Psicoterapia Conversacional
Psicoterapia Conversacional
Psicoterapia Conversacional
Profesor Patrocinante:
CRISTBAL HOLZAPFEL OSSA
1
Introduccin
La tesis resalta la idea de que la consideracin del ser humano como algo
separado de su ambiente debe ser revisada.
Luego se dirige la mirada a las posturas que a fines de los aos noventa del
siglo XX empiezan a emerger con fuerza en el lenguaje y los procesos
sociales; en psicoterapia se llam a esas posturas con un nombre
unificador: construccionismo social. El construccionismo social fue liderado,
bsicamente, por terapeutas como Kenneth Gergen y John Shotter.
2
El segundo captulo versa sobre el viviente como constructor. En el mbito
de la psicoterapia se empieza a aceptar el hecho de que cada persona
construye el mundo a su manera y, por tanto, en este plano la psicoterapia
se aleja de la bsqueda de verdades nicas. Su estatuto epistemolgico
pasa a ser un problema a dilucidar. Se hace dialogar a Maturana y Varela
con Ortega; el captulo muestra cmo dichos pensadores sostienen la idea
de que el mundo es una construccin que realiza alguien: el observador, en
trminos de Maturana; el cognoscente, en trminos de Varela; el viviente,
en trminos de Ortega.
3
En seguida la tesis gira hacia los desarrollos de Ortega acerca de la vida
humana como realidad radical. Se aborda la frase yo soy yo y mi
circunstancia, que lleva a pensar que la vida estara constituida por dos
dimensiones fundamentales: por una parte, el yo que es cada cual, quien
est inmerso en una circunstancia, con la que inexorablemente tiene que
habrselas. La segunda dimensin apunta hacia el hecho de que para
habrselas con ella, el hombre est obligado a averiguar lo que esa
circunstancia es, y eso incluye averiguar lo que son los otros hombres. Casi
sin darnos cuenta, empezamos a encontrar en la filosofa de Ortega una
explicacin fundamentadora de la comprensin de lo que hay sustentada
por el construccionismo social, una comprensin que lleva a pensar, como
afirma Gergen, que el sentido nace del proceso relacionalcon otros, y que el
concepto de mente individual no es sostenible, sino que sta surge
esencialmente de la relacin con otros.
4
en que l no se trabaja abstractamente, como problema autnomo, sino que
siempre en referencia a entidades vinculadas con l; por ejemplo, en
referencia a la situacin humana en que concretamente lo hallamos. Se
muestra cmo esta forma de comprender el lenguaje es coincidente con los
planteamientos de Maturana y Varela.
5
un relato secuenciado de acciones en el tiempo, que constituyen el hilo
narrativo. Ese hilo narrativo hace pensar, con Ortega, que el hombre no
tiene naturaleza, sino historia. Con esta tesis, no se est negando la
dimensin zoolgica del ser humano ni la importancia de la biologa; con
esta tesis se afirma que el ser del hombre radica, ante todo, en su vida,
entendiendo la vida humana en un sentido biogrfico y no zoolgico, lo que,
segn Ortega, es preciso destacar.
7
El mdico alemn Wilhelm Griesinger, retomando una hiptesis de
Hipcrates, insisti en que el diagnstico de un desorden mental obedece a
causas fisiolgicasNote8. . El buscar las causas en la fisiologa fue entonces
un gran avance, en el sentido de que el desorden mental dej de ser visto
como producto de la posesin demonaca. Moreno, refirindose a ello,
escribe: Griesinger, en 1861, ubica a las enfermedades mentales dentro del
cerebro, y las clasifica con tal rigurosidad como para fundar la psiquiatra.
Lo psquico queda subordinado a las funciones de un rgano: el cerebro. La
psiquiatra encuentra su piedra basal y el mtodo de la ciencia emprica su
objeto de estudioNote9. . Los planteamientos de Griesinger fueron
considerados y estudiados por Emil Kraepelin, que en el ao 1883 propone
un sistema serio y riguroso para clasificar las enfermedades mentales.
Kraepelin seleccion con bastante detencin ciertos sntomas, a los que
llam sndromes y que aparecan juntos con tal regularidad que se poda
considerar que tenan una sola causaNote10. . Ello permiti diferenciar y
clasificar lo que llam los trastornos mentales.
Uno de los principios bsico que le permiti explicar gran parte de su teora
fue el Principio de Constancia, de Fechner. Sobre la base de dicho principio
propuso el principio del placer. Escuchmoslo en las propias palabras del
psiquiatra viens: los hechos que nos han movido a opinar que la vida
psquica es regida por el principio del placer hallan tambin su expresin en
la hiptesis de que una de las tendencias del aparato anmico es la de
conservar lo ms baja posible o, por lo menos, constante la cantidad de
excitacin en l existente. Esta hiptesis viene a expresar en una forma
8
distinta la misma cosa, pues si la labor del aparato anmico se dirige a
mantener baja la cantidad de excitacin, todo lo apropiado para elevarla
tiene que ser sentido como antifuncional; esto es, como displaciente. El
principio del placer se deriva del principio de la constancia [].
Profundizando en la materia hallaremos que esta tendencia, por nosotros
supuesta, del aparato anmico cae, como un caso especial, dentro del
principio de Fechner de la tendencia a la estabilidad, con el cual ha
relacionado este investigador las sensaciones de placer y displacerNote12. .
Nadie hoy, en el mbito de la psicoterapia podra dudar de la importancia
que tuvo el planteamiento freudiano al instaurar una forma de entender la
psiquis que llega hasta nuestros das.
9
cientfico del conocimiento, deba ser el experimental, entendiendo al
hombre desde la perspectiva de la ciencia natural. Muchos terapeutas
fueron seguidores del mtodo experimental y de esta comprensin del ser
humano.
Este otro debe ser claramente descrito; adems, debe ser posible
incluirlo en una u otra categora clasificatoria. Segn sostiene Szasz, los
procesos de identificacin y clasificacin son fundamentales para satisfacer
la necesidad de ordenar el mundo que nos rodea. Esta actividad de
ordenamiento, aunque de especial importancia para la ciencia, es ubicua.
Decimos, por ejemplo, que algunas sustancias son slidas y otras lquidas,
o llamamos dinero a ciertos objetos, obras maestras de arte o piedras
preciosas a otrosNote22. . Esta forma de clasificar no deja fuera ni a las
disciplinas psicolgicas ni a las psicoteraputicas. De esa manera, el
terapeuta se ve obligado a mirar al paciente como sujeto no slo distinto de
l, sino diagnosticable. Necesita, al mismo tiempo, poder ordenar el mundo
del paciente y transformar su comportamiento en datos objetivos
susceptibles de verificacin. Su saber, dice Anderson, basado en teoras,
11
prejuicios y experiencias profesionales y personales, acta como una
estructura a priori que determina el conocimiento que un terapeuta trae a la
sesin, y se impone al conocimiento del cliente. El terapeuta se convierte en
un experto en observar, revelar y reconstruir la historia tal como realmente
es y tal como debera ser. El conocimiento del terapeuta da forma a sus
observaciones y las validaNote23. . Mientras mayor conocimiento tenga el
terapeuta de teoras explicativas, mientras mayor neutralidad y objetividad
caractericen sus apreciaciones, mejor podr ayudar al paciente.
La terapia tradicional que nace siendo hija del paradigma cientfico, como
se expuso anteriormente, se fund, a la par, en el modelo mdico de
enfermedad y, por tanto, de curacin. El rol del terapeuta era crucial y un
buen terapeuta se deba hacer cargo responsablemente de lo que le
ocurriera a su paciente. Como afirma Gergen, los clientes se enfrentan a
problemas que habitualmente se designan como patologas, dificultades de
adaptacin, relaciones disfuncionales, etc., y la tarea del terapeuta consiste
en tratar el problema de manera que los alivie o erradiqueNote27. .
13
10, Clasificacin Estadstica Internacional de Enfermedades y otros
Problemas de Salud (del ingls ICD, International Statistical Classification of
Diseases and Related Health Problems), va en su dcima versin; de ah su
nombre, CIE-10. Dicho manual provee los cdigos para clasificar las
enfermedades mentales y una amplia variedad de signos, sntomas,
hallazgos anormales, denuncias, y causas externas de daos y/o
enfermedad. Cada condicin de salud puede ser asignada a una categora y
darle un cdigo de hasta seis caracteres de longitud (en formato de
X00.00)Note31. . Esta posibilidad de manuales clasificatorios de las
enfermedades mentales es posible, entre otras cosas, en tanto la mente es
concebida estando al interior del cerebro.
14
la prctica de la psiquiatra, entendida como un trabajo en el interior de la
mente la cual, a su vez, residira en el interior del cerebro, empieza a
ser revisada y muchas veces, como sostiene Bertrando, atacada
frontalmenteNote35. . Los terapeutas de Chile no han estado ajenos a este
debate, y gracias a las investigaciones de Gregory Bateson, Margaret Mead
y otros antroplogos orientados al estudio de distintas culturas, en algunos
de ellos surge una crtica radical de la psiquiatra y de las variadas
terapiasNote36. , crtica en la que se destacan los planteamientos del
conocido movimiento antipsiquitrico.
El movimiento antipsiquitrico
Uno de los giros que cuestiona la mente al interior del cerebro est dado por
el movimiento antipsiquitrico, trmino acuado por el terapeuta y filsofo
David Cooper en su conocida obra Psiquiatra y antipsiquiatraNote37. , escrita
en el ao 1967. No obstante, es posible situar el comienzo de este
movimiento en 1957, cuando Tomas Szasz, psiquiatra hngaro radicado en
los Estados Unidos, pone en duda la realidad de la enfermedad mental
entendida como un suceso que ocurre al interior del cerebro, y hace pblica
su tesis en la obra Dolor y placerNote38. . Para Szasz, la enfermedad mental
no es otra cosa que una etiqueta, una palabra, no tiene existencia en s.
Como afirma Bertrando, para Szasz toda la historia de la psiquiatra es una
historia de mitosNote39. .
15
La influencia del pensamiento de Laing tambin fue de gran importancia,
especialmente con la publicacin de su libro El yo dividido: un estudio sobre
la salud y la enfermedadNote43. . Laing, dado su inters por la fenomenologa
y el existencialismo, rechaza gran parte de los asuntos que gobiernan el
pensamiento psiquitrico de la poca, poniendo el acento sobre otra forma
de entender la salud mental, el contexto del que el paciente forma parte. Los
antipsiquiatras no cuestionan el hecho de que algunas personas tengan
problemas emocionales o problemas que llaman psicolgicos; tampoco
cuestionan que la psicoterapia sea intil; lo que cuestionan es el origen,
poco claro, de estos problemas, as como llamarlos enfermedades
mentales. Sobre todo, discuten las opciones mdico-farmacolgicas de los
tratamientos y el comprender los problemas psicolgico como problemas de
la persona y no del contexto en que la llamada enfermedad mental emerge
(familia, escuela, exigencias sociales y laborales, relacin de pareja, etc.).
Cooper afirmaba que lo que se llamaba locura es producto de un estilo de
sociedad, y que su verdadera solucin pasaba por una revolucin social y
por una accin poltica, no por un diagnstico y tratamiento de la persona,
mal llamada, a sus ojos, enferma.
16
directamente: nuestro objeto de estudio es ms difcil de conocer Note46. .
Ser slo eso? Ser nicamente que nuestro objeto de estudio es ms
difcil de conocer lo que parece efectivo, o ser que, adems, nuestro
objeto de estudio no es susceptible de ser objetivado en un sentido
cientfico-natural?
17
La invitacin de von Bertalanffy es recogida por algunos terapeutas,
principalmente de orientacin psicoanaltica, quienes, separndose de la
ortodoxia que exige esa corriente de pensamiento, comienzan a desarrollar
sesiones de terapia con distintos sistemas, como la pareja consultora
matrimonial, la familia y los sistemas escolares. Entre otros, es posible
recordar alpsiquiatra Murray BowenNote50. , quien, en la dcada de los aos
50 del siglo XX, plantea la importancia que tiene la familia en la produccin
de los sntomas de alguno de sus miembros. La familia pasa a ser vista
como un sistema compuesto por subsistemas y que, a la vez, est inserto
en sistemas ms amplios. Cualquier sntoma, ya sea fsico o emocional,
sera una manifestacin de una disfuncin familiar y no de un individuo
particular. La llamada patologa del paciente deja de ser vista al interior de
la mente de la persona y pasa a ser explicada desde la causalidad lineal
propia de la ciencia naturalista, pasa a ser comprendida como siendo parte
de un sistema. Bsicamente, es vista como formando parte del sistema
emocional del que quien sufre es integrante, el que, por lo general, es el
sistema de la familia nuclear. Bowen acua el concepto de masa
indiferenciada del yo familiar (oneness). Sostiene que se trata de una
identidad emocional, aglutinada, que existe en distintos niveles de
intensidad, tanto en las familias en las que es ms evidente como en
aqullas en las que es prcticamente imperceptible. [] La expresin masa
indiferenciada del yo familiar es ms prctica que precisaNote51. , aclara
Bowen. Hace alusin al hecho de la dificultad que tienen algunos miembros
del sistema familiar, especficamente algunos hijos, para diferenciarse de
sus padres. Si bien tiene un sustento psicoanaltico, permiti pensar en que
la unidad de anlisis para el terapeuta debera dejar de ser el individuo para
pasar a ser el sistema emocional familiar. De esta manera, se pone en
duda la idea de que es el sujeto separado del ambiente quien enferma, y se
propone ver al individuo formando parte de un sistema mayor, la familia.
Nace entonces, rudimentariamente, el movimiento llamado terapia familiar.
18
Figueroa, en diferentes planos de su quehacer terico y prctico al pugnar
por transformarse en una estricta psiquiatra biolgicaNote52. .
20
Propone entender a la familia como un holn gobernado por reglas, con
una gran capacidad para adaptarse e ir cambiando a travs de las distintas
etapas por las que atraviesa un sistema familiar. La capacidad de
adaptacin que tienen los sistemas permitira entender cmo, cambiando,
mantienen su organizacin familiar. Los compara con una persona andando
en bicicleta que, para mantenerse en equilibrio, debe estar constantemente
en movimiento. Para explicar cmo se produce este hecho utiliza la
metfora ciberntica, siendo el concepto de feedback positivo y feedback
negativo, elaborado por WienerNote62. , el que le permite mostrar la tendencia
a la estabilidad y el cambio en los sistemas familiares. Para los
estructuralistas, un sntoma de algn miembro del holn familiar podra
explicarse a travs del concepto de feedback negativo. El sntoma es visto
como un movimiento del holn, entendido como un todo, para
reorganizarse de tal manera de disminuir las diferencias entre los miembros
y poder mantenerse siendo los mismos.
A fines del ao 1992 visita Chile William H. OHanlon, quien dict una
conferencia organizada por la Universidad de Chile. En esa conferencia
plante que la terapia orientada a las soluciones se basaba en dos
principios que alejaban a la psicoterapia del paradigma cientfico y
ciberntico de primer orden; el Principio de Incertidumbre de Heisenberg y
el Principio de Pigmalin. Junto a dicha reflexin, se empieza a discutir
seriamente el hecho de que en el hacer clnico el terapeuta tiene algo que
ver es decir, no es neutral, y por lo tanto, las operaciones de distincin
que realiza requieren ser tomadas como intervenciones suyas. Se empez a
dar una importancia primordial al uso del lenguaje y a las palabras que
empleaban los terapeutas para trabajar en terapia.
23
Erickson, no ignora la importancia de los elementos no verbales, pero todo
el resto es sencillamente parte del contexto de las palabras, no un cdigo
secreto a interpretarNote68. .
26
En la medida en que el conocimiento est socialmente construido, no es
posible postular significados dice Bertrando preexistentes que el
terapeuta pueda descubrirNote80. . Los significados no se pueden establecer
a priori, sino que es preciso comprender e interpretar la narrativa que
surgir de la conversacin entre terapeuta y consultante.
27
John Shotter reitera la emergencia de los significados en las relaciones con
otros, pues es con otros donde lo que se habla adquiere significacin. El
cmo las personas se relacionan y conversan, as como los modos de
hablar, dan lugar al sentido que las cosas tienen para los hablantes. Vale la
pena mencionar que dicha aseveracin entra en directo dilogo con lo
sostenido por Ortega en su obra El hombre y la gente, y que en la obra de
Shotter nunca aparece citado Ortega y GassetNote84. . Para Shotter el
fundamento de la realidad es la relacionalidad de las personas que
conversan entre s.
28
manera de que puedan ver a cada protagonista de otra manera. Slo
requiere que los miembros de la familia (o quien consulta) puedan (o pueda)
poner en duda la lgica de la forma en la cual la familia define el
problemaNote88. . La toma de conciencia de la construccin no conlleva que
los terapeutas deban necesariamente deconstruir las realidades con las que
llegan las personas a consultar, como sostienen algunos terapeutas; entre
ellos, White y Epston. Una terapia eficaz no requiere crear una crisis en todo
el sistema de creencias de quien consulta, sino intervenir slo en aquello
que hoy les hace sufrir y por lo que solicitan ayuda. Afirma Gergen: El
mayor valor de la toma de conciencia de la construccin es que invita a
limitar la realidad admitida o esencializada en los momentos en que sta
resulta dolorosa o problemticaNote89. . Quien decide lo que le es doloroso
es el sistema consultante, nunca el terapeuta.
29
ido significando los acontecimientos y contando y contndonos nuestra vida
en conjunto con esos otros; vamos ordenando las experiencias vividas y
relatndonos mutuamente lo vivido. En un artculo escrito con anterioridad,
expongo: El convivir, sea espordico o ms estable en el tiempo, nos ha
obligado de un cierta manera a coordinarnos conductualmente para poder
actuar. Es esta coordinacin conductual de coordinaciones conductuales
consensuales, que Maturana llama lenguaje, lo que nos ha permitido
significar de cierta forma relativamente consensual los hechos y
acontecimientos que hemos ido viviendo juntos. Esta significacin fue co-
construida con quienes compartimos nuestro vivir en cada dominio de
existencia en el que nos desenvolvemos o sobre el que estamos haciendo
el relato"Note93. . Esta significacin comn hace que las personas puedan
anticipar con relativa certeza lo que es posible esperar de s mismo y del
otro, en el dominio de existencia en que conviven. Al mismo tiempo, les crea
una serie de expectativas de lo posible o imposible de encontrar en el
espacio de encuentro comn. Esa organizacin de significados, que se
articula en relatos con sentido, va construyendo lo que pasa a ser la
realidad de los acontecimientos, de los hechos, de las cosas; la realidad
se constituye para cada uno, en cada dominio de existencia, de acuerdo a lo
que se cuenta sobre s mismo y sobre el mundo. Sobre el concepto dominio
de existencia se expondr ms adelante.
Las historias o los relatos que hacemos de nosotros y del mundo son
acciones sociales y van cambiando en el proceso del vivir y convivir con
otros. Por ello es necesario estar alertas ante el concepto de narrativa, en
tanto, desde esta mirada, no existen narrativas fijas. La tradicin muchas
veces puede dificultar la comprensin narrativa psicoteraputica, en tanto
la literatura tan amplia sobre semitica, teora literaria, retrica, y
lingstica. [] reduce el discurso a simples afirmaciones habladas o
escritas por un solo individuoNote94. . Ello puede ser peligroso, advierte
Gergen, ya que puede hacer olvidar que las palabras no significan nada en
s mismas; slo adquieren significado cuando su fluir en el intercambio
lingstico permite discernir su origen, su riqueza o su pobreza de
significado. Ms an, si privilegiamos la palabra le robamos al discurso todo
lo que es caracterstico de la persona o de la situacin y, con ello,
empobrecemos su inteligibilidadNote95. .
En estos ltimos tiempos hemos sido testigos de que se sigue luchando por
tratar de mostrar una forma alternativa, distinta a la puramente cientfica,
que d sustento a la psicoterapia. La importancia de estos nuevos modos
de hacer terapia no reside, en palabras de Shotter, en sus resultados, sino
en las formas de hablar en las que se los lleva adelanteNote98. , es decir, en
el proceso psicoteraputico propiamente tal. En ste se debe ser capaz de
reconocer que cada persona construye el mundo a su manera y, por tanto,
es necesario alejarse de la bsqueda de verdades nicas dentro del
proceso. La psicoterapia debera entender al hombre de otra manera que
31
como fue entendido hasta ahora. El hombre visto no al interior de la mente,
sino, como un ente en interaccin.
Las diferencias entre estas dos maneras de entender la psicologa han dado
lugar a crticas mutuas de ambos enfoques, sin hacerse cargo de que
32
ambas comprensiones dan respuesta a supuestos meta-tericos distintos y
discontinuos, as como a concepciones del ser humano tambin diferentes.
33
y del rol del terapeuta y del paciente en la construccin del problema
teraputico.
La construccin de la realidad
Lo primero que habra que decir es, como sostiene Ortega, que la realidad
no es un regalo que los hechos hacen al hombre. Siglos y siglos los hechos
siderales estaban patentes ante los ojos humanos y, sin embargo, lo que
estos hechos patentizan no era una realidad, sino todo lo contrario, un
enigma, un arcano, un problema, ante el cual se estremeca de pavor. Los
hechos vienen a ser, pues, como las figuras de un jeroglfico. [] Ellos nos
presentan ostentosamente sus clarsimos perfiles, pero ese su claro aspecto
est ah precisamente para planearnos un enigma, para producir en
nosotros confusinNote105. . Indudablemente, en lo que se refiere al trabajo
con personas esta situacin es ms compleja an. Un hecho humano nunca
es un puro pasar y acontecer que pueda ser entendido directamente, sino
que requiere ser contextualizado en una vida humana para ser interpretado
adecuadamente.
35
observador. El bilogo los denomina el camino de la objetividad sin
parntesis o de la objetividad trascendental, y el de la objetividad entre
parntesis o de la objetividad constitutiva.
36
conocimiento es una demanda de obedienciaNote116. y no una actitud de
respeto y de aceptacin de miradas diferentes. En el mbito de la terapia,
este implcito acceso a la llamada realidad objetiva permite que el terapeuta
pueda encasillar a las personas como normales o anormales (enfermas),
conforme a criterios trascendentales encarnados en los manuales
diagnsticos, como se expuso en el primer captulo, con todo lo que este
rtulo pueda gravitar sobre la vida de l o ella y su familia. En este camino
explicativo se planteara que existe una diferencia entre la percepcin y la
ilusin, siendo esta ltima un juicio que parte de una premisa que el
consenso social considera falsa.
37
autonoma conlleva la idea de que lo que sea que incida en el ser vivo no
provocar efectos por s mismo, sino que esos efectos dependern del
sistema mismo y no del estmulo externo, lo que Maturana y Varela
denominan determinismo estructural.
38
maneras por distintas personas; razn por la que Maturana utiliza el
concepto multiverso (en lugar de universo).
Varela agrega que no hay un mundo que descubrir, sino que el fenmeno
que se percibe surge como fruto de la actividad humana. Sostiene que la
cognicin est enactivamente encarnada. Enactiva es una etiqueta que
utilizo aqu en un sentido literal ya que la cognicin es algo que producimos
por el acto de manipular, por medio de una manipulacin activa: es el
principio fundacional de lo que es la menteNote124. . Esta afirmacin implica
una profunda co-implicacin, una co-determinacin entre lo que pareciera
estar fuera y lo que pareciera estar dentro. El mundo externo y lo que hace
el hombre para estar en ese mundo son inseparables. La mente no es la
representacin de un determinado estado de cosas; la mente es la
produccin constante de esta realidad coherente que constituye su mundo.
La mente, para Varela, ni existe ni no existeNote125. . La mente emerge.
40
Los problemas implicados en lo que se acaba de sealar nos llevan a decir
que la modernidad est transitando hacia otro estadio de s misma. Por ello,
como dice Ortega en su obra En torno a Galileo, la modernidad se halla
hoy en grave crisisNote133. . Para el pensador espaol, la modernidad, que se
inicia con Galileo, se extiende hasta nuestros das. No obstante, la
modernidad no fue un pensamiento que surgi por generacin espontnea,
sino que fue la respuesta histrica a la mayor crisis, a ojos del pensador
espaol, por la que pas el destino europeo una crisis que comienza a
fines del siglo XIV y no termina hasta los albores del XVII. Al fin de ella,
como divisoria de las aguas y cima entre dos edades, se alza la figura de
Galileo. Con ella el hombre entra en el mundo modernoNote134. .
43
para poder dilucidar los hechos histricos es necesario hacerse cargo de
que todo lo que le pasa al hombre le acontece afirma Ortega dentro de
su vida y se convierte ipso factoen un hecho de vida humana, es decir, que
el verdadero ser, la realidad de ese hecho no es la que ste como suceso
bruto, aislado y por s parezca tener, sino lo que signifique en la vida de ese
hombre. Un mismo hecho material tiene las realidades ms diversas
insertas en vidas humanas diferentesNote149. .
44
condicin humana, de cmo las personas se viven la vidaNote153. . Los relatos
no tienen, como el pensamiento paradigmtico, el requisito de
verificabilidad, sino de verosimilitud en el contexto de una vida particular.
Por ello el terapeuta tiene que ser capaz de reconocer la verosimilitud de lo
narrado por el paciente, en el contexto de su biografa, al igual que el
historiador en el contexto de la poca histrica. Como afirma Ortega,
cuando el historiador declara inverosmiles ciertos actos de un hombre, no
es porque en absoluto lo sean sino porque contradicen excesivamente
otros datos de la vida de ese hombre, y entonces dice: esto es inverosmil
en un hombre del siglo X, aunque sera muy natural en un hombre del siglo
XIXNote154. . Un terapeuta dira: esto es inverosmil, segn lo que esta misma
persona me cont ayer.
45
De acuerdo con Heidegger, la hermenutica, convenientemente ampliada,
puede designar la teora y metodologa de cualquier gnero de
interpretacinNote159. . Ahondando ms en la idea de hermenutica y
tomando en cuenta tanto los planteamientos de Ortega como los de
Heidegger, es posible afirmar que la vida misma tiene un carcter
hermenutico, en cuanto consiste, por uno de sus lados, en un constante
interpretar. Por cierto, no se trata slo de interpretar textos o palabras en
tal caso se tratara de la hermenutica en sentido restringido, sino todo
hecho de la vida y la vida misma. De esta manera, es posible decir, con
Can O., Pelez M. Nstor y Norea N., que los seres humanos nos
inventamos discursos justificados por estos acuerdos de significacin que, a
su vez, dependen de la situacin en la cual nos encontremos y tienen
sentido en microespacios. Si sacamos una cosa de su contexto, sta pierde
su sentido inicial en otroNote160. .
46
Cuando el hombre trata de encontrar respuestas nuevas lo hace desde la
forma de razonar vigente. La forma que tiene cada hombre de razonar no es
nica ni alejada de la forma de razonar de su poca y generacin. Lo que el
hombre entiende por razn, dice Maras refirindose al ltimo tercio del siglo
XIX, era la razn abstracta o pura, que pretende ver las cosas en esencial
inmutabilidad, sub specie aeterniNote166. . De tal manera que el hombre de
hoy sigue buscando el ser de las cosas, aun cuando parezca que est en
una postura diferente, siendo fiel sin siempre percatarse de ello, al
legado recibido del pensamiento de la tradicin.
47
Ortega nos advierte que el orden es ms bien inverso: gracias a que
tenemos una vaga e irresponsable nocin de lo que es el Pensamiento ha
podido la psicologa acotar ciertos fenmenos psquicos como
preferentemente intelectuales. Se les llama as porque intervienen en la
tarea del pensar y no viceversaNote171. . Como sostiene Bateson, frente a la
pregunta puede un cerebro pensar? hay que contestar que lo que
puede pensar es un cerebro que est dentro de un hombre que es parte de
un entornoNote172. , tema que ha sido tratado en el captulo primero.
49
Entender el pensamiento en forma abstracta, sin observar su asentarse en
las creencias que lo sustentan, es semejante a detenerse en una mera
expresin algebraica que, en vez de representar realidad alguna, reclama la
sustitucin de las letras o lugares vacos (leere Stellen) por nmeros
concretos que significan distancias, tamaos, frecuenciasNote177. , como lo
hace el lenguaje formal. Lo abstracto, para que deje de ser un pensar vaco,
requiere ser llenado con hechos concretos, no con frmulas, con el tipo
concreto de pensamiento que una poca generacional determinada utiliza
para explicar la realidad.
51
Heidegger sostiene que para poder entender la verdad es necesario
distinguir en ese trmino dos ideas que han sido confundidas en el
pensamiento filosfico, en tanto descubrir es una forma de ser del estar-en-
el-mundo. La ocupacin circunspectiva y la que queda simplemente
observando, descubren los entes intramundanos. stos llegan a ser lo
descubierto. Son verdaderos en un segundo sentido. Primariamente
verdadero, es decir, descubridor, es el Dasein. Verdad en sentido
derivado, no quiere decir ser-descubridor (descubrimiento), sino ser-
descubierto (estar al descubierto)Note184. .
Si bien no hay una cosa primero y la otra despus, y ambas se dan juntas,
la verdad en primera instancia dice relacin con un carcter de ser del
Dasein. Siendo-en-el-mundo el Dasein desoculta los entes, y en ese
movimiento est en la verdad y en la no-verdad al mismo tiempo. La palabra
movimiento no es trivial en tanto es un hacer del Dasein.
53
una vez las ciencias eluden y dejan en manos de los filsofosNote192. , aun
cuando las respuestas que stos den dejen disconformes a terapeutas y a
cientistas sociales en general. Para Gergen, como lo expone en su libro
Realidades y Relaciones: Aproximaciones a la realidad social, editado en
1996, la mayor dificultad para visualizar rutas alternativas de pensamiento
respecto de la mente concebida al interior del individuo, para adentrase con
seriedad hacia la comprensin del individuo relacional y la gnesis del
sentido, est en que la mayora de las afirmaciones que sustentan el
pensamiento nuevo estn basadas en el paradigma anterior al que se
quiere imponer. De esta manera, es posible decir, con Reyes y Mendoza,
que muchas de las elaboraciones tericas generales a partir de una
redefinicin de la ontologa de la realidad social cayeron inmediatamente
dentro de los marcos de referencia del empirismo lgico y la
experimentacinNote193. , de tal modo que las nuevas propuestas fueron
entendidas a la luz de las corrientes imperantes en las ciencias sociales
sustentadas en el modelo moderno de la realidad. As, el construccionismo
social ha sido interpretado a la luz del movimiento cognitivo, de las teoras
de la atribucin causal, del movimiento construccionista lgico, entre otros.
Por ello, reiteran Reyes y Mendoza, apropiarse de la perspectiva
construccionista parece sumirnos en una situacin de levitacin ontolgica.
El construccionismo se declara ontolgicamente mudoNote194. . Refirindose
a ello, Gergen afirma que para esa corriente cualquier cosa que sea,
simplemente esNote195. , no requiere de mayores anlisis, los que podran
llevar a perderse en lo que se considera grandes divagaciones y a distanciar
la reflexin de lo que es visto como lo ms importante, modificar la vida de
las personas.
54
El hecho de no prestar atencin a la idea de ser humano que sustenta las
distintas teoras psicolgicas ha llevado a grandes confusiones; entre otras,
a confundir la postura constructivista y la postura construccionista social. La
crtica al paradigma positivista predominante en el siglo XIX ha dado lugar
durante la ltima mitad del siglo XX a un sin nmero de posturas
teraputicas con propuestas alternativas diferentes, sustentadas en ideas
del hombre tambin distintas. As, dice Botella, bajo el nombre de
hermenutica, psicologa narrativa, psicologa posmoderna,
postracionalismo, postfundacionalismo, constructivismo, construccionismo
social y otros que sin duda an estn por surgir, se agrupan una serie de
formas de inteligibilidad ms o menos articuladas internamente que se
presentan a s mismas como posibles salidas a la crisis de credibilidad de la
gran metanarrativa positivistaNote197. . Este hecho ha llevado a confundir las
corrientes psicolgicas nombradas, puesto que dan la apariencia de que
son idnticas unas con otras.
56
aquello que determina al ente en cuanto ente, eso con vistas a lo cual el
ente, en cualquier forma que se lo considere, ya es comprendido
siempreNote205. . Si bien podra verse en esa afirmacin una primaca del ser
sobre el ente, se podra decir que tambin hay una dependencia del ser
respecto de los entes. Sin entes, dnde se hara patente el ser? O, cmo
sabramos que lo hay?
Sobre el Dasein
57
originario, es decir, el querer corresponde a la esencia originaria del Ser.
Por qu? Porque los predicados que enuncian la esencia del ser
convienen en sentido sobresaliente al querer. Slo ste satisface
completamente a los predicados mencionados. [] Cules son los
predicados esenciales del Ser? Carencia de fundamento, eternidad,
independencia del tiempo autoafirmacinNote210. . Cada entidad que est
siendo, que se manifiesta, es un impulso del ser por manifestarse. No hay
principio ni fin del Universo, slo devenir y en tanto devenir, es eterno, es un
proceso en constante tensin, pero que al mismo tiempo est en equilibrio.
El proceso es continuo. El ser se est constantemente engendrando a s
mismo. El ser se manifiesta en el ente, pero no es el ente; si bien ente y ser
son distintos, no se dan separados. Ambos se dan en el devenir. En el
devenir estn pasando los entes y est pasando el ser.
Pensar la historia del ser es pensar en aquel advenimiento inicial que sigue
viniendo, que sigue siendo un acontecimiento y que da origen al esenciar de
la verdad. El ser no cesa de hacerse patente, pero no permite ser definido.
Como sostiene Arturo Garca Estrada, resulta comprensible que el Ser no
se deje ni definir, ni representar, ni colocar objetivamente como sucede con
el ente. Por ms afanosamente que se le busque, ste ser siempre un
fugitivo y en la bsqueda slo tropezaremos con entesNote211. .
Lo humano no puede existir fuera del ser. Por otra parte, si bien el ser, para
hacerse patente, necesita del Dasein, nunca es dependiente de la
humanidad existenteNote214. . La verdad del ser es la verdad originaria.
58
Reiteremos lo que afirma Heidegger: lo que ante todo es es el ser. El
pensar lleva a cabo la relacin del ser con la esencia del hombre. No hace
ni produce esta relacin. El pensar se limita a ofrecrsela al ser como
aquello que a l mismo le ha sido dado por el ser Note215. . Cmo es posible
lograr analizar el Dasein dado que ste est siempre siendo y, por tanto,
aconteciendo?
59
El Dasein, siendo-ah, tiene una relacin de ser con su ser. [...] con y por su
ser ste se encuentre abierto para l mismo. La comprensin del ser es, ella
misma, una determinacin de ser del DaseinNote222. . Ntese que se dice
una determinacin de ser del Dasein, es decir, no se trata de una eleccin
voluntaria. Por otra parte, es necesario plantear que, con igual
cooriginariedad, al Dasein le pertenece la comprensin del ser de todo ente
que tenga un modo diferente de ser que el Dasein. Sin embargo, el Dasein
tiende a constituir la comprensin de su ser desde aquello con lo que
primordial, constante e inmediatamente se relaciona: los entes del mundo.
Siendo el mundo su horizonte de significabilidad.
60
escuchar y el comprender quedan de antemano fijos en lo hablado Note224.
.Este lo hablado, lo que entiende el hombre en cuanto hombre promedio,
es lo que el pensador llama habladura, que no es un genuino hablar, pero
permite una comprensin de trmino medio de lo que se dice, con lo que se
evita, en principio, el cuestionamiento y la discusin.
61
ah. La cada dice en un texto muy posterior, precisando su sentido
ltimo, se refiere a la vinculacin esencial del hombre con el ser inscrita
dentro de la relacin del ser con el ser humano. De acuerdo con esto, los
ttulos utilizados a modo de preludio, propiedad e impropiedad, no
significan una diferencia de tipo moral-existencial ni de tipo antropolgico,
sino la relacin exttica del ser humano con la verdad del serNote230. .
La cada y el uno
64
ser del pensamiento que consiste en mero parecerse a s, referirse a s,
darse cuenta de s, un ser-cosa, una entidad esttica. El pensamiento deja
de ser realidad para l, apenas lo ha descubierto como primera realidad y
se convierte en simple manifestacin o cualidad de otra realidad latente y
estticaNote244. .
Otra interpretacin
65
conciencia y el mundo se dan al mismo tiempo: exterior por esencia a la
conciencia, el mundo es por esencia relativo a ellaNote251. . De esa manera,
la conciencia y el mundo se daran simultneamente; el mundo exterior es
relativo a mi conciencia, pero mi conciencia es siempre relativa al mundo.
No son separables, y se necesitan mutuamente para ser lo que son.
Por ello, Ortega afirma que Descartes al decir dudo, luego existo dej sin
explicar, sin advertir una serie de otras tesis previas, ms radicales, que
habra que considerar, a saber:
66
6. - y ltima tesis: Cuanto va dicho se resume en esto: toda tesis con que
se haya intentado [...] inaugurar la filosofa, supone ya la vida como realidad
radical, dentro de la cual [...] esa tesis surge. Por tanto, es la afirmacin de
la vida como realidad primaria, en que todas las dems aparecen, la
autntica tesis radical. Esto significa, adems, que los principios de la
teora, de la razn no son, a su vez, racionales, sino que son simples
urgencias de nuestra vidaNote254. .
En todo ver, sentir, pensar, siempre hay alguien que ve, piensa y siente. Es
as como Ortega nos lleva a uno de sus conceptos fundamentales, el de
vida humana.
Quin puede objetar que para poder teorizar o pensar, primero tiene que
estar vivo? Quin puede objetar que los problemas que nos presenta
nuestro entorno, cuando ste se transforma en misterioso u oscuro es lo
que nos lleva a tratar de saber? Quin puede dudar de que est inmerso
en las circunstancias y que eso lo hace sentirse vivo? Quin puede dudar
de su propia existencia? Sostiene Ortega que la realidad primordial, el
hecho de todos los hechos, el dato del Universo, lo que me es dado es...
mi vida no mi yo solo, no mi conciencia hermtica, estas son ya
interpretaciones, la interpretacin idealista. Me es dado mi vida, y mi vida
es ante todo un hallarme yo en el mundo; y no as vagamente, sino en este
mundo, en el de ahora y no as vagamente en este teatroNote255. , sino en
este instante, haciendo lo que estoy haciendo en l, en este pedazo teatral
de mi mundo vital estoy filosofandoNote256. .
Por ello dice: La vida humana es una realidad extraa, de la cual lo primero
que conviene decir es que es la realidad radical, en el sentido de que a ella
tenemos que referir todas las dems, ya que las dems realidades,
efectivas o presuntas, tienen de uno u otro modo que aparecer en
ellaNote257. . Si bien las distintas realidades se harn presentes en los
distintos mbitos de la vida de cada uno, deben enraizarse, por fuerza, en
esta realidad originaria: la vida humana. Es ms, el pensador propone: Yo
no s si eso que llamo mi vida es importante, pero s parece que, importante
o no, est ah antes que todo lo dems, incluso antes que Dios porque todo
lo dems, incluso Dios, tiene que darse y ser para m dentro de mi
vidaNote258. .
Mas esta realidad radical atae slo a la vida de cada cual. La vida de otro,
por muy cercano a m que ese otro sea, aparece en mi vida, y desde ese
punto de vista no es, para m, ms que un espectculo. Por ello la realidad
de los otros slo me es realidad en un sentido secundario. Esta idea lleva a
67
una interesante reflexin en psicoterapia. El paciente se me aparece y se
me aparece en mi vida.
Esta idea de vida como realidad radical lleva a plantear una manera distinta
de entender lo humano, que permite hacer resaltar el papel protagnico (o
co-protagnico) del terapeuta papel que no es posible soslayar, y que
permite cuestionar la objetividad como una manera de entender al otro.
68
amenazan o nos atormentan. [...] Mundo es sensu stricto lo que nos
afectaNote262. . Por ello no es posible dejarlo fuera y entenderlo slo como un
espacio en el que el hombre vive. Mundo, para Ortega, es lo que hallo frente
a m y en mi derredor, lo que para m existe y me afecta. El mundo consiste
en todo aquello de lo que me ocupo. Escribe en Qu es filosofa: Su
verdadero ser se reduce a lo que representa como tema de mi ocupacin.
No es por s subsistente [], aparte de mi vivirlo, de mi actuar con l.
Su ser es funcionante: su funcin en mi vida es un ser para, para que yo
haga esto o lo otro con lNote263. .
Dice Ortega: La vida nos es dada mejor dicho nos es arrojada o somos
arrojados a ella , pero eso que nos es dado, la vida, es un problema que
necesitamos resolver nosotros. Y lo es no slo en esos casos de especial
dificultad que calificamos peculiarmente de conflictos y apuros sino que lo
es siempre. [...] Nuestra existencia [...] est constituida por una incesante
forzosidad de resolver el problema de s mismaNote266. .
69
El pensador espaol recalca: nuestra existencia es en todo instante un
problema, grande o pequeo, que hemos de resolver sin que quepa
transferir la solucin a otro ser, quiere decirse que no es nunca un problema
resuelto, sino que en todo instante nos sentimos como forzados a elegir
entre varias posibilidadesNote268. .
70
La idea que expone en el sentido de que Yo no reparaba en m pero
contaba conmigo, llama la atencin en tanto el lector puede haberla
experimentado. Yo era, para m, una entidad velada, cubierta. Slo faltaba
des-velarla: ya estaba ah y, por ello, yo contaba conmigo misma. Por ello
dice el pensador espaol: Vivir es lo que hacemos y nos pasa, desde
pensar o soar o conmovernos hasta jugar a la Bolsa o ganar batallas.
Pero, bien entendido, nada de lo que hacemos sera nuestra vida si no nos
disemos cuenta de ello. Este es el primer atributo decisivo con que
topamos: vivir es esa realidad extraa, nica, que tiene el privilegio de
existir para s misma. Todo vivir es vivirse, sentirse, saberse existiendo,
donde saber no implica conocimiento intelectual ni sabidura especial
ninguna, sino que es esa sorprendente presencia que su vida tiene para
cada cualNote274. .
71
concepciones modernas, tanto en lo que refiere al concepto de hombre
como al de mundo.
El hombre, para ambos, est arrojado en un mundo fctico, con el cual tiene
que habrselas, proyectado hacia el futuro. Por ende, Dasein y vida humana
nunca estn terminados; por el contrario, estn constantemente hacindose.
Se trata de una concepcin de ser activa, fluyente, en contraposicin con el
ser eletico, suficiente en s mismoNote279. .
Conviene iniciar este dilogo reseando las explcitas referencias que hace
Ortega a Heidegger y que aparecen particularmente decidoras. Muy poco
despus de la aparicin de Ser y Tiempo, Ortega alude a esa obra en
trminos elogiosos. Inclusive, dentro de su descripcin de la vida humana
introduce conceptos heideggerianos, considerndolos coincidentes con su
visin de la vida humana. As, por ejemplo, en las ltimas lecciones de su
curso Qu es filosofa? Luego, en Unas Lecciones de Metafsica (o
Principios de metafsica segn la razn vital. Curso de 1932-1933). En
escritos posteriores, tambin hallamos importantes referencias al filsofo
alemn. Aunque hay algunas de carcter polmico, priman los comentarios
elogiosos. Interesa ver las coincidencias entre ellos. Ciertamente, no es
posible decir que las ideas de ambos filsofos son equivalentes, pero s es
posible establecer ciertas aproximaciones entre ellas.
72
y Tiempo, publicado en abril de 1927Note281. . Descubrimos una primera
coincidencia, que permite dirigir la mirada hacia varias direcciones. En
primer trmino, la unin de yo y circunstancia que establece Ortega sera
similar al estar-en-el-mundo la estructura fundamental a priori del
Dasein, de que habla Heidegger. Explicita Ortega al respecto: Nuestra
vida, segn esto, no es slo nuestra persona sino que de ella forma parte
nuestro mundo: ella nuestra vida consiste en que la persona se ocupa
de las cosas o con ellas y evidentemente lo que nuestra vida sea depende
tanto de lo que sea nuestra persona como de lo que sea nuestro
mundoNote282. .
Ese resumen nos permite pasar a algunas precisiones. Una acerca del
concepto de carga. En el 29 de Ser y Tiempo Heidegger sugiere que el
Dasein esquiva la carga que le abre el estado de nimo, aunque nunca
puede esquivarla del todoNote286. . Algo parecido no idntico, hallamos
en Qu es filosofa? Vuelvo sobre unas palabras ya citadas,
completndolas: La vida pesa siempre, porque consiste en un llevarse y
soportarse y conducirse a s misma. Slo que nada embota como el hbito y
de ordinario nos olvidamos de ese peso constante que arrastramos y somos
pero cuando una situacin menos slita se presenta, volvemos a sentir el
gravamenNote287. . La gravedad del vivir se siente, por un lado, y no se
siente, por otro. Heidegger deja la impresin de que ese sentir y ese no
sentir son simultneos; el estado de nimo alto dice, puede liberar de
la carga del ser que se ha manifestado; tambin esta posibilidad afectiva,
aunque liberadora, revela el carcter de carga del DaseinNote288. . Ortega
deja la impresin al menos en el texto recin citado, de que ese sentir y
ese no sentir son sucesivos. Por ahora pareciera que es suficiente hacer
notar la duplicidad que hay en la dimensin de carga o peso de la
existencia, y que ambos filsofos hacen notar.
Sobre la emocin
Cuando la persona llega a terapia, llega con una historia que contar, la que
por lo general dice relacin con algn episodio de su vida que le produce
alguna dificultad o molestia. Cualquiera sea la naturaleza de dicha molestia,
puede decirse que nace cuando la persona sufre algn episodio en su vida
que no esperaba que ocurriera o que le parece que no debi pasar. Algo
ocurri, y ello irrumpi de tal manera en su vida cotidiana que trajo consigo
una reaccin afectiva ingrata que, a su vez, produjo un cambio en cmo se
estaba viviendo la vida. La reaccin afectiva experimentada va unida a la
generacin automtica de una explicacin sobre la naturaleza
problemtica del suceso. En otras palabras, la interpretacin que la
persona hace de los hechos vividos, hace emerger una emocin
displacenteraNote297. , la que surge desde el propio mundo o sistema de
creencias de la persona que viene a consultar.
79
tcnica del pensar se abandona el serNote306. como elemento del
pensarNote307. .
Si bien Derrida hace notar que casi nunca Heidegger usa la palabra
espritu, en mi opinin la espiritualidad, entendida en sentido amplio, se
podra vincular con el pensar del ser de Heidegger. Asumo que esta
aseveracin es arriesgada y no aparece aqu explicitada con suficiente
extensin; no obstante, ello, a mis ojos, se justifica en tanto no es el objetivo
de la tesis explayarme en esta controvertida idea, y su sola enunciacin
podra dar para un nuevo proyecto de investigacin.
81
La ciencia y la filosofa transitan por caminos diferentes. No hay caminos
que permitan pasar de un saber al otro con un trnsito de pasaje a travs de
un puente que una ambos saberes, sino que entre ellas no hay ms que un
gran salto. Ambos abordajes de la realidad son absolutamente discontinuos,
orientados a la bsqueda de verdades tambin distintas. Entre otras cosas,
la ciencia es apegada al fundamento y a la bsqueda de fundamentos; en
cambio, la filosofa se permite cuestionar el fundamento y tiene que
hacerlo.
Cmo es que emerge una emocin, que hace que la persona deba pedir
ayuda? Lo primero que se requiere decir es que cuando la persona viene a
82
terapia, la emocin que trae puede ser vista como la expresin ntica de
uno de los existenciales del estar-en-el-mundo descrito por el filsofo de
Friburgo: el encontrarse, tal como traduce Gaos Befindlichkeit, o disposicin
afectiva, como vierte Rivera. Escribe Heidegger: antes de toda psicologa
de los estados de nimo por lo dems an sin hacer ser necesario ver
este fenmeno como un existencial fundamental y definirlo en su
estructuraNote320. . Es as como es posible decir que la emocin es la
expresin ntica del existencial que Heidegger llama disposicin afectiva. El
encontrarse es uno de los existenciales que le permiten al Dasein abrirse a
lo que hay. Mediante el temple anmico o la disposicin afectiva, el Dasein
se va encontrando en su ah. Las emociones que va manifestando ya sea
la serenidad o el enojo, entre otras muchsimas, no son ontolgicamente
una nadaNote321. ; son una modalidad del estar-en, aquello desde donde el
Dasein desoculta el mundo.
Los estados de nimo son siempre cambiantes, nunca son estticos y son
sentidos, como expresaba Jung, como una especie de atentado; algo que
parece venir del exterior que nos alcanza repentinamente, nos asalta, nos
subyugaNote322. , y constituyen explosiones sbitasNote323. , que el hombre
siente que debe controlar. El Dasein dice Heidegger est siempre
anmicamente templadoNote324. . La forma que el estado de nimo tome,
manifiesta el modo como el Dasein va desocultando el mundo. El pensador
escribe que lo que en el orden ontolgico designamos con el nombre de
disposicin afectiva (Befindlichkeit) es nticamente lo ms conocido y
cotidiano: el estado de nimo, el temple anmicoNote325. . Vale la pena
recalcar la importancia de no confundir el temple de nimo ontolgico
existencial (Gaos lo traduce como ontolgico existenciario), con eltemple de
nimo ntico existentivo (que Gaos traduce como ntico existencial); con
ste trabaja el terapeuta. El terapeuta no es un filsofo, aunque, por cierto,
puede recurrir a la filosofa.
84
o si es cosa, en verdad, ms noble que ese entorpecimiento. En m es
frecuente el tedio pero, que yo sepa, porque me fijase, no obedece a reglas
de aparicin. Puedo pasar sin tedio un domingo inerte; puedo sufrirlo
repentinamente, como una nube exterior, en pleno trabajo atento. No
consigo relacionarlo con un estado de salud o de falta de ella; no alcanzo a
conocerlo como producto de causas que se encuentren en la parte evidente
de mNote334. .
87
no slo quedan sin asumir en la ocupacin, sino que ni siquiera se piensa ni
espera que se cumplan. Por el contrario, el predominio del anticiparse-a-s
en la modalidad del mero deseo, lleva consigo una falta de comprensin
para las posibilidades fcticas. El estar-en-el-mundo cuyo mundo ha sido
primariamente proyectado como un mundo de deseos, se ha perdido
irremediablemente en lo disponible, pero de tal manera que, siendo esto
ltimo lo nico a la mano a la luz de lo deseado, sin embargo jams logra
satisfacerNote358. . De esta manera cogido por el deseo que es una
modificacin del proyectarse comprensor, se limita a aorar las
posibilidades. Esta aoranza cierra las posibilidades; lo presente en el
aorar desiderativo se convierte en el mundo realNote359. . Concluye
Heidegger, de manera semejante a cmo lo hizo al referirse al querer, de
este modo: El deseo presupone ontolgicamente el cuidadoNote360. .
88
El miedo es un modo de la disposicin afectiva. El ante qu del miedo es
algo que comparece dentro del mundo, ya sea en el modo de ser de lo a-la-
mano, de lo que est-ah o de la co-existencia con otros. Lo amenazante es
amenazante por varias razones; entre ellas, es que es visto como perjudicial
para el Dasein. Pero, lo interesante es que el Dasein se encuentra con
miedo. Percibe lo amenazante desde el temple anmico, y el miedo tiende a
apoderarse del l. El tener miedo, en cuanto posibilidad latente del estar-
en-el-mundo afectivamente dispuesto vale decir, la medrosidad, ha
abierto ya de tal manera el mundo que desde l puede acercarse lo temible.
El poder-acercarse mismo queda liberado por medio de la esencial
espacialidad existencial del estar-en-el-mundo.Note365. Lo que parece ms
novedoso e interesante para un terapeuta es el hecho de que aquello por lo
que el miedo teme (das Worum die Furcht frchtet) es el ente mismo que
tiene miedo, el Dasein. Slo un ente a quien en su ser le va este mismo ser,
puede tener miedoNote366. . El miedo, como modo de la disposicin afectiva
abre al Dasein su posibilidad de estar en peligro. Esto no quiere decir que el
peligro sea siempre real; es la interpretacin que hace el que teme de lo
que est pasando. As por ejemplo, una persona puede temer a su padre
aun cuando ste est muerto. No es que el padre la vaya a castigar; es la
imagen que tiene del padre la que la lleva a ser invadida por el miedo.
89
pendiente como algo que todava no est-ah, sino que, siendo por esencia
algo que jams est-ah es junto con el ser del Dasein, en el sentido de la
existenciaNote369. . El Dasein sabe lo que pasa consigo mismo, pero ese
saber no proviene de una autopercepcin de s mismo, sino que pertenece
al comprender, como existencial.
90
el mundo, recibiendo del mundo. Est abierto al mundo, a s mismo, a los
dems.
91
El habla en tanto un existencial no es slo un instrumento que el hombre
posee entre otros muchosNote377. , sino que el habla o discurso (Rede) es
otro momento estructural del estar-en-el-mundo del Dasein. Es cooriginario
con la disposicin afectiva y el comprenderNote378. , los otros momentos
estructurales del estar-en como tal. Para que sea posible la
comprensibilidad, debe estar siempre articulada e interpretada, y expresada
en palabras. Lo que se articula en la interpretacin y se esboza en el
comprender, es lo que Heidegger denomina el sentido. El sentido debe
concebirse tambin como parte de la estructura existencial-formal de la
aperturidad del Dasein. Lemoslo en sus palabras El sentido es un
existencial del Dasein y no una propiedad que adhiera al ente [...]. Por eso
slo el Dasein puede estar dotado de sentido o desprovisto de lNote379. . El
habla o el discurso, en el contexto de la filosofa heideggeriana, es la
expresin de la comprensibilidad afectivamente templada del estar-en-el-
mundo de un Dasein fctico, aqu y ahora.
Por otra parte, dice el pensador alemn, el habla (Rede) es lo que permite la
existencia del mundo para el Dasein. Afirma que hay mundo donde hay
hablaNote382. . Gracias al habla el hombre est inmerso en su historia, sabe
92
de qu se trata el mundo donde est o, al menos, de qu se trata para l;
pero no slo para l, sino para aquellos que comparten un tiempo histrico.
Lemoslo en sus palabras: slo donde rige el mundo hay historiaNote383. . El
hombre puede ser histrico gracias a que hay habla; por ello el habla no
puede ser entendida solamente como un instrumento disponible, como un
medio de comunicacin. El habla o discurso (Rede) y el lenguaje (Sprache)
que ser tratado en el prximo captulo, hace posible que exista la
comunicacin y la historia, y hace posible la emergencia del mundo en el
que el Dasein est inmerso.
93
es aquello respecto de lo cual se quiere hacer partcipe al otro. Se produce
una distorsin. En este caso, en el mbito de la comunicacin surge lo que
Heidegger llama habladura (Gerede). Este tema fue tratado con
anterioridad.
Una frase dice cuando descubre, cuando hace vidente al otro respecto de
aquello de lo que se est hablando, lo que no siempre ocurre. Por lo
general, caemos en la forma de interpretar propia de la habladura. El
Dasein no logra liberarse jams de este estado interpretativo cotidiano en el
que primeramente ha crecido. [...] El predominio del estado interpretativo
94
pblico ha decidido ya incluso sobre las posibilidades del temple afectivo, es
decir, sobre el modo fundamental como el Dasein se deja afectar por el
mundo. El uno bosqueja de antemano la disposicin afectiva, determina lo
que se ve y cmo se veNote388. .
Para poder callar, el Dasein debe tener algo que decir, esto es, debe estar
vuelto hacia una verdadera aperturidad de s mismo. Cuando ello ocurre, el
silencio manifiesta algo de s mismo y logra acallar la habladura. La
importancia del silencio radica en bloquear casi en su totalidad la
habladura. El silencio articula en forma originaria la comprensibilidad del
Dasein: del silencio proviene la autntica capacidad de escucharnos los
unos a los otros.
96
Los griegos, segn Heidegger, cuya existencia cotidiana tomaba
predominantemente la forma de dilogoNote399. , determinaron la esencia del
hombre como zon lgon chon. Ello llev a la interpretacin del hombre
como animal rationale. Sin ser esta interpretacin falsa, encubre a ojos del
pensador alemn el terreno fenomnico de donde esta definicin del
Dasein fue tomada. El hombre se muestra en ella como el ente que
hablaNote400. . Los griegos no tenan ninguna palabra que significara
lenguaje, por lo que es posible decir con Heidegger que comprendieron
este fenmeno inmediatamente como discursoNote401. . Zon lgon chon:
ms que animal racional, es el viviente que habla.
Pero, por qu algo que no era problema pasa a ser visto como problema?
98
da lugar a las redes conversacionales. Sobre ellos nos detendremos ms
adelante en el escrito.
Les permite juntas encontrar caminos alternativos de vida que, vistos desde
el diagnstico depresin, slo llevaban a la paciente a seguir sintindose
mal. Indudablemente, al comprender de otra manera su proyecto, cambia su
temple emocional, su interpretacin, y la forma de hablar de lo que le
ocurri. Logra entender que debe buscar caminos alternativos de vida que,
vistos desde el diagnstico depresin, slo la llevaban a seguir sintindose
mal, y a buscar las causas de su malestar en el pasado.
Captulo V: El lenguaje
101
permitido adicionalmente el reclutamiento de determinadas regiones (como
el rea de Broca) para el lenguaje, bien facilitando la emergencia de la
sintaxis u optimizando el procesamiento fonolgico y/o la memoria de
trabajo verbal, bien transfiriendo a dichas regiones el control de la
articulacin, sentando, en definitiva, las bases para la aparicin del lenguaje
hablado en el hombreNote419. . Lo expuesto permite inferir que el lenguaje ha
sido ocupacin de la mayora de las disciplinas que estudian lo humano
102
Heidegger y Ortega y, aunque parezca extrao a primera vista, al
pensamiento del bilogo chileno Humberto Maturana.
103
Los seres humanos existiendo en el lenguaje
Los seres humanos somos lo que somos en el lenguaje, slo nosotros los
humanos vivimos en el lenguajeNote428. , y es desde el lenguaje que
reflexionamos sobre lo que nos pasa en la vida. Cuando reflexionamos
sobre el lenguaje inevitablemente estamos ya en l. Ello no es trivial en
tanto cada uno de nosotros carga con toda una trama relacional, dentro de
la cual nuestro modo de pensar, hablar y actuar tiene su sentidoNote429. .
Siempre estamos con otros conversando e inevitablemente formamos parte
de una dinmica sistmicaNote430. . Como seres humanos nos gusta estar
con otros y conversar. Sentimos placer reza el bilogoen la compaa
de otro; nos gustan las conversaciones y actividades comunes, y por eso en
nuestra vida cotidiana siempre volvemos a esas formas agradables de
convivenciaNote431. . La convivencia se da entre las personas gracias al
lenguaje, pero muchas veces se confunden dos conceptos que es necesario
mantener separados. Se refiere a la biologa y al mbito de lo relacional,
que podra ser interpretado como lo psicolgico. Escuchemos lo que
sostiene: lo cerrado del sistema nervioso y el hecho que nos pongamos de
acuerdo no se contradicen para nadaNote432. , en tanto uno tiene que ver con
el dominio biolgico y el operar interno del sistema nervioso, y el otro con lo
que pasa en el dominio relacional, en la interaccin con otros, en el convivir,
es decir en el dominio psicolgico.
104
emocionar. Ello en tanto el conversar es, para el bilogo, el
entrelazamiento de las coordinaciones de acciones conductuales que se
entrelazan con el emocionarNote434. . No hay que olvidar, dice Maturana, que
las emociones estn en la base de cualquier accin, son el fundamento de
la actividad. En ellas se expresa la figura relacional en que opera una
personaNote435. . Indudablemente, esta aseveracin recuerda la filosofa
heideggeriana y la aperturidad que emerge desde el temple de nimo.
105
circunscriben al pensar en el lenguaje. Escuchmoslo en palabras del
pensador: Todo decir es deficiente esto es, nunca logramos decir
plenamente lo que nos proponemos decirNote440. . El lector habr tenido la
experiencia de haber sido mal entendido y, quizs, se habr visto en la
obligacin de aclarar una aseveracin. Tal vez, sealando que no es eso lo
que quise decir.
Por otra parte, el compartir una cierto idioma nos lleva a pensar que las
palabras dicen lo mismo para distintas personas, y muchas veces damos
por supuesto que el otro entiende cabalmente lo que se le dijo. A nadie se
le ocurre decir lo que presume que ya sabe el otroNote442. , afirma Ortega.
As, en el decir aparece implcita una serie de postulados que se suponen
sabidos por quien escucha, y que por ello se callan. Indudablemente, el
hablar con alguien slo es posible si se da por entendido que existe entre
ambos hablantes una serie de hechos y situaciones que son comunes. De
lo contrario, la comunicacin no podra establecerse. Como ejemplo,
podemos traer a la mano el hecho de que a nadie, que no viva entre las
nieves o los hielos, se le ocurre discutir vivamente sobre el color blanco; sin
embargo, sabemos que para los esquimales el blanco tiene una inmensa
gradiente de tonalidades que nosotros no percibimos.
Sostiene Ortega que decir algo implica innumerables otras cosas que se
subdicenNote443. . Eso que queda subdicho son situaciones o hechos que se
dan por subentendidos. Si bien esto facilita la comunicacin
proporcionndole una gran agilidad, tambin la entorpece, en tanto esos
supuestos que damos por subentendidos, no nos constan y, sin
embargo, actuamos como si fuera as, como que fueran evidentes por s
mismos.
106
Por otra parte, si el que dice algo, esperando ser entendido, y el que
escucha son, como plantea Ortega, contemporneos, existir entre ambos,
con mxima probabilidad, coincidencia en esos radicales supuestos sobre
los cuales o en los cuales viven, se mueven y son. Por eso entre
contemporneos es posible, sin ms, una relativa comprensinNote444. . Si
bien la palabra relativa no aparece subrayada, creo que amerita destacarse,
en tanto, por lo general, entre congneres no siempre la comprensin
aparece unvoca. Por otra parte, puede que no se trate de contemporneos,
y en ese caso la comprensin se complejiza an ms. En esos casos no
queda otra cosa que tratar de entender lo que el otro dice en el contexto
pretrito en el que lo dijo. No queda ms que remitirnos a la historia y a lo
que pasaba entonces, cuando lo dicho fue dicho. Ortega escribe que la
historia no se propone ms que entender al antepasado como l mismo se
entendi, pero resulta que no puede lograr esto si no descubre los ltimos
supuestos desde los cuales el antepasado vivi y en que, de puro serle
evidentes, no poda reparar. Por tanto, para entenderlo como l se entendi,
no hay ms remedio que entenderlo mejorNote445. .
La comprensin epocal
Por ello tenemos que hacernos cargo de nuestra manera de entender, que
es la manera de entender de nuestra era (ms precisamente, de nuestra
generacin). Volviendo a Ortega, podemos decir que el lenguaje es
entendido a la luz de la comprensin que nuestro mundo actual nos impone.
La palabra dicha no tiene una significacin objetiva, sino que, como sostiene
el pensador espaol, su significacin autntica es siempre ocasional Note449.
. Depende del contexto en que estn quienes hablan y quienes escuchan.
Es la bipolaridad referencial de quien profiere la palabra y de quien la oye la
que confiere sentido o realidad a esa palabra. El lenguaje autntico y la
palabra real no son los del diccionario. Escuchemos al filsofo: el
vocabulario, el diccionario, es todo lo contrario del lenguaje y que las
palabras no son palabras sino cuando son dichas por alguien a alguien.
Slo as, funcionando como concreta accin, como accin viviente de un ser
humano sobre otro ser humano, tiene realidad verbal. Y como los hombres
entre quienes las palabras se cruzan son vidas humanas y toda vida se
halla en todo instante en una determinada circunstancia o situacin, es
evidente que la realidad palabra es inseparable de quien la dice, de a
quin va dicha y de la situacin en que esto aconteceNote450. . La reflexin
general sobre el lenguaje contenida en el texto anteriormente citado, que
relaciona palabra y accin as como palabra y circunstancia humana,
permite adentrarnos en la comprensin filosfica del lenguaje de Ortega, y
relacionarla con la pragmtica de la comunicacin humana planteada por
Watzlawick, Beavin y Jackson.
108
habla, es comunicacinNote451. , y toda comunicacin, [] afecta a la
conductaNote452. . No existe, dicen los terapeutas, algo que no sea
comunicacin, en tanto no hay no-conductaNote453. . En otras palabras, en la
interaccin humana, en la medida que las personas interactan, es
imposible no comunicar. Esta afirmacin lleva al primer axioma de la
comunicacin humana que reza la imposibilidad de no comunicar Note454. .
La ausencia de palabras no implica la no comunicacin, en tanto toda
conducta es comunicacin. Los autores citados escriben al respecto:
actividad o inactividad, palabra o silencio, tienen siempre valor de mensaje:
influyen sobre los dems, quienes, a su vez, no pueden dejar de responder
a tales comunicaciones y, por ende, tambin comunicanNote455. .
109
La pragmtica de la comunicacin
110
Las relaciones disfuncionales por lo general se caracterizan por una
constante lucha acerca de la naturaleza de la relacin, dejando en segundo
lugar el aspecto de contenido. As, lemoslo en palabras de los autores
citados: toda comunicacin tiene un aspecto de contenido y un aspecto
relacional tales que el segundo clasifica al primero y es, por ende, una
metacomunicacinNote464. . Se entiende en este sentido metacomunicacin
como una comunicacin que, en palabras de los autores, es aquella
comunicacin que no es parte de la comunicacin, sino que refiere a
ellaNote465. . Un te quiero dicho en el contexto de una relacin de personas
enfrentadas, no es lo mismo que en el contexto de una situacin amorosa.
Por otra parte, los intercambios de mensajes entre personas que se estn
comunicando requieren aceptar que los seres humanos entienden de
distinta manera los intercambios comunicacionales. Aun cuando se haya
vivido en apariencia el mismo episodio, la forma de interpretar es distinta
por parte de los participantes de una proceso interaccional. Dichas
interpretaciones no pueden ser catalogadas de buenas o malas, justas o
injustas, sino simplemente de distintas. El problema surge cuando se da por
supuesto de que existe acuerdo en la forma de puntuar un acontecimiento,
dado que ambos estuvieron presentes en el proceso comunicativo; no es
raro, en efecto, encontrar discrepancias en la forma como cada quien
punta. Los autores recurren a un ejemplo ilustrador de una pareja en la
que l dice me retraigo porque me regaas, y ella afirma: te regao porque
te retraesNote466. . Cul de los dos comportamientos viene primero? Ello es
difcil de rastrear y no permite una manera unvoca de interpretacin. Cul
es la pauta que conecta esta secuencia? Recordando a Bateson, es posible
decir con l que hemos sido adiestrados a pensar en las pautas (a
excepcin de la msica) como cosas fijasNote467. . No obstante, las
distinciones de los fenmenos comunicacionales no son nunca fijos, ni
estables. En el caso del ejemplo, la pauta que conecta la diferencia entre el
comportamiento de quien se retrae y quien regaa, requiere una mirada
metacomunicativa.
113
participantes tienen el mismo grado de responsabilidad en la relacin, los
mismos derechos y obligaciones respecto a la interaccin relacin. Son
relaciones basadas en la igualdad. Por ejemplo las relaciones de hermanos,
compaeros de trabajo, amigos, entre otras. En el proceso comunicacional
tienden a igualar especficamente su conducta recprocaNote479. . En el caso
de la comunicacin complementaria la conducta de uno de los participantes
complementa la del otro, constituyendo un tipo distinto de relacin que
recibe el nombre de complementariaNote480. . En este tipo de interaccin los
interactuantes intercambian comportamiento basados en la diferencia. Cada
uno tiene diferente grado de responsabilidad en la relacin, y sus derechos
y obligaciones tambin son distintos. En este tipo de relacin se tiende a
distinguir a un participante en posicin superior y al otro en una posicin
inferior. Esta distincin no es del todo correcta, ya que la conducta de
ambos constituye un todo complementario, en el cual la conducta de uno
permite y facilita la conducta del otro y viceversa. Si bien son relaciones
basadas en la diferencia, estn tambin determinadas por la
complementariedad. Por ejemplo las relaciones jefe/empleado, padres/hijos,
mdico/paciente, alumno/profesor.
114
escribir, los tiles para coser, los tiles para trabajar [herramientas], los
tiles para viajar [vehculos], los tiles para medir. [] Un til no es, en
rigor, jamsNote481. . Los prgmata siempre refieren al Dasein fctico, en la
terminologa de Heidegger, y a la vida humana concreta, en la de Ortega.
Las creencias son distintas de las ideas, las que pueden ser pasajeras, en
tanto en ellas se piensa y el pensar es accin, es movimiento, y, por ello,
pueden cambiar. La creencia no es, sin ms, la idea que se piensa, sino
aquella en que adems se creeNote485. , nos dice nuestro pensador.
115
El hecho de que las creencias se estructuren y tengan una jerarqua,
permite descubrir su orden secreto y, por tanto, entender la vida propia y la
ajena, la de hoy y la de otro tiempoNote487. . Las creencias de cada persona,
no son dismiles a las del resto de los hombres que comparten una
generacin. En relacin a ello, oigamos lo que dice Ortega: una generacin
no es un puado de hombres egregios, ni simplemente una masa: es como
un cuerpo social ntegro, con su minora selecta y su muchedumbre, que ha
sido lanzado sobre el mbito de la existencia con una trayectoria vital
determinada. La generacin, compromiso dinmico entre masa e individuo,
es el concepto ms importante de la historia y, por decirlo as, el gozne
sobre que sta ejecuta sus movimientosNote488. . Cada generacin tiene una
forma de entender el mundo; esa forma de entender el mundo es colectiva;
es lo que Ortega llama una fe social. Esta fe social puede coincidir o no con
la que tal o cual individuo siente. Lo decisivo en este asunto es que,
cualquiera sea la creencia de cada uno de nosotros, encontramos ante
nosotros constituida, establecida colectivamente, una visin social, en suma
un estado de feNote489. .
116
su vida debera ser como la del resto de sus congneres y muchas veces el
sufrimiento por el que consulta no es ms que el sufrimiento por no lograr
sentir como cree que debiera, hacer como cree que debiera, es decir, vivir la
vida como lo impone su sistema de creencias, creencias generacionales.
Los usos tienen ciertas caractersticas que vale la pena sealar, en especial
en los casos extremos.
117
3. Los encontramos como formas de conducta, que son a la vez presiones,
fuera de nuestra persona y de otra persona, porque actan sobre el prjimo
lo mismo que sobre nosotrosNote502. . En ese sentido son impersonales.
Lo interesante del hecho es que al seguir los usos nos comportamos como
autmatas, vivimos a cuenta de la sociedad o colectividadNote503. , dejamos
de actuar libremente y actuamos como se debe.
Una de las cosas con las que debemos vivir es con la idea de aceptar que
se hable de problemas de salud mental. No obstante, nos olvidamos que
para hablar de salud mental alguien debi definirla como tal, y ello en un
contexto que acepta esa definicin como una definicin vlida.
118
Pero, bien vale la pena recomendar la pelcula Psiquiatra: industria de la
muerte, que aunque tiene mucho de un periodismo de denuncia, da una
idea de cmo surge y trabaja esta disciplina.
121
segn sea su postura terica, de acuerdo con el artculo que Cornejo
bautiz Las Dos Culturas de/en la Psicologa, citado con anterioridad. Pero,
tambin recurre a la experiencia de la vida y, en algunos casos, al
pensamiento religioso, a la mitologa e inclusive a la magia. Leamos lo que
escriben Vivino Barbara; Thompson Barbara; Hille Clara y Ladany Nicholas
en el ao 2009: Los clientes por lo general buscan psicoterapia para aliviar
su sufrimiento, y esperan que los terapeutas logren compasin por ellos.
[] El desarrollo de la compasin es un tema tratado por la mayora de las
religiones, incluyendo el Cristianismo, el Judasmo, el Islamismo, el
Hinduismo, el Budismo y el JainismoNote518. . En cuanto tchne arte o
tcnica, la psicoterapia recurre a una serie de modos de pensar (y
actuar), y no slo a las ciencias ni, dentro de ellas, slo a la psicologa,
o a la hermenutica comprensiva. Tambin recurre a otros modos de
habrselas con el contorno, usando una expresin de Ortega.
122
ha de llegar, porque los griegos no tenan calendas]. Freud tuvo la osada
de querer curar, cualquiera que fuese la castidad lgica de los
procedimientos. Para ello se resolvi a tomar en serio el carcter de
mentales y no somticos, que se atribuye a ciertos trastornos. Pens que
la psique, como tal, poda hallarse valetudinaria, sufrir heridas psquicas,
padecer como heridas espirituales, a que slo poda aplicarse una ciruga
psicolgicaNote521. . Siguiendo con la comparacin, podemos decir que la
psicoterapia acta de una manera semejante respecto a la psicologa, sea
cientfica o fenomenolgico-comprensiva: recurre a ella, pero no queda
encerrada en su mbito, relativamente estrecho cuando de lo que se trata
es de mantener o recuperar el bienestar psquico de una persona.
123
El tlos determina la eleccin de la cuarta causa, que tambin hay que
tomar de una manera distinta a la acostumbrada. El orfebre no es la cuarta
causa porque l obrando efecte la copa dispuesta para el sacrificio como
efecto de un hacer, como causa efficiens. La teora de Aristteles advierte
Heidegger, no conoci causa designada con esa palabra, ni us un
nombre griego que le correspondiera. El orfebre aade,
sobreponindose, rene a los otros modos citados del ser-responsable-de.
Sobreponer se dice en griego lgein, lgos. ste reposa en el
apophinesthai, en el traer a aparecer. El orfebre es co-responsable como
aqul desde quien el pro-ducir y el descansar en s de la copa, toma y
obtiene su primer surgirNote525. . Tendramos que hablar de causa lgica en
vez de causa eficienteNote526. . La expresin causa lgica debera ser
entendida de una manera inslita: se trata de una causa reunidora (y no
racional, ya que en este contexto lgos significa reunin y no razn). Al
reunir las otras tres causas, el copero trae a aparecer por vez primera la
copa, la pro-duce en el sentido de que a partir de su reunir surge por vez
primera la copa. El pro-ducir el traer-ah-delante, es un traer a aparecer,
un permitir un primer surgir.
124
Si la psicoterapia es una tcnica se habla de tcnicas psicoteraputicas
, entonces en ella imperara la causalidad, sera un modo del pro-ducir
(poesis) del traer-ah-delante, sera un modo de la altheia. Podemos
proyectar lo que dice Heidegger acerca de ello sobre la psicoterapia? No s
si podamos hacerlo punto por punto. Me parece que en algunos aspectos, al
menos, tal proyeccin es posible.
125
ah-delante, as tambin los psicoterapeutas y los que recomiendan o
supervisan las psicoterapias y a los psicoterapeutas deben tener un
conocimiento del tlos correspondiente; en este caso, el mbito del
bienestar psquico (y, por ende, el del malestar psquico). Tal mbito as
como el de la consagracin y de la ofrendaNote532. , no es fcilmente
abarcable, de tal manera que se tenga vista y se entienda de l. Exigira,
entre otras cosas, un saber de la estructura de la vida humana (Ortega) y de
la insercin del Dasein en el ser (Heidegger), o un saber equivalente.
127
investigacinNote541. , desde el punto de vista de considerarla un proceso
nico ello no sera posible. Tal vez slo seran posibles estrategias de
investigacin que utilizaran un caso nico, como el ejemplo que publican
Elliott, Partyka, Alperin, Dobrenski, Wagner, Messer, Watson y Castonguay
que intitulan An Adjudicated hermeneutic single-case efficacy design study
of experimental therapy for panic/phobiaNote542. . En dicho artculo explicitan
los pasos seguidos en una psicoterapia exitosa realizada a una mujer
europea de 61 aos de edad, y sostienen que la utilidad de publicar este
artculo radica en el hecho de que este tipo de investigacin muestra un
mtodo teraputico novedoso en el que se respeta la unicidad del proceso
teraputico. Su valor heurstico es que este proceso puede ser replicado.
Algo similar fue utilizado por la autora de este trabajo en el artculo,
publicado en 1981, Anorexia nerviosa: Modificacin conductual utilizando
un diseo de caso nicoNote543. , en el que explicita las ventajas de utilizar
casos nicos para investigar en psicoterapia. La metodologa propuesta por
Hersen M. y Barlow D.Note544. sugiere realizar estudios sobre casos nicos
como una alternativa para quienes insisten en investigar en Psicoterapia. Si
bien ambas investigaciones fueron realizadas a la luz de teoras que se
desprenden de la psicoterapia cientfica que entienden lo humano como
fenmeno natural, dan luces hacia donde sera posible dirigir la mirada si
se insiste en la necesidad de realizar investigacin.
128
La forma particular de significar los acontecimientos depende, en gran
medida, del sistema u organizacin de significados que fueron adquiriendo
el consultante y el terapeuta a lo largo de la vida, en el convivir con otros, en
los espacios de encuentros y desencuentros que tuvieron o tienen con
otros. Por tanto, siempre contempla personajes particulares y concretos en
situaciones especficas. No es posible establecer generalizaciones
absolutas. El objetivo de la terapia es que los cambios en las
significaciones, en la comprensin del mundo, en la interpretacin de las
frases y palabras que emergen en el proceso teraputico se traduzcan
luego en acciones que tengan consecuencias en el paciente y en su entorno
social. Sin desconocer que muchas veces tiene consecuencias en el
terapeuta tambin.
Un nivel epistemolgico: este nivel tiene que ver con las explicaciones o
ideas del observador acerca de cmo operan o funciona la realidad. La
pregunta es si el terapeuta es una agente activo en la construccin de la
realidad del paciente o si el terapeuta slo tiene un rol pasivo y de
observador en lo que le pasa al paciente. Es decir, si el terapeuta se hace o
no cargo de las operaciones de distincin que realiza al atender a un
paciente. Este nivel de anlisis es, siguiendo el pensamiento de Bateson, el
que lleva a preguntarse cmo es que los seres humanos seres humanos
conocen, piensan y deciden sobre el mundo? Son meros receptores
pasivos de la realidad o la construyen (Jutoran, S., 1994).
Un nivel de paradigma: este nivel tiene que ver con los principios o ideas
centrales que llevan a decir cul es la unidad de anlisis con la que se va a
trabajar? El paciente como un individuo aislado, conductas aisladas, un
sistema familiar, un sistema de significados, etc.
129
Unnivel de modelo intermedio: en este nivel se establece o intenta
establecer las conexiones entre los distintos elementos que configuran el
nivel terico, relacionndolo con su aplicacin a la realidad; en otras
palabras, se describe o explica cmo operar en concreto con personas
concretas.
130
bien el lenguaje ha mostrado su raz en la estructura existencial del Dasein
que es el discurso o habla, de la que se habl anteriormente, es posible
decir tambin que el modo mundano de exteriorizar el discurso es el
lenguaje.
Los problemas del mundo, especficamente los que tienen directa relacin
con lo humano, no se muestran perfectamente definidos ni aceptan, por lo
general, que se les apliquen tcnicas sustentadas en mtodos
predeterminados. Tienden, como sostiene Schhn, por el contrario, a
presentarse como situaciones confusas, indeterminadas y
problemticas Note559.
, a las que no es posible aplicar tcnicas establecidas
a priori, sino que requieren un acercamiento distinto y creativo de lo que se
est comprendiendo como problema, acercamiento que tiene que estar
enmarcado en el aqu y el ahora.
133
Se pregunta Heidegger qu es una obra de arte? No contesta con una
definicin que cierre el camino de la reflexin, sino que lo hace presentando
una obra de arte. Muestra cmo para poder encontrar la naturaleza de la
obra de arte es necesario acercarse a ella pensando en aquello que
verdaderamente reina en la obra, buscaremos la obra efectiva y le
preguntaremos qu es y cmo esNote563. .
Dado que en la obra de arte se hace patente el ser cosa de sta, el autor
hace transitar al lector por tres respuestas tradicionales de cmo se ha
entendido cosa en la tradicin filosfica. A saber: 1. Cosa como aquello en
torno a lo cual se renen las propiedades, es decir, la cosa como portadora
de atributos. 2. Cosa como el conjunto de aquello que se puede percibir
por los sentidos. 3. Cosa como la sntesis de materia y forma, es decir, la
cosa como materia conformada.
Si bien es cierto que la obra de arte es una materia conformada, con dicha
definicin no queda resuelto el asunto de qu es lo esencial de una obra de
134
arte. No se da respuesta a la pregunta por su esencia, lo que la hace tan
distinta de otras cosas que circundan nuestro mundo cotidiano.
Por ello insiste nuestro pensador que la nica forma de entrar a entender la
obra de arte es abrindose a su particularidad (elijo esta palabra en vez de
esencia a objeto de no confundirse con substancialidad) y entrando a ella a
travs de una metodologa de comprensin distinta a la de la lgica formal;
me refiero a la metodologa hermenuticaNote568. . Al proponer el mtodo
hermenutico como forma de entender la obra de arte, queda invalidado
para este caso el mtodo tradicional de comprensin, especialmente el
mtodo de la lgica formal.
136
poeta nunca puede escapar a la relacin, slo participando en la relacin
existe como poetaNote576. . Para el construccionismo social es indispensable
hacerse cargo de que el lenguaje, incluso el potico, slo adquiere sentido
en la actividad relacional.
Tanto la alegora como el smbolo muestran que algo tiene relacin con otro
algo. Dice el pensador de Friburgo: La alegora y el smbolo nos
proporcionan el marco dentro del que se mueve desde hace tiempo la
caracterizacin de la obra de arte. Pero ese algo de la obra que nos revela
otro asunto, ese algo aadido, es el carcter de cosa de la obra de
arteNote579. . Hago una comparacin de distinto signo al smil anterior,
entre ese pensamiento y la idea de diagnstico. Al mostrar la obra de arte
como algo referido a otro algo, como cosa similar, se permitira concluir, a
mis ojos, que la obra de arte se hace emerger como cosa, objeto de
representacin. En el caso del diagnstico como requisito para hacer terapia
sucedera algo parecido: surgira la cosa susceptible de objetivar, el objeto;
surgira la cosa-objeto que permite ser sometida al anlisis de la ratio y, con
ello, descomponerla en elementos analizablesNote580. .
137
posible encontrar la crtica que hace Heidegger a la proposicin magna
elaborada por Leibniz.
139
ser ante toda explicacin ideal, causal, trascendental y dialctica del
enteNote587. . Lo que acontece en una obra de arte es el acontecimiento del
ser, que no permite ser entendido como un ente objetivamente
representableNote588. . Haciendo un paralelo con lo dicho por Heidegger, yo
dira que lo que acontece en la psicoterapia es un acontecimiento nico, en
el que ocurre el encuentro de a lo menos dos Dasein. El acontecimiento
psicoteraputico tampoco permite esas explicaciones enumeradas por el
filsofo, ni es representable objetivamente.
140
Sostiene Oyarzn: partiendo de la complejidad de nuestras experiencias, el
arte construye el mundo cambiando nuestra relacin con l, y
ensendonos de esa manera que el mundo es mucho menos slido y
constante de lo que podra parecemos de buenas a primeras. De un modo
que suena a paradoja, instalando en el mundo una cosa nueva, cerrada
sobre s misma la obra, que se agrega a las que ya lo colman,
transforma a veces de manera radical nuestra experiencia de todas las
dems cosas, del mundo mismo. Lo hace, en la medida en que nos susurra,
sin imponrnosla, una pregunta por aquella complejidad, y nos invita a jugar
el juego de hacer apuestas de sentido a propsito de ellaNote591. .
141
inserta en un mundo histrico, que no es en sentido estricto el nuestro. El
templo griego en ruinas que hoy visitamos lo hice en febrero de 2009,
pensando en esta tesis, acompaados de turistas que consumen Coca-
Cola, no es el mismo templo del mundo griego. Nosotros lo podemos
desocultar y descubrir su belleza y, tal vez, podamos imaginar cmo pudo
ser la vida entonces, pero lo hacemos desde nuestro mundo, que nunca es
el mismo que fue para ellos. En psicoterapia, el acto de hacer terapia es
nico; lo que ocurre despus es una experiencia diferente, es un contar o
explicar lo que pas. Pero nunca es lo mismo.
El nico mbito donde la obra de arte cobra sentido es aqul que se abre
gracias a ella, porque el ser-obra de la obra se hace presente en dicha
apertura y slo allNote594. . En el mundo del Dasein que lo est
experienciando o, haciendo una proyeccin hacia la psicoterapia, se tratara
del mundo del terapeuta y el paciente que estn en el proceso teraputico.
142
emergiendo, co-surgiendoNote597. . Agreguemos: en y desde un contexto
determinado. En el caso de la psicoterapia, entre el terapeuta y el paciente.
Para que el Dasein pueda darse cuenta que est siendo impropio, deber
desde l mismo ser llamado a la propiedad. Nunca desde otro, por experto
que sea. No puede dice Heidegger, la propiedad del s mismo serle
nticamente impuesta ni inventada ontolgicamenteNote606. . Slo el mismo
Dasein es llamado desde el ser a su propiedad. Dice el pensador de
Friburgo que el testimonio de un poder-ser propio lo da la conciencia
moralNote607. . En alemn, das Gewissen. Das Gewissen: si bien ha sido
traducida por conciencia moral, no es precisamente de moral de lo que est
hablando Heidegger. No se trata de mores o costumbres, sino que, al igual
que la muerte as de perentorio, se trata de un fenmeno que a todo
Dasein le pasa. Lo que pasa es un querer tener conciencia, un querer
escuchar el llamado de la conciencia. Esa posibilidad existentiva que es el
querer-tener-conciencia, tiende, por su sentido de ser, a determinarse
existentivamente por medio del estar vuelto a la muerteNote608. . Ello no lo
pretende ni lo logra un terapeuta como tal.
144
La desazn surge de la angustia. La angustia, no como una angustia
psicolgica, sino como modo especial de la disposicin afectiva. Este
temple anmico no emerge frente al ente intramundano concreto que se
tiene delante, sino que surge como un temple de nimo que invade al
Dasein frente a algo indeterminado, no visible, sin palabras. Escuchemos al
pensador de Friburgo: el ante-qu de la angustia se caracteriza por el
hecho de que lo amenazante no est en ninguna parte. La angustia no
sabe qu es aquello ante lo que se angustia. [...] Por consiguiente, lo
amenazante no puede tampoco acercarse desde una cierta direccin dentro
de la cercana; ya est en el Ah. [...] El ante-qu de la angustia es el
mundo en cuanto tal [...], aquello ante lo cual la angustia se angustia es el
estar-en-el-mundomismoNote611. . Pero en un mundo que ya no tiene sentido
para el Dasein fctico en el aqu y ahora. Nada especfico ha pasado, slo
que la vida como se ha estado viviendo ya no se siente como antes, se ha
desnudado de sentido. El angustiarse abre al Dasein frente a s mismo, lo
vuelve hacia su poder-ser ms propio. Escribe Heidegger: la angustia asla
al Dasein en su ms propio estar-en-el-mundo, que, en cuanto comprensor,
se proyecta esencialmente en posibilidades. Con el por del angustiarse la
angustia abre, pues, al Dasein comoser-posible, vale decir, como aquello
que l puede ser nicamente desde s mismo. [] Revela su ser libre para
la libertad de escogerse y tomarse a s mismo entre manos. La angustia
lleva al Dasein ante su ser libre paraNote612. , ante su poder escoger el ser
en propiedad. Esa posibilidad que siempre tuvo, slo se le hace patente
cuando emerge este tipo de angustia.
145
desazonaNote616. . Emerge sin previo aviso, en situaciones imprevistas y no
es producto de la voluntad. Es un llamado del ser.
Al igual que toda disposicin afectiva, la angustia permite siempre abrir los
tres momentos estructurales del estar-en-el-mundo (mundo, estar-en, s-
mismo); no obstante, dice Heidegger, slo en la angustia se da la
posibilidad de una apertura privilegiada, porque ella asla. Este aislamiento
recobra al Dasein sacndolo de su cada, y le revela la propiedad e
impropiedad como posibilidades de su ser. Estas posibilidades
fundamentales del Dasein, Dasein que es cada vez el mo*, se muestran en
la angustia tales como son en s mismas, no desfiguradas por el ente
intramundano al que el Dasein inmediata y regularmente se aferraNote618. .
Por tanto, es posible decir que para poder ser autntico es necesario que el
Dasein asuma la angustia, propia de la vida, producto del ser-en-el-mundo.
Esta angustia, que podra distinguirse como existencial, a modo de
desazn, es el temple de nimo inherente a la conciencia moral (Gewissen)
que llama al Dasein a su ser-ms-propio. El Dasein requiere or este
llamado que lo interpela para que salga de su estar cado en el ser-uno-
mismo y transite hacia su ser-s-mismo. Quisiramos insistir en que no se
trata de una angustia psicolgica o patolgica, sino de una angustia
metafsica. Ese llamado no puede venir desde fuera; as, pues, no puede el
terapeuta llamar al paciente a su ser-en-propiedad. Es el Dasein quien debe
asumir la angustia, la desazn y escuchar el llamado de la conciencia moral.
146
y que estas sean aclaradas como fenmenos constitutivos, en tanto forman
parte de la constitucin de ser de este ente, que es el Dasein. Por ello
sostiene: el anlisis ontolgico de la conciencia as entendido es previo a
una descripcin psicolgica de las vivencias de la conciencia moralNote620. o
de su clasificacin. Al mostrarnos ese movimiento, Heidegger no se est
refiriendo a una interpretacin teolgica de la concienciaque la concebira
como un llamado de Dios, sino a un llamado del Dasein que va dirigido al
Dasein mismo. La conciencia en cuanto fenmeno del Dasein, no es un
hecho que ocasionalmente ocurra y que de vez en cuando se haga
presente, sino que slo es en el modo de ser del Dasein, y siempre se
acusa como factum tan slo en y con la existencia fctica. La exigencia de
una prueba emprica inductiva de la efectividad del hecho de la
conciencia y de la autoridad de su voz, reposa en una tergiversacin
ontolgica del fenmenoNote621. . La conciencia como factum no se deja
someter a pruebas empricas. La conciencia, ontolgicamente entendida,
llama, da a entender algo, algo que slo es comprensible para el Dasein
desde el Dasein mismo. Nunca desde fuera de ste. No es posible un
afuera, en tanto siendo el Dasein es su ah, y, en el ah no es dentro ni
fuera, sino ambos al mismo tiempo y ninguno unilateralmente.
147
La llamada carece de toda expresin verbal. No se manifiesta en palabras;
no obstante, con ello no se quiere decir que es crptica, oscura o
indeterminada. La conciencia habla nica y constantemente en la
modalidad del silencio. Con esto no slo no pierde nada de su
perceptibilidad, sino que fuerza al Dasein interpelado e intimado a guardar
silencio sobre s mismo. La ausencia de una formulacin verbal de lo dicho
en la llamada no relega a este fenmeno a lo indeterminado de una voz
misteriosa, sino que slo indica que la comprensin de lo dicho en la
llamada no debe aferrarse a la expectativa de una comunicacin, o de
cosas semejantesNote626. .
Un acercamiento narrativo
148
una tcnica teraputica ligada a una concepcin declarada de lo que se
entiende por ser humano.
149
pueden ser ayudados por el terapeuta para reinterpretar la historia o
reescribir el prximo captulo de sus vidas de una manera ms
optimistaNote635. .
Shona Russell, terapeuta del mencionado centro, sostiene que una de las
consideraciones clave que introdujo en su trabajo White y Epston fue
considerar de qu manera las historias moldean las identidades de las
personas. Esto llev a la exploracin de lo que construye una historia. Hay
cuatro elementos que intervienen en el desarrollo de una historia. Una
historia se compone del relato de: i) eventos, ii) en una secuencia iii) a lo
largo del tiempo iv) organizado de acuerdo a una trama o temaNote640. . Es el
dolor o molestia que surge en medio de esa trama argumentativa aquello
con lo que llega la persona a terapia.
Por otra parte Bertrando, afirma que la terapia narrativa no puede separarse
de la postmodenidad y de las voces diferentes de los protagonistas del
mundo social, y dice: La terapia narrativa se vuelve as por algunos aos, la
frontera de la terapia familiarNote648. . Los terapeutas narrativos, en general,
ven la terapia como una colaboracin mutua entre cliente y terapeuta, y
empieza a ser incluida en el contexto de la terapia Construccionista Social.
Ello, en tanto para hablar de narrativa se requieren versiones consensuadas
de la realidad, producto de la interaccin y negociacin interpersonal con
152
otros, por lo que el significado no sera producto de la mente, sino que sera
creado y slo posible en el contexto del discurso que lo sustenta (Gergen,
1985).
155
decir, vivir consiste, precisamente en vrselas con el contorno o la
circunstancia. El proyecto vital, en otros trminos, no es sino lo que cada
cual nombra cuando dice a toda ahora: YoNote663. .
156
creenciasNote668. de la generacin a la que le toc pertenecer y que, de una
u otra manera, le impone. Vale la pena citar a Taylor, quien sostiene que es
necesario tomar en cuenta un rasgo decisivo de la conducta humana; se
refiere a su carcter fundamentalmente dialgico. Nos transformamos en
agentes humanos plenos, capaces de comprendernos a nosotros mismos y
por tanto de definir nuestra identidad por medio de nuestra adquisicin de
enriquecedores lenguajes humanos para expresarnosNote669. . Y Taylor
contina diciendo: deseo valerme del trmino lenguaje en su sentido ms
flexible, que no slo abarca las palabras que pronunciamos sino tambin
otros modos de expresin con los cuales nos definimos, y entre los que se
incluyen los lenguajes del arte, del gesto, del amor y similares. Pero
aprendemos esos modos de expresin mediante nuestro intercambio con
los demsNote670. . Es con otros con quienes nos vamos encontrando o
desencontrando y definindonos, as como aprendiendo a comportarnos,
segn las exigencias contextuales.
157
personasNote676. , las que indudablemente comparten sus creencias
histricas.
Lo conversacional
158
Harlene Anderson seala: mi rol como terapeuta es participar, junto con el
cliente, en un relato lingstico hecho en primera persona sobre los eventos
y vivencias importantes en su vidaNote682. , y conversar con l o ella de eso.
Leamos lo que escribe: en terapia, un problema es un asunto a tratar en un
discurso. Un problema y el significado que le atribuimos no son sino
realidades creadas socialmente y sostenidas por conductas mutuamente
coordinadas en el lenguajeNote683. .
El proyecto en cuya realizacin consiste nuestra vida nos impone tener que
tomar decisiones. El hombre, dice Ortega, es la nica realidad, la cual no
consiste solamente en ser, sino tiene que elegir su propio serNote688. . No
obstante, hemos visto que no se trata de que tengamos libertad frente a la
libertad misma, de tal manera que ser libre o no sera algo sujeto al libre
arbitrio de cada uno. Se nos est planteando que la libertad es una
dimensin ontolgica del ser humano. En las grandes decisiones en el que
el ente que es cada uno se manifiesta, se est manifestando su ser. Pero no
estamos hablando de un ser en tanto esencia fija, sino de un ser en accin,
cambiante.
El vivir humano es tener que hacerse la vida, por lo que vivir es acontecer.
Por esa razn he dicho muy formalmente y no como simple metfora que la
vida es drama el carcter de su realidad no es como el de esta mesa,
cuyo ser consiste no ms en estar ah, sino en tener que rsela cada cual
haciendo por s, instante tras instante, en perpetua tensin de angustias y
alborozos, sin que nunca tenga plena seguridad sobre s misma. [] El
drama pasa, acontece; se entiende, es un pasarle algo a alguien, es lo que
159
acontece al protagonista mientras le acontece [...] Al decir que la vida es
drama, solemos malentenderlo interpretndolo como si se tratase de que
viviendo nos suelen acontecer dramas, algunas veces, o bien que vivir es
acontecerle a uno muchas cosas por ejemplo dolerle a uno las muelas.[...]
Pero eso significara que en la vida acontecen dramas grandes y chicos,
tristes o regocijados, mas no que la vida es esencialmente y slo
dramaNote689. .
Visto como proyecto y como eleccin, el hombre est condenado a ser libre;
no hablamos de una libertad utpica; es libre en el sentido de que las
posibilidades entraadas en la circunstancia no son nunca una sola.
Siempre hay ms de una posibilidad de elegir, sin que ello implique una
ilimitada cantidad de posibilidades; slo aqullas que las circunstancias
permitan. Cada instante y cada sitio abre ante nosotros diversos
caminosNote691. . La nica puerta que no podemos tocar ms de una vez es
la muerte. La muerte es segura, no hay escape posibleNote692. .
160
devenir ni simple actividad, es, como hemos dicho inseguroNote696. .
Afirma Ortega, afinando esa idea, que a diferencia de los dems seres del
universo, el hombre no es nunca seguramente hombre, sino que ser hombre
significa, precisamente, estar siempre a punto de no serlo, ser viviente
problema, absoluta y azarosa aventura o, como yo suelo decir, ser, por
esencia, drama. Porque slo hay drama cuando no se sabe lo que va a
pasar, sino cada instante es puro peligro y trmulo riesgoNote697. . Este
drama que es el vivir implica que no existe una interioridad, que la vida no
pasa al interior de un psiquismo, sino que vivir es ser fuera de s
realizarse. El programa vital que cada cual es irremediablemente, oprime
la circunstancia para alojarse en ella. Esta unidad de dinamismo dramtico
entre ambos elementos yo y mundo es la vidaNote698. . El enfoque de la
psicoterapia construccionista conversacional pretende describir lo que le
pasa a las personas que vienen a consultar, aquejadas por algn
sufrimiento. [] no lo vemos ubicado al interior de la mente de las personas,
sino que ubicamos lo mental en el espacio relacional, que aparece como
producto de lo que ocurre entre las personasNote699. .
Vivir es vivir en sociedad, por lo que es posible decir, con Maras, que en
cada acto humano gravita la historia entera. Hay que apelar, pues, a la
historia en su integridad, qu nos ha pasado a cada uno de nosotros: la
forma concreta de la razn vital es la razn histrica. Pero advirtase que
esta razn histrica y vital noes una forma particular de la razn, sino ms
bien al contrario: la razn sin ms y sin adjetivos, la razn en su sentido
pleno, frente a las particularizaciones y simplificaciones abstractas de la
razn, que se suelen confundir con ella, porque son las nicas de que hasta
ahora se ha hecho teoraNote700. . Se est refiriendo Maras a la razn de las
ciencias fsico-matemticas, a la de la geometra, al razonamiento formal.
Pero para vivir ese razonamiento es insuficiente. Para vivir y relatar nuestra
vida se requiere un razonar distinto, a saber, una razn narrativaNote701. .
La razn narrativa
Cuando una persona viene a consultar relata una historia, la que est
hilada, con sentido, organizada sobre la base de conectores lgicos y de
secuencias temporales. El relato es siempre nico, y tiene relacin con la
propia interpretacin de los acontecimientos que vivi y que le causan dolor
o molestia. El dolor no es fsico, sino tiene que ver con la forma de
interpretar los acontecimientos. Por tanto, siguiendo lo planteado por Jos
Nez, sera ms adecuado decir que la persona viene a consultar cuando
vivi una situacin x que lo llev a desocultar el mundo desde un temple
anmico displacentero. El hecho vivido fue interpretado por l o ella como
algo doloroso ya que fue visto como una dificultad para su proyecto.
163
rol determinado por la propuesta social y no podemos simplemente omitirlo.
En cada uno de estos sistemas sociales, nos comportamos de forma distinta
y esperamos que los otros se comporten tambin de una cierta manera que,
por supuesto, tambin es diferente de otros sistemas sociales. Por ejemplo,
yo me comporto distinto de como me comporto con mis hijos, mis alumnos o
mis amigos y ellos, a su vez, se comportan diferente conmigo de lo que
hacen con sus parejas, amigos o su propio padre. Es decir, en cada dominio
social o dominio de existencia la narrativa que me constituye es diferente.
Vivimos tantas tramas narrativas como sistemas sociales o dominios de
existencia en los que participamosNote712. , en los que somos reconocidos de
determinada manera por los otros. Ello en tanto, como sostiene Taylor, el
reconocimiento debido no slo es una cortesa que debemos a los dems:
es una necesidad humana vitalNote713. .
164
ese dominioNote718. . De esta manera, no existe una manera nica de
entender las circunstancias, ni tampoco una sola manera de narrarla.
165
campos pragmticos. [] nuestro mundo, el de cada cual, no es un totum
revolutum [un revoltijo, un conjunto de cosas sin ordenNote720. ], sino que est
organizado en campos pragmticos. Cada cosa pertenece a alguno o
algunos de esos campos donde articula su ser para con el de otros, y as
sucesivamenteNote721. . Como expresiones equivalentes a la de campos
pragmticos Ortega usa campos de asuntos e importancias, regiones
pragmticas, campos de asuntos y lados de la vida. Otros ejemplos que
da para ilustrar su postura son la elegancia indumentaria, la poltica
internacional y la poltica (toda poltica); en esos tres casos encontramos
otros tantos campos pragmticos. Nuestra tesis es que lo que Maturana
llama dominios de existencia fueron denominados por Ortega campos
pragmticos; plexos pragmticos o plexos utilitarios podran ser otras
expresiones equivalentes, que agregamos por nuestra cuenta.
Por otra parte, desde el punto de vista biolgico, lo que Maturana entiende
por emociones son disposiciones corporales dinmicas que definen los
distintos dominios de accin en que nos movemos. Cuando uno cambia de
emocin, cambia de dominio de accinNote724. .
166
estada asociada a los autores Anderson y Goolishian 1988; Anderson,
Goolishian & Winderman 1986a, 1986b; Goolishian & Winderman, 1988;
esta corriente sostiene que el sistema que consulta no es un grupo con
historia, sino una red conversacional centrada en torno a un problema (lo
que llaman el Sistema Determinado por el Problema). El Sistema
Determinado por el Problema resulta un concepto demasiado
indiferenciado, por lo que se hace referencia a estos autores ya que son
conocidos en el mbito teraputico; pero y con esta postura concuerdo,
al definir el modo de hacer terapia se crea el fenmeno teraputico Note725. ,
como sostienen Rosenbaum y Dyckman.
Vale la pena recordar a Martin Buber, para quien la dupla yo-t podra ser
considerada la base de la terapia. El yo-t, donde el t es visto como y
reconocido como otro con el que me contacto, corresponde a la vinculacin
natural. Escuchemos sus palabras el t me encuentra. Pero yo entro en
una relacin directa con l. De modo que la relacin es ser elegido y elegir,
pasin y accin a la vez. Tal como una accin de todo el ser ha de
asemejarse a una pasin, en tanto superacin de todas las acciones
parciales y por ende, de todas las sensaciones de accin, fundadas en la
limitacin de ellasNote729. . Es en la relacin yo-t donde emerge el dilogo y
en donde cada persona confirma a la otra como valor nico. Buber la opone
a la relacin yo-eso. Afirma [] el yo separado est reducido de la plenitud
sustancial a la puntualidad funcional de un sujeto que experimenta y que
usa cosas []Note730. ; entonces, el ser humano que devino en yo dice yo-
eso y con una lupa objetivadora mira de lejos y ordena un escenario,
aislando al otro. Para Buber el espritu es verbo [] el lenguaje no est en
el hombre, sino que es el hombre el que est en el lenguaje [] el espritu
no est en el yo, sino que en el yo y el tNote731. , que configuran una unidad.
La relacin con el T es inmediata. Entre el Yo y el T no media ningn
sistema conceptual, ninguna presencia y ninguna fantasa. Cuando estamos
en el mundo del t, no hay continuidad en el espacio y el tiempoNote732. ,
hay slo presencia actual. Por ltimo, slo el silencio ante el t, el silencio
de todas las lenguas, la callada espera en la palabra informe,
indiferenciada, pre-lingstica, deja en libertad al t y permanece con l en
ese estado de reserva en el que el espritu no se manifiesta sino que
esNote733. . El lenguaje, contina Buber, no est en el hombre, sino que es
el hombre que est en el lenguaje y habla desde l, as ocurre con toda
palabraNote734. . Esta afirmacin recuerda a Heidegger y la idea de que el
lenguaje es la morada del hombre. Escribe Buber que el ser humano habla
en diversas lenguas: la lengua verbal, la del arte, la de la accin, mas el
168
espritu es uno, es una respuesta al t que emerge del misterio y nos habla
desde el misterioNote735. .
Reflexiones finales
172
persona que interpreta un fenmeno y del contexto desde el cual lo est
interpretando; tampoco pueden ser usadas prescindiendo de la forma como
alguien cosntruye sus relatos frente a otro y, por lo tanto, de cmo conversa.
Objetivo 2. Explicar la idea del papel activo y constructivo del viviente como
observador, sustentndose en los planteamientos de Ortega. Tal idea es de
importancia primordial para la Psicoterapia Conversacional, en tanto ella
emerge como una de las propuestas teraputicas insertas en la tradicin
constructivista. Este objetivo se traduce en el segundo captulo, que se
llam El papel activo y constructivo del viviente como observador. En dicho
captulo se muestra cmo la psicoterapia, hija de la historia, se inserta en
una forma de entender el mundo, que ha sido la forma de concebirlo en la
modernidad. No obstante, se hace eco de lo que sostiene Cornejo, quien
recorriendo la historia de la disciplina psicolgica, enfatiza la idea de que
desde los inicios de sta han co-existido dos tradiciones distintas y
discontinuas. Ambas han transitado en paralelo a lo largo de los aos que la
psicologa existe, y sus diferencias con respecto al objeto de estudio y a la
metodologa de investigacin de lo psquico han llevado a grandes
equvocos. Se trata de las corrientes cientificista y hermenutico-
comprensiva.
174
perspectiva construccionista parece sumirnos en una situacin de levitacin
ontolgica. El construccionismo se declara ontolgicamente mudoNote756.
respecto de la comprensin del ser de lo humano.
175
una manera plenamente explcita y deliberada. Y se trata de eso: de asumir
con total seriedad, dndose cuenta de ello, lo que constituye el a priori tcito
de la psicoterapia muchas veces desconocido o insuficientemente
conocido, que versa sobre quin es el hombre en sentido genrico, y
da cuenta de ambos personajes terapeuta y paciente, que se
encuentran en el momento del proceso teraputico en una danza conjunta,
una danza seria y compleja, la de hacer y hacerse terapia.
176
aqu la manifestacin de lo que se podra llamar la trada inseparable: a)
Temple de nimo, b) comprensin-interpretacin y c) habla. Estos tres
existenciales, que se describen en la tesis, aparecen como una trada
inseparable que se hace presente en la situacin-problema. Tal vez sera
conveniente agregar que aparece en el Dasein siendo ste un uno mismo.
Pero por qu algo que no era problema pasa a ser visto como problema?
177
Este objetivo se expone en el captulo cinco, que se llamaEl lenguaje.Los
seres humanos somos humanos en el lenguaje, sostiene Maturana, y es
desde el lenguaje que reflexionamos sobre lo que nos pasa en la vida.
Cuando reflexionamos sobre el lenguaje, inevitablemente estamos ya en l.
178
tcnica, afirmando que los griegos usaban la misma palabra para referirse al
arte incluyendo las bellas artes, y a la tcnica: tchne.
179
mbito as como el de la consagracin y de la ofrendaNote761. , no es
fcilmente abarcable, de tal manera que se tenga vista y se entienda de l.
Exigira, entre otras cosas, un saber de la estructura de la vida humana
(Ortega) y de la insercin del Dasein en el ser (Heidegger), o un saber
equivalente.
181
La narrativa, como comprensin teraputica, fue importada al campo de la
psicoterapia desde el gnero literario, lo que requiere aceptar, como dice
Taylor, que el rasgo decisivo de la vida humana es su carcter
fundamentalmente dialgico. [] Las personas, por s mismas, no
adquieren los lenguajes necesarios para su autodefinicin. Antes bien,
entramos en contacto con ellos por la interaccin con otros que son
importantes para nosotros: lo que George Herbert Mead llam los otros
significantesNote769. . El trmino narrativo incluye el relato de eventos y
sucesos en diferentes modalidades, por lo que hablar de terapia narrativa
sin ms es una abstraccin. Lo que tienen en comn las posturas narrativas
es el hecho de que se ocupan de la narracin de una historia, la cual tiene
un principio y un fin, as como un relato secuenciado de acciones en el
tiempo, que constituyen el hilo narrativo.
Contrapunto
Indudablemente, esta tesis pudo haber tenido otro derrotero, en tanto al ser
una investigacin puramente terica, que se explaya en una propuesta
aparentemente indita, slo puede ser avalada por los pensamientos
contenidos en los libros que sirvieron de base para la elaboracin de ella.
184
consideracin de otros filsofos que han estado cercanos a la psicoterapia.
3. La consideracin de las corrientes polticas, en tanto su anlisis tendra
mucho que decir sobre la salud mental. 4. Las consecuencias que tuvo el
movimiento antipsiquitrico en la vida de los familiares de aquellas personas
que vivan con lo que entonces se llamaban enfermos mentales.
El inters central que pudo guiar la tesis, en tanto se considera una reflexin
hermenutica, pudo haber sido la postmodernidad, que constituye el pilar
conceptual para muchas corrientes psicoterapeuticas actuales; no obstante,
ello no se enfatiz, en tanto hablar de postmodernidad implicara hacer otra
tesis, ya que dicho concepto partiendo por el nombre asociado a l,
amerita serias dudas. No est dems, en cualquier caso, mencionar que no
es posible hablar de psicoterapia postmoderna como paradigma,
atenindose al significado que la categora de paradigma alcanza en la obra
de Toms Khun (1991). Para este autor, no existen ejemplos en ciencias
sociales de la existencia de paradigmas, y supone que las ciencias sociales
son pre-para-digmticas, debido a que un nivel de acuerdo suficiente por
parte de la comunidad disciplinaria es imposible de conseguir,
especialmente en lo relativo a la concepcin de ser humano.
185
Hablar de un a priori, en sentido ontolgico, de la comprensin de lo
humano, implica entender que el hombre, en interaccin, va creando sus
propias condiciones reflexivas y conversacionales, y que no permite ser
conceptualizado en categoras metafsicas tradicionales. Es ms bien una
propuesta que podra incluirse en un ejercicio postmetafsico en sentido
heideggeriano, lo que indudablemente podra dar pie a una nueva tesis
completa.
186
asumimos como algo bsico que el agente humano existe en un espacio de
interrogantes. Y sos son los interrogantes a los que responden nuestros
marcos de referencia, brindndonos el horizonte dentro del cual sabemos
dnde estamos y qu significan las cosas para nosotrosNote784. .
Bibliografa
187
4. Acevedo, Jorge, Heidegger y la poca tcnica, Editorial Universitaria, Santiago, 1999.
5. Acevedo, Jorge, Pasin y conocimiento; en Paradigma (Universidad de Mlaga) N 2,
Mlaga, 2006.
6. Alvear, Katherine; Pasmanik, Diana; Winkler, Mara Ins; Olivares ,Brbara, Cdigos
en la Postmodernidad? Opiniones de Psiclogos Acerca del Cdigo de tica Profesional
del Colegio de Psiclogos de Chile, Revista Terapia Psicolgica Vol. 26, N 2, Santiago
de Chile, 2008.
7. Amundson, Jon, Why narrative Therapy need not fear science and other things.
Journal of Family Therapy, Oxford, United Kingdom, 2001.
8. Anderson, Harlene, Conversaciones, lenguaje y posibilidades. Un enfoque postmoderno
de la terapia, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 1997.
9. Anderson, H. & Gehart, D.; Collaborative practice: Relationship and conversation that
make a difference, Ed. Routledge, New York, 2007.
10. Anderson, H., Dialogue: Appreciating the possibilities inherent in it. Published en Mc
Namee & Anderson H., AI Practioner: International Journal of Artificial Intelligence Best
Practice, Guest Ed., London, 2006.
11. Andolfi, Mauricio, Terapia Familiar: un enfoque interaccional, Editorial Paids, Barcelona,
1984.
12. Balbi, Juan, La mente narrativa, Editorial Paids, Buenos Aires, 2004.
13. Bateson, Gregory, Espritu y naturaleza, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 1990.
14. Bateson, Gregory, Pasos hacia una ecologa de la mente: Una aproximacin
revolucionaria a la autocomprensin del hombre, Ed. Planeta. Buenos Aires 1991.
15. Bentez-Burraco, A., FOXP2: del trastorno especfico a la biologa molecular del
lenguaje. Implicaciones para la ontogenia y la filogenia del lenguaje; en Revista de
Neurologa Vol. 41, N 1, pgs. 37- 44, Universidad La Rioja, Espaa, 2005. ISSN 0210-
0010.
16. Bertrando, P., Toffanetti, D., Historia de la terapia Familiar. Las ideas y los personajes,
Paids Ibrica, Barcelona, 2004.
17. Biederman, Niels y Salinas, Pablo Psicosis y bipolaridad en la psicoterapia contextual-
relacional. En Arturo Roizblat ed.,Terapia familiar y de Pareja, Editorial Mediterrneo,
Santiago de Chile, 2006.
18. Bloch, Susana, Surfeando la ola emocional, Editorial Uqbar, Santiago de Chile, 2008.
19. Bohm, David, Sobre el dilogo, Editorial Kairs, Barcelona, 1996.
20. Boletn Epidemiolgico (Organizacin Panamericana de la Salud) Vol. 24, N 2, Junio
2003. Direccin electrnica: www.paho.org/spanish/dd/ais/bsindexs.htm (recuperado el 5
de diciembre de 2009)
21. Boscolo, L., Bertrando, P., Los tiempos del tiempo, Ed. Paids, Buenos Aires, 1996.
22. Boscolo, Luigi y Bertrando, Paolo, Terapia sistmica individual, Editorial Amorrortu,
Buenos Aires, 2000.
23. Botella, Luis,Dilogo, Relaciones y Cambio: Una aproximacin discursiva a la
psicoterapia constructivista. FPCEE Blanquerna, Universidad Ramn Llull, Barcelona,
2008.
24. Boszormenyi Nagy, Ivan, Lealtades Invisibles, Editorial Paids, Buenos Aires, 1994.
25. Bowen, Murray, De la familia al individuo, Ed. Paids, Barcelona, 1 reimpresin,1998.
26. Bruner, Jerome, Realidad mental y mundos posibles, Editorial Gedisa, Barcelona, 1998.
27. Buber, Martin, Yo y T y otros ensayos, Editorial Lilmod, Buenos Aires, 2006. Trad. de
Marcelo Burello.
28. Byng-Hall, J., Scripts and Legends in Families and Family Therapy, en Family Process
Vol. 27, 1988.
29. Caille, Ph., Uno ms uno son tres, Ed. Paids, Buenos Aires, 1992.
30. Can Ortiz, scar; Pelez Romero, Patricia; Norea, Mario, Reflexiones sobre el
socioconstruccionismo en psicologa. Direccin electrnica en que es accesible el
artculo en Diversitas: perspectivas en psicologa Vol. 1, N 2, 2005, pgs. 238-245:
http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2089852
31. Capra, Fritjof, El punto crucial, Editorial Integral, Barcelona, 1985.
32. Capra, F., La sabidura inslita, Ed. Kairs, Barcelona, 1990.
188
33. Carrasco, Eduardo, Notas sobre el pensamiento circular; en Revista de Filosofa Vol.
XLV-XLVI, Universidad de Chile, Santiago de Chile, 1995.
34. Cartera de Beneficios y Servicios en la Atencin Especializada de Salud Mental
Espaola, 2008.Direccin electrnica:www.laalamedilla.org/GUIAS/cartera
35. Cecchin, G., Construccionismo social e irreverencia teraputica, en Nuevos
Paradigmas, Cultura y Sociedad, Editorial Paids, Buenos Aires, 1994.
36. Cecchin, G.; Lane, G.; Ray, W.: De la estrategia a la no- intervencin: Hacia la
irreverencia en la prctica sistmica, en Sistemas Familiares, Buenos Aires, 1993.
37. Cerezo Galn, Pedro, Arte, Verdad y Ser en Heidegger, Publicaciones de la Fundacin
Universitaria Espaola, Madrid, 1963.
38. Cohen, Osna; Geron, Yael y Farchi, Alva, Marital Quality and Global Well-Being Among
Older Adult Israeli Couples in enduring Marriages, The american Journal of Family
Therapy 37, Taylor and Francis Group, Philadelphia, 2009.
39. Cooper, David, Psiquiatra y Antipsiquiatra, Editorial Paids, Barcelona, 1985.
40. Cordua, Carla, Filosofa a destiempo, Editorial Universidad Andrs Bello, Santiago de
Chile, 1999.
41. Cordua, Carla, Wittgenstein. Reorientacin de la Filosofa, Editorial Dolmen, Santiago de
Chile, 1997.
42. Cornejo A., Carlos, Las dos culturas de/en la psicologa, en Revista de Psicologa
(Universidad de Chile) Vol. XIV, N 2, Santiago de Chile, 2005.
43. Croqueville, Michle, Anlisis existencial: sus bases epistemolgicas y filosficas,
Revista Castalia (Universidad Acadmica de Humanismo Cristiano) Ao XI, N15,
Santiago de Chile, 2009.
44. Davison, Gerald y Neale, John, Psicologa de la conducta anormal, Editorial Limusa,
Mxico, 1980.
45. De Koster, K., Devis, I., Ida, F. & Gerrit Loots,. Two practices, one perpective, many
constructs: on the implications of social constructionism on scientific research and
therapy. Brief Strategic and Systemic, Therapy European Review N 1, 2004.
46. De Shazer, Steve, En un origen las palabras eran mgicas, Editorial Gedisa, Barcelona,
1999.
47. Dell, Paul F. Violencia y la Visin Sistmica: el Problema del Poder, Family Process
Vol. 28, Nmero 1, Marzo de 1989. Traduccin de Ana Mara Zlachevsky y Luca Pena.
48. Dreyfus, Hubert, Ser-en-el-mundo, Editorial Cuatro Vientos, Santiago de Chile, 1996.
Trad. de Francisco Huneeus y Hctor Orrego.
49. Efran, Jay y Libretto, Salvatore, La psicoterapia en la encrucijada: qu puede aportar
el constructivismo? En M. Pakman (comp.), Construcciones de la experiencia humana.
Vol. 2, Gedisa, Barcelona, 1997.
50. Elliott, Partyka, Alperin, Dobrenski, Wagner, Messer, Watson y Castonguay, An
Adjudicated hermeneutic single-case efficacy design study of experimental therapy for
panic/phobia, Psychotherapy Research, 19 (4-5): 543-557, Julio - Septiembre 2009.
51. Erwin Edward, Constructivist epistemology and therapies, British Journal of Guidance &
Counseling, ProQuest Psychological Journals, Vol. 27, N 3, 1999.
52. Eysenck, Hans Jrgen, Fundamentos Biolgicos de la Personalidad, Editorial Fontanella,
Barcelona, 1972.
53. Fan-Chi Kuo, Secrets or No Secrets: Confidenciality in Couple Therapy, American
Journal of Family Therapy, Taylor and Francis Group, Boca Raton, Florida, Vol. 37, N 5,
2009
54. Fernndez-Ramrez, Baltasar, Construccionismo, Postmodernismo y teora de la
evaluacin. La funcin estratgica de la evaluacin, enAthenea Digital N 15: 119-134,
primavera 2009. ISSN: 1578-8946.
55. Ferreira, A. J., Mitos familiares. En Gregory Bateson y otros, Interaccin familiar,
Ediciones Buenos Aires, Montevideo, 1982.
56. Figueroa Gustavo, Ortega y Gasset y la psiquiatra biolgica: Si queremos que todo siga
como est, es necesario que todo cambie, Revista Chilena de Neuro-Piquiatra 44 (2):
134-146, 2006.
189
57. Fox, R. The social construction of sexual violence. Counselling Psychology Quarterly,
ProQuest Psychology Journals, Vol. 11, 2, 1998.
58. Freud, Sigmund, Obras Completas Tomo I, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 4 ed., 1981.
59. Fresnillo Nez, Javier, con la colaboracin de Prez Herranz, Fernando Miguel,
Concordantia Ortegiana. Concordantia in Jos Ortega y Gasset opera omnia,
Publicaciones de la Universidad de Alicante, Alicante, 2004 (herramienta lexicogrfica
elaborada computacionalmente; cuenta con un Disco Compacto).
60. Frosch, Stephen, Postmodernism versus Psychotherepy, Journal of Familiy Therapy,
Vol 17, N2, Oxford, United Kingdom, 1995.
61. Frugeri Laura, Los conceptos de la mononuclearidad y plurinuclearidad en la definicin
de familia, Revista del Centro Milanesse della Familglia. Connessioni, Vol. 8, 2001.
Traduccin de Felipe Glvez Snchez.
62. Gasulla Roso, Juan Manuel, El modelo biopsicosocial de enfermedad Por qu 3, y no 2
1? Fuente: Interpsiquis 1, 2009.
63. Gempp Ren, Avendao Cecilia, Datos normativos y Propiedades Psicomtricas del
SCL-90 en Estudiantes Universitarios Chilenos, Revista Terapia Psicolgica Vol. 26, N
1, Santiago de Chile, 2008.
64. Gergen, Kenneth, Realidades y relaciones. Aproximaciones a la construccin social,
Editorial Paids, Barcelona, 1994.
65. Gergen, Kenneth, El yo saturado. Dilemas de identidad en el mundo contemporneo,
Barcelona, Paids, 1997.
66. Gergen, Kenneth, Construir la realidad, Editorial Paids, Barcelona, 2005.
67. Gergen, Kenneth y Warhuus, Lisa, La terapia como construccin social. Dimensiones,
deliberaciones y divergencias, en Rev. Sistemas Familiares Ao 17, N 1, Buenos Aires,
2001.
68. Gergen, Kenneth J. [Swarthmore College (E.U.A.)] y Warhus, Lisa [University of Aarhus],
La terapia como una construccin social. Dimensiones, deliberaciones y divergencias.
http://www.swarthmore.edu/Documents/faculty/gergen/LA_TERAPIA.pdf (recuperado el
5 de diciembre de 2009)
69. Gil A.; Layunta B.; Iiguez L.; Dolor crnico y construccionismo, Boletn de Psicologa
N 84, Universidad Autnoma de Barcelona, Barcelona, 2005.
70. Gonalves, Miguel; Guilfoyle, Michael, Dialogism and Psychotherapy: Therapists and
clients beliefs supporting monologism; Journal of Constructivist Psychology, Edited by
Taylor and Francis Group, LLC, Vol. 19, 2006.
71. Gonzalo Sanz, Luis Mara, Enigmas en la evolucin, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid,
2007.
72. Goolishan, H., Anderson, H., Narrativas y Self. Algunos dilemas Post- Modernos en
Psicoterapia, en D. Fried Schnitman, Nuevos Paradigmas, Cultura y Sociedad, Ed.
Paids, Buenos Aires, 1994.
73. Gostecnik, Christian; Repic, Tanya, Cvetek, Robert, Potencial Curative Space en
Relational Family Therapy Journal of Family Psychotherapy, Editado por Francis and
Taylor Group, Philadelphia, Vol. 20, N 1, 2009.
74. Graves, Kelly; Shelton, Terri; Kaslow, Nadine; Utilization of Individual versus Family
Therapy Among Adolescents with Severe Emotional Disturbance, The American Journal
of Family Therapy, Edited by Taylor and Francis Group, Philadelphia, Vol. 37, N 3,
2009.
75. Green, Mary; Murphy, Megan; Blumer, Markie; Palmaneer, Devon; Marriage and Family
Therapists Comfort Level Working With Gay and Lesbian Individuals, Couples, and
Families, American Journal of Family Therapy, Taylor and Francis Group, Philadelphia,
Vol. 37, 2009.
76. Guanaes, C., Therapy as Social Construction: An interview with Sheila Mc Namee,
Revista Interamericana de Psicologa / Interamerican Journal of PsychologyVol. 40, N 1,
2006
77. Haley, Jay, Terapia de Ordala, Editorial Amorrortu, Buenos Aires,1984.
78. Haley, Jay, Terapia para Resolver Problemas, Ed.Amorrortu, Buenos Aires, 4 reim-
presin, 1990.
190
79. Heffler, Bo; Sandell, Rollf; The role of learning style in choosing ones therapeutic
orientation, Journal of Psychotherapy Research, Editado por Taylor & Francis Group,
Philadelphia, Vol. 19, N 3, 2009.
80. Heidegger, Martin, Qu significa pensar?, Ed. Nova, Buenos Aires, 2 edicin, 1964.
Trad. de Haraldo Kahnemann.
81. Heidegger, M., Hlderlin y la esencia de la poesa; en Arte y Poesa, Ed. Fondo de
Cultura Econmica, Mxico, 1973. Trad. de Samuel Ramos.
82. Heidegger, M., Serenidad, Ediciones del Serbal, Barcelona, 1989. Trad. de Yves
Zimmermann.
83. Heidegger, M., De camino al habla, Ediciones del Serbal, Barcelona, 1990. Trad. de
Yves Zimmermann.
84. Heidegger, M., La proposicin del fundamento,Ediciones del Serbal, Barcelona, 1991.
Trad. de Flix Duque y Jorge Prez de Tudela.
85. Heidegger, M., La pregunta por la tcnica; en Conferencias y artculos, Ediciones del
Serbal, Barcelona, 1994. Trad. de Eustaquio Barjau.
86. Heidegger, M., Discurso de rectorado; en Escritos sobre la Universidad alemana, Ed.
Tecnos, Madrid, 1996. Trad. de Ramn Rodrguez.
87. Heidegger, M., El origen de la obra de arte; en Caminos de bosque, Ed. Alianza,
Madrid, 1 ed. en Ensayo, 1998. Trad. de Helena Corts y Arturo Leyte.
88. Heidegger, M., Ser y tiempo, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1998. Trad. de
Jorge Eduardo Rivera Cruchaga.
89. Heidegger, M., La experiencia del pensar. Seguido de Hebel, el amigo de la casa,
Ediciones del Copista, Crdoba, 2000. Traduccin, introduccin y notas de Arturo Garca
Astrada.
90. Heidegger, M., Nietzsche, Vol. II, Ediciones Destino, Barcelona, 2000. Trad. de Juan
Luis Vermal.
91. Heidegger, M., Zollikon Seminars, Northwestern University Press, Evanston, Illinois,
2001. Edicin de Medard Boss.
92. Heidegger, M., Seminrios de Zollikon, EDUC, So Paulo, Ediciones Vozes, Petrpolis,
RJ, 2001. Edicin de Medard Boss.
93. Heidegger, M., Carta sobre el Humanismo; en Hitos, Ed. Alianza, Madrid, 2001.
Trad. de Helena Corts y Arturo Leyte.
94. Heidegger, M., Sobre la esencia y el concepto de la Physis. Aristteles, Fsica B, 1. En
Hitos, Ed. Alianza, Madrid, 2001.
95. Heidegger, M., Aportes a la filosofa. Acerca del evento, Editorial Biblos, Buenos Aires,
2003. Trad. de Dina Picotti.
96. Heidegger, M., La pregunta por la tcnica; en Filosofa, Ciencia y Tcnica, Ed.
Universitaria, Santiago de Chile, 4 ed., 2003. Trad. de Francisco Soler. Edicin de Jorge
Acevedo.
97. Heidegger, M., Prolegmenos para una historia del concepto de tiempo, Ed. Alianza,
Madrid, 2006. Trad. de Jaime Aspiunza.
98. Heidegger, M., Seminarios de Zollikon. Protocolos. Dilogos. Cartas. Edicin de
Medard Boss. Jitanjfora Morelia Editorial / Red Utopa Asociacin Civil. Morelia,
Michoacn, Mxico, 2007. Trad. de ngel Xolocotzi Yez.
99. Heidegger, M., La proveniencia del arte y la determinacin del pensar. Conferencia dada
el 4 de Abril de 1967, en la Academia de las Ciencias y de las Artes, en Atenas.
Traduccin revisada de Breno Onetto M., Santiago de Chile/Valparaso (Chile),
1987/2001. En Heidegger en castellano (el sitio reapareci en noviembre de 2009).
Ahora es posible tambin acceder a ella en esta direccin electrnica:
http://www.scribd.com/doc/14425996/Heidegger-Martin-La-Proveniencia-Del-Arte-y-La-
Determinacion-Del-Pensar (recuperado el 5 de diciembre de 2009).
100. Heidegger, M., Lenguaje tradicional y lenguaje tcnico. Trad. de Manuel Jimnez
Redondo (en el sitio de la Internet Heidegger en castellano). Ahora es posible tambin
acceder a esta conferencia en la siguiente direccin electrnica:
http://litart.mforos.com/1084435/6841002-lenguaje-tradicional-y-tecnico-martin-
heidegger/ (recuperado el 5 de diciembre de 2009).
191
101. Hermans, H.; Kemper, H.; Van Loon, R., The dialogical self. Beyond Individualism
and Rationalism, en Rev. American Psych.Vol. 47, N1, 1992.
102. Hernndez Snchez, Domingo, ndice de autores y conceptos de la Obra de Jos
Ortega y Gasset, Fundacin Jos Ortega y Gasset / Centro de Estudios Orteguianos,
Madrid, 2000.
103. Hernndez, Roco; Gonzlez, Luis Felipe, Aportes de la teora literaria
estructuralista en la distincin de los conceptos de relato, narracin y discurso, y sus
consecuencias para el enfoque construccionista social, enRevista Diversitas
Perspectivas en psicologa Vol. 2, No. 1, Santiago de Chile, 2006.
104. Henley Woody, Robert; The Evolution and Modern Practice of Interpersonal
Process Family Therapy, American Journal of Family Therapy, Edited by Taylor and
Francis Group, Vol. 36, N 2, 2008.
105. Hersen M., Barlow D., Single case experimental Designs, Pergamon Press,
Londres, 1976.
106. Hertelein K., Lambert-Shute y Piercy, Fred, The Journal-Reading Habits of
practicing MFTs, Journal of Familiy Psychotherapy, Editado por Taylor & Francis
Group, 20: 28-45, 2009.
107. Hinshaw, S & Stier Andrea, Stigma as related to Mental disorders, Annual
Reviewof Clinical Psycholy, 4:367-93, 2008.
108. Hoffman, Lynn, Fundamentos de la Terapia Familiar, Ed. Fondo de Cultura
Econmica, Mxico, 1987.
109. Hoffman, Lynn; Postmodernismo y Terapia Familiar, revista Sistemas Familiares
Ao 14, N 1, Buenos Aires, 1998.
110. Holzapfel, Cristbal, Aventura tica. Hacia una tica originaria, Ediciones de la
Facultad de Filosofa y Humanidades de la Universidad de Chile, Santiago de Chile,
2000.
111. Holzapfel, Cristbal, Crtica de la razn ldica, Editorial Trotta, Madrid, 2003.
112. Hoyos Botero, C. (2005) Aproximacin a una psicologa postmoderna: una
reflexin epistemolgica. Inf. psicol. [online] N 7 [citado 08, junio, 2009], p.137-175.
Direccin electrnica (recuperado el 5 de diciembre de 2009): http://pepsic.bvs-
psi.org.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0124-
49062005000100009&lng=es&nrm=iso.
113. Ibez G., Toms La construccin social del socioconstruccionismo: retrospectiva
y perspectivas, enPoltica y sociedad Vol. 40, N 1, 2003. ISSN 1130-8001.
114. James, William, Talks to teachers on psychology and to students on some of lifes
ideas, Editorial Dover, New York, 1962.
115. Jaspers, Karl, Psicopatologa, Editorial Beta, Buenos Aires, 1966.
116. Jung, Carl, Los complejos y el inconsciente, Editorial Alianza, Madrid, 1983.
117. Kanfer, Frederick y Phillips, Jeanne, Principios de aprendizaje en la terapia del
comportamiento, Editorial Trillas, Mxico, 1977.
118. Kaslow, Florence, Dilogos grupales entre descendientes perpetradores, vctimas
y libertadores del Holocausto: Una cuenta retrospectiva, Journal of Family
Psychotherapy Vol. 19 (3), The Haworth Press, Philadelphia, 2008.
119. Kazdin, Alan, Understanding how and why psychotherapy leads to changes, en
Psychotherapy research, 19 (4-5): 418-428, 2009.
120. Keeney, Bradford, Esttica del cambio, Editorial Paids, Barcelona, 1991.
121. Keeny, David; Hoyt, William, Multiple levels of analysis in psychotherapy research,
en Psychotherapy research, 19 (4-5): 418-428, 2009.
122. Kleinke, Chris, Principios comunes en psicoterapia, Editorial Descle De Brouwer,
Bilbao, 1995.
123. Kohler Riessman, Catherine, Narrative Methods for the Human Sciences, Sage
publications, Los Angeles, California, 2008.
124. Laing, R.D., El Yo dividido: un estudio sobre la salud y la enfermedad, Ed. Fondo
de Cultura Econmica, Mxico, 1964.
192
125. Langer, lvaro; Cangas, Adolfo, Fundamentos y Controversias en la
Diferenciacin entre Alucinaciones en Poblacin Clnica y Normal, Revista Terapia
Psicolgica Vol. 25, N 2, Santiago de Chile, 2007.
126. Larner, Glenn, Towards a common ground in psychoanalysis and family therapy:
on knowing not to know, Journal of Family Therapy 22: 61-82, 2000.
127. Letteri, Mark, Heidegger and the Question of Pychology, Editorial Radopi,
Amsterdam Nueva York, 2009.
128. Ludewig, Kurt, Terapia sistmica. Bases de teora y prctica clnicas. Editorial
Herder, Barcelona, 2001.
129. Lydon, W., Social construction in the counseling psychology: A commentary and
critique, Counselling Psychology Review, Quarterly; 11, 2, 2008.
130. Lyotard, Jean, Qu era la postmodernidad, en Nicols Casullo, El debate
modernidad postmodernidad, Retrica Ediciones, Buenos Aires, 2004
131. Madanes, C., Sex, Love and Violence: Strategies for Transformation, Norton, New
York, 1990.
132. Maras, Julin, El mtodo histrico de las generaciones, Editorial Revista de
Occidente, Madrid, 1961.
133. Maras, J., Ensayos de Teora, Editorial Revista de Occidente, Madrid, 1966.
134. Maras, J., Introduccin a la filosofa, Editorial Revista de Occidente, Madrid, 1969.
135. Matos, Marlene; Santos, Anita; Gonalves, Miguel; Martins, Carla; Inovative
moments and change en narrative therapy, Journal of Psychotherapy Research, Edited
by Taylor and Francis Group, Philadelphia, Vol. 19, N 1, 2009.
136. Maturana, Humberto, El sentido de lo humano, Editorial Hachette, Santiago de
Chile, 1991.
137. Maturana, Humberto, La Objetividad. Un argumento para obligar, Dolmen
Ediciones, Santiago de Chile, 1997.
138. Maturana, Humberto Emociones y Lenguaje en Educacin y Poltica, Ed. Dolmen,
10 Edicin, 2001.
139. Maturana, Humberto & Prksen, Bernhard, Del Ser al hacer. Los orgenes de la
Biologa del Conocer, Editorial Lom, Santiago de Chile, 2005.
140. Maturana, H. y Varela, F., El rbol del conocimiento, Editorial Universitaria, 5
edicin, Santiago de Chile, 1989.
141. Maturana R., Humberto y Verden-Zller, Gerda,Amor y juego. Fundamentos
olvidados de lo humano, Editorial Instituto de Terapia Cognitiva, Santiago de Chile, 1993.
142. Minuchin, S. y Fishman, H. Ch., Tcnicas de Terapia Familiar, Ed. Paids,
Barcelona, 2 reimpresin, 1988.
143. Molinari, Juan, Psicologa clnica en la Postmodernidad, Revista Psyche Vol. 12
N 1, 2003.
144. Moreira, Virginia, Psicologa humanista fenomenolgica, en Cartografa de la
Psicologa Contempornea, Ediciones Lom, Santiago de Chile, 2008.
145. Moreno Daniel; Podramos no hablar de salud mental?, en revista Sistemas
Familiares Ao 13, N 2, Buenos Aires, 1997.
146. Morgan, A. Carey, M. Russell, S. Markey, C. Mann, How Stories shape us, en
International Journal of Narrative Therapy and Community Work, 1: 42-45, Adelaide
(Australia), 2008.
147. Narrow, William; First, Michael; Sirovatka, Paul; Regier Darrel; Agenda para el
DSM-V. Consideraciones sobre la edad y el gnero en el diagnstico psiquitrico,
Editorial Elsevier Masson, Barcelona, 2009.
148. Navarro Gngora, J; Beyeback (comp.), Avances en Terapia Familiar Sistmica,
Ed. Paids, Buenos Aires, 1995.
149. Neimeyer, Greg; Neimeyer, Robert, Compiladores, Evaluacin constructivista,
Editorial Paids, Barcelona, 1996.
150. Nietzsche, Friedrich, Crepsculo de los dolos, Editorial Alianza, Madrid, 1973.
Traduccin de Andrs Snchez Pascual.
151. Nez, Jos, Tengo un problema Qu hago?, Editorial Cuatro Vientos, Santiago
de Chile, 1995.
193
152. OHanlon, W.H. y Werner-Davis, M., En busca de soluciones, Ed. Paids,
Barcelona, 2 edicin, 1993.
153. Ortega y Gasset, Jos, El tema de nuestro tiempo; en Obras Completas Tomo III,
Ed. Revista de Occidente Madrid, 1962.
154. Ortega y Gasset, J., La rebelin de las masas; en Obras Completas, Tomo IV, Ed.
Revista de Occidente, Madrid, 1962.
155. Ortega y Gasset, J., La reviviscencia de los cuadros; en Velsquez, Obras
Completas Tomo VIII, Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1962.
156. Ortega y Gasset, J., Misin de la Universidad; en Obras Completas Tomo IV, Ed.
Revista de Occidente, Madrid, 1962.
157. Ortega y Gasset, J., No ser hombre de partido; en Obras Completas Tomo IV, Ed.
Revista de Occidente, Madrid, 1962.
158. Ortega y Gasset, J.,Pidiendo un Goethe desde dentro; en Obras Completas Tomo
IV, Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1962.
159. Ortega y Gasset, J., Velzquez; en Obras completas Tomo VIII, Ed. Revista de
Occidente, Madrid, 1962.
160. Ortega y Gasset, J., Meditaciones del Quijote; en Obras Completas Tomo I,
161. Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1963.
162. Ortega y Gasset, J., Psicoanlisis, ciencia problemtica; en Obras Completas
Tomo I, Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1963.
163. Ortega y Gasset, J., Apuntes sobre el pensamiento; en Obras Completas Tomo V,
Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1964.
164. Ortega y Gasset, J., El hombre y la gente; en Obras Completas Tomo VII, Ed.
Revista de Occidente, Madrid, 1964.
165. Ortega y Gasset, J., Goya; en Obras Completas Tomo VII, Ed. Revista de
Occidente, Madrid, 1964.
166. Ortega y Gasset, J., Ideas y creencias; en Obras Completas Tomo V, Ed. Revista
de Occidente, Madrid, 1964.
167. Ortega y Gasset, J., Meditacin de la tcnica; en Obras Completas Tomo V,
168. Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1964.
169. Ortega y Gasset, J., Miseria y esplendor de la traduccin; en Obras Completas
Tomo V, Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1964.
170. Ortega y Gasset, J., Prlogo a Obras Completas de Sigmund Freud; en Ortega y
Gasset, J., Obras Completas Tomo VI, Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1964.
171. Ortega y Gasset, J., Goethe sin Weimer: [Conferencia de Hamburgo]; en Vives-
Goethe, Obras Completas Tomo IX, Editorial Revista de Occidente, Madrid, 1965.
172. Ortega y Gasset, J., Juan Vives y su mundo; en Vives-Goethe, Obras Completas
Tomo IX, Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1965.
173. Ortega y Gasset, J., Origen y eplogo de la filosofa, Tomo IX, Ed. Revista de
Occidente, Madrid, 1965.
174. Ortega y Gasset, J., Comentario al Banquete de Platn; en Historia como
sistema, Revista de Occidente en Alianza Editorial, Madrid, 1981.
175. Ortega y Gasset J., En torno a Galileo, Revista de Occidente en Alianza Editorial,
Madrid, 1982.
176. Ortega y Gasset, J., Sobre la razn histrica, Revista de Occidente en Alianza
Editorial, Madrid, 1983.
177. Ortega y Gasset, J., Sobre la Caza, los Toros y el Toreo, Revista de Occidente en
Editorial Alianza, Madrid, 1986.
178. Ortega y Gasset, J., Unas lecciones de metafsica, Revista de Occidente en
Alianza Editorial, Madrid, 1996.
179. Ortega y Gasset, J., Que es filosofa?, Ed. Porra, Mxico, 1997. Prlogo de
Antonio Rodrguez Huscar.
180. Ortega y Gasset, J., Pidiendo un Goethe desde dentro. Carta a un alemn,
Biblioteca Nueva, Fundacin Goethe, Fundacin Ortega y Gasset, Madrid, 2004. Ed.
bilinge. Prlogo de Jacobo Muoz .
194
181. Oyarzn, Pablo, Arte, Imaginacin y Experiencia; en Revista de Teora del Arte N
11, Facultad de Artes, Universidad de Chile, Santiago, 2004.
182. Paris, Joel, The Treatment of Borderline Personality Disorder: Implications of
Research on Diagnosis, Etiology, and Outcome,Annual Review of Clinical Psychology,
Vol. 5, 2009.
183. Pessoa, Fernando Libro del desasosiego, Editorial Seix Barral, Barcelona 1993.
184. Rappleyea, Damon; Harris, Steven; White, Mark; Simon, Kimberly; Termination:
Legal and Ethical Considerations for Marriage and Family Therapist, American Journal
of Family Therapy, Edited by Taylor & Francis Group, Philadelphia, Vol. 37, N 1, 2009.
185. Reyes, R. y Mendoza, R., De la ontologa muda a las retricas de la calidad.
Primera conferencia Internacional Desarrollo Humano y Sociedad: Balances de fin de
siglo, organizada por la Universidad de La Habana, Cuba, entre el 7 y el 9 de julio de
1999.
186. Ridley, Jane, What Every Sex Therapist Needs To Know, Journal of Family
Psychotherapy, Editado por Francis and Taylor Group, Philadelphia, Vol. 20, N 2-3,
2009.
187. Rivera, Jorge Eduardo y Stuven, Mara Teresa: Comentario a Ser y Tiempo de
Martin Heidegger, Vol. 1. Introduccin, Eds. Universidad Catlica de Chile, Santiago,
2008.
188. Rosenbaum, Robert, Ph. D.; Dyckman, John, Ph. D. Integrando el s-mismo (self)
y el sistema: Una interseccin vaca?, en revista Family Process Vol. 34, N 1, marzo
de 1995. Traduccin de Sylvia Campos (Instituto Chileno de Terapia Familiar).
189. Russell, Shona, Re-membering: responding to commonly asked questions,
International Journal of Narrative Therapy and Community Work No. 3, Adelaide
(Australia), 2002.
190. Russell, S., Deconstructing perfectionism: narrative conversations with those
suffering from eating issues, International Journal of Narrative Therapy and Community
Work 3: 21-29, Adelaide (Australia), 2007.
191. Sartre, Jean-Paul, Bosquejo de una teora de las emociones, Alianza Editorial,
Madrid, 1971. Trad. de Mnica Acheroff.
192. Sartre, J.-P., Una idea fundamental de la fenomenologa de Husserl: la
intencionalidad; en El hombre y las cosas, Editorial Losada, Buenos Aires, 1965. Trad.
de Luis Echvarri.
193. Schelling, F.W.J.: Investigaciones filosficas sobre la esencia de la libertad humana
y los objetos con ella relacionados, Editorial Anthropos / Ministerio de Educacin y
Ciencia de Espaa, Barcelona, 1989. Edicin y traduccin de Helena Corts y Arturo
Leyte. Introduccin de Arturo Leyte y Volker Rhle. Edicin bilinge.
194. Segal, L., Soar la realidad, Ed. Paids, Buenos Aires, 1994.
195. Schnitman, Dora, Dilogos Productivos, 2007. Direccin electrnica:
www.dialogosproductivos.net/upload/.../13042009145340.pdf
196. Schhn, Donald, La crisis del conocimiento profesional y la bsqueda de una
epistemologa de la prctica. En Marcelo Pakman, comp., Construcciones de la
Experiencia Humana, Vol. I, Editorial Gedisa, Barcelona, 1996.
197. Seminario realizado en la Universidad Mayor, 22 y 23 de octubre de 2009,
Santiago, Dilogos, Polticas y Praxis: una mirada reflexiva al concepto de enfermedad
mental. Con la participacin de Dora Fried Schnitman, Karl Tomm, John Schotter,
Marcelo G. Pakman.
198. Shotter, John. Realidades Conversacionales, Editorial Amorrortu, Buenos Aires,
2001.
199. Skinner Burrhus, Frederick, Autobiography; en: Boeing y Linzey, comp., History of
psychology in autobiography Vol. 5, Appelton Century Crofts, New York, 1967.
200. Sluzki, Carlos, La red social: frontera de la prctica sistmica, Editorial Gedisa,
Barcelona, 1996.
201. Society for Psychotherapy Research, Books of abstracts, Centro de Extensin de la
Universidad Catlica de Chile, Encuentro Internacional, 24 al 27 de junio, Santiago de
Chile, 2009.
195
202. Soler, Francisco, Apuntes acerca del pensar de Heidegger, Editorial Andrs Bello,
Santiago de Chile, 1983. Edicin de Jorge Acevedo.
203. Steinglass, P., Family therapy's future, Family Process, 35: 403405, 1996.
204. Stock, Barbara, Ultimate questions. A therapist confronts her own magical
thinking, en revista Psychotherapy Network, Mayo - Junio 2009.
205. Stratton, Peter, A model to coordinate understanding of active autonomous
learning, Journal of Family Therapy 27: 217236, 2005.
206. Sykes While, Mary, Poet David White invites us to the Edge of Discovery. En
Psychotherapy Network, Noviembre - Diciembre 2008.
207. Strong, T. & Busch, R., Conversational Evidence in therapeutic dialogue, Journal
of Marital and Family Therapy, Vol. 34, No. 3, 2008
208. Szasz, Thomas, Pain and Pleasure: A Study of Bodily Feelings, Syracuse
University Press, New York, 1988.
209. Szasz, Thomas, El mito de la enfermedad mental. Bases para una teora de la
conducta personal, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 1994.
210. Taylor, Charles, Fuentes del yo. La construccin de la identidad moderna,
Editorial Paids, Barcelona, 1996, p. 19. Trad. de Ana Lizn.
211. Taylor, Ch., El multiculturalismo y La poltica del reconocimiento, Ed. F.C.E.,
Mxico, 1993. Trad. de Mnica Utrilla de Neira.
212. Tomicic Suer, Alemka; Martnez Guzmn, Claudio; La variable Personalidad en el
Estudio de la Psicoterapia: Medida de Resultado o Proceso?, Revista Terapia
Psicolgica, Santiago de Chile, Vol. 27, N 1, 2009
213. The Wordl health report 2001, Chapter 3: Solving mental health problems.
(recuperado el 5 de diciembre de 2009). Direccin electrnica:
http://www.who.int/whr/2001/media_centre/en/index.html
214. Varela, Francisco, El fenmeno de la vida,Editorial Dolmen, Santiago de Chile,
2000.
215. Varela, Francisco, Conocer, Editorial Gedisa, Barcelona, 2006.
216. Vattimo Gianni; Ms all de la interpretacin, Editorial Paids, Barcelona, 1995.
217. Vivino, Barbara; Thompson, Barbara; Hille, Clara y Ladany, Nicholas Compassion
in psychotherapy: The perspective of therapist nominated as compassionate. Revista
Psychotherapy research, 2009; 19 (2): 157171.
218. Von Bertalanffy, Ludwig, Teora general de los sistemas,Fondo de Cultura
Econmica, Mxico, 1992.
219. Von Foerster, H., Visin y Conocimiento. Disfunciones de Segundo Orden.
Narrativas y Self. Algunos dilemas Post- Modernos en Psicoterapia. En: D. Fried
Schnitman, Nuevos Paradigmas, Cultura y Sociedad, Ed. Paids, Buenos Aires, 1994.
220. Von Glasessfeld, E., El constructivismo radical, en revista Sistemas Familiares,
1992.
221. Walsh, Roger y Shapiro, Shauna, The meeting of meditative Disciplines and
Western Psychology, revista American Psychologist, Washington, April 2006.
222. Wampler, Richard; Downs, Adam y Fischer, Judith, Development of a brief Version
of the Childrens Role Inventory (CRI-20), The American Journal of Family Therapy
37:287-298, Taylor & Francis Group,Philadelphia, 2009.
223. Watzlawick, P., La coleta del barn de Mnchhausen , Ed. Herder, Barcelona,1992.
224. Watzlawick, P.; Beavin, J.; Jackson, D., Teora de la comunicacin humana, Ed.
Herder, Barcelona, 1991.
225. Watzlawick, P.; Beavin B. B., J. y Jackson, D. D., Teora de la Comunicacin
Humana, Ed. Herder, Barcelona, 7 edicin, 1989.
226. White, Michel; Epston, David, Medios Narrativos para fines teraputicos,Editorial
Paids, Buenos Aires, 1993.
227. White, Michael, Reescribir la vida, Editorial Gedisa, Barcelona, 2002.
228. Wiener,Norbert, The Human Use of Human Beings: Cybernetics and
Society,Editorial Avon Book Division, Nueva York, EUA, 1967.
196
229. Zlachevsky, Ana Mara, Anorexia Nerviosa. Modificacin conductual utilizando un
diseo de caso nico, en Revista Chilena de Psicologa Vol. IV, N 1, Santiago de Chile,
1981.
230. Zlachevsky, Ana Mara, Una mirada constructivista en psicoterapia, en Revista de
la Sociedad Chilena de PsicologaClnicaao XIV, volumen VI (2), N 26, Santiago, 1996.
231. Zlachevsky, Ana Mara, Psicoterapia sistmica centrada en narrativas: una
aproximacin, en Revista Lmite (Universidad de Tarapac) N 10, Arica (Chile), 2003.
232. Zlachevsky, Ana Mara, Es posible ser coherente?, Revista Terapia Psicolgica
Ao XVI, Volumen VII (1), N 29, Santiago,1998.
233. Zlachevsky, Ana Mara, Psicoterapia sistmica ciberntica: una forma de
entenderla, en Antonio Stecher y Adriana Kaulino, eds., Cartografa de la Psicologa
contempornea: pluralismo y modernidad, Ediciones Lom, Santiago de Chile, 2008.
234. Zlachevsky O., Ana Mara y Acevedo, Jorge, Un estudio sobre el concepto de
educacin en Hannah Arendt. Revista Temas de Educacin (Universidad de La Serena)
N 10, La Serena (Chile), 2003.
197