Plotino - Antonio Dopazo Gallego

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Actor

secundario y poco conocido, el neoplatnico Plotino (204-270)


constituye sin embargo un hito en la historia del pensamiento, pues nos
ayuda a entender la transformacin espiritual de Grecia en los siglos que
ponen fin al mundo antiguo. Presa de una profunda crisis existencial, el
Occidente grecorromano se dej fecundar por las corrientes religiosas
orientales al tiempo que las dotaba de un rigor conceptual superior. Dotado
de una clarividencia legendaria y admirado por los asistentes a su escuela
gratuita de Roma, Plotino concibi su filosofa como una ambiciosa sntesis
de todo el pensamiento griego llamada a superar el dualismo de Platn y
Aristteles. En el centro de su sistema, la concepcin dinmica del Alma
como un puente activo que permite transitar entre la cima y la base del
cosmos sin perder la distincin rigurosa de los distintos niveles de realidad ni
la trascendencia del Uno del que todo emana y al que todo retorna.

Manuel Cruz (Director de la coleccin)

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Antonio Dopazo Gallego

Plotino
La odisea del alma entre la eternidad y el tiempo
Descubrir la Filosofa - 43

ePub r1.0
Titivillus 23.02.2017

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Antonio Dopazo Gallego, 2015
Ilustracin de cubierta: Nacho Garca
Diseo de portada: Vctor Fernndez y Natalia Snchez
Diseo y maquetacin: Kira Riera

Editor digital: Titivillus


ePub base r1.2

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Y qu viaje es ese? Qu huida es esa?
No hay que realizarla a pie: los pies nos llevan siempre de una tierra a
otra. Tampoco debes aprestarte un carruaje de caballos o una
embarcacin, sino que debes prescindir de todos esos medios y no poner
la mirada en ellos; antes bien, como cerrando los ojos, debes trocar esta
vista por otra y despertar la que todos tienen pero pocos usan. []
Retrate a ti mismo y mira.
Enadas, 16,8-9[1]

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Ulises de regreso a taca
Imaginemos la siguiente escena. Despus de muchas penurias, un hroe ha regresado
a casa. Es un marinero legendario, un guerrero temido y un lder admirado. Ha
recorrido el mundo enfrentndose a todo aquello que los volubles dioses antiguos,
con su proverbial crueldad, han sido capaces de arrojarle. Finalmente, ha superado
todas las pruebas y se ha ganado regresar a taca, su patria, como un hijo prdigo, de
excepcional linaje, nada menos que llamado a hacer recordar al pueblo griego quin
es, de dnde viene y cmo habitar la tierra. Pero cuando las celebraciones
languidecen y los poetas concluyen sus cantos, el protagonista, Ulises, se queda a
solas en la penumbra y afronta la terrible verdad, una verdad anticipada por el
sentimiento de extraeza que le ha acompaado desde su llegada: ese no es su
verdadero hogar. En ese fatdico instante, como respondiendo a su derrumbe interior,
los primeros rayos de luz anuncian la presencia de un sol majestuoso, y el hroe
comprende que un nuevo horizonte se acaba de abrir ante sus ojos.

No estaremos lejos de entender el espritu de la filosofa de Plotino si la


imaginamos condensada en la estampa anterior. Es una filosofa que viene a culminar
la profunda crisis espiritual en la que se sumen los griegos a partir del perodo
helenstico (final del siglo IV - siglo I a. C.), una deriva que coincide con el declive
poltico de Grecia, el comienzo del Imperio Romano, la segregacin de las escuelas
filosficas y la irrupcin paulatina del cristianismo. En este sentido, metafricamente
hablando, la obra de Plotino comienza el extrao da despus de la llegada de Ulises
a taca. Se trata, si se quiere, de una lnea argumental alternativa a aquella en la que el
hroe es feliz para siempre y los griegos florecen como imperio hegemnico en el
mundo antiguo. Una secuela decadente, sin duda, que Homero nunca cant y que
seguramente le habra parecido una perversin de su poema pico, pero que seala,
en definitiva, la deriva real y paulatina del mundo clsico.

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El frtil ocaso de la cultura clsica. La importancia del
neoplatonismo

Nacido a comienzos del siglo III de nuestra era, Plotino apenas puede reconocerse ya
en el esplendor de la polis clsica que vivieron Platn y Aristteles ochocientos aos
atrs. En el complejo y vasto mundo que encuentra ante sus ojos, el foco de la cultura
ya no es Atenas, sino Alejandra, en el norte de Egipto, y el epicentro del poder
poltico se ha desplazado a Roma, de la que Grecia no es ms que una provincia
perifrica. Plotino es un griego tardo y crepuscular, consciente de que su mundo toca
a su fin. Sin embargo, tambin representa para nosotros el comienzo de algo grande.
Su filosofa es considerada el inicio del denominado neoplatonismo (fechado
habitualmente entre los siglos III y VI), una corriente llamada a desempear un
importante papel en la historia de Occidente. Ampliamente considerado, el
neoplatonismo se caracteriza, frente a la filosofa clsica en la que se inspira, por un
desplazamiento de intereses desde la condicin poltica del ser humano a su
condicin divina, y desde la esfera racional y fsica a una supra-racional, religiosa y
metafsica.

Ms concretamente, la filosofa de Plotino constituye un distinguido esfuerzo por


superar el dualismo platnico de lo sensible (las cosas) y lo inteligible (las
Formas o Ideas), que es visto ahora como insatisfactorio y necesitado de una
elaboracin ms rigurosa. Su esfuerzo se aplica, en consecuencia, a introducir toda
una serie de mecanismos de mediacin que, tomados a las escuelas filosficas de su
tiempo (estoicismo, eclecticismo, neopitagorismo) o fabricados en casa, tratan
de explicar el modo en que lo real ha sido engendrado por el Uno trascendente
(gnesis que Plotino llama procesin) y, a la inversa, el modo en que el alma
humana puede volver a fundirse con su principio creador (reunin que denomina
conversin).

Lo que hace de esta empresa una aventura singularmente ambiciosa y difcil es


que Plotino se propondr explicar cosas que en Platn solo aparecan (si es que lo
hacan) relatadas bajo la forma de mitos que Scrates o algn otro personaje recitaba
ante sus asombrados oyentes: el origen del espacio, el tiempo, la materia y las propias
Ideas, as como el de las almas y cuerpos individuales. Yendo un paso ms all del
maestro. Plotino tratar de descifrar, en clave de conceptos y no ya de relatos, todo
aquello que, en su opinin, los Dilogos no osaron decir con claridad. En la prctica,
esto significa que la filosofa se pondr a competir directamente con las religiones
del momento, pues pretender aportar, seguramente por vez primera en la historia,
una doctrina racional de la salvacin del alma individual.

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Ahora bien, por qu interesarse por un filsofo como este, perteneciente a una
poca poco celebrada y habitualmente ubicado en un segundo plano de la historia de
la filosofa? Pues porque esa historia est llena de sorpresas. Es cierto que el
neoplatonismo nunca fue una corriente de grandes figuras. Incluso siendo su principal
exponente, Plotino apenas puede compararse en eminencia a un antiguo Scrates o un
moderno Descartes. Pese a ser ms modesta, su labor es, en cambio, decisiva, pues
opera como la bisagra que permite encajar dos perodos histricos a menudo vistos
como inconmensurables. Al marcar suavemente la transicin de la Antigedad al
Medievo cristiano, el pensamiento de Plotino representa para nosotros un eslabn
perdido y encontrado de nuestra propia historia: por caprichos del destino, sus obras
escritas, las Enadas, nos han sido legadas en un estado de conservacin inmejorable.
Su caso constituye una verdadera excepcin arqueolgica, pues estos textos se
salvaron de las llamas que consumieron la prctica totalidad del saber antiguo. Son,
por ello, un vestigio nico que nos permite entender el modo en que la filosofa
griega se dej seducir por problemas que procedan en buena medida del mundo
oriental (la introspeccin mstica, la creacin del universo, el retorno al principio
trascendente o la fusin con el Todo) conservando, pese a ello, unas seas de
identidad que la llevaron a fecundar a las mismas corrientes religiosas con las que se
mezclaba (brahmanismo, zoroastrismo, gnosticismo, cristianismo) y a dotarlas de
un rigor conceptual que ellas no haban conocido con anterioridad. Las consecuencias
de este encuentro entre Oriente y Occidente, simbolizado por el florecimiento cultural
de Alejandra, terminaron por definir un mundo nuevo. Tanto es as que el
pensamiento de la Edad Media y toda la mstica cristiana resultaran impensables sin
las aportaciones neoplatnicas. La difusin de esta filosofa fue tal que, durante ms
de mil aos, las doctrinas de la Grecia clsica llegaran a las escuelas y monasterios
de toda Europa mediadas por Plotino y sus continuadores (Porfirio, Jmblico y
Proclo); la gente creera hablar y todava hoy lo hacemos de Platn y Aristteles
cuando, en realidad, a menudo se refera a elementos del pensamiento de Plotino.

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La segunda navegacin. El desafo de la filosofa
plotiniana

En tanto culminacin del espritu helenstico, la filosofa de Plotino puede ser


definida como una segunda navegacin[2] del pensamiento griego, esta vez
introspectiva o psicolgica. El alma (en griego psykh), protagonista de esta nueva
aventura, es la viajera eterna entre tres mundos: el sensible (del que parte), el
inteligible (al que se dirige) y el suprainteligible (que solo podr alcanzar
excepcionalmente mediante un xtasis mstico). Esta travesa da comienzo inspirada
por un amor noblemente entendido que funciona como una nostalgia: el recuerdo
recuperado de una realidad trascendente perdida, de una vieja patria[3] ms antigua
que taca, porque es ms antigua que el tiempo. Es una patria ideal y eterna, la taca
inteligible. Sin embargo, tampoco ella marca el final del viaje, sino solo su primera
escala. Desde esta patria verdadera, Ulises todava deber elevarse un paso ms all,
posiblemente el paso ms difcil de toda la filosofa griega, hasta la casa del
Padre[4]. As es como Plotino se refiere habitualmente a la meta suprema de su
sistema filosfico, el Uno o Bien, principio superior al ser y al intelecto, que ha
engendrado todo lo real y ms all del cual ya no hay nada.

Toda la filosofa de Plotino queda sintetizada en sus ltimas palabras: elevar lo


que de divino hay en nosotros hacia lo que de divino hay en el universo. El tema
central no es novedoso ni original, pues ya desde el comienzo del platonismo
(iniciado por los sucesores de Platn en la Academia) la fuga del alma del mundo
sensible y su ascenso al inteligible[5] haba ido acaparando el inters de los intrpretes
de los Dilogos. Esta fuga, sin embargo, adquiere en Plotino una profundidad y
una expresin literaria que superan con creces a sus antecesores y lo convierten en
referencia, consciente o inconsciente, de toda filosofa que se plantee la difcil
cuestin del vnculo del alma individual con su principio creador (es decir, con Dios).
Debido a ello, en Plotino tenemos una oportunidad de aprender acerca de los
pensadores que le precedieron (como es el caso de Platn y Aristteles, a quienes
violenta para hacerles decir cosas que no quisieron decir) y de los que le sucedieron
(como es el caso de la teologa cristiana y buena parte de las metafsicas modernas
Leibniz, Schelling, Bergson, a las que anticipa dejndonos ver las tensiones
irresolubles que laten en sus entresijos).

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Retrato de Plotino, Museo della Via
Ostiense, Roma.

Como en toda filosofa que se precie, en Plotino hay elementos que conviven
problemticamente. En este caso, estamos ante una de las tentativas ms ambiciosas
de la historia de la filosofa por encajar la razn con el espritu religioso. En
consecuencia, es muy importante aclarar que la mstica plotiniana (reunin e
identificacin del alma individual con el Uno-Bien) solo se produce sobre el
horizonte de una construccin conceptual que debe ser estudiada antes. El xtasis
[6]
debe ser minuciosamente preparado por un prolongado esfuerzo intelectual : este es
el mensaje de Plotino, y lo que hace de l todava un griego.

Una filosofa no resuelve un problema sin haberlo planteado de forma original. El


problema al que Plotino se enfrenta es el de cmo salvar para nuestra propia
experiencia vital a un Dios que, habindonos creado, permanece sin embargo
infinitamente separado y, como haban dicho Aristteles y Epicuro, ajeno a nuestras
penurias y demandas. Plotino nos dice que, a fin de pensar adecuadamente este
vnculo con la divinidad, es preciso ver que el alma no debe salir de s a buscar nada,
pues esa bsqueda no concluira: la huida es interior. A Amelio, un discpulo muy
querido, le dijo: Ellos [los dioses] son los que deben venir a m, y no yo a ellos[7].
El alma contiene de forma latente o en estado virtual, a causa de su propio
embotamiento, todos los niveles o hipstasis de lo divino. Su labor ser, entonces,
desperezarse y reavivarlos, liberando su propia potencia. Volver a ser en ellos. En su
renovada concepcin del Alma, Plotino buscar superar el dualismo y aportar una
solucin al problema de la incomunicacin de las sustancias (sensibles e inteligibles)
que tanto haba ocupado a los pensadores helensticos.

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Plan de la obra

El objetivo de este libro es proporcionar al lector o lectora una introduccin al


pensamiento del autor de las Enadas. Es un libro breve y accesible, pero no renuncia
a ser un libro de filosofa. La filosofa es inseparable del planteamiento de problemas
que expresan el conflicto entre nuestras necesidades humanas y la representacin que
nos hacemos de la realidad: es el modo en que el mundo viene a reflejarse contra
nuestra razn y nuestra libertad. En consecuencia, siempre hay en ella un componente
de creacin que trataremos de recoger: el paso de baile plotiniano. Para ello,
pondremos especial atencin en los problemas a los que Plotino se enfrent y que
supo plantear y resolver mediante toda una serie de conceptos que llevan su firma.

Dividiremos esta exploracin en cinco captulos. En el primero, nos ocuparemos


de la biografa de Plotino segn es relatada por su mejor discpulo, Porfirio. Se trata
de un relato pintoresco, con todo el encanto y la ejemplaridad casi mitolgica de las
vidas de los pensadores antiguos. En el segundo, estudiaremos el escenario filosfico
en el que creci Plotino, el turbulento siglo III de nuestra era, y con l las condiciones
de surgimiento de una nueva especie de filsofo muy diferente a las anteriores. Los
dos siguientes captulos expondrn, respectivamente, cada uno de los dos grandes
movimientos del sistema plotiniano: la procesin y la conversin, que, como las
sstoles y distoles del corazn, marcan el pulso de su filosofa. Finalmente, en el
ltimo captulo ofreceremos una breve conclusin acerca de la importancia de Plotino
para el pensamiento medieval, moderno y contemporneo.

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El hombre llegado de la factora de los
dioses
Egipto, la tierra en la que se fabrican los dioses.
Textos Hermticos[8]

Plotino naci el ao 203 o 204, muy posiblemente en


la margen izquierda del Nilo, en la ciudad de
Licpolis (ms tarde llamada Assiut), aunque esto
ltimo nunca ha sido verificado. De ser cierto,
estaramos ante un filsofo egipcio de nacimiento,
griego de formacin (su educacin es impecablemente
helnica) y romano de adscripcin (pues Egipto era
una provincia imperial). Esta triple nacionalidad no
era rara en una poca en la que el mundo antiguo
viva su particular globalizacin gracias al
expansionismo de Roma, y sirve adems para ubicar a
Plotino en una encrucijada cultural que se ve reflejada
de lleno en su pensamiento.

Los detalles de su vida son conocidos gracias a su


discpulo ms eminente, el tambin neoplatnico
Porfirio. Ms adelante nos ocuparemos del emotivo Porfrio, originario de Tiro (ac-
encuentro de estos dos personajes, que forman una de tual L bano), segn un grabado
francs del siglo XVI.
las grandes parejas de baile filosficas del mundo
antiguo. Valga decir por el momento que Plotino tuvo,
en Porfirio, el discpulo y editor que todo filsofo habra querido para s. No solo fue
un alumno brillante o inquisitivo, capaz de espolear a su maestro para que
desarrollara los puntos ms oscuros de la doctrina, sino que adems se ocup
personalmente de ordenar, comentar y publicar a ttulo pstumo sus obras completas,
las Enadas. Por si ello fuera poco, escribi una detallada Vida de Platino en la que,
haciendo gala de una sorprendente objetividad (patente por su costumbre de no dar
por sentado aquello de lo que no est seguro y de guardar silencio all donde otros
recurren a la leyenda y el rumor), traza un retrato sobrio y penetrante de su mentor
intelectual.

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Antes de pasar a los detalles de su vida, digamos algo sobre la personalidad de
Plotino. Ya desde su fsico y su temperamento, tenemos la impresin de estar ante la
encarnacin del clima intelectual de su tiempo, como si l fuera la forma superior de
una nueva raza de pensadores. Segn Porfirio, y pese a la belleza de su rostro, su
apariencia era la de quien se siente avergonzado de estar en el cuerpo. Un aspecto
descuidado y austero, ajeno a todo ejercicio fsico y ornamento, que se prolongaba en
su condicin de vegetariano, clibe, soltero y abstemio y en un desprecio por las artes
plsticas e imitativas. Se dir que este espritu asctico ya estaba en Scrates, pero no
es cierto. Scrates iba a los gimnasios, estaba en las plazas y asambleas, en las fiestas
y banquetes, acuda a las exhibiciones gimnsticas y blicas, pele en la legin
hoplita no vemos nada parecido en Plotino. El relato de Porfirio, de hecho, se abre
con una ancdota significativa: disculpndose ante el lector por no haber legado
ninguna efigie fidedigna del maestro, nos cuenta que Plotino sabote todos los
intentos de los retratistas y escultores (pagados por sus alumnos) de tomarle las
medidas, y que en consecuencia solo pudieron hacerlo a hurtadillas, garabateando
dibujos como infiltrados en sus clases, lo que explica la mala calidad de sus bustos.
La razn es que Plotino detestaba las imgenes, que defina, frente a las Ideas, como
lo que es por naturaleza en otra cosa que s mismo y es por tanto mltiple por
esencia. De ah su negativa a toda propuesta de inmortalizarlo en soporte material:
Es que no basta con sobrellevar la imagen con que la naturaleza nos tiene
envueltos, sino que pretendes que encima yo mismo acceda a legar una ms duradera
imagen de una imagen, como si fuera una obra digna de contemplacin?[9].

Su desprecio por lo sensible se debe, por tanto, a que cuerpos y sensaciones son
concebidos como imgenes (pues remiten a otra cosa, la Forma, obligando al
pensamiento a desplazarse). Segn razonaba Plotino, el pensamiento debe, al
contrario, dirigirse a lo que se vale por s mismo, hacia la unidad ideal que lo hace
reposar y no agitarse en un continuo vaivn. Su ideal de vida era el opuesto a dejar
huellas: pretenda desaparecer, volverse incorpreo para ascender al principio nico y
solitario de las cosas del que brota toda luz, all donde ya no hay nada mltiple y del
que no cabe expresin material certera. Por eso empleaba el smil de forjarse otro tipo
de estatua, la estatua ideal de uno mismo que no sea la copia del yo fsico, sino el
modelo a partir del cual este habra venido al mundo. Una escultura sin imagen.

Puede entenderse del mismo modo su aversin hacia las artes de los astrlogos y
magos (muy extendidas en su tiempo) por considerarlas efectivas nicamente sobre el
cuerpo y el temperamento, mbito que despreciaba, al punto de proclamar que dichas
prcticas no tenan efecto alguno sobre l. Porfirio, por lo dems bastante sensato y
poco dado a hiprboles, relata un episodio delirante[10] en el que Olimpio de
Alejandra, un filsofo particularmente envidioso, arremeti contra Plotino con
maleficios astrales, lo que se volvi contra l mismo debido al poder del alma de

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Plotino, que haca rebotar los hechizos. Ante tal portento, Olimpio desisti
aterrorizado y dej en paz al egipcio.

Ms grata es la ancdota de un sacerdote egipcio que quiso impresionar a Plotino


invocando a su Demon tutelar (una especie de ngel de la guarda pagano en el que
crean los griegos). Pero quien se manifest no fue un Demon, sino un dios, ante lo
que el sacerdote solo pudo felicitar a su compatriota: Bienaventurado eres porque
tienes por Demon tutelar a un Dios, y no a uno del linaje inferior[11]. A raz de este
incidente, Plotino escribi un tratado Sobre el Demon al que hemos cabido en suerte
del cual se deduce que, estando nuestro Demon inmediatamente por encima del nivel
espiritual que mantenemos activo, y habiendo accedido l al dominio de la facultad
intelectiva gracias a la filosofa, su Demon no poda ser otro que el Uno-Dios mismo.

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Lo que Egipto significa para Grecia

Segn la leyenda, el hroe griego Edipo descifr el enigma de la ancestral esfinge


que guardaba el camino a Tebas, forzando al monstruo a quitarse la vida. Detalle en
vaso de cermica de la poca clsica.

El desprecio de Plotino por lo terrenal est tambin en el origen de las dudas sobre su
procedencia. Todo el mundo lo tomaba por egipcio debido a su oscuro tono de piel y
a su marcado acento, pero Porfirio cuenta que nunca confes su fecha ni lugar de
nacimiento, precisamente a fin de que los astrlogos no enredaran con su persona y
sus alumnos pudieran centrarse en sus lecciones (solo acceda a celebrar una
festividad anual: el cumpleaos conjunto de Scrates y Platn a primeros de mayo).
Aunque su nombre latino ha hecho pensar que pudo nacer en la parte occidental del
Imperio, lo ms probable es que perteneciera a una familia romana de clase media-
alta establecida en Egipto, tal y como ya hemos dicho.

En cualquier caso, que Plotino fuera unnimemente percibido como un egipcio


entre sus conocidos es significativo por un motivo cultural que nos retrotrae a los
dilogos platnicos y que ilustra bien hasta qu punto los tiempos estaban cambiando.
Ampliamente hablando, para los griegos Egipto siempre represent la tierra de la
sabidura, aquella en la que todava quedaban sabios autnticos, mientras que en

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Grecia solo haba ya filsofos (es decir, literalmente, amantes o amigos del
saber, pero no poseedores del mismo). Esta comparacin, que encontramos
diseminada por toda la literatura antigua, no dejaba de tener un punto de maliciosa
irona por parte de los helenos: frente a los distinguidos y solemnes orientales,
regidos por dinastas milenarias que se pretendan descendientes de dioses (en el caso
de Egipto, los faraones) y que aspiraban a perpetuarse en el tiempo, Grecia era un
pueblo joven y audaz, entregado a las poco duraderas artes plsticas, al equilibrio
entre el cuerpo (perecedero) y el intelecto (eterno) y a una organizacin poltica (la
ciudad-estado) pequea e inestable, en la que sus habitantes no dejaban de pleitear y
discutir entre ellos. Un pueblo carente de pasado (porque de la era oscura de la que
Grecia emergi apenas quedaban documentos)[12] y sin ninguna filiacin directa entre
sus gobernantes y sus dioses, pero que pese a ello se saba orgullosamente ubicado a
la vanguardia del mundo antiguo. Para ilustrar esta comparacin, Platn haba
fantaseado en el Timeo con la existencia de una Atenas egipcia (de la que la griega
sera una mera copia) en la que se almacenara el registro de todos los hechos que las
sucesivas catstrofes naturales (siempre metafricas) como terremotos o
inundaciones borraban de la memoria de los helenos, obligndoles a empezar desde
cero cada pocas generaciones (incluyendo la reinvencin de su literatura, su arte y su
arquitectura, insignificante al lado de las milenarias pirmides egipcias), razn por la
cual nunca progresaban y se hallaban en permanente estado de mutabilidad y niez
(los griegos seris siempre nios!, no existe el griego viejo!, exclama el anciano
sacerdote egipcio citado por Platn[13]).

Pues bien: que sea precisamente un egipcio helenizado como Plotino el que
ahora ofrezca una sntesis de toda la filosofa griega y, con ello, la pretensin de una
nueva sabidura confirma que, en este punto de la historia, la diferencia entre Oriente
y Occidente se ha difuminado debido a la mezcla de culturas en Oriente Prximo. Sin
duda, ambos pierden y ganan algo con esa mezcla. Por lo pronto, lo que Grecia ha
perdido a estas alturas es ingenuidad o frescura: ha dejado de sentirse joven,
seguramente porque entretanto ha surgido otro pueblo el romano que ha ocupado
la vanguardia de las conquistas que en otro tiempo abander Alejandro Magno, el
emperador macedonio del que Aristteles fue tutor. Pero lo que la filosofa helenstica
ha ganado a cambio es la conciencia de poder alcanzar la verdadera sabidura, la
conexin con la divinidad trascendente, y, por qu no decirlo as, la salvacin. En el
siglo III, el pueblo griego ya no es el de los nios perdidos en mitad del cosmos, para
el que los dioses se haban ocultado tras las cosas (todas las cosas estn llenas de
dioses, afirmaba el presocrtico Tales de Mileto, pero la naturaleza ama
esconderse, responda Herclito), sino que ahora es aquel que ha encontrado el
camino de regreso a casa, hacia la cima del cosmos ubicada ms all de este mundo.
taca ya no es la isla terrenal de los mortales afortunados, como en Homero, sino la
patria de Dios, templo ideal de los inmortales. Y Plotino aspira a elevarse a ese

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templo. Segn Porfirio, en efecto, para Plotino el fin y la meta consistan en aunarse
con el Dios omnitrascendente y en allegarse a l. Cuatro veces, mientras estuve yo
con l, alcanz esta meta merced a una actividad inefable[14].

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La inminencia del fin del mundo y la sabidura como
refugio

En este contexto, y para entender hasta qu punto el ascetismo plotiniano no es


simplemente una mana cualquiera, sino ms bien un sntoma de su tiempo, puede ser
muy til completar el cuadro de su personalidad y lo significativo de su origen con
los avatares histricos que le rodearon. A Plotino le toc vivir una poca que casi
podramos calificar de apocalptica. Si alguna vez ha existido la conciencia de que el
fin del mundo se cerna sobre una gran civilizacin, esa fue probablemente el siglo III
de nuestra era a ojos de un habitante del mundo grecorromano. Tanto es as que al
perodo que va del 235 al 268 del Imperio Romano se lo conoce como la gran
anarqua, si bien es cierto que la desastrosa herencia provena ya del siglo anterior,
con el reinado de Cmodo (180-192) y la monarqua militar de los Severinos
(193-235). Ambos gobiernos haban causado daos irreparables en la aparatosa
maquinaria poltico-militar de Roma.

Como consecuencia, el panorama poltico al que Plotino asiste a lo largo de su


vida es desalentador. En las fronteras, cada vez resulta ms difcil contener a
germanos y persas, y se empieza a hacer visible que tarde o temprano los brbaros
penetrarn en tropel por los costados norte y este del imperio, respectivamente. En el
interior, la situacin es igualmente ruinosa: un estado en bancarrota paga su mala
gestin ahogando en impuestos a sus ciudadanos mientras sanguinarias
conspiraciones enfrentan a los candidatos al trono imperial, lo que se traduce en
imparables cadenas de asesinatos de senadores que a su vez motivan revueltas y
sediciones en las legiones. Por si ello fuera poco, sucesivos brotes de peste asolan
Roma y sus provincias, agudizando la ostensible mengua de poblacin. Finalmente,
una tierra de cultivo esquilmada provoca hambrunas y agrava la crisis econmica.

Ante este aciago panorama, no es de extraar que muchos ciudadanos con un


mnimo de desahogo econmico renunciaran a la poltica para refugiarse en
ocupaciones de tipo contemplativo, como el culto religioso o el estudio de la
naturaleza de los seres divinos y de la vida despus de la muerte. Este es
precisamente el caso de Plotino, pero tambin el de muchas escuelas filosficas de la
poca cuya actividad ya versaba casi ntegramente acerca de cuestiones religiosas y
teolgicas (es decir, acerca del vnculo causal entre Dios, el mundo y los seres
humanos).

Como para Plotino, al contrario que para Aristteles (quien haba definido al ser
humano como el animal poltico), la actividad poltica ya no era nada en lo que
realizarse (pues esa accin en la polis haba quedado imposibilitada y degradada por

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la corrupcin, la violencia y la lejana de los lugares en que se tomaban las decisiones
importantes), no le qued mejor opcin que refugiarse en la contemplacin (thoria),
a la que atribuy un componente evasivo. Esta contemplacin versaba sobre las
realidades divinas y eternas, que desde el platonismo eran representadas no ya solo
por los astros del cielo, sino por los seres inteligibles: las Formas o Ideas, que son
captadas no ya por un acto que tenga lugar en el espacio y el tiempo, como ocurre en
la prxis (tocar un instrumento, bailar, interpretar un papel teatral, argumentar ante un
tribunal), sino, al contrario, por una intuicin instantnea, puramente intelectual,
que suprime el espacio y el tiempo, sustrayndose as, de paso, al encadenamiento de
crmenes, violencia y miseria que a ojos de Plotino tiene lugar en ese funesto
escenario. Empezamos a darnos cuenta, por tanto, de que para l la accin (prxis)
solo puede ser una contemplacin degradada o empobrecida.

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De Alejandra a Roma. La eclosin de Plotino como
pensador

Me encontrasteis cuando os buscabais.


Me perderis cuando os hayis encontrado.
F. NIETZSCHE, As habl Zaratustra[15]

La primera noticia que tenemos de la vida de Plotino es que a la sealada edad de 28


aos fue vctima de una fuerte sacudida espiritual que le llev a abandonar sus
ocupaciones y la hacienda familiar y marchar a Alejandra a escuchar a los filsofos
ms reputados del momento. Como muchos jvenes, buscaba un hilo conductor que
le permitiera orientarse racionalmente en un mundo que perciba bajo la forma
agresiva y desconcertante del sinsentido. Este impulso hacia la filosofa, sin
embargo, no obtuvo una satisfaccin inmediata: sus experiencias como oyente no
fueron buenas, y Plotino sala de clase cabizbajo y apesadumbrado, ms confundido
de lo que entraba. Nadie era capaz de calmar su agitacin interior, que a menudo se
traduca en frustracin y mal genio incluso para alguien pacfico y amable como l.

Conoci as, por un lado, las escuelas de filosofa griega (estoicismo, platonismo,
aristotelismo, neopitagorismo), y por otro, el pensamiento religioso judeo-alejandrino
que, desde la llegada de Filn en el siglo I, haba alcanzado difusin en la zona
oriental del Imperio (vase recuadro siguiente). Sin embargo, ninguna de esas
corrientes le satisfizo. Hubo de ser el platnico Amonio Saccas quien cambiara su
suerte: Este es el que yo buscaba!. Con Amonio, Plotino grit tierra a la vista.

Por lo dems, no fue el nico: pese a no disponer de sus textos (que debieron de
ser, en todo caso, escasos, si es que los hubo), sabemos por sus discpulos (Erenio,
Orgenes y el propio Plotino) que se trat de un maestro de talla superior, sin duda el
gran iniciador intelectual del neoplatonismo. Lo poco que sabemos de su
pensamiento es que, tras renegar del cristianismo a favor del estudio de la filosofa
griega, procedi a fusionar las doctrinas de Platn y Aristteles y, para el momento
en que lo conoci Plotino, andaba ocupado en problemas propiamente alejandrinos y
ya no clsicos. De estas inquietudes result su teora de la unin inconfusa, segn la
cual el alma, aun siendo trascendente al cuerpo, se compenetra ntimamente con l
conservando, al mismo tiempo, su integridad. Dicho de otro modo, esta teora era una
manera de hacer compatible la diferencia de derecho alma-cuerpo con su coexistencia
de hecho, para lo cual Amonio recurra al smil con el modo en que la luz fluye a
travs del aire, distinguindose de l a la vez que lo atraviesa y coexiste con l en el
espacio. Amonio, que buscaba priorizar lo trascendente y superior (en este caso el

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alma), poda as decir que no es el alma lo que est en el cuerpo (encerrada como en
un recipiente o una prisin, en la lnea del pensamiento cristiano), sino el cuerpo lo
que est en el alma (al modo de una emanacin o una imagen empobrecida), tesis que
hallaremos tal cual enunciada en Plotino. La ventaja de esta tesis es que permita a
Amonio plantear el problema en trminos propiamente espirituales (frente a
materialistas como los estoicos o los epicreos, que recurran a un alma corprea) a la
vez que ofreca al cuerpo una salida mucho ms esperanzadora que la que le ofrecan
otras doctrinas espiritualistas que lo condenaban al papel de una pura pasividad o
incluso de un mal absoluto, con lo que impedan entender su origen. En Amonio y
Plotino, el cuerpo no es ms que una proyeccin debilitada del alma (de ello nos
ocuparemos en el captulo quinto), nunca algo de naturaleza enteramente ajena a ella,
pues entonces sera imposible pensar en sustraernos a sus inclinaciones sin destruirlo.

Tras pasar once aos como alumno de Amonio, sabemos que Plotino abandon la
escuela con la voluntad resuelta de iniciarse en el ascetismo y los misterios de los
persas e indios, lo que trat de realizar a los 38 aos, aprovechando que el emperador
Gordiano III estaba marchando contra Persia en el 242. Plotino no se enrol en la
expedicin como soldado, sino como miembro de la comitiva del emperador, a la que
accedi gracias a sus contactos en Alejandra. Un ao despus, las tropas imperiales
reconquistaban la provincia de Antioqua, pero a continuacin Gordiano era
asesinado en Mesopotamia por las tropas de su adversario poltico Filipo, que
ambicionaba el trono imperial. El propio Plotino logr salvarse por los pelos de la
emboscada, y retrocedi hasta Antioqua. Filipo, recin nombrado emperador, sell
entonces una paz favorable con los persas y dio por concluida la campaa, sin que
Plotino tuviera oportunidad de culminar su particular Erasmus asitica.

Por aquel entonces, la religin persa era el zoroastrismo, culto oficial y milenario
de los Sasnidas que, como todo lo venido de Oriente, siempre haba fascinado al
joven y desmemoriado pueblo griego. Plotino no fue una excepcin, y en su fase
alejandrina mostr gran curiosidad por ese conjunto de saberes exticos, aunque no
tenemos constancia de que finalmente llegara a estudiarlos a fondo, pues ni lleg a
Persia ni mucho menos a la India, y las alusiones a la sabidura egipcia de las
Enadas, que incluyen una breve reflexin sobre los jeroglficos, son bastante
marginales. Lo que s es cierto es que, paralelamente a su atraccin por lo que
consideraba la pureza de las religiones persa e india, Plotino se entreg a una
crtica insistente y despiadada de los intentos de vulgarizacin de los cultos orientales
que penetraban en el imperio cada vez con mayor frecuencia. As, escribi un tratado
Contra los gnsticos (la rama del cristianismo que le era ms conocida) y
posteriormente, ya en Roma, encargara a sus alumnos hacer lo propio contra las
doctrinas espurias de Zoroastro que eran divulgadas en Alejandra. En consecuencia,
lo ms sensato parece concluir que, pese a sus intentos, Plotino no tuvo acceso real a

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ningn otro saber que el clsico y las fusiones judeo-alejandrinas que llegaban a la
gran urbe oriental. Esto es, por otro lado, lgico, pues las propias religiones orientales
eran cada vez menos autnticas, fruto de haber sido sometidas a un proceso de
readaptacin y helenizacin a partir de la expansin asitica del imperio macedonio
en el siglo IV a. C. Quiz el mejor ejemplo de ello es la fusin entre el judasmo y el
helenismo que termin dando lugar al cristianismo.

Tras su agitado viaje por Asia, y recin fallecido Amonio, Plotino descart volver
a establecerse en Alejandra, adonde solo acudi de pasada para honrar la memoria
del maestro y sellar un pacto con Erenio y Orgenes (sus principales condiscpulos)
consistente en no revelar ni impartir las enseanzas grafas de Amonio (razn por la
cual Plotino jams le nombrar en sus escritos). Este pacto de caballeros buscaba
garantizar que ninguno sacaba un beneficio personal de sus apuntes de clase, que
deberan ser reelaborados de forma original.

Dando por terminada su formacin, Plotino puso entonces sus miras en Roma,
donde ambicionaba una carrera como docente. Una vez en la capital, mont su propia
escuela en el ao 246 valindose de una subvencin estatal recibida poco despus,
durante el reinado de Galieno, quien le tom en alta estima desde el momento en que
le conoci debido a su talla como filsofo.

Las clases de Plotino en su escuela de Roma eran gratis y de entrada libre. A lo


largo de los casi 25 aos que se prolongaron, asistieron a ellas gentes de toda clase
social y jaez religioso, incluyendo cristianos, gnsticos y miembros de escuelas
filosficas rivales. Destac tambin la alta presencia femenina, empezando por la
esposa del emperador Galieno, Salonina, quien senta por Plotino una gran
admiracin. La escuela reciba la visita habitual de numerosos miembros del senado,
lo que resulta sorprendente para tratarse de un filsofo tan ajeno a la vida pblica.
Plotino no solo vivi siempre apartado de la poltica (lo que en aquellos tiempos
aciagos era una especie de muestra de integridad personal), sino que hizo lo posible
por desalentar a sus conocidos a la hora de entrar en ella. Adems, al contrario que
Platn y Aristteles, mostr un abierto desinters por la razn poltica, incluyendo
la organizacin del estado y las condiciones ciudadanas de la filosofa, as como, por
otro lado, por la lgica y las tcnicas argumentativas.

Un sntoma de su alejamiento de la polis es que, aprovechando sus amplios


contactos en el senado y de su trato de favor por parte de Galieno y Salonina, Plotino
les reclam restaurar una ciudad de filsofos que haba existido en otro tiempo en
la Campania y a la que l mismo se retirara junto a sus discpulos. La ciudad (en
realidad, ms bien una comunidad utpica) sera llamada Platonpolis debido a su
pretensin de aplicar las leyes que Platn haba elaborado en el dilogo de ese

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nombre, el ltimo que escribi. El proyecto, sin embargo, fue minado debido a las
discrepancias del emperador con los senadores.

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La fusin judeo-alejandrina de Filn

Alejandra fue la sede durante el siglo I del intento inaugural de


conciliacin entre el pensamiento bblico y la filosofa griega gracias a la
figura de Filn. Adems de sealar un hito importante para la historia de
las religiones, en Filn se hallan similitudes con Plotino: habla de un Dios
superior a la ciencia, trascendente e incomprensible que engendrara el
mundo de las ideas (tambin llamadas dimones o ngeles) por
medio de un lgos divino (que en Filn tiene el sentido de la palabra
de Dios). Esta gnesis, como la de las Enadas, no se produce en el
tiempo, sino en la eternidad (pues no es concebible un tiempo en el que
Dios no hable o piense). Filn inaugura as la exgesis mistrica o
mstica del Pentateuco (los cinco primeros libros de la Biblia). Alude en
ella a la salvacin: el camino del hombre de regreso a Dios. Este camino
es posible porque el hombre no es parte del cosmos, sino imagen del
todo o microcosmos. Al igual que el lgos, no posee un arquetipo nico,
sino que es capaz de elevarse o hundirse a todos los grados de lo real.
Es esta exgesis, en la que se introduce todo el arsenal de conceptos
teolgicos helensticos, lo que constituye una novedad especficamente
filoniana respecto a la tradicin judaica.

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Sobre la doctrina de Plotino. Un amor imposible con la
filosofa clsica

Comprensiblemente, Plotino se apoy al principio en


las doctrinas y el estilo de exposicin de Amonio
Saccas. Ya en una segunda etapa, fechada en torno al
253, ech a volar y se distanci del maestro, segn
ratifica Longino, un importante comentarista de la
poca que, pese a ser muy crtico con Plotino (se
consideraba su rival), no tiene ms remedio que
reconocer la originalidad y ambicin del alejandrino y
de su discpulo Amelio (mano derecha del maestro
antes de la llegada de Porfirio): Longino reconoci
entonces que Plotino y Amelio sobresalieron sobre
todos sus contemporneos por la cuanta de
problemas abordados y que estos ms que nadie
emplearon un mtodo original de especulacin
Tratado medieval contra la ast- filosfica[16].
rologa compuesto por textos
de Plotino y Porfirio. En su segunda etapa, ya entrado en los cincuenta,
Plotino descuella, adems de como maestro, como
escritor de tratados filosficos. Sus escritos, que podemos leer ntegramente en la
actualidad, reflejan un sistema perfilado (como es habitual en filosofa) con la
inestimable ayuda de toda una serie de alumnos brillantes que, como Porfirio, le
exigirn precisin sobre zonas confusas de la doctrina. Sabemos que, en lneas
generales, la filosofa de Plotino se caracteriz por una desconfianza hacia el
platonismo acadmico (ya muy artificiosamente sistematizado y devaluado respecto
al Platn original) que era impartido en Alejandra y Atenas. Plotino busca, por ello,
superar este academicismo enquistado, lo que le acerca curiosamente a los cristianos
de su tiempo, quienes, segn Porfirio, sostenan que Platn no haba sondeado las
profundidades de la Esencia inteligible, afirmacin que Plotino terminara haciendo
propia con su revisin de la teora de las Ideas. Para el filsofo alejandrino, el
platonismo de escuela ya no era capaz de aportar soluciones a los problemas de su
poca, caracterizada por una espiritualidad en auge y una bsqueda de refugio ya no
en la razn o en la condicin poltica del ser humano, sino en su condicin divina. Es
verdad que el cristianismo, a sus ojos, s afrontaba esos problemas, pero segn l las
soluciones que aportaba como la llegada histrica de un mesas o el creacionismo
del mundo a partir de la nada no resultaban en absoluto satisfactorias. Para Plotino
era necesario, por tanto, competir con la nueva y pujante visin cristiana del mundo

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En su segunda etapa, ya entrado en los cincuenta, Plotino descuella, adems de
como maestro, como escritor de tratados filosficos. Sus escritos, que podemos leer
ntegramente en la actualidad, reflejan un sistema perfilado (como es habitual en
filosofa) con la inestimable ayuda de toda una serie de alumnos brillantes que, como
Porfirio, le exigirn precisin sobre zonas confusas de la doctrina. Sabemos que, en
lneas generales, la filosofa de Plotino se caracteriz por una desconfianza hacia el
platonismo acadmico (ya muy artificiosamente sistematizado y devaluado respecto
al Platn original) que era impartido en Alejandra y Atenas. Plotino busca, por ello,
superar este academicismo enquistado, lo que le acerca curiosamente a los cristianos
de su tiempo, quienes, segn Porfirio, sostenan que Platn no haba sondeado las
profundidades de la Esencia inteligible, afirmacin que Plotino terminara haciendo
propia con su revisin de la teora de las Ideas. Para el filsofo alejandrino, el
platonismo de escuela ya no era capaz de aportar soluciones a los problemas de su
poca, caracterizada por una espiritualidad en auge y una bsqueda de refugio ya no
en la razn o en la condicin poltica del ser humano, sino en su condicin divina. Es
verdad que el cristianismo, a sus ojos, s afrontaba esos problemas, pero segn l las
soluciones que aportaba como la llegada histrica de un mesas o el creacionismo
del mundo a partir de la nada no resultaban en absoluto satisfactorias. Para Plotino

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La llegada de Porfirio y el estilo docente de la escuela

Porfirio llega a Roma en el 263 y disfruta de los que probablemente son los cinco
mejores aos de Plotino como maestro, aunque tambin l contribuye a afilar el
intelecto de su mentor. El encuentro no fue sencillo ni la simpata inmediata. Porfirio
vena de Atenas, donde haba recibido una formacin filosfica impecable, aunque
pasada de moda a ojos de su nuevo profesor. A su vez, la primera impresin que el
nuevo estudiante tuvo de Plotino fue que divagaba en exceso, que careca de
formacin tcnica y que se dejaba arrebatar demasiado como para alcanzar el rigor
necesario. Porfirio le discuti especialmente la tesis de que los inteligibles (es decir,
las Formas) sean inmanentes a la Inteligencia del demiurgo, y no modelos separados
e independientes, tal y como Platn haba sealado en el Timeo. Con el paso de las
semanas, sin embargo (y esta es una impresin comn a muchos oyentes de Plotino),
fue siendo cautivado por la profundidad de la doctrina, en la que empez a vislumbrar
la culminacin de todo el platonismo, que era all llevado a plantear los problemas
verdaderamente importantes y, ms an, a responder a ellos de un modo original y
penetrante. Era como si, de pronto, toda la formacin adquirida cobrara vida propia y
revelara su sentido, y se convirtiera, adems de en una forma de amueblar el
intelecto, en una manera de alcanzar la paz y la serenidad.

Tras la aludida discusin sobre los inteligibles con Amelio (el alumno que ejerca
como perro de presa de Plotino), Porfirio acab claudicando y reconociendo la
superioridad de la tesis plotiniana: cant la palinodia (oda de arrepentimiento
tpicamente griega) y fue autorizado a recibir los textos del maestro, algo que hasta
entonces se le haba denegado.

La escuela era un lugar activo. Las clases eran participativas y no seguan un


patrn fijo, lo cual al principio desagrad a Porfirio. Haba comentario de textos
clsicos y contemporneos, y discusiones entre alumnos o con el maestro. En cuanto
a las explicaciones (impartidas en griego, como la filosofa era enseada
habitualmente en el Imperio), su manera de proceder era abordar problemas sueltos,
no una exposicin ordenada del sistema. Los temas eran impuestos por las
circunstancias o a demanda de los propios estudiantes. Porfirio elogia el entusiasmo y
la elocuencia caractersticos de su maestro, a quien se le iluminaba el rostro y tornaba
an ms bello de lo que ya era. Por el contrario, el nuevo estudiante resalta los
problemas de diccin del filsofo (cambiaba slabas de lugar), que le llevaban a
pronunciar errneamente algunos trminos (posiblemente por su acento egipcio), as
como su costumbre de no hacer manifiesta la sucesin lgica de sus argumentos, lo
que era compensado por un estilo sencillo, contrario a la pedantera de los retricos, y
por su honestidad y cercana en las respuestas.

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Las Enadas, o 54 iluminaciones filosficas

Toda la obra de Plotino est recogida en las Enadas. A peticin del


maestro, Porfirio agrup los textos temticamente (siguiendo en esto el
ejemplo de Andrnico de Rodas con Aristteles y Teofrasto). Lo hizo
yendo de lo fcil a lo difcil y de lo ms breve a lo ms extenso, sin por
ello dejar de transmitirnos el orden cronolgico (algo que se agradece
pese a no apreciarse una evolucin real). Enna en griego significa
nueve. Al ser 54 los tratados que Plotino leg (cada uno de entre 15 y
40 pginas), Porfirio los dividi en seis grupos, felicitndose por
encontrar el producto del nmero perfecto, 6, por el nmero 9. Para
ello, sin embargo, hubo de hacer alguna trampita aqu y all, dividiendo
los tratados ms largos en dos y tres partes y reuniendo en otro
(Consideraciones diversas) algunas notas sueltas. Aunque la
clasificacin es un tanto artificiosa y Plotino fluye con soltura de un
extremo a otro del sistema, grosso modo se dividen en tica, belleza y
felicidad (I), estructura del mundo sensible (II), libertad y temporalidad
(III), el Alma (IV), la Inteligencia (V) y el Uno (VI). La estructura de los
tratados consta habitualmente de cuatro partes: planteamiento del
problema, demostracin de la solucin, persuasin mediante imgenes
y elevacin a la verdad inefable citando algn mito o poema.

Mencin aparte merece su manera de elaborar los tratados que vemos recogidos
en las Enadas: segn relatan sus allegados, los meditaba sin tomar notas de ningn
tipo y, solo cuando vea la cuestin perfectamente clara, se pona a escribir como un
poseso, como si fuera un amanuense copiando de un original, hasta que el tratado
estaba completo. Esto se traduce en una filosofa que, como ha notado Brhier, tiene
siempre la totalidad del sistema en mente, en lugar de ir atravesando sus estancias
ordenadamente, lo cual da al texto una apariencia de desorden, pero es en realidad
una seal de mxima claridad, pues ninguna parte se desconecta del resto. Se tiene,
en efecto, la impresin de que Plotino quiere decirlo todo a la vez, y de que
encontrar el todo dondequiera que lo busque.

Como escritor, Plotino se caracteriz tambin por su densidad o breviloquentia,


un rasgo tpico de grandes filsofos griegos (frente a lo redundante de los latinos), y
por su exaltacin entusiasta de las doctrinas que cita, lo que, en conjunto, le lleva a
alcanzar una calidad literaria que roza la del propio Platn. La norma, en todo caso
(el orden, o ms bien desorden, de la exposicin), suele ser una especie de dilogo del
maestro consigo mismo con motivo de un texto clsico de Platn, Aristteles o los
estoicos. En su dilogo fingido, se va asaltando con toda clase de objeciones,

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preguntas, rplicas y contrarrplicas (algunas de ellas tomadas a otros crticos y
autores, aunque Plotino jams los nombre, lo que vuelve el texto difcil y hace
urgente distinguir estas tesis de las del propio autor) que van estrechando ms y ms
la cuestin hasta llegar al punto en que la verdad suprasensible se hace manifiesta.
Justo en ese momento, prefiere el smil al razonamiento. Es el famoso empleo
plotiniano de las imgenes sensibles para describir lo inteligible. Un empleo que,
segn muchos estudiosos[19], no tiene parangn en lengua griega. Se trata de una
seleccin de imgenes que, lejos de ser tradas al azar, por pura inspiracin
momentnea, retornan continuamente a lo largo de los escritos, y con las que el autor
mantena una larga camaradera: el Primer principio representado por la fuente (o
chorro) de luz, la savia del rbol como la vida universal que mantiene a todo lo
existente unido, el escultor para figurar la tarea del sabio de despojarse de lo
superfluo (no dejes de esculpir tu propia estatua), etc.

Una vez escritos, por otra parte, los tratados no eran siquiera repasados por
Plotino, para horror de sus estudiantes, que tuvieron que aprender a descifrar su
oscura letra, que empeoraba con su mala vista. Fueron, por tanto, sus alumnos, y
notablemente Porfirio, quienes le hicieron de editores, incluyendo la separacin y
correccin ortogrfica de palabras, signos de puntuacin y estructura del texto.
Porfirio demostr una pericia y un rigor propiamente modernos en esta tarea,
titulando, resumiendo, argumentando y anotando sus escritos (actualmente, por
desgracia, estas labores de edicin se confunden con el original, aunque un lector
atento puede distinguirlas). Ni Platn ni Aristteles tuvieron un editor de la talla del
que tuvo Plotino. Esto demuestra que los antiguos, al menos en la poca alejandrina,
tenan una nocin de la importancia del cuidado riguroso de los textos, lo que vuelve
todava ms frustrante el haber perdido prcticamente todo ese saber (vase el
recuadro siguiente).

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La Biblioteca de Alejandra

Nacida al calor del sueo expansionista del


emperador macedonio Alejandro Magno
(quien dio nombre a la ciudad en el siglo IV
a. C.), la biblioteca de Alejandra aspir a ser
un compendio exhaustivo del saber de todas
las pocas y culturas sobre la tierra. Aunque
las cifras son discutidas, pudo albergar
700.000 volmenes hacia el siglo I a. C., su
momento de mximo esplendor.
Fue a partir de entonces cuando Ilustracin del siglo XIX de la
comenzaron las desgracias. En el 47 a. C., el antigua Biblioteca de Alejan-
dra.
general romano Julio Csar fue acorralado en
una zona cercana durante los disturbios por la
sucesin al trono egipcio y una porcin sustancial de volmenes ardi en
mitad del combate.
Si bien las prdidas fueron parcialmente repuestas, la decadencia de
Egipto trajo la precariedad a la institucin, lo que se fue agravando con
los ataques y ocupaciones que la ciudad sufri en el siglo III por parte de
las tropas romanas, implacables a la hora de conservar sus territorios. El
golpe de gracia, sin embargo, procedi de las religiones.
La biblioteca del Serapeo, concebida para cuidar una seleccin de los
tesoros literarios de Alejandra, fue devastada en el 391 por radicales
fieles al patriarca cristiano Tefilo, venidos arriba con la proclamacin del
cristianismo como culto oficial del imperio. Ya en el siglo VII, durante la
expansin rabe sobre tierras de Bizancio, el califa Ornar habra
mandado destruir por completo los restos de la biblioteca (ahora ms
poblada de tratados cristianos). A un general cultivado que no se vea
con fuerzas para dar la orden, el califa repuso una sentencia que ha
devenido clebre por infame: Si esos libros estn de acuerdo con el
Corn, no tenemos necesidad de ellos, y si se oponen al Corn, deben
ser destruidos.

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La dimensin humana y el fin de Plotino

Segn nos lo describe Porfirio, Plotino fue, en definitiva, un filsofo del tipo asceta
y mstico, muy alejado ya del tipo socrtico (arrojado al gora), acadmico (ms
riguroso y sistemtico), jonio (entregado al estudio de la fsica) o cnico (provocador
e histrinico). Por otro lado, fue un hombre muy querido por sus allegados debido a
su carcter servicial y amable en grado extremo. Muchos padres y tutores le
encomendaron a sus nios (incluyendo a muchos hurfanos) a sabiendas de que su
escuela era un lugar seguro en mitad del caos y la bajeza moral circundantes. Plotino
administraba personalmente las pensiones y haciendas de esos pequeos, en
ocasiones hijos de nobles asesinados, arruinados o muertos por la peste. Segn
Porfirio, se le confera su fortuna como a un guardin sagrado y divino[20]. Era, al
mismo tiempo, un gran consejero: al propio Porfirio le disuadi de suicidarse tras una
depresin aconsejndole marchar a Sicilia a regenerarse en el 268, ao en el que se
separan definitivamente.

Una enfermedad similar a la lepra acab con la vida de Plotino a los 66 aos. Se
retir a morir a la Campania, a la finca de su amigo Zeto. Por aquel entonces, sus
mejores discpulos o haban muerto o se haban dispersado, por lo que se fue
sabiendo que la escuela desapareca con l. Sus ltimas palabras fueron para
Eustoquio, mdico y ltimo discpulo: A ti te estoy aguardando todava. Esfurzate
por elevar lo que de divino hay en nosotros hacia lo que de divino hay en el
universo[21].

Su filosofa, sin embargo, habra de seguir viva gracias a la memoria de sus


discpulos. Un ao antes de la muerte del maestro, en el 269, Amelio comenzaba a
explicar la doctrina plotiniana en su recin abierta escuela de Apamea (Siria). 31 aos
ms tarde, tras lo que hubo de ser el esfuerzo condensado de una vida, Porfirio
cumpli su promesa y public, perfectamente editadas y ordenadas, las obras
completas de Plotino, a las que dio el ttulo hoy clebre de Enadas.

El propio Porfirio transcribe un orculo de Apolo (el mismo Dios que, segn
cuenta Platn, afirm que Scrates era el hombre ms sabio de la tierra) que, a la
pregunta de Amelio sobre adonde haba ido a parar el alma de Plotino, enton el
siguiente canto en su honor:

Oh Demon, antao hombre! Ahora, en cambio, arribas al destino ms divinal


propio de un Demon, una vez que soltaste las amarras de la humanal necesidad y
braceaste presuroso, con esforzado pecho, del estruendoso fragor de tus miembros
a la orilla de una no lquida costa, lejos del poblado de impos, hasta hacer pie en

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la bien arqueada senda del alma pura, donde brilla en derredor el esplendor divino
[].
Muchas veces, cuando los rayos de tu mente propendan por propio impulso a
marchar por oblicuas veredas, los inmortales los enderezaron por el camino recto
alzndolos a lo alto de las esferas y de su inmortal senda, proporcionando a tus
ojos un espeso haz de luz para [que] pudieran ver, apartndose de la oscura
tiniebla.
[] Mas ahora que desmontaste tu tienda y abandonaste la tumba de tu alma
demnica, marchas ya en pos de la asamblea de los Dmones, refrescada por
auras deleitosas. () All mora [] la Sacra Fuerza de Platn, all Pitgoras el
hermoso, all cuantos formaron el coro del inmortal Amor, cuantos comparten en
comn el linaje de los Dmones beatsimos. [] Dichoso t que, habiendo
sobrellevado tantsimas pruebas, corres en pos de los santos Dmones armado de
pujante vida! (VP, 22).

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Nueva era, nuevos problemas. Plotino y la
singularidad del siglo III
Una filosofa que no da la impresin de ser indispensable en el momento
en que aparece no es ms que una curiosidad vana y ftil.
. BRHIER

Hemos relatado la vida de Plotino y la consonancia de su carcter con los armnicos


generales de su tiempo, pero qu decir de su proyecto filosfico? Cmo se refleja
esta consonancia al nivel de los conceptos? Para exponerlo necesitamos sumergirnos
un poco ms cuidadosamente en el momento filosfico que representa el siglo III de
nuestra era. En este captulo nos ocuparemos de delinear, a grandes rasgos, los retos y
problemas a los que responde la filosofa plotiniana, consistentes fundamentalmente
en una enmienda a Platn.

Ante una filosofa siempre hemos de preguntarnos qu pone en escena que antes
no hubiera. Si la historia de la filosofa es un teatrillo de marionetas, Plotino es un
personaje completamente nuevo. Antes de l tenamos al filsofo griego (ya fuera
acadmico, cnico, estoico) y al practicante de religiones orientales (brahmanismo,
zoroastrismo, gnosticismo). Pero Plotino es algo diferente, algo que est
aconteciendo en Egipto y su capital cultural, Alejandra: seala un terreno a medio
camino de las dos figuras anteriores que las niega a ambas por igual. Se trata de una
fusin, pero haca falta talento para llevarla a cabo; no bastaba con mezclar. En
Plotino, se puede decir que Oriente vuelve a Grecia y cuaja con ella. La resultante
es algo que ya no puede llamarse exactamente filosofa en el sentido clsico, y que
sin embargo se cree inspirado decididamente en ella, pero que tampoco es an
religin en el sentido medieval y cristiano, aunque contiene elementos que anticipan
mucho de esa concepcin del mundo.

Una ancdota nos ayuda a entender el punto de partida del proyecto de Plotino.
La transmite Aristoxeno de Tarento, un contemporneo de Aristteles, quien cuenta
que

Scrates se encontr en Atenas a un indio que le pregunt qu filosofa


practicaba; Scrates le dijo que sus investigaciones trataban acerca de la vida

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humana. El otro se ech a rer y dijo que no se pueden contemplar las cosas
humanas si se ignoran las divinas[22].

Segn sabemos por el captulo anterior, la filosofa de la poca de Plotino est


haciendo suya la advertencia de este sabio hind que se burlaba de la inocencia de
Scrates: no se puede saber nada acerca del ser humano sin estudiar las realidades
divinas. En otras palabras: el ser humano no es el objeto propio de la filosofa, sino
solo su objeto derivado. La filosofa abandona todo humanismo para volverse
sobrehumana: es ahora contemplacin de lo divino, y su funcin deviene, al mismo
tiempo, ms teraputica que educativa. El filsofo ya no es el hijo de la ciudad, sino
el asceta, el evadido, el que nos ayuda a buscar la salvacin en lo que de trascendente
pueda haber en nuestra alma: no la sensacin (asthesis, de donde procede esttica)
ni la imaginacin (phantasia), y ni siquiera la razn discursiva (dinoia), que, al igual
que la msica o el teatro, todava debe ejercerse en el tiempo, sino la inteligencia
(nos), que constituye una captacin inmediata de lo eterno e incorpreo.

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Dos palabras sobre la filosofa de Platn y la inversin
plotiniana

Tambin otra vez que [Digenes el cnico] estaba comiendo higos secos
se top con Platn y le dijo: Puedes participar.
Cuanto este tom algunos y se los coma, exclam: Participar dije, no
zamprtelos!.
DIGENES LAERCIO. Vidas de los filsofos clebres[23]

Volvamos ahora la vista por un instante a la antigedad clsica y al auge de la Atenas


de Pericles, en el siglo IV a. C. Fueron, sin duda, tiempos de optimismo. Es la etapa
del florecimiento griego con la que coinciden Scrates y Platn. Como es sabido, uno
de los grandes motivos de la filosofa platnica es el de la participacin de lo
sensible en lo inteligible: en qu medida las cosas del mundo son el eco de algo
previo o superior con lo que de alguna manera permanecen vinculadas en la
distancia, como si estuvieran desdobladas. Ahora bien, esa mitad no-visible de las
cosas (lo que a menudo se llama eidos[24], traducido por Idea o Forma) no es
exactamente una versin ms eminente de lo que vemos de ellas (sera ingenuo creer
que Platn piensa en un caballo perfecto del que todos los caballos sensibles son
imitaciones), sino ms bien aquello que hace ser a las cosas lo que son, lo
presupuesto en ellas: su sentido (el ser caballo del caballo, el ser bello de lo
bello), justo lo que Scrates se empea sin xito en pedir que sus interlocutores le
sealen, precisamente porque no es cosa alguna (te pregunto por la virtud y t me
nombras cosas virtuosas!, repite en los primeros dilogos platnicos, para aadir en
los siguientes que se trata de algo que solo puede ser rememorado o inteligido).

Pero al iluminar esta diferencia de naturaleza (y no de grado) entre la cosa (que


puede ser nombrada y sealada) y lo que la hace ser aquello que es (que siempre est
ya antes y fuera de la vista). Platn tampoco pretende que la mitad inteligible de la
pareja (la Forma caballo) deba absorber o tragarse a la mitad sensible (el caballo
que acariciamos), por ms que sea hacia ella adonde debemos orientar el
pensamiento. Simplemente nos pide reparar en que nuestro mundo (empezando por
nuestra manera habitual de hablar, consistente en conectar predicados universales con
sujetos particulares) est atravesado por esa ruptura misma, y de que en mitad de
esa distancia se abren el espacio y el tiempo propiamente humanos: la polis en la que
Scrates puede importunarnos con sus incmodas preguntas acerca de qu son y
dejan de ser las cosas, porque justo all en el gora, espacio vaco en el centro al
que acuden los varones adultos a discutir en su tiempo libre es posible razonar y
buscar un criterio de lo bueno y lo malo: vivir como animales racionales que deben
darse sus propias leyes. De hecho, de la apertura de esa relacin de que nadie

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pueda decir de una vez y para siempre cmo vincular los predicados a los sujetos ni
qu son el Bien, la Justicia o la Belleza en s, sino que estos permanezcan sujetos a
deliberacin racional y solo puedan insinuarse en sus manifestaciones prcticas[25]
depende el carcter abierto o democrtico de la sociedad griega, que ya no est
sometida a la voluntad de ningn tirano que, como en los imperios orientales,
clausurara esa distancia con su mandato divino (mi palabra es la ley). Hasta tal
punto es importante para Platn que esa distancia permanezca iluminada que Scrates
prefiere morir vctima de un error de juicio de sus conciudadanos (que le condenan en
asamblea, recurdese, por pervertir a la juventud ateniense) antes que cuestionar las
leyes de la ciudad. Desde este punto de vista, Scrates muere para que veamos que es
preferible equivocarse en el juicio (un riesgo inevitable tratndose de mortales) a que
no haya juicio.

En consecuencia, sera acertado decir que de lo que se trata en la Grecia clsica es


de algo as como delimitar un espacio entre la divinidad (con la que no podemos
pretender identificarnos) y la barbarie (la de los pueblos que viven ms all de los
muros de la polis y carecen de tiempo libre para deliberar y actuar, absorbidos como
estn por su propia supervivencia y su descanso) donde sea posible toda una serie de
prcticas que nos dignifican como seres humanos. La ms importante de ellas es, sin
duda, la poltica, pero tambin se incluyen ah, de un modo u otro, el arte (recurdese
el gusto griego por la danza, el teatro, la escultura, la msica, etc.), la actividad
gimnstica o el estudio de la naturaleza. Para ilustrar la relevancia del terreno de la
prxis en Platn basta con reparar en que la diferencia antes aludida entre la cosa y la
idea comparece en muchas ocasiones en los Dilogos bajo la forma de la pareja
produccin-uso. El artesano o productor de tiles, nos dice Scrates, no puede
saber cul es la esencia de lo que fabrica (por ejemplo, una ctara o una flauta) hasta
que no lo ve usado por aquel al que va dirigida (el msico), que, al emplearla
virtuosamente, da sentido a su fabricacin e ilumina la esencia de la cosa. Por eso
cabe decir que el artesano ignora o est parcialmente ciego respecto a la naturaleza
de su trabajo, pues por ms que tenga una idea de la finalidad a la que va dirigido (el
uso), esta finalidad le es externa y, en cierto modo, trascendente (como la idea
respecto a la cosa), aunque l la recuerde de alguna manera. En cambio, del msico
ya no se puede decir que tenga una finalidad trascendente: su acto de tocar bien la
flauta es un fin en s mismo; la prueba es que lo hace en su tiempo libre e
indefinidamente, mientras no le surge ninguna otra obligacin (y lo hara mientras
tuviera tiempo, aunque no tuviera pblico ni ganara dinero con ello).

De forma reveladora, en griego produccin se dice igual que poesa: poisis.


Y es que el poeta es visto como el primer fabricante, en este caso de palabras. El
gran poeta griego, como sabemos, se llama Homero, que en griego significa el que
no ve. Platn no deja de insistir en estas coincidencias semnticas para que

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captemos su profundidad. Como el artesano, el poeta tiene algo de ciego, pues debe
nombrar por primera vez y sin ningn recuerdo previo las palabras que luego sern
empleadas por los usuarios de la lengua. Por eso su lugar y su tiempo son un tanto
oscuros: marcan la frontera entre el afuera y el adentro de la polis (recordemos que
nadie sabe a ciencia cierta quin fue Homero, como tampoco se sabe gran cosa acerca
del origen de la civilizacin griega, que se pierde en lo que los historiadores llaman la
Edad Oscura, ubicada entre los siglos XII y VIII a. C., durante la cual Grecia se
mantiene aislada del resto del mundo antiguo). De ah que, simblicamente. Platn
haga decir a Scrates en la Repblica que los poetas deben ser expulsados de la
ciudad. No se trata de que les tenga mana porque le hagan la competencia, sino de
que la ciudad es el espacio donde tienen prioridad los usuarios (los que dialogan y
discuten, que es lo que ocurre en los Dilogos), no los fabricantes de palabras, que,
como Homero, han desaparecido ya cuando hablamos de ellos (razn por la cual
Scrates no deja de burlarse de los que presumen de ser grandes poetas de su tiempo,
como Iscrates). El razonamiento aqu es el mismo de antes: Platn nos est diciendo
que al espacio pblico se va a actuar como hombres libres, no a fabricar como
hombres ocupados, por ms que la diferencia entre ambas categoras no pueda ser
eliminada, pues no somos dioses que vengan al mundo con todas sus necesidades
cubiertas. De hecho, los Dilogos se interrumpen a menudo porque Scrates o sus
interlocutores tienen obligaciones que atender: si somos mortales es porque nuestro
tiempo libre es limitado, pero si somos racionales es porque sabemos que lo que da
sentido al trabajo es el ocio (que es diferente al descanso).

Tal y como Platn concibe la filosofa, esta no pertenece exactamente ni a los


fabricantes ni a los usuarios (no es ninguna artesana o tcnica, como pretenden los
sofistas, pero tampoco ninguna prctica en particular, de donde la dificultad de
definirla), sino al terreno intermedio entre ambos que permite apreciar y conservar el
sentido de la diferencia. Por eso Scrates presume, en su discurso de Apologa ante la
asamblea, de haber sido designado por el orculo de Apolo como el mejor de los
ciudadanos, el guardin que los dioses han enviado a los atenienses: porque
ilumina la distancia sobre la que se construye la polis. Scrates es el habitante de los
intersticios. Y su condena a muerte es tambin significativa: seala la enorme
dificultad de mantener abierta y visible esa distancia. La ciudad, como la propia
condicin humana, es un espacio tan rico como frgil, siempre amenazado incluso
desde su interior.

Ahora bien, en la poca de Plotino, en la que como ya sabemos la ciudad ha


perdido todo inters para la filosofa, ya no puede tratarse para el nuevo filsofo de
permanecer en ese espacio poltico, que ahora es visto con desconfianza, ni de
mostrar la prioridad de la accin (o el uso, que viene a ser lo mismo[26]) sobre la
produccin, sino de operar un retorno al principio creador de las cosas. Vemos

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entonces que la polaridad platnica se ha invertido, y es preciso entender muy bien el
sentido de esta operacin. De la preeminencia de la accin como finalidad
(recordemos la superioridad del flautista sobre el fabricante de flautas) pasamos a la
preeminencia de la produccin como principio. Sin embargo, esto no quiere decir que
Plotino se ponga de pronto a elogiar a los artesanos u obreros como los poseedores
de la verdad de las cosas, lo que sera impensable en su tiempo (para eso habr que
esperar a la modernidad y a Karl Marx). En virtud del giro religioso que ha
experimentado Grecia en la poca helenstica, lo que Plotino est concibiendo ahora
como produccin no puede ser nada propiamente mundano, sino divino. La Idea
ya no es simplemente el sentido presupuesto en cada cosa, sino lo que ha engendrado
dicha cosa desde su condicin trascendente y subsistente. El auge de la religiosidad,
en efecto, ha producido entre los griegos el sentimiento de que los dioses han
abandonado la tierra y se han replegado hacia las alturas de un cielo sobrenatural,
reabsorbidos por un principio infinito y absoluto que es visto como el nico y
verdadero Dios (y que filosficamente sera representado por la Idea superior a todas:
el Bien). Se produce as una proliferacin de cultos que propugnan la reunin del
alma humana con ese Dios ubicado en la cima de la creacin.

Plotino comulga con este sentimiento religioso de carcter monotesta, pero busca
fundamentarlo filosficamente. Por eso ya no se trata para l de enfatizar la
participacin misma (es decir, la relacin de lo inteligible con lo sensible, como
ocurra en Platn), sino de cmo lo participado (lo ideal) ha creado lo
participante (lo sensible) y, en un segundo momento, de la posibilidad de un
retorno de lo participante a lo participado. Este remonte, culminacin de su filosofa,
ser el instante intensivamente pleno: el xtasis o iluminacin que, segn Porfirio,
Plotino alcanz cuatro veces en vida.

Esta deriva de la religiosidad helenstica, en cualquier caso, no surgi aislada del


mundo oriental (como, en cierto modo, s haba surgido con la polis clsica). Ms
bien al contrario, ella misma fue favoreciendo una penetracin cada vez mayor de
modos de pensamiento ajenos al mundo griego: Oriente entra en Grecia porque esta
est preparada para recibirlo debido a su propia experiencia de crisis, que la lleva a
identificarse con otras culturas ms que a distinguirse de ellas (vase, de nuevo, el
recuadro sobre Filn). Pese a todo, no deja de aportarles su toque caracterstico, algo
que vemos reflejado precisamente en el neoplatonismo. Este movimiento coincide en
el tiempo con la penetracin definitiva del cristianismo en el Imperio, y cabra
incluso definirlo como un ltimo intento del pensamiento griego por afirmar su
superioridad frente a la nueva religin monotesta antes de ser definitivamente
vencido y absorbido por ella.

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Las enmiendas a Aristteles y Platn

Podemos decir ya sin ms rodeos que el neoplatonismo nace de un inters consumado


por superar la diferencia de naturaleza entre lo participado (la Idea) y lo
participante (la cosa), y por hacerlo adems dando prioridad al primero de los dos
trminos, que pasa a ser el objeto eminente de la filosofa. Dicho de otro modo, para
los neoplatnicos no se trata exactamente de negar el dualismo platnico, sino, en
funcin de sus nuevos intereses religiosos, de negar que ese dualismo sea
insuperable: lo sensible puede reunirse con lo inteligible. Ahora bien, muy pronto se
dan cuenta (y Plotino es quien mejor repara en ello) de que esta reunin jams tendr
lugar partiendo de una ascensin de los mortales a las alturas de la eternidad: por
ejemplares y virtuosos que sean los candidatos, la transicin desde la imagen a la
idea, como desde lo temporal a lo eterno o desde lo finito a lo infinito, es
conceptualmente imposible, porque implica un salto que la razn no puede explicar
(por intensa que sea una sensacin no se termina convirtiendo en una idea clara: por
bien esculpida que est una estatua sigue sometida a la erosin de los meteoros). En
cambio, tal vez s sea posible atenuar ese salto tomndolo inicialmente al revs: como
un descenso de lo inmortal a lo mortal; como una degradacin de lo infinito en lo
finito. Para emplear un lenguaje que se empieza a poner de moda en esta poca (y que
ya est insinuado, aunque solo metafricamente, en Platn), toda la explicacin debe
partir del Padre, y no del hijo; si lo sensible carece por s mismo de la fuerza
para elevarse a lo divino, lo divino, en cambio, s posee la generosidad para crear lo
sensible.

Esta manera de plantear la cuestin, de entrada, ya choca frontalmente con una de


las nociones emblemticas de la filosofa clsica: la concepcin aristotlica de Dios
(el famoso motor inmvil) que describa a una divinidad ajena al mundo y
completamente ensimismada (Dios, nos deca Aristteles, no piensa ms que en s
mismo: es pura inteligencia o pensamiento del pensamiento nosis mseos).
Precisamente por ello, en Aristteles no poda haber nada parecido a una doctrina de
la creacin del mundo natural por parte de Dios: por ms que imite torpemente al
motor inmvil, el mundo ha existido por siempre y desde siempre. Al ser puro acto
(es decir, al estar siempre pleno y realizado en grado sumo), Dios no puede haber
creado nada imperfecto y ajeno a l, pues la generacin que es un tipo de cambio
requiere de la privacin y la potencia para ser explicada cientficamente sin
recurrir al milagro o el capricho. Aristteles planteaba as una mxima desconexin
(de nuevo, la distancia o la diferencia clsica) entre el mundo sensible y el dios
inteligible que solo quedaba aliviada, en parte, por el amor que las cosas sienten
por el motor inmvil: nos movemos, deca el Estagirita, precisamente porque
aspiramos a dejar de hacerlo tras haber realizado nuestros fines, para reposar y

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parecemos mnimamente a los astros que, en su circulacin eterna por la parte
superior de la bveda celeste (y ms semejantes, por tanto, al principio inmvil que
anima todo lo existente), estn prcticamente libres de turbacin por ser casi
inmateriales[27].

Ocho siglos despus, sin embargo, esta concepcin no puede traducirse para
Plotino ms que en la nocin de un Dios impotente, un Dios que no es nada en
potencia o que es potencia de nada. Esta perspectiva le angustia hasta tal punto que lo
primero que har ser violentarla: en su versin modificada ese motor inmvil, en
virtud de su infinita potencia, engendra el mundo natural. Pero ello exige que el Uno
(como Plotino se refiere a Dios) ponga algo de su parte a fin de no estar tan aislado.
Es como si de pronto Dios osara salir de s y atenuar la diferencia entre l y las cosas:
el mundo debe estar contenido en potencia en Dios. Pero esta operacin no es coser y
cantar. Desde la perspectiva filosfica, implica unas enormes dificultades que exigen
movilizar toda una serie de conceptos nuevos. En cierto modo, todo el sistema de
Plotino consistir en lidiar con esas dificultades: hacer de esa Creacin del mundo
(incluyendo en ella a nuestras almas individuales) algo digno del principio
trascendente, y no una vulgar copia de la reproduccin biolgica o la fabricacin
artesanal: el Uno no es ni un animal ni un carpintero que deba ir a buscar la materia
prima a otro lugar.

Pero Aristteles no es el nico autor que debe ser enmendado por Plotino. Para
ilustrar en qu medida tampoco Platn haba resuelto la cuestin de la
participacin, podemos echar una ojeada rpida a uno de los lugares donde se ocupa
de ella de un modo ms explcito: una vez ms, el Timeo, el dilogo ms citado por
Plotino y texto de referencia de los neoplatnicos.

Para decepcin de sus intrpretes, en efecto, Platn haba ofrecido en el Timeo


una aparente solucin (o, como l dice, un discurso probable) que no content a
nadie. La cosa pareca bien encaminada: un demiurgo habra operado la unin entre
ambos mundos modelando las cosas sensibles a imagen de los paradigmas o modelos
inteligibles. El problema es que, por varias razones, este Dios no resolva gran cosa a
ojos de los platnicos posteriores, pues ni lo visible ni lo inteligible eran obra
suya: l se limitaba, cual artesano, a dar forma a las cosas sensibles sobre un
misterioso receptculo o soporte intermedio entre ambos que haca de tercer
gnero[28]. Platn, entonces, ms que aclarar la cuestin del origen del mundo
sensible a partir del inteligible, multiplicaba los problemas: ni explicaba de dnde
surgan ideas y materia indeterminada (que eran planteadas como dos absolutos frente
a frente), ni cul era su relacin con el Demiurgo, ni, finalmente, en qu consista esa
misteriosa operacin en la que ambos se mezclaban para dar lugar al alma del

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mundo y, a partir de esta ltima, el cosmos espaciotemporal era ordenado como una
imagen de la eternidad.

Ms esperanzadora, a este respecto, era la Repblica, donde Platn haba


ensayado aos antes del Timeo otra solucin al problema con la introduccin de un
principio superior al ser y a la inteligencia. La Idea de Bien, en efecto, habra creado
todas las dems ideas sin sufrir merma alguna, y todas participaran de ella al modo
de rayos de luz procedentes del Sol. Por desgracia, Platn no iba mucho ms all de
esta imagen potica (y ya sabemos lo poco en serio que se tomaba Platn,
polticamente hablando, a los poetas) en unos pasajes tan bellos como breves. Con
ello pareca sugerir la fatdica conclusin de que todo relato de fundacin estaba
condenado a no ser ms que un mito.

Esta impresin se ve corroborada por el dilogo que seguramente representa la


cumbre literaria de Platn, el Fedro, donde comparece el clebre mito de la procesin
de las almas, tan sublime como ajeno a la dialctica. El relato, descrito por Scrates
simplemente como un ejemplo de discurso lrico bien compuesto (e incluso como un
juego[29]), se ocupaba de relatar el modo en que las almas, representadas como
aurigas en carruajes alados, transitan entre el mundo sensible y el inteligible en un
ciclo de reencarnaciones. As, al morir nos elevaramos al lmite superior del universo
a contemplar con dificultad las Ideas que yacen al otro lado y que en un nuevo
nacimiento, tras la cada en el cuerpo y la prdida de las alas, recordaremos
vagamente. Este recuerdo, al volverse claro en vida gracias a la filosofa, har crecer
las alas y nos preparar para una ojeada ms duradera en nuestra prxima muerte, lo
que a su vez dar lugar a una vida subsiguiente ms plena.

Finalmente, estaban las denominadas doctrinas no-escritas, que supuestamente


Platn habra impartido hacia el final de sus das, y en las que se apelaba a un doble
principio productor del universo: el Uno y la Diada. Una vez ms, en efecto, la Diada,
multiplicidad indefinida[30] (menos que ser), se subordinara al Uno, determinacin
absoluta (ms que ser), como la materia a su forma, y as ambos daran lugar a la
totalidad del ser (el mundo que habitamos), que constituira una suerte de territorio
intermedio atravesado por ambos principios. El problema, de nuevo, era la duplicidad
del principio (una contradiccin en los trminos) en funcin de la cual el maestro
pareca obstinadamente empeado en declarar el dualismo como insuperable (pues
ambos principios metafsicos actuaban en oposicin dialctica, uno en funcin del
otro, para dar origen al mundo). Seguimos sin saber qu relacin puede haber entre el
Uno y la Diada mltiple: si ella le es absolutamente ajena y es tan originaria como l,
por qu llamarlo entonces Uno, y no acto o forma?

As pues, los platnicos se encontraban ante una serie de planteamientos


aparentemente incompletos que, para colmo de males, a menudo haban sido

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enunciados por el maestro en forma de mitos o relatos. La dialctica que Scrates
pona en prctica en los dilogos, por su parte, por ms incisiva que fuera, nunca
llegaba al punto de ofrecer soluciones, pues o bien era interrumpida prematuramente
por falta de tiempo o bien abocaba a paradojas y problemas sin solucin, lo que
sembraba la desazn y el pesimismo entre los dialogantes. Entre unas cosas y otras, el
lector puede comprobar que los dilogos platnicos sencillamente no concluyen
alcanzando la verdad definitiva sobre este asunto: solo se ven interrumpidos (Pero
vmonos yendo ya, que el calor se ha mitigado)[31].

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Platonismo medio y neopitagorismo

El platonismo es un movimiento filosfico que se prolonga durante al


menos seis siglos hasta llegar a Plotino, y se caracteriza por el espritu
escolar y la voluntad de sistema. Los sucesores de Platn se inclinaron
por buscar una continuidad de creacin entre el primer principio y el
cosmos sensible, lo que constitua ya un abandono de las posiciones
problemticas del maestro. Tras algunos ataques de escepticismo, a
partir del siglo II a. C. la Academia se orientara hacia el eclecticismo, la
mezcla de tendencias, abriendo la puerta a influencias estoicas,
aristotlicas y, progresivamente, religiosas. El fin de la primera etapa es
sealado en el 86 a. C., cuando el emperador romano Sila ordena talar
los rboles centenarios de la Academia y el Liceo para construir
mquinas de guerra y asediar Atenas. La sede de los estudios platnicos
se traslada entonces a Alejandra, donde experimenta un nuevo
florecimiento. Se inicia as el platonismo medio, caracterizado por
hacer de la pretensin de asemejar al hombre a la divinidad la aspiracin
de la filosofa.
Al mismo tiempo, desde el siglo III a. C., coincidiendo con la prdida
del impulso original de la filosofa clsica, se produce en la Academia un
resurgimiento del pensamiento de Pitgoras (quien vivi en el
siglo VI a. C.). Segn autores neopitagricos como el sirio Numenio,
discpulo de Filn de Alejandra, el Uno obrara sobre la Diada mltiple
engendrando ideas y nmeros que haran las veces de modelos de las
cosas. As, el Uno sera el origen de toda la proporcionalidad en el
universo.

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El mito de la dialctica y la dialctica del mito

Ante esta difcil tesitura, Plotino tiene un plan. Con su clarividencia caracterstica,
puede ver que la salida al problema pasa por aunar las virtudes de la poesa y de la
filosofa, del mito y de la dialctica racional, en una nueva forma de sabidura. Cul
es esa nueva sabidura? La contemplacin (en griego thoria). Con ello se refiere a
algo que no es ni la produccin de historias en el tiempo, lo que alcanza verdades,
pero son verdades metafricas y sensibles, ni la actividad discursiva, lo que
ciertamente se da en una sucesin lgica (y no meramente cronolgica) pero que, al
contrario que el mito, no alcanza a ir ms all de s (partiendo del razonamiento,
Scrates nunca puede dar cuenta de la fundacin del cosmos o de la relacin entre lo
divino y lo terrenal que implica un salto en el que siempre resbala y cae, como si
tuviera que pagar su rigor con su improductividad). As pues, se hace necesario
fusionar mito y lgos, volviendo la dialctica ms mitolgica (para hacerla afrontar el
problema de la creacin) y la mitologa ms dialctica (para dotarla de rigor
conceptual).

Los estoicos. El fuego de la razn

Nacido en el prtico norte del gora de


Atenas (la stoa) en el siglo IV a. C., el
estoicismo se consagr como una de las
escuelas filosficas ms longevas y
sistemticas de la antigedad. Disconformes
con el idealismo de Platn y Aristteles, los
estoicos hicieron descender la razn (lgos)
al mundo corpreo, asimilndola a un
principio activo de tipo gneo que se difunda
a travs de la materia y estructuraba el
cosmos sensible. De forma paralela a su
fsica (segn la cual todo lo real es
corpreo), desarrollaron una potente crtica
de la imaginacin y del pensamiento cuando
ambos funcionan al margen del cuerpo. En el
terreno tico, el sabio deba aspirar a Busto de Zenn de Citio, fun-
encarnar el momento presente aceptando el dador del estoicismo.
destino, lo que exiga desestimar tanto el
pasado como el futuro por ilusorios (todo el futuro es incierto, deca el
estoico Sneca). Segn ellos, lo propio de un dios no es vivir mucho,

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sino que a cada momento nada le sea ajeno. Algunos de los ltimos
estoicos clebres fueron Epicteto y su discpulo, el emperador romano
Marco Aurelio, fallecido en el siglo II.

Ciertamente, Plotino no es pionero en esta bsqueda, aunque s es el que la lleva


ms lejos. Ya desde la muerte de Platn, todo el platonismo acadmico se haba
caracterizado por la voluntad de sistematizar sus enseanzas, traduciendo en
dialctica el contenido de los mitos y, al contrario, introduciendo un progresivo
elemento teolgico, de trascendencia, en la dialctica misma, por el cual lograra
darnos acceso al origen de las Ideas (lo que en el mito apareca como el sol. Dios, el
Bien, etc.) y, con ello, del mundo sensible en su conjunto.

En este sentido, Plotino no hace ms que continuar esa labor, aunque con un
talento genuinamente superior. Habiendo heredado de Platn las nociones de Uno
(que viene a desempear el papel de la Idea de Bien de la Repblica) y alma del
mundo (segn comparece en el Timeo), se esfuerza en multiplicar los intermediarios
entre ambas movilizando la tradicin clsica y helenstica a la bsqueda de
herramientas de mediacin. Estas son fundamentalmente dos, pero al ser de origen
diverso exigen ser adaptadas cuidadosamente. Se trata, en primer lugar, de los eide
platnicos (formas o arquetipos en los que el demiurgo se inspira) y, en segundo
lugar, de los lgoi estoicos (razones seminales en funcin de las cuales el mundo
fsico se mantiene estructurado). Lo que pertenece a Plotino, en suma, es el esfuerzo
por franquear el dualismo de sus predecesores: su originalidad reside en querer
transitar insensiblemente del edos (idea eterna) al lgos (estructura o razn que une
las cosas), del nos (inteligencia divina) a la psych (alma humana).

En este marco, Plotino llamar procesin (prodos[32]) al movimiento por el


cual todo lo real emana o fluye desde el principio superior en el que permaneca
implicado o contenido virtualmente. As, el objetivo de la procesin es sustituir el
recurso platnico a los mitos por una verdadera explicacin del Uno. La dialctica
platnica fracasa precisamente porque no admite que las cosas sensibles son
incapaces de participar en lo inteligible si no estn ya impregnadas de divinidad (es
decir, si no proceden de lo alto). Por eso la procesin, que es un descenso de lo
divino, debe anteceder lgicamente a la conversin (epistroph), el segundo
movimiento de la filosofa plotiniana, que es un ascenso. Se trata de una gnesis
espiritualista y trascendente del cosmos, pues el Uno es un principio incorpreo y
separado. Lo contrario, una gnesis materialista e inmanente (la que pretenden los
estoicos con el soplo vital o los epicreos con los tomos), es sencillamente
imposible para Plotino, pues, tal y como ya hemos dicho, y partiendo del dualismo
platnico, si bien se puede llegar a entender que lo divino se degrade, sera imposible

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explicar que lo cado se eleve por s mismo. Para poder dignificar la materia, antes es
preciso convencer al espritu para que se haga cargo de ella.

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Los epicreos. Un naturalismo filosfico

La filosofa epicrea se constituy


como un desarrollo prctico y
moral del atomismo del
presocrtico Demcrito. Epicuro
postulaba un universo pluralista,
con infinitos mundos que nacan
y moran por el encuentro y la
separacin de tomos en el
vaco. Frente a las filosofas de
Platn o Aristteles, se apelaba,
por tanto, a principios de tipo Epicuro representado por Rafael en el fresco
corpreo, aunque se insista en La Escuela de Atenas.
que nadie vera nunca un tomo por una cuestin de orden de magnitud:
nuestros sentidos carecen de la sutileza necesaria, a la que s accede el
pensamiento. Epicuro aconsejaba alejarse del poder, pues los eventos
histricos aceleran la disgregacin interna de los mundos. De ah su
lema lthe bisas (vive ocultndote o, ms libremente, consrvate).
Pese a ser contrarios a los excesos, los epicreos consideraban
benficas las pasiones moderadas del cuerpo. Se congregaban en
comunidades de amigos (como el Jardn de Atenas) en las que la
filosofa tena una funcin teraputica, aunque hay en ella tambin un
profundsimo anlisis del conocimiento. La escuela floreci a partir del
siglo IV a. C. y se prolong a lo largo del Imperio romano, durante el cual
se opuso al cristianismo y al resto de religiones histricas.

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Los retos de la nueva sabidura

Plotino parte de la conviccin de que la funcin del mito en Platn era la de presentar
como un relato en el tiempo lo que es una necesidad misma del ser. En consecuencia,
la procesin debe tener lugar al modo de una derivacin metafsica de la
inteligencia a partir del Uno, y del alma a partir de la inteligencia. Esta derivacin no
puede ser en ningn modo temporal: una vez puesto el Uno, la inteligencia y el alma
deben resultar de modo intemporal y metafsico. Plotino llamar a estas tres
nociones hipstasis, trmino que significa lo que preexiste de antemano (es
decir, lo que yace tras la presencia inmediata o manifiesta) y que podramos traducir
ms libremente como nivel de realidad.

Como veremos en el captulo siguiente, a partir del Uno suprainteligible surgir la


inteligencia suprasensible (el Demiurgo platnico) que alberga los inteligibles (lo
que los platnicos llamaban el mundo de las ideas), y de esta, a su vez, surgir el
alma universal (o alma del mundo en Platn), contenida en la tercera hipstasis.
Ser esta ltima la encargada de engendrar el espacio, el tiempo y la causalidad al
producir las imgenes que se disponen en ellos, algo que har valindose del trabajo
de la razn (lgos), una facultad inferior en eminencia a la inteligencia pero de una
importancia crucial. De hecho, la funcin del alma universal ser nada menos que ir a
buscar las Ideas en la Inteligencia y hacerlas descender al espacio y el tiempo bajo la
forma de razones generatrices (los lgoi de los estoicos). Solo entonces podrn las
almas individuales, por medio del trabajo de sus lgoi particulares (es decir, de su
pequea porcin de razn), establecer distinciones actuales en el conjunto de la
naturaleza, dando lugar a los seres vivos. Plotino elabora as la primera doctrina
rigurosa de la individuacin (la razn de ser de los individuos particulares) que
encontramos en la historia de la filosofa.

El alma universal es, en suma, la pieza destinada a resolver el problema de la


participacin y a darnos una versin metafsica de los mitos de Platn. Aquello que
Platn estim que solo se poda contar mediante un relato, por medio de imgenes
poticas verosmiles, Plotino considera que se puede transformar en explicacin y ser
expresado mediante imgenes metafsicas reales.

En este marco, el reto de la filosofa plotiniana puede resumirse apelando a las


dos operaciones intercaladas que necesita armonizar para que la procesin y la
conversin funcionen. Plotino opera, en primer lugar, un trabajo de encaje
jerrquico entre las piezas sueltas de las que la tradicin dispona. Arriba est,
inequvocamente, el Uno o Bien, seguido de la Inteligencia con todas las Formas. A
continuacin, el Alma del mundo con las razones seminales, y, finalmente, al fondo,

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la materia (que ya no es ninguna hipstasis al carecer de condicin divina y, por
consiguiente, de consistencia real, problema al que nos enfrentaremos en el prximo
captulo).

Ahora bien, para que esta vertebracin de lo real cobre sentido y no se quede en
una mera declaracin de intenciones (vamos a poner orden en la sala), no basta con
establecerla: es necesario atravesarla con la otra gran operacin del plotinismo: la
vivificacin de lo real, que podramos llamar un principio de amistad entre los
niveles metafsicos destinado a hacer que todo cuaje[33] y no se venga abajo como
un castillo de naipes. El Uno es, como en Platn la Idea de Bien, el foco solar del que
irradian todas las cosas y al que se vuelven para recordar el Bien. Y, por tanto, como
en el motor inmvil de Aristteles, ellas tienden a l como a su finalidad, y en ese
sentido l las mueve y las mantiene vivas. Sin embargo, el Uno no es ya meramente
un principio separado del mundo: todo el universo de hecho cumple un doble
movimiento de ascenso y descenso hacia l y desde l, como las sstoles y distoles
del corazn. Plotino concibe este movimiento, en buena medida, por inspiracin
estoica[34]. Nos invita, por tanto, a no ver un salto incomprensible entre las hipstasis
que l mismo ha erigido, sino un espacio vivo y fluyente donde las secuencias de
ascenso y descenso se producen de forma suave, natural y necesaria.

Esta segunda operacin es lo que Plotino expresar sirvindose de imgenes muy


fluidas, que inciden en la continuidad y no en la ruptura: el Uno es la raz matricial
que distribuye la savia por todo el rbol, o la fuente de la que mana un chorro
inagotable[35]. El movimiento se da entre los dos lmites o extremidades del sistema:
por arriba, el Uno-Bien, superior al ser y a la vida; por abajo, la materia
indeterminada, inferior, de nuevo, a ambos. Y entre medias, todo el espacio de lo
vivo, lo real, lo que es.

La dificultad vendr entonces de la necesidad de mantener esta suavidad de


transicin de lo ms elevado a lo ms degradado sin perder, por el camino, la
condicin trascendente y mximamente distinguida del primer principio (prdida que
dara lugar al pantesmo o confusin de la naturaleza con Dios), ni sin asimilar
vulgarmente, en consecuencia, la creacin del mundo a una cuestin biolgica o
artesanal. En suma, la dificultad procede de la existencia simultnea de un criterio de
trascendencia y un criterio de inmanencia. A la resolucin de este problema
tendremos que enfrentarnos en los dos siguientes captulos.

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La procesin: todo emana de lo Uno
Es un hecho que, en todas partes, la luz acompaa al sol y no se separa de
l. Y aun cuando tratares de separarla por uno de sus lados, la luz sigue
suspendida del sol[36].

Antes de lidiar con cada una de las tres hipstasis (as como con el fondo oscuro del
sistema plotiniano: la materia), abordaremos en este captulo las leyes de la
procesin. Se trata de una serie de mecanismos de gran sutileza destinados a lograr el
difcil acople entre las dos dimensiones (horizontal y vertical) de la filosofa
plotiniana a las que hemos hecho referencia en el captulo anterior.

El gran historiador de las religiones Henri Charles Puech describi el sistema de


Plotino como una mstica de la inmanencia (identidad de todas las cosas con el Uno)
encuadrada en una metafsica de la trascendencia (distancia infinita del Uno respecto
a las cosas). Esta frmula es acertada porque ensarta, iluminndolas, las dos
operaciones que conviven problemticamente en las Enadas. No debemos perder de
vista este difcil encaje, pues es lo que definir el paso de baile plotiniano: somos
en el Uno, pero sin que ello le suponga ninguna prdida de su superioridad.

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Las cinco leyes de la procesin

Ahora bien, lo siguiente al Primero existe forzosamente; luego tambin lo


ltimo[37].

Si bien las leyes de la procesin nunca son explcitamente enumeradas por Plotino,
reaparecen continuamente en sus escritos y son bien conocidas por los intrpretes
modernos[38]. Su objetivo es poner de manifiesto que la trascendencia del Uno a la
que el platonismo de escuela se haba referido implica, en el fondo, la inmanencia.
Esto quiere decir que no puede haber relacin alguna entre realidades espirituales si
no se produce una absorcin de la inferior por la superior. Es lo que Plotino expresa
afirmando que el ser que procede del Uno no se separa de l, por ms que no sea
idntico a l. Para ello, como veremos enseguida, cada hipstasis debe producir la
inferior en la medida en que contempla (y por tanto, en la medida en que permanece
en s). Segn el filsofo alejandrino, esta frmula es la nica manera de no cortar los
amarres metafsicos entre niveles (lo que los condenara al aislamiento) ni de
reducirlos, a la inversa, a una amalgama o papilla conceptual. Pasemos a ver cmo
funciona este mecanismo con ms detalle.

En primer lugar. Plotino establece una ley de doble actividad en funcin de la


cual cada nivel de realidad, adems de permanecer en su esencia (y precisamente en
la medida en que realiza esa esencia), emite o libera una segunda actividad de un
modo semejante a como el fuego, adems de permanecer sobre la cosa que arde,
libera un calor suplementario (todos los seres, mientras permanecen, emiten
necesariamente de su propia sustancia una entidad que est suspendida en torno a
ellos y por fuera de ellos [], siendo una imagen de los que son sus modelos, de los
que provienen[39]). Esta ley se prolonga en la segunda, o de la productividad de lo
pleno, resumida en la frmula de que todas las cosas, cuando ya son perfectas,
engendran, algo que ya no es privativo de las hipstasis, sino de cada cosa existente:
as, por ejemplo, los animales se reproducen al alcanzar la edad de su plenitud, pero
tambin las plantas y alimentos emiten un aroma, o el fuego y la nieve calor y fro,
respectivamente.

Ambas leyes se resumen en el gran principio de la exuberancia de lo real, segn


el cual cada cosa, al estar en s, emite una potencia adicional, que Plotino denomina a
veces su generosidad o su sobreabundancia. Como el origen de esta generosidad
est en el Uno, hay que concebir la Inteligencia como el desbordamiento del Uno, y
el Alma, a su vez, como el desbordamiento de la Inteligencia:

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Por ejemplo, en el fuego hay un calor que constituye su esencia y otro calor que
proviene ya del primero cuando el fuego, al tiempo que permanece como tal,
despliega la fuerza contenida en su esencia. As es tambin, y con mayor razn,
en el mundo superior: mientras Aquel permanece en su esencia, de su perfeccin
y de la fuerza que est en l, obtiene su existencia otra fuerza, nacida como lo es
de una gran potencia, por cierto la ms grande de todas (V 4,2).

El objetivo de las dos primeras leyes es esquivar la idea filosficamente absurda


de una creacin a partir de la nada (aceptada, en cambio, por los cristianos), que
representa el enemigo a este nivel inicial. El Uno debe estar preado de mundo sin
dejar de ser Uno. Y la manera que tiene de estarlo es sobreabundar.

Pero esta especie de donacin es enteramente altruista, gratuita, tan gratuita que
no constituye disminucin alguna para el donante. De ah el tercer principio, o de
la donacin sin merma. A fin de evitar introducir una divisin en el Uno o un
movimiento que le saque de su quietud, es fundamental dejar claro que el don no
es nada que el Uno pierda: emana o dimana de l, pero como un mero efecto o
resultado, sin que ni siquiera l lo sepa (da lo que l mismo no posee[40]). Todo
ocurre como si el Uno fuera una fuente infinita o inexhausta que se hubiera
entregado a todos los ros sin agotarse en ellos, sino permaneciendo ella misma en
quietud. Y lo mismo debe ser dicho, por analoga, de las otras dos hipstasis: ambas
producen lo inferior sin dejar de permanecer enteramente en s mismas, sin
fragmentarse ni mutar.

No obstante, el don que emiten las hipstasis es establecido por Plotino como
perteneciendo a un nivel de realidad inmediatamente inferior al donante, y en esta
medida se distingue de una vulgar generacin natural, donde lo engendrado pertenece
a la misma especie que lo que lo engendra. En la procesin hay degradacin, pero es
una degradacin sin sobresaltos (cuarta ley de la procesin), suave, progresiva y
necesaria, que no deja huecos en la escala de los seres: del Uno a la Inteligencia y
de la Inteligencia al Alma. Lo generado es un punto menos perfecto que lo generador
porque la causa es superior a lo causado. Se trata, en suma, de un descenso continuo.
Hasta dnde llega este descenso? Para Plotino, hasta el final, es decir, hasta el lmite
inferior del ser, sealado por la materia en tanto no-ser. Este no-ser no es exactamente
nada, sino la negacin de todo lo anterior. En este sentido, Plotino lo llama el
mal, pero solo para dejar claro de inmediato que la victoria del Bien queda
patente por el hecho de que tambin el mal posee una necesidad o forzosidad: por
ms que permanezca en un escalafn casi inexistente, ha sido ensartado en la cadena
de la generacin. Dicho de otro modo, es el resultado de una fuerza superior, y por
ello no es meramente nada o a su aire: posee una razn de ser o ms bien de no-ser.

Finalmente, hay una muy importante quinta ley que podra denominarse de la

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gnesis bifsica o del retorno de lo generado: algo no es propiamente constituido
como existente hasta que no se vuelve hacia su progenitor, momento en el cual se
llena de contenido, adquiere una determinacin y se perfecciona. Solo entonces
comienza a emitir su segunda actividad, continuando as la cadena generatriz. Se trata
de una creacin en dos fases: prodica (procedencia o procesin) y epistrfica
(retorno o conversin). Para que se establezca el contacto energtico entre hipstasis,
la emisin (el don) debe hacer una parada tcnica y llamar a casa en funcin de lo
que Plotino denomina una aoranza del progenitor (toda prole aora y ama a su
progenitor, sobre todo cuando el progenitor y la prole son nicos[41]). Solo entonces
entiende quin es y puede afirmarse en tanto tal. Es as como la procesin se contina
de una forma a la que Plotino alude como automtica, del mismo modo que, en el
mundo antiguo, una cadena de hogueras en la montaa iban encendindose en
cadena, cada una atenta a la anterior antes de activar a la posterior, para enviar un
mensaje de alarma a grandes distancias.

Hay que hacer, no obstante, una puntualizacin: esta gnesis en dos fases solo es
aplicable a las hipstasis segunda y tercera. Como es obvio, el Uno no tiene adnde
volverse, porque es creacin de s (razn por la cual Plotino lo llama supravida),
mientras que, por su parte, la materia no es propiamente una hipstasis precisamente
porque tampoco se vuelve, pero esta vez por incapacidad de recordar su procedencia.
La materia es, entonces, lo que se repite indefinidamente (frente a lo que se
contina), sin adquirir jams una actividad propia, razn por la cual tampoco emite
ya nada inferior a ella. Pese a ser resultado de la procesin, ella misma permanece
condenada, por su propio olvido, a no regresar al Uno, y es por ello que Plotino la
llama el mal. La materia es el residuo de la procesin.

El resultado de la aplicacin de estas cinco leyes es que la realidad adquiere de


pronto una doble faz. Es, sin duda, vida, pues est atravesada por la potencia activa
que emana o sobreabunda del Uno. Pero es tambin una vida o actividad intelectiva y
contemplativa. Esto quiere decir que solo se constituye como real en el momento en
el que se gira y conoce de dnde viene. Pero, en este sentido, conoce lo que ha
perdido, recordando inmediatamente su falta de plenitud y su cada. Como Scrates
(solo s que no s nada), es consciente de que ignora. De hecho, si la materia es
solo a medias e insuficientemente real (recordemos que procede del Uno porque est
inscrita en la escala, pero no es convertible), ello es porque es olvido del olvido, y no
recuerdo del olvido. Puesto que no contempla, la materia ni siquiera sabe que ignora.
Lo real a ttulo pleno, en cambio, contempla el principio del que procede y se sabe
engendrado, arropado, envuelto. Posee inteligencia (nesis) y contemplacin
(thora) en grados variables segn su eminencia en la escala de los seres. Estos
grados, al descender, introducen un progresivo embotamiento: emborronan u
oscurecen la inteleccin (toda vida es una determinada inteleccin, solo que una es

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ms borrosa que otra, como lo es tambin la vida), porque cada cosa no es idntica a
su progenitor, sino solo hecha a imagen de l, es decir, hecha en otra cosa. La
acumulacin de esta serie de generaciones mltiples es la causante de la degradacin
progresiva de los seres.

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Crear sin salir de casa. El Uno

Solitario en su solio empreo, ese s que es verdaderamente libre, pues ni


siquiera es esclavo de s mismo, sino que es solamente l mismo y
realmente l mismo, supuesto que cada una de las dems cosas es a la vez
ella misma y otra[42].

Para Plotino, todo existe y es lo que es en virtud de su unidad. La unidad es la


condicin del ser, pero el principio de la unidad es el Uno. Como ya sabemos, el Uno
se ha puesto a s mismo, lo que no quiere decir exactamente que se haga venir al
ser, pues l est ms all del ser en tanto su causa. La suya es, por tanto, una
autocreacin supraontolgica y, por ello, supravital, siendo la vida la potencia activa
que emana del Uno para dar lugar al ser.

A la hora de explicar esta autocreacin, Plotino es, de nuevo, muy sutil. Nos dice
que el ser se caracteriza por tener la causa en otra cosa que l mismo: en la unidad.
Frente a filosofas como las de Aristteles y Platn, la ontologa o ciencia del ser
nunca es lo fundamental en las Enadas. Lo fundamental es la protologa o teologa:
ciencia del Uno o de Dios. Ms an, Plotino afirma que todos los seres son lo que son
por su tendencia al Bien (las cosas todas deben volverse a l como el crculo al
centro del que parten los radios[43]): mientras no lo poseen, quieren otra cosa que
ellos mismos, y en esta medida son. El ser es definido entonces como una distancia
entre dos trminos, e implica por ello una multiplicidad. En este sentido, el Uno se
denomina Bien desde la perspectiva de las cosas que aspiran a l. Y el ser, por su
parte, es un ndice de negatividad respecto al Bien pleno y total: al venir a ser, algo ya
es una disminucin, lo que da lugar a toda una escala de los seres en funcin de su
distancia respecto al origen. Por eso el Uno-Bien es el nico que se quiere solo y
propiamente a s mismo. Su voluntad es su unidad, sin resto o suplemento de esencia.
De ah que Plotino diga, por hiptesis, que es el nico que se ha creado a s mismo:
no haba nada que le fuera ajeno. Ms que el ser o la esencia, es la actividad que crea
la esencia misma, acto primero o libertad absoluta: no debemos tener miedo de
concebir el acto primero privado de esencia; su acto no est sometido a su esencia,
sino que es pura libertad y, por ello, l es por s mismo[44]. Esta tesis de la
supertrascendencia del Bien, marginal en Platn, es absolutamente central y cardinal
en Plotino.

Ahora bien, para que el Uno pueda crear el ser sin perder su unidad, es preciso
que no salga de s, pues de lo contrario devendra dos. La solucin a este acertijo es,
como ya sabemos, la ley de doble actividad: lo emanado sale de la fuente sin que esta
haga o pierda nada en el proceso. Significa esto que el ser es posterior al Uno?

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Ocurre la creacin en un momento determinado? Esto nos introduce en el problema
de la temporalidad, que recorre toda la filosofa de Plotino como un fantasma que
amenaza con disgregar el sistema y debe, por tanto, ser ahuyentado
permanentemente. En relacin al tiempo. Plotino nunca deja de multiplicar las
sutilezas. Nos dice que el Uno es ms que eterno (l era lo que es antes todava de
que existiera la eternidad), pues lo eterno se define por ser siempre del mismo
modo: ahora bien, el Uno es superior al ser. Es el propio ser, en tanto emanado del
Uno, lo que ya es eterno. Pero esto quiere decir que el ser no ha nacido en un punto u
otro del tiempo: es siempre ya creado por el Bien y en funcin del Bien. Plotino
busca distanciarse en este punto de los cristianos, que s insinuaban una sucesin
cronolgica en la creacin del mundo por Dios (al sptimo da descans), lo que
al filsofo alejandrino le parece una puerilidad, pues lo temporal es el modo de ser de
lo sensible, que no contempla la unidad, como veremos enseguida.

Un segundo problema atae a la definicin misma: que el Uno sea superior al ser
implica que de l no es posible predicar nada. Esta cuestin est en el origen de la
teologa negativa o mstica que recorrer toda la Edad Media. Dado que es imposible
atribuir al Uno-Bien un predicado sin falsearlo, tampoco cabr decir de l que
piense, lo que s defina al Dios de Aristteles. Segn lo concibe Plotino, el Bien
ha de ser eminente por s mismo, no por el hecho de pensar. Todo lo que sea aadirle
atributos es restarle grandeza:

Luego quitndole todo sin predicar nada de l, sin atribuirle falsamente algo,
se le deja como es en s mismo, no testimoniando el es de los atributos que no
se dan en l, como los que componen sin arte panegricos que aminoran la gloria
de sus elogiados al aadirles cualidades inferiores a sus mritos, por no saber
componer el elogio verdico de las personas de que se trata. (V 5,13)

La insistencia en la anterioridad gentica del Bien obliga igualmente a Plotino,


como sabemos, a llevar a Platn ms all de s mismo, perfilando doctrinalmente el
contenido de los Dilogos. As, el Bien ya no es una Forma (la Idea de Bien que
aparece en la Repblica sera una expresin errnea en Plotino), pues eso lo anclara
a la Inteligencia que contiene las ideas. El Uno-Bien es supraintelectual. Hay,
adems, una importante segunda enmienda relativa al lugar: mientras que el Uno
hipottico del que Platn hablaba en el Parmnides no estaba en ninguna parte (pues
eso le hara estar en algo distinto de l mismo), el plotiniano est en todas partes y
en ninguna, en todas las cosas y en ninguna:

el Uno est en todas partes; no hay donde no est. Llena, por tanto, todas las
cosas. [] Pero como adems no est en ninguna parte, todas las cosas se

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originan, s, por l, pues aquel est en todas partes, pero son distintas de l,
porque l mismo no est en ninguna parte (III 9,4).

Este galimatas es debido, segn Plotino, a que el antecedente contiene en


potencia a los consecuentes, pero no est contenido en ellos. Esta inmanencia inicial
pero trascendencia final es una exigencia de la gnesis. En funcin de ella, el
Uno-Bien est en todas las cosas, pero solo en el sentido de que todas manaron de
l (sin que este pasado deba interpretarse en trminos temporales, sino lgicos), y por
tanto dondequiera que se encuentren ir con ellas como su causa. Y, sin embargo,
no est en ninguna (en el sentido de que ninguna lo contiene y l les sigue siendo
trascendente). El Uno-Bien, por todo ello, es nulipresente (trascendencia) y
omnipresente (inmanencia), aunque bajo perspectivas diferentes (desde la
procesin y la conversin, respectivamente). E igualmente, sin ser ninguna cosa, es
todas ellas, en el sentido de que ellas estuvieron coimplicadas en su segunda
actividad (su exuberancia o desbordamiento) y, por tanto, explican esta actividad. De
nuevo, tenemos la doble perspectiva prodica y epistrfica en que consiste el paso
de baile plotiniano: en tanto estn complicadas, las cosas le pertenecen como su
potencia y, por tanto, vuelven a l (perspectiva de la conversin); en tanto esta
potencia es explicada, ellas salen de l y le son ajenas (perspectiva de la procesin).

Este nuevo malabarismo conceptual se debe a que Plotino no quiere perder la


gnesis, pero tampoco quiere caer en el pantesmo o identificacin de Dios con la
naturaleza. Esto ltimo equivaldra a un anarquismo metafsico, pues Dios dejara de
ser superior al ser, perdindose entonces su jerarqua y su soberana. A lo largo de
toda la Edad Media, esta posibilidad ser perseguida con virulencia por los
guardianes de la fe cristiana, que se inspirarn con frecuencia en razonamientos
plotinianos y neoplatnicos para condenar a los herejes.

En todo caso, la perspectiva de la conversin lleva finalmente a Plotino a deslizar


una especie de principio analgico en funcin del cual el Uno-Bien es casi vida,
casi ser, casi actividad y casi inteleccin. Este casi es la manera de dejar la
va abierta a un retorno, a una asimilacin de todos los niveles entre s, pero sin que
ello suponga un menoscabo de la superioridad del Uno.

En resumen, por tanto, la doctrina plotiniana del Uno-Bien se establece en el


punto de confluencia de una triple teologa donde cada una exige ser matizada
inmediatamente por otra en un crculo explicativo:

1. Teologa negativa: el Uno no es ninguna de las cosas, pues es ms que ser.


Ahora bien, esto asemejara al Uno a la materia, que igualmente es no-ser, por lo
que no basta.

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2. Teologa trascendente: el Uno est ms all de todas las cosas. Ahora bien, no
por ello se rompe la continuidad de la cadena procesional.
3. Teologa analgica: el Uno, en cierto modo, es todas las cosas. Ahora bien, no
por ello deja de ser eminentsimo.

La integracin de estas tres teologas, en la que cada uno de los postulados


(negativo, trascendente, analgico) corrige al anterior, da lugar a la causa emanativa:
el Uno produce la realidad entera sin confundirse con ella, sin salir de s y sin perder
su eminencia.

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Luminismo y arte bizantino

La filosofa rara vez se desconecta de otras


manifestaciones artsticas, aunque cada una
conserve sus medios expresivos. El recurso
neoplatnico a la concepcin emanativa de la
causa coincide en el tiempo (siglo III-VI) con el
progresivo gusto alejandrino (y en general de
la parte oriental del Imperio romano) por un
arte intelectual, luminista, que no representa
figurativamente cosas sensibles, sino que
incide en el venir a ser de las mismas a partir
de un rayo de luz. Es lo que vemos en
muchas iglesias bizantinas, como la La catedral de Santa Sofa o
Hagia Sophia, construida en
majestuosa Santa Sofa de Constantinopla el siglo IV en Constantinopla
(hoy Estambul), inaugurada en el 360. En (actual Estambul), es uno de
ellas, la arquitectura parece rendir homenaje a los grandes monumentos del
luminismo bizantino.
la continuidad de la creacin, sugiriendo la
posibilidad de una fuga hacia un nivel superior
de la misma. Mosaicos, vidrieras o huecos de ventana son a menudo un
vehculo para tematizar la luz solar, que habitualmente pasa
desapercibida en espacios cerrados.

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La llanura de la Verdad. La Inteligencia

Por intermedio de la Inteligencia, de lo Uno procede la multiplicidad,


porque la Inteligencia, incapaz de contener la potencia que recibe de l, la
fragmenta y la multiplica, con el fin de poderla soportar as parte por
parte[45].

Como sabemos por las leyes de la procesin, la Inteligencia debe constituirse en dos
fases o etapas. En esta seccin precisaremos esta bifasia, que la divide en incoada y
perfecta[46], as como las peculiaridades metafsicas de esta segunda hipstasis que
Plotino define como un Dios segundo o el viviente perfecto.

Sabemos que la Inteligencia procede del Uno. Aqu da comienzo la primera fase o
de incoacin. Si ella es luz, segn el smil platnico, hay que decir, en cambio, que
esta luz no la ha sacado el Bien de s mismo (no la tena guardada bajo la manga),
pues entonces habra que postular algo as como una luz anterior a la luz y una
multiplicidad de partida. Es, al contrario, una luz que fulge como un efecto del
Uno-Bien, y que no preexiste a esta condicin de efecto[47]. Plotino alude en
ocasiones a una irradiacin circular lumnica (al modo del halo del sol que brilla en
su derredor como aureolndolo), por parecerle ms precisa que la emanacin lquida
del agua, pues es ms fcil imaginar a la primera no implicando gasto para la fuente.

Cuando describe en detalle la fase de incoacin, Plotino nos dice que del Uno
nace una materia ideal o una vista que no ha visto todava. A su entender, esta es la
forma correcta de referirse a la Diada indefinida de los platnicos y pitagricos, que
tambin era lo inmediatamente otro a partir del Uno. Para Plotino, sin embargo, no es
un principio complementario del Uno, sino segundo y surgido de l, pues constituye
su sobreabundancia de vida. Esa vida no es propiamente una hipstasis, ya que
todava debe adquirir un lmite y una determinacin, lo que solo logra deteniendo su
marcha (stsis) y volvindose al origen (epistroph), tras lo cual, ya s, puede pasar a
contemplarse a s misma (horsis):

Y este ser, una vez originado, se volvi hacia l y se llen y, al mirarse a s


misma, se convirti en Inteligencia [] Su detenimiento frente a l dio origen al
ser, mas su mirada hacia s misma gener la Inteligencia (V 2,1).

Esta secuencia de detenimiento-retorno-visin constituye la segunda fase de la


gnesis o de perfeccin, en la que esa vida en tanto materia ideal deviene
Inteligencia perfecta: por haberse detenido, ella conoce en s misma lmites fijos y,
por ello, a su vez, se puede autoconocer. Como dice mile Brhier, la vida es un

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acto derivado del Bien, y la Inteligencia es este acto mismo cuando recibe un lmite.
En ese momento, la visin se actualiza en un objeto, que es ella misma en tanto nivel
de realidad consolidado. Ahora s se puede decir de la Inteligencia lo que Aristteles
deca del motor inmvil: es pensamiento de s misma, y en esta medida es una unidad
de ser. Pero esto le supone ya una prdida respecto al Uno, razn por la cual Plotino
la llama a veces unidual. Maticemos en qu sentido esto es as.

La materia inteligible adquiere una consistencia al volverse al Uno: ella es en


tanto recuerda la unidad. Este recuerdo indica ya una disminucin, pues no es
presencia plena del Uno, sino presencia a distancia, desdoblada. Es lo que Plotino
expresa diciendo que la materia inteligible no conoce al Uno ms que
fragmentndolo, razn por la cual la nica forma rigurosa de acceder a l ser la va
negativa y mstica (el Bien queda oculto a la vista en su sanctasanctrum). Tal y
como diramos vulgarmente hoy, el modo en que la Inteligencia ve al Uno no es
completamente objetivo. No podra serlo sin ser a la vez subjetivo: la
Inteligencia contempla a travs de su prisma caleidoscpico, y en este sentido
pluraliza el Uno, rebajndolo a un universo de Ideas o Formas de donde ella misma
obtiene su estructura interna: el famoso mundo inteligible de los platnicos.
Plotino opera aqu una combinacin de Aristteles con Platn: lo que el pensamiento
piensa no es exactamente l mismo, sino las ideas que estn en l. Estas ideas no le
son exteriores como piedras, leos o pesas en una balanza, lo que sera grosero; cada
Forma individual es una pequea Inteligencia, una contemplacin en s misma. La
Inteligencia se multiplica as al estilo fractal: es unimltiple o unidad mltiple de
pequeos intelectos uniduales (sujeto y objeto de s mismos).

Por todo ello, y en virtud de su naturaleza inmediatamente inferior al Uno, la


Inteligencia comprende tres elementos: pensamiento (conocimiento del Uno), ser
(distancia con el Uno) y vida (conexin con el Uno), por lo que Plotino la llama el
viviente perfecto, que incluye o complica a todos los vivientes inteligibles. A este
nivel se puede decir que todo est en todo (Anaxgoras), pues la inteligencia es
como la ciencia con sus teoremas[48] o una llanura de la verdad donde nada
inteligible es superior o inferior a nada y todo queda a la vista. Segn una imagen
tomada de la Ilada, Plotino la define como un lugar inespacial y eterno donde es
fcil vivir, o como una vida llena de luz, esplendor, transparencia y colorido, donde
no hay nada oscuro u opaco y todo es transparente a todo. Hoy hablaramos de una
fotografa del mundo tomada desde todos los puntos de vista y sobre una placa
traslcida. La separacin entre estos seres no es local o real, sino solo formal o
metafsica. Esto le lleva a frmulas necesariamente paradjicas, como que uno
cualquiera es todos al par que uno solo[49].

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En suma, las Ideas son, respecto a la Inteligencia, como olas en un ocano. Si solo
atendiramos a esta hipstasis, hablaramos de la filosofa de Plotino como de un
bello pantesmo idealista. Pero al reintegrar este nivel en la procesin global, vemos
que la secuencia ha evolucionado desde el Uno, donde el ser emanaba al modo de un
efecto (lo que proviene de l no est desconectado de l, aunque tampoco es idntico
a l[50]). De la emanacin hemos pasado a la inmanencia: ni la Inteligencia sale de s
para pensar ni su objeto de pensamiento le es distinto.

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Audaz exploradora. El Alma

Entonces, si lo inteligible es trascendente, cmo es que el alma se


encarna en el cuerpo?
Porque todo ser que sea solo inteligencia vive impasible [] y se queda
all por siempre []; pero el ser que, estando a continuacin [],
conciba adems un deseo [], avanza ya ms adelante, por as decirlo; y
deseando poner orden conforme a los seres que vio en la inteligencia,
como fecundado por ellos y sintiendo angustias de parto, se afana por
producir y crea[51].

Teniendo en cuenta que es la destinada a comunicar los dos mundos (inteligible y


sensible), se puede decir que la doctrina del Alma es la que concentra las grandes
aportaciones del plotinismo: su filosofa es esencialmente una psicologa. En este
apartado nos ocuparemos de la gnesis, estructura y actividad propias del Alma, as
como de la problemtica general a la que ella responde[52]. Debemos ir muy despacio
para no perdernos en la delicada secuencia argumental de Plotino.

El problema al que responde su nocin dinmica de alma es el que ya conocemos:


la inverosimilitud de las explicaciones habituales acerca del modo en que el mundo
sensible es producido a partir del inteligible. Se trata, ms concretamente, del
problema del vnculo, que en Plotino funcionar sobre una continuidad de base, no
sobre una ruptura o distancia excesiva como ocurra en Platn. Y ello, a su vez, sin
perder la nocin de trascendencia de lo inteligible (segunda hipstasis) respecto a lo
sensible (que quedar ubicado justo bajo la tercera, como veremos enseguida).

Antes de seguir avanzando en la exposicin de la gnesis y la estructura del


Alma, conviene hacer una observacin general. Para Plotino, toda fuerza activa en la
naturaleza (y no solo los animales y plantas, como ocurra en estoicos o aristotlicos)
es un alma: generaliza as ilimitadamente el animismo, haciendo de l un dinamismo
(dynamis se suele traducir del griego como fuerza). De esta concepcin nacer el
Alma del mundo (expresin que Plotino toma del Timeo y que tendremos que
precisar) concebida como un ocano espiritual en el que se baa la realidad sensible.
Frente a lo que ser el mecanicismo moderno y su mundo-mquina, por tanto, el
mundo sensible para Plotino conserva la espiritualidad, sin que ello implique negar su
materialidad.

Pasemos ahora a la gnesis del Alma. El proceso es idntico al de la Inteligencia:


primera etapa donde obtenemos un Alma potencial o materia psquica y segunda
etapa donde, al volverse a su progenitor, se determina, consolida y perfecciona. Una
vez ms, la materia psquica emanada de la Inteligencia no es materia a secas, sino
una potencia hermosa, noiforme y simple. El Alma se determina debido, de hecho,

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a la implantacin en ella, al modo de don, de una pequea inteligencia inmanente por
parte de la Inteligencia trascendente.

Incidamos un poco ms en la relacin que mantienen la segunda y la tercera


hipstasis. Como escribi mile Brhier, el sistema de Plotino nace de un esfuerzo
por suprimir todo lo que hay en la realidad de opaco a la vida espiritual. Es un
luminismo radical: la luz debe llegar a todas las cosas. Para ello, es preciso ver en qu
medida entra en juego la relacin del Alma con la Inteligencia. Plotino viene a
decirnos que el problema planteado por la existencia de lo mltiple en el mundo se
resuelve apelando a la aspiracin comn de todas las almas a contemplar en el mismo
intelecto. Hay muchos afueras, pero solo un adentro. En virtud de esta
aspiracin intelectualista, no hay que decir que haya un alma fragmentada
individualmente, sino una unin de almas hipostasiadas en un Alma nica. Las almas
individuales forman un sistema que se corresponde con el de las ideas del intelecto.
Por tanto, el Alma contempla, aunque a diferencia de la Inteligencia, su objeto de
contemplacin (las Ideas) es algo diferente de ella misma. Por eso se la llama
heterointelectiva, siendo su inteligencia como la luz de la luna, que llega de forma
reflejada. En este sentido, cuando el Alma conoce lo hace sabiendo que ha perdido lo
que sabe. Porque lo que sabe no le pertenece, sino que le es lejano y superior. Ese es
el drama de su cada: cuanto ms sabe, ms sabe que ignora.

Esta heterointeleccin conlleva una buena y una mala noticia. La buena es


que el plano de las almas se libera de la tirana de un destino interior al mundo
sensible (en el que crean estoicos y gnsticos, por no hablar de los astrlogos) y es,
al contrario, vinculado directamente con el orden inteligible.

La mala noticia nos conduce, en cambio, a la estructura interna del Alma.


Hasta aqu todo segua el esquema riguroso de la procesin plotiniana. Sin embargo,
esta tercera hipstasis introduce una particularidad en su composicin, y es que no
posee un nico nivel, sino dos: alma superior e inferior. Entre ellos, Plotino va a
plantear una procesin interna, aunque mucho ms controlada y sutil, que no llega a
consolidar una cuarta hipstasis. La causa de este descenso interno es precisamente la
inquietud de que es presa el Alma al no poseer los inteligibles ms que de prestado.
Como no consigue limitarse a amar la Inteligencia, a la facultad notica
(pensamiento esttico) aade la dianotica (pensamiento mvil), y con ella un
deseo de devenir que equivale a un estar fuera de s. De este modo se prolonga en
un alma inferior, tambin llamada Alma del mundo o Alma universal. Esta alma
descendida, todava autocontemplativa aunque ya embotada, silenciosa y borrosa,
especie de ensoacin de la sabidura del Alma superior, se pone a organizar la
exterioridad (el fuera de s) en funcin de su inteligencia incompleta, dando lugar
al mundo sensible como una franja intermedia entre lo espiritual y lo material, entre
el ser y el no-ser. En la medida en que el Alma realiza este trabajo de organizacin de

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lo sensible. Plotino la denomina naturaleza (physis). Al mismo tiempo, l excusa
esta cada en lo exterior diciendo que es la nica forma de autoconocerse plenamente
que tena el Alma: si hubiera permanecido en su zona superior, habra ignorado sus
propias potencias, que le exigan separarse de lo puramente inteligible y devenir.

El objetivo filosfico de esta divisin interna en el Alma es profundo. En lo


concerniente a la cuestin psicofisiolgica, Plotino piensa, como la mayora de los
antiguos, que el alma es un fluido sutil que se entrelaza con los cuerpos. Sin embargo,
l quiere recalcar que lo hace sin confundirse con ellos, lo que inevitablemente nos
recuerda a la tesis de la unin inconfusa de su maestro Amonio Saccas. Es por ello
por lo que recurre a sus dos niveles metafsicos: el Alma superior o trascendente est
separada del cuerpo y es representada por Afrodita (o Venus) celeste: la inferior o
inmanente se mezcla con el cuerpo y es representada por Afrodita popular en su
versin amable o bien, en su versin torturada, por Prometeo encadenado[53]. Las dos
partes del Alma no dejan de hacer una, pero difieren por el mbito con el que
comunican: lo inteligible y lo sensible, respectivamente. Por eso en vez de
unimltiple (como la Inteligencia con las ideas), el alma es una y mltiple, o
indivisa y dividida en los cuerpos, lo que refleja su menor grado de eminencia. A
fin de comprender esta polaridad, es necesario entender el alma no como algo
esttico, sino como un balanceo o movimiento oscilante de ascenso y descenso.

Debido a este vaivn, en lugar de conocer de forma intuitiva o instantnea, el


Alma lo hace discursiva o secuencialmente, lo que la lleva siempre querer ir siempre
un poco ms afuera de s, al momento siguiente, como una audaz exploradora. De
este modo el alma crea el tiempo como su primera obra, y lo hace al modo de una
imagen mvil de la eternidad de las ideas. Aunque esta temporalizacin de lo eterno
pueda parecer una cada en desgracia, la concepcin plotiniana del tiempo constituye
otra de las buenas noticias que anuncia su filosofa, pues es la garanta de que lo
sensible, que se hunde parcialmente en la oscuridad de la materia, conserva todava
un orden (precisamente el orden temporal): no hay nada en l [mundo sensible] que
no participe del alma; es como una red lanzada en el mar; vive ntegramente
penetrada de agua [espiritualidad], pero no puede apropiarse del agua en que vive.

Todo lo cual nos conduce hasta la operacin o actividad propia del Alma en su
creacin de lo sensible. Esta cuestin, en Plotino, aparece inicialmente como
respuesta a la siguiente pregunta: qu recibe el Alma de su contemplacin
intelectual? Cul es propiamente su contenido, ya que no pueden serlo las ideas de la
Inteligencia? He aqu el paso a la teora del lgos plotiniano, traducido habitualmente
como razn o raciocinio.

Del mismo modo que la Inteligencia no consegua volverse y mirar al Uno sin
hacerlo un objeto de conocimiento (y por tanto, en cierto modo, mltiple), el Alma no

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consigue volverse a la Inteligencia y mirar las Ideas sin dividirlas todava ms, dando
lugar a los lgoi o razonamientos, que son imgenes de las ideas. Llamados a
menudo razones seminales, funcionan como herramientas productoras del mundo
sensible. Valindose de ellos, el alma inferior (o naturaleza) ir organizando su
propio afuera a la vez que desciende en la escala de la procesin: crea en la medida
en que trabaja, y lo que crea son organismos naturales. A lo largo de este proceso, el
Alma permanece en contacto con dos niveles del ser: El alma, al proceder, deja su
parte superior en el lugar inteligible que su parte inferior abandona; pues si la
procesin la hiciera abandonar esa parte superior, ya no estara en todo, sino
solamente all adonde la procesin conduce[54].

En este sentido, Plotino hace converger dos visiones del alma procedentes de dos
tradiciones muy diferentes. La animista de los estoicos, segn la cual el alma era vista
positivamente, como fuerza organizadora de la materia, y la rfico-pitagrica, donde
el alma es vista negativamente, como una degradacin de lo divino en su cada a lo
sensible. El pensador neoplatnico quiso as unificar y sintetizar toda la filosofa
griega, lo que segn Hegel efectivamente logr. El Alma plotiniana, mediante el
lgos creador, salva el abismo platnico fundiendo las tradiciones materialista e
idealista.

La resultante de esta operacin ya es propiamente sensible. Posee un despliegue


en el espacio y el tiempo, que son los modos en que las cosas exteriores al Alma son
de forma mltiple (aqu, ahora). Por tanto, en Plotino el lgos existe en los tres
niveles de influencia del Alma: alma superior, inferior y el mundo sensible. Esta
distincin operativa en tres niveles va a resultar decisiva por una segunda razn de la
que nos ocuparemos en detalle en el prximo captulo, y es la que atae a la
condicin humana. En efecto, es solo una vez la naturaleza ha organizado el mundo
sensible que se produce un segundo descenso por el que las almas individuales pasan
a tomar posesin de los organismos resultantes. De este segundo descenso, como de
todo el trabajo del lgos, Plotino nos dir una vez ms que se produce en la
eternidad, de forma intemporal e indivisa, debido fundamentalmente a que el alma
superior no deja de estar en contacto con la Inteligencia durante el proceso, por ms
que su resultado o producto sea l mismo temporal y mltiple. Las rdenes o lgoi
coexisten en el Alma sin sucesin. No requieren ni del pensamiento discursivo
(dinoia) ni de la memoria para ejercerse. Esta es la razn por la que Plotino puede
salvar incluso la unidad del alma individual, que, aun deviniendo imagen (pues es,
recordemos, un fluido sutil), permanece en todas las partes del cuerpo a la vez, no en
cada una por separado, y por tanto solo se divide indivisamente o por accidente.

Para explicar, no obstante, este descenso al cuerpo, ausente en la Inteligencia,


Plotino echar mano con frecuencia del mito de la audacia o temeridad (tlma), que
hace al alma despreciar su origen y caer presa de la fascinacin que ejerce sobre ella

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su propio reflejo proyectado en el espacio exterior. Ahora bien, qu es eso tan
fascinante que el alma ve para arrojarse sobre ello abandonando la seguridad de las
ideas?

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El espejo de Dinisos. La Materia

Di al rostro que ves en el espejo que ese rostro ya debe formar otro
W. SHAKESPEARE, Sonetos, 3

Llegamos a la parte ms difcil y oscura del sistema plotiniano. En este punto es


preciso avanzar con cautela y multiplicar las sutilezas a fin de no perder el rigor
explicativo. Hasta el momento, sabemos que el lgos es concebido por Plotino como
una idea-fuerza o idea eficiente. Es la herramienta expansiva de la que se sirve el
Alma inferior, pero su trabajo mismo desborda continuamente a la propia Alma,
llevndola ms y ms lejos de su origen. Plotino afirma que el lgos permite la
expansin del ser porque es tambin el ros (erotismo, impulso sexual) del Alma.
Mediante este lgos ertico, la naturaleza da vida y forma a la pura exterioridad y
despliega en lo sensible los inteligibles que su parte superior contempla eternamente,
organizando lo sensible en el tiempo. El tiempo queda as definido como el nmero
(o la medida) del movimiento: aquello en funcin de lo cual todava podemos
domarlo y entenderlo. El propio mundo sensible adquiere, debido a este trabajo
organizador, una visibilidad parcial que es una casi existencia o casi realidad,
precisamente la derivada de baarse en la espiritualidad de lo inteligible que recibe
por va derivada del Alma inferior. Es lo que Plotino expresa haciendo de la
corporeidad, la dureza o la solidez, por ejemplo, formas eternas: los cuerpos
sensibles son materia, pero limitada y estructurada.

En todo cuerpo hay, no obstante, algo que se le resiste al Alma por su incorregible
falta de forma: la materia es entendida como agotamiento del lgos a medida que
trabaja. En este sentido, el lgos se expande o exterioriza en imgenes de s mismo
(recordemos que la imagen se define como aquello que es en otra cosa), y el lmite
subreal de este trabajo, la extenuacin del principio ordenador, es la materia
tomada como lo inimaginable. La materia, por tanto, es la pura exterioridad a la que
es arrojada el Alma inferior pero que ella misma ya no puede organizar: es la
inabarcabilidad de su deseo. Por eso Plotino nos dice que querer aprehender la
materia pura sera como querer aprehender la sombra absoluta sin luz.

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Los gnsticos y el Demiurgo enloquecido

El gnosticismo fue una doctrina esotrica muy


popular entre los primeros cristianos que
alcanz gran difusin en el siglo II antes de
ser declarada hertica y perseguida por la
Iglesia. Fue la nica versin del cristianismo
que Plotino conoci a fondo. Propona que el
mundo sensible ha sido creado por un
impostor y un demente, lo que explica la
existencia del mal. Tambin ofreca una va de
escape desde esa prisin negra hacia el
verdadero Dios (con el que compartimos el Frag mento del Evangelio
apcrifo gnstico de Mara
lgos o razn divina) mediante el acceso a los Magdalena.
textos iniciticos transmitidos por su doctrina,
la gnosis. En el tratado Contra los gnsticos, Plotino los refuta
centrndose en dos problemas: el de la creacin y el del mal en el
mundo. Respecto al primero, les acusa de ofender al demiurgo al ignorar
la relacin del mundo inteligible con el sensible, despreciando as lo
divino que hay en la naturaleza (por ms que sea una copia, es perfecta)
al tiempo que reservan la salvacin a unos pocos elegidos.
Respecto al problema del mal, Plotino rechaza su maniquesmo
moral, que implica la existencia de dos demiurgos, uno bueno y otro
malo. Lo que llamamos mal obtiene su paradjica esencia del bien: la
demencia y falsedad son forzosas al estar integradas en la procesin.
El mundo sensible es un ser mixto, compuesto de Lgos y Anank (razn
y forzosidad). Los males en l son inevitables, pero no le hacen perder la
unidad, garantizada por la Providencia como buen orden. Esta discusin
alcanza su punto lgido al afrontar el hecho de que los malvados triunfan
y los buenos son castigados. Plotino responde ubicndose en la
perspectiva escatolgica: al ser el alma eterna, la muerte del cuerpo no
es el final, pues la Providencia tiene en cuenta todo cuanto sucede y
nadie podr escapar a su justicia; las almas retornan segn el mrito de
su vida anterior. Por eso finalmente no tiene importancia que el mundo
sea un escenario de infamias, pues hay una cuenta superior que termina
dando a cada cual lo suyo.

Sirvindonos de la analoga ptica que recorre las Enadas, entendemos que se


llame mal a la materia: si todo lo que es permanece vuelto al Uno-Bien como
principio al que aspira, la pura materia no solo no permanece vuelta, sino que no es

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objeto de contemplacin para nadie. Es aquello de donde no parte visin alguna (al
contrario que la Inteligencia y el Alma), pero que adems ni siquiera es visible (como
an lo era el mundo sensible). Es la sombra que el alma percibe en la distancia
cuando se agota. Y, sin embargo, en la medida en que suscita su deseo, Plotino le
atribuye una cierta eficacia. Esto es lo que nos permite, finalmente, responder a la
pregunta con la que terminaba el epgrafe anterior: qu es lo que el Alma ve fuera de
ella que tanto la seduce? Se ve a s misma reflejada. La materia le devuelve al Alma
inferior una imagen en la que contemplarse trabajar.

Ahora bien, siendo la materia incapaz de adquirir la forma de lo que recibe, el


modo adecuado de referirse a ella no ser ya el de un recipiente. Qu es aquello
que se caracteriza por atrapar imgenes sin llegar a ser nunca nada de lo que esas
imgenes son? Respuesta de Plotino: un espejo. La materia es, por tanto, la pura
imaginidad: recibe toda suerte de formas sin llegar a apropirselas nunca. Tal es el
cebo o la astucia para que el trabajo organizador del Alma tenga lugar: el
conocimiento de s misma en imgenes le fascina, pero tambin la va hundiendo ms
y ms en el no-ser. Su audacia es finalmente castigada con el agotamiento. Si se nos
permite el smil, hoy hablaramos de la muerte accidentada del Alma mientras se
intenta hacer un selfie. En la medida en que esta fotografa la lleva a asomarse
demasiado lejos, cae por un precipicio infinito y fallece. Su cadver inhallado es
justamente la materia. Dicho con palabras de Plotino, es la tiniebla derivada del
agotamiento de los ltimos rayos de luz.

Ya desde un punto de vista filosfico, lo decisivamente innovador en Plotino es


que, frente a toda la filosofa clsica y presocrtica, no considera a la materia como
un factor primordial: ella es originada (eternamente originada, para ms seas)
debido a la inclinacin ertica del Alma. Esto quiere decir que ya no es un principio
complementario al ser, sino algo derivado de realidades anteriores. La raz de esta
innovacin la hallamos en la voluntad gentica que mueve el pensamiento
plotiniano, inexistente en otros autores. Para Aristteles, notablemente, la materia era
concausa, junto a la forma, de la sustancia sensible: ah radicaba su dualismo (as, por
ejemplo, la estatua sealaba la unin plena de la materia y la forma). En Plotino, sin
embargo, como lo prioritario es dar cuenta del descenso procesional (y solo
posteriormente de la naturaleza de las cosas sensibles), la materia debe quedar
ensartada en este descenso, y por ende no puede preexistir como algo ajeno al Uno.
As las cosas, debe ser conceptuada como un ltimo eslabn inferior a lo real, o bien,
como dice Plotino, como un sedimento amargo dejado por evaporacin.

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El mito de Dinisos

Segn cuenta el mito de Dinisos (Dinisos en griego), Zeus dej


embarazada a Smele, hija de Cadmo, rey de Tebas, a la que sedujo tras
infiltrarse de incgnito en su estancia. Celosa y harta de los idilios
extraconyugales de su marido, Hera urdi un plan de venganza
consistente en disfrazarse de anciana y ganarse la confianza de la bella
joven. Cuando esta le confes la naturaleza divina de su amante, Hera la
tild de ingenua y la inst a exigirle revelar su verdadero rostro. Cayendo
en la trampa, Smele impuso a Zeus la condicin de mostrarse en todo
su esplendor a cambio de volver a aceptarle en su lecho, a lo que el dios
tuvo que ceder a regaadientes. Como l tema, la visin del trueno y el
rayo fue demasiado para la vida de Smele, que sucumbi al instante.
Temeroso de que la criatura que haba gestado en su seno durante
apenas seis meses se perdiera, el dios Hermes recogi al nio y lo
implant en el muslo de Zeus para que completara su desarrollo. Sin
embargo, nada pudo hacer el da de su nacimiento para evitar que Hera
lo secuestrara y lo entregara a los titanes, que lo despedazaron
brutalmente e hirvieron sus trozos en una caldera. De la sangre del
pequeo brotaron ramos de hiedra tras lo cual su abuela la titnide Rea,
volvi a recomponerlo y lo devolvi a la vida en un tercer nacimiento
(de Smele, Zeus y la muerte, respectivamente). A fin de que Hera no lo
detectara, Zeus orden a Hermes transformar al nio en un chivo y
dejrselo a las ninfas del monte Nisa, que lo cuidaron hasta que, ya en la
adolescencia, Hera lo reconoci de nuevo y le hizo enloquecer. A partir
de entonces, el joven se dedic a viajar por el mundo acompaado de un
squito de stiros y mnades que sembraban la embriaguez y el terror a
partes iguales por donde pasaban. Con el tiempo, el mito se fue
dulcificando y Dioniso se convirti en Baco, el dios romano del vino y la
vendimia. Plotino usa la imagen del espejo roto en alusin al
despedazamiento o la divisin indefinida a las que los titanes sometieron
a Dioniso y a las que el propio Dioniso y sus mnades sometan a sus
enemigos en sus orgas destructivas.

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La conversin: el ahora extasiado en
siempre
Me digo que esos gatos armoniosos, el de cristal y el de caliente sangre,
son simulacros que concede al tiempo un arquetipo eterno. As lo afirma,
sombra tambin, Plotino en las Enadas. De qu Adn anterior al
paraso, de qu divinidad indescifrable somos los hombres un espejo roto?
J. L. BORGES, La cifra

En el captulo anterior hemos detallado, a grandes rasgos, el mecanismo de la


procesin por medio del cual se genera todo lo que hay en el universo. Se trata del
aspecto ms intelectual y constructivo del pensamiento de Plotino, pero no el fin
ltimo al que apunta su sistema. Este fin debe ubicarse en la operacin inversa: el
retorno del alma individual al Uno. Plotino estaba convencido de que es posible
superar la condicin humana y elevarse a la cima del ser por medio de un xtasis
mstico que nos funde con el todo en la eternidad. Ha llegado la hora de encontrar las
coordenadas precisas en las cuales tendr lugar el despegue. Para ello, sin
embargo, antes debemos plantear brevemente los tres problemas concernientes al
mundo sensible que, como tres lneas imaginarias que convergen en un punto ideal,
sealan la X en el mapa. Nos referimos a los problemas de la individuacin, la
libertad y la temporalidad.

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Plotino como primer filsofo del individuo

Comencemos por el problema de la individuacin. Habitualmente se alude a Plotino


como el primer filsofo en aportar una fundamentacin racional de la personalidad.
Para entender la importancia de este hito hay que tener en cuenta la dificultad que
experimentaron los antiguos a la hora de concebir el pensamiento bajo forma
individual (lo que desde la modernidad llamamos conciencia personal). Aristteles,
quien ms lejos haba llevado la cuestin antes de Plotino, expres nicamente en
trminos corpreos lo que distingue a un alma de otra. Al ser el intelecto impersonal
lo que constituye la esencia del alma humana, era solo por factores materiales y
completamente accidentales por lo que un carcter difera de otro. Precisamente a
causa de esa accidentalidad indefinida, la ciencia no deba perder el tiempo
ocupndose de lo particular (individuos), sino centrarse en lo general (especies y
gneros). En este contexto, la personalidad permaneca por debajo del umbral de lo
rigurosamente aprehensible por la inteligencia, y condenada a ser pasto de la opinin,
la supersticin y la conjetura. Por usar un ejemplo, es evidente que Scrates difiere de
Platn, pero esta diferencia (captada fundamentalmente a travs de los sentidos) era
para Aristteles demasiado pequea para ser explicada lgicamente por la ciencia,
que se detiene en la definicin de animal racional.

Haciendo gala nuevamente de su ambicin, Plotino no se conforma con este


planteamiento. Aunque acepta que la funcin intelectiva es la actividad ms elevada
del alma y aquello que la define ms propiamente, no est dispuesto a abandonar a su
suerte nada de lo existente. Si, como l cree, todo lo real es racional, entonces debe
hallarse la razn especfica por la que las personas diferimos hasta en el ms mnimo
detalle. Nuestro carcter e incluso el cuerpo que nos damos al venir a la vida deben
estar necesaria e incluso eternamente vinculados a nuestra alma. En este sentido, no
solo es cierto que l es el primero en atreverse a formular una teora filosfica acerca
del origen del alma individual, sino que puede decirse que este es uno de los
problemas centrales de su obra. Pasemos a ver ms de cerca cmo se plantea y
resuelve la cuestin.

Ya hemos dicho que el Alma universal o inferior es llamada naturaleza en la


medida en que produce el mundo sensible sirvindose de los lgoi que el Alma, en
tanto hipstasis, contiene al modo de herramientas o instrucciones. Plotino nos dice,
adems, que el Alma universal, antes de producir el mundo sensible, encierra en s las
almas individuales como tantos puntos de vista particulares sobre el Alma total. Estas
almas individuales o puntos de vista metafsicos remiten, a su vez, a cada uno de los
inteligibles trascendentes a la propia Alma: son las emanaciones o imgenes
degradadas de aquellos, segn es establecido por las leyes de la procesin. Ahora

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bien, a medida que la naturaleza desciende hacia lo sensible estructurando los
organismos fsicos, las almas individuales quedan como rezagadas o aisladas en
un nivel superior, todava ajenas al contacto con la materia. Es solo cuando el trabajo
natural ha concluido que, fascinadas por lo que observan como un marinero que se
asoma al ocano para ver su rostro reflejado, se dejan caer al mundo de las imgenes
y reclaman lo que es suyo: aquellos cuerpos en los que se ven particularmente
representadas. De este modo, el cuerpo es creado fsicamente en la naturaleza, pero es
separado o recortado en ella por el descenso del alma individual que se lo apropia[55].
Se trata de lo que Porfirio describi como una doble generacin, por
composicin (natural) y causalidad o derivacin (metafsica): el ser vivo solo
nace cuando se produce este reencuentro entre lo orgnico y lo espiritual.

Si se observa con atencin, la profundidad de la solucin de Plotino, incluso vista


a ojos actuales, radica en que trat de ubicarse a medio camino entre lo que hoy
llamaramos una explicacin mecanicista y una explicacin espiritualista, que
consider insuficientes cada una por su cuenta a la hora de dar cuenta del fenmeno
de la vida. Como ni la materia ni el pensamiento individual pueden producir un ser
vivo aisladamente, Plotino postul una cooperacin de ambas fuerzas: el alma est
obligada a obedecer las leyes naturales y a irrumpir en mitad de ellas, mas no como
un imperio en mitad de otro imperio, sino en virtud de un reconocimiento entre
grados de ser que coexistieron en un nivel superior: el cuerpo fsico-qumico aspira a
la vida porque procede del Alma universal (recordemos que tambin los lgoi que lo
han producido son, en ltima instancia, las Formas de la Inteligencia degradadas): tan
solo falta que muerda el anzuelo venido de lo alto. As, ni el cuerpo es
completamente ciego (sino que est organizado y posee una racionalidad, tal y
como ya indicaron los estoicos) ni el alma se introduce en l milagrosamente (sino
que, frente al maniquesmo religioso, se reconoce en el cuerpo como en su propia
imagen).

A fin de ilustrar el modo en que ambos mecanismos convergen, podemos


introducir aqu, como hace Plotino en ocasiones, una suerte de causalidad
refractiva. Sea, en efecto, la naturaleza un haz de luz blanca de la que se separaran
los cuerpos como otros tantos haces multicolores a medida que se alejan del foco de
luz; de entre ellos, por ejemplo, tmese el haz rojo como el cuerpo de Scrates. En
cierto sentido, este cuerpo es de hecho obra de la luz blanca que lo ha producido
por refraccin, pero, en un sentido todava anterior, la luz roja exista de derecho en la
blanca y hubo de ser concebida en la fuente de luz, en este caso la Inteligencia, de la
que las almas son emisarias. Del mismo modo, cada organismo es a la vez obra de la
naturaleza y del alma particular que, insertndose en l y repasando sus contornos,
viene a actualizar en lo sensible un modelo inteligible. Cada alma no se dara, as,
ms que el cuerpo que ella merece. Prolongando el ejemplo anterior, diramos que el

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haz rojo del alma de Scrates encuentra en la naturaleza una regin de su misma
tonalidad con la que coexisti en un grado superior del ser. As, cada gestacin
orgnica se limitara a dar la ocasin para una incorporacin metafsica, y todos los
seres vivos, a su modo, seguiran cantando la gloria del Uno. Solucin que supera
en ambicin a todos los dems autores antiguos.

Dos ideas presiden, en definitiva, la doctrina del alma humana en Plotino[56]: en


primer lugar, las almas particulares estn ntimamente vinculadas con el Alma
universal; en segundo lugar, se da una unin no menos ntima de cada alma con su
cuerpo, al punto que el segundo complementa a la primera como la oscuridad a la luz.
Entendemos ahora en qu sentido pretendi Plotino, precisando la teora de su
maestro Amonio Saccas (a la que rinde un magnfico homenaje), que es el cuerpo lo
que est en el alma, y no el alma lo que est en el cuerpo. Es el alma, en efecto, lo
que existe realmente en tanto prolongacin de la Inteligencia que emana del Uno, y el
cuerpo no representa ms que un ndice de negatividad o cada: lo que le falta al alma
para valerse a s misma. Al arrojarnos al mbito del espacio, del tiempo y de la
causalidad, el cuerpo nos ubica en mitad de un campo de imgenes donde cada parte
debe adosarse a otras para intentar realizarse, algo que jams lograr. Se inaugura as
una especie de lucha por la supremaca, por ocupar el lugar de las dems, que se
expresa en una interaccin de lodos los seres contra todos (y el cuerpo es
precisamente el soporte de esta lucha). Privadas de la autosuficiencia intelectual que
tenan fuera del espacio y el tiempo, las almas descendidas al campo de batalla son
condenadas a la interaccin sensible y adquieren pasiones (es decir, estados que no
dependen enteramente de ellas), debiendo as pagar por su osada.

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El problema del tiempo en Plotino

El segundo problema del que debemos ocuparnos es el de la temporalidad. En la lnea


de lo que ocurra a lo largo de la procesin, Plotino concibe el mundo sensible como
eternamente engendrado y duradero por siempre. Esto es independiente de que las
cosas que lo pueblan estn ellas mismas sujetas a nacimiento y muerte. Al contrario
que Platn, quien en el Timeo sugera que el mundo sensible no haba existido
siempre, Plotino pretende que esta generacin no es temporal ms que por razones
expositivas o pedaggicas, impuestas a Platn por su recurso al mito, que no puede
presentar los hechos sin ponerlos en una sucesin de apariencia cronolgica la del
relato. Sin embargo, l insiste en que nunca hubo un tiempo en el que la materia
estuviera desestructurada o el universo muerto. Al contrario, desde el momento en
que ponemos el mundo inteligible, existe y habr existido siempre ya el sensible[57].
Esto lleva al pensamiento aparentemente paradjico de que el tiempo mismo es
eterno por su gnesis, en el sentido de que ha sido creado desde siempre como una
imagen mvil de realidades trascendentes.

A efectos de la existencia humana, que es lo que ahora nos interesa, lo importante


de esta doctrina es que tambin nuestra encarnacin en un cuerpo (o en los diversos
cuerpos en que nos reencarnamos), por ms que este ltimo se desenvuelva en el
espacio y el tiempo, es ella misma eterna y siempre ya exigida por la posicin de las
tres hipstasis. Esto, sin embargo, no quiere decir que Plotino piense que todos
nuestros estados psicolgicos (placeres y dolores, deseos, ocurrencias) son eternos
o necesarios. Ni lo que soamos anoche, ni nuestro equipo preferido, ni nuestros
recuerdos de infancia tienen, por lo general, el ms mnimo inters filosfico. De
hecho, l se refiere a las afecciones del alma individual como sus productos o
excrecencias accidentales. Al hacerlo as, quiere evitar a toda costa el equvoco de
que al alma se le aaden funciones psicolgicas conforme desciende. Eso equivaldra
a decir que la procesin es un enriquecimiento, cuando es justo al revs. Las
facultades inferiores como la imaginacin, la memoria y la sensibilidad no son
potencias dormidas que despierten, sino versiones empobrecidas del intelecto
intemporal. Cada una es solo un reflejo de las ideas, por lo que Plotino puede decir
que cada hombre sensible es como la versin zafia de una estatua ideal a la que
imita errticamente. En este sentido, las sensaciones son vistas como pensamientos
oscuros (y a la inversa, las ideas como sensaciones claras) e incluso la conciencia en
su conjunto no ser ms que la inteligencia reflejada en la imaginacin como en un
espejo. Pasemos a ver este punto con algo ms de detenimiento.

Tambin en lo relativo a la teora de la conciencia individual fue Plotino un


innovador. Pero, al contrario de lo que ocurrir en la modernidad a partir de

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Descartes, cuando el pensamiento consciente pasa a ser la primera e innegociable
garanta de la realidad de un ser (pienso, luego existo), Plotino apenas le concede
importancia ni en el conocimiento, ni en la virtud, ni en la felicidad, al punto de hacer
de l una degradacin del intelecto. Segn nos dice, el hroe no es consciente de que
acta con coraje, precisamente porque la conciencia de un acto no hace ms que
debilitar la energa invertida en l (razn por la cual se incrementa en momentos de
duda o angustia). La vida verdaderamente intensa es la que no se disuelve en
sentimientos o pensamientos en los que el yo se tiene en cuenta a s mismo; la
conciencia no se produce ms que cuando el pensamiento puro se divide y cae como
un pjaro herido. Por eso leemos que tomar conciencia es permanecer por fuera de
lo que captamos[58]. Como afirm a principios del siglo XX el filsofo Henri
Bergson, gran lector de Plotino, las cosas que caen ms claramente bajo la
conciencia son precisamente aquellas que nos son ms extraas: tenemos mayor
conciencia de la enfermedad que de la salud[59], y, por la misma razn, ms
conciencia de nuestras limitaciones que de nuestras destrezas. En el mismo sentido,
de las cosas que verdaderamente nos pertenecen ntimamente o de aquellas acciones
que nos definen somos inconscientes: las hacemos instintivamente, como quien posee
un gran talento y hace coincidir su pensamiento con la ejecucin del mismo, sin
exterioridad entre el sujeto y el objeto.

No es difcil entender, por tanto, que la conciencia tal y como la piensa Plotino,
como un hipofenmeno (realidad menor o marginal), ilustre bien la desdicha del
alma individual en su descenso al tiempo: por ella pasa a ser consciente de aquello
que le falta para reintegrarse en el Todo. Precisamente el encanto espiritual y
teraputico de la experiencia esttica radica a ojos del pensador alejandrino en que
se establece en ella una unin ntima o simpata entre el espectador y lo bello en s.
Esta visin choca diametralmente con la concepcin moderna del conocimiento,
segn la cual este solo es adecuado si se produce una correspondencia entre el sujeto
cognoscente y el objeto conocido. Para Plotino, el verdadero conocimiento no
consiste en corresponder a las cosas con estados mentales o smbolos, sino en
simpatizar en profundidad con ellas, eliminando la distancia fenomenolgica que
nos separa de ellas y contemplndolas en su propia venida al ser.

La conclusin que se extrae de esta teora es que el ser consciente no puede


captarse a s mismo, pues el rgano de conocimiento llega siempre tarde a la
captura de su objeto: hay un lag o latencia insalvables. Para lograr ese autntico
autoconocimiento, el alma deber elevarse hacia su cspide, la inteligencia pura, a fin
de captarse en una intuicin directa e intemporal: no en tanto re-presentacin, sino en
tanto presencia de s misma a s misma.

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Por suerte, segn sostiene Plotino, las almas individuales son trascendentes al
tiempo en la medida en que permanecen en contacto con su cima inteligente (el alma
superior), pues, en funcin de la causalidad emanativa, lo trascendente no se divide
sino permaneciendo indiviso, es decir, impropiamente, del mismo modo que el Uno
no engendraba el ser perdiendo su inmutabilidad, sino permaneciendo en s. Para el
alma individual, el tiempo es precisamente lo adicional, lo emanado que no le afecta
ni la merma. Es como si la obsesin del alma, su audacia, fuera solo un sueo o un
delirio, y esta ser la clave de la posibilidad de salvacin para ella: que puede
despertar de esa pesadilla imaginaria para acceder al verdadero yo donde laten la
inteligencia, la voluntad y el libre albedro. Visto as, las acciones, sentimientos y
sensaciones poseen un estatuto semirreal: an pueden participar del alma, pero en
tanto imgenes o derivados empobrecidos, sin espesor, hueros, planos. La ascesis,
por su parte, ser concebida como un retorno a la pureza intemporal del alma por
medio de la suspensin de emociones y acciones. Nos recogemos a contemplar lo que
hay en nosotros de ajeno a las circunstancias de nuestra vida: aquello de donde brotan
nuestras afecciones sin confundirse con ellas, lo que habra permanecido idntico con
independencia de la poca y el lugar en el que hubiramos nacido y de los avatares
accidentales que nos sobrevienen: dicho de otro modo, lo que nos define como un
grado de intensidad divina, no como cosas mortales sujetas al espacio y el tiempo.

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Providencia y libertad. La fuga del destino

As es como somos conducidos, finalmente, al problema de la libertad, el ltimo de


los que debemos afrontar antes de hallar las coordenadas de la contemplacin mstica
e iniciar la fase de despegue. Hasta ahora sabemos que la individuacin responde a un
proceso necesario, y que no por encarnarse en un cuerpo deja el alma de ser
trascendente, pues sigue siendo eterna en la medida en que contacta, por su cspide,
con los inteligibles. Aceptando que ello sea as, en qu sentido cabe seguir hablando
todava de libertad individual, si esta no remite ya, por hiptesis, a ninguna accin
que se desenvuelva en el espacio y el tiempo?

Esta cuestin, segn es planteada y resuelta por Plotino, exige ser puesta en
relacin con otras dos nociones procedentes de una famosa polmica entre estoicos y
epicreos en torno al viejo tema griego del Destino: la providencia y la forzosidad. La
providencia se concibe habitualmente como el gobierno de los acontecimientos
terrenales por parte de seres divinos que los anudan en una misma trama. Epicuro,
con quien Plotino discute a menudo, haba negado su existencia aduciendo que si los
dioses controlaran el Destino, entonces tendran que preocuparse por la sucesin de
los acontecimientos y perderan su proverbial serenidad. Segn este filsofo, lo nico
que existe a nivel fsico es la ciega forzosidad o necesidad material, derivada del
choque, rebote y composicin de los tomos entre s para dar lugar a todo el conjunto
del mundo visible y sus fenmenos. Los estoicos, al contrario, llamaban Destino a la
unidad ltima de todos los cuerpos (que constituan para ellos lo nico real) apelando
a su origen comn a partir de un mismo principio activo de tipo corpreo (el fuego
primordial, alma de Zeus o inteligencia divina), que habra engendrado el mundo
sensible dispersndose y enfrindose a travs de la materia indefinida o principio
pasivo. Esta unidad, presente para Dios a cada instante, se consumara para los
mortales en el momento de mxima tensin o interposesin de los seres en cada ciclo
csmico (los estoicos crean en un tiempo cclico), al que llamaban conflagracin
en honor a la naturaleza gnea del principio activo. En ese momento sealado, que
sera como el resurgir del ave fnix, el mundo sensible retornara por combustin a su
pureza inicial para comenzar un nuevo ciclo de transformaciones.

Plotino, por su parte, acepta parcialmente tanto el Destino de los estoicos como la
forzosidad o necesidad de los epicreos, aunque los ubica a niveles diferentes y los
desborda conjuntamente mediante una concepcin intelectualista de la Providencia. A
su entender, y frente a Epicuro, el Alma (inspirndose en la Inteligencia) ordena
espontneamente el mundo sensible sin salir de s y sin que ello suponga una merma
para ella, por lo que no necesita perder su trascendencia ni su divinidad. Este trabajo
es la emanacin impvida y serena[60] de un lgos que origina el cosmos.

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Precisamente por ello, el filsofo alejandrino sostiene la existencia de una
Providencia fundamentada en la garanta que aportan el Uno y la Inteligencia de que
el tiempo no har ms que imitar, aunque sea errticamente, la eternidad (de ah el
ciclo regular de las estaciones, los das y las noches, etc.). Ahora bien, la tarea de que
la Providencia se cumpla no pertenece propiamente ni al Uno ni a la Inteligencia, que
estn ms all del mundo fsico, sino al Alma y su lgos. Por eso Plotino distingue
tres niveles: la ultraprovidencia de la Inteligencia y el Uno (a la que accedemos
mediante la filosofa y la mstica), la Providencia del Alma universal (que
comprobamos en la sucesin ordenada de los fenmenos naturales) y la
subprovidencia de la Fatalidad (correspondiente, por ejemplo, al hecho de que a
menudo morimos de un modo absurdo), que se identifica con la forzosidad de la
materia en tanto carente de forma.

En este contexto, Plotino nos dice que no hay forzosidad que anule al ser humano,
pues, por ms que los cuerpos individuales sean partes del cuerpo total del cosmos
sensible, los seres racionales no son partes de ese cosmos, sino unidades
autnomas dotadas de iniciativa, voluntad e inteligencia. Ms an, tampoco la
Providencia anula esta independencia, pues segn dice Plotino valindose de una
elipsis dirigida contra los estoicos, si no hubiera ms que Providencia, ni siquiera
Providencia habra[61]. Alude as a que la propia Providencia remite, por esencia, a
un nivel superior a ella misma, del cual es la mera ejecutora. As, tanto la forzosidad
material como el Destino del cosmos pueden ser burlados en sucesivos niveles de
conversin. De todo lo cual resulta que cuanto sucede en el mundo, la gran trama
csmica, contiene tres factores causales entrelazados: la fatalidad de la materia, la
Providencia del Alma universal y la libertad del alma individual en tanto accede a su
cima intelectiva y se fuga de los dos planos anteriores.

No convendra, sin embargo, hacerse demasiadas ilusiones respecto a esta libertad


individual: Plotino no apela a la capacidad de introducir creatividad o novedad en el
mundo sensible, sino a la posibilidad de eludir los acontecimientos que lo ordenan y
elevarse ms all de ellos mediante el xtasis mstico (en sentido etimolgico, el
xtasis es una salida de s), accediendo al principio y viviendo conforme a l. La
libertad se define por escapar incluso a la Providencia que coordina de antemano
cuanto sucede en el mundo como un dramaturgo que compone una trama con buenos
y malos asignando papeles a todos los seres segn sus mritos en vidas pasadas. La
vida del sabio es entonces paradjica, pues se presenta como una excepcin en la
trama del Destino que no pretende, sin embargo, negarlo, sino nicamente sustraerse
a l en algunos momentos privilegiados de contemplacin que darn a su vida la
serenidad necesaria para alcanzar el estado de beatitud o virtud ms elevada.

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S Ulises y no Narciso. Las tres etapas del regreso a
casa

Cermica tica que ilustra el Canto XII de la Odisea de Homero, el episodio de Uli-
ses y las sirenas. Puede verse en el Museo Britnico.

En su Vida de Plotino, Porfirio relata la que para l es la ancdota ms enigmtica de


cuantas protagoniz su maestro:

Cuando Amelio se volvi aficionado a los sacrificios y andaba al retortero de


templo en templo en los novilunios y en las festividades y pretendi una vez
tomar consigo de acompaante a Plotino, este le dijo: Ellos son los que deben
venir a m, y no yo a ellos. Qu quiso decir con estas palabras tan altaneras, ni
hemos podido comprenderlo por nosotros mismos ni nos atrevimos a
preguntrselo a l (VP. X).

Verosmilmente, Plotino se refera a que no hace falta ir a buscar la verdad fuera


de nosotros, en otros lugares o tiempos (los templos y fechas sealadas por el
calendario), sino atraer su presencia hasta nosotros. Pero ms an, conviene
completar la ancdota con una afirmacin de las Enadas: tampoco hace falta que el
Uno venga para estar presente; sois vosotros quienes habis partido; pero partir no es
abandonarlo para ir a otra parte; pues est tambin all, sino, permaneciendo cerca de

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l, le habis vuelto la cabeza[62]. Las dos frmulas se completan mutuamente para
proponernos un viaje intensivo (y no extensivo), un viajar sin moverse que
debemos ubicar en el cruce de los tres problemas relativos al mundo sensible que
acabamos de abordar. Sabemos, en efecto, que la reunin con el Uno debe producirse
como un acto contemplativo del yo individual (1) que lo sustrae al tiempo (2)
expresando as su libertad (3). Para enfatizar la importancia de este acto, Plotino
insiste en la perspectiva escatolgica de las reencarnaciones: quien vive la vida de un
vegetal renacer vegetal, pero si accedemos a la visin de un dios nos habremos
hecho merecedores de otro nivel de realidad. La huida se presenta entonces como una
necesidad, la de reactivar o desentumecer el nivel intelectivo del alma (ubicado,
segn Plotino, no en el cerebro, sino sobre la cabeza) dejando, al contrario,
inoperantes el sensitivo y el vegetativo (estos s orgnicos).

Este acto de volver la cabeza al Bien es precisado en algunos de los pasajes


ms bellos de las Enadas. La fuente de inspiracin de Plotino es aqu doble. Por una
parte, se sirve, a modo de ambientacin, de algunos episodios de la Odisea. En su
particular reescritura del viaje de Ulises, plantea tres escalas que corresponden a
episodios del poema de Homero en donde intervienen crucialmente personajes
femeninos: las sirenas (1), Circe y Calipso (2), y Penlope (3), y en los que la propia
Alma debe adoptar cada vez un avatar diferente: el msico, el amante y el filsofo,
los tres candidatos. Respecto a la segunda fuente, procede de los textos platnicos
relativos a un retorno a la patria espiritual. Platn apelaba en ellos a temas como
modificar la mirada respecto al interior de la caverna, la visin y amor de la belleza
como fuerza remontadora, la huida del alma respecto al cuerpo, la reminiscencia
como va o la visin intuitiva como cima del esfuerzo moral e intelectual[63]. Estas
imgenes son recicladas e integradas en el sistema plotiniano sobre el horizonte del
relato homrico. En los pasajes platnicos, Plotino cree presentir una escala de virtud
purificativa (que buscara separar el alma del cuerpo como se acrisola el oro
purgndolo de la tierra) superior a la meramente cvica (concerniente al equilibrio
entre cuerpo y alma, y de la que Platn se habra ocupado ms explcitamente). La
novedad de Plotino es que l todava creer necesario establecer un nivel superior de
virtud: la virtud exttica, necesaria para acceder al Uno, acerca de la cual Platn
call.

En cada una de las etapas del viaje, Narciso es quien queda atrapado, fascinado
por la contemplacin de las imgenes en el espejo e incapaz de regresar a un hogar
que ha olvidado. Ulises, al contrario, completa las etapas y remonta el camino al
hogar a fuerza de recordar, complicando o recogiendo el tiempo sobre s mismo como
si de un cable se tratara.

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El primer candidato es el msico, dotado de una sensibilidad especial, muy
impresionable por cualesquiera improntas, pero poseedor, al mismo tiempo, de un
criterio que le permite apreciar las proporciones: mientras rehye siempre lo
discordante y lo falto de unidad en los cantos y en los ritmos, corre en pos de lo bien
acompasado y de lo bien configurado. Sacando partido de ese buen gusto, Plotino le
prescribe escuchar la msica, pero atendiendo a lo que de inteligible hay en ella (su
dimensin vertical o armnica), sin dejarse fascinar por la secuencialidad misma
(su dimensin horizontal o meldica). Solo as, aferrado a la firmeza del mstil al
que Ulises y su tripulacin se amarran, logra superar el hechizo de las sirenas, ese
inaferrable fantasma al que Narciso sucumbe.

En una escala superior ubica Plotino al amante, ensimismado en la contemplacin


de la amada y suspendido de unos ojos que le parecen contener la infinitud. El
amante es ya un buen rememorador de la belleza; pero, como esta es trascendente,
no es capaz de aprehenderla, sino que, impactado por las bellezas visibles, se queda
embelesado ante ellas[64]. En este punto deber, como Ulises con la maga Circe y la
atractiva Calipso, olvidar el encanto sensible apoyndose en el recuerdo de la fiel e
idlica Penlope que le espera en su verdadero hogar. A tal fin, Plotino pide
conducirle, a travs del razonamiento, a la pluralidad de los cuerpos bellos,
mostrndole que la belleza es la misma en todos ellos y debe ser, en consecuencia,
distinguida de cada encarnacin particular y remitida a un origen ms elevado. Se da,
adems, en mayor grado en disciplinas como el arte, la ciencia, la moral y las leyes.
Tras haberle acostumbrado as a enamorarse de cosas incorpreas, estas deben ser
reducidas a la unidad de la idea para pasar de las diversas virtudes a la Inteligencia de
la que proceden.

Finalmente est el filsofo, que sigue siendo un poco amante, del mismo modo
que el amante era un poco msico. En este caso, lo que ama es la verdad, a la que
accede en primer lugar a travs de las matemticas, para dirigirse a continuacin al
estudio de la dialctica, que le ensear a definir las cosas estableciendo lo que las
asemeja y distingue entre ellas hasta llegar a las Formas puras. Si Plotino lo seala
como el candidato definitivo es precisamente debido a que su actividad propia la
dialctica le mantiene al nivel de los inteligibles, alimentando su alma en la
Llanura de la Verdad e impidindole perder las alas. Plotino lo compara a Ulises
permaneciendo fiel a Penlope tras su llegada a taca al final de la Odisea. Solo en
ese punto, con su alma reducida a la unidad y entregada a una contemplacin
reposada y libre de todo deseo insatisfecho, es posible para el filsofo acceder a la
visin ms rara de todas:

Y entonces es cuando es posible ver a Aquel y verse a s mismos como se debe


uno ver: esplendoroso y lleno de luz inteligible: mejor dicho, hecho luz misma,

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pura ingrvida y leve: hecho dios, o mejor an, siendo dios, se ver todo
encendido en aquel instante (VI 9,10).

Pasamos as a la experiencia mstica, cumbre de la filosofa de Plotino.

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Otros neoplatnicos clebres

Con la desaparicin de Plotino, tres figuras


destacan en el neoplatonismo: Porfirio,
Jmblico y Proclo. Porfirio fue el ms
acadmico de los tres y leg algunos intentos
de sistematizacin de la filosofa clsica
(como el famoso rbol de Porfirio, recogido
en su Isagoge y antecedente de las modernas
taxonomas). Su discpulo Jmblico se
decant por armonizar a Plotino con las tesis
pitagricas sobre el nmero (de ah que se le
considere un neopitagrico). Proclo es el ms
importante de los tres y es considerado el
ltimo gran filsofo griego de la Antigedad.
Nacido en Constantinopla a finales del siglo V, rbol de Porfirio representado
se traslad a Atenas y devolvi a la vieja polis en un antiguo tratado de filo-
parte del lustre acadmico de antao. Su obra sofa.
Elementos de teologa, conservada
ntegramente, es comparable en ambicin a las Enadas, aunque
compensa su menor calidad literaria con un mayor rigor expositivo. Las
similitudes con Plotino son evidentes: tambin l trata de armonizar la
filosofa griega con una visin religiosa y monotesta del mundo, lo que le
lleva a reproducir los mecanismos de la procesin y la conversin. Si por
algo destaca Proclo es por tratar de encajar el politesmo con el
monotesmo.
Su principal novedad es la nocin de Hnadas, una nueva especie
de intermediarios destinados a resolver el problema de la presencia de lo
superior en cada uno de los inferiores sin necesidad de degradarse.
Proclo apela a ellas como unidades participares que se comportan
como dioses de rango inferior que son formalmente lo que el Uno es
eminentemente. Siguiendo un razonamiento parecido, entre lo eterno y
lo temporal sita lo temporal perpetuo, que los escolsticos
medievales llamarn sempiterno.

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En las montaas de la locura. El misticismo de Plotino
y su concepcin intensiva del instante

de ese modo, la locura, a base de purificaciones y de iniciaciones, libr


del peligro presente y futuro al que de ella participaba, procurando
liberacin de los males al que realmente estaba posedo por ella.
PLATN, Fedro[65].

Pero el que est en trance y permanece en ese estado no tiene capacidad


de valorar lo que ha visto o lo que l mismo ha dicho
PLATN, Timeo[66]

Para entender el alcance del instante mstico hay que ver que, para Plotino, las dos
hipstasis superiores siguen presentes, en cierto modo, en el Yo. Tenemos sendas
potencias, o ms bien sendos niveles suprapsquicos, que nos asemejan a ellas. En
este sentido. Plotino fue pionero en pensar un inconsciente del Yo, aunque lo hizo no
como subconsciente, sino como supraconsciente. Est, en primer lugar; la
inteligencia cuerda, por la que contemplamos las Formas, y, en segundo lugar, la
inteligencia demente, embriagada o enamorada, por la que accedemos a duras
penas a una visin de Dios o el Uno-Bien. La dificultad de esta forma lcida de
locura est en que aspira no solo a suspender la distancia reflexiva sujeto-objeto que
caracteriza a la conciencia (y que ya se reduce a su mnima expresin en la
inteligencia cuerda, donde intelecto e idea coinciden), sino en suprimir tambin la
distancia con el Bien. Este unimismamiento (frente al mero ensimismamiento)
es el summum, clmax o acm de la experiencia mstica. Frente a Platn, que haba
indicado que la inteligencia era afn al Bien, Plotino plantea el acceso al primer
principio a travs de la cima de la inteligencia[67] ubicada en el centro del alma,
funcin anorgnica que exige ser activada desde una completa y absoluta soledad,
habindose despojado antes de toda otra forma y nivel psquico, incluyendo el
vegetativo, el sensible y el intelectual. Las expresiones son reveladoras: huir solo al
Solo, recibir solo al Solo[68], etc.

Esta experiencia sui generis arroja un ltimo problema que debe ser resuelto: si el
acto libre consiste en una huida hacia el Uno, qu es entonces el Yo? Hay un
estatuto positivo para el sujeto humano en esta filosofa? La respuesta ms ajustada al
pensamiento de Plotino es que la condicin humana no es algo dado de una vez por
todas, sino ms bien una oscilacin, y el Yo mismo el ascensor mvil[69] capaz de
recorrer todos los pisos del alma, a su vez representativos de los jalones procesionales
de la realidad en su conjunto. La propia personalidad, por tanto, aparece como el
movimiento completo de cada y ascenso csmicos, y es definida a cada momento

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por un ndice de alejamiento respecto al origen. Conforme ms nos acercamos al
punto cero, ms nos alejamos de la fisiologa y de los afectos y ms activamos las
potencias superiores del alma, hasta llegar a las suprapsquicas. Por eso es imposible
decir dnde empieza o acaba exactamente el Yo en Plotino (l mismo nos dice que no
hay un punto donde podamos decir hasta aqu est el yo[70]): el fondo mismo de
esta filosofa es una continuidad hasta el Uno. Se trata de una paradjica inmanencia
trascendente en la que el alma, haciendo vertical lo horizontal como audaz
exploradora, se conoce a s misma conociendo su propio origen y reintegra su
peculiaridad y su personalidad en el Todo para entender la necesidad de su propia
existencia como gradiente o punto de vista sobre lo divino. Los individuos cantan,
cada uno a su manera, la grandeza del Bien. En este sentido, tambin desaparece la
oposicin dialctica entre Yo y no-Yo: uno se recupera al perderse, contrapartida del
lema de inspiracin socrtica segn el cual uno solo conoce aquello que sabe que
ignora. Pierre Hadot, uno de los comentaristas modernos ms acreditados de
Plotino, se ha referido a la experiencia exttica precisamente como una oscilacin
entre la base y la cima del cosmos, o entre la conciencia reflexiva y la no-refleja[71].
El movimiento completo de esta oscilacin, sin embargo, solo puede realizarse
ocasionalmente, como fruto de una larga paciencia, en unos pocos instantes
excepcionales que funcionan como revelaciones sbitas similares a una iluminacin
mistrica (y de las que, segn cuenta Porfirio, como ya se ha indicado, Plotino tuvo
cuatro en su presencia). Experiencias que no pueden ser ms que inefables, pues la
palabra introduce ya una doble brecha entre el hablante y lo designado y entre el
significante y el significado. Se trata, en resumen, de una identificacin plena, aunque
momentnea, de la que el iniciado retorna galvanizado, pues logra dar un sentido
pleno a su existencia individual al saberse conectado con la totalidad.

El instante mstico que cierra el sistema nos ofrece, as, la puerta de entrada a la
comprensin ms profunda de la doctrina plotiniana del tiempo. Consiste en sustituir
un tiempo extensivo, definido por el tamao de su unidad de medida (por ejemplo,
tres horas o cincuenta primaveras), por un tiempo intensivo que se define por la
distancia respecto al punto cero. El tiempo no es ya la medida del movimiento, sino la
medida de la degradacin: diremos que hay progresivamente ms tiempo a medida
que avanzamos en la procesin y caemos. Plotino defini el tiempo como la
aadidura irreparable del ser a s mismo. En este sentido, el tiempo mximamente
realizado coincide con el grado nfimo del ser y es generado desintensivamente. Y, a
la inversa, el grado mximo de ser define una medida mnima del tiempo: la
eternidad, el siempre, por encima de la cual est el autntico grado cero, all donde
el cable se recoge o complica por entero: el Uno superior al ser. Desde el mundo
sensible, que es nuestro escenario vital, el instante mximamente intensivo ser, por
tanto, el retorno al Uno: es el tiempo ms eminente, el instante pleno, lo que los
griegos llamaron kairs. El antes era tambin un arriba. Tal es el sentido de la

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rememoracin platnica a ojos de Plotino y la razn por la cual, inevitablemente, el
pensamiento del origen mismo debe adquirir para los seres racionales que logran
acceder a l la apariencia de un recuerdo (la famosa anmnesis platnica: saber es
recordar).

Ello, no obstante, no quiere decir que debamos permanecer nostlgicos por


siempre; precisamente la victoria del acto mstico consiste en hacer presente (y ya no
pasado) ese origen al hacernos coincidir plenamente con la cima de la creacin. Es
cierto que en ese momento ya no queda un Yo que pueda vivirlo en persona, pues el
propio Yo ha sido reabsorbido en la conversin. Este es, por as decirlo, el sacrificio
que Plotino nos pide para consumar la participacin.

Entendemos entonces que la intensiva sea una nocin del tiempo que conviene
perfectamente a los intereses de la procesin y la conversin del alma. En otras
palabras, una concepcin del tiempo pensada para ofrecer una transicin entre el
tiempo natural y la eternidad, lo que, a su vez, resulta inseparable de la concepcin
del alma como un microcosmos oscilatorio entre los distintos niveles de lo real.

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Plotino como crepsculo y como amanecer
Innumerables pjaros volaban sobre su cabeza, y saltarines peces surgan
de las aguas azules para [escuchar] su bello canto.
Simnides sobre Orfeo[72]

Al contrario de lo que l hubiera podido pensar, la muerte de Plotino no fue el final


de su filosofa. Muchos hombres y mujeres mueren con hijos, pero sin descendencia.
Para Plotino sucedi al revs. Numerosas corrientes filosficas se sintieron atradas
por la idea de aportar como prembulo a la psicologa del individuo una psicologa
del universo, programa que parece llevar a sus ltimas consecuencias la fascinante
expresin griega psych tou pants (alma del mundo). Esbocemos algunas de las
principales lneas que contribuyeron a prolongar su pensamiento.

Aunque Plotino haba concebido su filosofa en oposicin al cristianismo, el auge


de esta religin en Occidente se vio acompaado por una progresiva absorcin de
motivos helensticos que termin volviendo prcticamente indiscernibles ambas
corrientes. Ya en Agustn de Hipona (siglo IV-V), originario del norte de frica,
neoplatonismo y cristianismo alcanzan un hermanamiento pleno. Agustn, de hecho,
se convirti al cristianismo a raz de la lectura de las Enadas y a su profunda
admiracin por la doctrina del mal como una privacin de ser y de la conversin
como un retorno a la casa del Padre. Esta tendencia se prolonga en el annimo
Corpus dionisaco, elaborado en los siglos V y VI, que adapt el neoplatonismo de
Plotino y Proclo al dogma cristiano valindose de la teologa negativa (que sostiene la
imposibilidad de un conocimiento positivo de Dios y se refiere a l apelando solo a lo
que no es) como punto de anclaje. Traducido al latn por Escoto Erigena (otro
reputado cristiano neoplatnico) y extremadamente popular a lo largo de toda la Edad
Media, se alude en l reiteradamente a una luz divina percibida en el silencio que
trasciende lo sensible y lo inteligible.

Todo este proceso de asimilacin gener tambin efectos retroactivos: la lectura


de Platn y Aristteles que heredaron tanto la Edad Media como el Renacimiento fue
la de los autores neoplatnicos. Aunque hoy hayamos restaurado en parte una lectura
clsica valindonos de los avances hermenuticos, hasta el siglo XIX se consider que
la filosofa de Platn apareca fielmente recogida por Plotino, Porfirio o Proclo,
Hegel o Bergson, entre otros grandes filsofos, llegaron a considerar las Enadas
como una sntesis consumada del pensamiento antiguo.

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Lo cierto es que Plotino est de un modo u otro presente all donde se trata de
conciliar la providencia y el orden csmico establecidos por Dios con la libertad
humana, como en el latino Boecio y su Consolacin de la filosofa. Qu decir de la
mstica medieval, y especialmente de la de San Juan de la Cruz, plagada de alusiones
a la huida y otras imgenes plotinianas para referirse a Dios de forma paradjica:
ascenso en la noche oscura, la fuente que mana, la msica callada, la soledad
sonora

El Renacimiento, con su particular fervor filolgico, redescubri por su cuenta el


neoplatonismo precristiano y, valindose de la primera traduccin latina de las
Enadas (obra de Marsilio Ficino en 1492), imprimi una nueva vida a Plotino. Una
vida que se prolong a lo largo del racionalismo del siglo XVII, sobre todo en autores
como Leibniz y Spinoza, con su intento de conciliar la perspectiva finita del yo con la
infinitud de una razn que aspira a fundamentar todo lo real. Leibniz, por ejemplo,
habl del mundo como de una partitura divina que cada alma interpretara a su
manera, pero en la que todas cantaran como en un gigantesco coro barroco una
sublime alabanza a Dios.

Y finalmente est el papel decisivo de Plotino en algunas filosofas propiamente


contemporneas, notablemente en el romanticismo alemn de comienzos del
siglo XIX. Mencin especial merece Jakob Bhme, mstico y telogo cristiano del
siglo XVII que ejerci como fuente de inspiracin para figuras de la literatura y el
pensamiento como Goethe, a su vez influyente en el filsofo Schelling. A lo largo de
toda su obra, desde Aurora hasta Mysterium Magnum, Bhme ofrece un relato del
orden del tiempo, desde su cada hasta su ascenso, impulsado por lo que l denomina
el furor divino, y donde encontramos reminiscencias muy claras de la ertica
plotiniana de la procesin. En este clima intelectual, e inspirndose ya directamente
en Plotino, Schelling y Bergson enarbolarn la bandera de la metafsica a fin de
superar las limitaciones impuestas al conocimiento humano por la filosofa crtica de
Kant, en lo que constituyen nuevas odiseas de retorno al absoluto desde el sujeto
individual.

Respecto a la literatura y la cultura popular, las referencias seran innumerables,


pero por poner dos ejemplos de autores que han reconocido la influencia directa de
Plotino, podemos citar a Jorge Luis Borges (lase, por ejemplo, su relato breve El
Aleph) y al escritor norteamericano de ciencia-ficcin Philip K. Dick, autor de las
novelas que dieron pie a los xitos cinematogrficos Blade Runner o Minority Report,
y que en su saga SIVAINVI introduce temas de un marcado tono gnstico y
neoplatnico.

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Las discusiones medievales sobre la causalidad divina

Segn cuenta la leyenda, la poblacin de Bizancio se puso a discutir


acerca del sexo de los ngeles mientras la ciudad era saqueada por los
turcos. Aunque a menudo tendamos a ridiculizar las discusiones entre
telogos medievales presentndolas como galimatas sin sentido, la
cuestin se aclara enormemente vista a ojos de Plotino. Lo que estaba
en juego con frecuencia en las acusaciones de hereja y en los siniestros
tribunales de la Inquisicin de los siglos XI a XV era lo siguiente: qu tipo
de causa es Dios con relacin al mundo? Haba, fundamentalmente, tres
candidatos en discordia. Estaba primero la causa transitiva, la ms
santurrona de todas, segn la cual Dios habra creado el mundo como un
artesano: abandonando su quietud y fabricando algo que le era ajeno e
inferior. En segundo lugar, como sabemos, Plotino haba inaugurado la
ms sutil causa emanativa: sin salir de s, Dios producira un efecto del
cual se distinguira. Es, por ejemplo, la relacin de la luz difundida con
respecto al Sol, o la del olor respecto a un perfume. En tercer lugar
estaba la rigurosa causa inmanente, la que ms suavizaba el
proceso creador: Dios no solo permanecera en s para producir, sino que
lo producido tampoco saldra de l. As funcionan las ideas en nuestro
pensamiento o las ondulaciones en la superficie de un estanque. Lo que
volva particularmente endiablado este asunto es que ninguna de las tres
causas satisfaca por entero a los escolsticos (desde Anselmo de
Canterbury hasta Duns Scoto): la primera era grosera, la segunda
demasiado metafrica y la tercera rozaba el atesmo. La nica manera
que encontraron de apaciguar la disputa entre razn y fe fue
empalmando las tres en un sorprendente ingenio metafsico: Dios
generaba en su inteligencia, de forma inmanente (1), el mundo-modelo,
del cual brotaba, por emanacin (2), el mundo-copia en el que vivimos.
Finalmente, entre el mundo-copia y Dios mismo haba exterioridad plena
o transitividad (3), con lo que quedaban salvadas, provisionalmente,
tanto la trascendencia como el rigor filosfico, para tranquilidad del Papa
de Roma.

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APNDICES

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OBRAS PRINCIPALES

La obra completa de Plotino est recopilada en las Enadas, una voluminosa


coleccin de tratados filosficos (casi 1500 pginas) escritos en griego antiguo a lo
largo de diecisiete aos (253-269). Porfirio, el fiel discpulo encargado de la edicin
original, emple un criterio de ordenacin un tanto artificioso: en primer lugar,
subdividi los tratados ms largos y de 45 pas a 54 (9 grupos de 6). Ello se debe a su
fascinacin por el seis y el nueve, duplo y cuadrado del tres, que es el nmero de las
hipstasis y del Todo perfecto (o lo que tiene principio, medio y fin).

En segundo lugar, la clasificacin de Porfirio va de los asuntos ms cercanos a los


ms elevados y metafsicos, segn era costumbre en el platonismo acadmico de la
poca, que segua una exposicin en tica, fsica y teologa[73]. Esta ordenacin es
respetada en la mayora de traducciones modernas.

Los tratados de la primera Enada aluden sobre todo a cuestiones humanas:


definicin de los placeres y dolores, diferencias entre el animal y el hombre, belleza y
arte, la felicidad dentro de los lmites de una vida finita, el origen del mal en el
mundo o cundo el suicidio es razonable.

La segunda Enada compila los tratados fsicos y cosmolgicos relativos al


mundo sensible, desde la materia inorgnica hasta el movimiento de los astros: la
existencia eterna del cosmos, la rotacin de planetas y estrellas, la crtica de la
astrologa, la discusin con estoicos y epicreos acerca de la estructura de la materia
o la falsedad del maniquesmo que atribuye la creacin del mundo sensible a un
Demiurgo malvado.

La tercera Enada sigue centrada en el cosmos sensible, pero se desplaza hacia


problemas ms metafsicos, como el Destino y la naturaleza del tiempo. As, se tratan
en ella la fatalidad, la providencia, los vnculos de atraccin o la eternidad y el
tiempo.

La cuarta Enada est dedicada exclusivamente a la tercera hipstasis plotiniana,


el Alma, considerada habitualmente como la mdula central de la filosofa de Plotino
y el punto que concentra buena parte de sus innovaciones. Se abordan aqu los
problemas de la esencia trascendente e inmortal del alma, las funciones psicolgicas,
las teoras de la percepcin y la memoria, la relacin del alma individual con el Alma
del mundo y el problema de la incorporacin o descenso al cuerpo.

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La quinta Enada recoge los textos relativos a la Inteligencia o segunda
hipstasis: el sentido y orden de la procesin, el ejercicio del intelecto, la inmanencia
de las Ideas en el nos o las relaciones entre ser e inteligencia.

Finalmente, la sexta Enada se centra en el Uno o primera hipstasis, y ana los


tratados ms difciles, extensos y elevados de Plotino. Se incluye aqu toda la teora
de los grados del ser, adems de exponer la gnesis emanativa de la inteligencia o la
identidad del Bien con el Uno.

Afortunadamente, Porfirio tambin aporta el orden cronolgico de los tratados, y


los comentaristas actuales (con Pierre Hadot a la cabeza) se inclinan por leerlos en el
orden en que fueron escritos. Si bien es cierto que no se aprecia una evolucin real en
el pensamiento de Plotino (quien empez a escribir a una edad avanzada), esta opcin
tiene el atractivo de que reproduce el continuo desplazamiento de intereses en el seno
de su escuela de Roma.

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CRONOLOGA

Vida y obra de Plotino Historia, pensamiento y cultura

199. Roma firma la paz con los partos y


Mesopotamia deviene provincia
imperial.

203 o 204. Nacimiento de Plotino, 203. Muerte de Ireneo, obispo cristiano


presuntamente en Licpolis (Egipto). de Lyon y principal adversario de los
gnsticos, a los que considera herejes.

208. El emperador Septimio Severo


somete a Escocia en la guerra de
Britania.

211. Muerte de Severo en Eburacum


(actual York). Le sucede como
emperador su hijo Caracalla.

212. Caracalla manda asesinar a su


hermano y heredero Geta. Concesin
del ttulo de ciudadana a todos los
habitantes libres del Imperio, procedan
o no de familia romana.

215. Construccin de las Termas de


Caracalla en Roma.

217. Macrino asesina a Caracalla y se


proclama emperador con el apoyo de
las legiones orientales.

218. Macrino es asesinado por las


tropas imperiales, que proclaman
emperador a Heliogbalo, sobrino de
Caracalla y sacerdote de Baal, culto
solar de los sirios.

219. Heliogbalo lleva a Roma la piedra


meterica de Baal y hace del culto sirio
la religin oficial.

222. Heliogbalo y su madre Julia

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Bassiana son asesinados por la guardia
pretoriana. Alejandro Severo es el
nuevo emperador.

232. Se desplaza a Alejandra a estudiar 232. Nacimiento de Porfirio en Tiro


filosofa. Descubre a Amonio Saccas, (actual Lbano).
de quien ser discpulo durante once
aos.

235. Las tropas asesinan al emperador


Alejandro.

238. Gordiano III es proclamado


emperador con el favor de los prtores.

240. Doctrina del maniquesmo de


Mani en Babilobia.

242. Muere Amonio Saccas, maestro


alejandrino de Plotino y considerado
iniciador del neoplatonismo.

243. Terminada su formacin, se une a


la comitiva de Gordiano III en su
campaa contra los persas con el fin de
estudiar in situ la sabidura oriental.

244. Su deseo se ve frustrado cuando 244. Gordiano es emboscado y


Gordiano es asesinado por Filipo en asesinado por Filipo el rabe, que se
Mesopotamia. Logra escapar a proclama emperador
Antioqua, desde donde regresa a
Alejandra para pactar con Erenio y
Orgenes la no-revelacin de las
enseanzas del difunto Amonio. Se
dirige a Roma, donde funda su propia
escuela. Siguen nueve aos de
enseanza exclusivamente oral.

246. Amelio llega a la escuela y se


convierte en el fiel asistente de Plotino.

247. Celebracin con motivo de los mil


aos de la fundacin de Roma.

250. Decio, nombrado emperador tras

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derrotar a Filipo, ordena la primera
persecucin de cristianos en todo el
Imperio. Nacimiento de Jmblico,
futuro discpulo de Porfirio y fundador
de la escuela neoplatnica de Siria.

251. Tras la muerte de Decio en batalla


contra los godos, las tropas proclaman a
Treboniano Galo como emperador.

253-263. La escuela florece y recibe 253. Emiliano es nombrado emperador


alumnos de procedencia sociocultural por sus legiones, pero tras matar a
diversa. Plotino escribe los primeros 21 Treboniano es l mismo asesinado. Las
tratados de los 54 que compondrn las legiones de Germania proclaman
Enadas. emperador a Valeriano, que deja el
Imperio occidental a cargo de su hijo
Galieno.

257. Edicto de Valeriano contra los


cristianos. Se prohbe el culto y las
asambleas y se confiscan los bienes de
la Iglesia.

260. El persa Sapor derrota en Edesa


(actual Turqua) a Valeriano, que muere
en cautividad. Macriano y Quieto son
proclamados emperadores por las
tropas.

263-268. Llegada de Porfirio a la 263. Galieno celebra el aniversario de


escuela, en la que permanece cinco su acceso al trono occidental con gran
aos; recibe el encargo de editar los fasto en las decenalias de Roma.
textos del maestro. Plotino redacta otros
24 tratados.

268. Crisis existencial de Porfirio, que 268. En una sangrienta conspiracin de


se marcha a Sicilia siguiendo el consejo oficiales en Miln, Galieno es asesinado
de Plotino. por Aureolo y este por Claudio, que
deviene emperador.

269. Amelio explica la doctrina de


Plotino en su escuela de Apamea
(Siria).

270. Muere a los 66 aos en la finca de 270. Claudio muere por la peste y es

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su amigo Zeto, en la Campania, sustituido por Aureliano, quien lidera
acompaado de Eustoquio, su ltimo una campaa victoriosa en los frentes
discpulo. occidental y oriental y restituye
provisionalmente la unidad del imperio.

301. Porfirio cumple su palabra y edita


y publica las Enadas, a las que aade
una Vida de Plotino a modo de
introduccin.

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Notas

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[1] Todos los pasajes de las Enadas son citados en la traduccin castellana de Jess

Igal (Plotino, Enadas, 3 volmenes, Madrid, Gredos, 1992-1998). <<

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[2] En el Fedn platnico (99 d), Scrates denomina segunda navegacin al perodo

posterior a la crisis vital que le hace abandonar sus preocupaciones juveniles en torno
a la filosofa de la naturaleza (aspecto sensible y cambiante de las cosas) por el
anlisis de los discursos (aspecto racional e inteligible de las mismas). <<

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[3]
Huyamos, pues, a la patria querida, podra exhortamos alguien con mayor
verdad. (Enadas, 16,8, 16). Plotino se refiere a una verdad superior a la de la Ilada
de Homero, de donde procede la cita. <<

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[4] Enadas VI 9,9,34-38. <<

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[5]
Este tema aparece aludido por Platn fundamentalmente en Teeteto 176 a-b;
Banquete 211 b - 212 a; Repblica 514 a - 521 b; Fedro 246d - 248 c. <<

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[6] Es necesario huir de (este mundo) hacia all con la mayor celeridad y la huida

consiste en hacerse uno tan semejante a la divinidad como sea posible, semejanza que
se alcanza por medio de la inteligencia con justicia y con piedad (Platn, Teeteto,
176 a-b). <<

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[7] Porfirio, Vida de Plotino (en adelante VP), 10, 33-38 (trad. Cast. Jess Igal,
Madrid, Gredos, 1992). <<

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[8] Asclepio, 23b. <<

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[9] VP, 1 <<

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[10] VP, 10. <<

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[11] VP, 10. <<

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[12]
Sobre este tema, vase Vernant, J-P., Los orgenes del pensamiento griego,
Barcelona, Paids, 2011. <<

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[13] Timeo, 22 b. <<

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[14] VP, 23. <<

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[15] Ep. 133. <<

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[16] VP, 21. <<

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[17] Brhier, . La philosophie de Plotin, Paris, J. Vrin, 1999. <<
,

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[18] VP, 21 <<

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[19] Vase Jess Igal, Introduccin a Enadas, Madrid, Gredos, 1992, p. 21. <<

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[20] VP. 9. <<

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[21] VP. 2,25-27 <<

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[22] Citado por Eusebio, Praeparatio evanglica, XI 3,28. <<

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[23] VI, 25 (trad. cast Carlos Garca Gual, Madrid, Alianza, 2007). <<

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[24] En griego, eidos significa visin, en el sentido de una instantnea privilegiada

que captura un fenmeno en su esencia (como una escultura antigua o una pose de
danza clsica). Platn juega a menudo con el grupo semntico del sol y la
luminosidad para referirse a las Ideas, que, como la vista, permiten ver a distancia e
inmediatamente, aunque en este caso no lo sensible, sino lo inteligible. <<

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[25] A diferencia de sofistas como Protgoras (el hombre es la medida de todas las

cosas). Platn no es un relativista: cree que los humanos se equivocan con


frecuencia, razn por la cual les exige darse leyes que sean mejores que ellos mismos
y limiten la democracia, lo cual se consigue orientando la razn hacia las Ideas. Sin
embargo, tampoco es un absolutista: por ms que la razn se oriente en la direccin
adecuada (la de lo permanente y estable), hara falta un tiempo infinito, del que no
disponemos, para elaborar leyes perfectas y evitar el error de juicio. Por eso el
espacio y el tiempo (la prctica) siguen desempeando en l un papel crucial. Este es
su racionalismo. <<

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[26] En griego, tanto accin como uso se dicen igual: khrsis (trmino preferido

por Platn) o prxis (empleado por Aristteles). <<

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[27] Recordemos que Aristteles define la materia por la potencia, trminos que son

prcticamente sinnimos en su filosofa Para llegar a ser algo definido, la materia


exige una forma, como la potencia exige pasar al acto para consolidar un cambio real.
El mundo natural se define precisamente por esta mezcla de materia y forma: las
cosas no dejan de moverse y de reproducirse porque la potencia sigue latente en ellas
(nunca estn completas o realizadas), aunque pueden ser estudiadas
cientficamente en la medida en que esa potencia tiende a actualizarse (si no lo
hiciera, sera impotencia) <<

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[28] En el primer relato del Timeo (30 a), se dice que el Demiurgo tom todo cuanto

es visible, que se mova sin reposo de manera catica y desordenada, y lo condujo del
desorden al orden, porque pens que este es en todo sentido mejor que aquel
(mirando a la Idea de Bien, model la materia). Ya en el segundo relato, se precisa
esta operacin con la introduccin de un receptculo (khra) como trmino
intermedio entre el modelo y la copia. La khra es como la mesa de trabajo del
artesano, y corresponde a una materia indeterminada pero, a la vez, receptiva, que
constituye la base del mundo sensible: menos que una Idea, pero ms que una cosa.
<<

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[29] Vase Fedro, 265 c-d. <<

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[30] mile Brhier la define como relacin indeterminada de ms y de menos que por

s misma no es un nmero, pero s el sustrato de todos los nmeros (La philosophie


de Plotin, op. cit) <<

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[31] Platn, Fedro, 279 b. <<

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[32] Pro indica hacia adelante; odos es camino. <<

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[33] Esta amistad, aludida en el Timeo (32c) evoca al presocrtico Empdocles, para

quien la amistad (philia) es la fuerza que vincula los elementos discordantes del
universo. <<

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[34] Los estoicos, en efecto, haban recurrido a un principio activo corpreo e
inmanente al mundo (el fuego primordial) que sera el responsable ltimo de la
estructura y la consistencia de las cosas. En el apogeo de cada ciclo csmico, en el
momento de mxima interposesin de los seres (all donde todo marchara con un
mismo latido), esta alma del mundo se identificara con Dios mismo. <<

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[35] Enadas, III 8,10,5-14. <<

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[36] En, 17, 1. <<

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[37] En, I 8,7. <<

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[38] Para esta seccin me he apoyado fundamentalmente en el estudio introductorio de

Jess Igal a su traduccin castellana de las Enadas (Madrid, Gredos, 3 volmenes,


1992-1998). <<

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[39] En, V 1,6. <<

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[40] En, VI. 7. 15. <<

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[41] En, V 1,6,50. <<

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[42] En, VI8,20. <<

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[43] En, 17 1. <<

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[44] En, VI 8, 20. <<

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[45] En., VI 7,15. <<

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[46] Vase Igal, J, op. cit. <<

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[47] Ahora bien, como tampoco puede haber surgido de la nada, como vimos antes,

entonces Plotino ha de decir que emana de su potencia (V 5,5, 23) o


sobreabundancia. <<

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[48] En, III 9,2; V 9,8; VI 9,5. <<

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[49] En., V 3, 15, 26. <<

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[50] En, V 3, 12, 45. <<

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[51] En, IV 7,13. <<

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[52] Para este apartado, me he apoyado en A. Pigler, Le vocabulaire de Plotin, Pars,

Ellipses, 2015. <<

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[53] Prometeo encadenado es el ttulo de una tragedia clsica de Esquilo. En ella, el

titn que da nombre a la obra osa desafiar a Zeus y entrega a los mortales la mejor
parte de cada sacrificio, dejando la peor para los dioses. Cuando Zeus se entera de
este intento de inversin del orden csmico, enva a sus sicarios Ba y Cratos a que lo
castiguen mantenindolo eternamente atado a una roca. <<

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[54] En, III 8,5. <<

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[55] 55 En, III 9,2: ella est todava en su lugar propio en la regin intermedia; pero

lanza de nuevo una mirada sobre la imagen; por este segundo golpe de vista, le da
una forma y, contenta, desciende hacia ella. <<

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[56] En este prrafo, como en toda la seccin del problema de la individuacin, me he

inspirado en Henri Bergson, Cours sur Plotin, en Cours IV, Pars, PUF, 2000. <<

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[57] Vase En, V 8,12,11-26. <<

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[58] En, V8,11. <<

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[59] Op. cit, pg. 75. <<

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[60] En, III 2,2,15-24. <<

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[61] En, III 2,9,1-4. <<

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[62] En, VI 5,12. <<

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[63] Los textos aludidos son Repblica, 518c; Fedro, 246a y ss.; Banquete, 211 b y ss.;

Teeteto, 176 a. <<

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[64] En., 13,2 <<

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[65] 244 e - 245 a. <<

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[66] 71 e- 72 a. <<

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[67] En, VI 9,3,27. <<

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[68] En, VI9,11,51; VI 7,34,7-8; I 6,7,9. <<

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[69] Vase Igal, J, op. cit. <<

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[70] En, VI5,7 <<

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[71] Hadot, P, Les niveaux de conscience dans les tats mystiques selon Plotin,

Journal de psychologie nrmale et pathologique, 01/1970. <<

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[72] Fr. 384, citado por Giorgio Colli (La sabidura griega, I, Madrid, Trotta, 2008,

p. 125). <<

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[73] Vase P. Garca Castillo, Plotino, Madrid, Del Orto, 2001. <<

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