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Biblioteca Biogrfica Venezolana

Mariano Picn Salas

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BIBLIOTECA BIOGRFICA VENEZOLANA

Director: Simn Alberto Consalvi


Coordinador Editorial: Diego Arroyo Gil

Consejo Asesor
Ramn J. Velsquez
Eugenio Montejo ()
Carlos Hernndez Delfino
Edgardo Mondolfi Gudat
Simn Alberto Consalvi
Diego Arroyo Gil

C.A. Editora El Nacional

Presidente Editor: Miguel Henrique Otero


Presidente Ejecutivo: Manuel Sucre
Editor Adjunto: Simn Alberto Consalvi
Gerente Unidad de Negocios Libros El Nacional:
Mara Cristina Serrano
Asistente de proyecto: Yaneling Moya

Diseo Grfico y realizacin de portada: 72 DPI


Fotografas: Archivo Biblioteca Nacional (portada);
Archivo El Nacional (pp. 9 y 83)
Impresin: Editorial Arte
Distribucin: El Nacional

Las entidades patrocinantes de la Biblioteca Biogrfica


Venezolana, Bancaribe y C.A. Editora El Nacional,
no se hacen responsables de los puntos de vista expresados
por los autores.

Depsito legal: FALTA


ISBN: 980-6518-56-X (O.C.)
ISBN: FALTA

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Conversacin con el lector

La Biblioteca Biogrfica Venezolana es un proyecto de lar-


go alcance, destinado a llenar un gran vaco en cuanto se
refiere al conocimiento de innumerables personajes, bien
se trate de actores polticos, intelectuales, artistas, cient-
ficos, o aquellos que desde diferentes posiciones se han per-
filado a lo largo de nuestra historia. Este proyecto ha sido
posible por la alianza cultural convenida entre Bancaribe
y el diario El Nacional, y el cual se inscribe dentro de las
celebraciones del bicentenario de la Independencia de Ve-
nezuela, 1810-2010.
Es un tiempo propicio, por consiguiente, para intentar
una coleccin que incorpore al mayor nmero de venezo-
lanos y que sus vidas sean tratadas y difundidas de manera
adecuada. Tanto el estilo de los autores a cargo de la colec-
cin, como la diversidad de los personajes que abarca, per-
mite un ejercicio de interpretacin de las distintas pocas,
concebido todo ello en estilo accesible, tratado desde una
perspectiva actual.
Al propiciar una coleccin con las particulares caracte-
rsticas que reviste la Biblioteca Biogrfica Venezolana,
Bancaribe y el diario El Nacional buscan situar en el mapa
las claves permanentes de lo que somos como nacin. Se
trata, en otras palabras, de asumir lo que un gran escritor,
Augusto Mijares, defini como lo afirmativo venezolano.
Al hacerlo, confiamos en lo mucho que esta iniciativa pue-
da significar como aporte a la cultura y al conocimiento
de nuestra historia, en correspondencia con la preocupa-
cin permanente de ambas empresas en el ejercicio de su
responsabilidad social.

Miguel Ignacio Purroy Miguel Henrique Otero


Presidente de Bancaribe Presidente Editor de El Nacional

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1810 Bicentenario de la Independencia de Venezuela 2010

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(1901-1965)

Gregory Zambrano

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Arte y virtud

Mariano Picn Salas es uno de los pensadores fundamentales, no


slo del siglo XX, sino de toda la historia venezolana. Su vida y obra
estuvieron ceidas estrechamente a revelar los signos del pas, de su
pasado lleno de saltos y vacos, su presente agitado y el futuro que
so como utopa. Porque tuvo fe en la inteligencia del hombre para
superar las vicisitudes su pensamiento es optimista. Pero tambin su
idealismo lo sumi en la angustia cuando aquellos valores afianzados
en la concordia, el entendimiento, la justicia, se le mostraron vulnera-
bles. Vivi y sufri el cerco de las paradojas entre el deseo de reden-
cin y la marcha inexorable de la historia.
Crey en la construccin espiritual de Venezuela aun cuando palp
sus ruinas. Am a su terruo con la aoranza de un sueo que nunca
se perdi en la memoria. En su ideario de estirpe ecumnica conflu-
yen sus sostenidos afanes como educador, historiador de la cultura,
fabulador y, sobre todo, pensador en la hora de definiciones agudas y
necesarias. Para l educar era actuar ms que contemplar.
La educacin y la cultura prevenan a la civilizacin de los traumti-
cos desvaros histricos. Por ello encontr en la escritura el camino
para interrogar el pasado, confrontar el presente y avizorar el porve-

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nir, el de su pas, el de Amrica Latina. Pensaba que en poltica y en


literatura, la Amrica Latina requera afirmaciones, y que para descu-
brir nuestra realidad, la perfrasis no haba sido ms que una figura
retrica que haba impedido tal descubrimiento. Fue un hombre ho-
nesto, un ciudadano excepcional.
Aspir a que sus puntos de vista se comprendieran en una propuesta
para el dilogo, motivados por la amplitud, la sensibilidad y la inteli-
gencia. Quiso compartir sus ideas, con una conciencia plena de la es-
critura, y se le encasill muchas veces bajo la etiqueta rgida de ensa-
yista. Pero su registro es abarcador: va del estudio histrico al cuento y
la novela, de la crtica de arte a la polmica, de la biografa a la crni-
ca. En todas estas formas gui su estilo, y revel los mltiples rostros
de un alma inquieta.
Su vasta obra es fundamentalmente conceptual, no buscaba impo-
ner y menos an convencer de manera dogmtica sino, por el contra-
rio, procuraba argumentar con tal delectacin que su expresin va
construyendo y entrelazando sus razones. Todo cuanto supo lo expre-
s en profundidad con absoluta sencillez. Hizo de su expresin un
arte de la cortesa. Todo cuanto quiso decir iba insuflado de un modo
que pretenda agitar la conciencia y hacer que despertara la emocin
entre los seres humanos. La lengua castellana es el instrumento que
supo manejar hasta construir un estilo propio, inconfundible y ejem-
plar, que combina su pensamiento profundo con una aspiracin sos-
tenida de procurar la belleza.
Esa bsqueda anima todo cuanto escribi, bien fueran sus ensayos de
profunda penetracin psicolgica, sus relatos y novelas, sus documen-
tadas biografas o sus interrogaciones en los laberintos de la historia.
En l la expresin estuvo sometida a los rigores de la precisin, por ello
su sensibilidad potica siempre se percibe resguardada por la conten-
cin de las ideas. Su obra se desperdig por el continente junto con sus
afanes de errante observador, quiso conocerse y darse a conocer; por
ello muchas de sus pginas llevan el signo de lo autobiogrfico. Lo que
l mismo defini como errancia, no es slo su destino de viajero mo-

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vido por circunstancias fortuitas, sino su compromiso vigilante ante


los problemas de su tiempo. En mltiples geografas percibe la dialc-
tica histrica y en cada uno de los lugares donde asent su proyecto de
vida, se acerc a la realidad para narrar desde ella, no como si fuese un
espejo, sino como un escenario de pasiones donde el viajero, el histo-
riador, el novelista o el pensador se encuentran, y como un testigo ex-
cepcional hurga con su sensibilidad, observa, sintetiza y comunica.
Su estirpe intelectual es la misma de Simn Rodrguez, Andrs Be-
llo, Cecilio Acosta, Fermn Toro y Arstides Rojas, pero tambin la de
Jos Mart, Domingo Faustino Sarmiento, Eugenio Mara de Hostos y
Juan Montalvo. El tiempo que vivi fue el mismo de otros grandes hom-
bres, emblemas del pensamiento, el arte y la virtud, tales como Jos
Vasconcelos, Jos Carlos Maritegui, Alfonso Reyes y Pedro Henrquez
Urea, entre otros. Se nutri de muchas fuentes, y las verti en pgi-
nas prodigiosas. Su obra, por ser integradora, es profundamente vene-
zolana, americanista y universal.
Desde muy temprano, asumi los retos de su presente, y se jug la
suerte; nada hace suponer a un escritor sumergido en la comodidad
de una vida placentera debida a su renombre, sino, por el contrario, la
suya fue una existencia atada a las renuncias, a los tropiezos, al deber
de recomenzar como un Ssifo criollo dispuesto a emprender mlti-
ples tareas. Vivi intensamente las angustias de su pas y no fue ni
espectador ni intrprete. Convivi con el caos, con la violencia; dijo
siempre palabras oportunas aun a riesgo de desafiar a quienes des-
crean de la comprensin y la sinceridad. Supo sobrellevar las angus-
tias vitales y fundar, encauzar y hacer, asumiendo sus tareas de mane-
ra clara y definida. Su obra en conjunto es una fuente inagotable de
saberes. Fue un maestro de juventud y sus esfuerzos por el bien co-
mn hicieron de l un ciudadano ejemplar.

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Una ciudad en lo alto de un monte

La altiplanicie est situada al pie de la gran montaa. La Sierra Ne-


vada de Mrida se expande, majestuosa, como testigo del crecimien-
to de la ciudad. La vida tranquila que despunta el siglo XX es conse-
cuencia de los agitados y turbulentos das que se vivieron en el siglo
anterior, en el de sus abuelos y padres. En la Mrida venezolana nace
Mariano Federico Picn Salas, el 26 de enero de 1901. Son los aos de
la Revolucin Restauradora que encabez Cipriano Castro. En un pas
incomunicado, carente de instituciones y en permanente crisis, los
Andes eran una lejana referencia en la geografa. Mrida, movida por
la fuerza de sus labriegos y por la parsimonia de las familias que
mantenan sus costumbres y tradiciones, tena en la Universidad una
razn para aferrarse al estudio, al conocimiento y a la esperanza de
mejores tiempos.
Aquella ciudad fundada con el nombre de Santiago de los Caballe-
ros de Mrida, el 9 de octubre de 1558 por el capitn extremeo Juan
Rodrguez Xurez, est rodeada por cuatro ros, el Chama, el Mucu-
jn, el Milla y el Albarregas, ros entonces torrentosos que evocaran
los poetas y que era parte del atractivo natural de estas tierras. El
paisaje de Mrida fue creado en un da de sumo alborozo por un Dios

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demasiado inventor que se entretena en recortar y tajar montaas,


dijo alguna vez, evocando a su vieja ciudad, el ms universal de los
merideos.
l era descendiente de ilustres familias, de letrados, prceres civiles
y militares, tanto por el lado materno como por el paterno. Los Picn
haban llegado a Venezuela en el siglo XVIII, procedentes de Ronda,
provincia andaluza de Mlaga. Su bisabuelo fue Antonio Ignacio Ro-
drguez Picn hijo de Diego Rodrguez Picn, el primer Picn llegado
a Venezuela en 1748, quien cas con Mara Ignacia Uzctegui, junto a
la que procre cuatro hijos y una hija: Francisco Javier, Jaime Antonio,
Gabriel Jos, Juan de Dios, y Martina. Fue Alcalde y Justicia Mayor, as
como miembro de la Junta Autonmica de 1810 y aparece entre los
firmantes del acta de fundacin de la Universidad.
sta se instituye como trasformacin republicana del Seminario de
San Buenaventura, que haba fundado Fray Juan Ramos de Lora en
1777 cuando ejerci como primer Obispo de Mrida. Antonio Ignacio
cay en desgracia como tantos venezolanos luego del fracaso de la Se-
gunda Repblica en 1814, sus bienes fueron enajenados, sufri perse-
cucin y crcel en Puerto Cabello y termin sus das en Guasdualito
en 1816. Luego de su muerte, sus hijos dejaron de utilizar el apellido
Rodrguez. A Juan de Dios Picn lo evoca Mariano en varios de sus
escritos juveniles. Y ya en plena madurez dijo de l:

Tengo por ese viejo pariente mo, a quien no conoc sino por su leyenda, una admira-
cin casi romntica. No fue precisamente de los parientes prsperos de la familia, por-
que tuvo una extraordinaria fantasa de poeta unida a una singular inventiva manual
que aplic a las cosas ms heterclitas que poda emprender un merideo del siglo XIX
() Soador, creador de cultura, cuando otros iban en caballos briosos arrasando a
Venezuela (Picn Salas, 1962: 293).

Por ese mismo lado paterno tuvo a don Gonzalo Picn Febres, a
quien slo vi a distancia reverencial, sin acercrmele en dos ocasio-
nes, dir de l muchos aos despus al prologar su novela El Sargen-

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Una ciudad en lo alto de un monte 15

to Felipe. Escritor, ms acadmico que poltico, ocup importantes


cargos pblicos durante el gobierno de Cipriano Castro y retorn des-
encantado una vez que Gmez depuso a ste del poder. Termin sus
das en Mrida, componiendo una notable obra intelectual. Leg para
la posteridad, entre otras, La literatura venezolana en el siglo diez y
nueve, antes de dejar sus huesos en Curazao, a donde fue en procura
de salud, en junio de 1918.
Los Salas, por su parte, tambin posean una tradicin cultural de la
que Mariano siempre se sinti un orgulloso heredero. Su abuelo, Fede-
rico Salas Roo, de pensamiento liberal, era un gran lector, amaba la
msica, las aves y las flores del paisaje merideo.
Su to, el doctor Julio Csar Salas, reconocido etnlogo y lingista,
publicaba en la vecina Ejido su peridico Paz y Trabajo. Entusiasta
defensor de las teoras de Herbert Spencer, mantena corresponden-
cia con destacados socilogos y positivistas franceses.
Mariano fue hijo nico. Su padre, Po Nono Picn y su madre, Delia
Salas Uzctegui, le dieron todos los cuidados que van con la buena
educacin. Sin embargo, en enero de 1912, a los 11 aos, pierde a su
madre. Su educacin sigue bajo los cuidados de sus tas solteronas,
cuyas estampas aparecen dibujadas en algunas de sus narraciones, la
ta Josefita de Viaje al amanecer y la ta Doloritas de Los tratos de la
noche. Su padre, de formacin poltica liberal, ejerci una influencia
definitiva en la formacin del carcter del joven.
Del abuelo Antonio Ignacio destac su resuelta habilidad para los
negocios, y su godarria, que muy bien sintetiz el nieto, en todos sus
frentes: godo en la casa, en la guerra, con los libros. En su testamento
dej expresada su herencia: A mi nieto y ahijado Mariano Federico:
mi leontina de oro, el bastn de mi padre y el cuadro de Santa Ana.
(Nieto Ardila, 2007: 88). Los dos abuelos, cada uno a su manera, influ-
yeron en el joven. El abuelo Federico fue una presencia importante en
los primeros aos del futuro escritor, tanto en el modelado de su sen-
sibilidad y su carcter, como en su vocacin por las lecturas. En su
biblioteca Mariano hojeaba las colecciones de El Mundo Ilustrado y El

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Correo de Ultramar, y en su presencia escuch conversaciones que le


avivaban la imaginacin:

Mi abuelo que vio llegar a nuestra pequea ciudad montaesa, perdida y olvidada en la
geografa de la Amrica del Sur, grandes inventos como la luz elctrica, el fongrafo y el
cine, profetizaba la volcnica confusin que produciran en las gentes estos extraos artilu-
gios () Los tiempos que nacan haban perdido la medida, el orden y calma que Dios quiso
imprimir a las cosas del Universo. Vamos a tener ms bienes e inventos pero los recibiremos
con espritu ms enfermizo e intranquilo, era su moraleja (Picn Salas, 1962: 1331).

Ese abuelo tambin muri cuando el nio apenas despertaba a la


curiosidad por los misterios del mundo y del conocimiento. El padre
deseaba que su hijo tuviera en el futuro alternativas distintas al co-
mercio de rubros agrcolas, que haba sido el oficio sostenido por la
tradicin familiar, por eso se esmer en proporcionarle una buena
educacin. En 1913 Picn Salas ingresa al Liceo Mrida para iniciar
sus estudios secundarios. Y en 1914, por breve tiempo, fue enviado a
estudiar a Valera, estado Trujillo, a un instituto religioso, el Colegio
Santo Toms de Aquino. ste era regido por monseor Miguel Antonio
Meja, quien introduce al joven en el estudio del latn y la lectura de
Virgilio. De nuevo en Mrida, y venciendo los prejuicios provincianos
y la desconfianza ante lo extranjero, el nio Mariano tuvo para s un
preceptor, monsieur Machy, un emigrado francs que haba participa-
do en la comuna de Pars. Llegado a esas lejanas tierras, que distaban
a ms de 10 das de camino de la capital, vino no slo para ensearle a
pensar sino para marcarle muchos de sus ms entraables derroteros.
Con el viejo communard aprendi no slo el idioma francs sino a
pensar, a buscarle explicacin a los hechos de la naturaleza y del com-
portamiento social, a preguntarse por los misterios de la religin y a
rebelarse tempranamente contra la idea del pecado, el castigo divino,
el cielo y el infierno: Si Dios existe ha de permanecer grandiosamen-
te indiferente ante el clamor y la queja de todos los humanos, dir al
valorar su adolescencia.

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La geografa del aire

Todo es un mundo lleno de fantasmas, de fantasas, de cuentos de


camino. La ciencia del monsieur Machy desplaza el poder encantato-
rio del Mocho Rafael con sus cuentos y creencias. Es tiempo de plti-
cas a escondidas, de sorprenderse ante los chismes de la servidumbre
y de unos signos que presagiaban el mal, como la visita del cometa
Halley en 1910, que Mariano evoca de manera vivaz y anecdtica. El
temor que produjo el visitante csmico en aquel ao estuvo ceido a
las ms catastrficas predicciones:

El resplandor y los primeros atisbos del cometa ya se advirtieron en nuestro cielo


despus de la retardada semana santa. Ya viste el Cometa?, se preguntaban las gen-
tes unas a otras y afirmaban que su contorno y su luz se impriman, como en un nega-
tivo fotogrfico, en ciertas manchas amarillas y rojsimas que decoraron aquel ao las
hojas de los pltanos.
A medida que entraba mayo, su presencia era ms luminosa y se le vea ms tempra-
no. Para observarlo, congregbanse las familias en los corredores de las enclaustradas
casas y se alternaba el placer astronmico con algunas partidas de lotera y juegos de
prendas. Ms de un matrimonio se proyect como resultado de la visita del cometa;
jvenes y muchachas encontraban sus rostros en aquel potico observatorio que perfu-

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man las cayenas del patio, y por ello hubo tantos merideos que nacieron en 1911 signa-
dos de un interplanetario destino (Picn Salas, 1962: 69).

La muerte del abuelo, en diciembre de 1909, haba cerrado para l


una ventana por la cual se asomaba a los misterios del universo. Con
sus ojos se cerraron tambin las puertas de su magnfica biblioteca.
Mariano evocar muchos aos ms tarde el da en que uno de sus tos
tiempo despus de la muerte del abuelo abri para l todo el esplen-
dor que se guardaba en aquellos libros:

Es necesario que aprendas y ejercites tu inteligencia y llevndome a una habitacin


de la casa que permaneca cerrada desde la muerte del abuelo:
Aqu hay muchos libros. Los Clsicos Castellanos; novelas que cuentan historias
ms apasionantes que la misma vida; revistas que muestran los inventos y mquinas
que asombraron al mundo en los aos de la Exposicin Universal; viajes difciles por el
interior de los continentes; biografas de hombres y mujeres clebres; exploraciones por
el cielo y los astros; misterios del mar que sondean los sabios que tiene a su servicio el
Prncipe de Mnaco, y diccionarios franceses e ingleses para que aprendas idiomas ex-
tranjeros. Y te doy la llave de ese cuarto y encauzars tu desordenada fantasa. Y hasta
los versitos que ya te gusta hacer tendrn menos ripios (Picn Salas, 1962: 1337).

La biblioteca del abuelo fue una verdadera mina donde encontr los
ms variados tesoros para satisfacer su curiosidad. Para comprobar
cmo era ese otro mundo construido por la imaginacin y los deseos,
a donde un da quera llegar, se dej tentar por la literatura: Como
haba bastantes libros en la casa las fbulas, los sueos, los prejuicios
o la norma moral de los antecesores y como ya me impregnaban los
ms variados espectculos del mundo, me dieron ganas de ser escri-
tor (Picn Salas, 1962: 1347).
En abril de 1916 se public el que se considera su primer texto litera-
rio, Mozas campesinas, en el nmero 15 del peridico merideo Des-
de la sierra, dirigido por Emilio Menotti Spsito.

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La geografa del aire 19

El 3 de mayo de 1917, circula la primera entrega de un nuevo peri-


dico en Mrida, se titula Alma y Nervio. La iniciativa se corresponde
con la fundacin de un Club Cultural, que se llam XIX de Diciem-
bre el cual aluda explcitamente a la fecha de 1908 en que Juan Vi-
cente Gmez ejecut un golpe de estado contra el entonces Presidente
y su compadre, Cipriano Castro. El peridico abre con una Tarjeta
donde los directores presentan la respetuosa ingenuidad de su ho-
menaje a los Poderes Nacionales, Civiles, Religiosos; a la Intelectuali-
dad Patria; a los Colegas del Pas y Exterior; y a todos los que sientan
latir el alma y vibrar el nervio.
La firma de esta tarjeta la encabeza Mariano, junto con media docena
de jvenes como l. Va dedicada al seor general Juan Vicente Gmez

Como marcada manifestacin de la alta estima que los pueblos de Occidente guardan
para la austera personalidad de Ud., hoy hemos inaugurado en esta ciudad un Centro
de cultura, llevando el nombre de XIX de Diciembre, para el cual fue designado Ud. su
Presidente Honorario. Participacin que tenemos el alto honor de llevar a su conocimiento.

Tambin y de manera curiosa, se anexa la respuesta del general dan-


do acuse y agradeciendo el telegrama (Zambrano, 2003: 115).
Sin duda era todava la etapa de encantamiento del gomecismo. Pron-
to ese mismo joven sabra tambin que muy cerca de su casa haba
presos polticos, y eso le son familiar, pues antes, en 1911, cuando fue
llevado por su familia a Willemstad, Curazao, para someterlo a una
operacin de extraccin de amgdalas, supo que tambin all haba
refugiados polticos por la misma causa del gomecismo.
Las tempranas lecturas y ese mundo lleno de libros e imgenes, mar-
caran definitivamente su vocacin por el conocimiento:

Muchacho montas, en esos lejanos das curazoleos me familiaric con el mar y


cruzaron por la fantasa infantil las primeras tentaciones martimas: espacio, viajes,
caracoles, vida fluida y dinmica dira muchos aos ms tarde en Comprensin
de Venezuela.

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
20 Mariano Picn Salas

Mariano creci rodeado de libros, pleno del afecto familiar y respir


una tradicin intelectual en la ciudad, donde ya era un sabio recono-
cido don Tulio Febres Cordero y donde otro talento inquieto, como el
de Emilio Menotti Spsito, le dio la oportunidad de acceder a cierta
literatura prohibida, al intercambio con otros jvenes que como l
estaban deseosos de saber ms acerca del mundo, del arte y de los
hombres de los que hablaba la historia. Ya antes de cumplir los 15
aos era asiduo asistente a las tertulias que don Emilio motivaba en el
Hotel Mrida que l mismo regentaba.
Aos despus, en una carta, Mariano recordara esas noches de exci-
tada fantasa bohemia: Usted nos haca leer grave pecado en el pudi-
bundo y catolicsimo ambiente de Mrida Las flores del mal de Bau-
delaire, las deliciosas novelas de Queiroz, y remontando ms en el
tiempo, hasta el Diccionario Filosfico de Voltaire, con su inexorable
racionalismo (Picn Salas, 1958: 138).
El rector de la Universidad de Los Andes, el doctor Diego Carbonell,
que ejerca una gestin llena de iniciativas novedosas y audaces, ini-
ci una campaa de recaudacin de fondos que ayudaran a la cons-
truccin de un hospital infantil. Y parte de esa campaa tena que ver
con un ciclo de conferencias al cual invit a jvenes destacados como
lderes intelectuales de la promisoria ciudad. El 28 de octubre de 1917,
cuando apenas contaba 16 aos de edad, Mariano lee en la vieja sede
del rectorado de la Universidad su disertacin Las nuevas corrientes
del Arte, cuando an no entraba como estudiante a cursar estudios
superiores de Derecho. El joven conferencista hace una distincin en-
tre aquello que considera literatura decadente, en la que menciona
a la simbolista, y opta por una renaciente que apuntala el desarrollo y
el progreso: () la fbrica que humea, el aeroplano que viola el aire,
el submarino que va a buscar en el fondo de la onda el nido de las
sirenas (Picn Salas, 1917: 18).
Hay tambin en esa conferencia un deslinde, una toma de posicin
contra lo extico y a favor de lo nacional, que debe ser recuperado y
dignificado a travs del arte. La audacia del joven fue motivo de grata

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La geografa del aire 21

sorpresa para los viejos profesores de esa casa de estudios; entonces el


doctor Carbonell, hizo un elocuente elogio:

Acabis de apreciar, en la contextura robusta de un muchacho erudito, esto que ser


la patria del porvenir. Por lo menos, seores, nosotros no tenemos una sola razn que
aducir para negarle a la juventud venezolana de nuestra poca el derecho de ser optimis-
ta cual corresponde a esa edad de la sensibilidad vigorosa. Esta conferencia que nos
acaba de dictar el joven Mariano Picn Salas, seala una futura originalidad muy
elocuente. Se bosqueja en ella, con la solidez de un pensamiento nutrido, una personali-
dad exuberante, la cual no cabe en el alba fatdica de Juan Cristbal, ni mucho menos en
la conciencia turbia de Roberto Greslou. Adivnase en el joven conferencista, como lo
advierte l mismo, ese amor a la vida que exige el cumplimiento de una misin y que en
una cacera de conceptos y de labores mentales, ya sonriendo a los libros, a las mujeres y
a los grandes espectculos serranos. Haba dicho que el esfuerzo de este muchacho sabio,
con nuestra sabidura alborotada, sorprende y entusiasma; y su precocidad, sin ser la de
Pascal, la de Pico de la Mirndola o la pasmosa precocidad de Goethe, pudiera ser, en el
porvenir de la actual juventud de Venezuela, cuando los aos consoliden la mentalidad
exuberante, una personalidad de la familia espiritual de Cecilio Acosta, Fermn Toro y
Arstides Rojas (Carbonell, 1919).

Y no se equivocaba el rector en sus palabras que terminaron siendo


profticas. Esta conferencia fue publicada en forma de folleto ese mis-
mo ao por don Tulio Febres Cordero en su vieja imprenta de El Lpiz,
y se insert luego en la revista Cultura Venezolana de Caracas, que
gozaba de gran prestigio en la poca.
Ante la publicacin caraquea de Buscando el camino, tres aos
despus, hubo un comentario de don Lisandro Alvarado, quien com-
prendi los motivos del revuelo que haba causado aquella conferen-
cia, hoy da ya clsica como uno de los documentos fundacionales de
la vanguardia venezolana y que en su momento haba inquietado a
los viejos maestros de Mrida: Admirme esa vez la agilidad del escri-
tor y su varia erudicin, honda y bien entendida para su escasa edad,

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
22 Mariano Picn Salas

haba escrito el maestro Alvarado. ste es su propio perfil (el de don


Mariano) de aquellos aos:

Me miro en un retrato de entonces candidato a bachiller que escribe su tesis y aspira


a definir pretenciosamente los signos de la poca que naca conmigo (todo adolescente
piensa que inaugura una edad de la historia); contemplo mi rgido traje cortado por
un sastre de nuestra ciudad provinciana, el ridculo sombrero de paja, el intil baston-
cillo con que paseaba por la plaza y los pedantsimos anteojos impuestos por los desvelos
y presuncin de saber. Quizs me haca excesivas ilusiones sobre m mismo. Pensaba que
el mundo estaba all, con sus montaas y sus mares y la babel de sus gentes, para que yo
lo explicara. Escriba la lista de mis obras inditas. Necesitaba salir a ciudades ms
populosas a propalar esas ficciones o esas verdades que ya me estaban sofocando. Toca-
do de semejante tentacin abandonara las cosas quietas y seguras en que permanecie-
ron los mos (Picn Salas, 1962: 1358).

Ese mismo mes de octubre de 1917, la Gaceta Universitaria, en su


nmero 47, haba insertado su estudio Hroes olvidados, sobre la
derrota de los federales en la Batalla de Mucuches en 1859.
Son los das en que le escribe al distinguido fillogo espaol Julio Ce-
jador una carta, informndole que lleva publicadas varias disertacio-
nes sobre crtica literaria, entre ellas juicios sobre obras y escritores de
su pas. Se las ofrece y le promete ampliar los datos, con la finalidad de
que sean consideradas en el estudio sobre la literatura americana con-
tempornea que estaba escribiendo el autor de la Historia de la literatu-
ra espaola. Ante la ausencia de respuesta del destinatario, le escribe de
nuevo en febrero del ao siguiente, insiste en su oferta, y le remite

() un recorte del diario El Universal, donde traza un boceto biogrfico del escritor
merideo Felipe Tejera. Y Mariano, ofendido, comenta con su ilustre corresponsal: En el
encabezamiento que le pusieron a esa crtica ma, me dijeron nio de quince aos y para
la poca yo ya haba cumplido diecisis. Le anexa tambin otro recorte de su texto
Bolvar socilogo, publicado en una revista ecuatoriana que no identifica. Eran los
primeros fuegos de la vocacin (Miliani, 2006: 285).

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La geografa del aire 23

En diciembre de 1917 obtiene el diploma de bachiller, con lo cual al


ao siguiente inicia sus estudios de Derecho y Ciencias Polticas en la
Universidad de Los Andes. En el ambiente literario de la poca, Picn
Salas brillaba como un muchacho erudito, pedante y verboso; se-
gua en las tertulias con otros jvenes poetas, bajo la mirada compla-
ciente de Emilio Menotti Spsito. Lean, discutan, aprendan y, sobre
todo, soaban con hacer realidad tantos proyectos. Combinaba sus
saberes librescos con los saberes populares. Los cuentos y las historias
escuchados entre las gentes sencillas, campesinos y chalanes, aviva-
ban su imaginacin y su deseos de conocer ms.
Es el tiempo de la revista Gnesis, que concentraba toda la curiosi-
dad cientificista del positivismo. Muchas de las explicaciones de sus
maestros, imbuidos de esta filosofa, no le resultaban satisfactorias,
prefera dudar, indagar por su cuenta para procurarse una explica-
cin fuera de esquemas preestablecidos y moldes demasiado rgidos.
Siempre prefiri elaborar ideas propias respecto de todo cuanto des-
pertaba su inters. Es la poca en que abraza abiertamente su inters
por los peridicos.
Colabora con Alquimia y Literatura Andina, donde se haba distin-
guido Tulio Gonzalo Salas, un pariente suyo, muerto a los 22 aos de
edad y quien haba dejado escritos los versos que conformaran su nico
libro De mi solar, para el que Mariano escribira una valoracin. Supo
de las bondades de la literatura y la amistad y tambin conoci los
reclamos del deseo y el sexo:

No habamos superado naturalmente lo dionisaco y tenebroso que se revuelve en el


lgamo o el semen de toda adolescencia. El amor fsico poda ofrecerse a la sombra de
cualquier matorral o recogerse como los ramos del caf en la falda pintada, en la emba-
rrada zaraza, de una muchacha campesina. Se pelea no ms un poco con ella; se
siente anticipadamente el jadeo del placer, y se la doblega como rama de cafeto de rojas
y hmedas cerezas, con gusto a saliva, sobre el suelo de hojas cadas (Picn Salas,
1962: 1335).

Mariano 23 23/7/08, 3:21 PM


Biblioteca Biogrfica Venezolana
24 Mariano Picn Salas

En 1918 funda, junto a Antonio Spinetti Dini, Enrique Celis Briceo


y Mario Briceo Iragorry la revista Arstides Rojas, de la cual se editan
cuatro nmeros, y en diciembre, Veinte aos, la Revista de Juventud
y Arte, incluye su firma, junto a la de Mario Briceo Iragorry, Ral
Chuecos Picn, Enriqueta Arvelo Larriva y Antonio Spinetti Dini, en-
tre otros.
Comienza a colaborar con el diario Panorama, de Maracaibo. Escri-
be el prlogo al poemario de Antonio Spinetti Dini Breviario galante y
alegre. Es la poca de muchas lecturas, desordenadas, impulsivas, de-
safiantes. Se junta una juventud inquieta: Julio Sardi, Ulises Picn Ri-
vas, Eduardo Picn Lares, Juan Antonio Gonzalo Salas, Jos Flix Fon-
seca, entre otros. Leen a Jos Enrique Rod, a los maestros del
modernismo, a Rubn Daro y a los venezolanos Manuel Daz Rodr-
guez y Pedro Emilio Coll, cuya silla numeraria ocupara muchos aos
despus en la Academia Nacional de la Historia. Y aprenda con el esti-
lo clsico de la prosa de Alfonso Reyes:

Lo descubr cuando yo tena 18 aos y estudiaba mi literatura espaola en el Liceo,


leyendo aquel magistral e inolvidable prlogo a las Pginas escogidas de Quevedo. Desde
aquellos das en un pueblo lejano de los andes de Venezuela, le sigo fervorosamente
(Zambrano, 2007: 32).

La ciudad ya comienza a sofocarlo; se amplan sus intereses por


conocer otros lugares y otras personas. A mediados de 1919 aprove-
cha la coyuntural opinin de su padre quien piensa que a su hijo le
hara bien explorar nuevos horizontes, y es cuando se decide su viaje
a Caracas.
Parte por el camino de la carretera trasandina, en una poca en
que los viajes eran penosos, se corra peligro, por lo cual muchos
que viajaban hacan testamento y algunos, como este joven corpu-
lento y miope, llevaban consigo un revlver por si fuera necesario
defenderse. El fin del camino era el puerto de la Ceiba, desde el cual,
en el vapor El Progreso, lleg a travs del Lago de Maracaibo al

Mariano 24 23/7/08, 3:21 PM


La geografa del aire 25

puerto de La Guaira. La capital le abrira un horizonte nuevo a su ya


pesado fardo, lleno de inquietudes intelectuales, lecturas y sobre todo
preguntas. Comenzaba tambin su largo viaje interior hacia el cono-
cimiento de s mismo.

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
26 Mariano Picn Salas

Mariano 26 23/7/08, 3:21 PM


27

Estacin Caracas

El ao de 1920 represent para Picn Salas el comienzo de lo que


sera el largo peregrinar que marc toda su vida. Errancia lo llam.
Crey que slo era necesario un cambio de ambiente para proseguir
estudios universitarios y darle cauce a su vocacin de lector y de escri-
tor. El viaje, entonces, se da como concrecin del deseo: ver, conocer y
comprender. Estos son tambin los sustentos de su proyecto de escri-
tura. Viaje y escritura, encarnan tambin el proyecto vital de Picn
Salas, quien combinar ambas experiencias de manera constante has-
ta el final de sus das.
Pero, lo ms importante de esa primera excursin para ver el mun-
do, es su contacto con otros jvenes escritores que hacan vida litera-
ria en la capital caraquea con sus peas y reuniones. Hace amistad
con Andrs Eloy Blanco, quien junto con Jos Antonio Ramos Sucre
tambin haba abandonado Cuman, su ciudad provinciana, en busca
de mejores aires intelectuales. Su trgico romanticismo temperamen-
tal encontraba esta contencin de la forma clsica y las pocas Huma-
nidades de nuestra desamparada generacin, nos llegaron un poco a
travs de Ramos Sucre, dir en su crnica sobre el ambiente literario
que encuentra en la Caracas de 1920.

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
28 Mariano Picn Salas

Participa en las tertulias de la cervecera Strich, cerca de la Plaza


Bolvar. Conoce a Pedro Sotillo, con su adolescencia precoz y entu-
siasta, apareci rico de ancdotas y de cordialidad en los crculos arts-
ticos de la capital; a Fernando Paz Castillo, Julio y Enrique Planchart,
Luis Enrique Mrmol, Eduardo Arroyo Lameda, Jacinto Fombona Pa-
chano, Rodolfo Moleiro. Eran los poetas de moda que recitaban en el
Teatro Capitol y que luego seran conocidos por haber formado la pri-
mera vanguardia potica venezolana: la Generacin del 18.
Venezuela acaba de inaugurar un nuevo signo en su trayectoria con
la aparicin del petrleo. Se produce un paso inevitable desde la etapa
agrcola y pastoril hacia la incipiente explotacin del subsuelo y la
llegada de los capitales extranjeros, sobre todo estadounidenses, en
procura del mineral. La vida poltica es un letargo en el cual, sin em-
bargo, los jvenes observan y se interrogan sobre las nefastas conse-
cuencias de la dictadura. Todos suean con el porvenir. Hay un miedo
soterrado que no tardarn en desafiar.
Estos son los das de mayor intensidad en su amistad con el joven
Alberto Adriani, a quien haba conocido en Mrida cuando, proceden-
te de la vecina poblacin de Zea, haba llegado a estudiar en la capital
del estado. Esta amistad se fortaleci en aquellos das de Caracas en
los que compartan la residencia y los escasos recursos econmicos
que ambos disponan. Primero vivi en una pensin, luego, junto a
Adriani, lograron rentar una casa en un sector muy popular, cercano
a Cao Amarillo.
La ciudad le result hostil al comienzo, tambin el ambiente polti-
co que se respiraba. Luego, el panorama cambi cuando, casi al ao de
estar en Caracas, lograron mudarse a una casa modesta pero en un
entorno de mejores condiciones en La Candelaria; dir ms tarde: una
modesta casa de estudiantes que hemos arrendado y toscamente amo-
blado para librarnos de la sopa clara y de la carne demasiado correosa
de las pensiones baratas, en el poco aristocrtico barrio de Cao Ama-
rillo (Picn Salas, 1962: 353).

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Estacin Caracas 29

El ambiente de Caracas en los aos veinte es descrito minuciosamente


por Mariano muchos aos despus, en una carta dirigida a su amigo
de aquellos aos, Pedro Sotillo. All retrata aspectos urbanos de una
ciudad que no tena muchos automviles, an con carruajes tirados
por caballos, sin edificios altos, y con tranva, era todava la ciudad de
los techos rojos, que describiera muy hermosamente Enrique Bernar-
do Nez, aunque en ellas se vivieran escenas de retrasado medieva-
lismo.
Aquella amistad dur fraternamente hasta la muerte prematura de
Adriani, en 1936, y en cuyo homenaje Mariano escribira una sem-
blanza que vino a ser su primera biografa. Toda la motivacin del
viaje estuvo signada por la sed de conocimientos, pero la ilusin pron-
to se transforma en decepcin y su curiosidad le hace tocar el fondo
de la realidad.
All siente las presiones dictatoriales del gobierno de Juan Vicente
Gmez; sabe entonces de los alcances de

() la tirana incrustada como un tornillo monstruoso en el corazn de la ciudad, de


la tirana que apareca por cualquier esquina y cuando menos queramos verla en la
cara de los polizontes, de la Tirana que se instalaba de pronto en nuestras reuniones de
estudiantes aun cuando le pusiramos una pantalla de floreados e inofensivos versos
(Picn Salas, 1939).

Vive tambin las carencias de los estudiantes forneos, las enferme-


dades y temores. Dice en una de sus ficciones:

La vida se ha entristecido. Generaciones de hombres jvenes no vieron en su tierra sino


el terror y el espanto. Y cuando uno sala de provincia a estudiar Leyes en la capital ()
los familiares nos aconsejaban: No hables nunca de poltica. No te mezcles en nada.
Desconfa hasta de tus compaeros. Teme a las asociaciones. Hay muchos estudiantes en
las crceles. Otros trabajan, con la camisa de los penados, en las carreteras estratgicas
que construye el Tirano (Picn Salas, 1931: 147).

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
30 Mariano Picn Salas

Sus estudios de Derecho en la Universidad Central no satisfacen su


curiosidad y expectativas. Siente el conformismo y la pasividad como
formas manifiestas de la desconfianza y el miedo reinante. Los estu-
diantes estn bajo sospecha. El Derecho y la Medicina eran casi los
caminos obligatorios para coronar la carrera universitaria. Compren-
de que la inercia converta a la Universidad en una fbrica de docto-
res, de cuyos catedrticos salvo en el caso de profesores como Este-
ban Gil Borges o Luis Razetti la mayora se limitaba a repetir manuales
franceses imbuidos de un positivismo que ya haba cuestionado.
No obstante, comienza a obtener sus primeros xitos intelectuales:
publica en El Universal, donde ya se haba dado a conocer su Silueta
biogrfica de don Felipe Tejera, en julio de 1916, y colabora con la
revista ms importante que se edita en la capital: Cultura Venezolana.
En ese medio, que le resulta desde el punto de vista intelectual alta-
mente motivador, prepara su primer libro, que delata su derrotero.
Lleva por ttulo Buscando el camino, y sale de la imprenta de Cultura
Venezolana, en diciembre de 1920, integrado por breves reseas de
obras y homenajes a autores de su momento; reflexiones y apuntes
para futuros proyectos de escritura; ste es un libro clave para com-
prender el ulterior desarrollo intelectual de Picn Salas.
La dictadura gomecista agobia el ambiente capitalino, que se perci-
be tenso; hay cierta agitacin contra la asfixia dictatorial, los estu-
diantes deciden apoyar una huelga de obreros tranviarios, que aun-
que no pasa de un conato, ocasion que muchos de sus amigos y
contertulios comenzaran a ser perseguidos. Por otra parte, las caren-
cias y las dificultades econmicas familiares lo obligan a retornar a su
ciudad natal. Aos despus dira de ese tiempo y ese entorno:

No estaba dispuesto, con mis ganas de cultivar mi espritu, de escribir libros, de parti-
cipar en la viva sociedad de las gentes, a ir a caer en los presidios de Gmez. Es lgico que
uno a los veinte aos se considere del linaje de los mejores; y hasta cundo sta era
otra pregunta los mejores perecen en nuestro pas para que triunfen los ms torpes y
desmandados? No; no hara la ofrenda de mi cuerpo ni de mi alma a ese Saturno goyes-

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Estacin Caracas 31

co que devora a los idealistas suicidas. Quera mi cuerpo veinteaero que me llevaba
briosamente por los caminos del mundo; quera mis ojos y mi mente dispuestos a disfru-
tar de los libros y las obras de arte, y defender mi libertad inalienable (que mora a solas
conmigo y contradice prejuicios y convenciones que todos repiten) y de la que no me
despojara ningn gendarme de los que arrastran a culatazos a los estudiantes. Era,
acaso, preciso huir, como quien abandona una tierra invadida por ratas pestferas (Pi-
cn Salas, 1962: 1379).

En 1921 ya su nombre gozaba de cierto reconocimiento. Su libro


primerizo fue elogiado por notables escritores, como Lisandro Alvara-
do, Enrique Bernardo Nez y Jos Gil Fortoul, quien le escribe: Es
usted todava corto de aos, pero ya largo de vida intelectual. Siente y
piensa a un tiempo: distintivo de un alma superior. Ancho camino
tiene abierto en las letras patrias: acompele desde ahora mi aplauso
en lo que valga (Picn, 2004: 553). El doctor Esteban Gil Borges, su
profesor de Filosofa del Derecho, ocupa el cargo como ministro de
Relaciones Exteriores, y le ayuda a conseguir un modesto empleo con
un nombre rimbombante: jefe de servicio en la Direccin de Poltica
Internacional y luego en la de Poltica Econmica.
En el despacho de la cancillera tambin trabajan Alberto Adriani y
Jos Antonio Ramos Sucre. El paso por este empleo fue fugaz pues el
ministro fue cambiado al contravenir el protocolo adulador de la dicta-
dura. El hecho se haba registrado en Nueva York en el acto de devela-
cin de una estatua de El Libertador. Hubo intrigas en contra del mi-
nistro, provenientes del crculo que rodeaba a Jos Vicente Gmez, hijo
del Presidente. stas acentuaron el delito de Gil Borges de no haber
nombrado ni una sola vez al general Gmez en su discurso inaugural.
En esos das Mariano compila y escribe el prlogo a unas Pginas esco-
gidas de Juan Vicente Gonzlez. En enero de 1922 regresa a Mrida.
Vive los aprietos econmicos y las angustias familiares. La baja de
los precios del caf aunada a la langosta que haba arrasado buena
parte de los cultivos anulan las posibilidades de cumplir con el com-
promiso de los emprstitos. Todava se sienten los coletazos de la gue-

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
32 Mariano Picn Salas

rra terminada en 1918. Aunque en el pas prosperaba la alianza del


poder y el petrleo, la economa familiar dependa de los rubros del
agro. En Caracas, la Imprenta Bolvar publica su relato Agentes viajeros.
A comienzos de 1923 sobrevienen los embargos a la hacienda fami-
liar como consecuencia de la quiebra. Lo que hubiese sido su herencia
se desvanece. Se rematan las tierras y los bienes. Sin embargo, en me-
dio de estas tribulaciones, intenta volver a sus antiguas tertulias, pro-
cura a sus amigos, pero la inminente ruina econmica de la familia
presagia la toma de decisiones para propiciar cambios ms radicales.
En octubre, con motivo del da de la raza, vuelve a disertar en la
Universidad de Los Andes; su conferencia De la raza y las razas apa-
rece publicada en Cultura Venezolana de noviembre. El ambiente so-
cial se ha ido tornando hostil y la pequea ciudad parece tenderle un
cerco. Todo presagia la bsqueda de un nuevo derrotero.

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Chile, la frtil comarca sealada

Picn Salas parte hacia Chile en marzo de 1923 en compaa de su


padre, quien haba enviudado cuando Mariano tena apenas 11 aos
de edad. Po Nono se haba vuelto a casar, esta vez con una prima her-
mana de Mariano, Elena Ruiz Fonseca, con la cual tuvo tres hijos: Al-
berto, Josefina y Ada Picn Ruiz. En la vieja ciudad qued toda una
malquerencia, sustentada en infundios y en los rumores que acusa-
ban a Po Nono de malversacin. Muchos han querido cobrarle a la
memoria de Mariano las supuestas maniobras del padre. Fiel a su her-
mtica tradicin, se sigui especulando en aquella sociedad de ape-
llidos, bastante dada al chisme y la murmuracin:

Cuentan unos que Po Nono sirvi de fiador a un banquero doloso, quien lo llev a la
ruina. Cuentan otros que se march con los dineros del patrimonio familiar tras las
enaguas de una coupletista de zarzuela, integrante quizs de uno de esos grupos que
recorrieron los teatros venezolanos de provincia para dejarlos llenos de suspiros prodi-
gados por romnticos galanes. Otra historia filial precisa que haba ocurrido un segun-
do matrimonio con su prima Elena Ruiz Fonseca, de quien tuvo tres hijos. Y la familia de
la primera esposa no lo perdon, como tampoco los tabes del incesto que en las tierras
de Los Andes no son simple ficcin garciamarquiana (Miliani, 2006: 289).

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
34 Mariano Picn Salas

El hijo quiere mirar al futuro, romper con la carga de fantasmas y


sinsabores, pero como Jano, aquel paisaje, aquella mtica comarca
que quera dejar en su pasado, se hara lugar en su memoria para
siempre.
El padre y el hijo parten en vapor por la ruta del Lago de Maracaibo
hacia Panam y en el puerto de Cristbal, con boleto de tercera clase,
embarcan hacia Valparaso. Comienza otra dimensin de su errancia,
que ya haba inaugurado cuando intent el camino de Caracas en su
adolescencia.
En el barco viaja un buen nmero de inmigrantes de Galicia, de As-
turias, que tambin llevan el sueo de una vida mejor. Chile es enton-
ces el pas ms barato de Sur Amrica y tambin el ms libre, dir
Mariano ms tarde. Despus de 14 das de navegacin, y con una breve
escala en Lima, que le permiti echar un vistazo a la ciudad, llegan al
puerto de Valparaso cuando se asoma el invierno austral.
Es junio de 1923. El padre toma un camino, el hijo otro. Sabe que de
ahora en adelante todo depender de sus propios esfuerzos. Luego co-
mienza a ganarse la vida ejerciendo diversos oficios: voceador de dia-
rios, despachador de vinos, vendedor de artculos de escritorio. Busca
algn trabajo menos fortuito y paradjicamente lo encuentra en un
lugar oscuro en el que se venden enseres usados. All trabaja, y duer-
me. Tambin lee y escribe. Era una siniestra minuta, dice el escritor;
la misma estaba situada en la avenida Ecuador. As la describe:

Me espanta la fealdad del negocio, que consiste en la compra y venta de muebles y


objetos viejos que se amontonan en polvorienta confusin abigarrada. Son a veces peda-
zos de tiles caseros: un jarro al que le falta la palangana, un aguamanil roto, la man-
chada luna de un espejo, un biombo que perdi la pintura, el vestido de un buzo, unas
botas de cazador. Y para que ahorre en habitacin y defienda el negocio de posibles
ladrones, debo dormir en el establecimiento y tender mi camastro sobre el mostrador. En
esas horas de la noche, a la luz de un dbil bombillo, todo ese despojo de cosas gastadas
y muertas me ofrece su perfil fantasmal (Picn Salas, 1962: 1385).

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Chile, la frtil comarca sealada 35

Escribe una primera reflexin entre narrativa y autobiogrfica, que


titula Adolescencia con la cual debuta en la revista Claridad, de Val-
paraso, en diciembre de 1923.
Comienza 1924. Lejos estaba su vocacin de ese oficio, no podra
aspirar a ser un buen vendedor. El fro y la pobreza le castigan. Haba
llegado cuando el invierno del sur arrojaba sus lacerantes dardos. Todo
ayuda a que su espritu esperanzado se aquilate.
La manera tan peculiar de asociar sus lecturas con su ya acrisolado
mundo de referencias enciclopdicas, le permite comentar con sol-
vencia la novela Pginas de un pobre diablo, de Eduardo Barrios, re-
cin editada. Picn Salas entrega un escrito caluroso, en el peridi-
co La Estrella de Valparaso, que aparece en enero. Este hecho
significara una tarjeta de entrada a todo un mundo de relaciones,
nuevos amigos, posibilidades de trabajar y cambiar radicalmente aque-
llos das de zozobra laboral y angustia intelectual. El escritor recuerda:

Eduardo Barrios hombre de ejemplar generosidad me respondi con una carta de


estmulo y agradecimiento; me preguntaba quin era y de dnde haba venido, y me
invitaba a visitarle en las tertulias literarias que se celebraban cada noche de sbado en
su casa santiaguina, Plaza de San Isidro, 387 (Picn Salas, 1962: 1388).

Esta carta le da impulso para un paso decisivo, y le abre un camino


que le permitira continuar con su formacin intelectual y empren-
der estudios universitarios. Comienza su lucha contra la nostalgia.
Consigo lleva la fe en que un horizonte nuevo se abrira ante sus ojos
para colmar las expectativas que atesoraba.

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
36 Mariano Picn Salas

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Santiago a lo lejos

En Santiago se respiran otros aires, hay una actitud marcada hacia


los cambios sociales, que estn cargados de un ideario socialista, pero
sobre todo americanista, que prevaleci hasta la primera mitad de los
aos treinta.
Muy atrs, en su memoria y en su constante evocacin, quedar la
ciudad de su infancia y adolescencia, aquella distante ciudad de los
Andes venezolanos que tendra unos 10.000 o 15.000 habitantes, y que
tanto se parece a la cumbres de sus ficciones, ciudad verde, montao-
sa y catlica, perdida en la hermtica serrana, a diez das del mar
(Picn Salas, 1931: 25).
Y Santiago le abre las puertas. Una ciudad con una poblacin cerca-
na al medio milln de habitantes, que se extenda en los mrgenes del
ro Mapocho. Chile era gobernado entonces por Arturo Alessandri Pal-
ma, apodado El len de Tarapac, cuya gestin intentaba moderni-
zar el pas, llevando los problemas econmicos al centro de los deba-
tes polticos.
Aunque propicia la participacin de una clase media formada por
intelectuales y trabajadores y estimula los procesos de modernizacin
del pas, no escapa de orientaciones populistas cargadas de demago-

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
38 Mariano Picn Salas

gia. Su gobierno permite la confrontacin de ideas, el auge de grupos


minoritarios, estimula el nacionalismo y la participacin de sindica-
tos, muchos de ellos movidos por ideas anarquistas.
Todo esto fue desplazando gradualmente a la oligarqua conserva-
dora. Por supuesto, es notorio el auge de los peridicos y revistas de
corte cultural. Hay sntomas de crecimiento econmico y una atms-
fera de libertad que propicia el debate de las ideas y cierta bohemia
discurre en clubes y cafs.
Gracias a Eduardo Barrios, el joven Picn Salas entra en contacto
con la vida cultural, y poltica, de Santiago. En su tertulia conoce a
personas que seran de mucho significado en sus aos futuros, tales
como Salvador Reyes, Armando Donoso y Sara Hubner. Asiste a una
velada en el Liceo Federico Hanssen para hablar acerca de la situacin
poltica de Venezuela.
En esa ocasin conoce a Eugenio Gonzlez Rojas, lder estudiantil
quien luego de una intensa labor como presidente de la Federacin de
Estudiantes, en 1920, se estaba fogueando como dirigente sindical y
lleg a ser ministro de Educacin cuando insurge la revolucin socia-
lista de Marmaduke Grove Vallejo en junio de 1932, la cual tuvo la
efmera duracin de 12 das. En esta etapa tambin conoce a Pablo
Neruda. As recuerda el escritor aquellos das:

En la Federacin Chilena de Estudiantes y en el Instituto Pedaggico encontr mucha-


chos de las ms variadas patrias americanas, y me llevaron a contarles la tragedia de
Venezuela. Me convidaron, luego, a cenas juveniles que terminaban recitando versos de
los poetas ltimos, y all vi y o por primera vez a un joven largo, de descoyuntados pasos
y de voz melanclica, que se llamaba Pablo Neruda. Qu efecto de extraa salmodia
contra todas las normas de la recitacin nos hacan sus versos desgarrados que levan-
taban en nosotros aquel subconsciente nocturno, de tristeza, indecisin; vaga y herida
sensualidad que duerme en el alma mestiza! Cmo iba despus a identificar la voz y la
poesa de ese hombre con el paisaje llovido, desbordado y relampagueante del sur de
Chile! (Picn Salas, 1962: 1392).

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Santiago a lo lejos 39

Por mediacin de Martn Bunster Montero obtiene un empleo como


inspector de estudiantes en el Instituto Nacional de Santiago, lo
cual le asegura un poco de tranquilidad econmica. En marzo de 1924
ingresa al Instituto Pedaggico de la Universidad de Chile, el cual
haba sido fundado en 1889 como el primero de su tipo en todo el
continente. All Mariano se destaca como alumno y asiste a la pea
literaria del humanista Jos Toribio Medina. Tambin conoce all a
Domingo Melfi, Mariano Latorre, Ricardo A. Latcham, Alberto Rome-
ro y Carlos Prndes Saldas. En esos das, por invitacin de Domingo
Melfi, comienza a colaborar con Atenea, revista recin fundada en la
Universidad de Concepcin y que tendra hondas repercusiones en la
vida cultural chilena.
Eduardo Barrios era director general de bibliotecas, archivos y mu-
seos, un cargo realmente importante que allana los caminos para que
Mariano ingrese a la Biblioteca Nacional como oficial de nmero, cuya
principal funcin era la de adquisicin y canje. La designacin ocurre
el 18 de marzo de 1927 por decreto del Ministerio de Educacin Pblica.
No poda ser ms oportuno este hecho que se convertira en su puer-
ta de entrada a un trabajo ms estable, y a cierta tranquilidad que
estaba en el camino de sus bsquedas. De aquella etapa dir unos aos
ms tarde:

Nunca he ledo ms que en aquellos aos en que fui empleado de la Biblioteca Nacio-
nal de Chile y pasaban por mis manos para clasificarlas obras de la ms varia catego-
ra () Y con esa capacidad proteica de los veintitantos aos, el gusto de devorar libros
no se contradeca con el mpetu con que asistamos a los mtines polticos y forjbamos
ya nuestro cerrado dogma en apariencia muy coherente para resolver los problemas
humanos (Picn Salas, 1962: XI-XII).

En 1927 recibe el ttulo de profesor de estado en Historia y Geografa.


Su trabajo de grado se titula Una ciudad colonial americana: Lima a
mediados del siglo XVIII. En su certificado acadmico se hace constar:

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
40 Mariano Picn Salas

Que el Seor Don Mariano Picn Salas ha cursado en forma brillante sus estudios en el
Instituto Pedaggico, desempeando despus de haber obtenido su ttulo los cargos de
Ayudante, Jefe de Seminario y profesor Auxiliar de Historia y Geografa en este Departa-
mento. En todos estos cargos el Seor Picn Salas ha revelado gran competencia, dedica-
cin al estudio, espritu de trabajo. Por su preparacin histrica, por sus conocimientos
de bibliografa general y especialmente americana, por sus prendas de carcter y eficien-
cia creemos que el Seor Mariano Picn Salas, est en situacin de desempearse con
acierto en la enseanza universitaria o dirigiendo cualquiera de las reparticiones de
una gran Biblioteca (Zambrano, 2007: 42).

Ese mismo ao aparece, en la editorial Nascimento, su segunda re-


copilacin de textos en prosa, que titula Mundo imaginario, la cual
est profundamente impregnada del entorno afectivo de su adoles-
cencia y revive aunque quiera desdibujarlos los fantasmas de sus
das merideos. Sin embargo, este libro est orientado hacia la que
sera una de sus ms perseguidas vocaciones: la de ser un narrador, un
novelista. Mundo imaginario, abrira ese camino.
Sigue con los cursos reglamentarios para culminar el doctorado de
estado en Filosofa y Letras de la Universidad de Chile, el cual termina
el ao siguiente. En febrero de 1928 se casa con una de sus compae-
ras de estudio en el Instituto Pedaggico, Isabel Cento Manzo, a quien
haba conocido en 1926. Luego sera profesor y tutor de ella. Con Isa-
bel tuvo su nica hija: Delia Isabel, quien naci en Santiago de Chile,
el 24 de diciembre de 1937. Por esa razn siempre la llam cariosa-
mente Pascualita. Ambos compartieron recin casados el hogar
de Po Nono y Elena Ruiz Fonseca, con sus hermanos Alberto y Josefi-
na. Ada se haba quedado al cuidado de los abuelos maternos en Mri-
da y all permaneci hasta 1933.
En esos das ocurre una tragedia familiar: el despeamiento de Al-
berto, hermano menor de Mariano y el mayor del segundo matrimo-
nio de su padre. Alberto era aficionado a la lectura y la escritura de
cartas y poemas; tendra unos 14 aos cuando muri, al caer del Cerro
San Cristbal, mirador de la ciudad, a donde sola ir de paseo con su

Mariano 40 23/7/08, 3:21 PM


Santiago a lo lejos 41

hermana. Ese mismo ao Mariano e Isabel se mudan a una pequea


casa alquilada para fundar su propio hogar. Este espacio, situado al
pie del Cerro Santa Luca por el lado oriente, quedaba muy cerca de la
Biblioteca Nacional. Se convirti prontamente en lugar de encuentro
y tertulia de jvenes intelectuales:

En esa casa haba tertulia literaria, se discuta y se compona el mundo. Mariano


Latorre, Domingo Melfi, Eugenio Gonzlez, Juan Gmez Millas, Ricardo Latcham, Hum-
berto y Hctor Fuenzalida y lvaro de la Fuente (a quien siempre llamamos El Chopo)
estaban entre los ms asiduos a esa pea, pero hasta all llegaban, adems de los intelec-
tuales chilenos, todas las grandes figuras de las artes o la literatura latinoamericanas
que vinieran al pas, bien en son de visita o apresuradamente deportadas por algn
gobierno de facto (Fuentes, 1966: 95).

Intensifica su inmersin en la vida literaria chilena y se incorpora


como colaborador en la revista Letras fundada ese ao por Salvador
Reyes. En ella participan ngel Cruchaga Santa Mara, Manuel Eduar-
do Hubner, Hernn del Solar y Luis Enrique Dlano. Su artculo Est-
tica dogmtica y esttica morfolgica se incluye en el nmero 4, que
aparece en agosto de 1928.
Su grado acadmico le permite ingresar como jefe de trabajos prc-
ticos de la Universidad de Chile, y al poco tiempo gana el concurso
para ocupar el cargo de profesor de Historia del Arte y Literatura Ge-
neral en la Facultad de Bellas Artes y en la de Filosofa, respectivamen-
te. En esas ctedras se mantiene hasta diciembre de 1935. Tambin
presta sus servicios como profesor en el Liceo Manuel Barros Borgoo
y tambin en el Internado Nacional Barros Arana, hasta 1930. Es una
etapa en la cual colabora con otras revistas, tales como Cultura Vene-
zolana, de Caracas; Alas, de Barquisimeto; Universal Grfico, de Mxi-
co y Repertorio Americano, de Costa Rica.
La vida poltica chilena est en proceso de cambios, de discusiones y
nuevas bsquedas. Se procura la formacin ideolgica a travs del
pensamiento de los socialistas europeos, y del marxismo no dogmti-

Mariano 41 23/7/08, 3:21 PM


Biblioteca Biogrfica Venezolana
42 Mariano Picn Salas

co. Picn Salas participa en tertulias literarias y polticas. Era asiduo a


los encuentros en la Casa Francesa, situada en la esquina de la calle
Hurfanos con Estado.
Es el tiempo en que colabora con la revista Claridad, junto a otros
jvenes entusiastas que discuten los temas del marxismo y del socia-
lismo. Estos son tal vez los das en los cuales est ms cerca de la pol-
tica de izquierda, y sus amigos, muchos de ellos vinculados con la
Federacin de Estudiantes Chilenos, inculcan en l ideales socialistas,
pero sin llegar a convertirlo en un hombre de militancia.
La Revista Chilena le abre sus pginas en 1929 para una seccin
mensual titulada Vida literaria de Chile. A travs de ella se da a co-
nocer para los lectores chilenos la aparicin de Doa Brbara de R-
mulo Gallegos. En abril de 1930 don Mariano se cuenta entre los fun-
dadores de la revista ndice, cuyo prospecto lleva las iniciales de su
nombre. Sin embargo, Picn Salas no pierde de vista que la realidad
de Amrica Latina era distinta, que no funcionaran los recetarios
importados para propiciar los cambios sociales que se requeran.
La revista se propone adems expandirse como editorial, lo cual hace.
En una carta a Alfonso Reyes le dice que la revista tiene el inters de
no ser solamente literaria, ya que hemos agrupado todos los nuevos
trabajadores intelectuales de Chile y hay en nosotros un honesto de-
seo de cultura (Zambrano, 2007: 35).
Sus amigos son jvenes que con el tiempo ocuparan lugares privile-
giados en la vida cultural y poltica de Chile: Eugenio Gonzlez, Ricar-
do A. Latcham, Ral Silva Castro, Guillermo Feli Cruz, Benjamn Su-
bercaseaux, Domingo Melfi, y Mariano Latorre, entre otros. Este grupo
no tuvo una filiacin poltica reconocida ni confesada. Pero bulla en
el espritu de la mayora la concepcin doctrinaria socialista. Otros
representaban el viejo liberalismo y muchos fueron ajenos a una ideo-
loga poltica determinada (Feli Cruz, 1970: 65).
Guillermo Feli Cruz fue testigo de excepcin en ese entonces. Ma-
riano lo haba conocido en 1925. Fue su profesor y para siempre su

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Santiago a lo lejos 43

amigo, mentor en su trabajo en la Biblioteca Nacional de Chile y pos-


teriormente uno de sus bigrafos. Los dos compilaron Imgenes de
Chile. Vida y costumbres chilenas en los siglos XVIII y XIX, a travs de
testimonios contemporneos (1933), esta obra estaba dirigida origi-
nalmente a estudiantes de educacin primaria y secundaria, pero tuvo
una acogida mucho ms amplia y muy positivas recensiones en El
Mercurio, El Diario Ilustrado y La Nacin.
En 1930 hace un balance de su vida intelectual. En un diario que
haba comenzado en octubre de 1919 en Caracas, al cual titul Libro
de notas, sigue haciendo sus confidencias:

Mi esquema actual: Lo que se tiene y lo que se desea. Estado civil: casado. Profesor de
Estado. 12 horas semanales. Bibliotecario 3 Biblioteca Nacional. Profesin inconfesable:
Rebelde de apariencia tranquila. Director de la revista ndice. Escritor. Lo inmediato:
Emancipacin pedaggica? Resultar la Editorial? Paz para escribir. No quiero que
los pedagogos digan de m: este escritor! Y los escritores: este pedagogo! Pero en Amri-
ca hay que ser siempre maestro de escuela (Sucre, 1983: 642).

Sin embargo, sobrevienen cambios que enturbiaran esa pretendida


paz para escribir. El trabajo en la Biblioteca Nacional lo mantiene en
contacto con las novedades. Sus intensas colaboraciones con peridi-
cos y revistas, van acrisolando su estilo, aquilatando su prosa. El ma-
gisterio lo compromete con la formacin de ciudadanos mientras trans-
mite su amor por el saber, con compromiso social y verdadera fe en los
valores esenciales del hombre.
En junio de ese ao 1931 comienzan los malos presagios en la vida
poltica chilena. El ambiente comienza a agitarse. Siente que la mise-
ria, la barbarie y el militarismo criollo se paseaban desalados por las
calles de Santiago. Mariano se desespera un poco y piensa en la posibi-
lidad de irse de Chile. El 29 de junio le escribe a Alfonso Reyes una
carta y le anexa su certificado de estudios. Por su valor documental y
autobiogrfico la transcribimos in extenso:

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
44 Mariano Picn Salas

Lo sensible es que corren tiempos malos. La Meteorologa chilena est en este mo-
mento hecha de tormenta. La crisis econmica que se desboca por instantes y que no
puede ya ser mayor, deviene naturalmente crisis espiritual. Los hombres jvenes esta-
mos viendo, seguiremos viendo cosas horrorosas. La Cultura es en nuestras tierras
bien tan efmero, que se descascara como un estuco al primer manotn brbaro. Vea
Ud. lo que ahora me ocurre a m. Hace 9 aos, casi adolescente an, sal de Venezuela
y me vine a Chile. Hua de la barbarie. Luchando un poco con la vida, segu estudios
todo lo disciplinados y serios que aqu puedan hacerse. Creamos entonces en la efica-
cia que tendran estas cosas Historia, Filosofa, Humanidades Superiores en este
catico medio hispano-americano. Hacamos manifiestos de estudiantes; sostenamos
aun a costa de nuestro sueo y nuestra fatiga, Universidades populares. Yo sal de la
Universidad, por lo menos, con abundantes certificados. Anclo en Chile, me dije; Chile,
buena tierra y alta costa, para los temporales democrticos. El paisaje de Chile est
hecho de quebradas y valles cordilleranos. En uno de esos valles de contemplacin, de
olvido, pasaron largos aos, luchadores americanos como Bello y Sarmiento; en rela-
cin con la Venezuela que yo haba dejado, poda compararme con ellos; y he aqu, mi
querido maestro, que ni en Chile, en la templada tierra chilena de los hombres pru-
dentes, en lo que fue democracia tranquila, encuntranse ahora valles. Vivimos en un
pauperismo intelectual que en el curso de este ao hse tornado irremediable. Yo, que
ya no tengo cmo ganarme la miserable vida material en Chile, estoy en camino de
emprender una nueva aventura Podra Ud. darme un consejo? Quisiera irme a un
pas como Espaa. Se me ocurre que en las empresas editoriales americanistas de
nuestro amigo Sainz Rodrguez podra hallar algn acomodo. Adjunto, le incluyo un
Certificado de identidad funcionaria, que acredita sirvo para algunas cosas. Este Cer-
tificado en copias volanderas y otros que consiga, voy a ponerlos ahora en circulacin
como los pasaportes de un Odiseo sin reposo. Rugole me diga si con mi ttulo chileno
de profesor de Enseanza Secundaria y Normal en las asignaturas de Historia, Litera-
tura y Filosofa, podra hallar cualquier gnero de trabajo en Mxico. Si este servicio
pudiera Ud. hacerlo dentro de sus funciones de Embajador, le quedara muy agradeci-
do He echado una angustiosa carta al destino. En la Vida como en el Arte, lo Pattico
me parece un elemento inferior. Disculpe Ud. si sta es una carta pattica; ya vendrn
ms sosegados das de dilogo (Zambrano, 2007: 40-41).

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Santiago a lo lejos 45

El presidente Carlos Ibez del Campo, convoc en julio de 1931 un


Gabinete de Salvacin Nacional, para hacerle frente a una crisis eco-
nmica que se haca irremediable. En ese gabinete participaron Juan
Esteban Montero, como ministro del Interior; Pedro Blanquier, como
ministro de Hacienda, pero no hubo manera de contener el naufragio.
El 27 de julio de 1931 Ibez del Campo renuncia a la Presidencia y
abandona el pas. Una rpida sucesin tuvo a Pedro Opazo Letelier y
nuevamente a Montero en el mando interino.
En menos de 30 das ste renuncia y cede el paso a su ministro del
Interior, Manuel Trucco, para luego intentar presentarse como candi-
dato a la Presidencia de la Repblica en las elecciones que iban a reali-
zarse el 4 de octubre. Aunque es elegido Presidente con un alto por-
centaje de votos, es derrocado por un golpe de estado el 4 de junio de
1932, por una junta presidida por Arturo Puga e integrada por Carlos
Dvila, Eugenio Matte Hurtado y el comodoro Marmaduke Grove Va-
llejo, quien proclama la Repblica Socialista de Chile.
En medio de la crisis poltica, el rector de la Universidad de Chile
renuncia. Segn Guillermo Feli Cruz, se designa una junta rectoral
interina, conformada por tres miembros: Pedro Godoy, profesor de la
Escuela de Arquitectura; Pedro Len Loyola, profesor del Instituto Pe-
daggico y Mariano Picn Salas, profesor de la Escuela de Bellas Artes.
Segn el bigrafo, Mariano evalu rpidamente aquella responsabili-
dad y decidi renunciar al doceavo da. Sin embargo, qued el grato
recuerdo de haber ejercido la rectora de la Casa de Bello por un corto
perodo: Con gracia deca despus que Venezuela haba dado dos rec-
tores a la Universidad de Chile: Bello y l. Pudo haber agregado tam-
bin que al servicio de la Biblioteca Nacional haban estado otros dos
venezolanos: el caraqueo y el merideo (Feli Cruz, 1970: 60).
Este relato ha sido repetido por estudiosos y comentaristas de la vida
y obra de Picn Salas en distintas oportunidades, otorgndole veraci-
dad absoluta. Sin embargo, en su excelente Profeca de la palabra. Vida
y obra de Mariano Picn Salas, Simn Alberto Consalvi cuestiona la
veracidad del testimonio y documenta los acontecimientos para con-

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
46 Mariano Picn Salas

cluir que no hay rcord en la Universidad de Chile de este episodio


(Consalvi, 1996: 45); tampoco Picn Salas se refiri al hecho en alguno
de sus escritos, aunque se infiere que s particip en el Consejo de
Profesores y Alumnos que se cre en medio de la crisis de aquellos
das, pero que tuvo vida efmera.
En medio de los vapores polticos, en ese ao 1931 aparece su Odisea
de tierra firme; la ha subtitulado Vida, aos y pasin del Trpico. En
su prospecto se lee ms que su justificacin literaria, el punto de vista
sustentado en su perspectiva social e histrica:

La conciencia que quise imprimirle a este libro si no me traicion la imaginacin, es


la conciencia de inquietud y protesta muy suramericana de un hombre urbano, como
soy yo y como parecen serlo los personajes que amo ms en mis relatos, ante un medio
que les es inferior por el imperativo brbaro de la vida. Tienen mis personajes y yo
mismo, como para evadirse de ese sino histrico, la reparacin que les da el paisaje, el
sabor de los cuentos folklricos, la compaa de los arrieros que suben las rampas de los
Andes o la travesa en uno de esos bricks del siglo pasado por el fosforescente Mar de
las Antillas. Poesa y humor para librarse del horrendo dramatismo que imponen los
hombres (Picn Salas, 1931: 9).

En esta obra ha volcado su fe y tal vez un no disimulado optimismo


por lo que esperaba sucediera pronto en su patria. Considera que es
un libro sobre Venezuela donde

() intento recoger una visin de conjunto de los das patticos vividos en aquella
tierra y explicarlos con la mayor objetividad posible () Hay en ese libro, principalmente
la tragedia de la vieja gente urbana que form el pas, destruida por las masas rurales
que han retrogradado la poltica venezolana a una etapa de primaria organizacin
pastoril (Zambrano, 2007: 36-37).

Mientras Odisea de tierra firme es saludada entusiastamente por el


novelista mexicano Mariano Azuela, en Caracas se ordena, a instan-
cias de Elas Sayago, prefecto del Departamento Libertador de Cara-

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Santiago a lo lejos 47

cas, la apertura de un expediente por considerarla subversiva. En el


expediente se confirma que la obra fue denunciada en Maracay por
Jos Manuel Anzola, quien ha obrado maliciosamente, con falsedad,
con el fin, tal vez, de hacerles dao a las personas que menciona en
sus declaraciones (Picn, 2006: 295).
Odisea de tierra firme construye una historia familiar caracterizada
por la movilidad entre distintos espacios, buscando escapar de una
situacin poltica amenazante. Tiene como su ms importante corre-
lato la dictadura de Juan Vicente Gmez. Los hechos se dan a fines de
la dcada de los veinte, cuando Caracas era ligeramente sacudida por
los acontecimientos de la semana de carnaval, en febrero de 1928.
Recuenta una tragedia civil, que motiv la represin a estudiantes
de la Universidad Central de Venezuela, y ocasion muertes, encarce-
lamientos y destierros. Si bien Picn Salas se encontraba en Santiago
de Chile, el protagonista, un estudiante de provincia que se va a la
capital a estudiar leyes, est presente entre los estudiantes que se atre-
ven a protestar contra la dictadura.
Hay en estos relatos una esperanza en que pronto pueda saberse de
un pas libre, donde haya paz y justicia, donde no reine un tirano. Es
la imaginacin de un joven que mira hacia el futuro mientras prende
la esperanza en otros lados del continente. Por esos das Mariano Azuela
le escribe desde Mxico una carta, que luego Picn Salas utilizar como
prtico en la segunda edicin de esta obra:

Soy un viejo que no espera ya la aurora de mejores tiempos como lo soaba en otros
aos, pero como necesidad vital poseo la creencia ciega de que todos estos criminales que
agarrotan a nuestros pueblos bajo su brutal poder, estn poniendo inconscientemente
toda su maldad al servicio de una gran causa y ayudando al alumbramiento de una
humanidad que sin duda ser mejor (Azuela, 1940: 8).

El libro se abre con una breve nota titulada El mundo imaginario


en la cual el autor confiesa su procedencia y seala el lugar desde el
cual escribe:

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
48 Mariano Picn Salas

Nac en Venezuela, y por si le interesara a los notarios aunque no espero ninguna


herencia dira que en 1901 () A ratos cambi de alma y cambiar cuantas veces mi
curiosidad intelectual o mi errancia imaginativa, me lo exijan. Me gusta Venezuela, me
gusta Chile y me gusta sobre todo abrir y tocar con sus Amazonas y sus Andes, toda la
vasta carta de Amrica.

Aqu se encuentran expresadas las constantes que aparecern con


marcada insistencia en sus narraciones: la recurrencia a elementos
propios de su biografa, la fijacin del lugar desde el cual narra, la
presencia del viaje como elemento estructurador y la pasin por el
conjunto cultural que conforma Amrica Latina.
La memoria lo ms persistente del hombre, est presente como
una de las formas de recuperar el pasado, es un elemento constante
de su narrativa, y aparece desde sus narraciones iniciales. Memoria e
imaginacin, mediadas por el portentoso dominio del idioma y el don
iluminado de su escritura.
Ese mismo ao 1931, la editorial ndice publica su libro Hispano-
amrica, posicin crtica. Esos son los das que comienza su corres-
pondencia con Rmulo Betancourt. El entonces joven poltico venezo-
lano se encontraba exiliado en San Jos de Costa Rica. Betancourt resea
estos dos libros en la revista Repertorio Americano. Mariano le enva
unas apostillas para aclararle sus puntos de vista. stas tambin se
insertan en la revista y con ello comenzara un cruce de correspon-
dencia en la cual figura todo un entramado afectivo e ideolgico que
pasa por detallar los pasos de cada uno en la formacin poltica.
Picn Salas le expresa sus opiniones sobre el Plan de Barranquilla,
que Betancourt haba redactado junto con otros exilados. Se ofrece
para apuntalar los aspectos educativos. Piensa que muy pronto podr
retornar a servir a su pas, idea que siempre le acompaa: Yo me les
ofrezco para estudiar el programa educacional ya que soy profesor
titulado y el problema lo hemos discutido largamente en Chile. Mi
punto de vista en Educacin preparara para un rgimen socialista,
le deca en una de sus cartas. Picn Salas argumenta sobre diversos

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Santiago a lo lejos 49

aspectos de la cultura, la poltica y su idea de nacin. Betancourt hace


circular las cartas de Picn Salas entre otros exiliados y confa, entu-
siasmado, en la lucidez y precisin de su corresponsal.
Son das de vaivenes, de fe y decepcin; la atmsfera de Chile est
sobrecargada de malos vapores: odio, lucha, incertidumbres. Se mues-
tra prudente pero no deja de ser crtico:

Hay que vencer cierto comunismo criollo, fantico y sin anlisis, con una decidida
poltica econmica que capte o interese en su esfuerzo a todos los hombres inteligentes. El
hecho es que la sociedad capitalista no nos produce el menor crdito y el menor entusias-
mo. Pero el materialismo comunista, el abstracto racionalismo marxista, no parece tam-
poco una solucin para estas gentes intuitivas, en el fondo espiritualistas, de nuestra
raza (Zambrano, 2007: 44).

Picn Salas mantiene su fe en la literatura, pero tambin en las


reivindicaciones sociales; ante el panorama confuso opta por esperar
y tratar de coexistir sin dejarse llevar por el vrtice de las confronta-
ciones. Siempre lo distingui un carcter tolerante y un norte claro.
Esto le permita interactuar con intelectuales de otras generaciones
y mantenerse siempre alerta ante lo que consideraba el destino de
Amrica. De all el fortalecimiento de un perspectiva latinoamerica-
nista que haba despertado tempranamente y que tom visos concre-
tos cuando valor los vestigios de la cultura incaica en su indagacin
sobre el Per.
En octubre de 1933 sufre quebrantos de salud y es operado para
extraerle la vescula biliar. Mientras se recupera, medita y no deja de
preguntarse por la situacin presente; piensa en ese drama en gesta-
cin que sigue siendo la vida chilena. Pronto tiene una razn para
alegrarse, la editorial Nascimento publica su libro Registro de hus-
pedes, entre lo potico y narrativo, donde se impone el recurso me-
morialista que se confunde con el discurso de la confesin
autobiogrfica:

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
50 Mariano Picn Salas

Corran los meses y los aos: 1920, 1921, 1922. En el resto del mundo en la China o en
Rusia ocurran grandes sucesos, pero aqu la vida continuaba su cascado ritmo irreme-
diable. Los mismos polticos en el escenario, el mismo mito nacional del boxeador que
gana a las bofetadas, del diputado que pronuncia los ms adjetivados discursos de la
estacin parlamentaria. Todo es aburrido, sin generosidad, invencin o aventura (Pi-
cn Salas, 1934: 125-126).

Tambin aparece su libro Problemas y mtodos de la historia del


arte, que recupera sus viejas preocupaciones sobre la enseanza. Vuel-
ca all su intuicin comparativa y su profusin, la belleza expositiva y
la precisin en el manejo del dato. Para Picn Salas la historia es la
llama que aviva el alma de los pueblos. Y no hay nada peor en el desti-
no de un pueblo como la fragilidad de su memoria, porque de esa
manera pierde el sentido de la esperanza que junto a los deseos y los
sueos es tambin una parte sustancial de la historia.
Acepta una invitacin para visitar el Per. Le acompaa su colega
Ricardo Donoso. Llega a Lima, recorre sus calles, disfruta la vista de
los amplios balcones que una vez recibieron a El Libertador. El 16 de
septiembre de 1935 dicta una conferencia en la Universidad Nacio-
nal Mayor de San Marcos, la primada de Amrica, de la cual los pe-
ruanos se sienten tan orgullosos. Esta vez desarrolla el tema Instin-
to y sangre de nuestra historia social (El eros criollo). Asciende hasta
el Cusco y escribe una lcida interpretacin sobre sus pintores y el
arte colonial. Tambin es como la crnica de su viaje el ensayo Es-
tampas inconclusas de un viaje al Per, que incluye en su libro Un
viaje y seis retratos, que editara aos ms tarde, en Caracas. Publica
el que ser su ltimo libro de esta etapa, Intuicin de Chile y otros
ensayos en busca de una conciencia histrica (1935), con el cual cie-
rra su proceso de reflexin en torno a la nacin austral, que haba
asumido como suya, y donde se le haba reconocido como un lder
intelectual. Tambin por estos das da a conocer su testimonio sobre
Pablo Neruda.

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Santiago a lo lejos 51

Chile, la frtil comarca sealada que evocar en su Regreso de tres


mundos, le haba abierto las puertas, lo haba recibido en su regazo
y lo haba enseado a tener fe, a creer en s mismo, en su posibilidad
de hacerse hombre frente a las adversidades y cincelar carcter, len-
gua y visin para enfrentar los nuevos retos. Sus das chilenos pare-
can cerrarse pero slo fue un breve parntesis. Venezuela era el prxi-
mo puerto.

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
52 Mariano Picn Salas

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La pasin venezolana

El 17 de diciembre de 1935 muere Juan Vicente Gmez. Anciano, en


su cama, ya bastante cansado del poder. Si bien no se hara justicia
por los desmanes cometidos, por fin se cumpla lo que muchas gene-
raciones anhelaron, pues padecieron su rgimen como una prueba
del destino. Muertes, prisiones, destierros. Algunos creyeron que sus
ojos no veran el fin del tirano. Una generacin, otra y otra estuvieron
preguntndose lo mismo.
Para Picn Salas se abra la posibilidad de retornar, que haba anhe-
lado y expresado en diversas cartas y en sus propias ficciones. Siente
que es la oportunidad que merece su generacin. Y no duda en aten-
der el llamado de la patria. Su estancia en Chile se prolonga hasta el
alba de 1936. Arregla sus asuntos, empaca algunas de sus pertenen-
cias. Est motivado por la euforia de libertad que se desata en su pas,
dejado atrs haca ya 13 aos. Su amigo y corresponsal Rmulo Betan-
court lo insta y le ofrece ayuda para el viaje.
Llega el da de materializar un anhelo. Deja casi todo lo material,
trae consigo experiencia, madurez y sobre todo deseos de servir. Inicia
el retorno solo. El 10 de febrero llega a Caracas y la encuentra, como
era de esperarse, agitada. La gente est en la calle, los estudiantes re-

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
54 Mariano Picn Salas

claman participacin. El Gobierno es presidido por Eleazar Lpez Con-


treras, que vena de ser ministro de Guerra y Marina de Gmez.
Lpez procura limar los resentimientos, promueve el retorno de los
exiliados, comienza a convocar voluntades para echar a andar el pas.
Sobre todo, muchos jvenes que haban sumado experiencias y apren-
dizajes en un exilio que consumi a personas de varias generaciones.
Sin embargo, no bast su peticin de calma y cordura. Tuvo que sus-
pender las garantas y los actores civiles le reclamaban su restitucin,
as como la liberacin de los presos polticos. El paisaje est lleno de
matices. El mismo Picn Salas lo sintetiza como en un lienzo cubista:

Por enero de 1936 los viejos parques de Caracas y hasta los dos circos taurinos (el Metro-
politano y el Nuevo Circo) se convirtieron en foros ideolgicos. Los emigrados que vol-
van de los ms antpodas sitios del mundo, que vieron la Plaza Roja, los mtines pari-
sienses del Vel dHiver o la huelga de los mineros asturianos abrieron ante los ojos de la
vida multitud su caja de sorpresas polticas. Se arengaba y se discuta; haba liberales,
socialdemcratas, socialistas de la II Internacional, comunistas, trotskistas y aun numero-
sos inconformes que aspiraban a establecer su propia teora sobre el Estado y la Sociedad.
El lenguaje criollo que se estancara en la simpleza aldeana y la continua represin exigida
por la dictadura o en las formas ya convencionales de los discursos de orden y del seudo-
clasicismo acadmico, reciba un continuo aporte de barbarismos o de nuevas nomenclatu-
ras para revestir las cosas. Surgieron palabras pedantes y difciles como culturizacin,
conglomerado, estructuracin social. Una manifestacin como la que en febrero de
1936 fue a pedir al General Lpez Contreras que ampliara el radio de las libertades pbli-
cas (para hablar en el lenguaje de aquellos das) se llamaba un desfile masivo. Pero a
travs de nuevas palabras, y aun contra el rechazo de los acadmicos, penetraba en la vida
venezolana mayor emocin social y sentido de justicia (Picn Salas, 1962: 242-243).

Pese a todo lo que pudiera enumerarse como razones de peso para


quedarse en Chile, haba decidido regresar a Venezuela, a servirla, como
siempre lo so, como esper fervientemente. Trae consigo numero-
sos proyectos educativos que fueron pensados y discutidos con perso-
nalidades de la vida cultural chilena y que l entenda acaso con de-

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La pasin venezolana 55

masiada urgencia como la posibilidad de fomentar una verdadera


renovacin del sistema educativo venezolano.
Todo bulla, el pas despertaba de una pesadilla que haba durado
casi tres dcadas. Se respiraban aires de libertad y eso se converta en
una euforia colectiva. Todo se visualizaba como una gran tarea pen-
diente: reconstruir el pas por sus flancos ms vulnerables y a la vez
ms urgentes: la educacin, la salud pblica, las libertades civiles, el
fomento de nuevas instituciones.
Retornaban los exiliados a buscar su lugar en esa nueva lucha, se
reencontraban con los sobrevivientes, quienes haban resistido desde
adentro porque tal vez no tuvieron otra opcin. Pero tambin estaba
la necesidad de organizarse y canalizar los esfuerzos. Un paso previo
es la constitucin de partidos polticos. Mariano, que no era hombre
de partidos, da el paso que evit en Chile y se le cuenta entre los fun-
dadores del Movimiento de Organizacin Venezolana (ORVE), aunque
ste no se reconoci formalmente como un partido sino como una
organizacin tcnica.
En esta iniciativa se vincula con Rmulo Betancourt, Luis Beltrn
Prieto Figueroa, Alberto Adriani, Ral Leoni, Juan Oropesa y otros po-
lticos e intelectuales jvenes. Picn Salas es designado Secretario Ge-
neral. Cada quien buscaba su verdad y ensayaba su accin; tambin
sobrevinieron puntos de vista particulares que lgicamente culmina-
ron en contradicciones y desacuerdos. Cunda la impaciencia. De es-
tos episodios dir aos ms tarde:

A todos los que regresan desde el glorioso ejemplo de Miranda hasta el mnimo de los
viajeros de 1936 se les cobra un obligado peazgo sentimental. Es la desconfianza del
sedentario contra el nmade; el explicable temor de que los usos, mtodos y hbitos
mentales que pudimos adquirir en nuestra peregrinacin choque contra el sistema de
defensas y rutinas de los que se quedaron. Aun el compatriota que vuelve, parece dema-
siado intruso. Traemos excesiva presuncin o estamos seguros de que nuestras frmulas
tienen mayor validez que las que practicaron, sin modificacin, en su humillado comba-
te con la vida, las gentes que permanecieron (Picn Salas, 1962: 1428).

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
56 Mariano Picn Salas

El Presidente de la Repblica busca los caminos para estabilizar el


pas; organiza un programa de gobierno que denomina El Plan de
Febrero. Entre los llamados est Alberto Adriani, el antiguo amigo de
Mariano; a su talento se encarga el plan econmico. El 21 de febrero se
presenta el programa y se restituyen las garantas.
El historiador merideo Caracciolo Parra Prez, que recin retorna-
ba desde Pars, fue designado ministro de Instruccin Pblica. De in-
mediato comienza a conformar su equipo y piensa en su paisano, el
joven Picn Salas, y lo designa superintendente nacional de Educa-
cin. Don Mariano se encarga el 4 de marzo.
Tiene en sus manos la posibilidad de impulsar nuevos sistemas y
mtodos educativos y especialmente pedaggicos en el pas. ORVE pro-
mueve una concentracin pblica, el 10 de marzo, en la que sus lde-
res exponen los fundamentos de la organizacin. Continan las pre-
siones, los desacuerdos; era necesario frenar el sentimiento de revancha
y los deseos de venganza. Los estudiantes presionan. Parra Prez deci-
de renunciar antes de cumplir un mes en la gestin. Ocupa su lugar
Rmulo Gallegos, quien tambin acababa de regresar de su exilio en
Espaa y asume el reto de impulsar las transformaciones siguiendo
lineamentos trazados por su antecesor.
Picn Salas ve entonces la oportunidad de llevar a cabo su plan,
pensado y discutido con colegas y amigos de su entorno en los no
muy lejanos das chilenos. Cuenta con el apoyo del ministro de Edu-
cacin, y decide entonces convocar a aquellos intelectuales, maes-
tros y pensadores que en Chile haban propiciado transformaciones
efectivas en el sistema educativo. Poco despus llegan integrando una
verdadera misin pedaggica para llevar a cabo los cambios que Ve-
nezuela necesitaba en torno a la educacin primaria, secundaria y
superior.
No haba entonces concepciones, filosofa ni orientaciones que de-
terminaran el papel formativo de la educacin, que comprendieran
su fin social y poltico. Haba que construir el sistema escolar, moder-
nizar las tcnicas de enseanza, preparar la poblacin para las tareas

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La pasin venezolana 57

urgentes del pas. Se reeditaba as una experiencia que haba dado


muy buenos frutos a la cartera educativa mexicana unos aos antes.
El secretario de Instruccin Pblica, Jos Vasconcelos, cuando le co-
rrespondi echar las bases de un nuevo proyecto educativo tras la dic-
tadura de Porfirio Daz, convoc las misiones culturales y educativas,
entre en las cuales participaron destacadas figuras de la educacin
chilena, entre ellas Gabriela Mistral.
El 12 de abril, Picn Salas dicta una conferencia en el Teatro Nacio-
nal sobre las lneas principales del Programa de Febrero que haba
propuesto el presidente Lpez Contreras. Una sntesis de esa interven-
cin aparece publicada en El Universal. Tanto en las pginas del Pri-
mer Manifiesto del ORVE, en el que mucho hay de su ideario, as como
su accionar en consecuencia con estos principios, llevan un mismo
objetivo: procurar la justicia social.
La tarea de fundar el Instituto Pedaggico Nacional iba por buen
camino. En mayo de 1936 llegan al puerto de La Guaira Oscar Vera
Lamperain, como jefe de la misin pedaggica, Juan Gmez Millas,
Eugenio Gonzlez Rojas, Armando Lira, Salvador Fuentes Vega, Ma-
nuel Mandujano, Humberto Parodi Alister, Humberto Fuenzalida, Jos
Santos Gonzlez Vera, Mara Marchant de Gonzlez Vera, Carmen
Moena Morales y Humberto Daz Casanueva. Inmediatamente comien-
zan sus labores para alcanzar los objetivos ms urgentes.
En julio se propone la creacin del Instituto Pedaggico Nacional, el
cual se inaugura en septiembre. Sin embargo, sus concepciones peda-
ggicas de avanzada y sus prcticas modernas para implantar un mo-
delo novedoso para el proceso de enseanza-aprendizaje, encontr una
fuerte resistencia en algunos lderes de la iglesia catlica, en cuyas
manos estaba la educacin catlica privada.
Picn Salas viva como tantos otros el drama de los emigrados que
retornan. Aun cuando haba dejado clara su posicin de rechazo ante
la posibilidad de implantar ideas de corte marxista en los modelos
sociales y en el proyecto de reforma educativa, el idelogo del proyec-
to fue satanizado, acusado de comunista y extranjerizante. Lo ataca-

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
58 Mariano Picn Salas

ban desde el diario La Esfera y tambin desde el diario La Religin,


tras cuyas pginas se apertrechaba su director, monseor Jess Mara
Pelln, quien desat una verdadera persecucin ideolgica.
No obstante, la nueva institucin educativa sigui avanzando hacia
sus objetivos, y en 1938 se propici la incorporacin de una segunda
misin para el Instituto Pedaggico Nacional (Picn, 2006: 120). sta
es la primera gran empresa cultural de Picn Salas en Venezuela, que
crecera con el tiempo en importancia y ha formado a tantos educado-
res venezolanos. Este instituto se transform en Universidad en 1983
cuando, con motivo del bicentenario del natalicio de Simn Bolvar,
recibi el nombre de Universidad Pedaggica Experimental Liberta-
dor y tiene sedes en varias ciudades del pas.
Sin embargo, producto de las tensiones y los desacuerdos, se convo-
ca una huelga nacional el 9 de junio de 1936. La accin se expande en
varias ciudades del pas e incorpora a los trabajadores petroleros. La
mayora de los militantes del ORVE apoya la huelga. Picn Salas tiene
claro que el ejercicio de la conciencia es la primera libertad y decide
no apoyarla.
Esto definira su renuncia al movimiento: me pareci que no con-
vena para el destino de nuestra democracia, todava frgil, una tan
peligrosa experiencia como la de la prolongada huelga del mes de ju-
nio, dir en su confesin De m, a pesar mo, en 1937. Era fiel a su
cautela del intelectual que, sin defraudar la fe del pueblo, necesita
defender en cualquier poca y bajo cualquier rgimen su derecho al
disentimiento, como dira Ricardo A. Latcham.
Poco despus ORVE se disuelve al igual que otras organizaciones ger-
minales de carcter social. Es el momento de los desplazamientos, las
intrigas, los acomodos. All entraron en juego las pasiones, urgencias
y mitos de los hombres. Poco tiempo despus le expresa en una carta
a Mario Briceo Iragorry su perplejidad ante una escalada de maledi-
cencias y rumores en su contra y le explica cmo le hicieron creer que
detrs de los ataques del diario La Religin estaba, l, su antiguo com-
paero. Le confiesa:

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La pasin venezolana 59

() cuando uno por cualquier azar o circunstancia debe desempear un papel pblico
como el que me correspondi a m en Caracas () est expuesto a sufrir toda una red de
intrigas y propsitos oscuros (). Una interesante correspondencia que recibo ahora de
Caracas logra aclararme muchas cosas y explicarme la finalidad turbia de aquellos
intrigantes (). Deseo que mis actos sean moralmente lo ms limpios posibles. Ningn
disentimiento o diferencia ideolgica es bastante para romper los vnculos de gentes que
se conocen desde antiguo, y pueden tratarse y considerarse con la ms amplia caballero-
sidad (Muoz Arteaga, 2001: 24).

Estos desacuerdos, intrigas y dems desafueros definen la brevedad


de su paso por Venezuela. El retorno de Chile, tras la muerte de G-
mez, repercuti en su percepcin de lo histrico y poltico, ya en el
terreno concreto de la realidad venezolana despus de la dictatorial.
All entra en el

() anlisis del proceso histrico y sus proyecciones en la vida nacional, en el enjuicia-


miento de teoras sobre la realidad venezolana, sobre su cultura, sus gentes y hasta en
sus peculiares formas de ser. Y por consiguiente tropieza con un orden preestablecido,
con personas que representan ese orden en su doble aspecto, espiritual y material (Siso
Martnez, 1970: 80).

En estos meses de angustia y agitacin, toma conciencia de que ms


all del problema poltico est la desazn propia de una sociedad que
no estaba preparada para asumir sus propias contradicciones. Tampo-
co para establecer la prioridad de las necesidades nacionales y trans-
formar la sociedad tomando en cuenta la conciencia ciudadana. No se
trataba simplemente de sustituir un modo de hacer poltica y gober-
nar por otro. En medio de todo estaba el qu hacer con la riqueza
petrolera. El pensador aspira a una institucionalidad permanente, y
proyecta a futuro un derrotero ms estable. Son los meses en que cons-
tata una de sus ms esquivas certezas respecto del significado del pe-
trleo en la vida nacional: Esa tremenda intuicin que alienta en
multitud de lneas perdidas, en su implcito desdn por el tema se

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60 Mariano Picn Salas

resume as: la sociedad venezolana carece de proyecto para la riqueza


petrolera (Campos, 2001: 28).
En medio de todas estas dificultades, su esposa lo alcanza en Cara-
cas ese mismo mes de junio. Est resuelto a emprender una nueva
marcha. Europa le abrira un nuevo mirador para aprender de la cul-
tura y de las relaciones de los hombres con su presente y con su histo-
ria. Segua abierta la tentacin de la cultura y tambin una necesi-
dad de alejarse del pas sobrevino con esta decepcin que fue, ms que
todo, una gran leccin poltica.

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Meditar en Europa

No se detienen las tensiones facciosas, las conspiraciones disimula-


das, las injurias. Picn Salas sabe ponderar la diferencia entre el idea-
lismo y la praxis poltica. Pone su mesurado sentido comn ante la
avalancha de apetencias que se desatan. Procura comprender el mo-
mento, y con su ya acostumbrado sentido de la moral, da un ejemplo
de amplitud, tolerancia y decide hacerse a un lado. Es muy difcil que
un literato, un esteta, un idelogo, convierta sus uas en las garras del
ave de rapia que son las del poltico, dira luego su maestro Guiller-
mo Feli Cruz.
Es la falta de concordia y entendimiento lo que atenta contra la
paz social en Venezuela. Entonces le proponen una misin diplom-
tica y el 10 de julio recibe el nombramiento como secretario de la
legacin de los Estados Unidos de Venezuela en Alemania, Checoes-
lovaquia y Polonia, con residencia en Checoslovaquia (Picn, 2004:
556). Contina el peregrinar que l mismo definira como erran-
cia y que caracteriza en mucho no slo su vida sino la historia de
sus libros.
En Praga recibe la noticia sobre la muerte repentina de Alberto Adria-
ni, quien se desempeaba como ministro de Hacienda. El amigo de la

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
62 Mariano Picn Salas

infancia y adolescencia, de correras caraqueas, interrumpa su ca-


mino para el cual se haba preparado durante tantos aos. En aquella
ciudad redacta y hace imprimir la primera de las biografas que escri-
be. La titula Para un retrato de Alberto Adriani que hace enviar y cir-
cular entre sus allegados en Venezuela. En su pas continan los ata-
ques contra l. Sobre todo de los sectores de la derecha que se proyectan
desde el diario La Esfera. Escribe en noviembre una carta al director
de este peridico fijando su posicin, ampliando sus puntos de vista y
sobre todo defendindose de las injurias.
Llega 1937 y se le abren nuevas expectativas. Viaja por el entorno.
Visita Alemania, Austria, Francia e Italia. Intuye desde cerca la situa-
cin espaola. Producto de esos viajes son sus meditaciones, que a
manera de ensayos dieron forma a su libro Preguntas a Europa, publi-
cado en Santiago de Chile, ese mismo ao.
Este libro, producto de su observacin cercana de la realidad euro-
pea en vsperas de la Segunda Guerra Mundial resume su impacto ante
el ambiente y el espritu de aquellos pases. El escritor no slo tiene la
virtud de definir con finos trazos el colorido del paisaje, la musicali-
dad y el ritmo de las ciudades, sino que se interna muy bien en los
detalles de la observacin hacia el interior del sujeto; a ver en cada
hombre y mujer el representante de un espritu nacional que respon-
da a los acontecimientos, a las visiones del mundo y a las prcticas
cotidianas particulares. En el prlogo a este libro escribi: El viaje a
Europa fue un viaje al fondo de mi yo suramericano que anhela tener
conciencia de lo que le falta, y lo busca a travs de los hombres, los
paisajes y las culturas distintas (Picn Salas, 1937: 11).
Esa observacin es la que luego le permite penetrar psicolgicamen-
te en cada cuadro que construye para compartir con el lector no slo
la experiencia vivida sino tambin un aprendizaje que se sustenta entre
lo ledo y lo visto, su profundizacin en la historia y de manera simul-
tnea lo intuido y lo imaginado; esas preguntas a Europa eran tam-
bin preguntas a s mismo en una confrontacin dinmica, eran un
cruce de miradas:

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Meditar en Europa 63

Con nuestro gusto escriba Picn Salas un poco retrico de la anttesis, se propala
por aqu que Amrica no necesita de Europa, porque tiene la conciencia de ser distinta.
Lo americano no se basa, entonces, en la afirmacin concreta, sino en la negacin infe-
cunda. Considero que Europa nos es profundamente til si tratamos de penetrar y apro-
vechar para nuestras propias creaciones, los probados mtodos de su vieja civilizacin.
Europa ha sido un continente creador de formas, y el problema de la Cultura es esencial-
mente un problema de forma. Sobre lo particular y lo nacional que interesa a tantos
romnticos existe lo Universal humano. Y una cultura es verdaderamente grande cuando,
remontndose sobre las imgenes particulares, llega como los griegos, los franceses, los
italianos del Renacimiento, la edad de oro de la Filosofa alemana, a descubrir las nor-
mas universales (Picn Salas, 1937: 13).

Eran las palabras de un joven hispanoamericano que observaba por


primera vez la dinmica europea y perciba la tensin reinante. Asis-
ta curioso e indignado a la pesadilla espaola de la Guerra Civil y
pregonaba su fe futura en eso que l llamaba lo supranacional, y
que le serva de catalejo para pulsar desde diversas pticas las contra-
dicciones. Trataba de indagar en su propio interior las diferencias que
le hacan latente esa otredad que es importante detectar.
Luego, 10 aos despus, en su Alegato de Europa, prlogo que Pi-
cn Salas escribi para la reedicin de su libro Preguntas a Europa,
refundido en esa oportunidad en la obra Europa-Amrica, preguntas
a la esfinge de la Cultura (Mxico, 1947), haca el siguiente seala-
miento:

Quien carece de punto de comparacin ni siquiera ve lo prximo, y en el peor de los


casos es preferible ser diletante con los sentidos dispuestos a captar todo lo humano,
que topo encerrado es su cueva sin ojos ni apetito para todo lo que no sea su cerrada
especializacin () En Amrica se siguen hablando los viejos idiomas de Europa; Shakes-
peare, Cervantes y Camoens son los clsicos de nuestras dos grandes zonas continentales,
y el viaje de regreso a las races de nuestra cultura conduce forzosamente a las playas del
Mediterrneo y a la prosa platnica (Picn Salas, 1947: 11).

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
64 Mariano Picn Salas

Eso lo expresaba desde una perspectiva universalista, amplia, en


contra de aquel americanismo a veces cerrado y miope que reclamaba
la vigencia pura de lo americano quedndose de espaldas a lo univer-
sal, y no solamente de lo occidental.
Picn Salas haca el balance de su poca, observaba, tomaba nota,
reflexionaba y luego iba emitiendo juicios de valor, muchas veces en
tono potico, y siempre con un agudo sentido del cuestionamiento, es
decir, cruzaba las distintas perspectivas de su mirada sobre aquella
Europa que le tocaba de cerca, que poda palpar y respirar, que con-
trastaba con lo aprendido y visto en libros y enciclopedias. Su percep-
cin no es optimista. Cunto han variado las cosas desde entonces?
Sobre esa visin de 1937, escribira una dcada despus:

Ninguna poca como la nuestra, y a pesar de su nfasis populista, tuvo mayor despre-
cio por el hombre. Hemos vivido das de dispora, de nuevas cautividades de Babilonia,
de campos de concentracin, de caceras de hombres en las fronteras; de crmenes polti-
cos (Picn Salas, 1947: 20).

Hay un principio de actualizacin que cuestiona desde el presente


las pasadas propuestas extremistas que afincaban en Amrica una vi-
sin providencial que como cultura nueva deba surgir de alguna
parte para mostrarse en su multiplicidad y contradiccin. La otra es la
visin que confunde el progreso cultural con el desarrollo material
puramente, y se olvida de los valores ticos y morales que deben pre-
valecer en cualquier proceso de desarrollo. Esas visiones, que ms que
mitolgicas, son mitmanas y han sido sometidas hoy por los efectos
de la globalizacin cultural y del mercado.
Picn Salas, sensible ante los trazos de la historia leda, que coteja y
anima con su observacin presencial, sabe que lo importante no es
solamente el relato detallado de lo sucedido, sino las entrelneas por
donde se cuela la interioridad del hombre con todos sus detalles. Por
eso perciba a la historia y la biografa como retratos interiores del
hombre.

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Meditar en Europa 65

Esa meditacin europea pronto se interrumpe. Los continuos ata-


ques desde Caracas no haban cesado. Todo parece una subterrnea
confabulacin y, finalmente, el 4 de marzo de 1937, se entera de que
ha sido separado de su cargo, sin que mediara ninguna explicacin de
causa. Al parecer haba tenido efecto la campaa persecutoria del cle-
ro, sumada a otros detractores annimos, y se imponen los reajustes
que llevan a prescindir de personas liberales sospechosas de comunis-
mo (Picn de Morles, 1987: 11).
El pas le cerraba sus puertas. Decide entonces retornar a Chile, su
segunda patria, tierra de la amistad y donde forj sus utopas de justi-
cia social. Deja escrita una serie de reflexiones que tienen gran valor
para comprender su visin de la realidad mundial y, sobre todo, don-
de se percibe la afirmacin de su fe en el porvenir: Puesto que Europa
muere, hay que tratar prcticamente de que entre nosotros se defien-
da y se salve la causa del espritu, dir en una carta a su amigo Alfon-
so Reyes.
Su dedicacin a las labores administrativas en la misin diplomti-
ca tambin deja una documentacin profusa. En ella hay opiniones,
balances, y un diagnstico acerca de las posibilidades comerciales de
Venezuela con Checoslovaquia. Sobre todo aconseja en torno a las ne-
cesidades de diversificar los productos que se exportaban.

() estudi las estadsticas de exportacin del caf, el cacao, los cueros secos y el olvida-
do dividive, y an llev varios libros sobre plantas tiles de Venezuela por si los qumicos
de Europa se decidan a extraer de ellas prodigiosos blsamos o vitaminas de inextin-
guible salud (Picn Salas, 1962: 1448).

En febrero de 1937 le escribe una larga carta al presidente Eleazar


Lpez Contreras, y entre otros aspectos puntuales sobre sus perspecti-
vas de la situacin venezolana, le dice:

No soy agitador sino un escritor y un hombre de estudio, y si para pensar voy a estar
fuera de la Repblica yo no descender jams a ese combate de injurias y maledicencia

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66 Mariano Picn Salas

personal que entre nosotros, por desgracia, se ha confundido con la lucha poltica, ello
no significa que para la gran lucha la de hacer una Nacin y vencer el atraso y la
injusticia que soportamos tantos aos, est siempre presente (Picn, 2004: 337).

Todo est dado para continuar la errancia. Se reeditaba un episodio


que crea superado desde su juventud, cuando vivi situaciones simi-
lares a causa no de la posicin poltica sino como consecuencia de la
situacin familiar.
Parte hacia Santiago a finales del mes de mayo de 1937, y hace escala
en Buenos Aires. El 12 de junio el diario La Nacin resea su paso.
Incluso lo presenta como escritor chileno. En ese parntesis del via-
je se rene con su viejo amigo Alfonso Reyes, y a mediados de junio
vuelve a su otra patria, la de eleccin y adopcin: Chile.
Retorna a la labor docente. El 24 diciembre nace su nica hija, Delia
Isabel. En mayo de 1938 funda, junto con los intelectuales chilenos
Hctor Cuenca y Jos Gonzlez Vera, el Instituto Chileno-Venezolano
de Cultura. Se suma a esta iniciativa el poeta Humberto Daz Casanue-
va, quien haba participado en la misin chilena de Caracas y tambin
lo haba encontrado recientemente en Alemania.
Como si se hubiese ausentado por una simple contingencia, los fun-
cionarios de la Universidad de Chile le abren las puertas de manera
inmediata. Retoma sus clases de Historia del Arte y Literatura Compa-
rada, y tambin imparte cursos de Esttica y Literatura General. Todo
pareca indicar que el retorno a Chile sera definitivo, pero no fue as.

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El llamado del deber

Apenas un ao dur su estada en Santiago de Chile. Desde Caracas


le ofrecen el cargo de director de cultura y bellas artes en el Ministerio
de Educacin. Nuevamente se impone el llamado de la patria y el sen-
tido del deber. En agosto de 1938 est de vuelta en Venezuela.
Simn Alberto Consalvi intuye que aquella carta al presidente Lpez
Contreras que al parecer no haba tenido respuesta, estaba hacien-
do efectos en este momento, y esa llamada intempestiva era un acto de
desagravio. Funda entonces la Revista Nacional de Cultura, cuya en-
trega inicial aparece en noviembre.
En el editorial del primer nmero, expresa el autor la necesidad de
unidad:

Aqu estamos, desde las pginas de esta revista en emocionada contemplacin y bs-
queda de Venezuela () Porque es una labor que aspira al servicio comn; porque trata
de reunir lo que est disperso, porque pide ante el hombre, el tema, la expresin venezo-
lana, el ms atento y entusiasta examen, quisiramos cumplirla con virtud de modestia.

La revista se abre hacia el trabajo intelectual no slo de Venezuela


sino de otros pases del orbe. En ella manifiesta su propsito a pesar

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
68 Mariano Picn Salas

de las dolorosas contingencias de la guerra, elevar el tono espiritual


de nuestro pas. Convoca a diversos intelectuales, escritores y artistas
destacados. Por esos das le escribe a Alfonso Reyes:

El Ministerio de Educacin Nacional de Venezuela ha puesto bajo mi cuidado la redac-


cin de una Revista de Cultura que adems de servir de medio de difusin al movimien-
to intelectual y artstico de este pas, aspira relacionarse cordialmente con todas las
personalidades que como Ud., expresan un singular valor de las letras americanas. No-
sotros pensamos que la naciente cultura de nuestros pases debe afirmarse en la ms
efusiva comprensin e intercambio entre los pueblos hermanos de Amrica en los cuales
la vida intelectual comporta problemas y posibilidades anlogas () Especialmente nos
interesaran para la Revista trabajos en que se condense el movimiento intelectual y
artstico de las naciones de Amrica, las caractersticas del ambiente cultural, los proble-
mas que se plantea la Educacin y cualquier otro tema de carcter interpretativo (Zam-
brano, 2007: 55-56).

sta ser una empresa que le dar muchas satisfacciones y tambin


algunos sinsabores y en cuya direccin estar hasta 1940. Comienza
una peregrinacin por algunas ciudades del pas, dictando conferen-
cias. Era un viejo plan expresado desde los tiempos en que anhelaba el
retorno a Venezuela; por eso le haba escrito a su amigo Rmulo Be-
tancourt el 4 de abril de 1932:

Slo con disciplina, con un puado de verdades sencillas bien clarificadas, se puede
hacer poltica de masas. Yo me ofrezco para dentro del plan de Uds. presentar un esque-
ma educacional, integrado al ideario social comn. Y por si se ofreciera un inesperado
retorno a la tierra preparara todo un ciclo de conferencias sobre estos problemas con los
que podra recorrer el pas moviendo opinin. A los argumentos y sentimientos persona-
les que van a esgrimir el da en que vuelvan otros expatriados, nosotros debemos contes-
tar presentando soluciones (Siso Martnez y Oropesa, 1977: 178-179).

En la Asociacin de Escritores Venezolanos (AEV) desarrolla el tema


Destino y educacin venezolana. Despus de muchos aos visita

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El llamado del deber 69

Mrida, su vieja ciudad. Le cuenta a Briceo Iragorry: No s si te con-


t que cuando estuve en Mrida en enero fui como a la busca del tiem-
po perdido y en los corredores de la universidad, en la plaza evoqu
aquellos das lejanos de nuestra juventud (Muoz Arteaga, 2001: 30).
Tambin dicta cursos en el Instituto Pedaggico Nacional. En este
nterin se dedica a preparar sus fichas y anotaciones, a sistematizar
lecturas y a redactar el que ser su panorama de las letras nacionales.
Lo considera un trabajo de Ssifo; un libro casi sumario del proceso
literario venezolano. La estructura y planteamientos metodolgicos
son de avanzada pues explican el devenir de las letras nacionales como
un continuum en el que se entremezclan los elementos histricos,
polticos y propiamente culturales. Formacin y proceso de la litera-
tura venezolana aparecer en 1940. Es un libro que supera el intento
enciclopdico de su paisano Picn Febres que en 1906 haba dado a la
imprenta La literatura venezolana en el siglo diez y nueve.
Esta obra es la concrecin de sus investigaciones histricas y litera-
rias, cuya originalidad se constituye prcticamente en un mtodo. Es
uno de los ms importantes pasos hacia la conformacin de una histo-
ria de la literatura venezolana, pero tambin de su cultura y su heren-
cia moral, sin dejar de lado ninguna de sus manifestaciones.
En mayo de 1940 viaja a Nueva York, invitado por el Pen Club. Aprove-
cha para visitar algunas universidades y, sobre todo, para escudriar en
los detalles de la vida estadounidense. Este pas se encuentra removido
por aquellos das con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. El
panorama luce pesimista y se pregunta sobre las consecuencias que
pudiera tener la participacin de ese pas en el conflicto. Es un hombre
de talante pacifista que no puede mantenerse ajeno a la situacin.
Al regresar de ese viaje, y motivado por cuanto vio y palp en aque-
lla ciudad cosmopolita, escribe el ensayo La Esfinge en Amrica. Mayo
1940, donde se hace interrogantes sobre las relaciones entre Estados
Unidos e Hispanoamrica, tambin sobre la guerra, la democracia y
las dictaduras. Muestra su angustia por ese presente incierto y quiere
dejar el testimonio de sus preocupaciones. Dice:

Mariano 69 23/7/08, 3:21 PM


Biblioteca Biogrfica Venezolana
70 Mariano Picn Salas

() el hombre siempre anhela aunque slo sea para que lo escuchen y lo comprendan
generaciones venideras signar el testimonio de su paso. Antes de que nos llegara aque-
lla muerte, aquel temor que rubricaba tristemente nuestra despedida en Times Square,
haba que salvar nuestro testimonio.

Tambin da a conocer su breve libro Un viaje y seis retratos, cuya


edicin es promovida por la Asociacin de Escritores Venezolanos (AEV).
Poco despus se publica su importante Antologa de costumbristas
venezolanos del siglo XIX. Y se ocupa de preparar otro libro que apare-
cer con el ttulo de 1941. Cinco discursos sobre el pasado y presente
de la nacin venezolana.
Este libro es considerado como un manifiesto premonitorio del de-
venir poltico venezolano, de cara al proceso eleccionario que se aveci-
naba para mediados del ao siguiente. Son meses de mucha produc-
cin intelectual, escritura y reflexin que va compartiendo como una
tarea urgente en un pas que se rehace y que necesita gua y orienta-
cin. Refirindose a este libro le dice en una carta a Briceo Iragorry:

Hay en l ventanas entreabiertas desde donde se avizora el paisaje de nuestras reali-


dades y posibles sociales. Una meditacin serena y aguzada de nuestras faltas, cadas y
deberes sin cumplir y un centrado augurio de nuestra perspectiva futura. Hay all, po-
dra decirse, el juicio paradojal de quien alimenta una ancha esperanza nacida de un
cmulo de cenizas (Muoz Arteaga, 2001: 42).

Desde fines diciembre apuntala un nuevo proyecto editorial, la re-


vista Santo y sea, que pretenda erigirse como un rgano de infor-
macin nacional y mundial. Y un propsito de altura humanista: que
la gente se acerque y se comprenda. En esta empresa le acompaa
Jos Antonio Cova, pero no pasa de un nmero inicial, que sali en
enero de 1941.
Ante esta frustrada iniciativa vuelve Picn Salas a replantearse las
dificultades que se deben superar para llevar a cabo cualquier iniciati-
va en un medio que se le muestra hostil, lleno de mediocridades y

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El llamado del deber 71

arribismos, de zancadillas. Se queja de la falta de cortesa, una de las


cualidades de que ms carecemos los venezolanos. Ha comenzado a
laborar como director del Archivo Nacional de Venezuela.
A fines de marzo de 1941 viaja a Puerto Rico, donde asiste a una con-
ferencia de escritores, convocada por la poeta y ensayista Concha Me-
lndez. En esa oportunidad fue invitado a la presentacin de una esta-
tua del hroe nacional, Eugenio Mara de Hostos. Al mismo acto
concurren, entre otros escritores, Jorge Maach, Ciro Alegra y Ernesto
Montenegro. Tambin los escritores estadounidenses Archibald
McLeish, William Carlos Williams, Robert Mors Lovett y Morris Bishop.
En el mes de abril es invitado a colaborar con la revista Filosofa y
Letras, de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Picn Salas
va dando ms muestras de su infatigable compromiso con el pensa-
miento y la escritura. Apoya iniciativas, impulsa el trabajo de otros
compatriotas suyos. Es as como entrega colaboraciones para la reciente
revista Viernes, que sera considerada el espacio ms autnticamente
renovador de la vanguardia potica en el pas y, por otro lado, escribe
el enjundioso prlogo Ciclo de la moderna poesa venezolana, que
antecede la Antologa de la moderna poesa venezolana de Otto DSola,
donde seal:

En la historia literaria de Venezuela, la Poesa siempre march como a la zaga de la


prosa. Acaso porque el alma del venezolano estaba cargada de tensiones y pasiones
polticas, porque haba mucho que narrar y mucho que imprecar, hemos sido un pueblo
de prosadores ms que de poetas (Picn Salas, 1986, XIII).

En Venezuela el ambiente poltico se vive con gran intensidad. Se


prepara un nuevo escenario electoral. El 28 de abril el Congreso Nacio-
nal elige como presidente al general Isaas Medina Angarita, quien se
encarga de la Presidencia el 5 de mayo de 1941. Sobrevienen los cam-
bios administrativos en todas las carteras ministeriales. Picn Salas
deja su cargo en el Archivo Nacional y se ocupa durante un breve lap-
so de la direccin de la Oficina Nacional de Prensa.

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
72 Mariano Picn Salas

En noviembre est dispuesto a aceptar una invitacin acadmica.


Considera los nexos que haba dejado establecidos en su breve paso
por los Estados Unidos y se plantea un nuevo destino all. As se lo
confiesa a Alfonso Reyes en una carta:

Para liberarme un poco del absorbente trabajo burocrtico venezolano que por el
momento me abruma y no quiero decir que me estupidiza, estoy a punto de aceptar una
invitacin que se me formula desde los Estados Unidos para pasar seis meses all en
turismo universitario, hablando de letras latino-americanas.

En los Estados Unidos permanece durante los aos 1942 a 1943. Se le


designa como agregado cultural en Washington, donde ejerce como
embajador Digenes Escalante. Pero no acepta el nombramiento. Pre-
fiere irse a Massachussets para asumir un curso acadmico en el Smi-
th College de Northampton. Son das de intenso trabajo en la prepara-
cin de sus clases y en la concrecin de un viejo proyecto: escribir una
historia de la cultura del continente desde la conquista hasta los albo-
res de la guerra de independencia.
Estudia en los archivos, compara documentos y define los hitos del
proceso: el problema de nuestra cultura criolla. Desde las primeras
empresas de evangelizacin de los misioneros hasta la primera inquie-
tud autonomista en el siglo XVIII. Enriquece su bagaje informativo
con fuentes de primera mano. Establece una lnea de orientacin revi-
sionista frente a la herencia colonial hispnica, cuestionando con una
contundente argumentacin la llamada leyenda negra.
Tambin se dedica con fruicin a exorcizar los fantasmas de la in-
fancia, los mismos que le acompaaron en sus das caraqueos cuan-
do, adolescente, se separ por primera vez de su ciudad natal. Los mis-
mos que le acompaaran en su travesa chilena y que fue sacando de
s poco a poco en sus primeros libros: Odisea de tierra firme y Registro
de huspedes. Son las pginas que pronto dar a la imprenta mexica-
na con el ttulo de Viaje al amanecer.

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El llamado del deber 73

En diciembre de 1942 asiste al III Congreso Internacional de Cate-


drticos de Literatura Iberoamericana en la Universidad de Tulane, en
Nueva Orlens. En julio de 1943 viaja a Mxico para participar en la
Conferencia Interamericana de Escritores que fue auspiciada por el
presidente mexicano Manuel vila Camacho. En el comit organiza-
dor estaban sus amigos Enrique Gonzlez Martnez y Alfonso Reyes.
Las intervenciones fueron publicadas por la revista Cuadernos Ameri-
canos, con la cual comenzaba tambin una intensa relacin como co-
laborador. En las ediciones de esta revista se publicara su Europa y
Amrica. Preguntas a la esfinge de la Cultura, en 1947. En este libro
funde sus meditaciones, publicadas en 1937 bajo el ttulo de Pre-
guntas a Europa. Son ensayos de literatura, arte, historia y filosofa
de la cultura que no pierden de vista la unidad de los procesos profun-
dos que producen las formas de la historia y de la cultura, como dira
Adolfo Castan.

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
74 Mariano Picn Salas

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75

Aoranzas del paraso perdido

En ocasin de esta visita a Mxico presenta Viaje al amanecer, un


hito importante en su obra, en su reflexin sobre el mundo y sobre s
mismo. Considerada como una autobiografa o como una biografa
novelada, la publicacin se corresponde con un momento en el que el
escritor ya goza de un prestigio consolidado dentro y fuera de Vene-
zuela. sta se convertira en su obra ms difundida y editada. Con ella
demostraba su madurez como narrador y reafirmaba una vertiente
que nutra cuantitativa y cualitativamente su ya extensa obra.
La historia que se cuenta en Viaje al amanecer se desarrolla en un
contexto alejado de los grandes centros urbanos y donde recupera su
ciudad natal para traer a su presente un conjunto de hechos cotidia-
nos, de personajes, de tiempos, que viven en la memoria afectiva de la
infancia y adolescencia, que el escritor trata de fijar, valindose de un
narrador en primera persona. Picn Salas siempre reconoci el efecto
catrtico que signific la escritura de esta obra:

No olvid () mi verde altiplanicie andina guarnecida de cumbres nevadas de donde


se desgajan blanqusimos ros torrentosos, y mi vieja ciudad de arriscados aleros y cam-
panarios donde en el tiempo de mi infancia an se viva en un sosiego como de nuestro

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
76 Mariano Picn Salas

colonial siglo XVIII. Esto lo confieso siempre produjo en mi espritu conflicto entre
mis ideas y mis emociones, porque si la inteligencia aspiraba a ser librrima, el corazn
permaneca atado a esa como aoranza de un paraso perdido. Escrib un librito, Viaje
al amanecer, como para librarme de esa obstinada carga de fantasmas y seguir ligero
de equipaje como en el verso de Antonio Machado mi peregrinacin por el mundo
(Picn Salas, 1962: IX).

En el prlogo de esta primera edicin, el escritor mexicano Ermilo


Abreu Gmez sintetiza una de las claves ms importantes de esta obra:

Sin pasado vivo no hay presente. El presente es la ltima explicacin del pasado. La
tradicin es un fenmeno vital, histrico, se dira mejor. La tradicin es la expresin no
del pasado sino de aquellas esencias que, por vitales, por esenciales perduran y atravie-
san el tiempo y el espacio y se nos dan con la lucidez de su gracia o de su fuerza. La
tradicin es como el cordn umbilical que ata lo que el tiempo rompe y el espacio ordena
(Abreu Gmez, 1943: 10).

En Viaje al amanecer estamos frente a un espacio nico, intelectua-


lizado por la distancia cronolgica y espacial del narrador; pero es la
base de su memoria afectiva. La ciudad de Mrida, espacio de la narra-
cin, es descrita con la fuerza potica con que la perciba el nio-ado-
lescente protagonista de la obra.
En ese trnsito, la ciudad adquiere diversos matices en los distintos
momentos de su historia, una especie de tiempo detenido que la lleva
a un lento proceso de modernizacin. All est el colorido del merca-
do, las fiestas religiosas, los miedos por el paso del cometa Halley, las
historias de aparecidos y fantasmas, la enfermedad, el descubrimien-
to del amor y del sexo, todo regido por una memoria que se fija en la
estampa de Maricastaa como diosa de la temporalidad.
Finalmente, el viaje, metafricamente, muestra la conciencia de la
distancia y del distanciamiento, la aoranza del paisaje y del retor-
no. Todos esos elementos, sumados, podran mostrar una dimensin
de la memoria familiar, del entorno, de la niez misma; es decir, del

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Aoranzas del paraso perdido 77

paraso perdido que se quiere fijar mediante la escritura, y que slo


puede existir como una forma de la nostalgia donde el narrador se
sumerge temporalmente para crear una realidad alternativa y fun-
dar una mitologa donde tendra lugar su visin un tanto fantstica
de la infancia.
La infancia es el gran momento que se prolonga, dinamizado con
todos sus elementos histricos, donde se va descubriendo al mundo,
nombrndolo. Al mismo tiempo, se pone frente a frente una valora-
cin tica de lo cotidiano con el impacto esttico que descubre en la
naturaleza, en su entorno. Es su asombro ante el mundo que le deve-
lan los otros.
Por otra parte, el tiempo es la instancia en la cual el sujeto histrico
afianza su pertenencia. Trae el pasado al presente y desde all explaya
sus deseos y esperanzas en el devenir. Pero sin duda hay otro tiempo,
ese que no se puede constatar en el almanaque sino que obedece a un
ritmo interior, marcado por aspectos emocionales y afectivos, con una
fuerte carga de subjetividad. Dice el narrador:

El tiempo para el que nace en Mrida es como un tiempo denso y estratificado (tan
diverso de ese tiempo nervioso y olvidadizo que se vive en lugares ms modernos); el
pasado se confunda con el presente y personajes que vivieron hace tres siglos o no vivie-
ron sino en la medrosa fantasa de algunos merideos, eran los testigos obstinados de
nuestra existencia cotidiana (Picn Salas, 1943: 23).

Con esa percepcin del tiempo y su fluir, Viaje al amanecer se cierra


en la coyuntura vital de la adolescencia del narrador. Cuando el autor
se autorrepresenta en la historia elabora el boceto de un adolescente
que est preparndose para enfrentar los retos de la vida. Tendra unos
15 aos de edad y se apresta a partir. La visin desde el relato, que se
circunscribe entonces a la recuperacin de un pasado personal y fami-
liar, se abre hacia las posibilidades de un futuro continuar los estu-
dios, vivir en la capital que no est exento, en el momento en que se
dan las acciones, de una cierta dosis de pesimismo.

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78 Mariano Picn Salas

Viaje al amanecer es ms un punto de partida desde un comienzo: el


da la vida hacia el ocaso: la noche la muerte, y eso marca el trn-
sito vital que parte de un paraso perdido (como parecen ser los nicos
parasos), pero no hay en esta obra, ni en las otras de corte autobiogr-
fico, indicios de un paraso recuperado. Y esto, lejos de apuntar hacia
un conformismo que se arraiga en el pasado, es ms bien un viaje de
autodescubrimiento.
Picn Salas fija en su escritura la concrecin de la aoranza, y ello le
permite ahondar en ese pasado que forj su propia sensibilidad y que
se redimensiona en la evocacin, en el arte de la palabra que nos lleva
a hacer junto al narrador la misma trayectoria de su viaje, siempre
bajo el influjo de una fbula.

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79

Buen ciudadano del continente

Luego de este breve recorrido por la ms difundida de sus obras, nos


situamos nuevamente en la bitcora del autor, quien no ha dejado de
moverse y de estrechar lazos y relaciones con el mundo intelectual y
acadmico.
En junio de 1943 pasa brevemente por Nueva York y asiste al Congre-
so Internacional de Filosofa en la Universidad de Yale. Luego se dedi-
ca al curso de verano en el Middlebury College de Vermont. En sep-
tiembre viaja a Nueva York. Ha sido invitado como profesor en la
Universidad de Columbia. Como todos sus anteriores compromisos,
con dedicacin devota se toma el trabajo de preparar sus clases conci-
biendo un proyecto mucho ms ambicioso.
Toda su dedicacin se concentra en la escritura de un libro panor-
mico que aspira sea serio y bien documentado. Lleva por ttulo De la
Conquista a la Independencia. Tres siglos de historia cultural. Es la
etapa en la cual disminuye sus colaboraciones de artculos breves para
los peridicos y revistas que le solicitan. En su correspondencia va
dando cuenta del proceso de escritura. En marzo de 1944 viaja nueva-
mente a Mxico y solicita la mediacin de Alfonso Reyes para que el
libro sea publicado en el Fondo de Cultura Econmica:

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
80 Mariano Picn Salas

Creo que el mrito de la obra que me ha ocupado completamente en los dos ltimos
aos es suscitar el inters para el estudio de problemas mal conocidos o mal definidos de
nuestro proceso histrico, y dar los elementos de juicio y documentacin para afirmar la
unidad de la cultura hispano-americana. Quizs por haber vivido en varios pases de
Amrica y sentirme buen ciudadano de nuestro continente indo-espaol, he tratado de
superar todo prejuicio nacionalista y lograr, hasta donde ello es posible, una perspectiva
americana. Creo que por esto y porque mi libro es ante todo obra de sntesis tendr
utilidad. Me he permitido dedicar la obra a Ud. como testimonio de la antigua admira-
cin que le tengo, y porque ya le dije alguna vez que Ud. personificaba lo que para m
debera ser la cultura hispano-americana: claridad conseguida con disciplina; acata-
miento a la forma contra la otra tendencia de entregarse a los frenticos y ciegos nme-
nes del desorden (Zambrano, 2007: 81).

Permanece en Mxico hasta mayo, cuando se dirige a Puerto Rico,


invitado por la Universidad de Ro Piedras. All colabora en la funda-
cin de la revista Asomante. Alfonso Reyes lo ha propuesto para que
dicte la clase inaugural del Centro de Estudios Histricos de El Cole-
gio de Mxico, prevista para el 18 de julio. En principio Picn Salas
acepta la honrosa invitacin pero luego le comunica a Reyes que ina-
plazables compromisos de orden privado lo obligan a viajar a Caracas.
Desde Puerto Rico retorna a Caracas a finales de julio.
Nuevamente asume un compromiso que iba en el camino de lo pol-
tico. El 13 de setiembre de 1941 el joven lder de la izquierda naciona-
lista venezolana Rmulo Betancourt, pronuncia en El Nuevo Circo de
Caracas el discurso que marcara el nacimiento del partido Accin
Democrtica. Por otro lado avanza el programa reeleccionista del pre-
sidente Medina Angarita, que si bien se sustenta en una accin polti-
ca democrtica, se propone prolongar la frmula eleccionaria indi-
recta o de tercer grado, como se haba usado hasta entonces.
A Mariano se le encomienda la direccin del diario El Tiempo, voce-
ro oficial del Gobierno. Se encarga el 10 de octubre. En l escribe dia-
riamente los editoriales. Sin embargo, durar en esta labor menos de
un ao. En 1943 haba comenzado a colaborar con un nuevo peridi-

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Buen ciudadano del continente 81

co venezolano, El Nacional, del cual llegara a ser directivo. Fundado


por Henrique Otero Vizcarrondo y Miguel Otero Silva, y dirigido por
el poeta Antonio Arriz, se convertira en uno de los ms importantes
del pas. A Picn Salas le correspondi dirigir su Papel Literario, 10
aos despus.
En Caracas permanece durante la primera mitad de 1944. El 2 de
marzo renuncia a la direccin de El Tiempo. Culmina la redaccin de
su biografa de Francisco de Miranda, el tatarabuelo trgico de los
venezolanos errantes. Viaja a Chile en agosto para visitar a su hija y a
su esposa, de quienes se ha separado: Sobre la soledad domstica en
que ahora estoy, me prometo hablarte otro da, le dice a Briceo Ira-
gorry. Y de este tema como de otros de estricto orden ntimo apenas se
ocupa en sus papeles personales.
Antes de llegar a Chile pasa por Buenos Aires y entrega a la Editorial
Losada los originales de su Miranda, que se edita en 1946. El 12 de
octubre le comunica a Reyes que ha recibido una nueva misin diplo-
mtica: Ahora en una tregua que me permitir volver a escribir, par-
to a Montevideo, Uruguay como ministro de Venezuela. All me tiene
a su servicio (Zambrano, 2007: 89).
Este nombramiento no se concret. En Caracas la situacin poltica
es confusa. No hay manera de detener el aluvin y evitar que el gobier-
no de Medina Angarita sea derrocado. Las hordas han vuelto a la calle.
Se registran saqueos y son atacados el Club Paraso y el Club de La
Pennsula. El golpe de estado al gobierno del presidente Medina se
produce el 18 de octubre de 1945. Asume el poder una Junta Cvico
Militar. Es el primer paso protagnico del partido Accin Democrti-
ca. Su viejo amigo Rmulo Betancourt est al frente del Gobierno. Se
dan los pasos para proponer una nueva Constitucin y convocar elec-
ciones directas.
Cuando ocurren estos hechos, Picn Salas se encontraba en Chile.
Viaj en noviembre nuevamente a Buenos Aires para dictar un ciclo
de conferencias, invitado por la Comisin de Cooperacin Intelectual.
En diciembre, la Academia de la Historia de Argentina lo nombra aca-

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
82 Mariano Picn Salas

dmico correspondiente en Venezuela. Es la primera Academia que


concede tal honor a Picn Salas, adelantndose a la de su propia tie-
rra (Azzario, 1980: 39). Con el auspicio del PEN Club dicta la confe-
rencia El destino del escritor.
El golpe del 18 de noviembre a la luz de la historia ha sido muy
polmico. Muchas veces se ha justificado por la necesidad que haba
entonces de alcanzar una mayor participacin popular, lo cual era
consecuencia de un anhelo, no slo de actuar en la nueva dinmica
sino tambin, como una forma de interpretar en un sentido amplio,
todas las dems aspiraciones de las mayoras nacionales.
Algunos pensaron en la necesidad de apertura hacia los aprendiza-
jes de otras democracias occidentales, que comprendieran el concep-
to de ciudadana, que se incorporasen los estratos ms humildes de la
sociedad venezolana. Pero no fue as, hubo una prctica poltica ven-
tajista por parte de los nuevos lderes, la manipulacin de los instru-
mentos electorales y una alianza nada clara entre civiles y militares
que frustr toda esperanza en que las viejas prcticas del gomecismo
fueran asunto del pasado y el posgomecismo una penosa pero necesa-
ria fase de transicin.

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Mariano
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Mariano Picn Salas a la izquierda, con ngel Rosenblat y Miguel Otero Silva.
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84 Mariano Picn Salas

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Contra el inmediatismo:
conciencia histrica

El panorama nuevamente se nublaba. La inestabilidad, la improvisa-


cin y la falta de proyecto nacional parecan propiciar un constante
caos en la vida venezolana. El 21 de diciembre de 1945, desde Buenos
Aires, le escribe a Alfonso Reyes sobre su situacin en ese momento:

En realidad, porque no hay nada que repugna ms a mi temperamento que el cama-


leonismo poltico, no me hice cargo de la Legacin de Venezuela en Montevideo. Las cosas
en mi pas estn sumamente confusas; hay demasiado rencor intil y no quiero compro-
meterme con los odios callejeros de este momento. En poltica ya Ud. lo sabe se adora
hoy lo que se quem ayer. Hay muchos Clodoveos. He pasado mes y medio en Buenos
Aires que aprovech para conocer gente y entregar un par de libros a Losada, que ya los
recibir Ud. a su debido tiempo. En todos los dilogos porteos sigue siendo Ud. el
primero de los contertulios. Como, a pesar de todo, hay que vivir y caa sobre Buenos
Aires el ms hmedo y pesado verano con todas las complicaciones que Ud. conoce, he
aceptado una invitacin que me ha hecho la Universidad de Puerto Rico para ir a dictar
un curso de un semestre. Estar en Puerto Rico entre enero y junio. Salgo dentro de tres
das de Buenos Aires. Como Ud. lo ve, la suerte me obliga a pesar mo a continuar una
vida de judo errante. Habr que trabajar con los libros prestados. Y no s qu ser de m
dentro de seis meses. La vida impone ahora planes mnimos, de muy corta duracin. De

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
86 Mariano Picn Salas

otra manera, tendra que regresar a Venezuela a participar en el campeonato de inju-


rias y resentimiento dirigido en que se estn entreteniendo polticos y gobernantes (Zam-
brano, 2007: 92-93).

En enero de 1946 viaja como profesor visitante a la Universidad de


Ro Piedras, Puerto Rico. Al culminar el semestre acadmico, en mayo,
es elegido para pronunciar el discurso de orden en el acto de conferi-
miento de grados. Lo titula Apologa de la pequea nacin, y fue edita-
do ese mismo ao por aquella universidad. Nada parece motivarlo a
regresar a Venezuela en esos momentos, incluso le confiesa a Brice-
o Iragorry est pensando en quedarse y arraigar en la isla. Con tono
apesadumbrado le dice:

T sabes que he sido judo errante a pesar mo. En ningn sitio como en mi pas me
gustara estar y debera estar, pero tambin recuerdo con un poco de amargura aquellos
meses en que esperando la gracia que vena de Palacio, llegu a tener la sensacin terri-
ble de que era intil o que las cosas para las que yo serva, no eran las que interesaban en
una tierra tan impresionante y verstil como la nuestra. Y por eso paseo por el mundo
una especie de Venezuela ideal que es de la que siempre hablo y de la que siempre me
preocupo (Muoz Arteaga, 2001: 95-96).

Ha continuado con sus colaboraciones regulares en El Nacional y


cumple con el compromiso que ha asumido con su amigo Briceo Ira-
gorry de prologar su libro Casa-Len y su tiempo; el prlogo est fe-
chado en Puerto Rico y se titula Historia de un anti-hroe.
Sin embargo, al culminar su curso acadmico en Ro Piedras, retor-
na a Caracas, todava convulsa en lo poltico. Su amigo Presidente ha
pensado en l y en su pasin por la educacin. Reconoce sus altos valo-
res intelectuales, su honestidad y su prestigio. En septiembre, Picn
Salas propone ante el gobierno provisional de Rmulo Betancourt la
fundacin de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Cen-
tral de Venezuela. Define su perfil, elabora el plan de estudios, deli-
nea lo que sern sus publicaciones. El 12 de octubre de 1946, cuando

Mariano 86 23/7/08, 3:21 PM


Contra el inmediatismo: conciencia histrica 87

sta se inaugur, pronunci su discurso en calidad de decano: Fines y


problemas de la Facultad de Filosofa y Letras. Temas, donde haca un
balance del momento actual:

La dolencia de la poca como todos ustedes lo saben es haber hecho de la vida una
maratn hacia el dinero, un pragmatismo esterilizador de otras formas ms altas de
existencia, que acaso explique por qu hay en este mundo tanto residuo de angustia,
tanta nostalgia de felicidad y de tanta neurosis. El hombre mira todo, menos el aseo y
armona de su alma. Sofrosine y Eutimia, dos maravillosas virtudes griegas, huyeron de
este estrpito sin finalidad, de este no saber a dnde se marcha que es el terrible signo de
la civilizacin contempornea (Picn Salas, 1997: 30).

El discurso fue publicado en el primer nmero de Cuadernos Uni-


versitarios al ao siguiente. Comenzaba su ejercicio como decano y
profesor, pero tambin, como era su estilo en la gestin administrati-
va, empieza a generar nuevos proyectos y programas. Como siempre,
piensa en grandes figuras de la intelectualidad hispanoamericana para
que vengan a ensear en esta nueva empresa espiritual. Piensa en los
mexicanos Alfonso Reyes y Jos Luis Martnez, tambin en el cubano
Jos Antonio Portuondo, entre otros. As, promueve la creacin del
Instituto de Filologa, que llevar el nombre de Andrs Bello, como un
homenaje al maestro del destierro. Para que lo dirija invita al ya reco-
nocido fillogo e hispanista ngel Rosenblat.
El 15 de enero de 1947, da del maestro, recibe un reconocimiento
pblico de parte de la Junta Revolucionaria de Gobierno: la Medalla
de Honor por Servicios Distinguidos en Instruccin Pblica. Era una
distincin que consagraba a ese gran educador, que combinaba sus
saberes con la originalidad de sus enfoques y ms an con una destre-
za comunicativa excepcional que recuerdan muchos de quienes fue-
ron sus discpulos.
A este reconocimiento se suma su incorporacin, el 12 de junio de
ese mismo ao, a la Academia Nacional de la Historia. Ocupa el silln
F, que haba quedado vacante por la muerte de Pedro Emilio Coll,

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88 Mariano Picn Salas

ocurrida el 30 de marzo. En esa ocasin pronuncia su discurso Rum-


bo y problemtica de nuestra Historia, que es contestado por Augus-
to Mijares. En esta disertacin traza las lneas para una moderna his-
toriografa venezolana. Despus de agradecer a la Academia y valorar
sus funciones, reconoce su sentido de trascendencia. Habla en torno
de la conciencia solidaria de comunidad y explica la importancia de
la conservacin del legado de las generaciones precedentes mientras
sustenta la idea de proceso cultural.
Establece una valoracin del hombre de letras, del humanista, del
historiador o de los hroes civiles, as como aquella que existe de los
caudillos y los hroes militares. Predica el gusto de conocer sin que el
conocimiento se convierta en consigna poltica. Aboga por la patria
legal de Miguel Jos Sanz y Pedro Gual. Contra el tropicalismo estrepi-
toso propone un arte ntimo pleno de sugestin, prontitud metafri-
ca y amable irona. Y por supuesto, valora al escritor Pedro Emilio Coll,
quien por haber sido tan entraablemente venezolano era tan univer-
sal. Hace un deslinde entre la historia romntica de Juan Vicente Gon-
zlez, Felipe Larrazbal y Eduardo Blanco, que acrecent el mito pico
y cre el cantar de gesta nacional.
Cuestiona las teoras positivistas, especialmente la derivacin justi-
ficadora de la dictadura bajo la tesis del gendarme necesario. Y pro-
pone pensar los rumbos de una futura historiografa que vincule la
historia militar y poltica con la econmica y la cultura de una mane-
ra sistemtica. Esta tarea la vislumbra desde una perspectiva colecti-
va, inter y multidisciplinaria en que colaboren lingistas, etngrafos,
antroplogos y folkloristas.
Su llamado de atencin se sustenta en que es necesario explicar de-
talladamente muchos fenmenos culturales venezolanos. Y para ello
se deben ampliar las fuentes de la historia nacional, superar el racio-
nalismo simplificador de la Ilustracin y el encono de la guerra re-
ciente refirindose al siglo XIX, precisando que la poca presente
exiga mayor cultura y fineza interpretativa en el historiador. En este
punto se refiere a esa historia secreta que hay en la murmuracin de

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Contra el inmediatismo: conciencia histrica 89

lo que no se escriba en los papeles pblicos y que desemboca en un


gran cauce que es el de la formacin de las mentalidades. Cree que se
debe intentar una historia de las ideas, que es ms que estudiar la
influencia del pensamiento europeo en Amrica.
Desarrollada ya una historiografa militar y poltica. Piensa que para
el momento que vive el pas convendra detenerse en la historia cultu-
ral, intentar una suma de Venezuela que abarque diversas discipli-
nas: lingstica, antropologa, etnografa, folklore. Est convencido de
que lo que hace falta es construir una conciencia histrica y sobre
todo desechar el inmediatismo. Son los aspectos ms resaltantes de
unas tareas que deja establecidas. El pensador est convencido de su
deber ser como impulsor, de la responsabilidad histrica que tiene su
papel como educador y de sus prioridades al frente de una Facultad de
Filosofa y Letras.
Poco despus sobrevienen nuevos cambios. El presidente de la Jun-
ta de Gobierno, Rmulo Betancourt, lo designa como embajador en
Colombia. Picn Salas reuna todas las condiciones para una misin
tan importante. Era justamente, como sentencia Consalvi, un inte-
lectual para un pas donde la inteligencia y la cultura gozan de anti-
gua jerarqua.

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90 Mariano Picn Salas

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Las oscuras vueltas del laberinto

El 14 de diciembre de 1947 se celebran las elecciones nacionales y


Rmulo Gallegos, como representante del partido Accin Democrti-
ca, es elegido Presidente de la Repblica. Por fin se vera al frente del
gobierno no slo a un civil sino a un maestro del civismo. Asume las
riendas del Gobierno el 15 de febrero de 1948. Sin embargo, reinaba la
desconfianza, el filistesmo; algunos creyeron que Gallegos goberna-
ra como si estuviera escribiendo novelas, alejado de la realidad, de-
masiado confiado en la fabulacin.
A Picn Salas le preocupa, ms que la creciente politizacin del pas,
el rumbo que ste deba seguir y no se guarda sus temores en sus art-
culos de prensa, que salen regularmente en El Nacional. Son verdade-
ras ctedras de ecuanimidad, tacto poltico y sobre todo sentido nacio-
nal. Gallegos despierta el inters y el entusiasmo de una poblacin
harta de las conspiraciones cuarteleras, del acomodo de las clases mi-
litares, de la zozobra. Algunos creen que el nuevo mandatario encau-
zar el dilogo nacional hacia la reconciliacin. Esta circunstancia
renueva en Picn Salas la fe que haba esbozado en aquel discurso de
recepcin de la Academia de la Historia.

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92 Mariano Picn Salas

El ao 1948, a diferencia del anterior que fue para el escritor muy


productivo en lo intelectual y abundante en reconocimientos pbli-
cos, se muestra ahora mucho ms convulsionado. Est instalado en la
embajada venezolana de Bogot, y se ocupa de diversas tareas que tie-
nen que ver con el comercio hacia Venezuela, especialmente con la
exportacin de ganado. Sin embargo, no se siente cmodo; observa
que los polticos son prisioneros de una retrica gastada y palpa el
sentido de frustracin del pueblo, al cual percibe defraudado.
Tambin all soplaban aires de instigacin y violencia. Compara y,
aunque resulte paradjico, encuentra la vida venezolana ms optimis-
ta, y al pas ms abierto al mundo y a la vida moderna. Se interesa por
la gente humilde, con la que conversa en los mercados populares. Y
cmo espera justicia este pueblo!, comenta. El fro de la ciudad afecta
su salud y se queja del casern que habita, sin condiciones para afron-
tar el clima, distante del centro de la ciudad. Trabaja intensamente y
piensa en dedicarse a recopilar datos y organizar lecturas para escri-
bir un trabajo sobre la literatura colombiana, que en su opinin esta-
ba demasiado preocupada por la gramtica y por la glosa de los viejos
libros. Para el momento se ha divorciado de su esposa Isabel Cento
Manzo quien radica en Santiago de Chile con su hija Delia Isabel y
se ha casado con la venezolana Beatriz Otez.
El ejercicio de la poltica en los hombres probos no siempre resulta
estimulante y menos un oasis para el regodeo. En el siglo XIX fueron
muchos los intelectuales honestos que rehuyeron del poder; prefirieron
su pobreza antes que empear su inteligencia. Algunos como Cecilio Acos-
ta o Arstides Rojas estuvieron de alguna manera rodeados del poder y
no se dejaron atraer por ste, razn por la que, incluso, lo padecieron.
As, Picn Salas, que no tuvo bienes de fortuna y quien desde su ju-
ventud temprana haba aprendido a depender de su trabajo intelec-
tual, viva en ese equilibrio entre el servicio al pas y su fidelidad al
trabajo, sin empear el decoro de su escritura ni su prestigio y, menos
an, plegarse como muchos lo hicieron, persiguiendo una ddiva del
poderoso de turno.

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Las oscuras vueltas del laberinto 93

En Venezuela el proceso de rectificacin del Gobierno y la procura


de la reconciliacin nacional, luchan por superar los rezagos de la
dictadura, que todava se sienten. Algunos de los ms conspicuos ide-
logos del gomecismo, como Csar Zumeta, que haban justificado las
demasas de aquel rgimen oprobioso, ahora criticaban y declaraban
que el pas nada deba a sus intelectuales ni a sus hombres de talento.
En Bogot, Picn Salas vive los intensos acontecimientos polticos a
raz de la muerte de Jorge Elicer Gaitn, el 9 de abril de 1948, conoci-
dos en la historia de ese pas como El Bogotazo. Son los das de la IX
Conferencia Interamericana a la que asistan como delegados por Ve-
nezuela, el ex presidente de la Junta de Gobierno, Rmulo Betancourt,
as como Jos Rafael Pocaterra y Marcos Falcn Briceo.
Gaitn vena de una destacada actuacin como ministro, haba sido
alcalde y se desempeaba como congresista. Era adems el candidato
del partido liberal para las elecciones presidenciales colombianas pre-
vistas para 1949. Tena un vasto apoyo, sobre todo de la clase media y
de los sectores menos favorecidos. Su asesinato desat la violencia a
niveles jams vistos en Colombia, y caus la muerte de centenares de
personas. Se haban exaltado los odios que incuba la injusticia social.
Y Gaitn era vctima de su propio empeo reivindicador.
En Venezuela tampoco se respiran aires de paz. Sigue el odio cam-
pante, la anarqua, la exaltacin. El pas no se enrumba en su econo-
ma, la escasez de los rubros bsicos agudiza la sensacin de caos, y
siguen los rumores en los cuarteles. Hay malestar en lo econmico
pese al incremento de las rentas pblicas.
En Colombia, Mariano asume los acontecimientos con su acostum-
brada mesura. Su casa, situada en el barrio residencial de Chapinero,
era visitada frecuentemente por escritores de la ms amplia gama de
tendencias ideolgicas, no slo colombianos sino de otros pases de
Hispanoamrica. La Academia de la Historia de Colombia lo designa
miembro correspondiente el 1 de julio de 1948. Hace viajes de reco-
nocimiento y aprendizaje por el interior de Colombia. En Cartagena
se deja seducir por los milagros de san Pedro Claver. Y para no hacer

Mariano 93 23/7/08, 3:21 PM


Biblioteca Biogrfica Venezolana
94 Mariano Picn Salas

menos por su sentido indagatorio en la vida ejemplar de las grandes


figuras, se consagra a escribir una de sus ms hermosas biografas,
una aproximacin emocional y potica, ms que estrictamente obje-
tiva, dir su autor. Pedro Claver, el santo de los esclavos, se publica en
el Fondo de Cultura Econmica de Mxico, en 1950.
Las presiones a Gallegos haban sido constantes. Prcticamente se le
haba presentado un petitorio que, entre sus demandas inclua la ex-
pulsin del pas de Rmulo Betancourt, impedir el retorno del tenien-
te coronel Mario Vargas e igualmente se le solicitaba desligarse del
partido Accin Democrtica. Rmulo Gallegos rechaz cada una de
estas peticiones, que no eran ms que presiones con intereses subte-
rrneos. Se mantiene fiel al juramento de respetar y hacer respetar la
Constitucin Nacional y las leyes.
As las cosas, el 24 de noviembre de 1948 el gobierno constitucional
de Rmulo Gallegos es derrocado y el poder queda en manos de una
junta integrada por la cpula del estamento militar, todos tenientes
coroneles: Carlos Delgado Chalbaud, ministro de la Defensa; Luis Feli-
pe Llovera Pez y Marcos Prez Jimnez. Despus de algunas acciones
an confusas de aquellos das, asesinan a Carlos Delgado Chalbaud.
Sobre el escenario poltico descolla el mismo militar que haba propi-
ciado tres aos antes el derrocamiento del general Medina Angarita:
Marcos Prez Jimnez. Al final, el gran beneficiario de esta crisis. Este
golpe tendra hondas repercusiones en la dcada siguiente y devolve-
ra a Venezuela a una dictadura, que aunque fuera considerada como
desarrollista y se le reconozcan mritos en lo que respecta a la seguri-
dad social, signific el retroceso a un estado del que se haba intenta-
do salir con denodados esfuerzos, y que cost la libertad o la vida a
tantos venezolanos.

Mariano 94 23/7/08, 3:21 PM


95

Mxico: retablo de la maravilla

Ante la nueva situacin poltica, Picn Salas renuncia a su cargo


diplomtico y viaja a Mxico, a donde llega el 10 de febrero de 1949.
Poco despus es invitado por la Universidad de La Habana, para asistir
a los actos conmemorativos del centenario del natalicio de Enrique
Jos Varona, que se llevaran a cabo en abril, en el Congreso de Litera-
tura Iberoamericana. All lee una valoracin sobre el educador cuba-
no y se reencuentra con los exiliados: Rmulo Gallegos, Andrs Eloy
Blanco y Aquiles Nazoa.
En Mxico recibe el apoyo de diversas personalidades, sobre todo de
intelectuales. Su viejo amigo Alfonso Reyes lo invita a trabajar como
profesor en El Colegio de Mxico, la prestigiosa institucin que haba
acogido pocos aos antes a destacados intelectuales del exilio espaol
a raz de la guerra civil. All dirigi un seminario sobre Formas cultu-
rales e ideolgicas en Hispanoamrica durante el siglo XIX.
En el pas azteca llevara a cabo una labor educativa intensa, y tam-
bin dara impulso a nuevas empresas editoriales. A Picn Salas

() Mxico le debe una importante obra editorial. Fund con Alfonso Reyes y Daniel
Coso Villegas la coleccin Tierra Firme y ayud y asesor la articulacin de la Biblioteca

Mariano 95 23/7/08, 3:21 PM


Biblioteca Biogrfica Venezolana
96 Mariano Picn Salas

Americana del Fondo de Cultura Econmica. Colabor activamente con Jess Silva Her-
zog en la primera poca de Cuadernos Americanos. Adems de esa obra editorial, con-
viene tener presente su obra universitaria. Mariano Picn Salas fue uno de los maestros
que, junto con Jos Gaos, Jos Miranda y Daniel Coso Villegas, fundaron el Centro de
Estudios Histricos de El Colegio de Mxico (Castan, 2000: 481-482).

Producto de su interaccin con la cultura, la tradicin y los valores


del gentilicio mexicano es su libro Gusto de Mxico, recopilacin de
crnicas y estampas que haba estado enviando desde el pas azteca al
diario El Nacional de Caracas y que se publica como libro en 1952. En
ellas Mxico aparece en todo su esplendor, y toca el fondo de sus mis-
terios con su intensidad y agudeza. Va a los intersticios no slo de lo
aparencial mexicano sino de los mundos soterrados de su concepcin
csmica. Comprende e interpreta el sentido exacto de la trgica me-
tafsica religiosa de esa cultura. Lee en el presente mexicano la tradi-
cin antigua y las contradicciones de su cosmopolitismo. Logra una
sntesis admirable del sentido fatalista de la mexicanidad, y alcanza a
armonizar las visiones mltiples del lingista, del historiador, del gas-
trnomo, del arquelogo, del arquitecto.
Sus observaciones pasan por el panten de los dioses terribles, pero
tambin se sumerge entre los esqueletos y las calaveras de azcar que
los panaderos elaboran para los rituales de noviembre en forma de
pan de muerto, con sabor a naranja y huevos. Se extasa de manera
sensual y barroca con el mole de Oaxaca, verdaderas creaciones de
la ms exaltada fantasa alimenticia en que el gastrnomo de fuerte
lengua y coraje para los picantes se sumerge como en un difcil para-
so degustativo, o se regodea en los detalles de aquellos inmensos
conventos virreinales de los siglos XV al XVIII, que hicieron de Mxi-
co el verdadero meridiano en que parecan encontrarse las ms opues-
tas geografas.
Llena sus hallazgos de la magia que slo es posible como un acto de
devocin y deslumbramiento. Son muchas las ancdotas, las semblan-
zas, los testimonios del paso de Picn Salas por aquella tierra genero-

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Mxico: retablo de la maravilla 97

sa, que lo acogi tambin como a un hijo. Muchos de estos testimo-


nios tuvimos la fortuna de reunir y ordenar para el libro Mariano Pi-
cn Salas y Mxico, que edit la Universidad Catlica Cecilio Acosta en
el ao 2002.
Durante 1949 vive intensamente la realidad mexicana, escribe, si-
gue publicando sus ensayos en Cuadernos Americanos y ejerce su
magisterio en las aulas universitarias. En Venezuela aparece uno de
sus libros ms optimistas, Comprensin de Venezuela, en el cual re-
ne trabajos orientados por su afn constructor, plenos de su voca-
cin humanista, donde prevalece la defensa de la concordia y el en-
tendimiento, donde esboza su fe en que la construccin del pas es
necesariamente una tarea comn.
Tambin acude al concurso de cuentos del diario El Nacional con un
fragmento de su biografa de Pedro Claver, titulado Peste en la nave,
con el cual gana el tercer lugar. Sigue pensando intensamente en el
pas, en el cual se han quebrantado tantos principios y donde cam-
pean las intrigas cuarteleras. Mientras, ayuda en la medida de sus
posibilidades a tantos venezolanos que llegaban a Mxico perseguidos
y arrojados al exilio.
En su casa se rene con intelectuales, artistas y escritores; tambin
con otros venezolanos exiliados frecuenta a Gallegos, quien se prepa-
ra junto a su esposa Teotiste Arocha para trasladarse a Morelia, donde
el presidente Lzaro Crdenas ha dispuesto una casa para que el nove-
lista viva no slo con el decoro y la dignidad de un Presidente demo-
crtico derrocado, sino como una gloria de las letras latinoamerica-
nas. En Morelia todava puede leerse una tarja en la pared frontal de
la casa que muestra orgullosa el lugar donde el maestro venezolano
tuvo su hogar de exiliado. En septiembre viaja a Monterrey y participa
en el Congreso de Historia. En febrero de 1950 participa en el II Con-
greso de Filosofa Interamericana en la ciudad de Mxico.
La estada mexicana de Picn Salas se prolonga hasta julio de 1950,
cuando decide volver a los Estados Unidos. Pasa por Washington y lue-
go acepta una nueva invitacin para ir a Nueva York como profesor

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
98 Mariano Picn Salas

visitante en la Universidad de Columbia. Esta invitacin se le extiende


para el perodo correspondiente a 1950-1951.
Los compromisos acadmicos de Picn Salas en Estados Unidos cul-
minaban en mayo de ese ao. En febrero de 1951 enva una carta a
Rmulo Betancourt exiliado en La Habana en la que le comenta su
disposicin de viajar a esa ciudad para impartir cursillos o conferen-
cias: tengo que hacerme planes a partir de mayo en que termina mi
contrato con Columbia que no quiero renovar. A Beatriz le cansa la
dureza de la vida aqu y yo no tengo ningn inters especial en conti-
nuar en los Estados Unidos (Siso Martnez y Oropesa, 1977: 228).
Sin embargo, permanece all hasta los primeros das de septiembre.
Despus de impartir cursos de verano en la Universidad de California,
en Los ngeles, se dirige a Nueva York para salir hacia Venezuela. Per-
cibe el ambiente estadounidense con cierta hostilidad, siente los efec-
tos colaterales del macartismo, los coletazos de la posguerra y el
inicio de la Guerra Fra.
Haba pagado caro el precio de la fidelidad, de la entereza y sobre
todo los compromisos de ser hombre de principios. Y como hombre
de una fuerte conviccin moral no se arredra. Frente a muchos que se
acomodaron para servir al gobernante de turno, Mariano prefiri el
destierro, seguir como judo errante y esperar el momento de volver a
su pas, a la tierra prometida, a las aorantes moradas. Prefiri inten-
tar una vez ms hacer vlido el precepto martiano: esperaba que Vene-
zuela le diera en qu servirla.

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99

Comprender a Venezuela

Mariano regresa a Caracas el 9 de septiembre de 1951 para retomar


su labor docente, interrumpida abruptamente por atender los com-
promisos diplomticos del pas en 1948. Pag su lealtad con el destie-
rro y volva para intentar una nueva fundacin con afn de perma-
nencia. El perodo que va desde septiembre de 1951 hasta junio de
1958, ser el ms largo que viva en Venezuela, con breves salidas para
cumplir compromisos acadmicos internacionales.
Ya en Caracas se incorpora a sus cursos de literatura e historia del
arte en la Universidad Central de Venezuela y tambin colabora con el
Instituto Pedaggico Nacional. Como en aquellos das optimistas de
1939, recorre varias ciudades dictando conferencias y prepara la pu-
blicacin de un nuevo libro: Dependencia e independencia en la his-
toria hispanoamericana, que se edita en 1952, bajo los auspicios de la
Librera Cruz del Sur.
En el poder se ha instaurado el causante de los ltimos terremotos
polticos del pas. Marcos Prez Jimnez ejerce la Presidencia provisio-
nal, luego de desconocer los resultados electorales del 30 de noviembre
de 1952, que dieron ganador al partido URD, representado por Jvito
Villalba, para integrar la Asamblea Nacional Constituyente en 1953. Ha

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
100 Mariano Picn Salas

desplazado a sus cfrades de conspiracin y golpes de estado y se seo-


rea ufano mostrando su voz de mando y su inagotable ambicin de poder.
Picn Salas asume de una manera activa su labor intelectual, no ceja
en el intento de ensear con su ejemplo, confa en las profundas re-
percusiones que tiene a la larga la labor educativa. Prefiere acudir al
llamado de la inteligencia que apostar por el sosiego cmodo. Para
algunos esto era sospechoso. Que reclamara un lugar para s en su
propio pas despus de gozar de tanto espacio y prestigio en pases
extranjeros era visto con desconfianza, esa era otra cara del pago que
deba hacer quien se atreviera a levantar su mirada avizora y, sin aspa-
vientos, iluminar las zonas oscuras. Era la misin ms honesta del
intelectual, observar y decir las cosas a tiempo y sin mordazas.
La ctedra, el peridico y el contacto directo con la gente le sirvieron
de tribuna. Para continuar con esa labor creadora comienza a dirigir
el Papel Literario del diario El Nacional, en enero de 1953, y habra de
estar all hasta 1957. Sustitua a otro grande de la intelectualidad ve-
nezolana, Arturo Uslar Pietri. Su columna Signos y presencias se
convierte en una verdadera ctedra semanal, apacible refugio en tiem-
pos pericolosos, dir en alguna carta. Abre las pginas del suple-
mento a importantes intelectuales venezolanos y tambin del conti-
nente, entre ellos Alfonso Reyes, Germn Arciniegas, Amrico Castro,
Juan Ramn Jimnez, Francisco Romero y Ricardo Latcham.
Igualmente en enero de 1953 asiste como invitado a los actos del
centenario de Jos Mart en La Habana, para lo cual escribe su ensayo
Arte y virtud en Jos Mart. Y tambin en La Habana participa en el
coloquio organizado por el Instituto Panamericano de Geografa e
Historia que pretende delinear los programas para enfocar con crite-
rios de actualizacin y modernidad los estudios histricos en los pa-
ses hispanoamericanos.
En marzo de este ao combina su labor docente con la de consejero
de una empresa de publicidad mercantil, Vepaco, que le demanda tiem-
po y dedicacin. Es la nica vez que su nombre aparece asociado a una
empresa cuyos fines no son estrictamente culturales o humansticos.

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Comprender a Venezuela 101

El alto costo de la vida es una queja constante en una capital marcada


por la prisa, el ruido, la nerviosidad y la ostentacin. Esa Caracas kaf-
kiana y enemiga de los peatones, como dir en una carta. Este mismo
ao compila y publica sus Obras selectas, que imprime en Madrid la
editorial Edime. En ellas excluye prcticamente todo lo escrito con
anterioridad a 1933.
Cumpla con un proceso de depuracin obedeciendo a su propio sen-
tido crtico respecto a la voz que se representa en la obra. Las pginas
de juventud estaban, segn el autor, cargadas de individualismo, las
que deseaba preservar para el futuro, eran aquellas que tomaban con-
ciencia del valor colectivo, del aspecto inclusivo de los otros: De mi
obra literaria he suprimido para esta compilacin las pginas anterio-
res a 1933. Aun las de esa fecha resultan para mi gusto de hoy exagera-
damente verbosas y no desprovistas de pedantera juvenil (Picn Sa-
las, 1962: IX).
En su ensayo Profeca de la palabra, haba escrito una reflexin
que se convertira en norte de su obra de madurez:

El conjunto, ms que el individuo aislado, ocupa el primer plano de nuestras reflexio-


nes. No es que se renuncie a lo personal, sino ms bien que ms all de las vestiduras
locales, de los disfraces de regin y de poca, queremos llegar a lo antropolgico (Picn
Salas, 1962: 1264).

Este libro, que fue muy bien recibido por la crtica. Se acompaa de
un prlogo que ha sido visto como un manifiesto autocrtico, de un
rico valor autobiogrfico: Pequea confesin a la sordina, que es, al
mismo tiempo, una sntesis precisa de su pensamiento esttico.
Ese ao le trae tambin otros logros editoriales: el Instituto Paname-
ricano de Geografa e Historia, con sede en Mxico, publica en la edi-
torial Fournier el ttulo Suramrica: perodo colonial y en Caracas cir-
cula su biografa de Simn Rodrguez.
A finales de ese ao aparece Los das de Cipriano (Historia venezola-
na del 900), que tuvo una excelente acogida por la crtica y vendi la

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
102 Mariano Picn Salas

edicin de 1.000 ejemplares en un tiempo rcord. Esta obra, que sali


con muchas erratas y llev al autor al ndice de los rprobos, como
le comenta discretamente a Alfonso Reyes, planteaba tambin una
mirada aguda sobre su presente, por esos das tan lleno del ideal
nacional.
El libro se convierte en un best-seller. Mil ejemplares vendidos a las
48 horas de haber aparecido, dice una crnica de La Esfera, diario
para el cual el autor concede tambin una entrevista: La Historia me
interesa no slo en cuanto pasado, sino en cuanto prueba de la psico-
loga del hombre y de las reacciones del grupo social y en cuanto ayu-
da a alumbrar, tambin, problemas y vivencias contemporneas (Su-
cre, 1983: 657).
En esta obra Picn Salas contrasta el carcter romntico, vehemen-
te, egosta y vaticinador de Cipriano Castro y el disimulo cruel y reple-
gado de su compadre Juan Vicente Gmez: Porque junto al ardor del
otro, Gmez ser tirano paciente e inalterable, con pausa de caimn,
disfrazndose a veces de un negativo y engaoso papel de Bertoldo
(Picn Salas, 1958: 22).
Por los signos de la historia, mucho de lo narrado en aquella crnica
de desafueros pareca reeditarse en el pas desde 1948 y con mayor
agudeza desde 1952: era una radiografa del caudillo y de las dictadu-
ras. Los das de Cipriano Castro

() parece decirnos en el momento de la aparicin del libro que Castro no ha muerto,


que los gobernantes que llegaron al poder por la traicin eran los herederos de una falsa
tradicin, donde era normal el pillaje, el robo y la corrupcin moral, que reaparecera
adicionada con ese sentido de crueldad primaria que lo empalma con el rgimen gome-
cista (Siso Martnez, 1970: 93).

En el saldo del ao tena esas buenas recompensas intelectuales, pero


tambin haba recibido a finales de abril la noticia de la muerte de su
padre, Po Nono, en Santiago de Chile. All quedaban la viuda y sus
dos hijas, Ada y Josefina. Y en la Mrida natal sigui viva la sombra de

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Comprender a Venezuela 103

aquel prspero comerciante venido a menos, que una vez parti de-
jando tras de s rumores, chismes y maledicencias como la comidilla
de las rancias familias merideas. Hasta hoy queda algo oscuro de aque-
llos das. Y no falta alguien que sin procurar la verdad o abrigar la
mnima duda o discrecin, todava le quiera cobrar al hijo las deudas
del padre, como habra reprobado Mart.
En 1954 comparte con Arturo Uslar Pietri el Premio Nacional de Li-
teratura, en prosa. Viaja a Nueva York para asistir al coloquio sobre El
arte y la libertad de creacin, que ha convocado la Universidad de
Columbia. La secretara general de la X Conferencia Interamericana
publica su libro Perspectiva de la pintura venezolana, en Caracas. Tra-
baja sin cesar, como lo ha venido haciendo en sus aos de exilio, en
Venezuela y en tantos otros pases que ha recorrido. Siente la fatiga
propia del esfuerzo sostenido, muestra los signos de su cansancio, como
se lo coment a Alfonso Reyes:

() trabajo en mil cosas para ganarme la vida en esta ciudad tan cara y exigente, eso
como es natural me afecta la salud, se me revuelve el hgado y me sube la presin
arterial por tantas cosas incmodas. En verdad es que en esta poca del confort yan-
qui, vivimos con el alma completamente inconfortable.

El 19 de marzo de 1955 viaja a Mrida y pronuncia el discurso de


orden con motivo de los 170 aos de la fundacin de la Universidad de
Los Andes. Una nueva novela aparece en los albores de 1955, Los tratos
de la noche. Esta obra, que cierra el ciclo narrativo del autor, fue co-
mentada en abundantes notas de prensa, tanto en Venezuela como en
otros pases, al momento de su aparicin.
Paralelo al drama humano que vive el protagonista, Alfonso Sego-
via, existe un drama colectivo donde podemos identificar momentos
de la historia de Venezuela y en su trasfondo, la angustia casi existen-
cial de los venezolanos en plena dictadura de Prez Jimnez.
Esta mirada va desde las guerras de independencia hasta fines del
siglo XIX; desde los das del bisabuelo, Jos Mercedes Segovia, que pe-

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
104 Mariano Picn Salas

le en Boyac (1819) y Carabobo (1821), hasta los escritos cvico-patri-


ticos de Pedro Jos Segovia, el abuelo, personaje marcado por su con-
formismo y honestidad ante las coyunturas polticas finiseculares.
Luego est la saga familiar del narrador: la tragedia de su propio pa-
dre Jos Mercedes Segovia, despojado de sus bienes personales y toma-
do prisionero, luego la dispersin de su familia. En este ltimo hecho
se refiere a la dictadura de Juan Vicente Gmez y en general al am-
biente que se vive en ese momento histrico:

Picn Salas capta con breves trazos la poca, y ya sabemos que su persistente nostalgia
del pasado (individual) es una constante en su ficcin. Est personalmente tan atado a
sus tradiciones y a las costumbres y tiene una sensibilidad tan aguda y una conciencia
tan incesante que no hay lugar de la novela donde el pasado no sea asunto de venera-
cin o de descripcin erudita, como si la cultura del narrador fuera parte de la estructu-
ra de la novela o de ese mundo (por dentro) que es la novela (Consalvi, 1996: 438).

Hay que tomar en cuenta el contexto de la historia que se narra en la


obra. Su presente, se relaciona con la ltima etapa del gomecismo,
pero ste aparece aludido desde sus comienzos, cuando ms fortaleci-
do estaba. De la misma forma toma posicin frente a los desmanes
que propicia de manera general la dictadura en Venezuela: el destie-
rro, la crcel o la muerte de los opositores, as como el auge de la
explotacin petrolera y el intervencionismo norteamericano
Estos elementos estn muy cerca de lo histrico documental, y re-
presentan, en la narrativa de Picn Salas, una funcin que si bien pri-
vilegia lo esttico, posee una marcada actitud poltica, la cual se cons-
truye sobre una base en buena medida autobiogrfica. Pero tal manera
de narrar no se reduce exclusivamente a ello, sino que trasciende aque-
llos aspectos que se relacionan con el mundo de la infancia, el entor-
no familiar, la nostalgia por el pasado y su constante movilidad, otra
forma de la errancia.
Se ha visto en esta novela una crtica frente a los cambios de rostro
que intent el proyecto del Nuevo Ideal Nacional desarrollado por el

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Comprender a Venezuela 105

gobierno de Marcos Prez Jimnez en Venezuela, durante el perodo


1952-1958, y que entre muchos cambios se propona la moderniza-
cin del pas en sus estructuras ms visibles, como las vas de comuni-
cacin construccin de grandes avenidas y puentes, el crecimiento
urbanizado de las ciudades ms importantes mediante la construc-
cin de viviendas para la clase media, un alto ndice de inmigracin
junto con la garanta de seguridad y orden. Pero, simultneamente,
hubo tambin un brutal aparato represivo, la Seguridad Nacional, tris-
temente clebre por sus tcnicas de persecucin y tortura a los disi-
dentes o sospechosos de serlo. Como consecuencia de este sistema re-
presivo se gener un gran nmero de presos y exiliados. Son aos de
represin, de tortura, de miedo, disimulados tras una fachada de cre-
cimiento, orden y orientacin desarrollista.
Sobre las coincidencias de Cipriano Castro y Prez Jimnez en torno
a sus proyectos ideales, Picn Salas escribi:

Con Castro y con Prez Jimnez, especialmente, los venezolanos aprendimos para siem-
pre qu cosa tan peligrosa es el caudillo armado que no se satisfaga con contar sus
vacas, sus presos y sus acciones en el banco, porque pretende hacernos partcipes de sus
ideales (Picn Salas, 1962b: 16).

En ese pas que est tratando de simular una vida normal subyace el
acecho de una distorsionada idea de lo nacional y el abuso de un
falso nacionalismo. Picn Salas prosigue su labor literaria y educati-
va. En julio la Universidad Central de Venezuela le otorga el ttulo de
Doctor Honoris Causa en Filosofa y Letras.
Se conciliaba as en el suelo patrio un reconocimiento cnsono con
sus pasiones: escribir y ensear, como una forma de compartir la com-
paa humana. Como l mismo aspiraba, era necesario vencer la sole-
dad y el desaliento, para seguir buscando en los libros y las ideas aque-
llos arquetipos que nos remontan de la pasin y el accidental frenes a
ms serena zona de justicia y belleza; sin duda, las humanidades y
las letras le depararon la ms sosegada y consoladora felicidad.

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
106 Mariano Picn Salas

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El milagro de la sencillez

Reinventar la lengua, construir un mundo en qu reconocerse y,


principalmente, para que se encuentren los dems, no es tarea fcil.
Sin embargo, en Picn Salas pareciera darse la bsqueda de un goce
permanente donde se mantienen a pulso las palabras y su condicin
proteica, viva, mudable. Sus artculos, ensayos y conferencias abrie-
ron un dilogo no slo con su pas, sino tambin y principalmente,
con el continente americano.
Podra decirse que Picn Salas construye un imaginario nacional a
partir de contrastes y bsquedas en su propia tradicin: histrica, geo-
grfica, lingstica, cultural y poltica, siendo ste uno de los aspectos
determinantes de sus ensayos: No soy tengo que decirlo un erudito
del siglo XIX, sino un escritor del siglo XX que busca en nuestra litera-
tura uno de los signos ms expresivos del alma histrica venezolana
(Picn Salas, 1940: 12). Y esa conciencia es la bsqueda de respuestas
desde una concepcin ecumnica de la cultura, atravesada por sus
intensos sentimientos americanistas y su desvelo por el destino de
nuestra cultura mestiza.
La mayor parte de sus ensayos y narraciones aparece enmarcada en
un tiempo presente que abre un largo parntesis para la retrospec-

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
108 Mariano Picn Salas

cin: la evocacin y la semblanza adquieren la forma de la memoria.


En ese sentido, la conciencia del tiempo es asumida como un ejercicio
de libertad. En sus Notas sobre el problema de nuestra cultura pudo
advertir:

En el fondo de toda cuestin venezolana, ms all de la tcnica y de la reforma admi-


nistrativa, hay una aspiracin espiritual y moral que no suelen ver los especialistas, pero
que deben ver los polticos; la aspiracin de un pueblo que desea recobrarse y reiniciar su
vida histrica, ascender en capacidad y potencia. Y semejante ambicin y anhelo debe
prevalecer sobre la querella aldeana y la politiquera pequea, en los venezolanos de
hoy. Es preciso hablar a los que tienen fe (Picn Salas, 1962: 229).

La tensin del discurso ensaystico se manifiesta en el espritu de


denuncia, de revisin crtica de hitos histricos, de comprensin de la
cultura, de cuestionamientos al presente, en la bsqueda de aperturas
hacia la transformacin positiva del hombre y de la sociedad.
Tales ideas se van condensando y desarrollando a lo largo de su obra,
pero tempranamente haban anunciado su programa en un texto de
1935, titulado Prlogo y digresiones sobre Amrica, incluido en su
libro Intuicin de Chile:

Mejor es comprender. Si hay algo de dramtico en la misin del escritor en estos pue-
blos que, ms que las bellas frases, parecen demandar las mquinas del ingeniero o las
grandes botas del pioneer, es que, como ellos, tambin estamos descubriendo, trazan-
do, explorando; tratamos de crear un Universo moral, una conciencia de perduracin
que nos eleve del estado de Naturaleza al estado de Cultura (Picn Salas, 1935: 13).

Se puede seguir en sus ensayos, progresivamente, la maduracin de


sus formas expresivas: el dominio del idioma y el logro de su estilo
ms depurado. En su obra ensaystica converge un mundo de contras-
tes, de fricciones ideolgicas, donde se muestran principalmente los
que, consideramos, son los ejes jerrquicos de su pensamiento: la his-
toria, la cultura, y la mirada hacia s mismo. Esos elementos se com-

Mariano 108 23/7/08, 3:21 PM


Comprender a Venezuela 109

plementan, se alternan, se disponen como recursos fundamentales


en la estructuracin conceptual de su admirable y prolfica obra.
En sus textos iniciales ya se halla la promesa de un joven que aspira
convertirse en escritor, que se vuelca hacia la tradicin cultural de su
pas y de Hispanoamrica, tamizada principalmente por la importan-
cia que otorga al sustrato histrico. Prevalece en sus ensayos y en sus
relatos un estilo personal, una voz definida por el tono armnico, un
sistema de expresin que es individual y marca todo cuanto escribe.
Un rasgo que caracteriza su escritura es la utilizacin de recursos
retricos que producen la sensacin de intensidad: el empleo de tr-
minos de dubitacin, tales como acaso o quizs sobre todo en la
ensaystica y, principalmente, la discrecin y la cortesa, que son otros
rasgos apreciados en sus escritos, muestran la reserva de Picn Salas
ante las afirmaciones contundentes y rgidas, expresadas en otro tipo
de formas discursivas.
Su norte va a ser la observacin, el anlisis, la comprensin y, final-
mente, la interpretacin del fenmeno que le ocupa, dentro de las
caractersticas que l mismo confesaba en una carta dirigida a Rmu-
lo Betancourt, en 1932, estando en Chile: Yo no soy propiamente un
hombre de accin; la vida y la necesidad, cierta esttica pedaggica
que me ha impuesto Chile al emplearme en servicios educacionales,
me han ido convirtiendo en un contemplativo (Siso Martnez y Oro-
pesa, 1977: 178).
En el ensayo y en su obra narrativa, Picn Salas recurre a la ficciona-
lizacin de la historia, lo cual establece puentes y correspondencias
ideolgicas entre sus formas discursivas. Igualmente es innegable en
este puente la presencia de lo autobiogrfico como una forma de auto-
conocimiento. Picn Salas insisti de manera consecuente en esa for-
ma de mirarse a s mismo, pero no para hablar de su vida ni para
ejemplificar con sus acciones, sino para pensar la realidad con ella, es
decir, asumindose como hombre de su tiempo, inquieto ante todas
las manifestaciones vitales del mundo que le rodeaba, y eso pasa por
lo poltico, lo ideolgico, lo histrico, y de manera amplia lo cultural.

Mariano 109 23/7/08, 3:21 PM


Biblioteca Biogrfica Venezolana
110 Mariano Picn Salas

Para qu escribe ensayos? Para mostrar puntos de vista, para expre-


sar de la manera ms clara y al mismo tiempo enigmtica sus ideas:
() tener algo qu decir, decirlo de modo que agite la conciencia y
despierte la emocin de los otros hombres, y en lengua tan personal y
propia, que ella se bautice as misma (Picn Salas, 1962: 996).
Por otra parte, se refugia en el estudio y conocimiento de la historia
para afianzar su escepticismo frente a cualquier tipo de fanatismo,
pero entre ellos el que ve como ms peligroso: el ideolgico. Tiene un
gran sentido de la objetividad, capaz de penetrar sutilmente en todos
los matices de su evolucin intelectual, con aguda conciencia de lo
tico y ontolgico. En sus trabajos sobre temas nacionales, latinoame-
ricanos o europeos demuestra su erudicin cultural, la cual se halla
unida a su fina percepcin artstica y su agudo sentido de interpreta-
cin sociolgica.
En esa sntesis hay un intento de objetivacin, aun cuando el tono
discursivo, propio de un ensayista consciente de las fronteras de su
expresin, le seale los lmites de su sentido ntimo o de su prudencia
implcita. Por encima de todo est la asuncin de los retos como hom-
bre de su tiempo, atado ineludiblemente a una historia especfica, a
un momento impostergable:

Picn Salas tuvo siempre un sentido muy claro de nuestra historicidad, que no confun-
di con el historicismo imperioso. No somos seres adnicos ni prepotentes o nuevos de-
miurgos que van a abolir la Historia; seres relativos y frgiles, pertenecemos a una
poca y a una civilizacin que tambin son mortales o, a lo sumo, no son ms que la
continuidad de otras. Pero nunca accedi a reconocerle a la Historia una prepotencia
sobre el individuo; mucho menos en los pases latinoamericanos, donde la individuali-
dad todava no ha logrado encontrar la verdadera fuerza con que la conciencia se opone
a los arbitrios infamantes del Poder; no es lo que prueba el creciente renacimiento de
nuestros militarismos? Por ello libr siempre su combate contra todo determinismo en la
Historia, contra toda forma de opresin de la conciencia. Contra los viejos y los nuevos
inquisidores (Sucre, 1983: XXX).

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Comprender a Venezuela 111

Lo que ms importa es la valoracin y reelaboracin de esos hitos a


partir de las marcas de reinterpretacin del pasado y su conciencia de
historicidad. Por consiguiente, la obra de Picn Salas es reconstruc-
cin, no slo de lo vivido por l sino tambin por los otros; es, en
sntesis, una dialctica que no se cumple sin tormenta ni desgarra-
miento, que acoge, asimila, y reintegra para crear un puente concep-
tual donde se encuentra la historia personal con la colectiva, la del
sujeto y la del pas.
Pudiera decirse que esa concepcin de prioridad y concrecin se
encuentra tambin en su Formacin y proceso de la literatura venezo-
lana, obra en la que recuenta hechos de la historia venezolana como
una especie de correlato del registro crtico e historiogrfico. El aspec-
to conjuntivo de formacin y el sistmico de proceso, dan a sta,
como a otra de sus muchas obras, un carcter dinmico:

Hacer la patria para los venezolanos de hoy es, por eso, recogerla en su dispersin;
crear entre tantas generaciones beligerantes una posibilidad de acuerdo. () Al escribir
una Historia literaria, el autor no puede olvidarse de los reclamos y la pasin de su
tiempo () A otros, el sueo difcil y acadmico de una historia objetiva, tan fra y tan
fiel que parezca una entelequia (Picn Salas, 1940: 11-12).

Asimismo, es fundamental para comprender la agudeza del ensayis-


ta, su perspectiva de viajero, que le permite observar e interiorizar
elementos significativos de esos paisajes naturales y humanos que
aprehende y vuelca en la escritura. Muchos de sus ensayos son produc-
to de esa apropiacin donde prevaleci el goce de mirar, de compren-
der y comunicar (Picn Salas, 1937: 11).
La asimilacin de otros espacios y tiempos se puede apreciar en li-
bros eminentemente ensaysticos como Preguntas a Europa (1937) y
Gusto de Mxico (1952), que combinan muy bien el aspecto descripti-
vo con el narrativo, logrando la profundidad y la voluntad de estilo.
En ellos se perciben los elementos contextuales con recreaciones testi-
moniales, reflexivas y ficcionales.

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
112 Mariano Picn Salas

Su profunda sensibilidad potica siempre estuvo resguardada por la


contencin del hombre de ideas, para quien la expresin est profun-
damente sometida a los rigores de la precisin, pues para l

() el escritor deba penetrar ms all del pellejo de las gentes, morderles las entraas
y desasosegarlas como el buitre de Prometeo, palparles hasta sus evasiones y sus silencios,
para acercarse al mensaje que slo la literatura puede ofrecer (Picn Salas, 1962: 1349).

La perspectiva ensaystica le permite a Picn Salas mirar a travs de


una celosa o ms bien, panptico de la cultura y de la historia. Esto lo
convierte en un intelectual vigilante de los trasiegos de su tiempo,
entre el espacio ntimo que le confiere sentido confesional a su yo
diluido en nosotros. Al mismo tiempo, abre su sensibilidad hacia un
espacio pblico que lo expone a la dialctica de su presente, al cual
interrog permanentemente y nos leg desde su lectura atenta, una
forma de hacer legible, o mejor, inteligible, aquel presente suyo que
tanto subraya las angustias del presente nuestro.

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113

Una paz duradera?

A comienzos de 1956, Picn Salas viaja nuevamente a La Habana y


de all a Mxico. Va a este ltimo pas para participar en los actos con-
memorativos del Centenario del Congreso y la Constitucin de 1856,
organizados por la Universidad Nacional Autnoma. Como sola ha-
cer en los viajes anteriores, visita a viejos amigos, a sus colegas de la
UNAM y de El Colegio de Mxico, y dicta una charla con el tema del
liberalismo en Venezuela en la Escuela Nacional de Economa. En Pa-
rs se edita Voyage au Point du Jour, traduccin francesa de Jean y
Andr Catrysse de su Viaje al amanecer, con prlogo de Ren Durant.
En julio de 1957 viaja por primera vez a Espaa. Visita Madrid, Tole-
do, El Escorial, Talavera, Segovia y otros pueblos de Castilla. Esta visita
se prolong durante casi tres meses. Para l fue un viaje emocional
donde reconoci en muchos elementos el aire de familia y sinti
encontrarse en la casa de los abuelos. Al regresar a Caracas encuentra
el ambiente agitado polticamente y siente la asfixia de tantos venezo-
lanos con una dictadura policiaca que ya llevaba un lustro.
Se lleva a cabo la consulta popular bajo la forma de un plebiscito
para elegir al Presidente de la Repblica, el 15 de diciembre. Cinco
das despus, el Consejo Supremo Electoral nombra a Prez Jimnez

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
114 Mariano Picn Salas

como Presidente. Se produce una serie de acciones de calle y un llama-


miento a las Fuerzas Armadas llevado a cabo por la Junta Patritica.
sta vena operando desde junio, integrada por Accin Democrtica,
Copei, el Partido Comunista y Unin Republicana Democrtica, la cual
hace ver que todo el aparataje oficialista era un fraude contra la cons-
titucin, y que estaban en juego las libertades ciudadanas.
Los nimos se mantienen crispados. Se siente la presin de los em-
presarios, en su mayora representantes de la burguesa capitalista.
Hay rumores en los cuarteles y aunque en las calles se muestra el deco-
rado de unas polticas pblicas que se afincaban en los impuestos y en
el dispendio de la riqueza nacional, no poda ocultarse la corrupcin
y el abuso de poder por todos flancos. Como a toda dictadura, le haba
llegado la hora del desencanto.
En enero de 1958, Picn Salas est entre el grupo de personas que
redactan un manifiesto de disconformidad ante el estado de postra-
cin en que ha cado el pas. Su nombre encabeza el Manifiesto de los
intelectuales sobre la situacin poltica nacional, que aparece en la
prensa nacional el 15 de enero. En el mismo, escritores, artistas, profe-
sionales y profesores universitarios, sin distingos ideolgicos, se pro-
nuncian en torno a la crisis general que aquejaba al pas, como conse-
cuencia del fraude del 2 diciembre, con el cual el general Marcos Prez
Jimnez pretenda prolongar su rgimen dictatorial.
El manifiesto lo firmaban, junto con Picn Salas: Francisco De Ve-
nanzi, Miguel Otero Silva, Oscar Machado Zuloaga, Martn Vegas, Mi-
guel Arroyo, Adriano Gonzlez Len, ngel Rosenblat, Isaac J. Pardo,
Lucila Palacios, Miguel Acosta Saignes, entre muchos otros. Abogaban
por la libertad democrtica y una armoniosa relacin entre los pode-
res del Estado y de la ciudadana.
Solicitaba

() el restablecimiento de una vida moral digna; la austeridad en el manejo de los


recursos de la Nacin; el reconocimiento de los valores del espritu sin los cuales ningn
progreso material tiene sentido y el acuerdo entre las fuerzas de la ciudadana para que

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Una paz duradera? 115

la cultura de Venezuela se desenvuelva en un ambiente de libertad () el acatamiento a


las normas tradicionales de la convivencia internacional, despus de las fricciones que
nos separaron de algunas naciones hermanas.

Tambin pedan respeto para las autoridades eclesisticas, el resta-


blecimiento de la autonoma universitaria, asediadas como estaban
las universidades por el control represivo. Sin duda era la hora de una
fuerte divisin de la sociedad y el manifiesto abogaba por la unin, la
armona entre los venezolanos. Los intelectuales pensaban que el
pas no puede seguir dividido en grupos hostiles de desterrados, cauti-
vos y usufructuarios de la riqueza.
Otro punto fundamental del documento era el relativo a la garanta
de la libertad de expresin sin ningn tipo de restriccin ni censura.
Todo descansaba en un deseo de concordia y unin: la ciudadana no
desea establecer una divisin antagnica entre Fuerzas Armadas y fuer-
zas civiles, sino una cooperacin respetuosa y ecunime para lograr la
concordia nacional.
En la madrugada del 23 de enero, el pueblo toma las calles. El Presi-
dente haba huido. Se forma una Junta de Gobierno provisoria. Mien-
tras se recupera la calma y se anuncian las primeras medidas para
restablecer el orden constitucional, se abren las crceles y de nuevo
comienza el retorno de los exiliados y perseguidos. El pas comenzaba
nuevamente a reconstituirse.
En febrero de 1958, la Repblica de Cuba recibe a Picn Salas como
acadmico correspondiente de la Academia Nacional de Artes y Le-
tras y sus viejos amigos chilenos, Ricardo Latcham y Juan Loveluck
organizan y publican un volumen de Ensayos escogidos del maestro
venezolano. Sigue participando activamente con sus escritos en las
pginas de opinin de El Nacional y se mantiene activo en sus cte-
dras universitarias.
El nuevo ordenamiento que se adelanta en una Venezuela que reto-
ma los caminos de la democracia representativa, devuelve a Picn Sa-
las a la senda de la diplomacia. En junio de 1958 es designado embaja-

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
116 Mariano Picn Salas

dor en Brasil por la Junta de Gobierno. Las nuevas autoridades necesi-


taban generar confianza internacional y acudieron a muchos ciuda-
danos meritorios para desempear las misiones diplomticas. Antes
de partir, dona su biblioteca a la Facultad de Humanidades y Educa-
cin de la Universidad Central. Desde Ro de Janeiro escribe y sigue
enviando artculos para El Nacional y se relaciona intensamente con
la intelectualidad que vive en la gran ciudad brasilera, muchos son
amigos de Alfonso Reyes, que le recuerdan sus pasos como embajador
unos aos antes.
Su casa, como antes la de Bogot, se convierte en un centro de re-
uniones, de tertulias. Comparte con intelectuales relevantes como Gil-
berto Freyre, Stefan Baciu y Manuel Bandeira. Ese inmenso regalo de
Dios, como llam a este pas, fue reconfortante para lo que ms an-
siaba: escribir. Y qu otra cosa sino libros y artculos podemos hacer
los intelectuales en estas tierras? Se trata de trabajar a largo plazo por
un mundo mejor, dira en algn momento. Y es en Brasil donde ter-
mina de redactar la ltima de sus autobiografas, Regreso de tres mun-
dos, que haba comenzado a escribir en Caracas en 1957 segn le
cuenta en una carta a su amigo chileno Ricardo Latcham y que se
publicara en Mxico en 1959.
Mientras, sus coterrneos lo aguardan. Quieren celebrar con su hijo
errante los 400 aos de la fundacin de Mrida. No puede viajar pero
enva a travs de Pedro Nicols Tablante Garrido su hermoso testimo-
nio Mensaje a los merideos, que se lee el 9 de octubre. En un juego
de memoria y confesin, repasa intensos momentos de su infancia y
juventud mientras reconoce las transformaciones de aquella vieja vi-
lla en la ms promisoria ciudad cultural de Venezuela: Mrida fue
mucho ms que el lugar de origen; el primero y dramtico impulso
del destino y la vocacin, deca en esa semblanza.
El 7 de diciembre de 1958 se celebran las elecciones y Rmulo Betan-
court, del partido Accin Democrtica, es elegido como Presidente con
el 49.18% de los votos, seguido de Wolfgang Larrazbal, apoyado por el
partido Unin Republicana Democrtica (URD) y el Partico Comunis-

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Una paz duradera? 117

ta de Venezuela (PCV), con el 34.59%. Ese ao, movido en lo poltico,


inaugurara un largo perodo de estabilidad ciudadana e institucio-
nal, al mismo tiempo que marcara el camino al proceso de la alterna-
bilidad democrtica.

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118 Mariano Picn Salas

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119

La hora del recuento

Slo para un hermoso cuento que tambin se llama la Historia,


narramos lo que a nosotros nos pas. Ms que una leccin prctica,
contar historias es un entretenimiento liberador para el cansancio del
hombre, nos dice Picn Salas en Regreso de tres mundos. Esta obra
vino a cerrar ese proceso de hacer confidencias consigo mismo y com-
partirlas en voz baja con sus interlocutores. Tal vez intua que se acer-
caba al final del camino.
Aun cuando en Regreso de tres mundos tal vez priv su voluntad de
compartir la evolucin de su proceso hacia el conocimiento de s mis-
mo, tambin dejaba zanjados los lmites para que otros le conocieran.
Esta obra de sntesis y balance de su vida iba en el mismo sentido de
sus obras narrativas, en las cuales trat de penetrar en una realidad
construida no como un espejo, sino como recreacin de algunos he-
chos y el modelado de tipos humanos que devienen personajes. Su
norte era la observacin, el anlisis, la comprensin y, finalmente, la
interpretacin de todo cuanto le rodeaba y llamaba su atencin.
En Regreso de tres mundos, el lector se halla en presencia de un
Picn Salas ms ntimo, memorioso y justo, pero tambin contenido y
mesurado. Accede a una voluntad de descubrirse pero, sobre todo, le

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
120 Mariano Picn Salas

interesa recuperar las etapas de su formacin intelectual, esttica y


espiritual. Pero esa intimidad y aparente desnudez, hay que verla con
atencin, puesto que no es el hombre hablando de los pormenores de
su vida, de sus acciones, como una autobiografa tradicional.
Lo que l llama un hombre en su generacin es ms bien la forma-
lizacin de un distanciamiento que mediante los aos transcurridos,
le permiten valorar y enjuiciar los hechos que le tocaron de cerca, las
circunstancias que le movieron al desplazamiento; el exilio, su com-
promiso con el pas, dentro y fuera de l, su posicin poltica. Pero ese
extraamiento tambin le permite separarse de un yo confesional para
mostrarse ms bien como cronista de un tiempo marcado por diver-
sas contradicciones.
Si Viaje al amanecer es un relato fragmentado, sin trama novelesca,
no hay en l intencin confesa de hacer autobiografa. El texto se sepa-
ra parcialmente de los hechos, configura un enunciador que narra en
primera persona una serie de acontecimientos que en tanto literatu-
ra no son necesariamente copia fiel de la realidad. Aun cuando los
espacios de sus personajes se encuentran delimitados, o son coinci-
dentes con los espacios de la realidad donde se desarroll la infan-
cia del autor, estos pueden y deben ser comprendidos literariamente,
de manera autnoma. En Viaje al amanecer se propone combinar los
tiempos de la memoria afectiva desordenados, caticos, mticos para
simular el recuento de unos hechos que pasaron ordenados y lineales
en las distintas etapas de su vida, pero hay en ella mucho de ficcin.
En Regreso de tres mundos, en cambio, se mezclan elementos de
ndole autobiogrfica con recreaciones testimoniales, reflexivas y fic-
cionales. Hay un recurrente conflicto con el pensamiento, el mismo
que permea toda su obra: sus propias biografas no son sino en el
fondo ensayos donde recrea el tiempo histrico, las ideas crepitantes,
que sacuden a sus personajes y a sus contemporneos y atalaya desde
donde dispara su propio pensamiento (Siso Martnez, 1970: 63-64).
Picn Salas no se limita a mostrar una trayectoria idealizada y nos-
talgiosa. Tampoco se trata de hacer valer su derecho a la biografa.

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La hora del recuento 121

Insisti en recrear el mundo de su infancia, no para celebrar el adulto


que se regodea en un estilo depurado y en una prosa perfectamente
delineada, sino para atar a sus recuerdos, para reconstruir una memo-
ria que no es slo la suya sino la del pas y de, alguna manera, la del
siglo XX. Si en Viaje al amanecer el narrador abre el dilogo desde lo
ntimo, en Regreso de tres mundos va hacia lo colectivo, por ello es
muy justo que proclame el balance de un hombre en su generacin.
La mirada hacia el pasado le permite creer en el esfuerzo colectivo
pero tambin le advierte el compromiso nico que lleva implcito cada
experiencia humana. Por ello se pregunta: () no es intransferible
toda experiencia humana, y el dolor y la prueba que sufrimos slo nos
sirve a nosotros mismos? Cada uno siente su propia cicatriz (Picn
Salas, 1962: 1445).
Pero bien pudiramos decir que ese balance de lo hecho para librar-
se del pesado fardo de los recuerdos est presente tambin en buena
parte de sus obras de ficcin: Mundo imaginario, Registro de huspe-
des y Odisea de tierra firme.
Regreso de tres mundos est elaborado sobre el recuento de lo vivi-
do. Es un poco ensayo, biografa y memoria donde, sin embargo, no
hay confesin ni recuento pormenorizado de los aspectos de su vida.
No es memoria ni diario, menos an tiene intencin apologtica. Es
slo un balance crtico de las coyunturas vividas por un intelectual
que reflexion y se cuestion a s mismo como un hombre de su
tiempo.
Es notable la omisin de datos especficos sobre su nacimiento e in-
fancia, sus parientes, matrimonios, su hija, viajes y gustos gastron-
micos. No hay secuencias estrictamente cronolgicas que guen al lec-
tor sobre los pormenores de esa vida que supuestamente se relata y
confiesa. Lo que s es notorio es la reflexin sobre problemas del co-
mn de los seres humanos: el amor, la guerra, el poder, la moral, el
sexo, la poltica, la muerte, entre otros. Tambin se aprecia la omisin
de otras personas. Son escasas las alusiones a amigos, sus adversarios
o correligionarios polticos.

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
122 Mariano Picn Salas

El tono de mesura y comprensin pasa por alto los sinsabores de lo


vivido. No hay la intencin de rendir cuentas ni pedirlas, tampoco de
escarbar en las viejas heridas:

Medido con la tabla de ciertos valores de figurar y poseer muy vigentes en mi pas
quiz fui un hombre sin xito. No llegu a ministro, Presidente de la Repblica ni accio-
nista de minas, barcos y aviones. Cuando tuve algn dinero en el banco se nutra del
pequeo trabajo cotidiano de dar clases a un grupo de muchachos, o de escribir en los
peridicos sencillas reflexiones sobre el arte, la vida y los libros. Era trabajador entusias-
ta y nunca me faltaban algunas metforas o algunas ideas. Si hubiera sido rencoroso
quizs alegara que otros con ideas oscuras y menor diligencia alcanzaron situaciones y
premios ms altos (Picn Salas, 1962: 1446).

Es el testimonio sereno y no por ello resignado de un hombre que ha


vivido intensamente, que ha saboreado triunfos y reconocimientos,
pero que tambin ha logrado sobreponerse a los fracasos. Es su ense-
anza que se trueca en aoranza y tambin en parbola. Es un pacto
de paz consigo mismo, para seguir ms ligero de equipaje, como le
gustaba decir.
Este recuento del trnsito vital haba tenido un intento previo en Las
nieves de antao. Pequea aoranza de Mrida, publicado en 1958
por la Universidad del Zulia, como un homenaje a su ciudad natal en
el IV centenario de su fundacin. Para algunos es memoria y, para
otros, crnica o confesin autobiogrfica.
El escritor se propona organizar las semblanzas y el testimonio de
su pasin andina para obsequirselos a su ciudad como una especie
de memoria ntima. Entonces pensaba en aquella comarca montao-
sa guardada en su memoria y se preguntaba dnde estaban las nieves
de antao. Algunos consideran que Las nieves de antao es otra de sus
autobiografas, junto con Viaje al amanecer y Regreso de tres mundos.
Ms que una pequea aoranza de Mrida, es un testimonio y el rela-
to cincelado del hombre que ha recorrido el mundo, visto y sentido
innumerables paisajes y que siente en sus espaldas el sol de los venados.

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La hora del recuento 123

Es el paisaje de la infancia y la juventud temprana, quizs ya no era


el mismo del que haba salido para buscar nuevos horizontes bajo los
cielos de Amrica. Tras muchos aos de errancia volvera cargando
experiencias, libros, reconocimientos y no pocos sinsabores. En la
Mrida de hoy algo de aquella nostalgia an sobrevive a las calamida-
des del desarrollo urbano descontrolado, un poco queda de la nieve de
antao, un hilo de sus cuatro portentosos ros y algo del colorido ce-
rro de Las Flores.
La ciudad est pincelada con sus recuerdos, tan personales; con el
paisaje y su historia; con los nombres pintorescos de sus pjaros y el
azul lejano de las montaas. Entre sueos y fantasmas deambulan
personajes de ruana y hablar pausado.
En Las nieves de antao todo adquiere matices coloridos: en estas
pginas en que nada se ensea sino un poco de alegra y amor, sigo
devolviendo a mi ciudad algo de la deuda de nostalgia y ensueo que
me dio para peregrinar por la vida, escribi.
Una ciudad que siempre ha credo ms en las ciencias y las artes, en
el poder de la razn y las ideas que en las rdenes de los cuarteles:
Siempre fue Mrida ciudad culta, pacfica, de letrados, poetas y gen-
tes corteses que no podan defraudar el compromiso de estudio y me-
ditacin a que convida su incomparable paisaje. E insiste Mariano:
El merideo que viaja lleva la iluminada fbula de su paisaje como
permanente nostalgia.
Por sus pginas pasa la evocacin de don Tulio, el rapsoda de Mri-
da, el iniciado Emilio Menotti Spsito, recitador de cantos brbaros,
la pedaggica disertacin de Julio Csar Salas, Gonzalo Picn Febres,
emborronando papeles para darle a Venezuela su primera historia
intelectual y Antonio Spinetti Dini, Tonino, con quien lea las novelas
de Salgari y reviva las hazaas de Sandokan.
Uno de los mayores mritos de estas pginas es el de preservar la
memoria. La Mrida que entreg soldados adolescentes a la causa de
la Independencia y que dejaron sus vidas en Los Horcones y Niquitao;
la ciudad que transform un seminario en Universidad como una de

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
124 Mariano Picn Salas

las primeras reivindicaciones de los patriotas merideos al formar su


Junta Autonmica en 1810.
No poda escapar al ojo atento del viajero, la relacin con las otras
ciudades homnimas, la Mrida mexicana, situada en la blanca, casi
ptrea pampa yucateca y la Mrida extremea, emrita augusta, ma-
dre de las otras dos Mridas indianas, que tiene el encanto de un ro
que tambin se llama Albarregas como el de mi ciudad natal.
Picn Salas recuerda con emocin y simpata a un viejo pariente
suyo, don Juan de Dios Picn Grillet, a quien no conoci sino por su
fama de genio al que arrastr la fantasa, quien como pequeo Guten-
berg criollo reproduca en su imprenta manual el calendario que re-
ga el tiempo de las cosechas, las fiestas de guardar y anunciaba la
llegada de las aves migratorias.
Esta obra recuerda en lo formal y en su contenido miscelneo a su
primer libro, Buscando el camino, pero aqu, particularmente, reto-
ma hechos y personajes de la vida cultural de su ciudad natal, as como
ancdotas y reconocimientos a quienes contribuyeron a su desarrollo
intelectual. Al final de su vida haca un balance pero, sobre todo, de-
seaba dejar constancia del proceso formativo de su carcter, sensibili-
dad artstica y social. Le import mostrar los modos como se fue cons-
truyendo su interioridad, y los cambios que iba registrando de un modo
natural como un hombre de su tiempo.

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125

Al final de la travesa

La misin diplomtica en Brasil se extiende hasta marzo de 1959. Es


nombrado por Rmulo Betancourt, el nuevo Presidente de la Repbli-
ca, como embajador delegado permanente por Venezuela ante la UNES-
CO. Rene sus papeles y escribe un penetrante ensayo de observacin
sobre el pas que generosamente lo haba acogido. Lo titula Despedi-
da de Brasil. Pasa rpidamente por Caracas para preparar su viaje
hacia Pars.
En la Facultad de Humanidades y Educacin de la Universidad Cen-
tral nombre con el cual se sustituy el de Filosofa y Letras que l
haba fundado lee una conferencia que es el balance de su estada en
el pas que acaba de dejar atrs: Breve visin del Brasil. En mayo
viaja a Pars y se incorpora a sus nuevas labores en la UNESCO. Poco
despus es electo miembro del consejo ejecutivo de la organizacin.
La presencia de Picn Salas en los espacios culturales franceses, como
antes en Chile, Colombia, Mxico y Brasil, como puede leerse en diver-
sos testimonios, prestigiaba el nombre de Venezuela.
En septiembre viaja a Bucarest para asistir al Coloquio Internacio-
nal sobre Civilizaciones, Lenguas y Literaturas Romnicas. Va como
delegado oficial de la UNESCO y en su ponencia, que lee el da 15,

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
126 Mariano Picn Salas

habla acerca de los aspectos de la civilizacin romnica en Amrica


Latina. En noviembre viaja a Italia para participar en el homenaje a
Andrs Bello que le rinde el Instituto Columbiano de Gnova.
En marzo de 1960 viaja a Israel y en abril participa en la organiza-
cin del homenaje que La Sorbona le rinde a su gran amigo y menor
mexicano Alfonso Reyes, quien haba fallecido en la Ciudad de Mxico
el 27 de diciembre de 1959. La noticia de esta muerte embarg de tris-
teza aquel fin de ao, pues mucho haba significado para l la amis-
tad y el apoyo del humanista pero, sobre todo, su magisterio. El mexi-
cano era para l un poco de asidero y firmeza en el mundo, como
escribi en su ensayo de homenaje Letra de Alfonso Reyes. En octu-
bre es designado miembro correspondiente de la Hispanic Society of
America. Son meses de trabajo intenso y sobre todo de mucha labor
administrativa. En marzo de 1961, la Real Academia de la Historia de
Espaa lo nombra miembro. En Caracas se reedita su Formacin y pro-
ceso de la literatura venezolana con algunos ajustes y un nuevo ttulo:
Estudios de literatura venezolana. En agosto es admitido como miem-
bro correspondiente en la Asociacin Internacional de Crticos de Arte
(AICA), con sede en Pars. Desde all aboga por la creacin de un cap-
tulo correspondiente a Venezuela. En diciembre dicta conferencias en
la Universidad de Heidelberg, Alemania.
1962 es un ao muy intenso desde el punto de vista laboral e intelec-
tual. Viaja en enero a Chile para participar en la Escuela Internacional
de Verano, que por tercera vez convocaba la Universidad de Concep-
cin. En el vuelo que lo llevaba a Santiago sinti el ritmo desacompa-
sado de su corazn: era un claro aviso de que algo no andaba bien en
su salud, pero quizs no pudo intuir que se acercaba al final de su
vida. En lugar de aminorar su ritmo de trabajo y sus compromisos
pblicos, contina con la misma intensidad. Retorna a Pars y luego
visita Italia.
En junio asiste como delegado al Festival Cinematogrfico Latino-
americano en Sestri Levante, Italia. All lo entrevista la periodista mexi-
cana Elena Poniatowska. En esa entrevista expresa muchos de los ele-

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Al final de la travesa 127

mentos que sustentan su ideario poltico, la situacin de Venezuela


para ese momento, su poltica exterior, los problemas derivados de la
Revolucin Cubana, siempre reforzando su idea de democracia social
y libertad poltica, as como su fe en las transformaciones positivas
de la ciencia y la tcnica. Subraya que en medio de la discordia hu-
mana, el intelectual debe ser un elemento de concordia, y afianza la
idea de que un pas es una tarea comn (Zambrano, 2002: 121). En ese
sentido se mantena fiel a sus propias palabras expresadas en Regre-
so de tres mundos:

En medio del furor de endemoniados que tanto a la derecha como a la izquierda


pareca acosarnos, prefer mi liberalismo un poco anacrnico al monopolio de la ver-
dad y las frmulas inflexibles que ofrecan los nuevos empresarios de mitos (Picn
Salas, 1962: 1333).

En las funciones propias de su alto cargo en la UNESCO, viaja luego


a Grecia y Turqua. En enero de 1963 est de nuevo en Caracas y all
recibe los ejemplares de un nuevo libro: Los malos salvajes. Civiliza-
cin y poltica contemporneas que haba publicado en Buenos Aires
la Editorial Sudamericana. Un nuevo destino le aguarda: el presidente
Betancourt le encomienda la misin de ocupar la Embajada de Vene-
zuela en Mxico, sin deshacerse de sus compromisos con la UNESCO.
Aunque haba retornado con cansancio acumulado y la salud re-
sentida, acepta el reto. El 13 de febrero tom posesin de la embajada
y el da 15 present sus credenciales ante el presidente Adolfo Lpez
Mateos. Poco despus, sufre una severa crisis asmtica que lo mantu-
vo internado en el Hospital Cardiolgico bajo cuidados especiales y
un diagnstico pesimista (Picn de Morles, 2000: 467-471). Se recu-
pera y retorna a Venezuela en abril, pero en lugar de elegir un ritmo
ms pausado de trabajo, reanuda sus distintos compromisos con la
misma intensidad. Organiza una coleccin de ensayos que edita bajo
el titulo de Hora y deshora. Aparece en ingls De la Conquista a la
Independencia, publicado por la Universidad de California, Berkeley,

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
128 Mariano Picn Salas

como A Cultural History of Spanish America. From Conquest to Inde-


pendence, con traduccin de su amigo el clebre hispanista Irving A.
Leonard.
El 20 de agosto atiende una peticin del presidente Betancourt para
que ocupe la Secretara General de la Presidencia ante la renuncia de
Ramn J. Velsquez. Sin desatender sus obligaciones en la UNESCO, se
encarga de diversas tareas, en medio de un clima poltico agitado de
cara a las elecciones que se realizaran el 1 de diciembre. Era una
distincin que le haca su viejo amigo, en los das finales su gobierno.
En las elecciones resulta ganador Ral Leoni. Despus de muchos aos,
un civil entregaba el mando a otro civil y se conjuraba un largo perio-
do histrico que llevaba el tiempo del siglo en lo que se refiere a tomas
del poder por orden de la fuerza.
Su compromiso de estar en la tarea venezolana lo retiene en Cara-
cas. En febrero recibe la distincin del Gran Premio Anual Interameri-
cano Escritores de la Libertad, correspondiente al ao 1963, otorga-
do por la institucin argentina El Consejo del Escritor. Comparte la
distincin con la escritora Silvina Ocampo. Acepta el premio pero no
puede ir a recibirlo ya que en las fechas previstas su presencia es re-
querida en su despacho de la UNESCO.
Sus funciones como ministro de la Secretara de la Presidencia ce-
san en marzo. Entre sus manos tiene los papeles que daran forma
concreta a un anhelado proyecto, el de crear un organismo para ge-
renciar la cultura con rango nacional, aglutinar los esfuerzos disper-
sos en este sentido pero conservando una total autonoma. Para ello
cuenta con el apoyo del ministro de Educacin, su viejo amigo Jos
Manuel Siso Martnez y, por supuesto, del presidente Ral Leoni, quien
lo nombra comisionado de la Presidencia para formar el Instituto Na-
cional de Cultura y Bellas Artes (INCIBA). Se constituye bajo su coordi-
nacin un equipo de profesionales, artistas e intelectuales que le pres-
tan su esfuerzo para concretar la idea.
Nuevamente viaja a Europa, a comienzos de abril. Primero pasa por
Madrid y dicta cuatro conferencias en el Instituto de Cultura Hispni-

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Al final de la travesa 129

ca. Luego viaja a Pars. All retoma sus funciones diplomticas y se


encuentra con su Au Carrefour de Trois Mondes, la traduccin france-
sa de M. O. Fortier y M. Serrat de su Regreso de tres mundos, que ha
sido publicada por la Editorial Casterman. Regresa a Caracas el 13 de
mayo, para reiniciar un nuevo viaje intelectual, esta vez el de un pro-
yecto cultural largamente pensado, el mismo que sera como un via-
je al amanecer de la cultura nacional, y que por obra de las paradojas
tambin lo acerca al fin de la errancia terrena.
Los meses que van de junio a diciembre de 1964 los dedica con de-
nuedo a concretar este proyecto y, sobre todo, a vencer las resistencias
que una iniciativa de esta envergadura representaba para algunas per-
sonas interesadas en negar la prioridad de los aspectos culturales en
la agenda del nuevo gobierno. Viaja brevemente en octubre a San Jos
de Costa Rica, en atencin de una invitacin de la Escuela Interameri-
cana de Educacin Democrtica para dictar un ciclo de conferencias
sobre el Anlisis poltico de la Historia de Amrica Latina. Su salud
se resiente de nuevo, por lo que decide regresar rpidamente a Cara-
cas. Apenas se recupera comienza a luchar contra el tiempo y las ad-
versidades. El horizonte del nuevo ao le esperaba para inaugurar el
INCIBA y convertirse en su primer director.
A pesar de que su salud no se restableca del todo, asume un nuevo
compromiso acadmico: dice que s a una invitacin de la Fundacin
Eugenio Mendoza. Se trata de un ciclo de conferencias que debe dictar
bajo el ttulo general de Visin de Amrica Hispana. Dara una con-
ferencia cada semana, la primera parte entre octubre y diciembre de
1964 y la segunda a comienzos de 1965. Desarrolla la primera etapa.
La segunda la cumpliran como un homenaje a su iniciador, los es-
critores Arturo Uslar Pietri, Augusto Mijares, Pedro Grases, Eduardo
Arroyo Lameda, Fernando Paz Castillo, Juan Liscano y Jos Ramn
Medina, entre otros.
Despus de tanto trajinar la geografa de muchos pases, en la noche
del viernes 1 de enero de 1965, alrededor de las diez de la noche,
Mariano Picn Salas falleca de un ataque cardiaco en presencia de su

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130 Mariano Picn Salas

esposa y amigos cercanos, que cenaban en su casa. Haba pasado un


da intenso y agotador en el Palacio de Miraflores, entre los protocolos
oficiales de salutacin por el fin de ao. La noticia circul rpidamen-
te por Caracas y tambin en otros pases donde haba vivido y cosecha-
do amistades y reconocimientos.
Fue velado el da siguiente y sepultado en el cementerio General del
Sur el 3 de enero. En el acto intervinieron algunos de sus amigos, en-
tre ellos el escritor Miguel Otero Silva, quien valor los mritos del
merideo:

Como Andrs Bello, crey ms en la luz de la pluma que en el metal de la espada.


Como Bello, fue negado o desestimado por muchos de sus contemporneos; como Bello,
fue un maravilloso artesano de la cultura y del verbo. Y como a Bello quin no se
atreve a vislumbrarlo y a proclamarlo en esta dura hora de su muerte?, le rendirn
tributo de respeto las generaciones venideras, le apreciarn nuestros hijos y nuestros
nietos en su exacta dimensin de maestro, sentenciarn los crticos que no existi jams
entre nosotros escritor de tanta jerarqua intelectual y de tan depurado estilo como
Mariano Picn Salas (Otero Silva, 1965: C-1).

Mientras, llegaban notas de condolencia de Gobiernos amigos, de


intelectuales e instituciones y se hacan elogios de su trayectoria inte-
lectual y ciudadana. Muchos de estos testimonios y homenajes por el
gran hombre, maestro por sus ideas y por su expresin, se publicaron
al ao siguiente en un libro homenaje titulado Para Mariano Picn
Salas. En 1995 sus restos fueron trasladados al Cementerio de El Espe-
jo, en su Mrida natal.
Toda tarea que emprenda anticipaba de antemano su horizonte. En
las prensas quedaba su libro Suma de Venezuela, la coleccin de ensa-
yos suyos que seran una gua para acercarse al drama histrico y hu-
mano de su pas. As tambin el discurso con el cual inaugurara el
Instituto Nacional de la Cultura y Bellas Artes (INCIBA), lo haba deja-
do redactado. Para algunos era su testamento intelectual.

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En este esfuerzo resuma muchos de los que fueron sus sueos de


constructor: () la Cultura parece la ms vlida empresa integradora
() Es no slo necesario estimular y compensar el trabajo inventor de
los creadores, sino acercar al goce y disfrute de las inmensas mayoras
todos los bienes del espritu. El discurso fue ledo por Miguel Otero
Silva en el acto de inauguracin del INCIBA, el 18 de enero. En la mesa
del presdium qued una silla vaca.

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132 Mariano Picn Salas

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El legado intelectual

Mariano Picn Salas, don Mariano, como le llamaron tempranamente


sus amigos y allegados, dejaba tras de s un legado rico y variado de
obras, comprendidas como difanos ejemplos de cultura y erudicin,
escritas en una prosa cuidada, lograda a travs de una clara concien-
cia del lenguaje, del rigor esttico, sin dejar de aproximarse a su lector
en un tono amable y cercano. Sus alegras quiz fueron limitadas por
la fatalidad del destino, que siempre pareci cobrarle una cuota de
dolor y sacrificio. El goce de comprender y comunicar son los asideros
de su talante universal y humanista.
Para Picn Salas, pensar la historia, indagar en ella fue siempre un
modo de fijar la pertenencia y la misin de su presente. Esta ptica se
vincula con su preocupacin explcita por Venezuela y por lo que ella
representa como nacin. l mismo ayud a definir, a conceptuar ese
perfil de nacin: () una nacin no es slo una suma de territorios y
recursos naturales, sino la voluntad dirigida, aquella conciencia po-
blada de previsin y de pensamiento que desde los das de hoy avizora
los problemas de maana (Picn Salas, 1962: 143).
Am profundamente a Venezuela. Tambin comparti su pasin y
preocupacin por el destino de Amrica y comprendi las vicisitudes

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134 Mariano Picn Salas

del hombre contemporneo en cualquier latitud. Fue un hombre de


su tiempo que vivi intensamente las contradicciones del siglo XX.
Apost por el sueo de libertad, de democracia, tolerancia y justicia
social. Fue fiel a sus principios y no abjur de sus creencias. Fue crti-
co, y a veces satrico cuando quiso perseguir un fin correctivo. A veces
su escepticismo se convierte en profeca, sobre todo cuando cuestiona
los estigmas de un ejercicio poltico mal digerido:

() la poltica engendra en muchos un mesianismo providencialista que puede trocar-


se en ceguera o en intoxicacin psquica. Y es la carencia de autocontrol, escepticismo y
espritu crtico, lo que marca las fronteras entre el poltico normal y el tirano (Picn
Salas, 1962: 1439).

Su vida y su obra se deben juzgar por lo que tienen de verdadera y


durable, y no slo por las coyunturas de sus actuaciones polticas de
los ltimos aos. Algunos jvenes entonces acicateados por los aires
de una revolucin que devino retrica vaca le exigieron una postura
y un compromiso que l ya haba cumplido con creces, cabalmente.
Fue un humanista en el sentido ms amplio del trmino. Su obra, vas-
ta en profundidad y vigencia, espera nuevos lectores con quienes siem-
pre pretendi un dilogo cercano.
Lo que anim al intelectual, tanto en su etapa de formacin juvenil
como en su madurez, fue la bsqueda del conocimiento y esto impli-
caba necesariamente una toma de conciencia social, de actitud ante
la historia, ante su pas, y sobre todo un compromiso generacional
que lo llamaba a tomar parte en los hechos que estaban desarrolln-
dose en su presente inmediato.
La escritura y edicin de sus libros casi siempre se hizo desde fuera
de su pas. Pero tambin fuera de su pas se form acadmicamente.
Hizo su carrera destacada como maestro, y gracias a su prestigio y
formacin, desempe cargos diplomticos. Su visin del mundo, que
se desprende de su obra ensaystica y se muestra en su narrativa, mu-
cho debe a ese designio del destino que lo llev a recorrer y conocer

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El legado intelectual 135

remotas geografas. La universalidad es un signo de su obra, deca el


maestro ngel Rosenblat.
Todo en su vida estuvo permeado por la errancia. Sus abundantes
pginas llenas de lucidez y belleza permiten conceptuar e interpretar
los procesos polticos, los momentos histricos y sobre todo las con-
tradicciones del siglo XX. Tambin a esa errancia se debi quizs su
agudeza, sensibilidad y capacidad para evaluar su presente, marcar
los contrastes entre los conceptos y la accin, expresar sin ambages
sus puntos de vista, aunque ello tocara algn inopinado inters:

An me queda el escrpulo de que cuando era joven pareca abrumarlos con mi docu-
mentacin y, quizs, con mi pedantera. Les resultaba incmodo y preferan aislarme
con helada compostura. Pagu siempre caro mi menosprecio de la rutina, el gusto de
decir una paradoja o torcer el conocimiento vulgar y refranesco en que se asienta la
conducta de muy orondas y poderosas gentes (Picn Salas, 1962: 1447).

La bsqueda de s mismo como autoconocimiento y la errancia como


peregrinacin, son tambin hechos concretos que subrayan la creen-
cia del escritor en que la superacin individual es siempre el punto de
partida hacia el mejoramiento colectivo. En ello se ampara la educa-
cin como el camino para afinar la conciencia de los hombres. Asimis-
mo la indagacin en el pasado, el conocimiento de los valores cultura-
les de otros pueblos y la asuncin de los retos del presente.
Para algunos de sus lectores crticos, el pensamiento de Picn Salas
es pesimista. Para otros, es ms bien la condicin vigilante de un hom-
bre demasiado consciente de su procedencia histrica y por lo tanto
muy arraigado en su responsabilidad intelectual ante los retos de su
tiempo. Su fina irona y su sentido del humor siempre le acompaa-
ron, incluso en los momentos menos felices. Un pesimista alegre, le
llam su amigo Luis Alberto Snchez. Fiel a s mismo, es un ejemplo
de honestidad. Su compromiso es tambin una forma de utopa; por
ello su vida puede definirse desde un tpico fundacional:

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136 Mariano Picn Salas

La vida personal o la Historia no es sino la nostalgia del mundo que dejamos y la


utopa ardorosa, siempre corregida y rectificada, de ese otro mundo a donde quisira-
mos llegar. Un pretrito poblado de imgenes que el tiempo transcurrido transmuta en
materia potica, en paraso de las primeras aoranzas, y un futuro conjurador que
quisiramos moldear a la medida de nuestros sueos de belleza y de justicia, en doble
proceso de la razn ordenadora y de la voluntad que anhela ser partcipe de la tarea de
las generaciones (Picn Salas, 1962: 1338).

Su preocupacin americanista atraviesa la mayor parte de sus ensa-


yos, la cual est asociada a su necesidad de comprensin y asimilacin
de una historia comn americana, cuyo conocimiento es no slo nece-
sario sino fundamental:

El deber de un escritor que ama la Cultura y la familia de pueblos en que naci y ve en


Hispano-Amrica la prolongacin del espritu y la problemtica de la propia patria. Esa
Historia comn que nos envuelve no es para nosotros slo pasado y lontananza, sino
tambin futuro que debe delinearse, responsabilidad que compete a intelectuales, educa-
dores y polticos. Es la angustia y la utopa y a ratos la frustracin de un destino
histrico indiviso (Picn Salas, 1952: V).

Tambin en su obra narrativa, Picn Salas fija su tradicin, acotn-


dola y comprendindola. Despus de este proceso va a su reescritura.
Desde ella, ficcionalmente, reconstruye los signos de su presente y
revela aperturas para mirar de manera profunda a su pas, a su cultu-
ra, a las coyunturas histricas que han forjado su presente. Su visin
es fundacional y comprometida con el devenir del hombre y sus pro-
cesos formativos. El eje principal de su pensamiento histrico, estti-
co y social es la conciencia del papel que como intelectual, como escri-
tor, tiene justamente como heredero de una tradicin que debe ser
recuperada y conocida, para que la desmemoria no sea un signo deter-
minante del pueblo como si se tratase de una fatalidad insuperable.
Fue el mejor bigrafo de s mismo. Buena parte de sus escritos llevan
la evocacin, la semblanza o la estampa de su memoria sobre los he-

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El legado intelectual 137

chos significativos de su tiempo y sobre las personas que directa o indi-


rectamente rodearon su existencia. Muchas pginas an estn por re-
cogerse. Su hija Delia Isabel se ha ocupado de ordenar y editar su valio-
sa correspondencia, as como en un extenso volumen reuni los ensayos
dispersos de su poca chilena bajo el ttulo de Prosas sin finalidad.
Muchos de los problemas del pas que vislumbr, analiz y discuti
en sus ensayos an estn a la espera de soluciones. Alz su voz para
advertir que de no hacerse correctivos propiciados por la educacin,
los altos ingresos petroleros estancaran las potencialidades producti-
vas del pueblo, creando una sociedad parasitaria y burocratizada.
Escribi para su presente pero tambin para un horizonte que ya
no vera, pero que intuy con la diafanidad de quien por conocer
mucho el pasado sabe que los das son repeticiones de los viejos pro-
blemas para los nuevos actores. Picn Salas vivi el drama presente
de la cultura y nos leg tal como quiso la angustiada crnica de sus
das. se es el drama de las generaciones en todas las pocas, y el reto
de las generaciones de los venezolanos en el porvenir. Su lcida obra
siempre ser un inmenso interrogante sobre Venezuela, el continen-
te y su devenir.

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
138 Mariano Picn Salas

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Venezuela, 2 ed., Caracas, Universidad Catlica Andrs Bello.
Pineda, Rafael, Iconografa de Mariano Picn Salas, Caracas, Biblioteca
Ayacucho, 1990.
______ (comp.) (1966), Para Mariano Picn Salas, Caracas, INCIBA.
Rivas Dugarte, Rafael ngel (1985), Fuentes documentales para el estudio
de Mariano Picn Salas, Caracas, Ediciones de la Presidencia de la Repblica.
Snchez Carillo, Antonio (1955), El mensaje de Mariano Picn Salas,
Cuadernos Americanos, Mxico, nm. 84: 4, pp. 143-148.
Siso Martnez, Jos Manuel (1970), Mariano Picn Salas, Mxico, Yocoima.
Siso Martnez, Jos Manuel y Juan Oropesa (1977), Mariano Picn Salas,
correspondencia cruzada entre Rmulo Betancourt y Mariano Picn Salas
(1931-1965), Caracas, Fundacin Diego Cisneros.
Sucre, Guillermo (1983), Cronologa en Mariano Picn Salas, Viejos y
nuevos mundos, Caracas, Biblioteca Ayacucho, pp. 625-665.

Mariano 142 23/7/08, 3:21 PM


Bibliografa 143

Sucre, Guillermo (1987), Introduccin a Mariano Picn Salas,


Autobiografas, Caracas, Monte vila Editores, 1987, pp. VII-XIX (Biblioteca
Mariano Picn Salas, I).
Zambrano, Gregory (2003), Mariano Picn Salas y el arte de narrar, Mrida,
Universidad de Los Andes-Vicerrectorado Acadmico.
______ (comp.) (2002), Mariano Picn Salas y Mxico, Maracaibo,
Universidad Catlica Cecilio Acosta.
______ (comp.) (2007), Odiseos sin reposo. Mariano Picn Salas y Alfonso
Reyes, correspondencia 1927-1959, 2 ed., Mxico, Universidad Autnoma
de Nuevo Len - Universidad de Los Andes.

Mariano 143 23/7/08, 3:21 PM


Biblioteca Biogrfica Venezolana
144 Mariano Picn Salas

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ndice de contenidos 145

Arte y virtud

9

Una ciudad en lo alto de un monte



13

La geografa del aire



17

Estacin Caracas

27

Chile, la frtil comarca sealada



33

Santiago a lo lejos

37

La pasin venezolana

53

Meditar en Europa

61

El llamado del deber



67

Aoranzas del paraso perdido



75

Buen ciudadano del continente



79

Contra el inmediatismo: conciencia histrica



85

Las oscuras vueltas del laberinto



91

Mxico: retablo de la maravilla



95

Comprender a Venezuela

99

El milagro de la sencillez

107

Una paz duradera?



113

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Biblioteca Biogrfica Venezolana
146 Mariano Picn Salas

La hora del recuento



119

Al final de la travesa

125

El legado intelectual

133

Bibliografa

139

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Biblioteca Biogrfica Venezolana

Ttulos publicados
Primera etapa / 2005-2006
11. Joaqun Crespo / Ramn J. Velsquez / Tomo I y Tomo II
12. Jos Gregorio Hernndez / Mara Matilde Surez
13. Aquiles Nazoa / Ildemaro Torres
14. Ral Leoni / Rafael Arriz Lucca
15. Isaas Medina Angarita / Antonio Garca Ponce
16. Jos Toms Boves / Edgardo Mondolfi Gudat
17. El Cardenal Quintero / Miguel ngel Burelli Rivas
18. Andrs Eloy Blanco / Alfonso Ramrez
19. Renny Ottolina / Carlos Alarico Gmez
10. Juan Pablo Rojas Pal / Edgar C. Otlvora
11. Simn Rodrguez / Rafael Fernndez Heres
12. Manuel Antonio Carreo / Mirla Alcibades
13. Rmulo Betancourt / Mara Teresa Romero
14. Esteban Gil Borges / Elsa Cardozo
15. Rafael de Nogales Mndez / Mirela Quero de Trinca
16. Juan Pablo Prez Alfonzo / Eduardo Mayobre
17. Teresa Carreo / Violeta Rojo
18. Eleazar Lpez Contreras / Clemy Machado de Acedo
19. Antonio Jos de Sucre / Alberto Silva Aristeguieta
20. Ramn Ignacio Mndez / Manuel Dons Ros
21. Leoncio Martnez / Juan Carlos Palenzuela
22. Ignacio Andrade / David Ruiz Chataing
23. Teresa de la Parra / Mara Fernanda Palacios
24. Cecilio Acosta / Rafael Cartay
25. Francisco de Miranda / Ins Quintero

Segunda etapa/ 2006-2007


26. Jos Tadeo Monagas / Carlos Alarico Gmez
27. Arturo Uslar Pietri / Rafael Arriz Lucca

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28. Daniel Florencio O Leary / Edgardo Mondolfi Gudat
29. Morella Muoz / Ildemaro Torres
30. Cipriano Castro / Antonio Garca Ponce
31. Juan Vicente Gonzlez / Luca Raynero
32. Carmen Clemente Travieso / Omar Prez
33. Carlos Delgado Chalbaud / Ocarina Castillo DImperio
34. Csar Zumeta / Luis Ricardo Dvila
35. Carlos Soublette / Magaly Burguera
36. Miguel Otero Silva / Argenis Martnez
37. Agustn Codazzi / Juan Jos Prez Rancel
38. Pedro Manuel Arcaya / Pedro Manuel Arcaya Urrutia
39. Raimundo Andueza Palacio / Edgar C. Otlvora
40. Andrs Bello / Pedro Cunill Grau
41. Rmulo Gallegos / Simn Alberto Consalvi
42. Eugenio Mendoza / Carlos Alarico Gmez
43. Jos Gregorio Monagas / Agustn Moreno Molina
44. Jos Rafael Revenga / Carlos Hernndez Delfino
45. Gustavo Machado / Manuel Felipe Sierra
46. Rafael Arias Blanco / Manuel Dons Ros
47. Jos Mara Vargas / Carolina Guerrero
48. Mario Briceo-Iragorry / Laura Febres
49. Jos Antonio Ramos Sucre / Alba Rosa Hernndez Bossio
50. Laureano Vallenilla Lanz / Elsa Cardozo

Tercera etapa / 2007-2008


51. Francisco De Venanzi / Sonia Hecker
52. Antonio Leocadio Guzmn / Rogelio Altez
53. Antonio Guzmn Blanco / Mara Elena Gonzlez Deluca
54. Isaac J. Pardo / Mara Ramrez Ribes
55. Julin Castro / Toms Straka
56. Carlos Eduardo Frias / Edgardo Mondolfi Gudat
57. Arturo Michelena / Francisco Javier Dupl
58. Digenes Escalante / Maye Primera Garcs

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59. Juan Vicente Gmez / Simn Alberto Consalvi
60. Tulio Febres Cordero / Ricardo Gil Otaiza
61. Lucila Palacios / Carmen Mannarino
62. Jos Corts de Madariaga / Antonio Snchez Garca
63. Rafael Mara Baralt / Luca Raynero
64. Manuel R. Egaa / Luis Xavier Grisanti
65. Antonio Lauro / Ivo Hernndez
66. Juan Antonio Prez Bonalde / Antonio Padrn Toro
67. Manuel Antonio Matos / Catalina Banko
68. Gumersindo Torres / Eduardo Mayobre
69. Jos Antonio Pez / Ramn Hernandez
70. Feliciano Montenegro Coln / Napolen Franceschi G.
71. Vicente Salias / Juan Carlos Reyes
72. Ezequiel Zamora / Manuel Dons Ros
73. Francisco Linares Alcntara / David Ruiz Chataing
74. Juan Liscano / Rafael Arriz Lucca
75. Martn Tovar y Tovar / Francisco Javier Dupl

Cuarta etapa / 2008-2009


76. Julio Csar Salas / Francisco Javier Prez
77. Juan Germn Roscio / Carlos Pernalete
78. Armando Zuloaga Blanco / Ignacia Fombona de Certad
79. Jvito Villalba / Omar Prez
80. Miy Vestrini / Mariela Daz
81. Francisco Gonzlez Guinn / Luis Zuccato
82. Emilio Boggio / Beatriz Sogbe
83. Jess Muoz Tbar / Jos Alberto Olivar
84. Fermn Toro / Rafael Fernndez Heres
85. Antonio Arriz / Alexis Mrquez Rodrguez
86. Manuel Felipe de Tovar / Miguel Hurtado Lea
87. Wolfgang Larrazbal / Omar Prez
88. Mariano Picn Salas / Gregory Zambrano

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Este volumen de la Biblioteca Biogrfica
Venezolana se termin de imprimir el mes de
julio de 2008, en los talleres de Editorial Arte,
Caracas, Venezuela. En su diseo se utilizaron
caracteres light, negra, cursiva y condensada
de la familia tipogrfica Swift y Frutiger,
tamaos 8.5, 10.5, 11 y 12 puntos.
En su impresin se us papel Ensocreamy 55 grs.

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