Los Asesinos - W B Bartlett
Los Asesinos - W B Bartlett
Los Asesinos - W B Bartlett
mediados del siglo XIII los cruzados difundieron por Europa una extraa
historia que ms tarde iba a confirmar Marco Polo: la de una misteriosa secta
de guerreros, conocidos como los hashishiyyun o consumidores de
hachs, que vivan en las montaas de Siria, practicaban el asesinato
indiscriminado como una forma de terrorismo y tenan como gua y soberano
al Viejo de la Montaa. La colorista narracin del cronista medieval Jean
de Joinville da idea del terror que la secta despertaba en Europa: cuando el
Viejo de la Montaa cabalga, le precede un pregonero armado con un hacha
danesa de largo mango forrado de plata y erizado de cuchillos. Mientras
camina, el hombre advierte a gritos: Apartaos del camino de aquel que tiene
en sus manos la vida de los reyes. Tras las brumas que oculta la leyenda,
se halla la verdadera historia de una secta chita, la de los nizars,
conocidos hoy como ismailitas, que cuenta hoy con millones de adeptos
en el mundo entero. Este libro se ocupa de ella con tal riqueza de datos y
tanta amenidad que su lectura resulta mucho ms fascinante que el mito que
iba a dar origen en las lenguas europeas a una nueva palabra: asesino.
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W. B. Bartlett
Los asesinos
Leyenda y realidad histrica de la secta secreta del islam medieval
ePub r1.0
Titivillus 05.09.17
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Ttulo original: The Assassins
W. B. Bartlett, 2006
Traduccin: Mercedes Garca Garmilla
Retoque de cubierta: Titivillus
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Agradecimientos
Un libro de esta naturaleza no existira sin el apoyo de un gran nmero de
personas. En primer lugar, me gustara dar las gracias a aquellos acadmicos cuya
obra me ha servido de inspiracin. Sin sus investigaciones y su dedicacin este libro
nunca se habra escrito. A los historiadores de esta larga lista, que no nombrar
porque no quisiera olvidar involuntariamente a ninguno, les expreso mi sincero
agradecimiento y, al mismo tiempo, les pido disculpas por los errores que yo pudiera
haber cometido y que son de mi exclusiva responsabilidad. A los que me han ayudado
de manera directa, deseo expresarles un agradecimiento especial. Tambin deseara
dar las gracias al personal de la British Library y al de la Southampton University
Library por la ayuda que me han prestado en el transcurso de mi investigacin.
Como siempre, el equipo de la editorial Sutton ha llevado a cabo una enorme
tarea profesional. Deseara expresar mi gratitud a los lectores del manuscrito original
por sus sugerencias para mejorarlo. Mi agradecimiento a todo el equipo de Sutton,
pero uno muy especial a Jane Crompton, Christopher Feeney y Paul Ingrams que me
recondujeron a la direccin adecuada, cuando yo me haba desviado de la lnea recta
y concisa. En cuanto a Jane, que ha abordado nuevos desafos, mi admiracin
permanecer inamovible aprecio enormemente tu ayuda.
Finalmente, pero no en menor medida, he de expresar gratitud eterna a mi familia,
en primer lugar y ante todo a Angela y Deyna, cuyo amor y apoyo fueron los factores
ms importantes mientras estaba escribiendo este libro. Sin vosotras, nada de esto
habra sido posible.
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Prlogo
A mediados del siglo XIII, un ejrcito francs parti a las Cruzadas, atravesando
el Mediterrneo hacia las lejanas costas de Egipto. La expedicin acab en un
desastre. El ejrcito, capitaneado por el rey Luis IX de Francia, fue rodeado y
bloqueado. Miles de cruzados fueron hechos prisioneros; a muchos los mataron a
sangre fra. Los pocos infelices que sobrevivieron consiguieron hacer una breve
travesa hasta Palestina, donde en aquella poca un pequeo reino cruzado, conocido
como Outremer es decir, Ultramar, la tierra que est al otro lado del mar, se
aferraba a su dbil existencia en una situacin precaria, rodeado por estados
musulmanes hostiles. El ejrcito permaneci all durante varios aos. En sus filas
haba un cronista, Jean de Joinville, un hombre de confianza muy cercano al rey.
Posteriormente, este cronista relat por escrito lo sucedido durante el tiempo que pas
en aquella zona.
En su informe contaba que, hacia el ao 1250 d. C., un sacerdote llamado Yves el
Bretn fue enviado por el rey en una misin a la corte de un hombre misterioso que
diriga un grupo igualmente misterioso. Fueron muchas las cosas que fascinaron al
enviado occidental durante su visita, por ejemplo la falta de ortodoxia de las
creencias religiosas de aquel grupo, lo cual pareca sugerir que se encontraba maduro
para una conversin al cristianismo (aunque sta result ser una perspectiva
vanamente optimista). Sin embargo, entre todas las cosas que descubri el sacerdote,
hubo una que desat su imaginacin e hizo que un escalofro recorriera su espalda.
Segn Yves, aquellos hombres eran asesinos profesionales.
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Joinville explicaba a sus lectores cmo recorra sus territorios el lder de este
grupo, al que llam el Viejo de la Montaa:
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deca continuamente a gritos: Apartaos del camino de aquel que tiene en sus
manos la muerte de los reyes.[1]
Pero tambin los musulmanes de la regin conocan bien a este grupo, y podran
haber explicado a Brocardus si ste hubiera podido hablar su idioma que el
conocimiento de los antecedentes de sirvientes y guardias no era en modo alguno una
garanta de seguridad. Muchas de las historias que se contaban sobre este grupo
hablaban de diversos incidentes en los que sirvientes que haban gozado hasta
entonces de una confianza plena haban cado bajo el influjo malfico de las creencias
de aquel movimiento. Sin nada que hiciera sospecharlo, respetables personas de
confianza, con una slida reputacin de muchos aos, resultaron ser asesinos
potenciales. Prcticamente lo ltimo que muchas vctimas de este grupo tuvieron que
experimentar fue un sentimiento de horror y de haber sido traicionados, al mirar a la
cara de un sirviente bien considerado que se diriga hacia ellos con una daga en la
mano.
El grupo infunda terror en los corazones y las mentes de su vecinos ms
cercanos. Segn cuenta un relato musulmn contemporneo, un guerrero regres a su
castillo, donde la guarnicin haba repelido uno de los ataques de estos asesinos, y
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encontr a su madre sentada en un balcn junto con su hermana. El guerrero le
pregunt por qu estaba all, a lo cual ella respondi: He sentado [a tu hermana] en
el balcn y he tomado asiento justo detrs de ella de tal manera que, en caso de que
[el enemigo] nos alcance, pueda empujarla y lanzarla al valle, porque prefiero verla
muerta antes que prisionera en manos de campesinos y violadores.[3] Grandes
gobernantes, cuyos ejrcitos superaban en nmero muchas veces a los miembros del
grupo, estaban siempre en guardia, vigilando las sombras para prevenir un repentino
ataque mortfero. Sus enemigos se referan a los miembros de este movimiento
mediante un nombre especial. Los llamaban hashshashin, un trmino despectivo que
significaba consumidor de hachs. Se supona que no haba que tomarlo en sentido
literal; se trataba de una denominacin que los musulmanes aplicaban a personas que
ellos consideraban moralmente reprobables. Los caballeros occidentales que
formaban parte de la poblacin del reino cruzado de Outremer oyeron utilizar este
nombre y comenzaron a usarlo ellos mismos, pero seguramente lo pronunciaran en
su propio dialecto. Al cabo de un par de siglos desde la llegada de estos caballeros a
la regin, el nombre pas a formar parte de su propio lenguaje, siendo una palabra
que todava sobrevive en el uso moderno y cotidiano, pero en aquella poca llamaron
asesinos a los miembros de este grupo.
Sera mucho ms preciso denominarlos nizares. Al menos un ensayista moderno
ha sealado, con una pizca de correccin, que sus colegas contemporneos, incluso
aquellos que pueden considerarse eminentes y muy bien informados, utilizan de
manera incorrecta el trmino asesinos.[4] Sin embargo, este mismo ensayista reconoce
cul es la razn de que esto sea as al admitir que el trmino asesinos, con su aura
de misterio y por el hecho de causar sensacin, ha adquirido un valor en s mismo.[5]
Sin duda tiene razn, y ste es el motivo por el que nuestro libro lleva tal ttulo.
Esperamos que, cuando llegue a su final, el lector entender por qu el trmino
asesinos es errneo y, al mismo tiempo, sabr cmo fue que los miembros del grupo
en cuestin llegaron a ser llamados as.
Ciertamente, los propios miembros del grupo se habran sorprendido al or que se
les calificaba de esta manera. Nunca habran aceptado que se les aplicase el trmino
hashshashin o asesino. Si se buscan sus orgenes en el pasado, hemos de decir que
stos se remontan a una poca, hacia finales del siglo XI, en la que haba una gran
divisin en el mundo islmico. Tales divisiones no fueron acontecimientos raros
durante los siglos en que el islam se encontraba en fase de formacin. Poco despus
de que Mahoma, el gran profeta fundador del islam, muriera en el ao 632, se
desencaden una encarnizada guerra civil que escindi el mundo musulmn en
diversas facciones. Varios siglos ms tarde, una de stas, la de los chies, se
fragmentara a su vez y surgira un grupo conocido como el de los ismailes.
Posteriormente, stos se escindiran a su vez. Una de las facciones se nombrara a s
misma segn el ltimo lder que reconocieron como cabeza legtima del movimiento.
Su nombre era Nizar y sus seguidores se llamaron a s mismos nizares. Despus
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del asesinato de Nizar en Egipto en 1095, ste fue el nombre que adopt la mayora
de los llamados asesinos. Sin embargo, con el paso del tiempo, esta denominacin se
perdi y en occidente las generaciones posteriores los conoceran exclusivamente por
la versin deformada del trmino despectivo hashshashin.
Los nizares iban a producir en quienes entraran en contacto con ellos un impacto
psicolgico que no guardara proporcin con el nmero de miembros de este grupo.
Poderes mucho mayores que los nizares que nunca fueron numerosos llegaran
a sentir con respecto a este movimiento un inters y un temor que en ltima instancia
seran nefastos para l. El primer gran enemigo de los nizares fue el poderoso, pero
fragmentado, imperio selycida que se haba instalado en Persia y territorios
adyacentes durante el siglo XI. No obstante, aunque el grupo sobrevivira a los
selycidas, sera posteriormente aplastado por uno de los ms poderosos y
destructivos regmenes que el Oriente Medio, o incluso el mundo entero, ha visto
jams: el de los mongoles.
Sin embargo, incluso entonces, cuando los nizares se vieron confrontados con la
imparable marea mongol, uno de sus castillos (de aquellos que el movimiento posey
en zonas de Persia y Siria, cuando estaba en todo su apogeo) resistira frente a lo
inevitable durante diecisiete aos, hasta que cay por fin en 1270, o alrededor de esta
fecha. El hecho de que este asedio se mantuviera durante un perodo tan largo pone
claramente de manifiesto el temor que este movimiento infunda entre sus enemigos,
que insistieron durante tanto tiempo para asegurarse de que el castillo finalmente
cayera. Asimismo, el destino de la guarnicin despus de su ltima captura apoya por
igual esta idea. El largo perodo durante el cual la guarnicin resisti, aunque su
situacin haba sido desesperada durante la mayor parte de este tiempo, podra haber
hecho que sus enemigos consideraran que la defensa haba sido especialmente
valerosa; por ello, cuando el castillo al fin cay, es posible que los miembros de la
guarnicin (que finalmente se rindieron, entre otros motivos, por el hecho de que se
haban quedado sin ropas) esperaran ser tratados como adversarios valientes que
merecen vivir. Pero no hubo en absoluto amabilidades de este tipo para estos
hombres; los ejecutaron a todos sumariamente.
Para entender la historia de este movimiento es fundamental valorar el temor que
los nizares producan. Dado que dejaron muy pocos testimonios escritos,[6] y que los
documentos relativos a ellos que se han conservado fueron en su mayora redactados
por sus enemigos, hay un gran peligro de que la imagen que ms tarde se form con
respecto a este movimiento tenga inevitablemente tintes negativos para l. Las
mayores influencias contemporneas sobre el desarrollo de la historia de este grupo
a juzgar por las crnicas que han sobrevivido hasta nuestros das fueron las de
los escritores persas Al-Malik Yuwayni, Rashid al-Din Fadl Allah y Abul-Qasim
Abd Allah Kashani. Todos ellos, por razones religiosas, sintieron una vehemente
enemistad hacia los nizares. Todos basaron sus relatos en fuentes originales nizares,
pero ninguno tuvo una actitud amistosa para con ellos, dndoles tanto la oportunidad
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como el motivo para enmendar sus relatos, cuando lo juzgaran conveniente.[7]
Un historiador del siglo XX, Marshall Hodgson, observa que, aunque Rashid al-
Din y Yuwayni con probabilidad prepararon sus informes a partir de las mismas
fuentes bsicas, sin embargo sus planteamientos son diferentes: Rashid al-Din
presenta ms hechos que Yuwayni, pero Yuwayni formula ms opiniones que Rashid
al-Din.[8] Lo cierto es, sin duda, que Yuwayni constituye un ejemplo especialmente
claro de tendencia antinizar, por lo que es importante de manera particular que se
tenga la debida precaucin al interpretar su relato. Estaba al servicio de los mongoles
cuando stos sometieron finalmente a los nizares en Persia y, en 1256, destruyeron la
mayor de todas sus fortalezas, el castillo de Alamut, pero, antes de arrasarlo, le
permitieron examinar los libros de la magnfica biblioteca que haba all. Pudo
quedarse con lo que deseaba conservar; el resto en su mayor parte literatura
religiosa fue destinado al olvido en una gran pira funeraria, cuyas llamas marcaron
el final de un Estado nizar independiente en Persia. Rara vez se le ha presentado a un
historiador una oportunidad tan fabulosa para configurar la historia segn sus deseos.
Dadas las afinidades de Yuwayni, sus tendencias no resultan sorprendentes; no
haba pasado mucho tiempo desde la captura de Alamut cuando los mongoles le
concedieron, como recompensa, el cargo de gobernador de Bagdad; desde luego, un
premio importante. Segn indic un historiador moderno, Yuwayni escribi con una
perspectiva claramente antiismail, expresando a menudo una condena categrica de
los sectarios, postura que no deja de ser comprensible en un historiador sun deseoso
de complacer a un amo que casi haba exterminado a los ismailes nizares de Persia.
[9]
Tanto en el estilo como en los contenidos de los escritos de Yuwayni, hay una
cantidad enorme de indicios que apoyan la idea de que est lejos de ser un testigo
objetivo de los acontecimientos histricos. Por dar un ejemplo de los muchos que
pueden detectarse, los comentarios de Yuwayni a propsito de la cada de Alamut
sirven como base general para este anlisis:
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parece como si un viento se hubiera detenido.[10]
Sin embargo, a pesar de toda esta hiperblica explicacin de Yuwayni, son los
relatos de los cronistas de occidente los que han influido al mximo en la
configuracin de las percepciones que han tenido posteriormente las mentes
occidentales, y esto quiz sea fcil de entender. Este movimiento caus una fuerte
impresin en los cronistas occidentales que llegaron a conocerlo. La percepcin
general era que se trataba de un grupo siniestro y sombro de asesinos que atacaban a
sus vctimas con impunidad. El hecho de que los asesinos (los nizares los llamaban
fidai o devotos), no temieran su propia muerte, e incluso la recibieran, al parecer,
con alegra, no contribua a atenuar el impacto que el movimiento produca en la
conciencia occidental contempornea. En medio de este ambiente, se aadi todo tipo
de adornos fantsticos al ncleo de verdad que contenan las narraciones relativas a
este movimiento.
Esta tendencia se prolong ms all de la poca medieval. Cuando los
historiadores occidentales del los siglos XVIII y XIX comenzaron a mostrar inters
por este grupo, en todo caso los mitos que se haban desarrollado ya para entonces en
vez de ablandarse se hicieron ms rgidos. Ha sido una gran cantidad de trabajo
llevado a cabo por historiadores del siglo XX, como Bernard Lewis, Farhad Daftary,
Wilferd Madelung y Hodgson, as como por varios historiadores de la India (donde
los nizares iban a tener posteriormente una presencia importante), lo nico que ha
comenzado a restablecer el equilibrio y a hacer que el pndulo oscile de nuevo,
alejndose del mito y acercndose a la historia. Estos historiadores han aportado a su
tema una nueva objetividad, un nuevo planteamiento cientfico. Como tales, las nubes
oscuras que entorpecan nuestra visin de los nizares han comenzado a disiparse. No
obstante, el velo de mitologa que oscurece la historia de los nizares est tan
firmemente instalado, y las fuentes de pruebas relativas a las realidades histricas de
este movimiento son tan limitadas, que, en realidad, hay pocas probabilidades de
reconstruir de manera concluyente todos los detalles de los nizares en su perspectiva
histrica.
Como ejemplo, el lector observar una cierta vaguedad en algunas de las fechas
citadas en este libro. Es un reflejo de la falta de claridad que a veces se pone de
manifiesto en el registro histrico que se ha conservado hasta nuestros das. Sin
embargo, un examen de las pruebas disponibles y una comparacin entre los relatos
existentes en relacin con este movimiento puede al menos ayudar a reconstruir una
imagen creble en la panormica de la posicin histrica de los nizares. Tambin
puede ayudarnos a mostrar de qu manera el hecho histrico de los nizares se
convirti en la leyenda espectacular de los asesinos.
Debido a que dejaron pocos registros histricos propios, fue inevitable que, desde
una etapa muy temprana, se atribuyeran algunas leyendas a este movimiento. La
destruccin prcticamente total de los nizares por los mongoles dej al movimiento
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sin posibilidad alguna de defenderse frente a las alegaciones ms extremas de sus
enemigos. Aunque continuaron existiendo durante siglos despus del desastre que
sufrieron a manos de los mongoles, los estados independientes que haban fundado
fueron invadidos. En efecto, los nizares slo sobrevivieron en forma de comunidades
relativamente pequeas y aisladas. Sus enemigos tuvieron carta blanca para decir lo
que quisieron sobre ellos sin temor a que se planteara recurso alguno contra sus ms
exageradas y absurdas acusaciones. En este contexto, el mito de los asesinos qued
enraizado y prosper.
En el centro de todo ello estaba su aplicacin del asesinato como arma de Estado.
La utilizacin de asesinos fue, en efecto, un mecanismo defensivo empleado por un
grupo que se encontraba en una desesperada situacin de desventaja, tanto por lo que
respecta a tamao, como a poder, si se compara con los recursos de sus enemigos.
Fue un eslabn de una estrategia que inclua tambin el uso de castillos aislados
fcilmente defendibles en remotos retiros de montaa y una habilidad extraordinaria
a veces generadora de confusin para cambiar sus lealtades, sus alianzas
polticas e incluso sus filiaciones religiosas con sorprendente frecuencia. Existe una
tctica en particular que le crea al historiador grandes dificultades y (sospechamos)
que tambin generaba incertidumbre en las mentes de los seguidores que tuviera el
movimiento en aquella poca. Era una tctica conocida como taqiyya (una palabra
que literalmente significa precaucin o prudencia). Se trataba de un concepto
que permita a los nizares ocultar sus autnticas filiaciones con el fin de sobrevivir a
los traumticos reveses que frecuentemente amenazaban con aplastarlos. En esencia,
consista en aceptar que un hombre poda renegar de su fe si deseaba hacerlo, para
poder garantizarse su propia supervivencia.
En ocasiones, era todo el grupo el que adoptaba esta tctica. Cuando iban a
emplearla, el lder del movimiento poda declarar que todas las profesiones de fe
anteriores haban dejado de ser vlidas. Se adoptaban polticas diametralmente
opuestas con el fin de que pudieran establecerse nuevas alianzas. Fruto de esto fueron
algunas variaciones desconcertantes en su poltica, pero los historiadores y telogos
nizares afirmaran con posterioridad que los cambios que se introdujeron eran slo
astucias para manipular a los adversarios polticos.
El concepto de taqiyya no es quiz demasiado atractivo y, en alguna ocasin, tuvo
que confundir a los que se haban adherido a la causa nizar. Tambin pudo haber
contribuido a que futuros partidarios de los nizares se dieran cuenta de lo acontecido
y afirmaran que los lderes anteriores en realidad nunca haban cambiado su poltica
en lo ms mnimo slo haban fingido hacerlo, con el fin de engaar a sus
enemigos. La taqiyya aadi otro nivel al mito de la duplicidad de los asesinos y a la
marea global de insinuaciones siniestras. Dicho esto, hay que aadir que esta tctica
tuvo un xito espectacular en cuanto a garantizar la supervivencia del movimiento
como un poder independiente durante mucho ms tiempo del que se poda esperar,
dados los recursos de que dispona. Adems, a travs de ella se forj una
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caracterstica que iba a ser clave para la viabilidad de los nizares: la adaptabilidad.
Como afirmaba un autor recientemente: El ismailismo siempre ha sobrevivido
gracias a su flexibilidad y su capacidad para adaptarse al proceso de evolucin
histrica.[11]
Estos factores contribuyeron a moldear el mito en torno al hecho histrico de los
nizares. En la informacin sobre el movimiento y su historia que expongo a
continuacin, he intentado separar los hechos y la leyenda. Este objetivo siempre es
ambicioso, pero se convierte en una tarea ms difcil de lo habitual cuando las
informaciones que han llegado hasta nosotros son tan partidistas. Sin embargo,
ciertos avances modernos en cuanto a su comprensin han ayudado
considerablemente a desmantelar algunas de las leyendas ms exageradas que se han
inventado sobre los asesinos. Los esfuerzos de los expertos modernos ya
mencionados han conseguido en parte situar este movimiento en algn tipo de
contexto histrico y, gracias a ellos, se ha llevado a cabo algo as como una
reevaluacin del autntico lugar que ocupan los nizares en la historia.
No obstante, la leyenda sigue suscitando una gran fascinacin aun en los tiempos
actuales, en parte porque es innegable que est enraizada en hechos reales. No hay
duda de que gran parte de los asesinatos atribuidos a los nizares fueron cometidos
por ellos, aunque en ciertos casos particulares cabe discutir la autora, ya que se les
atribuyeron por conveniencia todos los asesinatos polticos, independientemente de
que estuvieran en realidad implicados o no. Pero la imagen global lleg a ser tan
exagerada, que las percepciones creadas en relacin con este movimiento resultaron
una caricatura distorsionada y grotesca de la realidad histrica.
Incluso algunos grandes historiadores se han dejado engaar por esta imagen.
Cuando sir Steven Runciman escribi sobre las duras circunstancias a las que
tuvieron que hacer frente los colonos occidentales establecidos en Outremer, una de
ellas era el hecho de que nadie saba en qu momento podra recibir una cuchillada
de algn miembro de la secta de los asesinos.[12] No obstante, a pesar de la
impresin que produjo este grupo en la imaginacin de occidente, un autor moderno
estima que probablemente fueron menos de cinco los occidentales que cayeron
vctimas de estos ataques.[13]
Para la imaginacin popular, los que perpetraban estos actos eran unos fanticos
enloquecidos por la droga, a pesar de que actuaban de una manera tan calculada que
es inconcebible la idea de que estuvieran enajenados a causa de las drogas cuando
llevaban a cabo sus misiones. Segn la leyenda popular, tambin se deca que los
asesinos, cuando su maestro chasqueaba los dedos, se arrojaban desde lo alto de las
torres de sus castillos slo para demostrar su desprecio por la vida y la lealtad a su
seor. Hasta se convertan en fantasmas y podan abrirse paso sin ser vistos entre las
apretadas filas de la guardia personal de aquel a quien iban a asesinar. No faltaron
exageraciones. La cuestin era adornar el mito.
Sin embargo, la realidad era un poco diferente. Los nizares eran un movimiento
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poltico y religioso cuya historia es en todos sus aspectos tan interesante como su
leyenda. Durante el perodo medieval, la poltica y la religin estuvieron
desesperadamente entremezcladas en el mundo islmico (y, a este respecto, en el
cristiano tambin), de tal modo que la una no poda existir sin la otra. Los nizares
utilizaban el asesinato simplemente como uno de los muchos instrumentos que les
servan para garantizar su supervivencia y avanzar con su causa. A lo largo de su
historia, el movimiento fue ms propenso a utilizar misioneros (conocidos como dai)
que a valerse de asesinos. Los efectos permanentes de los primeros fueron mucho
ms significativos que los de los segundos. Como resultado de los esfuerzos de los
dai, el credo nizar se extendi ms all de su punto de origen en Persia, pasando a
Siria, Asia Central y la India, donde han subsistido unas importantes comunidades
nizares hasta nuestros das. Estos hombres hicieron grandes sacrificios y asumieron
riesgos enormes por la causa a la que se haban adherido. Al desarrollar las tareas de
su misin, conocida como la dawai, se arriesgaban todos los das a ser descubiertos
y morir. Buena parte de ellos pagaron el precio ms alto por defender su fe. Sus
partidarios los consideraron mrtires. En su caso, el sacrificio personal y la
dedicacin a la causa ocuparon un lugar mucho ms relevante en la historia de los
nizares que el asesinato o las intrigas.
Este libro ha podido escribirse en gran medida por la riqueza de las
investigaciones recientes. Su objetivo es desplazarse por los numerosos estratos que
se han ido depositando sobre la leyenda atribuida a los nizares y situar el
movimiento en su contexto histrico. A causa de la persistencia de las leyendas, sta
no es una tarea fcil. Sin embargo, vale la pena el esfuerzo, dada la notable historia
de los nizares.
He escrito este libro con intencin de que est dirigido a cualquier lector en
general. He intentado no suponer que quien lo lee posee conocimientos previos, y
espero que los especialistas me perdonarn por examinar ciertas reas con una
profundidad mayor que la que ellos consideraran necesaria. En este sentido, he
intentado aclarar algunos de los acontecimientos secundarios que fueron importantes
para el desarrollo de los nizares, tales como la evolucin del islam y las cruzadas
llevadas a cabo por los europeos occidentales, de tal forma que cualquier lector pueda
comprender mejor los sucesos que condujeron a la fundacin de este movimiento y su
posterior desarrollo. De otro modo, no se entendera plenamente el entorno en el que
existieron los nizares y la influencia que ejercieron sobre los acontecimientos, o la
influencia que, de hecho, ejercieron sobre ellos los acontecimientos.
Al examinar la historia de los nizares desde la evolucin del propio islam, a
principios del siglo VII, pasando por la fundacin de su movimiento en el siglo XI, y
terminando el relato con su continuacin en la edad moderna, mi objetivo es situarla
en una cierta perspectiva. En mi opinin, esto slo es realmente posible si el lector
tiene algunos conocimientos relativos a los grandes cambios que tuvieron lugar
dentro del islam a medida que ste se desarrollaba, as como sobre los
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acontecimientos ms amplios que configuraron el mundo en que vivieron los nizares.
Las leyendas que rodean a los nizares ejercern por s mismas una cierta
fascinacin en muchos lectores. Sin embargo, en muchos aspectos, no suponen
ninguna ayuda, ya que, sobre todo en occidente, han modelado con respecto a este
movimiento unas percepciones que son del todo errneas. El autntico logro de los
nizares est en el propio hecho de que hayan sobrevivido venciendo obstculos que
muchas veces parecan imposibles de superar. Por esta razn, si no es por alguna otra,
la historia de este movimiento merece ser relatada de nuevo.
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1
Los primeros aos del islam
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La nueva religin se desarroll en La Meca durante los primeros aos del siglo
VII d. C. Antes de la llegada del islam a la regin, esta ciudad ya era un lugar
sagrado. Dentro de sus murallas se encontraba la Kaba, que literalmente significa el
cubo y marcaba el lugar donde Ismael, el hijo mayor de Abraham, haba establecido
su residencia despus de haber sido expulsado por su padre.[15] Fue all donde un
comerciante llamado Mahoma, casado con una esposa rica, recibi una revelacin en
el ao 610. Como consecuencia de la inspiracin divina, desarroll un nuevo credo.
ste deba mucho a otras religiones, sobre todo al judasmo y al cristianismo.
Mahoma crea que buena parte del credo cristiano era correcto. Admiti que Cristo
no haba sido slo un profeta, sino, de hecho, uno de los ms destacados entre todos
los hombres santos. No tuvo dificultad en aceptar incluso el principio del milagroso
nacimiento de una virgen. Sin embargo, lo que no aprobaba era la idea de la Trinidad:
el Padre, el Hijo y el Espritu Santo. En su opinin, esto implicaba que haba ms de
un Dios, cosa que l no aceptara en manera alguna. Fundamentalmente, su nueva
religin se basaba en lo que l consideraba unos principios puros y monotestas, de tal
modo que en su panten no haba espacio ms que para una deidad.
De manera inevitable, estas doctrinas, a medida que se iban desarrollando durante
los aos de formacin del nuevo credo, comenzaron a chocar con algunas cuestiones
polticas y sociales. No cabe duda de que el islam era, en primer lugar y ante todo,
una fuerza religiosa; pero, durante su proceso de maduracin, produjo un impacto en
otras esferas. Esto significa que resultaba ms o menos irremediable el choque con
aquellos miembros del orden establecido que sostenan ideas opuestas. Slo era
cuestin de esperar el momento en que tales tensiones llevaran a una confrontacin
directa.
Como es natural, al principio no se desencaden ninguna gran oleada de apoyos a
las creencias de Mahoma. Sus primeros seguidores fueron su esposa Jadiya y su
primo y yerno Al, un hombre que asumira un papel importante en el desarrollo del
islam. Pero, aunque los inicios fueron discretos, su credo arraig. Sus vecinos ms
inmediatos aceptaron sus doctrinas y, para el ao 619, ya haba reunido en la Meca un
pequeo pero leal grupo de seguidores.
Sin embargo, aquel ao su vida iba a dar un viraje en una nueva direccin, cuando
emprendi un viaje real y espiritual que no slo transformara su propia existencia
sino tambin, con posterioridad, la de millones de personas. Tuvo la suerte de contar
al principio, en La Meca, con un poderoso patrocinador, su to Abu Talib, que actu
como protector. No obstante, cuando Abu Talib falleci, Mahoma se sinti expuesto a
una situacin peligrosa, rodeado de enemigos fuertes y decididos. La amenaza le
pareci tan importante que huy a Medina.
A lo largo de la temporada que pas a continuacin en esta ciudad, los brotes an
verdes de su credo florecieron y fructificaron plenamente. All haba una comunidad
juda numerosa e influyente, y Mahoma experiment con muchas de sus creencias.
Durante cierto tiempo, su credo personal pareca acercarse cada vez ms al judasmo.
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Pero sucedi algo que alter el curso de los acontecimientos. La casa que tena
Mahoma en Medina se convirti en la primera mezquita de la nueva religin.
Simblicamente, la entrada principal de este edificio se haba situado mirando hacia
Jerusaln, pero, despus de un tiempo, se cambi la direccin de esta entrada de tal
forma que mirara a La Meca. Fue una afirmacin simblica de que el foco de la
nueva fe se haba desplazado hacia esta ciudad. En 625, la relacin entre la
comunidad juda de Medina y los partidarios de Mahoma se haba deteriorado de
manera tangible. Algunos de estos judos fueron expulsados de la ciudad y otros
fueron asesinados.
La nueva religin de Mahoma no era un mero credo pasivo y contemplativo. El
desarrollo del islam estuvo acompaado por una creciente militarizacin de la
comunidad que se haba reunido en torno al profeta, porque se trataba de un
planteamiento religioso en el que se consideraba que, si la persuasin no daba
resultado como medio de convertir al pagano al nico camino de la verdad, entonces
sera vlido emplear la fuerza. Esto no quera decir que la guerra fuera la nica
poltica que Mahoma tena a su alcance, ni la nica que utilizaba. El uso sagaz de los
tratados de paz con los adversarios potenciales demostr ser una tctica de un valor
incalculable. Sin embargo, Mahoma tambin emple con frecuencia las opciones
militares.
En 624, Mahoma comenz a atacar La Meca desde Medina. Sus partidarios
emprendieron continuos ataques dirigidos principalmente contra las caravanas de
mercaderes que cruzaban las tierras desrticas de Arabia para dirigirse hacia La
Meca. Dado que su economa se basaba en los ingresos que obtenan de aquel
comercio, los habitantes de la ciudad sintieron vivamente las prdidas resultantes.
Desconcertados sin duda por esta prdida de ingresos, en 628 los habitantes de La
Meca establecieron con Mahoma un acuerdo de paz, en virtud del cual se reabrira la
ruta de peregrinaje a esta ciudad para visitar la kaba. En 630, un ejrcito formado por
diez mil de sus partidarios hizo el peregrinaje a La Meca.
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La influencia de la nueva religin se extendi con rapidez al norte y al sur del
lugar de nacimiento de Mahoma. Por aquel entonces, muchas de las religiones
existentes se estaban volviendo cada vez ms complicadas. Un ejemplo de esto era el
cristianismo, que llevaba mucho tiempo inmerso en una larga discusin sobre la
naturaleza de Cristo, sobre si era totalmente humano, slo divino, o una mezcla de
ambas cosas. Hablando con seriedad, no hay duda de que estas diferencias eran
percibidas de manera apasionada por los que sostenan una opinin u otra; la
controversia monofisita que marc la ltima parte del siglo V y el perodo posterior
es una prueba suficiente de tal situacin. Sin embargo, aunque estas sutilezas
doctrinales daban una gran satisfaccin a los intelectuales de la poca, para otros
elementos de la sociedad eran poco ms que sofismas. A estos ltimos les pareca que
los imperativos espirituales de la religin quedaban enterrados bajo una excesiva
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concentracin en un debate que, segn todos los indicios, estaba resultando cada vez
ms acadmico. Contrastado con las interminables y tortuosas argumentaciones que
marcaron el desarrollo del cristianismo durante la primera mitad del primer milenio,
el islam ofreca un regreso a creencias ms antiguas y ms sencillas. El atractivo de la
llamada nueva religin fue el hecho de que sta se basaba en valores tradicionales
y conservadores.
A diferencia de las complicaciones que llegaron a caracterizar algunos aspectos
del cristianismo, las iniciales doctrinas del islam no eran complejas. Cinco preceptos
bsicos, llamados los Cinco Pilares, formaban el sustrato sobre el cual se basaba
este credo.
El primero de estos Pilares era el monotesmo que caracterizaba a esta religin.
Desde las primeras etapas de su desarrollo, qued expresado en la mxima No hay
ms que un solo Dios, y Mahoma es su profeta.[16] As se afirmaba la posicin
definitiva e incontrovertible de Al, junto con una reivindicacin de la importancia de
Mahoma, su profeta, dentro de esta religin. Esta base era ya suficiente para desafiar
y refutar la legitimidad del cristianismo: el carcter confuso de la Trinidad, tal como
lo vean los seguidores de Mahoma, hizo que el cristianismo en s mismo pareciera
una distorsin del verdadero camino hacia Dios.
Apoyados este precepto fundamental, los otros Pilares ejemplificaban el modo
en que deberan comportarse los creyentes autnticos. Se pona un nfasis especial en
la importancia de la oracin y en la necesidad de reservar ciertas horas del da para
unas ceremonias en las que se deba rezar las oraciones a Al. Eran ocasiones de gran
ritual en que la comunidad se una y ofreca sus oraciones de forma tanto colectiva,
como individual. Dichos rituales fomentaban el establecimiento de un vnculo en toda
la comunidad mediante el cual se una a los fieles islmicos, dndoles un mpetu
poderoso que a otras comunidades ms divididas les resultaba difcil de resistir.
El ayuno era tambin importante dentro de la doctrina islmica, aunque ya
formaba parte de otras religiones de la regin que eran anteriores al islam.[17] Se
supone que Mahoma fue especialmente consciente del nfasis que los habitantes
judos de Medina ponan en la celebracin de la Pascua. Se bas en la importancia de
esta fiesta, pero la ampli de manera significativa. Decidi que los seguidores del
islam ayunaran durante un mes el perodo que se conocera como Ramadn.
Tambin sera fundamental para el creyente autntico expresar pblicamente sus
creencias emprendiendo peregrinajes a los lugares que se consideraban relevantes
para la fe. Estos peregrinajes, conocidos como hayy, no eran slo unos actos que
daban a los participantes una sensacin de conexin indirecta con personajes como
Abraham y, en su caso, con el propio Mahoma, que eran importantes para su fe,
sino que tambin constituan, una vez ms, empresas conjuntas que fomentaban el
espritu de comunidad dentro de la religin. Finalmente, el islam recalcaba asimismo
la trascendencia de dar limosna. Ya que Al haba honrado a algunos individuos con
la riqueza que posean, stos a su vez deban honrarle devolviendo una porcin de
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aquellos bienes materiales con los que haban sido bendecidos. Por lo tanto, se deba
ofrecer a Al una parte fija de los ingresos, equivalente a un dcimo de la riqueza que
poseyera cada individuo.
Estos Cinco Pilares a saber, el monotesmo, el nfasis en la oracin, la
importancia del ayuno, la obligacin de los creyentes de participar en actos de
peregrinaje y la necesidad de dar limosna se apoyaban en el sustrato de otras
creencias, conocidas como buenas prcticas. Una de stas llegara a ser muy
importante en s misma. Se trataba del concepto de yihad, la lucha armada
emprendida por los creyentes para conquistar los territorios de aquellos que no
compartan sus creencias.
Esto no quiere decir que se tratara a las dems religiones con falta de respeto; a
menudo, suceda precisamente lo contrario. Aunque el islam predicaba que tanto el
judasmo como el cristianismo eran distorsiones defectuosas de la verdadera fe, haba
sin embargo una aceptacin de que algunos elementos de ambas religiones eran
acertados desde un punto de vista doctrinal. Se describa a los cristianos y a los judos
como personas del Libro, haciendo referencia al hecho de que muchos de sus
escritos, por ejemplo la Tor juda y la Biblia cristiana, encontraban un eco en el libro
sagrado del islam, el Corn. Por consiguiente, se tratara a ambas religiones con un
cierto grado de tolerancia (aunque a lo largo de los siglos oscilara en ocasiones el
nivel de comprensin) y, en general, se les permiti que practicaran sus cultos
tranquilamente, si bien con ciertas restricciones a su libertad. No obstante, en el caso
de personas que no pertenecieran a estas dos religiones se puso de manifiesto un
grado de intolerancia mucho mayor.
A pesar de que en muchas ocasiones se utilizaron tcticas pacficas durante los
aos de formacin del islam, tambin se aplicaron a veces medidas ms agresivas.
Las consecuencias de las fuerzas liberadas por el desarrollo del islam, tanto militares
como ideolgicas, evidenciadas en particular en el fuerte sentimiento de unidad que
esta nueva religin inspir entre sus creyentes, fueron profundas y rara vez generaron
rivalidad por sus efectos en cualquier otro momento del transcurso de la historia
humana. Cuando la fe de Mahoma se abri camino a travs de los yermos desiertos
de Arabia y hacia Oriente Medio, que era entonces el centro de la civilizacin, su
avance fue asombroso.
El islam fue afortunado en cuanto a que eligi el momento perfecto para aparecer.
Occidente, que haba sido el depositario tradicional del equilibrio del poder romano
durante los ltimos setecientos aos, estaba en aquella poca atravesando un estado
de perplejidad y cambios constantes. Gran parte de Europa sufri invasiones cuando
Roma perdi su dominio y se repleg a un estado de declive irreversible. Nuevas
culturas estaban ocupando su lugar, pero se encontraban todava en sus aos de
formacin y an tendran que madurar mucho para alcanzar los frutos que prometan.
No obstante la decadencia de Roma, lo cierto es que este antiguo imperio, si bien
adoptando una forma helenista muy diferente, segua vivo en Constantinopla, donde
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el emperador de Bizancio ostentaba un ttulo heredado de los Csares de los viejos
tiempos. El equilibrio de poder se inclinaba marcadamente hacia el este. El siglo VI
haba sido testigo de algunos notables perodos de reconquistas llevadas a cabo por
Bizancio. Algunas zonas de la propia pennsula italiana fueron ocupadas una vez ms
(se haban perdido en una serie de invasiones brbaras durante el siglo anterior),
aunque a largo plazo se pondra de manifiesto la imposibilidad de conservarlas. Al
parecer, haba surgido un sucesor de Roma lleno de vitalidad.
Sin embargo, en las zonas situadas ms al este de su imperio, Bizancio no lo tena
todo controlado. All entr en contacto con otra gran potencia que ejerca su dominio
sobre la regin en aquella poca, el Imperio persa. Aunque se podra decir que la
edad de oro de Persia haba sido y se haba acabado mil aos atrs, todava era una
fuerza con la que se deba contar. Dada la estrecha proximidad de los dos imperios, el
bizantino y el persa, era inevitable que a menudo hubiera fricciones entre ambos.
Paradjicamente, al mismo tiempo que Bizancio ganaba grandes victorias en Italia y
el norte de frica, tambin los persas estaban experimentando un resurgimiento.
Durante los primeros aos del siglo VII, Persia y Bizancio estuvieron atacndose
mutuamente sin cesar. Por lo que respecta al islam, la importancia real de este amplio
perodo de guerra gira en torno a una coincidencia de fechas, porque, al mismo
tiempo que la fe musulmana se instalaba en la pennsula Arbiga, que hasta entonces,
en general, haba estado en la periferia de los aconteceres mundiales, las dos grandes
potencias tradicionales de las zonas inmediatas se encontraban exhaustas por las
largas campaas que cada una de ellas haba sostenido contra la otra. Cuando las
fuerzas del islam avanzaron hacia el norte de la pennsula Arbiga, poco despus de
la muerte de Mahoma a causa de unas fiebres en 632, las naciones que tenan
fronteras con los rabes se encontraban muy debilitadas por los esfuerzos excesivos
de las dcadas inmediatamente anteriores. Su agotamiento haca presagiar un perodo
de xitos extraordinarios para la emergente religin islmica. Las huestes de este
nuevo credo salieron del desierto como una poderosa corriente y avanzaron sobre
Siria. Las defensas bizantinas de la zona, a las que esto sorprendi con la guardia
baja, se vieron desbordadas.
Tuvo que producir un enorme impacto la cada de Damasco, que entonces
perteneca a Bizancio, en manos de aquellos guerreros musulmanes. De hecho, la
prdida de esta ciudad provoc un enorme contraataque. Un ejrcito de unos ochenta
mil hombres emprendi la marcha desde Constantinopla y cruz Asia Menor para
expulsar a las tropas del islam. Los dos ejrcitos se encontraron finalmente en 636
cerca del ro Yarmuk, en Palestina. En un momento crtico de la batalla se levant
una tormenta de arena que azot los rostros de las tropas bizantinas. Aprovechando el
caos que se produjo a continuacin, las fuerzas islmicas cargaron ferozmente contra
los bizantinos. Abrumados por el vigor del ataque, las filas bizantinas comenzaron a
resquebrajarse y luego se hundieron por completo. Con esta derrota, que tuvo las
proporciones de un cataclismo, su ejrcito fue arrasado. Fue un revs de una
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magnitud enorme.
La propia ciudad de Jerusaln cay poco despus y, durante un tiempo, la marea
musulmana pareca imparable. Tras conquistar Palestina y Siria, las fuerzas islmicas
centraron su atencin en Persia. All la dinasta sasnida demostr que no era ms
capaz que los bizantinos en cuanto a poder resistir a los musulmanes. Los persas
sufrieron dos enormes derrotas en las batallas de Qadisiyya (637) y Nehavend (642).
La dinasta gobernante fue derrocada y entonces Persia qued incorporada al Imperio
islmico, que se expanda rpidamente.
No termin aqu este proceso de conquista. Tambin Egipto cay en manos
islmicas. A continuacin, los ejrcitos musulmanes avanzaron a travs de Asia
Menor y en 673 amenazaron la propia Constantinopla, aunque las grandes murallas
de la poderosa ciudad resultaron demasiado slidas para que pudieran romperlas estos
guerreros, que todava eran inexpertos en cuestiones de asedios blicos. Entonces la
marea musulmana barri el norte de frica, engullendo los dbiles territorios
bizantinos de la regin. Desde all realizaron la corta travesa desde frica hasta
Europa, cruzando el estrecho de Gibraltar, para derrotar a la dinasta visigoda que
entonces gobernaba en Espaa. Slo cuando las tropas islmicas se encontraban a
menos de trescientos cincuenta kilmetros del canal de la Mancha se consigui
detener su avance, y esto lo hicieron los francos en 732 bajo la direccin del rey
guerrero Carlos Martel.
Fue una asombrosa sucesin de acontecimientos que cambiaron de manera
drstica el curso de la historia. Pareca como si nada pudiera detener el avance del
islam. La visin de Mahoma haba conseguido unos resultados que no tenan
precedentes en el mundo. El cristianismo necesit trescientos aos para convertirse
en la religin oficial del Imperio romano. En tres cuartos de siglo los musulmanes
crearon un imperio que se extenda desde las fronteras de la India por el este hasta
Francia en el oeste. Sin embargo, desde el principio hubo una fisura fatal que
amenazaba los propios cimientos sobre los cuales se haba fundado esta religin. Es
evidente que Mahoma fue un hombre extraordinario. Entonces, quin iba a
sucederle?
La incierta respuesta a esta pregunta tan bsica iba a producir dentro del islam
unos cismas que lo dividiran de una manera violenta, infligindole heridas que an
siguen abiertas en la poca actual. Las duras disputas por la sucesin que siguieron a
la muerte de Mahoma crearan una diferencia de ideas fundamental que a su vez
llevara a la creacin de unos movimientos que entendan su papel como el de unos
guerreros obligados a defender lo que ellos consideraban la autntica fe, la forma
correcta del islam. Entre estos grupos, el de los nizares no sera el ms
insignificante. Su fundacin se debi en ltima instancia a la cadena de
acontecimientos que se produjeron a continuacin.
El primer sucesor de Mahoma en el califato fue su suegro, Abu Bakr.[18] Fue
elegido en Medina y falleci poco despus, siendo sustituido por el califa Umar
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(Omar), que inici el espectacular perodo de las conquistas islmicas. Umar
instituy un cuerpo de electores que sera el encargado de elegir a su sucesor. Sin
embargo, se cre enemigos. En el ao 644, en una situacin que presagiaba las
acciones que iban a llevar a cabo los nizares algunos siglos ms tarde, Umar se
encontraba dirigiendo los rezos en una mezquita cuando un asesino avanz corriendo
y le asest seis pualadas.
El cuerpo de electores eligi como sucesor a Utmn (Osmn), uno de los
primeros conversos al islam, que estaba casado con dos de las hijas de Mahoma. En
aquel momento las diferencias dentro del islam iniciaron un proceso que llegara a un
punto decisivo. Utmn intent modificar ciertos elementos del Corn, el libro
sagrado de la nueva religin, y en este proceso cay en un antagonismo con otros que
formaron un partido para oponerse a l. Al frente de estos adversarios estaba Al,
yerno de Mahoma por su matrimonio con la hija del profeta, Ftima. La oposicin a
Utmn creci hasta tal punto que, en 656, l tambin fue vctima del cuchillo de un
asesino. El asesinato tena ya un papel importante en los primeros tiempos del islam,
lo cual deja claro que no fue una innovacin posterior de los nizares.
Con posterioridad, Al reclam el ttulo de califa, pero, tras la muerte de Utmn,
surgieron peligrosas tensiones que resultaban perfectamente tangibles. No es de
extraar que los partidarios de Utmn estuvieran sedientos de venganza. Fue
irremediable que muchos de ellos vieran la mano de Al detrs de la muerte de sil
ltimo lder. La resistencia contra Al se aglutin en torno al gobernador de Siria,
Muawiya. En un acto cuyo objetivo era aumentar la sed de venganza entre los
partidarios de Utmn, las ropas ensangrentadas del califa muerto fueron exhibidas en
lugares pblicos de Damasco.
Con muchas vacilaciones, Al intent llegar a un pacto; pero la guerra civil era
inevitable. En el conflicto que se desencaden a continuacin, tuvo lugar una batalla
en Siffm, Iraq, pero no result decisiva. Sin embargo, la situacin se torn favorable
para Muawiya cuando Egipto cay en sus manos. Poco despus, en 661, el propio
Al fue asesinado. Le sucedi su hijo, Hasan, que pronto renunci al cargo. Luego de
su renuncia, se dijo que haba sido envenenado por una de sus esposas.[19] Como era
forzoso, algunos culparon a Muawiya por la muerte de Hasan, ya que vean su mano
detrs de todas las adversidades que sufrieron Al y su familia.
Tras las muertes de Al y Hasan, Muawiya asumi plenamente el poder. Dadas
las tensiones de los aos anteriores, no es de extraar que pensara que la lnea de su
sucesin no estaba asegurada. As pues, decidi que, en vez de confiar en que su
sucesor fuera consensuado mediante un sistema de eleccin despus de su muerte,
sera mejor nombrar a un hombre para que le sucediera mientras l estaba an con
vida. As pues, declar que su hijo Yazid tomara su lugar cuando l muriera.
Tanto Iraq como Siria confirmaron que aceptaban esta decisin. No obstante, el
centro espiritual del islam estaba en Arabia. As pues, Muawiya decidi viajar a
Medina y a La Meca para que su sucesor, Yazid, fuera reconocido por los habitantes
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de estas ciudades. En Medina se produjo una friccin muy fuerte. Hussein, hijo de
Al, y Abud al Rahman, hijo de Abu Bakr, se negaron ambos a reconocer la
legitimidad de la propuesta de nombrar a Yazid. Sin embargo, no eran lo
suficientemente fuertes como para resistir frente al poder de Muawiya, por lo que
huyeron a La Meca. Entonces Muawiya hizo objeto de sus atenciones a los
habitantes de La Meca, intentando convencerles de que sera lo mejor para todos que
Yazid fuera confirmado como heredero de su cargo. Cuando qued claro que sus
intentos de utilizar una coercin sutil no iban a tener xito, abandon todo
fingimiento. Entonces se oblig a los ciudadanos de La Meca, prcticamente a punta
de espada, a confirmar que Yazid sera el sucesor para el cargo de Muawiya a la
muerte de ste. En cuanto la ciudad ms sagrada del islam declar as su apoyo a
Yazid, el resto del Imperio islmico sigui el ejemplo.
En apariencia, con esto se puso fin al asunto. La capitulacin de La Meca
constituy un acto crucial de reconocimiento por parte de una ciudad que era la ms
importante del Imperio desde un punto de vista simblico. Sin embargo, las violentas
amenazas que acompaaron el golpe de Muawiya dejaron un regusto amargo. Si
bien haba establecido un precedente y, desde aquel momento, el califa que estaba en
el poder nombr siempre l mismo a su sucesor que habitualmente era su hijo
primognito el modo en que haba conseguido este xito cre antagonismos entre
muchos. Por este motivo, no hubo sorpresa alguna cuando en 680, despus de la
muerte de su padre, Yazid no obtuvo un apoyo universal. Hussein segua estando a
salvo en La Meca, protegido por las vastas arenas del desierto que le separaban del
ncleo donde Yazid tena sus apoyos, en Siria. Aunque se haba negado a reconocer
la legitimidad de las pretensiones de Yazid, Hussein no tena posibilidades de alterar
la situacin mientras estuviera en La Meca, una ciudad que, aun siendo el hogar
espiritual del islam, quedaba ms bien en la periferia de los acontecimientos polticos
que tenan lugar en el Imperio islmico (en aquella poca, Damasco era la capital del
mundo musulmn). Dicho de otro modo, Hussein poda sentirse en La Meca todo lo
seguro que deba estar, pero no estaba en posicin de influir significativamente en los
acontecimientos.
Por consiguiente, Hussein, cuando recibi ofrecimientos de apoyo por parte de la
ciudad de Kufa, Iraq, en 680, decidi mostrar su baza y emprender camino hacia la
ciudad. Los amigos que le rodeaban en La Meca le previnieron contra este viaje,
porque no estaban convencidos de la sinceridad del ofrecimiento. Sin embargo,
Hussein no les hara caso alguno. Pensando que, si no se fiaba de los vientos, nunca
podra esperar el ascenso a la posicin ms alta del islam, hizo la travesa del desierto
acompaado por un pequeo grupo de seguidores. Un mal augurio fue que su primo,
que haba sido enviado como avanzadilla para conseguir algn apoyo para Hussein,
fue interceptado y asesinado por uno de los lugartenientes de Yazid. No obstante,
aunque Hussein haba odo premoniciones sobre su destino, avanz sin tenerlas en
cuenta. En el camino conoci a un famoso poeta llamado Farazdak, que le dijo con
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toda sinceridad: El corazn de la ciudad [Kufa] est de tu lado, pero su espada est
contra ti.
Desanimados por la falta de apoyos tangibles que observaban a medida que
Hussein avanzaba, los beduinos que iban con l le abandonaron en manada. Siendo
tan pocos los hombres que le quedaban, los que seguan con l le apremiaron para
que volviera al refugio seguro de La Meca. Sin embargo, le acompaaba un gran
nmero de mujeres y nios, y Hussein tema que no sobreviviran al viaje de vuelta,
por lo que continu adelante. Cuando se acercaba a Kufa, un gran ejrcito de
hombres leales a Yazid acudieron a recibirle a caballo. Le pidieron que se confiara a
su custodia, pero Hussein se neg y, en lugar de hacer lo que le decan, se desplaz
hacia el norte, a unos cuarenta kilmetros de distancia, hasta un lugar llamado
Kerbala situado a orillas del ufrates. Yazid envi tropas para someterle. stas
rodearon el ejrcito de Hussein y cortaron su suministro de agua. La estima de la que
gozaba Hussein entre los suyos puede calibrarse en cierto modo por el hecho de que,
aunque a todos los no combatientes que estaban con l se les dio la opcin de
marcharse libremente, nadie hizo uso de esta libertad.
El 10 de octubre de 680, Hussein parlament con Amr, que era quien estaba al
mando de las tropas de Yazid. Hussein pidi una audiencia personal con Yazid, pero
sta le fue denegada. Poco despus de estos fallidos intentos de negociar una solucin
pacfica, la situacin empeor, adquiriendo un cariz violento. Amr haba decidido
atacar a Hussein y vencerle por la fuerza. La suerte estaba echada. Amr estaba a
punto de iniciar un ataque cuyo resultado tendra repercusiones en el futuro, incluso a
muy largo plazo. Sus tropas superaban ampliamente en nmero a las de Hussein, por
lo que el nico resultado posible en aquella batalla sera una masacre. En unos pocos
minutos las tropas de Amr estaban ya en el campo de Hussein, chocando
violentamente con ste y sus partidarios. Muchos de estos hombres cayeron junto a su
jefe. Al final, el propio Hussein, atormentado por la sed en medio de un calor
agobiante, intent dirigirse hacia un ro cercano. Cuando iba de camino, le arrollaron
los caballos de sus enemigos, y lo pisotearon hasta dejar tras de s slo un cadver
ensangrentado. La matanza de los hombres que formaban parte del bando de Hussein
fue absoluta. Se dijo que el ltimo en morir fue el ltimo nieto vivo de Mahoma.
Cuando sus camaradas yacan muertos alrededor de l, carg contra las filas de sus
adversarios. La lucha resultante fue feroz, pero breve. Un violento golpe lo decapit.
Algunos de los que estaban a su alrededor, pertenecientes al ejrcito de sus enemigos,
manifestaron su horror cuando vieron cmo su cabeza, con los labios que haban sido
besados por el Profeta en persona, yaca en el polvo.
Las consecuencias de esta batalla unilateral fueron enormes. Desde la muerte de
Mahoma, una fuerte disputa por la sucesin haba hecho que la cuestin relativa a
quin debera gobernar el islam fuera siempre causa de feroces enfrentamientos. Sin
embargo, aunque esta batalla pareca decidir el resultado de la disputa de una vez por
todas, lo que suceda en la realidad era justo lo contrario. La actuacin de Amr
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convirti en mrtires a Hussein y su familia. La sensacin de injusticia que la rama
chi del islam (fundada poco despus) lleg a experimentar como consecuencia del
martirio de Hussein fue muy profunda e hizo que, como resultado, se generaran
reacciones intensas y radicales. A corto plazo, en vez de acabar con la resistencia al
gobierno de Yazid, lo que en realidad se hizo fue aumentar la oposicin contra l. A
largo plazo, el desenlace de la batalla produjo en medio del islam una fisura que a su
vez desencadenara tensiones profundas y alimentara un deseo perdurable de
revancha por parte de la faccin del islam cuyos miembros son conocidos como
chies.
Al principio, pareca que la masacre de Hussein y sus partidarios haba asegurado
definitivamente el liderazgo del islam para Yazid y sus descendientes. Comenz a
florecer una civilizacin excepcional cuya base estaba principalmente en la ciudad de
Damasco. Los conquistadores rabes, que apenas un siglo antes haban vivido como
nmadas en el desierto (aunque, por supuesto, la existencia de lugares como La Meca
significaba que no a todos les resultaba extrao vivir en una ciudad), se adaptaron con
notable destreza a una vida urbana. Sin embargo, sera un error pensar que la
transformacin de los territorios conquistados fue en cierto modo inmediata. Se
mantuvieron muchas de las estructuras existentes en las zonas recin conquistadas.
Las polticas fiscales de Bizancio y Persia continuaron invariables al principio, pero a
largo plazo, como es natural, se notaron algunos cambios. Se cre el impuesto
territorial sobre la propiedad rstica, conocido como jaray, y, con el fin de evitarlo,
cada vez ms residentes de las zonas rurales se trasladaron a las ciudades,
aumentando as el grado de urbanizacin de la civilizacin musulmana.
A pesar de estos impresionantes logros, cualquiera poda ver cmo surgan las
divisiones dentro del islam. Incluso al principio del siglo VIII, cuando el islam
pareca ser una potencia imparable, se intensificaron las tensiones dentro del marco
de esta religin. Los diversos modos de enfocar la fe pusieron en cuestin cualquier
idea de unidad islmica. Las fricciones existentes entre estas tendencias y sus
seguidores estaban a punto de intensificarse.
Los partidarios de Yazid formaron una dinasta en Damasco la dinasta omeya
que durante un tiempo mantuvo al parecer una posicin de poder que no tena
rivales ni poda ser atacada. Sin embargo, finalmente se fund una nueva dinasta en
otra ciudad de oriente. En 762, este grupo conocido en la historia como la dinasta
de los abases fund un asentamiento que con posterioridad se convertira en la
gran ciudad de Bagdad. Aunque pudo parecer en su momento que el triunfo
definitivo de Yazid y sus sucesores quedaba asegurado, en realidad esto estaba lejos
de ser cierto. La oposicin contra ellos creci. Tras rechazar la legitimidad del
gobierno de los omeyas, otra rama del islam cuyos partidarios recibieron el nombre
de chies se desarroll con una fuerza an mayor. En 685 cinco aos despus de la
muerte de Hussein, una revuelta que tuvo lugar en Kufa dirigida por al-Mujtar, que
apoyaba al hermanastro de Hussein, Muhammad (el tercer hijo del califa Al),
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presagi el levantamiento de una agresiva y vibrante reaccin chi contra los omeyas.
Es importante el hecho de que al-Mujtar declarara a Muhammad como mahdi el
guiado por Dios o el bien dirigido, un trmino que desarrollara connotaciones
muy importantes en la teologa de los chies.
Los chies sostenan que, para ser sucesor legtimo de Mahoma, el lder del islam
debera ser capaz de probar que descenda directamente de Al, el yerno y primo del
Profeta. De hecho, el trmino chi se deriva de Shiat Ali, que significa
perteneciente al partido de Al. Una parte esencial de su doctrina era la creencia de
que la llegada de un gran profeta, conocido como el mahdi, sera un presagio del fin
del mundo y de la destruccin del mal. Los que se oponan a los chies, que siempre
constituyeron la mayora, no aceptaban esto. Pero los chies crean que la dinasta
omeya era culpable de haber derramado sangre santa por lo que haban hecho con
Hussein.
En seal de dolor por la muerte de Hussein, los chies se vistieron de negro y
enarbolaron estandartes del mismo color, signos inconfundibles de su consternacin
por lo que consideraban una usurpacin del poder por parte de los omeyas. En
consecuencia, cuando los abases, que representaban una rama rival perteneciente a la
familia del Profeta, atacaron a los omeyas, algunos chies se apresuraron a ofrecerles
su apoyo. Se haban producido revueltas cada vez ms frecuentes contra los omeyas
algo importante, teniendo en cuenta el lugar de nacimiento de los nizares, muchos
de los cuales procedan de Persia, y cuando los abases emprendieron su gran
ataque contra los omeyas a mediados del siglo VIII, estos ltimos no tuvieron el
poder suficiente para resistir la sociedad omeya estaba desgarrada por la
dificultades econmicas, su Imperio tena una extensin enormemente excesiva, su
reclamacin les pareca a algunos exagerada y un gran nmero de militantes se
opona a ellos por razones religiosas. La casta omeya gobernante fue derrocada,
aunque uno de sus dirigentes se las arregl para huir muy lejos hacia el oeste,
concretamente a Hispania, donde los omeyas impulsaran desde Crdoba un
magnfico florecimiento tardo de la dinasta.
Sin embargo, aquellos chies que esperaban beneficiarse del cambio de rgimen
resultante quedaron muy decepcionados. Un examen ms preciso de la estructura del
sector chi dentro del islam indica con mucha claridad por qu sucedi esto: los
propios chies no estaban unidos. A pesar de que estaban de acuerdo en que el lder
legtimo del islam deba proceder de la familia del Profeta, y nicamente de la rama
de Al, no conseguan acordar quin tena que ser. As pues, aunque muy unidos en su
odio a las formas rivales del islam, los chies constituan un grupo muy diverso y
dispar. Por ejemplo, los chies que apoyaban a los abases crean que un miembro de
la familia de Al, Abu Hashim, haba legado sus derechos al abas Ibrahim, cosa que
permiti a este grupo apoyar los intentos que los abases llevaron a cabo con xito
para darle vuelta a la situacin. Pero la entronizacin del primer califa abas, llamado
Abul Abbas, no presagiaba el comienzo de un nuevo perodo de supremaca chi. Las
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esperanzas de los chies, que soaban con un resurgir drstico de su suerte, iban a
resultar demasiado optimistas. En s misma, esta situacin hizo que evolucionara una
tendencia militante muy fuerte dentro del movimiento, pero tambin que aparecieran
fisuras en su ideologa.
Finalmente, los chies se dividieron en varios subgrupos. stos tenan algunas
creencias en comn. Todos ellos aceptaban que el jefe del Estado, el imn, deba
ser un hombre que descendiera de Al. Este imn sera un intrprete infalible de la
voluntad divina. Se ofrecan distintas interpretaciones sobre cules seran los poderes
del imn, siendo la ms extrema la que le atribua una cierta aproximacin al estatus
de divinidad. Sin embargo, se daban algunas discusiones sobre su identidad. Algunos
chies crean en la legitimidad de los primeros doce imanes descendientes del Profeta,
ya que consideraban que aqulla era la lnea legtima tras la fundacin de la religin
por Mahoma. Crean que el ltimo de estos imanes haba desaparecido lo cual se
explica en la doctrina de los chies diciendo que haba partido para ocultarse,
pero que, cuando llegara el momento oportuno, aquel Imn Oculto ste era el
nombre que le daban reaparecera y restablecera la justicia en el mundo. No
obstante, exista divisin de opiniones, ya que otros chies estaban en desacuerdo con
esta interpretacin.
La divisin de opiniones surgi en torno a la legitimidad de Ismail, el hijo del
sexto imn, Yafar al-Sadiq. Yafar muri en 765 y su muerte generara un debate sobre
la lnea legtima de sucesin, que a su vez marcara un grave cisma en el seno del
movimiento chi. Ismail haba sido nombrado inicialmente sucesor de Yafar, pero se
afirm que esta designacin fue en ltima instancia anulada.[20] En consecuencia, los
chies duodecimanos no reconocieron las pretensiones de Ismail de convertirse en
imn y le ignoraron, llevando la lnea de sucesin al ltimo imn, el duodcimo.
Pero los partidarios de Ismail se negaron a reconocer la validez de esta anulacin.
Los hijos de Ismail huyeron de Medina para buscar refugio seguro en otro lugar. Lo
que sucedi con el propio Ismail es objeto de discusin. Algunos informes dicen que
falleci y que lo enterr Yafar, despus de mostrar el cadver al gobernador de
Medina para probar su muerte. Sin embargo, diversos partidarios de Ismail refutaron
estas historias, afirmando que no estaba muerto. De hecho llegaron a decir que, cinco
aos despus de la muerte de Yafar, se haba visto a Ismail en Basora y que haba
adquirido poderes milagrosos para devolver la vista a los ciegos y curar a los lisiados.
Los que apoyaban los derechos de Ismail y sus descendientes recibieron el nombre de
ismailes. Dada la importancia del imn para el credo de los chies, esta disputa
sobre quin poda ser el imn legtimo condujo inevitablemente a profundas
divisiones entre los propios chies.[21]
Estas disputas fueron acumulndose y demostraron que, a poco ms de un siglo
de la muerte de Mahoma, acaecida en 632, haba divisiones muy fuertes dentro de la
religin que ste haba fundado. Dichas divisiones ya se haban manifestado en
derramamientos de sangre y confrontaciones. Los siglos siguientes seran testigos de
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que las diferencias casi nunca llegaban a limarse. Por el contrario, con frecuencia se
exacerbaban. El islam ya haba comenzado a fragmentarse, mostrando una serie de
profundas heridas que se enconaran con efectos dramticos. Eran estas divisiones las
que iban a actuar como catalizador de una cadena de acontecimientos que
conduciran directamente a la formacin de un movimiento cuyos miembros seran
conocidos como nizares.
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2
El surgimiento de los ismailes
A pesar de que los abases llegaron al poder en parte con la ayuda de algunos
chies, el hecho de que asumieran la autoridad en el mundo musulmn tuvo
poco efecto en cuanto a favorecer la causa de este grupo. Los abases dejaron claro
que no estaban de acuerdo con la interpretacin particular del islam que hacan los
chies. Por el contrario, en varias ocasiones los chies seran perseguidos (un ejemplo
notable fue lo que sucedi en 851, cuando el abas Mutawakkil destruy el sepulcro
del mrtir Hussein en Kerbala, lo cual era seguro que inflamara las emociones de los
chies).[22]
Tambin los abases se revelaron muy interesados por las cuestiones religiosas.
Sus califas intentaron mostrar sus credenciales en este campo adoptando nombres
religiosos cuando accedan al poder (por ejemplo, el ms famoso de los primeros
califas, Harun, adopt el nombre al-Rashid, que significa el bien guiado). Sin
embargo, en algunos sectores creca el descontento con respecto a su forma de
gobernar. Hubo varias revueltas religiosas contra los abases, como la que tuvo lugar
en Medina en 762 o la de La Meca en 786. No obstante, en general, la desunin que
reinaba en aquel momento entre los adversarios de los abases garantiz que no
hubiera en sus esfuerzos una coordinacin suficiente para desplazarlos, al menos a
corto plazo.
Sera un error pensar que estas amenazas contra la hegemona abas venan slo
de grupos chies. Fueron numerosas las rebeliones contra su gobierno que partieron
de otras agrupaciones islmicas. Estos desafos no se pusieron de manifiesto
solamente en estallidos de violencia; las guerras intelectuales que se desencadenaban
entre los maestros espirituales del mundo islmico contribuyeron al mantenimiento
de un debate que evolucionaba constantemente y en el que se desarrollaron unas
lneas de argumentacin teolgica cada vez ms complicadas. Fue decisivo el efecto
combinado de las rebeliones armadas contra la autoridad abas y el cuestionamiento
intelectual a cada instante ms marcado con respecto a las doctrinas religiosas que los
abases iban adoptando. No hubo contra los abases una insurreccin masiva que
pudiera hacer caer en pedazos su dinasta, sino una accin subversiva que iba
erosionando la estructura de la sociedad que haban creado. Sin embargo, el resultado
final habra sido el mismo en ambos casos, aunque con el segundo procedimiento
fuera mucho menos inmediato y espectacular. En ltima instancia, estos factores
conspiraran unidos para derrocar a los abases.
Mirndolo desde una ptica superficial, poda parecer que todo iba bien. Las artes
y las ciencias prosperaron bajo el patrocinio de los abases. Pero estaban
constantemente acosados por dificultades polticas. No tuvieron demasiada suerte en
cuanto a la disposicin de lderes fuertes, con excepciones ocasionales, y su control
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sobre aquel mundo islmico ampliamente disperso fue transitorio y quimrico. El
territorio que pretendan gobernar era extenso. Contena muchos elementos culturales
diferentes y quiz las presiones que esto generaba hicieron inevitable que el Imperio
abas no pudiera mantenerse durante mucho tiempo como una entidad cohesionada.
Los primeros xitos del islam se basaron en un proceso de arabizacin de las
tierras que haban conquistado sus ejrcitos (en su mayora formados por beduinos).
Sin embargo, este proceso de conquista cultural nunca lleg a ser completo. Existan
ya con anterioridad algunas contraculturas muy fuertes y resistentes, que finalmente
demostraron ser una barrera infranqueable para este intento de dominio cultural. Una
de las contraculturas ms potentes era la que encontraron en Persia. Esto no
sorprende dado el esplndido patrimonio de los antiguos imperios persas. Incapaces
de sojuzgar la cultura persa, los abases resultaron finalmente inundados por ella. A
trminos del siglo IX, la corte de los califas estaba invadida por consejeros persas, e
incluso la moda en el vestir que adoptaron estos califas era de estilo persa. Asimismo,
cambi la composicin del ejrcito; la influencia de los beduinos disminuy y otros
tomaron su lugar, en especial los persas y, en ltima instancia, los mercenarios turcos.
Estos factores no tienen slo un inters acadmico, sino que, adems, constituyen un
ejemplo de la creciente ruptura de la cohesin que se estaba produciendo en el mundo
islmico.
Con el tiempo, el Imperio abas llegara a estar mucho ms descentralizado.
Como consecuencia de esto, los gobernantes locales aprovecharan con frecuencia
cualquier oportunidad de sacudirse el yugo del gobierno de Bagdad. Esto gener an
ms problemas a los abases. El consiguiente malestar social llev a un aumento de la
militancia en muchas esferas de la sociedad islmica y cre grandes tensiones
sociales. La dinasta se vea constantemente amenazada por conspiraciones contra su
hegemona, y su control del poder lleg a ser tan dbil que necesit ser apuntalada
por tribus ajenas al Imperio.[23] Para mayor infortunio, perdi tambin su control de
la economa. La prdida del dominio efectivo de muchos territorios redujo de manera
inevitable los ingresos obtenidos mediante la recaudacin de impuestos, y la dinasta,
con su burocracia cada vez mayor y a veces asfixiante, iba a tener a cada paso ms
dificultades para mantener la pompa necesaria en un Estado moderno y avanzado.
Esto se pondra de manifiesto, sobre todo, en las constantes devaluaciones de la
moneda que se producan a medida que las cosas iban empeorando y que han sido
siempre a lo largo de la historia el ltimo recurso de los soberanos faltos de dinero y
desesperados.
Una amenaza chi de menor calibre contra los abases fue la que generaron los
duodecimanos, aquellos que crean que el duodcimo imn de la lnea de sucesin
iniciada con Mahoma haba desaparecido y regresara en algn momento concreto del
futuro para restablecer el gobierno de la justicia en el mundo. Convencidos realmente
en la futura llegada de un redentor conocido como el mahdi, desarrollaron tambin un
martirologio en torno a algunos de los imanes que haban sido asesinados en el
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pasado a causa de su fe. Sin embargo, su actitud relativa al concepto de mahdi era en
esencia pasiva. Regresara para gobernar el mundo cuando llegara el momento
adecuado, con independencia de cualquier intervencin humana. Por lo tanto, en
general se sentan conformes con la idea de dejar que los hechos se desarrollaran por
s mismos y, por consiguiente, asumieron una especie de conformidad con los
abases, aunque la dinasta gobernante hizo en verdad poco por contribuir a la causa
de los duodecimanos.
En contraste con esta manera pasiva de aceptacin del destino, los ismailes,
conocidos tambin como septimanos porque la mayora de los primeros ismailes
reconoca slo la existencia de siete imanes (siendo el ltimo Muhammad ibn Ismail),
asumieron un papel mucho ms enrgico y evangelizador que los duodecimanos, que
eran ms ortodoxos y reservados. Crean que deban preparar la situacin para el
regreso del mahdi mediante su intervencin activa. En consecuencia, estaban mucho
menos dispuestos a aceptar con docilidad la autoridad de los abases y se convirtieron
con rapidez en un foco de descontento social (y no era poco el que haba) en muchas
zonas diferentes del mundo islmico, tales como Persia, el norte de frica y, sobre
todo, el Yemen. Su celo y su radicalismo, si los comparamos con los duodecimanos,
que no eran tan dogmticos y reivindicativos, tuvieron como consecuencia inevitable
un aumento de las escisiones dentro del mundo musulmn. Fue precisamente esta
tradicin el caldo de cultivo del que surgieron grupos militantes tales como los
nizares.
Las exigencias de los ismailes fueron ampliamente rebatidas por sus enemigos.
Al final, las amenazas formuladas por los que se negaban a aceptar las pretensiones
de Ismail y de los seguidores de su lnea llegaron a ser demasiado peligrosas, por lo
que Muhammad ibn Ismail, el sptimo imn de los ismailes, se vio obligado a
esconderse. Esta es la razn por la que lleg a ser conocido como al-Maktum el
Escondido. As, el imanato qued oculto, aunque durante el siglo siguiente, ms o
menos, el cargo de imn, segn los ismailes, pas de uno a otro entre individuos que
eran sucesores de Mahoma, pero en secreto.
A partir de entonces, los ismailes se vieron obligados a asumir una actitud de
secretismo estricto en sus planteamientos, tanto con respecto a su religin como a su
actividad evangelizadora. En tanto al primero de estos aspectos, la fe, sus doctrinas
estuvieron envueltas en el misterio. Argumentaban, por ejemplo, que el Corn, el
libro sagrado del islam, no deba leerse como una serie de afirmaciones literales, ya
que opinaban que estas afirmaciones se encontraban veladas por alegoras y tendran
que interpretarlas de una manera no literal, despus de que, al interrogar a fondo sus
palabras, stas hubieran revelado sus significados ocultos. Para muchos musulmanes
sunes ortodoxos esto era anatema, puesto que dejaba un gran margen para la
interpretacin.[24] Esto era ya en s mismo suficiente para garantizar la persecucin de
los ismailes.
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[El Corn del sultn Baybars. No se conoce ninguna representacin grfica del propio Baybars, pero dej un
importante legado arquitectnico (British Library).]
En general, los chies consideraban que los sunes representaban una rama del
islam que no reflejaba el orden legtimo. Los chies, como ya hemos visto, crean que
slo un descendiente de Al poda ser legtimamente el jefe espiritual del mundo
islmico. Por consiguiente, desde su punto de vista, los que no pertenecan a esta
rama de la familia de Mahoma, como los primeros califas que hubo tras la muerte del
Profeta, o incluso las dinastas omeya y abas, no fueron ms que intrusos que haban
alterado el orden natural de sucesin. Esta disensin condujo de manera inexorable a
graves desacuerdos, a menudo violentos, entre el sunismo y el chismo,
especialmente en la modalidad ismail de este ltimo.
Los desacuerdos surgieron como resultado de paradigmas fundamentalmente
diferentes por parte de los sunes y los chies. Los sunes estimaban que la legitimidad
se obtena por el hecho de representar los deseos de la mayora de la comunidad.
Esto poda desembocar en largos debates mediante los cuales se pretenda alcanzar el
consenso sobre ciertos temas cruciales. Se dijo que el propio Mahoma haba
fomentado esta intelectualizacin un anlisis indica que en la tradicin se dio
crdito ampliamente a una afirmacin del Profeta segn la cual las diferencias de
opinin entre los miembros de mi comunidad son una bendicin. Esta idea de
consenso (ijma) chocaba frontalmente con el planteamiento chi sobre cuestiones
religiosas, segn el cual el conocimiento que se deriva de fuentes falibles es intil;
el conocimiento cierto y verdadero slo puede venir a travs del contacto con el imn
infalible, quien, de esta manera, asuma una posicin predominante dentro de la
comunidad chi.
Dadas las posturas diferentes de las dos ramas del islam, nunca hubo duda alguna
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de que surgiran problemas entre ambas. Se ha sealado que
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movimiento se vea obligado ciertamente a permanecer sumergido y no tena ms
opciones que actuar de una manera clandestina. No obstante, durante aquellos aos
difciles, dispuso de una red de dai (misioneros) extendida por muchas zonas de
Oriente Medio. Persia y Siria parecen haber sido terrenos en particular fecundos para
las creencias religiosas de los ismailes.
Aquellos dai reciban una formacin especial antes de partir para la misin que
tuvieran asignada. Cuando llegaban a la zona que se les haba adjudicado para su
tarea de proselitismo, lo primero que intentaban era integrarse en la comunidad local
tan subrepticiamente como fuera posible, a menudo disfrazndose de mercaderes o
artesanos. Una vez establecidos, se dedicaban a la bsqueda de conversos potenciales
a los que pudieran llevar a la senda de la verdad mediante sus ceremonias secretas de
iniciacin. Indudablemente esta operacin era clandestina, pero tena tanto de
pragmatismo como de duplicidad. Su lugar en el mundo era tan inseguro que se
desarroll una doctrina (la de la taqiyya o precaucin), que permita a los ismailes
negar su fe cuando se encontraban frente a un peligro o ante el riesgo de morir.
Quizs esta actitud parezca inusual en el mbito de las filosofas occidentales, que se
han desarrollado en torno a historias de mrtires cristianos que no aceptaban renegar
de su fe frente a la tortura y la pena de muerte, pero lo que no se puede negar es que
esta idea parece haber tenido un poderoso xito que prolong la longevidad de los
ismailes.
En el ncleo de las creencias ismailes se encontraba el Imn Oculto, sucesor de
Muhammad ibn Ismail, que fue el lder religioso de los ismailes hasta que el mahdi
(el guiado por Dios) regresara para proclamar la era de la justicia. No obstante, este
Imn Oculto estaba tan bien disfrazado, que eran pocos los que tenan algn
conocimiento tangible sobre quin era en realidad. Aunque a corto plazo es posible
que esto evitara su exterminacin algo absolutamente crucial para los ismailes, ya
que su fe exiga que el imn fuera del linaje de Ismail, a largo plazo significaba que
su identidad estaba tan bien protegida que, al convertirse en una figura pblica a
principios del siglo X, cuando la dinasta fatim ya haba nacido, era fcil para sus
enemigos demostrar su condicin de impostor, y era prcticamente imposible para l
defender su causa ante el adversario.
Hubo que esperar hasta la segunda mitad del siglo IX para que los ismailes
comenzaran a emerger desde sus escondites secretos y salieran a la luz del da. Parece
ser que lo que les anim a hacerlo fue el aumento de las tensiones sociales dentro del
Imperio abas. En las ciudades la situacin estaba a punto de estallar a causa del
descontento de las clases menos favorecidas de la comunidad. Esto hizo que una
parte de estas personas se sintieran mejor predispuestas a identificarse con los
elementos ms radicales de los grupos ismailes. Sin embargo, sera en las costas de
Iraq, en torno a Basora, donde iba a tener lugar la manifestacin ms obvia de
malestar.
Con anterioridad, los mercaderes islmicos haban abierto al comercio zonas poco
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conocidas del interior de frica, as como de otros lugares ms lejanos del globo
terrqueo.[29] Pero las mercancas no eran slo objetos inanimados. En aquella poca
se utilizaba mucha mano de obra esclava. En la zona situada alrededor de Basora
haba una densa capa de suelo nitroso que tena que ser excavada para poder
descubrir la tierra cultivable y frtil que se encontraba debajo y transformarla en til
para la agricultura. Este trabajo era agotador y en extremo malsano, y el riesgo de
enfermedad aumentaba enormemente por la presencia de abundantes marismas en la
zona. Para esta tarea se utilizaron esclavos africanos negros en unas condiciones que
tuvieron que ser insoportables. Por ltimo, los esclavos (conocidos como zany) no
pudieron seguir trabajando en estas condiciones tan duras. Decidieron que no
volveran a ofrecer el sudor de su frente a aquellos capataces que los tiranizaban y su
furia explot con una rebelin en toda regla.
La rebelin de los zany afect al Imperio abas en Oriente Medio en una poca en
la que ste pareca encontrarse poco preparado para sofocarla. Con anterioridad, se
haban desatado otras revoluciones dentro de los dominios abases, pero esta ltima
haba demostrado estar ms all de las capacidades de control de la dinasta reinante.
Por ltimo, se fund en el sur de Iraq un enclave de zany que iba a sobrevivir durante
catorce aos en lo que parece haber sido una especie de sociedad comunista
primitiva. Pero la importancia de esta rebelin, por lo que respecta a la historia que
estamos contando aqu, reside en haber sido uno de los muchos ejemplos que dan
testimonio del malestar social que anim a los ismailes a salir de su cascarn de
manera colectiva. Es precisamente en el Iraq de aquella poca donde encontramos el
signo ms obvio de la emergencia del radicalismo ismail.
Durante los aos de ocultacin, la misin de los ismailes de difundir las
creencias de su movimiento (la dawai) estuvo controlada desde Siria, siendo su
epicentro la ciudad de Salamiya. A medida que avanzaba el siglo IX, la causa ismail
se desarroll a una velocidad importante. Sin embargo, su xito en la ltima parte de
este siglo desencadenara una serie de acontecimientos que conducira al final a la
prdida del control sirio sobre las actividades misioneras de los dai.
Uno de estos dai fue un hombre llamado al-Hussein al-Ahwazi. Predic en la
regin de Kufa y uno de sus nefitos se llamaba Hamdan Qarmat. Este ltimo,
inflamado por el celo de los nuevos conversos, comenz rpidamente a predicar por
su cuenta, consiguiendo gran nmero de adeptos. Su predicacin tuvo tanto xito, que
sus seguidores empezaron enseguida a ser llamados qarmatas, segn el nombre del
maestro. El xito de los qarmatas se bas en una explotacin militante del
descontento social que exista entonces en la regin, y un factor que contribuy de
manera considerable fue la rebelin de los zany (en 880, los qarmatas haban
intentado establecer una alianza con los zany). Muchas personas de la zona
pertenecientes a las clases sociales explotadas estaban en aquella poca descontentas
con la actitud por lo general pasiva adoptada por la mayora de los lderes chies con
respecto a la casta gobernante. Por ser ms radical, la revolucin social que
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preconizaban los qarmatas tocaba la fibra sensible de sus partidarios. Los qarmatas
aprovecharon el descontento existente e implantaron unos niveles impositivos
elevados (una quinta parte de los ingresos) en las regiones que controlaban, para
poder financiar mejor su revolucin. Sus posibilidades de xito aumentaron
considerablemente con la desintegracin del poder abas en el sur de Iraq como
consecuencia de la rebelin de los zany y de otras tensiones sociales tan grande
haba sido la ruptura de la comunicacin, que los qarmatas llevaban ya varias dcadas
de existencia cuando los abases llegaron a ser conscientes de la amenaza que les
planteaban aquellos revolucionarios. Fue en la ltima dcada del siglo IX cuando los
abases tomaron por primera vez medidas activas para reprimir a los qarmatas, pero
para entonces el genio ya haba salido de la botella y la situacin era irreversible.
Sin embargo, no fue slo Iraq el lugar donde los dai tuvieron xito. El sur de
Persia y el Yemen fueron tambin objetivos de aquellos evangelizadores ismailes. En
particular, el Yemen result ser una base de reclutamiento muy provechosa para ellos.
Especialmente el dai Al ibn al-Fadl tuvo un gran xito en la regin. Se haba
convertido a la causa ismail durante una visita a Kerbala. Junto con sus seguidores y
correligionarios se estableci en fortalezas situadas en las montaas, en zonas
salvajes, remotas e inaccesibles, desde las cuales emprendan su labor evangelizadora
en la zona. En aquellos lugares protegidos de las montaas yemenes pudieron estar a
salvo frente al poder de enemigos locales (un planteamiento precursor del que luego
adoptaran los nizares).
Encontraron un apoyo tribal fuerte y, en 906, controlaban ya de manera efectiva la
mayora del territorio yemen. Aunque con posterioridad se perdi parte de esta
regin, a partir de entonces el pas constituy una importante base ismail (los
ismailes han sobrevivido all hasta los tiempos modernos). Desde el Yemen, se
enviaron nuevas expediciones misioneras, por una parte hacia el este, al
subcontinente indio a travs de Sind, y por otra parte hacia el oeste, al Magreb, en el
noroeste de frica, de donde surgira uno de los grandes hitos de la historia ismail
con la fundacin de la dinasta fatim. Hubo otras zonas de la pennsula Arbiga que
tambin se vieron afectadas por el resurgimiento ismail, fundamentalmente Bahrain
y Omn. Ms al norte, Jurasn y Transoxiana, en las lejanas tierras de Asia Central,
recibieron tambin la visita de los dai, y stos lograron all algunos buenos
resultados. Esta ltima campaa fue heredada ms tarde por el dai Abu Hatim ibn al-
Razi, que introdujo la tarea misionera en Azerbaiyn. Resumiendo, en aquella poca
los ismailes favorecieron la difusin de su causa con amplitud y gran energa.
Esta repentina emergencia de los ismailes, despus de un siglo de desarrollo
oculto, tuvo consecuencias imprevistas. Al principio, los dai incluso el muy
afortunado Hamdan Qarmat aceptaron cierto grado de control centralizado desde
Siria. Sin embargo, el desarrollo secreto y esotrico de la doctrina ismail, y el
concepto de Imn Oculto, ocasionaron por s mismos algunos problemas. El misterio
que rodeaba la evolucin del ismailismo desemboc en incertidumbre. Desde esta
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incertidumbre slo haba un pequeo paso para llegar a la incomprensin, incluso y
quizs especialmente dentro del propio movimiento. El proceso de fragmentacin
del islam estaba a punto de acelerarse una vez ms.
Como hemos visto antes, el islam ya se haba dividido en las tendencias sun y
chi ortodoxas, pero, a mediados del siglo VIII, los chies se haban subdividido
ampliamente en duodecimanos, ismailes y un tercer grupo, del que an no hemos
hablado, conocido como los zaydes. Este ltimo sector se denomin as por su
fundador, Zayd ibn Al, que encabez una rebelin, finalmente derrotada, contra la
dinasta omeya en el ao 740. Las actuaciones de este grupo resultan en muchos
aspectos contradictorias. Los zaydes adquirieron fama de ser comedidos en los
aspectos religiosos, porque no condenaban a los primeros califas anteriores a Al y
fueron moderados en sus crticas a aquellos musulmanes que no reconocan los
derechos de los descendientes de Al a sucederle. Al mismo tiempo, fueron
revolucionarios en el campo de la poltica, abogando con frecuencia por la rebelin
armada contra la clase gobernante. Estos segmentos diferentes del chismo se
pelearan entre ellos en varias ocasiones durante los siglos siguientes.[30]
Ahora los propios ismailes estaban en vas de sufrir una divisin. Cuando se
acercaba ya el final del siglo IX, el mundo islmico estaba a las puertas de presenciar
otro desacuerdo, que esta vez afectara al ncleo del movimiento ismail.
Paradjicamente, estas divisiones actuaran como catalizador en una reaccin en
cadena de distintos sucesos, que llevara a un avance masivo en la suerte de los
ismailes. Lo que precipit estos acontecimientos fue un choque entre los qarmatas y
otros musulmanes chies. Hamdan Qarmat perdi el control del movimiento que l
mismo haba creado. Las tendencias radicales que se observaban en este movimiento
iban a resultar en ltima instancia demasiado fuertes para que l pudiera contenerlas,
y el liderazgo efectivo del ala militante de los qarmatas pasara a un hombre llamado
Zakruya. Bajo su direccin, los qarmatas se armaron y emprendieron una serie de
duros ataques por sorpresa en Iraq y Siria.
Los abases enviaron un ejrcito para aniquilarlos, pero ste fue derrotado y las
fuerzas qarmatas, formadas en gran parte por feroces guerreros beduinos, tuvieron un
enorme xito. En 903, atacaron y saquearon Salamiya, el cuartel general del
movimiento ismail. Estaba claro que haban entrado en un serio conflicto con la
direccin ismail, pero, si planeaban eliminar al propio lder, erraron el tiro. Quiz
porque era consciente de ser su objetivo, el imn que encabezaba entonces el
movimiento ismail, Ubaid Allah al-Mahdi, ya haba huido antes de que los qarmatas
entraran en Salamiya. Los abases, alertados de su marcha, emprendieron un
desesperado pero intil intento de interceptarlo y capturarlo. Este imn viaj lejos
hacia el oeste, a travs de Egipto, hasta llegar al Magreb (aproximadamente a la
regin que actualmente es Tnez).
Al-Mahdi era un hombre notable. Estaba lejos de ser un fantico. Por el contrario,
parece que posea una extraordinaria habilidad para actuar con una gran sagacidad
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poltica, siendo capaz de congraciarse con una amplia gama de aliados
potencialmente improbables. Quiz las autoridades del Magreb que en principio no
estaban bien dispuestas con respecto a l pensaron que esto le haca ser
eventualmente peligroso, pues lo converta en un foco de atraccin para los disidentes
de cualquier tipo que pudiera haber en sus dominios, y, en consecuencia, se
apresuraron a encerrar a al-Mahdi en una prisin. Sin embargo, est claro que ste
dispona de aliados poderosos. El ms fuerte de todos ellos era un influyente
personaje llamado Abu Abdallah. Desde el ao 893 haba aceptado siempre las
doctrinas ismailes y, en la poca en que lleg al-Mahdi, en la primera dcada del
siglo IX, ya haba conseguido atraer una buena cantidad de apoyos para la causa
ismail. Es posible que hubiera estado negociando con al-Mahdi durante cierto
tiempo, y que el imn se hubiera traslado al Magreb por instigacin de Abu Abdallah.
Cuando se encerr a al-Mahdi en una prisin, Abu Abdallah pens que era la
ocasin de iniciar una revolucin activa. Para ello, reuni sus tropas y proclam que
el prisionero al-Mahdi era el imn cuya reaparicin haban esperado los ismailes
durante largo tiempo. Atrapados en una oleada de emociones milenaristas, muchos
acudieron en tropel para apoyarle. Esto desemboc en un conflicto abierto; la clase
gobernante fue derrocada y al-Mahdi liberado de su prisin. En el ao 909, el
imanato ismail, que llevaba un siglo oculto, concretamente desde los das de
Muhammad ibn Ismail, fue reinstaurado a plena luz del da.
Fue un gran momento de triunfo, tanto para al-Mahdi como para Abu Abdallah,
pero a este ltimo le resultara muy poco beneficioso. Al cabo de un ao, el imn que
haba obtenido su libertad y el poder gracias a Abu Abdallah se sinti tan amenazado
por ste, que dispuso todo lo necesario para que fuera ejecutado. No est claro por
qu sucedi esto, aunque una de las explicaciones ms plausibles que se ha sugerido
es que Abu Abdallah, que por sus actitudes pareca ser ms bien un ismail de la lnea
dura, era demasiado extremista para el gusto de al-Mahdi.[31] El imn haba
demostrado ser bastante buen diplomtico en sus relaciones con muchos de sus
nuevos sbditos, que, de hecho, eran en su mayora bereberes, un grupo famoso por
su fiereza y su espritu independiente. Esta flexibilidad en su filosofa y sus actitudes
sera caracterstica de algunos lderes nizares posteriores.
Aunque al-Mahdi consigui establecerse en el Magreb, y en este proceso fund
una nueva y poderosa dinasta en el norte de frica, todo ello tuvo un coste. Se
encontr en un dilema en apariencia irresoluble que le situaba entre la espada y la
pared. Por una parte, necesitaba asegurarse de que conservaba la lealtad de los
pueblos del Magreb. sta no era una tarea fcil. Dos tribus bereberes importantes
vivan en la regin, los cenetes y los sanhaya, y, dada su reputacin de personas
ansiosas de independencia, quiz no sorprenda descubrir que estaban siempre
enzarzadas en una feroz pelea. Esto haca que el entorno fuera altamente voltil.
Quiz porque era consciente de que haba llegado al poder mediante un golpe que
trastoc el orden de las clases dirigentes, se puede considerar natural que al-Mahdi
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fuera en extremo precavido en el trato con sus sbditos, con el fin de poder evitarse
un destino similar. Adems, estaba rodeado de enemigos: en Egipto, un rgimen que
le era hostil, ms all los abases y, no muy lejos, al otro lado del Mediterrneo, los
restos de la dinasta omeya en Espaa.
Sin embargo, por otra parte, los ismailes contaban en sus propias filas con
muchos elementos radicales. Inevitablemente, a stos les disgust que la dinasta
fatim,[32] que es como se llam a al-Mahdi y sus descendientes, no realizara los
cambios que ellos estaban esperando como parte del proceso que desembocara en la
implantacin de un paraso islmico en la Tierra. Hasta hace pocos aos, se supona
en general que los fatimes y los qarmatas actuaban de mutuo acuerdo, pero las
investigaciones modernas sugieren que en realidad no era ste el caso.[33] La
suposicin anterior se consideraba cierta porque, de manera frecuente, los dos bandos
eran objeto de la desconfianza de muchos otros grupos islmicos poderosos, gran
parte de los cuales consideraban errneamente que los qarmatas eran lo mismo que el
movimiento ismail en su conjunto. En este sentido, se supona que, dado que los
abases eran un enemigo comn, entonces la poltica fatim y la qarmata tenan que
haber funcionado al unsono.
No obstante, en verdad, esto simplifica demasiado la situacin. La fuerza de los
qarmatas estaba en la prctica agotada, pero, cuando fueron finalmente derrotados en
Siria, esto slo sirvi para desencadenar un aumento de la ferocidad de sus acciones.
Conmocionaron el mundo musulmn con sus reiterados ataques a caravanas de
peregrinos que iban hacia La Meca, y se deca que en una ocasin haban matado a
veinte mil personas. Varias ciudades importantes, como Kufa y Basora, sufrieron
tambin el pillaje de los qarmatas. En 930 se produjo el acontecimiento ms
impactante de todos. Aquel ao, los qarmatas atacaron la confiada ciudad de La
Meca, cuando sta se encontraba atestada de peregrinos. La Meca no estaba en
absoluto preparada para algo as y cay rpidamente en manos de los qarmatas. A
continuacin fue sometida a un horrible saqueo. Por sus calles corri la sangre
cuando los peregrinos fueron masacrados en gran nmero. Pero lo ms impactante de
todo fue que arrancaron la reverenciada piedra negra que estaba incrustada en la
kaba y se la llevaron.
Este acto pone de manifiesto la presencia de tensiones teolgicas dentro del islam.
Est clara la existencia de algunos elementos que se sentan insatisfechos con el
estado de ciertas cuestiones en el interior del mundo islmico y deseaban redefinirlas.
Sin duda, el saqueo de La Meca la cuna del islam tuvo que suponer una gran
conmocin para muchos otros musulmanes. Dio a los propagandistas antiismailes
una enorme oportunidad para acusar a los ismailes en su conjunto de conspirar para
destruir el islam; no significaba demasiado para ellos el hecho de que los qarmatas se
desviaran ampliamente de la lnea de muchos otros ismailes. Sin embargo, el acto
ms radical de los qarmatas an no se haba producido.
En 931, diriga a los qarmatas un hombre llamado Abu Tahir, que haba sido
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responsable del ataque contra La Meca. Afirm haber reconocido al verdadero mahdi
en la persona de un joven persa que poco antes haba aparecido en Bahrain (que lleg
a ser definitivamente la base principal de los qarmatas). El hecho de que se pudiera
formular tal afirmacin demuestra con bastante claridad que los qarmatas no estaban
de acuerdo con los fatimes, ya que stos sostenan que sus imanes descendan
directamente de Muhammad y haban estado ocultos durante las dcadas de
persecucin contra los ismailes; a partir de este argumento, los fatimes afirmaban
ser los nicos lderes espirituales autnticos del islam y la pretensin de los qarmatas
de haber descubierto al mahdi era un abierto desafo a su autoridad.
En consecuencia, la proclamacin del mahdi result un desastre total para los
qarmatas. Pronto se pudo ver que haban cometido un grave error de juicio. Para
empezar, el mahdi mostr algunas tendencias religiosas extraas. No era el nico
los propios qarmatas se sentan fascinados por la cosmologa y una de las razones
principales por las que identificaron al mahdi, cuando lo hicieron, fue que haba una
conjuncin de los planetas Jpiter y Saturno, lo cual se consideraba un signo de la
inminencia de un acontecimiento importante. Sin embargo, el mahdi, al parecer,
estaba en extremo interesado por el culto al fuego. Esto sugera que sus antecedentes
podan estar relacionados con el zoroastrismo.[34] Como tal, se trataba de una
cualificacin extraa para un profeta islmico. Para poner las cosas an peor, el
mahdi era extraordinariamente confiado, o bien careca de la ms mnima destreza
poltica. Pronto comenz a hacer valer su autoridad sobre el grupo que precisamente
le haba dado el poder. Varias figuras destacadas entre los lderes de los qarmatas
fueron acusadas de una serie de crmenes y ejecutadas. Ni siquiera algunos parientes
cercanos de Abu Tahir eran inmunes a estas acusaciones. Al darse cuenta de que
haba cometido una grave equivocacin, Abu Tahir se apresur a deshacer su error
antes de que fuera demasiado tarde, retirando al mahdi del poder despus de ochenta
das terrorficos y ordenando que lo mataran poco despus.
La aberracin qarmata demostr que el movimiento ismail poda dar origen a
grupos muy radicales, pero el auge de los qarmatas se haba acabado. Si bien
continuaran viviendo en Bahrain durante el siglo siguiente, cada vez estaran ms
aislados y seran ms irrelevantes. Aunque de hecho su militancia aumentara;
algunos viajeros que estuvieron en Bahrain en el siglo XI observaron que pareca no
haber mezquitas en aquel pas, y sus enemigos afirmaron que los qarmatas formaban
una comunidad donde compartan sus bienes y sus mujeres. Tambin se rumoreaba
que aquellos expertos en asaltos y saqueos no pagaban impuestos, ya que el botn
llegaba al pas en cantidades enormes. Las ideas extremistas atribuidas a los
qarmatas, tanto las relativas a sus creencias religiosas como a su desenfrenada
promiscuidad, son un eco de las acusaciones que posteriormente se formularon contra
los nizares.
Cuando la estrella de los qarmatas comenzaba a declinar, la de los fatimes
ascenda cada vez ms alta. En esto les ayud enormemente el hundimiento
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progresivo de la dinasta abas. A mediados del siglo X, los abases se encontraban
postrados de rodillas. Maldecidos con una sucesin de califas dbiles y atacados
internamente por fuertes divisiones sociales e infortunios econmicos, la dinasta
viva sus ltimos das de poder real. Una dinasta chi procedente de Persia, y
conocida como la dinasta de los buwayhes o buyes, se estableci en Bagdad, algo
que acab de manera efectiva con el dominio abas. Aunque el califa permaneci en
su puesto, no era en realidad ms que un testaferro sin poder; aun era peor, porque se
trataba de un testaferro sun apoyado por una faccin chi. Tuvo que ser terrible para
el califa soportar aquella humillacin.
Pero result igualmente decepcionante para los chies radicales. El hecho de que
los buyes optaran por apoyar a un califa sun, pese a que el poder de ste fuera casi
inexistente, debi de ser un gran golpe para quienes deseaban ver triunfar al chismo
militante. Tambin tuvo que ser una pldora amarga para los radicales que deseaban
ver lo que ellos consideraban el nico camino verdadero hacia la plenitud espiritual,
es decir, el establecimiento de un rgimen chi santo y puro; y asimismo lo sera para
los que se sentan insatisfechos con su porcin de razones sociales. El ismailismo
radical se convirti en la nica alternativa para los sunes. Como ha indicado un
comentarista, los buyes, por susacciones, desacreditaban an ms el ya deslustrado
califato sun; al mismo tiempo, eliminaron por fin la posibilidad de que el chismo
moderado constituyera una alternativa seria a dicho califato.[35]
En frica, el poder de los fatimes se hizo todava ms fuerte. Durante las
primeras dcadas del siglo X intentaron varias veces tomar Egipto, si bien sus ataques
siempre fueron rechazados. Por una parte, adoptaron la tctica del ataque directo
como arma para intentar tomar el pas y, por otra parte, establecieron dentro de l una
red de agentes que actuaban de manera secreta para fomentar el descontento y
proporcionar informacin a las autoridades fatimes del Magreb. Una vez ms, es
importante observar que las operaciones clandestinas no eran el coto privado del
grupo que constituiran posteriormente los nizares.
El triunfo final de los fatimes se produjo con la subida al trono del califa Muizz.
El ms importante de sus generales fue un hombre de origen extranjero
(probablemente siciliano), Jawhar al-Rumi. En 969, Jawhar cruz el desierto hacia
Egipto al frente de un enorme ejrcito, supuestamente de unos cien mil hombres. La
dinasta turca que gobernaba Egipto en aquella poca fue desplazada a las
proximidades de la antigua ciudad de Fustat y el pas qued conquistado por los
fatimes. Jawhar haba trado consigo un plano para construir una nueva ciudad que
decidi situar cerca de Fustat, junto al Nilo. En medio de un desierto de arena traz y
construy aquella gran ciudad. El nombre que recibi fue al-Qahira La
Victoriosa, pero en occidente se conocera como El Cairo.
El triunfo de los fatimes era ya en apariencia un hecho en 973, cuando Muizz
entr en esta nueva capital para reclamar su corona. Trajo consigo una gran coleccin
de tesoros para congraciarse con sus nuevos sbditos, as como los atades de sus
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antepasados, que pensaba volver a enterrar en Egipto. Fund muchas instituciones
prestigiosas, tales como un centro de estudios religiosos llamado al-Azhar, que
algunos consideran la primera universidad del mundo. Los fatimes haban afirmado
durante mucho tiempo que estaban destinados a ser los lderes indiscutibles del
mundo islmico. Pareca que nada ni nadie era entonces lo suficientemente fuerte
como para impedirles que pusieran en prctica todo aquello de lo que alardeaban.
Sin embargo, en realidad no haban calculado del todo bien sus posibilidades.
Numerosos miembros de la clase gobernante chi se desplazaron con la dinasta desde
el Magreb a Egipto. Muchos de sus sbditos magrebes mantenan todava su espritu
independiente, por lo que empezaron rpidamente a desligarse de aquella regin y
dirigir su atencin hacia el este. Tambin en aquellos territorios ms orientales
tuvieron problemas los fatimes. Los qarmatas, aunque haba pasado su mejor
momento, seguan siendo una fuerza poderosa y tenan poco en comn con los
fatimes, que eran ms moderados. Llegaron a chocar con stos, contribuyendo as a
impedirles que llegaran hasta el corazn del islam, es decir, a los territorios de Iraq y
Persia.
Como es natural, los buyes tampoco se sentan muy inclinados a ceder sus
territorios de Iraq, cuya conquista les haba resultado tan ardua. Eran chies
pertenecientes a la corriente, ms moderada, de los duodecimanos, a diferencia de los
fatimes, que eran ismailes. Ciertamente eran hombres poderosos y ambiciosos y sin
intencin alguna de entregar dcilmente sus territorios a esta dinasta rival. Y hacia el
norte, el Imperio bizantino atravesaba un perodo de resurgimiento despus de
muchos aos de declive y estaba bloqueando de manera efectiva a los fatimes,
impidindoles que fueran demasiado lejos en aquella direccin. Por consiguiente, los
fatimes, aunque enviaron dai a tierras lejanas del este y lograron en algunos casos
establecer grupos aislados en varias zonas, se vean paralizados por sus adversarios,
dado que varios enemigos potenciales, cuyo poder conjunto era considerable, les
haban bloqueado cualquier intento de avance posterior.
Los fatimes alcanzaron el cnit de su poder a finales del siglo X, bajo el
liderazgo de al-Aziz. Como califa, ste mostr una gran tolerancia con los cristianos
que habitaban en sus dominios, quiz porque su esposa era una princesa cristiana.
Mientras l gobern, los cristianos pudieron incluso acceder a los cargos ms altos
del Estado. Algo que tuvo que preocupar a algunos de sus sbditos islmicos. Por
otra parte, Egipto se haba convertido en un Estado rico, alcanzando niveles de
prosperidad que no se haban visto en la regin desde la Antigedad. Alejandra se
convirti de nuevo en un gran puerto martimo. Se produjo tambin un desvi de las
comunicaciones, que se desplazaron, desde la ruta terrestre que cruzaba Iraq, hacia el
mar Rojo y Egipto, lo cual contribuy poco a acercar la causa fatim a los
gobernantes sunes, que, como resultado de todo esto, salieron perdiendo. La
prosperidad egipcia estuvo ligada en gran medida al desarrollo de una flota fuerte y
poderosa algo que haba sido un objetivo clave de la dinasta fatim desde sus
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primeros tiempos y a su conquista de la isla de Sicilia. Desde esta isla y otros
enclaves aislados, por ejemplo los de la costa mediterrnea de lo que actualmente es
Francia, los piratas musulmanes haban causado estragos durante mucho tiempo entre
sus vecinos, que se haban visto sometidos a constantes hostigamientos e incursiones
de saqueo.
Por consiguiente, todo indica que la fortuna de los fatimes iba en ascenso. Sin
embargo, varios aspectos del gobierno de al-Aziz dejaron en conjunto a su muerte un
peligroso legado. Enrol en sus ejrcitos a muchos turcos, hombres pendencieros y de
espritu independiente que pronto sostuvieron peleas con los bereberes, siendo stos
los que previamente haban constituido el ncleo de las fuerzas armadas del califa.
No tardaron en generarse graves conflictos armados entre los dos grupos, y el ejrcito
comenz a desintegrarse. Adems, la actitud liberal de al-Aziz, aunque le congraci
con sus sbditos cristianos, se convirti en una fuente constante de resentimiento para
aquellos que eran musulmanes. Tras la muerte de al-Aziz, cuando su hijo, que tom
para reinar el nombre de al-Hakim, se convirti en califa, se anunciaba ya el
comienzo de una era de incertidumbre para el mundo fatim, alimentada en gran
medida por una fuerte reaccin contra el liberalismo del ltimo califa.
Al-Hakim resultaba demasiado joven para ser califa cuando su padre muri en
996, ya que slo era un muchacho de once aos de edad. Por esta razn, el eunuco
Baryawan asumi el poder hasta que el muchacho tuvo la edad necesaria para poder
gobernar. Baryawan era un hombre cruel y autoritario que trataba con desdn tanto al
califa como a su pueblo. Le encantaba llamar a al-Hakim lagartija y aprovechaba
cualquier oportunidad que se le presentara para humillarle. Con esto firm su propia
sentencia de muerte, ya que luego el califa result ser un hombre muy peligroso para
tenerlo como enemigo.
Cuando tena alrededor de quince aos, al-Hakim dirigi un golpe para hacer
valer su derecho a gobernar: una de las primeras vctimas fue Baryawan. Lo que
sucedi despus, durante el reinado de al-Hakim, es ms bien un misterio, aunque se
sabe que lleg a convertirse en una figura importante en la evolucin de los ismailes.
Al-Hakim aparece como un personaje oscuro y siniestro. Se hizo muchos enemigos y
su dinasta finalmente cay. Cuando fue derrocado, se destruyeron no pocos de los
registros relativos a los fatimes. En consecuencia, la mayora de los informes que se
conservan fue escrita por personas hostiles a los ismailes. Gran parte de lo que
sabemos sobre al-Hakim procede de obras redactadas por representantes de un grupo
religioso que le detestaba y aborreca todo lo que l representaba. Por lo tanto,
deberamos actuar con cautela cuando analizamos lo que se escribi sobre al-Hakim.
[36]
Hechas todas estas advertencias, parece, sin embargo, que al-Hakim no fue un
personaje extraordinario. En un intento de compensar lo que consideraba un
liberalismo excesivo por parte de su difunto padre, llev el pndulo al extremo
opuesto. En varias ocasiones, los cristianos y otros grupos no islmicos fueron objeto
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de persecucin (aunque uno de los aspectos confusos de su reinado es que a tales
perodos de opresin les seguan a menudo pocas de relativa tolerancia). Se
impusieron cdigos morales estrictos y algunos afirmaban que al-Hakim, disfrazado,
recorra las calles de su capital por la noche intentando pillar a los que no los
cumplan. Si eran descubiertos, se les aplicaban a continuacin unos castigos
espantosos. Con frecuencia se produjeron arrestos y ejecuciones de miembros
destacados de la sociedad. Una nube de terror cubri Egipto.
En 1009, al-Hakim se enfrent a los cristianos. Aquel ao llev a cabo la accin
que poda ser ms sacrlega a los ojos de stos. La iglesia del Santo Sepulcro de
Jerusaln se levantaba supuestamente en el lugar en que Jess muri. Como tal, era
un lugar reverenciado por todos los cristianos del mundo. Decidido a demostrar la
supremaca del islam, al-Hakim la arras, no dejando piedra sobre piedra.[37] El
mundo cristiano se sinti ultrajado. Durante los ltimos aos, los bizantinos haban
mantenido buenas relaciones con los fatimes, pero la profanacin del Santo Sepulcro
lo cambiaba todo. Las relaciones entre ambas potencias empezaron a ser
verdaderamente glidas. En consecuencia, al-Hakim se vio obligado a moderar su
actitud. Sin embargo, otros acontecimientos que tendran lugar durante su reinado
iban a producir ms divisiones dentro del movimiento ismail. En 1017, un grupo de
hombres santos se encamin a Egipto desde el Lbano. Empezaron a proclamar que
al-Hakim no slo era un hombre santo, sino que, en realidad, era un ser divino. Tales
afirmaciones les parecieron blasfemas a muchos sbditos y, si bien la verdad es que el
califa nunca acept pblicamente las doctrinas de aquellos hombres santos, en
especial las relativas a su divinidad, el mero hecho de que se plantearan produjo con
toda seguridad cierto impacto al menos en parte de su pueblo.
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[Al-Hakim destruye la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusaln, del manuscrito Al-Biruni. (Biblioteca de la
Universidad de Edimburgo).]
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el hecho de que una pequea casta gobernante adoptara un sesgo chi significaba
poco para el pueblo en su conjunto.
[Sarracenos atacan un campamento cristiano, hacia 1325-1350. Se trata de un ataque a traicin, porque los
agresores avanzan protegidos por una delegacin de emisarios desarmados (British Library).]
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de la poblacin local se alejara de su causa. Pero, en 1060, volvieron a conquistarla.
Su jefe, Tughril Bey, se declar a s mismo sultn, lo que indicaba que se consideraba
el gobernante seglar de la regin. Se restaur el califato abas, pero era menos
poderoso que nunca y estaba por completo a merced de los turcos, con lo que el califa
no era ms que un testaferro.
Inevitablemente, los turcos y los fatimes no tardaron en chocar unos con otros.
Pero los turcos tenan tambin otros objetivos en su poltica expansionista. Asia
Menor era la zona ms importante del Imperio bizantino, ya que proporcionaba las
grandes reservas de provisiones y mano de obra que eran decisivas para el bienestar
de los griegos. Los turcos comenzaron a abrirse paso por esta regin. El emperador
griego, Romanus Digenes, no poda dejar de dar una enrgica respuesta. En
consecuencia, se dirigi a Constantinopla al frente de un gran ejrcito. En agosto de
1071, se encontr con los turcos en Manzikert, en la zona ms oriental de Asia
Menor. El resultado de la batalla fue una derrota catastrfica para Bizancio,
probablemente la mayor de toda su historia, y dej toda Asia Menor a merced de los
turcos. stos se apresuraron a sacar partido de la oportunidad que se les brindaba y
llegaron en masa a instalarse en la regin.
Pero los turcos no estaban en condiciones de aprovechar plenamente la situacin.
No eran un pueblo unido y al poco tiempo empezaron a enfrentarse entre ellos
mismos. Fueron numerosos los distintos jefes turcos que establecieron sus propios
gobiernos regionales y pronto llegaron a ser tan agresivos entre s como lo eran con
respecto a los bizantinos o los fatimes. El resultado fue que una gran parte de Oriente
Medio qued fragmentada. Siria, Asia Menor y el cinturn costero mediterrneo
fueron controlados por diversos gobernantes regionales, los cuales en muchos casos
deban un reconocimiento nominal a otros, pero en la prctica eran casi
independientes a causa del estado catico en que se encontraba la regin. Ms hacia
el este, haba enclaves de resistencia frente a los turcos, que estaban considerados por
muchos ismailes de la zona (especialmente en Persia) como intrusos no deseados.
La dinasta fatim demostr ser incapaz de hacer retroceder a los turcos. Un
campo de batalla donde se enfrentaban con frecuencia ambos bandos estaba en
Palestina, donde Jerusaln, que haba formado parte del Imperio fatim durante cierto
tiempo, cambi de manos en varias ocasiones. Sin embargo, bajo el califa al-
Mustansir, que gobern durante ms de medio siglo, los fatimes perdieron su energa
y su orientacin, siendo obligados a retroceder durante el final del siglo XI, y
siguieron hacindolo en el siglo XII. Muchos de los grupos ismailes ms radicales
vean con claridad que la dinasta fatim no era la respuesta a los problemas del islam
y no estaba destinada a anunciar una nueva era de santidad.
La caracterstica ms destacada que resuma la situacin de la regin en aquel
estado fragmentario, a finales del siglo XI, fue la descentralizacin. Era evidente que
el control centralizado estaba en pleno declive. Esto provoc una importante
debilidad en la estructura de la zona, cosa que determinados enemigos podan
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aprovechar. En las zonas occidentales de la regin, en las costas mediterrneas, los
guerreros cristianos procedentes de Europa occidental emprendieron una gran
Cruzada que, en 1099, logr alcanzar su objetivo ltimo cuando tom Jerusaln, lo
cual supuso un gran insulto para los musulmanes, que consideraban esta ciudad como
lugar sagrado para su propia religin, al tiempo que era reverenciada por cristianos y
judos con el mismo fervor.
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[El arcngel Gabriel: representacin persa de Las maravillas de la Creacin y curiosidades de la existencia,
hacia 1400 (Museo Britnico).]
Ms hacia el este, otros grupos aprovecharan tambin las oportunidades que les
ofrecan las divisiones internas del islam. Algunos ismailes ms radicales estaban
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desmoralizados por la derrota de los fatimes y por su voluntad de contemporizar con
los enemigos de lo que los devotos consideraban el camino autntico del islam. Esto
cre una especie de vaco, que otras agrupaciones ismailes intentaron llenar. A lo
largo de la historia de los ismailes estuvieron presentes varios movimientos
radicales, de los cuales los qarmatas y los drusos fueron slo dos ejemplos. Sin
embargo, un nuevo grupo estaba a punto de aparecer, y era el que dejara la mayor
marca sobre los futuros historiadores en especial los occidentales y, ms
concretamente, sobre sus vividas imaginaciones.
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3
El visionario
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enfermo y todos pensaron que ya nada se poda hacer por l. Cuando el final pareca
cercano, Hasan estuvo convencido de que se expona a morir en pecado o, como
escribi su bigrafo, tena una idea que formulaba as: Habr muerto sin alcanzar la
verdad.[40] Sin embargo, aunque pareciera un milagro, no muri. Cuando se
recuper de su enfermedad, se adhiri apasionadamente a la causa ismail. Por lo que
respecta a sus sentimientos religiosos, se haba transformado, era un hombre que
tena una misin. sta iba a realizarse a travs del establecimiento de un Estado
ismail dentro de Persia, lo cual produjo un grave impacto en la poltica de la regin,
y en la imaginacin de las generaciones futuras.
Este episodio es prcticamente todo lo que sabemos sobre los primeros tiempos
de Hasan, aparte de una ancdota. Es interesante citarla porque ilustra grficamente
cmo las historias relativas a este personaje y al grupo que diriga captaron la
atencin de muchas personas dotadas de inclinaciones romnticas. Se cuenta que
Hasan estuvo en una escuela junto con otros dos condiscpulos destinados a hacer
grandes cosas en el futuro. Uno de ellos era un hombre llamado Nizam al-Mulk, que
iba a convertirse en una figura poltica de extraordinaria importancia en el Imperio
selycida, mientras que el otro sera el famoso poeta y astrnomo Omar Jayyam. Los
tres jvenes se hicieron ntimos amigos y, en la creencia de que al menos uno de ellos
conseguira alcanzar importantes objetivos, establecieron mediante juramento un
pacto solemne. Segn las condiciones de este pacto, el que llegara primero a ser
importante ayudara en su carrera a los otros dos. Ocurri que Nizam al-Mulk fue el
primero en realizar sus ambiciones, al ascender a visir (primer ministro) del Sultanato
selycida. Entonces record el juramento pronunciado aos atrs y ofreci sendos
cargos de gobernadores provinciales a sus antiguos compaeros de estudios. Omar no
deseaba el puesto, pero acept con agrado que Nizam le pagara una renta. Por su
parte, Hasan tambin lo rechaz, considerando que el cargo estaba por debajo de sus
posibilidades, ya que aspiraba a una posicin ms poderosa. Entonces, Nizam le
ofreci generosamente otro puesto de mayor relevancia.
En este cargo Hasan demostr ser un poltico muy capaz, lo cual supuso que
pronto fuera considerado como una amenaza para el propio Nizam. ste, consumido
por los celos, se volvi en contra de Hasan, que se vio obligado a huir para salvar la
vida. Pero Hasan no olvid estos incidentes y, cuando fund el movimiento conocido
en occidente como los asesinos, su primera vctima importante fue precisamente
Nizam al-Mulk.
Es una historia fabulosa que determina, ya en los primeros aos de la vida de
Hasan, un motivo para sus tendencias fanticas: el deseo de vengarse y de corregir
una injusticia. Slo tiene un problema inherente a la propia historia y es que, casi con
toda seguridad, es falsa. Todas las pruebas de que disponemos sugieren que en su
juventud estos tres hombres nunca vivieron en lugares cercanos, ya que residan en
diferentes zonas de Persia. An ms decisivo es el dato de que hay una disparidad
enorme en sus edades. Cuando Omar Jayyam naci, Nizam tena ya unos treinta aos
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y, salvo que tuviera ms de cien aos cuando muri (sabemos que falleci en 1124),
Hasan tampoco era de la misma edad que Nizam. Por consiguiente, parece altamente
improbable que estos hombres compartieran alguna vez un aula al mismo tiempo. No
obstante, la inherente inverosimilitud de esta ancdota no impidi que en el pasado
muchos la creyeran cierta.[41]
Tras su drstica conversin, Hasan se puso de inmediato en camino hacia Rayy
(cerca de la moderna ciudad de Tehern), un centro tradicional del radicalismo
ismail. All, en 1072, conoci a un hombre santo llamado Abd al-Malik ibn Attash.
Los fatimes haban continuado enviando sus misioneros (o dai) al extranjero para
intentar captar ms seguidores que apoyaran su causa (por regla general, los ismailes
no obligaban a nadie a convertirse a su credo); de hecho, el muy denostado al-Hakim
haba fundado varias escuelas en Egipto precisamente con este objetivo. Ibn Attash
fue el jefe de estos dai en Persia. Era un hombre dotado de cierta habilidad que
reconoci desde un principio el notable potencial de este nuevo converso. Le dijo al
joven Hasan que deba viajar a Egipto para completar su educacin, ya que aquel pas
segua siendo el centro del mundo ismail.
Aunque esto le pudo parecer una excelente idea a Hasan, de hecho transcurriran
varios aos antes de que hiciera el viaje. Primero pas algn tiempo en la ciudad de
Isfahan, en el centro de Persia. No deja de ser significativo que fuera all, justamente
al centro de la misin ismail (la dawai) en Persia. Sin embargo, al final se tom la
decisin de que visitara Egipto y parti hacia aquel pas en torno a los aos 1076-
1077, con la ayuda de Ibn Attash que actu como su benefactor. No obstante, para
llegar all tom una ruta sorprendentemente tortuosa, viajando en primer lugar hacia
el norte hasta Azerbaiyn y luego hasta Siria y la ciudad de Mayyafarqin. Por el
camino, entabl con regularidad discusiones teolgicas con aquellos que abrazaban la
causa sun, hasta tal punto que en una ocasin fue expulsado de una ciudad por la
fuerza. Luego viaj a Mosul y Damasco. Al ver que la ruta por la que deba continuar
estaba bloqueada a causa de la guerra constante entre los fatimes y los selycidas en
Palestina, se fue hasta la costa y tom un barco desde Cesarea a Egipto.
Si bien iba a pasar varios aos en el pas, se sabe poco de la estancia de Hasan en
Egipto. Es evidente que, cuando lleg, acudieron a saludarle algunos funcionarios de
alto rango, presumiblemente como deferencia por su apreciado patrocinio en Persia,
pero nunca conoci al califa fatim al-Mustansir, cuyo largo reinado transcurri desde
1036 hasta 1094. Todo lo que se sabe sobre su estancia all es la ancdota de que ri
con un visir del califa, Badr al-Yamali, que por lo visto era el funcionario que tena
ms poder en aquel pas. La verdad de esta historia ha sido cuestionada; se ha
sugerido que pudo ser incluida en el relato retrospectivamente como una manera de
explicar la divisin que en ltima instancia se produjo entre Egipto y Hasan algunos
aos despus. La historia termina diciendo que Hasan fue obligado finalmente a huir
del pas, pero el barco en el que iba, que era un navo franco (francos era el nombre
que los musulmanes daban al conjunto de los europeos occidentales), naufrag. Por
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ltimo, continu su viaje por tierra, cruzando Siria y regresando a Isfahan, ciudad a la
que lleg en 1081.[42]
Dada la escasez de datos, es difcil enterarse de lo sucedido durante esta visita.
Sin embargo, Hasan fue un hombre de gran sabidura y perspicacia. Seguramente era
ya consciente de que la estrella de los fatimes declinaba; los xitos de los selycidas
eran prueba suficiente de esto. Es improbable que su estancia en Egipto le aportara
algo que pudiera desengaarle con respecto a la idea de que los ismailes de Persia no
deban confiar en los fatimes para disponer de un apoyo constante, puesto que estaba
muy claro que stos tenan ya demasiados problemas por s mismos. Los persas
tendran que velar por sus propios intereses.
El momento de gloria de Hasan an no haba llegado. Cuando regres a Siria,
pas buena parte de una dcada viajando por el pas y predicando la causa ismail con
pasin y vigor. Pero en sus viajes tuvo que haber visto lo poderosos que eran los
selycidas. Se trataba de feroces guerreros y su nmero era muy elevado. Adems,
estaban comprometidos con la causa sun. La combinacin de estos hechos haca que
constituyeran una gran amenaza para el futuro de los ismailes de la zona. Pero eran
un enemigo demasiado poderoso para que los ismailes pudieran enfrentarse a ellos
en una batalla a campo abierto. En una confrontacin as slo poda haber un
vencedor. Con todo lo devoto que pudiera parecer, Hasan era tambin un hombre
prctico. Mientras vagaba por Persia intentando reclutar nuevos conversos que
apoyaran la causa ismail, se atormentaba discurriendo cul podra ser el modo de
superar la amenaza selycida.
Est claro que, entre otras cualidades, Hasan posea la de ser un estratega de
primer orden. Al darse cuenta de que el poder no estaba de su lado, busc otras armas
que pudiera emplear con xito. Sus viajes por el pas le haban permitido aprender
mucho sobre su geografa. Dentro de Persia existan amplias llanuras abiertas, que
estaban hechas a la medida para los ataques masivos de la caballera selycida.
Luchar all contra los selycidas, estando adems en desventaja numrica, sera
equivalente a un suicidio.
Sin embargo, en el pas haba tambin muchas regiones montaosas. All, las
fortalezas y los poblados podan ser prcticamente inexpugnables en caso de ataque
por parte de los selycidas, ya que la dificultad del acceso constitua una fuerte
barrera para unas tropas mucho ms numerosas. En aquel entorno la superioridad
numrica no vala para nada; de hecho, poda ser perjudicial, ya que tener una gran
cantidad de bocas que alimentar poda crear algunos problemas logsticos
importantes.
Hasan decidi iniciar una rebelin contra los selycidas. Ciertamente tena
razones para esperar con optimismo un apoyo considerable. Los turcos eran sunes y
en Persia vivan muchos chies, pero las discrepancias religiosas no eran la nica
razn por la que muchos persas se oponan a los selycidas. Los persas estaban
orgullosos de su patrimonio, lo cual les llevaba a experimentar unos sentimientos que
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casi podran calificarse de nacionalistas. Tambin haba un gran descontento
econmico y social, por lo que los ismailes persas, que bajo la direccin de Hasan-i
Sabbah constituan un grupo en el que prcticamente no existan las clases sociales,
consiguieron atraer a su causa a muchos persas, incluso a algunos que no eran
ismailes.
Hasan decidi iniciar su rebelin en lo ms profundo de las montaas de Persia,
donde los selycidas tuvieran ms difcil batirse en retirada. Si entonces la conquista
de todo el pas no era una opcin realista, podra conformarse por el momento con
controlar una parte. Como veremos ms adelante, esto no significaba que fuera a
ignorar las ciudades; pero era en las zonas remotas y alejadas del centro donde su
movimiento llegara a ser ms poderoso. Ibn Attash an viva y segua siendo el
principal dai de la regin. No sabemos si aprobaba el proyecto de emprender una
rebelin abierta, pero, en cualquier caso, Hasan sigui adelante con sus planes. La
primera decisin que deba tomar era la relativa al lugar en que comenzara la
revuelta. Despus tendra que decidir cmo iniciarla. Su modo de actuar demuestra
sin lugar a dudas que Hasan era un personaje maravillosamente ordenado, capaz de
evaluar los puntos fuertes y dbiles de su posicin y de adoptar el tipo de actuacin
que aprovechara mejor los primeros y dependiera menos de los ltimos.
All por las regiones del norte de Persia, no lejos de la costa sur del mar Caspio,
una cadena de montaas se alzaba con unas pendientes tan empinadas que parecan
tocar las nubes. Podan verse numerosos picos rocosos enmarcando el horizonte, pero
haba uno en particular que destacaba, porque surga cortado a pico sobre el paisaje
circundante y pareca inaccesible para todo ser viviente, salvo para las guilas.
Incluso hoy en da llama la atencin, ya que surge como un barco, de costado, desde
una ladera cncava que lo protege por el norte.[43] A otro escritor, la impresin
recibida le indujo a decir que semejaba un camello arrodillado con el cuello apoyado
sobre el suelo.[44] Este pico, a la sombra de la cordillera del Elburz, estaba ya
rodeado de leyendas. Los habitantes del territorio que se encontraba a su alrededor, la
regin de Daylam, haban simpatizado durante mucho tiempo con la causa chi. Tena
fama de ser una zona con fuerte tendencia independentista, y muchos chies, en
especial los que eran zaydes, haban encontrado refugio all. El pico, as como el
castillo que se alzaba sobre l, se llamaba Alamut.
Segn la tradicin, la primera fortaleza que hubo en el emplazamiento de Alamut
haba sido construida por un antiguo rey de la regin. Al ver cmo se posaba un
guila sobre aquella roca, este rey se qued al instante impresionado por la fuerza
estratgica del lugar. Se construy all una fortificacin que luego fue reconstruida en
860. Puesto que haba sido sealado por un guila, el lugar recibi el nombre de Aluh
Amut, que significa lo mostrado por el guila. Posteriormente, algunas
traducciones ms romnticas, pero menos precisas, lo convirtieron en el nido del
guila. Como castillo de Alamut, quedara para siempre vinculado a la leyenda de
los asesinos.
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Tambin Hasan repar en el valor estratgico del emplazamiento y pens que
acaso sirviera como base para su rebelin persa, un puerto seguro desde el cual los
seguidores de la nica senda verdadera, la senda ismail, podran poner en marcha su
revolucin, sabiendo que all, detrs de aquellos muros inexpugnables, estaran a
salvo de cualquier enemigo, por muy poderoso que ste fuera. A lo largo de los
siglos, numerosas fortalezas han sido consideradas inexpugnables y, sin embargo,
muchas de ellas han cado. Pero Alamut repeli uno tras otro varios ataques mientras
los nizares fueron sus amos. Slo caera finalmente cuando stos se vieron
enfrentados a fuerzas abrumadoramente superiores y desesperadas.
La fortaleza se levantaba sobre una estrecha arista rocosa, a unos 1.800 metros
sobre el nivel del mar y varias decenas de metros sobre la base de la roca de la cual
surga. Exista un nico camino de acceso, una pista empinada, estrecha y
serpenteante a la que slo se llegaba despus de cruzar una garganta rodeada de
paredes rocosas verticales que en muchos tramos se inclinaban sobre el sendero que
pasaba por debajo de ellas. Dadas las ventajas que ofreca esta situacin, un pequeo
grupo de defensores poda resistir all frente a un ejrcito cien veces ms fuerte. Pero,
para colmo, el castillo se encontraba al fondo de un frtil valle donde era factible
cultivar la tierra para producir grandes cantidades de alimentos con los que abastecer
a la guarnicin en tiempos de paz, con lo cual el propietario del castillo viva en el
mejor de los mundos posibles.
Hasan no era tonto. Saba que, con los recursos de que dispona, la toma del
castillo era imposible mediante un ataque armado. Pero los muros ms poderosos
pueden ser incapaces de resistir un ataque basado en tcticas ms sutiles. El plan de
Hasan para apoderarse de Alamut fue una obra maestra de estrategia. Fue en 1090
cuando puso en prctica dicho plan. El primer paso consisti en inundar con sus dai
la zona que rodeaba la fortaleza, de tal modo que la poblacin local se convirtiera a la
causa ismail. El visir selycida, el mismo Nizam al-Mulk que, segn algunos
cuentistas nos han querido hacer creer, comparti un aula con Hasan, estaba ya
alertado y saba con todo detalle el peligro que planteaba este hombre, por lo que
dict una orden de arresto. Pero Hasan se limit a desaparecer de la escena, como si
se hubiera desvanecido en el aire, y lo que hizo fue trasladarse a los alrededores de
Alamut sin ser visto, escapando a todos los intentos de captura.
El castillo de Alamut estaba gobernado por un hombre llamado Mahdi, que haba
recibido su nombramiento del sultn selycida Malikshah. Se podra suponer que
fuera impermeable a todos los intentos que hiciera Hasan para persuadirle de que
entregara la fortaleza dcilmente. Sin embargo, un hombre solo no puede hacerse
cargo de un castillo, ni siquiera del de Alamut, y hay que tener en cuenta que los dai
de Hasan se haban dedicado a reclutar miembros de la guarnicin para su grupo.
Mahdi se dio cuenta de todo esto, pero poco poda hacer; por lo tanto, sin estar seguro
de cul habra de ser su siguiente movimiento, fingi haberse pasado al lado ismail.
La respuesta de Hasan consisti en enviar todava ms dai a la zona, para lograr an
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ms conversiones entre la poblacin local. Por su parte, los habitantes de la regin
simpatizaron en gran medida con su causa, tanto por el xito que sta pareca estar
teniendo, como porque la consideraron un intento de hacer valer los derechos de los
persas contra las fuerzas turcas invasoras que estaban ocupando buena parte de su
pas. En una alianza con la fuerte militancia que tena la faccin musulmana chi en la
regin, se produjo una poderosa oleada de apoyo popular a Hasan, que adquiri por s
misma un gran impulso.
Hasan import a la zona ismailes procedentes de otros lugares de Persia,
inclinando as la balanza an ms a su favor. Entonces, el 4 de septiembre de 1090,
un extrao fue escoltado e introducido en secreto dentro del castillo de Alamut, y se
qued a vivir entre sus muros, prcticamente sin llamar la atencin de la mayora de
los que vivan all con l. Deca que se llamaba Dinjuda. Finalmente, un da, Mahdi
cay en la cuenta de algo horrible. De repente, supo quin era aquel extrao. Se
trataba de Hasan-i Sabbah.
Cuando conoci que un hombre que era potencialmente un enemigo muy
peligroso estaba en el interior del castillo, Mahdi busc la ayuda de su guarnicin,
pero fue en vano. Eran tantos los que subrepticiamente se haban hecho ismailes, que
apenas quedaba alguien para defender el castillo que no simpatizara con la causa de
Hasan. Consciente de lo poco que poda hacer, Mahdi renunci a cualquier intento de
resistencia y entreg Alamut a Hasan. De esta manera, la roca inexpugnable haba
cado sin que hubiera sido necesario ni siquiera asestar un golpe. La imagen del
movimiento de Hasan que han pintado historiadores posteriores sugiere que Mahdi
podra haber sufrido la ms pavorosa de las muertes, pero en la realidad no fue ste el
caso. A Mahdi se le permiti marcharse tranquilamente. Se llev consigo un
documento firmado en el que se garantizaba que Hasan se comprometa a pagarle la
considerable suma de tres mil dinares de oro a cambio del castillo. Nos podemos
imaginar que Mahdi se quedara profundamente conmovido cuando con posterioridad
se le pag el dinero, tal como se le haba prometido.[45]
Fue un comienzo sorprendente para la campaa de resistencia de Hasan frente a
los selycidas y anunciaba un cambio en la poltica ismail en Persia. Hasta ahora,
sta haba sido una poltica sumergida y clandestina, pero la espectacular toma de
Alamut brind a los ismailes de aquella regin la confianza necesaria para pensar
que podan permitirse una guerra abierta contra los selycidas. Sin embargo, Hasan
se dio cuenta de que era de esperar una fuerte reaccin por parte de los turcos.
Rpidamente concentr sus energas en la tarea de reforzar el castillo, restaurando los
muros (que haban sufrido las consecuencias de un largo perodo de descuido) y, lo
que era ms importante, revisando el suministro de agua. Sabedor de que necesitaba
vivir de la tierra que se poda cultivar en el entorno ms prximo, introdujo en el
valle unos avanzados sistemas de irrigacin para maximizar su rendimiento, y
asimismo orden plantar muchos rboles.[46] A continuacin, intent crear un anillo
protector exterior en torno a Alamut. Tom otros castillos que se levantaban sobre
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algunos de los altos picos de la regin situada en torno a Alamut y construy otros
nuevos sobre cumbres prcticamente inaccesibles. Hasan segua una pauta en la
eleccin de los lugares: siempre eran altos, imponentes, remotos y capaces de resistir
durante un perodo de tiempo largo cuando se enfrentaban a un enemigo mucho ms
fuerte. Simultneamente continuaba con bastante xito su misin de convertir nuevos
fieles a la causa ismail, aadiendo as cada vez ms fuerza a su posicin.
Sus enemigos le acusaron de emplear distintas tcticas, diciendo que se los
ganaba [a los habitantes] mediante los trucos de su propaganda, mientras que, en
aquellos lugares en los que la gente no se dejaba impresionar por sus zalameras,
recurra a la conquista mediante matanzas, secuestros, violaciones y guerra.[47] Sus
xitos iniciales tuvieron un efecto claramente perturbador en sus enemigos, en
especial en los selycidas. Cuando se produjo la inevitable reaccin, sta fue
contundente. El noble selycida al que haba sido entregada la regin como feudo, un
hombre llamado Yurun Tash, reuni un gran ejrcito para atacar Alamut. Invadi la
zona que rodeaba el castillo hasta llegar a la base de la roca sobre la cual ste se
alzaba, masacrando indiscriminadamente a gran nmero de ismailes durante su
incursin. Los esfuerzos de Hasan por conseguir el abastecimiento necesario para el
castillo fueron infructuosos por falta de tiempo y la guarnicin se encontr muy
pronto en riesgo de morir de inanicin. Tras llegar a esta situacin, muchos de ellos
quisieron rendirse y poner su suerte a merced de la dudosa clemencia de Yurun Tash.
Sin embargo, Hasan les exhort para que realizaran un esfuerzo an mayor. Les
explic que el califa fatim al-Mustansir les haba enviado un mensaje pidindoles
que mantuvieran el nimo porque Alamut era un lugar que daba buena suerte. La
oratoria de Hasan les convenci y el castillo resisti. A partir de aquel da, Alamut se
llam a menudo baldat al-iqbal lugar de buena suerte.
La rebelin se propag por muchos lugares. Tuvo xito sobre todo en la regin de
Kuhistn, en lo que en la actualidad son las fronteras entre Irn y Afganistn. La
poblacin de esta zona era dispersa, centrada en torno a una serie de oasis en medio
de un gran desierto de sal. Su desolada situacin la haba convertido en un territorio
siempre independiente, poblado por gente orgullosa y fantica. En aquella poca
gobernaba all un seor selycida dominante y agresivo. Alentada por un dai de
Hasan, un individuo muy capaz llamado Husayn Qa-ini, y aguijoneada por la
severidad del gobierno selycida, toda la regin entr en erupcin. Kuhistn, que
siempre haba sido sensible a las religiones esotricas (esta zona se impregn de
zoroastrismo, antes de llegar a ser terreno frtil para el reclutamiento que
emprendieron los misioneros chies), explot en una marea de furia dirigida contra
los turcos que ocupaban el territorio. El xito de la rebelin fue asombroso. En varias
zonas de Persia lograron quitarse de encima el yugo selycida, al que pill
desprevenido este giro de los acontecimientos.
Hasan haba tocado los sentimientos de hostilidad contra los turcos, una forma de
sentir que estaba arraigada con profundidad entre la poblacin de Persia. En algunos
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casos esta animosidad era religiosa, pero en otros era social y nacionalista. La poltica
nizar encajaba de una manera esplndida con las aspiraciones de las clases
desfavorecidas. Varios de sus planteamientos parecan casi modernos en su
igualitarismo. No haba clases sociales dentro de la jerarqua nizar: los miembros de
la comunidad se llamaban unos a otros sencillamente camaradas (rafiq). Se nombraba
a los dirigentes por sus mritos y no por su estatus social el sucesor de Hasan, Kiya
Buzurg-Ummid, fue precisamente un ejemplo de nizar eminente que proceda de
unos orgenes relativamente humildes. El movimiento se senta muy orgulloso de sus
proyectos comunales, que eran considerados el resultado de los esfuerzos colectivos y
cooperativos de la comunidad en sentido amplio, y no algo que slo sirviera para
glorificar a los individuos. Era tambin un movimiento claramente persa que apelaba
a las orgullosas emociones nacionalistas de los habitantes de la regin. Como idioma
religioso del movimiento, Hasan utilizaba el persa en lugar del rabe, lo cual supona
una diferencia importante con respecto a los usos anteriores. Como resultado, se
produjo un gran apoyo a los nizares, ya que una amplia seccin transversal de la
sociedad, abrumada por los onerosos impuestos selycidas y enojada por la opresin
que ejercan sobre ella unos seores feudales extranjeros y escasamente disciplinados,
prefiri compartir su suerte con Hasan y los miembros de su movimiento hay que
recalcar que en esa parte de la sociedad estaban incluidos algunos individuos que en
realidad no eran chies.
Sin embargo, quedaba por ver si aquellos primeros xitos podan mantenerse.
Aunque los resultados iniciales haban sido considerables, los selycidas seguan
siendo un poderoso enemigo, porque, si bien era cierto que por el momento estaban
vencidos, no obstante posean grandes recursos en cuanto a tropas con las que volver
a la lucha. Cuando el sultn Malikshah supo de los reveses que haban sufrido sus
seguidores, envi un gran ejrcito a Alamut. Al llegar all, en 1092, encontr la
guarnicin de Hasan en un estado alarmante. Hasan slo dispona de setenta hombres
y la escasez de provisiones haca que su situacin fuese desesperada. Se enviaron
mensajes acuciantes a los dai que se encontraban en zonas cercanas pidindoles que
enviaran ayuda urgentemente. Un pequeo contingente de trescientos hombres de
refuerzo consigui al fin abrirse paso entre las lneas selycidas y llegar al castillo.
Coordinando sus ataques con algunos aliados que formaban parte de la poblacin
local que viva en torno a Alamut, se emprendi una salida del castillo en octubre de
1092. Aunque el ejrcito turco era ampliamente superior, lo cogieron desprevenido,
por lo que se vio desbordado y tuvo que retirarse. Los nizares no tenan dudas sobre
la causa de su xito, ya que crean que por intervencin divina, se haba conseguido
poner en fuga al ejrcito [selycida], el cual, abandonando Alamut, regres con
Malikshah. [48]
Estas acciones defensivas se pueden calificar de esfuerzos heroicos por parte de
los ismailes, pero se pele en circunstancias desesperadas. Dado que les
sobrepasaban enormemente en nmero y que no podan utilizar sus tcticas poco
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ortodoxas en las regiones bajas de Persia, los nizares necesitaban un nuevo
planteamiento para conseguir que su causa siguiera avanzando. Les ayud el hecho
de que el dominio turco sobre la regin era todava en extremo inseguro. Los turcos
estaban lejos de haber conseguido la unidad en sus propias filas. Los seores de la
guerra prestaban un reconocimiento poco ms que nominal a Malikshah y solan
actuar de manera independiente defendiendo al mximo sus propios intereses. En
muchas zonas bulla el descontento, manifestndose a veces en rebeliones declaradas
abiertamente. La combinacin de estos factores cre una regin fragmentada en
profundidad con el poder ampliamente descentralizado. Los seores locales eran muy
poderosos y se producira un gran desorden si se eliminaba a algunos de estos
influyentes individuos.
Como consecuencia de esta debilidad inherente a la situacin de los selycidas,
estaba a punto de implantarse una nueva y drstica poltica. Cerca de Rayy se situaba
una pequea ciudad llamada Sava. All exista una comunidad ismail. Un grupo de
miembros de esta comunidad sola reunirse en oracin, pero fue disuelto por las
autoridades selycidas. Entonces el grupo intent convertir al muecn local, pero ste
se neg a escuchar sus argumentaciones. Por temor a que contara a las autoridades lo
que se traan entre manos, se volvieron contra l y lo asesinaron. El asesino, un
hombre llamado Tahir, fue brutalmente ejecutado y arrastraron su cadver por la
plaza del mercado en Sava. ste fue el primer acto de un drama, caracterizado por
intrigas y asesinatos, que se escenificara a partir de entonces durante doscientos
aos.
La cronologa de este hecho no est clara; quiz sucedi antes de que Hasan
tomara Alamut y fue ms una respuesta ocasional inducida por el pnico que un
asesinato planeado. Sin embargo, se tienen datos mucho ms precisos sobre el hecho
dramtico que iba a suceder a continuacin. Nizam al-Mulk fue un enemigo
declarado de Hasan y, en muchos aspectos, era el poder real que actuaba detrs de los
selycidas. Tambin fue un crtico feroz de los ismailes, porque los vea como poco
ms que herejes y deca de ellos que nunca ha existido un grupo ms siniestro,
pervertido e inicuo que el de esta gente, que conspira tras unos muros planeando
hacer dao a este pas e intentando destruir la religin.... [49]
A los ojos de Hasan, Nizam era un hombre marcado. Rashid al-Din, en una
declaracin que misteriosamente recuerda el estallido de ira del rey Enrique II de
Inglaterra contra Thomas Beckett, lo cual sucedi un siglo ms tarde, afirma lo
siguiente: con hbiles mentiras y trucos basados en falsedades, con engaosos
preparativos y sofisticadas ofuscaciones, estableci los fundamentos en que se
basaban los fidai [partidarios o devotos] y [Hasan] dijo: Quin de vosotros
librar a este Estado de la maldad de Nizam al-Mulk Tusi?.[50]
Nizam al-Mulk acompa a Malikshah en un viaje oficial por la parte occidental
de Persia. Mientras se encontraba all, el 16 de octubre de 1092, un desconocido, que
result ser un hombre llamado Bu Tahir Arrani, se acerc a su litera mientras sta
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haca el recorrido entre el saln de audiencias y el harn. Sin previo aviso e
ignorando a los guardias que estaban junto a Nizam, Bu Tahir Arrani salt sobre l y
hundi una afilada daga en su cuerpo, matndolo de una pualada. El asesino haba
sido cuidadosamente seleccionado para aquella misin: era el primer fidai que
arriesgaba su vida por Hasan y su movimiento. Despus habra muchos ms.[51]
En el futuro sera precisamente por las acciones de aquellos fidai (que ms tarde
en occidente seran conocidos como asesinos) por lo que los partidarios de Hasan
llegaran a ser famosos. El asesinato no era una tctica nueva. De hecho, el asesinato
de los enemigos para obtener ventajas polticas es un crimen tan antiguo como la
existencia del ser humano. En el islam haba estado presente casi desde el nacimiento
de esta religin.[52] Pero lo que diferenciaba a los seguidores de Hasan de muchos de
sus antecesores era que dicha tctica se convirti en una de sus polticas
fundamentales.
Esta tctica se desarroll a causa de la relativa debilidad de Hasan y sus
partidarios frente a las fuerzas de ocupacin selycidas, segn las apreciaciones de
los ismailes. No fue la nica estrategia que empleara aquel movimiento
ampliamente superado en nmero, pero estuvo cargada de peligros, como el tiempo
se encargara de demostrar. Aunque la eliminacin de lderes polticos poda sembrar
la confusin y la duda en las mentes de los enemigos, tambin otras pasiones se
desencadenaran como resultado de sus muertes. Un sentimiento nada desdeable era
el del ultraje, que se sola manifestar como una sed ciega de venganza. Cuando se
liberaban tales emociones, cualquier partidario de los ismailes, por muy humilde o
pasivo que fuera, se converta en un objeto vlido para la venganza. A causa de esta
poltica de asesinatos, muchos ismailes iban a perder la vida en violentas represalias.
Como indicaba un comentarista moderno, el carcter despiadado de aquella poltica
[de asesinatos] encontraba su reflejo correspondiente en el carcter despiadado de la
respuesta sun los nizares eran temidos y detestados como pocos herejes lo han
sido.[53]
A pesar de ser herejes para sus enemigos, los fidai eran mrtires para sus
camaradas. Muchos de los asesinatos llevados a cabo durante los dos siglos siguientes
se realizaron de una manera muy pblica. Esto significa que, a menudo, los asesinos
tenan pocas posibilidades de escapar con vida, por lo que en realidad se puede decir
que emprendan misiones suicidas. Pero asuman gustosos este riesgo. Una devocin
tan fuerte era incomprensible para muchos de sus enemigos. En especial los
occidentales especulaban con todo tipo de explicaciones extraas sobre las
motivaciones de estos asesinos, sugiriendo que, o bien estaban literalmente fuera de
s por el uso de drogas alucingenas, o bien haban sido engaados por su maestro,
que haba inventado algn tipo de visin del Paraso.
Ms adelante hablaremos por extenso sobre esas historias fantsticas,[54] pero, por
ahora, es quiz ms sencillo decir que aquellos homicidas pensaban que estaban
emprendiendo una accin mediante la cual aumentaran sus posibilidades de obtener
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beneficios espirituales en un mundo que estaba por venir. Por consiguiente, se
entregaban con alegra a su destino (aunque en ocasiones escapaban, lo cual significa
que al menos algunos de ellos no estaban necesariamente de acuerdo con la idea de
morir sin luchar despus de haber realizado su misin) y eran muy respetados por sus
correligionarios ismailes. De hecho, se dice que en Alamut exista una lista
honorfica donde eran inscritos los nombres de aquellos que haban participado en
misiones, as como los de sus vctimas.
Despus de la muerte de Nizam al-Mulk, que fue un importante golpe a la
estabilidad de los territorios selycidas en Oriente Medio, la situacin se deterior
an ms para los turcos con el fallecimiento del sultn Malikshah, que se produjo el
mismo ao 1092. Esta situacin llev al completo abandono de todos los planes para
un ataque inmediato contra Alamut. Las cosas empeoraron en mayor medida para los
selycidas cuando estall una guerra civil entre los turcos. Hubo disputas para
determinar quin sera el sucesor de Malikshah y se abandonaron de manera
provisional todas las iniciativas previstas para recuperar los territorios perdidos en
Kuhistn. Una de las mayores dificultades a las que tuvieron que enfrentarse los
turcos fue el hecho de que los hombres de las tribus solan ofrecer su lealtad a la
persona del sultn y, por lo tanto, si ste mora, sus vnculos de lealtad moran con l.
se era el caso en aquel momento. El hijo mayor de Malikshah, un hombre llamado
Barkiyaruq, reclam su derecho de sucesin, pero el trono ya haba sido adjudicado a
otro hijo mucho ms joven, un nio de cuatro aos llamado Mahmud.
Como es natural, Barkiyaruq se opuso al golpe de Mahmud; poda resultar muy
peligroso conceder el Sultanato a alguien tan joven que se vera dominado por
consejeros, y stos prcticamente gobernaran el pas en su lugar. Los partidarios del
asesinado Nizam al-Mulk compartieron la suerte de Barkiyaruq, al que llevaron a
Rayy e instalaron en el trono. Mahmud falleci en 1094, pero, aun as, no se
terminaron los problemas. Surgieron nuevos candidatos al trono y comenzaron las
hostilidades entre distintas facciones de turcos. La guerra que estall a continuacin
iba a durar una dcada.
As surgi una oportunidad de oro para los ismailes. stos haban hecho grandes
progresos en su rebelin contra los turcos y haban conseguido ganar territorios. Se
haba establecido ya cierta forma de Estado ismail, que, aunque segua siendo
vulnerable, haba resistido frente a varios intentos iniciales de los selycidas de
recuperar todos los territorios que haban perdido. Animados por esto, nuevos
conversos se sumaban continuamente a su causa. Y ahora los selycidas estaban
enfrentados entre s, cosa que no poda sino reducir la efectividad de sus
contraataques contra los ismailes. De hecho, en los aos siguientes, el naciente
Estado ismail conocera todava ms xitos.
Sin embargo, estos acontecimientos tan esperanzadores quedaran ensombrecidos
por un suceso de la mxima importancia. Los ismailes de Persia seguan
reconociendo a al-Mustansir, de Egipto, como el autntico imn, es decir, el lder
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espiritual de su fe. Pero el califa era viejo y no iba a vivir mucho tiempo. Tras su
muerte, en 1094, se produjeron en Egipto diversos sucesos que dividiran de nuevo el
movimiento ismail. Desde su nacimiento, el islam haba sufrido sucesivas
fragmentaciones cuando algunos movimientos, uno tras otro, haban declarado su
independencia con respecto a otras ramas de la religin. En aquel momento estaba a
punto de producirse otra divisin que amenazara con parar en seco los avances de los
ismailes en Persia. Sin embargo, nada de esto podra deslucir los logros de Hasan-i
Sabbah, que haba conseguido los resultados ms increbles y haba demostrado ser
un poderoso guerrero, un estratega magistral y un dirigente dotado de una visin
extraordinaria. Sera necesario prodigar todas estas habilidades para superar los
tiempos difciles que estaban por llegar.
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La divisin
E n la ltima parte del siglo XI se vea claramente que el Imperio fatim haba
perdido en gran medida su vitalidad de los primeros tiempos. El objetivo
declarado de los fatimes, que era gobernar todo el mundo musulmn, se haba visto
fatalmente comprometido por las incursiones de los turcos sunes. Sin embargo,
Egipto no slo era dbil de cara al exterior, sino que tambin haba en el propio pas
muchas presiones internas que amenazaban con seguir obstaculizando a los fatimes
en su intento de ser la potencia dominante dentro del islam. Al-Mustansir fue el califa
fatim que rein por ms tiempo, ya que detent el poder durante casi sesenta aos
desde que accedi al trono en 1036. En todo ese tiempo fue el mascarn de proa del
movimiento ismail, reconocido como imn tanto en Egipto como en las comunidades
ismailes que vivan ms al este. Sin embargo, a medida que transcurra su reinado,
ste iba perdiendo cada vez ms su vitalidad, con efectos muy perjudiciales para la
viabilidad a largo plazo de la dinasta fatim.
La figura del imn era fundamental para los ismailes. A partir de la muerte de
Mahoma, para los chies los imanes fueron responsables del liderazgo espiritual
dentro de su movimiento. Cuando el imn actuaba como rbitro en cuestiones
espirituales, era infalible. Desde la fundacin de la dinasta fatim, haba sido la
cabeza del Estado, tanto en el aspecto religioso, como para los asuntos laicos. No
obstante, del mismo modo que los califas abases de Bagdad haban perdido gran
parte de su poder en la zona sun del mundo islmico, gobernando primero con el
consenso tcito de los buwayhes y ms tarde dependiendo completamente de los
selycidas, se vera cuestionada la preeminencia del califa fatim en el sector laico de
los territorios chies.
Cuando al-Mustansir se fue haciendo viejo, muchos creyeron que en Egipto el
poder real estaba cada vez ms en manos de un soldado armenio llamado Badr al-
Yamali, que, segn afirman los cronistas, era el mismo hombre que haba tenido una
disputa con Hasan-i Sabbah cuando ste visit Egipto. Al-Yamali comenz su vida
siendo un esclavo, pero luego se valor su talento militar y ascendi finalmente a
gobernador de Damasco y luego a gobernador del puerto de Acre, situado en la costa
mediterrnea. En 1073, al-Mustansir estaba ya alarmado por las frecuentes
incursiones de los selycidas. Para empeorar an ms la situacin, al-Mustansir tena
muchos mercenarios turcos dentro de su propio reino, y stos influan de manera
efectiva en el equilibrio de poder en Egipto. Deseoso de mantener su independencia,
al-Mustansir envi en secreto un mensaje a al-Yamali, pidindole que acudiera a
Egipto para ponerse al mando de sus ejrcitos. Al-Yamali respondi que aceptaba la
propuesta, siempre que pudiera llevar consigo a sus soldados armenios. Como no
estaba en situacin de poder plantear objeciones, el califa acept la condicin. Al-
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Yamali se present inesperadamente en El Cairo, captur y mat a muchos de los
turcos que hasta entonces haban estado controlando el pas y en apariencia libr a los
fatimes de convertirse de manera ostensible en un mero gobierno ttere. Sin
embargo, no tard en verse que el nico cambio haba consistido en transferir los
hilos de las marionetas a otro titiritero.
Desde aquel momento hasta el final de su reinado, al-Mustansir tuvo una gravosa
deuda con al-Yamali, que personificaba claramente el poder que actuaba desde detrs
del trono. El asunto se termin en 1094, cuando tanto al-Mustansir como al-Yamali
fallecieron. Al-Yamali fue el primero en morir, pero en la prctica los asuntos no
cambiaron mucho en Egipto, ya que le sucedi su hijo al-Afdal en el cargo de visir
(un cargo que haba ocupado previamente al-Yamali y bajo cuyos auspicios haba
sido jefe del ejrcito, as como de muchas instituciones seglares e incluso religiosas).
Cuando al-Mustansir muri hacia el final de aquel ao, al-Afdal actu con rapidez
para asegurarse de que su candidato favorito era nombrado sucesor. Se haba supuesto
que el ttulo de califa pasara a Nizar, el hijo mayor de al-Mustansir, que era un
hombre experimentado de unos cincuenta aos de edad. Sin embargo, un tal Abul-
Qasim Ahmad, hijo menor del ltimo califa, estaba casado con la hermana de al-
Afdal. Dado que slo tena veinte aos, sera una persona mucho ms manejable que
un hombre con bastante ms experiencia, como era Nizar. Al-Afdal se apresur a dar
un golpe que coloc a Ahmad en el trono del califa. El da siguiente a la muerte de al-
Mustansir, Ahmad fue proclamado califa. En general, se haba convencido
previamente a los miembros de la corte cairota para que aceptaran el resultado del
golpe y Ahmad fue debidamente entronizado como califa, tomando el ttulo de al-
Mustali billah. Con posterioridad sus partidarios llegaron a ser conocidos como
ismailes mustales.
Como es natural, Nizar no estaba preparado para quedarse dcilmente a la espera
y dejar a un lado sus derechos a la herencia sin esforzarse por defenderlos. Existan
pocas dudas de que en un tiempo hubiera sido el sucesor legtimo del ltimo califa;
incluso despus, los adversarios de los nizares admitiran que Nizar fue designado
inicialmente para suceder a al-Mustansir. Cuando recibi noticias de que le haban
robado el premio que haba esperado y por el que haba trabajado durante tanto
tiempo, entr de inmediato en accin. A pesar de algunos intentos propagandsticos
poco entusiastas de los mustales, que afirmaron que al-Mustansir en su lecho de
muerte haba nombrado a al-Mustali su sucesor, pocos se quedaron realmente
convencidos de que hubiera existido tal cambio de opinin.
Esta explicacin resultaba en conjunto demasiado ajustada a las conveniencias.
Nizar huy todo lo rpido que pudo al gran puerto de Alejandra acompaado por
unos pocos partidarios suyos. All manifest que la pretensin de al-Mustali careca
de cualquier base legal o moral, y se declar en abierta rebelda contra el nuevo
rgimen. Dentro de la ciudad muchos haban sufrido a manos de al-Yamali, y en
consecuencia al-Afdal, hijo y sucesor del ltimo visir, tena numerosos enemigos
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entre los muros de la urbe. Por lo tanto, haba una gran cantidad de partidarios de
Nizar. Este estaba encantado con el giro que haban dado los acontecimientos, y su
alegra creci an ms cuando un ejrcito enviado desde El Cairo para aplastar la
rebelin fue fcilmente derrotado. Entonces emprendi un ataque por iniciativa
propia y consigui llevar un ejrcito justo hasta las afueras de El Cairo. Pero eso era
lo ms lejos que poda llegar en sus esfuerzos y, luego, fueron al-Mustali y al-Afdal
quienes iniciaron un contraataque. Finalmente, atrapado en Alejandra y sin
esperanzas de escapar, Nizar se rindi. Lo llevaron a El Cairo y all, poco despus, lo
mataron.
La eliminacin de Nizar en 1095 iba a tener repercusiones mucho ms all de las
fronteras de Egipto. El asesinato de un hombre que numerosos ismailes vean como
el imn legtimo fue un acontecimiento cuya onda expansiva se propag por todo el
mundo ismail. Dado el estatus que tena el imn como enviado de Dios (huyya) en la
Tierra, a muchos ste les pareci un crimen de mximo calibre. Persia siempre haba
sido una parte del mundo ismail dotada de espritu independiente. Esta
independencia del pensamiento y de la voluntad se manifestara entonces con ms
claridad que nunca. Gran nmero de ismailes de Persia y de otros lugares se negaron
a aceptar el golpe y consideraron a Nizar un mrtir. Estos grupos miraban con desdn
el nuevo rgimen. Pero, al carecer de un claro sucesor que pudiera asumir las
demandas de Nizar en relacin con el califato fatim, Persia busc un nuevo dirigente
para los que iban a ser conocidos a partir de entonces como ismailes nizares. Ante
los xitos que haba cosechado hasta entonces Hasan-i Sabbah, eran pocas las dudas
sobre quin sera el individuo al que recurriran los ismailes disidentes para
adjudicarle el liderazgo.
El golpe que implant el poder de al-Mustali cre un cisma permanente dentro del
ismailismo. Al fin, Egipto acept mayoritariamente su posicin como imn (al
principio existi algo de resistencia en el pas, pero sta fue eliminada de manera
rpida y brutal), al igual que la comunidad de Yemen y el enclave que se haba
formado, an ms lejos, en la India. Sin embargo, Persia y muchos de los dems
territorios orientales se negaron a aceptarlo. Tambin hubo un problema en Siria, que
se convirti en algo parecido a una brecha dentro del mundo islmico, donde radicaba
un partido importante que se negaba a continuar con la usurpacin del imanato, lo
cual iba a crear un vaco que los nizares de Persia se daran prisa en explotar. Hasan-i
Sabbah fue aceptado en el pas como lder de los nizares. A pesar de ello, como
devoto y sincero creyente que era, no consider que su papel fuera una oportunidad
para el engrandecimiento personal. Ni una sola vez reclam convertirse en imn,
aunque con su xito y su carisma poda seguramente haberlo hecho, si lo hubiera
deseado. No acept ms que ser reconocido como representante legtimo del imn
mientras el otro estuviera in absentia.
Pero, desde luego, la ausencia de un imn vivo reconocido que pudiera ocupar el
lugar de Nizar cre problemas. Fue un fallo desafortunado que Nizar no hubiera
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reconocido un sucesor antes de ser asesinado, a pesar del hecho de que dej varios
hijos. Algunos de estos hijos, de los cuales varios residan en el Magreb, organizaran
de hecho rebeliones contra los mustales en Egipto (un nieto iba a estar involucrado
en una de stas en 1161), pero la falta de un sucesor de Nizar identificado de manera
clara debilit la causa nizar, ya que gener de modo inevitable dentro de la
comunidad nizar una incertidumbre que disminuira su unidad. Se ha sealado que
en muchas de las monedas emitidas por los nizares despus de la muerte de Nizar no
figuraba el nombre de ningn sucesor de ste, sino que continuaban mencionando al
propio Nizar, incluso medio siglo despus.[55] Esta incertidumbre provocaba que la
situacin no fuera en absoluto satisfactoria y finalmente surgi una leyenda segn la
cual a un nieto de Nizar lo haban sacado en secreto de Egipto y se lo haban llevado
de manera clandestina a Alamut. Sin embargo, continuaron apareciendo durante
mucho tiempo historias que mostraban una lnea de descendencia para el imanato tras
la muerte de Nizar, aunque obedecan ms a un deseo de proporcionar un punto
central al que pudieran adherirse los nizares que a proporcionar pruebas histricas.
Al final, ni Hasan ni los dos personajes que le sucedieron en Alamut inmediatamente
despus nombraran imn alguno tras el fallecimiento de Nizar.
A pesar de las tensiones que gener la usurpacin de la autoridad por parte de al-
Mustali, la rebelin contra los turcos en Persia continu con gran intensidad y logr
algunos xitos. A los nizares les fue de gran ayuda, como siempre, la disensin
existente entre los turcos, que de manera inevitable debilit la efectividad de los
selycidas. La verdad es que, en esta situacin, al recin creado movimiento nizar le
hubiera resultado muy difcil resistir una respuesta unitaria de los selycidas, pero la
encarnizada lucha de stos indica que dicho movimiento continuaba prosperando.
De hecho, los selycidas seguan estando tan divididos como siempre. Tras la
muerte del joven Mahmud en 1094, el mismo ao del fallecimiento de al-Mustansir,
Barkiyaruq fue reconocido como sultn legtimo por el califa de Bagdad. Pese a la
frgil posicin del califa, su reconocimiento segua siendo un gesto importante para
los selycidas, y es posible que Barkiyaruq tuviera esperanzas de que este patrocinio
polticamente relevante reforzara su posicin. Si en realidad lo crea, el desengao iba
a ser tremendo.
La oposicin a Barkiyaruq lleg del seno de su propia familia, lo cual pone de
relieve una vez ms la desunin de los selycidas. Su to Tutush emprendi una
campaa para destronarlo, aunque sta dur poco porque a su promotor lo mataron en
la batalla de Rayy en 1095. Tambin su hermanastro Muhammad Tapar intent
destronarlo. Esto conducira a una serie de combates que nunca llegaron a ser
decisivos, lo cual era lo peor que les poda suceder a los selycidas, porque, si un
hombre hubiera resultado claramente victorioso, las tribus podran haberse unido en
torno a l. En realidad, los selycidas fueron siempre un grupo fuertemente
independiente, pero en el pasado se haban mantenido juntos, con un vnculo holgado,
en torno a un lder poderoso y triunfante, que era justo lo que necesitaban en el
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momento al que nos referimos ahora. Pero la guerra no produjo un resultado decisivo.
Las luchas internas se prolongaron hasta la muerte de Barkiyaruq en 1105, y esta
situacin se vio favorecida por la declaracin de las regiones de Jurasn y Tujaristn
en 1097 apoyando a Muhammad Tapar (estaban gobernadas en aquel instante por su
hermano, Sanyar).
Los ismailes persas sacaron buen provecho de esta situacin malsana. Su
habilidad para la lucha era tan valorada que Barkiyaruq finalmente comenz a
reclutar a algunos para incluirlos en su ejrcito, admitiendo en una ocasin a cinco
mil de ellos en sus fuerzas. No se trataba de una situacin permanente (Barkiyaruq no
tardara en volverse en su contra y los perseguira cruelmente hacia el final de su
reinado), pero sirvi una vez ms para poner de relieve la confusin que exista
dentro de las filas selycidas. Sin embargo, los nizares prosiguieron en Persia con la
poltica que les haba aportado tanto xito antes del cisma que les hizo apartarse de
Egipto. Entre sus tcticas destacaba, por supuesto, la toma de fortalezas aisladas y
poderosas desde las que podan amenazar los territorios selycidas que las rodeaban y
continuar hostigando al enemigo sun, atacando a grupos aislados de selycidas y
retirndose luego detrs de aquellas murallas casi del todo impenetrables cuando se
iniciaba un contraataque.
Uno de los hechos ms importantes se produjo en 1096 y fue la ocupacin de una
importante fortaleza en el noreste de Persia. Se trataba de un recinto fortificado que
dominaba las lneas de comunicacin procedentes de la regin situada al este de
Jurasn, y su captura permiti a los nizares amenazar a los selycidas de la zona con
ms eficacia que nunca. Esta fortaleza se levantaba sobre una roca en forma de diente
de tiburn que apuntaba hacia el cielo y pareca incluso perforar las nubes. Sus riscos
de piedra eran tan afilados que a cierta distancia parecan el filo de una navaja. Su
nombre era Girdkuh.
Al igual que en el caso de Alamut, esta roca inexpugnable no se tom mediante la
fuerza de las armas, sino utilizando un subterfugio. El gran dai Ibn Attash haba
logrado convertir en secreto a la causa ismail a un hombre importante llamado Rais
Muayyad al-Din Musaffar. Este tena muchos amigos influyentes que formaban parte
de la jerarqua selycida y convenci a uno de ellos, un emir llamado Amirdad
Habashi, para que intentara que Barkiyaruq le cediera Girdkuh. Cuando el emir hubo
conseguido este regalo, Musaffar le persuadi para que se lo cediera a l para su
custodia. El crdulo emir accedi a la peticin de Musaffar. Cuando se produjeron
estos hechos, el castillo se encontraba bajo el control de una guarnicin selycida y el
hombre que estaba al mando no deseaba entregarlo, pero, dado que haba recibido
rdenes expresas de Amirdad Habashi, poco pudo hacer. As pues, se entreg
Girdkuh a los ismailes sin un solo acto violento, proporcionando a los nizares un
asentamiento aislado lejos de Daylam y Kuhistn.
Por supuesto, hasta que Musaffar estuvo a salvo instalado dentro de Girdkuh, no
se supo cules eran sus autnticas afinidades religiosas, e incluso entonces se las
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arregl para mantener sus lealtades en secreto durante aos. Al igual que muchas
otras fortalezas situadas en lugares aislados de difcil acceso, en Girdkuh tenan que
superar muchos problemas de abastecimiento, y Musaffar se volc para vencer estas
dificultades, intentndolo con mucha energa, pero con unos resultados limitados. La
dificultad mayor era encontrar una fuente de agua potable para el castillo. Musaffar,
que en aquella etapa an afirmaba ser un leal partidario de los selycidas, cav un
profundo pozo en una roca, pero no logr encontrar agua.[56] Aunque Barkiyaruq se
mostraba todava deseoso de llegar a acuerdos con los ismailes y segua
admitindolos en sus ejrcitos, Musaffar prefera mantener ocultas sus tendencias
favorables a este grupo.
Sin embargo, cuando llegaron los ltimos aos del reinado de Barkiyaruq y su
persecucin de los ismailes, esta actitud dej de ser sostenible. La muerte en una
batalla de su protector Amirdad Habashi dej a Musaffar en una posicin an ms
arriesgada. Logr llevar a escondidas una gran cantidad del tesoro de Habashi al
castillo y utiliz buena parte de l para financiar un importante reforzamiento de las
defensas. Poco despus de que la obra estuviera terminada, abandon su pretendida
lealtad a la causa selycida y declar abiertamente que era ismail. Acept el
liderazgo de Hasan con entusiasmo una situacin que probablemente enfureci a
Barkiyaruq, quien debi de quedarse lvido al saber que, como resultado de un
engao, haba cedido una fortaleza tan inmensamente poderosa a los ismailes.
Cuando por fin Musaffar muri, fue su hijo, Sharaf al-Din Muhammad, quien ocup
su lugar. Curiosamente, ste haba pasado algunos de sus primeros aos de formacin
en Alamut.
Posteriormente, tambin se alcanzaron xitos en otros lugares. Una de las grandes
ciudades de Persia era Isfahan. Cerca de las murallas de la ciudad se alzaba una
fortaleza llamada Shahdiz. Al estar situada en una colina, era una posicin ideal para
controlar los accesos a la ciudad y su toma sera un gran golpe para los ismailes. Su
importancia para los selycidas se pone de manifiesto sobre todo por el hecho de que
el castillo haba sido reforzado recientemente por el gran sultn Malikshah. Dentro de
los muros de la ciudad vivieron durante mucho tiempo un nmero considerable de
ismailes (lo cual demuestra, entre otras cosas, que sera un error suponer que los
nizares eran numerosos slo en las zonas rurales); durante buena parte de su carrera
Ibn Attash haba operado precisamente desde Isfahan. Por consiguiente, haba un
gran nmero de simpatizantes entre la poblacin. Cuando se conoci su situacin
real, Ibn Attash se vio obligado a huir, pero en la confusin causada por la guerra
civil entablada entre los selycidas se llev a cabo otro intento encaminado a
conquistar la ciudad para la causa ismail.
Fue una campaa de luchas duras y la tctica no fue muy sutil, ya que se
caracteriz por la violencia y la intimidacin. Los ismailes exageraron en sus
actuaciones y el populacho, enfurecido por la brutalidad que haban demostrado, se
volvi contra ellos y masacr a muchos de sus partidarios en plena calle. Segn
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algunas fuentes, se dijo que los habitantes de la ciudad se haban encolerizado al or
contar que una pareja ismail haba estado atrayendo con engaos a los transentes
para que entraran en su casa y luego all asesinarlos de inmediato. El hecho de que
estos relatos espeluznantes se tomaran como verdicos nos da quizs una idea del
terror psicolgico que los ismailes nizares generaron en las mentes de sus enemigos,
incluso en los primeros tiempos de su historia. Enfurecida por estos relatos, la
poblacin agarraba a los ismailes que poda encontrar y los arrojaba a todos en una
gran hoguera que haban encendido en el centro de la ciudad.[57]
Sin embargo, los ismailes tenan una gran resistencia y no se dejaron desanimar
por este revs. Cuando Ibn Attash fue obligado a huir de Isfahan, a su hijo Ahmad le
permitieron quedarse.[58] Las autoridades de Isfahan crean que no comparta las
tendencias religiosas de su padre.
Esta actitud result ser muy caballerosa por su parte, ya que Ahmad era en
realidad un ismail con fuertes convicciones; un hecho que invita a preguntarse sobre
la negligencia de aquellos que ocupaban cargos de poder dentro de la jerarqua
selycida de la poca. Ahmad consigui obtener un puesto de maestro instructor de la
guarnicin del castillo de Shahdiz. Curiosamente, gran parte de la guarnicin era
originaria de la regin de Daylam, es decir, de la zona situada alrededor de Alamut, el
punto neurlgico del movimiento ismail dentro de Persia. Una vez ms, esto tendra
que haber alertado a las autoridades sobre el hecho de que, dado el tipo de
actuaciones de los ismailes en otros lugares de Persia, eran presa fcil para cualquier
ismail que deseara utilizar trucos con el fin de acceder a algn cargo en el que
pudiera conseguir fortalezas mediante subterfugios.
De hecho, esto fue lo que sucedi dentro de Shahdiz. Una vez que consigui
entrar en el castillo, Ahmad comenz a trabajarse a la guarnicin. Por su parte, los
miembros de sta prestaron odos voluntariamente a lo que Ahmad les deca, quiz
porque sentan una simpata natural por los ismailes, dados sus antecedentes
regionales. Antes de despertar a la realidad y darse cuenta de que Ahmad, el maestro
dulce y humilde, era de hecho un peligroso revolucionario, el comandante de la
guarnicin se encontr con que ya no controlaba la fortaleza. Ahmad haba tomado
Shahdiz para los nizares. As, una vez ms, los ismailes haban ganado una
importante fortaleza sin utilizar la ms mnima violencia.[59] La toma de Shahdiz (que
se produjo hacia el ao 1100) fue un gran golpe contra los selycidas y a favor de los
ismailes. Hasta tal punto era completo el control ismail de Shahdiz y en el territorio
circundante que comenzaron a recaudar impuestos entre la poblacin local, lo cual
fue un duro revs para los selycidas y su erario pblico.[60]
Poco despus se produjo un golpe similar. Haba otro castillo cerca de Isfahan, a
unos treinta kilmetros, en un lugar llamado Jalinyan. Los ismailes tomaron este
castillo, de nuevo sin un solo combate. Algunas versiones prosaicas de esta toma
dicen que simplemente se lo cedieron, pero en un relato ms romntico se afirma que
un carpintero haba conseguido ganarse el afecto del comandante. Segn estas
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versiones ms exticas, el carpintero, una vez dentro del castillo, invit a la
guarnicin a un festn y, cuando estaban todos embriagados y eran incapaces de
ofrecer la ms mnima resistencia, se abrieron las puertas para que entrara un grupo
de ismailes que esperaban fuera para tomar posesin de la fortaleza.
Junto con esta actividad militar, caracterizada ms por intrigas sutiles que por
arduas batallas, los ismailes nizares iban a continuar practicando el arte por el cual
los occidentales los bautizaran ms tarde como los asesinos. Importantes
personalidades de la jerarqua selycida, e incluso lderes religiosos de la comunidad
sun, fueron todos ellos objetivos adecuados para los cuchillos de los asesinos chies.
Sin embargo, es importante considerar estos asesinatos en una perspectiva adecuada;
constituyeron una lnea relevante dentro de la poltica ismail, pero estuvieron lejos
de ser la nica. Durante el reinado de Hasan-i Sabbah, que se prolong
aproximadamente treinta aos, la lista honorfica que se llevaba en Alamut tena
registrados unos cincuenta asesinatos. Alrededor de la mitad de ellos se produjeron
durante los ltimos aos del siglo XI. Por consiguiente, se trataba en cualquier caso
de un hecho frecuente.
Aunque no estn demasiado claros, podemos distinguir en cierto modo algunos
aspectos interesantes. La guerra emprendida por Barkiyaruq contra su hermanastro
Muhammad Tapar aument en intensidad. Como ya hemos visto, en aquella poca el
sultn reclut para sus ejrcitos a algunos ismailes. Sin embargo, parece ser que los
utiliz tambin para objetivos ms clandestinos. Se difundieron rumores segn los
cuales algunas de las vctimas de los asesinos ismailes eran amigos de Muhammad
Tapar y, en realidad, haban sido eliminados en virtud de un acuerdo entre los
ismailes y Barkiyaruq. Quiz nunca se sepa con certeza si hay algo de verdad en
estas historias, pero hemos de tener en cuenta que en relacin con el movimiento
ismail nizar, a lo largo de toda su existencia, se afirm en repetidas ocasiones que
haban ofrecido sus servicios a algunos aliados de tendencias y bandos sumamente
diversos e improbables a cambio de ayuda y apoyo. Ciertamente, a medida que
pasaba el tiempo, fue quedando cada vez ms claro que los ismailes actuaron en
todos los frentes, incluidos los de la poltica y la diplomacia, y se borr en gran parte
la imagen de fanticos aferrados a su causa y a sus principios que a veces les haba
sido atribuida.
A pesar de los xitos obtenidos en toda Persia, el epicentro del movimiento
ismail nizar del pas sigui estando en Alamut y en la regin que lo rodeaba, es
decir, en Daylam. Es importante recordar que los nizares lograron xitos tanto en las
ciudades como en las zonas rurales. Despus de todo, el malestar social y el
descontento se daban tanto en las unas como en las otras. Sin embargo, fue en las
zonas rurales remotas donde los nizares hallaron mayor seguridad, por lo que dichas
zonas fueron vitales para su supervivencia. Conscientes de que las divisiones surgidas
entre los selycidas no duraran eternamente, Hasan-i Sabbah aprovech la
oportunidad que le brindaba la guerra civil para dedicar buena parte de sus energas a
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consolidar su fuerza en Daylam. Las obras que se realizaban en Alamut progresaban
con rapidez; adems de hacer mejoras en el castillo, acometi trabajos tambin en la
zona rural. Con el fin de garantizar la autosuficiencia del castillo, se mejor el
sistema de irrigacin en las zonas vecinas. Como resultado, las cosechas fueron ms
abundantes y la regin se convirti en una especie de frtil oasis en medio de la
aridez del territorio circundante.
Hasan concentr sus esfuerzos en levantar tambin un anillo de defensas
exteriores para proteger los accesos a Alamut. Fue una parte importante de su
estrategia. La existencia de este crculo de castillos supona un problema importante
para cualquier posible invasor que pretendiera atacar Alamut. El mando supremo de
cualquier ejrcito invasor se enfrentaba a un autntico dilema. Por una parte, poda
intentar sitiar los castillos que protegan el permetro exterior de las defensas de
Alamut. Sin embargo, dada su inaccesibilidad, poda tardar meses, incluso aos, en
tomar cada castillo.
Era difcil incluso conseguir que la guarnicin muriera de hambre una tctica
importante en la guerra de asedio que se practicaba en la Edad Media, ya que las
medidas tomadas por Hasan para abastecer a cada guarnicin con las provisiones
necesarias para ser autosuficiente hacan que se tardara un tiempo
extraordinariamente largo en conseguirlo. El mando supremo de las fuerzas invasoras
poda optar por dejar un contingente que sitiara el castillo mientras el resto de las
tropas avanzaban, pero esto quiz debilitara su ejrcito principal, al tiempo que
dejaba a los sitiadores expuestos a un contraataque. Adems, aunque se haba
conseguido que el territorio que rodeaba cada castillo fuera lo bastante frtil como
para abastecer a la guarnicin, si sus defensores haban sido advertidos de la llegada
de las fuerzas invasoras, se habran llevado de all todas las provisiones que hubieran
sido capaces de transportar y habran destruido el resto. Por otro lado, si se dejaba los
castillos intactos, sin tropas que los sitiaran y que vigilaran las vas de comunicacin
de los invasores, stas quedaran peligrosamente expuestas, y tambin se les dejara a
los nizares una base desde la cual tuvieran la posibilidad de continuar su campaa de
aprovechamiento del descontento social y religioso. En resumen, la existencia de un
permetro exterior de fortificaciones supona un quebradero de cabeza considerable
para los mandos de los ejrcitos enemigos.
Al oeste de Alamut se alzaba la fortaleza de Lamasar. Su toma supondra un til
complemento de las defensas de Alamut, ya que protega los accesos occidentales del
castillo. En realidad, antes haba estado ya una vez en manos de los ismailes. Su
comandante se llamaba Rasamuj, un individuo que, despus de haber militado
inicialmente en el bando ismail, haba cambiado su vasallaje, apostando por los
selycidas. Ante esto, y para reconquistar el castillo, Hasan-i Sabbah envi un
ejrcito al mando del cual iba un hombre llamado Buzurg-Ummid,[61] que
desempeara un papel fundamental para el futuro de los ismailes nizares en Persia,
ya que finalmente sucedera a Hasan-i Sabbah, cuando ste muriera algunos aos ms
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tarde.
Esta vez la nica posibilidad era un ataque total, que se inici en su debido
momento. El castillo cay y, despus de tomarlo, Buzurg-Ummid sigui el ejemplo
de Hasan, realiz grandes esfuerzos para mejorar la situacin logstica de la fortaleza
mediante la construccin de nuevas cisternas para el agua y de muchos edificios
sustanciales, y procedi a convertir la zona circundante en un territorio ms frtil.
Buzurg-Ummid permaneci all durante muchos aos hasta que al final fue llamado a
Alamut para asumir el puesto de Hasan-i Sabbah. El castillo de Lamasar se convirti
en la fortaleza ismail ms importante, despus de Alamut, en la regin de Daylam, el
ncleo del movimiento ismail nizar en Persia.
Estos xitos de los primeros tiempos alentaron a los nizares, que adquirieron una
mayor confianza en su propia capacidad para derrocar a los selycidas, y en
consecuencia se volvieron ms ambiciosos en cuanto a la escala y los objetivos de sus
operaciones. Lanzaron una serie de ataques en el suroeste de Persia bajo el mando de
Abu Hamza. Al igual que Hasan-i Sabbah, Abu Hamza haba pasado algn tiempo en
Egipto, lo cual es de suponer que le inflam con un ansia apasionada por propagar la
dawai ismail por toda Persia. Ocup varios castillos importantes cerca de la ciudad
de Arrayn y, desde estas nuevas bases estratgicas, procedi a arrasar y aniquilar a
los selycidas que se encontraban en las proximidades.
El xito de la rebelin ismail dio lugar a algunos acontecimientos sorprendentes.
Las victorias ismailes convencieron a varios notables selycidas de que les convena
convertirse a la causa ismail, sin duda con gran disgusto por parte de muchos
musulmanes sunes. En 1095, un visir local entreg la fortaleza de Takrit a un ismail
llamado Kayqubid Daylami. Fue un suceso inslito, ya que esta fortificacin no se
encontraba en un lugar montaoso, sino en medio de una zona de campo abierto. Los
ismailes consiguieron conservarla en su poder durante doce aos, siendo el visir
quien recibi la peor parte, ya que fue asesinado por sus propios correligionarios
cuando stos descubrieron lo que haba hecho.
Como ya se ha indicado, Barkiyaruq, durante algn tiempo, se sinti predispuesto
a tolerar, incluso a incentivar, a los ismailes. Sin embargo, esto slo poda
mantenerse mientras su poder fuera todava limitado. Para el ao 1100 su posicin se
haba reforzado hasta tal punto que los miembros de la corte de Barkiyaruq se
sintieron alarmados porque perciban un cierto peligro procedente de ese bando. Esto
se debi en parte a la mayor confianza en s mismos que mostraban los ismailes.
Algunos incluso se haban infiltrado por su cuenta en el propio crculo interno de
Barkiyaruq. Desde all comenzaron a realizar intentos para convertir a las tropas a su
causa y, segn decan sus enemigos, amenazaban con el asesinato a cualquiera que
pretendiera resistirse. Se lleg hasta el punto de que, segn los cronistas rabes, nadie
que ocupara un cargo de poder se atreva a salir de su reducto si no llevaba puesta la
armadura bajo sus ropas. Incluso el visir Abul Hasan se senta tan amenazado que
siempre usaba una cota de mallas. Las convenciones establecan que no les estaba
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permitido a los cortesanos acercarse a Barkiyaruq si estaban armados, pero ahora,
[por temor a un ataque] pedan permiso para presentarse ante l armados, y el sultn
les concedi la autorizacin requerida.[62]
Por aquel entonces, Muhammad Tapar haba sido derrotado y Barkiyaruq era por
lo tanto relativamente libre de centrar su atencin en los ismailes. El gobernador de
la regin de Jurasn era Sanyar, el hermano menor de Muhammad Tapar. Barkiyaruq
le propuso una alianza contra los ismailes, argumentando que stos eran para ambos
un enemigo comn. Evidentemente era un hecho que los dos estaban amenazados por
el xito de los ismailes. Sanyar consider razonable la alianza que se le propona y
lanz un feroz ataque contra la regin de Kuhistn. Sus hombres devastaron las zonas
rurales y organizaron un asedio del principal bastin ismail de la regin, en Tabas.
Sus tropas estaban bien pertrechadas con maquinaria de asedio, y sus imponentes
catapultas grandes piezas de artillera que lanzaban enormes rocas contra las
fortificaciones pronto empezaron a causar grandes daos en las murallas de la
ciudad. Esta pareca estar a punto de rendirse cuando los ismailes sitiados compraron
literalmente su libertad sobornando al enemigo para que se retirara y les dejara en
paz.
Esta solucin slo aport un breve perodo de respiro a los ismailes. Saban lo
improbable que era que Sanyar los dejara tranquilos de manera permanente y
concentraron sus energas en construir las defensas de Tabas una vez ms, as como
en reforzar otros baluartes de la regin. Nada pudo evitar que Sanyar regresara tres
aos ms tarde, trayendo consigo un gran ejrcito formado por sus propios hombres,
as como cierto nmero de voluntarios. Obviamente en esta ocasin estaban ms
decididos, ya que se haba tomado Tabas y tambin otras fortalezas importantes. Sin
embargo, las condiciones del tratado final fueron muy indulgentes. Sanyar pidi a los
ismailes que se comprometieran a no construir ms castillos en Kuhistn y a no
reclutar ms conversos. Quiz sorprendidos por la generosidad de estas condiciones,
los ismailes las aceptaron.
Sanyar recibi muchas crticas por la debilidad que haba mostrado en sus
negociaciones con los ismailes. Sus crticos argumentaron que no se poda confiar en
que los ismailes fueran a cumplir aquellas condiciones; desde su punto de vista, la
nica poltica que poda tener xito era la eliminacin brutal de la secta. Numerosos
musulmanes sunes eran partidarios de una oposicin violenta contra los nizares, una
actitud que queda bien resumida en la siguiente afirmacin formulada en aquella
poca:
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hereje es ms justo que matar a setenta infieles griegos.[63]
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de los nizares, animando a sus asesinos a actuar de una forma todava ms decidida
que antes.
Aunque las personalidades ms destacadas de la jerarqua selycida estaban tan
estrechamente protegidas que esto disuada a los ismailes de intentar asesinarlas, era
imposible proteger a todos los personajes pblicos de la manera debida para que
pudieran sentirse seguros en todo momento. Poco despus del pogromo de Isfahan,
un destacado clrigo sun que haba criticado abiertamente a la secta result muerto a
pualadas en la mezquita de la ciudad. Algo ms tarde, el jefe de un movimiento
conocido como los karramiyya, un grupo que se opona radicalmente a los ismailes y
a todo lo que stos defendan, fue eliminado de una manera similar en la mezquita de
Nishapur. Estos asesinatos pblicos tenan varios objetivos, segn la idea de los
ismailes. No se trataba slo de eliminar a algunos individuos que se oponan de
forma encarnizada a su causa, sino que el hecho de que estas acciones fueran pblicas
recordaba tambin a la poblacin en general que prcticamente nadie estaba a salvo
del cuchillo asesino, sobre todo si al que lo blanda no le importaba demasiado
sobrevivir o morir como consecuencia de su accin. De esta manera, el reino del
terror sigui siendo una realidad ms viva que nunca.
Barkiyaruq muri en 1105. Cuando se termin su reinado, la amenaza nizar era
todava importante. Tras los xitos iniciales de la rebelin, es cierto que sta perdi
algo de velocidad y algunas de las primeras conquistas ismailes siguieron el proceso
inverso. Pero, en toda Persia, concretamente la red de castillos que haban organizado
los nizares permaneci poderosa y fuerte. Estos castillos se encontraban demasiado
dispersos en la distancia como para crear un cinturn en torno a los centros de poder
selycidas, pero, sin embargo, estaban bastante bien situados para producir
interrupciones importantes a lo largo de sus vas de comunicacin y para constituir el
trampoln desde el cual se podra desencadenar ms caos revolucionario. Fue
Muhammad Tapar quien ocup el lugar de Barkiyaruq, y result ser el ms
implacable protagonista que haba tenido hasta entonces aquella despiadada guerra
civil que haba estado haciendo estragos durante una dcada.
Con el acceso al trono de Muhammad Tapar, es posible que los nizares hubieran
concebido esperanzas de que aqul fuera el momento preciso para reagruparse. Sin
embargo, fue muy breve el respiro que les dio el nuevo rgimen, porque: cuando
tena el sultanato firmemente asido con sus manos y no quedaba rival alguno que
pudiera discutirle [la sucesin], no tuvo tarea ms urgente que perseguir y combatir a
los ismailes y vengar a los musulmanes por la opresin y las fechoras que haban
padecido.[65]
Su prioridad inmediata entre todos aquellos objetivos fue el castillo de Shahdiz, la
fortaleza situada fuera de Isfahan que haba cado en manos de los nizares unos
pocos aos antes. Isfahan haba sido uno de los puntos que con ms frecuencia haba
generado roces entre los nizares y los selycidas sunes. Muhammad decidi que
Shahdiz deba ser reconquistado a cualquier precio. Cuando se dieron cuenta de que
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el sultn diriga sus tropas contra la fortaleza, los nizares intentaron salir del apuro
con alguno de sus trucos. El inicio de la expedicin, que tuvo lugar en 1107, se
retras cinco semanas porque en el campamento selycida haban circulado rumores
sobre la inminencia de estallidos de violencia causados por los nizares en algn otro
lugar; ni que decir tiene que tales rumores eran del todo falsos y haban sido unos
espas quienes los haban difundido por el campamento.
Est claro que un truco as slo poda funcionar durante algn tiempo y, cuando
los selycidas salieron por fin hacia Isfahan, los nizares cambiaron su tctica. Su
dirigente en aquella zona segua siendo Ahmad, el hijo de Ibn Attash. Sabedor de que
se encontraba en una situacin de desventaja militar, inici un debate teolgico con
los clrigos selycidas. Se trataba de un intento obvio de marear la perdiz con la
esperanza de retrasar el inminente ataque, sembrando confusin en las mentes de sus
enemigos. Ahmad sostena que la va ismail era la nica senda verdadera hacia la
rectitud tal como la haba planteado el profeta Mahoma. Huelga decir que los clrigos
selycidas no aceptaron esto y formularon su propia rplica para contrarrestar estos
argumentos. Hubo intercambio de cartas en uno y otro sentido. Mientras esto suceda,
las acciones militares contra Shahdiz se llevaban a cabo de una manera
extremadamente inconexa. Un detalle interesante es que los argumentos teolgicos de
Ahmad fueron tan sutiles que los sunes empezaron a discutirlos entre ellos mismos.
Sin embargo, pasado un tiempo, las opiniones expresadas por Ahmad se rechazaron
de forma definitiva y comenzaron de nuevo las operaciones militares.
Viendo que eran superados en nmero de una manera tan abrumadora que
quedaban muy limitadas sus posibilidades de resistir con xito el ataque selycida,
los nizares que estaban en la fortaleza intentaron negociar su libertad. Ofrecieron
entregar Shahdiz a cambio de que se les cediera otra fortaleza ms alejada. Parece ser
que este planteamiento fue tomado de algn modo en consideracin, porque el visir
de Muhammad en un momento dado envi alimentos para los hombres de la
guarnicin con el fin de que no murieran de hambre. Sin embargo, estos intentos de
conciliacin dejaron de tener posibilidades de xito cuando, antes de que las
negociaciones hubieran terminado, un asesino nizar intent, infructuosamente,
asesinar a uno de los emires ms importantes que estaban con el ejrcito selycida. A
pesar de esto, se acord finalmente que la guarnicin se rendira por iniciativa propia.
Las condiciones que se haban negociado significaban que la mayor parte de la
guarnicin saldra y se trasladara bajo medidas de seguridad a Alamut. Cuando se
marcharan, quedara una pequea guarnicin. Una vez que se les diera palabra de que
el primer grupo haba conseguido llegar a Alamut, se rendira el segundo grupo y
obtendra tambin el permiso para viajar hasta Alamut en paz.
Ahmad permaneci atrs con la pequea guarnicin que se qued para guardar
Shahdiz hasta que supieran que los otros estaban a salvo. A su debido tiempo les
dieron palabra de que el primer grupo haba viajado a Alamut y haba llegado all sin
problemas. En cuanto se recibi la noticia, los selycidas que sitiaban Shahdiz vieron
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con claridad que se les haba embaucado. En el intervalo de cese de las hostilidades,
Ahmad haba aprovechado el respiro para reforzar las defensas del castillo que haban
sido destruidas. Haba logrado negociar con xito la huida del grueso de la
guarnicin. Lo que deseaba en aquel momento era evitar una lucha a muerte. A decir
verdad, slo poda haber un resultado en la batalla que se les avecinaba y la suerte se
inclinaba peligrosamente del lado de los vencedores. No obstante, era probable que
los defensores fueran acompaados por un gran nmero de atacantes en su posterior
viaje al paraso, dada su decisin y su bravura.
Y as fue como el castillo de Shahdiz se convirti, en efecto, en la Masada de los
ismailes. Inicialmente, el ataque selycida se desencaden vigorosamente y de una
manera muy acertada, pero fue rechazado. Sin embargo, por desgracia, haba un
traidor en las filas nizares. Este traidor indic a los selycidas que una de las
murallas, que pareca estar defendida por muchos efectivos, en realidad slo estaba
protegida por unos muecos. Los nizares andaban tan escasos de hombres (slo
quedaban unos setenta para defender el castillo), que haban tenido que colocar unos
muecos a lo largo de aquellas murallas para disuadir a los selycidas de lanzar un
ataque. No obstante, cuando stos se enteraron de la estratagema, atacaron el tramo
de muralla que prcticamente estaba sin defensa e irrumpieron con suma rapidez en el
castillo.
Una vez que los selycidas estuvieron dentro de los muros de la fortaleza, el final
estaba claro. La esposa de Ahmad, observando que la valerosa defensa tocaba a su
fin, visti sus mejores ropas y, en un gesto final de gran elegancia, se lanz sobre las
rocas que haba abajo de las murallas. Pero Ahmad no sigui su ejemplo. Es de
suponer que se viera desbordado por el nmero de atacantes en la batalla que se
produjo a continuacin; es inconcebible la idea de que se entregara voluntariamente,
ya que tuvo que saber que le esperaba un destino espantoso. En cualquier caso, lo
hicieron prisionero. Hubiera sido muchsimo mejor para l haber muerto en la batalla,
porque su final fue horrible. Lo llevaron a Isfahan y lo arrastraron en un desfile
triunfal por las calles de la ciudad. El escarnio del que le hicieron objeto sus captores
y los golpes que le propin al paso un populacho enfurecido no fueron nada en
comparacin con la agona que padeci despus. Como ejemplo para amedrentar a
todos los nizares, Ahmad fue desollado vivo. Luego llenaron su piel con paja y
enviaron su cabeza a Bagdad como smbolo de autenticidad del triunfo selycida que
se haba logrado en Shahdiz. Mandaron al mismo tiempo la cabeza de su hijo, que
tambin haba estado presente durante el asedio.
La muerte de Ahmad hizo que los selycidas exultaran de alegra. Una carta que
celebraba la victoria expresaba la enorme emocin que produca esta muerte,
maldiciendo las actividades de Ahmad y las del movimiento al que perteneca,
afirmando que su razn emprendi el vuelo por la senda del error y se extravi por
el mal camino, y [l] adopt como gua un libro cargado de mentiras, y autoriz el
derramamiento de sangre ... de musulmanes ... capturndolos con astucias y dndoles
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una muerte espantosa con terribles torturas....[66]
La cada de Shahdiz y la campaa que se realiz a continuacin marcaron el final
del poder nizar en la regin de Isfahan. Sin embargo, estaba claro que el centro del
ismailismo nizar no se encontraba all, sino en la remota regin montaosa de
Daylam, conocida entre los nizares como Rudbar, un nombre derivado del ro
Shahrud, que flua a travs de la zona. Muhammad Tapar envi una expedicin a
Daylam.
La diriga Ahmad ibn Nizam al-Mulk. Por ser hijo del mismo Nizam al-Mulk que
haba sido asesinado por los secuaces de Hasan-i Sabbah algunos aos antes, tena
buenas razones para despreciar a los nizares. El odio que senta por ellos se haba
exacerbado por el hecho de que su hermano, Fakhr al-Mulk, haba cado bajo el
cuchillo de un asesino en Nishapur slo un ao antes de que se emprendiera la
campaa contra Alamut en 1108-1109. No obstante, a pesar de todo su esfuerzo,
Alamut no cay. Aun as, sus tropas ocasionaron grandes daos. La frtil zona rural
de aquella regin fue esquilmada hasta agotar sus reservas y, durante un tiempo, el
hambre se extendi por el pas. Tan grave fue la escasez resultante que, segn se dijo,
los nizares que vivan all se vieron obligados a comer hierba para sobrevivir.
La escasez de alimentos afect fuertemente a los habitantes de Rudbar. La
situacin era tan extrema que Hasan-i Sabbah sac a su esposa y sus hijas fuera de
Alamut, y las envi a la relativa seguridad que podan encontrar en la gran roca de
Girdkuh (una medida que numerosos lderes nizares copiaran en el futuro). Ahmad
ibn Nizam al-Mulk intent otros procedimientos para derrotar a los nizares. Presion
a los jefes locales para que se unieran a l en su lucha contra la secta. Sin embargo,
aunque algunos se alinearon con l al principio, su apoyo no fue efectivo ni duradero.
Pronto le retiraron toda ayuda. Algunos dijeron que esto se debi a que les enfureci
la arrogancia del sultn selycida. Pero, una razn igualmente vlida sera el terror
que les produca la idea de que, en el momento en que volvieran la espalda, el
cuchillo de un asesino se hundiera profundamente en ella. Incluso en el instante en
que atravesaban la mayor de todas sus crisis, los nizares seguan enviando a sus
fidai a eliminar enemigos peligrosos. Uno de estos enemigos fue el cad de Isfahan,
un hombre santo para los sunes. Era muy consciente de ser un objetivo potencial de
los nizares. All donde iba, estaba permanentemente rodeado por fuertes
guardaespaldas y, siempre que se aventuraba a salir de su casa, llevaba puesta una
armadura. Un viernes se dirigi, como era su costumbre, a una mezquita cercana, de
la forma que en l era habitual. Cuando se encontraba en medio de sus oraciones, un
hombre surgi de la multitud que le rodeaba, se abalanz con gran rapidez sobre l y
le clav profundamente un cuchillo. Pareca como si nadie estuviera a salvo de estos
fieles de la causa nizar, capaces de mezclarse con la poblacin local sin llamar la
atencin y luego surgir de las sombras cuando menos se esperaba su ataque,
generalmente con resultado fatal.
En el momento en que qued claro que Alamut no poda tomarse mediante un
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ataque directo, Ahmad ibn Nizam al-Mulk retir el grueso de sus tropas. Segn
parece, los ismailes nizares saban bien lo peligroso que sera como enemigo;
cuando ya haba vuelto a Bagdad, fue atacado por un asesino. Aunque sobrevivi al
ataque, ste es otro ejemplo de la amenaza que suponan los nizares para las
autoridades selycidas. Muhammad Tapar cambi de tctica. Opt por agotar la
resistencia de los nizares con una larga guerra de desgaste. A partir de entonces,
durante varios aos, envi con regularidad sus tropas a Rudbar para devastar la
regin y atacar a todas las tropas nizares que encontraran a su paso. Con este mtodo
esperaba agotar sus energas defensivas. Finalmente, en 1117, se envi un ejrcito
muy numeroso al mando del cual estaba el general Nushtigin Shirgir.
Durante ocho aos el sultn, Muhammad Tapar, haba intentado acabar con los
ismailes de Rudbar mediante esta estrategia. Pero, al parecer, acab cansndose de
aplicar una tctica que no estaba produciendo el efecto deseado. Por lo tanto, decidi
que era hora de forzar la resolucin definitiva del problema. Para ello, envi a Shirgir
a Rudbar, acompaado por una larga comitiva de mquinas de guerra para el asedio.
Los proyectiles lanzados por estas mquinas no tardaron en impactar contra la gruesa
mampostera de los muros del castillo, primero en la fortaleza exterior de Lamasar y
luego en el propio Alamut. Los nizares estaban cansados y, pese a que su nimo
todava era voluntarioso, sus fuerzas se agotaban rpidamente. Todo haca pensar que
Alamut estaba a punto de ser conquistado. Con esto, la causa nizar estara de hecho
muerta en Persia. Y entonces, en el momento decisivo de la campaa, cuando pareca
que Alamut estaba prximo a capitular, el propio Al intervino. Lleg al campamento
de Shirgir la noticia de que el sultn haba muerto en Isfahan.
La lealtad del guerrero selycida estaba vinculada a la persona del sultn y no al
concepto ms abstracto del sultanato en general. Con la noticia de que Muhammad
Tapar haba fallecido, Shirgir perdi rpidamente su inters por el asedio. Su ejrcito
no tard en retirarse, dejando Alamut en paz. A los defensores esto tuvo que
parecerles una especie de milagro. Es fcil creer que se convenceran a s mismos de
que, dado que la muerte del sultn haba resultado tan conveniente, slo poda ser
consecuencia de la intervencin divina. Seguramente Al estaba de su parte.
Yuwayni no tena duda alguna de que en el ltimo momento se haba recibido un
gran premio procedente del mbito de los selycidas. El ataque iniciado en 1117 se
haba lanzado en un contexto en que Hasan y sus hombres se haban quedado sin
fuerzas y sin alimentos. El asedio haba durado casi un ao y los selycidas estaban
a punto de tomar los castillos y liberar a la humanidad de las maquinaciones [de los
nizares] cuando se recibi la noticia de que el sultn Muhammad haba muerto en
Isfahan. Las tropas entonces se dispersaron y se dej con vida a los herejes, que
trasladaron a sus castillos todos los suministros, todas las armas y todo el
equipamiento blico que haba reunido el ejrcito del sultn.[67]
Mirando de frente la derrota, en realidad su propia desaparicin, los ismailes
nizares haban sobrevivido. Sus aos de formacin en Persia haban estado marcados
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por el peligro. Despus de su perodo inicial de xito, la inevitable represin
selycida los haba llevado al borde de la extincin. Sin embargo, vivieron para
seguir luchando, debilitados pero no derrotados, castigados pero no cabizbajos. El
cisma dentro del ismailismo en su sentido ms amplio haba sido en s mismo el
factor determinante de una disminucin de la fuerza que poda haber tenido su
consecuencia. Los ismailes eran muy pocos para poder permitirse la fisura de la
desunin. No obstante, a pesar de su fraccionamiento con la dinasta fatim, los
ismailes de Persia se las arreglaron para formar un Estado propio. No fue el tipo de
Estado que les hubiera agradado a la mayora de los lderes. Se encontraba disperso
en una amplia zona y, sobre todo, exista porque optaba por situar sus ciudadelas en
regiones inaccesibles que sus enemigos tenan dificultad en conquistar. A causa de su
inherente debilidad frente a la amenaza de los selycidas, estaba condenado a sufrir
una existencia en la que siempre permanecera a la defensiva. Pero, el hecho de que
se hubiera creado algn tipo de Estado fue un logro del que los nizares tuvieron que
estar orgullosos.
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El legado de Hasan-i Sabbah
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una proeza. La regin enseguida estuvo ms dividida que nunca y los jefes locales
reivindicaban cada vez ms vociferantes su derecho a gobernar con independencia de
un control centralizado. La parte occidental de Persia se convirti, en efecto, en una
regin dotada de autogobierno y con reconocimiento de su propio sultn. Esta regin
acept el sultanato, no el de Mahmud, sino el de varios de sus hermanos, y luego sus
sobrinos. Mahmud tambin se vio confrontado con otras amenazas. Al principio de su
reinado, Sanyar emprendi una invasin de sus territorios. Le apoyaron tropas
nizares y la invasin fue un xito, hasta cierto punto. Sanyar entr en una amplia
zona de los territorios de Mahmud, llegando finalmente hasta Bagdad. Entonces se
pact una tregua. A Sanyar se le permiti quedarse con varios departamentos
conquistados, entre ellos muchos del norte de Persia, situados en reas de fuerte
influencia nizar, o en la proximidad de stas. Sin embargo, Sanyar reconoci el
derecho de Mahmud a sucederle en la soberana de estas regiones cuando l
falleciera. Fue una poca de prolongadas guerras de aniquilacin mutua: incluso el
muy debilitado califato abas intent reafirmar su independencia aprovechando toda
esta confusin.
Como resultado de estos conflictos y de la consiguiente dispersin de la atencin
de los selycidas, que antes se centraba en los nizares, el ltimo perodo de la vida
de Hasan-i Sabbah transcurri en medio de una relativa seguridad. Varios
observadores constataron que Sanyar pareca especialmente bien dispuesto con
respecto a Hasan. Corrieron rumores sobre el modo en que pudo haberse llegado a
esta situacin. Como hecho anecdtico, cabe sealar que Hasan haba intentado en
varias ocasiones hablar con Sanyar con vistas a alcanzar algn tipo de acuerdo con l,
pero haba sido en vano. En consecuencia, Hasan decidi optar por tcticas menos
sutiles. Soborn a uno de los eunucos que servan a Sanyar. Una noche, en la
oscuridad, este eunuco se dirigi subrepticiamente al dormitorio de Sanyar. A la
maana siguiente, cuando ste se despert, encontr la daga de un asesino
fuertemente clavada en el suelo junto a su lecho; era una clara advertencia de que, si
se opona a los nizares, compartira el destino de muchos otros adversarios de este
movimiento. Lo curioso es que Sanyar no supo de inmediato quin haba sido el
responsable de este acto y decidi mantenerlo en secreto. Sin embargo, unos pocos
das ms tarde, recibi un mensaje de Hasan en el que ste le deca que, si hubiera
deseado causarle algn dao, la daga se hubiera introducido con firmeza en su blando
pecho y no en el duro suelo. Con eso quedaba muy claro de donde emanaba la
amenaza contra su vida.
De acuerdo con esta historia, que difundi el historiador persa Yuwayni, Sanyar
se qued tan asustado a raz de este hecho, que en lo sucesivo le aterroriz siempre la
idea de disgustar a los nizares. A partir de entonces les pag una pensin anual e
incluso les permiti recaudar dinero cobrando peajes a los viajeros que pasaban cerca
del gran castillo de Girdkuh.[68]
Segn este relato, el incidente estableci la pauta que seguiran las relaciones
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entre Sanyar y Hasan a partir de entonces: Resumiendo, a causa de esta impostura el
sultn decidi no atacarles y, durante su reinado [es decir, el de Sanyar], su causa
prosper... Durante su reinado gozaron de paz y tranquilidad.[69]
Es emocionante leer estas historias, pero la verdad bien pudo ser algo mucho ms
prosaico. Los selycidas tenan muchas cosas por las que preocuparse, aparte de la
cuestin de los nizares. Dado que vivan obsesionados con sus propias batallas
internas por el poder poltico, para Sanyar era ms cmodo dejar a los nizares en paz,
en vez de provocar su enemistad en un momento en que lo mejor que poda desear
era su pasividad. En aquella etapa de la lucha entre los selycidas y los nizares, la
cuestin haba llegado a una fase que se podra calificar de punto muerto. La prosaica
realidad en aquella situacin era que ninguno de los bandos poda hacerse ilusiones
con respecto a la posibilidad de que fuera a apuntarse una victoria decisiva e
irreversible. Por otra parte, los nizares, atrincherados en sus fortalezas de las
montaas, se sentan bastante a salvo del cataclismo de una derrota total. Los
selycidas haban intentado expulsarlos de Alamut, y de otras grandes ciudadelas, y
haban fracasado. Prolongar la batalla habra agotado enormes cantidades de recursos,
y esto era lo ltimo que hubieran deseado los capitanes selycidas en un momento en
que estaban francamente demasiado ocupados luchando entre s.
Pero tampoco los ismailes nizares se encontraban en situacin de poder ganar un
conflicto prolongado con los selycidas. Despus de sus primeros xitos, era
inevitable que les fuera mal cuando los selycidas contraatacaron. Aunque haban
logrado conservar Alamut y otras fortalezas importantes, tambin haban perdido
algunas que el enemigo haba tomado. Sus partidarios haban sido masacrados sin
piedad en varias ocasiones, y estas prdidas inevitablemente haban impactado en lo
ms hondo, tanto por su efecto sobre los recursos de que disponan los nizares, como
sobre su moral. A pesar de que siguieron estando bastante seguros en sus dominios y
se haba fundado en Persia y en otros lugares un Estado nizar importante, si bien
ampliamente disperso, los vertiginosos xitos de los primeros tiempos no haban sido
sostenibles. En muchas zonas donde haban tenido una trayectoria ascendente, en
especial alrededor de Isfahan, se haban visto muy afectados por la persecucin que
haban emprendido los selycidas contra ellos. No estaban ya en situacin de poder
sostener una guerra prolongada contra los selycidas. Al igual que sus enemigos
sunes, se encontraban exhaustos. A ambos bandos les convena alcanzar algn tipo
de acuerdo tcito que les permitiera coexistir, siquiera fuese en un entorno cambiante.
As pues, la intensidad del conflicto entre los dos bandos se redujo de manera
significativa durante los ltimos aos de la vida de Hasan-i Sabbah.
Este perodo de acercamiento permiti a Hasan diversificar sus objetivos y centrar
su atencin en otros mbitos. A los ismailes nizares todava les dola el asesinato del
hombre que consideraban el autntico imn, Nizar, que haba tenido lugar casi tres
dcadas antes, en 1095, en Egipto. Esta prdida fue un golpe enormemente duro para
ellos, dada la posicin sagrada del imn dentro de la jerarqua nizar. La hereja
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mustal, tal como la vean ellos, les segua produciendo una gran angustia.
El artfice definitivo de la cada de Nizar haba sido el visir al-Afdal. Como tal,
ste era denostado por todos los ismailes nizares. Por consiguiente, se produjo un
estallido de alegra sin precedentes cuando, en 1121, lleg la noticia de que este visir
haba sido asesinado en Egipto.
Se divulgaron opiniones contradictorias sobre quin fue en realidad responsable
del asesinato. El califa al-Mustali haba reinado slo durante un breve tiempo y a su
muerte, en 1101, le haba sustituido un hombre llamado al-Amir. Al-Afdal tena una
personalidad dominante que garantizaba, en cualquier situacin posible, que el califa
supiera que si ocupaba el cargo era con su consentimiento. Como consecuencia de
esto, el califa le odiaba. Cuando se recibi la noticia de que al-Afdal haba muerto,
pocos se alegraron ms que al-Amir. Pero llam la atencin el regocijo de al-Amir
cuando, al conocer la noticia, lleg incluso a afirmar como hicieron algunos
cronistas que l mismo haba sido el artfice del asesinato.
Inevitablemente, la sospecha recay tambin en otros mbitos. Los nizares
estaban ya reconocidos como maestros en el arte de llevar a cabo tales acciones.
Cuando se recibi en Alamut la noticia de la muerte de al-Afdal, Hasan orden que se
organizaran grandes celebraciones. stas duraron siete das con sus noches
correspondientes. Las copias que se hicieron de los archivos histricos nizares
afirman de manera inequvoca que fueron responsables del asesinato. Pese a que
algunos historiadores argumentan que los ismailes nizares se convertan a menudo,
por conveniencias, en chivos expiatorios de cualquier asesinato que se cometiera en
Oriente Medio en aquella poca, y algunos se muestran claramente molestos por la
atribucin del asesinato de al-Afdal a este grupo, no parece descaminado suponer que
estuvieran detrs del hecho, teniendo en cuenta su historial y su odio evidente contra
el visir.[70]
La eliminacin de al-Afdal pareca abrir nuevas oportunidades para una
renovacin del entendimiento entre Egipto y las zonas ismailes situadas ms al este.
Sin embargo, aunque ambos bandos iniciaron conversaciones posteriormente, pronto
se vio claro que haba que superar demasiados obstculos para negociar con xito una
salida. Al inicio de aquellas discusiones, se realiz un debate pblico en El Cairo,
durante el cual se valoraron positivamente las reivindicaciones del califato fatim por
parte de al-Mustali y se rechazaron las de Nizar. A esto le sigui el envo de una carta
para Hasan remitida por al-Mamun, el nuevo visir de Egipto, en la que se urga al
jefe de los nizares a que reconociera que sus mtodos eran errneos y regresara a la
senda de la legitimidad.
As comenz una guerra de palabras. Los fatimes de Egipto redactaron un escrito
en el que se refutaban contundentemente las reclamaciones de los nizares. El ttulo
del mismo era Al-Hidaya al-Amiriyya, u Orientacin segn al-Amir. Esta obra fue
muy leda en todo el pas, pero, cuando se envi a Siria produjo all una furiosa
reaccin. Como respuesta, los nizares enviaron una rplica propia, rechazando a su
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vez las pretensiones de los fatimes. Entonces al-Amir respondi publicando otra
denuncia contra los nizares, en la que les llamaba Hashishiyya un trmino que
tendra connotaciones interesantes en el futuro.[71]
Las relaciones entre Egipto y los nizares persas se deterioraron de manera
alarmante poco despus. Creyendo a pies juntillas que los partidarios de Hasan
haban sido responsables del asesinato de al-Afdal, tanto al-Mamun como al-Amir se
convencieron sin dificultad de que ellos eran el objetivo siguiente del cuchillo de los
asesinos. Se propagaron rumores de que ya se haba enviado al pas a unos fidai con
esta misin. Los supuestos objetivos de estos asesinos reaccionaron con algo muy
parecido al pnico total. La puerta de entrada a Egipto era la ciudad de Ascaln,
situada en la costa mediterrnea de Palestina. Al-Mamun destituy al gobernador de
esta ciudad, al que se consideraba sumamente dudoso tanto en su lealtad como en su
eficacia. Despus orden que todos los funcionarios de la ciudad fueran asimismo
despedidos, a menos que se tratase de personas bien conocidas por la poblacin local,
que podra por consiguiente responder de su honradez. Todos los forasteros que
fueran a visitar Egipto, o simplemente pasaran por este pas, deban ser registrados e
interrogados minuciosamente para comprobar sus declaraciones. Los funcionarios de
Ascaln deban intentar detectar sus mentiras, plantendoles preguntas con trampa y
comparando el relato de un viajero con el de otro. A cualquiera que no hubiera
visitado Egipto con anterioridad y, por lo tanto, fuera un desconocido para las
autoridades, se le deba negar la entrada en Egipto. Haba que tomar nota de cada uno
de los detalles relativos a las caravanas que atravesaran el territorio y enviarlos en
cada caso por delante de la caravana a la ciudad de Bilbeis, que era el siguiente punto
importante donde se detenan todas las expediciones que iban a Egipto. All se deba
proceder a realizar de nuevo una comprobacin para asegurarse de que nadie haba
abandonado la caravana, o se haba sumado a ella, desde que sta haba salido de
Ascaln.
La situacin era incluso ms extrema en la capital, El Cairo. Los ismailes haban
sobrevivido durante siglos por su habilidad para manejar un movimiento sumergido
eficaz. El talento para el espionaje se haba agudizado en sus primeros aos de
formacin, cuando la totalidad de este movimiento viva con un temor constante a la
represin y no haba sucumbido tras la constitucin del califato fatim. El visir al-
Mamun despleg una amplia red de espas por toda la capital. Se encarg a algunas
mujeres la misin de situarse con engaos como acompaantes de individuos
sospechosos de ser simpatizantes nizares.
Entonces, sin aviso previo, al-Mamun atac. Mediante una accin bien
coordinada, todos aquellos que eran sospechosos de ser aliados de la causa nizar
fueron arrestados en masa. La sospecha se extendi, surgiendo efecto en algunos
casos inesperados, como el del preceptor de los hijos del califa. Se confiscaron
grandes sumas de dinero. Se dijo que este dinero haba sido enviado desde Persia y su
destino era fomentar la revolucin dentro de Egipto. Lo que sucedi fue que, en todos
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los sentidos, se instaur un estado policial dentro del pas. Esta tctica tuvo tanto
xito, que se lleg a afirmar que en cuanto un posible asesino sala de Alamut para ir
a Egipto, todo paso que daba estaba controlado. En este contexto se comprende que
las relaciones entre los nizares persas y los egipcios pronto llegaran a ser tan glidas
como la escarcha en una maana de pleno invierno.[72]
* * *
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conversin no era probable pasaban a ser el blanco de la segunda opcin y eran
eliminados. Paradjicamente, el xito o el fracaso de la poltica nizar fue objeto de
debate sobre todo por esta ltima tctica, la adopcin del asesinato como un arma de
Estado, ya que precisamente por ella iban a alcanzar los nizares el mximo de su
fama, llegando a ser conocidos como los asesinos.
Aunque el asesinato frecuente de los enemigos de los nizares cre un reino del
terror, y la consiguiente confusin, dentro de las filas de los selycidas y de otros
enemigos de los nizares, la reaccin de estos sectores aterrorizados a menudo
perjudic enormemente a los ismailes. Inmediatamente despus de un asesinato, los
lderes del bando afectado aplicaban a diestro y siniestro una salvaje revancha,
comportndose como una manada de animales heridos. Su venganza acababa
recayendo, como era de esperar, sobre cualquier partidario de los ismailes al que
pudieran ponerle la mano encima. De esta manera, se dio muerte a cientos de
ismailes, la mayora de los cuales eran inocentes de ningn crimen que no fuera
seguir las directrices de sus convicciones religiosas. El resultado fue que la presencia
ismail se vio seriamente afectada en varias de las zonas menos remotas de la regin.
Todo esto no favoreci a la causa ismail. Como ya hemos visto, hubo un gran
resentimiento contra los selycidas en muchos de los pueblos y ciudades del pas, as
como en las reas rurales. Sin embargo, este descontento social no se aprovech tanto
como poda haberse aprovechado, a causa de la brutal represin que se ejerci contra
los ismailes en muchas de las zonas ms urbanas del pas.
Todo esto nos informa en parte sobre los logros de Hasan-i Sabbah y la eficacia
de sus tcticas, sin decirnos demasiado sobre su personalidad. Pero las crnicas que
han sobrevivido a los siglos lo describen tambin como un hombre de ciencia, muy
interesado por la geometra, la astronoma y la aritmtica. Teniendo en cuenta esto,
quiz no sorprenda saber que Alamut se convertira finalmente en algo parecido a un
faro del saber, a donde muchos hombres algunos de los cuales ni siquiera eran
ismailes viajaban desde lugares lejanos para sacar partido de su notable biblioteca.
El hecho de que Hasan tuviera una formacin acadmica no debera parecer una
revelacin en exceso extraordinaria; al fin y al cabo, Hasan perteneca a la clase
media y era persa, por lo que, en un pas que valoraba el estudio por encima de
muchas otras virtudes, era natural que se interesara por las artes. Sin embargo, en
algunos de los anlisis histricos ms sensacionalistas relativos a la secta conocida en
occidente como los asesinos, es difcil encontrar el retrato de Hasan como acadmico,
un aspecto que se ha perdido entre otros ms espectaculares que se mencionan en
relacin con el movimiento que, a todos los efectos, l fund.
No hay duda de que Hasan se exiga a s mismo un alto nivel moral y era un juez
por igual severo para otras personas y para los actos de stas. Se dice que, una vez
que tom Alamut, nunca volvi a poner un pie fuera del castillo, y sali slo dos
veces de los aposentos que all ocupaba, en ambas ocasiones para subir a la azotea y
ver lo que suceda en la distancia. Tampoco sus esposas e hijas regresaron a su lado,
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despus de que l las hubiera enviado a la relativa seguridad de la poderosa fortaleza
de Girdkuh. Se trataba de un hombre cuyos valores morales excedan con mucho sus
afectos familiares. Durante toda aquella poca en Alamut estuvo estrictamente
prohibido el consumo de vino para todos los que residan all. Hasan se opona de
manera vehemente al consumo de alcohol, pues lo consideraba una droga nefasta que
embotaba los sentidos y debilitaba los principios morales de aquellos que la
utilizaban. En una ocasin, parece ser que a uno de sus hijos lo descubrieron
bebiendo vino. Hasan no dud en ordenar que fuera ejecutado.[74]
En otra ocasin, otro de sus hijos, Ustad Hussein, fue acusado de ordenar que
asesinaran a un hombre sin el consentimiento previo de Hasan. Para poner las cosas
an peor, result que la vctima era un nizar, y los fidai no acostumbraban a matar a
su propia gente. Una vez ms, Hasan orden que este hijo fuera tambin ajusticiado.
Despus se supo que estas acusaciones no tenan en realidad fundamento alguno y, al
descubrirse que otro hombre haba sido el culpable, ste fue ejecutado. Para que aquel
hombre pudiera saber lo que se siente al perder un hijo, el suyo fue condenado a
muerte igualmente. En todo caso, la forma en que Hasan se comport con sus hijos
aument su prestigio. En un mundo muy diferente de ste en el que vivimos, la
actitud de Hasan se vea como un signo de que estaba por completo entregado a los
valores que defenda y de que para l estos valores pesaban ms que cualquier otra
consideracin. Pareca que un hombre as estaba por encima de la corrupcin, dado su
compromiso total y su completa dedicacin a un sentido del deber que tena
interiormente asumido.
Segn algunos relatos, Hasan se dio cuenta de que sus acciones podan ser
utilizadas para su propio beneficio, ya que mostraban que era imparcial tanto con sus
seguidores, como con su propia familia: Sola aludir a la ejecucin de sus dos hijos
desmintiendo cualquier acusacin que alguien pudiera imaginar en el sentido de que
haca propaganda a cuenta de ello o de que pudiera tener el propsito de hacerla.[75]
Era su faceta de lder religioso la que produca un mayor impacto. Hasan llen el
vaco dejado por la muerte del hombre al que los nizares consideraban su autntico
imn, Nizar, y lo hizo como ningn otro poda hacerlo. Tendramos que suponer que
fue un hombre humilde, porque se neg a asumir el papel de imn. Rechaz
tenazmente cualquier posibilidad de ser considerado como tal. Pero, no obstante, fue
conocido como la huyya, la prueba, del Imn Oculto (un ttulo honorfico que los
ismailes haban utilizado en el pasado para designar a otros lderes). Estaba dispuesto
a declararse a s mismo representante de los nizares y, como tal, afirm que hablaba
en su nombre. Sin embargo, no se planteaba aceptar el espaldarazo definitivo, el de
ser reconocido como imn de propio derecho. Esta supresin de cualquier vestigio de
ambicin prueba con claridad la naturaleza sincera de sus creencias.
Una de las razones por las cuales el imn desempeaba un papel crucial para los
ismailes era de carcter doctrinal. Segn la doctrina ismail tradicional, el destino del
mundo era pasar por una sucesin de ciclos espirituales hasta alcanzar una autntica
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plenitud religiosa. Cada ciclo era anunciado por un profeta, al que llamaban natiq.
Desde el principio de los tiempos hubo varios de estos profetas, entre los cuales
estaban Adn (el primero), No, Abraham, Moiss, Jess y Mahoma. Entre la
aparicin de un natiq y la del siguiente, se produca una sucesin de siete imanes, que
eran responsables de mantener la fe despus de que el natiq hubiera abandonado este
mundo. Todo esto culminara durante el sptimo y ltimo ciclo con la aparicin del
mahdi y el anuncio de una era de justicia para la humanidad. El papel del imn en
esta visin del mundo era vital y su persona era sagrada. Tras la muerte de Nizar
qued claro que el modo lamentable en que haba sido destituido y posteriormente
asesinado significaba que la dinasta fatim en ningn caso iba a satisfacer muchas de
las esperanzas que abrigaban los ismailes persas. En los tiempos de Hasan, los
nizares esperaban que un imn especial, el qaim al-qiyama (seor de la
resurreccin), regresara para proclamar el momento en que el mundo habra de
renacer espiritualmente.
Fue en este vaco donde Hasan-i Sabbah surgi, no como imn, sino como
portavoz de ste en su ausencia. Pero, aunque nunca fue imn, tom la direccin de
las cuestiones religiosas de su poca. Hasan realiz varias declaraciones sobre
asuntos teolgicos que fueron aceptadas de todo corazn por sus seguidores. Tan
grande fue el impacto que tuvieron, que en conjunto sus instrucciones se
denominaron la nueva predicacin, pero en realidad fueron ms bien una
reafirmacin y un resumen de algunos principios mucho ms antiguos. Hasan se
centr especialmente en la doctrina del talim, que se refiere a la importancia de los
maestros autorizados dentro del mundo ismail. Estas enseanzas fueron un
ingrediente vital para la doctrina, porque hay que recordar que los ismailes
afirmaban que no slo haba que tener en cuenta el significado explcito del Corn,
sino tambin sus significados internos y ocultos.[76] Estas interpretaciones esotricas
de lo que se conoca como el batin del Corn ofrecieron a los maestros religiosos
reconocidos una inmensa influencia dentro de la sociedad ismail. Como era natural,
Hasan afirm que slo el imn ismail tena derecho a ser reconocido como maestro
autorizado del Corn y de sus significados internos ocultos.
Hasan fue explcito al adjudicar al imn una autoridad espiritual suprema. Segn
Yuwayni, Hasan afirm que:
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que los hombres plantearan objeciones y la rechazaran, y algunos sentan la
necesidad de imitar a otros, no haba otro remedio que recurrir a la doctrina de
la instruccin, segn la cual la razn no era suficiente y deba existir un imn,
con el fin de que, a cualquier edad, todos pudieran ser instruidos e
introducidos en la religin a travs de sus enseanzas.[77]
Hasan puso por escrito sus ideas de manera detallada, y estos escritos,
afortunadamente para nosotros, han sobrevivido a travs de las obras de un hombre
llamado al-Shahrastani (que bien pudo ser l mismo un ismail). De acuerdo con todo
esto, haba cuatro elementos fundamentales en sus enseanzas. El primero era una
sencilla reformulacin de la idea de que todos los hombres necesitaban un maestro;
junto a ello se afirmaba que la razn por s sola no poda llevar a los hombres a
encontrar la verdad religiosa, porque tambin se necesitaba la fe. En este punto quizs
estaba rechazando Hasan la posicin de muchos de los filsofos destacados que haba
en aquella poca en la regin (y que siempre existieron en oriente), los cuales
afirmaban que el hombre poda hallar su camino hacia la plenitud espiritual
utilizando slo la razn.
El segundo elemento incida acaso en el ncleo de la doctrina ismail relativa a la
importancia del imn, en cuanto que afirmaba categricamente la existencia de un
nico maestro verdadero en el mundo, que sera el imn ismail. Esto se yuxtapona a
la norma sun, que permita que una gran cantidad de expertos religiosos ofrecieran
opiniones doctrinales en cualquier momento. En este aspecto el ismailismo tomaba
una posicin diametralmente opuesta a la de la rama sun del islam y a todo lo que
ella defenda. Desde luego, tambin fue un criterio que situ a Hasan en una posicin
muy fuerte entre sus seguidores, ya que, aunque l no era el imn, estaba designado
como su representante. Los elementos tercero y cuarto mencionados por al-
Shahrastani eran otras afirmaciones relativas a la autoridad del imn, que servan una
vez ms para recalcar su importancia.
Las enseanzas de Hasan tocaban la fibra sensible de sus seguidores. Al crear la
imagen de la autoridad religiosa suprema en este mundo, a la que se deba obedecer y
cuyas instrucciones eran infalibles, Hasan configur la visin de alguien por quien los
hombres renunciaran a muchas cosas, incluso a la propia vida, con tal de seguirle.
Los fatimes haban fracasado en su intento de ganarse a todos los ismailes para su
causa, y su fracaso fue an mayor cuando su dinasta se convirti en una fuerza cada
vez ms laica y menos espiritual. Esta reduccin del elemento espiritual en sus
actitudes dej un vaco que Hasan supo aprovechar con xito.
Finalmente, hay que decir que Hasan nunca olvid lo que consideraba su deber de
proseguir con la dawai por todo el mundo islmico. Desde el principio, a los
ismailes les haba entusiasmado la idea de difundir sus creencias para llegar a una
audiencia lo ms amplia posible, como parte de su estrategia de conversin no
violenta. Desde los primeros tiempos, la continuacin de esta misin haba
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constituido una parte fundamental del ismailismo. Se podra pensar que Hasan tena
ya demasiados problemas en Persia como para proseguir la actividad misionera fuera
del pas, pero de hecho esto no fue as. Durante su perodo de liderazgo se
emprendieron estas misiones por su propia iniciativa en regiones como Azerbaiyn.
Sin embargo, fue el envo de misioneros a Siria lo que iba a tener repercusiones ms
importantes para nuestra historia,[78] ya que puso a los nizares en contacto con otros
gobernantes selycidas y tambin con los caballeros cruzados procedentes de Europa
occidental que llegaron a Palestina poco antes de que se emprendiera la dawai en
Siria. A partir de estos contactos, la leyenda de los asesinos llegara a implantarse
finalmente en la consciencia occidental.
Hasan fue un hombre bastante notable, hasta tal punto que con toda probabilidad
les parecera imposible a sus partidarios imaginarse la vida sin l. Pero, al fin y al
cabo, era mortal. En 1124 cay enfermo. Siendo consciente de que, al igual que el
resto de los seres humanos, tendra que morir, dispuso su sucesin de una manera
tpicamente meticulosa. Envi a buscar a su hombre de confianza, Buzurg-Ummid, y
le dijo que se encaminara hacia la gran fortaleza de Alamut desde aquella otra
ciudadela inexpugnable que era el castillo de Lamasar. Cuando lleg, Hasan le cont
que lo haban elegido para ocupar el puesto de mximo dirigente de los ismailes
nizares. Sin duda, el temible anciano le dio una clase magistral sobre la importancia
de que conservara su humildad, aunque se le hubiera concedido aquel gran honor.
Probablemente, tambin puso de relieve la importancia que haba tenido en su caso
conservar esta humildad, aunque le hubiera sido concedido este gran honor. Es
posible que insistiera tambin en que Buzurg-Ummid no era en s mismo un gran
hombre, sino que su funcin era preparar el camino para el imn, cuando ste
regresara.
El nuevo jefe de los ismailes tendra que enfrentarse a gran cantidad de
cuestiones. A buen seguro, los selycidas intentaran de nuevo destruir a los ismailes
en un futuro cercano, y haba adems muchos otros enemigos a los que vigilar.
Despus de que fracasaran los intentos de restablecer las relaciones con los fatimes,
Hasan orden efectuar un nuevo esfuerzo en Egipto para convertir a sus habitantes a
la causa nizar, pero todo se qued en agua de borrajas, tras haber conseguido algn
xito insignificante. En consecuencia, quedaba mucho por hacer en cuanto a las
tareas misioneras, y la sustitucin de Hasan requerira tambin impulsar la dawai en
todo el mundo islmico, si se deseaba conseguir el fin ltimo del movimiento nizar,
es decir, la conversin de todos los musulmanes a la causa nizar. Era muy completa
y exigente la agenda a la que tena que enfrentarse Buzurg-Ummid tras acceder al
poder.
Siendo consciente de que su sucesor se vera desbordado por todas aquellas
exigencias de tiempo y energa, Hasan dispuso tambin que se creara un consejo
formado por tres personas para apoyar a Buzurg-Ummid. Una de estas tres personas
era Dihdar Abu Al Ardistani, un dai de gran experiencia, junto con Hasan Adam
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Qasrani y Kiya Ba Jafar, que era el jefe militar del ejrcito ismail. Dihdar Abu Al
Ardistani iba a desempear un papel especialmente importante, ya que se hara cargo
de la dawai.
Tras haber realizado estos arreglos finales para garantizar que todo aquello por lo
que haba tenido que luchar tan duro permanecera despus de que l abandonara este
mundo, Hasan se prepar a s mismo para morir. Era ya un hombre muy viejo que
poda mirar hacia atrs contemplando una vida de logros transcurrida entre grandes
sacrificios personales y momentos de especial dureza. Efectivamente, haba vuelto la
espalda al mundo durante dcadas, ya que gran parte de su existencia transcurri
entre las cuatro paredes de sus aposentos en Alamut. Rashid al-Din dice de l que,
despus de llegar a Alamut, pas la mayor parte de su tiempo dentro de la casa
donde viva; sus ocupaciones consistan en leer libros, poner por escrito los discursos
de la dawai y administrar los asuntos de sus dominios [79] en resumen, llevaba
una vida de sacrificio personal y dedicacin a la causa que haba abrazado.
Su vida familiar haba sido durante aos a todos los efectos inexistente y su gran
sentido del deber le haba obligado a ejecutar a dos de sus hijos. Segn las
apreciaciones de muchos, pudo parecer un hombre duro y antiptico, pero se haba
ganado el respeto de su gente hasta un punto que pocos otros hombres habran
esperado alcanzar. Por una casualidad de la historia, para los occidentales llegara a
ser mucho ms conocido uno de sus sucesores, Sinan, el lder de los ismailes sirios
que vivi en la segunda mitad del siglo XII, pero no hay duda de que Hasan fue el
ms grande de todos los lderes nizares. Haba sido su jefe durante tanto tiempo y les
haba llevado tan lejos que, cuando falleci, sus partidarios debieron de creer que el
mundo se haba acabado. Sus enemigos tuvieron unos sentimientos algo diferentes.
Uno de ellos manifest sencillamente que en la noche del viernes 23 de mayo de
1124, Hasan se fue precipitadamente al fuego de Dios y a Su infierno.[80]
Sin embargo, hubo tambin un epitafio alternativo que, por el hecho de proceder
de una fuente neutral, posee una objetividad mayor. El patriarca de Constantinopla
haba enviado un poco antes un mensajero a Hasan, hecho que en s mismo era un
reconocimiento de la legitimidad del Estado nizar. El mensajero dej escritas para la
posteridad sus impresiones sobre Hasan:
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Entre su gente se produjo una gran congoja cuando falleci (sin duda acompaada
de malos presentimientos sobre el futuro). Sumidos en la tristeza, dieron sepultura
reverentemente al hombre al que ellos llamaban sayyidna nuestro maestro, y
lo hicieron en el sitio en que haba pasado una parte tan grande de su vida. All, en
aquel escarpado e inexpugnable nido de guilas, erigieron un mausoleo en su
memoria. Durante ms de un siglo fue un lugar de peregrinacin para los nizares,
hasta que un enemigo que incluso para Hasan poda haber sido demasiado poderoso,
amenaz con aniquilar aquel movimiento al que l estuvo dedicado y que deba a su
sacrificio y su visin todo cuanto haba conseguido.
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6
La dimensin siria
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resultar inmensamente difcil de controlar.
Esta variedad de tensiones atrajo de manera inevitable a grupos disidentes que
convirtieron la zona en objetivo de sus actividades. En la primera parte del siglo XI,
los drusos, partidarios del desacreditado al-Hakim, haban instalado sus bases en
refugios situados en las montaas del Lbano. Esto pone de manifiesto otro rasgo
caracterstico del rea; al igual que en Persia, haba amplias zonas de llanura rotas por
grandes cordilleras de difcil acceso, las cuales eran un terreno ideal para que
establecieran sus bases algunos grupos similares a los organizados por Hasan-i
Sabbah en Persia.
Los musulmanes de Siria estaban tan ocupados luchando unos con otros que no se
dieron cuenta de que se estaba gestando una grave amenaza en lugares muy lejanos
situados en occidente. Si se hubieran comunicado con los restos de la dinasta omeya
que an exista en Espaa, habran sabido que algunas partes de aquel pas haban
sido reconquistadas por caballeros cristianos tras siglos de gobierno islmico. Algo
ms hacia el este, en la isla de Sicilia, lo que all quedaba del reino musulmn fue
barrido por un agresivo ejrcito de guerreros normandos en 1072. Los territorios
cristianos de Europa occidental empezaban a volverse ms expansionistas y
ambiciosos en sus polticas. Quiz todos estos acontecimientos les parecieran remotos
a los musulmanes de Siria, que se encontraban, al fin y al cabo, a cientos de
kilmetros de las zonas en las que tenan lugar los sucesos. Sin embargo, a largo
plazo, estas tendencias seran de enorme importancia para ellos.
Aparte de la lejana geogrfica, tal vez existiera tambin otra razn para no tener
en cuenta la pujanza reivindicativa cada vez ms notable de Europa occidental.
Durante siglos, la mayor potencia de la cristiandad haba sido el Imperio bizantino.
Ciertamente, ste pareca ser el enemigo cristiano ms probable para los musulmanes
de Siria y de todo el Levante. Pero resulta que el poder de Bizancio estaba
destrozado. Aplastado por los selycidas en la batalla de Manzikert en 1071, todo
indicaba que el viejo Imperio estaba hecho aicos y su poder destrozado de manera
irrevocable. El territorio tradicional de Bizancio, Asia Menor, estaba ampliamente
abierto al asentamiento de los turcos. Es posible que los musulmanes de la regin
supusieran que el Imperio era irrelevante y tena sus das contados. Contentos de que
la fuente ms factible de agresin por parte de los cristianos no desempeara ya un
papel importante en la poltica de la regin, los musulmanes de Levante estaban
encantados de poder centrarse en sus propios debates internos y en sus crisis
sucesorias.
Pero, por la ms extraa de las paradojas, fue esa misma debilidad del Imperio
bizantino en aquella poca lo que iba a favorecer la transformacin que sumira toda
la costa mediterrnea del mundo islmico en una gran agitacin. No siendo ya capaz
de nutrir de hombres su propio ejrcito ni de reclutar soldados de manera extensiva
en Asia Menor (como haba hecho siempre en el pasado), Bizancio mir a occidente
en busca de salvacin. Los planes iniciales del papa Gregorio IX de enviar un ejrcito
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al este desde Roma se quedaron en nada, pero ms tarde, en el ao 1095, el
emperador bizantino Alejo II Comneno lanz un nuevo llamamiento al papa Urbano
II pidindole la ayuda de los guerreros cristianos para derrotar a los turcos
musulmanes.
La solucin ideal que deseaba Alejo era que llegara un ejrcito de mercenarios,
para dirigirlo l mismo y reconquistar los territorios perdidos de Asia Menor. Sin
embargo, la respuesta al llamamiento fue tan abrumadora que nadie, ni Alejo, ni el
propio papa, pudieron controlarla. En medio de una efusin de emocin religiosa,
numerosos seores de la guerra occidentales se comprometieron en una gran Cruzada
enfocada a recobrar para su fe la tierra santa de la cristiandad. El objetivo de la
expedicin no tard en transformarse. Ya no se trataba de intentar recobrar Asia
Menor para Bizancio. Estos guerreros no se conformaran con nada que no fuera la
reconquista de Jerusaln una ciudad que en aquella poca se hallaba en manos de
los turcos (aunque, cuando los cruzados llegaron finalmente a su destino, estaba una
vez ms en poder de los fatimes). Inevitablemente esto hizo que la Cruzada entrara
en una serie de choques con el islam, ya que tambin para esta religin Jerusaln era
una ciudad santa.[82]
Por delante del grupo principal de caballeros armados (para ser ms precisos,
varios grupos diferentes de caballeros que emprendieron esta empresa de manera ms
o menos independiente), partieron hacia oriente un gran nmero de plebeyos cuyas
emociones se haban visto agitadas por el frenes espiritual creado por la predicacin
de la Cruzada. Poco ms que una multitud ruidosa cuya disciplina era casi
inexistente, tenan una facilidad asombrosa para pelearse con los habitantes de las
ciudades cristianas por las que pasaban en su camino hacia Asia Menor. Llegaron a
Constantinopla en 1096. El emperador bizantino Alejo Comneno no poda consentir
que se quedaran en las proximidades de la capital de su Imperio ni siquiera por un
breve perodo de tiempo (ya haban intentado cometer pillajes en varias poblaciones y
ciudades bizantinas), y en la primera ocasin los embarc hacia Asia Menor. Una vez
all, fueron atrapados de inmediato y aniquilados por un gran ejrcito de selycidas
dirigido por el seor de la guerra ms poderoso de toda la regin, que era Kilij Arslan
I.
La paradoja de los desastres que aplastaron a estas primeras expediciones es que
en realidad beneficiaban a la causa cristiana. Las tropas bien armadas que partieron
mucho despus de que salieran estos pobres plebeyos tan mal orientados estaban
bastante mejor preparadas. Los caballeros cristianos haban tardado mucho tiempo en
reunir sus tropas, pero esto fue una consecuencia inevitable de las preparaciones que
realizaron antes de partir. Como era predecible, pronto dejaron ver que se trataba de
individuos de carcter independiente que tenan poca intencin de ser meras
marionetas del Imperio bizantino. Finalmente, estos grupos mejor armados se
dirigieron tambin hacia Asia Menor. Sin embargo, cuando lleg la noticia de su
llegada, Kilij Arslan reaccion con lentitud. Para juzgar el peligro que los nuevos
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grupos planteaban, tom como referencia del todo errnea los grupos escasamente
armados que haba derrotado con tanta facilidad poco antes y dej que asediaran su
capital, Nicea. Llegada la hora en que quiso responder a la amenaza, result que se le
haba pasado el momento. Cuando por fin intent, tardamente, obligar a los cruzados
a retirarse, sus ataques fueron rechazados. Tras estas derrotas, claramente consciente
del apuro en que estaba, se descubri impotente para intervenir al ver que tena
perdida Nicea en junio de 1097.
Los cruzados prosiguieron su avance, descendiendo por la costa siria. Su mayor
barrera fue la antigua ciudad cristiana de Antioqua, que se hallaba en manos de
musulmanes. Estaba rodeada por amplias fortificaciones; tan extensa era la superficie
comprendida entre sus murallas, que los sitiados disponan de grandes huertos, por lo
que se encontraban bien abastecidos en cuanto a alimentos, mientras los sitiadores
buscaban provisiones en vano por todas partes. Sin embargo, en esta ciudad, como en
otros lugares del mundo musulmn, el islam estaba dividido. Al mando de la plaza
estaba un hombre llamado Yaghi-Siyan. Haba conseguido con gran habilidad
enfrentar a los dos seores de la guerra selycidas que controlaban la regin. Uno de
stos se llamaba Duqaq de Damasco, y el otro Ridwan de Alepo. Los dos hombres
competan para conseguir dominar la zona utilizando tcticas enormemente
malvadas, sin que en apariencia el hecho de ser hermanos redujera un pice sus
deseos de lograr la supremaca en el territorio, cada uno a expensas del otro.
Yaghi-Siyan pidi ayuda desesperadamente; Duqaq respondi, pero Ridwan,
todava rabioso tras haber sido engaado por Yaghi-Siyan poco antes, se neg a
enviar un solo hombre en su auxilio. El asedio se prolong durante mucho tiempo; los
sitiados sufrieron grandes privaciones y condiciones de vida muy duras, y, ayudados
por una traicin que surgi dentro de la propia ciudad, los cruzados consiguieron por
fin irrumpir en el recinto y aplastaron a los defensores. A esto sigui una orga de
derramamiento de sangre. La falta de una respuesta unificada por parte de los jefes
islmicos de la regin favoreci directamente a los ejrcitos europeos occidentales.
Pero las cosas iban a ser an peores por lo que respecta al islam. La debilidad de
la fragmentada regin costera siria significaba que iba a ser difcil detener el avance
de los cruzados. Las ciudades tenan que elegir entre pagar tributo a los cruzados para
evitar el horror de un asedi, o ser aplastadas despus de una resistencia inicial. Una
respuesta conjunta por parte del islam podra haber causado grandes dificultades a los
cruzados, que haban sufrido enormes prdidas por el desgaste que les haban
ocasionado las largas batallas, el hambre y las enfermedades, pero una respuesta as
que proviniera de los musulmanes era por el momento en la prctica inexistente.
Finalmente, los cruzados llegaron a Jerusaln. La guarnicin, formada por tropas
fatimes (la ciudad estaba entonces en manos egipcias), resisti durante un tiempo,
pero despus de todo, el 15 de julio de 1099, los cruzados consiguieron abrir brechas
en las murallas. La defensa ces rpidamente, y, tras la cada de la ciudad, se
produjeron espantosas masacres de habitantes islmicos y judos.
stos era que la conquista fsica del islam, o incluso de Persia, por los nizares se
asemejaba cada vez ms a una ambicin impracticable e imposible de conseguir. Una
hazaa as hay que considerarla mucho ms all de los lmites razonables que podan
tener las ambiciones nizares en aquel momento de la historia. Por lo tanto, quiz
convena cambiar la definicin de lo que eran los objetivos primordiales del
movimiento. De otro modo, la moral de los nizares podra sufrir daos irreversibles.
En segundo lugar, el qiyama reconoca de forma implcita las limitaciones
geogrficas de los nizares, que, en general y de hecho, estaban confinados a unas
* * *
S inan viaj desde Persia hasta Siria tomando una ruta clandestina. Hizo el
recorrido de la manera ms discreta posible, evitando siempre que tuvo ocasin
las ciudades del trayecto. Llevaba consigo cartas de presentacin e instrucciones, es
decir, todo lo que pudiera necesitar para demostrar la legitimidad de sus credenciales
ante los nizares sirios. Sin embargo, en ocasiones se detena brevemente en casas
seguras, donde vivan simpatizantes nizares, ubicadas dentro de las ciudades de la
ruta por la que se acercaba a su destino. Pas una noche en Mosul, visitando en esta
ciudad un edificio conocido como la Mezquita de los Carpinteros.
Tras salir de Mosul, opt de nuevo por continuar el viaje siguiendo las rutas en las
que su seguridad pudiera estar garantizada, hasta que lleg a la ciudad de Raqqa,
situada en la frontera entre Iraq y Siria. Desde all se encamin a lo que era el primer
bastin del ismailismo nizar en Siria, la gran ciudad de Alepo. Estaba gobernada por
Nur-ed Din, el hijo de Zengi, un gran guerrero y un enemigo implacable de aquellos a
los que consideraba chies herticos. Cuando Sinan lleg all, Nur-ed Din se
encontraba fuera de la ciudad, llevando a cabo una campaa militar, y el viajero
aprovech este largo perodo de ausencia para pasar una breve temporada en Alepo.
Se puso en contacto con algunos de los nizares que an permanecan en la ciudad,
presentndoles cartas de Hasan para convencerles de su identidad. A lo mejor,
tambin se inform sobre la situacin existente en Siria y, de manera sumamente
especial, sobre la posicin de los nizares en el pas.
Muchas cosas cambiaron en el transcurso del siglo XII. Aunque pareca inevitable
que se produjeran todava disputas y rebeliones en la zona, se vean indicios de que
algunos de los actores importantes se iban haciendo ms poderosos a costa de otros.
Hubo expresiones tangibles de un reforzamiento del poder musulmn en la zona, si
bien desde el punto de vista de los nizares stas no procedan de una fuente que a
ellos les pudiera parecer especialmente agradable, ya que fueron los sunes de Siria
quienes dirigieron la resistencia islmica contra los cruzados europeos occidentales.
El primer gran lder sun que dio un fuerte golpe a favor de la causa islmica fue
Zengi,[118] que tom Edesa arrebatndosela a los cruzados y pas a cuchillo a la
mayor parte de la poblacin latina cristiana. Pero, aunque pareca que su poder iba en
ascenso, su campaa para recuperar los Santos Lugares de Palestina para el islam se
cort en seco. Zengi tena una personalidad borrascosa, ya que perda rpidamente el
control y, cuando lo haca, resultaba temible. Tambin se permita con frecuencia
excesos con la bebida (algo que habra conmocionado a muchos musulmanes
conservadores). Tras uno de estos excesos, despert del sopor y se encontr con que
uno de sus eunucos estaba bebiendo de su copa de oro. Lanzando maldiciones contra
el sirviente que haba mostrado tal temeridad, le amenaz con castigarle severamente
poblacin local, haciendo amigos, ejerciendo influencia sobre los dems para que le
ayudaran cuando llegara el momento y, en general, configurando una atmsfera de
comprensin de la posicin nizar en la zona.
Cuando Abu Muhammad muri, no estaba en absoluto claro quin le sucedera.
De hecho, las disputas que surgieron en aquel momento indican que la unidad de los
[Toma de Acre, 1191, delas Chroniques de France ou de St Denis, hacia 1325-1350 (British Library).]
Hubo otros factores preocupantes que los francos tuvieron que tener en cuenta. El
Imperio bizantino, que los observadores consideraban acabado despus de la
catastrfica derrota de Manzikert, comenz a reafirmarse. Lo que ms poda inquietar
desde este punto de vista era el hecho de que el emperador Juan Comneno se present
frente a las murallas de Antioqua con un gran ejrcito para exigir que esta ciudad
fuera devuelta al poder de Bizancio. Mediante subterfugios, los francos evitaron
devolvrsela, pero el incansable inters del emperador por los que en otro tiempo
Ibn al-Athir afirma que los francos atribuyeron el asesinato al rey Ricardo.[134]
La implicacin de Saladino parece altamente improbable; existan informaciones
fiables segn las cuales Conrado haba estado intentando durante un tiempo llegar a
un acuerdo con l y, en ocasiones, sus enviados haban sido vistos dirigindose a
Si, por ejemplo, hay un prncipe que suscita odio o desconfianza entre esta
gente [es decir, entre los nizares], el jefe le da una daga a uno o ms de sus
seguidores. Al momento, quien recibe la orden se pone en marcha para
cumplir su misin, sin pensar en las consecuencias del hecho, ni en las
posibilidades de huida. Celoso en el cumplimiento de la tarea que le ha sido
encomendada, trabaja duro y se esfuerza todo lo necesario, hasta que el azar le
ofrece la oportunidad de llevar a cabo lo que su jefe le ha ordenado.[136]
Poco despus, ms o menos en 1193 (la fecha no est del todo clara), Sinan
falleci. Su poca de lder de los nizares sirios haba sido notable. Si mereci ser
Yuwayni sostena que las creencias del movimiento eran defectuosas porque
admitan que el imn, por su propia naturaleza, era infalible, y en consecuencia no se
corrigieron los insensatos impulsos del joven. Afirmaba tambin que eran muchos los
fieles que no haban abandonado sus creencias tradicionales a pesar del cambio
acometido por Hasan III. En opinin de Yuwayni, su adhesin a la nueva postura
nizar haba sido nicamente de puertas para fuera y cuando la firme influencia de
Hasan haba dejado de sentirse en el timn, haban recuperado el rumbo que ya
seguan antes de su reinado.
Los nizares no haban perdido su arte para los gestos dramticos. El sultn Jalal
al-Din, sha de los jwarazmes, tena an fuerza suficiente para obligar a los nizares a
que tuvieran sus actividades bajo control. En 1227 les oblig a firmar una tregua.
Poco antes, los fidai nizares haban matado a un alto funcionario del Jwarazm,
probablemente para vengarse de las incursiones jwarazmes contra el Kuhistn. Tres
fidai se lanzaron sobre l y lo mataron a pualadas. Luego fueron en busca del visir
de Jalal al-Din, Sharaf al-Mulk, pero cuando irrumpieron en su palacio no dieron con
[Batalla de Gengis Kan y el Preste Juan: escena imaginaria, ya que el Preste Juan fue un legendario
hoy, gracias a los gloriosos designios del Rey que ilumina el Mundo, si
quedan asesinos en las esquinas es porque ejercen un oficio de mujer; all
donde hay un dai hay uno que pide la muerte; y todos los rafiq
[compaeros] son esclavos. Los propagadores del ismailismo han cado
ante los soldados del islam. Su maulana [el imn en el vocabulario ismail] es
siervo de bastardos ... Sus gobernadores se han quedado sin poder y sus jueces
sin honor. Los ms destacados son tan abyectos como los perros. Todos sus
castellanos han adquirido mritos para ir a la horca y todos sus jefes de
guarnicin han perdido el derecho a llevar armas y cabeza.[167]
Con la cada de Alamut, qued tan poco territorio nizar en Persia que los
mongoles dejaron de estar preocupados, aunque Lamasar tard un poco ms en
conquistarse. Resisti un ao y cuando cay no fue por la fuerza de las armas, sino
por culpa de una epidemia que acab prcticamente con la guarnicin. Girdkuh sigui
resistiendo con tenacidad. Rukn ad-Din se puso en comunicacin con el movimiento
de Siria y aconsej a sus dirigentes que entregaran todos los castillos a los mongoles.
Los nizares sirios no le hicieron caso. Con esto conclua la utilidad de Rukn ad-Din
desde el punto de vista de Hulagu. El primero estaba ahora en una situacin
comprometida, pero es probable que Hulagu tuviese reparos en matarlo a sangre fra
despus de los valiosos servicios que haba prestado a sus ejrcitos. Cabe la
posibilidad de que respirase aliviado cuando Rukn ad-Din le pidi permiso para ir en
persona a ver al gran kan Mongke. Aquello significaba que iba a estar lejos de Persia
varios meses y que para llegar a Mongolia iba a tener que recorrer miles de
kilmetros por territorios difciles y peligrosos.
El grupo de Rukn ad-Din parti en el momento convenido. Era una pequea
delegacin escoltada por soldados mongoles. Es de creer que el imn quera
congraciarse definitivamente con el kan. Del xito de su misin dependan su vida y
la de los suyos. Pero era demasiado tarde, porque la suerte de los nizares estaba ya
decidida.
Los mongoles haban organizado un sistema muy eficaz para mantener abiertas
las lneas de comunicacin, algo de valor incalculable en un imperio tan extenso. Los
frecuentados caminos que llegaban a Mongolia estaban bien surtidos de postas, donde
siempre haba caballos de refresco para los mensajeros oficiales que se presentaban
sirvindose del mtodo tradicional de retirarse a las bien provistas ciudadelas de las
montaas. El mejor ejemplo lo tenemos en Girdkuh. El castillo se neg a rendirse
cuando se le orden y despus de la cada de Alamut estuvo en manos nizares
durante trece aos. Junto a l se instal un campamento mongol permanente. La
paciencia de los mongoles destacados all obtuvo su recompensa al final. Los nizares
se entregaron cuando se quedaron sin ropa. En cuanto salieron de la fortaleza, los
mataron como a ganado.
Desde luego, es muy fcil juzgar retrospectivamente que los nizares habran
debido resistir. Rukn ad-Din era joven y su experiencia al frente de los nizares era
limitada. Y tena ante s a un enemigo con todas las trazas de ser invencible. Grupos
ms fuertes que ellos haban sucumbido ante los mongoles. Dada la abrumadora
superioridad de stos, someterse no era una mala estrategia. El principal error de
Rukn ad-Din fue no darse cuenta de las intenciones del enemigo, que estaba resuelto
a destruir el movimiento que diriga. No fue el primer mandatario de la historia, ni el
ltimo, que cometi un error de juicio de estas caractersticas.
Algunos historiadores han dado una opinin muy adversa de Rukn ad-Din.
Curtin, con la pluma mojada en vitriolo, lo considera un cobarde desgraciado que
haba causado la muerte de su propio padre, ejecutado sin juicio previo al homicida
de su padre para que no revelara la culpabilidad de su amo y quemado a los hijos del
homicida con el cadver de ste para que tampoco ellos pudieran denunciarlo. Cedi
el poder sin molestarse en salvarlo y perdi la vida con deshonor.[170] Aunque haya
en ello mucho de verdad, es difcil soslayar la conclusin de que, por encima de todo,
Rukn ad-Din fue un hombre perdido, sobrepasado por fuerzas demasiado grandes
para su capacidad de comprensin.
La matanza de nizares organizada por los mongoles no fue la ltima ni la
principal hazaa que perpetraran en Persia. El califa llevaba siglos viviendo a buen
recaudo en Bagdad, y aunque a menudo no era ms que un cabeza de turco, seguan
siendo una poderosa figura simblica. Los mongoles tomaron la decisin de borrar de
M ientras que el fin de los nizares persas fue violento, el movimiento concluy
en Siria de otro modo. Lejos de repetirse las dramticas y cruentas jornadas
vividas por los primeros, la aparente desaparicin del movimiento sirio fue
prcticamente pacfica, casi como un sueo que se disipara. Al principio no dio la
impresin de que fuera as; los mongoles haban dicho que en Siria iban a hacer lo
mismo que en Persia y no haba motivos para creer que no iban a cumplir su palabra.
Pero entonces se produjeron acontecimientos imprevistos y, gracias a una
combinacin de casualidades y a la intervencin de fuerzas externas, los nizares
sirios se libraron de la destruccin completa a manos de las hordas mongolas.[172]
Siria no estaba muy lejos de Persia, pero se extenda por medio distancia
suficiente para que los nizares occidentales se sintieran ms seguros que los persas,
que estaban en mitad del camino del avance mongol. Aquello significaba tambin que
tenan una poltica local por la que preocuparse. Vivan cerca de los francos en el ya
muy reducido enclave cruzado de Outremer y adems estaba la dinasta de los
ayubes (los descendientes de Saladino), a la que asimismo deban tener en cuenta (la
sede de la dinasta estaba en Damasco, pero las dems grandes ciudades de la regin,
como Alepo, seguan desempeando un papel importante).
Durante el reinado de Sinan, en el siglo anterior, los nizares sirios haban vivido
casi con total autonoma. Aunque aspiraban (en parte obligados por las
circunstancias) a tener cierta independencia poltica, haban aceptado la supremaca
espiritual de Alamut poco despus del fallecimiento del gran caudillo.
Aproximadamente en 1193, cuando an no haba transcurrido un ao de su muerte,
otro jefe dai detentaba el poder. Se llamaba Nasr al-Ajami y era un persa designado
por Alamut.
Parece que desde entonces hasta la aniquilacin de los nizares como fuerza
poltica en Persia, un siglo despus, todos los jefes dai de la dawa siria fueron, salvo
algunas excepciones, personajes nombrados por Alamut. Este detalle da a entender
que la independencia manifestada por Sinan no era absoluta; cuesta conciliar la
supuesta independencia total del Estado de Sinan respecto de los nizares persas con
la circunstancia de que Alamut reclamara su derecho a gobernarlo menos de un ao
despus de su muerte.
Puede que esta situacin reflejara el hecho de que Sinan haba sido una
personalidad extraordinaria. Un autor ha sealado que muri dejando a su pueblo
muchos recuerdos de su grandeza, su sabidura y su herosmo. Iba a necesitarse un
sucesor muy capacitado para ocupar su puesto, pero segn los escasos materiales
recogidos por los historiadores del perodo inmediatamente posterior parece que los
ismailes no queran otra jefatura fuerte como la de Sinan.[173] En otras palabras,
Aunque Luis haba hecho grandes preparativos, los resultados de la campaa, una
vez ms, fueron escasos. Primero se dirigieron a Egipto, que les pareca el punto ms
dbil de las defensas del mundo islmico. Pero tras una impresionante victoria inicial
(Damieta qued a merced de los cruzados sin luchar apenas) sobrevino la catstrofe.
Los egipcios, que conocan mejor los recursos del terreno, adquirieron ventaja en
seguida.
Casi todo el ejrcito cruzado, Luis incluido, fue capturado. El monarca francs
fue obligado a pedir un cuantioso rescate, pero cuando qued en libertad pens que
era demasiado pronto para volver. La mala suerte de sus cruzados haba manchado su
honor y decidi sacar algn provecho de sus intiles esfuerzos quedndose en
Outremer. Se dirigi pues a Acre, que tras la cada de Jerusaln haba pasado a ser la
capital de Outremer.
Mientras estaba all, recibi una delegacin de los nizares. Por suerte para los
futuros historiadores, las gestiones del rey en Outremer quedaron concienzudamente
registradas por su amigo, el cortesano y cronista Jean de Joinville. ste describe con
algn detalle la iniciativa nizar. Al principio, dice, se dirigieron a l con aire altanero
y amenazador. Al frente de la misin iba un joven en el que Joinville intuye ideas por
encima de su condicin. Se comportaba con brusquedad y condescendencia. Dijo a
Luis que muchos prncipes entre ellos el emperador Federico y el rey de Hungra
pagaban tributo a los nizares a cambio de conservar la vida. Era aconsejable, aadi,
que Luis hiciera lo mismo.
Pero si no estaba dispuesto a pagar tributo, los nizares tenan una sugerencia
alternativa. A la sazn pagaban tributos a los templarios y a los hospitalarios y el
movimiento se sentira satisfecho si Luis, en vez de darles dinero a cambio de
proteccin, cancelaba aquellas obligaciones. Luis dijo al emisario que no poda darle
una respuesta inmediata, pero que se la dara al da siguiente si tena a bien hacerle
otra visita.
El emisario accedi. Se dio cuenta en seguida de que haba juzgado mal el
carcter de Luis. Cuando volvieron a conducirle ante el rey, vio que junto a l estaban
los maestres de los templarios y los hospitalarios. Luis le dijo que repitiera sus
peticiones. Cuando el emisario las formul, los maestres se lanzaron sobre l y le
reprocharon su arrogancia y temeridad. Suerte tena, le dijeron, de seguir con vida
despus de haber presentado aquellas altaneras e irrespetuosas reclamaciones al rey.
Le dijeron con las palabras ms enrgicas que encontraron que volviera con su amo y,
si quera reaparecer, lo hiciera de un modo ms digno.
E n 1298 tuvo lugar una batalla naval entre una flota veneciana y una genovesa.
Esto en s no tiene nada de inslito, puesto que estas dos ciudades-Estado eran
rivales fuertes y a menudo agresivas, siempre prestas a enfrentarse. Pero esta batalla
en concreto iba a dar un gran impulso, aunque por una va indirecta, a la leyenda de
los asesinos. A los venecianos no les fue bien y muchos de ellos fueron capturados.
Entre los prisioneros se encontraba un hombre de mediana edad que habra de pasar
el siguiente ao de su vida en una hmeda y fra celda genovesa. Resolvi que no
malgastara su tiempo revolcndose en la autocompasin.
Fue encarcelado junto a otro hombre, un escribano de profesin llamado
Rusticello, y decidi que ocupara el tiempo dictndole la historia de su vida a su
compaero de celda. Pero la suya no era una autobiografa ordinaria; era ms bien un
libro de viajes en cuyas pginas se relataban los acontecimientos de una de las ms
grandes aventuras en la que haya participado hombre alguno, un viaje hacia las
misteriosas y exticas tierras de oriente, hacia los mismos confines de la Tierra. El
relato habra de convertirse en una de las ms clebres de la historia; el nombre del
prisionero era Marco Polo.
Marco Polo le cont al escribano que haba partido de Venecia en 1271 en
compaa de su padre y de su to, que ya haba viajado hasta la corte de Kublai Kan
(el sucesor de Mongke, el kan que previamente haba ordenado la destruccin de los
nizares). Siendo un joven de diecisiete aos, lo que se abra ante l debi parecerle
una fabulosa aventura, pero ni siquiera en sus momentos de ms febril imaginacin
hubiera podido concebir lo que realmente experiment.
Tras atravesar el mar hasta Outremer (lo que ya era un viaje arriesgado para los
frgiles navos de la poca), su grupo parti de Acre en direccin al este en
noviembre de 1271. La travesa por las vastas llanuras y cordilleras del Asia central,
y despus por los yermos del desierto del Gobi, les llev casi cuatro aos de peligroso
y agotador viaje antes de llegar a la corte de Kublai en mayo de 1275. El joven pronto
se convirti en un favorito del kan, que lo utiliz como diplomtico en varias
ocasiones. Cuando por fin Marco Polo decidi regresar a Venecia, llevaba veinticinco
aos fuera de su ciudad y haba pasado la mitad de su vida en oriente.
En sus viajes por oriente, Marco Polo y su squito haban atravesado Persia. Un
da, mientras caminaban bajo el sol abrasador del medioda, entre la bruma vieron
aparecer una roca escarpada. A medida que se acercaron, observaron que el pen se
encontraba muy bien situado, con precipicios que lo hacan asemejarse a una torre
que se alzara en la llanura. En la cima de esta roca haba un castillo en apariencia
invencible, inconquistable. Aunque no podemos saber con certeza qu fortaleza
encontr Marco Polo, es posible que se tratara de la roca de Girdkuh.
Les ofreca una pcima que los adormeca en poco tiempo. Entonces haca
que los llevaran hasta el jardn, donde eran despabilados. Cuando se
despertaban y se encontraban all y vean todo lo que te he contado, crean que
verdaderamente se encontraban en el Paraso. Las damas y las doncellas
permanecan junto a ellos todo el tiempo, cantando y tocando msica para su
deleite y atendiendo a todos sus deseos. As que aquellos jvenes disponan
de todo lo que pudieran desear y no podan pedir nada mejor que permanecer
all.
Como es natural, los indescriptibles deleites del lugar hacan que el recluta pronto
se enamorara de l. Sin embargo, slo experimentaba estos placeres durante un corto
tiempo, justo el suficiente para saborearlos y ansiarlos. Como es comprensible, el
recluta deseaba ms. Pero eso formaba parte del plan del jeque. Trascurridos apenas
unos pocos das en el jardn, se le administraba de nuevo al recluta una bebida
cargada de opiceos. En cuanto caa en un profundo sueo, era devuelto al lugar del
que proceda. Al despertarse, el recluta senta una profunda decepcin al descubrir
que ya no estaba en el jardn, adems de saberse del todo ignorante acerca de cmo
haba llegado hasta all y de cmo, ms tarde, haba retornado.
Al poco tiempo se llevaba al joven ante la presencia del jeque, y all se le revelaba
la razn de su fantstica experiencia:
Marco Polo afirma que se enviaba a los fidai en misiones para probar su vala
eliminando a enemigos locales. Quienes demostraban el mayor celo y determinacin
en la ejecucin de sus tareas podan esperar ser enviados a misiones ms difciles que,
si cumplan con xito, redundaban en su honor:
Entonces, con el fin de provocar la muerte del seor o del hombre que l
quisiera, escoga a algunos de sus asesinos y los mandaba a dnde quisiera,
dicindoles que haba decidido enviarlos al Paraso: all es donde iran si
mataban a tal o cual persona. Si moran durante la misin, llegaran an antes.
Aquellos que reciban estas rdenes las obedecan de buena gana, con mejor
disposicin que cualquier otra cosa que se les pudiera solicitar. Y as partan a
cumplir su misin. Por eso nadie escapaba cuando el jeque deseaba su muerte.
Y puedo asegurarte que muchos reyes y seores le pagaban tributo y
cultivaban su amistad por miedo a que mandara matarlos. Esto ocurra porque
en aquel tiempo las naciones no estaban unidas en alianzas, sino desgarradas
por conflictos en sus propsitos y lealtades. [187]
Estos jvenes son formados por sus maestros desde la ms tierna infancia
hasta que se convierten en adultos, y deben obedecer al seor de su tierra en
todo lo que diga y ordene; y si as lo hacen, l, que tiene poder sobre todos los
dioses vivientes, les brindar los deleites del Paraso... Cuando se hallan en
presencia del Prncipe, ste les pregunta si estn dispuestos a obedecer sus
rdenes para que de este modo pueda otorgarles ese Paraso. Con lo cual, tal
como han sido instruidos y sin mostrar ninguna objecin o duda, se echan a
sus pies y replican con fervor que le obedecern en todo cuanto les ordene. En
ese momento, el Prncipe le da a cada uno de ellos una daga de oro y los enva
a matar a los prncipes cuya muerte haya designado.[199]
Por ello no se lo piensan dos veces antes de lanzarse al vaco desde los
ms altos muros a la mnima orden del Viejo, aplastndose el crneo contra
las rocas. Pero los hombres ms benditos de este credo deforme son aquellos
que matan a los enemigos de su jefe y mueren despus a consecuencia de sus
actos.
Pero es obvio que la gratificacin del Paraso es insuficiente. Arnold explica a sus
lectores que el Viejo se asegura la obediencia de sus asesinos del siguiente modo:
El [el Viejo] les entrega [a sus asesinos] unas dagas que, por as decirlo,
estn consagradas a este menester, y luego los intoxica con una pocin que los
sume en el xtasis y el olvido, y por medio de su magia les confiere sueos
fantsticos llenos de placeres y deleites, pero que son slo apariencia y les
promete la posesin eterna de estas cosas en recompensa por sus acciones.[204]
cuestionable.[207]
No obstante, esta historia concreta no es simplemente el producto de una
imaginacin occidental febril, pues aparece no slo en los relatos occidentales sino
tambin en fuentes locales (aunque por supuesto los primeros podran haberse
desarrollado gracias a la existencia de los segundos). Ibn Jubayr, un musulmn
coetneo que escribi un libro de viajes, menciona en sus escritos esta historia, lo que
hace pensar que era comn en el tiempo de Sinan, mientras que otros escritores
musulmanes aluden a ella (aunque a veces aclaran que esos actos slo tuvieron lugar
en los tiempos de Hasan-i Sabbah).[208] Existe, por tanto, una tradicin que avala que
se produjera ese tipo de sucesos y es probable que los cronistas occidentales entrasen
contacto con leyendas locales y las ampliaran.
De lo que no cabe duda es que se incrustaron en la conciencia occidental. Un
libro de poemas del siglo XIX que trata del lder asesino llamado Alaodin esboza en
su introduccin la historia tal como se entenda en aquella poca:
Aunque la narracin de Arnold, que fue escrita desde lejos, aada otro
importante captulo al desarrollo de la leyenda de los asesinos en occidente, el
siguiente impulso provino de una fuente ms local y cercana a los nizares. Jacques
de Vitry fue un importante cronista y una figura destacada en Outremer, pues fue
obispo de Acre de 1216 a 1228. Sus escritos sobre los asesinos son ms escabrosos
que los de Guillermo de Tiro, aunque reiteraba mucho de lo que ya deca el relato de
Guillermo. Aada, sin embargo, un nuevo elemento importante que en muchos
aspectos prefigura la versin de los acontecimientos referida por Marco Polo.
De entre las leyendas que corran por su tiempo, selecciona la historia del
reclutamiento de los jvenes iniciados en la secta. Una vez ms afirma que se les
enseaba a hablar varias lenguas y que, una vez entrenados, eran enviados a las cortes
de hombres destacados, tanto cristianos como sarracenos, armados con dagas y
preparados para eliminar a los enemigos de su lder, el Viejo. Jacques sostiene que
ste les ofreca la participacin eterna en los placeres del Paraso, especialmente si
moran dando cumplimiento a sus rdenes y destrozando a sus adversarios. Esta es
una recreacin de lo que otros cronistas ya haban dicho, de modo que esta parte
concreta de la leyenda de los asesinos claramente haba comenzado a establecerse
como un elemento permanente.
Jacques aade que, para asegurarse de que los jvenes le eran verdaderamente
leales, el Viejo ofreca regalos valiosos a sus padres. Nada pasa por alto, al parecer,
en su intento por ganarse la verdadera devocin de sus seguidores. Por lo general, sin
embargo, su relato est escrito de modo menos sensacionalista que los que Burchard
de Estrasburgo y Arnold de Lbeck. No obstante, introduce una perspectiva nueva e
interesante cuando menciona los lugares de entrenamiento secretos de los asesinos,
que describe de forma evocadora como lugares secretos y placenteros. Es slo un
apunte, tan slo eso, pero quiz deja entrever, aunque de una forma distorsionada, la
gran leyenda del jardn del Paraso que floreci de la mano de Marco Polo casi un
siglo ms tarde.
Es interesante constatar que estaba tan confundido como Guillermo en su
comprensin de las relaciones de los nizares con el islam y la cristiandad. Afirma
categricamente que aqullos:
Puede verse, entonces, que varios cronistas occidentales escribieron acerca de los
asesinos y todos ellos introdujeron o resaltaron varios aspectos de la leyenda. Poco a
poco, fueron construyendo el mito que rodea a los nizares, aportando cada uno un
ladrillo o dos a la construccin de la estructura de la leyenda. En consecuencia,
cuando Marco Polo escribi, lo hizo sobre la base de tradiciones y leyendas que ya
eran conocidas en occidente.
Por supuesto, haba mucho en la propia naturaleza de los nizares que alimentaba
esos mitos. Desde su nacimiento, los ismailes eran forzados a actuar en la
clandestinidad debido a la gran hostilidad que su existencia generaba entre sus
enemigos dentro del islam. Se veran forzados a esconder su verdadera identidad para
sobrevivir. Sus lderes se movan por el mundo islmico con el mayor sigilo,
escondindose de los grandes hombres de las regiones que atravesaban, pues saban
que su esperanza de vida sera muy corta si en algn momento eran descubiertos.
Incluso otros musulmanes los consideraban excntricos peligrosos, y si esto ocurra
entre sus vecinos islmicos, quizs era inevitable que se los viera con miedo y
sospecha entre aquellos que en occidente saban tan poco sobre la secta. Incluso la
doctrina de la taqiyya, que permita a los miembros de la secta cambiar sus
pretendidas creencias con asombrosa frecuencia, se aada a la mstica de los
asesinos, como se los llamaba en occidente. A los ojos de muchos, la doctrina
abundaba en la duplicidad del movimiento.
Las concepciones errneas de occidente difcilmente podan verse subsanadas por
el escaso inters que la Europa cristiana demostraba por lo general hacia las
enseanzas del islam. Para la mayora de los comentaristas occidentales, las doctrinas
del islam eran las doctrinas del Anticristo; no era necesario ningn anlisis ms
profundo, ni pareca importante examinar con ms detalle sus distinciones. La
literatura occidental apenas prestaba atencin a las enseanzas de movimientos como
el de los nizares. Estas cuestiones solan desatenderse, y en las raras ocasiones en
que se les prestaba alguna atencin, el resultado final de cualquier estudio de sus
creencias a menudo era errneo.[211] En un suelo tan frtil, era fcil que las
concepciones equivocadas occidentales alimentaran el crecimiento de las leyendas
que envolvan a los nizares.
Pero en ocasiones se vislumbraba la verdad. Por ejemplo, los escritores
occidentales normalmente asociaban a los asesinos nicamente con Siria. Sin
embargo, unos pocos escribieron sobre sus conexiones con Persia, lo que sugiere que
saban algo, por escaso que fuera, sobre el ms amplio mbito de influencia de la
secta.
Benjamn de Tudela, por ejemplo, dice que en el norte de Persia hay un pueblo
De igual modo, hay en el Corn diversas referencias a jardines bajo los cuales
discurren arroyos en recompensa a quienes obran en el nombre de Al, un jardn
tan vasto como los cielos y la tierra.[216] Aparecen incluso mujeres hermosas, las
conocidas como hures o compaeras del Paraso, retiradas en los pabellones...
no tocadas hasta entonces por hombre,[217] criadas vrgenes que cuidan de quienes
han servido bien a Al. Por consiguiente, los jardines e incluso las bellas mujeres que
vivan en ellos tenan una base teolgica. No es difcil ver de qu modo podan nacer
las leyendas del milagroso jardn, aunque en los relatos se ofrezca una versin ms
elaborada que la que puede encontrarse en el Corn.
Por incompleto que fuera el conocimiento sobre los nizares en occidente, es una
irona de primera magnitud que a medida que avanzaba la Edad Media el
conocimiento de los asuntos musulmanes se fuera empobreciendo en lugar de
mejorar. Mientras los cruzados ocupaban Outremer, hubo siempre algunos clrigos
que posean algn conocimiento, por incorrecto que fuera, sobre el mundo musulmn.
Por lo general, se trataba de estudiosos interesados en el mundo musulmn para as
poder criticarlo mejor y demostrar la superioridad del cristianismo como religin.
Pero cuando los cruzados fueron expulsados con humillacin de Outremer al final del
siglo XIII, los cristianos se vieron forzados a dar marcha atrs. Al principio, algunos
clrigos intentaron urgir una nueva cruzada contra el islam, pero esta vez con el
objetivo de convertir al enemigo, no de conquistarlo.
No obstante, a medida que este perodo iba llegando a su fin, incluso este inters
se fue perdiendo. Europa se fue volviendo egocntrica, sometida como estaba a
conmociones internas a medida que se sucedan las potencias en sus intentos por
erigirse como fuerza dominante en la regin. Cuando los gobernantes de esas
potencias pensaban en el mundo islmico, normalmente lo hacan con terror por la
[Muerte de Godofredo de Bouillon, primer gobernante franco de Jerusaln. Los que estn en primer plano,
podran ser hermanos de Godofredo: Eustaquio y Balduino que le sucedi en el trono. De una historia de las
Cruzadas traducida al francs en el siglo XV (British Library).]
Esta prdida del poco conocimiento que sobre el islam se haba acumulado en
occidente no contribuy en nada a mejorar su objetividad hacia los nizares. Menos
de medio siglo despus del relato de Marco Polo, otro visitante occidental de China,
un monje llamado Odorico de Pordenone, atraves Persia de camino a oriente. Sus
comentarios sobre los asesinos repiten casi palabra por palabra los de Marco Polo. Su
versin de la leyenda de los asesinos dice:
Concluye su relato diciendo que el ltimo Viejo haba sido expulsado por los
mongoles (a los que en su obra llama trtaros).[220] Lo haban apartado de la custodia
de su Paraso, y en respuesta l haba enviado a un gran nmero de asesinos a matar
al kan mongol. A consecuencia de ello, el Viejo tuvo una muerte violenta.
Despus de Odorico, los relatos sobre los nizares fueron decayendo y el inters
por el movimiento se fue apagando. Los estudios sobre los nizares se hicieron cada
vez menos frecuentes con el paso de los aos y la relevancia del movimiento para el
mundo moderno disminuy. En el siglo XVII, sin embargo, se produjo un pequeo
renacimiento del inters cuando por fin se estudi en occidente el verdadero origen y
significado del cisma ismail en el islam. As, un escritor francs, Denis Lebey de
Batilly, public un relato sobre el movimiento en Lyon en 1603. Lo que haba
despertado su inters por ellos fue un notorio aumento en el nmero de asesinatos
polticos que se producan en la Europa occidental de su tiempo. Esto, como es
natural, aviv el inters por grupos como el de los asesinos que haban utilizado el
asesinato de poderosos como instrumento poltico en el pasado. No obstante, Batilly
no aadi nada nuevo al conocimiento occidental de los nizares, puesto que bas su
relato en los de los cronistas cristianos, que, como ya hemos visto, no haban logrado
comprender varios aspectos importantes del movimiento de los nizares.
Un intento ms fructfero se produjo a finales del mismo siglo, en 1697, cuando
Bartholom dHerbelot enunci por primera vez en occidente algunas caractersticas
importantes del desarrollo anterior del mundo islmico. Comprendi, por ejemplo,
que los ismailes tuvieron su origen entre los shies, y que stos, a su vez, se formaron
cuando en el islam se produjo un gran cisma. Tambin mencion la importancia del
imn para el movimiento, y se dio cuenta de que los imanes afirmaban heredar su
autoridad por la lnea de ascendencia de Al, el yerno de Mahoma.
Pese a esto, los nizares todava estaban envueltos en confusin. El origen del
nombre asesino fue objeto de mucha especulacin durante el siglo XVIII, en la
mayora de los casos sin dar en el clavo. No fue hasta las investigaciones pioneras del
barn Silvestre de Sacy cuando se identific el verdadero origen del trmino. Pero
aunque Sacy fue slo uno entre varios historiadores del siglo XIX que emprendieron
un programa de investigacin sobre el lugar ocupado por los nizares en la historia
(otro fue el diplomtico austraco Joseph von Hammer), las actitudes occidentales
siguieron siendo en su mayora poco crticas con los relatos que los cronistas de las
Los asesinos se vean en esta poca como a travs de una bruma compuesta a
partes iguales de romanticismo y terror. Un poeta del siglo XIX describi un atentado
contra la vida de una vctima a la que llama Selim del siguiente modo:
Qued para los historiadores del siglo XX la tarea de situar a los nizares dentro
de algn tipo de perspectiva y de quitarles ese barniz de melodramtico
sentimentalismo. Cuando por fin lo hicieron, quedaron suficientes indicios para al
menos apuntar a la realidad, suficientes retazos de verdad como para especular con
fundamento. Los asesinos, los fidai de los nizares, como deben designarse con ms
propiedad, utilizaron los asesinatos como parte de una poltica para perseguir sus
fines (aunque tambin utilizaron muchas otras tcticas). Eran sin duda devotos de su
lder y hubieran obedecido sus rdenes sin cuestionarlas. Es tambin indiscutible que
estos asesinos emprendan sus misiones convencidos de que recibiran una
recompensa espiritual a cambio de su martirio. Pero no existi ningn jardn mstico
al que fueran llevados misteriosamente para ser sometidos a un adoctrinamiento
mgico sobre los placeres que los aguardaban si cumplan las rdenes. Tampoco eran
drogados con hachs con el fin de que hicieran obedientemente lo que se les
encomendara. La retribucin prometida, un despertar glorioso en el Paraso, era ms
que suficiente para inspirarlos.
No debe sorprender que los escritores occidentales no comprendieran
completamente las motivaciones de los fidai cuando incluso los escritores islmicos
rehusaban reconocer la sinceridad de sus dedicacin. As es como un viajero del siglo
XIV, Ibn Battuta, pudo escribir: si el sultn desea enviar [un asesino] para matar un
enemigo, le paga el precio de su sangre. Si el asesino escapa con vida tras realizar su
misin, el dinero es suyo; si es capturado, el dinero es para sus hijos. Usan cuchillos
envenenados para abatir a sus enemigos.[223] As pues, los devotos quedan reducidos
a vulgares mercenarios que buscan slo una recompensa monetaria por sus acciones.
Es probable que en algunas ocasiones los nizares fueran pagados con dinero por su
ayuda, pero no era sta ni la nica ni la principal motivacin tras los actos de
asesinato de los devotos, a los que pocos lograban, o siquiera esperaban, sobrevivir, y
que a sus ojos eran actos de martirio.
Desde el principio hubo un gran nmero de leyendas sobre los nizares, algunas
inspiradas en la leyenda negra que envolva a los ismailes, historias siniestras y
extraas debidas a escritores ortodoxos sunes que no tenan tiempo para su particular
modo de islamismo. En algunos aspectos, las historias se basan en hechos, pero
enormemente exagerados, y esta distorsin de la realidad oscureci durante siglos la
verdad. Slo en tiempos bastante recientes se ha logrado reconstruir la verdadera
L a captura de Alamut por los mongoles puso fin efectivo al perodo en que los
nizares poseyeron un Estado independiente y propio en Oriente Medio. Pero
sera incorrecto suponer que ste fue tambin el fin definitivo del movimiento nizari.
Los cronistas occidentales coetneos no suelen hacer referencia a la secta en tiempo
presente tras la prdida de Alamut, pero de hecho sobrevivieron, aunque ciertamente
con una fuerza menos influyente que en su apogeo. Tampoco se encontraban solos en
su interpretacin incorrecta de los acontecimientos; los escritos de Yuwayni implican
claramente que el fin de Alamut equivale al fin de los nizares. Sin embargo, no slo
sobrevivieron al ataque de los mongoles, sino que el movimiento ha llegado hasta los
tiempos modernos. Todava en la actualidad existen comunidades nizares en el
mundo. Algunas historias occidentales acaban su relato de los asesinos con la cada
de Alamut o se limitan a mencionar de pasada la historia posterior del movimiento
con una breve resea. Eso no hace justicia al movimiento; eran una entidad
independiente por derecho propio y sobrevivieron a las invasiones de los mongoles.
Una historia detallada queda fuera del propsito de este libro, pero algo debemos
decir, aunque sea brevemente, sobre su historia desde la debacle.[224]
La mayor parte de la historia de los nizares ha sido durante largo tiempo un
misterio para los occidentales tras la destruccin masiva perpetrada por los mongoles
en Oriente Medio; de hecho, tampoco se entenda mucho mejor antes de este
acontecimiento. Las razones de ello no son difciles de encontrar. Al poco tiempo de
que los nizares perdieran su territorio, los propios cruzados fueron expulsados de
Outremer, y con ello se perdi la principal razn por la que occidente pudiera mostrar
algn inters en el movimiento. Para algunos comentaristas occidentales, la historia
de los nizares finalizaba de forma definitiva con las invasiones mongoles. Marco
Polo afirma categricamente que desde aquel momento hasta el presente no ha
habido ninguno ms de estos jeques ni ningn otro asesino; con l se puso fin a
todo el poder que haba ejercido el Jeque de la Montaa y a todo el mal que haban
hecho.[225] Pero aunque se hubieran acabado los asesinatos, el movimiento en su
conjunto persisti.
Los nizares, comprensiblemente cautelosos en su intento por sobrevivir,
volvieron a la doctrina de la taqiyya. Su ocultamiento los escondi incluso a la
conciencia de la mayora del mundo islmico. Pero algunos estudios recientes han
clarificado al menos en parte la historia posterior del movimiento. A fin de que se vea
a los nizares desde algn tipo de perspectiva, una breve resea de lo que les ocurri
tras su expulsin de Alamut constituir una conclusin apropiada para su historia.
A este respecto es especialmente til la obra del historiador ruso del siglo XX
Ivanow, una figura fundacional en cualquier anlisis histrico de la secta porque
dedic buena parte de su carrera a comprender a los nizares, para lo cual le fue de
era claramente anti-ismail, los historiadores no son unnimes en sus puntos de vista
cuando se trata de determinar en qu medida fue promongol. J. A. Boyle (seccin III
en la Translators Introduction de su traduccin de Yuwayni) afirma que, como
sun, estaba horrorizado por los excesos cometidos por los mongoles con su propio
pueblo y que esto a veces puede observarse en sus escritos, aunque otros
historiadores no estn totalmente de acuerdo con esta interpretacin. <<
Mahoma. Se le dio el ttulo de Khalifat rasul Allah, que significa sucesor del
mensajero de Dios. <<
de cometer excesos con el alcohol, mientras que otros decan que su padre se neg a
aceptar sus opiniones extremistas. Vase, por ejemplo, Yuwayni, pp. 642-643. <<
tuviera una larga existencia. Sin embargo, hacia el siglo X su poder se quebr
realmente y, a partir de entonces, fueron poco ms que marionetas en manos de
potencias ms fuertes. <<
obstante, a mediados del siglo VIII, era ya posible perfilar claramente las diferencias
ideolgicas entre estas dos lneas tan distintas del islam. El trmino sun se deriva
de la expresin el pueblo de la Suna, siendo el trmino suna traducible como
los actos y los dichos del Profeta. Vase Daftary, The Assassin Legends, 9. <<
Mahoma a travs de su hija Ftima, que era al mismo tiempo prima y esposa de Al,
el cuarto califa despus de la muerte del Profeta. Ftima fue venerada por sus
partidarios, que la consideraban la encarnacin de todo lo divino en la naturaleza de
las mujeres. <<
165. <<
secta islmica radical, trad. Fernando Gar Puig, Alba Editorial, 2002). <<
Legends, pp. 173-174. Los drusos han sobrevivido hasta los tiempos actuales, siendo
especialmente relevantes en Lbano. <<
artculo de E.G. Browne en el Journal of the Royal Asiatic Society (1899), pp. 409-
416. <<
668-669. <<
Persia en el siglo XX y escribi un informe sobre su viaje), Londres, 1934, p. 216. <<
1978. <<
ya que, segn Yuwayni (p. 678), slo cuarenta das ms tarde se produjo el
fallecimiento de Malikshah. El hecho de que la muerte de dos hombres tan
importantes dentro de la jerarqua selycida se produjera en un espacio de tiempo tan
corto, seguramente no favoreci lo ms mnimo la estabilidad en la regin. <<
p. 129 identifica varios grupos islmicos anteriores que haban empleado tcticas
similares. <<
segn la cual, algunos aos ms tarde, cuando un terremoto afect a la regin, brot
un manantial justo en el lugar donde se haba excavado el pozo seco. Vase Yuwayni,
p. 679. <<
la secta de Hasan-i Sabbah era muy joven todava, es decir, en 1093. La imagen de
monstruos asesinos invadiendo las pesadillas de sus enemigos no fue de hecho una
novedad; los ismailes ya eran conocidos por sus tendencias radicales evidenciadas,
por ejemplo, en el caso de los qarmatas, que tenan un origen ismail y los terrores
que suscitaba este movimiento no eran nuevos, sino rplicas de otros viejos ya
existentes. <<
los ismailes de la zona, demostrando ser un digno sucesor de su padre, Ibn Attash. Se
dijo que fue el nico responsable de la conversin de treinta mil personas a la causa
ismail. <<
indica que los principales sabios persas, es decir, Yuwayni, Rashid al-Din y Kashani,
prestaron poca atencin a estos acontecimientos, que tuvieron lugar lejos de Alamut,
el cuartel general de los nizares persas. <<
Facult des Lettres, Universit de Tabriz, XVII-3, 1344s. (1964), p. 329. <<
<<
poca. <<
Franzius, A History of the Order of Assassins, Nueva York, 1969, p. 60. <<
teora de que el asesinato fue el resultado de una disputa fronteriza. Vase Franzius,
p. 106. <<
sin un imn, y nunca lo estara. Y, si un hombre era imn, su padre lo habra sido
antes que l, y el padre de su padre previamente, y as hasta llegar a Adn, o, como
algunos afirmaban, hasta la eternidad pretrita, porque crean en la existencia eterna
del mundo. Y, del mismo modo, el hijo de un imn sera imn, y el hijo de su hijo, y
as sucesivamente hasta la eternidad futura. Y para un imn era imposible morir hasta
que hubiera nacido, o hubiera sido engendrado, el hijo suyo que le iba a suceder
como imn, Yuwayni, p. 645. <<
Sobre la historia de las actuaciones de Hasan, vase Yuwayni, pp. 688- 690. <<
Order of the Assassins, titulado The popular effect of the qiyama. <<
Daftary tambin indica que la ausencia de registros escritos desde una perspectiva
nizar se pone de manifiesto especialmente en relacin con el qiyama. Por sus
acciones Hasan se convirti en el qaim al-qiyama el seor de la resurreccin,
un imn que ostentaba un estatus especialmente elevado dentro de la jerarqua
espiritual de los nizares. <<
general iba a afirmar un siglo ms tarde que muchos nizares haban abandonado
Kuhistn y se haban dirigido a Jurasn, por no aceptar este cambio fundamental en la
doctrina religiosa. Lo triste es que, una vez ms, son pocas las fuentes nizares de este
perodo que han sobrevivido hasta nuestros das, y cualquier argumento que afirme
que los nizares no estaban en su mayora de acuerdo con Hasan debe considerarse
hasta cierto punto especulativo, dadas las tendencias de los cronistas. <<
estos severos castigos a los que se negaban a aceptar la nueva doctrina, sugiere que
pudo haber una cierta oposicin a los pronunciamientos de Hasan. <<
llegara al poder, pero el punto de vista mayoritario se inclina por admitir que recibi
la orden de ir a Siria despus de que Hasan accediera al liderazgo de los nizares.
Vase Daftary, The Ismailis - Their history and doctrines, p. 689, n. 156. <<
Barber, Cambridge, 1994 (hay trad. cast.: Templarios, la nueva caballera, trad.
Albert Sol, Ediciones Martnez Roca {2001}). Sobre los hospitalarios, vase
Hospitallers - The History of the Order of St John, de Jonathan Riley-Smith, Londres,
1999. Una buena informacin sobre las rdenes en general puede encontrarse en The
Monks of War: The Military Religious Orders, de D. Seward, Londres, 1995, 1
edicin, (hay trad. cast.: Los monjes de la guerra: historia de las rdenes militares,
trad. Sergio Bulat Barreiro, Edhasa {2004}). <<
bibliografa detallada de las fuentes relativas a este cronista puede verse en Daftary,
The Ismailis - Their history and doctrines, p. 689, n. 154. <<
cronista annimo lo sita en 1165, pero Kamal al-Din da una fecha muy posterior, en
1176-1177. Por trmino medio, la opinin acadmica tiende actualmente con ms
convencimiento hacia la ltima fecha (vase por ejemplo, Mirza, p. 31). <<
<<
era hostil a Saladino, y que tambin afirm que Saladino deseaba ver muerto a
Ricardo. Vase Kitab al-kamil fil tarikh, editado por C. J. Tornberg, Leiden, 1951-
1976, volumen 12, p. 51. <<
<<
da, consideran a Sinan como imn, a diferencia de la mayora de los ismailes sirios.
Mirza, p. 39. <<
como a los ismailes en un intento de mejorar las relaciones entre los dos grupos. <<
doctrines, p. 406. Daftary, aunque no dice que el propio Hasan considerara sus Vase
Lewis, The Assassins, p. 82, y Daftary, The Ismailis -Their history and doctrines, p.
406. Daftary, aunque no dice que el propio Hasan considerara sus acciones como un
ejemplo de taqiyya, especula con la idea de que muchos de sus seguidores lo vieran
de esa manera. <<
afirma categricamente que puede suponerse con confianza que al-Tusi abraz por
voluntad propia el ismailismo en algn momento de su asociacin con los nizares.
Vase A short history of the Ismailis, p. 149. <<
por O. Houdas, Pars, 1891; traduccin francesa, Pars, 1895, pp. 358-359. <<
254. <<
del Este, diezmando los ejrcitos cristianos enviados para rechazarlos en Polonia y
Hungra. Slo pararon cuando alcanzaron la costa adritica, peligrosamente cerca de
la pennsula italiana. <<
314, y sobre el alzamiento de Baybars, vanse las pp. 315-348 en el mismo volumen.
Vase tambin Mirza, captulos 3-4. <<
final tendra como consecuencia la fragmentacin del imperio que Saladino tanto se
haba esforzado por levantar. <<
asesinos a Francia para matar al rey cuando todava era joven. No hay la ms mnima
evidencia en apoyo de esta afirmacin, como tampoco un motivo obvio que pudiera
llevarlos a hacerlo. <<
vase Syrian Ismailism, p. 58. Sus nombres son, segn Daftary (The Ismailis - Their
history and doctrines, p. 431): Masyaf, Qadmus, Kahf, Khawabi, Rusafa, Maniqa,
Ullayqa y Qulaya. <<
la poltica de intentar agrupar a los ismailes bajo su dominio, que aunque era en
esencia pacfica, a menudo vena acompaada de amenazas. Vase Syrian
Ismailism, p. 63. <<
un fidai nizar. No obstante, dadas las tcticas adoptadas, no veo razn para disentir
de otros historiadores (v.g. Runciman, volumen 3, p. 338) que piensan que el atacante
era en efecto un nizar. Si el instigador del atentado contra la vida de Edward fue
Baybars y pese a negarlo en su tiempo, algunos comentaristas insisten en que lo era
, eso sera congruente con la utilizacin que en otras ocasiones haba hecho el
sultn de los nizares. <<
a Alamut que la entrada al valle est tan escondida que el Dr. Eccles y sus
compaeros {que la acompaaban en su expedicin}, que llegaron antes que yo, no la
vieron y tuvieron que vadear el ro aguas arriba. Vase The Valleys of the Assassins,
p. 214. <<
a Azizeh Azodi y editada por Farhad Daftary, en el libro de este ltimo, The Assassin
Legends. <<
Short History of the Ismailis, Edimburgo, 1998, pp. 12-13; Madelung, Arabic Texts
Concerning the History oft he Zaydi Imams of Tabaristan, Beirut, 1987, pp. 146 y
329, y Religious Trends in Early Islamic Irn, Albany, Nueva York, 1988, p. 103.
Deseo expresar mi agradecimiento al Dr. Daftary sobre este punto. <<
1.063; traduccin inglesa en Secret Societies of the Middle Ages, Londres, 1846, pp.
117-119. <<
the Court of the Great Khan Mongke 1253-1255, traducido por P. Jackson, Londres,
1990, p. 128. Como Daftary afirma, Mulihet deriva de malahida, la
denominacin peyorativa de hertico aplicada a los ismailes por otros musulmanes
en desacuerdo con sus creencias: vase The Assassin Legends, p. 82. <<
traducido en The History of the Assassins, O. C. Wood, Londres, 1835, pp. 217-218.
<<
Pars, 1853; traduccin inglesa de H. R. Gibb, The Travels of Ibn Battuta, Cambridge,
1958, p. 106. <<
historia ms detallada, vase Daftary, The Ismailis - Their history and doctrines,
captulo 7, y A Short History of the Ismailis, captulo 6. <<
Daftary lo denomina fundador de los estudios modernos sobre los nizares; vase
The Ismailis - Their history and doctrines, p. 443. <<
tradicin siria afirma que fue en esta fase, mientras que algunas fuentes persas
afirman que se produjo tras el imanato de Mumin Shah. Pero el momento histrico
en que se produjo no tiene casi ms importancia que la acadmica; lo esencial es que
el cisma se produjo y que afect a la unidad de los nizares durante un largo perodo
de tiempo. <<