Leon Tolstoi Patriotismo y Gobierno PDF

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Patriotismo y Gobierno

Len Tolsti

1895
ndice general
I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
III . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
IV . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

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I
Me he expresado varias veces ya en el sentido de que el sentimiento de
patriotismo, es, en nuestros tiempos, antinatural, irracional y perjudicial, a
la vez que la causa de una gran parte de los males que sufre la humanidad,
y que, por consiguiente, este sentimiento no debe cultivarse, como actual-
mente sucede, sino por el contrario, suprimirse y desarraigarse por todos los
medios al alcance de los hombres racionales. Sin embargo, por extrao que
parezca el negar que los armamentos universales y las guerras destructivas
que arruinan los pueblos son el fruto exclusivo de este mismo pensamiento,
todos mis argumentos demostrando el atraso, el anacronismo y el perjuicio
del patriotismo, han sido, y todava son recibidos, o con el silencio, o con
un desentendido intencional, o con la contestacin extraa, invariable, de
que solamente el mal patriotismo (gingoismo o chauvinismo) es condena-
ble, pero que el buen patriotismo es un sentimiento moral muy elevado, y el
condenarlo es, no solamente irracional, sino perverso.
En cuanto a la naturaleza de este patriotismo real y bueno, nada se dice; o
si algo se dice, consiste en frases declamatorias, exaltadas en vez de una ex-
plicacin; en el ltimo caso, con alguna otra cosa se sustituye el patriotismo
que todos conocemos, y de cuyos resultados todos sufrimos tan cruelmente.
Se dice generalmente que el patriotismo real y bueno consiste en desear
para nuestro pueblo o Estado, todos los beneficios positivos que no restrinjan
el bienestar de las otras naciones.
Hablando con un ingls durante la guerra en el Transvaal, le manifestaba
que la verdadera causa de la guerra no era la avaricia, como generalmente se
dice, sino el patriotismo, como lo prueba la actitud de la sociedad inglesa en-
tera. El ingls no qued conforme conmigo, y me dijo que, an suponiendo el
caso cierto, resultara de los hechos que inspira actualmente a los ingleses un
mal patriotismo; pero que el buen patriotismo, tal como lo senta l, consista
en el bueno comportamiento de todos los ingleses, sus compatriotas.
Entonces desea V. que nicamente los ingleses se comporten bien?
pregunt yo.
Deseo que as lo hagan todos los hombres contest; demostrando
claramente con esta contestacin lo que es la caracterstica de los verdaderos
beneficios sean morales, cientficos y hasta materiales y prcticos- es decir:
que se transmitan a todos los hombres; y por consiguiente, el desear tales

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beneficios para alguno, no solamente no es patriotismo, sino que es el reverso
de lo patritico.
Tampoco no consiste el patriotismo en mantener las peculiaridades de ca-
da pueblo; an cuando ellas hayan sido sustituidas por sus defensores, por
la concepcin del patriotismo. Dicen que las singularidades que caracteri-
zan a cada pueblo son una condicin esencial del progreso humano, y que
por consiguiente el patriotismo que trata de mantenerlas es un sentimiento
bueno y til. Pero, no resulta evidente que, si bien en tiempos anteriores
estas caractersticas de cada pueblo costumbres, creencias, idiomas,- eran
necesarias para la vida de la humanidad, no es menos cierto que hoy en da
constituyen el obstculo principal para la marcha de lo que reconocemos co-
mo ideal la unin fraternal de todos los pueblos? Y por consiguiente, el
sostenimiento y defensa de cualquier nacionalidad, sea rusa, alemana, fran-
cesa o anglo sajona, determina el sostn y defensa correspondiente no solo
de las nacionalidades hngaras, polaca e irlandesa, sino tambin de la vascon-
gada, provenzal y otras; no sirve para la armona y unin entre los hombres,
sino para apartarlos y dividirlos.
Resulta que el patriotismo real (excluyendo la forma imaginaria), el patrio-
tismo que conocemos todos, que tiene tanta influencia sobre la mayora de la
gente hoy en da, y hace sufrir tanto a la humanidad, no es la aspiracin de
beneficios espirituales para nuestro pueblo nicamente, sino un sentimien-
to muy definido, de preferencia para nuestro propio pueblo o Estado sobre
todos los otros pueblos o Estados, y por consiguiente encierra el deseo de
poder conseguir para dicho pueblo o Estado las mayores ventajas y poder
posibles; y esto se consigue solamente a costa de las ventajas y poder de los
dems pueblos o Estados.
Parece entonces claro y evidente que el patriotismo, como sentimiento,
es malo y perjudicial, y como doctrina es contraproducente. Porque es cla-
ro, que si cada pueblo y cada Estado se considera el mejor de los pueblos y
Estados, todos viven en una ilusin grosera y perniciosa.
Debera esperarse que lo perjudicial e irracional del patriotismo fuera evi-
dente a todos. Pero es un hecho sorprendente que hombres cultos e ilustrados
no solamente lo desconozcan, sino que se opongan a toda exposicin de lo
daoso y perjudicial del patriotismo, con el mayor ardor, an cuando no ten-
gan base racional para hacerlo, y persistan en glorificarlo como benfico y
elevado.

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Qu significa eso?
Una sola explicacin de este hecho sorprendente se me presenta.
Todo el progreso humano, desde los tiempos ms remotos hasta nuestros
das, puede considerarse como un movimiento de la conciencia, tanto en los
individuos como en las colectividades, desde las ideas inferiores hacia las
ms elevadas. Todo el camino recorrido por los individuos como por las co-
lectividades, puede compararse a una serie de escalones, desde los ms bajos,
al nivel de la vida animal, hasta los ms altos que ha alcanzado la conciencia
humana en un momento dado de la historia.
Cada hombre, como cada grupo homogneo, Nacin e Estado, siempre ha
subido y sube esta escalera de las ideas. Unos, en la humanidad, siguen avan-
zando, otros, quedan muy atrs, y otros la mayora evolucionan siempre
en una situacin media entre los ms avanzados y los ms atrasados. Pero
todos, en cualquier escaln que se hallen, siguen avanzando inevitablemen-
te desde las ideas inferiores hacia las superiores. Y siempre, en cualquier
momento, tanto los individuos como los grupos los ms avanzados, los in-
termedios y los atrasados quedan en tres diferentes relaciones con los tres
grados de ideas, en las cuales evolucionan.
De un lado, para los individuos y para los grupos distintos, estn las ideas
del pasado, convertidas para ellos en absurdos e imposibles, como, por ejem-
plo, en nuestro mundo cristiano las ideas del canibalismo, del saqueo univer-
sal, el rapto de las mujeres y otras costumbres de las cuales no queda ms que
el recuerdo; y del otro lado, las ideas del presente, implantadas en la mente
de los hombres por la educacin, por el ejemplo y por la actividad de todo su
ambiente; ideas bajo cuya influencia viven en un tiempo dado; verbigracia,
en nuestros das, las ideas de la propiedad, de la organizacin del Estado, del
comercio, el comercio, la utilizacin de los animales domsticos, etc. Existen
adems las ideas del futuro, de las cuales algunas se aproximan a su reali-
zacin y obligan a los individuos a cambiar su mtodo de vivir, y a luchar
contra los mtodos viejos; tales ideas son en nuestro mundo, aquellas de la
emancipacin de los trabajadores, de la igualdad de las mujeres, del desuso
de la carne, etc. Pero hay otros que no han empezado a luchar todava contra
las formas ms antiguas de la vida, aunque estn reconocidas, y stas son, en
nuestro tiempo las ideas (que llamamos ideales), de la abolicin de la violen-
cia, del sistema comunal de la propiedad, de una religin universal y de una
fraternidad general de los hombres.

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Por consiguiente, todo hombre y todo grupo homogneo de hombres, en
cualquiera nivel que se hallen, teniendo detrs de ellos las ideas caducas del
pasado, y delante las ideas del futuro, estn siempre en un estado de lucha
entre las ideas moribundas del presente y las ideas del futuro que brotan a
la vida. Generalmente sucede que, cuando una idea que ha sido til y an
necesaria en el pasado, llega a ser superflua, cede el lugar, despus de una
lucha ms o menos prolongada, a otra idea que hasta entonces haba sido un
ideal, y que de esta manera llega a ser una idea del presente.
Pero sucede a veces que una idea anticuada, ya reemplazada en la concien-
cia del pueblo por otra superior, es de tal naturaleza que su sostenimiento es
provechoso para cierta gente que tenga la mayor influencia en la sociedad.
Entonces ocurre que esta idea anticuada aunque se halla en contradiccin
completa con toda la forma de vida superior a su alrededor, que en todos
sentidos ha seguido modificndose, contine todava ejerciendo influencia
sobre los hombres y modificando sus actos. Esta retencin de ideas antiguas
siempre ha sucedido y sucede todava, en la esfera de la religin. La causa es
que los sacerdotes, cuya posicin lucrativa depende de la antigua idea reli-
giosa, haciendo uso del poder que tienen, mantienen en el pueblo el culto de
ellas.
Igual cosa acontece, y por iguales razones, en la esfera poltica respecto
a la idea patritica, sobre la cual descansa toda dominacin. Personas, pa-
ra quienes es provechoso hacerlo, mantienen la idea por medios artificiales,
aunque carezca actualmente de todo sentido y utilidad; y como estas perso-
nas disponen de los medios ms poderosos para ejercer influencia sobre las
otras, consiguen su objeto.
En eso, a mi parecer, se encuentra la explicacin del contraste extrao ante
la idea anticuada del patriotismo y la tendencia de las ideas contrarias que
ya han entrado en la conciencia del mundo cristiano.
El patriotismo, como sentimiento de amor exclusivo para nuestro propio
pueblo, y como doctrina del sacrificio de la tranquilidad y de la propiedad, y
hasta de la vida, en defensa de los dbiles de nuestra parte, contra la muerte
y el ultraje por parte de sus enemigos, era la idea suprema en el perodo en
que cada nacin consideraba lcito y justo el someter a la matanza y al ultraje
a los habitantes de otras naciones, en provecho propio. Pero ya, unos dos mil
aos hace, la humanidad, personificada por los representantes ms altos de
su sabidura, empez a reconocer la idea ms elevada de la fraternidad entre

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los hombres; y esta idea, penetrando en la conciencia humana, cada vez ms,
ha alcanzado en nuestro tiempo diferentes formas de realizacin.
Gracias al mejoramiento de los medios de comunicacin y a la unidad de
la industria, del comercio, de las artes y de la ciencia, los hombres estn tan
ligados entre s, que el peligro de la conquista, de la masacre o el ultraje de
un pueblo vecino ha desaparecido completamente, y todos los pueblos (los
pueblos, pero no los gobiernos, se entiende), viven juntos en relaciones pac-
ficas, mutuamente ventajosas, amistosas, comerciales, industriales, artsticas
y cientficas, que no tienen necesidad de perturbar ni quieren perturbar. Por
lo tanto, parece lo ms natural que el sentimiento anticuado del patriotismo,
siendo suprfluo e incompatible con el conocimiento al que hemos llega-
do de la existencia de la fraternidad entre los hombres de nacionalidades
diferentes, debe disminuir de ms en ms hasta desaparecer completamen-
te. Sin embargo, es todo lo contrario lo que sucede; y este sentimiento perni-
cioso y anticuado no solo persiste en su existencia, sino que arde con ms y
ms intensidad.

II
Los pueblos, sin fundamento razonable y contrariamente a su concepcin
de lo justo, tanto como de su verdadero inters, no solamente simpatizan con
los gobiernos en sus atropellos contra las otras naciones, en apoderarse de
los territorios ajenos y en defender por la fuerza lo que haban ya robado,
sino que ellos mismos reclaman de los gobiernos que comentan estos atrope-
llos y secuestros, y los defiendan, y se sientan contentos y orgullosos cuando
aquellos lo hacen. Las nacionalidades pequeas oprimidas que han cado ba-
jo el yugo de los grandes Estados, -los polacos, los irlandeses, los bohemios,
los fins o armenios,- al reaccionar contra el patriotismo de sus conquistado-
res, que es la causa de su opresin, se contagian del mismo sentimiento como
de una infeccin, -se contagian de este patriotismo que ha cesado de ser ne-
cesario y que actualmente es anticuado, sin significacin y perjudicial,- y se
contagian de tal manera, que toda su actividad se concentra en l, y ellos,
los mismos que sufren por causa del patriotismo de las naciones ms fuertes,
estn prontos a hacer contra otros pueblos, invocando el nombre del mis-
mo sentimiento patritico, los mismos actos de fuerza que sus opresores han
efectuado y efectan contra ellos.

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Esto sucede porque las clases dominantes (incluyendo en ellas, no sola-
mente a los gobernantes actuales con sus subordinados, sino a todas las cla-
ses que gozan de una posicin excepcionalmente ventajosa: los capitalistas,
los periodistas y la mayor parte de los artistas y sabios), pueden sostener su
posicin, excepcionalmente ventajosa en comparacin con la de las clases
trabajadoras debido exclusivamente a la organizacin gubernamental que
descansa sobre el patriotismo. Tienen en sus manos todos los medios ms
poderosos para influenciar al pueblo, y siempre mantienen los sentimientos
patriticos vivos entre ellos mismos y en los otros, precisamente porque los
sentimientos que sostienen el poder del gobierno son los que siempre mere-
cen ms las recompensas del mismo.
Cada empleado prospera en su carrera tanto ms cuanto ms pruebas da
de patriotismo; el militar gana sus ascensos en tiempo de guerra, y la guerra
es tambin producto del patriotismo.
El patriotismo, y su consecuencia las guerras, rinden una ganancia enor-
me al negocio de los peridicos y a muchos otros negocios. Cada escritor,
preceptor y profesor, se halla ms seguro en su puesto cuanto ms predique
el patriotismo. Todo emperador y rey obtiene tanta ms fama cuanto ms
cultiva el patriotismo.
Las clases gubernamentales tienen en sus manos el ejrcito, el dinero, las
escuelas, las iglesias y la prensa. En las escuelas encienden el fuego del pa-
triotismo en los nios por medios de historias que representan a su propio
pueblo como el mejor de los pueblos y el que siempre tiene razn. Entre
los adultos, lo encienden por medio de espectculos, fiestas, monumentos,
y por medio de una prensa mentirosa, patritica. Especialmente inflaman el
patriotismo, cometiendo toda clase de injusticias contra otras naciones, pro-
vocndolas hasta enemistarlas con su propio pueblo, y explotan despus esta
enemistad para agriar los nimos de su pueblo contra el extranjero.
La intensidad de aquel sentimiento terrible de patriotismo ha seguido entre
los pueblos europeos una marcha cada vez ms rpida, y en nuestro tiempo
ha alcanzado los ltimos lmites a que pueda llegar.
En la memoria de personas que todava no son viejas, un acto debe recor-
darse que demuestra claramente la intoxicacin asombrosa causada por el
patriotismo entre los pueblos cristianos.
Las clases dominantes de Alemania estimularon tanto el patriotismo de la
masa del pueblo, que, en la segunda mitad del siglo XIX, se proyect una

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ley disponiendo que todos los hombres tendran que ser soldados; todos los
hijos, los maridos, los hombres sabios y religiosos, tuvieron que aprender a
matar, hacindose los esclavos sumisos del primer hombre de grado militar
superior que encontraban, y a matar a cualquiera persona al recibir la orden
de hacerlo; a matar a los hijos de nacionalidades oprimidas y a los obreros,
sus compatriotas, que pudieran levantarse en defensa de sus derechos, y has-
ta a sus propios padres y hermanos como lo proclam pblicamente el ms
desvergonzado de los potentados: Guillermo II.
Esta resolucin horrible, que ultrajaba de la manera ms grosera los ms
nobles sentimientos del hombre, debida a la influencia del patriotismo, fue
sancionada por el pueblo alemn sin protesta, y tuvo por resultado su victoria
sobre los franceses.
Aquella victoria estimul ms todava el patriotismo de Alemania, y des-
pus el de Francia, el de Rusia y el de las otras potencias; y todos los hombres
de los pases continentales se sometieron sin resistencia al establecimiento
del servicio general militar, es decir, a una condicin de esclavitud que exige
un grado de humillacin y degradacin incomparablemente peor que toda la
esclavitud del mundo antiguo.
Despus de esta sumisin de las masas a la voz del patriotismo, la auda-
cia, la crueldad y la insania de los gobiernos, no reconocieron lmites. Una
rivalidad en la usurpacin de los terrenos de otros pueblos, en Asia, frica y
Amrica, empez obedeciendo en parte al capricho, en parte a la vanidad,
y en parte a la codicia- y fue acompaada por una desconfianza y enemistad
cada da ms grande entre esos gobiernos.
La destruccin de la gente en los terrenos robados, fue aceptada como la
cosa ms natural. La nica cuestin fue quin sera el primero en tomar po-
sesin de los terrenos de otros pueblos y destruir a sus habitantes.
Todos los gobiernos desconocieron descaradamente, no solo los principios
de la justicia en la relacin de los pueblos conquistados y en la relacin de
unos con los otros, sino que fueron culpables y son culpables todava de esa
clase de fraudes, de estafas, de cohechos, de espionajes, robos y asesinatos;
y los pueblos no solamente simpatizaban y simpatizan todava con ellos en
todo eso, sino que se alegran cuando es su gobierno y no ningn otro el que
comete tales crmenes.
La mutua enemistad entre los diferentes pueblos y Estados ha alcanzado
ltimamente tan sorprendentes dimensiones, que no obstante el hecho de

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que no exista razn alguna para que un Estado ataque a otro, sabemos que
todos los gobiernos estn listos con las garras fuera y mostrando sus dientes
esperando solamente que caiga en dificultad alguno o de pruebas de debilidad
para hacerlo pedazos con el menor riesgo posible.
Todos los pueblos del pretendido Cristianismo, han sido reducidos por el
patriotismo a un estado de tal brutalidad, que no solamente aquellos hombres
que estn obligados a matar o dejarse matar desean la matanza y la masacre,
sino que toda la gente de Europa y Amrica, viviendo pacficamente en sus
casas, no expuestos a peligro alguno, se ponen, cada vez que sucede una
guerra gracias a los medios que facilitan tanto las comunicaciones- como
espectadores en un circo romano en la antigedad, y como ellos, se deleitan
en la muerte y levantan el mismo grito: Pollice verso.
No solamente adultos, sino tambin nios, nios puros y clarividentes go-
zan, segn su nacionalidad, cuando oyen decir que el nmero de muertos y
estropeados por la melinita y otros explosivos, no es setecientos, sino de mil
ingleses o boers.
Y lo padres (conozco algunos casos) incitan a sus hijos a aplaudir seme-
jantes barbaridades!
Pero eso no es todo. Cada aumento del ejrcito de una nacin (y cada na-
cin estando en peligro, trata de aumentar su ejrcito por razones patriti-
cas), obliga a sus vecinos a aumentar el suyo tambin por el patriotismo, y
eso reclama otro aumento de parte de la primera nacin e igual cosa sucede
en los armamentos y las escuadras; si un Estado a construido diez acoraza-
dos, su vecino construye once, y entonces el primero hace doce y as hasta
la infinidad
Te voy a pellizcar; te romper la cabeza; te voy a reventar a palos;
te pegar un balazo; te dar de pualadas As como nios, borrachos
o animales regaan y pelean los Estados; eso es precisamente lo que pasa
entre los representantes ms altos de los gobiernos ms ilustrados, entre los
mismos hombres encargados de dirigir la educacin y la moral de sus sbdi-
tos.
Las cosas van de peor en peor y no hay medio para poner fin a este des-
censo hacia la perdicin.
La nica va de escape en que confa la gente muy crdula, ha sido obs-
truida por los ltimos sucesos. Me refiero a la conferencia de La Haya y a la
guerra entre Inglaterra y el Transvaal que la sigui tan de cerca.

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Si las personas que poco reflexionan o lo hacen superficialmente pudieran
contentarse con la idea de que los tribunales internacionales de arbitraje iban
a impedir las guerras y el aumento continuo de los armamentos, la conferen-
cia de La Haya y la guerra que la sigui, demostraron de la manera ms clara
lo imposible que es hallar una solucin de la dificultad por este medio.
Despus de la conferencia de La Haya, qued probado que mientras exis-
tan gobiernos con ejrcitos, la abolicin de los armamentos y las guerras ser
imposible. Para que sea posible una inteligencia entre ellos, es preciso que
tengan confianza los unos en los otros, y para que se fen las potencias, mu-
tuamente, tienen que deponer las armas como lo hacen las dos partes durante
una tregua.
Mientras que los gobiernos, desconfiados unos de los otros no solamente
se niegan a licenciar sus ejrcitos, sino que los aumentan siempre siguiendo
el ejemplo de sus vecinos y por medio de espas vigilan todo movimiento de
tropas, sabiendo que cada una de las potencias atacar a su vecino tan pronto
como se halle en circunstancias para hacerlo; ningn acuerdo es posible, y
toda conferencia en tal sentido es una frmula intil o un juguete, o un fraude
o una impertinencia, o todas estas cosas a la vez.
Fue sumamente gracioso que el gobierno ruso, ms bien que ningn otro
haya resultado el nio terrible de la conferencia de La Haya. No siendo per-
mitido a nadie en su casa contestar sus manifiestos y rescriptos tan evidente-
mente falsos; el gobierno ruso se siente tan mimado, que habiendo arruinado
a su propio pueblo bajo el peso de los armamentos sin escrpulo alguno; ha-
biendo ahorcado a Polonia, saqueando Turquestn y China, y en el momento
en que se ocupaba en sofocar las libertades de Finlandia, propuso el desarme
a los gobiernos plenamente seguro de que le haban de tomar en cuenta.
Pero por extraa, inesperada y hasta indecente que fuese semejante pro-
puesta, precisamente en el momento que haba dado las rdenes de aumentar
su ejrcito, las palabras pronunciadas pblicamente al alcance del odo de to-
do el mundo fueron tales, que para salvar las apariencias, los gobiernos de
las otras potencias no podan rehusar la consulta irrisoria y evidentemente
hipcrita, y los delegados se reunieron sabiendo de antemano que nada til
poda resultar, y durante varias semanas, gozando de muy buenos salarios,
aparentaron ocuparse mucho de arreglar la paz entre las naciones, rindose
al mismo tiempo, sin duda, con todo disimulo para sus adentros.

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La conferencia de La Haya, con su terminacin en el terrible derrame de
sangre del
Transvaal, que nadie trato de contener, fue, sin embargo, de alguna utili-
dad, an cuando no la esperada; fue de utilidad al demostrar de la manera
ms clara que los males que sufren los pueblos no pueden ser remediados
por los gobiernos. Estos no podran, an cuando tuvieran el deseo de hacerlo,
concluir con los armamentos ni con las guerras.
Los gobiernos, para tener una razn de su existencia, necesitan defender su
pueblo contra los atropellos de otro; pero no son los pueblos los que quieren
atacar ni atacan nunca a otro, y por lo tanto los gobiernos, lejos de querer
la paz excitan la clera de otros pueblos contra ellos mismos; y habiendo
as excitado la clera de los otros y agitado el patriotismo de su pueblo, ca-
da gobierno asegura a su pueblo que se halla en peligro y que es necesario
defenderle. De modo que los gobiernos, teniendo el poder en sus manos, pue-
den al mismo tiempo irritar a las otras naciones y excitar el patriotismo en
su casa y hacen las dos cosas con empeo; ni pueden obrar de otra manera
porque su existencia depende de obrar as.
Si en tiempos anteriores fueron necesarios los gobiernos para defender sus
pueblos contra los atropellos de otros pueblos, ahora, por el contrario, son
los gobiernos los que perturban, artificialmente, la paz que existe entre los
pueblos y provocan la enemistad entre ellos.
Cuando es necesario arar para sembrar, el trabajo de arar es oportuno;
pero es evidente que es absurdo y daoso seguir arando despus de haber
sembrado la semilla. Eso es precisamente lo que los gobiernos obligan a sus
pueblos a hacer: estorbar la armona y la unidad que existe entre ellos y que
nada estorbara si no existieran los gobiernos.

III
En realidad, qu son estos gobiernos, sin los cuales tantas personas creen
que no podran subsistir?
Pudo haber habido un tiempo en que fueron necesarios, cuando los ma-
los resultados de ellos fueron menores que las consecuencias de quedar sin
defensa contra vecinos organizados; pero ahora tales gobiernos no son nece-
sarios y constituyen un mal mucho mayor que todos los peligros que utilizan
para asustar a sus sbditos.

12
No solo gobiernos militares, sino gobiernos en general podran ser, no di-
remos tiles, sino inocuos, solo en el caso de que se formaran de personas
buenas e inmaculadas, como ocurre entre los chinos, tericamente. Pero el
hecho es que los gobiernos, debido a la naturaleza de su actividad que consis-
te en ejercer actos de violencia, se componen siempre de los elementos ms
contrarios a la bondad. Se componen de los hombres ms audaces, ms sin
escrpulos y ms pervertidos.
Resulta que un gobierno, y particularmente uno que tenga bajo sus rdenes
el poder militar, es la organizacin ms peligrosa posible.
El gobierno en su sentido ms amplio, incluyendo a los capitalistas y la
prensa, no es otra cosa que una organizacin que pone a la mayor parte de
los hombres bajo el poder de una parte menor que domina; sta parte menor
est sujeta a una parte todava ms pequea, y sta, a otra ms pequea an
y as hasta llegar al fin a unos pocos o a un hombre solo, que por medio de la
fuerza militar tiene poder sobre todos los dems. Toda esta organizacin se
parece a un cono cuyas partes estn completamente bajo el poder de estos
hombres, o de la persona sola, que estn en la cspide.
El pice del cono est posesionado por esta persona o por estas personas
que son, o aquella persona que es, ms astuta, ms audaz y ms sin escrpulos
que las otras, o por alguno que la casualidad ha hecho el heredero de los ms
audaces y de los ms faltos de escrpulos.
Hoy puede ser Goris Bodonof y maana Gregorio Otropief. Hoy la Catali-
na licenciosa que, ayudada por sus amantes, asesin a su marido; y maana
Gougatchef o Pablo el loco. Nicols I o Alejandro III.
Hoy puede ser Napolen, maana un Borbn o un Orleans, un Boulan-
ger o una Compaa Panam: hoy puede ser Gladstone, maana Salisbury,
Chamberlain o Rhodes.
Y en manos de tales gobiernos se entrega pleno poder, no solamente so-
bre propiedades vivas, sino tambin sobre el desarrollo espiritual y moral, la
educacin y la direccin religiosa de todos.
Los hombres construyen tan terrible mquina de poder, y dejan posesio-
narse de ella a cualquiera que pueda (y las probabilidades son siempre de
que se apoderar aqul que es moralmente el ms indigno), se someten a l
servilmente y se asombran despus cuando resulta tanto mal. Temen a las
bombas anarquistas y no tienen miedo de esta terrible organizacin que les
amenaza continuamente con las calamidades ms grandes.

13
Los hombres creyeron ventajoso el ligarse unos a otros para resistir a sus
enemigos, como hacan los montaeses del Cucaso para resistir a los asaltos
de los rusos. Pero el peligro ha pasado completamente y no obstante, los
hombres siguen atndose.
Se ligan de una manera que un solo hombre puede tenerlos a su merced, y
entonces tiran al suelo el cabo de la soga que los liga, y siguen arrastrndolo
para el primer bribn o tunante que lo empue o haga y haga lo que quiera
con ellos.
Qu hacen los hombres sino precisamente eso, cuando erigen, mantienen
y se someten a un gobierno organizado y militar?
Para salvar a los hombres de los males terribles que resultan de los arma-
mentos y las guerras, que continuamente aumentan, no son congresos ni
conferencias que se necesitan, ni tratados, ni tribunales de arbitraje, sino la
destruccin de aquellos instrumentos de violencia que se llaman gobiernos
y de los cuales resultan los mas grandes males que sufre la humanidad.
Para destruir la violencia gubernamental, una sola cosa se necesita, y es
que los hombres lleguen a comprender el sentimiento de patriotismo que so-
lo sostiene dicho instrumento de violencia; es pues, un primitivo, indigno y
pernicioso sentimiento y que, sobre todo es inmoral. Es un sentimiento pri-
mitivo, grosero, porque es nicamente natural en las gentes colocadas en el
nivel ms inferior de la moralidad, y que no esperan ms de las otras naciones
sino aquellos ultrajes que ellos mismos estn prontos para cometer contra
ellas; es un sentimiento pernicioso porque perturba las relaciones ventajo-
sas, alegres y pacficas con los otros pueblos, y sobre todo porque produce
aquella organizacin gubernamental bajo cuya direccin el poder puede caer
y cae, en manos de los peores hombres; es un sentimiento indigno, porque
convierte al hombre no simplemente en esclavo, sino en gallo de ria, toro o
gladiador que gasta sus fuerzas y su vida en fines que no son los suyos pro-
pios, sino los de su gobierno; y es un sentimiento inmoral, porque en vez de
declararse hijo de Dios como el cristianismo nos ensea, o siquiera hombre
libre dirigido por su propia razn, cada uno bajo la influencia del patriotis-
mo, se declara hijo de su patria y esclavo de su gobierno, y comete actos
contrarios a su razn y a su conciencia.
Solo es necesario que el pueblo llegue a comprender eso, y la traba terrible
que llamamos gobierno y que nos tiene atados caer deshecha por s sola, sin
lucha; y con ella desaparecern los males inmensos que produce.

14
Los hombres empiezan ya a comprender la verdad. Por ejemplo, ah va lo
que me escribe un ciudadano de los Estados Unidos:

Nosotros somos labradores, mecnicos, fabricantes, comercian-


tes, preceptores, cocineros, y todo lo que pedimos es el privile-
gio de atender nuestros asuntos. Nuestras fincas nos pertenecen,
amamos a nuestras familias y a nuestros amigos con todo afecto
y no nos metemos en las cosas de nuestros vecinos; tenemos tra-
bajo que hacer y deseamos trabajar. Dejadnos en paz! Pero no
quieren; estos polticos insisten en gobernarnos y en mantenerse
ellos con nuestro trabajo. Nos imponen tributos, comen nuestra
sustancia, obligan a nuestros hijos a servir en sus guerras. Toda
la turba de gente que recibe su sustento del gobierno lo debe a
los tributos que nos impone el gobierno, y para llevarlo a efec-
to se mantienen ejrcitos permanentes. La afirmacin de que se
necesita el ejrcito para la proteccin de pas, es todo fraude y
pretexto. El gobierno francs asusta al pueblo dicindole que los
alemanes estn prontos y deseosos de caerle encima; los rusos
temen a los ingleses, los ingleses temen a todos; y ahora, en Am-
rica, nos dicen que debemos aumentar nuestra armada y ejrcito,
porque de un momento a otro toda Europa podr conjurarse en
contra nuestra.
Todo eso es fraude y mentira. La gente laboriosa de Francia,
Inglaterra y Alemania es contraria a la guerra. No queremos sino
que nos dejen en paz. Los hombres que tienen esposas, hijos y
novias, padres ancianos en sus hogares, no quieren salir a pelear
con nadie. Somos hombres pacficos y nos espanta la guerra. La
odiamos.
Queremos obedecer a la Regla Dorada.
La guerra es el resultado seguro de la existencia de hombres
armados. El pas que mantiene un gran ejrcito permanente tar-
de o temprano tendr una guerra entre manos. El hombre que
se jacta de la fuerza de sus puos, ha de encontrarse algn da
con otro que se crea ms fuerte y pelearn. Francia y Alemania
no tienen otra cuestin entre ellas sino el deseo de probar cual

15
es superior. Se han batido varias veces, y se batirn otra vez; y
no es que el pueblo quiera combatir, sino que la clase superior
sopla en el medio hasta convertirlo en furor, y hace creer a los
hombres que deben combatir para defender sus hogares.
As resulta que a los hombres que quieren seguir la doctrina de
Cristo, no se les permite hacerlo, estn saqueados, ultrajados y
engaados por los gobiernos.
Cristo enseo la dulzura, la mansedumbre y el perdn a nuestros
enemigos. El Evangelio ensea a los hombres a no jurar nunca,
pero la clase superior nos hace jurar sobre la Biblia en que no
creen ellos mismo.
La cuestin es: cmo podemos deshacernos de estos vampi-
ros que nunca trabajan y sin embargo estn bien vestidos, con
galones y botones de oro; que comen nuestra sustancia y para
quienes trabajamos?
Debemos pelearles?
No, no debemos derramar sangre; adems de eso, ellos tienen
los caones y el dinero, y pueden sostenerse mucho ms tiempo
que nosotros.
Y como se compone este ejrcito que tienen a su disposicin
para hacernos fuego?
De nuestros vecino y hermanos engaados hasta creer que ha-
cen la voluntad de Dios, protegiendo a su pas contra sus enemi-
gos; cuando la verdad es que nuestro pas no tiene enemigos,
salvo la clase superior que hacer creer que vigilan sobre nues-
tros intereses, con tal de que la obedezcamos y le permitamos
imponernos tributos.
As se apoderan de nuestros recursos y se sirven de nuestros
hermanos para dominarnos y humillarnos. Uno no puede man-
dar un telegrama a su mujer, ni una encomienda a su amigo, ni
vender un cheque en favor del tendero sin pagar un tributo que
sirve para mantener hombres armados, que a la voz de mando no

16
vacilaran en matarnos o ponernos presos en caso de no querer
pagar.
El nico remedio se halla en la educacin. Educad a los hombres
en la conviccin de que es un crimen matar a otros. Enseadles la
Regla Dorada, y siempre la Regla Dorada. Desafiad sin palabras
a la clase superior, negndonos a rendir culto a su fetiche de
la Guerra. Dejad de mantener clrigos, que predican la guerra
y el patriotismo, obedeciendo a sus intereses egostas. Que se
dediquen ellos a trabajar como lo hacemos nosotros. Nosotros
tenemos fe en Cristo; ellos no. Cristo predicaba lo que crea; pero
ellos predican lo que creen que es agradable a los hombres del
poder: la clase superior.
No queremos alistarnos en el ejrcito. No haremos fuego cuan-
do nos manden. No calaremos bayonetas contra un pueblo be-
nigno e inofensivo. No haremos fuego sobre labradores que de-
fienden sus hogares, para satisfacer a un Cecil Rhodes. Vuestro
grito de el lobo! El lobo no nos arredra! Pagamos nuestros im-
puestos solamente porque nos obligan por la fuerza, y no paga-
remos cuando podamos evitarlo. No pagaremos ya los diezmos
de nuestras iglesias, ni sus falsas obras de caridad, y promulga-
remos la verdad. Ensearemos a todos los hombres; y siempre
nuestra influencia har camino, y hasta los hombres en las filas
del ejrcito se desengaarn y rehusarn hacer uso de sus armas.
Haremos comprender a todos que la idea de la vida cristiana de
paz y de amor supera a la de la lucha, de sangre y de guerra.
La paz sobre la tierra solo ha de realizarse cuando los hombres
acaben con los ejrcitos cumpliendo con los dems como quisi-
ramos que cumpliesen con los otros.

As escribe un ciudadano de los Estados Unidos; y de todos lados y en


varias formas resuena la misma voz.
Un soldado alemn me escribe de la manera siguiente:

Hice dos campaas con la Guardia Prusiana, en 1866 y en 1870,


y tengo en el alma el odio ms profundo por la guerra, porque

17
me ha hecho sufrir de una manera inexpresable. Nosotros, los
soldados estropeados, recibimos una recompensa tan mezquina
que realmente debemos tener vergenza de haber sido nunca
patriotas. Yo, por ejemplo, recibo 18 centavos por da en pago
de mi brazo derecho, que fue atravesado por una bala en el asal-
to sobre Saint Privat, el 18 de agosto de 1870. Muchos perros
de caza reciben ms para su sustento: y haba yo padecido dos
aos enteros por causa de mi brazo dos veces herido. Ya en el
ao 1866 tom parte en la guerra contra Austria, y combat en
Tratenau y Konigrafz, y presenci bastantes horrores. En 1870,
formado en las reserva, fui llamado de nuevo y, como ya he di-
cho, fui herido en el asalto de Saint Privat. Mi brazo derecho
fue atravesado, longitudinalmente dos veces. Haba tenido que
abandonar una buena colocacin en una fbrica de cerveza sin
poder recuperarla nunca. Desde entonces he podido recapacitar.
Mi intoxicacin patritica pas pronto y no haba otra cosa para
el invlido herido, sino mantenerse por medio de una pitanza
mezquina, suplementada por la caridad.
En un mundo donde los hombres se comportan como animales
domesticados, y no son capaces de comprender otra idea que la
de defraudarse unos a otros por dinero, en un mundo semejante
que me tomen por loco pero, sin embargo, siento en mi la idea
divina, la paz y amor tan noblemente expresada en el sermn de
la montaa. Mi conviccin ms profunda es que la guerra no es
ms que un negocio en escala mayor, -un negocio en manos de
los ambiciosos y los poderosos que juegan con la felicidad de los
pueblos. Cuntos errores hace sufrir! Nunca podr arrancar de
la memoria los quejidos y gemidos que me penetraban el alma!
Hombres que nunca se han ofendido unos a otros, empiezan a
masacrarse como animales feroces y otros de alma esclavizada,
comprometen al buen Dios, hacindole cmplice de sus crme-
nes.
A mi lado un hombre tuvo la mandbula despedazada por una
bala. El desgraciado se enloqueci con el dolor. Dispar desespe-
rado y, en el gran calor de verano, no pudo conseguir agua para

18
lavar y refrescar su herida atroz. Nuestro jefe, que fue despus
el emperador Federico el noble, escribi en su diario: la guerra
es la irona del evangelio.

Los hombres empiezan, pues, a comprender el engao que representa el


patriotismo, en el cual todos los gobiernos se esfuerzan en mantenerlos.

IV
Pero, generalmente se dice: qu habr en lugar de los gobiernos?.
No habr nada. Una cosa que ha sido mucho tiempo intil, y, por eso, su-
perflua y mala, ser abolida. Un rgano que siendo innecesario, ha llegado a
ser daoso, ser suprimido.
Pero repiten si no hay gobierno los hombres se matarn unos a otros.
Y por qu? Por qu ser que la supresin de una organizacin que se
origin por causa de la violencia, que ha sido transmitida por tradicin, de
generacin a generacin, para ser violencia porqu ser que la supresin de
semejante organizacin, actualmente sin utilidad, tendr por resultado que
los hombres se maten y se ultrajen? Todo lo contrario; es de presumir que
la supresin del rgano de la violencia tendr por resultado que los hombres
cesarn de ultrajarse y matarse.
Actualmente ciertos hombres estn especialmente educados e instruidos
para matar y ejercer la violencia con los otros, -hay hombres que tienen con-
cedido el derecho de hacer violencia y hacer funcionar una organizacin que
existe al efecto; y los actos de violencia y muerte efectuados por ellos se con-
sideran buenos y laudables.
Pero en aqul entonces no habr gente as educada e instruida y nadie
tendr el derecho de hacer violencia a otros, y no habr ninguna organiza-
cin formada con el objeto de hacer violencia, y, como es natural, tambin
en nuestros tiempos, la muerte y la violencia sern miradas como acciones
malas, cualquiera que sea quien las cometa.
Pero suponiendo que estos actos continuarn cometindose hasta despus
de la supresin de los gobiernos, sin embargo, sern seguramente menos
numerosos que ahora que tenemos una organizacin especial con el objeto de
realizar estos actos, y un estado de cosas que reconoce los actos de violencia
y de muerte como buenos y tiles.

19
La supresin del gobierno nos librara simplemente de una organizacin
que nos ha llegado de herencia desde el pasado, y que tiene por objeto come-
ter violencia y justificarla.
Pero, entonces, no habr ley, ni propiedad, ni tribunales de justicia, ni
polica, ni educacin Popular, dicen aquellas personas que, con intencin
confunden el empleo de la violencia por los gobiernos con las diferentes ac-
tividades sociales.
La abolicin de la organizacin gubernamental que tiene por objeto la vio-
lencia, no significa la supresin de ninguna cosa razonable o buena, y, por
consiguiente no basada en la violencia.
Al contrario, la supresin del poder brutal del gobierno que no tiene otro
objeto que su propio sostenimiento, facilitara el advenimiento de una orga-
nizacin social ms justa y razonable que no tendra necesidad de violencia.
Tribunales de justicia, asuntos pblicos y educacin popular existirn mien-
tras que sean realmente necesarios, pero de tal manera que no estarn rodea-
dos con los males del sistema actual del gobierno. Lo que se destruir ser
simplemente lo que sea malo y contrario a la expresin libre del pueblo.
Pero suponiendo que con la supresin del gobierno habra tumultos y lu-
chas civiles, todava la situacin del pueblo sera mejor que ahora. La posi-
cin actual es tan mala que es difcil imaginar cosa peor.
El pueblo est arruinado y su ruina se hace cada da ms completa. Los
hombres se han vuelto todos esclavos de la guerra, y de da en da esperan
las rdenes de matar y hacerse matar. Qu ms falta? Tendrn que morirse
de hambre los pueblos arruinados? Eso empieza ya en Rusia, en Italia y en la
India. Falta obligar a las mujeres, como a los hombres, a servir de soldados?
En el Transvaal eso empez a ponerse en prctica.
As es que, aun cuando la supresin del gobierno resultara la anarqua, en
el sentido negativo de la palabra, como queriendo decir desorden, -lo que est
muy lejos de su verdadera significacin,- aun todava, en ese caso, ningn
desorden anrquico podra ser peor que la situacin a que los gobiernos ya
han llevado a sus pueblos y hacia donde estn llevndolos.
Y por consiguiente la emancipacin del patriotismo, y la destruccin del
despotismo del gobierno que descansa en l, no puede ser sino benfica al
gnero humano.

20
A despertar, hombres! Y por vuestro propio bienestar fsico y espiritual,
por el amor de vuestros hermanos y hermanas, pensad, reflexionad con calma
en lo que estis haciendo!
Reflexionad, y comprenderis que vuestros enemigos no son los boers ni
los ingleses, ni los fins, ni los rusos, sino que vuestros enemigos, -vuestros
enemigos,- sois vosotros que mantenis con vuestro patriotismo los gobier-
nos que os oprimen y os hacen infelices.
Se encargaron ellos de protejeros de todo peligro, y han llevado su pseudo-
proteccin al punto de que vosotros todos os habis vuelto soldados o escla-
vos y estis arruinados u os estis arruinando ms y ms, y de un momento
a otro podis y debis esperar que la cuerda tan tirante se corte, y que una
matanza atroz de vosotros y de vuestros hijos resulte en consecuencia.
Pero por ms grande que sea la matanza aquella, y cualquiera que sea la
conclusin del conflicto, el mismo estado de cosas continuar. De la misma
manera, y todava con ms encono, los gobiernos os armarn, os arruinarn
y pervertirn a vosotros y a vuestros hijos, y nadie os ayudar a contener el
mal o impedirlo si vosotros mismos no os ayudis; y no hay ms que un modo
de ayuda posible que consiste en la abolicin de la liga terrible de aquel cono
de violencia que permite a la persona o a las personas que consiguen posesio-
narse del pice, ejercer poder tan grande sobre todos los otros, y mantener
el poder tanto ms firmemente cuanto ms crueles e inhumanos son como
vemos en los casos de Napolen, Nicols I, Bismarck, Chamberlain, Rhodes
y nuestros dictadores rusos que gobiernan al pueblo en nombre del Czar.
Y no hay ms que un solo medio para destruir este encadenamiento: sacu-
diendo la sugestin del patriotismo.
Tenis que comprender que todos los males que sufrs, vosotros mismos
los causis prestando crdito a las sugestiones de los emperadores, los reyes,
los miembros del parlamento, gobernantes, capitalistas, sacerdotes, autores,
artistas y todos los que necesitan esta mentira del patriotismo para poder
vivir a costa de vuestro trabajo, y que por eso mismo os engaan.

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Biblioteca anarquista
Anti-Copyright

Len Tolsti
Patriotismo y Gobierno
1895

Recuperado el 13 de junio de 2013 desde p33z.p3.funpic.org

es.theanarchistlibrary.org

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