Inconsciente y El Lenguaje Juan Camuña
Inconsciente y El Lenguaje Juan Camuña
Inconsciente y El Lenguaje Juan Camuña
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I Graffittis en el muro
Tenemos, pues, el plano del espejo, el mundo simtrico de los ego y de los otros homogneos. De l debe
distinguirse otro plano, que llamaremos el muro del lenguaje.
El lenguaje sirve tanto para fundarnos en el Otro como para impedirnos radicalmente comprenderlo. Y de esto
precisamente se trata en la experiencia analtica.
El sujeto no sabe lo que dice, y por las mejores razones, porque no sabe lo que es (1).
El ser humano ocupa un particular lugar en el mundo, en la medida en que no posee una relacin directa con el
mismo, o con lo que podramos denominar la naturaleza, de la que se encuentra separado por un muro, que
Lacan denomin como el muro del lenguaje.
Sabemos que existen personas, objetos, ideas pero este conocimiento slo es aprehensible por medio del lenguaje
que hace las veces de mediador, introduciendo al smbolo como creador de la realidad propiamente humana, y
despojando al sujeto de una relacin instintiva o natural con el mundo. El smbolo se manifiesta en primer lugar
como asesinato de la cosa (2), con lo que el lenguaje establece un ordenamiento en la experiencia humana que
Lacan denomin como orden simblico y que, anudado a lo imaginario y lo real, conforma la estructura subjetiva
del hombre.
El hombre se encuentra apresado por el lenguaje, rodeado por las paredes del muro (del que, en el caso ms
favorable, nunca saldr), aunque no por esto es un ser pasivo: tambin habla, y su discurso muchas veces lo
desconcierta: no entiende lo que dice, le extraan sus sueos, sus sntomas, dice ms (o menos) de lo que quiere
decir, verdaderos graffittis del discurso, en los que Freud supo escuchar la verdad del deseo inconsciente del sujeto
a travs de sus formaciones (sueos, chistes, sntomas neurticos, actos fallidos, fantasas).
Ser a partir de la experiencia freudiana y de los aportes de otras disciplinas (tomaremos, para nuestro desarrollo,
a la lingstica estructural) que Lacan podr enunciar uno de sus postulados fundamentales: el de que El
inconsciente est estructurado como un lenguaje*. En la explicacin de esta tesis consistir el desarrollo del
presente trabajo.
1
Naturalmente, la comunicacin slo es posible si los signos poseen ya un valor predeterminado e igual para todos
los sujetos, valor que est establecido por la lengua (dimensin sincrnica del lenguaje) y que por ello posibilita
que el habla (dimensin diacrnica) se transforme en comunicacin.
2
Retomemos el sueo freudiano de la mesa redonda. El contenido manifiesto no nos arroja ninguna luz sobre el
significado del mismo, aunque no deja de ser una representacin mental: un significante. Representacin que slo
va aclarando su sentido en la medida en que se le asocian otras representaciones (es decir, otros significantes)
que van constituyendo una cadena, lgicamente eslabonada, que es lo que Freud denomin como cadena
asociativa. En el ejemplo mencionado, mesa redonda es un significante que representa a Freud, pero no para
otro sujeto, sino para otro significante: la mujer, la deuda, la paternidad, el amor, son algunos de los significantes
que se destacan en la larga serie asociativa que se desprende a partir del contenido manifiesto del sueo, y que va
aclarando el significado del mismo. Por ello, otra forma de definir al significante es la de mencionarlo en trminos
de una cadena, a partir de la cual se va gestando, retroactivamente, el significado. En base a estas
consideraciones, el esquema inicial que introducimos para explicar la teora de Lacan (significante sobre
significado), se vera corregido y precisado de la siguiente forma:
S1S2S3S4Sn
significado
Si el significante es una cadena, se deduce que son necesarios al menos dos significantes, para producir un efecto
de sentido. Un sntoma neurtico no es, inicialmente, un significante; pero si al sntoma se agrega alguna
asociacin que, retroactivamente, aclara su sentido, estamos ya en la dimensin del significante. Isabel de R.
acude a Freud derivada por un mdico, que la diagnostica como histrica. Sus sntomas eran dolores en las
piernas y dificultades para andar, cuyo origen no era orgnico. Qu sentido tiene este sntoma? Qu mensaje
expresa? Imposible saberlo, se nos presenta como un jeroglfico similar al contenido manifiesto de un sueo. Mas
la labor de anlisis arroja algunas luces que permiten leer y comenzar a comprender el texto que un sntoma
constituye. Dolores en las piernas, dificultad al andar (sgte 1) se asocia con lo sola que estaba (sgte 2) (stehen
significa en alemn tanto estar como estar en pie) en ocasin de una serie de infortunios familiares. Se asocia,
adems, con el sentimiento de su impotencia y la sensacin de que no lograba avanzar un solo paso en sus
propsitos (sgte 3) de reconstruir la felicidad familiar, etc. (6) En este ejemplo podemos apreciar cmo el
significado se constituye retroactivamente, como efecto de la cadena significante. Que no hay primaca del
significado se demuestra por el hecho de que un sntoma similar en su forma en dos sujetos, posee un significado
diferente para cada uno de ellos.
3
significacin (9). En el sueo freudiano que nos va sirviendo de ejemplo, encontramos este punto de basta,
precisamente en el momento en que Freud expresa que En el tejido cuya trama nos descubre claramente el
anlisis podra yo ahora separar ms los hilos y demostrar que van a unirse todos en un nudo nico; pero
consideraciones de naturaleza no cientfica, sino privada, me impiden llevar a cabo en pblico tal labor (10). El
acceso a las representaciones inconscientes reprimidas determina, segn Freud, el efecto de sentido que adquiere
el discurso del sujeto una vez realizado el anlisis; efecto de sentido que da una ltima puntada al discurso (el
punto de basta), resignificando toda la cadena significante, y deteniendo el deslizamiento de la misma.
En conclusin, significado y significante, las dos dimensiones que estructuran al lenguaje, y que De Saussure
articula en el signo lingstico, son retomadas por Lacan quien las sita en otra articulacin, precisamente invierte
la frmula saussuriana y demuestra la supremaca del significante por sobre el significado.
Quiere esto decir que De Saussure estaba equivocado? De ninguna manera. El signo es una realidad, constituye
un hecho, y si la teora saussureana trae aparejada una verdadera revolucin en la lingstica es porque logra
ordenar ciertos fenmenos en un contexto conceptual que los explica convenientemente, adquiriendo un status
verdadero y rigurosamente cientfico.
Sin embargo Lacan tampoco estaba equivocado y la subversin de la teora saussureana que ste realiza debe
situarse en un eje mucho ms amplio: el de la subversin freudiana que, precisamente, invierte la valoracin que el
hombre posea de s mismo hasta ese momento. Antes de Freud, dotado de razn y conciencia, y por ello dueo
de s, de su ser, de su voluntad; despus de Freud, un extranjero en su propia casa, sobredeterminado por el
inconsciente, verdadero sistema que marca, sin que el sujeto (el yo) lo sepa, el sentido de su existencia.
Explicaremos esta diferencia de un modo ms metodolgico y conceptual: la teora saussureana se encuentra
limitada a lo que Freud llam proceso secundario y que recordaremos, se caracteriza por un tipo de energa
ligada, que trae aparejada una identidad de pensamiento. Las consecuencias son evidentes: si mencionamos la
palabra casa, cada sujeto se representar un lugar donde viven las personas: unin entre significado y
significante, posibilitada por la identidad de pensamiento y que consiste en que la energa psquica permanece
ligada a una representacin determinada, sin que se desplace permanentemente a otras representaciones.
Otro caso es el de los procesos primarios, que son inconscientes, y en los cuales la energa fluye libremente de
una representacin a otra mediante desplazamientos y condensaciones, y en los que Freud encuentra una
identidad de percepcin. Las consecuencias de este libre fluir de la energa a travs de las representaciones
son situar al significado como contingente, y como efecto de la cadena significante: La casa es hermosa nos
revela un significado que se transforma por completo slo con un ligero desliz, un pequeo desplazamiento: La
caza es hermosa ya posee otro sentido, dado que condensa otra serie diferente de ideas.
Lacan y De Saussure se sitan, en sntesis, en dos rdenes diferentes: uno se ocupa del inconsciente el analista-
y otro del yo el lingista-.
Metfora y metonimia
Otro de los fundamentos es adoptado por Lacan en base a la sugerencia de su amigo Roman Jakobson, lingista
ruso de la Escuela de Praga, y contemporneo del analista francs.
Jakobson, si bien est lejos de desautorizar a De Saussure, centra su inters en aspectos que van ms all del
signo lingstico, y sostiene que el lenguaje se organiza de acuerdo con dos grandes ejes: el paradigmtico y el
sintagmtico. Desarrollaremos brevemente cada uno de ellos.
El eje paradigmtico es el eje de las sustituciones, lo que indica que, en el registro de la lengua, podemos
encontrar trminos equivalentes intercambiables entre s (podemos decir mesa redonda o mesa circular), lo que
abre la posibilidad de sustituir una palabra por otra. Es el eje en el que se sita la metfora: si decimos que un
manto negro envolvi a la luna, estamos sustituyendo un significante por otro, ya que la palabra noche no
aparece mencionada, aunque conserva una relacin con el significante anterior. Ahora bien: cmo logramos
discriminar que este manto negro es la noche y no, por ejemplo, una nube? Para ello es necesario considerar la
ubicacin de este significante en la cadena, en su relacin con los que lo preceden y los que le siguen, y esto ya
nos lleva al eje sintagmtico del lenguaje.
El eje sintagmtico es el de las combinaciones, se sita en el habla, y la figura retrica que le corresponde es la
metonimia. Si hablar es establecer relaciones entre significantes, la metonimia es definida como la parte por el
todo: si decimos poner la mesa, se entiende que el sentido apunta a colocar el mantel, servilletas, platos,
cubiertos, etc., a efectos de almorzar o cenar; se apunta a la relacin entre varios elementos unidos en
contigidad, aunque slo se mencione uno, incluido en presencia (la mesa).
El siguiente esquema sintetiza lo expuesto:
Eje paradigmtico
Lengua
Sustitucin
Significantes unidos en ausencia
Sincrona
Metfora
Eje sintagmtico
Habla
Combinacin
Significantes unidos en presencia
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Diacrona
Metonimia
En base a estos desarrollos, Jakobson sugiri a Lacan que la metfora podra equipararse al concepto freudiano
de condensacin, y la metonimia al de desplazamiento.
Si bien los desarrollos de Freud con respecto a la condensacin y al desplazamiento poseen algunas diferencias
con los de metfora y metonimia, podemos destacar como fundamental un punto: el de que poseen una estructura
afn.
Para Freud, la condensacin y el desplazamiento son las leyes que rigen el funcionamiento del inconsciente,
siendo la primera una convergencia de dos o ms representaciones sobre otra, a la que de este modo
sobredeterminan. Para seguir con el ejemplo expuesto, sealaremos lo siguiente: el contenido manifiesto de un
sueo es sumamente corto, conciso, incomprensible; mas luego del anlisis, parten varias cadenas asociativas que
conducen a las ideas latentes (preconscientes) del sueo, primer paso para acceder a las representaciones
inconscientes, que son las que verdaderamente forman el sueo, pero que no se encuentran representadas
directamente en el contenido manifiesto del mismo. Dicho de otra manera: se encuentran sustituidas por el
contenido manifiesto. Recordamos que es sta, precisamente, la frmula de la metfora: la sustitucin de un
significante por otro.
Con respecto al desplazamiento, Freud lo define como la transferencia de la energa psquica desde una
representacin importante (inconsciente) a una indiferente (prec.-cc.), siendo que la metonimia es definida como la
parte por el todo. En nuestro ejemplo, poner la mesa es la alusin a una parte, por medio de la cual se hace
referencia a un todo. Con la siguiente observacin: la referencia cae sobre lo menos importante (la mesa ya est
puesta), dejando de lado lo verdaderamente importante (y que s hay que poner: cubiertos, manteles, platos, etc.,
que es lo que indica la expresin citada). Y en el sueo de Freud? La representacin ms intensa es la Sra. E.L.,
persona indiferente para l en la vida cotidiana, y que en el sueo manifiesto ocupa un lugar central e intenta
seducirlo. De los resultados del anlisis, podemos decir que la Sra. E.L. es una parte (indiferente, nimia), que se
arroga la representacin del todo (las representaciones inconscientes, y verdaderamente importantes): de la Sra.
E.L. parten cadenas asociativas que conducen tanto al tema de la deuda como al del amor, centrales en las ideas
latentes.
De este modo, si las leyes del inconsciente son equiparables a las leyes del lenguaje, concluimos que entonces El
inconsciente est estructurado como un lenguaje, dado que obedece a sus leyes (metfora y metonimia).
Lacan, en su teorizacin, conserva los trminos introducidos por De Saussure en el signo lingstico (significado y
significante), aunque invertidos; y utiliza los ejes del lenguaje formulados por Jakobson (y cuyos modelos o formas
retricas son la metfora y la metonimia), aunque aplicados al sujeto del inconsciente ($).
Este procedimiento lacaniano est sumamente fundado, ya que la lingstica y el psicoanlisis abordan dos
campos diferentes (en la medida en que una se ocupa de los fenmenos que ataen al yo, la razn y la conciencia,
y el otro toma a su cargo todo aquello que tiene relacin con el inconsciente). No obstante, y por ello mismo, Lacan
se hizo acreedor a duras crticas (muchas de ellas justificadas) por parte de los lingistas, que le reprocharon, en
resumidas cuentas, valerse de trminos de su disciplina pero asignndoles un significado o un valor diferente. Por
este motivo, Lacan traz una clara diferencia entre los campos de incumbencia y los objetos de estudio de la
lingstica y del psicoanlisis, aclarando que l no haca lingstica sino lingistera, trmino que engloba o
incluye todos aquellos fenmenos de lenguaje en los que entra en juego el inconsciente.
IV Lingistera
Un buen da me di cuenta de que era difcil no entrar en la lingstica a partir del momento en que se haba
descubierto el inconsciente.
Por lo cual dije algo que me parece, a decir verdad, la nica objecin que pueda yo formular a lo que oyeron el otro
da de labios de Jakobson, a saber, que todo lo que es lenguaje pertenece a la lingstica, es decir, en ltimo
trmino, al lingista.
Y no es que no se lo conceda con todo gusto cuando se trata de la poesa, a propsito de la que esgrimi este
argumento. Pero si se considera todo lo que, de la definicin del lenguaje, se desprende en cuanto a la fundacin
del sujeto, tan renovada, tan subvertida por Freud hasta el punto de que all se asegura todo lo que por boca suya
se estableci como inconsciente, habr entonces que forjar alguna otra palabra, para dejar a Jakobson en su
dominio reservado. Lo llamar la lingistera.
Esto deja su parte al lingista, y tambin explica el que tantas veces tantos lingistas me sometan a sus
amonestaciones desde luego, no Jakobson, pero es porque me ve con buenos ojos, o dicho de otra manera,
porque me quiere, como lo expreso en la intimidad.
Mi decir que el inconsciente est estructurado como un lenguaje, no pertenece al campo de la lingstica (11).
Desde sus dominios, situados en la lingistera, Lacan prosigue su trabajo, aportando ms desarrollos a los que ya
vimos. Entre ellos, dos que presentaremos ac, sin pretender que nuestro anlisis sea exhaustivo. Ellos son el
hablente y lalengua.
Estos extraos trminos no son ms que una acentuacin de las diferencias entre la lingstica y el inconsciente;
pretenden dar un contenido propio a los descubrimientos del psicoanlisis, para situarlos en el contexto conceptual
que se fue edificando, a partir de Freud, desde la clnica.
Y la clnica psicoanaltica consiste, en primer lugar, en ceder la palabra al sujeto para permitir el despliegue de un
discurso que, al estar articulado y sobredeterminado por el inconsciente, tambin es extrao para el propio sujeto
que habla. La funcin del analista ser entonces la de ir operando sobre ese discurso, y lo har tambin con la
palabra interpretacin mediante- a fin de ir produciendo efectos de sentido en el texto del analizante. Lo cual no
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es sin consecuencias: el asombro, la angustia, la sorpresa, suelen acompaar el (re) surgimiento de ideas y
representaciones que el sujeto posee, y que le cuesta reconocer como propias, dado que la represin implica
fundar una ignorancia permanente del yo con respecto al sujeto: al crear el inconsciente la represin divide al
sujeto, dejndolo en una situacin de ignorancia con respecto al propio deseo que, sin embargo, insiste en
reaparecer: sueos, lapsus, sntomas neurticos hablan un discurso que el yo no comprende. Este sujeto que
habla sin saber sin entender- lo que dice no es entonces el hablante, el sujeto que se comunica con los dems
en un lenguaje sin fisuras (como parecera ser el lenguaje si nos atenemos a la teora saussuriana), sino un sujeto
que habla en un idioma que l mismo desconoce. Lacan acu, para referirse al sujeto del inconsciente ($) el
concepto de parltre, condensacin entre parler (hablar) y tre (ser). Desafortunadamente, no existe, en espaol,
una traduccin eficaz de este nuevo trmino, que conserve las resonancias del original francs. Se lo podra
traducir como serhablante, hablanteser, o hablente. Preferimos, arbitrariamente, esta ltima.
Mas este hablente, dijimos, habla una lengua particular: la de su propio inconsciente, y es por ello diferente a la
lengua de los lingistas. Lacan la denomin como lalangue
(lalengua), homofnica a la langue (la lengua). En este caso, la traduccin es bastante similar, aunque vale
sealar que en la homofona concluye el parecido, ya que trazan campos absolutamente diferenciados. Es por ello
que Lacan enuncia que el inconsciente est estructurado como un lenguaje, y no como el lenguaje: el lenguaje
es el campo de la lingstica; un lenguaje (lalengua) ya es la entrada en el campo psicoanaltico.
La lengua es, en primer lugar, la lengua materna. Mas no es el idioma, ni la lengua de una comunidad determinada,
sino la manera en que el discurso del Otro se inscribi en el sujeto, los deseos que gener, los ideales, la
sexuacin, las fantasas, emblemas e identificaciones que el sujeto fue incorporando, asimilando, de su relacin
con el Otro, en su paso por el complejo de Edipo y el complejo de castracin; es la forma en que el lenguaje se
inscribi en el sujeto. Provisoriamente, podramos mencionar a los padres en el lugar de Gran Otro, aunque luego
iremos precisando este punto.
De este modo, surge ac un interrogante: si lalengua que habla un sujeto es singular, cmo es entonces posible
la comunicacin? Si cada cual habla un lenguaje, qu posibilidad existe de que dos o ms- sujetos se
entiendan? Basta una ligera observacin sobre la realidad cotidiana para concluir que el malentendido se
encuentra, siempre, a la orden del da.
Al respecto, Lacan aport otra novedad, que trae aparejada una radical modificacin de la frmula de la
comunicacin establecida por De Saussure (ver pgina 2), al expresar que El emisor recibe del receptor su propio
mensaje en forma invertida*. Frmula que, en cierta forma, Freud ya haba adelantado: Cuando en el tratamiento
psicoanaltico aparece una serie de ideas correctamente fundamentadas e irreprochables, surge tambin para el
mdico un momento de perplejidad, pudiendo el paciente tomar cierta ventaja al afirmar: Esto es en su totalidad
bien pensado y cierto, no le parece? Qu quisiera usted cambiar de lo que yo he contado?. Pero no tardamos
en observar que tales ideas, inatacables por el anlisis, han sido utilizadas por el enfermo para encubrir otras que
tratan de escapar a su crtica y a su conciencia. Una serie de reproches contra otros nos hace sospechar la
existencia, detrs de ella, de una serie de reproches de igual contenido contra la propia persona. Nos bastar
entonces referir cada uno de ellos a la persona del enfermo. Este modo de defenderse contra un reproche referido
a uno mismo, transfirindolo a otra persona, muestra algo innegablemente automtico y tiene su modelo en la
conducta de los nios, que siempre que se les reprocha alguna mentira responden: El mentiroso eres t (12). Un
fragmento del caso Dora puede resultarnos til a ttulo de ejemplo: Acusaciones contra el padre, que le habra
transmitido su enfermedad [sfilis], y detrs de ellas una acusacin contra s misma flujo blanco, jugueteo
sintomtico con el bolsillo, incontinencia posterior a los seis aos-, secreto que la enferma se resiste a dejarse
arrancar por los mdicos; todo esto me parece constituir una prueba indiciaria irreprochable de la masturbacin
infantil (13). Dora acusa a su padre (enfermedad sexual transmitida hereditariamente) para evitar la autoacusacin
por su propia sexualidad (masturbacin infantil), situando as el origen de sus sntomas en el Otro. Por lo general,
podemos afirmar que la queja neurtica se refiere siempre al Otro, pero que el contenido de esta queja se ajusta al
propio sujeto que la emite. Forzosamente, al ponerse en juego la dimensin del inconsciente, la comunicacin es
equvoca, dado que si el sujeto desconoce sus representaciones reprimidas, al emerger stas a la conciencia son
referidas al Otro en la medida en que el propio sujeto las siente como ajenas.
Grficamente, la frmula de la comunicacin establecida por Lacan se presentara as:
E W M R
El equvoco que el significante abre nos lleva a realizar una aclaracin: el trmino en forma de doble ve es, en
realidad, una M invertida.
En un aspecto ms amplio, diremos que la comunicacin es equvoca porque el sentido de lo que un sujeto dice se
define desde el Otro. El discurso es siempre un mensaje dirigido al Otro, pero suele existir una diferencia entre lo
que el sujeto desea expresar, y lo que el Otro recibe, entiende o interpreta de dicho mensaje. Por ejemplo, si un
sujeto desea halagar a una mujer por medio de un piropo y la respuesta es una bofetada, quiere decir que el
mensaje no fue recibido como un piropo, sino como un insulto. Por ello, el sentido de lo que un sujeto dice es
sancionado por el Otro, con lo que la comunicacin no adquiere una dimensin lineal (como en la frmula
saussuriana), sino una mucho ms compleja y que implica la relacin del sujeto con el Otro.
V- El Gran Otro
El tramo final de nuestro recorrido nos lleva a uno de los conceptos centrales en la obra lacaniana, como es el del
Gran Otro, introducido por el maestro francs en la clase del 25 de mayo de 1955 de su Seminario 2 (vase
bibliografa).
6
Lacan diferencia un otro, escrito en minsculas, de Otro con maysculas. Se simbolizan con una a o a para el
pequeo otro, y con una A para el Gran Otro (iniciales de autre, otro en francs).
El pequeo otro se sita en la dimensin del yo y del semejante, son los otros que tratamos a diario,
cotidianamente, relacin entre iguales y de yo a yo. La estructura de esta relacin est dada por el registro
imaginario, que posee una funcin de desconocimiento de la relacin simblica del sujeto con su deseo.
Por el contrario, el Gran Otro se sita en el registro simblico, que es el orden del deseo inconsciente, el lenguaje
y el significante. El trmino evoca resonancias freudianas de la primera poca, cuando en sus inicios Freud
denominaba al inconsciente como una otra escena, un otro lugar en el que se pona en juego y en acto el deseo
del sujeto. Marca tambin una alteridad fundamental, destaca la ajenidad y la extraeza que el propio inconsciente
le causa al sujeto; como si el sujeto estuviera dividido: por un lado, lo que sabe y conoce de s mismo, las
certidumbres yoicas con que se presenta; pero adems, es como si el sujeto fuese Otro para s mismo, en tanto los
aspectos fundamentales de su ser le son desconocidos, a pesar de saberlos. En esa paradoja consiste el
inconsciente: es un saber no sabido y eso es, en definitiva, el Gran Otro: uno de los nombres lacanianos del
inconsciente. El sujeto del inconsciente, sujeto dividido (o sujeto barrado), se simboliza en el lgebra lacaniana,
con una ese tachada ($).
Lo expresado hasta ac refleja slo parcialmente el contenido que posee el concepto de Otro, ya que ste no slo
es una definicin, un modo de nombrar al inconsciente, sino que permite ampliar y precisar el alcance del
inconsciente freudiano. Freud siempre remarc que las personas (las comillas son, en este caso, de suma
importancia, ya que se trata en realidad de representaciones) ms importantes en la vida del sujeto, adquiran un
valor y una significacin muy elevadas slo en la medida en que, a partir de ciertos rasgos particulares, lograban
evocar algunas representaciones reprimidas en el sujeto, pasando a ser sustitutivas de stas. Para un sujeto,
entonces, ocupar el lugar del Otro quien evoque las representaciones reprimidas de su propio inconsciente. Este
aporte de Lacan permite despojar al inconsciente de resonancias tales como lo oculto, al destacar que el deseo
entra en juego en el campo del Otro.
El lector podr haber inferido ya, probablemente, que el Otro no es, entonces, alguien particular, sino una
abstraccin, un lugar simblico a ser ocupado por personajes contingentes. Al principio de este tem dijimos que
el Otro se sita en el orden simblico, expresin que ahora corregiremos y precisaremos, sealando que el Otro
es el orden simblico, es el orden del lenguaje, que preexiste al sujeto, lo constituye y estructura, y seguir
existiendo luego de que el sujeto desaparezca. De ah la ambicin de dejar una huella, un rastro del paso por la
vida que expresa la popular frase tener un hijo, plantar un rbol, escribir un libro: simplemente, formar parte del
universo simblico por el que transcurre la existencia humana, y que en Lacan se lee como el Otro.
Corregiremos tambin otra expresin utilizada, en relacin a lalengua, cuando dijimos, provisoriamente, que el
Gran Otro son los padres. Es sta una verdad a medias, ya que si para un nio sus padres ocupan el lugar de
Gran Otro, alcanza con considerar que estos padres tuvieron o tienen, a su vez, padres (los abuelos del sujeto),
que tambin tuvieron padres (los bisabuelos), y as sucesivamente; con lo que, en definitiva, todos los sujetos son,
en primer lugar, hijos. La genealoga slo es posible por el hecho de que nadie es el Otro, lugar que puede, eso s,
encarnarse en diferentes sujetos. Con lo que volvemos a encontrar el hecho de que el Otro es el orden simblico,
constituyente del sujeto.
Estos ltimos lineamientos que venimos trazando nos permiten sealar un punto de suma importancia: el Otro (A)
no es consistente, no es perfecto; sino, por el contrario, es inconsistente, incompleto, lo que en el lgebra
lacaniana se representa como A. Si el orden simblico fuera perfecto, cerrado, seramos como hormigas,
perfectamente regulados por una estructura perfecta. En el Otro siempre faltar una respuesta, La respuesta, lo
que deja un lugar al sujeto, posibilitando que l busque, por medio de su deseo, un lugar en el Otro: dado que en el
Otro siempre faltar una significacin, a esta significacin para su deseo debe encontrarla en una bsqueda
singular cada sujeto. Mas, como esta bsqueda se juega siempre en relacin al Otro, Lacan dice que el deseo del
hombre es el deseo del Otro*, en la medida en que el deseo, para hacerse reconocer, debe remitirse al Otro, al
cual est articulado estructuralmente.