Vivir en Un Ambiente Sin Amor, Infancia - Salud Mental

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Sectiario del Tribunal ccVificador de la

Tesis Doctoral de D ~
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VS 6.
EL PTE. DZL.
IEUSUNAL

LAS ECUENCIAS DEL MALTRATO Y DEL ABANDONO


ENEL
DESARROLLO SOCIOEMOCIONAL DE NIOS Y
ADOLESCENTES INSTITUCIONAL IZADOS.

DIRECTORA: MB Jos DlazAguado Jaln.

AUTORA: Carmen Tauza Gana.

DEPARTAMENTO DE PSICOLOGIA EVOLUTIVA Y DE LA EDUCACIN.


UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID. 1996.
A

a
A mi familia.
AGRADECIMIENTOS

He podido realizar esta tesis gracias al apoyo y


colaboracin de diversas personas e instituciones a las que
querra agradecer su ayuda.

La beca que me concedi el Ministerio de Educacin y Ciencia


me permiti centrar mi tiempo en esta investigacin y los
permisos del Instituto Madrileo de Atencin a la Infancia me
abrieron las puertas de las residencias. La cooperacin del
personal de estas residencias y de los colegios e institutos
<directores, educadores, psiclogos, trabajadores sociales y
profesores) fue imprescindible para que pudiese realizar mi
trabajo sin ningn tipo de problemas; pero, sobre todo querra
agradecer a los nios y adolescentes que participaron en este
estudio el tiempo y paciencia con que contestaron a todas mis
preguntas.

A mi directora, M~ Jos Maz-Aguado Jaln, que me ha guiado


y me ha aconsejado a lo largo de estos aos y a Rosario Martnez
Arias por su ayuda en los anlisis estadsticos.

A mis compaeras Pilar Royo, MI Paz Segura, Maite Andrs y


Beln Martnez que siempre han estado atentas a mi trabajo y
dispuestas a echarme una mano cuando lo he necesitado. A MI Paz
tambin quiera agradecerle su dedicacin en la valoracin de las
entrevistas, lo que me permiti hallar el acuerdo interjueces
y aumentar la fiabilidad de la evaluacin.

A mi familia y amigos, que siempre me han animado y sin cuyo


apoyo no habra realizado esta tesis.
INDICE

11- Parte: FUNDAMENTACIN TERICA Y ANTECEDENTES


TERICOS DE OTRAS INVESTIGACIONES 1

1.- INTRODUCCIN
1.1.- El maltrato infantil como un hecho
histrico y cultural
1.2.- El nio como sujeto de derechos
1.3.- La investigacin en el campo de los
malos tratos 23

2.- DEFINICIN DEL CONCEPTO DE MALOS TRATOS 32


2.1. Principales dificultades de las
definiciones 32
2.2. El alcance de las definiciones 35
2.3. Los malos tratos familiares 38
2.3.1. Tipologas de los malos tratos
familiares 3g
2.4. Incidencia y prevalencia 46
2.4.1. Investigaciones realizadas con
muestras representativas de la
poblacin general 47
2.4.1.1. Maltrato fsico activo 47
2.4.1.2.- Abuso sexual 49
2.4.2.- Investigaciones sobre casos
conocidos por profesionales
en contacto con la infancia 55

2.4.3. Investigaciones sobre casos


denunciados 58

3.- LA ETIOLOGA DE LOS MALOS TRATOS . 61


3.1.- Modelos descriptivos 61
3.1.1. El modelo psicopatolgico. Las
caractersticas del maltratador 61
3.1.1.1. Caractersticas de
personalidad 62
3.1.1.2. Percepciones y expectativas
relacionadas con los nios . 64

3.1.2. El modelo sociocultural 66


3.1.2.1. El estatus socloeconmico . . 67
3.1.2.2. Nivel de estrs 69
3.1.2.3. El soporte social y
comunitario 70
3.1.2.4. Las actitudes sociales
hacia los nios y hacia
la violencia 72
3.1.3.- El modelo soclointeraccional . . . . 73

3.1.3.1 caractersticas del nio


maltratado 73
3.1.3.2. caractersticas de la
interaccin paternofilial . 77

3.1.4. El modelo ecolgico. Integracin


de factores de riesgo 79
3.1.5. La perspectiva sociobiolgica
sobre los malos tratos 85
3.2.- Modelos centrados en los procesos 88
3.2. 1.- Modelos cognitivoconductuales
sobre la negligencia y el maltrato
fsico activo 89
3.2.1.1.- La composicin dual del
maltrato fsico activo . . . 89
3.2.1.2.- El procesamiento de la
social informacin y la
negligencia y el maltrato
fsico activo 91
3.2.1.3. El estrs y las estrategias de
afrontamiento en la negligencia
y el maltrato fsico activo . 96

3.2.2.- Un modelo sobre la etiologa del


abuso sexual 102
4.- LAS SECUELAS PRODUCIDAS POR LOS MALOS
TRATOS 104
4.1. Razones para adoptar una perspectiva
evolutiva en el estudio de los malos
tratos a la infancia 104
4.2. Consecuencias de los abusos sexuales . . . 105

4.2.1. Cuestiones generales 105


4.2.2. Consecuencias a corto plazo .. . . 107

4.2.3. Consecuencias a largo plazo . . . . 110

4.2.4. Factores mediadores entre el


abuso sexual y sus posibles
consecuencias 112
4.3.- Consecuencias del maltrato fsico
activo, de la negligencia fsica,
del maltrato emocional activo y de
la negligencia emocional 115
4.3.1. Cuestiones generales 116
4.3.2. Consecuencias en el desarrollo
cognitivo e intelectual, en el
rendimiento acadmico y en la
adaptacin escolar 119
4.3.3.- Consecuencias en el desarrollo
linglstico y comunicativo 121
4.3.4.- Consecuencias en la interaccin
social 121
4.3.5. Consecuencias en el desarrollo
de la empatia 129
4.3.6. Consecuencias en la formacin de
juicios morales 131
4.3.7. Consecuencias en el desarrollo de
la identidad 133
4.3.8. Consecuencias en el desarrollo
de una sintomatologa depresiva
y de trastornos disociativos . . . . 137
4.3.9. Consecuencias en el desarrollo de
conductas delictivas 139
4.3.10.- Resultados del Proyecto Minesota . 140
5.- TEORIAS EXPLICATIVAS SOBRE LAS CONSECUENCIAS

DE LOS MALOS TRATOS 144


5.1. Teoras explicativas sobre las
consecuencias del abuso sexual 144
5.1.1. Modelos que plantean el desarrollo
de un sndrome como consecuencia
del abuso sexual 144
5.1.2.- Dinmicas generadoras del trauma
de los abusos sexuales (Trawnagenic
dynamics of sexual abuse) 148
5.1.3.- Modelos desarrollados desde una
perspectiva evolutiva 152
5.1.4. Modelo transaccional de las
consecuencias del abuso sexual . . . 155
5.2. La psicopatologa evolutiva y el estudio
de las consecuencias de los malos tratos . . 163
5.2.1.- La perspectiva organizacional sobre
el desarrollo 163
5.2.1.1. La resolucin de tareas
evolutivas criticas y
sus consecuencias en el
desarrollo 167
5.2.2. El apego 172
5.2.2.1.- La necesidad de una
vinculacin afectiva . . . . 172
5.2.2.2. La evolucin del vinculo
afectivo 176
5.2.2.3. Diferencias cualitativas y
evaluacin del apego . . . . 182
5.2.2.4. Diferencias individuales en
los patrones de interaccin . 184
5.2.2.5. El origen de los diferentes
patrones de interaccin . . . 1~2
5.2.2.6.- Modelos representacionales . 195

5.2.3. Apego y malos tratos 199


5.2.3.1. Patrones de apego asociados
a los malos tratos . . . ~gg
5.2.3. 2. Modelos representacionales
y malos tratos 205
5.2.4. Las consecuencias de los malos
tratos en el desarrollo
socioemocional desde la teora
del apego 211
5.2.4.1. El desarrollo cognitivo
e intelectual y la adaptacin
escolar 212

5.2.4.2. La interaccin social 213


5.2.4.3. El desarrollo de la empatia 219
5.2.4.4. El desarrollo de la

identidad 224
5.2.5. La transmisin intergeneracional

de los malos tratos 232

24- Parte: INVESTIGACIN 239

6.- OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIN 240

7. MTODO 249
7.1. Hiptesis 249
7.2. Sujetos 254
7.3. Instrumentos 259
7.3.1. Evaluacin de la competencia
social en la infancia 259
7.3.1.1.- Descripcin y normas de

aplicacin 260
7.3.1.2. Normas de correccin 261
7.3.1.3.- Fiabilidad y validez 263
7.3.2. Evaluacin de la competencia
social en la adolescencia 266
7.3.2.1.- Descripcin y normas de
aplicacin 268
7.3.2.2.- Normas de correccin 268
7.3.2.3. Fiabilidad y validez 270
1.3.3. Evaluacin del autoconcepto 274
7.3.3.1. Descripcin y normas de
aplicacin 274
7.3.3.2. Normas de correccin . . . . 275

7.3.3.3. Dimensionalidad de la
escala 276
7.3.3.4. Fiabilidad y validez . . . . 280
7.3.4. Evaluacin de la empatia 284
7.3.4.1. Descripcin y normas de
aplicacin 285
1.3.4.2. Normas de correccin . . . . 286
7.3.4.3. Dimensionalidad de la
escala 287
7.3.4.4. Fiabilidad y validez . . . . 289
7.3.5. Evaluacin de los mediadores
cognitivos de la agresin 291
7.3.5.1. Descripcin y normas de
aplicacin 292
7.3.5.2.- Normas de correccin . . . . 293
7,3.5.3. Dimensionalidad de la
escala 294
7.3.5.4. Fiabilidad y validez . . . . 297

7.3.6. Evaluacin de la adaptacin del


nio y del adolescente por parte
del educador 300
7.3.6.1.- Descripcin y normas de
aplicacin 300
7.3.6.2. Normas de correccin . . . . 301

7.3.6.3. Dimensionalidad de la
escala 301
7.3.6.4. Fiabilidad y validez . . . . 305
7.3.7. Evaluacin del desarrollo
intelectual 309
7.4. procedimiento 310
8.- RESULTADOS 314
8.1. Diferencias entre sujetos maltratados
y no maltratados 314
8.1.1. Desarrollo intelectual 315
8.1.2. Autoconcepto 317
8.1.3. Empatia 326
8.1.4.- Mediadores cognitivos de la
conducta agresiva 332
8.1.5. Conocimiento de estrategias de
interaccin con los compaeros
(nios) 338
8.1.6.- Conocimiento de estrategias de
interaccin con los compaeros
(adolescentes> 344
8.1.7. Diferencias en los aspectos
comunes valoradas por las
distintas dimensiones 357
8.2.- Diferencias dentro del grupo de sujetos
que han sufrido malos tratos 370
8.2.1. Adaptacin segn el educador . . . . 372
8.2.2. Valor predictivo del desarrollo
intelectual, del tipo de maltrato
y su interaccin con el gnero . . . 378
8.2.2.1.- Variables que predicen el
desarrollo intelectual de
los sujetos 378
8.2.2.2. Variables que predicen la
adaptacin de los sujetos . . 381
8.2.2.3. Variables que predicen el
conocimiento de estrategias
de interaccin 387
8.2.2.4. Variables que predicen
las creencias sobre la
expresin de sentimientos . . 391

8.2.2.5. Variables que predicen


la autoestima 392
8.2.3. Tipologas 395
9.- CONCLUSIONES Y DISCUSIN 400

10. ANEXO 432

10.1. Entrevista sobre conocimiento de


estrategias de interaccin con los
compaeros <C.E.I.C) 432
10.2.- Entrevista sobre conocimiento de
estrategias de interaccin con los
compaeros para adolescentes
(C.E.I.C.A> 433
10.3.- Escala de Autoconcepto de
PiersHarris 435
10.4. Adaptacin de la escala de empatia de
Bryant <1982) 438
10.5. Escala de Mediadores Cognitivos de la
Conducta Agresiva 440
10.6. Escala de Evaluacin de la Adaptacin
del Nio y del Adolescente por parte
del Educador 444
10.7. Tablas de resultados 447

11.- BIBLIOGRAPIA 474


Parte: FUNDAMENTACIN
TERICA Y ANTECEDENTES
TERICOS DE OTRAS
INVESTIGACIONES.

pag. 1
1. INTRODUCCIN.

1.1.- EL MALTRATO INFANTIL CONO UN HECHO


HISTRICO Y CULTURAL.

A travs de los estudios histricos y


antropolgicos <Aris y Duby, 1987; Badinter, 1981;
Burguire, 1988; Flandrin, 1979; Shorter, 1977) podemos
comprobar las variaciones culturales que existen en
muchos aspectos vinculados a la integridad fsica y a
la educacin de los nios. Los criterios que determinan
cul debe ser el trato que debe recibir la infancia han
variado a lo largo de la historia y, an hoy, hay
prcticas inadmisibles en ciertos paises o en ciertos
grupos culturales que sin embargo, son aceptadas en
otros (Korbin, 1987>.

La prctica del infanticidio se ha justificado


(Mayhall y Nogard, 1983> por ser un medio para
controlar la natalidad, deshacerse de nios deformados
o retrasados, evitar el deshonor y los problemas
econmicos derivados de la ilegitimidad de un hijo,
ganar poder, servir a creencias religiosas y asegurar
la estabilidad econmica.

En la Antigedad, el jefe del hogar era el


responsable del grupo familiar ante la sociedad, de
forma que tena poder absoluto para juzgar y castigar.
As en la familia romana, la patria potes tas supone
poder y no tanto deber, hacia las personas sometidas a
ella. Con el tiempo comenzar a concebirse como un
deber de proteccin y asistencia.

pag. 2
El Cristianismo supuso una transformacin en el
trato hacia los nios, reforz la responsabilidad de
los padres. Los padres tienen el deber de alimentar y
educar a los hijos, no por ser sus propietarios sino
porque los han recibido de Dios, por lo cual no podan
disponer de ellos a su antojo.

As, el primer derecho que se quit al padre fue


el de dar muerte a su hijo, ya que no puede destruir lo
que Dios cre. La primera ley contra el infanticidio
surge en el siglo IV d. de C.

Sin embargo, durante la Edad Media y hasta el


siglo XVII fueron frecuentes los infanticidios y el
abandono a pesar de estar condenados por la Iglesia y
el Estado. Por otra parte, durante este periodo, el
discurso sobre los deberes que implica la paternidad,
se entrecruza con otro discurso que legtima el poder
castigar a los hijos.

San Agustn defendia que la naturaleza del nio es


tan corrompida que hace costosa la tarea de correccin.
La educacin significaba que el nio deba ser tratado
duramente, pues es un ser imperfecto y maligno al cual
hay que salvar del pecado.

AriAs <AriAs y Duby, 1987) destaca la ausencia de


un sentimiento de la infancia durante la Edad Media. El
nio pertenece a la sociedad de los adultos y no se
distingue de ella. Se alejaba pronto de la familia para
aprender un oficio y el proceso de aprendizaje lo hacia
en su coexistencia con los adultos.

En el siglo XVIII destaca la figura de Rousseau.


Sostiene que los hijos estn ligados a los padres
durante el tiempo que los necesitan y la alienacin de

pag. 3
la libertad del hijo slo puede ser momentnea,
mientras l lo requiera. La funcin del padre es
educarlo para convertir a este ser, momentneamente
frgil, en una persona autnoma igual a sus padres.

El nio deja de ser un adulto en miniatura, es un


ser en formacin y es necesario conocer la mentalidad
del nio para guiarlo mejor. La naturaleza del nio
impone limites a la autoridad paterna.

A partir de finales de ese siglo y debido al


capitalismo naciente, aparece un inters econmico por
la produccin y la infancia se convierte en potencial
mano de obra. La explotacin laboral de los menores
cobr nuevas dimensiones. El llamado maltrato
institucional era frecuente en las clases sociales
desfavorecidas, mientras que el maltrato
intrafamiliar conviva en todos los estamentos.

A lo largo del siglo XIX se va reconociendo a la


infancia como una etapa especial de la Vida humana. El
nio va a dejar de ser propiedad de los padres y se va
a convertir en sujeto de derechos.

1.2. - EL NI RO CONO SUJETO DE DERECHOS.

A lo largo de la historia de la infancia ha


existido la preocupacin por el cuidado y la proteccin
de los menores. Encontramos en Mesopotamia una diosa
protectora que acoga y cuidaba a los nios hurfanos,
en Roma y en la Grecia clsica pueden encontrarse
instituciones para hurfanos.

pag. 4
Al final del imperio romano, Constantino promulga
la primera ley contra el infanticidio.

San Basilio y San Juan Crisstomo fundan los


primeros hospitales y asilos para nios en Sebasto
(355) y en Cesarea (372). El Cdigo Teodosiano <438) y
ms tarde las Leyes Visigodas, prohiban a los padres
vender a sus hijos y darlos en prenda.

Justiniano en el ao 530, dio libertad a los


expsitos y orden que se los educara con fondos
pblicos y en 815 el Arcipreste Dateus fund en Miln
el Hospicio para nios. El Hospital de los Inocentes de
Florencia se crea en 1136.

Durante los siglos XIV al XVI surgen en Europa


otras iniciativas como la creacin en Paris en 1362 del
Hospital de Saint Esprit, en 1536 el de Enfants de Dieu
para acoger a los hijos de los que moran en el HOtel
Dieu, o el Cabildo de Nuestra Seora de Paris que
asista a nios abandonados.

El primer centro de proteccin de nuestro pas


data del siglo XIV, la institucin El Padre de
Hurfanos acta en Valencia a partir de 1337 y hasta
1794. Santo Toms de Villanueva convierte en 1537 parte
del Palacio Episcopal de Valencia en hospicio, en 1567
se funda en Madrid la Inclusa o Casa de Expsitos y en
1600 el mdico Jernimo Soriano funda en Teruel el
primer Hospital de nios.

En los siglos XVII y XVIII la proteccin del menor


signific su internamiento en instituciones a las que
acudan principalmente hijos abandonados, de familias
sin recursos o delincuentes. Las tasas de enfermedad y
de mortalidad en estas instituciones eran muy elevadas.

pag. 5
Pero hay que esperar hasta la segunda mitad del
siglo pasado para que surjan las primeras asociaciones
que intentan evitar el maltrato intrafamiliar.

En 1874 se funda en Nueva York la Society for the


Prevention of Cruelty to Children. En este ao se
ganaba el primer proceso judicial en Estados Unidos que
defenda a una menor del maltrato y de la negligencia,
reconocindose oficialmente el maltrato infantil. Hasta
ese momento no existan leyes que lo recogieran
especficamente, si las haba, sin embargo, para
proteger a los animales. Este proceso fue iniciado por
la Sociedad Protectora de Animales amparndose en el
argumento de que, puesto que los animales estaban
protegidos del tipo de violencia que sufra esta nia
y puesto que ella era parte del reino animal, mereca,
al menos, tanta proteccin como un perro comn.

En 1883 se funda en Londres la National Society


for the Frevention of Cruelty to Children.

Ya en la segunda mitad de nuestro siglo y unido


al progreso de las sociedades industrializadas y a
importantes adelantos en la prctica mdica, como la
introduccin de los rayos X, se produce un hecho clave
en la historia de la infancia: el reconocimiento de los
derechos de los niDos.

En 1959 la Asamblea General de las Naciones Unidas


aprueba la Declaracin sobre los Derechos del NUlo que
reconoce que todos los nios tienen derecho a ser
protegidos de la crueldad, negligencia o explotacin
<principio noveno), para que puedan desarrollarse de
forma saludable y normal, tanto fsica como mental y
socialmente en condiciones de libertad y dignidad
(principio segundo). Siempre que sea posible debern

pag. 6
crecer bajo la responsabilidad de sus padres y, en todo
caso, en un ambiente de afecto y de seguridad moral y
material <principio sexto). El menor tiene derecho a
recibir educacin, en condiciones de igualdad de
oportunidades, para desarrollar sus aptitudes y su
juicio individual, su sentido de responsabilidad
individual y social. El inters del nio debe ser el
principio rector de quienes tienen la responsabilidad
de su educacin y orientacin (principio sptimo).

Posteriormente, 1~89, adopta la Convencin


en
sobre los Derechos del NiDo, que fue ratificada por el
Parlamento Espaol en iggt3. De entre todos sus
artculos, hemos reproducido los dos siguientes por ser
un claro ejemplo de como la proteccin a la infancia
queda amparada jurdicamente por los Estados.

Art. 19

1. Los litadas Parte adoptarin todas las medidas legislativas, administrativas,


sociales y educativas apropiadas pata proteger al nilo contra toda forma de perjuicio
o abuso fsico o mental, descuido o trato negligente, malas tratos o explotacin,
incluido el abuso sexual, mientras el nilo se encuentre bajo la custodia de los
padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su
cargo.

2. tstas medidas de proteccin deberan comprender, segn corresponda, procedimientos


eficaces para el establecimiento de programas sociales con atleta de proporcionar la
asistencia necesaria al nilo ya quienes cuidan de di, as como para otras formas de
prevencin y para la identificacidn, notificacin, remisin a una institucin,
investigacin, tratamiento y observacin ulterior de los casos antes descritos de
malos tratos al nilo y, segdn corresponda, la intervencin judicial.

Art. 20

1. Los filos temporal o permanentemente privados de su medio familiar, o cuyo

pag. 7
superior inters exija que no permanezcan en ese medio, tendrn derecho a la
proteccin y asistencia especiales del gstado.

2. tos Estados Parte garantizarn, de conformidad con sus leyes nacionales, otros
tipos de cuidados para esos nios.

3. Entre estos cuidados figurarn, entre otras cosas, la colocacin en bogares de


guarda, la taf ala del derecho islmico, la adopcin, o de ser necesario la colocacin
en instituciones adecuadas de proteccin de menores. 11 considerar las soluciones,
se prestar particular atencin a la conveniencia de que haya continuidad en la
educacin del nio y a su origen tnico, religioso cultural y lingUstico.
(Convencida sobre las Derechos del lila, dc 20 de non ubre de 1929. 8.0.1. mi,. .113,
de 31 de diciesbre de 1990).

El Consejo de Europa ha desarrollado distintas


recomendaciones sobre la necesidad de detectar e
intervenir en situaciones de riesgo social, entre las
que destacamos las siguientes:

<. .) los efectos a larga plazo de un ambiente familiar hostil son, la mayora de
las veces, desastrosos para el crecimiento, la capacidad de aprendizaje y expansin
del nio, as como para su comportamiento futuro como padre, y resultan, por tanto,
costosos para toda la sociedad.

La bsqueda de soluciones a este problema exige una doble estrategia, que supone
por una parte, medidas eficaces de intervencin inmediata y, por otra, una poltica
preventiva.

<Es necesario> favorecer Investigaciones y proyectos que permitan paliar la actual


escasez de datos y experiencia, y ayuden a adaptar las medidas al progreso de los
conocimientos t., (Recosendacin 121. (79/ 17, de 13-9-79, dcl Cosit de Nial! tras
a los litados Alubias, relativa a la proteccin de los olios contra las salas
tratos].

Deberla pedirse a los profesores <.4, que estn en contacto continuo con los
nios que, cuando detecten que una familia atraviesa un momento difcil lo pongan en

pag. 8
conocimiento de los servicias sociales (..

Vista la importancia de un diagnstico precoz, los conocimientos sobre los malos


tratos a la infancia deberan estar obligatoriamente incluidos en la formacin de
todas las categoras del personal que se ocupa de los alifos . (Recogendacin 274
(1979) de Ja Asa,bJea .Parluentaria del Consejo de Europa, relativa a una carta
europea de derechos de Ja infancia).

En nuestro pas el marco normativo general para la


proteccin de los menores est constituido por la
Constitucin de 1979 y las normas contenidas en los
Cdigos Civil y Penal.

El texto constitucional, en su articulo 39 regula


la proteccin debida a los hijos y a los nios en
general. De l se desprenden algunas consecuencias de
gran importancia para el posterior desarrollo
legislativo

Art. 3~

1. Los poderes pblicos aseguran la proteccin social, econmica y jurdica de la


familia.

2. Loa poderes pblicos aseguran, asimismo, la proteccin Integral de los hilos,


iguales stos ante la ley con Independencia de su filiacin y de las ladres,
cualquiera que sea su estado civil. La ley posibilitar la investigacin de la
paternidad.

3. Los padres deben prestar asistencia de todo arden a los hijos babidos dentro o
fuera del matrimonio, durante su minora de edad y en los dems casos en que
legalmente proceda.

4. Los nios gozarn de la proteccin prevista en los acuerdos Internacionales que


velan por sus derechos. (Constitucin Espalole, de 27 de diciebre de 1978. D.O.S.
ni),. 311.1., de 29 de diciebre).

pag. 9
Con respecto al Cdigo Civil, la Ley 21/1987, de
11 de diciembre <B.O.E. naln. 275, de 17 de noviembre),
por la que se modifica el Cdigo Civil y la Ley de
Enjuiciamiento Civil en materia de adopcin y otras
formas de proteccin de menores, propici la
transformacin de las estructuras administrativas y
sociales de proteccin a la infancia en nuestro pas.

La adopcin aparece como una medida ms de


proteccin y junto a ella se introduce la figura del
acogimiento familiar. Adems, para una regulacin ms
clara de ambas instituciones, se dan normas sobre la
tutela y la guarda de los menores desamparados. La
situacin de desamparo da origen a una tutela
automtica a cargo de la entidad pblica a la que
corresponda en el territorio respectivo la proteccin
de los menores <organismos del Estado, de las
Comunidades Autnomas o de las Entidades Locales). La
guarda de stos, siempre bajo la superior vigilancia
del Fiscal, quien podr proponer al Juez las medidas de
proteccin que estime necesarias, se conf fa a la propia
Entidad, que podr actuar bien a travs de los
directores de los establecimientos pblicos o privados
que dependen de ella, bien a travs de las personas que
formalicen el acogimiento familiar.

Han sido generalmente las Comunidades Autnomas


quienes han asumido el ejercicio de estas competencias,
vinculndolas al desarrollo de los servicios sociales,
lo que permite la coordinacin de la proteccin
jurdica y la intervencin social.

En la Comunidad Autnoma de Madrid, mediante el


Decreto 49/1988, de 5 de mayo (B.O.C.M. de 20 de mayo
de 1988), la Consejeria de Presidencia adscribe a la
Consejeria de Integracin Social estas funciones y para

pag. 10
su ejecucin crea la Comisin de Tutela del Menor
dependiente de la Direccin General de Bienestar
Social. Posteriormente, el Decreto 121/1988, de 23 de
noviembre (B.O.C.M. de 16 de diciembre) regula el
procedimiento de constitucin y el ejercicio de la
tutela y la guarda del menor. Para su elaboracin se
tuvo en cuenta, adems de todo el cuerpo legislativo
expuesto hasta ahora, las recomendaciones y
resoluciones del Consejo de Europa, especialmente la
Resolucin (77) 33 y la Recomendacin R (81) 3,
referidas a la colocacin y acogimiento de los menores.

Este decreto establece, en el punto 2 del Capitulo


1, cules son los principios de actuacin de la
Comisin de Tutela del menen

2, ?odas las medidas que se adopten en el ejercicio de la tutela y guarda de menores,


estarn orientadas en beneficio e inters del tenor y sometidas a los siguientes
principios de actuacin:

1. Se potenciarn los tratamientos preventivos actundose sobre las causas


que puedan ori;inar la deseatructuracidn familiar y el desamparo de los
menores,

2. Se propiciar la integracin y normalizacin de la vida del tenor en su


tedio social.

3. Se procurar limitar temporalmente la internacin administrativa,


favoreciendo la atencin del menor en la propia familia siempre que sea
posible.

4. En caso necesario, se facilitar a los menores recursos alternativos a


su familia que garanticen un medio Idneo para su desarrollo integral,
adecuada evolucin de su personalidad y atencin educativa, procurndose
mantener la convivencia entre bermanos. (CapItulo .1. DisposicIones
Guardes).

pag. 11
Para finalizar con aquellos aspectos ms
relevantes del repertorio legislativo de la Comunidad
de Madrid en materia de atencin a la infancia, habra
que seffalar la Orden 175/1991, de 18 de zarzo (.B.O.C.M.
de 1 de abril de 1991) y la Orden 300/1991, de 15 de
abril (B.O.C.M. de 22 de abril de 1991>, por las que la
Consejeria de Integracin Social desarrolla el decreto
anterior en materia de promocin del acogimiento de
menores y la adopcin; as como el procedimiento para
la constitucin de la guarda de menores
respectivamente.

Las ltimas modificaciones del Cdigo Civil se han


establecido a travs de la Ley 1/1996, de 15 de enero,
(8.0-E. nm. 15, de 17 de enero) de Proteccin Jurdica
del Menor, de Modificacin parcial del Cdigo Civil y
de la Ley de Enjuiciamiento Civil. Esta ley pretende,
fundamentalmente, incrementar la proteccin de los
menores en situaciones de riesgo y desamparo mediante
la imposicin de una serie de obligaciones tanto a los
ciudadanos como a los poderes pblicos y mediante la
modificacin de algunos preceptos del Cdigo Civil.
Esta ley es respetuosa con el reparto de competencias
entre Estado y Comunidades Autnomas.

Se regulan los principios generales de actuaci6n


frente a situaciones de desproteccin social,
incluyendo la obligacin de la entidad pblica de
investigar los hechos que conozca para corregir la
situacin mediante la actuacin de los servicios
sociales o, en su caso, asumiendo la tutela del menor.
En este sentido, se modifica el articulo 172 del Cdigo
Civil que queda redactado como sigue:

1. La entidad pblica a la que en el respectivo territorio, est encomendada la


proteccin de los menores, cuando constate que un menor est en situacin de

pag. 12
desamparo, tiene por ministerio de la Ley la tutela del listo y deber adoptar las
medidas de proteccin necesarias para su guarda, ponindolo en conocimiento del
Ministerio Fiscal y notificando en legal forma a los padres, tutores o guardadores
en un plazo de cuarenta y ocho horas. Siempre que sea posible, en el momento de la
notificacin se les informar de forma presencial y de modo claro y comprensible de
las causas que dieron lugar a la actuacin de la Administracin y de los posibles
efectos de la decisin adoptada.

Se considera como situacin de desamparo la que se produce de hecho a causa


del incumplimiento, o del posible inadecuado ejercicio de los deberes de proteccin
establecidos por las leyes para la guarda de los menores, cuando stos queden
privados de la necesaria asistencia oral o material.

La asuncin de la tutela atribuida a la entidad pblica lleva consigo la


suspensin de la patria potestad o de la tutele ordinaria. lo obstante, sern vlidos
los actos de contenida patrimonial que realicen los padres o tutores en
representacin del tenor y que sean beneficiosas para l.

2. Cuando los padres o tutores, por circunstancias graves, no pueden cuidar del
menor, podrn solicitar de la entidad pblica competente que sta asuma la guarda
durante el tiempo necesario.

La entrega de la guarda se har constar por escrito dejando constancia de


que los padres o tutores han sido informados de las responsabilidades que siguen
manteniendo respecto del hijo, as como de la forma en que dicha guarda va a
ejercerse por la Ainistracin.

Cualquier variacin posterior de la forma de ejercicio ser fundamentada y


comunicada a aquellos y al Ministerio Fiscal.

Asimismo se asumir ]a guarda por la entidad pblica cuando as lo acuerde


el Juez en los casos en que legalmente proceda.

3. La guarda asumida a solicitud de los padres o tutores o como funcin de la tutele


por ministerio de la Ley, se realizar tediante el acogimiento familiar o el
acogimiento residencial. El acogimiento familiar se realizar por la persona o

pag. 13
personas que determine la entidad pblica. El acogimiento residencial se realizad
por el Director del centro donde sea acogido el menor.

4. Se buscar siempre el Inters del menor y se procurar, cuando no sea contrario


a ese inters, su reinsercin en la propia familia y que la guarda de los hermanos
se confe a una misma institucin o persona.

5, Si surgiesen problemas graves de convivencia entre el menor y la persona o


personas a quien hubiere sido confiado en guarda, aquel o persona interesada podr
solicitar la remocin de sta.

6. Las resoluciones que aprecien el desamparo y declaren la asuncin de la tutela por


ministerio de la Ley sern recurribles ante la jurisdiccin civil sin necesidad de
reclamacin administrativa previa. (DIspauicia ini quinta).

Entre las principales innovaciones que introduce


esta ley en su Titulo U (Actuaciones en situacin de
desproteccin social del menor e instituciones de
proteccin de menores> se encuentran las siguientes:

Toda persona o autoridad, y especialmente


aquellas que por su profesin o funcin, detecte
una situacin de riesgo de desamparo de un menor,
est obligada a auxiliarlo y a comunicarlo a la
autoridad o a sus agentes ms prximos, as como
a comunicar su ausencia habitual o sin
justificacin del centro escolar. (CapItulo 1,
Art. 13).

- Dentro de las situaciones de desproteccin


social del menor distingue entre situaciones de
riesgo y situaciones de desamparo. Cada una de
ellas da lugar a un grado distinto de intervencin
de la entidad pblica. Las situaciones de riesgo
son aquellas en las que el perjuicio para el menor
no alcanza la gravedad suficiente como para

pag. 14
justificar su separacin del ncleo familiar y la
intervencin consiste en eliminar los factores de
riesgo dentro de la propia familia. En las
situaciones de desamparo la gravedad de los hechos
conhieva la extraccin del menor de la familia, se
suspende la patria potestad o tutela ordinaria y
es la entidad pblica la que asume la tutela
familiar. (CapItulo 1, Art. 17 y Art. 18).

En cuanto a la adopcin se aade una nueva


condicin: la declaracin de idoneidad del
adoptante o adoptantes por la entidad pblica, que
debern cumplir tambin las adopciones realizadas
en el extranjero.

Las entidades pblicas incrementan sus


atribuciones en el mbito de la adopcin
internacional ya que adems de la citada idoneidad
y la recepcin y tramitacin de solicitudes,
elaborarn, controlarn e inspeccionarn las
directrices de actuacin de la entidades que
dentro de su mbito territorial realicen funciones
de mediacin en dichas adopciones internacionales.

Para evitar adopciones fraudulentas y el


trfico ilegal de menores, se exige que las
entidades mediadoras carezcan de nimo de lucro,
que estn acreditadas ante la entidad pblica
correspondiente y que cuenten con medios
materiales y personales adecuados para el
ejercicio de su funcin. <Capitulo III, Art. 25).

Se abordan algunos aspectos de la tutela


desarrollando aquellos aspectos del Cdigo Civil
que requieren matizaciones cuando se refieren a
menores de edad. As, la tutela de un menor de

pag. 15
edad debe tender, cuando sea posible, a la
integracin del menor en la familia del tutor.
Adems se introduce como causa de remocin la
existencia de graves y reiterados problemas de
convivencia y se da en este procedimiento
audiencia al menor. (Capitulo U. Art. 23>.

- La Ley 21/1987 introdujo la figura del


acogimiento familiar, que puede constituirse por
la entidad pblica competente cuando concurre el
consentimiento de los padres y en otro caso, hay
que dirigirse al Juez para que sea ste el que lo
constituya. La aplicacin de este precepto habla
obligado, hasta ahora, a las entidades pblicas a
internar a los menores en algn centro, incluso en
los casos en que la familia extensa habla
manifestado su intencin de acoger al menor, por
no contar con el consentimiento de los padres.
Para remediar esta situacin que puede ser
perjudicial psicolgica y emocionalmente para el
nio, ya que se le priva innecesariamente de la
permanencia en un ambiente familiar, la presente
Ley recoge la posibilidad de que el menor pueda
ser acogido provisionalmente en una familia. El
acogimiento puede ser acordado por la entidad
pblica cuando los padres no lo consientan o se
opongan a l y durar mientras se tramita el
necesario expediente, en tanto no se produzca
resolucin oficial. De esta manera se pretende
facilitar el acogimiento de aquellos nios sobre
los que sus padres han mostrado el mximo
desinters.

Hasta ahora, la legislacin conceba el


acogimiento como una situacin temporal y por
tanto la regulacin del mismo no hacia

pag. 16
distinciones respecto a las distintas
circunstancias en que se encontraba el menor,
dando siempre a la familia acogedora una autonoma
limitada en cuanto a su cuidado. Para dar
respuesta a la diversidad de situaciones de
desproteccin en las que se pueden encontrar los
menores, se flexibiliza la acogida familiar y se
adecua el marco de relaciones entre los acogedores
y el menor acogido en funcin de la estabilidad de
la acogida. Surgen as tres tipos de acogimiento.
Junto al acogimiento simple, que tendr carcter
transitorio, bien porque de la situacin del menor
se prevea la reinsercin en su propia familia o
bien en tanto se adopte una medida de proteccin
de carcter ms estable, se introduce la
posibilidad del acogimiento permanente. Este
tendr lugar cuando la edad u otras circunstancias
del menor y su familia as lo aconsejen y as lo
informen los servicios de atencin al menor. En
tal supuesto, la entidad pblica podr solicitar
del Juez que atribuya a los acogedores aquellas
facultades de la tutela que faciliten el desempeo
de sus responsabilidades, atendiendo en todo caso
al inters superior del menor. Por ltimo, se
recoge expresamente la modalidad del acogimiento
preadoptivo que en la Ley 21/1987 apareca
nicamente en la exposicin de motivos. Se prev
la posibilidad de establecer un periodo
preadoptivo, a travs de la formalizacin de un
acogimiento con esta finalidad, bien sea porque la
entidad pblica eleve la propuesta de adopcin de
un menor o cuando considere necesario establecer
un periodo de adaptacin del menor a la familia
antes de elevar al Juez dicha propuesta.
(Disposicin final sptima).

pag. 17
Con ello intentan subsanarse las
insuficiencias de las que adoleca el articulo
173.1 del Cdigo Civil diferenciando entre los
distintos tipos de acogimiento en funcin de que
la situacin de la familia pueda mejorar y que el
retorno del menor no implique riesgos para ste,
que las circunstancias aconsejen que se constituya
con carcter permanente, o que convenga
constituirlo con carcter preadoptivo.

Como hemos sealado anteriormente, el marco


normativo general para la proteccin de los menores en
nuestro pas incluye tambin las normas contenidas en
el Cdigo Penal. Tras las modificaciones introducidas
por la Ley Orgnica 3/1989, de 21 de junio (B.O.A. niza.
148, de 22 de junio), se tipificaron como delitos o
faltas un conjunto de conductas atentatorias contra la
integridad, la salud, la dignidad y el desarrollo de
los menores, que han sido recogidas por la Ley Orgnica
1011995, de 23 de noviembre, del Cdigo Penal (S.Q.L
mli. 281, de 24 de noviembre).

Con relacin a la violencia fsica ejercida contra


los menores, adems de la regulacin genrica sobre el
homicidio, en la Ley Orgnica 3/1989 se contemplaban
los tipos especficos de parricidio e infanticidio. De
igual modo se cre el tipo especifico de los malos
tratos (Libro II, Titulo VII, Capitulo VI, Art. 425),
para los cuales se endurecen las penas en la Ley
Orgnica 10/1995 (Libro II, Titulo III. Art. 153),
pasando del arresto mayor (un mes a seis meses> a
castigarse con penas que van de seis meses a tres aos.
Las agresiones de este tipo que no causen lesin son
consideradas como faltas a las personas y no como
delito (Libro III, Titulo 1, Art. 617).

pag. 18
El abuso sexual se encontraba recogido en diversas
manifestaciones en la Ley orgnica 3/1989 (Libro II,
Titulo II): violacin y agresiones sexuales (Capitulo
1, Arts. 429 y 430), estupro (Capitulo III, Arts. 434,
435 y 436>, exhibicionismo y provocacin sexual
(Capitulo II, Arta. 431 y 432), rapto (Capitulo IV,
Art. 440> y la promocin, favorecimiento o facilitacin
de la prostitucin o corrupcin de menores (Capitulo
VI, Arts. 452 bIs b), 452 bIs c), 452 bis e).

Cualquier acceso carnal por va vaginal, anal o


bucal con un menor de doce aos cumplidos, aunque no se
usase fuerza o intimidacin, era considerado como una
violacin, mientras que si el acceso carnal se produca
con un menor mayor de doce aos se cometa estupro.
Tras la ltima reforma del Cdigo Penal, aparecen los
delitos de agresin sexual (Libro II, Titulo VIII,
Capitulo 1, Arts. 178, 179 y 180) y de abusos sexuales
(Libro XI, Titulo VIII, Capitulo III, Arts. 181, 182 y
183>. El primero de ellos tiene lugar cuando se atenta
contra la libertad sexual de una persona con violencia
e intimidacin y el segundo cuando este tipo de actos
se realicen sin violencia o intimidacin y sin
consentimiento. En todo caso se consideran abusos
sexuales no consentidos los que se ejecuten sobre
menores de doce aos o sobre personas que se hallen
privadas de sentido o abusando de su trastorno mental.
Tanto en el caso de la agresin como del abuso, las
penas previstas se imponen en su mitad superior en
cualquiera de los das casos siguientes: 1. cuando el
delito se cometa prevalindose de su relacin de
parentesco, por ascendiente, descendiente o hermano,
por naturaleza o adopcin de la vctima; 2. cuando la
vctima sea persona especialmente vulnerable por razn
de su edad, enfermedad o situacin.

pag. 19
En cuanto a los delitos de exhibicionismo y
provocacin sexual, mientras que la Ley Orgnica 3/1989
contemplaba que se producan si alguien ejecutaba o
hacia ejecutar a otros actos obscenos o difunda
material pornogrfico ante menores de diecisis aos o
deficientes mentales, o si realizaba o hacia realizar
a otros actos obscenos ante mayores de diecisis aos
pero sin su consentimiento, el nuevo Cdigo Penal habla
nicamente de menores de edad y de personas incapaces
como victimas de estos delitos (Libro II, Titulo VIII,
Capitulo IV, Arts. .185, 186).

Ambas leyes en sus respectivos captulos sobre los


delitos relativos a la prostitucin, penalizan la
promocin e induccin de la prostitucin o corrupcin
de menores, as como el hecho de que la persona que
teniendo bajo su potestad, tutela, guarda o acogimiento
a un menor en estas circunstancias, no haga lo posible
para terminar con esta situacin.

En todos estos delitos que se encuentran


contenidos en el Titulo VIII (Delitos contra la
libertad sexual) de la Ley Orgnica 10/19~5, toda
persona que se encargue de hecho o de derecho del menor
o incapaz <los ascendientes, tutores, curadores,
guardadores, maestros...> y que intervengan como
autores o cmplices sern castigados con la pena que
les corresponda en su mitad superior. Adems, el Juez
o Tribunal podr imponer la pena de inhabilitacin
especial para el ejercicio de los derechos de patria
potestad, tutela, curatela, guarda, empleo o cargo
pblico o ejercicio de la profesin u oficio, por el
tiempo de seis meses a seis aos. (Libro II, Titulo
VIII, Capitulo VI, Art. 192>. (El anterior Cdigo Penal
tambin contemplaba estas circunstancias).

pag. 20
Ley Orgnica 31198g tipificaba la sustraccin de
menores (Libro II, Titulo III, Capitulo II, Arts. 484
y 485), la induccin al abandono del hogar (Libro II,
Titulo XII, Capitulo II, Art. 486) y los aspectos
relacionados con la omisin de cuidados y el abandono
(Libro II, Titulo XII, Capitulo III, Arts. 487 a 489),
introducindose un nuevo delito que hacia referencia a
la explotacin econmica de menores por medio de su
utilizacin para la prctica de La mendicidad.

Todos estos delitos aparecen contenidos en el


Titulo III (Delitos contra las relaciones familiares)
del nuevo Cdigo Penal.

En l la suposicin de parto, la ocultacin o


entrega de un hijo a terceros para alterar o modificar
su filiacin y la sustitucin de un nio por otro,
adems de ser castigados con las correspondientes penas
de prisin, pueden conllevar la inhabilitacin del
derecho de patria potestad sobre el hijo o descendiente
o sobre el resto de hijos o descendientes por tiempo de
cuatro a diez aos. Esta ley tambin contempla la
responsabilidad de los encargados de la identificacin
y custodia de los menores en los centros sanitarios o
socio-sanitarios (Libro II, Titulo III, Capitulo II,
Art. 220).

Se penaliza la entrega de un menor, mediando


compensacin econmica y eludiendo los procedimientos
legales de la guarda, acogimiento o adopcin, para
establecer una relacin anloga a la de filiacin, as
como el recibirlo o hacer de intermediario. Si en estos
hechos participan guarderas, colegios u otros locales
o establecimientos, se impondr a los culpables la pena
de inhabilitacin especial para el ejercicio de estas
actividades y se podr acordar la clausura temporal o

pag. 21
definitiva de estos establecimientos (Libro II, Titulo
XII, Capitulo II, Art. 221>.

El educador, facultativo, autoridad o funcionario


que en el ejercicio de su autoridad o cargo, realice
las conductas descritas en los dos artculos
anteriores, incurrir en las penas que para ellos se
sealan y, adems, en la de inhabilitacin especial
para empleo o cargo pblico, profesin u oficio, de dos
a seis aos.

Los aspectos relacionados con el quebrantamiento


de los deberes de custodia, la induccin de menores al
abandono del domicilio, el abandono de la familia o de
menores y la utilizacin de stos para la mendicidad,
aparecen nuevamente recogidos en el Capitulo III (De
los delitos contra los derechos y deberes familiares)
de ste Titulo III. En muchos de estos casos, adems de
las penas correspondientes, se puede imponer la pena de
inhabilitacin para el ejercicio de la patria potestad
o de los derechos de guarda, tutela, curatela o
acogimiento familiar por diversos perodos de tiempo.

A lo largo de este apartado podemos ver el cambio


que se ha ido produciendo en la consideracin de cules
son los derechos de la infancia y cmo protegerlos.
Quizs, el aspecto ms relevante sea la consideracin
de los nios y nias como sujetos de derechos y el
hecho de que su proteccin contra los malos tratos no
dependa de iniciativas personales, sino que dispone de
un amparo jurdico que compromete a los Estados.

Nos hemos referido casi exclusivamente a lo que ha


acontecido en Europa y Estados Unidos. Sin embargo,
tenemos que sealar que a partir de 1990 son muchos los
paises que desde distintos mbitos culturales se han

pag. 22
adherido o han ratificado su adhesin a la Convencin
de los Derechos del Nulo, que seftala en su Prembulo la
necesidad de tener en cuenta la importancia de las
tradiciones y los valores culturales de cada pueblo
para la proteccin y el desarrollo armonioso del nio.

1.3.- LA INVESTIGACIN EN EL CAMPO DE LOS


MALOS TRATOS.

El sndrome del nio golpeado fue descrito por


primera vez en 1868 por Ambroise Tardieu, catedrtico
de Medicina Legal en Paris. Hubo de basarse en los
hallazgos obtenidos de las autopsias. Describi 32
nios golpeados o quemados hasta producirles la muerte.

Era el mismo ao, Atbol Johnson, del Hospital for


Sick Children de Londres, llam la atencin sobre la
frecuencia de fracturas mltiples en nios. Las
atribuy al estado de los huesos, en aquella poca el
raquitismo era muy frecuente. Hoy sabemos que casi
todos los casos descritos por l eran, en realidad,
nios maltratados <ICempe y Kempe, 1979). No obstante,
la teora del raquitismo prevaleci hasta bien entrado
el siglo XX.

Tiene que pasar bastante tiempo hasta que el


pediatra y radilogo americano John Caffey publique en
1946 un reportaje referente a seis lactantes y nios
pequeos que presentaban mltiples fracturas y hematoma
subdural y seala la posibilidad de que tales lesiones
tengan un origen traumtico. En 1953, Silverman
establece la causa traumtica en casos similares.

pag. 23
En 1962, ICempe y sus colaboradores definen el
sndrome del nulo golpeado como: el USO de la fuerza
fsica en forma intencional, no accidental, dirigido a
herir, lesionar, destruir a un nUlo, ejercido por parte
de un padre u otra persona responsable del cuidado del
menor. Este trabajo que fue recogido por la prensa,
tuvo un gran impacto social y surgieron iniciativas
legislativas de tipo estatal y federal que obligaban a
denunciar cualquier sospecha de maltrato.

En Europa se produjo un proceso semejante,


especialmente en los paises nrdicos, Francia, Alemania
y Reino Unido.

Desde la dcada de los aos sesenta y hasta


nuestros das, el estudio de los malos tratos a la
infancia ha evolucionado fundamentalmente en dos
aspectos. Por una parte, comenz centrndose en el
maltrato activo de tipo fsico, pero poco a poco fue
amplindose hacia otras formas de malos tratos
intrafamiliares (negligencia fsica, maltrato emocional
activo, abandono emocional>. Con relacin al ahuso
sexual fue Freud el primero en reconocer su frecuencia
y poco a poco acapar el inters de muchos
investigadores. Asimismo, surge una nueva categora,
los malos tratos extra!amiliares, que incluyen
determinados tipos de actuaciones de distintas
instituciones (la escuela, las fuerzas de seguridad, el
sistema sanitario...>, la explotacin laboral,
sexual... Por otra parte, los primeros estudios
focalizaron su inters en los perpetradores de los
malos tratos y en sus causas. Se pensaba que deban ser
personas con patologas psquicas graves o con
dificultades econmicas extremas. A partir de los aos
setenta, se abandonan estos modelos unicausales y se
adoptan modelos multicausales que permiten abarcar toda

pag. 24
la complejidad del fenmeno. Los malos tratos a la
infancia se producen debido a la interaccin de
distintos factores de riesgo que operan a distintos
niveles.

Paralelamente surgen otros campos de


investigacin: la frecuencia con que se producen, la
bsqueda de indicadores de riesgo que permitan detectar
cada uno de los tipos de maltrato, sus consecuencias a
corto y largo plazo, la transmisin intergeneracional
y la efectividad de las intervenciones.

Estas investigaciones se han tenido que enfrentar


a importantes problemas tericos y metodolgicos, que
condicionan la interpretacin de sus resultados.
Siguiendo a De Pal y Arrubabarrena (1990> y a Kinard
<1994>, sealamos los ms relevantes:

1. La falta de definiciones operativas o la


utilizacin de diferentes definiciones del
concepto de malos tratos y de cada uno de sus
tipos.

2. En las investigaciones sobre las consecuencias


de los malos tratos habra que tener en cuenta su
tipo, frecuencia, duracin, intensidad y edad en
La que se produjeron, ya que todas estas variables
podran influir en los resultados obtenidos. Sin
embargo, en muchas ocasiones es difcil disponer
de estos datos.

3. La utilizacin de casos detectados por los


servicios sociales y judiciales que, por lo tanto,
no representaran a la totalidad de la poblacin
de sujetos victimas de malos tratos o a la
totalidad de familias maltratantes.

pag. 25
4. La utilizacin de grupos de comparacin
adecuados que renan los criterios exigibles de
emparejamiento. Es necesario separar los posibles
secuelas producidas por los malos tratos de
aquellas atribuibles a la pobreza. Las
investigaciones sobre la incidencia de los malos
tratos encuentran un mayor nmero de casos
conocidos de maltrato y negligencia entre familias
de pocos recursos socioeconmicos que entre
familias de clase media o alta. Pelton (1978,
1981) seala que esto no se debe a un sesgo de las
investigaciones, sino que el estrs que acompaa
a la pobreza puede elevar el riesgo de que se
produzcan malos tratos. Por otra parte, las
familias de un nivel socioeconmico bajo en las
que se producen este tipo de problemas son ms
fcilmente detectadas por los servicios sociales,
que las de niveles medios y altos (Gelles, 1983).
Por todo ello hay que ser muy cuidadoso a la hora
de seleccionar los grupos de comparacin.

5. El predominio de estudios retrospectivos.

6. La utilizacin de mtodos de evaluacin


inadecuados o de instrumentos sin demostrada
validez.

7. Las posibles diferencias entre los sujetos que


acceden a participar en estas investigaciones y
los que no, ya que entre los segundos parece que
suelen ser ms frecuentes los casos ms graves de
malos tratos.

8. A las dificultades comunes a las que se suelen


enfrentar los estudios longitudinales, hay que
aadir en el caso de los estudios sobre maltrato,

pag. 26
posibles problemas legales derivados de los
cambios de custodia de los hijos y la movilidad
dentro de estas familias.

Estos son bsicamente los mismos problemas que


hemos tenido que enfrentar a la hora de realizar
nuestra investigacin.

Al definir qu entendemos por malos tratos,


tratamos de elegir definiciones precisas y operativas
de cada uno de los tipos, sobre las que existiera
cierto consenso por parte de los investigadores para
que nuestros resultados fuesen comparables con los
suyos.

Con respecto a los sujetos que componen el grupo


de riesgo todos ellos son nios y adolescentes cuyos
casos han sido detectados por los servicios sociales y
que vivan en residencias dependientes de la Comunidad
Autnoma de Madrid. Esto liniita la generalizacin de
nuestros resultados que no pueden extrapolarse al
conjunto de nios y adolescentes maltratados, sino a
los casos ms cercanos a los servicios sociales a los
que acceden generalmente con ms frecuencia los casos
ms graves, de tipo fsico y de nivel socieconmico ms
desfavorecido. Adems, dado que nuestro inters se
centra en estudiar las consecuencias que se han podido
producir en algunos aspectos del desarrollo
socioemocional de estos nios y adolescentes, hemos
tratado de controlar los posibles efectos positivos y
negativos que podrian derivarse del tiempo que llevaban
viviendo en este tipo de instituciones para, en la
medida de lo posible, diferenciarlos de aquellos
producidos por los malos tratos.

Sin embargo, este aspecto que es muy relevante

pag. 27
desde el punto de vista del investigador interesado en
el estudio de las secuelas que puede producir el sufrir
estas experiencias, queda relativizado si se tiene en
cuenta que este es el contexto con el que interaccionan
y en el que construyen su propio desarrollo muchos
nios y adolescentes dentro de los servicios de
proteccin al menor.

Desde una visin contextualistainteraccionista


consideramos que el desarrollo psicolgico es en gran
parte el trasunto interno de relaciones interpersonales
estables que los nios mantienen con su entorno. Estas
relaciones que moldean su propio desarrollo estn
contextualmente condicionadas, por lo que el medio en
el que viven estos nios es inseparable de sus propias
caractersticas evolutivas. En este sentido, resulta
prcticamente imposible, separar las consecuencias de
los malos tratos del contexto en el que se desarrollan
los sujetos que los han sufrido. Estos pueden
encontrarse viviendo con sus familias de origen, en
familias funcionales, en hogares funcionales, en
centros de acogida, en situacin de acogimiento o
adopcin o en residencias, que suponen contextos de
desarrollo muy diferentes entre s y que en interaccin
con la edad del nio y el tipo de malos tratos sufrido,
pueden tener diferentes consecuencias en el desarrollo
(fliaz-Aguado y Martnez Arias, 1996; DlazAguado,
Segura y Royo, 1996).

Quizs, esto nos lleva a delimitar an ms


nuestros resultados. Slo serian extrapolables a los
casos de malos tratos detectados por los servicios
sociales y que se encuentran en este tipo de
residencias.

Por otra parte, estos establecimientos distan

pag. 28
mucho de los que se encontraron en sus investigaciones
Bowlby (1950), Spitz (1945) o Spitz y Wolf (1946>. A
partir de que el Comit de Ministros del Consejo de
Europa adoptara la Resolucin (77) 33 sobre la acogida
de nios, se ha producido un importante cambio en las
instituciones residenciales que atienden a nios en
dificultades sociofamiliares. Esta resolucin resalt
la necesidad de que se suprimieran progresivamente los
grandes establecimientos, se organizaran los existentes
en subunidades de tipo familiar, acogieran a nios de
todas las edades y gneros, dispongan de personal
mixto, puedan acoger juntos a los hermanos, faciliten
el contacto con los padres, dispongan de unidades
especiales para adolescentes y se mantengan abiertos al
mundo exterior. El cambio que se ha producido en estas
instituciones hace necesario que se desarrollen nuevas
investigaciones para conocer el posible efecto de la
institucionalizacin en el desarrollo de los nios y
adolescentes, ya que los contextos en los que
actualmente viven no son comparables con los que
existan cuando se realizaron las primeras
investigaciones sobre las consecuencias de la
institucionalizacin.

Hemos intentado que los nios y adolescentes del


grupo de comparacin provinieran de familias del mismo
estrato social que los del grupo de riesgo (adems de
ser equiparables en cuanto a su edad y gnero) para que
las posibles diferencias no se pudieran atribuir a esta
variable. Para ello fue de gran utilidad la ayuda de
los trabajadores sociales de las residencias, que nos
describieron las caractersticas socioeconmicas de las
familias a cuyos hijos atendan. En base a esta
informacin elegimos el. grupo de comparacin.

Tambin procuramos descartar que en este grupo

pag. 29
hubiese algn caso de maltrato o de negligencia. Entre
estos nios y adolescentes no existen casos registrados
por los servicios sociales, pero podran no haber sido
detectados. Para asegurarnos, consultamos a sus
profesores. Los datos de aquellos nios de los cuales
no tenan informacin suficiente para asegurar que, sin
duda alguna, no haban sufrido este tipo de
situaciones, no fueron utilizados en esta
investigacin.

Con relacin al quinto punto, los estudios


retrospectivos, los problemas surgen principalmente a
la hora de interpretar sus resultados en las
investigaciones sobre los sujetos maltratadores y en
las investigaciones diseadas para detectar las
caractersticas de los nios ms vulnerables a ser
objeto de malos tratos.

En las primeras se han encontrado una serie de


variables psicolgicas (sntomas depresivos, historia
de malos tratos...) y sociales (falta de apoyo social,
aislamiento...> que tomadas aisladamente aparecen en
amplios sectores de la poblacin, de los cuales un
pequeo porcentaje es maltratador. El error consiste en
considerarlas aisladamente causas y no factores de
riesgo, cuya acumulacin determinara en cada caso el
que se produjera o no la situacin de maltrato.

En las segundas se intenta detectar una serie de


variables del nio que generaran alteraciones en la
interaccin con sus padres. El empleo de estudios
retrospectivos implica que se evala al nio despus de
haber sido identificado como un caso de maltrato o
negligencia, con lo que podemos estar confundiendo lo
que serian las consecuencias de la interaccin familiar
con las supuestas causas de la misma.

pag. 30
En nuestra investigacin realizamos la evaluacin
cuando el maltrato y/o abandono ya se habla producido
con las limitaciones que supone el hecho de ser casos
identificados, de las que ya hemos hablado
anteriormente.

Respecto los instrumentos de evaluacin que hemos


empleado, su validez ha sido demostrada en otras
investigaciones (Daz-Aguado y Martnez Arias, 1995b,
1g95c; Diaz-Aguado y Royo Garca, 1995; fliazAguado,
Martnez Arias y Segura Garca, 1995).

Por ltimo, para referirnos al los puntos 7 y 8,


tenemos que sealar que ningn nio o adolescente se
neg a participar en nuestra investigacin y que aunque
lo ideal hubiese sido realizar un estudio longitudinal,
carecamos de los medios necesarios para ello.

pag. 31
2. DEFINICIN DEL CONCEPTO DE
MALOS TRATOS.

2.1.- PRINCIPALES DIFICULTADES DE LAS


DEFINICIONES.

Es di! icil encontrar definiciones claras y


consensuadas de aquello que consideramos malos tratos.
Esta dificultad se debe, principalmente, a las
siguientes cuestiones:

a>- El maltrato infantil es un problema complejo


que involucra a distintas disciplinas y mbitos
profesionales. Puede ser considerado desde el
punto de vista mdico, legal o de proteccin al
menor. Cada uno de estos mbitos ha desarrollado
sus propias definiciones en base a sus objetivos.

Desde el punta de vista de la investigacin


evolutiva, las situaciones de maltrato se definen
por el comportamiento de los padres o cuidadores
y por los efectos que dichas actuaciones pueden
tener en los nios (Giovanni, 1989>. Desde la
perspectiva del comportamiento parental,
de! minamos el maltrato infantil en funcin de un
tipo concreto de acciones u omisiones. Habra que
especificar la frecuencia e intensidad que una
conducta requiere para ser considerada como
maltratante. Tambin seria necesario valorar la
posible intencionalidad, con las dificultades que
ello supone en muchas ocasiones (por ej., un nio

pag. 32
puede recibir falta de atencin porque un cuadro
depresivo impide el cumplimiento adecuado del rol
parental>.

En general, se admite que los criterios que


deben seguirse para calificar una situacin como
maltratante han de basarse en las consecuencias en
el nio, en la existencia de un dao real o
potencial que compromete su desarrollo a corto,
medio o largo plazo.

El nio es un sistema cambiante en continuo


desarrollo <Aber y Zigler, 1981; Zigler y Hall,
1989). Los cambios que se producen en el curso del
desarrollo van a afectar a las relaciones del nio
con sus padres o cuidadores, as como a la forma
en que percibe y asimila los estmulos fsicos,
cognitivos, emocionales y sociales del mundo que
le rodea. Un mismo comportamiento parental puede
ser perjudicial en un determinado momento
evolutivo y no serlo en otro.

En esta misma lnea de establecer qu


comportamientos parentales, en interaccin con qu
caractersticas del nio pueden producir
consecuencias dainas, habra que tener en cuenta
otro aspecto: la presencia de factores de
vulnerabilidad en el nio. Un comportamiento que
no tendra consecuencias para un nio sano, podra
ser considerado como maltratante o negligente en
otro nio con retraso psquico, con una enfermedad
crnica... La vulnerabilidad varia en funcin del
desarrollo de sus capacidades.

Por lo dicho hasta ahora, podemos concluir


que la investigacin evolutiva tiene dos

pag. 33
importantes aportaciones que realizar en relacin
a la definicin del concepto de malos tratos:
ofrecer informacin objetiva sobre los efectos del
maltrato y presentar una teora avalada
empricamente que ayude a definir el concepto de
malos tratos. La investigacin y la teora que de
ella se derivan, juegan un importante papel en la
exploracin del tipo de interacciones que podran
producir efectos dainos en el desarrollo, as
como ayudan a disear intervenciones eficaces en
funcin de las necesidades del nio.

b)- El maltrato infantil es un fenmeno de


carcter relativo, ms que absoluto. Toda
definicin surge de lo que es acordado en una
sociedad como prcticas de educacin y crianza
aceptables o no aceptables. De acuerdo con
Garbarino, Guttmann y Seeley (1989), el maltrato
es intrnsecamente una etiqueta social. No es
suficiente que un patrn de comportamiento sea
considerado nocivo, ha de violar, tambin, alguna
norma de lo que se considera apropiado segn los
valores de una comunidad.

La definicin de las situaciones de buen y


mal trato a los nios debe establecerse en la
interaccin entre dos variables: lo que se ha
demostrado que deben ser unos mnimos de cuidado
y atencin para conseguir un desarrollo adecuado
y los valores culturales sobre la socializacin,
en la medida en que dicha socializacin ha de
realizarse en el ambiente cultural de cada sujeto.

El establecer unos mnimos sobre cul debe


ser el cuidado y atencin a los menores es til
para entender como el maltrato, en cada una de sus

pag. 34
formas, se presenta como un continuo donde un
comportamiento es considerado ms grave a medida
que se distancia ms de estos mnimos.

c)- El maltrato infantil no es un fenmeno


homogneo (Ci cchetti y Rizley, 1981>. Los
diferentes tipos de malos tratos son heterogneos
en su etiologla, secuelas y tra talento. Si son
considerados globalmente no es fcil analizar la
relacin entre el patrn de cuidado inadecuado,
las causas del mismo, los efectos en el nio y la
eficacia de la prevencin o tratamiento. Esto
supone la necesidad de establecer unos criterios
claros sobre cada uno de ellos, teniendo en cuenta
todo lo sealado hasta ahora.

La falta de definiciones claras y consensuadas


sobre el concepto de malos tratos a la infancia ha
acarreado importantes problemas entre los que
sealamos: 1. el que los investigadores utilicen
diferentes definiciones ha producido una gran
inconsistencia entre los resultados obtenidos; 2.- como
ponen de manifiesto Giovann y Becerra <1979>, en
ausencia de criterios claros se corre el riesgo de no
detectar ciertos casos que requieren proteccin y de
intervenir en situaciones donde no se da maltrato.

2.2.- EL ALCANCE DE LAS DEFINICIONES.

Las distintas definiciones podran situarse a lo


largo de un continuo segn su carcter ms o menos
restringido.

pag. 35
Las de menor amplitud incluyen nicamente el
maltrato fsico activo, intencional y severo. Estas
definiciones coinciden cronolgicamente con los
primeros intentos de abordar el fenmeno de los malos
tratos a la infancia. Posteriormente se ir ampliando
su rango para incluir otros aspectos.

Henry Kempe (1962>, quien introdujo el


trmino sndrome del nio golpeadot, de! ma los malos
tratos como: una condicin clnica de los niDos que
han sido maltratados fisicam ente de forma severa,
generalmente por sus padres a cuidadores.

Fontana, Donovan y Wong (1963), ampliaron el


concepto para hacer tambin referencia a la
malnutricin, la negligencia y la deprivacin
emocional.

Gil <1970>, hizo especial hincapi en la


intencionalidad. El maltrato es el uso intencional, no
accidental de la tuerza fsica o actos intencionales,
no accidentales, de omisin por un padre u otro
cuidador... con el propsito de lastimar, dallar o
destruir al niDo.

Las definiciones ms amplias incluyen todos


aquellos aspectos que puedan interferir en el
desarrollo ptimo del nio. La Child Welfare Lea que of
America conceptualiz el maltrato infantil como la
negacin de experiencias normales que producen
sentimientos de ser amados, querido, de seguridad y de
vala, a la vez que la exposicin a circunstancias
desagradables y desmoralizantes (Giovanni y Becerra,
1979).

Garbarino, Guttmann y Seeley (1989), lo definen

pag. 36
como actos de omisin o comisin por parte de un padre
o cuidador que, en base a los valores de la comunidad
y del dictamen de los profesionales, son juzgados
inadecuados o daflinos. El maltrato es intrnsecamente
una etiqueta social. No es suficiente que los patrones
de conducta sean perjudiciales, sino que tambin deben
violar alguna norma sobre lo que se considera
apropiado. Cabria preguntarse qu criterio es ms
importante. Segn estos autores, la conducta debe
violar seriamente uno de ellos y, al menos,
moderadamente el otro para ser considerada maltrato.
Ningn criterio es suficiente por si mismo, ambos son
necesarios, aunque cuanto ms grave es la violacin de
uno de ellos, menos grave necesita ser la del segundo.

En otros casos se incluyen la desatencin de


necesidades mdicas (mantenimiento de las condiciones
sanitarias del hogar>, educacionales (tolerar el
absentismo escolar o impedir la asistencia a la
escuela> y el permiso tcito de conductas perniciosas
(delincuencia, abuso de drogas...).

Todas estas definiciones se refieren a los malos


tratos que se producen dentro de la familia, Sin
embargo, ste no es el nico mbito en el cual se puede
producir el maltrato. Diversos autores han definido el
llamado maltrato institucional. Puede dirigirse a un
individuo o a la infancia como grupo, no es necesario
un contacto directo con el nio por parte del presunto
agresor~ . Tiene lugar en distintos campos: sanitario,
educativo, jurdico, fuerzas de seguridad, servicios
sociales, actuacin poltica, medios de comunicacin...
(Diaz, 1993).

Martnez y Snchez (1989) lo definieron como


cualquier legislacin, programa, procedimiento,

pag. 37
actuacin u omisin procedente de los poderes pblicos
o bien derivada de la actuacin individual del
profesional o funcionario de las mismas, que comporta
abuso, negligencia, detrimento de la salud, la
seguridad, el estado emocional, el bienestar fsico, la
correcta maduracin o que viole los derechos bsicos
del nilo/a y/o de la Infancia.

El maltrato institucional es un tipo de maltrato


extrafamiliar, en el que se incluiran otras formas
como la explotacin laboral, la explotacin sexual,
etc. (Martnez y De Paul, 1993>.

Nuestra investigacin se inscribe dentro de los


malos tratos familiares.

2.3. LOS MALOS TRATOS FAMILIARES.

Existe un creciente consenso al considerar los


malos tratos como el deterioro extremo dentro del
continuo en el que pueden conceptualizarse las
relaciones familiares (Wolfe, 1987>. Esta
conceptualizacin permite detectar situaciones de
riesgo e intervenir desde una perspectiva preventiva.

En nuestro trabajo partimos de las definiciones


dadas por investigadores que han realizado importantes
estudios en nuestro pas. Creemos que son definiciones
claras y compartidas por otros investigadores dentro de
nuestro contexto cultural, lo que puede permitir la
comparacin de resultados.

En ellas se concretan el tipo de conductas que

pag. 38
determinadas personas dirigen a un menor, describiendo
las posibles repercusiones sobre su desarrollo. Adems,
son suficientemente amplias como para incluir las
distintas tipologas de las que hablaremos
posteriormente.

Por malos tratos entendemos:

Cualquier daflo fsico o psicolgico no accidental


a un nUlo menor de diecisis sEos ocasionado por
sus padres o cuidadores, que ocurre como resultado
de acciones fsicas, sexuales o emocionales, de
omisin o comisin, y que amenazan el desarrollo
normal tanto fsico como psicol6gico del nUlo.
(Gracia y Musitu, 1993, pag. 35).

Las lesiones fsicas o psicolgicas no


accidentales ocasionadas por los responsables del
desarrollo, que son consecuencias de acciones
fsicas, emocionales o sexuales, de comisin u
omisin y que amenazan el desarrollo fsico,
psicolgico y emocional considerado como normal
para el niDo. <Martnez y De Pal, 1993, pag.23).

Aunque en la primera de estas definiciones se


considera que los malos tratos se cometen con menores
de diecisis aos, nosotros consideramos la minora de
edad hasta los dieciocho aos.

2.3.1.- TIPOLOGIAS DE LOS MALOS TRATOS FAMILIARES.

Aunque no existe un acuerdo unnime a la hora de


clasificar los distintos tipos de malos tratos,
generalmente se concretan en cinco clases de

pag. 39
comportamientos: maltrato fsico activo, maltrato
emocional activo, negligencia o abandono fsico,
negligencia o abandono emocional y abuso sexual.

Algunos autores (Garbarino, 1989; Garbarino, 1993;


Garbarino y Vondra, 1987; Navarre, 1987> consideran que
es la consecuencia psicolgica de un determinado acto
lo que lo define como maltrato. El maltrato psicolgico
es la cuestin nuclear en el marco ms amplio del abuso
y de la negligencia. Proporciona el rasgo unificador y
es el rasgo critico en la mayora de los casos de
maltrato fsico activo, sexual... (por ejemplo, para el
niflo no tiene el mismo significado una lesin producida
por su padre o su madre, que otra, aunque sea ms
grave, producida en una competicin deportiva>.
Raramente el nio tiene experiencia de maltrato o de
abandono en una relacin positiva y educadora. Desde
este punto de vista, los malos tratos serian siempre
malos tratos psicolgicos y el resto de las categoras
no serian sino dominios del maltrato psicolgico.
Tampoco tendra especial inters el diferenciar entre
maltrato emocional activo y negligencia emocional.

Aunque esta perspectiva tiene mucho de acertado y


aunque se ha demostrado que en muchos casos un mismo
sujeto suele ser vctima de distintos tipos de malos
tratos <Claussen y Crittenden, 1991>, creemos que es
muy importante definir operativamente cada uno de
ellos, ya que diversas investigaciones han demostrado
que las secuelas pueden variar en funcin del tipo de
malos tratos sufridos (Cicchetti y Rizley, 1981;
Egeland y Erickson, 1987; Egeland y Srouf e, 1981b;
Erickson el al., 1989>. Agruparlos bajo el trmino
maltrato infantil puede crear confusiones y oscurecer
las posibles diferencias en la etiologa, secuelas,
patrones de transmisin intergeneracional y respuestas

pag. 40
al tratamiento de los distintos tipos de malos tratos
(Cicchetti y Rizley, 1981).

A continuacin, vamos a exponer las definiciones


de cada uno de los tipos de malos tratos:

Maltrato tsico activo: cualquier accin no


accidental producida por un adulto encargado de
cuidar al nio que le cause o pudiera haber
causado lesiones o daos fsicos, estn o no
relacionadas con la disciplina.

- Negligencia o abandono fsico: las necesidades


fsicas del nio (alimentacin, higiene, cuidados
mdicos, proteccin ante posibles accidentes...)
son desatendidas de forma continuada por los
adultos encargados de su cuidado.

Maltrato emocional activo: cualquier accin no


accidental realizada por un adulto encargado de
cuidar al nio, que causa o puede causarle graves
deterioros en el desarrollo social, emocional o
intelectual. Incluye acciones como la hostilidad
y el rechazo crnicos, la corrupcin, aterrorizar
al nio, impedirle su integracin en contextos
necesarios para su desarrollo, etc.

- Negligencia o abandono emocional: las


necesidades psicolgicas del nio son desatendidas
de manera continuada por los adultos encargados de
su cuidado. Incluye acciones como la falta
persistente de disponibilidad psicolgica, de
respuesta a las conductas iniciadas por el nio y
de iniciativas de interaccin por parte del
adulto, el permiso tcito de conductas dainas
(delincuencia, uso de drogas...).

pag. 41
Abuso sexual: cualquier actividad sexual que
implica a un menor de edad mediante el uso de la
intimidacin, de la fuerza o de otro tipo de
manipulaciones y que viola los tabes sociales y/o
las normas legales.

Probablemente el abuso sexual sea el tipo de malos


tratos ms difcil de definir. En la definicin que
hemos expuesto no hacemos referencia a que el autor sea
un adulto encargado de cuidar al nio porque, de
hacerlo, excluiramos aquellos casos en que el abuso es
cometido por hermanos u otros familiares. Por la misma
razn tampoco hemos sealado que sea necesario que
entre la vctima y el agresor deba existir una
diferencia de edad determinada. Dudamos si establecer
una edad determinada para las victimas, pero al final
decidimos el uso de la intimidacin, de la fuerza o de
ciertas manipulaciones (como el engao) y la violacin
de ciertas normas sociales eran relevantes
independientemente de la edad del menor.

Debido a que las necesidades del sujeto y las


acciones que pueden poner en peligro su desarrollo
<intelectual, social y emocional) varian a lo largo del
curso evolutivo, es importante definir las conductas
que suponen negligencia y maltrato en funcin del nivel
evolutivo del nio. En este sentido, creemos que aunque
la mayora de las conductas que se consideran maltrato
o abandono lo son desde la infancia hasta la
adolescencia, algunas puede ser especialmente
perniciosas en determinados perodos del desarrollo.
Siguiendo la perspectiva organizacional del desarrollo,
de la que hablaremos en el Capitulo 5 y que ha guiado
las investigaciones ms relevantes en el estudio de las
consecuencias de los malos tratos, podemos sealar una
serie de tareas evolutivas criticas para la adaptacin

pag. 42
del sujeto en cada momento del desarrollo. Su
superacin permitir la adaptacin y facilitar el
logro de otras tareas criticas del mismo o de un
periodo evolutivo posterior. Cualquier accin de los
cuidadores que comprometa la superacin de stas puede
ser considerada maltrato o negligencia.

Durante la infancia el nio necesita establecer


relaciones de apego que le transmitan una confianza
bsica para organizar su conducta y explorar de una
manera competente el ambiente fsico y social. Todas
aquellas conductas como el rechazo del contacto fsico,
la falta de respuesta a las interacciones iniciadas por
el nio, la falta de iniciativas de interaccin por
parte de sus cuidadores, la escasa estimulacin
ambiental, etc., que comprometan el logro de este
sentimiento de confianza, pueden producir graves
deterioros en el desarrollo. A medida que el nio crece
aumenta su autonoma, va ampliando su mundo social
relacionndose con otros adultos y con sus iguales;
adems, debe incorporarse a la escuela en la cual
tendr que adquirir determinados aprendizajes. Acciones
como la negligencia que puede estimular el absentismo
escolar, el no facilitar sus relaciones con otros
nios, no estimular su autonoma y motivacin de logro,
una disciplina inconsistente, etc., pueden ser
especialmente perjudiciales en este periodo evolutivo
y condicionar el desarrollo posterior. En la
preadolescencia y durante la adolescencia, el sujeto se
replantea su identidad personal, establece relaciones
afectivas y sexuales y debe tomar decisiones sobre su
futuro. Los abusos sexuales, el hostigamiento verbal,
etc., podran tener una especial relevancia para estos
sujetos.

Como hemos sealado antes, los distintos tipos de

pag. 43
malos tratos suelen coexistir y raramente se observan
de forma aislada. Por otra parte, los casos de abandono
(fsico o emocional> son ms frecuentes que los de
maltrato activo <fsico o emocional> y la mayora de
los casos que pertenecen a esta ltima categora,
tambin se incluyen en la primera <DiazAguado, Segura
y Royo, 1995; Russell y Trainor, 1984). Estos datos
sugieren la necesidad de descubrir qu relacin existe
entre los distintos tipos de malos tratos. Los
resultados obtenidos por DiazAguado et al. <en prensa)
permiten concluir que en muchas ocasiones las formas
ms graves de malos tratos, las que suponen un mayor
deterioro de las relaciones familiares, incluyen a las
menos graves. Estas autoras han realizado una
investigacin con 205 nios, entre 6 y 15 aos, en los
que se haban detectado distintos tipos de malos
tratos. Analizando la combinacin existente entre los
distintos tipos de malos tratos detectados y su
frecuencia, observan que el deterioro de las relaciones
familiares suele seguir la siguiente secuencia, de lo
menos grave y ms frecuente a lo ms grave y menos
frecuente:

1. Abandono en el mbito que resulta ms difcil


atender para los padres (fsico o emocional>.

2.- Abandono general del nio en los diversos


mbitos (fsico y emocional).

3. Abandono general y maltrato emocional activo.

4. Abandono general y maltrato emocional activo


y fsico activo.

5. Abandono general, maltrato activo <fsico y


emocional) y abuso sexual.

pag. 44
De acuerdo con este modelo de deterioro
acumulativo, La probabilidad de sufrir o haber sufrido
otras modalidades de malos tratos adems de la(s)
detectada(s> depende de dnde se siten stas. Por
ejemplo, el riesgo de abuso sexual aumenta cuando se
han alcanzado niveles muy graves de maltrato emocional
activo y fsico activo. Por otra parte, las formas ms
graves implican a las anteriores, pero no al revs:

1.- El abuso sexual implica siempre maltrato


emocional activo y, en determinados casos,
maltrato fsico activo. Sin embargo, la mayora de
los casos de maltrato fsico y emocional activos
no suponen abuso sexual.

2.- La mayora de los casos de maltrato fsico


activo implican maltrato emocional activo, pero
puede darse maltrato emocional activo sin que se
produzca maltrato fsico activo.

3. El maltrato fsico y el emocional activos


suponen una grave falta de atencin a las
necesidades del nio, sobre todo a las de tipo
psicolgico, por lo que cabe esperar que con
frecuencia se den junto al abandono, especialmente
al emocional.

Finalmente, habra que considerar otra forma de


maltrato que se produce dentro del mbito familiar, el.
sndrome de Itlachausen por poderes. Debido a que
todava desconocemos mucho sobre l, no suele aparecer
en muchas de las clasificaciones sobre tipos de malos
tratos. Suele ser practicado por los familiares ms
cercanos al nio (generalmente la madre> y consiste en
la simulacin de sntomas fsicos patolgicos en l.
Puede realizarse mediante la administracin o

pag. 45
inoculacin de sustancias, la manipulacin de
excreciones o simplemente sugiriendo una sintomatologa
difcil de demostrar. A menudo estos hechos conllevan
numerosas exploraciones mdicas e ingresos
hospitalarios y los sntomas tienden a desaparecer
cuando se separa al nio del perpetrador. Los nios
suelen ser menores de nueve aos y pueden sufrir
importantes secuelas fsicas y psicolgicas. En muchos
casos los perpetradores presentan alteraciones
psicopatolgicas, han sido victimas de malos tratos y/o
presentan el sndrome de Mtlnchausen, es decir, simulan
sus propias enfermedades <Bools, et al., 1994; Feldman
et al., 1989; JoDes, 1994; Manthei et al.., 1988; Porter
et al., 1994; Rosenberg, 1987>.

2.4.- INCIDENCIA Y PREVALENCIA.

Las estimaciones que se han hecho sobre la


frecuencia con que se producen los malos tratos varian
en funcin de una serie de factores: la forma en que
definamos el maltrato, cmo abordemos la comorbilidad
de las diferentes tipologas, cules sean las fuentes
de informacin (encuestas a la poblacin en general o
a profesionales en contacto con la infancia, frente a
los casos denunciados y/o confirmados por los servicios
de proteccin infantil>, la edad de los nios...

Encontramos cifras ms bajas al calcular la


incidencia (casos anuales> que al calcular la
prevalencia (nmero de sujetos maltratados en su
infancia>, si empleamos el nmero de casos denunciados
y confirmados, en lugar de los notificados o los
meramente conocidos y si controlamos las denuncias que

pag. 46
se refieren a un mismo caso.

En general, podrlamos decir que slo conocemos un


porcentaje de la totalidad de los casos, la punta del
iceberg, formado por aquellos que acceden a los
servicios de atencin y que proceden de los grupos
sociales ms desfavorecidos.

Dicho esto, vamos a exponer algunos datos


encontrados en distintos tipos de estudios.

2.4.1.- INVESTIGACIONES REALIZADAS CON MUESTRAS


REPRESENTATIVAS DE LA POBLACIN GENERAL.

Comenzaremos con los resultados de las


investigaciones epidemiolgicas realizadas con muestras
representativas de la poblacin general o con grupos
considerados de riesgo. Suelen centrarse, generalmente,
sobre un nico tipo de maltrato, ya sea el maltrato
fsico activo o el abuso sexual. Sin embargo, no
existen estudios de este tipo sobre la incidencia y la
prevalencia del maltrato emocional activo, ni de la
negligencia fsica o emocional.

2.4.1.1. Maltrato fsico activo

Gil y Noble <1979) realizaron una encuesta entre


adultos estadounidenses elegidos al azar, sobre el
reconocimiento paterno de la violencia fsica. Un 58%
de los encuestados pensaba que cualquiera poda
maltratar a un nio, un 22% pensaba que ellos mismos
podran llegar a hacerlo, el 3% deca conocer

pag. 47

.
personalmente algn caso de un nio con daos fsicos
durante el ltimo ao y un 0,4% admitla haber
maltratado.

A partir de este 3% calcularon una incidencia de


2,5 a 4 millones de casos de daos fsicos por ao (el
1321 por mil). Compararon esta cifra con los casos
registrados que eran una media de 6.300 por ao. Aunque
los casos de lesiones menos graves no aparezcan en los
registros, la diferencia parece muy grande.

Straus y Gelles (Gelles, 1978; Gelles y Straus,


1987; Straus y Gelles, 1986), investigaron la
incidencia de los malos tratos fsicos activos en 1975
y en 1985.

La metodologa fue diferente en ambas ocasiones.


En 1975, 1.146 parejas (el 64% de las parejas con las
que se contact) con al menos un hijo entre 3 y 17
aos, cumplimentaron personalmente un cuestionario
sobre cmo resolvan los conflictos familiares. En
1985, la muestra final contena 1.428 familias (el 84%)
que fueron entrevistadas por telfono. Aunque en esta
ocasin se obtuvo informacin de familias
monoparentales, no se tuvo en cuenta a la hora de
calcular la incidencia.

Se consideraron malos tratos fsicos las patadas,


mordiscos, puetazos, vapuleos y las amenazas
utilizando un cuchillo o una pistola.

Los datos de estos autores indican que


aproximadamente 1,5 millones de nios habran sido
potenciales victimas de este tipo de violencia en 1975,
frente a los 750.000 de 1985, lo que supone una
disminucin de la incidencia del 36 por mil al ig por

pag. 48
mil, Consideran que esta disminucin es debida a
cambios actitudinales y comportamentales, ms que a las
diferencias metodolgicas.

Por otro lado, los resultados de 1975 indican que


el 6% de las madres eran maltratadoras, frente al 4% de
los padres (Gelles, 1978) y que los malos tratos
fsicos activo eran ms frecuentes en los nios que en
las nias (aproximadamente el 6% frente al 3%>.

Sin embargo, se ha sealado (Starr, Dubowitzy y


Bush, 1990>, que estas investigaciones podran haber
subestimado la incidencia de los malos tratos fsicos
activos por diversas razones: 1) es posible que muchas
personas no reconozcan que se comportan violentamente;
2>- existen otros muchos comportamientos que podran
haberse incluido en la definicin de maltrato fsico
activo (quemaduras, golpear con objetos...>; 3>- los
dos estudios se realizaron con familias cuyos hijos
eran mayores de dos aos, no hay datos de nios de
menor edad; 4> no se han incluido datos referentes a
familias monoparentales, que soportaran un mayor nivel
de estrs, que es uno de los factores de riesgo para la
aparicin de los malos tratos.

Otros estudios calculan una incidencia del abuso


fsico entorno al 14% (Belsky y Vondra, 1987).

2.4.1.2. Abuso sexual

Con relacin al abuso sexual, los estudios basados


en muestras representativas de la poblacin general han
intentado calcular su prevalencia en muestras de
adultos de una manera retrospectiva. Estos datos

pag. 49

.
indicaran el nmero de adultos que sufrieron este tipo
de abuso durante su infancia.

Resulta especialmente difcil comparar estos


estudios debido al empleo de distintas metodologas y
a que muchas veces utilizan distintos parmetros en sus
definiciones: la existencia o no de contacto fsico, si
hubo o no consentimiento, la edad de la vctima, la
diferencia de edad que debe existir entre la vctima y
el perpetrador, si ste debe ser un miembro de la
familia...

Son pocos los estudios que intentan abarcar a toda


la poblacin en general, entre ellos nos encontramos
con una investigacin realizada por Los Angeles Times
(22 in Survey, 1985. citado en Finkelhor, Hotaling,
Lewis, Smith, 1990> en Estados Unidos y con otra
llevada a cabo en Canad (Committee on Sexual Ofenses
Against Children and Youth, 1984. Citado en Starr,
Dubowitzy y Bush, 1990).

En la primera, una muestra de 2.627 adultos


respondieron por telfono a 100 cuestiones relativas al
abuso sexual. El 27% de las mujeres y el 16% de los
varones informaron haber sufrido algn tipo de abuso
sexual en su infancia. La edad media era 9,9 aos en
los nios y 9,6 en las nias. El abuso por un miembro
de la familia era ms frecuente entre las nias <29%
frente al 11% de los nios), siendo realizado en el 6%
de los casos por el padre biolgico o por un varn que
realizaba estas funciones. El abuso realizado por
desconocidos era ms frecuente entre los nios (40%
frente al 21% de las nias).

Los perpetradores eran en su mayora varones <83%


en los nios y 98% en las nias) y al menos diez aos

pag. 50
mayores que sus victimas, aunque entre los nios eran
ms frecuentes que entre las nias los casos de abuso
realizados por adolescentes.

En la segunda participaron 2.135 mujeres y varones


mayores de 17 aos. El 28% de las primeras y el 10% de
los segundos, haban experimentado durante su infancia
algn tipo de abuso sexual. En estos resultados se
incluyen los abuso realizados por un compaero (40% de
los casos) y aquellos que no implican contacto (la
mitad de los casos>.

Lpez (1994) ha realizado un estudio retrospectivo


con una muestra representativa de la poblacin espaola
de 2.000 adultos de edades comprendidas entre los
dieciocho y los sesenta aos. Defini como abuso sexual
como las conductas sexuales entre un adulto mayor de
edad y un menor, teniendo en cuenta las siguientes
precisiones: se entiende por menor hasta los diecisis
aos cumplidos, que el agresor sea cinco aos mayor que
la vctima o que se haya servido de amenazas o de
violencia fsica, se incluyen los casos de
exhibicionismo cuando el agresor y la vctima estaban
solos (no cuando se presencia una escena de este tipo
colectivamente> y las proposiciones verbales deben
haber sido explicitas, claramente recordadas e
interpretadas como presin o acoso para ser
consideradas abuso. Los resultados muestran que el
18,9% de los adultos de este estudio haba sufrido este
tipo de abuso, el 15,2% de los varones y el 22,5% de
las mujeres. Los agresores eran en su mayora varones
<86.6%, frente al 13,9% de mujeres>, generalmente
eligen a victimas del otro sexo y pueden tener
relaciones muy diversas con las victimas pudiendo ser
conocidos o no. El hecho de ser nia; pber y
pertenecer a una familia con conflictos aumenta las

pag. 51
posibilidades de sufrir abusos en la infancia y
adolescencia.

Ms numeres son los estudios de la prevalencia en


reas geogrficas ms reducidas o en grupos ms
reducidos dentro de la poblacin.

Entre los realizados en zonas geogrficas ms


limitadas, aparecen cifras ms elevadas en las
investigaciones que utilizan la entrevista (Russell,
1983, 1984; Wyatt, 1~85>, que en aquellas que utilizan
cuestionarios (Finkelhor, 1984; Kercher y McShane,
1984).

Ruasel (1983> encontr que el 38% de las mujeres


de su estudio dijo haber sufrido abusos sexuales que
implicaban contacto antes de los 18 aos <en un 16% no
haba habido contacto). En el 5% de los casos el abuso
fue realizado por el padre, por otro miembro de la
familia era el 16% y por otra persona no perteneciente
a la familia en el 31%.

Utilizando una definicin ms restringida y


considerando los casos de abuso en nias menores de 14
aos, la prevalencia se reduce hasta el 28%, siendo ms
numerosos los casos de abuso extrafamiliar que los
intrafamiliares. Estos datos tambin sealan que en los
casos de abuso intrafamiliar es ms frecuente el
realizado por padres no biolgicos (17% de los casos>
que por los biolgicos <2%> y adems, conllevaba formas
ms severas de abuso (Russell, 1984).

Los resultados de Wyatt (1985> indican una


prevalencia del 62% en su muestra de mujeres menores de
18 aos, existiendo contacto en el 45% de los casos.
Del total de casos, el 76% habla sido cometido por

pag. 52
varones no familiares, menos del 2% por los padres
biolgicos, alrededor del 6% por varones adultos en el
papel de padres y el 14% por otros varones de la
familia.

Finkelhor (1984) encontr que el 15% de las


mujeres y el 6% de los varones habran sufrido algn
tipo de abuso sexual antes de los 15 aos. Dicho abuso
conllevaba contacto en el 80% de los casos, lo que
implica una prevalencia del abuso sexual con contacto
del 12% en las mujeres y del 5% en los varones.

En el estudio de Cercher y McShane (1984) el 11%


de las mujeres y el 3% de los varones <no se especifica
la edad) habran sido victimas de este tipo de abuso.

Si comparamos los estudios anteriores en los que


se utilizaron cuestionarios <Finkelhor, 1984; Icercher
y McShane, 1984>, con los que se han centrado en
determinados grupos, como estudiantes universitarios y
preuniversitarios, en los que tambin se recogi la
informacin de esta forma (Finkelhor, 1979; Fritz et
al., 1981; Fromuth, 1986; Risin y Ross, 1~87; Sedney y
Brooks, 1984), encontramos algunas variaciones en los
indices de prevalencia.

En los primeros la prevalencia estara entre el


11% y el 15% en las mujeres, mientras que en los
varones estara entre el 3% y el 6%. En los segundos,
entre el 8% y el 22% en el caso de las mujeres y entre
el 5% y el 9% en los varones.

Algunos autores han tratado de comparar los


resultados encontrados en estudios realizados en
distintos paises, a pesar de que las diferencias
metodolgicas y el distinto tipo de definiciones

pag. 53
empleadas haga que este tipo de comparaciones no sea,
a veces, muy adecuada.

Finkelhor (1994> informa sobre la prevalencia del


abuso sexual en investigaciones realizadas en veinte
paises, en su mayora de habla inglesa (Australia,
Canad, Repblica Sudafricana, Nueva Zelanda) y del
Norte de Europa <Austria, Blgica, Dinamarca,
Finlandia, Francia, Alemania, Gran Bretaa, Irlanda,
Holanda, Noruega, Suecia, Suiza), aunque tambin nos
encontramos con estudios realizados en tres paises de
habla castellana (Costa Rica, Repblica Dominicana,
Espaa> y en Grecia.

Todos ellos encuentran historias de abuso sexual


en al menos el 7% de las mujeres y el 3% de los
varones, llegando a alcanzar cifras del 36% en las
mujeres (Austria) y el 29% en los varones (Repblica
Sudafricana).

Otros resultados bastante generalizados y muy


parecidos a los encontrados en Estados Unidos son los
siguientes: 1) el abuso sexual parece ser entre 1,5 y
3 veces ms frecuente entre las mujeres que entre los
varones; 2> los casos de abuso intrafamiliar son ms
frecuentes entre las nias, constituyendo entre la
tercera parte y la mitad de los casos; 3) en el caso
de las nias, los perpetradores suelen ser varones
(sobre el 90%), mientras que en el caso de los nios,
las proporciones varian segn los estudios; 4)- slo
aproximadamente la mitad de las victimas contaron a
alguien su experiencia; 5)- todos los estudios que
intentan analizar los efectos a largo plazo asociados
al abuso sexual, encuentran problemas de salud mental
en la edad adulta.

pag. 54
2.4.2.- INVESTIGACIONES SOBRE CASOS CONOCIDOS POR
PROFESIONALES EN CONTACTO CON LA INFARCIA.

En estos estudios se recogen tanto casos


denunciados a los servicios de proteccin a la
infancia, como los conocidos por otros profesionales en
contacto con la infancia <profesores, personal de los
servicios de salud...) sin que hayan sido oficialmente
denunciados como casos de malos tratos o de
negligencia.

El National Center on Child Abuse and Neglect ha


realizado varias investigaciones para calcular la
incidencia de los malos tratos en Estados Unidos. Vamos
a comparar los resultados obtenidos en dos de ellos
(NCCAN, 1981, 1988). El primero refleja la informacin
recogida entre 1979 y 1980, el segundo corresponde a
1986. En este ltimo, utilizaron, adems de la
definicin empleada en el estudio anterior, otra
definicin ms amplia. Este hecho explica que se
encuentren tasas ms altas de incidencia en 1986 al
emplear la definicin revisada que al emplear la
original.

Si comparamos los resultados del periodo


comprendido entre 19791980, con los de 1986 utilizando
la definicin original, la incidencia aumenta desde el
10,2 por mil al 16,1 por mil. Al observar los cambios
en las distintas formas de malos tratos se comprueba un
incremento en prcticamente todos ellos (maltrato
fsico activo, abuso sexual, maltrato psicolgico
activo, negligencia fsica, negligencia educativa),
excepto en los casos de negligencia emocional (el tipo
de malos tratos con una menor incidencia). Esta
tendencia se mantiene si comparamos los resultados de

pag. 55
1986 al utilizar la definicin revisada, es decir,
aumenta la incidencia en todos los tipos, aunque lo
hace en mayor grado y recoge, asimismo, un incremento
en los casos de negligencia emocional.

La incidencia en 1986 se eleva hasta el 25 por mil


cuando se utiliza la definicin revisada, al incluir
casos menos graves que no se tenan en cuenta con la
primera. Adems, al utilizar esta segunda definicin,
se observa que los casos de negligencia (fsica,
emocional y educativa) serian ms numerosos que los de
maltrato activo (fsico, psicolgico y sexual), que
representaran respectivamente el 63% y el 43% de los
casos. Al hacer este mismo clculo con la definicin
original los casos de negligencia (48%) estaban por
debajo de los de maltrato activo (56%>.

Otros resultados de inters encontrados (NCCAN,


1988) son los siguientes: 1) eran ms frecuentes los
malos tratas entre las nias <13 por mil> que entre los
nios (8 por mil>, probablemente por el aumento de los
casos conocidos de abuso sexual; 2> el maltrato
aumentaba con la edad, sobre todo el maltrato fsico
activo; 3) era mayor la probabilidad de los malos
tratos en los nios de clases sociales ms
desfavorecidas y stos eran de mayor gravedad; 4)
mientras que al utilizar la definicin ms restringida
no se encontraba relacin entre el tamao de la familia
y la existencia de malos tratos, se encontraba una
relacin positiva al utilizar la definicin revisada;
5)- la raza, el grupo tnico y el estatus metropolitano
de la zona no estaban relacionados con la incidencia de
los malos tratos.

En nuestro pas, diversos estudios epidemiolgicos


utilizando distintas metodologas (Arrubabarrena y De

pag. 56
Paul, 1994; Ingls, 1991; Jimnez y colb. 1993> sitan
las tasas de malos tratos entre un 0,2% y un 1,4% en la
poblacin menor de dieciocho aos.

En los dos ltimos estudios, llevados a cabo en


Catalua y Andaluca respectivamente, encuentran una
distribucin por tipologas muy semejante: el maltrato
fsico activo aparecera en el 27% o en el 22% de los
casos, la negligencia fsica o abandono fsico en el
78,5% o en el 72,2% y el maltrato psicolgico o
maltrato emocional activo en el 43,6% o en el 45,5%.
<La comorbilidad de distintas formas de malos tratos en
un mismo nio provoca que los porcentajes acumulados
superen el 100 por 100>.

El abuso sexual en el estudio de Catalua aparece


en el 2,1% de los casos. En esta investigacin se
aprecia un ligero predominio del maltrato en las nias
(55%) en relacin a los nios (45%). Con respecto a las
edades, un 4,3% de los casos tiene lugar antes del
primer ao de vida. Se va produciendo un aumento
gradual de casos, alcanzando la frecuencia ms elevada
a los 6 aos de edad, cifra que se mantiene estable
hasta los 11 aos, cuando se inicia una disminucin
gradual hasta los 13 aos. A partir de esta edad se
produce una disminucin brusca de los porcentajes,
hasta llegar al 1,2% a los 11 aos.

El tercer trabajo se realiz en la provincia de


Guipuzkoa utilizando los casos confirmados por el
Servicio Territorial de Proteccin Infantil y los que
eran conocidos por distintos profesionales en contacto
con la infancia <maestros, pedatras, guarderas,
servicios sociales de base>. La cifra total de casos
podra representar una tasa del 2,4 por mil para los
menores de 18 aos.

pag. 57
Los casos registrados por los Servicios de
Proteccin Infantil se distribuyen por tipologas de la
siguiente forma: 20,6% maltrato fsico activo, 4g,1%
negligencia fsica, 1.3% abuso sexual,
maltrato/abandono emocional 4,2%, 24,8% otros.

La distribucin de los casos conocidos y no


remitidos por los servicios de atencin primaria es la
siguiente: 8,5% maltrato fsico activo, 52,2%
negligencia fsica, 1,9% abuso sexual, 18%
maltrato/abandono emocional, 19,4% otros.

Las discrepancias entre las cifras de estos


estudios realizados en nuestro pas se deben
probablemente a razones de tipo metodolgico.

2.4.3.- INVESTIGACIONES BASADAS EN CASOS DENUNCIADOS.

Como ya hemos sealado antes, los estudios basados


en casos denunciados arrojan cifras ms pequeas.

Plantean algunos problemas que hay que tener en


cuenta al interpretar los resultados: 1> los casos
producidos en familias de los estratos sociales medios
y altos pueden ser subestimados debido, en parte, a su
menor contacto con los servicios sociales; 2) slo se
denuncian una parte de los casos de malos tratos, un
40% segn algunas investigaciones (NOCAN, 1988); 3)-
puede haber distintas notificaciones, que viniendo de
distintas fuentes se refieran a un mismo caso.

La American Association for Pro tecting Children


(A.APC) seala que en 1986 (AMO, 1988) se produjo un
incremento del 8% de los casos de malos tratos

pag. 58
presentados a las agencias estadounidenses de
proteccin a la infancia con respecto a 1985. La mayor
parte fueron confirmados.

Segn estos datos la incidencia de todos los tipos


de maltrato alcanzaba el 12,4 por mil. Los malos tratos
fsicos activos con una incidencia del 3,4 por mil,
suponan el 27,6% de los casos. El abuso sexual con una
incidencia del 2,9 por mil, representaba el 15,7%. Los
casos de negligencia con una incidencia del 6,8 por
mil, el 59,4%. El maltrato psicolgico (incluye tanto
maltrato como negligencia> con una incidencia del 1,1
por mil, el 8,3% de los casos.

Estos resultados indicaban un incremento en los


casos de maltrato fsico activo y de abuso sexual y un
descenso en las denuncias de negligencia y malos tratos
psicolgicos comparados con datos de aos anteriores.

En este estudio tambin se tuvieron en cuenta los


casos de malos tratos que tuvieron como resultado la
muerte del nio. En este caso, los resultados no se
utilizaron para calcular la incidencia con la que se
producen, ya que en muchas ocasiones, estas muertes son
errneamente clasificadas como muertes accidentales o
como casos del sndrome de muerte sbita en la
infancia. Sin embargo, se compar el nmero de
denuncias para analizar la tendencia a lo largo del
tiempo. Si en 1985 se conocieron un total de 899 casos,
en 1986 la cifra alcanz los 1.181 casos. En cambio, en
otras investigaciones encontraron un leve descenso en
1987, con 1.132 casos.

Las edades medias encontradas en cada uno de los


tipos de malos tratos fueron las siguientes: maltrato
fsico activo, 8,0 aos; abuso sexual, 9,2 aos;

pag. 59
negligencia, 6,2 aos; maltrato psicolgico, 7,g aos;
muertes a consecuencia de malos tratos 2,8 aos.

Tambin se observ que la proporcin de nios era


mayor a la de nias en todos los tipos exceptuando los
casos de abuso sexual donde las nias representaban el
77%. Esta proporcin tan elevada de nias victimas de
abuso sexual, provoca que el porcentaje total de nios
que han sufrido cualquier tipo de malos tratos
descienda hasta representar el 46%, a pesar de que como
ya hemos sealado, estn representados en mayor grado
en prcticamente todos los dems tipos.

La National Soclety for the Prevention of Cruelty


to Children (1988>, public los resultados de un
estudio realizado en Inglaterra y Gales sobre el nmero
de casos registrados en 1986 y en 1987. La tasa de
incidencia aument en un 8% pasando del 2,29 por mil al
2,48 por mil en nios menores de quince aos.

Si en 1986 los casos de maltrato fsico activo


representaban el 56%, los de abuso sexual el 31,5% y
los de negligencia el 7,4%; en 1987, el abuso sexual
pas a estar presente en el 38,6%, mientras que los
casos de maltrato fsico activo el 59%.

pag. 60
3. LA ETIOLOGA DE LOS MALOS
TRATOS.

3.1.- MODELOS DESCRIPTIVOS.

En estos modelos no se especfica el tipo de malos


tratos a los que se aplicaran, excepto Belsky (i993)
que excluye el abuso sexual. La mayora de los datos en
que se basan proceden del estudio de casos de
negligencia y maltrato fsico activo.

3.1.1.- EL MODELO PSICOPATOLGICO. LAS CARACTERISTICAS


DEL MALTRATADOR.

Los primeros intentos de descubrir los factores


etiolgicos de los malos tratos estuvieron guiados por
modelos psiquitricos, que proponan que los padres
maltrataban o abandonaban a sus hijos porque sufran
severas alteraciones psicolgicas (Parke y Colmer,
1975; Spinetta y Rigler, 1972>. Este punto de vista fue
perdiendo apoyo a medida que la definicin de maltrato
fue amplindose ms all de los primeros casos
identificados que implicaban daos fsicos muy graves
y que las investigaciones fracasaron en encontrar
psicopatologas severas en los maltratadores (Milner,
1990; Wolfe, 1985). Aunque muestren inadaptaciones en
diversas reas de funcionamiento, su conducta
maltratadora o negligente raramente es el producto
directo de trastornos psiquitricos especficos. A

pag. 61
partir de entonces, los estudios empezaron a centrarse
en las caractersticas de la personalidad y en los
recursos psicolgicos, adems, de en la historia de
maltrato recibido por estas personas.

El que un porcentaje significativo de los sujetos


maltratadores haya recibido un trato inadecuado de sus
padres, dio lugar a la hiptesis de la transmisin
intergeneracional, que sugiere que la experiencia
recibida de malos tratos aumenta el riesgo de maltrato
parental. (No nos extendemos ms en este punto porque
lo tratamos ms extensamente en el Capitulo V>.

3.1.1.1. caractersticas de personalidad

Existe cierto desacuerdo con respecto a las


caractersticas de personalidad asociadas a los malos
tratos. Gelles (1973) en su revisin sobre las
investigaciones realizadas, seala que de 19 rasgos de
personalidad citados por los diferentes autores, slo
cuatro lo son por ms de un investigador.
Posteriormente, Wolfe (1985) concluye que ningn
estudio ha podido detectar un patrn de personalidad
asociado al maltrato. Sin embargo, Friedrich y Wheeler
<1982) consideran que existe evidencia suficiente para
considerar que algunas caractersticas de personalidad
como el pobre control de impulsos, la baja autoestima
y la falta de empatia juegan un papel determinante.

Los resultados obtenidos en el estudio prospectivo


de Pianta et al. (1989) con madres de riesgo desde el
nacimiento del nio hasta la aparicin de los malos
tratos, apoyaran la hiptesis de la influencia
determinante de la personalidad. La variable que mejor

pag. 62

.
distingua a estas madres de las que cuidaban de forma
adecuada a sus hijos, era la estabilidad emocional. La
calidad percibida del ambiente del hogar tambin
contribua de manera relevante a discriminar a unas
madres de otras. El apoyo recibido, los acontecimientos
vitales estresantes, el CI y los estados de nimo
negativos aparecan como factores de segunda
importancia. Estos factores influiran en la aparicin
de los malos tratos en la medida en que contribuyen a
superar los recursos y las estrategias de afrontamiento
de la madre.

A pesar de que los estudios sobre la depresin


encuentran relaciones consistentes entre sta y la
hostilidad, el rechazo, la intrusividad y el desapego
en el cuidado de los hijos, tampoco existe acuerdo en
la relacin que la ansiedad y la depresin guardan con
el maltrato activo y la negligencia (Belsky, 1993).

Una posible explicacin a esta falta de acuerdo


sobre el papel de los factores de personalidad en la
etiologa de los malos tratos puede ser la forma en que
se han realizado muchas de las investigaciones. En
ellas se comparan grupos de sujetos en una variable de
manera aislada, es decir, sin analizar sus posibles
interacciones con otras variables; pero, quizs, su
posible influencia en la aparicin de los malos tratos
dependa de estas interacciones, ya que no se trata de
causas determinantes sino de factores de riesgo.

Uno de los factores de riesgo sobre el que existe


ms acuerdo es la presencia de alcoholismo y
toxicomanas en los casos de maltrato fsico activo y
de abandono fsico <Martnez y De Pal, 1993), que
tambin podran estar presentes en los casos de abuso
sexual (Famularo et al, 1992>.

pag. 63
3.1.1.2. Percepciones y expectativas relacionadas con
los nios

Un pobre conocimiento de las necesidades y


habilidades del nio podra generar demandas
desproporcionadas y percepciones distorsionadas acerca
de la conducta de los hijos.

La hiptesis segn la cual los padres


maltratadores tienen expectativas poco realistas sobre
las habilidades del nio <sobrevaloran sus
posibilidades), que al no ser confirmadas en la
realidad les llevan a hacer atribuciones negativas
sobre las intenciones del nio (Bauer y Twentyman,
1985) desencadenando los episodios de maltrato, no ha
recibido el suficiente apoyo emprico. Algunas
investigaciones (Bugental et al., 1989a, 1989b;
Rosenberg y Reppucci, 1983> encuentran que los padres
que maltratan fsicamente a sus hijos o aquellos en
situacin de riesgo tienen un estilo atribucional que
les lleva a considerarse poco responsables de los
fracasos en el cumplimiento del rol parental, mientras
que tienden a responsabilizar al nio. Sin embargo, no
parecen sobrevalorar las capacidades de los nios (en
todo caso las infravaloraran>, ni hacen predicciones
menos realistas sobre su desarrollo (Kravitz y
Driscol, 1983>. Estos resultados se han encontrado al
utilizar instrumentos en los que los adultos tienen que
predecir a qu edad el nio adquirir una determinada
habilidad. Azar et al. (1984) compararon los resultados
obtenidos con este tipo de medidas, con los obtenidos
con otras en los que se describan secuencias de
conductas ms complejas. Las primeras no detectaban
diferencias entre maltratadores y no maltratadores,
pero, las segundas demostraban que los maltratadores

pag. 64

.
tenan expectativas desproporcionadas con relacin a
sus hijos. sin embargo, la falta de correlacin entre
ambos tipos de instrumentos puede indicar que miden
constructos diferentes.

Si el padre considera que la conducta del nio es


una provocacin y si esta produce una fuerte activacin
emocional, es ms probable que se produzca la agresin.
La activacin emocional negativa dificulta la solucin
racional de los problemas y la percepcin de la
intensidad de las acciones. Algunos datos sealan que
los sujetos maltratadores o de riesgo pueden ser
hiperresponsivos ante una gran variedad de situaciones
<Bauer y Twentyman, 1985; Crowe y Zeskind, 1992).
Manifiestan una mayor reactividad fisiolgica y
experimentan ms irritacin y menos simpata ante el
llanto de los nios (Frod y Lamb, 1980>. El incremento
en la activacin fisiolgica tambin se produce ante
estmulos no estresantes (Wolfe et al., 1983),
relacionados o no con el cuidado de los hilos <Casanova
et al., 1992).

Las dificultades que encuentran los sujetos


maltratadores para cumplir con el rol parental podran
estar relacionadas con el tipo de razonamiento que
utilizan para explicar las necesidades del nio y sus
propias responsabilIdades. Newberger y Cook <1983),
Newberger y White <1989> proponen un modelo segn el
cual el conocimiento sobre los hijos y sobre el rol
parental se construye a lo largo de un proceso que se
extiende desde la infancia hasta la adolescencia. La
lgica empleada por los sujetos en este rea del
conocimiento social va evolucionando a travs de
diversos niveles hacia formas ms maduras de
razonamiento. En el nivel 1, orientacin egoista, el
padre entiende al nio como una proyeccin de su propia

pag. 65
experiencia y el rol parental se organiza alrededor de
lo que el padre quiere o necesita. En el nivel 2,
orientacin convencional, el nio se concibe en funcin
de las definiciones y explicaciones dadas por terceros
(por la tradicin, la cultura, la autoridad) y el rol
parental se organiza alrededor de las nociones
socialmente establecidas sobre las responsabilidades y
las prcticas correctas. En el nivel 3, orIentacin
subjetivaindividualista, el nio es visto como un
individuo nico al que se comprende en la interaccin
padrehijo, ms que por definiciones de terceros sobre
lo que es un nio. El rol parental consiste en
identificar y satisfacer sus necesidades, ms que en
cumplimiento de unas obligaciones preestablecidas. En
el nivel 4, orientacin sistmica, el padre considera
que el nio es un sistema complejo en evolucin. La
relacin y el rol parental se construyen no slo para
satisfacer las necesidades del nio, se trata de lograr
un equilibrio entre las necesidades de ambos de forma
que sean cubiertas de una manera responsable.

Los padres maltratadores no habran alcanzado los


niveles superiores de razonamiento.

3.1.2. EL MODELO SOCIOCULTURAL.

flebido, en gran parte, a los trabajos de Gil


<1970, 1g71>, se sugiere que los malos tratos pueden
ser mejor entendidos si se tienen en cuenta factores
socioculturales como las condiciones sociales y
econmicas, el aislamiento social, las deficiencias
educativas, las actitudes culturales hacia la
violencia... Garbarino (1976) encontr que los factores
socioeconmicos explicaban el 36% de la varianza en una

pag. 66
muestra de informes sobre maltrato, ms que ninguna
otra variable. Aunque la mayora de los padres que
viven en condiciones socioeconmicas desfavorecidas no
maltratan ni abandonan a sus hijos, dichas condiciones
pueden suponer importantes factores de riesgo.

Gelles (1973) propuso un modelo sobre la etiologa


del maltrato fsico activo que podra ser considerado
como el precursor de los modelos ecolgicos que
surgieron posteriormente (Belsky, 1980). Concibe el
maltrato como un fenmeno multidimensional en el que
influyen distintos factores. Entre ellos se
encontraran los trastornos psicopatolgicos del
agresor <aunque no serian una causa necesaria) y el
haber sido maltratado en la infancia (el sujeto ha
aprendido que la violencia es un medio vlido para
resolver los problemas familiares). Otro conjunto de
factores incluirla diversos tipos de estresores como
las disputas maritales, el desempleo, el aislamiento
social, el estatus socioeconmico, un hijo no deseado
o con problemas... Por ltimo, estaran los factores
relacionados con los valores y actitudes sociales que
justifican la violencia. Todos estos factores estaran
interrelacionados y ante un acontecimiento
desencadenante (por ejemplo, una transgresin del nio>
provocaran la aparicin del maltrato.

3.1.2.1. El estatus sociceconmico

En la mayora de las investigaciones los malos


tratos estn fuertemente relacionados con la pobreza,
por lo que podra concluirse que se producen con ms
frecuencia en las clases sociales ms desfavorecidas.
Sin embargo, se ha objetado que stos son los casos ms

pag. 67

.
fcilmente detectables por los servicios de atencin a
la infancia. Segn esta perspectiva, los malos tratos
se produciran en todos los estratos sociales, pero las
familias acomodadas dispondran de ms recursos para
mantener su privacidad. Por otra parte, el estatus
socioeconmico bajo y la etnia parecen influir en las
decisiones de algunos profesionales, como los mdicos,
encargados de identificar y diagnosticar el maltrato
infantil (OToole et al., 1983>.

Esta cuestin contina siendo polmica. Pelton


(1978> public un importante trabajo al respecto. En l
sostiene que esta relacin entre pobreza y maltrato
activo o negligencia es real y no nicamente el
resultado de sesgos en el muestreo. El hecho de que no
se detecten ms casos de maltrato activo o negligencia
entre las clases media y alta no es una prueba de que
existan entre ellas muchos casos no detectados. Por
otra parte, dentro de las clases sociales ms
desfavorecidas se sigue encontrando esta relacin entre
pobreza y malos tratos. La mayora de los casos y los
de mayor gravedad se encuentran entre los ms pobres
entre los pobres. El mito de la ausencia del factor
clase social <classlessness myth) parece querer
defender el carcter individual y patologizante del
problema, olvidando todas las implicaciones sociales y
comunitarias que pueda tener.

El pertenecer a un clase social baja o muy baja


conleva graves problemas econmicos, estrs social,
hacinamiento, falta de acceso a la cultura, etc., que
aumentaran el riesgo de que se produjeran malos
tratos, especialmente negligencia fsica (Jones y
Mccurdy, 1992).

Los datos que proceden de los estudios

pag. 68
sociolgicos parecen confirmar que el maltrato fsico
activo y el abandono fsico se produce con ms
frecuencia en los estratos sociales ms desfavorecidos.
Quizs, otros tipos de malos tratos se den por igual en
todos los estratos sociales o con ms frecuencia en los
ms acomodados (De Pal, 1988>

3.1.2.2. Nivel de estrs

Las familias en las que se producen malos tratos


parecen soportar niveles ms elevados de estrs en
comparacin con aquellas en las que no se producen.

El desempleo es una de las caractersticas


asociadas a los malos tratos como lo reflejan numerosas
investigaciones (Belsky, 1980; De Pal, 1988; Gil,
1970, 1971, etc.>. Conleva falta de recursos
econmicos, aumento del contacto con el cnyuge y con
los hijos y prdida de autoestima, lo que puede
aumentar la tensin familiar. Otro aspecto relacionado
con la situacin laboral que provocara estrs seria el
grado de insatisfaccin con el trabajo. A medida que
aumenta este sentimiento se utilizan ms los castigos
fsicos y menos el razonamiento (Belsky, 1984).

En los casos de maltrato activo y/o abandono


parece que existe un nmero elevado de familias
monoparentales encabezadas, generalmente, por mujeres
<Garbarino, 1976). En estas situaciones, con mucha
frecuencia, no se comparte la responsabilidad del
cuidado del nio, falta apoyo emocional y los recursos
econmicos pueden ser escasos.

Algunos estudios sobre la incidencia de los malos

pag. 69

.
tratos reflejan que entre los padres biolgicos son ms
frecuentes el abandono y el maltrato emocional activo
y menos frecuentes el maltrato fsico activo y el abuso
sexual (Russell y Trainor, 1984; Wolfe, 1988>; mientras
que el riesgo de que stos se produzcan aumenta en las
familias en las que la madre y los hijos conviven con
un varn que no es el padre biolgico (Finkelhor, 1984;
Margolin, 1992>. Las explicaciones pueden ser muy
variadas. Una de ellas es el estrs que se producira
en el sistema familiar debido a la competencia entre
los dos subsistemas <madre/hijos, madre/compaero>.
Otro tipo de explicaciones se han aportado desde la
perspectiva sociobiolgica de la que hablaremos ms
adelante.

Otras fuentes de estrs en las familias serian el


hacinamiento, el elevado nmero de hijos, el escaso
espaciamiento entre ellos y el conflicto marital.

En todos estos casos el maltrato podra reflejar


la falta de recursos o habilidades para manejar o
superar situaciones que suponen un alto nivel de
estrs.

3.1.2.3. 11 sovorte social y couaunitario

Como se recoge en diversas revisiones sobre el


tema <Belsky, 1993; Gracia y Musitu, 1993; Vondra,
1990), las familias maltratadoras se encuentran
aisladas socialmente tanto de las redes informales de
apoyo social (familiares, amigos, vecinos>, como de las
instituciones y sistemas formales.

Con relacin a los sistemas de apoyo informal,

pag. 70

.
Salzinger et al. (1983) encuentran que las madres que
maltrataban activamente o abandonaban a sus hijos no
slo se relacionaban con menos gente y menos
frecuentemente, sino que sus relaciones se
caracterizaban por la insularidad, es decir, existe
menos interconexin entre las personas que forman parte
de su red de relaciones sociales. Por otra parte, el
escaso contacto social que tenan se centraba en su
familia. Esta situacin favorece la continuidad en los
malos tratos. Las escasas relaciones sociales y la
insularidad haran menos probable que estas madres
recibieran informaciones discrepantes con sus propios
valores, que, por otra parte, probablemente comparten
con su familia (en la que se centran sus contactos>.
Tampoco dispondran de modelos adecuados del rol
parental. Adems, careceran de una fuente importante
de apoyo emocional y material en situaciones de estrs.

Las relaciones de las familias se extienden a las


comunidades en las que viven y stas son el vehculo a
travs del cual tiene lugar la socializacin, el
control social, la participacin social y la ayuda
mutua. Cuando la comunidad cumple estas funciones
facilita el ajuste y el desarrollo familiar, pero
cuando no las cumple, aumenta la situacin de riesgo
social (Garbarino et al., 1989> y la probabilidad de
que ocurran los malos tratos. Garbarino y Sherman
(1980) realizaron un estudio en el que se pona de
manifiesto la relacin entre ciertas caractersticas de
la comunidad y el maltrato. Examinaron las diferencias
actitudinales de dos vecindarios con las mismas
caractersticas socioeconmicas y demogrficas, pero
con distintas tasas de maltrato infantil. En la
comunidad con bajas tasas de maltrato las personas
consideraban que su vecindario era un lugar agradable
para vivir. Las personas de la comunidad con altas

pag. 71
tasas de maltrato tenan una actitud negativa hacia su
vecindario. Consideraban que no era un lugar adecuado
para criar y educar a sus hijos. Adems, la comunidad
con altas tasas de maltrato poda definirse como una
comunidad socialmente empobrecida en la que haba menos
recursos comunitarios para cuidar a los nios de madres
trabajadoras y en los que exista una falta general de
ayuda mutua entre los vecinos, redes sociales de
vecinos que realizan tareas dirigidas a reducir el
estrs econmico y las cargas personales.

Resultados muy similares se encontraron en el


trabajo de Garbarino y Kostelny (1992>. Esto indicara
que aunque las familias con ms necesidades y menos
recursos tiendan a agruparse en las mismas zonas de
residencia, las reas de alto riesgo serian aquellas
que se caracterizan por la desorganizacin social,
mientras que aquellas en las que el maltrato es menos
probable, muestran una importante red de relaciones
sociales.

3.1.2.4. Las actitudes sociales hacia los nios y


hacia la violencia

Existe un consenso generalizado al considerar que


una actitud social tolerante hacia la violencia
establece las bases para la violencia familiar, una de
cuyas manifestaciones es el maltrato infantil (Belsky,
1980; Garbarino, 1979; Gelles, 1973; Gil, 1987; Kaufman
y Zigler, 1989). As, en aquellas sociedades en las que
el castigo fsico es poco frecuente, el maltrato fsico
activo es bastante inusual (Zigler y Hall, 1989).

En cuanto a las actitudes hacia la infancia, la

pag. 72

.
creencia de que los nios son propiedad del padre y que
puede manejarlos como considere que es ms adecuado,
tambin seria un caldo de cultivo para los malos tratos
(Garbarino, 1977; Gelles, 1g73, Gil, 1976>.

3.1.3.- EL MODELO SOCIOINTERACCIONAL.

Se centra en la relacin paternofilial y en el


contexto social en el que ocurren los malos tratos. Las
caractersticas del adulto y del nio contribuyen a
dificultar los intercambios entre ellos, de forma que
en situaciones de estrs es probable que se produzca el
maltrato activo y/o la negligencia.

Desde esta perspectiva se han desarrollado modelos


especficos que explican los diferentes tipos de malos
tratos (Milner, 1990).

3.1.3.1.- Caractersticas del niElo maltratada

La primera caracterstica que hay que tener en


cuenta es la edad del nio. Parece que los malos tratos
disminuyen a medida que aumenta la edad. Los nios ms
pequeos son ms dbiles fsicamente, pasan ms tiempo
con sus cuidadores, son ms dependientes fsica y
emocionalmente, tienen ms dificultades para controlar
sus conductas y emociones y a partir de los dos aos,
comienzan sus esfuerzos para funcionar de una manera
autnoma. Todas estas circunstancias podran hacerles
ms vulnerables <Belsky, 1993>. El que los malos tratos
disminuyan con la edad, no quiere decir que ocurran con
escasa frecuencia en la peadolescencia y en la

pag. 73

.
adolescencia <Farber y Joseph, 1985; Garbarino, 1989;
Garbarino et al., 1984>. Con la edad aumentan las
capacidades fsicas y cognitivas, sin embargo, otros
factores relacionados con la edad, como el deseo de
cierta independencia de los adolescentes, pueden
contribuir a la aparicin o mantenimiento del maltrato
en familias disfuncionales.

Existe una evidencia contradictoria sobre si los


malos tratos son ms frecuentes entre los nios
prematuros y de bajo peso al nacer. Algunos estudios
apoyan esta asociacin (Elmer, 1977, Herrenkohl y
Herrenkohl, 1979; Lynch y Roberts, 1~82; Starr, 1982),
incluyendo datos prospectivos <Hunter et al., 1978).
Sin embargo, otros no la apoyaran (Corey et al., 1975;
Starr, 1982>, entre los que tambin se encuentra algn
estudio prospectivo (Egeland y Vaughn, 1981).

Frod <1981) seala las circunstancias bajo las


cuales el ser prematuro puede contribuir al abuso.
Ciertas caractersticas de estos nios pueden ser
percibidas como aversivas por sus cuidadores y
precipitar el maltrato. Se trata de nios de pequeo
tamao, con retrasos en el desarrollo y con un llanto
agudo y arrtmico. Por otra parte, los padres
maltratadores muestran una elevada activacin
fisiolgica ante el llanto de los nios que perciben
como muy aversivo (Frod y Lamb, 1980).

Otra circunstancia que podra colaborar al


maltrato activo y al abandono de los nios prematuros
es el tiempo que, despus del nacimiento, permanecen
alejados de sus cuidadores, lo que dificultara la
formacin del apego.

Los nios con algn tipo de discapacidad aparecen

pag. 74
sobrerrepresentados en las muestras de nios
maltratados (Ammerman, 1990b, 1990c). Las discrepancias
entre los diversos estudios estn relacionadas con los
diferentes criterios sobre lo que se considera
discapacidad. A veces, se incluyen nios con anomalas
fsicas mnimas y en otras ocasiones nios con
problemas sensoriales y ortopdicos. Adems, puede
resultar difcil distinguir las secuelas debidas a los
malos tratos de las que han sido producidas por la
propia deficiencia.

La mayor vulnerabilidad de estos nios y las


dificultades en su cuidado pueden superar los recursos
de sus padres y precipitar el maltrato activo y/o la
negligencia. Al igual que en el caso de los nios
prematuros, ciertas circunstancias que pueden acompaar
a la discapacidad dificultaran el establecimiento de
la relacin de apego entre los nios y sus cuidadores.
Ammerman <1990c), tras revisar la literatura existente
sobre el tema, concluye que serian las siguientes:
1.- algunos padres muestran reacciones negativas
(sentimientos de culpa, desagrado, hostilidad, etc.)
ante el nacimiento de un nio discapacitado; 2. las
alteraciones que muestran los casos ms graves (por
ejemplo, hipo o hipertonicidad, falta de respuesta,
falta de contacto visual, etc.> pueden producir un
descenso en las iniciativas de interaccin por parte de
los cuidadores e incluso ser atribuidas a el
desinters del nio; 3. las frecuentes separaciones
de la familia debidas a hospitalizaciones; 4. la
frustracin de los padres ante el fracaso del nio que
no puede cumplir con sus expectativas.

Desde una perspectiva bidireccional de las


relaciones adultonio se sugiere que la conducta del
nio puede contribuir a la aparicin o mantenimiento de

pag. 75
los malos tratos. Algunos datos sealan que los nios
que han sufrido maltrato fsico activo muestran ms
conductas disruptivas que los nios de familias no
maltratadoras (Bousha y Twentyman, 1984; Trickett y
Kuczynski, 1986; Wolfe, 1985>. Sin embargo, otros
estudios no han observado que los maltratados
fsicamente se comporten de manera diferente a los no
maltratados al interactuar con sus cuidadores (Burgess
y Conger, 1978>, ni que los abandonados emitan ms
conductas aversivas <Wolfe, 1985).

El problema de todas estas investigaciones es


conocer si la conducta del nio es causa o consecuencia
del trato recibido. En este sentido, son muy
reveladores los resultados del estudio prospectivo de
Engfer y Gavranidou (1988>. Estos autores informan que
no existan diferencias en irritabilidad y en la
respuesta social entre un grupo de nios recin nacidos
que posteriormente sufrieron maltrato fsico activo y
otro grupo de nios con las mismas caractersticas
demogrficas, que no fueron maltratados ms adelante.
A los 8 meses los primeros presentaban un humor ms
negativo y a los 33 meses eran menos cooperativos y
obedientes. Paralelamente, cuando los nios eran recin
nacidos, las madres de los nios que sufriran maltrato
eran menos sensibles al interactuar con sus hijos y a
medida que crecan eran ms negativas y coercitivas.
Esta investigacin apoyara la hiptesis de que la
conducta del nio es ms una consecuencia que una causa
del maltrato. La edad, la salud o los comportamientos
del nio pueden sobrepasar la capacidad de sus
cuidadores y de esta forma, aumentar el riesgo de que
el maltrato ocurra o se mantenga. Una vez que se ha
establecido un patrn de interaccin disfuncional entre
el cuidador y el nifto, la conducta de ste puede
colaborar a su mantenimiento.

pag. 76
3.1.3.2. Caractersticas de la interaccin paterno
filial

Diversas investigaciones que han analizado el tipo


de interacciones que se establecen entre los nios que
han sufrido malos tratos y sus cuidadores demuestran
que son claramente disfuncionales.

Las padres negligentes inician menos interacciones


con sus hijos y muestran una falta de respuesta
generalizada a las iniciativas de stos <Crittenden,
1981, 1985b), as como menos conductas prosociales
<Bousba y Twentyman, 1984>. Burgess y Conger <1978>
observaron que estos padres eran incluso ms negativos
en la interaccin con sus hijos que los que padres que
los maltrataban fsicamente.

Con relacin a los padres maltratadores activos,


los resultados demuestran que dirigen menos conductas
positivas hacia sus hijos (Bousha y Twentyman, 1984;
Burgees y Conger, 1978; Trickett y Susman, 1989),
ignoran ms a menudo sus iniciativas de interaccin
(Kavanagh et al., 1988), expresan menos afecto positivo
(Lahey et al., 1984), son ms coercitivos y muestran
ms hostilidad (Crittenden 1981, 1985b) que los no
maltratadores. Las tcnicas disciplinarias que utilizan
tambin son diferentes. No son nicamente ms punitivos
y utilizan ms frecuentemente el castigo, sino que
emplean menos a menudo el razonamiento y las
estrategias inductivas (Chilamkurti y Milner, 1991;
19g3; Trickett y Kuczynsky, 1986; Trickett y Susman,
1989>. Adems, es menos probable que adapten sus
tcnicas disciplinarias al tipo de transgresin
(Trickett y Kuczynsky, 1986>.

pag. 77

.
Las investigaciones que utilizan tcnicas de
anlisis secuencial han mostrado la naturaleza
interactiva de los conflictos adultonio en los que se
produce una escalada mutua del conflicto y la
violencia. Oldershaw et al. (1986) compararon la
interaccin de 10 parejas madrenio en las que se
haba producido maltrato fsico activo con la de otras
10 parejas no maltratadoras. Los resultados demostraron
que las madres maltratadoras utilizan ms a menudo
estrategias de control coercitivas (amenazas, criticas,
exigencias negativas), en lugar de aproximaciones
positivas <razonamiento, aprobacin, cooperacin>
cuando se las compara con las madres no maltratadoras.
Por otra parte, los nios maltratados son ms
desobedientes que los no maltratados. Los anlisis
secuenciales muestran la tendencia de las madres
maltratadoras a responder con estrategias de control
negativas ante las transgresiones del nio, empeorando
el conflicto.

Red et al. <1982) ofrecen una de las


descripciones ms completas sobre los procesos
coercitivos en las familias maltratadoras. Argumentan
que el maltrato est relacionado con dos factores:
1. la frecuencia de interacciones aversivas entre el
adulto y el nio; 2.- la habilidad del adulto para
terminar rpidamente con estas confrontaciones. Los
estudios observacionales han demostrado que en las
familias maltratadoras tienen lugar confrontaciones
prolongadas ms a menudo que en las no maltratadoras.
Adems, existe una correlacin positiva entre el
comportamiento oposicional del nio y la utilizacin de
amenazas o conductas punitivas por parte de los padres
y esta asociacin es ms pronunciada en las familias
maltratadoras. Reid et al. (1981> encuentran que los
padres no maltratadores fracasan en el 14% de sus

pag. 78
intentos por terminar con las confrontaciones con sus
hijos, mientras que los maltratadores en el 35%. En
concreto, las madres maltratadoras mostraban
dificultades para terminar con las interacciones
aversivas el 53% de]. tiempo que interactuaban con l.

3.1.4.- EL MODELO ECOLGICO. INTEGRACION DE FACTORES DE


RIESGO.

Belsky <i980>, ampliando el modelo propuesto por


Garbarino (1977), realiz la integracin ms completa
de los distintos factores de riesgo de los malos tratos
a la infancia en su Modelo Ecolgico, que podra
aplicarse a los casos de maltrato fsico activo,
maltrato emocional activo, negligencia fsica y
negligencia emocional. Las principales propuestas
tericas de este modelo son:

1. El maltrato infantil est mltiplemente


determinado por fuerzas que actan en el
individuo, en la familia, en la comunidad y en la
cultura en la que el individuo y la familia estn
inmersos.

2. Estos determinantes estn ecolgicamente


inmersos uno dentro de otro.

3. Los conflictos que han caracterizado el


estudio del maltrato infantil son, al menos en
gran parte, ms aparentes que reales.

Belsky integra la conceptualzacin de los


contextos de desarrollo propuesta por Bronfenbrenner
(1977, 1979) en su modelo ecolgico del desarrollo

pag. 79
humano y el anlisis del desarrollo ontogentico
propuesto por Tinbergen (1951>. El resultado de esta
integracin es un modelo conceptual que permite
ordenar, en cuatro niveles de anlisis, los factores y
procesos explicativos que se ha considerado que
contribuyen a los malos tratos. Estos niveles son:

1.- El desarrollo ontogentico. Representa la


herencia que los padres maltratadores traen
consigo a la situacin familiar y al rol parental.
En este nivel se encontraran: la historia de
maltrato activo y/o de desatencin severa, el
rechazo emocional y la falta de afecto en la
infancia, la carencia de experiencia en el cuidado
del nio, la ignorancia acerca de sus
caractersticas evolutivas y de sus necesidades,
la historia de conflicto y ruptura familiar, una
pobre autoestima, un pobre CI, la carencia de
habilidades interpersonales, la falta de capacidad
emptica, poca tolerancia al estrs, estrategias
de afrontamiento inadecuadas, problemas
psicolgicos, etc.

2.- El microsistema. Representa el contexto


inmediato en el que tiene lugar el maltrato activo
y/o la negligencia: la familia. En este nivel se
encontraran: las caractersticas del nio
(prematuro, bajo peso al nacer, aptico, con
problemas de conducta, discapacitado...), de la
interaccin paternofilial (desadaptada, ciclo
ascendente de conflicto y agresin, tcnicas de
disciplina coercitivas, falta de respuesta y de
iniciativas de interaccin...> y de las relaciones
conyugales (conflicto y estrs conyugal, violencia
y agresiones...).

pag. 80
3.El erosistema. Representa las estructuras
sociales formales e informales (el mundo del
trabajo, el vecindario, las redes de relaciones
sociales, el acceso a recursos comunitarios.. .>
que no contienen en si misma a la persona en
desarrollo, aunque rodean y afectan al contexto
inmediato en que se encuentra y, por lo tanto,
influyen en lo que all ocurre. En este nivel se
situaran factores como la clase social, las
caractersticas del vecindario y la comunidad
(falta de apoyo social, aislamiento, falta de
recursos comunitarios...> y la situacin laboral
(desempleo, insatisfaccin.. .).

4. El macrosisteza. Representa los factores


socioeconmicos (situacin de crisis econmica,
alta movilidad social...) y los valores culturales
que permiten y fomentan los malos tratos a travs
de la influencia que ejercen en los otros tres
niveles.

Estos factores interactan entre si para dar lugar


al maltrato activo y a la negligencia. En palabras de
Belsky:

A1 tiempo que los padres que maltratan a sus hijos entran en el aicroaist urna familiar
con una historia evolutiva que puede prediaponerles a tratar a ni hijos de forma abusiva o
negligente <desarrollo ontogenhtlco), fuerzas generadoram de estrs, tanto en el entorno
inmediato de la familia <ulcrosistema>, como ala all de esta <exosisteua>, incruenta la
posibilidad da que tenga lugar un conffeto entre padre e hijo. ti hecho de que la empleita
de un padre al conflicto y estrs tome la forma da maltrato infantil ea urna consecuencia da
la experiencia de los padres en s infancia (desarrollo ontogentico> y de los valores y
prcticas de crianza infantil que caracterizan la sociedad o subeultura en la que el
Individuo, la falla ja comunidad estn inersost (Belsky, 1980, q. 330>.

Cicchetti y Rizley (1981> proponen el llamado

pag. 81
Modelo Transaccional. Sealan que un modelo que
conceptualice los factores de riesgo asociados a la
etiologa de los malos tratos debe incluir tanto los
factores potenciadores <que incrementan la probabilidad
de que ocurran>, como los factores compensadores (que
disminuyen esta probabilidad). Tanto unos como otros
pueden ordenarse siguiendo el esquema propuesto por
Belsky (1980).

Adems, estos factores pueden distinguirse en


funcin de la duracin de sus efectos. Los factores de
vulnerabilidad comprenderan las caractersticas y
condiciones de riesgo crnicas. Pueden ser de
naturaleza biolgica (por ejemplo, un nio con un
temperamento difcil, con anomalas fsicas o
comportamentales que dificultan su cuidado o la hacen
poco reforzante), histrica <por ejemplo, historia de
malos tratos en la infancia), psicolgica (por ejemplo,
problemas psicolgicos, baja tolerancia a la
frustracin), socioculturales (por ejemplo, prcticas
de crianza o tcnicas disciplinarias culturalmente
determinadas) o situacionales (por ejemplo, pobreza,
falta de habilidades para el cumplimiento del rol
parental, escasas oportunidades de trabajo, ambientes
fsicamente empobrecidos). Implican caractersticas del
padre, del nio y del ambiente. Los factores de riesgo
transitorios (cballengers) representaran estresores
del individuo o de la familia que podran hacer que un
padre predispuesto maltratase a su hijo. Incluiran la
prdida de estatus y recursos econmicos, la prdida de
el cnyuge o de alguien querido, enfermedades,
problemas legales, etc. Los factores protectores
incluyen aquellos atributos o condiciones permanentes
o relativamente duraderos que disminuyen el riesgo de
maltrato. Entre ellos se encontraran un nio sano, con
buen temperamento, una historia de cuidados adecuados

pag. 82
en la infancia, habilidades para la resolucin de
problemas, elevado CI, etc. Los factores de
amortiguacin (buffers) incluyen condiciones de
duracin relativa que pueden proteger a la familia
frente al estrs y de esta forma, reducen la
probabilidad del maltrato. Incluyen situaciones de
desahogo econmico, un buen trabajo, un sistema de
apoyo social...

Segn estos autores, es necesario examinar todas


las categoras de factores de riesgo y sus
transacciones para poder comprender la aparicin de una
tipo determinado de malos tratos. Aunque hay mltiples
etiologas para el maltrato infantil, un nio
vulnerable, un padre vulnerable, el estrs ambiental y
una relativa ausencia de factores compensatorios
<permanentes o transitorios) pueden estar implicados en
todos los casos. Los malos tratos ocurriran cuando los
factores potenciadores superan a los compensadores.

La crtica realizada a estos modelos ecolgicos es


que aunque describen los distintos factores de riesgo
implicados en la etiologa de los malos tratos, no
aaden informacin sobre cmo interactan para
producirlos (Ammerman, 1990b>.

Wolf e (1987) ha propuesto un modelo, el Modelo


Transicional, que intenta describir las vas por las
cuales las variables individuales y situacionales
interactan para inhibir o promover el maltrato fsico
activo en la familia. Este seria el resultado de una
escalada gradual en las prcticas asertivas de poder
empleadas por los padres. A travs de la interaccin de
los factores deBes tabilizadores (que incrementan el
riesgo de maltrato) y los factores compensadores (que
disminuyen este riesgo), los padres pasan por tres

pag. 83
estadios que reflejan un aumento progresivo en la
probabilidad de que la violencia se dirija contra el
nio. Los tres estadios son:

1.- Reducida tolerancia al estrs y desinhibicin


de la agresin.

2.- Pobre manejo de las crisis agudas y


provocacin.

3.- Patrones habituales de activacin y agresin


a los miembros de la falla.

Los factores desestabilizadores incluyen en cada


estadio variables como la falta de preparacin para la
paternidad (estadio 1>, activacin emocional
condicionada (estadio 2) y el aumento de los problemas
del nio (estadio 3>. Los factores compensadores
consisten en la estabilidad socioeconmica <estadio 1>,
mejoras en los comportamientos del nio (estadio 2> y
el uso de los controles y servicios comunitarios
(estadio 3).

Este modelo comparte con los anteriores el


subrayar la idea ampliamente aceptada de que el
maltrato se produce por la combinacin de factores de
riesgo y no por la accin aislada de stos. Al igual
que Cicchetti y Rizley (1981>, identifica tanto
factores protectores como de riesgo. La principal
aportacin de este modelo es que concibe el maltrato
como un proceso interactivo que se despliega
gradualmente y no como un fenmeno aislado.

pag. 84
3.1.5.- LA PERSPECTIVA SOCIOBIOLGICA SOBRE LOS MALOS
TRATOS.

La perspectiva sociobiolgica sobre los malos


tratos (Belsky, 1993; Daly y Wilson, 1981; Daly y
Wilson, 1987; Margolin, 1992; Wilson y flaly, 1987)
destruye la idea segn la cual lo natural es que los
padres quieran y cuiden a sus hijos. El maltrato se
produce en otras especies y seria tan natural como el
buen trato.

Desde esta perspectiva, la oportunidad


reproductora (reproductive fitness), es decir, la
dispersin de los genes de un organismo en la siguiente
generacin o en generaciones posteriores (el principal
medio de asegurar el xito biolgico), puede plantear
un conflicto de intereses entre padres e hijos. Debido
a que sus intereses biolgicos no son siempre los
mismos, lo que es biolgicamente importante para uno de
ellos, puede no serlo para el otro. El nfasis en el
inters reproductivo de los individuos, en lugar de en
el de los grupos o especies, puede explicar las razones
por las que se habra desarrollado en la especie humana
la capacidad para maltratar activamente o abandonar a
los hijos. Cuando una crianza adecuada no aade nada a
la oportunidad reproductiva de los padres y, sobre
todo, si la dificulta, es probable que ocurran los
malos tratos, o al menos as deba ser en el ambiente
en el que presumiblemente evolucionaron esas conductas
(Daly y Wilson, 1981).

Desde la perspectiva sociobiolgica son centrales


las siguientes nociones (Belsky, 1993): 1. el
comportamiento parental se ha desarrollado durante la
evolucin humana al servicio de metas reproductivas;

pag. 85
2. el abuso y la negligencia infantiles pueden
aumentar la oportunidad reproductiva, o al menos, lo
haran en el medio de la adaptacin evolutiva.;
3.- esto ocurre en mayor grado cuando las condiciones
contextuales acentan el conflicto de intereses
biolgicos entre el padre y el hijo.

Cuando los recursos son inestables o escasos, por


ejemplo, en situaciones de pobreza, el maltrato activo
y el abandono tendran un sentido biolgico. El
abandonar a algn nio permitira al padre poder cuidar
a otros (aquellos que posiblemente ofrecen un mayor
potencial reproductivo), aumentando su oportunidad
reproductora a expensas de la del nio.

Con argumentos similares se explicaran hechos


como el maltrato activo y/o abandono de los nios con
discapacidades, la frecuencia con la que se produce el
maltrato por parte de adultos en el rol de padre que no
son los padres biolgicos del nio, o que los malos
tratos disminuyan con la edad (el nio adquiere la
madurez reproductora y si el padre le maltrata,
perjudica sus propia oportunidad reproductora).

Los malos tratos serian biolgicamente tiles en


todas estas circunstancias. Adems, las caractersticas
que suelen atribuirse a los nios maltratados
(agresividad, falta de empatia, etc.) pueden aumentar
sus oportunidades reproductoras cuando al crecer se
enfrenten a las mismas condiciones adversas que
produjeron su propio maltrato. Es decir, el maltrato
activo y la negligencia pueden ser estrategias que no
slo hayan evolucionado para aumentar la oportunidad
reproductora del padre en el ambiente de la adaptacin
evolutiva, sino que pueden tambin aumentar la
oportunidad reproductora de su descendencia, si crece,

pag. 86
se aparea y reproduce bajo condiciones de inestabilidad
ecolgica.

Consideramos que la perspectiva sociobiolgica no


ha sido muy relevante en el estudio de la etiologa de
los malos tratos por varias razones. Frente a los dems
modelos presentados carece de apoyo emprico
suficiente, por ejemplo, no existe evidencia
concluyente sobre si los malos tratos son ms
frecuentes entre los nios prematuros o los
discapacitados. Tampoco explica por qu se producen
fenmenos como la adopcin, en los que los sujetos no
tendran ningn inters biolgico en los nios o por
qu si los malos tratos son adaptativos son condenados
socialmente <a no ser que el enfrentamiento
biologa/cultura tambin sea adaptativo). Por otra
parte, considerar que las secuelas que producen puede
resultar beneficiosas para los nios, es cuando menos
arriesgado. Como veremos ms adelante, los malos tratos
comprometen seriamente su desarrollo y ms que
permitirles aumentar sus oportunidades reproductoras
cuando se enfrenten a las mismas condiciones adversas
que produjeron su propio maltrato, parece que les
condicionen para reproducirlo.

Desde esta perspectiva seria poco eficaz cualquier


tipo de intervencin, ya que siempre que las
condiciones de crianza no sean las adecuadas se
produciran los malos tratos.

pag. 87
3.28- MODELOS CENTRADOS EN LOS PROCESOS.

En los modelos presentados en el apartado anterior


se puede observar una evolucin desde formulaciones
unidimensionales, hasta llegar a aquellas que
consideran los malos tratos desde una perspectiva
multidimensional. Adems, se reconoce la necesidad de
tener en cuenta tanto los factores potenciadores como
los compensatorios, la naturaleza dinmica de las
relaciones y los componentes temporales. Sin embargo,
estos modelos son fundamentalmente de tipo descriptivo
y seria necesario desarrollar modelos ms centrados en
los procesos por los cuales los distintos tipos de
factores interactan para producir los malos tratos en
situaciones concretas. Los modelos que presentamos a
continuacin representan un intento de avanzar desde la
descripcin a la explicacin.

El Modelo Sociointeraccional podra aparecer en


este apartado del capitulo, ya que al analizar las
caractersticas de la interaccin paternofilial en las
familias maltratadoras, se centra en los procesos que
dan lugar al maltrato. Hemos optado por exponerlo en el
apartado dedicado a los modelos de tipo descriptivo
porque sus aportaciones han sido recogidas por el
Modelo Ecolgico. De hecho, la mayora de los autores
a los que hacemos referencia a continuacin parten de
esa perspectiva.

El Modelo Transicional (Wolfe, 1987>, aunque


podra considerarse a caballo entre las aproximaciones
descriptivas y las explicativas, todava se centra
fundamentalmente en la presencia o ausencia de factores
desestabilizadores y compensadores. Por eso hemos

pag. 88
decidido situarlo en el apartado anterior.

3.2.1.- MODELOS COGNITIVO-CONDIJCTUALES SOBRE LA


NEGLIGENCIA Y EL MALTRATO FISICO ACTIVO.

3.2.1.1. La composicin dual del maltrato fsica


activo

Vasta (1982> propuso un modelo para explicar el


maltrato fsico activo. Critica las explicaciones
sociointeraccionales porque se basan exclusivamente en
principios operantes. La conducta maltratadora est
controlada por sus propias consecuencias, el maltrato
ocurre porque pone fin al comportamiento del nUlo. Pero
si el maltrato estuviese nicamente controlado por las
consecuencias que produce, seria de esperar que cesara
cuando ha conseguido su propsito, sin embargo, una
caracterstica de la conducta maltratadora es que se
prolonga ms all de cualquier posible valor funcional
que pudiese haber tenido. Los principios operantes
tampoco explicaran la irracionalidad y la severidad
con que tiene lugar el maltrato.

En el maltrato fsico activo estaran implicados


dos componentes: uno bajo el control operante y
gobernado principalmente por sus consecuencias
(agresin instrumental), el otro guiado principalmente
por las caractersticas elicitadoras de los estmulos
que lo provocan (agresin irritable).

Este modelo mantiene que lo que en un principio


seria una agresin instrumental, es decir, el intento
de controlar la conducta del nio mediante el castigo

pag. 89

.
fsico, se convertira en una agresin irritable ms
prolongada y severa de lo que incluso el agresor
hubiese pretendido. Lo que comenz como un acto de
disciplina fsica se convierte en un acto de violencia
interpersonal. El factor responsable de este paso de la
agresin instrumental a la agresin irritable seria el
nivel de activacin del agresor, que aumenta la
intensidad del castigo administrado y que interfiere
los procesos cognitivos que podran impedir el
maltrato.

El proceso completo por el cual se produce el


maltrato incluye una serie de factores predisponentes
<normas culturales, historia de maltrato en la infancia
del padre, falta de habilidades para afrontar el rol
parental, expectativas inadecuadas a la edad, estrs
socloambiental, hiperreactividad>, que si bien no
producen el maltrato, aumentan la probabilidad de que
se produzcan las condiciones que lo desencadenarn. Las
dos condiciones precipitantes que son necesarias son la
conducta aversiva del nio y el estrs ambiental.
Cuando estas condiciones se producen de forma
simultnea el padre puede decidir utilizar el castigo
fsico, debido principalmente a una falta de
estrategias de afrontamiento alternativas, aunque
tambin pueden influir en esta decisin las normas
culturales y la historia de maltrato en la infancia. Al
mismo tiempo que se produce esta respuesta cognitiva,
puede producirse la activacin fisiolgica. Los
estresores ambientales junto con la conducta aversiva
del nio incrementan el nivel de activacin del padre
y en la medida en que ste muestre hiperreactividad
hacia esos estmulos, el incremento ser ms inmediato
e intenso. En ese momento comienza a administrar el
castigo fsico, pero el componente irritable de esa
conducta prolonga su duracin y aumenta su severidad.

pag. g~
As, el intento de controlar la conducta del nio se
convierte en un episodio de maltrato.

Este modelo tiene la ventaja de que especifica de


una forma concreta los mecanismos que desencadenaran
un episodio de maltrato, pero no explica el papel que
jugaran las cogniciones.

3.2.1.2. Xl procesamiento de la informacin social y


la negligencia y el maltrato fsico activo

Entre los autores que han intentado incorporar las


cogniciones de los padres maltratadores en los modelos
sobre el maltrato fsico activo nos encontramos con los
trabajos de Bauer y Twentyman (1985) y de Bugental et
al. (1989a, 198gb).

Bauer y Twentyman (1985) proponen que el maltrato


se producira tras una secuencia de cuatro fases:
1.- expectativas inadecuadas respecto a secuencias de
interaccin del nio; 2.- incoherencia entre las
conductas del nio y las expectativas;
3. interpretaciones de la conducta del nio basadas en
la intencionalidad; 4. respuesta inadecuada y agresiva
hacia el nio.

Para Bugental et al. (1989a, 1989b> la conducta de


un nio dificil elicita mensajes afectivamente
negativos o inconsistentes en sus cuidadores, sobre
todo, en aquellos que tienen un estilo atribucional de
escaso poder (o que realmente las circunstancias
sociales determinan un pobre poder real>. Los adultos
que no conf lan en que tendrn xito al educar a sus
hijos o que opinan que no depender de ellos y los que

pag. 91

.
responsabilizan al nio de los fracasos, se sentirn
ms provocados por la conducta del nio. Estos efectos
atribucionales sern mayores en contextos ambiguos o
confusos.

Los mensajes emitidos por el adulto producen una


escalada de afecto negativo en el nio, que puede
suponer un nuevo estresor para el adulto.

Estos modelos se centran en un nico tipo de


cogniciones (las expectativas o el tipo de
atribuciones), pero existen otros muchos tipos de
cogniciones que podran estar relacionados con el
maltrato fsico activo y deberan ser recogidas en un
modelo integrador. Este modelo debera tambin explicar
las relaciones entre los distintos tipos de cogniciones
y como influyen en los procesos cognitivos factores de
personalidad (como la autoestima> o de otros niveles
ecolgicos <como el estrs). La propuesta de Milner
(1993) intenta abordar todas estas cuestiones.

Su modelo sobre el procesamiento de la informacin


social se compone de tres fases cognitivas y una cuarta
fase cognitivo/conductual de ejecucin de la respuesta.
Las tres primeras fases son: 1. percepcin del
comportamiento social; 2. interpretaciones,
evaluaciones y expectativas; 3. integracin de la
informacin y seleccin de la respuesta. La cuarta fase
implica los procesos de implementacin y
monitorizacin.

Por otra parte, los padres dispondran de esquemas


cognitivos previos sobre creencias y valores que
influiran en la manera en que procesan las
informaciones relacionadas con el nio. Aunque algunos
de estos esquemas pueden haberse creado a partir de

pag. 92
interacciones anteriores con sus hijos, el autor
propone que muchos de ellos se adquieren en la familia
de origen <como el valor del castigo fsico en la
crianza del nio) y a travs de las normas culturales
(como la legitimidad de usar la fuerza en las
relaciones personales).

En la fase 1 (percepciones> el modelo plantea que


los maltratadores, en comparacin con los no
maltratadores, distorsionan y sesgan las percepciones
sobre el comportamiento del nUlo. Estn menos atentos
y son menos conscientes de las conductas de ste. El
malestar que sienten ante los acontecimientos
relacionados o no con los nios disminuye la precisin
de sus percepciones.

En la fase 2 (interpretaciones, evaluaciones y


expectativas>, los maltratadores haran
interpretaciones, evaluaciones y generaran
expectativas diferentes a los no maltratadores.
Consideraran que la conducta del nio es intencionada
y que l es el responsable de sta. Tambin diferiran
en las predicciones sobre la obediencia del nio frente
a las tcnicas disciplinarias empleadas. Adems de
estas diferencias en las expectativas ligadas al
contexto, tambin se diferencian en expectativas de
tipo ms general, como las referentes a las habilidades
de los nias. Las distorsiones y sesgos que pueden
producirse en esta fase aumentan a medida que lo hace
el malestar del adulto.

En la fase 3 (integracin de la informacin y


seleccin de la respuesta> los maltratadores
fracasaran al integrar las informaciones, a pesar de
que sus percepciones e interpretaciones puedan ser
correctas, ya que es menos probable que utilicen

pag. 93
informacin situacional sobre la conducta de los nios.
Esta falta de integracin permite que el padre
maltratador mantenga explicaciones sobre el
comportamiento de su hijo consistentes con sus
distorsiones y sesgos. Cuanto mayor sea el malestar,
menor es la probabilidad de que el padre maltratador
utilice informacin que justifique el comportamiento
del nio. Finalmente, el proceso de seleccin de la
respuesta est condicionado por el nmero y tipo de
respuestas disponibles. La falta de habilidades
parentales limitar la eleccin de respuestas.

En la fase 4 (implementacin de la respuesta y


monitorizacin>, los padres maltratadores podran
carecer de las habilidades necesarias para implementar
la respuesta, monitorizarla y modificarla. Muchos
factores pueden influir en esta fase. Por ejemplo, las
expectativas de que el nio no obedecer reducen la
probabilidad de que el padre implemente y controle
cuidadosamente sus tcnicas disciplinarias. El fracaso
anterior cuando el padre utiliz estrategias
alternativas al castigo fsico, puede reforzar sus
creencias y aumentar el riego de que lo vuelva a
emplear.

Otra diferencia en el procesamiento de la


informacin social entre los sujetos maltratadores y
los no maltratadores, es la mayor frecuencia con que
los primeros utilizan el procesamiento automtico en
situaciones ambiguas y estresantes. En consecuencia, en
muchas situaciones no recurrirn al procesamiento
controlado para comprender la conducta de sus hijos.
Por otra parte, aunque todos los padres empleen
procesos automticos y procesos controlados, los
esquemas preexistentes y las percepciones que tengan de
sus hijos producirn resultados diferentes.

pag. 94
El procesamiento automtico es el resultado de un
sobreaprendizaje, requiere poca atencin, una vez
iniciado suele continuar hasta su finalizacin y
difcilmente puede ser modificado o suprimido. Con el
uso repetido de este tipo de procesamiento van
reducindose las latencias de respuesta, lo que podra
explicar las reacciones explosivas que a veces se
observan en los adultos maltratadores. Por el
contrario, el procesamiento controlado es consciente,
demanda atencin y es fcilmente modificable. Es til
en situaciones nuevas o ambiguas.

Si la conducta del nio es considerada aversiva


podra tener lugar un tipo de procesamiento automtico
que nos llevase directamente desde la fase 1
<percepciones) hasta la fase 4 (implementacin de la
respuesta y monitorizacin). Aunque en algunas
situaciones este automatismo puede ser adaptativo y
concluir con la seleccin de la respuesta adecuada, en
otras situaciones puede producir resultados negativos
porque se ignora informacin muy relevante. En el caso
de los padres maltratadores, la percepcin de la
conducta del nio desencadena directamente la respuesta
parental, pasando por alto la fase de integracin en la
que se consideran aspectos situacionales que
justificaran la conducta del nio.

Conviene sealar que en cada fase de procesamiento


y entre ellas se produce una gran cantidad de procesos
controlados y automticos, que, segn el autor, serian
de naturaleza tanto nomottica como idiogrfica, lo que
dificulta el poder realizar una descripcin completa
del procesamiento relacionado con el maltrato fsico
activo.

Desde la perspectiva del procesamiento de la

pag. 95
informacin Crittenden (1993) ha estudiado los procesos
que subyacen a la negligencia. Segn esta autora, el
estilo de procesamiento de la informacin podra
contribuir a la capacidad para percibir aspectos
esenciales de los diferentes estados de los nios,
interpretar adecuadamente el significado de esas
percepciones, seleccionar las respuestas adaptativas y
responder de forma que se satisfagan las necesidades de
los nios. Los padres negligentes percibiran
sesgadamente las seales indicativas de las necesidades
de atencin y cuidados del nio. Al interpretar las
seales del nio, les atribuiran significados que
justifican el ignorarlas y la conducta de evitacin. En
el momento de seleccionar la respuesta, tenderan a
pensar que no pueden controlar la situacin y que
ninguna respuesta ser eficaz. Cuando tienen que
responder a las seales del nio, tenderan a favorecer
otra prioridades (como sus propias necesidades) en
lugar de las necesidades del nio.

3.2.1.3. Xl estrs y las estrategias de afrontamiento


en la negligencia y el maltrato fsico
activo

Hilson y Ruiper (1994> proponen un modelo para


explicar la negligencia (que definen de manera amplia,
como el fracaso para cumplir con los deberes del
cuidador de supervisar al nio y de satisfacer sus
necesidades) y el maltrato fsico activo. Consideran
que el modelo propuesto por Milner (1993) representa un
avance muy importante en el conocimiento de los
procesos cognitivos que subyacen al maltrato fsico
activo, pero no explcita el papel que juegan el nivel
de estrs y las estrategias de afrontamiento en su

pag. 96

.
etiologa. Por otra parte, su modelo seria aplicable no
slo al maltrato fsico activo, sino tambin a los
casos de negligencia.

El modelo que desarrollan estos autores se centra


en las valoraciones cognitivas y en las estrategias de
afrontamiento de los cuidadores para explicar las
relaciones entre los factores de riesgo y la aparicin
y el tipo de malos tratos <negligencia y maltrato
fsico activo>. Conocer las valoraciones primarias del
estrs, las valoraciones secundarias de los recursos
disponibles y las estrategias disposicionales de
afrontamiento facilita una comprensin ms completa del
surgimiento y mantenimiento del maltrato fsico activo
y la negligencia.

Siguiendo el modelo cognitivomediacional del


estrs de Lazarus (Lazarus, 1991, 1993; Lazarus y
Folkman, 1984), los autores consideran que los
individuos valoran constantemente el significado que
tienen las situaciones para su propio bienestar.
Existen dos tipos de valoraciones: las valoraciones
primarias que evalan si una situacin determinada es
relevante, si constituye o no un estresor para la
persona y las valoraciones secundarias sobre lo que se
puede y debera hacer en una situacin estresante.

Segn las valoraciones primarias, una situacin


puede ser considerada irrelevante y no producir ningn
tipo de respuesta. Puede ser evaluada de forma
positiva, ya que preserva o aumenta el bienestar
propio, dando lugar a emociones positivas (felicidad,
orgullo, etc.). Finalmente, si una situacin se
considera estresante pueden producirse distintos
resultados. Si se juzga como una amenaza difcilmente
controlable o como una prdida o dao, surgirn

pag. 97
respuestas emocionales de miedo, culpa, ansiedad,
clera, tristeza, envidia, disgusto, celos, etc. Si se
juzga como un reto es probable que se produzcan
respuestas emocionales de entusiasmo, esperanza y
excitacin.

Las valoraciones secundarias suponen una


evaluacin de los recursos y de las estrategias de
afrontamiento para enfrentarse a un estresor. Tambin
incluyen la evaluacin de los posibles resultados de la
activacin de opciones concretas y de la probabilidad
de que uno ejercite dicha opcin de una manera
efectiva.

Las estrategias de afrontamiento del estrs pueden


ser de dos tipos: las centradas en las emociones y las
centradas en el problema. Las primeras se dirigen a
regular los componentes emocionales de la respuesta y
son ms probables cuando se considera que no es posible
modificar las condiciones que produjeron el estrs. Las
segundas se orientan hacia el control o modificacin de
las condiciones que han causado el malestar y son ms
probables cuando se considera que dicha modificacin es
posible. Las estrategias emocionales pueden producir
alivio o exacerbacin del malestar. Las estrategias
centradas en el problema pueden dirigirse a alterar el
ambiente o hacia uno mismo (por ejemplo, modificar las
aspiraciones, buscar vas alternativas de
gratificacin, quitar importancia a un acontecimiento,
etc.>, de forma que se reduzca el malestar producido
por la situacin.

En la etiologa del maltrato fsico activo y la


negligencia nos encontramos con un conjunto de
estresores potenciales relacionados con el padre (por
ejemplo, alteraciones psicopatolgicas, falta de

pag. 98
recursos, etc.>, con el nio (por ejemplo,
discapacidades) y con caractersticas ecolgicas (por
ejemplo, desempleo u otra dificultades
socioeconmicas>. La naturaleza estresante o no de
estas condiciones la determinan las valoraciones
primarias que de ellas realizan los sujetos. Los
factores que preceden al maltrato y a la negligencia no
pueden ser clasificados rgidamente como potenciadores
o compensadores, ya que dependen de las valoraciones
personales que de ellos realizan los sujetos. Si como
consecuencia de estas valoraciones primarias se
consideran estresantes, el sujeto utiliza las
valoraciones secundarias para evaluar los recursos
internos y externos disponibles para enfrentarse a los
estresores.

El resultado de las valoraciones primarias y


secundarias activar las estrategias de afrontamiento.
Si perciben que carecen de recursos y que no pueden
controlar la situacin, experimentarn niveles elevados
de estrs y se implicarn en comportamientos parentales
poco deseables. Si perciben que disponen de recursos
suficientes que les permiten controlar la situacin,
experimentarn niveles menores de estrs y sus
conductas parentales sern ms adecuadas. Generalmente,
las valoraciones y las estrategias de afrontamiento
funcionales facilitarn la interaccin entre el
cuidador y el nio. Sin embargo, las valoraciones y
estrategias de afrontamiento moderadamente
disfuncionales producirn negligencia y las muy
disfuncionales maltrato fsico activo.

Por lo tanto, los padres maltratadores, los


negligentes y los no maltratadores utilizan distintas
estrategias de afrontamiento <los autores consideran
que no son enteramente especificas de la situacin,

pag. 99
sino que dependen de tendencias disposicionales).

La planificacin de posibles soluciones ante una


determinada situacin problemtica, la represin de
emociones negativas (por ejemplo, la irritacin),
buscar apoyo social, la reinterpretacin positiva del
estresor (por ejemplo, considerar que la conducta del
nio es un signo de independencia) son las estrategias
ms funcionales y que suelen encontrarse en el
repertorio de los no maltratadores. Por el contrario,
los cuidadores negligentes utilizan estrategias como
desligarse conductual y mentalmente de la situacin,
centrarse en otras actividades y utilizar el apoyo
social para reducir su propio malestar pero no para
solucionar el problema. Finalmente, los maltratadores
presentan un repertorio mucho ms reducido y
disfuncional, en el que las estrategias utilizadas
consisten en centrarse en su propio malestar y
descargar sus emociones, de las que a menudo culpan al
nio.

El modelo no excluye la posibilidad de que exista


cierto solapamiento en las estrategias de afrontamiento
empleadas por los adultos maltratadores, los
negligentes o los no maltratadores. Este solapamiento
es especialmente probable entre los dos primeros grupos
por las caractersticas que comparten y por la
coexistencia del maltrato y la negligencia en las
familias.

Por otra parte, las fases de este modelo


(valoraciones primarias, valoraciones secundarias y
estrategias de afrontamiento> son interdependientes. El
resultado de una de ellas puede reactivar a la anterior
y a lo largo de una situacin el ciclo puede repetirse
varias veces. Por ejemplo, si el sujeto concluye en su

pag. 100
valoracin secundaria que posee los recursos necesarios
para enfrentarse a un estresor, un valoracin primaria
de amenaza puede ser sustituida por otra en la que el
estresor es considerado como un reto. Si, por el
contrario, los recursos habituales resultan ineficaces,
las condiciones que haban sido consideradas benignas
se pueden convertir en abrumadoras. Del mismo modo, las
estrategias de afrontamiento disfuncionales pueden
convertirse en estresores.

La interdependencia entre los distintos elementos


del modelo tambin sugiere que las estrategias de
afrontamiento del cuidador pueden cambiar con el
tiempo. De acuerdo con Wolfe (1987> el maltrato es el
deterioro extremo de las relaciones entre el nio y su
cuidador. El conflicto entre ellos puede ir aumentando
a lo largo del tiempo, al mismo tiempo que lo hace la
probabilidad de que se produzca el maltrato. Las
estrategias de afrontamiento tambin podran ser
colocadas a lo largo de un continuo en el que las
utilizadas por los padres no maltratadores
representaran el extremo ms adaptativo y las
utilizadas por los maltratadores el menos adaptativo.
Las estrategias de los padres negligentes se
encontraran entre ambos extremos.

En algunos casos las interacciones entre el


cuidador y el nio se haran cada vez ms coercitivas,
terminando por aparecer la negligencia o el maltrato.
Estos cambios reflejaran una evolucin hacia
estrategias de afrontamiento ms inadaptadas, que
suponen valoraciones primarias ms negativas y/o
valoraciones secundarias de recursos insuficientes. Si
se producen estas circunstancias el modelo predice un
incremento de la negligencia y/o maltrato.

pag. 101
3.2.2.- UN MODELO SOBRE LA ETIOLOGA DEL ABUSO SEXUAL.

El modelo propuesto por Finkelhor (1984, 1986)


propone que para que se produzca el abuso sexual deben
darse de manera simultnea o sucesiva cuatro factores:

i.- congruencia emocional. Que la persona


encuentre congruente y gratificante emocionalmente
la relacin sexual con un nio. La inmadurez de
ciertas personas puede hacerles sentirse como
nios, tener necesidades emocionales infantiles y
el deseo de relacionarse con otros nios. La baja
autoestima y el sentimiento de ineficacia personal
podran llevarles tambin a buscar relaciones que
les proporcionen sentimientos de poder y control.

2.- ActIvacin sexual ante un 1Ro. Para que se


produzca el abuso sexual es necesario que a la
congruencia emocional le acompae un cierto nivel
de activacin sexual ante un nio, ya que las
necesidades emocionales podran ser satisfechas de
manera no sexual. El grado de activacin sexual ha
sido estudiado utilizando medidas
psicofisiolgicas de respuesta a la presencia de
nios o a fantasas sexuales con nios y la
explicacin de sus causas se ha basado en las
teoras del aprendizaje social. El haber sufrido
abusos sexuales en la infancia llevara al sujeto
a repetir estas relaciones con nios por medio de
mecanismos como el condicionamiento clsico y el
aprendizaje por imitacin de un modelo que se
siente atrado sexualmente por los nios. Tambin
se ha argumentado que en condiciones de
deprivacin ciertas personas pueden errneamente
atribuir contenido sexual a cualquier activacin

pag. 102
emocional interpersonal, en este caso con nios.

3.- Bloqueo de las relaciones sexuales normales.


La persona no puede satisfacer sus necesidades
sexuales con otros adultos por dos tipos de
bloqueos: los evolutivos (de tipo edipico, de
inmadurez, etc.) y los situacionales (crisis de
pareja o personales).

4.- DesInhibicin comportamen tal. Este factor


explicara por qu la persona transgrede las
prohibiciones sociales sobre las relaciones
sexuales con nios. Segn el autor, debe superar
tres tipos de barreras: los inhibidores internos,
los inhibidores externos y la resistencia de la
vctima. Entre los factores que permiten superar
los inhibidores internos se encuentran el consuno
de drogas (alcohol, cocana...>, el retraso
mental, etc. La superacin de los inhibidores
externos es ms fcil si no se encuentra presente
ninguna persona que pueda cuidar de la vctima y
si sta y el agresor pasan mucho tiempo solos.
Para poder superar la resistencia de la vctima se
utiliza la agresin, la amenaza de agresin o la
seduccin. Los nios necesitados de cario y los
que no disponen de informacin sexual pueden ser
ms fcilmente victimas de los engaos y de la
seduccin.

pag. 103
4. LAS SECUELAS PRODUCIDAS POR
LOS MALOS TRATOS.

4.1- RAZONES PARA ADOPTAR UNA PERSPECTIVA


EVOLUTIVA EN EL ESTUDIO DE LOS MALOS
TRATOS A LA INFANCIA.

Hay al menos cuatro importantes razones para una


aproximacin evolutiva al estudio de los malos tratos
a la infancia:

1. Para definir qu entendemos por malos tratos


y para valorar las posibles secuelas de una
determinada conducta, es necesario conocer las
caractersticas de los sujetos, entre ellas su
nivel de desarrollo. Una misma conducta puede
producir distintas consecuencias segn se dirija
a un nUlo de una u otra edad, ya que a lo largo
del desarrollo varian las necesidades y
competencias de los sujetos.

Lo mismo ocurre a la hora de considerar los


aspectos relacionados con la prevencin y el
tratamiento.

2.- Conocer los factores que se han podido


producir en el curso evolutivo de aquellos sujetos
que a pesar de haber sufrido malos tratos, no
presentan alteraciones en su desarrollo.

pag. 104
3. La evidencia clnica y emprica indican que un
porcentaje considerable de adultos maltratadores
habran sufrido malos tratos en su infancia.
Conocer los efectos que los malos tratos producen
en el desarrollo del nio podra ayudarnos a
comprender el proceso por el cual se produce esta
transmisin intergeneracional (Burgess y
Youngblade, 1988; Egeland, Jacobvitz y Papola,
1~87~ Kaufman y Zigler, 198v>.

4.- El estudio de la organizacin evolutiva de


sujetos con alto riesgo de sufrir alteraciones en
diversos dominios del desarrollo, como es el caso
de los nios y adolescentes maltratados, puede ser
til para elaborar una teora del desarrollo ms
integradora que explique la naturaleza de las
interrelaciones entre los distintos dominios
<cognitivo, emocional, social).

4.2. - CONSECUENCIAS DE LOS ABUSOS


SEXUALES.

4.2.1.- CUESTIONES GENERALES.

Antes de describir los efectos a corto y a largo


plazo que clnica y empricamente se han asociado al

1,- Aunque a lo largo de este capitulo y de los siguientes hableios sobre las consecuencias,
los afectos o las secuelas de los malos tratos, los diseBos utilizados en las investigaciones
que analizamos no permiten establecer estrictamente relaciones causales

pag. 105
abuso sexual, vamos a sealar algunos hechos que
parecen repetirse en muchas investigaciones:

a)- La mayora de los estudios se han realizado


con mujeres (nias, adolescentes o adultas) o
incluyen un nmero mayor de mujeres que de
varones. El abuso sexual es ms frecuente entre
las primeras, aunque el nmero de victimas entre
los varones pueda haber sido subestimado, entre
otras razones, porque es menos probable que
descubran su situacin.

b) Suelen combinarse sujetos que han sufrido


abusos intrafamiliares y extrafamiliares.

c) Cuando los nios evalan su grado de


adaptacin socioemocional <autoconcepto,
competencia social, depresin...) los resultados
arrojan diferencias menores con los grupos de
comparacin, que cuando son evaluados por otros,
generalmente padres y profesores, (Black et al.,
1994; Cohen y Mannarino, 1988; Tong et al., 1987).
De igual manera, las investigaciones realizadas
con estudiantes presentan unos resultados ms
positivos que cuando se utilizan otras poblaciones
<Jumper, 1995>.

d) El nivel de inadaptacin que muestran los


sujetos que han sufrido abusos sexuales suele ser
menor que el de los grupos de sujetos que se
encuentran en tratamiento clnico y que no los han
sufrido, pero mayor que el de los sujetos que no
reciben este tratamiento y que tampoco han sufrido
abusos sexuales <Asher, 1988; Cohen y Mannarino,
1988; Finkelhor, 1987a; KendallTackett et al.,
1993).

pag. 106
e) Es muy difcil separar las consecuencias
asociadas al abuso sexual de aquellas relacionadas
con la disfuncionalidad de las familias.

f) Debido a la naturaleza del fenmeno estudiado


no se pueden utilizar diseos experimentales, con
los problemas que esto supone a la hora de
interpretar los resultados.

4.2.2.- CONSECUENCIAS A CORTO PLAZO.

Son las citadas en las investigaciones realizadas


con nios y adolescentes. En general, las
investigaciones empricas han confirmado las
informaciones recogidas en los estudios clnicos. Los
sntomas que ms frecuentemente se asocian a los abusos
sexuales son: una conducta sexual inapropiada para la
edad <conocimientos sexuales inadecuados a la edad,
masturbacin compulsiva, promiscuidad, agresiones
sexuales a otras nios o adolescentes), dolencias
fsicas, ansiedad, miedo, hostilidad, desconfianza,
alteraciones del sueo y de la alimentacin, inmadurez,
hiperactividad, depresin, pobre autoestima,
sentimientos de culpa y de vergenza, aislamiento,
ideas e intentos de suicidio, autoleslones, conductas
agresivas, problemas escolares y de aprendizaje,
delincuencia, fugas, abuso de drogas, prostitucin
(Asher, 1988; Beitchman st al., 1991; Black y
Deblaisse, 1993; Brassard y MeNeil, 1987; Browne y
Finkelhor, 1986a; Cavalola y Schiff, 1988; Cohen y
Mannarino, 1988; Conte y Berliner, 1988; Deblinger et
al., 1989; Dubowitz et al., 1993; Edwalld et al., 1989;
Eidenberg y Friedrich, 1989; Finkelhor, 1987a, 1993;
Hartman y Burgesa, 1989; Jampole y Weber, 1987;

pag. 107
Johnson, 1988, 1989; KendallTackett et al., 1993;
<olico y Moser, 1988; Koverola et al., 1993; Macconflark
et al., 1986; Martnez y fle Pal, 1993; Rimsza et al.,
1988; Ryan et al., 1987; Seng, 1989; Tong et al., 1987;
Wozencraft et al., 1991). Existen datos que muestran
que el abuso sexual no tiene porgu asociarse a
retrasos cognitivos a corto o a largo plazo, a no ser
que se produzca en combinacin con otros tipos de malos
tratos, especialmente con negligencia fsica o
emocional <Eckenrode et al., 1993; Prez y Widom,
1994>.

Algunos autores han estudiado los sntomas que son


ms frecuentes en funcin de la edad. Asher <1988)
seala que en la infancia y la niez son las
manifestaciones de ansiedad, al final de la niez y en
la adolescencia temprana aparecen conductas agresivas
e impulsivas y en la adolescencia el comportamiento
antisocial.

KendallTackett et al. <1993) encuentran que los


sntomas ms comunes entre los preescolares son:
pesadillas, desorden posttraumtico caracterizado por
el estrs propuesto en el DSMIII <American Psychiatric
Association, 1987), problemas de tipo internalizado y
externalizado y un comportamiento sexual inapropiado.
Entre los nios en edad escolar son: miedo, trastornos
neurticos y alteraciones mentales generales, conducta
agresiva, pesadillas, problemas escolares,
hiperactividad y conductas regresivas. Entre los
adolescentes los sntomas ms comunes son: depresin,
aislamiento, conductas suicidas, autolesiones,
dolencias somticas, delincuencia, fugas y abuso de
drogas. La depresin y los problemas escolares y de
aprendizaje aparecen de forma destacada en todas las
edades.

pag. 108
Para Beitchman et al. <199i> las conductas
sexualizadas que muestran los nios durante la edad
preescolar, permaneceran sumergidas durante el periodo
escolar y volveran a aparecer en la adolescencia en
forma de agresiones sexuales, prostitucin y
promiscuidad. Sin embargo, los datos presentados por
otros autores <Johnson, 1988, 1989; Ryan et al., 1987)
no apoyan estas conclusiones. Las conductas sexuales
desviadas aparecen a cualquier edad y entre ellas se
incluye la agresin sexual a otros nios. Johnson
<1988, 1989) ha estudiado el tipo de agresin sexual
cometido por nios y nias entre 4 y 13 aos y las
caractersticas de stos. En el caso de los nios, la
mitad haban sido, asimismo, victimas de abusos
sexuales y el 19% de maltrato fsico activo. En el caso
de las nias, el 100% habla sufrido abusos sexuales (el
85% de miembros de su familia) y el 19% maltrato fsico
activo.

Existe un porcentaje de victimas asintomticas,


es decir, que parecen no mostrar alteraciones. En la
revisin realizada por KendallTackett et al. <1993)
las cifras oscilan entre el 21% y el 49%. Estos autores
proponen varias explicaciones para este hecho. La
primera posibilidad es que los estudios que encuentran
este tipo de sujetos no incluyan medidas de todos los
sntomas o que no utilicen instrumentos de medida
suficientemente sensibles, de forma que los posibles
sntomas asociados al abuso sexual aparezcan en
dimensiones que no se han evaluado o que no lo han sido
correctamente. Una segunda explicacin es que estos
sujetos no hayan todava manifestado secuelas que
aparecern ms tarde. Puede tratarse de individuos que
son capaces de disimularlas de una manera eficaz o que
todava no han procesado su experiencia. Tambin es
posible que la verdadera trauniatizacin ocurra en

pag. 109
perodos evolutivos posteriores, cuando el estatus de
vctima tenga ms significado para el nio o conlleve
ms consecuencias. Una ltima explicacin es que estos
nios hayan sido menos perjudicados por los abusos
sexuales porque las condiciones en las que se
produjeron (duracin, frecuencia, empleo de violencia,
identidad del agresor...) hayan sido menos dainas o
porque sus recursos psicolgicos, sociales o
teraputicos les hayan permitido enfrentarse con xito
a su propia experiencia.

4.2.3.- CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO.

Son las citadas en investigaciones realizadas con


adultos <en su mayora mujeres) que sufrieron abusos
sexuales en su infancia, niez o adolescencia.

Las ms comnmente mencionadas son: disfunciones


sexuales <insatisfaccin, anorgasmia, ansiedad y culpa
sexual, menor autoestima sexual...) que pueden llevar
a la evitacin de las relaciones sexuales o a una
actividad sexual compulsiva y promiscua, depresin,
autolesiones, intentos de suicidio, sntomas de
ansiedad <angustia, insomnio, pesadillas, tensin
muscular, ansiedad somtica...), pobre autoestima,
sentimientos de soledad y estigmatizacin, sentimientos
de culpa, problemas en las relaciones interpersonales
(dificultades para confiar en los dems y para
establecer relaciones intimas>, problemas
matrimoniales, dificultades para desempear el rol
parental, revictimizacin <sexual o fsica>,
prostitucin, abuso de drogas (Asher, 1988; Eeitchman
et al., iggi, 1992; Black y Deblaisse, 1993; Brassard
y MeNeil, 1987; Browne y Finkelhor, 1986a, 1986b;

pag. 110
Cahil et al., 1991; Finkelhor, 1987a, 1993; Finkelhor
y Browne, 1988; Harter et al., 1988; Hartman y Burgess,
1989; Martnez y De Pal, 19g3~ Mey, 1988).

Finkelhor y Browne <1988> sealan que aunque las


victimas tienden a describirse as mismas como ms
promiscuas, el nmero real de parejas y de experiencias
sexuales no difiere significativamente de las del grupo
de comparacin. Esto podra deberse a su baja
autoestima, ms que a patrones conductuales reales.
Estos mismos autores concluyen que los adultos que han
sufrido abusos sexuales presentan ms alteraciones que
los que no los han sufrido, pero menos de una quinta
parte evidencian psicopatologas severas.

En cuanto a la tendencia de las victimas a


convertirse en agresores, algunos autores <Black y
fleblaisse, 1993) estiman que se produce en el 30% de
los casos, otros (Finkelhor y Browne, 1988) consideran
que el haber sufrido abusos sexuales es un factor de
riesgo en la etiologa de los malos tratos, sin embargo
no se sabe cuantas victimas se convierten en agresores.
La mayora de las investigaciones se han realizado con
varones en prisin acusados de abusos sexuales, lo que
podra sobreestimar la relacin entre estas dos
variables. Ocurre lo mismo en los escasos estudios
realizados con nios que han agredido sexualmente a
otros y que se encuentran en programas de tratamiento
<Jobson, 1988, 1989).

pag. 111
4.2.4.- FACTORES MEDIADORES ENTRE EL ABUSO SEXUAL Y SUS
POSIBLES CONSECUENCIAS.

La sintomatologa asociada a los abusos sexuales


varia en funcin de las caractersticas del abuso, de
la vctima y del agresor.

Existe un consenso general a la hora de considerar


que entre los factores que agravan las secuelas
negativas del abuso sexual se encuentran los
siguientes: que el abuso haya sido cometido por
personas cercanas a la vctima <especialmente el padre
o figuras paternas>, que se haya empleado la violencia,
que el abuso haya sido frecuente o prolongado en el
tiempo, que implique penetracin <oral, anal o
vaginal), que el agresor sea varn y adulto, que la
familia adopte una actitud hostil hacia la vctima
cuando se descubre el abuso y que se aleje al nio de
la familia <Asher, 1988; Finkelhor, 1987a, 1993;
Finkelhor y Browne, 1988; Harter et al., 1988; Kendall-
Tackett et al.,, 19g3>.

Otras variables menos mencionadas pero que tambin


supondran un peor pronstico son: el grado de
disfuncin familiar, el haber recibido algn tipo de
recompensa por el abuso, el haber sufrido ms de un
tipo de abusos sexuales, el miedo a las consecuencias
del descubrimiento, que el agresor niegue que el abuso
se ha producido (Conte y Berlner, 1988).

Tambin nos encontramos con factores sobre los que


existen resultados contradictorios (Finkelhor, 1987a,
1993; Finkelhor y Browne, 1988; KendallTackett et al.,
1993). El impacto del nmero de agresores no es claro,
a veces aparece correlacionado positivamente con la

pag. 112
cantidad de sntomas y otras negativamente o no se
encuentra relacin. Los resultados de las
investigaciones tampoco permiten concluir que el
comienzo del abuso a una determinada edad sea
especialmente pernicioso o que las secuelas sean
mayores si se evalan en una perodo determinado. La
edad en la que comenzaron los abusos podra estar ms
relacionada con otras variables <como la identidad del
perpetrador) que con el nmero y la severidad de los
sntomas. Algunos autores (Hazzard et al., 1995)
piensan que las consecuencias pueden ser peores en
nios pequeos debido a su egocentrismo y dificultad
cognitiva para entender las manipulaciones del agresor.
sin embargo, podra argumentarse que a medida que las
victimas crecen son ms capaces de comprender el grado
en que han sido manipuladas, el significado sexual de
sus conductas y la estigmatizacin social que puede
suponer el haber sufrido abusos sexuales (Berliner y
Conte, 1990>, lo que empobrecera su autoestima y
dificultarla las relaciones interpersonales.

Con relacin a la edad en que se han evaluado las


pasibles secuelas del abuso hay estudios en los que no
se han encontrado diferencias, otros en los que los
nios ms pequeos obtienen peores resultados, en otros
se encuentra una relaci6n curvilnea en la que las
edades intermedias son las ms afectadas, pero, la
mayora de las investigaciones indican que los nios de
mayor edad sufren las peores consecuencias. Sin
embargo, la mayora de estas investigaciones no han
controlado el efecto de algunas variables como la
duracin del abuso <a ms edad el abuso puede haber
durado ms tiempo), la identidad del perpetrador <los
abusos cometidos dentro de la familia suelen ser ms
prolongados) o la severidad del abuso (los nios ms
mayores pueden haber sufrido abusos ms graves o en los

pag. 113
que se emplease ms violencia).

Tampoco existe una evidencia concluyente sobre la


influencia que puede ejercer el tiempo transcurrido
entre el ltimo incidente de abuso y el momento de la
evaluacin. El intervalo temporal en las
investigaciones varia desde unos pocos das hasta
varios aos. Adems, a la hora de valorar el posible
efecto de esta variable habra que tener en cuenta los
resultados de algunas investigaciones longitudinales
que demuestran que las consecuencias asociadas a los
abusos sexuales tienden a desaparecer en el tiempo en
un tanto por ciento de los nios estudiados, aunque
existe otro grupo de nios, entre el 10% y el 24%
(KendallTackett et al., 1993) que parecen empeorar.
Por otra parte, podra ocurrir que algunos sntomas
tendiesen a desaparecer, como los signos de ansiedad y
los problemas de tipo internalizado, mientras que otros
persistiesen o empeorasen, como la agresividad y los
problemas de tipo externalizado (Friedrich y Reams,
1987; Mannarinno et al., 1991).

Otra cuestin que habra que conocer es si estos


cambios que se producen con el tiempo, en lugar de
demostrar una disminucin de las secuelas asociadas al
abuso sexual, en realidad reflejan cambios evolutivos,
de forma que en diferentes perodos del desarrollo se
manifiesten distintos tipos de sntomas.

Algunos estudios han encontrado diferencias


relacionadas con el gnero de los sujetos. Friedrich et
al. <1986) encontraron que los nios mostraban ms
agresin y las nias ms sntomas depresivos, Mennen y
Meadow <1994) sealan que al principio de la
adolescencia las nias que haban sufrido abusos
sexuales presentaban ms ansiedad, ms sntomas de

pag. 114
depresin y menor autoconcepto que las del grupo de
comparacin, mientras que entre los nios no habla
diferencias. A pesar de estos resultados, la mayora de
las investigaciones no encuentran diferencias entre
gneros <Jumper, 1995; KendallTackett et al., 1993).

Por ltimo, habra que hacer referencia a ciertas


variables mediadoras que mitigaran los efectos
negativos del abuso y a otras que los potenciaran.
Entre las primeras se citan ciertas caractersticas
temperamentales (Coster et al., 1989), el apoyo de
familiares, amigos y parejas empticas <Asher, 1988,
Conte y Berliner, 1988), intentar escaparse, resistirse
o evitar el abuso y no cooperar cuando este se produce
(Conte y Berliner, 1988; Conte y Schuerznan, 1987).
Entre las segundas nos encontramos con el hecho de
sufrir un nmero elevado de acontecimientos vitales
estresantes <Koverola et al., 1993>, mantener unas
relaciones malas o inestables con los padres y el haber
desarrollado un estilo atribucional depresgeno
(Hazzard et al., 1995).

4.3.- CONSECUENCIAS DEL MALTRATO FSICO


ACTIVO, DE LA NEGLIGENCIA FSICA,
DEL MALTRATO EMOCIONAL ACTIVO Y DE
LA NEGLIGENCIA EMOCIONAL.

En este apartado no haremos referencia a las


consecuencias de los malos tratos en el tipo de apego
establecido entre el nio y el cuidador, ya que debido
a la relevancia que ha tenido este aspecto del
desarrollo en las teoras explicativas de las

pag. 115
consecuencias producidas por los malos tratos, nos
referimos ms extensamente a l en el siguiente
capitulo.

4.3.1.- CUESTIONES GENERALES.

La mayora de las investigaciones se han centrado


en las consecuencias relacionadas con el maltrato
fsico activo y el abuso sexual <de las que hemos
hablado anteriormente>, seguidas en nmero por los
estudios que incluyen sujetos que han sufrido
negligencia fsica, mientras que son muy pocas las
investigaciones relacionadas con el maltrato emocional
activo y la negligencia emocional. De igual manera, son
ms conocidas las consecuencias de los malos tratos en
la infancia y en la niez que en la adolescencia.

Muchas investigaciones han sido criticadas por sus


deficiencias metodolgicas <Conaway y Hansen, 1989;
Lamphear, 1985), entre las que destaca la falta de
definiciones concretas sobre el tipo de malos tratos
que se est estudiando. As, en algunos casos se
utiliza el trmino negligencia, sin especificar si se
trata de negligencia fsica y/o emocional. Otro
importante escollo es elegir grupos de comparacin
adecuados. Entre las variables que hay que tomar en
consideracin hay que destacar el nivel socioeconmico,
el grado de disfuncin familiar y el nivel de
desarrollo cognitivo e intelectual de los sujetos.
Elmer (1977) no detect diferencias significativas en
la salud fsica, el desarrollo lingtiistico e
intelectual, el autocontrol y el rendimiento escolar
entre un grupo de nios maltratados fsicamente, otro
que haba sufrido algn tipo de accidente y otro sin

pag. 116
ninguna de estas circunstancias que procedan de
familias de escasos recursos econmicos, cuando tenan
8 aos. Todos ellos mostraban problemas en el
desarrollo, que segn el autor eran explicados por el
nivel socioeconmico de las familias. A pesar de las
criticas metodolgicas que se han hecho a esta
investigacin <Cicchetti et al., 1987), puso de relieve
la importancia de tener en cuenta algunos factores que
muchas veces acompaan a los malos tratos, en este caso
la pertenencia a clases sociales desfavorecidas, y que
en interaccin con otros determinan sus consecuencias
(Giblin et al., 1984; Scheneider-Rosen y Cicchetti,
1991>. Sin embargo, son muchas las investigaciones que
han encontrado alteraciones en diversos dominios del
desarrollo asociados a los malos tratos (Augoustinos,
1987), que no se detectan en los sujetos de los grupos
de comparacin que proceden de familias con un estatus
socioeconmico semejante al de las familias
maltratadoras. Por otra parte, el ambiente familiar
asociado a los malos tratos difiere significativamente
del de los nios no maltratados, pero estas diferencias
no son idnticas en todos los casos, ni podemos
establecer tipologas de situaciones familiares que se
correspondan con los diferentes tipos de malos tratos.
Adems, estas diferencias tampoco son exclusivas de las
familias maltratantes, sino que aparecen en otras
consideradas de alto riesgo. Wolfe y Mosk <1983)
encontraron que nios y adolescentes (de 6 a 16 aos)
maltratados fsicamente presentaban ms problemas de
conducta y una menor competencia social que los de un
grupo de comparacin procedentes de familias no
problemticas, pero, sin embargo, no encontraron
diferencias con un segundo grupo de comparacin que
proceda de familias de alto riesgo, Segn los autores,
los patrones conductuales de los nios maltratados son
similares al amplio rango de problemas conductuales de

pag. 117
los nios de familias de alto riesgo. Herrenkobl et al.
<1995), han sealado que el pertenecer a familias con
escasos recursos econmicos era un mejor predictor del
desarrollo de los nios <entre dos y diez aos de edad)
que el haber sufrido maltrato activo (fsico o
emocional) o negligencia (fsica o emocional). La
calidad de la relacin entre madre e hijo
<especialmente el grado de rechazo, hostilidad y
control) era la segunda variable en importancia para
predecir el desarrollo, seguida del CI del nio, de la
salud fsica del nio y de la presencia de una figura
paterna en el hogar. Creemos que estos resultados no se
contradicen con lo expuesto hasta ahora porque la
pobreza, adems de influir sobre el desarrollo, es un
factor de riesgo que incrementa la probabilidad de que
se produzcan malos tratos. En este sentido es muy
relevante que la segunda variable en importancia sea la
calidad de la relacin madrehijo, ya que es la que
refleja el tipo de trato que recibe el nio
cotidianamente y que puede ser ms relevante que los
acontecimientos puntuales considerados como maltrato
activo o negligencia.

Con relacin a la importancia de considerar el


desarrollo cognitivo e intelectual de los sujetos para
valorar las consecuencias de los malos tratos, algunas
investigaciones <Barahal et al., 1981; Frodi y Smetana,
1984; Smetana y Kelly, 1989) han demostrado que algunos
dficits en distintos aspectos del conocimiento social
asociados al maltrato fsico activo y a la negligencia
fsica desaparecen al controlar el CI de los nios.

Por ltimo, sealar que son muy escasos los


estudios longitudinales. Los ms relevantes pertenecen
a dos grandes proyectos de investigacin: el Proyecto
Harvard sobre Maltrato Infantil (Cicchetti y Beeghly,

pag. 118
1987; Cicchetti y Braundwald, 1984; Cicchetti et al.,
1987; Coster et al. 1989; SchneiderRosen y Cicchetti,
,

1984; etc) y e]. Proyecto Hinesota <Egeland et al.,


1983; Egeland y Erickson, 1987; Egeland y Sroufe 1981a,
1981b, 1981c; Erickson et al., 1989; etc>. A las
investigaciones del primero nos referiremos al hablar
de las consecuencias de los malos tratos en el tipo de
apego establecido y en el desarrollo lingistico y
comunicativo, mientras que a las del segundo nos
referiremos en el apartado 4.3.10.

4.3.2.- CONSECUENCIAS EN EL DESARROLLO COGNITIVO E


INTELECTUAL, EN EL RENDIMIENTO ACADMICO Y
EN LA ADAPTACIN ESCOLAR.

El maltrato activo (fsico o emocional) y la


negligencia (fsica o emocional) estn asociados a
retrasos en el desarrollo cognitivo e intelectual
detectables a partir del segundo ao de vida y que se
extienden hasta la adolescencia <Alen et al., 1985;
Barahal et al., 1981; Egeland y Sroufe, 1981b; Erickson
et al., 1989; Harmon et al., 1984; HoffmanPlotkin y
Twentyman, 1984). Con la excepcin de algunas
investigaciones, como la de HoffmanPlotkin y Twentyman
<1984), que no encuentran diferencias significativas
entre los distintos tipos de malos tratos, la mayora
de los autores coinciden en sealar que los nios que
han sufrido negligencia fsica y/o emocional son los
que presentan mayores retrasos. Es muy posible que la
falta de estimulacin que caracteriza la interaccin de
las familias negligentes sea la causa de este retraso.

Nos encontramos con unos resultados muy semejantes


al analizar el rendimiento acadmico y la adaptacin

pag. 119
escolar. Los nios y adolescentes maltratados
activamente y/o abandonados tienen un rendimiento
acadmico ms pobre que los de los grupos de
comparacin (reflejado en sus calificaciones, en el
nmero de cursos que repiten, en las valoraciones de
los profesores...). Una vez ms, la negligencia fsica
o emocional <aisladamente o en combinacin con maltrato
fsico y/o emocional activos) se relaciona con los
mayores dficits acadmicos <De Pal y Arruabarrena,
1995; Eckenrode et al., 1993; Egeland y Sroufe, 1981b;
Erickson el al., 1989).

En general, estos nios parecen no comprender lo


que se espera de ellos, adems, los problemas de
atencin asociados a los malos tratos <De Pal y
Arruabarrena, 1995; Erickson el al., 1989) podran
influir en el rendimiento acadmico. Su falta de
adaptacin escolar tambin es significativa. Algunas
investigaciones relacionan el maltrato fsico y el
emocional activos con una mayor frecuencia de conductas
disruptivas y de sanciones disciplinarias en nios y
adolescentes <Eckenrode et al., 1993; Erickson et al.,
1989; Kurtz et al., 1993) y la negligencia fsica y
emocional con una mayor dependencia de los profesores
durante los primeros aos de escolaridad (Egeland et
al., 1983; Erickson et al., 1989).

La persistencia de los efectos de los malos tratos


en el rendimiento intelectual y en los logros
acadmicos pueden extenderse hasta la edad adulta
<Prez y Widom, 1994>.

pag. 120
4.3.3. CONSECUENCIAS EN EL DESARROLLO LINGtJISTICO Y
COMUNICATIVO -

Diversas investigaciones han analizado los efectos


diferenciales de los distintos tipos de malos tratos en
este dominio del desarrollo <Alen et al, 1985; Alen
y Oliver, 1982; Cicchetti y Beeghly, 1987; Costar et
al., 1989>. Sus resultados indican que el maltrato
fsico activo, el maltrato emocional activo y el abuso
sexual se relacionan con retrasos en los aspectos
expresivo y funcional del lenguaje. Este refleja una
menor complejidad sintctica y una menor riqueza lxica
que el de los nios no maltratados. Utilizan un
lenguaje menos descontextualizado y ms repetitivo, con
ms rellenos y menos descripciones, hablan menos
sobre su propia actividad y sobre sus estados internos,
parecen tener dificultades para sostener un dilogo.

Los nios que han sufrido algn tipo de


negligencia presentan retrasos en la expresin y en la
comprensin lingistica. La falta de estimulacin
ambiental de estos nios parece ser muy crtica para el
desarrollo lingistico, hasta el punto de que en
aquellos casos en que la negligencia se acompaa de
maltrato fsico activo, la competencia lingtiistica es
mejor. El grado de atencin que han recibido estos
nios <aunque no sea la adecuada> es mayor que la
recibida por los primeros.

4.3.4.- CONSECUENCIAS EN LA INTERACCIN SOCIAL.

La primera investigacin sobre la interaccin


social de un grupo de nios maltratados fsicamente la

pag. 121
realizaron George y Main (1979), las edades oscilaban
entre 1 y 3 aos. Encontraron diferencias
significativas entre los maltratados y los no
maltratados. Los primeros agredan ms frecuentemente
a sus compaeros, hostigaban verbalmente o por otros
medios a sus profesores y eran los nicos que les
atacaban o amenazaban con hacerlo. Aunque no se
diferenciaban en el nmero de aproximaciones que ellos
mismos dirigan a otros nios o a los adultos, tendan
a evitar las iniciativas amistosas de sus compaeros y
profesores o respondan con una mezcla de movimientos
de aproximacin y evitacin.

La mayora de las investigaciones posteriores


confirman que las victimas de malos tratos (sobre todo
de maltrato fsico activo y de negligencia fsica, en
los que se han centrado la mayor parte de ellas)
manifiestan serias dificultades en la interaccin con
adultos y con los iguales. La tendencia ms
generalizada relaciona el maltrato fsico activo con el
desarrollo de conductas agresivas y el abandono con el
aislamiento y la falta de interaccin en nios y
adolescentes <Downey y Walker, 1989; George y Main,
1979; Haskett y Kistner, 1991; Herrenkohl y Herrenkohl,
1981; HoffmanPlotkin y Twentyman, 1984; Kinard, 1980,
1982; Prino y Peyrot, 1994; Salzinger et al., 1993;
Weiss et al., 1992).

Los patrones de interaccin de los nios


maltratados son muy semejantes a los encontrados en los
rechazados. Haskett y Kistner (1991) observan que los
nios maltratados, de 3 a 6 aos, inician un nmero
significativamente menor de interacciones con sus
compaeros que los no maltratados y exhiben una
proporcin ms elevada de interacciones sociales
negativas (agresiones instrumentales). No reciben menos

pag. 122
interacciones de sus compaeros, pero es menos probable
que stos respondan recprocamente a las interacciones
iniciadas por los maltratados. Segn los autores, esta
falta de respuesta podra producir un descenso en sus
intentos de interactuar, lo que aumentara el
aislamiento social de los maltratados y/o el desarrollo
de formas ms coercitivas de llamar la atencin.
Adems, esta falta de respuesta se mantiene a lo largo
del tiempo. Mientras que la reciprocidad en las
interacciones aumenta con la edad en los nios no
maltratados, en los maltratados no.

En esta misma lnea, MazAguado y Martnez Arias


(1995c) encuentran que al interactuar con sus
compaeros, una muestra de nios de 6 a 11 aos que
hablan sufrido distintas combinaciones de malos tratos
(entre los que se encontraban el maltrato fsico activo
y el emocional activo, la negligencia fsica y la
emocional y el abuso sexual>, emiten y reciben ms
conductas de crtica y de rechazo, llaman ms a menudo
la atencin del profesor y son menos pasivos que sus
compaeros.

Pero las conductas agresivas no son la nica


caracterstica relacionada con el maltrato,
especialmente el maltrato fsico activo. Prino y Peyrot
(1994> sealan que estos nios tambin muestran menos
conductas prosociales que los que han sufrido
negligencia fsica (que eran los ms retradas> y que
los del grupo de comparacin (que eran los que
mostraban ms conductas prosociales). Podra ser que la
conducta agresiva compensada con comportamientos
prosociales se situase dentro del rango normal de
adaptacin, lo que se considerara una conducta
asertiva socialmente aceptada. En el caso de los nios
maltratados no se producira esta compensacin.

pag. 123
El haber sufrido malos tratos se relaciona con la
obtencin de un estatus sociomtrico bajo, con ser
citado por los compaeros en categoras que tienen que
ver con conductas disruptivas y antisociales y no serlo
en aquellas que se refieren a comportamientos
prosociales <Diaz-Aguado y Martnez Arias, 1995c;
Downey y Walker, 1989; Haskett y Kistner, 1991; Kaufman
y Cicchetti, 1989; Salzinger et al., 1993>.

Adems de producir rechazo, los malos tratos


parecen influir en el tipo de relaciones que establecen
los nios, que difieren de las establecidas por los no
maltratados. Salzinger et al. <1993) en una
investigacin realizada con nios y preadolescentes <de
8 a 12 aos) que hablan sufrido maltrato fsico activo
y/o negligencia <no especfica el tipo), describen una
serie de rasgos que caracterizan las relaciones
sociales de estos sujetos frente a las de los del grupo
de comparacin: insularidad (sus amigos son menos
conocidos por sus cuidadores>, falta de reciprocidad
(eligen como amigos, incluso como a sus mejores amigos,
a compaeros que no les eligen o que les rechazan) y
atribuyen ms aspectos negativos a las relaciones con
sus amigos.

Los profesores consideran que estos nios son


agresivos y disruptivos, sobre todo los maltratados
fsicamente <Haskett y Kistner, 1991; Wei5S et al.,
1992>. Estas conductas que podran ser consideradas
como un intento de atraer la atencin del entorno,
puede que se manifiesten de otra manera en la
adolescencia, por ejemplo, por medio de conductas
sexuales atipicas y conductas autodestructivas (Diaz
Aguado y Martnez Arias, 1995c>.

A pesar de lo expuesto hasta ahora, los resultados

pag. 124
de algunas investigaciones no apoyan la tendencia
general a relacionar el maltrato fsico activo con las
conductas agresivas y el abandono fsico con el
aislamiento. De Pal y Arruabarrena (1995) encuentran
datos que apoyaran la tesis contraria, es decir, que
el maltrato fsico activo est asociado a un mayor
aislamiento y la negligencia fsica al desarrollo de
conductas agresivas en nios de 5 a 11 aos. Camras y
Rappaport <1993) observan que tanto los nios
maltratados fsicamente como los abandonados (entre 3
y 7 aos) muestran ms conductas de retraimiento o
aislamiento, pero no ms conductas agresivas. Straker
y Jacobson <1981>, Jacobson y Straker <1982> tampoco
encuentran ms conductas agresivas en nios (entre 5 y
ta aos) maltratados fsicamente que entre los que no
lo hablan sido. Hay que tener en cuenta que Straker y
Jacobson no evaluaron agresin conductual, sino
imaginaria y como ellos mismos sealan, podra ser
que estos nios no se diferenciasen en sus niveles de
agresin esttica pero que su umbral de activacin
fuera menor o que sus mecanismos inhibidores de la
agresin fueran mucho ms dbiles. Para Kaufman y
Cicchetti <1989> algunos nios maltratados fsicamente
mostraran una tendencia mayor al aislamiento, otros a
desarrollar conductas agresivas y en otros casos se
combinaran ambas tendencias.

La situacin parece complicarse un poco ms si


consideramos las diferencias ligadas al gnero. Algunos
autores sealan que los nios maltratados fsicamente
presentan ms dificultades en las interacciones
sociales que las nias <Gregory y Beveridge, 1984) o
que los nios son ms agresivos y las nias ms
retradas <Maylone, 1985).

El conocimiento de la influencia de ciertas

pag. 125
variables situacionales nos ayudara a comprender mejor
la conducta de los sujetos maltratados, ya que bajo
ciertas circunstancias pueden mostrar un nivel
razonable de competencia social <Bradley et al., lgB6a,
1986b; Fantuzzo et al., 1988>. Howes y Espinosa <1985)
compararon la complejidad del juego y la expresin de
emociones positivas de tres grupos de nios (maltrato
fsico activo, negligencia fsica y no maltratados> de
edades comprendidas entre los 2 y 5 aos. Los nios que
no haban sufrido maltrato ni abandono se mostraban
igualmente competentes interactuando en grupos en los
que conocan al resto de sus compaeros, que cuando lo
hacan con desconocidos. Los maltratados fsicamente no
se diferenciaban de ellos al interaccionar con un grupo
de nios conocidos, pero se mostraban menos competentes
con los desconocidos. Los abandonados mostraban la
misma falta de competencia en ambas situaciones. Howes
y Elredge (1985> informan que los nios maltratados
fis icamente muestran ms conductas agresivas en
situaciones de juego estructurado que en situaciones de
juego libre en las que pueden abandonar la interaccin.

En cambio, ciertas situaciones pueden favorecer la


aparicin de conductas agresivas en los nios
maltratados. Herrenkohl y Herrenkohl (1981> observan
que los comportamientos agresivos de nios maltratados
fsicamente de 3 a 5 aos se producen en situaciones
que pueden ser especialmente frustrantes para ellos <en
tareas difciles o cuando sus compaeros interfieren en
su actividad). La conducta agresiva parece estar
asociada a un umbral de tolerancia a la frustracin
particularmente bajo. Otra situacin que parece activar
las conductas agresivas es el percibir dolor en otro
nio (Howes y Elredge, 1985; KlinesDougan y Kistner,
1990; Main y George, 1985).

pag. 126
Los comportamientos agresivos asociados a los
malos tratos podran ser un indicador de ciertos
dficits en la competencia social de los sujetos que
recurren a ellas porque carecen de las estrategias
adecuadas para resolver problemas interpersonales y/o
procesan incorrectamente la informacin en estas
situaciones. En esta lnea, Downey y Walker (1989)
estudiaron el papel mediador de la capacidad de
resolver problemas interpersonales y de los sesgos
atribucionales entre los malos tratos y las conductas
agresivas y el rechazo de los compaeros. Utilizaron
una muestra de edades comprendidas entre los 7 y 14
aos que procedan en su mayora de familias
negligentes <no especifica el tipo de negligencia) en
las que tambin se sospechaba que se haba producido
maltrato fsico activo <aunque slo el 15% eran casos
confirmados). Los resultados de este trabajo indican
que los malos tratos correlacionaban positivamente con
las conductas agresivas y el rechazo de los compaeros,
que la competencia para resolver problemas
interpersonales correlacionaba negativamente con las
conductas agresivas y el rechazo, y que los sesgos
atribucionales correlacionaban positivamente con el
rechazo entre los 8 y 14 aos. Sin embargo, no
encontraron relacin entre malos tratos, la competencia
para resolver problemas interpersonales y los sesgos
atribucionales. Los autores consideran que estas dos
variables no mediaran entre los malos tratos y la
inadaptacin, sino que ms bien, tendran un papel
compensador. Los sujetos que tuviesen los recursos
suficientes para resolver los problemas interpersonales
y que no procesaran sesgadamente la informacin no
desarrollaran conductas agresivas, ni serian
rechazados por sus compaeros, a pesar de haber sufrido
abandono y/o maltrato fsico activo.

pag. 127
Pero otros estudios no apoyan los resultados de
Downey y Walker. flodge et al. <1992) encuentran, en
nios de 2 a 3 aos, que el castigo fsico (considerado
como una variable continua que ira desde el castigo
leve hasta el maltrato fsico severo) pueden producir
dos consecuencias: una mayor agresividad y un estilo
deficiente de procesar informacin social (prestar poca
atencin a claves sociales relevantes, sesgos
atribucionales hostiles, tendencia a generar respuestas
agresivas ante problemas hipotticos y a evaluar
positivamente las consecuencias de las agresiones) que
se relaciona con el desarrollo de conductas agresivas.
Adems, cuanto ms severo es el castigo fsico, peores
son las consecuencias. Este resultado se mantiene al
controlar el efecto de variables como el nivel
socioeconmico, el temperamento del nio y la violencia
entre los progenitores. El trabajo de DiazAguado y
Martnez Arias <1995c) tambin descubre que la
competencia social de nios y adolescentes (6 a 16
aos> que haban sufrido diferentes combinaciones de
malos tratos es menor que la de sus compaeros. En el
caso de los nios <6 a 11. aos) los resultados muestran
que conocen estrategias sociales menos elaboradas y de
peores consecuencias para la relacin. Este dficit se
observa sobre todo al plantearles situaciones de cierta
ambigedad que pueden activar sesgos perceptivos y
emocionales negativos. Los adolescentes tienden a
responder ante situaciones hipotticas con cierta
indefensin, no buscan informacin que seria relevante,
las consecuencias de las acciones que se les ocurren
son bastante negativas y tienen dificultades para
evaluar sus efectos. Las autoras sealan que aunque los
nios maltratados presentaban ms conductas disruptivas
y antisociales <segn la evaluacin hecha por sus
profesores) y emiten y reciben ms criticas y rechazo
de sus compaeros <segn se desprende de la observacin

pag. 128
de su conducta) que los no maltratados, no justifican
la violencia en mayor medida que stos. Puede que estos
nios hayan aprendido que los comportamientos
antisociales no son adecuados pero que recurran a ellos
porque carecen de estrategias ms adecuadas para
conseguir lo que quieren, definen inadecuadamente las
situaciones sociales en las que los emiten o no son
capaces de controlarlos.

4.3.5.- CONSECUENCIAS EN EL DESARROLLO DE LA EMPATA.

Los preescolares que han sufrido maltrato fsico


activo o negligencia fsica reaccionan de una manera
atipica ante la expresin de dolor o malestar de otros
nios. En lugar de reaccionar mostrando inters,
preocupacin, tristeza o mediante conductas prosociales
como hacen los no maltratados, estos nios muestran
miedo, irritacin, les agreden fsicamente y en algunas
casos, alternan agresiones con intentos de consolarlas
(Howes y Elredge, 1985; Main y George, 1985). Clines-
flougan y lCistner <1990) informan que los preescolares
maltratados fsicamente no se diferencian de los nios
del grupo de comparacin en la proporcin de respuestas
apropiadas ante el malestar del otro, ni en la
proporcin de conductas de evitacin, pero si en la
frecuencia con que muestran irritacin o les agreden
fsica o verbalmente.

Estas respuestas atipicas ante el dolor de otros


nios se ha interpretado como una deficiencia de la
respuesta emptica asociada a los malos tratos, que
tambin se ha encontrado en nios en edad escolar
<DiazAguado y Martnez Arias, 1995c; Muller y
.

Eisenberg, 1988; Straker y Jacobson, 1981>. No se

pag. 129
conocen a penas datos sobre las consecuencia de los
malos tratos en el desarrollo de la empatia en
adolescentes, aunque algunos resultados no han
encontrado diferencias significativas entre los
adolescentes maltratados y no maltratados (Diaz-Aguado
y Martnez Arias, 1995c).

Uno de los componentes cognitivos de la respuesta


emptica es la habilidad para reconocer expresiones
emocionales en los otros (Fesbach, 1975, 1989> y esta
habilidad puede ser un precursor de respuestas
empticas ms complejas. Los nios preescolares son
capaces de identificar expresiones faciales (de
tristeza, miedo, felicidad) con gran precisin y de
inferir el estado emocional de dichas expresiones
<Borke, 1973; ER.man y Friesen, 1971). El haber sufrido
malos tratos podra afectar a la capacidad del nio
para identificar expresiones emocionales, lo que podra
explicar que reaccionen de una manera agresiva ante la
expresin de malestar de otros o que eviten las
aproximaciones amistosas. No reconoceran las seales
de dolor o los gestos amistosos de los dems. De hecho
en el nietaanlisis realizado por Muller y Eisenberg
(1988> la empatia correlaciona negativamente con
conductas agresivas y antisociales.

Sin embargo, la evidencia emprica es


contradictoria. Algunos estudios encuentran que los
nios maltratados fsicamente o abandonados tienen ms
dificultades para reconocer expresiones emocionales
<Camras et al., 1988; Caniras y Rappaport, 1993), pero
cuando se controla la influencia del CI de los sujetos,
estas diferencias tienden a desaparecer (Frodi y
Smetana, 1984). Lo mismo ocurre con la habilidad para
adoptar la perspectiva del otro, que es otro componente
cognitivo de la respuesta emptica (Fesbach, 1975,

pag. 130
1989; Hoffman, 1975). Las diferencias entre los grupos,
aunque mantienen la tendencia esperada, se vuelven no
significativas al controlar la influencia del CX
(Barahal et al.,, 1981>.

4.3.6. CONSECUENCIAS EN LA FORMACIN DE JUICIOS


MORALES.

El tipo de disciplina recibida por los nios


maltratados podra condicionar sus concepciones sobre
lo correcto y lo incorrecto, lo justo y lo injusto. Las
personas que han sufrido maltrato fsico activo tienden
a utilizar con ms frecuencia el castigo fsico y el
tipo de disciplina empleada por los padres
maltratadores es diferente a la utilizada por los no
maltratadores. Los primeros son ms propensos al
castigo (fsico o de otro tipo) y sus castigos fsicos
son ms severos. Los segundos recurren ms a menudo a
los ruegos y al razonamiento (Chilamkurti y Milner,
1993; Trickett y Kuczynski, 1986>. Adems esta
diferencia es ms acentuada ante las transgresiones de
las normas morales y de las convenciones sociales, por
lo que cabria esperar que los nios maltratados y los
no maltratados difieran en sus juicios morales y
convencionales. El castigo puede ser eficaz para
conseguir la obediencia inmediata, mientras que el
razonamiento consigue cambios conductuales a ms largo
plazo (Chapman y ZahnWaxler, 1982; Kuczynski, 1983,
1984). El castigo remarca los factores externos, el
razonamiento facilita que el nio atribuya su
obediencia a motivaciones internas <apelando a la
empatia, la culpa o la autoestima). Por otra parte, los
padres adaptan el tipo de disciplina a los objetivos
que quieren conseguir. Utilizarn la imposicin, sin

pag. 131
razonamiento, cuando buscan una obediencia inmediata y
el razonamiento cuando quieren conseguir un efecto a
largo plazo en la conducta de los nios. Por ello, si
los padres maltratadores tienden a utilizar el castigo
ante las transgresiones de las normas morales y de las
normas sociales, puede que estn favoreciendo en sus
hijos la heteronomia en lugar de la autonoma moral
(Piaget, 1932>. Barahal et al. (1981) no encontraron
diferencias en el tipo de juicios morales que
realizaban una muestra de nios (de 6 a 8 aos> que
haban sufrido maltrato fsico activo <y alguno de
ellos tambin abusos sexuales> y los que realizaban los
no maltratados. Aproximadamente la mitad de ambos
grupos basaba sus juicios en las recompensas y castigos
en lugar de en la intencionalidad. Quizs, los
resultados hubieran sido otros si este estudio se
hubiera realizado con nios mayores, ya que es de
esperar que a esta edad cualquier nio <maltratado o
no> haga este tipo de juicios.

Otras investigaciones realizadas con preescolares


<Smetana et al., 1984; Smetana y ICelly, 1989> muestran
que los que han sufrido maltrato fsico activo o
negligencia aplican los mismos criterios a las
transgresiones morales y convencionales que los que no
los han sufrido. Todos reflejan cierto egocentrismo en
sus juicios, as, las transgresiones eran ms graves y
menos licitas cuando las cometen los dems. Los nios
maltratados fsicamente y los no maltratados
consideraban que el castigo era ms merecido cuando se
aplicaba a otros que cuando ellos mismos eran los
transgresores, sin embargo, los abandonados no hacan
esta distincin, parecen verse as mismos ms culpables
y merecedores de castigo que los dems nios.

pag. 132
4.3.7.- CONSECUENCIAS EN EL DESARROLLO DE LA IDENTIDAD.

Las investigaciones realizadas en este dominio del


desarrollo no se han limitado a estudiar los casos de
maltrato fsico activo, pero con escasas excepciones,
no han analizado los efectos diferenciales de cada uno
de los tipos de malos tratos o de sus combinaciones.
Los aspectos del desarrollo de la identidad a los que
se han dirigido los estudios son: el
autorreconocimiento visual, la tendencia de los nios
a culpabilizarse de los malos tratos recibidos, el
autoconcepto y la autoestima.

El autorreconocimiento visual parece ser un


aspecto del desarrollo fuertemente canalizado y en su
surgimiento, durante los dos primeros aos de vida, no
influiran circunstancias extremas como los malos
tratos o variaciones en el estatus socioeconmico
(Cicchett, 1991; SchneiderRosen y Cicchetti, 1984,
1991).

Con relacin a la valoracin que hacen los nios


que han sufrido malos tratos de la conducta de sus
padres, Hertzberger et al. <1981> concluyen que tanto
los sujetos (de 8 a 14 aos) maltratados fsicamente
como los del grupo de comparacin, consideran que el
trato recibido de sus padres es merecido y que en
contra de la hiptesis que seala que existen dficits
sociocognitivos relacionados con los malos tratos,
stos parecen hacer atribuciones bastante correctas
sobre las causas del trato recibido (lo atribuyen al
mal carcter> y son conscientes de que son ms
duramente tratados que otros nios. Lo que nos parece
relevante no es que los nios del grupo de comparacin
consideren que el trato recibido es el merecido, porque

pag. 133
es de esperar que as lo sea si no existen problemas
familiares, sino que los maltratados opinen lo mismo,
lo que no parece muy coherente con el tipo de
atribuciones que hacen. Esta tendencia a justificar o
a culpabilizarse del trato recibido aparece en otros
estudios <GarcaCalvo, 1994; Dean et al., 1986> y
parece depender del tipo y gravedad de los malos
tratos. Ney et al., (1986> evaluaron la severidad, la
duracin y la frecuencia del maltrato fsico activo,
del maltrato verbal, de la negligencia fsica, de la
negligencia emocional y del abuso sexual sufridos por
una muestra de sujetos de 5 a 12 aos para valorar cmo
influan estos factores en la autoculpabilizacin.
Encontraron que los maltratados fsicamente se
culpabilizaban si el maltrato era poco frecuente, pero
no si era muy frecuente o muy severo. La relacin entre
maltrato verbal y autoculpabilizacin tena forma de
U, es decir, el sujeto se autoculpabiliza cuando el
maltrato es leve o, sobre todo, cuando es muy severo,
pero no lo hacia cuando era moderado <culpan a otros>.
Una curva similar se obtena con el abuso sexual,
aunque estos nios se culpabilizan siempre a ellos
mismos <nunca culpan a otros, aunque la
autoculpabilizacin sea menor si el abuso es moderado
que si es leve o muy grave). Los casos de negligencia
fsica o emocional eran menos claros, pero es ms
probable que el nio se responsabilice a si mismo en
lugar de culpar a otros.

Los resultados encontrados en la niez y en la


preadolescencia indican que los malos tratos en estas
edades se asocian a un autoconcepto y a una autoestima
ms pobres (DiazAguado y Martnez Arias, 1995c; Hyman,
1987; ICaufman y Cicchetti, 1989; Kinard, 1980, 1982).
Los nios se describen a si mismos en trminos de
impopularidad, desobediencia, infelicidad e

pag. 134
inconformismo. En el caso de los adolescentes los
resultados no son tan claros. En algunas
investigaciones en las que las muestras incluyen
adolescentes junto con nios de menor edad, no se
suelen analizar los resultados en funcin de los
distintos niveles evolutivos, sino de una manera
global. En ellas se concluye que todos los sujetos que
han sufrido malos tratos obtienen peores puntuaciones
en autoestima y en autoconcepto (Kazdin et al., 1985;
Qates et al., 1985), que sus expectativas sobre el
presente y el futuro son muy negativas <no son felices,
no esperan tener un futuro prometedor, creen que
tendrn pocas oportunidades de disfrutar de un
matrimonio feliz, creen que no llegarn a ser viejos y
que no conseguirn convertirse en la persona que les
gustara ser> y que aspiran a ocupaciones laborales de
menor estatus social que los sujetos del grupo de
comparacin <Ney et al., 1994; Oates et al., 1985>. Sin
embargo, algunos estudios que han analizado nicamente
o por separado a los adolescentes, encuentran que no
existen diferencias significativas entre los
maltratados y los no maltratados (Hibbard et al.,
1992>.

Lo que se ha observado es una tendencia que


apuntara a la aparicin de diferencias en el curso
evolutivo que explicaran los datos expuestos antes.
Mientras que en los adolescentes no maltratados se
podra producir un descenso en el autoconcepto con
relacin a la niez, en los maltratados se podra
producir un aumento, precisamente en las dimensiones
(felicidad, popularidad y conducta) en las que los
nios maltratados puntuaban significativamente por
debajo de los no maltratados (Diaz-Aguado y Martnez
Arias, 1995c). La propensin del autoconcepto a
disminuir en la adolescencia haba sido observada en

pag. 135
otros estudios (Harter, 1982; Marsh, 1989; Piers y
Harris, 1964; Rosenberg, 1985> y habra que considerar
por qu se invierte esta tendencia evolutiva en los
adolescentes maltratados. Las autoras consideran dos
posibles explicaciones. La primera de ellas supondra
la activacin de un mecanismo protector de la
autoestima que llevara a distorsionar la percepcin
de uno mismo en aquellas dimensiones del autoconcepto
en las que se tienen problemas graves. La segunda hace
referencia a la interaccin entre el contexto en el que
los individuos se desarrollan y las nuevas capacidades
cognitivas que aparecen con la edad. En el caso de los
no maltratados los cambios sociales y cognitivos que se
producen en la adolescencia favoreceran la
autocrtica, el cuestionamiento de la identidad
convencional para construir la propia identidad. En el
caso de los maltratados, debido al contexto en que se
han desarrollado durante la infancia, no necesitaran
cuestionar su identidad previa, sino que sus
necesidades se orientaran de otra manera.

Sin embargo, hay que sealar que no todos los


autores han encontrado que en la adolescencia se
produzca un descenso en las puntuaciones de al menos
algunas dimensiones del autoconcepto, como la
autoestima, con relacin a la niez. Algunos estudios
longitudinales han encontrado que lo que se produce es
un aumento de esta dimensi6n <McCarthy y Hoge, 1982;
OMalley y Bachman, 1983). Consideramos que es posible
que estas discrepancia entre los resultados de las
investigaciones que intentan analizar las diferencias
que con la edad pueden producirse en el autoconcepto o
en la autoestima, estn relacionadas con la confusin
en la delimitacin de ambos constructos (Garca Torres,
1982). La autoestima suele definirse operativamente
mediante pruebas de autoconcepto y aunque ambos

pag. 136
constructos estn relacionados, no son idnticos. La
autoestima seria una dimensin del autoconcepto, que es
un constructo ms amplio y podran producirse
diferencias en el curso evolutivo de las distintas
dimensiones que lo forman.

En cuanto a los posibles efectos diferenciales de


los distintos tipos de malos tratos, los escasos datos
que hemos encontrado sealan que las peores
expectativas sobre el presente y el futuro aparecen en
los sujetos que han sufrido conjuntamente maltrato
fsico activo, negligencia fsica y maltrato verbal
<Ney et al., 1994) y que el maltrato emocional activo
es mejor predictor de la autoestima y de los sntomas
depresivos que el maltrato fsico activo (Gross y
Keller, 1992).

4.3.8.- CONSECUENCIAS EN EL DESARROLLO DE UNA


SINTOMATOLOGA DEPRESIVA Y DE TRASTORNOS
DISOCIATIVOS.

Existe una conexin entre los malos tratos y la


sintomatologa depresiva que ha sido estudiada sobre
todo en nios en edad escolar, en la preadolescencia y
al comienzo de la edad adulta. Esta sintomatologa se
acompaa de un estilo atribucional depresgeno. Cerezo
y Fras, <1994) sealan que el estilo atribucional para
acontecimientos negativos es mejor predictor de
sintomatologa depresiva para los sujetos maltratados
fsica o emocionalmente (entre 8 y 13 aos), mientras
que para los no maltratados lo era el estilo
atribucional para acontecimientos positivos. Los
maltratados consideran que tienen un control menor
sobre los acontecimientos negativos, que adems,

pag. 137
atribuyen a causas internas y estables. Con relacin a
los acontecimientos positivos, tambin encontraron
diferencias entre los grupos, aunque menos
significativas. Los no maltratados los atribuyen ms a
menudo a causas globales e internas que los maltratados
(en esta dimensin las diferencias fueron marginalmente
significativas).

Por otra parte, los nios maltratados fsicamente


presentan un locus de control externo con relacin a
las experiencias desagradables (Barahal et al., 1981).
Perciben que el xito <por ejemplo, el acadmico) o los
reforzadores positivos son contingentes con sus
acciones, pero el fracaso o los reforzadores negativos
los consideran independientes de sus acciones. Aunque
lo comn es que los individuos tengan niveles similares
de externalidad para el xito y el fracaso, esta
marcada discrepancia se ha observado tambin en nios
con trastornos de conducta (Sade et al., 1984>.

Pero el efecto del maltrato en la autoestima y en


la sintomatologa depresiva podra depender de las
caractersticas de ste. Kazdin et al. (1985)
encuentran que entre los nios <de 6 a 13 aos)
maltratados fsicamente, los que peores resultados
obtenan eran aquellos que haban sido maltratados en
el pasado y continuaban sindolo en el momento de
realizar la investigacin, seguidos por aquellos que lo
estaban siendo en el presente pero no haban sido
maltratados en el pasado. Si el maltrato haba ocurrido
slo en el pasado, se mantenan las diferencias con el
grupo de comparacin en autoestima y desaparecan con
relacin a los sntomas depresivos. Esto podra indicar
que la sintomatologa depresiva se atena con el
tiempo, pero habra que tener en cuenta otros factores
como la frecuencia o la severidad del maltrato.

pag. 138
La sintomatologa depresiva tambin aparece como
una consecuencia a medio y a largo plazo de los malos
tratos en las investigaciones realizadas con adultos
maltratados en su infancia (Briere y Runtz, 1988; Gross
y Celler, 1992), junto con los intentos de suicidio que
estn muy asociados a los trastornos depresgenos,
aunque no de manera exclusiva <Briere y Runtz, 1988;
Deykin et al., 1985).

Igualmente los trastornos disociativos parecen ser


ms frecuentes entre los sujetos que han sufrido malos
tratos en su infancia. La influencia entre ambas
variables es mayor en los casos en los que se sufren
diferentes tipos de malos tratos <Sandberg y Lynn,
1992). Los casos de personalidad mltiple aparecen muy
asociados al maltrato fsico activo y al abuso sexual
(Coons, 1986; Putman et al., 1986>.

4.3.9.- CONSECUENCIAS EN EL DESARROLLO DE CONDUCTAS


DELICTIVAS.

La relacin entre malos tratos y conductas


delictivas puede encontrarse en edades preadolescentes.
De Pal y Arruabarrena (1995) informan de una
incidencia ms elevada de este tipo de conductas entre
nios maltratados fsicamente y nios que han sufrido
abandono fsico (de 5 a 11 aos), que entre los del
grupo de comparacin.

Aunque algunas investigaciones (Alfaro, 1g81;


Mccord, 1983, Widom, 1989) coinciden en estimar que
aproximadamente el 20% de los nios que han sufrido
malos tratos cometen posteriormente actos delictivos en
la adolescencia y en la edad adulta, los estudios

pag. 139
retrospectivos encuentran porcentajes sorprendentemente
altos de delincuentes que haban sufrido malos tratos.

Parece, por lo tanto, que existe cierta


interaccin entre los malos tratos y otros factores que
contribuyen a que se desarrolle una conducta delictiva.
En este sentido, Lewis et al. <1989) consideran que el
maltrato fsico activo severo es ms probable que est
asociado a actos delictivos violentos y a la
criminalidad si estn presentes uno o ms de los
siguientes factores adicionales: cuando el nio sufre
alguna disfuncin del sistema nervioso central que
dificulta una adecuada modulacin de las emociones y el
control de sus conductas, cuando sufre alguna
alteracin psicopatolgica que altera su comprensin de
la realidad y se siente innecesaria y excesivamente
amenazado, cuando entre sus cuidadores se han producido
episodios violentos.

Adems, habra que tomar en consideracin otros


factores, Circunstancias relacionadas con los malos
tratos como el alcoholismo y las toxicomanas (Cohen y
DesenGerber, 1982; Sheridan, 1995) o las fugas de casa
frecuentes en los nios y adolescentes vctimas de
malos tratos (Powers et al.., 1990), aumentan el riesgo
de cometer conductas delictivas.

4.3.10. RESULTADOS DEL PROYECTO NINESOTA.

En este proyecto participaron nios entre tres


meses y seis aos que hablan sufrido al menos uno de
los siguientes tipos de malos tratos: maltrato fsico
activo, negligencia fsica, hostilidad verbal,
inaccesibilidad psicolgica de sus madres (estas madres

pag. 140
se muestran desapegadas, no interactan con sus hijos
ms all de lo estrictamente necesario y no parecen
disfrutar al hacerlo) y abuso sexual (este grupo fue
detectado a los cinco aos de edad).

Todos (excepto el grupo de abuso sexual, que fue


detectado ms tarde) mostraban una mayor proporcin de
apego inseguro y un menor rendimiento intelectual que
el grupo de comparacin, sus puntuaciones en el Bayley
Scales of Infant flevelopment <Bayley, 1969) y en el
Wechsler Preschool Primary Scale of Intelligence
<Wechsler, 1967) eran ms bajas. En esta ltima
variable, el mayor descenso en las puntuaciones se
encontraba entre los nios pequeos en el grupo cuyas
madres eran psicolgicamente inaccesibles, mientras que
entre los nios de ms edad las puntuaciones ms bajas
correspondan al grupo que haba sufrido negligencia
fsica.

Entre los tres meses y los cuatro aos, los nios


de cualquiera de los grupos de malos tratos presentaban
problemas al interactuar con sus madres. Generalmente
eran ms desobedientes, evitantes y mostraban menos
afecto positivo y ms afecto negativo en diversas
tareas a los 24 y a los 42 meses de edad. Su conducta
tambin reflejaba un control de estmulos ms pobre,
poca creatividad y una baja autoestima. La adaptacin
al ambiente escolar era muy difcil, destaca la
dependencia que tenan de sus profesores los nios que
haban sufrido negligencia fsica y los que tenan
madres psicolgicamente inaccesibles. Este ltimo grupo
era el que mostraba una peor actuacin en todas las
variables evaluadas a estas edades y el que pareca
tener ms problemas emocionales y de conducta, algunos
de los cuales podran ser indicadores de trastornos
psicopatolgicos <por ejemplo, las autoagresiones).

pag. 141
Entre los cinco y seis aos el grupo que mostraba
los problemas ms variados y severos era el de los
nios que haban sufrido negligencia fsica <slo o en
combinacin con maltrato fsico activo>. Su rendimiento
intelectual era ms pobre que el del grupo de
comparacin, que el de los nios con abuso sexual y que
el de los nios con madres psicolgicamente
inaccesibles. En el colegio mostraban ansiedad, falta
de atencin e iniciativa, no comprendan el trabajo
escolar, eran muy dependientes de sus profesores y poco
cooperativos. En la interaccin con sus compaeros
exhiban tanto conductas agresivas como de aislamiento,
falta de empatia y de afecto positivo.

Los nios de madres psicolgicamente inaccesibles


y los que haban sufrido maltrato fsico activo eran
105 ms agresivos con sus compaeros y su conducta era
ms disruptiva en el colegio.

El rendimiento escolar de los nios que haban


sufrido abusos sexuales se vea afectado por su elevada
ansiedad, falta de atencin y por no comprender lo que
se esperaba de ellos. Su conducta social varia desde la
agresividad hasta el aislamiento. Quizs, la
caracterstica ms sobresaliente es la dependencia que
tienen de los adultos, como lo evidencia su bsqueda de
proximidad, aprobacin y cercana.

Los autores sealan que las secuelas de los malos


tratos son ms severas cuando se producen a edades ms
tempranas. Por otra parte, el comportamiento de estos
nios recuerda al de sus padres (por ejemplo, la
agresividad de los nios maltratados fsicamente o de
los que han experimentado hostilidad verbal, la falta
de implicacin de los que han tenido madres
psicolgicamente inaccesibles, la desorganizacin e

pag. 142
incompetencia de los nios que han sufrido negligencia
fsica...).

pag. 143
5. TEORIAS EXPLICATIVAS SOBRE
LAS CONSECUENCIAS DE LOS
MALOS TRATOS.

5.1.- TEORAS EXPLICATIVAS SOBRE LAS


CONSECUENCIAS DEL ABUSO SEXUAL.

5.1.1.- MODELOS QUE PLANTEAR EL DESARROLLO DE UN


SINDROME COMO CONSECUENCIA DEL ABUSO SEXUAL.

Briere <1984) ha propuesto que las victimas de


incesto desarrollan un sndrome formado por conductas
que originalmente eran mecanismos para afrontar una
infancia caracterizada por la victimizacin o
reacciones condicionadas a ella. Este sndrome se
desarrollara de manera similar a otros trastornos de
la personalidad, en particular, la personalidad limite.
Un nio en una familia incestuosa desarrolla respuestas
que le permiten hacer frente a un sistema familiar
disfuncional. Una vez que estas respuestas se han
aprendido, persisten en la edad adulta an cuando no
sean necesarias ni adaptativas.

Summit (1983) presenta un modelo denominado


slndrome de acomodacin. Se refiere fundamentalmente
a casos de incesto e incluye cinco caractersticas: el
secreto, la indefensin, la acomodacin, la apertura
del secreto y la retraccin. El ms importante en la
explicacin de las consecuencias del abuso sexual es la

pag. 144
acomodacin. Ante la situacin de abuso el nio se
convierte as mismo en chivo expiatorio, ya que ante
la eleccin de si l es el malo o lo es su padre, elige
la primera opcin. Es necesario mantener la imagen del
buen padre y acceder a sus expectativas. Adems, no
debe descubrir el abuso o se producira la ruptura
familiar. La vctima carga sobre si la responsabilidad
de mantener unida a la familia y el poder de
destruirla, de forma que moviliza su altruismo y
autocontrol para asegurar la supervivencia de los
dems. Sufre una inversin de normas morales, si dice
la verdad y desvela el secreto est haciendo algo malo,
si sigue callado y accede a las relaciones sexuales
acta correctamente. Las alteraciones psicolgicas se
explican a travs de este sndrome de acomodacin que
resulta adaptativo para sobrevivir a las situaciones de
abuso sexual, pero que impide una integracin
psicolgica efectiva durante la edad adulta.

Se ha propuesto (Finkelhor, 1987b; KendallTackett


et al., 1993; Lpez, 1993; Spaccarelli, 1994; Wolfe et
al., 1994) que las victimas de abusos sexuales
desarrollaran el trastorno conocido como estrs
postraurntlco <post-traumatic stress disorder o PTSD>
propuesto en el DSMI!! <American Psychiatric
Association, 1987). Este desorden tiene los siguientes
componentes:

a> La existencia de un suceso estresante


evidente.

b) La tendencia a volver a experimentar el


acontecimiento traumtico por lo menos de una de
las siguientes formas: 1. recuerdos
desagradables, recurrentes e invasores; 2. sueos
desagradables y recurrentes; 3. conductas y

pag. 145
sentimientos sbitos que aparecen como si el
agente traumtico operara de nuevo <sensacin de
revivir la experiencia, alucinaciones y episodios
disociativos, incluso cuando ocurren al despertar
o como consecuencia de alguna intoxicacin por
drogas); 4. malestar psicolgico intenso al
exponerse a acontecimientos que simbolizan o
recuerdan algn aspecto del acontecimiento
traumtico.

c> Evitacin persistente de los estmulos


asociados con el trauma o falta de capacidad
general de respuesta (que no existan antes del
trauma), puestas de manifiesto por al menos dos de
los siguientes fenmenos: 1. esfuerzos para
evitar los pensamientos o las sensaciones
asociadas con el trauma; 2.- esfuerzos por evitar
las actividades o las situaciones que provocan el
recuerdo del trauma; 3. incapacidad para recordar
alguno de los aspectos importantes del trauma;
4. disminucin marcada del inters en actividades
significativas; 5. sensacin de distaricianxiento
o extraamiento respecto a los dems; 6.- afecto
restringido; 7. sensacin de acortamiento del
futuro.

d) Sntomas persistentes de aumento de la


activacin <que no existan antes del trauma)
puestos de manifiesto por al menos dos de los
siguientes fenmenos: 1.- dificultad para
conciliar o mantener el sueo; 2. irritabilidad
o explosiones de ira; 3. dificultad para la
concentracin; 4. hipervigilancia; 5. respuestas
de alarma exagerada; 6. reactividad fisiolgica
frente a la exposicin a acontecimientos que
simbolizan o recuerdan algn aspecto del

pag. 146
acontecimiento traumtico.

e)- La duracin del trastorno <sntomas b, c y d)


ha sido por lo menos de un mes.

El PTSD fue creado para aplicarse a adultos,


especialmente los que haban sufrido los efectos de
vivir una guerra. Posteriormente se ha ido aplicando a
nios que haban sufrido desastres naturales, que
haban sido victimas de crmenes violentos o que haban
sido testigos de la muerte violenta de una persona
querida y a aquellos que haban sufrido abusos
sexuales.

Este modelo presenta varias ventajas <Finkelhor,


1987b). Los sntomas que se recogen en el PTSD pueden
aparecer en las victimas de abusos sexuales y permite
considerarlos de una forma estructurada y no como una
mera recoleccin de sntomas. Este modelo sita al
abuso sexual en un contexto ms amplio y lo relaciona
con otros tipos de traumas. Adems, ha atrado la
atencin de muchos investigadores y ha ayudado a
reducir la estigmatizacin de las victimas. Sin
embargo, tambin es posible sealar algunas
deficiencias en este modelo (Flnkelhor, 1987b). La
primera es que no incluye muchos de los sntomas que
las investigaciones han asociado con ms frecuencia a
los abusos sexuales como el miedo, la
autoculpabilizacin, la sintomatologa depresiva, los
problemas sexuales, la tendencia suicida, el abuso de
drogas y la revictimizacin. El modelo basado en el
PTSD hace hincapi en los aspectos afectivos del
trauma, pero para entender las consecuencia del abuso
sexual habra que considerar tambin los aspectos
cognitivos como las creencias distorsionadas sobre uno
mismo y los dems, la autoculpabilizacin o las

pag. 147
concepciones errneas sobre la sexualidad. Un segundo
problema que se le plantea a este modelo es que muchas
victimas no presentan los sntomas recogidos en el
PTSD. Wolfe et al. <1994) en una investigacin con
sujetos de ambos gneros que haban sufrido abusos
sexuales y de edades comprendidas entre 6 y 16 aos,
encontraron que el PTSD era ms frecuente entre las
chicas de ms edad que haban sufrido abusos en los que
se utilizaron amenazas o violencia. Pero muchas
situaciones de abuso no ocurren bajo condiciones de
peligro, amenaza y violencia y el trauma se produce, a
menudo, por lo que el acto en si significa ms que por
el riesgo fsico. La ltima deficiencia de este modelo
es que se trata de una descripcin de sntomas y no
explica cmo se desarrollan.

5.1.2. - DXNAMICAS GENERADORAS DEL TRAUMA DE LOS ABUSOS


SEXUALES (TRAIJMAGENIC DYNAMICS OF SEXUAL
ABUSE).

Este modelo (Finkelhor, 1987b, Finkelhor y Browne,


1988> propone que el abuso sexual implica cuatro tipos
de experiencias que alteran la orientacin cognitiva y
emocional del nio hacia el mundo y que distorsionan su
autoconcepto, su visin del mundo o sus capacidades
afectivas. Los problemas que comnmente se observan en
las victimas de abusos sexuales pueden producirse
cuando el nio intenta enfrentarse al mundo utilizando
estas distorsiones. Estas cuatro experiencias son:

a)- Sexuacin traumtica. Es el proceso por el


cual la sexualidad del nio se conforma de una
manera evolutivamente inadecuada y a travs de una
relacin interpersonal inapropiada. Muchos

pag. 148
aspectos del abuso sexual contribuyen a este
proceso:

- A menudo el nio es recompensado por


mostrar una conducta sexual inapropiada a su nivel
de desarrollo.

Debido a las recompensas el nio aprende a


utilizar las conductas sexuales, apropiadas o no,
como una estrategia para manipular a los dems y
satisfacer sus necesidades.

- Ciertas partes del cuerpo del nio, por la


atencin que reciben, se fetichizan y adquieren
una importancia y un significado distorsionados.

El agresor transmite al nio concepciones


errneas sobre el comportamiento y la moral
sexual.

La sexualidad es vista como algo negativo


por el nio cuando la asocia a recuerdos
aterradores y desagradables.

Las situaciones varian en funcin del grado


de sexuacin traumtica que producen, dependiendo
de si se emplea o no la violencia, del nivel de
desarrollo del nio, de si comprende o no el
significado sexual de las conductas, etc.

b)- Traicin. Es el proceso por el cual el nio


descubre que alguien de quien depende es capaz de
producirle dao. Se da cuenta que ha sido engaado
por alguien en quien confiaba, que ha sido tratado
cruelmente por alguien a quien quera..

pag. 149
Este sentimiento de traicin puede dirigirse,
adems de al agresor, a miembros de su familia que
no han sido capaces de protegerlo, que no le han
credo o han cambiado su actitud hacia l tras
descubrirse el abuso. Adems, la traicin es mayor
cuando el agresor es un familiar u otra persona de
confianza, que cuando es un desconocido.

c)- Indefensin. Es el proceso por el cual e]. nio


percibe que es incapaz de evitar eficazmente
situaciones no deseadas. Diversos aspectos del
abuso sexual contribuyen a este proceso: la
repetida invasin del espacio vital del nio sin
que ste d su consentimiento, la coercin y
manipulacin del agresor, los intentos sin xito
de terminar con los abusos y de protegerse, las
repetidas experiencias de miedo o que los dems no
le crean.

d> EstIgmatizacin. Es el proceso por el cual el


nio incorpora ciertas connotaciones negativas
(vergenza, culpa, sentimiento de ser una mala
persona) a la imagen que tiene de si mismo. Estos
mensajes pueden llegar al nio por distintas vas.
Pueden provenir del agresor que le culpabiliza o
denigra, o simplemente al obligarlo a mantener el
secreto le transmite que su conducta es
vergonzante. La estigmatizacin tambin puede
provenir de miembros de su familia o de la.
comunidad si no reaccionan de una manera adecuada
al descubrirse el abuso.

Estas cuatro experiencias pueden aparecer en


traumas asociados a otros tipos de situaciones, pero lo
que caracteriza al abuso sexual es que en l se dan
conjuntamente.

pag. 150
Cada una de ellas incidira de manera
preponderante <aunque no unvoca) sobre determinados
aspectos psicolgicos y producira determinadas
manifestaciones conductuales. La sexuacin traumtica
incrementara el inters por los temas sexuales,
producira confusin en la identidad y normas sexuales
y entre sexo y cuidados paternos. Sus manifestaciones
conductuales serian: conductas sexuales compulsivas,
una actividad sexual precoz, conductas sexuales
agresivas, promiscuidad, prostitucin, problemas en las
relaciones sexuales y una inapropiada sexualizacin del
rol parental. La traicin se asocia con depresin,
dependencia extrema, desconfianza y hostilidad. Algunas
de sus manifestaciones conductuales serian:
revictimizacin, permitir que los propios hijos sufran
malos tratos, aislamiento, problemas en el matrimonio,
conductas agresivas y delincuencia. La indefensin
producira miedo, ansiedad, sentimientos de ineficacia,
percepcin de uno mismo como vctima y algunas veces,
identificacin con el agresor en un intento de generar
cierta sensacin de poder. Sus manifestaciones
conductuales incluiran: pesadillas, dolencias fsicas,
depresin, disociacin, fobias, huidas, problemas
escolares o laborales, revictimizacin, conductas
agresivas, delincuencia y convertirse en agresor. La
estigmatizacin producirla consecuencias a ms largo
plazo como sentimientos de culpa y de vergenza,
sentirse diferente y una pobre autoestima. Sus
manifestaciones conductuales serian: aislamiento, abuso
de drogas, intentos de suicidio, autolesiones e
implicacin en delitos.

Este modelo es un intento de identificar con


claridad los aspectos ms estresantes y perniciosos del
abuso sexual, que va ms all del modelo basado en el
PTSD, ya que intenta explicar por qu aparecen

pag. 151
determinadas secuelas asociadas a los abusos sexuales.
Lo que se echa en falta es que no incluye ciertos
factores que pueden mitigar los efectos negativos del
abuso sexual.

5.1.3.- MODELOS DESARROLLADOS DESDE UNA PERSPECTIVA


EVOLUTIVA.

Cole y Putman (1992) argumentan que el incesto


puede comprometer el desarrollo del nio en distintas
reas como la competencia social (la capacidad de
relacionarse con los iguales) y el funcionamiento del
yo <la integridad del yo y la autorregulacin),
dependiendo del periodo evolutivo en que comenzaron los
abusos. Estas alteraciones en el desarrollo podran la
base en la que se apoyaran los sntomas que
apareceran ms tarde.

Las consecuencias del abuso varian en cada momento


del desarrollo, ya que los recursos del nio para
enfrentarse a l tambin son distintos. En los aos
preescolares se emplearan estrategias disociativas o
de negacin porque la autoridad o la proximidad fsica
del padre anulara el uso de estrategias instrumentales
<por ejemplo, negarse a participar) o de evitacin. En
el periodo escolar, el incremento de las habilidades
introspectivas del nio le haran ms vulnerable a los
sentimientos de culpa y de vergenza, lo que
dificultara que el nio ampliase su campo de
experiencias sociales y se sienta competente entre sus
iguales. En la adolescencia, las victimas utilizaran
la negacin y otras estrategias inmaduras (por ejemplo,
conductas impulsivas) que les llevaran a manifestar
conductas como el abuso de drogas, el comportamiento

pag. 152
antisocial o las fugas.

Para Alexander <1992> la teora del apego


(Ainsworth, 1980; Ainsworth y Bel, 1970; Ainsworth et
al., 1978; Bowlby, 1969, 1973, 1960, 1982, 1988;
Carson et al. 1989b) puede ofrecer un marco til para
,

entender las secuelas a largo plazo del abuso sexual.


Este estara asociado a un apego inseguro o
desorganizado con al menos uno de los cuidadores
principales. La variedad de sntomas que se observan en
la edad adulta es consistente con el establecimiento de
determinadas relaciones de apego. [Snapego de evitacin
predispone al adulto que sufri abusos sexuales a
adoptar estrategias basadas en la negacin, a evitar
los recuerdos relacionados con el abuso, a una menor
expresividad emocional y a evitar establecer relaciones
intimas con otras personas. Un apego resistente
llevara a utilizar un tipo de estrategias de
afrontamiento basadas en la bsqueda de proximidad en
las que la persona est preocupada por las relaciones
amorosas y tiende a idealizar a sus parejas, mientras
que tiene una visin negativa de si mismo. El apego
resistente estara relacionado con sntomas de ansiedad
y depresin y un riesgo mayor de presentar una
personalidad limite. Un apego desorganizado conducirla
a la utilizacin de estrategias confusas o disociativas
y aumentara el riesgo de PTSD, personalidad mltiple
o personalidad limite.

Segn Alexander <1992), es probable que la


disfuncin familiar y el apego inseguro precedan a la
aparicin del abuso sexual. Los patrones de interaccin
padrehijo caracterizados por el rechazo, la inversin
de roles y la desorganizacin coinciden con las
descripciones clnicas de las familias incestuosas. En
un estudio prospectivo (Erickson st al., 1989) se

pag. 153
encontr que el apego inseguro durante la infancia
estaba relacionado con el abuso sexual en sujetos de 4
a 6 aos de edad, pero considerar que la calidad del
apego explicara las secuelas asociadas al abuso sexual
plantea varias cuestiones. Primero, si el apego
inseguro a menudo precede al abuso sexual, habra que
determinar si ste produce alguna secuela que vaya ms
all de aquellas debidas al tipo de apego establecido.
Segundo, este modelo no podra aplicarse a los casos en
que el abuso sexual es cometido por otras personas que
no son los padres (familiares o no). Con relacin a
este ltimo aspecto, Alexander <1992) indica que en
estos casos, sobre todo si el agresor no es un
familiar, la relacin entre apego y abusos sexuales se
invertira, es decir, el abuso en si o las reacciones
ante su descubrimiento provocaran una rpida erosin
en nios que haban establecido una relacin de apego
seguro. Sin embargo, es cuestionable que si el abuso es
extrafamiliar se erosione la relacin de apego con los
padres y an cuando as ocurriese <porque la vctima
les recrimine el no haber sido capaces de protegerla o
porque cambien su actitud hacia ella cuando se descubre
el abuso), existen otros aspectos de la situacin como
la sexuacin traumtica, la impotencia y la
estigmatizacin <Finkelhor, 1987b, Finkelhor y Browne,
1988), que no son tenidos en cuenta en este modelo que
podramos considerar que slo hace referencia al
sentimiento de traicin.

pag. 154
5.1.4. - MODELO TRANSACCIONAL DE LAS CONSECUENCIAS DEL
ABUSO SEXUAL.

Spaccarelli <1994) propone un modelo que, al igual


que la psicopatologa evolutiva <Aber et al., 1989;
Cicchetti, 1984, 1987, 1989; Sroufe y Rutter, 1984>,
parte de una perspectiva transaccional del desarrollo.
Este es el resultado de las influencias mutuas entre el
nio y su ambiente. El ambiente no es algo esttico,
sino que sufre cambios en su organizacin que pueden
afectar a las competencias y recursos del nio, de la
misma manera que ste produce cambios en el medio que
le rodea. De esta forma, el abuso sexual no debe
conceptualizarse a partir de las caractersticas que
describen las situaciones en las que se produce
(severidad, frecuencia, duracin, identidad del
agresor...), sino que hay que considerar su impacto en
la familia del nio y en la comunidad que le rodea.

Este modelo parte de los siguientes puntos:

1) Las victimas de abusos sexuales se enfrentan


a varios estresores entre los que se encuentran:
los patrones de interaccin entre el nio y el
agresor que ambos sostienen y que constituyen el
abuso, los cambios que pueden producirse en la
familia como resultado del abuso (por ejemplo, un
aumento del conflicto familiar y o la separacin
de los padres) y los cambios en la familia o en la
comunidad cuando se descubre el abuso.

El riesgo que corre la vctima de sufrir


alteraciones aumenta a medida que lo hace el
estrs que experimenta en estos tres tipos de
estresores:

pag. 155
- El ahuso en si: su severidad, duracin, si
se emplea o no la violencia, si se refuerza o no
a la vctima, el secretismo, la identidad del
agresor, el grado de traicin que supone, etc.

- Acontecimientos relacionados con el abuso:


el conflicto familiar, si se separan los padres,
el aislamiento social del nio, la reaccin del
progenitor no agresor ante el descubrimiento del
abuso, etc.

- Acontecimientos relacionados con el


descubrimiento pblico del abuso: si se aleja al
nio de la familia, si interviene la Justicia y la
forma en que resuelva el caso, si el nio tiene
que testificar, etc.

2> Las consecuencias del abuso y de los


acontecimientos que le acompaan dependen del tipo
de valoraciones cognitivas que haga la vctima y
del tipo de estrategias que utilice para hacerles
frente. Las valoraciones cognitivas negativas y el
uso de estrategias inapropiadas produciran un
incremento de la sintomatologa.

- Valoraciones Las que han


cognitivas.
recibido un mayor apoyo en las investigaciones
revisadas por el autor son las siguientes:

* A medida que la vctima percibe una


amenaza mayor para su integridad fsica aparecen
sntomas como agresividad, dolencias fsicas y
disfunciones sexuales. Ciertos estresores aumentan
la probabilidad de que la vctima considere que su
integridad fsica est en peligro o corre el
riesgo de estarlo: el uso de amenazas o de

pag. 156
violencia por parte del agresor y el sufrir abusos
severos <penetracin).

* Si la vctima realiza una valoracin


negativa de si misma, disminuye su autoestima y se
culpabiliza, aumenta la probabilidad de que
aparezcan los siguientes sntomas: depresin,
ansiedad, aislamiento social y conductas
autodestructivas. Los estresores que favorecen el
desarrollo de una imagen negativa de uno mismo
son: un abuso prolongado, que la vctima haya sido
castigada o culpabilizada, que el agresor la haya
manipulado mediante un contrato <por ejemplo,
si tienes relaciones conmigo, no dir a tu madre
que me sedujiste> y la afliccin de la madre.

* Si la vctima considera que peligran


sus relaciones con personas importantes para ella,
aumenta el riesgo de que aparezcan los siguientes
sntomas: depresin y ansiedad. Los estresores que
aumentan el riesgo de que la vctima considere que
esto puede ocurrir son: las amenazas del agresor,
los conflictos entre los padres, el divorcio, que
se aleje a la vctima d4 su casa y la prdida del
contacto social.

* El nio Pdede generalizar a otras


personas los sentimientos negativos que tiene
hacia el agresor y concluir, por ejemplo, que las
personas no son dignas de confianza. Esta
valoracin negativa de los dems estara
relacionada con la aparicin de los siguientes
sntomas: depresin, aislamiento y agresividad.
Los estresores que colaboran en la formacin de
esta valoracin negativa de los dems son: no
recibir apoyo de los dems cuando se descubre el

pag. 157
abuso, que la intervencin de la Justicia no sea
adecuada.

- Estrategias para enfrentarse al abuso. En


su revisin el autor encuentra las siguientes
estrategias y sus respectivas consecuencias:

* Evitacin. Puede tratarse de una


evitacin cognitiva o de una evitacin conductual.
La cognitiva consiste en hacer un esfuerzo
consciente para negar o evitar la realidad de lo
que ha ocurrido. Es, quizs, la estrategia ms
arriesgada e incrementa el riesgo de sufrir
alteraciones psicolgicas. La evitacin conductual
<por ejemplo, evitar al agresor o las situaciones
peligrosas> tambin est asociada a una mayor
sintomatologa, aunque se trata de estrategias ms
activas que la evitacin cognitiva y pueden
representar un intento adecuado de resolver el
problema. La forma ms extrema de conductas de
evitacin es huir de casa, aunque es cuestionable
que se trate de una estrategia que elija la
vctima y que no sea una necesidad.

* Resistencia, descubrimiento y bsqueda


de ayuda. Son tres formas activas de enfrentarse
al abuso. Aunque cabria esperar que estas
estrategias protegiesen al nio del abuso y sus
consecuencias, hay poca evidencia emprica que
apoye esta hiptesis.

La resistencia activa al agresor puede


tener xito, especialmente si no se trata de un
familiar, entonces, el nio aumentar su
percepcin de control y se sentir mejor consigo
mismo como resultado de su esfuerzo. Sin embargo,

pag. 158
la sumisin pasiva podra ser igualmente eficaz.
Cualquiera de estas dos estrategias est
relacionada con una menor sintomatologa, lo que
sugiere que son ms efectivas que la negacin o la
ausencia de estrategias.

Las investigaciones parecen sealar que


descubrir el abuso puede producir ansiedad a corto
plazo, pero es ms adaptativo a largo plazo.

Buscar ayuda tambin es beneficioso para


el nio, aunque a veces es difcil distinguir si
se trata de una estrategia que el nio utiliza
para hacer frente al abuso, o simplemente refleja
que dispone de ms recursos.

* La descarga emocional. Es una forma de


enfrentarse al abuso que es muy poco conocida y
una de las razones es que puede servir a
diferentes objetivos como la liberacin catrquica
del odio hacia el agresor o buscar un control
simblico sobre las emociones negativas haciendo
que los dems tambin las sientan.

No hay investigaciones que hayan


estudiado explcitamente las tcnicas de catarsis,
ni que hayan operacionalizado y evaluado el
control simb6lico.

* La reestructuracin cognitiva. Implica


cambiar la comprensin que uno mismo tiene de un
suceso estresante y sus consecuencias. Con algunos
estresores supondra simplemente enfatizar los
aspectos positivos de un acontecimiento o
considerar un suceso como un reto en lugar de como
una amenaza. En el caso de estresores traumticos,

pag. 159
la reestructuracin cognitiva puede ser un proceso
ms complejo e interactivo en el que gradualmente
la persona va accediendo a recuerdos dolorosos y
comprende los significados problemticos que se
asocian a esas experiencias. Las investigaciones
que han trabajado con mujeres adultas que haban
sufrido abusos sexuales, consideran esta
estrategia de gran utilidad. Tambin los estudios
retrospectivos con este tipo de sujetos han
encontrado que aquellas que haban tenido xito en
su intento de comprender el abuso mostraban un
mejor funcionamiento social, mayor autoestima y
menor sintomatologa. La situacin puede ser
distinta si se trata de nios o adolescentes. Por
una parte la experiencia es ms reciente y las
defensas todava no se han consolidado, lo que
puede hacerlos ms vulnerables a sentimientos
incontrolables, aunque tambin sea mayor el
beneficio potencial del procesamiento cognitivo.
Sin embargo, Spacarrelli <1994> muestra los
resultados de algunas investigaciones en las que
los nios con un mayor nivel intelectual y mejor
rendimiento acadmico eran los que presentaban ms
trastornos emocionales. Podra producirse una
asociacin a corto plazo entre la utilizacin por
parte del nio de recursos cognitivos para
comprender el abuso y sntomas como los
pensamientos recurrentes o intrusivos. Tambin
podra especularse que determinadas
caractersticas psicolgicas que normalmente
suponen un beneficio para el sujeto <la
inteligencia y el procesar lo ocurrido)
incrementan los trastornos emocionales
inmediatamente despus del abuso, mientras que a
largo plazo permiten encontrar un sentido
coherente a lo sucedido y disminuir los problemas

pag. 160
emocionales.

3) Este modelo no implica que el abuso


necesariamente conlleve valoraciones cognitivas
negativas o estrategias de afrontamiento
inapropiadas, existen factores compensatorios que
aumentan la probabilidad de que se desarrolle una
conducta competente a pesar del maltrato
<Cicchetti y Rizley, 1981). Las valoraciones
cognitivas y las estrategias no slo se ven
afectadas por el abuso y los acontecimientos que
le rodean, sino que tambin influyen en ellas
otros factores ambientales <por ejemplo, la
calidad de la relacin padreshijo) y
caractersticas individuales <por ejemplo, el
gnero, nivel evolutivo o estilo atribucional).
As, el estilo atribucional de la vctima puede
influir en su percepcin de la responsabilidad del
abuso independientemente del tipo y grado de
estrs experimentado. El calor y apoyo que el nio
encuentra en su relacin con el progenitor no
maltratador puede hacer que el nio busque ayuda
en lugar de evitar el abuso.

Estos factores ambientales y caractersticas


personales pueden influir en cualquier momento
dentro de la supuesta cadena causal que nos
llevara desde los estresores producidos por el
abuso sexual, a las valoraciones cognitivas y a
las estrategias de afrontamiento y de ah, a la
posible sintomatologa.

4> Las respuestas del nio se sitan en un


contexto transaccional que permite que existan
relaciones bidireccionales entre sus respuestas
cognitivas y conductuales y otros aspectos del

pag. 161
ambiente, incluyendo la presencia de estresores
relacionados con el abuso. Por ejemplo, un nio
que comienza a sufrir abusos sexuales leves
(caricias> y decide no decirselo a nadie, podra
comenzar a sufrir abusos ms graves. Otro ejemplo
podra ser un adolescente que tras el abuso decide
que no se puede confiar en los dems y como
resultado, aumenta el estrs que sufre debido a su
aislamiento social.

Las valoraciones cognitivas y las estrategias


que utiliza el nio para enfrentarse al abuso
pueden contribuir, sin pretenderlo, a que se forme
un circulo vicioso en el que los acontecimientos
estresantes produzcan respuestas problemticas que
aumenten el estrs y, finalmente, aparezca una
mayor psicopatologa.

El modelo creado por Spaccarelli <1994), a


diferencia de los anteriores, considera la influencia
de factores ambientales y de caractersticas
intrapersonales <las valoraciones cognitivas, las
estrategias para enfrentarse al abuso, el nivel de
desarrollo, el gnero, el estilo atribucional, etc.)
que pueden explicar por qu las victimas de abusos
sexuales reaccionan de formas distintas ante estresores
muy semejantes. Adems, analiza el papel que la propia
vctima puede desarrollar, sin darse cuenta, en el
mantenimiento del abuso. Por otra parte, como seala el
propio autor, parece un marco adecuado desde el cual
desarrollar hiptesis ms concretas en las que se
especifique el tipo de variables (evaluaciones
cognitivas y estrategias) que median en la aparicin de
determinados sntomas, que a su vez, estn relacionados
con la presencia de determinados estresores.

pag. 162
5.2.- LA PSICOPATOLOGA EVOLUTIVA Y EL
ESTUDIO DE LAS CONSECUENCIAS DE LOS
MALOS TRATOS.

La psicopatologa evolutiva <Aber et al., 1989;


Cicchetti, 1984, 1987, 1989; Sroufe y Rutter, 1984> es
una disciplina que nace del convencimiento de que es
necesaria una aproximacin evolutiva para el estudio de
cualquier comportamiento, en cualquier cultura o
poblacin, ya sea normal o patolgica. Desde esta
visin evolutiva cualquier psicopatologa puede
considerarse como una desviacin en el proceso
ontogentico normal.

Esta disciplina constituye un marco terico muy


consistente para investigar las secuelas que los malos
tratos pueden producir en el desarrollo e interpretar
los resultados dentro de un modelo explicativo que
permite ir ms all de la mera recoleccin de datos,
estableciendo conexiones entre los distintos dominios
del desarrollo ya que propone una visin integradora de
ste.

5.2.1.- LA PERSPECTIVA ORGAJ4IZACIONAL SOBRE EL


DESARROLLO.

La perspectiva organizacional (Cicchetti, 1987,


1989, 1991; Cicchetti y Rzley, 1981; Sroufe y Rutter,
1984; Sroufe y Waters, 1977) propone una visin
integradora sobre el desarrollo y ha demostrado ser una
herramienta muy til para explicar las secuelas de los

pag. 163
malos tratos. Adems, esta aproximacin organizacional
ha servido de gua a las investigaciones de la
psicopatologa evolutiva.

Implica un modelo del desarrollo que reconoce la


importancia que tienen sobre el comportamiento los
factores biolgicos, psicolgicos y sociolgicos, as
como las interrelaciones entre ellos. Los procesos
normales o patolgicos no suelen producirse por la
accin de un nico factor, sino por la accin de varios
factores que actan conjuntamente como causas
predisposicionales o eficientes y como factores de
vulnerabilidad o de proteccin.

El desarrollo es el resultado de mltiples


transacciones entre las caractersticas ambientales,
las del cuidador y las del nio. Todas ellas
contribuyen de forma recproca y dinmica a los hechos
y resultados del desarrollo. Si un nio presenta un
desarrollo desviado a lo largo del tiempo es porque ha
estado implicado en un proceso poco adaptativo de forma
continuada. Esta falta de adaptacin depende del apoyo
ambiental, mientras que las caractersticas del nio,
recprocamente, condicionan las caractersticas del
ambiente.

De esta manera, es posible considerar el fenmeno


de los malos tratos como la expresin de una disfuncin
subyacente en el sistema cuidadornio-ambiente, ms
que como el resultado de determinados rasgos de
personalidad de los padres o cuidadores, del estrs
ambiental o de determinadas caractersticas de los
nios. Dentro de este modelo transaccional, la
perspectiva organizacional concibe el desarrollo como
una serie de reorganizaciones cualitativas dentro y
entre sistemas comportamentales.

pag. 164
Para la psicopatologa evolutiva es fundamental el
estudio de la organizacin de estos sistemas
comportamentales en el desarrollo normal y la falta de
organizacin que se observa en el desarrollo
patolgico. Tienen especial relevancia los avances y
lagunas que se pueden producir en uno de estos sistemas
comportamentales con respecto a otros, porque la
competencia en uno de ellos puede ser una condicin
necesaria para la competencia en otro. Entre ellos se
producen efectos compensatorios negativos, el fallo en
ej. funcionamiento de un sistema puede hacer que el
sujeto sea ms vulnerable a posibles alteraciones en
otro sistema. Tambin se producen compensaciones
positivas, la competencia en un sistema comportamental
puede convertirse en un factor protector frente a
disfunciones posteriores.

Las reorganizaciones cualitativas caractersticas


del desarrollo ocurren a travs de procesos de
diferenciacin e integracin jerrquica que llevan al
organismo desde un estado relativamente difuso y
globalmente indiferenciado, a otro estado de mayor
integracin y complejidad organizativa. Es lo que se
conoce como el principio ortogentico (Werner, 1948),
que ofrece una solucin para conjugar la continua
adaptacin del individuo a su ambiente y la continuidad
en su funcionamiento frente al cambio. Esta continuidad
se explica por medio de la integracin jerrquica, a
pesar de los cambios constitucionales o
comportamentales. El papel que juegan las adaptaciones
tempranas en las adaptaciones posteriores confiere
coherencia al desarrollo <por ejemplo, indicadores de
inadaptacin en la edad escolar, como el comportamiento
antisocial o las dificultades para relacionarse con los
iguales, predicen trastornos en la adolescencia y en la
madurez).

pag. 165
El desarrollo normal se define en trminos de
competencias cognitivas, emocionales y sociales
interrelacionadas <Waters y Sroufe, 1983). La
competencia en un determinado momento evolutivo permite
la adaptacin al ambiente y prepara el camino para
competencias posteriores. Al mismo tiempo, se produce
la integracin de competencias anteriores en modos de
funcionamiento posteriores, as, las adaptaciones
tempranas promueven la integracin y la adaptacin
futura.

Las desviaciones en el desarrollo tendran lugar


por una falta de integracin de competencias sociales,
emocionales y cognitivas que subyace a la adaptacin en
un determinado nivel evolutivo. Debido a que las
estructuras tempranas a menudo se integran en
estructuras posteriores, una alteracin temprana puede
producir perturbaciones que aparecern ms tarde.

Pero el individuo no se comporta conforme a los


comportamientos que definen un nico estadio. Aunque
las primeras formas de comportamiento se integren
dentro de formas ms complejas, sin embargo, permanecen
potencialmente activas pudiendo aparecer en situaciones
fuertemente estresantes. Los patrones integrados ms
recientemente son ms fcilmente desorganizables, dando
paso a formas ms tempranas y menos diferenciadas.
(Este hecho explicara, por ejemplo, la diferencia que
a veces se encuentra entre el nivel de conocimiento de
estrategias sociales que un sujeto posee y su
comportamiento en situaciones semejantes, en las que el
estrs que experimenta dificulta el empleo de las
mejores estrategias, a pesar de formar parte de su
repertorio).

pag. 166
5.2.1.1. La resolucin de tareas evolutivas criticas
xi sus consecuencias en el desarrollo

En cada periodo evolutivo existen una serie de


tareas criticas propias de ese momento del desarrollo
que el sujeto debe superar alcanzando ciertos logros
evolutivos. El alcanzar uno de estos logros facilitar
la consecucin de otros pertenecientes a]. mismo o a
distinto dominio del desarrollo, en ese periodo
evolutivo o en otro posterior, y por lo tanto, la
adaptacin y la competencia. (Por ejemplo, el haber
establecido una relacin de apego seguro durante la
primera infancia, facilitar la competencia en las
relaciones con los iguales en la niez. Igualmente,
proporcionar una base segura desde la cual explorar el
ambiente, potenciando el desarrollo cognitivo).

Paralelamente, los cuidadores tienen sus roles


correspondientes que incrementan la probabilidad de que
los nios resuelvan con xito cada una de estas tareas
criticas.

La competencia temprana tambin tendr una


influencia sutil en la adaptacin a lo largo de todo el
ciclo vital porque cada tarea evolutiva, aunque sea ms
relevante en un determinado periodo evolutivo,
contina siendo importante en etapas posteriores. De
igual manera, el no conseguir la adaptacin y la
competencia, dificultar la adaptacin en el siguiente
periodo del desarrollo, y en menor medida, a lo largo
del ciclo vital, ya que contina siendo relevante para
el desarrollo del individuo (Cicchetti, 1987).

La psicopatologa evolutiva ha estudiado los


efectos de los malos tratos en el desarrollo analizando

pag. 167

.
el deterioro que se produce en el logro de las tareas
y competencias criticas de cada momento evolutivo,
destacndose tres mecanismos bsicos que comienzan en
edades muy tempranas y pueden verse afectados por los
malos tratos <Cicchetti, 1g87, 1989; Cicchetti y
SchneiderRosen, 1986):

a) El desarrollo de relaciones de apego seguro.


Es una tarea evolutiva crtica durante la primera
infancia y a partir de ella se obtiene una
seguridad bsica para explorar el mundo fsico y
social, la forma de responder al estrs y los
primeros modelos sobre las relaciones sociales.
Como sealaremos posteriormente, existen muchos
datos que muestran las dificultades que tienen los
nios maltratados para establecer una relacin de
apego seguro con sus cuidadores y las posibles
consecuencias que se producen en estos casos.

b>- La autonoma y desarrollo del yo. Es una tarea


evolutiva crtica durante el primer y segundo ao
de vida. Implica aspectos muy diversos como: la
diferenciacin entre personas y la conciencia de
uno mismo como una entidad diferenciada, la
regulacin y control de las reacciones
emocionales, la motivacin de eficacia, la
capacidad para demorar las gratificaciones y
tolerar las frustraciones, el desarrollo del
lenguaje y las habilidades comunicativas, etc.

En este proceso de diferenciacin entre uno


mismo y los dems influyen el tipo de relaciones
establecidas con los cuidadores y la experiencia
social. La conciencia sobre las propias metas,
capacidades y sentimientos se ve facilitada por el
establecimiento de una relacin de apego seguro.

pag. 168
La sensibilidad de Los adultos, su tolerancia
frente a los esfuerzos del nio para lograr la
autonoma y la capacidad para establecer limites
apropiados a su edad, son necesarios para que el
nio resuelva con xito esta tarea evolutiva. De
no hacerlo, es muy probable que aparezcan
problemas en el desarrollo, como ocurre con los
nios maltratados.

cl- La habilidad para establecer relaciones con


los iguales. Es una tarea evolutiva crtica
durante los primeros aos de la escolarizacin y
tambin implica distintos aspectos, entre los que
se encuentran: la integracin en el grupo de
compaeros, el desarrollo de lazos emocionales con
ellos, la adopcin de perspectivas, la empatia, el
comportamiento prosocial, etc.

La relacin con los adultos y la relacin con


los compaeros, aunque cumplen distintas funciones
y ninguna puede sustituir totalmente a la otra, se
desarrollan en estrecha interaccin <Diaz-Aguado,
1990>. Para que se desarrollen la interaccin con
los compaeros y la competencia social es
necesario que el nio haya experimentado con
anterioridad la seguridad que proporciona una
correcta relacin con los adultos <Diaz-Aguado y
Martnez Arias, 1995c>.

Si el nio no logra la adaptacin y la


competencia en esta tarea evolutiva, como ocurre
con muchos nios maltratados, aumenta la
probabilidad de inadaptaciones posteriores.

Segn este modelo, entre los siete y los doce aos


se producira la integracin de estas tres tareas

pag. 169
evolutivas en formas mas complejas de funcionamiento.

Para explicar las posibles secuelas de los malos


tratos y las desviaciones en el desarrollo, la
psicopatologa evolutiva parte de dos principios
tericos: el principio de equifinalidad y el principio
de multfinalidad.

El principio de equifinalidad se refiere al hecho


de que un sistema puede alcanzar los mismos resultados
por vas distintas. El mantenimiento del funcionamiento
o la ruptura de un sistema pueden producirse de formas
muy diferentes, sobre todo, si se tienen en cuenta las
interacciones entre el organismo y el ambiente. De
acuerdo con este principio no se puede predecir la
salud o la patologa a partir de un nico factor.

El principio de multifinalidad establece que un


mismo factor puede producir efectos diferentes en el
funcionamiento de sistemas distintos, dependiendo de
las relaciones estructurales que este factor mantenga
con otros. Un mismo acontecimiento adverso no tiene
necesariamente que producir los mismos efectos en todos
los individuos.

De acuerdo con estos principios, el maltrato puede


conllevar incompetencias e Inadaptaciones o no, a pesar
de que de que la competencia en un momento del
desarrollo pueda predecir competencias posteriores.
Existen factores mediadores que permiten que puedan
tener lugar resultados alternativas. Este podra ser el
caso de algunos nios y adolescentes, que an habiendo
sufrido malos tratos, no presentan alteraciones en su
desarrollo. El haber podido establecer una relacin de
apego seguro con un adulto no maltratador es uno de los
factores que pueden compensar experiencias anteriores

pag. 170
(Cicchetti y Rizley, 1981>.

Al igual que en la relacin entre pobreza y malos


tratos median otros factores, como las caractersticas
ecolgicas de las familias, en la relacin entre malos
tratos y alteraciones en el desarrollo median factores
ambientales, caractersticas de la personalidad del
nio (Moran y Eckenrode, 1992; MrazecK y Mrazeck, 1987>
y la forma en que haya resuelto otras tareas evolutivas
criticas. Por ejemplo, Moran y Eckenrode (1992)
encontraron que entre chicas adolescentes que haban
sufrido negligencia, maltrato fsico activo, abuso
sexual o maltrato fsico activo y abuso sexual,
aquellas que tenan una alta autoestima y un locus de
control interno para los acontecimientos positivos
presentaban unos indices menores de depresin
<comparables a las del grupo control>, que las que
tenan una autoestima baja y un locus de control
externo para los acontecimientos positivos. Adems, el
que los malos tratos se hubiesen producido a una edad
temprana (antes de los once aos) estaba relacionado
con niveles ms bajos de autoestima y de atribucin
interna de los acontecimientos positivos. Los autores
comprobaron que este hecho no poda deberse a una mayor
disfuncin familiar, ni a una mayor cronicidad de los
malos tratos o a que ciertas tipos de malos tratos se
produzcan antes que otros. Proponen que si los malos
tratos se producen a una edad temprana del nio, cuando
ste sea adolescente carecer de algunos factores
protectores de su personalidad, de aquellos que se
desarrollan durante la infancia y dependen de que el
nio establezca una interaccin positiva con sus
cuidadores (como es el caso de la autoestima y del
locus de control interno).

Sroufe y Rutter <1984) proponen un mecanismo al

pag. 171
que denominan fracasa adaptativo que puede explicar la
relacin entre experiencias tempranas negativas y el
desarrollo de problemas en el ajuste psicosocial. Segn
estos autores, los mtodos que utiliza el nio para
adaptarse a las demandas de su entorno en un momento
determinado de su desarrollo <por ejemplo, rehuir a un
cuidador abusivo) pueden comprometer su habilidad
posterior para relacionarse con otros o la flexibilidad
de su estilo de adaptacin. Por lo tanto, el nio
maltratado desarrolla desrdenes psicolgicos o
problemas de adaptacin con ms facilidad que otros
nios debido a la influencia de sus experiencias
tempranas que determinan en gran medida su fracaso
adaptativo (Wolf e y Pierre, 1993>.

5.2.2. EL APEGO.

Muchos autores han incorporado la teora del apego


al marco ms amplio que supone la psicopatologa
evolutiva para explicar las consecuencias de los malos
tratos, por ello nos detendremos en considerar las
aportaciones de esta teora.

5.2.2.1.- La necesidad de una vinculacin afectiva

A partir de los datos aportados por las


investigaciones sobre el procesamiento de la
informacin y sobre el conocimiento social de los bebs
se puede concluir, que los nios al nacer estn
dotados, por una parte, de una sensibilidad
preferencial por los estmulos de origen social hacia
los que se orientan activamente y por otra, de un

pag. 172

.
sistema de seales (expresiones emocionales, llanto,
sonrisa) y de conductas <presin, aferramiento, succin
no nutritiva...) cuya neta es conseguir y mantener la
proximidad, el contacto y la interaccin con las
personas que los cuidan. Estos, a su vez, muestran una
tendencia generalizada a responder de forma adecuada al
repertorio de conductas del nio: tienden a establecer
un contacto piel a piel, contextualizan la
satisfaccin de necesidades biolgicas primarias en un
intercambio ms global y ldico, muestran una conducta
visual especial (colarse a una distancia perceptiva
ptima, mirar a los ojos del nio o a los objetos que
atraen su atencin a la vez que hacen comentarios sobre
ellos...>, rompen el espacio interpersonal habitual
entre los adultos y buscan la posicin de frente,
confieren significado a las conductas y seales del
nio, adaptan su lenguaje verbal <lenguaje simple,
repetitivo y cargado de afecto)... <Lpez, 1981a,
1986).

Estas interacciones tienen un carcter simtrico,


pero el papel de los participantes es asimtrico, de
forma que es el adulto el principal responsable de la
acomodacin mutua. Coordina su conducta con la del nio
buscando ranuras en su actividad para introducir sus
movimientos, promoviendo y prolongando la interaccin.
Tambin procura que se encuentre en un estado de
excitacin moderada e intenta un equilibrio entre sus
planes y e]. transcurso de la interaccin (Kaye, 1979).

El adulto establece un marco estable de


interaccin y marca los limites, con lo que ofrece al
nio un entorno predecible. Ambos construyen un marco
interactivo compartido que el nio interioriza
progresivamente.

pag. 173
Hacia los cuatro meses el do adulto-nio se
amplia y los objetos pasan a formar parte de sus
interacciones que se hacen cada vez ms complejas.

Todas estas disposiciones, tanto del nio como de


los adultos, han podido ser seleccionadas a lo largo de
la evolucin de la especie para promover el
establecimiento de un vinculo afectivo que garantice la
proteccin y supervivencia del nio y por lo tanto, de
la especie, en la poca de mayor dependencia e
indefensin y en la que el desarrollo estara ms
fuertemente canalizado (McCall, 1981> por los
contenidos cerrados del cdigo gentico.

Esta es la posicin de Bowlby (1969), que ofrece


la primera teora elaborada sobre el apego. La
necesidad de establecer una vinculacin afectiva de
este tipo, que ha sido observada en otras especies, es
tan primaria y original como lo son otras necesidades
biolgicas.

El apego es el vinculo afectivo que subyace a la


tendencia del nio a buscar la proximidad y el contacto
con sus cuidadores, que se observa claramente en el
segundo ao de vida. Aproximadamente a esa edad, la
partida de la figura de apego (la figura de apego
principal no tiene que ser necesariamente la madre,
aunque hasta hace relativamente poco tiempo lo haya
sido en la mayora de los casos), la fatiga o cualquier
amenaza que produzca miedo provocaran la activacin de
un conjunto de sistemas conductuales que controlan
diferentes tipos de conducta de apego <llanto,
seguimiento...), que se detienen ante el contacto, la
visin o el sonido de la figura de apego.

Puede considerarse que el apego tiene una base

pag. 174
interna, estructural (Ainswortb y Bel, 1970) y no es
lo mismo que las conductas de apego. Estas se
manifiestan en relacin con otros sistemas de conducta
(como el que controla la conducta exploratoria) y
dependen de variables situacionales, de forma que
aunque en un momento dado no se produzcan, no quiere
decir que no exista apego. Por ejemplo, ante una
ausencia prolongada del objeto de apego y aunque las
conductas de apego disminuyan o desaparezcan, el
vinculo afectivo no necesariamente disminuye y las
conductas pueden volver a aparecer, incluso con mayor
intensidad, al volverse a encontrar con el objeto de
apego. Por lo tanto, se puede considerar el apego como
una organizacin de sistemas comportamentales que
poseen una parte interna, estructural, que permanece
durante los perodos en los que no ha sido activado
ninguno de los componentes de su conducta.

Los sistemas de control agrupan comportamientos


aparentemente dispares <en el caso del apego serian
rer, llorar, el seguimiento...) al servicio de una
meta final a la que sirven <en este caso, la proximidad
del cuidador) y que activan cuando el organismo quiere
ajustar su estado actual a la consecucin de dicha
meta, en cambio, cesan de activarlos cuando ya se ha
logrado.

Bowlby <1969) sugiere que los nios evalan


ciertos factores endgenos y exgenos para determinar
la cantidad de proximidad o contacto que necesitan para
sentrse seguros y comparan esta necesidad con su
estado actual de proximidad. Si no la necesitan, sern
capaces de explorar el ambiente o interactuar con
otros. El miedo ante los adultos o ambientes
desconocidos, el cansancio o cualquier circunstancia
que se perciba como amenazante aumentan la necesidad de

pag. 175
proximidad. A medida que desaparecen estas
circunstancias, el nio se siente seguro y puede
alejarse de su figura de apego a la que utiliza como
una base segura desde la cual explorar el ambiente
animado e inanimado.

Como estos cambios comportamentales dependen de la


evaluacin que hacen los individuos de las
circunstancias actuales, este proceso de valoracin se
ve afectado por experiencias pasadas que han conformado
su percepcin de la proximidad que se necesita en
determinadas situaciones. Un nio cuya figura de apego
haya sido poco fiable o inaccesible en el pasado,
requiere una proximidad mayor del adulto que facilite
su rpida disponibilidad.

5.2.2.2. La evolucin del vinculo afectivo

La mayora de los autores considera que hasta el


tercer mes los nios muestran preferencia hacia las
personas frente a otros estmulos ambientales, pero no
manifiestan conductas preferenciales claras entre
quienes interactan con l.

Entre las doce y veinte semanas, los nios


adquieren la habilidad para diferenciar entre las
figuras de apego y los desconocidos en base a
informaciones perceptivas, expresando este
reconocimiento en conductas diferenciales. Sin embargo,
no rechazan la presencia y cuidados de los
desconocidos. Si stos muestran la destreza necesaria
para atender a sus demandas, el nio aceptar sus
cuidados.

pag. 176

.
En la segunda mitad del primer alio de vida aparece
una preferencia clara por las figuras de apego, a la
vez que se rechaza a los desconocidos. Esta reaccin
ante los extraos fue interpretada como angustia ante
la separacin de la madre <Spitz y Cobliner, 1965).
Segn esta interpretacin, el rechazo se produce porque
el extrao no es la madre esperada y el nio, ansioso
por encontrarse con ella, se angustia ante la aparicin
de ste y rechaza sus cuidados. Sin embargo, como puso
de manifiesto Bowlby <1969>, este miedo a los
desconocidos puede manifestarse estando presente la
madre. Adems, la angustia ante la separacin
cronolgicamente es anterior al miedo a los extraos.

Tambin se ha interpretado como el resultado de la


diferencia entre la representacin mental que el nio
tiene de la figura de apego y las propiedades
estimulares del desconocido, o como el resultado de la
interrupcin de las expectativas y el plan de accin
del nio.

Desde la orientacin etolgica, esta conducta se


considera adaptativa, ya que el miedo a lo desconocido,
por el hecha de serlo, protege al nio de numerosos
peligros en el momento en que se estn desarrollando
sus capacidades de locomocin y que la figura de apego
empieza a separarse de l temporal y espacialmente en
mayor medida de lo que lo haba hecho basta entonces.

El miedo a los extraos no es una reaccin


mecnica, sino que depende de variables histricas y
situacionales (si el encuentro con el desconocido se
percibe como amenazante, si responde o no a las
expectativas del nio, si ste controla o no la
situacin, etc.), pero refleja que a partir de ahora el
nio discrimina y elige a las figuras de apego,

pag. 177
mientras que los desconocidos adquieren un significado
especial para l, pueden provocar inters, recelo,
miedo o indiferencia. Quizs esta es la fase en la que
se puede decir que el apego se ha establecido. A partir
de este periodo cuatro sistemas interactan entre si y
mediatizan las relaciones del nio con el entorno: la
exploracin, el apego, la afiliacin (tendencia a
interesarse y a establecer relaciones con otras
personas) y el miedo a los extraos. La figura de apego
sirve de base segura desde la cual explorar el ambiente
fsico y social, la afiliacin y el miedo a los
extraos hacen que el nio est interesado en
establecer relaciones con los dems y que se alarme si
stas no tienen lugar en situaciones adecuadas <Lpez,
l9gOb). El no contar con una figura de apego produce
alteraciones en la conducta exploratoria y en la
reaccin ante los extraos, como se ha comprobado en
los estudios sobre nios institucionalizados <Lpez,
1982).

El nio puede contar con una o ms figuras de


apego en la medida en que stas ofrezcan un repertorio
conductual apropiado. Se forman jerarquas con una o
varias figuras centrales. La preferencia por ellas se
manifiesta en situaciones de especial afliccin o en
los momentos en que hay intimidad fsica. Pero estas
jerarquas no son inamovibles, ni uniformes. Pueden
variar en el tiempo dependiendo del tipo de atenciones
que reciba el nio, o puede preferir a una persona para
determinadas actividades y a otra para otras.

Las relaciones de apego del nio con cada una de


las figuras de apego parecen ser independientes, como
ocurre en el caso del padre y de la madre. Algunas
investigaciones han encontrado que la interaccin
madrehijo y padre-hijo se diferencian en la cantidad

pag. 178
de tiempo que pasan con el nio y en el tipo de
actividades que desarrollan. Las madres pasan ms
tiempo con el nio, son responsables de todo lo que
tiene que ver con sus cuidados y cuando juegan con l,
lo hacen de una forma tranquila, verbal, utilizando
juguetes o juegos convencionales. La interaccin con el
padre se caracteriza por pasar ms tiempo jugando y se
trata de un juego con ms implicacin fsica, ms
idiosincrsico y con ms activacin emocional. Esto ha
llevado a algunos autores a sugerir que aunque los
padres pueden servir como figuras de apego secundarias
<la primaria seria la madre) durante la primera
infancia, su principal funcin seria afiliativa. En las
familias tradicionales, el papel de la madre seria
ocuparse de los cuidados del nio y el del padre seria
el de socializador. El juego fsico, especialmente
con el padre, jugara un importante papel en el
aprendizaje de los aspectos sociales del afecto. El
nio aprendera a interpretar las seales afectivas de
su padre y cmo sus propias seales influyen en el
comportamiento de ste. Esta habilidad para interpretar
correctamente los patrones interactivos de conductas
afectivas y para influir en los dems por medio de
seales emocionales es una de las bases de la
competencia social <Bridges, Connel y Belsky, 1988).

La vinculacin tambin puede establecerse con


algunos objetos (peluches, mantas...), objetos de
sustitucin (Bowlby, 1969> o transicin (Winnicott,
1953), que muchos nios utilizan para reducir su nivel
de activacin o de ansiedad y que no parece guardar
relacin consistente con la calidad del apego
establecido con sus cuidadores (Passman, 1987).

Segn Bowlby (1969>, en esta fase el nio concibe


a la madre como un objeto independiente, persistente en

pag. 179
el tiempo y en el espacio y que se mueve de una forma
ms o menos predecible en el continuo espaciotemporal.
En una ltima fase, que difcilmente ocurrira antes de
cumplir los dos aos y que para muchos nios es
probable que est cerca de los tres aos o ms,
mediante la observacin se pueden inferir los objetivos
de la madre y los planes que adopta para realizarlos.
El nio est adquiriendo una comprensin de los
sentimientos y motivaciones de ella. Cuando esto
ocurre, se ha establecido la base para que la pareja
desarrolle una relacin mucho ms compleja entre si,
relacin que denomina asociacin <partnership).

Por otra parte, en esta fase, una vez que se ha


establecido la vinculacin afectiva, el nio tendr que
ir alcanzando un cierto grado de independencia de las
figuras de apego. Esta etapa de independencia ha sido
tambin observada en otros primates <Harry y Harlow,
1966). Tras un periodo de proteccin y apego, la madre
va disminuyendo poco a poco las limitaciones fsicas a
la conducta exploratoria de la cra y le impone
disciplina con una frecuencia cada vez mayor. La cra
utiliza a su madre como una base segura para explorar
el mundo fsico y social, volviendo de vez en cuando a
su cuerpo para obtener comodidad y confianza, pero
estos contactos van disminuyendo en frecuencia y
duracin. Por ltimo, llega el momento de la separacin
que a veces coincide con el nacimiento de una nueva
cra, lo que produce en la madre la vuelta a la etapa
de proteccin y apego dirigida a sta <este hecho puede
ser tan traumtico que ante la afliccin de la cra
mayor, otros adultos pueden adoptarla>. De cualquier
forma, la separacin es fomentada por las conductas de
la madre. Antes de que se produzca la separacin, las
relaciones con los compaeros de la misma edad han ido
adquiriendo importancia. Se convierten en figuras cada

pag. 180
vez ms gratil icantes y la madre pierde su posicin
como el nico objeto afectivo de maduracin de la cra,
las relaciones con compaeros van predominando sobre
las relaciones con ella.

En el caso de los humanos, a partir,


aproximadamente, del segundo ao tienen lugar cambios
importantes en la relacin entre el nio y las figuras
de apego. Estos cambios dependen de muchos factores
(tipo de familia, asistencia a la guardera, gnero del
nio, trabajo de los padres...) entre los que pueden
tener una especial importancia el nacimiento de otro
hijo y el aumento de las exigencias de los padres o
cuidadores con relacin al nio. Este establece
vnculos sociales con otros adultos dentro y fuera de
la familia , por ejemplo, con educadores profesionales
(Goossens y Van Ijzendoorn, 1990), y alcanza niveles
progresivamente mayores de autonoma y diferenciacin
con respecto a sus figuras de apego (Aber y Alen,
1987).

Ms tarde, durante la niez, la adolescencia y la


edad adulta tienen lugar otros cambios con relacin a
las figuras de apego. Se mantienen los vnculos
afectivos establecidos en la infancia y se crean
vnculos nuevos (con hermanos, amigos, parejas...) que
pueden ser considerados como apegos, ya que se
mantienen sus funciones bsicas de proteccin y
seguridad, aunque con la edad cambie la forma en que se
expresan las conductas de apego <aumenta la tolerancia
ante las separaciones breves, hay un mayor control de
los sentimientos de afliccin y sus manifestaciones son
ms interiorizadas, el apego se dirige con ms
frecuencia que antes hacia personas de la misma edad,
estn menos sujetas a la programacin biolgica y ms
a factores ambientales y culturales...).

pag. 181
Adems, comienzan a establecerse relaciones en las
que el propio sujeto se convierte en figura de apego,
entre las que se pueden encontrar las relaciones de
cuidado y proteccin de los propios hijos que son
cualitativamente distintas a las dems <Crittenden y
Ainsworth, 1989).

5.2.2.3.- Diferencias cualitativas xi evaluacin del


apego

Ainsworth <1972> seala que las diferencias


individuales en las relaciones de apego deben ser
consideradas como diferencias cualitativas en la forma
en que se organizan las conductas de apego, en lugar de
diferencias en la fuerza con la que se manifiesta un
rasgo o un impulso generalizado. La validez del
constructo apego no reside en la demostracin de
intercorrelaciones entre determinadas conductas, si no
que distintos patrones de intercorrelaciones serian la
base desde la cual establecer diferencias cualitativas
en la organizacin de las relaciones de apego.

Considerar el apego en trminos de la organizacin


del comportamiento supone una aproximacin a la
descripcin y evaluacin de este constructo distinta a
la que se derivara de la aproximacin tradicional
basada en el concepto de rasgo y al punto de vista del
aprendizaje social, para el que el apego deberla
definirse a partir del control de estmulos en la
interaccin didica.

Desde una perspectiva organizacional <Sroufe y


Waters, 1977), el apego no es un rasgo est~tico, ms
bien tiene el estatus de una variable interviniente o

pag. 182

.
un constructo organizacional y tiene que ser
considerado en funcin de su poder integrador. No se
trata de un conjunto de comportamientos que estn
continuamente activados con una probabilidad fija de
ocurrencia, ni es reducible a la interaccin entre el
nio y su cuidador <aunque sea el resultado de esa
interaccin, influida por las caractersticas de la
especie, el desarrollo cognitivo y los rasgos concretos
del nio y del cuidador). Se refiere al vinculo
establecido y a un sistema comportamental que opera de
forma flexible en funcin de sus metas y en interaccin
con otros sistemas comportamentales.

La mayora de las conductas sirven a ms de un


sistema comportamental, ninguna conducta de apego lo es
por el hecho de dirigirse exclusivamente o ms
frecuentemente hacia la figura de apego en todos los
contextos. Lo son en la medida en que son utilizadas
por el nio para logra el contacto y la proximidad
fsica o psicolgica con sus cuidadores, porque cumplen
una funcin imprescindible en la formacin de este
vinculo y estn a su servicio y por su relacin con
otras conductas que cumplen las mismas funciones.

Lo importante no es la frecuencia o la duracin de


una determinada respuesta, sino su significado (la
funcin y los resultados que produce). De esta forma,
las conductas se consideran miembros de una determinada
clase o categora que hay que definir y se puede
evaluar su organizacin en distintas situaciones y en
distintos sujetos. Debido a que varios comportamientos
pueden tener un mismo significado, las predicciones se
basan, no en que la conducta A estar correlacionada
con otra conducta en determinadas situaciones o a lo
largo del tiempo; si no que dicha conducta A, como
miembro de la clase X, predice la ocurrencia de otros

pag. 183
comportamientos de esta clase en ese mismo contexto.
Por otra parte, debido tambin a la equivalencia
funcional, determinar si un comportamiento pertenece a
una categora, requiere considerar el contexto
comportamental y situacional y las relaciones entre
sistemas comportamentales, ya que en un momento puede
actuar como miembro de la clase X y en otro de otra
clase distinta <Sroufe y Waters, 1977).

El nio puede conseguir sentirse seguro mientras


explora el ambiente a travs de mecanismos diversos, al
igual que se pueden producir reacciones distintas ante
los sentimientos de inseguridad. No podemos inferir que
una relacin de apego es adaptativa a partir de un
comportamiento determinado, si no de un patrn
organizado a lo largo del tiempo, que tenga en
consideracin el contexto en que se produce.

Esta perspectiva organizacional permite comprender


los cambios que se produce a lo largo del desarrollo.
Una relacin de apego adaptativa <la que permite al
nio enfrentarse a la tareas del periodo evolutivo en
que se encuentra) puede predecir comportamientos
adaptativos posteriores, por ejemplo, pueden servir de
base a relaciones cualitativamente semejantes, a pesar
de que los comportamientos concretos no permanezcan
estables a lo largo del tiempo.

5.2.2.4. Diferencias individuales en los vatrones


de interaccin

Segn la teora de Bowlby, los lazos que unen al


nio con el adulto surgen a partir de la experiencia
con patrones caractersticos de interaccin temprana,

pag. 184

.
por lo que es de esperar que diferentes patrones de
interaccin produzcan resultados distintos en el
desarrollo del sistema comportamental del apego.

Desde la perspectiva organizacional hay que


estudiar estas diferencias individuales, ya que las
adaptaciones tempranas pueden condicionar otras
adaptaciones posteriores o simultneas que pertenecen
a otros dominios del desarrollo. En este sentido
destaca la interaccin entre apego y exploracin. La
relacin entre estos dos sistemas comportamentales
tiene un gran valor adaptativo porque permite que el
nio explore el ambiente fsico y social sin correr
peligro, en un periodo evolutivo en el que uno de los
principales indicadores del desarrollo cognitivo es el
nivel de curiosidad por lo nuevo.

Las figuras de apego son una base segura desde la


cual explorar. Si el nio no percibe ninguna amenaza
pasar poco tiempo prximo fsicamente a ella,
especialmente a medida que aumenta la edad, aunque en
un ambiente nuevo de vez en cuando establezca algn
contacto mediante la mirada, la produccin de
vocalizaciones... Ante cualquier circunstancia
percibida como amenazante, se interrumpe la conducta
exploratoria y se activan las conductas de apego. Una
vez que la figura de apego reconforta al nio, ste
reanuda sus actividades.

La exploracin depende de la confianza que tiene


el nio en la disponibilidad de la figura de apego.
Esta conducta puede verse alterada si la experiencia le
ha demostrado que est poco disponible.

El procedimiento ms utilizado para evaluar la


calidad del apego en nios menores de dos aos es la

pag. 185
Situacin Extratia (Ainsworth y Bel, 1970; Ainsworth
et al., 1978). Este procedimiento implica la
participacin de un adulto desconocido para el nio y
dos separaciones y reencuentros con la figura de apego.
Permite observar la reaccin del nio ante estas
situaciones, la capacidad de la figura de apego para
tranquilizar al nio y si ste la utiliza como una base
segura para la exploracin y la interaccin con
desconocidos. A partir de este procedimiento se han
distinguido tres patrones de interaccin entre nios de
doce a dieciocho meses <y ocho subtipos Al, A2, B, B2,
B3, B4, Cl, C2>:

a)- Apego seguro <tipo E). Los nios clasificados


en este grupo (aproximadamente el 70%, que no
pertenecen a muestras clnicas) interactan
positivamente con su figura de apego y la utilizan
como una base segura para explorar su entorno.
Ante su marcha se produce una disminucin de la
actividad exploratoria y muestran cierta ansiedad,
aunque no sea necesariamente muy intensa. En los
episodios de reencuentro buscan su proximidad y
contacto.

b)- Apego inseguro de evitacin (tipo A>. Este


patrn de interaccin (observado en el 20% de los
nios que no pertenecen a muestras clnicas) se
caracteriza porque los sujetos apenas expresan
tensin o afecto en presencia de la figura de
apego y exploran sin interactuar con ella. Tampoco
muestran ansiedad ante la separacin y en los
episodios de reencuentro tienden a ignorar a la
figura de apego y a evitar su proximidad y
contacto.

pag. 186
c)- Apego inseguro de resistencia o ambivalencia
(tipo C). Para los nios clasificados en este
grupo (el 12%, que no pertenecen a muestras
clnicas> la figura de apego no constituye una
base segura para la exploracin, explorando poco
en su presencia. Se muestran muy molestos en los
episodios de separacin y al volverse a encontrar
manifiestan un actitud ambigua, ya que si por una
parte parecen buscar la proximidad del adulto, por
otra se resisten activamente al contacto y a la
interaccin. La figura de apego no parece
consolar los.

Diversos estudios han encontrado que se obtienen


resultados muy similares al repetir la Situacin
Extraa con los mismos sujetos con un mes de diferencia
(Goossens et al., 1986) o con seis meses (Sroufe y
Waters, 1977). Cuando se comparan nios de clase media
con nios de un nivel social ms desfavorecido, se
observa que la proporcin de apego inseguro es mayor en
estos ltimos y menor la de apego seguro, lo que podra
indicar que se trata de una poblacin de riesgo.
Adems, si han sufrido un trato inadecuado por parte de
sus cuidadores <como maltrato fsico activo o
negligencia) y han sido clasificados como de apego
inseguro, muestran una menor estabilidad en su
clasificacin al repetir la Situacin Extraa, mientras
que los nios con un apego seguro muestran una
estabilidad semejante a los nios de clase media
<Egeland y Sroufe, 1981a; Waters, 1978). Se produce un
declive del porcentaje de nios en el Grupo C e
incrementos en el A y en el B. Segn Egeland y Srouf e
(1981a>, los casos de apego seguro en los nios que
haban sufrido maltrato fsico activo o negligencia
estaban asociados a la presencia de un familiar
<generalmente la abuela) que servia de apoyo y en los

pag. 187
casos en los que se produca una cambio desde un apego
inseguro a otro seguro, las madres de estos nios
haban experimentado una disminucin de acontecimientos
estresantes en sus vidas significativamente mayor que
las madres de los nios que pasaron de un apego seguro
a otro inseguro.

Las investigaciones transculturales apoyan la


validez de la Situacin Extraa para evaluar el tipo de
apego desarrollado durante la primera infancia. Van
Ijzendoorn y Kroonenberg <1988> integran a travs del
metaanlisis los datos de unos dos mil nios de ocho
culturas diferentes y observan que la distribucin de
los apegos inseguros (de evitacin y de resistencia)
varian entre culturas en funcin de las pautas de
crianza que predominan en cada contexto.

Se han encontrada relaciones entre distintos


aspectos del desarrollo y los distintos patrones de
interaccin. Establecer una relacin de apego seguro
podra ser considerada como una tarea evolutiva crtica
durante el primer ao y medio de vida. lo que influira
en el desarrollo de otras tareas evolutivas como la
exploracin, el logro de la autonoma, la motivacin de
eficacia o la competencia social en la interaccin con
iguales.

Desde la perspectiva organizacional se han hecho


muchas predicciones sobre las relaciones entre la
calidad del apego y el desarrollo emocional, cognitivo
y social, que han sido apoyadas por los resultados de
diversas investigaciones. El apego seguro frente al
inseguro se ha relacionado, entre otras cosas con: 1.
la permanencia de la madre que anticipara la
permanencia del objeto (Bel]., 1970>; 2. un estilo en
el juego y en la solucin de problemas a los dos aos

pag. 188
de edad que se caracteriza por un mayor entusiasmo y
persistencia, por mostrar ms afecto positivo, pedir
ms ayuda al adulto y manifestar menos oposicin (Matas
et al., 1978); 3. descripciones de los profesores de
nios de tres aos y medio como lderes entre sus
compaeros, curiosos y activamente implicados con su
medio; 4. un autocontrol flexible frente al
sobrecontrol de los nios con un apego de evitacin
o al infracontrol de los nios con un apego
resistente a los cinco aos (Sroufe, 1979); 5. una
interaccin recproca y sin conductas violentas en
nios de dos y tres aos (Lieberman, 1977>; 6.
realizar ms ofertas de interaccin <igual que los
nios con apego de evitacin) y volver al juego despus
de la disputa por un objeto, mientras que el apego
ambivalente se relaciona con un mayor rechazo de las
aproximaciones de los compaeros en nios de 20 a 23
meses (Pastor, 1981); 7. la adaptacin al estilo de
interaccin del compaero de juego (Jacobson y WilJ.e,
1986); 8. un estilo de interaccin con los amigos ms
armonioso, menos controlador, ms atento a las seales
del compaero y ms gratificante a los cuatro aos
<Park y Waters, 1989>; etc.

Sin embargo, no todos los autores estn de acuerdo


en el valor predictivo de los patrones de interaccin
que se han establecido a travs de la Situacin
Extraa. Lamb (1987), despus de analizar muchas de
estas investigaciones, concluye que:

a) La asociacin entre el comportamiento en la


Situacin Extraa y las posteriores actuaciones
del nio es dbil e inconsistente.

El carcter selectivo de las muestras y el


tipo de instrumentos de evaluacin utilizados

pag. 189
pueden sesgar los resultados, favoreciendo el que
se encuentren diferencias. Adems, aunque a menudo
se han utilizado muchas medidas, slo se presta
atencin a aquellas que revelan diferencias entre
grupos. Generalmente no se atiende al gran nmero
de medidas en las que no se han encontrado
diferencias, a las inconsistencias entre los
resultados significativos y no significativos, o
a los fracasos a la hora de explicarlos.

b) Los estudios se han realizado con sujetos con


unas circunstancias (buenas o malas) muy estables
en el tipo de cuidados recibidos, por lo que no es
razonable atribuir las posibles diferencias en las
actuaciones posteriores de los nios a patrones
tempranos de interaccin con sus padres. Es
plausible atribuir estas diferencias a los
patrones de interaccin actuales.

c)- En muchos casos las investigaciones se han


diseado de tal manera que el apego slo se mide
en el momento 1 y sus posibles consecuencias
slo en el momento 2, de forma que la relacin
entre ellos no puede ser interpretada sin
ambigtiedad. A menos que se midan ambos constructos
en las dos ocasiones, no se puede concluir que las
diferencias en el tipo de apego produzcan
diferencias en los constructos evaluados ms
tarde.

d) Pocos investigadores han encontrado


diferencias entre el Grupo A y el Grupo O, lo que
seria fundamental para establecer la validez
predictiva del comportamiento en la Situacin
Extraa. Por otra parte, se manejan hiptesis muy
poco especificas de las diferencias que se

pag. 190
encontrarn en el funcionamiento posterior a favor
de los nios del Grupo E frente a los de los otros
dos grupos, pero no se han identificado secuelas
especificas. Seria importante considerar tanto la
validez discriminante como la convergente. De esta
forma es probable que no slo se encuentre una
evidencia ms clara sobre las posibles diferencias
posteriores entre los nios del Grupo E y los que
no pertenecen a l, si no que tambin seria
posible identificar las posibles secuelas de
pertenecer al Grupo A y al Grupo O.

Consideramos que las criticas hechas por Lamb


deben tenerse en cuenta en el diseo de las
investigaciones sobre este tema, aunque la expresada en
el segundo punto no nos parece muy relevante. De
acuerdo con la teora etolgica del apego (Ainsworth et
al.,, 1978; Eowlby, 1969; etc.), el tipo de apego
establecido es una propiedad de la relacin, no del
individuo. La estabilidad en el tipo de interaccin
establecida producira patrones estables en la
organizacin del apego en los nios. Tambin es
razonable esperar que en condiciones normales los
patrones de interaccin actuales sean coherentes con
los patrones ms tempranos. Si se producen variaciones
importantes en el tipo de apego manifestado por el nio
en dos momentos diferentes, esto no seria ms que el
reflejo de un cambio en los patrones de interaccin con
la figura de apego.

pag. 191
5.2.2.5. El origen de los diferentes patrones de
interaccin

Los patrones de interaccin observados en la


Situacin Extraa estn estrechamente correlacionados
con la interaccin que el nio establece en condiciones
naturales en el hogar (Vaughn y Waters, i990>, aunque
los nios clasificados como de apego inseguro
<evitacin y resistente> no se diferencian entre si de
forma muy significativa en condiciones naturales
(Ainsworth et al., 1978). La frecuencia del apego
ambivalente o resistente parece depender del grado de
estrs que produce la situacin (Grossman y Grossman,
1990>, que es elevado en la Situacin Extraa. La
interaccin entre el nio y su madre en condiciones
naturales muestra consistencia y estabilidad temporal
<al menos durante los primeros nueve meses), se
producen variaciones en los comportamientos
interaccionales pero La relacin a la que sirven es
probablemente la misma <Belsky, Rovine y Taylor, 1984).

Como sealan Crittenden y Ainsworth (1989> si la


figura de apego es sensible a las seales del nio,
ste interacciona positivamente con ella y llora
relativamente poco en las separaciones cotidianas.
Cuando se activan las conductas de apego <por ejemplo,
ante una separacin en circunstancias no acostumbradas)
su presencia le tranquiliza y le da seguridad, lo que
le permite reanudar rpidamente sus actividades. En
estos casos los nios han desarrollado un apego seguro.

Si la figura de apego se muestra inaccesible, no


responde a las seales del nio o no lo hace de una
forma adecuada, probablemente el nio desarrollar un
apego inseguro.

pag. 192

.
Los casos de apego ambivalente o resistente pueden
producirse porque los intentos del nio para lograr
proximidad y contacto tienden a ser frustrados, la
conducta de apego persiste y tiende a intensificarse
mezclndose con cierta irritacin. Cuando la figura de
apego responde a las seales del nio, ste se comporta
de una forma ambivalente y es difcil tranquilizarlo.
Adems, como el nio no puede confiar en la
accesibilidad de la figura de apego, est atento a
cualquier indicio de una disminucin de la proximidad
y muestra gran ansiedad ante las separaciones
cotidianas o ante su posibilidad.

Los nios con un apego de evitacin no parecen muy


afectados por la separacin de la figura de apego y
cuando se reencuentran con ella, la evitan en lugar de
buscar su proximidad. En algunos casos se observa una
mezcla de evitacin y bsqueda de proximidad.

Las figuras de los nios con un apego ambivalente


se muestran ms inconsistentes en su accesibilidad y en
su disposicin a atender a las demandas del nio,
mientras que las de los nios con un apego de evitacin
se muestran ms rechazantes e irritables, de forma
manifiesta o encubierta. Rehsan el contacto fsico
cuando ms lo necesita el nio (Ainsworth et al.,
1978,; Main y Standtman, 1981; Tracy y Ainsworth,
1981>, cuando se activan de forma intensa sus conductas
de apego, por lo que ste experimentara un conflicto
de aproximacin-evitacin cuando quiere estar cerca de
ella. No slo se sentir molesto porque espera no ser
atendido, sino que tambin teme ser dolorosamente
rechazado. La evitacin puede ser una estrategia que
permite al nio desactivar sus conductas de apego ante
las seales que normalmente deberan activaras, por
eso no interpreta las separaciones ni los reencuentros

pag. 193
como situaciones ante las que buscar el contacto
fsico. Evita tanto la bsqueda de contacto como el
malestar que probablemente provocara el rechazo.

Otras investigaciones (Belsky, Rovine y Taylor,


1984) han demostrado que el apego seguro est asociado
a un patrn de cuidados sensible que implica un nivel
de estimulacin interactiva media, el apego de
evitacin puede ser el resultado de una
sobreestimulacin insensible que desborda la capacidad
de procesar informacin del nio y el resistente de una
infraestimulacin insensible. El nio evitante ha
aprendido a enfrentarse con una persona intrusiva
alejndose para no alcanzar una activacin excesiva. La
falta de implicacin del adulto asociada con el apego
resistente <las madres de estos nios muestran una
mayor falta de respuesta al llanto y a las
vocalizaciones de sus hijos, que las madres de nios
con apego seguro o de evitacin) puede producir
irritacin debido a la frustracin que produce el ser
ignorado, o pasividad una vez que el nio comprende que
enfadarse tampoco es til para atraer los cuidados de
la figura de apego. De hecho, estas dos formas de
resistencia se observan en la Situacin Extraa.

En general, aunque se reconoce la contribucin del


nio en el desarrollo de los distintos patrones de
interaccin <Sroufe, 1978>, es la figura de apego la
que tiene un mayor control sobre la relacin. Aunque
existen algunos estudios que asocian ciertos rasgos del
temperamento del nio con los diferentes tipos de apego
desarrollados <Chess y Thomas, 1982; Cockenberg, 1981),
no todas las investigaciones apoyan estos resultados
<Belsky, Rovine y Taylor, 1984) y se suele considerar
que el tipo de cuidados ofrecido por la figura de apego
es el factor ms determinante de la calidad del apego.

pag. 194
Entre las razones que podran explicar la forma de
actuar de las figuras de apego, se ha sealado el tipo
de apego que establecieron durante la infancia. Si no
desarrollaron una relacin de apego seguro con nadie,
es ms difcil que interacten de forma que lo
promuevan (Bowlby, 1973). Si desarrollaron un apego
inseguro pueden sentirse desbordadas ante las demandas
del nio <aunque sean las normales> y la interaccin
entre ellos ser cada vez ms estresante.

Otras situaciones que se han asociado con falta de


atencin o con una atencin inadecuada por parte del
adulto son los perodos depresivos u otros trastornos
emocionales, la muerte reciente de una persona
allegada, las experiencias de maltrato durante la
infancia... Todas estas situaciones pueden producir
patrones de cuidados inconsistentes o distorsionados de
forma persistente.

5.2.2.6. Los modelos represen tacionales

A partir de las interacciones con la figura de


apego principal <generalmente la madre), el nio crea
una serie de expectativas sobre la naturaleza de
interacciones futuras y un modelo represen tacional o
modelo de trabajo de ella y de si mismo <Bowlby, 1969).

Si la figura de apego responde de forma adecuada


y con prontitud a las seales del nio, este formar un
modelo sobre ella como alguien sensible y accesible y,
complementariamente, un modelo sobre si mismo como
alguien competente y valioso. En caso contrario,
formar un modelo sobre ella basado en su experiencia
y una imagen de si mismo como alguien incompetente, no

pag. 195

.
valioso e indigno de amor.

Tambin forma modelos basados en su experiencia


con otras figuras relevantes en su medio social <como
el padre>. Aunque al principio los distintos modelos de
los dems y sus complementarios sobre uno mismo serian
independientes entre si, en algn momento del
desarrollo se formara un modelo general de las figuras
de apego por medio de la integracin de estos modelos
representacionales independientes.

La tarea de integrar experiencias anteriores en un


conjunto general de modelos de trabajo es relativamente
sencilla cuando la experiencia con las figuras de apego
ha sido positiva. Los desacuerdos, las frustraciones o
la ansiedad ocasionales no tienen la suficiente
importancia como para interferir con la naturaleza
generalmente positiva de los modelos. Sin embargo, la
tarea se complica si la experiencia ha sido ms
negativa. Bowlby (1973, 1980> seala que podran
formarse distintos modelos de una misma figura de
apego. Si la figura de apego se muestra inconsistente
en los cuidados ofrecidos, el nio podra formar dos
representaciones de ella: uno como una persona que
responde a sus demandas y otro como lo contrario.
Paralelamente formara dos modelos de si mismo: uno
como persona competente y digna de amor y otro como
alguien incompetente y poco valioso.

Por otra parte, a medida que el nio crece y


aumentan su competencia cognitiva y comunicativa, la
experiencia ya no es la nica fuente de informacin
para la construccin de las representaciones, otros
procesos conceptuales influyen en su integracin y
generalizacin. As, un nio al que se le dice
continuamente que es malo y al que la madre castiga por

pag. 196
su propio bien y con las mejores intenciones, es
probable que forme un modelo de ella como el de una
persona maravillosa y de si como el de alguien malo e
indigno de amor. Adems, este tipo de modelos es ms
accesible a la consciencia que otros modelos en los que
su madre aparezca como alguien rechazante y poco
sensible a sus necesidades y l como alguien que busca
cario y est resentido por recibir un trato injusto.
Por medio de la exclusin defensiva el sujeto evita
procesar conscientemente ciertas informaciones aunque
se basen en episodios reales de la experiencia.

Es muy probable que los procesos defensivos


interfieran en la tarea de construir modelos que se
basen exactamente en la experiencia y lo que quizs es
ms importante, que estn abiertos a nuevas
informaciones y a los consiguientes ajustes. Este
podra ser el caso de los nios que desarrollan un
apego de evitacin y que se defienden a si mismos de
sus propias demandas de proximidad en las situaciones
en que la necesitan, por el posible rechazo de su
madre. De esta forma tienden a cerrarse a nuevas
experiencias, con su madre o con otras personas, que
podran invalidar sus expectativas de ser rechazado y
debilitar sus sentimientos de desconfianza ante la
proximidad fsica <Crittenden y Ainsworth, 1989). Este
estilo adaptativo, que puede ser comprensible en el
contexto familiar del nio, supone la prdida de
importantes experiencias de socializacin que pueden
interferir en sus relaciones posteriores como
adolescente o como adulto <Wolfe, 1987).

El nio asimila sus nuevas experiencias a travs


de estas representaciones que continan definindose y
modificndose por medio de nuevas informaciones o,
quizs, evaluando la experiencia anterior. Sin embargo,

pag. 197
a medida que pasa el tiempo los modelos se van
definiendo mejor, se hacen ms elaborados y los cambios
son cada vez menos probables.

Las experiencias de apegos no adaptativos se han


relacionado con diversos trastornos en la edad adulta.
Algunos autores (Sroufe, 1979> consideran que las
diferencias individuales en el patrn de apego
establecido, con sus consiguientes modelos
representacionales, reflejan patrones emergentes en la
organizacin de la personalidad que pronosticaran
desarrollos posteriores. En esta lnea podran
interpretarse algunas investigaciones que han
encontrado tres estilos funcionales similares a los
tipos bsicos de apego en las relaciones de pareja y en
la orientacin hacia el trabajo de los adultos (Hazan
y Shaver, 1987, 1990>.

Desde los modelos presentados por Bowlby y


Ainsworth un individuo no puede comportarse
competentemente en sus relaciones sociales ni afrontar
adaptati.vamente situaciones estresantes, si no posee
unos modelos de trabajo adecuados. Desde la teora
psicobiolgica del apego (Kraemaer, 1992>, adems de
sealar la importancia que ciertas experiencias, como
la separacin o la deprivacin materna, pueden tener en
el desarrollo de la cognicin social, recalcan las
consecuencias que se producen en el funcionamiento
cerebral, en su citoarquitectura y en la regulacin de
neurotransmisores (Kraemer, 1992; Kraemer et al.,
1991), que explicaran el papel del apego en el
comportamiento.

pag. 198
5.2.3.- APEGO Y MALOS TRATOS.

5.2.3.1. Patrones de anego asociados a los malos


tratas

La tendencia del nio a apegarse es tan fuerte que


slo en situaciones extremas no establecer una
relacin de apego con nadie. Con la cantidad suficiente
de interaccin, el nio establecer un vinculo con su
cuidador y dirigir sus conductas de apego
preferentemente hacia esa persona. En situaciones de
dolor, amenaza, alarma o rechazo buscar su cercana
aunque dicho dolor, amenaza, alarma o rechazo provenga
de la figura de apego. Los estudios realizados con
primates demuestran que las cras se apegan a sus
madres a pesar de que las amenacen o agredan
(Ainsworth, 1980).

El tipo de apego establecido depender del patrn


de interaccin establecido entre la figura de apego y
el nio. Las madres maltratadoras pueden discriminarse
de las que no lo son en funcin del tipo de
interacciones cotidianas que establecen con sus hijos.
Difieren de otras madres no slo en las pautas de
crianza que ponen de manifiesto el maltrato activo o la
negligencia, sino en aspectos ms sutiles de la
interaccin diaria que pueden ser de igual o mayor
importancia a la hora de conformar el desarrollo del
nio <Burgess y Conger, 1978; Lyons-Ruth et al., 1987;
LyonsRuth et al., 1989). Las madres maltratadoras
(maltrato fsico o emocional activos> tienden a
interferir insensiblemente en la actividad del nio y
muestran seales emocionales conflictivas que reflejan
cierta hostilidad encubierta. Las madres negligentes

pag. 199

.
<negligencia fsica o emocional) interactan menos con
sus hijos, se distancian fsicamente de ellos,
intercalan pausas prolongadas entre iniciativas
verbales, muestran poca implicacin afectiva y un menor
contacto visual (Crittenden, 1981). Esta falta de
respuesta de las madres negligentes es la causa
principal de la mayora de los casos de retrasos del
crecimiento debidos a causas no orgnicas (Schmitt y
Mauro, 1989). Otros estudias (Drotar et al., 1990> han
encontrado que las madres de estos nios presentan
deficiencias generalizadas en diversas dimensiones
cualitativas de la interaccin que son relevantes para
el desarrollo afectivo y el establecimiento de un apego
seguro (disfrutan menas de la interaccin y reflejan
menos afecto positivo>, adems de mostrar problemas
especficos en las conductas de alimentacin.

Wasserman et al. <1987) compararon la interaccin


que establecan un grupo de madres con sus hijos que
haban sido maltratados fsicamente y haban sufrido
negligencia, con la que establecan adultos
desconocidos con estos mismos nios. A diferencia de
las madres, los desconocidos interactuaban de tal
manera que aumentaban la actividad del nio y
compensaban sus posibles dficits <el mismo patrn
compensatorio que establecan las madres de nios con
discapacidades fsicas, con un retraso en el desarrollo
parecido al de los maltratados). La poca disponibilidad
emocional de estos nios puede ser interpretada por sus
madres como una seal de rechazo y provocar su
frustracin y alejamiento, o que formen expectativas
poco realistas sobre el comportamiento de sus hijos
(Egeland, 1978; Egeland et al., 1980) que distorsionen
los patrones compensatorios.

Teniendo en cuenta el tipo de interaccin

pag. 200
establecida es de esperar que el maltrato activo y la
negligencia estn relacionados con un patrn de apego
inseguro y as lo confirman la mayora de las
investigaciones (Carson et al., 1989a, 1989b;
Cicchetti y Braundwald, 1984; Cicchetti et al., 1987;
crittenden, 1985a, 1992; Egeland y Sroufe, 1981a; Lamb
et al., 1985; LyonsRuth et al., 1987, 1989; Youngblade
y Belsky, 1989, 1990; etc.) en las que se demuestra que
es ms probable que los nios que han sufrido cualquier
tipo de malos tratos sean clasificados en Las
categoras de apego inseguro que nios de su misma
procedencia social que no los han sufrido.

Cuando se ha intentado relacionar los distintos


patrones de apego inseguro con los distintos tipos de
malos tratos se han encontrado datos que indican una
cierta asociacin entre maltrato fsico activo <y en
menor medida, maltrato emocional activo) y evitacin,
mientras que los casos de negligencia <fsica y
emocional) estaran asociados a un apego resistente
<Crittenden, 1985a; Egeland y Srouf e, 1981a; Youngblade
y Belsky, 1990>. Sobre el abuso sexual existen pocos
datos, posiblemente porque suele producirse, o al menos
detectarse, a edades ms avanzadas. Erickson et al.
<1989), en un estudio prospectivo encontraron que los
casos de abuso sexual detectados en la niez estaban
asociados al desarrollo de un apego inseguro en la
infancia.

Las primeras investigaciones que estudiaron los


patrones de apego desarrollados por los nios
maltratados utilizaron el sistema de clasificacin
clsico <Grupo A, GrupoS, Grupo O>, sin embargo, desde
la teora del apego era difcil explicar por qu
algunos de estos nios haban establecido un apego
seguro con sus cuidadores. Por otra parte, en algunas

pag. 201
investigaciones se encontraban grupas de nios que no
eran clasificables en ninguna de las categoras, tanto
en poblaciones de un nivel socioeconmico medio y alto
sin historias de malos tratos (Main y Weston, 1981>,
como en nios que si los hablan sufrido (Egeland y
Sroufe, 1981a; Gaensbauer y Harmon, 1982). Todo ello
llev a varios autores a revisar sus trabajos
anteriores en los que haban forzado la clasificacin
de algunos sujetos y se crearon nuevas categoras:

a> La categora evitacin inestable. Lyons-Ruth


et al. <1987, 1989) encontraron un patrn de
interaccin que se caracteriza por un elevados
niveles de evitacin en el primer episodio de
reunin con la figura de apego y mnimos en el
segundo. Este patrn era ms extremo que el
tpicamente clasificado como B2 en las muestras
originales de Ainsworth et al. <1978> y estaba
asociado al maltrato activo y a la negligencia. El
grado de estrs experimentado por estos nios
puede dificultar el que muestren un patrn estable
de evitacin.

b>- La categora evitacinresistencia o A/C.


Crittenden <1985a, 1988> propone una nueva
clasificacin para explicar la conducta de nios
de poblaciones de alto riesgo y, sobre todo, de
aquellos que han sufrido malos tratos. Se trata de
una combinacin de niveles moderados o altos de
evitacin, de resistencia y de bsqueda de
proximidad y mantenimiento del contacto. A menudo
tambin aparecen conductas estereotipadas y otros
signos de inadaptacin (ladear la cabeza,
acurrucarse y mecerse en el suelo, orinarse...).

Dentro de la categora A/O, distingue dos

pag. 202
subtipos A/O1 y A/C2 que se basa en la diferencia
entre resistencia activa y pasividad descrita por
Ainsworth et al. <1978).

c>- La categora desorganizado/desorientado o


tipo D. Main y Solomon <1986> encontraron que
algunos nios (que haban sido considerados
inclasificables y cuya clasificacin habla sido
forzada en los grupos A, B o O no mostraban una
estrategia coherente cuando se enfrentaban al
estrs inherente a la Situacin Extraa, su
comportamiento era desorganizado y desorientado.
En lugar de presentar un patrn caracterstico,
combinaban de forma inusual elementos de los tres
patrones de apego. Se observa una desorganizacin
de las secuencias temporales esperadas,
comportamientos contradictorios simultneos (por
ejemplo, aproximarse a la figura de apego
desviando la cabeza>, movimientos y expresiones
incompletos o sin direccin (incluyendo conductas
estereotipadas), miedo y recelo ante la
aproximacin del adulto, un comportamiento
aturdido y un estado emocional depresivo.

Segn OConnor et al. <1987> los nios que


presentan este tipo de apego serian los menos
seguros entre todos los grupos de apego inseguro.

Esta nueva categora ha sido til para


clasificar la conducta de apego de nios que
haban sufrido distintos tipos de malos tratos
(maltrato fsico activo, maltrato emocional
activo, negligencia fsica y posiblemente,
emocional). Algunas investigaciones <Carson et
al., 1989a; Cicchetti, 1987) encuentran que el 82%
de estos nios a los doce meses presentan un apego

pag. 203
desorganizado <Tipo U), frente al 19% de los nios
del grupo de comparacin, diferencia no atribuible
a variables sociodemogrficas. Aunque los mismos
autores sealan que este porcentaje supera al
encontrado en otras estudios, creen que existe una
relacin fiable entre malos tratos y un apego
desorganizado/desorientado que se desarrollara en
situaciones en las que el miedo se alterna con
experiencias de trato adecuado. El miedo es una
experiencia comn entre los nios maltratados
fsica o emocionalmente de forma activa y los que
han sufrido negligencia fsica o emocional. Al
activarse simultneamente los sistemas
comportamentales del apego y del miedo/cautela el
nio experimentara un conflicto entre la
necesidad de proteccin que le lleva a aproximarse
a su cuidador y el alejarse de l. por seguridad.
La bsqueda de proximidad mezclada con evitacin
reflejara el intento de equilibrar estas
tendencias conflictivas. La inmovilidad y la
pasividad pueden deberse a la inhibicin mutua que
resulta cuando se activan al mismo tiempo y con
igual intensidad el deseo de aproximacin y el de
evitacin <Carson et al.> 1989a, 1989b).

La inconsistencia en el trato recibido por


estos nios (Cicchetti y Rizley, 1981; Egeland y
Sroufe, 1981a, 1981b; Garbarino y Gilliam, 1980>
explicarla el apego Tipo D que se observa en
ellos.

Es importante destacar que la inversin de


roles que se observa en algunos casos de malos
tratos entre el nio y sus cuidadores, en la que
el nio se convierte en el miembro de la diada
que cuida del otro <Dean et al., 1986), se podra

pag. 204
explicar en funcin del. desarrollo de una relacin
de apego desorganizado. Main et al. <1985>
encontraron este intercambio de papeles en nios
de seis aos que fueron clasificados en el Tipo U
a los doce meses de edad.

Entre las razones que aconsejaran la utilizacin


de esta ltima categora se encuentran: 1. se cre a
partir del estudio de parejas madrehijo y padrehijo
muy heterogneas (de distintas clases sociales,
maltratados o no, de riesgo...>; 2.- podra incluir a
la categora A/O, as como otros dos subtipos, el
receloso y el deprimido; 3. goza de un importante
apoyo terico y emprico (Carson et al., 1989b>.

5.2.3.2. Modelos representacionales y malos tratos

Como ya hemos sealado, a partir de la experiencia


con sus cuidadores los nios elaboran modelos sobre si
mismos y sobre los dems que les permitirn organizar
su conducta en otras interacciones sociales y en
situaciones de estrs. Estas representaciones aportan
coherencia a las estrategias que utilizan a pesar de la
variabilidad debida a las caractersticas
situacionales. Asociados a estos modelos se encuentran
las emociones que el nio experiment en las relaciones
con su cuidador <Crittenden, 1992).

Los patrones de interaccin que se establecen con


los cuidadores pueden ser adaptativos en ese contexto,
pero al generalizarse a otros tipos de relaciones (con
los iguales o con otros adultos), pueden perder su
valor adaptativo y comprometer el desarrollo.

pag. 205

.
Por otra parte, a medida que el nio crece
aumentan su experiencia y sus habilidades fsicas y
cognitivas, por lo que es de esperar que las
estrategias que utiliza varien y reflejen una mayor
competencia.

Para descubrir los modelos representacionales


asociados a los malos tratos habra que tener en cuenta
el tipo o tipos de malos tratos sufridos, su intensidad
y si el nio recibi un trato adecuado de alguna figura
no maltratadora, ya que todas estas variables conforman
el tipo de experiencia del nio.

Crittenden y Ainsworth <1989) y Crittenden (1992>


han estudiado los modelos de nios de 42 meses que
haban sufrido maltrato fsico activo y/o negligencia
fsica y emocional. En sus investigaciones tambin se
incluan un grupo de nios <marginalmente
maltratados) que haban recibido un trato inadecuado,
similar al de los maltratados fsicamente, pero que no
era lo suficientemente severo para considerarlo como
tal y un grupa de nios adecuadamente tratados por sus
cuidadores. Todos ellos fueron observados en la
Situacin Extraa, interactuando libremente con sus
madres y jugando con un hermano.

Encontraron que los nios maltratados fsicamente


tienden a tener dificultades con sus cuidadores hasta
el ao y medio de edad, aproximadamente, a partir de
ese momento inhiben su conducta negativa en favor de un
comportamiento ms obediente y cooperativo.

En la Situacin Extraa eran clasificados en los


grupos A y A/C. Exploran su entorno cuando no hay
seales de peligro ni de estrs o malestar en la madre.
Si no se dan estas condiciones, experimentan un

pag. 206
conflicto de aproximacin/evitacin. Mientras que
algunos mantienen una actitud defensiva de evitacin,
a otros la ansiedad que sienten les lleva a buscar la
proximidad de su madre, pero el malestar ante las
expectativas de que sus necesidades no van a ser
satisfechas se refleja en la combinacin de evitacin
y resistencia (Crittenden, 1985b). Aunque el primer
grupo de nios puede beneficiarse de la exploracin,
los del segundo estn ms preocupados por su seguridad
y no exploran (Orittenden y Dilalla, 1988). Los nios
maltratados fisicamente desarrollaran modelos
representacionales basados en ideas de poder y
coercin. Debido a que pocas veces controlaran la
interaccin con sus cuidadores, la imagen de si mismo
seria la de alguien incompetente e indigno, acompaada
de un sentimiento de clera.

Estos nios se muestran agresivos al interactuar


con sus hermanos, siendo el grupo ms agresivo y a su
vez, el ms agredido. Entre los de ms edad <cuatro
aos) se observa una inversin de la tendencia
evolutiva normal, tienden a pasar ms tiempo con los
adultos que los nios ms pequeos, lo que sugiere una
gran necesidad de aprobacin o puede tener relacin con
el intercambio de papeles entre padres e hijos (Dean et
al., 1986). Las estrategias para afrontar las
experiencias de maltrato y los sentimientos de miedo,
irritacin y rechazo parecen consistir en la inhibicin
cuando estn con los adultos que les cuidan y en la
expresin directa de la hostilidad con sus hermanos. Su
comportamiento podra explicarse por su comprensin de
cmo uno consigue lo que quiere <por medio de la
coercin> y cundo se atreve a ser coercitivo <cuando
es ms poderoso que el otro oponente>.

La obediencia compulsiva hacia los cuidadores es

pag. 207
adaptativa a corto plazo porque reduce la probabilidad
de ser maltratado, sin embargo, puede comprometer
adaptaciones posteriores o en otros contextos, ya que
supone: 1.- una actitud hipervigilante y el riesgo de
malinterpretar el comportamiento social de otras
personas; 2. una sumisin superficial en situaciones
en las que los otros parecen amenazantes o peligrosos,
con el riesgo de no poner a prueba posibles
malinterpretaciones de la hostilidad de los dems;
3. una fuerte inhibicin emocional que podra
dificultar la percepcin de algunas emociones.

Pero este tipo de adaptacin a las situaciones de


maltrato fsico activo que supone la obediencia y la
inhibicin emocional, no es la nica que puede
producirse. Algunos nios continan manifestando una
conducta abiertamente negativa hacia sus cuidadores.
Estos nios podran crear modelos negativos de los
dems, mientras que el de ellos mismos incluira una
justificacin de sus sentimientos. Es menos probable
que excluyan informacin de forma defensiva o que
sistemticamente la malinterpreten. Los costos pueden
ser un mayor riesgo de que continen los abusos y que
el sentimiento de irritacin se generalice a otras
interacciones, lo que puede producir el rechazo de los
dems.

Los nios pueden reaccionar ante la falta de


respuesta que supone la negligencia intensificando sus
conductas de demanda de atencin. Es probable que si el
cuidador presta atencin a estas conductas
intensificadas, el nio las repita con el riesgo de que
si son percibidas como aversivas por el cuidador, se
produzca el maltrato activo. Si el cuidador no
responde, lo ms probable es que estas conductas se
extingan y el nio tienda a ignorar a sus cuidadores y

pag. 208
a aislarse de los dems.

En la Situacin Extraa estos nios eran ms


pasivos con sus madres y solan ser clasificados en el
Grupo A o en la categora A/O (A/O2, indefensos).
Durante el juego con sus madres o con sus hermanos
tambin eran pasivos y tendan al aislamiento. Parecen
carecer de estrategias para implicarse en cualquier
tipo de interaccin. Este comportamiento es coherente
con un modelo indefenso de uno mismo y de los dems,
asociado a la falta de respuesta de sus cuidadores y a
la ineficacia de sus esfuerzos para conseguir sus
cuidados. El modelo ira acompaado de un sentimiento
de desesperacin.

La estrategia que adoptan estos nios para


adaptarse al ambiente en el que viven puede comprometer
muy seriamente su desarrollo, ya que al aislarse de los
dems, es muy probable que no encuentren beneficios ni
a corto ni a largo plazo.

Los nios que hablan sufrido maltrato fsico


activo y negligencia eran los ms sumisos y los menos
cooperativos con sus madres. Los de ms edad eran ms
obedientes y presentaban menos problemas en la
interaccin con sus madres. En la Situacin Extraa
eran clasificados en los grupos A y A/O y jugando con
sus compaeros se mostraban muy agresivos. Comparten
con los nios que han sufrido nicamente maltrato
fsico activo su experiencia con la coercin y con el
poder, pero tambin han tenido madres negligentes. Su
ambiente es menos predecible y su conducta refleja
menos consistencia y autocontrol que el de los que han
sufrido nicamente maltrato fsico activo. Este
comportamiento es coherente con un modelo
representacional en el que los cuidadores aparecen como

pag. 209
hostiles, inaccesibles, impredecibles y ellos mismos
como indefensos e ineficaces, junto con sentimientos de
clera y depresin.

Los nios marginalmente maltratados eran


generalmente cooperativos con sus madres. Durante la
Situacin Extraa parecan conocer la potencial
disponibilidad de sus madres, aunque, quizs, no
supiesen cuando podan contar con ella. Disfrutaban de
su compaa en situaciones de poco estrs, pero se
alteraban ante cualquier indicio de inaccesibilidad.
Durante el juego con sus hermanos alternaban perodos
de juego pacifico con conflictos abiertos y frecuentes.

Sus modelos parecen incluir el rango ms amplio de


circunstancias ambientales en el que se incluyen tanto
la posibilidad de una respuesta mutua, como la coercin
y la falta de respuesta. Es probable que desarrollen
unas expectativas de los otros generalmente positivas,
pero que no alcancen un sentido de autoeficacia
semejante al de los nios que han recibido un trato
adecuado. Experimentar un tipo muy variado de
circunstancias puede tener la ventaja, a corto plazo,
de que el nio desarrolle estrategias diversas, pero a
largo plazo, puede que dificulte el confiar en otras
personas.

Los nios que haban recibido un trato adecuado de


sus cuidadores eran cooperativos al interactuar con sus
madres, seguros en la Situacin Extraa y capaces de
implicarse en un juego pacifico con sus hermanos. Estos
nios parecen haber desarrollado un modelo de sus
cuidadores como personas disponibles y sensibles a sus
necesidades y de si mismos como competentes para atraer
sus cuidados y valiosos por ello.

pag. 210
Aunque las estrategias utilizadas por todos los
nios varian en funcin de las caractersticas
situacionales <no es lo mismo interactuar con un adulto
que con un hermano, ya que la asimetra de las
relaciones es muy diferente>, es posible encontrar
cierta coherencia transituacional (Wasserman et al.,
1987) que segn la teora del apego se explicara en
funcin de los modelos representacionales y que desde
otras perspectivas tericas, como la teora del
aprendizaje, se explicarla por procesos de
generalizacin. Existen muchos datos que indican que
los nios pequeos y los preescolares que han sufrido
algn tipo de malos tratos presentan relaciones
disfuncionales con otros adulto <por ejemplo, sus
profesores) y con sus iguales <Youngblade y Belsky,
1989, ~o>.

5.2.4.- LAS CONSECUENCIAS DE LOS MALOS TRATOS EN EL


DESARROLLO SOCIOEMOCIONAL DESDE LA flORIA DEL
APEGO.

En este apartado nos referimos a los aspectos del


desarrollo socioemocional en los que centramos nuestra
investigacin.

Desde la teorla del apego las deficiencias que


muestran los nios y adolescentes maltratados estn
relacionadas con la imposibilidad de establecer
relaciones de apego seguro. Como seala Lpez (1995):

La ayer parte de estas deticiernciau estn asociadas a ausencia de figuras de apego


o forias de apego inseguro que no le permiten adquirir urna confianza bsica relacional
patrones de relacin confiados y seguros, ni taupoco aprender las habilidades para la
comnaicacin lntia y social en general capada, capacidad para ponerse en el lugar del otro,

pag. 211
conocimiento social y norias interiorizadas, etc.. Estas consecuencial se elpjoan, por
tanta, en gran medida, porque carecen de las condiciones sociales que le permiten sentirse
seguro (querido y protegido por personas buenas) y que le permiten aprender las habilidades
propias de la competencia social. <Lpez. 1995, pag. 52>.

5.2.4.1. El desarrollo coanitivo e intelectual y la


adactacin escolar

Aber y Alen (1987) encontraron que los escolares


maltratados demuestran una menor disponibilidad segura
para el aprendizaje, que es un constructo
organizacional que integra funciones cognitivas,
sociales y emocionales que el nio requiere para
adaptarse a las demandas de las tareas evolutivas
criticas en ese perlado del desarrollo. La
disponibilidad segura para el aprendizaje se compone de
una elevada motivacin de logro, una elevada madurez
cognitiva y baja dependencia. Representa el logro de un
equilibrio dinmico entre la tendencia a establecer
relaciones de apego seguro con los adultos y la
tendencia a explorar el ambiente de manera que es
probable que promueva la maduracin de las competencias
cognitivas.

Aber et al., <1989> concluyen que el efecto


principal que producen los malos tratos en la infancia
es la distorsin del equilibrio dinmico entre las
operaciones promotoras de la seguridad y las
operaciones promotoras de la competencia. Al no obtener
seguridad de su cuidador principal, estos nios
exploran el ambiente de una forma menos competente y
los modelos representacionales que desarrollan, aunque
sean adaptativos a corto plazo, pueden deteriorar su
habilidad para enfrentarse a situaciones nuevas y

pag. 212

.
estresantes, as como la formacin de nuevas relaciones
sociales. Por todo ello es predecible que los nios que
han sufrido malos tratos a una edad temprana
manifiesten ms cautela y dependencia al relacionarse
con los adultos, menos motivacin de logro, un
rendimiento intelectual ms pobre y niveles ms altos
de problemas emocionales y de conducta (Aber y Alen,
1987) durante la infancia y, al menos, los primeros
aos de la niez, que otros nios pertenecientes a su
mismo nivel socioeconmico pero sin historias de malos
tratos. Tambin es de esperar que tengan dificultades
para adaptarse a otros contextos del desarrollo como el
grupo de iguales y la escuela porque carecen de las
habilidades necesarias para hacer frente a estas nuevas
situaciones <un menor control de impulsos, dficits
atencionales, no comprenden que es lo que se espera de
ellos, carecen de estrategias sociales adecuadas para
relacionarse con los profesores y compaeros...) y/a se
comportan de tal manera que perpetan el rechazo o la
falta de atencin que experimentaron en sus hogares
(mediante conductas agresivas, disruptivas,
dependientes, tendentes al aislamiento...). De esta
forma, estos nios reforzaran las expectativas
negativas que sobre si mismos y sobre los dems crearon
al interactuar con sus cuidadores.

5.2.4.2. La interaccin social

Las expectativas negativas que los nios han


desarrollado a travs de las relaciones interpersonales
con sus cuidadores podran estar relacionadas con
ciertos dficits en el procesamiento de la informacin
social <como los sesgos atribucionales y en la
respuesta agresiva) y un funcionamiento inmaduro en el

pag. 213

.
control cognitivo. La hipervigilancia y la rpida
asimilacin de estmulos agresivos inicialmente
pudieron desarrollarse como una estrategia para
enfrentarse al ambiente maltratador, alertando al nio
ante seales de peligro inminente y evitando que las
emociones alcanzasen un nivel de activacin que
dificultase la adaptacin. Una eficiente asimilacin de
los estmulos agresivos ayudarla al nio a identificar
elementos especficos de la situacin en un esfuerzo
para determinar la conducta adaptativa <Rieder y
Oicchetti, 1989). Pero si el nio generaliza estas
expectativas negativas a otros contextos de
interaccin, como las relaciones con otros nios o con
adultos no maltratadores, los patrones conductuales
asociados a ellas dejan de ser adaptativos. En este
sentido interpretan George y Main <1979) los
movimientos de aproximacin y evitacin que muestran
los nios maltratados fsicamente ante las seales
amistosas de sus compaeros y profesores. Debido a su
experiencia en interacciones violentas con sus
cuidadores, estas seales resultan desorganizadoras
para los nios maltratados, ya que activan en ellos
emociones como el miedo y la irritacin. La combinacin
de movimientos de aproximacin y evitacin les
permitira controlar su nivel de activacin limitando
el grado de atencin mutua, al mismo tiempo que reduce
la probabilidad de buida y/o la expresin de emociones
negativas. Aunque esta estrategia les permita mantener
su organizacin conductual, puede hacerlo a expensas de
comprometer su desarrollo social (Mueller y Silverman,
1989>.

Hay que considerar que las estrategias que los


nios emplean para enfrentarse al medio varian no slo
en funcin del tipo de malos tratos, sino que tambin
dependen del nivel evolutivo y del incremento de las

pag. 214
habilidades fsicas y cognitivas. Los estudios de
Orittenden <1992> y de Orittenden y Dilalla (1988)
encuentran una inhibicin de la conducta agresiva en la
interaccin con sus madres y la correspondiente
sustitucin por una conducta sumisa o cooperativa. Por
otra parte, nios que inicialmente eran sumisos al
interactuar con sus cuidadores, pueden desarrollar una
conducta muy activa. Estas tendencias evolutivas quizs
expliquen el que algunas investigaciones encuentren que
el maltrato fsico activo se relaciona con la conducta
agresiva y la negligencia fsica con el aislamiento,
mientras que otras no. Adems podra ser errneo
esperar que todos los nios maltratados activamente o
abandonados desarrollasen una nica estrategia para
hacer frente a su medio. Kaufman y Cicchetti <1989)
informan que algunos nios maltratados muestran una
tendencia mayor al aislamiento, otros a la agresin y
otros ambas tendencias conductuales. Este punto de
vista recibira apoyo de los estudios que encuentran
que tanto los nios maltratados como los abandonados
presentan problemas de tipo internalizado y
externalizado (Erickson et al., 1989; Jacobson y
Stralcer, 1982; Kaufman y Oicchetti, 1989; Wolfe y Mosk,
1983).

La teora del apego propone que existe una


relacin entre la calidad del trato recibido por los
cuidadores en la infancia y el posterior funcionamiento
con los compaeros. Esta relacin no es simple e
invariable, pero si se produce un cierto grado de
consistencia en el ambiente, el nio con un apego
seguro estar en mejores condiciones para interactuar
de forma competente con sus iguales que el nio con un
apego inseguro. Las razones para ello serian las
siguientes <Mueller y Silverman, 1989):

pag. 215
1. Si la figura de apego es una base segura desde
la cual explorar el medio fsico y social, el nio
puede adquirir experiencias y habilidades que le
permitirn interactuar de forma competente y
formar relaciones con sus iguales.

2.- El apego seguro permitir al nio desarrollar


modelos representacionales positivos de si mismo
y de los dems. Cuando el nio entre en el mundo
de sus iguales lo har con la expectativa de que
los otros respondern a sus interacciones y de que
stas tendrn un carcter placentero, lo que
promueve las interacciones positivas. Las
relaciones con los iguales implican modelos
representacionales basados en la reciprocidad, la
cooperacin y la no explotacin. La experiencia
del maltrato parece antittica con el desarrollo
de estos modelos.

3.- La figura de apego puede jugar un papel


relevante como primer compaero de juegos y en la
ltima etapa del apego <partnership) el nio
comienza a tener en cuenta sus motivos y planes
(Bowlby, 1969). Esta relacin contribuira a
reducir el egocentrismo del nio, un cambio
cognitivo que estimulara el role-taking y el
juego cooperativo. Asimismo, establecerla un
contexto inicial para el desarrollo de la
habilidad de adopcin de perspectivas y la
comprensin interpersonal (Selman, 1980).
Finalmente, la experiencia de accesibilidad, calor
y respuestas contingentes <cualidades del cuidador
que favorecen el establecimiento de un apego
seguro) pueden ofrecer al nio un modelo de
cooperacin y reciprocidad muy relevante para
establecer relaciones con los iguales.

pag. 216
Para explicar las consecuencias de los malos
tratos en las interacciones sociales es muy til
considerar las aportaciones realizadas desde otros
mbitos tericos distintos a la teora del apego.
Algunos autores (Herrenkohl y Herrenkohl, 1981;
HoffmanPlotkin y Twentyman, 1984) interpretan los
resultados de sus investigaciones como un reflejo del
proceso de modelado y del aprendizaje social. Otra
alternativa terica es considerar que entre las
relaciones cuidador-nio y nionio existe una
relativa independencia <Lewis y Schaeffer, 1981).
Aunque las primeras pueden influir en las segundas, no
las determinan en un sentido epigentico. No es
necesario que el nio haya establecido un vinculo con
sus cuidadores antes de ser capaz de establecerlo con
sus iguales. Tampoco el tipo de apego determinar estas
relaciones. La influencia de las relaciones con los
cuidadores en las relaciones con otros nios se
producirla por dos vas:

1. A travs de las facilidades que ofrecen los


adultos para que los nios se relacionen con otros
y adquieran las habilidades de relacin
necesarias.

2. A travs del. miedo generalizado. Si las


relaciones con sus cuidadores producen miedo en el
nio, ste evitar interactuar con otros nios.

Las secuelas de los malos tratos son un fenmeno


complejo y multifactico, que est relacionado con
distintos factores etiolgicos y que se manifiesta en
muchos niveles de la ecologa del desarrollo del nio,
por lo tanto, es de esperar que las secuelas no se
deban exclusivamente a un nico aspecto y que distintas
perspectivas tericas sean relevantes en su

pag. 217
explicacin. Adems, estas aproximaciones tericas no
son incompatibles con la teora del apego y pueden ser
tiles para explicar distintos aspectos de un mismo
fenmeno. En este sentido, puede existir relacin entre
el aislamiento de los padres maltratadores y las
dificultades de sus hijos para interactuar con otros
nios. Los padres maltratadores tienden a aislarse de
los recursos comunitarios y de las redes de apoyo
informal <Parke y Colmer, 1975). Este aislamiento
podra extenderse a sus hijos porque se restrinja
activamente el contacto con otros nios o porque
simplemente estn menos disponibles. Por otra parte,
hay evidencia de que las madres con un apego seguro
facilitan a sus hijos el contacto con otros nios
(Lieberman, 1977). Otro ejemplo de la compatibilidad de
distintos tipos de explicaciones la encontramos a la
hora de considerar por qu los nios maltratados
reaccionan agresivamente ante el malestar de otros.
Desde la perspectiva de las teoras del aprendizaje se
seala que estos nios no han dispuesto de modelos
empticos en sus familias, lo que no es incompatible
con otras explicaciones que consideran la influencia de
variables mediadoras, como la que ofrecen Mueller y
Silverman <1989> desde la teora del apego. Segn estos
autores los nios maltratados han podido desarrollar
modelos representacionales que recogen tanto el papel
de maltratado como el de maltratador. Las conductas
agresivas del nio recrearan experiencias anteriores,
pero con una diferencia, ahora ocupa el papel del
agresor en lugar del de agredido. Adoptando este papel
el nio contraa la situacin y las interacciones son
predecibles aunque no sean placenteras. Las conductas
agresivas funcionan como una defensa tambin en otro
sentido. El nio intenta desarrollar modelos
representacionales positivos de si mismo y de los
dems, pero debido a su experiencia cuenta con modelos

pag. 218
negativos que intenta disociar defensivamente (Bowlby,
1973, 1980) para evitar el malestar que producen porque
estn asociados al rechazo y al maltrato. Cuando otro
nio muestra dolor o fuertes conductas de apego, el
nio maltratado experimenta un grado de ansiedad
intolerable porque asocia esta situacin con otras
vividas por l y en las que su malestar o necesidad de
apego fueron rechazados o ignorados. Le evocan aspectos
de si mismo y de la relacin con sus cuidadores que
trata de reprimir y necesita con urgencia que la
situacin termine, por eso responde agresivamente.

Sin embargo, la teora del apego nos permite


explicar algunos aspectos que no explican otras
perspectivas tericas como las relaciones encontradas
entre el tipo de apego y la conducta social del nio.

5.2.4.3. El desarrollo de la emoatia

Desde el punto de vista terico y emprico la


capacidad emptica del nio se desarrolla a travs de
una relacin de cuidados con un modelo que muestra
sensibilidad emptica hacia el nio y hacia el malestar
de los otros (Straker y Jacobson, 1981). Hay pocas
pruebas que indiquen que durante el primer medio alio de
vida las expresiones emocionales tengan significado
para el beb independientemente de otra claves y por
ello, hay pocas pruebas claras de que exista una
respuesta emptica basada en esas expresiones. El
llanto reactivo de los recin nacidos ante el llanto de
otros ha sido considerado como una forma primitiva de
contagio emocional evocado, en parte, por la semejanza
con el llanto propio. Aunque no puede considerarse como
una respuesta emptica proporciona una base importante

pag. 219

.
de participacin emocional resonante en la experiencia
afectiva de otros <Thompson, 1992). La sincrona
afectiva experimentada en la interaccin entre el nio
y su cuidador es otro precursor de la empatia. En la
segunda mitad del primer ao de vida los nios empiezan
a interpretar las expresiones faciales como claves
emocionales y ante situaciones ambiguas observan las
reacciones emocionales de sus madres para tener una
referencia que les permita valorar la situacin <Gunnar
y Stone, 1984; Klinnert et al., 1983; Sorce et al.,
1985>. Esta referenciacin social demuestra que poco
despus de que los nios hayan atribuido sentido
emocional a las expresiones faciales, stas desempean
un papel importante en la regulacin del
comportamiento. Probablemente se produce en el nio la
activacin de una reaccin emocional resonante, que si
es negativa inhibe la conducta y si es positiva
facilita el acercamiento y la exploracin. Aunque la
referenciacin no sea genuinamente emptica, porque el
nio evala sus propias circunstancias ms que las del
otro, seala la importancia de las claves emocionales
de los otros como claves informativas y fuentes de
activacin conductual.

Tambin hay cada vez ms pruebas de que los nios,


despus de que empiezan a ser capaces de atribuir
significado emocional a las expresiones de los dems,
empiezan a responder vicariamente a ellas <respuesta
emptica) y que, ya en el segundo ao de vida, esto
puede provocar formas rudimentarias de prestacin de
ayuda <ZahnWaxler et al., 1979; ZahnWaxler y Radke
Yarrow, 1982>.

Otro aspecto de la interaccin entre el nio y sus


cuidadores que promueve el desarrollo de la empatia es
la utilizacin de una disciplina inductiva y de

pag. 220
enunciados emocionalmente asertivos que expliquen el
malestar que se puede producir a otros (Zahn- Waxler et
al., 1979).

Despus de lo expuesto parece razonable esperar


que existan deficiencias en la respuesta emptica
asociadas a los cuidados parentales deficientes, como
es el caso de los malos tratos. Los padres
maltratadores, en comparacin con otros padres, son ms
negativos en la relacin con sus hijos, usan prcticas
de socializacin ms coercitivas y punitivas y expresan
niveles mayores de afecto negativo ante las
transgresiones de sus hijos <Burgess y Conger, 1978;
Trickett y Kuczynski, 1986>. Es posible que tengan
dificultades para expresar sus emociones <Camras et al.
1988), para identificar y comprender los sentimientos
de sus hijos <Kroop y Haynes, 1987) o que esta
identificacin se produzca en condiciones ptimas pero
tengan problemas en situaciones ms difciles (Cazaras
et al., 1988), para adoptar La perspectiva
emocional/cognitiva de sus hijos y para responder de
forma vicaria a sus estados afectivos (Muller y
Eisenberg, 1g88; Feshbach, 1992). La falta de empatia
caracterizara las relaciones entre los padres
maltratadores y sus hijos.

Es probable que los dficits en el desarrollo de


la empatia de los nios victimas de malos tratos tengan
importantes consecuencias en la autorregulacin
conductual porque, como hemos sealado antes, el
proceso de referenciacin social ayuda al nio a
comprender las situaciones ambiguas y a regular su
conducta ante ellas.

Por otra parte, creemos que es importante sealar


que los malos tratos podran producir deficiencias en

pag. 221
el desarrollo de la empatia a travs de sus efectos en
el desarrollo cognitivo. La mayora de los autores
considera que la empatia comprende factores cognitivos
y afectivos (Strayer, 1992). Feshbach (1975, 1989)
propone un modelo en el que son necesarios dos
requisitos cognitivos: el reconocimiento de las
emociones y la adopcin de rol. Para Hoffman (1975>
existiran distintas modalidades de mediadores, algunos
precognitivos y otros cognitivos, como el contagio
emocional, la mmica motora, el condicionamiento
clsico, el recuerdo simblico, la adopcin de
perspectivas... Si como demuestran algunas
investigaciones algunos de estos mediadores cognitivos,
como la discriminacin y la identificacin de emociones
o la adopcin de perspectivas, dependen del desarrollo
intelectual del nio <Barahal et al., 1981; Frod y
Smetana, 1984), los dficits en el desarrollo cognitivo
e intelectual asociados a los malos tratos podran
condicionar el desarrollo de la empatia mediante su
influencia en dichos mediadores.

Finalmente, debido a que es muy limitado el


conocimiento sobre las diferencias de gnero y sobre el
curso evolutivo de la empatia, es difcil hacer
predicciones relacionadas con la edad y el gnero. En
cuanto a las posibles diferencias de gnero (a favor de
las mujeres> las conclusiones no parecen ser
consistentes por el tipo de emocin vicaria que se
evala y los distintos mtodos de medicin utilizados
<Lennon y Eisenberg, 1992). cuando se evalan el
contagio emocional o el malestar personal (por medio
del llanto reflejo, tcnicas de dibujos historiados,
medidas faciogestuales e indicadores fisiolgicos> a
penas se obtienen diferencias de gnero. En cambio es
ms probable que las mujeres aparezcan~ como ms
empticas en las medidas que detectan respuestas

pag. 222
simpatti.cas <por medio de autoinf armes o informes de
otros). Tambin parece que cuando las caractersticas
de la demanda son elevadas y los sujetos tienen un
control consciente sobre las respuestas <autoinformes
e informes de otros), los resultados confirman los
estereotipos prevalentes del rol de gnero. Sin
embargo, cuando las caractersticas de la demanda son
ms sutiles (indicadores fisiolgicos y somticos), no
se obtienen diferencias de gnero.

Aunque podramos esperar que la respuesta emptica


aumentase con la edad, ya que tambin lo hacen el
desarrollo cognitivo y la experiencia del sujeto
(Hoffman, 1982), los resultados varian con cada medida
concreta de la empatia (Lennon y Eisenberg, 1g92).
Cuando se utilizan autoinformes por medio de historias
hipotticas o dibujos historiados, la empatia
correlaciona positivamente con la edad hasta mediada la
escuela primaria, luego puede estabilizarse o
disminuir. Igualmente, los autoinformes a base de
cuestionarios correlacionan positivamente con la edad
en los aos de preescolar y de escuela primaria, pero
los resultados no son consistentes en el caso de los
nios mayores y de los adolescentes. Los datos
obtenidos mediante pruebas fisiolgicas, situaciones
experimentales e informes de otros son escasos e
inconsistentes. Los indicadores faciogestuales parecen
guardar una relacin nula o inversa con la edad en los
primeros aos de escolaridad, con la posible excepcin
de los indicadores de tristeza en respuesta al malestar
ajeno.

Quizs, estos resultados se clarificaran si


tuvisemos en cuenta las diferencias individuales en la
respuesta emptica. Barnett (1992) revis un conjunto
de estudios en los que se descubrieron diferencias

pag. 223
individuales estables y tipificadas en la intensidad,
complejidad y modalidad de las respuestas empticas de
nios de 1 y 2 aos que continuaban a los 7 aos.
Adems, encontraron que los componentes afectivos y
cognitivos pueden tener distinta relevancia en
diferentes nios. Mientras que las respuestas de
algunos parecen intensamente emocionales, otros tienden
a responder de una manera ms analtica (por ejemplo,
explorando, haciendo preguntas...), de una manera
agresiva (por ejemplo, pegando a La persona que caus
el malestar al otro nio), o con cierta ansiedad <por
ejemplo, volvindose y marchndose).

5.2.4.4. El desarrollo de la identidad

Coopersmith (1967) inform que los nios con una


elevada autoestima se distinguan de los que mostraban
un nivel ms pobre por tener padres que les apoyaban
emocionalmente, mostraban inters y aceptacin hacia
ellos, cumplan las reglas de una manera consistente,
utilizaban menos frecuentemente el castigo, no
empleaban la negacin de afecto como tcnica
disciplinaria y favorecan la participacin del nio en
discusiones y en la toma de decisiones.

El ambiente familiar de las familias maltratadoras


parece distar bastante de la descripcin anterior. Ms
bien se caracteriza por la falta de respuesta, cuidados
inconsistentes, bajos niveles de intercambios neutrales
o positivos, niveles elevados de intercambios negativos
y la utilizacin del castigo frente a la induccin. El
nio recibe una intensa estimulacin aversiva del
adulto, que le cuida de una forma arbitraria y poco
consistente (Cerezo y flOcon, 1992). Dadas estas

pag. 224

.
circunstancias es muy probable que se produzcan
alteraciones en la concepcin y valoracin que de si
mismos desarrollan los nios y adolescentes que han
sufrido malos tratos.

Uno de los primeros autores que aplicaron la


perspectiva organizacional al desarrollo de la propia
identidad fue Srouf e (1990). Concibe el yo como un
conjunto internamente organizado de actitudes,
expectativas, significados y sentimientos que surgen a
partir de las interacciones tempranas entre el nio y
sus cuidadores. Al principio los nios reciben
pasivamente los cuidados, pero a lo largo del
desarrollo se convierten en participantes ms activos
en este proceso. Estas interacciones tempranas tienen
importantes implicaciones en el desarrollo del yo
porque se relacionan con la autoregulacin afectiva y
conductual. Concretamente, las experiencias del nio le
motivan para buscar o evitar ciertos aspectos del
entorno, influyen en su forma de abordarlo y en su
interpretacin de la experiencia.

Como sealan Lacasa y Martin <1990>, el proceso de


formacin del yo se comprende a travs de las
experiencias del beb relacionadas con la regularidad
y contingencia de su actividad y de los efectos que
sta produce. La contingencia es inmediata y constante
y contribuye a crear en el nio la conciencia de una
cierta permanencia. En la experiencia del nio
intervienen tanto los objetos como las personas, sin
embargo, durante los primeros meses de vida, las
interacciones con los objetos son menos regulares y
predecibles que las interacciones con los cuidadores,
por lo que el papel de los adultos puede ser
especialmente relevante para que el nio tome
conciencia de su propio control sobre el entorno.

pag. 225
Tambin en este periodo (dos o tres primeros meses
de vida> el cuidador juega un papel fundamental
ayudando al nio a conseguir modular su nivel de
activacin. Es la fase que Koop <1982) denomin
modulacin neurofisiolgica en el proceso de
adquisicin de la autoregulacin conductual. La fuente
de control reside en mecanismos neurofisiolgicos y
operaciones reflejas. Aportando rutinas estables y
respondiendo adecuadamente a las necesidades de los
nios, los cuidadores les ayudan a modular la tensin
fisiolgica. Estructuran su mundo y les ofrecen un
apoyo seguro para que desarrollen el control interno.
Desde los tres hasta los nueve o doce meses de vida,
modulacin sensoriomotora, el nio es capaz de
implicarse en conductas motoras voluntarias y de
cambiar el curso de su actividad en respuesta a los
acontecimientos que se producen. Esta modulacin no
implica consciencia, ni intencionalidad, ni una
comprensi6n de las situaciones. Est muy ligada a las
propiedades perceptivas y motivacionales de los
estmulos. En esta fase los nios dirigen su atencin
hacia su medio social, se vuelven ms activos en la
interaccin con sus cuidadores y ms sensibles a las
conductas que elicitan las respuestas de stos. La
expresin de las emociones se vuelve ms refinada a
medida que empiezan a regular y a adaptar su conducta
a la de sus cuidadores. La expresin del afecto no slo
depende de las necesidades fisiolgicas, sino que
tambin son reguladas por la comprensin y valoracin
del ambiente. Si los cuidadores son sensibles a los
estados de activacin de los nios, pueden ayudarles a
tolerar o a enfrentarse con niveles ms elevados de
tensin. Promueven el desarrollo de la auto-regulacin
psicolgica y su continua adaptacin al mundo. Entre
los doce y los dieciocho o veinticuatro meses, fase de
control, el nio alcanza cierto control sobre su

pag. 226
conducta gracias a las interacciones reciprocas con sus
cuidadores, a los cambios que se han producido en sus
habilidades locomotoras, a las nuevas habilidades
cognitivas (intencionalidad, conducta dirigida a metas,
coordinacin mediosfines...) y a una creciente
conciencia del yo frente a los dems y a los objetos.
Este control se caracteriza por la obediencia y la
autoinhibicin de conductas previamente prohibidas.
Implica intencionalidad, una valoracin de los rasgos
ambientales y un conocimiento elemental de las
conductas que sus cuidadores consideran aceptables o
inaceptables. Sin embargo depende en gran medida de
seales ambientales que ayuden al nio a reconstruir el
comportamiento adecuado, ya que tiene ciertas
limitaciones en su capacidad de recuerdo. Por otra
parte, su capacidad cognitiva todava no le permite
comprender las razones por las cuales un comportamiento
es ms adecuado que otro en una situacin determinada.
En esta fase el nio ha empezado a internalizar la
historia de interacciones con sus cuidadores y la
matriz de cuidados se convierte en parte de un ncleo
de organizacin interna emergente. La aparicin de los
modelos representacionales tendra lugar hacia el final
del primer ao de vida. Los nios responden a las
situaciones nuevas basndose en la experiencia anterior
con sus cuidadores. Aproximadamente a los dieciocho
meses el nio es consciente de su identidad como ser
independiente y su organizacin se crea a partir del
modelo representacional derivado de la relacin de
apego. Entre los veinticuatro y los treinta y seis
meses, fase de autocontrol, el nio es cada vez ms
capaz de demorar su conducta cuando se le pide que lo
haga y es capaz de comportarse conforme a las
expectativas sociales en ausencia de control externo.
El auto-control, a diferencia del control, se beneficia
de la aparicin del pensamiento representacional y de

pag. 227
la capacidad de recuerdo mediante la que evoca y
mantiene la imagen de un objeto ausente. Estos dos
mecanismos cognitivos tambin le permiten comprender la
continuidad e independencia de su propia identidad y
asociar sus comportamientos con los dictados de sus
cuidadores sobre lo que es aceptable o no. A partir de
los treinta y seis meses, fase de autoregulacin, el
nio muestra una mayor capacidad para adaptar su
conducta a las variaciones situacionales y para
demorara que en la fase anterior. En consecuencia, el
nio empieza a reflejar en su comportamiento un
conocimiento sobre las reglas sociales y sobre las
caractersticas que demanda una determinada situacin.
Adems, el autocontrol implica que el nio puede
modificar su conducta en funcin de la informacin
recordada y de una mayor internalizacin de las fuentes
de control conductual.

Esta autonoma lograda por el nio ha sido posible


debido a la relacin de apego y supone una
reorganizacin de la misma. Un nuevo nivel de
consciencia acompaa a las capacidades simblicas cada
vez ms sofisticadas del nio, la comprensin de que
sus planes pueden ser diferentes a los de su cuidador
le lleva a darse cuenta de que los dems pueden conocer
sus estados internos.

El desarrollo de las capacidades simblicas


coincide con el de los modelos representacionales de
uno mismo y de los dems. Aunque al principio estos
modelos son especficos de la relacin, hacen que el
nio reaccione ante situaciones nuevas de acuerdo con
lo experimentado previamente en la relacin. A pesar de
que los nios son cada vez ms responsables de su
propio funcionamiento, el papel de los cuidadores
contina siendo muy importante para facilitar el

pag. 228
desarrollo de la propia identidad. La interaccin con
un cuidador accesible, en el que se puede confiar y que
ofrece apoyo emocional permite al nio construir un
modelo representacional positivo de las figura de apego
y recprocamente de si mismo. Por el contrario, la
falta de accesibilidad psicolgica de los cuidadores
durante perodos de tiempo prolongados crea
expectativas de falta de accesibilidad de las figuras
de apego y de uno mismo como indigno de cario. A
medida que el nio crece y aumenta su experiencia
desarrolla modelos ms complejos y diferenciados de si
mismo, de los dems y de las relaciones. Pero a medida
que pasa el tiempo y los modelos estn ms definidos y
son ms elaborados, son ms difciles de cambiar. El
proceso de exclusin defensiva (Bowlby, 1980) impide
que el nio cree modelos representacionales acordes con
la realidad que vive (por ejemplo el maltrato activo
y/o el abandono) y adems, si las nuevas experiencia
son muy discrepantes con los esquemas existentes, la
informacin no es asimilada y es selectivamente
excluida (Egeland et al., 1987> con lo que se reducen
las oportunidades para que el nio transforme la imagen
de si mismo y de los dems. Por otra parte, Bowlby
<1973) seala que los padres presionan a sus hijos no
slo para que les obedezcan, sino tambin para que les
vean de una manera positiva. Reconocer los malos tratos
puede contradecir este deseo de los padres, con lo cual
los nios pueden tender a autoculpabilizarse del trato
recibido y desarrollaran modelos sobre las relaciones
padrehijo distintos a los de los nios que no han
sufrido malos tratos. flean et al. (1986> sealan que
mientras que las relaciones con los iguales se
caracterizan por la simetra y la reciprocidad, las
relaciones nioadulto se caracterizaran por la
asimetra y la complementariedad. Adems, el progenitor
tiene un conocimiento mayor sobre el mundo y adopta los

pag. 229
roles de cuidador y de figura de autoridad. En las
familias maltratadoras no siempre se dan estas
condiciones. Los padres que maltratan de forma activa
a sus hijos pueden desarrollar expectativas poco
realistas sobre su conducta, incluido el deseo de ser
cuidados y de que satisfagan sus necesidades, por lo
que los nios pueden dirigir todos sus esfuerzos a
agradarles. En las familias negligentes los padres
renuncian a su papel de cuidadores y de figuras de
autoridad y muchos nios asumen la responsabilidad de
su propio bienestar, el de sus hermanos e incluso, el
de sus padres. De esta forma, en ambos tipos de
familias las demandas de una madurez precoz en sus
hijos y de la adopcin por estos del papel de
cuidadores <que aparece asociado a un apego del Tipo D>
pueden interferir en la asimetra y complementariedad
de las relaciones. Por otra parte, el adulto es un
modelo que sirve de guja sobre las expectativas y
convenciones sociales. Los padres dirigen, y si es
necesario, castigan a sus hijos cuando no obedecen o
les recompensan si lo hacen. A travs de la regularidad
inherente a estas relaciones los nios alcanzan un
sentido de justicia. La inconsistencia en el trato
recibida por los nios que han sufrido malos tratos
puede alterar el concepto de justicia en las relaciones
padre-hijo, estimulando un modelo representacional en
el que los nios siempre son culpables del trato
recibido.

A pesar de que los tericos del apego consideren


que los modelos representacionales son difciles de
modificar, podra argumentarse que es posible que a
medida que el nio crece y alcanza la adolescencia,
deberla ser ms fcil modificarlos. Las crecientes
capacidades cognitivas y la mayor experiencia del
sujeto podran ayudarle a reconsiderar su experiencia

pag. 230
anterior de malos tratos, atenuando el proceso de
exclusin defensiva y facilitando la asimilacin de
informaciones discrepantes con sus modelos
representacionales. Adems, la existencia de estos
modelos podra dejar de ser adaptativa a medida que
aumenta la edad y la supervivencia del sujeto depende
cada vez menos de la relacin con sus cuidadores. Sin
embargo, nuestro conocimiento sobre el autoconcepto y
la autoestima en adolescentes maltratados es muy
limitado. Como sealamos en el capitulo anterior se han
observado diferencias en el curso evolutivo asociadas
a los malos tratos que, quizs, podran estar
relacionadas con esta modificacin de los modelos
representacionales, lo que explicara el incremento en
las puntuaciones de autoconcepto de los adolescentes
maltratados. Pero no todos los sujetos los
reconsideraran ni tendran acceso a experiencias
discrepantes con aquellas que forman sus modelos, lo
que aumentarla el riesgo de que se produzca la
transmisin intergeneracional de los malos tratos
(Egeland et al., 1987).

La pobre autoestima asociada a los malos tratos,


junto con la sintomatologa depresiva, puede tambin
considerarse como un indicador de indefensin (Abramson
et al., 1978). El ambiente de las familias
maltratadoras puede estimular los sentimientos de
indefensin por su carcter aversivo e incontrolable,
favoreciendo el desarrollo de un estilo atribucional
inadaptado <Cerezo y Fras, 1994; Sade et al., 1984>.

pag. 231
5.2.5 - - LA TRANSMISIN NTERORNERACIONAL DE LOS
MALOS TRATOS.

El haber sufrido malos tratos en la infancia


aumenta el riesgo de convertirse en maltratador, pero
la relacin maltratadomaltratador no es directa ni
inevitable. Las investigaciones sobre la transmisin
Intergeneracional de los malos tratos frecuentemente
han carecido de grupos de comparacin, se han basado en
su mayora en el empleo de autoinformes y de datos
retrospectivos que recogen el porcentaje de sujetos
maltratadores que fueron maltratados, pero no el de
aquellos no se han convertido en maltratadores a pesar
de haber sido maltratados. Sin embargo, los datos
sealan que es ms probable que se produzca el maltrato
si los padres fueron maltratados de nios. Las
estimaciones sobre el porcentaje de casos en los que se
producir la transmisin intergeneracional varian desde
el 7% al 70% (Widom, 1~89). Kaufman y Zigler (1989)
tras revisar los datos de diversas investigaciones
(entre las que se encuentran algunas de tipo
prospectivo) concluyen que la tasa de transmisin es
aproximadamente del 30% <-5% +5%). Esto significa que
cerca de una tercera parte de los sujetos que sufrieron
malos tratos maltratarn a sus hijos y dos terceras
partes no.

Aunque no exista una correspondencia tipo a tipo


entre el trato recibido y el ofrecido <Pianta et al,
1989), es posible detectar semejanzas entre los
patrones conductuales de los nios maltratados y los de
sus padres ya en los primeros aos de vida (Crittenden,
1984; Erickson et al. 198g; Main y Goldwyn, 1984). Las
conductas agresivas de los nios maltratados, la
tendencia a evitar o a responder con movimientos de

pag. 232
aproximacin y evitacin a las seales amistosas de sus
compaeros y profesores, las reacciones atipicas ante
el malestar de otros nios, el aislamiento o el que
maltraten a sus hermanos (George y Main, 1979; Oreen,
1984; Howes y Elredge, 1985; KlinesDougan y Kistner,
1990; Main y George, 1985; etc.> recuerdan algunas
caractersticas de sus cuidadores. Estos muestran una
dificultad general para controlar la conductas
agresivas que se extiende ms all de los episodios de
abuso, tienden a aislarse de los recursos comunitarios
y de las redes de apoyo informal (Belsky, 1993; Gracia
y Musitu, 1993; Parke y Colmer, 1975; Voradra, 1990) y
a reaccionar de forma inapropiada ante el llanto de los
nios <Frod y Lamb, 1980>. Las conductas sexuales de
los adultos tambin tienen su reflejo en los nios a
edades muy tempranas como lo demuestran los estudios de
Johnson (1988, 1989). Este autor descubri que en una
muestra de nios y en otra de nias (entre 4 y 13 aos)
que hablan agredido sexualmente a otros, el 100% de las
nias y el 49% de los nios hablan sufrido abusos
sexuales. En el 92% de las familias de las nias, uno
o los dos padres o abuelos hablan sufrido abusos
sexuales <se encontr el mismo porcentaje de casos de
maltrato fsico activo en los padres o abuelos). En el
caso de los nios, en el 67% de las familias uno o los
dos padres o abuelos hablan sido victimas de abusos
sexuales (y el 64% de maltrato fsico activo). Estos
porcentajes serian quizs ms reducidos si no se
tratase de un estudio retrospectivo.

Otras investigaciones sobre la transmisin


intergeneracional del abuso sexual sealan la
influencia que puede tener el que uno de los
cuidadores, an no siendo el que comete el abuso, haya
sufrido este tipo de abuso en su infancia. Faller
(1989) informa que en una muestra de varones <entre los

pag. 233
que se encontraban padres biolgicos con la custodia
del nio, sin la custodia, padres adoptivos y parejas
de la madre que no eran padres de la vctima) que
hablan cometido abusos sexuales de menores, el 40%
habla sufrido este tipo de abusos en su infancia, pero,
adems, casi la mitad de las madres tambin los hablan
sufrido.

Sin embargo, como hemos sealado antes, el


convertirse en maltratador no es una consecuencia
directa ni inevitable de los malos tratos y conocer en
qu se diferencian los sujetos que continan el ciclo
de los que no, nos puede ayudar a comprender los
mecanismos que perpetan los malos tratos a travs de
distintas generaciones. Las madres que fueron
severamente maltratadas pero que no han maltratado a
sus hijos comparten una serie de caractersticas.
Pudieron establecer en su infancia una relacin de
apego con un adulto no maltratador, tienen parejas
estables que les apoyan emocionalmente y que les ayudan
en el cuidado de sus hijos, han seguido algn tipo de
terapia, son conscientes de los malos tratos que han
recibido y de cmo esta experiencia puede afectar al
trato que dan a sus hijos. Aquellas que han continuado
el ciclo de malos tratos sufrieron abusos y/o
negligencia ms severos, obtienen puntuaciones ms
altas en ansiedad y depresin, sus parejas son ms
inestables y frecuentemente las maltratan fsicamente,
las relaciones con sus familias y amigos no son
satisfactorias, informan de un mayor nmero de
acontecimientos estresantes en sus vidas, es menos
probable que hayan recibido algn tipo de terapia y que
pudiesen establecer algn vinculo positivo con un
adulto no maltratador durante su infancia <Egeland a
al. 1987, 1988; Rutter, 198g).

pag. 234
Igualmente relevante para comprender cmo se
produce la transmisin intergeneracional de los malos
tratos es conocer las circunstancias gue rodean a los
casos de primera generacin, es decir cuando el
maltratador no ha sido maltratado. Tanto estos casos
como aquellos en los que no se produce la transmisin
intergeneracional representan cortes en la continuidad
del trato recibido que permiten poner a prueba
distintas hiptesis con relacin a la etiologa y
transmisin de los malos tratos.

Cicchetti y Rizley <1g81> consideran que la


transmisin intergeneracional se explicarla por la
transmisin de los factores de riesgo, es decir, de
aquellos que incrementan la vulnerabilidad o disminuyen
la probabilidad de que se produzcan los malos tratos.
Es improbable que un nico factor de riesgo sea
decisivo para producir la continuidad o discontinuidad
intergeneracionai., lo ms comn es cada uno de ellos
aumente la probabilidad de que ocurran otros (Rutter,
1989>.

Entre los factores que incrementan el riesgo de


que un individuo maltratado reproduzca en sus hijos el
trato recibido se encontrarla el hecho de que no
hubiese reelaborado cognitiva y afectivamente los
modelos representacionales de si mismo y de las
relaciones con sus cuidadores. Del mismo modo que las
experiencias reiteradas de rechazo en la infancia
pueden llevar al nio desactivar el sistema
comportamental del apego y a intentar evitar procesar
conscientemente informaciones relacionadas con estas
experiencias (Bowlby, 1973, 1980>, es de esperar que de
adultos tambin eviten recordar estas experiencias y
los sentimientos que produjeron para preservar su
organizacin. Main y Goldwyn <1984> encontraron que las

pag. 235
madres que hablan sido fuertemente rechazadas en su
infancia por sus propias madres tenan dificultades
para recordar el tipo de cuidados recibidos,
idealizaban a sus madres y ofrecan descripciones poco
coherentes sobre su experiencia y las relaciones de
apego. Pareca que estas mujeres distorsionaran la
informacin, la desorganizaran y dificultasen su
recuerdo. Por otra parte, mostraban ms rechazo hacia
sus hijos en la Situacin Extraa, que a su vez las
evitaban. Por el contrario, era improbable que los
hijos de las madres que recordaban coherentemente el
rechazo y los sentimientos que lo acompaaban mostrasen
evitacin. As, la evitacin del nio guarda una
relacin sistemtica con los esfuerzos de la madre para
describir las experiencias de su infancia y ms
concretamente, con la aparente distorsin en los
procesos cognitivos.

La repeticin del trato recibido tiene que ver, al


menos en parte, con la exclusin defensiva de
informacin <Bowlby, 1980). Aunque una persona pueda
recordar acontecimientos de su infancia, puede que
todava reprima el dolor asociado a esos recuerdos
<Fraiberg et al., 1975), por lo que correrla el peligro
de identificarse con el agresor, repitindose en su
caso el ciclo maltratadomaltratador. Cuando se
integran los aspectos cognitivos y afectivos la persona
desarrolla un poderoso freno contra esta identificacin
y por lo tanto, contra la repeticin de los malos
tratos.

Por otra parte, los modelos representacionales


desarrollados por las personas que sufrieron malos
tratos en su infancia condicionaran el tipo de
relaciones que estableceran ms adelante. Podran
llevarlas a buscar parejas que se parecieran en gran

pag. 236
medida a sus cuidadores, lo que explicara la tendencia
a la revictimizacin. Algunos autores (Briere, 1984;
Browne y Finkelhor, 1986b; Courtois, 1979> sealan que
las mujeres que sufrieron abusos sexuales podran
establecer relaciones con hombres que no les hacen
demandas sexuales porque realmente se sienten atrados
por los nios, por lo que sin ser conscientes de ello,
podran colocar a sus hijos en una situacin de riesgo.
Adems, los modelos representacionales creados a partir
de una relacin maltratante pueden incluir tanto el
papel de agresor como el de vctima <Pianta et al.,
1989; Mueller y Silverman, 1989> que repetirn en
relaciones posteriores <Rosenbaum y OLeary, 1981>.

Sin embargo, segn la teora del apego la


reelaboracin de los modelos representacionales
supondra un factor protector, ya que reducira las
distorsiones existentes que le llevan a repetir el
trato recibido. Esta reelaboracin podra producirse a
travs de la terapia o ser el resultado de nuevas
experiencias o relaciones <Main y Goldwyn, 1984;
Trickett and Susman, 1989).

Finalmente, queremos sealar que podramos


explicar la transmisin intergeneracional de los malos
tratos mediante el aprendizaje observacional, el
modelado y el reforzamiento (Burgess y Youngblade,
1989; Hertzberger, 1983>. Los nios aprenderan las
conductas maltratadoras que han observado y
desarrollaran reglas que las apoyasen, lo que
aumentarla la probabilidad de que repitiesen este
patrn de conductas con sus propios hijos. Hertzberger
<1983> especula que es ms probable que los nios
maltratados creen estas reglas si consideran que las
conductas de sus cuidadores son normales, si el
maltrato se acompaa de razonamientos verbales y si

pag. 237
tiene lugar como una respuesta disciplinaria ante una
accin del nio.

Los mecanismos explicativos aportados por la


teora del apego y los aportados desde la perspectiva
del aprendizaje no son incompatibles y probablemente,
ambos son necesarios para comprender distintos aspectos
de un mismo fenmeno.

pag. 238
2~- Parte: INVESTIGACIN.

pag. 239
6. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIN.

En esta investigacin adoptamos la perspectiva


organizacional del desarrollo <Cicchetti, 1987, 1989,
1991; Cicchetti y Rizley, 1981; Sroufe y Rutter, 1984;
Srouf e y Waters, 1g77) que ha servido de gula a la
psicopatologa evolutiva porque, como ponen de manifiesto
los captulos anteriores, constituye un marco terico muy
consistente para integrar los resultados en un modelo
explicativo que va ms all de la meca recoleccin de
datos. Nuestro principal objetivo es profundizar en el
conocimiento de las consecuencias de los malos tratos en
algunos aspectos de dos de Las tareas criticas del
desarrollo (la autonoma y desarrollo del yo y la
habilidad para establecer relaciones con los iguales)
destacadas por la psicopatologa evolutiva como tareas
bsicas del desarrollo socicemocional. Para lograr este
objetivo general planteamos los dos objetivos ms
especficos que exponemos a continuacin.

1. comprender las diferencias que se producen entre


los sujetos que izan sufrido malos tratos y los que no los
han sufrido.

1.1.- La autonomia y desarrollo del yo es una tarea


crtica durante el primer y segundo ao de vida
(Cicchetti, 1987, 1989; Cicchetti y SchneiderRosen,
1986). Aunque algunos aspectos, como la
diferenciacin entre personas o la conciencia de uno
mismo como una entidad diferenciada, sean logros que
se consolidan en ese periodo evolutivo, consideramos
que otros aspectos de la identidad, como el
autoconcepto y la autoestima, van conformndose y
evolucionando a lo largo del desarrollo. Con la edad

pag. 240
se producen diferencias cuantitativas y cualitativas
en la imagen que de si mismos tienen los sujetos. En
este sentido, frente a las autodescripciones basadas
en caractersticas y acciones concretas propias de
la niez, los adolescentes se caracterizan por
emplear rasgos de personalidad y conceptos sociales
que se integran en una totalidad ms organizada,
estable y coherente (Damon y Hart, 1982; Selman,
1980>. No todas las investigaciones apoyan la
tendencia evolutiva propuesta por Damon y Hart
(1982) segn la cual las autorepresentaciones de
los nios se basaran sucesivamente en las acciones,
en las caractersticas fsicas, en aspectos sociales
y en rasgos psicolgicos. Otros autores <Garca
Torres, 1984, 1990) no han podido demostrar que la
autorepresentacin social sea una representacin
intermedia entre la fsica y la psicolgica. Con
relacin a las diferencias cuantitativas, algunas
investigaciones (Harter, 1982; Marsh, 1989; Piers y
Harris, 1964; Rosenberg, 1985) encuentran un
descenso en el autoconcepto de los adolescentes con
relacin al de los nios, mientras que otras
encuentran que la autoestima aumenta en la
adolescencia (Mccarthy y Hoge, 1982; OMalley y
Bachman, 1983). En el capitulo IV sealamos que
estas diferencias en los resultados podran estar
relacionadas con la falta de precisin a la hora de
delimitar los constructos autoconcepto y autoestima
y que es posible que las distintas dimensiones del
autoconcepto presenten distintos cursos evolutivos.

A pesar de los resultados contradictorios,


todas estas investigaciones indican que el
desarrollo de la identidad podra considerarse como
una tarea evolutiva crtica desde la infancia hasta,
al menos, la adolescencia, cuyo logro permitir la

pag. 241
adaptacin y la superacin de otras tareas criticas.
Un funcionamiento ptimo requiere que no se
infravalore ni sobrevalore la propia competencia,
sino que se perciba con precisin (Bandura, 1986> y
que la persona mantenga un nivel suficiente de
autoestima, ya que pocas experiencias generan tanto
estrs como rechazarse a uno mismo (Albee, 1982>.

Sin embargo, el haber sufrido malos tratos se


relaciona con un autoconcepto y una autoestima ms
pobres en la niez y en la preadolescencia (Maz-
Aguado y Martnez Arias, 1995c; Hyman, 1987; Kaufman
y Cicchetti, 1989; Kinard, 1980, 1982>. En la
adolescencia los resultados no son tan claros (Diaz-
Aguado y Martnez Arias, 1995c; Hibbard et al.,
1992; Kazdin et al., 1985; Oates et al., 1985).
Creemos que, de no existir factores mediadores que
lo impidan, es ms probable que se mantenga esta
tendencia y que los adolescentes que han sufrido
malos tratos tengan una imagen de si mismos peor que
la de aquellos que no los han sufrido o que se
produzcan diferencias en el curso evolutivo.

1.2.- La habilidad para establecer relaciones con


los Iguales es una tarea crtica durante los
primeros aos de escolarizacin y entre los siete y
doce aos se producira la Integracin de las
distintas tareas evolutivas en formas ms complejas
de funcionamiento (Cicchetti, 1987, 1989; Cicchetti
y Schneider-Rosen, 1986).

Existe una fuerte asociacin entre las


dificultades en las relaciones interpersonales y los
trastornos psicopatolgicos. Los nios que fracasan
en las relaciones con sus iguales, que se encuentran
aislados o son socialmente rechazados tienen un

pag. 242
riesgo mayor de sufrir graves alteraciones <Garmezy,
1974; Kohlberg et al., 1972; Rolf y Garmezy, 1974>.
Sin embargo, el xito en las relaciones con los
iguales puede ser un factor protector frente a
circunstancias desfavorables. Por todo esto, el
estudio de la habilidad para establecer relaciones
interpersonales con los iguales es fundamental para
buscar los antecedentes de la competencia social,
las habilidades de afrontamiento y la adaptacin.

?odas las investigaciones presentadas coinciden


en encontrar que los nios y preadolescentes que han
sufrido malos tratos manifiestan problemas en la
interaccin con sus iguales <Camras y Rappaport,
1993; De Pal y Arruabarrena, 1995; DinAguado y
Martnez Arias, 1995c; Downey y Walker, 1989; George
y Main, 1979; Haskett y Kistner, 1991; Herrenkohl y
Herrenkohl, 1981; HoffmanPlotkinyTwentyman, 1984;
Howes y Espinosa, 1985; lCaufman y Cicchetti, 1989;
Kinard, 1980, 1982; Prino y Peyrot, 1994; Salzinger
et al., 1993; Weiss et al., 1992>. Consideramos que
estas dificultades pueden estar relacionadas con
ciertos dficits en el procesamiento de la
informacin social <ignorar informacin relevante,
hacer atribuciones hostiles, valorar positivamente
la agresin o justificarla) y en el conocimiento de
estrategias interpersonales. En la lnea planteada
por otros autores (Maz-Aguado y Martnez Arias,
1995c; flodge et al., 1992) queremos comparar las
diferencias que con relacin a estas variables
existen entre los sujetos maltratados y los no
maltratados. Por otra parte, algunos estudios
sealan que las consecuencias de los malos tratos en
la interaccin social variaran en funcin del
gnero. Gregory y Beveridge (1984> encuentran que
los nios presentan ms dificultades que las nias

pag. 243
y Maylone <1985> que los nios son ms agresivos y
las nias ms retradas. Por ello esperamos que el
conocimiento social de los varones maltratados est
menos desarrollado que el de las mujeres y que
muestren ms dificultades para relacionarse.

Otro aspecto de la habilidad para establecer


relaciones con los iguales es la respuesta emptica.
Hoffman <1981) seala el importante papel que
desempea la empatia en el conocimiento social. En
principio cabria esperar que fuese ms difcil
entender a las personas que al mundo fsico, por su
complejidad e imprevisibilidad, sin embargo, hay
otros factores que compensan esta dificultad.
Primero, las personas proporcionan continuamente
informacin que permite corregir interpretaciones
errneas de sus conductas y estados internos.
Segundo, compartimos una misma estructura bsica de
organizacin lo que nos capacita para responder a
los acontecimientos de una forma similar. Tercero,
tendemos a responder empticamente mediante
mecanismos minimamente cognitivos que nos permiten
asociar la conducta del otro con nuestra propia
experiencia. Por todo ello, la empatia no es
nicamente un fuerza motivadora, sino que nos
proporciona informaciones muy relevantes sobre los
dems.

Los estudios sobre preescolares y escolares


muestran deficiencias en la respuesta emptica
asociados a los malos tratos <MazAguado y Martnez
Arias, 1995c; Howes y Elredge, 1985; KlinesDougan
y Kistner, 1990; Main y George, 1985; Muller y
Eisenberg, 1988; Straker y Jacobson, 1981). Sin
embargo, a penas existen investigaciones realizadas
con adolescentes, ni conocemos si las consecuencias

pag. 244
de los malos tratos varian segn el gnero de los
sujetos. En nuestro estudio pretendemos profundizar
en todas estas cuestiones, por la relevancia que la
respuesta emptica puede tener en el establecimiento
de relaciones interpersonales y en el riesgo de que
aumente la probabilidad de que se produzca la
transmisin intergeneracional de los malos tratos
<Feshbach, 1989>.

En la respuesta emptica podemos distinguir


aspectos afectivos y cognitivos (Fesbach, 1975,
1989; Hoffman, 1975> y nos planteamos si, al igual
que ocurre con el autoconcepto y la autoestima, los
sujetos que han sufrido malos tratos tienen un nivel
menor de empatia que los que no los han sufrido o si
lo que se producen son diferencias en el curso
evolutivo de los distintos componentes.

Los aspectos cognitivos estaran estrechamente


relacionados con el desarrollo cogntivo e
intelectual del sujeto, por lo que cabria esperar
que evolucionen a medida que el nio crece y aumenta
su competencia cognitiva. Pero, los retrasos en
dicho desarrollo asociados a los malos tratos <Alen
et al., 1985; Barahal et al., 1981; Egeland y
Sroufe, 1981b; Erickson et al., 1989; Harmon et al.,
1984; HoffmanPlotkin y Twentyman, 1984; Prez y
Widom, 1994> podran afectar a los componentes
cognitivos de la respuesta emptica, como parecen
mostrar las investigaciones que encuentran que las
diferencias entre sujetos maltratados y no
maltratados en el reconocimiento de expresiones
emocionales o en la habilidad para adoptar la
perspectiva del otro, se vuelven no significativas
al controlar el CI (Barahal et al., 1.981; Frod y
Smetana, 1984; Smetana y Kelly, 1989>.

pag. 245
Con relacin a los componentes afectivos, es de
esperar que se produzca una evolucin desde ciertos
precursores de la respuesta emptica, como el
contagio emocional, hasta la respuesta emocional
vicaria. Sin embargo, la experiencia de los malos
tratos podra alterar dicha evolucin.

2. Comprender las diferencias que se producen entre


los sujetos que han sufrido malos tratos.

2.1. consideramos que las consecuencias de los


malos tratos, de no existir factores mediadores que
lo impidan, son acumulativas y la inadaptacin del
sujeto aumentar con el tiempo. El no alcanzar los
logros de un determinado periodo evolutivo,
dificultar la consecucin de otros y por lo tanto,
la adaptacin y la competencia. Por ello creemos que
las diferencias en el desarrollo intelectual, en el
autoconcepto, en el conocimiento social y en la
empatia sern mayores entre los adolescentes
maltratados y los no maltratados1 que entre los
nios maltratados y los no maltratados. De igual
manera, dentro de los sujetos que han sufrido malos
tratas la inadaptacin ser mayor en los
adolescentes que en los nios.

2.2.- Las consecuencias asociadas a los malos tratos


dependen de la interaccin de distintas variables
como el tipo de maltrato y de negligencia que se
hayan vivido, la edad en la que comenzaron, su
intensidad, el gnero del sujeto, la existencia de
factores mediadores, etc. No disponemos de la
mayora de estas informaciones, ya que los informes
de los sujetos son confidenciales y es muy frecuente
que ni siquiera se conozcan con exactitud todas las
circunstancias que han rodeado cada uno de los

pag. 246
casos. Por ello es muy difcil hacer predicciones
sobre las diferencias en el grado de adaptacin
entre los nios y adolescentes maltratados.

En nuestros anlisis queremos tener en cuenta


todos los datos que hemos podido recopilar y que
consideramos relevantes como la edad, el gnero, el
tipo de malos tratos sufrido (no hemos podido
encontrar informacin fiable sobre su intensidad),
el desarrollo intelectual y el tiempo que lleva el
sujeto viviendo en la residencia <ya que es el
contexto con el que interacciona y podra actuar
como un factor mediador, potenciando o compensando
las consecuencias de los malos tratos).

Teniendo en cuenta todas estas variables vamos


a analizar si, como sealan la mayora de los
autores (exceptuando a HoffmanPlotkin y Twentyman,
1984) la negligencia fsica y/o emocional se asada
a mayores retrasos cognitivos y dificultades de
aprendizaje; si nuestros datos apoyan la tesis de
que el maltrato fsico activo se asocia a un mayor
grado de conductas disruptivas y agresivas <Downey
y Walker, 1989; George y Naln, 1979; Haskett y
Kistner, 1991; Herrenkohl y Herrenkohl, 1981;
Hoffman-Plotkin y Twentyman, 1984; Kinard, 1980,
1982; Prino y Peyrot, 1994; Salzinger et al., 1993;
Weiss et al., 1992>; si el abuso sexual produce ms
dificultades emocionales, problemas sexuales y
conductas autodestructivas; si el maltrato emocional
activo es e]. mejor predictor de la autoestima de los
sujetos que lo han sufrido (Gross y Keller, 1992>.

Creemos que el desarrollo intelectual ser un


predictor muy importante del grado de adaptacin de
los sujetos. Los malos tratos se asocian a retrasos

pag. 247
en el desarrollo cognitivo e intelectual detectables
a partir de los dos aos, que se extienden hasta la
adolescencia. Si como seala la perspectiva
organizacional <Cicchetti, 1987, 1989, 1991;
Cicchetti y Rizley, 1981; Sroufe y Rutter, 1984;
Sroufe y Waters, 1977>, la competencia en un
determinado dominio del desarrollo puede ser una
condicin necesaria para la competencia en otros,
los retrasos cognitivos asociados a los malos tratos
podran condicionar el logro de tareas evolutivas
criticas (como la autonoma y el desarrollo del yo
o la capacidad para establecer relaciones con los
iguales) y por lo tanto, su adaptacin.

pag. 248
7. MTODO.

7.1.- HIPTESIS.

1.- DiferencIas entre nUlos maltratados y nUlos no


maltratados: los nUlos maltratados presentan ms
dificultades para lograr una adecuada autonoma y
desarrollo del yo y para establecer relaciones con los
iguales.

1.1. Desarrollo intelectual: los nios


maltratados presentan un menor desarrollo
intelectual que los nios no maltratados.

1.2. Autaconcepto: los nios maltratados obtienen


puntuaciones ms bajas que los no maltratados en
todas las dimensiones del autoconcepto evaluadas.

1.3. Eupatla: los nios maltratados manifiestan


niveles inferiores de empata afectiva y creencias
ms negativas sobre la expresin de sentimientos
que los nios no maltratados.

1.4. Justificacin de la agresin: los nios


maltratados justifican la agresin en mayor medida
que los no maltratados.

1.5. Competencia social: la competencia social de


los nios maltratados (evaluada a travs del
conocimiento de estrategias de relacin con los
compaeros) est menos desarrollada que la de los
nios no maltratados. Las estrategias de

pag. 249
interaccin social que conocen los nios
maltratados son menos elaboradas, menos eficaces
y de peores consecuencias para la relacin que las
conocidas por los nios no maltratados.

2.- Diferencias entre adolescentes maltratados y


no maltratados: los adolescentes maltratados presentan
ms dificultades para lograr una adecuada autonomia y
desarrollo del yo y para establecer relaciones con los
iguales.

2.1. Desarrollo intelectual: los adolescentes


maltratados presentan un menor desarrollo
intelectual que los adolescentes no maltratados.

2.2.- Autoconcepto: los adolescentes maltratados


obtienen puntuaciones ms bajas que los no
maltratados en todas las dimensiones del
autoconcepto evaluadas.

2.3.- Empatia: los adolescentes maltratados


manifiestan creencias ms negativas sobre la
expresin de los sentimientos que los adolescentes
no maltratados, pero no se diferencian de ellos en
el nivel de empatia afectiva.

2.4.- Justificacin de la agresin: los


adolescentes maltratados justifican la agresin en
mayor medida que los no maltratados.

2.5.- Competencia social: la competencia social


<evaluada a travs del conocimiento de estrategias
de relacin con los compaeros) de los
adolescentes maltratados est menos desarrollada
que la de los adolescentes no maltratados.

pag. 250
Orientan las situaciones interpersonales de una
manera menos prctica, no reconocen su carcter
social, las definen de una manera ms hostil, no
buscan informacin que seria relevante, sugieren
estrategias de peores consecuencias y tienen ms
dificultades para anticipar dichas consecuencias.

3. Semejanzas y diferencias en el curso evolutivo


entre los sujetos que han sufrido malos tratos y los
que no .los han sufrido: los sujetos maltratados y no
maltratados presentan semejanzas y diferencias en el
curso evolutivo de algunos aspectos del desarrollo
socioeuocional ligadas a la edad o al gnero.

3.1. Semejanzas en la empatia relacionadas con la


edad: en ambos grupos <maltratados y no
maltratados> los adolescentes muestran niveles
inferiores de empatia afectiva y creencias ms
positivas sobre la expresin de sentimientos que
los nios.

3.2.- Semejanzas en empatia afectiva ligadas al


gnero: las mujeres maltratadas y no maltratadas
manifiestan ms empatia afectiva que los varones.

3.3.- Diferencias en autoconcepto relacionadas con


la edad: los adolescentes no maltratados obtienen
puntuaciones ms elevadas que los nios no
maltratados en las dimensiones del autoconcepto
evaluadas, pero los adolescentes maltratados no
obtienen puntuaciones ms elevadas que los nios
maltratados.

3.4.- Diferencias en la justificacin de la


agresin relacionadas can la edad: los nios que
no han sufrido malos tratos justifican la agresin

pag. 251
en mayor medida que los adolescentes no
maltratados, mientras que entre los adolescentes
y los nios maltratados no se producen
diferencias.

4.- Diferencias dentro del grupo de sujetos que


han sufrido malos tratos: las consecuencias de los
malos tratos en el desarrollo socloemoclonal dependen
de la edad, del gnero, del tipo de maltrato y de las
relaciones entre dominios del desarrollo (en este caso
los posibles retrasos en el desarrollo intelectual y
sus repercusiones en otras reas del desarrollo).

4.1.- Diferencias relacionadas con la edad: los


adolescentes presentan ms problemas para
relacionarse que los nios <segn la evaluacin de
los educadores>.

4.2.- Diferencias relacionadas con el gnero: los


adolescentes tienen ms problemas para
relacionarse que las adolescentes <segn la
evaluacin realizada por los educadores>. De igual
forma, su competencia social (evaluada a travs
del conocimiento de estrategias de relacin con
los compaeros) est menos desarrollada que la de
ellas. Orientan las situaciones interpersonales de
una manera menos prctica, no reconocen su
carcter social, las definen de una manera ms
hostil, no buscan informacin que seria relevante,
sugieren estrategias de peores consecuencias y
tienen dificultades para anticipar dichas
consecuencias.

4.3.- Diferencias relacionadas con el desarrollo


intelectual: el desarrollo intelectual permite
predecir los problemas de adaptacin <segn los

pag. 252
educadores>, la competencia social <evaluada a
travs del conocimiento de estrategias de relacin
con los compaeros> y las creencias sobre la
expresin de sentimientos de los nios y
adolescentes.

4.4.- Diferencias asociadas al abandono: el


abandono <fsico y/o emocional> permite predecir
el desarrollo intelectual de los nios y
adolescentes que lo han sufrido.

4.5.- Diferencias asociadas al maltrato fsico


activo: el maltrato fsico activo permite predecir
las dificultades para relacionarse <segn la
evaluacin de los educadores> y la competencia
social <evaluada a travs del conocimiento de
estrategias de relacin con los compaeros> de los
nios y adolescentes que lo han sufrido.

4.6.- Diferencias asociadas al abuso sexual: el


abuso sexual permite predecir los problemas
emocionales, los problemas sexuales y conductas
autodestructivas (segn la evaluacin de los
educadores) de los nios y adolescentes que lo han
sufrido.

4.7.- Diferencias asociadas al maltrato emocional


activo: el maltrato emocional activo permiten
predecir la autoestima de los nios y adolescentes
que lo han sufrido.

pag. 253
7.2.- SUJETOS.

La muestra total de este estudio es de 179 sujetos


de edades comprendidas entre 7 y 16 aos.

El grupo de riesgo lo forman 90 nios (de 7 a 10


aos) y adolescentes <de 11 a 16 aos) que en el
momento de realizar la investigacin se encontraban
viviendo en dos residencias dependientes de la
Comunidad Autnoma de Madrid, cuyos nombres omitimos
para asegurar la conf idencialidad de los datos. La
seleccin de estos dos centros la realizaron miembros
del Instituto Madrileo de Atencin a la Infancia,
quienes nos proporcionaron las autorizaciones
necesarias para poder realizar nuestra investigacin.

La composicin de este grupo aparece en la


tabla 1.

Tabla 1. Grupo de riesgo.

Edad Varones Nujeres N

7afios 3 3 6
Baos 1 2 3
9a1os 3 3 6
lOaflos 9 5 14
llaflos 3 3 6
l2aos 9 6 15
l3aos 3 5 8
14a1os 8 6 14
15 aos 6 11 17
l6afios 0 1 1
Total 45 45 90

pag. 254
Todos los sujetos del grupo de riesgo haban
sufrido maltrato y/o abandono y eran casos registrados
por los servicios de proteccin a la infancia. Para
clasificarlos en las distintas tipologas la autora de
esta tesis se entrevist con los trabajadores sociales
y psiclogos de las residencias, a los que expuso las
definiciones que aparecen en el Capitulo 2. De acuerdo
con esos datos nos encontramos con la siguiente
distribucin:

Abandono fsico: 3 nios y 1 adolescente.


Abandono emocional: 1 nio y 5 adolescentes.
- Abandono fsico y abandono emocional: 11 nios
y 17 adolescentes.
Maltrato emocional activo: 2 nios.
- Maltrato emocional activo y abandono fsico: 1
nio y 4 adolescentes.
Maltrato emocional activo y abandono emocional:
2 nios y 1 adolescente.
Maltrato fsico activo y maltrato emocional
activo: 2 nios y 1 adolescente.
Abandono fsico y abuso sexual: 1 nio.
Maltrato emocional activo, abandono fsico y
abandono emocional: 6 nios y 7 adolescentes.
Maltrato fsico activo, maltrato emocional
activo y abandono emocional: 2 adolescentes.
- Maltrato emocional activo, abandono emocional y
abuso sexual: 1 nio y 1 adolescente.
- Abandono fsico, abandono emocional y abuso
sexual: 1 nio y 1 adolescente.
Maltrato fsico activo, maltrato emocional
activo, abandono fsico y abandono emocional: 3
nios y 6 adolescentes.
- Maltrato emocional activo, abandono fsico,
abandono emocional y abuso sexual: 2 adolescentes.
- Maltrato fsico activo, maltrato emocional

pag. 255
activo, abandono fsico, abandono emocional y
abuso sexual: 1 nio y 7 adolescentes.

Los tipos de malos tratos ms frecuentes son el


abandono emocional y el abandono fsico, que aparecen
en el 83,3% y en el 81,1% de los casos respectivamente;
seguidos por el maltrato emocional activo que aparece
en el 54.4%, el maltrato fsico activo en el 23.3% y el
abuso sexual en el 15,6%. Los porcentajes por edades y
gneros aparecen en la tabla 2 y en la tabla 3.

Tabla 2. Porcentajes por edades.

Tipos Nilos (de 7 10 aJos) Adolescefles (de 11 a 16 ajos)

Aband. emocional 72,4% 88,5%


Aband. fsico 72,4% 85,2%
MaRt. emocional act. 55,1% 54%
!Ialtr, fsico act. 17,2% 26,2%
Abuso sexual 10,3% 18%

Tabla 3. Porcentajes por gneros.

Tipos Varones Mujeres

Aband, emocIonal 77,7% 89,8%


Aband. fsico 73,3% 88,8%
Maltr. emocional act. 37,7% 71,1%
Maltr. fsico act. 15,5% 31,1%
Abuso sexual 2,2% 28,8%

En estas entrevistas tambin recopilamos


informacin sobre el tiempo que cada uno de los sujetos
llevaba viviendo en el centro. Como se observa en la
fig.1, el tiempo oscila entre 1 mes y 144 meses. Las

pag. 256
Hg. 1. Tiempo de estancia en la residencia medido en
meses.
eses 1 3
2r
4 2
6 3
81
9 _______________ 1
10 ______________________ 4
113
12 3

16f1
201
21f1
22 3
25r
26f1
27 ____________________________________________ 8
291
301
31
r
351
36 3

38 2
392
41 2
45
46 2
52
55 2
59
66
67 2
76
79
1
91 ______________________ 4
103
104
107
169
120 el
144 3

0 2
ID de ejetos

pag. 257
Las residencias estn organizadas en subunidades
por edades, que son atendidas por un grupo fijo de
educadores segn turnos de da y de noche. Se busca que
la vida en ellas sea lo ms normalizada posible, por lo
que los nios y los adolescentes estudian fuera de la
residencia y acuden a otros tipos de actividades <por
ejemplo, catequesis) en el barrio en el que viven. El
contacto con sus padres se mantiene por medio de las
visitas de stos al centro o de las salidas de los
nios a sus casas durante los fines de semana o en
vacaciones, aunque la situacin de algunos de ellos no
permite estas salidas.

El grupo de comparacin consta de 89 nios <de 7


a 10 aos> y adolescentes <de 11 a 15 aos>, que
asistan a dos colegios y un instituto <de los que
tampoco exponemos sus nombres para preservar la
conf idencialidad) situados en barrios con
caractersticas sociodemogrficas similares a aquellos
de los que proceden los sujetos del grupo de riesgo,
segn las informaciones de los trabajadores sociales y
psiclogos de las residencias.

Entre los nios y adolescentes del grupo de


comparacin no existan casos registrados de malos
tratos, pero podra tratarse de casos no detectados.
Para descartar esta posibilidad, consultamos a los
profesores y los datos de aquellos sujetos de los
cuales no se tena informacin suficiente para asegurar
que no haban sufrido ningn tipo de maltrato, no
fueron utilizados en este estudio.

La composicin de este grupo aparece en la tabla


4.

pag. 258
Tabla 4. Grupo de comparacin.

Edad Varones Mujeres N

laos 3 3 6
Baos 1 2 3
9aflos 3 3 6
baos 9 5 14
haZas 3 3 6
l2aos 9 6 15
l3aflos 5 3 8
l4affos 8 5 13
15 alias 6 11 18
Total 47 41 89

7.3.- INSTRUMENTOS.

7.3.1. EVALUACIN DE LA COMPETENCIA SOCIAL EN LA


INFANCIA.

Para evaluar la competencia social de los nios


hemos utilizado la entrevista sobre el Conocimiento de
Estrategias de Interaccin con los Compafleros
(C.E.I.C.) 1 <DiazAguado, 1986a, Diaz-Aguado y Royo
Garca, ~gs>.

1.- En el ANEXO se encuentta un modelo de este instrumento.

pag. 259
7.3.1.1. Descripcin y normas de aplicacin

Se compone de cuatro historias que se presentan al


nio individualmente de forma verbal y grfica. En la
primera el protagonista debe iniciar una relacin con
otro nio, en la segunda debe conseguir que le devuelva
un objeto de su propiedad, en la tercera debe
convencerlo para que juegue con l y en la cuarta, debe
conseguir integrarse en un grupo de nios que estn
jugando. Se trata de que el nio exponga las
estrategias que puede utilizar para alcanzar el
objetivo que se plantea en cada una de las historias,
siguiendo las bases del mtodo clnico.

El procedimiento que debe seguirse es el


siguiente:

1. Se cuenta al nio la primera historia y se le


presenta el dibujo correspondiente haciendo
coincidir el gnero del protagonista con el del
nio entrevistado.

2. Se pregunta al nio qu puede hacer el


protagonista para conseguir el objetivo planteado
en la historia. Hay que lograr que el nio
manifieste todas las estrategias que conoce.

3. Se repite cada una de las estrategias


sugeridas por el nio y se le pregunta:

1Q. Las razones por las que cree que es


eficaz.

2V. Si alguna vez la ha puesto en prctica.

pag. 260

.
3Q.- Qu consecuencias cree que tendr para
el protagonista, para el otro nio, para la
relacin entre ambos.

4. Para asegurarnos de que el nio no conoce


ninguna estrategia ms, se le pregunta que ms
cosas puede hacer el protagonista. Si conociese
alguna estrategia distinta a las presentadas
antes, se repiten las preguntas planteadas en el
punto 3.

5.- Una vez que el nio deja de proponer


estrategias, se pasa a la siguiente historia
utilizando el mismo procedimiento.

7.3.1.2. Normas de correccin

Las estrategias se evalan teniendo en cuenta


cuatro dimensiones del conocimiento social:
elaboracin, eficacia, consecuencias sociales y
asertividad. Cada una de ellas se valora segn una
escala de cinco niveles, correspondiendo los niveles
ms bajos al grado ms bajo de elaboracin, eficacia,
consecuencias positivas para la relacin y asertividad.

1. Elaboracin: depende del nivel de conocimiento


psicosocial que refleje la estrategia y del nmero
de actos intermedios que suponga para lograr el
objetivo. En los niveles ms bajos nos encontramos
con estrategias muy directas y rudimentarias
<peticin directa, acudir al adulto, agredir
fsicamente sin utilizar ningn recurso para
convencer...> y en los ms altos con estrategias
mucho ms indirectas, sofisticadas y complejas

pag. 261

.
(negociar el estatus entre compaeros, resolver la
situacin por medio del juego...>.

2.- Eficacia: se refiere al grado en que la


estrategia contribuye a lograr el objetivo que se
propone en la historia. En un extremo se
encontraran las estrategias ineficaces y en el
otro las extremadamente eficaces.

3.- Consecuencias positivas para la relacin: se


refiere al grado en que La estrategia contribuye
a mejorar la relacin entre los participantes o a
favorecer el establecimiento o mantenimiento de
relaciones satisfactorias en el futuro. Se
extiende desde estrategias que suponen
consecuencias claramente negativas <agredir fsica
o verbalmente, acudir al adulto para que castigue
a]. otro nio, imponerse por la fuerza o
engaando...), hasta las que suponen consecuencias
muy positivas para la relacin (alabar al otro,
proponer una solucin intermedia, ofrecerle una
ventaja...>.

4.- Asertividad: se define como el grado en que el


sujeto trata de controlar activamente la situacin
y est estrechamente relacionada con el estatus
que se otorga a si mismo como protagonista de la
accin y con la seguridad que en ella manifiesta.
Se extiende desde estrategias que muestran una
ausencia total de asertividad <sumisin,
permanecer pasivo o inmvil...), hasta aquellas
estrategias excesivamente asertivas <imponerse por
la fuerza, otorgarse claramente un estatus
superior y proponer un cambio brusco de
actividad...).

pag. 262
Cada estrategia mencionada por el nio recibe
cuatro puntuaciones, de 1 a 5, segn el nivel que le
corresponda en cada dimensin. Para calcular las
puntuaciones en conocimiento de estrategias sociales se
procede de la siguiente manera:

1.- Se punta cada estrategia mencionada en las


cuatro dimensiones (elaboracin, eficacia,
consecuencias y asertividad>.

2. Se obtiene la puntuacin media por situacin


y dimensin.

3.- Se suman las puntuaciones medias obtenidas en


las cuatro situaciones, obteniendo cuatro
puntuaciones finales que corresponden a las cuatro
dimensiones.

7.3.1.3.- Fiabilidad y validez

La definicin de los criterios de valoracin de


las respuestas permite obtener indices muy elevados de
acuerdo interevaluadores, que oscilan entre .89 y .93
(DiazAguado y Royo Garca, 1995>.

Este instrumento ha demostrado alcanzar unos


indices de consistencia interna muy aceptables <Daz-
Aguado y Royo Garca, 1995; Royo Garca, 1992). Se han
realizado dos tipos de anlisis de consistencia: intra
dimensin e intra-situacin.

Los resultados encontrados por MazAguado y Royo


Garca <1995) indican que la consistencia intra
situacin (que oseila de .4627 a .7179> es mayor que la

pag. 263

.
intradimensin <que oscila de .4287 a .5340>, lo que
segn las autoras recuerda el carcter contextual del
conocimiento social.

En nuestra investigacin hemos empleado como


historia 4, una situacin distinta (que formaba parte
de un total de ocho que se crearon al disear el
instrumento> a la que utilizaron las autoras de estos
datos, por lo que en la tabla 5 exponemos los
resultados que hemos encontrado en el anlisis intra-
situacin.

Tabla 5. consistencia intrasituacin de la historia 4


empleada en la investigacin.
(5:31>
correlacin fui-total Alpha eliminado l tem

LABOR. Estrategia 1 .5403 .5349


EYICAC. Estrategia 1 .4041 .5637
CONSC. Estrategia 1 .3311 .5670
ASEUV. Estrategia 1 .0022 .6816
LABOR. Estrategia 2 .5976 .5639
EFICAC. Estrategia 2 .6086 .4191
CONSEC. Estrategia 2 .4683 .5228
ASEE?V. Estrategia 2 -.0874 .7138

AUlA:. 5117

La historia que hemos utilizado en nuestro estudio


tambin parece alcanzar un ndice de consistencia
interna aceptable que aumenta al eliminar la dimensin
asertiv.I ciad. DiazAguado y Royo Garca <1995>
encontraron tambin este resultado, ya que esta
dimensin correlaciona poco y generalmente de forma
negativa con las dems puntuaciones.

Varios estudios han demostrado la validez de


constructo de este instrumento. Diaz-Aguado y Royo

pag. 264
Garca <1995> encuentran correlaciones muy
significativas entre la competencia social evaluada a
travs de este instrumento y otros indicadores de
competencia social como la conducta observada al
interactuar con otros nios. Estas correlaciones
reflejan que las tres dimensiones consideradas
adaptativas <elaboracin, eficacia y consecuencias) se
relacionan con el comportamiento dirigido a los
compaeros en la direccin prevista por el constructo.
En esta misma lnea, las diferencias en la competencia
social de los sujetos de alto y bajo estatus
sociomtrico indican que los nios ms aceptados por
sus compaeros conocen mejores estrategias de
interaccin que los rechazados. El origen cognitivo del
rechazo social parece estar basado, principalmente, en
un conocimiento insuficiente de estrategias elaboradas,
eficaces y, sobre todo, positivas para la relacin; as
como en el desconocimiento de estrategias que impliquen
un grado de asertividad moderado. Por otra parte, las
dimensiones del conocimiento social tienen un carcter
evolutivo. Con la edad los nios adquieren estrategias
ms elaboradas, ms eficaces, de mejores consecuencias
para la relacin y de un grado de asertividad
intermedio (Royo Garca, 1g92>.

La entrevista sobre el Conocimiento de Estrategias


de Interaccin con los Compaeros ha mostrado su
sensibilidad para seleccionar sujetos de riesgo,
disear programas de intervencin a partir de las
deficiencias que en ella se detectan y evaluar los
cambios producidos por las intervenciones destinadas a
mejorar la competencia social de los nios con
inadaptacin socioemocional (Diaz-Aguado, 1g88>.

Asimismo, utilizando este instrumento se han


detectado diferencias entre las estrategias que

pag. 265
sugieren los nios maltratados y los no maltratados
<DiazAguado y Martnez Arias, 19g5c>. Los primeros
parecen conocer estrategias de consecuencias ms
negativas para la relacin. Se observa tambin una
tendencia marginalmente significativa a sugerir
estrategias menos elaboradas. No se observan
diferencias en las dimensiones eficacia y asertivi dad.

En nuestra investigacin hemos encontrado que la


eficacia correlaciona negativamente con el grado en que
los nios justifican la agresin (r=.3332, p=.01), lo
que podra indicar que si se dispone de recursos
eficaces para resolver los problemas, no es necesario
justificar la agresin. Tambin hemos encontrado una
correlacin positiva entre la asertividad y los
problemas sexuales y las conductas autodestructivas
observados por el educador en los nios maltratados
<r~.4464, p=.01). Este resultado es comprensible si
tenemos en consideracin que esta dimensin
generalmente obtiene bajas correlaciones, algunas
negativas, con las dems.

7.3.2.- EVALUACIN DE LA COMPETENCIA SOCIAL EN LA


ADOLESCENCIA.

Para evaluar la competencia social de los


adolescentes hemos utilizado la entrevista sobre
Conocimiento de Estrategias de Interaccin con los
Compafieros para Adolescentes (C.E. I.C.A.> <Maz-Aguado
y Royo Garca, 1995).

1.- En el ANEXO se encuentra un modelo de este instrumento.

pag. 266
La prueba descrita en el apartado anterior es
vlida para evaluar la competencia social desde los 6
a los 10 aos y el hecho de que a partir de esta edad
no se observen diferencias evolutivas significativas en
las dimensiones ms relevantes <Royo, 1992), podra
indicar la necesidad de estructurar la evaluacin de la
competencia social de una manera distinta.

Uno de los aspectos que adquiere relevancia con la


edad es la forma de procesar informacin social (Dodge,
1980, 1985). Los sesgos que presentan los sujetos ms
inadaptados se refieren fundamentalmente a un dficit
atribucional que les hace interpretar las seales
ambiguas dirigidas hacia ellos como una muestra de
hostilidad por parte de los dems <Dodge y Frame, 1982)
y a una inadecuada anticipacin de las consecuencias de
su conducta <Asarnow y Callan, 1985; Crick y Ladd,
1990; Ferry et al., 1986; Rubn y Krasnor, 1986).

Teniendo en cuenta lo expuesto hasta ahora, este


instrumento trata de evaluar los siguientes aspectos:

La forma de definir las situaciones sociales de


cierta ambigedad, como las bromas o los
conflictos de cierta gravedad.

- El control de los procesos emocionales negativos


que se suscitan en esas situaciones.

- La jerarqua que se establece entre estrategias


de distintos rdenes.

- La anticipacin de consecuencias y expectativas


de autoeficacia.

pag. 267
7.3.2.1.- Descripcin y normas de aplicacin

La entrevista se compone de cuatro historias que,


siguiendo el mtodo clnico, se presentan
individualmente y de forma verbal a los sujetos.
Incluyen tanto situaciones que se producen dentro del
contexto escolar, como durante el tiempo libre. Despus
de cada historia se le hacen al sujeto una serie de
preguntas (ver ANEXO> que nos van a permitir valorar
las dimensiones que exponemos en el siguiente apartado.

7.3.2.2. Normas de correccin

Cada una de las situaciones que se incluyen en la


entrevista se valora teniendo en cuenta cuatro
dimensiones:

1.- orientacin prctica del problema: esta


dimensin se evala en una escala de tres puntos
teniendo en cuenta el pragmatismo mostrado por el
sujeto en la definicin del objetivo de la
situacin y si las estrategias propuestas tienden
o no realmente a su resolucin. Seria lo contrario
a una orientacin indefensa.

2.- Definicin global del problema: la definicin


que el sujeto hace del problema interpersonal se
valora teniendo en cuenta varias dimensiones que
implican la descentracin de aspectos concretos de
la situacin: consideracin del carcter social,
bsqueda de informacin contextual y definicin no
hostil del problema, Cada una de ellas se punta
con O 1, en funcin de si las respuestas se

pag. 268

.
ajustan o no al polo positivo de cada dimensin.
La puntuacin global de la definicin del problema
se obtiene sumando las tres puntuaciones
parciales.

2.1.- consideracin del carcter social: se


refiere a la consideracin de la situacin como un
problema mutuo. Para valorar esta dimensin se
tienen en cuenta las respuestas dadas a todas las
cuestiones de la entrevista y fundamentalmente, a
la pregunta Cul es el problema en esta
situacin? Por qu?

2.2.- Bdsqueda de informacin: se refiere a


si el sujeto admite la importancia del contexto
social, que se manifiesta en la necesidad de
buscar ms informacin o explicaciones
complementarias para describir el problema o
decidir una solucin. Se evala al preguntar
Deberlas saber algo ms para resolver este
problema?

2.3. Definicin no hostil: se refiere a si


el sujeto define el problema en funcin de
caractersticas negativas u hostiles atribuidas al
otro (no ha hecho el trabajo porque es un vago,
no lo ha hecho porque no le ha dado la gana y
ahora me fastidia a mi> o como un problema no
provocado deliberadamente o basndose en la
responsabilidad adquirida <puede estar enfermo,
a lo mejor no le ha dado tiempO).

3.- Anticipacin de las consecuencias de las


estrategias: se punta de 1 a 3, tratando de
valorar la capacidad del sujeto para anticipar las
consecuencias que pueden desencadenar las

pag. 269
estrategias propuestas. Se evala al preguntar
cules son las consecuencias de cada una de esas
soluciones?

4.- Consecuencias sociales de las estrategias: se


punta de 2. a 5 teniendo en cuenta el grado en que
quepa esperar que las estrategias propuestas
supongan consecuencias positivas o negativas para
los protagonistas de la situacin y para la
relacin entre ambos. se evala al preguntar Qu
puede hacer el protagonista de la historia para
resolver el problema?

7.3.2.3.-Fiabilidad y validez

La definicin de los criterios de correccin de


las respuestas permite obtener un acuerdo inter
evaluadores que oscila entre .85 y .90.

Para calcular la consistencia interna se han


realizado anlisis intradimensiones e intra
situaciones <MazAguado y Royo Garcla, 1995). Los
resultados indicaron que las dimensiones orientacin
prctica del problema, bsqueda de Informacin y
definicin global del problema parecen muy
consistentes. Las dimensiones consideracin del
carcter social, definicin no hostil, anticipacin de
consecuencias y consecuencias sociales de las
estrategias presentan resultados menos consistentes que
parecen muy ligados a la historia concreta.

En cuanto a la validez del instrumento, se ha


demostrado que existen correlaciones significativas
entre la competencia social mostrada por los sujetos a

pag. 270

.
travs de esta entrevista y otros indicadores de
competencia socioemocional (DiazAguado y Royo Garca,
1995).

Con relacin al estatus sociomtrico de los


sujetos en el aula, se encuentran correlaciones
positivas entre la consideracin del carcter social de
los problemas y los atributos positivos percibidos por
los compaeros, entre las interpretaciones no hostiles
de las intenciones de los dems y las elecciones para
el ocio, entre las consecuencias positivas de las
estrategia sugeridas y las elecciones para el ocio y
para el trabajo.

Tambin han encontrado correlaciones entre la


competencia mostrada por los adolescentes en esta
entrevista y la adaptacin percibida por el profesor.
La capacidad para anticipar las consecuencias, el
sugerir estrategias con consecuencias positivas y la
conceptualizacin global del problema correlacionan de
forma negativa con el comportamiento disruptivo
observado por el profesor. De igual modo, las
dificultades de aprendizaje percibidas por ste
correlacionan negativamente con la forma de procesar
informacin social reflejada en la entrevista,
concretamente, con la orientacin prctica del
problema, la bsqueda de informacin y la
conceptualizacin global. Otros aspectos de la
adaptacin del sujeto como los problemas emocionales,
los sexuales y las conductas autodestructivas tambin
muestran correlaciones negativas con las dimensiones
evaluadas por el C.E.I.C.A.

Por otra parte, este instrumento ha demostrado su


utilidad para detectar las diferencias en la
competencia social mostradas por adolescentes

pag. 271
maltratados y no maltratados.

A travs de estos anlisis y de otros que muestran


las autoras, se ha demostrado la validez de las
dimensiones de la entrevista, especialmente de la
definicin global del problema, de las consecuencias
sociales de las estrategias propuestas, de la
orientacin prctica y de la anticipacin de
consecuencias.

Nuestros datos muestran las correlaciones que


aparecen en la tabla 6.

Tabla 6. Correlaciones encontradas entre las


dimensiones del C..E.I.C..A y otras variables.

OIIEIflClOI CARACUl BfisguD&


PIACUCA SOCIAL IITOlIACII IOIOSflL.
.3223 .3375
**
- Desarrollo jet. .4535 .0918
- Lttoeatima. .2180 .1444 .2083 .0962
Autoconflanza en la
eiecicin. .2743 .2564 .2748 .1588
Jnatiflcacin
de la agresin. .2932 .2863 .2105 -r
- Autoeficacia percibida
para la agresi6n. 2550 .1793 .1420 -.1969
Creencias sobre la
expresin de sentImientos. .1411 .182 7 .2375 -.0660

GLOBAL AMICIPACII CONSXCUICIAS


- Desarrollo mt. .3597 .3835 .22 50
Autocanfianza en la
ejecucla. 3156~ .1844 .2362
Jutiflcaci6a
de la agresin. . 3143 .2759 ..,3373~
- Autoefleacla percibida
para la agresin. , 2205 .1344 .2725
1 (p:.fl> ti (p:.OO1)

Todas las dimensiones, exceptuando la taita de

pag. 272
hostilidad en la definicin de]. problema, correlacionan
de forma positiva con el desarrollo intelectual de los
sujetos, lo que subraya la importancia que adquiere en
la adolescencia la forma de procesar la informacin
social a la hora de evaluar la competencia social. Del
mismo modo, todas las dimensiones, menos la bsqueda de
informacin, correlacionan negativamente con el grado
en que el sujeto justifica la agresin y tres de ellas
<orientacin prctica, puntuacin global y
consecuencias) con la autoeficacia percibida para la
agresin. El disponer de los recursos suficientes para
enfrentarse a las situaciones sociales puede hacer
innecesarios el uso y justificacin de la agresin, al
menos en el tipo de situaciones que se les plantean a
los sujetos en este instrumento. Tambin hemos
encontrado una correlacin positiva entre la bsqueda
de informacin y las creencias sobre la expresin de
los sentimientos. Esta correlacin destacara el papel
que desempea en la competencia social el mostrar una
actitud positiva ante las seales emocionales de los
dems, a travs de las cuales se puede obtener
informacin social relevante.

Por ltimo, en los adolescentes maltratados hemos


encontrado que la bsqueda de informacin obtiene
correlaciones significativas con los problemas de
aprendizaje (r=.4413, p=.001), las conductas
disruptivas <r~.3468, p=.01>, las dificultades para
relacionarse <r= .3496, p=.O1>, los problemas
emocionales (r2- .3471, p=.O1> y la adaptacin general
(r=.4732, p=.OO1) de los sujetos, segn la evaluacin
de sus educadores. El ignorar informacin relevante
puede estar relacionado con ciertos dficits en el
desarrollo socloemocional del adolescente maltratado.

pag. 273
7.3.3. EVALUACIN DEL AIJTOCONCEPTO.

Hemos utilizado la Escala de Autoconcepto de


FiersHarris 1 <Piers y Harris, 1369>, que es el
instrumento ms utilizado para la evaluacin del
autoconcepto de nios y adolescentes.

7.3.3.1.-Descripcin y normas de aplicacin

Esta escala consta de 80 frases con una respuesta


dicotmica <SINo> y el sujeto debe rodear una de las
dos respuestas, segn la frase refleje o no lo que el
piensa.

Puede aplicarse de forma colectiva desde el


segundo curso de enseanza primaria e individualmente
con nios de primero y con aquellos que tienen
dificultades de comprensin y de lectoescritura.

EJ. examinador debe explicar que se trata de una


prueba en la que cada sujeto debe contestar segn cree
que es el mismo y no en funcin de como le gustara ser
o de como debera ser. Tambin debe aclarar que no
existen contestaciones correctas o incorrectas, si no
que lo importante es contestar de una forma sincera. Si
en alguna frase se duda entre rodear el SI o el NO,
porque unas veces se es de una manera y otras de otra,
hay que contestar pensando cmo se es en la mayora de
las ocasiones.

1. En el Anexo se encuentra un modelo de esta escala,

pag. 274

.
Por ltimo, conviene remarcar el carcter
confidencial de la informacin.

Si la escala se aplica de forma colectiva, el


examinador debe leer dos veces en voz alta y clara cada
tem, guardando un ritmo adecuado que pueda ser seguido
por todos los sujetos, pero sin dar tiempo a que el
sujeto cambie su respuesta en la direccin socialmente
deseable.

7.3.3.2. Normas de correccin

De los 80 items de la escala 36 son positivos y 44


son negativos. Para poderlos sumar de forma que las
puntuaciones reflejen un buen autoconcepto, en los
items negativos se punta con un 1 la respuesta NO y
con un O la respuesta SI; mientras que en los
positivos el SI se punta con un 1 y el NO con un
o.

En la tabla 7 recogemos las respuestas de los 80


elementos que reflejan un buen autoconcepto, es decir,
que se puntan con un 1.

Para calcular el autoconcepto global se suman las


puntuaciones obtenidas en los 80 items y para calcular
cada una de las subescalas se suman las puntuaciones de
los items que las componen.

pag. 275

.
Tabla 7. Respuestas que reflejan un buen autoconcepto.

1 lO 21 St 41 SI 61 NO
2 St 22 110 42 SI 62 NO
3 NO 23 SI 43 0 63 SI
4 NO 24 SI 44 SI 64 NO
5 SI 25 NO 45 NO 65 NO
6 NO 26 NO 46 1W 66 0
7 NO 27 51 47 NO 67 SI
8 NO 28 NO 48 110 68 *0
9 SI 29 SI 49 31 69 SI
10 NO 30 5! 50 NO 70 SI
11 NO 31 NO 51 SI 71 SI
12 St 32 1W 52 3! 72 SI
13 0 33 SI 53 NO 73 SI
14 NO 34 NO 54 SI 74 NO
15 St 35 SI 55 St 75 NO
16 SI 36 51 56 NO 76 SI
17 SI 37 NO 57 SI 77 NO
18 KO 38 NO 58 0 78 KO
19 SI 39 SI 59 NO 79 NO
20 0 40 NO 60 SI 80 St

7.3.3.3. Dimensionalidad de la escala

Piers y Harris <1969> definieron seis dimensiones


compuestas por los siguientes items:

1. Conducta: 4, 12, 13) 14, 22, 25, 31, 32, 34,


35, 48, 56, 59, 64, 67, 76, 78, 80.

2. Intelectual: 5, 7, 9, 11, 12, 16, 17, 21, 26,


27, 30, 33, 42, 48, 53, 57, 66, 70.

3. Fsico: 8, 15, 27, 29, 41, 49, 54, 55, 57, 60,
63, 73.

4.- Falta de ansiedad: 6, 7, 8, 10, 20, 28, 37,


40, 44, 55, 74, 79.

pag. 276

.
5. Popularidad: 1, 3, 11, 33, 40, 46, 49, 51, 57,
58, 69, 77.

6. Felicidadsatisfaccin: 2, 8, 36, 38, 39, 43,


50, 52, 59.

Los autores realizaron anlisis factoriales


lineales que suponen la existencia de variables
cuantitativas y continuas, aunque los items de este
cuestionario son variables dicotmicas y requieren otro
tipo de anlisis. En el momento en que se realizaron no
existan otras alternativas, sin embargo, actualmente
existen modelos de anlisis factorial no lineal que
permiten tratar este tipo de variables. Entre estos
modelos se encuentra el NOHARH, diseado
especficamente para variables dicotmicas.
Por ello, DazAguado y Martnez Arias <sin publicar>
analizaron con este programa los datos de 940 nios y
adolescentes y obtuvieron una estructura factorial
diferente a la propuesta por los autores, formada por
cuatro factores. En las tablas 1 y 2 del ANEXO
presentamos la estructura factorial obtenida con
rotacin PROMAX (oblicua) y las correlaciones entre los
factores.

Los elementos que componen cada uno de los


factores son los siguientes:

FACTOR 1:

1. Mis compaeros de clase se burlan de mi.


2. Soy una persona feliz.
3. Me resulta difcil encontrar amigos.
4. Estoy triste muchas veces.
8. Mi cara me disgusta.
11. Caigo mal en clase.

pag. 277
13. Cuando algo va mal suele ser por culpa ma.
14. Creo problemas a mi familia.
38. Mis padres me exigen demasiado.
39. Me gusta ser como soy.
40. Me siento un poco rechazado.
43. Me gustara ser distinto de como soy.
44. Duermo bien por la noche.
46. Me eligen de los ltimos para jugar.
47. Estoy enfermo frecuentemente.
48. A menudo soy antiptico con los dems.
50. Soy desgraciado.
51. Tengo muchos amigos.
52. Soy alegre.
53. Soy torpe para la mayora de las cosas.
57. Caigo bien a los chicos.
58. La gente se aprovecha de mi.
5g. Mi familia est desilusionada conmigo.
61. Cuando trato de hacer algo, todo parece salir mal.
62. En mi casa se aprovechan de mi.
64. Soy patoso.
65. En juegos y deportes miro pero no participo.
67. Me llevo bien con la gente.
69. Caigo bien a las chicas.
71. Me gusta ms trabajar solo que en grupo.
77. Soy una persona rara.

FACTOR 2:

5. Soy listo.
9. Cuando sea mayor voy a ser una persona importante.
15. Soy fuerte.
2.6. Tengo buenas ideas.
17. Soy un miembro importante de mi familia.
19. Tengo habilidad con las manos.
23. Dibujo bien.
24. Soy bueno para la msica.

pag. 278
27. Soy un miembro importante de mi clase.
29. Tengo los ojos bonitos.
30. Dentro de clase puedo dar una buena impresin.
33. A mis amigos les gustan mis ideas.
36. Tengo suerte.
41. Tengo el pelo bonito.
42. A menudo salgo voluntario en clase.
49. Mis compaeros de clase piensan que tengo buenas
ideas.
54. Soy guapo.
60. Tengo una cara agradable.
63. Soy uno de los mejores en juegos y deportes.
73. Tengo buen tipo.
80. Soy una buena persona.

FACTOR 3:

6. Soy tmido.
7. Me pongo nervioso cuando me pregunta el profesor.
10. Me preocupo mucho cuando tenemos examen en el
colegio.
28. Soy nervioso.
37. Me preocupo mucho por las cosas.
74. Suelo tener miedo.
79. Lloro fcilmente.

FACTOR 4:

12. Me porto bien en el colegio.


18. Generalmente quiero salirme con la ma.
20. Cuando las cosas son difciles las dejo sin hacer.
21. Hago bien mi trabajo del colegio.
22. Hago muchas cosas malas.
25. Me porto mal en casa.
31. En clase suelo estar en las nubes.
32. Fastidio a mis hermanos.

pag. 279
34. Me meto en los a menudo.
35. Soy obediente en casa.
45. Odio el colegio.
55. Cuando tengo que hacer algo, lo hago con muchas
ganas.
56. Me peleo mucho.
66. Se me olvida lo que aprendo.
68. Me enfado fcilmente.
70. Leo bien.
72. Me llevo bien con mis hermanos.
75. Siempre estoy rompiendo cosas.
76. Se puede confiar en mi.
78. Pienso en cosas malas.

Frente a los factores originales, los encontrados


por estas autoras tienen la ventaja de ser puros. Para
obtener las puntuaciones en estos nuevos factores se
suman las puntuaciones de los elementos que los
definen, una vez que se ha invertido su polaridad de la
forma que hemos descrito antes.

El FACTOR 1 puede considerarse como Autoestima, el


FACTOR 2 parece reflejar Confianza en si mismo, el
FACTOR 3 Falta de ansiedad y el FACTOR 4 Autoconfianza
en la ejecucin.

7.3.3.4.- Viabilidad ir validez

Los ndices de consistencia interna de esta escala


han sido objeto de numerosos estudios con poblacin
espaola. Diaz-Aguado y Martnez Arias <1995a) han
encontrado los resultados que presentamos en la tabla
3 del ANEXO para los factores originales.

pag. 280

.
En nuestra investigacin utilizaremos las
dimensiones encontradas por Maz-Aguado y Martnez
Arias (sin publicar). En la tabla 8 aparecen los
coeficientes de fiabilidad que hemos encontrado y en la
tabla 4 del ANEXO exponemos los resultados del anlisis
de los elementos de la escala.

La dimensin falta de ansiedad es la menos


consistente, las dems dimensiones y el total de la
escala alcanzan unos coeficientes muy aceptables.

Tabla 8. coeficientes de fiabilidad para las nuevas


dimensiones encontrados en nuestra investigacin.

(1:171)

Dieasi Coeficiente Alpha

Autoestila .821 1
- Confianza en si isio .8492
Falta de ansiedad .5809
- Autoconf lanza en la ejecuci6n .8070
Total .8904

La validez de la Escala de Autoconcepto de Piers-


Harris <Piers y Harris, 1969> ha sido demostrada por
las correlaciones que se han encontrado con otras
medias <MazAguado y Martnez Arias, 1995a>. El
autoconcepto intelectual correlaciona negativamente con
las dificultades de aprendizaje de nios y adolescentes
percibidas por el profesor. El autoconcepto fisico
positivamente con el nmero de elecciones y atributos
positivos y negativamente con el ranking (que indica
el grado de impopularidad> y los rechazos que obtienen
los nios en el colegio. La falta de ansiedad
correlaciona de forma negativa con las dificultades de
aprendizaje, las conductas disruptivas, los problemas

pag. 281
para relacionarse, los problemas emocionales, sexuales
y conductas autodestructivas percibidos por el profesor
en los nios, as como con los problemas sexuales
percibidos en los adolescentes. Asimismo, en los nios
se encuentran correlaciones positivas entre esta
dimensin y el nmero de elecciones y atributos
positivos recibidos de sus compaeros en el colegio y
negativa con el nmero de rechazos y el ranking. La
popularidad, tanto en nios como en adolescentes,
correlaciona de forma negativa con las dificultades
para relacionarse y los problemas emocionales
percibidos por el profesor, as como con el estatus
sociomtrico de los nios. La dimensin felicidad
correlaciona positivamente con el nmero de elecciones
y los atributos positivos recibidos por los nios y
negativamente con el nmero de rechazos y el ranking.
De igual manera, se encuentran relaciones negativas de
esta dimensin con las dificultades de aprendizaje, las
conductas disruptivas, las dificultades para
relacionarse, los problemas emocionales, sexuales y
conductas autodestructivas que los profesores perciben
en los nios. En los adolescentes correlaciona de forma
negativa con los problemas para relacionarse, los
trastornos emocionales, sexuales y conductas
autodestructivas que perciben los profesores. El
autoconcepto canductual correlaciona negativamente con
el ranking, el nmero de rechazos de los compaeros
del colegio, con las dificultades de aprendizaje y las
conductas disruptivas percibidas por el profesor en los
nios y positivamente, con los atributos positivos que
reciben de sus compaeros de colegio. En los
adolescentes esta dimensin correlaciona de forma
negativa con los problemas sexuales y las conductas
autodestructivas evaluados por el profesor. El
autoconcepto global correlaciona de forma positiva con
el nmero de atributos positivos de los nios y

pag. 282
negativa con el nmero de rechazos y el ranking. En
los adolescentes obtiene correlaciones negativas con
las dificultades para relacionarse, los problemas
emocionales, sexuales y las conductas autodestructivas
percibidos por el profesor.

Por medio de este instrumento se han detectado


diferencias significativas en el autoconcepto entre
nios y preadolescentes maltratados y no maltratados
<DazAguado y Martnez Arias, 1995c; Kinard, 1980,
1982; Oates et al. 1985).

Utilizando nuestros datos hemos encontrado que en


los nios la puntuacin total, la autoestima, la falta
de ansiedad y la autoconfianza en la ejecucin
correlacionan con el grado en que el nio justifica la
agresin <r=.3794, p=.01; r=.3119, p=.O1; r~.4842,
p=.001, r=.4473, p~.001). Adems, la autoestima
tambin correlaciona con las creencias positivas sobre
la expresin de sentimientos <r=.3119, p=.O1> y la
falta de ansiedad con la empatia afectiva <r= .3061,
p=.O1>.

En los adolescentes la autoestima correlaciona con


la orientacin prctica de los problemas sociales <r=
.2180, p=.01>. La falta de ansiedad, al igual que lo
hacia en los nios, con la empatia afectiva <r=- .3864,
p=.001> y la confianza en si mismo con el desarrollo
intelectual <r=.27g9, p=.O1>. Esta correlacin
negativa podra indicar que a lo largo del curso
evolutivo tienden a disminuir las puntuaciones en esta
dimensin. La dimensin autoconfianza en la ejecucin
correlaciona con la competencia social de los
adolescentes: con la orientacin prctica <r=.2743,
p=.O1), con la consideracin del carcter social
<r=.2564>, con la bsqueda de informacin (r=.2748,

pag. 283
p=.01>, con la puntuacin global en la definicin del
problema <rz .3156, p=.OOl>, con las consecuencias
sociales de las estrategias <r=.2362, p=.01), con la
justificacin de la agresin <r=. 2520, p=.O1) y con la
falta de eficacia percibida por el sujeto para
controlar la agresin <r=.2256, p=.01).

7.3.4.- EVALUACIN DE LA EMPATA.

Para evaluar la empatia hemos empleado uno de los


instrumentos ms utilizados, la adaptacin realizada
por Bryant <1982) para nios y adolescentes de la
medida creada por Mehrabian y Epstein (1972> para
adultos <DiazAguado y Martnez Arias, 1995a>1.

De los 33 items de la escala para adultos, Bryant


escogi 18 a partir de los cuales se formularon 22 para
utilizarse con nios y adolescentes. Primero, reformul
cada uno de estos 18 items para hacerlos ms apropiados
<por ejemplo, las expresiones pblicas de afecto me
suelen resultar molestas, se convirti en las
personas que se besan y se abrazan en pblico son
tontas>. Por otra parte, 4 de los items originales
creados por Mehrabian y Epstein se redujeron a das, que
varian en cuanto al gnero del personaje <por ejemplo,
me entristece ver a un extranjero solitario en un
grupo, se convirti en me siento triste cuando veo a
un chico (chica> que no tiene con quien jugar>. Estos

1. En el AMElO se encuentra un modelo de este instrumento. DlaxAguado y Martnez Arias


(1995a> utilizaron distintos formatos para los nifios y para los adolescentes y realizaron los
anlisis de validacin de forma separada para cada grupo. En esta investigacin hemos
utilizado el mismo formato en ambos grupos y la validacin la hicimos de manera conjunta,

pag. 284
items estn pensados para evaluar la empatia del propio
gnero frente al gnero contrario y su desarrollo.

La versin para nios y adolescentes se ha


administrado de tres maneras: colocando en cajas en las
que dice yo s y yo no una tarjeta por cada tem,
marcando si o no~~ en eada tem o utilizando un
formato de nueve puntos. Los dos primeros tipos de
presentacin se han utilizado con los nios ms
pequeos.

7.3.4.1. Descriocin y normas de aplicacin

La escala inicial constaba de 22 afirmaciones,


pero los anlisis de validacin recomendaron la
eliminacin de los items 4, 7, 11, 15 y 22 <me gusta
ver como otras personas abren regalos aunque yo no
tenga ningn regalo, me ro cuando veo rer a otras
personas aunque no sepa porque se ren, me siento mal
cuando veo a un animal herido, algunas veces los
nios pequeos lloran sin motivos, me siento mal
cuando veo a un profesor desobedecer las reglas de la
escuela>.

Junto a cada afirmacin aparece una escala de


siete grados.

Este instrumento se puede aplicar de forma


colectiva desde los siete u ocho aos e individual con
nios de seis aos o con aquellos que tengan
dificultades de lectoescritura o de comprensin.

En la presentacin se debe insistir en la


conf idencialidad de los datos y en la necesidad de que

pag. 285

.
respondan con sinceridad, ya que no existen respuestas
correctas o incorrectas, si no que lo que interesa es
saber cmo se sienten y qu piensan.

Si se aplica de forma colectiva, el examinador


debe cerciorarse de que los sujetos saben manejar la
escala de siete grados, explicando que la cifra elegida
refleja el grado en que la frase describe su forma de
sentir o de pensar. Cuanto mayor sea su acuerdo, mayor
debe ser el nmero rodeado. El siete significarla que
la frase describe perfectamente su forma de sentir o de
pensar, mientras que el uno significa que no lo
describe en absoluto.

lina vez que se ha comprobado que todos los sujetos


saben contestar correctamente, el examinador va leyendo
cada una de las afirmaciones dejando el tiempo
suficiente para que respondan, pero sin favorecer que
cambien sus contestaciones en la direccin socialmente
aceptada.

7.3.4.2. Noruas de correccin

Para calcular las puntuaciones en las dimensiones


de la escala se suman las de los elementos que las
definen, una vez que se han invertido las de los items
2, 3, 9, 10, 15, 16, 17, 18, 20, 21. Para hacer estas
transformaciones se convierte: el siete en uno, el seis
en dos, el cinco en tres, el cuatro en cuatro, el tres
en cinco, el dos en seis y el uno en siete.

pag. 286

.
7.3.4.3.- Dimensionalidad de la escala

Con los 22 elementos de la escala realizamos


diversos anlisis factoriales, utilizando como mtodo
de factorizacin el anlisis de componentes principales
y rotacin Varimas. Como hemos sealado antes, los
primeros anlisis nos mostraron la conveniencia de
eliminar los items 4, 7, 11, 15 y 22 porque no
saturaban en ningn factor. La mejor estructura
factorial se compona de dos factores que explicaban el
33,1% de la varianza. En la tabla g aparece la matriz
de saturaciones factoriales.

Tabla g. Matriz de saturaciones factoriales.


(:179)

UCTOI 1 lACTO! 2
1 .63676 .14755
2 .02819 .5 1887
3 .04864 .52834
5 .5 7689 .05435
6 .59492 .02854
8 .60932 .69638
9 .01492 .61 282
10 .46848 .11510
12 .63035 .11624
13 .56854 .04413
14 .64380 .66063
16 .00769 .50158
17 .01215 .5357 5
la .05664 .5 3838
19 .66655 .24664
20 .14936 .45996
21 .21778 .47736

Los elementos que componen cada uno de los


factores son los siguientes:

pag. 287

.
FACTOR 1:

1. Me siento triste cuando veo a una chica que no tiene


con quien jugar.
5. Ver a un chico que llora me hace llorar.
6. Me siento mal cuando veo a un chico que se ha hecho
dao.
8. A veces lloro cuando veo la televisin.
10. Es difcil para mi saber por qu alguien se siente
mal.
12. Me siento triste cuando veo a un chico que no tiene
con quien jugar.
13. Algunas canciones me dan ganas de llorar.
14. Me siento mal cuando veo a un chico herido.
19. Cuando veo a una chica que llora, tambin a mi me
entran ganas de llorar.

FACTOR 2:

2. La gente que se besa y se abraza en pblico es


tonta.
3. Los chicos que lloran cuando son felices son tontos.
9. Las chicas que lloran cuando son felices son tontas.
16. Es una tontera tratar a los perros y a 105 gatos
como si sintieran igual que las personas.
17. Me da rabia cuando veo a un compaero que cree
necesitar constantemente la ayuda del profesor.
18. Los chicos que no tienen amigos es porque no
quieren tenerlos.
20. Creo que es divertido que algunas personas lloren
cuando ven una pelcula triste o leen un libro triste.
21. Soy capaz de comerme todas las galletas aunque vea
que alguien me est mirando y quiere una.

El FACTOR 1 lo hemos denominado Sapa tia afectiva.


La empatia afectiva (frente a la empatia cognitiva o

pag. 288
adopcin de roles> se ha definido (Staub, 1992) como la
emocin vicaria que producen en la persona los
sentimientos o la condicin de otra persona o de un
grupo. Puede ser de dos tipos: paralela o reactiva. La
paralela supone la reproduccin de los sentimientos del
otro y evolutivamente seria anterior a la reactiva, que
exige una percepcin del estado del otro <empatia
cognitiva) y una preocupacin respecto a la necesidad
del otro.

Los items de este factor parecen medir una


activacin emptica de tipo paralelo, ya que hacen
referencia a mecanismos minimamente cognitvos.

En el FACTOR 2 se agrupan los tems que evalan


Creencias sobre la expresin de sentimientos. Este
factor tiene un componente ms claramente cognitvo que
el anterior.

7.3.4.4. Fiabilidad y validez

Bryant (1982> evalu la fiabilidad de la escala


calculando la estabilidad de las puntuaciones y obtuvo
coeficientes que oscilaban entre .74 y .83, aumentando
stos a medida que lo hacia la edad de los sujetos.

En nuestra investigacin hemos calculado la


consistencia interna. En la tabla 10 aparecen los
coeficientes de fiabilidad que hemos encontrado y en el
ANEXO (tabla 5> los resultados del anlisis de
elementos.

A pesar del escaso nmero de tems, los Indices de


consistencia interna son bastante elevados. El tem 10

pag. 289

.
es el nico que correlaciona de forma negativa con los
dems y los coeficientes de fiabilidad de la primera
dimensin y de la escala total aumentan al eliminarlo.

Tabla 10. Coeficientes de fiabilidad para las


dimensiones de la escala de empatia.

(:179)

Dimensin Coeficiente Alpha

- Empatia afectiva .6608


Creencias sobre la expresin de sentimientos .6424
Total .5952

Bryant <1982) examin la validez convergente de


este instrumento y obtuvo correlaciones significativas
con otras medidas de empatia <Feshbach y Roe, 1968;
Mebrabian y Epatein, 1972>. La validez discriminante se
demostr al no encontrar correlaciones significativas
entre las puntuaciones en empatia y el rendimiento
lector o la deseabilidad social.

En cuanto a la validez de constructo, encontr


correlaciones positivas entre la empatia y la
aceptacin de las diferencias individuales y negativas
entre la empatia y la agresividad de los sujetos
evaluada por sus profesores.

Nosotros hemos encontrado correlaciones


significativas entre los dos factores de la escala y
otras variables, que apoyaran la validez de constructo
de este instrumento. Tanto en el caso de los nios como
en el de los adolescentes, la empa ta afectiva
correlaciona de forma negativa con la falta de ansiedad
<r=.3051, p=.01; r=..3864, p=.001), lo que indicarla

pag. 290
la activacin emocional que reflejan ambos factores. La
segunda dimensin, creencias sobre la expresin de los
sentimientos, correlaciona positivamente con el
desarrollo intelectual de los nios <r=.3461, p=.01> y
de los adolescentes (r=.4083, p=.0O1), posiblemente
debido a su carcter ms cognitivo. Por otra parte, en
ambos grupos esta dimensin correlaciona de forma
negativa con el grado en que los sujetos justifican la
agresin <en nios, r= .3769, p=.01; en adolescentes,
r=. 3089, p=.OOl> y positiva con la bsqueda de
informacin de los adolescentes ante problemas sociales
<r=.2375, p=.01>. Estos resultados concuerdan con los
obtenidos por otras investigaciones que encuentran que
la empatia de los nios se relaciona positivamente con
la conducta prosocial y negativamente con la agresin
<Bryant, 1982). Tambin apoyan la hiptesis de Hoffman
<1981) sobre el papel de la empatia en el desarrollo de
la competencia social.

7.3.5.- EVALUACIN DE LOS MEDIADORES COGNITIVOS DE LA


AGRESIN.

Para evaluar los mediadores cognitivos de la


agresin hemos utilizado la Escala de Mediadores
Cognitivos de la Conducta Agresiva1 <Diaz-Aguado y
Martnez Arias, sin publicar).

1.- En el Anuo se encuentra un modelo de este instrumento. Las autoras realizaron los
anlisis de validacin de forma separada para los nijos y para los adolescentes. En esta
investigacin los hemos realizado conjuntamente,

pag. 291
7.3.5.1. Descripcin y normas de aplicacin

La escala inicial consta de dos subescalas. La


primera de ellas est formada por 33 afirmaciones,
junto a las cuales aparece una gradacin de siete
puntos y el sujeto debe rodear un nmero segn la frase
refleje o no su manera de pensar. La segunda subescala
consta de 10 elementos de carcter situacional y cuatro
alternativas de respuesta, de las cuales el sujeto debe
rodear una, segn considere que le resultara muy
fcil, algo fcil, algo difcil o muy difcil
reaccionar ante cada situacin de la forma indicada.

Los anlisis de validacin aconsejaron eliminar


los items 3, 7, 10, 12, 13, 16, ig, 22 <la mayora de
la gente entiende como me siento, a veces creo que la
vida no vale nada, confio en bastantes personas,
conviene negarse a hacer algn trabajo para demostrar
que no eres un pelota, me gusta la mayora de la
gente, a veces me siento solo, no se sabe realmente
con quien se puede contar, la gente quiere hacerme
dao a veces> de la primera subescala. Tambin
aconsejaron eliminar el. tem 9 de la segunda (ves en
el suelo una moneda de 100 pts. y te agachas para
cogerla, pero viene otro chico y la coge antes. Tienes
ganas de quitrsela pero decides no hacerlo. No pegarle
es para ti...>.

Esta escala se puede aplicar de forma individual


con nios de seis aos o con nios mayores que tengan
dificultades de comprensin o lectoescritura y
colectiva a partir de los siete aos.

Al igual que al evaluar la empatia, en la


aplicacin colectiva, el examinador debe cerciorarse de

pag. 292

.
que los sujetos saben utilizar la escala de siete
grados y que la cifra elegida refleja el grado en que
la frase concuerda con su forma de pensar. Una vez que
ha comprobado que todos los sujetos han comprendido
como contestar, debe leer uno a uno todos los items a
un ritmo adecuado para que todos puedan contestar, pero
sin dejar tiempo para que cambien sus respuestas en la
direccin socialmente aceptada. Al llegar a la segunda
subescala, el examinador explica como contestar y lee
cada uno de los elementos y las posibles respuestas.

Cualquiera que sea la forma en que se aplique el


instrumento, se debe insistir en la conf idencialidad de
las respuestas y en la necesidad de que se conteste con
sinceridad, ya que todas las respuestas son vlidas en
la medida en que sean un reflejo de lo que piensan los
sujetos.

7.3.5.2. Normas de correccin

Para calcular las dimensiones de la escala se


suman las puntuaciones de los elementos que las
componen, un vez que se han invertido las de los items
3, 10 y 13 de la primera subescala <el siete se
convierte en uno, el seis en dos, el cinco en tres, el
cuatro en cuatro, el tres en cinco, el dos en seis y el
uno en siete>. Los cinco primeros elementos de la
segunda subescala se puntan de la siguiente manera:
muy fcil=4, algo fcil=3, algo dificil=2, muy
dificil=1. Los items 6 a 10 se puntan al revs, es
decir, muy fcil=1, algo fcil=2, algo dificil=3, muy
diflcil=4.

pag. 293

.
7.3.5.3. Dimensionalidad de la escala

Con esta escala hemos realizado anlisis


factoriales para cada una de las subescalas utilizando
como mtodo de factorizacin el anlisis de componentes
principales y rotacin Varimax. Como hemos sealado
antes, los primeros anlisis nos mostraron la
conveniencia de eliminar los items 3, 7, 10, 12, 13,
16, 1% 22 de la primera subescala y el 9 de la
segunda.

En la primera subescala encontramos una estructura


unifactorial que explica el 32,8% de la varianza y en
la segunda nos encontramos con dos factores que
explican el 44,9% de la varianza. En la tabla 11 y en
la tabla 12 aparecen las matrices de saturaciones
factoriales.
Tabla 11. Matriz de saturaciones factoriales de los
elementos de la primera subescala.
(1:171>

lAflOI 1
1 .56815
2 .55943
4 .63893
5 .48021
5 .47624
8 .59992
9 .70880
11 .60416
tI .47685
15 .66459
17 .62920
18 .65374
20 40107
21 .55097
23 .48403
-.

pag. 294

.
Tabla 12. Matriz de saturaciones factoriales de la
segunda subescala.

(1:178)
FAC?Ol 2 flC?OI 3
1 67994 .01210
2 .53531 .18204
3 .52561 .30685
4 .12880 .18285
5 .71901 .17576
6 .01703 .62987
7 .14113 .67047
-.02990 .67675
10 .32892 .58337

Los elementos que conforman cada uno de los


factores son los siguientes:

FACTOR 1

1. Hay que enfadarse de vez en cuando para que los


dems sepan que tienes un carcter enrgico.
2. Es correcto pegar a alguien que te ha pegado a ti
primero.
4. Conviene demostrar a tus compaeros que puedes
meterte en peleas.
5. Est bien burlarse de la gente que te ignora.
6. Si no gritas enfadado a alguien que te ha criticado
los dems pensarn que eres dbil.
8. Es correcto Insultar a una persona que te ha
fallado.
9. Cuando alguien te insulta conviene insultarle con
otro insulto mayor para demostrar que eres fuerte.
11. Est justificado pegar a alguien que te ha quitado
lo que era tuyo.
14. Si no dices tacos cuando te enfadas con alguien
puedes parecer un poco tonto.

pag. 295
15. Cuando alguien te f ala debes fastidiarle para que
se entere de lo que te ha hecho.
17. Conviene saltarse algunas normas para demostrar mi
valenta ante el castigo.
18. Es correcto amenazar a algunas personas para que te
hagan caso.
20. Si no devuelves los golpes que recibes los dems
pensarn que eres un cobarde.
21. Se debe producir miedo en algunas personas para que
te respeten.
23. Conviene que los nios pequeos te tengan miedo
para poder influir en ellos.

FACTOR 2:

1. En el tiempo de descanso tus compaeros deciden


jugar a un juego que no te gusta y t propones otro.
Ellos te dicen que no. Molestarles y entorpecerles es
para ti...
2. Tienes prisa porque llegas tarde a la clase de un
profesor que se enfada mucho por la impuntualidad. Un
chico se pone en tu camino y te impide el paso.
Empujarle es para ti...
3. El profesor te ha preguntado en clase algo que t no
sabias. Oyes como un compaero se re de ti y te
crtica. Insultarle al final de la clase es para ti...
4. Cuando en una pelea recibes un golpe, devolverlo es
para ti...
5. Cuando sales al patio te metes en un charco y te
salpicas toda la ropa. Un grupo de chicos de tu clase
se ren y te llaman patoso. Insultarles es para ti. .

FACTOR 3:

6. Ests en un bar con un grupo de compaeros y uno de


ellos invita a todos menos a ti. Te gustara gritarle

pag. 296
pero decides no hacerlo. Aguantarte es para ti...
7. Pides ayuda a un compaero para un trabajo que te
resulta difcil y te dice que no. Te gustara gritarle
pero decides no hacerlo. No insultarle es para ti4..
8. Un compaero va corriendo por el pasillo y se choca
contigo cayendo al suelo. Se levanta furioso y te da
una torta. Te gustara pegarle pero decides no hacerlo.
No pegarle es para ti...
10. En una pelea recibes un golpe de un chico menor que
t. Tienes ganas de devolverlo pero decides no hacerlo.
No pegarle es para ti...

El FACTOR 1, Justificacin de la agresin, est


formado por itema que reflejan una tendencia a
justificar las conductas agresivas. El FACTOR 2,
Percepcin de autoeficacia para la agresin, recoge los
elementos que reflejan la percepcin de la propia
eficacia para responder de manera agresiva ante
situaciones conflictivas. El FACTOR 3, Percepcin de
falta de eficacia para inhibir la agresin, est
compuesto por aquellos elementos que reflejan la
percepcin de la falta de eficacia para inhibir la
conducta agresiva cuando en situaciones conflictivas se
sienten deseos de comportarse de esa manera, pero se
decide no hacerlo.

7.3.5.4. Fiabilidad y validez

Como muestran los resultados que aparecen en la


tabla 13, e]. factor justificacin de la agresin es ms
consistente que los otros dos factores, que a pesar del
reducido nmero de items alcanzan unos coeficientes de
fiabilidad aceptables. En el ANEXO <tabla 6) puede

pag. 297
encontrarse el anlisis de los elementos de esta
escala.

Tabla 13. coeficientes de fiabilidad para las


dimensiones de la Escala de Mediadores Cognitivos de la
Conducta Agresiva.

<:178)

Mansin Coeficiente kipha

---

Justificacin de la agresin .8485


- Percepcin de autoeficacia para la agresin .6505
- Percepcin de falta de eficacia para inhibir

la agresin .5569

En cuanto a la validez de este instrumento hemos


encontrado diversas correlaciones significativas entre
las dimensiones por l evaluadas y otros indicadores.

En los nios la justificacin de la agresin


correlaciona de forma negativa con: autoconcepto global
<r=.3794, p=.01>, autoestima (r~.3469), falta de
ansiedad <r~.4842, p=.0O1), autoconfianza en la
ejecucin (r=.4473, p=.O01), creencias sobre la
expresin de sentimientos (r=.3769, p=.01) y eficacia
de la estrategias interpersonales <r=.3332, p=.O1).

En los la justificacin de la
adolescentes
agresin correlaciona negativamente con: desarrollo
intelectual <r=.2773, p=.01>, autoconfianza en la
ejecucin <r~ .2520, p=.Ol), orientacin prctica de
los problemas sociales <p=.2932, p=.01>, puntuacin
global en la definicin del problema <r=. 3134,
p=.001), falta de hostilidad <r=.2215, p=.01>,
consecuencias sociales de las estrategias <r=.3373,
p=.001>, anticipacin de las consecuencias de las

pag. 298
estrategias <r=. 2753, p=.01> y creencias sobre la
expresin de los sentimientos (r=.3089, p=.OOl).

Estas correlaciones nos muestran que a medida que


aumenta la competencia social de nios y adolescentes,
que su actitud hacia la expresin de los sentimientos
es ms positiva y que obtienen una imagen positiva de
si mismos, justifican en menor medida la agresin. Esta
dimensin tambin est muy relacionada con el
desarrollo intelectual de los adolescentes, que como ya
sealamos, alcanza correlaciones muy significativas con
las dimensiones del C.E.I.C.A.

En los adolescentes la percepcin que tienen los


sujetos de su propia eficacia para agredir en
situaciones conflictivas est inversamente relacionada
con la competencia social de los sujetos, como lo
muestran las correlaciones de esta dimensin con la
orientacin prctica del problema <r=.2550, p=.01), la
puntuacin global en la definicin del problema
(r=.2205, p=.01> y las consecuencias sociales de las
estrategias sugeridas <r=.2725, p=.01).

La falta de recursos para solucionar problemas


interpersonales puede llevar a los nios y adolescentes
a justificar la agresin y a stos ltimos a
considerarla como una alternativa fcilmente
disponible.

La tercera dimensin de esta escala, la percepcin


de falta de eficacia para controlar la agresin,
correlaciona de forma negativa con la autoconfianza en
la ejecucin de los adolescentes <r=-.2256, p=.01>.
Ambas dimensiones tienen en comn el que el sujeto
evala algunos aspectos de su conducta. Parece ser que
los adolescentes que conf lan en sus propias acciones,

pag. 299
tambin percibiran que son capaces de controlar las
agresiones.

7.3.6.- EVALUACIN DE LA ADAPTACIN DEL NUlO Y DEL


ADOLESCENTE POR PARTE DEL EDUCADOR.

Para evaluar la adaptacin de los sujetos que han


sufrido malos tratos hemos utilizado la Escala de
Evaluacin de la Adaptacin del Millo y del Adolescente
por parte del Profesor o Educado (Diaz-Aguado y
Martnez Arias, 1995b>. Este instrumento se dirige a
tres tipos de conductas: algunas de difcil acceso para
el observador, otras estrechamente relacionadas con la
funcin del profesional y conductas o caractersticas
que pueden ser evaluadas por otros procedimientos y que
pueden ser confirmadas por estos profesionales,
aumentando la validez de la evaluacin.

7.3.6.1.. Descrivcin y normas de aplicacin

La escala consta de 87 afirmaciones que describen


conductas observables en nios y adolescentes (de 6 a
16 aos>. El profesor evala la frecuencia o intensidad
con que el sujeto muestra las conductas o
caractersticas propuestas, por medio de una respuesta
graduada en siete niveles. Para ello debe seguir las
instrucciones que acompaan al instrumento.

1.- En el ANEXO puede encontrarse un modelo de este instrumento.

pag. 300

.
7.3.6.2. Normas de correccin

La mayora de los items describen problemas y las


puntuaciones de aquellos que expresan conductas
positivas (2, 3, 6, 10, 15, 18, 28, 30, 31, 34, 39, 48,
53, 58, 70, 72, 73, 77) deben invertirse (el siete se
convierte en uno, el seis en dos, el cinco en tres, el
cuatro en cuatro, el tres en cinco, el dos en seis y el
uno en siete>, para poder sumarse a los dems elementos
que componen cada uno de los factores.

7.3.6.3. Dimensionalidad de la escala

Daz-Aguado y Martnez Arias (1995b> realizaron un


anlisis factorial con los datos de 250 sujetos
utilizando como procedimiento de extraccin el anlisis
de componentes principales y rotacin Varimax. Los
resultados aconsejaron mantener cinco factores que
explican el 72,58% de la varianza total. Este anlisis
se llev a cabo con la escala del profesor, ya que la
del educador fue cumplimentada para un nmero reducido
de sujetos y el anlisis factorial requiere una muestra
elevada. Las autoras sealan que los resultados fueron
similares en trminos generales a los encontrados con
la muestra inicial de estudio de la escala.

A continuacin exponemos los elementos que


componen cada uno de los factores. La redaccin de
aquellos que aparecen con un asterisco <*> es distinta
en la versin del educador.

pag. 301

.
FACTOR 1:

7. Es vago, trabaja poco.


10. Tiene inters por aprender <*).
16. Tiene dificultades para expresarse verbalmente.
19. olvida fcilmente lo que aprende.
20. Est excesivamente cansado.
22. Tiene dificultades para el clculo (*>.
25. Termina las cosas que empieza.
28. Le gusta el colegio.
31. Comprende bien lo que lee.

34. Su progreso es adecuado a su capacidad.


39. Sus intervenciones en clase suele ser
oportunas <t.
46. Le cuesta seguir las explicaciones de clase (*).
52. Se distrae con facilidad.
58. Se muestra participativo en clase (*).
61. Trabaja desorganizadamente.

64. Frecuentemente necesita vigilancia para realizar


las tareas.
66. Comete errores al leer.
72. Suele preguntar en clase (*>.

76. Le cuesta mucho concentrarse.


80. Tiene dificultades para el pensamiento lgico
matemtico <*).

FACTOR 2:

2. Acepta que le digan que no sin enfadarse.


11. Llama la atencin constantemente.
18. Sabe escuchar a sus compaeros.
21. Molesta a sus compaeros.
35. Miente o engaa.
36. A veces pega a sus compaeros.
40. Se levanta constantemente <*>.
41. Conoce y respeta las reglas de la clase <*>.

pag. 302
44. Se salta las normas de la clase <*).
45. Insulta a sus compaeros.
47. Hace el payaso.
49. Respeta las instrucciones y normas para la
realizacin de las tareas.
50. Interrumpe a los dems cuando estn hablando.
55. Se queja de estar en el colegio (*).
56. Se burla de otras personas.
57. Tiene cambios repentinos de humor sin motivo
aparente.
62. Se junta con los que se meten en problemas.

77. Es cuidadoso con el material <*>.


78. Es nervioso.

FACTOR 3:

1. Se esfuerza por participar en actividades de grupo


con sus compaeros.
3. Comparte sus cosas.

6. Tiene amigos.

12. Cae mal a sus compaeros.


13. Tiene miedo a relacionarse con el otro sexo.
15. Hace amistades can facilidad.
24. Tiene pocos amigos.
27. A veces es ignorado por sus compaeros.

30. Participa activamente en los juegos.


33. Rehuye a sus compaeros.
38. Es antiptico con los otros alumnos <*).
48. Se relaciona normalmente con el otro sexo.
53. suele relacionarse con todos los compaeros de la
clase <*).
65. Tiene que ser obligado para integrarse en un grupo.
70. Se lleva bien con los dems.
73. Entabla conversacin con cualquier persona
fcilmente <*;i.
81. Se niega a cooperar.

pag. 303
FACTOR 4:

5. Quiere que le hagan mucho caso.


8. Se preocupa y le da muchas vueltas a las cosas.
9. A veces se queda solo.
14. Est triste.
17. Se siente culpable cuando algo sale mal.
23. Recurre demasiado al profesor en situaciones
conflictivas (*).
26. Llora.
29. Es tmido.
32. Dice que nadie le quiere.
37. Busca frecuentemente la aprobacin del
profesor <*>.
42. Es quejica.
43. Prefiere estar con nios ms pequeos.
51. Se le ve preocupado.
54. Busca constantemente el apoyo afectivo del
profesor <*>.
71. Se muerde las uas.
74. Est tenso y rgido.
82. Se siente inseguro.

FACTOR 5:

4. Muestra excesiva preocupacin por el sexo.


60. Come o bebe cosas que no son comida.
67. Se hace dao.
68. Consume txicos.
69. Practica juegos o actividades sexuales inusuales
para su edad.
75. Presenta indicios de problemas sexuales con los
adultos.
79. Recibe agresiones sexuales de sus compaeros.
85. Manifiesta conocimientos sexuales inusuales para su
edad.

pag. 304
86. Se arranca el pelo.

Los elementos 63 <tiene tics) y 87 <habla bien


de si mismo> no forman parte de ninguno de los
factores anteriores, aunque se consideran en la
puntuacin total.

El primer factor aglutina items referidos a


Dificultades de aprendizaje, el segundo a Conductas
disruptivas y antisociales, el tercero a Problemas en
las relaciones con los compafleros, el cuarto a
Problemas emocionales y el quinto a Problemas sexuales
y conductas autodestructivas.

Para la definicin de la escala del educador se


utilizan los mismos factores. Las correlaciones entre
la versin de la escala del profesor y la del educador
son elevadas <MazAguado y Martnez Arias, 1g95b, pag.
28).

7.3.6.4. Fiabilidad y validez

DiazAguado y Martnez Arias <1995b) encontraron


que la escala del profesor obtena unos indices de
consistencia interna muy elevados, tanto en la escala
total como en cada uno de sus factores. Los
coeficientes de fiabilidad oscilaban entre .8043 <en la
dimensin problemas sexuales y conductas
autodestructivas) y .9585 en la dimensin (dificultades
de aprendizaje>.

Con los datos de nuestra muestra de nios y


adolescentes maltratados hemos realizado estos anlisis
para la escala del educador. Como muestra la tabla 14

pag. 305

.
los tres primeros factores y la escala total se
muestran muy consistentes. Los coeficientes de las
dimensiones 4 y 5 son inferiores, pero se mantienen en
unos niveles aceptables.

Tabla 14. Coeficientes de fiabilidad para las


dimensiones de la Escala de Adaptacin del nio y del
adolescente por parte del Educador.

(:90>

Dimensin Coeficiente Alpha

- Dificultades de aprendizaje .9338


- Conductas disruptivas y antisociales .8934
Problemas en las relaciones con los compafleros .9033
Problemas emocionales .5757
Problemas seluales y conductas autodestructivas .7915
Total .9455

En el ANEXO <tabla 7> pueden encontrarse los


resultados del anlisis de elementos de la escala que
hemos obtenido con nuestros datos. Los items 29 y 71
correlacionan de forma negativa con el resto de
elementos que conforman el factor 4, que seria ms
consistente si se eliminasen. De igual manera, los
items 8, 29, 37 y 54 correlacionan de forma negativa
con el resto de elementos de la escala, pero su
eliminacin supone un incremento mnimo de la
consistencia interna de la escala.

En apoyo de la validez de constructo de la escala


del profesor, las autoras citan las correlaciones que
encuentran entre los factores que la componen y otros
indicadores de adaptacin socioemocional.

Algunas dimensiones correlacionan con la conducta


observada en los nios. Concretamente, las dificultades

pag. 306
de aprendizaje percibidas por el profesor correlacionan
de forma positiva con la conducta de recurrir al
adulto, la actividad individual y la obstaculizacin de
la actividad del otro; lo que reflejarla la dificultad
de los nios para comprender las tareas y/o para seguir
las instrucciones del profesor. El comportamiento
disruptivo y antisocial correlaciona positivamente con
la conducta de agresin hacia los compaeros y la falta
de respuesta recibida y negativamente, con las
conductas recibidas de aceptacin. Los problemas de
relacin con los compaeros correlacionan de forma
positiva con la actividad individual y negativamente
con las conductas positivas y negativas recibidas de
los compaeros. Estos resultados sugieren que los
problemas de relacin que componen este factor se
refieren ms al aislamiento que al rechazo de los
compaeros. Los problemas emocionales correlacionan
positivamente con la pasividad.

En los adolescentes maltratados, el estatus


sociomtrico correlaciona de forma significativa con la
percepcin que de su integracin en el grupo de
compaeros tiene el profesor. Destacan las
correlaciones positivas con los rechazos recibidos de
sus compaeros para trabajar, para el ocio y el nivel
de impopularidad reflejado en el ranking. Por otra
parte, las puntuaciones de las dimensiones del
C.E.I.C.A. correlacionan con la adaptacin global segn
el profesor, como hemos expuesto en el apartado
dedicado a la evaluacin de la competencia social en la
adolescencia.

Tanto en el caso de los nios como de los


adolescentes, DiazAguado y Martnez Arias <lggsb>
sealan las correlaciones entre algunas dimensiones de
esta escala y los factores originales de la Escala de

pag. 307
Autoconcepto de PiersHarris (Piers y Harris, 1969). De
ellas hemos hablado en el apartado dedicado a la
evaluacin del autoconcepto.

Con este instrumento se han detectado diferencias


en la adaptacin escolar entre sujetos maltratados y no
maltratados <DiazAguado y Martnez Arias, 1995c). Los
profesores perciben que los nios maltratados presentan
ms problemas emocionales, ms dificultades de
aprendizaje y ms conductas disruptivas que sus
compaeros no maltratados. Los adolescentes
presentaran ms problemas emocionales, sexuales y
conductas autodestructivas que los no maltratados,
segn sus profesores.

En nuestra investigacin hemos encontrado que en


los nios maltratados el desarrollo intelectual
correlaciona de forma negativa con las dificultades de
aprendizaje <r~. 6190, p~.001> y la adaptacin global
segn los educadores <r=.4506, p=.01), lo que apoya la
validez de la primera dimensin y destaca el papel que
juega en la adaptacin el desarrollo intelectual de los
sujetos. Los problemas sexuales y conductas
autodestructivas correlacionan de forma positiva con la
asertividad (r.4464, p.01> que slo es adaptativa
cuando alcanza un grado medio.

En el grupo de los adolescentes maltratados, las


dificultades de aprendizaje percibidas por los
educadores, al igual que en caso de los nios,
correlacionan de forma negativa con el desarrollo
intelectual de los sujetos (r=.3592, p=.01). Tambin
lo hace con la bsqueda de informacin ante problemas
interpersonales <r=.4413, p=.O01> que, como sealamos
antes, correlaciona de forma muy significativa con el
desarrollo intelectual. La correlacin positiva entre

pag. 308
este factor y la falta de ansiedad (r.3078, p=.01)
podra deberse a que los adolescentes maltratados,
sobre todo los de ms edad, no se muestran muy
preocupados por las tareas escolares. Las conductas
di sruptivas y antisociales percibidas por los
educadores correlacionan de forma negativa con la
autoconfianza en la ejecucin <r=. 3381, p=.O1> y con
la bsqueda de informacin (r=.3468, p=.O1>; lo que
remarca la importancia que la falta de confianza en la
propia actuacin y los dficits en el procesamiento de
la informacin social asociados a los malos tratos
tienen en la conducta de los adolescentes.

7.3.7.- EVALUACIN DEL DESARROLLO INTELECTUAL.

Hemos empleado los instrumentos creados por J. C.


Rayen <1956>, con los sujetos de 12 o ms aos el Test
de matrices progresivas para la medida de la capacidad
intelectual (sujetos de 12 a 65 abs). Escala general.
(54 edicin). Buenos Aires: Paids, 1987 y con los de
11 o ms pequeos el test Matrices progresivas. Escala
de color: series A, Ab, B. -Revisin 1956-. Madrid:
Mepsa, 1981.

Elegimos estos instrumentos porque permiten lograr


una estimacin del nivel de funcionamiento intelectual
sin utilizar contenidos lingisticos y sin ser
necesario un nivel cultural previo. Nos interesaba
conocer la capacidad intelectual general ms que la
destreza en aptitudes especificas, como la verbal, en
la que ya se han detectado retrasos asociados a los
malos tratos. Aunque el propio Rayen y otros autores
como Jensen (1969> considerasen que estos tests son el
prototipo de los tests libres de influencias culturales

pag. 309
y se supone que tal tipo de inteligencia est
genticamente determinado, los resultados encontrados
por Feuerstein et al. (1979, 1980) sugieren que no es
as. La ejecucin del sujeto en estas pruebas puede ser
deficiente porque carezca de una serie de funciones
elementales susceptibles de aprendizaje: si la conducta
exploratoria es inadecuada, si no compara los elementos
que se le presentan, si la conducta sumativa est
ausente y si no utiliza espontnea y sistemticamente
dos fuentes de informacin.

Los elementos de estas son pruebas son de dos


tipos: los ms sencillos son de completamiento
gestltico (el sujeto debe de completar un dibujo al
que le falta un trozo), sin embargo, la mayora son
problemas de razonamiento analgico para cuya solucin
es necesario tener en cuenta dos dimensiones. Distintos
anlisis factoriales han puesto de manifiesto que el
factor G explica aproximadamente el 60% de la varianza
de estos tests, al mismo tiempo que han demostrado que
los resultados se ven influidos por la capacidad de
organizacin espacial, de razonamiento inductivo, por
la precisin perceptiva y por otros factores <Alonso
Tapia, 1992).

7.4.-PROCEDIMIENTO.

Tras conseguir del Instituto Madrileo de Atencin


a la Infancia los oportunos permisos, nos dirigimos a
los directores de las residencias, de donde proceden
los sujetos del grupo de riesgo, para exponerles en que
consista nuestra investigacin. Tambin informamos a
los psiclogos, los trabajadores sociales y los

pag. 310
educadores, a los que solicitamos su colaboracin.

La autora de esta tesis se reuni con los


psiclogos y trabajadores sociales para recoger
informacin sobre el tiempo que cada sujeto llevaba
viviendo en la residencia, la zona en la que habla
vivido con su familia y los tipos de malos tratos que
habla sufrido. Previamente les expuso las definiciones
de las que partimos <que aparecen en el Capitulo 2).
Los educadores cumplimentaron un ejemplar de la Escala
de Adaptacin del Nio y del Adolescente por parte del
Educador para cada nio o adolescente que tenan a su
cargo.

En base a los datos que obtuvimos, elegimos


colegios e institutos de zonas de Madrid en las que
residen familias de un nivel socioeconmico
<generalmente bajo o mediobajo> similar a las de los
nios y adolescentes del grupo de riesgo. A los
directores, jefes de estudios y profesores se les
expusieron los objetivos de la investigacin y las
definiciones de malos tratos y de cada uno de sus
tipos. Con su ayuda fueron descartados del estudio los
datos de aquellos sujetos sobre los que no tenan la
certeza suficiente para asegurar que, sin ninguna duda,
no haban sufrido ningn tipo de malos tratos.

A todos los sujetos se les dijo que estbamos


realizando una investigacin sobre nios y adolescentes
entre 6 y 16 aos, por lo que bamos pasando una serie
de pruebas por varias residencias, colegios e
institutos. Se les explic que la informacin que nos
proporcionasen seria confidencial y se les asign a
cada uno un nmero de identificacin para que no se
conocieran sus datos personales. Ningn suje~to se neg
a participar.

pag. 311
La evaluacin de los sujetos de 6 a 9 aos se hizo
de forma individualizada en todas las pruebas. La de
los de 10 o ms aos se hizo de manera colectiva,
excepto la entrevista sobre Conocimiento de
Estrategias de Interaccin con los Compaeros para
Adolescentes <C.E.I.C.A.> que se pas de forma
individualizada.

El orden de presentacin de los instrumentos fue


el siguiente:

14 sesin: sin limite de tiempo los sujetos


contestaron al Test de matrices progresivas para
la medida de la capacidad intelectual <sujetos de
12 a 65 aos). Escala General o al test Matrices
Progresivas. Escala de Color: series A, Ab, B.

24 sesin: primero se les present la Escala de


Autoconcepto de PiersHarris y despus, la
Escala de Mediadores Cognitivos de la Agresin
y la Escala de Empatia. En algunos casos, con
los nios ms pequeos, estas pruebas se
dividieron en dos sesiones debido al cansancio.

31 sesin: a cada sujeto se le present de forma


individual la entrevista sobre Conocimiento de
Estrategias de Interaccin con los Compaeros
<C.E.I.C.> o la entrevista sobre Conocimiento de
Estrategias de Interaccin con los Compaeros para
Adolescentes <C.E.I.C.A.).

Todas las entrevistas se grabaron y posteriormente


se transcribieron, para poder ser valoradas por el
investigador y un colaborador que no conoca a que
grupo <comparacin o riesgo> perteneca cada sujeto. De
esta forma, pudimos evaluar el acuerdo inter-jueces que

pag. 312
calculamos a travs del coeficiente Kappa. En la tablas
8 y 9 del ANEXO aparecen los resultados de estos
anlisis. En el C.E.I.C los coeficientes oscilan entre
.75493 y .91563; la dimensin asertivdad es La que
obtienen un menor acuerdo entre los evaluadores. En el
C.E.I.C.A. oscilan entre .77228 y .90435.

pag. 313
8. RESULTADOS.

Todos los resultados que exponernos a continuacin se


han obtenido utilizando el paquete estadstico
SPsS/PC+.

8.1.- DIFERENCIAS ENTRE SUJETOS


MALTRATADOS Y NO MALTRATADOS.

Para poner a prueba las hiptesis planteadas sobre


las diferencias que esperbamos encontrar entre los
sujetos maltratados y los no maltratados, hemos
sometido nuestros datos a diversos anlisis de varianza
para comprobar el efecto que la edad, el gnero, el
haber sufrido o no malos tratos <factor que denominamos
grupo al que pertenecen los sujetos> y las posibles
interacciones entre estas variables, tenan sobre los
distintos aspectos del desarrollo socioemocional. En
los casos en los que hemos encontrado efectos de primer
orden, hemos analizado los efectos principales simples
(Kirk, 1995>; mientras que para examinar los efectos de
segundo orden, hemos utilizado la prueba t de Student
sobre diferencias de medias. En todos los casos hemos
elegido un nivel de significacin de .05 <que se reduce
en los casos en 105 que es necesario aplicar la
correccin de Bonferron dependiendo del nmero de
comparaciones que se realizan).

pag. 314
8.1.1.- DESARROLLO INTELECTUAL.

Los resultados de las tablas 15 y 16 muestran que


la edad (F=107.827, g.l.=1, 171; p=.000), el grupo al
que pertenecen los sujetos (F=7.362, g.l.=1, 171;
p=.007) y la interaccin entre estas dos variables
(F=3.742, g.l.=1, 171; p.055> producen diferencias
significativas en el desarrollo intelectual de los
sujetos. No se produce ningn otro efecto significativo
<aunque la interaccin entre la edad y el gnero de los
sujetos podra producir efectos marginalmente
significativos>.

La puntuacin media de los adolescentes es


superior a la de los nios; tambin lo es la de los
sujetos del grupo de comparacin, frente a los sujetos
del grupo de riesgo.

Tabla 15. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en desarrollo intelectual.

Nuestra cdii DuuixJ.h tlpla

Grupo de riesgo 90 32,91 10.01


- Grupo de comparacin 89 36.31 12.14
lilas 58 24.83 6.38
Adolesceates 121 39.29 9.95
Nuieres 87 35.92 11.54
Varones 92 33.36 10.82
lilas comparacin 29 24.16 6.20
Nitos riesgo 29 24.90 6,67
- dales. comparacin 60 41.90 10.20
dales, riesgo 61 36,72 9.06
Nitos (varones> 32 25.50 6.53
itas (mujeres> 26 24,60 6.22
- dales. <varones) 60 37,55 10.33
dales. (Dieres> 61 41.00 9.33
Varones comparacin 47 34.64 11.89
Nujeres comparacin 42 38.19 12.28
Varones riesgo 45 32.02 9.53
liujeres riesgo 45 33.80 10.51

pag. 315
Tabla 16. Diferencias en el desarrollo intelectual en
funcin de la edad, el gnero y el grupo al que
pertenecen los sujetos.
(:179>

Fuentes de Smi Media Y significacin


variacin cuadrtica ql cuadrtica Y
E!EC?. MuId. 8904.582 3 2968.194 39,657 .000
Grupo 551.011 1 551,011 7.362 .007
Edad 8070.415 1 8070.415 107821 .000
Gnero 170.458 1 170.458 2.277 .133
TIC?. PRIVE! 0011 592.285 3 197.428 2.638 .051
GrupoEdad 280.076 1 280.076 3.742 .055
GrupoUnera 46.723 1 46.723 .624 .431
EdadGnero 260.709 1 260.709 3.483 .064

TIC?. SEGUIDO OREEN 111.299 1 111.299 1.487 .224

GrupoEdadGnero 111.299 1 111,299 1.487 .224


RESIDUAL 12798.573 111 74.846

Como hemos indicado antes, las consecuencias que


los malos tratos tienen en el desarrollo intelectual
dependen de la edad de los sujetos. En la tabla 10 del
ANEXO exponemos los resultados del anlisis de los
efectos principales simples, que sealan que el efecto
producido por el factor grupo es significativo bajo
cada uno de los niveles del factor edad <F=467.06,
g.l.=1, p=.000; F=2440.10, g.l.=1, p=.000).

En la fig.2 se observa que las diferencias a favor


de los sujetos que no han sufrido malos tratos aumentan
con la edad. La tabla 11 del ANEXO muestra que entre
los nios maltratados y los no maltratados no existen
diferencias significativas en el desarrollo intelectual
<t=.08, g.l.=56, p=.935); en cambio, si~ que existen
entre los adolescentes maltratados y los no

pag. 316
maltratados> a favor de stos ltimos (t=2.95,

Flg.2.- Interaccin edad-grupo en el


desarrollo intelectual.
media

50
40 -4

so
20
10

0
adolescentes
oompalacifl 24.76 41.9
ringo 24.9 36.72

Grupos
comparacin --e- riesgo

8.1.2.- AUTOCONCEPTO.

Vamos a ir exponiendo los resultados que hemos


encontrado en cada una de las dimensiones evaluadas.

AUTOES27MA:

Con relacin a la autoestima, en la tabla 17


aparecen las puntuaciones medias de cada una de las
muestras de la investigacin y en la tabla 18 los
resultados del anlisis de varianza. Como puede
observarse en esta ltima tabla, se producen

pag. 317
diferencias significativas debidas a la edad (F=9.762,
g.l.=1, 111; p=.002), al grupo al que pertenecen los
sujetos (F=9.391, g.l.~1, 171; p=.003) y a la
interaccin de estas dos variables (F=4.209, g.l.=1,
171; p=.042>. No se producen diferencias debidas al
gnero ni a la interaccin entre esta variable y las
dems, ni efectos de segundo orden.

Los sujetos que no han sufrido malos tratos y los


adolescentes tienen una autoestima ms elevada que los
maltratados y los nios, respectivamente.

Tabla 17. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en autaestima.

Muestra ada Ddxih tipia

Grupo de riesgo 90 24.23 5.37


- Grupo de comparacin 89 26.30 3.69
lilas 58 23.79 4.38
Adolescentes 121 25.91 4.73
Unieres 87 24.79 4.15
Varones 92 25.71 5.18
- lilas comparacin 29 23.83 4.79
lilas riesgo 29 23.76 4.02
- Adates. comparacin 60 27.50 2.24
- Moles. rIesgo 61 24.46 5.92
lilas (varones> 32 24.72 4.62
lilas (mujeres) 26 22.65 3.87
Adela,. <varases) 60 26.23 5.43
Moles. <mujeres> 61 25.10 3.95
Varones comparacin 47 26.62 3.93
hjeres camparacidm 42 25.95 3.43
- Varones iiesgo 45 24.16 6.14
- lujares riesgo 45 23.71 4.49

pag. 318
Tabla 18. Diferencias en autoestima en funcin de la
edad, el gnero, el grupo al que pertenecen los
sujetos -
(:179)
Fuentes de SCA India Y Significacin
variacin cuadrtica ql cuadrtica Y

ETIC?. hICE. 420.006 3 140.002 6.990 .oao
Grupo 188.093 1 188.093 9.391 .003
Edad 195.595 1 195.595 9.762 .002
Gnero 41.518 1 41.518 2.073 .152

11K?. 111111 ORDEN 112.305 3 31,435 1.869 .137

GrupoEdad 84.296 1 84.296 4.209 .042


GrupoGnero 1.164 1 1.164 .058 .810
EdadGnero 26.868 1 26.868 1.342 .248

ETEC?. SEGUNDO ORDEN 3.441 1 3.441 .172 .679

firupa-EdadUnero 3.441 1 3.441 .172 .679


RESIDUAL 3424.901 171 20.029

En la tabla 12 del ANEXO <resultados del anlisis


de efectos principales simples) se observa que los
efectos del factor grupo son significativos bajo cada
uno de los niveles del factor edad <F=1643.79, g.l.=1,
p=.OOO; F4084.55, g.l.=1, p=.000>.

La fig.3 representa el efecto de la interaccin


entre la edad y el grupo al que pertenecen los sujetos
en la autoestima. A medida que aumenta la edad de los
sujetos, tambin se incrementan las diferencias a favor
de los no maltratados. En la tabla 13 del ANEXO
observamos que entre los nios maltratados y los no
maltratados no se producen diferencias significativas
(t=.22, g.l.=56, pr.828>, que si se producen entre los
adolescentes maltratados y los no maltratados (t=3.92,
g.l.=75.59, p=.000>. Tambin se producen diferencias

pag. 319
significativas entre los nios y los adolescentes del
grupo de comparacin <t=3.93, g.l.=34.03, p=.000>, a
favor de los segundos, que no se producen entre los
nios y adolescentes maltratados <t.66, g.l.=77.18,
p=.5l3).

Fg.3.- InteraccIn edad-grupo


en la autoestima.
media
so -

26- 4

20
15-
10-
5-
o
niEles adolssoentes
ocmparaoIfi 23.83 27.8
riesgo 23.76 24.46

Grupos
comparacin ---- riesgo

CONFIANZA EN SI MISMO:

Los resultados de la tablas 19 y 20 indican el


efecto que la edad <F=23.51g, g.l.z1, 171; p=.000> y el
gnero (F=4.738, g.l.=1, 171; p~.031> ejercen en esta
dimensin del autoconcepto. Los nios y los varones
obtienen puntuaciones ms elevadas que los adolescentes
y que las mujeres, respectivamente.

No se producen diferencias debidas al grupo al que


pertenecen los sujetos, ni efectos de primer o segundo
orden.

pag. 320
Tabla 19. Medias y desviaciones tpicas de las
puntuaciones en confianza en s. mismo.

Muestra U Media fiuviritm tipia

Grupo de riesgo 90 15.28 4.91

- Grupo de comparacIn 89 15.06 4.90

los 58 17.60 4.23

Adolescentes 121 14.00 4,77

hjeres 87 14.32 4.99

Varones 92 15.97 4.69

Nitos comparacin 29 17.34 5.03

Ellos riesgo 29 17.86 3.30

Moles, comparacin 60 13.95 4.47

Moles, riesgo 61 14.05 5.09

Nitos <nroaes> 32 17.50 4.39

lilas <unIeres) 26 17.73 4.09

Moles, <varones> 60 15.15 4.67

Atoles. Cutieres> 61 12.81 4.63

Varones comparacin 47 15.43 4.61

Nujeres comparacin 42 14.64 5.22

- Varones riesga 45 16.53 4.75

Mujeres riesgo 45 14,02 4.80

Tabla 20. Diferencias en la confianza en st mismo en

funcin de la edad, el gnero y el grupo al que

pertenecen los sujetos.

(:179>

Fuentes da Suma Media 1 Sipificacim


variacin cuadrtica ql cuadrtica 1

TIC?. flhlC. 609.265 3 203.088 9.849 000

Grupo 3.405 1 3.405 .165 .685


dad 484.971 1 484.971 23.519 .000
Gnero 97.708 2 97.708 4.738 .031

TIC?. PEINE! ODIE 90.856 3 30.285 1.469 .225

Grupo-flad .543 1 .543 026 .871


Grupo-Gnero 27.854 1 27.854 1.351 .247
dadGnero 61.451 1 61.457 2.980 .086

TIC?. SEGUNDO CINE 34.739 1 34.739 1.685 .196

Grupo-Edad-Gnero 34.739 1 34.139 1.685 .196

1191DUA1 3526. 112 171 20,621

pag. 321
FALTA DE ANSIEDAD:

Tabla 21- Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en falta de ansiedad.

luestra N Media huvci&tlpica

Grupo de riesgo 90 3.32 1.79


Grupo de comparacin 89 2.99 1,64
los 58 3.59 1.92
- Adalesceutes 121 2.95 1.59
Mujeres 87 2.46 1.53
Varones 92 3.82 1.64
- Nitos comparacin 29 3.31 1.87
Nitos riesgo 29 3.86 1.96
Atoles. comparacin 60 2.83 1.51
Atoles. riesgo 61 3.01 1.66
- Nitos <varones) 32 4.19 1.17
- litas <mujeres) 26 2.85 1.87
Atoles. <varomu> 60 3.62 1.54
Atoles. <mujeres) 61 2.30 1.35
- Varones comparacIn 47 3.83 1.42
- mujeres comparacin 42 2.05 1.34
- Varones riesgo 45 3.80 1.85
- Mujeres riesgo 45 2.84 1.61

Las tablas 21 y 22 recogen los resultados


obtenidos en esta dimensin. Se producen efectos
significativos debidos a la edad <F=5.119, g.l.=1, 171;
p=.025> y al gnero <F=33.014, g.l.~1, 171; p=.000) de
los sujetos, pero no al grupo al que pertenecen. Los
nios manifiestan una mayor falta de ansiedad que los
adolescentes y los varones tambin puntan por encima
de las mujeres.

No se producen efectos significativos de segundo


orden ni de primer orden <aunque la interaccin entre
el gnero y el grupo al que pertenecen los sujetos
podra dar lugar a efectos marginalmente
significativos>.

pag. 322
Tabla 22. Diferencias en la ~falta de ansiedad en
funcin de la edad, el gnero y el grupo al que
pertenecen los sujetos.
(:179)

Fuentes de Suma Media Y Siguilicacin


variacin cuadrtica ql cuadrtica Y

TIC?. PEINCI. 100.709 3 33.570 13.886 .000

Grupo 6.224 1 6.224 2.514 .110


Edad 12.375 1 12.375 5.119 .025
Gnero 79.815 1 79,815 33.014 .000

ErIe?. ff1111 URDE! 8.954 3 2.988 1.236 .298


GrupoEdad .953 1 .953 .394 .531
GrupoGnero 8.279 1 8.279 3.424 .066
Edad-Gnero .000 1 .000 .000 .993

INC?. SEGUNDO ORDEN 4.538 1 4.538 1.871 .172

GrupoEdad-Unen 4.538 1 4.538 1.817 .172


RESIDUAL 413.409 171 2.418

AUTOCONFIANZA EN LA EJECUCIN:

En esta dimensin no hemos encontrado diferencias


significativas debidas al gnero, la edad, el haber
sufrido o no malos tratos o a la interaccin entre
estas variables. Onicamente se produciran efectos
marginalmente significativos ligados al grupo al que
pertenecen los sujetos (los no maltratados puntuaran
por encima de los maltratados> y a la interaccin edad-
gnero.

pag. 323
Tabla 23. Medias y desviaciones tpicas de las
puntuaciones en autoconfianza en la ejecucin.

Nuestra E media Duviaci&tlpia


~. -

Grupo de riesgo 96 13.63 4,35


Grupo de comparacin 89 14.79 3.64
los 58 1398 4.40
Adolescentes 121 14.31 3.89
hieres 87 13.37 4.04
Varones 92 14.52 4.06
- Nitos comparacin 29 14.31 4.74
Nitos riesgo 29 13.66 4.09
- cies, comparacin 60 15.02 2.99
Moles, riesgo 61 13.52 4.52
- Nitos (varones) 32 15.00 3.70
itas (mujeres) 26 12.73 4.93
- dolos. <varones) 60 14.27 4.25
deles. (mujeres) 61 14.36 3.53
- Varones comparacin 47 15.23 3.39
uleros comparacin 42 14.24 3.81
Varones riesgo 45 13.73 4.56
hieres riesgo 45 13.53 4.21

Tabla 24. Diferencias en autoconf lanza en la


ejecucin en funcin de la edad, el gnero y el grupo
al que pertenecen los sujetos.
<5:179)

Fuentes de Sua Media 1 SIgnificacin


variacin cuadrtica ql cuadrtica Y

TIC?. PRINCI. 81.870 3 27.290 1.691 .171

Grupo 57.774 1 57.774 3,519 .660


Edad 5.394 1 5.394 .334 .564
Gnero 17.934 1 17.934 1.111 .293

TIC?. FRItE! ORDEN 70.101 3 23.369 1.448 .231

Grupo-Edad 6.132 1 6.132 .380 .533


Grupo-Gnero 3.132 1 8.132 .504 .479
EdadGnero 56.846 1 56.846 3.522 .062
EFEC?. SEGUNDO ORDEN 9.063 1 9.063 .561 .455

Grupo-Edad-Gnero 9.063 1 9.063 .561 .455


RESIDUAL 2760.313 171 16.412

pag. 324
AUTOCONCEPTO GLOBAL:

Los resultados, tablas 25 y 26, indican que slo


se producen diferencias debidas al gnero de los
sujetos <E=7.919, g.l.=1, 171; p=.005>; los varones
tienen un autoconcepto global superior a las mujeres.
No hemos encontrado efectos significativos debidos a la
edad, al grupo al que pertenecen los sujetos o a la
interaccin entre variables.

Tabla 25. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en autoconcepto global.

Nuestra N media DuvJacih tlpiu

- Grupo de riesgo 90 56.18 12.55


Grupo de comparacin 89 58.90 8.80
Nitos 58 58.50 10,70
Adolescentes 121 57.02 11.01
Mujeres 87 55.14 9.71
lUCHa 92 59,13 11.53
Nitos comparicin 29 58.55 11.12
lbs riesgo 29 58.66 10.46
- dolos, comparacin 60 59,07 7.53
dolos, riesgo 61 55.00 13.36
Jitos <varases> 32 61.22 9.64
- litas (mujeres) 26 55.38 11.24
dolos. <varones) 60 59.03 12.43
Moles. <mujeres> 61 55.03 9.08
Varones comparacin 47 61.02 8.27
- lujeres comparacin 42 56.52 8.86
Varones riesgo 45 58.51 14.15
Mujeres riesgo 45 53.84 10.37

pag. 325
Tabla 26. Diferencias en autoconcepto global en
funcin de la edad, el gnero y el grupo al que
pertenecen los sujetos.

Fuentes de Gua Media 1 Significacin


variacin cuadrtica ql cuadrtica Y

TIC?. PRIUCI. 1338.177 3 4446.059 3.884 .010

grupo 299.800 1 299.800 2110 .180


Edad 68.526 1 68.526 .597 .441
Gnero 909.499 909.499 7.919 .005

11K?. PIlE! ORDEN 194.355 3 64.785 .564 .639


GrupoEdad 157,517 1 157.517 1.311 .243
GrupoGnero .049 1 .049 .000 .984
EdadGnero 38.689 1 38.689 .337 .562

ITIC?. SEGUIDO ORDEN 1.499 1 1.499 .013 .909

grupo-Edad-Gnero 1.499 1 1.499 .013 .909

hhhDGAL 19646.550 171 114.857

8.1.3. EMPATIA.

EMPATIA AFECTIVA:

Como muestran los resultados expuestos en las


tablas 27 y 28, la edad (T=5.540, g..l.=1, 170; p=.020)
y el gnero <F=24.360, g.l.=1, 170,; p=.O00> producen
efectos significativos en esta dimensin de la empatia.
Las puntuaciones de los adolescentes son inferiores a
las de los nios y las de los varones a las de las
mujeres. No aparecen diferencias significativas
debidas al grupo al que pertenecen los sujetos ni
efectos de primer orden.

pag. 326
Tabla 27. Medas y desviaciones tpicas de las
puntuaciones en enapatia afectiva.

Muestra E Media Duvizih tlpiu

Grupo de riesgo 90 38.07 10.43


- Grupo de comparacin 89 37.08 10.34
Nijos 58 39.58 10.54
Adolescentes 122 36.52 20.15
Mujeres 87 41.13 9.51
Varones 92 34.22 10.01
- Nitos coparaclha 29 40.06 9.55
Nitos riesgo 29 38.90 11.55
Adoles. comparacin 60 35.35 10.34
- Addis. rIesgo 61 37.67 9.93
- Nitos <varales) 32 38.16 10.08
- litas (mujeres> 26 41.77 10.94
Adoles. (varonas> 60 32.12 9.39
Moles. <mujeres) 61 40.85 9.01
- Varones comparacida 47 33.43 8.87
hieres comparacin 42 41.17 10.43
Varones riesgo 45 35.04 11.11
hieres riesgo 45 41.09 8.82

Tabla 28. Diferencias en empatia afectiva en funcin


de la edad, el gnero y el grupa al que pertenecen los
sujetos.
<1:171>

fuentes de Suma media y Significacin


variaci tIca ql cuaddtica

ETIC?. PIINCI. 2701. 941 3 900.647 9.781 .000

Grupo 32.238 1 32.228 .350 .555


Edad 510.862 1 510862 5.548 .020
Gnero 2243.211 1 2243.211 24.360 000

EEC?. PRIUR ORDEN 432.733 3 144.244 1.566 .199

Grupo-Edad 148.481 1 148.481 1.612 .206


Grupo-Gnero 30.376 1 30.376 .330 566
Edad-Gnero 255.806 255.806 2.778 .097

TIC?. SUBIDO ORDEN 337.988 1 317.988 3.670 .057


Grupo-Edad-Gnero 331, 988 1 377.988 3.670 .057

RESIDUAL 15654.573 170 92.086

pag. 327
La interaccin entre los tres factores da lugar a
un efecto significativo de segundo orden (F=3.670,
g.l.=1, 170; p=.057). En la fig.4 y en la fig.5 se
representan los efectos de esta interaccin y en la
tabla 14 del ANEXO los resultados de la prueba t de
Student que hemos llevado a cabo para saber entre qu
grupos se producen las diferencias.

FIg.4.- Interaccin edad-grupo


en la empata afectiva <varones>.
media
83-
56 -

49-
42- _____________________

36-
28-
21-
14-
7-
o-
nios adoincentes
compuraol.t 30.88 31.86
rtesgo 39.44 32.62

Grupos
oOmparaoIfl -- riesgo

En el caso de los varones, los sujetos del grupo


de comparacin y los del grupo de riesgo muestran la
misma tendencia: en la adolescencia se producira un
descenso en las puntuaciones. Sin embargo, no hemos
encontrado diferencias significativas entre nios
maltratados y adolescentes maltratados <t=2.04, g.l.=43

pag. 328
p=.048), ni entre nios no maltratados y adolescentes
no maltratados <t~1.97, g.l.=45, p=.054). Tampoco
aparecen diferencias significativas entre nios
maltratados y nios no maltratados (t=.71, g.l.=30,
p=.481>, ni entre adolescentes maltratados y
adolescentes no maltratados (t.40, g.l.=58, p=..6 91).

FIg.5.- Interaccin edad-grupo


en la empatia afectiva (mujerea>.
media
63
se
49
42 -.

36
2B
21
14
y
o.
nios adolescentes
cOmpatSCifi 48.81 30.81
ringo 38.23 42.40

Grupos
comparacin -~-- ringo

En el caso de las mujeres, se observan tendencias


opuestas en el grupo de comparacin y en el grupo de
riesgo. Para las mujeres maltratadas aumentaran las
puntuaciones en la adolescencia, mientras que para las
no maltratadas se producirla un descenso. Sin embargo,
como en el caso de los varones, no podemos decir que
existan diferencias significativas entre nias

1, No existen diferencias significativas porque al aplicar la correccin de Bonferroni el


nivel de signifIcacin es .0017,

pag. 329
maltratadas y adolescentes maltratadas <t=1.1O,
g.l.=14.97, p=.288>, nias no maltratadas y
adolescentes no maltratadas (t=1.77, g.l.=40, p~.085>.
Ni entre nias maltratadas y nias no maltratadas
<t=1.71, g.l.=24, p=.100) o adolescentes maltratadas y
no maltratadas <t=1.25, g.l.=45.88, p=.2l?>.

Al comparar a las nias maltratadas con los nios


maltratados no aparecen diferencias significativas
(t=.28, g.l.=27, p=.785>, ni tampoco entre las nias y
los nios no maltratados (t=2.60, g.l.=27, p=.015).
Las diferencias se encuentran al comparar a las
adolescentes maltratadas con los adolescentes
maltratados <t=4.21, g.l.=47, p=.000>, ellas muestran
ms empa ta afectiva que ellos. Sin embargo, estas
diferencias no se producen entre las adolescentes y los
adolescentes del grupo de comparacin (t=3.07,
g.l.=58, p=.003).

CREENCIAS SOBRE LA NIPAESrN DE sxnru.rnaos:

La nica diferencia significativa que se obtiene


en esta dimensin es la debida a la edad de los sujetos
(F=24.162, g.l.=1, 170; p=.000), los adolescentes
manifiestan creencias sobre la expresin de los
sentimientos ms positivas que los nios. Ninguna otra
variable ni la interaccin entre ellas produce efectos
significativos.

1,- Las diferencias dejan de ser significativas porque al aplicar la correccin de Bonferroni
el nivel de significacin es .0017

pag. 330
Tabla 29. Medias y desviaciones tpicas de las
puntuaciones en creencias expresin de sentimientos.

Nuestra E Media ~uiacdpIu

Grupo de riesgo 90 32.94 9.37

- Grupo de comparacin 89 33.07 9.24

Nitos 58 28.28 9.02

Adolescentes 121 35.27 8.55

Mujeres 87 34.32 9.60


- Varones 92 31.76 8.84
- liSos comparacin 29 27.52 8.25

Jites riesgo 29 23.03 9.81

Moles. comparacin 60 35.15 8.52

- Moles. riesgo 61 34,80 8.63


Ellos <varones) 32 28,26 8.61
lilas <mujeres> 26 28.42 9.67

- Adoles. <varomes) 60 33.68 8.41

deles. <mujeres) 61 36.84 8.46

- Varones comparacida 47 31.98 8.75


- Mujeres comparacin 42 34.29 9.72

Varones riesgo 45 31.53 9.03

Mujeres riesgo 45 34.36 9.59

Tabla 30. Diferencias en creencias expresin

sentimientos en funcin de la edad, el gnero y el

grupa al que pertenecen los sujetos.


(:118>

Fuentes de Suma Media 1 Significacin


variacin cuadrtica U cuadritica Y

EYIfl. PRINCI. 2146.306 3 715435 9.333 .000

Grupo 1.531 1 1.531 .020 .888


Edad 1852. 280 1 1852.280 24.162 .000
Gnero 225.430 2 225.450 2.941 .088

11K!. PRIR ORDEN 149.953 3 49.984 .652 583

Grupo-Edad 64.945 1 64.945 .847 .359


Grupo-Glacio 2.127 1 2.121 .028 .868
Edad-Gnero 85.450 1 85.450 1.115 .293
TIC?. SEGUNDO ORDEN 1.542 1 1.542 .020 .887
Grupo-Edad-Gnero 1.542 1 1.542 .020 .887
RESIDUS 13032.199 170 76.660

pag. 331
8.1.4.- MEDIADORES COGNITIVOS DE LA CONDUCTA AGRESIVA.

JUSTIFICACIN DE LA AGRESIN:

Las tablas 31 y 32 recogen los resultados que


hemos encontrado en esta dimensin.

Se producen diferencias significativas debidas a


la edad de los sujetos <F=7.372, g.l.~1, 170; p= 007),
de forma que los nios justifican la agresin en mayor
medida que los adolescentes. Ningn otro factor produce
efectos significativos (aunque la interaccin edad
gnerosujeto podra dar lugar a un efecto de segundo
orden marginalmente significativo>.

Tabla 31. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en justificacin de la agresin.

Muestra 1 media Deuvln tipia

Grupo de riesgo 90 50.56 19.38


- Grupo de comparacin 89 47.79 17.76
NItos 58 54.57 19.18
Adolescentes 121 4550 17.81
hieres 81 48.16 18.10
- Varones 92 50.14 19.10
- litas comparacin 29 54.14 19.88
Nitos riesgo 29 55.00 18.79
- Adoles. comparacin 60 44.72 15.93
dolos, riesgo 61 48.44 19.45
lites <varones) 32 52.72 21.64
lilas (mujeres) 26 5685 15.77
Adoles. (varones> 60 48.77 17.63
- Adoles. (atieres> 61 44,45 17.88
- Varones comparacin 47 48.79 17,75
- Mujeres coaparacln 42 45.67 17.92
- Varones riesgo 45 51.56 20.51
Mujeres riesgo 45 49.56 18.36

pag. 332
Tabla 32. Diferencias en justificacin de la agresin
en funcin de la edad, el gnero y el grupo al que
pertenecen los sujetos.
<:17!)
fuentes de Sna M~d1 Y Significacin
variacin cuadrtica ql cuadrtica 1
EFEC?. PIIICI. 2983.767 3 994.589 2.989 033
Grupo 346.619 1 346.319 1.042 .309
dad 2452.856 1 2452.856 7.372 .007
Gnero 132.191 1 132.197 .397 .529

ZINC?. 111111 ORDEN 812.651 3 270.836 .314 .488

GrupoEdad 84.723 1 84.723 .255 .614


GrupoGnero .308 1 .308 .001 .976
EdadGnero 132.250 1 732.250 2.201 .140

TIC?. SEGUNDO ORDEN 1167.040 1 1167.040 3.507 .063

GrupoEdadGnero 1167.040 1 1157.040 3.507 .063

RESIDUAL 55565.811 170 332.746

PERCEPCIN DE FALTA DE EFICACIA PARA INHIBIR LA


AGRESIN:

Como recogen las tablas 33 y 34 , no se observan


diferencias debidas a la edad o al grupo al que
pertenecen los sujetos. La nica diferencia
significativa se debe a]. gnero (F=3.g65, g.l.=1, 170;
p=.048>, de forma que las mujeres se consideran menos
eficaces para inhibir la agresin que los varones. No
aparecen efectos de primer o de segundo orden.

pag. 333
Tabla 33. Medias y desviaciones tpicas de las
puntuaciones en percepc. falta efica. inhibir agre..

Muestra N Media Deuiaci&tlpia

- Grupo de riesgo 89 9,57 3.10


Grupo de comparacin 89 10.22 3.00
Milos 58 9.83 3.21

- Adolescentes 120 9.93 3.00

Mujeres 86 10.35 2.98

Varones 92 9.47 309

- Nitos comparacin 29 10.28 3.27

- lito: riesgo 29 9.38 3.14

- dolos, comparacin 60 10.20 2.89

dolos, riesgo 60 9.67 3.11

- Nitos <varones> 32 9.00 3.06


litas <mujeres) 26 10.85 3.16

- dolos. (varones) 60 9.72 3.10

dolos. <mujeres) 60 10.15 2.90

- Varones comparacin 47 9.79 2.90

Mujeres comparacin 42 10.71 3.08

Varones riesgo 45 9.13 3.28

Mujeres riesgo 44 10.02 2.88

Tabla 34. Diferencias en percepc. falta efica. inhibir


agre. en funcin de la edad, el gnero y el grupo al
que pertenecen los sujetos.
~78)
Fuentes de 9na NedIa Y Sigaificacin
variacin cuadrtica ql cuadrtica Y

rin. nnc. 55.618 3 18.559 2.025 .112


Grupo 20.087 1 20.087 2.111 .141
Edad .135 1 .135 .015 .goa
Gnero 36.342 1 36.342 3.965 .048
TIC?. NIEl ORDEN 19.984 3 6.691 .727 .537
Grupo-Edad 1.201 1 1.201 .131 .718
GrupoGnero .033 1 .033 .004 .952
EdadGnero 18.866 18.866 2.058 .153
EYEC?. SEGIINUO ORDEN 26.233 1 26.233 2.862 093
Grupo-Edad-Gnero 26.233 1 26.233 2.862 .093
RESIDGAL 1558.285 170 9,166

pag. 334
PERCEPCIN DE AUTOEFICACIA PARA LA AGRESIN:

Los resultados, tablas 35 y 36, muestran que


ninguna de las variables aisladamente produce
diferencias significativas. Tampoco aparecen efectos de
primer orden, pero si de segundo orden (F=3.844,
g.l.=1, 170; p=.05 2) que representan las figa. 6 y 7.
En el ANEXO (tabla 15) se encuentran los resultados de
la prueba t de Student que hemos llevado a cabo para
analizar los grupos entre los que se producen las
diferencias.

Tabla 35. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en percepc. autoefic. agresin.

Muestra U Media

Grupo de riesgo 89 1412 350


Grupo de comparacin 89 14.98 3.58
Nitos 58 14.54 3.85
Adolescentes 120 14.51 3.43
Mujeres 86 14.09 3.50
Varones 92 14,58 3.57
Nitos comparaci6n 29 14.03 4.17
Nitos riesgo 29 14.24 3.46
- Moles. comparacin 60 14.17 3.17
Adoles. rIesgo 60 14.85 3.66
Nitos (varones) 32 14.69 4.22
litas <mujeres) 26 14.58 3.16
- dolos. <varones) 60 15.13 3.21
Adoles. <mujeres> 60 13.88 3.55
Varones comparacin 47 14.10 3.52
Mujeres comparacin 42 13.48 3.41
Varones riesgo 45 15.27 3.65
mujeres riesgo 44 14.68 3,53

pag. 335
Tabla 36. Diferencias en percepc. autoefic. agresin
en funcin de la edad, el gnero y el grupo al que
pertenecen los sujetos.
<:178)

Tientes de Sua Media Y Significacin


variacin cuadrtica ql cuadrtica
TIC?. HIlO!. 69.097 3 23.032 1.862 .138
Grupo 33,989 1 33.989 2.748 .099
Edad .269 1 .269 .022 .883
Gnero 35.991 1 35.991 2.910 .090

lIC?. PUHI ORDEN 20.456 3 6.819 .551 .648


GrupoEdad 2.592 1 2.592 .210 .648
GrupoGnero .033 1 .033 .004 .952
EdadGnero 13.135 1 13.135 1.662 .304

ZINC?. SEGUNDO ORDEN 47.556 1 47.556 3.844 .052

grupoEdadGnero 47.536 1 47.556 3.844 .052


RESIDUAL 2102.936 170 12,370

FIg.6.- interaccin edad-grupo


en percep. autoeflo. agresin (varones>.
meda
20-
le -

12-
8-
4-

o
nUlos adolescentes
oompuaol.i 13.60 15.29
riesgo 15.61 14.07

Grupos
comparacIn ~-- riesgo

pag. 336
Aunque en el grupo de los varones parece que los
nios del grupo de riesgo se consideran ms eficaces
para la agresin que los nios del grupo de comparacin
(tendencia que no se produce en los adolescentes>, no
hemos encontrado diferencias significativas entre nios
y adolescentes maltratados (t=.14, g.l.=43, p=.462),
nios y adolescentes no maltratados (t=1.37,
g.l.=20.18, p=.l85>, nios maltratados y no maltratados
(t=1.54, g.l.=30, p=.133>, adolescentes maltratados y
no maltratados (t=.39, g.l.=58, pz.69g>.

FIg.7.- Interaccin edad-grupo


en percep. autoef lo. agresin (mujeres>.
media
20
le-
12-
8-
4
o.
nios adolescentes
compataolo 14.62 12.97
ringo 14.54 14.74

Grupos
ocmpuracin ---- riesgo

Entre las mujeres parece que se producirla la


tendencia opuesta a la que hemos observado en los
varones, es decir, en la niez no se produciran
diferencias entre el grupo de comparacin y el de
riesgo, pero entre las adolescentes, las que han
sufrido malos tratos tenderan a obtener puntuaciones
ms elevadas. sin embargo, no hemos encontrado

pag. 337
diferencias significativas entre nias maltratadas y no
maltratadas (t=.06, g.l.=24, p=.g56>, adolescentes
maltratadas y no maltratadas <ti.~g, g.l.=58,
p=.052), nias y adolescentes maltratadas (t=. 17,
g.l.=42, p.864>, nias y adolescentes no maltratadas

Si comparamos por gneros, no encontramos


diferencias significativas entre los nios y las nias
del grupo de comparacin (t=.67, g.l.=27, p=.509), los
nios y las nias del grupo de riesgo (t=.~9, g.l.=27,
p=.333), los adolescentes y las adolescentes del grupo
de riego (t=.23, g.l.=58, p=.815) y los adolescentes y
las adolescentes del grupo de comparacin <t=3.03,
g.l.=58, p=.004>1.

8.1.5.- CONOCIMIENTO DE ESTRATEGIAS DE INTERACCIN CON


LOS COMPAREROS (NIOS) -

Para analizar la influencia que el gnero, el


grupo al que pertenecen los nios y la interaccin
entre estas variables ejercen en las dimensiones
evaluadas por el C.E.I.C, hemos sumado en cada
dimensin las puntuaciones otorgadas a la primera
estrategia propuesta por el nio en las cuatro
historias, ya que muy pocos sujetos sugeran dos o ms
estrategias en todas las historias. Tambin hemos
analizado la influencia de estos factores en el nmero
total de estrategias propuestas por cada nio.

1.- Las diferencias dejan de ser significativas porque al aplicar la correccin de Eonferroni
el nivel de significacin es igual a .3017

pag. 338
Como muestran las tablas 37 a 46, no hemos
encontrado ninguna diferencia significativa entre los
nios del grupo de comparacin y del grupo de riesgo.

ELABORACIN:

Tabla 37. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en elaboracin.

Muestra U Media llauisiln tlpia

- Grupo de riesgo 29 8.34 2.48

- Grupo de comparacin 29 9.38 2.09


Nujeres 26 9.04 2.39
Varones 32 8.72 2.32
Yermes comparacin 16 9.06 2.26
- Mujeres comparacin 13 9.71 1.88
Varones riesgo 16 8.38 2.39
Mujeres riesgo 13 8.31 2.69

Tabla 38. Diferencias en elaboracin en funcin del


gnero y el grupo al que pertenecen los sujetos.
(:58)
Fuentes de Sun Media Y Significacin
variacm cuadrtica ql cuadrtica Y
ZINC?. PIlE!. 16,984 2 8492 1,572 .217
Grupo 15,517 1 15.517 2.872 .096
Gnero 1.465 1 1.456 .271 .605
TIC?. PUMEI Cliii 2.149 1 2.149 .398 .531
GrupoGnero 2.149 1 2.149 .398 .531
RESIDUAL 291.764 54 5.403

pag. 33~
EFICACIA:

Tabla 3~. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en eficacia.

Muestra Media Desviaci& tipica

- Grupo de riesgo 29 9.55 2.16

Grupo de comparacin 29 10.10 1.86

Mujeres 26 9.88 1.90

Varones 32 9.78 2.14

- Varones comparacin 16 10.00 2.07

- Mujeres comparacin 13 10.23 1.64

Varones riesgo 16 9,56 2.25

- Mujeres riesgo 13 9.54 2.15

Tabla 40. Diferencias en eficacia en funcin del

gnero y el grupo al que pertenecen los sujetos.

(:58)

Fuentes de Sna Media Y Significacin


variacin cuadrtica ql cuadrtica Y
TIC?. PRUC. 4.561 2 2.284 .542 .585
Grupo 4.414 1 4.414 1.084 .311
Gnero .153 1 .153 .036 .849
ETIC?. 111111 ODE .233 1 .233 .055 .815
GripoGnero .233 1 .233 .055 .815
USIDUAL 227.476 54 4.213

pag. 340
CONSECUENCIAS POSITIVAS PARA LA RELACIN:

Tabla 41. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en consecuenCias.

Nuestra Media Desviacih tpica

Grupo de riesgo 29 10.90 2.37


- Grupo de comparacin 29 11.79 1.88
Mujeres 26 11.38 2.42
Varones 32 11.31 1.97
Varones comparacin 16 11.50 1.86
- Mujeres comparacin 13 12.15 1.91
Varones riesgo 16 11.13 2.13
- Unieres rIesgo 13 10.62 2.69

Tabla 42. Diferencias en consecuencias en funcin del


gnero y el grupo al que pertenecen los sujetos.
~:S3)
Fuentes de Suma Media Y Significacin

variacin cuadrtica ql cuadritica Y


ZINC?. PRIUCI. 11.730 2 5.865 1.264 .291
Grupo 11.655 1 11.655 2.512 .119
Gnero .075 1 .075 .016 .900

ZINC?. PUDE OREn 4.854 1 4.854 1.046 .311

GrupoGnero 4.854 1 4.854 1.046 .311


IIIIDPL 250.519 54 4.639

pag. 341
ASERTIVIDAD:

Tabla 43. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en asertividad.

Nuestra Media huvirin tpica

Grupo de riesgo 29 9.28 3.46


- Grupo de comparacin 29 9.41 2.92
hieres 26 9.23 3.19
Varones 32 9.44 3.21
- Varones comparacin 16 9.81 2.86
mujeres comparacin 13 8.92 3.04
Varones riesgo 16 9.06 3.5g
Mujeres riesgo 13 9.54 3.43

Tabla 44. Diferencias en asertividad en funcin del


gnero y el grupo al que pertenecen los sujetos.
(:SB)
Fuentes de Suma odia Y Significacin
variacin cuadrtica gI cuadrtica Y
mc?. PRICI. .889 2 .444 .042 .959

Gripo .216 1 .276 .026 .872


Gnero .613 1 .613 .058 .810
TIC!. 211111 ORDEN 6.685 1 6.686 .636 .429

aupoGnero 6.636 1 5.686 .635 .429


RESIDUAL 567.529 54 10.510

pag. 342
MINERO TOTAL DE ESTRATEGIAS SUGERIDAS:

Tabla 45. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en el nmero total de estrategias
sugeridas.
-

Nuestra Media Duvirih tipia

Grupo de riesgo 29 8.00 2.36

Grupo de comparacin 29 8.59 2.44

Mujeres 26 8.15 2.24

Varones 32 8.41 2.55

- Varones comparacin 16 9.19 2.66

Mujeres comparacin 13 1.85 1.99

Varones riesgo 16 7.63 2.25

Mujeres riesgo 13 8.46 2.50

Tabla 46. Diferencias en el nmero total de estrategias

sugeridas, en funcin del gnero y el grupo al que

pertenecen los sujetos.

Fuentes de Suma media 7 Significacin

variacin cuadrtica ql cuadrtica E

Elle?. 111K!. 5.897 2 2.948 .522 .596

Grupo 4.983 1 4.983 .882 .352


Gnero .914 1 .914 .162 .689
Rut?. PRIMER 01011 17.010 1 17.010 3.011 .088
GrupoGnero 17.010 1 17.010 3.011 .688
RESIDUAL 305.111 54 5.650

pag. 343
8.1.6.- CONOCIMIENTO DE ESTRATEGIAS DE INTERACCIN CON
LOS COMPAEROS <ADOLESCENTES>.

Para analizar las diferencias en el conocimiento


de estrategias de interaccin con los compaeros
debidas al gnero, el grupo al que pertenecen los
sujetos y la interaccin entre estas variables, hemos
sumado en cada dimensin del. C.E.I.C.A. las
puntuaciones otorgadas en todas las historias. Tambin
hemos analizado la influencia de estos factores en el
nmero total de estrategias propuestas por cada sujeto.

ORIENTAClON PRACTICA DEL PROBLEMA:

Como muestran las tablas 47 Y 48, se producen


diferencias significativas debidas al gnero <7=4.322,
g.l.=1, 114; p=.04O) y al grupo al que pertenecen los
sujetos <F= 18.412, g.l.=1, 114; p=.OOO). Los
adolescentes del grupo de comparacin y las mujeres
orientan los problemas de una manera ms prctica que
los adolescentes del grupo de riesgo y los varones,
respectivamente.

Tabla 47. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en orientaci6n prctica del problema -

Nuestra 5 media ~,1ac


tipia

- Grupo de riesgo 58 7.26 1.57


Grupo de comparacin 60 8.52 1.69
mujeres 59 8.19 1.81
ruanes sg 7.61 1.62
Virones coaparacis 31 8.16 1.39
lijares comparicin 29 8.90 1.92
Varones riesgo 28 7.00 1.66
- mujeres riesgo 30 7.50 1,48

pag. 344
Tabla 48. Diferencias en orientacin prctica del
problema en funcin del gnero y el grupo al que
pertenecen Los sujetos.
(5:118>

Fuentes de Sun Media 1 Slguificacin


varlcin cuadrAtn ql cuadritica Y

ZINC?. iNtEl. 57.989 2 28.994 11.078 .060

Grupo 48.192 1 48.192 18.412 .600


Gnero 11,313 1 11.313 4.322 .040

UNC. 211111 OID!! .408 1 .408 .156 .694

GripoGnero .408 1 .408 .156 .694

lISIDOAL 298,383 114 2.617

CONSIDERAClON DEL CARCTER SOCIAL:

Tabla 49. Medias y desviaciones tipicas de las


puntuaciones en consideracin del carcter social.

Nuestra U Media Duvirih dpi.

Grupo de riesgo 58 100 .94


- Grupo de comparaclda 60 1.97 1,15
h3eres 59 1.66 1.29
Varones 59 1.32 .97
lirones comparacin 31 1.65 1,02
Mujeres coparaci 29 2.31 1.20
Varones riesgo 28 .96 .79
Mujeres riesgo 30 1.03 1.07

Tanto el gnero <F=3.838, g.l.=1, 114; p=.053>


como el grupo al que pertenecen los sujetos <F=26.564,
g.l.=1, 114; p=.OOO>, producen efectos significativos.
Las mujeres y los adolescentes no maltratados tienen en
consideracin el carcter social de las situaciones en
mayor medida que los varones y los adolescentes

pag. 345
maltratados, respectivamente. No aparecen efectos de
primer arden.

Tabla 50. Diferencias en del carcter


social en funcin del gnero y el grupo al que
pertenecen las sujetos.
(1:118)
Fuentes 8. Suma MedIa 1 Sipificacin
variacin cuadrtica ql cuadritIca 1

liC?. PUICI. 31.640 2 15.820 14.876 .000

Grupo 28,250 1 28.250 26.564 .000


GUairo 4.052 1 4,052 3.838 .053
liC?. iiii onu 2.617 1 2.617 2.461 .119

GrupoGnero 2.617 1 2.617 2.461 .119

IESIIUAL 121.235 114 1.063

BUSQUEDA DE INFORMACIN:

Tabla 51. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en bsqueda de informacin.

Muestra 1 luda Duv tfplna

Grupo 4. riesgo 58 1.07 1.07


- Supo de comparacin 66 1,77 1.31
Mujeres 59 1.75 1.28
Varones 59 1.10 1.12
Varones comparacin 31 1.32 1,17
Mujeres comparacin 29 2.24 1.30
- Varones rIesgo 28 .86 1.64
Mujeres riesgo 30 1.27 1.08

Como muestran la tablas 51 y 52, el grupo al que


pertenecen los sujetos (F=11.512, g.l.=1, 114 ;p=.OO1>
y el gnero (F=9.916, g.1.=1, 114; p=.002) producen

pag. 346
diferencias significativas en esta dimensin. Los
adolescentes no maltratados y las mujeres tienden a
buscar informacin relevante en mayor medida que los
adolescentes maltratados y que los varones,
respectivamente. La interaccin de ambos factores no
produce efectos significativos.

Tabla 52. Diferencias en bsqueda de informacin en


funcin del gnero y el grupo al que pertenecen los
sujetos.
(5:115)

Fuentes de Suma Media Y Significaclu


variacin cirndtica ql cuadrtica Y
TIC?. PEIICI. 27.524 2 13.762 10.364 .000
Grupo 15.286 1 15.286 11.512 .001
Gnero 13.168 1 13.168 9.916 .002

TIC?. 111MB 011111 1.910 1 1.910 1.438 .233


GripoGnero 1.910 1 1,910 1.438 .233
11511DM 151.380 114 1,328

DEFINICIN NO HOSTIL:

En los resultados recogidos en las tablas 53 y 54,


se puede observar que existen diferencias
significativas debidas al grupo al que pertenecen los
sujetos <F=16.229, g.l.=1, 114; p=.OOO), de forma que
los adolescentes no maltratados definen las situaciones
de manera menos hostil que los maltratados. Tambin se
produce un efecto significativo debido a la interaccin
entre el gnero y el grupo de pertenencia (F=3.927,
g.1.=i, 114, p=.050). Como muestra la tabla 16 del
ANEXO, los efectos del factor grupo son significativos
bajo cada uno de los niveles del factor gnero

pag. 347
(F=880.56, g.l.=1, p=.OOO; F=946.29, g.l.=1, p~.OOO).

Tabla 53. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en definicin no hostil.

Nuestra Media lkyjrdim

Grupo de riesgo 58 2.98 .96


Gripo de comparicin 60 3.60 .72
Mujeres 59 3.36 .87
Varamos 59 3.24 .93
- Varones comparacld 31 3.39 .84
mujeres comparacin 29 3.83 .47
- Varones riesgo 28 3.07 1.02
Unieres riesgo 30 2.90 .92

Tabla 54. Diferencias en definicin no hostil en


funcin del gnero y el grupa al que pertenecen los
sujetos.
(1:116>

Fuentes de Suma Media Y Significacin

vaulacim cuadrtica ql cuadrtica Y


EJE?. PUICI. 11.811 2 5.906 8.410 .000
Grupo 11.396 1 11.396 16.229 .000
Gnero .575 1 .575 .819 .367
TIC?. PUlUlE 00KM 2.758 1 2.758 3.921 .050
GrupoGnero 2.758 1 2.758 3.927 .050

IISUGIL 80.050 114 .702

La fig..8 refleja que el efecto producido por el


grupo al que pertenece el sujeto depende del gnero de
ste. En ella parece que los sujetos del grupo de
riesgo sugieren definiciones ms hostiles que los del
grupo de comparacin, que las diferencias son mayores
entre las mujeres que entre los varones y que mientras

pag. 348
que en el grupo de comparacin las mujeres manifiestan
menos hostilidad que los varones, en el grupo de riesgo
no. Sin embargo, no hemos encontrado diferencias
significativas entre varones y mujeres no maltratados
(t=2.52, g.l.= 47.49, p=.015), varones y mujeres
maltratados (t=.67, g.l.=56, p=.5O2), varones
maltratados yno maltratados (t=1.30, g.l.=57, p=.198).
Donde aparecen claramente estas diferencias es entre
las mujeres maltratadas y no maltratadas <t=4.89,
g.l.=43.32, p=.OOO), las segundas manifiestan menos
hostilidad que las primeras. (En la tabla 1.7 del ANEXO
aparecen los resultados de estos anlisis).

FIg.8.- Interacoln gnero-grupo


en falta de hostilidad <total).
msdlm
U
3- 4- -4

2-

o.
vamna majare
oomparaolhi 3.39 3.83
riesgo 3.07 2.9

Grupos
comparacin -~ riego

1.- Las diferencias dejan de ser significativas porque al aplicar la correccin de Bonferron
el nivel de siqnifcacidn ea igul a .006.

pag. 349
DEFINICIN GLOBAL DEL PROBLEMA:

Los resultados muestran los efectos significativos


debidos al gnero <F=9.289, g.l.=1, 114; p=.003>, al
grupo al que pertenecen los sujetos (F=34.445, g.l.=1,
114; p=.OOO> y a la interaccin de estos dos factores
(F=4.596, g.l.=1, 114; p=.034).

Tabla 55. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en definicin global del problema.

Muestra 5 cdii Desvhdh tlpica

Grupo de riesgo 58 5.07 2.04


- Grupo de comparacin 60 7.33 2.41

- Mujeres 59 6.78 2.66

- Varones 59 5.56 2.22

- Varones comparicin 31 6.35 2.06

nieles comparacIn 29 8.38 2.35

Varones riesgo 28 4.89 2.17

Mujeres riesgo 30 5.23 1.94

Tabla 56. Diferencias en definicin global del

problema en funcin del gnero y el grupo al que


pertenecen los sujetos.
(5:118> _________
Puentes de Suma Media E SIgnificacin
variacin cuadrtica gl cuadrtica E

lIC?. JUNCE. 193.417 2 96.709 21.285 .000

Grupo 156.502 1 155.502 34.445 .000


Ghnero 42.204 1 42.204 9.289 .003
TIC?. 111111 OIlES 20.884 1 20.884 4.596 .034

GrupoGInero 20.834 1 20.884 4.596 .034


lISIDhlAL 517.970 114 4.544

pag. 350
En la tabla 18 del ANEXO aparecen los resultados
del anlisis de los efectos principales simples. El
factor grupo ejerce efectos significativos bajo los dos
niveles del factor gnero <F=416.14, g.l.=1, p=.OOO;
F=596.85, g.l.=1, p~.OOO>.

PIg.9.- InteraccIn gnero-grupo


en defina, global del problema <total>.
msdis
12-
11
lo-
e-
8-
7-
e.
5- -4
4-
3-
2-
1-
o.
varones mujere
computacin 6.36 ese
rIesgo 4.89 6.23

Grupa
comparacin riesgo

En la fig.9 observamos que la influencia del grupo


de pertenenciadepende del gnero de los sujetos.
Vindola parece que los sujetos del grupo de
comparacin obtienen puntuaciones superiores que los
del grupo de riesgo, que las mujeres puntan por encima
de los varones y que las diferencias entre las mujeres
maltratadas y no maltratadas es mayor que entre los
varones. Cuando analizamos entre qu grupos se producen
diferencias significativas (tabla 19 del ANEXO),
encontramos que entre las mujeres maltratadas y no
maltratadas si que existen estas diferencias (t=5.61,
g.l.=57, p=.OOO) a favor de las segundas, que no se

pag. 351
producen entre varones maltratados y no maltratados
<t=2.66, g.l.=57, p=.01O) porque al aplicar la
correccin de Bonferron el nivel de significacin es
.008. Tampoco hemos encontrado diferencias
significativas entre varones y mujeres del grupo de
riesgo (t=.63, g.l.=56, p=.531), pero si entre varones
y mujeres del grupo de comparacin (t=-3.55, g.l.=58,
p.001), a favor de las mujeres.

CONSECUENCIAS SOCIALES DE LAS ESTRATEGIAS:

Tanto el gnero <W=5.846, g.l.=1, 114; p=.017), el


grupo al que pertenecen los sujetos <F=24.16O, g.l.=1,
114; p~.0O>, como la interaccin entre estas das
variables <F~4.648, g.l.~1, 114; p=.033> producen
efectos significativos en esta dimensin. Los sujetos
no maltratados y las mujeres plantean estrategias de
mejores consecuencias para la relacin que los sujetos
maltratados y los varones, respectivamente. El efecto
del grupo de pertenencia <tabla 20 del ANEXO) depende
del gnero del sujeto y dicho efecto es significativo
en los das niveles que adopta el factor gnero
(F=1508.45, g.l.= 1, p=.OO0; F=1766.04, g.1.=1,
p=.OO0).

Tabla 57. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en consecuencias sociales de las
estrategias.

neutra 1 MedIa Deavhci~tLpIu

- Gripo de riesgo 58 10.22 2.25


- Grupo de comparacin 66 12.12 2.16
Mujeres 59 11.63 2.58
- Varones 59 16.75 2.11
- Varones comparacin 31 11.26 1.98
mujeres comparacin 29 13.03 1.97
- Varones riesgo 28 16.18 2.14
- Mujeres riesgo 30 10.27 2.38

pag. 352
Tabla 58. Diferencias en consecuencias sociales de las
estrategias en funcin del gnero y el grupo al que
pertenecen los sujetos.
------

Tientes de Suma Media Y Sipificacls


variacin cuadrtica ql cuadrtica Y
-

liC?. PIIICI. 132.032 2 66.016 14.617 .000

Grupo 169.117 1 109.117 24.160 .060


Gnero 26.403 1 26.403 5.846 .017

xnci. pixel onu 20.992 1 20.992 4.648 .033

GrupoGnero 20.992 1 20.992 4.648 .033

RESIDUAL 514.875 114 4.516

La fig.1O representa los efectos de la interaccin


gnerogrupo. En ella parece que los sujetos del grupo
de comparacin obtienen puntuaciones mayores que los
del grupo de riesgo, las mujeres, sobre todo, las no
maltratadas, tambin superaran a los varones y las
diferencias serian mayores entre aquellas que entre
stos. Al calcular las diferencias entre estos grupos
<ver tabla 21 del ANEXO) encontramos que se producen
diferencias significativas entre mujeres maltratadas y
no maltratadas <t=4.86, g.l.=57, p=.OOO), pero no entre
los varones maltratados y no maltratados <t=2.O1,
g.l.=57, p=.049>1. Tambin hemos encontrado diferencias
significativas entre varones y mujeres no maltratados
(t=3.48, g.l.=58, p=.OO1>, pero no entre varones y
mujeres maltratados <t=.15, g.l.=56, p=.883).

1. Las diferencias dejan de ser significativas porque al aplicar la correccin de Bonferron


el nivel de significacin es igual a .008

pag. 353
Flg.1O. Interaccin gnero-grupo
en consecuencIas soc. estrat. (total>.
mdia
19-
17-
15-
13-
+ 4

a-.
7-
6-
3-
1-
varones mujeres
comparacin 11.26 13.03
ringo 10.18 10.27

Grupos
comparacIn --4-- rIesgo

ANTICIFAClON DE LAS CONSECUENCIAS DE LAS


ESTRATEGIAS:

Como se muestra en las tablas 59 y 60, se producen


diferencias significativas debidas al gnero (F=8.057,
g.l.=1, 114; p=.005) y al grupo <F=24.566, g.l.=1, 114;
p=.OOO). Los sujetos no maltratados y las mujeres
anticipan con ms precisin las consecuencias de las
estrategias que proponen que los sujetos maltratados y
los varones, respectivamente. No se producen efectos de
primer orden.

pag. ~354
Tabla 59. I4edias y desviaciones tpicas de las
puntuaciones en anticipacin de las consecuencias de
las estrategias.

Nuestra E Media 1~flrih tlpia

- Grupo de riesgo 58 4.83 1.17


- tupo de comparacin 60 6.00 1.51
Mujeres 59 5,75 1.56
Varones 59 5,10 1.31
- Varones coparaci 31 5.52 1.15
Unieres comparacin 29 6.52 1.68
Varones riesgo 28 4.64 1.34
ojeras riesgo 30 5.00 .98

Tabla 60. Diferencias en anticipacin de las


consecuencias de las estrategias en funcin de]. gnero
y el grupo al que pertenecen los sujetos.

Yuntas de Suma Usdia Y Significacin


variacin cuadrtica ql cuadrtica 1

TIC?. PItE!. 54.348 2 27.174 15.853 .000


Grupo 42.110 1 42.110 24.566 .000
Gnero 13.810 1 13,810 8.057 .065

EEC?. 2111110011 3.054 1 3.054 1.782 .185

GrupoGnero 3.054 1 3.054 1,182 .185

IESIDIJAL 195.412 114 1.714

NUMERO TOTAL DE ESTRATEGIAS SUGERIDAS:

La nica diferencia significativa es la producida


por el grupo al que pertenecen los sujetos (F=4.169,
g.l.=1, 112; p~.O44), los sujetos maltratados sugieren
ms estrategias que los no maltratados. No se producen
diferencias ligadas al gnero ni efectos de primer
orden.

pag. 355
Tabla 61. Medias y desviaciones tpicas de las
puntuaciones en el nmero total de estrategias
sugeridas.

Nuestra 5 Media hsdacihi dpiu

- Grupo de riesgo 57 7.56 1.73


- Grupo de comparacin 59 6.93 1.67
lujeres 58 7.09 1.67
Varones 58 7.40 1.78
Varones comparacin 31 7.00 1,75
Mujeres comparacIn 28 6.86 1.60
- Varones riesgo 27 7.85 1.73
Mujeres riesgo 30 7.30 1.73

Tabla 62. Diferencias en el nmero total de estrategias


sugeridas en funcin del gnero y el grupa al que
pertenecen los sujetos.
(5:116>

fuentes de Suma Media 1 SIgnificacin

variacin cuadrtica g cuadrtica Y

TIC!. PNud. 14.896 2 7.448 2.566 .681


Grupo 12.103 1 12.103 4.169 .044
Gnero 3.419 1 3.419 1.178 .280
TIC?. PIlEN 01111 1.209 1 1.209 .417 .520
Grupo-Gnero 1.209 1 1.209 .417 .520

DUAL 325.136 112 2.903

pag. 356
8.1.7.- DIFERENCIAS EN LOS ASPECTOS COMUNES VALORADOS
POR LAS DISTINTAS DIMENSIONES.

Aunque no hemos planteado ninguna hiptesis al


respecto, hemos realizado un anlisis factorial con
todas las dimensiones evaluadas a travs de los
distintos instrumentos, ya que creemos que existen
importantes relaciones entre ellas. Para ellos
hemos
parci,alizado el efecto de la edad. Con estos factores
hemos llevado a cabo diversos anlisis de varianza para
comprobar las posibles diferencias debidas al gnero y
al grupo al que pertenecen los sujetos.

NIOS:

Con los datos de los nUlos realizamos dos anlisis


factoriales, utilizando como mtodo de factorizacin el
anlisis de componentes principales, una vez con
rotacin Varimax (ortogonal) y otra con rotacin
Oblimin <oblicua). En ambos casos obtenamos resultados
muy semejantes y debido a la falta de correlaci6n entre
los factores, elegimos la estructura derivada de la
rotacin ortogonal. Esta se compone de tres factores
que explican el 52,9% de la varianza. En la tabla 22
del ANEXO se encuentra la matriz de saturaciones
factoriales.

En el primer factor saturan de forma positiva las


dimensiones ms adaptativas del conocimiento de
estrategias de interaccin (elaboracin, eficacia y
consecuencias para la relacin) por lo que lo hemos
considerado Conocimiento relevante para las relaciones
interpersonales. En el segundo factor saturan de forma
positiva el desarrollo intelectual y dimensiones que
indican una adecuada adaptacin del sujeto (autoestima,

pag. 357
falta de ansiedad, autoconfianza en la ejecucin,
creencias sobre la expresin de los sentimientos) y
negativamente, dos dimensiones que indicaran falta de
adaptacin (justificacin de la agresin y percepcin
de falta de eficacia para inhibir la agresin), por lo
que lo hemos denominado Inteligencia general y
adaptacin autopercibida. En el tercer factor satura de
forma negativa la dimensin empa ta afectiva y de
manera positiva la asertividad (la menos adaptativa de
las dimensiones del conocimiento de estrategias de
interaccin, que est relacionada con el estatus que el
nio se otorga a si mismo como protagonista de la
accin y con la seguridad que manifiesta en ella), la
percepcin de autoeficacia para la agresin y la
confianza en si mismo. Lo hemos denominado Seguridad y
consideracin unilateral de las relaciones
interpersonales.

Como indican los resultados de las tablas 63 a 66,


no se observan diferencias significativas debidas al
gnero o al grupo al que pertenecen los nios en los
dos primeros factores ni efectos de primer orden.

Tabla 63. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en conocimiento relevante para las
relaciones interpersonalos.

Nuestra MedIa flesviacih tpica

Grupo de riesgo 29 28.79 6.62


Grupo de comparacin 29 31.28 5.38
Mujeres 26 30.31 6.29
Varones 32 29.81 6.05
- Varones comparacin 16 30.56 5.73
- Mujeres comparacin 13 32.15 5.00
Varones riesgo 16 29.06 6.45
Mujeres riesgo 13 28.46 7.08

pag. 358
Tabla 64. Diferencias en conocimiento relevante para
las relaciones interpersanales en funcin del gnero
y el grupo al que pertenecen los sujetos.

(:58>

Fuentes de Suma ifedia 1 Significacin


variacin cuadrtica ql cuadrtica Y

TIC?. RIEl. g2.897 2 46.448 1.243 .297


Grupo 89.379 1 89.379 2.392 .128
Gnero 3.518 1 3.518 .094 .760

TIC?. 111111 Gui 17.236 1 17.236 .461 .500

GrupoGnero 17.236 1 17.236 .461 .560

RESIDUAL 2017.798 54 37.367

Tabla 65. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en inteligencia general y adaptacin
autopercibida -

Muestra E Media Desviacih tpica

Grupo de riesgo 29 159.59 18.92


Grupo de comparacin 29 158.14 18.82
Mujeres 26 158.35 19.15
Varones 32 159,28 18.66
- Varones comparacin 16 155.94 22.32
Mujeres comparacin 13 160.85 13.75
Varones riesgo 16 162.63 14.04
Mujeres riesgo 13 155.85 23.69

pag. 359
Tabla 66. Diferencias en inteligencia general y
adaptacin autopercibida en funcin del gnero y el
grupo al que pertenecen los sujetos -

----------------- ----------

(:5 8>
Puentes de Suma Media Y Significacin
variacin cuadrtica ql cuadrtica Y
----------
ZINC?. RIEl. 42.957 2 21.478 .060 .942

Grupo 30.414 1 30.414 .084 .712


Gnero 12.543 1 12.543 .035 .853

TIC?. 111111 ORDD 489.867 1 489.467 1.361 .249

GrupoGnero 489.867 1 489.467 1.361 .249

SMIL 19438.072 54 359.964

Los resultados del anlisis de varianza en el


tercer factor, tablas 67 y 68, muestran que se produce
un efecto significativo de primer orden (F=5.553,
g.l.=1, 54; p=.022).

Tabla 67. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en seguridad y consideracin unilateral
de las relaciones interpersonales.

Nuestra Media fluviacih tpica

Grupo de riesgo 29 8128 12.59


- Grupo de comparacIn 29 81.45 12.11
Mujeres 26 83.31 12.50
Varones 32 79.78 11.99
- Varones comparacin 16 76.56 11.03
Mujeres comparacin 13 87.46 10.91
- Varones riesgo 16 83.00 12.39
Mujeres riesgo 13 79.15 13.00

pag. 360
Tabla 68. Diferencias en seguridad y consideracin
unilateral de las relaciones interpersonales en
funcin del gnero y el grupo al que pertenecen los
sujetos.

(1:58)
Puentes de Sea Heda 1 Significacin
variacin cuadrtica ql cuadrtica Y

ZINC?. PRINCI. 178.820 2 89.410 .637 .533

Grupo .431 1 .431 .603 .956


Gnero 173.389 1 118.339 1.270 .265

ZINC?. PRIOR ORDEN 779.716 1 779.716 5.553 .022

GrupoGnero 779.716 1 779.716 5.553 .022


RESIDUAL 7582.861 54 140.423

Como aparece en la tabla 23 del ANEXO, los efectos


del factor grupo son significativos en los niveles que
adopta el factor gnero (F=1450.48, g.l.=1, p.OOO;
F=1285.OO, g.l.=1, p=.DOO).

Pig.11.- interaccin gnero-grupo


en seguridad y consideracin unilateral.
media
120-
110-
loo -
go-
80- -4
70-
80-
40-
30-
20-
lo -

o.
vamnes mujeres
compaTacin 76.66 87.44
riesgo 83 79.18

Grupos
comparacin -- riesgo

pag. 361
La figAl representa el efecto de la interaccin.
Al analizar entre qu grupos se producen diferencias
significativas (tabla 24 del ANEXO) encontramos que no
se producen en ninguna de las comparaciones: entre los
varones maltratados y no maltratados (t1.55, g.l.=30,
p=.131), entre las mujeres maltratadas y no maltratadas
<t=1.76, g.l.=24, p=.090), entre varones y mujeres no
maltratados (t=2.66, g.l.=27, p=.013), ni entre
varones y mujeres maltratados (t=.81, g.l.=27, p.423).

ADOLESCENTES:

En el caso de los adolescentes tambin realizamos


dos tipos de anlisis factorial, uno con rotacin
Varimax <ortogonal) y otro con rotacin Oblimin
(oblicua). Debido a las correlaciones existentes entre
los factores elegimos la estructura obtenida con la
rotacin oblicua que se compone de cinco factores que
explican el 67.6% de la varianza (tabla 25 del ANEXO).

En el primer factor, Conocimiento de estrategias


de interaccin, saturan de forma positiva todas las
dimensiones del C.E.I.C.A. <orientacin prctica,
carcter social, bsqueda de informacin, definicin no
hostil, consecuencias de las estrategia, anticipacin
de las consecuencias). En este factor tambin tiene un
importante peso el desarrollo intelectual de los
sujetos. En el segundo factor, Autoconcepto, saturan de
forma positiva tres dimensiones: autoestima, confianza
en si mismo y autoconfianza en la ejecucin. El tercer
factor, Aspectos cognitivos que favorecen la
adaptacin, recoge las dimensiones desarrollo
intelectual y creencias sobre la expresin de

1.- Las diferencias dejan de ser significativas porque al aplicar la correccin de Bonferroni
el nivel de significacin es .008

pag. 362
sentimientos. En este factor tambin tiene un peso
importante la bsqueda de informacin. En el cuarto
factor nos encontramos que saturan de forma positiva
las dimensiones que evalan los Mediadores cognitivos
de la agresin <justificacin de la agresin,
percepcin de autoeficacia para la agresin, percepcin
de falta de eficacia para inhibir la agresin). En el
quinto factor la falta de ansiedad satura de forma
negativa y la empa ta afectiva de forma positiva, por
lo que parece medir Activacin emocional.

Las correlaciones positivas ms importantes


aparecen entre el conocimiento de estrategias de
interaccin y los aspectos cognitivos que favorecen la
adaptacin y entre el conocimiento de estrategias de
interaccin y la activacin emocional. Las negativas
entre el autoconcepto y la activacin emocional y entre
el conocimiento de estrategias de interaccin y los
mediadores cognitivos de la agresin <ver tabla 26 del
ANEXO>.

Como muestran las tablas 69 Y 70, se producen


diferencias significativas en el primer factor debidas
al grupo al que pertenecen los sujetos <F=39.864,
g.l.=1, 114; p~.OOO) y al gnero (F=1O.393, g.l.=1,
114; p=.002). Los adolescentes no maltratados y las
mujeres presentan un mejor conocimiento de las
estrategias de interaccin que los maltratados y los
varones, respectivamente.

Tambin se producen efectos significativos debidos


a la interaccin entre estos dos factores. Como se
observa en la tabla 27 del ANEXO, los efectos del
factor grupo son significativos en los dos valores del
factor gnero (F=1498.72, g.l.=1, p=.OOO; F1846.61,
g.l.=1, p=.OOO). En la fig.12 se representa como la

pag. 363
influencia de uno de los factores depende de los
valores que adopta el otro.

Tabla 69. Medias y desviaciones tpicas de


estrategias
las
de
puntuaciones en conocimiento de
interaccint.
.-

Muestra Media Duviacik tIpi~

- Grupo de riesgo 58 27.36 5.48


- Grupo de cuparacin 60 33.97 6.61
Nujeres 59 32.32 7,54
Varones 59 29.12 5.83
Varones comparacin 31 31.29 4.92
- Unieres comparacin 29 36.83 7.05
Varones riesgo 28 26.71 5.90
Mujeres riesgo 30 27.97 5.08

Tabla 70. Diferencias en conocimiento de estrategias


de interaccin en funcin del gnero y el grupo al que
pertenecen los sujetos.
(:118)

Fuentes de Suma Undia Y Significacin

variacin cuadrtica ql cuadrtica Y

TIC?. PIIICI. 1633.353 2 816.677 24.467 .000

Grupo 1330.633 1 1330.633 39.864 .060


Gnero 346.912 1 346.912 10.393 .602
TIC?. PRIMER ORDEN 135.212 1 135.212 4.051 .047

GrupoGnero 135.212 1 135.212 4.051 .047

RESIDUAL 3805.206 114 33.379

Si observamos la fig. 12 parece que el grupo de


comparacin obtienen puntuaciones superiores al de
riesgo y que estas diferencias son mayores en el caso
de las mujeres que en el de los varones. Al analizar
entre qu grupos se producen diferencias significativas

pag. 364
(tabla 28 del ANEXO) nos encontramos que stas se
producen entre los varones y las mujeres no maltratados
(t=3.55, g.l.=58, p=OO1) a favor de ellas, mientras
que no se producen entre los varones y mujeres
maltratados <t.87, g.l.=56, p=.38g). Tambin aparecen
diferencias significativas entre varones maltratados y
no maltratados (t=3.25, g.l.=57, p=.0O2) y entre
mujeres maltratadas y no maltratadas (t=5.55, g.l.=57,
p=.OOO), siempre a favor de los sujetos del grupo de
comparacin.

Flg.12.- interaocin gnero-grupo


en conocimiento de estrategias interaco.
media
55-
60-
45 -

40-
36-
so - ______________________
26- +
20-
16-
lo ~
6-
o-
varones mujeres
comparacIn 31.29 36.83
riesgo 26.71 27.97

Grupos
comparacIn --- riesgo

En las tablas 71 y 72 aparecen los resultados del


anlisis de varianza realizado con el segundo factor.
Como se muestra en ellas, la nica diferencia
significativa se debe al grupo al que pertenecen los
sujetos (F=4.828, g.l.=1, 114; p=.030). Los
adolescentes que no han sufrido malos tratos tienen un
autoconcepto superior a los maltratados.

pag. 365
Tabla 71. Medias y desviaciones tpicas de las
puntuaciones en autoconcepto.
M

Muestra Media kBCJI tpica


----------------- - -----

Grupo de riesgo 61 52.13 12.72


- Grupo de comparacin 60 56.47 6.69
Unieres 61 52.93 8.64
Varones 60 55.65 11.80
Varones comparacIn 31 57.68 6.36
Mujeres comparacin 29 55.17 6.89
Varones riesgo 29 53.48 15.51
- hjezes riesgo 32 50,91 9.63

Tabla 72. Diferencias en autoconcepto en funcin del


gnero y el grupa al que pertenecen los sujetos.
(:118)

Fuentes de Suma Media Y Significacin

variacin cuadrtica ql cuadrtica 1


TIC?. PEIICI. 714.710 2 357.355 3.358 .038

Grupo 513.727 1 513.127 4.828 .030


Gnero 119.567 1 179.567 1.687 .197

TEC?. PRIMER ORDEN .040 1 .040 .000 .984

GrupoGnero .040 1 .040 .000 .984


RESIDUAL 12130.843 114 106.411

Con relacin al tercer factor, tablas 73 y 74, se


producen diferencias significativas debidas al gnero
<F=6.447, g.l.=1, 114; p=.012) y al grupo de
pertenencia (F=5.125, g.l.=1, 114; p=.025). Los
adolescentes no maltratados y las mujeres obtienen
puntuaciones ms altas en los componentes cognitivos
que favorecen la adaptacin que los maltratados y los
varones, respectivamente. No se producen efectos de
primer orden.

pag. 366
Tabla 73. Medias y desviaciones tpicas de las
puntuaciones en componentes cognitivos que favorecen
la adaptacin.

Nuestra Media Desviac tpica

Grupo de riesgo 61 71.52 14.61


- Grupo de comparacin 66 77.65 15.84
Mujeres 61 17.84 14,86
- Varones 60 71.23 15.49
Varones comparacin 31 73.45 16.69
- Mujeres comparacin 29 82.14 14.52
Varones riesgo 29 68.86 14.74
Hujeres riesgo 32 73.94 14.28

Tabla 74. Diferencias en componentes cognitivos que


favorecen la adaptacin en funcin del gnero y el
grupa al que pertenecen los sujetos.
(:118>

Fuentes it Suma Media 1 Significacin

variacin cuadrtica ql cuadrtica Y

tIC?. FUNd. 2520.320 2 1260.355 5.612 005

Grupo 1150.794 1 1150.794 5.125 .025


Gnero 1454.356 1 1454.350 6.471 .012
EYEC?. PRIHR ORDEN 84.093 1 84.093 .375 .542

GrupoGnero 84.093 1 84.093 .375 .542

RESIDUAL 25596.604 114 224.532

En el cuarto factor no se produce ningn efecto


significativo (tablas 75 y 76).

pag. 367
Tabla 75. Medias y desviaciones tpicas de las
puntuaciones en mediadores cognitivos de la agresin.
.---

Nuestra Uedia Desviacin tpica



Gripe de riesgo 60 72.90 21.76
- Grupo de comparacin 60 69.08 18.58
Mujeres 60 68.37 21.20
- Varones 60 73.62 19.05
Varones comparacin 31 74.19 16,72
Mujeres comparacin 29 63.62 19,19
Varones riesgo 29 73.00 21.55
Mujeres riesgo 31 72.81 22.32

Tabla 76. Diferencias en mediadores cognitivos de la


agresin en funcin del gnero y el grupo al que
pertenecen los sujetos.

Puentes de Sus Media 7 SignifIcacin


variacin cuadrtica ql cuadrtica Y

EEC?. PIIICE. 1185.094 2 592.547 1.462 .236


Grupo 350.144 1 360.144 .889 .348
Gnero 861.353 1 861.353 2.126 .148

TIC?. PUNIR ORDEN 813.620 1 813.620 2.008 .159

GrupoGnero 813.620 1 813.620 2.008 .159

IESIDUAL 46197490 114 405.241

Los anlisis realizados con el quinto factor,


tablas 77 y 78, muestran que se producen diferencias
significativas debidas al gnero <F=18.969, g.l.=1,
114; p=.OOO). Las mujeres obtienen puntuaciones ms
elevadas que los varones en activacin emocional.

pag. 368
Tabla 77. Medias y desviaciones tpicas de las
puntuaciones en activacin emocional.

Muestra E Media Desviacin tpica

Grupo de riesgo 61 40.74 9.36


- Grupo de comparacin 60 38.18 9.96
Mujeres 61 42.15 8.86
Varones 60 35.73 9.14
- Varones comparacin 31 35.23 8.40
Mujeres comparacin 29 41.34 10.64
Varones riesgo 29 36.28 10.00
Mujeres riesgo 32 44.78 6.61

Tabla 78. Diferencias en activacin emocional en


funcin del gnero y el grupo al que pertenecen los
sujetos -
(:118>
fuentes de Suma Media 1 SignIficacin

variacin cuadrtica ql cuadrtica 1


TIC?. PRINCI. 1758.545 2 879.272 10.636 000

Grupo 154.943 1 154.943 1.874 .174


Gnero 1568.157 1 1568.157 18.969 .000

TIC?. PRIMII ORDEN 42.168 1 42.168 .510 .477

GrupoGnero 42.168 1 42.158 .510 .477

SMIL 9424.245 114 82.669

pag. 369
8.2.- DIFERENCIAS DENTRO DEL GRUPO DE
SUJETOS QUE HAN SUFRIDO HALOS
TRATOS.

Para poner a prueba las hiptesis referidas a las


diferencias dentro del grupo de sujetos maltratados
hemos llevado a cabo diversos tipos de anlisis.
Mediante anlisis de varianza comprobamos las
diferencias relacionadas con el gnero y la edad de los
sujetos en su grado de adaptacin segn la valoracin
hecha por sus educadores. Aunque en las hiptesis 4.1
y 4.2 slo hacemos mencin a la diferencia que
esperamos encontrar en la dimensin problemas en las
relaciones con los compaeras, hemos analizado los
posibles efectos de estos dos factores en las dems
dimensiones.

Con relacin a las diferencias en la competencia


social (evaluada a travs del conocimiento de
estrategias de interaccin) que esperamos encontrar
entre varones y mujeres (hiptesis 4.2), los resultados
aparecen en los apartados 8.1.5 y 8.1.6.

El valor predietivo del desarrollo intelectual y


de los tipos de malos tratos <hiptesis 4.3 a 4.7) lo
hemos puesto a prueba realizando anlisis de regresin
mltiple. Como variables predictoras, adems de la
edad, el tiempo que el sujeto lleva viviendo en la
residencia, el gnero y el desarrollo intelectual
(cuando no es la variable criterio>, introdujimos en la
ecuacin (utilizando el mtodo Stepwise) un conjunto de
variables que representan los tipos de malos tratos y
la interaccin entre ellos y el gnero del sujeto. Para

pag. 370
ello creamos un conjunto de variables dummy, que
adoptan los valores O 1 segn el sujeto haya sufrido
o no cada uno de los tipos de malos tratos (por
ejemplo, la variable malf vale O si el sujeto no ha
sufrido maltrato fsico activo y 1 cuando si lo ha
sufrido). Otro conjunto de variables dummy es el que
refleja la interaccin entre el tipo de maltrato y el
gnero y se crean por medio del producto de estas
variables <por ejemplo, gnmalfi= gnero * malfi).
Como el gnero tambin adopta los valores O 1 <0 para
los varones, 1 para las mujeres), estas variables de
interaccin tambin adoptan estos dos valores, 1 cuando
el gnero vale 1 y el tipo de maltrato tambin (es
decir, en el caso de las mujeres que han sufrido ese
tipo de maltrato> y O cuando cualquiera de las
variables vale O y por lo tanto su producto es O
<varones que hayan sufrido o no ese tipo de maltrato y
mujeres que no lo han sufrido).

Cuando cualquiera de estas variables de


interaccin entran en la ecuacin de regresin, hemos
aplicado dos tcnicas no paramtricas <debido al
reducido nmero de sujetos), la prueba de Kruskall
Wallis para comprobar si esa variable produce efectos
significativos y la prueba de MannWhitney para
comprobar entre qu grupos se producen las diferencias.

Por ltimo, aunque no hemos planteado ninguna


hiptesis al respecto, hemos considerado que seria
interesante analizar si dentro del grupo de sujetos que
han sufrido malos tratos podramos encontrar distintas

1.- En el caso del abuso sexual no hemos creado variables que reflejen su interaccin con el
gnero, ya que en todas los casos, excepto en uno, las victimas son mujeres.

pag. 371
tipologas; por lo que hemos realizado un anlisis de
cluster con todos los datos de que disponemos sobre
ellos.

En todos los anlisis el nivel de significacin


elegido es .05 <que se reduce en los casos en los que
es necesario aplicar la correccin de Bonferroni
dependiendo del nmero de comparaciones que se
realizan). En las ecuaciones de regresin hemos elegido
el ajustado, por lo que el porcentaje de varianza
explicada es menor que si hubisemos elegido el no
ajustado.

8.2.1..- ADAPTACIN SEGON EL EDUCADOR.

DIFICULTADES DE APRENDIZAJE:

Tabla 79. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en dificultades de aprendizaje.

Muestra E Media IsviacihUpica

Mujeres 45 77.82 19.64


- Varones 45 83.24 24.24
Nitos 29 74.76 22.65
Adolescentes 61 83.33 21.47
Nitos (varones> 16 7431 25.49
itas (mujeres> 13 75.08 19.60
Adoles. (varones> 29 88.17 22.47
Adoles. <mujeres) 32 78.94 19.86

Los resultados de las tablas 79 y 80 muestran que


ni el gnero ni la edad producen diferencias
significativas entre los sujetos (aunque ste ltimo
factor podra producir efectos marginalmente
significativos). Tampoco se producen efectos de primer

pag. 372
orden.

Tabla 80. Diferencias en dificultades de aprendizaje


en funcin del gnero y la edad de los sujetos.

Fuentes de Suma Media E Significacin


yariacin cuadrtica ql cuadrtica Y

TIC?. PIIICI. 2292.651 2 1146.321 2.421 .095


Edad 1631.146 1 1631.146 3.445 .067
Gnero 814.251 1 814.251 1.720 .193

lIC?. IRIMEl OlOR! 487,370 1 481.370 1.029 .313

EdadGnero 487.370 1 487.370 1.029 .313

RESIDUAL 40714.374 86 473,423

CONDUCTAS DISRUPTIVAS Y ANTISOCIALES:

Tabla 81. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en conductas disruptivas y antisociales.

Muestra Peda ~Yi5ih tpica

Nujeres 45 65.93 17.28


Varones 45 69.33 19.37
Silos 29 68.24 15.45
Adolescentes 61 67.34 19.67
Kilos (varones) 16 66.38 17.62
lilas (mujeres> 13 70.54 12.59
deles. (lirones> 29 70.97 20.39
deles. (mujeres) 32 64.06 18.71

En esta dimensin ninguno de los factores ni su


interaccin producen diferencias significativas.

pag. 373
Tabla 82. Diferencias en conductas disruptivas y
antisociales en funcin del gnero y la edad de los
sujetos -

(1:90>

Fuentes de Suma Media Y Significacin

variacin cuadrtica ql cuadrtica Y


TIC?. flhlC. 268.133 2 134.066 .397 .674

Edad 8.033 1 8.033 .024 .878


Gnero 252.314 1 252.314 .747 .390
lIC?. PRIMER ORDEN 596.946 1 596.946 1.767 .187

EdadGnero 596.946 1 596.946 1.767 .187

RESIDUAL 29055.821 86 337.858

PROBLEMAS EN LAS RELACIONES CON LOS COMPAEROS:

Tabla 83. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en problemas en las relaciones con los
compafieros.

Muestra N Media Oesvlaci& tpica

Muieres 45 63.04 16.02


Varones 45 69.64 16.15
Nitos 29 59.07 14.57
Adolescentes 61 69,80 16.09
Nitos <varones) 16 61.13 14.65
litas <mujeres> 13 56.54 14.66
- Adojes. (varones) 29 74.34 15.18
Adoles. <mujeres> 32 65.69 16.00

Como muestran las tablas 83 y 84,


se producen
diferencias significativas debidas a la edad (F=1O.630,
g.l.~l, 86; p=.002) y al gnero <F=5.156, g.l.=1, 86;
p=.026). Los adolescentes y los varones presentan ms
problemas para relacionarse con sus compaeros que los
nios y las mujeres, respectivamente.

pag. 374
Tabla 84. Diferencias en problemas en las relaciones
con los coapaiferos en funcin del gnero y la edad de
los sujetos.

(1:90>

Fuentes de Sna Media Y Significacin


variacin cuadrtica ql cuadrtica Y

EEC?. luId. 3475440 2 1737.570 7.403 .001

Edad 2495.040 1 2495.040 10.630 .002


Gtnero 1210.320 1 1210.320 5.156 .026

TIC?. PRIMER ORDEN 80.774 1 80.774 .344 .559

EdadGnero 80.174 1 80.774 .344 .559

USIDIIAL 20186.407 86 234.726

PROBLEMAS EMOCIONALES:

Los resultados, tablas 85 y 86, indican que


ninguno de los factores ni su interaccin producen
efectos significativos.
Tabla 85. Medias y desviaciones tpicas de las
puntuaciones en problemas emocionales.

Muestra Media Desvirj tpica

Mujeres 45 66.00 11.21


Varones 45 65.20 10.11
liMos 29 66.00 9.42
Adolescentes 61 65.41 11.22
- filos (varones> 16 64.94 10.95
NiZa: <mujeres> 13 67.31 7.34
Moles. (varones> 29 65.34 9.82
Moles. <mujeres) 32 65.47 12.51

pag. 375
Tabla 86. Diferencias en problemas emocionales en
funcin del gnero y la edad de los sujetos.

(:90)

Fuentes de Sna Media Y Significacin


variacin cuadrtica ql cuadrtica 1

TIC?. TIINCI. 22.778 2 11.389 .098 .907

Edad 8.378 1 8.378 072 .789


Gnero 15.932 1 15.932 .137 .712

ZINC?. PRIMES OllER 24.595 1 24.595 .212 .647

EdadGnero 24.595 1 24.595 .212 .647

lESIODAL 9998.227 86 116.258

PROBLEMAS SEXUALES Y CONDUCTAS AUTODESTRUCTI VAS:

En esta dimensin se producen diferencias


significativas debidas a la edad de los sujetos (2=
8.575, g.l.=1, 86; p=.O04>, de forma que los nios
muestran ms problemas sexuales y conductas
autodestructivas que los adolescentes, segn la
evaluacin de los educadores.

Tabla 87. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en problemas sexuales y conductas
autodestructivas -

Nuestra E Media Desviacin tpica

Mujeres 45 19.49 698


Varones 45 18.36 6.26
Milos 29 21.69 7.87
Adolescentes 61 17.61 5.54
Nitos <varones> 16 19.81 8.29
Mitas <mujeres> 13 24.00 6.93
Adoles. <arones) 29 17.55 4,79
Moles. <mujeres> 32 17.66 6.21

pag. 376
Tabla 88. Diferencias en problemas sexuales y
conductas autodestructivas en funcin del gnero y la
edad de los sujetos.
(:90)
Fuentes de Suma India Y Significacin

variacin cuadrtica ql cuadrtica Y

TIC?. PIUCI. 372.368 2 186.184 4.648 .612

Edad 343.468 1 343.468 8.575 .004


Gnero 44.677 1 44.677 1.115 .294

TIC?. FuEl OiD!! 81.259 1 81.259 2.029 .158

dadGnero 81.259 1 81.259 2.629 .158

RESIDUAL 3444.829 86 40.056

ADAPTACIN GLOBAL:

En los resultados recogidos en las tablas 89 y 90


no aparecen efectos significativos en ninguno de los
factores ni en su interaccin.

Tabla 89. Medias y desviaciones tpicas de las


puntuaciones en adaptacin global.

Muestra N Media Osvirln tpica

Mujeres 45 297.98 54.16


Varones 45 311.69 56.99
liSos 29 295.52 50.94
Atolescentea SI 309.26 57.71
Nitos (varones> 16 292.12 50.68
lilas <mujeres> 13 299.69 37.54
Atoles. (varones> 29 322.48 52.83
Moles. (mujeres> 32 297.28 60.11

pag. 377
Tabla 90. Diferencias en adaptacin global en funcin
del gnero y la edad de los sujetos.

(N:90>

fuentes 4e Suma Meda Y SIgnificacIn


variacin cuadrtica ql cuadrtica Y

ZINC?. hiEl. 8552.223 2 4276.112 1.401 .252

Edad 4322.346 1 4322.346 1.417 .237


Gnero 4838.768 1 4838.768 1.586 .211
ZINC?. 211111 ORDEN 5234.047 1 5234.047 1.715 .194

EdadGnero 5234.047 1 5234.047 1.715 .194

RESIDUAL 262400.229 86 3051.165

8.2.2.- VALOR PREDICTIVO DEL DESARROLLO INTELECTUAL,


DEL TIPO DE MALTRATO Y SU INTERACCIN CON EL
GNERO.

8.2.2.1.- Variables que predicen el desarrollo


intelectual de los sujetos

NIOS:

En el caso de los nUlos ninguna variable permite


predecir el desarrollo intelectual.

pag. 378

.
ADOLESCENTES:

Dos variables entraron en la ecuacin de regresin


y explican el 13% de la varianza: el tiempo que el
adolescente lleva viviendo en la residencia y la
interaccin entre haber sufrido maltrato fsico activo
y el gnero (tabla 91>. Entre los adolescentes,
aquellos que llevan viviendo ms tiempo en la
residencia tienen un mayor desarrollo intelectual, en
cambio las mujeres que han sufrido maltrato fsico
activo obtienen peores puntuaciones.

Tabla 91. variables que predicen el desarrollo


intelectual de los adolescentes.
<:61>

Error tpico Signifi. 2 Error

Variables E E Beta Y Y ajustado tpico


TIEMPO .383253 .029650 .342819 2.808 .3068 .12707 8.46934

GtIMALI1 -6.004854 2.855077 -.256793 -2.103 .0398


Constante 33.737054 1.818747 18.556 .0000

Aunque los resultados de la tabla 92 <prueba de


Kruskall-Wallis> muestran que la interaccin entre
gnero y maltrato fsico activo no influye en el
desarrollo intelectual (X2=9.5149, p=.057O>, ya que al
aplicar la correccin de Bonferroni <a cuatro grupos y
por lo tanto, 12 posibles comparaciones> el nivel de
significacin es .008, hemos aplicado la prueba de
MannWhitney para comprobar entre qu grupos se
produciran las diferencias. Los resultados de este
anlisis aparecen en la tabla 93 e indican que de
existir diferencias, stas se encontraran entre las
mujeres y los varones que han sufrido maltrato fsico

pag. 379
activo (Z=2.0407, p=.0413), entre las mujeres
maltratadas fsicamente y las que no lo han sido <Z-
2.0463, p=.0407) y entre los varones y las mujeres que
no han sufrido maltrato fsico activo <Z=2.0503,
p=.0403). Las mujeres maltratadas fsicamente obtienen
un desarrollo intelectual inferior al de las mujeres no
maltratadas fsicamente y al de los varones maltratados
fsicamente; en cambio, las mujeres que no han sufrido
este tipo de maltrato obtendran puntuaciones ms
elevadas que los varones que tampoco lo han sufrido.

Tabla 92. Influencia de la interaccin gnero-maltrato


fsico activo en el desarrollo intelectual de los
adolescentes.

tango Chicuadrado Correccin


Grupos N medio (corregido> Sigaif. Bonferrou

VAlORES MALYIA?. FIS. 5 45.50 9.5149 .3570 .008

NIIJEUSSLYIA?. lIS 11 23.59

VARONES NO MAL?1M. FIS. 24 26.16

MUJUESNOMAL?W. FIS. 21 37.02

pag. 380
Tabla 93. comparacin entre los grupos creados por la
interaccin gneromaltrato fsico activo en el
desarrollo intelectual.

Rango ( Correccin
Grupos comparados N medio (corregido> Signifi. Bonferron

VARONES NALTIA?. FIS. 5 12.10 -2.0407 .0413 .008


MUJERES AL?IA1. 115. 11 6.86

VARONES AL??. FIS. 5 15.70 .2024 .8393 .008


VARONES 10 MAL??. 115. 24 14.85
TAJONES MALtEA?. FIS. 5 16.50 .9777 .3282 .008
MGJflESIOIALUAT.11S. 21 22.79

OJENES ULTRA?, FIS. 11 16.91 -.4273 .6691 .008


VAJOBSNONALYIA?.11S. 24 18.50
MUJERES MALTEA?. VIS. 11 11.82 -2.0463 .0407 .008
MUJERES NO MALTEA?. lIS 21 18,95
VARONES NO MALTEA?. FIS 24 19.25 -2.0503 .0403 .008
MUJERES NO MALTEA?. FIS. 21 19.69

8.2.2.2. Variables que predicen la adautacin de los


Buletos

NIOS:

La nica variable que permite predecir las


dificultades de aprendizaje que presentan los nios,
segn los educadores, es el desarrollo intelectual que,
como se observa en la tabla 94, explica el 36% de la
varianza. Los nios con un mayor desarrollo intelectual
presentan menos dificultades de aprendizaje.

pag. 381

.
Tabla 94. variables que predicen las dificultades de
aprendizaje de los nios.
ji;w E S

Error tpico Signif. 2 Error


Variables E E Seta Y ? ajustado tpico

DEU. IN?. 2.100791 .513002 .618980 4.095 .0003 .36029 18.11333

Constante 126.957626 13.207466 9.613 .0000

La nica variable que permite predecir las


conductas disruptivas y antisociales de los nios es el
haber sufrido maltrato fsico activo, que explica el
19% de la varianza.

Tabla 95. Variables que predicen las conductas


disruptivas y antisociales de los nios.
<:29>

Error tpico Slguif 1. 2 Error

Variables E E Beta ? Y ajustado tpico

IAL?EA?. 113. 18.800000 6.837199 .467723 2.750 .0105 .18983 13.90816

Contante 65,00000 2.838992 22.895 .0000

Los problemas para relacionarse con los compalleros


se pueden predecir por el desarrollo intelectual, que
explica el 14% de la varianza. Cuanto mayor es el
desarrollo intelectual, menores son los problemas para
relacionarse con los dems.

pag. 382
Tabla 96. variables que predicen los problemas para
relacionarse con los compaeros de los nios.
--

(:29>

Error tpico Signifi. 2 Error


Variables E E Beta ? Y ajustado tpico
--
DESA. II?. .969443 .382111 .416435 2.380 .0246 .14280 13.49176

Constante 81.110959 9.837610 8.306 .0000

El tiempo que lleva el nio viviendo en la


residencia es la nica variable que permite predecir
los problemas sexuales y conductas autadestructivas.
Esta variable explica el 25% de la varianza y son los
nios que llevan menos tiempo en el centro, los que
presentaran ms problemas de este tipo, segn la
valoracin de los educadores.

Tabla 97. Variables que predicen los problemas


sexuales y conductas autodestructivas de los nios.
(:29>

Error tpico Siqnifi. 2 Error

Variables 3 5 Seta ? Y ajustado tpico

TIlDO .317133 .097919 ~. 528959 3.239 .0032 .25312 6.79744

Constante 26.577881 1.961552 13.508 .0000

Ninguna variable permite predecir los problemas


emocionales de los nios. En cuanto a la adaptacin
global segn los educadores, aparecen dos variables
predictoras que explican el 43% de la varianza: el
desarrollo intelectual y el tiempo que lleva el nio
viviendo en la residencia. Como muestra la tabla 98,
cuanto mayor es el desarrollo intelectual del sujeto y
cuanto ms tiempo lleva viviendo en el centro, mejor es

pag. 383
su adaptacin.

Tabla 98. Variables que predicen la adaptacin global


de los nios-
<:29)

Error tpico Signifi. 2 Error

Variables E fi Beta Y ? ajustado tpico

USA. II?. 4.551775 1.099255 .596288 4.141 .0003 .43187 38.39272

YIEMPO 1.710041 .SSi .440436 3.059 .0051

Constante 435.198953 30.713564 14.170 .0000

ADOLESCENTES:

Las dificultades de aprendizaje que,


segn los
educadores, presentan los adolescentes pueden
predecirse nicamente por desarrollo intelectual que
explica el 13% de la varianza.

Tabla 99. Variables que predicen las dificultades de


aprendizaje de los adolescentes.

Error tpico Signif. 2 Error


Variables E E Beta Y Y ajustado tpico

USA. NY. .892128 .285628 .376680 3.123 .0028 .12734 20.05564

Constante 116.087988 10.198412 10.750 .0000

Como muestra la tabla 100, tambin el desarrollo


intelectual es la nica variable que ha entrado en la
ecuacin de regresin de las conductas disruptivas y
antisociales de los adolescentes. Esta variable explica
tan slo el 6% de la varianza.

pag. 384
Tabla 100. Variables que predicen las conductas
disruptivas y antisociales de los adolescentes.
<N:61>

Error tpico Siguil 1. 2 Error

Variables fl fi Beta Y Y ajustado tfpico

lISA. II?. .601621 .271459 .277223 -2.216 .0305 .36121 19.06069

Constante 89.436561 13.262738 8.715 .0333

El gnero, que explica slo el 6% de la varianza,


es la nica variable que permite predecir los problemas
de relacin con los compafleros de los adolescentes. Las
mujeres presentan menos dificultades que los varones.

Tabla 101. Variables que predicen los problemas de


relacin de los adolescentes.

(1:61>

Error tpico Signifi. 2 Error

Variables E Beta Y Y ajustado tpica

011110 8.637328 4.004210 .270947 2.162 .0341 .05711 15.61802

Constante 74.344828 2.900193 25.634 .0300

Como muestra la tabla 102, dos variables permiten


predecir los problemas emocionales de los adolescentes:
el. desarrollo intelectual y el. haber sufrido abuso
sexual. Conjuntamente explican el 17% de la varianza.
Los sujetos con menor desarrollo intelectual y los que
han sufrido abuso sexual presentan ms problemas
emocionales -

pag. 385
Tabla 102. Variables que predicen los problemas
emocionales de los adolescentes.

Error tpico Siqnifi. 12 Error


Variables E E Beta Y Y ajustado tpico

USA. NY. .367253 .147902 .296721 2.453 .0159 .17245 1020645

ABUSO SE!. 8.228680 3.458537 .284311 2.379 .0207

Constante 77.411989 5.731067 13.507 .0000

El haber sufrido abuso sexual permite predecir los


problemas sexuales y conductas autodestructivas de los
adolescentes, aunque slo explica el 6% de la varianza.
Como muestra la tabla 103, los adolescentes que han
sufrido este tipo de abuso muestran ms problemas en
esta dimensin.

Tabla 103. Variables que predicen los problemas


sexuales y conductas autodestructivas de los
adolescentes.
(5:61>

Error tpico Slgnif. 2 Error

Variables E E Beta ? 7 ajustado tpico


MUSO SE!. 3.918182 1.787720 .274386 2.192 .0324 .05961 5.36804

Constante 16.900000 .759156 22.262 .0000


-.

El desarrollo intelectual, que explica el 11% de


la varianza, es la nica variable que permite predecir
la adaptacin global de los adolescentes. Los sujetos
con un mayor desarrollo intelectual presentan una mejor
adaptacin segn los educadores.

pag. 386
Tabla 104. Variables que predicen la adaptacin
global de los adolescentes.
-------

(4 1>

Error tpico Siquifi. 12 Error


Variables E fi Beta Y Y ajustado tpico

URSA. lE. 2.286195 .773548 .359104 2.955 .0045 .11419 54.31529

Constante 393.214374 29.244588 13.446 .0000

8.2.2.3.- Variables que predicen el conocimiento de


estratenias de interaccin

NIOS:

El abandono fsico es la nica variables que ha


entrado en la ecuacin de regresin del grado de
elaboracin de las estrategias. Esta variable explica
el 22% de la varianza. El abandono fsico seria el tipo
de malos tratos que menos afectara a esta dimensin
del conocimiento de estrategias de interaccin.

Tabla 105. Variables que predicen la elaboracin de


las estrategias sugeridas por los nios.
<:29>

Error tpico Signf. 2 Error

Variables E E Beta Y Y ajustado tpico


AJAD. 118. 2.720238 .910556 .498429 2.987 .0059 .22060 2.19160

Constante 6.375000 .774849 8.227 .0000

El maltrato emocional activo y el abuso sexual


permiten predecir el grado de eficacia de las

pag. 387

.
estrategias y conjuntamente explican el 29% de la
varianza. Los nios que han sufrido alguno de estos
tipos de malos tratos sugieren estrategias menos
eficaces.

Tabla 106. variables que predicen la eficacia de las


estrategias sugeridas por los nios.

(:29>
Error tpico Signif 1. ~ Error
Variables fi E Beta Y Y ajustado tpico
--- ----
MALYIA?. XMO. 2.168190 .688032 .507001 3.151 .0041 .29135 1.82203

ABUSO SE!. -2.630713 1.123552 .376704 2.341 .0271

Constante 6.375000 .774849 8.227 .0000

El abandono permite fsico


predecir las
consecuencias para la relacin de las estrategias.
Entre los distintos tipos de malos tratos, el abandono
fsico seria el ms positivo en cuanto a sus
consecuencias en esta dimensin del conocimiento de
estrategias de interaccin. Como aparece en la tabla
107, esta variable explica el 22% de la varianza.

Tabla 107. Variables que predicen las consecuencias


positivas para la relacin de las estrategias
sugeridas por los nios-

Error tpico Siguif1. 12 Error


Variables E E Beta Y Y ajustado tpico

ABAJO. LIS. 2.619048 .864703 .503592 3.029 .0054 .22596 2.08124


Constante 9.000000 .735830 12.231 .0000

Ninguna variable ha entrado en las ecuaciones de

pag. 388
regresin de la asertividad y del nmero total de
estrategias propuestas por el nio.

ADOLESCENTES:

Ninguna variable permite predecir las siguientes


dimensiones: orientacin prctica del problema,
definicin global del problema, anticipacin de las
consecuencias de las estrategias.

El desarrollo intelectual y el tiempo que el


adolescente lleva viviendo en la residencia predicen la
consideracin del carcter social de la situacin.
Conjuntamente explican el 18% de la varianza. Los
adolescentes con un mayor desarrollo intelectual
obtendrn puntuaciones ms elevadas en esta dimensin,
mientras que ocurre lo contrario con aquellos que
llevan ms tiempo viviendo en el centro.

Tabla 108. Variables que predicen la consideracin del


carcter social por los adolescentes.

Error tpico Signif. 12 Error


Variables E E Beta Y Y ajustado tpico

DESA. NY. .047304 .013110 .457505 3.608 .0007 .18410 .84599

YUDO .007743 .003128 .313818 2.475 .0164


Constante .374563 .476870 -.795 .4298

La nica variable que permite predecir la


puntuacin del adolescente en la dimensin bsqueda de
informacin es el desarrollo intelectual, que explica
el 11% de la varianza. Los adolescentes con un mayor
desarrollo intelectual tienden en mayor medida a buscar

pag. ~ag
informacin que es relevante en la situacin.

Tabla 109. Variables que predicen la bsqueda de


informacin por los adolescentes.
<

<1:61>

Error tpico Signifi. 2 Error


Variables 8 E Beta Y Y ajustado tpico
---- -------- ---
USA. II?. .342350 .014796 .357294 2.862 .3059 .11205 1.01186

Constante .497244 .563087 -.883 .3810

Como muestra la tabla 110, la edad y el desarrollo


intelectual predicen la puntuacin que obtienen los
adolescentes en la dimensin definicin no hostil. A
medida que aumentan, disminuye el grado de hostilidad.
Estas dos variables explican conjuntamente el 17% de la
varianza.

Tabla 110. variables que predicen la falta de


hostilidad en la definicin de los adolescentes.
(:61>

Error tpico Signif. 2 Error


Variables 3 Beta Y Y ajustado tpico
EDAD .197006 .388652 .281832 2.222 .3304 .16792 .87945
DESA. II?. .028517 .013498 .267926 2.113 .3392

Constante 6.690177 1.151205 5.811 .0300

El maltrato fsico activo permite predecir las


consecuencias sociales de las estrategias que proponen
los adolescentes. Aquellos que han sufrido este tipo de
maltrato proponen estrategias de peores consecuencias.
Esta variable explica el 7% de la varianza.

pag. 390
Tabla 111. variables que predicen las consecuencias
sociales de las estrategias de los adolescentes.
--------

Error tpico Signif. 12 Error

Variables E E Beta Y Y ajustado tpico

MALYRAY. FIS- 1.517857 .634720 .304397 2.391 .0202 .07645 2.10649

Constante 10.642857 .333371 31.925 .0000


8.2.2.4.- Variables aue vredicen las creencias sobre la


expresin de sentimientos -

NIOS:

El abandono emocional es la nica variable que


predice las creencias sobre la expresin de
sentimientos de los nios. Aquellos que han sufrido
este tipo de abandono manifiestan creencias ms
negativas. Esta variable explica el 28% de la varianza.

Tabla 112- Variables que predicen las creencias sobre


la expresin de sentimientos de los nUlos-
(1:29>

Error tpico Signifi. 12 Error

Variables E E Beta Y Y ajustado tpico


MAID. EM. 12.035714 3.446357 .557815 3.492 .0017 .28564 8.29499

Constante 37.750000 2.932722 12.872 .0000

pag. 391
ADOLESCENTES:

Slo el desarrollo intelectual permite predecir


las creencias sobre la expresin de los sentimientos de
los adolescentes. Explica el 12% de la varianza. A
medida que aumenta el desarrollo intelectual, las
creencias son ms positivas.

Tabla 113. variables que predicen las creencias sobre


la expresin de sentimientos de las adolescentes.
-----------------

Error tpico Siqnifi. 2 Error


Variables E fi Beta Y Y ajustado tpico

USA. IN?. .345551 .115417 .363164 2.994 .0640 .11717 8.10413

Constante 22.114263 4,35344g 5.068 .0000

8.2.2.5.. Variables que predicen la autoestima

NIOS:

Dos variables de los


predicen la autoestima
nios: la interaccin entre el gnero y el abandono
emocional y el maltrato emocional activo. Conjuntamente
explican el 45% de la varianza. Las nias que han
sufrido abandono emocional obtienen puntuaciones
menores en autoestima, mientras que el maltrato
emocional activo se asocia a mayores puntuaciones.

pag. 392
Tabla 114. variables que predicen la autoestima de
los nias.
<:29>

Error tpico Signifi. 2 Error

Variables fi E Beta Y Y ajustado tpico

GUAIEIO 5.107775 1.189372 .614061 4.295 .0062 .45431

ALEM 3.964588 1.136745 .498693 3.488 .0018

Constante 23.332564 .868856 26.864 .0060

Aunque los resultados de la tabla 115 (prueba de


KruskallWallis) muestran que la interaccin entre
gnero y abandono emocional no influye en la autoestima
de los nios (X2=8.5717, p=.0356), ya que al aplicar la
correccin de Bonferroni (a cuatro grupos y por lo
tanto, 12 posibles comparaciones) el nivel de
significacin es .008, hemos aplicado la prueba de
Mann-Whitney para comprobar
entre qu grupos se
producirlan las diferencias. Los resultados de este
anlisis aparecen en la tabla 116 e indican que de
existir diferencias, stas se encontraran entre las
mujeres que no han sufrido abandono emocional y las que
lo han sufrido (Z=2.0539, p=.0400) y entre los varones
que no han sufrido abandono emocional y las mujeres que
lo han sufrido (Z=2.4231, p=.0154>. En ambos casos las
mujeres que han sufrido abandono emocional obtendran
puntuaciones menores en autoestima.

pag. 393
Tabla 115. Influencia de la interaccin ~gnero
abandono emocional en la autoestima de los nios.
S

Rango Chicuadrado Correccin


Grupos E tedio <corregido) Siqniti. Bonferroui

VARONES MAJE. ENO. 11 15.77 8.5717 .0356 .068

OJENES ABAJO. ENO. 13 9.35

VARONES NO MAJE. ENO. 5 21.00

MOJElES NOABAJD. DO. 3 21.00

Tabla 116. comparacin entre los grupos creados por la


interaccin gneroabandono emocional en autoestima.

Rango < Correccin


Grupos comparados 1 medio <corregido> Sguifi. Bonferroni

VAlONES MAN. ENO. 11 13.27 1.7173 .6755 .068


MUElES AJAN. ENO. 10 8.50
ILIONES BAJO. ENO. 11 7.50 1.2554 .2093 .008
VARONES lO MAlI. ENO. 5 10.70

VARONES MAJO. 0. 1 7.00 .8630 .3881 .005


MUElES O MAJE. ENO. 3 9.33

OJENES LIAD. 0. 10 6.05 2 .4231 .0154 .008


VARONES NO JI. ENO. 5 11.90

MUJERES AID. ENO. 10 5.80 -2.6539 .0400 .068


MJERESNOMAID. ENO. 3 11.00

VARONES O ABAJE. ENO. 5 4.40 -.1528 .8786 .308


MUJERESNOABAND. EM. 3 4.67

ADOLESCENTES:

Ninguna variable permite predecir la autoestima de


los adolescentes.

pag. ~394
8.2.3. TIPOLOGIAS.

NIOS:

Tabla 117. Puntos centrales de los clusters.


(N:29>
Variables Cluster Cluster2

DESARROLLO IDELICIlAL 20. 8571 28. 6667


-EDAD 8. 9 286 .9000
- GNERO .4286 .4661
- ?IENPO 16. 6429 14 2667
- AUIOC. OLORIL 55.0714 62.0000
- AII?OES?IN.A 21. 9286 25.4667
- COI?IMIL EN Si MISMO 17.3561 18.3333
- FAL?A DE AJSIEDAII 3.4286 4. 2667
- AU?OCONJIAJZA EN LA EJECUCIN 13. 0 030 14. 2667
- DIFICULYADIS DE APRENDIZAJE 90. 6429 59. 7333
- CONOS. DISIUNIVAS Y AJYISOC. 15. 7 143 61.2667
- PROILENAS DE ELACIN 65. 9 286 52. 6667
- flOILEMAS EMOCIOIALES 68. 0000 64.1333
- PROIL. SER. Y CODa. AU?OD. 23. 4286 20. 0667
- ABUSO SEXUAL .1429 .0667
- NALTIA?. FSICO ACY. .2 143 .1333
- tIRA?. EMOCIONAL Kl. .4286 .6667
- ABAJE. ENOCIONAL .8571 .6000
- ABAND. FSICO .1857 .6667
- ENPA?iA AflCYIYA 37. 4286 40.2667
- CREENCIAS 1!?!. SENT. 25.9286 31. 9333
- JIJS?IYIC. AGRESIN 65.0000 45. 6667
- AUYOE!ICACIA AGRESIN 14. 8571 15. 6000
- INEFICA. 11111 ASO. 9. 42 86 9.3333
- ELABORACIN 7.8571 8.8000
- EFICACIA 9. 2857 9.8000
- CONSECUENCIAS 10, 7857 11. 6000
- ASU?IVIDAD 9. 5060 9.0661
- NUtRO DE ES?RAYEGIAS 7. 3571 8. 6000

En los nios los resultados del anlisis de


cluster, tablas 117 y 118, indican que nos encontramos
con dos grupos. Las variables que forman estos grupos
son: desarrollo intelectual <P=14.8120, g.l.=1, 27;
p=.OO1), autoestima <F=6.7487, g.l.=1, 27; p.015>,

pag. ~395
dificultades de aprendizaje (F=25.0999, g.l.=1, 27;
p=.O00), conductas disrupt ivas y antisociales
(F=7 .8880, g.l.=1, 27; p=.OOg), problemas de relacin
con los compaeros <F=7.3599, g.l.=1, 27; p~.011) y
justificacin de la agresin <F=10.1735, g.l.=1, 27;
p=.004>.

Tabla 118. Anlisis de varianza.


(:29)

Media cuadrltica leis cnadrAtica


Variables cluter ql error ql Y SiiL.

- BIZA. 1ff. 441.5420 1 29.8156 2? 14.8 120 .001


-EDAD .0369 1 1.5159 27 .0244 .877
- Gimo .0105 1 .2653 27 .0396 .844
- TIlDO 40. 8859 1 176.9684 27 .2310 .635
- AflOCON. GLON. 347.6232 1 100.5529 27 3.4571 .074
- AIITOIS?. 90. 6484 1 13.4319 27 6. 7 487 .015
- CONflU. 5. 9007 1 11.0573 27 .6241 .436
- YALYA ABS!!. 5.6864 1 3.7912 27 1.3415 .257
- AUTOCON. EX. 11. 6184 1 16.9235 27 .6865 .415
- DI!. APilEN. 6918,4041 1 275.5351 27 25,0999 000
CONE. DIStO. 1511. 5 199 1 191.6219 27 7.8880 .009
- PROR. RELAC. 1213. 6002 1 173.0467 21 7.3599 .011
- ROEL. U~. 108. 2 667 1 88.0642 27 1.2294 .277
- ROEL. SEXO. 81. 8450 1 61.1245 27 1. 3390 .257
- ABUSO SEXUAL .0 420 1 .0981 27 .4287 .518
- fiLIAR!. FIS. .0475 1 .1515 27 .3132 .580
- MALIRA!. DO. .4105 1 .2504 27 1.6391 .211
- mu. ENO. .4788 1 .1968 27 2.4321 .130
- MAN FIS. .1026 1 .2108 27 .48 69 .491
- u. innva 58. 3278 1 136.0875 27 .4286 .518
- Cl. 1111. SEN? 261.1036 1 90.2171 27 2.8942 100
- JHS?. AGRESIN 2706.6557 1 266.0494 27 10.1735 004
- AUTOEY. ACRE. 3.9961 1 12.2709 27 .32 57 .573
- INE!IC. ACRE. .0657 1 10.2504 27 .0064 .937
- ELABORACIN 6. 4374 1 6.1524 27 1.0463 .315
EFICACIA 1. 9153 1 4.7873 27 .4001 .532
- CONSECUENCIAS .3325 1 5.7910 27 .6 574 812
- ASE1YIVIDAD 1. 3 598 1 12.3864 27 .1098 .743
- NARRO Esm. 11. 18 57 1 5.3635 27 2. 0855 .160

El primer grupo,
que cuenta con 14 nios, se
diferencia del segundo (que cuenta con 15 nios) por

pag. 396
tener un menor desarrollo intelectual1 peor autoestima,
presentar ms dificultades de aprendizaje, ms
conductas disruptivas y antisociales, ms problemas de
relacin con los compaeros y justificar en mayor
medida la agresin. Podra decirse que se trata de los
casos ms problemticos.

ADOLESCENTES:

Tabla 119. Puntos centrales de los clusters.


(1:57)
Variables Cluster Cluster2

DESAIIOLLO INTELECTUAL 39.0000 36. 9216


- EDAD 14. 83 33 13. 3137
- 611110 .5000 .5294
- TIlDO 127.300 39. 4706
- 101K. GLOBAL 54. 1667 56.6196
- AU?OES?INA 23. 3333 24. 9804
- CONFIAIZA E SI lISIO 14. 6667 14.3237
- FALTA Dl AISLE 3.1667 3.0784
- ADYOCONIIAUA El LA EJECUCIN 13. 1667 13.8431
- DITICGL?AfES DE APRINIIZAJE 95. 6667 81.4510
- COlES. MSRDP?IVAS Y ANIISOC 71. 0000 67. 1569
- PROILENAS DE RELACIN 77. 5 000 68. 4962
- PROBLEMAS OCIONALIS 64.0006 65. 1176
- PIOIL. SEIS. Y CON. AUTO. 19. 1657 17. 3725
- ABOSO SEIDAL .1667 .1765
- AURA?. tSICO Kl. .8333 .2157
- MALTEA?. ENOCIGIAL it?. .8333 .5294
- MAJO. EMOCIONAL 1.0000 .8627
- ABANO. IISICO .8333 8431
- ENfl?f A AFECTIVA 35.6667 38.1373
- CIUNCAS PR. SENil. 31. 5000 35. 33 33
- JDS?IFIC. AGRESIN 64. 0000 45. 8039
- AUTOEFICACIA AGUSI 16. 0060 14.9620
- INVItA. IDIBIR 1621. 9. 1567 9. 5667
- ORIEN?ACII PRAt. 6.8333 7.3529
DEIINICIN GLOR. 3.8333 5. 2157
- CARCTER SOC. .6657 1.0588
- BOSQUEDA INFOR. .8333 1.0980
- DElL!. 0 ROSTIL 2,3333 3.0392
- CONSECUICIAS 9. 3 333 10. 3333
- AI?ICIPACIN 4. 8333 4. 8431
- liNERO ESTRATEGIAS 9.6667 7. 3137

pag. 397
Tabla 120. Anlisis de varianza.
(1:57)

Media cuadrtica Media cuadrtica


Variables cimister ql error ql 7 Sigif.

- USA. IR. 23. 1909 1 83.1216 55 .2190 .599


-EDAD 12. 3968 1 1,7421 55 7.1171 .010
-0*5110 .0046 1 .2583 55 .0180 .894
- 11120 41600.8467 1 730.5856 55 56.9418 .000
- AUTOCOI. <LOD. 18.4314 1 157.7057 55 .1169 .734
- AUGES?. 14. 5635 1 32.0784 55 .4540 .503
- CONIENSI. .6587 1 24.0784 55 .0278 .868
- FALTA ANSIEN. .042 8 1 2.7367 55 .0153 .902
- AUTOCON. EJC. 2.4567 1 20.1378 55 .1220 .728
- ElY. APIRES. 1084 .8813 1 473.9629 55 2.2890 .136
- LOE. DURO?. 79. 2900 1 397.2135 55 .1996 .657
- PROR. RELAL. 435.7900 1 270.7317 55 1.5091 .210
- PROC. OC. 6.7059 1 130.1326 55 .0515 .821
- PAGEL. SUllA. 17. 2 802 1 30.8865 55 .5595 .458
- MUSO SEXUAL .0005 1 .1499 55 .0034 .953
- KALTAJ?. FIS. 2.6480 .1726 55 11. 9059 .001
- AURA?. ENO. .4959 1 .2462 55 2.0144 .161
- ABAD. ENO. .1011 1 .1098 55 .9211 .341
- ABAJO FIS. .0005 1 .1378 55 .0037 951
- NP. AFECTIVA 32. 7678 1 102.9340 55 .3183 .575
- CI. PR. SEN? 76. 8866 1 71.0697 55 1. 1160 .297
- JIS?. AGRESIN 1777.4696 1 369.5643 55 4,8096 .033
- AUTO!?. MU. 6.4721 1 12,7365 55 .5082 .479
- INEPIL. GIl. 1.3421 1 9,9303 55 .2352 .725
- ORIENTACIN PRAL. 1.4494 1 2.4451 55 .5928 .445
- UTINIC!1 GLON. 10. 25 85 1 4.1357 55 2.4805 .121
- CAJACTEI WC. .8256 1 .8756 55 .9429 .336
- BOSQUEDA 11701. .3762 1 1.1881 55 .3166 .576
- DEJIN. NO IOSTIL. 2. 67 49 1 .8955 55 2.9869 .090
- CONSECUEICIAS 5. 3684 1 5.1394 55 1.0446 .311
AJTICIPACIN .0005 1 1.4105 55 .0004 .985
- idIliO EUiA?EOIAJ 29. 7214 1 2.5148 55 11. 8186 aol

Entre los adolescentes los resultados del


anlisis de conglomerados, tablas 119 y 120, sealan
tambin la existencia de dos grupos que se diferencian
en las siguientes variables: edad (f=1.1171, g.l.1,
55; p~.O1O), tiempo en la residencia (F=56.9418,
g.l.=1, 55; p=.OOO), maltrato fsico activo (F=11.9059,
g.l.=1, 55; p=.OO1), justificacin de la agresin

pag. 3g8
(7=4.8096, g..l.~1, 55; p=.033) y nmero total de
estrategias <7=11.8186, g.l.=1, 55; p=.OO1).

El primer grupo, que consta de 6 casos, se


diferencia del segundo, que consta de 51 casos, por
tener ms edad, llevar ms tiempo viviendo en la
institucin, entre sus miembros hay ms casos de
maltrato fsico activo, justifican en mayor medida la
agresin y sugieren un mayor nmero de estrategias de
interaccin.

pag. 399
9. CONCLUSIONES Y DISCUSIN.

Cuando expusimos los objetivos de esta


investigacin sealamos que pretendamos profundizar en
el conocimiento de las consecuencias que los malos
tratos pueden producir en algunos aspectos de dos de
las tareas criticas del. desarrollo, destacadas por la
psicopatologa evolutiva como dos tareas bsicas del
desarrollo socioemocional: la autonoma y desarrollo
del yo y habilidad para establecer relaciones con los
iguales. Tambin hicimos referencia a la importancia
que creemos que tienen las posibles consecuencias de
los malos tratos en el desarrollo intelectual, porque
las relaciones existentes entre los distintos dominios
del desarrollo (cognitivo, emocional y social)
determinan que la competencia en uno de ellos pueda
condicionar la competencia en otro y por lo tanto, la
adaptacin.

A continuacin vamos a exponer los resultados que


hemos encontrado, sealando los antecedentes tericos
en los que se apoyan cada una de las hiptesis y
discutiendo sus posibles implicaciones.

.1. DiferencIas encontradas entre los niDos y los


adolescentes maltratados y no maltratados.

Las investigaciones de diversos autores demuestran


que los retrasos en el desarrollo cognitivo e
intelectual asociados a los malos tratos (Alen et al.,
1g85; Barahal et al., 1981; Egeland y Sroufe, 1981b;
Erickson et al., 1989; Harmon et al., 1984; Hoffman
Plotkin y Twentyman, 1984) pueden detectarse a partir
de los dos aos y se extienden hasta la edad adulta

pag. 400
(Prez y Widom, 1994). Basndonos en estos resultados
formulamos las hiptesis 1.1 y 2.1 que planteaban que
los nios y adolescentes maltratados presentan un menor
desarrollo intelectual que los nios y adolescentes no
maltratados. Nuestros resultados muestran que los
efectos de los malos tratos en el desarrollo
Intelectual dependen de la edad de los sujetos. No
hemos encontrado diferencias entre los nUlos, pero si
entre los adolescentes: el desarrollo intelectual de
los adolescentes que han sufrido malos tratos es
inferior al de los adolescentes del grupo de
comparacin.

Creemos que es posible que, frente a los autores


citados antes, no hayamos encontrado diferencias entre
los nios porque los instrumentos que hemos utilizado
(la Escala General y la Escala de Color del test de
Matrices Progresivas creado por Rayen) miden la
capacidad de la persona para formar comparaciones y
razonar por analogas, en la que se produciran
importantes avances evolutivos entre los 8 y 11 aNos.
Adems, se trata de un test con pocos contenidos
verbales y cuyas correlaciones con algunas escalas de
vocabulario son bajas en los nios de corta edad
(aunque aumentan con la edad y vuelven a disminuir en
personas de edad avanzada). Las investigaciones que han
detectado diferencias significativas entre nios
maltratados y no maltratados han empleado escalas de
desarrollo general y pruebas que evalan los
componentes verbales de la inteligencia (Bayley Mental
Development, Standford-Binet, Peabody Picture
Vocabulary Test, MerrilPalmer Scale of Mental Test,
Slosson Intelligence Test of Children, Wechsler
Preschool primary Scale of Intelligence). Por ello es
posible que los efectos de los malos tratos en la
capacidad de razonar por analogas no se detecten hasta

pag. 401
la preadolescencia, ya que evolutivamente este seria un
momento critico en su desarrollo, mientras que los
posibles retrasos en otros aspectos del desarrollo
intelectual puedan ponerse de manifiesto a edades ms
tempranas.

El origen de los retrasos cognitivos e


intelectuales detectados en los nios maltratados
podra encontrarse en que muestran una menor
disponibilidad segura para el aprendizaje <Aber y
Alen, 1981; Aber et al., 1989>. La experiencia de ser
maltratado activamente o de sufrir cualquier tipo de
abandono distorsiona el equilibrio dinmico entre las
operaciones promotoras de la seguridad y las
operaciones promotoras de la competencia. El resultado
seria una elevada dependencia, una escasa motivacin de
logro y una menor madurez cognitiva. Este constructo
organizacional refleja la interrelacin entre las
funciones cognitivas, sociales y emocionales que
conforman el desarrollo.

Para explicar las posibles consecuencias de los


malos tratos en el desarrollo intelectual tambin
podra ser til acudir a las aportaciones de los
autores que han estudiado la forma de compensar las
funciones cognitivas potencialmente deficientes. La
propuesta de Feuerstein et al. <1979, 1980> sobre los
tipos de experiencias que dan lugar al desarrollo nos
parece particularmente adecuada para nuestro objetivo.
De acuerdo con este autor, el desarrollo de las
estructuras cognitivas es el resultado de dos tipos de
interaccin entre el organismo y su entorno: la que
resulta de la exposicin a las fuentes externas de
estimulacin y la que se produce cuando el adulto,
intencionalmente, mediatiza las experiencias que
podran producir las fuentes externas de estimulacin

pag. 402
y estructura los elementos de dichas experiencias,
modulando as su influencia sobre el nio. Este segundo
tipo de interaccin se denomina experiencia de
aprendizaje mediado. La accin del agente mediador
(seleccionando los estmulos ms apropiados para el
nio, canalizando su atencin sobre ciertos aspectos
del estimulo, etc.) determina los patrones de conducta
que adquiere el nio y su disposicin hacia el
aprendizaje. Cuanto antes y con ms frecuencia el nio
se vea sometido a la accin de los agentes mediadores,
mayor ser su capacidad para aprovechar y utilizar de
modo eficiente las experiencias proporcionadas por la
exposicin directa a los estmulos externos.

Los malos tratos alteraran los dos tipos de


interaccin propuestos por Feuerstein como la base para
el desarrollo cognitivo. La falta de estimulacin,
sobre todo en los casos de abandono (fsico o
emocional) y los patrones de interaccin que los
adultos maltratadores establecen con sus hijos no
parecen favorecer la experiencia de aprendizaje mediado
en el nio. Los adultos negligentes interactan menos
con sus hijos, se distancian fsicamente de ellos,
intercalan pausas prolongadas entre iniciativas
verbales, muestran poca implicacin afectiva y poco
contacto visual. Los adultos que maltratan de forma
activa se caracterizan por interferir insensiblemente
en la actividad del nio, mostrar hostilidad y seales
emocionales conflictivas <Crittenden, 1~81). Tanto unos
como otros, interactan de tal manera que no fomentan
la actividad del nio ni compensan sus posibles
dficits <Wasserman et al., 1987). Los nios
maltratados, al haber estado sometidos a este tipo de
mediacin, no serian capaces de beneficiarse y de
utilizar eficientemente las experiencias debidas a la
exposicin directa a la estimulacin externa, lo que

pag. 403
dificultara su progreso cognitivo.

Los resultados de las investigaciones (incluida la


nuestra> que encuentran dficits en el desarrollo
cognitivo e intelectual asociados a los malos tratos,
han centrado su atencin en los productos y no en los
procesos y contenidos que constituyen la base de la
conducta inteligente. Consideramos que las futuras
investigaciones en este campo deberan identificar los
conocimientos y los procesos especficos que determinan
las diferencias entre los sujetos maltratados y los no
maltratados.

La imagen que las personas tienen de s mismas


forma parte de la autonoma y desarrollo del yo. La
hip6tesis 1.2, que planteaba que los nios maltratados
obtienen peores puntuaciones que los no maltratados en
las dimensiones del autoconcepto evaluadas, estaba
basada en las investigaciones que encuentran que en la
niez y en la preadolescencia los malos tratos se
asocian a una autoestima y a un autoconcepto ms pobres
<DiazAguado y Martnez Arias, 1995c; Hyman, 1987;
Kaufman y Cicchetti, 1989; lCinard, 1980, 1982). En la
hiptesis 2.2 planteamos que los adolescentes
maltratados obtendran puntuaciones ms bajas que los
no maltratados en las dimensiones del autoconcepto
evaluadas. Los datos que aportan las investigaciones
sobre el autoconcepto de los adolescentes maltratados
son menos claros que en el caso de los nios. Algunas
investigaciones encuentran que presentan puntuaciones
ms bajas que los no maltratados <Kazdin et al., 1985;
Ney et al., 1994; Oates et al., 1985>, otras no
encuentran diferencias u observan diferencias en el
curso evolutivo <DiazAguado y Martnez Arias, 1995c;
Hibbard et al., 1992). Ante esta falta de acuerdo,
pensamos que era ms probable que se mantuviese la

pag. 404
tendencia detectada entre los nios, ya que desde la
perspectiva organizacional del desarrollo las
adaptaciones tempranas condicionan adaptaciones
posteriores y si no median factores que permitan al
adolescente reelaborar su experiencia (nuevas
relaciones, intervenciones teraputicas...), es ms
difcil que se produzca un cambio en la imagen que
tienen de si mismos (Main y Goldwyn, 1g84; Trickett and
Susman, 198g). Pero el hecho de que los nios y los
adolescentes maltratados obtengan puntuaciones
inferiores en las dimensiones del autoconcepto
evaluadas, no es incompatible con la posibilidad de que
se produzcan diferencias en el curso evolutivo de los
sujetos del grupo de comparacin y de riesgo. Partiendo
de las investigaciones que encuentran que en la
adolescencia aumenta la autoestima con relacin a la
infancia (Mccarthy y Hoge, 1982; OMalley y Bachman,
1983) y en la posibilidad de que los malos tratos se
asocien a alteraciones en el curso evolutivo de las
dimensiones del autoconcepto <Daz-Aguado y Martnez
Arias, 1995c), formulamos la hiptesis 3.3. En ella se
planteaba que los adolescentes no maltratados
obtendran puntuaciones ms elevadas que los nios no
maltratados en las dimensiones evaluadas, pero que los
adolescentes maltratados no obtendran puntuaciones ms
elevadas que los nios maltratados.

Los resultados que hemos encontrado no nos


permiten concluir que los nifios que han sufrido malos
tratos obtengan puntuaciones inferiores en autoconcepto
que los no maltratados. Con relacin a los
adolescentes, la nica dimensin en la que se producen
diferencias significativas debidas a los malos tratos
es la autoestima. En esta dimensin del autoconcepto
los adolescentes (maltratados o no) puntan.por encima
de los nUlos (maltratados o no) y los adolescentes del

pag. 405
grupo de comparacin muestran una autoestima superior
a los maltratados.

En la dimensin autoconfianza en la ejecucin,


aparecen diferencias marginalmente significativas entre
el grupo de comparacin y el de riesgo, los nios y
adolescentes no maltratados obtendran puntuaciones
superiores a los nios y adolescentes maltratados. Las
diferencias encontradas en autoconfianza en la
ejecucin y en falta de ansiedad se deben a la edad y
al gnero, pero no a los malos tratos. Los nios y los
varones alcanzan puntuaciones ms elevadas que los
adolescentes y las mujeres, respectivamente. Los
varones tambin muestran un autoconcepto global mayor
que las mujeres.

Estos resultados tampoco nos permiten afirmar que


existan diferencias en el curso evolutivo de todas las
dimensiones del autoconcepto en la forma en que fueron
planteadas en la hip tesis 3.3. slo en la autoestima
los resultados obtenidos apoyan la hiptesis propuesta.
En esta dimensin del autoconcepto se producen
diferentes cursos evolutivos en el grupo de comparacin
y en el de riesgo en la direccin planteada. Por otra
parte, nuestros resultados concuerdan parcialmente con
los de aquellas investigaciones que encuentran que la
autoestima aumenta con la edad (Main y Goldwyn, 1984;
Trickett and Susman, 1989). Esta relacin se produce
entre los nios y adolescentes que no han sufrido malos
tratos, pero no en los nios y adolescentes
maltratados.

Es difcil explicar por qu no hemos encontrado


diferencias en el autoconcepto de los nios maltratados
y no maltratados, cuando incluso en algunas de las
investigaciones que si. las encuentran (Diaz-Aguado y

pag. 406
Martnez Arias, 1995c; Kinard, 1980, 1982) han
utilizado tambin la Escala de Autoconcepto de Piera
Harris <Piera y Harria, 1969). Creemos que la
explicacin se encuentra en el tipo de muestras y en
las dimensiones de la escala utilizadas. ICinard (1980,
1982) incluye nios de edades comprendidas entre 5 y 12
aos, mientras que nuestra muestra de nios no supera
los 10 aos. Podra ocurrir que las diferencias
empezaran a hacerse significativas a partir de los 10
u 11 aflos, sujetos que hemos incluido en el grupo de
adolescentes. DiazAguado y Martnez Arias (1995c>
emplearon los factores originales de la escala,
mientras que en esta investigacin hemos elegido las
nuevas dimensiones que surgen con el modelo Noharm
(para variables dicotmicas) y rotacin Promaz. Adems,
su grupo de comparacin estaba compuesto por los
compaeros de colegio de los nios y adolescentes
maltratados y el nuestro por sujetos que provienen de
zonas de similares caractersticas sociodemogrficas
que los del grupo de riesgo, lo que puede reflejar la
influencia de la clase social en el autoconcepto de los
nios.

Con relacin a la habilidad para establecer


relaciones con los iguales hemos analizado las
consecuencias que los malos tratos pueden producir en
el desarrollo de la empat la, en algunos mediadores
cognitivos de la conducta agresiva (como la
justificacin de la agresin) y en la competencia
social evaluada a travs del conocimiento de
estrategias de interaccin.

Las hiptesis 1.3 y 2.3 se refieren a las


diferencias que esperbamos encontrar en los aspectos
de la empatia evaluados, la empa ta afectiva y las
creencias sobre la expresin de los sentimientos. En el

pag. 407
primero de ellos destacan los componentes afectivos
(frente a la denominada empatia cognitiva o adopcin de
roles). Es la emocin vicaria que produce en la persona
los sentimientos o la condicin de otras (Staub, 1992>.
Supone mecanismos minimamente cognitivos, por lo que se
tratara de una enipatia de tipo paralelo que
evolutivamente seria anterior a la de tipo reactivo que
supone mecanismos cognitivos ms complejos. Esta
dimensin correlaciona negativamente con la falta de
ansiedad de los nios y adolescentes, lo que apoyarla
su carcter emocional. A lo largo del desarrollo podra
producirse una evolucin desde respuestas que suponen
una participacin emocional resonante en la experiencia
del otro (como el contagio emocional), hasta ser
capaces de atribuir significado emocional a las
expresiones de los dems y responder a ellas de forma
vicaria (respuesta emptica). Por ello, esperbamos que
los nios mostrasen ms empatla afectiva que los
adolescentes, ya que esta dimensin parece medir un
aspecto de la empatia que evolucionara con la edad
para dar lugar a formas ms complejas. Pero el haber
carecido de una relacin de cuidados con un modelo
emptico podra producir deficiencias en el desarrollo
de esta respuesta emocional ante el malestar del otro.
Por otra parte, esta dimensin de la empatia se ve
favorecida por la utilizacin de autoiriformes en los
que los sujetos tienen un control consciente sobre las
respuestas y contestan conforme a los estereotipos
prevalentes del rol de gnero (Lennorx y Eisenberg,
gg2).

El segundo aspecto evaluado, las creencias sobre


la expresin de sentimientos, implica mecanismos ms
cognitivos y tendra que ver con los componentes
cognitivos de la empatia (como la adopcin de la
perspectiva del otro), como parecen mostrar las

pag. 408
correlaciones que mantiene con el desarrollo
intelectual de los nios y adolescentes, por lo que
podra suponerse que evolucionara a medida que lo
hiciese la capacidad intelectual. Los retrasos
cognitivos asociados a los malos tratos podran
condicionar dicha evoluci6n.

Por todo lo dicho planteamos cuatro hiptesis. La


primera se refera a las diferencias que esperbamos
encontrar entre los nios: los nios maltratados
manifiestan niveles inferiores de empatia afectiva y
creencias ms negativas sobre la expresin de los
sentimientos que los nios del grupo de comparacin
<hiptesis 1.3). La segunda a las diferencias entre los
adolescentes: los adolescentes maltratados muestran
creencias ms negativas sobre la expresin de
sentimientos que los no maltratados, pero no se
diferencian de ellos en el nivel de empatia afectiva
(hiptesis 2.3). Segn la tercera, en ambos grupos
<maltratados y no maltratados) se produciran
semejanzas en el curso evolutivo relacionadas con la
edad: los adolescentes mostraran niveles inferiores de
empatia afectiva y creencias ms positivas sobre la
expresin de sentimientos que los nios <hiptesis
3.1). La cuarta tiene que ver con las semejanzas en el
curso evolutivo ligadas al gnero: las mujeres
maltratadas y no maltratadas manifiestan ms empatia
afectiva que los varones (hiptesis 3.2).

Los resultados indican que los nios muestran


niveles superiores de empa ta afectiva que los
adolescentes, mientras que stos manifiestan creencias
ms positivas sobre la expresin de sentimientos, lo
que apoyara la idea de que la primera dimensin de la
empatia es evolutivamente anterior a la segunda. En la
empa ta afectiva tambin se producen diferencias

pag. 409
significativas ligadas al gnero, de forma que las
mujeres puntan por encima de los varones. Slo se
producen diferencias significativas debidas a la
interaccin de la edad~. el gnero y los malos tratos en
esta dimensin de la empa ta (en las creencias sobre la
expresin de sentimientos las nicas diferencias
encontradas son las relacionadas con la edad). Las
adolescentes maltratadas manifiestan ms empa ta
afectiva que los adolescentes maltratados, diferencia
que no se produce entre las adolescentes y los
adolescentes del grupo de comparacin. Aunque no
podemos decir que las diferencias entre los grupos sean
significativas, si observamos las figs. 4 y 5 parece
que la tendencia evolutiva, tanto en los varones
(maltratados o no> como en las mujeres no maltratadas,
seria que en la adolescencia disminuyeran las
puntuaciones que aparecen en la niez. Esta tendencia
podra verse alterada en el caso de las adolescentes
que han sufrido malos tratos.

Basndonos en la lnea planteada por otros


autores (Maz-Aguado y Martnez Arias, 1995c; Dodge et
al., 1992), consideramos que los problemas que
demuestran los nios y preadolescentes que han sufrido
malos tratos en la interaccin con sus iguales, podran
estar relacionados con un menor desarrollo de la
competencia social <evaluada a travs del conocimiento
de estrategias de interaccin con los compaeros) y
ciertos dficits en el procesamiento de la informacin
social <ignorar informacin relevante, hacer
atribuciones hostiles, valorar positivamente la
agresin o justificarla). Las hiptesis 1.4, 1.5, 2.4
2.5 y 3.4 se formularon para poner a prueba estas
cuestiones.

Los resultados encontrados no apoyan las hiptesis

pag. 410
que proponan que los nios y .205 adolescentes
maltratados justificaban la agresin en mayor medida
que los ni/los y los adolescentes no maltratados. La
nica diferencia significativa que se produce en la
dimensin justificacin de la agresin se debe a la
edad de los sujetos, los nios obtienen puntuaciones
superiores a los adolescentes en ambos grupos.

Aunque no planteamos ninguna hiptesis relativa a


las otras dos dimensiones que evala la Escala de
Mediadores Cognitivos de la Conducta Agresiva (Diaz
Aguado y Martnez Arias, sin publicar> hemos analizado
los datos que obtuvimos. En la dimensin percepcin de
falta de eficacia para inhibir la agresin la nica
diferencia que hemos encontrado est relacionada con el
gnero: las ni/las y las adolescentes se consideran
menos eficaces para inhibir las conductas agresivas que
los nl/los y los adolescentes, independientemente de si
han sufrido o no malos tratos. En cuanto a la
percepcin de autoeficacla para la agresin, aparecen
efectos significativos debidos a la interaccin de la
edad, el gnero y el grupo al que pertenecen los
sujetos (comparacin o riesgo). Aunque los resultados
no nos permiten afirmar que se producen diferencias
significativas entre los distintos grupos, las figs. 6
y 7 sugieren la posibilidad de que mientras que entre
las nias maltratadas y no maltratadas no se producen
diferencias, las adolescentes maltratadas podran
manifestar una cierta tendencia a considerarse ms
eficaces para agredir que las no maltratadas <entre
estos dos grupos se producen diferencias que dejan de
ser significativas al aplicar la correccin de
Bonferron).

Con relacin a las diferencias que esperbamos


encontrar entre los nios maltratados y los no

pag. 411
maltratados en el conocimiento de estrategias de
interaccin con los compaeros, no hemos encontrado
apoyo emprico para la hiptesis 1.5. Los nios
nsJ tratados no sugieren estrategias menos elaboradas,
menos eficaces y de peores consecuencias para la
relacin que los no maltratados. Tampoco se producen
diferencias en la asertividad ni en el nmero de
estrategias propuestas, que segn Spivack et al. (1976)
es un indicador de competencia social en la infancia.

Sin embargo, la competencia social (evaluada a


travs del conocimiento de estrategias de interaccin
con los compaeros) de los adolescentes maltratados
est menos desarrollada que la de los adolescentes no
maltratados (hiptesis 2.5). orientan de una manera
menos pragmtica los objetivos de las situaciones y las
estrategias que proponen no tienden realmente a su
resolucin, muestran ms dificultades para reconocer el
carcter social de los problemas, no buscan
informaciones que serian relevantes, atribuyen ms a
menudo caractersticas negativas u hostiles a los
dems, proponen estrategias de peores consecuencias
sociales y tienen ms dificultades a la hora de
anticipar las consecuencias de dichas estrategias.

Los resultados tambin muestran que las


adolescentes muestran ms competencia social que los
adolescentes. Obtienen puntuaciones superiores en todas
las dimensiones <excepto en la hostilidad al definir el
problema).

En las dimensiones definicin no hostil,


definicin global del problema y consecuencias sociales
de las estrategias, adems de los efectos producidos
por el grupo al que pertenecen los sujetos (comparacin
o riesgo), se producen efectos de primer orden debidos

pag. 412
a la interaccin entre el gnero y el grupo de
pertenencia. En todas ellas las adolescentes no
maltratadas puntan por encima de los adolescentes no
maltratados (aunque las diferencias en la primera se
vuelven no significativas al aplicar la correccin de
Bonferroni) y de las adolescentes maltratadas.
Podramos considerar que la competencia social de las
chicas podra verse especialmente afectada por los
malos tratos, ya que entre los adolescentes maltratados
y los no maltratados no se producen diferencias en
cuanto a la hostilidad de las definiciones y aunque en
principio parece que se producen en la definicin
global del problema y en las consecuencias de las
estrategias, dejan de ser significativas al aplicar la
correccin de Bonferron. Adems, hay que recordar que
las adolescentes maltratadas muestran cierta tendencia
a considerarse ms eficaces para agredir que las no
maltratadas (aunque las diferencias desaparecen al
aplicar la correccin de Bonferroni). Las correlaciones
negativas que existen entre la percepcin de
autoeficacia para la agresin, la orientacin prctica
de las situaciones interpersonales, la definicin
global del problema y las consecuencias sociales de las
estrategias propuestas, podran indicar que en las
adolescentes maltratadas la falta de recursos y ciertos
dficits en el procesamiento de la informacin social
se asociaran a una mayor disponibilidad de las
conductas agresivas.

El hecho de que los adolescentes del grupo de


riesgo sugieran ms estrategias que los del grupo de
comparacin no parece ser un indice de mayor
competencia social.

Los resultados que hemos encontrado no nos


permiten apoyar la hiptesis que planteaba que los

pag. 413
nios maltratados presentaran ms dificultades para
lograr una adecuada autonoma y desarrollo del yo y
para establecer relaciones con los iguales. Con
relacin a las dimensiones del autoconcepto evaluadas,
ya hemos sealado las razones por las que creemos que
nuestros resultados difieren de los encontrados por
otros autores que si encuentran diferencias entre nios
maltratados y no maltratados. Por otra parte, los
resultados obtenidos al comparar la empatia, la
justificacin de la agresin y la competencia social
(evaluada a travs del conocimiento de estrategias de
interaccin con los compaeros) de los nios
maltratados y no maltratados, no nos permiten afirmar
que los maltratados presenten ms dificultades para
establecer relaciones con sus compaeros. No muestran
niveles inferiores de empatia, no justifican en mayor
grado la agresin ni su competencia social est menos
desarrollada. Sin embargo, la evidencia mostrada por
las investigaciones realizadas es bastante contundente
a la hora de demostrar que los nios maltratados
manifiestan serias dificultades en la interaccin con
otros nios o con los adultos. Posiblemente stas
dificultades sean mejor detectadas mediante la
observacin o la evaluacin de otros <sus profesores o
compaeros), ya que aunque los nios maltratados no
justifiquen en mayor medida la agresin ni muestren
niveles inferiores de empatia al contestar a los
cuestionarios o sugieran estrategias de interaccin en
la entrevista comparables a las de los nios no
maltratados, otro tipo de factores (como el estrs
experimentado al contemplar el malestar exhibido por
otro nio o un umbral de tolerancia a la frustracin
particularmente bajo) pueden favorecer la aparicin de
conductas como la agresin.

En el caso de los adolescentes maltratados hemos

pag. 414
encontrado un apoyo parcial a la hiptesis que
planteaba que presentaran ms dificultades para lograr
una adecuada autonoma y desarrollo del yo y para
establecer relaciones con los iguales. Sus puntuaciones
en autoestima son inferiores a las de los adolescentes
del grupo de comparacin y su competencia social
<evaluada a travs del conocimiento de estrategias de
interaccin con los compaeros) est menos
desarrollada. Pero, a pesar de que parecen mostrar
ciertos dficits en el procesamiento de informacin
social <definen de manera ms hostil las situaciones,
no buscan informacin relevante, no consideran el
carcter social de las situaciones y tienen ms
dificultades para anticipar las consecuencias de las
estrategias que proponen), no justifican en mayor
medida la agresin ni muestran creencias ms negativas
sobre la expresin de sentimientos. Las razones de esto
podran ser las mismas que en el caso de los nios y
seria interesante poder observar su conducta o contar
con la valoracin de sus compaeros y profesores.

Queremos sealar que los efectos de la interaccin


entre los malos tratos y el gnero se hacen ms
patentes entre los adolescentes que entre los nios. En
las adolescentes el haber sufrido malos tratos se
relaciona con una mayor hostilidad al considerar los
conflictos interpersonales, con una peor definicin
global de las situaciones y con plantear estrategias de
peores consecuencias sociales, lo que podra llevarlas
a considerar la agresin como una conducta fcilmente
disponible. Tambin podra relacionarse con una
alteracin en la tendencia evolutiva segn la cual la
empatia afectiva, que parece ser una forma primitiva de
empatia que recuerda al contagio emocional, disminuirla
en los adolescentes. La correlacin entre esta
dimensin de la empatia y la ansiedad podra indicar

pag. 415
que las adolescentes maltratadas manifiestan un nivel
de activacin que podra dificultar su adaptacin.

Las correlaciones que encontramos entre todas las


dimensiones que hemos utilizado para analizar las
consecuencias que los malos tratos pueden producir en
el desarrollo socioemocional, demostraban que existen
importantes relaciones entre ellas y que el desarrollo
se define en trminos de competencias cognitivas,
emocionales y sociales interrelacionadas (Waters y
Sroufe, 1983). Para analizar estas relaciones hicimos
distintos anlisis factoriales con los niftos y los
adolescentes.

Los anlisis factoriales realizados con el grupo


de nios sealan la presencia de tres dimensiones. El
primer factor lo denominamos conocimiento relevante
para las relaciones interpersonales porque en l se
encuentran las dimensiones ms adaptativas del
conocimiento de estrategias de interaccin con los
compaeros <elaboracin, eficacia y consecuencias). En
el segundo factor, inteligencia general y adaptacin
autopercibida, saturan de forma positiva el desarrollo
intelectual y dimensiones que supondran un adecuado
desarrollo en la infancia <autoestima, falta de
ansiedad, autoconfianza en la ejecucin, creencias
sobre la expresin de los sentimientos) y negativamente
dos dimensiones que indicaran falta de adaptacin
(justificacin de la agresin y percepcin de falta de
eficacia para inhibir la agresin). En el tercero,
seguridad y consideracin unilateral de las relaciones
interpersonales, saturan de forma positiva la
asertividad (la menos adaptativa de las dimensiones del
conocimiento de estrategias de interaccin con los
compaeros, que est estrechamente relacionada con el
estatus que el nio se otorga como protagonista de la

pag. 416
accin y la seguridad que manifiesta), la percepcin de
autoeficacia para la agresin y la confianza en si
mismo. Con estos nuevos factores realizamos distintos
anlisis de varianza pero no encontramos diferencias
significativas entre los nios maltratados y los no
maltratados. El nico efecto significativo que se
produjo aparece en el tercer factor y se debe a la
interaccin entre el gnero y el grupo al que
pertenecen los nios <comparacin o riesgo). Aunque al
aplicar la correccin de Bonferroni las diferencias se
vuelven no significativas, parece que en el grupo de
comparacin las nias tenderan a obtener puntuaciones
ms altas que los nios en el tercer factor. Esta
tendencia no se observa entre los nios y las nias
maltratados.

En los adolescentes aparece una estructura formada


por cinco factores entre los que se producen
importantes correlaciones. El conocimiento de
estrategias de interaccin,recoge las dimensiones
utilizadas para evaluar el conocimiento de estrategias
de interaccin con los compaeros (orientacin
prctica, carcter social, bsqueda de informacin,
definicin no hostil, consecuencias de las estrategias,
anticipacin de consecuencias). En el autoconcepto
saturan de forma positiva la autoestima, la confianza
en si mismo y la autoconfianza en la ejecucin. En los
aspectos cognitivas que favorecen la adaptacin nos
encontramos con el desarrollo intelectual y las
creencias sobre la expresin de sentimientos. En los
mediadores cognitivos de la agresin aparecen la
justificacin de la agresin, la percepcin de falta de
eficacia para inhibir la agresin y la percepcin de
autoeficacia para la agresin. En el ltimo factor
satura de forma positiva la empatia afectiva y negativa
la falta de ansiedad por lo que parece medir activacin

pag. 417
emocional.

El conocimiento de estrategias de interaccin


correlaciona de forma positiva con los aspectos
cognitivos que favorecen la adaptacin y con la
activacin emocional, mientras que correlaciona
negativamente con los mediadores cognitivos de la
agresin. Tambin se produce una correlacin negativa
entre el autoconcepto y la activacin emocional.

Al comparar las estructuras factoriales obtenidas


en los nios y en los adolescentes parece que en stos
ltimos nos encontramos con reas del desarrollo
socioemocional ms precisas a la vez que
interrelacionadas. En los nios las reas estn menos
relacionadas y son ms globales, sobre todo los ltimos
factores que recogen aspectos positivos o negativos de
la adaptacin.

Los anlisis de varianza realizados con estos


nuevos factores muestran unos resultados muy parecidos
a los que se producen al analizar las dimensiones por
separado. Los adolescentes maltratados y obtienen
puntuaciones ms elevadas que los no maltratados en el
conocimiento de estrategias de interaccin. Las
consecuencias de los malos tratos dependen tambin del
gnero: las adolescentes no maltratadas puntan por
encima de las adolescentes maltratadas y de los
adolescentes no maltratados. Asimismo, stos puntan
por encima de los adolescentes maltratados. En cuanto
al autoconcepto y a los componentes cognitivos que
favorecen la adaptacin, los adolescentes no
maltratados obtienen puntuaciones ms elevadas que los
maltratados (posiblemente debido a las diferencias que
existen en la autoestima y en el desarrollo
intelectual) y las mujeres superan a los varones. No se

pag. 418
ha producido ninguna diferencia significativa en los
mediadores cognitivos de la conducta agresiva. Por
ltimo, la activacin emocional es mayor en las mujeres
que en los varones.

Los resultados que hemos expuesto hasta ahora


parecen indicar que existen ms diferencias entre Los
adolescentes maltratados y los no maltratados que entre
los nios, ya que a pesar de que los datos apuntan
hacia la tendencia esperada, no hemos encontrado
ninguna diferencia significativa entre stos ltimos.
Seria necesario realizar estudios longitudinales para
comprobar si los efectos producidos por los malos
tratos son acumulativos en el tiempo y las diferencias
entre los sujetos maltratados y no maltratados se
incrementan a medida que aumenta la edad. Pero habra
que tomar en consideracin muchas variables, porque si
bien el papel que juegan las inadaptaciones tempranas
en las adaptaciones posteriores confiere cierta
continuidad o coherencia al desarrollo, la relacin
entre malos tratos y alteraciones en el desarrollo no
es directa ni univoca. Existen factores ambientales
(por ejemplo, el disponer de la presencia de un adulto
no maltratador con el que establecer una relacin de
apego seguro) y personales (por ejemplo, el haber
resuelto tareas evolutivas criticas en un dominio del
desarrollo que compensen las dificultades en otros
dominios) que median en esta relacin.

Por otra parte, los nios y adolescentes que


componen nuestro grupo de riesgo vivan en el momento
de la evaluacin en residencias. Este no es el nico
contexto en el que pueden encontrarse los sujetos que
han sufrido malos tratos y como han demostrado otras
investigaciones <DiazAguado y Martnez Arias, 1996;
DiazAguado et al., 1996; GarcaCalvo, 1994), la

pag. 41g
interaccin entre el maltrato y dicho contexto puede
producir diferentes consecuencias en el desarrollo.
Nuestros resultados serian generalizables a los nios
y adolescentes maltratados que se encuentran en este
tipo de instituciones, pero seria necesario conocer qu
ocurre con los que permanecen con sus familias, los que
se encuentran en situacin de adopcin o de
acogimiento...

Por ltimo, el que no hayamos encontrado


diferencias entre los nios maltratados y los no
maltratados apoyarla la tesis segn la cual las
caractersticas de los sujetos se deben a las
interacciones que han establecido con su medio fsico
y social, en lugar de ser las que eliciten el trato
recibido.

2. Diferencias encontradas entre los sujetos que


han sufrido malos tratos.

Los adolescentes maltratados presentan ms


problemas para rea cionarse con sus compaeros que los
ni/los maltratados, segn la evaluacin de sus
educadores (hiptesis 4.1). Este resultado concuerda
con los encontrados anteriormente que mostraban que
mientras que no se producan diferencias en el
conocimiento de estrategias entre los nios maltratados
y no maltratados, los adolescentes maltratados tenan
una competencia social menos desarrollada que los no
maltratados.

Gregory y Beveridge <1984) y Maylone (1985)


informan que los efectos de los malos tratos en las
interacciones con los compaeros dependen del gnero,
siendo los varones los ms agresivos y los que
presentan ms dificultades. Partiendo de estos datos

pag. 420
planteamos la hiptesis 4.2. que planteaba que los
adolescentes presentaran ms problemas para
relacionarse que las adolescentes y que su competencia
social estara menos desarrollada. Los resultados
indican que los adolescentes maltratados presentan ms
problemas para relacionarse que las adolescentes
maltratadas (segn la valoracin de los educadores),
pero no podemos afirmar que su competencia social est
menos desarrollada.

Aunque no planteamos ninguna hiptesis con


relacin a las otras dimensiones de la escala del
educador, hemos analizado los datos de que disponamos.
Hemos encontrado que los ni/los muestran ms problemas
sexuales y conductas autodestructivas que los
adolescentes y que, aunque las diferencias son
marginalmente significativas, los adolescentes
presentan ms problemas de aprendizaje que los nios.
No se producen diferencias significativas en las dems
dimensiones de la escala (problemas emocionales,
conductas disruptivas y antisociales> ni en la
adaptacin global.

El que los nios muestren ms problemas sexuales


y conductas autodestructivas que los adolescentes
podra estar relacionado con el hecho de que el tiempo
que llevan viviendo en la residencia permite predecir
sus puntuaciones en esta dimensin: los nios que
llevan menos tiempo en la institucin son los que
presentan, segn sus educadores, ms problemas de este
tipo.

Tanto en los nios como en los adolescentes la


variable que permite predecir las dificultades de
aprendizaje es el desarrollo intelectual y si, como
hemos sealado anteriormente, los adolescentes que han

pag. 421
sufrido malos tratos presentan retrasos en dicho
desarrollo (circunstancia que no se produca en los
nios), es lgico que sus dificultades de aprendizaje
sean mayores.

La hiptesis 4.3 sobre el valor predictivo del


desarrollo intelectual en la adaptacin (segn el
educador), la competencia social (evaluada a travs del
conocimiento de estrategias de relacin con los
compaeros) y las creencias sobre la expresin de
sentimientos de los nios y adolescentes ha recibido un
apoyo considerable.

En cuanto a la adaptacin de los nios


maltratados, el desarrollo intelectual permite predecir
las dificultades de aprendizaje (explica el 36* de la
varianza), los problemas para relacionarse con los
compaeros (explica el 14* de la varianza) y la
adaptacin global (junto con el tiempo que el ni/lo
lleva viviendo en la residencia explican el 43* de la
varianza). En todos los casos los nios con un mayor
desarrollo intelectual presentan menos problemas de
adaptacin. Mo permite predecir los problemas
emocionales (que no son predichos por ninguna variable)
ni las conductas disruptivas y antisociales (que son
predichas por el maltrato fsico activo que explica el
194 de la varianza, de forma que los nios que han
sufrido este tipo de maltrato son los que presentan ms
conductas disruptivas y antisociales, segn la
valoracin hecha por sus educadores).

Tampoco predice el conocimiento de estrategias de


interaccin. La eficacia es predicha por el maltrato
emocional activo y el abuso sexual (que conjuntamente
explican el 29% de la varianza), los nios que han
sufrido cualquiera de estos dos tipos de malos tratos

pag. 422
sugieren estrategias menos eficaces. El abandono fsico
permite predecir la elaboracin y las consecuencias de
las estrategias propuestas <en ambos casos explica el
22% de la varianza). Entre los tipos de malos tratos
sufridos por los nios este tipo de abandono seria el
menos perjudicial para estas dos dimensiones. Por
ltimo, tampoco permite predecir las creencias sobre la
expresin de los sentimiento de los nios. Esta vez el
abandono emocional (que explica el 28% de la varianza)
permite predecir las puntuaciones de los nios en esta
dimensin de la empatia. Los nios que han sufrido este
tipo de abandono manifiestan creencias ms negativas
sobre la expresin de sentimientos.

En el caso de los adolescentes maltratados, el


desarrollo intelectual permite predecir las
dificultades de aprendizaje (explica el 13* de la
varianza), las conductas disruptivas y antisociales
(explica el 6* de la varianza), los problemas
emocionales (junto con el abuso sexual explican el 17*
de la varianza) y la adaptacin global (explica el 11*
de la varianza). En todos los casos los adolescentes
con un menor desarrollo intelectual presentan ms
problemas segn sus educadores. No predice los
problemas para relacionarse con los compaeros ni los
problemas sexuales y las conductas autodestructivas.

En cuanto a la competencia social de los


adolescentes maltratados, ninguna variable entr en la
ecuacin de regresin de tres dimensiones: orientacin
prctica, definicin global del problema y anticipacin
de las consecuencias. El desarrollo intelectual tampoco
permite predecir las consecuencias sociales de las
estrategias. Sin embargo, predice la consideracin del
carcter social (junto con el tiempo que el adolescente
lleva viviendo en la residencia explican el 18* de la

pag. 423
varianza), la bsqueda de informacin (explica el 11*
de la varianza), la falta de hostilidad en la
definicin (junto con la edad del sujeto explican el
17* de la varianza). En todos los casos los
adolescentes con un mayor desarrollo intelectual
presentan puntuaciones ms elevadas en estas
dimensiones de la competencia social. Tambin permite
predecir las creencias sobre la expresin de
sentimientos (explica el 12* de la varianza), los
adolescentes maltratados con un mayor desarrollo
intelectual manifiestan creencias ms positivas.

Los resultados expuestos parecen indicar que el


desarrollo intelectual es mejor predictor de].
desarrollo socloemocional de los adolescentes
maltratados que del de los nios maltratados, ya que
adems de permitir predecir ms dimensiones de la
adaptacin segn la valoracin de los educadores,
tambin permite predecir determinados aspectos del
conocimiento de estrategias de interaccin con los
compaeros y las creencias sobre la expresin de
sentimientos.

Los distintos tipos de malos tratos pueden ser


heterogneos en su etiologa, secuelas y tratamiento
(Cicchetti y Rizley, 1981), de forma que hemos
intentado comprender los efectos diferenciales de sus
distintas formas.

La hiptesis 4.4 trata de comprobar si, como


sealan la mayora de los autores (exceptuando a
Hoffman-Plotkin y Twentyman, 1984) la negligencia
fsica y/o emocional se asocia a mayores retrasos
cognitivos y dificultades de aprendizaje, posiblemente
debido a la falta de estimulacin que suponen.
Concretamente, si permite predecir el desarrollo

pag. 424
intelectual de los nios y adolescentes que los han
sufrido. Ni en los nios ni en los adolescente el
abandono fsico y/o emocional permite predecir el
desarrollo intelectual. En el caso de los nios ninguna
variable entr en la ecuacin de regresi6n, mientras
que en los adolescentes el tiempo que llevan viviendo
en la residencia y la interaccin entre el gnero y el
haber sufrido maltrato fsico activo explican el 13% de
la varianza. Los adolescentes que ms tiempo llevan en
la institucin obtienen mejores puntuaciones y las
mujeres maltratadas fsicamente mostraran un menor
desarrollo intelectual <en cuanto a la influencia de la
interaccin entre gnero y maltrato fsico activo, los
resultados son tentativos porque al aplicar la
correccin de Bonferron las diferencias se vuelven no
significativas).

Es posible que si en lugar del razonamiento


analgico hubisemos evaluado otros componentes del
desarrollo intelectual, la negligencia fsica o
emocional hubiesen entrado en la ecuacin de regresin
de los nios. Esta posibilidad se ve reforzada por el
hecho de que el abandono emocional ha permitido
predecir las creencias sobre la expresin de
sentimientos en los nios, que correlaciona con el
desarrollo intelectual de los nios y sobre todo, de
los adolescentes.

El que los adolescentes que llevan ms tiempo


viviendo en el centro presenten un mayor desarrollo~
intelectual, podra deberse a la correlacin entre la
edad y el tiempo de residencia o a que la estancia en
estas instituciones pueda producir efectos
compensatorios en este dominio del desarrollo. Para
poder explicar el posible efecto de la interaccin del
gnero y el maltrato fsico activo en el desarrollo

pag. 425
intelectual, seria necesario contar con informaciones
de las que no disponemos como la edad en que comenz el
maltrato y si se trata de los casos ms graves <en los
que el maltrato ha sido ms frecuente y/o ms intenso>.

Como sealamos en el Capitulo IV, existe una


tendencia a asociar el maltrato fsico activo con la
agresividad, por lo que planteamos la hiptesis 4.5,
segn la cual esperbamos que permitiese predecir las
dificultades para relacionarse (segn la evaluacin de
los educadores) y la competencia social (evaluada a
travs del conocimiento de estrategias de relacin con
los compaeros) de los nios y adolescentes que lo han
sufrido. Los resultados muestran que el maltrato fsico
activo no predijo los problemas para relacionarse de
los nios y adolescentes (segn la valoracin de los
educadores). En cuanto a la competencia social, en el
caso de los adolescentes permite predecir las
consecuencias sociales de las estrategias. Los
adolescentes que han sufrido este tipo de maltrato
sugieren estrategias de peores consecuencias sociales.
Aunque en los nios el maltrato fsico activo no
permite predecir los problemas de relacin con los
compaeros, si que predice la frecuencia e intensidad
con que presentan conductas disruptivas y antisociales
<segn la valoracin de sus educadores>. Si observamos
los items que forman este factor nos encontramos con
que recoge conductas que suponen una deficiente
interaccin con sus iguales (molestar, pegar, insultar,
burlarse, mentir...), por lo que si podramos
considerar que este tipo de maltrato permite predecir
problemas para relacionarse con los compaeros, aunque
no sea la dimensin que utilizamos al formular nuestra
hiptesis.

Segn el modelo de deterioro acumulativo (Maz

pag. 426
Aguado et al. <en prensa), las relaciones familiares
siguen una secuencia de lo menos grave y ms frecuente
a lo ms grave y menos frecuente, adems, las formas
ms graves de malos tratos implican a las anteriores,
pero no al revs. De esta forma, la negligencia <fsica
o emocional) produciran consecuencias menos dainas en
el desarrollo que el maltrato activo (fsico o
emocional) o que el abuso sexual. El que el abandono
fsico aparezca como el menos daino de los diferentes
tipos de malos tratos en dos de las dimensiones del
conocimiento de estrategias de interaccin de los
nios, concretamente en la elaboracin y en las
consecuencias para la relacin, podra deberse a que,
como afirma este modelo, sean los casos menos graves y
los que obtengan las mejores puntuaciones. En el grupo
de nios maltratados, de un total de 29, nos
encontramos con 1 nio que habla sufrido abandono
fsico y con 11 nios que haban sufrido negligencia
fsica y emocional, pero que no haban sido maltratados
de forma activa. Sin embargo, el maltrato emocional
activo y el abuso sexual, que segn el modelo de
deterioro acumulativo son dos de los tipos de malos
tratos ms graves <sobre todo el abuso sexual, que
generalmente implica a los dems tipos>, aparecen como
predictores de la eficacia de las estrategias
propuestas por los nios: los nios que han sufrido
estas formas de malos tratos sugieren estrategias menos
eficaces, posiblemente debido a la indefensin que
suponen.

La mayora de las investigaciones sobre las


consecuencias a corto y a largo plazo del abuso sexual
sealan que ste se asocia a importantes problemas
emocionales, problemas sexuales y conductas
autodestructivas. La hiptesis 4.6. plantea esta
cuestin. Los resultados indican que el abuso sexual no

pag. 427
permite predecir los problemas emocionales, sexuales y
las conductas autodestructivas que segn los educadores
muestran los ni/los. En los adolescentes si que permite
predecirlos. Los adolescentes con un menor desarrollo
intelectual y los que han sufrido abuso sexual
presentan ms problemas emocionales (estas dos
variables explican el 17% de la varianza). Los
adolescentes que han sido victimas de ste tipo de
abuso tambin manifiestan ms problemas sexuales y
conductas autodestructivas. Como ya hemos indicado
antes, el tiempo que llevan los nios en la residencia
es la nica variable que permite predecir los problemas
sexuales y las conductas autodestructivas, mientras que
ninguna variable predijo los problemas emocionales de
stos.

Entre las escasas investigaciones que han


estudiado los posibles efectos diferenciales de los
distintos tipos de malos tratos en la autoestima nos
encontramos con la de Gross y Keller <1992) que sealan
que el maltrato emocional activo era mejor predictor de
la autoestima que el maltrato fsico activo. A partir
de estos datos planteamos la hiptesis 4.7. Los
resultados muestran que ninguna variable permite
predecir la autoestima de los adolescentes. La
autoestima de los ni/los es predicha por la interaccin
entre gnero y abandono emocional y por el maltrato
emocional (que explican el 45* de la varianza). Aunque
al aplicar la correccin de Bonferroni las diferencias
dejan de ser significativas, podemos observar una
tendencia segn la cual las nias que han sufrido
abandono emocional obtendran peores puntuaciones en
autoestma que los nios y las nias que no lo han
sufrido. El papel del maltrato emocional parece
sorprendente, ya que, segn los resultados, parece el
menos perjudicial de los malos tratos. Una explicacin

pag. 428
para ello creemos que se encuentra en el hecho de que
no hemos podido controlar la influencia de variables
como la severidad, la duracin o la frecuencia con la
que se han producido los distintos tipos de malos
tratos. Como sealan todas las investigaciones
realizadas sobre los factores que median en los efectos
producidos por el abuso sexual y como demostraron Ney
et al., <1986) al estudiar la tendencia de los sujetos
a autoculpabilzarse del trato recibido, estas variables
modulan los efectos de los distintos tipos de malos
tratos. Otra explicacin, que no es incompatible con la
anterior, es la que proponen DiazAguado y Martnez
Arias (1995c), la activacin de un mecanismo protector
de la autoestima que distorsionara la percepcin que
de si mismos tienen los nios en aquellos aspectos del
autoconcepto en los que presentan problemas graves.

De todo lo expuesto hasta ahora podemos concluir


que el desarrollo intelectual aparece como un
importante predictor del desarrollo de los nios y
adolescentes maltratados. El que algunos sujetos, a
pesar de haber sufrido malos tratos, presenten menos
deterioros en este dominio del desarrollo puede indicar
que han dispuesto de un ambiente fsico y social menos
desfavorecido y de mejores recursos para su desarrollo.
Por otra parte, debido a las relaciones que se producen
entre los distintos aspectos del desarrollo
socioemocional y que han reflejado los resultados de
los anlisis factoriales a los que nos hemos referido
antes, un adecuado funcionamiento cognitivo puede
compensar los dficits en otras reas del desarrollo.

Otra conclusin que se deriva de nuestra


investigacin es que es necesario conocer las
circunstancias que han rodeado cada caso para poder
comprender los efectos diferenciales de los distintos

pag. 429
tipos de malos tratos. La edad a la que comenzaron, su
frecuencia, intensidad o duracin son factores que
median entre el tipo de maltrato sufrido y sus posibles
consecuencias. Tambin es necesario conocer el tipo de
medio en el que se encuentran los sujetos a la hora de
hacer su evaluacin. En nuestra investigacin todos los
sujetos se encontraban viviendo en residencias
dependientes de la Comunidad de Madrid y este es el
medio con el que interaccionan y que puede mediar en su
desarrollo. Como muestran los resultados, el tiempo que
llevaban en estos centros ha permitido predecir los
problemas sexuales y las conductas autodestructivas que
segn los educadores manifiestan los nios y su
adaptacin global, el desarrollo intelectual de los
adolescentes y la medida en que tienen en cuenta el
carcter social de las situaciones interpersonales.
Para comprender los efectos de la institucionalizacin
es necesario evaluar las oportunidades que el medio
fsico y social de estos centros ofrecen para un
adecuado desarrollo <Lpez, 19811,>.

Los anlisis de cluster realizados nos han


permitido hallar entre los nios maltratados dos grupos
(de 14 y 15 nios, respectivamente>, de forma que el
primero recoge a los nios que presentan un menor
desarrollo intelectual, menores puntuaciones en
autoestima, ms dificultades de aprendizaje, ms
conductas disruptivas y antisociales, ms problemas
para relacionarse con sus compaeros y justifican en
mayor medida la agresin. Entre los adolescentes
tambin encontramos dos grupos <con 6 y 51. casos,
respectivamente) que se diferencian porque en el
primero son ms numerosos los casos de maltrato fsico
activo, se encuentran adolescentes de ms edad, llevan
ms tiempo viviendo en residencia, justifican en mayor
medida la agresin y sugieren un mayor nmero de

pag. 430
estrategias (que no parece ser un indice de mayor
competencia social).

Este tipo de anlisis puede ser til para disear


programas de intervencin ya que nos permite detectar
distintas tipologa de sujetos, en este caso parece que
se trata de los nios y adolescentes ms problemticos.
Por otra parte, en ambos casos nos encontramos con los
sujetos que justifican en mayor medida la agresin. Al
comparar a los sujetos del grupo de riesgo y a Los del
grupo de comparacin no habamos encontrado diferencias
significativas debidas al maltrato en este mediador
cognitivo de la conducta agresiva. Sin embargo, los
resultados de este anlisis de cluster indicaran que
slo los nios y adolescentes maltratados cuyo
desarrollo est ms deteriorado justifican en mayor
medida la agresin. Lo mismo ocurre con el desarrollo
intelectual y la autoestima de los nios maltratados.
Al compararlos con los nios no maltratados no
aparecan diferencias significativas, que si aparecen
ahora cuando entre los maltratados detectamos e]. grupo
ms inadaptado.

En este trabajo hemos intentado profundizar en el


conocimiento de las secuelas de los malos tratos en el
desarrollo socioemocional de nios y adolescentes.
Somos conscientes de las limitaciones de nuestro
trabajo y de la necesidad de seguir investigando por la
relevancia social del tema y la necesidad de disear
intervenciones que permitan paliar los dficits que
presentan los nios y adolescentes maltratados. Adems,
el conocer y explicar estos dficits puede ser til
para elaborar una teora integradora del desarrollo que
explicite la naturaleza de las interrelaciones entre
los distintos dominios <cognitivo, emocional, social).

pag. 431
10. ANEXO.

10.1.- ENTREVISTA SOBRE CONOCIMIENTO DE


ESTRATEGIAS DE INTERACCIN CON
LOS COMPA4EROS (C.E.I.C).

NOMBRE~ APELLIDOS~
CURSO EDAD COLEGIO

HISTORIA 1. Ana (Juan) acaba de llegar a un colegio


nuevo y tiene muchas ganas de hacerse amiga(o) de una
nia(o) que est sentada<o> en la mesa de al lado. Qu
puede hacer para conseguirlo?
HISTORIA 2. Un da Cristina <Enrique) llev una mueca
(coche de juguete) al colegio y una nia<o) de su clase
se la(o) quit. Qu podra hacer para que se la<o)
devolviera?
HISTORIA 3. Rosa (Fernando) tiene muchas ganas de jugar
con la mueca (tren) que le han regalado en su
cumpleaos y su hermana(o) tiene ganas de ver la
televisin. Cmo puede convencerla<o> para que juegue
con ella (l)?

HISTORIA 4. Al salir al recreo Marta <Pablo) se


encuentra a cuatro nias(os) jugando a las adivinanzas
y le apetece mucho jugar con ellas(os). Qu puede
hacer para que le dejen jugar?

pag. 432
10.2.- ENTREVISTA SOBRE CONOCIMIENTO DE
ESTRATEGIAS DE INTERACCIN CON
LOS COMPAEROS PARA ADOLESCENTES
(C.E. 1 .C.A).

NOMBRE~ APELLIDOS-
CURSO EDAD COLEGIO

HISTORIA 1. Enrique y Andrs (Ana y Rosa) son dos


amigos(as) que acuerdan hacer juntos(as) el trabajo que
ha pedido el profesor. Deciden dividirse inicialmente
la tarea y quedar el domingo para juntar el trabajo de
los(as) dos y poder as presentarlo el lunes. Pero
cuando llega el domingo, Enrique (Ana) se encuentra con
que Andrs <Rosa) no ha hecho nada y slo pueden
presentar lo suyo.
1.1. cul es el problema en esta situacin? Por
qu?
1.2. cul crees t que ser el principal objetivo
de Enrique (Ana)?
1.3. Deberas saber algo ms para resolver este
problema?
1.4. Cmo puede resolverlo? (Preguntar por todas
las posibles soluciones).
1.5. Cules sern las consecuencias de cada una
de esas soluciones?
1.6. Qu solucin te parece la mejor?
1.7. Y en segundo lugar? (Pedirle que ordene
todas las soluciones propuestas en el apartado
1.4.>.

pag. 433
HISTORIA 2. Juan <Silvia) va caminando por el patio de
su instituto y sin darse cuenta se mete en un charco y
se salpica todo el pantaln. Un grupo de chicos y
chicas de su clase que le estaban mirando se echan a
rer y le gritan que es un(a) patoso<a).

2.1. Hay algn problema en esta situacin? Cul?


Por qu?
2.2. Qu crees que sentir Juan <Silvia)? Cul
ser su principal objetivo? por qu?
2.3.fleberias saber algo ms para resolver esta
situacin?
2.4. Qu crees que es lo mejor que se puede
hacer? (Preguntar por todas las soluciones
posibles y pedirle que las ordene segn le
parezcan mejores o peores y que explique las
razones de su jerarqua).
2.5. Cules sern las consecuencias de cada una
de esas soluciones?

HISTORIA 3. Fernando <Carmen) est molesto porque su


compaero(a) de clase le coge continuamente el material
escolar que ms le gusta y no se lo devuelve. Entonces,
cuando Fernando <Carmen) lo necesita nunca lo tiene.
3.1. Cul es el problema en esta situacin? Por
qu?.
3.2. Cul crees t que ser el principal objetivo
de Fernando (Carmen) en esta situacin?
3.3. Deberas saber algo ms para resolver esta
situacin?
3.4. Qu crees que es lo mejor que puede hacer?
(Preguntar por todas las soluciones posibles y
pedirle que las ordene segn le parezcan mejores
o peores y que explique las razones de su
jerarqua).
3.5. Cules sern las consecuencias de cada una
de esas soluciones?

pag. 434
HISTORIA 4. Luis (Pilar) ha quedado con su amigo(a)
<Miguel o Maria) para que le venga a buscar a su casa
para luego salir. Cuando Miguel (Maria) llega, le dice
que lo que le apetece es ver una pelcula que ponen en
la tele. Miguel (Maria) tiene muchas ganas de salir.
4.1. Cul es el problema en esta situacin? Por
qu?
4.2. Cul crees t que ser el principal objetivo
de Miguel (Maria) en esta situacin?
4.3. Debera saber algo ms para resolver esta
situacin?
4.4. Qu crees que es lo mejor que puede hacer?
(Preguntar por todas las soluciones posibles y
pedirle que las ordene segn le parezcan mejores
o peores y que expliquen las razones de su
jerarqua).
4.5. Cules sern las consecuencias de cada una
de estas soluciones?

10.3.- ESCALA DE AUTOCONCEPTO DE PIERS-


HARRIS.

NOMBRE: - APELLIDOS:..
CURSO... EDAD COLEGIO

1. Mis compaeros de clase se burlan de mi... .51 NO


2. Soy una persona feliz SI NO
3. Me resulta difcil encontrar amigos SI NO
4. Estoy triste muchas veces SI NO
5. Soy listo SI NO.
6. Soy tmido SI No
7. Me pongo nervioso cuando me pregunta el
profesor SI NO
8. Mi cara me disgusta SI NO
9. Cuando sea mayor voy a ser una persona
importante SI NO
10. Me preocupo mucho cuando tenemos examen en el
colegio SI NO
11. Caigo mal en clase SI NO
12. Me porto bien en el colegio SI NO

pag. 435
13. Cuando algo va mal suele ser por
culpa ma SI NO
14. Creo problemas a mi familia SI NO
15. Soy fuerte SI NO
16. Tengo buenas ideas SI NO
17. Soy un miembro importante de mi familia SI NO
18. Generalmente quiero salirme con la ma SI NO
19. Tengo habilidad con las manos SI NO
20. Cuando las cosas son difciles las dejo sin
hacer SI NO
21. Hago bien mi trabajo del colegio SI NO
22. Hago muchas cosas malas SI NO
23. Dibujo bien SI NO
24. Soy bueno para la msica SI NO
25. Me porto mal en casa SI NO
26. Soy lento haciendo mi trabajo del
colegio SI NO
27. Soy un miembro importante de ini clase SI NO
28. Soy nervioso SI NO
29. Tengo los ojos bonitos SI NO
30. Dentro de clase puedo dar una buena
impresin SI NO
31. En clase suelo estar en las nubes SI NO
32. Fastidio a mis hermanos SI NO
33. A mis amigos les gustan mis ideas SI NO
34. Me meto en los a menudo SI NO
35. Soy obediente en casa SI NO
36. Tengo suerte SI NO
37. Me preocupo mucho por las cosas SI NO
38. Mis padres me exigen demasiado SI NO
39. Me gusta ser como soy SI NO
40. Me siento un poco rechazado SI NO
41. Tengo el pelo bonito SI NO
42. A menudo salgo voluntario en clase SI NO
43. Me gustara ser distinto de como soy SI NO
44. Duermo bien por la noche SI NO
45. Odio el colegio SI NO
46. Me eligen de los ltimos para jugar SI NO
47. Estoy enfermo frecuentemente SI NO
48. A menudo soy antiptico con los dems SI NO
49. Mis compaeros de clase piensan que tengo buenas
ideas SI NO
50. Soy desgraciado SI NO
51. Tengo muchos amigos SI NO
52. Soy alegre SI NO
53. Soy torpe para la mayora de las cosas SI NO
54. Soy guapo SI NO
55. Cuando tengo que hacer algo lo hago con muchas
ganas SI NO
56. Me peleo mucho SI NO
57. Caigo bien a los chicos SI NO
58. La gente se aprovecha de mi SI NO
59. Mi familia est desilusionada conmigo SI NO

pag. 436
60. Tengo una cara agradable SI NO
61. Cuando trato de hacer algo todo parece salir
mal SI NO
62. En mi casa se aprovechan de mi SI NO
63. Soy uno de los mejores en juegos y
deportes SI NO
64. Soy patoso SI NO
65. En juegos y deportes miro pero
no participo SI NO
66. Se me olvida lo que aprendo SI NO
67. Me llevo bien con la gente SI NO
68. Me enfado fcilmente SI NO
69. Caigo bien a las chicas SI NO
70. Leo bien SI NO
71. Me gusta ms trabajar solo
<que en grupo) SI NO
72. Me llevo bien con mis hermanos.. SI
... NO
73. Tengo buen tipo SI NO
74. Suelo tener miedo SI NO
75. Siempre estoy rompiendo cosas SI NO
76. Se puede confiar en mi.. .5I NONO
77. Soy una persona rara.... st
78. Pienso en cosas malas... .51- NO
79. Lloro fcilmente SI NO
80. Soy una buena persona... .SI NO

pag. 437
10.4.- ADAPTACIN DE LA ESCALA DE EMPATIA
DE BRYANT (1982).

NOMBRE: APELLIDOS:
CURSO EDAD COLEGIO

1. Me siento triste cuando veo a una


chica que no tiene con quien jugar. 1 2 3 4 5 6 7

2. La gente que se besa y se abraza


en pblico es tonta. 1234567

3. Los chicos que lloran cuando son


felices son tontos. 1 2 3 4 5 6 7

4. Me gusta ver como otras personas


abren regalos aunque yo no tenga
ningn regalo. 1234567
5. Ver a un chico que llora me hace
llorar. 1 2 3 4 5 6 7~

6. Me siento mal cuando veo a un


chico que se ha hecho dao. 1 2 3 45 6 7

7. Me ro cuando veo rer a otras


personas aunque no sepa porque se
ren. 1234567

8. A veces lloro cuando veo la


televisin. 1234567

9. Las chicas que lloran cuando son


felices son tontas. 1 2 3 4 5 6 7

10. Es difcil para mi saber por qu


alguien se siente mal. 1 2 3 4 5 6 7
11. Me siento mal cuando veo a un
animal herido. 1234567

12. Me siento triste cuando veo a


chico que no tiene con quien jugar. 1 2 3 4 5 6 7

pag. 438
13. Algunas canciones me dan ganas
de llorar. 1234567
14. Me siento mal cuando veo a un
chico herido. 1234567
15. Algunas veces los nios pequeos
lloran sin motivos. 1 2 3 4 5 6 7
16. Es una tontera tratar a los
perros y a los gatos como si
sintieran igual que las personas. 1 2 3 4 5 6 7

17. Me da rabia cuando veo a un


compaero que cree necesitar
constantemente la ayuda del profesor. 1 2 3 4 5 6 7
18. Los chicos que no tienen amigos
es porque no quieren tenerlos. 1 2 3 4 5 6 7

19. Cuando veo a una chica que llora


tambin a mi me entran ganas de
llorar. 1234567
20. Creo que es divertido que algunas
personas lloren cuando ven una
pelcula triste o leen un libro
triste. 1234567

21. Soy capaz de comerme todas las


galletas aunque vea que alguien me
est mirando y quiere una. 1 2 3 4 5 6 7
22. Me siento mal cuando un profesor
castiga a un compaero por
desobedecer las reglas de la escuela. 1 2 3 4 5 6 7

pag. 439
10.5. ESCALA DE MEDIADORES COGNITIVOS DE
LA CONDUCTA AGRESIVA.

NOMBRE: APELLIDOS~
CURSO EDAD COLEGIO

A continuacin encontrars una serie de


afirmaciones sobre lo que piensan algunos chicos y
chicas de tu edad sobre determinadas situaciones.
Punta cada situacin de uno a siete rodeando con un
circulo el nmero correspondiente, teniendo en cuenta
que el SIETE (o las puntuaciones prximas al siete)
deben otorgarse a las afirmaciones con las que ests
muy de acuerdo y el UNO <o las puntuaciones prximas al
uno) deben otorgarse a las puntuaciones con las que no
ests nada de acuerdo. Por favor, NO DEJES NINGUNA
RESPUESTA SIN CONTESTAR. Las respuestas que des a este
cuestionario son confidenciales.

1. Hay que enfadarse de vez en cuando


para que los dems sepan que tienes
un carcter enrgico. 1 2 3 4 5 6 7
2. Es correcto pegar a alguien que
te ha pegado a ti primero. 1 2 3 4 5 6 7

5. Est bien burlarse de la gente


que te ignora. 1234567
6. Si no gritas enfadado a alguien
que te ha criticado,los dems
pensarn que eres dbil. 1 2 3 4 5 6 7

pag. 440
7. A veces creo que la vida no vale
nada. 1234567

8. Es correcto insultar a una persona


que te ha fallado. 1234567

9. Cuando alguien te insulta conviene


contestarle con otro insulto mayor
para demostrar que eres fuerte. 1 2 3 4 5 6 7
10. Confio en bastantes personas. 1 2 3 4 5 6 7
11. Est justificado pegar a alguien
quetehaquitadoloqueeratuyo. 1234567
12. Conviene negarse a realizar algn
trabajo para demostrar que no eres un
pelota. 1234567
13. Me gusta la mayora de la gente. 1 2 3 4 5 6 7
14. Si no dices tacos cuando te
enfadas con alguien puedes parecer
un poco tonto. 1234567

15. Cuando alguien te f ala debes


fastidiarle para que se entere de
loquetehahecho. 1234567

16. A veces me siento solo. 1 2 3 4 5 6 7

17. Conviene saltarse algunas normas


para demostrar mi valenta ante el
castigo. 1234567
18. Es correcto amenazar a algunas
personas para que te hagan caso. 1 2 3 4 5 6 7
19. No se sabe realmente con quin
se puede contar. 1234567
20. Si no devuelves los golpes que
recibes los dems pensarn que eres
un cobarde. 1234567
21. Se debe producir miedo en algunas
personas para que te respeten. 1 2 3 4 5 6 7

pag. 441
22. La gente quiere hacerme dao
a veces. 1234567

23. Conviene que los nios pequeos


te tengan miedo para poder influir
en ellos. 1234567

A continuacin se describen una serie de


situaciones. Debes imaginarte que te ocurre lo que
sucede en ellas. Responde segn como te resulte de
fcil o de difcil actuar de la forma que se indica
<rodeando con un circulo la respuesta correspondiente>.
No debes pensar demasiado la respuesta.

1. En el tiempo de descanso tus Muy fcil


compaeros deciden jugar a un juego Algo fcil
que no te gusta y t propones otro. Algo difcil
Ellos te dicen que no. Molestarles y Muy difcil
entorpecerles es para ti...
2. Tienes prisa porque llegas tarde a Muy fcil
la clase de un profesor que se enfada Algo fcil
mucho por la impuntualidad. un chico Algo difcil
se pone en tu camino y te impide el Muy difcil
paso. Empujarle es para ti...
3. El profesor te ha preguntado en Muy fcil
clase algo que t no sabias. Oyes Algo fcil
como un compaero se re de ti y te Algo diflcil
critica. Insultarle al final de la Muy difcil
clase es para ti...

4. Cuando en una pelea recibes un Muy fcil


golpe, devolverlo es para ti... Algo fcil
Algo difcil
Muy difcil
5. Cuando sales al patio te metes en Muy fcil
un charco y te salpicas toda la ropa. Algo fcil
Un grupo de chicos de tu clase se Algo difcil
ren y te llaman patoso. Insultarles Muy difcil
es para ti...

pag. 442
6. Ests en un bar con un grupo de Muy fcil
compaeros y uno de ellos invita a Algo fcil
a todos menos a ti. Te gustara Algo difcil
insultarle pero decides no hacerlo. Muy difcil
No insultarle es para ti.
7. Pides ayuda a un compaero para un Muy fcil
trabajo que te resulta difcil y te Algo fcil
dice que no. Te gustara insultarle Algo difcil
pero decides no hacerlo.No insultarle Muy difcil
es para ti.
8. Un compaero va corriendo por el Muy fcil
pasillo y se choca contigo cayendo al Algo fcil
suelo. Se levanta furioso y te da una Algo difcil
torta. Te gustara pegarle pero Muy difcil
decides no hacerlo. No pegarle es
para ti...
9. Ves en el suelo una moneda de Muy fcil
100 pts. y te agachas para cogerla, Algo fcil
pero viene otro chico y la coge Algo difcil
antes. Tienes ganas de quitrsela Muy difcil
pero decides no hacerlo. No
quitrsela es para ti...
10. En una pelea recibes un golpe de Muy fcil
un chico menor que t. Tienes ganas Algo fcil
de devolverlo pero decides no Algo difcil
hacerlo. No pegarle es para ti... Muy difcil
L

pag. 443
10.6.- ESCALA DE EVALUACIN DE
LA ADAPTACIN DEL NIO
Y DEL ADOLESCENTE POR
PARTE DEL EDUCADOR.

NOMBRE Y APELLIDOS DEL MIRO O ADOLESCENTE:


EDAD: FECHA: CURSO: SEXO:
COLEGIO-RESIDENCIA:
NOMBRE DEL EDUCADOR QUE RESPONDE AL CUESTIONARIO:

INSTRUCCIONES: A continuacin encontrar una serie


de afirmaciones que describen a nios y a adolescentes.
Punte cada afirmacin de uno a siete, rodeando con un
circulo el nmero correspondiente; teniendo en cuenta
que el SIETE (o las puntuaciones prximas al siete>
deben otorgarse a afirmaciones que describan muy bien
la forma de ser del nio o adolescente o a conductas
muy frecuentes en l (o mucho ms frecuentes que en
resto de sus compaeros> y el UNO (o las puntuaciones
prximas al uno), deben otorgarse a las afirmaciones
que no se correspondan con la forma de ser del nio o
adolescente o a conductas muy raras en l <o mucho ms
raras que en el resto de nios o adolescentes). Por
favor, NO DEJE NINGUNA RESPUESTA SIN CONTESTAR. Las
respuestas que usted d a este cuestionario son
confidenciales.

1. Se esfuerza en participar en actividades


de grupo con sus compaeros. 1 2 3 4 5 6 7
2. Acepta que le digan que no sin
enfadarse. 1234567
3. Comparte sus cosas. 1 2 3 4 5 6 7
4. Muestra excesiva preocupacin por el
sexo. 1234567
5. Quiere que le hagan mucho caso. 1 2 3 4 5 6 7
6. Tiene amigos. 1234567
7. Es vago, trabaja poco. 1 2 3 4 5 6 7
8. Se preocupa y le da muchas vueltas
a las cosas. 1234567
9. A veces est solo. 1234567
10. Tiene inters por las tareas
escolares. 1234567

pag. 444
11. Llama la atencin constantemente. 1234567
12. Cae mal a sus compaeros. 1234567
13. Tiene miedo a relacionarse con el
otro sexo. 12 34 567
14. Est triste. 12 34 567
15. Hace amistades con facilidad. 12 34 567
16. Tiene dificultades para expresarse
verbalmente. 12345 67
17. Se siente culpable cuando algo
sale mal. 12 34 567
18. Sabe escuchar a sus compaeros. 12 34 567
ig. Olvida fcilmente lo que aprende. 12 34 567
20. Est excesivamente cansado. 12 34 567
21. Molesta a sus compaeros. 12 34 567
22. Tiene dificultades para aprender. 12 34 567
23. Recurre demasiado al educador en
situaciones conflictivas. 12 34 567
24. Tiene pocos amigos. 12 34 567
25. Termina las cosas que empieza. 12 34 567
26. Llora. 12 34 567
27. A veces es ignorado por sus
compaeros. 12 34 567
28. Le gusta la residencia. 12 34 567
29. Es tmido. 12 34 567
30. Participa activamente en los juegos 12 34 567
31. Comprende bien lo que lee. 12 34 567
32. Dice que nadie le quiere. 12 34 567
33. Rehuye a sus compaeros. 12 34 567
34. Su progreso es adecuado a su
capacidad. 12 34 567
35. Miente o engaa. 12 34 567
36. A veces pega a sus compaeros. 12 34 567
37. Busca frecuentemente la aprobacin
de]. adulto. 1234567
38. Es antiptico con sus compaeros. 1234567
39. Sus intervenciones suelen ser
oportunas. 1234567
40. Se mueve constantemente. 1234567
41. Conoce y respeta las reglas del
centro. 12345 67
42. Es quejica. 12345 67
43. Prefiere estar con nios ms
pequeos. 12 34 567
44. Se salta las normas del centro. 12 34 567
45. Insulta a sus compaeros. 12 34 567
46. Le cuesta seguir las explicaciones. 12 34 567
47. Hace el payaso. 12 34 567
48. Se relaciona normalmente con el
otro sexo. 12345 67
49. Respeta las instrucciones y normas
para la realizacin de las tareas. 12 345 67
50. Interrumpe a los dems cuando estn
hablando. 12345 67

pag. 445
67
51. Se le ve preocupado. 12345
52. Se distrae con facilidad. 12345 67
53. Suele relacionarse con todos los
compaeros 12345 67
54. Busca frecuentemente el apoyo afectivo
del educador. 12345 67
55. Se queja de estar en el centro. 12345 67
56. Se burla de otras personas. 12345 67
57. Tiene cambios de humor sin motivo
aparente. 1234567
58. Se muestra participativo en el
centro. 1234567
59. Quita cosas a sus compaeros. 1234567
60. Come o bebe cosas que no son comida
<papeles, tiza, goma). 1234567
61. Trabaja desorganizadamente. 1234567
62. Se junta con los que se meten en
problemas. 1234567
63. Tiene tics. 1234567
64. Frecuentemente necesita vigilancia
para realizar las tareas. 1 2 3 4 5 67
65. Tiene que ser obligado para integrarse
en el grupo. 12345 67
66. Comete errores al leer. 12345 67
67. Se hace dao. 12345 67
68. Consume txicos. 12345 67
69. Practica juegos o actividades sexuales
inusuales para su edad. 12345 67
70. Se lleva bien con los dems. 12345 67
71. Se muerde las uas. 12345 67
72. Realiza preguntas a los educadores
sobre cuestiones de aprendizaje. 1234567
73. Entabla conversacin con cualquier
persona fcilmente. 1 2 3 4 5 67
74. Est tenso y rgido. 1 2 3 4 5 67
75. Presenta indicios de problemas sexuales
con adultos. 1 2345 67
76. Le cuesta mucho concentrarse. 1 2345 67
77. Es cuidadoso con las cosas. 1 2345 67
78. Es nervioso. 1 2345 67
19. Recibe agresiones sexuales de sus
compaeros. 1 234567
80. Tiene dificultades para el
razonamiento. 1 2345 67
81. Se niega a cooperar. 1 2345 67
82. Se siente inseguro. 1 2345 61
83. Es reservado <se guarda las cosas
para si mismo). 1 234567
84. Es aptico. 1 234567
85. Manifiesta conocimientos sexuales
inusuales para su edad. 1 2345 67
86. Se arranca el pelo. 1 2345 67
87. Habla bien de si mismo. 1 2345 67

pag. 446
Si hacer
quiere alguna observacin a sus
respuestas, por favor coloque el nmero de la
afirmacin y comn tela en la lineas siguientes.

Nmero Observacin

1O .7. TABLAS DE RESULTADOS.

Tabla 1. Matriz de saturaciones factoriales de la


Escala de Autoconcepto de Piers-Harris <DiazAguado y
Martnez Arias, sin publicar).

<5:940>

flC?0I 1 ncioi 2 FACTOR 3 JACTO! 4

1 517 .072 .182 .035


2 726 .323 .186 .054
3 .749 .090 .005 .132
4 .355 .046 .303 .105
5 .145 .371 .105 .214
6 .027 .131 .550 089
7 .055 .076 .700 .009
8 .327 .218 .042 .006
9 .044 .511 .111 .002
10 071 .071 .671 .001
11 .813 .062 .022 .063
12 .170 .195 .273 .800
13 .3 zg .111 .089 .167
14 .468 .165 .034 .315
15 .108 .536 .208 .260
16 .192 .578 .092 .091
11 061 .456 .013 .025
18 .279 .008 .259 .406
19 .053 .428 .135 .047
20 .125 .032 .139 481
21 .277 .116 .018 .469
22 .015 .035 .065 .771

pag. 447
23 .291 .529 .300 .121
24 .214 .278 .124 .089
25 -.070 .102 .027 693
26 .205 .060 .227 .216
27 .029 .580 .187 .029
28 .049 531 .169
29 .063 .754 .209 .135
30 .248 .567 .058 .0 46
31 .215 .137 .043 .645
32 .348 .132 .129 .537
32 .348 .132 .129 .337
33 .365 .457 .030 .060
34 .174 .254 .049 .643
35 .178 .285 .059 .545
36 .149 .463 .032 .050
37 .020 .163 .557 .285
38 .332 .205 .015 .196
39 .549 .339 .115 .003
40 .671 .046 .131 .046
41 .147 .784 .095 .188
42 .080 .324 .192 .026
43 .544 .037 .004 .076
44 .321 .064 .028 .030
45 .002 .633
46 .547 .30 .188 .105
7 .330 .290 .024 .061
48 .358 .200 .025 .338
49 .333 .506 035 .042
50 .655 .093 .10 7 .070
51 .620 .075 .105 .082
52 .589 .288 .310 .033
53 .519 .064 .192 .125
54 .020 .847 .023 .026
55 .016 .206 .026 .434
56 .113 .123 - .181 .595
57 .612 .281 .061 .265
58 .683 .143 .155 .037
59 .606 .177 .154 .247
60 .306 .620 .120 .011
61 .443 .039 .244 .253
62 396 .226 .002 .170
63 .003 .592 .333 .310
64 .318 .227 .281 .610
65 .496 .104 .025 .140
66 058 .046 .315 .480
67 .654 .092 .170 .013
68 .054 .351 .357
69 .351 139 .205 .084
70 .110 .276 .026 .315
71 .464 .133 .015
72 .095 .052 .035 .379
73 .081 .816 o 61 .025.
74 .257 .073 .567 .160

pag. 448
75 .317 004 .152 .535
75 .272 120 195 .505
77 .434 076 .183 012
78 .002 .076 .277 .435
9 .176 126 436 .124
80 .268 .412 .265 .303

Tabla 2. Correlaciones entre los factores de la Escala


de Autaconcepto de Plera-Harris (DiazAguado y Martnez
Arias, sin publicar).

FACTOR 1 FACTOR 2 FACTOR 3 FACTOl 4


JACTO! 1 1.000
FACTOI 2 .379 1.000
FACTOR 3 .367 .349 L000
FACTOR 4 .455 .278 .249 1.000

Tabla 3. Indices de consistencia interna para los


factores originales de la Escala de Autoconcepto de
PiersHarris <DiazAguado y Nartinez Arias, lggsa, pag.
22>.

(Irfl7>

Dhmeaai6a Coeficiente Alpha

Autoconcepto conductual .7370


Autoconcepto intelectual .7989
Autoconcepto fsico .7648
- Falta de ansiedad .6363
Popularidad .7182
Felicidadsatisfaccin .5793
- Autoconcepto genial .9000

pag. 449
Tabla 4. Anlisis de los elementos de la Escala de
Autoconcepto PiersHarris realizado con los nuevos
factores.

<1:179>
Correlacin temtotal Alpha eliminado el tem

AUOESTINA
tem 1 .3599 .8203
tem 2 .3066 .822 1
tem 3 .3736 .819 7
tem 4 .1836 .8285
tem 8 .3146 .82 19
tem 11 .4912 .8166
tem 13 .3884 .8195
tem 14 .3466 .8208
tem 38 .1575 .8280
tem 39 .4330 .8182
tem 40 .4145 .8181
tem 43 .3939 .8213
tem 44 .2969 .8224
tem 46 .3156 .8220
tem 47 .2710 .8236
tem 48 .2521 .824 1
tem 50 .456 1 .8179
tem 51 .4754 .8176
tem 52 .3932 .8203
tem 53 .4354 .8176
tem 57 .4501 .8179
tem 53 .4321 .817 7
tem 59 .2452 .8239
tem 61 .3 579 .8204
tem 62 .4048 .8194
tem 64 .4124 .8188
tem 65 .2021 .8264
tem 67 .3882 .826 7
tem 69 .1469 .8206
tem 71 .2512 .8254
tem 77 .3036 .8222

CONJUIZA El SI ISEO

tem 5 .3992 .843 7


tem 9 .4237 .8427
tem 15 .4595 .8413
tem 16 .3931 .8440
tem 17 .2776 .8481
tem 19 .4454 .8419
tem 23 .3957 .8441

pag. 450
tem 24 .1879 .8530
tem 27 .4433 .8420
tem 29 .5576 .837 5
tem 30 .3544 .845 5
tem 33 .4009 .8437
tem 36 .5461 .8375
tem 41 .5340 .8383
tem 42 .3189 .8474
tem 49 .4851 .8402
tem 54 .60 55 .8349
tem 60 .4537 .8415
tem 63 .4466 .8418
tem 73 .5714 .8363
tem 80 .1125 .85 12

FALTA DI 11811DM

tem E .245 5 .5646


tem 7 .4681 .4757
tem 10 .3636 .5
tem 28 .3155 .5371
tem 37 .1245 .5921
tem 74 .3093 .5394
tem 79 .2 621 .55 63

AO?OCOIJIAJU II LA IJECIICIO

tem 12 .4715 7942


tem 18 .2450 .8069
tem 20 .3371 .8013
tem 21 .4740 .7935
tem 22 .4910 .7917
tem 25 .2843 .8033
tem 31 .497 7 .7911
tem 32 .3281 .8019
tem 34 .444 6 .7347
tem 35 .3583 .7997
tem 45 .4289 .7955
tem 55 .0747 .8143
tem 56 .4020 .7974
tem 66 .4886 .7917
tau 63 .2618 .8056
tem 70 .2919 .8031
tem 72 .3363 .8008
tem 75 .3396 .8007
tem 76 .3527 .80 15
tem 78 .5904 .7864

pag. 451
AD?OCOCIP?O TOTAL

tem 1 .2 687 .8894


tem 2 .3015 .8891
tem 3 .2672 .8894
tem 4 .2159 .8900
tem 5 .3304 .8888
tem 6 .265 4 .8895
tem 7 .3099 .8890
tem 8 .3565 .8886
tem 9 .2445 .8897
tem 10 .0291 .89 19
tem 11 .2803 .8893
tem 12 .3362 .8888
tem 13 .2909 8892
tem 14 .3117 .8890
tem 15 .3385 .8887
tem 16 .3019 .8891
tem 17 .2285 .8891
tem 18 .1135 .8912
tem 19 .294 6 .8891
tem 20 .3085 .8890
tem 21 .4394 .887 7
tem 22 .3493 .8885
tem 23 .2501 .8897
tem 24 .0899 .8915
tem 25 .2213 .8898
tem 26 .3158 .888 9
tem 27 .17 12 .8906
tem 28 .2558 .8896
tem 29 .3595 .8 885
tem 30 .2745 .889 3
tem 31 .3984 8880
tem 32 .2196 .8960
tem 33 .2996 .8891
tem 34 .2640 .889 4
tem 35 2860 .8892
tem 36 .4394 .8873
tem 37 .2001 .8930
tem 38 .0617 .8914
tem 39 .3334 .8889
tem 40 .3845 .8882
tem 41 .45 55 .887 5
tem 42 .1689 .8906
tem 43 .2811 .8893
tem 44 .3312 .8888
tem 45 .2 683 .8894
tem 46 .2 463 .8895
tem 41 .2293 .8897
tem 48 .1915 .8901
tem 49 .3371 .8887
tem 50 .4607 .8880
tem 51 .4785 .8880

pag. 452
tem 52 .3952 .8387
tem 53 .4649 .8877
tem 54 .3538 5885
tem 55 .1954 .5901
tem 56 .1103 .8909
tem 5? .4443 .5881
tem 58 .3115 .8890
tem 59 .1753 .8901
tem 60 .4778 .8872
tem 61 .3918 .8881
tem 62 .3115 .8891
tem 63 .2984 .889 1
tem 64 .4589 .8879
tem 65 .2142 .SSSS
tem 66 .4361 .88 76
tem 67 .400 5 .8888
tem 68 .2270 .8899
It. 69 .1192 .8905
tem 70 .3811 .8883
tem 71 .0611 .8918
tem 72 .3128 .8890
tem 73 .4154 .8878
tem 74 .4081 .8879
tem 7$ .3106 .8390
tem 76 .3378 .8891
tem 77 .2302 .8897
tem 78 .4150 .8819
tem 79 .3936 .8881
tem 80 .3 721 .8890

pag. 453
Tabla 5. Anlisis de los elementos de la escala de
empatia.

<1:179)
Correlacin temtotal Alpha eliminado el tem

EN?ATIA AFECTIVA
tem 1 .4429 .6095
tem 5 .4234 .6138
tem 6 .4041 .6188
tem 8 .448 7 .6061
tem 10 .3559 .763 1
tem 12 .4936 .6005
tem 13 .3805 .6234
tem 14 .4538 .6098
tem 19 .4566 .5068

CBDCIAS BUIR LA 111113101 1)1 Sfl?IIlfl?O3

tem 2 .3184 .6158


tem 3 .3248 .6139
tem 9 .4575 .5772
tem 16 .3176 .6158
tem 17 .3468 .6079
tem 18 .3622 .6041
tem e .288 3 .6229
tem 21 .2656 .6285

MAL

tem 1 .3644 .5569


tem 2 .2370 .5 769
tem 3 .1681 .5884
tem 5 .3687 .5657
tem 6 .2569 .5742
tem 8 .33 73 .5596
tem 9 .2 135 .5 703
tem 10 . 1948 .6319
tem 12 .2465 .5762
tem 13 .2674 .5717
tem 14 .2619 .5733
tem 16 .1902 .5846
tem 17 .2308 .57 79
tem 18 .2040 .5823
tem 19 .1426 .5914
tem 20 .1159 .59 61
tem 21 .2655 .5 728

pag. 454
Tabla 6. Anlisis de los elementos de la Escala de
Mediadores Cognitivos de la Conducta Agresiva.

<:119>
Correlacin temtotal Alpha eliminada el tem

J1JMIJXCACIOI DE LA
AGlESII

tem 1 .4741 .8396


tem 2 .4741 .8396
tem 4 .5380 .8362
tem 5 .39 69 .8438
tem 6 .4 128 .8432
tem 8 .49 57 .8384
tem 9 .6243 .8305
tem 11 .5 128 .8373
tem 14 .4109 .8430
tem 15 .5756 .8331
tem 17 .5347 .8367
tem lB .5591 .83 54
tem 20 .3347 .8478
tem 21 .4699 .839 9
tem 23 .3851 .8442

PERCEPCO1 DI AUIOEFICACIA
PAR LA GUStO!

tem 1 .4236 .5889


It. 2 .3121 .6399
tem 3 .3333 .6316
tem 4 .4672 .5709
tem 5 .4990 .5541

PEIWCIOI DE FALTA DE
EFICACIA PAJA LUXE!!
LA AGIESIOU

tem 6 .2998 .5214


tem 7 .3672 .4645
tem 8 .3689 .4622
tem 10 .33 14 .4929

pag. 455
Tabla 7. Anlisis de los elementos de la Escala de
Adaptacin del Nio y del Adolescente por parte del
Educador -

(:90>
Correlacin temtotal Alpha eliminado el tem

DIFICULTADES 1)1
AIIDDIEAJI.

Item 7 .5966 .9311


tem 10 .6840 .9294
tea 16 .4873 .9332
Itel 19 .7174 .9287
tem 20 .3232 .9351
Itea 22 .7621 .927 7
te. 25 .7645 .9278
Itea 28 .3611 .9347
tel 31 .7907 .92 72
tem 34 .5813 .9313
t~ 39 .4 182 .9339
tem 46 .720 1 .9286
tem 52 .7491 .9282
tem 53 .5027 .9326
tea 81 .7394 .9281
tem 64 .7334 .9283
Itam 64 .88 68 .9293
tem 72 .4650 .9333
It,, 75 .7754 .9276
tem SO .4611 .9337

CODUCTAS DISRUNIVAS
Y PEmIIADOW.

It~ 2 .3766 .89 24


tem 11 .4194 .8911
It. la .5209 .8882
It,. 21 .6703 .8834
tem 35 .5554 .8871
tem 36 .6662 .88 33
tem 40 .3959 .89 18
tem 41 .6182 .8853
tem 44 .621 1 .88 50
tem 45 .7403 .8813
tem 47 .4798 .8894
tem 49 .6534 .8847
Item SO .5035 .8887
ltd 55 .2736 .8954
tem 56 .8854
tem Si .4433 .8905

pag. 456
tem 62 5859 .8860
tem 77 .4258 .8917
tem 78 .3700 .8926

PROLUAE U LAS RELACIONES


COl LOS COPAIEIOS.

Itel 1 .4139 .9005


tem 3 .2742 .9053
tem 6 .7336 .8924
ita 12 .57 70 .8975
tem 13 .3805 .9003
tem 15 .6703 .8945
tem 24 .6886 .8937
tem 27 .7 683 .8909
tem 30 .5406 .8986
tem 33 .6475 .8 960
tem 38 .5474 .8984
It. 48 .46 19 .9007
tem 53 .689 1 .8939
tem 65 .7419 .8922
tem 70 .6402 .89 51
tem 73 .4150 .9021
tem u .4515 .9010

PNLKIAS UOCIOIALS.
tem 1 .3989 .649 6
tem 8 .2387 .663 7
tem 9 .2862 .6603
tem 14 .4516 .6425
tem 17 .3812 .6502
tem 23 .40 46 .6439
tem 26 .4040 .6453
tem 29 .2359 .7241
t 32 .4836 .6405
tem 37 .3284 .6568
tem 42 .3854 .5479
tem 43 .1404 .6770
tem 51 .37 13 .65 14
tem 54 .2892 .6606
tem 71 .0740 .7095
Ita 74 .3929 .6304
tem 82 .4261 .6450

PROELIIAS SEXIIALE
Y CONDUCTAS ADYOIIIST!DCTIYAS.
tem 4 .6173 .7 511
tem 60 .3 648 .7845

pag. 457
Item 57 .3 623 .7843
tem 68 .5668 .71 55
tem 69 .6220 .7511
Item 75 .4955 .7698
tem 19 .5166 1680
tem 65 .6664 .7443
tem 85 .5521 .7796

TOTAL

tem 1 .4096 .9449


tem 2 .1723 .9457
tem 3 .1949 .9455
tem 4 .2608 .9453
tem 5 .2312 .9454
tem 6 .5597 .9 443
it. .5 .4951 .9445
tem 8 .233 7 .9471
tem 9 .2282 .9455
tem 10 .6094 .9 441
tu 11 .355 6 .9450
tem 12 .5517 .9443
tem 13 .2693 .9453
tem 14 .423 2 .9448
tem 15 .4768 .9446
IteE 16 .3392 .9451
tem 17 .0192 .9 462
tea 18 .5430 .9443
Item 19 4992 .9445
it. 10 .3758 .9450
tem 21 .4713 .9446
tem 22 .5470 .9443
tem 23 .2263 .945 5
tem 24 .4849 .9445
tem 25 .6674 .9438
tem 26 .2137 .9454
It. 27 .6608 .9438
tem 28 .4544 .9447
tem 21 ,1698 .9472
it. 30 .4946 .9 445
tem 31 .6266 .9439
tel 32 .4133 .9449
tem 33 .4916 .9446
tel 34 .5054 .9445
tel 35 .5037 .9445
Item 36 .3994 .9449
tem 37 .0931 .9464
tem SI .5395 .9444
tem 39 .5009 .9445
tem 40 .40 17 .9449
It. 42 .4121 .9448
tem 43 .3407 .9451

pag. 458
tem 44 .5619 .9443
It. 45 .5566 ..9443
tea 46 .5143 .9444
tel 47 .4592 .9446
tem 48 .4273 .9448
tem 49 .6138 .9441
tem 50 .2523 .945 5
tem 51 .1014 .9459
tem 52 .5706 9442
tem 53 .4663 .9446
tez 54 .0608 .9463
tem 55 .3014 .9453
tem 56 .43 63 .9447
Item 57 .4534 .9447
tem 58 .6111 .9441
tem 59 .4629 .9446
tem 60 .3327 .9452
tem 61 .5987 .9 440
tea 62 .5844 .9441
tem 63 .3185 .9451
tem 64 .6162 .9439
11am 65 .6014 .9441
Item 66 .4671 .9446
tem 67 .2963 .9452
tea 68 .3484 .9452
tem 69 .2383 .9454
tem 70 .6244 .9441
tem 71 .1391 .9461
Item 72 .4599 ,9447
tem 73 .185 5 .9456
Item 74 .3706 .9456
tem 75 .3130 .9452
tem 76 .67 54 .9438
tem 77 .5063 .9444
tem 78 .4028 .9449
tem 79 .2308 .9454
tem 80 .3428 .9451
tem 81 .5772 .9443
tem 82 .4450 .9447
tem 83 .1019 .9460
tem 84 .6098 .9440
tem 85 .3001 .9452
tem 86 .1615 .945 5
tem 87 .1305 .9458

pag. 459
Tabla 8. Acuerdo interjueces

en la valoracin de las
dimensiones del C.E..I.C.

<5: 58) Coeficiente Iappa

HISTORIA 1

- Elaboracin .90653
EficacIa .88553
Consecuencias .88718
- Ameytiyidad .79910

ISTOEIA 2
- Elaboracin .89174
Eficacia .81655
Conseenucias .89 724
- Asertividad .88305

IISYOIIA 3
- Elaboracin .91563
Eficacia .87234
Consecuncias .86529
Asertividad .79542
USIOIXA 4
- Elaboracin .81802
- Eficacia .81642
Consecnenciam .89452
Asertiuidad .15493

pag. 460
Tabla 9. Acuerdo interjueces en las dimensiones del

C.E.I.C.A.

(1t121) Coeficiente tappa

HISTORIA 1

- Orientacin prctica del problema .80353


Consideracin d~l carcter social .79645
- flhsqueda dt informacin .89654
Deituicin no hostil .87466
flticipacin da consecnenciaa .81958
ConsecuencIas sociales de lis estrategias .84552
11510111 2
- Orientacin prctica de] problema .81564
- Consideracin l carcter social .82015
lsqueda de Infornacin .89740
- Definicida no hostil .83561
- Auticipacin de consecuencias .78644
Consecuencias sociales de las estrategias .85369
uIS?01A 3

Orientacin prctica del problema .79578


- Consideracin del carcter social .81983
- Htsqueda 4. informacin .90435
Definici mo hostil .87531
- Anticipacln de consecuencias .17228
Conseanemelas sociales de las estrategias .80561

tUTORA 4

- Orientacin prctica del problema .83485


Couideracldn del carcter social .78988
- Etsqueda de inforaacln .88972
- Defincla no hostil .88621
- Anticipacin de consecuencima .19156
Consecuencias sociales de las estrategias .81781

pag. 461
Tabla 10. Diferencias producidas por el factor grupo
<comparacin, riesgo) en el desarrollo intelectual bajo
los niveles del factor edad (nios, adolescentes).

(5:179>

Fuentes de Suma Media Y Significacin

,ariacin cuadrtica ql cuadrtica Y


TODOS LOS tULES 13395.66 175 76.55

51105 (comp.riesgo> 35751.72 1 35751.72 467.06 .000

ADOLU. <coup.riesqo) 186781.12 1 186181.12 2440.10 .000

Tabla 11. Resultados de la prueba T de Student en el


desarrollo intelectual.

6ru~o de couparaaln Grano de riesgo


5 Media Media ql t Signifi. Correccin Eonferroni

1,08 29 24.7586 29 24.8996 56 .08 .935 .008

ADOLES. 60 41.9000 61 36.7213 119 2.95 .004

Tabla 12. Diferencias producidas por el factor grupo


(comparacin, riesgo) en la autoestima bajo los
niveles del factor edad <niElas, adolescentes).

(1:171)

Fuentes de Suma Media F Significacin


variacin cuadrtica ql cuadrtica F
TODOS LOS VELES 3495.60 175 19.97

11108 (comprinsgo> 32834.48 1 32834.48 1643.19 .000

ADOLIS. (comp.riesgo> 81588.13 1 81588.13 4084.55 .000

pag. 462
Tabla 13. Resultados de la prueba 1! de Student en
autoestima.

OS

Gano de coauracidi Croo de riesgo


Media Media ql t Si;nifi. Correccin Bonferroni

29 22.0690 29 22.3103 56 .22 .828 .068

ADOLUCIJUS

Croo de comoaracin Grano de riesgo


Media E Media ql t SIqifi. Correccin Eoaferroni

60 25.8833 61 22.9568 75.59 3.92 .000 .008

COMPAIACIOI
os doiescestn
1 MedIa Media ql t Signif1. Correccinlonferroni

29 23.8296 60 27.5000 34.03 3.93 .000 .008

nESGO

u Adoincestes
Media U Media ql t Signifi. Correccin Bonferroni

29 23.1586 61 24.4590 77.18 .66 .513 008

pag. 463
Tabla 14. Resultados de la prueba T de Student para
analizar el efecto de segundo orden (edad-gnero
sujeto) en empatia afectiva.

VARONES

los coaDazacidn Adoles. cosoaracida


Media 1 MedIa ql t Siqiifi. Correccin Eonferroni

16 36.8750 31 31.6452 45 1.91 .054 .0017

lito, riesgo Idoles, riesgo


1 Media MedIa ql t Slqnifi. Correccin Bonferroni

16 39.4315 29 32.6207 43 2.04 .048 .0017

11los coaosracid lbs riesgo


E Media 1 Media ql t Siqnifi. Correccin Bonferroni

16 36.8750 16 39.4375 30 .11 .481 .0017

Adoles. coatuuzcidn deles, riesgo


Media 1 Media ql t SIqni!i. Correccin fien!errou
31 31.6452 29 32.6207 58 .40 .691 .0017

MuJERES

lilas riesgo Idoles. riosco


5 Media cdii ql t Sigul!1. Correcei fionferroei

13 38.2308 32 42.2500 14,g7 1.10 .288 .0017

lilas cosuracid Moles. OOIDEIE cidi


Media Media ql t Signif. Correccin Eonferroni
13 45.3007 29 39.3103 40 1.77 .085 .0017

liii, ceusraci6 lils riesgo


Media MedIa ql t Signif1. Correccin Ionferroai
13 45.3017 13 33.2308 24 1.71 .100 .0017

Adoles. couarcida Moles, riesgo


Media 1 Media ql t Signif 1. Correccin Bonferroni
29 39.3103 32 42.2500 45.88 1.25 .217 .0017

OS
Varones riesgo lo leras riesgo
1 Media 1 Media ql t Signf. Correccin Eonferroni

pag. 464

,
>
16 39.4375 13 38.2308 27 .28 .785 .0017

Tarases coiiaracidi No eres cauoaracida


1 Media Media ql t Siqnifi. Correccin onferron

16 36.8750 13 45.3077 27 2.60 .015 .0017

ADOLESCENTES

Varones riesgo Nieres riesgo


1 Media MedIa ql t Siqnifi. Correccin Bonferroni

29 32.6207 32 42.2500 47 4.21 .000 .00 17

Ternes cesuracida ueres couracld


Media MedIa ql t Siqnifi. Correccin Eonferroni

31 31.6452 29 39.3103 58 3.07 .003 .00 17

Tabla 15. Resultados de la prueba T de Student para


analizar el efecto de segundo arden (edad-gnero
sujeto) en percepcin de autoeficacia para la
agresin -

VARONES

los cosieraeIda Adeles. cosurecida


5 Media Media ql t Sigaif. Correccin Honferron

16 13.5625 31 15.2903 20.18 1.37 .185 .0017

los riesgo Adeles. rleno


Media 1 Media ql t Slguifi. Correccin lonferron
16 15.8125 29 14.9655 43 .74 .462 .00 17

los couracIdi los riesgo


MedIa 1 MedIa ql t Signif. Correccin Bonferroni

16 13.5625 16 15.8125 30 1.54 .133 .0017

Moles. cawDarscids Adeles. riesgo


1 Media Media ql t Siqnifi. Correccin Bonferron

31 15.2903 29 14.9655 58 .39 .699 .0017

pag. 465

Mt!JEREZ

lilas riesgo dolos, riesgo


5 Media E Media ql t Siguifi. Correccin Honferroni

13 14.5385 31 14.7419 42 17 .864 .00 17

lilas cosan cida Adoles. conaracida


5 Media 5 Media ql t Siguifi. Correccin Eonferroui

13 14.6154 29 12.9655 40 1.47 .149 .0017

lilas cusDaracin lilas riesgo


Media Media ql t Siquif 1. Correccin Bonferroni

13 14.6154 15 14.5385 24 .06 .956 .0017

dolos. cosoraci6a ido)es. riesgo


Media Media ql t Siguifi. Correccin Bonferroal

29 12,9655 31 14.7419 58 1.99 .052 .0017

OS

Varones riesgo llores riesgo


Media Media ql t Sgnif1. Correccin Ionferroni

16 15.8125 13 14.5385 27 .99 .333 .oai


Varones coanracid uleros coIDaracida
Media Media ql t Signif1. Correccin onferron

16 13.5625 13 14.6154 27 .67 .0017

ADULESCUTES
Varones riesgo hieres riesgo
Media MedIa ql t Slqnif1. CorreccIn Eenferroni

29 14.9653 31 14.7419 58 .23 .815 .0017

Varones coanaracida hieres couanacidn


Media Media ql t Siqnif 1. Correccin Bonferron
31 15.2963 29 12.9635 58 3.03 .004 .0017

pag. 466

,
Tabla 16. Diferencias producidas por el factor grupo
<comparacin, riesgo) en definicin no hostil bajo
los niveles del factor gnero (varones, mujeres).

<1:118>

Fuentes de Suma Media Y Significacin

variacin cuadrtica ql cuadrtica Y

TODOS LOS NIVELII 80.05 114 .70

VARONES (comp.riesgo> 618.32 1 618.32 88056 .000

MUJERES (comp.rlesqo> 664.41 1 664.47 946.29 .000

Tabla 17. Resultados de la prueba T de Student en


definicin no hostil.

Mons
Co,Dhraci6n Riesgo
Media 1 Media ql t Slgnlf1. Correccin fionferroni

31 3.3871 28 3.0714 57 1.30 .198 .008

MUJERES
Co,paricin liesgo
E Media Media ql t Siqulf. Correccid Ieiiferroni
29 38276 30 2.9000 4.89 43.32 .000 .008

coumezs
Varones hieres
E Media E Media ql t Signifi. Correccin Beuferroni

31 3.3871 29 3.8276 47.49 2.52 .015 .008

RIESGO

Varones hieres
Media 1 Media ql t Signhf1. Correccin cal erroni
28 3.0714 30 2.9000 56 .67 .503 .008

pag. 467
Tabla 18. Diferencias producidas por el factor grupo
(comparacin, riesgo) en definicin global del
problema bajo los niveles del factor gnero (varones,
mujeres).

(:118>

Jientes de Sima Media Y Significacin


variacin cuadrtica ql cuadrtica Y

TODOS LOS VILES 5511.97 114 4.54

VAIOIIS (comp-riesgo) 1890.78 1 1890.78 416.14 .000


1135115 (comp.riesgo) 2711.66 1 2711.86 596.85 .000

Tabla 19. Resultados de la prueba T de Student en


definicin global del problema.

IDUS

Coana racida RIesGo


1 Media E Media ql t Signif. Correccin Banferroil

31 6.3548 28 4.8929 51 2.66 .010 .008

KOJEBE
Contracid Riesgo
Peda Media ql t Siquif i. Correccin Eonferroni

29 8.3793 30 5.2333 57 5.61 .000 008

CODAPACION

ratones latires
Media Peda ql t Signifi. Correccin Soaferroil

31 6.3548 29 8.3793 58 3.55 .001 .008

111560

Varones hieres
1 Peda 5 Media ql t Siqnlf1. Correccin Bonferroni

28 4.8929 30 5.2333 56 .63 .531 008

pag. 468

.
Tabla 20. Diferencias producidas por el factor grupo
(comparacin, riesgo) en <consecuencias sociales de las
estrategias bajo los niveles del factor gnero
(varones, mujeres).

(:118)

Fuentes de Suma Media 1 SIgnIficacin

variacin cuadrtica ql cuadrtica F


YODOS LOS lITRES 514.87 114 4.52

VARONES (compriesgo) 6812,81 1 5612.81 1508.45 .000

flJEIIS (comp.riesgo> 7976.20 1 7976.20 1766.04 .000

Tabla 21. Resultados de la prueba T de Student en


consecuencias sociales de las estrategias.

VAl0135

Con~arci6n Riesgo
1 Media 1 Media ql t Siqnif 1. CorreccIn Bonferron

31 11.2581 28 10.1786 51 2.01 .049 .008

MUJERES

Conaracida Riesco
5 Media 1 Media ql t Signif. Correccin lonferroil

29 13.0345 30 10.2667 57 4.85 .000 .008

COIPAIACIOI

Varones leras
1 Media 1 Media ql t Siqnifi. Correccin Bonferroni

31 11.2581 29 13.0345 58 3.48 001 .008

RIESGO

Varones uleles
1 Media Media ql t Signif. Correccin Eenferroni

28 10.1786 30 102667 56 .15 .883 008

pag. 469
Tabla 22. Matriz de saturaciones factoriales. Nios.

(1:58>

FACTOil ?AC?OI1 FACTOI3

AUYOESYIli .06981 60101 .52046

COIFIAIIA El SI lISIO 03992 .01823 .74399

FALTA DI 511010 -.09512 .74280 .07946

AUYOCOIJIAIZA El LA IJECUCIOI .05847 .54378 .22657

EMPATIA AFECTIVA .14898 -.24971 -.38403


CREENCIAS EIPRESII SEITIIIEITO. .05931 .60101 -.05884

JOSTIYICACII DE LA AGRESIN -.34610 -.76237 .12746


FICEPCI AUTOIFCACA AGRIE. .06944 -.14490 .56640

PEICEPCIN FALTA EfiCACIA 16115. .23907 - .35840 - .14182

DESARROLLO INTELECTUAL -.10999 .45382 -.25513


ELAIOIACION .94900 -.02013 .10542

EfiCACIA .94681 .03833 .08157

COISECUEICAS .89411 .06612 -.19004

ASE1?IVIDAP .18872 2705 .43533

pag. 470
Tabla 23. Diferencias producidas por el factor grupo
(comparacin, riesgo) en seguridad y consideracin
unilateral de las relaciones interpersonales bajo los
niveles del factor gnero <varones, mujeres).

(:58>

hentes de Suma Media F Significacin


variacifin cuadrtica ql cuadrtica Y
tODOS LOS NIVELES 7582.86 54 140.42

VARONES (coaprlesgo> 20368153 1 203681.53 1450.48 .000

MUJERES (comp.riesgo> 180444.46 1 180444.46 1285.00 .000

Tabla 24. Resultados de la prueba T de Student en


seguridad y consideracin unilateral de las relaciones
interpersonales.

VARONES

Conaracida Riesgo
1 Media 1 Media ql t Siqnif 1. Correccin Bonferroui
16 76.5525 16 83.0000 30 1.55 .131 008

MUJERES

Conrci Riesgo
5 Media Heda ql t Siqnif1. Correccin Bonferron
13 87.4615 13 79.1538 24 1.76 .090 .008

COIPAIAC ION
Varones hieres
N Media Media ql t Signil1. Correccin Eonferroni

16 76.5625 13 87.4615 27 2.66 .013 .008

E ESGO

Tiznes u eres
Media Media ql t Signifi. Correccin lonferron
16 83.0006 13 19.1538 27 .81 .423 008

pag. 471

,
Tabla 25. Matriz de saturaciones factoriales.

Adolescentes -

Wis
FACTORI IAC?012 ?ACYON3 IAC?014

AG?OIS?IA .18992 .87342 .04482 .19915 -13767

CONfiABA U SI .09771 .78717 -.15087 .16489 -.31666

FALtA ANSIEDAD -08491 .41061 -.03511 .04251 -81533

AUtOCON?. EJC. .20646 .79547 .22164 .06734 .15~9

EPATIA AlE?. .04155 -.06390 .00724 .01122 .~920

CRBICIAS ENE?. ,14196 .00536 .82512 -.07977 .02418

JUSTI?. Gil. -, 36736 .49492 -.37948 .63792 -.11597

AUTOEJ. AUn. .30963 .15109 -.01455 .69157 .1337

IJhJIC. 1831. -.02287 .139901 .00965 .53748 .14419

DESAIIOLLO lITE. .43366 -.11343 .15939 .00919 .06064

O1IENT ?IAC?. .86930 .10200 .15978 .28491

CAIAC?. SOCIAL .81118 -.01233 .35988 04580 iT/lO

IUSQ. FOl. .66494 .14163 .44114 .08269 .2~I6

DEI. O 0515. .52577 .06246 -.22228 .27060 265M

CONSECUENCIAS .81997 .02019 .11798 17011 10137

&N?ICIPACIOI .80796 .05809 .32454 -.06285 .W925

Tabla 26. Correlacianes entre los factores.

FACTOil JAC?012 FAC?013 FACIOR4


JACTOIl 1.00003
?AC?Ol2 .01431 1.60000
FAC?013 .25850 .09165 1.00000
JAC?014 -.15258 .08329 .00492 1.00000
PACTOIS .14500 .20506 .03416 .05419

pag. 472
Tabla 27. Diferencias producidas por el factor grupo
<comparacin, riesgo> en conocimiento de estrategias
de interaccin bajo los niveles del factor gnero
<varones, mujeres) -

Fuentes de Suma Heda SignificacIn

variacin cuadrltica ql cuadrtica F

TODOS LOS NIVELES 3805.21 114 33.38

VAlONES (comp.rieaqo> 50625.83 1 56025.83 1498.72 .000

UJEUu <cemp.rieaqo> 61638.12 1 5163812 1846.61 .000

Tabla 28. Resultados de la prueba T de Student en


conocimiento de estrategias de interaccin.

VARONES

Cunrscid eno
1 Media 1 Media ql t SignlIi. Correccin Jcnfarroni

31 31.2903 28 26.7143 51 3.25 002 .008

MUJERil

Coapracdn fieno
Media Media ql t Siqnif1. Ccrreccie amicircu
29 36.8276 30 27.9661 57 5.55 .000 .008

CON?ARACXOI
loeres
Varones
1 Meda N Meda ql t Bignf. Correccin Bonferroal

31 31.2903 29 368216 58 3.55 .001 .008

RIESGO

tun Eneres
1 Media 1 MedIa U t Slgnif1. Correccin onferron
28 26.7143 30 27.9657 56 -.81 .389 .008

pag. 473

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