GORELIK - Dossier Materiales de La Memoria (Spanish)
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Materiales de la memoria
Por Adrin Gorelik
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Esa visin de la reja abierta muestra la salida que no tuvieron los
secuestrados; muestra la nueva vida del predio de la ESMA en
comunicacin con la ciudad; o es una indicacin crtica de que el
universo de los derechos humanos se ha replegado sobre s mismo en
un proceso de alienacin del resto de la sociedad? Un anlisis de las
pelculas de Jonathan Perel y de los contradictorios efectos de la
monopolizacin de la memoria por parte del estado.
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1. Jonathan Perel viene realizando con sus pelculas una cuidadosa
exploracin sobre la memoria del terrorismo de estado en la Argentina,
sobre los modos en que ella ha venido encarnando en instituciones,
monumentos, formas arquitectnicas y prcticas sociales. Si la memoria y
la justicia de los crmenes del terrorismo de estado componen una de las
zonas ms densas de la democracia argentina y uno de los prismas
privilegiados para interrogarla, podramos ver las pelculas de Perel como
una serie de tentativas para acceder a algunas de sus mltiples facetas. Con
una peculiaridad: la manera en que elige filmar largas tomas silenciosas
que parecen procurar el registro obsesivo del tiempo inscripto en las
formas arquitectnicas y sociales crea la impresin de que son esas
mismas formas las que van estructurando el lenguaje de las pelculas, y por
ese camino tienen la potencialidad de producirse como un examen desde
dentro de los materiales que conforman (en el sentido de que las hacen
histricamente posibles) las prcticas de la memoria. Eso le da una gran
porosidad a las pelculas, convirtindolas en una suerte de mirador
privilegiado desde el cual sondear el estado del tema entre nosotros, as
como los modos en que una determinada sensibilidad ideolgica, la del
propio director, va ajustando sus posiciones, va siendo transformada en el
comercio con esos materiales (1).
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La serie comienza con El predio, pelcula de 58 minutos filmada de marzo
a octubre de 2009 y presentada en el BAFICI en 2010 con cierto suceso
crtico, traducido en una cantidad de notas y artculos, varios de ellos con
anlisis muy penetrantes, por lo que resulta en cierto sentido sencillo
referirnos a este film (2). El predio en cuestin es el conjunto edilicio de
la Escuela de Mecnica de la Armada que por una disposicin del
gobierno de Nstor Kirchner en 2004, cerrando una larga disputa poltica y
judicial sobre el destino del lugar, abierta por la decisin del presidente
Menem de demoler los edificios y dejar un gran parque pblico en el que
se construira un monumento a la reconciliacin, se ha convertido
ahora en Espacio para la Memoria y la Promocin y Defensa de los
Derechos Humanos. El ttulo de la pelcula es desde el vamos una buena
presentacin de su programa esttico-ideolgico: el relevamiento de un
espacio en proceso de resignificacin, a travs de la documentacin
minuciosa de los restos materiales y de las nuevas actividades que van
tomando posesin de ellos; en esa dialctica entre un mundo heredado y un
sinfn de prcticas de la memoria, que se desarrolla en tiempo presente,
parece reposar, para Perel, la posibilidad de creacin de los nuevos
sentidos que la poltica ha decidido para el predio. El relevamiento
propiamente dicho se compone de una secuencia bastante regular de
planos fijos sin voces en off, sin otro sonido que el del propio lugar en el
momento de la toma, sin apelar a ninguna de las imgenes cannicas con
que recordamos a la ESMA como el frente aporticado del Casino de
Oficiales; los planos recortan espacios a veces slo poblados por objetos
materiales y a veces tambin por algunas actividades artsticas o culturales,
pero siempre de modo explcitamente fragmentario, lo que produce una
sensacin de encierro y al mismo tiempo le da a cada recorte una
apariencia azarosa, que slo al irse completando la secuencia de planos
permite hilar algunos de sus sentidos. As, se suceden paredes
descascaradas, escombros, materiales de construccin, andamios, grafitis;
se sigue el desarrollo de algunos proyectos artsticos, como la realizacin
del Museo del Gliptodonte en un cuarto vaco o la creacin de una huerta
de papas para reproducir y cosechar energa; se asiste a proyecciones de
cine o a la realizacin de una mesa redonda en alguno de los centros
culturales que funcionan en el predio; se registra una instalacin de
pancartas con las fotos de los desaparecidos, la carta de Rodolfo Walsh a la
Junta Militar desplegada en varias pginas sobre un muro, cuadros del Che
Guevara apilados en el piso de un cuarto, el stencil del Eternauta en una
pared.
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El nico plano radicalmente diferente es el de apertura: un largo travelling
que nos introduce en las calles de lo que parece, para quien no sabe
todava de qu trata la pelcula que ha comenzado a ver, una ciudad
abandonada, pero que seguramente por efecto del calmo sol entre los
rboles y el canto de los pjaros, pierde cualquier carcter truculento qu
ciudad abandonada no lo tiene? para semejarse ms bien a un pueblo de
provincia sorprendido a la hora de la siesta. El plano final tambin es
diferente, aunque es fijo y dura como todos los dems, porque es el nico
cuya composicin rompe la fragmentacin y el encierro, ya que elige mirar
hacia afuera del predio elige mostrar que hay un afuera, enfocando a
travs de una reja abierta la calle, que contina su ritmo indiferente a lo
que sucede en ese mundo que queda a espaldas de la cmara, recortado al
parecer del tiempo y de las lgicas de la ciudad.
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La fuerza de ese final y su carcter abierto a la interpretacin han sido
sealados por casi todos los anlisis del film: esa visin de la reja abierta
es un mensaje de reparacin histrica, mostrando la salida que no tuvieron
quienes estuvieron all secuestrados; un comentario esperanzado sobre la
nueva vida del predio en comunicacin con la ciudad; o una mirada crtica
para indicar que el universo de los derechos humanos se ha replegado
sobre s mismo en un proceso de alienacin del resto de la sociedad? Ms
que proponer respuestas, el final abre el arco de interrogaciones posibles y,
en ese sentido, es muy representativo de lo que ocurre con la mayor parte
de la pelcula. Si bien algunos crticos optaron por una u otra
interpretacin, la mayor parte coincidi con que el valor de la pelcula
radicaba justamente en ese carcter dilemtico, que Quintn sintetiz muy
bien cuando sostuvo que la inteligencia cinematogrfica de Perel hace que
esa multiplicidad de intervenciones en el predio pueda mirarse desde dos
sentidos completamente opuestos que reflejan debates polticos ms
profundos: por una parte, se puede pensar que la muerte est siendo
reemplazada por la vida, que los asesinatos y las torturas han dejado lugar
al arte, a la educacin y que el recuerdo de las vctimas ocupa el lugar de
los rastros de los verdugos; y por otra parte, la pelcula permite tambin
interpretar que la utilizacin tumultuosa de ese espacio, su cooptacin
partidaria y su banalizacin a fuerza de consignas trilladas y
manifestaciones artsticas de dudosa jerarqua est construyendo una
poltica del olvido en lugar de una poltica de la memoria (3).
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La pelcula da algunas seales sobrias pero inequvocas de adhesin a la
iniciativa oficial de re-ocupacin de la ex ESMA como Espacio para la
Memoria: un cartel de obra visto desde atrs casi en el comienzo que
informa el dinero que el gobierno de Cristina Fernndez de Kirchner est
poniendo en la remodelacin; una frase suelta en una mesa redonda en que
una madre le agradece a Nstor Kirchner la investigacin sobre la
desaparicin de su hijo; una placa de bronce casi al final en que los
organismos de Derechos Humanos le agradecen al gobierno la creacin del
Espacio para la Memoria; incluso el stencil del Eternauta puede pensarse
como un guio cmplice al Nestornauta (la distancia de la toma impide
saber a ciencia cierta si se trata de uno u otro). Pero si tomamos los planos
que registran las actividades culturales y analizamos el modo distante y
fragmentario con que se lo hace, no salta a la vista una crtica objetiva a
su carcter inconexo y autosuficiente? Es difcil viendo esos tramos del
film no recordar la definicin de Federico Lorenz de la ex ESMA como un
territorio capturado por las memorias militantes (4). As como es
difcil, viendo el estado de abandono de muchos de los espacios del predio
sobre los que la cmara se detiene, no recordar las posiciones del CELS
cuando todava se discuta sobre su destino, que planteaba la
inconveniencia de dedicar todo ese inmenso terreno de 17 hectreas a un
espacio memorial, por dos razones: una, de carcter poltico estratgico, la
inconveniencia de desalojar completamente las actividades militares,
cuando lo ms saludable podra ser que la formacin de los nuevos
marinos conviviera pedaggicamente con un Museo capaz de
incorporarlos a la cultura de la democracia y el Nunca Ms; la otra, de
carcter ms pragmtico, pero no menos importante, la inviabilidad de una
buena gestin a largo plazo de un predio tan enorme y, por ende, difcil de
manejar (5). Y, justamente, el efecto que nos causan muchos de los planos
del film es que, ms que ante un espacio en proceso de resignificacin, nos
encontramos ante un espacio estatal, por llamar de alguna manera a esos
mbitos institucionales a los que estamos tan habituados, en los que la
dejadez y el deterioro son slo muy parcialmente explicados por las
carencias presupuestarias, ya que tambin debe contarse con una tradicin
de desprecio por lo pblico, que en este caso se potencia por el
parcelamiento de la gestin.
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Se trata, sin duda, de cuestiones que exceden a la ESMA y a la actual
poltica de la memoria, y podran pensarse como estructurales de la
relacin entre el movimiento de derechos humanos y el campo poltico en
las ltimas dcadas. Hugo Vezzetti seal, por ejemplo, el modo en que las
fuerzas con representacin en la Legislatura de la ciudad de Buenos Ares
se desentendieron en su momento, en el caso del Parque de la Memoria, de
su responsabilidad en el programa del sitio, descargando sobre los
Organismos de Derechos Humanos todas las decisiones: la indiscutible
autoridad moral de los Organismos parece funcionar para las fuerzas
polticas como una suerte de coartada que las exime de proponer polticas
autnomas de la memoria capaces de ampliar el debate y las audiencias,
ms all de la militancia de los derechos humanos; y, al mismo tiempo, esa
delegacin refuerza en esa militancia y sus organizaciones las tendencias
aislacionistas y faccionalistas, combinacin que ha llevado a que cada
iniciativa memorial se resuelva en un reparto de mdulos de decisin o,
como en el caso de la ESMA, de espacios de gestin (6). Pero si se trata de
cuestiones estructurales no cabe duda, como el mismo Vezzetti muestra al
analizar el caso de la ex ESMA, de que los gobiernos kirchneristas las han
llevado al paroxismo (7). Porque ha sido la primera vez que esa
complacencia de la poltica progresista para con las organizaciones de
Derechos Humanos consigui de algunas de las ms representativas de
ellas una retribucin simtrica de apoyo irrestricto a las polticas
oficiales, eliminando la independencia respecto del poder poltico que tan
celosamente haban mantenido, y produciendo una nueva delegacin en el
gobierno de una suerte de monopolio de la memoria legtima (monopolio
que ahora parece confirmar el Gobierno de la Ciudad al desentenderse de
su competencia en los sitios de memoria de Buenos Aires otro canje
redondo: un gobierno que nunca supo qu hacer con ese legado, se lo
entrega a otro gobierno que construy un prestigio adventicio con l) (8).
As viene funcionando esta suerte de intercambio de delegaciones, nica
explicacin para el ms reciente captulo de intervencin en la ESMA: el
proyecto, que salt a la luz pblica en estos das gracias a diferentes
denuncias, de realizar entre gallos y medianoche un Museo de la Memoria
en el Casino de Oficiales (9). Al parecer el proyecto ha sido elaborado por
la Universidad de San Martin, cosa que no sera objetable en s, sino fuera
por la discrecionalidad del encargo de la Secretara de Derechos Humanos
y por el golpe de efecto que se busca con ese trmite curiosamente secreto,
en tanto implica una ausencia completa de debate pblico en uno de los
temas ms sensibles en una poltica de la memoria, como es la elaboracin
de un programa museogrfico. All est el ejemplo opuesto del Museo de
la Memoria de Rosario, que ha logrado convertirse en una experiencia
nica en el pas en buena medida porque ha sido el producto de un debate
poltico amplio y plural, de una serie de meditadas decisiones legislativas y
de un concurso abierto para su programa y direccin, lo que garantiza
legitimidad, autonoma y continuidad de proyectos en el tiempo.
Pensar lo que ocurre en la ESMA parece llevarnos inevitablemente a este
encadenamiento de temas y cuestiones lgidas de las polticas actuales,
pero al hacerlo no pretendo insinuar que Perel se haya propuesto abrir
todos esos debates con El predio; sera un exceso interpretativo simtrico
al de los crticos que sostuvieron que, al filmar las actividades culturales
realizadas por los diversos Centros del Espacio de la Memoria, la pelcula
mostraba la historia de una resurreccin (10). Lo que intento sugerir es
que la voluntad de registro fue ms fuerte que cualquier a priori
ideolgico, que los materiales del film tienen, en s mismos, la capacidad
de erosionar cualquier adhesin que el mismo proyecto de pelcula pudiera
haber tenido por la empresa de resignificacin de la ex ESMA. Y que, por
el mismo proceso, es posible ver que en las siguientes pelculas de Perel
esa voluntad de registro lo fue modificando tambin a l: creo que por
efecto del propio programa seguido con rigor, el cine de Perel se ha estado
moviendo en dos direcciones altamente sugerentes respecto del estado de
la cuestin sobre la memoria entre nosotros: hacia la puesta en suspenso
sobre el carcter absoluto de sus valores y hacia una desconfianza sobre su
monumentalizacin en suma, hacia una historicidad radical.
Desde la ventanilla del vagn, una y otra vez, vea avanzar unas
construcciones en Esma; construcciones nuevas de una fealdad difcil de
describir. Como cubos, se iban articulando unos al lado de los otros,
cubriendo la parte trasera de Esma. Era una masa extraa. Terminada la
estructura de cubos, se haca moroso el ritmo de los trabajos, como si slo
hubiera importado levantar esa cortina de hormign que impeda ver a los
edificios del centro, que ocultaba algo peor a un espantoso vaco. No se
levant un muro en Esma: eso hubiera sido mostrar que se ocultaba. Se
levantaron barrancas [sic] para mostrar otra cosa, haciendo invisible con
hormign al secuestro, la rapia, las torturas, los partos, las pesadillas, la
fbrica de dolor. Hoy, al mirar esos edificios desde el tren, persiste la
angustia y la desazn.