Hay Duelos en La Posmodernidad

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10. Hay duelos en la posmodernidad?

La posmodernidad ofrece una vida soft, emociones light, todo debe desplazarse suavemente, sin
dolor, sin drama, sobrevolando la realidad. Es lcito entonces preguntarse si, dentro de ese
marco, hay lugar para los duelos en la medida en que stos son dolorosos, implican una crisis
seria, tristeza, esfuerzo psquico para superarlos.
Consideremos cada uno de los duelos postulados en su momento por Arminda Aberastury como
procesos inherentes al pasaje por la adolescencia:
a. El duelo por el cuerpo perdido
El adolescente de la modernidad se encontraba perdiendo el idealizado y mimado cuerpo de la
infancia, teniendo en perspectiva un perodo glorioso de juventud y lejos an de lograr un
cuerpo con caractersticas claramente adultas. El beb, el nio eran modelos estticos, se los
pintaba, esculpa, grababa, para no perder ese momento de mximo esplendor, esa cercana con
la belleza angelical. El adulto joven constitua el ideal esttico por excelencia y el adulto
maduro por su parte alcanzaba un cuerpo con caractersticas claramente definidas: las mujeres
deban tener un cuerpo redondeado, un poco pesado, matronal, que daba cuenta de su capacidad
de procrear y su dedicacin a la casa y crianza de sus hijos. Ira luciendo con los aos canas,
arrugas y kilos, no como vergenza sino por el contrario como muestra de honorabilidad y
fuente de respeto. Por su parte los hombres tambin adquiran kilos, abdomen o ambos, lentes,
arrugas, calvicie, bigotes o barbas canas que les daran un aspecto digno de la admiracin de las
generaciones ms jvenes.
En ese contexto el adolescente luca un aspecto desgraciado. Nada se encontraba en l de
admirable, estticamente rescatable. Es cierto que an hoy nadie postula como admirable la
cara cubierta de acn ni los largos brazos o piernas alterando las proporciones, pero tambin es
cierto que la mirada que cae hoy en da sobre el adolescente es muy diferente. Su cuerpo ha
pasado a idealizarse ya que constituye el momento en el cual se logra cierta
perfeccin que habr que mantener todo el tiempo posible. Modelos de 12, 14 15 aos
muestran el ideal de la piel fresca, sin marcas, el cabello abundante y brillante, un cuerpo fuerte
pero magro, tostado al sol, gil, en gran estado atltico, en la plenitud sexual, un modelo actual
que no responde al ideal infantil ni adulto tpico de la modernidad.
Si, clsicamente, la juventud fue un "divino tesoro" porque duraba poco, ahora se intenta
conservar ese tesoro el mayor tiempo posible. Mucha ciencia y mucha tecnologa apuntan sus
caones sobre este objetivo. Ciruga plstica, regmenes adelgazantes y conservadores de la
salud, tcnicas gimnsticas, transplantes de cabello, lentes de contacto, masajes e incluso
tcnicas que desde lo psquico prometen mantenerse joven en cuerpo y alma.
Cuando la tcnica no puede ms, el cuerpo cae abruptamente de la adolescencia, supuestamente
eterna, en la vejez sin solucin de continuidad. Cae en la vergenza, en la decadencia, en el
fracaso de un ideal de eternidad. Podemos entonces preguntarnos: qu ha pasado con el duelo
por el cuerpo de la infancia que haca el adolescente moderno, adolescente que slo era un
pasaje desde la niez aun ideal adulto? El adolescente posmoderno deja el cuerpo de la niez
pero para ingresar de por s en un estado socialmente declarado ideal. Pasa a ser poseedor del
cuerpo que hay que tener, que sus padres (y abuelos?) desean mantener, es dueo de un tesoro.
Si tomamos como metfora el cuerpo arquitectnico de la ciudad, y el reciclaje posmoderno en
vez de la piqueta, la mezcla de lo viejo con lo nuevo, a nivel de la persona adolescente resulta
que el cuerpo infantil no es totalmente reemplazado por un cuerpo adulto, hay una mezcla y
modificacin parcial de ciertas caractersticas. Por la tanto no habr una idea neta de duelo, de
sufrir intensamente la prdida del cuerpo de la infancia. Puede haber un duelo por el cuerpo
perdido o "no hay drama"?
b. El duelo por los padres de la infancia
Los padres de la infancia son quizs los nicos "adultos" en estado puro que se encuentran a lo
largo de la vida. Se los ve como tales, sin fisuras. Ir creciendo significa, en cambio, descubrir
que detrs de cada adulto subsisten algunos aspectos inmaduros, impotencia, errores. La
imagen de los padres de la infancia es producto de la idealizacin que el nio impotente ante la
realidad que lo rodea y dbil ante ellos desarrolla como mecanismo de defensa. A menudo esa
idealizacin es promovida por los mismos padres quienes obtienen satisfaccin de ser
admirados incondicionalmente por ese pblico cautivo a quien tambin pueden someter
autoritariamente. Ir creciendo, convertirse en adulto significa desidealizar,
confrontar las imgenes infantiles con lo real, rearmar internamente las figuras paternas, tolerar
sentirse hurfano durante un perodo y ser hijo de un simple ser humano de all en ms. Pero
este proceso tambin ha sufrido diferencias. Los padres de los adolescentes actuales crecieron
en los aos, incorporaron un modo de relacionarse con sus hijos diferente del que planteaban
los modelos clsicos, desarrollaron para s un estilo muy distinto del de sus padres. En qu
residen esas diferencias? En lo referente a s mismos estos padres buscan como objetivo ser
jvenes el mayor tiempo posible, desdibujan al hacerlo el modelo de adulto que consideraba la
modernidad. Si ellos fueron educados como pequeos adultos, vistiendo en talles pequeos
ropas incmodas para remedar a los adultos, ahora se visten como sus hijos adolescentes. Si
recibieron pautas rgidas de conducta, comunes por entonces a toda una generacin, al educar a
sus hijos renuncian a ellas, pero no generan otras nuevas muy claras, o por la menos cada pareja
de padres improvisa, en la medida en que la necesidad la impone, alguna pauta, a veces
tardamente. Si fueron considerados por sus padres incapaces de pensar y tomar decisiones,
ellos han pasado a creer que la verdadera sabidura est en sus hijos sin necesidad de agregados,
y que su tarea es dejar que la creatividad y el saber surjan sin interferencias. Si sus padres
fueron distantes, ellos borran la distancia y se declaran compinches de sus hijos,
intercambiando confidencias.
A medida que fue creciendo, el nio de estos padres no incorpor una imagen de adulto
claramente diferenciada, separada de s por la brecha generacional y cuando llega a la
adolescencia se encuentra con alguien que tiene sus mismas dudas, no mantiene valores claros,
comparte sus mismos conflictos. Ese adolescente no tiene que elaborar la prdida de la figura
de los padres de la infancia como lo haca el de otras pocas. Al llegar a la adolescencia est
ms cerca que nunca de sus padres, incluso puede idealizarlos en este perodo ms que antes.
Aqu difcilmente haya duelo y paradjicamente se fomenta ms la dependencia que la
independencia en un mundo que busca mayores libertades.
c. El duelo por el rol y la identidad infantil
Qu significa ser nio? Ser dependiente, refugiarse en la fantasa en vez que afrontar la
realidad, buscar logros que satisfagan deseos primitivos y que se obtienen rpidamente, jugar
en vez que hacer esfuerzo. Si describimos al nio en edad de incorporarse a un jardn de
infantes, nos encontramos con alguien que se cree capaz de logros que en su mayora no le son
posibles y ante los cuales sufre heridas muy fuertes en su autoestima, una personita incapaz de
esperar para lograr lo que quiere y un ser humano a quien no le importan
demasiado los otros miembros de su especie en la medida en que no es capaz de compartir nada
con los.
Llegados a este punto parece imprescindible diferenciar dos conceptos psicoanalticos que
suelen confundirse: el de yo ideal y el de ideal del yo. Ante una imagen de s mismo real poco
satisfactorio, muy impotente, el nio pequeo desarrolla una imagen ideal, un yo ideal en el
cual refugiarse. Esta estructura se organiza sobre la imagen omnipotente de los padres y ante
una realidad frustrante que promueve esa imagen todopoderosa de s mismo confeccionada a
imagen y semejanza de sus mayores, la cual le permite descansar, juntar fuerzas y probar de
nuevo ante un error. En los desarrollos normales ese yo ideal se va acotando a medida que la
realidad le muestra sus lmites.
Los padres primero y los maestros despus tienen la difcil tarea de provocar la introyeccin de
otra estructura, el ideal del yo. Este aspecto del superyo es un modelo ideal producido por los
mayores para l, es el modelo de nio que los dems esperan que sea. Si el yo ideal es lo que l
desea ser, el ideal del yo es lo que debe ser y a quien le cuesta muy a menudo parecerse. Ese
ideal del yo tambin manifiesta sus propios valores: esfuerzo, reconocimiento y consideracin
hacia el otro, as como postergacin de los logros. Tradicionalmente este trpode ha sido la base
de la educacin preescolar.
Qu ocurre con el adolescente? En esa poca de la vida se termina de consolidar el ideal del
yo, para ello confluyen los padres, los docentes y la sociedad en su conjunto. Pero qu ocurrir
si la sociedad no mantiene los valores del ideal del yo, si en cambio pone al nivel de modelo los
valores del yo ideal?
Pensemos en lo que los medios difunden constantemente: aprendizaje, dietas, gimnasia sin el
menor esfuerzo; tarjetas de crdito, facilidades, compra telefnica para no postergar ningn
deseo, artculos nicos, lugares exclusivos, competencia laboral que significa eliminar al otro.
Estos son los valores del yo ideal que en otras pocas podan que en la fantasa pero no ser
consagrados socialmente.
La sociedad moderna consagraba los valores de un ideal del yo: la idea de progreso en base al
esfuerzo, el amor como consideracin hacia el otro, capacidad de espera para lograr lo deseado.
Sin duda los valores del yo ideal tambin existan pero eran inadmisibles para ser propagados
socialmente.
En la sociedad posmoderna los medios divulgan justamente los valores del yo ideal, es decir
que all donde estaba el ideal del yo est el yo ideal y hay que atenerse a las consecuencias.
Si se acepta este planteo, de l se deduce que los valores primitivos de la infancia no slo no se
abandonan sino que se sostienen socialmente, por lo tanto no parece muy claro que haya que
abandonar ningn rol de esa etapa al llegar a la adolescencia Se podr seguir actuando y
deseando como cuando se era nio, aqu tampoco habr un duelo claramente establecido.
Por otra parte, se sostena que la identidad infantil perdida daba paso a la
definitiva en un largo proceso de rebelda, enfrentamiento y recomposicin
durante la adolescencia. El concepto de pastiche posmoderno parece
modificar esta idea. La identidad se establecera no por un mecanismo
revolucionario que volteara las viejas estructuras sino por el plagio que
conforme el pastiche sin mayor violencia, sin cambios radicales. La nueva
identidad se estructura ra sin que apareciera la idea neta de un duelo, en
tanto no habra una prdida conflictiva que lo provocara.

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