Plotino - Antonio Dopazo Gallego
Plotino - Antonio Dopazo Gallego
Plotino - Antonio Dopazo Gallego
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Antonio Dopazo Gallego
Plotino
La odisea del alma entre la eternidad y el tiempo
Descubrir la Filosofa - 43
ePub r1.0
Titivillus 23.02.2017
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Antonio Dopazo Gallego, 2015
Ilustracin de cubierta: Nacho Garca
Diseo de portada: Vctor Fernndez y Natalia Snchez
Diseo y maquetacin: Kira Riera
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Y qu viaje es ese? Qu huida es esa?
No hay que realizarla a pie: los pies nos llevan siempre de una tierra a
otra. Tampoco debes aprestarte un carruaje de caballos o una
embarcacin, sino que debes prescindir de todos esos medios y no poner
la mirada en ellos; antes bien, como cerrando los ojos, debes trocar esta
vista por otra y despertar la que todos tienen pero pocos usan. []
Retrate a ti mismo y mira.
Enadas, 16,8-9[1]
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Ulises de regreso a taca
Imaginemos la siguiente escena. Despus de muchas penurias, un hroe ha regresado
a casa. Es un marinero legendario, un guerrero temido y un lder admirado. Ha
recorrido el mundo enfrentndose a todo aquello que los volubles dioses antiguos,
con su proverbial crueldad, han sido capaces de arrojarle. Finalmente, ha superado
todas las pruebas y se ha ganado regresar a taca, su patria, como un hijo prdigo, de
excepcional linaje, nada menos que llamado a hacer recordar al pueblo griego quin
es, de dnde viene y cmo habitar la tierra. Pero cuando las celebraciones
languidecen y los poetas concluyen sus cantos, el protagonista, Ulises, se queda a
solas en la penumbra y afronta la terrible verdad, una verdad anticipada por el
sentimiento de extraeza que le ha acompaado desde su llegada: ese no es su
verdadero hogar. En ese fatdico instante, como respondiendo a su derrumbe interior,
los primeros rayos de luz anuncian la presencia de un sol majestuoso, y el hroe
comprende que un nuevo horizonte se acaba de abrir ante sus ojos.
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El frtil ocaso de la cultura clsica. La importancia del
neoplatonismo
Nacido a comienzos del siglo III de nuestra era, Plotino apenas puede reconocerse ya
en el esplendor de la polis clsica que vivieron Platn y Aristteles ochocientos aos
atrs. En el complejo y vasto mundo que encuentra ante sus ojos, el foco de la cultura
ya no es Atenas, sino Alejandra, en el norte de Egipto, y el epicentro del poder
poltico se ha desplazado a Roma, de la que Grecia no es ms que una provincia
perifrica. Plotino es un griego tardo y crepuscular, consciente de que su mundo toca
a su fin. Sin embargo, tambin representa para nosotros el comienzo de algo grande.
Su filosofa es considerada el inicio del denominado neoplatonismo (fechado
habitualmente entre los siglos III y VI), una corriente llamada a desempear un
importante papel en la historia de Occidente. Ampliamente considerado, el
neoplatonismo se caracteriza, frente a la filosofa clsica en la que se inspira, por un
desplazamiento de intereses desde la condicin poltica del ser humano a su
condicin divina, y desde la esfera racional y fsica a una supra-racional, religiosa y
metafsica.
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Ahora bien, por qu interesarse por un filsofo como este, perteneciente a una
poca poco celebrada y habitualmente ubicado en un segundo plano de la historia de
la filosofa? Pues porque esa historia est llena de sorpresas. Es cierto que el
neoplatonismo nunca fue una corriente de grandes figuras. Incluso siendo su principal
exponente, Plotino apenas puede compararse en eminencia a un antiguo Scrates o un
moderno Descartes. Pese a ser ms modesta, su labor es, en cambio, decisiva, pues
opera como la bisagra que permite encajar dos perodos histricos a menudo vistos
como inconmensurables. Al marcar suavemente la transicin de la Antigedad al
Medievo cristiano, el pensamiento de Plotino representa para nosotros un eslabn
perdido y encontrado de nuestra propia historia: por caprichos del destino, sus obras
escritas, las Enadas, nos han sido legadas en un estado de conservacin inmejorable.
Su caso constituye una verdadera excepcin arqueolgica, pues estos textos se
salvaron de las llamas que consumieron la prctica totalidad del saber antiguo. Son,
por ello, un vestigio nico que nos permite entender el modo en que la filosofa
griega se dej seducir por problemas que procedan en buena medida del mundo
oriental (la introspeccin mstica, la creacin del universo, el retorno al principio
trascendente o la fusin con el Todo) conservando, pese a ello, unas seas de
identidad que la llevaron a fecundar a las mismas corrientes religiosas con las que se
mezclaba (brahmanismo, zoroastrismo, gnosticismo, cristianismo) y a dotarlas de
un rigor conceptual que ellas no haban conocido con anterioridad. Las consecuencias
de este encuentro entre Oriente y Occidente, simbolizado por el florecimiento cultural
de Alejandra, terminaron por definir un mundo nuevo. Tanto es as que el
pensamiento de la Edad Media y toda la mstica cristiana resultaran impensables sin
las aportaciones neoplatnicas. La difusin de esta filosofa fue tal que, durante ms
de mil aos, las doctrinas de la Grecia clsica llegaran a las escuelas y monasterios
de toda Europa mediadas por Plotino y sus continuadores (Porfirio, Jmblico y
Proclo); la gente creera hablar y todava hoy lo hacemos de Platn y Aristteles
cuando, en realidad, a menudo se refera a elementos del pensamiento de Plotino.
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La segunda navegacin. El desafo de la filosofa
plotiniana
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Retrato de Plotino, Museo della Via
Ostiense, Roma.
Como en toda filosofa que se precie, en Plotino hay elementos que conviven
problemticamente. En este caso, estamos ante una de las tentativas ms ambiciosas
de la historia de la filosofa por encajar la razn con el espritu religioso. En
consecuencia, es muy importante aclarar que la mstica plotiniana (reunin e
identificacin del alma individual con el Uno-Bien) solo se produce sobre el
horizonte de una construccin conceptual que debe ser estudiada antes. El xtasis
[6]
debe ser minuciosamente preparado por un prolongado esfuerzo intelectual : este es
el mensaje de Plotino, y lo que hace de l todava un griego.
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Plan de la obra
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El hombre llegado de la factora de los
dioses
Egipto, la tierra en la que se fabrican los dioses.
Textos Hermticos[8]
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Antes de pasar a los detalles de su vida, digamos algo sobre la personalidad de
Plotino. Ya desde su fsico y su temperamento, tenemos la impresin de estar ante la
encarnacin del clima intelectual de su tiempo, como si l fuera la forma superior de
una nueva raza de pensadores. Segn Porfirio, y pese a la belleza de su rostro, su
apariencia era la de quien se siente avergonzado de estar en el cuerpo. Un aspecto
descuidado y austero, ajeno a todo ejercicio fsico y ornamento, que se prolongaba en
su condicin de vegetariano, clibe, soltero y abstemio y en un desprecio por las artes
plsticas e imitativas. Se dir que este espritu asctico ya estaba en Scrates, pero no
es cierto. Scrates iba a los gimnasios, estaba en las plazas y asambleas, en las fiestas
y banquetes, acuda a las exhibiciones gimnsticas y blicas, pele en la legin
hoplita no vemos nada parecido en Plotino. El relato de Porfirio, de hecho, se abre
con una ancdota significativa: disculpndose ante el lector por no haber legado
ninguna efigie fidedigna del maestro, nos cuenta que Plotino sabote todos los
intentos de los retratistas y escultores (pagados por sus alumnos) de tomarle las
medidas, y que en consecuencia solo pudieron hacerlo a hurtadillas, garabateando
dibujos como infiltrados en sus clases, lo que explica la mala calidad de sus bustos.
La razn es que Plotino detestaba las imgenes, que defina, frente a las Ideas, como
lo que es por naturaleza en otra cosa que s mismo y es por tanto mltiple por
esencia. De ah su negativa a toda propuesta de inmortalizarlo en soporte material:
Es que no basta con sobrellevar la imagen con que la naturaleza nos tiene
envueltos, sino que pretendes que encima yo mismo acceda a legar una ms duradera
imagen de una imagen, como si fuera una obra digna de contemplacin?[9].
Su desprecio por lo sensible se debe, por tanto, a que cuerpos y sensaciones son
concebidos como imgenes (pues remiten a otra cosa, la Forma, obligando al
pensamiento a desplazarse). Segn razonaba Plotino, el pensamiento debe, al
contrario, dirigirse a lo que se vale por s mismo, hacia la unidad ideal que lo hace
reposar y no agitarse en un continuo vaivn. Su ideal de vida era el opuesto a dejar
huellas: pretenda desaparecer, volverse incorpreo para ascender al principio nico y
solitario de las cosas del que brota toda luz, all donde ya no hay nada mltiple y del
que no cabe expresin material certera. Por eso empleaba el smil de forjarse otro tipo
de estatua, la estatua ideal de uno mismo que no sea la copia del yo fsico, sino el
modelo a partir del cual este habra venido al mundo. Una escultura sin imagen.
Puede entenderse del mismo modo su aversin hacia las artes de los astrlogos y
magos (muy extendidas en su tiempo) por considerarlas efectivas nicamente sobre el
cuerpo y el temperamento, mbito que despreciaba, al punto de proclamar que dichas
prcticas no tenan efecto alguno sobre l. Porfirio, por lo dems bastante sensato y
poco dado a hiprboles, relata un episodio delirante[10] en el que Olimpio de
Alejandra, un filsofo particularmente envidioso, arremeti contra Plotino con
maleficios astrales, lo que se volvi contra l mismo debido al poder del alma de
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Plotino, que haca rebotar los hechizos. Ante tal portento, Olimpio desisti
aterrorizado y dej en paz al egipcio.
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Lo que Egipto significa para Grecia
El desprecio de Plotino por lo terrenal est tambin en el origen de las dudas sobre su
procedencia. Todo el mundo lo tomaba por egipcio debido a su oscuro tono de piel y
a su marcado acento, pero Porfirio cuenta que nunca confes su fecha ni lugar de
nacimiento, precisamente a fin de que los astrlogos no enredaran con su persona y
sus alumnos pudieran centrarse en sus lecciones (solo acceda a celebrar una
festividad anual: el cumpleaos conjunto de Scrates y Platn a primeros de mayo).
Aunque su nombre latino ha hecho pensar que pudo nacer en la parte occidental del
Imperio, lo ms probable es que perteneciera a una familia romana de clase media-
alta establecida en Egipto, tal y como ya hemos dicho.
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Grecia solo haba ya filsofos (es decir, literalmente, amantes o amigos del
saber, pero no poseedores del mismo). Esta comparacin, que encontramos
diseminada por toda la literatura antigua, no dejaba de tener un punto de maliciosa
irona por parte de los helenos: frente a los distinguidos y solemnes orientales,
regidos por dinastas milenarias que se pretendan descendientes de dioses (en el caso
de Egipto, los faraones) y que aspiraban a perpetuarse en el tiempo, Grecia era un
pueblo joven y audaz, entregado a las poco duraderas artes plsticas, al equilibrio
entre el cuerpo (perecedero) y el intelecto (eterno) y a una organizacin poltica (la
ciudad-estado) pequea e inestable, en la que sus habitantes no dejaban de pleitear y
discutir entre ellos. Un pueblo carente de pasado (porque de la era oscura de la que
Grecia emergi apenas quedaban documentos)[12] y sin ninguna filiacin directa entre
sus gobernantes y sus dioses, pero que pese a ello se saba orgullosamente ubicado a
la vanguardia del mundo antiguo. Para ilustrar esta comparacin, Platn haba
fantaseado en el Timeo con la existencia de una Atenas egipcia (de la que la griega
sera una mera copia) en la que se almacenara el registro de todos los hechos que las
sucesivas catstrofes naturales (siempre metafricas) como terremotos o
inundaciones borraban de la memoria de los helenos, obligndoles a empezar desde
cero cada pocas generaciones (incluyendo la reinvencin de su literatura, su arte y su
arquitectura, insignificante al lado de las milenarias pirmides egipcias), razn por la
cual nunca progresaban y se hallaban en permanente estado de mutabilidad y niez
(los griegos seris siempre nios!, no existe el griego viejo!, exclama el anciano
sacerdote egipcio citado por Platn[13]).
Pues bien: que sea precisamente un egipcio helenizado como Plotino el que
ahora ofrezca una sntesis de toda la filosofa griega y, con ello, la pretensin de una
nueva sabidura confirma que, en este punto de la historia, la diferencia entre Oriente
y Occidente se ha difuminado debido a la mezcla de culturas en Oriente Prximo. Sin
duda, ambos pierden y ganan algo con esa mezcla. Por lo pronto, lo que Grecia ha
perdido a estas alturas es ingenuidad o frescura: ha dejado de sentirse joven,
seguramente porque entretanto ha surgido otro pueblo el romano que ha ocupado
la vanguardia de las conquistas que en otro tiempo abander Alejandro Magno, el
emperador macedonio del que Aristteles fue tutor. Pero lo que la filosofa helenstica
ha ganado a cambio es la conciencia de poder alcanzar la verdadera sabidura, la
conexin con la divinidad trascendente, y, por qu no decirlo as, la salvacin. En el
siglo III, el pueblo griego ya no es el de los nios perdidos en mitad del cosmos, para
el que los dioses se haban ocultado tras las cosas (todas las cosas estn llenas de
dioses, afirmaba el presocrtico Tales de Mileto, pero la naturaleza ama
esconderse, responda Herclito), sino que ahora es aquel que ha encontrado el
camino de regreso a casa, hacia la cima del cosmos ubicada ms all de este mundo.
taca ya no es la isla terrenal de los mortales afortunados, como en Homero, sino la
patria de Dios, templo ideal de los inmortales. Y Plotino aspira a elevarse a ese
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templo. Segn Porfirio, en efecto, para Plotino el fin y la meta consistan en aunarse
con el Dios omnitrascendente y en allegarse a l. Cuatro veces, mientras estuve yo
con l, alcanz esta meta merced a una actividad inefable[14].
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La inminencia del fin del mundo y la sabidura como
refugio
Como para Plotino, al contrario que para Aristteles (quien haba definido al ser
humano como el animal poltico), la actividad poltica ya no era nada en lo que
realizarse (pues esa accin en la polis haba quedado imposibilitada y degradada por
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la corrupcin, la violencia y la lejana de los lugares en que se tomaban las decisiones
importantes), no le qued mejor opcin que refugiarse en la contemplacin (thoria),
a la que atribuy un componente evasivo. Esta contemplacin versaba sobre las
realidades divinas y eternas, que desde el platonismo eran representadas no ya solo
por los astros del cielo, sino por los seres inteligibles: las Formas o Ideas, que son
captadas no ya por un acto que tenga lugar en el espacio y el tiempo, como ocurre en
la prxis (tocar un instrumento, bailar, interpretar un papel teatral, argumentar ante un
tribunal), sino, al contrario, por una intuicin instantnea, puramente intelectual,
que suprime el espacio y el tiempo, sustrayndose as, de paso, al encadenamiento de
crmenes, violencia y miseria que a ojos de Plotino tiene lugar en ese funesto
escenario. Empezamos a darnos cuenta, por tanto, de que para l la accin (prxis)
solo puede ser una contemplacin degradada o empobrecida.
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De Alejandra a Roma. La eclosin de Plotino como
pensador
Conoci as, por un lado, las escuelas de filosofa griega (estoicismo, platonismo,
aristotelismo, neopitagorismo), y por otro, el pensamiento religioso judeo-alejandrino
que, desde la llegada de Filn en el siglo I, haba alcanzado difusin en la zona
oriental del Imperio (vase recuadro siguiente). Sin embargo, ninguna de esas
corrientes le satisfizo. Hubo de ser el platnico Amonio Saccas quien cambiara su
suerte: Este es el que yo buscaba!. Con Amonio, Plotino grit tierra a la vista.
Por lo dems, no fue el nico: pese a no disponer de sus textos (que debieron de
ser, en todo caso, escasos, si es que los hubo), sabemos por sus discpulos (Erenio,
Orgenes y el propio Plotino) que se trat de un maestro de talla superior, sin duda el
gran iniciador intelectual del neoplatonismo. Lo poco que sabemos de su
pensamiento es que, tras renegar del cristianismo a favor del estudio de la filosofa
griega, procedi a fusionar las doctrinas de Platn y Aristteles y, para el momento
en que lo conoci Plotino, andaba ocupado en problemas propiamente alejandrinos y
ya no clsicos. De estas inquietudes result su teora de la unin inconfusa, segn la
cual el alma, aun siendo trascendente al cuerpo, se compenetra ntimamente con l
conservando, al mismo tiempo, su integridad. Dicho de otro modo, esta teora era una
manera de hacer compatible la diferencia de derecho alma-cuerpo con su coexistencia
de hecho, para lo cual Amonio recurra al smil con el modo en que la luz fluye a
travs del aire, distinguindose de l a la vez que lo atraviesa y coexiste con l en el
espacio. Amonio, que buscaba priorizar lo trascendente y superior (en este caso el
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alma), poda as decir que no es el alma lo que est en el cuerpo (encerrada como en
un recipiente o una prisin, en la lnea del pensamiento cristiano), sino el cuerpo lo
que est en el alma (al modo de una emanacin o una imagen empobrecida), tesis que
hallaremos tal cual enunciada en Plotino. La ventaja de esta tesis es que permita a
Amonio plantear el problema en trminos propiamente espirituales (frente a
materialistas como los estoicos o los epicreos, que recurran a un alma corprea) a la
vez que ofreca al cuerpo una salida mucho ms esperanzadora que la que le ofrecan
otras doctrinas espiritualistas que lo condenaban al papel de una pura pasividad o
incluso de un mal absoluto, con lo que impedan entender su origen. En Amonio y
Plotino, el cuerpo no es ms que una proyeccin debilitada del alma (de ello nos
ocuparemos en el captulo quinto), nunca algo de naturaleza enteramente ajena a ella,
pues entonces sera imposible pensar en sustraernos a sus inclinaciones sin destruirlo.
Tras pasar once aos como alumno de Amonio, sabemos que Plotino abandon la
escuela con la voluntad resuelta de iniciarse en el ascetismo y los misterios de los
persas e indios, lo que trat de realizar a los 38 aos, aprovechando que el emperador
Gordiano III estaba marchando contra Persia en el 242. Plotino no se enrol en la
expedicin como soldado, sino como miembro de la comitiva del emperador, a la que
accedi gracias a sus contactos en Alejandra. Un ao despus, las tropas imperiales
reconquistaban la provincia de Antioqua, pero a continuacin Gordiano era
asesinado en Mesopotamia por las tropas de su adversario poltico Filipo, que
ambicionaba el trono imperial. El propio Plotino logr salvarse por los pelos de la
emboscada, y retrocedi hasta Antioqua. Filipo, recin nombrado emperador, sell
entonces una paz favorable con los persas y dio por concluida la campaa, sin que
Plotino tuviera oportunidad de culminar su particular Erasmus asitica.
Por aquel entonces, la religin persa era el zoroastrismo, culto oficial y milenario
de los Sasnidas que, como todo lo venido de Oriente, siempre haba fascinado al
joven y desmemoriado pueblo griego. Plotino no fue una excepcin, y en su fase
alejandrina mostr gran curiosidad por ese conjunto de saberes exticos, aunque no
tenemos constancia de que finalmente llegara a estudiarlos a fondo, pues ni lleg a
Persia ni mucho menos a la India, y las alusiones a la sabidura egipcia de las
Enadas, que incluyen una breve reflexin sobre los jeroglficos, son bastante
marginales. Lo que s es cierto es que, paralelamente a su atraccin por lo que
consideraba la pureza de las religiones persa e india, Plotino se entreg a una
crtica insistente y despiadada de los intentos de vulgarizacin de los cultos orientales
que penetraban en el imperio cada vez con mayor frecuencia. As, escribi un tratado
Contra los gnsticos (la rama del cristianismo que le era ms conocida) y
posteriormente, ya en Roma, encargara a sus alumnos hacer lo propio contra las
doctrinas espurias de Zoroastro que eran divulgadas en Alejandra. En consecuencia,
lo ms sensato parece concluir que, pese a sus intentos, Plotino no tuvo acceso real a
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ningn otro saber que el clsico y las fusiones judeo-alejandrinas que llegaban a la
gran urbe oriental. Esto es, por otro lado, lgico, pues las propias religiones orientales
eran cada vez menos autnticas, fruto de haber sido sometidas a un proceso de
readaptacin y helenizacin a partir de la expansin asitica del imperio macedonio
en el siglo IV a. C. Quiz el mejor ejemplo de ello es la fusin entre el judasmo y el
helenismo que termin dando lugar al cristianismo.
Tras su agitado viaje por Asia, y recin fallecido Amonio, Plotino descart volver
a establecerse en Alejandra, adonde solo acudi de pasada para honrar la memoria
del maestro y sellar un pacto con Erenio y Orgenes (sus principales condiscpulos)
consistente en no revelar ni impartir las enseanzas grafas de Amonio (razn por la
cual Plotino jams le nombrar en sus escritos). Este pacto de caballeros buscaba
garantizar que ninguno sacaba un beneficio personal de sus apuntes de clase, que
deberan ser reelaborados de forma original.
Dando por terminada su formacin, Plotino puso entonces sus miras en Roma,
donde ambicionaba una carrera como docente. Una vez en la capital, mont su propia
escuela en el ao 246 valindose de una subvencin estatal recibida poco despus,
durante el reinado de Galieno, quien le tom en alta estima desde el momento en que
le conoci debido a su talla como filsofo.
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nombre, el ltimo que escribi. El proyecto, sin embargo, fue minado debido a las
discrepancias del emperador con los senadores.
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La fusin judeo-alejandrina de Filn
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Sobre la doctrina de Plotino. Un amor imposible con la
filosofa clsica
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En su segunda etapa, ya entrado en los cincuenta, Plotino descuella, adems de
como maestro, como escritor de tratados filosficos. Sus escritos, que podemos leer
ntegramente en la actualidad, reflejan un sistema perfilado (como es habitual en
filosofa) con la inestimable ayuda de toda una serie de alumnos brillantes que, como
Porfirio, le exigirn precisin sobre zonas confusas de la doctrina. Sabemos que, en
lneas generales, la filosofa de Plotino se caracteriz por una desconfianza hacia el
platonismo acadmico (ya muy artificiosamente sistematizado y devaluado respecto
al Platn original) que era impartido en Alejandra y Atenas. Plotino busca, por ello,
superar este academicismo enquistado, lo que le acerca curiosamente a los cristianos
de su tiempo, quienes, segn Porfirio, sostenan que Platn no haba sondeado las
profundidades de la Esencia inteligible, afirmacin que Plotino terminara haciendo
propia con su revisin de la teora de las Ideas. Para el filsofo alejandrino, el
platonismo de escuela ya no era capaz de aportar soluciones a los problemas de su
poca, caracterizada por una espiritualidad en auge y una bsqueda de refugio ya no
en la razn o en la condicin poltica del ser humano, sino en su condicin divina. Es
verdad que el cristianismo, a sus ojos, s afrontaba esos problemas, pero segn l las
soluciones que aportaba como la llegada histrica de un mesas o el creacionismo
del mundo a partir de la nada no resultaban en absoluto satisfactorias. Para Plotino
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La llegada de Porfirio y el estilo docente de la escuela
Porfirio llega a Roma en el 263 y disfruta de los que probablemente son los cinco
mejores aos de Plotino como maestro, aunque tambin l contribuye a afilar el
intelecto de su mentor. El encuentro no fue sencillo ni la simpata inmediata. Porfirio
vena de Atenas, donde haba recibido una formacin filosfica impecable, aunque
pasada de moda a ojos de su nuevo profesor. A su vez, la primera impresin que el
nuevo estudiante tuvo de Plotino fue que divagaba en exceso, que careca de
formacin tcnica y que se dejaba arrebatar demasiado como para alcanzar el rigor
necesario. Porfirio le discuti especialmente la tesis de que los inteligibles (es decir,
las Formas) sean inmanentes a la Inteligencia del demiurgo, y no modelos separados
e independientes, tal y como Platn haba sealado en el Timeo. Con el paso de las
semanas, sin embargo (y esta es una impresin comn a muchos oyentes de Plotino),
fue siendo cautivado por la profundidad de la doctrina, en la que empez a vislumbrar
la culminacin de todo el platonismo, que era all llevado a plantear los problemas
verdaderamente importantes y, ms an, a responder a ellos de un modo original y
penetrante. Era como si, de pronto, toda la formacin adquirida cobrara vida propia y
revelara su sentido, y se convirtiera, adems de en una forma de amueblar el
intelecto, en una manera de alcanzar la paz y la serenidad.
Tras la aludida discusin sobre los inteligibles con Amelio (el alumno que ejerca
como perro de presa de Plotino), Porfirio acab claudicando y reconociendo la
superioridad de la tesis plotiniana: cant la palinodia (oda de arrepentimiento
tpicamente griega) y fue autorizado a recibir los textos del maestro, algo que hasta
entonces se le haba denegado.
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Las Enadas, o 54 iluminaciones filosficas
Mencin aparte merece su manera de elaborar los tratados que vemos recogidos
en las Enadas: segn relatan sus allegados, los meditaba sin tomar notas de ningn
tipo y, solo cuando vea la cuestin perfectamente clara, se pona a escribir como un
poseso, como si fuera un amanuense copiando de un original, hasta que el tratado
estaba completo. Esto se traduce en una filosofa que, como ha notado Brhier, tiene
siempre la totalidad del sistema en mente, en lugar de ir atravesando sus estancias
ordenadamente, lo cual da al texto una apariencia de desorden, pero es en realidad
una seal de mxima claridad, pues ninguna parte se desconecta del resto. Se tiene,
en efecto, la impresin de que Plotino quiere decirlo todo a la vez, y de que
encontrar el todo dondequiera que lo busque.
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preguntas, rplicas y contrarrplicas (algunas de ellas tomadas a otros crticos y
autores, aunque Plotino jams los nombre, lo que vuelve el texto difcil y hace
urgente distinguir estas tesis de las del propio autor) que van estrechando ms y ms
la cuestin hasta llegar al punto en que la verdad suprasensible se hace manifiesta.
Justo en ese momento, prefiere el smil al razonamiento. Es el famoso empleo
plotiniano de las imgenes sensibles para describir lo inteligible. Un empleo que,
segn muchos estudiosos[19], no tiene parangn en lengua griega. Se trata de una
seleccin de imgenes que, lejos de ser tradas al azar, por pura inspiracin
momentnea, retornan continuamente a lo largo de los escritos, y con las que el autor
mantena una larga camaradera: el Primer principio representado por la fuente (o
chorro) de luz, la savia del rbol como la vida universal que mantiene a todo lo
existente unido, el escultor para figurar la tarea del sabio de despojarse de lo
superfluo (no dejes de esculpir tu propia estatua), etc.
Una vez escritos, por otra parte, los tratados no eran siquiera repasados por
Plotino, para horror de sus estudiantes, que tuvieron que aprender a descifrar su
oscura letra, que empeoraba con su mala vista. Fueron, por tanto, sus alumnos, y
notablemente Porfirio, quienes le hicieron de editores, incluyendo la separacin y
correccin ortogrfica de palabras, signos de puntuacin y estructura del texto.
Porfirio demostr una pericia y un rigor propiamente modernos en esta tarea,
titulando, resumiendo, argumentando y anotando sus escritos (actualmente, por
desgracia, estas labores de edicin se confunden con el original, aunque un lector
atento puede distinguirlas). Ni Platn ni Aristteles tuvieron un editor de la talla del
que tuvo Plotino. Esto demuestra que los antiguos, al menos en la poca alejandrina,
tenan una nocin de la importancia del cuidado riguroso de los textos, lo que vuelve
todava ms frustrante el haber perdido prcticamente todo ese saber (vase el
recuadro siguiente).
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La Biblioteca de Alejandra
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La dimensin humana y el fin de Plotino
Segn nos lo describe Porfirio, Plotino fue, en definitiva, un filsofo del tipo asceta
y mstico, muy alejado ya del tipo socrtico (arrojado al gora), acadmico (ms
riguroso y sistemtico), jonio (entregado al estudio de la fsica) o cnico (provocador
e histrinico). Por otro lado, fue un hombre muy querido por sus allegados debido a
su carcter servicial y amable en grado extremo. Muchos padres y tutores le
encomendaron a sus nios (incluyendo a muchos hurfanos) a sabiendas de que su
escuela era un lugar seguro en mitad del caos y la bajeza moral circundantes. Plotino
administraba personalmente las pensiones y haciendas de esos pequeos, en
ocasiones hijos de nobles asesinados, arruinados o muertos por la peste. Segn
Porfirio, se le confera su fortuna como a un guardin sagrado y divino[20]. Era, al
mismo tiempo, un gran consejero: al propio Porfirio le disuadi de suicidarse tras una
depresin aconsejndole marchar a Sicilia a regenerarse en el 268, ao en el que se
separan definitivamente.
Una enfermedad similar a la lepra acab con la vida de Plotino a los 66 aos. Se
retir a morir a la Campania, a la finca de su amigo Zeto. Por aquel entonces, sus
mejores discpulos o haban muerto o se haban dispersado, por lo que se fue
sabiendo que la escuela desapareca con l. Sus ltimas palabras fueron para
Eustoquio, mdico y ltimo discpulo: A ti te estoy aguardando todava. Esfurzate
por elevar lo que de divino hay en nosotros hacia lo que de divino hay en el
universo[21].
El propio Porfirio transcribe un orculo de Apolo (el mismo Dios que, segn
cuenta Platn, afirm que Scrates era el hombre ms sabio de la tierra) que, a la
pregunta de Amelio sobre adonde haba ido a parar el alma de Plotino, enton el
siguiente canto en su honor:
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la bien arqueada senda del alma pura, donde brilla en derredor el esplendor divino
[].
Muchas veces, cuando los rayos de tu mente propendan por propio impulso a
marchar por oblicuas veredas, los inmortales los enderezaron por el camino recto
alzndolos a lo alto de las esferas y de su inmortal senda, proporcionando a tus
ojos un espeso haz de luz para [que] pudieran ver, apartndose de la oscura
tiniebla.
[] Mas ahora que desmontaste tu tienda y abandonaste la tumba de tu alma
demnica, marchas ya en pos de la asamblea de los Dmones, refrescada por
auras deleitosas. () All mora [] la Sacra Fuerza de Platn, all Pitgoras el
hermoso, all cuantos formaron el coro del inmortal Amor, cuantos comparten en
comn el linaje de los Dmones beatsimos. [] Dichoso t que, habiendo
sobrellevado tantsimas pruebas, corres en pos de los santos Dmones armado de
pujante vida! (VP, 22).
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Nueva era, nuevos problemas. Plotino y la
singularidad del siglo III
Una filosofa que no da la impresin de ser indispensable en el momento
en que aparece no es ms que una curiosidad vana y ftil.
. BRHIER
Ante una filosofa siempre hemos de preguntarnos qu pone en escena que antes
no hubiera. Si la historia de la filosofa es un teatrillo de marionetas, Plotino es un
personaje completamente nuevo. Antes de l tenamos al filsofo griego (ya fuera
acadmico, cnico, estoico) y al practicante de religiones orientales (brahmanismo,
zoroastrismo, gnosticismo). Pero Plotino es algo diferente, algo que est
aconteciendo en Egipto y su capital cultural, Alejandra: seala un terreno a medio
camino de las dos figuras anteriores que las niega a ambas por igual. Se trata de una
fusin, pero haca falta talento para llevarla a cabo; no bastaba con mezclar. En
Plotino, se puede decir que Oriente vuelve a Grecia y cuaja con ella. La resultante
es algo que ya no puede llamarse exactamente filosofa en el sentido clsico, y que
sin embargo se cree inspirado decididamente en ella, pero que tampoco es an
religin en el sentido medieval y cristiano, aunque contiene elementos que anticipan
mucho de esa concepcin del mundo.
Una ancdota nos ayuda a entender el punto de partida del proyecto de Plotino.
La transmite Aristoxeno de Tarento, un contemporneo de Aristteles, quien cuenta
que
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humana. El otro se ech a rer y dijo que no se pueden contemplar las cosas
humanas si se ignoran las divinas[22].
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Dos palabras sobre la filosofa de Platn y la inversin
plotiniana
Tambin otra vez que [Digenes el cnico] estaba comiendo higos secos
se top con Platn y le dijo: Puedes participar.
Cuanto este tom algunos y se los coma, exclam: Participar dije, no
zamprtelos!.
DIGENES LAERCIO. Vidas de los filsofos clebres[23]
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pueda decir de una vez y para siempre cmo vincular los predicados a los sujetos ni
qu son el Bien, la Justicia o la Belleza en s, sino que estos permanezcan sujetos a
deliberacin racional y solo puedan insinuarse en sus manifestaciones prcticas[25]
depende el carcter abierto o democrtico de la sociedad griega, que ya no est
sometida a la voluntad de ningn tirano que, como en los imperios orientales,
clausurara esa distancia con su mandato divino (mi palabra es la ley). Hasta tal
punto es importante para Platn que esa distancia permanezca iluminada que Scrates
prefiere morir vctima de un error de juicio de sus conciudadanos (que le condenan en
asamblea, recurdese, por pervertir a la juventud ateniense) antes que cuestionar las
leyes de la ciudad. Desde este punto de vista, Scrates muere para que veamos que es
preferible equivocarse en el juicio (un riesgo inevitable tratndose de mortales) a que
no haya juicio.
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captemos su profundidad. Como el artesano, el poeta tiene algo de ciego, pues debe
nombrar por primera vez y sin ningn recuerdo previo las palabras que luego sern
empleadas por los usuarios de la lengua. Por eso su lugar y su tiempo son un tanto
oscuros: marcan la frontera entre el afuera y el adentro de la polis (recordemos que
nadie sabe a ciencia cierta quin fue Homero, como tampoco se sabe gran cosa acerca
del origen de la civilizacin griega, que se pierde en lo que los historiadores llaman la
Edad Oscura, ubicada entre los siglos XII y VIII a. C., durante la cual Grecia se
mantiene aislada del resto del mundo antiguo). De ah que, simblicamente. Platn
haga decir a Scrates en la Repblica que los poetas deben ser expulsados de la
ciudad. No se trata de que les tenga mana porque le hagan la competencia, sino de
que la ciudad es el espacio donde tienen prioridad los usuarios (los que dialogan y
discuten, que es lo que ocurre en los Dilogos), no los fabricantes de palabras, que,
como Homero, han desaparecido ya cuando hablamos de ellos (razn por la cual
Scrates no deja de burlarse de los que presumen de ser grandes poetas de su tiempo,
como Iscrates). El razonamiento aqu es el mismo de antes: Platn nos est diciendo
que al espacio pblico se va a actuar como hombres libres, no a fabricar como
hombres ocupados, por ms que la diferencia entre ambas categoras no pueda ser
eliminada, pues no somos dioses que vengan al mundo con todas sus necesidades
cubiertas. De hecho, los Dilogos se interrumpen a menudo porque Scrates o sus
interlocutores tienen obligaciones que atender: si somos mortales es porque nuestro
tiempo libre es limitado, pero si somos racionales es porque sabemos que lo que da
sentido al trabajo es el ocio (que es diferente al descanso).
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entonces que la polaridad platnica se ha invertido, y es preciso entender muy bien el
sentido de esta operacin. De la preeminencia de la accin como finalidad
(recordemos la superioridad del flautista sobre el fabricante de flautas) pasamos a la
preeminencia de la produccin como principio. Sin embargo, esto no quiere decir que
Plotino se ponga de pronto a elogiar a los artesanos u obreros como los poseedores
de la verdad de las cosas, lo que sera impensable en su tiempo (para eso habr que
esperar a la modernidad y a Karl Marx). En virtud del giro religioso que ha
experimentado Grecia en la poca helenstica, lo que Plotino est concibiendo ahora
como produccin no puede ser nada propiamente mundano, sino divino. La Idea
ya no es simplemente el sentido presupuesto en cada cosa, sino lo que ha engendrado
dicha cosa desde su condicin trascendente y subsistente. El auge de la religiosidad,
en efecto, ha producido entre los griegos el sentimiento de que los dioses han
abandonado la tierra y se han replegado hacia las alturas de un cielo sobrenatural,
reabsorbidos por un principio infinito y absoluto que es visto como el nico y
verdadero Dios (y que filosficamente sera representado por la Idea superior a todas:
el Bien). Se produce as una proliferacin de cultos que propugnan la reunin del
alma humana con ese Dios ubicado en la cima de la creacin.
Plotino comulga con este sentimiento religioso de carcter monotesta, pero busca
fundamentarlo filosficamente. Por eso ya no se trata para l de enfatizar la
participacin misma (es decir, la relacin de lo inteligible con lo sensible, como
ocurra en Platn), sino de cmo lo participado (lo ideal) ha creado lo
participante (lo sensible) y, en un segundo momento, de la posibilidad de un
retorno de lo participante a lo participado. Este remonte, culminacin de su filosofa,
ser el instante intensivamente pleno: el xtasis o iluminacin que, segn Porfirio,
Plotino alcanz cuatro veces en vida.
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Las enmiendas a Aristteles y Platn
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parecemos mnimamente a los astros que, en su circulacin eterna por la parte
superior de la bveda celeste (y ms semejantes, por tanto, al principio inmvil que
anima todo lo existente), estn prcticamente libres de turbacin por ser casi
inmateriales[27].
Ocho siglos despus, sin embargo, esta concepcin no puede traducirse para
Plotino ms que en la nocin de un Dios impotente, un Dios que no es nada en
potencia o que es potencia de nada. Esta perspectiva le angustia hasta tal punto que lo
primero que har ser violentarla: en su versin modificada ese motor inmvil, en
virtud de su infinita potencia, engendra el mundo natural. Pero ello exige que el Uno
(como Plotino se refiere a Dios) ponga algo de su parte a fin de no estar tan aislado.
Es como si de pronto Dios osara salir de s y atenuar la diferencia entre l y las cosas:
el mundo debe estar contenido en potencia en Dios. Pero esta operacin no es coser y
cantar. Desde la perspectiva filosfica, implica unas enormes dificultades que exigen
movilizar toda una serie de conceptos nuevos. En cierto modo, todo el sistema de
Plotino consistir en lidiar con esas dificultades: hacer de esa Creacin del mundo
(incluyendo en ella a nuestras almas individuales) algo digno del principio
trascendente, y no una vulgar copia de la reproduccin biolgica o la fabricacin
artesanal: el Uno no es ni un animal ni un carpintero que deba ir a buscar la materia
prima a otro lugar.
Pero Aristteles no es el nico autor que debe ser enmendado por Plotino. Para
ilustrar en qu medida tampoco Platn haba resuelto la cuestin de la
participacin, podemos echar una ojeada rpida a uno de los lugares donde se ocupa
de ella de un modo ms explcito: una vez ms, el Timeo, el dilogo ms citado por
Plotino y texto de referencia de los neoplatnicos.
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mundo y, a partir de esta ltima, el cosmos espaciotemporal era ordenado como una
imagen de la eternidad.
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enunciados por el maestro en forma de mitos o relatos. La dialctica que Scrates
pona en prctica en los dilogos, por su parte, por ms incisiva que fuera, nunca
llegaba al punto de ofrecer soluciones, pues o bien era interrumpida prematuramente
por falta de tiempo o bien abocaba a paradojas y problemas sin solucin, lo que
sembraba la desazn y el pesimismo entre los dialogantes. Entre unas cosas y otras, el
lector puede comprobar que los dilogos platnicos sencillamente no concluyen
alcanzando la verdad definitiva sobre este asunto: solo se ven interrumpidos (Pero
vmonos yendo ya, que el calor se ha mitigado)[31].
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Platonismo medio y neopitagorismo
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El mito de la dialctica y la dialctica del mito
Ante esta difcil tesitura, Plotino tiene un plan. Con su clarividencia caracterstica,
puede ver que la salida al problema pasa por aunar las virtudes de la poesa y de la
filosofa, del mito y de la dialctica racional, en una nueva forma de sabidura. Cul
es esa nueva sabidura? La contemplacin (en griego thoria). Con ello se refiere a
algo que no es ni la produccin de historias en el tiempo, lo que alcanza verdades,
pero son verdades metafricas y sensibles, ni la actividad discursiva, lo que
ciertamente se da en una sucesin lgica (y no meramente cronolgica) pero que, al
contrario que el mito, no alcanza a ir ms all de s (partiendo del razonamiento,
Scrates nunca puede dar cuenta de la fundacin del cosmos o de la relacin entre lo
divino y lo terrenal que implica un salto en el que siempre resbala y cae, como si
tuviera que pagar su rigor con su improductividad). As pues, se hace necesario
fusionar mito y lgos, volviendo la dialctica ms mitolgica (para hacerla afrontar el
problema de la creacin) y la mitologa ms dialctica (para dotarla de rigor
conceptual).
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sino que a cada momento nada le sea ajeno. Algunos de los ltimos
estoicos clebres fueron Epicteto y su discpulo, el emperador romano
Marco Aurelio, fallecido en el siglo II.
En este sentido, Plotino no hace ms que continuar esa labor, aunque con un
talento genuinamente superior. Habiendo heredado de Platn las nociones de Uno
(que viene a desempear el papel de la Idea de Bien de la Repblica) y alma del
mundo (segn comparece en el Timeo), se esfuerza en multiplicar los intermediarios
entre ambas movilizando la tradicin clsica y helenstica a la bsqueda de
herramientas de mediacin. Estas son fundamentalmente dos, pero al ser de origen
diverso exigen ser adaptadas cuidadosamente. Se trata, en primer lugar, de los eide
platnicos (formas o arquetipos en los que el demiurgo se inspira) y, en segundo
lugar, de los lgoi estoicos (razones seminales en funcin de las cuales el mundo
fsico se mantiene estructurado). Lo que pertenece a Plotino, en suma, es el esfuerzo
por franquear el dualismo de sus predecesores: su originalidad reside en querer
transitar insensiblemente del edos (idea eterna) al lgos (estructura o razn que une
las cosas), del nos (inteligencia divina) a la psych (alma humana).
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explicar que lo cado se eleve por s mismo. Para poder dignificar la materia, antes es
preciso convencer al espritu para que se haga cargo de ella.
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Los epicreos. Un naturalismo filosfico
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Los retos de la nueva sabidura
Plotino parte de la conviccin de que la funcin del mito en Platn era la de presentar
como un relato en el tiempo lo que es una necesidad misma del ser. En consecuencia,
la procesin debe tener lugar al modo de una derivacin metafsica de la
inteligencia a partir del Uno, y del alma a partir de la inteligencia. Esta derivacin no
puede ser en ningn modo temporal: una vez puesto el Uno, la inteligencia y el alma
deben resultar de modo intemporal y metafsico. Plotino llamar a estas tres
nociones hipstasis, trmino que significa lo que preexiste de antemano (es
decir, lo que yace tras la presencia inmediata o manifiesta) y que podramos traducir
ms libremente como nivel de realidad.
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la materia (que ya no es ninguna hipstasis al carecer de condicin divina y, por
consiguiente, de consistencia real, problema al que nos enfrentaremos en el prximo
captulo).
Ahora bien, para que esta vertebracin de lo real cobre sentido y no se quede en
una mera declaracin de intenciones (vamos a poner orden en la sala), no basta con
establecerla: es necesario atravesarla con la otra gran operacin del plotinismo: la
vivificacin de lo real, que podramos llamar un principio de amistad entre los
niveles metafsicos destinado a hacer que todo cuaje[33] y no se venga abajo como
un castillo de naipes. El Uno es, como en Platn la Idea de Bien, el foco solar del que
irradian todas las cosas y al que se vuelven para recordar el Bien. Y, por tanto, como
en el motor inmvil de Aristteles, ellas tienden a l como a su finalidad, y en ese
sentido l las mueve y las mantiene vivas. Sin embargo, el Uno no es ya meramente
un principio separado del mundo: todo el universo de hecho cumple un doble
movimiento de ascenso y descenso hacia l y desde l, como las sstoles y distoles
del corazn. Plotino concibe este movimiento, en buena medida, por inspiracin
estoica[34]. Nos invita, por tanto, a no ver un salto incomprensible entre las hipstasis
que l mismo ha erigido, sino un espacio vivo y fluyente donde las secuencias de
ascenso y descenso se producen de forma suave, natural y necesaria.
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La procesin: todo emana de lo Uno
Es un hecho que, en todas partes, la luz acompaa al sol y no se separa de
l. Y aun cuando tratares de separarla por uno de sus lados, la luz sigue
suspendida del sol[36].
Antes de lidiar con cada una de las tres hipstasis (as como con el fondo oscuro del
sistema plotiniano: la materia), abordaremos en este captulo las leyes de la
procesin. Se trata de una serie de mecanismos de gran sutileza destinados a lograr el
difcil acople entre las dos dimensiones (horizontal y vertical) de la filosofa
plotiniana a las que hemos hecho referencia en el captulo anterior.
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Las cinco leyes de la procesin
Si bien las leyes de la procesin nunca son explcitamente enumeradas por Plotino,
reaparecen continuamente en sus escritos y son bien conocidas por los intrpretes
modernos[38]. Su objetivo es poner de manifiesto que la trascendencia del Uno a la
que el platonismo de escuela se haba referido implica, en el fondo, la inmanencia.
Esto quiere decir que no puede haber relacin alguna entre realidades espirituales si
no se produce una absorcin de la inferior por la superior. Es lo que Plotino expresa
afirmando que el ser que procede del Uno no se separa de l, por ms que no sea
idntico a l. Para ello, como veremos enseguida, cada hipstasis debe producir la
inferior en la medida en que contempla (y por tanto, en la medida en que permanece
en s). Segn el filsofo alejandrino, esta frmula es la nica manera de no cortar los
amarres metafsicos entre niveles (lo que los condenara al aislamiento) ni de
reducirlos, a la inversa, a una amalgama o papilla conceptual. Pasemos a ver cmo
funciona este mecanismo con ms detalle.
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Por ejemplo, en el fuego hay un calor que constituye su esencia y otro calor que
proviene ya del primero cuando el fuego, al tiempo que permanece como tal,
despliega la fuerza contenida en su esencia. As es tambin, y con mayor razn,
en el mundo superior: mientras Aquel permanece en su esencia, de su perfeccin
y de la fuerza que est en l, obtiene su existencia otra fuerza, nacida como lo es
de una gran potencia, por cierto la ms grande de todas (V 4,2).
Pero esta especie de donacin es enteramente altruista, gratuita, tan gratuita que
no constituye disminucin alguna para el donante. De ah el tercer principio, o de
la donacin sin merma. A fin de evitar introducir una divisin en el Uno o un
movimiento que le saque de su quietud, es fundamental dejar claro que el don no
es nada que el Uno pierda: emana o dimana de l, pero como un mero efecto o
resultado, sin que ni siquiera l lo sepa (da lo que l mismo no posee[40]). Todo
ocurre como si el Uno fuera una fuente infinita o inexhausta que se hubiera
entregado a todos los ros sin agotarse en ellos, sino permaneciendo ella misma en
quietud. Y lo mismo debe ser dicho, por analoga, de las otras dos hipstasis: ambas
producen lo inferior sin dejar de permanecer enteramente en s mismas, sin
fragmentarse ni mutar.
No obstante, el don que emiten las hipstasis es establecido por Plotino como
perteneciendo a un nivel de realidad inmediatamente inferior al donante, y en esta
medida se distingue de una vulgar generacin natural, donde lo engendrado pertenece
a la misma especie que lo que lo engendra. En la procesin hay degradacin, pero es
una degradacin sin sobresaltos (cuarta ley de la procesin), suave, progresiva y
necesaria, que no deja huecos en la escala de los seres: del Uno a la Inteligencia y
de la Inteligencia al Alma. Lo generado es un punto menos perfecto que lo generador
porque la causa es superior a lo causado. Se trata, en suma, de un descenso continuo.
Hasta dnde llega este descenso? Para Plotino, hasta el final, es decir, hasta el lmite
inferior del ser, sealado por la materia en tanto no-ser. Este no-ser no es exactamente
nada, sino la negacin de todo lo anterior. En este sentido, Plotino lo llama el
mal, pero solo para dejar claro de inmediato que la victoria del Bien queda
patente por el hecho de que tambin el mal posee una necesidad o forzosidad: por
ms que permanezca en un escalafn casi inexistente, ha sido ensartado en la cadena
de la generacin. Dicho de otro modo, es el resultado de una fuerza superior, y por
ello no es meramente nada o a su aire: posee una razn de ser o ms bien de no-ser.
Finalmente, hay una muy importante quinta ley que podra denominarse de la
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gnesis bifsica o del retorno de lo generado: algo no es propiamente constituido
como existente hasta que no se vuelve hacia su progenitor, momento en el cual se
llena de contenido, adquiere una determinacin y se perfecciona. Solo entonces
comienza a emitir su segunda actividad, continuando as la cadena generatriz. Se trata
de una creacin en dos fases: prodica (procedencia o procesin) y epistrfica
(retorno o conversin). Para que se establezca el contacto energtico entre hipstasis,
la emisin (el don) debe hacer una parada tcnica y llamar a casa en funcin de lo
que Plotino denomina una aoranza del progenitor (toda prole aora y ama a su
progenitor, sobre todo cuando el progenitor y la prole son nicos[41]). Solo entonces
entiende quin es y puede afirmarse en tanto tal. Es as como la procesin se contina
de una forma a la que Plotino alude como automtica, del mismo modo que, en el
mundo antiguo, una cadena de hogueras en la montaa iban encendindose en
cadena, cada una atenta a la anterior antes de activar a la posterior, para enviar un
mensaje de alarma a grandes distancias.
Hay que hacer, no obstante, una puntualizacin: esta gnesis en dos fases solo es
aplicable a las hipstasis segunda y tercera. Como es obvio, el Uno no tiene adnde
volverse, porque es creacin de s (razn por la cual Plotino lo llama supravida),
mientras que, por su parte, la materia no es propiamente una hipstasis precisamente
porque tampoco se vuelve, pero esta vez por incapacidad de recordar su procedencia.
La materia es, entonces, lo que se repite indefinidamente (frente a lo que se
contina), sin adquirir jams una actividad propia, razn por la cual tampoco emite
ya nada inferior a ella. Pese a ser resultado de la procesin, ella misma permanece
condenada, por su propio olvido, a no regresar al Uno, y es por ello que Plotino la
llama el mal. La materia es el residuo de la procesin.
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ms borrosa que otra, como lo es tambin la vida), porque cada cosa no es idntica a
su progenitor, sino solo hecha a imagen de l, es decir, hecha en otra cosa. La
acumulacin de esta serie de generaciones mltiples es la causante de la degradacin
progresiva de los seres.
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Crear sin salir de casa. El Uno
A la hora de explicar esta autocreacin, Plotino es, de nuevo, muy sutil. Nos dice
que el ser se caracteriza por tener la causa en otra cosa que l mismo: en la unidad.
Frente a filosofas como las de Aristteles y Platn, la ontologa o ciencia del ser
nunca es lo fundamental en las Enadas. Lo fundamental es la protologa o teologa:
ciencia del Uno o de Dios. Ms an, Plotino afirma que todos los seres son lo que son
por su tendencia al Bien (las cosas todas deben volverse a l como el crculo al
centro del que parten los radios[43]): mientras no lo poseen, quieren otra cosa que
ellos mismos, y en esta medida son. El ser es definido entonces como una distancia
entre dos trminos, e implica por ello una multiplicidad. En este sentido, el Uno se
denomina Bien desde la perspectiva de las cosas que aspiran a l. Y el ser, por su
parte, es un ndice de negatividad respecto al Bien pleno y total: al venir a ser, algo ya
es una disminucin, lo que da lugar a toda una escala de los seres en funcin de su
distancia respecto al origen. Por eso el Uno-Bien es el nico que se quiere solo y
propiamente a s mismo. Su voluntad es su unidad, sin resto o suplemento de esencia.
De ah que Plotino diga, por hiptesis, que es el nico que se ha creado a s mismo:
no haba nada que le fuera ajeno. Ms que el ser o la esencia, es la actividad que crea
la esencia misma, acto primero o libertad absoluta: no debemos tener miedo de
concebir el acto primero privado de esencia; su acto no est sometido a su esencia,
sino que es pura libertad y, por ello, l es por s mismo[44]. Esta tesis de la
supertrascendencia del Bien, marginal en Platn, es absolutamente central y cardinal
en Plotino.
Ahora bien, para que el Uno pueda crear el ser sin perder su unidad, es preciso
que no salga de s, pues de lo contrario devendra dos. La solucin a este acertijo es,
como ya sabemos, la ley de doble actividad: lo emanado sale de la fuente sin que esta
haga o pierda nada en el proceso. Significa esto que el ser es posterior al Uno?
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Ocurre la creacin en un momento determinado? Esto nos introduce en el problema
de la temporalidad, que recorre toda la filosofa de Plotino como un fantasma que
amenaza con disgregar el sistema y debe, por tanto, ser ahuyentado
permanentemente. En relacin al tiempo. Plotino nunca deja de multiplicar las
sutilezas. Nos dice que el Uno es ms que eterno (l era lo que es antes todava de
que existiera la eternidad), pues lo eterno se define por ser siempre del mismo
modo: ahora bien, el Uno es superior al ser. Es el propio ser, en tanto emanado del
Uno, lo que ya es eterno. Pero esto quiere decir que el ser no ha nacido en un punto u
otro del tiempo: es siempre ya creado por el Bien y en funcin del Bien. Plotino
busca distanciarse en este punto de los cristianos, que s insinuaban una sucesin
cronolgica en la creacin del mundo por Dios (al sptimo da descans), lo que
al filsofo alejandrino le parece una puerilidad, pues lo temporal es el modo de ser de
lo sensible, que no contempla la unidad, como veremos enseguida.
Un segundo problema atae a la definicin misma: que el Uno sea superior al ser
implica que de l no es posible predicar nada. Esta cuestin est en el origen de la
teologa negativa o mstica que recorrer toda la Edad Media. Dado que es imposible
atribuir al Uno-Bien un predicado sin falsearlo, tampoco cabr decir de l que
piense, lo que s defina al Dios de Aristteles. Segn lo concibe Plotino, el Bien
ha de ser eminente por s mismo, no por el hecho de pensar. Todo lo que sea aadirle
atributos es restarle grandeza:
Luego quitndole todo sin predicar nada de l, sin atribuirle falsamente algo,
se le deja como es en s mismo, no testimoniando el es de los atributos que no
se dan en l, como los que componen sin arte panegricos que aminoran la gloria
de sus elogiados al aadirles cualidades inferiores a sus mritos, por no saber
componer el elogio verdico de las personas de que se trata. (V 5,13)
el Uno est en todas partes; no hay donde no est. Llena, por tanto, todas las
cosas. [] Pero como adems no est en ninguna parte, todas las cosas se
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originan, s, por l, pues aquel est en todas partes, pero son distintas de l,
porque l mismo no est en ninguna parte (III 9,4).
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2. Teologa trascendente: el Uno est ms all de todas las cosas. Ahora bien, no
por ello se rompe la continuidad de la cadena procesional.
3. Teologa analgica: el Uno, en cierto modo, es todas las cosas. Ahora bien, no
por ello deja de ser eminentsimo.
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Luminismo y arte bizantino
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La llanura de la Verdad. La Inteligencia
Como sabemos por las leyes de la procesin, la Inteligencia debe constituirse en dos
fases o etapas. En esta seccin precisaremos esta bifasia, que la divide en incoada y
perfecta[46], as como las peculiaridades metafsicas de esta segunda hipstasis que
Plotino define como un Dios segundo o el viviente perfecto.
Sabemos que la Inteligencia procede del Uno. Aqu da comienzo la primera fase o
de incoacin. Si ella es luz, segn el smil platnico, hay que decir, en cambio, que
esta luz no la ha sacado el Bien de s mismo (no la tena guardada bajo la manga),
pues entonces habra que postular algo as como una luz anterior a la luz y una
multiplicidad de partida. Es, al contrario, una luz que fulge como un efecto del
Uno-Bien, y que no preexiste a esta condicin de efecto[47]. Plotino alude en
ocasiones a una irradiacin circular lumnica (al modo del halo del sol que brilla en
su derredor como aureolndolo), por parecerle ms precisa que la emanacin lquida
del agua, pues es ms fcil imaginar a la primera no implicando gasto para la fuente.
Cuando describe en detalle la fase de incoacin, Plotino nos dice que del Uno
nace una materia ideal o una vista que no ha visto todava. A su entender, esta es la
forma correcta de referirse a la Diada indefinida de los platnicos y pitagricos, que
tambin era lo inmediatamente otro a partir del Uno. Para Plotino, sin embargo, no es
un principio complementario del Uno, sino segundo y surgido de l, pues constituye
su sobreabundancia de vida. Esa vida no es propiamente una hipstasis, ya que
todava debe adquirir un lmite y una determinacin, lo que solo logra deteniendo su
marcha (stsis) y volvindose al origen (epistroph), tras lo cual, ya s, puede pasar a
contemplarse a s misma (horsis):
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acto derivado del Bien, y la Inteligencia es este acto mismo cuando recibe un lmite.
En ese momento, la visin se actualiza en un objeto, que es ella misma en tanto nivel
de realidad consolidado. Ahora s se puede decir de la Inteligencia lo que Aristteles
deca del motor inmvil: es pensamiento de s misma, y en esta medida es una unidad
de ser. Pero esto le supone ya una prdida respecto al Uno, razn por la cual Plotino
la llama a veces unidual. Maticemos en qu sentido esto es as.
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En suma, las Ideas son, respecto a la Inteligencia, como olas en un ocano. Si solo
atendiramos a esta hipstasis, hablaramos de la filosofa de Plotino como de un
bello pantesmo idealista. Pero al reintegrar este nivel en la procesin global, vemos
que la secuencia ha evolucionado desde el Uno, donde el ser emanaba al modo de un
efecto (lo que proviene de l no est desconectado de l, aunque tampoco es idntico
a l[50]). De la emanacin hemos pasado a la inmanencia: ni la Inteligencia sale de s
para pensar ni su objeto de pensamiento le es distinto.
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Audaz exploradora. El Alma
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a la implantacin en ella, al modo de don, de una pequea inteligencia inmanente por
parte de la Inteligencia trascendente.
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lo sensible. Plotino la denomina naturaleza (physis). Al mismo tiempo, l excusa
esta cada en lo exterior diciendo que es la nica forma de autoconocerse plenamente
que tena el Alma: si hubiera permanecido en su zona superior, habra ignorado sus
propias potencias, que le exigan separarse de lo puramente inteligible y devenir.
Todo lo cual nos conduce hasta la operacin o actividad propia del Alma en su
creacin de lo sensible. Esta cuestin, en Plotino, aparece inicialmente como
respuesta a la siguiente pregunta: qu recibe el Alma de su contemplacin
intelectual? Cul es propiamente su contenido, ya que no pueden serlo las ideas de la
Inteligencia? He aqu el paso a la teora del lgos plotiniano, traducido habitualmente
como razn o raciocinio.
Del mismo modo que la Inteligencia no consegua volverse y mirar al Uno sin
hacerlo un objeto de conocimiento (y por tanto, en cierto modo, mltiple), el Alma no
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consigue volverse a la Inteligencia y mirar las Ideas sin dividirlas todava ms, dando
lugar a los lgoi o razonamientos, que son imgenes de las ideas. Llamados a
menudo razones seminales, funcionan como herramientas productoras del mundo
sensible. Valindose de ellos, el alma inferior (o naturaleza) ir organizando su
propio afuera a la vez que desciende en la escala de la procesin: crea en la medida
en que trabaja, y lo que crea son organismos naturales. A lo largo de este proceso, el
Alma permanece en contacto con dos niveles del ser: El alma, al proceder, deja su
parte superior en el lugar inteligible que su parte inferior abandona; pues si la
procesin la hiciera abandonar esa parte superior, ya no estara en todo, sino
solamente all adonde la procesin conduce[54].
En este sentido, Plotino hace converger dos visiones del alma procedentes de dos
tradiciones muy diferentes. La animista de los estoicos, segn la cual el alma era vista
positivamente, como fuerza organizadora de la materia, y la rfico-pitagrica, donde
el alma es vista negativamente, como una degradacin de lo divino en su cada a lo
sensible. El pensador neoplatnico quiso as unificar y sintetizar toda la filosofa
griega, lo que segn Hegel efectivamente logr. El Alma plotiniana, mediante el
lgos creador, salva el abismo platnico fundiendo las tradiciones materialista e
idealista.
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su propio reflejo proyectado en el espacio exterior. Ahora bien, qu es eso tan
fascinante que el alma ve para arrojarse sobre ello abandonando la seguridad de las
ideas?
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El espejo de Dinisos. La Materia
Di al rostro que ves en el espejo que ese rostro ya debe formar otro
W. SHAKESPEARE, Sonetos, 3
En todo cuerpo hay, no obstante, algo que se le resiste al Alma por su incorregible
falta de forma: la materia es entendida como agotamiento del lgos a medida que
trabaja. En este sentido, el lgos se expande o exterioriza en imgenes de s mismo
(recordemos que la imagen se define como aquello que es en otra cosa), y el lmite
subreal de este trabajo, la extenuacin del principio ordenador, es la materia
tomada como lo inimaginable. La materia, por tanto, es la pura exterioridad a la que
es arrojada el Alma inferior pero que ella misma ya no puede organizar: es la
inabarcabilidad de su deseo. Por eso Plotino nos dice que querer aprehender la
materia pura sera como querer aprehender la sombra absoluta sin luz.
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Los gnsticos y el Demiurgo enloquecido
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objeto de contemplacin para nadie. Es aquello de donde no parte visin alguna (al
contrario que la Inteligencia y el Alma), pero que adems ni siquiera es visible (como
an lo era el mundo sensible). Es la sombra que el alma percibe en la distancia
cuando se agota. Y, sin embargo, en la medida en que suscita su deseo, Plotino le
atribuye una cierta eficacia. Esto es lo que nos permite, finalmente, responder a la
pregunta con la que terminaba el epgrafe anterior: qu es lo que el Alma ve fuera de
ella que tanto la seduce? Se ve a s misma reflejada. La materia le devuelve al Alma
inferior una imagen en la que contemplarse trabajar.
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El mito de Dinisos
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La conversin: el ahora extasiado en
siempre
Me digo que esos gatos armoniosos, el de cristal y el de caliente sangre,
son simulacros que concede al tiempo un arquetipo eterno. As lo afirma,
sombra tambin, Plotino en las Enadas. De qu Adn anterior al
paraso, de qu divinidad indescifrable somos los hombres un espejo roto?
J. L. BORGES, La cifra
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Plotino como primer filsofo del individuo
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bien, a medida que la naturaleza desciende hacia lo sensible estructurando los
organismos fsicos, las almas individuales quedan como rezagadas o aisladas en
un nivel superior, todava ajenas al contacto con la materia. Es solo cuando el trabajo
natural ha concluido que, fascinadas por lo que observan como un marinero que se
asoma al ocano para ver su rostro reflejado, se dejan caer al mundo de las imgenes
y reclaman lo que es suyo: aquellos cuerpos en los que se ven particularmente
representadas. De este modo, el cuerpo es creado fsicamente en la naturaleza, pero es
separado o recortado en ella por el descenso del alma individual que se lo apropia[55].
Se trata de lo que Porfirio describi como una doble generacin, por
composicin (natural) y causalidad o derivacin (metafsica): el ser vivo solo
nace cuando se produce este reencuentro entre lo orgnico y lo espiritual.
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haz rojo del alma de Scrates encuentra en la naturaleza una regin de su misma
tonalidad con la que coexisti en un grado superior del ser. As, cada gestacin
orgnica se limitara a dar la ocasin para una incorporacin metafsica, y todos los
seres vivos, a su modo, seguiran cantando la gloria del Uno. Solucin que supera
en ambicin a todos los dems autores antiguos.
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El problema del tiempo en Plotino
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Descartes, cuando el pensamiento consciente pasa a ser la primera e innegociable
garanta de la realidad de un ser (pienso, luego existo), Plotino apenas le concede
importancia ni en el conocimiento, ni en la virtud, ni en la felicidad, al punto de hacer
de l una degradacin del intelecto. Segn nos dice, el hroe no es consciente de que
acta con coraje, precisamente porque la conciencia de un acto no hace ms que
debilitar la energa invertida en l (razn por la cual se incrementa en momentos de
duda o angustia). La vida verdaderamente intensa es la que no se disuelve en
sentimientos o pensamientos en los que el yo se tiene en cuenta a s mismo; la
conciencia no se produce ms que cuando el pensamiento puro se divide y cae como
un pjaro herido. Por eso leemos que tomar conciencia es permanecer por fuera de
lo que captamos[58]. Como afirm a principios del siglo XX el filsofo Henri
Bergson, gran lector de Plotino, las cosas que caen ms claramente bajo la
conciencia son precisamente aquellas que nos son ms extraas: tenemos mayor
conciencia de la enfermedad que de la salud[59], y, por la misma razn, ms
conciencia de nuestras limitaciones que de nuestras destrezas. En el mismo sentido,
de las cosas que verdaderamente nos pertenecen ntimamente o de aquellas acciones
que nos definen somos inconscientes: las hacemos instintivamente, como quien posee
un gran talento y hace coincidir su pensamiento con la ejecucin del mismo, sin
exterioridad entre el sujeto y el objeto.
No es difcil entender, por tanto, que la conciencia tal y como la piensa Plotino,
como un hipofenmeno (realidad menor o marginal), ilustre bien la desdicha del
alma individual en su descenso al tiempo: por ella pasa a ser consciente de aquello
que le falta para reintegrarse en el Todo. Precisamente el encanto espiritual y
teraputico de la experiencia esttica radica a ojos del pensador alejandrino en que
se establece en ella una unin ntima o simpata entre el espectador y lo bello en s.
Esta visin choca diametralmente con la concepcin moderna del conocimiento,
segn la cual este solo es adecuado si se produce una correspondencia entre el sujeto
cognoscente y el objeto conocido. Para Plotino, el verdadero conocimiento no
consiste en corresponder a las cosas con estados mentales o smbolos, sino en
simpatizar en profundidad con ellas, eliminando la distancia fenomenolgica que
nos separa de ellas y contemplndolas en su propia venida al ser.
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Por suerte, segn sostiene Plotino, las almas individuales son trascendentes al
tiempo en la medida en que permanecen en contacto con su cima inteligente (el alma
superior), pues, en funcin de la causalidad emanativa, lo trascendente no se divide
sino permaneciendo indiviso, es decir, impropiamente, del mismo modo que el Uno
no engendraba el ser perdiendo su inmutabilidad, sino permaneciendo en s. Para el
alma individual, el tiempo es precisamente lo adicional, lo emanado que no le afecta
ni la merma. Es como si la obsesin del alma, su audacia, fuera solo un sueo o un
delirio, y esta ser la clave de la posibilidad de salvacin para ella: que puede
despertar de esa pesadilla imaginaria para acceder al verdadero yo donde laten la
inteligencia, la voluntad y el libre albedro. Visto as, las acciones, sentimientos y
sensaciones poseen un estatuto semirreal: an pueden participar del alma, pero en
tanto imgenes o derivados empobrecidos, sin espesor, hueros, planos. La ascesis,
por su parte, ser concebida como un retorno a la pureza intemporal del alma por
medio de la suspensin de emociones y acciones. Nos recogemos a contemplar lo que
hay en nosotros de ajeno a las circunstancias de nuestra vida: aquello de donde brotan
nuestras afecciones sin confundirse con ellas, lo que habra permanecido idntico con
independencia de la poca y el lugar en el que hubiramos nacido y de los avatares
accidentales que nos sobrevienen: dicho de otro modo, lo que nos define como un
grado de intensidad divina, no como cosas mortales sujetas al espacio y el tiempo.
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Providencia y libertad. La fuga del destino
Esta cuestin, segn es planteada y resuelta por Plotino, exige ser puesta en
relacin con otras dos nociones procedentes de una famosa polmica entre estoicos y
epicreos en torno al viejo tema griego del Destino: la providencia y la forzosidad. La
providencia se concibe habitualmente como el gobierno de los acontecimientos
terrenales por parte de seres divinos que los anudan en una misma trama. Epicuro,
con quien Plotino discute a menudo, haba negado su existencia aduciendo que si los
dioses controlaran el Destino, entonces tendran que preocuparse por la sucesin de
los acontecimientos y perderan su proverbial serenidad. Segn este filsofo, lo nico
que existe a nivel fsico es la ciega forzosidad o necesidad material, derivada del
choque, rebote y composicin de los tomos entre s para dar lugar a todo el conjunto
del mundo visible y sus fenmenos. Los estoicos, al contrario, llamaban Destino a la
unidad ltima de todos los cuerpos (que constituan para ellos lo nico real) apelando
a su origen comn a partir de un mismo principio activo de tipo corpreo (el fuego
primordial, alma de Zeus o inteligencia divina), que habra engendrado el mundo
sensible dispersndose y enfrindose a travs de la materia indefinida o principio
pasivo. Esta unidad, presente para Dios a cada instante, se consumara para los
mortales en el momento de mxima tensin o interposesin de los seres en cada ciclo
csmico (los estoicos crean en un tiempo cclico), al que llamaban conflagracin
en honor a la naturaleza gnea del principio activo. En ese momento sealado, que
sera como el resurgir del ave fnix, el mundo sensible retornara por combustin a su
pureza inicial para comenzar un nuevo ciclo de transformaciones.
Plotino, por su parte, acepta parcialmente tanto el Destino de los estoicos como la
forzosidad o necesidad de los epicreos, aunque los ubica a niveles diferentes y los
desborda conjuntamente mediante una concepcin intelectualista de la Providencia. A
su entender, y frente a Epicuro, el Alma (inspirndose en la Inteligencia) ordena
espontneamente el mundo sensible sin salir de s y sin que ello suponga una merma
para ella, por lo que no necesita perder su trascendencia ni su divinidad. Este trabajo
es la emanacin impvida y serena[60] de un lgos que origina el cosmos.
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Precisamente por ello, el filsofo alejandrino sostiene la existencia de una
Providencia fundamentada en la garanta que aportan el Uno y la Inteligencia de que
el tiempo no har ms que imitar, aunque sea errticamente, la eternidad (de ah el
ciclo regular de las estaciones, los das y las noches, etc.). Ahora bien, la tarea de que
la Providencia se cumpla no pertenece propiamente ni al Uno ni a la Inteligencia, que
estn ms all del mundo fsico, sino al Alma y su lgos. Por eso Plotino distingue
tres niveles: la ultraprovidencia de la Inteligencia y el Uno (a la que accedemos
mediante la filosofa y la mstica), la Providencia del Alma universal (que
comprobamos en la sucesin ordenada de los fenmenos naturales) y la
subprovidencia de la Fatalidad (correspondiente, por ejemplo, al hecho de que a
menudo morimos de un modo absurdo), que se identifica con la forzosidad de la
materia en tanto carente de forma.
En este contexto, Plotino nos dice que no hay forzosidad que anule al ser humano,
pues, por ms que los cuerpos individuales sean partes del cuerpo total del cosmos
sensible, los seres racionales no son partes de ese cosmos, sino unidades
autnomas dotadas de iniciativa, voluntad e inteligencia. Ms an, tampoco la
Providencia anula esta independencia, pues segn dice Plotino valindose de una
elipsis dirigida contra los estoicos, si no hubiera ms que Providencia, ni siquiera
Providencia habra[61]. Alude as a que la propia Providencia remite, por esencia, a
un nivel superior a ella misma, del cual es la mera ejecutora. As, tanto la forzosidad
material como el Destino del cosmos pueden ser burlados en sucesivos niveles de
conversin. De todo lo cual resulta que cuanto sucede en el mundo, la gran trama
csmica, contiene tres factores causales entrelazados: la fatalidad de la materia, la
Providencia del Alma universal y la libertad del alma individual en tanto accede a su
cima intelectiva y se fuga de los dos planos anteriores.
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S Ulises y no Narciso. Las tres etapas del regreso a
casa
Cermica tica que ilustra el Canto XII de la Odisea de Homero, el episodio de Uli-
ses y las sirenas. Puede verse en el Museo Britnico.
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l, le habis vuelto la cabeza[62]. Las dos frmulas se completan mutuamente para
proponernos un viaje intensivo (y no extensivo), un viajar sin moverse que
debemos ubicar en el cruce de los tres problemas relativos al mundo sensible que
acabamos de abordar. Sabemos, en efecto, que la reunin con el Uno debe producirse
como un acto contemplativo del yo individual (1) que lo sustrae al tiempo (2)
expresando as su libertad (3). Para enfatizar la importancia de este acto, Plotino
insiste en la perspectiva escatolgica de las reencarnaciones: quien vive la vida de un
vegetal renacer vegetal, pero si accedemos a la visin de un dios nos habremos
hecho merecedores de otro nivel de realidad. La huida se presenta entonces como una
necesidad, la de reactivar o desentumecer el nivel intelectivo del alma (ubicado,
segn Plotino, no en el cerebro, sino sobre la cabeza) dejando, al contrario,
inoperantes el sensitivo y el vegetativo (estos s orgnicos).
En cada una de las etapas del viaje, Narciso es quien queda atrapado, fascinado
por la contemplacin de las imgenes en el espejo e incapaz de regresar a un hogar
que ha olvidado. Ulises, al contrario, completa las etapas y remonta el camino al
hogar a fuerza de recordar, complicando o recogiendo el tiempo sobre s mismo como
si de un cable se tratara.
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El primer candidato es el msico, dotado de una sensibilidad especial, muy
impresionable por cualesquiera improntas, pero poseedor, al mismo tiempo, de un
criterio que le permite apreciar las proporciones: mientras rehye siempre lo
discordante y lo falto de unidad en los cantos y en los ritmos, corre en pos de lo bien
acompasado y de lo bien configurado. Sacando partido de ese buen gusto, Plotino le
prescribe escuchar la msica, pero atendiendo a lo que de inteligible hay en ella (su
dimensin vertical o armnica), sin dejarse fascinar por la secuencialidad misma
(su dimensin horizontal o meldica). Solo as, aferrado a la firmeza del mstil al
que Ulises y su tripulacin se amarran, logra superar el hechizo de las sirenas, ese
inaferrable fantasma al que Narciso sucumbe.
Finalmente est el filsofo, que sigue siendo un poco amante, del mismo modo
que el amante era un poco msico. En este caso, lo que ama es la verdad, a la que
accede en primer lugar a travs de las matemticas, para dirigirse a continuacin al
estudio de la dialctica, que le ensear a definir las cosas estableciendo lo que las
asemeja y distingue entre ellas hasta llegar a las Formas puras. Si Plotino lo seala
como el candidato definitivo es precisamente debido a que su actividad propia la
dialctica le mantiene al nivel de los inteligibles, alimentando su alma en la
Llanura de la Verdad e impidindole perder las alas. Plotino lo compara a Ulises
permaneciendo fiel a Penlope tras su llegada a taca al final de la Odisea. Solo en
ese punto, con su alma reducida a la unidad y entregada a una contemplacin
reposada y libre de todo deseo insatisfecho, es posible para el filsofo acceder a la
visin ms rara de todas:
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pura ingrvida y leve: hecho dios, o mejor an, siendo dios, se ver todo
encendido en aquel instante (VI 9,10).
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Otros neoplatnicos clebres
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En las montaas de la locura. El misticismo de Plotino
y su concepcin intensiva del instante
Para entender el alcance del instante mstico hay que ver que, para Plotino, las dos
hipstasis superiores siguen presentes, en cierto modo, en el Yo. Tenemos sendas
potencias, o ms bien sendos niveles suprapsquicos, que nos asemejan a ellas. En
este sentido. Plotino fue pionero en pensar un inconsciente del Yo, aunque lo hizo no
como subconsciente, sino como supraconsciente. Est, en primer lugar; la
inteligencia cuerda, por la que contemplamos las Formas, y, en segundo lugar, la
inteligencia demente, embriagada o enamorada, por la que accedemos a duras
penas a una visin de Dios o el Uno-Bien. La dificultad de esta forma lcida de
locura est en que aspira no solo a suspender la distancia reflexiva sujeto-objeto que
caracteriza a la conciencia (y que ya se reduce a su mnima expresin en la
inteligencia cuerda, donde intelecto e idea coinciden), sino en suprimir tambin la
distancia con el Bien. Este unimismamiento (frente al mero ensimismamiento)
es el summum, clmax o acm de la experiencia mstica. Frente a Platn, que haba
indicado que la inteligencia era afn al Bien, Plotino plantea el acceso al primer
principio a travs de la cima de la inteligencia[67] ubicada en el centro del alma,
funcin anorgnica que exige ser activada desde una completa y absoluta soledad,
habindose despojado antes de toda otra forma y nivel psquico, incluyendo el
vegetativo, el sensible y el intelectual. Las expresiones son reveladoras: huir solo al
Solo, recibir solo al Solo[68], etc.
Esta experiencia sui generis arroja un ltimo problema que debe ser resuelto: si el
acto libre consiste en una huida hacia el Uno, qu es entonces el Yo? Hay un
estatuto positivo para el sujeto humano en esta filosofa? La respuesta ms ajustada al
pensamiento de Plotino es que la condicin humana no es algo dado de una vez por
todas, sino ms bien una oscilacin, y el Yo mismo el ascensor mvil[69] capaz de
recorrer todos los pisos del alma, a su vez representativos de los jalones procesionales
de la realidad en su conjunto. La propia personalidad, por tanto, aparece como el
movimiento completo de cada y ascenso csmicos, y es definida a cada momento
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por un ndice de alejamiento respecto al origen. Conforme ms nos acercamos al
punto cero, ms nos alejamos de la fisiologa y de los afectos y ms activamos las
potencias superiores del alma, hasta llegar a las suprapsquicas. Por eso es imposible
decir dnde empieza o acaba exactamente el Yo en Plotino (l mismo nos dice que no
hay un punto donde podamos decir hasta aqu est el yo[70]): el fondo mismo de
esta filosofa es una continuidad hasta el Uno. Se trata de una paradjica inmanencia
trascendente en la que el alma, haciendo vertical lo horizontal como audaz
exploradora, se conoce a s misma conociendo su propio origen y reintegra su
peculiaridad y su personalidad en el Todo para entender la necesidad de su propia
existencia como gradiente o punto de vista sobre lo divino. Los individuos cantan,
cada uno a su manera, la grandeza del Bien. En este sentido, tambin desaparece la
oposicin dialctica entre Yo y no-Yo: uno se recupera al perderse, contrapartida del
lema de inspiracin socrtica segn el cual uno solo conoce aquello que sabe que
ignora. Pierre Hadot, uno de los comentaristas modernos ms acreditados de
Plotino, se ha referido a la experiencia exttica precisamente como una oscilacin
entre la base y la cima del cosmos, o entre la conciencia reflexiva y la no-refleja[71].
El movimiento completo de esta oscilacin, sin embargo, solo puede realizarse
ocasionalmente, como fruto de una larga paciencia, en unos pocos instantes
excepcionales que funcionan como revelaciones sbitas similares a una iluminacin
mistrica (y de las que, segn cuenta Porfirio, como ya se ha indicado, Plotino tuvo
cuatro en su presencia). Experiencias que no pueden ser ms que inefables, pues la
palabra introduce ya una doble brecha entre el hablante y lo designado y entre el
significante y el significado. Se trata, en resumen, de una identificacin plena, aunque
momentnea, de la que el iniciado retorna galvanizado, pues logra dar un sentido
pleno a su existencia individual al saberse conectado con la totalidad.
El instante mstico que cierra el sistema nos ofrece, as, la puerta de entrada a la
comprensin ms profunda de la doctrina plotiniana del tiempo. Consiste en sustituir
un tiempo extensivo, definido por el tamao de su unidad de medida (por ejemplo,
tres horas o cincuenta primaveras), por un tiempo intensivo que se define por la
distancia respecto al punto cero. El tiempo no es ya la medida del movimiento, sino la
medida de la degradacin: diremos que hay progresivamente ms tiempo a medida
que avanzamos en la procesin y caemos. Plotino defini el tiempo como la
aadidura irreparable del ser a s mismo. En este sentido, el tiempo mximamente
realizado coincide con el grado nfimo del ser y es generado desintensivamente. Y, a
la inversa, el grado mximo de ser define una medida mnima del tiempo: la
eternidad, el siempre, por encima de la cual est el autntico grado cero, all donde
el cable se recoge o complica por entero: el Uno superior al ser. Desde el mundo
sensible, que es nuestro escenario vital, el instante mximamente intensivo ser, por
tanto, el retorno al Uno: es el tiempo ms eminente, el instante pleno, lo que los
griegos llamaron kairs. El antes era tambin un arriba. Tal es el sentido de la
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rememoracin platnica a ojos de Plotino y la razn por la cual, inevitablemente, el
pensamiento del origen mismo debe adquirir para los seres racionales que logran
acceder a l la apariencia de un recuerdo (la famosa anmnesis platnica: saber es
recordar).
Entendemos entonces que la intensiva sea una nocin del tiempo que conviene
perfectamente a los intereses de la procesin y la conversin del alma. En otras
palabras, una concepcin del tiempo pensada para ofrecer una transicin entre el
tiempo natural y la eternidad, lo que, a su vez, resulta inseparable de la concepcin
del alma como un microcosmos oscilatorio entre los distintos niveles de lo real.
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Plotino como crepsculo y como amanecer
Innumerables pjaros volaban sobre su cabeza, y saltarines peces surgan
de las aguas azules para [escuchar] su bello canto.
Simnides sobre Orfeo[72]
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Lo cierto es que Plotino est de un modo u otro presente all donde se trata de
conciliar la providencia y el orden csmico establecidos por Dios con la libertad
humana, como en el latino Boecio y su Consolacin de la filosofa. Qu decir de la
mstica medieval, y especialmente de la de San Juan de la Cruz, plagada de alusiones
a la huida y otras imgenes plotinianas para referirse a Dios de forma paradjica:
ascenso en la noche oscura, la fuente que mana, la msica callada, la soledad
sonora
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Las discusiones medievales sobre la causalidad divina
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APNDICES
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OBRAS PRINCIPALES
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La quinta Enada recoge los textos relativos a la Inteligencia o segunda
hipstasis: el sentido y orden de la procesin, el ejercicio del intelecto, la inmanencia
de las Ideas en el nos o las relaciones entre ser e inteligencia.
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CRONOLOGA
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Bassiana son asesinados por la guardia
pretoriana. Alejandro Severo es el
nuevo emperador.
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derrotar a Filipo, ordena la primera
persecucin de cristianos en todo el
Imperio. Nacimiento de Jmblico,
futuro discpulo de Porfirio y fundador
de la escuela neoplatnica de Siria.
270. Muere a los 66 aos en la finca de 270. Claudio muere por la peste y es
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su amigo Zeto, en la Campania, sustituido por Aureliano, quien lidera
acompaado de Eustoquio, su ltimo una campaa victoriosa en los frentes
discpulo. occidental y oriental y restituye
provisionalmente la unidad del imperio.
posterior a la crisis vital que le hace abandonar sus preocupaciones juveniles en torno
a la filosofa de la naturaleza (aspecto sensible y cambiante de las cosas) por el
anlisis de los discursos (aspecto racional e inteligible de las mismas). <<
consiste en hacerse uno tan semejante a la divinidad como sea posible, semejanza que
se alcanza por medio de la inteligencia con justicia y con piedad (Platn, Teeteto,
176 a-b). <<
que captura un fenmeno en su esencia (como una escultura antigua o una pose de
danza clsica). Platn juega a menudo con el grupo semntico del sol y la
luminosidad para referirse a las Ideas, que, como la vista, permiten ver a distancia e
inmediatamente, aunque en este caso no lo sensible, sino lo inteligible. <<
es visible, que se mova sin reposo de manera catica y desordenada, y lo condujo del
desorden al orden, porque pens que este es en todo sentido mejor que aquel
(mirando a la Idea de Bien, model la materia). Ya en el segundo relato, se precisa
esta operacin con la introduccin de un receptculo (khra) como trmino
intermedio entre el modelo y la copia. La khra es como la mesa de trabajo del
artesano, y corresponde a una materia indeterminada pero, a la vez, receptiva, que
constituye la base del mundo sensible: menos que una Idea, pero ms que una cosa.
<<
quien la amistad (philia) es la fuerza que vincula los elementos discordantes del
universo. <<
titn que da nombre a la obra osa desafiar a Zeus y entrega a los mortales la mejor
parte de cada sacrificio, dejando la peor para los dioses. Cuando Zeus se entera de
este intento de inversin del orden csmico, enva a sus sicarios Ba y Cratos a que lo
castiguen mantenindolo eternamente atado a una roca. <<
lanza de nuevo una mirada sobre la imagen; por este segundo golpe de vista, le da
una forma y, contenta, desciende hacia ella. <<
inspirado en Henri Bergson, Cours sur Plotin, en Cours IV, Pars, PUF, 2000. <<
p. 125). <<