Inconsciente y El Lenguaje Juan Camuña

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SO INCONSCIENTE Y EL LENGUAJE: UNA INTRODUCCIN A LACAN por Juan Camua

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I Graffittis en el muro
Tenemos, pues, el plano del espejo, el mundo simtrico de los ego y de los otros homogneos. De l debe
distinguirse otro plano, que llamaremos el muro del lenguaje.
El lenguaje sirve tanto para fundarnos en el Otro como para impedirnos radicalmente comprenderlo. Y de esto
precisamente se trata en la experiencia analtica.
El sujeto no sabe lo que dice, y por las mejores razones, porque no sabe lo que es (1).
El ser humano ocupa un particular lugar en el mundo, en la medida en que no posee una relacin directa con el
mismo, o con lo que podramos denominar la naturaleza, de la que se encuentra separado por un muro, que
Lacan denomin como el muro del lenguaje.
Sabemos que existen personas, objetos, ideas pero este conocimiento slo es aprehensible por medio del lenguaje
que hace las veces de mediador, introduciendo al smbolo como creador de la realidad propiamente humana, y
despojando al sujeto de una relacin instintiva o natural con el mundo. El smbolo se manifiesta en primer lugar
como asesinato de la cosa (2), con lo que el lenguaje establece un ordenamiento en la experiencia humana que
Lacan denomin como orden simblico y que, anudado a lo imaginario y lo real, conforma la estructura subjetiva
del hombre.
El hombre se encuentra apresado por el lenguaje, rodeado por las paredes del muro (del que, en el caso ms
favorable, nunca saldr), aunque no por esto es un ser pasivo: tambin habla, y su discurso muchas veces lo
desconcierta: no entiende lo que dice, le extraan sus sueos, sus sntomas, dice ms (o menos) de lo que quiere
decir, verdaderos graffittis del discurso, en los que Freud supo escuchar la verdad del deseo inconsciente del sujeto
a travs de sus formaciones (sueos, chistes, sntomas neurticos, actos fallidos, fantasas).
Ser a partir de la experiencia freudiana y de los aportes de otras disciplinas (tomaremos, para nuestro desarrollo,
a la lingstica estructural) que Lacan podr enunciar uno de sus postulados fundamentales: el de que El
inconsciente est estructurado como un lenguaje*. En la explicacin de esta tesis consistir el desarrollo del
presente trabajo.

II La Lingstica Estructural de Ferdinand De Saussure


Del lenguaje se ocupa la lingstica, podramos decir. De hecho, fue de un tenor similar la objecin que los
lingistas le formularon a Lacan, como veremos ms adelante. Pero puede decirse, con absoluta justicia, que la
lingstica como ciencia, la lingstica moderna, debe su estatuto y sus blasones a Ferdinand De Saussure,
creador de la lingstica estructural y sin el cual no hubiera habido lingistas en condiciones de refutar a Lacan.
Muy lejos queda nuestra intencin de presentar toda la teora de De Saussure; slo abordaremos aquellos
aspectos fundamentales, que hicieron de su obra uno de los referentes ineludibles para comprender los desarrollos
de Jacques Lacan. A los lectores interesados en ampliar esta temtica remitimos a la clsica obra Curso de
lingstica general, que se consigna en la bibliografa del presente trabajo.
En primer lugar, De Saussure establece una clara diferencia entre lengua y habla, sealando que el objeto de
estudio de la lingstica es la primera.
La lengua es un hecho social y consiste en un sistema de signos de significado convencional, y de igual valor para
todos los miembros de la comunidad que la utiliza. El valor universal de la lengua permite la comunicacin entre
las personas, lo que sucede por medio del habla, a la que definiremos como el uso individual de los signos.
Sealadas estas diferencias, abordaremos ahora un elemento que encontramos tanto en la lengua como en el
habla: el signo, verdadero articulador entre estas dos dimensiones, y por ello estructural en el lenguaje, el signo se
sita en la base misma, en el fundamento del lenguaje (ningn elemento contingente podra servir de nexo entre
lengua y habla, que son, como dijimos, las dos dimensiones que adquiere el lenguaje). Dice De Saussure: Lo que
el signo lingstico une no es una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acstica. La imagen acstica
no es el sonido material, cosa puramente fsica, sino su huella psquica, la representacin que de l nos da el
testimonio de nuestros sentidos. Unin que, adems, es arbitraria: El lazo que une el significante al significado es
arbitrario; o bien, puesto que entendemos por signo el total resultante de la asociacin de un significante con un
significado, podemos decir ms simplemente: el signo lingstico es arbitrario.
As, la idea de sur no est ligada por relacin alguna interior con la secuencia de sonidos s-u-r que le sirve de
significante, podra estar representada tan perfectamente por cualquier otra secuencia de sonidos. Sirvan de
prueba las diferencias entre las lenguas y la existencia misma de lenguas diferentes: el significado buey tiene
por significante bwi a un lado de la frontera franco-espaola y bf (boeuf) al otro, y al otro lado de la frontera
franco-germana es oks (Ochs) (3).
El grfico siguiente nos muestra la estructura del signo:
Sdo = Concepto
Sgte Im. Acst.
En este grfico, la barra representa la unin indisoluble entre significado y significante.
Es en la comunicacin en donde entran en juego los tres elementos destacados: un sujeto (que hace las veces de
emisor) selecciona signos de la lengua y los combina mediante el habla, constituyendo as un mensaje dirigido a
otro sujeto (receptor). La estructura de la comunicacin podra graficarse de la siguiente manera:
E M R

1
Naturalmente, la comunicacin slo es posible si los signos poseen ya un valor predeterminado e igual para todos
los sujetos, valor que est establecido por la lengua (dimensin sincrnica del lenguaje) y que por ello posibilita
que el habla (dimensin diacrnica) se transforme en comunicacin.

III Lacan y el inconsciente estructurado como un lenguaje


Sealar que el lenguaje es el fundamental creador de la realidad humana no es poco; pero descubrir y sealar cul
es la estructura del mismo supone un paso decisivo. Es lo que hizo De Saussure.
Considerar al hombre como un ser racional, con conciencia de s mismo, de su ser y su finitud, capaz de organizar
su existencia mediante una abstraccin las leyes- es destacar un hecho sin parangn en la naturaleza; pero
demostrar que la razn y la conciencia son slo un nfima parte del sujeto y que los puntos claves de la existencia
humana se ven sobredeterminados por un sistema el Inconsciente- desconocido para el yo, supone un paso
decisivo en la consideracin de la Humanitas. Es el que dio Freud.
Lacan orientar su bsqueda terica desde la obra freudiana el psicoanlisis- hacia el lenguaje De Saussure
mediante-, en pos de determinar cul es la relacin entre los dos factores claves de la existencia humana (el
inconsciente y el lenguaje).
El primer paso es obvio: el sueo, el lapsus, el chiste, el sntoma neurtico son fenmenos de lenguaje, tal como lo
resalta Lacan: La funcin de la palabra slo puede explicarse al definir el campo del lenguaje. Esos dos trminos
son el ttulo de un discurso que pronunci en Roma, en 1953, y del cual surge mi escuela despus de muchas
dificultades.
Mi escuela es freudiana, y eso no debe extraar, ya que demostr claramente que los testimonios aportados por
Freud de la existencia del inconsciente, de los sueos, de los lapsus y ocurrencias, slo son interpretables sobre el
texto de lo que se dice a travs de la palabra del propio interesado. Este es un hecho patente en las tres obras que
Freud ha escrito sobre cada uno de esos temas y que constituyen el punto de partida de su pensamiento (4).
Referencias como stas son innumerables en la obra de Lacan, pero slo nos aproximan a la cuestin planteada,
indicando que las formaciones del inconsciente son hechos de lenguaje. La pregunta, entonces, subsiste: de qu
manera se articulan estas dos estructuras inconsciente y lenguaje?
En primer lugar, notamos que, cuando del inconsciente se trata, no es aplicable la relacin establecida por De
Saussure entre significado y significante a partir del signo lingstico, dado que el sentido de, por ejemplo, un
sueo, es singular, individual, vlido nicamente para el sujeto que lo so (por ello es que no se puede hablar de
un simbolismo onrico). Este hecho contrasta con la universalidad del signo, con el valor que posee el signo
para toda la comunidad que lo utiliza, a partir de la lengua comn.
Un solo ejemplo nos bastar para demostrar lo expresado: el sueo freudiano conocido como la Mesa redonda.
Dice el contenido manifiesto de ese sueo: Varias personas comiendo juntas. Reunin de invitados o mesa
redonda... La seora E.L. se halla sentada junto a m, y coloca con toda confianza una de sus manos sobre mi
rodilla. Yo alejo su mano de m, rechazndola. Entonces dice la seora: Ha tenido usted siempre tan bellos
ojos!... En este punto veo vagamente algo como dos ojos dibujados o el contorno de los cristales de unos
lentes... (5)
Qu quiere decir este sueo? Est fuera de toda duda que el relato de su sueo por parte de un sujeto constituye
un hecho de lenguaje, mas: cmo aplicar la estructura del signo en este caso? Cmo aplicar el significado sobre
el significante, siendo que, precisamente, el significado se escabulle por todos lados, sin dejarse aprehender?
Cmo decir qu es lo que significa este sueo con la frmula del signo? Desde luego, poseemos el recurso de
afirmar que los sueos (o los lapsus, o los sntomas, etc.) son fenmenos absurdos, carentes de sentido y no
merecen, por tanto, nuestra atencin ni nuestro inters. Atajo disponible hasta que el maestro viens lo cerr,
demostrando que todos los fenmenos mencionados poseen una lgica y un sentido, perfectamente comprensibles
luego de realizado su anlisis. Porque el punto clave es ste: los sueos (o cualquier formacin del inconsciente)
poseen un sentido, dicen algo, son un mensaje, tal el descubrimiento de Freud. Pero el primer psicoanalista llega a
esta conclusin por medio de una va sorprendente, inslita hasta ese momento: las ocurrencias espontneas de
sus pacientes. La asociacin libre, regla tcnica fundamental del psicoanlisis, consiste en que el paciente (el
analizante) diga lo primero que se le ocurra, sin previa reflexin ni crtica, con lo que se produce un material en
apariencia azaroso, pero que a partir de la interpretacin del analista va resignificndose y ordenndose, con lo
que comienza a aparecer en el discurso del sujeto un sentido desconocido para l mismo hasta ese momento, pero
que, paradjicamente, le es propio. Con ello, entramos ya en el terreno del inconsciente que podemos considerar
como un discurso incomprensible para el yo, un mensaje que necesita ser traducido para comprender su texto,
labor que slo es posible a partir del psicoanlisis.
Con estas premisas claves, Lacan realiza su lectura de De Saussure de la que extrae una conclusin fundamental:
el significante posee una radical supremaca por sobre el significado, siendo el segundo un efecto del primero.
Podemos apreciar que Lacan conserva los dos trminos introducidos por De Saussure en el signo lingstico, pero
invertidos:
Significante (S)
significado (s)
En donde la barra representa la separacin estructural entre significante y significado.
Lo que nos lleva a considerar qu es, para Lacan, un significante. Sabemos ya que para De Saussure era la
imagen acstica, la representacin mental del concepto; mas, Lacan lo definir de un modo diferente: un
significante es lo que representa a un sujeto para otro significante*. Definicin sta, a primera vista, un tanto
extraa pero sostenida por una solidez lgica (y clnica) que veremos a continuacin.

2
Retomemos el sueo freudiano de la mesa redonda. El contenido manifiesto no nos arroja ninguna luz sobre el
significado del mismo, aunque no deja de ser una representacin mental: un significante. Representacin que slo
va aclarando su sentido en la medida en que se le asocian otras representaciones (es decir, otros significantes)
que van constituyendo una cadena, lgicamente eslabonada, que es lo que Freud denomin como cadena
asociativa. En el ejemplo mencionado, mesa redonda es un significante que representa a Freud, pero no para
otro sujeto, sino para otro significante: la mujer, la deuda, la paternidad, el amor, son algunos de los significantes
que se destacan en la larga serie asociativa que se desprende a partir del contenido manifiesto del sueo, y que va
aclarando el significado del mismo. Por ello, otra forma de definir al significante es la de mencionarlo en trminos
de una cadena, a partir de la cual se va gestando, retroactivamente, el significado. En base a estas
consideraciones, el esquema inicial que introducimos para explicar la teora de Lacan (significante sobre
significado), se vera corregido y precisado de la siguiente forma:
S1S2S3S4Sn
significado
Si el significante es una cadena, se deduce que son necesarios al menos dos significantes, para producir un efecto
de sentido. Un sntoma neurtico no es, inicialmente, un significante; pero si al sntoma se agrega alguna
asociacin que, retroactivamente, aclara su sentido, estamos ya en la dimensin del significante. Isabel de R.
acude a Freud derivada por un mdico, que la diagnostica como histrica. Sus sntomas eran dolores en las
piernas y dificultades para andar, cuyo origen no era orgnico. Qu sentido tiene este sntoma? Qu mensaje
expresa? Imposible saberlo, se nos presenta como un jeroglfico similar al contenido manifiesto de un sueo. Mas
la labor de anlisis arroja algunas luces que permiten leer y comenzar a comprender el texto que un sntoma
constituye. Dolores en las piernas, dificultad al andar (sgte 1) se asocia con lo sola que estaba (sgte 2) (stehen
significa en alemn tanto estar como estar en pie) en ocasin de una serie de infortunios familiares. Se asocia,
adems, con el sentimiento de su impotencia y la sensacin de que no lograba avanzar un solo paso en sus
propsitos (sgte 3) de reconstruir la felicidad familiar, etc. (6) En este ejemplo podemos apreciar cmo el
significado se constituye retroactivamente, como efecto de la cadena significante. Que no hay primaca del
significado se demuestra por el hecho de que un sntoma similar en su forma en dos sujetos, posee un significado
diferente para cada uno de ellos.

Propiedades del significante


Para finalizar este punto, destacamos que el significante posee dos propiedades: la materialidad y la combinacin.
Con materialidad hacemos alusin a que cada significante es diferente de los dems y es ste hecho el que
posibilita la relacin de los mismos, es decir, su combinacin. De este modo, las propiedades del significante hacen
que ste se exprese, estructuralmente, en forma de una cadena: lo que Freud denomin como la cadena
asociativa, que no es otra cosa que la puesta en juego del discurso (inconsciente) del sujeto.
Finalmente, estas propiedades del significante estn relacionadas con las figuras retricas del lenguaje: la
materialidad se articula a la metfora, y la combinacin a la metonimia, figuras retricas que se constituyen,
adems, en las leyes del lenguaje, como veremos ms adelante.
La puntada, puntos de capitn o puntos de almohadillado. El punto de basta
De lo expresado hasta ac surge un interrogante: el deslizamiento de la cadena significante es indefinido? Lacan
sostiene que no, y para explicarlo introduce los conceptos de puntada, o puntos de capitn; y el de punto de basta.
Antes de proseguir, consideramos oportuno introducir una cita, que explica con mucha claridad qu es un punto de
capitn: Es lo que se conoce en tapicera como capiton. Ingenuamente uno pensara que esos botones aparecen
cosidos uno a uno y esto sera anlogo a los signos en el sentido saussureano. En verdad el capiton no se hace
as, sino que se trata de un entrecruzamiento de hilos que por tensin producen las depresiones en la superficie,
tambin llamadas puntos de almohadillado. Lo que hay que retener es que todos estos puntos se producen
simultneamente al tirar de los hilos y no uno a uno. La puntuacin de una frase es anloga a la tensin de los
hilos; tiene por resultado el abrochamiento del sentido que resulta retroactivo y que se presenta como una unidad.
Ejemplifiquemos:
Un.
Un hombre.
Un hombre bien.
Un hombre bien parecido.
Un hombre bien parecido al mono. (7)
El discurrir de la cadena significante no es infinito ni tampoco azaroso; si las ocurrencias del sujeto no nos aportan,
al principio, claridad alguna, de a poco van, interpretacin del analista mediante, ordenndose en un sentido
lgico, en el que puede ya leerse un discurso, un mensaje, estructurado por el inconsciente del sujeto. Freud
expresa, con respecto a la cadena asociativa, que los pensamientos mismos van formando, con admirable
docilidad, cadenas lgicamente eslabonadas, en las cuales se repiten como centrales determinadas
representaciones (8). Estas representaciones centrales tienen una estructura metafrica, cuyo efecto es dar un
sentido a las dems representaciones. Son los puntos de capitn. En el sueo de la mesa redonda, que ya
mencionamos anteriormente, los puntos de capitn son las ideas que tienen que ver con la deuda, la mujer, el
amor; en el anlisis de ese sueo nos da la impresin de que todas las representaciones desembocaran en
dichos temas, que de este modo producen un efecto de puntada, resignificando el discurso del sujeto y
estableciendo su sentido. Pero Lacan habla tambin de un punto de basta, que implica una detencin de la cadena
significante, el punto de basta por el cual el significante detiene el deslizamiento, indefinido si no, de la

3
significacin (9). En el sueo freudiano que nos va sirviendo de ejemplo, encontramos este punto de basta,
precisamente en el momento en que Freud expresa que En el tejido cuya trama nos descubre claramente el
anlisis podra yo ahora separar ms los hilos y demostrar que van a unirse todos en un nudo nico; pero
consideraciones de naturaleza no cientfica, sino privada, me impiden llevar a cabo en pblico tal labor (10). El
acceso a las representaciones inconscientes reprimidas determina, segn Freud, el efecto de sentido que adquiere
el discurso del sujeto una vez realizado el anlisis; efecto de sentido que da una ltima puntada al discurso (el
punto de basta), resignificando toda la cadena significante, y deteniendo el deslizamiento de la misma.
En conclusin, significado y significante, las dos dimensiones que estructuran al lenguaje, y que De Saussure
articula en el signo lingstico, son retomadas por Lacan quien las sita en otra articulacin, precisamente invierte
la frmula saussuriana y demuestra la supremaca del significante por sobre el significado.
Quiere esto decir que De Saussure estaba equivocado? De ninguna manera. El signo es una realidad, constituye
un hecho, y si la teora saussureana trae aparejada una verdadera revolucin en la lingstica es porque logra
ordenar ciertos fenmenos en un contexto conceptual que los explica convenientemente, adquiriendo un status
verdadero y rigurosamente cientfico.
Sin embargo Lacan tampoco estaba equivocado y la subversin de la teora saussureana que ste realiza debe
situarse en un eje mucho ms amplio: el de la subversin freudiana que, precisamente, invierte la valoracin que el
hombre posea de s mismo hasta ese momento. Antes de Freud, dotado de razn y conciencia, y por ello dueo
de s, de su ser, de su voluntad; despus de Freud, un extranjero en su propia casa, sobredeterminado por el
inconsciente, verdadero sistema que marca, sin que el sujeto (el yo) lo sepa, el sentido de su existencia.
Explicaremos esta diferencia de un modo ms metodolgico y conceptual: la teora saussureana se encuentra
limitada a lo que Freud llam proceso secundario y que recordaremos, se caracteriza por un tipo de energa
ligada, que trae aparejada una identidad de pensamiento. Las consecuencias son evidentes: si mencionamos la
palabra casa, cada sujeto se representar un lugar donde viven las personas: unin entre significado y
significante, posibilitada por la identidad de pensamiento y que consiste en que la energa psquica permanece
ligada a una representacin determinada, sin que se desplace permanentemente a otras representaciones.
Otro caso es el de los procesos primarios, que son inconscientes, y en los cuales la energa fluye libremente de
una representacin a otra mediante desplazamientos y condensaciones, y en los que Freud encuentra una
identidad de percepcin. Las consecuencias de este libre fluir de la energa a travs de las representaciones
son situar al significado como contingente, y como efecto de la cadena significante: La casa es hermosa nos
revela un significado que se transforma por completo slo con un ligero desliz, un pequeo desplazamiento: La
caza es hermosa ya posee otro sentido, dado que condensa otra serie diferente de ideas.
Lacan y De Saussure se sitan, en sntesis, en dos rdenes diferentes: uno se ocupa del inconsciente el analista-
y otro del yo el lingista-.

Metfora y metonimia
Otro de los fundamentos es adoptado por Lacan en base a la sugerencia de su amigo Roman Jakobson, lingista
ruso de la Escuela de Praga, y contemporneo del analista francs.
Jakobson, si bien est lejos de desautorizar a De Saussure, centra su inters en aspectos que van ms all del
signo lingstico, y sostiene que el lenguaje se organiza de acuerdo con dos grandes ejes: el paradigmtico y el
sintagmtico. Desarrollaremos brevemente cada uno de ellos.
El eje paradigmtico es el eje de las sustituciones, lo que indica que, en el registro de la lengua, podemos
encontrar trminos equivalentes intercambiables entre s (podemos decir mesa redonda o mesa circular), lo que
abre la posibilidad de sustituir una palabra por otra. Es el eje en el que se sita la metfora: si decimos que un
manto negro envolvi a la luna, estamos sustituyendo un significante por otro, ya que la palabra noche no
aparece mencionada, aunque conserva una relacin con el significante anterior. Ahora bien: cmo logramos
discriminar que este manto negro es la noche y no, por ejemplo, una nube? Para ello es necesario considerar la
ubicacin de este significante en la cadena, en su relacin con los que lo preceden y los que le siguen, y esto ya
nos lleva al eje sintagmtico del lenguaje.
El eje sintagmtico es el de las combinaciones, se sita en el habla, y la figura retrica que le corresponde es la
metonimia. Si hablar es establecer relaciones entre significantes, la metonimia es definida como la parte por el
todo: si decimos poner la mesa, se entiende que el sentido apunta a colocar el mantel, servilletas, platos,
cubiertos, etc., a efectos de almorzar o cenar; se apunta a la relacin entre varios elementos unidos en
contigidad, aunque slo se mencione uno, incluido en presencia (la mesa).
El siguiente esquema sintetiza lo expuesto:
Eje paradigmtico
Lengua
Sustitucin
Significantes unidos en ausencia
Sincrona
Metfora
Eje sintagmtico
Habla
Combinacin
Significantes unidos en presencia

4
Diacrona
Metonimia
En base a estos desarrollos, Jakobson sugiri a Lacan que la metfora podra equipararse al concepto freudiano
de condensacin, y la metonimia al de desplazamiento.
Si bien los desarrollos de Freud con respecto a la condensacin y al desplazamiento poseen algunas diferencias
con los de metfora y metonimia, podemos destacar como fundamental un punto: el de que poseen una estructura
afn.
Para Freud, la condensacin y el desplazamiento son las leyes que rigen el funcionamiento del inconsciente,
siendo la primera una convergencia de dos o ms representaciones sobre otra, a la que de este modo
sobredeterminan. Para seguir con el ejemplo expuesto, sealaremos lo siguiente: el contenido manifiesto de un
sueo es sumamente corto, conciso, incomprensible; mas luego del anlisis, parten varias cadenas asociativas que
conducen a las ideas latentes (preconscientes) del sueo, primer paso para acceder a las representaciones
inconscientes, que son las que verdaderamente forman el sueo, pero que no se encuentran representadas
directamente en el contenido manifiesto del mismo. Dicho de otra manera: se encuentran sustituidas por el
contenido manifiesto. Recordamos que es sta, precisamente, la frmula de la metfora: la sustitucin de un
significante por otro.
Con respecto al desplazamiento, Freud lo define como la transferencia de la energa psquica desde una
representacin importante (inconsciente) a una indiferente (prec.-cc.), siendo que la metonimia es definida como la
parte por el todo. En nuestro ejemplo, poner la mesa es la alusin a una parte, por medio de la cual se hace
referencia a un todo. Con la siguiente observacin: la referencia cae sobre lo menos importante (la mesa ya est
puesta), dejando de lado lo verdaderamente importante (y que s hay que poner: cubiertos, manteles, platos, etc.,
que es lo que indica la expresin citada). Y en el sueo de Freud? La representacin ms intensa es la Sra. E.L.,
persona indiferente para l en la vida cotidiana, y que en el sueo manifiesto ocupa un lugar central e intenta
seducirlo. De los resultados del anlisis, podemos decir que la Sra. E.L. es una parte (indiferente, nimia), que se
arroga la representacin del todo (las representaciones inconscientes, y verdaderamente importantes): de la Sra.
E.L. parten cadenas asociativas que conducen tanto al tema de la deuda como al del amor, centrales en las ideas
latentes.
De este modo, si las leyes del inconsciente son equiparables a las leyes del lenguaje, concluimos que entonces El
inconsciente est estructurado como un lenguaje, dado que obedece a sus leyes (metfora y metonimia).
Lacan, en su teorizacin, conserva los trminos introducidos por De Saussure en el signo lingstico (significado y
significante), aunque invertidos; y utiliza los ejes del lenguaje formulados por Jakobson (y cuyos modelos o formas
retricas son la metfora y la metonimia), aunque aplicados al sujeto del inconsciente ($).
Este procedimiento lacaniano est sumamente fundado, ya que la lingstica y el psicoanlisis abordan dos
campos diferentes (en la medida en que una se ocupa de los fenmenos que ataen al yo, la razn y la conciencia,
y el otro toma a su cargo todo aquello que tiene relacin con el inconsciente). No obstante, y por ello mismo, Lacan
se hizo acreedor a duras crticas (muchas de ellas justificadas) por parte de los lingistas, que le reprocharon, en
resumidas cuentas, valerse de trminos de su disciplina pero asignndoles un significado o un valor diferente. Por
este motivo, Lacan traz una clara diferencia entre los campos de incumbencia y los objetos de estudio de la
lingstica y del psicoanlisis, aclarando que l no haca lingstica sino lingistera, trmino que engloba o
incluye todos aquellos fenmenos de lenguaje en los que entra en juego el inconsciente.
IV Lingistera
Un buen da me di cuenta de que era difcil no entrar en la lingstica a partir del momento en que se haba
descubierto el inconsciente.
Por lo cual dije algo que me parece, a decir verdad, la nica objecin que pueda yo formular a lo que oyeron el otro
da de labios de Jakobson, a saber, que todo lo que es lenguaje pertenece a la lingstica, es decir, en ltimo
trmino, al lingista.
Y no es que no se lo conceda con todo gusto cuando se trata de la poesa, a propsito de la que esgrimi este
argumento. Pero si se considera todo lo que, de la definicin del lenguaje, se desprende en cuanto a la fundacin
del sujeto, tan renovada, tan subvertida por Freud hasta el punto de que all se asegura todo lo que por boca suya
se estableci como inconsciente, habr entonces que forjar alguna otra palabra, para dejar a Jakobson en su
dominio reservado. Lo llamar la lingistera.
Esto deja su parte al lingista, y tambin explica el que tantas veces tantos lingistas me sometan a sus
amonestaciones desde luego, no Jakobson, pero es porque me ve con buenos ojos, o dicho de otra manera,
porque me quiere, como lo expreso en la intimidad.
Mi decir que el inconsciente est estructurado como un lenguaje, no pertenece al campo de la lingstica (11).
Desde sus dominios, situados en la lingistera, Lacan prosigue su trabajo, aportando ms desarrollos a los que ya
vimos. Entre ellos, dos que presentaremos ac, sin pretender que nuestro anlisis sea exhaustivo. Ellos son el
hablente y lalengua.
Estos extraos trminos no son ms que una acentuacin de las diferencias entre la lingstica y el inconsciente;
pretenden dar un contenido propio a los descubrimientos del psicoanlisis, para situarlos en el contexto conceptual
que se fue edificando, a partir de Freud, desde la clnica.
Y la clnica psicoanaltica consiste, en primer lugar, en ceder la palabra al sujeto para permitir el despliegue de un
discurso que, al estar articulado y sobredeterminado por el inconsciente, tambin es extrao para el propio sujeto
que habla. La funcin del analista ser entonces la de ir operando sobre ese discurso, y lo har tambin con la
palabra interpretacin mediante- a fin de ir produciendo efectos de sentido en el texto del analizante. Lo cual no

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es sin consecuencias: el asombro, la angustia, la sorpresa, suelen acompaar el (re) surgimiento de ideas y
representaciones que el sujeto posee, y que le cuesta reconocer como propias, dado que la represin implica
fundar una ignorancia permanente del yo con respecto al sujeto: al crear el inconsciente la represin divide al
sujeto, dejndolo en una situacin de ignorancia con respecto al propio deseo que, sin embargo, insiste en
reaparecer: sueos, lapsus, sntomas neurticos hablan un discurso que el yo no comprende. Este sujeto que
habla sin saber sin entender- lo que dice no es entonces el hablante, el sujeto que se comunica con los dems
en un lenguaje sin fisuras (como parecera ser el lenguaje si nos atenemos a la teora saussuriana), sino un sujeto
que habla en un idioma que l mismo desconoce. Lacan acu, para referirse al sujeto del inconsciente ($) el
concepto de parltre, condensacin entre parler (hablar) y tre (ser). Desafortunadamente, no existe, en espaol,
una traduccin eficaz de este nuevo trmino, que conserve las resonancias del original francs. Se lo podra
traducir como serhablante, hablanteser, o hablente. Preferimos, arbitrariamente, esta ltima.
Mas este hablente, dijimos, habla una lengua particular: la de su propio inconsciente, y es por ello diferente a la
lengua de los lingistas. Lacan la denomin como lalangue
(lalengua), homofnica a la langue (la lengua). En este caso, la traduccin es bastante similar, aunque vale
sealar que en la homofona concluye el parecido, ya que trazan campos absolutamente diferenciados. Es por ello
que Lacan enuncia que el inconsciente est estructurado como un lenguaje, y no como el lenguaje: el lenguaje
es el campo de la lingstica; un lenguaje (lalengua) ya es la entrada en el campo psicoanaltico.
La lengua es, en primer lugar, la lengua materna. Mas no es el idioma, ni la lengua de una comunidad determinada,
sino la manera en que el discurso del Otro se inscribi en el sujeto, los deseos que gener, los ideales, la
sexuacin, las fantasas, emblemas e identificaciones que el sujeto fue incorporando, asimilando, de su relacin
con el Otro, en su paso por el complejo de Edipo y el complejo de castracin; es la forma en que el lenguaje se
inscribi en el sujeto. Provisoriamente, podramos mencionar a los padres en el lugar de Gran Otro, aunque luego
iremos precisando este punto.
De este modo, surge ac un interrogante: si lalengua que habla un sujeto es singular, cmo es entonces posible
la comunicacin? Si cada cual habla un lenguaje, qu posibilidad existe de que dos o ms- sujetos se
entiendan? Basta una ligera observacin sobre la realidad cotidiana para concluir que el malentendido se
encuentra, siempre, a la orden del da.
Al respecto, Lacan aport otra novedad, que trae aparejada una radical modificacin de la frmula de la
comunicacin establecida por De Saussure (ver pgina 2), al expresar que El emisor recibe del receptor su propio
mensaje en forma invertida*. Frmula que, en cierta forma, Freud ya haba adelantado: Cuando en el tratamiento
psicoanaltico aparece una serie de ideas correctamente fundamentadas e irreprochables, surge tambin para el
mdico un momento de perplejidad, pudiendo el paciente tomar cierta ventaja al afirmar: Esto es en su totalidad
bien pensado y cierto, no le parece? Qu quisiera usted cambiar de lo que yo he contado?. Pero no tardamos
en observar que tales ideas, inatacables por el anlisis, han sido utilizadas por el enfermo para encubrir otras que
tratan de escapar a su crtica y a su conciencia. Una serie de reproches contra otros nos hace sospechar la
existencia, detrs de ella, de una serie de reproches de igual contenido contra la propia persona. Nos bastar
entonces referir cada uno de ellos a la persona del enfermo. Este modo de defenderse contra un reproche referido
a uno mismo, transfirindolo a otra persona, muestra algo innegablemente automtico y tiene su modelo en la
conducta de los nios, que siempre que se les reprocha alguna mentira responden: El mentiroso eres t (12). Un
fragmento del caso Dora puede resultarnos til a ttulo de ejemplo: Acusaciones contra el padre, que le habra
transmitido su enfermedad [sfilis], y detrs de ellas una acusacin contra s misma flujo blanco, jugueteo
sintomtico con el bolsillo, incontinencia posterior a los seis aos-, secreto que la enferma se resiste a dejarse
arrancar por los mdicos; todo esto me parece constituir una prueba indiciaria irreprochable de la masturbacin
infantil (13). Dora acusa a su padre (enfermedad sexual transmitida hereditariamente) para evitar la autoacusacin
por su propia sexualidad (masturbacin infantil), situando as el origen de sus sntomas en el Otro. Por lo general,
podemos afirmar que la queja neurtica se refiere siempre al Otro, pero que el contenido de esta queja se ajusta al
propio sujeto que la emite. Forzosamente, al ponerse en juego la dimensin del inconsciente, la comunicacin es
equvoca, dado que si el sujeto desconoce sus representaciones reprimidas, al emerger stas a la conciencia son
referidas al Otro en la medida en que el propio sujeto las siente como ajenas.
Grficamente, la frmula de la comunicacin establecida por Lacan se presentara as:
E W M R
El equvoco que el significante abre nos lleva a realizar una aclaracin: el trmino en forma de doble ve es, en
realidad, una M invertida.
En un aspecto ms amplio, diremos que la comunicacin es equvoca porque el sentido de lo que un sujeto dice se
define desde el Otro. El discurso es siempre un mensaje dirigido al Otro, pero suele existir una diferencia entre lo
que el sujeto desea expresar, y lo que el Otro recibe, entiende o interpreta de dicho mensaje. Por ejemplo, si un
sujeto desea halagar a una mujer por medio de un piropo y la respuesta es una bofetada, quiere decir que el
mensaje no fue recibido como un piropo, sino como un insulto. Por ello, el sentido de lo que un sujeto dice es
sancionado por el Otro, con lo que la comunicacin no adquiere una dimensin lineal (como en la frmula
saussuriana), sino una mucho ms compleja y que implica la relacin del sujeto con el Otro.

V- El Gran Otro
El tramo final de nuestro recorrido nos lleva a uno de los conceptos centrales en la obra lacaniana, como es el del
Gran Otro, introducido por el maestro francs en la clase del 25 de mayo de 1955 de su Seminario 2 (vase
bibliografa).

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Lacan diferencia un otro, escrito en minsculas, de Otro con maysculas. Se simbolizan con una a o a para el
pequeo otro, y con una A para el Gran Otro (iniciales de autre, otro en francs).
El pequeo otro se sita en la dimensin del yo y del semejante, son los otros que tratamos a diario,
cotidianamente, relacin entre iguales y de yo a yo. La estructura de esta relacin est dada por el registro
imaginario, que posee una funcin de desconocimiento de la relacin simblica del sujeto con su deseo.

Por el contrario, el Gran Otro se sita en el registro simblico, que es el orden del deseo inconsciente, el lenguaje
y el significante. El trmino evoca resonancias freudianas de la primera poca, cuando en sus inicios Freud
denominaba al inconsciente como una otra escena, un otro lugar en el que se pona en juego y en acto el deseo
del sujeto. Marca tambin una alteridad fundamental, destaca la ajenidad y la extraeza que el propio inconsciente
le causa al sujeto; como si el sujeto estuviera dividido: por un lado, lo que sabe y conoce de s mismo, las
certidumbres yoicas con que se presenta; pero adems, es como si el sujeto fuese Otro para s mismo, en tanto los
aspectos fundamentales de su ser le son desconocidos, a pesar de saberlos. En esa paradoja consiste el
inconsciente: es un saber no sabido y eso es, en definitiva, el Gran Otro: uno de los nombres lacanianos del
inconsciente. El sujeto del inconsciente, sujeto dividido (o sujeto barrado), se simboliza en el lgebra lacaniana,
con una ese tachada ($).
Lo expresado hasta ac refleja slo parcialmente el contenido que posee el concepto de Otro, ya que ste no slo
es una definicin, un modo de nombrar al inconsciente, sino que permite ampliar y precisar el alcance del
inconsciente freudiano. Freud siempre remarc que las personas (las comillas son, en este caso, de suma
importancia, ya que se trata en realidad de representaciones) ms importantes en la vida del sujeto, adquiran un
valor y una significacin muy elevadas slo en la medida en que, a partir de ciertos rasgos particulares, lograban
evocar algunas representaciones reprimidas en el sujeto, pasando a ser sustitutivas de stas. Para un sujeto,
entonces, ocupar el lugar del Otro quien evoque las representaciones reprimidas de su propio inconsciente. Este
aporte de Lacan permite despojar al inconsciente de resonancias tales como lo oculto, al destacar que el deseo
entra en juego en el campo del Otro.
El lector podr haber inferido ya, probablemente, que el Otro no es, entonces, alguien particular, sino una
abstraccin, un lugar simblico a ser ocupado por personajes contingentes. Al principio de este tem dijimos que
el Otro se sita en el orden simblico, expresin que ahora corregiremos y precisaremos, sealando que el Otro
es el orden simblico, es el orden del lenguaje, que preexiste al sujeto, lo constituye y estructura, y seguir
existiendo luego de que el sujeto desaparezca. De ah la ambicin de dejar una huella, un rastro del paso por la
vida que expresa la popular frase tener un hijo, plantar un rbol, escribir un libro: simplemente, formar parte del
universo simblico por el que transcurre la existencia humana, y que en Lacan se lee como el Otro.
Corregiremos tambin otra expresin utilizada, en relacin a lalengua, cuando dijimos, provisoriamente, que el
Gran Otro son los padres. Es sta una verdad a medias, ya que si para un nio sus padres ocupan el lugar de
Gran Otro, alcanza con considerar que estos padres tuvieron o tienen, a su vez, padres (los abuelos del sujeto),
que tambin tuvieron padres (los bisabuelos), y as sucesivamente; con lo que, en definitiva, todos los sujetos son,
en primer lugar, hijos. La genealoga slo es posible por el hecho de que nadie es el Otro, lugar que puede, eso s,
encarnarse en diferentes sujetos. Con lo que volvemos a encontrar el hecho de que el Otro es el orden simblico,
constituyente del sujeto.
Estos ltimos lineamientos que venimos trazando nos permiten sealar un punto de suma importancia: el Otro (A)
no es consistente, no es perfecto; sino, por el contrario, es inconsistente, incompleto, lo que en el lgebra
lacaniana se representa como A. Si el orden simblico fuera perfecto, cerrado, seramos como hormigas,
perfectamente regulados por una estructura perfecta. En el Otro siempre faltar una respuesta, La respuesta, lo
que deja un lugar al sujeto, posibilitando que l busque, por medio de su deseo, un lugar en el Otro: dado que en el
Otro siempre faltar una significacin, a esta significacin para su deseo debe encontrarla en una bsqueda
singular cada sujeto. Mas, como esta bsqueda se juega siempre en relacin al Otro, Lacan dice que el deseo del
hombre es el deseo del Otro*, en la medida en que el deseo, para hacerse reconocer, debe remitirse al Otro, al
cual est articulado estructuralmente.

VI- Para concluir


El desarrollo precedente intenta presentarse como una introduccin a los conceptos claves de Lacan, de los cuales
hemos desarrollado algunos en sus puntos ms relevantes, dejando su anlisis exhaustivo para otra ocasin. Nos
interesa destacar, sin embargo, que nuestro abordaje es por fuerza incompleto, y que cada uno de los temas
tratados posee una fundamentacin mucho ms amplia, que por imperio de los lmites que todo trabajo posee no
hemos desarrollado. Queda ya en la iniciativa del lector el ahondar y corregir los lineamientos presentados en
estas pginas.
Finalizamos con una cita de Lacan que, esperamos, no resultar extraa a esta altura: El lenguaje sin duda est
hecho de lalengua. Es una elucubracin de saber sobre lalengua. Pero el inconsciente es un saber, una habilidad,
un savoir-faire [saber hacer] con lalengua. Y lo que se sabe hacer con lalengua rebasa con mucho aquello de que
puede darse cuenta en nombre del lenguaje (14).

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