Carmen Natalia. Poema Llanto Sin Término Por El Hijo Nunca Llegado

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Llanto sin Trmino por el Hijo Nunca Llegado

Invocacin

Te invoqu desde el fondo del abismo.


Te llam, desesperadamente,
gritando el dulce nombre a tus odos
pero t estabas lejos.
Tan lejos, hijo mo, como las rtilas estrellas,
durmiendo un largo sueo interminable
y no me oste.

Entonces, hund mi rostro en el polvo del camino


y te llor, con un llanto sin consuelo
que sembr sus cristales sobre la tierra dura.
Te llor con el llanto ms amargo y recndito
que jams ha llorado ojo humano en el mundo.
Nueve llantos de luna
y un llanto dcimo y sin trmino sobre la tierra dura.

Llanto Primero

Duerme, hijo mo, duerme.


La noche es infinita como mi amor,
y apaga sus estrellas

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para que nada turbe tu sueo, ni siquiera
la luz Duerme, hijo mo
La luz es la verdad y es la vigilia.

Noche: apaga tus lmparas insomnes!


Luna: arropa tus carnes!
No se filtre la luz en sus pupilas!

Duerme, hijo mo, duerme.


Coge mi mano. Oprmela. Estoy aqu, contigo.
Contigo bajo la noche larga y oscura
y solitaria. Estoy contigo!
No entreabras los labios. No preguntes.
No hagas preguntas abismales. Duerme.
Coge mi mano. Oprmela, hijo mo.
Estoy aqu, a tu lado, igual que siempre.

ngel de su guarda,
apresura tu mano, antes de que sea tarde!
Apaga los luceros! Apaga los luceros!
Qumate t las manos. Arden tus cabellos sueltos
y tus alas y tus velos
Pero no dejes que la luz penetre sus prpados cerrados!

Duerme, hijo mo, duerme


Estoy aqu, contigo en la sombra,
sin estrellas, sin luceros
Estoy aqu, a tu lado, igual que siempre!
Pero no abras los ojos. Duerme. Duerme.

Llanto Segundo

Culpa fue de mi egosmo. Mi egosmo.


Quera respirar un aire puro
ms all del lejano horizonte inalcanzable.

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Quera ver el mar. Quera ver los puertos
llenos de sol y espaldas verticales
cargando fardos junto a la sonrisa.
Quera ver las muchedumbres
que van y vienen, con las manos libres
y los pies desenraizados, sueltos.

Quera or la msica de los ros livianos


y del viento golpeando las caas que no amargan.
Quera respirar un aire con olor a canciones,
con olor a palabras sin arrugas,
con olor a pregones
enarbolados en todas las paredes,
en las aceras, en los techos, en las calles.
Pregn de flores y de frutos desparramados en color y azcar;
Pregn que no retuerce el hombre, ni el dolor, ni el miedo.

Quera jugar con nios que no temblaran de pavor


ante la sombra repentina de un uniforme sobre el suelo.
Quera jugar con nios que supieran rer
sin toparse la boca con angustia.
Eso quera en mi egosmo. Eso.

Llanto Tercero

Tal vez fue cobarda.


Pero pens que un hijo
siempre tiene derecho a preguntar:
Por qu lo hiciste?" Y sent miedo.
Miedo a las abismales preguntas de los nios!

Y adems, aquel aire.


Aquel aire viscoso, espeso como engrudo,
donde las alas se quedaban rgidas
y el mpetu del vuelo desnucado.
Qu hubieras hecho t con tus recin nacidas alas?

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Tal vez fue cobarda o egosmo.
Y sin embargo, te soaba.
En mitad de la noche estremecida
de indistintos luceros y puales.
Dentro del insaciable vrtice de fuego,
girando con las rosas y los crneos, te soaba.
Bajo la punta de la espada suspendida
en el aire, de crepsculo a crepsculo
An en medio del horror y la agona
y el espanto, te soaba!

Llanto Cuarto

Yo te so, hijo mo.


Te so sin un rostro preciso. Sin un color determinado
para el iris abierto a la desolacin del mundo.
Sin la medida exacta de tu estatura fsica.
Ms te so la pensativa frente
y te son la franca, la cordial sonrisa.

Te son la alegra sin palabras.


Te so la ternura,
multiplicada en tu habitual manera
de hacer las cosas. Te so la esperanza,
abierta como una flor en mitad de tu pecho atormentado.

Te so la cordura.
Te so la levantada cerviz
ante la sola insinuacin de la coyunda.

Te so el gesto manso
de tu mano hacia los nidos y las flores.
Te so el corazn, abierto en la desgarradura del dolor
por todos los que sufren en el mundo.

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Te so sin un rostro preciso ni una medida exacta.
Mas te so, hijo mo, un hombre.

Un hombre, hecho de arcilla y lgrimas.


Un hombre entero y vertical,
plantado como el asta de una bandera al viento.
Clavado en la tierra dura como un mstil.
Un hombre hecho de arcilla y lgrimas,
con una rosa blanca sobre el pecho
y en las manos en las manos
Oh, hijo mo, nunca jams nacido,
en las manos las rojas seales de los clavos!

Llanto Quinto

Cuando deb buscarte,


slo pens en un aire ms liviano y ms puro.
Cuando deb tenerte a mi vera,
rosado, igual que un caracol del mar,
y ensearte a decir las palabras primeras,
mi voz slo saba decir las ltimas
que en la vida aprenden
palabras duras, agrias, con sabor a sepulcros,
agona, dolor, martirio, tortura, muerte.
Cmo hubiera podido ensearte a decir:
vida, alegra, luz, amor, ensueo, besos!

Cuando deb buscarte,


no haba un espacio limpio
donde cupiera tu rosado cuerpo
An para un jergn de paja fresca
no haba un espacio libre de fusiles.

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No haba un espacio libre de mordazas.
No haba un espacio libre de puales.
No haba un espacio para ti, hijo mo.
En cincuenta y tantos kilmetros cuadrados
de tierra generosa y frtil
no haba un espacio limpio
donde cupiera tu rosado cuerpo!

Llanto Sexto

Si yo te hubiera dado vida


qu hubieras hecho con tu vida, t, que nunca la pediste?
Qu hubieras hecho con tu vida? Dime!

Ya s. Hubieras hecho una cancin, tal vez.


Una cancin al viento.

Con la humedad del musgo debajo de la nuca,


cara al cielo,
hubieras entonado tu cancin junto a los rboles.
E igual que el pobrecito de Ass, dulce y tranquilo,
hubieras conversado con los pjaros.

Y hubieras amado a las pobres bestias de Dios,


comprendiendo su lenguaje indescifrado.
Y hubieras recortado margaritas
para dejarlas, con un ruego
junto a la virgen de los dolorosos ojos
siempre cerrados.

Si yo te hubiera dado vida,


hijo mo, nunca jams nacido

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Qu dulce cancin de amor habras hecho
con la vida que yo te hubiera dado!

Llanto Sptimo

Cuando t hubieras visto lo que vieron mis ojos


qu gran dolor el de tu carne abierta!
qu gran dolor en tu costado herido!

Cuando t hubieras visto:


Duras patas de bestia sobre pechos esculidos.
Claros puos erguidos bajo un cielo tasado.
Rojos cinturones frreos oprimiendo esperanzas.
Largas cabelleras sueltas barriendo el seco polvo.
Cadveres de sueos.
Cadveres de llanto.
Cadveres de sangre.
Cadveres de plomo caminando caminando.

Cuando t hubieras visto lo que vieron mi s ojos:


Sombra en el claro curtidor.
Sombra en la ronda de los nios.
Sombra en el vuelo de los pjaros.
Sombra en el asfalto y en la luna
y en el surco y en el tejado.
Sombra en mi carne y en tu carne
y en la carne de todos
Sombra en el sueo y en la carne

Cuando t hubieras visto lo que vieron mis ojos:


Muerte a los rosados caracoles. Muerte
Muerte a las orqudeas y a los nardos. Muerte
Muerte a los ros y al torrente y al arroyo. Muerte.
Muerte a las mariposas efmeras
y a las hormigas simples. Muerte. Muerte.

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Muerte al aire y al pulmn que lo respira. Muerte .
Muerte a los hilos dorados del ensueo. Muerte.
Muerte al sueo de tenerte, hijo mo. Muerte.
Muerte al sueo de tenerte!

Llanto Octavo

Despus
Cuando t hubieras visto que era yo quien sufra.
Las patas de la bestia encima de mi pecho.
El rojo cinturn tatuando flores crdenas
en mi cintura exhausta.
Mi cabellera a rastras, sobre el polvo
y mi claro puo erguido bajo el cielo,
imprecatorio.

Cuando t hubieras visto que era yo quien sufra


Sombra en mi carne y en mi sueo.
Y muerto de muerte poderosa y arbitraria
todo lo mo: mis nardos, mis orqudeas,
y mis rosados caracoles
y mis simples hormigas
y el torrente y el ro de mi heredad
y mis efmeras mariposas y mi sueo
Mi sueo de tenerte a ti hijo mo!

Cuando t hubieras visto que era yo quien sufra


y hubieras visto arrastrado mi cuerpo
sobre el camino duro y solitario y ascendente
qu hubieras hecho? Dime!
Qu hubieras hecho con tu vida
sino extender los brazos, abrirte en cruz
y dejar que en tus manos florecieran
las rojas amapolas de los clavos?

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Llanto Noveno

Hoy, cuando ya la tierra me reclama


s que todo, hijo mo, est perdido.
Es tarde, ya. La hora que pasa
no vuelve atrs su aguja inexorable.
Y s que nunca, nunca, sers mo.

Egosta y cobarde. No s. Mas, te he perdido


para siempre Aunque nunca te tuve
ms que en sueos,
fuiste el ms alto sueo de mi vida.

Hijo mo, nacido un poco ms all del horizonte,


con los pies desarraigados, sueltos
como cabellos de ngel Hijo mo
Solo ahora, cuando es tarde,
s que hubieras querido nacer un da cualquiera
no importa cun escaso fuera el aire
para tus alas nuevas.
Slo ahora ahora, cuando es tarde
s que hubieras querido sufrir por mis heridas.

Hijo mo, hijo nunca llegado,


hijo nunca nacido. ..
Es tarde ya. La vida acaba.
Hubiera sido fcil, tan fcil, tan sencillo
Tan simple, s. Tan simple.
Pero yo fui cobarde o egosta.
Y te dej en la sombra de un deseo.

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Llanto Dcimo y sin Tiempo

Perdname, hijo mo.


Te quedaste en la sombra de un deseo.
Tus manos, desde la otra orilla, buscan mis manos,
vidas de salvar tiempo y espacio.
Pero s que mis manos nunca habrn de alcanzarte:

Perdname, hijo mo.


Hijo nunca llegado, pero amado
ms all de tu angustiosa irrealidad. Hijo perdido
sin haberte encontrado. Hijo llorado
con todo el llanto de mis insondables ros desbordados.
Hijo sin tiempo, sin espacio.
Sin ayer ni futuro. Hijo inmaterial y desuncido
de mi carro. Hijo lejano y triste
por no haber nacido un da claro de sol y de alegra.
Hijo mo, desligado de m para toda la vida,
desligado de mi pena y mi vaco.
Hijo nunca llegado, pero siempre ceido a mi cintura
junto con el cilicio que me hiende las carnes.
Hijo de mi tormento y mi vergenza
por no haberte legado la vida que pedas.

Perdname, hijo mo.


Perdona que no te diera las alas que te so,
ni el desgarrado corazn,
ni el asombro de nacer un da cualquiera
bajo este claro cielo derramado en estrellas.
Perdona que no te hiciera subir
desde el fermento amargo de mi angustia
y escatimara tu racin de vida.
T, que hubieras sido mi resarcimiento y mi equilibrio!

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Perdname, hijo mo
Toda mi vida, ahora, ser una penitencia
por mi flaqueza y mi ignorancia y mi torpeza.
Que pudindote llevar por el camino,
tu pie junto a mi pie y tu mano en mi mano,
te he dejado en la sombra de otra orilla.
Y mientras t me buscas, yo te busco,
sin poder encontrarnos. Desligados. Desasidos.
Desterrados los dos sobre la tierra.
Sin tierra t, debajo de tus plantas
y yo sin tierra, debajo de las mas.
Y con la tierra a punto de tragarme
sin haberte alcanzado ni poder alcanzarte ya en la vida! Perdname, hijo
mo!

1959

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