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UNIVERSIDAD DE CHILE

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES/ FACULTAD DE MEDICINA


Magster en Psicologa Clnica de Adultos

Tesis para optar al Grado de


Magister en Psicologa Clnica de Adultos

ESTUDIO DE CASO:
DEL ESTATUTO DE LA INVENCIN FEMENINA FRENTE AL ESTRAGO
MATERNO

ALUMNA
M. Trinidad Avaria Marraccini

PROFESOR PATROCINANTE
Roberto Aceituno

PROFESOR GUA
Alejandro Reinoso M.

ENERO 2013
SANTIAGO, CHILE
AGRADECIMIENTOS
Agradezco a todos quienes me ayudaron y apoyaron en la elaboracin de este estudio de
caso.

En primer lugar a Colomba, por ensearme.

A Diego, por el espacio, su cario e infinita paciencia.

A Alejandro Reinoso, por su generosidad y mesura.

A mis padres, por permitir que la deuda de gratitud quedara instalada en el futuro.

Y a Leonor, mi hija, por haber venido.

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INDICE

I. INTRODUCCIN p. 3
II. PRESENTACIN CASO CLNICO p. 12
1. Historial clnico p. 12
2. Primer momento: Encandilada por la madre. p. 18
3. Segundo momento: Otra madre, otra mujer. p. 23
4. Tercer momento: Un hombre, un quehacer. p. 26
III. ARTICULACIN TERICO CLNICA p. 28
1. Un caso de regresin? Freud y la ligazn-madre pre edpica. p. 30
2. Colomba no-toda. p. 35
3. El estrago materno. p. 39
3. 1. El estrago y el deseo de Ana. p. 40
3. 2 El estrago estructural La imposibilidad de una transmisin? p. 42
4. La posibilidad de una transmisin femenina: ms all de Ana. p. 45
4.1 El atravesamiento del estrago, la renuncia a la madre. p. 45
4.2 El efecto-madre y la transferencia. p. 47
5. Un hombre, un estrago una invencin? p. 53
6. No ms madres, el cierre del proceso. p. 60
IV. DISCUSIN Y CONCLUSIONES p. 62
V. REFERENCIAS p. 66

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I. INTRODUCCIN

El problema que se busca abordar en la siguiente tesis, problema que emerge desde la
contingencia de un caso clnico, es el problema de las soluciones, invenciones, que puede
encontrar una mujer frente al padecer del estrago materno.

En la prctica clnica es frecuente encontrar sujetos femeninos devastados por la relacin


sin lmites e imposible con la madre. La relacin madre-hija se trata de un punto de
fijacin alrededor del cual las nias deben atravesar la tormenta que implica la entrada a
lo edpico, marcada por la intensidad afectiva y la hostilidad que promueve su
alejamiento de la madre. As, en diferentes casos de pacientes mujeres se hace posible
escuchar un lazo ntimo entre su padecer y el vnculo con la madre. Es lo que Fliman
(2008) llam el campo de lo materno: un campo, registro y funcin en que la subjetivacin
va sucediendo.

Aparecen as, diferentes escenas desde la clnica, que tiene como marca la captura de la
mujer en el deseo materno, y la ausencia de lugar en el Otro, oscilando entre la fusin y la
separacin bajo el signo del sin lmites. El alejamiento de la madre est poblado de
dificultades, puede ser abrupto, con la forma de un acting: una entrada en la escena a
travs de un embarazo en la adolescencia, con la forma de un sntoma: una infertilidad
enigmtica en la vida adulta, o con la forma de otro estrago, que puede llegar a ser la
relacin con un hombre. Como ya sealaba Freud (1931), los restos de la relacin materna
pueden retornar activos en distintos momentos de la vida de una mujer.

En este sentido, la clnica nos muestra que cada mujer se sita frente al ser hija, a la
maternidad y a su eleccin de objeto desde una particularidad y singularidad en su ser
mujer: por la aceptacin o por el rechazo, desde el deber o desde el deseo, por su amor o
por su odio, en una posicin masculina o femenina; como en empuje al toda madre o por
su no-toda como mujer. De esta manera, madre y mujer se atraviesan, dejando abierto un
espacio cuyos lmites se extienden hacia lo que queda todava de enigmtico sobre la
sexualidad femenina.

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En este espacio que queda abierto a lo singular, podemos hallar tambin las soluciones
que cada mujer se inventa para entenderse con este campo de lo materno y de lo
femenino, del Otro, que aparece como imposible de acoger en el estrago.

En caso particular que elicita las preguntas de esta tesis, destaca con claridad el
padecimiento y la deslocalizacin de una mujer en relacin a su madre, y al campo del
Otro que para ella representa. El sufrimiento de la paciente abarca todas las reas que son
tocadas por el deseo materno, y no parece haber reflexin posible que escape a lo que su
madre representa. Sin embargo, el proceso va avanzando hacia una forma de
estabilizacin, un hallazgo que, en el campo de la eleccin de objeto y en el orden del
quehacer laboral, permite una salida, aunque sea momentnea, para la paciente frente a
su padecer.

Es as como surgen las preguntas: Qu padecer es, en este caso, lo que se nos presenta
en la relacin madre-hija? Podemos hablar de un padecer propiamente femenino? Qu
conceptos tericos seran tiles entonces para pensar este padecer? Cmo se articula
particularmente aqu el goce de la madre al sufrimiento de la hija? Frente a la evidencia
del caso existe la posibilidad de una transmisin de lo femenino? O bien, los hechos
clnicos dan cuenta de una invencin estabilizante particular frente al padecer asociado a
lo materno? Qu estatuto tienen entonces la eleccin de objeto y el desarrollo en el
campo de lo laboral en esta mujer frente al padecer asociado a lo materno? Qu otras
soluciones parece encontrar la paciente para hacer frente a la figura arrollante de su
madre? Y finalmente qu preguntas deja abiertas este caso en relacin al cierre del
proceso?

Este cuestionamiento abre un campo interesante de abordar, el de una formacin de


compromiso, una solucin femenina, lo que se hace ms relevante aun considerando el
malestar actual frente al no-todo.

Estas preguntas nos conducen a introducir brevemente algunos conceptos que permiten
elaborar un cuestionamiento sobre lo femenino y el malestar particular de esta paciente,

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conceptos que en un apartado posterior sern articulados al caso clnico que motiva este
estudio.

La feminidad como campo de investigacin ha sido tierra frtil para extensos debates y
preguntas. Dentro de este campo, muchos autores (Freud, 1931; Lacan, 1971; Hopen,
2005; Guyomard, 2009; Lessana, 2000) han planteado que la ligazn madre-hija juega un
papel crucial en el desarrollo de la nia. Esta ligazn, muchas veces se hace imposible
precisamente por su intensidad, por la identidad de los cuerpos, y porque es la primera
renuncia que la nia debe efectuar. Es un vnculo en el cual la madre es todopoderosa y,
de no estar presente la funcin paterna que opera como terceridad habilitando el ingreso
en la cultura, la madre puede tomar bajo su ley no slo las palabras de su hija, sino
tambin su cuerpo.

El primero en orientar una investigacin en torno a este punto fue Sigmund Freud. En sus
exploraciones sobre la feminidad, Freud se pregunta sobre lo particular del desarrollo de
la sexualidad femenina en relacin a la del varn.

En sus primeras exploraciones sobre el complejo de Edipo femenino, Freud (1905, 1923a)
plantea que el Edipo en la nia se desarrollaba de la misma forma que en el nio, pero de
manera invertida: amor hacia el padre y hostilidad hacia la madre. En esta etapa de su
investigacin, Freud (1905, 1923b, 1924) sostiene que la diferencia entre el Edipo en el
hombre y en la mujer no se podra apreciar hasta la fase flica, fase en la que se establece
una importante asimetra entre ambos sexos, en funcin de la toma de noticia de la
diferencia anatmica de los genitales y su importancia en la representacin psquica del
propio cuerpo.

Sin embargo, avanzando en su investigacin, Freud (1925) cambia de rumbo en relacin a


la forma que se desarrollaba el Edipo en la nia y seala una prematura y decisiva
diferencia entre ambos procesos: tanto en el varn como en la nia el primer objeto de
amor es la madre, objeto que la nia debe abandonar, mientras el nio lo retiene en la
fase edpica. La nia debe renunciar al falo e investir su rgano sexual, y al mismo tiempo

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declinar de la madre y colocar al padre en su lugar, cambiando as zona ergena y de
objeto, mientras que el varn retiene ambos.

Con esto, Freud [1925, 1931, 1933 (1932)] otorga una particular significacin a la madre
en este aspecto, dado que ella se constituy en el primer objeto ertico y amoroso del
sujeto. A juicio de Freud, la madre se instituye como arquetipo de todos los vnculos
posteriores de amor en ambos sexos.

Sin embargo, plantea Freud (1931), la fase pre edpica de la mujer tiene una significacin
aun mayor que la del varn, dndole una importancia a esta fase que antes no se le haba
conferido. Esta fase deja espacio para todas las fijaciones y represiones relacionadas con
la gnesis de las neurosis, privando el carcter universal de que el complejo de Edipo es el
ncleo de la neurosis.

Para Freud (1931; 1932), la transferencia de los lazos afectivos del objeto materno hacia el
paterno constituy el contenido esencial del desarrollo que condujo a la feminidad.
Incluso, llega a sostener que no se puede comprender a la mujer si no se pondera esta
fase ligazn-madre pre edpica (Freud, 1933, p. 111).

En el caso de la nia a esta significatividad de la madre derivada de que fue ella el primer
objeto investido libidinalmente, se aade el padre como eleccin de objeto de amor y
deseo luego del descubrimiento de la diferencia sexual anatmica. Es este descubrimiento
lo que permite la hostilidad hacia la madre y la disolucin, al menos parcial, de la ligazn-
madre [Freud, 1931, 1933 (1932)].

La identificacin de la nia con la madre se establece entonces en dos niveles para Freud
(1931), uno anterior al complejo de Edipo, particularmente intenso, basado en el vnculo
amoroso con la madre; y otro posterior, basado en el complejo mismo, que busca sustituir
a la madre junto al padre.

De esta forma, al plantear la ligazn-madre pre edpica, los caminos de la constitucin


sexual de un hombre y una mujer comienzan a separarse en Freud, quin investiga la
posibilidad de un camino especfico de la nia, tanto en su entrada como en su salida del
Edipo. La entrada estara marcada por un reclamo sobre su propio cuerpo que la nia

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dirige a la madre, mientras la salida, si existe una salida, estara dada por la eleccin de
objeto femenino y la cuestin del amor.

En sus textos de 1933-1932 plantea que el deseo de hijo es el deseo femenino por
excelencia en la medida que es en este deseo donde se sigue trasluciendo el antiguo
deseo masculino de poseer un pene. En Freud, esto equivale a sealar que ser a travs
de ese deseo, la nia se ubica del lado de lo que el autor llam la feminidad normal,
logrando una salida del Edipo. Freud [1933 (1932)] seala que el deseo con que la nia va
hacia el padre es sin duda originariamente el deseo del pene que la madre le ha denegado
y ahora espera del padre. Sin embargo, la situacin femenina slo se establece cuando el
deseo del pene se sustituye por el deseo del hijo, y entonces, siguiendo una antigua
equivalencia simblica, el hijo aparece en el lugar del pene.

As, podra pensarse que para Freud, el problema de lo femenino queda todo absorbido
en el tema de la funcin flica (1923b). La mujer debe conseguirse un falo, eso que le falta
en su anatoma, y es el hijo quin vendra a completar esa falta estructural. Sin embargo,
al final de su obra Freud (en Bertin, 1982) plantea: La gran pregunta sin respuesta a la
cual yo mismo no he podido responder a pesar de mis treinta aos de estudio del alma
femenina es la siguiente: Qu quiere la mujer? (p.263). Con esto, a pesar de los
acercamientos de Freud a la temtica de la sexualidad femenina, la mujer queda puesta
en el lugar de continente negro, una pregunta que quedar haciendo eco para el
psicoanlisis.

Es as como a pesar de que la salida por el lado de la mujer que obtiene un falo al
convertirse en madre parece una solucin definitiva en Freud, es l mismo quien deja
abiertas un sin fin de preguntas con respecto a la feminidad. Para Freud, la sexualidad
femenina y el complejo de Edipo de la mujer forman parte de regiones oscuras. Al
referirse a estos temas confiesa que nuestras intelecciones de estos procesos de
desarrollo que se cumplen en la nia son insatisfactorias, lagunosas y vagas (1924, p.
186).

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En los aos 60 y 70, Lacan retoma la cuestin sobre la sexualidad femenina siguiendo,
aparentemente, la tesis freudiana de la primaca flica, pero estableciendo que no se trata
del pene sino del falo, un significante que tiene su lugar en el discurso del Otro (Soler,
2006).

Sin embargo, al poco andar, seala Lacan que el psicoanlisis se ha ido orientando hacia el
estudio de las frustraciones que provienen de la madre, estudio en el que el complejo de
Edipo ha sido nuevamente elucidado y tambin deformado. Para Lacan (1958) faltan,
dentro de este enfoque, aquellos aspectos mediadores que justificarn la relacin de los
defectos reales de la maternidad y las perturbaciones en el desarrollo del nio. Se
pregunta Lacan Es entonces a ese privilegio de significante al que apunta Freud al
sugerir que tal vez no hay ms que una libido y que est marcada con el signo masculino?
(p. 698).

Finalmente, Lacan (1973) se desmarca de Freud cuando plantea que, a pesar de estar de
acuerdo que slo hay una libido y sta sera flica, es tambin no-toda. Esto desemboca
en las frmulas de la sexuacin, propuestas por Lacan (1972- 1973) en su seminario Aun.
Es ac donde, buscando aquello propio de la mujer pero nico de cada mujer, propone un
ms all del falo, goce adicional, suplementario, sujeto al no-todo, propio de lo femenino.

Con esto, Lacan (1972- 1973) seala que no existe un significante que pueda representar
a la totalidad de mujeres. A pesar de que la mujer pueda orientarse hacia la funcin flica,
siempre habr un ms all que alude al no toda de la posicin femenina.

Para Lacan, este campo no-todo ser un campo ignorado, dejado de lado. Y es en este
campo donde sita el estrago, para dar cuenta de la relacin primera de una nia con su
madre (Lessana, 2000).

La palabra estrago, ravage, en la obra de Lacan (1968, 1972, 1975-1976) aparece para
referirse a dos relaciones de la mujer: la relacin de la hija con lo materno y de la mujer
con un hombre, dando cuenta de la imposibilidad de ambas, la primera por la identidad, la
segunda por la diferencia.

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A pesar de que no plantea el estrago como un concepto explicativo, s se puede pesquisar
una lnea de desarrollo que permite pensar una clnica de lo femenino.

En cuanto a la primera referencia al estrago (Lacan, 1968, 1972), se puede sealar que en
este proceso que es la sexuacin femenina, muchas mujeres quedan atrapadas en el
deseo materno, en el amor sin lmites, la ligazn madre pre edpica sealada por Freud
[1933(1932)]. Este atascamiento puede presentarse de distintos modos: bajo el signo del
sometimiento, la queja o el constante conflicto y hostilidad. De un modo u otro, son hijas
que siguen vinculadas, circulando en una relacin estragada.

El estrago materno, sera entonces, una relacin de exclusividad con un cuerpo espejado
en el otro, pero a la vez, una relacin estructurante de lo propiamente femenino. Este
trmino reintroduce una especificidad en esta relacin respecto destinos de la feminidad
en las hijas, puntos de fijaciones, salidas, e impasses subjetivos, desde su carcter
estructural.

Es as como se puede sealar que lo que encontramos en las referencias lacanianas al


estrago, es una falta de lugar en el deseo del Otro; falta de lugar que puede ser
estructurante en un momento del desarrollo, pero a la vez, deslocalizante si se sostiene.

Sin embargo, Lacan (1975-1976) seal tambin otras formas de estrago. Se refiere a lo
que puede llegar a ser un hombre para una mujer: la repeticin del vnculo materno en la
trama conyugal, como ya adelantaba Freud en 1931. Nos encontramos as en la clnica
con el amor ligado al estrago, a la repeticin y a la fijacin, el amor alienante,
simblicamente dbil, que aparta al Otro. Es el amor vivido como una obstruccin, asfixia
y que puede fcilmente convertirse en odio, un odio basado en el temor al goce del Otro.

En este mbito, el de la relacin sexual imposible, Lacan (1975-1976), plantea que para
todo hombre, una mujer es un sntoma, frmula que, desde su mirada, no puede ser
invertida. Para la mujer, el hombre es todo lo que se quiera, incluso un estrago, mas no un
sntoma. Enigmtica frase que vale la pena repensar desde la clnica.

Posterior a Lacan, el psicoanlisis ha realizado una amplia investigacin en torno a lo


femenino, bajo la pregunta por si existe lo transmisible de la feminidad.

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Marie-Magdeleine Lessana (2010) plantea que el estrago en si es la experiencia de lo
intransmisible en la relacin madre hija, tanto en el registro simblico como en lo
imaginario. Es por esto que la posibilidad para una nia de no quedar atrapada ante lo
estragante que resulta la relacin con su madre pasa por una renuncia, tanto de la nia
como de su madre, a lo pasional de esta relacin. Esta renuncia sera un atravesamiento
del estrago, un paso en lo real, y cuyos efectos quedarn inscritos en el cuerpo de ambas.

Por su parte, Dominique Guyomard (2009), en esta misma vertiente, concuerda en que no
hay fundacin conceptual de lo femenino para la mujer, no hay concepto al cual ella
podra estar referida para saberse mujer. La mujer es un concepto que no se simboliza
flicamente. Lo que la autora enfatiza es que hay algo transmisible, pero no en la lgica
del significante, no en la lgica flica. Es ese saber propio de lo femenino, dimensin del
vnculo narcisista y narcicisante de la relacin madre-hija, de cuya prdida estragante sera
efecto la posibilidad estructural de construirse como mujer para una mujer.

Es lo que Freud (1914, 1915) explora en sus planteamientos sobre el narcicismo,


estableciendo que la sexualidad ser algo que se implanta desde el Otro, y es la madre
quin ejercer esta funcin para el nio a travs de su propio cuerpo y los cuidados
primarios. El narcicismo materno es para Freud (1914) la condicin de posibilidad del
amor parental, ser necesario que la madre vea algo propio de ella en su hijo para que
pueda investirlo, cuidarlo, narcicisarlo.

Cmo consigue la hija despegarse entonces de su madre e intentar su profundo vnculo


con ella? Cmo se constituye un cuerpo femenino, separndose del cuerpo materno?

Guyomard (2009) plantea que lo que el registro de lo materno impone, tanto en su


presencia como en su ausencia, no a la madre misma, sta vectoriza la transmisin de
otra cosa: una capacidad simblica. Es lo que Lacan (1975-1976) en el seminario 23 El
sinthome seala cuando plantea que la mujer porta por s misma un proceso civilizador,
que puede llegar a apaciguar lo salvaje de la pulsin, y a subjetivar un cuerpo.

Para que la madre se constituya como objeto, y para que la nia se construya un cuerpo
que es capaz de gozar de ese objeto, ser necesario un tiempo anterior, el tiempo que

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Guyomard (2009) llama de lo efmero, y luego una prdida: no del objeto, sino del placer
del vnculo con ese objeto. Lo que se abandona no es la madre misma, es la modalidad
narcicisante del vnculo. Esto es lo que Guyomard llamar el efecto-madre1 y que tiene
como consecuencia el hallazgo de la pacificacin pulsional, y la posibilidad de una salida
ante el goce de la ligazn-madre.

Este tipo de transmisin no asegura una insignia ni un saber, ms bien, abre un campo
para el encuentro de lo propio. Como seala Hopen (2002) El estrago del lado materno,
del que habla Lacan, resulta de esta no transmisibilidad de la feminidad: le corresponde a
cada mujer reinventarla (p. 17). En este sentido, si hay algo transmisible en la feminidad,
sera la posibilidad que una madre entrega a su hija del encuentro de una invencin propia
ante lo intransmisible de la feminidad.

Es entonces a partir de estos conceptos; ligazn madre pre edpica, estrago materno y la
pregunta por lo transmisible y la invencin propia en la feminidad, que se proponen
repensar las interrogantes clnicas que plantea el caso que se expondr a continuacin.

1 En francs, las expresiones efecto madre (leffet-mre) y lo efmero (lphmre) son


homfonos, lo que Guyomard usa para crear un equvoco que da cuenta de la necesidad de que
este efecto madre sea efmero.

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II. PRESENTACIN DEL CASO CLNICO

Con el fin de resguardar la identidad de la paciente que motiva este estudio de caso, se
alterarn algunos datos como nombres, edades y ciudades. La paciente ser llamada
Colomba de manera ficticia.

Para presentar al material, se expondr el historial clnico de la paciente en un primer


apartado, y luego se construir el caso dividido en tres momentos que corresponden a
tres momentos del proceso de trabajo que realiz Colomba, mirados desde dos ejes: el
primero, la posicin, el discurso de la paciente frente a los elementos que ella misma trajo
recurrentemente a sesin: el deseo de la madre, el quehacer laboral y la relacin con los
hombres; y el segundo eje: la posicin transferencial de la paciente a lo largo del proceso.

En una tercera parte de la presente tesis, se articularn estos tres momentos a los
conceptos tericos que fueron superficialmente revisados y que permiten pensar y
elaborar la pregunta que gua el estudio de caso.

1. Historial Clnico

Colomba tiene 25 aos y cursa el ltimo ao de una carrera relacionada con la salud.
Consulta por iniciativa de su madre, Ana, pero ella est de acuerdo en que necesita hablar
con alguien que la pueda ayudar con los obstculos que est presentando en sus estudios.
Colomba pide recomendacin de una psicloga a uno de los hijos de Alberto, la pareja de
la madre, quin les da mi nmero de telfono.

Es su madre, Ana, quin realiza el primer contacto telefnico para solicitar hora. A la
primera entrevista vienen las dos juntas, y a pesar de que Ana no pasa a sesin, me
advierte en la sala de espera Ella es difcil, ojal puedas hacer algo con ella.

Colomba se muestra muy tmida, insegura, habla muy despacio y con una voz suave.
Seala que su motivo de consulta es que siento cansancio de que mi timidez e
inseguridad me pongan barreras tan grandes. Relata que a pesar de obtener las mejores
notas de su generacin, el ao anterior reprob su prctica clnica por su imposibilidad de

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relacionarse con el equipo profesional del hospital: mdicos y enfermeras. Le cuesta
mucho hablar frente a ellos, poder realizar procedimientos bsicos, incluso relacionarse
con sus pares, ya que siente contantemente que est haciendo las cosas mal frente a la
mirada vigilante del equipo, especialmente de su supervisora. La mirada de esta mujer se
le aparece sin velos, irrumpe en su quehacer y la congela.

Por esto, prefiere no hablar, a travs de su timidez y silencio, Colomba busca pasar
desapercibida. Esto, le ha trado como consecuencia una mala evaluacin en su prctica
por parte de sus supervisoras, y finalmente, la reprobacin de la misma. Por esta razn,
Colomba ha estado pensando en abandonar sus estudios.

Relata que esa es la situacin en la que ms se angustia, pero que su silencio no sucede
solamente en su prctica laboral. Cuenta que en general nunca dice nada, ni reclama
cuando algo le parece injusto: ni frente a su madre, ni en su crculo social, ni en el trabajo.
No habla porque siento que no tengo nada que ofrecer, que no va a cambiar nada si
hablo.

En cuanto a su historia, Colomba advierte que siempre ha estado con psiclogos,


principalmente por su timidez. Para ella, todos sus sntomas remiten a la madre, Ana, a la
falta de ella: Mi abuela me cri hasta los 8 aos. Mi mam siempre me ha dejado de lado
por sus parejas. De sus tratamientos anteriores, Colomba ha heredado complejas
hiptesis llenas de sentido sobre cmo la afectado la falta de su madre, sobre como su
timidez se debe a una baja autoestima, a la necesidad de ser aprobada y de un puerto
seguro como ella llama a alguien que est incondicionalmente para ella.

Colomba cuenta una historia de repetidos abandonos por parte de la madre, cambios de
casa y ciudad dependiendo de la pareja del momento Ella siempre quiso tener una
familia bien constituida, estaba dispuesta a dejarlo todo por eso, a mi tambin. Aparece
con fuerza el lugar donde la madre pone su deseo: los hombres debera odiarla a ella,
pero no puedo, todo es siempre contra ellos, los hombres. Colomba retrata a una madre
que abandona a la hija por los hombres, hombres buenos para nada: inestables,
inmaduros, poco productivos, un hombre castrado al que cuidar. As, los hombres de la

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madre se han convertido en una amenaza para Colomba. Sin embargo, de esto no quiere
hablar todava.

Durante las primeras sesiones, Colomba habla casi exclusivamente de su madre, de Ana
ella tiene un carcter fuerte, no consuela, reta, ella no es dbil como yo, para ella yo soy
un cacho. Su malestar gira en torno a Ana, en no poder ser lo que ella quiere que sea.
Colomba cuenta que Ana se queda embarazada de ella a los 19 aos. Por esta razn, no
estudia en la universidad y se dedica a trabajar, frustracin que le hace notar toda su vida.
Cuando Colomba tena 2 aos sus padres se separan y el padre desaparece, apareciendo
slo espordicamente cuando Colomba lo busca.

De su padre sabe poco, y parece no interesarle: antes de irme fuera de Santiago fue la
ltima vez que me busc. Mi mam dice que era quedado, sin espritu emprendedor,
despus nos encontramos por las redes sociales, salimos un par de veces, me dijo que me
iba a ayudar a pagar algunas cosas, pero la ltima vez que lo vi, al despedirse de mi me
dio un beso en la boca. Yo me qued helada, y despus ya no lo vi ms.

Despus de la separacin, Ana y Colomba se van a vivir con la madre de Ana. Relata
haberse sentido siempre muy sola y desprotegida, siempre buscando alguien a quin
apegarse. Cuenta que tena una relacin muy cercana con su nana y su abuela, pero que
ambas relaciones eran interrumpidas cuando la madre estaba en la casa: mi mam no las
dejaba acercarse tanto porque deca que me mal criaban.

Cuando Colomba tena cerca de 4 aos, Ana la dej por una tarde al cuidado de una amiga
que tena dos hijos de 6 y 8 aos. Colomba seala: Ellos abusaron de m, me tocaron. Le
cont a mi mam y no me crey, me dijo que eran juegos infantiles, que no anduviera
diciendo eso. Desde ese momento, Colomba seala haber crecido con la sensacin de
que su palabra no poda cambiar nada, de que hablar era una prdida de tiempo, que ella
no poda pedir nada.

Ana viajaba constantemente, se cambiaba de ciudad, emprenda diferentes negocios.


Colomba cuenta como teniendo 6 o 7 aos llamaba a amigas de su mam para que la

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cuidaran por la noche para que ella pudiera salir. Igual me iba a dejar con alguien,
prefera elegir, prefera que no me dijera qu voy a hacer contigo

Hasta los 8 aos, la abuela materna logra recubrir algo la falta de madre. Colomba seala
que su abuela era una mujer dura, pero con ella no. Era chora, se las vala sola pero no
pasaba a llevar a nadie. Me enseaba cosas, estbamos siempre juntas. Tena un humor
negro terrible, se rea se todos y todo. Siempre le deca a mi mam que tena que
preocuparse ms de mi.

A los 9 aos, Colomba es trasladada a una ciudad de la quinta regin donde Ana est
instalada con una nueva pareja, Fermn. La abuela se enferma y se deteriora para morir 3
aos despus, lo que fue un golpe muy duro para Colomba.

Es con la separacin de la abuela que comienza el silencio de Colomba. Seala que los
aos que vivi junto a su madre y Fermn fueron los peores. Me dejaban siempre sola,
con la nana, no tena amigos en el colegio, echaba de menos a mi abuela. Esto implicaba
fuertes retos de la madre me deca que tena que ser ms mujer, aprender a valrmelas
sola, no me dejaba llorar.

De este perodo, Colomba recuerda dos episodios. El primero, relacionado con Fermn.
Cuenta yo senta que l me acosaba con la vista, me miraba con jumper, cuando sala en
pijama del bao. Colomba le dice a su madre, pero ella no le cree. Es la nana de la casa la
que la resguarda. Mi nana me esperaba cuando yo llegaba del colegio y afuera del bao y
haca guardia mientras yo me cambiaba de ropa. Yo me encerraba en mi pieza, y soaba
que l me violaba.

Colomba se sorprende de una madre capaz de rendirse a los pies del otro: ella era como
la empleada de l, sumisa, una geisha... ahora no s cul era mi mam, si esa o la que era
conmigo. Colomba nombra a la madre que desea, que goza, como la empleada. Es el
mismo significante que utiliza para referir a cmo la hace sentir su madre a ella: me trata
a m como a su empleada.

Los segundos episodios refieren a escenas escolares en que la madre era citada al colegio
por los profesores debido al silencio absoluto de Colomba, y a que entregaba las pruebas

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en blanco. Lo haca con querer, saba que les irritaba, a ella y a los profesores. Despus
de estas citas, la madre le dejaba de hablar por varios das, lo que la angustiaba mucho.

Cuando Colomba tena 12 aos, la madre termina su relacin y se va fuera del pas por un
ao. Me dej con mi abuelo. Yo no lo conoca, y creo que tena demencia senil. Seala
que tiene pocos recuerdos de ese ao, slo recuerda sentir mucha vergenza frente a sus
compaeros de curso al momento de explicar que su madre viva lejos, y que ella viva con
su abuelo enfermo.

A la vuelta de la madre, comienza un perodo que Colomba recuerda como feliz:


Estbamos las dos solas, mi abuelo falleci apenas volvi mi mam. Ah fuimos como
madre e hija, las dos solas y juntas, sin hombres, la una para la otra. Cuenta que en ese
perodo comenz a obtener mejores notas en el colegio, y adems, logr hacerse un
grupo de amigos, grupo que mantiene hasta hoy. La madre le insista contantemente en la
importancia de lo acadmico: Scate buenas notas para que no tengas que depender de
huevones toda tu vida, como yo.

Finalmente, cuando Colomba tena 15 aos, Ana se empareja de forma definitiva con un
hombre casado, Alberto. Empez a salir como siempre, me dejaba sola, deca que ya
estaba grande para cuidarme, a veces con una nana, me deca que gracias a mi paciencia
bamos a ser felices finalmente.

Al poco tiempo la nueva pareja de la madre abandona a su familia se va a vivir con ellas.
Actualmente Colomba vive con su madre y Alberto. De l seala: Es amoroso, como que
trata de drselas de pap, pero yo no lo pesco tanto. Es un mandado, hace todo lo que mi
mam quiere, l es el empleado, lo dej todo por ella, por eso les ha resultado la cosa.
Con l me siento mejor, l nunca tuvo una hija mujer, y como que ve eso en mi, pero igual
a veces me ahoga tanta cercana. Colomba es capaz de ubicarse ante Alberto, de
ubicarse deseada en el lugar de hija, y no gozada, y aunque esto le da un cierto lugar de
alivio, la satura.

Durante este mismo perodo, Colomba comienza su primera relacin de pareja. A los 16
aos conoce a Sergio a travs de algunas amigas del colegio. Mantienen una relacin

17
durante 4 aos era mi puerto seguro, me ahogaba un poco, yo tena que esta siempre
ah para l, igual al final l me dej por otra, me minti. Colomba se senta muy cmoda
con la madre de Sergio, y hasta el da de hoy siguen en contacto Ella me quera mucho y
me lo haca sentir, me haca sentir que yo era buena para su hijo. Por su parte, Ana no
aprobaba a Sergio: Lo encontraba muy nio, poca cosa para mi, deca que se colgaba de
mi.

Sergio iba en la lnea de las parejas de la madre tena una familia como disfuncional, me
necesitaba mucho, era como cabro chico. Seala que a pesar de la insistencia de l, nunca
tuvieron relaciones sexuales, y a esto atribuye la ruptura me senta cochina, como que el
amor es una cosa, y la calentura otra, eso es sucio. Yo creo que se me qued pegada la
sensacin de incomodad, del abuso de esos nios, y adems, siempre hay otras mujeres
que son ms sueltas. De esta ruptura lo que le duele ms a Colomba es la sensacin de
ser reemplazable, de poder ser rpidamente cambiada por otra mujer.

Despus de terminar con Sergio, Colomba no mantiene ninguna relacin estable, lo que
preocupa mucho a su madre. Me dice que soy torpe, que no s comportarme con los
hombres.

Al momento de consultar la relacin entre Ana y Colomba es compleja. Colomba siente


que vive bajo la sombra de la madre. Sus mandatos operan como ley, y le cuesta mucho
separar su propio deseo del deseo materno. Por esto sufre, por sentir permanentemente
que no es lo que Ana espera que sea y es esto lo que se deja entrever en las primeras
entrevistas.

Despus de haber revisado este breve historial, se presentar entonces la construccin del
caso dividido en tres momentos del trabajo que Colomba realiz. Estos momentos dicen
de la posicin de la paciente con respecto al deseo de la madre, el efecto de esta posicin
en el padecer de Colomba, y cmo esto se va constatando en la transferencia.

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2. Primer momento: Encandilada por la madre.

Como se revis en el historial clnico presentado, la entrada de Colomba a consultar es


una entrada por el lado del abandono. Ella se dirige a uno de los hijos abandonados de
Alberto en busca de ayuda, y es l quin le da mi nombre.

El lugar de abandonada es un lugar que Colomba ocupa al momento de consultar y del


cual se apropia durante una primera etapa del proceso. Es este el significante que se cuela
en su discurso una y otra vez, y ante el que Colomba no puede parar de padecer. Los
repetidos abandonos de la madre la confinan a un espacio en el que Colomba se paraliza,
y se vuelve una nia pequea, preguntndose y preguntndome una y otra vez lo mismo:
qu hay de malo en ella que la hace reemplazable, abandonable?

Es la falta de lugar en el deseo de la madre lo que la paraliza y a la vez la encandila. Para


Colomba, la madre slo la convoca en relacin a conseguir el xito profesional al que ella
misma tuvo que renunciar para tenerla, y a encontrar un hombre que sea diferente a los
hombres que ha elegido para ella. Ese es el deseo de la madre: un hombre y una carrera,
imposible ya para ella y por lo tanto, mandato heredado para Colomba. Frente a los
mandatos de la madre, Colomba es muda, como si estuviera poseda por este deseo.

En este momento del proceso, Colomba regularmente habla con una voz tenue y dulce, no
levanta la mirada, y se presenta siempre muy bien vestida, cuidadosa y arreglada
fsicamente. Sin embargo, existen ocasiones donde parece habitar el cuerpo de una nia
abandonada. Llega con los ojos brillantes, parece desplomarse sobre la silla de la consulta,
se muestra desarreglada, despeinada, hasta confundida. Cuenta que ha tenido crisis de
llanto, las que se explica de un modo mecnico como que me rebals de aguantar,
entonces necesitaba vaciar. Es en estas ocasiones en las que me interpela directamente,
me pide que le d una respuesta que la guie frente a este sin sentido que es la madre para
ella.

Esta es su posicin frente al goce del Otro, as es como viene cuando algo ha ocurrido y le
ha constatado, una vez ms, que no tiene lugar como sujeto en el deseo de la madre: Ana

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ha olvidado una fecha importante, Ana la ha mirado con desprecio, Ana ha partido varios
das fuera de la ciudad sin avisarle.

Toda este primer momento trata de la madre, Colomba parece inmvil, deslumbrada ante
ella, imposibilitada de poder apartar la mirada de esta madre todo poderosa, de poder
preguntarse algo ms que no sea sobre Ana, de pensar otra forma de ser mujer que no
sea la que la madre ha elegido.

Seala Colomba: Lo que me pasa con mi mam es que me siento en deuda. Ser hija de su
madre es sentirse en deuda y ser un estorbo, dos significantes que han marcado su
historia.

En cuanto a la deuda, Colomba seala que siempre ha tenido problemas con su madre por
temas econmicos. La madre le hace saber que su mesada es un despilfarro. Colomba
seala lo que ella me tiene que dar es mi educacin, todo lo dems, plata o tiempo, son
cosas extras. Tambin me paga la depilacin y las pastillas anticonceptivas, fuera de eso,
yo siento todo como deuda, le tengo que pagar por cada cosa que ha hecho.

Lo que la madre paga, es lo que quera para ella misma, los estudios, y los hombres. Eso,
Colomba se lo debe y para pagar, el deseo materno consta de un slo mandato: terminar
la universidad y casarse bien; es justamente ah, donde Colomba padece, pues, qu
opciones tiene si no? Asumir el mandato materno y hacer de ste su vocacin, como lo
hizo durante los primeros aos de estudio, o bien, rechazarlo e inscribirse bajo el signo de
la exclusin, y afirmar ese resto de libertad slo en forma negativa. Colomba no puede
moverse de donde se encuentra, cualquier paso sera en falso.

Este padecer podra pensarse como un sntoma, como una formacin de compromiso que
la mantiene alejada de la ley materna. Sin embargo, parece ser ms bien una paralizacin,
una forma de acting silencioso, un llamado al Otro que le permita poner en marcha algo
que la saque del lugar de congelamiento que ocupa.

En este lugar de paralizacin y abandono, y como lo experienci siendo una nia, su


palabra no tiene lugar. Colomba calla en las instancias a las que el deseo de la madre
apunta: en el hospital donde realiza su internado y en las instancias de socializacin en las

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que podra producirse un encuentro con un hombre. Eso es lo que ella llama timidez e
inseguridad.

De esto habla Colomba: mientras no termine la universidad, todava puedo exigir, es


como mi moneda de intercambio. Mi mam slo quiere dos cosas: que me reciba y que me
case bien. Este padecer, el no poder socializar, es una demanda imposible de significar, es
lo que la deja en falta frente a la madre, pero que al mismo tiempo, la mantiene en deuda,
a su lado.

En cuanto al estorbo, Colomba relata Mi mam hizo todo por m, aperr sola por m, y
como se qued embarazada siendo una adolescente, no pudo estudiar por mi... hasta el
da de hoy, yo fui un obstculo para ella, como un estorbo. Este significante toma
consistencia en su padecer. Yo nunca le dije que se quedara, trataba de hacerle las cosas
fciles, le facilitaba que se fuera.

En relacin a la transferencia, cabe sealar que algo de la deuda a la madre aparece de


particular en su relacin conmigo. Durante las primeras sesiones, Colomba me otorga
mucho. A pesar de que habla poco, y se incomoda con mi mirada, seala a ratos nunca
haba llegado tan lejos en una sesin, o bien, esto jams lo haba pensado, la otra
psicloga pensaba por mi.

Avanzando en el proceso apareci tambin el silencio de Colomba, su parlisis. Largas


pausas en espera que yo preguntara. Esto termina por ceder cuando yo comienzo las
sesiones preguntando por temas casuales, como sus panoramas de fin de semana y dejo
entrever, muchas veces no intencionalmente, algunos aspectos personales mos como mi
gusto por los perros, o que no tengo hijos.

Cerca de los cinco meses de iniciado el proceso, Colomba comienza una nueva prctica,
esta vez en el servicio de Urgencia Infantil de un hospital. En esta prctica, logra insertarse
socialmente en el trabajo: se maneja con las enfermeras jefas, establece lazos con las
compaeras y puede actuar bajo la mirada de los mdicos. Todo parece indicar que
Colomba se ha descongelado, que las cosas van bien, como ella seala.

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Sin embargo, comienza a cometer errores graves y bsicos que ponen en peligro la vida de
los pacientes de la Urgencia Infantil: el padecer, el acting, gira hacia el quehacer laboral.
Mezcla remedios que son incompatibles, se olvida de revisar que no haya aire en los tubos
que usa con los pacientes, olvida las dosis adecuadas de analgsicos, etc.

Todo es demasiado rpido, me estresa, yo necesito pensar todo dos veces, me siento un
estorbo. Refiere a cmo no sabe tomar buenas decisiones dentro del hospital, quin sabe
es la madre: ella sabra que hacer, en palabras de Colomba mi mam es la ley. Esta
madre ha sido para Colomba, una madre que falta, pero a la vez, una madre que sabe.

Por primera vez, Colomba comienza a problematizar fuera de la relacin con su madre, y
trae a sesin sus temores en el trabajo. Colomba seala que tiene miedo por estos
errores, pero no se atreve a preguntar ni a decir nada al respecto, slo dice es raro, justo
ahora apunto de salir me pasa esto, me siento peligrosa. Este sentirse peligrosa es algo
que Colomba parece disfrutar en cierta medida, un encuentro con un goce diferente al
que padece actualmente.

Se la interroga sobre el entorno de su nueva pasada por el hospital, intentando situar qu


es lo que la deslocaliza y aparece el relato sobre la Urgencia Infantil: lactantes y nios
intervenidos en sus cuerpos, inconscientes, a merced de los cuidados de sus madres. Esto
es lo que la deslocaliza subjetivamente. Me molestan las mams, no me dejan hacer mi
trabajo, me molestan ms que los paps. Cuenta que cuando las madres son muy
aprensivas, ella realiza los procesos de forma brusca, llegando incluso a piizcar a algunos
nios. Si ellas no ayudan yo tampoco, los paps son ms razonables, las mams son un
estorbo.

En su torpeza, a travs de esos errores, Colomba busca deshacerse de las madres,


deshacindose de sus hijos. Frente al peligro que implica los actings de Colomba, se le
seala que ella tiene derecho a preguntar, ac y all. Con esto, se busca sacar a Colomba
de su quietud, de su mirada insistente sobre las madres, no dejarla que se quede con su
pensamiento como un tesoro que la distancia del Otro, y que pueda hablar, pedir.

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Ante esta intervencin, Colomba decide no realizar procesos que impliquen un riesgo vital
sin estar acompaada de alguien de confianza, a quin ella pueda preguntar. Despus de
un tiempo, los errores ceden y Colomba logra afirmarse algo ms en su prctica.

Esta breve intervencin, la respuesta a su llamado, la habilitacin a preguntar, y por lo


tanto a demandar, cierra un momento del proceso. Colomba aprueba su prctica y abre
un campo de preguntas inexplorado para ella: las preguntas sobre lo que hay de ella que
no es de la madre.

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3. Segundo momento: Otra madre y otra mujer.

Alrededor de seis meses iniciado el proceso, Colomba comienza a preguntarse por su


propia posicin en relacin a su madre no s por qu no salgo de ah, de su sombra.
Desde esta pregunta se abre tmida la posibilidad de hacer una vida lejos de la madre, o
bien, de llevar adelante un proyecto diferente al que la madre ha designado para ella.

Empieza entonces a fantasear con irse a vivir lejos: Me imagino caminando por las calles
de una ciudad grande, as como bien independiente, haciendo sonar los tacos de mis
zapatos es muy tonto, como una pelcula. Hace algunas averiguaciones sobre becas en
el extranjero, pero seala que de todas formas le da temor partir sola, y que si aparece
alguien que quiera acompaarla, postular a la beca.

En esta fantasa se deja entrever la posibilidad, caricaturesca e infantil pero posibilidad al


fin, de ser una mujer diferente a la madre, y a la vez, diferente a la mujer que ella misma
ha sido frente a la madre. Por una parte, la mujer con la que Colomba comienza a
fantasear no requiere de un hombre como Ana, es independiente, pero a la vez, no es
abandonable, toma sus propias decisiones, se basta a ella misma. Esta fantasa la
acompaar hasta el final de este proceso.

En este momento tambin, Colomba logra sealar algunas cosas que desprecia de su
madre: su personalidad dominante, sus malos tratos con personas de diferente clase
social, su condescendencia con personas de apellidos bien. Incluso logra decir a veces
es ridcula, persiguiendo a gente que ni la mira. Algo del odio a la madre toma forma y
lugar, ya no se trata de esa figura inalcanzable que enceguece por su brillo, es su madre,
con todo lo que eso implica, pero barrada al fin.

Colomba consigue aprobar su prctica y entra a la ltima prctica de la carrera. Esta se


desarrolla en un consultorio de atencin primaria. En este lugar, Colomba se siente
cmoda desde el comienzo. Seala que el equipo es muy unido y la han acogido muy bien.
Sin embargo, lo que parece aliviarla es el tipo de pacientes que debe tratar: son todos
como agradecidos, te dicen seorita usted es un ngel, no te piden nada, como que te

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miran para arriba, lo que uno haga est bien. De esta manera, es la gratitud de los
pacientes lo que localiza a Colomba y le da un nuevo lugar.

En este lugar, Colomba pasa a ocupar el lugar de madre, una madre de hijos agradecidos,
que la miran deslumbrados. Ya no es la nia abandonada, si no la madre que cuida, que
protege, una madre que ella misma no ha tenido. Esta posicin la alivia y le abre un campo
de lo propio.

Comienza entonces una distancia con la madre. Colomba ya no se interesa tan


pulsionalmente por Ana, por si est en casa o no, por si la mir o la dej de mirar, por si le
gust tal o cual cosa que hizo. Empieza a salir ms con sus amigos, y tambin con el grupo
de gente del trabajo. Planea un viaje a otro pas de Sudamrica, al que parte con una
amiga una vez terminada la prctica en el consultorio.

Las sesiones se vuelven muy cortas, Colomba seala que no sabe bien de qu hablar.
Parece que si no es sobre la madre, ella tuviese poco que decir. Le sealo que me hable de
ella, que es muy poco lo que s de ella. La paciente parece sorprendida con mi
intervencin, pero se re y comienza una conversacin casual, de hechos cotidianos, lo que
se mantendr por algunos meses.

Cerca de los nueve meses de proceso, y despus interrumpir las sesiones por dos semanas
debido a un viaje mo, Colomba seala No sabes todo lo que ha pasado, parece que todo
pasa cuando t no ests, vas a tener que irte ms seguido. Si los hechos suceden bajo mi
presencia, ella me los debe, as como le deba todo a Ana. Como movimiento
transferencial sealado en supervisin, le pido a Colomba que pague parte de las sesiones,
sesiones que antes pagaba por completo su madre. Busco, en la relacin, dejar en claro
que si ella paga, no me debe nada.

Comienzan entonces una serie de actings donde alguna de las dos queda en deuda con la
otra: no trae el dinero, cancela algunas sesiones que paga con anticipacin, incluso olvida
avisar sus ausencias. De esto no quiere saber nada, slo seala que las cosas pasan
cuando yo no estoy.

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Y qu es eso que ha pasado? El acceso a los hombres. Colomba ha conocido un hombre
que ha mostrado inters en ella, y al que ella accede: Jaime. El hombre que elige, es un
hombre mediado por la madre, sin embargo, no es como los hombres de la madre.

Es Ana quien se lo presenta, y para ella, cumple los requisitos necesarios para ser su
yerno: es un profesional, de una familia conocida. Colomba no duda y comienza una
relacin con Jaime. Con l logra avanzar sexualmente, sin llegar a la penetracin l no me
exige mucho, es ms maduro, creo que no le interesa tanto el sexo.

Todo parece salir bien para Colomba. Se grada de su carrera con excelentes resultados
en sus exmenes finales, bien evaluada en su ltima prctica, y al mismo tiempo,
encuentra un hombre que la madre aprueba y con el que ella se siente tranquila.

Su quehacer laboral le otorg un lugar que le permiti separarse algo de la madre, ocupar
el lugar de Otra madre. Esta distancia, que se repite en lo real de la transferencia con mi
viaje, trae como efecto un hombre, pero no cualquiera, un hombre mediado por el deseo
materno.

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4. Tercer momento: Un hombre, un quehacer.

La relacin con Jaime sacramenta esta distancia que se ha creado Colomba entre ella y la
madre. Colomba pasa mucho tiempo junto a Jaime, lo que le permite crear un espacio
donde la madre no es una presencia constante.

A la vez, junto con Jaime aparece otra madre a quin odiar: la suegra. Jaime es hurfano
de padre, lo que lo ha llevado a hacerse cargo de una familia compuesta por su abuela, su
madre, su hermana y sobrina. Colomba entra en una rivalidad imaginaria directa con
todas estas mujeres, pero esto parece amainar su propia relacin a Ana.

Habla de estas mujeres con mucha rabia, pero es una rabia que disfruta, frente a la que no
calla. Es directamente agresiva con ellas, no hace la guerra desde el silencio: les contesta
irnicamente, no pierde la oportunidad de decir algo que pueda herirlas, y les hace notar
que Jaime la prefiere a ella: es una vieja egosta, quiere a Jaime slo para ella, no ve que
es joven, que podra tener una vida, yo le digo que lo tienen como junior. Esta actitud
implica algunos problemas en la pareja, pero Colomba parece revitalizarse desde el odio,
localizarse en una posicin mucho ms aliviadora para ella.

Finalmente, Colomba anuncia que apenas pueda solventarlo econmicamente, se va a ir a


vivir sola. Seala necesito este espacio, igual le voy a pedir a mi mam que me ayude al
principio, pero ya no quiero vivir ms con ella y Alberto, ah sobro, y est bien, si ya estoy
grande.

La eleccin de este hombre parece ser una solucin de compromiso, por un lado, la madre
lo aprueba, abriendo paso a Colomba para encontrar un lugar en su deseo, al mismo
tiempo, la pasin de Colomba por su madre se convierte en un odio fulminante por su
suegra, abriendo una distancia aliviadora entre madre e hija. Adems, Jaime deja entre
parntesis la posibilidad del encuentro sexual, de que otro goce de ella, lo que durante un
tiempo era imposible de pensar para Colomba. Como seala la paciente desde que estoy
con Jaime siento que no pierdo nada.

Colomba tambin anuncia que le han llegado algunas ofertas de trabajo, pero que se dar
el tiempo de buscar algo donde se sienta realmente cmoda y que le permita

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independencia econmica con respecto a la madre. Seala me voy a buscar un buen
lugar, con un buen equipo donde pueda seguir aprendiendo. Ya no tengo miedo, al revs,
como que me reafirma en mi seguridad el ser enfermera, y quizs va a ser ms
reafirmante el ser enfermera de una clnica buena. La paciente parece encontrar en su
quehacer un saber sobre ella misma, una respuesta imaginaria ante la pregunta por su ser
mujer.

Se interrumpen las sesiones por vacaciones de verano, sealando que se retomar el


trabajo en Marzo. Sin embargo, la realidad aparece en el caso para tocar lo real, y
determinar otra cosa. A principios de abril, mi sobrina se accidenta y yo me hago parte de
sus cuidados clnicos, acompandola una tarde en la clnica. Por azar, Colomba es la
parte del equipo a cargo de la unidad donde est mi sobrina. Al verme, se sorprende (y yo
tambin) y seala que se haba percatado del alcance de apellidos, pregunta si era mi hija.
Le digo que no, que es mi sobrina. Me dice que estaba pensando en volver a sesiones,
pero acababa de entrar a este trabajo, que cuando le pagaran el primer sueldo me iba a
llamar, lo que yo acepto. Luego de este encuentro, Colomba no volvi a llamar, decisin
que yo respeto.

Parece ser que en su quehacer laboral, Colomba ha logrado elaborar algo, hacer un
tratamiento del Otro materno encontrando un lugar diferente al que su madre designaba
para ella. Al mismo tiempo, algo de la misma madre es tocado por la eleccin de un
hombre, eleccin en que la madre participa directamente.

En este nuevo lugar que Colomba ocupa no hay espacio para madres todas, ni para Ana, ni
para m. Y Colomba se deshace de todas nosotras.

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III. ARTICULACIN TERICO- CLNICA

En el presente apartado se intentar dar cuenta de la articulacin terico-clnica de los


conceptos que fueron brevemente expuestos a modo de introduccin a la materialidad
del caso.

De esta forma se intentar ahondar en las siguientes preguntas clnicas: Qu padecer es,
en este caso, lo que se nos presenta en la relacin madre-hija? Podemos hablar de un
padecer propiamente femenino? Qu conceptos tericos seran tiles entonces para
pensar este padecer? Cmo se articula particularmente aqu el goce de la madre al
sufrimiento de la hija?

Estas preguntas surgen del primer momento del trabajo con Colomba, en el que destaca
con facilidad es la posicin inicial de la paciente frente a la madre. Como fue descrito,
Colomba parece muda y atrapada en el deseo materno, entra al proceso en posicin de
abandonada, lo que se refleja en su discurso, en su cuerpo, en su ser mujer. Todo remite a
Ana, lo que se repite tambin en la transferencia.

Sin embargo, en el segundo y tercer momento del proceso, algo parece ajustarse, aliviarse
en la relacin de Colomba a su madre. Colomba es capaz de barrar a la madre como Otro
completo y eso abre un campo nuevo de posibilidades para ella. Comienza entonces una
exploracin a modo de ensayo en la transferencia. Colomba prueba este alejamiento del
Otro en el trabajo clnico, y a la vez, se asoma una interrogacin propia por su ser mujer,
exploracin que se da, no sin angustia, en el campo de lo laboral y que permite un
encuentro en el campo de la eleccin de objeto.

En relacin a este fenmeno clnico, Cecilia Hopen (2002) plantea: A partir de la pregunta
de estas jornadas, Qu aprende una hija con su madre en el proceso de alienacin-
separacin? tomo partido por preguntarme si una madre puede ensear algo a su hija.
Por el hecho de que es la madre la que recibe a la hija, la que la precede y que en principio
es ya un sujeto o ha tenido la posibilidad de convertirse en sujeto, tiene responsabilidad
en tanto tal (p. 14).

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Es as como aparecen ms preguntas en torno al caso: existe la posibilidad de transmisin
de lo femenino, o bien la realidad posible es el encuentro de una forma de nudo particular
en cada mujer frente a su propio padecer?

Parece pertinente entonces revisar algunas nociones tericas sobre el proceso en que
madre e hija se unen y separan, y los aprendizajes y estragos que eventualmente podran
emerger de este proceso, que siempre estar cruzado por la pregunta sobre la feminidad,
ya que, como continua Hopen (2002) Puesto que el hecho de ser madre es la nica
posicin que asegura a una mujer un estatuto simblico, sabemos que el ejercicio abusivo
de este poder permite a una madre realizar la economa de su posicin de sujeto (p.14).

Finalmente, la salida de Colomba del proceso coincide con un hecho de la realidad.


Colomba y yo nos encontramos en la clnica en la que ella trabajaba. Ella en sus labores, y
yo en el lugar de madre, cuidando a una sobrina que haba tenido un accidente. Despus
de este encuentro, Colomba no volvi a llamar, y decide no seguir con el proceso. Caben
entonces las preguntas Qu sucede en este encuentro particular? Cmo pensar la
incidencia de la realidad en la transferencia y en el rumbo del proceso de trabajo?

A pesar de que son muchas las preguntas que continan abiertas hasta hoy en relacin al
caso a presentar, tambin han sido variados los aprendizajes que han surgido. Es por esto
que se intentar realizar la reflexin planteada sin afn de establecer un universal para
todas las mujeres, sino ms bien, un ejercicio particular en torno a un caso particular.

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1. Un caso de regresin? Freud y la ligazn-madre pre edpica

Las exploraciones freudianas en relacin a esta temtica, se abordan desde sus


investigaciones sobre el Complejo de Edipo. Al comienzo de sus indagaciones Freud
(1905, 1923a) plantea que el Edipo en la nia se desarrollaba de la misma manera que en
el nio, pero de forma invertida: amor hacia el padre y hostilidad hacia la madre. En esta
etapa de su exploracin, Freud (1905, 1923b, 1924) sostiene que la diferencia entre el
Edipo en el hombre y en la mujer no se podra apreciar hasta la fase flica, fase en la que
se establece una importante asimetra entre ambos sexos, en funcin de la toma de
noticia de la diferencia anatmica de los genitales y su importancia en la representacin
psquica del propio cuerpo.

Sin embargo, en Algunas consecuencias psquicas de la diferencia anatmica entre los


sexos (1925), Freud cambia de rumbo en relacin a la forma que se desarrollaba el Edipo
en la nia y seala una prematura y decisiva diferencia entre ambos procesos: tanto en el
varn como en la nia el primer objeto de amor es la madre, objeto que la nia debe
abandonar, mientras el nio lo retiene en la fase edpica. La nia debe renunciar al falo e
investir su rgano sexual, y al mismo tiempo declinar de la madre y colocar al padre en su
lugar, cambiando as zona ergena y de objeto, mientras que el varn retiene ambos.

De esta forma, al plantear la ligazn-madre pre edpica, los caminos de la constitucin


sexual de un hombre y una mujer comienzan a separarse en Freud, quin investiga la
posibilidad de un camino especfico de la nia, tanto en su entrada como en su salida del
Edipo. La entrada estara marcada por un reclamo sobre su propio cuerpo que la nia
dirige a la madre, mientras la salida, si existe una salida, estara dada por la eleccin de
objeto femenino y la cuestin del amor.

En Freud, son la ligazn-madre y la diferencia anatmica los que marcarn los virajes de la
sexualidad femenina. Con estos descubrimientos, Freud abrir un campo de investigacin
propio de lo femenino.

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En su conferencia sobre la feminidad [1933 (1932)], Freud vuelve a destacar en la mujer
una fase de ligazn con la madre pre edpica de un importante contenido, tanto por su
duracin como por la posibilidad de dejar como secuela fijaciones y predisposiciones:
"Sabamos, desde luego, que haba existido un estadio previo de ligazn madre, pero no
sabamos que pudiera poseer un contenido tan rico, durar tanto tiempo, dejar como
secuela tantas ocasiones para fijaciones y predisposiciones (...) No se puede comprender a
la mujer si no se pondera esta fase de la ligazn madre pre edpica" (p. 111).

El autor (1931; 1932) seala que esa ligazn pre edpica de la nia con la madre, es decir
de la libido narcisista con el objeto, tiene dos cualidades: por un lado, le atribuye carcter
de fantasa al objeto madre, y por otro plantea una total exclusin del objeto padre.
Frente a esta ausencia del padre, Freud slo alude al padre como instancia prohibitiva,
cuya intervencin separara a la nia de la madre, orientando su bsqueda del pene-falo
hacia la figura paterna que lo detenta.

Con esto, Freud [1925, 1931, 1933 (1932)] otorga una particular significacin a la madre
en este aspecto, dado que ella se constituy en el primer objeto ertico y amoroso del
sujeto. A juicio de Freud, la madre se instituye como arquetipo de todos los vnculos
posteriores.

De esa manera, la fase pre edpica de la mujer tiene una significacin que antes no se le
haba conferido. Esta fase deja espacio para todas las fijaciones y represiones relacionadas
con la gnesis de las neurosis, privando del carcter universal por el cual el complejo de
Edipo es el ncleo de la neurosis. Freud (1931) plantea que muchas mujeres eligen a un
hombre de acuerdo con el modelo del padre; pero en la relacin repiten con ese hombre
su relacin con la madre.

La identificacin de la nia con la madre se establece entonces en dos niveles, uno


anterior al complejo de Edipo, particularmente intenso, basado en el vnculo amoroso con
la madre; y otro posterior, basado en el complejo mismo, que busca sustituir a la madre
junto al padre (Freud, 1931).

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Sin embargo, la salida materna est llena de inconvenientes, saltos y rupturas que se
repiten y que dificultan la evolucin psquica de la nia. En Freud (1931) este amor pre
edpico que desea la exclusividad, es tambin, un amor sin meta, incapaz de obtener
plena satisfaccin, de manera que est condenado a desembocar en una decepcin y a
dejar el lugar a una posicin hostil de la nia hacia la madre, actitud que permitir la
entrada al complejo de Edipo, y la posibilidad de un cambio de meta y objeto en la nia.

Mientras en el nio, (Freud, 1925) el descubrimiento de los genitales femeninos y la


angustia de castracin que este genera es introductoria al Complejo de Edipo, la entrada
de la nia en el Edipo est determinada por el descubrimiento de la inferioridad del
cltoris en relacin al pene y la ausencia de ese rgano; inferioridad de la que culpa a la
madre. En ese momento comienza el dominio de la envidia del pene, es decir, la nia
entra en el Edipo guiada por el complejo de castracin.

La fase de exclusiva vinculacin materna fortalece en Freud (1923b, 1931; 1932) la


hiptesis de que las diferencias entre los dos sexos retroceden en toda lnea ante las
concordancias en la etapa del predominio flico. En la mujer se trata entonces de una
castracin ya efectuada y sobre todo irreparable; el efecto concomitante no es, por tanto,
angustia por la amenaza sino hostilidad, muchas veces hacia la madre, por el sentimiento
de inferioridad. Para la nia el sentimiento de odio hacia la madre por no haberla hecho
completa, posibilita una desvinculacin y es una puerta de entrada al Complejo de Edipo
y al encuentro con el objeto padre, y luego, con el objeto hijo por va de la sustitucin.

De las nociones freudianas sobre la ligazn madre pre edpica parece interesante destacar
algunos puntos que se hacen vivos en el caso de Colomba.

Lo primero es el nfasis que Freud realiza en el hecho de que, a pesar de que la ligazn
madre pre edpica cae a fundamento por el descubrimiento de la castracin, esto implica
un cambio de objeto, pero no un cambio en la modalidad del vnculo, la modalidad sigue
operando. El amor que Colomba reclama a la madre, es el mismo amor narcicisante que
Freud describe como sostenedor de esta ligazn primaria, es un amor donde cualquier

33
signo de falta en Ana desata en Colomba una hostilidad inmovilizadora, hostilidad que
Colomba calla, un silencio como un llamado.

El autor comprende esto hecho como un caso de regresin. La relacin materna fue Ia
ms primitiva; sobre ella se estructurar la relacin con el padre y posteriormente con la
pareja. En estos vnculos, lo primitivo vuelve a emerger de la represin. Para Freud (1931;
1932), la transferencia de los lazos afectivos del objeto materno hacia el paterno
constituir el contenido esencial del desarrollo que conduce a la feminidad. La nia
deber resignar a su madre como objeto de amor, dejando caer a fundamento la fase de
ligazn-madre para ingresar en el Edipo.

As, indica una serie de manifestaciones de la nia de acuerdo a las distintas fases del
recorrido libidinal que entran en la dialctica de la ligazn con el objeto-madre. Esas
fantasas aluden a una atmsfera de satisfaccin libidinal, que an no est afectada por la
castracin (Freud, 1931).

Y es ese el segundo punto a destacar de las concepciones freudianas en relacin al caso:


esa atmsfera de satisfaccin libidinal se verifica en el discurso inicial de Colomba, lo que
la paciente seala con respecto a la madre parece no afectado por la castracin, una
completitud del Otro materno que da cuenta de un vnculo pre edpico que todava opera,
pero que adems, parece no articulado flicamente, inmune a la castracin que Freud
plantea debera operar en el cuerpo de la madre para la entrada de la nia en el Edipo.

De qu se trata esta atmsfera de satisfaccin libidinal pre edpica? Desde Freud (1905,
1914), la madre es el primer objeto de amor tanto para el nio como para la nia. Esto, ya
que la madre, a travs de sus cuidados primarios, tiene la funcin de libidinizar el cuerpo
del nio, dndole forma al cuerpo infantil y marcando, a travs de sus cuidados, las zonas
de investidura de este cuerpo. Las primeras investiduras de objeto se producen entonces
por apuntalamiento en la satisfaccin de las necesidades vitales (Freud, 1905) y es la
madre quin, generalmente, cumplir el rol de otorgar estos cuidados.

34
De esta manera, Freud plantea que este estado de narcicismo primario, en la que el nio
catectiza su propio cuerpo a travs del cuerpo de la madre, cumple una funcin
trascendental en el desarrollo del nio: la formacin del yo, y finalmente, la constitucin
del objeto. Seala Freud (1914): no est presente desde el comienzo del individuo una
unidad comparable al yo; el yo tiene que ser desarrollado. Ahora bien, las pulsiones
autoerticas son iniciales, primordiales; por tanto, algo tiene que agregarse al
autoerotismo, una nueva accin psquica, para que el narcicismo se constituya (p. 74).

Esta nueva accin psquica es una accin de la madre, lo que equivale a decir que en el
nio la sexualidad y el desarrollo del yo son instaurados desde el Otro, otro completo,
pulsional, no castrado que debe ser abandonado a lo largo del desarrollo. Con esto,
podramos sealar que la diferencia entre el autoerotismo y el narcicismo est dada por la
presencia del Otro, un Otro completo que debe ser abandonado para aparezca el objeto.

Como se seal, este abandono se realizar en el nio por el lado de la amenaza de


castracin. Sin embargo, en la nia subsiste esta alienacin narcicstica en el Otro materno
a travs de la ligazn-madre pre edpica, ligazn que abandonar ms adelante por va de
la hostilidad hacia la madre.

La cada a fundamento de esta ligazn no impedir sin embargo que sta siga operando.
En este sentido Fliman (2008) plantea que el vnculo originario con la madre determinar
los vnculos futuros de la nia: ella amar de la forma en que ha sido amada, tomar su
objeto de la forma en que ha sido tomada como objeto. Es en esta forma de amor en que
Colomba aparece atrapada, y guarda por lo tanto, las caractersticas de un narcicismo
primario: en este amor, el cuerpo de la madre parece libidinizar el cuerpo de Colomba, sin
castracin, sin falta.

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2. Colomba no-toda

El resultado del complejo de Edipo, y por lo tanto la salida a la feminidad que Freud
propone traeran como resultado la instalacin de la funcin flica, la funcin de
sustitucin: del deseo de pene por el deseo de hijo, dira Freud, o del deseo de la madre
por el nombre del padre, en conceptos de Lacan (1957-1958), situando una localizacin
simblica posible para la mujer.

Sin embargo, el caso de Colomba muestra evidencia de un padecer anterior, desarticulado


de esta funcin flica, donde el vnculo que opera pertenece a un campo ms primario.
Desde Freud, podra entenderse como un caso de regresin, de una vuelta a los modos
originarios de ligazn; regresin comandada por una fuertsima ligazn madre pre edpica.
Bastara entonces algo o alguien que ordenara flicamente a Colomba para que el padecer
cediera.

Sin embargo, otra comprensin de lo femenino ser la que seala Lacan (1972- 1973),
quin se desmarca de Freud cuando plantea que, a pesar de estar de acuerdo que slo
hay una libido y sta sera flica, es tambin no-toda. Lacan logra separar a la madre,
orientada hacia lo flico y para la cual el hijo opera como obturante de la falta; de la
mujer, quien detenta un goce ms all de lo flico.

Estos elementos que aporta el autor francs nos llevaran a una comprensin del caso
diferente, en la que, sin descartar la operacin de la ligazn-madre pre edpica y el
problema de la investidura por parte del Otro materno en el narcicismo primario, el caso
presentado no sera un caso de regresin, como lo plantea Freud; si no que ms bien nos
encontraramos con el goce no-todo flico de una mujer, quizs, el mismo goce que Freud
visualiz en esta ligazn madre pre edpica.

Qu hechos clnicos evidencian ese goce, ese padecer no-todo? Colomba da cuenta de un
sufrimiento constante, un desde siempre en torno a la madre: Ana siempre ha sido as, y
por lo tanto, ella siempre ha sufrido por su madre. Ana nunca le ha dado seguridad, y por

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eso, ella siempre se ha angustiado. Es un desde siempre que da cuenta de una enorme
dificultad en Colomba para ubicar el punto de quiebre en relacin a su padecer.

A pesar de esto, y en base a su relato, se puede inferir que la angustia que la trae a
consultar comienza en la prctica de su carrera. Mientras se mantuvo como una
profesional acadmica, y adems obteniendo buenos resultados, su padecer era
nombrado como timidez e inseguridad; sin embargo la angustia propiamente tal aparece
cuando Colomba debe desempearse interviniendo el cuerpo de sus pacientes bajo la
mirada de la supervisora, mirada ante la cual Colomba no tiene como protegerse, se
encuentra desnuda, es una mirada que la atraviesa, del orden de lo pulsional.

Esa mirada podra ser, para Colomba, una reedicin de la mirada de la madre: una madre
insatisfecha e imposible de satisfacer. En este momento del proceso, Colomba atribuye
todo su padecer, su dolor, sus imposibilidades a su madre, fuera de los lmites de su
sombra no hay nada que decir, la madre es Otro completo, omnipresente y su goce, goce
desarticulado flicamente, infiere directamente en el padecer de Colomba.

Con respecto a la mirada, Hopen (2000) seala: De todos los objetos en los que el sujeto
puede reconocer la dependencia en que l est en el registro del deseo, la mirada se
especifica como lo que no se puede asir, y es por esto que ella es, ms que todo otro
objeto, desconocida. La mirada se confunde con ese Real a travs del cual estamos
inmersos en el mundo, ella no est ni dentro ni fuera, estamos en una goce que no
podemos agarrar (p. 52).

En esta mirada, aparece para Colomba algo del goce deslocalizado de la madre que deja
en evidencia su dependencia de este Otro materno, lo que la angustia porque la angustia
es sinnimo de qu? De que en el Otro falta aquello que soporta el sexo (Hopen, 2000,
p. 52), es decir, la castracin.

Frente a este Otro completo y a su mirada angustiante, Colomba calla. Al respecto, seala
Hopen (1993) Como ha sido justamente sealado, las nias hablan ms precozmente que
los varones, felizmente. Sabemos que basta que el individuo no comience a hablar, hasta

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que no entre en el mundo simblico, esta relacin imaginaria no tiene para l otra salida
que la de identificarse con la destruccin del Otro, en la medida que se siente posedo por
el deseo de ese Otro (p. 19).

Algo del campo materno se reedita para Colomba en su prctica laboral, lo que para ella
se hace insostenible. Podramos entonces pensar la entrada de Colomba en el proceso
como un pedido de auxilio silencioso frente a este Otro completo, no barrado, que goza a
travs de una mirada vigilante, ante el cual, ella no puede hacer nada ms que padecer.

Qu estatuto tiene este padecer, este goce que se evidencia en Colomba? En su


seminario Aun (Lacan, 1972-1973) propone las frmulas de la sexuacin y la posicin
femenina y masculina. Estas frmulas dan cuenta de un modo de referencia de todo ser
hablante ante la funcin flica, lo que no dependera estrictamente de lo real del cuerpo.
Seala ac entonces que mientras la posicin masculina se rige en su totalidad hacia la
funcin flica, la mujer tiene distintos modos de abordar ese falo, y all reside todo el
asunto. El ser no-toda en la funcin flica no quiere decir que no lo est del todo. No es
verdad que no est del todo. Est de lleno all. Pero hay algo ms all. (Lacan, 1972-
1973, p. 90). Con esto, Lacan plantea un ms all del falo para las mujeres, goce adicional,
suplementario, sujeto al no-todo.

Para el inconsciente, el goce sexual se localiza alrededor del falo, como seal Freud
(1924). Pero una diferencia se instaura. Un hombre centra todo el goce sexual alrededor
del falo. Su goce entonces es "uno": el goce flico es el obstculo por el cual el hombre
no llega, dira yo, a gozar del cuerpo de la mujer, precisamente porque de lo que goza, es
del goce del rgano (p.15), dice Lacan (1972-1973) en el seminario An. Un hombre no
podr gozar de ese cuerpo como todo, gozar de una parte de l, la mujer ser para l
objeto causa de su deseo. Esta localizacin del goce obstruye al hombre la apertura a lo
real, aunque no la hace imposible.

El goce de una mujer, por el contrario, es doble, dividido, "no todo" flico. Una parte se
localiza alrededor del falo, segn las modalidades especficas del complejo de castracin
femenino, mientras que la otra parte permanece desconcentrada, no representable. Esta

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parte "otra" del goce es mas all de la significacin flica pero no sin pasaje por ella, por lo
tanto, no compete ac entender un principio nico que se podra llamar "feminidad"
(Lacan, 1972-1973).

Para Lacan (en Barros, 2011) el narcicismo como carga libidinal del cuerpo, no siempre se
encuentra regido por la evocacin de la forma flica, pudiendo asumir diferentes
modalidades. La idea de un ms all del falo en la feminidad nos llevara a la nocin de un
narcicismo diferente, y aun goce que la hace no-toda, pues no est necesariamente ligado
a la clausura de la forma flica unificante que hace del yo un todo cerrado.

Para Lacan, este campo no-todo ser un campo ignorado, dejado de lado. Y es en este
campo donde sita el estrago, para dar cuenta de la relacin primera de una nia con su
madre (Lessana, 2000).

El caso presentado trae a relucir un padecer no articulado flicamente, o bien, sita las
preguntas sobre el caso en un campo que va ms all de la referencia flica. Podemos
entender este padecer, el de Colomba, como un padecer propiamente femenino? Para
ahondar en la pregunta planteada, se revisar brevemente esta nocin de estrago,
ravage2, que utiliz Lacan (1972) para describir la naturaleza de la relacin entre madre e
hija, y como seala Lessana, est situado en el campo del no-todo.

2 Trmino original en francs utilizado por Lacan en su seminario 17 El reverso del psicoanlisis
(1969-1970) y que ha sido traducido como estrago en espaol.

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3. El estrago materno

El psicoanalista francs seala que amor de un padre y la articulacin flica seran


secundarias al lado de la dolorosa relacin de una hija con una madre: de una mujer
como mujer (Lacan, 1973). Nuevamente nos enfrentamos a lo originario, lo pre edpico
descrito por Freud. Sin embargo, vale la pregunta A qu se refiere Lacan cuando habla
de la mujer como mujer?

Lessana (2000) plantea que la nia se interesa por aquello que le espera como mujer, su
destino femenino, respuesta que buscar en otra mujer, la mayora de las veces, su
madre. Ya sea por la filiacin, ser madre, por la alianza, ser esposa, o por el sexo, ser
amante; el discurso sobre la feminidad recae sobre el cuerpo de la madre, un cuerpo que
fascina y que no responde nada.

Este sin respuesta se verifica en el caso de Colomba, en esta constante y perpetua


preocupacin por la madre, por su cuerpo, por sus hombres, por su goce (el goce que
nombra como el de la empleada) por su mirada, una preocupacin que la fascina pero al
mismo tiempo la paraliza.

Esta paralizacin se verifica no slo donde la madre existe, sino que tambin, donde se
encuentre bajo el campo de lo materno: frente a su qu hacer laboral, cuando ste se
vincula a nios que son intervenidos en sus cuerpos por sus madres. As, se podra
aventurar que es por esto que los errores que Colomba comete en su prctica laboral no
son entendidos como un sntoma, ya que no detentan una sustitucin de ningn orden, es
ms bien, un llamado al Otro, un acting como forma de ruego por alguna respuesta que
aloje su subjetividad.

En relacin al fenmeno clnico que el caso presenta, podra hacerse una lectura desde los
planteamientos lacanianos sobre el estrago materno, pero haciendo las salvedades
necesarias. El estrago no es un sntoma que resulta de un maternaje pobre: no debe
considerarse como una desdicha (), sino como una catstrofe que existe en el corazn
mismo de la relacin entre una madre y su hija (Chatel, 1993, p. 48). Es la relacin misma

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la que es estragante, y no se debe entender el estrago como un efecto de la relacin, ya
que la relacin madre-hija sera de por si estragante.

En esta misma lnea, Lessana (2000) plantea que el estrago entre madre e hija no es un
duelo, es la experiencia que consiste en dar cuerpo al odio torturante, presente en el
amor exclusivo entre madre e hija. El estrago se juega entonces entre dos mujeres tocadas
por la imagen de esplendor de un cuerpo femenino deseado por un hombre, un padecer
femenino, tocado por lo masculino. Esto revela la imposibilidad de la armona de su amor.
Por esto tambin se podra pensar lo insoportable que se haca para Colomba la presencia
de un hombre que hiciera gozar a la madre, ya que su amor, el amor que ella reclama,
como el amor pre edpico, exige exclusividad.

Tambin es importante sealar que a esta nocin de estrago, Lacan slo alude tres veces
en su obra, no lo desarrolla como un concepto, sin embargo plantea que el estrago entre
madre e hija tendr un lugar protagnico en el desarrollo femenino, quedando el
Complejo de Edipo y su relacin al padre en un orden secundario (Lacan, 1972). As, las al
dos primeras alusiones al estrago dicen de la relacin de una hija y una madre, mientras la
tercera se refiere a lo que podra llegar a ser un hombre para una mujer.

3. 1 El estrago y el deseo de Ana.

La primera alusin la realiza en 1968, en su seminario 17, El reverso del psicoanlisis.


Seala Lacan El deseo de la madre no es algo que pueda soportarse tal cual, que pueda
resultarles indiferente. Siempre produce estragos. Es estar dentro de la boca de un
cocodrilo, eso es la madre (p. 118). De esta referencia en principio se puede decir, que el
estrago est en relacin con el deseo de la madre. Este deseo es estructuralmente
devastador tanto para la nia como para el nio. El deseo de la madre siempre hace
estragos, sin embargo la relacin al falo es lo que mediatiza, lo que impide que la boca se
cierre. Entonces un lmite posible al estrago que causa el deseo de la madre, sera el deseo
del padre.

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Para Lacan (1957-1958), la funcin que cumple el deseo materno en relacin a un hijo es
indispensable. Sin ste, no hay posibilidad de vida para el hijo. Es tambin en funcin de
este deseo que puede responder a las necesidades vitales del lactante que viene a obturar
su castracin. Pero es sobre este mismo deseo que opera la funcin paterna, que al
sacarla del lugar de toda madre posibilita la constitucin subjetiva del nio,
substrayndolo como objeto de su goce, e instaurando en el nio la pregunta por el deseo
de la madre.

Con esto, se puede pensar que el estrago responde al deseo de la madre desarticulado del
falo, un deseo caprichoso donde el falo no ejerce su funcin protectora, donde lo que
impera es la ley materna, la mujer no-toda madre.

De esto habla Colomba, cuando seala su sentirse en deuda por no ser aquello que la
madre desea, aquello que Ana quera para ella misma y a lo que tuvo que renunciar por
tenerla a ella. Es ese deseo, el deseo caprichoso de Ana, la exigencia de un hombre y del
xito profesional, lo que a Colomba la congela, lo que en ella ha hecho estragos.

Colomba habla de este deseo materno que la tortura, y como se seal en la presentacin
del caso, habla tambin de la deuda que siente frente a este deseo: Lo que me pasa con
mi mam es que me siento en deuda.

Es una deuda que se da en varios planos. En primer lugar, Colomba seala que siempre ha
tenido problemas con su madre por temas econmicos: ella me hace saber que ha
invertido en m. Colomba seala lo que ella me tiene que dar es mi educacin, todo lo
dems, plata o tiempo, son cosas extras. Tambin me paga la depilacin y las pastillas
anticonceptivas, fuera de eso, yo siento todo como deuda, le tengo que pagar por cada
cosa que ha hecho.

Lo que la madre paga, es lo que querra para ella misma, los estudios, y los hombres. Eso,
Colomba se lo debe y para pagar, el deseo materno consta de un slo mandato: terminar
la universidad y casarse bien; es justamente ah, donde Colomba padece, pues, qu
opciones tiene si no? Asumir el mandato materno y hacer de ste su vocacin, como lo

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hizo durante los primeros aos de estudio, o bien, rechazarlo e inscribirse bajo el signo de
la exclusin, y afirmar ese resto de libertad slo en forma negativa. Colomba no puede
moverse de donde se encuentra, cualquier paso sera en falso.

En otro plano, aparece la deuda de vida, y el lugar que vino a ocupar Colomba para su
madre. Colomba relata Mi mam hizo todo por m, aperr sola por m, y como se qued
embarazada siendo una adolescente, no pudo estudiar por m... hasta el da de hoy, yo fui
un obstculo para ella, como un estorbo.

Aparece entonces en el caso el estrago que puede provocar aquello que se nombra como
amor materno. Seala Hopen (2002) En este contexto de alienacin, a veces vivido en
nombre del amor materno, una madre puede hacer de su hija una prolongacin de ella
misma, hacer cargar a su hija con lo que hubieran podido ser sus ideales propios.
Conocemos la cadena de sacrificio, culpabilidad y odio que resulta de eso (p. 17).
Sacrificio, culpabilidad y odio que son parte del padecer de la paciente.

3.2 El estrago estructural: la imposibilidad de una transmisin?

La segunda referencia lacaniana sobre el estrago se puede encontrar en Letourdit,


(1972) en la que Lacan habla del estrago estructural, condicin de relacin de una madre
y una hija, dada por la similitud de los cuerpos, por la anatoma. Dice Lacan: "la
elucubracin freudiana del complejo de Edipo, en la que la mujer es en l pez en el agua,
por ser la castracin en ella inicial, contrasta dolorosamente con el estrago que en la
mujer, en la mayora, es la relacin con la madre, de la cual parece esperar en tanto mujer
tanto ms subsistencia que del padre, lo que no pega con su ser segundo en este estrago
(p. 35).

Aqu el estrago se destaca como inherente a la relacin de la nia con su madre,


estructurante, versin que se rastrea desde Freud en relacin a la ligazn de la nia con su
madre en la fase pre edpica. Es la madre la que debe subsistir para la nia, la que debe
responder, transmitir algo sobre la sexualidad, sobre lo femenino. Sin embargo, no puede
hacerlo, ya que ella misma est castrada. Eso es, para Lacan, lo estructural del estrago.

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En Lacan (1975) es este cuerpo agujereado con el que la mujer entra al Edipo, esta
condicin anatmica, lo que dar cuenta entonces de la relacin estragante estructural
entre madre e hija. La relacin devastadora, de estrago, no debe ser entendida como el
resultado de una desastrosa relacin entre madre e hija a causa de una mala madre, se
trata ms bien de un hecho estructurante que da cuenta de la imposible armona de esa
relacin. Madre e hija deben renunciar a ese ideal de concordia producido por la ilusin
de pertenecer al mismo sexo. En la experiencia que viven madre e hija, ellas ponen en
prctica esa experiencia devastadora debida a la imposibilidad de similitud, debido a una
disparidad radical existente en el seno de esa relacin, en la configuracin anatmica de
los cuerpos.

No es el vnculo lo estragante, es la pregunta sobre la feminidad que la hija dirige a la


madre, y sobre lo que la madre, otra estragada, no puede responder, eso es lo que, en
palabras de Lacan (1972) no pega.

Y este sin respuesta ha tenido sus efectos devastadores en Colomba tambin. Entre
angustia y actings, Colomba experimenta el goce del deseo caprichoso, de ser ella un
peligro para otro, para un otro desvalido, para otro maternado: los nios de la urgencia
peditrica que son cuidados por sus madres. Su paralizacin entonces da paso al comienzo
de los errores en su prctica clnica, errores que se ven agravados por su silencio frente
a las enfermeras que podran ayudarla, por su imposibilidad de demandar un lugar en el
Otro. Es un Otro que para ella no ha respondido: Colomba se vuelve letal en el silencio
angustioso frente al silencio del Otro.

Es ah donde se interviene, dando una respuesta a Colomba. No se trata ac de una


respuesta estructural, de un gran saber que se le transmite, ms bien, se interviene
simplemente habilitndola a hablar, a pedir, y de alguna manera, dndole un lugar como
sujeto en el deseo de la terapeuta.

Este movimiento, esta sutil respuesta, permite la aparicin en Colomba de un campo


novedoso, una invencin propia, infantil y fantasiosa, pero al fin propia, sobre lo que

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podra ser mujer. Comienza la fantasa de la mujer independiente, que camina con tacos
por las calles de la gran ciudad, fantasa que en nada remite a la madre.

Frente a la imposibilidad de la transmisin de lo femenino que plantea Lacan como la


vertiente estructurante del estrago Cmo podemos entender entonces los movimientos
que Colomba realiza y que le permiten ir ms all de la madre? Cmo es que Colomba
logra solucionar, al menos por un tiempo, aquello que la capturaba de la relacin entre
ella y su madre?

En esta lnea, Hopen (2002) seala El estrago del lado materno, del que habla Lacan,
resulta de esta no transmisibilidad de la feminidad: le corresponde a cada mujer
reinventarla (p. 17).

Es as como el caso de Colomba nos trae la pregunta, habra algo que transmitir entre
madre e hija, algo que encontrar, un saber sobre lo femenino ms all del estrago? O bien,
as como la mujer es no-toda, no hay significante para La Mujer es la invencin de lo
femenino tambin una tarea personal, una solucin de compromiso de cada mujer frente
a lo intransmisible?

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4. La posibilidad de una transmisin femenina: ms all de Ana.

El caso presentado trae entonces una pregunta frente al estrago existe la posibilidad de
transmisin de lo femenino?, o bien la realidad posible es el encuentro de una forma de
nudo particular en cada mujer frente al padecer del estrago?

En cuanto a las preguntas planteadas, el caso plantea dos vertientes, la primera, muestra
el rumbo que toma Colomba en relacin a Ana y a lo materno, y la segunda, cmo esa
decisin se repite en la transferencia, vertientes que sern pensadas en los siguientes
apartados.

4.1 El atravesamiento del estrago: la renuncia a la madre

Hasta ac, se ha planteado el estrago como aquella condicin entre madre e hija que da
cuenta de la devastacin que provoca la imposibilidad de transmisin de un saber, un
significante femenino. Lessana (2000) plantea que existe una imposibilidad de hacer
patrimonio de lo femenino, ya que la feminidad no sera la apropiacin de un rasgo o una
insignia, no se transmitira simblicamente. Tanto madre como hija debern experimentar
el hacerse mujer de la hija, haciendo operar una separacin sin sustitucin, sin
compatibilidad, sin intercambio; ni en el orden de lo simblico, como ya se estableci,
pero tampoco en el orden de lo imaginario, ya que para la autora (2000) el goce sexual
femenino no oferta ningn rasgo visible en el espejo del semejante (p. 167).

La ilusin de la relacin entre madre e hija es que existe una imagen comn entre ambas,
pero el estrago sera la prueba de efectiva de que esa comunidad femenina no existe, ya
que el goce femenino, que excede al orden de lo flico, sera imposible de compartir. No
habra entonces posibilidad de transmisin ni en lo simblico ni en lo imaginario, como
seala Lacan (1972-1973) no existe La mujer.

Cul es la salida posible entonces frente a esta imposibilidad simblica e imaginaria?


Lessana (2000) piensa el estrago como un pasaje que ha de atravesarse, y para que esto
suceda habr que dar lugar al odio torturante entre madre e hija, odio que viene de la
imposibilidad de dar respuesta a la demanda de amor entre ambas. La madre debe

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renunciar a la hija experimentando su hacerse mujer, y la hija deber renunciar a la
madre, a la demanda imposible de amor y de un saber femenino que le dirige. El
atravesamiento del estrago sera entonces una renuncia, una desercin que no pasa por
una solucin en lo simblico ni en lo imaginario, si no que inscribe una huella en lo real del
cuerpo femenino, no atravesado por la palabra ni por la imagen.

De alguna forma, vemos que esto se constata en el caso de Colomba. En el segundo


momento del proceso, la reduccin de goce que Colomba experimenta con la habilitacin
a decir algo frente al sin respuesta de la madre da paso a la fantasa sobre otras formas de
ser mujer, lo que se podra localizar ms del lado del deseo. Aparece entonces una forma
de desprecio declarado, una barra a la madre: la madre a veces es ridcula.

Colomba logra ver la ridiculez de Ana cuando sta persigue a personas que llaman su
inters por temas de estatus social. Ante la mirada de Colomba, la madre aparece en falta,
sin embargo, la paciente no se queda en ese lugar, satisfacindose en este desprecio a la
madre. Al contrario, esta barra a la madre le permite moverse de su congelamiento,
alejarse de la madre, de su cuerpo, de la deuda que su deseo instauraba. Colomba es
capaz de dimitir a la madre toda y aparece entonces la mirada tratada, ya no es esa
mirada pulsional que la atraviesa, algo se apacigua de la pulsin, ya que en la palabra
ridcula, Colomba parece encontrar el significante de la falta en el Otro, y esto produce
efectos reales para ella.

Esta renuncia a la madre completa le habilita algo de su propio cuerpo, de su propio ser
mujer. Es ac donde se abre el campo para dos encuentros, en encuentro con un
quehacer laboral, y con un hombre.

En cuanto al quehacer laboral, podemos sealar que en la medida que el discurso de


Colomba gira, ella es capaz de olvidar de alguna manera a la madre, de renunciar a ese
goce, al goce del cuerpo de Ana, y a su lugar de hija, pasando a ocupar el lugar de madre
en el servicio de atencin primaria en el que realiza su prctica.

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Encuentra ac en su quehacer una forma diferente de relacin a lo materno: en el
consultorio de atencin primaria en el que realiza esta prctica no existe el fantasma de la
mirada vigilante de la madre, ms bien, lo que all encuentra es el agradecimiento de
pacientes que la ponen a ella en un lugar de madre; pero no el lugar que ella ha dado a su
madre, sino que el lugar de madre devota de hijos agradecidos.

Al respecto, Hopen (2002) seala:

quiero citarles un aplogo relatado por Freud, el que nos permite apreciar lo que la
madre puede ensear a sus hijos en este proceso de alienacin-separacin, en lo que
concierne a la gratitud.
Una mam guila quiere salvar del diluvio a sus pequeos, demasiado dbiles para
volar con sus propias alas. Toma al primero en sus garras y emprende el vuelo. Te
estar siempre agradecido, mam!, dice el aguilucho. Mentiroso!, contesta la
madre soltando a su pequeo en las olas. La misma escena con el segundo. Cuando la
madre toma al tercero y vuela hacia un refugio, el aguilucho le dice: Espero ser tan
bueno con mis hijos como t has sido conmigo!. La madre salv a este hijo.
Es en este sentido que digo que la madre puede ensear a su hijo que hay una
disimetra de lugares, que no se trata de reciprocidad ni de incondicionalidad, que la
deuda de gratitud que une un hijo a su madre debe situarse en el futuro, no en el
pasado (p. 21).

As, Hopen, sin dar cuenta de una transmisin, plantea una enseanza posible. Es una
deuda que se instala, pero no una deuda que ate a madre e hija, sino ms bien, una
deuda de gratitud, que abre un futuro para la nia. Al experimentar esta gratitud, algo se
abre para Colomba: comienza entonces a aparecer un discurso propio, al principio de
manera algo torpe, pero que va tomando forma y dando paso a una subjetividad ms all
de Ana. Al descompletar a su madre, y poder vivir la experiencia de la gratitud, algo nuevo
se habilita para Colomba.

Esto nuevo que aparece para la paciente se repetir en el vnculo con otra mujer, la
terapeuta, desatando efectos muy interesantes en la transferencia.

4.2 El efecto-madre y la transferencia

Como se seal en la presentacin del caso, el cambio en la posicin de Colomba con


respecto a su madre implica tambin un importante movimiento transferencial: las
sesiones se vuelven muy cortas, Colomba seala que no sabe bien de qu hablar. Parece

48
que si no es sobre la madre, ella tuviese poco que decir. Le sealo que me hable de ella,
que es muy poco lo que s de ella. La paciente parece sorprendida con mi intervencin,
pero es capaz de establecer una conversacin casual, de hechos cotidianos que no
remiten a la madre, lo que se mantendr por algunos meses. Hay tambin algo en el
vnculo transferencial que cambia. Y qu es eso que muta? Pensando en los conceptos
revisados, se podra aventurar que Colomba, en la transferencia, y en palabras de
Guyomard (2009) es capaz de pasar del vnculo a la relacin.

Para la autora (2009) existe una posibilidad de transmisin de lo femenino, pero sta ira
ms all de una lgica simblica, se tratara ms bien de un proceso civilizador que puede
dominar lo salvaje de la pulsin, un registro de lo materno que podra alojar un encuentro
entre madre e hija.

Guyomard (2009) plantea que para que esta transmisin pulsional suceda, el vnculo
narcicisante fundamental entre madre e hija debe ser una condicin efmera y a la vez
estructurante, es decir, operar y desaparecer, en un efecto efmero, dando paso del
vnculo a la relacin. Este vnculo, como ya lo sealaba Hopen (2002) corre el riesgo de
devenir mortfero cuando se vuelve exceso. Slo el destete vincular ser la garanta de una
transmisin posible.

Para Guyomard (2009) el vnculo narcicisante cae y da paso a la relacin de objeto en la


medida que hay una prdida, destete de placer, no del objeto mismo; y al mismo tiempo,
una mantencin de la huella narcicstica de ese vnculo, es decir, una descompletacin del
Otro materno. As, una madre, como objeto, slo se constituye si se pierde (p. 19). De
este dolor desgarrador que es la prdida del vnculo devendr la posibilidad de la relacin
de una mujer con su ser mujer.

Cmo se verifica esto en el caso, y especficamente en la transferencia? Despus


interrumpir las sesiones por dos semanas debido a un viaje mo, Colomba seala No
sabes todo lo que ha pasado, parece que todo pasa cuando t no ests, vas a tener que
irte ms seguido. Si los hechos suceden bajo mi presencia, ella me los debe, as como le
deba todo a Ana.

49
Comienzan entonces una serie de actings donde alguna de las dos queda en deuda con la
otra: no trae el dinero, cancela algunas sesiones que paga con anticipacin, incluso olvida
avisar sus ausencias. Por esto, le pido a Colomba que ella pague parte de las sesiones,
sesiones que antes pagaba por completo su madre. Busco dejar en claro que poniendo
algo de ella en su trabajo, no me debe nada a m.

Este ensayo transferencial de deber y no deber parece una oportunidad para Colomba
para continuar su bsqueda propia en relacin a una identidad femenina desmarcada de
la madre. Se ofrece un lugar en la transferencia, lugar que es utilizado y en el que se logra
tramitar, transmitir algo. Volvemos entonces a la pregunta por lo transmisible en la
feminidad Qu es aquello que sucedi en la transferencia? Una transmisin?

Al respecto, seala Guyomard (2009) La transferencia es el lugar y el tiempo donde el


acontecimiento psquico se produce (p. 11). No se intenta plantear ac que en la
transferencia se repara el vnculo original de lo materno, ni se produce una transmisin
simblica sobre lo femenino; pero s parece interesante abordar la posibilidad de que esta
diferenciacin con su madre, la renuncia de Colomba, permite que la paciente pueda
hablar y actuar ms all de Ana.

Algo de la alteridad sucede con la cada del vnculo madre-hija y se instala tambin en el
proceso de trabajo, algo de la posibilidad de ser mujer de otra forma que la madre, algo
de la posibilidad de una relacin, pero es un fenmeno que se da en la posicin de la
paciente ante el proceso y en la transferencia, no es un algo que busque la interpretacin.

Para Guyomard (2009), al igual que para Lessana (2000), lo que queda como resto, como
herida de este efecto-madre es aquello imposible de ser simbolizado, lo no articulable
flicamente que queda como huella melanclica en el paso femenino del vnculo a la
relacin. Todava ms, Guyomard plantea que este acento melanclico en la mujer podra
dejarla sumida en el peligro de una desaparicin identitaria (p. 16), una melancolizacin
de la economa narcisista. En este punto, el sujeto queda vinculado y desvinculado a la vez
del fantasma inconsciente, donde el otro no sera ms que una figura superyoica,
eternamente insatisfecha e insatisfactoria, una figura que goza.

50
Es quizs este fenmeno lo que podemos verificar en Colomba a su entrada en el proceso:
su otro goce, su padecer, remite a una Madre, a ratos slo madre, y muchas veces
demasiado mujer, incapaz de acogerla en cuanto tal, ya que para Colomba no era una
madre que deseara, ms bien era una madre que gozaba, se trataba de un vnculo
pulsional. Esta madre haba significado para Colomba la posibilidad de desaparecer,
Colomba llega melancolizada, en posicin de objeto, desajustada de su propio cuerpo, no
hay existencia posible fuera de la madre, de su sombra, de su goce. En un primer
momento esto se repite en la transferencia, todas sus preguntas son dirigidas a m, y
cualquier respuesta o no respuesta es interpretado por ella como un saber completo.

Con la renuncia de Colomba a la madre, el vnculo de completitud, de goce, cae, dando


lugar al deseo y a una bsqueda diferente: no quedar atrapada bajo la sombra de la
madre, pero tampoco bajo mi sombra.

Luego de que Colomba es habilitada a hablar y pedir a travs de una intervencin, y esto
le permite sealar la falta en su madre, el proceso da un giro. Las sesiones se convierten
en conversaciones casuales y escuetas sobre su da a da, y cuando Colomba diriga alguna
pregunta buscando el saber del terapeuta, muchas veces la respuesta adecuada fue un
genuino no s, una relacin de la terapeuta a la falta, pero sin mortificacin. Esto
permite continuar el proceso de apaciguamiento que se inici en Colomba, permite
descompletar a otra mujer ms, a la terapeuta.

A pesar que este descubrimiento, el de un quehacer, es un movimiento tmido para


Colomba, y que su nueva posicin la deja muchas veces perpleja en el trabajo clnico, sin
saber bien de qu hablar, no nos encontramos frente al silencio mortfero de los primeros
momentos de trabajo, es ms bien el silencio frente a la sorpresa, frente a la novedad.

Como se seal, este fenmeno da paso a dos encuentros: uno en el campo de lo laboral,
ya revisado, y la posibilidad del acceso a un hombre de una manera distinta a lo que los
hombres haban sido para ella.

51
Es as como caben las preguntas planteadas en la introduccin de este estudio de caso:
Qu estatuto tiene la eleccin de objeto en esta mujer frente al padecer asociado a lo
materno? Se puede pensar aqu la eleccin de objeto a la forma de una solucin
propiamente femenina frente a la desubjetivizacin que implica el campo de lo materno
para esta paciente?

52
5. Un hombre: un estrago? Una invencin?

El segundo encuentro que se hace posible para Colomba luego de la renuncia a la


totalidad de la madre es el encuentro con un hombre. Para ahondar en las preguntas
planteadas sobre el caso, es decir, el estatuto de la eleccin de objeto como solucin de
compromiso frente al padecer del estrago, parece importante hacer referencia primera a
lo que, en palabras de Lacan podra ser un hombre para una mujer.

Siguiendo la nocin de estrago en Lacan (1975-1976), la tercera referencia que se


encuentra en su obra seala:

Si una mujer es un sinthome para todo hombre, es completamente claro que hay que
encontrar otro nombre para lo que un hombre es para una mujer, puesto que el
sinthome se caracteriza justamente por la no equivalencia. Puede decirse que el
hombre es para las mujeres todo lo que les guste, a saber una afliccin peor que un
sinthome. Pueden articularlo como el convenga. Incluso es un estrago (p. 99).

En este tercer momento de la palabra estrago, a saber, la diferencia de los sexos y qu


podra ser un hombre para una mujer, Lacan (1973) afirma que no hay lmites a las
concesiones que cada mujer hace para un hombre, llegando a entregar su cuerpo, su
alma, sus bienes: Su goce la compromete en una lgica de la absolutizacin del amor,
que la empuja hacia una insaciable bsqueda del Otro (Soler, 2008, p. 269). As, el
hombre como estrago implicara una relacin, simblicamente dbil, que aleja al Otro. Es
el amor vivido como obstruccin, ahogo y que puede fcilmente transmutarse en odio, un
odio basado en el temor al goce del Otro.

As, cuando Lacan (1975-1976) se refiere ac a algo peor que un sinthoma est
sealando aquello que va ms all de la articulacin flica, algo que no responde a la
significacin, que no quiere decir nada.

De este modo, Lacan (1975-1976) establece que para el hombre, por su modo de goce
esencialmente limitado a lo flico, la mujer es siempre partenaire-sntoma; mientras que
para la mujer la pareja se impone de una forma distinta: en funcin de lo ilimitado. Es por
esto que para Lacan, es preciso que la mujer encuentre en su pareja aquel al que le falta

53
alguna cosa y que esa falta lo haga hablar, y ser as en este vnculo en donde encontrar
un lmite que fija la deriva pulsional y la mantiene en una relacin vital.

Sin embargo, la aparicin de Jaime en la vida de Colomba parece apaciguar aquello que
Colomba padeca en relacin a su madre, no necesariamente creando un lmite o una
separacin imaginaria entre madre e hija, sino que dando cuenta de la falta en la madre y
abriendo una puerta de acceso a otro goce para Colomba. Cabe as la pregunta Qu
estatuto tiene la eleccin de Jaime para Colomba? Si la relacin no va por el lado del
estrago, qu es este hombre entonces para esta mujer?

La clnica ac, abre una posibilidad a la teora, un camino abierto a pensar las invenciones
femeninas frente al estrago. Como seala Hopen (2005):

Lacan nos deca en la escritura de lo que llam las frmulas de la sexuacin, que haba
que velar, mantener a una distancia, una desviacin entre nuestro lugar de objeto
causa de deseo para un hombre y nuestra relacin a S (barrado) que nos permite estar
no todas en la dialctica flica. Si esta distancia es mantenida, y sabemos que no se
hace de una vez para siempre, lejos de all, algo rico y aliviador puede pasar con todas
las incertidumbres del deseo3.

Y contina:

La mutacin que podemos constatar es que para ciertas mujeres, caso a caso, el hecho
de saber que necesita de un hombre para ordenarse y para tener acceso a un otro
espacio no es vergonzosa ni necesariamente explcito. Esta soledad lgica no es
necesariamente vivida como abandono, ni como aislamiento. Este saber le hace
aceptar este pacto implcito de alteridad, inventar frente a los inevitables aforismos y
desempear con seriedad su rol de parecer mujer4.

As, la mirada que primar la lectura de esta eleccin de objeto en Colomba, es la mirada
del caso a caso, en la que un hombre podra no representar ni un estrago ni un
ordenamiento flico; si no que el acceso a otro espacio, un espacio de alivio frente al
abandono, y tambin del encuentro con lo propio de la feminidad. Si ya en el segundo

3 Traduccin personal.

4 Traduccin personal.

54
momento del caso se constataba que Colomba era capaz de desviar su mirada de la madre
e intentar un encuentro con algo propio, la relacin con Jaime parece sacramentar esta
posicin, como seala Hopen, sin vergenza, sin la sensacin de aislamiento, sino que
como una posibilidad de apropiacin de su rol de ser mujer.

Parece relevante entonces, para pensar qu lugar ocupa este hombre para esta mujer,
revisar qu haban significado los hombres en la vida de Colomba y en la historia familiar.
Hasta la relacin con Jaime, Colomba haba sostenido una posicin mortificante frente a
los hombres: odio, inhibicin, excitacin y una constante sensacin de ser gozada,
abusada con su mirada.

Durante el proceso, Colomba hace poca referencia al tema, tampoco se refiere fcilmente
a su vida sexual. Las primeras alusiones a los hombres se ubican en el primer momento
del proceso, encuadradas en una queja sobre la madre. Para Colomba, Ana ha sido una
madre que abandona a la hija por los hombres, hombres buenos para nada: inestables,
inmaduros, poco productivos, un hombre castrado al que cuidar. As, los hombres de la
madre se han convertido en una amenaza para Colomba.

Destaca sobre todos a uno: Fermn. Este hombre representa el peligro del Otro que goza
sexualmente de ella. Cuenta yo senta que l me acosaba con la vista, me miraba con
jumper, cuando sala en pijama del bao o Yo me encerraba en mi pieza, y soaba que l
me violaba. Se sorprende de una madre capaz de rendirse a los pies del otro: ella era
como la empleada de l, sumisa, una geisha... ahora no s cul era mi mam, si esa o la
que era conmigo. Colomba nombra a la madre que desea, que goza, como la
empleada.

Actualmente, Ana est en pareja con Alberto, quin dej a su mujer y sus hijos (todos
hombres) para vivir con Ana y Colomba. Con l me siento mejor, l nunca tuvo una hija
mujer, y como que ve eso en m, pero igual a veces me ahoga tanta cercana. Colomba es
capaz de ubicarse ella y de ubicar a la madre ante Alberto, de ubicarse ella deseada y no
gozada, y a la madre deseante y no gozante.

55
Qu hay de otros hombres? Del padre sabe poco, antes de irme fuera de Santiago fue la
ltima vez que me busc. Mi mam dice que era quedado, sin espritu emprendedor,
despus nos encontramos por las redes sociales, salimos un par de veces, me dijo que me
iba a ayudar a pagar algunas cosas, pero la ltima vez que lo vi, al despedirse de mi me
dio un beso en la boca. Yo me qued helada, y despus ya no lo vi ms. Incluso el padre,
est puesto en el lugar de los hombres que intentan gozar de ella. Habla muy poco de l,
como si no lo necesitara, no responde a mis preguntas por l, slo lo trae a sesin en
contadas ocasiones y muy equvocamente.

De sus parejas Colomba seala que tuvo una relacin durante 4 aos con Sergio era mi
puerto seguro, me ahogaba, yo tena que estar siempre ah para l, pero l me dej por
otra, me minti. Sergio iba en la lnea de las parejas de la madre tena una familia como
disfuncional, me necesitaba mucho, era como cabro chico. Cuenta que nunca tuvieron
relaciones sexuales, y a esto atribuye la ruptura me senta cochina, como que el amor es
una cosa, y la calentura otra, eso es sucio. Yo creo que se me qued pegada la sensacin
de incomodad, y hay otras mujeres que son ms sueltas.

As, en los hombres Colomba ha localizado el punto de goce de la madre, punto donde
tambin ubica la razn del abandono que ella siente por parte de Ana. Sin embargo,
frente a Jaime, Colomba no duda y comienza una relacin. Con l logra avanzar
sexualmente, sin llegar a la penetracin l no me exige mucho, es ms maduro, creo que
no le interesa tanto el sexo. Sin embargo, algunos escollos se presentarn en el camino,
escollos que provienen de la rivalidad entre Colomba y su suegra, pero que situarn a
Colomba en otro lugar, no es un padecimiento melanclico, al contrario, es una lucha que
la revitaliza.

Lo que se levanta del caso no es el hecho de un hombre que viene a ordenar flicamente a
Colomba, sino ms bien, un hombre que cumple tres condiciones precisas que permiten
un alivio de este padecer femenino que la paciente experimentaba con respecto a la
madre. Estas condiciones son: Jaime es un hombre mediado por Ana, la madre de

56
Colomba; no presiona a Colomba hacia el encuentro sexual; y trae aparejado a s otra
mujer a quin odiar, la suegra.

Se revisarn entonces estos tres hechos clnicos para intentar pensar de qu forma stos
inciden en la localizacin de Colomba en frente a su padecer.

En relacin al primer punto, un hombre como una eleccin mediada por la madre, se
podra plantear que Jaime, en el lugar del yerno ideal, ordena el deseo de Ana y la aparta
del goce de los hombres buenos para nada y de ser la empleada. El hombre que
Colomba elige, es un hombre mediado por la madre, mas no es como los hombres de la
madre. Ana se lo presenta, y para ella, cumple los requisitos necesarios para ser su yerno:
es un profesional, de una familia conocida, es un hombre solvente, es un hombre que
detenta las insignias flicas que la madre persigue y que la dejan a ella en falta. Con la
aparicin de Jaime, Ana ya no quiere un hombre con el cual gozar a costa de lo que sea,
incluso de su hija. Su madre, ahora incompleta, castrada y ridcula, desea un hombre para
su hija, y esto, podra ser para Colomba, una muestra de amor.

Seala Lacan (1964-1965) que amar es dar lo que no se tiene a aqul que no es. Esto
significa que la madre desee algo para Colomba, un hombre diferente de los que ha
escogido para ella misma, algo que ella como madre no puede entregar. En este deseo,
Ana se barra. En palabras de Hopen (2002):

es necesario, me parece, que la madre tenga una relacin feliz con la con la falta: dira
una falta saludable que haga de ella alguien con una identidad sexual y que gracias a
esa falta, se halle deseante () Resulta que para que para que una madre pueda dar lo
que no tiene a la que no es, es necesario que haya sabido fabricarse una posicin
sexuada que le de cierta satisfaccin en tanto semblant mujer () es necesario que la
madre pueda tambin dar a su hija el derecho de un lugar en esta relacin feliz con la
falta (p.15).

De esta forma, con la castracin a la madre, castracin que Ana confirma como muestra
de amor a travs del deseo de un hombre para su hija, Ana asume un lugar que permite
entender a Colomba que es con un hombre, y no con su madre, que ella puede encontrar
un lugar y un acceso a la sexualidad (Hopen, 2002, p. 16).

57
Y es precisamente aquella la segunda condicin que Jaime cumple. Con el comienzo de
esta relacin se abre para Colomba la posibilidad de un encuentro sexual, encuentro que
la paciente haba evitado por ser para ella algo cochino, asociado a otro tipo de mujer. Sin
embargo, Jaime no se muestra especialmente interesado en las relaciones sexuales, o
bien, no presiona a Colomba para que la relacin se consume, lo que a Colomba la alivia y
le permite avanzar sin angustia en este tema.

El goce sexual fue para Colomba, algo propio de la madre, especialmente en su relacin
con Fermn. Los hombres la hacan gozar, y de ese modo, la convertan en su empleada. En
el discurso de la paciente, se constata que en la experiencia de Colomba, Ana no tuvo
ningn velo con ese goce frente a su hija. Al respecto, seala Hopen (2002):

Ah est todo el arte, el saber-hacer que requiere la funcin materna: equilibrio entre
la represin indispensable para entrar a lo social y la apertura de espritu que permita
la asuncin de una posicin femenina ertica y a la vez materna. Este sutil equilibrio
entre represin y apertura nos conduce a considerar el papel que juega el pudor en la
relacin madre-hija. La importancia del pudor proviene del hecho de estar ligada al
ordenamiento flico, como Lacan nos ense en La significacin del falo. () Nunca se
subrayar suficientemente los estragos que pueden ocasionar en una hija el impudor o
la desvergenza de su madre (p.18).

As, para Hopen (2002) la falta de pudor en la madre hace aparecer un real que no est
anudado, no socializado, este horror puede a la vez paralizar a la nia, excitarla, inhibirla
y/o darle un sentimiento de impotencia (p. 19). Paralizacin, excitacin e inhibicin,
palabras que se ajustan a la historia de Colomba frente a los hombres y el goce sexual. Es
posible entonces que Jaime, este hombre que no invita al encuentro sexual inmediato,
que no replica la mirada de Fermn ni de su propio padre sobre ella, sea una posibilidad
menos angustiante para Colomba, porque no retrotrae al goce materno, no localiza a la
paciente en ese lugar, el lugar de la empleada.

Finalmente, y como tercer punto, se seal que la entrada de Jaime en la vida de Colomba
traa aparejada tambin la entrada de otra mujer: la suegra. Jaime es hurfano de padre,
lo que lo ha llevado a hacerse cargo de una familia compuesta por su abuela, su madre, su
hermana y sobrina. Colomba entra en una rivalidad imaginaria directa con todas estas
mujeres, pero esto parece amainar su propia relacin a Ana.

58
Qu lugar viene a ocupar este odio para Colomba? Hopen (1993) seala que si el varn
tiene la posibilidad de salir del odio original a la madre a travs de la promesa de
encontrar la Mujer y/o el derecho de rivalidad entre hombres, la nia no tiene ese mismo
derecho: Ella tiene que reprimir su odio a la madre, si no, se arriesga a ser abandonada.
El derecho a la ambivalencia de una hija con respecto a su madre, y viceversa, no es
todava un derecho adquirido en nuestras sociedades. Debemos entonces asombrarnos
que esta mala inteligencia ancestral venga a colorear nuestras relaciones entre mujeres,
ms all de la familia? (p. 20)

Para la autora, tanto la nia como el varn tienen acceso a una imagen de s mismos y del
otro a travs de la imagen de un Otro absoluto encarnado en el cuerpo de la madre. La
nia se entera rpidamente de que ella no puede satisfacer el deseo de su madre, pero
esto no impide que ella sea su primer objeto. Otro saber que la nia adquiere muy
temprano es que no puede esperar de su madre un reconocimiento simblico, ya que no
hay transmisin de un estatuto de pertenencia a las mujeres. Con esto, al principio no
es el verbo lo que encontramos, sino el odio (p. 19). Este odio permite un movimiento en
la nia, que al orientarse al padre, la demanda ser reconocida por el gran Otro como una,
demanda que continuar a travs de diferentes bsquedas en las que ella no vale si no es
a travs del reconocimiento del otro. ella no puede valer si no es la nica () el ella o
yo siempre se impone a las mujeres (p. 19).

Mientras la demanda de amor estuvo dirigida a la madre, este ella o yo estuvo dado por
los hombres de la madre, por el goce de Ana, dejando a Colomba en un lugar de desecho,
un lugar invadido por la melancola, ya que frente al goce materno no haba mucho que
Colomba pudiese hacer, la madre siempre elega a los hombres. Sin embargo, con la
habilitacin a Colomba para hablar, aparece la barra a la madre, barra que se confirma en
el deseo de la madre por Jaime. Junto a esto, se asoma la posibilidad de un ella o yo en
el que el deseo es visto en el otro bajo la figura de otra mujer (Hopen, 1993, p. 20), en
este caso, la suegra.

59
Y de eso habla Colomba. Habla de la suegra con mucha rabia, pero es una rabia que la
hace sonrer, frente a la que no calla. Es directamente agresiva con ellas, no hace la guerra
desde el silencio: les contesta irnicamente, no pierde la oportunidad de decir algo que
pueda herirlas, y les hace notar que Jaime la prefiere a ella: es una vieja egosta, quiere a
Jaime slo para ella, no ve que es joven, que podra tener una vida, yo le digo que lo tienen
como junior. Esta actitud implica algunos problemas en la pareja, pero Colomba parece
revitalizarse desde el odio, localizarse en una posicin mucho ms aliviadora para ella.

Seala Hopen (1993) ste puede ser un tema inagotable (). Ah! Aqu encuentran la
horma de su zapato: goce asegurado (p. 20). La pasin del odio por la suegra parece
distraer a Colomba de la pasin del amor por la madre, y para ganar esta batalla, es que
Colomba comienza a desplegar sus propias invenciones con respecto a su ser mujer.
Seala en una sesin la mam siempre es la mam, ella lo sabe, me hace sentir como la
patas negras. Pero hay algo que ella no le puede dar y yo s, y a los hombres siempre les
tira ese algo.

Con esto, se puede pensar que la eleccin de Jaime anuda aquello que para Colomba
pareca girar en banda, la demanda a la madre por un saber sobre ella misma, y le permite
apartarse de esta mirada que diriga a la madre absoluta, mirada y demanda que iban en
directa relacin a su padecer. Lo que se intenta proponer ac es que este hombre no ha
sido para Colomba un estrago, tampoco un ordenador flico para la mujer deslocalizada,
sino que una invencin, la puerta de acceso a otro goce, a un goce no-todo que no la
mortifica. Como seala Hopen (1993) deshacer y saber hacer funcionan como conjunto,
es decir deshacerse de un cierto tipo de goce para tener la posibilidad de aprender otra
cosa (p. 21).

60
6. No ms madres, el cierre del proceso.

Como ltimo punto a tratar en relacin al caso, se revisar la forma en que se cerr el
proceso, intentando poder pensar cmo sta se articula al trabajo que se realiz durante
el mismo.

Se interrumpen las sesiones por vacaciones de verano, sealando que se retomar el


trabajo en Marzo. Sin embargo, la realidad aparece en el caso para tocar lo real, y
determinar otra cosa. A principios de abril, mi sobrina se accidenta y yo me hago parte de
sus cuidados, acompandola una tarde en la clnica. Por azar, Colomba es la parte del
equipo a cargo de la unidad donde est internada mi sobrina. Al verme, se sorprende (y
yo tambin) y seala que se haba percatado del alcance de apellidos, preguntando si era
mi hija. Le digo que no, que es mi sobrina. Me dice que estaba pensando en volver a
sesiones, pero acababa de entrar a este trabajo, que cuando le pagaran el primer sueldo
me iba a llamar, lo que yo acepto. Despus de este encuentro, Colomba no volvi a llamar,
y yo tampoco.

Caben entonces las preguntas Qu sucede en este encuentro particular? Cmo pensar
la incidencia de la realidad en la transferencia y en el rumbo del proceso de trabajo?

En este encuentro, Colomba me ve como una madre, pero no cualquier madre, en la


escena yo estoy ocupando el lugar de aquellas madres que angustiaban a Colomba:
madres interviniendo el cuerpo de sus hijos, vigilantes del trabajo del equipo mdico,
madres de nios enfermos.

De esto, Colomba no quiere saber nada. En la ltima sesin antes de vacaciones, la


paciente haba anunciado que apenas pudiera solventarlo econmicamente, se iba a ir a
vivir sola, sealando necesito este espacio, igual le voy a pedir a mi mam que me ayude
al principio, pero ya no quiero vivir ms con ella y Alberto, ah sobro, y est bien, si ya
estoy grande.

En su ya estoy grande se deja entrever la responsabilidad que Colomba asume por lo


propio. En palabras de Hopen (1993) lo que se abre es una posibilidad de abrirse camino
a partir de un no-todo-flico. Creo que el hecho de tener un brazo en el significante flico

61
y el otro en el significante de la falta en el Otro, es decir, esta posibilidad de estar a la vez
en lo Simblico y en lo Real, nos hace ms responsables (p. 21).

Se puede inferir entonces que lo que aparece en esa escena para Colomba, es lo que
remite al padecer de la bsqueda de la completitud en el Otro, completitud que
representa la madre para el nio enfermo, pero a la que Colomba ya ha comenzado a
renunciar, y frente a la cual, ya no quiere dar pie atrs.

Este encuentro con lo real precipita la cada, por lo menos transitoriamente, de la


transferencia. Se puede pensar este cierre como una decisin por el lado de ir sola. Sin
embargo, cabe tambin la posibilidad de un cierre como un pasaje al acto, un no querer
seguir pensando. Como sea, es ella quin decide su propio cierre, decisin que, desde mi
posicin no-toda, no queda ms que respetar.

62
IV. DISCUSIN Y CONCLUSIONES

En El tiempo lgico y el aserto de certidumbre anticipada, Lacan (1945) plantea que el


tiempo debe ser tomado como un tiempo lgico, que estructura la accin humana, un
tiempo en el que opera una lgica entre el retenerse y el precipitarse y en el cual estn
presentes tres momentos lgicos particulares y distintos: el instante de la mirada, el
momento de comprender y el momento de concluir.

El instante de la mirada apunta a la incgnita real de un problema (Lacan, 1945). En el


presente estudio de caso ese instante tiene que ver con el enfrentamiento de un
problema clnico, un padecer particular en una paciente particular que, semana tras
semana, me habla de su dolor y de su madre, y que me confronta con una nueva
modalidad clnica que parece no ceder ante la interpretacin.

El tiempo de comprender seala Lacan (1945) puede reducirse al instante de la mirada


pero esa mirada en su instante puede incluir todo el tiempo que sea necesario para
comprender. Es en este momento donde el caso ilumina una pregunta que gua este
estudio, pregunta que tiene que ver con el estatuto del sufrimiento de esta paciente, y a la
vez, con la posibilidad del encuentro de algo propio, particular que haga frente al padecer
que implica para una mujer la imposibilidad de transmisin de un saber sobre su ser
mujer, padecer que parece estar ntimamente ligado a la relacin con la madre.

A partir de este foco, se revis con detencin el caso que elicita las preguntas, buscando
momentos clnicos que dieran cuenta del viraje que la paciente fue capaz de aventurar en
el proceso de trabajo. Es as como se determinaron tres momentos clnicos: un primer
momento de encandilamiento frente a la madre y su goce, un segundo momento en el
que tmidamente aparece la posibilidad de otra forma de madre, y por lo tanto, otra
forma de ser mujer, y un tercer momento en que el encuentro de un quehacer y de un
hombre darn acceso a Colomba a una invencin propia frente a su padecer.

El momento de concluir segn Lacan (1945) es el tiempo para comprender, aunque sean
momentos lgicos diferentes. Es precisamente esto lo que convoca esta parte final de este

63
estudio Cules son los nudos tericos que han permitido aventurar ciertas hiptesis en
relacin a este caso?

Lo primero que se rastrea en el caso, lo que se delimit como un primer momento, es la


actual y potente ligazn entre el padecer de la paciente y su madre. Es as como los
planteamientos freudianos sobre la relacin de la nia y la madre parecen adecuados para
comprender el estatuto de este sufrimiento. Freud destaca en la mujer una fase de ligazn
con la madre predpica de un importante contenido, tanto por su duracin como por la
posibilidad de dejar secuelas, fijaciones y predisposiciones.

Es la va del amor narcicisante de la madre a la hija, va que implica por una parte la
posibilidad de existencia para el recin nacido, pero que al mismo tiempo, enfrentar a la
nia a una difcil salida de esta relacin. Sin mucha certeza, Freud sita la posibilidad de
salida al Edipo para la mujer en los hombres, a travs de la ecuacin pene hijo. El ser
madre de un nio le otorga a la mujer la posibilidad de entrar en el registro de lo flico, lo
que dara cause al aquietamiento pulsional que la feminidad exige. Sin embargo, la
pregunta por la construccin de la feminidad y su posible resolucin sigui siendo un
enigma para el mismo Freud y para el psicoanlisis, enigma que constituye tambin un
nudo terico para este estudio.

Por esto, el siguiente paso nos lleva a Lacan, quin se proyecta ms all del Edipo para
responder al enigma de la feminidad, yendo del Edipo a la sexuacin. La sexuacin en los
planteamientos de Lacan es la subjetivacin del sexo para cada quin, y a la vez, va ms
all de la mujer madre. Lo particular de lo femenino para Lacan es el goce que no pasa
por la castracin, goce suplementario, goce del cuerpo que est ms all del falo. En este
sentido, el caso tambin nos presenta una mujer no-toda flica, que no busca su
serenamiento en un hombre sino que en la posibilidad de descompletar a ese Otro
magnfico que ha sido su madre. La evidencia de un goce ms all materno es lo que
enferma a la paciente, y en su propia bsqueda, ella logra poner un lmite a ese goce,
dando paso a un segundo momento del caso.

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Qu es ese ms all? Ese sin lmite del goce femenino? Cmo se articula el goce de la
madre al sufrimiento de la hija? En este segundo nudo terico nos encontramos con lo
que Lacan llam estrago en la relacin madre hija. El devastador efecto del estrago, efecto
que se evidencia en el sufrimiento de la paciente, no fue entendido como la consecuencia
de un maternaje pobre, ms bien, nos referimos en este estudio a la imposibilidad de una
transmisin sobre el ser mujer, imposibilidad que vio Freud en la ligazn madre
preedpica, y que trabajan profundamente autoras actuales como Guyomard, Lessana o
Hopen.

Guyomard plantea una posibilidad de transmisin femenina en el paso del vnculo


pulsional entre madre e hija a la relacin, a travs de la prdida del vnculo pero no del
objeto, lo que en el caso presentado se verifica sobretodo en el trabajo transferencial,
tercera pregunta fundamental de este estudio.

Lessana, por su parte, plantea que la imposibilidad de la trasmisin femenina deja como
nica posibilidad una renuncia tanto de la madre a la hija, como de la hija a la madre. En
esta lnea, Hopen nos habla de la deuda de gratitud, deuda que debe instalarse en el
futuro y no amarrar a madre e hija en el pasado. En este campo de la renuncia y la deuda,
se abre tambin la posibilidad de un encuentro particular que d cuenta que de una
posicin femenina ms all de articulacin flica, en este caso, un hombre como
formacin de compromiso y un quehacer como una posibilidad de reelaboracin del
campo de lo materno; nudo final del presente estudio de caso, que busca precisar
particularmente las condiciones para que este hombre y este quehacer acten a modo de
invencin.

Y es as como, sin querer dar cuenta de un saber sobre las mujeres, el presente estudio se
plantea como una posibilidad de pensar un caso en particular, al modo en que lo entiende
Recalde (2012): Y es en ese sentido que entiendo la posicin femenina. No se trata de
feminizarse sino de poder hacer algo distinto con ese goce ms all del falo, pero no sin
relacin al amarre flico. Esto es, cmo hacer algo distinto que no sea padecerlo como

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estragante, es decir, ni quedando a merced de una devastacin sin lmites, ni tampoco
aferrndose flicamente al sufrimiento que acarrea la salida histrica (p. 89).

A pesar del recorrido andado, el caso sigue presentando aun variados enigmas, enigmas
que se dejan entrever sobretodo en relacin al cierre del caso. La cada transferencial
puede dar cuenta de una decisin de la paciente con respecto a las madres, como
tambin puede ser signo de un pasaje al acto por el lado del no querer pensar la realidad
que un encuentro inesperado puede producir.

Ms all de la verificacin de las hiptesis planteadas, el presente estudio aporta una va


de acceso particular al campo de lo femenino, al padecer de una mujer frente a la
imposibilidad de la transmisin de lo femenino, y una propuesta de atravesamiento del
estrago para esta paciente que no implica necesariamente la articulacin flica, sino ms
bien, una invencin femenina particular, no generalizable y que no pretende decir algo
sobre las mujeres. Si lo femenino sigue siendo enigmtico hoy, es porque, como seala
Lacan, no puede ser capturado por la lgica del significante; y se plantea desde otro lugar,
un lugar que implica revisar una y otra vez las diferentes formas de acceder a este campo
a travs de cada anlisis en particular.

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