Humus #1
Humus #1
Humus #1
HUMUS
-Porque la materia descompuesta engendra vida,
es ley que la tierra encarne.-
3
Cancino se vale de una figura simblica: el bho (Oh animal de los ojos adquiere la diafanidad propia de los temperamentos que saben aquilatar
con serenidad el paso del tiempo. As, la triloga que empieza con Alto
de lucirnaga/ la noche calas y la ciudad de la peste y la calumnia./ Y
del Sol se desenvuelve en el desierto para luego trepar a las cumbres
posas las patas/ sobre las calles esmaltadas de tsicos y de lpidas/ altoandinas, no sin dejar testimonio de su paso por la urbe catica con sus
manchadas de sangre/ y disimulo), un ser distante y extrao que conflictos cotidianos y sus eternos fantasmas. La obra potica de
anuncia el apocalipsis (Les har llegar mi canto/ que resonar por Cancino lleva la impronta de la inmortalidad. Cuando todos acabemos en
siempre en los odos.); y enfila su mordaz crtica contra una sociedad la fosa comn de los olvidos, su gloria crecer, como crece la sombra
deshumanizada (Me amuralla la peste. Y la ciudad de las telenovelas/ cuando el sol declina (Choquehuanca dixit).
me desvalija y apalea como el invierno). Tal es la constante de su poesa
hasta arribar a Estrujamundos, una de las cumbres de la literatura La presente antologa no pretende ser definitiva ni mucho
menos, es ms un bosquejo a manera de homenaje. Se ha reunido la
peruana de todos los tiempos; con este libro, saturado de hermetismo,
totalidad de poemarios publicados, salvo el que lleva por ttulo El libro
Cancino se sumerge en las profundidades del yo. Hay tal sentimiento de de los humores, texto casi apcrifo aparecido en 1991 y que corresponde
desasosiego y desamparo (la reciente muerte del padre queda expresada a un episodio personal del autor; por razones obvias no se le ha
en el emotivo poema: Gabriel Alejandro, mi padre) que Washington incorporado. Adems, hemos seleccionado un conjunto de poemas
Delgado lo emparenta con el Trilce de Vallejo, sin duda en el tono aparecidos en distintas revistas y peridicos, los mismos que
intenso, angustioso y pnico ambas obras encuentran afinidad. Pero, a la complementan el corpus potico agrupado en su bibliografa oficial. Se
par encontramos en poemas publicados en Kilka y otras revistas, una han respetado escrupulosamente la ortografa y la disposicin tipogrfica
de los poemas tal como aparecen en las ediciones originales.
honda preocupacin por entender a Tacna e interpretarla
ontolgicamente. Poemas como AQU EN LA VILLA SIN METAF- Con este primer nmero del suplemento HUMUS iniciamos una
SICA QU HAGO y conversando con guido fernndez de crdova a serie de homenajes que comprender a los escritores ms relevantes de
propsito de una carta de jorge basadre (sic) as lo atestiguan. nuestra literatura.
4
SEGUNDO
CANCINO
ANTOLOGA
GENERAL
Segundo Cancino
(Retrato a lpiz por Guztabo Lauracio)
ANDA SUELTO EL MALIGNO
Presientes quiz
que sea yo ese maligno,
o el diluvio, TESTIMONIO 2
o el fuego,
que incendia los cadveres, De los mercenarios
o rompe el ombligo.
Como asonada de tigres,
desde nuestros instintos
2 tocando el tambor
mojamos en la sombra
Hace tiempo que algo anda mal. la pisada del tiempo.
Bocado de caimanes, Con manos de oligarca,
sabemos evadir la humedad de los desages a travs de las ciudades,
y resguardar en piedra la primavera. deslizamos el vrtigo
o empujamos, con la lengua,
Los viejos se tumban a los cclopes
y la desventaja desde el infierno.
mancha nuestra cara
que sabe de veranos Embarrados de clera
y militancia. estremecemos los das
y los paisajes,
Hace tiempo que algo anda mal. y envenenamos los caminos
Pero la toma de conciencia por los que transcurres
es poema peligroso. como alado corcel.
Nos arraigamos
3 como las moscas
en las sajaduras
Por el ruido de nuestros fusiles y, con apetito
el apocalipsis se aproxima a los rboles. de malignos,
almorzamos.
Y porque adoramos el estmago de los leones
y almorzamos con cubiertos encanecidos Edificando montculos
9
de terribles desventuras
aterramos y consolamos
a nuestros congneres.
TESTIMONIO 4 TESTIMONIO 6
10
DIARIO DE LA AUSENCIA
Y EL RECUERDO
13
CNTARO DE CLARIDADES
1 2
Mi clamor se dibuja T que atas mis ojos a tus ojos,
hasta ser cntaro de claridades, djame olvidar
jbilo armonizado sobre el viento. a quienes ganaron la ltima guerra
llenando de cadveres el granero.
Toma mi boca que se desprende T que atas mi boca a tu boca,
mordiendo el relmpago djame olvidar
enterrado en tus manos; a quienes arden
reanudando el toque de los tambores.
Toma mi boca T que atas mis manos a tus manos,
para que aflore la yerba djame olvidar
sobre la ausencia y el congelamiento. a quienes an como linces
rastrean los rebaos de Abel.
Tu piel
enmudece Sobre tu rostro,
en la sed, djame que haga nuestros
en el ave que inaugura su vuelo el pan, el vino, el da.
y en el agua
que toca tus pies matutinos.
14
LA MEMORIA DEL BHO
En este su nuevo libro, Segundo Cancino nos entrega una poesa testimonial de belleza apocalptica.
Una poesa que describe, critica y seala con irona. Una poesa hecha con brillantes imgenes y con
una concepcin muy personal de la realidad. Una poesa perdurable sin duda, digna de figurar en las
ms exigentes antologas.
Livio Gmez
15
LA MEMORIA DEL BHO
Desayun su cuerpo
de noble escultor
hasta que una tarde
ebrios los pjaros
olvidronle en el polvo. DE NUEVO, ARTE POTICA
Oculta el agua Dejen or mi canto:
invit al simio soy la estacin de los tambores.
a festejarse de arcilla, Arremolinando la sangre
sepultando al menhir no veo a las liblulas:
en la memoria del B soy la plvora que humea.
Escchenme:
h soy el cisne
o. los escombros a
n
u
n
c
i
o.
19
3
para Apolinar Surez.
Entre los bodegones surrealistas hall la soledad MAL DE LA LENGUA Y LAS ENCAS
y los vientos de la comarca allanada.
Me amuralla la peste. Y la ciudad de las telenovelas
Bail sobre el parto prematuro de nuestras mujeres me desvalija y apalea como el invierno,
hasta dormir en la ceniza. balbucear al menos me es difcil.
Dichosos sean los que a pesar
Y hall el junco senil de la amargura de la piel atardecida, de los analgsicos y de los nervios
y la humedad que slo derrama brebajes sobre la mesa devastados, escuchan a David,
hasta hincharnos el vientre. y corren como la corza y el cervatillo
acariciando lamos y girasoles.
Vivo junto a los que diezmaron los geranios. Dichosos sean los que al sentirse bien
de la lengua y las encas
hablan de la rosa, de la brisa y de la luna,
y viven cubiertos de roco
y, tocando la ctara,
alegran los convites
hasta quedar exhaustos entre cosmticos
y nervaduras de fuego.
Dichosos sean aunque las moscas
4 palpiten en mi cuello, llagado
por la primera y la segunda bestias
La aurora apresura el vuelo de los pjaros. y el dragn de Juan.
Dichosos sean aunque el tiempo
Buscndote como nufrago, se alimente en cada pesar
atisbo el sudor de tu cuerpo, y en cada mesa ahogada.
junto a la sed de la greda extenuada. Colndome como las ratas,
por los alcantarillados,
Ignoras el desembarcadero de la dicha mal de la lengua y las encas,
y el iluminado camino de las palabras. les har llegar mi canto
que resonar por siempre en los odos.
Slo el siniestro ronda en tu casa.
20
VARN DE US llena de manantiales sus ojos y de charcos
sus mejillas;
En el pas de US, y al ver que junto a las garzas
temeroso de Eichmann y la violencia, se solean los Krupp, el moho y la hiel,
rodeado de bueyes y muchos criados, anochecen sus cabellos
mora un varn: y el pozo en que bebe
oh hijo de Yav y bebe su rebao.
entre las vboras y los estercoleros Bien sabes Y
yergues tu cuerpo. a
De lceras rodeo v
sus campos de golf y de catstrofes.
A pesar de la nusea y del vrtigo que tuya es su tienda
Mahatma y secas los abrevaderos
se dirige a Baldad, a Eli y a Sofar; y esparces sobre la tierra
y nos habla tabernas y tertulias y miseria
de las vias desoladas, y bramidos y espamos y pstulas.
de los campos de concentracin, Sin embargo no brota de mis labios
del colibr nos habla y de la gacela una sola palabra abundante en espinas
y del Ku Klux Klan, y de los mdanos y alacranes.
por el vendaval tumbados en oriente. Y en una esquina
El varn bloqueada de trasgos y ampollas y cataclismos,
muestra sus sandalias lo abandonas
devastadas por las bombas de napalm; exhausto y solo
y ordena a sus siervos con una Coca-Cola
que dejen de tocar el arpa y las guitarras, que no refrescar sus heridas
y embarra ni el tiempo anginoso y destartalado.
con insecticidas y azufre mi piel
separada de los rboles,
de los pjaros
y de los sueos.
Oh padre de la lluvia,
tu casta es de extraos y agonas
que se agazapan como el pramo
sobre el nardo, el loe y los ascensores
para usurpar mi morada
de cemento y de hierro retorcido.
La soledad y los B52
al varn de US
acuchillan y a su prole.
Con tristeza,
21
DESDE LA CURVA DEL BHO ACECHO DE HOLOFERNES
22
REGRESO A TACA
25
CARTA DE BASADRE A CANCINO
Muy bien, Segundo Cancino! Muchas gracias! Y cunto sent que Pablo de
Madelengoitia no hiciera caso a la Cantata tacnea en su frustrado documental!
Cordialmente suyo,
Jorge Basadre.
27
CACERAS DEL VIENTO
31
que cubra las piedras
puntiagudas de las calles
ni la plida luz
del candil combatiendo
la oscuridad y ese modo tuyo
de asustarme con los duendes
que rondan el pueblo cuando
es de noche y ahora me esperan
mi mujer y dos hijos
uno de ellos la mujercita
segn veo se te parece
escucha hablamos de cmo
pasar el da sin que grazne
el estmago y disculpa
la interrupcin vivo
con apuro y la soledad
RACONTO escruta retuerce nuestros
sueos y no queda ahora tiempo
(y lleg el momento para seguir ubicndonos
de recordarte aguardndome con ternura pero creme
en tu silencio bajo an veo diecisis aos
la sombra del viejo eucalipto despus crecer bajo la sombra
y el mismo amor que acariciaba del viejo eucalipto
mis cabellos terrosos tu acostumbrado silencio)
eventualmente limpios suaves
como las brisas de verano
devela a mi curiosidad
el misterio del otoo
y tambin el de las palabras
el mismo amor el mismo
sigue explicndose
en verdad la verdad
de mis mentiras explicndome
porque espulgaba
su cuerpo junto al sol
de agosto junto a la copiosa
lluvia de enero pero
diecisis aos despus
no siento el estircol tibio
32
roera las retinas del buen Thomas
ni los motores diesel
joderan tanto el oleaje del mar
ni sera sta la historia de la perdiz
acorralada por el trueno
historia que se introduce
como la hora de la comida
en la sonrisa del filsofo
sera ms bien
la presencia de la alegra
en todos los puestos de fruta:
ahora, junto a nuestros ojos brillantes,
crecera el olor del naranjo
con todo el sol entre las pepas.
el pasado recorre mi casa Pero fjense lo escrito
parece parte del naufragio,
El polvo, estancado manera poco saludable, gris,
en los presagios y en los eucaliptos, de estar bajo el cielo:
me ajusta la correa: el pasado tiene los nervios en punta,
mi ombligo esclusa es aun en su propio amor se congela.
batindose contra el silencio. nimo. Maana
As, entre mis pestaas, asmate a la calle. Llama por telfono. Silba.
un hlito retoza; Antes, pon un clavo
sobre los tejados, desva en la pared de tu casa
el vendaval, la neblina y cuelga la fotografa de tus hijos:
que oscurece tal vez se asome el porvenir,
los surtidores de leche, tal vez el polvo se disipe.
el cuerpo que se imagina
confundido con los helitropos:
si no imaginamos
seramos el W.C. de la creacin
la creacin,
guardada por acorazados,
uas, ngeles de fuego,
opina si se hubieran disuelto las nubes
en nuestro espritu
no cabran
brumas ni aullidos
ni un Davos Platz
33
con digenes, kafka y marita 2 a.m.
fuera de la ciudad, unos ingresan por un ojal a la soledad
iluminados o parpadeantes;
en el paraso
otros crecen
como iguanas en los maceteros.
Dejo la ciudad, edificada,
No, no puedo bostezar
a pesar del silbido del viento,
a esta hora,
sobre la tmida claridad
no es la hora Marita
acuada en la arena.
de abanicar nuestros brazos;
Dejo la ciudad.
de eludir, en el closet,
Y llevo
los rigores del viento;
junto, junto a m
de ir a la siesta
y en esta hora,
con nombres
llevo a Digenes
estrictamente
llevo a Kafka.
confidenciales;
Kilmetro 6.
de llenar, en los bolsillos,
Salgo al encuentro
el humo
de mis 28 aos
de nuestros abuelos:
ocultos en los pezones de Marita
en casa,
apenas caben en los ojos fijos de los peces
se oye apenas la brisa
y en las primeras hojas de la primavera.
carcomiendo las paredes;
El filsofo,
apenas la agona disputa a las polillas
hombre de cuerda ojos de nen
el corazn de la madera;
enciende un fsforo;
sobre el sof
a contraluz,
apenas rueda el ao
separando su edad de la ma,
y se enreda
suea con las hmedas colinas de Irlanda,
el gramfono
suea recorriendo, de la mano con la primavera,
la voz triste de Climinestra.
los bulevares de Pars;
No es la hora.
ponindose de perfil
Chau, Marita.
incauta la espuma voltil de los vasos
Digenes, adis.
y habla habla habla
Adis, Kafka.
con muchos pelos en la lengua.
Y Kafka:
Kafka no puede hoy, sbado 18 de setiembre de 1976,
no puede deambular desnudo,
no puede quitarse esta jaqueca;
en la billetera,
no puede ordenar
el cabello estropeado de Beethoven.
34
POESA EN VILO fracasos, es decir poesa de alta tensin que corre a lo largo de
atormentados versos como un incendio desatado e imprevisible.
La obra literaria de Segundo Cancino constituye un cuerpo ya
respetable que va desde Anda suelto el maligno, publicado en 1971, La actitud potica de Segundo Cancino puede ser el paradigma
hasta Caceras del viento, en 1977. Sin embargo, Segundo Cancino es de la ltima generacin literaria peruana. De hecho, es una actitud
un poeta todava joven y pienso que lo ser siempre, porque su juventud potica muy diferente a la que predominaba en mi generacin.
no es tanto una cuestin de edad cuanto una posicin esttica. Casualmente, mientras escribo este prlogo, han aparecido en un diario
algunos poemas de Juan Gonzalo Rose, gran poeta de la llamada
La poesa es un vasto campo de actividad artstica y hay muchas generacin del cincuenta. Uno de estos poemas ltimos de Juan
maneras de escribirla. Segundo Cancino ha preferido siempre una poesa Gonzalo guarda cierta semejanza temtica con un texto de
experimental y la ha asumido constantemente como un riesgo. Cada libro Estrujamundos. El poema de Juan Gonzalo Rose se titula Retorno a
suyo es una aventura distinta que se desenvuelve de acuerdo a normas las canciones y comienza as:
propias y singulares, lo que contribuir, segn creo, a la desorientacin
de la crtica en el futuro y, por lo pronto, la ha obligado a permanecer Retorno a las canciones que cantbamos
prcticamente muda. sumidos en silencio;
canciones pronunciadas por los ojos
Experimentacin incesante, aventura continua, permanente cuando el ro era slo las crines del caballo,
riesgo, son las coordenadas entre las que discurre la poesa de Segundo el caballo era el viento
Cancino, siempre en vilo, sostenida por un espritu tenaz que no descansa y el viento una costumbre delgada en el espejo.
nunca. Confieso, sin embargo, que al leer Caceras del viento, pens
que el aventurero se aproximaba al puerto y se dispona a vivir en una Nombrbamos el mundo con miradas
tierra difcilmente alcanzada. En ese libro se empezaba a discernir un en aquellas edades que plcemes nos dieron.
orden clsico, una equilibrada armona que pareca indicar un futuro
adensamiento, una prxima obra ms claramente serena. Pero no ha Jams llamamos rosas a las rosas.
sucedido as: Estrujamundos es nuevamente un libro entrecortado y
experimental, riesgoso y aventurado, sostenido en vilo por un espritu Sin embargo el rosal la rosa daba
tenaz e incapaz de descanso. y ya el amor con desnudado traje
la cama de la tierra perfumaba.
La forma potica temblorosa y cambiante, la actitud creadora en
perpetua renovacin sobresaltada corresponden a un espritu angustiado, En este fragmento se puede notar una temblorosa emocin que
vctima inerme de un mundo cruel y absurdo. La angustia es la substancia yo me atrevera a llamar romntica, pero tambin hay una armona y un
propia de Segundo Cancino, la raz profunda de su creacin potica. Para orden netamente clsicos que atempera la irracionalidad de las imgenes
encontrarle un parentesco cercano es necesario remontarse hasta heredadas del viejo vanguardismo. La primera imagen contradictoria del
Trilce, libro tambin angustiadsimo, tambin siempre en vilo y a poema (Cantbamos en silencio) evoca con exacta precisin un mundo
riesgo de caer y que no alcanza nunca una tierra segura, una norma juvenil, una edad primaveral y cantarina, pero tambin tmida, callada o
potica clara en la cual apoyarse. Trilce da la sensacin de un fracaso intimista. Luego, de una manera que podramos denominar lgica o, por
ha dicho Jorge Basadre, pero agregaba- de un estupendo fracaso. As es lo menos, consecuente, viene una sucesin de imgenes irracionales:
tambin la poesa de Segundo Cancino: una sucesin de estupendos el ro era slo las crines del caballo,/ el caballo era el viento/ y el
36
ESTRUJAMUNDOS
soledad
yendo
a explorar el mar
tupido de caeras
quejas vaticinios
de rapia entre las flores enarbolo rutilante
viedos fbulas
A qu decir cuervo. A qu puertos que retienen
sonmbula eternidad: sombreros y relojes
mira el terral
estornuda ave troca
de rapia entre las flores. el cuaderno de bitcora
en ermitao
montculo de arena
la misma
harta soledad
39
estrujamundos tras el vuelo del fnebre bho
vagamos entre todo aquello que sin hbito de profundidad se todo es brumoso inaudible las horas guardan el amor custo-
desmenuza o se devora estrujamundos duros son los das y un diado por viejos proverbios y el fnebre bho alza vuelo
concierto de murcilagos enciende el despeadero cuando tras las mamparas se encrestan los gallos
poseo la oscura saliva por donde apenas avanza el vientecillo junto al cepillo de dientes deja de cabalgar buclico sol ajo
asmtico de tu boca ceido a la intemperie y a las sucias y jaura arcada y dentadura donde el hostilizado gorjeo de
bombillas de nen haz sitio he aqu la ciudad sus plidas las retretas coincide con el acantilado
redes y el madrigal que deviene en espeluznante cinaga
40
sopla mi rostro despus de haber vivido en blue-jeans
La madrugada, escueta, penetrante, despus de haber vivido en blue-jeans, cada maana,
cambia los pulmones siguiendo el curso de las guilas, chiflo
del gran hotel: a la gaviota llegada desde el mar.
desde el desierto Jams te asuste
viene mi boca la mujer que sangra cerca a los bueyes.
llena de zumos amargos, As, cuando jode el caliche o enverruguen
el mecnico terral puquio y alero,
apaga el vaivn de las hojas. confo en el necesario poder de los cerros.
Sopla mi rostro vencido
hacia donde la liblula
deposita sus presagios.
41
rota la calzada segundo urbano, mi abuelo
sorprende Cuando traa las lluvias
siempre el boquete a nuestra dentadura: bajo su barba enorme
en el centro de la plaza, ejerca a voluntad
el reloj detenido; el curso de la vida:
bajo los eucaliptos por los pequeos riachuelos,
el sombrero con la copa hacia abajo. dejaba ir toda la niez
Literalmente, hasta observarla
antes de la siesta atareada
y/o el lucero, cerca a la mar.
quedamos con la noche Ha pasado el tiempo:
sobre la cabeza: para saber
el puma surge cmo traa las lluvias,
junto a la luna; detengo las nubes
confundido, bajo su barba enorme.
el ms pequeo.
Los eucaliptos tienen escalofro.
42
CANCINO: EXPERIMENTO Y EQUILIBRIO - Qu papel juega la poesa en la vida espiritual de los pueblos?
Por Livio Gmez - Creo que fundamentalmente la poesa est ligada con la razn de ser del
hombre. Es una de las manifestaciones que quizs toca ms hondamente
- Qu representa Kilka para la poesa tacnea? lo humano. Y, por lo mismo, enriquece la continuidad de los pueblos.
Como es sabido, a muchos pueblos los conocemos por sus poetas, que
- Un medio que ha permitido que los poetas de Tacna se den a conocer y expresan sus sntesis.
tomen contacto con poetas y con escritores de otras latitudes. De esta
forma han podido los poetas locales contrastar su experiencia con la de
otros poetas.
Entrevista de Livio Gmez, publicada en la revista PIEDRA FILOSOFAL, N 1. Revista potica del Dpto. Acadmico de Ciencias Sociales y
Humanidades de la U.N.J.B.G. (Tacna, Enero de 1985)
43
A principios de los aos 80. De izquierda a derecha: Miguel Arribasplata, Livio Gmez y
Segundo Cancino. Foto: Archivo de Livio Gmez. Cortesa de Luis Chambilla H.
MEMORIAL PARA VIVIR
EN ESTA CALLE
ASEDIO DE LA TRISTEZA
En esta calle
Triste el susurro que tristsimo la va lctea
descarna los labios. yace oscura.
El nombre del amor que ambamos Un dios primitivo
suena a conversacin comienza a germinar
deshabitada. Y la desnudez iluso en todos los rincones.
de las estaciones y la naranja amarga
aflige a la araa hireme el paladar.
escindida de la ternura. Pero una trtola,
Bajo la sombra de los lamos salida de la nieve,
alguien alla inmvil. me recuerda
Con este nico fin el latir tranquilo del pueblo.
basta mirar tus ojos. Siempre entre
la entraa de la tierra
y la lluvia.
47
(la lluvia)
Para tener siempre refugio
contra la imprecisa oscuridad de otros seres,
atenta se perfila la lluvia
desde el fondo de sus pupilas.
Ahora da cuenta
de la fbula que regresa la ternura
de los bovinos:
PERMANENCIA el aliento huele a lucero; y el da
entero pasa a nuestra casa,
Veo una foto sobre mi mesa. y se echa sin premura a calentar la ropa.
Haba olvidado mis aos, y las certidumbres Somos cuerpo iluminado por las lluvias
que pudri la gara. donde resplandecen las nimas.
En medio del arenal,
deletreo el rostro que asoma:
ya no gravita el ayer que silbaba
fosforescente en la memoria.
Como si, en realidad, lo inesperado
(paisaje III)
anocheciera la mesa,
contemplo cmo la pipa queda sin fuego El ltimo eucalipto.
y encalla el eco de tu voz. La sombra de las estaciones.
El otoo cubre todo con hojas amarillas. Febrero.
Afuera slo los gatos El ciego cacareo
acampan y prenden sus ojos. llama a la neblina.
Y los zorros se aproximan.
Ebrios van borrando el medioda.
La luna
tiene un boquete en mi corazn.
Entre la neblina
los sapos.
En la boca
y las fosas nasales,
el crepsculo.
48
POEMAS DEL TRASEGADOR
1
Digamos que an hay
AUTOCRTICA muertos en el desierto.
El silencio se torna ms blanco que la cal viva.
Un borrn Pero en las calles las habladuras de la gente
despus de otro Inventan historias
es el testimonio perfecto. o escriben
De la dcada con carbn encendido
no tengo (y a ocultas de la polica)
sino en mi cuaderno el santo y sea y el nombre de sus hroes.
un monlogo Los muertos que buscamos
cortado a navaja -despus de la guerra-
y la sombra sienten el desmayo de nuestra nostalgia.
de una estatua
que no huele
ni siquiera 2
como un tipo Digamos que an guarda el desierto
levemente ojeroso. el llavero
La muerte mira: mi slaba
un borrn sin sueo tu risotada:
en provecho de las araas. aqul hroe fuera de la niebla
cantando al sol
muerto de secretos.
Refutando al tiempo,
aqu estamos con nuestras chcharas.
No conocemos al enemigo.
51
POEMA DEL ELEFANTE CRNICA DE UN POEMA
Manso, menos elstico, En los poemas que escribo de noche
cuando desgajan el da (y en los que no se dejan escribir),
en las bocacalles, donde la slaba
debajo de las estatuas, es tatuaje en lo desconocido,
abandona las excrecencias. flotan como boyas
El elefante la melanclica luna,
la brecha de los zapatos el canto de los grillos,
mi propia monotona. quien juega con diminutas poleas,
El fuego de un viejo horno el bolgrafo
le abre la bragueta. con sus adentros
En el rostro de su mujer, rellenados por la rabia,
hay menos suspiros, por la tormenta de arena,
ms penuria por la deidad ambigua
oliendo a oficina: incendiada en el vaco
una tormenta mi amigo. o en la pupila
Coloco sobre la almohada sobreviviente
la dentadura postiza en cada fragmento de eternidad
la razn. cuando crece la muerte
Insoluble en el delirio a ras del pecho
quiere desovillar las cuatro patas. malogrando el oleaje del mar.
Tras la juventud y la vejez
el elefante
CON VALLEJO
Despus de andar mucho con la lengua en el ndice izquierdo
en un bar de mala muerte
hipotecas el bastn y los escarpines.
He aqu que las muchachas que podabas en el otoo
J. CORTZAR acumulan chicles y nublan los telfonos.
Y, mientras alguien come
Qu late en la soledad? y orina en silencio, el suertero,
Es tu mismo corazn asestndole una pualada
Entero como el blues de Charlie Parker. al cuervo desmedido,
Y es el viejo sol crece como vos borra las imprecisas palabrotas del cancerbero.
desde temprano Entonces s de pie
sobre las piedras. como si cupiera todo el universo en la cocina,
en los ojos del ciego Santiago
entintas a la cebolla.
52
amigo, Sileno Torres, que bsicamente es recuperar fragmentos de
"ESCRIBIR EN TACNA ES MENOS QUE conversaciones y que estructura un discurso que analiza algunos
LLORAR, ES CASI NADA aspectos; la tercera estancia es con mis padres, lo que significa la llegada
con los padres y con los hijos y lo que eso representa, en un desierto que
en esos momentos era Leoncio Prado. De all que en casi todas las
Por Juan Miranda Snchez estancias parezcan nombres muy puntuales que podra dar lugar a una
lectura sobre la identidad, que no es el objeto del libro.
- Escribir en Tacna es mucho menos que llorar?
- Hay imgenes muy duras en torno a Tacna.
- Washington lo que plantea es que cuando alguien publica en provincias
es un libro que se pierde, sobre todo porque los circuitos de difusin son - Creo que Tacna ha sido llena de hiprboles, "la ciudad heroica", como
nulos. de un pasado muy grande y que el presente no le hace mrito, creo que esa
es una lectura sesgada.
- Pero esto genera una conducta en quien escribe en Tacna, porque es
una actitud doblemente lacerante para el escritor... - Es una imagen demasiado pica no?
- No creo que sea as si uno ve las actitudes de poetas como Kavafis o - Claro, cuando Tacna es una ciudad de contrabandistas, de pequeos
Lezama Lima, que nunca han ido a Pars, que era la idea de la metrpoli comerciantes, de prostitutas, de curas, de profesores, de profesionales,
cultural. El banco cultural no se dio y ellos generaron su propio banco en una ciudad donde hay desbordes populares, esa es una ciudad de todos los
cada una de sus latitudes. das, yo no veo la otra expresin.
- Creo que quien quiera preguntarse sobre identidad en Tacna no - Y hay mucha desesperanza en este poemario, en las imgenes del
puede dejar de leer este libro, si bien el discurso sociolgico no logra polvo entrando en la casa que va envejeciendo...
manejar convenientemente este tema, el poemario s avanza sobre l,
personal-mente creo eso. - Es un poco lo que pasa con la gente que llegamos a los 50, 60 aos,
vemos la vida de otro color y notamos lo que dice Washington Delgado,
- Es una percepcin. Pero en todo caso es una lectura de muchos aspectos que muchos de nuestros ideales de los 60, 70, donde la revolucin estaba
de Tacna, la ciudad, los encuentros, y los encuentros con la familia, que es en la vuelta de la esquina y la esperanza de un cambio; con el tiempo uno
la parte final del libro, que es el problema del migrante que llega al ve que est bien como utopa, y que debe haber siempre utopas, pero
desierto con alguna esperanza y se da cuenta que esa esperanza no existe, cuando uno va madurando va viendo eso con mayor escepticismo.
en la prctica no es tal cosa.
- Cree que "Alto del Sol" cierra un ciclo para Tacna en la poesa de
- El libro est dividido en tres estancias, puede darnos ese recorrido Cancino? Personalmente este libro es la imagen potica ms ntida
del poeta? que veo de Tacna, por lo menos la mayor voz sobre Tacna y el
desierto...
- La primera estancia tiene que ver con el desierto y la ciudad, casi a nivel
descriptivo, an con hechos histricos; el segundo es la estancia con un - No s, a veces se puede dar vueltas sobre el mismo lenguaje, ahora esto
Entrevista realizada por Juan Miranda Snchez a raz de la publicacin del poemario Alto del Sol. Est disponible en la siguiente direccin web:
http://www.peruan-ita.org/personaggi/miranda/cancino.htm
53
aparece en muchos libros anteriores, la visin del costeo, el problema de la
sierra que se va equilibrando.
- "Alto del Sol", porque me da la idea del Intiorko en la parte alta, donde el Sol
se establece, la imagen del Sol en ese alto.
En silencio, sin prisa, ajeno a los halagos intiles, Segundo Cancino ha ido modelando una voz personal, cuya
calidad queda ratificada y consolidada con la publicacin de Alto del sol, libro en el que asoman las dunas, la
neblina, los matorrales, el quemante tema del desierto tan poco abordado en nuestra poesa. No escapan
asimismo al ojo del poeta los alacranes del arenal, la zbila, los cactus, las hormigas negras, los protos, el
escarabajo pelotero, todo expresado con un lenguaje cuidado, estricto y reflexivo que trashuma la soledad del
pramo.
(Arturo Corcuera)
El vertiginoso desierto, los pramos de desolacin, el viento abolido, el vaco, el silencio -Antes silencio
despus silencio dentro del silencio-, la erizada flora y la secreta fauna de los arenales y el ardoroso sol del
medioda, han servido a Segundo Cancino como escenario para la creacin de la inasible silueta de un sujeto
potico, cuya voz, sin nfasis ni desgarramientos, casi despersonalizada y hermtica por momentos, da
testimonio del paso del tiempo y el derrumbe de los ideales, no obstante lo cual, con sereno estoicismo este
recatado lter ego del poeta Segundo Cancino proclama el honor de vivir.
(Miguel Gutirrez)
Citas incluidas en la contraportada del poemario Alto del sol (Lima, 2002)
54
ALTO DEL SOL
57
Un bho en la claridad de la noche Un perro en la plaza revestido de aoranza
Inseguro un perro adormilado espa tras la neblina
desordenado en la sonmbula piel del desierto echa sombras a todo lo que ganaste en la vida
y en el sol del atardecer
apilado en los matorrales Un perro en la plaza
y en el pesado vuelo de los gallinazos un perro lame el polvillo gime
como una posible estigia ennegrecido en la parte gangosa de tu lengua
tras la puerta o debajo de la seca envidia
enmohecida en mi lengua Un perro en la plaza lentamente un perro
desencadena el crepsculo silencioso cuando tus ojos dejan
Un bho en la claridad de la noche de saborear la perfumada y larga espera en los huertos
Inseguro
desordenado agota sus pupilas sobre el esqueleto de nen
pero al borde de la Fuente Eiffel
ms sediento
y profuso que Neptuno Adonis Anfitrite y Galatea
sin ver si empezar el futuro
va humedeciendo su fatal canto
Un bho despus de la claridad de la noche
Inseguro
decolorado soporta los severos ramalazos
de un blicerino domingo de pegajosos insomnios
-la arena cruje es el cielo ms alto
sin embargo se hasta la esperanza
58
Otra vez el sol se acerca a la pampa desaparece 1960 es Leoncio Prado
tragado por la arena que el viento trajo desde el Arunta Tacna de principios de junio
un sol poco embriagador y el desierto
los sueos dentro de casa rozan las ramas bajas de los eucaliptos invisibles
van a dar en el fuego fatuo de los mecheros y la brisa
y en las calles estrechas apenas reta el vuelo de las aves
por los estertores prdigos en los camales bloqueado por el olor de la niebla
pero Alejandro
y como siempre aqu silba entre dientes
en Leoncio Prado calle 7 de junio asombrando a las siemprevivas
estar vivo significa or que el aullido de los perros Como todos
se apodere de la brisa que sopla en direccin al mar se detiene en un kiosco de peridicos
y que los gatos cotidianamente curiosos recopila la soledad
destapen el ropero donde se amontonan las chucheras y en un instante
las guardamos Sileno para jorobar a Carn con los zapatos llenos de arena
y que en el fregadero mi madre supera todas nuestras esperanzas
espere que la espera de los estaciones se repita
compitiendo con el olor de la cebolla frita
o de las guayabas emotivas en el frutero
y que dando saltos mi niez escape
como un chorro de humo
por los techos de barro
y descubra con nostalgia
que la alegra en las carretas de fruta
y que la sombra de la temprana vilca
eran un paliativo en el arenal
para el que no estaba preparado
59
Adriana abrumada por su serrana y con su Alejandro
vino a probar suerte en Leoncio Prado ahora entre tantas sombras sazonadas
mientras caminaba por el arenal no se asombra de la luz que irradian
hablaba con Alejandro afortunada sonre
hasta deslizarse de la penuria hablaen sueos
a resbalar incrdula en las aguas del nico pozo
construido sobre el desierto definitivamente
no puede con ella el desierto!
Pero en Leoncio Prado
nadie silbaba para ahuyentar a los duendes
ni tocaba la puerta de madrugada
(en su pueblo la madrugada
es el primer borbotn del agua
y el primer borbotn
el silbido no remedado
por los duendes que agitan el desvelo
y el silbido el rayo de sol
y el sol es todo entre los cactos)
Muy pronto
sin otra meloda que la de sus pasos
aprendi a captar el murmullo
de una que otra dbil promesa
y como alivio
a soar con el regreso
S, Sileno,
escpticos,
pero reales huspedes
deslizbanse hasta encontrar
la anatoma de esta villa.
Hombres duros,
despojados de toda msica,
ganbanse su relamido
y escurridizo corazn.
64
I Y confa,
Es Huanuara. ahora lo sabemos,
Surgen los das en nuestra manera
y nosotros de entregarnos a la vida
en el lluvioso enero. si la estrella
que esperamos
A pesar del cielo reluce sin nervio,
bajo, oscuro, o el sol esquivo
bien dices, que empieza indeciso
Botetano, a llevarse con la noche.
abran la ventana de par en par
y dejen que la lluvia
el granizo
el trueno
o el relmpago
entren en los cerebros Aqu nac.
Y luego Llamen como quieran
aprendindose el horizonte a este pueblo que alborota
respondan a la vida las viejas rfagas del tiempo.
cualquier cosa Es mi pueblo.
que parezca profunda, Oigo el silbido
pero sin forma definida que duerme en sus adentros.
ni benvola eternidad en la hoguera.
Despojado de honores,
II discreto destino.
En Huanuara, El mo pulula en sus calles vacas
es enero. grabando tu nombre,
Cierto es: mis seas;
confa en su manera para el resto de la vida
de lidiar con la cerrazn nuestras historias,
que hace invisible el fuego. sin lucimiento,
Confa en su manera con palabras poco ostentosas,
de beber la escarcha grvidas de miradas vocingleras.
de los muertos.
Aqu nac.
Y, hora tras hora, confa No ha mudado.
en su manera de enfrentar Es el mismo.
el estallido de la suerte No ha cambiado la suerte.
si procura saciarse en los barrancos. La vida sigue siendo
65
el mismo fuego con el que pero que hallamos dentro de nosotros,
Ignacio Aldana, cada mircoles en domingo.
Olga Chiri,
Francisco Gallegos, Como siempre,
CirilaQuenta, condenado a ser nima anochecida,
Carlos Condori iba hecho hielo por las calles
dividan el sueo del horizonte; mordiendo la luz herida de la tarde
y, antes de emigrar, o hilvanando recuerdos
ponan a prueba como alguien que quiso vivir
mi sombra: y nunca ha vivido.
hoja cada del viejo eucalipto Y me decas:
que no se evapora -por dejarnos,
tan rpido como las horas: destrenzndote de las patas de gallo,
se vuelve ramaje vigilante te asomabas como solitario saltamontes
verdad sencilla, desde donde crecen alas
de alguien que gorjea al presentimiento
a quienes le dan vida y engordan
liberndolo el cielo, el sol,
iluminndolo despus de las cerrazones. el amarillento soliloquio.
66
CUADERNOS DE TAMBILLO
69
Nadie me da razn Esta calle empedrada
nadie cubierta de boiga
pregunto es todo mi pasado
qu es del puente que una el ro Caramolle a cuestas
con la edad dorada la edad dorada asido a la espalda de mi madre
con los burdeles? he encontrado el tono
de la primera palabra
ni el olor a desinfectante como mi padre he soado
ni a humo de cigarrillo mentolado galopando sobre un caballo negro
han quedado atrs retinto como la pena
cruzan contigo
el oblicuo suspiro la pasin clandestina atestigua mi vieja hermana
la mirada huidiza farfullando en su envejecida lengua
que el nio
una hora o dos antes del amanecer jaquecoso que fui
vuelvo los ojos hacia el puente se cruz en esta calle
el puente ha dejado de existir con los gruidos del insomnio
el ro ha dejado de existir y los primeros harapos
-son dos viejos y atnitos fantasmas engendrados por la miseria
diseminando sus cenizas por tu propio olvido an arropan el horizonte
digamos
por los huertos heridos esta calle empedrada
por los callejones heridos cubierta de boiga
por los cuerpos y almas juntos heridos va conmigo como va
por la temerosa vecindad herida toda la gente
que vuelve de los potreros
digamos despus de amarrar las heridas
por la ciudad tantsimo tiempo y el nocturno vaticinio
absolutamente sumida con una soga de lluvia
en una realidad spera en verdad esta calle
que no te gusta es como la memoria
pero que te unta la piel antes del ltimo ocaso
y achata las arrugas rebusca en el pasado
con nuevos olores su arruinado esplendor
otras ilusiones o los murmullos
intensa efmera de tu esqueleto
contradictoria diversa olvidado en el pramo
te habita
habla por ti
70
Ah viene Gabriel Alejandro Hay un tiempo que nos mira con los ojos hundidos
con el rostro ennegrecido se acomoda en este tosco esqueleto
por el fro de la cordillera donde el sueo es
como la luz lunar entre las piedras
infinidad de veces un chasquido disperso
se hizo visible en esta plaza
y en estas calles en la memoria yace cercenada una silla
multiplicndose en nuestros pasos al costado de tu sombra holln
se pudre
es un atisbo de aire fresco acercndose al olor spero de la carne
en un instante yacen tambin
vaporiza la nieve las sandalias el sombrero
de nuestro insulso corazn la rebanada de pan
vemos sorprendidos revuelto el agrisado mechn
que una estrella retiene su mirada el fuego que se consume
su mirada el agua -ya sin hondura
que en pequeos oleajes forman una estrella marchita
destella en las laderas
al borde de un agujero profundo
a Gabriel Alejandro el tiempo se endurece
donde hace tiempo dejamos tirado en el suelo
no recalaba nadie la torre de acero
ni se saba las mscaras
que la vida bulla la escarcha viscosa
tambin en esta plaza el repique del silencio
y en estas calles lo que se dice y se hace
le basta mirarse y mirarnos atrapados
para encontrarse con un universo por un ojo demoniaco que gira
que exhala su aliento que ensombrece y niega
aliento que no muda el tiempo se olvida
ni disuelve la muerte y el olvido
invade todo
sin retroceso
71
Coda
En previsin de malos tiempos
quiero sentir
una vez ms
la vacilante luz de las estrellas
y despus
lo que quede de m
no sea sino
la lengua desgastada
el eclipse final
que se deja escurrir
desde este remoto
lugar
72
POEMAS
SUELTOS
ANTOLOGA
BSICA
El Yo del Menhir
El Yo del Menhir
EXTERMINIOS lleg
en los pechos de la lluvia,
Tras la sombra doblando
incinerada de contiendas, el desledo estmago
en el gesto congelado, del viento.
en el puo
de nuestros resentimientos, So el fuego y
una fogata el tiempo.
alimenta: Desayun su cuerpo de noble
un duro contentamiento, escultor,
una esperanza que muere. hasta
que una tarde,
Nuestras manos recogen ebrios los pjaros
las cenizas amargas le olvidaron en el polvo
del crepsculo prometido El agua oculta,
invit al simio
Y vuelve agitando sus alas a festejarse de arcilla,
el fnix sepultando al Menhir
sobre la llanura de los exterminios. en la memoria
del bho.
(De la revista TACNA, Ao 1, N 1, diciembre de 1967)
(De la revista LAS COMARCAS, Ao 2, N 2. Tacna, junio de 1968. Este
poema fue reproducido con ligeras variantes en el libro LA MEMORIA
DEL BHO de 1974, con el ttulo de EVOCANDO, EVOCANDO)
75
BIOGRAFA EN EL TIEMPO Como animalitos de geografa
nos revolcamos en el tiempo.
Con nuestra alabanza
los leones levantan (De la revista KILKA, Ao 1, N 1, Agosto de 1970)
piadossimos sus carpas
y encierran en maletas
su corazn de sombra. HOMENAJE AL LORO
QUE NOS SACA
Desde pequeos LA SUERTE
edificamos chalets con hojas de rboles
y a cualquier precio Tocando el organillo
enterramos el suburbio. delfos descalzo
hablas del arrabal
Mucho guardamos cama que hunde
ms nos importa parrandear sus brasas
sobre un andn de geranios en nuestra casa
o cosquillear a la luna Tocando el organillo
en un vaso de cerveza. dentro de Rimbaud
como un borracho
Nos embarcamos en la amargura. orinas
Ingerimos la desesperacin. Orinas
como un ciudadano
Aceptamos distrados el epitalamio. al ver la sopera
Unir los ojos y la boca. vaca
Tocando el organillo
Rodamos, mago glorioso
y a lente de buen fotgrafo te muerden
vistosa es nuestra suerte. los canastos llenos
con papas
Nos querellamos carne
acostados sobre un fardo de sucesos. y soledad
Te muerde
Bendecimos nuestros negocios. la desesperacin
Adoramos a nuestras mujeres. Tocando el organillo
Alimentamos a nuestros hijos. aludes
a las copas de pisco
Ms valdra y a los sueos
ser hormiga que navegan
o establo. como troncos
76
a la deriva el gran incendio
Tocando el organillo
tu lengua de perro agitado Recordemos
lame los miles de aos
la chatarra que vivimos:
de nuestras vsceras de aquellos tiempos
Tocando el organillo el incendio emerge
entre perezosos vestido con pieles de bestia
anuncias con alegra o piel de bosque
que caminamos pelado por el ruido
como Adn en un paraso del ltimo bombardeo.
empedrado Recordemos
de slogans los miles de aos
Ya orgulloso de tu pico que vivimos:
como mercachifle aparece el incendio
sobre las ciudades de concreto por el gran prtico
agujereadas por el vendaval de la ciudad.
irradias tu sonrisa Recordado
tocando el organillo que as vivimos
Pero oh t que moras miles de aos:
los das de gula aullando ante los estragos,
tocando el organillo disimulando entre las piernas
escupo en tus ojos barriles de plvora;
en tu lengua tus ojos
en tus patas y mis ojos,
Te corto las plumas tus labios
te corto las venas y mis labios
Porque tus ojos de lea encendida tus manos
son como mendigos y mis manos,
sentados en un banco contra el prximo incendio
de angustia levantan barricadas
tocando el organillo en el corazn del jardinero.
te corto los presagios.
(De la revista KILKA, Ao III, N 4, febrero de 1972.
(De la revista KILKA, Ao 2, N 2, Febrero de1971) Tambin incluido en el poemario LA MEMORIA DEL BHO de 1974)
77
contra cristobal de albornoz slo violadores de hombres
y a favor de lo que afirma y oscuridad
slo ojos malficos
evaristo kondori kavina
y dentro bajo tierra
el aliento de Inkariy que parece gemido
No has dejado flor, nmero ni orden sagrado. & se va nutriendo dicen del mejor maz,
-Djame llorar sobre mis ruinas- con su azote ordena las piedras,
Tu boca ha dicho: fusilen el jardn de sus hembras amarra el viento;
tiren a la nada su corazn pero estrujamos su memoria/ Amrica
& as apalannos: osario/ inasible/
Lacrimgenas, s/ rochabuses, s/ patrulleros, s/ barrotes, s/ la opacidad te ciega
Oh Amrica & ni qu decir al Corregidor
ahora sentir jbilo. ni qu al Prefecto
El torbellino avanza as Colonia/ as Repblica
la sombra gasta la irradiacin del sol. entre muros de tierra podrida
Yo vi cmo trotaban los caballos qu aquelarre en trono de piel humana.
y adherido al ladrido del instinto, Arrastrados por otros peores que Alcibades
sosteniendo el degello, he perdido mi rostro y mis huellas
mi propio verdugo mis huesos dentro de vuestros muros
espada y cruz/ mi cabeza en vilo. mis sueos entre penas/
Evaristo Kondori Kavina y el cosmos flagelado
Habla: creo que no volver ahora el tiempo del Inkariy. y nuestra historia
Cmo podra volver ahora. asilados en las chinkanas
legtimas valijas de silencio
Evidencia amordazada Evaristo Kondori Kavina
espejo del sol/ proposicin de retorno/ puro volver pura espera
quin ha de serenar quin cortndonos el ombligo
el amor la espera atemorizados demos ombligo
Gurdate de los perros al tiempo nunca del Inkariy
Orestes gurdame del exilio prendido en los aosos gajos de los presagios
an no se ha gastado la furia ni el deletreo sexual del gallo y no lloraremos.
Todo viene de arriba
el clera/ el destino/ (De la revista KILKA, Ao V, N 6, febrero de 1974)
el jaguar que aterra
& el horror
musita su paraso
huelo a puetazo
extirpa los cuatro horizontes/
y no ha dejado calor habitable
estacin intransferible
78
AQU EN LA VILLA la buena vendimia
SIN METAFSICA la mala
de los jodidos por la guerra
QU HAGO
3
1
no pudimos entender la fbula del milano
movindose dentro de un tonel
los engendrados con apacible violencia
ilegible espritu/ pisando uvas
eran aos de extranjeros
sin poder primorar
como una vieja mquina de escribir
avalanchado fuego/ carnal /en la villa
desgranada de sus tipos
si leo el diario si descifro los tatuajes
con pocas palmeras y en sus huertos
en cualquier lnea
mucha jaqueca
beber un cadver
con una gran viga en los ojos y un len
abatido de males/ desatinos
singular quimera
bajo un brazo/ su libro de deudas
es ya ciudad del comps y los entuertos
su floracin de nervios bajo el otro
y no tendrs ninfas
aqu en Tacna ni siesta 4
aqu los gallos se disputan la cresta aqu el desierto y el polvo
se deschavan en la oscuridad/ endurecido de los fastos
sin metafsica hacen
como una granada abruptos
con la sonrisa destrozada los das
colgados y la sed inabarcable
beben escurriendo cicatrices y los reproches
son invento del silencio que talla los dientes
y los delirios
2
50 aos de historia
por la gran flauta 5
segn viejos parlanchines as no podr primorar
en Tacna murieron 1 de fiebre amarilla avalanchado fuego/ carnal/ en la villa
2 en el cautiverio para encarnarme
agregaramos 3 de extraas picaduras (vr. gr. chita la payasa'o
la del zancudo anfeles) ahora tengo que esperar la noche
4 por su propia lengua como un ladrn de gallinas
ms en el libro de huspedes es de noche
1870 + o negro inmutable movimiento de leones
faz de zorros en el gran libro de la ciudad/
Rmulo & Remo & la loba y solfeando historias/ ritos inspidos/
que adivinan qu hago yo
79
qu hago Con mis manos,
sin oficio ilegible espritu ya tostadas
pisando uvas en la soledad por los fros
de junio,
(De la revista KILKA, Ao VII, N 7, mayo de 1976) doy forma,
como mis padres,
a mi atadito
El Minero de maz,
a mi atadito
A la mina va de sueos.
muy temprano
el minero:
Comayle Abuelo
remueve piedras,
remueve tierra, Para que no haya sed,
cambiar la vida para que no haya hambre,
quiere el minero. para que todo sea,
sobre la tierra,
En la mina, manantial
todo el da. y espiga:
El minero
en la mina. Comayle Abuelo,
Comayle Seor,
Es de noche, suelta agua grande
tosiendo oro, de tus zapatos
tosiendo cobre, de hielo.
la mina deja
el minero.
COMAYLE: Cerro de TicacoTarata, al cual los
Pobladores de la zona le rinden culto para que
Historia les d agua en abundancia. Este poema se basa
en una cancin de ese culto.
Mis padres,
desde el interior
de las pacarinas, (De CORREO CULTURAL, Tacna, mircoles 25 de agosto de 1976. Ao
con piedra 1, N 2. En nota introductoria, Livio Gmez dice: En esta oportunidad
y arco iris, ofrecemos poemas inditos del poeta Segundo Cancino (Huanuara,
dan forma 1948) pertenecen a su libro en preparacin ABRO EL HORIZONTE, el
a mis manos. cual est destinado a los nios.)
80
PIEDRA
DEL
AHOGO
1 3
el gran fro de la noche, vigilia sobre
lo oscuro muera, desde el tero, las piedras;
todo equilibrio: la voz de noche
o el cielo gris no se anda
de Reinhard Gehlen. En todo, de jinete:
son el adverso: se muere
cubierta de mugre, si los gallos
desde el tero, no filtran
la piedra del ahogo. el da
4
2
mi somos parte de la pirmide:
sombra nada de vulgaridad
fluir por siem- en las paredes. Mrennos:
pre de entre las pie- somos el faran
dras (remuevan las montaas) hecho piedra, la muralla
nuestra espalda de bronce (eviten que habitan los guerreros
el polvo) nuestros corazones de bronce y se enlaza con el
(empujen) cargan un da y otro da (edifico es- horizonte; bajo la clara
ta morada divina para mi amada)/ para l esta mansin noche, la esfinge que espa
en las montaas de aguas puras/ a chicotazos nos agrietan el vido ritmo del agua.
tiene una piedra sangre? SOWETO: sangre
huelo a maldicin
a hoja cada (De la revista KILKA, Ao VIII, N 8,
la maldicin no alcanza al gaviln noviembre de 1977)
no yace solo el desierto
ni solo el faran
81
Peregrinaciones en torno de salir del escondite;
a mi padre donde te ver cuando deje de ser
sedoso eco que remedo
la danza del milano.
1
Cuando humedeci a Proserpina
muri mi padre. 5
Llvame le dije. Reconozco: mi silueta danzando
Y se me dio por rodar y rodar. rosa mirto dado
(Eludo, peregrino, el movimiento trnsfuga
Mscaras y campos de lagartija). que se desglosa del cuerpo
Su corazn de padre se bambolea para tomar sin pesadumbre
entre esfinges y yo el tiempo:
llvame: empiezo, ahora, a entender
en la cabina de los dioses no cabe lobo de mar sin escapatoria
uno ms no resisto, fuera del agua,
(Lo sube una carreta al cielo. el olor a hortaliza quemada
Y yo, el hijo, mido el tiempo de los das.
en los ojos de Tiresias).
2 Cuando estamos a
Bajo el agua, busco punto de morir
el camino abierto
por sus labios. a golpe de machete y de saliva los yugos
de paredes altas cortan la luz el agua
3 el sabor de los silos prueban a interrogarnos
Apresrate. Proveeros por todo el amor por todo el fuego derra
de la espada de doble filo: mados
robo una nave: sobre los muelles de aire sobre el reloj de
me trae el camino abierto tiestos
bajo el agua. y velmenes como escarnio envan a nues
tra prole
4 pasados en fro retazos de nuestro pauelo
Te trae tu padre convida a decir:
no te fatiga tu presencia. Di,
enloquecido, (De la revista IN TERRIS, Ao XII, N 6, enero de 1978.
no me aclimato, su recuerdo no Contiene un anuncio previo que dice: Segundo
me doblega ni soy espejo del sueo. Cancino prepara un nuevo libro: ANDAMIO DE
Proserpina OCCIDENTE. De all estos 7 poemas.)
espejo donde te ver despus
82
DESDE AYER DESDE SIEMPRE, ESTA ES TU CASA esta palidez, este encierro, este almacn de naufragios?
yo no hice ms que llegar
Esta es tu casa. Qu extrao. No te azore y recoger mi rostro
si desde ayer si desde siempre y caminar
nadie ha llegado, si de nadie a empujones
recibe el buenos das. Sucede s a zarpazos
sucede que la soledad te bloquea. y hago lo posible sobre la tierra
Como el tiempo, como el olvido, venzo todas las paredes, para salvarte casa de la tempestad
la belleza el alio venzo de los rostros. del infatigable espanto
De qu, de qu se habla? de la gusanera que se asoma a la hora de las viandas
En mi casa protejo la edad de mi cuerpo, aguanto las pualadas
contengo el llanto, el cansancio el desgaste de la carne:
siento de su ausencia, vamos cuervo, esta es mi casa: no he de negarte hospedaje.
el peso de la noche sostengo. T que llegas, saluda, conversa
Esta es tu casa. No te extrae: el tiempo hizo de las suyas, no de catstrofes cotidianas;
no te aterre mi traje carcomido: t que llegas, no me asustas, sabe mi fuerza,
no me asusta espera: oigo pasos, tambin gustara vivir
ese hbito nuestro de convertirnos los ltimos minutos que iluminan
de acabada emocin en polvo redondean vuestra historia
diferentes a la materia y al espritu. oh mana esta de vivir;
De qu o de quin, ms bien, se desprende t que llegas, conversa, acrcate:
el ladrido del desvelo estuve fuera de tu alcance por mucho tiempo
o de dnde zarpa y bien que me seguas
el barco del vaco? y caminaba
Esta es tu casa: cuelgan tus cosas; y saba
mastico sin reposo lo por venir; que de algn modo me hallaras
hablo del presente con afliccin; chantajean mis vigilias; realidad e idealidad
abro mi corazn y lo empolvan. Penlope en los hilos de la araa;
Miren desde mi casa: t que llegas, que te amigas,
cmo el puerco y el porquerizo enfurecidos apuran mi mesa, conversa no de catstrofes cotidianas:
el pescado atrae a las moscas; dime cmo asegurar mi casa de los murcilagos.
mira cmo me succionan: Esta es tu casa. Qu extrao.
caer y rodar Queda muy poco para el regreso:
qu significan en tiempos difciles algunos ritos de familia
en tiempos de amagos si no queda malos pronsticos sentimientos confusos
nada que no sienta que no vea y algo tuyo atareado en prolongar la vida.
tu ciega presencia.
De qu, de quin es
83
CUANDO MI MADRE CERR SU ALCOBA intemporal
erigindose
Cuando mi madre cerr su alcoba a la nostalgia como borrasca de arena:
donde crecan babeantes bovinos y cactus perpetua erosin.
crecieron los auqunidos sus cuellos de flauta
dulce derriban el cactu que sujeta el bauprs Entre brumas, la luna.
de Icaro y los atolladeros en los paales En las calles,
de los recin nacidos la esperanza funciona a merced de avispas
a gusto en la lonchera el olor a pleno sol y terrales,
no patina sobre nieves sobre frutos avanza la cruda textura de la noche;
se inserta en el corazn poniendo bosques en medio alrededor
de la soledad vigilante atardecer o dentro de casa,
o premonicin que niega la voraz estancado, el Fnix.
permanencia de la hidra Embelecaron el presente;
tambin, el pasado sombro.
(De la revista CONTEXTO, N 2. Tacna, noviembre de 1978) (En medio de nuestras cosas
slo trastea el seco
y desproporcionado
conversando con guido fernndez de crdova abdomen de los grillos).
a propsito de una carta de jorge basadre Es acaso el destino
vido y negro
como la gresca de los puercos?
Entre brumas, la luna. (Sigamos conversando)
Aqu, centro Para cuando larguemos en pos del otoo:
y costado del mundo, en los huertos
soportamos el desierto. ni un apcrifo helecho
Y es intil bordear el ro: ni un ademn familiar
l vive en el seco verano.
viendo por nuestros ojos. Pero, a pesar de todo,
Abre an parece la vida
entre los lamos menos quejumbrosa y montona:
la carta del buen Jorge: duran los lamos
con la inmensa pena a la borrasca de arena.
de haber llegado Veo gente
a la edad que tengo nueva y
y ver al Per limpia
tan lejos quienquiera que seas
de lo que soamos en el ro
La mano mengua
que hace patinar la historia todo lo que corre
84
y suena opaco
como la furia de los dioses.
Maana,
quiz
despus de maana,
aqu,
centro
y costado del mundo,
nuestros hijos
o nuestros nietos
abrirn
de nuevo entre los lamos
la carta del buen Jorge:
elocuentes
cuando, en medio cielo, refulga la luna.
85
AHORA
Ahora que es difuso el granizo
la muchedumbre
propone otro tiempo.
Urgido como tantos
por el crepsculo,
bajo bruscamente los ojos
y me aferro
en los muros de la casa.
Un ademn aflora
victorioso bajo el cielo raso.
Bullente, la muchedumbre
Es pronto se pone en camino:
ahora mismo
Es pronto para alegrarnos. vuelca confiada
Cuando aparezcan la luna pueda que encalle la pupila miope.
en el visible charco.
Muchas veces la costumbre de agitar el sombrero
al menor viento favorable,
cubri de buitre el pleno da. SABES
Aydate de la palabra,
y podremos abrir la puerta de casa y la ventana Sabes:
donde hace poco la pesadilla escucho los pasos
desdibujaba el sueo. que al amanecer
indefinibles
(De la revista MOJINETE, N 1. Tacna, junio de 1983) buscan algn rumbo.
La multitud
hace seales
y atrae
con su tertulia.
Inflamado de luz,
en un rapto de entusiasmo,
percibo todas las horas.
Sabes:
hoy,
es a m mismo
a quien no miro
ni escucho.
86
A ESTA ALTURA Junio 18, 1986
Comienzan a extinguirse Un viento aborrecible llega desde Palacio.
mis coetneos: Terrible y pavoroso dispone de la noche.
memoria o polvareda El gallo que cantaba yace entre nosotros. El cielo
pegada al pavimento, es oscuro. Toda la noche. Toda la noche.
o lluvia Toda la noche. Esta garra. Este colmillo.
que deja Esta racha de viento. No se oye sonido alguno.
fragmentos de esperanza Queda un hueso. Solo sobre la mesa del otoo.
en la copa de los rboles. Est siendo arrollado. Yugulado, ahora,
A esta altura con helado silencio en el infernal paisaje.
te seduce Manchados de sangre, los eternos sueos
espiar la sbita son llama implacable. En las penumbras de Palacio
presencia del cuervo: escuchan, con atento odo, otra srdida historia.
impasible
se adentra en la ciudad.
87
descubre el filo de tu navaja
un escorpin una sirena
surgidos de las parabrisas.
Sin otra vigilia que el menudo
swing de su tuerto bolgrafo,
ahora, el viejo profesor
otea los parques donde vuelan las polillas.
La palidez de su rostro,
espumoso y empequeecido en el espejo,
emboscado por Kant
va resbalando hacia el bosque de eucaliptos
solimismos por la persistencia
de la gara y los semforos.
Hoy inicia, en sus cuadernos de bitcora,
el torpe cotejo de los cadveres:
halla a sus dos mastines
como abrojos en cada prpado vaco.
89
Bho al acecho (Guztabo Lauracio)