la naturaleza salvaje y el declive de la cultura oral llevaron a la prdida de
la creencia daimnica, seguramente fue en el siglo XIX, cuando la actividad daimnica se traslad
sobre todo del campo a las sesiones de espiritismo.

Espiritismo
Mientras que el cristianismo haba polarizado la realidad daimnica en sus dos mitades de espritu y
materia, el auge del materialismo filosfico en el siglo XIX suprimi todo lo espiritual. La realidad se
volvi materia. La iglesia trat de combatir eso, pero tenda a hacerlo invocando la autoridad de la
Biblia, que sufra un revs espantoso desde Darwin y su idea de que la humanidad no fue creada por
un acto divino, sino que haba evolucionado de forma natural. Durante la poca victoriana, el
cientificismo alcanz la cspide de la autoconfianza. Qued slidamente asentado que todos los
misterios del universo seran desvelados en cuestin de pocos aos. Por supuesto, esa confianza
result errnea, pero an hoy existe una fe similar en la capacidad de la ciencia. El tono reverencial
con que todava se trata a la ciencia se fragu hace ciento cincuenta aos.
Sera errneo pensar que el cientificismo se sali con la suya. El materialismo cientfico nunca ha
sido capaz de sacudirse de encima el vitalismo, o la idea, a grandes rasgos, de que hay un alma en la
materia. Las teoras vitalistas de la naturaleza de la vida atribuan su organizacin intencional a
almas no materiales, o factores vitales, bajo un abanico de nombres diversos. Las teoras
mecanicistas siempre han negado la existencia de tales entidades msticas, pero entonces han tenido
que reinventarlas con nuevos disfraces.[129] La realidad daimnica siempre ha socavado las muchas
disciplinas que se han propuesto excluirla.
No obstante, los dimones de los que quiero hablar aqu no son los que hostigaron al
cientificismo desde el interior, sino los que se agruparon como su opuesto, como un hermano tonto.
Y es que la era victoriana fue presa, paradjicamente, de un vasto fenmeno daimnico que
ensombreci la brillante luz de aquel mundo nuevo de progreso optimista con el viejo y lbrego
mundo de la supersticin, en el que antepasados de voz ronca hablaban desde ms all de la tumba.
Hay algo a un tiempo impresionante y truculento acerca de la edad dorada del espiritismo. Sus
mdiums eran de un atractivo vigor comparados con sus homlogos de los tiempos modernos, los
canalizadores, que transmiten insulsos mensajes de una mirada de entidades que abarca desde las
oscuras deidades africanas a lejanos hermanos del espacio. En una sesin victoriana, sonaban
trompetas, se oan campanas y las mesas se daban la vuelta; se materializaban objetos que volaban a
travs de las paredes; manos fantasmagricas quedaban impresas en cera caliente, y plidos espritus
se moldeaban un cuerpo con el pegajoso ectoplasma que chorreaba del mdium. No deja de resultar
irnico que estas manifestaciones espectaculares ahora no parezcan ms que un reflejo del
materialismo que pretendan echar por tierra. Haba algo burdo en ellas, algo claramente no
espiritual. Sin embargo, tal vez eran lo que se necesitaba para sacudir la fe de una era materialista.
Como el mundo teatral, con el que tiene una tradicional afinidad, el espiritismo tiene sus estrellas
y sus bufones, sus actores cmicos y trgicos. Pero ni siquiera su mayor estrella, D. D. Home, poda
deshacerse de la turbiedad que, por su propia naturaleza, acompaa a todos los fenmenos
daimnicos. l mova pianos con la mente estando atado a una silla, ante docenas de personas ilustres
y en habitaciones bien iluminadas. Levitaba, sala flotando por una ventana y volva a entrar por otra.
Realizaba incontables hazaas como stas cuando se le peda.[130] Un destacado cientfico, Sir
William Crookes, fue enviado a desacreditarlo y en lugar de eso se convirti, escandalizando a sus
colegas: lo que Home estaba haciendo, decan, era imposible. Yo nunca he dicho que fuera posible,
respondi el desconsolado Crookes. He dicho que era verdad..[131] Pero, por todos los que crean
en la realidad de los poderes psquicos, haba muchos ms que crean que no era ms que un truco,
incluso hasta el punto de no dar crdito a sus propios ojos.
Hay una lnea muy fina entre la artimaa y lo genuino. Los propios dimones son unos pcaros.
Los mdiums sinceros tendan ms a ser vctimas de sus espritus que charlatanes consumados. Si
alguna vez ideaban un oportuno mensaje cuando los espritus no llegaban a comunicarse,
normalmente era almas cndidas como solan ser por un deseo de agradar. Los dimones de los
que dependen los poderes psquicos se aburren con facilidad y dejan de funcionar bajo repeticin
forzosa, como descubren en sus laboratorios los investigadores de la percepcin extrasensorial: sus
sujetos muestran asombrosas habilidades precognitivas o psicocinticas y entonces, a medida que
avanzan las montonas pruebas de adivinar cartas, los resultados decaen. Los dimones no aceptan
demasiado bien el rigor, la insistencia y las rdenes. Son volubles y caprichosos. Cuando nos pidan
que juzguemos si un mdium es autntico o falso, debemos responder que la cuestin no es tan
sencilla.
Fijmonos en el caso de los cirujanos psquicos de las Filipinas. En lugar de curar a las
personas a distancia como los sanadores espiritistas occidentales, o de curar simplemente posando
sus manos, estos cirujanos parecan abrir de cuajo a sus pacientes con los dedos, derramando
sangre y sacando trozos de intestino y suturando otra vez sin un solo punto. Los desacreditadores no
vieron en ello ms que prestidigitacin, diciendo incluso que la sangre y las tripas eran falsas o
procedentes de animales. Aun as, personas incurables insistan en que haban sido curadas mediante
estos procedimientos tan poco prometedores.
No creo que sea posible saber a ciencia cierta qu est ocurriendo. Sanadores psquicos de todo
tipo ignoran, ellos mismos, cmo lo hacen (en cualquier caso, aseguran que es obra de Dios o de un
dios o de los espritus). Pero estamos en nuestro derecho de considerar las posibilidades que alegan
los sanadores psquicos. Debemos tener en cuenta que el chamanismo nativo tradicional o la curacin
por brujera, aunque relacionados con el espiritismo occidental, son bastante diferentes. Tal vez lo
que realizaban los sanadores psquicos no eran trucos, sino magia. Tal vez la sangre y las tripas se
materializaban como parte de la operacin, en lugar de llevarlas escondidas en la manga (de hecho,
carecan de ellas). Los acontecimientos daimnicos no son nada si no resultan teatrales. Les gusta
dejar fragmentos de enigmticas pruebas que acaban por confundir an ms el asunto; les gusta
ahondar el misterio ms que demostrarlo. Y si la prueba estuviera amaada por los sanadores?
No podra tratarse de la ayuda necesaria para un proceso mgico que requiere aderezos dramticos
para funcionar? Nada tiene una explicacin sencilla en este universo crepuscular, y menos an el
espiritismo.
Por ejemplo, con quin hablan los mdiums? Qu produce sus efectos paranormales? Ellos,
por supuesto, dicen que estn hablando con sus guas o autoridades. stos son muy parecidos a
dimones personales (o ngeles de la guarda), slo que aseguran haber vivido alguna vez en la
tierra, como humanos, lo que no siempre ocurre con los dimones personales. Estos espritus suelen
ser indios pieles rojas o mdicos chinos que hablan con voces raras. Tienden a ser almas elevadas
que han ascendido hacia los escalafones ms altos de la vida despus de la muerte y, por lo tanto,
estn en situacin de ponernos en contacto con parientes y amigos muertos, a los que mantienen en
orden. En ocasiones, ese espritu que toma posesin del mdium ocupa, en efecto, un lugar muy
elevado, casi como un dios, sin conexin personal con el mdium. Tampoco ayudan a entregar
mensajes personales, sino que tienden a filosofar. Abedul de Plata y guila Blanca son ejemplos de
ello: ambos tuvieron numerosos seguidores durante cincuenta aos o ms. Es ms acertado describir
sus mensajes como una especie de teosofa que predica la paz y el amor, reconoce a Jess como un
gran maestro, defiende la reencarnacin, etc.; todo ello indiscutible pero muy general y nada
excepcional (aunque no tan banal como los credos esgrimidos por la mayora de seguidores de la
New Age). Parece ser que la filosofa est mejor en manos de los vivos.
A pesar de todo, hay excepciones, y una de ellas es el libro dictado a W. B. Yeats por su esposa en
trance. Los espritus comunicadores le explicaron que su propsito era proveerlo de smbolos para
su poesa. El resultado fue Una Visin, un sistema filosfico y cosmolgico complejo, casi
hermtico. Pero incluso aqu el dictado se vio perturbado por otros espritus a los que Yeats llamaba
los frustradores. stos imitaban a los comunicadores autnticos con tal xito que Yeats a menudo
se pas meses transcribiendo mensajes, antes de reconocer que eran un galimatas, o bien de ser
informado de su falsedad por el retorno de los espritus reales.
Un psiclogo podra aducir, como hizo Jung al principio, que un mdium habla en realidad con
otras partes de s mismo, con aquellos fragmentos autnomos y escindidos del conjunto de la psique
que llevan una vida relativamente independiente. En cierto sentido, stos sabran ms que nosotros
(sin los estorbos del espacio y el tiempo, podran tener presentimientos sobre el futuro, por ejemplo).
En otro sentido, seran inferiores adems de superiores (poco definidos, medio en penumbra). En
conjunto, como hemos visto, y como Jung lleg a comprender, este punto de vista no funcion.
Aunque es reconfortante pensar que los espritus de algn modo nos pertenecen, pues estn bien
guardados en la psique y, por lo tanto, son subjetivos, nos hemos visto obligados a reconocer que,
al igual que la psique es, finalmente, objetiva e impersonal, tambin lo son sus manifestaciones o
personificaciones daimnicas.
De hecho, se ha puesto demasiado nfasis en el espiritismo de la otra vida, el reino de los
muertos. Hemos visto la tendencia de los dimones a fundirse en el reino daimnico, y el reino del
espiritismo no es una excepcin. Si los muertos espritus, antepasados se encuentran entre los
seres fericos, acaso no podra ser cierto lo inverso? Un hombre que lo crea as fue el astrnomo
francs y pionero en la investigacin psquica Camille Flammarion, que repar en el asombroso
parecido entre las llamadas manifestaciones de espritus y las de seres fericos:

La mayor parte de los fenmenos observados ruidos, movimiento de mesas, desorden,


tumulto, golpes, respuestas a preguntas formuladas son realmente infantiles, pueriles,
vulgares, a menudo ridculos y ms parecidos a la presencia de nios traviesos que a serias
acciones de buena fe. Es imposible no darse cuenta O somos nosotros quienes provocamos
estos fenmenos, o son los espritus. Pero no olvidemos una cosa: esos espritus no son
necesariamente las almas de los muertos, ya que puede existir otro tipo de seres espirituales, y
el espacio puede estar repleto de ellos sin que nunca lleguemos a saber nada al respecto
Acaso no encontramos en la literatura antigua a demonios, ngeles, gnomos, duendes,
genios, espectros, elementales, etc.? Puede que esas leyendas no carezcan de alguna base
factual.[132]

En la poca moderna, los dimones aparecen tanto como lo han hecho siempre. Lo hacen
externamente como una hueste de apariciones; e, internamente, como musas que inspiran y diablos
que nos poseen y nos vuelven locos. Y, como siempre, aparecen sobre todo en sueos. La moderna
psicologa profunda surgi porque no se poda seguir ignorando a los dimones, que se hacan notar
en sntomas neurticos, en obsesiones y en psicosis. Freud y sus seguidores documentaron los
complejos que clamaban desde nuestro interior con voces aliengenas; Jung sigui su llamada hasta
las profundidades, ms all de lo personal y ms all de lo humano, hasta el mundo de los principios
psicolgicos arquetpicos, en el que vio a los dioses regresar con nuevo atuendo. Freud no pudo
seguirle. Tema a los dimones del inconsciente, los demoniz y advirti a Jung que deba erigir una
fortaleza contra la marea negra de fango del ocultismo.[133] Pero Jung OS emprender su
propio viaje al inconsciente colectivo, donde hall algo absolutamente distinto, algo como
veremos inimaginable. Otras escuelas de psicologa se volvieron cada vez ms materialistas y
reduccionistas, tratando a los dimones como si fueran puramente psicolgicos. El alma fue reducida
a la mente y sta al cerebro. Los dimones no fueron tan demonizados como medicalizados. Los
dioses se han convertido en enfermedades, le gustaba lamentarse a Jung.[134]
Seguramente, los sueos son menos valorados o considerados ahora que en ningn otro
momento de nuestra historia. Puesto que sostienen un espejo ante nosotros, reflejando nuestras
posturas conscientes, su descuido se refleja a su vez en imgenes de debilidad o vulnerabilidad.
Pesadillas de nios tullidos, el beb al que no logramos rescatar de la inundacin o el fuego, el
animal muerto en la carretera son imgenes del alma debilitada en la que moran los dimones. O,
si no, los dimones la emprenden contra nosotros imponiendo el reconocimiento en sueos de la
amenaza y la destruccin: la bruja que aparece junto a nuestra cama, el amigo que traiciona, el
marido que engaa, la esposa que blande un escalpelo
As como es una ley psicolgica una ley del alma que todo lo reprimido regresa bajo una
forma diferente, as los dimones infestan los credos y las disciplinas que se niegan a admitirlos.
Empiezan haciendo travesuras, luego se vuelven feos y, finalmente, demonacos. El autoritario y
supermasculino cristianismo est desconcertado por visiones subversivas de la Virgen Mara; monjes
superascticos son atormentados por el archidaimon Eros, que se les insina dentro de sus celdas
solitarias. Los superracionales son perseguidos por un odio demonaco y el miedo a los dimones;
los supermaterialistas son acosados, como los victorianos, por los espritus. Los dimones son
contrarios a los extremos; ellos son el camino medio. Como lapsus freudianos, son la piel de pltano
con la que se pegan un porrazo los que pecan de orgullosos.
Sera un error imaginar que los dimones han abandonado la naturaleza por completo. En ella
an abundan las apariciones, mientras que los amantes de la naturaleza aun cuando no la ven (del
modo en que la vean visionarios como William Blake) poblada de dimones siguen teniendo
intuiciones de su vida autnoma, de su alma. Pero el cientificismo se ha cobrado su peaje:
oficialmente, ya no pretendemos ver en el interior de Dama Natura y participar de su corazn, sino
examinar, interrogar y operar en ella. sta, obediente, refleja nuestra actitud hacia ella, apareciendo
esencialmente como impersonal, objetiva, inhumana y sin alma. Pero, en los polos de nuestras
investigaciones del mundo en la fsica subatmica y en la astrofsica, los dimones regresan
como partculas diminutas, pcaras y poderosas, y como enanas blancas, gigantes rojas o perversos
agujeros negros. El lenguaje de los cuentos de hadas es elocuente. En el lmite mismo del universo
conocido, hay cosas inconcebiblemente inmensas que se alejan de nosotros a inconcebibles
velocidades. Se les llama objetos cuasiestelares quasar, aunque no logramos ponernos de
acuerdo sobre qu estamos observando. Tambin se les podra llamar objetos voladores no
identificados.
6
BESTIAS
Empec el cuarto captulo hablando de los dimones personales y pas a los impersonales,
sugiriendo que todos los dimones eran, finalmente, personales e impersonales a la vez; es decir, que
existen en un continuo, donde unos aparecen en el extremo personal y otros en el impersonal.
Tambin llam la atencin sobre la doctrina tradicional de un alma del mundo que se crea que
animaba el mundo. Al igual que el inconsciente colectivo, esto expresa la idea de que hay una psique
o alma que puede manifestarse a travs de nosotros pero que no nos pertenece en exclusiva. En todo
caso, nosotros pertenecemos y formamos parte de ella. Tal vez, a diferencia del inconsciente
colectivo, la idea de un alma del mundo subraya los aspectos externos e impersonales de lo que he
denominado realidad daimnica; y, para ilustrar stos, quiero fijarme en el tipo de apariciones que
estn ligadas a la naturaleza, y a una topografa en concreto, en vez de, pongamos, individuos
particulares.
Las ms llamativas de estas apariciones surgen en forma animal, sobre todo criaturas como aves,
perros y gatos negros, monstruos de lagos y monstruos grandes y peludos (me detendr en todas
ellas, salvo en las primeras). Todo esto ya sugiere una afinidad con un determinado elemento o tipo
de paisaje, como detectaron los neoplatnicos. Olimpiodoro, por ejemplo, comenta que los dimones
pueden ser celestes, etreos, areos, acuticos o subterrneos (y aade, en provecho de los uflogos,
que los dimones irracionales se originan a partir de los gobernadores areos).[135] Jmblico
observa que cada naturaleza daimnica tiene asignado su lugar en la Tierra, como determinadas
regiones o arboledas.[136] Y es cierto que los perros negros, por ejemplo, frecuentan determinados
tramos de carreteras, ciertas orillas de lagos y bosques concretos, de manera anloga a la preferencia
de los ovnis y los seres fericos por determinados enclaves sagrados (su predileccin por estar
vinculados a lneas rectas caminos de las hadas, los lung-mei o caminos del dragn chinos y
las ley lines ha sido documentada por estudiosos de los llamados misterios de la tierra),[137]
Las bestias misteriosas siempre se han dado por sentadas en las culturas tradicionales, que las
llaman fantasmas, espritus, espectros o diablos (o, al menos, stas son las palabras que
utilizamos nosotros para traducir sus trminos). De hecho, tales culturas las reconocen como
dimones, es decir, con una parte material y otra espiritual, en lugar de slo espirituales, fantasmales
e inmateriales. Es nuestra cultura la que est dividida sobre si estos animales son espritus y fantasmas
o si por muy absurdo que pueda parecerle a una sociedad tribal son animales reales, literales.
Incluso tenemos una pseudociencia la criptozoologa cuyos adeptos salen a la caza de gatos
negros o Bigfoots. stos son a los animales misteriosos lo que los extraterrestristas a los ovnis. Sin
embargo, no hay que despreciarlos, pues nadie que tenga un encuentro con una de estas bestias, al
igual que con un ovni, puede dudar de su realidad. La nica cuestin es: de qu clase de realidad
estamos hablando? Los argumentos a favor de la realidad literal se ven reforzados aparentemente por
los muchos fragmentos de lo que algunos llaman pruebas fsicas, desde huellas a sonidos
grabados, a las que llamar de otra manera en el captulo diez. Mientras tanto, escuchemos a algunos
testigos.
Perros negros
Hay un perro negro que ronda por East Anglia. En Norfolk lo llaman Shuck (Black Shuck, Old Shuck
u Old Shock). Su nombre imita, segn dicen algunos, el sonido de las cadenas que arrastra. En Suffolk
lo llaman ms bien Scarfe, Galley Trot o Moddy Dhoe. Es probable que haya varios de ellos. Un
hombre de Norfolk lo oy en mayo de 1945: el aullido, como de un perro de caza, se volvi cada vez
ms fuerte hasta taladrar las orejas. Al mismo tiempo escuch un ruido de cadenas arrastradas a lo
largo de la carretera. Corri como si en ello le fuera la vida.[138]
Siete aos antes, Ernest Whitehead vio un objeto negro que se le acercaba mientras volva
andando a su casa por la carretera de Bungay a Ditchingham, en la frontera entre Suffolk y Norfolk.
Result ser un perro grande con un pelaje largo, negro y lanudo, y de unos setenta y cinco
centmetros de altura. Cuando Ernest lleg junto a l, el perro se desvaneci.[139] El guardacostas
Graham Grant le pudo echar un buen vistazo el 19 de abril de 1972. Se encontraba en la playa de
Gorleston, Norfolk, y estaba corriendo y luego se paraba, como si buscara a alguien. Lo observ
durante un minuto o dos y entonces s desvaneci ante [sus] ojos. Continu mirando durante un
rato, pero no volvi a aparecer.[140]
Los perros negros de Lancashire y Yorkshire se conocen como Barguest, Trash y Skriker. Trash
hace un ruido como de unos zapatos pesados salpicando en el barro; Skriker chilla. En Staffordshire
lo llaman Padfoot; en Warwickshire, Hooter. Pero no es solamente britnico. Tambin se han
registrado noticias de perros negros en Francia, Italia, Croacia, Alemania y Austria. En los Estados
Unidos han sido vistos sobre todo en Pensilvania, Misisipi y Misuri, donde, por ejemplo, en el
condado de Peniscot, unos cazadores arrojaron un hacha a un perro negro de dos metros y medio de
largo. El hacha pas a travs de l y fue a dar contra un rbol.[141] En Nueva Escocia, territorio
principal del perro negro en Canad, a menudo se ha visto a uno en RousBrook, y aunque a veces
aparece slo como una luz brillante, tambin puede adoptar un aspecto ms sustancial: un hombre
que, despus de beber mucho, se sinti envalentonado para enfrentarse a esa cosa que lo estaba
siguiendo, fue atacado y asfixiado casi hasta morir. Tena el aspecto de un perro negro, dijo, pero
cuando [me] cogi por la garganta, pareca ms una persona.[142]
Sin embargo, los perros negros tienen tanta tendencia a ser hostiles como a ser amistosos, en
ocasiones actuando incluso como ngeles de la guarda. A principios del siglo XX, una mujer que
regresaba andando a su casa, de Scunthorpe a Crosby, en Lincolnshire, s encontr con que la
acompaaba un extrao perro al pasar frente a un grupo de [supuestos] obreros irlandeses que le
estaban diciendo lo que le haran si no llevara al perro con ella.[143] En el mismo condado, en los
aos treinta, haba una maestra de escuela que por la noche sola ir en bicicleta por un camino
solitario, cerca de Manton, y con frecuencia la acompaaba un perro muy grande que iba trotando
por la hierba del arcn. Su presencia la tranquilizaba.[144]
Las creencias populares sobre qu son los perros negros estn divididas. Algunos dicen que son
fantasmas de perros, o fantasmas de muertos que adoptan forma animal. En pocas ms tempranas
estos avistamientos han sido continuos a travs de los siglos, se crea que eran manifestaciones del
Diablo o, al menos, espritus de brujas. Desde luego, poseen toda la ambigedad caracterstica de los
dimones, as como una resonancia arquetpica que recuerda a los perros negros que custodiaban
tesoros en los cuentos de hadas, y que se remonta a perros tan mticos como el Cerbero de tres
cabezas, guardin del Inframundo. En las culturas celtas encajan de forma natural dentro del marco
ferico comn, ya sea como el Buggane o el Moddy Dhoe de la Isla de Man, o como el cu sith de las
Highlands escocesas. En Irlanda, los perros negros son slo una ms de las muchas criaturas fericas.
Dermot MacManus nos ofrece el espectacular avistamiento de un amigo suyo, un tal seor Martn,
que estaba pescando truchas cerca de su casa, en el condado de Derry, en 1928, cuando vio un
animal negro y enorme aparecer ante su vista, avanzando por las aguas poco profundas. Al principio
no supo imaginar qu era, si un perro, una pantera o qu, pero tuvo una intensa sensacin de
amenaza, as que () solt la caa y trep al rbol ms cercano a la orilla.[145]
Mientras, el animal prosigui a ritmo constante y al pasar lo mir con una inteligencia casi
humana y le ense los dientes con una mezcla de gruido y risa burlona. Al hombre se le puso la
carne de gallina al observar aquellos ojos espantosos, rojos y brillantes, que parecan ascuas
encendidas dentro de la monstruosa cabeza. Creyendo que era un animal de circo fugitivo, el seor
Martn volvi a casa a por su escopeta y lo persigui. Pero no encontr a nadie que lo hubiera visto y
se vio obligado a abandonar. Unos meses ms tarde, vio por casualidad una estampa de unos
cigarrillos, de una serie que ilustraba nombres de enclaves irlandeses. Hablaba de Poulaphuca (Pool
of the Pooka) y lo mostraba con su famosa cascada al fondo. En primer plano haba un retrato muy
fiel del animal que l haba visto, el propio Pooka, un gran perro ferico negro. Empez a preguntar
entre la gente de su tierra y pronto haba reunido un montn de historias de avistamientos. Una
criatura como la suya haba sido vista a menudo a lo largo de los aos, normalmente dentro o al
lado del ro, cerca del puente local, pero siempre al ocaso (). Haca cincuenta aos o ms que nadie
afirmaba haberlo visto a plena luz del da.[146]
Hay varios rasgos clsicos en esta aparicin. En primer lugar, vemos que el Pooka, como todos
los perros negros, se asocia con un enclave concreto, como un estanque o una franja de carretera, y
especialmente con un sitio liminal (un puente, la orilla de un ro, un cruce de caminos). En segundo
lugar, se suele ver ms en una hora liminal como el crepsculo (el ocaso). En tercer lugar,
comparte con gatos anmalos, monstruos de lagos, Bigfoot y dems los ojos brillantes y rojos. Un
amigo de Walter Gill, el autor de la Isla de Man, se encontr un perro negro cerca de Ramsay en
1927: tena un pelaje largo y lanudo y ojos como ascuas de fuego, y no le dejaba pasar (su padre
muri poco despus, lo que apoya la opinin comn segn la cual los perros negros son un presagio
de muerte).[147] En cuarto lugar, est el tema de la mirada penetrante del animal. Una joven a la que
conoci MacManus lo describi en los mismos trminos que el seor Martn: vio a un Pooka a plena
luz del da, un perro negro que le llegaba a la altura del hombro (el de Martn era alto como la
repisa de una chimenea), a slo tres metros y medio de distancia. La observ con inters ms que
con hostilidad, pero a ella le parecieron unos ojos de inteligencia casi humana (la cursiva es ma).
Pas de largo y se meti por una verja de hierro macizo.[148]
Gatos misteriosos
La duda inicial del seor Martn acerca de qu estaba viendo si un perro, una pantera o qu se
repite en avistamientos ms recientes de animales que, en general, se identifican como gatos grandes
y negros. Al principio pens que era un perro y le habl, dijo Alan Pestell, de Thorganby,
Yorkshire, que se top con un gran animal mientras caminaba por una carretera principal la noche
del 9 de agosto de 1976; pero entonces me di cuenta de que tena cara de gato y una larga cola! Me
qued tieso del susto. Durante unos segundos me qued paralizado y entonces decid seguir andando
hacia el pub. Pens que si me daba la vuelta y corra, tal vez se me echara a la espalda. Segn su
descripcin, la criatura meda entre noventa y ciento veinte centmetros de largo y casi noventa de
alto, y dijo que sta se sent y lo mir con la pata derecha alzada hasta que hubo pasado.[149]
En 1983, un animal al que la prensa llam la bestia de Exmoor haba matado, segn se crea, a
un gran nmero de ovejas en el sur de Exmoor, alrededor de la frontera entre Devon y Somerset. El
rebao haba sido masacrado al estilo ms bien meticuloso que caracteriza a los grandes felinos.
Resulta casi imposible creer que un animal fantasma una aparicin pueda matar ovejas. Aun
as, las pesquisas habituales sobre animales escapados de circos no dieron ningn resultado, y ningn
zoo ni coleccin privada echaba en falta a un felino. Adems, las personas que vieron a la bestia de
Exmoor decan que se pareca ms a un perro que a un gato, y sus huellas, de casi nueve centmetros
de ancho, eran caninas, pues se vean las marcas de las uas (los gatos, por supuesto, las retraen). Se
llev a cabo un ingente esfuerzo por matar o capturar a esa criatura. Hasta se llam a los marines
para que la acecharan con dispositivos de visin nocturna en sus potentes rifles. Pero, aunque fue
vista, esquiv a todo el mundo.[150]
En los Estados Unidos existe algo muy conocido que es similar a la bestia de Exmoor.
Generalmente lo describen como una pantera negra, lo cual, literalmente, no tiene mucho sentido,
ya que una pantera negra es un leopardo melnico es decir, negro del todo, extremadamente raro
en el mejor de los casos. No obstante, se ha visto a muchas de estas criaturas, y an se siguen viendo.
En septiembre de 1975, se oy a algo gritar por la noche en Stockbridge, cerca de Atlanta, Georgia.
Se avist una pantera negra de inmensos ojos como brasas. Empez a aparecer en autopistas a
plena luz del da. Se la consider responsable de la muerte de una cabra y, ms adelante, de dos vacas.
En ningn caso los propietarios, que dorman cerca de all, oyeron nada. Se emprendieron partidas
de caza, pero no sali a la luz el menor rastro del animal. Como en el caso de la bestia de Exmoor, su
reinado de terror ces tan bruscamente como haba empezado. Los nicos que tal vez no se
sorprendieron fueron los indios semnolas del lugar, que conocan las leyendas de panteras
fantasma que se alimentaban de venado e incluso de personas, y a las que slo se poda matar con
lanzas arrojadas por su hombre santo.[151]
Es difcil saber si los perros negros del folclore son en realidad gatos negros, o viceversa. Al
igual que el Pooka o la pantera fantasma, muestran el rasgo daimnico del amorfismo. Aunque
siempre reconocibles, se aparecen a cada observador con leves diferencias de detalles. El animal que
aterroriz Bay Springs, Misisipi, a lo largo de 1977 fue descrito por Joe McCullogh como alto hasta
la cintura, con una cabeza grande y orejas pequeas. De color negro y gris, s pareca un poco a un
perro y tena una cola larga y peluda. Se abalanz sobre Joe y otros cuando lo estaban buscando y
aqul escap por los pelos. Joseph Dixon lo vio ms grande que cualquier pastor alemn [alsaciano]
(), ms largo que cualquier perro (.) Saltaba ms lejos de lo que podra hacerlo un perro
cualquiera. Lo consider responsable del siniestro ataque a sus cerdos, a los que se les comieron las
orejas, y solamente las orejas. No atraparon ni cazaron nada.[152]
La pantera negra es slo una clase de gato misterioso registrado en los Estados Unidos. Hay
miles de historias ms con felinos, como pumas, leones o tigres. Uno empieza a preguntarse si
(suponiendo que algunos puedan ser felinos indgenas autnticos) hay distintas clases de apariciones
de felinos o si hay existen diferentes manifestaciones del mismo fenmeno, del tipo Pooka, con
cambios de forma. Puede que las distintas clases de felinos sean slo variaciones del tema del felino
perruno. El aluvin de avistamientos que se dio en Wellington Collage, una escuela para chicos cerca
de Crowthorne, Berkshire, en 1981, viene a apoyar esta idea.
En junio, un profesor vio un animal semejante a un zorro que sala corriendo de entre unas
hierbas altas a una velocidad asombrosa (calcul que haba tardado doce segundos en recorrer 130
metros). Qued fascinado por los movimientos sinuosos del animal, cuyas patas traseras y delanteras
se tocaban en su carrera. Era ms o menos del tamao de su setter irlands, de color castao rojizo y
con una larga cola, tirando ms a un gato que a un perro.[153] El 2 de julio, tres chicos vieron algo tan
grande como un labrador, negro azabache y con un pelaje suave y lustroso. Meda alrededor de un
metro veinte de largo y se mova muy deprisa, a grandes zancadas. Se consider que era un animal
felino enorme, y desde luego no un gato o un perro domsticos.[154] El 6 de julio, un tendero
corrobor el avistamiento de los chicos, pues divis al gato en un campo del terreno del colegio.
Aadi que la cola era tan larga como el cuerpo (.); la caracterstica ms notable eran sus ojos
brillantes y rojos, casi parecan lanzar destellos, como si los encendiera una batera.[155]
Sin embargo, el mismo da del avistamiento de los chicos, una pareja de jubilados caminaba cerca
de los bosques de Crowthorne, a medio kilmetro ms o menos de la Carretera del Diablo, cuando
vieron, a una distancia de unos cuarenta metros, a una leona hembra. Era mayor que un
alsaciano, con un pelaje suave y castao dorado, y cruz el camino con un movimiento grcil y
lento.[156] El 11 de julio, otro profesor se encontraba paseando con su esposa y sus padres por los
terrenos de la escuela. Todos ellos vieron un animal felino grande y de color castao oscuro que se
detuvo y los mir durante unos segundos.[157]
Esto recuerda a las extraas manifestaciones felinas, conocidas en conjunto como el puma de
Surrey, que aparecieron a partir de 1962 en los alrededores de la granja Bushylease, de unas ciento
veinte hectreas, entre Ewshot y Crondall (la polica del vecino Godalming acumul 362
avistamientos de animales del tipo puma entre 1962 y 1964).[158] Ya el primero presentaba una serie
de caractersticas folclricas y anmalas a la vez. Se oyeron gritos y aullidos; apareci sobre todo
por la noche o en das de niebla; no dej rastro sobre la nieve, aunque luego se encontraron huellas
en el barro El encargado de la granja, Edgard Blanks, solt a los perros para que fueran en su
busca, pero stos se negaron a seguir la pista y parecieron aterrorizados. Por las noches brillaban
luces en los tejados de los edificios de la finca sin motivo aparente, y cada vez que stas aparecan, la
extraa criatura era vista por la zona poco despus. Blanks y su familia vieron, de forma variada, un
gato del tamao de un spaniel, pelirrojo con manchas y franjas ms oscuras; una bestia ms grande,
tipo puma; y un animal semejante a un leopardo oscuro.[159] La seora Christabel Arnold de Crondall
eStaba paseando cerca de la finca cuando vio a una criatura a la que no describi para nada como a
un puma: Primero not su hedor cuando faltaba un buen trozo del camino, me qued helada y nos
miramos el uno al otro, y entonces buf sin parar. Tena en la cara marcas como las de un guepardo y
era grisceo, de un beige marronoso con manchas y franjas. El lomo era de un castao rojizo intenso
(); tena una hermosa cola a rayas rojizas y beige, con la punta blanca (). Tena unos ojos
amarillos y sesgados, bigotes como alambres y orejas con penachos. Posteriormente lo volvi a ver
en varias ocasiones.[160]

Yo no dira exactamente que el perro negro es una aparicin en vas de extincin (el otro da le
algo sobre otro avistamiento), pero de alguna manera parecen haber sido usurpados a la imaginacin
popular por los gatos misteriosos, desembocando en una disminucin en ambigedad y riqueza. Y es
que los perros negros cuentan con la mayor gama de aplicaciones simblicas, apareciendo, ora como
augurios de muerte y desgracia, ora como protectores de mujeres, o incluso como guardianes de
tesoros y lugares sagrados. En el captulo cuarenta de Lejos del mundanal ruido, de Thomas Hardy, la
desdichada Fanny es consolada por la aparicin de un inmenso perro negro que se materializa con
una forma tpica cerca de Greys Bridge, a las afueras de Casterbridge, Dorchester: una inmensa,
pesada y silenciosa criatura () de una naturaleza demasiado extraa y misteriosa para pertenecer a
cualquiera de las variedades de nomenclatura popular (); la encarnacin ideal de la grandeza
canina.
Pero descubrimos que este perro negro no es una bestia real, sino una metfora: Hardy se est
refiriendo a la Noche, personificada en su aspecto triste, solemne y benevolente. Es habitual hablar
de la melancola como de un perro negro, y, en sueos, a menudo figura como un guardin potente
y peligroso, aunque no necesariamente maligno. Puede que el abanico metafrico de grandes gatos
sea ms limitado, pero existe, y sobre todo, existe de otra manera. En los sueos, los grandes gatos
son imgenes corrientes de afectos no resueltos explosiones de vida emocional o instintiva, que
de pronto nos salen al paso desde la jungla del inconsciente. Resulta tentador, por extensin, ver el
puma de Surrey como un retorno de la vida salvaje e instintiva a los condados suburbiales, como la
periferia de Londres; verlo como una fuerza inconsciente que amenaza con sus colmillos a la
inspida superficie del cinturn residencial de la conciencia. Ocurre lo mismo con los dibujos
circulares silvestres que plagan nuestros campos cultivados? O, peor an, con la nueva hornada de
aliengenas que, desde los aos sesenta la hora del puma, han estado abduciendo a caminantes y
realizando indescriptibles operaciones con ellos? Acaso los dimones, cansados de seguir
esperando a que se les reconozca, han vuelto para llamar nuestra atencin por la fuerza? Son
preguntas que volver a plantear.

Kaptars, Yowis, Yetis


A finales de julio de 19S7, el profesor V. K. Leontiev estaba acampando en las montaas caucsicas,
en la cabecera del ro Jurmut, cuando encontr en la nieve unas huellas fuera de lo comn, distintas
de cualquier otra que hubiera visto antes. Aquella noche oy un extrao grito. Al da siguiente vio
algo cruzando un campo nevado cercano. De pronto, el profesor supo que era un Kaptar. Caminaba
de pie, sin tocar el suelo con las manos. Tena unos hombros inusualmente anchos y su cuerpo estaba
cubierto por un pelaje largo y oscuro. Meda unos dos metros veinte de altura. El aspecto general
del Kaptar era el de un humano alto, de enorme complexin y peludo. Con todo, el profesor le
dispar a los pies pero, o bien fall, o bien slo roz a la criatura, porque sta se alej de su vista
por entre unas rocas.[161]
Debe de ser obvio que este Kaptar caucsico es el mismo, o del mismo tipo, que el ms famoso
Yeti del Himalaya, conocido en tibetano como Kangmi, o que el californiano Bigfoot. Se llama
Chuchuna en el nordeste de Siberia, Sasquatch en la Columbia Britnica (Canad) y Yowi en
Australia. No parece que se le vea mucho por Europa, quiz porque su hbitat favorito son, por lo
visto, zonas vastas y ms bien deshabitadas, normalmente montaosas, aunque sospecho que algo
tiene en comn con el trol escandinavo. Siempre que se tropieza con los hombres muestra curiosidad,
pero no miedo. Observa lo que hacemos pero rara vez interfiere.
El 29 de enero de 1978, una criatura peluda de metro ochenta de altura se asom a la puerta de
una casa de Spinbrook, Queensland. Tena unos ojos hundidos y una cabeza ahuevada; la nariz era
pequea, chata y contrada; las orejas, planas. De color negro, ola como unos retretes pblicos mal
cuidados. El propietario le arroj una silla y l se alej de un salto o cojeando.[162] Este Yowie era
bastante ms pequeo que el que observ, en 1924, cmo el cazador de canguros David Squires
despellejaba a una de sus vctimas, al oste de Dubbo, en Nueva Gales del Sur. Meda dos metros y
medio de altura y tena un pelo grueso, basto y grisceo de unos siete centmetros de largo, grandes
ojos azules y un rostro medio humano y medio de simio. Alz el brazo y ara el rbol que tena al
lado antes de adentrarse lentamente en la maleza. Ms tarde se midieron las marcas del araazo, a
cuatro metros por encima del suelo.[163]
Rex Gilroy, de Nueva Gales del Sur, ha recopilado ms de 3000 avistamientos de Yowis.[164] Los
Bord han reunido informes de avistamientos del equivalente americano en cuarenta estados y cinco
provincias canadienses, con detalles de casi 500 localizaciones separadas entre s en las que a menudo
se ha dado ms de un avistamiento por parte de varios testigos. Si adems tenemos en cuenta que
como ocurre con todos los fenmenos anmalos slo se informa de una pequea cantidad de
avistamientos (o, si se informa sobre ellos, la informacin no llega ms all de la localidad en
cuestin), es posible que la suma total de avistamientos sea de miles. La gran mayora han sucedido, o
han salido a la luz, a partir de 1940 Pero las descripciones modernas del Bigfoot llammoslo as
no difieren en modo alguno de las descripciones de los nativos americanos, que se remontan a
siglos atrs, ni de las de los primeros colonos. El seor Trimble, de Crawford County, en Kansas,
escriba en 1869 que tiene un parecido tan prximo a la forma humana que los hombres se niegan a
dispararle Tiene un andar encorvado, brazos muy largos con unas manos o garras inmensas; tiene
la cara peluda (), una expresin de lo ms feroz (); en general camina sobre sus patas traseras,
pero a veces utiliza las cuatro.[165]
En el siglo XIX se llamaba a estas criaturas gorilas de la montaa o, debido a su extrao
comportamiento, diablos de la montaa. Haba opiniones variadas sobre si eran fantasmas o
especies de simio o de oso, o bien supervivientes de los hombres prehistricos como el
Gigantopithecus (de la misma manera que se crea que las hadas eran vestigios de los pictos). En
otras palabras, la misma mitomana rodea a estos monstruos grandes y peludos que, por una parte, a
los animales misteriosos y, por otra, a las hadas o criaturas fericas. Si solamente se comportaran
como en mis tres primeros ejemplos, fcilmente podramos encontrarles alguna explicacin
naturalista. Pero, ay, resultan tan absolutamente imposibles como nuestros perros y gatos.
En otoo de 1957, Gary Joanis y Jim Newall estaban cazando ciervos en Wanoga Butte, cerca de
Bend, Oregn. Gary dispar a una presa, pero antes de llegar hasta ella una criatura de dos metros
setenta de altura apareci en el claro, cogi el ciervo y se lo llev debajo del brazo. Gary se puso
furioso. Dispar repetidas veces contra la espalda de la bestia, pero sta no mostr ninguna seal de
estar herida, a menos que su extrao silbido fuera un grito de dolor. Simplemente sigui
caminando.[166] Se han registrado muchos casos de disparos contra Bigfoots; pero, aparte de algn
rastro de sangre ocasional, las balas no parecen causarles ningn efecto.
Uno de los jvenes que estaban acampando cerca de Davis, Virginia Occidental, durante el verano
de 1960, haba salido a cortar lea cuando not que alguien le daba un pequeo golpe en las costillas.
Creyendo que era alguno de sus amigos, se dio la vuelta y se encontr cara a cara frente a un
monstruo horrible. Tena dos ojos enormes que brillaban como grandes bolas de fuego y ()
meda nada menos que dos metros y medio de alto y tena un pelo enmaraado por todo el cuerpo.
Se lo qued mirando un momento y luego se alej, dejando unas huellas gigantes como prueba de su
visita.[167] Tan lejos y tan (cercanamente) tangible. Pero hay otros encuentros esquivos con Bigfoots,
como el que tuvo una tal seora A., el 6 de febrero de 1974, cerca de Uniontown, Pensilvania. Al or
unos ruidos sospechosos en el exterior mientras estaba viendo la tele, la mujer sali valerosamente al
porche con una escopeta. Frente a ella haba un Bigfoot de ms de dos metros, que alz ambas manos
por encima de su cabeza. La seora A., aterrada, le dispar en el estmago. Hubo un destello brillante
de luz y la criatura se desvaneci sin dejar rastro.[168]
El S de noviembre de 1977, una partida promovida por el teniente Verdell Veo estuvo a la caza de
un Bigfoot durante horas en las inmediaciones de Little Eagle, en Dakota del Sur. Finalmente lo
rodearon con coches y con luces cegadoras, pero aun as logr escapar. Uno de los rancheros que
estaban presentes seal: Enfoqu mi linterna hacia donde lo oa claramente, pero all donde tena
que haber estado no se vea nada. Y ahora me pregunto lo siguiente: puede esa cosa volverse
invisible cuando las cosas se ponen demasiado feas?.[169]
Un enfrentamiento an ms extrao, que recuerda a muchos casos de entidades aliengenas, le
sucedi a una tal seora Lister, de dieciocho aos de edad por entonces, una noche de 1964. Estaba
sentada con su futuro marido en un coche aparcado cuando vieron, a la luz de los faros, a una
criatura que se aproximaba a ellos saltando y brincando. Atraves una alambrada de tres vueltas
como si fuera incorprea como una nube. La seora Lister grit mientras la bestia trataba de agarrar
a su compaero a travs de la ventanilla. Se sinti hipnotizada por sus ojos como brasas, como si
hubiera tenido un lapso temporal o como si estuviera viviendo en otro tiempo. Pudo ver que la
criatura meda un metro ochenta de alto, era ancha de hombros, estaba cubierta por una pelusa
amarillenta y tena una horrible cabeza que era puntiaguda por arriba y estrecha en la barbilla. Tena
la frente arrugada, las orejas y la nariz como las de un cerdo y los ojos de un color naranja
encendido. Mientras la observaba, adopt otra forma: sus manos se volvieron zarpas y se apoy
sobre las cuatro patas. Entonces se desvaneci en el vaco.[170]
Hay aqu un ambiente de pesadilla que recuerda a la distorsin onrica de espacio y forma ante la
presencia de dimones, como ya hemos visto en algunos encuentros con ovnis. Todo es
prodigiosamente vvido y real y, al mismo tiempo, extrao y como de otro mundo. Los
acontecimientos daimnicos estn envueltos en su propio espacio encantado. La curiosa derivacin
del siguiente avistamiento es algo con lo que tambin nos hemos topado y que se distingue con el
sello de lo daimnico.
En 1952, un hombre estaba conduciendo camino de Orleans, California, por una remota carretera
de tierra, a travs de Bear Valley, cuando tuvo que parar y salir del coche para retirar un rbol que
haba cado y bloqueaba el camino. Estaba oscuro y haba estado lloviendo intensamente. Oy el
ruido sordo de unas pisadas que se acercaban por la carretera detrs de l y vio un monstruo peludo
de tipo humano. ste empez a dar crculos a su alrededor, gruendo de forma muy amenazadora.
Tena los ojos redondos y bastante luminosos; la cabeza, baja y redondeada con pelo corto encima;
sus colmillos eran ms largos que los de un humano; el pecho, ms bien sin vello y de aspecto
curtido. Cuando la criatura se volvi ms amenazadora, el hombre se vio impelido a correr hacia el
coche, ponerlo en marcha y lanzarse por encima del rbol mientras la criatura araaba la ventanilla.
Logr escapar. Pero no fue hasta ms tarde, al leer la noticia sobre el avistamiento de un Bigfoot en
Carolina del Norte, cuando poco a poco empez a recordar con toda vivacidad su propio encuentro.
Hasta entonces haba olvidado el acontecimiento por completo, y ni siquiera consigui acordarse
cuando un amigo le pregunt cmo se haba hecho esa gran abolladura en la calandra del coche.[171]

Bigfoots y hadas
Incluso a partir de estos conocimientos rudimentarios de encuentros con Bigfoots queda claro que no
estamos tratando con una rara especie animal, sino que tenemos a otro daimon entre manos. Tiene los
caractersticos ojos enormes y brillantes o encendidos; a veces es invisible o se desvanece en el
vaco; es inmune a las armas de fuego; deja sugerentes rastros, como sangre o huellas, o, al igual que
un ovni, daos de poca consideracin en coches, edificios y dems, pero nunca es posible
atraparlo. No deja huellas cuando debera dejarlas, y cuando las deja son contradictorias, pues
muestran una cantidad de dedos variable: dos, cuatro, seis y, en especial, tres. Nunca cinco. Como los
dedos de las entidades aliengenas, prefiere nmeros no humanos.
Otros rasgos incluyen los ruidos que emite: silba, chilla, suena como el gruido de un cerdo o el
llanto de un nio, ruge o alla. Pero prefiere silbar, lo que es mencionado con frecuencia respecto a
las hadas. En ocasiones, el Bigfoot tambin se mueve a una velocidad sobrenatural, y se le ha visto
corriendo a campo abierto como un ciervo, saltando vallas. Por otro lado, a menudo se muestra lento
y torpe. Si posee algn rasgo especial es su hedor a carne podrida, basura y deshechos. Huele como
el mismo diablo. No creo que sea necesario aadir que se le ha relacionado con los ovnis, lo que ha
llevado a imaginativos uflogos a especular con la posibilidad de que sea algn tipo de aliengena o
incluso un animal experimental ideado por aliengenas con propsitos inescrutables. Su
comportamiento suele ser manso y enigmtico, e incluso cuando golpea, agarra, grue o amenaza a
personas, al final no les hace dao. En resumen, comparte tantos atributos con los seres a los que me
he complacido en llamar fericos que tal vez convendra verlo, en aras de la comodidad (y si me
perdonan la expresin), como a un Hada Grande Como tal, no debera ser catalogado junto con
otros animales aliengenas tales como perros negros y gatos anmalos, que, aunque puede resultar
til llamarlos criaturas fericas, en s no son hadas.
Un ejemplo tpico de comportamiento ferico en un Bigfoot tuvo lugar en Roachdale, Indiana, en
agosto de 1972. Lo primero que oyeron Randy y Lou Rogers fue un montn de fuertes golpes en sus
paredes y ventanas durante varias noches seguidas. Era algo muy parecido a un fenmeno poltergeist
(espritu ruidoso). Pero los propios poltergeist son especialmente difciles de sondear. Como con
todas las manifestaciones daimnicas, existe alguna relacin personal, en particular con mujeres
pberes. Tambin existe un aspecto impersonal, normalmente un fantasma o espritu burln, pero a
veces se trata de un tipo de hada tradicional el boggart ingls es un ejemplo de ello cuyo
comportamiento no se distingue del de los poltergeist. Ruidoso, travieso e infantil, es un tipo de ser
ferico bastante rudimentario que representa un incordio ms que otra cosa. El componente ferico,
por as decirlo, de la trama de creencias que rodean a los poltergeist an no se ha subrayado lo
bastante.
En cualquier caso, tras los golpes iniciales, los Rogers vislumbraron a un Bigfoot de complexin
robusta y metro ochenta de altura alejndose al trote hacia un campo de maz vecino. Durante las dos
o tres semanas siguientes volvi con regularidad entre las diez y las diez y media de la noche,
anuncindose mediante un olor atroz a animal muerto o basura podrida. Instintivamente, la seora
Rogers lo trat como es tradicin tratar deferentemente a manifestaciones fericas conflictivas: le
dej comida fuera, una prctica que se remonta a la antigedad e incluye el apaciguamiento de los
dioses domsticos y los espritus ancestrales con ofrendas de comida. El Bigfoot tomaba los
alimentos, y en ocasiones, se quedaba un rato para observar a la seora Rogers a travs de la ventana
de la cocina. sta comprendi que la bestia no perteneca por completo a este mundo porque no
dejaba rastro, ni siquiera cuando corra sobre el fango. De hecho, apenas tocaba el suelo al correr y
no haca ningn ruido al pasar entre la maleza. Alguna vez, a los Rogers les pareci que podan ver a
travs de l, como si fuera semitransparente.[172]
Otro tipo de ser ferico ingls, lamentablemente extinguido, es el brownie. A diferencia de sus
brillantes y apuestos primos celtas, era una pobre criatura de pocas luces, completamente cubierta de
pelo, que se aferraba a hogares concretos, a menudo arreglando el lugar por la noche, funcin que
comparte la Gente Pequea celta (era, pues, lo opuesto al poltergeist, pues traa orden en lugar de
caos. De hecho, tal vez sera ms acertado catalogar a los seres fericos en funcin de sus distintas
manifestaciones, caticas u ordenadas, ms que proponer entidades separadas). Los brownies eran
unos sirvientes inofensivos que podan volverse ms agresivos si no se los propiciaba. Me recuerdan
al Bigfoot que frecuent a la familia Lee, del poblado de Watowa, cerca de Nowata, Oklahoma, en
1974. Despus de ver varias veces a aquel Bigfoot de metro ochenta durante numerosas semanas, los
Lee le perdieron el miedo e incluso le cogieron bastante cario cuando empez a jugar a un juego
con ellos: cada da les dejaba una escudilla delante de su establo, y cada da ellos la cogan y la
ocultaban para volvrsela a encontrar frente al establo a la maana siguiente. Las nicas veces que
la seora Margie Lee le oy emitir algn ruido fue cuando pareca rer. Finalmente se convirti en un
fastidio, enredando en el establo y destrozando las alambradas de las ventanas cuando lo echaban.
Tambin se llev el pollo de un vecino. Adems, fue visto por dos ayudantes del sheriff que haban
sido llamados para ayudar a manejar a esa Criatura. Le dispararon, pero escap por el bosque. Al da
siguiente la seora Rogers oy un fuerte golpe en el muro exterior mientras se estaba duchando.
Corri a la ventana, pero ya era demasiado tarde; nunca ms volvi a ver al Bigfoot.[173]
Es ste un cuento triste, con moraleja. Yo pensara que el hecho de que el Bigfoot dejara la
escudilla fuera era un claro indicio de lo que peda. No es de extraar que se volviera un incordio
cuando lo ignoraron. Los dimones no necesitan alimento en el sentido literal: necesitan que se les
preste atencin. Debemos darles su cupo, dejndoles una racin de la cosecha o algo de la mesa. De
lo contrario, puede que se sirvan algo ellos mismos. Los Lee no salieron muy mal parados, pues slo
se perdi el pollo de un vecino. Las visitas de las hadas (incluso las Hadas Grandes!) dan buena
suerte si las tratamos bien. Pero, si ya es bastante malo no alimentarlas o no prestarles atencin,
intentar dispararles puede llegar a ser desastroso. La seora Lee fue afortunada al recibir tan slo
aquel ltimo y extraamente conmovedor mamporro de despedida.

Quienes investigan las apariciones a menudo se sienten frustrados por el hecho de que ninguna de
ellas exista de manera independiente. Una conduce a la otra. No podemos investigar a los perros sin
los gatos; a los gatos sin las hadas; a las hadas sin el Bigfoot y los monstruos de los lagos; ni a
cualquiera de ellos sin los ovnis y los aliengenas. La investigacin siempre se ampla para abarcar,
al final, a todas las apariciones, como si hubiera un solo principio en marcha capaz de manifestarse
en una mirada de formas. Igualmente, la investigacin siempre se profundiza, apuntando a la
continuidad de las apariciones en el tiempo, conducindonos hacia el pasado, hacia el folclore y el
mito. Tanto la caracterstica de la profundizacin como la de la ampliacin quedan patentes
aunque, por supuesto, no explicadas en los dos modelos que he bosquejado hasta ahora: el
inconsciente colectivo y el Anima Mundi. Y si las apariciones no pueden entenderse aisladamente unas
de otras, tampoco se pueden entender al margen del testigo que las ve. As pues, ya es hora de dejar
de fijarse en lo que se ve para poner el acento en cmo y por qu se ve.
SEGUNDA PARTE
VISIN

Este mundo de la Imaginacin es el mundo de la Eternidad: es el seno divino al que todos iremos
despus de la muerte del cuerpo Vegetado. Este Mundo de la Imaginacin es Infinito y Eterno,
mientras que el mundo de la Generacin, o la Vegetacin, es Finito y Temporal. Existen en ese
Mundo Eterno las Realidades Permanentes de todas las cosas que vemos reflejadas en este Espejo
Vegetal de la Naturaleza. Todas las cosas se hallan comprendidas en sus Formas Eternas en el cuerpo
divino del Salvador, la Verdadera Vid de la Eternidad, la Imaginacin humana.

William Blake, A Vision of the Last Judgment


7
VER COSAS

Error de identificacin
Siempre me ha incomodado la complacencia con que los uflogos repiten la afirmacin de que el 90
(o el 95) por ciento de los avistamientos de ovnis son errores de identificacin de objetos areos
corrientes como estrellas, planetas, aves, nubes, aviones, etc. (no creo en los globos sonda); o, si no,
de fenmenos naturales como reflejos luminosos, efectos pticos, etc. No me gusta el aire de
superioridad que se adivina en los informes sobre ovnis que resultan tener una de estas sencillas
explicaciones. Me recuerda al sistema jerrquico de la escuela: los cientficos miran por encima del
hombro a los uflogos por creer en los ovnis, y los uflogos, que quieren convertirse (mira por
dnde) en cientficos, miran mal a los pobres e ignorantes paseantes que confunden simples globos
sonda (o lo que sea) con lo que se complacen en llamar autnticos ovnis.
En una conferencia sobre ovnis de hace varios aos, escuchamos una breve intervencin en un
programa de radio sobre el tema que se emita durante la conferencia. Cmo nos tronchamos todos
cuando Val, de Peckham, llam para decir que la haba sorprendido una extraa luz en el cielo! Al
parecer, la haba estado observando, era definitivamente inteligente, le haba hecho sentirse muy rara,
etc. Era evidente, por su descripcin, que la luz en cuestin era un planeta. John Rimmer, nuestro
buen anfitrin y editor de Magonia, acall la burla recordndonos que la experiencia de Val era en
cierto sentido la materia misma de la ufologa. Que, en realidad, muchos de los eminentes uflogos
presentes en la sala se haban introducido en el tema a travs de encuentros como aqul, errneos o
no. Nos dio una buena leccin.
Val tuvo el tipo de experiencia que todos tenemos alguna vez, sobre todo de nios: la de ver vivo,
inteligente y alerta un mundo que nos haban dicho que estaba muerto (todos recordamos la siniestra
bata que colgaba de la puerta del dormitorio con aviesas intenciones). En otras palabras, la manera de
ver el mundo, y de ser vistos por l, que se ha catalogado de animismo no es exclusiva de los
pobres e ignorantes primitivos (ni siquiera de los nios), sino que es una experiencia de la realidad
que nos puede sobrevenir en cualquier momento, como le ocurri a una pareja (uno de cuyos
miembros, precisamente, era cientfico) que iba en coche desde Shropshire hasta Cheshire una noche
de octubre de 1983. Fueron prolongada y sistemticamente perseguidos por un objeto areo que
emita unos amenazadores rayos de luz sobre su coche que los aterroriz. Conmocionados, y despus
de pensrselo mucho, informaron de ello (precisamente) al observatorio de Jodrell Bank Radio
Telescope, que pas el informe a la ufloga Jenny Randles. sta nos lo explic amablemente. Result
que la pareja se haba confundido con la luna.
Tal vez h ufologa debera preocuparse menos por la naturaleza de lo que se ve y ms por la
naturaleza del acto de ver. Aqu tenemos, sin ir ms lejos, otro caso clebre de error de
identificacin:
No ves un disco redondo de fuego parecido a una guinea? Oh, no, no, veo una multitud
innumerable de huestes celestes gritando: Santo, santo, santo es el Seor, Dios Todopoderoso.[174]
El que lo ve es, por supuesto, el poeta y artista visionario William Blake; el disco de fuego es
el sol. Blake insista en que sus poemas no eran meras figuras de estilo, sino verdaderos relatos del
mundo natural, transformado (invariablemente personificado) por el poder de la imaginacin
creativa. l vea el sol perfectamente bien, como lo ve todo el mundo, como una guinea de oro; pero
tambin poda ver su realidad ms profunda, como una hueste celeste. Distingua entre ver con los
ojos y ver a travs de ellos.
No estoy negando la existencia de tales cosas como si se tratara de errores visuales. Todos hemos
visto luces en el cielo que podran haber sido ovnis pero que, tras una mirada ms atenta, resultaban
ser aviones o algo parecido. Pero ni siquiera los errores de identificacin tan sencillos son
completamente neutrales o carentes de significado. Son como equivalentes visuales de los lapsos
freudianos o, para ser ms precisos, junguianos: por un instante apuntan hacia lo desconocido que
yace en nuestras profundidades tanto como en las alturas del cielo. Incluso cuando vemos con los
ojos y no a travs de ellos, por utilizar la misma expresin, ya estamos imaginando lo que vemos. La
descripcin de Blake del sol normal ya est adornada por un smil, parecido a una guinea. El
mundo entero es una elaboracin imaginativa. No existe una percepcin simple y llana, ni tampoco
una percepcin errnea simple (no digamos el avistamiento de Val de Peckham, cargado de un
significado potencialmente aterrador).
Qued Val satisfecha con la explicacin de que su avistamiento era tan slo un planeta? No le
hara sentirse un poco tonta, e incluso un poco estafada? Y qu hay de la seora A. de Hollington, en
East Sussex, que estaba mirando la televisin el 4 de octubre de 1981 cuando se sinti impulsada a
ir a la ventana, donde vio un gran objeto amarillo brillante en el cielo? Su nuera, Janette, se uni a
ella y ambas contemplaron atnitas, durante media hora, cmo el objeto vibraba, emita pulsaciones y
cambiaba de forma repetidamente. En varias ocasiones, al pasar un avin cerca, el objeto solt humo
y se ocult detrs de una nube. Janette vio unas luces y unas estructuras anexas al objeto. Las dos
mujeres sufrieron severos y repetidos dolores de cabeza a lo largo de las semanas siguientes claro
indicio de un encuentro cercano, y la seora A. experiment una laguna de catorce horas cuatro
das despus del avistamiento. Las testigos estaban convencidas de haber visto una nave espacial
pilotada por aliengenas. Una investigacin revel que el objeto en cuestin era la luna.[175]

Proyeccin
Como apuntaba en el captulo dos, la explicacin psicolgica habitual de la experiencia de las dos
mujeres tambin aplicable a la de Val de Peckham es la de la proyeccin. La idea de
proyeccin supone que las imgenes inconscientes son lanzadas hacia delante, proyectadas sobre el
mundo, donde son percibidas como algo externo. Esto ha llegado a significar que las imgenes son
meramente subjetivas pero se ven equivocadamente como objetivas. Pero ya he subrayado que las
imgenes inconscientes estn fuera del ego y, por lo tanto, son objetivas por definicin, incluso
cuando las percibimos dentro de nosotros (como en los sueos). Sin embargo, la mcula de la
subjetividad permanecer mientras sostengamos que las imgenes interiores son proyectadas al
exterior. Me gustara desmantelar la idea de la proyeccin que alimenta este dualismo engaoso.
Lee Worth Bailey, entre otros, ha afirmado que la proyeccin es una metfora sacada del
modelo de las linternas mgicas, que causaron sensacin en el siglo XIX.[176] Mientras la gente
corriente quedaba estupefacta y aterrada ante los espectculos que tendan a proyectar imgenes de
fantasmas y demonios, expertos y desacreditadores se deleitaban exponiendo la fraudulencia de
esas imgenes. Cientficos como David Brewster (fallecido en 1868) publicaron descripciones de
gran repercusin sobre cmo funcionaban las linternas mgicas y continuaron afirmando que todas
las supuestas visiones y apariciones podan atribuirse a lo mismo. Brewster aseguraba que los
antiguos sacerdotes empleaban artefactos similares para engaar a la gente y hacerle creer que los
dioses y los dimones existan, cuando, de hecho, no eran ms que ilusiones proyectadas. Este
concepto influira en Freud, que rebaj las visiones a nada ms que proyecciones. Y, naturalmente,
as como tendemos a tomar la psique como modelo para nuestras mquinas (ahora son los
ordenadores), la linterna mgica no tard en convertirse en el modelo para nuestras cabezas, desde
las cuales se proyectaban imgenes subjetivas sobre un mundo de objetos sin alma. La psique qued
limitada al crneo, y cualquiera de sus imgenes que encontrbamos fuera se convirti en una vana
ilusin que haba que devolver al interior. As, el inconsciente autnomo y formador de imgenes se
redujo a una especie de proyector de cine que emita mecnicamente imgenes visuales
fraudulentas y al infierno con las potentes y conmovedoras visiones de los pobres paseantes.
Yo sugiero, en cambio, que la idea de la proyeccin no se sostiene. Deberamos replantear nuestra
epistemologa siguiendo los versos de un Blake, entendiendo que nuestro modo primario de
percepcin es imaginativo. Vemos y transformamos el mundo simultneamente. Como ya saban los
antiguos, la luna no es solamente un planeta estril, sino una peligrosa diosa responsable de provocar
delirios o revelaciones, locura o experiencias msticas; y si hay que hacer caso de mis dos ejemplos,
potencialmente lo sigue siendo.
Jung se volvi ambiguo respecto a la proyeccin tal y como la haba entendido al principio, en
buena parte como resultado de sus estudios alqumicos. A pesar de ello no pudo llegar a descartarla
hasta que tuvo un sueo en una fase avanzada de su vida en octubre de 1958 que le llev a darle
la vuelta a la idea. En ese sueo vio dos discos con forma de lentes y con un brillo metlico, que
pasaron volando a toda velocidad en un arco estrecho por encima de la casa y descendieron hacia el
lago. Eran dos ovnis (). Entonces apareci otro cuerpo que vena directamente hacia m. Era una
lente perfectamente circular, como un objetivo de telescopio. A una distancia de cuatrocientos o
quinientos metros se detuvo por un instante y luego se alej. Inmediatamente despus, otro cuerpo
surc el aire a toda velocidad. Una lente con una prolongacin metlica que acababa en una caja: una
linterna mgica. A una distancia de sesenta o setenta metros se detuvo, suspendida en el aire,
apuntando justo hacia m. Despert con una sensacin de aturdimiento. An medio en sueos, este
pensamiento cruz por mi cabeza: Siempre pensamos que los ovnis son nuestras proyecciones. Pero
resulta que nosotros somos las de ellos. Yo soy proyectado por la linterna mgica como C. G. Jung.
Pero quin maneja el aparato?.[177]
El objetivo de este sueo, dice Jung, es invertir la relacin entre el egoconciencia y el
inconsciente, y representar el inconsciente como generador de la personalidad emprica.[178] En
otras palabras, desde el punto de vista del inconsciente es decir, de la realidad daimnica, su
existencia es la real y nuestro mundo consciente es un sueo, un patrn de imgenes tal como
nosotros lo concebimos Reflejo en el reflejo reflejado es todo lo que hay.[179]
Nuestro problema es que nos hemos criado con una visin literal del mundo. Exigimos que los
objetos tengan una identidad o significado. Nos han educado para ver slo con los ojos, en una visin
nica. Cuando lo sobrenatural irrumpe en nosotros, transformando lo profano en algo sagrado y
asombroso, no estamos preparados. En lugar de centrarnos en la visin y reflexionar sobre ella
escribiendo poesa, si es necesario, reaccionamos con temor o con pnico. En lugar de responder
por un igual es decir, asimilando a travs de la imaginacin la complejidad de la imagen que se
nos presenta, llamamos con voz dbil a un cientfico para que nos tranquilice. Nos dicen que slo
estamos viendo cosas, y as perdemos la oportunidad de acariciar ese orden de realidad diferente,
daimnico, que subyace detrs del puramente literal.
La distincin entre daimnico y literal quedar ms clara a medida que avancemos, mediante su
reiteracin en distintos contextos. Pero, puesto que es una parte fundamental de mi argumentacin,
debera decir aqu unas palabras introductorias acerca del literalismo. Por una parte, para nosotros es
extraordinariamente difcil entender el literalismo porque el mundo que habitamos se rige por l:
palabras como real, objetivo o verdadero significan invariable y literalmente real, objetivo y
verdadero. Pero, en otro aspecto, resulta fcil entender otro tipo de realidad, o de verdad: por
ejemplo, cuando vemos una obra dramtica sobre el escenario o en la pantalla. Si es lo bastante buena
(si es arte, podramos decir), sentimos que estamos contemplando la revelacin de alguna realidad
ms profunda, normalmente oculta por el barullo de nuestra prosaica existencia, incluso si no es una
gran obra, aun as sorprendentemente padecemos todas las emociones: suspense, alegra, pena y
terror, como si el drama fuera real. Nos embarga como lo hace lo daimnico. Nos embarga porque
el drama es real; no literal, sino imaginativamente real. Salimos del cine dando tumbos, frotndonos
los ojos como si acabramos de tener un gran sueo o una visin; miramos el mundo ordinario
que nos rodea y que ahora aparece curiosamente irreal comparado con la obra. Casi podemos creer
que realmente estamos hechos de la misma materia que los sueos.
El problema es que nos cuesta tomar en serio esta realidad imaginativa durante mucho tiempo. La
mentalidad literal se reafirma. Hasta nos convence de que tan poderosas experiencias imaginativas
son solamente imaginarias, tratando la imaginacin con el mismo desprecio con que trata la realidad
daimnica. Pero para poetas y visionarios como William Blake, la imaginacin es el modo principal,
y el ms importante, de percibir el mundo. (En el captulo nueve reconsiderar la imaginacin como
otro modelo de realidad daimnica).
As pues, a modo de resumen inicial, yo dira que la realidad literal es slo un tipo de realidad,
derivado de una realidad suprema aqu llamada daimnica que es metafrica ms que literal,
imaginativa ms que emprica. Por lo tanto, la realidad literal es, en todo caso, menos real que la
realidad daimnica. Adems, en relacin con la historia de nuestra cultura, y tambin con las culturas
tradicionales, la creencia en la literalidad de la realidad es la excepcin ms que la regla. La realidad
literal es el producto del literalismo, que en realidad es una manera de ver el mundo, una perspectiva
sobre el mundo, pero que insiste en que es una propiedad inherente al mundo. Insiste en que es la
nica realidad y, como tal, niega activamente otros tipos de realidad, sobre todo la daimnica, a la
que llama irreal, ficticia e incluso engaosa.
No estoy proponiendo que tratemos de ver el mundo solamente como visionarios. Percibir todos
los objetos areos como ngeles ver tan slo el sol de la hueste celeste y no el sol de la guinea de
oro conduce al manicomio. Supondra la misma mentalidad literal que ver una luz en el cielo slo
como una bola de gas caliente o un planeta estril (o una nave espacial extraterrestre). Tambin esto
es una clase de locura, aunque establecida y considerada normal. El remedio consiste en cultivar un
sentido de la metfora que, como indica su etimologa, sea la habilidad para trasladar, para
traducir una visin del mundo en los trminos de otra. La cordura est en la posesin de lo que Blake
llamaba la doble visin, que le permita, por ejemplo, ver con mi ojo interior a un viejo canoso /
con mi ojo exterior un cardo en mitad de mi camino.[180]
Si Blake hubiera estado al cargo del telfono cuando Val de Peckham llam, no le hubiera dicho
que se haba confundido con un planeta, sino que tena el privilegio de haber vislumbrado la
sobrecogedora forma de Venus salida de la espuma del mar, alzndose en todo su esplendor sobre el
mar de la noche. Entonces, ella tal vez se hubiera atrevido a abrir un poco ms aquella rendija fugaz
en la realidad literal y a adentrarse en esa otra, la realidad imaginativa, que por s sola infunde
belleza y terror en el mundo. No necesitamos ver ovnis para entrar en esa realidad porque, para la
imaginacin potica, todo lo que est en el cielo estrellas, pjaros, nubes, la misma Tierra es
un ovni cuya realidad ulterior jams podr conocerse.

Paranoia
La gente siempre ha visto cosas. La pregunta siempre ha sido: las apariciones que ven, o las
visiones que tienen, son verdaderas o falsas? Es decir, son revelaciones o ilusiones? Era sta una
pregunta que se sola dirigir a los telogos. stos reconocan que ambas cosas eran posibles, pero
que uno deba distinguirlas con cuidado. Posteriormente, los cientficos se convirtieron en los
rbitros; y, puesto que su visin del mundo no admita las revelaciones sobrenaturales, stas fueron
tachadas de engaos. Por lo general, los testigos de apariciones fomentan este punto de vista al tratar
de demostrar que la aparicin es literal, autntica, empricamente real; y que, por lo tanto, no son
unos ilusos. Los visionarios cristianos que ven ngeles, a Jess o a la Virgen Mara ignoran las
exigencias cientficas y sitan firmemente sus visiones en un contexto religioso. En esto no siempre
los apoya la Iglesia, cuyo tradicional escepticismo respecto a las revelaciones se ha anquilosado por
el temor a ser considerada ridcula a los ojos del cientificismo.
Pero el cristianismo popular tiene razn al enfocar las visiones de un modo religioso. Y es que
las revelaciones tienen que ver con la religin por definicin. Pues sta, por definicin, tiene que ver
con la revelacin de los dimones, de las deidades o de un orden oculto del mundo. Lo que
permaneca escondido de repente se pone de manifiesto. En el instante de la manifestacin, para el
testigo las revelaciones son completas, se sostienen, se explican y se justifican por s mismas. Las
discusiones sobre validez, realidad y dems slo empiezan despus. Incluso en el caso de que se
convenza a tiempo al testigo de que la revelacin era falsa es decir, un delirio, en el momento en
que suceda era simplemente lo que era y, por definicin, verdadera. Pero no puede entenderse la
revelacin sin considerar su opuesto, el delirio; y no puede considerarse el delirio sin tener en cuenta
la paranoia, cuya caracterstica determinante es la presencia de delirios.
La paranoia es el desorden mental par excellence.[181] Ningn otro sndrome ha evitado tan
absolutamente ser reducido ala psicologa, es decir, que no puede explicar se recurriendo a
explicaciones orgnicas. La paranoia, que literalmente significa pensamiento tijera de la mente
pensamiento viciado o torcido, en general se refiere al delirio de que a uno lo estn observando,
siguiendo, espiando y persiguiendo enemigos ocultos. Pero, en realidad, sus delirios pueden adoptar
muchas otras formas, incluido el delirio de los celos (mi esposa manda seales a otros hombres a
mis espaldas), delirios de referencia (determinadas cosas me ocurren por culpa de los dems) y
delirios de grandeza (yo tengo una vocacin especial, nac superior, soy divino, sobrevivir al
desastre mundial que se avecina, etc.). En todos los dems aspectos, los paranoicos son normales; si
sus delirios fueran ciertos, podran pasar por ciudadanos corrientes.
La falsedad de una creencia falsa se puede demostrar. Es enmendable. Lo mismo ocurre con una
alucinacin, que, como desorden perceptivo, puede falsearse en relacin con el mundo percibido.
Pero un delirio es incorregible. No hay razn, persuasin ni pruebas sensoriales que valgan para
convencer a los paranoicos de que estn delirando. Al contrario, todo lo que ocurre parece respaldar
el delirio. El que lo sufre est atrapado en una sola realidad, que impone su significado a todos los
dems acontecimientos. En otras palabras, la paranoia es un desorden del significado y, como tal,
remite en trminos junguianos al arquetipo del significado, el smismo. El paranoico es alguien que
se ha visto superado por el smismo y sus inquietudes sobre Dios, la unidad, el espritu, la
transcendencia y la grandeza csmica. Todo lo que hay en el mundo est cargado de un significado
sobrenatural para bien y para mal. As pues, el mismo arquetipo cuyas manifestaciones estn
preadas de revelaciones puede ser responsable tambin de los delirios.
Por este motivo, los delirios suelen ser de naturaleza religiosa. Nada es lo que parece. El
paranoico siempre ve un orden oculto (y a menudo amenazador) detrs del mundo de los fenmenos.
Los humanos devienen espritus o incluso dioses que se ocultan tras mscaras que slo l es capaz de
penetrar. Y, al fin y al cabo, una experiencia similar puede asaltarle al mejor de nosotros: bajo el
influjo del amor o del odio, no vislumbramos tambin algunas veces los rasgos de lo amado o de lo
odiado en el rostro o los ademanes de completos desconocidos?[182] Slo que el paranoico lleva esto
al extremo: ve al mismo amigo o enemigo en todo el mundo. Poco a poco ve a travs de todos
hasta que todos se convierten en la misma persona. El mundo se vuelve cada vez ms pobre hasta
quedar slo su enemigo.
Es su estrechez de miras, supongo, lo que nos permite detectar a un paranoico. Podramos creerle
si culpara a su vecino de cierta persecucin en particular, pongamos. Pero cuando culpa al vecino de
todo y de cosas extraordinarias, empezamos a darnos cuenta de que se trata de un delirio.
Por cierto, la mana de ver un significado oculto detrs de todo a menudo se manifiesta como una
mana por las relaciones de causalidad, que finalmente se convierte en un fin en u mismo. Nada de
lo que le ocurre es azar o coincidencia; siempre hay un motivo que puede encontrarse si se busca.
Todo lo desconocido puede ser rastreado hasta algo conocido. Cada objeto extrao puede ser
desenmascarado y revelar algo que uno ya posee.[183] (As pues, podra ser que nuestra moderna
preocupacin por causas y efectos tuviera cierto toque paranoico. Realmente nos disgusta y
desconfiamos de lo espontneo, de lo no causal, de lo paralelo; en resumen, de cualquier cosa que
transgreda nuestras leyes y parezca libre e inconsciente, como los fenmenos paranormales).

Delirio y revelacin
Qu diferencia hay, entonces, entre delirio y revelacin, entre el paranoico y el lder religioso?
Sentimos que debe haber alguna distincin en el contenido de un delirio si lo comparamos con una
revelacin. Pero en realidad la misma mezcla de material extrao, irracional, cosmognico e incluso
blasfemo aparece por igual en los textos de cuerdos y locos (slo hay que fijarse en la Revelacin de
San Juan, el ltimo libro del Nuevo Testamento). Los contenidos tpicos alientan la misin y la
profeca. El paranoico afirma a menudo tener conocimiento de algn plan secreto de Dios. l ha sido
elegido para difundir la palabra y se le han encomendado especialmente ciertos hechos secretos que
se verificarn en el futuro En particular, nos avisa de que el mundo se va a acabar.
En 1954, el doctor Charles A. Langhead, mdico de la universidad de Michigan, empez a
comunicarse con una serie de entidades del espacio exterior, en gran parte a travs de mdiums en
trance. De esta rica mezcla de ufologa y espiritismo surgi una entidad fundamental llamada Ashtar,
miembro de alto rango de la Federacin Intergalctica, cuyas profecas hay que reconocer que
menores y personales se hicieron todas realidad. Es ste un truco daimnico habitual: a verdaderas
revelaciones, como un conocimiento ntimo de las vidas privadas de los receptores o bien
predicciones precisas aunque triviales de acontecimientos futuros, las siguen cuando el
receptor ya est convencido de la verdad de los mensajesrevelaciones falsas o delirios. Ashtar
anunci de pronto que el mundo se acabara el 21 de diciembre de 1954. Unas cuantas personas,
incluidos el doctor Langhead y sus amigos, se salvaran gracias a unas naves espaciales.
Naturalmente, se reunieron el da sealado a la espera de ser rescatados, despus de avisar a la
prensa. (Les dijeron, por cierto, que no llevaran metal. Recordemos la aversin de los seres fericos
por el metal). Y se quedaron esperando[184]
No cabe duda de que la prensa se ri un buen rato a su costa. Pero cuando pensamos que podran
no ser tan diferentes del pequeo grupo de ridiculizados cristianos que se agruparon tras la muerte de
Cristo esperando su inmediato regreso y el final del mundo, tal vez no nos riamos tanto. Una gran
cantidad de cristianos siguen aguardando a que llegue el Apocalipsis cualquier da de stos.
Expectativas milenarias se suceden a lo largo de la historia, slo que las causas cambian, adaptando
su traje a las inquietudes de cada poca. Durante la explosin del milenarismo a mediados del siglo
XVII en Inglaterra, un amplio abanico de cultos entusiastas ranters, shakers, muggletonianos y
dems eran de la opinin de que el pecado del mundo dara lugar al retorno de Cristo y al fin del
mundo. Hoy en da (o, al menos, durante los cincuenta y los sesenta), es ms probable que sea una
guerra nuclear la que corra la cortina de la Creacin; y los mensajeros que nos advierten de ello
tienden a ser entidades extraterrestres altas y rubias en lugar de, por ejemplo, ngeles del Seor.
Actualmente, la causa de moda para la condena es ecolgica. Y, desde luego, el mismo tipo de
entidad, ya sea canalizada o se aparezca directamente, nos advierte contra el abuso de la naturaleza.
La profeca, pues, no es exclusiva de los paranoicos, a menos que digamos que todos los
lderes y miembros de cultos (y, en efecto, de las religiones ms importantes) son paranoicos. El
delirio no puede distinguirse de la revelacin en cuanto a sus contenidos se refiere. Pueden
diferenciarse mediante algn otro criterio? Bueno, se ha sugerido que se puede reconocer a los
paranoicos porque sus ideas son dainas y peligrosas o porque trascienden los lmites de la
aceptabilidad social. Pero qu ideas religiosas no son potencialmente dainas y peligrosas? Y qu
define la aceptabilidad social? Puede que las ideas paranoicas no sean aceptables de acuerdo con unas
normas estndar, pero en cuanto las comparten algunas personas, como en los cultos que he
mencionado, no pueden diagnosticarse clnicamente como paranoicas.
Existen incluso creencias que, aunque no se hayan sistematizado en una organizacin formal,
muestran tendencias paranoicas. A menudo sostenidas ampliamente, son comparables a las creencias
folclricas. Por ejemplo, muchas personas (en su mayora norteamericanas) creen que unos
aliengenas benignos o hermanos del espacio nos vigilan como ngeles y guan nuestro desarrollo.
Son como los guas del espiritismo, pero, en lugar de seres humanos muertos que estn en un
mundo ms all de la tumba, son aliengenas vivos que estn ms all del sistema solar. Igualmente,
muchos americanos creen en la versin contraria: una especie maligna de grises y pequeos
aliengenas nos los volveremos a encontrar ms adelante ha aterrizado en nuestro planeta y,
despus de establecer sus bases secretas, est abduciendo a seres humanos para experimentos
genticos o con fines alimentarios, con el propsito de fortalecer su propia raza. El gobierno lo sabe
e intercambia tecnologa avanzada con ellos.
sta es una variante reciente de la eterna creencia segn la cual, de algn modo, ellos nos estn
observando, manipulando, amenazando, ya se trate del Gobierno, la CIA, los aliengenas o incluso
nuestros vecinos. Los grises que aparecen en nuestros dormitorios con malvolas intenciones han
reemplazado a los rojos debajo de la cama. Y la paranoia es recproca: nosotros los tememos y
ellos nos temen a nosotros. La mayor parte de las estructuras de poder son algo paranoicas. Temen y
sospechan de todo aquello que quede fuera de su mando. Cuanto ms ebrios de poder se vuelven, ms
recelan los lderes de cultos de la lealtad de sus discpulos. Los seguidores del cientificismo y del
cristianismo fundamentalista denuncian por un igual, furibundos, el ms leve fenmeno daimnico
tachndolo de locura sin sentido y de obra de Satans, respectivamente. Se sienten amenazados. En la
cima de su poder, la Iglesia Catlica detect temibles aliengenas entre los suyos: las brujas,
indistinguibles de los humanos excepto por marcas ocultas, a las que haba que descubrir y
destruir.
Esto es lo que ocurre cuando hacemos de los dimones algo literal: se polarizan en demonacos o
angelicales, responsables de todo lo malo o de todo lo bueno. Las teoras conspirativas prosperan
porque, en cierto sentido, ha habido una conspiracin contra los dimones. Suprimidos y encubiertos,
vuelven para infiltrarse en nuestros pensamientos desde abajo, confiriendo secretas intenciones
diablicas a instituciones existentes. La sensacin de una conspiracin omnipresente es la otra cara de
la idea religiosa segn la cual existe un orden subyacente, benigno y protector, debajo o detrs de las
apariencias. El ver a travs propio de los paranoicos es el aspecto negativo de la capacidad de
penetracin artstica o religiosa. Puede que exista una profunda verdad en aquella creencia folclrica
que asegura que si nosotros vemos a las hadas primero, sern benvolas, pero si nos ven ellas
primero, sern malvolas y estaremos malditos.

Hay religin en la paranoia y paranoia en la religin. La sospecha de que detrs de los fenmenos
yacen fuerzas oscuras es lo opuesto a la intuicin de que el mundo se apoya en otra realidad,
posiblemente divina. La honda atencin con que el artista observa el mundo, y la contemplacin de
Dios por parte de los msticos, se ven ensombrecidas por la temerosa hipervigilancia del paranoico.
Pero quin de nosotros no se ha mostrado nunca un poco hipervigilante, rgido, receloso, amargado
y egocntrico, tal como los libros de texto describen a los paranoicos? El desenmascaramiento literal
de la paranoia seala de una forma distorsionada la necesidad del alma de una comprensin profunda
y visionaria.
En resumen, las races del delirio y la revelacin son inextricables. Puede que no haya una
diferenciacin clara entre ellos. Toda revelacin contiene elementos delirantes, y viceversa. Incluso
en el caso del error de identificacin de Val de Peckham la vemos temblando al borde de una
revelacin, desde su punto de vista, y del delirio, desde el punto de vista de un sensato externo.
Mientras tengamos religin, tendremos revelaciones y delirios. Y tambin tendremos comits de
telogos, psiquiatras, etc., segn dicte la moda, para decidir dnde acaba el delirio y dnde empieza
la revelacin. Pero, en verdad, existen en un continuo, y los lmites que los separan cambian de una
persona a otra, de una poca a otra y de una cultura a otra.
8
DAMAS

Nuestras Seoras
En la poca moderna los cultos ms atractivos y exitosos no son los que surgen alrededor de
mdiums, canalizadores o contactados por los ovnis, sino los que rodean las visiones de la SVM
(Santa Virgen Mara). Un investigador concluy que entre 1928 y 1975 se dieron 230 supuestas
visiones de la SVM , y stas eran tan slo las conocidas (aunque no aprobadas) por la Iglesia Catlica.
[185] Fcilmente podra haber cientos de visiones ms que han quedado sin registrar. Otro estudioso

del tema estim que ms de 200 visiones en todo el mundo han echado races, es decir, que han
derivado en enclaves reconocidos de una visin mariana y en lugares de peregrinaje.[186] Cerca de la
mitad estn en Francia e Italia. Abarcan desde el mundialmente famoso de Medjugorje, donde, para
delicia de cientos o miles de peregrinos, Nuestra Seora se apareci regularmente a seis nios desde
los aos ochenta en adelante, a pequeos enclaves locales como el de Gortneadin, en el oeste de
Irlanda. Aqu, en 1969, el seor McCarthy tuvo la primera de varias visiones marianas en una gruta
establecida por su hija de diecisiete aos a instancias de Jesucristo, al que contempl en una visin el
da antes de morir.
Aunque cada visin de la Virgen Mara es nica, tambin contiene rasgos tpicos o, tal vez,
arquetpicos. Al mismo tiempo hay rasgos que se solapan con otras experiencias visionarias no
cristianas. Por ejemplo, la siguiente visin, que fue concedida a una nia de catorce aos en una gruta
natural en 1858, bien podra ser interpretada como un encuentro tradicional, pongamos, con Mabh o
Maeve, Reina de las Hadas, en algn rincn agreste de Irlanda:

De repente o un sonido fuerte como el ruido de una tormenta Me asust y me puse en pie.
Haba perdido la capacidad de hablar y pensar cuando, al volver la cabeza, vi en la abertura de
la roca un rosal, slo uno, movindose como si hiciera mucho viento. Casi al mismo tiempo
sali del interior de la gruta una nube dorada y poco despus una Seora, joven y hermosa
() como yo no haba visto ninguna; vino y se coloc en la entrada de la abertura, encima del
rosal. Me mir inmediatamente, me sonri y me indic que avanzara, como si hubiera sido mi
madre. Me haba abandonado todo temor, pero ya no me pareca saber dnde me encontraba.
Me frot los ojos, los cerr y los abr, pero la Seora segua estando all () hacindome
entender que no me haba confundido.[187]
De hecho, la nia era Bernadette Soubirous, ms tarde convertida en santa, y el lugar era Lourdes.
Como buena catlica, enseguida sac su rosario y se arrodill ante la aparicin, que asinti en seal
de aprobacin y tom a su vez el rosario que colgaba de su brazo derecho. Sin embargo, cuando
Bernadette trat de empezar con el suyo y llevarse la mano a la frente, se encontr con que tena el
brazo paralizado un efecto frecuente en los encuentros daimnicos, y slo despus de que la
propia Seora se santiguara ella pudo hacer lo mismo.
Hay varios elementos en las visiones clsicas de la SVM que muestran una continuidad con
tradiciones paganas anteriores y coinciden con otras visiones no cristianas. Las apariciones de la
Virgen a menudo tienen lugar de manera asociada con el agua curiosamente, es frecuente que
llueva y, ms en particular, con los manantiales. Durante su novena visin en la gruta, la Seora le
dijo a Bernadette que bebiera de la fuente y se baara en ella. No haba semejante cosa, pero,
impertrrita, la nia se puso a araar el suelo y, desde luego, se form un estanque, que despus se
desbord para transformarse en las famosas aguas sanadoras de Lourdes.
La Virgen que se le apareci a Mariette Beco, de doce aos, en Banneux, Blgica, en 1933, la gui
por el camino que pasaba por su casa y se detuvo en un manantial anteriormente desconocido, del
cual dijo la Virgen: Este arroyo me ha sido reservado. A continuacin aadi que haba sido
reservado para todas las naciones, para aliviar la enfermedad. Durante los aos treinta fueron
oficialmente reconocidas unas veinte curas milagrosas en el lugar.[188]
En este sentido, la SVM muestra una afinidad con las clsicas ninfas que frecuentan o, quiz mejor
an, representan el espritu de un manantial o un arroyo. Las sociedades tribales reconocen a estos
espritus naturales, que perduran, cristianizados, en los santuarios que se dedican a la Virgen Mara
en manantiales sagrados y pozos santos por toda la Europa catlica. De modo similar, las culturas
paganas siempre han mantenido que determinados rboles son sagrados, pues estn habitados por un
numen femenino; as, cabe esperar que aparezcan versiones cristianas, Vrgenes Mara, en conexin
con ciertos rboles. Y en algunos casos sucede. El 13 de mayo de 1917, por ejemplo, tres nios
estaban cuidando del ganado en un sitio llamado Cova da Ira, cerca de Ftima, en Portugal, cuando
un brillante destello de luz irrumpi en un despejado cielo azul. Temiendo una tormenta, comenzaron
a agrupar a los animales y se dispusieron a cobijarse cuando un segundo destello de luz los dej
clavados en el suelo. Por encima de las ramas de una pequea encina apareci la dama ms hermosa
que haban visto jams. Iba toda de blanco, era ms brillante que el sol y despeda rayos de luz.
[189] A principios de diciembre de 1932, cinco nios vieron a la Virgen aparecerse bajo la rama

arqueada de un espino, en el jardn de un convento en Beauraing, en Blgica. Aparentaba unos


dieciocho aos, tena los ojos azules, su cabeza desprenda rayos de luz y llevaba un vestido largo,
blanco y plisado que reflejaba una especie de luz azul. De hecho, los nios la haban visto ya cinco
veces por los alrededores, pero desde entonces siempre se apareci debajo del espino.[190]
La visin ms interesante de la SVM desde el punto de vista de la coincidencia con creencias
precristianas es probablemente la primera que se document de manera exhaustiva. Tuvo lugar a
plena luz del da el 9 de diciembre de 1531, ocho kilmetros al norte de Ciudad de Mxico. Un azteca
pobre de cincuenta y siete aos al que llamaban guila Cantora pero que, siendo uno de los primeros
indios en ser bautizados, haba recibido el nombre de Juan Diego, iba de camino a misa cuando lo
detuvo un sonido parecido al estallido de un canto de pjaros. Pareca proceder de una loma donde
antes haba habido un templo dedicado a la diosa madre de los aztecas. El agudo canturreo ces y en
el silencio oy a una mujer que lo llamaba desde las rocas, en lo alto de la loma, que estaban ocultas
por una neblina. Juan trep a la cima y vio a una nia mexicana maravillosamente bella, de unos
catorce aos, rodeada por rayos de luz dorada. Tuviera o no algo que ver la reciente conversin de
Juan, la nia se identific no como la diosa azteca, sino como la siempre virgen Mara, madre del
Dios Verdadero.[191]
Es raro que Mara se identifique de forma tan directa. En Les Apparitions de la Vierge,[192] Emile
Tizan examin cincuenta y siete visiones marianas corroboradas y hall que, en treinta de ellas, la
visin no se nombraba a s misma y, en las veintisiete restantes, indicaba por algn medio que era la
SVM . Los casos que he mencionado hasta ahora son bastante tpicos. El asombroso retablo de figuras
que apareci ante la iglesia de Knock guard silencio (esta visin, descrita brevemente en la
Introduccin, es en conjunto atpica respecto a las visiones de la SVM ). Las SVM casi nunca dicen
llamarse Mara. Al principio suelen permanecer enigmticas, annimas. Vengo del Cielo, dijo la
Seora en Ftima; luego, se llam a s misma la Seora del Rosario. En Beauraing, la Seora tan
slo asinti cuando le preguntaron si era la Virgen; ms tarde reconoci que era la Virgen
Inmaculada. En Banneux, dijo: Yo soy la Virgen de los pobres. En Lourdes, slo revel su
identidad durante la ltima visin y a peticin de Bernadette: Soy la Inmaculada Concepcin. Se
supona que una muchacha medio analfabeta como Bernadette no conoca semejante expresin
teolgica, y el hecho de que transmitiera estas palabras se consider una prueba categrica de la
veracidad de su visin. Por otra parte, dado que la doctrina de la inmaculada libre de pecado
concepcin de la SVM se haba convertido en dogma (esto es, en creencia obligada) haca slo cuatro
aos, bien podra Bernadette haber odo aquella expresin. En cualquier caso, podemos decir que, en
el caso de que la SVM se identifique a s misma, a menudo es enigmtica, por no decir que se muestra
reticente a presentarse. Slo posteriormente, cuando las visiones se incrementan en nmero, se
identifica de manera positiva (aunque nunca carece por completo de ambigedad: Reina del Cielo
puede suponer muchas cosas), casi como si fuera creciendo dentro de la imagen, formndose de
acuerdo con las expectativas culturales o religiosas de quienes la perciben.

El sol que gira


Todas las visiones marianas empiezan con lo que podra llamarse un prefacio daimnico. Casi
huelga decir que suele tratarse de una luz brillante. Pero, adems de eso, en ocasiones la SVM es
presentada, por as decirlo, por otra figura daimnica. Llevaba una tnica azul y sin costuras. Tena
unas alas rosas bastante grandes. Su rostro era pequeo; no era largo, ni tampoco redondo. Tena los
ojos negros Aparentaba unos nueve aos. Pero, aunque se le vea un nio, daba la impresin de ser
muy fuerte.[193] Conchita Gonzlez, una de los cuatro nios que tuvieron unas 2000 visiones de la
SVM en Garabandal, Espaa, entre 1961 y 1965, dio esta descripcin de un ngel que se les apareci
ms de una vez, antes de anunciar la aparicin de la Virgen como Nuestra Seora del Monte
Carmelo.
Los nios de Ftima tambin vieron un ngel tres veces antes de que apareciera la SVM . En la
primera ocasin, un fuerte viento sacudi los rboles y encima de ellos surgi una luz, ms blanca
que una pila de nieve. Al acercarse adopt la forma de un joven, transparente y resplandeciente de
luz. Se anunci como el ngel de la Paz, cambindolo en la segunda ocasin por el ngel de la
guarda de Portugal.
En realidad, las visiones de Ftima estaban rodeadas de hechos daimnicos. Adems, por lo visto,
son nicas en el sentido de que la Seora que se apareci ante Luca, Francisco y Jacinta el 13 de
mayo de 1917 no slo les prometi regresar el 13 de cada mes hasta octubre, sino que realmente lo
hizo, a diferencia de las falsas promesas de tantas figuras daimnicas. Al principio haba dicho
tambin que revelara quin era y lo que quera slo en su ltima visita, cuando realizara adems un
milagro para convencer a todo el mundo de que era real. Cuando se propag la noticia, un gran
nmero de personas acudi cada mes para ver cmo los nios se comunicaban, en estado de xtasis,
con su Seora. En la penltima visita, el 13 de septiembre, haba cerca de 30 000 espectadores. A
medioda, la hora sealada, el sol se debilit y el ambiente adquiri un color dorado mate. Entonces,
en el cielo sin nubes un globo luminoso apareci de repente ante los ojos de la multitud perpleja.
Movindose de este a oeste, se desliz suave y majestuosamente surcando el cielo mientras una nube
ligera y blanca envolva a la encina y a los nios.[194] Al mismo tiempo, una ducha de rosas
blancas o ptalos de rosa cay de lo alto, disolvindose antes de tocar el suelo. (A los uflogos les
gusta ver las rosas como cabello de ngel, una frgil sustancia de aspecto delicado que a veces
cae o cubre los alrededores tras la aparicin de un ovni).
La noche del 12 de octubre una terrible tormenta barri Europa, haciendo muy arriesgado el viaje
de miles de peregrinos que se dirigan a Cova da Ira, el gran anfiteatro natural de Ftima, donde
estaban sucediendo las visiones. Por la maana la tormenta haba amainado, pero segua cayendo la
lluvia, empapando a los ms de 70 000 espectadores. Justo despus de medioda, la lluvia ces y un
destello de luz presagi la cercana de la Seora, quien dijo a los nios: Yo soy la Seora del
Rosario. Su ltimo mensaje fue: Las personas deben enmendar sus vidas, pedir perdn por sus
pecados y no ofender ms a nuestro Seor, pues ya lo han ofendido demasiado. Luego, dirigiendo
hacia el sol los rayos de luz de sus manos, parti.[195]
Es difcil llegar a un consenso exacto sobre lo que ocurri despus, pero la imagen general est
clara. La Seora haba prometido un milagro y no veo ningn motivo para llevarle la contraria. Las
nubes se abrieron para mostrar el sol, o algo que estaba donde se consideraba que deba estar el sol.
Plido como un disco de plata, se poda mirar directamente. Empez a dar vueltas como una
girndula, girando alocadamente y soltando grandes rayos de luz de distintos colores rojo, azul,
amarillo, verde, tiendo los rostros de la multitud con todas las tonalidades del espectro.
Entonces cay del cielo hacia la tierra. No hubo ni un alma en el lugar que no pensara que era el fin
del mundo. Sin embargo, el sol volvi a su sitio en lo alto y de pronto todos cayeron en la cuenta de
que, aunque haca slo un momento estaban empapados, ahora estaban completamente secos. El sol
haba recuperado su apariencia normal.[196]

As pues, sin duda hay cierta continuidad entre las apariciones de la SVM y otras tradicionales,
aunque ni por un instante pretendo restar valor al carcter nico, ni a la naturaleza nicamente
cristiana, de sus apariciones. Quiz porque los visionarios tienden a ser nios, o al menos personas
candorosas, son capaces de mantenerse al margen del egosmo y las ansias de poder que afean tantos
cultos a los ovnis, por ejemplo. Es cierto que entre los visionarios suele haber un lder o similar, una
personalidad dominante, como Luca en Ftima o Conchita en Garabandal, pero estos nios
acrecientan la autenticidad de la visin mantenindose inquebrantables y, por encima de todo,
humildes, frente a la acusacin oficial. En el caso de Conchita, que sali en televisin hace unos aos
(ahora vive en los Estados Unidos), uno se quedaba con una sensacin radiante de serenidad y,
francamente, de santidad, que hara enrojecer a la mayor parte de nuestros mundanos lderes
eclesisticos.
Los rasgos peculiares de las visiones de la SVM pueden resumirse como sigue: las visiones se
otorgan a nios en un estado de xtasis o arrebato. La Seora siempre es descrita como joven y
asombrosamente bella; pero, curiosamente, hay pocos detalles de, digamos, su rostro, y abundancia
de detalles referentes a su atavo: nos hablan de su velo, sus vestidos blancos, adornados quiz con
oro y azul, las rosas de sus zapatillas, las estrellas bordadas en su dobladillo, su corona, su rosario y
los rayos de luz que emanan de ella. Todo ello nos hace pensar en un camafeo donde la Seora
aparece como la refinada imagen medieval de la dama de algn caballero del Grial.
Su mensaje apenas vara. Pide que se le construya un santuario o una capilla. Transmite secretos a
los nios que ellos no revelan. Si profetiza suele ser en trminos generales, ms como vagas
advertencias de represalias. Puede que sugiera que el mundo se acabar si los pecadores no nos
reformamos, pero nunca comete el error, tan comn en los espritus o las comunicaciones con
ovnis, de especificar el da. No obstante, sus predicciones, como, por ejemplo, la plaga en el cultivo
de patatas (La Salette) o la muerte temprana de Francisco y Jacinta en Ftima, se hicieron realidad. Su
mensaje principal y constante es una exhortacin a arrepentirse, rezar y realizar sacrificios para
lograr la redencin. Sus apariciones siempre van sucedidas de milagros curativos.

El principio femenino
No existe indicativo ms seguro de la naturaleza daimnica de las visiones marianas que el hecho de
que ofenden a todas las partes excepto a la que quiz sea la ms importante: la gente corriente. Desde
luego, son una afrenta al cientificismo que, en caso de que llegue a percatarse del fenmeno, enva a
sus desacreditadores para que realicen experimentos inhumanos con los nios extticos, casi como
para castigarlos. La Iglesia Catlica suele denunciar las visiones en el momento y luego se ve
obligada a dar marcha atrs y aceptar al menos las ms famosas. No sorprende que se consideren
subversivas: puesto que Nuestra Seora viene para mediar entre nosotros y Cristo o Dios, socava la
autoridad de los sacerdotes, a quienes estaba asignado este rol en exclusiva. Pero, en realidad, la
Iglesia debera estar agradecida a las visiones, pues contrarrestan su tendencia a ser demasiado rgida
e institucionalizada y devuelven lo milagroso al corazn de la religin. Adems, la Virgen raramente
dice cosas poco ortodoxas; al contrario, insta a acudir a misa, etc. Los protestantes, para quienes
Cristo es el nico mediador, consideran las visiones de la SVM prcticamente como obra del diablo.
Por ltimo, apenas hace falta aadir que la propia SVM , no digamos las visiones de ella, es un anatema
para ideologas laicas como el liberalismo y el humanismo, para las que lo mstico no es ms que
una sandez.
C. G. Jung se dio cuenta del poder que la SVM ejerca en la imaginacin europea desde haca
siglos y diagnostic el movimiento popular por dogmatizarla como un ansia profunda de las masas
por una intercesora y mediadora que ocupe al menos su lugar junto a la Santsima Trinidad y sea
recibida como la Reina de los Cielos y Esposa de la corte celestial.[197] La necesidad de un
principio femenino no empez, por supuesto, con la SVM . Ya estaba presente en el Antiguo
Testamento como Sofa (sabidura) o Sapientia Dei (sabidura de Dios), que afirmaba: Desde la
eternidad fui yo ungido, desde antes de los siglos, antes de que fuese hecha la Tierra. Todava no
existan los abismos, y yo haba nacido. (Proverbios, 8:23-24). En esto est claramente
relacionada con nuestra Anima Mundi y con la Sejin de la Cbala, tan inseparable del judasmo
como la alquimia y el hermetismo lo son del cristianismo.
Hay tan poco acerca de la Mara histrica en la Biblia que no se puede dar cuenta de su poder y
popularidad si no es recurriendo a la psicologa y a la idea de que es la respuesta a esta necesidad de
un principio femenino. Por supuesto, todas las religiones paganas tienen sus diosas; el cristianismo,
no. De ah que se acumulara espontneamente tal abundancia de leyenda y folclore alrededor de la
figura de Mara. Una asombrosa historia afirmaba que, al igual que su Hijo, fue concebida
inmaculadamente, es decir, sin la mcula del pecado original. Esto le otorg de forma efectiva el
inocente rango de una persona anterior a la Cada, transformndola tanto en un daimon capaz de
mediar entre la humanidad y Dios como en una diosa por derecho propio. Otra historia contaba que
no falleci como el resto de los mortales, sino que se alz corpreamente fue ascendida hacia el
Cielo. Estas historias se convirtieron en unas creencias mantenidas con tanto fervor que al final
fueron elevadas a los dogmas de la Inmaculada Concepcin (1854) y la Asuncin de la Virgen Mara
(1950), nicos ejemplos en que una exigencia popular ha impuesto un dogma a la Iglesia en lugar de
ser formulado por los telogos.
El dogma de la Asuncin significaba que, al menos en un nivel psicolgico, la SVM tena todos los
nmeros para reaparecer fsicamente en la Tierra. As, a Jung no le sorprendi, por lo pronto, el
incremento de informes sobre su aparicin las visiones marianas que condujo al anuncio del
dogma (desde entonces no han disminuido). Tampoco le sorprenda que tantos nios recibieran las
visiones, pues en tales casos el inconsciente colectivo siempre est en marcha.[198] l vea el
dogma de la Asuncin no slo como el acontecimiento religioso ms importante desde la
Reforma,[199] sino que tambin vea su significado social: la Asuncin de la SVM para convertirse en
Esposa de Cristo reconoca la igualdad del principio femenino respecto al masculino. As pues,
aunque estaba escribiendo en 1954, fue capaz, observando la corriente del inconsciente colectivo, de
predecir las posteriores oleadas del movimiento de las mujeres.

Jung llamaba a las apariciones de damas misteriosas el anima. Como personificacin del
inconsciente, el arquetipo de la vida en s misma, segn la llamaba l, no es tan slo una imagen
dentro del alma, sino tambin una imagen del alma. Puede representar el alma de un individuo o de un
objeto natural determinado o de un sitio concreto. Podra decirse que la SVM combina estos rasgos, y
aun as puede desdoblarse y desarrollarse conduciendo al testigo a las alturas de la contemplacin
religiosa. Dante persigui a travs del cielo y del infierno la imagen de Beatriz, que apareca primero
como una joven florentina literal y luego como una figura mariana divina, dirigiendo la mirada del
poeta hacia el Altsimo. Cambia de forma y es como un hada. En las novelas del Grial, las mujeres
fericas, a un tiempo tan peligrosas y tan benignas con los caballeros de la bsqueda, se cristianizan
cada vez ms hasta fundirse con la imagen de la SVM . (M.-L. von Franz sugiere que, atenindose tan
slo a los aspectos positivos de las ambiguas animae del Grial, el cristianismo forzlos aspectos
negativos a hallar expresin en las creencias sobre brujas.)[200] En Irlanda, la Reina de las Hadas fue
poetizada en forma de Erin, el alma del pueblo oprimido; la reina Mab del temprano poema de
Shelley se transform en versiones posteriores en el Daimon del Mundo; el poema La reina de las
hadas, de Edmund Spenser, que sin duda tuvo su origen en Irlanda, donde l vivi durante un tiempo,
tambin se refera a la reina Isabel I, que cultivaba una imagen de Reina Virgen, favoreciendo
poderosas y sagradas asociaciones con la SVM .
Las siguientes visiones de damas son comparativamente menores, pero no menos sugerentes.
Sealan aquel instante en que a un visionario se le ofrece la bsqueda hacia lo Desconocido y
depende de l si la acepta o no.

Damas blancas
Una nia de cinco o seis aos se estaba acercando al puente de Aave, cerca de su casa, en el cantn de
Berna, Suiza, cuando vio una extraa aparicin. Era al anochecer. La nia sola cruzar ese puente para
ir en busca de su madre cuando sta volva del trabajo. As es como record el acontecimiento
sesenta aos despus:

De repente vi delante de m la figura de una mujer, no muy alta y blanca como la nieve. Flot
ante m, luego a mi lado, a veces un poco apartada, despus cerca otra vez, sostenindose justo
por encima del suelo. No pude ver una cara; la figura estaba envuelta en un velo muy fino de
la cabeza a los pies. Me qued mirando, preguntndome quin sera aquella hermosa dama que
se paseaba por ah tan tarde y con un vestido tan delgado, ya que haca bastante fro.
Entonces oy los pasos de su madre y, corriendo a su lado, le habl de la aparicin, que an
era visible. Se Ja seal a su madre, pero sta no poda ver nada. El fantasma se alej y
desapareci.[201]
Qu estuvo viendo la nia? Un fantasma? Posiblemente. Pero es una caracterstica distintiva de
las apariciones de la dama blanca que no se puedan identificar individualmente. Tienen resonancias
ms profundas que la sombra de una persona histrica. El momento y la localizacin son indicativos:
un ro y un puente al anochecer proporcionan un patrn daimnico clsico una hora y un lugar de
transicin de intermedio. El tipo de lugar donde abundan los perros negros. (Puede que las damas
blancas guarden una relacin analgica con los perros negros; por ejemplo, las damas son a los
perros lo que el blanco al negro, lo que humano a animal). Si la nia hubiera sido catlica, habra
percibido la aparicin como la Virgen Mara? Es posible, aunque lo dudo: esta dama careca del
resplandor de la SVM . Sin embargo, es cierto que las damas blancas, al igual que la SVM , se aparecen a
muchas nias pequeas, por lo que tal vez estn ntimamente vinculadas con su psicologa; o, ms
bien, cabra decir que hay algo en la psicologa de las nias pequeas que permite manifestarse a esta
imagen arquetpica en concreto. Aniela Jaff propone que damas blancas como sta representan el
hado futuro de las nias que ahora est velado pero pronto se desvelar, un misterioso
presentimiento de aquello en lo que se han de convertir, o el despuntar de la conciencia de su propia
condicin de mujeres.[202] A diferencia de la SVM , las damas blancas no hablan. Pero su silencio es
elocuente. Su propia aparicin es el mensaje: enigmtico, a menudo siniestro, apuntando a lo
desconocido.
De haber habido una casa vieja o un castillo cerca (quiz lo haba), la dama podra haber sido una
de las muchas damas blancas legendarias que se dice que deambulan. A veces se trata de damas grises.
La que ronda Denton Hill, en Northumberland, viste de seda gris. Y aade un nuevo aspecto al
misterio porque se la conoce como una silkie, un hada femenina, recordndonos la afinidad entre la
gente del reino ferico y los fantasmas de los muertos.[203] En cualquier caso, blancas o grises, las
damas suelen verse como malos augurios, como presagios de muerte.
Una mujer suiza que estaba al servicio de un tal Herr Gerber, en Altdorf, en el cantn de Uri,
recuerda que decan que una hermosa mujer blanca deambulaba por la casa antes de una muerte. La
nica persona que no saba nada de esa leyenda era una niera que formaba parte del servicio, igual
que ella. Una maana, estando yo sentada en el saln con la familia Gerber, [la niera] se encontraba
velando junto a la cabecera de una nia enferma en la habitacin contigua. De pronto irrumpi en el
saln gritando de miedo: Vengan! Vengan aqu!. Todos nos precipitamos a la habitacin de al
lado, creyendo que la nia se mora. Pero cuando llegamos, la niera nos dijo, aterrada: Una
hermosa mujer de blanco ha salido de ese armario y ha caminado despacio hasta la cama y ha mirado
a la nia. Cuando he gritado, se ha deslizado detrs de las cortinas. Unos das despus, los ngeles se
llevaron a la nia.[204]
Frecuentaciones de este tipo se atribuyen sobre todo a acontecimientos ocurridos hace mucho.
Convertidos en leyendas, a menudo implican algn crimen o culpa sin expiar que ha llevado al
fantasma a divagar. Puede tratarse de un asesinato o de un suicidio, por ejemplo, pero el fantasma
tiene que divagar hasta que la falta sea perdonada. El crimen con el que suele estar relacionada una
dama blanca es un crimen contra el amor. Ella es el fantasma de alguien que ha sufrido un abuso de
fe, como el adulterio; o de alguien que ha sido vergonzosamente abandonado o asesinado. Cabra
esperar que fuera el culpable quien divagara, pero de hecho le toca a la vctima. Jaff sugiere que esto
se debe a que tales crmenes parecen quebrantar las leyes arquetpicas de la vida (); se ha ultrajado
a una divinidad[205] el principio femenino, si se prefiere y, por lo tanto, no es el fantasma real
de la mujer el que divaga, sino un espectro impersonal, una deidad.[206] En este sentido, existe
cierta continuidad entre las apariciones de damas blancas y las visiones de la SVM , que a menudo nos
avisa para que no quebrantemos las leyes de Dios y nos insta a rezar y a arrepentirnos.

La banshee
Hay otra aparicin femenina, joven y hermosa, vestida de blanco y famosa por presagiar la muerte.
Lo ms habitual es que adopte la forma de una espantosa bruja que se cepilla el pelo y ulula con un
sollozo sobrenatural o un aullido como si alguien lamentara una muerte. A diferencia de otras damas
blancas, no est ligada a un sitio determinado como un puente o un rbol (aunque muestra afinidad
con los arroyos, donde se la ha visto lavando algo); tampoco est ligada a una casa o a un castillo.
Ms bien se vincula con familias particulares, a las que puede seguir lejos de su Irlanda natal. Mi
director de tesis en la universidad de Cambridge, el especialista en Yeats Tom Henn, oy su lamento
espeluznante en un tren hacia Manchester. l y otro hombre de su compartimento buscaron,
temblando, el origen (se preguntaban si se habra cado una mujer a las vas), pero no les sirvi de
nada. Ms tarde, Henn se enter de que su hermano mayor haba muerto en aquel mismo momento,
en su finca irlandesa.
Estoy hablando, por supuesto, de la banshee (beansidhe, que significa mujer hada). En
ocasiones, las bansbee adoptan la forma de alguna dulce virgen de la familia que muri joven,
escribe Lady Wilde, y a quien los poderes invisibles han encomendado la misin de convertirse en
augurio de la fatalidad que se cierne sobre sus parientes mortales. O se la puede ver como una mujer
amortajada, agazapada entre los rboles, lamentndose con el rostro cubierto; o volando por delante
de la luna llena mientras llora amargamente; y el llanto de este espritu es ms lastimero que
cualquier otro sonido de la tierra, y presagia la muerte certera de algn miembro de la familia.
[207]
Uno de los informadores de Lady Gregory, el viejo seor King, la vio por la ventana de la casa
donde estaba jugando a las cartas con otros seis hombres. Llevaba un vestido blanco y era como si
le tapara la cara, relat. Todos alzaron la mirada y la vieron, y todos se asustaron y retrocedieron,
excepto yo. Entonces o un llanto que no pareca proceder de ella, sino de muy lejos, y luego pareci
venir de ella. No intentaba producir un grito lastimero, sino que lo nico que deca era: Oh-oh-oh-
oh, pero era tan lastimero como el que podra salir de la mujer ms vieja de todas, la mejor
llorando a los muertos. El viejo seor Sionnac estaba en Lisdoonvarna en aquel momento, y volvi a
casa pocos das despus y se meti en la cama y muri. La banshee siempre ha estado con los
Sionnac y los ha llorado.[208]
Entre 1962 y 1979, Patrick F. Byrne escribi una columna sobre historias de fantasmas,
presentadas por los lectores, para el Dublin Evening Herald. Uno de los muchos testimonios que
describieron a la banshee era el de un hombre que se encontraba cortando madera a la salida de
Newbridge, en el condado de Kildare, en julio de 1912. Enfrente de la cabaa donde se alojaba haba
una casa abandonada propiedad de la familia Kelly. A las tres de la madrugada lo despert un sonido
ululante. De pronto se oy ms fuerte, y era como si una mujer o una nia llorasen. Me levant para
ir a investigar; era una noche muy oscura, pero poda ver bien entre las cabaas y las pilas de leos
(). Hice acopio de valor y sal a la vieja carretera fuera del bosque. Al principio no vea nada, pero
al cabo de unos segundos el aullido ms horrible, ms bien como un rugido, sali de unos diez
metros de distancia delante de m. Me qued petrificado. Entonces vi claramente a una mujer pequea.
Meda cerca de un metro veinte de altura y no sabra decir si estaba sentada o de pie. Su ropa pareca
del mismo color que los troncos de haya y llevaba la cabeza cubierta por una especie de capa. Mova
las manos arriba y abajo mientras segua llorando. Volv a la cabaa a toda prisa. Al da siguiente o
que el seor Kelly, el propietario de la vieja casa, haba muerto por la noche.[209]

Fantasmas de carretera
Hace veinticinco aos, donde yo viva era bien sabido que un tramo de la carretera de Londres a
Guildford estaba frecuentado por un fantasma. Yo conoca a un tipo que conoca a un tipo cuyo to
haba recogido a una chica que haca autoestop en ese tramo de carretera y se encontr con que
haba desaparecido de dentro del coche. Por entonces yo no saba lo que s ahora, y es que este relato
se repite por todo el mundo con slo unas leves variaciones. La siguiente versin, explicada por un
adolescente de Toronto en 1973, es clsica:

Bueno, esto le pas a una de las mejores amigas de mi novia y a su padre. Iban en coche por
una carretera rural de vuelta de su casa en el campo cuando vieron a una mujer joven
haciendo autoestop. Se pararon a recogerla y ella se sent atrs. Explic a la chica y a su
padre que viva en la casa que haba a unos ocho kilmetros ms adelante. Despus de eso no
dijo nada y se volvi para mirar por la ventana. Cuando el padre vio la casa, se dirigi hacia
all y, al darse la vuelta para decirle a la joven que ya haban llegado ella ya no estaba! El
hombre y su hija se quedaron atnitos y decidieron llamar a la puerta y explicar a la gente de
all lo que haba ocurrido. Les dijeron que haban tenido una hija que responda a la
descripcin de la chica a la que supuestamente haban recogido, pero que haba desaparecido
haca unos aos y se la haba visto por ltima vez haciendo autoestop en aquella carretera. Ese
da habra sido su cumpleaos.[210]

En otras variantes de la historia, la joven es una mujer. A veces deja alguna prueba fsica tras de
s en el coche (un libro, un monedero, un jersey, un pauelo, etc.) que posteriormente la identifica
como una persona fallecida. Puede ser una chica a quien alguien lleva a casa desde un club o un baile.
Pide que la dejen en el cementerio y nunca se la vuelve a ver. Una popular variante norteamericana
presenta a la chica como una monja que predice crpticamente algn acontecimiento, como el final de
una guerra, antes de desaparecer. En estas versiones, a veces se ha cristianizado y ya no es un
fantasma, sino un ngel. En ocasiones es un hombre, especialmente (por algn motivo) cuando el
conductor es una mujer.
El autoestopista desvanecido pertenece a la familia de historias que se han llegado a conocer
como folclore urbano moderno o leyendas urbanas, o incluso foaf (friend-of-a-friend).
Generalmente son annimas, circulan sobre todo de boca en boca y, aunque varan en algn detalle,
siempre mantienen un ncleo central de motivos tradicionales. Aparte de eso, cuesta decir qu tienen
estos relatos en comn, aunque muestran preferencia por lo truculento, macabro, un poco raro y a
menudo absurdo o cmico. Sus apodos dan idea de su tono: el asesino del asiento de atrs, la niera y
el hombre del piso de arriba, la mascota (o el beb) en el horno, la araa en el pelo, caimanes en las
cloacas Una de estas historias habla de una abuela que muere mientras la familia est en el
extranjero. La esconden en la baca y les roban el coche. Otra explica que han inventado un coche que
funciona con agua destilada, pero que una gran compaa, como General Motors, lo elimina. Y cosas
por el estilo.
Al cabo de un tiempo empiezas a ver por dnde van estas historias, incluso cuando aparecen
cosa que ocurre con frecuencia en la prensa hacindose pasar por noticias. Un amigo mo me
explic hace poco una embarazosa historia que trataba del amigo de un amigo suyo que haba
asistido a una fiesta pija en una casa de campo y sin darse cuenta se haba sentado encima del
chihuahua de la familia y lo haba matado. Supongo que no tardar en orla de otra fuente. Los
intentos por explicar estas historias de folclore moderno como resultado de tensiones
psicosociales, cuentos con moraleja, observaciones de los efectos alienantes de la moderna vida
urbana o cosas por el estilo me parecen ms bien flacos. Son historias con un carcter ms bien
juguetn y gratuito, el tipo de cuentos que se explican los adolescentes para hacerse temblar o
maravillarse o rer.
No hay que confundir estos cuentos con los relatos sobre apariciones que he ido narrando: los
segundos tienen, en general, un sabor diferente, pues son historias de primera mano sobre
apariciones y con poca o ninguna trama, ni giro ingenioso, etc. Aunque es verdad que hay
coincidencias, y es que, as como los cuentos del folclore moderno se cuelan en los peridicos, en el
cotilleo diario y las conversaciones, se infiltran tambin en la periferia de los relatos de apariciones.
Por ejemplo, en las historias de platillos volantes estrellados, recuperados y guardados en bases
secretas del gobierno, se ha reconocido ampliamente que poseen el mismo sabor del folclore urbano
moderno: Un amigo mo conoci a un ex oficial de la fuerza area norteamericana que le dijo que
haba visto una nave espacial en un hangar de, y cada cual dice su propio aerdromo.
Tales rumores abundan en el maravilloso mundo de los fenmenos anmalos. A Lady Gregory le
llamaron la atencin cuando estaba investigando avistamientos fericos. A veces cuesta decir qu ha
sido una visin real, escribe, y qu es tradicin, una leyenda suspendida en el aire, una vanidad,
como lo llamara nuestro pueblo, que se ha vuelto corriente a base de contarla aqu y all, o ha
quedado impresa como experiencia real en alguna mente sensible e imaginativa. Y es que la tradicin
ocupa un vasto lugar en el Libro del Pueblo, sembrndose una y otra vez, mostrando una
continuidad y un renacimiento como se ven en la naturaleza.[211]

En general, los folcloristas modernos, obligados a elegir entre considerar el folclore como
realidad o como ficcin, han optado por tratarlo como ficcin. De ese modo nos han permitido ver a
travs de muchas historias que, de otro modo, consideraramos un hecho. Pero no nos hacen ningn
favor asegurando que el folclore slo es ficcin. Si lo es, es una ficcin de una clase especial. Por
ejemplo, no est elaborada por un individuo, como lo estn las historias literarias sobre fantasmas.
[212] Su origen es un gran misterio. Aparece sin autora, de la nada, como arrojada por alguna mente

colectiva. Gran parte de su poder y tenacidad se debe a su resistencia a ser catalogada (sobre todo,
como ficcin). Las historias populares dependen de que se las vea como informes factuales. Incluso
habr cierto tipo de estudiosos del folclore que proteste si se les confronta con una leyenda urbana
moderna, diciendo que eso no es folclore, que es verdad, que sucedi en su ciudad, al cuado de la
peluquera de su madre, etc.[213] Yo, desde luego, me cre la historia del chef que por error meti su
propio hgado en el microondas, as como el cuento xenfobo de la pareja a quien sirvieron su
propio perro en un restaurante chino.
La extraa y ambigua naturaleza de los cuentos populares, no del todo reales pero tampoco
exactamente ficticios, queda reflejada de forma admirable en la prctica del amigo de un amigo,
que nos distancia del presunto acontecimiento pero no de una manera demasiado remota. Expresa la
naturaleza intermedia de los cuentos, que a veces resultan an ms astutos de lo que creamos. Por
ejemplo, aunque podamos decir definitivamente que lo del autoestopista desvanecido est
demasiado difundido (aparece en muchas culturas diferentes) para ser verdad y, adems, es realmente
muy viejo (aparece ya en el siglo XIX, donde un caballo y un carro sustituyen al coche), nos
desconcierta la historia de Roy Fulton, que, por lo visto, en verdad recogi a un autoestopista
desvanecido.
El 12 de octubre de 1979, Roy conduca de vuelta a su casa despus de una partida de dardos en
Leighton Buzzard, Bedfordshire. En un lugar aislado, a la salida del pueblo de Stanbridge, vio a un
hombre que haca autoestop. Roy se par delante de l para poder verlo bien a la luz de los faros. El
autoestopista llevaba una camisa con el cuello blanco y abierto, un jersey oscuro y pantalones
oscuros. Abri la puerta de la furgoneta y, cuando Roy le pregunt adnde iba, se limit a sealar la
carretera. Roy condujo durante unos cinco minutos antes de ofrecerle un cigarro a su pasajero. El
hombre haba desaparecido. Roy pis el freno, rebusc en vano en la furgoneta y se alej lo ms
deprisa que pudo.[214] Ms tarde inform del incidente a la polica (que, posteriormente, ratific su
informe al inspector Michael Goss; incluso haban mandado un coche al lugar). Luego, Roy aadi a
su descripcin del autoestopista fantasma que tena el rostro muy plido e inusualmente largo, pero
que pareca completamente real y slido, al menos lo bastante como para abrir la puerta de la
furgoneta.[215]
No podemos saber si el motivo del autoestopista desvanecido empez con alguna aparicin como
sta, o bien si tal aparicin sucedi porque de algn modo se cristaliz a partir de una ficcin en
circulacin, una vanidad o leyenda suspendida en el aire. No podemos conocer la verdad sobre
si el folclore es realidad o ficcin porque la verdad no radica en esta distincin, sino en otra parte. Al
igual que la propia realidad daimnica, el folclore nunca es literalmente verdadero, pero tal vez sea
fundamentalmente verdadero.[216] Evita las distinciones del tipo o esto o aquello y acepta las del
tipo tanto esto como aquello. Llena el hueco entre realidad y ficcin, al igual que los dimones lo
llenan entre este mundo y algn otro. A diferencia de los mitos, que relatan los hechos y patrones
arquetpicos de un universo divino, rozando nuestro mundo slo donde los humanos ya son hroes
semidivinos, los protagonistas del folclore son personas corrientes que se topan con seres o
acontecimientos daimnicos, incluido el hgado horneado del macabro chef y otras historias de
accidentes tronchantes. La forma tradicional de hablar de tales cuentos es en trminos de
imaginacin. Y ste es mi tercer modelo despus del inconsciente colectivo y el Anima Mundi
para hacer inteligible la naturaleza de la realidad daimnica.
9
IMAGINAR COSAS

Imaginacin primaria y secundaria


Al hablar de imaginacin debemos evitar a toda costa confundirla con lo que comnmente se
entiende por ese nombre: un flujo de imgenes irreales que surcan la mente consciente. En un
fragmento conocido por todos los estudiantes de crtica de la literatura inglesa, Samuel Taylor
Coleridge desestima tales imgenes como mera fantasa, que no es ms que una forma de
recuerdo emancipado del orden del tiempo y el espacio. La imaginacin autntica, en cambio, se
divide en dos tipos: la primaria y la secundaria.
Sostengo que la imaginacin primaria es el poder viviente y agente principal de toda percepcin
humana, y es una repeticin en la mente finita del eterno acto de creacin en el YO SOY infinito.
Considero que la secundaria es un eco de la anterior, coexistente con la voluntad consciente, aunque
idntica a la primaria en su naturaleza como agente, y que se distingue slo en el grado y en su modo
de operar. sta disuelve, difumina y disipa con el fin de recrear.[217]
Con el fin de entender tan complicado argumento, merece la pena recurrir a la ayuda de otro
poeta, W. H. Auden, que adopta y adapta como parte de su propio credo artstico la definicin
que da Coleridge de la imaginacin. El propsito de la Imaginacin Primaria, su nico propsito
dice Auden, son los seres y acontecimientos sagrados. Lo sagrado es aquello a lo que est obligada
a responder, lo profano es aquello a lo que no puede responder y, por lo tanto, no conoce A un ser
sagrado no podemos esperarlo: debemos toparnos con l No todas las imaginaciones reconocen a
los mismos seres y acontecimientos, pero cada una de ellas responde del mismo modo ante aquellos
que reconoce. La impresin que todo ser sagrado ejerce sobre la imaginacin es de una importancia
abrumadora, aunque indefinible; una cualidad inmutable, una Identidad, como dijo Keats: yo-soy-el-
que-soy, parece afirmar todo ser sagrado La respuesta de la imaginacin ante tal presencia o
trascendencia es un frenes sobrecogedor. ste puede variar enormemente en intensidad, y sus
matices abarcan desde el asombro feliz hasta un pnico horrible. Un ser sagrado puede ser atractivo o
repulsivo un cisne o un pulpo, hermoso o feo una bruja desdentada o un nio adorable,
bueno o malvado una Beatriz o una Belle Dame Sans Merci, un hecho histrico o una ficcin
una persona a la que se ha conocido por el camino o una imagen surgida en un relato o un sueo,
puede ser noble o algo indigno de mencionarse en un saln, puede ser lo que le plazca, a condicin
(pero es una condicin absoluta) de que provoque sobrecogimiento.[218] Por supuesto, pavor o
deslumbramiento extraordinarios son el distintivo, en grado variable, de todos los encuentros
daimnicos a los que me he referido. Son productos de la imaginacin primaria, a la que llamar
simplemente Imaginacin. Son sagrados.
Auden reconoce que, por supuesto, algunos seres sagrados lo son slo para una imaginacin
individual: un paisaje o un edificio determinados, pongamos, o incluso un preciado juguete de la
infancia. Algunos, como los reyes, slo son sagrados para los miembros de una cultura determinada.
Otros parecen serlo para todas las imaginaciones de todas las pocas, como la Luna, dice Auden, o
el Fuego, las Serpientes o esos cuatro seres tan importantes y que tan slo pueden definirse en
trminos de no ser: la Oscuridad, el Silencio, la Nada, la Muerte.[219] Tales imgenes son las que
merecen la calificacin de arquetpicas. Las luces en el cielo entran en esta categora, mientras que
su distincin, digamos, en ovnis como naves estructuradas o bien en brujas depende de la cultura en
la que aparezcan. Los seres sagrados tambin pueden combinarse con una accin para formar
patrones o acontecimientos sagrados: mitos como la muerte y el renacimiento del hroe parecen ser
universales.
La imaginacin secundaria (a la que llamar imaginacin, con i minscula) resulta aqu
menos relevante. Es la facultad que aplicamos sobre los seres sagrados de la Imaginacin (Primaria),
de la que, como dice Coleridge, se distingue en el grado pero no en el tipo. No es creativa la
creacin es un privilegio de la Imaginacin, sino recreativa. Es activa, no pasiva; sus categoras no
son sagrado/profano, sino hermoso/feo. Es decir, que valora estticamente la experiencia primaria.
Sin su actividad, nuestra pasividad frente a la Imaginacin sera la perdicin de la mente; tarde o
temprano dice Auden, sus seres sagrados la poseeran y llegara a pensar en s misma como
sagrada, a excluir el mundo externo como profano, acabando, as, en la locura.[220] Esto describe
con acierto y en pocas palabras la progresiva desintegracin psicolgica de todos los paranoicos,
falsos profetas y lderes sectarios que he mencionado antes.
El empeo de la imaginacin (secundaria) en traer a la realidad a los seres sagrados constituye el
arte. Aunque, en un contexto diferente, ese mismo empeo puede ser meramente psicoteraputico. C.
G. Jung empleaba una tcnica para ayudar a sus pacientes que l llamaba imaginacin activa. Nunca
se muestra tan especfico como cabra respecto a dicha prctica, que tampoco goza de especial
prestigio, puesto que su objetivo era permitir a las imgenes inconscientes en forma de fantasas,
por ejemplo aflorar a la conciencia, donde pudieran ser observadas de forma pasiva, como un
sueo en vigilia. Para ello, el paciente deba encontrarse obviamente en un estado relajado,
meditativo, tal vez incluso rayano en la hipnosis. Sin embargo, no poda decirse realmente que las
imgenes se hubieran vuelto conscientes hasta que haban sido investigadas, amplificadas, expandidas
y finalmente asimiladas, esto es, integradas en la personalidad. Por eso, Jung recomendaba ciertas
actividades semiartsticas, como escribir con detalle sobre las imgenes o pintar mandalas. Hay una
clara coincidencia entre el arte y esta clase de terapias. Podramos decir que son del mismo tipo pero
de distinto grado; tal vez la imagen puramente teraputica se funde con la obra de arte en aquel punto
donde deja de tener un significado bsicamente privado y personal para adquirir otro ms pblico,
impersonal y colectivo. La terapia trata de mi condicin; el arte, de la condicin humana.

En esta acepcin de la Imaginacin vemos otra formulacin del inconsciente colectivo de Jung y
del Anima Mundi neoplatnica. Los seres sagrados son las imgenes arquetpicas que aparecen
espontneamente. Son nuestros dioses y dimones. La ventaja de la Imaginacin como modelo de la
realidad daimnica es que evita las implicaciones, si bien residuales, de la expresin inconsciente
colectivo en el sentido de algo puramente interior, que est dentro de nosotros, cuando, como
hemos visto, tambin es exterior. De forma similar, el modelo Alma del Mundo implica lo
contrario: pone nfasis en lo externo por encima de lo interno. La idea de Imaginacin acerca estos
dos primeros modelos entre s. Como inconsciente colectivo, es el origen de los seres sagrados
autnomos; como Alma del Mundo, sita a esos seres sagrados tanto en el mundo como en nuestra
psique (en forma de sueos, visiones, etc.). A los ojos del hombre de imaginacin subrayaba
Blake, la naturaleza es la imaginacin en s misma.
Como indicaba antes, cuando mencion supuestos errores de identificacin de ovnis y lo
desacertado de la proyeccin, la Imaginacin es la clave para entender cmo pueden los objetos
cotidianos transformarse en seres sagrados. De hecho, puede que sea ste el modus operandi
habitual de la Imaginacin: una joven a la que se ha visto fugazmente por la calle puede convertirse
en la imagen misma de Alma, como Beatriz para Dante; el andar arrastrado de un viejo, en la imagen
del Infierno; ante la mirada de Val de Peckham, un vulgar planeta se vuelve inteligente y vigilante,
cobrando vida aliengena; un leo en un lago apacible se mueve de pronto y llega a ser monstruoso.
El mundo entero tiembla cuando est a punto de revelar su propia alma inmanente. Lo vemos en
momentos en que nuestra percepcin se eleva a visin mediante la Imaginacin: instantes poticos de
jbilo y arrebato, terror y pnico terrible. Lo vemos cuando, como dice Blake, las puertas de la
percepcin quedan libres y todo aparece como es: infinito.[221]
La Imaginacin puede actuar de forma muy corriente. Sus imgenes pueden llegar como
repentinas inspiraciones, patrones, ideas, destellos de iluminacin, hechos inesperados o bien
pueden llegar despacio, con los aos, mientras parecemos crecer hacia una verdad determinada. Tales
imgenes no son menos numinosas que las apariciones que nos salen al paso en sueos o en tramos
solitarios de carretera. No es necesario que nuestras vidas estn trastornadas por extraas entidades.
No necesitamos estar cegados, como lo estaba San Pablo, por una visin de Jess en el solitario
camino a Damasco. En realidad, podra afirmarse que la conversin de San Pablo fue, en este sentido,
una consecuencia de su ceguera interior, de su rechazo fantico a creer en Jess y la persecucin
de Sus seguidores. La Imaginacin se vio empujada a utilizar una manera tan extrema y violenta de
convertirle como lo haba sido su negacin.
Puede que sea ste el caso de todos los que ven apariciones: puede que sea su falta de imaginacin
lo que empuje a la Imaginacin a manifestarse ante ellos con espectaculares representaciones
externas. Puede que las personas a las que comnmente se llama psquicas sean las irreflexivas, no
especialmente bien integradas, de modo que experimentan sus dimones no como influencias sutiles,
convicciones crecientes o intuiciones esclarecedoras, sino como personificaciones externas
espritus, por ejemplo que traen mensajes, hacen peticiones y predicciones y dan rdenes. De modo
similar, a las personas que ven cosas como animales espectrales y ovnis se las supone
superimaginativas. Tal vez sea cierto lo inverso: se sabe que quienes creen en ovnis, etc., y
ansan verlos no lo logran. Ya estn imaginativamente adaptados a lo daimnico. Son las personas
que no tienen ninguna relacin consciente con la realidad daimnica las que suelen ver cosas. Si a
la Imaginacin se le niega reconocimiento y autonoma, se ve forzada, por as decirlo, a organizar
una exposicin ms contundente, a encarnar sus imgenes no slo externa sino concretamente, pues
un acercamiento sutil ya no har mella en la mentalidad literal del que percibe. Quienes han capturado
lo daimnico a travs de la Imaginacin no necesitan ser capturados por ello.
Imaginacin alqumica
Jung slo empieza a considerar la Imaginacin en profundidad en sus textos alqumicos. Haba
entendido haca ya tiempo que el Magnum Opus (obra magna) de la alquimia iba ms all de una
rudimentaria tentativa qumica por sintetizar un agente la piedra filosofal que pudiera transmutar
los metales base en oro. Ms bien se trataba de una combinacin nica de arte y ciencia, filosofa y
ritual, diseada para transformar la psique del propio alquimista. Los contenidos inconscientes eran
proyectados en las sustancias y procesos dentro de los alambiques y las retortas de los alquimistas,
produciendo, entre vapores y neblinas, una abundante imaginera extica. Los cambios qumicos se
describan en trminos de la conjuncin del sol y la luna, el enlace de reyes y reinas, su muerte y
putrefaccin; dragones, serpientes y leones verdes expresaban reacciones custicas; la cabeza de un
cuervo anunciaba la Negrura, y la cola de un pavo real, la Blancura; azufre, sal y mercurio eran
principios misteriosos ms que elementos reales; la piedra en s no era una piedra tambin era el
hijo del rey, un hermafrodita, fnix, elixir, etc. Sin embargo, fue el concepto alqumico de imaginatio
lo que llev a Jung a revisar su visin de la proyeccin.
El Lxico de la alquimia (1622), de Martin Ruland, define imaginatio como la estrella en un
hombre, el cuerpo celeste o supraceleste (la palabra que utiliza para estrella, astrum, procede de
Paracelso e implica algo as como quintaesencia). Esta definicin asombrosa, dice Jung, nos
invita a concebir el trabajo alqumico no como una serie de fantasmas inmateriales, sino como
algo corpreo, un cuerpo sutil.[222] Tal vez la clave ms importante para la comprensin de la
obra,[223] la Imaginacin se entiende ahora como un extracto concentrado de las fuerzas vitales,
tanto fsicas como psicolgicas. En otras palabras, la Imaginacin es aquel reino intermedio entre
mente y materia, esto es, un reino psquico de cuerpos sutiles;[224] el reino, pues, que ahora
conocemos como realidad daimnica. Las imgenes de la obra alqumica dejan de ser proyecciones
conscientes y devienen una trama arquetpica representada entre el alquimista y su trabajo. Su
relacin es tanto de colaboracin como de reciprocidad. Los procesos qumicos conjuncin,
mortificacin, sublimacin y hasta proyeccin (los nombres son elocuentes) reflejan las
transformaciones psquicas del alquimista, y viceversa. Es ste el estadio intermedio y daimnico en
el que nos hemos adentrado cuando algn objeto natural, igual que las sustancias alqumicas,
desvelan una vida vibrante y oculta: un monstruo en el leo, una nave espacial en el planeta, una ninfa
en el rbol o una hueste celeste en el sol. La imaginacin escudria la vida interior de las cosas,
recordndonos que siempre hay ms por experimentar y ms en lo que experimentamos de lo que
podemos predecir.[225]

Imaginacin y alma
El mejor psiclogo postjunguiano, James Hillman, critica incluso el concepto de Jung del
inconsciente por oscurecer y desmerecer la Imaginacin. Pues suscribirse a la idea del inconsciente
es perpetuar tanto el error del dualismo cartesiano, que propona una mente dentro de nosotros
separada del mundo exterior, como el concepto errneo del inconsciente como un continente (Jung
se refiere repetidamente a los contenidos del inconsciente). Pero el inconsciente no est localizado
dentro de nosotros, ni tampoco es un contenedor de imgenes arquetpicas. No es, en otras
palabras, un lugar literal, sino una metfora, una herramienta para profundizar e interiorizar la
experiencia, una representacin de la riqueza, la hondura y la complejidad del alma.[226]
Hillman relaciona, audaz e inequvocamente, Imaginacin con alma, a la que en cierto sentido
rescata de manos de los telogos, donde haba cado en desuso o en el abandono. Al mismo tiempo,
restituye al alma la importancia religiosa otorgada al vocablo griego original, psykh, antes de que
se la arrebataran los modernos psiclogos pseudocientficos. Nos recuerda que el alma no es una
cosa en s misma, no es una sustancia; es ms bien la posibilidad imaginativa en nuestras
naturalezas, una serie de perspectivas.[227] El alma, pues, imagina; y las imgenes que imagina son
dimones que no slo se manifiestan como personificaciones, sino tambin invisiblemente
como perspectivas. Son los muchos ojos que ven a travs de nuestros ojos. Llamamos a la
perspectiva particular de nuestro daimon l mundo, aunque existen tantos mundos como
dimones hay. La realidad es fundamentalmente metafrica, imaginativa y daimnica.
Imaginar es cambiar de perspectiva, ver las cosas completamente distintas, desde el punto de vista
de otra persona, por ejemplo, o, a travs de esa persona, desde el punto de vista de otro daimon.
Ahora podemos ver con ms claridad la naturaleza metafrica del inconsciente: se trata realmente
de una inconsciencia de la perspectiva que est gobernando nuestro punto de vista, nuestras ideas y
comportamiento.[228] Es una falta de conciencia de la Imaginacin y su mirada de posibilidades en
nuestras vidas conscientes. El mismo hecho de que la idea de alma como una serie de perspectivas,
como distintas maneras de mirar, resulte tan difcil de captar da fe de nuestra inconsciencia de alma
(tal vez podramos decir incluso tic nuestra prdida de alma). Estoy haciendo especial hincapi en
este sentido de alma porque volver a surgir hacia el final de este libro. Es incorrecto, estrictamente
hablando, decir mi alma, ya que en realidad alma no es ms que una abreviacin de Anima Mundi
(Alma del Mundo) y, como tal, es au fond impersonal y colectiva. No obstante, eso no significa que
paradjicamente no se manifieste tambin de una forma personal, como almas individuales. La
Imaginacin, pues, es otra manera de representar el Anima Mundi (o alma), as como el inconsciente
colectivo. Aunque los tres trminos son modelos para esa realidad a la que he estado llamando
daimnica, no son exactamente sinnimos, porque han sido formulados en contextos culturales
distintos y dentro de disciplinas distintas. Anima Mundi, por ejemplo, es ms bien un modelo
filosfico (en el sentido neoplatnico), mientras que el inconsciente colectivo es psicolgico y la
Imaginacin es esttica. Podramos decir, por lo tanto, que los tres modelos son anlogos o
metforas unos de otros. As pues, en el futuro los utilizar de forma intercambiable en funcin de lo
que quiera enfatizar.
A estas alturas tambin debera quedar claro que los tres modelos para la realidad daimnica
que, desde luego, es a su vez otro modelo forman parte inherente de esa realidad. Todos son, por
ejemplo, imgenes arquetpicas del inconsciente colectivo para el inconsciente colectivo, o bien
todos son intentos por parte de la Imaginacin de imaginarse a s misma. El motivo por el que he
acuado una nueva metfora realidad daimnica es subrayar el poder que tiene la Imaginacin
(o alma, o el inconsciente) para producir esas anomalas determinadas y, sobre todo, esas
personificaciones que he identificado como dimones. Voy a presentar otro modelo, esta vez extrado
de estudios folclricos, al final de esta seccin; pero quisiera apuntar aqu que esto no agota de
ningn modo los modelos mediante los cuales se ha conocido y descrito tradicionalmente la realidad
daimnica. Uno de ellos, sin ir ms lejos, y que est implcito en todo este libro aunque no explicado
en detalle, pertenece, a diferencia de los dems, a una tradicin ms popular que intelectual. Me
refiero al concepto (a pesar de que nunca fue un concepto) de ferico, que, de la forma ms
apropiada, sugiere tanto la naturaleza intermedia de la realidad daimnica como la vida daimnica
oculta dentro (detrs, ms all, debajo) de todas las cosas. Tampoco puedo, finalmente,
incluir aqu el ms elaborado de todos los modelos el Mercurio alqumico porque se trata de
algo tan tcnico y esotrico que requerira un libro aparte para proporcionar siquiera un perfil (por
suerte, tal libro existe en mi Mercurius: or, The Marriage of Heaven and Earth).

Mitos, relatos e hiptesis


No sera injusto decir que la naturaleza de los mitos sigue siendo, a pesar de los millones de
palabras impresas que se le han dedicado, un tema confuso [229] (); puede que no exista una
definicin comn, una teora monoltica, una respuesta simple y reluciente a todos los problemas e
incertidumbres relacionados con los mitos.[230]
Exactamente. Los mitos se resisten a las explicaciones que les endosamos. Las teoras del mito
nos dicen ms sobre el que teoriza que sobre los mitos. Rodney Needham, por ejemplo profesor de
Antropologa en la universidad de Oxford, rechaza las distintas ideas de que el mito refleja la
historia, proporciona un patrn social, responde a fenmenos naturales, expresa preocupaciones
humanas imperecederas, encarna una metafsica, reafirma verdades eternas, afronta los cambios
histricos, y as casi interminablemente.[231] En lugar de eso, prefiere tratar de distinguir qu rasgos
tienen los mitos en comn. Bsicamente se da cuenta de que los personajes dramticos hroes,
dioses cambian de forma a menudo, ya sea para efectuar alguna accin positiva o para evitar una
limitacin. En el segundo caso, son el espacio y el tiempo lo que se suele eludir. La habilidad para
cambiar de forma con el fin de evitar las limitaciones de tiempo y espacio, seala, tambin es
caracterstica de nuestras imaginaciones y, por lo tanto, del arte. Y, aade, de los sueos. Cabra
esperar que Needham desarrollara un poco esta visin de la Imaginacin lugar bastante comn
entre poetas, por ejemplo con la que yo he forcejeado en las ltimas pginas; pero, por algn
motivo, no lo hace. Reconoce que la comparacin etnogrfica demuestra que existe un inconsciente
genuinamente colectivo en el sentido junguiano: Los componentes estructurales originarios de la
psique no son de una uniformidad menos sorprendente que los del cuerpo. Y luego, como agotado
por esta concesin, vuelve a una endeble postura materialista: esta uniformidad a escala mundial est
de algn modo conectada con el cerebro.[232]
Lo que a Needham (no menos que a los tericos a quienes refuta) le desagrada de los relatos
tradicionales a los que llamamos mitos es que son un misterio, al igual que su fuente. Lo nico que
podemos decir es que surgen espontneamente de la Imaginacin creadora de mitos o inconsciente
colectivo o Anima Mundi y dan forma, lo sepamos o no, a la manera en que miramos el mundo;
forman, de hecho, el mundo que miramos. El origen de un mito es tan misterioso como el de una
leyenda urbana moderna, de la que difiere en grado pero no en el tipo. Slo sabemos que ambos
tienen orgenes remotos; tal vez el folclore sea remoto en el espacio (contado por el amigo de un
amigo), mientras que el mito es remoto en el tiempo (transmitido por los antepasados). Pero esta
lejana no es literal; es una metfora que expresa lo profundas que son las races de los mitos, que se
reimaginan constantemente a s mismos fuera del tiempo y el espacio.
Los mitos y el folclore que rodean a las apariciones proceden de la misma fuente que las
apariciones en s. Los ovnis, por ejemplo, estn insertos en los relatos informales a los que llamamos
folclore. Se acercan a la categora de un mito ms formal sobre todo cuando a su alrededor se
forman cuerpos de doctrinas y creencias y nacen los cultos. La razn ms convincente para
atribuirles una categora mitolgica es que, al igual que los mitos, son capaces de soportar una
cantidad inagotable de interpretaciones, y ni una sola de ellas puede explicarlos de manera definitiva.
Aunque no deberamos pasar por alto el hecho de que mito y folclore se solapan con obras de ficcin
y les dan forma. El primer contacto ovni, sin ir ms lejos, ocurri en una pelcula, Ultimtum a la
Tierra. El reconocimiento generalizado de los platillos volantes a finales de los cuarenta y
principios de los cincuenta fue precedido por temores populares a una invasin desde el espacio
exterior; recordemos la adaptacin radiofnica que hizo Orson Welles de La guerra de los mundos,
de H. G. Wells, que, en 1939, hizo que cundiera el pnico en las calles.
De modo similar, aunque la moderna era ovni se suela fechar a partir del avistamiento de Arnold
de unos discos plateados cerca del monte Rainier, en 1947, en realidad comenz un poco antes, no
con un avistamiento verdico, sino con un relato de ficcin. En 1944, Ray Palmer comenz a esbozar
en Amazing Stories un curioso guin sobre ovnis; pequeos aliengenas llamados deros haban
aterrizado en la Tierra y llevaban una vida subterrnea importunando a ciudadanos inocentes con
rayos capaces de atravesar las paredes. Los relatos de Palmer tuvieron una gran difusin y la gente
los tomaba por ciertos, tal vez porque haba tocado un filn comn de paranoia: muchas personas que
niegan la influencia interior de los complejos, las personalidades parciales e independientes del
interior de la psique, experimentan esta influencia procedente del exterior como rayos invisibles
dirigidos hacia ellos por enemigos invasores. No deja de Ser interesante que Palmer extrajera sus
relatos de unas cartas largas, intrincadas y poco coherentes sobre los deros que le mandaba un tal
Richard Shaver, un paranoico considerable que se pas casi toda la vida entrando y saliendo de
hospitales mentales.[233]
As pues, la ufologa hunde sus races en las fantasas de un paranoico y en la ciencia ficcin.
Pero, en realidad, los relatos de Palmer no eran ficcin tal y como se emplea normalmente este
trmino. No eran obras de arte, ni siquiera del malo. Se parecan ms al folclore, que, aunque
normalmente se asocia con la tradicin oral (y sigue siendo ah donde florece, como hemos visto),
encuentra ahora un camino en la escritura popular. La gran cantidad de libros y publicaciones sobre
temas extraos, desde los ovnis a las auras, ley lines, astrologa, vampiros, fantasmas y dems, entra
en esta clasificacin. Ignorados por la alta cultura artistas, acadmicos, crticos literarios,
tienen muchos lectores y el pueblo los suscribe del mismo modo que ocurre con el folclore.
Ignorarlos es un error, ya que este folclore expone la estructura y el funcionamiento de la
Imaginacin de una forma ms clara, por ser ms ingenua, que el arte elevado, recubierto de
sofisticacin, afectacin, variacin estilstica, temas de moda, etc., hasta el extremo de ensombrecer
sus fundamentos arquetpicos. (Puede que esto no sea cierto respecto al arte ms elevado, que a
menudo, por lo visto, regresa a la simplicidad del mito y, como ste, casi parece annimo, carente
de autora).
La ufologa moderna, pues, brota de un resurgimiento imaginativo en el que los ovnis, como
dira Jung, se agruparon en el inconsciente colectivo. Los fenmenos ovni y su fenomenologa son
continuos, fundamentados por un igual en esa Imaginacin que teje perfectamente la historia con
mitos y desdibuja la distincin entre realidad y ficcin. (Observemos la combinacin daimnica de
historia, mito y folclore que, por ejemplo, constituyen relatos religiosos de tan profunda resonancia
como los cuatro Evangelios). La Imaginacin subyace incluso bajo aquellas actividades que, como la
ciencia, pretenden excluirla. Las teoras e hiptesis cientficas tambin son relatos (algunos de ellos
bastante extravagantes). Y as como los mitos pueden plasmarse en obras de arte individuales la
idea del individuo surgi en una era relativamente reciente, hacia la poca del Renacimiento,
tambin pueden hallar expresin en las mentes de cientficos individuales. La visin de Newton de un
universo mecnico que funciona como un reloj es, como toda la cosmologa, una imagen extrada
ante todo de la Imaginacin creadora de mitos. Sustituy al paradigma copernicanogalileano y
ahora est siendo sustituida por la moderna cosmologa posteinsteniana, cuyo fantstico universo de
materia oscura, agujeros negros, qusares y similares se parece cada vez ms a antiguos mitos
gnsticos antes que a nada que pudiera llamarse hecho cientfico.
La teora de la evolucin de Darwin tambin estuvo en el aire otros estaban siguiendo lneas
de pensamiento parecidas antes de que cristalizara en su mente. Representa una contribucin
incalculable a la larga historia de la mitologa que trata de los orgenes, una de las preocupaciones
arquetpicas favoritas de la Imaginacin. Si se disfraza de hecho, es slo porque forma parte de la
naturaleza del cientificismo presentar sus mitos como hechos. Pero no estoy diciendo que las teoras
de Newton o Darwin sean falsas. Son, o han sido (pues se estn desgastando) tan imaginativamente
verdaderas como todas las visiones del universo o de los orgenes del hombre. Es slo que, por
mucho que reivindican lo contrario, no son verdaderas literalmente. Llegar un tiempo en que
miraremos atrs con cario y veremos la teora de la evolucin como un relato, una supersticin
incluso, en la que ya no creeremos, al igual que ahora estamos mirando con nostalgia la metdica
imagen newtoniana de un universo racional.
Un apunte sobre monstruos de lagos
Ha habido pocos anlisis profundos e interculturales de los fenmenos anmalos, pero existe un
ejemplo magnfico, Lake Monster Traditions, del folclorista francs Michel Meurger en colaboracin
con Claude Gagnon. Mucho de lo que dice Meurger sobre los monstruos de lagos tiene que ver
directamente con el problema de otros fenmenos anmalos, tales como los ovnis. Por ejemplo, por
todo el mundo se ha informado de avistamientos tanto de monstruos de lagos como de ovnis, desde
frica a Australia, de Canad a Escandinavia, de los Estados Unidos a Nueva Guinea. (Janet y Colin
Bord sumaron hasta 300 lagos frecuentados por monstruos en todo el inundo). Ambos muestran una
continuidad con el pasado: los avistamientos modernos tienen sus precedentes en las leyendas, el
folclore y el mito. Nunca se dan dos avistamientos iguales: hay tantos tipos, tamaos y formas
diferentes de monstruos lacustres como los hay de ovnis, lo que es un argumento contra la veracidad
de tales criaturas tanto como contra la veracidad de las naves extraterrestres. Al mismo tiempo, existe
un gran nmero de motivos recurrentes que rodean a ambos tipos de avistamientos, y a los que
Meurger llama estereotpicos, que forman un ncleo de tradicin, una matriz imaginativa donde
est insertado el avistamiento y de la que no se puede aislar.
En el caso de los monstruos lacustres, Meurger estableci que los siguientes motivos l los
llama creencias folclricas son bastante universales. Empezando por el lago en s, es sin fondo;
est interconectado con otros lagos o con el mar; es escenario de fenmenos luminosos anmalos; es
impenetrablemente oscuro; tiene grutas subacuticas; tiene fuertes corrientes y remolinos causados
por (o a veces anlogos a) serpientes; es proclive a borrascas inesperadas; se ha engullido a
buceadores que ya no regresan.
Puede que algunos de estos rasgos se contradigan con la realidad. Muchos lagos, por ejemplo,
son demasiado poco profundos o demasiado pequeos para albergar un monstruo del tamao que
proclaman los avistamientos. El lago Elsinore de California hasta se deseca peridicamente, y aun
as se dice que contiene un monstruo! Adems, los monstruos parecen adaptar su naturaleza al
entorno. Recuerdo un lago, cerca de donde viva yo de nio, del que se crea que haba un punto en el
que descenda de pronto hasta una profundidad sobrenatural, donde merodeaba un lucio enorme y
muy viejo que te arrancaba la pierna si nadabas por encima de l. En un lago grande, el lucio pasa
a ser la criatura estilo dinosaurio que hay en el lago Ness; y las creencias que se concentran
alrededor de tales monstruos son tan universales como las que rodean a su hbitat. Por ejemplo, el
monstruo se confunde con un bote volcado o un leo viviente; en realidad es un submarino, ya en s
misterioso; tiene cabeza de caballo; tiene jorobas que ondean arriba y abajo; se mueve a velocidades
extraordinarias; en realidad es un pez grande, como un esturin; o es una foca o una serpiente; o un
dinosaurio
Tambin aqu omos los ecos del debate sobre los ovnis. Tanto ellos como los monstruos de
lagos se mueven a velocidades de otro mundo. De ambos se piensa que son errores de identificacin
de objetos naturales o fabricados por el hombre. En las leyendas de misterios subacuticos, el
monstruo se convierte en un vehculo tecnolgico, al igual que los ovnis se convierten en naves
espaciales. Asimismo, aquellos que creen en monstruos lacustres se dividen en dos bandos, como
los uflogos: Por una parte estn los criptozologos, que creen en la realidad literal de los
monstruos de lagos, as como los extraterrestristas creen en aliengenas literales procedentes del
espacio exterior. Por la otra, estn los que creen que los monstruos de lagos son criaturas
sobrenaturales, fantasmas o espritus. Meurger rechaza ambas creencias: Debo subrayar que no creo
que exista un fenmeno autnomo en estos lagos, ya sea un animal desconocido o un fantasma
ocultista.[234] En lugar de eso, como buen folclorista que es, adopta una postura no muy alejada de
nuestras viejas conocidas, las tensiones psicosociales. En este estudio trataremos con el poder
imaginativo de la mente humana, que combina una fenomenologa objetiva tal como un pez
grande, olas extraas y troncos flotantes de rboles con una ideologa subjetiva como la que se
encuentra en las leyendas.[235]
Meurger parece estar diciendo que las personas que ven monstruos en lagos llevan a cuestas una
ideologa compuesta por varias leyendas referentes al lago y sus moradores, y eso las predispone
a percibir errneamente objetos naturales inocuos, como un pez, olas y leos. En resumen, que se lo
han imaginado todo. No hace falta decir que utiliza la expresin el poder imaginativo de la mente
humana en sentido casi opuesto al que yo he procurado emplear. l no quiere decir que un encuentro
con un monstruo de lago sea imaginativo y real; quiere decir que es imaginario e irreal. Pero
oigamos algunas versiones de percepciones errneas con imaginaciones hiperactivas.
Una noche despejada del verano de 1972, Helen Hicks, de Newport, Vermont, haba salido en
barco por el lago Memphrmagog de Canad cuando, segn su declaracin, vio una criatura cuyo
rostro tena algn parecido con un caballo, con dos ojos muy rojos y un cuerpo del que cuesta
evaluar la longitud, de entre veinte y treinta metros. El agua alrededor de la criatura () era
iridiscente. El cuello pareca ser muy largo; el lomo de la criatura pareca como de escamas, muy
grandes Lo enfoqu desde el barco y entonces empez a venir hacia m. Dio vueltas cerca del
barco, haciendo que ste se inclinara. Provoc un cortocircuito en el motor del barco.[236]
(Meurger, por cierto, dice anteriormente que inund el motor, aunque ella no dice eso. Podra ser
que el motor hubiera fallado sin ms, como sucede tan a menudo en presencia de acontecimientos
anmalos, especialmente ovnis).
El 22 de febrero de 1968, el granjero Stephen Logue, su mujer y cinco nios contemplaron a una
criatura de tres metros y medio de largo que nadaba por el lago Nahoon cerca de su casa, en
Connemara, Irlanda. Tena una cabeza como un mstil y un cuello de entre veinticinco y treinta
centmetros de dimetro (). De vez en cuando la meta debajo del agua, y entonces se le vean dos
jorobas. En alguna ocasin apareci una cola plana. Esa cosa era negra, resbaladiza y sin pelo, con
una textura semejante a una anguila (). La seora Logue () le vio dos protuberancias como
cuernos encima de la cabeza.[237]
El lago Okanagan, en la Columbia Britnica, tiene un famoso monstruo conocido por los
indgenas como Ogopogo y del que informaron los primeros colonos blancos que llegaron a la zona
a partir de 1860. Es parecido al monstruo del lago Ness, de entre diez y veinte metros de longitud,
con un cuerpo oscuro y brillante de entre treinta y sesenta centmetros de grosor, y con una cabeza
con la misma forma que la de un caballo. Sheri Campbell, una de los cuatro jvenes que practicaban
esqu acutico en el lago el 23 de julio de 1968, vio sis metros de Ogopogo flotando en la
superficie () Alarmada, solt la cuerda del remolque y tuvo que quedarse dentro del agua mientras
el barco daba media vuelta para recogerla. Para entonces, el Ogopogo haba empezado a moverse.
Sus escamas azul-verde-gris resplandecan como una trucha multicolor mientras el sol brillaba
sobre l, dijo Sheri. El grupo decidi intentar verlo ms de cerca y se puso a un metro y medio
antes de que la criatura se sumergiera y escapara a toda velocidad. Cuando nad por debajo de la
superficie, provoc unas olas que brotaron detrs de l formando uves. Persiguieron a la criatura
con el barco, pero ni a ms de sesenta kilmetros por hora pudieron alcanzarla.[238]
Estoy de acuerdo con Meurger en que estos monstruos no son animales desconocidos ni un
fantasma ocultista. Pero de veras son una mezcla de ideologa y error de percepcin? Esta
explicacin requerira ser explicada a su vez. Hace escasa justicia a la experiencia de los testigos, no
llega lo bastante lejos o lo bastante profundo y plantea varios interrogantes.
Por ejemplo: qu ideologa es la que dice que poseen los testigos? Cun consciente es o tiene
que ser? De dnde salieron los mitos que la componen, si no es de avistamientos anteriores por
parte de personas autctonas? Cmo sabemos que todos aquellos que ven el monstruo de un lago
poseen esta ideologa? Cmo sabemos que los primeros colonos que vieron monstruos en los
lagos de Amrica conocan las leyendas nativas o incluso leyendas similares en sus tierras de origen?
Y qu hay del turista japons que ve un monstruo en un lago de Escocia? Es realmente posible dar
cuenta de los miles de avistamientos registrados en el lago Ness de la manera que describe Meurger?
Cmo explicamos la sensacin de realidad experimentada no solamente por los testigos modernos
de monstruos lacustres, sino tambin por todos los nativos americanos, aborgenes australianos,
escandinavos, irlandeses, escoceses, rusos, etc., que, desde tiempos inmemoriales, no se han
cuestionado nunca esta realidad? Por qu debera ser menos real su realidad que aquella que
Meurger nunca cuestiona? Y qu hay de la otra mitad de la ecuacin, el error de percepcin? Pero
ya he hablado bastante de ello.
Meurger se refiere como estereotipos a las creencias folclricas que rodean a los lagos y sus
marismas. Pero esto sugiere una serie de creencias gastadas, banales y muertas. Y en realidad an
estn vivas, an son poderosas y persuasivas; no estereotpicas, sino arquetpicas, tan diferentes de
los estereotipos como la verdad lo es del tpico. Meurger est en lo cierto al subrayar la naturaleza
colectiva de los mitos de monstruos lacustres, pero no al identificar esta colectividad con la sociedad
o la cultura. En realidad, son producto de una Imaginacin colectiva. Y es que el lago proporciona,
como no lo hace casi ningn otro elemento natural, una metfora ya servida para el Alma del Mundo,
un smbolo del inconsciente colectivo, un nexo imaginativo donde se unen la percepcin (o el error
de percepcin) individual y el mito colectivo. Con independencia de las caractersticas concretas del
lago, ste se transforma mediante la Imaginacin en un reflejo del inconsciente, convirtindose en un
reino oscuro, impenetrable y sin fondo que no devuelve a sus muertos. Como un alma individual, se
interconecta en su nivel ms profundo con otras almas, con otros lagos o con el mar, el ocenico
Anima Mundi. Es impredecible y turbulento, propenso a sbitas borrascas e impulsos que alborotan la
superficie de la conciencia o se arremolinan por debajo de sta.
Los monstruos daimnicos se ven, ora contenidos en el lago, ora como otra manifestacin de
ste. Emergiendo como imgenes arquetpicas hacia la luz de la conciencia, los vislumbramos en un
instante de asombro antes de que vuelvan a hundirse en las profundidades, dejando una estela de
ondas que alcanza los extremos ms alejados de nuestras mentes. O bien cambian de forma,
transformndose y fundindose, ora con cola como un pez, ora con escamas como un cocodrilo. Los
caballos acuticos de los lagos europeos, desde Italia a Siberia, dan paso a inmensas serpientes
jorobadas, las cuales, a su vez, muestran crines peludas de estilo equino y ardientes ojos rojos.
Fluidas y esquivas como los elementos que las cobijan, las serpientes de lagos son, para los indios
[americanos], seres que sufren varias metamorfosis. Las aguas donde viven estn dotadas de la
capacidad de transformar en monstruos a los animales ahogados.[239] As, las culturas tradicionales
reconocen en sus mitos el poder de la Imaginacin para transformar lo ordinario en lo asombroso,
en lo sobrenatural. Desde Alaska hasta Nuevo Mxico, la creencia en una sola serpiente acutica
inmensa y cornuda se ve complementada por una hueste de bestias hbridas que son reflejo de los
animales de tierra firme: tigres acuticos, panteras acuticas, osos acuticos, bisontes acuticos y
perros acuticos.[240]

Glamour ferico y pishogue


A veces, el monstruo de las aguas se personifica, como si, para dar un paso fuera de su elemento
natural, debiera concretarse con forma humana. El caballo acutico escocs, el Kelpie, emerge con la
forma de un hombre peludo con el fin de arrastrar a los caminantes a las profundidades; en el lago
Barrachan de Sutherland, por ejemplo, de dos pescadores desaparecidos slo se encontr la ropa en
las mrgenes, rodeada de grandes huellas de pezuas.[241] En 1938, Kari Ivarsdotter vio un Nykkjen
(un hombre acutico) en el Myrkevatn (lago oscuro) de la isla de Hareidland, en la costa occidental
de Noruega. Al principio pens que era una barca volcada y mecida por el agua, pero entonces el
Nykkjen alz la cabeza y se sacudi la barba chorreante, al igual que los caballos se sacuden las
crines hmedas. Kari huy.[242]
Se haba apartado del trillado camino habitual para dirigirse a un punto remoto y salvaje de la
montaa (estaba buscando ganado extraviado). As, podra decirse, junto con Meurger, que su visin
del amenazador hombre acutico actu como advertencia de los peligros que aguardan a aquellos
que se inmiscuyen en lo salvaje. Esta lectura sociolgica del acontecimiento sugiere que Kari
percibi errneamente algn objeto trivial porque era consciente de haber quebrantado un tab y
esperaba castigo por ello. Su avistamiento era inducido por el grupo, un acto de lealtad social.
[243]
Otra alternativa sera decir que Kari se meti sin querer en un sitio hechizado donde, por un
momento, su vida imaginativa inconsciente se fusion con esa gran Imaginacin que es coherente
con el paisaje. En esta visin del mundo, el concepto de percepcin errnea subjetiva se invierte: es el
objeto en s lo engaoso, pues est alterado, como solan decir los irlandeses, por un glamour
ferico,[*] de tal modo que sbitamente se ve como raro, no adecuado. El planeta de Val de Peckham
se transform de forma semejante en un ovni vigilante inteligente; al igual que Kari, ella tambin se
haba extraviado en la espesura de un mito viviente. Pero el concepto de glamour, de encantamiento
del mundo, se complementa en la creencia ferica con el concepto de pishogue.[**] Las hadas nos
aplican su pishogue, alterando nuestra percepcin y hacindonos ver lo que a ellas les plazca.[244] As,
la interaccin entre nosotros y el mundo queda expresada de una manera ms elegante y sutil que con
ideas como realidad psquica. La creencia ferica reconoce que algunas veces el encantamiento
radica ms en nosotros, y otras, en el mundo.
Ms an: desde la perspectiva ferica, por decirlo as, no tiene por qu haber una barca volcada o
un leo; stos, en realidad, son criaturas fericas, como Pookas o Peistes (nombre que utilizaba la
familia Logan para su monstruo), que adoptan la apariencia de barcas y leos. La Imaginacin
precede a la percepcin: la realidad daimnica se reconoce como previa a la realidad ordinaria.[245]
En consecuencia, la ideologa que propone Meurger no es necesaria. Es cierto, por supuesto, que
nuestra cultura nos predispone a ver cierto tipo de apariciones o a ver apariciones de una cierta
manera. Pero la notable uniformidad de las creencias en y de los avistamientos de monstruos
lacustres en todo el mundo sugiere que estn tan poco determinados por la cultura como, por
ejemplo, las luces en el cielo. As, en el caso de los primeros colonos de Amrica no necesitamos
insistir, como hace Meurger, en que estaban al corriente de las leyendas nativas o en que trajeron
consigo desde Europa los mitos sobre monstruos de lagos. Dichos monstruos parecen ser criaturas
verdaderamente arquetpicas, con una base menos cultural, como si dijramos, que geogrfica;
algunos lagos, por lo visto, contienen el fenmeno autnomo que Meurger rechaza. Pero no se
trata de los monstruos literales a los que l se refiere, sino de dimones autnomos imgenes
arquetpicas que emergen del alma del mundo, brevemente encarnada por el lago. Y por eso un
turista japons, pongamos, que no tiene ninguna relacin consciente o ni siquiera inconsciente con
las tradiciones sobre monstruos lacustres, es tan susceptible como cualquiera de ver uno de ellos, y
quiz tambin vera un perro negro en un tramo de la carretera de Norfolk o a una dama blanca en
una vieja casa de campo. La creencia popular, como ocurre tan a menudo, parece confirmarse:
existen lugares encantados, y ninguno tanto como los lagos, donde podemos ser hechizados, ya sea
bajo determinados estados de nimo o, como cuenta la leyenda, en determinados momentos del da,
del mes o del ao.
10
INDICIOS DAIMNICOS

Un encuentro cercano
No cabe duda de que los acontecimientos daimnicos pueden tener efectos fsicos. Fijmonos en el
famoso caso de Robert Taylor, un guarda forestal de sesenta y un aos que la maana del 9 de
noviembre de 1979 se encontraba trabajando en una explotacin cerca de Livingstone, Escocia: al
doblar una curva en el camino del bosque se encontr cara a cara con un objeto con forma
abovedada, de unos seis metros de ancho, levitando en silencio por encima del suelo. Casi al mismo
tiempo vio dos objetos esfricos de entre medio metro y un metro de dimetro rodando hacia l.
Sembrados de pas, se le pegaron a las perneras de los pantalones, uno a cada lado, y empezaron a
empujarlo hacia el objeto mayor. Se sinti aturdido por un olor acre y perdi la conciencia. Al cabo
de unos veinte minutos volvi en s, pero no poda hablar ni caminar. Los objetos haban
desaparecido, dejando marcas considerables en la hierba. Cuando hubo recuperado fuerzas
suficientes volvi a casa dando tumbos; una vez all, su mujer llam al mdico, a la polica y al jefe
del seor Taylor, que vall la zona. A continuacin se emprendi una investigacin exhaustiva. No se
puso en duda la honestidad e integridad del seor Taylor, ni haba ninguna explicacin para sus
ropas, estropeadas de un modo que encajaba con su historia.[246] Los indicios fsicos en la escena de
los hechos anmalos consistan en dos huellas paralelas de unos tres metros de longitud y
separadas por otros tres, con varios orificios de unos diez centmetros de ancho.[247] (En febrero de
1992 se coloc una placa la primera que sealaba un encuentro ovni para conmemorar el
acontecimiento).
Quienes creen en la realidad literal de las apariciones es decir, quienes creen que las
apariciones no son apariciones suelen acogerse a dos tipos de pruebas. En primer lugar, citan la
presencia de ms de un testigos (a menudo muchos ms) lo que se supone que descarta lo
meramente psicolgico (es decir, que la aparicin no puede ser una ilusin individual). Ms
adelante voy a hablar de este tema. En segundo lugar, citan diversos efectos fsicos. stos son, a
grandes rasgos, de dos tipos. El primero incluye los efectos fisiolgicos y psicolgicos sobre los
propios testigos, ya sean, por un lado, cicatrices, quemaduras, parlisis, etc., o, por el otro,
desconcierto, amnesia, sentimientos de depresin o euforia, etc. Tambin voy a abordar stos ms
adelante. De momento, me concentrar solamente en el segundo tipo de efectos fsicos, a saber, los
que aparecen como rastros, marcas, objetos y similares en el mundo externo. En ellos se incluyen
elementos como huellas de aterrizaje de ovnis, fotografas y pruebas de radar, los pantalones
estropeados del seor Taylor y un amplio abanico de objetos extraos.

Un zapato de hada
Por ejemplo, tengo ante m la fotografa de un zapato [248] encontrado en 1835 por un granjero en la
pennsula de Beara, al suroeste de Irlanda. Es negro, tiene el taln desgastado y el estilo del de un
caballero del siglo XVIII. Pero adems mide tan slo unos sesenta y ocho milmetros de largo por
unos diecisiete de ancho, demasiado largo y estrecho incluso para un zapato de mueca. Si fuera
una pieza de aprendiz, cmo habra podido encontrarse en un remoto camino de ovejas? Por qu
estaba confeccionado segn el estilo del siglo anterior? Por qu tiene una configuracin tan
curiosa? Cmo pudo desgastarse? Quin tendra herramientas tan finas como para fabricar
semejante rareza?
El hombre que encontr el zapato dio por sentado que perteneca a la Gente Pequea y se lo
entreg al mdico local, de quien pas a la familia Somerville de Castletownshend, en el condado de
Cork. En una gira de conferencias por Amrica, la escritora y doctora Edith Somerville entreg el
zapato a los cientficos de la universidad de Harvard, que lo examinaron minuciosamente. El zapato
mostraba minsculas puntadas hechas a mano, as como ojetes (aunque sin cordones) bien trabajados,
y se crea que era de piel de ratn. Otros zapatos igualmente curiosos se haban encontrado en
Irlanda, por no mencionar otros artculos de vestir tales como el abrigo hallado en un anillo de
hadas por John Abraham Ffolliott en 1868. Slo meda un centmetro y medio de largo y cuarenta y
tres milmetros de hombro a hombro. Completamente forrado y con botones cubiertos con tela, su
cuello alto ribeteado de terciopelo estaba grasiento y brillante, presumiblemente por el uso
prolongado, mientras que otras partes estaban deshilachadas, y los bolsillos agujereados y
chamuscados como por una pipa minscula.[249]
El zapato de hada encontrado en un camino remoto de Irlanda.
Mide menos de un centmetro, parece ser de piel de ratn
y el taln parece desgastado. (Christopher Somerville, Oxford).

No puede decirse nada de utilidad respecto a estos artefactos. Son como pistas falsas colocadas
deliberadamente para extraarnos, desconcertarnos, entretenernos y deslumbrarnos. Polarizan las
opiniones, propiciando las burlas y los gritos de engao! de una parte y, de la otra, la creencia
implcita en una raza verdica de Gente Pequea que viste como nosotros pero siempre segn una
moda algo ms anticuada. Nunca llega una siguiente prueba, ms concreta, de semejante raza. Los
dimones no slo dejan pistas falsas, ellos mismos son pistas falsas, que nos conducen por
callejones sin salida, donde nos encontramos cara a cara con el misterio.

Reliquias ovni
La situacin es directamente anloga a la de los aterrizajes de ovnis de los que luego se descubren
huellas y otros restos. Cientos de testigos en Campaes, Brasil, vieron el 14 de diciembre de 1954
un disco giratorio que solt un chorro de lquido plateado en las calles. Los cientficos
gubernamentales recogieron parte de l y ms tarde anunciaron que era estao en estado casi puro. El
objeto ovalado que el agente de polica Louie Zamorra vio aterrizar a las afueras de Socorro, Nuevo
Mxico, el 24 de abril de 1964 dej tras de s una sustancia que pareca metlica sobre unas rocas.
Result ser silicona. En junio de 1965, un disco brillante fue visto explotando sobre Texas, Maryland.
Se recuperaron unos fragmentos, que fueron analizados en el Goddard Space Flight Center y se
demostr que era ferrocromo comn.[250] Etc. Los restos nos provocan y nos engatusan.
Una y otra vez omos hablar de sustancias misteriosas dejadas tras de s por objetos anmalos
que, o bien resultan ser bastante vulgares, o bien desaparecen de camino al laboratorio, en correos,
en el centro de investigacin o donde sea. Lo mismo vale para las fotografas. Hay tantas que se han
extraviado o desvanecido que han acabado dando lugar a historias descabelladas sobre
encubrimientos y conspiraciones y eliminacin de pruebas. Pero stas tambin carecen de
fundamento. Es exactamente como si las huellas fsicas de los acontecimientos daimnicos fueran,
como dicen en Cornualles, pixilated. Este fenmeno de la prueba desaparecida forma parte del
entramado daimnico, segn confirma el folclore tradicional: es sabido que resulta difcil asir
cualquier cosa que haya pasado, por decirlo as, del reino daimnico a este mundo. Un motivo muy
comn de los cuentos populares, desde Japn o Indonesia hasta Irlanda, habla de una recompensa que
otorgan las hadas a los humanos por los favores que stos les han hecho. Pero no hay que mirar el
regalo antes de llegar a casa. Aquellos que echan un vistazo inevitablemente se encuentran con que el
oro se transforma de inmediato en hojas mustias; o, si no, ven tan slo un poco de carbn, del que se
deshacen para descubrir luego que, si lo hubieran guardado, se habra convertido en oro. As,
muchas pruebas de ovnis se evaporan como hojas mustias o, debajo del microscopio, resultan ser
el carbn ms vulgar.

Tesoros
Existen casos en que el tesoro no se ha entregado en mano al afortunado destinatario, sino que slo
se lo han sealado; recordemos a nuestro jefe apinay, que not algo duro con el pie en el sitio
indicado por su diossol, antes de alejarse porque lo llamaban. El 21 de septiembre de 1821, un
muchacho granjero de dieciocho aos despert con una visin en su dormitorio de Palmyra, Nueva
York. Era una figura vestida de blanco, rodeada de luz y levitando por encima del suelo, que se
autoidentific como Moroni, mensajero de Dios, y le indic al joven Joseph Smith el lugar donde se
encontraba una caja que debera desenterrar al cabo de seis aos. As, el 22 de septiembre de 1827, en
presencia de varios testigos, Smith desenterr la caja y dentro encontr una serie de hojas o lminas
de oro en las que haba muchos smbolos crpticos grabados. Smith tard tres aos en traducir la
extraa escritura de las lminas, cuya existencia fue ratificada mediante declaraciones juradas y
firmadas por once vecinos y amigos. Sin embargo, una vez completada la traduccin, las lminas
desaparecieron; segn Smith, se las llev el mensajero original. Su traduccin se convirti en el
Libro de Mormn, y Smith, en el fundador de la Iglesia Mormona, cuyos miembros se cuentan por
millones.[251]
Estos relatos de tesoros enterrados pueden resultar triviales o exaltados, pero difieren, pienso,
ms en el grado que en el tipo. Un nio de ocho aos anhelaba, como slo los nios pueden hacerlo,
una caa de pescar que, en aquella poca, costaba 28 chelines con seis peniques. Despus de reunir
dinero de todas las maneras que pudo haciendo trabajillos, devolviendo botellas vacas, pidiendo a
sus padres adelantos de la paga, etc., se encontr con que an le faltaba media corona (equivalente
a dos chelines y seis peniques). Una calurosa tarde de verano se tumb boca abajo en el borde de
hierba a la salida de su casa, arrancando perezosamente briznas del suelo. Se las enrollaba en el dedo
y las iba aflojando poco a poco hasta que al fin poda sacarlas como un anillo. Mientras lo haca, se
iba preguntando una y otra vez de dnde podra sacar esa media corona. Me atrevera a decir que lo
peda. Al tirar de una brizna especialmente larga, se encontr en su raz, justo debajo, una moneda de
media corona. Se haba puesto verde de vieja, como si llevara all mucho tiempo. El nio qued
maravillado ante la coincidencia, o la Providencia, que le haba llevado a hurgar precisamente en
aquel punto. Casi crey que el dinero se haba materializado ah mismo para l. En cualquier caso, no
se convirti en hojas mustias, ya que se compr su caa de pescar, que al final fue una decepcin.
(Ese nio, desde luego, era yo).
Por cierto, existe una secuela de la historia sobre la media corona. No hace mucho me top con
este relato de Lady Gregory en Visions and Beliefs in the West of Ireland:

Conoc a una mujer saliendo un da de Cloon, y me cont que cuando era nia sali un da
con una amiga a recoger astillas cerca de un bosque. Y agarr una mata de hierba al azar y
sta se le qued en la mano con tierra y todo. Y debajo haba un agujero lleno de medias
coronas, y ella empez a llenarse el delantal. Llam a su amiga y en el instante en que sta
lleg ya no quedaba ni una. Pero conserv las que se haba metido en el delantal.

Un intercambio aliengena
Se da todo tipo de trfico entre este mundo y el reino daimnico, a cul ms ambiguo y menos
concluyente. Los objetos no solamente pasan, por decirlo de alguna manera, como regalos y
recompensas, sino que tambin son robados. En todo el mundo hay relatos sobre hurtos de objetos
de valor por parte de seres sobrenaturales[252] Y una sorprendente cantidad de ellos son vasos,
cuernos o copas que, robados a los seres fericos, a veces se convierten en clices de eucarista. Ms
infrecuentes, aunque no desconocidos, son los relatos sobre intercambios, de los que Joe Simonton,
un granjero de pollos de sesenta aos residente cerca de Tagle River, Wisconsin, proporciona un
ejemplo destacado.
La maana del 18 de abril de 1961, Joe oy un ruido extrao en el exterior de su casa y, al mirar
por la ventana, vio una mquina metlica plateada ardiendo en su patio. Sali y contempl cmo se
deslizaba una especie de escotilla en la parte superior del objeto para dar paso a tres hombres de piel
oscura, de cerca de un metro y medio de altura, vestidos con uniformes ajustados, de color azul
marino y cuello de cisne, y con algo en la cabeza, que pareca de punto, como un pasamontaas.
Ninguno de ellos habl en todo el encuentro.
Uno de los hombres, si es que eran tal cosa, sostuvo ante Joe un objeto parecido a un cubo
brillante, y l entendi que queran que lo llenara de agua. Lo cogi, lo llen con su bomba y se lo
devolvi al hombre silente. Se percat de que el interior de la mquina era oscuro como hierro
forjado y de que haba un hombre atareado con un panel de instrumentos, mientras otro estaba
ocupado con lo que pareca un horno. Al lado descansaba una montaa de tortitas. Joe explic que las
seal, con lo que el hombre del cubo cogi cuatro y se las dio. Se cerr la escotilla, el objeto
modific su ruido zumbante en un sonido como de neumticos mojados sobre el asfalto y se elev
lentamente en el aire, marchndose hacia el sur. (A la misma hora aproximadamente, Savino Borgo,
un agente de seguros que conduca por la autopista 70, a un kilmetro y medio ms o menos de la
granja de Joe, vio un platillo que se elevaba en el aire oblicuamente y volaba en paralelo a la
carretera).
Joe reparti tres de las tortitas a agrupaciones ovni para que las analizaran. Estaban hechas de
maz, aceite hidrogenado y sal, segn un informe. Segn otro, no haba sal, lo que confirmara la
naturaleza ferica del relato (las hadas odian y temen la sal). Sea como fuere, Joe le dio un mordisco
a la cuarta tortita y anunci que saba a cartn.[253]

Obsequios de la SVM
Slo puedo acordarme de dos ocasiones, entre las muchas visiones de la Santa Virgen Mara, en que
objetos concretos hayan acompaado o hayan resultado de la visin. La primera que se me ocurre es
la Hostia una pequea oblea descrita como de un blanco luminoso que se materializ en la
lengua de Conchita Gonzlez, lder de los cuatro nios visionarios que vieron a la SVM con
regularidad en Garabandal.[254]
La segunda es la del notable autorretrato que Mara dio a Juan Diego en diciembre de 1531 en un
lugar remoto, unos kilmetros al norte de Ciudad de Mxico. Tras haberla visto dos veces y haber
hablado con ella, Juan no pudo convencer al obispo local de su visin; as que en la tercera solicit
alguna prueba. Muy amablemente, Mara arregl unas rosas de fuera de temporada que l haba
recogido en su tilma, prenda azteca semejante a una capa larga, que se lleva por delante y a menudo
se dobla hacia arriba a modo de bolsn. Cuando Juan entreg las flores al obispo result que una
imagen de la Virgen, tal y como Juan la haba visto, estaba impresa en la basta tela de la tilma.[255]
sta sigue siendo venerada por multitud de personas que se adhieren al culto de Ja Virgen de
Guadalupe, como se la conoci despus.
Fotografas
Existen decenas de miles de fotografas de presuntos ovnis, pero ni una sola de ellas muestra
ninguno de una forma clara e inequvoca, enfocado y en yuxtaposicin con el suelo, edificios o algn
otro punto de referencia.[256] As es. E igualmente podra emitirse el mismo juicio respecto a las
fotografas de todas las apariciones.
Al mismo tiempo, no hay ningn motivo por el que los dimones pudieran negarse a aparecer en
el celuloide. No es que estn todos dentro de la mente; no es que no estn a veces, al menos
ah. En efecto, en ocasiones aparecen en el celuloide. Incluso he estado a punto de decir
especialmente lo hacen cuando no se les requiere. Hay excelentes imgenes de fantasmas, por
ejemplo, que se inmiscuyen en escenas cotidianas y, aunque aparecen en la foto, eran invisibles
cuando sta fue tomada. A la inversa, por cada instantnea de un presunto ovni o de un animal
misterioso hay otra donde no sale nada o, an ms interesante, toda la pelcula est velada o bien se
atasc de buen principio, al igual que los disparos pueden fallar o los coches perder el control en
presencia de entidades daimnicas, luces, ovnis, animales, etc.
Ms que resolverlo, las fotografas ahondan en el misterio. El gran y anmalo gato negro
merodea en la distancia, con su forma felina, demasiado lejos para verlo con detalle. Adivinamos su
tamao por los arbustos contiguos, parece mayor que un gato domstico, pero no podemos estar del
todo seguros Esa cosa del cielo es oscura. Puede que tenga un alern o un ala. Es grande y est
lejos, o es pequeo y est muy cerca? Vuela o levita, o bien es una cosa que cuelga de alambres que
simplemente alguien ha lanzado al aire? Es un insecto bajo la lupa? No podemos estar seguros
Observemos la famosa pelcula del Bigfoot.[257] Es tan impresionante como absurda. Parece un
hombre disfrazado y, sin embargo, no lo es. Sus zancadas son demasiado grandes y sus brazos
cuelgan o se mueven de un modo inhumano. Se detiene, se da la vuelta, mira a la cmara. Es un
momento escalofriante. Nos imaginamos una mirada penetrante e inteligente, pero su cara est
demasiado lejos como para estar seguros. Se aleja con calma. Nos quedamos sin saber qu hemos
visto. Creemos que se trata de un Bigfoot, sea lo que sea eso; o bien no lo creemos. La filmacin
aumenta, realza e intensifica el misterio, pero no resuelve nada. Puede que las cmaras no mientan,
pero tampoco son apropiadas para contar la verdad. Podemos expandir o analizar las fotos hasta
hartarnos, pero el proceso convierte la imagen en otra cosa. Procesos distintos logran resultados
distintos. Una vez ms nos vemos obligados a ceirnos a lo que ven nuestros ojos. La imagen es
falsa, decimos; o es autntica. Otros lo vern de otra manera. Tanto los que creen como los que no
creen seleccionan y eligen, o ven la misma fotografa de formas opuestas.
Un controlador de trfico areo contempla el resplandor tenue de la pantalla de su radar, dividida
en cuatro como un mndala, que invita a la proyeccin psquica. Sin embargo, est seguro de que los
seis parpadeos que de pronto aparecen en la pantalla no son proyecciones. Pero, un momento:
tampoco son aviones corrientes, pues todos han quedado ya registrados. Esto ocurre bastante. Le
ocurri al sargento William Kelly de Yaak, Montana, en verano de 1953. Volvi a comprobar las
seales, sabedor de que siempre hay interferencias en las pantallas de radar debido a los pjaros, el
clima, las condiciones atmosfricas y dems. Tienes que interpretar los datos de la pantalla. Los seis
parpadeos modificaron su rumbo cinco veces, algunas en ms de noventa grados. Resultaba tentador
interpretarlos como seis naves muy inusuales. Por otra parte, no eran ms que parpadeos. Cuando los
radares indicaban que lo que quiera que fueran las seales se encontraba dentro del campo visual del
puesto, el sargento Kelly y sus colegas salieron a echar un vistazo. Vieron seis objetos volando en
formacin a una velocidad estimada de 2200 km/h. En aquella poca, el rcord mundial estaba slo
en la mitad.[258]
Qu es lo que vieron? Vieron unas luces en el cielo, que estaban ah y al cabo de un minuto ya
no. A veces hay parpadeos en la pantalla del radar y en el cielo no se ve nada. O viceversa. A veces
parecen slidos por un tiempo detectables por radar y despus no, al igual que los ovnis son
visibles durante un rato y despus dejan de serlo. En ocasiones, los sondeos del lago Ness han dado
como resultado una forma enorme y no identificable; lo ms habitual es que no. Parece que hay algo,
pero ya no est ah; ahora es material y luego inmaterial, como una especie de parpadeo de la
realidad. Eso es lo que hacen los dimones: ellos parpadean y nosotros nos quedamos embobados.

Marcas circulares
Uno de los indicios daimnicos ms comunes es una zona sospechosamente circular u ovalada de
hierba (o de juncos o de cultivo) aplastada (o quemada, o hundida). Normalmente, aunque no de
forma exclusiva, se asocian con extraas luces areas, como confirmaron los miembros de un equipo
de bilogos rusos cuando descubrieron y fotografiaron una zona de hierba pisoteada junto al lago
Khaiyr, en el este de Siberia. Haban acudido all a toda prisa despus de que uno de ellos, N.
F. Gladkikh, hubiera visto una criatura que le resultaba desconocida, a la que describi con una
cabeza pequea, el cuello largo y reluciente y un enorme cuerpo negro azulado con una aleta a lo
largo de la columna. Por supuesto, cuando llegaron la criatura se haba ido, dejando tras de s la
acostumbrada y enigmtica hierba pisoteada, aunque tres de los cientficos vieron ms tarde la
cabeza y la aleta de la criatura asomarse en el lago, cuyas aguas se agitaron azotadas por su larga
cola.[259]
A finales de los sesenta, Australia se hizo famosa por sus nidos de ovnis, unas zonas de
vegetacin aplanada o arremolinada, encontradas a menudo despus de avistamientos de ovnis y sin
ninguna causa natural evidente.[260] Ms conocidas son las habituales huellas de ovnis, simples y
sugerentes marcas circulares en el suelo, sin ningn diseo de espirales caprichosas. Cabra esperar
que aparecieran tambin en la tradicin preovnis y, desde luego, lo hacen en la versin de los
anillos de hadas. No siempre est claro lo que son. Nos gusta pensar que son slo dibujos de hierba
ms verde causados por hongos subterrneos; y es verdad que se atribuan a las escapadas nocturnas
de los seres fericos. Pero hay indicios de que no todos los anillos de hadas eran tan simples. Por
ejemplo, el obispo sueco del siglo XVI Olaus Magnus, que investigaba estas cosas, daba por hecho
que [los elfos] causan tal impresin en la tierra que all ya no crece la hierba, pues se quema debido
a un calor extremo.[261]
Cuando, en el pasado, alguien se topaba con esas zonas de hierba aplanada, le resultaba difcil no
creer que era cosa de las hadas (o los elfos), al igual que hoy creemos que otros parches semejantes
son una prueba literal de la realidad de las naves espaciales. Lo mismo es aplicable a las enormes
huellas o marcas de pezuas con garras que encontramos despus de avistar un Bigfoot o un gran
gato negro: las criaturas en cuestin parecen haber estado ah realmente. Pero, como ya hemos visto,
cada huella es diferente, pues presenta un nmero distinto de dedos, o bien no hay huellas donde
deba haberlas. A pesar de los cientos o tal vez miles de ejemplos de huellas y marcas de
aterrizaje, la prueba nunca llega ms all: nunca se atrapa o se dispara a un Bigfoot o a un gato;
nadie ha trado una nave espacial para exponerla a los visitantes. Es cierto que existen abundantes
relatos de platillos recuperados y guardados en hangares secretos. Hay personas dispuestas a
jurarlo. Pero nunca llegamos ms all de los relatos o, mejor dicho, de esa curiosa variedad de
ficcin literal, si se me permite el oxmoron, l la que llaman leyenda urbana aunque merecera
llamarse cuento daimnico.
Poco a poco vamos cayendo en la cuenta de que todas las pruebas fsicas son tan ambiguas y
esquivas como los propios fenmenos; bastan para convencer a las personas que quieren creer en su
realidad literal, pero se quedan cortas para ganarse a los incrdulos. Resulta que la prueba fsica no
est separada del acontecimiento anmalo como el efecto est separado de la causa, sino que es una
parte inseparable, otro aspecto, de la anomala. Por prueba fsica hay que entender indicios
daimnicos.
La cuestin de la causalidad se ha puesto de relieve en los ltimos aos debido a un nuevo tipo de
aparicin. sta es nica porque, a primera vista, no parece que tenga una naturaleza daimnica (es
decir, que tenga a un tiempo aspectos materiales e inmateriales). No resulta en absoluto ambigua ni
esquiva; es tan completamente material que, de hecho, muchas personas dudan de que sea siquiera una
aparicin. Y, sin embargo, no todo es lo que parece Estoy hablando del fenmeno de los llamados
crculos de las cosechas.
11
CRCULOS

Crculos de las cosechas


En la madrugada del 12 de julio de 1990, todos los perros de los alrededores del pueblo de Alton
Barnes, en Wiltshire, se pusieron a ladrar. Los tejados se estremecieron levemente y las tejas
vibraron. El motor de un coche se par. Y la aurora mostr un espectculo inquietante: en un campo
ms abajo de un tmulo neoltico llamado Adams Grave, una configuracin extraordinaria de
crculos, anillos, lneas y formas de llave o de pinza haba quedado grabada en el maz. Eran
perfectos, dijo Mary Killen, del pueblo vecino de Huish, como si los hubieran hecho de una sola
vez. Quiero decir que era imposible que un humano hiciera eso, era demasiado preciso
geomtricamente.[262]
Antes, en 1979, haban aparecido crculos simples en cosechas, la mayora en el paisaje evocador
y lleno de megalitos de Wessex, pero tambin en otras partes del pas. No slo tenan lugar en
campos de maz y trigo o cebada, sino tambin de colza, cuyos tallos, que no pue den doblarse
sin romperse, estaban, sin embargo, dobla dos contra el suelo, sin ningn signo de intervencin
humana ni animal.[263]
Crculo de las cosechas de Alton Barnes, Wiltshire, del 12 de julio de 1990,
que muestra figuras de crculos, anillos, llaves y pinzas.

Se mencionaron los torbellinos de verano como causa evidente de los crculos de las cosechas.
Pero, bien pensado, era igualmente obvio que ningn torbellino poda ejercer la fuerza descendente
suficiente como para allanar el maz por completo y retorcerlo perfectamente en la direccin de las
agujas del reloj, o bien en la contraria. Tampoco podra crear un remolino en una direccin y otro
remolino en la direccin opuesta; ni recortar unos bordes tan precisos para los crculos; ni y es
ste un aspecto intrigante trenzar espigas de maz entre s y doblarlas suavemente.[264]
Desde el principio se recurri a los ovnis como causantes. Pareca como si algn objeto grande
hubiera sobrevolado los crculos y hubiera retorcido el maz con alguna fuerza poderosa, como el
electromagnetismo (los helicpteros fueron descartados, ya que causan un embrollo mucho mayor
que los torbellinos). Adems, a menudo exhiban crculos satlite ms pequeos, colocados de
forma equidistante alrededor del crculo principal, lo que haca pensar en unos pies redondos
sujetos a un equipo de aterrizaje. Al mismo tiempo, las noches previas a las maanas en que se
descubran nuevos crculos a menudo se vean luces extraas en las proximidades.[265] En verano de
1989, por ejemplo, a un tiro de piedra de Silbury Hill la mayor obra prehistrica de Europa, en
Wiltshire, un gran globo de luz, de color naranja oscuro con un borde exterior ms claro, fue visto
descendiendo sobre un campo. Se deform como una pompa de jabn, palpit y despus se march.
Al da siguiente w encontraron un nuevo crculo con un anillo exterior. En 1990, Pat y Jack Collins
vieron un objeto circular inmenso, como un carrusel, sobrevolando Stockbridge Down, tambin en
Wiltshire. Tena montones y montones de luces blancas de tono amarillento que lo bordeaban y ms
luces a lo largo de unos rayos que apuntaban al centro, dijo la seora Collins. A la maana
siguiente, dos quntuplos grupos de circo crculos separados se hallaron situados en lnea
recta desde donde lo haban visto.[266] En 1992, un ao menos espectacular que los dos anteriores en
lo que a crculos de las cosechas se refiere, las luces parecan verse mucho ms de lo habitual. Habl
con gente que haba visto una mirada de pequeas y titilantes luces fericas, con gente que haba
visto globos naranjas y con un grupo que haba visto una nave estructurada flotando, muy
encendida, cerca de Avebury. As pues, luces anmalas y ovnis estn muy relacionados con los
crculos, si no es que son realmente su causa.
Unos pocos obstinados aseguraban que los crculos eran obra de pesticidas, hongos o animales
(en especial, surcos de erizos o venado); pero un anlisis cuidadoso, por no hablar del sentido
comn, exclua tales teoras. Nadie, por lo que yo s, seal a las brujas como culpables, aunque en
muchas otras culturas seran candidatas evidentes. Sin embargo, hubo quien abog por las hadas, y es
que cualquier fenmeno circular que se d en la naturaleza con una apariencia sobrenatural sugiere
su intervencin. En otras palabras, como con todas las anomalas, era cuestin de reunir a todos los
sospechosos habituales
Los cientficos, como es natural, se mantuvieron alejados de los crculos. Saban instintivamente
que se enfrentaban a una caja de Pandora que no deseaban abrir. La brillante excepcin fue el doctor
G. Terence Meaden, un fsico atmosfrico que, con gran audacia, asegur que el responsable de los
crculos era un sofisticado tipo de torbellino: un vrtice de aire ionizado hasta el punto de que es
ms acertado considerarlo como una especie de plasma fro de baja densidad productor de un campo
electromagntico hiperenergtico.[267] Este hipottico e intenso vrtice de plasma tambin podra
explicar los ovnis. Ms de un peridico anunci que el misterio de los crculos de las cosechas se
haba resuelto.
Pero hubo objeciones al vrtice de plasma, y es que no poda demostrarse que existiera; en
efecto, era tan esquivo como un hada o un ovni. Adems, no creaba crculos que pasaran de un lado a
otro de una carretera o alguna lnea divisoria, como habra cabido esperar de un fenmeno
meteorolgico azaroso. Aunque era plausible como causa de crculos sencillos, pareca cada vez ms
improbable que ocasionara los pictogramas complejos. En junio de 1990, un gran crculo de tres
anillos fue fotografiado desde el aire cerca de Devizes. Retratado de nuevo una semana despus, se
descubri que haba adquirido un cuarto anillo, perfectamente concntrico respecto a los dems, y de
ms de trescientos metros de circunferencia.[268] Muchas personas que ya al principio se haban
mostrado escpticas con la capacidad del vrtice de plasma para crear anillos vieron que un vrtice
no poda hacer tres anillos un mircoles y regresar al cabo de una semana para aadir otro. Por otra
parte, de haber existido los vrtices de plasma, los crculos de las cosechas habran surgido cada ao
a lo largo de toda la historia. En cambio, aparte del testimonio de uno de los dos granjeros, que
aseguraba haberlos visto antes, no haba constancia de ellos, ni siquiera en el folclore, que suele ser
meticuloso a la hora de registrar cualquier prodigio. El nico fenmeno que recordaba a los crculos
de las cosechas eran los nidos de ovnis, zonas arremolinadas de juncos o de hierba que se dieron
principalmente en Australia durante los setenta; tambin asociados con avistamientos de ovnis, se
consideraron como un tipo de huellas de aterrizaje como las que he mencionado antes.
Mientras tanto, los crculos aumentaban en nmero y a complejidad. En 1987, se haban
registrado 75; 1988 produjo unos 115; 1989, 300; 1990, ms de 400; 1991, ms o menos lo mismo.
Hay informes de tales apariciones por toda Gran Bretaa, desde Escocia hasta Kent. Tambin fueron
apareciendo en el extranjero: en Italia y Alemania, en los campos de sorgo del medio oeste
americano y en los arrozales de Japn. Pero ninguno de estos sitios poda compararse con Wessex,
donde los crculos salan de tres en tres y de cuatro en cuatro, unidos por lneas rectas y con brotes de
formas rectangulares; donde, en 1991, unos crculos con protuberancias semejantes a antenas y
escaleras recibieron el apodo de insectogramas; donde aparecieron diseos de peces y delfines,
y fluidas caligrafas a modo de buclegramas. Todos, excepto unos cuantos, tenan formas
hermosas. Aqullos se atribuyeron a falsificadores que imitaban a los hacedores de crculos, fueran
quienes fueran o lo que fueran.[269]
Los campos se abarrotaron de creyentes en una causa sobrenatural y de escpticos que no crean
en ello. Los uflogos llegaron con equipos japoneses de filmacin; turistas americanos y alemanes
se interponan en el camino de zahores que aseguraban que sus varillas enloquecan dentro de los
crculos. Se anunciaron casos de curacin; otros decan sentir nuseas, dolores de cabeza, etc.
Respetables y corrientes ciudadanos se obsesionaron con los crculos; algunos de ellos desarrollaron
poderes de mdium, canalizando funestas advertencias de parte de los hacedores de crculos
acerca del inminente colapso ecolgico del mundo. En los alrededores de los crculos se oyeron
extraos ruidos de gorjeos que en un caso fueron grabados por la BBC.[270] Se trataba de la buscarla
pintoja,[*] o bien de algo an ms raro? Dos estudiantes alemanes filmaron una extraa esfera blanca,
del tamao de una pelota de ftbol, efectuando un vuelo rasante y dando vueltas entre las espigas de
maz antes de sumergirse fuera de su vista.[271] En resumen, fueron vistos todos los sospechosos
habituales
Imagen de otros crculos de las cosechas de Wiltshire.
stos fueron vistos en Milk Hill en 2001.
(Fortean Picture Library).

Entonces, en septiembre de 1991, cuando se haban cosechado casi todos los crculos, dos
ancianos llamados Dave Chorley y Doug Bower dieron un paso al frente y afirmaron que ellos
haban realizado la mayor parte de los crculos de Hampshire durante los ltimos trece aos, al
menos unos 200. Lo que no especificaron fue cules haban hecho ellos, y su rudimentario
instrumental una tabla, un rollo de cuerda y una gorra de bisbol de la que penda una mirilla de
cristal no pareca demasiado convincente. Pero hicieron un insectograma en Ightam, cerca de
Sevenoaks, en Kent, lo bastante bueno como para burlar a uno de los gurs de los crculos de las
cosechas, al que el peridico Today engatus para que lo autentificara. El consiguiente artculo caus,
al menos entre las mentes populares, un descrdito generalizado de los expertos en crculos de las
cosechas, poniendo de relieve el arte de Doug y Dave.[272] Una vez ms, el misterio quedaba resuelto.
Los entusiastas de los crculos de las cosechas, muy afectados al principio, pronto empezaron a
reponerse. Con un examen minucioso, el falso crculo de la demostracin de Doug y Dave se vea
muy chapucero, en absoluto como los de verdad. Crecieron las sospechas de que su intervencin
era un montaje por parte de la prensa, el gobierno, el ejrcito o algo peor. Abundaba la falta de
informacin. La verdad, como siempre, se ocult en una nube de acusaciones y contraacusaciones, de
medias verdades y cuentos insustanciales. Meaden se retract, dudando ahora de que los vrtices de
plasma pudieran crear nada ms que el crculo ms sencillo. El resto, dijo, eran falsificaciones. Pero
haba quien no estaba tan seguro: quedaban algunos aspectos que seguan sin poder explicarse tan
fcilmente.
Estaban, por ejemplo, los crculos metralla, de slo medio metro o un metro de dimetro pero
perfectamente arremolinados y esparcidos alrededor de las formaciones grandes, sin ninguna prueba
aparente de acceso humano o mecnico. Haba anillos tan estrechos que slo se vean ligeramente
desde el aire; haba ndulos hinchados en los tallos del maz dentro de los crculos; malformacin de
granos; gran cantidad de crculos que aparecan en una misma noche y en lugares distintos, a la vista
de carreteras transitadas pero sin que se viera a ningn falsificador. El 28 de junio de 1991, unos
investigadores de crculos cercaron un campo de Morgans Hill con una batera de cmaras con
infrarrojos, radares, micrfonos direccionales y alarmas antiintrusin. Nada poda moverse en aquel
campo sin ser detectado y, aun as, cuando la niebla se alz por la maana, dej al descubierto una
pequea y graciosa figura con forma de pesas.[273] Por encima de todo, quiz, estaban los efectos no
cuantificables de los crculos (comunes en todo contacto con anomalas) sobre quienes los haban
visitado: sensacin de sobrecogimiento, sntomas extraos, experiencias msticas, visiones y
escuchas inusuales; el aura del hechizo. Por lo visto, todava no se ha emitido un juicio para el caso
de los crculos de las cosechas.

Causalidad y sincronicidad
La fenomenologa de los crculos de las cosechas nos da derecho a considerarlos acontecimientos
daimnicos. El nico motivo para evitar semejante descripcin sera que, lejos de ser esquivos y
efmeros como los dems dimones, estn ah indiscutiblemente. Podemos medirlos, analizarlos,
examinarlos y fotografiarlos hasta la saciedad. Pero entonces, horror, descubrimos que, en lugar de
acercarnos a la resolucin de sus causas, nos vemos engullidos por una vorgine de teoras
contradictorias, discusiones y conflictos. Cuanto ms los observamos, ms esquivos se vuelven.
Resultan tan enloquecedores como aquellos indicios daimnicos marcas de aterrizaje de ovnis,
huellas de Bigfoot, coches chamuscados tras los cuales sentimos que hay algo, aunque nunca
logramos averiguar qu es exactamente.
Los dimones suelen ignorar las leyes que constituyen el pilar del universo newtoniano en que
habitamos: tiempo, espacio y materia. Los crculos de las cosechas obedecen a estas leyes, por lo que
pensamos que deben obedecer tambin a la cuarta: la causalidad. Sentimos que tiene que haber alguna
causa natural (meteorolgica, por ejemplo) o humana (una falsificacin) para los crculos de las
cosechas. Cuando stas nos fallan, nos volvemos hacia causas no naturales o sobrenaturales, como
los ovnis y los seres fericos. Pero, dado que no podemos pensar en trminos causales sin pensar en
un mecanismo, que a su vez depende de la materialidad, tenemos que imaginarnos a las hadas
ejerciendo fuerza fsicamente en las espigas de maz. O tenemos que imaginarnos a los ovnis, como
naves espaciales, marcando fsicamente el maz o fabricando los crculos con rayos.
Se ha especulado mucho sobre rayos y energas en los crculos de las cosechas. Microondas
emitidas por experimentos militares secretos, rayos disparados por aliengenas, misteriosas
energas terrestres que brotan y aspiran el maz, entre otros; todo ello, intentos de imaginar una
causa que no sea del todo material pero pueda actuar como un mecanismo. Es decir, intentos de salvar
el viejo abismo que media entre espritu y materia, entre lo invisible y lo visible, que es
precisamente la funcin de los dimones, mediadores como son entre este mundo y algn otro, entre
hombres y dioses. Los rayos y las energas son metforas ms o menos materialistas del poder
daimnico.
Con el fin de que el mundo espiritual y el material sean continuos, a menudo se describe
mticamente a los dimones como una larga cadena que se extiende de los dioses a los hombres. Pero
no importa cuntos eslabones se aadan a la cadena, haciendo ms basto lo espiritual y ms tenue lo
material: siempre hay un punto de discontinuidad donde lo espiritual deja de serlo y se convierte en
material, y viceversa. Este problema complic los primeros debates teolgicos sobre la naturaleza de
Cristo: si era Dios, no poda ser hombre. Por consiguiente, tena que ser un espritu puro con aspecto
de hombre. En cambio, si era un hombre, no poda ser Dios, por lo que tena que ser un hombre
bueno inspirado por la divinidad. Ambos puntos de vista fueron declarados herejes en el Concilio de
Nicea (325), que, dicho sea en su honor, proclam lo imposible, el dogma daimnico: Jesucristo era
a la vez hombre y Dios. Cosa que estableca la centralidad de la paradoja. Y no es la paradoja menos
importante de los dimones el hecho de que estn simultneamente en continuidad y en discontinuidad
con este mundo.
Jung enfoc el problema de los acontecimientos daimnicos y la causalidad con su concepto de
sincronicidad, que l defina como un principio de relacin acausal.[274] Un acontecimiento
psquico interno y otro fsico externo podran estar relacionados por la significacin. Un ejemplo de
tales coincidencias significativas lo proporcion F. C. Busty. Taylor, fotgrafo areo de crculos
de las cosechas que, mientras sobrevolaba uno de los campos, se acord de un quntuplo reciente
de crculos y pens que estara muy bien que a los crculos satlite se les uniera un anillo para formar
una especie de cruz celta. Cuando sobrevol el mismo campo al da siguiente, descubri que haba
aparecido exactamente aquella formacin, como si se hubiera cumplido su deseo. Estos incidentes
sincronsticos son lugar comn en el territorio encantado de la investigacin de anomalas. (En casos
extremos se le escapan a uno de la mano, sucediendo todo el tiempo hasta que todo parece preado de
significacin csmica y se instalan los delirios paranoicos).
Jung fue capaz de abandonar el mecanismo de la causalidad, pero lo que ya no logr fue
deshacerse de sta en su conjunto (despus de todo, se vea a s mismo como un cientfico). Detrs
de los acontecimientos sincronsticos, deca, hay un arquetipo que se divide en dos mitades: una
psquica y la otra fsica; en otras palabras, un arquetipo que, si no es exactamente causa de la
coincidencia, al menos la organiza.[275] Persiste un cierto tufillo a mecanicismo, sin duda porque
Jung todava divide el mundo en exterior e interior. An no ha alcanzado la imaginativa y unificada
visin de un mundo donde los acontecimientos fsicos simplemente tienen una significacin interna,
de un modo tan natural como los rboles tienen sus dradas, o en el que acontecimientos psquicos
como los sueos, imgenes e ideas tienen su contrapartida fsica externa. A pesar de su trabajo sobre
la sincronicidad con el fsico nuclear Wolfgang Pauli, Jung no vea que acontecimientos daimnicos
como los crculos de las a cosechas son al mundo ordinario lo que los acontecimientos cunticos son
al mundo subatmico: espontneos, autnomos y acausales. Simplemente, son.
La idea hacia la cual se abra paso Jung con su concepto de sincronicidad se remonta al menos a
los neoplatnicos, que fueron capaces de abandonar la causalidad y sustituirla por la ley de
simpata.[276] sta se expresaba con dos metforas. La primera, que tomaba el sol como modelo,
deca que lo fsico emana de lo espiritual como el calor y la luz irradian del sol. La segunda, extrada
de la msica, deca que lo fsico refleja lo espiritual como las cuerdas de un instrumento musical
resuenan en armona con otro conjunto de cuerdas. Thomas Taylor lo expresa con gran elegancia:
As, en el universo existe una sola armona, aunque compuesta de contrarios, puesto que son al
mismo tiempo semejantes y aliados unos de otros. Pues desde el alma del mundo, como de una lira
automotriz e inmortal, la vida resuena por todas partes.[277] Esta metfora fue recuperada hace
unos aos por el bilogo Rupert Sheldrake y su principio de resonancia mrfica.[278] La primera
metfora (radiacin, emanacin) se halla detrs de todas las fantasas sobre energas misteriosas,
rayos csmicos y radiaciones aliengenas a las que se alude como causas de los crculos de las
cosechas.

Simpata y analoga
La mayor parte de los acontecimientos daimnicos son contradictorios, fsicos y espirituales a un
tiempo, por ejemplo. Como deca Jung de sus arquetipos, contienen sus propios opuestos. A primera
vista, los crculos de las cosechas aparentan ser inequvocos porque son puramente fsicos. Sin
embargo, tras un examen ms exhaustivo, resultan tan equvocos como todos los acontecimientos
daimnicos: nadie se pone de acuerdo respecto a su naturaleza o procedencia, y levantan pasiones
entre materialistas y msticos por igual. El aspecto espiritual o inmaterial de los crculos de las
cosechas se pone de manifiesto en la respuesta psquica de las personas que se implican en ellos, y en
todas las imgenes, disfrazadas de explicaciones, teoras, hiptesis, etc., que los crculos provocan.
No son aparentemente contradictorios en s mismos, como lo son los ovnis, pongamos, o los seres
fericos; las contradicciones son inherentes a la reaccin humana ante ellos, sincronsticamente.
Si queremos comprender los crculos de las cosechas y esto es aplicable a todas las apariciones
, debemos acercarnos a ellos de una manera neoplatnica, simpattica. Antes he sugerido que las
apariciones podran verse como diferentes manifestaciones unas de otras; que las luces en el cielo
seran manifestaciones alternativas de los seres fericos, por ejemplo, o que los aliengenas seran
personificaciones, ms que ocupantes, de los ovnis. Del mismo modo, puede decirse que las
supuestas causas sobrenaturales de los crculos de las cosechas, entre las que destacan las hadas y los
ovnis, son en realidad manifestaciones alternativas de los propios crculos; o, ms bien, que los
crculos de las cosechas son una manifestacin impersonal de esas personificaciones a las que
llamamos hadas o, por decirlo de alguna manera, versiones solidificadas de esos fenmenos fluidos
a los que llamamos ovnis.
Sin embargo, nada de todo esto es estrictamente cierto: cada imagen y cada aparicin es
independiente y no se puede identificar con otra. Ms bien sera preciso considerarlas como anlogas
entre s. As, por ejemplo: las luces en el cielo son a las hadas lo que lo areo es a lo terrestre y lo
impersonal a lo personificado (lo que se puede formular como luces en el cielo : hadas :: areo :
terrestre :: impersonal : personificado).
O bien: hadas : aliengenas :: terrestre : extraterrestre.
Igualmente: ovnis : monstruos de lagos :: aire : agua.
Pero: monstruos de lagos : perros negros :: agua : tierra.
De pronto, podemos ver una relacin entre ovnis y crculos de las cosechas:
Ovnis : crculos de las cosechas :: cielo : tierra :: fluido : slido.
Un alquimista tal vez lo expresara mejor as:
Ovnis : crculos de las cosechas :: arriba : abajo :: voltil : fijo.
Ahora, si tienen paciencia conmigo, intentar mostrar que las causas de los crculos de las
cosechas son imgenes que no slo son anlogas entre unas y otras, sino que median entre s e
incluso incluyen las presuntas causas naturales. Veremos que el autntico valor del vrtice de plasma
del doctor Meaden no es como hiptesis cientfica, sino porque llena un vaco imaginativo en el
folclore de los crculos de las cosechas. Y esta idea puede extenderse a todas las explicaciones
cientficas de fenmenos daimnicos (que, por definicin, no pueden ser explicados).
Como ya hemos visto, el hipottico vrtice de plasma es una versin sofisticada un primo
hermano del torbellino. Pero los torbellinos son pcaros. Desde el menor remolino de aire (ante el
cual los irlandeses solan quitarse el sombrero) hasta los pequeos torbellinos escoceses con los que
viajaban las hadas (segn Sir Walter Scott) o hasta algo ms serio, percibido como la carrera
desenfrenada de un demonio cornudo que enloquece a cualquiera a su paso, los torbellinos han
estado asociados a los seres fericos desde tiempos inmemoriales.[279] stos son, por decirlo as, la
significacin interna de los torbellinos, y unos y otros son caprichosos e impredecibles por igual.
Ni siquiera los dioses menosprecian aparecer como torbellinos, como aquel desde el que Jehov
habl a job. Puede decirse, pues, que los torbellinos median entre los vrtices de plasma y las hadas,
compartiendo caractersticas con ambos. Pero las hadas tambin guardan relacin con los ovnis a
travs de su manifestacin como luces areas, y a travs de su conocida semejanza con entidades
ovni. As pues, puede decirse que las hadas median entre los torbellinos y los ovnis. Con el fin de
completar el crculo, se requiere un mediador entre ovnis y torbellinos, y ah es donde los vrtices
de plasma vienen como anillo al dedo. Son torbellinos brillantemente iluminados y fenmenos
areos altamente esquivos.
Por lo tanto, las teoras sobre la causalidad de los crculos de las cosechas no son aisladas ni
compiten entre ellas; son variaciones unas de otras, formando una especie de nexo de imgenes que
representan un intento imaginativo de reconciliar, por analoga, contradicciones como
natural/sobrenatural, areo/terrestre y otras. Por comodidad, estos contrarios pueden distribuirse en
los ejes horizontal y vertical de un esquema circular.
Conexiones entre las posibles causas de los crculos de las cosechas

No se puede atrapar a los dimones en un diagrama; se trata tan slo de un pasatiempo. Pero
puedo imaginar otros esquemas donde, sin ir ms lejos, hadas, falsificadores, brujas y animales
medien entre s, englobados bajo la rbrica de contradicciones tales como humano/inhumano,
embaucador/no embaucador, etc. Tampoco son necesariamente los crculos de las cosechas el centro
de los esquemas. Pueden desplazarse a la periferia con facilidad, relacionndose con su opuesto a
travs de una serie distinta de contradicciones, mientras alguno de los dems fenmenos ocupa el
sitio central.
Me he detenido en los crculos de las cosechas (y an me detendr ms) debido a la oportunidad
que proporcionan de reflexionar sobre los fenmenos daimnicos en general. Uno de los principales
puntos de inters que emergen al considerar la causalidad de los crculos de las cosechas es que stos
podran estar hechos a propsito para desacreditar el concepto mismo de causalidad. El reino
daimnico no reconoce, no hablemos ya de obedecer, las leyes en que se basa la versin mecanicista
y materialista del mundo.
No nos sorprende que las apariciones y las visiones tengan algo en comn, puesto que todas se
fundamentan en aquel gran fenmeno incognoscible creador de mitos llamado, indistintamente,
inconsciente colectivo, Alma del Mundo e Imaginacin. Lo que resulta sorprendente es que parece
como si estos dimones y acontecimientos daimnicos se relacionaran entre s de una manera
concreta: al principio parecan fusionarse y solaparse unos con otros, pero ahora vemos que quedan
mejor descritos como variantes analgicas unos de otros. Incluso las hiptesis que se exponen para
explicarlos incluidas las naturalistas y las cientficas resultan ser, bien analizadas, variantes del
acontecimiento daimnico. Explicar los ovnis mediante vrtices de plasma es decir tanto como que
las hadas son ngeles cados. As pues, la comparacin de apariciones, aunque no nos cuenta nada
sobre la Imaginacin en s, puede que nos cuente algo sobre su estructura y su modo de operar.
12
ESTRUCTURAS

La estructura de la Imaginacin
Mi empeo en demostrar que los acontecimientos daimnicos, as como las teoras que los rodean,
guardan una relacin analgica es deudor, por supuesto, de la antropologa estructural, un enfoque
promovido por Claude Lvi-Strauss. En sus cuatro volmenes de las Mitolgicas expone el
desarrollo y la interrelacin de cientos y cientos de mitos de toda Amrica. Quiere mostrar cmo
los mitos se piensan a s mismos en los hombres y sin el conocimiento de stos (comment les
mythes se pensent dans les bommes et a leur insu).[280] Pero su eleccin de la palabra penser,
pensar, no es la mejor o la ms apropiada para describir la facultad creadora de mitos del alma
humana. Habra hecho mejor en decir que los mitos se imaginan a s mismos en los hombres sin su
conocimiento
No obstante, digan lo que digan los crticos de Lvi-Strauss, y dejando de lado mis reservas
respecto a los detalles de su obra (y respecto a la aplicacin del anlisis estructural a campos que
quedan fuera de la antropologa), conviene llamar aqu la atencin sobre aspectos de su mtodo que
tienen mucho que ver con el reino daimnico.
En primer lugar, los estudios de mitos de Lvi-Strauss muestran que lo que tiende a cambiar con
el tiempo son los acontecimientos concretos, personales o individuales; lo que permanece constante
es la relacin entre un personaje o acontecimiento y otro; en resumen, el carcter del relato en
conjunto. No habr una gran diferencia si el mito trata abiertamente de una nia que desobedece a su
madre o bien de una abuela que envenena a su nieto; la estructura permanece inalterable y tiene que
ver con un conflicto generacional y, en ltima instancia, con su resolucin mtica.[281] Los
elementos que conforman un mito no tienen un valor fijo, por as decirlo; lo importante es la
relacin subyacente entre los elementos del mito sus temas manifiestos ms que los elementos en
s. Esto puede verse, de una forma modesta, si se considera el modo en que los aliengenas
cambian de valor en funcin de su contexto y de su relacin con otras imgenes, incluso invirtiendo
su valor totalmente:
aliengenas : ovnis :: personificado : impersonal; sin embargo, aliengenas : humanos ::
impersonal : personas. O bien: aliengenas : hadas :: extraterrestre : terrestre; sin embargo,
aliengenas : ovnis :: terrestre : areo.

Como indica la ltima cita, los mitos cercanos tienden a ser variantes unos de otros. Puede que,
superficialmente, no parezcan guardar ninguna semejanza entre ellos, pero cuando se separa la
estructura de los contenidos, se revelan semejantes, aunque transformados de acuerdo con ciertas
normas arquetpicas, por lo visto, de simetra, inversin, oposicin y otras. Llevara demasiado
tiempo demostrar estas normas, pues requerira el anlisis estructural de varios mitos, pero para
familiarizarnos con ellas podemos considerar dos mitos breves sobre los orgenes de la humanidad.
El primero de ellos es involutivo. Explica que descendemos de dioses o de ancestros semejantes a
dioses y que nuestro estado actual es el declive, una regresin respecto a la perfeccin del pasado.
Somos inferiores a nuestros antepasados.
El segundo mito es evolutivo. Explica que hemos evolucionado a partir de los animales (simios)
y que nuestro estado presente es un avance, un progreso desde la imperfeccin del pasado. Somos
superiores a nuestros antepasados.
Estamos acostumbrados a llamar al segundo mito historia y realidad. Sorprende ver que es
directamente anlogo al primero, pero con, digmoslo as, todos los signos invertidos. Solemos
pensar en el segundo mito como superacin del primero, cuando el primero no es ms que una
versin invertida.
Aunque el segundo mito (o teora de la evolucin) es opuesto al mito bblico (Adn y Eva),
comparte dos rasgos importantes con el mito cristiano; de hecho, slo podra haber surgido en una
sociedad cristiana. Para empezar, se literaliza a s mismo. Al igual que Darwin literaliz a los
ancestros mticos en forma de simios verdicos (u homnidos, criaturas daimnicas donde las
haya), del mismo modo el cristianismo literaliza a Dios en forma de un hombre verdico. (En todas
las dems culturas aparecen dioses entre los hombres, pero nunca literalmente). En segundo lugar,
se proyecta como intrnsecamente superior y ms verdadero que otros mitos. As como los
evolucionistas proclaman que su teora desbanca a todas las dems teoras sobre los orgenes del
hombre, incluido el mito bblico, tambin el cristianismo proclama haber desbancado a todos los
dems mitos y religiones. Mientras que una religin como el hinduismo reconoce y puede albergar
otras religiones, el cristianismo las proscribe. Las convierte en herejas. Pero el cristianismo puede
verse como una variante de tales herejas. Por ejemplo, la doctrina cristiana por la que Dios
descendi a la humanidad para salvar a los hombres corruptos es una versin invertida de la doctrina
gnstica segn la cual los hombres corruptos deben ascender a Dios para salvarse a s mismos. El
cristianismo contiene mitos opuestos e invertidos dentro de su propio seno: las creencias que rodean
a la Virgen Mara son una muestra de ello. Surgidas de forma espontnea entre los creyentes, es
como si trataran de enderezar el desequilibrio causado por una excesiva concentracin en un Dios
masculino. Puede que los siguientes grupos de analogas resulten sugerentes:
Cristo : Mara :: dios masculino : humano femenino :: padre : hija :: inmortal (resurreccin
corprea) : mortal.
Sin embargo, Jess : la Santa Virgen :: hombre : diosa :: hijo : madre :: mortal (crucificado) :
inmortal (Asuncin corprea).

Lo que es cierto de los mitos tambin lo es del folclore, la leyenda, la especulacin y la


teorizacin: que son variantes unas de otras. Al igual que los dimones. Ya he comentado que, si bien
las apariciones de perros negros parecen en su superficie distintas a las de damas blancas, se dan
parecidos considerables; unos y otras frecuentan los mismos lugares especficos, presagian la muerte
y forman parte de la tradicin ferica. Son recprocamente anlogos (perros : damas :: negro : blanco
:: animal : humano). Incluso puede que exista una relacin entre dos anomalas aparentemente tan
dispares como los crculos de las cosechas y las mutilaciones de ganado. ste es uno de los misterios
ms horribles que hay: miles de vacas, ovejas, perros y caballos han sido desangrados, presentando
partes concretas de sus cuerpos extirpadas con mano experta: lenguas, orejas, rganos sexuales No
hay rastro de huellas alrededor de los cadveres. No hay sangre derramada. En las cercanas se han
visto ovnis y helicpteros fantasma. Muchos han culpado a los Bigfoots de la masacre. Otras
sospechas abarcan desde los vampiros hasta cultos secretos de adoradores del diablo. Estas
mutilaciones alcanzaron su apogeo probablemente en la Norteamrica de los setenta (se inform de
175 en veintin condados de Colorado a lo largo de cuatro meses de 1975), pero se han ido
registrando durante los ltimos doscientos aos, y en lugares tan alejados como Suecia y Australia.
[282] Cabe preguntarse si podramos afirmar algo as: crculos de las cosechas : mutilaciones de

ganado :: vegetal : animal :: cultivo : ganadera :: benvolo : malfico :: bromas : vilezas :: Essex
(Inglaterra) : Medio Oeste (Norteamrica).
En cualquier caso, lo que hace la Imaginacin es probar todas las combinaciones de una
mitologa dada. Los elementos estructurales permanecen ms o menos constantes pero cambian de
valor y significado en relacin con los dems, formando patrones distintos, produciendo apariciones
diferentes y contando distintas historias como las piezas de colores de un caleidoscopio. (Esto es
tan cierto para el mundo individual de los sueos como para el mundo colectivo de la mitologa.
Jung comparti esta aproximacin cuando dijo que el inconsciente acta de forma compensatoria
respecto a la conciencia. De hecho, a menudo los sueos se limitan a tomar elementos de nuestra vida
diurna e invertir la relacin entre ellos. Los sueos, por as decirlo, proporcionan las combinaciones
de nuestros mitos individuales que la conciencia excluye e ignora).

Naturaleza versus cultura


Qu anda tramando la Imaginacin? Segn Lvi-Strauss, el objetivo de los mitos es reconciliar las
contradicciones fundamentales que desgarran nuestra vida, sobre todo la contradiccin entre
naturaleza y cultura. Ya hemos visto que las explicaciones causales de acontecimientos daimnicos
como los crculos de las cosechas no son ms que otro tipo de dimones, y eso incluye a las
explicaciones cientficas. En otras palabras, no son en absoluto explicaciones, sino imgenes mitos
planteadas como explicaciones. La suma total de las imgenes que rodean a los crculos de las
cosechas explicaciones, significados, asociaciones, fenmenos aliados, folclore, etc. contribuye
al cuerpo mitolgico de los crculos de las cosechas, lo que, como propona mi diagrama, tiene
que ver con reconciliar imaginativamente contradicciones tales como natural/sobrenatural,
espiritual/fsico, visible/invisible y dems. (En cierto sentido, stas pueden integrarse bajo la
contradiccin general de continuidad/discontinuidad con la que empezaba el debate).
Pero, finalmente, todas las contradicciones siguen siendo irreconciliables. No puede darse
ninguna resolucin mtica final, como tampoco hay un mito primordial detrs de las variantes. Lo
nico que puede haber son variantes cada vez ms elaboradas. Algunos uflogos han visto una
especie de desarrollo en la manifestacin daimnica desde las hadas hasta los ovnis y desde los
aliengenas hasta los crculos de las cosechas. Pero la cronologa histrica no es aplicable
estrictamente al reino daimnico. Todas estas manifestaciones pueden coexistir felizmente y, de
hecho, alimentarse entre s. Aunque es posible que alguna de ellas se ponga de moda, ocupando el
centro del escenario segn dicte la imaginacin de la poca. El mismo mito puede regresar, as como
el reciente aluvin de aliengenas grises (volver sobre ellos) recrea los relatos de los aos
cuarenta acerca de los deros, o bien pueden aparecer con formas distintas y variadas. Suele
pensarse (errneamente) que las hadas se han extinguido, y es cierto que ya no disfrutan de su antigua
preeminencia en su forma original, claro. Pero, desde luego, siguen estando presentes de otras
maneras, en la tradicin de los ovnis y los crculos de las cosechas. Los propios ovnis vienen y van
en oleadas y la naturaleza de los aliengenas se modifica. No hay duda de que los crculos de las
cosechas se irn agotando, slo para ser reemplazados por otro fenmeno daimnico igualmente
imprevisto. ste ser recibido como algo nuevo, y se brindarn nuevas explicaciones como verdades
absolutas. Pero ni va a ser nuevo, ni las explicaciones explicarn nada. La verdad no radica en una u
otra imagen, sino en el proceso de imaginar; no es un absoluto, sino un camino, que nos va
transformando en route.
No podemos saber, por lo tanto, qu son los crculos de las cosechas o de dnde vienen; tan slo
podemos imaginar y elaborar mitos. Tenemos derecho a preguntarnos por qu el reino daimnico
opta por manifestarse de una manera particular en este momento preciso; por qu esta variante
cuando hay tantas otras posibles. Una de las propuestas ms populares, por ejemplo, es que los
crculos de las cosechas son mensajes de la Madre Tierra (Dama Natura, Gaia, etc.) acerca de
cuestiones ecolgicas. Son como un graffiti csmico que seala el disgusto de la naturaleza ante los
pesticidas y la contaminacin generalizada. Dudo que el mensaje sea tan concreto; adems, hay un
montn de entidades que aparecen para decir lo mismo en un lenguaje ms llano. Los crculos son
ms enigmticos. Como la mayora de los dimones, no traen mensajes, sino que ellos mismos son el
mensaje, Por supuesto, los crculos son intrnsecamente evocado res; nos recuerdan a los mndalas
de Jung, que a menudo aparecen en momentos de crisis de la psique y son intentos de autocuracin.
El movimiento natural del alma, de acuerdo con Plotino, es circular.[283]
Plotino, tal vez el mayor neoplatnico, nos recuerda tambin que las configuraciones del alma
necesitan recipientes.[284] l se refera concretamente a altares, santuarios y estatuas, receptculos
donde los dimones podan ser contemplados y expresados cmodamente y donde los hombres
podan encontrarse con configuraciones arquetpicas, es decir, dioses. Entre dichos santuarios
hallaremos tmulos, crculos de piedras, megalitos y los panteones circulares de lugares como
Wessex. Estos lugares daimnicos, reemplazados por las iglesias y, posteriormente, por santuarios
laicos como las centrales elctricas, ya no reconocen a los dimones, que, de este modo, tienen que
proveerse de sus propios santuarios. Puede que stos sean los crculos de las cosechas, como lo son
las naves espaciales que contienen aliengenas.
La naturaleza versus cultura de Lvi-Strauss es una contradiccin fundamental, que halla otras
metforas en conciencia versus inconsciencia (psicologa) y en lo salvaje versus lo habitable
(antropologa). En la poca en que Wessex era un territorio salvaje, afn al inconsciente e invasor del
delicado hbitat consciente del hombre, los santuarios se construan en la espesura. Medio naturales
(conforme al paisaje) y medio culturales, eran lugares daimnicos donde lo sobrenatural poda hacer
sentir su presencia. Ahora que Wessex est domesticado y los santuarios son meros obstculos en la
trayectoria del tractor, los dimones exiliados regresan mediante sus propios artefactos crculos de
las cosechas, que no son completamente naturales, ni fabricados por el hombre, ni sobrenaturales,
sino las tres cosas (de acuerdo con la diversidad de las teoras contrincantes). Ya no reconcilian
naturaleza y cultura, sino que acentan la diferencia entre ellas. Como la incursin de los gatos
misteriosos en el civilizado Surrey, los crculos de las cosechas reintroducen un tipo de salvajismo,
lo Desconocido, en un paisaje sobrecultivado, y as devuelven la cultura a una naturaleza elevada,
como si dijramos, al cuadrado.

Literalismo como idolatra


Puede que tambin nos preguntemos, y quiz por encima de todo, por qu un acontecimiento
daimnico se manifiesta de forma tan concreta. Los crculos de las cosechas estn ah de tal modo
que incluso nos cuesta creer que sean en absoluto daimnicos hasta que ahondamos en busca de
una causa; y entonces, ni animales, ni helicpteros, ni bromas, ni ovnis, ni torbellinos, ni energas
telricas nada de todo eso est ah cuando lo necesitamos. Y, sin embargo, sentimos que tienen que
estar, igual que sentimos que deben estar las naves espaciales cuando encontramos huellas de
aterrizaje despus del avistamiento de un ovni, o que deben estar los Yetis cuando hallamos su rastro
en la nieve. Sus rbricas daimnicas insisten en la realidad de sus autores, pero nos damos cuenta de
que la realidad es paradjica, metafrica, potica, simblica, mtica. Es una realidad daimnica, no
literal.
Ya he dicho esto antes y sin duda volver a decirlo, aunque slo sea porque no s cmo
expresarlo de otra manera. El literalismo presenta el mayor de los impedimentos a nuestra
comprensin de las apariciones y las visiones. Esto se hace especialmente evidente cuando la
aparicin en cuestin es algo tan fsico como un crculo de las cosechas. Pero otorgar a todo lo
fsico solamente una realidad literal es una locura a la que nuestra poca es muy propensa. De hecho,
nada fsico es tan slo literal. La Imaginacin lo transfigura todo; el alma es transparente a todo;
Todo cuanto vive es sagrado. Si cultivamos la doble visin, viendo a travs de los ojos en lugar
de slo con ellos, cada objeto adquiere una inteligencia luminosa.
El literalismo conduce a la idolatra.[285] La idolatra ha significado tradicionalmente la
adoracin de falsas imgenes, aunque es ms bien la falsa adoracin de imgenes (no existen
imgenes falsas). Tratar nuestras imgenes ideas, creencias, teoras de causalidad como fines
en lugar de como medios, como absolutas en lugar de relativas, es petrificarse en la tendencia literal
y obstaculizar el libre juego de la Imaginacin, esencial para la salud del alma. Nos volvemos
dogmticos y hasta fanticos,[286] Nos volvemos fundamentalistas: cristianos que tratan los mitos
bblicos como hechos histricos e instrucciones literales; uflogos que insisten en la existencia
literal de aliengenas de otros planetas; materialistas que creen en la realidad literal nica de la
materia; criptozologos que creen que los monstruos lacustres son criaturas literales; cientficos que
creen en la verdad literal de sus paradigmas e hiptesis. Todas estas personas se unen en el vilipendio
de lo daimnico.
Para nuestra vergenza, los dimones, con el fin de llamar la atencin sobre su realidad, se han
visto empujados a volverse fijos y fsicos, como los crculos de las cosechas. Disfrazndose
parodindolos de hechos literales, responden a nuestra moderna peticin de efectos cuantificables,
al lado de los cuales todo lo dems es juzgado como ilusorio. En otras palabras, su forma de
presentar su propia realidad metafrica y mtica es aparecer no como literales, sino como si fueran
literales.

Falsificaciones
Para finalizar mis prolongadas cavilaciones acerca de los crculos de las cosechas, quiero volver al
principio y detenerme en las falsificaciones, que se han convertido en la nica explicacin
plausible no paranormal. Tal vez para la mayora de la poblacin desde luego, para la mayora de
los peridicos sean la solucin al misterio de los crculos de las cosechas. Sin embargo, como
nos recuerda William James, el fraude siempre es imitativo. Al igual que un timador siempre imita a
otro timador anterior, pero el primer timador de esa clase imitaba a alguien que era honesto, parece
probable que los bromistas necesiten crculos de las cosechas reales que copiar. No puedes crear
un truco absolutamente nuevo, como no puedes crear una nueva palabra sin alguna base previa. No
sabes por dnde empezar..[287] Tambin estn aquellos rasgos de los crculos que, como ya he
comentado, parecen extraordinariamente difciles, si no imposibles, de fabricar. Por supuesto, hay
ejemplos que son obra de la mano del hombre. stos suelen distinguirse de los crculos genuinos
por su torpeza, aunque no siempre es as. Las mismas discusiones se dan en torno a los crculos de
las cosechas que en torno a las pinturas que pueden ser falsas. A menudo, los entusiastas expertos de
los crculos de las cosechas slo pueden autentificar un crculo mediante su sensacin: segn ellos,
los autnticos son como si los hubiera trazado de una sola vez el brochazo de algn artista; los que
son una falsificacin estn elaborados casi con demasiado cuidado, estn demasiado bien allanados y
son demasiado mecnicos.
sta fue la crtica que se hizo a todos los participantes en el Gran Concurso de Falsificaciones
celebrado en West Wycombe en agosto de 1992. El objetivo era descubrir lo buenos que podan
llegar a ser los engaos. Doce equipos intentaron reproducir un complicado diseo que incorporaba
varios rasgos detectados en crculos anteriores. Algunos equipos trazaron determinados rasgos casi a
la perfeccin, pero ninguno los reprodujo todos. Ni siquiera la obra del equipo ganador, de acuerdo
con los cinco jueces, podra confundirse con uno de verdad. As pues, el experimento se declar
oficialmente no concluyente.[288]
Los cargos de falsificacin, engao y mentira se imputan a todos los fenmenos paranormales.
He tratado antes este tema en relacin con el espiritismo. Y en ningn campo es tan cierto como en la
ufologa, donde se debate desde hace dcadas si los contactados entraban realmente en contacto con
los aliengenas o si estaban mintiendo. Sospecho que, siendo lo que es la realidad, ni ellos mismos lo
saben la mitad de las veces. En otras palabras, prefiero ver las falsificaciones como una cualidad
daimnica inherente a los acontecimientos anmalos (y en continuidad con ellos), que no son
autnticos ni falsos, sino, en un sentido ms profundo, ambas cosas. Por lo tanto, para entender
los crculos de las cosechas y, hasta cierto punto, todas las anomalas necesitamos captar la
complejidad de lo falso; y me gustara empezar desde cierta distancia tratando la relacin entre
dimones y dioses.

Dimones y dioses
Proclo nos dice: Pues muchos gneros son arrojados ante los Dioses, algunos de orden daimnico y
otros de orden angelical, que aterrorizan a los que participan en la adivinacin, que son ejercitados
para recibir la luz divina, y se elevan de forma sublime a la unin con los Dioses. (Observemos, de
paso, que estar despavorido no tiene por qu ser algo necesariamente malo). Pero tal vez
percibamos especialmente la alianza de esas fbulas [esto es, los mitos] con la tribu de los daimones,
cuyas energas manifiestan muchas cosas simblicamente, como saben aquellos que se han topado
con dimones estando despiertos, o han disfrutado de su inspiracin en sueos, desvelando muchos
acontecimientos pasados o futuros.[289]
Proclo est escribiendo aqu sobre los Misterios en los que era costumbre que se iniciara la
intelectualidad helnica. El punto que ms nos incumbe queda ms claro en su comentario al Primer
Alcibades, atribuido a Platn, donde dice que en el ms sagrado de los misterios, antes de que el
Dios aparezca, se presentan algunos daimones terrestres y por cada Dios hay una multitud
innumerable de dimones, que reciben la misma denominacin que sus lderes () porque expresan
en s mismos la peculiaridad caracterstica de su Dios principal.[290]
As, los dimones son como el cortejo que precede a dioses mayores, de cuya naturaleza
participan. Jmblico distingue entre la naturaleza gobernante de los dioses y la naturaleza
asistente de los dimones, que llevan a cabo aquello que los dioses perciben, desean y ordenan.
[291] En otro sentido, dice Proclo, se puede ver a los dimones como formas diferentes del mismo

Dios; o bien como las apariencias de los Dioses, que en s mismos son informes y sin figura.[292]
Esto recuerda a los arquetipos de Jung, que no pueden conocerse en s mismos: slo pueden ser
conocidos a travs de las imgenes arquetpicas que adoptan. En poca ms reciente, James Hillman
nos ha recordado que un Dios es una forma de existencia, una actitud respecto a la existencia, y un
conjunto de ideas.[293]
A la luz de estos puntos de vista en torno a la relacin entre dimones y dioses, cabra preguntarse
qu dios est detrs de los crculos de las cosechas, no detrs en el sentido literal de causa, sino en
el sentido de origen arquetpico.
Demter, diosa de campos y cultivos, es una buena candidata. Ms de moda est Gaia, que custodia
la Tierra justo por debajo de los dominios de Demter; ella es la diosa de las diosas y de los rituales
que generan fertilidad. No obstante, las deidades nunca llegan solas a menos que est en su
naturaleza ser monomaniacas como Jehov, sino que estn conectadas entre s por la sangre y el
matrimonio. Tanto Gaia como Demter estn vinculadas con las fras, infrtiles y minerales
profundidades de la Tierra, la primera a travs de cton, una oscura semideidad que denota las
profundidades y el mundo de los muertos (Geactnica era adorada en Mikonos); la segunda, a
travs de su hija Persfone, que fue abducida por Hades, dios del Inframundo.[294] Podramos
contemplar los crculos de las cosechas como zonas daimnicas, precintos sagrados donde Demter,
Gaia y cton se superponen, donde el verdor que crece lleno de vida est conectado con la negrura
inerte de la muerte. Con todo, como dibujos en el maz maduro y dorado, los crculos de las cosechas
son tambin emblema de divinidades solares como Febo Apolo, tal vez, que presiona amorosamente
a la Madre Tierra. De este modo, las profundidades se conectan con la superficie y sta con las
alturas; son smbolos de la tierra media, intermediaria entre el universo de los cielos y el
Inframundo.

El dios Embaucador
Las divinidades como Gaia y Apolo sin duda desempean su papel en la mitologa de los crculos de
las cosechas, especialmente en sus ms recientes encarnaciones New Age, como energa y estado
elevado de conciencia, vagas y poco apasionadas abstracciones que hacen escasa justicia a la
precisin y el poder de sus prototipos. Pero sospecho que el dios cuya mano puede vislumbrarse en
los crculos de las cosechas es el mismo que subyace detrs de todos los acontecimientos anmalos,
cuya naturaleza debe ser ms daimnica que la de los dems dioses porque corretea con sus sandalias
aladas entre el panten olmpico y la Tierra, trayendo mensajes al mundo de los hombres. Estoy
hablando de Hermes.
Hermes es especialmente importante para nuestra cultura, que ha ido cayendo de forma creciente
bajo los auspicios de Apolo, el principio arquetpico que est detrs de la conciencia, el desapego
masculino, la racionalidad, la claridad, la pureza en la determinacin, etc.[295] Apolo es el dios de la
ciencia. Hermes es su hermano y su espina clavada. Constantemente subvierte a Apolo, robando, por
ejemplo, su ganado (y mutilndolo: les da la vuelta a las patas!) y mintiendo despus para exculparse.
[296] Me viene a la mente un dicho tribal del este de frica que reza: Aunque Dios sea bueno y desee

el bien para todo el mundo, por desgracia tiene un hermano imbcil que siempre est interfiriendo en
lo que l hace.[297] Pero por mucho que Hermes haga el tonto, es extremadamente inteligente. Como
inventor de la escritura, es el dios de la comunicacin, la sabidura y la hermenutica. Pero sus
comunicaciones tambin pueden ser engaos. Hermes se apropia de las pomposas y rimbombantes
profecas apolneas y las tergiversa y las siembra de absurdidades y falsedades, con la intencin de
refrenar el vuelo decidido y de altas miras del espritu con la cualidad contemplativa del alma, lenta,
ambigua y de orientacin descendente.[298] Sus engaos pueden, igual que el arte, ser disfraces que
nos atraen hacia verdades ms profundas. Hermes nos confunde, pero a menudo para nuestro propio
bien, sacndonos de nuestra idea de verdad de nuestro literalismo, por ejemplo y llevndonos
hacia la penumbra embaucadora y paradjica del reino daimnico. No en vano se le venera como
dios de las fronteras y las encrucijadas, donde interaccionan realidades diferentes.
Al igual que el coyote, el cuervo o la liebre esos bufones y al mismo tiempo hroes de la
cultura de los indios norteamericanos, Hermes es un Embaucador.[299] Para nosotros es tan difcil
tolerar a los embaucadores como a los dimones: nuestro monotesmo, ya sea el del cristianismo o el
de la ciencia, los ha excluido. Y, as, Hermes se ve obligado a operar desde el Inframundo,
ensombreciendo el cristianismo con filosofas esotricas, gnsticas ocultistas y hermticas. Al igual
que su anlogo latino, Mercurio, es el alma de la alquimia. Regresa para atormentar al cientificismo
con fenmenos paranormales y anomalas enloquecedoras: todos los dimones son embaucadores,
igual que los seres fericos; todos estn al servicio de Hermes-Mercurio. ste desestabiliza nuestras
vidas con todo tipo de pcaros trucos y travesuras; cuanto ms lo ignoramos, ms nos acosa, hasta
que sus trucos empiezan a parecer siniestros y se convierte, de hecho, en el Diablo.
Los antiguos griegos tuvieron la sabidura de meter a Hermes en su panten, donde los dems
dioses podan tenerlo a la vista. De modo similar, los dioses escandinavos toleraban a Loki,
forjador de mal, calumniador y estafador de los dioses,[300] padre de Hel (soberano de los
muertos), a pesar de que saban que guiara a las fuerzas de la destruccin contra ellos en el
Ragnarok, el ocaso de los dioses. En la mitologa hind, Krishna despleg todo el abanico del
comportamiento embaucador, especialmente cambiando de forma. Como la Gente Pequea, era
muy capaz de hacer desaparecer los tarros de requesn mientras las lecheras dorman, robar
mantequilla y tirar las cosas de las estanteras;[301] y en cambio, al mismo tiempo, puede declarar,
con una grandilocuencia que recuerda al alqumico Mercurio: Yo soy el S-Mismo, asentado en el
corazn de todas las criaturas. Yo soy el principio, la mitad y el final de todos los seres.[302]
Hermes-Mercurio es el dios de las falsificaciones. Una falsificacin pretende exponer algn
defecto de la sociedad. Por ejemplo, unas personas (puede que no sean personas, pero ya volver
sobre esto) se hacen pasar por trabajadores sociales y llaman a las puertas pidiendo examinar a los
nios. En el mejor de los casos, esto podra resultar a la vez cmico y moral, como stira,
pongamos, de una sociedad que se ha despersonalizado, permitiendo que las burocracias entorpezcan
las relaciones. Pero si resulta que esas personas han ido a importunar o herir a los nios, la
falsificacin se vuelve criminal e incluso diablica. Hay un lado siniestro en todos los falsificadores.
Les gusta jugar a ser dios entre bambalinas.[303]
Los crculos de las cosechas pueden ser falsificaciones o no serlo, pero sin duda son como
falsificaciones en el sentido de que llaman la atencin sobre nuestra mala relacin con la naturaleza y
se burlan de nuestros mtodos de investigacin. Quienes los realizan son como bromistas cuya
satisfaccin radica en ver las caras de aquellos a quienes han engaado cuando la verdad sale a la luz.
Si a los falsificadores de crculos de las cosechas se les pregunta por qu lo hicieron, puede que
respondan: Queramos que todos los cientficos y cascarrabias que tienen una idea fantstica de s
mismos se conocieran un poco mejor; desinflar su presuncin y desintoxicarlos de sus ilusiones.
[304] En realidad, aparte del hecho de que nadie ha dado un paso al frente para reivindicar la mayo ra

de los crculos, los falsificadores no suelen saber por qu lo hicieron. Cuando se les pregunta, se
encogen de hombros y dicen algo as como: Lo hicimos porque s. En cierto sentido, son vctimas
de su propia trampa. Mientras estaban jugando a ser dioses, un dios estaba jugando con ellos: el
architramposo Hermes, el diablo que se mete en todos nosotros alguna vez. Quin sabe si los
crculos de las cosechas fueron directamente realizados por Hermes, o por l a travs de la accin de
tramposos humanos que actuaban al estilo daimnico? (Personalmente, sospecho que es uno de los
primos hermanos de Mercurio, Robin Goodfellow, el que tradicionalmente se ha pasado siglos
haciendo malas pasadas en los campos).
Hermes-Mercurio no se desenmascara. No necesita la satisfaccin de ver qu cara ponemos. Nos
obliga a desenmascararnos a nosotros ante sus emisarios: marcas enigmticas en plantaciones de
maz, aliengenas de ojos grandes que nos abducen en sus naves espaciales, burla dores que dictan
sandeces a travs de la escritura automtica, entidades cuyas revelaciones son delirios y cuyos
delirios si persistimos en ellos pueden llevar a la revelacin Nos manipula, sabe lo que
pensamos, nos conoce mejor que nosotros mismos. Es reservado, implacable, impersonal e
inhumano. Como un psicpata. Como un dios. No es tanto el diablo como Lucifer, que engatusa tanto
para destruir como para traer luz. Si no nos conocemos a nosotros mismos lo que implica
conocer, distinguir y tener en cuenta a nuestros dimones y demonios, seremos presa fcil.
13
EL OTRO MUNDO

Metforas espaciales
Existen demasiadas teoras sobre la naturaleza y el origen de los ovnis como para enumerarlas, por
lo que slo mencionar algunas de las ms populares. Los ovnis son:
naves espaciales construidas por los habitantes de planetas lejanos;
naves construidas por una raza superior que vive en el interior de la Tierra, la cual est hueca;
naves construidas por humanos o aliengenas en bases secretas sobre la superficie de la Tierra;
naves desarrolladas por humanos en el futuro y que han viajado atrs en el tiempo;
naves procedentes de otras dimensiones;
productos de una energa telrica subterrnea que interacta con nuestras psiques de modo
que las veamos como naves estructuradas;
proyecciones puramente psicolgicas de la mente inconsciente: Mientras los defensores de
todas estas teoras independientes se oponen unos a otros, nosotros ya estamos en posicin de ver
que, al menos en un aspecto, son asombrosamente parecidas: todas son lecturas literales de metforas
espaciales. Cada una de estas teoras puede caracterizarse por un prefijo de lugar: el origen de los
ovnis es extra-, infra-, trans-, para-, sobre- Como las teoras de los crculos de las cosechas, cada
una est, por supuesto, relacionada con todas las dems por analoga. Por ejemplo, teora
extraterrestre : teora de la proyeccin inconsciente :: espacio exterior : espacio interior :: fsico :
mental; en cambio, teora extraterrestre : teora de la energa telrica :: encima : debajo :: material :
inmaterial.
Lo que quiero subrayar aqu es que la Imaginacin siempre se imagina a s misma en trminos
espaciales. Como mis otros dos modelos, el inconsciente colectivo y el Anima Mundi, es en s misma
no espacial, del mismo modo que es intemporal. Como la definicin tradicional de Dios, es una
esfera inteligible cuyo centro est en todas partes y cuya circunferencia no est en ninguna. Pero
para hablar de estos modelos nos vemos forzados a volver a las metforas espaciales, a hablar de
reinos y dominios, mundos o realidades, depsitos ocenicos o almacenes de imgenes. Requieren
adverbios como debajo o detrs subyacen a la conciencia o estn detrs de nuestro
mundo porque la dimensin metafrica favorita del alma es la profundidad.[305] Sin embargo,
existe un cuarto modelo que no se imagina exclusivamente debajo, detrs, ms all, encima o dentro,
sino que incluye cualquiera de estas dimensiones o bien todas ellas. Se llama, simplemente, el Otro
Mundo. ste es el trmino habitual para la realidad daimnica entre los folcloristas. Lo emplean
metafricamente, y eso es correcto hasta cierto punto. Pero cuando dan por hecho que el Otro Mundo
no tiene realidad porque no tiene realidad literal, entonces se equivocan.
La no espacialidad del Otro Mundo se representa mediante la multiespacialidad. Est, por as
decirlo, en todas partes y en ninguna. Y eso es lo que expresan las teoras contrincantes sobre los
orgenes de los ovnis. Ya hemos visto que, en las culturas celtas, los diferentes puntos de vista sobre
los orgenes de las hadas no eran tan competidores como simultneos. A veces se deca que las hadas
vivan bajo tierra y a veces que vivan en el aire; a veces bajo el mar y otras en unas islas hacia el
oeste. Estos lugares tambin albergaban a los hroes de la patria. Entre los antiguos griegos, la tierra
de los muertos se conceba como el Hades, subterrneo pero vasto y lleno de aire y de luz. Los
Campos Elseos eran a un tiempo un paraso terrenal, accesible por el mar, y un cie lo subterrneo,
contiguo al Hades. En los primeros siglos despus de Cristo, los pitagricos y los estoicos traspasa
ron el emplazamiento del Hades al aire. Todo el aire est lleno de almas, dijo Alejandro Polihistor,
adoradas como dimones y hroes, y ellas son quienes envan los sueos y presagios[306]
El Hades fue demonizado por el cristianismo en forma de Infierno, mientras que el Cielo fue
elevado ms all de los vivos, a alguna remota esfera celeste. Para los cristianos no deba haber
ningn otro mundo cerca de ste, a menos que fuera alguna regin infernal, y desde luego no hacia el
norte o el oeste, donde culturas tribales los nativos americanos, sin ir ms lejos solan situar sus
parasos en la otra vida. En la mitologa nrdica, Hel y Valhalla moradas de los muertos mediocres
y de los hroes fallecidos, respectivamente existan junto con otros reinos, ya fueran de los dioses
(Asgard), de los dimones (Alfheim y Jotunheim, para elfos y gigantes, respectivamente), o bien de
los humanos (Midgard). Aqu, como en todas las culturas tradicionales, la otra vida no era concebida
tanto Zomo un lugar de recompensa o castigo, sino ms bien como una continuacin de sta. En
efecto, se poda penetrar en el Otro Mundo estando en esta vida, creencia que perdur hasta bien
entrada la era cristiana. A Dante, por ejemplo, lo sealaban por las calles de Florencia no como al
hombre que haba escrito la Divina Comedia, sino como al hombre que haba visitado el Infierno.

El Otro Mundo como temporal


En lugar de coexistir con nosotros en algn otro lugar en el presente, a veces se imagina que el Otro
Mundo ha existido en algn momento del pasado. Las sociedades tradicionales sitan en el pasado los
acontecimientos que fueron decisivos para su cultura: en tiempos de los ancestros o de los dioses; in
illo tempore, como dice Mircea Eliade. Siempre que la administracin de una sociedad es sustituida
por otra, mediante la conquista, pongamos, o la cristianizacin, se dice que sus dioses han sido
vencidos, como si en otra poca hubieran estado activos pero ahora estuvieran destruidos o se
hubieran quedado obsoletos. Esto no es del todo cierto. Rara vez se piensa en los dioses como
plenamente activos en el presente; siempre pertenecen a una Edad Dorada del pasado, cuando,
pasendose libremente entre los hombres, establecieron las costumbres y las leyes de una sociedad
cuyo estado presente siempre ha decado desde una perfeccin original.
De forma anloga, los folcloristas suelen dar por hecho que la fe en los seres fericos, por
ejemplo en Irlanda, se ha ido desvaneciendo progresivamente y hoy est ms bien extinta. Sin duda, la
fe en los seres fericos est menos extendida, pero no hay que tomar al pie de la letra lo que dicen los
informantes. Hace ms de mil aos, los monjes irlandeses afirmaban que la creencia en las hadas
estaba declinando. Los campesinos del oeste de Irlanda decan lo mismo hace ciento cincuenta aos.
Dos generaciones despus, Evans-Wentz y Lady Gregory descubrieron que an formaba parte de la
vida cotidiana, aunque sus informantes, desde luego, aseguraban que la fe en las hadas casi haba
desaparecido. Y hoy en da an sigue vigente, a pesar de las torpes sentencias que defienden lo
contrario. En otras palabras, la edad dorada de los seres fericos, por llamarlo as, siempre se ha
atribuido como la de todos los dioses a pocas anteriores. Las hadas siempre se estn yendo,
pero nunca se van.[307]
La Imaginacin, pues, a menudo se representa a S misma como un pasado antes de que hubiera
luchas, conflictos y contradicciones, cuando los dioses se paseaban al fresco entre los hombres y el
cielo an estaba ligado a la Tierra. Este estado prelapsario se expresa en los mitos de edenes y
arcadias que alimentan nuestra nostalgia por los buenos y viejos tiempos, y por una infancia en que
las cosas eran ms inocentes, ms sencillas, mejores. Del inters y el arraigo del alma respecto al
pasado da fe el psicoanlisis, que busca desvelar el momento de la infancia en que las cosas
empezaron a ir mal. Tambin el inconsciente colectivo de Jung se concibe no slo como el reino de
los arquetipos, sino como el depsito de la experiencia pasada de la humanidad, como una especie de
memoria racial.
El reverso del mito de la Arcadia pretrita es la Utopa futura. La humanidad ya no suea con un
retorno al Edn, sino con un progreso hacia la Nueva Jerusaln. sta fue otra consecuencia del
cristianismo, que reimagin el tiempo en su conjunto: empieza, como si dijramos, con el
nacimiento de Cristo (antes del cual a. C. va hacia atrs) y avanza inexorablemente hacia el fin
del mundo tal como lo conocemos y rumbo al milenio. Este mito se halla detrs de todas las utopas,
incluidos los sueos del cientificismo, que prev una futura edad dorada laica y tecnocrtica. Pero
siempre est la otra cara de la moneda: la distopa que tanto adoran la ciencia ficcin y los
catastrofistas. La tradicin ovni contiene ambas caras, sealando hacia un futuro en que 10.4
extraterrestres aterrizan para conquistarnos o esclavizarnos, o bien para inaugurar una nueva edad
gloriosa mediante su tecnologa superior. Constantemente nos advierten de las consecuencias de la
temeridad nuclear y de la devastacin ecolgica. A diferencia de los seres fericos, que son del
pasado y aparecen en el presente slo fugazmente, los ovnis y sus ocupantes aparecen en el
presente y son del futuro. No es que siempre se estn yendo y nunca se vayan, como ocurre con las
hadas, sino que siempre estn viniendo pero no llegan nunca.
El Otro Mundo como lo Desconocido
Siempre se imagina que el Otro Mundo empieza en el lmite del nuestro. Puede ser la espesura fuera
de los muros de la ciudad o bien las regiones inexploradas en el borde de los mapas, rotulados con
un Aqu hay dragones. Puede empezar en la orilla del ocano o en la verja del jardn. A medida
que las fronteras de lo Desconocido van retrocediendo y el mundo est ms explorado, el Otro
Mundo se ubica en el espacio exterior. Los primeros aliengenas decan proceder de Venus, Marte o
la Luna; ms tarde, cuando esos planetas parecieron cercanos, poco remotos, dijeron proceder de
lejanos sistemas solares como Zeta Reticuli o las Plyades.
La religin fija las fronteras de lo Desconocido en los lmites de la vida humana. En las culturas
tradicionales, el otro mundo ms all de la vida, despus de la muerte, es inmanente, otra realidad
contenida dentro de sta. En el cristianismo, es trascendente, una realidad separada, excluida de la
Tierra. El cientificismo no reconoce ningn Otro Mundo, pero, como ya he dado a entender en mi
pequea historia de los dimones, la realidad daimnica tiene una manera de subvertir esto. Y as el
cientificismo construye sus propias versiones literales del Otro Mundo trascendente y del inmanente.
El primero aparece en los misteriosos modelos del universo articula dos por astrnomos y
cosmlogos; el segundo, en las especulaciones de los fsicos nucleares.
Vale la pena detenerse un momento en el Otro Mundo de los fsicos nucleares, aunque sea slo
porque su disciplina se considera en general la decana de las ciencias. Ellos pretenden, por encima de
todo, establecer los hechos de la materia. Yo sostendra, sin embargo, que su reino subatmico no
es ms que otra variante de la realidad daimnica. Todo lo que se afirma sobre l podra, por
ejemplo, aplicarse con igual razn al terreno de los seres fericos. Ambos mundos invierten el
reconfortante universo newtoniano en que vivimos: las leyes del tiempo, el espacio o la causalidad y,
por supuesto, de la materia son ignoradas. (Pasado el horizonte eventual de un agujero negro,
dicen los astrofsicos, el tiempo se ralentiza hasta quedar suspendido; o, una vez dentro del agujero
negro, corre hacia atrs). La fsica subatmica introduce dimensiones extra; la teora de cuerdas
da cabida a diez, creo: nuestras cuatro ms otras seis, estrechamente comprimidas. La
multidimensionalidad es un ingrediente bsico de la ciencia ficcin y de la ufologa.
Los dimones del espacio interior subatmico se llaman partculas, aunque no lo sean
estrictamente hablando: los electrones, sin ir ms lejos, son partculas y ondas al mismo tiempo. Son
paradjicos, estn y no estn, como las hadas. Igual que los ovnis, no se pueden medir con exactitud:
podemos calcular su velocidad, o su posicin, pero no ambas. Esto es, a grandes rasgos, lo que
Werner Heisenberg llamaba el Principio de Indeterminacion, y es aplicable a todos los fenmenos
daimnicos. No podemos conocer las partculas subatmicas en s mismas; slo podemos
identificarlas mediante sus indicios daimnicos. Como Yetis diminutos, solan dejar huellas en cubas
de detergente colocadas en el fondo de las minas; hoy en da tienden ms a dejar su rastro en la
pantalla de ordenadores conectados a aceleradores de partculas.
Se burlan sin piedad de sus investigadores. Cada nueva partcula descubierta promete ser el
componente fundamental de la materia. Primero fueron los tomos; luego los electrones, protones y
neutrones; luego los quarks, cuya naturaleza juguetona e incluso propia del Sombrerero Loco se
hace evidente en su nombre carrolliano. Recuerdo cuando haba solamente cuatro quarks,
daimnicamente denominados arriba, abajo, extrao y encanto (buenos nombres para tipos
de ovnis). La ltima vez que les ech un vistazo ya eran ms de cuarenta. Y siguen aumentando. Cada
vez ms pequeos, ms picaruelos y menos sustanciales partculas sin masa, se alejan de
nosotros como qusares, esos enormes dimones que se dice que avanzan hacia el lmite del universo
conocido a velocidades cercanas a la de la luz.
Como ocurre con todas las entidades anmalas, el acto mismo de observar las partculas las
altera. Al final, no se distinguen observador y observado, sujeto y objeto.[308] Las partculas cuya
existencia se ha pronosticado surgen amablemente. Si no lo supiramos, casi podramos decir que
han cobrado existencia al ser imaginadas. Los llamados nuevos fsicos, que se olieron algo hace ya
tiempo, empezaron a comparar todo el asunto con religiones orientales,[309] o a sospechar que su
realidad es principalmente metafrica, y no literal y fctica.[310] Eso no quiere decir que los
dimones no puedan manifestarse de forma concreta, como ya hemos visto. De hecho, cuanto ms
pequeos, ms poderosos pueden ser, vase la bomba atmica.
Los estudiosos de lo daimnico espiritualistas, uflogos y dems recurren excitados a la
fsica subatmica como prueba de que otras dimensiones y otros mundos son posibles y reales,
animndose a creer que algn da su daimon favorito ser aceptado por la ciencia. Pero el reino
subatmico no es un mundo de hechos literal del que puedan obtener un apoyo para la realidad literal
de los suyos. Tan slo es otra metfora del Alma del Mundo. Y ni siquiera es especialmente buena:
los dimones prefieren aparecer personificados, no como pequeas y extravagantes partculas
impersonales. El Otro Mundo subatmico tiene su propia elegancia y una cierta belleza austera, como
gustan de subrayar los fsicos; pero resulta gris y falto de sentido comparado con el universo que
William Blake vea en un grano de arena. De hecho, por ms que instrumentos especiales como el
microscopio y el telescopio amplen el campo cuantitativo de la percepcin ms all de los lmites
sensoriales comunes, no incrementan su profundidad cualitativa. Producen una visin sucednea, una
sombra de esa verdadera visin imaginativa que por s sola revela un significado.
El modelo einsteniano del universo ms como un gran pensamiento que como una gran
mquina, deca Sir James Jeans invierte el modelo newtoniano. Son variantes recprocas, imgenes
de un universo cuya realidad definitiva nunca puede conocerse. El Otro Mundo refleja el nuestro.
Puede ser benigno, como los parasos que invierten el sufrimiento de este mundo, o puede ser
extrao, como el reino que algunas tribus atribuyen a brujas que caminan o hablan hacia atrs, llevan
la cabeza boca abajo y las piernas del revs.[311] Estas caractersticas se atribuyen a veces a los
habitantes de pueblos vecinos, recordndonos que, para las personas de imaginacin, el Otro Mundo
siempre ha sido ste. Para esas personas, despertar es, en un sentido ms profundo, estar dormido, y
morir, vivir. Muy bien podra haber un final para este mundo literal nuestro, pero no puede ser un
final literal porque es continuo con ese otro mundo, que no tiene fin.
Hasta ahora me he centrado en apariciones y visiones relativamente aisladas o de corta vida. Pero
me gustara considerar las visiones que ya no son un solo acontecimiento sino toda una trama, y las
personas que se han adentrado en el Otro Mundo y han regresado, como los intrpidos viajeros de
antao, para contar sus relatos.
T ERCERA PARTE
VIAJES A L OTRO MUNDO

Mientras caminaba entre las llamas del infierno, deleitndome con los goces del Genio, que a los
ngeles les parece tormento y locura, recog algunos proverbios suyos.

William Blake, en El matrimonio del cielo y el infierno


14
TIEMPO PERDIDO
Al final del primer captulo dejamos a John y Elaine Avis (son pseudnimos), junto con sus tres hijos
(Kevin, Karen y Stuart, de diez, once y siete aos), conduciendo hacia su casa de Aveley, Essex, una
noche de octubre de 1974. Haban estado visitando a unos parientes y se estaban dando prisa por
llegar a tiempo de ver un programa de televisin. Kevin fue el primero en ver la luz ovalada y azul
plido. Se la seal a sus padres, que al principio creyeron que se trataba de un avin pero decidieron
que no poda serlo, pues nunca haban visto nada igual. La luz sobrevol el coche y desapareci
detrs de unos rboles. Mientras seguan adelante, alcanzaron a verla de vez en cuando hasta que
qued oculta por unos arbustos. Creyeron que el incidente haba terminado.[312]
Pero entonces se dieron cuenta de que reinaba un extrao silencio. Ya no oan el motor del coche
ni el ruido de los neumticos sobre el asfalto. Al doblar una curva, se metieron en un banco de niebla
densa y verde. La radio del coche empez a crujir y a sacar humo. John arranc los cables. El motor
se par y el coche se detuvo con una violenta sacudida. Entonces hubo un traqueteo y volvieron a
encontrarse conduciendo otra vez por la carretera. Ms tarde, John dira que, al emerger del banco de
niebla, tuvo la rara impresin de hallarse solo en la parte delantera del coche. Aun as, llegaron a
casa sin ms contratiempos y, cuando encendieron el televisor, se sorprendieron al ver que no
apareca nada en la pantalla. Por lo visto, todos los canales haban finalizado su emisin. Entonces
comprobaron la hora y se dieron cuenta de que era ms de la una de la madrugada. Dado que
pensaban llegar hacia las diez y media, estaba claro que, de alguna manera, entre dos y tres horas
haban desaparecido de sus vidas.
Pasaba el tiempo y los Avis no lograban quitarse el suceso de la cabeza. Lo rememoraban
constantemente a travs de vvidos sueos sobre incidentes sobrenaturales y criaturas misteriosas. Su
casa estaba asediada por una actividad leve que pareca poltergeist y produca extraos golpes y
ruidos. Su vida tambin se vio afectada en otros aspectos, incluido el asco repentino que sintieron
todos, excepto Stuut, por la carne. Elaine ni siquiera poda pasar cerca de una carnicera, mientras que
a John le daban nuseas cada vez que ola carne cocinndose. Al final, John sufri una crisis nerviosa
y perdi su trabajo. Como consecuencia de un artculo en un peridico local y un programa de radio,
tambin local, sobre los ovnis, se puso en contacto con un grupo de estudiosos del tema. Andrew
Collins y sus colegas se pusieron a investigar y pronto consiguieron la ayuda de Leonard Wilder, un
dentista londinense gran experto en hipnosis. Impresionados por la evidente sinceridad y lo razonable
del testimonio de los Avis, decidieron hacerles retroceder mediante hipnosis con el fin de
descubrir lo que haba ocurrido durante aquel lapso de tiempo perdido. Elaine no quiso someterse a
hipnosis, aunque espontneamente record, al igual que John, muchos detalles de su viaje
ultramundano. No obstante, el grueso de la historia surgi durante las tres sesiones de hipnosis con
John.
Ms adelante me ir refiriendo en ciertos momentos a distintos aspectos del viaje de los Avis.
Antes de contar su extraordinario relato dejaremos un espacio para el suspense quiero tratar
brevemente tres temas interrelacionados. Los dos primeros proporcionan una base esencial sobre la
que deberan entenderse todos los viajes ultramundanos; el tercero la hipnosis tiene especial
relevancia para el moderno viaje ultramundano conocido como abduccin ovni.
Recordar y olvidar
Los perodos de tiempo perdido es decir, lapsos de memoria no son simplemente la
contrapartida negativa del tiempo recordado. Son incidencias importantes por derecho propio,
lagunas en la continuidad de la vida que nos recuerdan su profundidad. Fue a travs de
acontecimientos olvidados en casos de histeria y a travs de equivocaciones en la vida cotidiana
como Freud descubri el inconsciente y, por lo tanto, dio inicio a la psicologa profunda. Jung lo
sigui y baj al Inframundo, donde descubri regiones enteras de filosofa y psicologa alquimia y
gnosticismo, por ejemplo que haban sido olvidadas colectivamente, como si la propia historia
hubiera sufrido un lapso de memoria. Puede que olvidar lo que creemos que es importante nos
recuerde lo que es importante.
En la Repblica (II, 3), Platn da un temprano testimonio de lo que hoy llamamos una
experiencia de casi muerte. Lo llam el mito de Er, un soldado muerto en batalla pero que volvi
a la vida en su pira funeraria y describi el sino de las almas en el Otro Mundo (que, a diferencia de
la otra vida cristiana, existe antes y despus de la vida). Las almas que esperan para nacer tienen que
beber primero de las aguas del Leto, el ro del olvido, para que no recuerden nada de su existencia
previa durante su vida en este mundo. A Er le dijeron que no bebiera, para poder recordar y as hacer
recordar a la humanidad el Otro Mundo y su disposicin.
Estamos acostumbrados a pensar en el olvido de acontecimientos cruciales en funcin de un
trauma: la vctima de un accidente automovilstico olvida el momento del impacto; el nio sometido a
abusos reprime el recuerdo de esos abusos; el abducido por un ovni es incapaz (al principio) de
recordar el horror de los aliengenas Pero no debemos pasar por alto el hecho de que, como en el
mito de Er, la orden de olvidar es tambin un rasgo intrnseco al Otro Mundo. En las modernas
experiencias de casi muerte, las personas que regresan del Otro Mundo aseguran con frecuencia
haber recibido una tremenda revelacin que, sin embrago, no pueden recordar o que les dijeron que
no recordaran.[313] Budd Hopkins, que ha tratado con cientos de casos de abducciones, seala que a
los abducidos, o bien les advierten de que no hablen de lo que les ha ocurrido, o bien una especie de
amnesia impuesta puede borrar eficazmente de su memoria consciente casi todo recuerdo de tales
experiencias.[314]
La idea de que, al conocer el Otro Mundo, en cierto modo hemos probado la fruta prohibida del
conocimiento es un eco de la doctrina que encontramos en las filosofas griega y gnstica y en las
escrituras budistas e hindes segn la cual hemos olvidado nuestras naturalezas esenciales. Para
Platn, el conocimiento consista en la anamnesis rememoracin de esta verdad. Una leyenda
talmdica dice que un nio en el tero se aprende la Tor del derecho y del revs y se le muestran los
secretos del universo; pero, en el instante de nacer, un ngel le golpea en la boca para hacerle olvidar.
La elasticidad del tiempo
El motivo del tiempo perdido es comn en el folclore. Hartland lo llama el lapso sobrenatural de
tiempo en el pas ferico.[315] Funciona en dos sentidos opuestos. Normalmente, quienes penetran en
el Otro Mundo pasan all lo que parecen unos pocos minutos u horas, para descubrir, a su regreso,
que han transcurrido semanas o incluso aos, como en la leyenda de Rip van Winkle (en el caso de
los Avis, pasaron horas en un abrir y cerrar de ojos). Por otro lado, un breve perodo de tiempo
puede parecer una eternidad en el Otro Mundo. Incluso asomarse a l como cuando observamos un
ovni, por ejemplo es sentir que el tiempo queda suspendido. En el momento de la muerte (o casi
muerte, segn cuentan los supervivientes), toda nuestra vida pasada puede desfilar ante nuestros ojos
en un instante.
Estos dos modos de experimentar el tiempo son anlogos a dormir y a soar. Podemos dormir
mucho y parecernos poco; los sueos pueden ser breves y parecen largos. Pero en ambos casos
penetramos en el Otro Mundo de lo inconsciente, ya nos lo encontremos como inconsciencia o como
otro tipo de conciencia. As, el visionario del tipo Rip van Winkle encuentra un Otro Mundo
intemporal (es como quedarse dormido: el tiempo pasa sin que uno se d cuenta), mientras que el
visionario de casi muerte lo vive como una eternidad (es como despertar a otra realidad: el tiempo
queda en suspenso).
Se podra establecer otra analoga. Existen dos situaciones que parecen ser especialmente
propicias para los viajes ultramundanos. La primera es conducir un coche, en especial a solas y por
la noche. La segunda es estar durmiendo solo en casa. Muchas (si no la mayora) de las abducciones
por parte de aliengenas se producen bajo alguna de estas circunstancias. En el caso de estar
durmiendo, nos despertamos de pronto para descubrir que hay aliengenas a veces aterradores y
otras veces no en el dormitorio. No estamos soando al menos, no en el sentido habitual, pero
la analoga con el sueo, y con el segundo tipo de lapso temporal sobrenatural, est ah.
En el caso de estar conduciendo, cabe destacar cuntas veces realizamos esta compleja y
potencialmente letal actividad sin ser conscientes de ello. Despertamos con un sobresalto tras
kilmetros de conduccin sin poder recordar ningn tramo del trayecto. No estamos dormidos al
menos, no en el sentido habitual, pero la analoga est ah. Incluso hay una denominacin
psicolgica establecida para este fenmeno: hipnosis de carretera. Se supone que lo causa la falta de
estmulo sensorial mientras se conduce de noche por vas largas y rectas. La mente, sin
aportaciones visuales ni sonoras, desconecta y el conductor puede pasar por pueblos enteros sin
acordarse de ellos.[316] Tal vez sea durante estos lapsos cuando vemos un ovni o un Bigfoot en la
carretera; o cuando nos embarcamos en otro viaje, paralelo y menos montono que el literal, rumbo
al reino de los dimones.
Hipnosis
Nadie sabe exactamente qu es la hipnosis o cmo funciona. Induce una amplia variedad de estados
alterados de conciencia, desde el pasivo y receptivo (aunque todava consciente) hasta trances
profundos en que los sujetos no son conscientes de cuanto los rodea. Es un asunto turbio, que flucta
en el lmite de la respetabilidad cientfica. Algunas personas piensan que la rememoracin
hipntica no es otra cosa que la capacidad de recordar ms fcilmente los detalles de un
acontecimiento en el ambiente relajado de una sala de consulta, pongamos. Otros aseguran que es una
manipulacin, consciente o no, del hipnotizador, que dirige al sujeto, el cual se encuentra en un
estado sugestionable, para que urda el tipo de historia que el hipnotizador persigue.
Un buen ejemplo del segundo caso es el experimento llevado a cabo por Alvin Lawson,
catedrtico de Literatura, y William McCall, doctor que practicaba la hipnosis mdica. Hipnotizaron a
diversos sujetos que fueron deliberadamente inducidos a una escena de abduccin ovni. La idea era
comparar sus relatos con abducciones reales y, de este modo, detectar mejor cualquier fraude que
pudiera presentarse como genuino. Pero el experimento fall: los sujetos que no haban sido
abducidos elaboraban unas descripciones de ovnis y entidades aliengenas indistinguibles de las de
los abducidos autnticos.[317]
Este resultado no debera asombrarnos. Como espero mostrar, las abducciones ultramundanas
son patrones arquetpicos. Son mitos que, por definicin, pueden atraparnos y actuar sobre nosotros,
o bien hallar expresin a travs de nosotros. Ni realidad ni ficcin; participan de ambas a travs de la
Imaginacin.
Jung emple mucho la hipnosis en los primeros tiempos de su consultorio privado con el fin de
sondear lo inconsciente y as reconstruir las historias no desveladas; de las vidas de sus pacientes.
Pero le pareci un andar a tientas poco fiable y pronto la abandon en favor de los sueos.[318]
Aunque, como ya he mencionado, ms tarde ampli el trabajo sobre el sueo con la imaginacin
activa, donde los pacientes entraban en un estado mental pasivo y reciban sin juicios ni represin
cualquier imagen que surgiera espontneamente ante sus ojos. La regresin hipntica suena bastante a
esto; suena a un estado daimnico fronterizo entre el sueo y la vigilia.
Jung no conceba como un registro de hechos la rememoracin que hacan sus pacientes de
acontecimientos olvidados en sus vidas. Saba que la memoria es hija de la Imaginacin y que
cambia, elabora e incluso falsea lo que creemos que ha sucedido. Los recuerdos hipnticos no son
una excepcin. Son tan afines a los sueos como lo son a la vida en vigilia. La regresin hipntica no
es una nueva y clara promulgacin de acontecimientos pasados, sino un nuevo viaje hacia el mismo
reino daimnico en que esos acontecimientos, que son el pasado para nuestra conciencia normal, an
continan, an siguen cambiando como arenas movedizas y son capaces de arrastrarnos a las
profundidades.
La abduccin de los Avis
Al retrotraerse al momento del inusual acontecimiento sucedido durante su trayecto en coche, John se
encontr dentro del ovni, de pie en un balcn, mirando la gigantesca habitacin tipo hangar a
sus pies. All abajo pudo ver un vehculo cuyos ocupantes dos en la parte delantera y ms en la de
atrs estaban todos dormidos o desplomados sobre los asientos. Su esposa se encontraba al lado de
l. Elaine tambin se acord de esto conscientemente, aunque ella recordaba que Kevin estaba
asimismo con ellos. Ella tambin mir abajo y vio un vehculo en el hangar; definitivamente era su
coche, porque pudo ver a John y a Kevin de pie al lado (aunque simultneamente estaban con ella en
el balcn!). Entonces la apartaron de su marido e hijo y se la llevaron.
John record que mientras tanto haba acompaado a un personaje alto, de ms de metro ochenta,
a travs de una puerta que apareci de repente en una pared, por lo dems lisa. Avanzaron por un
pasillo y entraron en una sala de reconocimiento amueblada con una mesa y un aparato. La entidad
alta lo toc y l perdi el conocimiento. Cuando volvi en s, se encontr tumbado sobre la mesa y
rodeado por el aparato, que se mova arriba y abajo por encima de su cuerpo. Haba tres entidades
altas mirando hacia su izquierda, donde otros dos personajes lo examinaban con unos instrumentos
como bolgrafos. Estos dos eran espantosos. Tenan los ojos triangulares, lar nariz corva y una
rendija como boca; sus orejas eran enormes y puntiagudas, y sus manos, peludas y como pezuas.
Pero lo que ms chocaba en ellas era que llevaban batas quirrgicas blancas, como grotescas
parodias de doctores. Las entidades altas tenan un aspecto ms humano. Vestan trajes plateados de
una pieza que tambin les cubran la cabeza y, posiblemente, la nariz y la boca (John no recordaba
haber visto sus rasgos).
Despus del reconocimiento, a John se lo llevaron por ms pasillos y le mostraron partes de la
nave una zona de descanso y recreo, por ejemplo, que contena cubculos para dormir, y
luego fueron a una sala de control donde le hicieron tumbarse y ver una serie de imgenes en una
pantalla con forma de plato.
Elaine tambin fue a parar a una sala de reconocimiento semejante a la de John, donde la ataron a
una mesa por las manos y los tobillos y fue explorada por las criaturas grotescas y sus bolgrafos.
Cuando al fin baj de la mesa, se encontr con que llevaba una larga tnica con capucha, aunque no
recordaba haberse desnudado ni ponrsela. A ella tambin la llevaron a la sala de control y, como a
John, le mostraron imgenes en una pantalla.
Las imgenes de John eran planos, dibujos y grficos que desfilaban demasiado deprisa para
poder obtener una visin clara. Recordaban a un diagrama del sistema solar y fotografas de Saturno.
Entonces lleg a una imagen tridimensional, como un holograma de unos conos gris metlico bajo
un cielo refulgente. Le explicaron que era el aspecto que tendra la Tierra despus de quedar destruida
por la contaminacin. Un personaje con toga apareci al frente de esta escena sosteniendo una esfera
redonda y brillante que le pidieron a John que tocara. ste lo hizo y not una sensacin extraa en el
brazo. Se le ocurri la idea de que el holograma representaba una especie de santuario para las
entidades altas.
Las imgenes de Elaine consistan en estrellas en el espacio que, segn le dijeron, representaban
el Hogar. A continuacin, un movimiento de zoom centr la imagen en una de ellas, acercndose
cada vez ms hasta que pudo verse el perfil de las Islas Britnicas, luego el estuario del Tmesis,
poblaciones individuales, calles, edificios y casas, y entonces le dijeron que all era donde ella viva.
Por otra pantalla le pasaron imgenes como las de John. Era como si le bombearan en la cabeza los
contenidos de una enciclopedia todos de una vez. Tambin le mostraron el holograma y le hicieron
tocar la esfera que sos tena el personaje con toga. Le explicaron: sta es la simiente de la vida,
nuestro pasado y vuestro futuro, toda nuestra existencia. Acptalo de nuestra parte para vosotros,
vuestros hijos y vuestra especie.
Despus de la demostracin, el humanoide alto le dijo a John que era hora de irse. Unos
instantes despus volva a estar en su coche, aunque unos centenares de metros ms adelante del
ltimo punto que lograba recordar. Despus de las imgenes y el mensaje, Elaine fue conducida de
vuelta al coche, que aguardaba en la rampa de una especie de anfiteatro escalonado. Los nios ya
estaban dentro y John se encontraba junto a la puerta, a punto de entrar. De pronto, el vehculo se
desvaneci ante sus ojos, como a travs de las paredes de la nave. Elaine se asust, pero le dijeron
que no se preocupara. Entonces fue consciente del coche avanzando por la pista, y de s misma
metindose dentro con el vehculo en movimiento.
La experiencia termin con una sbita sacudida, y ella se encontr en el coche sentada junto a su
marido.[319]
15
El SELLO DE LO SOBRENATURAL

Las operaciones de los grises


Las supuestas abducciones por parte de aliengenas han ido adquiriendo importancia en los ltimos
treinta aos ms o menos. Anteriormente, las personas que, a principios de los cincuenta, decan
haber subido a bordo de platillos volantes lo hicieron voluntariamente. Sus aliengenas eran
amistosos y bienintencionados. A menudo altos, rubios y de noble aspecto, ofrecan ayuda, avisos o
consejo. En ocasiones daban a entender que eran los representantes de una comisin interplanetaria
que nos vigilaba con benevolencia a nosotros, los ms bien primitivos terrcolas. Las entidades altas
con que se encontraron los Avis guardan parecido con este tipo.
No obstante, se comenz a informar de un tipo diferente de entidad durante la gran oleada de
avistamientos ovni que se produjeron en Francia en 1954. All, y posteriormente en todo el mundo,
unas entidades pequeas y grotescas de cabezas, manos y ojos desproporcionadamente grandes
fueron vistas en las proximidades de un platillo aterrizado. Solan aparentar estar reparando su
nave o bien recogiendo muestras de suelo. A diferencia de los aliengenas altos y guapos, estas
criaturas eran indiferentes a los testigos o recelosos con ellos y a veces descaradamente hostiles.
Los primeros aos de la dcada de los sesenta vieron surgir numerosas denuncias de abducciones
a manos de unas entidades apodadas los grises (grays o greys) debido a su tez griscea y tirando a
esponjosa. Son pequeas ms o menos del tamao de un nio y flacas; muchas veces tienen una
cantidad irregular de dedos en las manos, o bien stas son palmeadas; las narices y bocas son
testimoniales y apenas se les ven en comparacin con sus enormes ojos, que a menudo son
completamente negros, es decir, sin pupilas, de forma ms bien almendrada y que se extienden por
los contornos de la cabeza como gafas de sol envolventes. Lo tpico es que saquen a la gente de sus
coches por la noche o, con la misma frecuencia, aparezcan en sus dormitorios, desde los cuales
suben flotando a las desventuradas vctimas hacia una sala circular y uniformemente iluminada,
donde las atan a una mesa y las examinan o las operan. Posteriormente les muestran imgenes de la
Tierra desde el espacio o fotografas de paisajes aliengenas, antes de que se encuentren sbitamente
de vuelta en sus coches o camas, perplejas, horrorizadas o quiz incapaces de recordar nada.
Kathie Davis, a cuyo caso Budd Hopkins dedica gran parte de su libro Intruders, se incorpor una
noche de 1978 estando en la cama y descubri que se encontraba cara a cara con dos extraas
criaturas de rostro gris, de entre metro veinte y metro y medio de altura, con grandes cabezas, una
piel que era de color blanco apagado, casi gris y unos ojos negro azabache, como lquidos y que
titilaban bajo la luz tenue.[320] Era slo uno de los muchos encuentros a los que ella siempre se
refera como sueos, si bien eran unos sueos que la afectaban como reales.[321] El acontecimiento
central en la larga escena de extraas experiencias que tuvo Kathie ocurri en cierto modo la noche
del 30 de junio de 1983, cuando vio una luz fantasmagrica en la caseta de la piscina de su casa de
Indianpolis. Hacia la misma hora, su madre detect una extraa bola de luz que rodeaba el comedero
para pjaros. Aquella misma noche, ms tarde, mientras se baaba en la piscina con dos amigos, los
tres sintieron fro de pronto y luego nuseas. Mientras tanto, los vecinos haban visto un sbito
destello de luz en el patio trasero de los Davis, seguido de un sonido grave y vibrante.[322]
Unos siete meses despus, tras haber contactado con Hopkins, ste intent que regresara mediante
hipnosis a los acontecimientos de aquella noche. Pero en cuanto Kathie volvi al momento de ver
la luz en la caseta de la piscina, se asust tanto que tuvieron que sacarla del estado hipntico. Sin
embargo, record espontneamente haber visto en el patio de atrs una nave con forma oval y
apoyada sobre cuatro patas articuladas. Una bola de luz, de sesenta centmetros de dimetro, ilumin
su cuerpo y ya no pudo moverse. Logr recordar de nuevo esa luz en una sesin de hipnosis
posterior: () el impacto y el dolor iniciales [fueron] como un relmpago que golpe el centro de
su pecho y luego circul por todo su cuerpo. Ocurri cuando iba a salir a comprobar la caseta de la
piscina. Tambin se acord de alguien que la tocaba y le pellizcaba el brazo. Seis cosas con forma
de bala formaron una lnea en el jardn y fueron hacia ella. Despus pareci haber slo una. Tena
algo metido dentro del odo y le dola.[323]
A partir de este principio fragmentario se fue revelando una elaborada escena de abduccin,
algunos de cuyos detalles proporcionar ms adelante. A Kathie la persiguieron los acontecimientos
paranormales durante aos. Se volvi propensa a miedos indescriptibles por las noches. No poda
dormir. Una vez oy que gritaban su nombre en su cabeza y, al correr a la habitacin de su madre,
ambas vieron una pequea bola de luz pasar zumbando por el pasillo. A la maana siguiente, las dos
mujeres sintieron los brazos y los hombros entumecidos; haba diminutas manchas de sangre en la
almohada de Kathie, en el lugar donde descansaba su cuello. Su hijo de cuatro aos, Robbie, estaba
aterrorizado por un hombre con la cabeza grande que entr atravesando la pared y desapareci en
el armario. Iba de un lado a otro y no me dejaba moverme, dijo Robbie. Y tena luces alrededor
de la cabeza (); el hombre quera a Tommy [su hermano menor].[324] En otra ocasin, Kathie vio
a su hombrecillo gris mientras estaba viendo la televisin. Entr por la puerta abierta sin reparar en
ella. El registro de la casa no dio ningn resultado.

Virginia y el ciervo
Debo decir que la interpretacin que da Budd l Hopkins de casos como el de Kathie no me acaba de
convencer. Se aferra a la idea de que ella y otros como ella son abducidos y sometidos a la accin de
los extraterrestres, y no puede evitar reflejar esto en su amable y sincera, pero a menudo poco
acertada, lectura de tales experiencias. Cuando interroga a sus abducidos bajo hipnosis, rara vez les
hace preguntas neutrales. Como tampoco lo son sus debates posthipnticos, pues los lleva al terreno
de sus propias hiptesis. A veces casi parece que prosiga con la hipnosis hasta que ellos salgan con
una escena que lo satisfaga. Considera centrales las operaciones fsicas,[325] pues son la base de
un siniestro programa promulgado por los aliengenas. Se preocupa de separar el grano de la paja,
y para l esas operaciones pseudomdicas son sin duda el grano, mientras que el resto es la paja. Pero
tenemos derecho a ser tan selectivos? Observemos el caso de otro de sus sujetos, una brillante
abogada de treinta y cinco aos felizmente casada que lleva el pseudnimo de Virginia Horton.[326]
Acudi a Hopkins pidiendo que la hipnotizara con el objetivo de averiguar qu le haba ocurrido
exactamente a los seis aos, cuando, en la granja de su abuelo, al sur de Manitoba, haba descubierto
un corte profundo que le sangraba profusamente en la parte posterior de la pantorrilla. Recordaba
haber quedado fascinada con ello en el momento, pero no qu poda haberlo causado. Si le
preguntaba a su madre por el incidente, tampoco ella lograba recordar nada, aunque s se acordaba
de cierta ocasin, cuando Virginia tena unos diecisis aos, en que tom parte en un picnic celebrado
durante unas vacaciones en Europa, cerca del valle del Rin, a unos cincuenta o sesenta kilmetros de
Frankfurt. Virginia se haba perdido en el bosque durante un breve instante. Sin embargo, al final
apareci corriendo y con la blusa manchada de sangre. Slo recordaba una cosa del acontecimiento:
que haba visto a un hermoso ciervo en el bosque (), casi como un ciervo mstico (); era muy
extrao.[327] Aade que fue como si hubiera salido del bosque asegurando que haba visto un
unicornio. Hubo una sensacin de excitacin y asombro. Y cuando pienso en el recuerdo visual que
tuve, no haba nada inusual en el ciervo, excepto que me estaba mirando () de una manera que
pareca muy consciente[328]
Aqu, Virginia est describiendo la no poco comn experiencia de encantamiento, cuando alguna
criatura u objeto sobrenatural de pronto parece dotado de profunda inteligencia y sentido. Con
frecuencia encontramos ciervos mgicos en los cuentos de hadas y en las novelas medievales, donde,
como Hermes, son psicopompos, guas del alma; t los cazas pero ellos esquivan tus armas,
conducindote a lo ms profundo del laberinto de rboles. Pero, por supuesto, te pierdes en la densa
espesura del alma para encontrarte luego: como inadvertidamente, el ciervo te ha guiado al castillo
encantado donde te aguarda la adorable princesa. Sospechas que sta ha estado confabulada con el
ciervo desde el principio; de hecho, sospechas que ella era el ciervo, que, en otros con textos, no slo
puede hablar, sino tambin brindar un consejo esencial para el xito de tu bsqueda, siempre que
hagas las preguntas adecuadas.
Consciente de la complejidad del ciervo, Virginia, cautelosamente, adelanta la idea de que quiz
estuviera hipnotizada en ese momento y slo pensara que vea un ciervo con el fin de tener alguna
historia que contar. (S, responde Hopkins, podra haber sido sugestionado)[329] Ella estaba al
corriente de las creencias de Hopkins sobre aliengenas que se presentan como un ciervo o hacen que
ella vea un ciervo con el fin de bloquear su recuerdo de lo que estaba viendo realmente, o bien
para proporcionarle una historia creble. Pero nosotros ya conocemos a estos aliengenas: son los
seres fericos que, como hemos visto en el caso de los monstruos lacustres, se disfrazan de animales
comunes o proyectan su atractivo sobre objetos vulgares, o nos lanzan un hechizo para alterar
nuestra percepcin.
Bajo hipnosis, Virginia dijo ms cosas sobre el ciervo: Sent una personalidad dentro de ese
ciervo. Haba una persona dentro del ciervo. Eso es lo que s.[330] La Imaginacin prefiere
representarse a s misma como personificada. La sensacin de que hay alguien detrs de un fenmeno
es la sensacin de lo daimnico, de lo divino incluso, en todas las cosas. Literalizar esta sensacin e
identificarla con extraterrestres que nos atacan tiene algo de paranoico.
En cualquier caso, Virginia record que el ciervo se evapor, se desvaneci y, despus de
buscarlo durante un rato, ella volvi junto a sus padres con sangre en la blusa. Bajo una nueva y ms
profunda hipnosis para explorar ese perodo, Virginia sali al fin con una historia que obtuvo el
visto bueno.[331]
Se encuentra paseando por el bosque y ve una luz brillante que tiene forma redonda y como de
peonza, Un vehculo como los que salen en las pelculas, de hecho. Entra dentro del vehculo y
se encuentra en mitad de una celebracin, una fiesta donde todos los presentes estn contentos,
especialmente el anciano que originariamente haba contactado con ella cuando se cort la pierna
en la granja de su abuelo, a la edad de seis aos.
Virginia ya haba descrito el ltimo incidente bajo regresin hipntica. Recuerda estar
cmodamente tumbada en un sof. La luz es suave y gris y huele a limpio, como a ozono. Siente unas
presencias (pero no ve a nadie) que le explican el motivo de su corte como telepticamente, aunque
ella no lo entiende. La presencia principal, que es afectuosa y paciente, muy parecida a su abuelo, se
describe a s misma con dedos ms largos y finos que los humanos y ms (o tal vez menos) cantidad;
de tono ms gris que los humanos; con ojos distintos, quiz ms de dos Dice que es muy viejo.
Virginia habla con l, parece ser, toda la tarde. El anciano le pide permiso para llevarse un trocito
pequeo [de ella] a casa, a lo que ella accede. Le habla de todos los lugares maravillosos que
existen, incluido el sitio al que l pertenece, que est lejos, y de las infinitas cosas hermosas que, no
importa cunto busques o lo lejos que vayas, nunca alcanzaras su fin.[332]
Ahora, al encontrarse de nuevo al anciano en el vehculo, a Virginia le choca lo extasiado
que se muestra ste con su propio proyecto de investigacin y con la condicin de ella; casi haba
un carcter religioso en cmo se senta respecto a la investigacin que estaba haciendo. Era como su
propia misin. En este punto menciona de pasada que le tomaron, cree, un poco de sangre de la
nariz mediante un pequeo instrumento zumbante, aunque ella apenas le prest atencin. Estaba
demasiado absorta en la fiesta, con todas las charlas, el juego de luces y el sonido de la msica, que,
aunque del tipo electrnico, no era discordante, sino que le recordaba el viento soplando a travs del
valle. Mientras hablaban con ella pensando en ella, los aliengenas hablaban entre s con voces
un poco chasqueantes () y en un tono ms alto que el nuestro.[333]
Las supuestas abducciones de Virginia son poco comunes, por no decir otra cosa, por el hecho de
que W l carecen del horror y el miedo que dominan en la mayo ra de informes sobre abducciones.
Por otra parte, el horror y el miedo rara vez son absolutos. Los abducidos sienten a menudo una
presencia amable y protectora en medio de su calvario a manos de los grises. En el caso de los Avis,
sta era incluso dominante, pues las entidades altas y benignas jugaban un papel ms importante que
el de sus equivalentes grises, aquellos pequeos engendros vestidos de blanco, con narices corvas y
pezuas y ojos triangulares. Otra alternativa es que, una vez finalizado el impacto del contacto inicial,
en contactos subsiguientes puedan aparecer como menos amenazadores, ms ambiguos y casi
benvolos.
La experiencia de Virginia tambin es inusual por el hecho de que se acerca ms que ningn otro
relato de abducciones que yo haya odo a una reunin ferica tradicional. En el interior de sus raths o
fuertes brillantemente iluminados, se dan un festn, bailan y tocan msica en un ambiente de cordial
hospitalidad y alegra, como en el del interior del vehculo de Virginia, y bastante diferente del
escenario silencioso y estril de los habituales y poco comunicativos grises. No obstante, no quiero
meter la historia de Virginia en el saco de los cuentos de hadas. Slo estoy diciendo que stos
encajan con su escena al menos tan bien como la interpretacin de Hopkins. l ve aliengenas
detrs de los acontecimientos, un poco en el mismo sentido en el que Freud vea la sexualidad
acechando detrs de la mayora de (si no de todas) las imgenes onricas. El enfoque de Jung
consista en ceirse a la imagen en s, permitindole hablar y, a travs de sus connotaciones y
asociaciones, expandirla ms que reducirla a un nico significado literal. As, la imagen del ciervo
apunta claramente a una lectura mgica y ferica del acontecimiento, no a una abduccin
extraterrestre.
Por otra parte, la imagen del anciano sabio, que es personal (como su abuelo) pero tambin
impersonal (como un aliengena), apunta a la imagen arquetpica del animus. Oculto, introduce a la
nia en las delicias infinitas de los dominios del alma (cosas hermosas de las que nunca
alcanzaras el fin), aunque Virginia puede encontrarse luego con l cara a cara, cuando se muestra
encantado con la condicin de ella (su exitosa transformacin de nia en adulta, tal vez).

Cicatrices
La conviccin de Budd Hopkins de que aliengenas autnticos estn raptando a la gente de sus camas
o coches con el fin de realizar sus inescrutables operaciones deriva en gran parte de lo que l llama
la prueba fsica, como la sangre en la blusa de Virginia, por ejemplo, o la cicatriz cuyo origen se
ve envuelto por el misterio. De hecho, muchos de los abducidos de Hopkins posean cicatrices
anmalas. Era tpico que recordaran haber sufrido, de nios, un corte profundo en la pierna para el
que no haba ninguna causa discernible. Bajo hipnosis se acordaban de que los haban transportado al
habitual espacio interior de luz uniforme, donde los aliengenas actuaban sobre sus piernas. Era toda
una sorpresa para los abducidos, que haban entrado en regresin hipntica para descubrir lo que
haba ocurrido durante una experiencia de lapso temporal sin sospechar que haba habido una
abduccin previa durante la infancia.
Es de destacar que cuatro abducidos que lucan cicatrices idnticas aseguraban que su primera
abduccin haba ocurrido en 1950, cuando todos ellos tenan siete aos. (De estos cuatro, sin
embargo, uno se neg a ser hipnotizado y otro slo record que el acontecimiento ligado a su pierna
sangrante tena que ver con el intento de atrapar un maravilloso colibr una criatura pequea y
alada, presumiblemente, al que meti en un tarro pero que, cuando volvi a mirar, se haba
evaporado). A lo largo de un perodo de cinco aos, Hopkins entr en contacto con otros veintisiete
abducidos con cicatrices, muchas de las cuales no eran del todo como las cicatrices de la pierna, sino
depresiones circulares y poco profundas. Kathie Davis, su madre, su mejor amiga y su vecina tienen
cicatrices similares en la parte baja de sus piernas, todas ellas aparentemente resultantes, dice
Hopkins con toda tranquilidad, de anteriores experiencias de abducciones.[334]
Sea cual sea la justificacin (o la falta de ella) de tal conclusin, en general a estas alturas ya no
deberamos asombrarnos ante esas marcas corporales. No estn causadas por operaciones literales;
simplemente aparecen en nuestros cuerpos simultneamente empticamente a acontecimientos
psquicos, al igual que aparecen marcas de aterrizajes ovni y misteriosas huellas de pies o zarpas
en el suelo. Son marcas del contacto con el Otro Mundo, indicios daimnicos de los que existen
muchos precedentes tradicionales.

El golpe
Neil Colton, de setenta y tres aos, del condado de Donegal, Irlanda, le habl a Evans-Wentz de algo
que le haba pasado, justo antes de la puesta de sol, un da de mediados de verano, cuando era nio.
l, su hermano y una prima estaban recogiendo arndanos junto a unas rocas detrs de su casa
cuando oyeron msica. Corrimos al otro lado de las rocas y ah estaban, a unos pocos metros, seis u
ocho ejemplares de gente noble [es decir, hadas], y bailaban. Cuando nos vieron, una mujercilla toda
vestida de rojo sali corriendo hacia nosotros y golpe a mi prima en la cara con lo que pareca un
junco verde. Fuimos a casa lo ms deprisa que pudimos y al llegar mi prima cay muerta. Mi padre
ensill un caballo y fue a por el padre Reagan [el cura]. Cuando el padre Reagan lleg, se pas una
estola por el cuello y empez a rezar encima de mi prima y a leer salmos y a darle golpes con la
estola; y de esta manera nos la devolvi. Nos dijo que si mi prima no se hubiera agarrado a mi
hermano, se la habran llevado para siempre..[335]
ste es un ejemplo de un ataque ferico, palabra que an conserva su acepcin mdica. Las
hadas no se toman muy bien que las vean sin que ellas lo deseen expresamente. Pueden paralizar al
intruso con un golpe o con un toque. Un hombre de Galway, Jackson Davis, le habl a W. B. Yeats de
un anciano de pelo cano que se le haba aparecido tres veces antes de evaporarse. En la tercera
aparicin tal vez como castigo porque Davis no le prestaba suficiente atencin?, el viejo lo
toc con un dedo en un costado de la cabeza; y en ese punto nunca ms volvi a notar ninguna
sensacin. Davis tuvo suerte: aquellos que son tocados pueden llegar a perder su inteligencia
(estar tocado). Y esto describe acertadamente a muchos contactados por ovnis, que a menudo se
refieren a sensaciones de desorientacin, mareo, insomnio, amnesia, pesadillas, etc., todo ello signos
de que sus vidas tambin han sido tocadas, trastornadas, ya sea para bien o para mal. A menudo
quedan paralizados o inconscientes, asimismo, por rayos de luz, blanquecinos o rojos o verdes, que
les disparan entidades ovni. Estos efectos son idnticos a los del estallido ferico, que puede atacar
repentina e invisiblemente bajo la forma de un remolino henchido de hojas y polvo. (Deberamos
recordar tambin la parlisis del brazo de Santa Bernadette cuando ve por primera vez a la SVM ).
En la historia de Neil Colton, el padre Reagan emplea el verbo llevarse intencionadamente. No
quiere decir llevrsela con Dios muerta, sino con las hadas, es decir, abducida. Mientras que
no puede haber retorno desde el Otro Mundo cristiano, s puede haberlo desde el Otro Mundo
ferico. Sabiamente, el sacerdote acta, a su propia manera, como podra hacerlo un chamn tribal
con el objetivo de recuperar un alma que se ha perdido () a la que se han llevado: realiza conjuros
rituales y homeopticamente golpea a la nia con su estola para deshacer el resultado del golpe
ferico. Y se la habran llevado del todo si ella no se hubiera aferrado instintivamente al mundo de
los vivos cogindose a su primo.
As pues, los seres fericos son tan susceptibles de hacernos dao como de ayudarnos. Resulta
peligroso entrometerse en su terreno. El distinguido escritor James Hamilton-Paterson, que ha vivido
varios aos en las Filipinas, me habl de la desgracia acaecida all a un amigo suyo. El amigo es un
sacerdote misionero alemn que ha vivido entre los habitantes de un pueblo remoto durante cuarenta
y tantos aos. Un da decidi montar una antena de radio en un rbol adecuado. Al subir por la
escalerilla le pareci que se golpeaba la cabeza con una superficie llana y dura, a pesar de que no
se vea ninguna superficie as, como sera una rama. El impacto hizo caer al sacerdote de la escalera
con lo que l describi como un golpe; de pronto, un lado de su cuerpo qued paralizado. Durante
tres das yaci impotente en su cabaa, sin heridas de cada pero an paralizado por el golpe. El brujo
curandero del lugar lo visit y seal que su error haba sido interferir en un rbol donde vivan los
mu-mu, sin pedirles permiso.
(El propio Hamilton-Paterson, por cierto, tambin se top con esos mu-mu, en cuya existencia
aseguraba no creer, cuando estaba acampado en una ladera deshabitada de la montaa y con un gua
por nica compaa. Lo despertaron por la noche los sonidos ntidos y no muy distantes de una fiesta
risas, msica, ruido de platos, etc., que el gua identific, nervioso, como un mu-mu. Por lo
visto, en todas partes los seres fericos son aficionados a la fiesta y la diversin).
Al sacerdote alemn le dijeron que si se disculpaba ante los mu-mu se curara. Aunque reacio a
ceder a supersticiones paganas, estaba lo bastante desesperado para intentar cualquier cosa. Se
arrastr hasta el pie del rbol y, sintindose tan absurdo como poco cristiano, se disculp en voz alta
ante los mu-mu por su atrevimiento. La parlisis lo abandon, segn dijo l, al instante.[336]

Disparo de elfo
Vale la pena mencionar, de paso, que los seres fericos no slo infligan dao mediante un toque, o
con el junco verde que derrib a la prima de Neil Colton. Tenan sus propios homlogos de las
tecnolgicas pistolas de rayos que lucen a veces los ocupantes de ovnis. El reverendo Robert Kirk,
que escribi el primer estudio moderno sobre hadas en 1691, describe el arma como una piedra
semejante a un slex amarillo con forma de punta de flecha afilada, pero que vuela como un dardo
con gran fuerza () hiriendo de muerte las partes vitales sin abrir la piel; heridas que he observado
en animales y palpado con mis propias manos.[337] Kirk tambin describe el efecto desorientador
del arma sobre personas a las que ha traspasado o herido, provocndoles hacer algo muy distinto de
su costumbre anterior, causando una alteracin repentina, aunque la causa de sta no es perceptible en
el momento: tampoco tienen poder () de escapar de la desgracia inminente.[338]
Es habitual que los folcloristas identifiquen estas armas fericas con las puntas de flecha de la
Edad de Piedra que se encuentran diseminadas por las Islas Britnicas. Sea como fuere, las heridas
que infligan eran, al parecer, invisibles e internas. Cuando haba vacas daadas de este modo se deca
que era por disparo de elfo, el equivalente anglosajn al fenmeno celta del que Kirk nos informa.
(Los encantamientos contra el disparo de elfo se hallan entre los primeros comentarios escritos de
tradicin ferica.)[339] Si las vacas moran, las hadas se llevaban sus partes areas y etreas para
alimentarse.
El eterno inters por los vveres (y especialmente por el ganado), que los dimones han heredado
de Hermes, hace pensar en la desconcertante epidemia de mutilacin de reses. De nuevo nos vemos
movidos a preguntar si las heridas invisibles e internas del disparo de elfo una metfora para la
marca indeleble que deja en nosotros el contacto con el Otro Mundo se han vuelto visibles y
externas con el fin de convencernos a nosotros, seres de mentalidad literal, de la realidad daimnica.
Y puede que esto tambin se aplique al comportamiento cada vez menos metafrico y potico de la
inepta ciruga aliengena que deja cicatrices.

La experiencia de casi muerte del seor Cunningham


Una forma de viaje al Otro Mundo que recientemente ha llamado la atencin en gran manera es la
experiencia de casi muerte, en que la persona que muere revive y, entremedio, adquiere algn
conocimiento de la otra vida. Por ejemplo, el patriarca de una ilustre familia de Northumbria llamada
Cunningham muri y regres para explicar que haba abandonado su propio cuerpo y lo haba
acogido un hombre apuesto con una toga brillante que lo gui hacia un valle amplio e
infinitamente largo. Un lado del valle estaba lleno de hogueras encendidas, y el otro, de nieve y
granizo. Ambos lados estaban repletos de almas humanas que constantemente saltaban de un lado a
otro cuando el calor o el fro se hacan intolerables.[340]
Ms all del valle, al seor Cunningham le mostraron una gran fosa de la que se elevaban
montones de llamas negras. Su gua desapareci de repente y l se qued solo, observando ms almas
humanas que eran arrojadas por los aires como chispas desde las altas lenguas de fuego, antes de
volver a caer a la fosa. Entonces oy el sonido de un lamento desesperado acompaado de una
violenta risa: una multitud de espritus malignos apareci arrastrando cinco almas para echarlas
al abismo negro y ardiente, donde el llanto de los hombres y las risas diablicas se volvan
indistinguibles. Tambin l se vio acechado por un grupo de esos espritus oscuros que
emergieron de la fosa y lo rodearon, con los ojos brillantes y rojos y soltando fuego por la boca y la
nariz. Amenazaban con atraparlo con una especie de pinza ardiente, pero, a pesar de que estaba
aterrorizado, al final no se atrevieron a tocarlo. El regreso de su gua lo salv del tormento.
Cunningham pas luego a un muro infinitamente alto y largo que no mostraba ningn rastro de
entrada. De pronto se encontr alzado inexplicablemente hasta arriba, y desde tan estratgica posicin
vio un prado brillante y floreado poblado por huestes de hombres con tnicas blancas y gente feliz
sentada en grupos. Su gua cont que el valle de fuego y nieve era donde se juzgaba y castigaba a las
almas de los muertos que haban llevado una vida ms o menos malvada pero se haban arrepentido
en la hora de la muerte. La fosa era la boca del Infierno, del que no haba salvacin. El prado era
adonde iban las buenas personas, aunque no era el Cielo reservado a los perfeccionados. Reacio a
abandonar el prado fragante, le dijeron que deba regresar a su cuerpo, cosa que hizo, despertando
una vez ms en el mundo de los vivos.[341]
El seor Cunningham qued tan impresionado por esta experiencia que ingres en un monasterio
de Melrose, donde recibi el nombre de hermano Drythelm. Su viaje al Otro Mundo sucedi a finales
del siglo VII y, tras dejar constancia de l, san Beda el Venerable estableci el modelo para la mayora
de las visiones ms all de esta vida a lo largo de la poca medieval, culminando en la ms
hondamente concebida de todas: la Divina Comedia, de Dante. El nico rasgo destacado que se pierde
del viaje de Drythelm comparado con relatos posteriores es el Puente Prueba, una estructura
traicionera, resbaladiza o estrecha, desde la que caen al Infierno las almas malvadas, pero que las
almas justas logran cruzar rumbo al paraso. La presencia invariable de un gua est claramente
relacionada con el concepto griego del daimon personal y con el ngel de la guarda cristiano. En
muchos relatos medievales, el gua es un santo en vez de un ngel; en los relatos contemporneos de
casi muerte, l o ella tienden a ser simplemente una luz, una presencia indefinida o bien personificada
como un amigo o un miembro de la familia (para Dante, por supuesto, era Virgilio).
Eso tambin nos hace pensar en el aliengena alto con que se encontraron los Avis, cuyo viaje
ultramundano puede que tenga ms en comn con los relatos tradicionales cristianos que con sus
equivalentes paganos. En stos, el visionario se tropieza con dimones ambivalentes que son tan
peligrosos como benignos; en aqullos, todo est dividido y polarizado entre fuego y hielo, luz y
oscuridad, cielo e infierno, ngeles y demonios, etc. Como los Avis, gran cantidad de abducidos por
ovnis se enfrentan a dos grupos de entidades, unas altas y benignas y otras pequeas y demonacas.
Adems, en el caso de los Avis podemos or el eco de lo que generalmente se consideraba el
propsito de los viajes visionarios medievales, a saber, la conversin. (Para Beda, convertir a un
pecador era un milagro mayor que hacer levantar a un muerto). Y para las vctimas de abducciones
aliengenas, existe una conversin anloga: sus vidas se ven trastocadas y deben ser completamente
reevaluadas.
Herida y curacin
Es axiomtico que, al volver a sus cuerpos como hace el Er de Platn, los visionarios medievales
cristianos no slo se conviertan espiritualmente, sino que adems queden afectados psicolgicamente.
Estn marcados por lo que Carol Zaleski llama el sello de lo sobrenatural. Fursa, por ejemplo,
vuelve con una quemadura permanente en el hombro y la mandbula, despus de que un demonio le
lance un alma ardiendo. Gottschalk vuelve con tres testimonios de su visin: dolor de cabeza, en el
costado y en los pies. El monje de Wenlock cuya historia cont San Bonifacio en el siglo VIII, se
qued ciego durante una semana y padeci amnesia; Orm perdi la capacidad de hablar; Alberic
estaba tan estupefacto que no lograba recordar a su propia madre. Antonio Mannini se introdujo en el
Otro Mundo en el famoso lugar de peregrinaje del purgatorio de San Patricio, situado en una isla del
lago Derg, en el condado de Doegal. Encerrado en una cueva por los monjes que controlaban el
rito, cruz un umbral hacia el Otro Mundo y regres para contarlo. El portador de esta [carta], le
escribi a un amigo, te hablar de cmo sal sealado, pues yo se lo mostr de modo que pudiera
contrtelo; y tal vez llevar la marca para siempre.[342]
Por el contrario, el monje del siglo XII Edmundo de Eynsham descubri a la vuelta que la herida
abierta de su pierna haba desaparecido sin dejar rastro. Las viejas heridas se curan, seala Zaleski,
o aparecen cicatrices nuevas.[343] Pero, desde luego, tambin los ejemplos de curacin son
habituales en el contexto cristiano, sobre todo en emplazamientos de visiones marianas y a travs de
la plegaria sin visiones. Aun as, no es inusual que los enfermos terminales sean consolados, y en
ocasiones sanados, por apariciones de Jess, Mara o un ngel. Por ejemplo, una mujer a la que Hope
MacDonald llama Jackie pidi ayuda a Dios la noche antes de que le operaran un tumor en la cara,
una intervencin que la dejara desfigurada de por vida. Despert por la noche y vio una luz brillante
en el extremo de su cama. Un ngel plateado tom forma, tranquilizndola y dicindole que no
temiera, que todo ira bien. Al da siguiente, se llevaron a Jackie a los rayos X del preoperatorio. El
tumor haba desaparecido y nunca volvi.[344]
Pero tambin pueden darse actos repentinos de curacin fuera de un contexto religioso
especfico; recordemos a la viuda del clrigo que tena un pie lastimado y en Regents Park se le
plant delante un hombrecillo de verde que le prometi que ya no le dolera (y as fue). Ms notable
an es el caso, sacado a la luz por el clebre uflogo francs Aim Michel, de un doctor (llamado
X) que haba quedado parcialmente paralizado por una mina en la guerra de Algeria. Pianista de
talento, ya no pudo tocar ms y cojeaba. El 2 de noviembre de 1968 lo despert hacia las cuatro de la
madrugada su hijo de catorce meses, que sealaba desde su cuna hacia la venta na. El doctor X mir
afuera y vio destellos de luz en el valle. Luego vio dos objetos con forma de disco, cada uno
emitiendo rayos de luz descendentes. Al avanzar hacia l, se fusionaron o fundieron en un solo objeto
que proyecto un potente rayo de luz sobre l antes de estallar en una nube y dispersarse.
Considerablemente agitado, el doctor X despert a su mujer para contarle el suceso y sta se dio
cuenta de que estaba caminando con normalidad; tanto la cojera como el dolor de la herida de guerra
haban desaparecido. Por si fuera poco, tambin se haba evaporado una herida del tobillo que se
haba hecho tres das antes cortando lea. El doctor X volvi a la cama, donde, inusitadamente, habl
en sueos. Su mujer repar en la frase El contacto se reestablecer al caer por las escaleras el 2 de
noviembre.
Tras despertar, el doctor X no recordaba nada de la noche anterior. Pero esa tarde se cay por las
escaleras y se acord de inmediato de todo el encuentro. Su herida de guerra segua curada y l
volvi a tocar el piano tan bien como siempre. Sin embargo, senta un dolor en la regin umbilical,
donde le apareci una curiosa marca triangular en la piel. Otra marca semejante pero circular le sali
a su hijo, alrededor del ombligo. Ninguna de las dos pudo explicarse mdicamente.[345]

Estigmas
El tipo ms famoso de marca sobrenatural son, por supuesto, los estigmas, es decir, cuatro o cinco
heridas que se corresponden con las de los clavos de Cristo en la cruz (las dos manos, los dos pies y
la herida de lanza del costado). El sacerdote italiano padre Po fue el ms famoso estigmatizado en
poca reciente, pero heridas similares a las suyas han aparecido en gente muy corriente, aunque no,
por lo que yo s, en personas sin ninguna relacin con el catolicismo. As pues, los estigmas no son
en s mismos seales de especial santidad. La posible canonizacin del padre Po no ser por lucir
estigmas, sino por la especial santidad de su vida y los milagros de curacin descritos por personas
que invocan su imagen durante la plegaria.
Los estigmas son marcas daimnicas asociadas con un viaje ultramundano tpicamente cristiano,
que no tiene por qu implicar abandonar el propio cuerpo, como sucede en las experiencias de casi
muerte medievales. Se trata de una visin espiritual e imaginativa, tradicionalmente llamada xtasis
(ekstasis, salir de uno mismo), que arrebata sobre todo a cristianos que durante largos aos han
visualizado, contemplado y meditado sobre esto es, imaginado la figura del Cristo crucificado.
En mi introduccin, por ejemplo, veamos que Santa Catalina de Siena fue extticamente atravesada
por unos rayos que emanaban de su visin de Cristo, y que posteriormente ella sufri el exquisito
dolor de los estigmas.
El primer estigmtico, San Francisco de Ass, se aisl en una honda grieta de las montaas
ayunando, rezando y (segn dicen) batallando contra las formas de Satans. Recibi la visita de un
ngel que toc una meloda divina en su viola o flauta, y Francisco vio una bola de fuego que surcaba
los cielos. La maana de la fiesta de la Exaltacin de la Santa Cruz rez para poder sentir, en la
medida de lo posible, el autntico dolor de la Pasin de Cristo tras lo cual un serafn de seis alas
llameantes baj volando hacia l. Mientras se acercaba, la imagen de un hombre en una cruz apareci
entre los pares de alas. El serafn fue a posarse delante de Francisco y unos dardos de fuego
imprimieron en su cuerpo las llagas del Cristo crucificado, llagas que llev durante el resto de su
vida.[346]
En un estado de xtasis, cuya ambivalencia (pues es a un tiempo mstico y sexual) fue esculpida
con tanta sutileza por Bernini, Santa Teresa de vila tambin recibi la visita de un serafn que le
clav en el corazn un dardo de punta ardiente y dorada. El dolor era tan grande, escribi Teresa,
que me haca dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandsimo dolor
que no hay desear que se quite.[347] Al igual que las heridas infligidas por el dardo del daimon
arquero Eros, que traspasaba a los amantes, las heridas de Santa Teresa eran tan invisibles como los
disparos de elfo, pero su corazn llev para siempre las cicatrices de Dios.
16
NIOS INTERCAMBIADOS

Los enanos de Da Silva


El 3 de mayo de 1969, un soldado brasileo llamado Jos Amonio da Silva se tom unos das libres
para ir a pescar a un sitio cerca de Bebeduro, a unos cincuenta kilmetros de donde viva, en Belo
Horizonte. Acamp para pasar la noche. Al da siguiente, hacia las tres de la tarde, le sorprendi or
unas voces y ver unas figuras movindose por detrs de l. De repente, sus piernas se quemaron por
lo que sinti como una rfaga de fuego. Entonces, dos figuras rechonchas y enmascaradas lo
cogieron y se lo llevaron a rastras a una extraa nave, que ms tarde reprodujo poniendo un vaso
sobre un plato y colocando otro plato encima, slo que al revs, a modo de tapa. Desde el borde del
plato. superior salan unos tubos inclinados que llegaban hasta el fondo del vaso.[348]
Los raptores de Da Silva medan poco ms de metro veinte y tenan proporciones humanas.
Llevaban la cabeza oculta por cascos metlicos con orificios para los ojos y con un aparato que iba
desde delante hasta unos contenedores a su espalda, como si fuera un dispositivo respiratorio. A Da
Silva le colocaron por la fuerza un casco similar, pero no era de su talla y le rozaba los hombros.
Lo ataron dentro de la nave y lo sentaron en un banco que recorra toda una pared. Los muros
parecan estar hechos de un material ptreo. La iluminacin era como de luz de sodio, pero no
proceda de ninguna fuente visible. Entr un tercer personaje y accion una palanca pequea del
suelo. Se oy un zumbido y hubo una sensacin de movimiento. A continuacin emprendieron un
viaje que pareci durar horas. Al fin, la nave se detuvo y llevaron a Da Silva afuera con los orificios
para los ojos cubiertos. Finalmente, le hicieron sentarse otra vez sin quitarse el casco, aunque ahora
poda ver a sus secuestra dores sin sus trajes espaciales.[349]
Hasta aqu, parece que estamos ante un caso tpico de abduccin ovni; pero acontecimientos
subsiguientes hacen pensar en una tradicin por completo distinta, empezando por el aspecto de los
aliengenas. Eran de tipo enano, con barba y cabello largos que les llegaban ms abajo de la
cintura. Sus rostros lucan grandes narices y orejas, cejas muy pobladas y bocas aparentemente sin
dientes. La habitacin donde se encontraban pareca, como la nave, estar hecha de piedra, y su
iluminacin volva a ser indeterminada. En una de las paredes haba imgenes de escenarios
terrestres, con casas, edificios, vehculos y animales. Debajo haba una repisa ancha en la que yacan
los cadveres desnudos de cuatro hombres, uno de ellos de piel oscura y otro negro.
Los enanos se pusieron a hurgar en las pertenencias que Da Silva haba llevado consigo
durante toda la desventura. Le cogieron el carn de identidad y una muestra de todos los objetos que
estaban repetidos, como dinero, aparejo de pesca y alimentos. Mientras examinaban cada artculo,
farfullaban y gesticulaban muy excitados, y en un momento dado incluso dispararon un arma del tipo
de la que le haba quemado la pierna, dejando una marca en la pared.
El enano que pareca ser el lder trat de comunicarse con l mediante gestos y smbolos
dibujados en una tablilla griscea. Eran como crculos concntricos. Da Silva interpret que
representaban los das y los aos. Pens que le estaban proponiendo que se quedara tres aos ms en
la Tierra, espiando para ellos, antes de visitarlos durante siete aos con el fin de estudiar sus
costumbres. De este modo estara preparado para actuar como su gua cuando aterrizaran en el
planeta al cabo de esos diez aos. Sin embargo, a pesar de la siniestra presencia de los cuatro
cadveres, Da Silva rechaz el trato. Empez a pasar su rosario. El lder se lo arrebat, esparciendo
las cuentas por todo el suelo.
Como si del pie para un cambio de escena se tratara, el ambiente se alter de pronto y,
sbitamente, se materializ un hombre salido de ninguna parte. Era del todo humano, de tamao
medio, y llevaba una tnica larga como de monje. Hay que destacar que no era visible para los
enanos. Le habl a Da Silva en portugus fluido y le transmiti un mensaje que, segn dijo, no deba
comunicar durante varios aos. Cuando, ms tarde, el grupo brasileo de investigacin ovni CICOANI
entrevist a Da Silva, ste se mostr reticente respecto al mensaje e incluso al aspecto fsico del
hombre, puesto que, aseguraba, los detalles de aquello que le haba revelado podran deducirse
simplemente de la descripcin del hombre (que, por cierto, se esfum tan bruscamente como haba
llegado).[350] Hay aqu cierto eco de las visiones marianas a cuyos destinatarios se les confan
secretos; y, en efecto, podemos detectar un fuerte sabor cristiano desencadenado, como en un sueo,
por las cuentas de rosario esparcidas. El hombre podra muy bien haber sido el daimon personal de
Da Silva disfrazado de santo, o incluso del propio Cristo.
En cualquier caso, se lo volvieron a llevar en la nave y lo dejaron en algn lugar del exterior,
tirado semiinconsciente en el suelo. Al recuperarse un poco, bebi profusamente de un riachuelo
cercano y atrap un pez, que as y se comi. Finalmente lleg dando tumbos a una carretera donde
pidi indicaciones a los que pasaban. En primer lugar, le sorprendi averiguar que estaba cerca de la
ciudad de Victoria, a ms de 300 kilmetros de Bebeduro; y, en segundo lugar, que haban
transcurrido tres das desde que empezara su ordala. Exhausto, hambriento, con la pierna dolorida
por la descarga aliengena y los hombros enrojecidos por el roce del casco, al fin lleg a una
estacin de tren, donde cont su historia a un funcionario que se lo llev a casa a comer y a
descansar. De regreso en Belo Horizonte, repiti la historia ante los oficiales de su cuartel y, al cabo
de una semana, el CICOANI envi a un equipo de investigacin.[351]
Es evidente que este extraordinario relato le debe tanto al folclore, e incluso a la tradicin
cristiana, como a la ufologa, demostrando una vez ms la continuidad que subyace entre
experiencias visionarias aparentemente diversas. El Otro Mundo se presenta imaginativamente como
una mezcla de elementos personales e impersonales, como una combinacin de diferentes tradiciones
(en este caso, algunas antiguas y otras nuevas). El siguiente caso muestra una mezcla similar, aunque
parece combinar motivos ufolgicos modernos con temas ms antiguos sacados de la tradicin
nativa americana, casi como si el paisaje en el que tuvo lugar dictara la forma del encuentro
visionarlo.
El hechizo del cazador
El 25 de octubre de 1974, Carl Higdon, de cuarenta aos y mecnico de una gasolinera en Riverton,
Wyoming, sali en su furgoneta de reparto a cazar alces en el parque nacional de Medicine Bow.[352]
Siendo un tipo intrpido y un apasionado de la caza mayor, Carl decidi explorar una zona del
parque poco frecuentada por otros cazadores. Camin durante un tiempo a travs del bosque, que ya
presinti extraamente silencioso. Entonces, al ver un grupo de cinco alces, se llev la escopeta al
hombro y dispar.
Algo extrao ocurri. El sonido del disparo qued curiosamente amortiguado y la bala pareci
desplazarse tan despacio que Carl pudo observar cmo volaba hasta que cay al suelo, unos quince o
veinte metros delante de l. Estaba completamente aplastada. Asombrado, Carl recogi la bala y se la
meti en el bolsillo. Entonces oy el crujir de una rama y, al darse la vuelta, vio a un hombre muy
alto a unos veinte metros de distancia, bajo la sombra de un abedul. Este hombre, o lo que quiera que
fuera, tena la piel amarilla y el pelo erizado y de color paja, y llevaba un traje negro (curiosamente,
recuerda al dios sol que vio nuestro jefe apinay en la Introduccin).
Se aproxim a Carl y le dijo, sorprendentemente: Qu tal?, a lo que Carl respondi: Muy
bien. Tienes hambre?, pregunt el extrao. S, un poco, contest Carl. El hombre le pas un
paquete que contena cuatro pastillas y le dijo que se tomara una, que le durara cuatro das. Carl se
tom una, tras lo cual el hombre le pregunt si le gustara acompaarlo. Supongo, dijo Carl, y por
primera vez vio un cubculo transparente e iluminado.
Lo siguiente que supo fue que estaba sentado en ese artilugio. Haba otros dos hombres de negro
sentados a su lado, y detrs haba cinco alces en una jaula. Su asiento era una especia de silln contra
el que qued pegado debido a la sbita aceleracin vertical que se produjo. El viaje dur un tiempo
Carl se mostr vago al respecto hasta que llegaron al planeta de esos hombres. A Carl no le
permitieron salir del vehculo, pero a travs de sus paredes transparentes pudo ver una especie de
torre rodeada de luces giratorias, tan insoportablemente brillantes que se quej. Sus anfitriones
sealaron que lo llevaran de vuelta porque no serva para lo que necesitaban. En consecuencia, tras
un breve viaje, devolvieron a Carl al bosque y lo arrojaron fuera del cubculo sobre el suelo rocoso,
cosa que le magull el hombro.
Desconcertado, Carl se encontr caminando, escopeta en mano, por un camino de vacas que le
era desconocido. Por un golpe de suerte hall un vehculo encallado en el barro y pidi ayuda a
travs de su radio de onda corta. Al poco tiempo lleg un equipo de la polica para rescatarlo. El
vehculo result ser su propia furgoneta, que no haba reconocido debido a su prdida de memo ria.
Se encontraba encenagada en un lugar inaccesible para los vehculos corrientes de traccin a dos
ruedas, y a ocho kilmetros de distancia de donde la haba dejado.
No record la historia completa hasta el da siguiente. Cuando llegaron los agentes de polica lo
encontraron angustiado, con los ojos enrojecidos, lloroso y (como el visionario de casi muerte
medieval, Alberic, que no lo graba recordar a su madre) incapaz de reconocer siquiera a su esposa,
que haba acudido con ellos. Slo saba repetir la historia de las pastillas y del hombre de negro.
Tena el cuerpo lleno de cicatrices. La bala hallada en su bolsillo estaba aplastada y doblada como un
guante. Se lo llevaron al hospital, pero los mdicos no le encontraron nada. Al da siguiente le volvi
la memoria y qued liberado, restablecido por completo.
Aunque la historia de Carl Higdon se abri camino en la literatura ovni, en realidad pertenece,
como ha indicado Bertrand Mheust, a un folclore ms tradicional. Salir a cazar a lo ms remoto del
bosque, por lo visto, es una accin arquetpica que da pie al hechizo. Un joven indio krah, por
ejemplo, estaba en el bosque cazando ciervos cuando se le apareci un Xup una divinidad
protectora de animales y le advirti que cazara en otra parte. Al volver a su pueblo, al joven le
subi la fiebre y por la noche se le volvi a aparecer el Xup, disfrazado de hombre negro que
introduca una sustancia en la cabeza, el corazn y los brazos del krah, sustancia que no slo lo
cur, sino que tambin le concedi el poder de sanar.[353]
Un daimon o divinidad similar se apareci a un indio cuna que descansaba bajo un rbol, en el
bosque, durante una caza infructuosa. El daimon (la fuente dice espritu) le puso una pastilla en la
lengua no muy distinta de la de Higdon y anunci que sta le instruira mientras el propio
daimon enseaba al hombre cuna cmo cazar [354] (los hombres de Higdon eran expertos en la caza,
pues ya llevaban cinco alces; aunque, por supuesto, tambin es posible que los estuvieran
protegiendo). En otros relatos sudamericanos, el daimon guardin incluso le pregunta al cazador,
como hizo el de Carl, si tiene hambre, o detiene la flecha de ste a medio camino, como ocurri con
la bala de Carl.[355] En estas historias tampoco est ausente el viaje interplanetario; es un tpico,
como veremos, que hombres de medicina y chamanes se embarquen en viajes celestes, ya sea como
parte de su iniciacin o, ms tarde, como parte de sus deberes oficiales.

Albert y el Bigfoot
Ya hemos apuntado que el Bigfoot o Sasquatch americano no se salva de actuar a la manera ferica, y
esto es extensible incluso a la abduccin de humanos. En 1871 una nativa americana asegur haber
sido raptada por un Bigfoot en la Columbia Britnica cuando tena diecisiete aos. ste la oblig a
nadar por el ro Harrison y luego la llev a un refugio en las rocas, donde la mujer vivi con la
criatura y sus padres durante un ao, despus del cual el Bigfoot la devolvi a su casa porque lo
sacaba de quicio. Dijo que, a pesar de todo, la haban tratado con amabilidad.[356]
Otro relato de abduccin por Bigfoot sali a la luz en 1957: Albert Ostman anunci que, mientras
buscaba oro por la entrada a la ensenada de Toba en 1924, lo despert en plena noche algo que lo
agarraba. Se encontraba en su saco de dormir, completamente vestido y rifle en mano. Supo de
pronto que era uno de esos gigantes Sasquatch de la montaa de los que [le] hablaron los indios.
Durante unas tres horas Ostman sufri falta de aire y calambres mientras era transportado por las
colinas, hasta que al fin fue tirado al suelo. Con las primeras luces vio que se encontraba en un valle
con slo una salida estrecha, custodiada por el mayor de cuatro Sasquatch, de los que supuso que
eran padre, madre, hijo e hija.[357]
Aunque yo sostendra, por supuesto, que no fue un secuestro literal, debo admitir que es el viaje
menos ultramundano con que me he topado, sobre todo por los concluyentes detalles que Ostman
proporciona, como el ruido de sus pertenencias traqueteando en el saco de dormir mientras el
Sasquatch jadeante cargaba con l colina arriba, o el dolor causado por la tachuela suelta de una bota
clavndosele en el pie, entre otros. Tambin est la detallada descripcin que ofrece de las criaturas.
Por ejemplo, despus de acomodarse y comer algn alimento que traa consigo, observ que el joven
Sasquatch macho deba de tener entre once y dieciocho aos, medir dos metros quince y pesar unos
130 kilos. Su pecho hara entre 130 y 140 centmetros, y su cintura, entre 90 y 95. Tena anchas
mandbulas, la frente estrecha y la cabeza afilada hacia arriba, hasta una altura de unos diez o doce
centmetros por encima de la frente y con cabellos de unos quince centmetros de largo. El pelo del
resto del cuerpo era ms corto y grueso en algunas partes. Ostman logr escapar slo cuando el
padre, intrigado por su rap, engull toda una caja, se puso malo y sali corriendo a por agua.
Diversas personas interrogaron seriamente al seor Ostman, pero no lograron desbaratar su
historia ni su dignidad.[358]
El siguiente caso de abduccin subraya, en un contexto moderno, el viejo tema de los amantes
fericos, demonizados por el cristianismo como ncubos y scubos, que obsesionan y seducen a los
mortales, como la Belle Dame Sans Merci de Keats, llevndonos a la perdicin.

Sexo aliengena
La noche del 15 de octubre de 1957, Antnio Villas Boas, de veintitrs aos, haba salido en su tractor
a arar un campo de su granja en So Francisco de Salles, en el estado brasileo de Minas Gerais,
junto a la frontera con So Paulo. Hacia la una de la madrugada vio una gran estrella roja que se
aproximaba.[359] Era parecida a una bola de luz roja que l y su hermano haban visto la noche
anterior, y a la que haba perseguido de un lado a otro del campo sin conseguir atraparla. Esta
segunda luz, sin embargo, result ser un objeto ovalado tan brillante que los faros del tractor no se
vean. Aterriz a unos diez o quince metros delante de l, sobre tres patas metlicas. Dado que su
tractor no se pona en marcha, Antnio sali y se puso a correr, pero lo alcanzaron tres figuras que
se lo llevaron a rastras hacia la mquina.
Fue conducido a un compartimento circular donde le sujetaron unos tubos de plstico a la
barbilla, aparentemente para extraerle sangre. Sus raptores iban vestidos con trajes metlicos
ajustados y cascos redondos que les ocultaban el rostro, salvo por sus ojos pequeos y azulados.
Luego se lo llevaron a otro compartimento, lo desnudaron y lo tumbaron en un divn blanco como
de plstico. Uno de los abductores empez a limpiarlo con una esponja empapada en un lquido claro
y refrescante. Lo dejaron solo y de pronto not un olor penetrante que le provoc un violento mareo.
Al cabo de un rato, una mujer entr en la habitacin, Era rubia y baja (de cerca de un metro y
medio de altura), de boca, nariz y orejas pequeas pero de grandes y rasgados ojos azules y pmulos
inusualmente altos y anchos. Tambin iba desnuda. A pesar de las circunstancias, Antnio la encontr
de lo ms atractiva y se excit con sus insinuaciones. Tuvieron una relacin sexual, normal en todos
los aspectos, salvo que se sinti perturbado por los rugidos guturales que emita la mujer en
determinados momentos, dndole la impresin de que estaba yaciendo con un animal. Antes de irse,
la mujer se seal el vientre y luego al cielo, lo que Antnio interpret como que pretenda regresar
y llevrselo adonde ella viva.
Le devolvieron a Antnio su ropa y lo llevaron de nuevo a la primera habitacin, donde tres
tripulantes estaban hablando sentados. Tras su intento frustrado de robar una caja con una esfera
parecida a un reloj en una de sus caras la quera como prueba de su experiencia, lo sacaron de la
nave y lo dejaron en su campo. Haba pasado cuatro horas y cuarto en manos de sus raptores. Se
qued con unas heridas extraas en las extremidades (que se volvieron violetas mientras se curaban)
y una cicatriz.
En el encuentro sexual de Antnio no hay nada que recuerde al cario e incluso la pasin que
caracteriza al coito ferico con mortales. Como mucho, est caracterizado por esa rudeza indiferente
que mostraban dioses como Zeus al violar a mujeres bajo una forma animal (de lo que vemos un
siniestro atisbo en los rugidos de la mujer aliengena). Sin embargo, Antnio siente al menos una
cierta atraccin, aspecto completamente ausente en las experiencias de varios de los abducidos
varones de Budd Hopkins.
Ed Duvall, por ejemplo, haba sufrido una experiencia de prdida de un lapso de tiempo a
principios de los sesenta que lo haba dejado con una molesta sensacin desde entonces.[360] Era
mecnico en una mina y a menudo haca el turno de noche. Despus de las primeras horas de
servicio, dorma en su camin con el motor encendido para calentarse. En cierta ocasin recordaba
haber despertado totalmente paralizado. Bajo regresin hipntica rememor que lo haba envuelto
una luz brillante. Sali del camin y se vio elevado como si no pesara nada y depositado en una
especie de cuarto, donde dos pequeos humanoides de cabeza redonda lo ayudaron a subirse a una
mesa. Medan cerca de metro veinte de altura y eran flacos, pero tenan la cabeza demasiado grande
para su cuerpo. Tambin tenan unos ojos raros, sin pupilas. No puedes ver absolutamente nada en
ese ojo, salvo esa cosa negra mirndote.[361]
Las entidades le examinaron todo el cuerpo (de algn modo se haba quedado desnudo) y
entonces trajeron a una hembra de su especie. Tena una complexin ms humana, con senos, por
ejemplo, pero sin vello corporal. Sus ojos no eran humanos, pero tampoco como los de los otros
aliengenas, sino redondeados, como cuando los abres de par en par. Tena aspecto de ser mitad y
mitad. Le aplicaron a Ed un dispositivo neumtico en los genitales para provocarle una ereccin,
la hembra lo mont y l tuvo un orgasmo. Los varones recogieron los restos de esperma de su
pene y los metieron en una botella de muestras. A Ed le dio la sensacin de que los aliengenas
encontraban atractivos a los humanos su pelo negro y grueso, por ejemplo y de que estaban
intentando mejorar su especie. Despus de su encuentro no sinti ms que vergenza y horror,
como si simple y cruelmente lo hubieran utilizado.[362]
sta es una queja expresada con frecuencia por las mujeres abducidas, cuyos abusos sexuales a
manos de los grises son, aunque menos grficos, no menos espeluznantes.
Bebs sabios
Bajo hipnosis, Kathie Davis record haber visto su primer ovni en invierno de 1977.[363] Se trataba
de un recuerdo deshilvanado, borroso y discontinuo, pero, en resumen, se acordaba de estar en un
coche aparcado con dos amigos cuando se vio asaltada por unos sentimientos que ms tarde se
volveran familiares: una sensacin hormigueante de sobresalto, terror y extraeza. Se encontr
paralizada. No poda ver nada, pero notaba que le separaban las piernas del cuerpo, sensacin ms
desagradable que dolorosa. Luego not que empujaban algo duro dentro de su tero. En este punto,
Hopkins la convenci de que echara un vistazo a su alrededor. Kathie se sorprendi al descubrir que
no estaba en el coche, como ella crea, sino en una habitacin curva e iluminada. Tambin vio al
aliengena gris de ojos grandes que para entonces ya le sonaba de otras abducciones rememoradas.
(No siempre era aterrador, ni mucho menos; a menudo son rea, ms con los ojos que con la boca, y
en ocasiones le daba unas palmadas tranquilizadoras para que se sintiera relajada y contenta).
Kathie pensaba que este acontecimiento haba tenido lugar ms o menos en la poca de su primer
embarazo, confirmado tanto por anlisis de orina como de sangre a principios de 1978.
Misteriosamente, sin embargo, tuvo la menstruacin en marzo. Tras someterse a una segunda prueba,
result que ya no estaba embarazada, para sorpresa de su mdico. Kathie lleg a creer que los
aliengenas la haban fecundado durante el episodio del coche y volvieron luego para quitarle el feto.
Este relato fue confirmado en sesiones de hipnosis posteriores, y repetido por otros abducidos que
contactaron con Budd Hopkins.
Por ejemplo, otra mujer cuyo nombre omiten los mdicos para proteger su identidad recordaba
haber pasado por dos operaciones en el pecho y en la espalda, con cicatrices que se
correspondan. Adems, se haba quedado embarazada a los trece aos, pero sin haber tenido ninguna
experiencia sexual. Sin embargo, recordaba haber practicado sexo, como en sueos, con un hombre
de aspecto muy raro, sin pelo y con unos ojos muy raros. Durante dicho acto sexual no pudo
moverse, tan slo not algo afilado dentro de su vagina y una sensacin como si estuviera a punto de
explotarle el estmago. Un gineclogo descubri que estaba embarazada pero segua siendo virgen
(su himen estaba intacto). Tuvo un aborto antes de que el feto, seal Hopkins tranquilamente,
pudiera ser extrado por los tripulantes del ovni durante una segunda abduccin.[364]
Como ocurre con todos los acontecimientos daimnicos, es imposible verificar por completo los
hechos de la cuestin, tales como estos desconcertantes embarazos. Lo mejor que podemos decir,
tal vez, sea que el patrn de los acontecimientos descrito por Kathie y las otras abducidas se ajusta a
un motivo arquetpico: todas las sociedades tradicionales reconocen que se dan trnsitos y coitos
entre ellas y el reino daimnico, ya sea para bien o para mal. Los mitos irlandeses, sin ir ms lejos,
nos hablan de humanos que obtienen ayuda de las hadas inmortales en tiempos de guerra, y viceversa.
Podra parecer que los dimones no requieren ayuda pero, tal y como lo vea Yeats, en todas las
historias de intercambio, ya sea de guerreros o de esposas, la fuerza procede de los hombres y la
sabidura de entre los dioses que no son ms que sombras.[365]
La idea de que los dimones necesitan la fortaleza humana se halla en el ncleo de los mitos de
abducciones. Las hadas irlandesas se llevan en especial a hombres y mujeres jvenes, guapos o
fuertes, para casarse con ellos. Se llevan a bebs y dejan en su lugar unos sustitutos flacuchos y
arrugados como viejos, y con un hambre voraz (cambian un nio sano por otro con problemas);
raptan a madres jvenes para que den de mamar a sus hijos El motivo que suele achacarse a los
seres fericos de las historias del norte, en oposicin a las mediterrneas, es que preservan y
mejoran su raza, por un lado llevndose a nios humanos () para unirse a ellos, y por otro
obteniendo la leche y los cuidados de las madres humanas para su propia descendencia.[366]
Este tema vuelve en las historias de abducciones ovni modernas, donde, por ejemplo, Pam
una de las abducidas de Hopkins so con un nio al que le permitan coger. Otorg especial
importancia a este sueo, considerndolo real, porque no haca mucho que haba pasado por un
aborto, tras lo cual descubri que no haba ningn rastro de tejido fetal.[367] En el sueo, quien le
da el beb es un personaje muy bajito con una larga tnica y con una cabeza redonda y asquerosa,
que la invita a atender (es decir, a amamantar) al beb para que el personaje pueda observar y
aprender cmo se hace. Por otra parte, Susan Williams, psicoterapeuta que sufri la prdida de un
lapso de tiempo en 1953, tena recurrentes sueos sobre bebssabios en los que un beb diminuto
y precioso aunque muy viejo y frgil se diriga a ella elocuente y sabiamente. (En psicologa
junguiana, tales bebs, viejos y sabios prematuros, a menudo son imgenes arquetpicas del s
mismo). Nos piden que creamos que, en estos casos, los bebs han sido arrebatados a sus madres
se los llevan antes de que nazcan gracias a una avanzada tecnologa y han sido criados por los
aliengenas; que son, de hecho, medio aliengenas. El propsito sera mejorar genticamente a los
aliengenas.
En el clmax del caso de Kathie Davis, sta record espontneamente sin hipnosis un
encuentro con un nio aliengena. Una vez ms, la experiencia fue como un sueo Pero era
demasiado real para ser un sueo, descripcin muy adecuada para la realidad daimnica. Estaba
rodeada de pequeos grises, pero stos parecan complacidos con ella y, cuando la tocaban, era
reconfortante. No estaba asustada. Dos de los grises acompaaron a una nia con aspecto de tener
unos cuatro aos. Era muy guapa (), como un elfo, o un () ngel. Sus rasgos eran tan
perfectos y minsculos, con ojos muy grandes y azules, piel plida y lechosa y cabello blanco y
ralo.[368]
Kathie se sinti insoportablemente emocionada por la visin de esa tmida y pequea criatura,
que, en cierto modo, supo que era suya. Le dijeron que no poda llevrsela porque no sobrevivira
no seras capaz de alimentarla y necesitaba un padre. La nia incluso va vestida como un
ngel, con algo blanco de seda que le cubre la cabeza por encima y le cae en pliegues hasta el
suelo. Kathie seal que, paradjicamente, poda haber sido realmente vieja o una nia. Uno de
los grises dice que la nia forma parte de ella. Cuando les pregunta adnde se la llevan, slo
responden que est a salvo y lo estar siempre. Para Kathie, resulta un encuentro lleno de tristeza y
soledad, asombro y alegra.[369] Posteriormente vio a otro de sus bebs en un sueo. En total
fueron nueve, de hecho, que se correspondan con los nueve vulos que ella afirmaba que le haban
robado de la matriz a lo largo de un perodo dilatado. El segundo beb era varn: Tena aspecto de
anciano y pareca muy sabio. Le mir a los ojos (), era tan () listo (), ms que nadie en el
mundo.[370]
As que ah estaba, concluye Hopkins, la respuesta al problema del misterioso embarazo de
Kathie de 1977, y se refiere a que los aliengenas se llevaron el feto de Kathie como parte del
estudio gentico y el experimento de crianza que estaban llevando a cabo.[371] Pero su sorprendente y
yo sugerira arquetpica imagen infantil puede verse bajo otra luz. Por ejemplo, podra ser una
imagen del alma de la propia Kathie, en parte suya (personal) y en parte no (impersonal): es frgil y
vulnerable en relacin con nuestra realidad literal (no se puede traer a este mundo, donde no hay nada
con que alimentarla); y en cambio es poderosa y numinosa al mismo tiempo; a la vez joven y vieja
es decir, eterna, aunque tal vez tambin est creciendo, madurando y realizndose en el Otro
Mundo, el inconsciente, donde est su padre. No puede ser destruida y siempre estar a salvo es
inviolable e inmortal, como lo son los dimones y como dicen que es la parte daimnica de nosotros
mismos, o nuestras almas.
Adems, existen vnculos entre la imagen de la nia de Kathie y el tradicional intercambio de
nios: los seres fericos dejan en este mundo un nio al que cambian por otro humano. Sin embargo,
aunque el beb ferico es defectuoso raqutico, feo, vorazmente hambriento, el de Kathie es
angelical, precioso e incapaz de ser alimentado en este mundo. No es el opuesto exacto de un nio
humano al que se hayan llevado al Otro Mundo, sino ms bien una especie de hbrido: media entre los
mundos, no por el principio de intercambio, sino por el principio de sntesis, pues encarna al mismo
tempo caractersticas humanas y aliengenas.

El viaje de la partera
En ninguna parte queda tan bien ejemplificada la idea de que mantenemos una relacin recproca con
el mundo daimnico como en la retahla de cuantos folclricos que describen el viaje ultramundano
completamente voluntario, para variar de la partera. Como de costumbre, sta recibe la visita, a
altas horas de la noche, de un miembro de la pequea nobleza un ser ferico que la convence
de ir con l a atender a una futura madre. La transportan velozmente a una fabulosa mansin
esplndidamente iluminada con lmparas como jams las haba visto y es conducida a travs de un
entorno opulento hasta el dormitorio de la mujer, que da a luz a su beb (a veces, sta le confa que es
una humana previamente abducida al reino ferico). La partera asiste a los interminables festejos que
se prolongan da y noche: bailes, cantos, banquetes y jbilo. Cuando al fin sale de all, le dan un
monedero con instrucciones de que no lo abra antes de llegar a su casa. Si lo abre antes de tiempo, no
habr nada en l ms que carbn u hojas secas; si espera a encontrarse en casa, estar lleno de oro y
plata.[372]
Jacob Grimm refiri una historia escandinava sobre Peter Rahm, un clrigo que, el 12 de abril de
1671, redact una solemne declaracin legal que atestiguaba un acontecimiento ocurrido once aos
atrs: una tarde lo haba visitado un hombrecillo, moreno de tez y vestido de gris, que le rog a su
mujer era partera que ayudara a la suya, que estaba de parto. Rahm, reconociendo al hombre
como a un gnomo, bendijo a su esposa y le pidi que se marchara con el extrao en el nombre de
Dios. Pareci que se la llevara el viento. Despus de cumplir su tarea () rechaz la comida que le
ofrecieron y volvi a casa de la misma forma en que se haba ido. Al da siguiente se encontr en la
estantera de la sala de estar un montn de viejas monedas y fragmentos de plata, que cabe suponer
que le trajo el gnomo.[373]
El paso de la partera al Otro Mundo y desde l es comparativamente fcil porque ella en s ya es
una frontera, una figura liminal. A menudo era una mujer sabia a quien se atribua algo
sobrenatural, lo que a veces inclua la sospecha de brujera. Pero su rango especial provena sobre
todo del hecho de que presida el ritual del nacimiento, cuando el Otro Mundo prenatal tanto se
aproxima a este mundo y la partera, como un daimon protector, debe abrir el umbral. Los nios
pequeos son especialmente vulnerables a la abduccin por el mismo motivo: an no han sido
recibidos, o recibidos de nuevo, de forma oficial, en este mundo, sino que an tienen un pie en el
otro.

Alimento sobrenatural
Un rasgo invariable de la visita de la partera al Otro Mundo es su negativa a aceptar comida y bebida.
Ella sabe, y la tradicin lo confirma, que comer alimentos fericos es condenarse a permanecer en
territorio de las hadas. De hecho, las mujeres a las que asiste no suelen ser ms que humanas que
sucumbieron sin pensarlo a una invitacin para un festn y, obligadas a quedarse, se desposaron con
un elfo, un gnomo o un hombre ferico.
El motivo del alimento sobrenatural, sus delicias y peligros, es tan antiguo como los dioses, de
quienes se ha dicho que viven de distintas sustancias, como la ambrosa o el soma. As pues, no debe
sorprendernos descubrir que a los abducidos por ovnis con frecuencia les piden o los obligan a
comer y beber. A Darren Sunderland, el hermano menor de Gaynor que, como veamos en la
Introduccin, se top con unos aliengenas de ojos rosas cerca de su casa en el norte de Gales, se
lo llevaron de su dormitorio en un globo naranja y lo transportaron a un gran navo, donde lo
sentaron a una mesa larga. Delante de l pusieron un plato rojo con una sustancia amarilla y pastosa.
Aunque el panorama no era nada apetecible, supo que esperaban que se lo comiera. La sustancia era
empalagosamente dulce, casi como miel (o, podra aadir, como ambrosa), pero al parecer no
representaba un peligro, ya que Darren volvi de pronto a su habitacin, donde se despert mareado.
[374] Los abductores tipo duende de Jos Antonio da Silva le dieron a beber un lquido verde de una

copa pequea y cbica hecha de piedra. Incluso a Albert Ostman le dieron sus captores Bigfoot algn
tipo de hierba para que comiera. Tena largas races y saba muy dulce.[375]
La comida ultramundana es simblica, por supuesto, y no literal. Es la imagen de los alimentos
alimento para el alma que nos nutren imaginativamente. Comer es una forma de asimilar el Otro
Mundo, de daimonizarse, de modo que hay una parte de nosotros que no regresa a este mundo, o bien
una parte del Otro Mundo que se queda con nosotros, como las cicatrices, que son a un tiempo
recordatorios y conductos de aquella vida ms profunda y emotiva que subyace a la realidad. Ningn
humano es inmune al poder del alimento sobrenatural: regresamos mareados, revueltos, perplejos,
convertidos y extticos despus del banquete ultramundano. Pero tal vez slo aquellos cuya condicin
psquica es ya precaria parteras, bebs sin bautizar, etc. son forzados a quedarse ah. Sin
embargo, todo el mundo sufre en mayor o menor grado lo que los pueblos tribales llaman prdida
del alma, lo que significa que el almaimagen personal, que mora entre otras en el Alma del Mundo
impersonal y colectiva es separada de la propia mente y el propio cuerpo individuales, por lo que
uno se ve vencido por la enfermedad, el letargo e incluso la muerte fsica. Volver luego a la idea de
prdida del alma y a los especialistas cuya tarea es rescatar al alma en cuestin.
Por ahora, vale la pena sealar que al alimento del alma no le sienta bien viajar, cosa nada
sorprendente. Es tpico de los irlandeses que celebran un festejo con los seres fericos encontrarse
solos al da siguiente en una ladera, vomitando hierba y tierra (puede que confundieran la carne
metafrica de sus anfitriones con alimento literal). Si no asimilamos las imgenes del Otro Mundo,
vuelven a nosotros como tierra indigestible y sin valor, al igual que el oro ferico se traduce (en
contacto con la expectacin normal y la curiosidad ilegtima) en hojas y carbn. Los cuentos
tradicionales, en especial los galeses, nos cuentan que quienes han sido llevados al Otro Mundo y
regresan mucho despus del tiempo de vida natural siguen intactos y ni un da ms viejos en
apariencia siempre que no coman nada. Pero, ay, en el instante en que un solo bocado cruza sus
labios, su frgil existencia daimnica se hace pedazos y vuelven a entrar en el reino de la
literalidad desmenuzndose en polvo. Sin embargo, deberamos recordar tambin que, cuando las
imgenes ultramundanas han sido asimiladas, el alimento de este mundo provoca una repugnancia
recproca y nos negamos a comer, como la familia Avis, que no poda soportar siquiera el olor, ya
no digamos el sabor, de la carne.

Reciprocidad
Los mitos de contacto sexual, crianza y nios intercambiados expresan h reciprocidad entre ste y el
Otro Mundo. Metafricamente, representan la dependencia mutua de humano y daimon. Asimismo,
un intercambio de hospitalidad de alimento y bebida mantiene el equilibrio entre ambos. Los
hogares diligentes de toda Europa solan dejar comida afuera por la noche (especialmente leche y
mantequilla) con el fin de propiciar a las hadas, elfos o gnomos. Pocas personas esperaban que esos
alimentos fuesen ingeridos literalmente. Ms bien se deca que ya no tenan ningn valor nutritivo
por la maana, pues los seres fericos haban absorbido todo el sabor, alimentndose de la esencia
del alimento ms que de su sustancia. As pues, la creencia folclrica entenda muy bien, y expresaba
de una forma concreta, la funcin metafrica del alimento como mediador entre nosotros y los
dimones, quienes, a cambio de la comida, garantizaban una cosecha abundante, ganado saludable y
cantidad de manantiales o pozos.
En un contexto ms formal y religioso, los sacrificios y los holocaustos son el intento de
mantener una relacin correcta con las divinidades ultramundanas. Cuando se queman animales
sacrificiales se dice que los dioses se alimentan del aroma que emana de ellos. El animal es
eterizado, traducido de carne en espritu, del cual el humo ascendente y aromtico es una metfora.
(Durante la Reforma, no hubo disputa ms enconada que la que se refera a la transubstanciacin:
era el pan consagrado en misa el verdadero y sustancial literal cuerpo de Cristo? O era
simplemente un smbolo de su cuerpo? Hasta qu punto puede Dios penetrar el mundo y ser
digerido por nosotros? Nuestra inocencia primigenia se corrompi por el mordisco a una manzana
en el Edn, y fue restaurada por el sacrificio de Cristo y el consumo de Su cuerpo y de Su sangre.
Comer es el instinto primero, anterior incluso al sexo, porque no necesita a nadie. Es supremamente
egosta. Entregar nuestros alimentos a otros, humanos o dimones, es reconocer nuestra
interdependencia. Entregarnos a nosotros para ser comidos, como hace Cristo, es un smbolo de
supremo altruismo).
Habra que mencionar tambin, de paso, que en ocasiones los seres ultramundanos se alimentan
de nosotros directamente, como cuando los seres fericos raptan a hombres para que ayuden en sus
juegos o guerras. La mera presencia de humanos parece ser una fuente de fortaleza, como si los
dimones recurrieran a nuestra energa psquica para adquirir sustancia. A cambio, nosotros
recibimos los dones de la clarividencia, la sanacin y el conocimiento oculto; las habilidades, en
otras palabras, de mdiums y chamanes, hombres astutos y mujeres sabias.
Uno de los mtodos tradicionales con que los dimones pueden obtener fortaleza es sacarnos la
sangre. Recordemos el ejemplo clsico de la Odisea: con el objetivo de hablar con las sombras de los
muertos, Ulises verta sangre (de animales, en este caso) en una zanja de la que deban beber las
sombras antes de poderse expresar. Hay cierto toque de vampirismo en el Otro Mundo. Pensemos en
la nariz sangrante de Kathie, la blusa manchada de Virginia o el artilugio aliengena que Antnio
Villas Boas sinti que le extraa sangre. Los aliengenas me necesitan para aparecer, deca el joven
Darren Sunderland. Yo soy el ingrediente que utilizan para venir aqu. Me explotan.[376]
Los dimones necesitan y toman o intercambian nuestra comida, nuestra sangre, nuestra
capacidad de procreacin y nuestros vstagos. En otras palabras, necesitan lo que es ms vital y
sustancial para nosotros. Necesitan nuestra vida. Y ste es el motivo por el que el Otro Mundo es
tambin, implcita o explcitamente, el Inframundo o la vida despus de la muerte.

Bailar con los muertos


El prototipo mtico el arquetipo de todos los abducidos es Core (Persfone), hija de Demter
(Ceres). Un da estaba recogiendo flores en los prados soleados cuando la tierra se abri de pronto y
Hades, dios de los muertos y del Inframundo, la apres y se la llev a su palacio abismal. Sabiendo
que tendra que quedarse all para siempre si coma, Core rechaz todo alimento, hasta que al fin
sucumbi a la tentacin de comer siete semillas de granada, lo que la conden a pasar tres meses
de cada ao en el Inframundo.
Este mito es ms que un relato sobre la fertilidad y el origen de las estaciones (los tres meses de
Core en el Inframundo representan el invierno, cuando la hija de Demter la simiente de la
naturaleza se halla latente bajo el suelo). Tambin nos recuerda que todos los seres vivos existen en
continuidad con la muerte y arraigados en ella. El Otro Mundo es tambin el Hades, dios y reino de
los muertos a un tiempo. La tradicin ferica est llena de historias sobre visitantes al Otro Mundo
que han visto, bailando entre las hadas, a personas a las que reconocen, personas de las que saban
que haban muerto. (Recordemos tambin los cadveres que vio Da Silva en los dominios cavernosos
de sus abductores enanos). En consecuencia, no debemos sorprendernos si los mismos incidentes o
historias se atribuyen en una ocasin a los fantasmas y en otra a criaturas no humanas de la
imaginacin, o si el Hades y el pas de las hadas se confunden a menudo.[377] En Bretaa, la
confusin se transforma en identidad: todo lo que se afirma sobre las hadas en otras regiones celtas
se afirma all sobre los muertos. stos incluso tienen que ser alimentados, y no menos que las
hadas, especialmente en Halloween, cuando, imitados por nios, hay que aplacarlos con dulces si
no queremos que nos hagan una trastada.
Por supuesto, los muertos son tambin los ancestros a los que muchos pueblos tribales
reverencian como semidioses. El equivalente ufolgico de este mito es la creencia en que los
extraterrestres visitaron la Tierra hace mucho, fundaron una civilizacin e incluso se cruzaron con
humanos. Esta creencia que los dioses eran hombres del espacio ha alcanzado una popularidad
considerable, a juzgar por la cantidad de libros que han vendido autores como Erich von Dniken.
Pero es errnea. Llamar a los dioses hombres del espacio es literalizarlos, leer el mito como si
fuera historia. Si acaso, los hombres del espacio son dioses.

Todos los viajes al Otro Mundo tienen connotaciones de muerte, pues todos los Otros Mundos
tienen algo de la profundidad del Hades, que es el Otro Mundo por excelencia. Tropezarse, aunque
sea brevemente, con el Otro Mundo es tropezarse con un fragmento de muerte.
No es de extraar que de pronto quedemos atontados, paralizados y con cicatrices, pues nuestros
cuerpos han sido marcados con un memento mori. Comer, beber, el sexo, el matrimonio o la guerra
pilares fundamentales de la vida expresan nuestra relacin fundamental y mutua con el Otro
Mundo. Pero la muerte, opuesta a la vida, expresa la relacin final: nuestros cuerpos nos son
arrebatados por su fortaleza y a cambio obtenemos la sabidura del alma. Viviendo aqullos la
muerte de stos y stos muriendo la vida de aqullos; as es como Herclito describa las relaciones
entre mortal e inmortal, entre humano y daimnico.[378]
17
DEMONIOS HUMANOS

Rituales satnicos y abusos


En 1987 se determin que unos 121 nios de Cleveland, al noreste de Inglaterra, haban sufrido
abusos sexuales. La acusacin contra los presuntos pederastas miembros de las familias de los
nios se bas en el testimonio de mdicos que aseguraban poder reconocer el abuso sexual
mediante ciertos signos e indicadores corporales. Aunque estos mdicos an cuentan con sus
partidarios, su testimonio se consider insuficiente y la acusacin se derrumb.[379]
En noviembre de 1989, un caso de este tipo adquiri una dimensin mayor y ms alarmante
cuando unos trabajadores sociales de Rochdale se llevaron de sus casas a unos diecisiete nios
alegando que no slo estaban sufriendo abusos sexuales, sino que stos tenan lugar en un contexto de
ritos satnicos. No fue un caso aislado: en Nottingham se haban presentado acusaciones semejantes y
ms tarde se presentaran en las islas Orcadas, donde incluso un pastor de la Iglesia se vio implicado
en los presuntos abusos satnicos. Sin embargo, no se hall ninguna prueba, las acusaciones de
satanismo se desestimaron, los chicos fueron devueltos a sus casas y los trabajadores sociales fueron
censurados. En Rochdale, stos siguieron insistiendo en que los nios estaban siendo vctimas, como
mnimo, de negligencia y que podan haber estado relatando fantasas inducidas por drogas
alucingenas, pues se quejaban de que les haban dado extraas bebidas, efervescentes o dulces, o
comestibles sospechosos que les hacan sentirse raros, atontados, soolientos, indefensos, tc.[380]
Los abusos sexuales a nios son un objeto de estudio delicado y doloroso. Es algo que ocurre
innegablemente. Pero aadirle el satanismo lo complica an ms. La magia ritual, tanto maligna
como benigna, se practica; la adoracin del diablo es algo que se da. Pero no se ha establecido una
relacin entre el satanismo y los abusos sexuales, A pesar de la extendida creencia en tal conexin, lo
que hace que el miedo y la indignacin se propaguen por comunidades enteras como en las cazas de
brujas medievales, especialmente en los Estados Unidos, concienzudas investigaciones policiales se
han mostrado incapaces de descubrir alguna prueba slida. La base principal de las acusaciones de
satanismo y abusos sexuales siguieron siendo las declaraciones de los nios afectados. Cuando se les
interrogaba, hablaban de forma ms evocadora y vaga que precisa de extraos ritos que
incluan abusos sexuales de parientes, incesto, beber sangre, matar y comer nios o fetos abortados
Historias secundadas por adultos que aseguraban haber sufrido horrores parecidos en su niez.
(Deberamos observar, sin embargo, que al menos algunos de estos adultos parecen florecer bajo la
atencin que se les presta; muchos de ellos son inestables, con un largo historial de abandono,
abusos y consumo de drogas, por no hablar de su fiabilidad o su memoria).[381]
Se han propuesto dos interpretaciones de las historias de esos nios. Enseguida reconocemos que
son las mismas que suelen esgrimirse para dar cuenta de apariciones y visiones. La primera afirma
que las historias son literalmente ciertas y que tuvieron lugar verdaderos rituales de abusos sexuales.
La segunda asegura que esas historias son mentira, en el peor de los casos, o imaginarias, en el
mejor: los rituales de abusos sexuales slo existen en las mentes de los nios, que, o bien ocultan un
trauma sexual autntico detrs de fantasas de ritos satnicos, o bien construyen fantasas en respuesta
a las preguntas de los adultos, con el fin de agradar a dichos adultos o de llamar su atencin. Quiero
sugerir que existe una tercera interpretacin, que depende de la comprensin de algo que participa
tanto del trasfondo histrico como del mitolgico. Mientras seguimos adelante, tambin debemos
recordar cmo los mitos tienden a ser variantes a menudo opuestos absolutos de los mismos
temas y estructuras centrales.

La imagen de la bruja
Raptar, matar y comerse a bebs es un motivo arquetpico. Es un mito. (Podra decirse que es un
reverso de los mitos fericos y extraterrestres sobre la abduccin, adopcin y cra de bebs). La
sociedad grecorromana acusaba a los cristianos de tales prcticas, y stos acusaban a su vez a los
judos. Todo el mundo acusaba a los gitanos. En la poca medieval, los cristianos atribuan los
mismos actos diablicos a herejes como los waldensianos, y luego a las brujas.[382] En otras
palabras, las sociedades tienden a demonizar a los extraos que estn entre ellos o a los extraos que
viven cerca. Y las sociedades tribales no son una excepcin. Creen de forma comn que existen
brujas que se comen a los nios, practican el canibalismo y cometen incesto. Estas inversiones del
comportamiento correcto se atribuyen tambin a tribus vecinas que, como tales, son brujas. Otros
atributos bsicos que conforman la imagen de la bruja incluyen: actuar de noche, vestir de negro,
transformarse en animales, volar, emitir un resplandor intenso y caminar boca abajo, hacia atrs, etc.
(esto es, mostrar algn tipo de comportamiento invertido).[383] Las brujas, adems, no slo son
daimnicas, sino demonacas; su anlogo, a quien se atribuyen poderes sobrenaturales semejantes
aunque trabaja para el bien en lugar de para el mal, es el curandero. Pero la caracterstica que
hace nicas a estas figuras en comparacin con otros dimones es que son humanas.
La imagen tribal de la bruja comparte muchos rasgos con esa imagen que se estableci en la
Europa de los siglos XVI y XVII, en la cspide de las persecuciones de brujas. All, la bruja era
humana, normalmente una mujer que, durante alguna crisis como las provocadas por una prdida
familiar o por la indigencia, haca un pacto con el Diablo. ste le proporcionaba consuelo o dinero,
pero tambin la aterrorizaba, la obligaba a obedecer y copulaba con ella dolorosamente (su pene era
fro y estaba lleno de escamas). Dejaba su marca en ella, normalmente arandole con la mano
izquierda este mismo lado del cuerpo. A partir de entonces la mujer se converta en una bruja con
poder para echar maleficios o daar de forma oculta, por ejemplo induciendo enfermedades,
impotencia y esterilidad, o apestando las cosechas y el ganado.[384]
Las brujas eran especialistas en matar a bebs y nios para comrselos o para utilizar partes de su
cuerpo en operaciones sobrenaturales, como la fabricacin de pociones para matar a gente o de
ungentos para volar. Se dirigan a sus aquelarres montadas en animales daimnicos o bien en palos,
barras, palas o escobas. Mientras tanto, sus maridos dorman plcidamente, en ocasiones burlados
por un palo que yaca en la cama y no slo ocupaba el lugar, sino que tambin adoptaba el aspecto de
la bruja ausente.[385]
La iniciacin de las mujeres en la brujera a travs del Diablo deriv obviamente del cristianismo,
al igual que su Otro Mundo, el aquelarre, descrito de manera grfica por la mujer acusada de brujera
e identificada por las marcas del Diablo. El aquelarre inclua la aparicin del Diablo, una parodia
de la Eucarista se beba sangre y se coma carne o heces, orgas, incesto, sodoma y otras
prcticas; en otras palabras, una inversin daimnica de los valores y las prcticas cristianas.
Pero deberamos observar tambin que la brujera cristiana contiene asimismo rasgos
extrados o mezclados con tradiciones paganas. La afinidad entre hadas y brujas es una muestra
evidente de ello. Unas y otras podan causar dao con una sola mirada. Ambas cambiaban de forma
(las brujas podan transformarse en gatos negros, liebres, cuervos, etc.). El palo que dejaban en la
cama es anlogo al leo a modo de cuerpo dejado por las hadas en el lugar de la persona a la que se
han llevado. La bruja escocesa Isobel Gowdie, recordmosla, vio al rey y la reina de las hadas en uno
de sus viajes.
El empleo de un palo de escoba para volar a los aquelarres nos hace pensar en otra tradicin: la
de los chamanes (volver sobre ellos), que, en estado de trance, viajan al Otro Mundo en un
caballo simbolizado por un objeto comn tal como un palo o un tambor.[386] Esto, a su vez, nos
recuerda que las mujeres que eran demonizadas como brujas tal vez fueran lo opuesto, es decir,
curanderas, o, como preferan los europeos, parteras, videntes, mdiums En cualquier caso, tal vez
fueran criaturas daimnicas chamnicas, como a menudo se crea de las comadronas, fcilmente
demonizables por la visin cristiana, como todos los dimones. Cabra aadir que, as como
elementos paganos penetraban en los viajes cristianos al Otro Mundo, tambin aparecen elementos
cristianos en viajes laicos modernos, como las abducciones por ovnis. Algunos de ellos son
fericamente explcitos estoy pensando en las entidades angelicales, pero no podran
relacionarse tambin con el aquelarre la sensacin de volar, las cicatrices (las marcas) y la fra
exploracin de los instrumentos de los grises (como el pene del Diablo)?
Brujas, satanistas y trabajadores sociales
Carentes de la categora de lo daimnico, los antiguos cristianos cazadores de brujas tuvieron que
creer, aunque a regaadientes, que las presuntas historias de brujas eran literalmente ciertas, mientras
que antroplogos e historiadores modernos tienen que creer lo contrario. Pero no logran dar cuenta
de un fenmeno que es demasiado persistente y frecuente, demasiado drstico en sus consecuencias,
para desestimarlo. Sean cuales sean sus teoras, consiguen darnos la sensacin de que lo han
explicado, de que creer en las brujas es algo que est ms bien dentro de la mente, y en la mente de
pueblos ms primitivos que los nuestros. Parecen decir que hoy en da las creencias en las brujas no
podran existir, salvo en las cabezas de crdulos campesinos. Pero existen; y no son slo crdulos
campesinos quienes creen en la existencia literal de satanistas, el equivalente moderno de las brujas,
que perpetran crmenes antiguos contra los nios.
(Margaret Murray hizo un brioso intento de explicacin de las brujas afirmando que eran
vestigios de un culto pagano de adoracin a la diosa madre.[387] Sus adversarios han desacreditado su
teora con xito, creo mostrando que no poda ser literalmente el caso.[388] Desdean la brujera
moderna o los cultos wicca, que han surgido a imitacin del culto que Murray concibi. Pero no han
captado cmo la teora, la especulacin y la hiptesis juegan el papel que solan desempear la
leyenda y los cuentos folclricos. Es decir, no ven, como hemos visto nosotros, que las teoras sobre
los sucesos daimnicos y los sucesos en s existen en un continuo, brotando de la misma fuente
imaginativa. La teora de Murray no es literalmente cierta, pero, en un sentido daimnico, puede que
sea fundamentalmente cierta: dado que habla de la obtencin de poder por parte de las mujeres,
articula un mito cuyo momento, si bien modestamente, ya ha llegado).
Si escribo que los satanistas son el equivalente de las brujas no estoy diciendo que no existan
satanistas. Pero sugiero que existen de la misma manera que los seguidores de cultos a las brujas de
Murray. Estn representando un mito que, al habrsele negado su propio y adecuado espacio
imaginativo daimnico, se apodera de nuestras imaginaciones (secundarias), donde es debidamente
literalizado por el resuelto y soberbio ego. Sea como fuere, aunque no puedo demostrarlo, apostara
a que no existe, como afirmaban los trabajadores sociales (que tampoco pueden demostrarlo), una
conspiracin de alcance nacional de cultos satnicos dedicados a la corrupcin, o algo peor, de nios.
Como la brujera medieval, la creencia moderna en la existencia del satanismo es sobre todo un
producto de la imaginacin cristiana. Muchos de los trabajadores sociales implicados en el rescate
de los nios de manos de los satanistas haban recibido la influencia de grupos fundamentalistas
cristianos, originarios de los Estados Unidos, que hablaban de forma persuasiva y sin duda sincera
sobre la realidad de los abusos con rituales satnicos, y distribuan listas de indicios con que
detectarlos.[389] Estos indicios incluan pesadillas, mojar la cama, terror a los monstruos y a lo
sobrenatural y una obsesin por los excrementos y los olores. Dada la naturaleza de los nios,
observ John Michell, tales indicios convertan la deteccin de abusos satnicos en una cuestin
relativamente sencilla.[390] Como el mito de la brujera surgido durante las investigaciones de
supuestas brujas por sus interrogadores, el mito de los abusos en rituales satnicos pronto surgi de
la interaccin de las supuestas vctimas con sus rescatadores.
Este mito, que evoca la creencia en las brujas, no es nuevo; pero tampoco es idntico al mito de la
brujera. Es ms bien una variacin fascinante, recabada por la Imaginacin creadora de mitos y que
obedece a las reglas habituales de la inversin. Por ejemplo, tratando de rescatar a los nios, los
trabajadores sociales los raptaron de sus casas, a menudo de noche, exactamente como se supona que
lo hacan las brujas. La familia de los nios demoniza a los trabajadores sociales, creyendo que sus
hijos han sido raptados por personas que los corrompern con reconocimientos sexuales y cuentos
satnicos. Los trabajadores sociales desempean el papel de las brujas. Pero ellos, a su vez,
demonizan a los familiares de los nios alegando que son autnticos satanistas, pero ubicados a la
inversa, puesto que las antiguas brujas eran, por definicin, extraas, completamente ajenas a la
familia. La familia desempea el papel de las brujas. Mientras tanto, los nios son quienes en realidad
desempean el papel ms cercano a las brujas, pero a la inversa. Son ellos quienes visitan el horrendo
aquelarre, slo que involuntaria en lugar de voluntariamente. Son ellos los indefensos y los
daados, en lugar de estar dotados de un poder oculto para daar. Son ellos los sometidos a un
examen en busca de seas fsicas de injerencias sexuales, al igual que se examinaba a las brujas en
busca de seas fsicas (las marcas) de su pacto con el Diablo. Las vctimas de las brujas
desempean el papel de las brujas.
Como la vieja ambigedad de cazador y cazado, que adoptan atributos recprocos, los
trabajadores sociales (cristianos) adoptan los atributos (daimnicos) del mismo fenmeno que
intentan erradicar. Y es este aspecto de tan complicada serie de inversiones lo que ms parece haber
atrado a la Imaginacin colectiva. Digo esto a la luz de un curioso e inesperado desarrollo de la
historia del presunto abuso ritual.

La maldicin de los falsos trabajadores sociales


El 30 de enero de 1990, dos jvenes bien vestidas que afirmaban representar a la Sociedad Nacional
para la Prevencin de la Crueldad sobre los Nios llamaron a la puerta de Elizabeth Coupland, de
veinticuatro aos, en Parkhill Flats, Sheffield. Le preguntaron si podan examinar a sus hijos, que
tenan dos aos y cinco meses. La seora Coupland accedi. Uno de los nios estaba parcialmente
desnudo. Dos das ms tarde (otras fuentes dicen que fueron seis), una de las mujeres regres con un
hombre, diciendo que estaban autorizados a llevarse a los dos nios. La seora Coupland se resisti a
sus exigencias, amenazando con llamar a la polica. Los trabajadores de la SNPCN se marcharon.
[391]
La visita, o aparicin, estableca un patrn que iba a repetirse en distintas partes de Inglaterra
durante los meses siguientes. Las denuncias llovieron sobre la polica, con descripciones de
asistentes sanitarios o trabajadores sociales que llamaban para examinar o llevarse a nios, pero
que se marchaban a toda prisa cuando el dueo de la casa se mostraba receloso. Los visitantes eran
sobre todo una o dos mujeres, pero a veces eran una mujer y un hombre. Las mujeres solan tener
veintitantos o treinta y pocos, ir muy maquilladas y bien vestidas y ser de altura media. Llevaban
carpetas y, a menudo, tarjetas de identificacin. Parecan profesionales, dijo un testigo. Como
doctoras. Pocas de ellas tenan acento local. Algunas incluso llamaban de antemano para fijar una
cita.[392]
Veintitrs cuerpos policiales se unieron para lanzar la Operacin Guardera, dedicada a seguir el
rastro de los falsos trabajadores sociales. Para el mes de mayo, los incidentes se haban extendido
tanto que la polica tema que hubiera implicados hasta cuatro grupos organizados. (El 6 de mayo se
dieron tres incidentes independientes solamente en Nantwich, Cheshire). Se crey que eran grupos de
pederastas. Pero haba signos claros de que no era un asunto nada simple: la teora de la pedofilia que
daba debilitada por la implicacin de tantas mujeres, raramente involucradas en estos temas (excepto
en casos de presuntos abusos con rituales satnicos). Tal vez para hallar una explicacin a esto, ms
de una vez se insinu que una de las dos mujeres que visitaron a la seora Coupland habra sido un
hombre travestido.[393]
Lejos de disuadir a los falsos trabajadores sociales, la operacin policial slo pareci alentarlos,
al igual que la creciente publicidad (en News of the World se ofrecan 10 000 libras por su captura).
[394] La cantidad de visitas denunciadas aument drsticamente. Al mismo tiempo, las perspectivas de

realizar detenciones parecan hundirse, pues no se lograba seguir la pista a ninguno de los
inculpados. A principios de julio, los incidentes denunciados haban alcanzado la cifra de 173; a
principios de agosto, de 251. Los perplejos policas estaban cada vez ms descorazonados. Se
consider que slo vala la pena investigar dieciocho casos: aquellos en que se afirmaba que los
visitantes haban examinado realmente a los nios. (Algunos de ellos podan haber sido trabajadores
sociales autnticos). Nunca se llevaron a ningn nio. Puesto que tampoco se denunciaron
tocamientos obscenos, la teora de la pedofilia fue perdiendo terreno hasta quedar ms o menos
descartada. En su lugar, se sugiri vagamente que los visitantes eran, o bien avanzadillas enviadas por
un grupo de pederastas en busca de vctimas, o bien miembros de un grupo vigilante en busca de
pruebas de abusos sexuales. Ninguna teora se sostuvo tras un anlisis riguroso. La polica empez a
hablar de pnico social. No se arrest a ningn sospechoso ni se levantaron cargos contra nadie. El
asunto se fue extinguiendo.[395]
Los falsos trabajadores sociales eran, supongo, dimones. Resulta especialmente difcil de creer
por ser tan prosaicos, tan iguales a mujeres humanas corrientes. Esperamos de los dimones que
desborden los lmites de la realidad. Pero, una vez ms, no ocurre as con las brujas o con la imagen
de las brujas; y los falsos trabajadores sociales guardan una clara relacin con el arquetipo de las
brujas. Por otra parte, no estn dotados de ningn poder sobrenatural, excepto tal vez su habilidad
para esquivar la captura. En cambio, su caracterstica ms destacada es su cualidad de embaucadores.
Casi podran estar gastando una broma o elaborando un engao con el objetivo de desacreditar a los
trabajadores sociales o satirizar sus actividades. En esto son iguales que los autores de crculos de las
cosechas, como sealaba en el captulo doce. Tambin sugera que el engao es una actividad de
motivacin daimnica, en continuidad con acontecimientos daimnicos autnticos; en otras
palabras, el mito del embaucador no slo se da en los humanos, sino que tambin se expresa a travs
de ellos. Por eso cabra esperar ver a farsantes representando el patrn daimnico de los falsos
trabajadores sociales. Y as es, en efecto: en octubre de 1992 se arrest a un hombre que se hizo pasar
por trabajador social e intent abusar de un nio.
Si el cristianismo no hubiera excluido a los embaucadores, obligndolos a fusionarse con la
nica imagen que tiene de duplicidad sobrenatural el Diablo, no habran aparecido los demonios.
Como las brujas malvadas, los falsos trabajadores sociales son producto de nuestras imaginaciones
demonizantes. Pero hay que decir que tenemos suerte: son ms traviesos que dainos. Todos los
dimones son embaucadores por naturaleza. Si les seguimos negando un espacio propio, no puedo
dejar de preguntarme si no podran volverse ms daimnicos por necesidad, ms literales, hasta que
nos perjudiquen de verdad, ya sea directamente o bien a travs de esos humanos que, como los
farsantes, estn momentneamente posedos por su espritu. Abriremos un da el peridico para leer
que la polica ha encontrado los restos de un nio en un centro de culto satnico?
Antes de dejar este tema, tan horrible como intrigante, debera mencionar brevemente otra forma,
bastante comn, de demonio humano que aflora de vez en cuando en la literatura ufolgica. De
hecho, al menos una de nuestras falsas trabajadoras sociales sonaba muy parecida. La seora Pat
Crotty, de Battersea, Londres, la recibi el 13 de mayo de 1990 y la describi como insulsa, con
aspecto de funcionaria, bien informada sobre cuestiones de las que, por lgica, no poda conocer
nada, aunque tambin propensa a equivocaciones tontas, como llamarla seora Crosby en lugar de
Crotty o referirse a sus cuatro hijos en lugar de tres.[396] Esta descripcin encaja con una peculiar
clase de agentes del tipo aliengena, que amenazan a los contactados por ovnis aunque al final no
les hacen dao. Se les suele llamar hombres de negro.

Hombres de negro
El 16 de julio de 1967, dos hombres llamaron a la puerta de Robert Richardson en Toledo, Ohio. Le
preguntaron por un incidente en el que, por lo visto, haba chocado con su coche contra un ovni que
haba aterrizado en la carretera. Haba vuelto a la escena del choque y recogido un trocito de metal,
que haba enviado a un grupo de investigacin ovni. Los hombres hablaron con Richardson unos diez
minutos. Luego, ste se sorprendi por el hecho de que no se le hubiera ocurrido pedirles ninguna
identificacin. Se percat de que se marchaban en un Cadillac negro de 1953 y cuya matrcula apunt.
Cuando comprob el nmero, descubri que no se haba emitido nunca. Una semana ms tarde,
aparecieron otros dos hombres (en un modelo Dodge corriente). Eran de piel oscura y vestan trajes
negros. Uno de ellos tena acento extranjero. Al principio parecan tratar de conseguir que
Richardson admitiera que no haba tenido ningn encuentro con ovnis. Luego le pidieron que
entregara el trozo de metal, sobre el que nadie poda haberles informado. Cuando Richardson les
explic que ya no lo tena, los hombres dijeron que hara bien en recuperarlo. Si quiere que su
mujer siga siendo igual de bonita[397]
Este tipo de expresiones afectadas son tpicas de los hombres de negro, y de algn modo
concuerdan con sus trajes y sus coches anticuados tipo aos cincuenta. Son demonios de serie B.
Aparecen despus de un avistamiento ovni, a menudo antes de que se haya notificado siquiera,
normalmente cuando el testigo est solo por casualidad. Visten camisas blancas y elegantes trajes
negros; parecen extranjeros u orientales; tienen la piel oscura y los ojos sesgados. Se comportan
con rigidez y formalidad y hablan de forma poco expresiva, como si fueran robots. Los testigos los
aceptan como normales al principio, como cuando vemos un fantasma, pero cuando reflexionan
sobre ellos, no les parecen del todo humanos. A veces los hombres de negro llevan uniforme, como
oficiales de las Fuerzas Areas. Si dan sus nombres o identificaciones, resultan ser falsos. Conocen
detalles de las vidas de los testigos que no podran saber en el curso normal de las cosas. Como
ocurre con los falsos trabajadores sociales, las visitas son siniestras e incluso profieren amenazas y
advertencias, aunque no llegan a nada.[398] No desbordan, como otros dimones, los lmites de la
realidad; son, sencillamente, verosmiles. No impresionan ni inspiran horror; tan slo inducen una
leve paranoia. No hay ni que decir que nunca dejan rastro. Son unos embaucadores desagradables que
pertenecen al mismo nivel imaginativo que la ciencia ficcin de segunda clase.
18
HUMANOS DAIMNICOS

Ritos de paso
La abduccin de nios es toda una institucin en la mayora de sociedades tribales. Hacia la pubertad,
son arrancados de la seguridad de sus hogares por entidades altas de rostros extraordinarios bocas
y narices como rendijas y ojos grandes, por ejemplo y conducidos a un lugar oscuro, a veces
angosto y subterrneo como una tumba, donde son abandonados durante das. Privados de comida y
exhaustos, las entidades los visitan peridicamente y los torturan, rajndoles el pene o marcndoles la
cara. Al mismo tiempo, reciben un conocimiento asombroso secretos que no deben revelar antes
de ser devueltos entre resplandores de luz a sus pueblos, donde sus familias ya no los reconocen.
Por supuesto, estoy describiendo a grandes rasgos rituales de pubertad bastante habituales en que
los aspirantes son arrebatados por los mayores de la tribu, que van disfrazados con mscaras y
pinturas; son encerrados en la casa fetiche o aislados en el monte, y sometidos a procesos rituales
como escarificaciones, circuncisiones o clitorectomas.
En cierto sentido, saben lo que est pasando, pero en otro temen de veras una muerte inminente a
manos de los adultos a los que una vez conocieron, pero que ahora se han transformado en seres
ajenos como los espritus de los ancestros. Los propios nios son pintados para que parezcan
fantasmas es decir, asimilados a la muerte, pues su yo antiguo e infantil debe morir a travs de la
iniciacin para poder renacer en un yo nuevo y adulto. Por eso, cuando regresan a sus casas a la luz
de una antorcha, recin instruidos en la tradicin secreta y sagrada de la tribu, sus parientes simulan
no conocerlos. Y, de hecho, como pasa con todos los abducidos, apenas se reconocen a s mismos.
El cristianismo conserva vestigios de los ritos de pubertad en las ceremonias de la Primera
Comunin y la Confirmacin; pero stas han abandonado todo acercamiento al poder imaginativo y
transformador. Sobre todo, carecen del miedo y el dolor que parecen ser elementos necesarios de la
iniciacin. Cabra preguntarse cules son las consecuencias de perder los ritos oficiales y efectivos
que dan significado a nuestros cambios biolgicos y nos imprimen el sello de la adultez. No hay
peligro de que permanezcamos infantiles, egostas y dependientes, meras vctimas de lo que quiera
que nos traiga la vida? Desde luego, muchas personas son iniciadas sin darse cuenta por las
exigencias de sus propias circunstancias, como catstrofes familiares, prdidas de seres queridos o
incluso autnticas ordalas en la escuela. La iniciacin no depende tanto de la experiencia en s como
de lo que hacemos con ella, cmo la utilizamos para la autotransformacin. Pero sin ritos
tradicionales que induzcan y al mismo tiempo canalicen el sufrimiento, resulta difcil utilizarlo
correctamente, y en lugar de eso nos vemos empujados a buscarle una cura.
Sin embargo, las sociedades tribales reconocen universalmente un tipo de persona que se inicia
de forma espontnea, no mediante ritos de pubertad organizados a nivel social, por ejemplo, sino
mediante experiencias sobrenaturales directas. Podra afirmarse incluso que esta iniciacin
espontnea es el modelo en que se basa toda iniciacin y que imitan reencarnan literalmente los
mayores de la tribu encargados de iniciar a los nios. El tipo de personas al que me refiero son
curanderos, hombres (o mujeres) de medicina o, como est de moda llamarlos ahora, chamanes.

La tradicin del chamn


Aunque un chamn puede alcanzar su posicin por herencia, es igual de probable que la obtenga por
vocacin espontnea. Son varios los signos de tal vocacin: sbitas enfermedades, ataques o leves
accesos, un gran sueo o, sobre todo, un inesperado estado de trance o xtasis. Bajo dicho estado,
el afectado pasa por una experiencia visionaria cuyos contenidos incluyen invariablemente uno o ms
de los siguientes factores: desmembramiento del cuerpo por espritus (dimones) o por las almas
de chamanes muertos; expulsin o abandono del cuerpo, que luego es reconstruido con nuevos
rganos o huesos de hierro; ascensin al cielo, seguida de un dilogo con los dioses o los
espritus; descenso al Inframundo, seguido de una conversacin con espritus subterrneos y las
almas de chamanes muertos.[399]
Una vez el futuro o la futura chamn han sido elegidos claramente por semejante experiencia
inicitica fundamental, pasan por experiencias daimnicas subsiguientes, normalmente bajo la
supervisin de un chamn en activo, con el fin de adquirir la ayuda y proteccin de los espritus
familiares (a menudo animales) y de los espritus tutelares (humanos, a menudo un enano). Estos
espritus pueden poseer al chamn o hablar a travs de l, pero no es sta la caracterstica
determinante del chamanismo (cualquiera puede ser posedo), sino, ms bien, la habilidad para
efectuar a voluntad el ascenso a los cielos o el descenso subterrneo, controlando el itinerario
sagrado que se estructura de acuerdo con la cosmologa tribal. Por ejemplo, entre las tribus del norte
de Asia, como los tungs de Siberia que nos proporcionaron la palabra chaman, los chamanes
escalan un simblico rbol del mundo que conecta Arriba con Abajo, montan sus tambores como si
fueran caballos rumbo al cielo o descienden por el orificio del humo dentro de la yurta, para recrear
los viajes heroicos, celestes y subterrneos de chamanes anteriores.
Las operaciones rituales de los espritus sobre el futuro chamn hallan su paralelo entre los
abducidos por ovnis. Por ejemplo, el 16 de agosto de 1975, Sandra Larson vio gran cantidad de
globos brillantes descendiendo sobre ella en el camino hacia Bismarck, Dakota del Norte. Haba una
hora del trayecto de la que no poda dar cuenta. Bajo hipnosis describi una clsica abduccin por
ovni durante la cual sus captores le rasparon el interior de la nariz con algn tipo de instrumento y
luego, tras abrirle el crneo, le quitaron el cerebro y se lo volvieron a colocar.[400]
El 6 de enero de 1976, Mona Stafford, Louise Smith y Elaine Thomas se toparon con un objeto
enorme con mltiples luces mientras conducan hacia Liberty, Kentucky. Al llegar se encontraron con
un lapso de una hora y media del que no podan responder. Bajo hipnosis, sus historias relativas a los
hechos supuestamente ocurridos durante su tiempo perdido se confirmaron parcialmente entre s.
Haban sido abducidas por unas criaturas bajitas y grises cuyos ojos rasgados, la nica faccin
visible tras una especie de visor, estaban fijos en ellas con una mirada enervante. Las tres mujeres
fueron separadas y conducidas a algo as como una cueva donde haca un calor sofocante. Como a
Antnio da Silva, las sujetaron a unas mesas y vertieron un lquido caliente y pegajoso encima de
ellas. Entonces les retorcieron los brazos y las piernas como para comprobar cunta presin podan
soportar. A Mona le quitaron los ojos de las cuencas, los examinaron y se los colocaron de nuevo.
[401] (Un chamn yakut, Piotr Ivanov, inform de que su iniciacin incluy la desmembracin de sus

huesos, la desolladura de su carne y la separacin de sus ojos de las cuencas.)[402] Recordemos


tambin que Kathie Davis se encontr paralizada en su coche despus del primer avistamiento ovni
del que poda acordarse. Luego not que le arrancaban las piernas y que le empujaban algo duro en el
interior del tero. Tanto ella como otra abducida, Susan, describen cosas () que se movan, como
rganos.[403]
Otro motivo recurrente en la tradicin de abducciones ovni es el implante. Los abducidos
aseguran que sus abductores les introducen, a travs de la nariz y el costado de la cabeza, alguna clase
de objeto diminuto cuyo propsito es desconocido (los extraterrestristas especulan con que es algn
tipo de transmisor que permite a los aliengenas seguir de cerca a sus vctimas). Se trata del vestigio
de un motivo casi universal en el chamanismo, del que tenemos un ejemplo tpico en una prctica de
los aranda de Australia. Un espritu ensarta su lanza en el cuello del iniciado mientras ste est
durmiendo a la entrada de la cueva inicitica. Luego, el espritu se lo lleva a la cueva, le extrae los
rganos internos y se los reemplaza por otros. Se le introducen fragmentos de cuarzo en el cuerpo y
despus regresa a la vida, aunque, durante algn tiempo, se comporta como un luntico.[404] Se
supone que los cristales de cuarzo le otorgan poderes al chamn, en especial el poder de volar. Se
imagina que son de origen celeste y slo medio materiales, como luz solidificada.[405]
Los implantes beneficiosos que confieren poderes tienen su contrapartida malfica en los
objetos mgicos que introduce en el cuerpo de una persona un brujo, demonio, espritu de un muerto
o chamn maligno. Prximos a la prdida de alma, estos objetos mgicos son la causa ms
extendida de enfermedad (en todo el continente americano, por ejemplo) y deben ser extirpados por
un chamn que luego los expone, como, pongamos, una hebra, un insecto, un lagarto o una piedra.
[406]
Cuando tenemos en cuenta que tambin las abducciones por ovnis contienen el equivalente del
viaje celeste del chamn, enseanzas o revelaciones de los espritus e incluso ecos de la cueva de
iniciacin en los interiores circulares y de luz uniforme, parece probable que guarden relacin con
los tipos de experiencia que las sociedades tribales reconocen como iniciticas.
Muerte y renacimiento
La esencia de la iniciacin, tanto para los abducidos como para los chamanes, consiste en la muerte y
el renacimiento. En los ritos de pubertad, el yo infantil muere para que el yo adulto pueda vivir; el
chamn es desmembrado y resucitado, muriendo su antigua perspectiva corprea y emergiendo de
nuevo con una nueva perspectiva daimnica. Muchos pueblos tribales establecen sociedades
secretas cuyo propsito es iniciar a los adultos en el misterio de la muerte y el renacimiento
mediante ritos que son del mismo tipo, aunque ms suaves, que las iniciaciones chamnicas. sta era
tambin la norma en la antigua Grecia, donde cualquier persona mnimamente digna estaba iniciada
en los Misterios que tenan lugar en Eleusis. La sabidura de Scrates y la filosofa de su discpulo,
Platn, no puede entenderse con propiedad sin tener en cuenta su iniciacin en los Misterios de
Eleusis. Puesto que estaba prohibido hablar de ellos, sabemos poco al respecto; pero, de manera
significativa, se crea que giraban alrededor del mito de Demter-Core-Hades: el mito clsico, en
otras palabras, de muerte y renacimiento.
En su tratado De anima, Plutarco compara especficamente la iniciacin a los Misterios con la
experiencia de muerte. Pues el alma, en la agona, nos dice, tiene la misma experiencia que aquellos
que estn siendo iniciados en los grandes misterios. Al principio, uno vaga de aqu para all en las
tinieblas; luego se topa con horrores que causan escalofros, temblores, sudor y asombro, hasta
que al fin lo prende una luz maravillosa y es recibido en prados y regiones puras, con voces y
danzas y la majestad de sonidos y formas sagradas.[407]
Proclo nos cuenta que en el ms sagrado de los misterios, antes de que el dios aparezca, se
presentan ciertos dimones terrestres [esto es, ctnicos], hay rias que perturban a quienes han de ser
iniciados, los apartan de bienes no profanados y les hacen centrar su atencin en la materia. Aqu,
los dimones nos distraen del elevado y simblico propsito de la iniciacin y dirigen de nuevo
nuestra atencin hacia el mundo fsico o, mejor an, literal. Est claro que estos dimones se cuentan
entre los horrores de Plutarco, pues los dioses nos exhortan a no mirarlos, hasta que estemos
fortalecidos por los poderes que confieren los misterios. Pues as lo dicen: no es apropiado que los
contemples hasta que tu cuerpo no est iniciado.[408]
Acordmonos de que en enero de 1984 Kathie Davis regres mediante hipnosis al momento en
que comenzaron sus singulares experiencias (y su rememoracin de experiencias an ms
tempranas): la extraa luz que vio en su caseta de la piscina. Aquel recuerdo que empezaba a aflorar
la asust tanto que tuvieron que sacarla del estado hipntico; haba odo una voz en su cabeza
dicindole que, si recordaba algo ms, morira. Y, en efecto, explic que senta el cuerpo como si
fuera a morir.[409] No dijo que iba a morir ella, sino tan slo su cuerpo.
El hecho es que, al final, acab recordando los acontecimientos de aquella noche y, por muy
temibles que fuesen, su cuerpo no muri. As pues, quiz podramos pensar en su sensacin de
inminente muerte fsica como la clase de muerte asociada a la iniciacin, aquella sensacin pasmosa
de que a uno le desmiembran y le dan la vuelta a la propia perspectiva corprea, de que lo arrancan
de la realidad literal, de este mundo y de nuestro lazo con l. sta puede ser una muerte ms dolorosa
que la fsica porque es la muerte de todo aquello que pensamos que somos. Tambin es el principio
de un nuevo tipo de yo, un renacimiento.
Como los iniciados a los Misterios (como los abducidos), todos los chamanes hacen hincapi en
el horror de la iniciacin, incluyendo el encuentro con sus espritus asistentes o tutelares, que pueden
parecer aterradores. Pero, como advirti un chamn australiano, podemos obtener el poder de los
espritus siempre que no nos intimiden hasta dejarnos llevar por el pnico.[410] En otras palabras, no
hay nada que indique que el miedo y el dolor sean malos o errneos, como tienden a sugerir las
ideologas y psicoterapias modernas y laicas. Los sueos estn repletos de miedo y dolor. Igual que
los mitos y las religiones. Slo hay que pensar en la Crucifixin como modelo de muerte inicitica y
resurreccin: el heroico Dioshombre ruega que aparten de l el amargo cliz. No sucede as. Lo
azotan, lo coronan con espinas, lo atraviesan con clavos y con una lanza en el costado; lo cuelgan de
una cruz y lo dejan morir; desciende al Infierno y, al tercer da, asciende a los cielos, donde se sienta
a la derecha de Dios Padre.
En la experiencia de casi muerte del seor Cunningham (el hermano Drythelm), que estableci el
patrn para la mayora de los subsiguientes viajes cristianos ultramundanos, recordemos que los
demonios le infligan dolor y terror en el reino intermedio del Purgatorio. Aqu, la iniciacin se
cristianiza en forma de castigo por el pecado, mientras que el renacimiento se traduce en conversin.
Algo de esta influencia cristiana de esta influencia demonizante persiste en los modernos mitos
de abduccin. El primer informe completo de una abduccin por parte de los grises, que ya nos
resultan familiares, es el de la que sufrieron en septiembre de 1961 Betty y Barney Hill, mientras
conducan por una carretera desierta.[411] Las dos vctimas fueron sometidas a la habitual operacin
de exploracin: mientras que a Barney le colocaron un artilugio con forma de copa en los genitales
que le dej un anillo de marcas rojas, Betty record (bajo hipnosis) que le haban atravesado el
abdomen con una aguja. Se trata, por supuesto, de una tortura tradicional empleada por los demonios
en la iconografa cristiana; la misma operacin puede verse, por ejemplo, en el Kalendrier des
Bergiers del siglo XV, donde aparecen demonios torturando a las almas condenadas. As pues, los
cristianos fundamentalistas, especialmente locuaces en los Estados Unidos, no carecen
completamente de justificacin al ver a los grises como poco ms que demonios al servicio de
Satans.
Otro enfoque, esta vez laico, que se ha puesto de moda en Norteamrica es tratar a los presuntos
abducidos no como a pecadores castigados por demonios, sino como a vctimas. Se determina que
sufren un desorden y estrs posttraumtico, y se les contempla con independencia de toda creencia
en el origen de su trauma, del mismo modo que a las vctimas de violaciones o a los supervivientes
de guerras. En otras palabras, su experiencia se considera una cuestin mdica y se despoja de su
potencial hondo e inicitico, por no decir religioso.

Orfeo
La principal funcin del chamn es curar. Pero, dado que la causa primera de enfermedad entre sus
pacientes es, segn se cree, la prdida de alma, su cura consiste en viajar al Otro Mundo, recuperar
el alma perdida y restablecerla en el cuerpo del paciente. Las almas pueden perderse por accidente,
por as decirlo, por ejemplo vagando durante el sueo; o pueden ser arrebatadas abducidas por
espritus de los muertos, brujas y otros seres. El chamn est ms preparado que nadie para
recuperarlas porque, en cierto sentido, recuper la suya propia cuando le fue arrebatada en su trance
inicitico original. El chamn, pues, media entre este mundo y el Otro. Es una figura daimnica, un
humano daimnico.
En la mitologa griega, el chamn arquetpico era Orfeo, que, mediante la dulzura de su canto y el
arte de su lira el chamn aprende sus cantos de dimones ultramundanos, hechiz al mismsimo
Hades para que le devolviera a su esposa muerta, su imagen del alma, Eurdice (aunque la perdi de
nuevo al violar el mandato de no mirar atrs justo cuando se acercaban a este mundo). A Orfeo
tambin se le atribuye la instauracin de los Misterios de Eleusis. Como tal, fue el primer telogo,
adems de fundador de la poesa y la msica y del chamanismo (tambin padeci la
desmembracin ritual). En otras palabras, los chamanes combinan las funciones de mdico,
sacerdote, poeta y propagador de la tradicin tribal. Todas estas actividades se consideraban
originarias del Otro Mundo (es decir, del reino daimnico de la Imaginacin). Nuestra cultura ha
dividido estas funciones de acuerdo con su divisin del cuerpo humano en partes separadas, como la
mente, el cuerpo, el espritu y el alma. Los psiquiatras se ocupan de la mente, los mdicos del cuerpo
y los sacerdotes del espritu. El alma, que, debidamente entendida, los une a todos mediando entre
ellos, se ha perdido. Se ha subsumido en el espritu o convertido en su sinnimo, y ste, por
definicin, es completamente inmaterial y trascendente, mientras que el alma es al mismo tiempo
material e inmanente. (Para ser ms exactos, cabra decir que el alma, carente de sustancia en s
misma, estando en todas partes y en ninguna, se manifiesta, ora como espritu, ora como materia, en
funcin del contexto y la perspectiva). Desatender a los dimones, que pertenecen al alma, conduce a
su regreso en forma de desrdenes psquicos (es decir, del alma). La psicologa naci para
encargarse de ellos. Por desgracia, la propia psicologa se dividi en escuelas que crean que el alma
poda reducirse a la mente o verse mdicamente como un epifenmeno del cuerpo, o dejarse en
manos de una religin puramente espiritual y monotesta (el alma, como hemos visto, es
inherentemente politesta). Slo una psicologa de estilo junguiano hace justicia a la profundidad y
complejidad del alma, porque reconoce que el alma requiere los cuidados de una figura chamnica
que combine (como haca Jung) conocimiento de la medicina, teologa, mitologa, filosofa y arte,
junto con una experiencia de primera mano del Otro Mundo y sus moradores.

La iniciacin del sueo


No podemos saber con certeza si los viajes ultramundanos, como las abducciones, ocurren
espontneamente porque el receptor se ha visto privado de una iniciacin social tradicional (como
los ritos de pubertad), forzando al inconsciente a generar imgenes equivalentes, o bien si son
iniciaciones verdaderamente extraordinarias, concedidas a quienes poseen el equivalente de una
vocacin chamnica. Yo me inclino por la segunda opcin, aunque slo sea porque parece ser que
nuestros viajeros ultramundanos, como los abducidos, suelen tener un largo historial de experiencias
paranormales. Son personas a las que hoy en da reconocemos como psquicas (utilizo la palabra
en el sentido popular, no en el junguiano). Y, aunque tambin reconocemos que la mayora de
nosotros somos capaces de alguna habilidad psquica, por pequea que sea, en determinadas
ocasiones, otorgamos al psquico persistente, por llamarlo as, una categora especial, igual que las
sociedades tribales otorgan una categora especial a los chamanes.
En el prximo apartado echar un vistazo ms cercano y prolongado a la relacin entre el
psquico y el chamn, pero, para concluir ste, quiero sealar que existe una forma de iniciacin del
todo natural que, aunque est altamente desarrollada en el chamn, tambin est abierta a todos
nosotros. De hecho, cabra argir que, puesto que carecemos de rituales formales y efectivos donde
alojar y estructurar experiencias daimnicas espontneas, stas se daran con ms frecuencia y seran
ms abrumadoras, ms potencialmente enloquecedoras, de no ser por esta forma de iniciacin. Estoy
hablando de los sueos.[412]
Los sueos nos inician en el Otro Mundo cogiendo a personas, objetos y acontecimientos de
nuestras vidas divinas conscientes y traducindolas en imgenes, desliteralizndolas,
daimonizndolas. A la inversa, las imgenes daimnicas persisten despus del sueo, rondndonos,
aadiendo otra dimensin, ms profunda, a nuestras vidas, pidiendo que les hagamos caso, que las
entendamos, que las incorporemos. Como los dimones que los habitan, los sueos nos ofrecen
sabidura a cambio de nuestra fortaleza. Por desgracia, demasiado a menudo los coartamos con
interpretaciones, los ponemos bajo una luz demasiado intensa y los amarramos al ego para fortalecer
su perspectiva. No es de extraar que olvidemos los sueos, que se resisten a la rememoracin
porque no desean verse obligados a servir al ego, no desean verse literalizados y, lo que es ms,
demonizados. La fortaleza que buscan no es de este tipo. Puede que incluso Jung mostrara un celo
excesivo al insistir en que hagamos conscientes los contenidos inconscientes (despus de todo, los
dimones tienen su propia conciencia, a menudo ms elevada que la nuestra).
Lo que buscan los dimones en los sueos es nuestra capacidad, a travs de la reflexin y la
deliberacin, a travs de nuestros hechos y acciones, de dar forma a sus dinmicos cambios de
forma; de poner orden y concierto en su caos; de dar cuerpo a su etrea volatilidad; de expresar sus
perspectivas, no las del ego. sta es la fortaleza, la sustancia que buscan. Lo que presupone que los
reconozcamos, les demos cobijo y hasta los reverenciemos; pues, si slo pueden conocerse a travs
de nosotros, slo a travs de ellos podemos conocer nosotros nuestro ms profundo smismo.
En los viejos tiempos, los sueos se tenan en gran consideracin. Hemos tendido a suprimirlos, a
mostrarnos recelosos con ellos, a escudriarlos en busca de signos de locura. No es extrao que
lleguen con dificultad y distorsionados. Tal vez nos toque a nosotros abandonar nuestro mundo
iluminado y egosta e ir adonde estn ellos, en lo oscuro, aunque haya que hacer lo imposible. Y es
que soar puede ser el nico mtodo de iniciacin que nos queda: cada noche nos trae una pequea
muerte con que irnos aclimatando al Otro Mundo, ensayando el viaje que todas las almas debern
realizar al final.
Lo psquico y lo chamnico
El agente de polica Alan Godfrey, cuya experiencia de tiempo perdido, hipnosis y abduccin
comentaba en la Introduccin, posteriormente empez a recordar periodos anteriores de tiempo
perdido. A los dieciocho aos, por ejemplo, iba en coche con su novia a las dos de la madrugada
cuando atropell a una mujer que paseaba con un perro. Se le haba echado encima del vehculo.
Cuando Alan sali a echar un vistazo, no haba nadie. Al llegar a casa se encontr con que haba dos
horas de las que no poda dar cuenta. En otra ocasin, estaba paseando al perro de su hermano por el
parque cuando, de pronto, el animal se puso como loco y ech a correr (el motivo del perro se repite
con el horrible y gran perro negro que vio en la nave durante su abduccin). A Alan le
pareci distinguir una forma entre los arbustos, y result ser un amigo con el que convers durante
un buen rato. Cuando ya haca rato que Alan deba haber regresado, su hermano sali a buscarlo y lo
encontr vagando solo. ste le record a Alan que no poda haber estado hablando con su amigo
porque el tipo en cuestin haba muerto haca unos meses.[413]
Creer en la existencia literal de naves extraterrestres por parte de muchos investigadores de ovnis
los ha llevado a descuidar la investigacin de los testigos. Cuando se ha llevado a cabo una
investigacin semejante, se ha encontrado invariablemente que testigos como el agente Godfrey
tienen un historial de experiencias psquicas que a menudo se remonta a su primera infancia.
Adems, la experiencia como una abduccin que ha aparecido en primer plano suele estar
rodeada de otros acontecimientos paranormales que, a diferencia de la abduccin, personal y privada,
aparecen como pblicos e impersonales. Por ejemplo, las extraas y onricas experiencias de
abduccin de Kathie Davis van insertadas en una matriz de sucesos misteriosos: unas lucecitas que
pasan zumbando por su pasillo; hombrecillos que atraviesan las paredes del dormitorio; llamadas
telefnicas que recibe cada mircoles y en que una voz gime y farfulla de manera incomprensible.
Sus vecinos tambin ven luces, oyen ruidos fuertes y sufren cortes de luz. Las abducciones de Kathie,
como hemos visto, recordaban al martirio de la iniciacin chamnica. Adems, por lo visto mostraba
un temperamento chamnico, a menudo caracterizado por enfermedades repentinas o crnicas
(Kathie padeci de todo, desde presin arterial alta, hepatitis y neumona hasta reacciones alrgicas a
medicinas, ataques de asma, arritmias, ansiedad e insomnio).[414]
As que podra muy bien ser que aquellas personas a las que llamamos psquicas tuvieran una
vocacin chamnica. Pero, dado que nuestra cultura carece de una tradicin chamnica, de un marco
daimnico con que modelar y canalizar las capacidades psquicas, stas permanecen sin desarrollar,
sin adiestrar y sin controlar. Raramente se conciben los modernos viajes extticos ultramundanos
como oportunidades de autotransformacin y renacimiento, sino que slo causan miedo y
perplejidad y estn sujetos a malas interpretaciones. Al mismo tiempo, al actuar como conductos a
travs de los cuales los poderes daimnicos pueden fluir con libertad hacia este mundo, a los
psquicos no instruidos les impacta la intrusin en sus vidas de acontecimientos extraos, o lo que
Jung llamara contenidos inconscientes que, incapaces de ser integrados en la conciencia, son
proyectados sobre el mundo externo. El chamn aprende a controlar y manipular dichos
acontecimientos a lo que llamamos magia o brujera, pero los psquicos modernos suelen
ser tan slo como pararrayos que, involuntariamente, atraen a los dimones fuera de las nubes en que
se ocultan. No es sorprendente, pues, que otros miembros de sus familias e incluso espontneos
inocentes se vean arrastrados a su crculo de hechizo. En su presencia vemos cosas que nunca
pensamos que veramos.
Este fenmeno explica, por ejemplo, los avistamientos de ovnis con testigos mltiples, que
junto con indicios fsicos tales como cicatrices corporales y huellas de aterrizajes se esgrimen
como pruebas de la realidad literal de las naves espaciales. Pero estos avistamientos no son ms
literales que cualquier otro: simplemente los ovnis tienden a aparecer ms, y con mayor objetividad,
en presencia de determinadas personas y, como ya hemos visto, en lugares determinados. La
combinacin de ambas cosas es irresistible. He conocido a gente que no haba visto nada raro en su
vida hasta que se top con un personaje al estilo de un autntico y viejo chamn, llamado Arthur
Shuttlewood, que fue el centro de una famosa conmocin ovni a finales de los sesenta y principios
de los setenta. Sola llevar grupos de observadores de ovnis a la cima de un extrao monte, formado
en la Edad de Hierro, llamado Cley Hill y prximo a Warminster, Wiltshire. Los ovnis aparecan
prcticamente por encargo. De forma similar, Anthony Doc. Shiels, autoproclamado psquico,
mago y surrealquimista (sic), sola deleitarse con ritos de invocacin a los monstruos en
prometedores lagos y enclaves costeros. El monstruo Morgawr, antiguo morador de las aguas de
Cornualles, fue visto poco despus de uno de esos ritos, y las fotografas de Doc del monstruo del
lago Ness siguen siendo las ms conocidas.
No es difcil darse cuenta de que los pocos casos, como el de los Avis, de abduccin mltiple
pueden explicarse de un modo parecido. Las interpretaciones psicolgicas de tales casos se refieren
vagamente al fenmeno conocido como folie deux (o trois). Pero esto elude las preguntas
habituales. En su lugar, y utilizando el concepto de realidad daimnica, podemos imaginar a dos o
ms personas envueltas en el mismo hechizo. Una de ellas seguramente es el catalizador principal, la
figura chamnica, mientras que las dems (suelen tener un vnculo psquico con l o ella a travs de
unos lazos emocionales estrechos) se ven arrastradas en su viaje ultramundano. Despus de todo, el
inconsciente es muy fluido, sobre todo en un nivel que sobrepasa lo personal. Las almas individuales
se interconectan en el Anima Mundi, en el nivel impersonal y colectivo. Siempre somos susceptibles
de encontrarnos en la Imaginacin, compartiendo el mismo espacio daimnico.
El ejemplo ms sencillo es la telepata. Tendemos a considerarla una transferencia de
pensamiento, como si una persona estuviera transmitiendo imgenes mediante un acto consciente de
voluntad. En realidad, se parece ms a una relajacin en que una persona penetra en la realidad
daimnica e imaginativamente establece vnculos con otra, en el nivel psquico que ocupan en comn.
Esto debera parecernos ms bien normal, como lo es que miembros de una tribu los bosquimanos
del Kalahari, pongamos se comuniquen a largas distancias. Se trata tan slo de una extensin de su
modo normal de conciencia, que es daimnica por naturaleza y fundamentalmente tribal (colectiva)
ms que de una literalidad estrecha y bsicamente individual, como la nuestra. A finales del siglo XVII,
el reverendo Robert Kirk detect habilidades semejantes de telepata y clarividencia entre los
habitantes de las escocesas islas Hbridas, a los que consider videntes. Lo eran, desde luego, de
acuerdo con las premisas de Kirk y con las nuestras; segn las de ellos, tan slo ejercitaban unas
facultades que nosotros hemos perdido: nuestra conciencia egoica, severamente concentrada y
obstinada, nos asla en nuestras unidades individuales y, bajo circunstancias normales, ahuyenta a esa
conciencia daimnica ms difusa y crepuscular, capaz de conectar de forma natural con otras de su
clase, con otros tiempos y lugares. No obstante, siempre somos susceptibles de colarnos en este tipo
de conciencia, sobre todo cuando dormimos (en sueos), pero tambin en momentos de crisis en
nuestras vidas, ya sean emocionales (por ejemplo, la prdida de un familiar) q biolgicas (la
pubertad) o simplemente cuando conducimos solos, avanzada la noche, por carreteras desiertas.
Despus de mencionar cmo los fenmenos paranormales pueden asediar a una persona de tipo
chamnico como Kathie Davis, e incluso a todos sus allegados, considerar otra forma de iniciacin.
Cuesta describirla, y de hecho puede que no sea nada apropiado llamarla iniciacin, puesto que
aparentemente no implica la experiencia de muerte y renacimiento de los viajes chamnicos
subterrneos y celestes. Pero implica un cambio, en ocasiones dramtico, en el receptor, a menudo en
forma de un desarrollado sentido del Otro Mundo y un mayor grado de sabidura a la hora de
relacionarse con l.
A diferencia de la experiencia chamnica del Otro Mundo como reino daimnico penetrado
durante estados alterados de conciencia, este otro tipo de iniciacin se da en el sentido inverso: el
Otro Mundo penetra en ste. Nuestra realidad cotidiana se eleva, repleta de extraordinarios
sincronismos, trascendencias y sucesos paranormales. Las personas que investigan lo daimnico son
particularmente proclives a ella, aunque puede ocurrirle a cualquiera que se dedique a la persecucin
de algn tipo de conocimiento o verdad (todos los estudiosos saben, por ejemplo, que el libro que
necesitan puede caer a sus pies desde la estantera!). En otras palabras, es un tipo de iniciacin
orientada hacia un objetivo y, como tal, podra decirse que es una bsqueda.

La bsqueda de John Keel


Una bsqueda puede imaginarse como una versin extrovertida de la introversin del chamn; tal vez
sean el exterior y el interior del mismo camino. A diferencia del chamn, pasivo ante los seres
ultramundanos que le) desmiembran, el buscador es activo, resuelto y hasta obsesivo. Para establecer
una analoga mitolgica, no es tanto Orfeo, el chamn arquetpico, como Ulises, Jasn o Eneas,
cuyos viajes se produjeron a travs de este mundo, aunque a cada vuelta los acosaban intrusiones
procedentes del otro. (En trminos cristianos, la bsqueda es un peregrinaje, mientras que el viaje del
chamn es la ascensin mstica hacia Dios). El peligro para el chamn es que puede adentrarse
demasiado o ir poco preparado al Otro Mundo y, as, perder su alma; el peligro para el buscador es
justo lo contrario: el Otro Mundo est demasiado cerca de l y amenaza con sobrepasarlo y poseerlo.
Incluso cuando se aferra a la perspectiva de este mundo, que el chamn se ve obligado a abandonar,
lo acribilla lo ultramundano. El canto de las sirenas lo atrae a las rocas donde naufragan las mentes.
La paranoia siempre est a la vuelta de la esquina. El buscador es especialmente vulnerable a esa
mezcla de ilusin y revelacin que analizaba antes.
Pero quiero dar un ejemplo de bsqueda moderna, emprendida por el pionero investigador de
anomalas John A. Keel. Aunque tengo que resumirla de forma considerable,[415] de todos modos la
citar ms extensamente de lo acostumbrado para proporcionar una idea del matiz que caracteriza a
la bsqueda.
Al cabo de un ao de embarcarme en mi campaa a tiempo completo de investigacin sobre
ovnis en 1966, escribe el seor Keel, el fenmeno se haba focalizado en m, como haba hecho
con el editor periodstico britnico Arthur Shuttlewood y muchos otros. Al principio mi telfono
estaba como loco, con misteriosos desconocidos llamando da y noche para dejar mensajes raros de
gente del espacio. Luego me vi catapultado al onrico y fantasioso mundo de la demonologa. Fij
citas con Cadillacs negros en Long Island (Nueva York) y, cuando intentaba perseguirlos,
desaparecan de manera imposible en callejones sin salida Objetos areos luminosos parecan
seguirme por todas partes como perros falderos. Era como si los objetos supieran adnde iba y
dnde haba estado. Me registraba en un motel elegido al azar y descubra que alguien haba hecho
una reserva en mi nombre Me acosaban coincidencias imposibles, y algunos de mis amigos ms
cercanos de Nueva York () empezaron a informarme de experiencias extraas propias: espritus
que aparecan en sus apartamentos, hedores a sulfuro de hidrgeno que los perseguan Ms de una
vez me despert en plena noche y me encontr con que no poda moverme y con una aparicin
enorme y oscura encima de m. Durante un tiempo dud de mi propia cordura.
El seor Keel, en efecto, estaba cerca de volverse loco. ste es el aspecto que adopta la realidad
daimnica cuando nos aproximamos a ella de un modo demasiado racional, demasiado centrado en
explicarla, demasiado de este mundo; es decir, cuando nos aproximamos a ella al estilo arquetpico
de Apolo. Pero la actitud apolnea, como ya he comentado, invoca a la de su hermano Hermes,
patrono de la realidad daimnica en s. Como dios de las fronteras, los caminos y los viajeros, se
hace particularmente evidente en las bsquedas; como deidad embaucadora, es especialista en
provocarnos hasta lo intolerable, llevndonos ms all de todo lmite racional. Le encanta hostigar a
la conciencia apolnea produciendo fenmenos psquicos que parecen pruebas de la realidad literal
de lo daimnico para luego dejarnos con las manos vacas. Caricaturiza la profeca apolnea
envindonos predicciones que al principio resultan certeras e infalibles. Entonces nos suelta la
definitiva la fecha del fin del mundo es su preferida y sta resulta ser falsa.
Aunque en otro sentido, es verdad: nuestros pequeos universos se acaban para siempre cuando
los engulle la avalancha ultramundana. Keels recibi gran cantidad de mensajes hermticos, no slo
de supuestas entidades ovni, sino a travs de mdiums en trance y escritura automtica. La
asombrosa exactitud de sus predicciones lo persuadi de creer en el sbito aluvin de predicciones,
procedentes de varias de estas fuentes, sobre un cataclismo que iba a destruir la ciudad de Nueva
York. Huy. El desastre no se produjo. Lo haban timado. Empez a comprender que los mensajes de
extraterrestres y espritus no deban ser tomados ms literalmente que las entidades en s. De hecho,
empez a darse cuenta de que stas no eran lo que afirmaban; por ejemplo, no venan de otros
planetas, sino de alguna realidad de otro orden inherente a sta. Los llam ultraterrestres o
elementales. Contina as: Desarroll un elaborado sistema de controles y balances para excluir a
los estafadores. Personas no relacionadas entre s y de distintos estados entraron a formar parte de mi
cadena secreta hacia ese otro mundo. Pas meses jugando a los traviesos juegos de los elementales,
buscando inexistentes bases de ovnis, intentando hallar el modo de proteger a los testigos de los
hombres de negro All donde iba parecan estallar manifestaciones de espritus. Era difcil
juzgar si yo estaba creando esas situaciones involuntariamente o si eran del todo independientes de
mi mente.
Pero ste no es un caso de si o. Y no slo es difcil juzgar, sino que es imposible.
Cualquier intento que de encasillar a los dimones slo los fortalece, al igual que Anteo extraa
fuerza de su madre tierra cada vez que Hrcules lo arrojaba al suelo. Si sostenemos que estn slo
dentro de la mente, entonces aparecen fuera de nosotros, apoyados por pruebas aparentemente
objetivas; si sostenemos que estn fuera de nosotros, aparecen como sueos, fantasas y voces en
nuestras cabezas. Incluso cuando Keel los persigui con gran determinacin, creyendo en su
existencia literal, le devolvieron el reflejo de esa literalidad, adoptando un aspecto literal pero a la
vez evaporndose entre sus manos, tomndole el pelo y volvindole loco hasta que empez a
vislumbrar su ambivalencia.
Ahora, al mirar atrs, puedo ver lo que estaba ocurriendo realmente, contina Keel. El
fenmeno me estaba introduciendo poco a poco en aspectos que nunca antes haba considerado. Me
condujo paso a paso desde el escepticismo a la credulidad y aunque parezca mentira a la
incredulidad. Se refiere, por supuesto, a la incredulidad en la existencia literal de sus torturadores.
No es que no crea en ellos. Pero ha aprendido que no son como nosotros pensamos, ni como
quisiramos que fueran: fiables, espirituales, seres puros que ofrecen una sabidura ms elevada. Y,
aun as, cuando mis pensamientos se torcan y mis conceptos eran errneos, en realidad el
fenmeno me devolva al camino correcto. Se trataba de un proceso educativo y mis maestros eran
muy, muy pacientes. Otras personas que se han visto involucradas en esta situacin no han tenido
tanta suerte. Se instalaban en un solo marco de referencia y rpidamente los engula el desastre.
Aqu vemos otro aspecto de Hermes-Mercurio, no el embaucador sino el psicopompo o gua de
almas. Sus ardides no slo confunden, sino que tambin nos conducen a la verdad; sus mensajes no
slo inducen a error, sino que tambin son mensajes de los dioses, de los que l es mensajero. Y
tambin, recordmoslo, se encarga de los sueos, otra forma de mensaje divino que figura de forma
prominente en las bsquedas.
Proceso educativo es una manera suave de describir la bsqueda de Keel, pero sirve. Pues la
caracterstica que mejor distingue la bsqueda de la iniciacin chamnica tal vez sea el acento en el
aprendizaje. En el transcurso de sus bsquedas entre islas mgicas y antagonistas sobrenaturales del
tipo de los de Keel, tanto Ulises, el hroe de Homero, como Eneas, el de Virgilio, visitaron el
Inframundo, donde cabe esperar que recibieran una iniciacin chamnica. De hecho, fueron all tan
slo para consultar a los muertos y aprender de ellos.[416] Si todos los buscadores demostraran la
misma voluntad de escuchar y aprender, de prestar una honda atencin a los fenmenos daimnicos
en lugar de combatirlos o tratar de insertarlos en un esquema racional, entonces aprenderan, como
Keel, a cruzar el estrecho puente que media entre un tipo de locura y el otro.
El primero es la locura que restringe el Otro Mundo a un solo marco de referencia, por lo que
nos asla no slo de la realidad daimnica, sino tambin de nuestras propias almas, como a idelogos
dogmticos y superracionales. La locura alternativa consiste en perder todos los marcos de
referencia y quedar confinado tan slo al Otro Mundo, como las pobres almas que pasan sus das
conversando con espritus en un manicomio. Keel adquiri la cordura de la doble visin, la
capacidad de creer y no creer. Aprendi a reconocer y nombrar a los dimones por lo que son, en
toda su ambigedad. Si construa marcos de referencia, eran provisionales y relativos, para
salvaguardar su razn sin violentar la infinita riqueza y complejidad del reino daimnico. Y, por
encima de todo, aprendi que la bsqueda no conduce a una solucin definitiva, a una verdad
absoluta; ella misma es la verdad. El camino que emprendemos nos transforma, y nos sentimos a
gusto con Hermes en el sendero que no tiene un final en este mundo, ni quiz tampoco en el siguiente.

El loco sabio
Los hroes mitolgicos encarnan diferentes estilos o maneras de aproximarse al Otro Mundo; y es a
esta cuestin vital de cmo debemos abordar el Otro Mundo (y en especial el Inframundo, que es el
ms crucial en nuestra poca por ser la metfora espacial del Otro Mundo ms desatendida) a la que
dedicar el ltimo captulo. No obstante, para terminar ste quiero observar que, si existe un requisito
indispensable para un viaje ultramundano exitoso, es la humildad. Todas las visiones, revelaciones y
sentimientos del cielo, escribi San Juan de la Cruz, no valen tanto como el menor acto de
humildad, la cual tiene los efectos de la caridad, que no estima sus cosas ni las procura, ni piensa mal
sino de s, y de s ningn bien piensa, sino de los dems (). Conviene que no les hinchen el ojo estas
aprehensiones sobrenaturales, sino que las procuren dividir para quedar libres.
Esta humildad esencial en el mstico debe ejercerla de igual modo el chamn y aprenderla
dolorosamente todo buscador, desde los caballeros del Grial hasta John Keel. Aunque todos ellos
habran hecho bien en escuchar cuatro consejos de aquel hroe de los mil cuentos que va en busca del
tesoro (de verdad o sabidura) o de la princesa (de su propia alma).
Suele ser el ms joven de tres hermanos y, cosa muy significativa, no es en absoluto un hroe en
el sentido acostumbrado. Su padre lo considera un imprudente y un intil, bueno tan slo para cuidar
cerdos; admira a sus hermanos mayores, que lo tratan con desprecio. stos son unos hroes ms
convencionales: bien parecidos, listos en el sentido intelectual, vestidos con magnficas prendas,
apuestos, brillantes y todo lo dems. Esperan obtener la mano de la princesa (junto con su opulenta
dote) sin gran dificultad, as que emprenden su viaje con grandes expectativas de triunfar. Son
resueltos y estn tan decididos a viajar a toda velocidad que no toleran ningn obstculo en el
camino. Altaneros, apartan a un lado a la anciana que trata de indicarles el camino all donde la
carretera se bifurca. Ignoran, o no oyen, las advertencias de los animales parlantes Puede que lleguen
hasta la princesa por una mera cuestin de voluntad, por as decirlo, pero des cubrirn que a sta no
le impresiona su inteligencia, su presuncin ni su gravedad. La aburren, por lo que se re en sus caras
cuando le piden la mano en matrimonio.
El hermano menor, por su parte, es un loco a los ojos del mundo, pero no lo es tanto como
parece. Se le cree un holgazn soador. No supera ningn examen. No tiene ninguna destreza,
excepto, tal vez, alguna trivial, como tener buena mano con los animales o saber tocar una flauta de
madera tallada por l mismo. Decide partir l tambin y recibe las burlas de su familia. Incluso debe
admitir que no tiene ninguna posibilidad de xito comparado con sus hermanos, ya que le falta su
confianza. Pero tiene una especie de fe en s mismo, aunque tal vez sea ms una vaga sensacin de
que podra tener suerte. Adems, reconoce que es un hermoso da para viajar hace buen tiempo y
hay posibilidad de aventuras, as que sale a disfrutarlo por s mismo, con independencia del
resultado.
Es indefectiblemente corts con los mendigos, las ancianas y los animales parlantes, a quienes
presta una honda atencin, obteniendo tiles consejos y, a menudo, talismanes que le ayudarn en su
camino. No es agudo ni receloso, pero tampoco un incauto. No aguanta tonteras de los impostores,
pues ve con claridad sus artimaas para entorpecerlo o atrasarlo. Si se topa con ogros, no tiembla
ante ellos ni intenta derrotarlos por la fuerza bruta, como tal vez haran sus hermanos, con funestas
consecuencias. En lugar de eso les hace frente y los burla, a menudo adquiriendo en el proceso algn
atributo poderoso y mgico. Es ingenioso, adaptable e incluso astuto. Es ocurrente y tiene muy buen
humor, y la princesa lo acepta enseguida, aunque slo sea porque le hace rer.
19
ALMA Y CUERPO

Almas
San Pablo menciona una experiencia exttica en que fue arrebatado hasta el tercer cielo, pero,
como l dice, si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo s, sbelo Dios.[417] Y ste es el dilema al
que se enfrentan muchos otros viajeros ultramundanos.
Pienso que resulta demasiado fcil descartar la conviccin de muchos de ellos de que fueron
elevados fsicamente a otro reino, como sera una nave espacial aliengena. sa fue, despus de todo,
la sensacin, y es una conviccin compartida por miembros de culturas tradicionales (aunque, como
veremos, con una diferencia importante en el punto de vista). As pues, a pesar de que es una
conviccin que no comparto, quiero subrayar que es antigua y respetable y que, a mi juicio, se
aproxima ms a la verdad del asunto que no creer en absoluto en ningn tipo de viaje ultramundano.
No obstante, utilizando el modelo de realidad daimnica que he estado perfilando, es posible hacer
inteligibles los viajes ultramundanos sin recurrir a la creencia en una experiencia fsica real. Para
ello, considerar brevemente la relacin entre alma y cuerpo, empezando por unos cuantos
comentarlos elementales sobre diferentes tipos de estados daimnicos.
Con el fin de viajar al reino daimnico, el chamn entra en un trance o semitrance que es
inconsciente o slo vagamente consciente (respectivamente) del mundo ordinario. En otras palabras,
en el estado de trance (o xtasis) el Otro Mundo constituye su nica realidad; en el de semitrance
mantiene un pie en este mundo, lo que le permite transmitir su itinerario ultramundano a un pblico.
Su procedimiento es anlogo al de los mdiums modernos, quienes permiten que los espritus los
posean plenamente, o bien actan como intermediarios entre espritus y pblico, pasando mensajes de
unos a otros; y es anlogo al de los sujetos sometidos a hipnosis, que estn del todo dormidos (en
cuyo caso, como el mdium en trance, no tienen ningn recuerdo de lo que han dicho o de lo que se
ha dicho a travs de ellos) o slo parcialmente dormidos (en cuyo caso son capaces de describir y
recordar lo que ellos o alguna parte de ellos est experimentando). Una medida del control supremo
del chamn sobre su viaje nos la da el hecho de que pueda recordar todo lo que le sucede bajo un
trance pleno, es decir, mientras est muerto para este mundo. No obstante, todos estos trances estn
ms o menos controlados, aunque slo sea por el espritu gua o daimon personal (en el caso de
los mdiums); o, en el caso de los hipnotizados, por el hipnotizador que, a modo de gua, determina
la lnea de la sesin e interviene si los dimones importunan demasiado.
Los viajes al Otro Mundo espontneos, involuntarios y no controlados pueden ser altamente
exitosos. Pueden resultar, por ejemplo, en revelaciones msticas que mejoren las vidas de los
receptores. Pero tambin pueden ser muy peligrosos y acabar en una o dos afecciones indeseables, a
las que sola llamarse prdida de alma y posesin por los espritus. La primera, anloga a lo que
ahora llamamos neurosis, ocurre cuando perdemos el contacto con el Otro Mundo; la segunda,
anloga a la psicosis, ocurre cuando mantenemos un contacto excesivo y nos vemos arrollados por
l. (La naturaleza de ambas afecciones ir quedando ms clara en el transcurso de este captulo).
Este empleo de las expresiones alma y prdida de alma difiere bastante de cmo he estado
utilizando esa palabra. Hasta ahora he elegido alma para referirme a dos imgenes, distintas pero
relacionadas. En primer lugar, alma es sinnimo del reino daimnico en s, el reino de la
Imaginacin, y en realidad es una abreviatura del Anima Mundi, o Alma del Mundo, colectiva. En
segundo lugar, alma se refiere a toda imagen que la propia Alma del Mundo utilice para
representarse a s misma. En un nivel arquetpico, esta imagen suele ser femenina y aparece, por
ejemplo, como un daimon hembra o diosa que, como dira Jung, personifica el inconsciente
colectivo,[418] El tercer uso de alma se refiere a la imagen con que nosotros, como individuos,
somos representados en el Alma del Mundo.
Las visiones tradicionales de la naturaleza humana siempre han tenido en cuenta (al menos) dos
almas del ltimo tipo.[419] En el antiguo Egipto, por ejemplo, se conocan como ka y ba; en China,
como hun y po. Una de estas almas habita en el cuerpo y es el equivalente de lo que nosotros, faute
de mieux, llamamos ego.[420] Yo lo llamar ego racional para distinguirlo de la segunda alma,
llamada, de forma variada en otras culturas, almasombra, almafantasma, almamuerte,
almaimagen y almasueo, para la cual nuestra cultura tiene la palabra alma, o ninguna
palabra, porque en general no se cree que exista. Sin embargo, existe y tambin puede pensarse como
un ego, en el sentido de que otorga identidad e individualidad. Esto es, nos permite decir como el
ego racional Yo. Pero no es un ego de la conciencia, sino de la inconsciencia; no es un ego de la
vigilia, sino del sueo; no es un ego racional, sino irracional.[421] Yo lo llamar ego daimnico.
Como el ego racional, tiene un cuerpo que no es fsico, sino que es un cuerposueo, un cuerpo
sutil como el que se supone que tienen los dimones, un cuerpo astral, como dicen algunas
doctrinas esotricas; en resumen, un cuerpo daimnico.
La combinacin de ego racional y cuerpo fsico no es directamente anloga a la de ego
daimnico y cuerpo daimnico, porque los dos ltimos no se experimentan por separado, en el
sentido estricto. El cuerpo daimnico refleja inmediatamente el ego daimnico, y viceversa. Se trata
de un cuerpo imaginativo, una imagen, como sabemos por los sueos, que puede llevar el atuendo
que le plazca o incluso modificar toda su forma. De pronto puede pasar de estar en una posicin
desde la que observa a alguien a convertirse en ese alguien; es decir, plasma la manera en que el ego
daimnico modifica su punto de vista, mirando a travs de los ojos de una persona a la que hace un
momento estaba contemplando, o sintiendo las emociones de alguien en quien antes estaba
induciendo esas emociones.
As pues, es este egocuerpo daimnico, por llamarlo as, el alma que puede perderse, el
alma que, en el chamn, emprende viajes ultramundanos. Es l quien abandona el cuerpo fsico en
experiencias fuera del cuerpo o en las modernas experiencias de casi muerte, cuando, en un
ejemplo tpico, morimos en la mesa de operaciones para descubrir luego que estamos flotando por
encima de nuestros cuerpos, pudiendo observar lo que ocurre y or lo que estn diciendo los
cirujanos (que se sobresaltan cuando despus, al recuperarnos, reproducimos sus palabras). Es
tambin esta alma la que podemos ver, nosotros u otros, en aquellos casos de biubicacin en que
nuestros doppelgngers (dobles) aparecen misteriosamente.[422] Es esta alma la que, en los msticos
cristianos, se eleva hasta el Altsimo, suscitando un debate sobre si permanece intacta durante la unin
mstica (como un sentido de identidad) o si, finalmente, se disuelve o es integrada por Dios.
Los egos daimnico y racional no estn tan separados como yo he dado a entender en aras de la
comodidad, sino que fluyen constantemente de uno a otro, as como nuestras vidas en vigilia y en
sueos se influyen de modo recproco. El ego daimnico puede despojar a la conciencia de su ego
racional en cualquier momento, como, por ejemplo, cuando estamos absortos en alguna actividad
imaginativa o cuando nos atrapa una experiencia visionaria. A la inversa, el ego racional puede
penetrar en al daimnico trayendo a los sueos y visiones aquellas actitudes lcidas que son por
completo inapropiadas en el mundo crepuscular de los dimones. Naturalmente, al ego racional lo
asustan a menudo las imgenes con que se encuentra all, y trata de escapar o de atacar, pero descubre
que no puede moverse porque las acciones musculares literales no tienen ningn poder para mover el
cuerpo daimnico.
De forma similar, cuando nos despertamos por la noche, como tan a menudo hacen los
abducidos, para encontrarnos aliengenas en el dormitorio, no podemos movernos porque
nuestros cuerpos fsicos estn dormidos y slo ha despertado el ego racional. En realidad, debera
decir que es el ego daimnico el que despierta; pero, puesto que no lo reconocemos o entendemos,
imaginamos que es el ego racional, pues ste es tan robusto y tan categrico que impone su visin
racional sobre el ego daimnico, de tal modo que llegamos a creer que los acontecimientos
nocturnos estn ocurriendo literalmente. El hecho de que parezcamos despertar en nuestros
dormitorios es una metfora de esta actividad literalizante del ego racional; y es que, de hecho,
despertamos en el reino daimnico, al que se ha impuesto la imagen familiar, lcida y racional de
nuestro dormitorio. Cuando los aliengenas, inmiscuyndose en esta imagen desde el lado daimnico,
hacen flotar nuestros cuerpos hasta sus naves espaciales, no se trata slo de que el cuerpo
daimnico deje el cuerpo fsico, sino que tambin el ego daimnico deja la imagen del dormitorio
literal y penetra propiamente en el espacio daimnico, donde recibe cada vez ms presin para que
abandone su punto de vista racional y literalizante. Pero esto es, precisamente, la iniciacin: la
amenaza y por fin el desmantelamiento del punto de vista racional por parte de un mundo daimnico
y ajeno cuyo objetivo es instalar su propio ego daimnico.
Ahora debera quedar claro que la divisin que he establecido entre los dos tipos de ego es tan
slo una manera de hablar. En realidad, existe un solo ego, pero con dos perspectivas: el ego en
vigilia, consciente, racional y literalizante no es ms que otro aspecto del ego soador, inconsciente,
irracional y daimnico, como si fueran las dos caras de una misma moneda. Pero el cambiante ego
daimnico puede adoptar gran cantidad de perspectivas diferentes, todas ellas ms o menos
daimnicas, todas ellas miembros de la misma familia, como si dijramos, al igual que los hroes de
la mitologa griega. Slo el ego racional fomenta su propia perspectiva nica y literalista, al tiempo
que niega y demoniza todas las dems.
Cuerpos
Una de las cosas que nos ensean los viajes ultramundanos es que no podemos concebir la vida sin un
cuerpo. No podemos existir como meros egos desencarnados, incluso en la vida por venir. Se
siembra un cuerpo natural, escriba San Pablo, surge un cuerpo espiritual.[423]
Y no podemos dejar de ver este cuerpo espiritual como algo parecido al cuerpo sutil
daimnico que puede separarse y sobrevivir al fsico.
Pablo escriba, por supuesto, mucho antes del Concilio Eclesistico del ao 869, que decidi
oficialmente que los humanos estn divididos en dos partes: cuerpo y espritu (perdiendo as la
categora de alma). l an conceba la vida, incluida la espiritual, como corprea; y la palabra que
emplea para cuerpo, tanto natural como espiritual, es soma. En las Epstolas compara esto con
otro tipo de cuerpo, para el que utiliza otro vocablo griego, sarx. Traducido a veces como carne
(como en los pecados de la carne), sarx se refera de forma exclusiva a las posibilidades malignas
de la vida corprea. Soma, por su parte, se refera a todas las posibilidades de la vida corprea,
benignas o malignas. El punto clave aqu es que ninguno de los vocablos se refera exclusivamente al
cuerpo fsico. Soma se refera ms bien a todas las perspectivas de la vida corprea, entre las cuales
la fsica era una ms; y sarx se refera solamente a la perspectiva literal que reduce toda la vida
corprea a mera carne fsica.[424]
En mi enfoque, el cuerpo daimnico (soma) no est ms separado del cuerpo fsico (sarx) que sus
dos egos respectivos; simplemente, son dos perspectivas distintas. Y esto nos enfrenta a una idea
desconcertante: que nuestros cuerpos fsicos no son necesariamente literales. (No deberamos
desconcertarnos demasiado; al fin y al cabo, todos esos indicios daimnicos nos han ido preparando
para esta conclusin, culminando en los crculos de las cosechas, que tambin resultaban estar lejos
de ser literales a pesar de ser fsicos). La sensacin de que nuestros cuerpos son literalmente reales es
una construccin del ego racional que, aunque no se identifica con el cuerpo (ve el cuerpo como un
vehculo), no obstante se ala con l de forma tan estrecha como para imponer su perspectiva al
cuerpo. Convierte nuestra realidad fsica en la nica; convierte nuestra realidad fsica en una realidad
literal. Esto conduce a la creencia errnea de que, con la muerte fsica dejamos de existir. Pero
nuestra muerte fsica libera al cuerpo daimnico. Es ms, si pasamos por una muerte inicitica, que
destruye la perspectiva literal del ego racional, el cuerpo fsico es desliteralizado, desatado de su
perspectiva nica, liberado del sarx, por decirlo as. Se vuelve, de hecho, daimnico. Si ste es el
caso, cabra esperar que el cuerpo fsico, ahora daimonizado, sea capaz de contravenir lo que
llamamos leyes fsicas.
Y lo es, desde luego. Pensemos de inmediato en los faquires, capaces de enterrarse durante das
seguidos, o en los monjes del budismo zen que, como Jess, pueden caminar sobre el agua. El
entrenamiento espiritual que requieren tales proezas ha cado en desuso en nuestra cultura; pero en la
poca monstica era comn para hombres como San Juan de la Cruz, lo bastante como para advertir
del peligro de confundirlo con la santidad. Un famoso ejemplo de actividad daimnica en un cuerpo
fsico (incluso se sospech que era un ser demonaco, obra del Diablo) fueron las repetidas
levitaciones de Santa Teresa de vila. sta experimentaba xtasis, elevamientos, vuelos del
espritu o arrebatamientos, no muy distintos del viaje celeste del chamn, en que arrebata el
Seor el alma y la pone en xtasis. En ocasiones, los raptos eran tan violentos que no slo senta que
Dios le arrebataba el alma, sino que tambin se alzaba corpreamente del suelo, de modo que sus
hermanas tenan que agarrarla.[425] (No se trata de algo excepcional en absoluto: se dice que ms de
cien santos catlicos han levitado.)[426]
Podramos decir que, a diferencia de los abducidos, cuyos egos racionales suban flotando en sus
cuerpos daimnicos, el ego daimnico de Santa Teresa permaneca en el cuerpo fsico, que estaba lo
bastante desliteralizado como para emular la ascensin celeste de su homlogo daimnico. Sin
embargo, ella era consciente de que sus levitaciones no eran de buen gusto Bjame, Dios!,
gritaba, ni un signo de progreso espiritual (recordemos que el famoso parapsiclogo D. D. Home,
que por lo dems era un hombre corriente, poda flotar por los aires a voluntad). Es como si ella
supiera que en realidad su ascensin celeste debera producirse de forma menos ostentosa como la
del chamn, tan slo en el cuerpo daimnico y sin el complemento de vuelos fsicos. Es, en otras
palabras, como si presintiera la influencia literalizante del dogma cristiano que, al polarizar al
hombre en un espritu y un cuerpo, aboli la perspectiva daimnica en la que no hay fronteras
rgidas, literalizando as el ascenso espiritual como vuelo fsico. (De forma anloga, el dogma
cristiano literaliza el renacimiento espiritual como una resurreccin del cuerpo).
La cultura cristiana o postcristiana slo puede ver el cuerpo fsico de una manera literal. Por
ejemplo, el rayo del ovni paraliza a sus vctimas antes de llevrselas al Otro Mundo. Como la
experiencia les parece real a esos abducidos, dan por hecho que tiene que ser literal y, por lo
tanto, que sus cuerpos fsicos han sido transportados a la nave espacial. Las culturas tradicionales
no cristianas tambin parecen ver el cuerpo fsico de un modo literal. Un ejemplo es lo que escribe
Lady Wilde para describir las abducciones por parte de seres fericos entre los irlandeses: La
influencia malfica de la mirada ferica [como el rayo ovni] no mata, pero sume al sujeto en un
trance semejante a la muerte, en que el cuerpo real es transportado a alguna mansin ferica mientras
en su lugar se deja un leo o alguna criatura fea y deforme, disfrazada con la sombra de la forma
robada.[427] Pero aquello que en la superficie parece literalismo por parte de la tradicin ferica
el cuerpo real es arrebatado es, en el fondo, lo contrario: el cuerpo fsico se imagina en
primera instancia como daimnico. El cuerpo real es el daimnico, que, una vez arrebatado para el
Otro Mundo, deja tras de s (como seala Lady Gregory) un cuerpo semejante o la semejanza de un
cuerpo.[428] Esta expresin trata de describir el cuerpo fsico cuando est despojado de su ego
cuerpo daimnico; cuando ha perdido su alma. Entonces se vuelve tan inanimado como un trozo de
madera; es un cascarn feo y vaco apenas reconocible como la persona robada. As es como
aparece metafricamente el cuerpo fsico cuando, despojado de su anlogo daimnico, se vuelve
slo fsico; se vuelve literal.
La creencia de que el cuerpo dejado es de hecho un sustituto (es decir, que se ha realizado un
trueque) expresa la renuencia por parte de las culturas tradicionales a separar cuerpo y alma.
Implcitamente reconocen que los cuerpos fsico y daimnico son slo dos aspectos o dos
perspectivas de la misma cosa, como si el cuerpo fuera slo la manifestacin fsica del alma, y sta la
manifestacin espiritual del cuerpo. Reconocen, pues, que los humanos somos simultneamente
cuasifsicos y cuasiespirituales. Tambin nosotros somos daimnicos.
Alma y espritu
Antes he dicho que la conciencia egoica tiene varias perspectivas, todas ellas ms o menos
daimnicas, excepto una: el ego racional y, sobre todo, literalizante. En relacin con la realidad
daimnica en s con el Anima Mundi y su personificacin, anima, alma no son daimnicas.
Dicho de otro modo, el ego daimnico es un alma en relacin con el ego racional, pero en relacin
con el alma (alma del mundo, anima) es espritu.
En algn momento he hecho una distincin entre alma y espritu sobre la que ahora debera ser
ms explcito, puesto que alma y espritu reflejan una tensin fundamental en la vida humana.[429] Por
ejemplo, el camino hacia la integracin, la individualidad y la unidad es bsicamente un camino
espiritual, as como el monotesmo en general (y el cristianismo en particular) es una religin
espiritual. El alma, por otra parte, enfatiza la desintegracin, la colectividad y la multiplicidad. Lo
que solemos llamar religiones principales son normalmente religiones espirituales que apenas
reconocen como tales a las del alma a las que califican de animismo o politesmo porque
stas no tienen un principio nico, fundamental y trascendente, sino que ms bien subrayan la
igualdad de varias imgenes daimnicas secundarias e inmanentes. Por lo tanto, y a modo de gua
abreviada del espritu y el alma, puede ser de ayuda elaborar dos listas de conceptos, atributos e
imgenes anlogas que se han asociado a ellos de forma imperecedera.
Espritu: Dios, monotesmo, unidad, el Uno, ego; cielo, trascendencia, arriba, alturas, ascenso,
superior; masculino, conciencia, racionalidad, luz, fuego, sol.
Alma: dimones, politesmo, lo Mltiple, anima; Tierra, inmanencia, abajo, profundidades,
descenso, inferior; femenino, el inconsciente, imaginacin, oscuro, agua, luna.
Debemos recordar que espritu y alma no son como dos sustancias. Son smbolos, como el yang y
el yin, que representan dos enfoques de la vida, dos perspectivas. Es como si el espritu fuera una luz
blanca difractada en muchos colores por el prisma del alma, o como si los colores del alma
estuvieran concentrados en una luz blanca por el prisma del espritu. Desde la perspectiva del alma, el
espritu es varias perspectivas (todas ellas contenidas dentro del alma en s y aun as intentando
siempre liberarse e imponer alguna de sus perspectivas sobre el alma desde el exterior). Desde el
punto de vista del espritu, el alma es una perspectiva (exterior al espritu y aun as ligada a l de
algn modo, enredada en l, distrayendo al racionalismo del espritu con emociones, contradiciendo
los conceptos abstractos del espritu con imgenes concretas, desde el interior).
Espritu y alma son reflejos uno de otra. As pues, no hay que considerar mis listas de sus
atributos como opuestos, ya que la oposicin es tan slo una manera de ver la tensin entre espritu y
alma.[430] Podemos verlos tambin con la relacin que tienen las personificaciones mitolgicas: hijos
con madres, o esposas con maridos; como antagonistas o compaeros, enemigos o amantes, etc. Y es
que, en cuanto el espritu define al alma de una forma, descubrimos que esa forma de definicin ya
est definida por el alma en funcin del espritu con que est emparejada. Alma y espritu
predeterminan sus perspectivas recprocamente, definindose el uno al otro de forma simultnea
(salvo que definir es una palabra del espritu, no del alma). No podemos concebir nada fuera de
estas parejas, no podemos situarnos fuera de estas perspectivas recprocas, slo podemos ver una
desde la otra.[431] (El empeo del espritu por mantenerse fuera de estos emparejamientos con el
alma, y su conviccin de que lo ha hecho, es precisamente el ego racional, como mostrar
brevemente).
Un ejemplo de la interaccin entre alma y espritu es la interpretacin de los mitos. Como
productos de la Imaginacin, los mitos son las historias arquetpicas del alma. Pero los mitgrafos
modernos (antroplogos y dems) se acercan a ellos con explicaciones y definiciones cientficas.
Esto es el espritu en accin, deseoso de encontrar principios nicos subyacentes o teoras
unificadoras. Pero el alma se resiste a este proceso (siempre existen mitos que escapan a la trama de
una teora dada). sta ella, debera decir tal vez quiere verse reflejada, pero no por un
concepto o teora cualquiera. Desde luego, no quiere (ni puede) ser explicada. El alma reconoce las
perspectivas definitorias del espritu pero no admite ninguna, como si fuera la suma de todas las
teoras que pudieran sostenerse respecto a ella. La teorizacin, que no es ms que mitologizacin
bajo otro atuendo, otra serie de historias, no tiene fin. Conceptos, especulaciones y teoras forman
una continuidad con las imgenes, leyendas y mitos que exponen para explicarlos. Incluso cuando dan
con posturas objetivas, como si permanecieran fuera del mito, estn involuntariamente determinados
por las categoras imaginativas propias del mito. Como una Helena de Troya causa siempre de
conflictos, el alma observa, divertida y desdeosa, cmo las teoras compiten enconadamente por
el derecho a ser la nica, la historia verdadera.
Y el conflicto no surge tan slo dentro de las disciplinas (autntico vocablo del espritu).
Tambin irrumpe entre ellas, siempre que cada una se site como afirmacin exclusiva de la verdad.
Al igual que los cismas religiosos de antao, las nuevas escuelas de pensamiento se escinden de las
viejas y hasta forman nuevas disciplinas, como la antropologa, la psicologa, la sociologa y dems,
que hace cien aos eran casi desconocidas. Pero la proliferacin de disciplinas slo es la expresin
de nuevas perspectivas del espritu, nuevos intentos de imaginar la Imaginacin inimaginable.
Este libro, por cierto, no es una excepcin. Como obra del espritu, ha intentado dilucidar el alma,
a la que he estado llamando realidad daimnica. Pero se trata slo de una perspectiva del alma.
Tambin ha procurado llamar la atencin sobre otras perspectivas: el inconsciente colectivo, el
Anima Mundi, la Imaginacin y el Otro Mundo. Cada una de ellas pretende aproximarse al alma desde
un ngulo ligeramente distinto (el trmino o smbolo alma no es en s ms que otra metfora).
La base comn de estas perspectivas es que no estn concebidas en un espritu apolneo o cientfico
que finalmente pretenda definir y explicar el alma, sino que estn concebidas en un espritu hermtico
que permite al alma definirse a s misma en gran medida. As pues, aunque son conceptos
unificadores, como requiere el espritu, tambin dan cuenta de las numerosas imgenes que los
componen.
Segn el criterio moderno de las disciplinas cientficas serias, este libro slo puede parecer
inconsistente y poco sistemtico. No logra clasificar ni explicar. Pero la clasificacin y la explicacin
rigurosas, admirables por s mismas, siempre tendern a violentar la realidad daimnica, ya sea
metindola en la camisa de fuerza de una perspectiva nica o, peor an, negndola en su conjunto
(cientificismo) o demonizndola (cristianismo oficial). Constreir la realidad daimnica en una
perspectiva nica es convertir el alma en una imitacin del espritu. Y esto dice ms sobre nosotros y
nuestra cultura de orientacin espiritual que sobre la realidad daimnica. Si perspectiva significa
bsicamente ver a travs, este libro tambin aspira a ver a travs de s mismo, consciente de que su
perspectiva es parcial e incompleta; pues preferira fracasar en su descripcin de la realidad, que es
por naturaleza daimnica, misteriosa e indescriptible, que describir con xito una realidad falsa.
Ahora nos encontramos en una posicin mejor para entender la tristeza que en ocasiones rodea a
los dimones, por ejemplo en los mitos irlandeses y su elaboracin en los poemas tempranos de W.
B. Yeats.[432] Es como si los dimones llorasen por el llanto de los hombres, que ellos no pueden
conocer. Gobernados tan slo por la imprecisa Necesidad, recorren sus vidas en crculos sin fin,
muriendo para luego vivir y morir otra vez. Hay algo de ennui en los dimones. Aquello por lo que
lloran, lo que ansan incluso, es ese espritu que los pueda discriminar, definir y concretar; y es que,
sin espritu, el alma no puede conocer ni verdad, ni ley, ni causa.[433] Mediante el espritu, el alma
se conoce a s misma.
En el mejor de los casos, una perspectiva espiritual contempla a los dimones no como literales,
sino como si fueran literales, as como las culturas tradicionales relatan sus mitos como si fueran
historia. Los propios dimones insisten en esta literalidad aparente, como hemos visto por sus rastros
(las huellas de aterrizaje de ovnis, los crculos de las cosechas). De forma recproca, el espritu
necesita al alma, cuyos numerosos dimones no slo subvierten, sino que con su belleza suavizan el
camino del espritu hacia la verdad absoluta y unitaria. As como el hroe va en pos de su princesa, el
espritu busca conectarse con el alma, quiz a travs de las imgenes diversas del arte o la naturaleza.
El espritu necesita al alma para personalizar el mundo, paliando la lejana de su Dios con un Cristo
personal, santos humanos y una Virgen Mara humana. La desmembracin del chamn es la
desintegracin del ego gobernado por una de las perspectivas del espritu en perspectivas varias;
la fragua del nuevo cuerpo es la constrjccin de un nuevo egocuerpo daimnico que pueda
adoptar a voluntad cualquiera de las perspectivas del espritu, movindose libremente por el Otro
Mundo del alma.
Nosotros somos daimnicos, pero no somos dimones. Como los animales, los dimones son
autosuficientes. Estamos ms lejos de la divinidad que ellos, y al mismo tiempo ms cerca, porque la
tensin entre nuestro espritu y nuestra alma engendra ese autorreflejo, esa capacidad de
autotransformacin, que ellos solos no pueden conocer. En cambio, a travs de nosotros pueden y
as lo desean conocer, pues nuestro autorreflejo es un reflejo de ellos, y su transformacin es
nuestra autotransformacin.

El ego hercleo
Toda perspectiva del espritu que busca situarse fuera del alma en forma de ego puede representarse
mediante un dios o una diosa, pero, sobre todo como hemos visto, mediante un hroe
mitolgico. Cada hroe tiene su propio estilo de abordar el Otro Mundo; cada uno va emparejado
con esto es, lo determina y al mismo tiempo est determinado por un aspecto distinto del alma o
anima, como espejos que se reflejan mutuamente. Eneas tena a su Dido, por ejemplo; Ulises, a su
Circe, su Calipso y su Penlope; Orfeo, a su Eurdice; Perseo, a su Andrmeda, etc. As que cabra
preguntar: existe un hroe anlogo a esa perspectiva especial y singular del espritu a la que he
llamado ego racional? La respuesta es s, y su nombre es Heracles (Hrcules), quien, por encima
de todos, representa el modelo del ego heroico que predomina en la cultura occidental moderna.[434]
Cmo es la actitud de Heracles ante el alma, la realidad daimnica o el Inframundo? Es
excntrica, por no decir otra cosa. Visita el Inframundo de Hades en el transcurso de su
decimosegundo (y ltimo) trabajo, que consiste en capturar al mismsimo guardin del Hades,
Cerbero, el perro de tres cabezas.[435] All donde otros van para ser iniciados o instruidos, Heracles
va tan solo para conquistar. Garrote en mano, se abre paso a la fuerza intimidando a Caronte para que
le ayude a cruzar el ro Estigia. Los espectros de los muertos huyen de l con pavor, al igual que los
dimones se alejan corriendo de nuestro racionalismo testarudo. A lo largo de su visita, trata a los
espectros (las imgenes, los dimones) como literales. Confrontado por el espectro de Meleagro, lo
apunta con una flecha y es necesario que le digan que no hay nada que temer. Frente a la Gorgona
Medusa, saca la espada, antes de que Hermes (que, por supuesto, lo ha acompaado ah abajo) lo
aplaque dicindole que no es ms que un fantasma. Aqu, Heracles comete dos crasos errores: no slo
confunde la imagen de la Gorgona con la Gorgona real, sino que adems piensa que a la Gorgona
real se la puede derrotar con un ataque frontal; pero, de hecho, la fuerza bruta es intil contra ella
porque convierte en piedra todo aquello que mira. (Ms tarde volveremos a encontrarnos con la
Gorgona). Y as va la cosa: Heracles se abre camino a fuerza de msculos a travs del Inframundo,
luchando contra los pastores del Hades, masacrando su ganado con el fin de alimentar de sangre a los
espectros como para literalizarlos y devolverlos a la vida y, finalmente, ahogando y
encadenando a Cerbero antes de subirlo a rastras a la lcida tierra de los vivos. En resumen, Heracles
se comporta como lo hace el despierto ego racional en los sueos, cuando usurpa la perspectiva
imaginativa del ego daimnico. De hecho, parece incapaz de imaginar. Ms que morir
metafricamente, como requiere la iniciacin, mata literalmente, atacando incluso a la misma muerte,
pues hiere a Hades en el hombro. Personifica aquel mito que niega el mito dentro de la propia
mitologa, as como nuestro ego racional niega el alma en la que est cimentado.
Debido a la dificultad y el peligro de su ltimo trabajo, la captura de Cerbero, Heracles pregunt
si podra participar en los Misterios de Eleusis antes de acometerlo. Esto, por supuesto, lo habra
iniciado en los secretos de la muerte y el renacimiento, capacitndolo para una buena travesa al
Inframundo. Pero, o bien le negaron el permiso o, como aseguran algunas variantes del mito, le
permitieron participar slo en los Misterios Menores (fundados especialmente para l). Esta falta de
iniciacin implica exactamente lo que he estado afirmando: que nuestros egos racionales se quedan
sin iniciar y, por lo tanto, ignorantes y hostiles a la naturaleza de la realidad daimnica.[436] La
consecuencia de esto es nefasta. Heracles, nico entre todos los hroes, se vuelve loco (y mata a sus
propios hijos): La iniciacin del ego heroico () no es slo un problema psicolgico (). Es
cultural, y es vasto y crucial. El hroe cultural Hrcules, as como todos nuestros egos mini
hercleos que imitan a ese Hombre-Dios, es un asesino de imgenes. La imagen lo vuelve loco, o
ms bien induce su locura, porque la cordura heroica insiste en una realidad a la que se pueda aferrar
() o a la que pueda aporrear con un garrote. Lo real es igual a lo corpreo. As que ataca a la
imagen, echando a la muerte de su trono, como si reconocer la imagen implicara la muerte para el
ego.[437] (Por supuesto, por imagen podemos entender daimon).
Una parte demasiado importante de nuestra historia reciente ha sido masacradora de almas,
imaginando el pasado como algo meramente primitivo y, superreforzada por la tecnologa, ha
demolido los lugares sagrados, cazado a los animales daimnicos con rifles de alta velocidad,
enviado reactores para derribar a los ovnis, violado a la diosa luna con flicos cohetes, etc. Despus
de cortar toda relacin con dioses y dimones, creemos que la cosa va a quedar as. Pero no es cierto.
La victoria sobre los dimones es hueca; simplemente hacemos que el nuestro sea un universo
imposible. Y, mientras ahuyentamos a los dimones ante nosotros, ellos vuelven sigilosamente por
detrs o desde dentro. Los incitamos a atraparnos y poseernos y enloquecernos. Si queremos conocer
nuestro propio destino, tal vez haramos bien fijndonos en el de Heracles. l ignor a su esposa, su
alma, que, con el fin de recobrar su atencin, le envi una camisa empapada en lo que ella crea que
era una pocin de amor. Pero la pocin era un veneno que invadi el cuerpo de Heracles, corroyendo
su carne demasiado slida. Cuanto ms rasgaba la camisa, ms se desgarraba a s mismo en pedazos.
Se alegr de hallar la muerte en una pira ardiente. (Su esposa se suicid presa de los
remordimientos).
Esto es una advertencia de lo que le ocurre al espritu cuando se disocia de su pareja alma, cuando
deja de encontrar su reflejo en el alma y la pierde. Se convierte entonces en el solitario y heroico
ego racional que se engaa a s mismo creyendo que el alma no existe. Y en consecuencia se crea un
mundo ilusorio que, privado de su conexin con un equivalente personal y personificado, va a dar a
las profundidades del alma, tan abismales como el espacio csmico y tan impersonales como el reino
subatmico.

Un comentario sobre la tecnologa


Aunque existen muchos espritus, y de muchos tipos, el concepto de espritu se ha ido
asignando cada vez ms al arquetipo apolneo, las sublimaciones de disciplinas ms elevadas
y abstractas, la mente intelectual, los refinamientos y las purificaciones.[438]

Entonces, si el arquetipo apolneo representa el espritu de nuestra poca, y en especial de la


ciencia, el arquetipo hercleo podra describirse como su instrumento y voluntad su robusto brazo
derecho y, por lo tanto, como el arquetipo de la tecnologa. Bajo la gida de Apolo, vemos la
literalizacin de las metforas del espritu: hacia arriba y adelante son las consignas de la cien a
ca; el ascenso del hombre, el Progreso. En este sentido, la ciencia es una versin laica del ascenso
mstico medieval a Dios que est en las alturas, que, a su vez, es una versin espiritualizada
cristiana del viaje celeste del chamn (ste, sin embargo, fue precedido o al menos compensado,
recordemos, por el correspondiente descenso al reino subterrneo y daimnico). Por lo tanto, no me
parece demasiado descabellado ver la invencin del vuelo a menudo denominado el viejo
sueo como una literalizacin, bajo la gida del ego hercleo, del viaje del chamn. No slo
construimos aviones, literalizando el vuelo espiritual como fsico o muscular: tambin nos
empeamos en volar ms alto y ms deprisa, hasta llegar a inaugurar programas espaciales cuyo
objetivo principal es desprestigiar a la luna. No es ninguna diosa, dice Heracles: no tiene ningn
poder de enloquecer o hechizar; no es nada ms que polvo.
El moderno desasosiego ante la influencia del cientificismo lo seala un retorno a la Tierra,
particularmente en los movimientos ecologistas que aspiran a combatir la indiferencia cientfica (y,
por lo tanto, la opresin) ante la naturaleza. Pero estos movimientos tienen pocas posibilidades de
lograr un xito perdurable si siguen el mismo patrn que el cientificismo, proponiendo soluciones
desde la misma perspectiva literal que caus los problemas. Deben abrazar un cambio de perspectiva
y de concepcin, para poder reimaginar la Tierra como encarnacin del alma del mundo, cuya
violacin es tambin la de las propias almas.
No obstante, no quiero adoptar una postura anti tecnolgica simplista. He mencionado a Heracles
como trasfondo arquetpico de la tecnologa, pero en realidad debera decir que su perspectiva
conlleva el abuso de la tecnologa. La figura arquetpica que est detrs de la tecnologa apropiada y
su uso correcto es Ddalo, inventor del torno, el comps y la sierra.[439] Tambin construy una
mquina parecida a una vaca en la que Pasfae poda ocultarse y as recibir los favores sexuales de un
Poseidn con forma de toro. As que tambin la tecnologa puede mediar entre humanos y dioses! El
fruto de esta unin fue el Minotauro, medio humano y medio toro (dios); una criatura daimnica, en
otras palabras. Ddalo construy una intrincada red, el famoso laberinto, para albergar al Minotauro.
El laberinto es una imagen del alma. Se trata de una estructura imaginativa y al mismo tiempo tcnica,
alzada como un santuario para alojar a un daimon. Adems, tambin se deca del esposo de Pasfae, el
rey Minos, que se haba escondido all. Puesto que Minos fue designado por Hades para juzgar a los
muertos, vemos asimismo en el laberinto un reconocimiento del vnculo del alma con la muerte. As,
la tecnologa puede encarnar el alma y no necesariamente oponerse a ella.
No debera sorprendernos, pues, que Ddalo exprese la actitud adecuada ante la tecnologa, como
pone en evidencia su clebre fuga de Creta. l invent el vuelo, fabricando el primer par de alas y
convirtindose as en el primero que literaliz el viaje celeste del chamn. Sin embargo, fue su hijo,
caro, quien abus de la tecnologa volando demasiado alto con sus alas rumbo al sol apolneo. sta
es la arrogancia de la tecnologa que sobrepasa sus propios lmites, con el resultado que todos
conocemos: la cera que sostena las alas de caro se derriti y l se desplom hacia su muerte en el
mar. Por su parte, Ddalo, utilizando su nueva tecnologa de forma moderada, lleg a salvo hasta
Cumas, cerca de Npoles, donde consagr sus alas a Apolo y le edific un templo, como
reconociendo que el dios era la inspiracin cientfica que subyaca detrs de su innovacin tcnica.

La prdida de alma de Sigfrido


Debera detenerme aqu en otro mito cuyo hroe, aunque muy distinto de Heracles, comparte con l
algunas caractersticas significativas. Se trata del mito germnico de Sigfrido, el gran hroe del
pueblo germano.[440] No me entusiasma traducir tales mitos a un lenguaje y unas imgenes que no
sean los suyos propios, pero quiero mostrar que el mito de Sigfrido puede ser tan importante como
el hercleo a la hora de comprender el ego racional moderno. El mito de Sigfrido en concreto parece
proporcionar gran parte del fondo arquetpico para esa singular perspectiva del espritu que
podramos llamar ego nrdico protestante, del que deriva en gran medida el ego racional. (Vale la
pena recordar aqu que fue la forma mediterrnea del cristianismo la que tendi a cristianizar a los
dimones vase el captulo cinco, mientras que su forma inconoclasta y puritana, escindida en la
Reforma como protestantismo nrdico, tendi a demonizarlos).
Puede parecer excntrico mencionar un mito pagano como subyacente de un desarrollo cristiano;
pero acordmonos de lo mal que el cristianismo disimula a veces su paganismo, sobre todo cuando
tenemos en cuenta el dramtico resurgir del mito germnico (en especial el de Sigfrido) bajo el
rgimen de Hitler. Sea como fuere, Sigfrido y el ego nrdico protestante comparten una
caracterstica notable: ambos sufren de prdida de alma. (Otro motivo para narrar aqu el cuento con
moraleja de Sigfrido es que volver a aparecer en el captulo siguiente, en el transcurso de nuestro
ltimo viaje ultramundano). La versin ms conocida del mito de Sigfrido es el tratamiento
operstico que le dio Wagner en su Ciclo del anillo. Sin embargo, la versin a la que me referir es la
escandinava, donde se conoce a Sigfrido como Sigurd y a Brunilda como Brynhild.[441]
Las partes de la trama que nos conciernen son, brevemente, como sigue: la primera y ms heroica
tarea de Sigurd consiste en matar al dragn Fafnir. Se baa en la sangre del dragn y as se vuelve
invulnerable, salvo por un pequeo punto en la espalda. Ser invulnerable representa una distincin
sospechosa: implica estar blindado, ser intransigente y no estar dispuesto a dejar que nada te traspase.
Y aqu es donde una perspectiva espiritual empieza a anquilosarse como ego racional e
inquebrantable. Su anloga alma est personificada, en este caso, por Brynhild. Pero no se trata de la
tpica princesa, sino de una Valquiria, una doncella guerrera de Odn, expulsada del Otro Mundo por
desobediencia. No hay nadie como ella en la mitologa griega, excepto, tal vez, las Amazonas, o bien
la gran Artemisa, la fra cazadora y diosa de la luna. Como pareja, Sigurd y Brynhild, ego y alma, se
determinan y a la vez se reflejan mutuamente; y, adems de esplndidos, son duros, implacables y
marciales.
Sigurd encuentra a Brynhild en la cima de una montaa, en una torre rodeada por un muro de
llamas que slo puede atravesar a lomos de su caballo mgico (que nos recuerda al caballo espritu
del chamn). Se enamoran. Entonces l la deja para llevar a cabo ms hazaas, y de este modo
hacerse merecedor de su mano para desposar la. Resulta que enseguida se junta con un rey llamado
Gunnar, del que se convierte en hermano de sangre. En otras palabras, se convierten en aspectos
diferentes de hi misma persona. Gunnar es como el ego racional que se escinde del espritu y niega
su vnculo con el alma; o, a la inversa, la prdida de conexin con el alma hace que el ego racional se
escinda del espritu. En cualquier caso, que el vnculo se ha perdido queda representado por el hecho
de que Sigurd se olvida por completo de Brynhild. No importa demasiado que la causa de tan
lamentable descuido se atribuya a un hechizo que la madre de Gunnar le ha lanzado a Sigurd con el
fin de que ste se enamore de Gudrun, su hija (y hermana de Gunnar). El hechizo es como esa
conciencia despierta y lcida que espanta las imgenes del sueo y nos devuelve a este universo
mundano. As pues, Sigurd olvida a su verdadera alma, Brynhild, en su torre ultramundana y se casa
con Gudrun, la encantadora pero superficial Hausfrau.
Mientras tanto, Gunnar ha odo hablar de Brynhild y se propone conseguirla. Sigurd le ofrece su
ayuda. Pero, al llegar a la torre rodeada de llamas, Gunnar no puede atravesar el fuego, a pesar de
que Sigurd le presta el caballo mgico. No obstante, Gunnar recuerda uno de los encantamientos de
su madre y decide intercambiar su forma con Sigurd. Dicho de otro modo, el ego racional impone su
perspectiva al ego daimnico. Y as, disfrazado de Gunnar es decir, ya del todo identificado con el
ego racional, Sigurd penetra por segunda vez en la pared de fuego y consigue a Brynhild, que se
cree (y con razn) olvidada por Sigurd. No ve cmo Sigurd recupera su propia apariencia, ni sabe
nada del matrimonio con Gudrun hasta que sta la informa. Entonces, su actitud fra y triste, tan ajena
al hogar mundano, se vuelve ms glida, distante e incomprensible para Gunnar y Gudrun.
En cuanto ve a Brynhild en el banquete nupcial, Sigurd se acuerda de todo, pero no puede decir
nada por el bien de Gunnar, su hermano de sangre, y Gudrun, su esposa. No es hasta al cabo de un
ao, cuando Brynhild descubre por Gudrun que fue Sigurd, y no Gunnar, quien la consigui, que
aqulla se enfrenta a Sigurd, y entonces ste puede explicar lo ocurrido: que le lanzaron un hechizo,
etc. Brynhild le ruega que se marche con ella de una vez para poder vivir juntos, como haban
planeado al principio. Pero Sigurd sigue sin querer traicionar a Gunnar y Gudrun.
Aqu, Sigurd pierde su segunda oportunidad de volver a conectarse con el Otro Mundo de la
Valquiria, como si hubiera quedado demasiado contaminado por este mundo. Lo que haba perdido la
primera vez mediante el olvido, ahora lo rechaza de forma deliberada. Y es precisamente este
rechazo deliberado del alma y de la realidad daimnica el sello distintivo del ego racional y su primo
hermano, el iconoclasta ego nrdico protestante (que, como Sigurd, hace prevalecer la perspectiva
tica sobre la ertica). De este modo, la identificacin que antes fue temporal de Sigurd con Gunnar,
del espritu con el ego racional, ahora se vuelve permanente. Sigurd slo puede fusionarse con
Gunnar o abandonar el escenario. Y eso hace: la desdeada Brynhild, vengativamente, le cuenta a
Gunnar que en realidad Sigurd la ama a ella, y que deseara que l, Gunnar, estuviera muerto (lo que,
desde el punto de vista del alma, no es ms que la verdad). Con lo cual Gunnar, a quien Sigurd haba
confiado dnde est el punto en el que radica su vulnerabilidad, convence a su hermano menor para
que mate a Sigurd con una estocada entre los omoplatos. Ataviada como para un banquete de bodas,
Brynhild se quita la vida. Gunnar, como ego racional, queda al cargo de un mundo despojado tanto de
alma como de cualquier otra perspectiva heroica.
20
ACERCARSE AL OTRO MUNDO

El mito moderno de los aliengenas grises


A estas alturas ya estar claro, espero, lo mucho que importa cmo nos acercamos al Otro Mundo. En
consecuencia, terminar este captulo y este libro con dos ejemplos instructivos de descensos
victoriosos al Inframundo, que, como ya he dicho, ahora ms que nunca es la metfora espacial ms
adecuada para la realidad daimnica.
Sin embargo, consciente de haberme apartado bastante de las autnticas apariciones, visiones y
viajes ultramundanos, me gustara empezar examinando ms de cerca a los aliengenas conocidos
como dos grises, en parte porque estn relacionados con todos los dimones (y, por lo tanto, pueden
arrojar luz sobre ellos) y en parte porque, no obstante, constituyen un caso especial, una
manifestacin moderna que, al reflejar nuestra luz, puede contarnos algo sobre nuestro s mismo
actual.
En cierto sentido, el problema de los grises no apremia especialmente. Por lo visto, slo en los
Estados Unidos los encuentros con ellos han salido a la superficie y han empezado a ser tenidos en
cuenta por instrumentos de la cultura oficial como la prensa, el mundo acadmico, las iglesias, etc.
Esto atestigua la considerable oleada de inters que han levantado en la cultura popular extraoficial.
Los libros que hablan de ellos, ignorados por la gente seria o literaria, no han vendido miles, sino
millones de ejemplares. En 1991, un sondeo entre 6000 adultos americanos concluy que podan
haberse producido hasta 3,7 millones de abducciones.[442] Es cierto que lo realizaron los miembros
de un grupo extraterrestrista, que, por lo tanto, interpretaron experiencias bastante vagas, cuasi o
subdaimnicas, como pruebas de abduccin. Pero revelaba que las experiencias daimnicas son
como sabe cualquiera que se moleste en preguntar por ah en extremo corrientes. Adems, sea cual
sea la cantidad o la realidad de las abducciones, constituyen una creencia de base, una constelacin
moderna en el inconsciente colectivo, un indicio de nuestra Imaginacin universal al que con justeza
podramos llamar mito contemporneo.
Si el mito es ignorado o ridiculizado por las ortodoxias, ya sean cientficas, religiosas,
acadmicas, literarias y dems, no podra ser que fueran estas ortodoxias las culpables, en lugar del
propio mito? Podra ser horror precisamente el punto de vista expuesto por estas ortodoxias lo
que engendre una subcultura, como una sombra, donde se dice que ocurren sucesos irracionales,
absurdos y embarazosos como las abducciones? La importancia de las abducciones aliengenas
(parafraseando a C. S. Lewis) podra radicar en su no importancia. Es la resistencia de las
abducciones aliengenas a los anlisis racionales lo que fascina, casi como si su duplicidad fuera su
mensaje principal. Los grises nos cuentan poco sobre si mismos pero puede que nos estn diciendo
mucho sobre nosotros. Son realidad daimnica pura y dura: poderosos e inmediatos, y al mismo
tiempo espantosos y ridculos. Extraamente crudas pero tambin complejas, sus abducciones hacen
gala de una coherencia comparable, pongamos, a la de las descripciones de aquelarres de brujas en la
Europa medieval.
No me cabe duda de que los grises se extinguirn a medida que se agoten las configuraciones
imaginativas que los contienen. A lo mejor ya se estn extinguiendo, pues las afirmaciones de los
extraterrestristas han alcanzado una cota de extravagancia tal que presagia un desplome. Pero los
grises reaparecern bajo formas diferentes, mientras los viejos telares tejen nuevas variantes de su
mito. Pues los dimones existen y continuarn existiendo. Como los seres fericos, conservan la
misma forma mientras se mantengan en un paisaje y en una cultura relativamente inmutables. Pero
eso no los hace menos misteriosos. Del mismo modo, no resulta posible explicar a los grises, pero
tenemos derecho a preguntarnos si el cambio de paisaje y de cultura tiene algo que ver con la forma
en que han elegido aparecer; es decir, a preguntarnos por qu grises y por qu ahora. Debo
apresurarme a decir que no pienso que esta pregunta tenga respuesta. Pero eso no es motivo para no
poder reflexionar sobre ellos, meditarlos y mitificarlos, con la esperanza de entender algo al
respecto. Pues puede que, si no lo hacemos, los dimones se vuelvan ms pertinaces, brotando de la
Imaginacin bajo formas que harn que los grises nos parezcan un encanto.

Ritos adecuados
A modo de prembulo, debemos recordar que es posible que dimones como los grises no sean
tan nuevos ni tan diferentes de ciertos dimones de antao. El neoplatnico Porfirio (c. 232c. 305),
por ejemplo, describi algo muy parecido. El mbito del aire, escribi, est gobernado tanto por
dimones buenos como malos que no tienen un cuerpo slido pero tampoco tienen una forma, pues
ms bien poseen una variedad de formas, que, impresas en su parte area, a veces son evidentes y
otras confusas. Los cuerpos de los dimones malficos son de temperamento discordante, debido a
lo cual habitan en ese espacio areo prximo a la Tierra (), y en su mayora gobiernan cosas
sujetas a su dominio con una malignidad turbulenta (). Pues sus maneras son por completo
violentas y fraudulentas, y carentes de la proteccin cuidadosa de los dimones mejores; de modo
que maquinan trampas vehementes y repentinas con que asaltan a los incautos; en ocasiones,
esforzndose en disimular sus incursiones y en otras actuando con abierta violencia contra los
objetos de su opresin.[443]
En un pasaje anterior a ste, Porfirio arroja algo de luz sobre el motivo de la malevolencia de los
dimones. Una conviccin general impera, dice, y es que su influjo es nocivo y maligno si se les
enfurece una vez porque se descuida su culto habitual; y que vuelven a ser benficos si se les
apacigua con plegarias y splicas, con sacrificios y ritos adecuados.[444]
Los dimones estn muy cerca de nosotros; en muchos aspectos, ms que nosotros mismos. Nos
equivocamos al ignorar, de la forma que sea, tales ritos como son o han sido practicados
universalmente, desde Australia central (donde las tribus aborgenes propiciaban a los dimones
Alcheringa o Iruntarinia con el fin de ganrselos como guardianes personales o asegurarse su buena
voluntad hacia la comunidad) hasta Irlanda, donde, como hemos visto, cada noche haba que
propiciar a los seres fericos con ofrendas de comestibles, no fueran a abandonar el orden y a
ponerse rebeldes. Tendemos a ver un significado meramente literal en tales ritos, como si fueran
intentos primitivos de alimentar a seres ultramundanos. Pero nunca fueron tal cosa. Confundimos
acciones concretas con acciones literales. Las segundas slo significan lo que aparentan en su
superficie. Pero las acciones concretas, combinadas con una idea, con un imaginar, son lo que
constituyen los ritos. Tienen una dimensin imaginativa y una profundidad que las eleva por encima
de la literalidad, transformndolas de acciones que simplemente hacemos en acciones que
representamos.
Un rito es, en otras palabras, una forma concreta de imaginar; todo depende del alma que
pongamos en la accin.[445] Es un reconocimiento de que sin ritos, o al menos sin un sentido del
ritual en nuestra manera de acercarnos al entorno, no slo lo profanamos (como es ahora el caso),
sino que podemos sufrir consecuencias desafortunadas y concretas (nuestros hogares pueden ser
realmente azotados por dimones ignorados).
A la inversa, el sentido ritual, aunque no est concebido como una accin concreta, sino como un
acercamiento imaginativo, puede transformar lo profano en sagrado, reanimar el medio ambiente
(palabra profana!) para que sea de nuevo un mundo habitable. Devolvindole el alma al mundo,
permitimos que el Alma del Mundo nos vuelva a mostrar su rostro.
As pues, no es tan importante que representemos ritos reales como que profundicemos y
ensanchemos nuestras vidas imaginativas para dar cabida a los dimones en ellas. El equivalente
social de esta actividad individual es la construccin de santuarios, desde altares domsticos a
ciudades templo; pues no hay ninguna rea de la vida personal, familiar o comunal que no concierna
a los dimones. Incluso ms all de los muros de la ciudad, en la espesura que constituye el hbitat
natural de los dimones, tradicionalmente se designaban como santuarios lugares determinados, que
a veces se modificaban para que fueran ms adecuados. Sea cual sea el propsito de los fuertes
fericos de Irlanda, por ejemplo, parece probable que ste no fuera el menos importante. No
podemos saber si eran lugares fericos porque se esculpieron en el paisaje para atraer y albergar a
las hadas, o bien porque las hadas aparecieron all en primer lugar. Puesto que el mito afirma que
fueron construidos por Manannan, lo ms cercano a una deidad que podan ser los miembros del
Tuatha de Danann, ambas suposiciones pueden ser ciertas: la gente del pas de las hadas se los
construy para habitarlos. Y esto sigue siendo cierto con independencia de si el factor humano
desempe en ello algn papel.
Dar cabida a los dimones es establecer una distancia entre ellos y nosotros. Nos capacita para
reflejarnos y reflexionar sobre ellos; o, tal vez de forma ms precisa, les permite a ellos reflexionar
sobre s mismos a travs de nosotros. La reflexin es un acto de adquirir conciencia.[446] Si
adquirimos conciencia de los dimones, y si nos mantenemos as, evitaremos que nos posean. Pues
siempre somos vulnerables a fijaciones neurticas y compulsiones cuando los dimones
inconscientes nos llevan a reproducir, en contra de nuestra voluntad, sus patrones mticos fijos. Por
supuesto, no existe un modo de liberar se por completo del persuasivo poder de los dimones, como
tampoco podemos amputar con impunidad nuestras propias almas; pero podemos colaborar con
ellos, a travs de la reflexin y la imaginacin, de modo que su imposicin empiece a parecerse a
aquello que concebimos como vocacin artstica. En tal caso, se abre un dilogo entre los dimones y
nosotros como si se tratara (y a menudo lo es) de una musa, as que hay batalla y pasin, pero
tambin negociacin e intercambio inspirador. Ya no nos vemos forzados a reproducir el patrn
daimnico en un sentido literal, sino que estamos capacitados para darle cuerpo en actos
imaginativos: obras de arte, por ejemplo, o artesana, o incluso ideas o hiptesis. Todo ello, en
mayor o menor grado, contiene y define la exuberancia daimnica, que, de otro modo, podra
abrumarnos. En este aspecto, las obras de arte son santuarios daimnicos, como las estatuas de los
antiguos cinceladas para atraer y contener a un daimon o a un dios.[447]

Por qu grises? Por qu ahora?


El ego, escriba Jung, es ese espejo donde el inconsciente se da cuenta de cul es su propio rostro.
[448] Y deberamos aadir que, de modo recproco, el inconsciente alma es un espejo donde el

ego ve su propio rostro. Puesto que el ego racional no reconoce al alma en absoluto, los dimones se
ven obligados a manifestarse como imitaciones de la perspectiva espiritual del ego; podramos decir
que el espritu los hace a su propia imagen. Esto es cierto, por ejemplo, en los ngeles.
Originariamente eran dimones a los que la perspectiva cristiana espiritualiz como seres
inteligentes puros, prstinos y asexuados, sin ninguno de los atributos oscuros, semifsicos y
ambiguos de los dimones. De la misma forma, los rubios y esbeltos venusianos que, en los
cincuenta, proferan grandilocuentes advertencias al estilo de la SVM sobre los peligros del poder
nuclear eran dimones espiritualizados (y literalizados) por el usurpador laico de la religin: el
cientificismo.
Desde este punto de vista, la aparicin de pequeos y aparentemente malficos aliengenas grises,
aunque parece una regresin, es ms bien una mejora, pues han recuperado algo de su naturaleza
daimnica original, no tanto imitando la triunfante perspectiva cientfica como parodindola y
llamando as la atencin sobre su lado ms oscuro. Nos tratan bsicamente como nosotros tratamos
al mundo natural: cogiendo muestras, analizando y operando sobre nosotros con una distancia
cientfica ejemplar en sus naves espaciales tipo laboratorio. No sueltan advertencias sobre el abuso
de la tecnologa. Simplemente la vuelven contra nosotros, traduciendo su potencial de fuerza,
conocimiento y destruccin a una imagen de supertecnologa que nos cautiva y nos inicia,
destruyendo de este modo la propia perspectiva tecnolgica.
Los grises son como los dimones subterrneos que desmiembran al chamn. No necesitan estar
situados en el Inframundo porque ste no es un lugar, sino una metfora para la perspectiva del alma.
En nuestra era espacial, la metfora Inframundo ha sido en parte sustituida por espacio
exterior. No hay sitio en la Tierra para los dimones, as que regresan desde las alturas.
(Recordemos tambin que esta inversin mtica ya era evidente en poca de Porfirio, entre los
pitagricos y los estoicos, que traspasaron la ubicacin del Hades del Inframundo al aire.)[449]
Dimones tradicionales como las hadas siguen existiendo en los hbitats naturales, cada vez ms
escasos, a los que siempre han ido asociados. Pero los grises proceden de fuera de la naturaleza,
como sombras o reflejos de fondo del mismo ego racional que se ha empeado en barrerlos de la
Tierra.
Por lo tanto, los grises son una mejora de los anteriores y aentficamente correctos aliengenas
porque no colaboran con el ego racional cientificista, sino que lo contradicen y hasta lo atacan. Puede
que su malevolencia slo sean los movimientos tortuosos del alma en su lucha por liberarse de la
camisa de fuerza del ego. En ocasiones vislumbramos esa retorcida duplicidad innata en los
dimones, esas travesuras hermticas que nos indican, mediante su afectacin tecnolgica, que se
trata de una farsa. Por ejemplo, a Whitley Strieber lo despertaron una noche sacudindole el hombro.
[450] Junto a su cama haba tres grises enanos. Vestan tnicas azules y tenan brillantes ojos

profundos. Manteniendo su postura racional, Strieber reaccion con normalidad es decir,


literalmente y, por lo tanto, de forma no apropiada, pulsando el interruptor de la luz que tena junto
a la cabecera. Le cost un esfuerzo extremo pero, por supuesto, no funcion. Entonces vio a otro
aliengena, de grandes ojos redondos y negros. Como satirizando la respuesta normal de Strieber,
llevaba un simulacro de traje cruzado hecho de cartn azul, rematado por el tringulo de un pauelo
que le sobresala del bolsillo. Strieber encontr su presencia en la habitacin inconcebiblemente
poderosa, e igualmente extraa;[451] con todo, haba una especie de jovialidad en esos seres (.),
parecan felices quiz como si hubiera una raza de colorista Buena Gente tratando de asomar por
detrs de las mscaras de los aliengenas grises.
El aspecto fsico de los grises delgados, lampios, casi sin orejas, nariz ni boca, etc. queda
sin describir, salvo por los ojos. Por lo visto, no existe signo ms seguro de un origen sobrenatural
que algo extrao en los ojos. Muchos animales daimnicos podran confundirte con especies
naturales de no ser por sus ojos rojos y luminosos, rasgo que volvemos a encontrarnos una y otra
vez. Igualmente penetrantes, y potencialmente peligrosos, son los ojos relucientes y plateados de los
Tuatha de Danann, la Buena Gente o la Pequea Nobleza. Los ojos de los aliengenas grises
enormes, con forma de almendra y del todo negros parecen ser un fenmeno nuevo.
Tradicionalmente, los ojos son las ventanas del alma. Pero los abducidos los escudrian en
vano buscando un atisbo de apreciacin, simpata o piedad, cualquier expresin humana. Y se
encuentran con una mirada vaca e implacable, descrita por lo comn como inquietante, ilimitada,
penetrante y electrizante. No vemos nada en ellos, pero al mismo tiempo son insondables. Podemos
perdernos en ellos. A diferencia de nuestros ojos, no reflejan el alma porque son el alma. Brillan
misteriosamente desde la parte profunda del alma que no es personal, ni expresiva, ni humana, sino
impasible e impersonal como los ojos de los viejos dioses.[452] Son insondables porque, como
ocurre con el alma, nunca alcanzaremos su fondo. En ellos vemos nuestra propia forma de mirar.
As, algunos ven una sabidura antigua; otros, slo el horror petrificante de los ojos de la Gorgona.
El error del humanismo
Los ojos de los grises refutan otra de nuestras ideologas modernas: el humanismo. Nos recuerdan
que nuestra concepcin de lo humano est fundamentada en lo inhumano, lo daimnico e incluso lo
divino. Pues los aliengenas son como los dimones de nuestra religin laica, vagamente definida
como una combinacin de materialismo, cientificismo y humanismo. Pero los dimones, por
definicin, no tienen cabida en estos ismos; los dimones son lo opuesto a ellos. As que aparecen
como en un espejo distorsionado por nuestra visin racionalista de las cosas; aparecen como los
dimones ms empobrecidos, los grises, a los que recibimos con incredulidad o bien con
explicaciones humanistas. Los extraterrestristas, es cierto, reconocen que los grises son como
dimones en la medida en que (a) no son humanos y (b) son poderes autnomos capaces de
controlarnos a voluntad. En esto radica la fuerza y la popularidad de su hiptesis o, como yo lo
prefiero, de su mito. Pero siguen manteniendo el error del humanismo al imaginar a los grises como
anlogos a los humanos, habitando sus planetas como nosotros habitamos el nuestro. En otras
palabras, literalizan a los dimones, equiparando adems su poder arquetpico nada menos que con
una supertecnologa.
El humanismo nos llevara a creer que slo somos humanos. Pero los hroes de antao eran
medio humanos y medio dioses. Vemos aqu una metfora del emparejamiento del ego con una
personificacin de lo daimnico o lo divino. Suprimir la segunda mitad de la pareja no es suprimir
lo divino los dioses son inmortales, sino ms bien forzarlo a tratar de hallar expresin a travs
de la mitad humana, el ego. Esto resulta en la afeccin psicolgica conocida como inflacin: el
ego, habiendo dejado de reconocer y mantener el contacto con lo daimnico, se acaba identificando
con ello, como si lo daimnico, al no disponer de ningn otro espacio donde manifestarse, se viera
obligado a invadir el mismo reino del que haba sido erradicado. El ego, entonces, se infla ms all
de sus lmites naturales por el influjo daimnico. Empieza a imaginar que tiene poderes divinos (as
como los humanos nos imaginamos que somos el fin y la razn de todo); o, en casos extremos, se
imagina que es Dios (como en los delirios paranoicos). De hecho, nuestra visin humanista contiene,
como ya he insinuado, elementos de un estado delirante paranoide.[453]
La mayora de las vas de moda por las que intentamos mitigar el sufrimiento de nuestras almas
nuestras psicopatologas remiten a modelos humansticos, como las psicoterapias, que lo
interpretan todo de una forma personal, o bien a modelos espirituales, con los que tratamos de
trascender el sufrimiento desarrollando alguna especie de mstica conciencia ms elevada. Ambos
mtodos son hostiles al alma, que no quiere que la humanicen y la personalicen (quiere que se
reconozcan sus aspectos inhumanos e impersonales), ni quiere tampoco que la trasciendan, la alcen y
la ajusten a las perspectivas del espritu. En realidad, desde el punto de vista del alma, estos mtodos y
disciplinas no liberan a los dimones de la represin, como aseguran, sino que infligen una forma de
represin distinta y ms sutil.[454] Para el alma, son como autoengaos. No es de extraar, pues, que
pretenda contrarrestarlos con engaos propios, haciendo que confundamos los nuestros con una
verdad ms profunda.
Las denuncias de abducciones proceden de muchas partes del globo. Pero la mayora y,
adems, casi todas las abducciones de los grises proceden de Estados Unidos. Algunos psiclogos
se han preguntado por qu estas pequeas y siniestras criaturas estn especialmente interesadas en los
norteamericanos. No hay una respuesta a esta pregunta; pero si tuviera que inventarme una, estara
tentado de decir que tiene algo que ver con el nfasis americano, en la cultura popular al menos,
sobre el sentimiento. Puede que en ninguna otra parte la gente acuda tan fcilmente a los modelos
psicoteraputicos para lidiar con misterios y problemas que solan ser del dominio de la religin. Y
estos modelos estn predominantemente orientados hacia el sentimiento. No es que los sentimientos
sean algo malo. Es evidente que debemos estar en contacto con ellos, sentir nuestra ira, pena, alegra
y dems; sentirnos bien con nuestro smismo.
Pero, en cierto sentido, esta filosofa resulta simplista, sentimental y susceptible de caer en el
mero hedonismo.[455] Los aliengenas nos cuentan que ese sentimiento no basta. Ellos no muestran
sentimientos, ni les importan un comino los nuestros. Ignoran a los abducidos cuando stos se quejan
de que se estn violando sus derechos humanos; nos recuerdan que no existen derechos sin
obligaciones, y que las nuestras respecto a los dimones han sido descuidadas de forma flagrante.
Los grises nos desconciertan porque no fomentan nuestra creencia en la primaca de los sentimientos,
la calidez, el crecimiento personal, la actitud positiva, la luz y la conciencia elevada. Por el
contrario, parecen impasibles, fros, paralizantes, negativos, oscuros y sin ningn inters en elevar
nuestra conciencia. Budd Hopkins piensa que los grises nos necesitan para que les enseemos qu es
h emocin y cmo dar cario a sus hijos;[456] pero, si es as, olvida mencionar qu necesitamos
aprender nosotros a cambio. Debemos aprender que bajo la superficie clida estn las fras
profundidades. Los aliengenas reflejan, compensan y contramandan nuestras actitudes conscientes,
mostrndonos el rostro que les mostramos nosotros y, al mismo tiempo, mostrndonos nuestro otro
rostro, desconocido. Nos inician en el Inframundo, nos quitan nuestra perspectiva mundana y nos
conectan con lo que est debajo, con lo que est detrs, con la muerte. Y es que: cul era el ritual
inicitico central en Eleusis? Era el mito de Demter, Core (Persfone) y Hades, en que el alma
(Core) era arrebatada a la fuerza de una vida clida de mimos y cuidados (Demter) para casarse con
el aliengena Hades el rico, fro, inamovible e antinatural, donde se converta en Persfone, la
que trae la destruccin.[457]

Gua al Otro Mundo


La iniciacin puede tomarse como designacin general para cualquier acontecimiento daimnico que
reajuste nuestro punto de vista consciente sobre el universo y lo introduzca en el Otro Mundo. Si nos
identificamos con el ego racional, entonces la iniciacin ser tiene que serlo proporcionalmente
violenta, para introducir la nocin completa de una realidad ultramundana y daimnica. Ya alienados,
debemos ser por lo visto a la fuerza, si es necesario alienizados. Pues nosotros, como egos
racionales, somos aliengenas desde el punto de vista daimnico, mientras que los aliengenas, los
dimones, son parte de nosotros mismos. Alienizar significa daimonizar: el ego racional es
sustituido por un ego daimnico que puede adoptar distintas formas, distintas perspectivas, todas
ellas daimnicas, pero tambin definitorias y definidas por el alma de maneras muy diversas.
Alienizar significa estar a gusto con los aliengenas porque uno mismo lo es.
Una vez hemos sido iniciados para abordar el Otro Mundo en sus propios trminos, desde un
punto de vista daimnico, cada cambio de perspectiva requiere una serie menor de iniciaciones, y ya
ningn salto imaginativo verdadero, como los que proporcionan las percepciones nuevas y sbitas.
Esto es algo que confirman viajeros ultramundanos como los abducidos, que a menudo explican que,
a medida que se van acostumbrando a los aliengenas y ofrecen menos resistencia a su mundo
petrificante, su dolor y su miedo disminuyen. A lo mejor empiezan perdiendo ese horror que los
paraliza y son capaces de expresar ira hacia los aliengenas; entonces, la ira disminuye y as se
vuelven ms interesados y atentos, incluso respetuosos. Muchos abducidos se dan cuenta de que,
incluso desde el principio, en realidad el terror no era absoluto, pues sentan la presencia vaga de
aliengenas protectores o custodios.[458] Otros hablan de sentimientos afines al amor por sus
abductores.[459]
De este modo podemos imaginarnos el acercamiento al Otro Mundo con un espritu diferente.
Una vez iniciados, podemos empezar a visitarlo como discpulos o exploradores. Una vez
aclimatados y equipados con guas, podemos empezar a viajar all como turistas o hasta ir a pasar
perodos prolongados de tiempo, como expatriados. Todo depende de nuestra actitud. Y es que
cultivar la actitud adecuada respecto a los dimones es, al fin y al cabo, cultivar la actitud adecuada
hacia la vida. Como nos recuerda el hroe de los cuentos populares, debemos aproximarnos con un
espritu flexible y mercurial, con humor y humildad, coraje y gentileza, cautela y capacidad de
asombro. Las normas aplicables al viajero ultramundano son semejantes a las de cualquier turista. He
aqu algunos consejos de la Gua al Otro Mundo.
Viajar ligero. No creerse todo lo que a uno le han dicho, para bien o para mal. No alojarse en
hoteles que imiten la propia cultura (para eso es mejor quedarse en casa). Beber el agua, desde luego,
pero al principio con moderacin, hasta adquirir inmunidad a sus propiedades forneas. No esperar
que los habitantes le hablen a uno en el idioma propio, sino tratar de hablar el de ellos (incluso los
intentos torpes se agradecern). Observar las costumbres locales; respetar a los dioses locales.
Hablar menos que escuchar. Tratar de ver adems de visitar. Ser educado pero firme; escuchar
consejos pero sin ser crdulo. Ante la duda, sonrer. No rerse de los nativos, pero no temer rer.
Evitar el mercado negro, donde uno siempre es susceptible de que lo timen, en especial si uno se cree
que sabe ms que nadie, o si se cree que le darn algo por nada. Trocar, pero no regatear. No
mostrarse superior o distante, pero no intentar vestirse como un nativo (resulta embarazoso). No
unirse al baile a menos que realmente se hayan aprendido los pasos. (Recordar que nunca podremos
convertirnos en uno de ellos, sino tan slo regocijarnos en su alteridad. Aunque no lo parezca, puede
darse un intercambio fructfero sobre la base de una extraeza mutua).
Perseo y la Gorgona
Si es correcto y lo es leer motivos psicolgicos en trminos de mitologa, tambin es posible
leer mitos psicolgicamente. (Una conciencia daimnica como la que posee el chamn no
distinguira entre mitologa y psicologa). As pues, a modo de ejemplo de cmo puede abordarse el
Otro Mundo de una forma no herclea, por ejemplo, me gustara detenerme en otro de mis mitos
predilectos: el de Perseo.[460] Resultara demasiado extenso ofrecer una lectura completa de su
historia, que, aunque no es muy larga, es muy profunda. Adems, realmente no es posible ni deseable
traducir un mito a trminos que no sean los suyos propios. Sin embargo, algunas partes de la historia
de Perseo pueden sernos de provecho a la hora de enfrentarnos a lo que es ajeno.
Su tarea es dar muerte a Medusa, una de las tres Gorgonas, y traer su cabeza. Medusa habita en un
tipo particular de Inframundo, la tierra occidental de los hiperbreos, donde vive entre las imgenes
erosionadas de hombres y bestias a los que ha convertido en piedra solamente con mirarlos (es su
extrema fealdad serpientes en lugar de cabello, grandes colmillos, lengua prominente y ojos
furiosos lo que los ha petrificado). Es evidente que, aqu, el abordaje directo y literal de Hrcules
resultara inapropiado. Su fuerza slo actuara en contra de s mismo, pues se volvera de piedra
antes de poder alzar su garrote.
Es difcil saber lo que representa Medusa en el sentido psicolgico. Con ella, todo parece
detenerse. Cabra suponer que, cuando estamos profundamente deprimidos, encallados de forma
crnica o, en casos extremos, catatnicos, estamos viendo a Medusa actuar sobre nosotros. Ella yace
en lo ms profundo del inconsciente. Es una especie de lmite fro e inamovible, ms all del cual no
podemos pasar; y, como tal, est relacionada muy de cerca con Hades, Tnatos, la muerte.
Hace falta mucha deliberacin y preparacin para enfrentarse a Medusa. Es algo que requiere la
ayuda de ms de una perspectiva y ms de un dios. Sabiamente, Perseo consulta en primer lugar a
Atenea, que se lo lleva a Dicterin, en Sanos, donde estn expuestas unas imgenes de las Gorgonas,
para que as pueda distinguir a Medusa de sus dos hermanas. As aprende, como si dijramos, a
asimilar lo que ya se conoce sobre el inconsciente y a diferenciarlo de otros contenidos que se le
puedan parecer. Atenea tambin le ensea a no mirar a Medusa directamente, sino slo su reflejo, y
para ello le entrega un escudo extremadamente pulido. ste puede verse como el primero de los
distintos atributos o virtudes que Perseo, como buen chamn, ha de obtener. Nos damos cuenta de que
la reflexin, la absorcin retroactiva de experiencia e imgenes pasadas, es clave para abordar el
Otro Mundo. De Hermes, Perseo obtiene una hoz diamantina. Se trata de un arma letal, pero, a
diferencia del garrote de Hrcules, es afilada, incisiva y no est tan conectada con la guerra,
pongamos, como con la siega.
El escudo y la hoz le permitirn llevar a cabo su tarea; pero, para regresar con vida, necesita
otras tres cosas: un par de sandalias aladas, como las de Hermes, para volar velozmente una alforja
donde meter la peligrosa cabeza cercenada; y el negro casco de la invisibilidad que pertenece a
Hades. Para conseguirlos, tiene que hacer un viaje preliminar al Inframundo, donde se encuentran las
ninfas estigias que estn a cargo de estos artculos. Pero, para encontrarlas a ellas, primero tiene que
visitar a las tres Greas, las nicas que saben dnde pueden hallarse las ninfas estigias. Las Greas son
hermanas de las Gorgonas, y Perseo, al estilo hermtico, las engaa para que lo orienten. En otras
palabras, una escaramuza preliminar con contenidos del inconsciente parecidos a la Gorgona, aunque
menos mortales, le permite ubicarse en la perspectiva ultramundana.
Una vez ha localizado a Medusa, Perseo se acerca a ella caminando hacia atrs y sosteniendo su
escudo pulido para atrapar su imagen, de modo que no tenga que mirarla directamente. As es capaz
de decapitarla con la hoz hermtica. Observemos que su acercamiento es el opuesto al de Orfeo. ste,
al mirar hacia atrs a su esposa Eurdice mientras se la lleva fuera del Inframundo, reflexiona (mira
hacia atrs) prematuramente, es decir, adopta una perspectiva del ego que es inapropiada para el reino
del alma, que lo separa del alma, llevndosela y haciendo que la pierda (como perdi a Eurdice).
Perseo, por su parte, muestra otra manera, ms daimnica, de usar la reflexin en el Inframundo. En
lugar de adoptar la perspectiva racional del ego normal de Orfeo, que capta la imagen
ultramundana (inconsciente) de frente, invierte hermticamente el procedimiento avanzando hacia
atrs y reflejando hacia delante. Paradjicamente, la perspectiva del ego es guiada hacia delante por
la reflexin de la imagen del alma, imagen que ve reflejada tras de s. Para enfocar el procedimiento
de otra manera, podramos decir que la Gorgona es una imagen peligrosa cuando se la aborda
literalmente (directamente, de frente), pero a la que se neutraliza cuando se la trata como imagen de
una imagen. Como una negacin doble, el reflejo la vuelve positiva en el sentido de que la reconoce
como real pero no como literal. La imagen es peligrosa si se la toma literalmente, pero, si se la toma
seriamente como una imagen, la Gorgona se vuelve vulnerable, susceptible de que le den muerte.
De pronto, del cadver de Medusa nacen el caballo alado Pegaso y el guerrero Crisaor,
engendrados ambos por el dios del mar Poseidn. As pues, su muerte no es mera destruccin a la
manera de Hrcules, sino una liberacin de nuevas formas de energa vital generadas por el
inconsciente ocenico.
Con todo, Perseo an debe escapar de la clera de las dos hermanas de la Gorgona, lo que logra
hacer cubrindose con su casco de invisibilidad y echando a volar con las sandalias aladas. Estos
artculos chamnicos son en realidad poderes que ha obtenido. El casco, que pertenece a Hades,
significa la perspectiva de la muerte: la muerte del ego consciente y la adquisicin del ego
daimnico, que al estar en armona con el reino daimnico es invisible en l. Las sandalias significan
la perspectiva de Hermes, que, excepcionalmente, era capaz de volar de un lado a otro entre las
alturas del Olimpo, la superficie de la Tierra y las profundidades del Inframundo, adonde se
encargaba de conducir a las almas de los muertos. Tambin es Hermes el que ayuda a Perseo a llevar
la alforja mgica que contiene la cabeza de la Gorgona. Esto nos dice que, con el fin de hacer
conscientes peligrosos contenidos inconscientes, debemos iniciarnos en un espacio dentro de la
conciencia que tenga una afinidad estigia con la muerte y, por lo tanto, sea lo bastante fuerte para
albergar esos contenidos. Una vez contenidos asimilados, los contenidos ya no son antagonistas;
al contrario, podemos utilizar su poder como propio, al igual que Perseo utiliz la cabeza de la
Gorgona para petrificar a sus enemigos. Observemos que sta es demasiado pesada para poderla
transportar sin la ayuda de Hermes.
No tengo espacio suficiente para comentar todo lo que el mito de Perseo da de s. Pero
mencionar slo uno o dos aspectos de sus aventuras posteriores, en especial su victoria sobre
Andrmeda. sta se encontraba desnuda y encadenada a un acantilado como sacrificio a un monstruo
marino que estaba devastando el reino de su padre. Su salvacin es la parte rfica de la historia de
Perseo. El monstruo marino est vinculado con Medusa otra versin de Medusa, quiz a travs
de Poseidn. Sin embargo, esta vez no es Perseo quien mira el reflejo del monstruo, sino que a ste
lo distrae la imagen de Perseo reflejada en el agua, permitindole a l bajar volando y decapitarlo.
Descubrimos as que el modo en que el inconsciente se enfrenta a nuestras imgenes en que nos
imagina es tan importante como el modo en que nosotros lo imaginamos.
El de Perseo me recuerda al mito inuit (esquimal) sobre la Madre de las Criaturas Marinas de las
que depende todo ser vivo.[461] En poca de mala pesca, es tarea del chamn de la tribu visitar a esta
diosa y persuadirla de que libere a las tan necesarias criaturas. El problema es que, al estilo de
Medusa, es una arpa espantosamente fea que huele a pescado y tiene el pelo hecho una maraa.
Puesto que habita en lo ms hondo del mar, el viaje del chamn es especialmente arriesgado: tiene
que sumergirse en un estado de trance o xtasis durante un tiempo prolongado, y siempre hay riesgo,
como en cualquier incursin en el reino daimnico del inconsciente, de ahogarse. El mtodo que
emplea para propiciar a la Madre de las Criaturas Marinas es inesperado. No hay coercin, por
ejemplo, y ni hablar de arrastrarla hacia arriba, hacia la conciencia, puesto que ella es el cimiento de
todo ser. En lugar de eso, el chamn simplemente ha de superar su propio temor ante el aspecto de la
diosa y peinarla. He aqu, pues, otra leccin sobre cmo abordar el Otro Mundo: con valor, respeto y
ternura.

La muerte de Sigfrido: el viaje de un chamn moderno


Los griegos, segn me ha contado cierto estudioso, consideraban que los mitos son las actividades
de los Dimones, y que los Dimones dan forma a nuestros caracteres y nuestras vidas. A menudo he
tenido la fantasa de que hay un mito para cada hombre y que, si lo conociramos, nos permitira
entender todo lo que ste hizo y dijo.[462]
Puede que donde mejor ejemplificada quede esta observacin de Yeats sea en mi ltimo relato de
viajes ultramundanos, que describe de manera grfica el carcter intercambiable de la mitologa y la
psicologa profundas. Nos incumbe en especial porque describe la iniciacin de un hombre del siglo
XX en esa visin ms antigua y daimnica que, como he estado insistiendo, es esencial para la
correcta comprensin de apariciones y visiones. El hombre en cuestin era cientfico y mdico
muy instruido, por ejemplo, en la psicologa ms novedosa, aunque tambin result ser el
equivalente moderno y europeo de un chamn, a quien haban sucedido acontecimientos
paranormales desde la infancia. Esto le haba llevado a fijarse, cosa poco habitual en un cientfico, en
la realidad daimnica (o, tal como la conceba l, la psique inconsciente) en general y en los sueos
en particular.
En octubre de 1913, este chamn moderno, que por entonces contaba treinta y ocho aos, estaba
viajando solo cuando de pronto se apoder de l una visin apabullante.[463] Vio una inundacin
brutal que anegaba las tierras bajas entre el mar del Norte y los Alpes, dejando tras de s los
escombros flotantes de la civilizacin y miles y miles de cuerpos ahogados. Luego, todo el mar se
volvi sangre. La visin dur cerca de una hora y lo dej aturdido, angustiado y avergonzado de su
propia debilidad. Se le ocurri que la visin poda ser proftica y apuntar a algn tipo de trastorno
social; pero, dado que no poda imaginarse tal cosa, lleg a la conclusin de que tendra que ver algo
con l: la amenaza de una psicosis inminente. El tema apocalptico de su visin tuvo continuidad en la
primavera de 1914, cuando tuvo tres sueos en que un maremoto del rtico helaba las tierras y
mataba todo lo verde. Al estallar la Primera Guerra Mundial el 1 de agosto, casi se sinti aliviado.
Pareca que, despus de todo, su visin no tena que ver tanto con su propio estado como con la
situacin de Europa.
No obstante, era como si el destino del continente estuviera inextricablemente ligado al de su
estado psquico, como si l fuera un pararrayos para esta tormenta. Empez a verse asediado por un
flujo incesante de lo que l llamaba fantasas para referirse a imgenes espontneas, autnomas y
muy poderosas, surgidas de las profundidades del inconsciente y que se presentaban con claridad
visionaria. Me encontraba impotente ante un mundo ajeno, escribi. Todo en l pareca diferente e
incomprensible. Viva en un estado de tensin constante (). Cuando padeca esos asaltos del
inconsciente, senta la extraa conviccin de estar obedeciendo a una voluntad ms elevada..[464] A
causa de ello, decidi enfrentarse a las fantasas, examinarlas y dejar que las voces interiores
hablaran de nuevo. Pero a veces eran tan apabullantes que su temor a ser engullido por la psicosis se
reaviv. Practicaba yoga para mantener las imgenes bajo control, pero slo hasta que estaba lo
bastante calmado como para hacer frente una vez ms a la salva de imgenes que brotaban de su
psique, pues sencillamente era consciente del peligro de disciplinas orientales como la meditacin y
el yoga, que pretenden eliminar o trascender las emanaciones de la Imaginacin, convirtindose as
en un nuevo tipo de represin al negar la vida de las imgenes.
La tarea que se haba impuesto requera algo ms que ejercicios espirituales. Tambin exiga una
fuerza herclea (l la llamaba demonaca). Slo mediante un tremendo esfuerzo del ego heroico
poda contener la marea sangrienta de la locura. Aparte de esta fuerza bruta de voluntad, su otra
defensa era la distancia cientfica. Desde el principio, escribi, he concebido mi confrontacin
voluntaria con el inconsciente como un experimento cientfico que yo mismo estaba llevando a cabo
y en cuyo resultado estaba interesado de forma vital. Y aadi: Hoy podra decir igualmente que se
trataba de un experimento que se estaba llevando a cabo sobre m. Como un abducido, se estaba
encontrando con que la persona que consideraba que l era, con sus atributos caractersticamente
modernos de voluntad, fortaleza, integridad del ego y objetividad, haba sido apresada y amenazaba
con desintegrarse. Slo a posteriori se dio cuenta de que existen poderes daimnicos a los que est
subordinado el ego consciente; poderes, adems, que son contradictorios, confusos y amenazadores
(al menos desde el punto de vista del ego racional). Iba anotando fantasas que me asaltaban a
menudo como sinsentidos, y ante las que opona gran resistencia. Pues, mientras no entendamos su
significado, esas fantasas son una mezcla diablica de lo sublime y lo ridculo (). Slo mediante
un esfuerzo extremo fui capaz finalmente de escapar del laberinto.
Pero para descubrir el significado de sus fantasas ya no le bastaba con intentar analizarlas
mientras simultneamente se protega. Nuestro chamn no tuvo ms remedio que ceder ante ellas.
Con el fin de capturar las fantasas que me estaban empujando bajo tierra, saba que tena que
lanzarme hacia ellas de cabeza, por as decirlo. Ante lo cual no slo senta una violenta resistencia,
sino tambin un miedo evidente. En concreto, tema perder el dominio de [su] smismo,
convertirse en presa de las imgenes de la fantasa y volverse loco. Observemos que el viaje que
planea es hacia abajo el camino del chamn, y no hacia arriba, como procura el mstico. l elige
ir bajo tierra, donde viven los muertos, donde estn los dimones, abstenindose de la ascensin
espiritual trascendente hacia los dioses que estn en las alturas.
Jung (se trata de l, por supuesto) no tuvo otra eleccin que abandonar el ego hercleo, la
objetividad apolnea del hombre occidental moderno y arriesgarse a descender.[465] Si no lo haca,
sus imgenes podran con l. En segundo lugar, comprendi que no poda esperar de sus pacientes
que realizaran el descenso necesario a las profundidades de sus propias almas si l no se haba
atrevido a hacer lo mismo. Y es que, como buen chamn, estaba obligado a recuperar almas perdidas
o acompaarlas a la manera de un psicopompo como Hermes en su descenso al Inframundo; y
no estara cualificado para hacerlo sin haber realizado antes el viaje por s mismo. De este modo, el
12 de diciembre de 1913 dio el paso decisivo. Fue, segn escribi, como morir. Tal vez fuera peor,
pues un psiquiatra debe de temer la locura ms que la muerte.
Estaba una vez ms sentado en mi despacho, pensando en mis miedos. Entonces me dej caer. De
repente fue como si el suelo cediera literalmente bajo mis pies, y me hund en las simas tenebrosas.
No pude evitar una sensacin de pnico. Aterriz en una masa suave y pegajosa, en completa
oscuridad. Sus ojos se acostumbraron pronto a la penumbra, que era ms bien como un ocaso
profundo. Ante m estaba la entrada a una cueva oscura donde aguardaba un enano de piel correosa,
como si estuviera momificado. Lo pas de largo y me escabull por la entrada angosta, y vade, en un
agua helada que me llegaba a la rodilla, hasta el otro extremo de la cueva, donde, sobre una roca que
sobresala, vi un cristal rojo y resplandeciente. Levant el cristal y vio que corra agua por el hueco
que quedaba debajo. Pas un cadver flotando: un joven con el pelo rubio y una herida en la cabeza.
Lo sigui un escarabajo negro gigante y despus un sol, rojo y recin nacido, que se elevaba
surgiendo de las profundidades del agua. Deslumbrado por esa luz, quise volver a colocar la piedra
sobre la abertura, pero entonces man un lquido. Era sangre. Saltaba un grueso chorro y sent
nuseas. La sangre brot largo rato antes de cesar. Entonces finaliz la visin, que dej a Jung
aturdido.[466]
Enseguida se dio cuenta de que haba sido testigo de un mito heroico y solar, un drama de
muerte y renovacin, el renacimiento simbolizado por el escarabajo egipcio. Al final, habra seguido
la aurora del nuevo da, pero en lugar de eso emergi la sangre. Jung record su anterior visin
de Europa inundada de sangre y abandon todo intento de comprender el mito (que quedara
explicado por el posterior estallido de la guerra). No menciona an no, al menos lo que parece
bastante obvio: despus de adentrarse en la cueva de su propio inconsciente, levanta la tapa de la
fuente de sus imgenes caticas y de todos sus miedos. Pero no se encuentra observando una psicosis,
sino la representacin de un mito heroico y solar; su propio mito, de hecho. Sin embargo, ste no
est teniendo lugar en un plano personal sino impersonal y colectivo. Jung ha sondeado su propia
psique hasta el punto donde su mito coincide con el mito que hay detrs del hombre occidental
moderno. Ya no es l mismo, sino el representante de un modelo arquetpico; y el camino que abre es
aquel que todos, en mayor o menor grado, debemos seguir. Por eso estoy tratando las experiencias de
Jung con tanto detalle. Esta lectura se ve confirmada por un sueo que tuvo seis das despus y al que
otorg una importancia extraordinaria.
Yo estaba con un hombre desconocido de piel morena, un salvaje, en un solitario paisaje de
rocas. Era antes de la aurora; el cielo del este ya estaba brillante y las estrellas se apagaban. Entonces
o el cuerno de Sigfrido sonando por encima de las montaas y supe que tenamos que matarlo.
bamos armados con rifles y nos tumbamos a la espera de su llegada en un camino estrecho, sobre
las rocas. En cierto sentido, esto es el preludio a la visin anterior. Sigfrido, el hroe teutnico y
solar representativo del ego consciente y racional, se convertir en el joven rubio muerto. En otro
sentido, el sueo es la secuela de la visin. Aqu tenemos el inicio del brillante da que all faltaba,
pues fue reemplazado por una efusin de sangre que lo engullira todo tanto en un nivel individual
como colectivo. sta simboliza la muerte de la cosmovisin de Jung; es la muerte de la vieja Europa,
ahogada en la sangre de la guerra. Pero tambin es vida, el surgir incontrolable de fuerzas vitales
ctnicas manando del Inframundo. Barrido por la marea de sangre, Sigfrido no volver a levantarse.
La perspectiva literal e inquebrantable de la luz y la conciencia y el ascenso espiritual tienen que
morir y dejar paso a la perspectiva metafrica y paradjica de la oscuridad, el inconsciente y el
descenso al reino daimnico del alma. El sueo prosegua.
Entonces, Sigfrido apareci en lo alto, en la cima de una montaa, con el primer rayo del sol
naciente. En un carro hecho con los huesos de los muertos, bajaba a una velocidad vertiginosa por la
pendiente escarpada. Al doblar una curva le disparamos y l se desplom, muerto. En el sueo, a
Jung le embarga el espanto, el remordimiento y la insoportable culpabilidad de haber matado algo
tan grande y hermoso. Se despierta y da vueltas al sueo en su cabeza, pero es incapaz de entenderlo.
Est a punto de volverse a dormir cuando oye una voz en su interior que dice: Debes entender el
sueo, y debes hacerlo enseguida Si no entiendes el sueo, tienes que matarte. Hay una pistola en
la cama. Jung empieza a tener miedo. Se pone a reflexionar ms profundamente sobre el sueo y, de
pronto, su significado se presenta ante l: es el problema que se est desarrollando en el mundo.
Sigfrido, pens, representa lo que quieren lograr los alemanes: imponer su voluntad heroicamente,
salirse con la suya Yo haba deseado hacer lo mismo [la cursiva es ma]. Pero ahora ya no era
posible. El sueo mostraba que la actitud encarnada por Sigfrido, el hroe, ya no iba conmigo; ni
con nosotros, cabra aadir. Por eso tena que morir.[467]
La voz de advertencia de lo que sin duda era el daimon personal de Jung le dijo que, si no lograba
entender el sueo la metfora, poda verse obligado a representarlo literalmente, a sufrir una
muerte literal (suicidio) en lugar de una muerte inicitica. Al matar a Sigfrido estaba matando esa
parte de s mismo, ese tipo de ego que ya no resultaba apropiado para su vida, ni para nuestras
propias vidas del siglo XXI. Se trata de un momento doloroso. Jung sinti una compasin
apabullante, como si me hubieran disparado a m mismo: signo de mi identificacin secreta con
Sigfrido, as como del dolor que siente un hombre cuando se ve obligado a sacrificar () sus
actitudes conscientes. Pero existen cosas ms elevadas que la voluntad del ego, y uno debe
inclinarse ante ellas.[468] Paradjicamente, el comienzo de una alianza con estas cosas ms elevadas
es una alianza con lo que hasta entonces habamos considerado ms bajo: la parte primitiva y sombra
de nosotros mismos, el salvaje que inicia el asesinato.
Estos acontecimientos marcaron un punto de inflexin en la vida de Jung. En el sentido mundano,
fue una inflexin hacia abajo. Se apart de Freud y de la psicologa respetable. Sigui
considerndose un cientfico, pero su ciencia no era reconocida por los dems. Apuntaba a los
hechos irreducibles de la realidad daimnica, en cuya bsqueda Jung se ali con esos otros
cientficos marginados histricamente: los alquimistas. Y se convirti en un chamn, aprendiendo a
controlar sus descensos voluntarios al reino daimnico, donde obtuvo ayudas daimnicas como la de
Filemn, que le otorg, para agradecimiento de sus pacientes, los dones de la curacin y la sabidura.
EPLOGO: LA CADENA UREA
Es difcil describir la tradicin que forma el trasfondo de este libro, porque no tiene nombre. Nos
veramos tentados de llamarla, por comodidad, la tradicin daimnica. Aunque aparece en
numerosas disciplinas, como la teologa, la filosofa, la psicologa, la teora esttica, etc., no es en s
misma una disciplina. No es un cuerpo de conocimiento ni un sistema de pensamiento. Ms bien es
una manera de conocer y de pensar, una manera de ver el mundo, que poetas y visionarios siempre
han posedo pero que ni siquiera ellos pueden formular o ver con distancia. As, uno no puede
aprender la tradicin, por ejemplo, como parte de un currculo universitario; slo se puede ser
iniciado en ella. Descubrirla por uno mismo puede ser, como una bsqueda, un acto de
autoiniciacin.
Como el ojo que ve pero no puede verse a s mismo, la tradicin slo se transforma en tradicin
cuando ha dejado de ser congruente con la cultura en que se halla y empieza, por as decirlo, a verse
a s misma. En otras palabras, deja de ser una perspectiva invisible y se vuelve visible. En nuestra
cultura se ha vuelto visible en textos que tienden a ser catalogados de esotricos o, peor an, de
ocultistas. Tales textos no son ms que grandes y sombras formas visibles que acechan bajo la
superficie de la ortodoxia dominante. De vez en cuando afloran en forma de poesa, que es permitida
y percibida como poco amenazadora normalmente y con ms xito por la ortodoxia dominante, ya
que la poesa puede desestimarse como nada ms que poesa, nada ms que imaginaria, e incluso
puede ser ignorada, en caso de que empiece a incordiar.
Dos ejemplos del siglo XX de este aflorar a la superficie por parte de la tradicin son las obras
del poeta W. B. Yeats y del psiclogo C. G. Jung. Resulta significativo que los dos se criaran en un
entorno rural donde esta perspectiva tradicional segua activa; en otras palabras, donde la realidad
daimnica se daba por sentada. Ambos, sin ir ms lejos, aceptaron la realidad de apariciones,
visiones y lo sobrenatural como siempre ha hecho la gente de campo. Sus primeros trabajos reflejan
esta aceptacin, pero tambin d deseo de conciliar lo sobrenatural con el mundo escptico y culto en
el que penetraron. As, Yeats reelabor mitos irlandeses en forma de largos poemas y escribi sobre
hadas, mientras que Jung titul su primera tesis Acerca de la psicologa y la patologa de los llamados
fenmenos ocultos.[469]
A lo largo de su vida, Yeats y Jung buscaron precedentes y afinidades para sus concepciones
visionarias (daimnicas). Entre ambos sacaron a la luz y estudiaron a casi todos los personajes
destacados de nuestra tradicin. No resulta sorprendente, pues es caracterstico de la tradicin incluir
en ella a todos los que la descubren, formando une serie de vnculos histricos. Los alquimistas
llamaron a esto Aurea Catena, la Cadena urea;[470] y aprehender un eslabn es estar conectado con
todos los dems. Despus de unirse a la Cadena urea, por as decirlo, mediante su comprensin
imaginativa del mito y el folclore, Yeats hall una inmediata conexin intelectual con ella a travs de
los poetas romnticos y en especial de William Blake, cuyas obras edit durante aos. Con ayuda de
Blake fue capaz de identificar nuevos vnculos, como el visionario sueco Emmanuel Swedenborg y el
mstico alemn Jacob Boehme, islas daimnicas en un mar de racionalismo postcartesiano.
Descubri a los filsofos neoplatnicos y hermticos, que florecieron en los primeros siglos
despus de Cristo y que revivieron durante el Renacimiento, cuando Marsilio Ficino los tradujo al
latn. A travs de Ficino crecieron nuevas ramas de la tradicin en filsofos como Pico della
Mirndola y Giordano Bruno; e incluso una nueva religin, una mezcla de hermetismo, alquimia y
Cbala (la tradicin esotrica juda), que aspiraba a reemplazar un cristianismo escindido por el
conflicto entre catlicos y protestantes.[471]
Al mismo tiempo, Yeats mantuvo el inters por las manifestaciones contemporneas populares de
la tradicin, sin importar lo turbias o frvolas que pudieran parecer. No perdi el contacto con el
espiritismo, por ejemplo, y estudi la magia ritual con la Orden de la Aurora Dorada. Por encima de
todo, vio que la vida de una cultura o nacin slo era lo buena que fuera su vida imaginativa; y su
vida imaginativa se plasmaba en sus mitos. Despectivo con las ideologas profanas que se
consideraban como mitos en el mundo moderno, emprendi una batalla perdida para revitalizar el
alma del pueblo irlands, recuperando sus autnticos mitos antiguos en sus poemas y piezas teatrales.
Del mismo modo, Jung mantuvo toda su vida el inters por los fenmenos ocultos, hasta el
punto incluso de reconocer lo irreconocible (como los platillos volantes, cuyo significado slo l
supo captar desde el principio, gracias a su inmersin en nuestra tradicin). Era menos consciente
que Yeats de la tradicin tal como se manifiesta en poesa y teatro, salvo por la segunda parte del
Fausto de Goethe, del que aseguraba que era un eslabn en la Aurea Catena que ha existido desde
los inicios de la alquimia filosfica y el gnosticismo hasta el Zaratustra de Nietzsche. Impopular,
ambiguo y peligroso, es un viaje de descubrimiento al otro polo del mundo.[472] En su lugar, y
como sugiere la cita, Jung la encontr en los gnsticos y, sobre todo, en los alquimistas, sus propios
antepasados, cuyos trabajos eran el homlogo histrico de aquella vida imaginativa tejedora de mitos
que haba descubierto empricamente en las psiques inconscientes de sus pacientes.[473]
Como los propios mitos, la alquimia siempre prosigue en nuestras vidas inconscientes. Pero
parece que salga a la superficie y se convierta en actividad slo en determinados momentos, tal vez
cuando una cultura en particular ha alcanzado una fase evolutiva concreta. Con races en el antiguo
Egipto, se practic en la cultura helenstica en torno a Alejandra hacia la poca de Cristo.
Posteriormente la desarrollaron los rabes y, al parecer, tambin los chinos de forma independiente.
Se introdujo en Europa en el siglo XII y alcanz su cnit hacia finales del XVI. Como proceso
daimnico, no consista en una sola actividad clasificable, segn reconocan los propios alquimistas
cuando se referan a ella de formas variadas como Nuestra Filosofa, Nuestro Arte o Nuestra
Ciencia. Adems de estos componentes, la alquimia adoptaba elementos cristianos como imgenes
de sus procesos. Fue como un ltimo intento de aunar bajo el estandarte de la Imaginacin elementos
dispares como espritu y materia, alma y cuerpo, dentro y fuera, antes de que se disgregaran. As, la
transformacin externa de sustancias qumicas y metales expresaba la transformacin interna del
propio alquimista, y cada una actuaba sobre la otra y la reflejaba. El Huevo del Filsofo o
recipiente hermtico donde sus sustancias adquiran un significado arquetpico Sol, Luna, Rey,
Reina, Mercurio, Azufre, Fuego, Agua era una imagen del alma, donde la exaltada Imaginacin se
destila de s misma, siempre separndose, unindose, mortificndose, sublimndose y
multiplicndose.
En otro lugar he sugerido [474] que el extraordinario y repentino florecimiento de la actividad
imaginativa a principios del siglo XVII, no slo en poesa y teatro sino tambin en el inicio de la
ciencia moderna, se haba estado incubando en los recipientes secretos de los alquimistas, que se
abrieron en ese momento, por as decirlo, para desprender sus gases ricos en mitos en la corriente
principal de la vida imaginativa. As como la alquimia se haba concebido como un drama elemental,
un teatro qumico, ahora los mejores dramas eran ricos en imaginera alqumica (El rey Lear y La
tempestad de Shakespeare, por ejemplo).[475]
Si la alquimia se haba esforzado por mantener una visin del mundo unificada y daimnica
donde el alma mediara, distinguindolos, entre espritu y materia, lo mismo haca el drama
shakesperiano. Al menos, sta es la opinin que sostiene Ted Hughes, que, en Shakespeare and the
Goddess of Complete Being,[476] identifica el mito o, mejor dicho, los dos mitos que proporcionan el
dinamismo subyacente en todas las obras principales de Shakespeare. En estos mitos ocupa un lugar
central el rechazo del alma por parte del ego racional, y sus nefastas consecuencias. Las obras son
como una serie de variaciones sobre estos mitos, esforzndose por expresar y de ese modo
contener la crisis en la Imaginacin colectiva de la cultura occidental. Era como si Shakespeare
previera los peligros inherentes al triunfo del ego racional sobre el alma, el desastre que resultara de
la negacin de su propio estilo de Imaginacin creadora de mitos. Hughes incluso afirma, con razn,
que las obras ejercen una funcin chamnica:[477] son como los viajes ultramundanos que emprende
el chamn por el bien de la tribu y con el fin de recuperar su alma perdida, para as curar la escisin
entre alma y ego.
Este intento de curacin por parte de Shakespeare fue infructuoso a pesar de la radiante y
conciliadora imaginera de La tempestad, como la historia de la cultura occidental moderna ha
demostrado ampliamente desde aquel momento decisivo. Con todo, no importa lo asediada que se vea
la tradicin: al fin y al cabo, la realidad daimnica no necesita ninguna tradicin para mantenerse con
vida. Siempre y constantemente est viva y es capaz de reimaginarse y renovarse en cada
generacin, ms all de cualquier tradicin, a travs de apariciones y visiones espontneas y de viajes
ultramundanos.
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Notas
[1] Lewis, p. 122. <<
[2] Randles, pp. 123-126. <<
[3] Yeats (1959), p. 68. <<
[4] Citado en Raine, pp. 177-178. <<
[5] Randles, pp. 153-156 y pp. 162-164. <<
[6] Bord (1985), p. 130. <<
[7] Randles, p. 218. <<
[8] Jaff, p. 21. <<
[9] Kim Hansen, UFO Casebook, en Evans y Spencer, pp. 66-67. <<
[10] Citado en Michael Cox, Mysticism: the Direct Experience of God, Wellingborough, 1983, pp. 126-

127. <<
[11] Randles y Whetnall, pp. 8-10. <<
[12] Mary Purcell, Our Lady of Silence, en Delaney, pp. 147 y ss. <<
[13] Citado en Eliade (1977), p. 17. <<
[14] Candida Lycett-Green, In Pictogram Country, en The Cereologist, n. 2, invierno de 1990, p.

11. <<
[15] Carta a George y Thomas Keats, 21 de diciembre de 1817. <<
[*] La palabra fairy, que se traduce al espaol como hada, tiene en realidad un significado ms

amplio que nuestro vocablo, pues designa a toda clase de seres sobrenaturales con forma humana y
poderes mgicos (duendes, elfos, gnomos). En general traduciremos fairies como seres fericos
y ocasionalmente como hadas, pero siempre refirindonos a este abanico amplio de figuras. (N. de
la T.). <<
[16] Evans (1983), pp. 87-88. <<
[17] Ibd., pp. 100-101. <<
[18] MacManus, pp. 111-112. <<
[19] Randles, p. 115. <<
[20] Needham (1978), pp. 27 y ss. <<
[21] Philip Mayer, Witches, en Marwick, p. 57. <<
[22] Ibd. <<
[23] Cynthia Hind, UFOs and the African Tribal System, en Evans y Spencer, pp. 93 y ss. <<
[24] Jaff, pp. 62-63. <<
[25] Evans-Wentz, p. 83. <<
[26] Mons. John S. Kennedy, The Lady in Tears, en Delaney, pp 93-94. <<
[27] Evans (1983), p. 105. <<
[28]
Mark Moravec, UFOs as Psychological and Parapsychological Phenomena, en Evans y
Spencer, p. 306. <<
[29] Randles, pp. 75-76. <<
[30] Ibd.. <<
[31] Evans (1983), P 99. <<
[32] Vase Jung, Obra completa, vol. 10, 589 y ss. <<
[33] Kim Hansen, UFO Casebook, en Evans y Spencer, pp. 48-49. <<
[34] Jung, p. cit., 591 y 614. <<
[35] Dialogue on Miracles, 1:32, citado en Zaleski, p. 51. <<
[36] Ibd.. <<
[37] Citado por W. B. Yeats en Lady Gregory, p. 333. <<
[38] Jaff, pp. 76 y ss. <<
[39] Randles y Whetnall, p. 30. <<
[40] Jung, p. cit., 783. <<
[41] Vase Dodds, pp. 104-107. <<
[42] Jung, p. cit., 627. <<
[43] Ibd.. <<
[44] Ibd.. <<
[45] Randles, pp. 97-98. <<
[46] Ibd., pp. 119-120. <<
[47] Citado en Eliade (1977), p. 17. <<
[48] Evans-Wentz, p. 133. <<
[49] V. J. Olmos Ballester, Ovnis. El fenmeno aterrizaje, Barcelona, 1978, citado en Evans (1983), p.

104. <<
[50] Coral Lorenzen, UFO Occupants in United States Reports, en Bowen, p. 160. <<
[51] Ibd., pp. 149-150. <<
[52] Jacques Valle, The Pattern behind UFO Landings, en Bowen, pp. 32 y ss. <<
[53] Citado en Briggs (1967), p. 132. <<
[54] Jaff, p. 108. <<
[55] Jung, Obra completa, vol. 12 203. <<
[56] Keel (1973), p. 230. <<
[57] Citado en The Circular, vol. 2, n. 4 (enerode 1992), pp. 18-19. <<
[58] Citado en Peter Hough, UFO Occupants, en Evans y Spencer, p. 127. <<
[59] Citado en Evans (1983), pp. 102-103. <<
[60] Peter Hough, The Development of UFO Occupants, en Spencer y Evans, p. 109. <<
[61] Lorenzen, p. cit., en Bowen, pp. 144-145. <<
[62] Charles Bowen, Few and Far Between, en Bowen, p.19. <<
[63] Lorenzen, p. cit., en Bowen, p. 159 <<
[64] Hough, p. cit., en Evans y Spencer, p. 128. <<
[65] Keel (1973), p. 181. <<
[66] Briggs, p. 3. <<
[67] Ibd., pp. 3-4. <<
[68] Evans-Wentz, p. 47. <<
[69] Lady Gregory, pp. 60-61. <<
[70] MacManus, pp. 44-45 <<
[71] Evans-Wentz, pp. 242-243. <<
[72] Vase Briggs (1967), glosario y Briggs (1976). <<
[73] Evans-Wentz, p. 47. <<
[74] En su Apology for the Fables of Homer, II. <<
[75] Citado en Raine y Harper, p. 376. <<
[76] Sendivogius, De Sulphure, citado en Jung, Obra completa, vol. 12, 396. <<
[77] Jung, Obra completa, vol. 12. 399. <<
[78] Jung, Obra completa, vol. 14, 410. <<
[79] Jung, MDR, pp. 208-209. <<
[80] Trad. de E. R. Dodds en Pagan and Christian in an Age of Anxiety, Cambridge, 1975, p. 37. <<
[81] Dodds, p. 41. <<
[82] De Defectu Oraculorum, 13. <<
[83] MacDonald, p. 39. <<
[84] Dodds, pp. 41-43. <<
[85] Jung, MDR, pp. 389-390. <<
[86] P. ej., en Fedro. <<
[87] Dodds, p. 42. <<
[88] Jaff, p. 108. <<
[89] Jmblico, III, cap. III-IV. <<
[90] Wallis, p. 71. <<
[91] Dodds, p. 289. <<
[92] Jmblico, IX, cap. VI. <<
[93] Yeats (1959), p. 336. <<
[94] Jung, MDR, p. 390. <<
[95] Citado en Andreas Lommel, Shamanism: The Beginnings of Art, Nueva York, 1967, pp. 59-60. <<
[96] Ibd. <<
[97] Briggs, p. 131. <<
[98] Ibd., p. 132. <<
[99] Gordon Creighton, The Humanoids in Latin America, en Bowen, pp. 84 y ss. <<
[100] Bowen, pp. 19-20. <<
[101] MacManus, pp. 135-136. <<
[102] Cf. Hillman (1972), p. 23. <<
[103] Cf. Hillman (1979), p. 23. <<
[104] Timeo, 30. <<
[105] Jung, Obra completa, vol. 13, 75. <<
[106] Yeats (1959), p. 352. <<
[107] Jung, MDR, p. 369. <<
[108] Ibd., p. 205. <<
[109] Yeats (1959), p. 352. <<
[110] Jung, Obra completa, vol. 9, I, 291; cf. Obra completa, vol. 10, 13. <<
[111] I Cor., 10:20. <<
[112] De Divinatione daemonum, cap. III, 7. <<
[113] Citado en Cohn, p. 71. <<
[114] Ibd. <<
[115] Versos 8-18. <<
[116] Lewis, p. 122. <<
[117] Ibd.. <<
[*] En el folclore ingls, es un espritu o duende travieso y medio domesticado que adopta distintas

formas. (N. de la T.). <<


[118] Ibd., p. 137. <<
[119] Citado en M. W. Latham, The Elizabethan Fairies, Columbia, 1940, p. 16. <<
[120] MacManus, p. 25. <<
[121] Lewis, p. 138. <<
[122] Yeats (1959), p. 64. <<
[123] Citado en Porter, p. 81. <<
[124] Thomas, pp. 797-798. <<
[125] Ibd. <<
[*] Folk, pueblo, y lore, tradicin. (N. de la T.). <<
[126] Evans-Wentz, p. 94. <<
[127] Meurger, p. 59. <<
[128] Comunicacin personal de su hermano; vase tambin Kate Saunders, The day a gnome got

angry with me!, Woman magazine, 5 de octubre de 1992. <<


[129] Sheldrake (199O), p. 97. <<
[130] Wilson, pp. 109-119. <<
[131] Ibd., p. 118. <<
[132] Camille Flammarion, Mysterious Physic Forces, Boston, 1907, pp. 441 y 431. <<
[133] Jung, MDR, p. 173. <<
[134] P. ej., Jung, Obra completa, vol. 13, 54. <<
[135] La seora Scholia a Fedn, citado en Jmblico, pp. 339-340. <<
[136] Jmblico, I, cap. VIII. <<
[137] Vase, p. ej., Michell (1983) y Michell y Rhone (1991). <<
[138] Bord (1985), p. 87. <<
[139] Ibd., p. 92. <<
[140] Ibd., p. 88. <<
[141] Ibd., p. 85. <<
[142] Ibd., p. 87. <<
[143] Ibd., p. 94. <<
[144] Ibd. <<
[145] MacManus, pp. 68-69. <<
[146] Ibd. <<
[147] Briggs (1976), p. 301. <<
[148] MacManus, p. 70. <<
[149] Francis, p. 37. <<
[150] Bord (1985), p. 57. <<
[151] Ibd., p. 75. <<
[152] Ibd., p. 76. <<
[153] Francis, p. 37. <<
[154] Ibd., pp. 40-41. <<
[155] Ibd, p. 42. <<
[156] Ibd, p. 43. <<
[157] Ibd, pp. 44-45. <<
[158] Bord (1985), pp. 50 y ss. <<
[159] Ibd. <<
[160] Francis, p. 50. <<
[161] Bord (1985), pp. 138-139. <<
[162] Ibd., p. 142. <<
[163] Ibd., p. 141. <<
[164] Ibd., p. 139. <<
[165] Bord (1982), p. 21. <<
[166] Ibd., p. 61. <<
[167] Ibd., p. 62. <<
[168] Ibd., p. 117. <<
[169] Ibd., pp. 132-133. <<
[170] Ibd., p. 71. <<
[171] Ibd., pp. 55-57. <<
[172] Ibd., p. 109. <<
[173] Ibd., pp. 118-120. <<
[174] A Vision of the Last Judgment, en Blake, p. 617. <<
[175] Vase Patrick Harpur, Imaginary Reality, en Magonia, n. 32, marzo de 1988. <<
[176]
Lo que sigue est basado en lo que cuenta Bailey. Vase Skulls Lantern: Psychological
Projection and the Magic Lantern, en Spring, 1986. <<
[177] Jung, MDR, pp. 354-355. <<
[178] Ibd., p. 356. <<
[179] W. B. Yeats, The Statues, en Yeats (1967), p. 375. <<
[180] Blake, p. 817, versos 29-30. <<
[181] La siguiente explicacin de la paranoia se ha extrado de la conferencia definitiva de James

Hillman, On Paranoia, Erarios Lectures 8, Spring Publications, Dallas, 1988. <<


[182] Canetti, pp. 252 y ss. <<
[183] Ibd. <<
[184] Keel (1973), p. 279. <<
[185] Gilbert Cornu, Pour une politique de la porte ouverte, en Lumires dans la nuit, Le Chambon,

1981-1982, citado en Evans (1986), p. 120. <<


[186] McClure, p. 133. <<
[187] Frances Parkinson Keyes, Bernadette and the Beautiful Lady, en Delaney, pp. 115 y ss. <<
[188] Robert M. Maloy, The Virgen of the Poor, en Delaney, pp. 241 y ss. <<
[189] Mons. William C. McGrath, The Lady of the Rosemary, en Delaney, pp. 175 y ss. <<
[190] Don Sharkey, The Virgin with the Golden Heart, en Delaney, pp. 215 y ss. <<
[191] Ethel Cook Eliot, Our Lady of Guadalupe in Mxico, en Delaney, pp. 39 y ss. <<
[192] Pars, 1977; citado en Evans (1986), p. 108. <<
[193] Citado en McClure, pp. 107-108. <<
[194] McGrath, p. cit. <<
[195] Ibd. <<
[196] Para un testimonio exhaustivo del milagro de Ftima, vase Haffert. <<
[197] Jung (1979), p. 166. <<
[198] Ibd., p. 165. <<
[199] Ibd., p. 169. <<
[200] M. L. von Franz, The Process of Individuation, en C. G. Jung (ed.), Man and His Symbols,

Londres, 1978, p. 196. [El hombre y sus smbolos, trad. de L. Escobar, Paids, 1997 / Caralt, 2002.] <<
[201] Jaff, p. 87. <<
[202] Ibd., p. 92. <<
[203] Briggs (1967), p. 27. <<
[204] Jaff, pp. 93-94. <<
[205] Ibd., p. 95. <<
[206] Ibd., p. 96. <<
[207] Lady Wilde, vol. I, pp. 259-260. <<
[208] Lady Gregory, p. 178. <<
[209] Byrne, p. 63. <<
[210] Brunvand, pp. 30-31. <<
[211] Lady Gregory, p. 15. <<
[212] Brunvand, p. 17. <<
[213] Ibd., p. 138. <<
[214] Goss, p. 90. <<
[215] Ibd., p. 93. <<
[216] Rojcewicz, p. 503. <<
[217] S. T. Coleridge, Biographia Literaria (1817; Everyman, Londres, 1965), p. 167. [Biografa
literaria, trad. de E. Hegewilz, Labor, Cerdanyola, 1975]. <<
[218] Making Knowing and Judging, en Auden, pp 54-55. <<
[219] Ibd., p. 56. <<
[220] Ibd., p. 57. <<
[221] Blake, p. 154. <<
[222] Jung, Obra completa, vol. 12, 394. <<
[223] Ibd., 396. <<
[224] Ibd., 394. <<
[225] Mary Warnock, Imagination, Universidad de California, Berkeley, 1976, p. 202; citado en Avens,

p. 23. <<
[226] Hillman (1975), pp. 125 y 141. <<
[227] Ibd., p. 69; cf. Hillman (1983), p. 77. <<
[228] Cf. James Hillman, Peaks and Vales, en James Hillman (ed.), Puer Papers, Dallas, 1979, pp. 57

y ss. <<
[229] G. S. Kirk, p. 17. <<
[230] Ibd., p. 19. <<
[231] Needham (1978), p. 55. <<
[232] Ibd., pp. 65-66. <<
[233] Conversacin con John A. Keel, 23 de agosto de 1992. <<
[234] Meurger, p. 36. <<
[235] Ibd. <<
[236] Ibd., p. 272. <<
[237] Bord (1985), pp. 15-16. <<
[238] Ibd., p. 18. <<
[239] Meurger, p. 163. <<
[240] Ibd., p. 162. <<
[241] Ibd., p. 124. <<
[242] Ibd., pp. 292-294. <<
[243] Ibd. <<
[*] Glamour en el sentido ms arcaico que tiene en ingls, ms cercano a hechizo que a sofisticacin

(N. de la T.). <<


[**] Trmino irlands que significa magia negra, brujera, maleficio o conjuro. (N. de la T.).

<<
[244] Cf. Rojcewicz, p. 496. <<
[245] Hillman (1975) y p. 23. <<
[246] S. Campbell, Close Encounter at Livingstone, BUFORA, 1982, citado en Evans (1983), pp. 20-

21. <<
[247] Bill Chalker, Physical Traces, en Evans y Spencer, p. 187. <<
[248] Para foto y detalles subsiguientes, vase Country Life (edicin irlandesa), 24 de mayo de 1973.

<<
[249] Ibd. <<
[250] Keel (1973), pp. 174-175. <<
[251] Ibd., pp. 71-72. <<
[252] Hartland, p. 136. <<
[253] Keel (1973), pp. 176-177. <<
[254] McClure, p. 112. <<
[255] Ethel Cook Eliot, p. cit., en Delaney, pp. 39 y ss. <<
[256] Evans (1983), p. 66. <<
[257] Roger Patterson rod 7 metros de una pelcula de 16 mm con una Bigfoot hembra en Bluff

Creek, Norte de California, el 20 de octubre de 1967. <<


[258] Evans (1983), p. 63. <<
[259] Bord (1985), p. 21. <<
[260] Vase Bill Chalker, p. cit. <<
[261] History of the Gods, III, p. 10, citado en Lewis Spence, British Fairy Origins, Wellingborough,

1981, p. 180. <<


[262]
Candida Lycett-Green, In Pictogram Country: Notes from a Wiltshire Village, en The
Cereologist, n. 2, invierno de 1990, p. 11. <<
[263] Delgado y Andrews (1989), pp. 49-50. <<
[264] Ibd., pp. 127 y ss. <<
[265] Vase, p. ej., Delgado y Andrews (1990), p. 13; para fotos de luces anmalas, vase Jrgen

Krnig (ed.), Spuren im Korn, Frankfurt, 1992, pp. 168-169. <<


[266] Patrick Harpur, Running Rings around the Corn, en The Guardian, 16 de mayo de 1991. <<
[267] G. T. Meaden, Crop Circles and the Plasma Vortex, en Noyes, p. 77. <<
[268] The Cereologist, n. 2, invierno de 1990, p. 5. <<
[269] Ibd., nms. 3, 4, 5 y 6. <<
[270] Delgado y Andrews (1990), pp. 15-16. <<
[*] Locustella naevia. Es una pequea ave cuyo canto se parece mucho al de algunos saltamontes. (N.

de la T.). <<
[271] The Cereologist, n. 4, verano de 1991, p. 7. <<
[272] Ibd., n. 5, invierno de 1991/1992, pp. 3-6. <<
[273]
Conferencias de George Wingfield y John Macnish en The Cereologist, 1st Annual
Cornference, Glastonbury, Somerset, 7/8 de septiembre de 1991. <<
[274] Vase Jung, Obra completa, vol. 8, 816 y ss. <<
[275] Jaff, p. 192. <<
[276] Vase, p. ej., la visin de la doctrina de Plotino en Wallis, p. 61. <<
[277] Citado en Raine y Harper, pp. 192-193. <<
[278] Sheldrake (1981). <<
[279] Bob Rickard, Clutching at Straws: Whirls, Winds, Wit-ches and Fairies, en Fonean Times, n.

53, invierno de 1989/1990, pp. 62-64. <<


[280] Lvi-Strauss (1970), p. 12. <<
[281] G. S. Kirk, p. 83. <<
[282] Keel (1988), pp. 63 y ss. <<
[283] Plotino, II, 2, 2. <<
[284] Hillman (1975), p. 14; cf. Plotino, IV, 3, II. <<
[285] Vase Hillman (1975), p. 149; tambin Hillman (1983), p. 73. <<
[286] Vase Hillman (1975), p. 119. <<
[287] American Magazine, octubre de 1909. <<
[288] Vase The Cereologist, n. 7, cosecha de 1992. <<
[289] Raine y Harper, pp. 460-461. <<
[290] Citado por Thomas Taylor en Jmblico, p. 260. <<
[291] Jmblico, I, captulo XX, pp. 78-79. <<
[292] Raine y Harper, pp. 484-485. <<
[293] Hillman (1975), p. 130. <<
[294] Hillman (1979), pp. 36-38. <<
[295] Hillman (1975), p. 132. <<
[296] Lpez-Pedraza, pp. 53 y ss. <<
[297] Vase Campbell (1988), p. 294 y ss. <<
[298] Cf. James Hillman (ed.), Puer Papers, Dallas, 1979) pp. 67-69. <<
[299] Vase Radin, passim. <<
[300] Vase Alice Karlsdottir, Loki, Father of Strife, en Gnosis, n. 19, primavera de 1991, p. 33. <<
[301] Campbell (1988), p. 327. <<
[302] Bhagavad Gita, 10, 20. <<
[303] Cf. The Joker in the Pack, en Auden, pp. 255-256. <<
[304] Ibd. <<
[305] Hillman (5975), p. XI. <<
[306] Dodds, p. III. <<
[307] Cf. Alderson Smith. <<
[308] Vase Capra. <<
[309] Ibd. <<
[310] p. ej., Jones. <<
[311] Vase Needham (1983). <<
[312] Una buena versin de la historia de los Avis es la que se encuentra en Rimmer, pp. 18 y ss; se

pueden encontrar ms detalles en Andrew Collins, The Aveley Abduction, en Flying Saucer Review,
vol. 23, n. 6, abril de 1978, y vol. 24, n. 1, junio de 1978. <<
[313] Vase, p. ej., Moody; Ring. <<
[314] Hopkins (1988a), p. 5 <<
[315] Hartland, captulos VII-IX. <<
[316] Cf. Rimmer, pp. 57-58. <<
[317] Ibd., pp. 113-114. <<
[318] Jung, MDR, p. 141. <<
[319] Rimmer, pp. 21-25. <<
[320] Hopkins (1988a), p. 14. <<
[321] Ibd., p. 193. <<
[322] Ibd., pp. 32 y ss. <<
[323] Ibd., pp. 48-49. <<
[324] Ibd., p. 86. <<
[325] Hopkins (1988b), p. 216. <<
[326] Ibd., pp. 119-144. <<
[327] Ibd., p. 122. <<
[328] Ibd., pp. 178-179. <<
[329] Ibd., p. 179. <<
[330] Ibd., p. 189. <<
[331] Ibd., pp. 195-197. <<
[332] Ibd., p. 137. <<
[333] Ibd., pp. 198-199. <<
[334] Hopkins (1988b), p. 6. <<
[335] Evans-Wentz, p. 73. <<
[336] Comunicacin personal con el autor, 2 de junio de 1992. <<
[337] Roben Kirk, pp. 58-59. <<
[338] Ibd., p. 59. <<
[339] Vase Briggs (1967), cap. I <<
[340] Beda, captulo 12, pp. 284 y ss. <<
[341] Ibd., p. 287. <<
[342] Zaleski, p. 79. <<
[343] Ibd. <<
[344] MacDonald, pp. 40-41. <<
[345] Evans (1983), p. 50; Rojcewicz, pp. 489-490. <<
[346] De la Bedoyere, pp. 241-243. <<
[347] Santa Teresa de Jess, Vida de Santa Teresa, cap. 29. <<
[348] Rimmer, pp. 25-26. <<
[349] Ibd., p. 27. <<
[350] Ibd., p. 28. <<
[351] Ibd., pp. 28-29. <<
[352] Para esta historia, sigo a Mheust, pp. 352-353. <<
[353] Ibd., p. 354. <<
[354] Ibd., p. 357, n. 8. <<
[355] Ibd. <<
[356] Bord (1982), p. 24. <<
[357] Ibd., p. 43. <<
[358] Ibd., pp. 44-46. <<
[359] Para esta historia, sigo a Kim Hansen, UFO Casebook, en Evans y Spencer, pp. 56-59; tambin

Rimmer, pp. 36-38. <<


[360] Hopkins (1988a), pp. 165 y ss. <<
[361] Ibd., p. 171. <<
[362] Ibd., pp. 172-174. <<
[363] Ibd., pp. 136 y ss. <<
[364] Ibd., pp. 157-159. <<
[365] Lady Gregory, p. 364. <<
[366] Hartland, p. 101. <<
[367] Hopkins (1988a), p. 212-214. <<
[368] Ibd., p. 193. <<
[369] Ibd., pp. 193-198. <<
[370] Ibd., pp. 224-226. <<
[371] Ibd., pp. 201-202. <<
[372] John Rhys, y Cymmrodor, vol. V, p. 70, citado en Hartland, pp. 37-38. <<
[373] Citado en Hartland, pp. 38-39. <<
[374] Randles y Whetnall, p. 104. <<
[375] Bord (1985), p. 147. <<
[376] 376. Randles y Whetnall, p. 107. <<
[377] Hartland, p. 43 <<
[378] Vase G. S. Kirk y J. E. Raven, Los filsofos presocrticos, Madrid, Gredos, 1970), p. 297. <<
[379] Mike Dash, Satan and the Social Workers: Recent British Ritual Abuse Scares, en Fortean

Times, n. 57, primavera de 1991, p. 46. <<


[380] Ibd., p. 47. <<
[381] Bob Rickard, Satanic Child Abuse Mania, en Fortean Times, n. 57, primavera de 1991, p. 57.

<<
[382] Vase Cohn, captulo I: Prelude in Antiquity. <<
[383] Vase Needham (1978), parte 2: Synthetic Images. <<
[384] Cohn, p. 101. <<
[385] Ibd. <<
[386] Despus de escribir esto he encontrado apoyo acadmico para esta relacin entre brujas, hadas y

chamanismo en Ginzburg. <<


[387] P. ej., en The Witch-Cult in Western Europe, Londres, 1921. <<
[388] P. ej., Alan Macfarlane, Witchcraft in Tudor and Stuart England, Londres, 1970. <<
[389] Rickard, p. cit., pp. 54-56. <<
[390] John Michell, Satanic Curses: Bogus Social Workers and Demonic Abductors, en Folklore

Frontiers, n. 12, p. 6. <<


[391] Mike Dash, The Case of the Phantom Social Workers, en Fortean Times, n. 57,primavera de

1991, p. 43. <<


[392] Ibd., p. 44. <<
[393] Ibd. <<
[394] Michell, p. cit., p. 5. <<
[395] Dash, p. cit., pp. 44-45. <<
[396] Ibd., p. 44. <<
[397] Evans (1986), p. 141. <<
[398] Ibd., pp. 142-143. <<
[399] Eliade (1989), pp. 34-36. <<
[400] Mheust, p. 354. <<
[401] Ibd., p. 353. <<
[402] Eliade (1989), p. 36. <<
[403] Hopkins (1988a), p. 218. <<
[404] Eliade (1989), pp. 46-47. <<
[405] Ibd., pp. 137-138. <<
[406] Ibd., pp. 300 y ss. <<
[407] Eliade (1977). p. 302. <<
[408] Comentario al Primer Alcibades, citado en Raine y Harper, p. 460-461. <<
[409] Hopkins (1988a), p. 43 <<
[410] Eliade (1989), p. 86. <<
[411] Vase John Fuller, The Interrupted Journey, Nueva York, 1966. <<
[412] La obra fundamental sobre el sueo como iniciacin es Hillman (1979), p. ej., p. 112. <<
[413] Randles (1983), pp. 216-217. <<
[414] Hopkins (1988a), p. 22. <<
[415] El siguiente relato se ha extrado de Keel (1973), pp. 273-275; para una visin ms completa,

vase John A. Keel, The Mothman Prophecies, Nueva York, 1975; reeditado en IllumiNet Press,
Avondale Estates, Georgia, 1991. [Mothman, la ltima Profeca, Punto de Lectura, Madrid, 2002]. <<
[416] Cf. Hillman (1979), pp. 85-112. <<
[417] II Cor. 12:24. <<
[418] Jung, Obra completa, vol. 10 714. <<
[419] Cf. Jung, Obra completa, vol. 8, 217, 577, 587 y 392, 396. <<
[420] Hillman (1979), p. 104. <<
[421] Ibd., p. 105. <<
[422] Vase W. H. Myers (1886); tambin Wilson (1987), pp. 115-116. <<
[423] I Cor. 15:44. <<
[424] Para un debate completo sobre soma y sarx, vase Macquarrie, pp. 39-46. <<
[425] Teresa de Jess, pp. 136-137. <<
[426] Strieber (1989), p. 86. <<
[427] Lady Wilde, vol. I, p. 52. <<
[428] Lady Gregory, introduccin. <<
[429] Vase Hillman (1975), pp. 67-70. <<
[430] Cf. Hillman (1979), pp. 74-85. <<
[431] Cf. Hillman (1985), cap. 10, Anima in the Syzygy, pp. 167-183. <<
[432] Cf. Lady A. Gregory, Gods and Fighting Men, 1904; Gerrards Cross, 1976; Yeats (1967). <<
[433] Hillman (1975), p. 69 <<
[434] Hillman (1979), pp. 110-117. <<
[435] Graves, vol. 2, pp. 153 y ss. <<
[436] Cf. Hillman (1979), p. 112. <<
[437] Ibd., p. 115. <<
[438] Hillman (1975), p. 69. <<
[439] Graves, vol. I, pp. 312 y ss. <<
[440] Picard, p. VIII. <<
[441] Ibid., pp. 214 y ss. <<
[442] Aparecido en Dennis Stacy, Alien Abortions, Avenging Angels, en Magonia, n. 44, octubre de

1992, p. 15. <<


[443] De Abstinentia, libro II, citado en Raine y Harper, pp. 189-190. <<
[444] Ibid. <<
[445] Cf. Hillman (1975), p. 137. <<
[446] Jung, Obra completa, vol. 11 235, n. 9. <<
[447] Vase Yates (1964),pp. 37 y 41. <<
[448] Jung, Obra completa, vol. 14, 129. <<
[449] Dodds, p. 111. <<
[450] Strieber (1988), p. 171 <<
[451] Ibd., p. 173. <<
[452] Ibd., pp. 105-106. <<
[453] Cf. Hillman (1975), pp. 187-188. <<
[454] Ibd., p. 70. <<
[455] Ibd., p. 66. <<
[456] Hopkins (1988a), p. 190. <<
[457] Cf. Hillman (1979), pp. 49 y 208. <<
[458] Strieber (1988), p. 262. <<
[459] Ibd., p. 105. <<
[460] Mi versin procede de Graves, vol. I, pp. 237-242. <<
[461] Narrado en Larsen, p. 87. <<
[462] At Stratford-on-Avon, en W. B. Yeats, Essays and Introductions, Londres, 1969, p. 107. <<
[463] Jung, MDR, p. 199. <<
[464] Ibd., p. 201. 465. <<
[465] Ibd., p. 202. 466. <<
[466] Ibd., p. 203. <<
[467] Ibd., pp. 204-205. <<
[468] Ibd., p. 205. <<
[469] En C. G. Jung, Psychiatric Studies, 1902, Obra completa, vol. I, Londres, 1970. <<
[470] Cf. Jung, MDR, p. 213 y ss. <<
[471] Vase, p. ej., Yeats (1964 y 1983). <<
[472] Jung, MDR, p. 213. <<
[473] Ibd., p. 231. <<
[474] Harpur (1990). <<
[475] Vase, p. ej., Charles Nicholl, The Chemical Theatre, Londres, 1980. <<
[476] Londres, 1992. <<
[477] Hughes, pp. 372, 430, 435-436. <<

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