Contexto Obra Manuela
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- STOCKCERO -
2
ISBN: 978-1-934768-50-1
www.stockcero.com
Eugenio Daz Castro: Realismo y Socialismo 5
ndice
Introduccin......................................................................................................................................................................7
1. Jos Eugenio Daz Castro........................................................................................................................................8
1.1. Familia ........................................................................................................................................................................9
1.2. Estudios ....................................................................................................................................................................13
1.3. Informaciones de legitimidad y limpieza de sangre de Don Jos Eugenio Daz ......................................46
1.4. Publicaciones............................................................................................................................................................72
2. Los Prlogos de Manuela. Novela bogotana..................................................................................................74
2.1. La primera parte del Prlogo de Vergara y Vergara para Manuela en 1858..........................................76
2.2. La segunda parte del Prlogo de Vergara y Vergara para Manuela en El Mosaico ..............................95
2.3. De necrologa en 1865 a segundo Prlogo de Vergara en la edicin de Manuela en 1866................108
2.4. Las correcciones hechas a Manuela entre 1859 y 1866 ..................................................................................121
2.5. Jos Mara Vergara y Vergara ............................................................................................................................171
2.6. Influencia de los Prlogos de Vergara en la crtica ..................................................................................184
3. La literatura en la Nueva Granada ................................................................................................................196
3.1. Las novelas neogranadinas a partir de 1845 ....................................................................................................208
3.2. El contexto poltico-social de la Nueva Granada........................................................................................223
3.3. La sociabilidad, los libros y los cambios en el imaginario colectivo neogranadino..............................232
4. Eugenio Daz Castro: lecturas, conocimiento e ideologa en Manuela. Novela bogotana ..................247
4.1. Teora de la novela en Balzac, Sue y Dumas ................................................................................................266
4.2. Adscripcin de Manuela al Realismo de mediados del siglo XIX................................................................272
Conclusiones ................................................................................................................................................................293
Bibliografa ..................................................................................................................................................................301
Eugenio Daz Castro: Realismo y Socialismo 7
Introduccin
Eugenio Daz Castro escribi Manuela en una poca de grandes cambios
polticos e ideolgicos; con su escritura quizo contribuir a expresar los pro-
blemas sociales para ayudar a buscar soluciones. Para l, una de las serias di-
ficultades sociales que exista en la Nueva Granada, era la difcil situacin
social que vivan las mujeres; hechos que represent mediante su escritura.
La sociedad de su poca estaba transida por la lucha entre pasado y futuro,
entre preservacin de lo estatuido y apertura a otras formas de ser, entre tra-
dicin y modernidad, entre conservadores y liberales. Vivi con ideas libe-
rales y socialistas, pero fue enterrado y permaneci como conservador casi
siglo y medio, por designios de un escritor ultra conservador y paladn de la
tradicin, que crey que con su labor abolira ese quehacer escritural o por lo
menos lo asimilara a sus ideas e ideologa.
Vergara y Vergara le ocasion un gran dao con su intolerancia y su auto-
adjudicada posicin de censor y protector social; investidura con que moviliz
sentimientos de altruismo de los lectores al hablar de Daz Castro como desti-
tuido y al invitarlos a que adquirieran la novela, para efectuar una obra
piadosa. Al realizar esto, Vergara nunca imagin que l mismo morira ca-
torce aos despus sin hacienda, sin propiedad, sin dinero y sus amigos tendran
que pedir limosna para enterrarlo. No obstante, por la representacin que sus
amistades efectuaron de l, caracterizndolo entre muchos otros adjetivos como:
alma grande y generosa (Samper 1885, xviii), y por haber diligenciado la
apertura de la Academia de la Lengua en Colombia, sus palabras de censura han
cegado a la gran mayora y han conducido a lecturas equivocadas, lo que indica
que la investigacin y la crtica de la literatura colombiana tienen problemas.
Manuela, la novela que ha llegado al presente no es el texto que Daz
Castro escribi; no se sabe cunto le quitaron, cunto le agregaron; pero la
labor intelectual de su autor fue tan slida y tan fuerte que, a pesar de las
mutilaciones y de las alteraciones, las ideas que represent, por las que segu-
ramente se enfrent a su censor para protegerlas, permanecen y evidencian
tanto la ideologa liberal y socialista, como la seriedad de su observaciones, de
su estudio y de su escritura.
Los fondos de los archivos de la Nacin y de la Universidad del Rosario
proveyeron la documentacin para contradecir y abatir la construccin es-
critural que produjo Vergara contra el autor de Manuela; la comprensin de
la difcil poca ideolgica en que transcurri la escritura de la novela y su pu-
blicacin, ms el examen de la prensa peridica del momento aportaron
muchos datos que ayudaron a explicar situaciones y a comprender reacciones.
8 Flor Mara Rodrguez-Arenas
El Iris. Peridico Literario, Dedicado al Bello Sexo (Bogot) III.14 (abr. 11, 1867): [s.p].
Eugenio Daz Castro: Realismo y Socialismo 9
1.1. Familia
Uno de los serios problemas que se halla al indagar quin fue Eugenio
Daz Castro radica en que los nicos datos que se han difundido sobre su vida
provienen de los textos que Vergara y Vergara escribi: el prlogo (1858-1859)
para Manuela y la nota necrolgica publicada en 1865, y despus convertida
en prlogo en 1866; escrito que fue repetido nuevamente en 1867 (ver biblio-
grafa). Incluso la Nota crtico-biogrfica de Elisa Mujica, que presenta los
dos volmenes con obras del autor que divulg la Presidencia de la Repblica
en 1985, lo nico nuevo que aporta para esta biografa es la transcripcin de
la partida de bautismo de Daz Castro.
Debido a esta carencia de conocimientos, hasta ahora se posee una visin
equivocada del autor, porque al difundir Vergara los pocos detalles de esa
vida, los present mediante construcciones escriturales y distribuy la infor-
macin biogrfica jerarquizndola, de modo que las estructuras (enunciativa,
modal, cohesiva, argumentativa) de sus textos interactuaran para lograr ob-
jetivos; de esta manera escamote la realidad produciendo para la posteridad
una imagen distorsionada, empobrecida y ficticia del escritor.
Para corregir esas nociones que Vergara ide y transmiti sobre Daz
Castro se necesita indagar histricamente tanto para ofrecer datos concretos
y verdicos sobre la biografa del autor, como para depurarla, despojndola
de informaciones falsas. Para realizar esto, aqu se parte del nico texto his-
trico establecido que hasta ahora se conoce: la partida de bautismo del autor
de Manuela.
Ortiz y doa Gla. Josefa Daz; pero el texto no indica el lugar donde sucedi
el nacimiento, sino nicamente que recibi el bautismo en Soacha.
Al recibir los padres y los padrinos en este documento el ttulo de Don
/ Doa, significa que ellos eran personajes de la clase social principal del rea;
ya que al final de los tiempos coloniales, como fueron los aos iniciales del
siglo XIX en la Nueva Granada, esa forma de tratamiento indicaba un uso
referencial que tena carcter identificador, el cual se daba a muy pocas per-
sonas, debido a su pertenencia a los niveles sociales ms altos. En esa poca no
era una manera de tratamiento que se otorgara a individuos de estamentos
ms bajos, como forma estereotipada de cortesa social, como suceder ya bien
entrada la Repblica, hasta el presente.
Una forma de corroborar la posicin social elevada de una familia era el
poseer una hacienda, ya que sta era un ncleo de poder en territorios des-
tinado a la autosuficiencia (Villegas 1997, 9). Jos Antonio Daz, padre del
escritor, era propietario de la hacienda de Puerta Grande en Soacha, posesin
que antes se haba llamado El Tabln.3
En este aspecto hay que recordar que las sociedades durante el Antiguo
Rgimen estaban jerarquizadas estamental y jerrquicamente (nobles y ple-
beyos); adems la pertenencia a los niveles altos deba conservarse, probarse
y mostrarse:
[N]o es suficiente el acceso o el mantenimiento de un determinado
rango, sino que es preciso materializarlo, hacerlo real, visible, me-
diante su configuracin a travs de formas apropiadas. El orden es-
tamental se cimenta sobre una estricta correspondencia entre rango
y forma. La confusin de las apariencias cuestionar estos presu-
puestos de diferenciacin social, provocando los intentos de res-
taurar el equilibrio amenazado por parte de las dos mximas ins-
tancias de autoridad y coercin: la Iglesia y la Corona
(lvarez-Ossorio 1998-1999, 264-265).
Esto significa que quienes eran de clases altas, considerados nobles, bien
por derecho, por privilegio o por circulacin interestamental, no slo deban
serlo, sino tambin demostrarlo mediante los ttulos, las posesiones (la edu-
cacin, el consumo de lo suntuario) y la actuacin. Todo esto permita unirlos
como grupo especial y separarlos de los otros que eran considerados inferiores.
Pero, a la vez, para este grupo esa representacin externa de su posicin, al
tiempo que se converta en un instrumento de poder, era una exigencia que les
permita demostrar su preeminencia (vase: lvarez-Ossorio 1998-1999, 266).
3 [E]n 1774 cuando apareci don Juan Agustn de Umaa, dueo de Corts desde once
aos antes, compr Tequendama a Rebollar por la suma de 18.000 patacones; pero ste
se reserv El Tabln, que vendi poco despus al propietario de El Vnculo don Jos
Suescn Fernndez de Heredia, porcin que, con el transcurrir del tiempo, se convirti
en la estancia de Puerta Grande, de propiedad de don Jos Antonio Daz Ospina, padre
de don Eugenio Daz el celebrado autor de Manuela y de El Rejo de Enlazar. El
Tabln lo vendi el seor Daz Ospina, en 1808, a don Jos Ignacio Umaa Barragn,
nieto de don Juan Agustn, y de nuevo se hizo a su propiedad en 1822 (Pardo Umaa
1946, 152).
Eugenio Daz Castro: Realismo y Socialismo 11
4 Segn el libro de Pardo Umaa (1946, 152), la Hacienda de El Tabln recibi despus el
nombre de Hacienda de Puerta Grande (ver nota anterior); no fue una disgregacin de
terreno, como lo afirmaron en 1993 Restrepo Senz y los otros autores.
12 Flor Mara Rodrguez-Arenas
rbol genealgico
de Jos Eugenio Daz Castro
quien a su vez haba sido hijo de don Emigdio Briceo Guzmn y de doa
Dolores Fernndez Arnero; los esposos Briceo Daz tuvieron descendencia.
Del quinto hijo, Pedro, lo nico que se sabe es que muri a los 90 aos en la
hacienda de Puerta Grande. La sexta hija, Brbara, contrajo matrimonio con
Pedro Jos Cubillos y tuvieron hijos. La octava hija, Carmen, naci en Soacha,
nunca se cas y falleci en Bogot. De la sptima hija, Mariana, y de la novena
hija, Martina, no se conocen detalles (vase: Restrepo Senz et l. 1993, III: 19-20).
Ahora, el padrino de bautismo de Jos Eugenio Daz Castro no fue el
escritor Jos Joaqun Ortiz como lo afirma Patricia Torres Londoo en la
biografa de Daz Castro en la pgina web de la Biblioteca Luis ngel Arango
(http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/biografias/diazeuge.htm), sino
Jos Joaqun Ortiz Nagle (1767-1842), firmante del acta de Independencia,
quien fue enviado prisionero a Puerto Cabello durante el Rgimen del Terror.
Su hijo, el reconocido escritor del siglo XIX, Jos Joaqun Ortiz Rojas naci
en 1814, once aos despus de que el autor de Manuela recibiera el bautismo.
Adems, la madrina en esta ceremonia fue Mara Josefa Daz Ospina, ta
paterna del autor, quien recibi el bautismo en Guasca el 19 de julio de 1778
y contrajo matrimonio en Bogot en 1794 con Mariano Acosta Ospina (Res-
trepo Senz et l. 1993, III: 18). En la transcripcin de la partida de bautismo
de Eugenio Daz que se ofrece en la edicin de las obras de Daz Castro hecha
por la Presidencia de la Repblica, dice: Gla. Josefa Daz (Daz Castro,
1985, II: 441), nombre que seala un error de lectura del transcriptor. (Vase
el certificado de la partida de bautismo de Jos Eugenio Daz Castro pre-
sentada al Colegio de San Bartolom).
As, mediante la propiedad de la hacienda de Puerta Grande, los ttulos
Don / Doa que anteceden a los nombres de los padres y la identidad del
padrino de bautismo, Jos Joaqun Ortiz Nagle, se observa que la familia de
Jos Eugenio Daz Castro posea un puesto de privilegio y tena preeminencia
en esa sociedad de finales de la colonia neogranadina; con lo cual, la identidad
de Eugenio Daz Castro comienza a diferenciarse y a adquirir el estatus social
que las palabras de Vergara le negaron.
1.2. Estudios
En la Nueva Granada desde la reforma de Moreno y Escandn (1767) hasta
la segunda dcada del siglo XIX, los niveles de estudio para los hombres de los
estamentos hegemnicos eran: Primeras letras y Gramtica. Los estudios su-
periores se conceban desde el grado de Bachiller en Artes o Filosofa. Este ttulo
era indispensable para acceder a los estudios de Bachiller en Cnones y Leyes
(3 o 4 cursos) (Soto Arango 2005, 107).5 Luego se tomaban exmenes para ob-
tener el doctorado. Las reas de estudio eran: derecho, teologa o medicina.
48 Flor Mara Rodrguez-Arenas
Andrade
Ante m
Antonio del Solar
Norv M.E
1.4. Publicaciones
Eugenio Daz Castro entr en la escena pblica como escritor cuando pu-
blic su primera novela, Una ronda de don Ventura Ahumada. Ancdota bo-
gotana, en 1858 en Bogot, cuyo texto sali en la Imprenta de La Nacin; es-
tablecimiento que estaba situado en la carrera del Per, calle 1 nmero 26;
es decir, en la actual calle 10 entre carrera 8 y 9 (Jimnez Arango, 1965).
En diciembre de 1858, comenz la publicacin de Manuela; Novela Bo-
gotana,41 orijinal de Eujenio Daz, en El Mosaico, peridico fundado por l
y por Vergara. Pero slo vio la luz una fraccin del texto: Captulo I. La
posada de Mal-Abrigo: 3 (ene. 8, 1859): 23-24; 5 (ene. 22, 1859): 39. Captulo
II. La Parroquia: 5 (ene. 22, 1859): 39-40; 6 (ene. 29, 1859): 46-48; Captulo III.
El Cura: 6 (ene. 29, 1859): 48; 7 (feb. 5, 1859): 55-56. Captulo IV. El lavadero:
8 (feb. 12, 1859): 62-64. Captulo V. El Trapiche del Retiro: 9 (feb. 19, 1859):
69-72; Captulo VI. La Lmina: 10 (feb. 26, 1859): 77-80; Captulo VII. Ex-
pedicin a la montaa: 11 (mzo. 5, 1859): 87-88; 12 (mzo. 12, 1859): 95-96; 13
(mzo. 19, 1859): 103-104; Captulo VIII. La casa del ciudadano Dimas: 15 (abr.
2, 1859): 121-122. [Inconclusa].
Al tiempo que publicaba la novela en El Mosaico [= A], tambin difundi
otros textos narrativos en la misma publicacin peridica, as como en la Bi-
blioteca de Seoritas [= B].
As, en enero de 1859, se difundieron en:
A] Las fiestas de Monjas-Burgo (ene. 8, 1859).
B] El trilladero de la hacienda de Chingat (ene. 8, 1859); El bo-
quern (ene. 15, 1859); A mudar temperamento (ene. 15, 1859),
(ene. 22, 1859), (ene. 29, 1859).
En febrero de 1859:
B] El viaje de Carlitos a las costas de San Diego a fines de 1858 (feb.
12, 1859), (feb. 19, 1859).
En Marzo de 1859:
B] Una eleccin de prior (mzo. 5, 1859); Un preceptor de escuela
(mzo. 19, 1859);
En abril de 1859:
jenio; pero eran mui pocos los que lo admiraban, propiamente ha-
blando, siendo l una notabilidad en el jnero de escritos a que se
haba dedicado (Pontn 1867, 209).
Es decir, incluso en su corta vida pblica, la produccin escritural de Daz
Castro sufri el influjo de los potentes efectos de la informacin que disemin
Vergara, condicionando efectiva y convincentemente el contexto social y, por
tanto, determinando la actitud de los receptores sobre el autor y su obra.
Rafael Maya fue tal vez uno de los primeros en destacar pblicamente
algunas de las razones de la reaccin que ha sufrido la obra de Daz Castro a
travs de las pocas:
A qu puede imputarse semejante indiferencia? En gran parte a
la generosa pero ingenua representacin que del autor de Manuela
hizo Vergara y Vergara, mostrndolo como hombre rstico y des-
provisto de ilustracin, y aludiendo al traje de campesino que sola
vestir. Naturalmente esta estampa popularizada por los textos de li-
teratura y reforzada por crticos demasiado amigos de lo pintoresco
perjudic grandemente a don Eugenio y lleg a creerse que su
novela no era ms que un relato mazorral, escrito adems, en mal
castellano (Maya 1982, 265-266).
Manuela
Novela original de Eujenio Diaz
Prologo
[1] Pueden creerme los que especulen en quinas i en tabaco: la
noticia que voi a dar no es del precio a que se vende hoi el kilogramo
de aquel artculo en el mercado europeo: I sin embargo, mi noticia
es buena!
[2] Existen por ah, entre los dos millones de granadinos que
huellan este suelo paradisiaco, diez, treinta... tal vez un centenar
de habitantes que palmoteen con sincera alegra cuando esto lean.
Para ellos escribo. Mas no siendo una soberbia especulacin lo que
anuncio, qu podr ser? preguntarn algunos.
[3] Es que poseemos ya otra novela nacional.
[4] Nos habremos engaado? El que estas lneas escribe, tendr
el criterio suficiente para juzgarlo? Ai! tal vez, de seguro que nos
falta ese criterio: sin disputa, apenas somos alumnos en estas ma-
terias i en esos achaques de letras en que nos vemos obligados a
hablar como maestros! Pero, s es seguro que no nos equivocamos.
[5] Las ajitaciones de la poltica i aun las tentaciones de la vida
Eugenio Daz Castro: Realismo y Socialismo 95
vida del autor, a quien vamos a hacer conocer con rpidas plumadas. Para
afianzar su posicin de crtico, emple un argumento ad hominem para
arrojar dudas tanto sobre el autor como sobre la novela, induciendo un
proceso psicolgico de transferencia para provocar una actitud de desapro-
bacin hacia la persona y su escritura. As identific explcitamente lo que l
sealaba como el problema del texto: el estilo, pero no explicit lo que sig-
nificaba con esto, ya que el Prlogo se interrumpi en ese punto. As, los lec-
tores tuvieron tiempo para dudar, pensar, transferir y aceptar que lo que el
crtico haba dicho, era cierto.
Hasta esta parte del texto, las estrategias retricas que emple Vergara de-
liberadamente, tenan como finalidad producir un consenso emocional en los
lectores para cambiar o guiar la opinin hacia el texto, y como resultado su
valoracin y su comportamiento hacia l. As con la ltima afirmacin sobre
la labor escritural de Daz Castro, aunada a las estrategias gramaticales y re-
tricas que ya haba empleado, disminuy la novela en esa sociedad de grupos
humanos diferenciados y estructurados; adems, predispuso a los receptores
contra el autor. De esa manera, Vergara fue gradualmente imponiendo su
ideologa, su visin, sus criterios y sus predilecciones a los receptores; de este
modo paulatinamente trabaj sobre los condicionamientos de los intereses de
la sociedad, especialmente sobre los de las reducidas capas sociales educadas,
para convencerlas. Ellas se encargaran de persuadir a las otras.
[13] El seor Diaz cuenta hoi cincuenta i cinco aos de edad. Una
escuela de primeras letras i el Colejio de San Bartolom durante pocos
aos, han sido sus nicas academas. A consecuencia de una molesta
accion al pecho tuvo que abandonar los estudios: retirado desde en-
tnces al campo, vivi con su familia en la Hacienda de Puerta-
grande, perteneciente a su padre. [14] Despues pas a tierra caliente
donde una vez fue mayordmo i otras propietario. [15] De tres aos
a esta parte es que ha comenzado a escribir sus novelas de las cuales
ha visto la luz publica la Ronda de don Ventura Ahumada. Estas
novelas i varios artculos de costumbres han sido escritos en los mo-
mentos de que ha podido disponer para su descanso.
[16] Su madre anciana i achacosa, residente en Bogot, lo nece-
sitaba a su lado; i he aqu la razn por la cual tenemos hoi entre nos-
otros al seor Daz. Destituido de intereses i sinembargo honrado,
econmico i laborioso la Manuela es una de las esperanzas que
alegran su corazon sencillo i bueno: ser un capital que aunque pe-
queo le dar con qu trabajar. Bajo este punto de vista cun
piadosa ser la compra que se haga de su libro! I con cunto aprecio
lo guardar el que lo compre, despus que haya saboreado su deli-
ciosa narracion?
[17] Infatigable operario del pensamiento, fecundo como la tierra
americana, La Manuela no es su nica obra: tiene concluidas
Las aventuras de un jelogo: suya es La ronda de don Ventura
que corre impresa: i actualmente est desarrollando el plan de otra
novela que probablemente se llamar Emilia. Ha escrito belli-
simos artculos de costumbres, i hoy se busca su colaboracin por
algunos directores de peridicos. En sus ultimas novelas da mas in-
teres a la trama; [18] porque la sencillez de su alma se retrata en la
fcil i sencilla narracion de la Manuela por ejemplo. All, aunque
hai drama, enlace de escenas i desenlace de todos los personajes, no
se ostentan las terribles peripecias con que tan sabiamente enlo-
quecen al lector los novelistas actuales. [19] Daz pertenece en todo
a la poca de Cervantes: este es su defecto i su virtud. [20] Dijimos
que se le disculparan las faltas de su estilo desde que se conociera
su vida; i ahora que ya hemos descrito la rpida noticia que an-
tecede, quin se atrevera a inculparle el poco culto que d a la
diosa de este siglo literario, a la Forma? [21] Pronto adquirir esta
cualidad secundaria, poseyendo por intuicion las primeras que
deben adornar a un escritor. La sociedad que cultiva en Bogot hace
esperar esto: ligado ntimamente con los mui estimados escritores
Carrasquilla i Borda, estimado por nuestros literatos renombrados
los seores Ortiz, i animado sin cesar por la obligante i bondadosa
cortesa con que el seor J. Arboleda lo distingue, el seor Diaz ir
108 Flor Mara Rodrguez-Arenas
III
estilo; en este escrito valor las imgenes, el tono, los pensamientos, la cohe-
rencia para emitir los mensajes. No obstante, dos veces en el texto critic el
lenguaje: Incorrecto, sus obras siempre rebajadas por el lenguaje inco-
rrecto. Si el seor Diaz hubiera poseido el lenguaje, como poseia injenio, hu-
biera figurado en la primera linea de los escritores castellanos.
El cerrar la seccin del texto que hablaba sobre la produccin escritural
de Daz Castro con este juicio de valor, sin proporcionar ninguna prueba, la
aseveracin hablaba ms del sujeto enunciante, Vergara, que del autor de Ma-
nuela; ya que con esas proposiciones lo que hizo Vergara, fue proyectar sobre
la obra sus propios deseos e imposiciones; porque en 1865, l todava no haba
publicado ninguna novela, y faltaban an dos aos ms para que publicara su
Historia de la literatura. De este modo, lo que hizo, fue emitir juicios de valor,
que al no tener que probar o demostrar, convertan en imposicin sus valo-
raciones, tuvieran base o no. Evaluaciones que al reforzarse, repetirse e im-
ponerse, como lo hizo con la edad, la vestimenta, el trabajo, el estudio, la es-
critura (estilo, primero; lenguaje, despus) de Daz Castro, muestran en
realidad los prejuicios que lo movan y que impregnaban su forma de pensar.
Obsesiones que impona sin importar las consecuencias que causara (vase en
este sentido el testimonio de Samper, su amigo cercano [Samper 1885, xiii-
xxix]).
imprenta; ya que nicamente l, como autor, saba lo que haba querido emitir
cuando elabor su texto.
Esta vuelta a la obra mostrar los intereses que posea y deseaba transmitir,
lo que buscaba; es decir, permitir manifestar en la labor escritural de Daz
Castro algo del proceso de creacin, a la vez que producir nuevas ilumina-
ciones que autorizarn a establecer si las afirmaciones que Vergara emiti a
lo largo de 8 aos, entre 1858 y 1866, y el desprecio recalcitrante que se observa
en la acritud con que Martnez Silva expres sus palabras, tenan justificacin.
En este acercamiento se tiene en cuenta que los estudios que realiz Daz
Castro fueron de Derecho civil, bajo el plan de estudios establecido por
Moreno y Escandn proveniente de la Colonia,81 y con algunas modificaciones
leves con el inicial de Santander, que cambi radicalmente en 1826,82 ao en
que ya no se inscribi como Colegial. Mientras que Vergara haba pasado por
la segunda gran reforma educativa que haba establecido Ospina Rodrguez,
quien entre 1842 y 1845 modific el plan de estudios que se vena aplicando
desde 1826, y en 1847 reglament los estudios de los Colegios Mayores y las
universidades. Con estas reformas, la influencia del clero regres a la edu-
cacin superior y estableci una severa disciplina a los estudiantes; adems,
el enfoque en los estudios que realiz Vergara fue en lenguas y literatura.
Daz Castro, para los estudios que realiz, aprendi y manej muy bien
el latn; ya que ese era el idioma en que se lean y estudiaban los textos. Su
empleo del castellano era el cdigo consensuado de entendimiento de las
normas cultas de su momento; es decir, posea un cdigo lingstico medular
mucho ms elevado que el de la mayora de sus coterrneos; en su majeo, saba
la diferencia de subsistemas ms concretos de variedades geogrficas dialec-
tales, en los que incidan presiones sociolingsticas (no slo del castellano,
sino de las lenguas indgenas de la regin), que la gente a su alrededor em-
pleaba en los lugares donde l viva; lo cual se evidencia en la representacin
de la manera de hablar de los personajes de diferentes clases. Adems, tena
una clara conciencia, segn los modelos narrativos e ideolgicos que segua,
de lo que quera efectuar; de ah que tuviera en cuenta los requerimientos del
pensamiento contemporneo en el campo de la discusin social y poltica al
que se adscriba. Uno de los resultados de la revolucin poltica europea y
del pensamiento social consiguiente fue volver la ficcin ms realista, ms de
acuerdo a la realidad; se deba representar la vida en sus aspectos; dentro de
esto se inclua el lenguaje que se empleaba en la realidad.
As, Daz Castro, gracias a sus estudios y a sus lecturas, posea y empleaba
81 Los estudios de gramtica, como ya se vio, giraban alrededor del latn y del manejo de
la retrica; luego estudiaban filosofa y leyes o medicina (segn la especializacin), en
cursos (cada ao de estudios se denominaba curso) que les daba el ttulo de bachiller,
e inmediatamente quedaban capacitados para tomar el examen para ser doctor; es decir:
para tomar puntos y tener tremenda, como se mencion antes para Florentino Gon-
zlez.
82 Los estudios de derecho teologa y medicina continuaban siendo los bsicos para esas
generaciones. Los niveles se centraron en tres aos de colegio, tres de bachillerato, de
5 a 6 para una carrera profesional y dos de doctorado, el cual era obligatorio para ejercer
la profesin (Soto Arango 2005, 112).
Eugenio Daz Castro: Realismo y Socialismo 123
Captulo II La Parroquia
por colgar de una viga (p. 40) porque cuelgan de una viga (p. 175)
dos puertas de la sala de que hemos dos puertas de la sala, que (p. 176)
hablado antes, que (p. 40)
con traje hasta el propio suelo (p. con traje que bajaba hasta el suelo
40) (p. 177)
cuyo conjunto de primores era una conjunto de primores, vision entera-
visin enteramente milagrosa: tal mente milagrosa, era (p. 177)
era (p. 40)
se par (p. 40) se puso de pi (p. 177)
83 Para Roland Barthes, el estilo est ligado ntimamente a la mitologa personal y secreta
del escritor; por tanto est fuera del pacto que une al autor con la sociedad: Nadie puede,
sin preparacin, insertar su libertad de escritor en la opacidad de la lengua, porque a
travs de ella est toda la Historia, completa y unida al modo de una Naturaleza. (...) La
lengua est ms ac de la Literatura. El estilo casi ms all: imgenes, elocucin, lxico,
nacen del cuerpo y del pasado del escritor y poco a poco se transforman en los automa-
tismos de su arte. As, bajo el nombre de estilo, se forma un lenguaje autrquico (...),
Eugenio Daz Castro: Realismo y Socialismo 171
Jos Mara Vergara y Vergara (en Julio C. Vergara y Vergara 1952, 286a).
100 Los hermanos fueron: Eladio (1821-1888), Mara Josefa (1823-1825), Dolores (1824-1892),
Mara Francisca (1826-1891), Ladislao (1828-1896), Isidro Calixto (1833-?), Rafael (1836-
1873), Jos Antonio (1839-1899), Mara de la Concepcin (1841-?) (Julio C. Vergara 1952,
121-128).
101 Carlos Martnez Silva escribi una de las biografas ms extensas que se conoce de
Vergara en 1879. Este texto se ha reproducido en cada una de las ediciones de la Historia
de la literatura en Nueva Granada del primero. Ese recuento difunde diversos errores,
como: Aprendi Jos Mara Vergara a leer y a escribir con el bondadoso seor don
Rafael Villoria, a cuya escuela entr en 1830. De all pas al Colegio de Nuestra Seora
del Rosario, donde permaneci slo seis meses (Martnez Silva 1958, 12). En estas lneas
se hallan tres imprecisiones, una de ellas muy seria: el afirmar que Vergara antes de haber
nacido ya estaba estudiando; las otras, el aprendizaje que hizo con el maestro Villoria y
el tiempo que estuvo en el claustro del Colegio del Rosario.
172 Flor Mara Rodrguez-Arenas
102 El rechazo que se le tena a los miembros de la Compaa de Jess se expresa en este
anuncio: Parece que pronto tendrmos entre nosotros a los jesuitas; esos varones santos
que han de remediar todos nuestros males, llenndonos de plata, que es a lo que se ha re-
ducido el bienestar positivo en esta tierra.- Sabemos que por una casa de Havre se han
facturado 18 bultos de esta especie, en el bergantin francs Gustavo Eduardo, i que en
todo este mes se efectuar la importacin por esta aduana nacional [Annimo. El Sa-
mario (Santa Marta) (9 de febrero de 1844): 4].
Eugenio Daz Castro: Realismo y Socialismo 173
103 Los estatutos estipulaban: Art. 1. La educacion pblica que recibe la jeneralidad de los
granadinos es intelectual i moral cristiana: la primera tiene diferentes grados i organi-
zacion; la segunda es jeneral i uniforme en todos los establecimientos de enseanza, desde
la escuela primaria hasta la universidad. / A los alumnos internos de los establecimientos
literarios se proporciona una buena educacion fsica, dejando a la capacidad i discrecion
del jefe de cada establecimiento la eleccion de los preceptos hijinicos i ejercicios jim-
nsticos mas adecuados segun el clima i las circunstancias de las localidades.
Art. 2. Los grados de la educacion intelectual son los siguientes: instruccion popular o
primaria, instruccion jeneral, nstruccion especial, e instruccion superior. / La instruccion
popular o primaria comprende las primeras letras, en los trminos prevenidos por dis-
posiciones separadas.
La instruccion jeneral comprende la literatura i la filosofa. / La instruccion especial com-
prende las ciencias eclesisticas para los que se dedican a la iglesia; el arte militar i la
ciencia de la guerra para los que sigan la carrera de las armas; i las ciencias naturales, f-
sicas i matemticas en sus diferentes aplicaciones, para los que se destinan a profesiones
conexionadas con estos ramos. / La instruccion superior comprende las ciencias mdicas
i la jurisprudencia (Cuervo 1847, 1).
Art.4. Hai en la Nueva Granada tres Universidades, a saber: la del primer distrito,
que comprende las provincias de Antioquia, Bogot, Casanare, Mariquita, Neiva, Pam-
plona, Socorro, Tunja i Velez, i los territorios de San Martin i Guancas, su capital
Bogot: la del segundo distrito, que comprende las provincias de Cartajena, Mompox,
Panam, Riohacha, Santamarta, Verguas i los territorios del Darien, Bocas del Toro,
Goajira i San Andres, su capital Cartajena; i la del tercer distrito, que comprende las pro-
vincias de Barbacoas, Buenaventura, Cauca, Choc, Pasto, Popayan i Tquerres i el te-
rritorio del Caquet, su capital Popayan (Cuervo 1847, 2).
Art. 112. Para la enseanza de los diferentes ramos que forman la instruccion univer-
sitaria hai cinco escuelas, a saber: de literatura i filosofa: de jurisprudencia, de medicina,
de ciencias eclesisticas; i de ciencias naturales, fsicas i matemticas. / Hai escuela de li-
teratura i filosofa en las Universidades, en los Seminarios conciliares, en los Colejios pro-
vinciales, i en los particulares sujetos al rjimen universitario.
En las Universidades hai escuelas de jurisprudencia. / En la Universidad de Bogot hai
escuela de medicina. / La escuela de ciencias eclesiticas est incorporada a los Seminarios
conciliares en que puede establecerse a juicio del Prelado diocesano sujetndose al r-
jimen universitario, todo con aprobacion del Director jeneral. / La escuela de ciencias
naturales, fisicas i matemticas existe total i parcialmente en las Universidades, i tambien
en los Colejios provinciales en que las cmaras de provincia disponen la enseanza de
alguno o algunos de los ramos que las componen conforme a este decreto (Cuervo 1847,
21-22).
De la escuela de literatura. / Art. 113. Los ramos de enseanza de la escuela de literatura
i filosofa se dividen en las siguientes sries compuestas de diversos cursos. / SRIE DE
BELLAS LETRAS. / 1er curso.-Idioma patrio; 2. Retrica, potica i oratoria. / SRIE
DE IDIOMAS. / ler curso.-Analoja i sintaxis latina i traduccion de prosa latina: 2. Sin-
taxis i prosodia latina i traduccion de poetas latinos: 3. Gramtica francesa i traduccion
de autores franceses; i 4. Gramtica inglesa i traduccion de autores ingleses.
SRIE DE ELEMENTOS DE MATEMATICAS / 1er curso.-Aritmtica; 2. Aljebra
i jeometra elemental; 3. Trigonometra: i jeometra prctica. / SRIE DE FILOSOFA
INTELECTUAL / 1 er curso.-Ljica i sicolojia 2. Teodisea i moral. / SRIE DE FSI
184 Flor Mara Rodrguez-Arenas
Este comentario fue calificado por Elisa Mujica como: juicios muy des-
comedidos y pugnaces (1985, 15). El desprestigio que conllevan las palabras
de Martnez Silva es intencional; ya que en el siglo XIX, era normal que los
escritores/editores corrigieran las obras de otros escritores situacin que con-
tina hasta el presente. Eso sucedi con Mara de Jorge Isaacs en 1867. La
primera edicin de la obra fue revisada, primero en Cali por su hermano Al-
cides, maestro de gramtica; luego en Bogot por Ricardo Carrasquilla, Jos
Mara Vergara y Vergara, Ricardo Silva y Jos Manuel Marroqun (vase: Ro-
drguez Morales, 1995); mientras que el texto de la segunda edicin fue exa-
minado y corregido por Miguel Antonio Caro (vase: Rodrguez-Arenas 2008,
x). Este texto tuvo no slo los mismos correctores que Martnez Silva men-
cion para Manuela, sino otros ms, anterior y posteriormente. No en vano se
habla de la calidad de escritura que se explicita en el texto. Lo curioso es que
nadie a lo largo de la historia (excepto cuando Caro lo ridiculizaba entre sus
allegados, movido por la inquina producto del cambio ideolgico que llev a
Isaacs a dejar el partido conservador) ha hecho hincapi en las correcciones,
como s ha sucedido a lo largo del tiempo con el texto de Daz Castro.
En esta acerba crtica, Martnez Silva afirm que muerto Daz Castro,
Vergara cambi la novela al modificar captulos y variar la conclusin, pero
conservando el estilo original; estilo y escritura que fueron las constantes de-
tracciones que Vergara realiz en los dos Prlogos contra esa labor escritural.
Verdad hubo en la declaracin de Martnez Silva: los captulos fueron modi-
ficados, como ya se prob; falacias, tambin, puesto que no es cierto que El
lenguaje era por todo extremo incorrecto; el estilo vulgar y desaliado. Daz
Castro, posea su propio estilo y ste era diferente al de Vergara;119 los parla-
mentos de los personajes expresaban variedades diastrticas de nivel medio
y bajo segn las clases representadas, e incluso tambin diatpicas, propias de
una comunidad geogrfica determinada, porque en esa representacin el
autor segua de cerca los dictados del Realismo. Lo que hizo Vergara, fue si-
tuarse dentro de la comunidad elitista, con su uso de la lengua en un nivel
diastrtico alto, para expresar sus juicios y desinformar sobre la labor que
haba efectuado el autor; porque adems de rechazar los contenidos ideol-
gicos y polticos que emita, la representacin en la que mostraba el habla de
miembros de diferentes capas sociales no era lo castizo espaol. Desacredit
de la redaccin sobre los hombros de VERGARA. Don Eugenio Daz no escriba art-
culos sueltos sino rarsimas veces; el seor Carrasquilla crea, como lo ha credo siempre,
que no poda ni deba escribir sino letrillas; el seor Borda (don Jos Joaqun) no cultiv
nunca el tono juguetn y maleante que deba predominar en El Mosaico; y el seor Ma-
rroqun, que tanto inters daba al peridico con sus preciosos artculos de costumbres,
era y ha seguido siendo perezoso (Martnez Silva 1879, 376 //1958, 15-16). Dejando de
lado a Daz Castro, los otros escritores no eran como los caracteriz Martnez Silva.
Fueron amigos leales y compaeros de empresas literarias hasta en la ltima publicacin
que Vergara emprendi: Revista de Bogot (1871-1872).
119 Lanse Viene por m y carga con Usted de Bernal Orjuela y El Mudo de Eladio Vergara y
Vergara para observar que el estilo de escritura de Daz Castro no era tan diferente. Es-
pecialmente la del hermano de Vergara, que sigue muy de cerca su modelo narrativo:
Los Misterios de Pars de Eugne Sue y los dictados de la escuela realista.
196 Flor Mara Rodrguez-Arenas
a las lectoras, grupo muy reducido de la sociedad que formaba el receptor real
de ese trabajo de traduccin.
Ese mismo ao, Eladio Vergara y Vergara, con el seudnimo Un bo-
gotano, divulg El mudo (1848). La publicacin se hizo por entregas,135 para
pasar luego a formar una novela de 696 pginas, divididas en 112 captulos,
distribuidos en tres libros, en los que represent una imagen de Bogot y su
gente, y de los serios problemas que se deban corregir; labor, cuyo modelo
narrativo fue Les Mysteres de Paris de Eugne Sue. De ese modo, las acciones
narrativas desarrollan las desventuras que en la ciudad originan la codicia,
la maledicencia, la envidia, el rencor y la venganza del comerciante conser-
vador y protomonarquista Don Donato y de Doa Teresa, su amiga.
El mundo novelstico de El Mudo presenta quince historias: 1) Teresa y
Donato. 2) Doa Mara y sus hijas Solina y Magdalena. 3). Huberto, novio
de Solina. 4) Aurelio, novio de Magdalena. 5) Rosa, ahijada de doa Teresa,
y Lucas. 6) El Marqus de la Chamiza = don Cato y Marciana. 7) La viuda
de don Beltrn y sus 5 hijas. 8). Rufa y el Maestro Perinola. 9). Lea. 10) Marta
y Alejo. 11) Sampatars. 12) Los esclavos. 13) Simn y ngela. 14) Don Benito
y la de 15) Don Proto. La relacin que existe entre la pobreza, la honestidad
y la buena fortuna es lo que vincula estas historias. Mientras que Donato, el
personaje que efectiva o agencialmente aglutina los personajes y situaciones,
es la representacin del ultraconservador (vase: Rodrguez-Arenas 2006b,
259-276). El esquema grfico de la estructura narrativa de las historias de El
Mudo es el siguiente:
135 En el peridico El Da se public este aviso: El Mudo. Secretos de Bogota, por Un Bo-
gotano. Cada seis dias una entrega de 32 pjinas; vale un real, y se vende en esta ca-
pital en la tienda del seor Juan Garcia Campuzano, plaza de Bolvar, y fuera de ella, en
la ajencias de este peridico. Esta publiacion constara de 18 entregas, y ha salido ya la
primera [Annimo. El Da (Bogot) XLV.571 (dic. 13, 1848): 4].
Eugenio Daz Castro: Realismo y Socialismo 223
(Plaza Mayor de Bogot. Acuarela de Edward Walhouse Mark, 1846. Coleccin del Banco de la Repblica)
153 Una tarde del mes de mayo de 1848 la buena nueva de la triunfante segunda revolucin
francesa despierta a la fra y conventual Bogot. La noticia corre de boca en boca: el 24
de febrero anterior haba cado Luis Felipe de Orleans, pues haba triunfado la revo-
lucin en Pars. Eran vencedores los nuevos postulados polticos con su ideal prdica
social a favor de los desamparados y en contra de la injusticia econmica, los cuales se
haban convertido en la bandera del proletariado naciente. (...) En Bogota, la noticia sig-
nificaba el triunfo de la libertad. (...) La prensa santaferea de la poca El Aviso, El
Neogranadino y otros ms se dedicaron a divulgar los sucesos parisienses de febrero, en
forma detallada. Publicaban las proclamas, los decretos, las arengas de los lderes fran-
ceses, y lo hacan como si defendieran una causa propia. Saban y divulgaban igualmente
la existencia de la Sociedad Democrtica que haban organizado los obreros de Pars,
as como el papel destacado que ella desempe en las jornadas revolucionarias (Ro-
drguez 1984, 231-232).
232 Flor Mara Rodrguez-Arenas
Filangieri, cuales a Benjamin Constant, Vctor Cousin, Augusto Comte; (...) unos lean
a Nodier y Balzac, Alejandro Dumas y Eugenio Sue; otros a Lamartine y Vctor Hugo,
Byron y Walter Scott, Larra y Mesonero Romanos; y casi todos a Zorrilla y Espronceda
(Gutirrez Ponce 1900, 471).
En este aspecto, sobre el grupo liberal moderado se ha explicitado: Los Draconianos
eran unos vidos lectores (...) y el nico medio de conocer diferentes teoras era leyendo
lo que sala de las imprentas o lo que se importaba traducido de Francia, donde los so-
cialistas utpicos gozaban de una amplia popularidad. En todos los talleres de los arte-
sanos se lea a Lamartine y su Historia de los girondinos; El judo errante de Eugenio Sue;
Los talleres nacionales de Louis Blanc; El nuevo cristianismo, del conde Saint-Simon; de
Proudhon se estudiaba Qu es la propiedad?, Advertencia a los propietarios y Filosofa de
la miseria; El viaje a Icaria de Etienne Cabet; de Condorcet el Diseo de una descripcin
histrica del progreso de la mente humana y de Charles Fourier todo lo referente a sus fa-
lansterios. El comn denominador de todos estos autores, adems de ser franceses, era
que pertenecan a la escuela del socialismo utpico (Llano Isaza 2005, 61).
182 En Pars en 1847, en un artculo sobre Larra y Mesoneros Romanos ya se afirmaba:
Espaa, y es de las ms curiosas contradicciones del espritu peninsular, se acomoda
muy bien con estas falsificaciones de lo extranjero, a condicin de que el extranjero finja
no percibrselo. Este nacionalismo intolerante que salta a cualquier palabra de influencia
francesa copia servilmente, desde nuestros modos y nuestras comedias ligeras hasta
nuestras autoridades histricas y nuestras clasificaciones de partido, todas las manifes-
taciones de la vida exterior de Francia. Todo, excepto las condiciones morales de las que
son el reflejo. Aqu, como en los informes del individuo al estado, el genio espaol percibe
nicamente el lado palpable de las cosas. Esto es tan verdadero, que no hay trmino, por
ejemplo, entre nuestros vecinos que responda a la acepcin psicolgica de la palabra
moeurs: el espaol traduce moeurs por costumbres, hbitos, reproduccin de tal hecho
material. Este prstamo superficial adaptado mal que bien al arcasmo batueco, debe pro-
ducir, lo concebimos, acoplamientos encontrados de incoherencias barrocas que Larra
nos ayudar a vislumbrar (D'Alaux 1847, 230).
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